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Spanish Pages 317 [315] Year 1946
GREGOR
AGABEKO W
STALIN EN
EL
ORIENTE
MEDIO
TRADUCCION DIRECTA DEL RUSO
POR M.
E.
PRESENTACION POR MAURICIO
CARLAVILLA
MAURICIO KARL
MADRID 1946
ES PROPIEDAD NOS ›
P
GRAFICAS VALERA.-Libertad, 20.-Madrid
A 4380
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Civiliz
PRESENTACION
Bajo el título STALIN EN ORIENTE MEDIO publica N. O. S. las Memorias de Gregor Agabekow, un jefe de la G. P. U. , que fué durante años dirigente de la Sección Oriental de la División Extranjera de la G. P. U.
Se trata esencialmente de un chekista profesional que ha escalado rápidamente los peldaños del escalafón . No es un escritor, desde luego . Con una ligera noción del arte literario hubiera tejido un relato que envidiaría el mejor novelista. Sus hechos y el magnífico escenario de que dispone le brindaban elementos para rivalizar con Kipling. Las fronteras de la India, el Afganistán , Bujara , Constantinopla, el Irán..., toda la geografía de Las mil y una noches ha sido el ambiente de sus hazañas. Allí fué «ojo de Stalin» y allí plantó los jalones que ahora siguen las cremalleras de sus carros «Sherman». Pero nada de esto conmueve la sensibilidad poética del concienzudo chekista . El va à lo suyo y nada más. Relata con la mayor naturalidad su vida extraordinaria, sin alteración en el pulso, como si su profesión fuera la de un honrado burócrata. Escribe, naturalmente, cuando ha roto con
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la G. P. U. , fugándose ; escribe` para lectores occidentales, cuyas reacciones sentimentales conoce ; por ello se ve precisado a fingir cierta sensibilidad ante los crímenes . Pero no le sale del alma. Sus parcos anatemas resultan mustios, forzados, como concesión obligada a la mentalidad «pequeño burguesa». Por este y otros pequeños detalles podemos adivinar su psicología ; pero sólo adivinarla. Y también es lástima que nos prive Agabekow de su propio panorama psicológico. Sin duda su dintorno guarda un espectáculo mucho más maravilloso que los países legendarios de su aventura. ¡ Ahí es nada ese asombro psicopatológico del alma de un chekista ! ... Nosotros hemos intentado muchas veces imaginarlo, pero las dificultades resultan insuperables para cualquier mente normal. Sólo creemos haber logrado aproximarnos un poco, y, aunque parezca extraño , a través de la teoría darwiniana. Todos la conocen : el «evolucionismo» dicta la transformación del animal en hombre, siendo el simio el penúltimo peldaño de la escala. Las mismas razones hay en el evolucionismo para que la piedra se convierta en hombre, pasando por vegetal y animal, como para que el hombre descienda hasta convertirse en piedra. Elevando a su lógica consecuencia esta teoría materialista , igual puede ser el hombre un mono perfecciondo que el mono un hombre degenerado. En una palabra, que, según las razones darwinianas, igual podemos estar ascendiendo hacia el superhombre que descendiendo hacia el crustáceo. Tampoco es ignorado que el marxismo se define a sí mismo como darwinismo, pues se basa en él científicamente. Es evidencia que ni darwinismo ni marxismo, uno ni otro, se tienen un instante de pie frente a la simple realidad ; pero hasta en los errores hay cierta verdad, aunque sea de orden distinto. En el darwinismo y en el marxismo existe la verdad de la evolución. No de una evolución impuesta por leyes naturales, sino la evolución antinatural que violenta y artificial8
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mente provoca el marxismo en el hombre. Esta es la única realidad de ambas teorias. Nada importa que la realidad natural de la vida las contradiga . Esto no tiene ninguna imFortancia para un perfecto marxista. Un día arguyeron a Lenín diciéndole que la realidad contradecía su tesis... « ¡ Lo siento por la realidad ! » , exclamó, y siguió adelante. Ya que la Naturaleza se niega en absoluto a obedecer a Darwin y a Marx, convirtiendo animales en hombres, los marxistas están decididos a lograr , como sea , su realización , aunque sea a la inversa : Y si el animal no se hace hombre, que el hombre se haga animal. He ahí la definición más exacta de la experiencia marxista : la bestialización del ser humano.
Y hallar un chekista ; hallar al antropopitecus del evolu cionismo marxista , y no intentar asomarse a su alma, resulta un delito de lesa ciencia. No nos importa tanto averiguar si sus vértebras aumenta en número por la extremidad inferior de su espina dorsal, como apreciar el estado de su alma, su proceso de desintegración, gasificación, licuación u osificación... Es decir, darnos cuenta de cómo se animaliza un ser humano . Por desgracia, su avance en la trayectoria regresiva hacia la bestialidad no puede medirse linealmente . Estimamos que sólo el dolor del semejante puede ser adecuado catalizador denunciante de los sedimentos de humanidad en estos seres. Y, en verdad, el chekista Agabekow tiene muy pobres reacciones, y eso que ya escribe sumergido en un medio capaz de provocar mimetismos en el cuadrumano y en la cotorra ...
Nos consta que Moscú ha refinado mucho su técnica de bestialización. La evolución hacia la animalidad parece que se consigue ya en serie. Las escuelas de la G. P. U. fabrican en «cadena» aquellos prototipos que un día se llamaron Dzersjinsky, Uritzky, Jagoda, Peters, etc. , y la exportación en masa les es posible. No perdemos la esperanza de poseer 9
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algún día cualquier modelo . Ya andan por ahí . Si sentimos no profesar la policía es precisamente porque un ciudadano cualquiera no puede tan fácilmente como ella conseguir un ejemplar para su estudio . Parece que no hace mucho mandó Moscú a España ciertos ejemplares bastante perfectos. No los pudimos contemplar ; pero sí nos han dado detalles muy interesantes sobre ellos. Uno
al parecer, pieza bastante perfecta-era ese Cris-
tino García, el eco de cuyo nombre rebota hoy en todas las esquinas planetarias . Naturalmente que la muchedumbre ignara no grita por mística científica . Por amor a a ciencia sí que se debía gritar. No, no han debido ser fusilados. En interés de la ciencia se ha debido conservar su vida, ya que hubo la suerte de cogerlo vivo . Con las debidas precauciones, se hubieran hecho cargo de él los zoólogos para estudiarlo y clasificarlo . Era de supremo interés fijar exactamente qué peldaño pisaba en este instante de su retorno a la bestialidad. Cuando leímos la nota oficial sobre Cristino García estábamos dialogando con Gregor Agabekow a través de los caracteres rusos de su libro . Ver surgir de repente en las páginas del periódico un ejemplar de la misma especie y variedad que nuestro protagonista suscitó en nosotros la má· xima curiosidad. Pero la noticia era tan escueta que no nos sirvió en absoluto de base científica para un juicio comparativo. Por ello nos afanamos en adquirir detalles , y, cier tamente, la suerte no nos fué totalmente adversa . Hubiéramos querido verle a él y a sus congéneres de manada, mas no tuvimos tanta suerte . Pero , eso sí, nuestro informante pudo darnos detalles de primera mano. No fijaremos nuestra atención más que en un solo hecho . En el más típico. Aparece sin destaque alguno en la nota periodística el asesinato de Gabriel León Trilla, como un hecho más en la
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serie delictiva del chekista. Pero en el asesinato de este hombre hay, según nos refieren , detalles del mayor interés científico. A ello contribuye la personalidad de la víctima, sobre la cual se impone dar algún antecedente. Gabriel León Trilla era un intelectual , doctor en Filosofía y Letras y profesor de Instituto ; aunque esta profesión no la ejercía, por ser incompatible con su actividad conspiradora actual . El también fué laureado en la Escuela Insurreccional de Moscú, en la cual cursó con gran aprovechamiento su carrera de terrorista y agitador comunista. Con tanto, que llegó a ser jefe del Partido Comunista español . Acaso no recuerde casi nadie su nombre ; pero el hecho es absolutamente auténtico . Su mando comprendió los últimos años de la Dictadura y los primeros de la República. Su cuñado, José Bullejos , figuraba como Secretario General del Comité Central del Partido. Este era o es -pues su paradero se desconoce- un inculto, pero tenía la ventaja, y de ahí su cargo, de proceder del proletariado y de tener acreditada hoja de servicios terroristas y pistoleros, acreditada en Bilbao principalmente. Esto le daba prestigio en las «células» , siempre muy poco propicias a obedecer a los jefes intelectuales, por los cuales sienten una instintiva repulsión. El nombramiento de José Bullejos fué una concesión a la repugnancia proletaria, y se reservó para Trilla el cargo de delegado permanente del Partido en el Komintern; es decir, el de auténtico jefe. Este hombre, Trilla, podría decirse que fué el verdadero progenitor de la República. El era hábil y sagaz ; algunos de sus hombres, obedeciendo sus instrucciones, lanzaron al capitán Galán a su aventura suicida . Todos sabemos que sin su estúpido suicidio revolucionario, que galvanizó las masas, no hubiera habido República. He aquí por qué secreto encadenamiento de los sucesos , Trilla, autor verdadero del gesto de Galán, fué realmente el progenitor de la funesta república . De aqueII
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lla república de la cual soñó ser su Lenin, este Gabriel León Trilla, hoy oscuramente asesinado en un solar madrileño. Por aquellos años, los especialistas señalaban a Trilla como uno de los más perfectos prototipos fabricados en Moscú. Pero, sin duda, los progresos de la técnica soviética son maravillosos y rápidos . Allá por el año 32, Trilla, su cuñado Bullejos y la hermana de aquél y mujer de éste, fueron llamados a Moscú, retenidos allí largos meses , destituídos y expulsados del Partido. A duras penas, y en evitación de escándalo consiguiente, les permitieron salir de la U. R. S. S. ¿Había traicionado este trío, a quien se conocía en el argot comunista por la «sagrada familia» ? ... No , de ninguna manera. Moscú, simplemente, cambiaba sus hombres, porque se habían quedado anticuados. Por entonces fué lanzada una nueva serie ; sin duda, con mayores perfec: cionamientos. De ella mandaron a España unos modelos : Díaz, Uribe, Hernández, etc. , los que llegarían a ser Ministros, nada menos, de la república . Estos tipos, desde luego , eran más modernos ; debían haber descendido unos peldaños más hacia la bestialidad primitiva darwinista, y Moscú sustituía con ellos a sus antiguos hombres, con la misma facilidad que cualquier burgués cambia su automóvil por otro del último modelo. Evidentemente, aquellos Díaz, Uribe, Hernández, etc., tampoco eran nada definitivo ; Hernández ha sido expulsado recientemente, según noticias procedentes de América; también ha debido quedar anticuado y pronto será solo «chatarra» , como este León Trilla, a quien reemplazó. Ahora el último modelo son tipos como Cristino García, también laureado en Moscú, como su víctima. Ha sido necesario que se le ordenara «liquidar» a otro de su misma especie, otro hombre en regresión hacia la bestia, para que se desplegase en su ejecución unas características tan especiales que nos permitan inducir que Cristino García y sus congéneres de promoción puedan ser el
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PRESENTACION > Con voz monótona y visibles esfuerzos lee el Comisariado político (Politruk) el artículo de fondo de El Obrero de Ural, periódico de Ekaterinburgo , a los soldados de Ejército rojo, que se encuentran sentados y acostados alrededor de él , sobre las literas de su cuartel, en la clase de educación política del batallón núm. 210 del Ejército rojo. Hacía un frío horrible. Los cuarteles, a pesar de aquella
temperatura polar, carecían de combustible para remediar tan tremendo frío . Los soldados , tiritando por el glacial ambiente, estaban atentos a la lectura . 21
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A GABEKOW
Contaba yo entonces veinticuatro años de edad , y por mi cargo de Comisario militar del batallón , andaba siempre de un lado a otro de los cuarteles, vigilando los estudios . Tenía frío, como todos los otros , y caminaba siempre muy ligero ; casi corría para poder entrar en reacción . Me regocijaba pensando que los estudios llegarían pronto a su fin y podría marcharme a la Mayoría del batallón , calentarme ante la pequeña estufita de hierro y poder tomar unos cuantos sorbos de agua hirviendo , nuestro sustituto del té. Mis agradables pensamientos fueron interrumpidos por la aparición de un escribiente de la Mayoría , que acudió vestido con la camisa del pueblo y con un libro de firmas. -Camarada Comisario , aquí tiene usted un paquete ur-
gente de G. U. B. K. O. M. ( Centro Provincial del Partido). Haga el favor de firmar. Firmé, rompí el sobre y leí : «Al miembro del Partido Comunista ruso camarada A. >>Usted debe presentarse sin demora al Centro Provincial del Partido , al jefe de Distribución , camarada K. » ¿Con qué fin me llamará el Centro ? Probablemente me obligarían a hacer algunas relaciones oficiales o , peor aún , a organizar para los sábados los llamados «trabajos voluntarios de entusiasmo revolucionario». Con tal idea en mi mente me metí la carta en el bolsillo . El Centro no estaba lejos de los cuarteles, y decidí ir antes de terminar las lecciones en el batallón para saber de qué se trataba. En diez minutos llegué, presentándome al jefe de Distribución, enseñándole la carta, no sin haber formado previamente en larga cola. « ¡ Ah, camarada Agabekow ! Por disposición del Centro Provincial del Partido , usted ha sido agregado a la G. P. U. Provincial, donde se precisa de colaboradores comunistas . Su documentación personal ha sido ya enviada allí, y le acon-
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sejo que mañana por la mañana se presente a la G. P. U. » , dijo el jefe, volviéndose a otro visitante y dándome a entender no eran necesarias más explicaciones. Con paso lento salí de esta oficina y marché al batallón . Las lecciones tocaban a su fin, pero ya no tenían ningún interés para mí. Tampoco me interesaba ya la tan anhelada agua hirviendo y la estufita ... Todos mis pensamientos estaban concentrados en la mañana siguiente, obsesionado ante la idea de convertirme en un chekista, un funcionario del terrible instituto de la dictadura del proletariado, sin piedad con los enemigos de la revolución.
Esta G. P. U. , de quien toda la población rusa canta : «¡Oh, manzanita ,
dónde vas! ...
Entrarás en la G. P. U. , no volverás...»
«De forma que desde mañana soy chekista - pienso—. ¿ Qué tendré que hacer allí? En realidad , solamente soy un militar de carrera, a pesar de mis dos docenas de años, y no sé de nada , salvo de mi profesión. Puede ser me vea precisado a fusilar a los condenados. Se dice que allí se fusilan por lo menos varias decenas diarias . No ; este cargo no me conviene ; pero ... ¿ por qué es preciso encargar de tal cometido a un Comisario militar del batallón? ¡ En fin ..., veremos mañana ! »
A las nueve de la mañana siguiente me dirigí al edificio de la G. P. U. , en la calle de Puskin. Era un gran inmueble de dos plantas . A la entrada se encontraba un centinela, un soldado rojo con fusil, revólver y sable. Me dirigí con paso lento a la entrada. -Tu pase, camarada-gritó él .
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-No lo tengo todavía, he sido destinado hoy al servicio de la G. P. U. -respondí con voz insegura. -En la tercera puerta , a la izquierda , se encuentra la jefatura del edificio ; pregunte allí por el pase-me explicó el centinela . Me acerqué a la jefatura . Había una puerta para subir y al lado un gran portón. Por todas partes, centinelas. En la planta baja se oían voces imprecisas . Miré hacia abajo y vi varias ventanas cubiertas de nieve hasta los barrotes.
«Es, probablemente
pensé
el sótano de la G. P. U. » Y
volviéndome de espalda subí rápido a la jefatura. Era una larga habitación , dividida en dos por un tabique con varias ventanillas. Presenté por una de ellas mi nombramiento y el carnet del partido. En dos minutos me fueron devueltos mis papeles, y el empleado me dijo, entregándome el pase : -Planta segunda , habitación número 8 ; pregunte por el camarada Koriakow. Volví a la entrada principal del edificio. El centinela , después de examinar mi pase , me dejó pasar y subí a la planta segunda. Ante la entrada se encontraba también otro centinela, pero solamente con revólver. Después del nuevo control me dejaron entrar en el pasillo estrecho y mal alumbrado por una pequeña bombilla . A izquierda y derecha, varias puertas numeradas. Localicé el número 8 y leí sobre el dintel : «Delegado para la lucha contra los contrarrevolucionarios. »
-Es aquí... -Adelante-pronunció una voz ronca... Me encontré en una pequeña habitación de unos cinco metros cuadrados . Ante la ventana , una mesa de escribir ; en un rincón , un armario-fichero de hierro ; junto a éste, otro de madera con papeles y unos sillones de cuero. En la pared, dos retratos de Lenín y Dezerschinsky ( el jefe
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STALIN EN EL ORIENTE MEDIO supremo y el hombre más temible de la G. P. U.) . Sentado ante la mesa estaba un muchacho de unos veintiséis años , tocado de un negro kalpac, bajo el que asomaban hermosos cabellos rubios . Vestía una pelliza de piel de reno . Llevaba un gran revólver Kolt. Estaba escribiendo algo . -¿Qué pasa?-me preguntó, levantando la vista rápidamente . Empecé a darle explicaciones referentes a mi incorporación a la G. P. U. Examinando maquinalmente su pésima escritura, pude comprobar que le costaba mucho trabajo hacer tales garabatos. De repente se levantó veloz y corrió hacia la ventana, me hizo señas de que me acercase. -Ven aquí ; ¿ ves a ese burgués con abrigo negro?….. Miré en la dirección indicada y vi un hombre vestido de negro en la acera de enfrente . -Bueno. Corre tras él y espíale cuanto haga hasta las doce de la noche. Mañana, a la misma hora, volverás y me darás por escrito los resultados de tus investigaciones... Comprendí que si seguía pidiendo explicaciones nuestro
hombre se esfumaría y después sería más difícil localizarle . Cogí mi pase y salí a toda prisa del gabinete , dirigiéndome a la salida. -Espera, camarada. cortándome la salida.
¡ Tu pase ! -exclamó el centinela ,
Lo examinó sin prisa y lo pinchó en la punta de su bayoneta.
-Salga... Y como un relámpago corrí tras el « burgués» . Adelantándome a él en la esquina de la calle , le miré de frente. Era un hombre de mediana edad, con una típica cara rusa. Ojos grises , bigote y barba rubios . Llevaba un sombrero de piel negro y un abrigo también de piel, como los que usan generalmente los popes rusos . Caminaba con pa-
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sos reposados , sin preocuparse de mí. Repentinamente vinieron a mi memoria escenas de novelas policíacas , en las cuales, como regla general , los detectives , cuando espían a sus víctimas , se hacen casi siempre los invisibles . Quedándome rezagado, vi cómo luego cruzaba a la otra acera . De tal manera caminamos durante unos diez minutos . El personaje del abrigo negro , cuando vió el edificio de la Jefatura Comunal, entró en él. Segundos después entraba yo también . En el pasillo vi cómo el individuo objeto de mi vigilancia hablaba con unos hombres que le llamaban «Camarada jefe» , por lo que supuse que este hombre era autoridad principal de la Jefatura Comunal , por lo cual durante todo el día estaría en dicho centro. No me quedaba nada que esperar. Anduve merodeando por los alrededores de aquellas oficinas hasta las cuatro de la tarde . A esa hora nuestro hombre dejó su trabajo y marchó hacia su casa . Siempre siguiéndole, conseguí conocer su domicilio ,
así
como entrevistarme con el jefe de casa , el cual me informó en todo lo referente al sujeto de mis investigaciones : apelli dos , estado civil y otros detalles . Seguramente se trataba de un buen padre de familia que pasaba todos sus ratos libres rodeado de sus familiares , mientras yo le esperaba como un maldito hasta las doce de la noche , quedándome helado y maldiciendo mi nueva profesión . Volví a casa en estado lamentable .
Al día siguiente me presenté de nuevo en la habitación número 8, en la cual encontré al mismo personaje del día anterior y a una persona más. Era ésta de estatura mediana, con la cara redonda , y buen color y con bigote caído . Estaba sentado al otro lado de la mesa escritorio ;
vestía
americana y camisa rusa. -¡Ah ! Buenos días , camarada . ¿ Qué tal el conocido de ayer?
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En vez de responderle , le tendí mi relato escrito sobre todas mis «investigaciones>> . Tomando la hoja , la dejó sobre la mesa ; sin leerla y dirigiéndose al nuevo personaje , explicó : —Aquí, camarada Koriakow. La Jefatura Provincial del Partido ha enviado un nuevo colaborador. Se trata de un muchacho listo...
Saludé a Koriakow. Este era el omnipotente delegado para la «lucha contra los contrarrevolucionarios» . Después de revisar mi documentación , Koriakow tomó del cajón de la mesa unas hojas. —Camarada Agabekow, aquí tiene usted los cuestionarios para llenarlos ; ponga todos sus datos y firme el compromiso . Será usted mi ayudante oficial y trabajará también en la Jefatura Secreta . Siéntese aquí y escriba-dijo Koriakow, y me tendió las hojas. Tomé el documento de mi compromiso y empecé a leer : «Yo ..., el que suscribe , colaborador de la G. P. U. Provincial de Ekaterinburgo, me obligo a cumplir todas las órdenes de la G. P. U. Central y de los órganos derivados de la misma . Me obligo a comunicar a mis jefes inmediatos superiores todo cuanto vea y oiga que pueda perjudicar los intereses del Gobierno soviético . Sobre todo cuanto llegue a mí conocimiento por mi trabajo en la G. P. U. , me comprometo a guardarlo en el mayor secreto , y, en caso contrario, debo ser castigado con la pena mayor : el fusilamiento . >> Escribí mi autografía , llené los cuestionarios , firmé el
compromiso. Koriakow tomó todos los papeles ;
cuidadosa-
mente los metió en una carpeta y escribió en el dorso con escritura correcta : «Datos personales del colaborador de G. P. U. Agabekow», y con el mismo cuidado abrió el fichero de hierro y colocó allí dicha carpeta con otras varias de la misma categoría .
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De tal forma ingresé en la G. P. U. Desde este momento soy un chekista. Debo ver y oír cuanto pueda para poder relatarlo. Hoy soy un comunista , mañana seguiré siendo un chekista... Porque el mismo Lenín ha dicho : -¡Cada comunista debe ser al mismo tempo chekista !
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CAPITULO II
LA PRUEBA DE FIDELIDAD
Ya ha pasado un mes desde que fuí designado para la G. P. U. Gracias a mis dotes intelectuales, poco a poco me han ido confiando asuntos de gran envergadura . Una noche fuí urgentemente llamado por nuestro jefe Koriakow. -Escúchame, camarada Agabekow. Hay un asunto peligroso y de gran responsabilidad que deseo confiarte... La noche pasada, nuestros agentes han detenido a una persona muy sospechosa , la cual , según las informaciones secretas , había realizado un viaje para asistir a un congreso clandestino en Ekaterinburgo. Durante el registro hemos hallado un trozo de papel con una dirección de aquí, Ekaterinburgo , y con una contraseña : «Siberia está cerca de Ural. » Durante el interrogatorio el detenido se negó a contestar a todas las preguntas ; seguramente, para ganar tiempo y dar a los suyos la posibilidad de borrar todo rastro . Por esta causa hemos resuelto enviar a uno de nuestros agentes a la dirección descubierta, y usando dicha contraseña podrá averiguar todo cuanto haya... ¿ No tendría usted inconveniente de hacerse cargo de este asunto?-me preguntó .
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-Claro que no-respondí- ; pero desearía conocer más detalles referentes a la persona detenida para no dar un paso en falso. -Otros detalles no tenemos .
¡ Ah , sí ! ... Hemos encon-
trado un billete de ferrocarril , por el cual se ve que viene de la ciudad de Tomsk. Esto es todo... A propósito : ¿ no tiene usted revólver? -Sí ; mi Nagan lo tengo siempre conmigo- respondí. —Muy bien, camarada . Aquí tiene usted la dirección y la contraseña. Vaya en seguida y mañana me dará noticias . Salí de la G. P. U. y marché a la dirección indicada. La calle en cuestión estaba casi a las afueras de la ciudad , cerca de un arroyo. Después de buscar durante bastante tiempo , hallé el número de la casa y me paré ante una pequeña puerta . Antes de llamar inspeccioné mi revólver.
Una mujer vieja me abrió la puerta. -¿Vive aquí el ciudadano P? -Sí. Entre, por favor-respondió amablemente la mujer . Subí la escalera tras ella, que me hizo entrar en una habitación , recomendándome una breve espera. Una vez quedé solo en la habitación , empecé a examinarla detenidamente . Tenía una sola ventana que daba al patio. Muebles modestos . Una mesa con un gran espejo colgado detrás. En las paredes , cuadros, y entre ellos un gran retrato de Carlos Marx. Me intrigó el porqué en la casa de un antitrevolucionario habría un retrato de Marx. «Probablemente para enmascararse mejor» , me respondí a mi propia pregunta. Entre tanto apareció un hombre de estatura alta y fuerte. Bien afeitado . Vestido con una elegante levita . Al entrar me miró interrogativamente. Sin perder tiempo ni mediar palabra alguna , le alargué 30
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la contraseña escrita en un trocito de papel. Mi mano, metida en el bolsillo, se aferró involuntariamente al Nagan . ¡ Ah ..., por fin ha venido usted ! Le esperábamos más temprano. ¿Por qué esta demora?-preguntó sosteniendo con la mano el papelito con la contraseña. -Tuve dificultades con la documentación ;
además , los
trenes aun no funcionan con regularidad-respondí yo . -Bien ; vámonos a dar un paseíto , es mejor hablar al aire libre- me propuso . Tomando su abrigo y abrochándose los botones , se volvió de espalda y vi que buscaba algo en sus bolsillos . Por el espejo vi que cogía su Browning de uno de los bolsillos de su pantalón y se la guardaba en el abrigo .
Un escalofrío involuntario pasó por mi cuerpo . Puede ser que sospeche que no soy la persona esperada. Me matará aquí, en las afueras de la ciudad , y nadie sabrá nada de mi paradero ... Salimos juntos. Mi acompañante me propuso el ir hasta un pequeño bosque que se veía a corta distancia . -No
contesté- ; creo mejor pasear por las calles más
céntricas. Será menos sospechoso... (Al mismo tiempo pensé : «En lugares más concurridos no tendrá valor para matarme» . ) El accedió a mi propósito. Marchamos hacia el centro . Mientras paseábamos, me hizo varias preguntas referentes «a asuntos de nuestra organización» en Tomsk, sobre las actividades de los miembros del partido , relaciones con la población civil , etc. Le mentí con una verosimilidad increíble , poniendo en tensión todos mis sentidos para no comprometerme. Por mi parte, también le pregunté cómo iba nuestra organización en Ekaterinburgo. -¡Oh ! -respondió—.
Aquí trabajamos
mejor
que en
vuestro Tomsk. Contamos con una organización muy fuerte. Muchos de nuestros camaradas están en el ejército y hasta
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tenemos partidarios en el Partido Comunista .
¡ Armas ...,
cuantas sean necesarias ! De tal forma, que si nuestro Congreso tomara una resolución urgente, podríamos empezar en seguida con nuestras actividades directas contra los Soviets . A propósito : ¿usted ha preparado los puntos para su relato oficial en el Congreso?
-Todavía no- respondí- ;
generalmente, no me gusta
llevar conmigo nada que pueda comprometerme… .. Y pensé : «Evidentemente , es un asunto muy serio , pues están preparando un Congreso ...>> -Prepare, por favor, todos los puntos, y pasado mañana , cuando nos veamos de nuevo , me los entregará usted -me dijo dicho hombre. Después de pasear un poco más, nos despedimos.
