Stretching global activo I 9788480192859, 9788499102023

Todo nuestro pasado y nuestro presenta está reflejado en nuestro cuerpo. Nuestra morfología resume nuestras habilidades,

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Spanish; Castilian Pages 213 [400] Year 2013

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Cubierta
Título
Los derechos de autor
Dedicación
Prólogo
Índice
El deporte es necesario
Problemas deportivos, deporte problemático
La protección sin alteración
Dime cómo te mueves y te diré quién eres
El entrenamiento global
Cuanto más largo, más… fuerte
Encadenados para lo bueno y para lo malo
La posturas de corrección
Las autoposturas de preparación y mantenimiento
Las autoposturas respiratorias
Buscando la FLexibilidad desesperadamente
Practique deporte, pero… correctamente
Léxico
Cubierta posterior
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Stretching global activo I
 9788480192859, 9788499102023

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  • Medical Exercise. Fitness, Stretching Global Activo, SGA
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STRETCHING GLOBAL ACTIVO

De la perfección muscular a los resultados deportivos

Por

Ph. E. Souchard

Revisión y adaptación

Dr. Aittor Loroño

5a Edición

España

Editorial Paidotribo Les Guixeres C/ de la Energía, 19-21 08915 Badalona Tel.: 00 34 93 323 33 11 Fax: 00 34 93 453 50 33 www.paidotribo.com [email protected]

Argentina

Editorial Paidotribo Argentina Adolfo Alsina, 1537 C1088 AAM Buenos Aires Tel.: 00 54 11 4383 64 54 Fax: 00 54 11 4383 64 54 www.paidotribo.com.ar [email protected]

México

Editorial Paidotribo México Lago Viedma, 81 Col. Argentina 11270 Delegación Miguel Hidalgo México D.F. Tel.: 00 52 55 55 23 96 70 Fax: 00 52 55 55 23 96 70 www.paidotribo.com.mx [email protected]

Fotografías: Jacques Viguier André Poms Dibujos: Serge Cap Modelos: Eric & Loïse Agradecimientos: Jacqueline Bronstein Louis Damestoy Sylvia Galli Norbert Grau Francis Ma

Título original: De la perfection musculaire á la performance sportive

Copyright de la edición original: © Éditions Désiris

Director de colección: Antoni Cabot

Traducción: Marta Moreno

© 2010, Ph. E. Souchard

Editorial Paidotribo Les Guixeres C/ de la energía, 19-21 08915 Badalona (España) Tel.: 93 323 33 11 – Fax: 93 453 50 33 http://www.paidotribo.com http://www.paidotribo-ebooks.com E-mail: [email protected]

3a reimpresión de la 5a edición

ISBN: 978-84-8019-285-9 ISBN EPUB: 978-84-9910-202-3

Fotocomposición: Editor Service, S.L. Diagonal, 299 – 08013 Barcelona Impreso en España por Sagrafic, S.L.

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

A mis alumnos brasileños que tan bien saben expresar lo que debería ser la filosofía del deportista:

“Sacode a poeira e dá a volta por cima !…”

(“¡Sacúdete el polvo y prueba de nuevo!”)

PRÓLOGO A LA EDICIÓN ESPAÑOLA

Todo nuestro pasado y presente está reflejado en nuestro cuerpo. Nuestra morfología resumen nuestras habilidades, nuestra belleza o nuestras penurias y deformaciones. ¿Cuántos estamos a gusto y vibramos con él? Actualmente todos nuestros modelos están fuera de nosotros. Queremos parecernos a los cuerpos de los anuncios televisados, del cine, de la publicidad o a nuestros ídolos deportistas. Vivimos fuera de nosotros, tanto en nuestra mente como en nuestro cuerpo y pensamos también que las soluciones vendrán del exterior. Vivimos ante un hipermercado de productos de salud y belleza. Desde la época de los griegos, en nuestra civilización, hemos seguido el lema «mens sana in corpore sano» lo que significa seguir tu propio ritmo siguiendo las leyes naturales. Pero hoy en día son los intereses comerciales los que pretenden liderar este eslogan, con la intención de lograr lo imposible en el tiempo récord y a cualquier precio. Pero, ¿cuáles son los resultados? ¿Está usted satisfecho? ¿Hay menos dolencias, lesiones, enfermedades? Soy consciente de que este discurso es poco comercial ya que nos acerca a la realidad cotidiana, pero es un camino que ha comenzado y poco a poco se extiende entre la gente que busca un cambio interno. Si comenzamos a habitar nuestro cuerpo, a partir de nuestra consciencia, lograremos un cambio que será definitivo en nuestra vida. Desaparecerán nuestros dolores, nuestros malestares y nos sentiremos más libres. No es de mi interés filosofar acerca del cuerpo sino difundir un método que podrá cambiar su vida, a través del cambio estructural del cuerpo. Tanto si es profesional sanitario como si es una persona interesada en su salud, puede encontrar en este libro un camino diferente a lo que ha conocido hasta hoy. Hace más de diez años que me dedico en mi consulta diaria a la RPG y sigo sorprendiéndome de los excelentes resultados que se obtienen con este método. Desde que conocí a su autor, Ph. E. Souchard, he seguido fielmente su evolución así como he difundido todo lo que ha sido posible su método, sus libros, sus

cursos en España. Todo método revolucionario necesita tiempo para que pueda cambiar los conceptos de salud y enfermedad, sobre todo si no coinciden con el sistema. Nuestra esperanza es que todo método global perdurará en el tiempo, como lo han hecho el naturismo, el yoga, la homeopatía, la acupuntura, etc. Los que creemos en el método, sabemos que luchamos en parte contra el sistema sanitario y por ello encontramos resistencias de su parte en aceptarlo. Las tres bases del método, individualidad, causalidad y globalidad son las que hacen que no nos podamos comparar con ningún otro método. Esto establece un compromiso con nuestros pacientes, dedicarles su tiempo (una hora por sesión), escucharles y tratarles en globalidad. No nos preocupan los síntomas de forma inmediata, ni hacer una terapéutica espectacular. No nos limitamos a quitar los síntomas, sino que reeducamos a las personas para evitar futuras recaídas o nuevas lesiones. Nuestra medicina es además preventiva, Sus resultados son en definitiva los mejores indicadores para garantizar la eficacia de un método. Volviendo al autor, cada libro suyo, cada sesión con un paciente que le he visto tratar en sus cursos, confirman su gran vocación por la fisioterapia. Su conocimiento, entusiasmo y resultado inmediato, hacen que su método no sea una mera intuición sino más bien un método científico sutil, preciso y eficaz. Estaría satisfecho si una vez leídos los capítulos que le puedan herir su sensibilidad o creencias sobre el deporte, decide pasar a practicar las autoposturas globales. Estoy seguro de que desde la experiencia propia vivenciada sobre sus músculos le producirá el cambio interno que aludía al comienzo del prólogo y será definitivamente un amante del Stretching Global Activo. Como consejo le sugiero que durante las primeras sesiones sea dirigido por un fisioterapeuta formado en el método y no por falsos intérpretes. Para ello dispone de una asociación, donde le pueden indicar un fisioterapeuta especialista en R.P.G. Una vez que le hayan realizado su examen corporal, y no olvide que cada uno somos único, sabrá cuáles son las posturas más convenientes, tanto para su morfología como para el deporte que practica. Este libro va dirigido especialmente a los deportistas, y entendemos como deportistas no solamente a una minoría que lo practica de forma profesional,

sino también a esa mayoría de personas que practican el deporte de ocio. Tanto unos como otros se beneficiarán del Stretching Global Activo. No debemos olvidar que nuestro objetivo es lograr acercarnos a nuestra perfección de belleza, fuerza y flexibilidad y reparar los errores que hemos cometido hasta hoy: Mantengamos a punto nuestro cuerpo.

Dr. Aittor Loroño Médico especialista en RPG, Osteopatía y Posturología Director del Instituto de Terapias Globales, impulsor en España del método RPG, traductor de todas las obras de RPG y monitor en los cursos RPG

NOTA: Si usted desea conocer la lista de especialistas en RPG en España, diríjase al Instituto de Terapias Globales, delegación de Ph E. Souchard en España, donde le informará de los profesionales formados oficialmente en el método. La Reeducación Postural Global, RPG® es un método registrado y su autor es la única persona que realiza su formación exclusiva para fisioterapeutas y médicos. Los cursos de Stretching Global Activo son impartidos únicamente por el Dr. Aittor Loroño en España, y están dirigidos a todas aquellas personas que están directamente relacionadas con el entrenamiento deportivo, preparación física, gimnasia, danza y deporte de ocio y competición.

Contacto para información y cursos:

Instituto de Terapias Globales. Bilbao. Tel. y fax: (94) 435 25 25

ÍNDICE

El deporte es necesario

Problemas deportivos, deporte problemático

La protección sin alteración

Dime cómo te mueves y te diré quién eres

El entrenamiento global

Cuanto más largo, más… fuerte

Encadenados para lo bueno y para lo malo

La posturas de corrección

Las autoposturas de preparación y mantenimiento

Las autoposturas respiratorias

Buscando la flexibilidad desesperadamente

Practique deporte, pero… correctamente

Léxico

CAPÍTULO I

EL DEPORTE ES NECESARIO

Se quiera o no, el deporte forma parte integrante de nuestra sociedad. Para convencerse, sólo hace falta observar el aumento constante de profesionales en este campo. Practicado desde hace siglos y muy recomendado desde hace una o dos generaciones, ha conocido una curva ascendente que ha acabado alcanzando su cénit en la actualidad, hasta el punto que todo el mundo está de acuerdo en afirmar que cada uno de nosotros debe practicar alguna actividad física. Esta afirmación, sostenida por numerosos profesionales de la salud, es suficientemente perentoria como para que buscar una justificación o ponerla en duda parezca totalmente innecesario. Este nuevo dogma, presentado como la única alternativa de la vida moderna y del sedentarismo, no escapa, sin embargo, a la crítica, a veces procedente incluso de la boca misma de sus propios defensores. «Escuchadme bien, muchachos, vamos a crear unos viejos achacosos.» Aunque esta frase de Michel Crause, célebre jugador de rugby francés, puede justificarse por la intensidad del desafío físico que caracteriza a este deporte, no podemos, ni mucho menos, que considerarla inaceptable. ¿Cómo podemos sostener que la actividad física que parece poseer todas las virtudes y que nos proporciona un mejora corporal evidente, pueda ser destructiva? Sin embargo, es cierto que los deportistas y las deportistas en activo o retirados se quejan diariamente de dolores que, en cualquier caso, nos hacen abandonar el más mínimo deseo de practicar sus disciplinas por muy gratificantes que parezcan a primera vista. Deportes de entretenimiento o de competición, e incluso de alta competición ¿no

será que a veces pierden de vista que su principal objetivo es el placer, la belleza y la salud? Apelando a la libertad de elección, que tanto debemos respetar entre nosotros, cada uno es libre de torturarse, de deformarse e incluso de ponerse enfermo por practicar un deporte; o, si no, ¿quién no ha visto a una mujer deformada por el culturismo? En cualquier caso, el cuerpo humano, y principalmente el sistema músculoarticular, es el instrumento privilegiado de los deportes físicos, de lo cual se deduce que si la actividad escogida se convierte en el origen de dolores, deformaciones o impotencias de todo tipo, ésta no sólo pierde su objetivo principal sino que además altera el instrumento necesario para su realización que, a su vez, alterará los resultados de la propia actividad física. Sea cual sea la práctica deportiva, este inconveniente es ineludible y la elevación del nivel de esa práctica no hace más que aumentar el problema. Los entrenadores lo saben puesto que diariamente constatan cómo las posibilidades de los atletas alcanzan el límite más alto o el más bajo de forma inexplicable. Toda actividad deportiva genera inconvenientes que sólo pueden ser superados por el respeto de un cierto número de principios tan fundamentales como desconocidos y gracias a la aplicación de una metodología extremadamente precisa. La segunda parte del libro pone en duda la mayoría de las ideas recibidas sobre musculación, gimnasia y deporte en general; pero, no se equivoquen, las críticas a las antiguas metodologías sólo tienen por objetivo justificar la conveniencia de estas nuevas proposiciones. Nadie puede construir sobre bases sólidas sin antes haber eliminado los antiguos fundamentos. En cualquier caso, es bien difícil conseguir que una exposición técnica sea interesante. ¿Estará preparado nuestro atleta para la hora final a pesar de sus limitaciones? La respuesta la encontrarán siguiendo, anhelantes, cada uno de los capítulos de esta musculosa novela; un ritmo difícil de mantener a la hora de tratar unos problemas que podríamos considerar relativamente complejos. Como mínimo, el libro pretende ser simple, claro y conciso, lo que, parece ser, siempre da la impresión de que el autor domina la materia. Los adeptos a la velocidad de cualquier clase, incluida la de la lectura, podrán aprovechar las

ventanas que muestran lo esencial de cada argumentación. Los términos técnicos han sido reducidos a la mínima expresión y, además, marcados con un asterisco, explicándose en un léxico al final de la obra.

CAPÍTULO II

PROBLEMAS DEPORTIVOS, DEPORTE PROBLEMÁTICO

Desde la invención del término “cultura física”, las opiniones respecto a los músculos no han sufrido variaciones significativas: hay que tener unos músculos gruesos y bien formados que demuestren la excelencia de nuestra forma física y la aptitud para los esfuerzos deportivos. La profesión médica no es la única en recomendar el desarrollo muscular, unos voluminosos músculos dorsales que garanticen a los adolescentes la protección contra las deformaciones vertebrales y a los adultos contra los dolores reumáticos. Desgraciadamente, este fortalecimiento nunca ha conseguido verdaderamente acabar con los problemas, tanto los ocasionados por la reeducación como los referentes al deporte, lo que significa que es necesario dedicar una mayor atención al funcionamiento de esta nuestra prodigiosa máquina músculo-esquelética. Papá, dime, ¡cuéntame la aventura de los músculos desde el principio! Acceder a esta demanda infantil es fundamental, puesto que es cierto que nuestra organización muscular posee una historia que condiciona todos y cada uno de nuestros comportamientos. Para ello sería necesario remontarse a la noche de los tiempos ya que el hombre no es más que un eslabón de una larga cadena que comenzó su evolución hace ahora quinientos millones de años. Todavía hoy, la huella de esta herencia es perfectamente visible en nosotros puesto que, por ejemplo, los músculos de nuestra columna vertebral se parecen mucho a los unos lejanos parientes nuestros: los reptiles aunque, sin embargo, raramente veremos a un cocodrilo jugar a la pelota, por lo que, para simplificar, nos limitaremos a estudiar el final de nuestro siglo XX.

Los músculos de la estática nos mantienen erguidos contra la fuerza de la gravedad. Su estructura es fibrosa y poseen un tono elevado. Representan los dos tercios del total de nuestra musculatura.

Érase una vez un niño que acababa de nacer y que no podía mantenerse de pie; más tarde, su gran éxito consistiría en levantarse y mantenerse derecho venciendo la fuerza de la gravedad. Como futuro bípedo, inicia su hazaña, ya que el equilibrio sobre dos puntos de apoyo es mucho más delicado que sobre cuatro. Para conseguir realizar semejante proeza, desarrollará poco a poco unos músculos capaces de vencer la gravedad denominados músculos de la estática (o músculos tónicos). Vacilante primero y después con una mayor seguridad, conseguirá, en un principio, enderezar la cabeza, seguidamente la espalda, para finalmente erguirse orgulloso sobre sus dos piernas. Esta preciosa musculatura estática posee todos los atributos necesarios para desempeñar su papel. Es fibrosa, lo que refuerza su resistencia, y posee un tono* elevado, lo que en otras palabras significa, que algunas de sus fibras se encuentran en estado de contracción permanente, algo así como el ralentí de un coche, es decir, la mínima actividad del motor cuando no se encuentra sometido a aceleración. Mantenerse derecho es una postura tan esencial que los músculos tónicos de nuestro cuerpo representan las dos terceras partes de nuestra musculatura y, además, jamás cesan en su actividad, incluso en estado de reposo. Nos encontramos ante un extraordinario sistema autorregulado que nos garantiza totalmente nuestra estabilidad. ¿Por qué nos hacen falta músculos allí donde podríamos pensar que los tendones o ligamentos serían más que suficientes? Por la simple razón que nuestra inmovilidad es siempre relativa. En realidad, nuestro cuerpo se encuentra en una oscilación permanente de manera que se hace necesario un ajuste postural continuo a fin de recuperar el equilibrio y mantener nuestro centro de gravedad alineado con el punto situado en medio de nuestros dos pies, algo, que sólo es posible conseguir mediante los músculos de la estática a los que podríamos definir como los frenos vivos de nuestro movimiento.

Los músculos estáticos no descansan jamás. Nos mantienen derechos gracias a su elevado tono y nos permiten realizar nuestros desplazamientos gracias a su contracción.

Sin embargo, nuestro bebé no va a contentarse con mantenerse erguido y va a conseguir caminar. El desplazamiento es posible gracias a la contracción de los músculos dinámicos y… también de los estáticos. La naturaleza, que intenta siempre utilizar todas las posibilidades, ha previsto, para estos últimos, otra utilidad que a primera vista puede parecernos paradójica aunque, en realidad, está dentro de toda lógica puesto que si tuviéramos que desarrollar un tipo de músculo distinto para cada función específica, nuestro peso y nuestro volumen serían enormes lo que dificultaría todavía más la posición erecta. De la misma manera que un automóvil da un paso adelante cuando aceleramos, nosotros, caminaremos, correremos y saltaremos gracias a la contracción de un sistema muscular cuya función principal es asegurar nuestra inmovilidad. Sin embargo, comparados con los músculos dinámicos, esta contracción será siempre de menor amplitud, como si tuvieran miedo de perder por un instante el tan necesario equilibrio del que son responsables. Esta ambigüedad nos perseguirá toda nuestra vida, pero siempre, la musculatura estática, con la ayuda de los ligamentos, priorizará de forma instintiva su función más esencial: frenar el movimiento.

