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Spanish Pages [372] Year 2018
Sociología política del colapso climático antropogénico: capitalismo fósil, explotación de combustibles no convencionales y geopolítica de la energía
Colección El Mundo Actual: Situación y Alternativas
COMITÉ EDITORIAL DEL CEIICH Marina Garone Gravier Carlos Hernández Alcántara Lev Orlando Jardón Borbolla Octavio Reymundo Miramontes Vidal María Elena Olivera Córdova Mauricio Sánchez Menchero Guadalupe Valencia García Medley Aimée Vega Montiel María del Consuelo Yerena Capistrán
CONSEJO EDITORIAL DE LA COLECCIÓN Pablo González Casanova Fundador Samir Amin George Aseneiro Nirmal Kumar Chandra Bernard Founou Akmal Hussain Kiva Maidanik Mahmood Mamdani Milos Nikolic John Saxe-Fernández Carlos M. Vilas
Sociología política del colapso climático antropogénico: capitalismo fósil, explotación de combustibles no convencionales y geopolítica de la energía
John Saxe-Fernández (Coordinador)
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades México, 2019
la producción de este libro fue financiada parcialmente por la dGapa, proyecto papiit in301415 “crisis, geopolítica y geoeconomía del capital. Hacia una sociología política del cambio climático y la explotación de fósiles no convencionales en estados unidos: lecciones para américa latina”.
primera edición, 2018 primera edición electrónica, 2019
d.r. © universidad nacional autónoma de méxico centro de investigaciones interdisciplinarias en ciencias y Humanidades torre ii de Humanidades, 4º piso circuito interior, ciudad universitaria, coyoacán, 04510, méxico, d.f. www.ceiich.unam.mx cuidado de la edición: omar ernesto cano ramírez diseño de portada: maría de los ángeles consuelo alegre Schettino iSbn de la colección 978-607-30-2399-3 iSbn del volumen 978-607-30-2410-5 Se prohíbe la reproducción parcial o total de esta obra, por cualquier medio, sin la autorización previa por escrito de los titulares de los derechos patrimoniales.
Elmar Altvater In memoriam
Introducción...
Agradecimientos Para acceder a fuentes de investigación de frontera en relación con los combustibles fósiles, de manera sistemática han sido bienvenidas las puntuales referencias y sugerencias a un banco de datos y estudios de frontera cuya utilización me fue recomendada por el doctor Anthony Ingraffea de la Universidad Cornell, Estados Unidos (eua), autor de un estudio incluido en este libro, siendo destacado partícipe como co-autor en estudios pioneros sobre la muy alta huella ecológica del metano como gas de efecto invernadero, y los incrementos en los volúmenes de las emisiones y fugas de ese gas registrados, detectados en la extracción de petróleo convencional y no-convencional, alrededor de la tóxica práctica del fracking. Desde que se conocieron los resultados de esas investigaciones empezó un cuestionamiento científico y una amplia crítica a la narrativa desplegada por el big oil, de que el gas natural (siendo el metano su contenido fundamental, con alto impacto en el calentamiento atmosférico durante los primeros veinte años de posicionamiento en la atmósfera) fuese presentado al público como “fósil limpio” o “puente dorado” hacia otro patrón energético más saludable. El material indicado por Ingraffea trascendió lo contenido en este volumen, dando impulso a las asesorías de trabajos de investigación del alumnado realizados desde el Seminario sobre la Geoeconomía y la Geopolítica del capital dentro del Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la unam. Agradezco a la Dirección General de Apoyo al Personal Académico de la unam (dgapa) su respaldo siempre esencial y apreciado, tanto para accesos bibliográficos, hemerográficos y de bancos de datos, de becas y equipo destinados a las labores de investigación, como para esta publicación. Ha sido de alta calidad humana y profesional el apoyo cotidiano de las autoridades y el personal del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (ceiich) de la unam, donde se realizó la investigación contenida en este volumen.
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Agradezco a la doctora Guadalupe Valencia García, directora del ceiich, por el apoyo brindado en todas las etapas del proyecto, así como por los fondos facilitados para su realización; a Ricardo Lino Mansilla Corona, Secretario Académico, por su apoyo en el proceso de dictaminación del libro conforme a las normas editoriales del ceiich; a Carlos Hernández Alcántara, Secretario Técnico, por su apoyo en la gestión de los fondos y el cumplimiento de las normas editoriales; y a Elvira Concheiro Bórquez, coordinadora del proyecto “El mundo en el siglo xxi” desarrollado en el ceiich. La doctora Concheiro Bórquez y el cuerpo editorial de la revista Memoria presentaron un número con trabajos organizados alrededor de la noción de “El Tiempo de Desastres”. La sugerencia es una valiosa contribución a la categorización de lo que va del siglo xxi, en continuidad estricta a lo que Eric Hobsbawm calificó, al referirse al siglo xx, como “La Edad de los Extremos”. El agradecimiento va a la responsable y colaboradores del Departamento de Publicaciones (dp) del ceiich: María del Consuelo Yerena Capistrán, por su valioso trabajo realizado en el cuidado de la edición y todo el apoyo brindado para terminar esta obra en tiempo y forma; a María de los Ángeles Consuelo Alegre Schettino por el diseño de la portada que logra transmitir el sentido del volumen; y a Diego Peña, pasante de servicio social, por su apoyo en la realización y retoque de algunas de las imágenes, gráficas y esquemas incluidos en los textos. También a las y los estudiantes que forman parte del proyecto de investigación que desarrollamos en el ceiich: Valeria Gutiérrez Vega, César Daniel Diego Chimal, Cinthia Maribel Herrera Sánchez, Carlos Alberto Sánchez Ricardo, Paola Sánchez Méndez, Guadalupe Moreno, Mariana García y Alejandro Guerrero. Su trabajo y esfuerzo fue esencial para la realización y conclusión de las investigaciones que el lector ahora tiene en sus manos. A Omar Ernesto Cano Ramírez un agradecimiento especial por el entusiasmo y diligencia en una laboriosa y necesaria revisión estricta de las galeras. Además, de cotejar los textos originales con la corrección de estilo y el cuidado de la edición, en coordinación con el dp-ceiich. Y por algo más importante: por su contribución en la discusión sustantiva de los grandes temas que hemos abordado en conjunto tanto desde el Seminario sobre la Geoeconomía y la Geopolítica del capital, como en la presente edición. Ciudad Universitaria, Ciudad de México, enero, 2019.
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Índice Introducción. Colapso climático y explotación de fósiles no convencionales en Estados Unidos: lecciones para América Latina . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13 John Saxe-Fernández 1. Capitalismo histórico y contemporáneo (1750-presente): formación social vinculada al colapso climático antropogénico en curso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39 John Saxe-Fernández 2. Explotación de fósiles no convencionales en Estados Unidos y México. Situación y alternativas . . . . . . . . . . . . 87 Anthony Ingraffea 3. El planeta Tierra, el sistema capitalista mundial y las múltiples crisis sistémicas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111 Elmar Altvater 4. Problemas y contradicciones del “capitalismo verde” . . 131 Birgit Mahnkopf 5. Homogeneidad capitalista y la élite del poder mundial: amenazas para la vida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 157 Omar Ernesto Cano Ramírez 6. La geo-estrategia de Estados Unidos en materia energética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203 Rosío Vargas 7. Petróleo, energía y colapso climático. Resistencias contra voluntad de cambio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227 Víctor Rodríguez Padilla
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8. México en la ideología de los combustibles fósiles no convencionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 253 César Augusto Díaz Olin 9. La dinámica militar de los recursos energéticos estadounidenses . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 287 Roberto Ryder López Cauzor 10. Territorialización de la Reforma Energética en México. El control privado sobre la explotación, el trasiego y la transformación energética . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 313 Jorge Adrián Flores Rangel, Luis Fernando Pérez Macías y Susana Isabel Velázquez Quesada (Colectivo GeoComunes) 11. Las energías limpias como alternativa al colapso climático antropogénico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349 César Daniel Diego Chimal
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Introducción Colapso climático y explotación de fósiles no convencionales en Estados Unidos: lecciones para América Latina* John Saxe-Fernández **
Como nunca antes en la historia humana, el conocimiento científico y la integridad de su generación y difusión resultan un asunto de tan alta significación ante dos riesgos existenciales que se ciernen sobre la biota global, la humanidad y su civilización incluidas. * Trabajo elaborado en el marco del proyecto papiit in301415 “Crisis, geopolítica y geoeconomía del capital. Hacia una sociología política del cambio climático y la explotación de fósiles no convencionales en Estados Unidos: lecciones para América Latina”, apoyado por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (dgapa) de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). Una primera versión de este trabajo, titulada “Explotación de fósiles no convencionales en ee.uu., lecciones para América Latina”, se presentó en el Seminario Internacional “Nuestra América y Estados Unidos. Desafíos del siglo xxi”, realizado en la Universidad Central de Ecuador, Quito, Ecuador, los días 30 y 31 de enero de 2013, organizado por el Centro Internacional de Información Estratégica y Prospectiva, el Instituto de Estudios Americanos y la organización Periodismo Internacional Alternativo. ** Doctor en estudios latinoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Docente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, y en el Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la unam. Es investigador del programa “El Mundo en el Siglo xxi” del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (ceiich) de la unam. Entre sus libros se encuentran: Petróleo y estrategia (México, Siglo xxi, 1980); La compraventa de México (México, unam, ceiich, 2016); Terror e imperio (Arena, México, 2006); La energía en México: situación y alternativas (México, unam, ceiich, 2009).