A la mañana siguiente le hice un relato detallado a Koriakow de todo lo sucedido el día anterior. -Muy bien
dijo Koriakow, frotándose las manos―.
Sigue trabajando ; en veinticuatro horas prepararé los puntos para vuestra supuesta declaración en el Congreso con el fin de que puedas entregarlas como conviniste con ese sujeto . En la noche fijada acudí de nuevo al sitio antes indicado con los
puntos» de mi relato en el bolsillo . Para no inspirar
sospechas de esperar a nadie y también para calentarme , me puse a pasear, hundiendo mis pies en la nieve, que crujía bajo mis plantas . Puntualmente , a la hora fijada , apareció mi « amigo» en un magnífico trineo . Esta vez iba vestido de militar. Llevaba un capote de caballería hecho por un sastre, y un kalpac alto con una gran estrella roja . Salió del trineo y se acercó a mí con mucha ligereza y me dijo :
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-Tengo prisa . Pasado mañana se celebra el Congreso de todos los delegados. Hay mucho trabajo con la organización del Congreso . Deme sus puntos ... Pasado mañana , a las nueve de la noche, usted deberá estar en la entrada del teatro Comunal. En seguida pasará un muchacho en una motocicleta y detrás de él irá un coche. Este se parará a su lado . Usted debe de aproximarse al chófer, y dirá la contraseña : « Está claro» , y el chófer debe responderle : «Pero frío» . En este caso puede subir con toda seguridad al coche, el cual le conducirá al Congreso . No tuve tiempo de replicar nada . Montó en su trineo y se fué. ¡ Las noticias eran urgentísimas ! ¡ Debía ir a dar parte de todo inmediatamente ! ... A pesar de la avanzada hora , decidí ir directamente a la G. P. U.
Koriakow no estaba . Tuvo que hacer unas diligencias , registros y detenciones . Decidí presentarme personalmente al jefe de la Sección Secreta de la G. P. U. , camarada Chronzow. Di con los nudillos en la puerta . «Adelante ...» , respondió una voz. Era la habitación muy grande. El suelo , cubierto por ricos tapices persas . Ante un gran bureau estaba sentado Chrom . zow. Representaba unos cuarenta años , de cara semirredonda , con pequeños ojos verdes astutos y cabeza afeitada . Sobre la mesa, un montón de papeles, pan y salchicha . Colgado detrás de él , un látigo. Era Chromzow uno de los jefes más temidos de la G. P. U. -¿Qué hay, camarada?-me preguntó, comiendo a dos carrillos la humeante salchicha. Demostraba estar de excelente humor. Le relaté todo lo de ayer y también lo del Congreso de los contrarrevolucionaros. 33
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-Muy bien-replicó Chromzow- ;
hasta mañana tene-
mos tiempo suficiente para detenerles a todos. Vea mañana al camarada Koriakow y él tomará las disposiciones precisas... Diciendo estas palabras se levantó, dirigiéndose a un pequeño armario. Ya me marchaba , cuando me gritó Chromzow :
-Espera ;
¿ no quieres beber algo?
Y abrió el armario , enseñándome una botella de vodka . -Sí... Chromzow llenó un gran vaso y me lo bebí de un solo trago ; llenándolo de nuevo , me lo volvió a dar. -No había bebido, nada tan fuerte hacía tiempo-dije—, y además , desde esta mañana , no he probado bocado. El alcohol se me subió a la cabeza .
Chromzow se rió a carcajadas . -Pobrecito , estás débil. Toma este caperitivo» ... Y me dió un trozo de pan con salchichas . Salí de la G. P. U. muy tarde . Hacía una clara noche de enero de poética luna. Con el alcohol, me invadió agradable calor por todo el cuerpo ; mi conciencia también se sentía satisfecha por el deber cumplido . ¡ Estoy orgulloso : he descubierto una intentona contrarrevolucionaria !
Al día siguiente fuí al despacho con el relato referente a todos los acontecimientos. Al abrir la puerta de la habitación número 8, fuí recibido por un coro de risas de todos los presentes. No comprendí nada ; miré a mi alrededor y , ¡ oh espanto !, en la mesa de frente a Koriakow se hallaba sentado el siniestro «organizador del Congreso» , que sonreía . -Muy bien-dijo al fin riendo Koriakow- ; pueden us34
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tedes presentarse mutuamente. Este es mi otro ayudante en la jefatura secreta. Ya comprenderás que hemos organizado todos estos jaleos a propósito , para tener garantía de tu inteligencia y lealtad . Y ahora , acabada esta farsa, empezaremos a trabajar en serio... A tales pruebas sometían y someten a los nuevos chequistas para asegurarse de la fidelidad de los novicios.
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CAPITULO III
LA CAZA DE LOS CONSPIRADORES
En las afueras de la ciudad de Ekaterinburgo había una gran zona de terreno, rodeada por antiguos muros. Dentro del recinto hay varios edificios y en el central se hallaba acuartelado un regimiento de Caballería , y hasta la misma iglesia estaba convertida en lugar de recreo para los soldados rojos. Los iconos y otros accesorios eclesiásticos fueron llevados al desván del edificio . Era un invierno muy frío ; no había leña , y los soldados cortaban los árboles del patio del convento , a pesar de que en las cercanías próximas había un gran bosque. De vez en cuando bajaban del desván los iconos , como mejor combustible para las estufas que la leña húmeda. En una de las pequeñas dependencias del antiguo convento vivían unas gentes que no tenían nada que ver ni con el monasterio ni con los soldados rojos . En general , eran humildes empleados y obreros, a los que nadie molestaba y parecían olvidados de todo el mundo ; los pobrecillos se veían precisados a vivir en las antiguas y semiarruinadas celdas del
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viejo convento, ya que habían sido expulsados de sus casas al serles requisadas. En uno de estos edificios habitaba una joven llamada Lucía, que vivía con su hermanito. Habían perdido durante la guerra civil a sus padres ; ella trabajaba en una oficina soviética, ganando la vida pará sí y para su hermano. No recuerdo en dónde la conocí. Me agradaba mucho por su carácter enérgico , fuerte y vivo. Al parecer, también yo le resultaba simpático, y con frecuencia , en mis tardes libres, la visitaba en su pequeña vivienda . Como una de mis ocupaciones en la G. P. U. era la de reclutar entre el elemento civil agentes aptos para el servicio de información secreta, decidí alistar a Lucía . No porque pensase que esta muchacha podría sernos útil, pero viendo la miseria en que vivía me compadecí, pues su jornal era mezquino : para ella y su hermano, solamente la daban 300 gramos de pan diariamente. En cambio , como informadora secreta de G. P. U. tendría derecho a un buen suministro en los bien surtidos almacenes chekistas . Cuando hablaba
con
ella
nunca
encontraba momento
oportuno para decirle algo de este delicado asunto , y muchas veces me quedaba pensativo , sin hablar nada. -¿Qué te pasa?-me preguntó Lucía en uno de esos momentos. -Nada de particular- respondí evasivamente.
-Pero observo desde hace una temporada que siempre te hallas preocupado . ¿ Ocurre ago? Dime, ¿ de qué se trata?-siguió ella preguntando insistentemente. -No tiene importancia , no te preocupes , pues tú no me puedes ayudar. -Puede ser que sí...--me contes tó— . No tengo nada de
tonta . Dime qué pasa . ¿ Puede ser que se trate de alguna conspiración ?-dijo con curiosidad . Decidí poner las cartas «boca arriba» y ofrecerle trabajo 38
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en la G. P. U.; pero antes de empezar a hablar de este asunto le pregunté maquinalmente : —Dime , ¿ quién te parecen mejor , los blancos o los rojos? -No sé cómo explicarme—replicó meditando la joven— : los blancos me son indiferentes, pero a los rojos les odio con toda mi alma. Quedé estuperfacto por la serenidad de su respuesta. Con pena pensé que también me odiaría si supiese que yo era comunista y un chekista. Yo callaba. Alistarla para el trabajo en la G. P. U………., ni hablar.
-Dime-interrogó ella-,
¿ es verdad que preparas un
levantamiento? ¿ Podría ayudarte en este asunto? -¿Qué ayuda puedes tú prestarme? -Dime qué hay que hacer- insistía la muchacha . -Lo que se precisa para un levantamiento son tres cosas : gente, dinero y armas. -Puedo ayudarte con gente-me contestó rápidamente. -¿Cómo con gente?-pregunté asustado. -Te explicaré. Aquí, en los bosques cercanos , se esconden muchos soldados rojos, desertores. En gran parte son aldeanos de las proximidades. Fueron movilizados y enviados al frente. Entre tanto , les robaron o requisaron sus bienes. Teniendo noticias de lo que ocurría, abandonaron el servicio militar y desde entonces viven en el bosque. Los veo frecuentemente, porque sus familias me traen pan para ellos y me han encargado de llevárselo a estos pobrecillos . ¡ Ah , si tú supieras lo que cuentan ellos y sus familiares de los comunistas, odiarías a todo comunista tanto o más que yo-dijo ella siguiendo su relato- . En el bosque son ahora unos cincuenta hombres , pero esperan formar un grupo de unos cien • por lo menos y procurarse armas para empezar una guerra de guerrillas contra los comunistas. Me quedé casi sin habla con tal noticia . ¡ Cómo ! ¿ Aquí, 39
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en lugar tan próximo a nosotros , podía organizarse una banda para luchar contra el Gobierno soviético ? «Soy un chekista-pensé- , y por este motivo debo , sin demora, ir a dar un informe urgente a la G. P. U. Hay que localizar y detener a toda esa organización . ¿Y la pobre Lucía? ¡ También será detenida !
Puede que hasta fusilada ... ¡ La pobre no
tendrá la menor idea de a quién ha revelado tal secreto ! » La muchacha me interesaba ; es más : pienso que la que-
ría. ¿ Qué hacer? -¿Quieres conocer a estos hombres ?-n -me dijo Lucía , interrumpiendo mis pensamientos . -Espera, espera ;
tengo que meditarlo-respondí.
No pude permanecer más tiempo en la habitación , y me despedí diciendo : «Debo marcharme ; lo pensaré. » Salí a la calle ; era ya medianoche. Hasta mi casa había unos dos kilómetros. El viento era helado , caía un fino polvo de nieve . Caminaba sin sentir el frío ; pero , según mi costumbre, me abrigué cuanto pude con mi capote . Iba pensando en todo cuanto había oído . Debía ir a ponerlo en conocimiento de la G. P. U. , ¡ o ... no ! En mi interior sostenía una lucha entre el cumplimiento del deber y el cariño hacia aquella mujer. No sabía qué hacer. Si encontrase un buen amigo que pudiera aconsejarme ; pero ¿ quién ? ¿ Qué garantía me ofrecen mis amigos de que no trabajan también para la G. P. U. ? Y un pensamiento cruzó mi mente ... ¿ No será ésta una nueva celada de mis jefes? ¿ Por qué Lucía no puede obrar por mandato de la G. P. U. ?... Me acosté sin tomar ninguna resolución .
Por la mañana, como siempre, fuí a la oficina de la G. P. U. Saludé a todos los camaradas , me senté en mi sitio
y, haciendo como que arreglaba la correspondencia , dirigí mi 40
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vista hacia donde estaba nuestro jefe Koriakow. El también me miró, sonriendo cariñosamente . Daba la impresión de conocer mi estado de ánimo y parecía querer darme valor con su sonrisa. Desde este instante me pareció que todo estaba resuelto . Decidí dar cuenta inmediatamente a mis superiores de cuan · to sabía referente a los desertores, aunque tuviese que sacrificar mi amor por Lucía e incluso hasta mi propia vida . Recordbaa entonces mi calidad comunista , y sobre todo chekistą, con el deber de defender los postulados revolucionarios del proletariado .
-Camarada Koriakow, tengo un asunto urgente que comunicarle dije sentándome más cerca de él , y le hice el relato de toda mi conversación con Lucía, con todos sus detalles . -Bueno, escriba el atestado oficial y empiece a trabajar en este nuevo asunto. Debes tenerlo todo preparado al mediodía para Chromzow .
que yo
pueda
presentárselo
al
camarada
Escribí mi relato , lo firmé y lo metí en una carpeta , escribiendo sobre ella la siguiente nota : «Asunto de la Jefatura Secreta . No... >>Lucía .»
Koriakow volvió muy contento después de hablar con el jefe supremo . -Tendrás que trabajar más en este asunto-me dijo— ; deseamos que los emboscados lleguen a reunirse en el mayor número posible. Entre tanto, deben ponerte en contacto con esta gente ; precisa localizar sus alojamientos , intenciones y
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(lo importante) si se comunican con los partidos contrarrevoordenó Koriakow devolviéndome mi relato .
lucionarios
-A sus órdenes-contesté yo .
Por la noche fuí de nuevo a casa de Lucía . Esta vez yo mismo empecé a hablar sobre los desertores. -Muy bien-dijo ella— ; dos de ellos van a venir dentro de un rato ; si quieres, puedes conocerlos. Mostrando indiferencia , accedí. Al cabo de media hora llegaron . Eran muchachos jóvenes ; al parecer, aldeanos ; vestían cortas pellizas negras y gorros de piel. Solamente por el calzado , que se veía era de origen americano, y por llevar vendas, advertí en ellos un cierto aspector militar. Nos sentamos a la mesa, tomamos unas tazas de té de zanahorias sin azúcar y charlamos . Les inspiré gran confianza. Vivían en el centro del bosque, teniendo por alojamiento una fábrica de madera abandonada. La vida para esta gente era dura y peligrosa . No podían ir a sus aldeas . Odiaban a las autoridades locales por el robo de todos sus bienes y deseaban luchar contra los bolcheviques. -Una cosa nos falta : las armas . Tenemos solamente tres fusiles , pero estamos buscando más . En el momento que tengamos bastantes emperazemos una lucha feroz . ¿ No podrá usted proporcionarnos algunas armas?-me preguntaron de repente .
Les contesté que no sería muy difícil ayudarles, porque tenía esperanza de sustraer armas del regimiento al que pertenecía ... -¡Pero temo agregué un espía que me denuncie !
que entre vosotros pueda haber
-No , amigo ; allí somos todos buenos muchachos . ¿ Quie-
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re usted venir una vez a visitarnos y verá cuál es nuestra vida? ... Quedamos en que al domingo siguiente volverían para recoger sus provisiones y que yo les acompañaría para conocer a sus camaradas . Tomando sobre sus hombros los sacos con el pan, los muchachos se despidieron cariñosamente de mí. 1
Ya era casi anochecido cuando , al siguiente domingo , salí del convento acompañado por mis dos amigos desertores . Fuimos durante largo rato por la parte más clara del bosque , y al fin penetramos en la espesura por un estrecho sendero de nieve . Alrededor de nosotros solamente se divisaba un espeso bosque de pinos. Reinaba un gran silencio. Mis acompañantes caminaban tan de prisa , que casi me costaba trabajo el seguirles . Anduvimos por lo menos unos dos kilómetros . De repente, desde la oscura espesura, se oyó una voz : -¿Quién es?
-Somos
amigos,
hermanito-respondieron
espontánea-
mente mis acompañantes. De detrás de un árbol apareció un joven aldeano armado de fusil y se aproximó à nosotros. Después de cambiar con los muchachos unas frases se marchó. Dimos unos doscientos pasos más y vimos entre los árboles una hoguera. Por fin, llegamos a una amplia zona, donde había unos edificios semidestruídos . En uno de ellos se veía fuego y se oían voces. Era en una barraca de madera , en la que penetramos . En su centro había una estufa de hierro encendida, con algo cociendo sobre ella. En torno de la misma, sentados en el suelo y envueltos en pellizas y capotes estaban unos veinte hombres, calentándose y charlando . Había más gente, pero permanecían más lejos de la es-
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tufa. La barraca estaba iluminada por una vela puesta sobre una botella colocada en el poyo de la ventana Cuando entramos las conversaciones se interrumpieron . Me hicieron acercarme a la estufa . -Ves , hermanito , como vivimos-me dijo un hombre de unos treinta y cinco años con largos bigotes . Al fin tenemos una autoridad que «procede de las masas del pueblo» , y resulta que el pueblo mismo no puede convivir con este su «propio» gobierno y ha de huír a los bosques.
Poco a poco empezaron a hablar todos . Se quejaban , maldecían a los soviets, que resultaban peor que el gobierno de los zares . Cada uno me ofreció a montones los ejemplos del proceder de las autoridades, que les imposibilitaban la vida destruyéndoles sus bienes . Después de dos horas de conversación me despedí, comprometiéndome a hacer cuanto pudiese para ayudarles . Mis dos amigos me acompañaron hasta la salida del bosque . Al cabo de una semana visité una vez más a mis «queridos hermanos» y les llevé tres fusiles , según dispusieron en el Comité de la G. P. U. , para aumentar la confianza que los desertores habían puesto en mí. Unas dos semanas más tarde, al volver Koriakow de una conferencia celebrada con el primer jefe , me dió orden de que aquella misma noche banda...
debía
quedar liquidada toda la
-Es preciso también detener a la muchacha-agregó
.
La operación está fijada para la medianoche. Tomarás dos agentes y les enseñarás exactamente dónde vive la chica y con los hombres ya nos entenderemos nosotros .
A las once de la misma noche fuí con los dos agentes al convento. Después de ir un rato de puntillas por el patio , conseguimos llegar a las viviendas , y dejando atrás a mis acompañantes , entré en la habitación de Lucía. Como nada
sospechaba ,
siguió 44
tranquilamente
prepa-
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rando su cama . No pude permanecer allí mucho tiempo . Me remordía la conciencia. Se me representaba su linda carita cuando una hora después se presentasen los agentes amenazándola con sus Nagan... Eché la última mirada a la celdita y dando un triste adiós me marché a toda prisa . No lejos del edificio estaban los agentes
esperando
que
llegase la hora
fijada . No tenía nada más que hacer. Marché a casa . No pude dormir. Pasé el tiempo mirando a mi reloj , pensando lo que ocurriría en aquellos momentos dentro del monasterio . Aquella noche la pasarían todos en los sótanos de la G. P. U. Este era mi primer trabajo... No pude dormir hasta el amanecer. Ninguna de las razones que a mí mismo quería darme ; haber cumplido con mi deber en relación con la defensa de la revolución como comunista , podía calmar mi inquietud. Ante mis ojos estaba la cara de Lucía , mirándome con un gesto de acusación .
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CAPITULO IV
SE JUZGA Y CASTIGA A LOS ENEMIGOS
Era una gran habitación con dos ventanas alargadas ; cubriendo sus huecos , hasta la mitad pendían unos estores ; los muebles eran lujosos , algunos tapizados en cuero marrón . Dos grandes y lujosas mesas cubiertas de damasco rojo. Sobre una de ellas dos aparatos telefónicos . En las paredes retratos litográficos de Carlos Marx y Lenín. Las puertas , de grueso cedro, forradas de fieltro. Todo este confort hacía que esta pieza fuese inmune contra cualquier ruido. Esta habitación era el despacho y audiencia del Presidente de la G. P. U. provincial : Tunguskow.
El Tribunal de la G. P. U. empieza su sección . Ante la mesa se halla sentado Tunguskow ; a un lado , el jefe de la Sección secreta , Chromzow, y al otro la vocal del tribunal, Stalberg. En la otra mesa toma sitio el primer juez de instrucción de la G. P. U. , Rabinovich . Tiene un montón de carpetas delante de él y las revisa rápido y nervioso .
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Tunguskow es un antiguo
marinero
vestido aún con el
traje de tal, de mejillas hundidas, afeitado , con poco pelo , peinado hacia atrás. Le faltan varios dientes . Chromzow, de pequeños ojos y mirada penetrante , cara abotargada por su vida desordenada y el abuso del alcohol, está sentado cómo . damente en una butaca y habla animadamente con la camarada Stalberg, que es uno de los miembros del tribunal de
}
peores sentimientos. No solamente condena los reos a la muerte, sino que también, en muchas ocasiones, hace voluntariamente de verdugo . Es una mujer de unos veinticinco años , de hosco semblante , y lleva sus cabellos rubios cortados como un hombre.
Camarada- dijo Tunguskow , dejando de ojear los periódicos de Moscú
. Empieza la sección .
Camarada
Rabi-
novich, puede usted dar comienzo a su acusación . El juez de instrucción, tomando la primera carpeta, sacó de ella una hoja de papel y leyó el atestado, acabando con la frase de ritual : < « Por lo más arriba expresado debe ser condenado a la última pena el fusilamiento . >>
Los demás miembros no demuestran tener ningún interés en lo que estaba leyendo , ya que todo es una comedia preparada de antemano. -¿Tenéis que hacer alguna pregunta o proponer una enmienda?-pregunta Tunguskow. Todos callan . -De acuerdo -dijo Tunguskow, volviéndose al juez y haciendo una cruz con lápiz rojo sobre el nombre del reo. El juez también puso una señal en su carpeta y continuó leyendo el contenido de la siguiente . Tenía prisa por resolver el mayor número de expedientes ; los sótanos habían de quedar libres para los restantes «enemigos de la revolución» .
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Además, el tribunal disponía
de poco tiempo . La sección duró solamente dos horas. Una vez terminada , el juez pre-
sentó todas las sentencias a la firma de los tres . Después de firmar, marcharon rápidamente. Este par de horas de tiempo perdido supone un gran retraso para cada uno en su trabajo respectivo . El juez reunió todas las carpetas y con pasos fatigados se fué hacia su despacho, puso sus carpetas sobre la mesa y telefoneó al jefe de la guardia de la G. P. U. Pasados tres minutos llegó el jefe. Era un mozo de espal-
die
das anchas , pelirrojo , con bigotes hacia arriba ; de aspecto fuerte , sano, en contraste con el del pequeño y enclenque Rabinovich. Llevaba un traje completo de cuero . Una correa le cruza la espalda de derecha a izquierda , de la cual pende un Nagan de gran tamaño . Sobre el pecho luce una gran estrella y una cinta roja. -¿Qué?, camarada Rabinovich , preguntó el recién llegado , ¿tenemos hoy mucho trabajo?
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COD
-Liquidar catorce individuos nada más- repuso Rabinovich, entregando al joven la relación. El oficial, retorcéndose los bigotes, examinó la lista lentamente, la dobló dos veces y se la metió en uno de los bolsillos superiores de su americana de cuero. -Los seis restantes hay que llevarlos a la prisión-ordenó el juez . -A sus órdenes-contestó el oficial , y arreglándose su Nagan se fué por una puerta interior.
***
Bajo la jefatura del edificio , había un amplio semisótano
-er e
de unos 50 a 60 metros cuadrados , dividido en tres partes por unos tabiques. No hay en él ningún mobiliario . Unas bombillas pegadas al techo, una por departamento , y unos 49
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rústicos evacuatorios portátiles en los rincones, es todo cuanto allí hay. Las ventanas son estrechas y con barrotes de hierro. En unas faltan los cristales y están tapadas con trapos o viejas «katiuskas» de fieltro . El suelo es de madera. En el recinto no existe ninguna calefacción. Hay dos puertas , una da al patio y otra directamente a la jefatura . Ante ellas están los centinelas que vigilan a los presos por las mirillas . Este es el sótano de la G. P. U. Era una hora muy avanzada de la noche . Bajo la escasa luz de las bombillas duermen en el suelo con sueño intranquilo unos 120 detenidos .
Como
mantas usan sus propios
abrigos ; algunos apoyan las cabezas sobre sus viejos sombreros en lugar de almohada. El sótano está con el completo. Los hombres permanecen semihacinados, pues casi no queda lugar libre entre sus cuerpos para poner un pie en el suelo ; el ambiente que reina es insoportable , ya que la falta de ventilación hace que apenas se pueda respirar. El silencio se interrumpe alguna vez por sollozos contenidos o en el rumor de alguna conversación. De vez en cuando se ve a un hombre ir y venir a los antihigiénicos evacuatorios . De repente se oye el ruído de una cerradura y la puerta se abre. En seguida se levantan todos. Cada uno piensa si los guardias vendrán a por él. Pero no era así. Llegaba un nuevo grupo de presos «contrarrevolucionarios» . Los soldados rojos empujan al sótano a una docena de hombres. Algunos son aldeanos, en general viejos , con largas barbas , que entran con andar vacilante y llevando sobre los hombros sus ropas. Uno de ellos con semblante inteligente y una maletita en la mano, parece ser empleado o viajante ;
el último es pope
de aldea muy viejo, vestido con pelliza, quizá más vieja que el mismo dueño . Los recién llegados miraron al entrar angustiosamente , calculando dónde podrían colocarse . Los «viejos» inquilinos se estrecharon e hicieron sitio a los que aca-
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baban de llegar . Un guasón les felicitó por su nuevo domicilio. Al cabo de unos minutos, los nuevos presos habían encontrado un sitio . Agradecidos, ofrecieron a todos el pésimo tabaco de que disponían, y fumaron y charlaron animadamente. -¿De dónde viene usted? -De Shadrinsk, de Kamishlow... Coinciden algunos que son del mismo distrito. La conversación es cada vez más animada . -¿Y se sabe por qué estamos arrestados... por la «contrarrevolución» ? ….. ¿ Y qué es esta «contra» ? No lo sabemos Solamente hay una cosa fija, y es que el trigo está requisado hasta el útimo grano . El pueblo está hambriento y en prima . vera no habrá nada para sembrar- replican con voz desesperada. Los pitillos se acabaron. Las conversaciones, también. Todos se preparan a dormir. El aire era asfixiante por las respiraciones, las emanaciones de los retretes y el tabaco . Empezaba a amanecer cuando llegó el oficial de guardia. Detrás de él venían dos soldados rojos con un cajón lleno de pan cortado en trozos . Cada uno recibía su ración diaria de doscientos gramos . Otros soldados llevaban un cubo con agua caliente. Todos tomaron el llamado té. Después del desayuno , los presos, formando grupos , cambian impresiones. Cada uno cuenta cómo fué detenido, intentando hacer creer a sus compañeros en su inocencia, como si de esto dependiese su libertad . En tal forma transcurre el día hasta la tarde . De nuevo se abre la puerta y aparece el guardián-jefe con una hoja en la mano. Detrás de él, los soldados rojos. -Iwanow, Sidorow, Petrow...-gritó-. ¡ Salid con vuestros bultos a declarar !
Los llamados preparan sus sacos y se dirigen a la salida. SI
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Iban tranquilos , aunque no se explicaban el porqué ir al interrogatorio con macutos . ¿ Los llevarán a fusilar o a ponerles en libertad ? No saben si llorar o reír . La puerta se ha cerrado de un portazo tras ellos . A los que se quedan les late el corazón con angustia . ¿ Qué le sucederá a los que han salido? Si en el intervalo de dos horas pasaran delante de las ventanas del sótano sería señal de que fueron liberados o que les trasladaban a la prisión. Si no... habían sido conducidos hacia la cuadra ... Al cabo de una hora se escuchaban fuertes pisadas ante las ventanas. Van los detenidos en el convoy. Les llevan a ¡ Vivirán en la prisión !]
la prisión . ¡ Qué felices deben ser !
Conservarán su vida y puede ser que un día sean liberados. Y aquí..., en el sótano , ¡ qué tristeza y qué poca esperanza ! ...