Los músculos de la dinámica no son fibrosos; su tono es reducido.

Los músculos de la dinámica no conocen este tipo de funcionamiento. Cuando su contracción ha finalizado y debido a que no son indispensables para la

posición erguida, regresan a su posición de relajación natural. La idea de responsabilidad es, sin duda, la mejor manera de representar lo que pasa con los músculos de nuestro cuerpo: una persona cansada que se siente insustituible para el funcionamiento de una empresa realizará un esfuerzo para ponerse a trabajar incluso cuando se encuentre al límite de sus fuerzas; sin embargo, una persona retirada de sus obligaciones laborales puede tomarse la vida tal y como viene (excepto en el caso de que tenga la responsabilidad de cuidar a niños pequeños). Así, al igual que una persona en actividad laboral y un jubilado, nuestros músculos presentan una diferencia fundamental respecto a su comportamiento: a diferencia de los dinámicos, los músculos de la estática tanto si se encuentran en estado de activad al ralentí como en contracción, jamás descansan.

Los dinámicos tienen siempre tendencia a la relajación y los estáticos a la pérdida de longitud.

Esta condición caracteriza toda nuestra patología muscular. Los primeros, músculos perezosos, pueden relajarse en exceso por una falta de actividad deportiva, como ocurre frecuentemente con los abdominales. Los segundos (espinales*, isquio femorales*, pantorrillas, etc.), músculos sobrecargados debido a que se encuentran permanentemente activos y en guardia, evolucionan siempre hacia la hipertonicidad, la rigidez y la pérdida de longitud. Para convencerse, es suficiente con palpar los músculos de nuestro cuello o de nuestra espalda cuando nos encontramos cansados o en estado de tensión. Por otra parte, las mujeres, que en principio pueden aparentar una mayor fluidez en sus formas tampoco escapan a esta condición. Aunque parezca extraño, tanto en gimnasia como en el campo del deporte en general, esta fundamental divergencia entre nuestros músculos parece no haber planteado ningún tipo de reflexión y los problemas inherentes a esta diferencia en la evolución patológica de nuestras dos familias musculares se hacen

inextricables cuando se menciona el concepto de debilidad muscular. Así, es del todo evidente que los abdominales de un obeso aparecen, ante los ojos del mayor de los profanos, como incapaces de realizar el más mínimo esfuerzo ¿qué ocurre con los estáticos cuando por exceso de actividad se han vuelto demasiado rígidos? Por paradójico que pueda parecer, la rigidez equivale también a insuficiencia. Un músculo no es más que un cuerpo elástico dotado de vida y al igual que cualquier cuerpo elástico, sólo será capaz de reducir su longitud si previamente ha sido estirado suficientemente. Por esta razón, para alcanzar la mayor eficacia, un lanzador de jabalina estira su brazo al máximo hacia atrás antes de realizar su lanzamiento.

Un músculo rígido al igual que un músculo demasiado distendido es un músculo débil.

La fuerza es, por lo tanto, directamente proporcional a la flexibilidad. Un músculo rígido se debilita… por ser demasiado fuerte; de manera que intentar desarrollar los músculos de la estática hasta el punto de volverlos rígidos no hace más que debilitarlos y, sin embargo, es lo que hacemos todos los días. Es necesario decirlo tanto en los vestuarios como sobre el terreno e incluso, porque no, en las escuelas de los profesionales del deporte: los músculos tónicos nunca se encuentran del todo relajados, incluso en las personas más delgadas; si así fuera, no conseguiríamos mantenernos de pie. Toda actividad deportiva, sea cual sea, utiliza sistemáticamente los músculos de la dinámica y de la estática, por ejemplo, para efectuar una simple carrera, se contraen a la vez los músculos tónicos de la pantorrilla y el cuadríceps*, un músculo de función esencialmente dinámica. Así, cualquier movimiento corporal desarrolla de manera indiscriminada las dos familias de músculos y ello, se ve incrementado cuando se trata de ejercicios intensos y repetitivos.

El deporte disminuye la longitud de los músculos de la estática.

Sin embargo, todo lo que es conveniente para los dinámicos no lo es para los estáticos, unos músculos de por sí sobrecargados, de manera que este desarrollo sistemático debido al movimiento acaba por conducir a la disminución de su longitud. De ello se deriva una pseudoparadoja: cada vez que observamos un atleta poseedor de una excelente musculatura dinámica, con unos fantásticos abdominales, estilo Tarzán, podemos estar seguros de que al mismo tiempo, posee una elevada rigidez de sus músculos estáticos debido a un desarrollo muscular no diferenciado.

Los músculos dinámicos no desempeñan prácticamente ninguna función en la posición erecta. En el caso de que exista deformación o desviación, ésta es debida, necesariamente, a las diferencias de tensión entre los estáticos.

Ante un adolescente demasiado curvado hacia delante, la opinión general, o casi (las ideas subversivas empiezan a recorrer su camino) es la necesidad de que desarrolle sus músculos dorsales. Sin embargo, como acabamos de ver que los espinales, músculos tónicos, no se relajan nunca del todo, si una espalda aparece demasiado redondeada significa que los músculos se encuentran mucho más tensos hacia delante que hacia atrás. La responsabilidad incumbe al sistema músculo-fibroso* anterior que mantiene a nuestros órganos en su posición correcta, los cuales, sin su presencia, se comportarían como vulgares patatas amontonadas en el fondo de un saco. El desconocimiento de esta importante función se ha debido, sin duda, a que esta

estructura muscular no es observable desde el exterior.

La pérdida de longitud de esta “corbata” de músculos profundos es lo que provoca que la cabeza y la región dorsal se inclinen hacia adelante, exactamente igual que si abrocháramos, por despiste, un botón de la camisa al pantalón. Si lo que predomina es la rigidez de los espinales, tendremos una espalda recta; por el contrario, si es la cuerda anterior la dominante, obtendremos una espalda curvada. El resultado del tratamiento demostrará el error en esta apreciación; así, el desarrollo con pérdida de longitud de los músculos de la espalda no hará más que debilitarlos y nunca conseguirá alargar la cuerda músculo fibrosa anterior debido a que, además, ésta es complementaria de los dorsales (ambos elevan el tórax). Este simple ejemplo demuestra que nuestra manera de mantenernos erguidos, buena o mala, depende de las relaciones que mantienen entre ellos los músculos de la estática. Los más tónicos son siempre los que más tensan.

¿Por qué las escuelas clásicas se empeñan en enseñar únicamente la acción de contracción de los músculos? La función que desempeña su resistencia fibroelástica* y el tono es de tal importancia que bien merece algún repaso en los programas de estudios por muy desgarrador que sea. La disminución de su fuerza no es la única consecuencia de la pérdida de longitud de nuestros músculos estáticos sino que, con ello, la respiración también se ve afectada. Nuestra caja torácica necesita estar suspendida si no queremos vernos con las costillas rodeando los tobillos, y en su posición participan los músculos de la inspiración, estáticos, que tiran hacia arriba y los abdominales, dinámicos como hemos visto, que tiran del tórax hacia abajo. El aumento de la capacidad respiratoria es una obsesión en el deporte, y también en el ambiente médico, de manera que se multiplican los ejercicios de desarrollo inspiratorio, asociados al refuerzo de los abdominales.

Cuando los músculos inspiradores se retraen, el tórax se deforma.

Al acortarse, los inspiradores aumentan el diámetro de la caja torácica en estado de reposo y los abdominales que no son músculos tónicos no pueden oponerse aunque se encuentren en excelente estado. A primera vista, todo esto parece satisfactorio ya que un tórax bien desarrollado parece siempre sinónimo de una gran capacidad respiratoria. Sin embargo, la respiración se basa en el concepto de intercambio y al igual que un fuelle, el tórax tiene que vaciarse para poderse llenar de nuevo con aire fresco; pero si los inspiradores están demasiado rígidos, la caja torácica no puede recuperar su posición normal. Ante esta afirmación, se puede objetar que en este caso los abdominales pueden acentuar el descenso. Nada más falso. ¿Quién en la vida diaria, pensará en contraer los abdominales cada vez que tiene que espirar? En el noventa por

ciento de los casos, la espiración se realiza pasivamente gracias al efecto de la gravedad que provoca el descenso del tórax cuando los inspiradores cesan su contracción. En caso de hipertonía de los inspiradores, la espiración se hace insuficiente y es por esta razón que podemos encontrarnos frente a un tórax enorme que no posee mayor volumen de intercambio útil que un colibrí asmático. En estos casos, la frecuencia de los movimientos respiratorios aumentará con el fin de paliar el déficit, lo cual a su vez derivará en un jadeo evidente.

La rigidez de los inspiradores limita la ventilación pulmonar.

Vemos, pues, que los músculos de la dinámica realmente no pueden oponerse a los estáticos y que el desarrollo inconsiderado de estos últimos se traduce en un acortamiento que estira hacia ellos los segmentos óseos, afectando a la morfología y la fisiología corporal. Todo esto es cierto para el conjunto del cuerpo, la respiración no es más que un mero ejemplo ilustrativo. La gravedad es una fuerza vertical dirigida hacia abajo, por lo que para mantenernos erguidos debemos oponer una fuerza igual y en sentido contrario.

El sistema más simple para solucionarlo consistiría en un músculo insertado en la parte alta del cráneo que nos uniera al techo (sin duda, no hemos desarrollado un sistema tan indiscutiblemente genial porque no existen techos por todas partes). La solución adoptada por nuestro cuerpo implica, por el contrario, a una serie de músculos internos estáticos casi verticales que funcionan a partir de puntos fijos inferiores: los pies, cuando estamos de pie y la pelvis cuando estamos sentados. Así, somos unos elegantes bípedos gracias a unos músculos cuya acción se ejerce, en realidad, en el sentido de la gravedad.

Todo esto es posible gracias a una serie de palancas de apoyo interno de forma que la acción de los músculos de la estática se ejerce del lado opuesto al del paso de la línea de gravedad. Es, por esta razón, que siempre se ha dicho, y con toda la razón, que los músculos de la espalda son los que nos mantienen derechos al mismo tiempo que las articulaciones sirven de punto de apoyo (los discos intervertebrales* proporcionan un ejemplo muy ilustrativo).

La rigidez de los músculos estáticos presiona las articulaciones.

Los discos reciben la acción combinada del peso del cuerpo y de los músculos destinados a combatir su aplastamiento, lo cual significa, paradójicamente, que cada vez que se hacen hipertónicos, los músculos que nos erigen nos comprimen. Los mismo ocurre si se produce un desplazamiento de masa anormal, es decir, una espalda demasiado curvada obliga a los músculos espinales a una mayor crispación en este punto. No existe ninguna máquina o motor, por perfecto que sea, que pueda funcionar sin desperdicio de energía ni desgaste debido al rozamiento. Desgraciadamente, el cuerpo humano, tampoco lo puede hacer mejor. Nuestros grupos musculares pasan como un puente por encima de nuestras articulaciones, de manera que todo músculo que haya perdido demasiada longitud comprimirá anormalmente la articulación específica sobre la que se extiende, acortando la distancia entre rigidez muscular y patología articular, distancia que además se acorta con mayor rapidez cuanto más violento sea el apoyo sobre el suelo reclamado por el deporte que se practique. No es casualidad que los nadadores presenten menos problemas que el resto de los atletas ya que no apoyan los pies en el suelo y, además, equilibran la fuerza de la gravedad mediante el principio de Arquímedes.

Nuestros diferentes grupos musculares no se oponen realmente los unos a los otros.

Un principio gimnástico fundamental consiste en considerar las funciones musculares en su aspecto antagonista; por ejemplo, los flexores se oponen a los extensores de manera que cuando unos tiran demasiado se refuerzan también los opuestos. Es por esta razón que desde hace generaciones, la gente se empeña en desarrollar los abdominales con la vana esperanza de poder reequilibrar los espinales cuando éstos curvan en exceso la región lumbar. Se trata de un absurdo desolador. Ningún músculo se opone rigurosamente a otro, ni anatómica ni fisiológicamente, si ello fuera cierto, cualquier movimiento coordinado sería imposible. Los chinos lo sabían incluso antes del nacimiento de Cristo, puesto que ya en la antigüedad describían sus dos principios energéticos de base, el yin y el yang, como antagonistas y complementarios a la vez. Lo mismo ocurre para los músculos que pueden, según los casos, actuar confrontados o bien complementarse. Éste es un principio general, que no está limitado a la complicidad que existe entre los espinales y el sistema de suspensión anterior que ya hemos citado, incluso la legendaria oposición entre hombre y mujer se diluye para dejar paso, en determinadas circunstancia a una perfecta complementariedad. Dicho esto parece ridículo desarrollar unos grupos musculares con la intención de contraequilibrar otros. Así, si un niño, claramente demasiado gordo, juega a balancearse con un compañero de peso normal ¿es necesario realmente sobrealimentar al segundo para equilibrar el sistema? Lo conveniente es que cada grupo muscular, y mediante un tratamiento apropiado, se aproxime a su propia perfección.

La rigidez de los estáticos frena los movimientos.

Ningún músculo se presenta exactamente como el contrario de otro, es decir, un estático puede volverse rígido e hipertónico sin que por ello presione completamente el dinámico opuesto. Sin embargo, no es menos cierto que un músculo que ha perdido longitud frena el movimiento y puede limitar la amplitud impidiendo así a su contrario manifestarse correctamente. Una rodilla que se opone a la extensión a causa de unos isquiotibiales (músculos posteriores del muslo, estáticos y flexores) demasiado rígidos, obligará al cuadríceps (músculo anterior del muslo, dinámico y extensor) a cansarse y no le permitirá desarrollarse ni trabajar de manera óptima. En todo movimiento, “arrastramos” nuestra rigidez. El estado de los músculos estáticos condiciona en gran medida el de los dinámicos, de manera que una preparación física bien diseñada debe procurar eliminar los frenos antes de intentar obtener cualquier movimiento.

El deporte posee un efecto positivo sobre los músculos de la dinámica.

Si los estáticos, músculos sobrecargados, no pueden escapar de la hipertonía, la rigidez y la pérdida de longitud, la situación de los linfáticos dinámicos depende de la higiene alimenticia y deportiva, de manera que podrán encontrarse, según los casos, en buen estado o demasiado relajados. Para quien desee profundizar algo más en las interacciones musculares que acaban de ser mencionadas, la tabla siguiente resume de forma clara y precisa los diferentes aspectos.

EL TABLRO MUSCUAR

Los músculos de la estática contra la gravedad Músculos de la estática que ejercen simplemente su tono (función estática) en relación con los Músculos estáticos que tiran en un sentido contra músculos estáticos que tiran en sentido opue Músculos estáticos contra músculos de la dinámica. Músculos dinámicos que se contraer para realizar los movimientos. Músculos de la dinámica enfrentados a la necesidad de mantenerse derecho

Me gusta o no me gusta. La respuesta a esta pregunta fundamental condiciona nuestros mecanismos automáticos de protección corporal. Instintivamente, evitamos un movimiento que nos produce dolor o preferimos una posición cómoda a una que nos produzca cansancio.

Todo dolor conlleva deformaciones a distancia.

De todas formas nadie está a salvo de sufrir un traumatismo practicando los ejercicios de su deporte favorito y no es extraño romperse un hueso, un músculo, un ligamento o un tendón. Para evitar el dolor, sin embargo, el cuerpo compensa inmediatamente la tensión producida por la rotura y es por esta razón que cojeamos cuando nos torcemos un tobillo a fin de evitar cualquier movimiento intempestivo de la articulación dolorida. Por ejemplo, una crispación hipertónica de la pantorrilla y de los isquiotibiales inmoviliza las articulaciones del tobillo y de la rodilla, además, los músculos espinales compensan el balanceo automático de la pelvis y el hombro opuesto se eleva gracias al trapecio superior* para aliviar el apoyo del pie dolorido durante la marcha. En una palabra, nos torcemos de todas las maneras posibles e imaginables implicando a músculos que muchas veces se encuentran situados muy lejos del problema original. Obligatoriamente, todo el conjunto muscular se retrae para evitar el dolor y si la curación del tobillo se retrasa, la rigidez perdurará y la torsión de la pelvis y la elevación del hombro se fijarán permaneciendo incluso después de la cicatrización del ligamento lastimado. Toda agresión, sea cual sea, toda postura anormal, todo mal gesto repetitivo conlleva, inexorablemente, rigidez y deformación. Todo esto es cierto en el cuadro de la vida sedentaria y, naturalmente, mucho más frecuentemente en el ambiente deportivo. Cada uno de nosotros aborda el deporte con las cualidades y defectos que le son propios y en el campo de la competición la utilización de un defecto para

conseguir resultados es algo muy habitual. Desde la escolaridad, la banalidad orienta a un chaval especialmente alto hacia el baloncesto o el voley mientras que otro más torpe será destinado a un deporte de fuerza o de contacto y aunque este diagnóstico precoz puede comprenderse e incluso justificarse desde la perspectiva de los resultados inmediatos, no significa que sea menos nefasto si tenemos en cuenta que mantiene e incluso desarrolla tendencias que de por sí se encuentran fuera de toda norma.

Es mucho más conveniente intentar formar un atleta polivalente.