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Primero, el peligro de una Tercera Guerra Mundial terminal por la creciente conflictividad entre Estados Unidos (eua) y Rusia, alimentada por la unilateral expansión de la otan luego del colapso soviético (1991) y del desmantelamiento del Pacto de Varsovia. George Kennan (1904-2005), conocido diplomático e historiador estadounidense, el “Mr. X” arquitecto de la diplomacia de fuerza del intervencionismo expansivo de eua que operó detrás del manto de la “contención” del comunismo, advirtió en 1997 —sin perder pizca de perspicacia, pero con la madurez que mostró a los 93 años—, en una nota al editor del New York Times, que “la expansión de la otan sería el error más fatal de la política de eua en la posguerra fría. Tal decisión puede empujar la política exterior de Rusia en direcciones que decididamente no serán de nuestro agrado”.1 Después del 11 de septiembre de 2001 (11/S), el riesgo de guerra nuclear, como probabilidad, no ha cesado de crecer. Ello a pesar del orden cataclísmico de una guerra de esta naturaleza. Para aprehender el orden de magnitud de una guerra entre potencias centrales como eua y Rusia, que cuentan con el control de cerca de 95% del arsenal nuclear mundial, conviene revisar un puntual estudio de los impactos por radiación, choque y atmosféricos sobre la agricultura mundial, de una “guerra local” o “regional” —por ejemplo, entre India y Paquistán—2 en la que se utilizaría entre ambas naciones sólo el 0.4% del arsenal nuclear mundial disponible en un despliegue balístico propenso a los errores. En la era de Trump, a pesar de su intención pública de llevar una relación de civilidad estratégica con Rusia, persiste el riesgo bajo el impulso de los negocios y contratos bélico-industriales que se acompañan en eua de una narrativa de Guerra Fría, como parte de los preparativos para una Tercera Guerra Mundial. Un asunto elaborado por Charles Wright Mills en su obra Las causas de la Tercera Guerra Mundial.3 Con la abrogación del Tratado Antibalístico por el gobierno Bush II —el 1 de junio de 2002—, siguió un acoso estratégico,4 que se expresó en un vasto despliegue de tropa, bases y equipo militar de eua-otan, que incluye al Sistema Nacional Antibalístico (sna) de eua, todo en el vecindario de Rusia. Así, se preparó el lanzamiento y acentuación en esta segunda década del siglo xxi de otra Guerra Fría, como temía Kennan: ello se perfiló todavía más desde el golpe de Estado de febrero 2014, en Ucrania, que fue un regime change contra el gobierno legítimo de Vicktor Yanukovich, un coup d´etat inspirado y operado por la “diplomacia de
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fuerza” de eua. Es una Guerra Fría que, como advierte Steve Cohen,5 es más riesgosa a la paz mundial que la iniciada por Truman en 1946. La segunda amenaza existencial es el objeto central de este volumen y del proyecto papiit in301415, apoyado por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (dgapa) de la unam, “Crisis, geopolítica y geoeconomía del capital. Hacia una sociología política del cambio climático y la explotación de fósiles no convencionales en Estados Unidos: lecciones para América Latina”: la resistencia o posposición de toda medida vinculante para el rápido, necesario y urgente freno y la regulación doméstica e internacional del insólito aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero (gei), que ocurren junto a incrementos alarmantes en la temperatura del planeta. Estos peligrosos acontecimiento nos llevaron a complementar las labores de investigación realizadas entre 2015 y 2016 con tres Coloquia Internacionale 6 en los que contamos con la participación de destacados especialistas de América Latina —México, Ecuador, Brasil y Argentina—, Alemania, eua y Canadá. En este volumen incluimos algunos de los trabajos inéditos que los investigadores extranjeros y nacionales presentaron en dichos eventos, entre ellos, Anthony Ingraffea, Elmar Altvater, Birgit Mahnkopf, Rosío Vargas, Víctor Rodríguez Padilla, César Augusto Díaz Olin y el colectivo GeoComunes. Además, presentamos trabajos que son el resultado de nuestro proyecto de investigación, realizados por estudiantes e investigadores de la unam, entre ellos, Omar Ernesto Cano Ramírez, Roberto Ryder López Cauzor y César Daniel Diego Chimal. La necesidad de abordar el fenómeno del calentamiento global antropogénico desde la perspectiva de la ciencia social se profundizó ante los anuncios de la alta oficialidad gubernamental mexicana, recién iniciado el sexenio de Enrique Peña Nieto (epn), de dar continuidad y profundizar el largo proceso de “transformación” de Pemex —iniciado desde 1982—, encarrilándola hacia su privatización y extranjerización por medio de un bien articulado rosario de “reformas” vinculadas7 a lo que llegó a conocerse como programas de empréstitos de “ajuste estructural” (pae) del Banco Mundial, ente público de eua cuyos empréstitos por rama, como los del Banco Interamericano de Desarrollo (bid), fuerzan a que la nación recipiente adopte la condicionalidad macroeconómica del Fondo Monetario Internacional (fmi).
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A diferencia de las anteriores iniciativas privatizadoras del sector, implementadas por Salinas (1988-1994), Zedillo (1994-2000), Fox (2000-2006) y Calderón (2006-2012), en esta ocasión la narrativa oficial de la administración epn (2012-2018) argumentó la necesidad de realizar modificaciones constitucionales a fin de incorporar la participación de grandes petroleras del exterior en el sector petrolero, bajo “la complejidad, alto costo y nueva tecnología” exigidas para la explotación de gas y petróleo “no convencionales” —en aguas profundas y la técnica de la fracturación hidráulica de alto volumen y perforación horizontal—. Además, la presidencia mexicana resaltó la existencia de considerables yacimientos de combustibles fósiles no convencionales —gas y petróleo de lutitas (shale gas y tight oil)— en territorio nacional, según datos de la Administración de Información de Energía (Energy Information Administration, eia) del Departamento de Energía de eua. Como parte de la promoción de esa “reforma”, que constitucionalizaría el retorno a México de las petroleras expulsadas por la nacionalización llevada a cabo por Lázaro Cárdenas en 1938, el gobierno programó entrevistas del secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, y sus subsecretarías y asesorías, con la prensa nacional. El 22 de agosto de 2013, por iniciativa de la dirección del periódico La Jornada, junto a otros articulistas y reporteros, participé en la reunión que tuvo lugar en la sede de ese rotativo. La sesión dio inicio con una presentación del secretario cuyos primeros pronunciamientos fueron tajantes y sorprendentes a la luz de estudios geológicos y financieros desarrollados en eua. Dijo que “gracias a mejoras tecnológicas” que permitían a eua la explotación de gas y petróleo shale —de lutitas— la nación norteña estaba en vías de superar su dependencia de crudo importado y de transformarse en “una nueva Arabia Saudita”, tal cual se podía leer en periódicos y revistas tipo Financial Times, NewsWeek, Washington Post, Time o Forbes. El secretario habló, con satisfacción semejante, de una “revolución energética” que tendría grandes implicaciones geopolíticas. Se trató de un mensaje sustentado en la misma información de la eia utilizada por el presidente Barack Obama (2009-2017), quien en su Discurso Anual al Congreso de 2012 —State of the Union 2012— concitó fuerte aplauso al afirmar su confianza en innovaciones tecnológicas que permitían extraer gas y petróleo de las rocas, gracias a ellas, dijo, ahora “contamos con un suministro de gas que puede abastecer a eua cerca de 100 años”.8
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Ese entusiasmo y vaticinios eran semejantes a los expresados por Rex Tillerson, el gerente de Exxon Mobil, quien en una sesión del Council on Foreign Relations (cfr) rindió homenaje a “las tecnologías transformativas (fracking) que nos han permitido desbloquear todo un nuevo espectro en el acceso a recursos, petróleo y gas natural en América del Norte, en eua, de la manera más particular”. No fue difícil percibir la presentación de Coldwell como seguimiento en México de las aspiraciones de la cúpula petrolera de eua, articuladas por Tillerson y como un reiterado anuncio de la “demolición en curso” de Pemex y de los fundamentos constitucionales de la nacionalización petrolera, una imagen que cobró acentuado simbolismo por la enorme explosión en el edificio B-2 de la sede de Pemex, que ya el 1 de febrero de 2013 había causado 33 muertos, una centena de heridos y el colapso de tres niveles de esa torre.9 De inmediato dejé constancia de mi interés en la investigación sobre lo ocurrido porque, como lo expresé entonces, “ocurre en el contexto de una larga secuencia de procesos técnico-administrativos, fiscales y presupuestales, encaminados, como se dice en documentos del Banco Mundial, a llevar Pemex ‘a un punto de venta’, es decir, ‘a la extinción sustantiva, operativa y también constitucional de la nacionalización petrolera’”.10 Esas palabras las escribí desde la Facultad de Economía de la Universidad Central de Ecuador, en Quito, a donde llegó la noticia de la explosión en Pemex. En esa ocasión, presenté a estudiantes, investigadores y docentes de esa institución un estudio inicial sobre la naturaleza y las características de la explotación en eua del gas y petróleo no convencional y de investigaciones de sus efectos sobre la salud humana, fauna, flora, agua y clima, además de los impactos territoriales, sociales, políticos y estratégicos que ya había precipitado.11 En una nota técnica de Argenpress, que me entregó uno de los investigadores de esa universidad, se analizaban las semejanzas entre la minería a cielo abierto y el fracking en lo referente a toxicidad e impactos como los arriba enumerados, indicándose que para “sacar el jugo de las rocas” de mil pozos a ser “fracturados” en el yacimiento de Vaca Muerta —en Neuquén, Argentina— se utilizarían 30 000 millones de litros de agua y 424 millones de kilos de químicos tóxicos que “ponen en riesgo a la población neuquina”.12 Como, según la eia, en el norte de México se perforarían 60 000 pozos en pocas décadas y aunque son formaciones geológicas distintas, es posible estimar las astronómicas cifras de miles de millones de litros de agua y de kilos
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de tóxicos: se utilizaría un billón —millón de millones— 800 000 millones de litros de agua de un norte mexicano en crónico estrés hídrico; y en materia de sustancias de alta toxicidad enlazadas con esa magna cantidad de agua a lo largo de varias décadas, la cifra ascendería a los 25 440 millones de kilos. Esa enorme masa de agua sería sustraída del consumo humano, agrícola e industrial no fósil y la enorme utilización de sustancias tóxicas —más de 500— representa una gran amenaza a la salud pública, en particular a territorios y bienes de nuestras comunidades indígenas, ejidales y de pequeña y mediana agricultura, con efectos de enorme alcance como los que ya se han registrado sobre la población estadounidense.13 De ese vasto riesgo a la población y de la todavía mayor precariedad hídrica que tales proyectos generarían, la narrativa oficial —a favor del fracking— no emitió ni una palabra, aunque la evidencia en eua tiene amplia solidez científica, como ahora se conoce gracias a estudios pioneros publicados, entre otros, por Anthony Ingraffea, de la Universidad Cornell, y Seth Shonkoff, director de pse Healthy Energy —ambos participantes en nuestros coloquios internacionales—. Desde finales de 2011, Robert W. Howart, Anthony Ingraffea y Terry Engelder habían advertido, en la revista científica Nature,14 sobre los “altos riesgos” del fracking “a la salud y el medio ambiente”. En lo referente a las emisiones detectadas en el ciclo de vida de los pozos, resalta la investigación, también de 2011, sobre “Huella de metano y de gases de efecto invernadero del gas natural de las formaciones shale”, de Robert W. Howarth, Renee Santoro y Anthony Ingraffea.15 En la técnica del fracking, las emisiones de metano representan al menos 30%, y quizá más del doble de las emitidas por el gas convencional. Los autores indican también que las mayores emisiones se observan cuando ocurre la fracturación hidráulica y durante la perforación después de la fractura. Hacen notar que el metano es un gas de efecto invernadero poderoso, con un potencial de calentamiento climático mucho mayor que el dióxido de carbono, particularmente en las primeras décadas después de haber sido lanzado a la atmósfera. Por tanto, la huella del gas shale, en un horizonte temporal de 20 años, es mayor a la del gas convencional o del petróleo. Comparada con los daños por el uso de carbón, los autores encontraron sólida evidencia de que los del gas shale son “al menos 20% mayores y quizá mucho más”. Estudios posteriores confirmaron estas estimaciones, que desde entonces desautorizaban la noción, repetida por los funcionarios y medios de eua y sus con-