Era ya muy tarde. Seguramente, lo menos las diez de la noche. En el sótano , los más viejos duermen. El curà también duerme en un rinconcito. Los jóvenes permanecen sentados , obsesionados por sus tristes pensamientos . De repente se oyen pasos de varias personas tras la puerta y el crujir de las cerraduras , y entra el oficial de guardia gritando unos nombres, «a declarar ante el juez» . -¿Con la ropa o sin ella?-preguntan algunos. -Mejor con todo... Puede ser que después de interrogados seais liberados. Y entonces no valdría la pena de volver a recogerla- dijo el oficial, tratando de no mirar a los interrogantes . Se prepararon para la marcha . El oficial, metiéndoles pri-
sa, les dijo : —¡ Caramba ……, que el juez espera ! 52
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-Adiós, hermanos ; puede ser que no nos veamos más -dijeron los que marchaban . Algunos de ellos se besaron. El cura, despertado por el ruido, miró a todos con ojos asustados y se santiguó varias veces. Al fin salieron . La puerta se cerró tras ellos con gran ruido. Todos están de nuevo en sus sitios , pero nadie duerme. Cada uno piensa en su destino . ¿ Cuándo les tocará el turno a ellos? Puede ser que también esta misma noche...
Al final del patio del edificio de la G. P. U. está la cuadra. Es una barraca espaciosa , pero oscura y sucia. En uno de los lados esperan atados los caballos para el servicio de la G. P. U.; en otro lugar próximo a la entrada , un mon tón de basura y desperdicios . Por el patio llegaban dos aldeanos , procedentes de la Jefatura. Llevaban las manos fuertemente atadas con gruesas cuerdas . Cada uno iba acompañado de un agente con americana de cuero y pantalones «breeches» y el Nagan en la mano derecha. A pesar de la nieve y el intenso frío , los presos iban casi desnudos y sin sombreros . No valía la pena el abrigarlos ; sería estúpido que les importara el frío cuando a los pocos minutos ya no existirían . Han llegado a la puerta de la cuadra . Uno entra sin resistencia, pero el otro , de repente , se para y empieza a gritar. Ha comprendido que es su última hora . Grita, casi aulla, llora y lucha para salvarse... Pero el agente le empuja fuertemente hacia la cuadra. Ya están dentro . En seguida se oyen dos disparos . Todo ha terminado . Los Comisarios salen metiendo los revólveres en sus fundas . Con manos temblorosas encienden unos pitillos « Zefir » , dirigiéndose apresuradamente a la Jefatura para traer nuevas víctimas . 53
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Desde el sótano no eran oídos los gritos y disparos, pero el ordenanza encargado de los caballos (también perteneciente a los presos), que dormía en la cuadra , sí los oyó ; levantó por un momento su cabeza y miró a su alrededor ; horrorizado, se tapa hasta la cabeza con su pelliza y sigue inmóvil hasta la madrugada . En la planta alta de la G. P. U. , los gritos son oídos también. Chromzow, al escucharlos , queda en suspenso por un momento, después corre hacia su armario y bebe a pico de botella un gran trago de vodka. El presidente del Tribunal, Tunguskow, fuma un nuevo cigarrillo, pero está muy nervioso. La Stalberg, tranquilísima , se empolva el rostro con «> está desolado por el levantamiento general contra el Gobierno. Tenemos un problema grave de resolver tratando de hallar los motivos de esta revolución , y particularmente los jefes que la dirigen y fomentan . Yo tenía doble residencia. En Bujara antiguo tenía dos habitaciones en el edificio oficial , no lejos del Estado Mayor ; en Bujara nuevo ( Kagan) , a unos doce kilómetros de la capital , una habitación en el hotel Europa , único de la ciudad. Esta era pequeña, con dos puertas : una al pasillo y la otra comunicada con la habitación vecina , comunicación interceptada por un armario . En la inmediata vivía el delegado secreto de la G. P. U. , Okotow, bajo el falso apellido de Petrow. Según su documentación, era contable de una oficina particular. Como muchos otros , yo estaba a sus órdenes . 55
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A altas horas de la noche , me encontraba en mi habitación escribiendo el resumen de las noticias recibidas durante el día .
Tras el armario sonaron unos golpes dados con los nudillos. Me levanté, hice girar la llave y abrí la puerta del mueble . Del mismo salió Okotow y se sentó en el sillón. Era un hombre de alta estatura , con cara alargada , afei . tada y mirada pensativa e inteligente . En público no nos saludábamos , deseando dar la impresión de que no nos conocíamos . Solamente por las noches él abría la puerta `y , a través del armario, que no tenía fondo, llegaba hasta mi habitación . -¿Qué tal, qué hay de nuevo?-me preguntó, echando una mirada a todos los papeles que estaban sobre mi mesa . -Nada de particular . Estoy preparando un resumen del trabajo del día para ti-contesté, echando las cuartillas hacia un lado. -Tú recordarás con seguridad mi teoría de que en el Oriente, con la ayuda de una mujer guapa y no demasiado tonta es posible conseguir mucho. Debo decirte que esta mañana encontré una , la cual parece estar hecha que ni de encargo para nuestro trabajo . Con esta noticia, la cara de Okotow, siempre seria, se iluminó con una sonrisa . -¡Oh, amiguito ! -dije bromeando-. No irás a caer preso en sus redes ...
El seguía riendo , porque todos sabíamos que Okotow fué siempre indiferente hacia el bello sexo . -Es una broma, hombre. He de decirte que aún no sé quién es y no he podido saber dónde vive . Mejor será que te cuente todo ordenadamente : Hoy por la mañana , cuando subí al tren para marchar a la capital, como siempre, todos los asientos estaban ocupados y no me quedó más remedio que salirme a la plataforma del vagón . Ante mis ojos
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iba deslizándose el bello panorama de los campos . Los indígenas, ataviados con sus largas chilabas de colores , recogidas por la cintura , descalzos y con turbantes blancos como la nieve, estaban trabajando la tierra ; metidos en el barro hasta las rodillas , labraban la tierra como los Faraones ; sembraban tabaco , arroz, algodón ... Todo este paisaje me entristecía, pues tú bien sabes que antes de convertirme en comunista fuí un socialista revolucionario , gran entusiasta de todo cuanto acabo de relatar, y siempre miro con gran cariño a la tierra. Iba pensando : ¿ por qué diablos nos han traído aquí, como organizadores de la revolución mundial? ¡ Mejor hubiese sido dejarles en paz ! Cuando acabe con lo de Bujara pediré el retiro. No puedo más . Las fuerzas me faltan. -Muy bien-repliqué―. Dejemos eso para después . ¡ Hablaremos de la muchachita ! -Tienes razón . Como te he dicho, seguía el ferrocarril su camino, y de repente oí que detrás de mí una mujer hablaba vivamente con dos hombres . Por su linda voz se me figuraba sería una mujer joven , bella y , además , inteligente . No quise volverme . Deseaba adivinar su semblante solamente escuchando la conversación . De ésta pude colegir que tiene grandes conocimientos en Bujara y, además, conoce a la perfección el idioma indígena. El tren se acercaba a los primeros arrabales de la ciudad y a los pocos minutos llegamos a la estación. Al volverme me encontré frente a una bellísima mujer joven , con la típica cara de una judía , dotada de unos ojos brillantes y negros , como las moras. Llevaba un lindo sombrero con tres placas doradas , como adorno , en el lado derecho ;
por debajo de éste asomaban sus preciosos
cabellos , negros como el azabache . Vestía abrigo oscuro y traje azul . El tren se paró ante la estación y ella descendió del vagón con sus acompañantes . Salí tras ellos y pude oír 57
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que la nombraban Sofía Vladimirovna. Es todo cuanto sé ... ---Verdaderamente poco- respondí yo .
---Pero tú ya conoces mi olfato canino. Estoy seguro que esta mujer nos será útil . Necesitamos solamente localizarla ... -Es verdad ; pero ¿ cómo? Llevamos aquí solamente tres semanas. El aparato de la Agencia secreta es pequeño
y
no tenemos ningún conocido , salvo un par de comunistas . -De todas formas hay que hacer una prueba-dijo de nuevo Okotow-.
¿ Qué sabemos de ella? Que sale en el
tren de las ocho de la mañana ; esto significa que tiene una ocupación en la capital . Si es así, podemos encontrarla todos los días en la estación ; conocemos su tipo , cómo viste y un detalle particular : su sombrero con sus tres placas . En fin , sabemos que se llama Sofía Vladimirovna ; con todos estos detalles manda a los agentes secretos el averiguar sus apellidos, domicilio y lugar de trabajo - ordenóme en tono autoritario de jefe.
-A sus órdenes-dije cogiendo los papeles. -Vuelvo a mi habitación para ponerme a trabajar . Cuando acabes con tu resumen mételo en el armario—dijo Okotow, y salió por donde había entrado . Seguí trabajando . Después de acabar el resumen final hice desaparecer todos los borradores ; encerré mis informes en el armario, metí la llave en mi bolsillo y me marché por la puerta principal del hotel . Tenía prisa por alcanzar el tren de las dos de la madrugada para estar como todas las mañanas en mi domicilio oficial de la capital . Habían pasado dos días cuando estaba de nuevo sentado en el hotel « Europa» , junto con Okotow, relatándole todo lo que había pasado en estas cuarenta y ocho horas en el asunto de Sofía Vladimorovna. Mis agentes, aparte de las noticias exigidas , habían podido averiguar que era novia del ayudante del Comisario del Ejército de Bujara , el cual , según
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STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
nuestras informaciones , era el jefe del Servicio Secreto Militar del Gobierno de Bujara. Después de recibir los datos necesarios , Okotow decidió escribirle, invitándola para unas negociaciones .
-Tú verás-dijo con voz segura- cómo te arreglas para alistarla en nuestra organización . En mi interior no estaba de acuerdo con su manera de proceder ; seguramente que su carta quedaría sin respuesta. pero conociendo su carácter terco, callé . . La misiva fué enviada . La citaba en su habitación del hotel y yo debía permanecer sentado dentro del armario para ser un testigo invisible de la conversación . En contra de mis suposiciones, Sofía Vladimirovna contestó afirmativamente y se presentó a la hora fijada . Entró en la habitación , y dirigiéndose a Okotow, diúo : -Oigame. He recibido su carta . No creo que usted me cite para tratar de cosas sin importancia . Estoy segura que es usted una persona seria y que me expondrá rápidamente el motivo por el cual me ha llamado . Okotow, algo estupefacto, empezó a hablar , explicándola que no se trataba de ningún asunto , que solamente pretendía tener el gusto de saludarla, ya que le resultaba muy simpática y agradable, etc. -No he venido para escuchar sus declaraciones de amor -interrumpió la muchacha , y dando media vuelta salió dando un fuerte portazo . Salí de mi escondrijo y encontré a mi amigo en un estado de gran abatimiento. Me daba lástima su mala suerte. -Escúchame, Nicolás-dije- ; déjame este asunto . Tú verás los resultados dentro de una semana. -No, no y no . Yo mismo ... veremos quién ganará—dijo , cortando la conversación. Al día siguiente, mis agentes me informaron que nuestra conocida «Soñka» (ya tenía entre los nuestros este seudó59
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nimo) tenía un papel muy serio en el contraespionaje del Gobierno del país.
Dos días más tarde vi a Okotow en su habitación en estado muy triste ante la botella de coñac semivacía . El , que no bebía casi nunca... -¿Qué hay?-le pregunté. Los asuntos andan pésimos ..., hoy en todo el día no pude salir de mi habitación. Presiento que me vigilan. Probablemente estoy desenmascarado y debo marcharme para no comprometer a los otros . Yo le dí nuevas noticias de «Soñka» . -¡Ah ! -exclamó Okotow- ;
comprendo quién ha lan-
zado los espías tras de mí. Muy bien, hermanito , echa todos estos asuntos sobre tus hombros . De todas maneras . personalmente, no puedo hacer nada ante la posibilidad de que me vean en la calle.
Era un día espléndido del mes de marzo ; parecía una anticipada primavera ; el sol no tenía aún bastante fuerza para quemar, pero el calor de sus rayos resultaba muy agradable . Para el tren de las cinco de la tarde , que sale de la capital en dirección de Kagan , se había acumulado en el andén mucha gente . En primer lugar, los empleados de varias oficinas con domicilio particular en Kagan , las mujeres que venían para hacer compras en la gran ciudad y, en fin, muchos indígenas deseando pasar unas horas de la tarde o de la noche libres de sus familias . La multitud se distraía paseando por la estación . Muchos de ellos compraban chucherías y frutas a los vendedores
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ambulantes que llevaban sus banastas sobre la cabeza. Ante la taquilla, una larga cola
Desde lejos estoy observando a «Soñka» , que pasea con un hombre de edad avanzada . Ella parece estar aburrida , se comprende que no tiene ningún interés por su acompañante, debe estar deseando verse libre de él . Decidí acercarme. « ¡ Eh ! ... «Soñka» , -grité-, pero ella, sin despedirse del otro, le abandonó y se dirigió hacia un vendedor de almendras . -Perdón . ¿ Si no me equivoco tengo el honor de hablar con la señorita Katzman ?-pregunté.
-Sí-contestó muy extrañada- , ¿y qué pasa? -Soy el jefe de contraespionaje del Estado Mayor Ruso en Bujara. Tengo que hablar con usted de un asunto muy urgente―dije, presentándome,
-Bien , señor , le escucho . -Perdone, señorita ; estamos en un sitio poco adecuado para la conversación y le repito que es urgentísimo . Le propongo venga conmigo a nuestras oficinas, donde podemos hablar con toda calma. -No-repuso ella , mirando el reloj- ; perderé el tren . -Eso no tiene importancia. Usted puede regresar a Kagan en un coche militar de caballos. Estoy seguro que viajar de esta forma le será más agradable que el ferrocarril . Después de meditarlo unos segundos dió su conformidad . Nos sentamos en mi despacho del Estado Mayor, arreglado lujosamente con ricos muebles y tapices del palacio del abdicado Emir de Bujara. -Muy bien, Sofía Vladimirovna . Podemos hablar con toda comodidad. -¿Y cómo conoce usted mis apellidos?-me interrumpió la dama.
-Sabemos mucho . Nuestro oficio es el contraespinaje... Sabemos, por ejemplo , que es usted una buena patriota,
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una mujer muy inteligente y que tiene muchos y valiosos conocimientos . En fin, sé que tiene usted un carácter perseverante y si quiere logra lo que se propone. Por esto me decidí a hablarla directamente y con toda franqueza . -¿Cómo podría serle útil ?-dijo ella con más amabilidad, al sentirse adulada . -Desearía que nos ayude en nuestro trabajo . Estoy seguro que su colaboración será muy útil para nosotros. Por nuestra parte le ofrezco unas condiciones extraordinarias . Se la pagará por cada informe que nos dé 50 rublos oro . De modo que si en un mes nos hace usted treinta , ganará 1.500 rublos oro, que son 30 millones de la actual moneda de Bujara. Puede tener por seguro que en su trabajo también se le incluirán todos los gastos extraordinarios, incluso las toilets elegantes que le serán precisas. Todo será pagado por nosotros. Se quedó unos instantes ensimismada. Era evidente que mi oferta le agradaba , pero aún tenía algunas dudas . Al fin respondió :
-Todo está bien , pero temo que si alguien se entera que trabajo para usted, y especialmente mis parientes y mi prometido ... --Puede usted estar segura-interrumpí yo- que nadie sabrá lo que no tienen derecho a saber. Para los extraños seremos desconocidos uno del otro y celebraremos nuestras entrevistas en mi domicilio clandestino . -Bien-dijo ella por fin— ; estoy de acuerdo . Pero con la condición de que no escribiré nada de mi puño y letra. Todo cuanto sea necesario se lo comunicaré siempre verbalmente. -De acuerdo , señorita-dije fingiendo alegría . Así ya puede usted empezar a trabajar esta misma tarde. Le di un trabajo muy sencillo y la dirección donde , en futuro, nos veríamos. Salimos de mi despacho y ofrecí a
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«Soñka >> que se marchase en el coche ella sola para no comprometerse con mi presencia. Por la noche tuve mi hora de charla habitual con Okotow. -Bien—dijo él— ; en el futuro?
¿ y qué vas a hacer con la muchacha
-Espera. Lo esencial es acostumbrarla al trabajo y después todo se arreglará―repliqué yo—, pero en mi interior no tenía ninguna seguridad ; solamente la esperanza de que «el tiempo todo lo vence». La Katman empezó a trabajar con diligencia y fervor. Poco a poco le daba encargos más y más difíciles , que cumplía sin dificultad . Recibí de «Soñka» muchas e interesantes noticias sobre el Ejército rojo estacionado en Kagan . Conseguí también recibir de ella importantes noticias referentes a la vida y actitud del Cónsul de Afganistán en Bujara , Rasul Khan. También me proporcionó « Soñka» datos sobre Enver Pashá y sus preparativos para el levantamiento . Al mismo tiempo mis agentes espiaban a la propia «Soñka» y pudieron descubrir que la chica , en unión de su novio, eran el alma y cerebro del contraespionaje del Gobierno de Bujara . Estaba patente que con la ayuda de este cargo ella podía trabajar algo para mí y ganar su sueldo « extralegal» . Poco a poco fué estando menos cautelosa en nuestras relaciones. Llenó el cuestionario reglamentario, donde su verdadero apellido figura al lado de su seudónimo . Un par de veces ha firmado también unos recibos . En fin la última vez me ha traído dos informes , escritos por su propia mano . Seguía tratándola con cautela hasta que pudiésemos tenerla incondicionalmente en nuestras manos . Una vez, al visitarme «Soñka» en mi domicilio privado, me encontró sentado ante la mesa con la cabeza inclinada y muy triste . Estaba pensativo . -¿Qué le pasa?-preguntó , acomodándose en un sillón .
—Malas noticias -contesté yo— ;
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ayer por la noche me
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emborraché y no sé dónde dejé mi cartera . Hoy, durante toda la mañana, he vistado todos los sitios donde estuve , pero no la encontré . Se me ha perdido definitivamente. -¿Llevaba en ella mucho dinero?-preguntó «Soñka» , indiferente.. -No , pero si solamente hubiese sido dinero ... Guardé silencio un momento, y continué : Usted sabe cómo yo guardo el secreto de nuestras relaciones , y para que nadie lo descubriese tengo la costumbre de llevar siempre sus papeles sobre mí. Y la cartera, con todos ellos , ha desaparecido . No sé qué hacer... Ella se quedó meditabunda. De repente se levantó como si hubiera sido mordida por una vívora . -¿Y por qué se queda usted tan tranquilo? Hay que buscarla . ¿Qué me sucederá cuando lean estos papeles ? Estoy perdida. ¿ Qué dirán mis parientes? ¡ Oh ! a llorar. -Calme sus nervios-exclamé- ;
¡ oh ! ... y empezó
he movilizado todos
mis agentes para buscar la cartera y tengo esperanza de que será hallada. Ella se marchó con los ojos llorosos . Tomé el teléfono y llamé al juez de instrucción indígena , Jitarow. Era nuestro agente secreto , y le rogué que fuese a
verme. -Escúcheme, camarada Jitarow- le dije sin preámbulos
; haz el favor de enviar una citación a la señorita Sofía
Katzman con tu firma y con el membrete oficial . -De acuerdo- dijo , apuntando las señas de «Soñka»
. ¿Y
qué debo hacer cuando ella venga? -No se preocupe . No se presentará jamás. Es un asunto
·
particular entre esa muchacha y yo . Siento simpatía por ella , pero es un poco orgullosa . Deseo asustarla un poquitín- expliqué como confuso.
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Dos días después « Soñka» penetraba rápida en mi oficina . -¡Mire !
¡ Mire ! ... He recibido una citación del tribu-
nal. Seguramente por esos malditos papeles . ¡ Dios mío ! ¿Qué hacer?... -Escúcheme , Sofía Vlademirovna ; yo conozco a este
juez . Según me ha informado, él es uno de los casos más grandes de corrupción. No es preciso que usted vaya personalmente al tribunal. Yo hablaré con ese hombre ... Tengo esperanza de que este asunto se arreglará. No esté intranquila ;
márchese a su casa , y mañana a la misma hora puede
usted venir a verme y le diré el resultado . A la noche siguiente , « Soñka» fué a visitarme ; la recibí con cara seria y mostrándome inquieto . -¿Qué hay, qué hay?-exclamó ella entrando en mi despacho . -No sé cómo empezar. He visitado al juez . Tiene en su poder los papeles. Prepara una denuncia contra usted por espionaje internacional. Al fin conseguí solucionar el asunto , pero como es un ladrón ... ¡ exige cuarenta millones ! ..., pero yo no dispongo de tanto dinero ... -Escúcheme , camarada Azadow (trabajaba en este tiempo con este seudónimo). Proporcióneme usted dinero , se lo suplico. Tengo unos ahorros , ocho millones ; se los daré, y en lo sucesivo trabajaré en todo como una mula ... Sólo deseo que pague usted ahora y me salve como sea- imploró ella con ojos llenos de lágrimas . Meditó dos o tres minutos. De repente la pregunté :
-Diga, Sofía Vladimorovna , por una parte siento gran compasión de usted, pero al mismo tiempo estoy ofendido porque no me trata usted con la franqueza que debo merecerle. Sé que también trabaja usted para el Servicio secreto del Gobierno de Bujara . ¿ Por qué no le pide usted el dinero a ellos?
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-¿Cómo sabe usted que trabajo también allí?-me preguntó, sonrojándose. -Le he dicho a usted más de una vez que sabemos mucho. Ya hemos empezado a franquearnos ;
¿ por qué no se-
guir siempre de la misma manera ? Si quiere usted , pagaré al juez los cuarenta millones y seguiré abonando a usted un millón, pero con una condición ... -¿Cuál?-preguntó ella completamente abatida . -Con la condición de una absoluta franqueza de su parte ; inmediatamente usted debe darme los nombres de todos los jefes y agentes secretos del contraespionaje del Gobierno de Bujara, así como la relación de todas las instrucciones y planes, que pondrá en mi poder ; únicamente así haré que el juez dé por terminado todo ese enojoso asunto que a usted puede perderla... Se quedó un momento pensativa . -Bien, estoy de acuerdo . Escriba , yo iré diciendo ... Pude felicitarme a mí mismo, ya que conseguí recibir una lista completa de jefes y colaboradores del Servicio secreto de Bujara y también conocí todos los asuntos que le habían ordenado investigar . Como consecuencia, descubrí, sin lugar a dudas , que los autores verdaderos de todos los levantamientos contra el Gobierno del país, pero indirectamente contra nosotros , eran los miembros del mismo Gobierno. Solamente quedaba por enviar a « Soñka » todo lo lejos posible para que no nos perjudique en nuestro trabajo de «depuración » . Por esto, una vez terminada la escritura de los preciosos informes, dije a « Soñka» : -Muy bien , camarada . El juez me indicó que su ausencia de aquí por dos o tres semanas sería conveniente para borrar todas las huellas contra usted . ¿Dónde se podría mar66
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char para unos ocho días ? -dije metiendo en mi bolsillo su «último relato » .
-En Samarkand vive una tía mía ; puedo ir a visitarla -respondió la chica. -Estupendo . Aquí tiene cinco millones y mañana márchese. Descanse un par de semanas , y después, con nuevas fuerzas, seguiremos el trabajo común-y levantándome me despedí.
La misma noche, sentado en la habitación de Okotow, me hallaba preparando un resumen «integral» referente a este interesante asunto, cuando por la puerta secreta del armario entró el jefe.
-Todo ha terminado - exclamé- ; firme este telegrama y mañana podrá con toda seguridad pasearse por donde quiera . Le informé de mi última conversación con la señorita Katzman. -Desde el pirmer momento te he dicho que esta mujer sería muy útil para nosotros- dijo riendo Okotow, mientras firmaba el telegrama cifrado siguiente : «Samarkand .- Al jefe de la Sección secreta especial de O. G. P. U. «Hoy sale para Samarkand , espiada por nuestro agente , Katzman Sofía , repito Katzman Sofía . En cuanto llegue, hay que detenerla y tenerla presa hasta nueva orden . -Okotow . »
En el futuro, nuestro trabajo sería más fácil. Sabíamos quiénes eran nuestros emenigos y de qué forma actuaban . Habría que derrocar la República de Pueblo de Bujara . Los > y hombres que la sostenían serían detenidos y «liquidados» automáticamente reemplazados por nuestros fieles camaradas , proclamándose una nueva República socialista soviética...
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CAPITULO VI
COMO MURIO ENVER PASHA
Viajaba , acompañado por el camarada Osipow, agente de la sección del contraespionaje del frente de Turkestán . Ibamos acostados sobre las duras tablas de un incómodo vagón de cuarta clase . Por almohada teníamos una cesta llena de hortalizas, un saco de ropa sucia y otras cosas por el estilo. Era ya de madrugada cuando paramos ante la estación de Emirobad. Nuestro tren había partido la tarde anterior de Kagan, recorriendo tan sólo cuatro kilómetros cuando se paró frente a Emirobad . Nos enteramos que no se podía continuar por no haber agua en los depósitos en ninguna estación hasta Karshi. Todas las bombas hidráulicas las habían destrozado los rebeldes y hasta la población carecía en absoluto del preciado elemento .
Por la ventanilla del vagón contemplé el pintoresco edificio de la estación , cubierto por un techo estilo árabe . En la parte alta pude descifrar unas palabras escritas en árabe : a esta joya de arte, en no lejanos tiempos, sólo tenía acceso el tren real del difunto Emir de Bujara , por lo cual, y en recuerdo de tal honor, se la conocía con el nombre de Emiro69
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Bad. Hoy todo estaba destruído ; en la cúpula del edificio se pueden ver grandes impactos de cañón en tres sitios . El resto del edificio no sé cómo estaría, pues no me apeé de mi vagón . No estaba para contemplaciones por sentirme muy preocupado con la misión que me había sido confiada por el Supremo Consejo Militar del Frente de Turkestán. Después de los combates ante las puertas de Bujara, el ex ministro del Ejército de Turkia , Enver Pasha , se retiró , al frente de las tropas rebeldes , hacia el Bujara oriental. El Ejército rojo , pisándoles casi los talones, procuraba al mismo tiempo guardar sus espaldas , manteniendo sus comunicaciones para defenderse de la población civil, que en su totalidad estaba en contra nuestra . Así estaban las cosas. Era imprescindible dejar en todos los nudos ferroviarios pequeñas guarniciones. Los soldados rusos, poco acostumbrados al tremendo calor de Turkestán , sin agua , sin abastecimientos de ninguna clase , morían como moscas. Una división entera se perdió por malaria y disentería . Nuestro ejército se deshizo , sin poder enfrentarse con el enemigo. Enver Pasha cambiada continuamente sus posiciones. Su ejército estaba formado casi todo él por aldeanos , los cuales , en cuanto aparecía el Ejército rojo , escondían sus armas y se convertían en pacíficos ciudadanos . Pero las tomaban de nuevo al oscurecer y los destacamentos soviéticos corrían peligro de ser aniquilados hasta el último hombre durante la noche . Era necesario poner guardias muy reforzados ;
pero
era muy difícil : los soldados , por la falta de alimentos y el calor, se encontraban rendidos a la puesta del sol .