Sería mucho más conveniente intentar formar de la manera más completa posible un atleta polivalente retrasando el momento de la elección definitiva y sus inconvenientes específicos, algo especialmente importante durante el período de crecimiento puesto que el adolescente debe desarrollarse de forma global y armoniosa. Esta polivalencia representará, además, todo un triunfo para la futura carrera deportiva y mucho más eficaz si las actividades son variadas y completas, destinadas a la total participación del cuerpo.

Los esfuerzos repetitivos son, mucho más que los otros, generadores de problemas.

Por otra parte, aunque nos compete e incluso es nuestro deber aconsejar, especialmente en lo que concierne a los niños, no podemos oponernos a una vocación o a un talento; de hecho, muchos se consagran a la práctica de un solo deporte, multiplicando con ello los problemas que les pueda ocasionar.

La repetición de los mismos ejercicios sobrecarga los mismos músculos o articulaciones, provoca compensaciones siempre idénticas y focaliza en las mismas zonas macro o micro traumatismos. Todo cuerpo volcado en el deporte recibe golpes. Basta con hojear un diario deportivo para convencerse de la frecuencia de las heridas en este campo a pesar del entorno de protección de que normalmente se benefician los atletas de alta competición. Dietética, reposo, relajación y psicología son otras tantas de las condiciones de preparación que no se encuentran al alcance del deportista amateur.

El deporte es, a menudo, practicado en las peores condiciones del estado general del organismo.

¿Cuántos de nosotros abandonamos nuestro trabajo para precipitarnos hacia nuestra actividad preferida antes de acudir a una opulenta comida de negocios? A medida que aumentan las agresiones de la vida moderna, que agravan cada día la tensión de nuestro “traje muscular”, parece como más esencial la práctica deportiva… con los accidentes como corolario. En realidad ¿qué podemos esperar de un motor de F1 del que hemos comprobado que se calienta en los entrenamientos si no una avería durante la carrera? Sería conveniente que la mayoría de los aficionados al deporte pasaran una revisión física general, conducida con inteligencia, antes de lanzarse inconscientemente a los esfuerzos intensos requeridos por el deporte; sin embargo, de forma casi sistemática se recomienda a un niño que presenta una mala postura que practique algún deporte sin tener en cuenta, en la mayoría de los casos, la pereza instintiva que caracteriza nuestro cuerpo. Para realizar cualquier movimiento, utilizamos los músculos y las articulaciones en buen estado priorizándolos sobre las partes del cuerpo menos preparadas. Es por esta razón que el deporte no debe ser nunca considerado como una

reeducación.

Una buena morfología debería ser condición indispensable para la práctica de cualquier deporte.

Por otra parte, una mala postura morfológica, espalda demasiado redondeado o demasiado plana, riñones demasiado curvados, etc., dificulta los movimientos naturales de manera que un cuerpo imperfecto debido a una deformación no permitirá los resultados que esperamos obtener de él y se expondrá, inevitablemente, a las molestias causadas por ese esfuerzo. Así, aunque determinadas lesiones no dejan entrever ninguna duda sobre su origen, como por ejemplo un golpe directo, una caída o un esguince, ¿nos preguntamos lo suficiente sobre las razones profundas de las tendinitis, distensión de ligamentos, contracciones o dolores ligamentosos de todo tipo? Cuando un músculo se encuentra en un estado de excesiva rigidez, un estiramiento brutal puede ocasionar desgarros, y la contracción violenta, sacudidas del tendón. De la misma manera, la posición incorrecta de una articulación provoca una tensión dolorosa sobre los ligamentos e incluso puede ocasionar repetidos esguinces. Muchas veces nos hemos vistos tentados a bajar a las pistas o a atravesar la pantalla del televisor para decirle a un atleta: «Si pudiéramos combinar sus cualidades como deportista con nuestros conocimientos para corregir su espalda, sería usted invencible.» La tendencia a la normalización del aparato músculo-esquelético* debe ser la condición indispensable para cualquier actividad deportiva. Hemos visto que un movimiento será más eficaz cuanto más estirados se encuentren los músculos que lo realicen, pero aun cuando no presentan una estado de rigidez excepcional, siempre existe un punto de elongación máxima imposible de sobrepasar. Es en estos casos cuando intervienen otras partes del

cuerpo, como por ejemplo cuando el tenista, en el momento del servicio, arquea el tronco a nivel lumbar para ir más allá de la extensión natural de su hombro y proporcionar una mayor amplitud al movimiento hacia adelante. El movimiento que acabamos de describir es, a todas luces, perfectamente lógico puesto que la fuerza óptima que debe imprimirse al golpear la bola no puede proceder únicamente de la simple contracción de los músculos del brazo. Obviamente, cuanto más global sea un movimiento, cuantos más músculos participen en su realización mayor será su precisión y su fuerza.

Es necesario eliminar de forma progresiva los inconvenientes relacionados con la actividad física.

Sin embargo, algo tan lógico tampoco está exento de inconvenientes. La repetición del arqueo lumbar implica la retracción de los músculos espinales de esta región y los riñones se fijan en una posición demasiado curvada cuyas consecuencias son la imposibilidad de un mayor arqueo cuando se necesita y una dificultad para realizar el movimiento contrario, es decir, inclinarse hacia adelante. Para que una compensación sea útil, es necesario que sea provisional y no permanente. Es por esta razón que para cada actividad física debemos proceder a una eliminación de las compensaciones que implica con una vuelta a la normalidad. Sólo una morfología correcta puede ofrecer la flexibilidad de adaptación necesaria para los esfuerzos físicos. Entrenadores y deportistas, enfrentados diariamente con los problemas de rigidez muscular, no han tenido en cuenta la aparición de esta (excelente) obra para intentar flexibilizar los grupos musculares demasiado rígidos. Los estiramientos, tal y como son practicados habitualmente, no son, desgraciadamente, suficientemente eficaces por diversas razones.

Para ser eficaces y sin peligro, las flexibilizaciones deben realizarse respetando unas reglas precisas.

Primero, cada uno de nuestros músculos posee varias funciones: flexor o extensor, aductor* o abductor* y rotador hacia el interior o hacia el exterior. Si estiramos uno de ellos en sentido contrario al de su fisiología principal, en extensión si se trata de un flexor, tenderá a recuperar la longitud alcanzada en su función secundaria. ¿Quién se preocupa realmente de la rotación interna de la rodilla que se crea cada vez que intentamos estirar la legendaria rigidez de los isquiotibiales? Ello significa que, para ser eficaz, un estiramiento debe realizarse en el sentido contrario a todas las fisiologías del músculo, lo que complica singularmente la tarea. Por otra parte, una tentativa de estiramiento aumenta provisionalmente la tensión del músculo que acaba comprimiendo un poco más las articulaciones sobre las que se extiende. Así, a partir de la posición derecha, una flexión del tronco hacia adelante tira también de los músculos situados en la parte posterior del muslo… lo cual aumenta la presión sobre la articulación de la rodilla que, a su vez, no beneficia en nada a un menisco* ya de por sí un poco delicado. Peor, nuestros músculos tónicos están organizados en forma de cadenas y es gracias a la correlación existente entre sus diferentes eslabones que nuestra musculatura puede cumplir tareas tan complejas como, por ejemplo, permanecer de pie. Los deportistas son, sin duda, los mejores para admitir fácilmente la evidencia de este principio, puesto que perciben perfectamente cómo la menor tentativa dirigida a presionar sobre la planta del pie se propaga, progresivamente hacia el conjunto de los músculos posteriores de la pierna, de la rodilla y del muslo.

Para estirar un cuerpo elástico es necesario tirar de sus dos extremos. Lo mismo sucede, por lo tanto, para una cuerda muscular que va de la cabeza a los pies.

Así, toda tentativa de estiramiento realizada sobre el extremo de la cadena produce un acortamiento en un punto cualquiera de esta cadena. Los espinales ofrecen el mejor ejemplo. Querer estirar la nuca aumenta la curvatura de los riñones e, inversamente, la eliminación del arco lumbar conlleva un aplanamiento de la espalda o una curvatura cervical. Imaginemos que varias personas se ponen a bailar con los brazos entrelazados, unos por encima y otros por debajo de los hombros. Si una de ellas se tropieza arrastrará con ella en su desequilibrio a las demás. De la misma manera, un músculo que rígido es indisociable de la cadena muscular a la que pertenece, para estirarlo será indispensable tirar de los dos extremos de esta cadena para impedir cualquier compensación en su interior. Todo esto implica que sólo los estiramientos globales pueden resultar verdaderamente eficaces.

Una tentativa de estiramiento de la nuca curva la región lumbar.

Inversamente, la corrección de la curvatura lumbar agrava la concavidad cervical.

Nadie es totalmente flexible respecto a los músculos de la estática.

Desde que existe la gimnasia, un error de observación ha provocado la confusión entre flexibilidad ligamentosa y muscular. Así como algunos de nosotros poseemos una longitud de los ligamentos que permite, por ejemplo, doblar los codos o los dedos nadie es perfectamente flexible respecto a los músculos de la estática. Esta confusión es debida al hecho que el estado real de los músculos tónicos sólo se hace evidente cuando se pone en tensión el conjunto de la cadena de la que forman parte. Este error está muy lejos de poder ser considerado anodino puesto que, calificados de flexibles, son dispensados de los ejercicios de estiramiento, lo cual puede provocar rigidez muscular.

CAPÍTULO III

LA PROTECCIÓN SIN ALTERACIÓN

Hemos citado de manera sucinta los mecanismos de compensación que utiliza nuestro cuerpo para escapar del dolor. Ahora analizaremos más profundamente su funcionamiento puesto que son estos mecanismos los que regulan el mal o buen rendimiento de nuestros músculos. Este tipo de desarrollos son indispensables para quien desee comprender realmente lo que ocurre en el cuerpo humano cuando se encuentra sometido a un esfuerzo o agredido en cualquier forma. Un esfuerzo de simplificación intentará hacer posible que las próximas líneas sean perfectamente digeribles para todos.

Es necesario enriquecer las propias “vivencias”

La práctica de un deporte es indisociable de la voluntad (y ¡hace falta mucha!), pero todo deportista sabe también que debe desarrollar sus “vivencias”, es decir, conseguir ejecutar sus movimientos de la forma más automática posible. El automatismo libera al consciente para desempeñar otras tareas. Así, un jugador de tenis principiante debe preocuparse todo el tiempo de su situación, de su juego de piernas, de prepararse para golpear la pelota, etc., mientras que un jugador veterano consigue desarrollar automáticamente todos estos movimientos, lo cual le permite analizar el juego de su adversario o escoger el tipo de golpe. Cuanto más compleja y dependiente de los factores externos sea una actividad,

más importante es el papel que juega el enriquecimiento del bagaje consciente. Todo esto parece evidente y, sin embargo, la parte preponderante que nuestro inconsciente toma en cada ocasión tiende a hacernos minimizar su importancia. ¿Sabemos que nuestro inconsciente puede revelarse contra una orden que no puede aceptar?

La responsabilidad de nuestro sistema nervioso es de tal importancia que puede llegar a oponerse a una decisión de la voluntad.

Una persona que se encuentre accidentalmente sumergida sabe que debe permanecer en apnea a fin de evitar respirar agua lo que le conduciría inmediatamente a la muerte; sin embargo, esta persona inspirará en pocos segundos puesto que su sistema automático rechaza una decisión que pondría en peligro la oxigenación de la sangre. Nuestro inconsciente regula nuestras funciones más vitales: respiración, circulación, digestión, etc., y puede dominar el resto de consideraciones conscientes.

Los mecanismos automáticos de defensa intentan evitarnos dolores y molestias salvaguardando, al mismo tiempo, las funciones esenciales.

Enfrentados a agresiones menos dramáticas, nuestros mecanismos automáticos de defensa, intentar nadar y guardar la ropa, es decir, intentarán evitar dolores y molestias de todo tipo salvaguardando, al mismo tiempo, las funciones fundamentales. En efecto, sería absurdo que el remedio fuera peor que la enfermedad y llegar a no mantenerse derecho para no sufrir una simple

contracción dorsal. Al igual que un ejército bien jerarquizado, nuestro sistema automático responderá a las agresiones de manera modulada, en función del nivel de capacidad de cada uno de sus componentes, desde el simple soldado de a pie (neurona) hasta los más altos mandos (centros nerviosos automáticos superiores) y todo ello, buscando siempre, preservar lo esencial. Para comprenderlo mejor, ¡vamos a molestar a nuestro ejército! Si un ruido sospechoso se escucha en los alrededores del campo, un centinela de grado inferior se ocupará de recopilar la información necesaria al respecto ocupándose de esta tarea por propia iniciativa, sin necesidad de dirigirse a sus superiores, es decir, que las pequeñas agresiones pueden ser regularizadas automáticamente sin alertar al comandante de la armada, es decir, al consciente.

El cuerpo puede deformarse o un movimiento puede perder sus eficacia por razones perfectamente desconocidas.

Semejante organización guarda un gran interés pero también entraña un peligro. Vivir sin ser molestado necesita movilizar unas defensas que, si bien son eficaces, no poseen los medios para apreciar el impacto que puede ocasionar, a largo plazo, la repetición de tales incidentes. Así, podemos desarrollar patologías sin siquiera darnos cuenta. En el campo que aquí nos ocupa, el cuerpo se deformará y los movimientos serán ineficaces por razones desconocidas. El interesado no podrá ayudar a descubrir la causa de un mal que él mismo ignora incluso ante la alerta de un entrenador avispado o la consulta de un fisioterapeuta. Si se produce un ataque en toda regla, las instancias superiores son alertadas. El dolor o la incapacidad se hacen conscientes aunque, una vez más, la respuesta solicita la intervención de los soldados de a pie.

Los mecanismos de compensación son lo bastante eficaces para anestesiar un dolor.

Apenas despertado por una alerta que le molesta, el general en jefe no tendrá otra cosa que hacer que ordenar que le dejen tranquilo confiando el trabajo de base a sus subordinados. Recuperemos el ejemplo del esguince de tobillo generador de compensaciones. La víctima ha sido consciente, provisionalmente, de una agresión pero no es capaz de calcular las consecuencias ni siquiera de saber si la lesión, pasado el tiempo, se ha recuperado totalmente. En el segundo caso, el precio a pagar es muy alto puesto que las defensas se encuentran en perpetuo estado de movilización y las compensaciones deformantes y perturbadoras de los movimientos naturales se fijan. Hemos visto que incluso pueden llegar a sobrevivir a la desaparición de la molestia. En el caso de un conflicto agudo, el comandante en jefe se encuentra en estado de alerta permanente lo que hace necesario la consulta con un profesional que finalmente podrá prescribir un tratamiento adecuado a los síntomas que ya han aparecido. Se puede decir, sin riesgo a equivocarse, que el noventa y nueve por ciento de la población ha sufrido alguna vez de problemas vertebrales. Este hecho puede explicarse fácilmente.

La columna vertebral es la víctima privilegiada de los mecanismos de defensa.

La columna vertebral, no satisfecha con ser víctima de sus propios músculos y

de su complejo funcionamiento es además el instrumento privilegiado de los mecanismos de defensa. Con sus veinticuatro huesos móviles y sus enormes posibilidades de torsión en todos los sentidos, este eje serpentino permite tanto compensar de manera duradera un desequilibrio de la pelvis como adaptarse instantáneamente a un gesto que se realiza erróneamente. ¿Cuántas veces deportistas o sedentarios nos han hablado de que «algo se quedado pillado en la espalda al hacer un mal movimiento»? Este autodiagnóstico, admirable en su ingenuidad, debería protegerles del ciclo infernal de antiinflamatorios seguidos de infiltraciones, y conducirles a la consulta de un “mecánico del cuerpo” capaz de desbloquear la situación. Pero, en el mundo de la salud, el sentido común es a menudo una opción a descubrir y los mecanismos de defensa son un arma de doble filo.

Nuestras sensaciones son falsas. Acabamos por creer correctas posturas y movimientos que no lo son.

Para calcular mejor los inconvenientes de esta estrategia es necesario comprender que, en su preocupación por no ser molestado, el consciente acabará por tolerar perfectamente la movilización de su ejército inconsciente y sus múltiples ardides que le permitan vivir sin sufrimiento. Esta apreciación subjetiva va a provocar que se considere correcto aquello que no lo es, es decir, sentirse perfectamente derecho con un columna vertebral fuertemente desviada o aceptar, como el mejor, un esfuerzo que nunca va a conseguirse. El aspecto más insidioso de estos comportamientos se manifiesta en la reeducación, puesto que cuando intentamos reequilibrar una mala postura o recuperar un movimiento natural perdido, nuestros pacientes tienen, en un primer momento, la impresión de que estamos molestando alguna cosa que hasta entonces les había parecido totalmente normal.

La voluntad propone, el cuerpo inconsciente dispone.

Es por esta razón que debemos proceder a la eliminación de las informaciones incorrectas volviendo a crear las sensaciones adecuadas. Nuestro cuerpo y nuestro sistema músculoarticular deberán reaccionar en función de consideraciones contradictorias: protegerse cumpliendo al mismo tiempo lo que se les solicita. En el deporte, nuestra voluntad sólo podrá utilizar aquello que nuestro cuerpo inconsciente desee poner a su disposición. «¡Habla con mi inconsciente, mi consciente está enfermo!» La clave de la mejora de los resultados de un deportista reside en la capacidad que posea una terapia para regular tanto sus problemas conocidos como los que se ignoran.