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trapartes mexicanos y argentinos, de que el gas shale sería “un puente dorado” hacia otro patrón energético “menos contaminante”. Otro tema, no abordado por la narrativa oficial promotora del fracking al sur del Bravo, ha sido sus implicaciones para la salud pública. Las advertencias científicas al respecto ya eran cuantiosas años antes del arribo de la “revolución shale” a México. Existe actualmente una avalancha de investigaciones en esa dirección, así como una amplia masa de organizaciones y comunidades de grandes urbes opuestas a ese tipo de explotación fósil, después de experimentar, de primera mano, los efectos a la salud de su proximidad. En este rubro, merece una mención especial la contribución bibliográfica de Seth Shonkoff,16 del pse Healthy Energy, pues resultó de gran estímulo al equipo de estudiantes e investigadores de nuestro proyecto. En particular su compendio, realizado junto con Jake Hays, de la literatura científica con dictaminación de pares en relación a los impactos sobre la salud de la población detectados de la práctica del fracking, a las emanaciones de metano a la atmósfera, a los riesgos que se derivan para los acuíferos y otras aguas subterráneas de importancia para la salud de familias y comunidades, y a su contribución al calentamiento global-cambio climático.17 De relevancia mayor fue el estudio sobre los efectos sobre la niñez, así como la toxicidad detectada en estudios comparativos entre la explotación no convencional y la convencional: ambas técnicas presentan índices semejantes.18 Cada pozo de explotación no convencional, téngase presente, requiere entre 5.5 y 29.5 millones de litros de agua como fluido para cada evento de fractura. Como el agua es el principal fluido en esta operación y generalmente no hay grandes fuentes cercanas a los pozos, el agua debe transportarse por medio de pipas a diesel, con una capacidad aproximada de 11 300 litros cada una. Como cada evento frack requiere de 18.9 millones de litros, se necesitan más de 1 660 viajes de pipa —excluyendo los camiones para transportar la arena y las sustancias químicas—. Usualmente, cada pozo se fractura entre una y diez veces durante su ciclo de vida, y con miles de pozos concentrados en regiones de alta extracción entonces ocurren niveles sin precedentes de contaminación del aire por las emanaciones de motores diésel de las pipas, que llegan a la población de estas áreas rurales, a las que se añade la enorme contaminación auditiva y los destrozos de caminos y carreteras. Esta es una dimensión ausente en la
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narrativa oficial, entre muchas otras. Además, en eua, con el shale, se rompe la zonificación de lo urbano, suburbano y rural, y en especial entre lo residencial, las áreas de educación y recreo, y lo industrial. Si a eso se agrega la contaminación de acuíferos por fugas de metano y la práctica ilegal de algunos transportistas al derramar agua de reflujo en la primera cañada que encuentran en el camino, se empezará a comprender por qué, a lo largo y ancho de eua, poco más de 400 ciudades, poblaciones, condados, distritos y estados han intentado o logrado prohibir el fracking, o las prácticas asociadas a esa tecnología.19 Es otra notable ausencia en una narrativa orientada a la extracción de riqueza pública, de tierras comunales o terrenos y naturaleza, ríos, forestas, montañas, aire de campesinos, indígenas y pequeños/medianos agricultores, dirigida hacia intereses privados y grandes monopolios que ya cuentan con cobertura legal bajo leyes paralelas a la “reforma” energética. Con la “reforma” petrolera y energética, a los pueblos indígenas: […] de manera subrepticia, se les pretende seguir despojando, como actualmente sucede con sus territorios y algunos recursos naturales: la tierra, el agua, las minas, los bosques vía explotación y servicios ambientales, entre otros proyectos. Sería bueno que los pueblos reaccionaran ante esta situación y exigieran que se les consultara antes de discutir y aprobar o desechar la propuesta presidencial. Sería bueno también que los políticos no olvidaran a los pueblos a la hora de tomar sus decisiones, pues al final esto generaría más problemas de los que ya se viven actualmente entre el Estado y los pueblos indígenas por razones similares.20
Es en un área de crucial importancia que deberemos establecer medios para una sistemática investigación de campo cuando, siguiendo protocolos de las autoridades universitarias, las condiciones de seguridad del país, bajo un trauma humanitario sin precedentes desde su fundación, lo permitan. Como si esto fuera poco, la reunión del 22 de agosto 2013, con Coldwell y su equipo, fue antecedida por otro acontecimiento de relevancia al tema: seis meses antes, en febrero de ese año, el Post Carbon Institute de California dio a conocer un estudio de J. David Hughes, Drill, Baby, Drill: Can Unconventional Fuels Usher in a New Era of Energy Abundance?,21 usando en el título la consigna que concita el entusiasmo de los republicanos en torno a respuestas poco realistas y simplistas ante los retos energéticos que enfrenta esa nación y el mundo. Como apunta Hughes, “el
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consumo de la energía mundial se duplicó desde la crisis energética de los años 70 y en los próximos 24 años ese consumo crecería un 44%, el de eua un 7% con el 80% proveniente de los combustibles fósiles”.22 Por lo que urgen cambios profundos hacia tecnologías limpias y sistemas de transporte colectivo y de fuente energética “post carbon” —solar/fotovoltaica, eólica, geotérmica— que eviten más emisiones de gei. El estudio de Hughes, un geofísico que por cuatro décadas trabajó como científico y director de investigación para el Geological Survey of Canada, fue un parteaguas que puso en cuestión, con datos sólidos derivados del análisis de los registros diarios de 65 000 pozos en 32 cuencas shale de eua, la narrativa del gas y el aceite —tight oil— muy dada a la hipérbole: clamor de que es una “revolución energética” llevada a elaboraciones geopolíticas, de seguridad y de abundancia energéticas, con cálculos y proyecciones de la eia de alto optimismo y probada desmesura.23 En efecto, el estudio de Hughes indica que el inesperado aumento de 40% de la producción de gas shale en eua llegó a una meseta a finales de 2011. Hughes apunta que “el 80 por ciento del gas shale viene de cinco cuencas, varias de ellas en declive”.24 Por las altas tasas de declinación que muestran los registros diarios de los pozos shale, en 2012 se perforaron más de 7 000 pozos, con una inversión de 42 mil millones de dólares (mmdd), solo para mantener el mismo nivel de una producción valorada ese año en 32 mmdd. La investigación indica que la producción del tight oil también creció mucho, representando cerca de 20% de la producción total de eua, revirtiendo años de descenso. Entre los datos más significativos se consigna que más de 80% viene de dos cuencas: Bakken en Dakota del Norte y Montana e Eagle Ford al sur de Texas. Otras fuentes representan menos de 20%. Por su alta tasa de descenso en la producción diaria y para mantener la producción al mismo nivel, en 2012 se perforaron más de 6 000 pozos, con un costo de 35 mmdd anuales. El autor estima que el techo shale llegará a los 2.3 millones de barriles diarios declinando a 0.7 ocho años después, en 2025. Entonces, ¿con base en qué cálculos, firmas y gobiernos siguen promoviendo el negocio shale? En gran medida es por las altas expectativas que suscitan las cifras de la eia para países como México, Polonia y Argentina. Hughes dice que esas estimaciones en las disponibilidades del recurso shale son altas y “muy optimistas” porque centran la atención en la cantidad estimada de recursos in situ asumiendo
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una fracción recuperable y procediendo luego a dividir esas “reservas técnicamente recuperables” por la tasa de consumo, resultando “en décadas” si no es que siglos de consumo futuro. Así se infla la burbuja shale dejando a un lado dos rubros esenciales para determinar la viabilidad de cualquier fuente energética: 1) la tasa de suministro de energía; es decir, aquella en que el recurso puede producirse, “una gran cantidad de recurso in situ no dice nada si no puede producirse de manera consistente y en las grandes cantidades necesarias, características que [dice Hughes] son afectadas por factores geológicos, geotérmicos y geográficos (que luego se expresan en costos económicos)”; y 2) la tasa de retorno energético (energy return on (energy) invested, eroi), que es la diferencia entre la cantidad de energía usada en la producción del recurso y la energía contenida en el producto final. Así, para Hughes, no es tanto “un problema de recursos sino de tasas de suministro”. La eroi de los combustibles fósiles no convencionales es muy inferior a la de los combustibles convencionales, su declinación es exponencial y su explotación mediante fractura hidráulica, como muestra la literatura científica analizada, se asocia a enormes costos en salud humana, animal e impacto ambiental por lo devastador y tóxico de esa técnica sobre la gente, el agua y la atmósfera. La coincidencia del desplome del precio del gas en eua y el furor por ampliar el mercado de capitales shale, que ya en 2012 había arrasado con inversiones de miles de pequeños, medianos y aun grandes inversionistas, llamó la atención de Deborah Rogers —ahora Deborah Stewart—, analista financiera de Wall Street, cuyo estudio Shale and Wall Street25 detecta que las grandes firmas bancarias y de inversión de Wall Street se beneficiaron de ese colapso: en 2012 ganaron más de 45 mmdd por servicios, honorarios y otros rubros vinculados a procesos de fusión y compra —merger and acquisition—. Por lo que, en más de un sentido, son cruciales las mencionadas investigaciones geopetroleras elaboradas por Hughes, para determinar si el shale puede gestar o no una era de bonanza energética, o si se trata de otro frenesí especulativo alentado por información cargada de optimismos. A ese estudio siguieron otros, también por Hughes y el Post Carbon Institute. El estudio Drilling Deeper. A Reality Check on U.S. Government Forecasts for a Lasting Tight Oil & Shale Gas Boom,26 revisa y coteja las realidades geológicas de las proyecciones gubernamentales de la eia sobre una bonanza de largo plazo en la producción de gas y petróleo en lutitas. Las siete cuencas