Nuestro mando tenía que resolver una cosa urgentísima : localizar a toda costa a Enver Pasha y su Estado Mayor para aniquilar al cabecilla en primer lugar... ¿ Pero cómo?... ¿Sería posible hallare en los montes y desiertos del Bujara oriental , donde toda la población le favorece y odia a los rusos ?... Este «encarguito» me fué confiado por mis jefes . 70
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Debía hallar a Enver Pasha , concretar el punto donde se encontraba y no perderle de vista hasta lograr que fuese capturado por nuestras fuerzas. Era un trabajo difícil y muy peligroso . El riesgo era mortal. Pero ¿ qué importaba el peligro y la muerte misma para un comunista-chekista entusiasta como yo? ¿ No es nuestro deber el sacrificio y nuestro lema «la vida por el poder de los Soviets» ? Además , en Bujara existen también los Soviets. Es verdad que sólo oficialmente por la simple decisión de un Parlamento (controlado por destacados miembros de nuestra G. P. U. ) , pero no importa... En primer lugar, tenemos que aniquilar al enemigo , y después, empezaremos nuestro trabajo constructivo . «Por lo tanto , debo cazar a Enver Pasha ...» , me decía yo a mi mísmo durante el viaje . El tren avanzaba hacia el Bujara oriental . Yo iba disfrazado de viajante de comercio . Los indígenas sienten profunda estimación hacia los comerciantes profesionales. Debía captarme sus simpatías, hacer amistad con ellos y después ya veríamos . -Alejandro, ya es hora de tomar el té. Corre a buscar agua hirviendo ; entre tanto cortaré pan y salchichas-dije a mi amigo . Sin prisa , se calzó sus sandalias, tomó la tetera y salió para traer agua. Osipow era un fuerte y sano mozo de mi edad , de naturaleza flemática . Fiaba más en sus puños que en su inteligencia . Con agua bastante turbia hicimos nuestro té verde , como se bebe en el Oriente Medio durante los meses de verano . De repente un duro choque hace retroceder el vagón ; nos damos cuenta de que el tren, aun cuando con visible dificultad, arranca de la estación lentamente. Se teme que en cualquier punto nos encontremos con que las vías están destruídas por los insurrectos. Después de tomar el té, contemplamos por la estrecha
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ventana el panorama. Por todos sitios , arenales . De vez
en
cuando, oasis con algunos edificios de barro, semidestruídos , que acusan la impresión de antiguas ruinas. Aquí y allá se ven árboles solitarios con las hojas cubiertas por espeso polvo. La población casi no se ve . Todo está como muerto . Y aquí sigo el camino sin interrupción hasta la ciudad Kershi . Los ojos se cansan de la monotonía del paisaje .
de
Terminamos por coger una baraja y jugamos al « 66» hasta quedarnos tontos . Por fin, a la mañana siguiente llegamos a la estación de Karshi . Aquí moría el ferrocarril. Era preciso buscar otros medios de locomoción . —Bueno, Alejandrito , coge nuestras cosas y vámonos . Tendremos que seguir a pie. -Porque a pie... existen otras posibilidades . Puede ser que encontremos una solución más agradable que el ir
a
pie. Vayamos hacia la ciudad y preguntaremos . Al mismo tiempo descansaremos un poco…… -Puede ser que tengas razón-asentí yo . Desde la estación de Karshi hasta la ciudad hay unos doce kilómetros . La única carretera pasa por entre inmensos jardines , edificios y setos de barro . El polvo , que alcanza por lo menos medio decímetro de espesor , cubre toda la carretera. El aire, a pesar de ser las primeras horas de mañana, es asfixiante . Los carros que pasan ante nosotros levantan tales nubes de polvo que nos dejan ciegos . Por todas partes se ven pequeños establecimientos indígenas , donde se toma el té ; son más bien ligeros cobertizos , dentro de los cuales unos hombres con rostros tostados , casi negros , toman té sentados en cuclillas. Echando sobre los hombros nuestros sacos , nos encaminamos hacia la ciudad . Andando un kilómetro , oímos a nuestras espaldas el rodar de unos vehículos . Comprobamos que se trata de unos carros de Intendencia vacíos .
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-Camarada, permítenos subir hasta la ciudad , te regalaré algo
dijo Osipow al soldado del primer carro .
-¿Y qué tienes?-preguntó el soldado echando una mirada a nuestros sacos. -¿Quieres un centenar de pitillos ? pañero .
ofreció mi com .
-Súbanse-respondió el militar. Colocamos con toda prisa nuestro « bagage » en el carro, sentándonos al lado del mozo .
-Muchas gracias, camarada -dijo Osipow, entregándole el paquete con cigarrillos y ofreciéndole además uno de su pitillera. -¿Y dónde van ustedes? -Hacia el centro de la ciudad . Allí tomaremos carga v
seguiremos después hasta Guzar- respondió el muchacho. -Qué suerte . Nosotros también vamos hasta Guzar . ¿ No habría manera que nos llevasen ? -preguntó Osipow. -¡Eh ! ... ¿Y vosotros quiénes sois? -preguntó el soldado rojo , mirándonos recelosamente . • -También somos soldados como tú . Nos han dado permiso y queremos hacer un poco de negocio con nuestras mercancías. -Resulta que sois del mercado negro- contestó riendo el soldado . -Podemos pagarte bien-intervine yo . -Por mi parte, no tengo inconveniente ; pero ... ¿ y mis jefes ? ... ¿Y qué pueden ustedes pagar? ¿ Daréis un millón? Si me lo dais , os llevaré bajo mi propia responsabilidad -decidió el mozo. Accedimos en seguida , y como buenos amigos encendimos nuevos cigarrillos . Nos ofreció el siguiente plan : «Ustedes deberán esperarme en cualquier pequeña taberna . Cuando salgamos del centro los recogeremos .>> 73
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En las cercanías de la ciudad hay un espacioso edificio . Es un «hotel-restaurante» que como dependencia tiene una «casa de té» . Ante la puerta de ella , un samowar de tamaño gigante. Al lado, un brasero donde se calientan pequeñas y grandes teteras . Está próxima una fuente con fresca y agradable agua. Ante el edificio se levanta un árbol centenario que casi cubre con su sombra el espacio , con el que hay, diseminados, varios asientos cubiertos por tapices , donde
se
sientan y, mejor, se tumban los indígenas , en torno de sendas teteras humeantes. Aproximándonos a estas gentes , las saludamos según la tradición. -Selam aleku.
Tiramos al suelo nuestros pesados sacos y nos acomodamos al lado de ellos. Mientras esperamos vengan a buscarnos, tomamos té caliente con rebanadas de pan tostado recién hechas , disfrutando de la agradable sombra. Al fin vinieron los carros . Nos encaramos y salimos , y , con gran traqueteo a causa de los baches, pronto nos encontramos fuera de la ciudad. -Escúchame, Alejandro : debes fijarte bien por donde vamos y retener en la memoria todos los caminos que pasamos. Eres nuestro enlace. -No te preocupes-contestó Osipow cubriendo
su ca-
beza para protegerse del ardiente sol.
Entramos en Guzar. Nos encontramos con un mércado cubierto . Formando pasillos, las tiendas estrechas y oscuras ofrecen descanso y fresco. El calor es sofocante en plena calle. Sobre las tablas cu74
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biertas de pequeños tapices permanecen sentados los tenderos, que miraban pacientes a los transeuntes .
Hemos llegado a «Tsai-Jané» (Hotel Oriental) . Pagamos a nuestro «cochero» y bajamos del vehículo . Un muchacho nos trae un botijo de cobre con agua para lavarnos . Después de quitarnos algo el polvo y el lodo , tomamos el té. Los indígenas nos preguntan origen y profesión . En lugar de responderles, abrimos nuestras cestas y les ofrecimos nuestros géneros . Esta es nuestra mejor recomendación . Empiezan a mirar la mercancía, preguntándonos los precios en la capital . Por nuestra parte demostramos interés sobre los mercados de Dennau y Iyurchi , adonde deseamos ir «para vender nuestra mercancía» . Al grupo se incorporó un indígena vestido pobremente , que se sentó a mi lado . Parecía tener unos treinta y cinco años , con eara de bonachón , pero de mirada enérgica y lista , el cual, dirigiédose a mí, dijo : —Escúchame , « bai»
( señor en el idioma del país) . Mi
nombre es Abdurrachman. Estoy aquí desde hace unos quince años . Siempre todos los ricos comerciantes rusos han trabajado por mediación mía . Soy comisionista . Hoy los asuntos van mal. Faltan géneros. La mercancía de Rusia no viene y no hay nada que hacer. Conozco aquí a todos los comerciantes . Sé muy bien dónde y cómo podéis vender vuestro género . Me ofrezco para ir con ustedes hasta Dennau y Iyurchi—exclamó al fin, como haciendo un gran sacrificio . -Muy bien, Abdurrachman-contesté yo— ; estaremos aquí unos dos días. Vamos a trabajar y después ya veremos. Si tú nos ayudas a hacer buenos negocios, trabajaremos juntos siempre hasta en la misma capital . Desde este momento nos colocamos bajo la tutela de Abdurrachman. El nos recomendaba en todas partes , intimando cada vez más con nosotros. Se interesaba por el resultado de nuestro trabajo , ya que tenía esperanza de recibir su comi75
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sión . Salimos acompañados por él para comprar unas mercancías que podríamos vender con éxito en el distrito Dennau.
de
-Escúchame, bai-me dijo en voz baja- : debemos comprar mercancías y el té al viejo Rachmatula Bai. -¿Y por qué a él particularmente ?-le pregunté yo . -Ya sabes que en Dennau y Iyurchi hay muchos insurrectos- me explicó― ; hay que salvaguardar las mercancías . Hay bastantes ladrones en todas las carreteras . Pero si tuviésemos una carta de Rachmatula para su hermano de Dennau , podríamos caminar con toda tranquilidad . Confíe en Abdurrachman, él sabe lo que dice ... Acudimos a la tienda de Rachmatula Bai . Era estrecha y larga , semioscura , llena de varios géneros , desde percal y botones hasta quinqués de petróleo y zapatos de goma. Ante la puerta estaba sentado Rachmatula en persona con una bata de seda cruda . En torno a su gran barriga tenía muchos pañuelos de seda de vivos colores . Era de cara llena , con cutis grasiento , pómulos salientes y ojos oblicuos que le brillaban bajo las blancas cejas . Entre las manos tenía el rosario de sándalo . -Salem alekum, Rachmula Bai-dijo saludando Abdurrachman, al mismo tiempo que se inclinaba exageradamente, y nosotros le imitábamos-. Te traigo unos buenos comerciantes de Bujara―siguió diciendo él , quitándose sus babuchas y sentándose en cuclillas sobre el tapiz .
-Seáis bienvenidos - pronunció con voz pausada Rachmatula ,
mirándonos
atentamente
.
Siéntense,
serán
mis
huéspedes ... Dos teteras de té-ordenó a un muchacho . Mientras nos tomábamos el té , nos hizo varias preguntas sobre el viaje , novedades en Bujara , etc .; pero de negocios , nada . Es la costumbre del Oriente : con los asuntos comerciales «nunca hay prisa» . 76
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
Por fin, Abdurrachman empezó a hablar de lo que nos interesaba : -Tú ves que mis bai han venido de Bujara y han traído muchas mercancías.
Procurando por ambas partes resultar lo más corteses posible , se empezó a tratar del negocio y al fin tuvieron feliz resultado nuestras negociaciones . Después de mucho discutir , de fingir que nos marchábamos sin llegar a un acuerdo , de jurar por nuestro honor e incluso invocar a toda la corte celestial como testigo para convencerle de que si le comprábamos algo era por amistad , pues perdíamos dinero ..., terció nuestro acompañante : -Amigo Rachmatula Bai-empezó de nuevo Abdurrachman—, tú ves que son unos comerciantes ricos y formales . Han comprado mucho género, pero tú sabes que el distrito de Dennau está casi siempre inquieto y mis amigos son forasteros. Escribe, por favor, a tu hermano mayor diciéndole que conoces a estos hombres y que están bajo tu protección . Con esta carta, si el Señor les ayuda , pronto venderán su género y volverán para comprar otra vez . -De acuerdo- replicó Rachmatula, y dejando sus rosarios llamó a un escribiente callejero . Este se presentó en seguida . Después de sentarse sobre el tapiz tomó su estuche con tinta y pluma y escribió según el dictado de Rachmatula. Acabado , lo leyó en alta voz y ofreció la carta a Rachmatula . Este , abriendo su bata , sacó su reloj de oro con gruesa cadena , en la que llevaba engarzado su sello personal , y humedeciendo la carta con la lengua puso en ella su estampilla . -Que Dios los proteja. Que tengáis éxito en vuestros negocios . Mis abrazos para mi hermano- dijo el viejo , dándonos la carta y despidiéndose de nosotros .
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Eran las primeras horas de la mañana y caminábamos hacia Dennau. Nos llevan tres pequeños burros fuertes y resistentes. Sobre dos de ellos montamos Osipow y yo . El tercero va cargado por la mercancía y de vez en cuando descansa sobre él Abdurrachman , que va a pie y le arrea con un palo. -Abdurrachman-le digo-, la vida es dura . Es difícil la existencia. No se hacen negocios. Sí-contestó suspirando- ;
esta revolución ha aniqui-
lado todo ; si no fuese por ella, yo sería un hombre rico. -Los insurrectos también están contra la revolución ... ¿Por qué no estás con ellos?-pregunté yo . -Estas gentes desean que vuelva el emir-respondió, mirando en todas direcciones , como si temiese encontrar por el desierto algún espía- ; yo no sé quién es el emir . En tiempos de su padre, el jefe del distrito de Guzar se apoderó de mi hermana y la violó. Su escribiente ha violado a mi hermana menor. Y hay que aguantarse, pues quien dice una sola palabra es decapitado. Los rusos son mejores que el emir. Ahora Enver Pasha trata de convertirse en emir- siguió explicándose-; él fué expulsado de Turquía y se ha venido aquí. Ellos guerrean , roban , y nosotros no tenemos ninguna posibilidad de vivir . Todo está mal-dijo al mismo tiempo que pegaba furiosamente al pobre asno, como si fuese el emir o Enver Pasha en persona. -Abdurrachman Bai , ¿ y por qué no vais mejor a Bujara para comprar y vender las mercancías con toda calma? -¿Y cómo irme? Tengo familia , tres hijos . Para el comercio se precisa dinero - contestó con desesperación . ¡ Pero qué suerte es el poder vivir en Bujara ! Estuve allí dos veves-añadió con gran entusiasmo. De repente me asaltó una idea : alistarlo a nuestras filas.
-Sí-respondí pensativo
, el dinero es una gran fuerza ;
pero sabes , Abdurrachman Bai , que los rusos prometen su-
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STALIN EN EL ORIente medIO mas enormes a quien localice a Enver Pasha y comunique a las autoridades dónde se esconde.
-¿Es posible?... ¿Y cuánto dan?-preguntó con curiosidad. -Cinco millones-repliqué-, Yo mismo he leído el anuncio en Bujara antes de salir para aquí. -¡Jop ! Es un gran capital . Pero ¿ por qué darán tanto dinero si todo el mundo sabe que Enver vive en las cercanías de Dennau ?-añadió con tono de duda. —Bien, amigo ; pero si esto es verdad , ¿ desearía realizar esta «hazaña»? -Por la mitad o la cuarta parte de este dinero « pescaré >» a Enver y a todos sus turcos. Han traído a nuestro país la guerra-dijo con odio.
-Así te convertirías en rico negociante
le dijo , guar-
dando silencio durante un rato para darle tiempo que me. ditase sobre todo lo que había dicho . Y como si nada me importase, me puse a conversar con Osipow de bagatelas ; éste sonreía comprendiendo mi plan y aprobándole . Por la noche visitamos una casa de té, en cuya puerta nos sentamos sobre un tapiz. Después de tomar una rica y sabrosa ración de carne en su jugo , empezamos con el té. -Eres una buena persona , Abdurrachman-dije yo
y
me alegraría mucho de verte convertido en un rico negociante . Podríamos en este caso trabajar juntos.
-Sí-replicó él-, no estaría mal ! —Esta mañana dijiste que Enver está en las cercanías de Dennau ; ¿ no será para nosotros peligroso el ir allí con nuestras mercancías?-insinué , encauzando la conversación hacia el tema interesante. -Con la carta de Djuma Bai no tenemos nada que temer. El es un apasionado por el levantamiento. El es quien suministra todos los avituallamientos a los insurrectos . Además , 79
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puede ser que cuando lleguemos , los rusos ya tengan en su poder a Enver Pasha y todo estará terminado . -¿Sabes, amigo , que desearía fueses tú quien ayudara a los rusos a apoderarse de Enver Pasha ? ¡ Recibirías mucho dinero !
-Yo también lo desearía . ruso...
Pero ¿ cómo? No hablo el
-Si quieres , marcharemos juntos a Dennau , veremos al comerciante ruso-dijo interviniendo en la conversación Osipow- , es un buen amigo. Tú le hablarás y yo serviré de intérprete. Probablemente te dará dinero en seguida. —¡Jai ! —gritó encantado Abdurrachman— . Iremos juntos. Pero, Alejandro Bai, no te olvides. Nos acostamos por la noche sobre el mismo tapiz .
Llegado a Dennau con Osipow, fuimos juntos a ver al jefe de la guarnición . En el portón del patio del cuartel estaban unos caballos con monturas preparadas . Al extremo del patio encontramos un pequeño edificio . Sobre la puerta del mismo había clavada una hoja de papel con las siguientes palabras escritas a lápiz : «El jefe de la guarnición de Dennau . » Entramos. Ante una rústica mesa de cocina cubierta por un sencillo paño estaba sentado un hombre . Se trataba de un militar , pues llevaba breeches , botas altas y espuelas . Estaba desnudo hasta la cintura , debido al asfixiante calor . -¿Usted es el camarada jefe de la guarnición ?—pregunté, ¿ Qué se os ofrece , ciudadanos ?-respondió él, mirándonos con gesto interrogador . -Soy el delegado del Consejo Supremo Militar del frente
de Turkestán- le dije , presentándome . Y sacando del bolsillo un puñalito, corté el forro de mi
80
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO americana , sacando mi certificado , escrito en un pañuelo de seda, que le entregué. Mis credenciales decían así : «Al dueño de este certificado, camarada Agabekow, se le ha destinado para la lucha activa contra los insurrectos contrarrevolucionarios . Todas las autoridades militares y civiles , así como todas las personas particulares , tienen la obligación de prestar toda su ayuda al camarada Agabekow en el cumplimiento de su deber. -Firmado por el Consejo Supremo Militar del frente de Turkestán , Voronin .--El jefe superior del Contraespionaje , Ipplitov.» Y
este es mi camarada para el servicio de enlace ,
Osipow. -Siéntense, camaradas--exclamó el comandante , desviviéndose por ofrecernos la silla en la que estaba sentado . -Mañana saldremos con dirección al campo de los insurrectos y hacia el sitio donde se halla el Estado Mayor de Enver Pasha. Uste debe mantener un estrecho contacto con nuestro Estado Mayor y esperar nuestras noticias. Todo lo tenemos ya preparado . Hemos adquirido una carta de recomendación de Djuma Bai , en la cual nos recomienda como pacíficos comerciantes. Luego presentamos a nuestro guía , que se ofreció al comandante para la empresa . Aburrachman, con gran alegría , recibió del comandante diez millones. Durante la noche marcharemos hacia nuestro destino .
Cuando sólo llevábamos dos días entre los insurrectos, gran parte de la mercancía estaba ya vendida . Hemos hecho muchas amistades ;
todos nos tratan como buenos amigos. Por la noche visitamos la «Casa de té» frecuentada por los insurrectos. El ánimo de éstos se encuentra muy deprimido.
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GREGOR
A GABEKO W
No tienen la posibilidad de moverse, porque en todas
par-
tes se encuentran con destacamentos rusos. -Espera un poco-dijo un hombre de aspecto feroz-. Enver Pasha envía embajadores especiales a todas las partes del mundo. En breve acudirán aquí los afganes y, después, los ingleses . Vamos a expulsar a los rusos . -Tendréis que esperar mucho tiempo-dijo un soldado que trabajaba en la cocina de Enver- ; ayer, durante la comida, he oído al Pashá decir que hay que permanecer aquí por lo menos tres semanas. -Pero qué gusto me daría hacer una razia en alguna estación ; con toda seguridad robaría una mujer rusa-dijo un tercero , de unos cuarenta años , alto , con una cicatriz la cara .
en
-Mejor sería que indagases qué hace tu propia mujer -interrumpió otro.
Todos ríen. La conversación, cada vez más animada , es salpicada de interesantes narraciones. Me encontraba acostado al lado de Osipow y escuchando las conversaciones de los rebeldes. —Alejandro , mañana por la mañana , debes marchar con Abdurrachman hacia Dennau, avisando para que los nuestros rodeen por completo esta aldea .
¿ Has atendido
que
tienen la intención de quedarse aquí tres semanas?-dije al oído de Osipow. -Bien. Y ¿ qué vas a hacer tú?—me preguntó él . -Esperaré aquí el resultado.
-Te matarán—dijo , suspirando , Osipow. -No seas tonto-interrumpi yo- ; tú te irás con el pretexto de cambiar las mercancías . -A sus órdenes -dijo Osipow, volviéndose para el otro lado .
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STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
Ya llevaba cuatro días entre los rebeldes . Todo el género estaba vendido. No tengo nada que hacer en absoluto . Casi todo el tiempo lo paso en la casa de té. Alguna vez salgo a la calle para ver qué pasa. Una vez vi a Enver Pasha en persona. Iba acompañado por uno de sus oficiales . Era de estatura mediana , cara noble, con los bigotes hacia arriba y bien afeitado. Iba vestido con el uniforme de oficial turco y un turbante blanco . Su semblante parecía estar seriamente preocupado. A mí también me pesaba mucho mi soledad. Y cada minuto que transcurría me sentía peor. No deseaba morir tan joven, y menos aquí, entre los rebeldes . Quería pensar solamente en el feliz momento en que acabase nuestra aventura. ¡ Con qué algría volvería a Samarkanda , donde no hay peligro ni insurrectos. Al día siguiente , llegó Osipow con el asno cargado de nuevas mercancías. Al descargar me entregó discretamente un papelito : «Los destacamentos están en camino ; no pierda el enlace . En caso de cambio o dislocación, comunicad urgentemente . >> Hice un pitillo con este papel. Empezamos de nuevo a vender las nuevas mercancías . De esta forma parecía que el tiempo pasaba muy pronto. Era ya de noche y muy tarde cuando me visitó Osipow. Este venía sonriéndose . -Muy bien, hermanito- dijo cuando nos quedamos solos-- ; tenemos que irnos de aquí. -¿Por qué? -El regimiento está ya en Dennau, y por la mañana llegará aquí. -Bien. Díselo a Abdurrachman...
Al cabo de una hora, salimos de la tasca, primero uno y luego el otro, como si fuésemos de paseo . Nos reunimos en la oscuridad ; juntos marchamos aprisa , y al fin salimos co-
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GREGOR
AGABEKO W
rriendo . Osipow llevaba preparado su Nagán . Corríamos y corríamos . El corazón parecía querérsenos salir del pecho. De repente oímos el ruido de muchos caballos . Nos escondimos al borde de la carretera. Pasaron unos seis jinetes. Después, un escuadrón entero . Salimos a su encuentro. Fuimos recibidos con gran alegría. El jefe del regimiento y el de la guarnición nos saludaron cariñosamente . Nos cedieron caballos de los sobrantes y un ordenanza , y nos separamos de nuestros amigos ,
El informe del comandante del regimiento al Estado Mayor del Cuerpo 13 decía así : «Después de tomar especiales medidas de precaución , el Regimiento se dirigió hacia el punto indicado. No lejos de la aldea, en dirección al domicilio del Estado Mayor enemigo, partió un escuadrón, el cual tenía la orden de cortar el paso al enemigo , en caso de que éste quisiera iniciar la retirada . A las cinco de la madrugada , el Regimiento empezó a atacar, encontrándose por parte del enemigo con una gran resistencia, la cual fué rota por nuestras ametralladoras. El adversario intento huir desordenadamente. El Estado Mayor de los rebeldes, con Enver Pasha a la cabeza, ha huído hacia las montañas, pero encontrándose con el escuadrón enviado por nosotros para cortar la retirada , se vieron obligados a combatir. Como balance del combate resultó todo el Estado Mayor aniquilado . Solamente pudieron salvarse tres hombres ; 28 cadáveres quedaron en el lugar del combate . Entre ellos fué identificado el cadáver del mismo Enver. Con un sable le cortaron la cabeza y mutilaron su cuerpo . A su lado se encontró un Koran . > » Así acabó su vida el que fué Ministro del Ejército de Turquía , uno de los más grandes aventureros de la revolución.
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STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
Me encontraba acostado sobre una cama turca en el despacho del jefe de guarnición de Dennau y con la cabeza apoyada en una silla , descansaba. En un rincón trabajaba Abdurrachman preparando el té. A pesar de ya ser rico, por haber recibido el premio prometido, daba muestra de cariño hacia mí, sirviéndome el té, pero con los demás se mostraba orgulloso . Me ha dicho que desea irse conmigo hacia Bujara para instalar allí un buen negocio . Me mira afectuoso y con cariño , me sonríe, pero a pesar de todo mis ojos vigilan todos sus movimientos . -¿Me pondrían en el té algún veneno?...-pensaba- ; en el Oriente todo es posible.
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CAPITULO VII
LOS CONTRABANDISTAS
Suena el teléfono. Tomo el auricular : -Dígame... -Buenas tardes, camarada Agabekow. Aquí el «Doctor» . Puedo verme con usted? Se trata de asunto urgente. -Un instante-le dije-consultando mi reloj . -Bien ; dentro de media hora podemos encontrarnos en donde usted sabe.
Yo era ya el jefe de la sección de la G. P. U. para luchar contra el espionaje y contrabando en Tashkent. A mis órdenes trabajan unos 50 agentes secretos, que actúan en todas partes, empezando por los consulados extranjeros , e incluso hasta en los hoteles y mercados . Yo hablaba desde mi despacho , habitación número 14 en el edificio oficial de la G. P. U. El que me llamaba era uno de mis agentes secretos , que tenía el seudónimo de «Doctor» , y facilitaba informaciones referentes a los contrabandistas . Era un hombre muy 87
GREGOR
A GABEKOW
listo ; antes trabajó de viajante . Probablemente en su juventud también fué contrabandista profesional , pero después prefirió cambiar de trabajo , traicionando a sus antiguos compañeros. El no me molestaba por cosa sin importancia. Debe ser un asunto bien preparado ... Puse mis papeles en la caja fuerte , me metí en el bolsillo el revólver y salí de mi despacho . Una de las habitaciones del hotel «Kasym» , en la calle de Uratiubin, estaba siempre ocupada por una persona desconocida. Esta habitación era uno de mis domicilios clandestinos . Al entrar se levantó un hombre de estatura más que mediana , de alguna edad, con una respetable barriga , con cara sin expresión y ojos de color gris acero . Su forma de nariz le hacía parecer un ave de rapiña . Este era el «Doctor» (seudónimo que le dí por sus perfectos conocimientos en varias materias de contrabando de productos químicos). -¿Qué hay?—pregunté. -Nada ;
un pequeño asunto , camarada Agabekow-me
dijo él sonriendo- ; ya hace tiempo vengo espiando a un grupo de inviduos , vendedores de opio y santonina, y hoy he descubierto que quien vende todo este género es una mujer apellidada T.