LA DISUASIÓN MUSCULAR LOS MECANISMOS AUTOMÁTICOS DE DEFENSA Frente a agresiones en general. Frente a agresiones mínimas. Frente a agresiones que ya han alcanzado la consciencia Frente a agresiones masivas o agudas Relaciones con el consciente

CAPÍTULO IV

DIME CÓMO TE MUEVES Y TE DIRÉ QUIÉN ERES

¿Por qué practicamos deporte? La necesidad de encontrar una compensación a las condiciones de la vida moderna, sobre todo en las grandes ciudades, es la primera respuesta que nos viene a la mente. El homo automovilis sueña, y nunca mejor dicho, con la oxigenación. El placer de la comunión con compañeros o adversarios, las notables mejoras obtenidas en el campo de la eliminación, tanto de toxinas como de adrenalina o de la circulación sanguínea son también argumentos a tener en cuenta. Un adolescente poco desarrollado o un adulto obeso, con músculos dinámicos relajados, necesitan sin lugar dudas moverse un poco. Todos estos argumentos, sin embargo, son, por demasiado simplistas, insuficientes para poder satisfacer plenamente nuestra pregunta. Las implicaciones psicológicas son también numerosas; así, los chicos, en comparación con las chicas, tienen una mayor necesidad de hacer deporte para autoafirmarse. En cualquier caso, todo ello sobrepasa en gran medida el objetivo de esta obra y volviendo simplemente a la fisiología, preguntaremos de nuevo a nuestro bebé para que nos aporte respuestas menos superficiales. Si mantenerse de pie es fundamental, a continuación se hace necesario moverse, ya sea para conseguir el propio alimento como para huir o comunicarse. En este momento, el bebé pondrá en peligro su precioso equilibrio estático. Caminar implica mantenerse de pie apoyando un solo pie, pero coger alguna cosa moviéndose al mismo tiempo supone la independencia entre brazos y piernas. En los primeros años de vida, tan determinantes para el futuro, el pequeño va a afinar la coordinación de todos estos movimientos. Los juegos, las actividades físicas de todo tipo, son aspectos de este aprendizaje indispensable que deberá conducirle a la independencia.

El movimiento es no sólo natural sino también y ante todo, indispensable. Instintivamente, buscamos conseguir el control sobre nuestro cuerpo, y el deporte es la prolongación codificada de este deseo de optimización de nuestras capacidades además de ser un medio para liberar un exceso de energía. Cuando nos encontramos en los años en que las fuerzas disminuyen, el deseo de conservar todo aquello que está desapareciendo es lo que nos empuja hacia aquellos estados de los que, en muchos casos, se habría estado siempre alejado. El término “instinto vital” resume todas estas reacciones. Me muevo, eso quiere decir que estoy vivo. La mayoría de nuestros comportamientos más fundamentales no son más que un medio para alejarnos del miedo. Las alegrías conseguidas con el esfuerzo y la superación de uno mismo adquieren, bajo esta premisa, todo su significado. Así, para justificar el ejercicio físico será suficiente admitir que profundas razones inconscientes son el origen de esa agitación física que en principio parecía debida a causas más simples. En cualquier caso, abracemos el movimiento que desplaza las líneas, pero, atención, desplazándolas armoniosamente y para beneficio de su propietario. Si bien las actividades deportivas, por naturales que sean, presentan a la vez ventajas indiscutibles e inconvenientes inevitables, es necesario remediar estos últimos, buscando su solución original. Sólo la eliminación de estas nefastas consecuencias puede reconciliar al fisoterapeuta más quisquilloso con el deportista más enrabiado, de manera que el instrumento corporal, liberado de sus deformaciones y de sus dolores consiga, ipso facto, una mayor eficacia. El resto es cuestión de talento, motivación, entrenamiento inteligente y trabajo.

Hacer deporte es natural.

Los deportistas ocasionales, de hecho los más numerosos, no piensan en otra cosa y esperan con sus esfuerzos dominicales eliminar los abusos cometidos y mejorar su forma general sin pagar el prohibitivo precio de unas consecuencias

peores que la enfermedad original. La búsqueda del perfecto equilibrio músculoesquelético debe ser el hilo conductor de toda tentativa de eliminación de los perjuicios deportivos. Aproximarse al máximo y respetarlo durante los entrenamientos son las condiciones sine qua non del rendimiento en el esfuerzo. En esta fase, es necesario consensuar el significado de la palabra perfección ya que aunque sea la meta a obtener no es ni más ni menos que una quimera. Sólo algunos megalómanos acérrimos pretender haberla alcanzado. Por otro lado, es una cuestión individual; de hecho, es imposible transformar a un bajito cuadrado en una persona alta y delgada. En cualquier caso, ambos se encuentran más o menos alejados de su perfección personal. De la misma manera que podemos distinguir entre alguien bello de quien no lo es, podemos también identificar los defectos más aparentes de las personas que nos rodean.

Las formas y las funciones dependen en gran medida de la morfología.

Las formas que observamos dependen de la estructura que los modele; así, una espalda armoniosa proporciona elegancia, la suspensión del pecho en la mujer depende de la buena o mala posición de los hombros, etc. Además, el estado de estos cimientos condiciona también el rendimiento de los órganos. Nadie espera, por ejemplo, que una antena de radio funcione después de ser abatida por un golpe, y aunque la estructura músculoesquelética del hombre es, afortunadamente, mucho menos rígida puesto que puede adaptarse, no es menos cierto que las deformaciones demasiado importantes pueden alterar la circulación, la digestión, la eliminación, etc. Único e indivisible en el plano psico-somático*, el hombre lo es también a nivel de las formas y las funciones. Recuperar la armonía de las formas es en realidad algo más que un logro estético incluso aunque la estética puede justificar por sí

misma el remodelaje de esta estructura central que, más que cualquier otra cosa, condiciona toda nuestra vida.

La estructura músculo-esquelética es el armazón de nuestro cuerpo. Determina la forma, influye en las funciones, condiciona los movimientos y puede alterar el psiquismo. Su deformación es costosa en energía y perturba necesariamente la sensibilidad.

Puesto que querer ofrecer un Apolo o una Venus perfectos para la admiración de las masas no es más que una opinión personal y que, por otra parte, ello procedería, ni más ni menos que de una visión nazi de las cosas; sólo nos queda intentar mejorarnos a nosotros mismos. Ello supone ser capaz de reconocer que estamos lejos de nuestra óptima armonía personal y aunque el objetivo es complejo no es imposible. Un análisis correcto de la morfología revelará cuáles son los grupos musculares estáticos que se encuentran retraídos alterando la posición natural de nuestro esqueleto. Así, un tórax demasiado prominente descubre la rigidez de los inspiradores; una región lumbar demasiado arqueada, la hipertonía de los espinales a ese nivel y una rodilla desplazada hacia adentro la rigidez de los adductores. La pérdida de flexibilidad y las limitaciones en la amplitud articular reveladas por la observación, nos indicarán la falta de eficacia de los movimientos en el deporte y, de la misma manera que un músico afina su oído a partir de un perfecto conocimiento del solfeo, un buen especialista del sistema muscular, teniendo siempre en mente la noción de la perfección, sabrá reconocer las numerosas falsas notas de la partitura corporal de cada persona. Si se desea ser un escultor de hombres, es necesario partir de un riguroso conocimiento de la anatomía y la fisiología unido a un sólido sentido de la observación, la lógica en la deducción y el gusto por lo bello. Pero el resultado obtenido se mide con el esfuerzo, puesto que saber reconocer cuáles son nuestras cadenas musculares más rígidas es la condición indispensable para todo tratamiento inteligente con el cual, gracias al remodelaje de las formas y a la recuperación del equilibrio estructural obtendremos de nuevo, salud, fuerza y belleza.

CAPÍTULO V

EL ENTRENAMIENTO GLOBAL

La tradición holística* considera que la naturaleza viva está constituida de un conjunto de todos que interaccionan entre sí y que cada parte posee las características del conjunto. ¿Cómo negar la evidencia de este principio cuando todos y cada uno de nosotros admite que nuestra entidad individual se encuentra ya en los genes heredados de nuestros padres? ¿Cuántos de nosotros no estamos convencidos de que lo psíquico y lo físico son dos campos completamente distintos pero, sin embargo, indisociables? ¿No es evidente para cualquier deportista que una crisis de hígado le impide cualquier esfuerzo o, a la inversa, que el estrés de una competición puede provocar una reacción intestinal? ¿Por qué ocurre que este concepto sea hasta tal punto generador de conflictos entre sus ardientes defensores, y no menos vigorosos detractores, como si se tratara de comulgar con un dogma y no de constatar una simple evidencia? Tres razones vienen inmediatamente a ocupar nuestra mente: la ignorancia, los falsos globalistas con su incoherencia y su total ausencia de resultados y, finalmente, la facilidad de toda acción analítica con su corolario: los intereses comerciales.

No existe ni existirá nunca una receta milagrosa.

La tercera razón es evidente. Es más fácil seguir una moda mediatizada, practicar la musculación ciega sin pararse a pensar en sus consecuencias o fabricar material lucrativo (sobre todo en el campo del deporte) que enfrentarse seriamente a los problemas en su conjunto. Basta con hojear un periódico, poco o muy especializado, para sentirse asaeteado con anuncios publicitarios delirantes sobre geniales aparatos o métodos milagrosos que permitirán instantáneamente, y si es posible, sin esfuerzo, recuperar la forma, la belleza y la salud. Si alguien piensa que en los próximos capítulos va a encontrar una proposición semejante mejor será que se apresure a cambiar este libro por otro cuyo título sea: Cómo ser campeón olímpico en ocho días. No existe ni truco ni receta. La complejidad del hombre no lo permite, de la misma manera que no podemos reparar un ordenador con un destornillador y un martillo. Sólo la aplicación metódica y minuciosa de unos principios apropiados puede permitir la obtención de resultados espectaculares. La ignorancia puede ser imputable a una falta de formación correcta o… a una culpable ausencia de curiosidad. En lo que concierne a la fauna fraudulenta que parasita nuestro medio hasta el punto de, en ocasiones, hacerle perder toda credibilidad, su presencia se justifica desgraciadamente por el aparente hermetismo, cuidadosamente mantenido por algunos, del concepto holístico. ¿No es cierto que el deseo de abarcarlo todo de una vez reviste un carácter de imposibilidad que lo convierte en misterioso o incluso místico y tiende a atraer hacia él gurús en clave de divinidad, charlatanes visionarios o filósofos de café, deseosos de alcanzar el “todo” sin pasar por lo particular? El espíritu globalista, siempre y cuando lo limitemos a lo que realmente es, puede ser relativamente simple de penetrar para aquel que sea capaz de aceptar otra pseudoparadoja.

En el dominio muscular, ser global consiste en estirar al mismo tiempo todos los músculos de una misma cadena.

Ser global no significa pretender mezclarse en cualquier cosa carente de toda credibilidad y competencia sino todo lo contrario, significa intentar armonizar las interacciones existentes en cada dominio en particular. Asociar un masaje, algunos movimientos de gimnasia y un poco de psicología primaria a tres consejos dietéticos está completamente desprovisto de todo interés y se sitúa en el polo opuesto a nuestro concepto de globalidad. Tomemos por ejemplo la reeducación postural global cuya finalidad consiste en mejorar el aparato músculo-esquelético del hombre. Para ello, el simple hecho de que nuestros músculos estén organizados bajo la forma de cadenas y que un esguince de tobillo pueda provocar un problema a nivel lumbar, tal y como hemos visto, nos obliga a practicar estiramientos globales, poniendo en relación efectos y causas al mismo tiempo. Siendo como somos limitados en nuestras capacidades, no podemos ocuparnos de problemas puramente médicos o de la indispensable técnica postural específica necesaria para la práctica de un determinado deporte. Estas cuestiones pertenecen al campo de otros profesionales. Sólo podemos ser globales a nuestro nivel de especialistas en el sistema músculo-articular.

Sólo podemos ser “parcialmente” globales.

El sueño de muchos globalistas es, sin embargo, obtener a través de su especialidad el acceso al conjunto del individuo y aunque es evidente que una manipulación genética modifica el desarrollo de todo organismo vivo, hay que reconocer que una vez han tenido lugar las diferenciaciones propias del crecimiento, un pulgar no tiene gran cosa que ver con un diente. Podríamos estar tentados a decir que todo está en todo, pero nunca nos atreveríamos a afirmar lo inverso. Intentar abrir el máximo número de puertas con una sola llave es un paso necesario y, como tal, del todo respetable; pero el

comodín universal no es más que una quimera y debemos saber contentarnos con nuestras experiencias.

Corregir la estructura central músculo-esquelética puede solucionar trastornos de otra índole.

No obstante, la importancia de nuestra estructura central es tal que en nuestro trabajo, a menudo, nos sentimos tentados a invertir la expresión psico-somático y a emplear el término somato-psíquico. Nadie va dando saltos por la calle ni encuentra bella la vida si es víctima de una ciática. La práctica de algún deporte se hace imposible, la moral se ve afectada y cuanto más esencial sea la función afectada mayor es la ansiedad que provoca; de hecho, no sentirse bien con uno mismo o estar deprimido puede ser debido únicamente a trastornos corporales. En toda representación esquemática, la estructura se sitúa siempre en el centro. Si bien un especialista del sistema muscular debe respetar a los profesionales que saben tratar lo que se escapa a su capacidad (sobre todo si éstos también se encuentran atacados por el virus globalista), a pesar de todo, ocupa un puesto privilegiado que le permite una eficacia que muchas veces sobrepasa el simple marco de su competencia. A pesar de las malas pasadas sufridas y los tristes abogados que lo defienden, el concepto holístico vuelve a estar de moda. Los acupuntores y los homeópatas han sido desde siempre los tradicionales guardianes de la llama a los que se han sumado los dietistas globalistas que han venido a prestarles su mano.

Ser global significa corregir simultáneamente.

Pero, como siempre en casos similares, la obstrucción creada arrastra tras de sí su cortejo de exageraciones sectarias, de simplificaciones pueriles y de recuperaciones interesadas. Enumerar aquí la lista de métodos de tratamiento analítico que pretenden ser globales nos ocuparía todo un capítulo y otro tanto las técnicas manipulativas que lo mismo reparan cualquier problema articular que movilizaciones más o menos generales del cuerpo. De nuevo afirmaremos que no existe globalidad sin simultaneidad. Sólo la ocupación total del espacio elimina el tiempo y este principio de connotación “einsteiniana” es ineludible.

Hay que tratar al mismo tiempo las malas posturas y los dolores localizados.

Además, tal y como hemos descubierto observando el funcionamiento de los mecanismos de defensa, una mala postura es una fuente inexorable de dolor e inversamente, un dolor local conduce a compensaciones posturales. La presencia de alteraciones importantes de la morfología explica, entre otras cosas, la frecuencia de recaídas después de un tratamiento osteopático (manipulaciones articulares) incluso aunque éste haya sido correctamente administrado. En el campo restringido de la mecánica corporal, ser global exige, como mínimo, ser capaz de corregir simultáneamente deformaciones (macrocomportamientos*) y dolores (microlesiones articulares*).

CAPÍTULO VI

CUANTO MÁS LARGO MÁS… FUERTE

Actualmente, la actividad física incontrolada está siendo criticada cada vez más; pero, sin embargo, constatamos que estas críticas están relacionadas con errores fundamentales que hasta nuestros días han salpicado lo que se creía saber sobre el funcionamiento de nuestros músculos. Esta toma de conciencia dolorosa debe permitirnos ahora proponer soluciones lógicas y eficaces a los problemas deportivos. Las diferentes maneras de alargar los músculos estáticos más allá de su retracción desgraciadamente natural no sólo se parecen a algunas variantes cercanas al empirismo sino que también participan de él en su más pura definición. Esto no es una crítica; de hecho, el empirismo no es la simple expedición de recetas cuyo mérito no va más allá de una cierta eficacia fugaz. El hecho de no utilizar las reglas que ordenan los fenómenos de igual categoría limita los resultados que sólo se obtendrán por casualidad cuando en realidad lo que se espera de un especialista competente es que sea capaz de obtenerlos con garantías. Estas reglas desconocidas en fisiología son, por el contrario, empleadas cotidianamente en el campo de la física de la materia, y los materiales viscoelásticos* son aquellos cuyo comportamiento se parece más a la elasticidad muscular. Está claro que todo organismo vivo se diferencia de la materia inerte por su capacidad de autorregulación, regla que se cumple a la perfección cuando hablamos del tono que controla la actividad mínima de los músculos de la estática. Pero tampoco es menos cierto que las reglas de la física, como proposiciones indiscutibles, condicionan las reacciones tanto de la materia inerte

como de la viva y la barra utilizada por el gimnasta en el salto de pértiga se ve afectada de la misma manera que el hombre por las leyes de la gravedad. Estirar un cuerpo elástico de manera que conserve a continuación una cierta elongación permanente se denomina “fluage”*. Estos principios relativamente simples pueden ser extrapolados en parte a nivel de las diferentes fibras elásticas contenidas en el músculo, evidentemente, con las reservas que acabamos de exponer. La deformación responde a la fórmula simplificada siguiente:

Los estiramientos prolongados son más eficaces que los ejercicios bruscos.

En primer lugar, esta longitud ganada es directamente proporcional al tiempo de tracción, lo cual significa que estiramientos prolongados, mantenidos el mayor tiempo posible serán siempre más eficaces que las tracciones bruscas. Este punto es fundamental y proporcionará, sin ningún lugar a dudas, un gran consuelo a muchos ya que les aportará la confirmación de una serie de constataciones que podían haber introducido en sus ejercicios. Por el contrario, condena de manera formal y definitiva todos los estiramientos bruscos, peligrosos por definición y las alternancias flexibles* que han gozado de gran aceptación. Por otra parte, esta longitud suplementaria obtenida está directamente relacionada con la fuerza de extensión ejercida sobre el músculo. Este segundo principio parece evidente; de hecho, no podemos alargar alguna cosa si no aplicamos la fuerza necesaria. Sin embargo, curiosamente, su asociación con el primer principio induce a aplicaciones pseudo-paradójicas ya que podemos afirmar que estirar un músculo más allá de su punto de rigidez* con una fuerza de un kilo durante cincuenta segundos tendrá el mismo efecto que un estiramiento de cincuenta kilos durante un segundo.