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de petróleo de lutitas, y las otras cuencas de gas de lutitas del estudio, representan 82% y 88% respectivamente de la producción nacional proyectada a 2040 según la Perspectiva Anual de la eia.27 El estudio mostró en primer lugar “que la producción de las cuencas mayores llegarán a su techo en 2020. A menos que hayan nuevos descubrimientos en la escala de Bakken o Eagle Ford, la producción será bastante inferior a la proyección para 2040 de la eia”. Y como problemas derivados, esto provoca que “a) la producción de petróleo de las dos principales cuentas, Bakken e Eagle Ford llegará a niveles por debajo de lo previsto en 28% entre 2010 y 2013, y la mayoría de esta producción se realizará antes de lo esperado por la eia”; “b) en 2040 las tasas de produc-ción de Bakken e Eagle Ford serán menores a un décimo de lo proyectado por la eia”; y “c) los anticipos en la producción de otras cuentas (que no sean Bakken e Eagle Ford) son muy optimistas (highly optimistic) y no es probable que alcancen las tasas proyectadas”. Además, señala el estudio, “la producción de gas de lutitas de las siete principales fuentes llegarán a su techo antes de 2020, a menos que haya nuevos descubrimientos de la escala de la cuenca Marcellus, la producción será bastante menor a la proyección de la eia en 2040”. También se concluye que la producción de gas en las siete principales cuencas estará por debajo de la proyección de la eia, en 39% entre 2014 y 2040, mucha de ella será producción anticipada. En 2040, dice el analista, “las tasas de producción de estas cuencas serán un tercio de lo previsto por la eia”. Además, que en el corto plazo la producción de estas cuencas se proyectan como “robustas”, pero “que serán insostenibles en el largo plazo”. Por lo que Hughes advierte que “estos hallazgos tienen claras implicaciones para la discusión actual sobre política doméstica e internacional, que generalmente asume décadas de abundancia de petróleo y gas”. El autor observa la existencia “de otros factores que podrían limitar la producción como la reacción pública ante los resultados en salud y medio ambiente, y las restricciones de capital que podrían resultar de precios más bajos o tasas de interés más altos”. Entonces, el autor concluye que “los hallazgos de este informe representan un escenario ‘best case’ en relación al mercado de capitales y a las condiciones políticas”.28 En el sitio del Post Carbon Institute se encuentran estudios y evaluaciones específicas por cuenca y otros relacionados con pronósticos sobre las disponibilidades de petróleo de lutitas en California y en Polonia realizados por la eia, de corte igualmen-
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te fallido. Los estudios del Post Carbon Institute y de J. David Hughes merecen amplia atención y difusión en América Latina por contener información de alto valor para la evaluación de políticas energéticas, como en el caso de México, elaboradas desde las proyecciones de la eia, fallidas y de un “optimismo” sin fundamento. Estos estudios han estimulado a otros equipos de investigación a realizar un examen cuidadoso de los presupuestos que conducen a vaticinios que no se corresponden con las tendencias observadas. En 2013, cuando aquí se promovía el “shale”, Adam Sieminski, entones director de la eia, afirmaba que “en relación al gas natural, la eia no tiene dudas de que toda esa producción continuará creciendo ‘all the way’ hasta el 2040”. Pero, tanto los estudios de Hughes, como otros, llegan a conclusiones distintas luego de revisar los supuestos metodológicos detrás de tan optimistas augurios. Conforme se acentúa la atención sobre los presupuestos de las investigaciones, más estudiosos llegan a visiones más conservadoras o a lo que en realidad son “malas noticias”, como afirma Tad Patzed, jefe del Departamento de Petróleo e Ingeniería de Geosistemas de la Universidad de Texas (UTexas), en Austin, y miembro de un equipo que realiza análisis más detallados: “Con empresas tratando de extraer gas shale tan rápido como sea posible para exportar grandes cantidades, estamos colocándonos en la vía de un gran fiasco”.29 Desde Nature, Mason Inman ofrece importante información y evaluaciones, por las repercusiones que van mucho más allá de eua, porque “si la producción de gas natural de eua falla, los proyectos para exportar grandes cantidades a ultramar se desvanecerían”. Y los gobiernos, como el de México, y las empresas que se precipitan a apostarlo todo a las cuencas shale, mejor que lo piensen dos veces. Como advierte Paul Stevens, del instituto Chatham House de Londres, “todo indica que en eua todo esto acabará en lágrimas, afectando al impacto y entusiasmo por el shale en el mundo”.30 Conforme se fueron estableciendo equipos de investigación sometidos a dictamen de pares, aparecieron diferencias significativas con las proyecciones de centros de investigación como el Center for Strategic and International Studies — en Washington dc— y analistas vinculados a la cúpula militar, de inteligencia e industria petrolera, que realizan sus propias proyecciones, generalmente en línea con las previsiones de la eia que reflejan bien los intereses de la “seguridad nacional” y los negocios estadounidenses. Para Guy Caruso, economista de ese centro, el
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hecho es que “la perspectiva de la eia representa el consenso”. Y desde ese “consenso”, que repiten nuestros funcionarios y los asesores de grandes petroleras, es difícil que se revisen los supuestos de los modelos e hipótesis de la eia. Así lo argumenta Ruud Weijermars, un geocientífico de la Universidad Texas A&M, quien recuerda que para elaborar proyecciones más rigurosas y transparentes sobre la producción de gas en lutitas, “un equipo integrado por una docena de geocientíficos, ingenieros petroleros y economistas de la UTexas en Austin, dedicó más de tres años a estudios sistemáticos sobre las principales cuencas shale”. Ese, según Weijermars, es el esfuerzo “con más autoridad” científica. Revisando los resultados del estudio del equipo de Texas, aparece que “aun los escenarios más conservadores de la agencia (eia), parecen más altos que las proyecciones del equipo de UTexas”. A lo que Patzek agrega: “Obviamente [las proyecciones] del equipo no concuerdan muy bien con los resultados de la eia”.31 El estudio advierte que: La principal diferencia entre las proyecciones de UTexas y las de la eia proviene de la especificación de cada estimación. La eia analiza cada cuenca calculando la producción promedio de los pozos localizados en cada condado. Dividen la cuenca por los condados que contiene. Pero los condados pueden cubrir áreas mayores a los mil kilómetros cuadrados, siendo entonces bloques que pueden contener miles de pozos con fractura horizontal. En cambio, y en contraste, el equipo de UTexas divide cada cuenca en bloques de 2.6 kilómetros cuadrados —con una resolución por lo menos unas 20 veces más fina que la de la eia—.32
Esta diferencia es de gran importancia porque, como sintetiza Inman: [...] cada cuenca tiene sweet spots, lugares de gran producción de gas, y grandes áreas con pozos menos productivos. Las compañías primero van por los sweet spots, así que los pozos que serán perforados en el futuro tienen más probabilidad de ser menos productivos que los que están en producción. El modelo de la eia, hasta ahora, asume que los pozos futuros serán tan productivos como los del pasado, en el mismo condado. Pero, como exclamó Patzek, “esto conduce a resultados que son muy pero muy optimistas”.33
Queda claro entonces que la metodología UTexas, como la de Hughes y otros estudios sometidos a dictamen de pares y no a
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presiones de ex altos integrantes del deep state petrolero de eua, permite diferenciar entre los pozos en sweet spots de los que están en áreas de producción marginal, por lo que, como nota Scott Tinker, un geocientífico en la UTexas Austin, citado por Inman, “hemos sido capaces de decir mejor que en el pasado, cómo lucirá un pozo dado en el futuro”.34 Finalmente, para Patzek, “la metodología de la eia es una adivinanza educada”. Y es sobre esa “adivinanza educada” que en México y Argentina ya se han tomado decisiones, literalmente desastrosas para nuestra población, el territorio y el medio ambiente cercano, contribuyendo poco a mejorar la calidad de vida y la salud de la ciudadanía, agravando el predicamento climático mundial, de calentamiento, sin un control de las emisiones de gei hasta el día de hoy.
El predicamento de Pemex y la nación En 2013, la privatización de facto de Pemex ya era tan intensa que el llamado de Peña a abrir más la paraestatal a la inversión privada —nacional y extranjera— implicaba el finiquito de lo que van dejando los neoliberales en su vasto esfuerzo en favor de las trasnacionales, los grandes monopolios privados del gas y el petróleo que operan con el respaldo de aparato bancario y de seguridad de eua, interesadas en hacer “activos suyos” lo que es patrimonio de otros.35 Rex Tillerson —el entonces gerente general de Exxon/Mobil, la mayor petrolera privada del mundo, empresa líder en capitalización de mercado y en reservas y producción del gas shale en eua—, nombrado secretario de Estado de Donald Trump al inicio de su administración, es conocedor de primera mano de las realidades científicas del colapso climático pero, como gerente heredero del “negacionismo” de su antecesor y luego gran promotor de un vasto espectro de organizaciones “negacionistas” del fenómeno climático, expresó al Council on Foreign Relations, entre los más poderosos cabildos de la potencia norteña, su fe en las tecnologías que permitían las explotaciones de fósiles no convencionales, las arenas bituminosas de Canadá y los yacimientos en aguas profundas y en cuencas shale de México. En esa oportunidad, Tillerson enfatizó que la centralidad del contexto de América del Norte en el futuro de la política energética de eua “es el objetivo real de la seguridad energética”:
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Introducción... La independencia energética y la seguridad energética son cosas diferentes. Creo que la política que mejor sirve a los intereses de eua es asegurar el acceso a la energía, de una manera confiable y relativamente a buen precio (relatively affordable) […] esperamos que México continúe la ruta de las reformas sobre cómo administrar sus recursos de petróleo y gas natural. Que lo haga por medio de reformas alrededor de Pemex. Así, abrirá oportunidades para mayores asociaciones y colaboraciones, utilizando tecnologías que incidirán también sobre los grandes recursos de México.36
El entonces secretario de Estado, Rex Tillerson, habló además de su interés “en la inmensa riqueza” mexicana, sin mencionar que desde antes Exxon/Mobil había establecido lazos operativos dentro de Pemex. Dejando también a un lado que de tiempo atrás, y bajo el programa de ajuste estructural y sus empréstitos, se había venido preparando el terreno a las grandes petroleras desde “asesorías” sugeridas por el Banco Mundial a la dirección de Pemex, a lo largo de los últimos decenios, entre otras McKinsey y, en especial, Cambridge Energy Research Associates (cera). En 2012, Tillerson ya tenía el terreno bien preparado. Por ejemplo, para el director de Pemex, Raúl Muñóz Leos, designado por Vicente Fox (2000-2006) en 2004, el reto ya era “cómo esta riqueza, el petróleo, debe orientarse hacia el fortalecimiento de la seguridad energética nacional de nuestros principales socios comerciales”.37 Entonces, Vicente Fox no dudó un segundo en contratar a Halliburton para dar mantenimiento a los campos petroleros de Pemex, parte y parcela de iniciativas alentadas por asesorías que vulneran desde lo profundo la capacidad de la paraestatal para realizar las tareas sustantivas, ocasionando grave quebranto a la seguridad nacional ya que la condición y producción de cada pozo y cuenca petrolera es asunto de alta sensibilidad para la “seguridad nacional mexicana”. Pero, en la cúpula gobernante, ya los retos y metas no eran sobre México, sino “América del Norte”. Esa capacidad de autogestión es esencial; …sin embargo [como advierte Javier Jiménez Gutiérrez], se fueron tomando medidas que han mermado la capacidad de autoejecución de Pemex y que ahora han llevado a nuestras autoridades a proponer la apertura de la industria debido a la falta de capacidad técnica de nuestra parte.38