-¿La dirección?-pregunté yo. -Sí, la conozco , y ya tuve ocasión de ir a su casa . Por el momento tiene unos 30 kilos de opio y 10 de santonina. La prometí llevarla un comprador para esa partida . De tal manera el asunto no nos puede fallar. -¿Y qué piensa usted hacer? -Creo que lo más conveniente sería que usted , fingiéndose comprador, viniese conmigo y así verá usted por sus propios ojos la mercancía-propuso el «Doctor». Pensé y accedí. -En este caso vámonos en seguida
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dijo el agente- ;
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
pero, camarada Agabekow, una vez terminado este asunto no olvide mi participación . Tengo familia y mi sueldo de 150 rublos no me da para mucho ... -No se preocupe le interrumpí-- ; recibirá una tercera parte del precio de tasa , según dispone la ley. Acudimos a una casita situada en un callejón . Nos abrió la puerta una mujer de mediana edad , rubia, con aspecto de cansada y de preocupación. El «Doctor» la saludó y me presentó a ella. Me mró con recelo, y seguramente no hallando nada sospechoso en mí, me invitó a entrar. -Siéntense, por favor-nos dijo-, en tanto que se dirigió hacia la cocina . En seguida volvió y se sentó con nosotros. Nuestra conversació fué corta . Cogió de detrás del espejo un poco de opio y un pequeño paquete con polvo de santonina, como muestra. Examinamos la calidad , la encontramos bien y pronto estuvimos de acuerdo referente al precio. —Perdón, señora , pero como no sabia que podía hacer una compra tan importante , no he traído bastante dinero . Si no le molesta y quiere acompañarnos a mi casa , allí le pagaré todo. -Bien- dijo ella- ;
voy a arreglarme un poco. Y se
ausentó por unos momentos. -Oigame, «Doctor» , cuando salgamos a la
calle ,
dé-
jenos solos con cualquier pretexto . Entretanto llevaré a esta mujer a la G. P. U. -dije en voz baja a mi agente . -A la noche puede usted ir a verme y recibirá sus honorarios . -Muchas
gracias-me
contestó- ;
tengo,
además ,
un
asuntito del cual quiero hablar con usted.
Por fin salimos y quedé a solas con la mujer, la cual, a pesar del calor, llevaba un abrigo de entretiempo . La llevé hacia la G. P. U.
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GREGOR
A GABEKO W
-¿Pero dónde está su domicilio , señor? No sé por qué tengo miedo ...
Parecía presentir algo. -¿Por qué está nerviosa? En seguida llegaremos a mi casa , recibirá usted su dinero y todo está listo. Estábamos a pocos pasos de nuestras oficinas . -No puedo más exclamó la mujer- ; pero ¡ Dios mío, si ésta es la G. P. U.! -No tema nada―le dije , cogiéndola del brazo y conduciéndola hasta el portal de la G. P. U.—. Fué conmigo sin resistencia .
Entramos en una habitación larga y estrecha, en la que había tres mesas separadas del público por una barrera de madera . Ante la primera estaba el oficial de guardia con un gorro azul y galones rojos, camisa caqui y, como siempre, provisto de su revólver. En la puerta un centinela con fusil . -Camarada de guardia : envía, por favor, esta mujer arriba con un convoy-le rogué al oficial. —A sus órdenes, camarada Agabekow. Salí del recibimiento . Tras de mí pude oír la ronca voz del oficial , diciendo : -Sus apellidos , ciudadana ... ( estaba haciendo la ficha).
-Dígame dónde esconde la mercancía y quién se la suministra... La mujer permanecía sentada al otro lado de mi mesa ; estaba muy pálida , pero se calmó un poco , y tomando una decisión, dijo :
-No tengo ningún género. -¡Cómo !, ¿ no tiene usted nada? ¿Y lo que pensaba usted vender a mí? -Era solamente por encargo de otra persona . Yo no 90
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO tengo nada. Puede usted registrar toda mi casa-añadió firmemente.
-Diga entonces a dónde tenía que ir para recoger las mercancías . -¡No lo diré, no y no ! ¡ Puede fusilarme en el acto ! ... , y , en un ataque histérico , empezó a gritar. -En este caso no queda más remedio que conducirla a los calabozos de nuestro sótano , hasta que cambie de parecer-le advertí con calma . ¡ Ordenanza !: lleva esta mujer al jefe del edificio y que la encierren hasta que le ordene . Acompañada por el guardián , se disponía a salir del despacho, pero al llegar ante la puerta , de repente se paró y echándose a llorar, exclamó : -No me lleven al sótano, por favor. Tengo una niña . ¡ Dios mío !, ¡ Dios mío !, todo lo diré, todo , pero dejadme en libertad .
-Puede usted sentarse-la indiqué. -Como he dicho y es verdad, yo , personalmente, no tengo esas mercancías . El propietario es un comerciante de Gashgan, Ajun Bai, quien me ha dado el encargo de vendérselas , dándome una comisión . Soy una pobre mujer con una hijita. No tengo medios de vida- dijo , conteniendo sus sollozos. -¿Cuál es la dirección de Ajun Bai?-insistí yo . -Vive en la calle tal y tal . ¡ Pero por Dios, soltarme ! ... -De acuerdo, pero antes debemos cerciorarnos de que cuanto usted nos ha dicho es cierto ; si lo es, yo haré todo lo que me sea posible para ayudarla, pero en caso contrario tenga presente que por la venta del contrabando la corresponderán tres años de prisión . Entretanto se hagan las gestiones sobre la veracidad de todo lo referido , usted debe quedar custodiada en la planta baja. En seguida salí con dirección al domicilio de dicha mujer. Encontré la puerta abierta, y pasando por un patió entré
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GREGOR
AGABEKO W
en el pasillo y vi una oscura cocina . Allí estaba una niña delgadísima de unos doce años . -¿Cómo te llamas?-pregunté . -Olga.
-¿Y qué haces? -Mamá no está y cuido de la comida- respondió la muchachita.
-¿Y dónde está tu mamá ? -Fué a la ciudad y volverá a la hora de comer. Pero tú puedes esperarla ; niña .
volverá dentro de un rato-dijo
la
Contemplando a esta pequeña , que esperaba llegase su madre para comer, me daba pena pensar lo que sería de esta criatura, de lindos cabellos rubios, cuando transcurriese el tiempo y su madre no volviese , quizá , ni en días ni en años . De repente, me acordé que debía hacer un registro. Pero ¿ cómo? ¿ Revolver la casa, ante la chiquilla , que está en espera de su madre? No y no …
Acariciando sus finos cabellos , dije : -No , Olga , me marcho ; entretanto , sigue tú de «cocinera». Y por primera vez en mi profesión , no cumplí con mi deber.
Salí sin hacer el registro .
Llegué a la pequeña calle de Urbi y llamé a una puerta cubierta de hojalata , tras de la cual se oyen unos pasos . Me abrió un hombrecillo de baja estatura , un indígena, que sonreía de manera especial. -¿Eres el ciudadano Ajun Bai?-pregunté en ruso. El indígena movió la cabeza afirmativamente.
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!
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
-Soy un jefe de la G. P. U. y traigo una orden de hacer un registro en su casa - le dije entrando. -A sus órdenes-contestó agitando las manos— ;
pero
por favor no meta mucho ruido , mi mujer está enferma , que no oiga nada... -¿Qué le pasa ? -Ayer dió a luz un niño-me dijo en su cara se vió una sonrisa feliz.
, y por un momento
No le creí. Conozco estos trucos ... El piensa esconder mejor su contrabando. Sin esperarle abrí la puerta de una habitación , en la que había una cama sobre el suelo y en ella una mujer joven, con la cara muy pálida. Tenía a su lado algo que se mueve y chilla. A la otra parte está sentado otro niño, de unos cuatro años . El muchachito me mira con sus grandes ojos negros fijamente. Salimos de la habitación cerrando la puerta cuidadosamente . -Esucha-dije volviéndome al Ajun Bai...—y estuvimos hablando más de una hora.
En su despacho , tras el escritorio , está sentado el jefe de la Sección secreta de la G. P. U. , Moisés Gordon . A pesar de sus treinta y cinco años , es tan grueso , que apenas cabe en el gran sillón. Me senté frente a él para darle cuenta del trabajo de mi departamento . -Escúchame, Agabekow : hay cosas extrañas en tu trabajo . Hoy debías de hacer registros , detenciones , has estado varias horas ausente y el resultado ha sido negativo . ¿ Qué ha sucedido ?-me preguntó . -Sí, he localizado y detenido a dos contrabandistas , pero después del interrogatorio decidí dejarlos en libertad -respondí yo .
-¿Por qué?-me inquirió el jefe recelosamente . 93
GREGOR
A GABEKO W
-Porque solamente se trataba de intermediarios y no tenían la mercancía . Además , hablé muy detenidamente con uno de ellos , que es un indígena, y he podido conseguir alistarle para nuestro trabajo . Se ha comprometido a localizar en un mes , por lo menos, 1.000 kilos de contrabando . En fin, estoy seguro que este hombre nos será muy útil para el espionaje entre la tribu Kashgar . Por este motivo crei que nos era más beneficioso el recibir una gran cantidad de contrabando y un buen agente clandestino que tener un preso en nuestros sótanos...
-Pero según la ley no tenía derecho a dejarlo suelto -dijo Gordon muy nervioso. -Camarada Gordon, puede ser que desde el punto de vista de las leyes tenga usted razón. Pero yo soy de otra opinión. Hay una ley en la revolución y es la ley de la conveniencia. En este sentido somos buenos militares del partido ... Necesitamos divisas y, repito ,
recibiremos más
provecho de nuestro indígena-agente que del mismo encerrado abajo... Además , si usted juzga mis actuaciones como un crimen, puede denunciarlas a la superioridad y acepto la responsabilidad personal que pueda caberme ;
yo, por mi
parte, declararé ante el Comité del Partido-le repliqué amenazante. Sabía que Gordon tenía miedo al Comité del Partido por tener varios «asuntos» feos en su «actuación revolucionaria» . Además, yo era el secretario del Bureau de Células Comu. nistas de la G. P. U. y miembro del Comité del Partido. No le convenía proceder contra mí. -¡Qué excitado estás, Agabekow ! Dejemos esto. ¡ Ojalá que tú tengas razón ! En efecto , tenía razón . Gracias a mi indígena hemos localizado , no los mil kilos , pero sí muchos miles de kilos de contrabando . Era también muy útil desde el punto de vista político . Tampoco mi instinto se ha engañado otra vez. 94
CAPITULO VIII
LA FARSA DEL JUZGADO
Me ha invitado el jefe de la sección de organización de la Jefatura provincial del Partido . Tras llamar a la puerta con los nudillos , entro en el despacho , formado por una habitación bien amueblada , pero sucia. Polvo sobre las sillas y en todas partes . Al fondo , un gran armario lleno de libros , periódicos y cuadernillos . En el rincón , unas banderas arrolladas en sus astas, también cubiertas de espeso polvo. En las paredes , carteles con frases revolucionarias . Ante la mesa, y sentado, el jefe, Galustian , con su cabeza negra y pelos rapados en extremo. En aquel momento examinaba y firmaba unas cartas. -¡Ah !, camarada Agabekow, siéntese. Tengo para usted un encargo de importancia- me dijo buscando algo entre sus papeles. Cogí un cigarrillo de los que estaban sobre la mesa , lo encendí y me senté frente a Galustian . -¿Usted conoce , sin duda , el asunto de los sinvergüenzas de Majlin , Maduev y Cía . ?-empezó preguntándome . Hice un gesto afirmativo . 95
GREGOR
A GABEKOW
-Majlin y Maduev son conocidos como comunistas ;
me-
jor, eran comunistas , por habérseles retirado los carnets del Partido. Los rumores referentes a sus actividades son que se mezclan con las masas obreras para originar calamidades. Tengo varias cartas sobre este asunto escritas por camaradas del Partido . Por esto hemos decidido no fusilarlos , como siempre, para organizar un proceso demostrativo . Las masas de obreros deben ver que los soviets castigan con el mismo rigor a los culpables comunistas que a los contrarrevolucionarios . Según nuestra proposición , la G. P. U. ha hecho entrega de este asunto al Juzgado Supremo Especial. El presidente del Juzgado será el camarada Smirnow ; sin duda le conoce usted, y los miembros del Tribunal serán usted y una camarada de la Sección femenina. Usted llevará la dirección de todo , en tal forma , que las masas comprendan que los manejos de estos elementos son contrarios al proletariado y el único castigo debe ser su fusilamiento. -¿Y cuál es la opinión del Comité del Partido ?—pregunté yo .
-El Comité ha confirmado nuestra resolución , y aun el mismo Mezlauk (presidente de la Sección Oriental del Comité Central) tendrá el cargo de fiscal popular. Todo está ya arreglado . Usted solamente debe dirigir el proceso técnicamente. Su cargo será el principal, por ser el otro cama. rada- confidencialmente- poco culto , y el cargo de la camarada de la Sección femenina no tiene importancia . Usted debe coordinar todos los puntos de la ley con nuestras directivas. Con su experiencia en la G. P. U. no le será difícil ... -A sus órdenes -dije-. ¿ Cuándo empezaré el proceso? -Mañana firmaremos el nombramiento de usted como miembro del Tribunal. Después hay que conferenciar con los centros profesionales para movilizar la mayor cantidad posible de gentes . Yo supongo que para el lunes que viene podemos celebrar la primera sesión del proceso. Los otros
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STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
miembros están ya instruídos y los pequeños detalles los resolveréis entre vosotros-dijo el jefe , dando por terminada la conversación . Al despedirme me regaló unas cuartillas y me fuí. Como resumen : desde mañana seré miembro especial y tendré que actuar públicamente como representante de la Justicia. Mi primera idea fué irme inmediatamente al Tribunal para estudiar el caso . Pero después, pensando en las instrucciones dadas por Galustian , pensé no era necesario. Todo estaba ya resuelto . Ya sólo restaba sentenciarles a muerte. Me marché directamente hacia la G. P. U. Apenas entré sonó el teléfono . -¿Es Agabekow? Buenas tardes ; aquí, Smirnow. Escúchame : desde el lunes tenemos que trabajar juntos . El Tribunal actuará en el teatro Coliseum. Empezaremos a las tres de la tarde para que pueda asistir el público. -¿Es todo ? -pregunté. -Sí ;
¿ quieres examinar el asunto ? Aquí tenemos cua-
tro carpetas-dijo Smirnow. -No vale la pena de perder el tiempo-le interrumpí. -Tienes razón, allí podremos examinarlo mejor todo durante el interrogatorio .
Estamos en el teatro Coliseum. Es un gran edificio semi . circular, con capacidad para 4.000 personas . Estaba destinado para circo, pero después lo han convertido en teatro . Todos los miembros del Tribunal, incluso yo , nos reunimos entre bastidores . Contemplé la sala por una mirilla del telón . El patio está casi lleno, pero continúan entrando más y más grupos de obreros . En el escenario había una larga mesa cubierta por un paño rojo. El oficial del Tribunal colocaba en aquel instante la jarra 97
7
GREGOR
AGABEKO W
con agua, los tinteros y una campanilla. A la derecha de la mesa, una tribuna para el fiscal. A la izquierda , sillones para los defensores . En un palco estaban ya los reos. A la voz del alguacil « el Tribunal llega», el público se pone en pie, y salimos al escenario,
ocupando nuestros
asientos. El presidente del Tribunal, Smirnow, de estatura baja, lleno el rostro de huellas de viruela, tiene la nariz roja, se conoce que abusa del alcohol. Yo voy con el uniforme de la G. P. U. y mi camarada femenino viste una chaqueta de cuero. A la derecha se halla el fiscal . Es joven, pálido y de ojos saltones . Este proceso es el primero de importancia que le ha sido confiado por el partido . Está muy inquieto . A la izquierda ,
los
defensores .
Se les ve tan tranquilos,
que
causa desesperación . Se conoce son juristas viejos , con experiencia. Es evidente que ellos saben muy bien que todo el proceso es puro teatro y el veredicto ya está preparado de antemano . Los reos son tres :
el jefe de la prisión correccional,
Majlin ; el fiscal provincial , Maduex , y un juez de instrucción de la Fiscalía. Majlin , de cara regordeta, tiene la mirada enérgica y viva , es comunista . Está tranquilo . Como si quisiera demostrar con su aspecto que es un error y que el Tribunal pronto resolverá todo favorablemente para él, siendo reintegrado a su puesto. Maduev tiene aspecto inteligente, pero parece confuso . Por tener que responder ante un Tribunal como procesado, no debe comprender las acusaciones dirigidas contra él por no haber cometido ninguna falta contra las leyes. De los reos, el más nervioso es el juez de instrucción. De vez en cuando miraba a Maduev, como si éste siguiese siendo su jefe y buscase en él apoyo moral. Detrás de ellos, custodiándolos , dos guardias con revólveres. La sala aparece llena de un público, que sentado y co98
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
miendo semillas de girasol, espera el comienzo del espec . táculo -proceso. Del acta de acusación , que leyó con voz monótona el presidente, se desprende que Majlin , en su calidad de jefe de prisión , daba un trato horrible a los presos . Siendo comunista , era más feroz con delincuentes del Partido y les maltrataba tan cruelmente , que uno de ellos se ahorcó en su celda. Las mujeres presas que le gustaban habían de ser a la fuerza sus amantes ; si se negaban, eran castigadas atrozmente. Con el dinero de la prisión y los enseres de las mismas obraba como si fuesen de su propiedad particular . Daduev y el juez de instrucción eran acusados por encubrir al reo principal y no denunciarle conociendo todos sus crímenes . El Tribunal empezó con las preguntas rituales . Después desfilaron los testigos , casi todos presos de la prisión, y en su mayoría mujeres . Allí estaba representado todo lo más bajo y soez de las prisiones soviéticas . El interrogatorio llegó hasta su fin, resultando probada la acusación de que Majlin tenía amistades con dos mujeres presas . Referente a Maduev y el juez de instrucción , nadie ha dicho ni una palabra. Seguía el proceso sin que el público prestase gran atención. Me encontraba sentado frente a Majlin , quien rechazó enérgicamente a todas las acusaciones, y pensé :
«Serás
fusilado, a pesar de que tu único «crimen» es que convivías con dos mujeres. Pero ¿ cuál de los jefes soviéticos , aun los de más baja categoría, no abusa de las mujeres que tiene a sus órdenes? Si fusilásemos a estos criminales , sería preciso matar a todos los bolcheviques . Pero , a pesar de todo , Majlin será fusilado como ejemplo ... Puede hasta no haber cometido ningún delito, pero ... le fusilarán . Si , en realidad , hay una orden del Comité Central del Partido , ¿ por qué perder el tiempo y para qué están aquí estos miles de obre99
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A GABEKO W
ros? ¿ No sería mejor matarles sin toda esta comedia?»
Y
me respondí a mí mismo : «No , nuestro Partido tiene razón . No sólo es necesario fusilarles, sino también sacar del proceso algún beneficio para nuestra causa política, como es el de ganarnos la opinión pública y seguir «trabajando » con toda paciencia...>> No detallaré todos los pormenores del proceso, pues se-
ría interminable ;
solamente diré que duró diez días . Ha-
blaré solamente del fiscal popular , camarada Mezlauk. Era alto, delgado , más bien joven, con aire resuelto
y
lengua bien expedita . Mezlauk ha descrito con toda claridad el espanto de las prisiones soviéticas. El mostró a Majlin como un ejemplo de la mala administración , pintando un cuadro del que se desprendía que no había que echar
la
culpa a los Soviets de lo que en las cárceles ocurría , sino exclusivamente a Majlin y sus camaradas . Sobre los otros reos , Mezlauk no tenía pruebas , pero se aprovechó de que el fiscal Maduev, antes de ser detenido , no había pagado cuatro mensualidades de su Sindicato . Resulta que ya no era miembro de esa comunidad del proletariado , habiendo perdido su enlace con las masas . No hay sitio para ellos en nuestra sociedad . El Tribunal del proletariado debe expulsarles sin piedad y limpiar la vida soviética de estos reos de ideología burguesa . La masa tronaba bajo los aplausos . ¡ Cómo podía ocurrir otra cosa, si hablaba un miembro del Comité Central del Partido ! Al fin nos salimos entre bastidores para dictar el veredicto. Nos encerramos en una pequeña habitación , a cuya puerta se puso un centinela para que nadie nos pudiese hablar ni coaccionarnos. ¡ Qué broma más pesada ! Nos han hecho juzgar a unos reos que ya estaban condenados a muerte una semana antes del proceso . ¿ Para qué esa comedia?
ΙΟΘ
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
Por la noche, la mujer de Smirnow trajo comida para nosotros tres. Teniendo en cuenta las aficiones de su marido, no faltaba una botella de vodka , que Smirnow se bebió casi toda. Se puso alegre , acabó su parte de trabajo y descansó. La mujer leyó unas cuartillas . Yo escribía el resumen jurídico . En la mesa tenía mis cuartillas y el Código penal . Escribí hasta la madrugada . Los otros se durmieron . Hasta la mañana siguiente permanecimos en esta habitación , y cuando salimos de ella volvimos al teatro . El ambiente era el mismo, pero había aún más gente . Smirnow empezó a leer : « Según el artículo nueve, los tres son condenados a ser fusilados...> Durante unos segundos reinó un escalofriante silencio. Los guardianes se llevaron a los condenados , y el público fué desfilando silenciosamente . En el despacho del presidente del Comité Provincial del Partido se reunieron todos los miembros del Tribunal y también el fiscal. —Camaradas, el Comité Central Ejecutivo de U. R. S. S. ha aprobado el veredicto, pero sólo la pena impuesta a Majlin. Los otros han sido indultados , y se les condena : a Maduev, a diez años de prisión correccional , y al otro, a ocho años . Majlin debe ser fusilado hoy mismo - declaró Galustian. -Según la ley, en la ejecución deben estar presentes un miembro del Tribunal , el fiscal y un médico- intervino el fiscal. -Bien-replicó Galustian-, asistirá usted y el camarada Agabekow. El doctor ya se presentará. Todo lo demás corre a cargo de la G. P. U. , donde ya he avisado.
El fiscal no respondió, pero su cara palideció aún más de lo que estaba.
ΤΟΙ
GREGOR
AGABEKOW
Al edificio del Tribunal acudió un coche seguido por un camión con algunos soldados rojos . Nos subimos al coche y marchamos hacia la prisión . Detrás de nosotros iba el camión . En la puerta de la prisión , que estaba abierta , nos esperaba el jefe de la misma, destinado hacía poco en lugar del sentenciado . Nos dirigimos a la celda de Majlin. Era una pequeña habitación cuadrada sin ningún mueble . Muy cerca del techo tenía una ventanilla con barrotes de hierro . Encontramos a Majlin sentado sobre el suelo y descalzo . Tenía a su lado los zapatos . Viéndonos entrar nos miró con inquietud interrogante, pero sin levantarse. Tenía esperanza de ser indultado . -Ciudadano
Majlin ,
el Comité
Central
Ejecutivo
de
la U. R. S. S. ha denegado la petición de indulto para usted, y hoy debe ser ejecutado . ¿ Quiere usted algo para sus familiares o amigos?-le pregunté. Me miró como si no me comprendiese . Sus ojos se cerraron y cayó como un muerto, no halaba , no se movía . Si no quiere usted nada , abríguese-le ordené. Tomó un zapato para calzarse , pero después lo dejó y dijo : -Camarada Agabekow, dejo mujer y cuatro niños . Deles estos zapatos , el anillo y la chaqueta . Yo no lo necesito, pero a ellos , pobres huerfanitos, les puede servir-dijo mientras se desabrochaba. Con las manos atadas atrás , los soldados rojos le condujeron hasta el camión . Se recostó al fondo. El camión se fué a toda velocidad. Nosotros íbamos tragando el polvo tras él. Por fin, llegamos a las fueras de la ciudad ; en seguida paramos en una especie de pradera, cubierta por verde hierba . Un ligero vientecillo hacía que se inclinasen los tallos de las plantas . Descendió Majlin y se le dió la orden de avanzar en dirección a la fosa, ya abierta.
102
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO Con visible angustia y paso inseguro, comenzó a avanzar. Detrás de él marchaban dos soldados rojos con sus Nagans . De repente sonó un tiro y se oyó un grito . Los soldados repitieron dos veces más sus disparos. Todo había acabado ... El médico, nervioso, corrió hacia el cadáver, pero sin llegar a tocarle se paró y se volvió hacia nosotros . El fiscal miraba boquiabierto y más pálido que la cera.
La justicia había sido cumplida.
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.
CAPITULO IX
EL ROBO DE FICHAS SECRETAS CONSULARES
Me encuentro en el hotel veraniego puesto a disposición de la G. P. U. y en el cual habita el jefe de Contraespionaje, camarada Styrne. En el despacho hay tres personas : Styrne , su lugarteniente Ukolow y yo , que tenía a mi cargo una de las secciones . Styrne, de estatura más que mediana , muy nervioso y con mirada penetrante , no hacía más que sentarse y levantarse. Ukolow, hombre maduro, con muchos hombros , cabellos canosos y de carácter terco , estaba sentado ; miraba inmóvil todos los movimientos de Styrne . Yo me senté en un rincón, sonriendo y contento de estar junto a mis jefes. Styrne, mirando su reloj , dijo : -Dentro de cinco minutos debe estar aquí . Camaradas : repito una vez más que el alistarse es una cosa de gran urgencia, ya que tendremos no sólo la posibilidad de saber todo lo referente al trabajo de los afganes en Turkestán , sino que probablemente también descifraremos las maquinaciones de los ingleses, a quienes sirven los mismos afganes . Además, influiremos en la política afgana . Sed con él muy
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GREGOR
A GABEKO W
amables , y, si es preciso , ensalzadle cuanto sea necesario. No dejéis de servirle vino en abundancia. Sabíamos que se trataba del cónsul de Afganistán , preparado de antemano por nuestros agentes secretos para acudir a esta reunión . Tenía que venir para concretar las condiciones de su trabajo para la G. P. U. Todas las gestiones preliminares de este asunto iban a cargo de mi sección , y por este motivo, contra las costumbres de la G. P. U. de confiar los asuntos secretos a la menor gente posible, yo también fuí invitado para esta conferencia.
A los pocos minutos sonó la campanilla y salí a abrir la puerta . Dejándose su abrigo en el hall, el cónsul entró en el salón, y después de saludar a todos se sentó en el sillón que le ofrecimos con presteza. Aparentaba tener unos cincuenta años de edad ; alto , muy gordo y con pelo casi blanco . A su bronceado rostro «acompañaba» una gran nariz de loro Tenía los ojos negros y, aunque vestido a la europea, se tocaba con un «kalpac » de Astracán , que casi nunca se quitaba . Por tal «kalpac » , en nuestra Jefatura secreta se le ha adjudicado el seudónimo «kalpac» , con el cual figura también en las fichas de mi caja fuerte , bajo el epígrafe «El asunto del Kalpac» . Después de cambiar los saludos de rigor, nos sentamos para tomar el té. El cónsul estaba invitado solamente a «una tacita de té», pero la mesa del comedor estaba llena de vinos y fiambres . Después de beber unas copas de buen coñac, abandonamos el tono oficial de la entrevista y ésta se hizo más íntima y confidencial. El cónsul abandonó su aire de seriedad. -Señor cónsul, cuéntenos algo interesante de su país. Afganistán es una tierra de misterio para nosotros-le dijo nuestro jefe, sirviéndole más vino. -Debo decirles que por mi nacionalidad no soy afgano, 105
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
sino tadjik. Seguramente usted sabe que los afganes son poco amigos nuestros , pero a mí me acompañó la suerte ; cuando tenía siete años , el difunto Emir Jabibula me tomó bajo su protección, y desde entonces viví en su palacio . El actual Emir Amanula Khan , me nombró cónsul general en Tashkent. Así transcurrió mi vida . No he visitado Europa y no he visto nada, salvo mi país, en el cual nada hay de particular que valga la pena de ser contado . No tenemos ni teatros, ni cines , ni otros sitios de diversión , como aquí, en Tashkent-dijo el cónsul-. A propósito-se interrumpió a sí mismo nuestro «amigo»- :
¿ quién era esa señori-
ta alta y rubia que vi el otro día en el teatro, en su palco? -Es una conocida mía-respondí-. ¿ Le gustó? ¿Desea usted conocerla ? Se la puedo presentar -Con mucho gusto-respondió
ofrecí.
el cónsul
con pícaros
ojillos. -Bueno-dijo Styrne , después de consumir una cantidad respetable de varias clases de vinos-. Somos buenos amigos, ¿ verdad? Usted sabe que nosotros queremos mucho a los afganes , por ser la primera nación que ha tendido la mano en señal amistosa hacia nosotros, los bolcheviques, pero recientemente observamos cosas extrañas en el proceder de Afganistán . Por ejemplo, los insurrectos, contra quienes luchamos , gozan aquí de hospitalidad . Nuestra opinión es que se debe a la influencia de los ingleses sobre algunos miembros de su Gobierno, y por esto , considerándolo a usted como un buen amigo , le rogamos nos informe de todas esas actividades, tan poco favorables para nosotros, y que usted conoce. Claro está que todo ha de ser confidencial ;
por nuestra parte, estamos dispuestos a
corresponder con todo cuanto sea posible . -¿Y qué pueden ustedes ofrecerme?-nos preguntó el cónsul. Sorprendidos por la pregunta , nos miramos mutuamen-
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GREGOR
AGABEKO W
te, y al fin Styrne se decidió a poner las cartas «boca arriba». -Depende de cómo satisfasga usted nuestros deseos ; estoy seguro que en las condiciones estaremos de acuerdo . -Puedo darles toda mi correspondencia secreta con Kabul. Les daré también la clave secreta para descifrar dicha correspondencia. Pero a cambio pido garantías políticas y materiales. El Comisariado de Asuntos Exteriores de la U. R. S. S. debe garantizarme el derecho de asilo en caso de rehusar volver a Arganistán , y últimamente, por mi trabajo deseo recibir diez mil rublos oro, que no creo sea mucho dinero para ustedes . Guardamos silencio. ¿ Qué podíamos replicar ? El derecho de hospitalidad y el pagar una suma tan respetable no estaba dentro de nuestras atribuciones . Debíamos pedir instrucciones a la Central de Moscú .