Estirar durante un período mayor de tiempo permite reducir la fuerza de tracción.

En el mundo de la reeducación hemos de utilizar todas las aplicaciones de este

principio sobre todo cuando tenemos en cuenta que están destinadas esencialmente a pacientes frágiles o aquejados de dolor. Así, es posible, gracias a suaves estiramientos prolongados en el tiempo, disminuir la fuerza de tracción para alcanzar el mismo resultado. Éste es uno de los principios de la reeducación postural global. Pero como la fragilidad no es patrimonio exclusivo de los enfermos, podemos utilizar también estos principios cuando intentamos estirar, en deportistas, los grupos musculares sobrecargados o sensibles. En el campo del entrenamiento deportivo, es perfectamente factible aumentar, al mismo tiempo, fuerza y tiempo, pero solamente cuando aplicamos la tracción a grupos musculares tomados individualmente, puesto que una tensión global con una fuerte tensión es imposible debido a la suma de fuerzas que ello implica. En lo que concierne a la materia inerte, los estiramientos obtenidos sobre una máquina pueden prolongarse, sin perjuicio alguno, durante horas. Aquí se detiene la transposición que podemos realizar a nivel de los músculos puesto que es evidente que estiramientos de tan sólo unas decenas de segundos parecen una eternidad para aquellos que lo practican. Lo único que podemos hacer es animar a nuestros pacientes a que mantengan la tracción durante el mayor tiempo posible en función de su resistencia y su sensibilidad. Conseguir un estiramiento que sobrepase el punto de rigidez* de un grupo muscular es, además, una tarea suficientemente compleja puesto que ello debe realizarse en el sentido opuesto a todas las fisiologías del músculo y evitando todas las compensaciones, a fin de justificar el mantenimiento prolongado de la elongación. Respecto a la duración del esfuerzo, el tiempo de trabajo realmente eficaz se reduce inmediatamente. En reeducación postural global, sólo nos interesa la recuperación de la normalidad basada en el concepto de flexibilidad ideal, es decir, la que permite obtener la amplitud articular perfecta a todos los niveles. En el campo de la rehabilitación, conseguir este objetivo es nuestra mayor alegría, pero para las personas que además poseen un flexibilidad ligamentosa suficiente podemos también considerar otras interesantes aplicaciones, en la danza, por ejemplo, a fin de sobrepasar esta normalidad.

La longitud así conseguida ¿permanece durante mucho tiempo? En lo que concierne a la materia inerte, el resultado es definitivo, el material jamás regresará a su dimensión original. En cuanto al sistema muscular, todo depende de la eliminación de la causa. Un dolor o un desequilibrio que no llega a ser corregido obliga a los músculos a volver a su hipertonicidad, lo cual significa un nuevo acortamiento de las fibras elásticas y del músculo en su conjunto. ¿Cómo conseguir un desarrollo muscular sin rigidez? La respuesta a esta pregunta es crucial en el deporte y probablemente mucho más para aquellos para los que el desarrollo del volumen muscular es una cuestión primordial. Supongamos que nos encontramos realizando un pulso frente a un adversario más robusto. A pesar de la contracción de nuestros músculos flexores del codo, nos veremos obligados a dejar que nuestro brazo se extienda hasta la derrota final. El esfuerzo muscular aplicado en esta ocasión es excéntrico, es decir, en estiramiento, por oposición al esfuerzo de nuestro adversario que es concéntrico puesto que él tira de nosotros.

Izquierda: Musculación concéntrica.

Derecha: Musculación excéntrica.

Este segundo tipo de contracción, con acortamiento, es el que se emplea tradicionalmente en los ejercicios de musculación clásica con los inconvenientes que ya hemos citado y que sólo puede conllevar, a largo plazo, un pérdida de la longitud normal de los músculos tónicos.

Es necesario muscular los estáticos en estiramiento.

En el campo del deporte se debería muscular siempre de forma excéntrica todos los grupos musculares estáticos, de forma que la contracción tienda a oponerse al estiramiento impuesto. Si esto se aplicara constituiría una revolución en los entrenamientos. Supongamos ahora que a pesar de su resistencia heroica, nuestros músculos flexores del codo han sido estirados por nuestro adversario más allá de su punto de rigidez. En este caso, habremos combinado musculación y flexibilización. Para establecer un nuevo paralelismo, en reeducación postural global hacemos que nuestros pacientes realicen débiles contracciones contra los estiramientos que efectuamos a partir de un punto de rigidez del músculo. Sobrepasar este punto contra una fuerza de resistencia es, desgraciadamente, muy difícil de conseguir por las razones que hemos citado anteriormente: la importancia de las fuerzas que entran en juego convierten el ejercicio en peligroso, doloroso y obligatoriamente limitado a un solo grupo de músculos. Finalmente, el último punto no menos paradójico, ni sobre todo menos importante: todo calentamiento anterior a un estiramiento debe ser eliminado.

Los músculos rígidos deben estirarse “en frío”.

Un músculo “caliente” es más flexible, de manera que, provisionalmente, su estiramiento será más sencillo; sin embargo, al enfriarse recuperará su longitud original. La temperatura provoca de forma artificial y temporal un aumento de su coeficiente de elasticidad lo cual, teniendo en cuenta nuestra fórmula de la deformación, se opone directamente a un estiramiento definitivo (el coeficiente de elasticidad se encuentra dividiendo la fuerza). Durante un entrenamiento básico, estirar los músculos fríos de bajo coeficiente de elasticidad permitirá conseguir una elongación que se conservará en el tiempo. Ante el desengaño producido por la visión de un noble anciano condenado a una silla de ruedas, él que dedicaba las primeras horas de la mañana a realizar sus marchas familiares, merece la pena considerar esta nueva forma de realizar los estiramientos que además de ser mucho más agradables serán, seguro, mucho más eficaces.

CAPÍTULO VII

ENCADENADOS PARA LO BUENO Y PARA LO MALO

Nuestras cadenas musculares se encuentran implantadas anatómicamente de diferentes formas y ello, sin lugar a dudas, no es debido al azar. La función de cada una de ellas está perfectamente definida y cualquier modificación anormal de una de estas cadenas provocará la alteración de la función a la que está destinada. En sus diversas combinaciones asociativas, los músculos tónicos permiten la posición erecta y, además, coordinan la función estática gracias a su acción conjunta. Estos mismos músculos estáticos, esta vez asociados a diferentes grupos dinámicos, aseguran los movimientos gracias a su contracción, de lo cual resulta lo que denominamos coordinación motriz. En el seno de la función estática intervienen dos grandes sistemas musculares. Una gran cadena de extensión posterior nos erige contra la gravedad a partir de unos puntos fijos inferiores gracias a las palancas que hemos mencionado y a los principales músculos que la componen, muy conocidos por lo deportistas, son: tríceps*, isquiotibiales, músculos profundos de los glúteos y espinales. Resulta evidente que en el campo del deporte, la cadena posterior entraña una importancia crucial y, sin entrar en una enumeración que podría resultar fastidiosa, está claro que los movimientos de extensión que permite se encuentran en la base de un gran número de movimientos esenciales, sea cual sea la disciplina deportiva que se practique. De entre ellos, los tríceps y los espinales son los más solicitados.

La retracción de la gran cadena posterior nos tira hacia atrás.

En caso de retracción, el aspecto general parece tónico ya que la reducción de la longitud de los espinales da origen a una espalda plana además de proyectar el tórax hacia adelante. Por otra parte, la hipertonicidad de esta cadena puede conllevar una nuca o una región lumbar en posición demasiado curvada (siempre debido a los espinales), una pelvis demasiado vertical, rodillas separadas (genu varum) y pies huecos a causa de la retracción de los músculos posteriores del muslo y de la pierna. Si tomamos el ejemplo de una persona víctima de una crisis de epilepsia podremos comprender mejor este estado de cosas puesto que durante estas crisis la cadena posterior presenta un estado de retracción máxima de manera que el enfermo, estirado sobre la espalda, la cual se curva de una forma impresionante, hace el puente apoyándose únicamente sobre los talones y la parte posterior del cráneo.

Cadena maestra estática posterior.

En cualquier caso, es necesario recordar que una retracción realiza de manera constante lo que un contracción produce provisionalmente. La mayoría de los deportistas de alto nivel poseen de entrada este tipo de morfología beneficiosa, puesto que permite una gran fuerza en todas las extensiones, apoyos o saltos. Estos privilegiados podrán aprovecharse de su predisposición natural para el deporte hasta la inevitable debilidad ocasionada por el exceso y hasta los ineludibles dolores o lesiones. Las morfologías de este tipo se verán especialmente afectadas por distensiones o desgarros de los músculos de la pantorrilla y de la parte posterior del muslo, esguinces de tobillo y dolores lumbares, dorsales o cervicales. La gran cadena anterior asegura, ante todo, la suspensión tomando como apoyo unos puntos fijos superiores. Los músculos que la componen son menos conocidos, sobre todo los de la parte superior del cuerpo. Así, los escalenos* e intercostales* mantienen el tórax, y el importante sistema fibroso profundo sostiene, a la vez, el diafragma* y la masa visceral. Esta cadena estática anterior se continúa en el psoas*, los célebres adductores y los músculos anteriores de la pierna. Este gran sistema de suspensión es fundamental en la respiración por su función sobre el tórax y el diafragma, de ahí los perjudiciales efectos que resultan de su retracción y que ya hemos mencionado en páginas anteriores.

Cadena maestra estática anterior.

La retracción de la gran cadena anterior nos curva hacia adelante.

La pérdida de longitud de los músculos de esta cadena provoca, además, que la cabeza se incline hacia adelante, que se curve la espalda y que se junten los hombros. La retracción de los adductores tira las rodillas hacia adentro, gira los músculos anteriores de la pierna en rotación interna y los pies parecen planos. La postura general es la típica de una niña tímida con la espalda redondeada y la cabeza inclinada hacia adelante que toquetea el dobladillo anterior de su vestido. Obviamente, este tipo de estructura predispone mucho menos a las actividades físicas que la anteriormente descrita. El mejor ejemplo de la retracción máxima de esta gran cadena anterior nos la ofrece la posición del feto en el vientre de la madre. Los padres de los niños o adolescentes que presentan este tipo de postura suelen consultar con el especialista a fin de solucionar el problema y las reeducaciones propuestas basadas sobre los mismos principios arcaicos de la gimnasia clásica nunca proporcionan resultados satisfactorios. Torpes en el deporte (difícilmente se puede correr con las rodillas situadas en forma de X), estos niños, desde nuestro punto de vista, podrían beneficiarse de cualquier actividad física ya que ello les permitiría mejorar su coordinación postural, eso sí, con la condición una vez más, de que no se viera agravada la rigidez existente previamente y sin perder de vista que el deporte nunca puede reemplazar a una gimnasia correctiva inteligente. Es por esta razón que resulta aberrante querer forzar a cualquier precio el desarrollo inspiratorio de estos adolescentes cuya necesidad real es que se les permite enderezar su espalda a fin de restituir a esta gran cadena anterior su longitud normal.

La rigidez de la cadena inspiratoria bloquea especialmente la parte alta o baja del tórax.

Aquellos que presenten este tipo de morfología serán especialmente frágiles a nivel de las rodillas, los adductores, los hombros y, una vez más, las articulaciones vertebrales a todos los niveles. La retracción de la cadena inspiratoria eleva el tórax, le impide de descender libremente y limita la amplitud de los movimientos del diafragma. Una espalda demasiado plana bloquea especialmente la parte alta del tórax; por el contrario, si aquélla es demasiado redonda la limitación de la ventilación se incrementa en la parte inferior. Anexadas a estas dos grandes cadenas musculares se encuentran otras que podríamos calificar de secundarias relacionadas con los miembros superiores e inferiores. Los gestos de extensión, abducción y rotación externa que permiten, por ejemplo, elevar los brazos hacia las orejas son debidos principalmente a los músculos dinámicos. Atraer un objeto hacia sí gracias a un movimiento de flexión, aducción y rotación interna del miembro superior concierne a los músculos estáticos.

Las cadenas secundarias aseguran el funcionamiento de los miembros superiores e inferiores.

Aunque menos solicitados en las actividades cotidianas, el buen estado de estos

músculos es fundamental para el deporte puesto, que no podremos efectuar eficazmente un lanzamiento de disco, de pelota o de peso sin un buen desarrollo de los dinámicos y una buena flexibilidad de los estáticos del brazo. La retracción de la cadena anterointerna del hombro impide la elevación y la separación libre de los brazos. La hipertonicidad de la cadena superior eleva exageradamente los hombros. La pérdida de longitud de la cadena anterior del brazo flexiona el codo y los dedos limitando todos los movimientos de extensión. La cadena anterointerna de la cadera curva la región lumbar, inclina la pelvis hacia adelante y limita la separación de los muslos. La rigidez de la cadena lateral de la cadera afecta especialmente la correcta posición de las rodillas. Así como la actividad deportiva asociada a una vida sana puede garantizar un estado correcto de los músculos dinámicos, hemos dicho y repetido que todos nosotros, sin excepción, presentamos una rigidez más o menos acusada de los músculos tónicos especialmente a nivel de los dos grandes sistemas, anterior y posterior, en perpetuo funcionamiento.

CADENAS ESTÁTICAS

1. La cadena inspiratoria

2. La cadena superior del hombro

3. La cadena anterointerna del hombro

CADENAS ESTÁTICAS

1. La cadena anterior del brazo

2. La cadena anterointerna de la cadera

3. La cadena lateral de la cadera

Todo el mundo está rígido, pero en diferentes partes del cuerpo.

Además de los problemas de adductores de los esquiadores o futbolistas, de espinales dorsales de los golfistas, de los músculos de la nuca de los jugadores de voley… todos presentan una fuerte rigidez de las pantorrillas. En el seno de la tendencia universal a la pérdida de longitud muscular podemos definir una serie de constantes, pero las características de cada morfología, el historial personal de cada uno, las lesiones o los mecanismos de defensa que intentan ocultarlas hacen que cada comportamiento sea individual. Así, de la misma manera que para los tratamientos, toda preparación física debería ser siempre personal e individualizada. Hemos visto que en reeducación postural global, es suficiente con conseguir la restitución de las amplitudes articulares normales que nos indicarán el correcto estado de flexibilidad muscular. Sin embargo, es conveniente recordar que se trata de obtener todas estas angulaciones al mismo tiempo, a lo cual estamos totalmente obligados por el concepto de cadena muscular que permite compensar el estiramiento ejercido sobre una extremidad en un punto cualquiera de la cadena.

La flexibilidad perfecta es aquella que permite obtener al mismo tiempo todas las amplitudes articulares normales.

Es por esta razón, que una bailarina que asiendo el talón con una mano puede elevar su pierna completamente estirada flexionando considerablemente la cadera… con la condición de que curve su espalda y extienda completamente la punta del pie. La longitud adquirida por la cadena posterior a nivel de la cadera se ve recuperada por los espinales y la pantorrilla. Cuál no sería la sorpresa de una bailarina profesional que en una conferencia pudo comprobar cómo al impedirle realizar las compensaciones que hemos descrito no pudo elevar su pierna más allá de los noventa grados. Los estiramientos segmentarios de tipo stretching son limitados en sus resultados, aunque hemos de reconocer que en su tiempo marcaron una evolución fundamental en el campo de la preparación física y el mantenimiento personal. Aunque pueda parecer modesto, a priori, contentarse simplemente con intentar restablecer la normalidad, hemos de tener en cuenta que la cosa no es tan sencilla cuando se trata de conseguirlo simultáneamente a nivel de todas las articulaciones.

No podremos decir que la gran cadena posterior presenta toda su flexibilidad hasta que no permita, de forma simultánea, tirar de la punta de los pies, estirar las rodillas, flexionar las caderas y estirar la espalda respetando las curvaturas perfectas de la nuca, la espalda y la región lumbar.

La gran cadena anterior cumplirá su función siempre que permita mantenerse perfectamente derecho, con curvas armoniosas a nivel de la columna vertebral y sin la cabeza hacia adelante ni pies planos o rodillas giradas hacia adentro.

CAPÍTULO VIII

LAS POSTURAS DE CORRECCIÓN

Las posturas empleadas en reeducación postural global se derivan, lógicamente, de los diferentes problemas que han sido mencionados en los capítulos anteriores.

Existen ocho posturas de corrección divididas en cuatro familias.

Los estiramientos practicados permiten estirar las cadenas musculares que han perdido longitud. Estas cadenas no son ilimitadas lo cual permite en una misma postura corregir varias de ellas. Así, cuatro grandes familias posturales nos permitirán solucionar el conjunto de problemas músculo-esqueléticos que puedan plantearse. Debido a que la gran cadena posterior nos curva hacia atrás la trataremos inclinando al individuo hacia adelante (cierre de la cadera); la anterior, cuya retracción dobla hacia adelante se corregirá en extensión (abertura de la cadera) y los brazos recuperarán la posición correcta separando o replegando los miembros superiores. Acercar los brazos al cuerpo descendiendo los hombros tira especialmente de los trapecios superiores, mientras que separar los brazos estira todos los adductores y el pectoral mayor.*

FAMILIAS POSTURALES CADENAS ESTIRADAS Abertura de la cadera, brazos juntos Cadena inspiratoria Cadena maestra anterior (la caden Abertura de la cadera, brazos separados Cadena inspiratoria Cadena maestra anterior (cadena Cierre de la cadera, brazos juntos Cadena inspiratoria Cadena maestra posterior Cadena Cierre de la cadera, brazos separados Cadena inspiratoria Cadena maestra posterior Cadena

Todas las posturas insisten en la espiración.