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Aunque tanto en las actividades corriente arriba como corriente abajo mantener la capacidad de autoejecución es vital, la merma es grave desde una perspectiva estratégica e internacional cuando se afectan las tareas de exploración y producción en las que se empezaron a utilizar esquemas de contratación que fueron dejando las actividades operativas cada vez más en manos de empresas privadas. Los contratos integrales, los contratos de servicios múltiples y los contratos incentivados son ejemplos de estas estructuras contractuales. Esto nos ha llevado al peor pecado que puede cometer un Estado frente a las petroleras internacionales: ir anulando su capacidad de autoejecución.39 Asesoras como cera no han tenido dificultades para convencer a la alta jerarquía de Pemex de formalizar contratos con Schlumberger y en especial con Halliburton, la principal empresa mundial de servicios del ramo, cuyo gerente general, Dick Cheney, desde su paso por la vicepresidencia de eua, emanaba fuerte gravitación en una firma cuyos primeros servicios en fracking se remontan a 1949.40 Ellos desarrollaron el fracking y se cuidaron de proteger esa técnica de alta toxicidad por medio de leyes que otorgaban la secrecía corporativa a los químicos utilizados. Mientras su ex subsidiaria Kellog Brown & Root (kbr) se asociaba a grandes escándalos y fraudes en Irak, incluido —y esto es de importancia dada la creciente fragilidad en la seguridad de la vasta infraestructura de Pemex— el caso en el cual kbr obtuvo contratos del Pentágono para el manejo de 15 000 mercenarios, con ganancias multimillonarias. Según The New York Times, en 2009, kbr aceptó su culpa por violaciones a la Ley de Prácticas Corruptas en el Exterior por sobornos mientras todavía era parte de Halliburton, para obtener contratos en Nigeria por 6 mmdd. Ese rotativo acentuó el ambiente de secreto que rodea la actividad paramilitar de kbr: El contrato del ejército —con kbr— es “cost-plus” rodeado de secreto […] En el pasado, kbr usualmente recibió las máximas ganancias basadas en actuación, según oficiales del Pentágono […] El contrato con el ejército generó cientos de millones de dólares para esa empresa […] En los Balcanes, por ejemplo, su contrato con el ejército empezó con menos de 4 millones de dólares y se transformó en un acuerdo de miles de millones (multibillion dollar agreement).41
Con aval de las cúpulas partidistas mexicanas —pri, pan y prd—, mediante un pacto, se dio continuidad a la demolición en
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curso de Pemex. Según la Unión de Trabajadores de Confianza, antes de la formalización de la “flexibilización constitucional” planteada por epn, los contratistas, las empresas de servicios y petroleras extranjeras, ya controlaban más de 60% de la perforación de pozos de Pemex. Junto a esas grandes firmas de servicios petroleros pululan subcontratistas locales.42 En 2013, el contratismo y subcontratismo absorbía ya 70% del presupuesto de Pemex para tareas de exploración, producción, desarrollo, mantenimiento de campos, etcétera. En el caso de México, la dimensión territorial vuelve a ser crucial por la localización, bajo jurisdicción del estado nacional mexicano, de vastos recursos minerales y de combustibles fósiles, convencionales y no convencionales. En un sentido real, la concepción “straussiana” —debilitamiento y gestación de estados fallidos— que se observa en el diseño de expansión hemisférica de eua desde el Comando Norte, el Comando Sur y el Departamento del Suelo Patrio (Homeland Security), se corresponde a la preferencia estadounidense de alentar el uso de las fuerzas armadas locales en tareas de seguridad interior, de corte policial, en funciones para las que no han sido adiestrados, donde ya no se preparan para la defensa nacional ante un agresor externo, sino contra un “enemigo interno”, localizado “dentro de la población”. Por lo que es cierto que, como advierten altos cargos de las Fuerzas Armadas de México, al ser utilizadas en tareas policiales propias del Ministerio Público, se degrada la vital función de Defensa Nacional. Esto se da en un contexto doméstico e internacional complejo y riesgoso, como se sintomatiza en el enfoque negacionista —con ExxonMobile a la cabeza— del calentamiento global antropogénico que lleva a Donald Trump a la Casa Blanca y las graves contingencias de seguridad que ahí se anidan para México y el mundo, tanto en materia agrícola como energética, por la dependencia en estos rubros gestada por programas promovidos por eua para alentar importaciones mexicanas de alimentos y gasolinas. Ese desvío de la función de Defensa Nacional se realiza al margen de la Constitución y de la Convención de Palermo y ha sido eje de la “guerra al narcotráfico” declarada en 2006 durante el atroz sexenio de Felipe Calderón, cuando se abrió, por medio de la Iniciativa Mérida, un nuevo capítulo en la relación bilateral con eua signado por el desplome de la soberanía nacional, gestándose un cataclismo humanitario.
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Los neoliberales son insensibles al hecho de que somos una población conmocionada por la violencia que emerge de los efectos acumulados de una política económica que, por más de 35 años, debilita la base del aparato productivo nacional e impulsa la pobreza, la desigualdad extrema y la descomposición del tejido social, centrada como está en la explotación y exportación, vía maquilas, de fuerza de trabajo barata y precarizada. Aún más, el neoliberalismo es una agresión de clase de alta explosividad, incapaz de generar empleo y bienestar, que acicatea los precipitantes de un Estado fallido aplicando reformas estructurales —desde préstamos de diseño fmi-bm-bid, que profundizan la extracción de riqueza de lo público a favor del uno por ciento, los súper ricos— en materia de educación, transporte, agricultura, salud, infraestructura, reserva minera, forestal, de biodiversidad, etcétera, incluido el temerario reingreso del big oil —ExxonMobil, ChevronTexaco, Conoco/Phillips, Gulf, entre otros— al estratégico sector energético mexicano luego de su desarticulación/ privatización y desindustrialización —veda a más refinerías, que empezamos a padecer— en cuyo funcionamiento están incluidos vastos complejos económico-territoriales.
Notas 1 El Senado de eua aprobó la expansión de la otan el 1 de mayo de 1998. Kennan fue el arquitecto de la diplomacia de Guerra Fría conocida como “de contención” de la Unión Soviética. También agregó su temor de “una nueva Guerra Fría” y la correspondiente intensificación de la carrera armamentista. George F. Kennan, “A Fateful Error”, en The New York Times, 5 de febrero de 1997, recuperado de . 2 Alan Robock y Owen Brian Toon, “Local Nuclear War”, en Scientific American, vol. 302, núm. 1, enero de 2010, recuperado de . 3 C. Wright Mills, Las causas de la Tercera Guerra Mundial, Buenos Aires, Palestra, 1960. New York Times Editorial Board, “The Pentagon’s Top Threat? Russia”, en The New York Times, 3 de febrero de 2016; recuperado de . John Saxe-Fernández, “Riesgo de guerra nuclear”, en La Jornada, 13 de abril de 2017, recuperado de . 4 John Saxe-Fernández, “Acoso estratégico”, en La Jornada, 20 de diciembre de 2007, recuperado de .
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Introducción... 5 Steve Cohen, “The New American Cold War”, en The Nation, 10 de julio de 2008. Steve Cohen, “Why the New US-Russian Cold War May Be More Dangerous Than the Last”, en The Nation, 2 de julio de 2015, recuperado de . John Saxe-Fernández, “EU: clima de guerra fría”, en La Jornada, 18 de febrero de 2016, recuperado de . 6 El primero: La crisis del capitalismo y el predicamento energético-ecológico: alternativas al colapso climático antropogénico, del 29 de septiembre al 1 de octubre de 2015. El segundo: Explotación de combustibles fósiles no convencionales en Estados Unidos y Canadá: lecciones para América Latina, del 13 al 14 octubre de 2016. El tercero: Explotación de combustibles fósiles en Nuestramérica. Una visión desde los territorios amenazados, 27 y 28 de octubre de 2016. Los tres Coloquios Internacionales fueron realizados en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias de la unam. 7 Detalles del proceso en John Saxe-Fernández, La compra-venta de México, México, Plaza y Janés, 2002. John Saxe-Fernández, La compra-venta de México. Una interpretación histórica y estratégica de las relaciones México-Estados Unidos, México, unam, ceiich, 2016, recuperado de . John Saxe-Fernández (comp.), La energía en México, México, unam, ceiich, 2006. Sarahí Ángeles Cornejo (coord. y comp.), Reforma energética: anticonstitucional, privatizadora y desnacionalizante, México, Cosmos, 2011. Jaime Cárdenas Gracia, Reforma energética: análisis y consecuencias, México, unam, Instituto de Investigaciones Jurídicas/Tirant lo Blanch, 2015. 8 Textual: “We have a supply of natural gas that can last America nearly 100 years”. Obama agregó: “And my administration will take every possible action to safely develop this energy. Experts believe this will support more than 600 000 jobs by the end of the decade. And I’m requiring all companies that drill for gas on public lands to disclose the chemicals they use, because America will develop this resource without putting the health and safety of our citizens at risk”. “State of the Union 2012: Obama speech full text”, en The Washington Post, 24 de enero de 2012, recuperado de . 9 Alfredo Méndez, “La verdad ofrece la pgr”, en La Jornada, 2 de febrero de 2013. No hay publicación con evaluación técnica. 10 John Saxe-Fernández, “La demolición de Pemex”, en La Jornada, 7 de febrero de 2013. John Saxe-Fernández, “Flexibilización constitucional y el reingreso a México de las petroleras nacionalizadas por Lázaro Cárdenas”, en Jaime Cárdenas Gracia (coord.), Reforma energética: análisis y consecuencias, México, unam, Instituto de Investigaciones Jurídicas/Tirant Lo Blanch, 2015. 11 John Saxe-Fernández, “La explotación de combustibles fósiles no convencionales en Estados Unidos: lecciones para América Latina”, Periferias. Revista de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina, año 22, núm. 21 (primer semestre, 2013), recuperado de . 12 Diego Urretabizkaya, Argenpress, 5 de septiembre de 2012. 13 Francisco López Bárcenas, “La segunda etapa de la revolución de los ricos, la reforma energética y los derechos de los pueblos indígenas”, en Jaime
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John Saxe-Fernández Cárdenas Gracia (coord.), La reforma energética. Análisis y consecuencias, México, unam, Instituto de Investigaciones Jurídicas/Tirant lo Blanch, 2015. 14 Robert Howart, Anthony Ingraffea y Terry Engelder. “Natural Gas: Should Fracking Stop?”, en Nature, núm. 477, 15 de septiembre de 2011, recuperado de . 15 R.W. Howarth, R. Santoro y A. Ingraffea, “Methane and the Green-houseGas Footprint from Natural Gas Shale Formations”, Climatic Change, núm. 106, 2011, recuperado de . 16 Seth Shonkoff, Public Health Dimensiones of Horizontal Hydraulic Fracturing: Knowledge, Obstacles, Tactics and Opportunities. Report for the 11th Hour Project, Berkeley, University of California, 2012, recuperado de . 17 J. Hays y S. Shonkoff, “Toward an Understanding of the Environmental and Public Health Impacts of Unconventional Natural Gas Development: A Categorical Assessment of the Peer-Reviewed Scientific Literature, 2009-2015”, en Plos One, 20 de abril de 2016, recuperado de . 18 Para un compendio de este tipo de literatura científica, además de la disponible en los medios de comunicación, revistas, radio, etcétera, referida a la extracción no convencional de gas y petróleo, consultar Heinrich Böll Stiftung, Compendio de hallazgos científicos, médicos y de medios de comunicación que demuestran los riesgos y daños del fracking, 3ª ed., México, Centroamérica y el Caribe, octubre de 2015, recuperado de . 19 Mapa y localización de condados, distritos, ciudades y resoluciones o leyes para moratoria o prohibición del fracking en Estados Unidos: Food and Water Watch, “Local Resolutions Against Fracking”, recuperado de . Policy Brief, “Fracking Bans & Moratoriums”, recuperado de . 20 Francisco López Bárcenas, op. cit., p. 271. 21 J. David Hughes “‘Drill, Baby, Drill’: Can Unconventional Fuels Usher in a New Era of Energy Abundance?”, Estados Unidos, Post Carbon Institute, 2013, recuperado de . 22 J. David Hughes, op. cit., p. 2. 23 John Saxe-Fernández, “La explotación de combustibles fósiles no convencionales en Estados Unidos..., op. cit. 24 Ibid. 25 Deborah Rogers, Shale and Wall Street. Was the Decline in Natural Gas Prices Orchestrated?, Estados Unidos, Energy Policy Forum, 2013, recuperado de . 26 J. David Hughes, Drilling Deeper. A Reality Check on U.S. Government Forecasts for a Lasting Tight Oil & Shale Gas Boom, Estados Unidos, Post Carbon Institute, 2014, recuperado de . 27 eia, Annual Energy Outlook 2014, recuperado de .