-Bien, señor cónsul ; pensaremos su proposición y seguramente llegaremos a un acuerdo- replicó Styrne . La conversación sobre «tal asunto» se acabó . Hablamos un rato más de varias bagatelas y el cónsul , despidiéndose, se marchó. Quedamos a solas. Styrne pareció estar pensativo ;
en cambio , Ukolow, como siempre, se hallaba tran-
quilísimo... No resultaba fácil el poder conseguir una sunia tan crecida ; sería preciso acudir al Comisariado de Asuntos Exteriores y al Comité Central... Ya veríamos .
-Camarada Agabekow, le ruego siga usted con el trabajo, en correspondencia secreta con el Consulado- dijo Styrne, dirigiéndose a mí.
Trabajaba en nuestras oficinas secretas acompañado de un joven tadjik, recién llegado de Pamir , uno de mis agentes secretos ; se llamaba Juban Sho y sostenía una gran
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amistad con el cónsul, proporcionándonos las informaciones del Consulado . Fué alistado para nuestro servicio por el representante de la G. P. U. en Pamir , y , tras recibir unas lecciones de « ciencia política», se le incorporó al Partido Comunista . Hacía tres meses que había trabajado por vez primera durante su vida , desde las cimas de Guimalayos a Fergan, y pudo ver con gran asombro un tren y un automóvil , cosas hasta entonces desconocidas para él. Los que presenciaron el susto que el tren en marcha sobre los rieles causó al infeliz Juban Sho me contaron el trabajo que les costó hacerles comprender que se movía propulsado por la locomotora, pero nunca por mediación de ningún demonio. El , espantado, quiso huir hacia sus montañas , costando gran trabajo detenerle en su intento . Pero a pesar de ser salvaje , a su manera, era muy listo . -¿Cómo está tu paisano el cónsul?-le pregunté .
-Así, así. Esperando respuesta a sus proposiciones, pero extrañado por tanta tardanza en contestar. -¿Qué pasa ? -seguí preguntando . -Por el momento , en el Consulado todo está tranquilo . Los correos diplomáticos se han marchado y el Consulado está vacío . -Juban Sho , tú me has prometido traerme el plano de todo el edificio del Consulado . ¿ Qué ocurre? -El edificio lo conozco bien hace mucho tiempo- respondió confuso
, pero no puedo dibujarlo ...
-Hombre, me lo podías haber dicho , pues yo mismo puedo hacerlo . Con sus detalles lo dibujé yo , muy aproximadamente . -¿Y qué tal hombre es el secretario del Consulado ? -pregunté al muchacho .
-Es un afgán ya de edad, el cual no hace casi nada. Trabaja solamente cuando prepara correspondencia para la
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AGABEKOW
valija diplomática. Cuando aquello sale se queda libre y no está en el Consulado casi nunca. -¿Y dónde pasa su tiempo? -En casa de su amante, que es rusa, y casi todas sus horas libres está con ella-me respondió Juban Sho. -¿Quién es esa mujer?
-No sé. Pienso que es sastra de oficio . Si es preciso , mañana le daré todos los informes necesarios. -Sí, por favor. Mañana deseo saber quién es esa mujer , dónde vive y todos los detalles que sea posible-contesté. Pasaron unas dos semanas. Ukolow y yo nos reunimos nuevamente en el despacho de Styrne. La cara de nuestro jefe era sombría.
-Camaradas :
como previne , con el asunto Kalpac se
nos presentan varios incidentes desagradables . El Comité Central ha consignado para todo solamente mil rublos oro , pero lo más importante es la negativa categórica del Comisariado de Asuntos Exteriores, el cual protesta contra toda eventualidad de dar asilo al cónsul. El comisario interino , Mijailow, informa sobre este asunto como si se tratase de una aventura que solamente puede servir para perjudicar nuestras relaciones con Afganistán . En resumen, tenemos mil rublos oro. Puede ser que el cónsul rebaje. ¿ Qué piensa usted? Ukolow, después de reflexionar un rato , dijo : -Hay que buscar otros medios para apoderarse de los
documentos del Consulado . --Soy de la misma opinión-repuse yo— ; supongamos que pagásemos la cantidad exigida y que recibiésemos las claves secretas . Pero ¿ quién nos garantiza que dentro de un mes las claves no son cambiadas y nos quedábamos nuevamente igual que antes? ¿ Qué hacer en tal caso ? ¿ Pagar una vez más? Suponiendo que el cónsul no rehusara el tomar IIO
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
esas mil, pues si no aceptaba sí que quedábamos en una situación bien confusa.
-Hablar siempre es más fácil que actuar-dijo Styrne, encolerizándose ; pero ¿ qué otra posibilidad existe ? Sólo cabe intentar robar los documentos , pero esto provocará un escándalo diplomático mucho peor. -¿Y por qué no? ... No los robaremos , solamente los fotografiaremos. Penetrar en el Consulado no es empresa difícil, por estar aquello casi siempre solo . El único problema es cómo abriremos la caja fuerte donde están guardados los documentos . La llave de la caja siempre la lleva el cónsul consigo pendiente de la cadena de su reloj . Permítanme planear algo completo y ya les pondré al corriente-insinué yo. —Bien , haga. una prueba—dijo Styrne con voz insegura . Cada uno nos fuimos hacia nuestro despacho .
Al oír los golpes dados con los nudillos en la puerta de mi gabinete, ésta se abrió y entró una mujer alta , bastante gruesa, rubia, de unos treinta años de edad y con la cara muy empolvada. Su semblante reflejaba al mismo tiempo miedo y curiosidad . -He recibido una citación de la G. P. U. para que me presentase en el despacho número 1-me dijo la mujer entrando en mi habitación. -¿Usted es la ciudadana Vlasow? -le pregunté. Y después de contestarme afirmativamente , la invité a sentarse. Lo hizo indecisa, mirando recelosamente en todas di-
recciones. Fingiendo entretenerme en revisar mis papeles , la observé atentamente con el rabillo del ojo , preguntándola repentinamente :
III
GREGOR
ow AGABEKO
-Dígame, ciudadana Vlasow, geografía de la U. R. S. S.?
¿ conoce
usted
bien
la
No sabiendo qué contestar, sonrió confusa , y yo volví a preguntar : -¿Sabe usted dónde está situada la población de Chimbai ?... Mire y señalé con mi dedo hacia un rincón del mapa de Turkestán, que adornaba mi despacho- : es una pequeñísima aldea del distrito de Jiva , a unos 500 kilómetros de cualquier ferrocarril . Para llegar hasta allí , se emplean camellos , los cuales tardan en hacer el recorrido unos veinte días. Chimbai es una población donde no pueden habitar nada más que indígenas, por la gran cantidad de fiebres malarias que atacan a los nativos... Ella miraba al mapa , no comprendiendo nada. -Escúcheme , ciudadana , con toda atención y seriedad . El tema de nuestra conversación debe permanecer en el mayor secreto ; de lo contrario, esta misma noche será llevada
a
Chimbai-la
preámbulo
necesario,
previne
ahora
hablemos
.
Después
amistosamente .
de
este
Dígame ,
¿ tiene usted amistad con el secretario del Consulado de Afganistán?
-Sí, le conozco un poco . -A nosotros no nos importa si le conoce poco o mucho . Unicamente deseamos saber si en caso necesario podría usted retenerle en su casa hasta la madrugada .
-Claro que sí-contestó ella- ;
él permanece conmigo
hasta que yo le digo que se marche . -¡Estupendo ! Que se quede con usted voluntariamente. Es todo cuanto necesitamos . Alguna vez la pediré el favor de dejarle «preso» una noche entera . Quedaremos agradecidos . -¿Y no me perjudicará tener amistad con un extranjero ?-me preguntó ella finalmente . -No se preocupe ; le interesa más acceder a nuestra pe-
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STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
tición. Además , usted es libre-la dije--, y sellé su pase para que la dejasen salir del edificio de la G. P. U. , y terminé con esta advertencia : Pero una vez más le recuerdo : secreto riguroso ; no olvide Chimbai... Se marchó sonriendo y contenta de salir de la G. P. U. tan bien librada.
La G. P. U. tiene para usos particulares y especialísimos un piso lujosamente arreglado . La mesa del comedor está preparada con toda riqueza para seis cubiertos . Vinos , licores, coñacs , fiambres, abundaban axegeradamente.
Habíamos invitado al cónsul de Afganistán para las nueve de la tarde. Todos los demás comensales habían llegado hacía un rato . En el salón están sentados Ukolow y tres mujeres jóvenes. Dos de ellas son agentes secretos de mi sección y la tercera es la mecanógrafa que tanto le gustó al cónsul. Como le avisamos que ella también sería invitada a la cena íntima , estábamos seguros que no faltaría . Ella también estaba advertida. Había de ser todo lo amable que le fuera posible con el cónsul . Ella tiene el papel más importante en esta velada. Mientras se espera al cónsul, pasamos revista a la mesa, por si algo faltase . Una de las muchachas toca música ligera en el piano. A las nueve en punto , apareció el cónsul , dirigiéndonos en seguida todos hacia la mesa . Se le colocó al lado de la ´mecanógràfa. Antes de hacerle los honores a los aperitivos , bebimos, según la tradicional costumbre rusa , gran cantidad de vodka. Después de tomarse varios tragos , en un aparte el cónsul me preguntó por qué tardaba tanto en darle una contestación en nuestro asunto «especial » .
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GREGOR
A GABEKO W
-La tarea es demasiado seria- repuse sin pestañear— ; por esto hemos tenido que telegrafiar a Moscú y estamos también esperando ; pero pienso que cualquiera que sea la contestación , siempre seremos buenos amigos. rece?
¿ No le pa-
—Sí, sí, claro-pronunció el cónsul- ; amo mucho a los rusos y especialmente a las rusas-dijo riéndose y echando una pícara mirada hacia su vecina . -Por este motivo debe usted atender a su dama- le dije guiñando un ojo en dirección hacia la muchacha. Al llegar la medianoche el cónsul estaba casi borracho, pues bebió con exceso, y la proximidad de su dama le acabó de trastornar. Ambos se sentaron en un diván muy amartelados. Las otras dos , a pesar de la prohibición de abusar del alcohol , bebieron demasiado y reían a carca jadas burlándose del silencioso Okotow.
Yo no dejaba de mirar fijamente al cónsul , y más que a él a la cadena de su reloj , que se veía por llevar desabrochada la americana. Consultando mi cronómetro, pensé que ya era hora de actuar. Era la una menos cuarto , y a la una en punto estaba citado en la calle con mi secretario , al que acompañaría el fotógrafo de la G. P. U. Fuí hacia la mesa , y llenando un vaso de vino le añadí un narcótico . Coloqué el vaso al borde de la mesa , después cogí de un florero un clavel, le olí varias veces y lo dejé caer al lado del vaso . Esta era la contraseña convenida con la mecanógrafa, la cual miraba muy atenta mis manipulaciones .
Pasado un
minuto , la chica se levantó de su sitio y, cogiendo el vaso preparado , se lo ofreció al cónsul . Después cogió otro vaso con vino y brindó con su admirador. El se bebió el contenido de un solo trago. Nadie se dió cuenta de lo sucedido . El ambiente seguía siendo alegre. Al cabo de diez minutos , invadió al cónsul
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un profundo sueño . Su dama , tomándole del brazo , le acom . pañó a una habitación próxima . Pasados unos instantes volvió trayendo la cadena del reloj de la cual colgaban las llaves .
Mi secretario y yo fuimos rápidamente al Consulado , dirigiéndonos al dormitorio del cónsul, que era donde estaba la caja fuerte. A toda prisa la abrí, ayudado por mi secretario, que me alumbraba con una linterna eléctrica de bolsillo. A pesar de que en el Consulado no había nadie , trabajamos lo más silenciosamente posible . Por fin encontramos las claves secretas , que estaban en un gran sobre con muchos sellos de lacre. Y allí estaban también las carpetas con las circulares secretas . En la caja no había nada más que dos talegos con monedas afganas , de plata. Salí volando hacia nuestras oficinas y fotografiamos todo . -Mucho cuidado que los papeles queden en el mismo orden en que estaban. Vuelva tan pronto como sea posible-ordené a mi secretario, cuando volvía al Consulado . Eran las cinco de la madrugada cuando regresé . Entré en la habitación donde había quedado el cónsul, el cual dormía sobre una cama turca al lado de la mecanógrafa . Coloqué la cadena en el sitio donde estaba antes y salí de la habitación ; todos dormían en las camas y divanes. Muy contento por el feliz resultado de todo , tomé un gran vaso de vino y me eché a dormir, tan tranquilo, en otra turca . Por la mañana fuí despertado por Ukolow. El cónsul
en este momento abría sus ojos . Corrí hacia él , preguntándole : -Cómo ha dormido usted, señor cónsul?
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GREGOR
AGABEKO W
---Bien-contestó , dándome las gracias y sonriendo , tra tando de ocultar su malestar. Pasada una hora, el cónsul mostró deseos de marcharse. Contentos y con muchas protestas de amistad ,
nos despe-
dimos, prometiéndonos mutuamente repetir tan interesantes veladas. Eran ya las diez de la mañana . Tenía prisa por ir a mi despacho de la G. P. U. para , con la ayuda de las claves secretas robadas , descifrar todos los telegramas y cartas de nuestro «gran amigo de Afganistán» .
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CAPITULO X
LA G. P. U. EN LAS FRONTERAS DE LA INDIA
Llegué a Kabul con la Embajada Soviética de Afganistán . Mi cargo oficial era el de ayudante del jefe de prensa, pero en realidad mi verdadero puesto era el de jefe secreto , con plenos poderes, de la G. P. U. en este país . La Embajada se hallaba instalada en un viejo edificio , frente a « Mashin -Khané» , la conocida y única fábrica de Kabul. Los dos edificios estaban separados por un pequeño río , el «Kabul» ,
del cual , durante el verano,
solamente
quedaba su nombre, pues casi se secaba . A lo largo del río paseaban los yacs en busca de agua y sombra. La Embajada resultaba incómoda para vivienda por falta de confort , pues el único lujo que en ella se disfrutaba era la enorme sombra de un corpulento árbol centenario en el patio . Nuestros diplomáticos pasaban casi todo su tiempo libre bajo las ramas. Un viejo aguador nos relató que hacía mucho tiempo este edificio fué propiedad del anterior representante de la oficina de impuestos , llamado Mustuofi, el que ejercía su profesión con demasiado celo cuando se trataba de cobrar,
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pero casi siempre olvidaba entregar lo cobrado en la fiscalía. Gracias a esta mala memoria pudo ahorrar un gran capital. Pero una noche, por orden del Emir, acudieron a casa de nuestro hombre unos soldados , y sacando a Mustuofi de su cama le ahorcaron de este mismo árbol que al presente nos proporciona el placer de su sombra. Su cadáver estuvo colgado del árbol tres días completos . El aguador nos enseñó la gran rama que sostuvo a su dueño en el momento más crítico de su vida. Estábamos, como siempre , guareciéndonos de los fuertes rayos solares del mes de agosto bajo nuestro árbol ; charlábamos preocupados , pues hacía ya dos meses no recibíamos periódicos de la U. R. S. S. y esperábamos con impaciencia los correos diplomáticos . Este era el tema principal de todas nuestras conversaciones . De repente, vimos que el centinela abría el gran portón y dejaba paso libre a unos jinetes llenos de polvo . Era el correo diplomático , que llegaba acompañado de dos ayudantes. Detrás de él , venían unos caballos , bien cargados , y cuatro soldados formaban la escolta. Todos nosotros corrimos a su encuentro con ruidosa alegría . Los sacos fueron en seguida descargados y llevados a la cancillería , hasta entonces vacía. El segundo secretario empezó a clasificar toda la correspondencia. El jefe del edificio dió las órdenes oportunas para el alojamiento de la gente, que llegaba cansada, pues el viaje a caballo había durado unas tres semanas . Nosotros seguimos bajo el árbol , esperando impacientemente las novedades. Al cabo de una hora , un criado particular del embajador (único entre los criados que vistiese a la europea) se dirigió a nosotros , diciéndonos : El gran Saib (señor) pide que saib (ese era yo) vaya en seguida a su casa.
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-Job-respondí yo , levantádome-, y me marché hacia la casa. Después de volver a mi domicilio , me encerré en el dormitorio, a donde llevé los papeles urgentes y la clave secreta. Dejé el paquete con el membrete de Comisariado de Asuntos Exteriores , sellados con lacre, tomando otro cuidadosamente cerrado , con la siguiente inscripción :
«Al ca-
marada Pedro , personal. Riguroso secreto . » Nadie más que yo tenía derecho a abrirlo (mi seduónimo era Pedro). Lo abrí muy despacio y puse su contenido sobre la mesa : una carta escrita en una simple hoja de papel , sin firma ; unas circulares en el papel finísimo y dólares americanos en billetes de banco .
Empecé a leer : «Punto número 4: Le rogamos esté atento a los emigrados de Bujara. Tenemos noticias que el Gobierno de Afganistán sigue ayudándoles. De la misma fidedigna fuente sabemos que el Emir de Bujara prepara una petición a la Sociedad de Naciones, y como correo especial para llevarla a Europa ha designado a un comerciante , Yusuf Bai. Al mismo tiempo se acentúa el movimiento de los insurrectos en las fronteras del país . Todo esto exige un detenido estudio de las actuaciones de los bujares en Afganistán . >>Punto número 5 :
El levantamiento de los Jostinzi en
el Sur de Afganistán , según noticias aún no confirmadas , es fomentado por los ingleses , que suministran armas a los rebeldes . Investigue sobre las relaciones entre los caudillos de los rebeldes y los ingleses. Nos son necesarias pruebas documentales de este asunto. > » Y por este estilo eran todos los demás puntos .
Cada mañana me daba un paseo a caballo para conocer la población y sus cercanías . De los bújaros solamente supe que su Emir vivía en un palacio, puesto a su disposición en Kalai Fatu , a unos 18 kilómetros de la capital. Con él 119
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conviven unos 300 de sus secuaces . ¡ Qué contrariedad pensar que entre ellos no tenemos ni un mal confidente ! Después de recibir la carta de Moscú, cambié el itinerario de mis paseos matutinos, y marché por la carretera Kabul-Kali Fatu con la esperanza de encontrar un bújaro y poder hacer una amistad útil . Una semana entera se pasó sin obtener ningún resultado , pero la suerte me deparó a un jinete que cabalgaba por medio de la calle. Llevaba una chilaba de varios colores, su turbante a la cabeza y tenía una gran barba blanca ;
calzaba altas botas de cabritilla ;
me
di cuenta que esta viejo era bújaro típico. -Salem alekum-dije saludando al anciano, al mismo tiempo que le alcanzaba y seguía su misma dirección . -Alukum salem-contestó respondiendo a mi saludo y mirándome de reojo. -Padre, ¿ no sabes cómo llegaré mejor a Chiili Sutiun? -le pregunté en el idioma uzbeka- ; estoy aquí hace poco tiempo y no sé el camino . -Yo voy en esa dirección ; si quieres, puedes venir
conmigo . Me uní a él. -Hablas bien uzbeko , pero no lo eres . ¿Verdad? ¿ Qué haces en Kabul ?-preguntó el bújaro . -Casi toda mi vida la he pasado en Bujara , pero después de la revolución perdí mis bienes y me vi obligado a trabajar como un simple empleado . Soy intérprete en la Embajada soviética . He venido aquí directamente desde Bujara, deseo ahorrar un poco y poder volver a mi tierra para reanudar mis asuntos comerciales .
-¿Tú has estado hace poco tiempo en Bujara ?—dime , preguntó el viejo animándose-. ¿ Cómo está allí la vida y a quién conoces ? Durante nuestra charla alcanzamos a distinguir las columnas de mármol azul del palacio del Emir.
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-Muchas gracias, hijito , por tus noticias. Si tienes tiempo ven a visitarme cualquier viernes a Kalai-Fatu.
Preguntas por Alí Mardan Bai . Todos me conocen . Tomaremos té y charlaremos -dijo el viejo despidiéndose . -Gracias, bai , iré con mucho gusto. Soy feliz por haber encontrado en país extranjero a alguien de los míos-dije volviendo mi caballo en dirección al palacio . Pensé que era bueno tener un pretexto para ir alguna vez a Galai-Fatu . El Estado Mayor de los insurrectos , presidido por el ex Emir en persona, con sus 300 adictos , sus ayudantes, generales , antiguos gobernadores de provincias , todos ellos enemigos declarados de los bolcheviques , estaba solamente a unos 18 kilómetros de la capital . ¿ Qué puedo intentar hacer si me descubren ? ... Me querrán matar . Es un problema arriesgado . Pero no hay otro remedio . Me es muy urgente encontrar quien me informe entre los bújaros. Son órdenes de Moscú. Hay que obedecer .
En las primeras horas de la mañana , ensillé mi caballo gris , de raza turkomano . Me metí en el bolsillo una browing, provista de un par de cargadores de recambio y salí por el gran portón de nuestra Embajada , marchando con un ligero trotecillo . A la izquierda de mi camino se divisaba la Embajada alemana ; según la iba perdiendo de vista , recordaba que había pasado allí muchos ratos agradables, pues tenía en ella bastantes conocidos y amigos, que me invitaron como huésped muchas veces, gozando de sus bellísimos jardines . Más adelante se veía el palacio de Chiuli Siutun . En la parte más alta del edificio , una bandera de color rojo , insignia personal del Emir de Afganistán . Y cuando ésta ondea a los cuatro vientos es señal de que el Emir está en la ciudad, pero también podría ser un truco . Cada jefe
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de Estado tiene sus enemigos . Detrás del palacio se veían largos campos con la cosecha ya recogida.
Rodeando
al
castillo de Kalai-Fatu, se extendía una pequeña aldea , en la que penetré al galope de mi caballo ;
así, me aproximé
a la gran puerta del palacio . -¡Alto ! -gritó el centinela , cogiendo las riendas de mi caballo
. ¿ Dónde vas? -me preguntó . -Tengo que ver a Alí Mardan Bai-respondí.
-¿Y por qué vas en dirección al palacio ? Allí vive el Emir
. Y en tono más cordial , me dijo :
-Toma por la
izquierda, y el tercer portal a la derecha , allí es . Tomé la dirección indicada y entré en un patio .
Un
uzbeke salió a mi encuentro, mirándome con curiosidad. -¿Vive aquí Alí Mardan Bai?
-Sí, señor- me respondió cortésmente
, pero en este
momento no está ; ha ido a la mezquita. -En este caso le esperaré-dije saltando del caballo . Acudió un muchacho que, tomando mi caballo , lo empezó a pasear por el patio . Me senté bajo una marquesina. El uzbeke que vi primero volvió trayéndome el clásico té, y a respetuosa distancia se sentó en cluquillas. Pero poco a poco se fueron acercando a mí nuevos uzbekos, hasta llegar a 50. Mientras tomé el té les fuí relatando la vida en Bujara y les dí detalles sobre la nueva autoridad soviética . Hablé de la amnistía que se espera para los uzbekos que deseasen volver a su patria. Todos me escuchaban con gran atención y nostalgia. Volvió de la mezquita Alí Mardan . Me saludó como a un antiguo amigo. -Aquí tienen ustedes, gracias a Dios, un hombre vivo del mismo Bujara—dijo dirigiéndose a los presentes. Mi persona se hizo más importante a los ojos del público después de estas palabras , y cuando , al cabo de un rato , decidí marcharme, muchos de los que formaban este grupo
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corrieron a traer mi caballo y ayudarme a montar. Al muchacho que paseó a mi animal le dí unas rupias y, despidiéndome de todos , me fuí. Volví a la ciudad con mejor estado de ánimo . Estaba seguro que mi visita daría buenos resultados .
-Saib-oí que me decían en tono misterioso cuando iba por el mercado principal de Kabul Say Pul- . Me volví y vi a dos bújaros. -Deseamos hablar contigo- me dijeron- ¿Quieres que
vayamos a un sitio más escondido? -Bien-dije—, y fuí con ellos hacia un estrecho y sucio callejón .
-Nosotros dos deseamos volver a Bujara y te pedimos nos ayudes. Díle al embajador que nos permita marcharnos a la patria—dijo uno de los bújaros, asegurándose que estábamos solos. -De acuerdo :
comunicaré vuestra petición al embaja-
dor y pasado mañana os comunicaré la respuesta-respondí anotando sus apellidos . El día señalado nos encontrábamos otra vez . -El embajador no cree que deseáis, en realidad, volver a Bujara para dedicaros a un trabajo pacífico ; él teme que de nuevo os unáis a los rebeldes . -No , saib. Hace cinco años que abandonamos nuestras casas y familias . Durante este tiempo hemos sufrido mucho . Siempre nos aseguraban que cuando lo deseáramos podríamos volver a nuestra patria y , entretanto , debíamos trabajar como burros y vivir hambrientos. Estamos cansados de que nos engañen, y no solamente nosotros dos , sino también muchísimos de nuestros camaradas desean volver, y si no lo hacen es por temor al castigo de los bolcheviques.