Todas las posturas insisten sobre la flexibilización de los músculos inspiratorios recuperando así las antiguas tradiciones orientales que insisten en la importancia de la respiración. Sólo apuntar que, recientemente, en Occidente, se ha concedido mayor importancia al desarrollo único de la inspiración. En el seno de cada una de estas familias disponemos, además, de otras posturas diferentes en posición estirada o de pie. Las primeras son especialmente útiles en casos de dolor, de fragilidad o de patología articular, mientras que las segundas, todavía más eficaces a nivel muscular, están especialmente adaptadas a los problemas de los deportistas. Diferentes estados de rigidez, impotencias o dolores pueden afectar a una misma persona, de forma que nos veremos obligados, la mayoría de las veces, a emplear diversas posturas y en particular, aquellas que corrijan las dos grandes cadenas anterior y posterior. Teniendo en cuenta la diversidad de casos que se nos pueden presentar, el fisioterapeuta se verá obligado a insistir especialmente en la corrección de determinadas partes del cuerpo. Todo ello, naturalmente, se llevará a cabo en el transcurso de una tracción global sobre las cadenas musculares implicadas. Sin embargo, es obligatorio, en caso de dolor cervical, poder corregir la nuca o en presencia de una ciática, ser capaz de intervenir más fácilmente a nivel lumbar. En cualquier caso disponemos, siempre que se pueda llevar a cabo, de varias posturas en cada familia cada una de las cuales permitirá al especialista en RPG una mayor precisión sobre la zona afectada.

FAMILIAS POSTURALES CADENAS ESTIRADAS Abertura de la cadera, brazos juntos Postura de rana en el suelo, brazos juntos Postura de p Abertura de la cadera, brazos separados Postura de rana en el suelo, brazos separados Cierre de la cadera, brazos juntos Postura sentada Postura de rana en el aire, brazos junt Cierre de la cadera, brazos separados Postura de rana en el aire, brazos separados

FAMILIA DE POSTURAS EN ABERTURA DE CADERA, BRAZOS JUNTOS

Postura de rana en el suelo, brazos juntos

Permite al fisioterapeuta insistir especialmente sobre:

• La nuca • El tórax y la respiración • Los hombros • Los codos • Las manos • La pelvis • Las caderas • Las rodillas • Los pies

La postura de pie contra la pared

El fisioterapeuta puede corregir especialmente:

• El tórax y la respiración • Los hombros • Las caderas • Las rodillas • Los pies

La postura de pie en el centro

Permite ser más preciso sobre:

• La espalda • Las caderas • Las rodillas • Los pies • El equilibrio • El esquema corporal*

FAMILIA DE POSTURAS EN ABERTURA DE CADERA, BRAZOS SEPARADOS

Aunque se puede trabajar de pie contra la pared brazos separados, utilizamos casi exclusivamente la posición acostada

La postura de rana en el suelo, brazos separados

Es especialmente eficaz para:

• La nuca • El tórax y la respiración • Los hombros • Los codos • Las manos • La pelvis • Las caderas • Las rodillas • Los pies

FAMILIA DE POSTURAS EN CIERRE DE CADERA, BRAZOS JUNTOS

La postura sentada

Permite insistir sobre:

• La espalda • Las caderas • Las rodillas • El esquema corporal*

La postura de rana en el aire, brazos juntos

Corrige especialmente:

• La nuca • El tórax y la respiración • Los hombros • Los codos • Las manos • La pelvis • Las caderas • Las rodillas • Los pies

La postura de pie, inclinada hacia adelante

El fisioterapeuta puede conseguir una mayor corrección en:

• La espalda • La región lumbar • La pelvis • Las caderas • Las rodillas • Los pies

FAMILIA DE POSTURAS EN CIERRE DE CADERA, BRAZOS SEPARADOS

De nuevo, a pesar de que podemos trabajar sentados contra la pared, es más cómodo y más eficaz la postura acostada.

La postura de rana en el aire, brazos separados

Permite una mayor precisión a los siguientes niveles:

• La nuca • El tórax y la respiración • Los hombros • Los codos • Las manos • La pelvis • Las caderas • Las rodillas • Los pies

Para ser eficaz, un tratamiento debe saber desenmarañar el ovillo de los mecanismos de defensa.

La elección de la postura que se debe emplear se realiza a partir del interrogatorio, del examen de la morfología y de diferentes pruebas de amplitud articular. Cada vez que aparece una molestia, dolor o rigidez nos dedicaremos, obligados por su causa, a practicar la postura relacionada con los problemas descubiertos. Así, un dolor lumbar que aparece con una flexión anterior del tronco será tratado en la postura denominada “de pie, inclinada hacia adelante”. La delicadeza y progresión de nuestros estiramientos y de nuestras normalizaciones harán posible este trabajo “en seco”. Este principio puede parecer chocante para las mentes no preparadas y curiosamente incluso a muchos de los profesionales de la salud. Sin embargo, no hacemos más que imitar al mecánico de automóviles que busca, con el motor en marcha, el origen del ruido anormal que se le ha indicado. Muy a menudo, y especialmente en el mundo deportivo, se intenta, a través de tratamientos sintomáticos, acallar un dolor sin preocuparse realmente de su causa y con frecuencia se recomienda la inactividad total provisional o incluso definitiva hasta llegar al extremo de que, según algunos fisioterapeutas más consejeros que responsables de una curación, guardar cama (con la condición de estar solo en ella) parece la única alternativa. El dolor debe ser considerado como una señal de alarma y hacerla callar sin preocuparse por nada más conlleva el empeoramiento silencioso de los problemas de fondo. Si un traumatismo cuyo origen ha sido identificado justifica un tratamiento local inmediato, lo mismo se debe aplicar a la inversa, todo dolor inexplicable, crónico o repetitivo debe ser objeto de un tratamiento global que no debe tener miedo a remover las cenizas para redescubrir el fuego que incuba. Unas pocas palabras son suficientes para obtener la colaboración de nuestros

pacientes: «Usted siente dolor cuando realiza este movimiento y eso quiere decir que tiene usted un tornillo atascado. Con mucha delicadeza vamos a situarlo de nuevo en su posición correcta para así descubrir dónde se encuentra y poderlo desatornillar. Verá como comprenderemos por qué le ha pasado esto.» Aplicadas de manera lenta y prolongada, a fin de aprovechar al máximo el efecto de la deformación, nuestras posturas se realizan siempre en aspiración articular, sobre todo cuando existe dolor. El hecho de estirar durante un período prolongado permite además reequilibrar el tono.

La puesta en tensión global de las cadenas musculares se realiza de manera lenta, suave y progresiva. La búsqueda de la perfección morfológica es su razón de ser.

De esta manera, los músculos son estirados progresivamente en el sentido contrario a cualquiera de sus fisiologías hasta poner en tensión el conjunto de la cadena muscular. Cada uno de los puntos de rigidez descubiertos gracias a esta tracción global, será objeto de una insistencia manual por parte del fisioterapeuta que en estas circunstancias dará pruebas de una suave obstinación capaz de reducir a voluntad cualquier problema muscular. La tensión, mantenida en todo momento, permite al cuerpo mostrar poco a poco todos sus secretos. El paciente participa en cada instante del tratamiento y en caso de aparición del más mínimo dolor, la progresión será inmediatamente detenida a fin de identificar la causa que lo ha provocado y corregirla para, a continuación, reemprender la progresión. Cuando los dinámicos se encuentran demasiado relajados, la posición correcta se mantendrá gracias a su contracción. Finalmente, y como uno de los puntos más importantes, el objetivo principal del fisioterapeuta será, en todo momento, la búsqueda de la perfección morfológica y la recuperación de las amplitudes articulares normales.

En las afecciones crónicas, el ritmo ideal es de una sesión por semana, mientras que para los casos agudos serán necesarias dos sesiones semanales. Las sesiones de RPG son individuales y duran una hora aproximadamente, lo cual permite practicar dos posturas diferentes cada vez.

Las sesiones son individuales y duran aproximadamente una hora.

Es necesario destacar la importancia crucial del tiempo empleado en toda maniobra artística o artesanal. No cabe duda de que aunque la sociedad de consumo ha inventado el trabajo en cadena y la productividad, el tiempo dedicado al oficio que uno aprecia sigue siendo, afortunadamente, sinónimo de calidad. Esta condición, aunque no es suficiente, no deja de ser necesaria. En materia de rehabilitación, los aparatos han sido reducidos a la mínima expresión puesto que para estos menesteres, la mano, por su gran capacidad sensitiva, es el instrumento más inteligente jamás inventado. Al igual que un pianista debe trabajar su virtuosismo, un escultor debe afinar su precisión. Calibrar el estado de los tejidos musculares, la importancia de las tensiones y la agudeza del dolor sólo puede llevarse a cabo gracias a este instrumento mágico capaz de informarse antes de pasar a la acción. A continuación, viene el momento de adaptar cada gesto a cada situación concreta, de pedir permiso al cuerpo para corregirlo, de modelar sin tropiezos y de estirar sin provocar dolor. A este nivel, todo se convierte en arte con las exigencias que ello conlleva, es decir, la pasión sin la cual nada es posible y el talento que sólo se adquiere a base de trabajo. Como cualquier profesional que rechaza, no importa el campo al que nos refiramos, la obra fabricada en serie, el fisioterapeuta que ha sido formado en este método y que se implica realmente en sus tratamientos, sin duda, no ha escogido el camino más fácil. Ello tiene un nombre: conciencia profesional y los resultados dependen de ella directamente.

De entre todos los apartados que hacen de la reeducación postural global un método original, diferente a cualquier otro, la participación activa de los pacientes y la delicadeza en nuestra forma de proceder son los puntos que más nos separan de las primeras etapas de la gimnasia postural en la que se practicaban estiramientos intensos al límite de lo soportable.

La RPG no se puede comparar con otros métodos.

Por otra parte, cuando se habla de estiramientos, algunos se ven tentados a realizar una asimilación con el yoga. En primer lugar, sus objetivos no tienen nada que ver con los de un método de reeducación. Respecto a su aplicación en el deporte, todos aquellos que conocen, de lejos o de cerca, las posturas del yoga reconocerán fácilmente con la lectura de este libro que la RGP no posee ninguna relación con ellas, ni en los principios que utiliza ni en la práctica que desarrolla. Todo fisioterapeuta especialista en RPG sabe muy bien que a pesar de que su sala de sesiones se encuentre plagada de libros y revistas sobre el método que aplica, no podrá escapar a las demandas de carácter personal de sus pacientes. Estas demandas están perfectamente justificadas, puesto que la historia patológica de cada individuo es única, su forma de vivirla y de preocuparse por ella también lo es y es mucho más fácil tomarse con calma los males de otro que los suyos propios. Veamos a continuación una serie de preguntas más o menos angustiosas, surgidas muchas veces de los más grandes deportistas con las respectivas respuestas que podríamos ofrecer.

- He probado tantas cosas en vano que ¿cómo va a conseguir usted algún resultado? - «Porque nuestros principios son diferentes y sea lo que sea, usted mismo podrá juzgar los resultados, sean cuales sean.»

- Está confirmado que algunos de mis ligamentos están dañados. - «Usted no se sorprende de ver cómo cicatriza la piel o cómo se consolida una fractura. Sus ligamentos pueden hacer lo mismo si situamos correctamente la articulación.» - Me han detectado una malformación de nacimiento. - «Realmente es molesto pero ya no sufrirá más. Como mínimo conseguiremos suprimir el dolor.» - He pasado por dos intervenciones en esta misma zona. - «Una razón más para intentar otra cosa. Si esto no va bien significará que la lesión obedece a otras causas.» - Las pruebas han detectado una hernia discal. - «No es cierto que sus dolores estén relacionados con esta hernia. Todos los días, nuestros discos se utilizan y se fisuran sin que nos demos cuenta. Puede tratarse de un problema muscular, ligamentoso o articular. En cualquier caso, todo lo que se realiza mecánicamente en un sentido puede corregirse en el otro sentido. ¡Probemos!» - Creo que no voy a poder continuar evolucionando a mi mejor nivel durante mucho tiempo. - «¿Por qué? Realmente, no hemos visto un campeón del mundo sexagenario, sea la disciplina que sea, pero la longevidad es ante todo una cuestión de mantenimiento inteligente. Tenemos los medios para hacerla durar.» - La disciplina deportiva que practico es tan intensa y tan exigente que me han previsto graves problemas sin continuo con ella. - «La naturaleza es sabia y debería serlo mucho más en un deportista. Veamos juntos cuáles son estos inconvenientes específicos y encontremos la manera de eliminarlos progresivamente.» - Después del accidente, me dijeron que no podría volver a jugar.

- «Es posible, pero es necesario verificar esta afirmación. Fijémonos un plazo de tiempo para trabajar y veremos si recupera su nivel de resultados anteriores.» - ¿Puedo tener una recaída? - «No, si hemos corregido realmente las causas de su problema, pero la próxima vez que intente parar un golpe póngase un equipo de fútbol americano (variantes según los casos: “Evite tomarse las subidas como si fuera una pelota de golf o… una puerta de garaje como la entrada del velódromo”).» - Tendré que sacar un abono para venir a verle. - «No lo creo. Ciertamente la perfección corporal no es de este mundo, pero cuando hayamos arreglado lo esencial podrá volver a realizar todas las imprudencias que desee. Sólo, piense en avisarnos cuando sienta alguna molestia.» - Quiero permanecer siempre al máximo de mis posibilidades, hágame lo más perfecto posible. - «En este caso, tendremos que practicarle un seguimiento bastante intensivo. Empecemos con lo más importante y veremos a continuación el ritmo que deberemos adoptar para mantener los progresos. Si tuviera usted un fisioterapeuta especialista en RPG en su equipo sería mucho más fácil.» A la vista está que todas las respuestas ofrecidas a los pacientes revisten un carácter puramente positivo. En cualquier caso, no podemos reaccionar de otra forma si lo que realmente pretendemos es seguir una carrera médica o paramédica. La vocación curativa no puede resolverse con la aceptación de la miseria humana, aunque entre el positivismo de buena calidad que nos permite obtener nuestros resultados al optimismo delirante, existe un abismo que no debemos, en ningún caso, franquear. En el caso de que lo olvidemos, los fracasos nos recordarán que el método puede ser perfeccionado y también los profesionales que lo aplican. Por lo demás, ¿acaso un margen de progresión no es considerado como uno de los mejores signos de un deportista?

CAPÍTULO IX

LAS AUTOPOSTURAS DE PREPARACIÓN Y MANTENIMIENTO

En los casos de deformaciones morfológicas, de dolores o de secuelas debidas a traumatismos, las sesiones individuales con el fisioterapeuta son indispensables. En este caso, nos encontramos en el campo de la reeducación propiamente dicha.

Es posible trabajarse solo

En preparación o en reparación de esfuerzos, este concepto mantiene una posición preferente; sin embargo, también es posible practicar autoposturas de forma individualizada o en grupo. En el primer caso, un terapeuta de reeducación postural global cualificado es quien diseña los ejercicios que posteriormente se repetirán de manera individual; en el segundo caso, el fisioterapeuta intervendrá supervisando las sesiones. Las autoposturas están basadas exactamente en los mismos principios que los de sus hermanas mayores. Gracias a un esfuerzo personal, las cadenas musculares son estiradas de manera lenta y progresivamente global insistiendo siempre en la espiración y buscando recuperar las amplitudes articulares normales. Existen diversas autoposturas, cada una de una duración aproximada de veinte minutos, que permiten responder, una vez más, a todos los casos de retracción de las diferentes cadenas musculares. Este trabajo es, naturalmente, menos eficaz que el que se efectúa mediante la intervención mediadora de las manos del

fisioterapeuta. Cuatro de estas autoposturas han sido codificadas. Las fotos de las siguientes páginas proporcionan una primera idea de las tres primeras. A fin de permitir a cada individuo lanzarse en este tipo de trabajo o bien de renunciar a él inmediatamente, la cuarta se ha detallado de manera íntegra.¹

AUTOPOSTURA DE RANA EN EL SUELO, BRAZOS JUNTOS

AUTOPOSTURA DE RANA EN EL SUELO, BRAZOS SEPARADOS

AUTOPOSTURA DE PIE INCLINADO HACIA ADELANTE

AUTOPOSTURA SENTADA

Colóquese en posición sentada con la espalda contra la pared y las rodillas flexionadas y juntas. Apóyese sobre la palma de las manos para hacer retroceder las nalgas y colocar la parte baja de la espalda lo más cerca posible de la pared.

FLexione las rodillas al máximo y deslice los talones sobre el suelo y colocándolos lo más cerca posible de las nalgas, que a su vez deben mantenerse apoyadas sobre el suelo. Disponga los brazos a lo largo del cuerpo con la palma de las manos hacia arriba.

La parte baja de la espalda no debe separarse de la pared.

Respire lentamente. Inspire relajada y libremente con la boca abierta.

No dificulte la salida del aire pinzando los labios o apretando la garganta. No bloquee su respiración.

Inspire poco.

No inspire profundamente.

Separe abiertamente las rodillas colocando los pies en el centro mismo del eje del cuerpo, planta contra planta.

Evite ahuecar la nuca.

Estire la nuca introduciendo el mentón y apoyando la parte posterior del cráneo sobre la pared. Apoye la totalidad de la espalda sobre la pared.

La espalda no debe quedar curvada.