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Introducción... 28 J.D. Hughes, Drilling Deeper, op. cit., p. 6. 29 Citado en Mason Inman, “Natural Gas: The Fracking Fallacy. The United States is Banking on Decades of Abundant Natural Gas to Power its Economic Resurgence. That May be Wishful Thinking”, en Nature, 3 de diciembre de 2014, recuperado de . 30 Ibid. 31 Citado en M. Inman, op. cit., p. 3. 32 Ibid. 33 Ibid. 34 Citado en M. Inman, op. cit. 35 Detalles del “predicamento” en John Saxe-Fernández, “México: entre el acoso y la resistencia”, en La Jornada, 18 de marzo de 2008. John SaxeFernández, “México-Estados Unidos: la sardina protege al tiburón”, en La Jornada, 18 de marzo de 2008), recuperado de . 36 Para Tillerson, como para la narrativa oficial de eua y los funcionarios mexicanos, al menos desde 1982, América del Norte está integrada por Canadá, eua y México, aunque mucho puede cambiar, según quien ocupe la Casa Blanca. Council on Foreign Relations, “ceo Speaker Series: A Conversation with Rex W. Tillerson”, junio de 2012, recuperado de . 37 Raúl Muñoz Leos, citado por Rafael Decelis Contreras, Misivas sin respuestas ii, México, Costa-Amic, 2004, p. 3. 38 Javier Jiménez Gutiérrez, “La fortaleza de Pemex como eje rector de cualquier reforma energética”, en Jaime Cárdenas, op. cit., p. 209. 39 Jiménez Gutiérrez, op. cit., p. 210. 40 Carl T. Montgomery, Michael B. Smith. “Hydraulic Fracturing. History of an Enduring Technology”, en JPT, diciembre de 2010, recuperado de . 41 Jeff Gerth y Don Van Narra Jr. “In Tought Times a Company Finds Profits in Terror War”, en The New York Times, 13 de julio de 2002, recuperado de . El cost plus expresa la esencia corrupta y desestabilizadora de las relaciones económicas internacionales del keynesianismo militar ante el “estancamiento secular”: “A principios de los 50 y culminando a mediados de los 60, se establecieron nuevas reglas a nivel de muchas firmas industriales. Los contratos gubernamentales para las agencias militares y espaciales se diseñaron con base en el ‘cost plus’. Esto les da a las firmas contratistas un fuerte incentivo para aumentar los costos y sobre-costos, que son estimulados por los administradores del Pentágono y los economistas del gobierno, bajo el razonamiento de que se está ‘estimulando la economía’ y ‘poniendo a eua de nuevo en marcha’. Para las firmas involucradas, los aumentos en los precios y subsecuentes sobrecostos se transformaron en procedimientos operativos normales. Estas reglas, exactamente contrarias a la tradicional minimización de costos, establecen una pauta de maximización de costos dentro de los límites disponibles de los subsidios federales. La maximización de costos ha sido un tema dominante entre las 37 000 firmas, o partes de firmas, organizadas por el departamento para cumplir sus requisitos. Ya en los años 80, los pre-
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John Saxe-Fernández cios de bienes de uso militar producidos por esta red de firmas mostraban aumentos en los precios de 20% anual”. Seymour Melman, Profits Without Production, Estados Unidos: University of Pennsylvania Press, 1987, p. 4. Sobre el estancamiento secular que caracteriza al capitalismo monopólicofinanciero véase Paul Sweezy, “Why Stagnation?”, en Monthly Review, vol. 56, núm. 5, octubre de 2004, recuperado de . 42 John Saxe-Fernández, “Flexibilización constitucional y el reingreso a México de las petroleras nacionalizadas por Lázaro Cárdenas”, en Jaime Cárdenas, op. cit.
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Introducción...
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Capitalismo histórico y contemporáneo (1750-presente): formación social vinculada al colapso climático antropogénico en curso* John Saxe-Fernández **
Uso la denominación capitalismo histórico siguiendo la periodización planteada por Samir Amin1 en la que ofrece una reflexión asentada en los fundamentos, modificaciones y evolución de la formación social capitalista, del tipo que posee una visión alejada del “eurocentrismo” u otras expresiones de corte colonial.2 Esto impele a Amin a incluir a 80% de la población humana, con sus características y dinámicas históricas y espaciales. A la entrada misma de su periodización se advierte esta noción inclusiva que da solidez y la “humanidad” necesaria a cualquier abordaje de una temática tan planetaria, tan relacionada con el destino de las especies y de la humanidad, como lo es el vínculo de la moderni-
* Trabajo elaborado en el marco del proyecto papiit in301415 “Crisis, geopolítica y geoeconomía del capital. Hacia una sociología política del cambio climático y la explotación de fósiles no convencionales en Estados Unidos: lecciones para América Latina”, apoyado por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (dgapa) de la unam. ** Doctor en estudios latinoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. Docente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, y en el Programa de Posgrado en Estudios Latinoamericanos de la unam. Es investigador del programa “El mundo en el siglo xxi” del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (ceiich) de la unam. Entre sus libros: Petróleo y estrategia (México, Siglo xxi, 1980); La compraventa de México (ceiich, unam, 2016); Terror e imperio (Arena, México, 2006); La energía en México: situación y alternativas (unam-ceiich, México, 2009).