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Supongo que decís la verdad ;
¿ pero de qué manera
podéis garantizar que deseáis romper con el Emir? -¿Qué quieres , mismo tiempo .
saib? -respondieron
ellos
mismos
al
-Bien. Os propongo lo siguiente : durante tres meses viviréis aquí, informándome de todo lo que pase alrededor del Emir. Además , debéis aconsejar a todos los otros que vuelvan a Bujara . Si estas dos condiciones las cumplís , os prometo que pediré al embajador los pasaportes para ambos. Además, pagaré 100 rupias mensuales a cada uno para poder vivir. -Haremos todo cuanto nos ordene- gritaban sin pesta. ñear los uzbekos. Le di 10 rublos de anticipo por persona y me despedí
Un mes después de nuestro primer encuentro , envié la primera partida de repatriados a Bujara , dejando entre los secuaces del Emir todos los agentes secretos que fueron necesarios. -Isaak Khan- dije a uno de los más listos informadores cuando me encontré con él en las montañas , en el sitio fijado previamente nombres ,
de
los
necesito una relación , con todos los bújaros
emigrados
residentes
aquí
en
Kabul. ¿ Puedes proporcionármela? El listo bújaro pensó durante un rato y respondió : -Sí, todo es posible, pero vale dinero . seré -Eres un granuja , pues recibes ya bastante ; pero generoso y te daré una gratificación especial de 100 rupias en caso de que me traigas una relación completa. Al cabo de una semana me llevó una amplia hoja de vi papel, escrita por ambas caras . Empecé a examinarla y 124
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
que casi todos los nombres que en la lista figuraban venían acompañados de su correspondiente biografía . -¿Cómo conseguistes esto?-pregunté, quito con las monedas ofrecidas.
dándole un sa-
-Saib, me ha costado mucho trabajo . He dicho a todos que estoy preparando un libro de la historia de nuestro país, donde deseo figuren los nombres de todos nuestros luchadores nacionales. Les hice creer que este libro será impreso y que todo el mundo lo leerá y glorificará a los héroes , que han luchado por la gloria del Islam. Con este engaño, cada uno ha escrito su nombre , añadiendo , además , su biografía para evitar equivocaciones, por haber muchos que tienen los mismos apellidos-respondió él sonriendo . -Eres muy listo , camarada ; volverás a tu casita y serás un hombre ilustre-le dije riendo. -Saib- me dijo de repente casi llorando Isaak Khan— : cuando vuelva a Bujara deseo casarme. Por esto ruego escribas a Moscú para que me envíen por mis méritos una medalla.
-¿Para qué la necesitas? -Cuando la tenga todas las muchachas me rifarán y todos los bújaros me darán con gran complacencia sus hijas como esposas. ¡ Te lo suplico mucho, mucho ... -Bien , cuando termines tu trabajo te marcharás a Bujara y recibirás de nosotros una gran condecoración-dije yo al ingenuo . Isaak Khan se alegró mucho . Creía en el cumplimiento de mi palabra y trabajaba con entusiasmo para ganar su medalla. Por casualidad , tuve posibilidad de cumplir con 驟 mi promesa. Antes que se marchase a Bujara , le regalé una placa de la Sociedad Aviojín, de gran tamaño y muy parecida a una condecoración .
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AGABEKO W
Me encontraba en la casa de mi agente secreto , Khasan Bei, empleado en el Ministerio del Ejército . Allí, con él y conmigo , estaba el jefe de los rebeldes de Karateguin , Fussil Makeum , que se sentó al borde del tapiz y empezó a rezar. Me hizo gracia que aquel hombre, que tenía la reputación de ser el más feroz de toda la comarca , estuviese arrodillado , orando fervorosamente como un niño . El también era agente secreto mío , pero mirando esta escena pensé que únicamente el diablo sabría lo que pasaba en el interior de este hombre fanático .
Los tres esperamos a que llegase el caudillo de los insurrectos , Kurshir Mat. Según noticias recibidas de los agentes, durante la lucha en Turkestán contra los soviets hizo un convenio secreto con los ingleses , según el cual éstos habían prometido ayudarle con armas y dinero para luchar contra los soviets. Con ese documento nosotros contaríamos con un gran argumento para la opinión pública de Europa. Por este motivo tenía órdenes de Moscú de hacer todo lo posible para conseguirlo . Con curiosidad e impaciencia esperaba esta visita . Este caudillo se llamó a sí mismo Djaan Igr (que significa «conquistador del mundo») y se vanagloriaba de ser un descendiente de Jengis-Khan. Durante sus acciones bélicas decía haber matado a más de 10.000 habitantes de su provincia. Por fin llegó Kurshir Mat acompañado de su hermano . Su único ojo (era tuerto de nacimiento) brillaba como el acero. Llevaba un turbante negro , que hacía resaltar más el amarillento color de su cara. Nos saludamos, y todos tomamos asiento . El terreno para la conversación estaba ya preparado de antemano por Khasan Bai . Tomé la palabra y, sin más preámbulos, le dije a Shir Achmed : -Me dirijo a usted en nombre del Gobierno soviético . Le ofrecemos a usted una amistad completa , con la condi-
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STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
ción de que usted nos informe con todos los detalles acerca de sus relaciones con los ingleses ; desmovilice sus partidarios y declare a todos sus secuaces en Fergan que queda terminada la lucha y que se somete a nuestro Gobierno. -¡Job ! ¿Y qué haré cuando vuelva a Turkestán?—me preguntó.
-Nuestro Gobierno le dará una pensión y, además, ya pensaremos en una colocación honorable para usted ... Kurshir Mat no deseaba responder en el acto. -Dentro de unos días les diré mi decisión . -¿Es verdad que usted celebró conferencia con los ingleses e hizo un convenio? -Sí ; durante mi estancia en Peshaver hablé con ellos . Me prometieron mucho , pero nada han cumplido ...
-¿Hubo convenio por escrito? (Esto era la pregunta más interesante para mí. ) -No ;
por escrito no hicimos nada . Hablé solamente
con un empleado inglés muy destacado . De tal manera , el documento no existe ... Mis informa-
ciones no fueron comprobadas . Nada había que pudiese comprometer a los ingleses .
¡ Qué lástima !
¡ Qué suerte sería
poder probar alguna vez más las intrigas de los imperialistas británicos contra el pacífico Gobierno de los soviets ! ¡ No puede ser ! ... Hay que hacer nuevas investigaciones... Durante mucho tiempo busqué inútilmente. Unos cinco años estuve dedicado a intentar descifrar los secretos de la diplomacia británica, pero desgraciadamente , sin gran resultado. O los ingleses son más listos que nosotros , o cumplen en verdad sus deberes de buena amistad . ¡ Quién sabe ! Kurshir Mat... Desde el momento que supe que el docu-
mento comprometedor no existía , perdió interés para mí. Después de nuestras conversaciones, se convirtió en un vulgar agente secreto como muchos otros .
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CAPITULO XI
NUESTRA "BUENA AMISTAD" CON LOS INGLESES
Me había invitado el lugarteniente del Ministro del Ejército de Afganistán a tomar el té en su domicilio . Nos encontramos en una gran habitación, cuyo suelo estaba cubierto por grandes tapices , sobre los cuales había diseminadas unas ligeras colchonetas y muchos almohadones , en los que permanecíamos sentados a estilo árabe . El ministro , joven, delgado y con los clásicos ojos grises de las tribus montañesas de Kafirstán , sentía un profundo cariño por el Amanulah, el cual le autorizó a sostener amistosas relaciones con los caudillos musulmanes indios Shovket Ali y Mohamed Al. Había permanecido durante algún tiempo en la India, donde conoció a esos jefes, quedando subyugado por su simpatía. Guardaba como reliquia una fotografía , donde se veía a estos indios junto a él que, orgulloso , la enseñaba a sus huéspedes . Yo le visitaba de vez en cuando para que me diese noticias de la India, pues las recibía gracias a sus buenas relaciones con este país . No quería a los ingleses y por este motivo éramos buenos amigos, pero en todo lo restante ya
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no estábamos en tan buena armonía, porque odiaba
a los
bolcheviques . Cuando permanecía en su casa llevaba siempre pantalones bombachos blancos y un ligero chal sobre sus hombros . En tanto tomábamos una pequeña taza de té , contaba cosas de su ministerio. También estaban de visita unos afganes ; no sé si eran sus amigos o unos parientes pobres . Estaban atentos a las palabras del ministro como si fuese un dios el que hablase . Ante la puerta, dos criados preparaban y servían el té . -Vasir Saib, ¿ por fin está usted convencido de que los ingleses son enemigos? Al mismo tiempo que el Gobierno de los soviets le ha enviado diez bombarderos aéreos con excelente tripulación para ayudar a su Emir, los ingleses han dado hospitalidad a su enemigo : Mohamed Humar Khan .
---Este hombre es un granuja, pero tonto , y no puede hacernos daño . Los ingleses están siempre dispuestos a perjudicarnos , siempre se lo digo así al Emir. De vosotros tampoco podemos ser amigos verdaderos, pero tenemos un enemigo común, Inglaterra , y por ello podemos ayudarnos mutuamente-respondió el ministro . -Es cierto, pero Arganistán estará en peligro en tanto que no sea un país fuerte. La historia nos enseña que únicamente puede un país ser poderoso cuando tiene una salida al mar. Si Afganistán tuviese un puerto , siquiera como el de Karachi, sería grande e independiente, como otros países del mundo -contesté yo en son de «propaganda » . -Con ayuda de Alh tendremos también un puerto . Hay, por lo menos , 70 millones de musulmanes hermanos nuestros en la India-dijo él suspirando . -Llega saib rais-gutvai (Jefe de Policía)-dijo un criado ,
dejando pasar al nuevo visitante . -Muy bien venido- repuso el ministro levantando una 130
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
rodilla , y a continuación presentó al Jefe de Policía a todos los presentes . Parecía un gigante con uniforme. Se sentó sobre una de las colchonetas . Su cara parecía reflejar preocupación y cansancio. Me saludó contésmente : -Encantado de conocerle. Quiero mucho a los rusos, que son nuestros verdaderos amigos - dijo él. Contesté a su saludo muy fríamente, pensando si este > Bachanow y Maximow, que tan de repente habían sido perdonados por Moscú.
Aprovechando mi estancia en Meshed, decidí ir a visitar Asjabad . Deseaba , en primer lugar , ver a mis familiares, quienes vivían allí hacía mucho tiempo . También me preci saba el consultar a la G, P. U. de la frontera algunas no208
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO vedades pendientes . Salí de Meshed por la mañana ; al llegar la noche, había conseguido pasar la frontera persasoviética . Allí me encontré al jefe del puesto, Gaudan , mi antiguo colaborador en la G. P. U. Cuando descendí del coche me atacaron una manada de feroces mastines . El jefe, a toda prisa, colocó sobre mis espaldas un capote militar e inmediatamente los perros se quedaron tranquilos , es decir, todos me rodearon moviendo sus rabos. -¿Ves qué «perrines» tenemos ? Es la mejor guardia fronteriza . Cuando empieza a oscurecer, vagan por los alrededores y no vuelven hasta la madrugada. Puedes estar seguro que nadie pasará la frontera. Como no vayan vestidos de uniforme, pues de paisano no saldría vivo de aquí ninguno que lo intente-dijo mi amigo . -Cómo habéis podido inculcarles tales cosas? -De ninguna manera ; lo han aprendido ellos solos, por estar acostumbrados exclusivamente a convivir con los militares . Al día siguiente visité en su gran despacho al presidente de la G. P. U. de Turkmenistan. Me senté frente a él junto a la mesa escritorio . Karutzky , tal era su nombre, a pesar de sus treinta años , era gordo en extremo y casi temblaba de excitación .
-¿Cómo ha podido Triliser anular la orden de fusilar a Bachanow, cuando ayer mismo recibí un telegrama del presidente adjunto de la G. P. U. , Yagoda , diciendo había que ejecutarles a toda costa ? —gritó Karutzky. —Aquí no vale nada ; la mano derecha no sabe lo que hace la izquierda . Tú recibes orden de Yagoda de matarles, mátalos ; yo he recibido otra de no llevarla a efecto , también la cumpliré. Dime mejor :
¿ cómo ha podido huir de
aquí? -Muy fácilmente. Durante una fiesta se fueron de casa y cuando nos pudimos enterar ya estaban en el extranjero. 209
J4
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Envié hacia el territorio de Persia unos quince soldados rojos, camuflados como si fuesen indígenas, con orden de detenerles . Pero ya era tarde.
¡ Oh qué alegría hubiese sido
para mí el poderlos capturar vivos ! Yo, personalmente, les > costumbres y actuaciones de Jagoda son bien conocidas en Moscú, pero se callan por miedo a echársele por enemigo, cosa que asegura una buena temporada en prisión si no viene algo peor. El segundo lugarteniente de Menginsky es Triliser ; el jefe de la División secreta, Deribas ; el director de la Sección extranjera , Artusow. Todos ellos viven relativamente con cierta discreción , salvo Deribas , que casi siempre está borracho. El jefe de la Sección oriental de la G. P. U. , Peters ( al mismo tiempo miembro del Comité Central Ejecutivo) , aparte de su domicilio oficial , tiene tres o cuatro más para sus amantes . Una vez que sostuve una conversación amistosa con el jefe de fronteras, Vedernikow, hice resaltar la conducta un poco «revolucionaria» de Peters ; pero mi amigo , encogiéndose de hombros , me respondió : « Hay que tener lógica, pues se trata de un destacado miembro del Partido y del Gobierno. Su tiempo es oro y mejor es que lo encuentre
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todo a su gusto y que siempre tenga a su disposición lo que desee, pues si no se marcharía ahí en busca de mujeres . >> Verdaderamente es una vida de corrupción y de absoluta
falta de moral la que llevan las jerarquías , que se dicen ser > estén tan seguros de que hemos alcanzado la era en que sólo reina el socialismo y que sin dinero a cada cual le « dan según sus necesidades>>... El lema de las jerarquías soviéticas es muy realista : «Come cuanto quieras, obra a tu antojo y capricho y respeta solamente al Comité Central. » Este es el abecé de nuestro socialismo . Pero en la Rusia soviética existen solamente unos millares de estos felices afortunados , y los «restantes» 180 millones viven hambrientos o semihambrientos. Estas fueron mis observaciones durante mi estancia de dos años en Moscú. Allí tomé mi decisión : para siempre de estos « 10.000 afortunados» > !!
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¡ ¡ Separarme
CAPITULO XIX
EL HORMIGUERO DE LA G. P. U. EN MOSCU
Como siempre, las nueve de la mañana , subía en el ascensor a la planta cuarta. Entré en la habitación 161 , donde trabajaba . En el despacho de los colaboradores únicamente estaba Keworkian leyendo atentamente un número de Pravda, recién llegado . Sobre cada una de las mesas había otros ejemplares de este periódico , pertenecientes a todos los miembros de la G. P. U. , obligados a suscribirse al periódico oficial del Partido Comunista .
Saludé a Ke-
workian y también me « abstraje» en la lectura del artículo de fondo, que representaba para nosotros un programa de acción del día. -Vámonos a almorzar-me dijo al cabo de un rato Keworkian. Vivía en una pequeña habitación , donde apenas le cabía una cama muy estrecha , no teniendo sitio ni para hacerse una taza de té, por lo que siempre era el primero en acudir a la oficina para aprovecharse del almuerzo que se servía en el bufete de la G. P. U.
-Trae nuestros sacos y después nos iremos-dije sin dejar mi lectura.
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Keworkian fué hacia la cancillería de la sección y volvió en seguida, trayendo dos sacos de lona . Cada colaborador de la División extranjera tenía su saco, en el que al terminar el trabajo debía colocar todos sus papeles, cerrán. dolo por medio de unos ojales con una cadenita de acero . Después de metida la correspondencia se colocaba un candado , cuya llave era entregada al jefe de guardia. El secreto de la cerradura solamente se conocía por los propietarios de los sacos y por dicho jefe , no pudiéndolos abrir nadie más. Detrás de Koworkian entró una colaboradora de su sección, Vera Bortnowskaya. Era muy bajita, morena ,
pero
muy simpática ; todo el personal la quería mucho , pues siempre estaba dispuesta a hacerle un favor a cualquiera, siendo al mismo tiempo reservada . A pesar de no ser miembro del Partido , era persona de entera confianza por trabajar hacía mucho tiempo en la G. P. U. , y estaba casada con el segun. do jefe de contraespionaje del Consejo Supremo Militar . -Buenos días-exclamó , dejando su bolso y guantes sobre la mesa
. Nicolás , ¿ por qué no me has traído mi saco?
Yo siempre te traigo el tuyo-dijo , echando una mirada a nuestros sacos. --Déjame en paz , Vera ; no te morirás si tú misma traes tu saco-dijo Keworkian malhumorado, y dirigiéndose a mi dijo : Vámonos, Agabekow, tengo un hambre de lobo . -Verita, haz el favor de quedarte en el despacho hasta que volvamos-la dije yo , dejando el periódico y marchándome con Keworkian.
Bajamos por una escalera de caracol hasta el patio , donde en uno de los sótanos estaba instalado el bufete para los colaboradores. Keworkian y yo éramos muy buenos amigos. Al princi pio de su carrera fué elegido secretario del Sindicato de Obreros del Transporte en Armenia , pero en el mismo año
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STALIN EN EL ORIENTE MEDIO.
fué excluído del Partido por su actividad « oposicionista» , pero después de un «descanso» bastante largo fué perdonado y reanudó su trabajo en el Partido y en la G. P. U. Siempre se enteraba de las discusiones en el seno del Partido ; pero tenía miedo de hablar personalmente por temor a ser expulsado nuevamente. Gracias a nuestra antigua amistad , conmigo era franco, comunicándome todos sus pensamientos y dudas. Pasamos al patio interior de la G. P. U, dividido por una alta valla de madera. Por delante de ella se paseaba un centinela. Detrás estaba la famosa prisión de la G. P. U. Ante ésta estaba parado un camión celular, pintado de negro y conocido por «El Cuervo Negro» . En este momento el chófer lo limpiaba . Seguramente había tenido algún «trabajo» aquella noche. -Cuando veo este coche me entran escalofríos- me dijo Keworkian en idioma armenio . -¿Es que te remuerde la conciencia? -le pregunté
. No
hay que ser cobarde, debes acostumbrarte ; temprano o tarde, serás « cliente»-dije , echándome a reír . Bajamos al bufete , donde ya había mucha gente . Por allí se veían los uniformes de la Sección especial o de la guardia de la frontera ; de vez en cuando se ven algunos galones sobre los uniformes de los colaboradores de la Jefatura . También había muchas mujeres y algunos hombres de paisano. Estos últimos eran los agentes de la Sección extranjera. El bufete de la G. P. U. es un pequeño club para los empleados , que con gran contento encuentran en él pan , mantequilla, huevos y otros productos difíciles de hallar en otros sitios. Alrededor de nosotros , la gente charlaba vivamente de cosas ajenas a nuestros asuntos , pues, en primer lugar, no se permitía en el local hablar de ellos , y en segundo , porque ya todos estábamos cansados del tema .
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A GABEKOW
Después de almorzar rápidamente , volvimos de nuevo a nuestro despacho . Allí encontramos a Makarian , mi antiguo ayudante en Persia, que venía a visitar al jefe de la Sección angloamericana , Borisowsky - Meltzer, cuyo despacho se encontraba junto al nuestro . -Si quieres, Nicolás, estoy dispuesto a escuchar de tus labios todo lo referente a los partidos orientales contrarrevolucionarios-dije dirigiéndome a Keworkian.
---Debo decirte que trabajo en particular entre los grupos caucásicos por ser los otros mucho menos interesantes . Los de más importancia son los mencheviques caucásicos , musavitistas, dashnakzutiun y los manoanaros . En estos momentos todos estos grupos deliberan juntos para formar un frente unido causásico. Ya parece que todos están de acuerdo, excepto los dashnakzutiun . A cada uno de estos grupos les ayuda algún país extranjero interesado en favorecer el movimiento separatista entre los pueblos de la U. R. S. S. Hasta el presente no poseemos pruebas documentales de ayuda por parte de los polacos , pero sí de que están gastando mucho tiempo en preparar militares especialidados para el caso de un levantamiento tenerlos dispuestos en su propio espionaje . Según noticias recibidas de fuentes fidedignas, detrás de toda esta actividad se esconde Francia , la cual dirige al Estado Mayor polaco . Esta es la posición general. -¿Y los dashnakzutiun?-le pregunté. -Este partido tiene una fuerte y sólida organización . Reciben dinero de América y de la iglesia armenia , la que casi en su totalidad está bajo la influencia de este partido . También sabemos que reciben grandes ayudas económicas de Inglaterra y que los partidos contrarrevolucionarios son ayudados por todos los países interesados en el petróleo . Para nosotros está muy claro que en esta manera de proceder de nuestros enemigos influye lord Deterding. 232
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO -Dime, ¿ qué medidas fueron tomadas en este asunto? -le pregunté. -Tú, que has estado en Persia , conoces a los dashnakzutiun . Nosotros interceptamos la correspondencia de los partidos del centro, dirigida al apoderado de ellos en Tabriz , Ishjanian . Por esta correspondencia sabemos la actitud de los dashnak y nos permite tomar las oportunas medidas . Otro agente armenio está en Constantinopla y nos envía copias de las cartas secretas del Patriarca de los armenios , Naroyan . Los mencheviques georgianos son dirigidos desde Turquía y desde Polonia. La capital de Turquía la visitan, cada uno o dos meses, Sosico Mdivani y Noy Ramishwili , para conferenciar con sus secuaces . Por suerte para nosotros, todos estos partidos , a pesar de contar con grandes medios materiales y morales , no constituyen un peligro para nuestra causa, gracias a la falta absoluta de unión entre ellos . -Según lo que me refieres, veo que todas nuestras medidas tienden esencialmente a contrarrestar la actitud de todos estos grupos . Pero pienso que sería mucho más eficaz dar directamente el golpe contra los centros contrarrevolucionarios en el mismo París ... -Lo mismo dije yo hace un año - me respondió Keworkian-. En París trabajaba el agente de la G. P. U. de Tiflis , Lordkipanidze, pero al poco tiempo de estar allí fué desenmascarado y hubo que retirarlo ; desde entonces no se ha enviado a nadie allí. A pesar de todo , hace poco hemos alistado a un georgiano en Praga y se le ha mandado a París , pero tengo pocas esperanzas puestas en él . Lo mejor sería enviar a uno de los camaradas de la Central como Delegado , con plenos poderes .
-Oye-dije yo-, ¿ quieres irte a París? ¡ Encantado ! Lo prefiero a este lejano país de Persia -exclamó Keworkian .
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-Bien ; se lo diré personalmente a Triliser- dije , poniendo una nota en mi pequeño cuaderno. Al mediodía vino Axelrod , el delegado para los países árabes. Iba muy atildado. De aspecto agradable, parecía un > Por fin llegó Axelrod . Le encontré en la estación del túnel que conduce de Galata a Pera . Pequeño , impecable , con cara roja y gafas de concha, me saludó sonriendo desde lejos. Yo también me alegré mucho de verlo . Como ya hacía dos meses que yo me hacía pasar por persa y no podía ha blar ruso con nadie , sentí una gran alegría al hablar con mi compatriota a mis anchas. Este, sin duda , traía novedades de Moscú. -Buenos días ; en primer lugar, dime quién eres aquí. -Federico Keil, súbdito austríaco , representante de la Timber-Export Company para el Cercano Oriente-dijo mostrándome su tarjeta de visita . -Y yo Nerses Owsepian, súbdito persa, comerciante -- le respondí en el mismo tono , cruzando las tarjetas. Después de media hora nos sentamos a la mesa de un
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STALIN EN EL ORIente medIO restaurante de Pera ante una botella de vino tinto y nos pusiemos a charlar. -Cuéntame todo y por orden . Primero , ¿ qué tal hiciste el viaje? -Muy bien . De Moscú salí hasta Riga con el pasaporte austríaco a nombre de Federico Keil. Tenía otro en mi bolsillo para un caso especial, el cual se presentó en Riga, y entonces lo utilicé para continuar mi viaje . De esta forma todas las huellas de mi estancia en la U. R. S. S. fueron borradas. En Riga fuí huésped de mi tío , Teitelbaum , un rico comerciante de maderas que me prestó ayuda también en varias ocasiones . -¿Y él conocía los fines de tu viaje?-le pregunté. A decir verdad, no lo sé. Le expliqué que mi viaje a Egipto tenía un interés científico y que por causas especiales debía marcharme bajo un falso apellido . El hizo como ave me creía, pero es un judío listo y viejo . De todas maneras, no me hizo ninguna pregunta. Todas las fiestas judías las pasé en Riga. Pude comprobar que tengo más parientes de los que yo creía . Todos han sido muy cariño sos conmigo y trataban de ayudarme cada uno dentro de sus posibilidades . Según le pedí, mi tío me ha concedido la representación de su casa en el Cercano Oriente ; éste me acompañó hasta el Consulado británico para sellar estos plenos poderes . Con su ayuda recibí también visados para Turquía , Siria y Palestina . Me faltaba solamente el visado egipcio , para la obtención del cual debía marchar a Berlín, donde está la Embajada de este país . Viví en Riga algo así como dos semanas . Mi tío me presentó al cónsul noruego, con el cual simpaticé tanto , que me invitó a 811 casa. En su despacho vi unos pasaportes noruegos en blanco, o sea sin usar. En el momento que creí oportuno me apoderé de uno. Es posible que podamos aprovecharlo para algo.
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-Bueno, ¿ y qué tal en Egipto? ¿ Te dieron el visado? -¡Oh ! Con los egipcios tuve bastantes jaleos. En Berlín fuí al Consulado egipcio, donde me dijeron que debían tomar informes en El Cairo . Pagué los gastos de telegrama para acelerar la respuesta . Pero eso no fué todo . Por desgracia para mí, el secretario del Consulado era alemán , conociendo bien el lugar de mi presunto nacimiento . Me hizo varias preguntas y tuve que sudar durante media hora larga . Por último , me dejó en paz . Después de recibir el visado sentí una gran tentación de ir a París y Marsella, pero después tomé la resolución de trasladarme rápidamente aquí para ver a mi bien amigo Agabekow. -Y está bien que hayas venido directamente aquí, porque, en caso contrario, te verías obligado a volver a Egipto . -¿Por qué? ¿ Qué pasa? -A decir verdad, no lo sé ni yo mismo ;
pero , según
orden de Moscú, debo tomarte a mi cargo para todo trabajo en Turquía y Grecia y retenerte aquí en calidad de ayudante mío . -Es difícil comprender todo lo que ocurre en Moscú -dijo pensativo Axelrod-. Antes de mi salida circulaba el rumor de que Triliser iba a ser destituído por sus simpatías hacia la oposición de derecha . En los círculos competentes del Partido se dice que casi todos los jefes de la G. P. U. son partidarios de Bujarin y Tomsky y que el Bureau Político conferenciaba con Menginsky, Jaggoda y Triliser sobre las medidas necesarias para lograr el equilibio. El argumento en favor de nuestra G. P. U. era que nosotros habíamos conseguido robar las memorias escritas de Kamenew, las cuales han permitido a Stalin doblegar a toda la oposición . Además, olvidé decirte que Blumkin ha sido fusilado. -Ya lo sé. He recibido una carta particular de Moscú ... 296
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-respondí yo-. Y dime, camarada : ¿ no tienes ningún inconveniente en quedarte aquí conmigo? -Estoy encantado. Solamente es lástima que perdiéramos tanto tiempo para recibir toda esta documentación para el viaje a Egipto . Pero así es mejor. Juntos tendremos más alegría y menos peligro-exclamó riendo Axelrod, alias Federico Keil.