Descargue y separe los hombros. En el mismo movimiento, baje los hombros y apoye los omóplatos contra la pared.

Los hombros no deben elevarse ni acercarse.

No apoye los omóplatos en la pared sin descender los hombros.

No descienda los hombros sin apoyar los omóplatos contra la pared.

Descargue especialmente la parte más alta de los omóplatos.

Apoye activamente la planta de los pies una contra otra. Abra las rodillas al máximo.

Separe un poco más las rodillas. Realice un esfuerzo particular sobre la rodilla que tiene más dificultades para abrirse. Las dos nalgas se apoyan en el suelo al mismo nivel.

Un hombro no debe estar más alto que otro.

Una rodilla no debe estar más separada que la otra.

Estire progresivamente las piernas deslizando los pies sobre el suelo. Las rodillas deben permanecer abiertas en rotación externa. Las plantas de los pies se apoyan una contra otra.

Evite ahuecar la nuca.

Evite ahuecar la nuca.

Al final del estiramiento las puntas de los pies pueden separarse progresivamente manteniendo juntos los talones.

Alcance la extensión completa de las rodillas en rotación externa con las puntas de los pies separadas y los talones situados hacia adentro.

Las rodillas o los pies no deben girarse hacia adentro.

Junte los extremos internos de los pies sin abandonar la rotación externa de las rodillas.

Tire especialmente de los laterales externos de forma que las plantas de los pies se sitúen verticalmente como si estuvieran apoyadas sobre una pared vertical imaginaria. Las puntas internas de los tobillos se tocan.

No estire los pies girándolos hacia adentro. No separe las puntas internas de los tobillos.

Extienda los dedos de los pies. Colóquelos sobre el muro vertical imaginario materializado en la foto por una lámina de cristal.

El conjunto de la planta del pie y los dedos se sitúan igual que si estuvieran apoyados en el suelo. Este suelo está representado por una pared vertical imaginaria.

Los dedos no deben estar agarrotados ni dirigidos hacia usted.

En estiramiento, gire la cara e incline progresivamente la cabeza del mismo lado.

Evite ahuecar la nuca.

Evite girar la cabeza únicamente.

Evite inclinar la cabeza únicamente.

Gire e incline cada vez más la cabeza manteniendo el estiramiento. Descargue los hombros.

Evite alzar los hombros. Vigile especialmente la elevación del hombro del lado opuesto a la rotación y a la lateroflexión.

Evite curvar la espalda. La respiración no debe ser bloqueada.

En estiramiento gire e incline la cabeza al máximo.

Recupere progresivamente la posición de la cara mirando hacia adelante. Corrija los miembros inferiores.

La buena colocación de los miembros inferiores no debe ser alterada.

En estiramiento, gire e incline lentamente la cabeza del otro lado.

Descargue los hombros.

Gire e incline la cabeza al máximo.

Evite alzar el hombro opuesto al movimiento.

Lleve progresivamente la cabeza a la posición de partida. Corrija los miembros inferiores.

Las personas entrenadas pueden terminar la postura separando la espalda de la pared.

¹ Fotos y texto extraídos del libro Autopostures de redressemment, S.E.D. Le Pousoë. Traducido al español Autogym: Autoposturas de la R.P.G. (Ver bibliografía)

CAPÍTULO X

LAS AUTOPOSTURAS RESPIRATORIAS

Divididas en cuatro grupos, las autoposturas respiratorias son especialmente útiles para las personas de la tercera edad cuyo deber para mantenerse de manera inteligente es mayor que en cualquier otra edad. Referente a ellas, un fisioterapeuta de reeducación global cualificado posee, una vez más, los medios adecuados para escoger y adaptar a cada individuo los ejercicios más eficaces. Veamos, a continuación, el detalle de una de estas autoposturas.¹

ESPIRACIÓN CORREGIDA HINCHANDO EL VIENTRE, DESPUÉS METIENDO LA PARTE BAJA DEL TÓRAX Y, FINALMENTE, METIENDO EL VIENTR

La duración de esta autopostura es de diez minutos aproximadamente. Progrese muy lentamente, a su ritmo particular, recordando que cuando se ha llevado a cabo una corrección debe mantenerla permanentemente. Hay que corregirlo todo al mismo tiempo.

Estírese en el suelo boca arriba con la cabeza y las piernas en el eje del tronco, los brazos paralelos al cuerpo y la palma de las manos hacia arriba.

Estire la nuca atrasando el mentón y apoyando la parte posterior del cráneo en el suelo. Puede colocar un libro debajo de la cabeza. Disminuya muy progresivamente la altura del libro a medida que avanzan las sesiones.

Si no puede apoyar los riñones en el suelo en la posición de piernas estiradas, flexione ligeramente las rodillas a fin de apoyar la parte baja de la espalda. Las rodillas y los talones deben permanecer juntos.

La cabeza y las piernas no deben colocarse de lado. Los brazos no deben situarse lejos del cuerpo.

Evite ahuecar la nuca.

Evite ahuecar la parte baja de la espalda.

Respire lentamente. Inspire de manera relajada y libremente con la boca abierta.

Coloque una mano sobre la parte alta del tórax y la otra, con los dedos separados y el pulgar sobre la parte baja del tórax y las puntas de dos otros dedos sobre el bajo vientre. Deje salir el aire metiendo primero la parte alta del tórax, después la parte baja del tórax y, finalmente, la parte baja del vientre. Estas tres correcciones se realizan a lo largo de una misma espiración.

No inspire profundamente

Evite trabar la salida del aire apretando los labios o cerrando la garganta. Evite bloquear la respiración.

Sitúe los brazos paralelos al cuerpo con la palma de las manos hacia arriba. En la misma espiración, deje salir el aire partiendo de la parte alta del tórax continuando con la parte baja del tórax y finalizando con el vientre. Mantenga este tipo de espiración durante todo el ejercicio.

Respire desde la parte alta del tórax, siga con la parte baja del tórax y, finalmente, con el vientre y estire la nuca atrasando el mentón y apoyando la parte posterior del cráneo sobre el suelo.

Evite ahuecar la nuca.

Espire metiendo la parte alta del tórax, después la parte baja del tórax y, finalmente, el vientre. Separe los hombros, hágalos descender y apoye los omóplatos sobre el suelo en el mismo movimiento.

Respire metiendo primero la parte alta del tórax, la parte baja del tórax y el vientre y, a continuación, apoye la región lumbar en el suelo.

Los hombros no deben encontrarse juntos ni elevados.

No apoye los hombros sin haberlos descendido previamente.

No descienda los hombros antes de apoyarlos

Suelte el aire desde la parte alta del tórax primero, continúe con la parte baja del tórax, finalice con el vientre y estire muy lentamente las piernas sin separar la región lumbar del suelo

Espire entrando la parte alta del tórax, después la parte baja del tórax y, finalmente, el vientre estirando progresivamente las rodillas sin separar los riñones del suelo

Inspire desde la parte alta del tórax, después continúe con la parte baja y, finalmente, con el vientre estirando las piernas sin curvar los costados.

Evite ahuecar la región lumbar y la nuca.

No junte los hombros.

¹ Fotos y texto extraídos del libro Autopostures respiratoires, S.E.D. Le Pousoë.

CAPÍTULO XI

BUSCANDO LA FLEXIBILIDAD DESESPERADAMENTE

Antes incluso que proponer las mejoras que permitan abordar los entrenamientos y las actividades deportivas en general, es, sin lugar a dudas, más importante preparar la mentalidad de las personas.

No existe ningún deporte que no tenga inconvenientes.

El deporte no es ninguna panacea, basta con reconocerle su justo mérito y no nos cansaremos de repetirlo: no existe el deporte ideal. Entre el deseo instintivo de reforzar lo que es esencial y la destrucción por la bulimia existe una finísima frontera muy fácil de franquear. Tanto el placer lúdico como la alegría de la victoria tienen su precio y la asociación entre el mito del campeón y el concepto de superhombre y perfección es producto del desconocimiento. Aunque es cierto que las hadas del talento deportivo se inclinan especialmente sobre algunas cunas, todos los más grandes atletas presentan problemas que limitan sus resultados, estropeando su presente e hipotecando su futuro. Contrariamente a una idea muy extendida entre los aficionados a los juegos intelectuales, el deportista no es más tonto que cualquier otro ciudadano, pero puede llegar a serlo mucho más. Querer parecerse a cualquier precio a la imagen del campeón mitificado por el imperio de las comunicaciones no provoca más que extravagancias y, al ritmo al que van las cosas, es más probable que una persona de cincuenta años tenga un infarto en el gimnasio que sentado en un banco del parque.

La insolente belleza y la aparente forma de las modelos que aparecen en las portadas de las revistas especializadas (dientes blancos, delgadez de ensueño y trasero respingón) no se consiguen en ocho días ni a través de un método milagroso ni torturándose con ejercicios y dietas. Hemos de identificarnos con nuestro propio cuerpo y trabajar con inteligencia para conseguir las mejoras más convenientes a nuestra constitución. Aceptar el propio cuerpo debería ser siempre el fin último de cada persona y permanecer fiel a uno mismo rechazando cualquier tipo de masacre corporal en nombre de no se sabe que objetivo más o menos noble es la condición de una convivencia armónica.

Es necesario estar a la escucha de uno mismo.

Llegado este punto, sabemos que nuestro funcionamiento general se regula automáticamente y esta maravillosa fábrica que hierve de actividad sin que ni tan siquiera nos demos cuenta controla nuestras funciones más vitales. El inconsciente, tan esencial, no concede ni la más mínima importancia a las copas de plata, las medallas o cualquier otro tipo de baratija semejante. A diferencia de su propietario, el inconsciente es totalmente insensible al dinero y su rebelión es ineludible en caso de que se repitan demasiado las malas pasadas que le hacemos a nuestro cuerpo. Sólo escuchando esta parte profunda de nuestro cuerpo podremos averiguar cuál es la situación en la que nos encontramos respecto a nuestros propios límites, demasiado cerca o demasiado lejos. El homo sportivus está dotado, como cualquier otro, de sentido común y de sensibilidad, de forma que poner a los dos de acuerdo no tiene porqué ser un lujo. Encontrarse bien debe tomarse al pie de la letra, a saber, ¿cuáles son las sensaciones que recibo de las diferentes partes de mi cuerpo? Mi espalda ¿parece rígida o flexible?, mis piernas ¿están pesadas o ligeras?, ¿mi nuca libre?, ¿mis hombros relajados?

Aceptar el propio cuerpo es fundamental.

Naturalmente, los mecanismos de defensa impiden la mayoría de las veces que los mensajes alcancen el consciente; sin embargo, ésta es una de las principales razones para animarnos a desarrollar nuestra sensibilidad y sentido de la observación personales. De la misma manera, en el esfuerzo, más allá de los problemas generales de fatiga, el deportista, por poco pendiente que esté de los mensajes que le llegan, debe ser capaz de decodificar, al menos a grandes rasgos, por qué algunos días se encuentra “bloqueado”. Él mismo, más que cualquier instrumento médico, es el mejor intérprete de un movimiento que no consigue su rendimiento habitual. «¡Sin embargo, es necesario saber cómo hacerse daño!» gritarán los stajanovistas del esfuerzo. Para aquel que busca resultados, es indiscutible y, desde este punto de vista, el deporte puede ser incluso considerado como una escuela de vida. En cualquier caso, el aficionado a los deportes mecánicos que sabe, él también, cuándo y cómo debe forzar al máximo su máquina, apaga el contacto del motor al final de la carrera y procede a las revisiones necesarias. No se puede tener siempre el cuentarrevoluciones al rojo.

Hay un tiempo para el esfuerzo y un tiempo para la revisión de la máquina corporal.

Nuestro famoso tono es tan necesario que es incluso excesivo en su estado natural. Las agresiones cotidianas tanto físicas como psicológicas aumentan

todavía más su actividad de forma que nos encontramos permanentemente en tensión. Tanto los aficionados a las hazañas o como al simple placer son, en este punto, ramas del mismo árbol. Preguntarse a tiempo sobre la buena base de una actividad o de un entrenamiento en contra de todo buen sentido común, que genera malas sensaciones o agrava las tensiones, evitaría muchos desengaños. El tiempo invertido en la preparación física debe ser comedido y no dejar lugar para ejercicios inútiles y mucho menos para las actividades perjudiciales. Algunos podrían objetar que lo que conviene a uno puede perjudicar a otro, algo que es absolutamente cierto puesto que cada uno de nosotros es único e irrepetible; sin embargo, más allá de la toma de conciencia, necesaria para todos, de los diferentes problemas inherentes al funcionamiento muscular, y que ya hemos citado en páginas anteriores, podemos dar alguno consejos que pueden ser válidos para todo el mundo. En primer lugar: ¿por qué razón debemos escoger un deporte antes que otro?

Los deportes completos son los menos perjudiciales.

Excepto los consejos de los educadores, profesores de gimnasia y entrenadores de gran estima si van acompañados de la respectiva argumentación, hay que reconocer el gran papel que en estos casos juega el azar. Papá practicaba este deporte, tenemos un campeón nacional, la tradición obliga… (¿que sería de Brasil sin el fútbol o de Canadá sin el hockey?). Los ejemplos son infinitos y a ellos hay que añadir la importancia de las preferencias personales que además pueden manifestarse a muy temprana edad y que nada ni nadie podrá contrariar. En estas condiciones, puede parecer una pérdida de tiempo pagar por una elección que realmente nunca ha tenido lugar. El deporte elegido debería ser, ante todo, lo más completo posible y con el cual fuera posible ejercitar el conjunto del cuerpo. La simetría (baloncesto) es siempre mejor que la asimetría (juegos de raqueta).

Lo mejor es la multidisciplinariedad y si ésta no es posible será necesario reequilibrar el cuerpo con una actividad que permita emplear las partes corporales que no se utilizan normalmente.

Los deportes que exigen flexibilidad son preferibles a los que necesitan fuerza.

Cuanto mayor sea la concentración necesaria para realizar una actividad lúdica más se favorecerá la descompresión y la liberación de las tensiones acumuladas. Sin embargo, también en este campo la sensibilidad personal es fundamental y la sensación de bienestar deberá guiar nuestra elección. La agilidad es preferible a la fuerza, así, cualquier disciplina en la cual la flexibilidad sea fundamental debe ser priorizada (¡palabra de un veterano jugador de rugby!).

Es preferible practicar actividades variadas.

La musculación exagerada debe evitarse, por lo que los deportes que necesitan obligatoriamente del desarrollo muscular son los más perjudiciales. Los niños y adolescentes deben practicar actividades variadas aunque respondan poco a las condiciones que acabamos de exponer. De esta forma, se mejorará su desarrollo general y su coordinación gestual les ayudará a situarse en el espacio y a distinguir trayectorias y velocidades. El adulto, que normalmente ya se ha especializado en algún deporte, hará muy bien en seguir los consejos de este libro.

A medida que nos hacemos mayores hemos de priorizar la movilidad y la flexibilidad.

En la tercera edad, deben priorizarse absolutamente los ejercicios de flexibilización. Suavidad, progresión y participación global del cuerpo son condiciones esenciales. De nuevo en esta etapa de la vida, la natación presenta menos inconvenientes que muchos otros deportes. Y por supuesto, colguemos en la pared las pesas y cualquier otro bárbaro instrumento semejante. Pero lo más importante para nosotros, gimnastas paramédicos, es que cada una de las actividades que escojamos sea generadora de esa belleza corporal que refleja el buen estado de nuestro armazón músculo-esquelético. Cualquier actividad que nos deforme debe ser rechazada por completo. Un movimiento, incluso aunque sea muy técnico y poco natural, es elegante si es desarrollado perfectamente puesto que entonces se convierte en la viva imagen de una buena coordinación en el tiempo y en el espacio; sin embargo, es cierto que algunos deportes son más estéticos que otros, aquellos que reflejan la armoniosa y global puesta en juego de todos nuestros músculos.

Hay que buscar lo que es bello.

La belleza engendra belleza. La del músculo se corresponde con el carácter felino, si no, ¿quién no se ha visto impresionado alguna vez por la natural flexibilidad y la sensación de poder que se desprenden de los músculos fusiformes de una pantera? No es de extrañar que este animal sea el desprenden de los músculos fusiformes de una que mejor corre, nada y salta de todos los de su especie.

Desgraciadamente, si no se sabe escuchar tampoco se sabe ver y la aceptación de la fealdad es algo muy habitual en nuestros días. Entre otras cosas, acabamos de ver cómo el deporte desarrolla indiscriminadamente los músculos estáticos y los dinámicos. Bien, pues la gimnasia clásica hace exactamente lo mismo. Como no le podemos adjudicar demasiado interés y ni tan siquiera los placeres que encontramos en la práctica deportiva, no nos queda más remedio que obtener un balance extremadamente negativo.

La gimnasia clásica no prepara para el deporte, Agrava los inconvenientes.

No sólo la gimnasia tal y como está siendo practicada actualmente, desde los colegios hasta los gimnasios para adultos, no prepara el cuerpo para otras actividades sino que además amplifica los inconvenientes que encontramos en el simple hecho de mantenernos de pie y desplazarnos. Seguramente, ya hemos comprendido los motivos a través de las explicaciones que han precedido a esta página, sin embargo, es importante precisarlas de nuevo. Las ideas revolucionarias no se convierten en fuente de polémicas hasta el momento en que ponen en duda, a los niveles cotidianos más banales, las costumbres más enraizadas. No perdamos de vista que la historia de las ciencias humanas está plagada de dogmas abatidos y de buenas teorías que han sido desplazadas de un día para otro. Pequemos pues de ser un poco menos respetuosos con lo que se considera oficial y seamos más abiertos a los nuevos descubrimientos. Para todos aquellos para los que el deporte es importante, incluso esencial, ha llegado el momento de ofrecer otros medios de preparación diferente de la sempiterna y débil trilogía de abdominales, dorsales y respiración. Muchos son los educadores físicos que ya han encaminado su andadura lejos de estos senderos abatidos. En todas las profesiones, existen curiosos, perfeccionistas e investigadores y es entre ellos, sin duda, donde mayor aceptación va a encontrar

este libro. Un desarrollo volumétrico importante es a veces indispensable para la práctica de algunas disciplinas. Nuestra función finaliza allá donde comienza la libre elección del practicante y en principio no debemos mezclarnos con problemas técnicos que son competencia del entrenador; sin embargo, no debemos dejar de advertir, una vez más, a los preparadores físicos sobre los peligros de la musculación intensa.