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dad capitalista y el catastrófico colapso climático antropogénico (cca): “Las contradicciones internas que, en el mundo premoderno, caracterizaron a todas las sociedades avanzadas, y no solo a las específicas de la Europa ‘feudal’, explican las sucesivas oleadas de innovación social y tecnológica que llevarían a constituir la modernidad capitalista”.3 En este tenor, Amin plantea que la larga historia del capitalismo: […] se compone de tres fases sucesivas distintas: (1) una extensa preparación (la transición del modo tributario, la forma de organización habitual de las sociedades premodernas), que duró ocho siglos, de 1000 a 1800; (2) un breve periodo de madurez (el siglo xix), durante el cual “Occidente” afirmó su dominio; y (3) el largo “declive” causado por “el despertar del Sur” […] en el que los pueblos y sus Estados recuperaron la iniciativa principal en la transformación del mundo y cuya primera ola había tenido lugar en el siglo xx.4
A la oleada capitalista más antigua que llegó de China, con “una ventaja inicial por lo que se refiere a las invenciones tecnológicas y a la productividad social del trabajo colectivo y de la riqueza, ventaja no superada por Europa hasta el siglo xix”, siguió la del Oriente Medio que, dice Amin, “tuvo lugar en el califato pérsico-arábigo y luego, vía las Cruzadas y sus secuelas, en las ciudades italianas”.5 En la última oleada (1500-1800) se transita del mundo tributario antiguo “al mundo capitalista moderno, lo que empezó resueltamente en el sector atlántico europeo a continuación del encuentro/conquista de las Américas”. En el mercantilismo, Amin localiza la última oleada de innovación tecnológica y social en proceso gradual de dominación del mundo. Es en el último medio siglo de esos 800 años que el autor plantea: “el capitalismo histórico asumió su forma final acabada hacia el cierre del siglo xviii con el advenimiento de la Revolución Industrial británica, que inventó la nueva ‘fábrica basada en máquinas’ o ‘maquinofactura’ —y con ella dio a luz al nuevo proletariado industrial— y la Revolución Francesa, que alumbró la política moderna”.6 Esa forma de acumulación, basada en la modernización e industrialización, tuvo como fundamento tanto la explotación sin límite de las y los trabajadores —incluyendo la de niños y niñas— como de la naturaleza y los bienes comunes, de campesinos o poblaciones originarias, considerada esa naturaleza como “algo barato” (cheap nature),7 registrándose un uso intensivo de los
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combustibles fósiles, el carbón y luego petróleo y gas natural; con la atmósfera, un bien común humano, “usada como basurero” (Hansen dixit) de las emisiones resultantes. Esta forma de acumulación se dio primero en Inglaterra, desde finales del siglo xviii, y luego se extendió a otros estados capitalistas industrializantes en Europa continental y en el eua norteño impactado por fuerzas económicas que se asomaban con aliento de Alexander Hamilton, durante el gobierno de George Washington.8 Desde el principio, esa forma de acumulación fue una forma constructiva, ya que hizo posible una aceleración continua y prodigiosa de la productividad del trabajo social. Pero fue al mismo tiempo destructiva; ya Marx observó que esa acumulación destruía los dos fundamentos de la riqueza, a saber: el ser humano —víctima de la alienación vinculada a las mercancías— y la naturaleza.9 En efecto, ya para 1825, Inglaterra lanzaba a la atmósfera 80% de las emisiones globales de CO2 por la combustión de fósiles. En 1850 ese porcentaje bajó a 62%.10 Andreas Malm reconoce que hay un margen de error en estas cifras, pero dan una idea de las proporciones y las tendencias, “sugiriendo que Gran Bretaña perdió algo de su posición puntera conforme el consumo de combustibles fósiles se esparció a otros países, aún así, continuó generando ‘más de la mitad’ de las emisiones mundiales bien avanzado el siglo xix. El origen de nuestro predicamento debe ser localizado en suelo británico”.11 Los habitantes de las islas británicas usaron el carbón durante miles de años —hay registros de su uso desde la “Edad de Bronce hasta la ocupación romana y la Edad Media”— para las más diversas tareas. Pero no fue sino hasta la Revolución Industrial cuando “James Watt conecta el calor del carbón a la rueda”. Entonces fue que se puso en marcha el “capital fósil” o, si se desea, como sugirió en 2005 Elmar Altvater,12 empezó a despuntar el “capitaloceno”. En palabras de Malm: “con ese instrumento, patentado en 1784, Watt finalmente adaptó el movimiento del pistón para producir una ‘moción circular continua’, y así pudo usar su máquina en todas las tareas manufactureras”.13 Con esto da inicio “un salto cualitativo en la manera de consumir el carbón: la transformación del calor en moción, o la conversión de la energía térmica en energía mecánica, por medio de la ‘máquina de vapor’”.14 Como respuesta a la crisis estructural capitalista de la década de 1870, a solo cinco años de concluida la Guerra Civil 1861-1865 en eua, los procesos de centralización y concentración del capital que se habían gestado desde las fusiones bancarias para la in-
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versión en ferrocarriles —cuya red pasó de poco menos de 40 000 kilómetros en la década de 1830, a poco más de 200 000 kilómetros en la de 1890, superando la totalidad de la red ferroviaria europea—, aparecen grandes monopolios indicando que el capitalismo clásico de libre competencia se transformaba en capitalismo monopolista y que ya el orden de magnitud de la movilización militar-industrial que exigió la Guerra Civil llegaría a otro nivel, con más contratismos de los registrados en la permanente y brutal carnicería/genocidio desplegado por el ejército de eua contra la población y las naciones indígenas asentadas en Norteamérica desde al menos hace 14 000 años; pues investigaciones recientes localizan la presencia humana en esta región durante el Último Máximo Glacial, hace unos 24 000 años.15 Los descendientes de las diversas oleadas migratorias a lo largo de cientos y cientos de años fueron sometidos y despojados de sus tierras, ríos, bosques y lagos, aniquilados y colocados en reservas mediante guerras y todo tipo de operaciones desplegadas por los colonizadores europeos durante varios siglos.16 Desde su fundación en 1776, eua ha estado en guerra durante 93% del tiempo transcurrido.17 Si se revisa el puntualizado recuento de esas guerras, ofrecido por Global Research, se podrá apreciar la persistencia de las masacres desplegadas contra naciones, tribus y agrupaciones indígenas. Después del despojo de Texas (1836), durante los años del “destino manifiesto” —década de 1840—, México fue despojado de más de la mitad de su territorio.18 La operación —es significativo remarcarlo en los tiempos que corren de Trump, quien califica a los migrantes mexicanos como “vívoras venenosas”— se realizó bajo el lema de “a los mexicanos como a los apaches”. El tema es de gran actualidad ante el ingreso a México de la minería a cielo abierto y a gran escala por los monopolios privados del petróleo y el gas, convencional y no convencional, esto último de gran voracidad territorial y de agua, y de alta toxicidad, con alta presencia e injerencia estadounidense desde el programa de empréstitos de “ajuste estructural” y el accionar en México del Comando Norte del Pentágono y el del Departamento de Seguridad del Suelo Patrio de eua (Department of Homeland Security, dhs) en las fronteras de México. Tierras indígenas, campesinas, ejidales y de pequeños propietarios están bajo acoso de firmas con leyes a modo, aprobadas por ambas cámaras mexicanas, que los country managers del fmi-bm-bid impulsaron desde Los Pinos,19 la Secretaría de Energía y las secretarías de Economía y Hacienda
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y Crédito Público, como parte esencial de la hazaña anti-nacional que Peña Nieto calificó de “transformación” del sector energético, a la usanza terminológica de ExxonMobil en sus negocios en Chad e Indonesia.20 La centralización y concentración, que está en la base del capitalismo contemporáneo, delineado por Paul Sweezy y Paul Baran,21 ocurre en medio de lo que Pablo González Casanova percibió como una inédita concentración de contradicciones políticas, económicas, ambientales, de explotación y de represión. El acrecentamiento de la concentración y centralización, hasta la aparición de la financiarización e hiperespeculación de bancos y casas de inversión, amalgamados luego de la abrogación de la Ley GlassSteagal, por W. Clinton (1999), instituciones too big to fail, aumentó la fragilidad y la inestabilidad financiera y en forma exponencial la profundidad y las reverberaciones de las crisis capitalistas en curso; con el Estado en papel protagónico al rescate de un alto capital que persiste en su caracterización de especulador y depredador al máximo, aun después de “La Gran Recesión” de 2008.22 El orden de magnitud del fenómeno fue captado y dimensionado en la interlocución que sostenían, en 1968, Istvan Mészaros y Lucien Goldman cuando discutían la coyuntura y el grave trance que enfrenta la sociedad contemporánea, incluyendo la naturaleza de la crisis estructural capitalista: “comparada con la crisis a la que nos encaminamos actualmente” dijo Mészáros a Goldman, “la crisis económica de 1929-1933 aparecerá como una tarde de té en la vicaría”.23 Al respecto cabe recordar, de paso, que Giovanni Arrighi insistió en que “las crisis tienen especificidad histórica, ocurren dentro de periodos particulares del desarrollo capitalista y deben ser teorizadas dentro de las matrices institucionales y de clase de ese periodo”.24 Téngase presente que el ascenso hegemónico de eua como sucesor del Imperio Británico ocurrió al calor de las guerras, y que los combustibles fósiles en todo momento hasta nuestros días representan la centralidad del patrón energético, con consecuencias bien advertidas por un cúmulo cada vez más amplio de científicos. Lo que va quedando claro es que, como apunta Amin: …hacia el final del siglo xix, el capitalismo entró en su prolongado proceso de declive […] en que las dimensiones destructivas de la acumulación, con creciente celeridad, se imponían ahora sobre su dimensión constructiva y progresista. Esta transformación cualitativa del capitalismo adquirió forma con el establecimiento
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Vinculada a ese declive, Amin coloca a la primera oleada de guerras del siglo xx. “La historia dejó en claro después que el capitalismo era capaz de superar esa crisis, al coste de dos guerras mundiales, y que incluso era capaz de adaptarse a los retrocesos que introdujeron en su marcha las revoluciones rusa y china y la liberación nacional en Asia y África”.26 En el caso de la Revolución Cubana,27 fue por una vía de desarrollo diferente, que incluye la movilización político/militar de la población, quizá por la temprana experiencia con las capacidades desestabilizadoras e interventoras de Washington, el acoso económico del bloqueo y la cercanía geográfica de la potencia norteña, en permanente movilización bélico-industrial. A lo largo del siglo xx, la centralidad del fenómeno imperialista y su manifestación de pax americana —o si se desea ser riguroso, de “monroísmo” en nuestra región— en ningún momento amainó. Pero tampoco la resistencia al imperialismo. Cabe recordar, con Gregorio Selser,28 que cualquier estudio de las sociedades sometidas al imperialismo y de sus procesos de liberación, revela un aspecto fundamental: la recuperación acelerada de su sentido de humanidad y la bestialidad de su opresor. Cada acción en pro de la liberación de los oprimidos es seguida de aterradoras acciones represivas de los opresores, que revelan claramente el proceso de degradación personal de los colonizadores e imperialistas. El miedo a perder sus intereses económicos coloniales compele a los poderes dominantes a perpetrar más actos represivos y a ignorar las legalidades mínimas, inclusive las del marco jurídico legal diseñado para sustentar los regímenes coloniales. Quien, en este contexto sintetizado por Selser, revise la historia de la relación de Cuba con eua, pronto descubrirá que la hostilidad hacia la independencia y la soberanía cubanas existía “antes” de la Revolución y del surgimiento del campo socialista, durante su vigencia e incluso “después” del colapso soviético, acentuándose con el gobierno de Bush Jr. A la gran tragedia humana que legó Felipe Calderón en México, y que sigue sufriendo la nación con Enrique Peña Nieto, se agrega
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que vivimos en una jurisdicción territorial fragilizada por la vulnerabilidad ante eua, gestada por la Iniciativa Mérida, el cual no es un tratado, ni se rige por el derecho internacional. Tampoco es un acuerdo (agreement), sino que, como dijo al Congreso la ex secretaria de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Calderón, Patricia Espinoza Villarreal, ante un grupo de legisladores de oposición, es “un arreglo de facto” entre poderes ejecutivos, con dinero de Estados Unidos, que no pasa por el Congreso mexicano, por lo que, como dice Alba León Hernández,29 se rige por medio de leyes del Congreso de Estados Unidos que asignan recursos a las agencias mexicanas, vía Ejecutivo, en línea con varias instancias como el Departamento de Estado, de Defensa o el Department of Homeland Security (dhs), creado en 2002, con un título evocativo: “Departamento de Seguridad del Suelo Patrio”. Quizá por ese tono nazi y territorial la traducción oficial es Departamento de Seguridad Interior. Esto no es asunto menor. Por estos días —finales de 2017 y principios de 2018— se baraja en México una controvertida Ley de Seguridad Interior, calca de la Homeland Security Act instaurada al calor de los ataques contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001,30 que regiría en México con leyes paralelas al dhs, limitando derechos y libertades civiles e institucionalizando el estado de excepción, afectando allá y acá los equilibrios civiles-militares. Fue una salvajada antinacional endosar la Iniciativa Mérida cuando ya Bush había dicho que en su diseño de seguridad priorizaría la doctrina de autodefensa anticipatoria (preemption), que encubre brutales guerras de agresión —Irak, Libia, Siria— y el golpismo (regime change) —Honduras, Venezuela, Brasil—. Ahora, el senador Gil Zuarth, ex secretario personal del ex presidente Felipe Calderón, va por legalizar el entreguismo y la represión con la Ley de Seguridad Interior, cuya aprobación, advirtió el senador Manuel Bartlett, “sería un golpe de Estado”.31 Los riesgos de esa ley se captan porque Bush/Obama aplicaron el regime change en la periferia, bajo la noción de intervención/ocupación territorial. Para León Hernández, en lugar de soberanía lo que hay en la Iniciativa Mérida es “aquiescencia tácita del gobierno mexicano de que es incapaz de enfrentar [al crimen organizado], por lo que requiere recursos de eua”. En 2012, Alan Bersin, subsecretario del “Departamento de Seguridad del Suelo Patrio”, celebró la fusión energética de México con eua y agregó ante la Cámara de Comercio de Washington dc que ahora: “la frontera sur de eua está, en efecto, en la frontera de México con Guatemala”. Pa-
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rece que Leo Strauss inspira la Iniciativa Mérida y la política de otorgar funciones de ministerio público a los militares bajo la “lucha contra el crimen organizado”. Para Strauss, advierte Meyssan, “la manera más simple para explotar los recursos naturales de un país por largos periodos no es ocupándolo, sino destruyendo su Estado. Sin Estado no hay ejército. Sin enemigo no hay riesgo de derrota. En consecuencia, la meta estratégica militar de eua y de la otan —en Europa y Asia— se centra en “destruir Estados”. Y ahí están Irak, Libia y Siria.