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CAPITULO XXIX
BAJO DISFRAZ DEL CONTRAESPIONAJE ALEMAN
Había pasado ya un mes desde la llegada de Axelrod . Gracias a las buenas relaciones hechas por mí durante mi larga estancia, pude muy pronto legalizar la estancia de mi amigo en Constantinopla. En todas partes le presentaba como mi compañero. Nuestra posición se fortaleció . Era preciso trabajar enérgicamente. Encontré un piso independiente en el barrio de Shishli y monté allí un laboratorio fotográfico. En un futuro inmediato esperábamos colocar un aparato de transmisión para comunicar directamente con Moscú. Era preciso empezar con el alistamiento de agentes secretos . Después de estudiarlo todo hicimos una relación de nuestros conocidos y elegimos en primer lugar a un armenio llamado Elmayan . Era un anciano de unos sesenta años , con la cabeza blanca y una imponente barriga de buen burgués. Elmayan era tratado por todas sus amistades con gran respeto . Tenía muchos amigos . A pesar de su semblante bonachón , era muy listo ; con su listeza de armenio consiguió en Turquía, no solamente guardar su vida , sino salvar también su capital .
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El dinero era su punto flaco ; por el dinero estaba dispuesto a todo. Por esto le escogimos como futuro confidente nuestro. Le invité una vez a comer a un restaurante y, después de muchas vacilaciones, me decidí a ir al grano. -Señor Elmayan , mi amigo Federico Keil , además de sus actividades comerciales , es periodista. Está de corresponsal de un importante periódico alemán de Berlín , y busca a una persona que esté al corriente de todos los asuntos que pudieran ser de interés para su periódico . ¿ No conoce usted a nadie que pudiese ayudar a mi amigo?
-¿Por qué no? Creo que podré servirle ; pero para este trabajo tendrá que pagar algo. -Sí, señor ; Keil pagará. Ya sabe lo puntuales que son los alemanes. Yo creo que pagará unos cien o ciento cincuenta dólares mensuales-dije yo . Los ojos de Elmayan empezaron a brillar . Su nariz olió en seguida un botín . Seguramente calculaba el modo de apoderarse de esta porción de dinero. Decidí ayudarle. -Y ¿ por qué no se encarga usted mismo del asunto?...
¿Quién mejor que usted puede conocer los asuntos turcos y puede tener mejores relaciones? Con mucho gusto le recomendaré a Keil . Ante todo , le estoy muy agradecido por su amabilidad de siempre, y además prefiero que lo gane un compatriota mío. Después de contestarme en tono afirmativo , le pregunté cuáles eran sus relaciones , a fin de poder influir en la decisión favorable de Keil. -Tengo excelentes relaciones en la Policía . Uno de los jefes de la Policía secreta turca es amigo íntimo mío y, además , tengo amistades en casi todas las Embajadas extranjeras de Constantinopla , y en todos estos sitios me será fácil obtener noticias importantes . -¡Qué interesante ! -le pregunté.
¿ También
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de
los
bolcheviques?
STALIN EN EL ORIENTE MEDIO
-Sí, también de los bolcheviques. En general puedo recibir informaciones de todos sitios, salvo de los ingleses . En fin ; si Keil tuviese interés por la actitud de los armenios , soy también amigo del obispo armenio. En una palabra, podré trabajar bien-exclamó Elmayan. -Sí, señor ; soy de su misma opinión ; sobre todo , le interesarían las noticias referentes a los bolcheviques . Según me dijo Keil, los alemanes se interesan mucho por el trabajo de los bolcheviques-dije yo, dando a entender que , al fin y al cabo , Keil trabajaba para los alemanes . Quedé en verme con él pasado un par de días , en su casa, para darle a conocer la respuesta de Keil.
El viernes siguiente visité a Elmayan en su casa particular . Vivía no lejos de mí, en el mismo barrio . Evidentemente, me esperaba con impaciencia ;
sobre la mesa de su
gabinete vi los preparativos para el café. -Todo va muy bien . Hablé con Keil y he hecho tantos elogios de usted que ha dado su consentimiento en el acto . He conseguido que le fije el sueldo de ciento cincuenta dólares mensuales. Además, ha prometido que en caso de que el trabajo marchara bien, le pagará algo más. Lo importante es que en Berlín estén contentos-dije. -Encantado . Ayer estuve con mi amigo el de la Policía y le he preparado para que me dé noticias que interesen a Keil-respondió Elmayan.
-Está bien. Empiece con la Policía . Pida a su amigo que le dé por unas horas el último informe que envían al Ministerio de la Gobernación, a Angora . En él, probablemen te , Keil podrá adquirir novedades interesantes-dije yo-- ; a propósito : he traído el dinero para el primer mes de trabajo, pero tenemos que hacer unas formalidades. Keil ha pedido dos fotografías y un recibo por el dinero que puede usted firmar si quiere con un seudónimo . -Las fotografías las tengo ; referente al seudónime , es-
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toy conforme, pues preferiría no firmar con mi verdadero nombre. ¿Qué le parece si firmara «Maloyan»? -De acuerdo ;
firme los recibos y sus fotografías con
este seudónimo- le dije. Elmayan firmó todo lo que le pedí, contó el dinero y lo colocó cuidadosamente en su cartera. Me miraba de reojo, como sospechando que yo hubiese recibido de Keil más dinero, guardándome la diferencia como « comisión» .
A mí me hizo mucha gracia. Es mejor que piense que soy solamente un intermediario, que trabaja para los alemanes. Menos riesgo, mejor resultado . Hay que reconocer que trabajaba perfectamente, pero el aumento prometido no tenía lugar : Keil marchó con el informe a Moscú, y yo ..., a París.
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CAPITULO XXX
ENTRE DOS FUEGOS
A última hora de la noche nos encontrábamos en mi domicilio el delegado oficial de la G. P. U. en Turquía, Etingon-Naumow, que acababa de llegar de Moscú ;
el apode-
rado en Grecia, Molotkowsky, y yo. Celebrábamos una conferencia ; Etingon, hombre joven y elegante , estaba de buen humor y hacía funcionar en todo momento mi aparato de radio. Molotkowsky, al contrario, se le veía muy preocupado y pensativo . -Tú , Agabekow, como quiera que has sido tantas veces delegado de la G. P. U. , me comprenderás mejor que cualquier otro. Después de derrochar tantos esfuerzos y de un trabajo tan intenso en favor de la organización en Grecia, de repente me llaman a Moscú. Me fué muy penoso persuadir a Moscú que te concediesen mi puesto , pues , de no acceder, todo hubiese quedado abandonado . En la Central hay novatos que no comprenden nada. Son burócratas estatales , pero no chekistas . ¿ Tú crees que es posible rechazar la misión del agenté 3-33 , la del 3-21 o la del agente del Ministerio del Ejército? ¡ Qué muestren su habilidad para
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alistar a un solo agente y para conocer su valor ! —insultaba Molotkowsky, -Bueno. Y ¿ por qué quieres transferirme tu red de agentes en Grecia?-pregunté yo. -Mi opinión es que debes ir personalmente a Atenas con las contraseñas y las direcciones secretas . En el futuro podrás organizar un enlace regular con ellos-añadió Molotkowsky.
-Todo está bien, pero no olvides que estoy en Turquía hace poco tiempo y no me siento tan seguro como para poder viajar. Además, no tengo un pretexto para ir a Grecia sin infundir sospechas - respondí yo . -¿Y cuál es tu propósito? -Mejor sería que marchase allí Naumow. El dirigiría la red en Grecia hasta que mi posición aquí se fortalezca . Yo podré tomar después toda la dirección . -A mí me es indiferente. Si quieres marcharé a Grecia . No temo un fracaso . En último caso , volveré a Moscú. Estoy harto de todo este trabajo , especialmente después de la retirada de Triliser. Cuando vuelva a la U. R. S. S. dejaré el trabajo en la G. P. U.; estoy aburrido- dijo EtingonNaumow con la voz indiferente. -Y ¿ cómo conseguirás realizar tu viaje a Grecia?
-Es una bagatela. Pasado mañana iré a Angora y pediré a Suritz que me consiga un visado. Diré que voy a descansar. -En fin, hemos conseguido que Naumow tomara la jefatura en Grecia ; después te la remitiremos a ti-concluyó Molotkowsky. Una semana después, Etingon recibía su visado y marchaba a Grecia ; Molotkowsky volvió a Moscú . En aquella circunstancia comprendía cada día mejor que no podía seguir trabajando para la G. P. U. Las cartas que recibí de varios amigos de la U. R. S. S. no contenían más 304
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que quejas contra las medidas adoptadas por el Comité Central para • conseguir el plan quinquenal. Uno de mis camaradas del Partido escribió : «Los métodos no son nuevos ; con la misma repetición del comunismo de guerra, pero sin el menor entusiasmo»...
Tomé la resolución firme de separarme de la G. P. U.; pero, ¿ cómo? ... Por mi experiencia sabía que la G. P. U. adoptaría todas las medidas posibles contra mí , con objeto de aniquilarme, caso de sospechar lo más mínimo. Era preciso pensar mucho y prepararlo todo minuciosamente. En primer lugar, empecé a escribir Memorias completas sobre las actividades de la G. P. U. y de todos los agentes que conocía, en previsión de que me ocurriese la desgracia de morir antes de exponer públicamente mi opinión . Después empecé con toda cautela a cerciorarme dónde podría emigrar sin que fuese amenazado constantemente por los agentes bolcheviques. Durante estos preparativos sobrevino un desagradable percance... Cenaba en la casa de un buen amigo mío , que me trataba como si fuese un hermano . Contrariamente a lo acostumbrado , todos los miembros de su familia estaban malhumorados y él mismo me miraba de vez en cuando con una visible compasión . No comprendía nada. Al fin , mi amigo se levantó y me ofreció tomar una tacita de café a solas en su gabinete . Cuando nos hubimos sentado , él empezó a decirme de manera indecisa : -Usted sabe cómo le apreciamos todos. Unicamente por esta razón voy a confesarle algo que, en efecto , no tengo derecho a decirle
la Policía turca le espía. Ayer recibí es-
tas noticias de un amigo mío en cuya casa la Policía ha hecho investigaciones con respecto
a
usted-dijo
el
pobre
viejo, buscando en mi cara las huellas del espanto ; él mis mo se estremeció de la cabeza a los pies.
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Le escuchaba aparentemente tranquilo, tomando a sorbos mi café .
-¿Y qué me aconsejaría usted en este caso? -Yo pienso que debe usted marcharse de aquí. -Pero-respondí yo- ¿ por qué tengo que huir? No me he inmiscuido jamás en asuntos turcos y no he cometido ningún crimen. Me interesa solamente el comercio y no comprendo por qué puede vigilarme la Policía . Además , soy un súbdito persa y, en consecuencia, los turcos no tienen derecho a hacer conmigo nada ilegal- dijo yo para calmar a mi amigo. -Hombre, no olvide que es usted de nacionalidad armenia y que vive en Turquía. Es mejor que se marche- insistió el viejo . -No-respondí yo , después de pensar un rato— ;
mis
asuntos no están aún arreglados y, además , tengo mucho género sin vender. No obstante, le quedo sumamente agradecido por su amistad y buenos sentimientos . Estoy seguro de que nada me ocurrirá, pero ... con su permiso, hasta que no se aclare todo esto , prefiero no volver a visitarle para no comprometer a un verdadero amigo mío . Pasaron dos días desde esta conversación . Comprendía que estaba entre dos fuegos. Por una parte los bolcheviques podían tener noticias de mis intenciones y habrían tomado sus medidas, y, por otro, la Policía turca empezaba sus pe quisas sobre mí. Estaba sentado en mi oficina pensando en todo lo ocurrido , cuando de repente oí un golpe a la entrada. No tuve tiempo de contestar cuando vi ante mí dos policías armados , acompañados del administrador del casero . -«Han venido para llevarme»-pensé yo , levantándome y empuñando el revólver en mi bolsillo
. Cuando decidí
alquilar estas oficinas , preví la eventualidad de mi arresto
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STALIN EN EL ORIente medIO
aquí. Miré a la ventana , que estaba al ras del tejado, y pensé huir pasando del tejado de una casa a otra hasta alcanzar nuestro refugio secreto y desde allí trasladarme a un barco soviético . Desde la mesa conseguí llegar hasta la puerta de la habitación vecina por donde deseaba huir, y entonces pregunté a los agentes :
¿ Qué desean?
-Estamos revisando contratos de alquiler de todos los inquilinos-contestó amablemente uno de los guardias-. Una vez revisado el documento en cuestión , decidieron marcharse, pero no obstante, cuando salieron a la escalera , pensé en vigilarlos para cerciorarme si seguían con sus visitas a los demás inquilinos. En efecto , era verdad, con lo cual me quedé completamente tranquilizado . Por la tarde, saliendo de la oficina, observé que dos individuos sospechosos estaban al acecho . Era evidente que me espiaban, y lo hacían de tan torpe manera , que involuntariamente me recordaron a nuestros agentes secretos de Moscú. 1 La policía turca necesitaba de unas lecciones tomadas en nuestra G. P. U.
Una vez, en Moscú, di orden a nuestros agentes de organizar una vigilancia exterior del edificio de la Embajada turca. Para segurarme del fiel cumplimiento de la misión de mis agentes, salí por la noche para pasar revista a los puestos ante el palacio turco , y no encontré a ninguno de ellos. Pero a la mañana siguiente , cuando fuí a la oficina para reprochar a los empleados, quedé muy extrañado al hallar sobre mi mesa una lista completa de todas las personas que habían visitado la Embajada el día anterior. En esta lista también figuraba yo , por haber estado parado media hora frente a la casa . Yo no ví a los agentes , pero éstos , por el contrario, me vieron perfectamente . Y los turcos ... éstos corrieron detrás de mí como perros de presa ; sólo necesité tomar una taxi para deshacerme de ellos . Pero esto no me 307
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inquietaba. Al contrario , era prueba de que los turcos sospechaban de mí en algo . Para privarles de esta suerte, interrumpí todo trabajo. Como el ambiente empeoraba de día en día , decidí acelerar mis preparativos para abandonar Turquía. Cuando iba a pedir el visado en un Consulado extranjero , éste me era denegado . Entonces buscaba el pretexto para presentarse en cualquier otro . Así pasó un mes. La persecución en la calle acabó, probablemente, por aburrimiento de la policía en esta caza del hombre sin resultado. Entretanto, por una cuestión personal, debía visitar al cónsul persa . Al entrar en el recibimiento, fuí saludado por un ujier. -Soy súbdito persa, me llamo Nerses Owsepian y soy comerciante ; deseo ver al cónsul para que me sea entregado un certificado- dije al empleado.
¡ Qué interesante ! ¿Es usted el señor Owsepian en persona?-dijo el ujier mirándome con curiosidad. -¿Y qué pasa?-pregunté con ansiedad. -Aver estuvo aquí un agente de la policía secreta preguntando por usted.
Casi perdí el aliento. La situación debía ser muy grave cuando la Policía había decidido extender sus investigaciones hasta el propio Consulado. -Hemos dicho que B en el Consulado no se le conoce
Muéstreme su pasaporte. Le tendí mi falso documento. -Espéreme aquí, informaré al cónsul-me dije , dejándome solo y entornando la puerta. Por la rendija pude ver cómo el secretario estudiaba mi pasaporte, mirando cada heja a contraluz . -¿Qué debo hacer?-pensé yo-. ¿ Qué pasará si deseubriese la falsedad del documento? ¿No era mejor huir dejando allí el pasaporte? Pero comprenderán todo y avisarán
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a la policía turca . Mejor es que espere un rato más... El ujier me devolvió mi pasaporte : -Hoy no tenemos tiempo, pero mañana vuelva para que le extendamos un certificado . Adiviné que el empleado me miraba fijamente y con sospechas . Al día siguiente ya no deseaba ir al Consulado . Pero si me abstenía de pasar por allí, sería igualmente sospechoso . Entonces decidí telefonear. -Por suerte mía, me atendió el mismo ujier del día anterior. -Aquí, Nerses Owsepian -dije yo-.
Desgraciadamente
estoy ocupado en la venta de unas mercancías. Tenga la bondad de traerme el certificado a mi oficina ;
así tendrá
ocasión de ver cómo trabajo... A las cinco de la tarde llegó a mi oficina. Era un empleado ya de edad , y tenía un sueldo mísero , teniendo que mantener a una familia numerosa . Hablé con él durante una hora larga y nos hicimos buenos amigos . Al despedirme le di 50 libras turcas «por la molestia» , lo que él me agradeció mucho, al propio tiempo que me decía : -Desde hoy no se inquiete usted por nada . Veo perfectamente que es usted un gran comerciante adinerado ;
ya
informaré debidamente al cónsul . Referente a la policía , también le aseguro que todo se arreglará . El Consulado responderá de usted . Estoy siempre a su disposición . Se despidió y yo le rogué viniese a visitarme con fre-
cuencia. Había pasado una semana más , cuando se presentó en mi casa uno de mis agentes secretos. -Señor Owsepian , le estimo mucho , pero tengo familia y no puedo por más tiempo arriesgarme trabajando para
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usted. De fuente fidedigna sé que la Policía secreta turca se interesa mucho sobre usted , y he venido a prevenirle de ello . -Muchas gracias por su amistad . Nos despediremos como amigos-dije yo estrechándole la mano. Por esto había que actuar pronto. No se debe persistir en jugar con el fuego . Debía marcharme .
Pero
¿ dónde?
Desde luego, donde haya más garantía de estar libre de los bolcheviques. Donde haya más rusos . A París . En esta capital recibió asilo Besedovsky después de romper con la Embajada soviética de Francia . Allí podré declarar abiertamente todo lo que acumulo en mi corazón. Telefoneé a mi amigo del Consulado .
-Tengo que marchar a París por un mes para asuntos comerciales. ¿ Puede ayudarme para que me sea concedido el visado ?-le pregunté . -Con mucho gusto. Los franceses no prohiben a nadie la entrada en su país . Iremos juntos al Consulado .
Tomamos un taxi. En el Consulado había una cola respetable, pero con mi guía pude, al cabo de media hora , rccibir el visado . Empleé dos días más en ultimar los preparativos , y al fin me embarqué en el «Tada» con rumbo a Marsella . El día anterior tuve una conferencia con Etingon-Naumow, el cual me comunicó que Moscú se extrañaba de mi silencio de unas tres semanas y de mi falta de informes. Le prometí preparar todo antes del próximo encuentro el sábado . Hoy estoy ya en el barco. Unos minutos más y... adiós Estambul, con tus hermosas riberas y con toda mi vida de ocho largos meses . Dejaremos Galata , lugar donde yo he vivido como Delegado de la G. P. U. en calidad de · defensor de la dictadura de Stalin, y de donde hoy salgo como emigrado, o sea como enemigo de la misma . No dormí durante toda la noche. Temía ser arrestado hasta tanto no saliese de las aguas jurisdicciona-
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les turcas. Pero ahora empezaba a amanecer. Desde lejos se veían las siluetas del Pireo. Divisábamos ya Grecia. Fuí a cubierta para mirar cómo nos aproximábamos a tierra . El peligro inmediato había pasado. Tomé de mi bolsillo el revólver. Era mi camarada fiel desde que empezó la revolución en Rusia. Le miré por última vez y le dejé caer al mar. -Adios, camarada, no te necesito ya....
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1
FINAL
Cuando estaba sentado en la redacción de un periódico de París, hablando con los periodistas, uno de ellos me preguntó si no temía una venganza por parte de la G. P. U. Le dije que correría peligro antes de la publicación de mi libro, pero que después, la G. P. U. no tendría ya prisa y sólo me liquidaría cuando se le presentase una buena oportunidad . Conociendo muy bien los usos y costumbres de la G. P. U. , no me equivoqué en mi opinión. Tres meses después de mi ruptura con la G. P. U. , durante mi estancia en Bélgica , recibí de París dos cartas consecutivas de un tal Izmail Gadgiani, en las que solicitaba de mí una entrevista para un asunto de importancia. Conocía a Gadgiani desde mi infancia , pues habíamos ido juntos al mismo colegio . Tiempo después, en los años de la revolución , uno de sus hermanos trabajaba a mis órdenes cuando yo era Delegado de la G. P. U. en Meshed . En Moscú le encontré muchas veces , sabía que era agente secreto de la sección de Espionaje.
Por todo esto, al recibir sus cartas , pensé que su llegada a París tenía que ver con los asuntos de la G. P. U. , y, to313
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mando algunas precauciones, accedí a entrevistarme con él en Bruselas. Nos saludamos mutuamente como dos hermanos y entramos en un pequeño café para charlar con toda libertad. -Tengo dos cartas para ti -empezó Gadgiani-, pero antes de entregártelas díme qué significan tus artículos en los periódicos parisienses. -Pues muy sencillo : he empezado a escribir mi libro con revelaciones sobre la G. P. U. -contesté yo . -Pero hombre, ¿ has roto verdaderamente con la G. P. U. ? -preguntó estupefacto Gadgiani.
-Escucha
ante todo leeremos tus cartas ; puede ser que
encontremos una explicación a todo . Gadgiani me dió las cartas ; una escrita en armenio y la otra en persa. En la primera, pude leer : «Mi querido Ston (mi seudónimo en Constantinopla). » ¿ Por qué has dejado de escribir? Probablemente no dispones del enlace , o acaso en tu nuevo empleo tienes aún menos tiempo libre. Te encuentras en el lugar deseado por ti hace tanto tiempo. >> Sin duda , conoces al que te lleva esta carta ; es un muchacho bueno y fiel. El sucesor del «Viejo » está contento con nosotros. Tenías razón cuando decías que solamente los armenios pueden trabajar bien. Si fuiste siempre hombre de confianza en tiempos del «Viejo» has de mostrar a los nuevos dirigentes que aún podemos realizar buenos asuntos . Z. tiene la mejor opinión de ti y está seguro de que trabajarás en tu nuevo puesto aún mejor que en Constantinopla. >>Mi amigo seguirá de enlace entre tú y la Central. >>Mis abrazos y mejores deseos para ti y tu trabajo. -K. » Llevaba la firma de K. Keworkian, el cual, como sabe el lector, era mi ayudante en Moscú. La otra carta era la traducción exacta de la primera. 314
STALIN EN EL ORIEnte mediO
Comprendí el juego de la G. P. U. Sabiendo por sus agentes de París la desconfianza con que eran acogidas mis revelaciones en Francia, desconfianza que se justificaba por mi trabajo en la G. P. U. durante diez años, la G. P. U. deseaba, con ayuda de estas dos cartas, hacer creer la desconfianza hacia mi persona y, por consiguiente, hacia mis revelaciones. -Bueno, cuéntame los detalles de tu viaje.
-Hace dos meses fuí llamado por Artusow, segundo jefe de la División Extranjera . En su despacho encontré a Triandofilow y Keworkian. Artusow me dijo :
«Hemos confiado
un trabajo muy importante en París al camarada Agabekow, que ha marchado allí ilegalmente. Pero hemos perdido el enlace con él y nos es necesario reanudarlo. Usted marchará a París para entregarle esta carta en su propia mano . Recibí 1.000 dólares para el viaje y salí de Moscú. Con los visados no me pondrían dificultades por usar pasaporte persa . En París, según las instrucciones de Moscú, tomé habitación en el hotel «Inglaterra» , donde , según las informaciones de la G. P. U. , debías venir tú. Pero ya no estabas allí. Seguí buscándote hasta que leí en un periódico que te encontrabas en Bélgica . Telegrafié a Moscú pidiendo instrucciones y declarando que estabas en Bélgica . Moscú respondió que por el momento no estabas en Bélgica , sino en una fábrica de municiones en Tolón , donde debía ir a buscarte... Yo escuchaba a Gadgiani atentamente . Para mí estaba claro todo el plan de provocación de la G. P. U. Era evidente que habían decidido sacrificar a Gadgiani para aniquilarme. Le habían enviado con pasaporte persa , o sea con el mismo que usaba yo en Constantinopla, con encargo de establecerse en el mismo hotel que yo . Artusow había calculado que Gadgiani, siguiendo siempre mi pista, se haría sospechoso a la Policía francesa y sería detenido y, por consiguiente, ha-
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llarían en su poder las cartas que me comprometían. Me interesaba el papel de Gadgiani. ¿ Estaría enterado? -Dime, Izmail : ¿conoces tú el contenido de la carta? -No ; no hablo armenio y, además, Artusow me dijo que la carta estaba en clave y no podría comprenderla más que la persona a quien iba dirigida— respondió Gadgiani. -Muy bien, sigue. -Después de recibir el telegrama con la orden de la G. P. U. , marché a Tolón, y después de seis días de búsqueda, volví a París . Me decidí a visitar la redacción del periódico donde leí tus artículos, para pedir tu dirección . No me la dieron, pero se encargaron de remitirte mi carta . Por esto , después de buscarte unas seis semanas , he conseguido hallarte-acabó Gadgiani. Por su relato vi que no sabía las intenciones de la G. P. U. Decidí abrirle los ojos. -Escúchame , Izmail. He roto verdaderamente con la G. P. U. No es un truco , como te han explicado «mis amigos » . Como prueba, no tienes más que ver mi libro de revelaciones. Para vengarse, la G. P. U. decidió sacrificarte, enviándote con estas cartas a Francia . Te enviaban con plena conciencia a París y Tolón con la esperanza de que la Policía te arrestara ; pero, por suerte nuestra, no ha pasado nada. -No puedo creer que hayan jugado con mi vida de esta manera. Telegrafiaré a Moscú y verás cómo nos encargan una misión de importancia. -Y yo-repliqué
estoy seguro de que después de recibir
tu telegrama, comprenderán que han perdido la partida y no te contestarán. -Si verdaderamente no contestaran te creeré-exclamó Gadgiani. El mismo día envió un telegrama a Moscú y tres días después otro. Naturalmente, no obtuvo contestación . Tenía yo
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STALIN EN EL ORIENTE MEDIO razón. Conocía demasiado bien los métodos de la gente con la que trabajé durante tantos años . Gadgiani, después de una semana de estancia conmigo, partió para Berlín . Entretanto, mi libro apareció en el mercado : no esperaba ya un ataque inmediato de la G. P. U. Lo han aplazado hasta el tiempo oportuno. Ya veremos...
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INDICE
Páginas. PRESENTACIÓN ... ... ... ... ... NOTA ... ... ... ... ... ... ... I-Me destinan a la G. P. U. ... ... Capítulo II. La prueba de fidelidad... III.—La caza de los conspiradores……. ... ... IV. Se juzga y castiga a los enemigos V. Cómo se reclutan los confidentes ... ... ... ... ... VI.-Cómo murió Tuver Pasha VII. Los contrabandistas... VIII. La farsa del Juzgado ... IX.-El robo de las fichas secretas consulares X.-La G. P. U. en las fronteras de la India XI.- Nuestra "buena amistad" con los ingleses XII.-Los "comunistas " Asia y Nina ... ... XIII.-El comisario de la G. P. U., defensor de moral XIV. Un aspecto íntimo del Komintern ... XV.- El día laborable de un chekista ... ... XVI.-¡¡ Que mueran los traidores !!... ... ... XVII.-El sector oriental de la G. P. U. XVIII.-Los chequistas en la intimidad ... XIX.-El hormiguero de la G. P. U. en Moscú XX. Preparativos especiales para Afganistán ... XXI.-La G. P. U. frente a Karajan... XXII.- La sección angloamericana de la G. P. U. XXIII -La suprema Comisión de Control .......... XXIV. La aventura guerrera de Stalin... XXV.-Las jerarquías depuran a la G. P. U. ... ... XXVI. " E1 Vivo ", muerto ... ... ... XXVII .-Moscú - Constantinopla ... ... .. ... XXVIII -Pedro Keil... XXIX .-Bajo disfraz de contraespionaje alemán... ... ... ... XXX.-Entre dos fuegos ... FINAL ... ... ...
...
la ...
...
...
...
7 19 21 29 37 47 55 69 87 95 105 117 129 139 151 167 177 197 213 221 229 237 245 253 257 265 271 279 285 293 299 303 313