El desarrollo muscular inútil debe ser eliminado.

Aunque es evidente que difícilmente podremos realizar un excelente decatlón con unas piernas tipo cigüeña, también es cierto que un escalador no necesita de la musculación para tener unas buenas pantorrillas. Con ello queremos decir que el desarrollo muscular superfluo debe ser eliminado de los entrenamientos ya que no sólo constituirá un peso suplementario que tendremos que sobrellevar sino que además no significa que la cantidad sea sinónimo de calidad. Aunque se necesita una morfología robusta, la musculatura debe permanecer en consonancia con la estructura propia de cada individuo; así, la regla de ni mucho ni demasiado poco es válida para cualquier tipo de configuración y el espesor natural de la musculatura originado por la práctica del deporte escogido es la mejor manera de satisfacer este principio. Cuando los ejercicios de musculación son, a pesar de todo, necesarios, deben realizarse en estiramiento (trabajo excéntrico) para todos los músculos de la estática, lo cual supone conocerlos perfectamente o bien recibir la asistencia de un profesional en la materia. La verdadera flexibilidad no puede obtenerse más que mediante el trabajo postural global y todas las preparaciones básicas deberían incorporar este aspecto en su repertorio. Los estiramientos globales permiten a cada individuo aproximarse a su propia

perfección morfológica. La rigidez personal es así identificada y corregida y las lesiones primitivas escondidas por los mecanismos de defensa son por fin descubiertas. Esta optimización del instrumento corporal mejora los resultados en una proporción realmente sorprendente.

Las posturas corrigen las imperfecciones y pueden tanto preparar como reparar. Juegan un papel fundamental en la longevidad deportiva.

Durante el calentamiento que precede al esfuerzo, las flexibilizaciones analíticas habituales serán eficaces siempre y cuando se sustituyan por estiramientos practicados de la forma más global posible, bajo la forma de autoposturas. Los músculos, susceptibles desde el principio debido a que están siendo solicitados continuamente o sobrecargados por actividades intensas, son muy rencorosos y la reparación de los inconvenientes de la práctica deportiva obliga de nuevo a utilizar el tipo de trabajo que acabamos de describir. Aplicadas preferentemente al día siguiente de haber realizado los esfuerzos, cuando los músculos se encuentran rígidos y dolorosos, las posturas “alargan” la musculatura tónica que ha perdido longitud debido a los esfuerzos realizados.

REEDUCACIÓN POSTURAL GLOBAL. MODO DE EMPLEO En todos los casos Si existe dolor, deformación, bloqueo o impotencia. En caso de pérdida de forma, de estancam Para la preparación y el mantenimiento Contraindicaciones Límites

Hemos dicho que cada repetición gestual intensa crea sus propios problemas apareciendo rigidez muscular o dolores articulares específicos siendo los deportistas profesionales las primeras víctimas. Todo esto es de sobras conocido y está suficientemente clasificado de manera que podemos, en la mayoría de los casos, actuar como profetas de malos augurios y predecir la llegada de molestias ineludibles, lo cual permite también tomar las precauciones convenientes y proceder, gracias a las posturas adaptadas, a la eliminación sistemática de los inconvenientes propios de cada disciplina. Esta prevención es, sin duda, una de las formas más inteligentes de utilizar la reeducación postural global en el mundo deportivo. Más que cualquier otra cosa, le garantizará la longevidad.

CAPÍTULO XII

PRACTIQUE DEPORTE, PERO… CORRECTAMENTE

Viendo evolucionar a alguien que practica un deporte individual, es relativamente fácil para un especialista darse cuenta de qué gestos se realizan incorrectamente y cuáles son las articulaciones que no presentan su amplitud normal. Gracias a un buen conocimiento de las cadenas musculares y de sus diferentes posibilidades de retracción, esta observación permite elaborar un primer diagnóstico: este atleta carece de flexibilidad a nivel de los músculos del hombro, este otro presenta rigidez en las pantorrillas y los isquiotibiales. Una compensación exagerada, una tensión inútil o una lentitud anormal son también reveladoras de una pérdida de longitud en alguna de las cadenas musculares del cuerpo.

Un buen conocimiento de las reglas de funcionamiento corporal permite interpretar los gestos de los deportistas.

En las actividades muy rápidas o en los deportes de equipo, este primer análisis es evidentemente mucho más difícil y a veces incluso imposible. En estos casos, es durante el tratamiento postural cuando uno tras otro, aparecen los diferentes frenos que limitan los movimientos. Un fisioterapeuta de RPG especialmente formado en el mundo deportivo y que conoce los gestos particulares que debe efectuar su cliente puede también deducir sus debilidades particulares. Nuestros pacientes deportistas se quedan estupefactos cuando, como si fuéramos adivinos, les explicamos que carecen de

eficacia, amplitud o velocidad en la realización de un movimiento preciso. Otro motivo de sorpresa aparece cuando gracias a nuestra paciente puesta en tensión global, se dan cuenta, y sobre todo sienten, que su problema obedece a una causa muy lejana y muy diferente a la que ellos suponían. Así como el análisis de los movimientos, el examen de la morfología y el interrogatorio nos sitúan en la dirección correcta, es durante el tratamiento cuando se desvelan realmente las relaciones causa efecto que se establecen en el embrollo de los comportamientos musculares y articulares.

Es necesario obtener la relajación en el esfuerzo.

Si realizáramos una pequeña encuesta entre los entrenadores seguro que la mayoría de ellos estimarían, aparentemente con toda la razón del mundo, que no necesitan en absoluto los consejos de un fisioterapeuta especialista en RPG para mejorar a un deportista desde el punto de vista de la pura técnica. Sin embargo, el concepto de globalidad que introducimos en el análisis de todo movimiento puede conducir a interesantes reflexiones. Para otros, no obstante, podría representar una práctica confirmación de sus sospechas. Fluidez en el gesto y relajación en el esfuerzo son las claves de un buen resultado. Todo atleta que consigue superar el límite de sus resultados dice que ese día la máquina corporal daba la sensación de encontrarse perfectamente engrasada. La sensación de facilidad relativa parece sorprendente ante los progresos conseguidos. El atleta ha conseguido el mejor de los matrimonios entre el esfuerzo máximo y la decontracción. Una vez más, nuestros principios ayudan a la conjunción de estos ingredientes tan esenciales como contradictorios. El movimiento global finalizado* es, en efecto, la mejor manera de concebir la coordinación de los gestos en el cumplimiento de todo esfuerzo sea de la naturaleza que sea.

El movimiento que más se aproxima a la perfección es el del látigo.

Desde este punto de vista, el cuerpo del deportista puede asimilarse a un látigo con todas sus características: el mango, la correa que se va haciendo más delgada y la mosca cuya finalidad es golpear el blanco. La flexibilidad, evidentemente, es más importante a nivel de la mosca pero si va disminuyendo progresivamente hacia la base, no aparecerán señales de rigidez a ningún nivel. Todos sabemos que la preparación de un movimiento condiciona, en contrapartida, su eficacia; es, por esta razón, que el domador que lanza su inmenso látigo procura estirarlo completamente cuando prepara el movimiento en su espalda. La mosca va lo más lejos posible hacia atrás y las fibras se tensan en toda su longitud sin que se origine la más mínima zona de relajación. No existe ninguna ruptura en la armonía de la curvatura del látigo. Si queremos obtener del cuerpo la misma amplitud en la preparación, todas las articulaciones y los músculos que participan en el movimiento deben presentar su máxima flexibilidad. Cualquier rigidez rompe la armonía de esta tensión preparatoria y obliga a las compensaciones. A partir del alejamiento de la mosca es cuando debe percibirse la tensión a todos los niveles. En el gesto de golpear con el látigo no debe existir ruptura ni en el ritmo ni en la amplitud bajo pena de reducir la eficacia o la precisión en el momento del impacto. Para alcanzar esta perfección “muscularmente” es necesario identificar el fin que queremos conseguir (blanco), los puntos de apoyo y las tomas de fuerza. Estas últimas, en el símbolo que hemos escogido, se situarían a nivel del mango. A fin de evitar toda contracción en el esfuerzo, debe desarrollarse cronológicamente a partir de él todo el retorno hacia adelante. Sin embargo, contrariamente a lo que puedan pensar aquellos que practican deportes que necesitan mantener los pies en el suelo, este esfuerzo no se reduce al realizado en la extensión de las piernas. En numerosas disciplinas, el latigazo que permite la potencia (es decir, la flexibilidad) de los músculos lumbares es

esencial. Esta región es normalmente la responsable de la buena o mala armonía del ritmo entre preparación y retorno.

Velocidad, ritmo y potencia no pueden separarse de la flexibilidad.

Así como la pretensión debe ser sinónimo de alejamiento máximo, el movimiento de retorno debe ir también lo más lejos posible, de manera que la búsqueda de una meta virtual situada más allá del blanco es muy importante (continuación del gesto). Aunque algunos deportes específicos sean más difíciles que otros a la hora de traducirlos en términos de “latigazos”, siempre es conveniente puesto que ello permite analizar por qué determinados movimientos no poseen la eficacia que debieran. Una vez más, la rigidez rompe la armonía. Potencia, velocidad y ritmo de precisión no pueden separarse de la flexibilidad. ¿Qué podemos pensar de los numerosos métodos de tratamiento propuestos al deportista con los cuales es difícil identificarse? No nos neguemos a la evidencia, el mundo médico y sus satélites representan un enorme mercado económico. Como parte que somos de la sociedad de consumo, consumimos medicina con una locura frenética. La cobertura social, como la lengua de Esopo famosa por ser la mejor y la peor de las cosas, hace que el fenómeno aumente. Sus límites son evidentes en los países que tienen la suerte de poseer un sistema médico semejante. Agotada por una demanda que crece sin cesar y por el enorme coste de la medicina moderna (rayos, análisis, medicamentos) el sistema mutualista agoniza y reclama tremendos esfuerzos a la comunidad. Curioso sistema, por otra parte, que quiere que los profesionales liberales, es

decir, sometidos a las leyes del mercado, estén financiados por cotizaciones sociales que… eliminan cualquier signo de competencia. Sin embargo, si no hay otra cosa que ofrecer no existe nada mejor en nuestros días.

El buen tratamiento es aquel que es a la vez rápido, eficaz y económico y cuyos resultados son perdurables en el tiempo.

El tema tabú por excelencia, el de las pruebas y cuidados inútiles, empieza a estar en tela de juicio puesto que implica a la vez a pacientes y fisioterapeutas y ha justificado hasta ahora el pudoroso velo que cubría semejantes excesos. No hay peor unión que la de la mala conciencia. ¿Cuándo tendremos el valor de plantearnos la única y auténtica cuestión: «Si se tratara de mi propio dinero ¿no buscaría sistemáticamente el tratamiento más eficaz y el menos costoso?» El hecho de que la RPG haya conocido en estos últimos años un mayor desarrollo en los países con problemas económicos, lejos de entristecernos, prueba, al contrario, que nos encontramos en el buen camino. Con orgullo, nuestro método se incluye en la tradición de las medicinas naturales, poco costosas por definición. De la responsabilidad colectiva que ha provocado el fracaso de las arcas de la seguridad social, hay que excluir de manera general a los deportistas. Excepto su tendencia a la suprautilización de la cirugía (para ir más de prisa) han contribuido enormemente, por su deseo de conseguir una mayor eficacia, al desarrollo de vías terapéuticas originales. Sólo les resta convencerse, definitivamente, de las virtudes de los tratamientos en profundidad. Sea cual sea la disciplina que consideremos, nadie puede ser considerado un profesional serio si no reconoce cuáles son sus límites. La RPG que se practica de forma lenta, delicada y progresiva, no posee contraindicaciones como método de reeducación; sin embargo, la rehabilitación

funcional no puede conseguirlo todo y es evidente que ciertas patologías sobrepasan el campo de nuestra competencia. Diariamente aprovechamos con alegría la eficacia de nuestros primos holísticos, los homeópatas y acupuntores, y cuando las defensas del organismo han sido sobrepasadas, la alopatía es la única solución. Sin embargo, vale la pena señalar de nuevo, a fin de condenarlo, el uso a menudo excesivo de la cirugía en el ambiente deportivo. Hemos de reconocer que esta disciplina ha realizado considerables progresos durante los últimos años y que su uso es, en muchos casos, indiscutible; sin embargo, su presencia invasora a la salida de los vestuarios sigue siendo injustificada. Diariamente se corta, extrae o se liga a voluntad.

La elección de un tratamiento paramédico, médico o quirúrgico debería realizarse siempre en función de la gravedad del caso.

Para justificarlo, los métodos de análisis cada vez más sofisticados se han multiplicado. La tomografía* es el ejemplo más flagrante. El despliegue de semejante arsenal tiende a hacernos olvidar lo imperfectos que somos tanto en el interior como en el exterior y mientras más precisos son los medios de diagnóstico profundo más aumenta el riesgo de descubrir mil anomalías sin relación con la dolencia que sufrimos. ¿Cuántas hernias discales han sido diagnosticadas apresuradamente? ¿Es necesario recordar que Hipócrates, recomendaba la presencia de tres signos para poder estar seguros de un hecho? Así como un análisis profundo puede ser evidentemente muy interesante cuando ha sido recomendado en el momento oportuno, nada es capaz de sustituir el examen minucioso del paciente en todo su conjunto. «He estado enfermo y me han tenido que operar» es una frase que no deberíamos tener que oír y debería ser sustituida por: «He sufrido una intervención quirúrgica porque era necesaria». ¿Podemos creernos realmente que extraer un menisco o esclerosar un disco intervertebral son actos banales sin repercusiones

en el futuro? Además de que la propia operación puede proporcionar unos resultados muy diferentes de los esperados, hemos dedicado un capítulo a detallar el precio que hay que pagar por toda alteración del sistema músculoesquelético. Modificar definitivamente el equilibrio de una rodilla o la amortiguación de la columna vertebral sólo puede albergar graves consecuencias sobre el equilibrio de manera que aparecerán, tarde o temprano, lesiones y dolores a nivel de las articulaciones incapaces de adaptarse a la nueva situación de la cual, lo peor, es que es irreversible. Soñemos con una medicina en la cual cada uno de los especialistas actuara únicamente cuando fuera necesario y de manera totalmente proporcional a la gravedad del caso. En las afecciones musculares, articulares o ligamentosas, deberíamos ofrecer más a menudo una oportunidad a la reeducación funcional antes de plantearnos el empleo de tratamientos más pesados. Aunque no siempre sea así, ¿el error no pertenece a nuestra propia profesión que no ha sabido mostrar a tiempo los principios científicos de su forma de actuar ni demostrar la eficacia de sus resultados? En cualquier caso, la revolución está en marcha y lleva buen camino. Estas pocas páginas han aportado su pequeño grano de arena.

… Y todos juntos tendremos un montón de pequeños campeones.

Aprovecho la ocasión, querido lector, para enviarle el más estirado de mis saludos.

LÉXICO

• Página 16 Tono - Estado de contracción permanente de determinadas fibras del músculo den • Página 18 Espinales - Músculos de la columna vertebral. Isquiotibiales - Músculos de la par • Página 19 Cuadríceps - Músculo anterior del muslo. • Página 20 Sistema musculoso-fibroso - Músculos de la estática reforzados por tejido fibroso • Página 21 Resistencia fibroelástica - Resistencia al estiramiento del tejido fibroso contenido • Página 23 Discos intervertebrales - Cojinetes de amortiguación situados entre las vértebras. • Página 28 Trapecio superior – Voluminoso músculo de la parte superior del hombro. • Página 31 Aparato músculo-esquelético - Músculos y huesos encarados en su conjunto. • Página 32 Abductores - Los músculos abductores separan las extremidades del cuerpo. Add • Página 32 Menisco - Cartílago situado en el interior de la rodilla. • Página 44 Psico-somático - Asociación de lo mental (psico) y del cuerpo (soma). • Página 47 Holístico - Teoría del universo en la cual la naturaleza viviente está considerada c • Página 51 Macro-comportamientos - Ejemplo: Espalda demasiado redondeada, riñones dem • Página 54 Visco-elástica - Material a la vez elástico y viscoso. • Página 54 Fluage- Capacidad que posee todo cuerpo elástico de adquirir y conservar una lo • Página 55 Punto de rigidez - Frontera a partir de la cual el músculo no acepta más estiramie • Página 59 Tríceps - El tríceps sural es el músculo más voluminoso de la pantorrilla. • Página 61 Escalenos - Músculos profundos del cuello procedentes de las vértebras cervicale • Página 67 Pectoral mayor - Situado en la parte delantera y superior del tórax, permite acerc • Página 71 Esquema corporal – Sensación que tenemos de nuestro propio equilibrio corpora • Página 124 Movimiento global finalizado - Conjunto de los gestos necesarios para alcanzar u • Página 128 Tomografía - Examen o prueba radiológico que permite una visión precisa de los