Oligarquización imperial y el negacionismo climático: hacia una sociología de la pulsión de muerte en el capitalismo senil La presencia categórica en el análisis de Amin de los pueblos de la periferia, que empezaron a liberarse en el siglo xx, es parte central de una propuesta analítica y explicativa esencial para revisar, de cara al cca, la noción de “justicia climática”, una demanda con fundamentación histórica reclamada por altas figuras de la historia del siglo xx con proyección al siglo xxi. Entre ellas, y en primera fila en el “despertar del sur”, Fidel Castro Ruz, encabezando una ola anti-imperialista en que la Revolución Cubana, desde 1959, deja minuto a minuto y día a día el mensaje urbe et orbi —a todo el mundo—, con oídos especialmente atentos en América Latina y el Caribe, de que en los hechos la construcción social alternativa “sí se puede a solo 90 millas” de un hegemón en creciente decadencia bajo alta militarización, financiarización y —con Trump— inmerso en una todavía mayor regresión fósil. Cuba deriva del fondo de la movilización bélico-industrial del hegemón la defensa y resistencia vía, precisamente, de la movilización político-militar de la población. Lo primero no es asunto coyuntural. Es algo engranado en la experiencia histórica de las dos guerras mundiales. Téngase presente que fue la gran catástrofe humana y material de la Segunda Guerra Mundial lo que fungió como el ariete antidepresivo requerido para superar la Gran Depresión y el desempleo en eua de 25% de su población. Para Paul Sweezy, en realidad “la Gran Depresión nunca acabó, se fusionó con la economía de guerra”,32 pero ni en Cuba ni en Vietnam la movilización bélico-industrial ha podido domar a la crisis, cuyo papel se acentúa ante lo que solo puede calificarse de
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desplome hegemónico, peligroso en lo doméstico e internacional para eua, por ser demasiado abrupto y que se da, de nueva cuenta, en un medio signado por una nueva “Guerra Fría”, bajo auspicio de una fracción de la clase dominante de eua dispuesta a colocar al mundo en riesgo mortal tal vez sin entender o estar bien informada de la magnitud de destrucción de una conflagración nuclear, por la ceguera que provocan las fabulosas ganancias bélico-industriales gracias a contratos cost-plus. Después del colapso soviético, desde el horizonte de la periferia latinoamericana se perfilan nuevos levantamiento populares, sea desde 1959 en Cuba, o en el siglo xxi la Venezuela bolivariana bajo acoso imperial, el Brasil de Lula enfureciéndose bajo el yugo de Temer, y más brotes de millones de personas que en Bolivia, con Evo Morales, generan un esperanzador “despertar del sur”. Y ahora también en el centro hegemónico, pues dentro de eua votan millones por un candidato, Bernie Sanders, con una agenda pública que él calificó de “socialista” y que persiste en ella haciendo llamados a que los trabajadores asuman el control y la administración de las empresas e industrias que van a ultramar en pos de salarios bajos, en el seno de un régimen como el de Trump de alta regresión en lo social, anti musulmán, anti latino y anti mexicano, y en lo ambiental simple y literalmente catastrófico. Los millones que viven bajo acentuada desigualdad y salen a las calles, desde tiempos de Bush y Obama y ahora con Trump, van a la calle por centenas de miles, hombre y mujeres de toda edad y condición a reclamar ya sea por la represión policial contra migrantes —con la mira en latinos y mexicanos— o contra jóvenes afroamericanos. Van a la calle por los derechos y la dignidad de las mujeres; contra los ataques oficiales a la ciencia y en favor de la Tierra; o por los cien primeros días de un régimen como el de Trump, en creciente desequilibrio en la ecuación “civil-militar” y “negacionista” del cambio climático, que parece ir lanzando a fuerzas sociales desde abajo y del medio en ruta de “la larga transición más allá del capitalismo”, con un aparato político-electoral dominado por un sistema monopolista bajo una decadente oligarquización. Tanto en asuntos de guerra y paz, como de colapso climático antropogénico, la fracción dominante de la cúpula política de eua actúa día a día contra el mundo, incluidos su población y territorio. Esta auto-destructividad la expresó Noam Chomsky cuando calificó a eua como “la nación más peligrosa del mundo” y agregó que el resultado de las elecciones presidenciales de
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noviembre de 2016 “colocó el control total del gobierno —el ejecutivo, el Congreso y la Suprema Corte— en manos del Partido Republicano”, instalándose Trump, cuyo “negacionismo” —dice que el calentamiento global es un “cuento chino”— acelera la ruta al abismo climático. Esta tendencia se intensificó desde que la Corte Suprema, con mayoría republicana, aprobó la Citizens United Law (2010) que abrió sin límite el financiamiento de las campañas presidenciales a los grandes monopolios y el 0.1% (de mil millonarios). Entonces se instauró lo que Jimmy Carter calificó de “una oligarquía con capacidad ilimitada para el soborno político en la nominación y elección de presidente”, que luego, en 2014, se amplió a las campañas de senadores, diputados y jueces. Esto ocurre nueve años después del 11 de septiembre, cuando se formalizó un “estado de excepción” —Ley Patriota, Ley Marcial, Leyes de Comisiones Militares— que todavía se soslaya. Desde entonces se acentúan fuerzas e iniciativas del alto capital en la dirección de una pulsión de muerte, hacia el abismo climático y/o nuclear, que emana de un capitalismo senil, así calificado por Jorge Beinstein y Samir Amin.33 En una de sus hipótesis, Beinstein lo percibe “en un recorrido descendiente donde el sistema se va apagando, desarticulando, caotizando, perdiendo vitalidad, racionalidad”.34 Es un capitalismo parasítico, que va hacia la explotación, hasta la extinción de naturaleza y recursos del planeta, incluyendo bienes comunes esenciales a la sobrevivencia de la biota global, la humanidad y su civilización incluidas: océanos, forestas y atmósfera. En “Alertas rojas: señales de implosión en la economía global, el capitalismo global a la deriva”,35 Beinstein señala que mientras algunos atribuyen a los desequilibrios financieros de China, a la recesión en Brasil o a las turbulencias europeas las crisis actuales, estas deben ser inscritas en las señales de alarma desde la economía de eua: la inmensa concentración financiera agravada, cuando se constata “que dicha masa financiera se está desinflando de manera irresistible”. Por ejemplo, en diciembre de 2013, “los derivados globales llegaban a unos 710 billones de dólares y, dos años después, el Banco de Basilea registraba 490 billones de dólares”, “en solo 24 meses se evaporaron 220 billones de dólares, cifra equivalente a unas 2.8 veces el Producto Bruto Global de 2015”.36 Es en este contexto que considero crucial responder a la pregunta: ¿quiénes son los responsables y grandes ganadores del
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retraso de 24 años en la regulación y freno de las emisiones de gases con efecto invernadero (gei), que según el consenso científico articulado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático de la onu (ipcc) está en la base del colapso climático antropogénico (cca) en curso?37 Estudios de Richard Heede,38 Robert Brulle,39 Justin Farrell40 y Tim Gore41 ayudan a dilucidar lo que para una abrumadora mayoría (97%) de la comunidad científica del mundo es, junto a una guerra nuclear, el riesgo mayor jamás afrontado por la humanidad y la biota global. Heede rastrea las huellas de emisiones de dióxido de carbono (CO2) y metano (CH4) de los principales productores de combustibles fósiles y cemento en la vasta base de datos del Departamento de Energía de eua. Su estudio registró emanaciones entre 1854 y 2010 de las principales 50 firmas privadas, de 31 entes estatales y de nueve naciones productoras de petróleo, gas natural, carbón y cemento. La emisión global acumulada de gei de estas empresas fue de 914 000 millones de toneladas de CO2 equivalente (GTCO2e): 63% de la generación mundial de CO2 industrial y CH4 entre 1751 y 2010. Ese es el total de lo lanzado a la atmósfera por los 90 mayores entes fósiles.42 La crisis climática del siglo xxi fue causada, en gran medida, por solo 90 corporaciones, que han lanzado a la atmósfera dos tercios de los gei generados desde el inicio de la era industrial. Las firmas van desde corporaciones como Chevron, Exxon y bp a entes de propiedad estatal. En entrevista con Suzanne Goldenberg, en The Guardian,43 Heede indicó que aunque existen miles de productores de gas, petróleo y carbón, los que toman las decisiones, los altos gerentes de las principales firmas emisoras de gei, son pocos. Caben en uno o dos autobuses y enfatizó un dato de gran relevancia: “que la mitad de los gei emitidos desde la Revolución Industrial ¡se generaron en los últimos 25 años!, es decir, desde que las corporaciones y los gobiernos ya sabían de la relación entre las emisiones de gei y el calentamiento global” con alto riesgo para centenas y miles de millones de personas.44 La relevancia sociopolítica del estudio de Heede no pasó inadvertida para quienes van a las cumbres climáticas, ni para los funcionarios que dialogan “en lo oscurito” con los cabilderos de la industria fósil. Importa especificar la responsabilidad histórica de grandes firmas de las sociedades de consumo: el problema no es gestado por la humanidad, ni por aumentos en la población, sino por la vasta explotación capitalista que se realizó desde la Revolución Industrial con los combustible fósiles en su papel de
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vital eje de acumulación. El dato duro aportado por Heede precariza la noción de que en el calentamiento global todos somos culpables y por tanto no hay responsables; en cambio, ofrece evidencia de que más que en un antropoceno como se lee con frecuencia, vivimos en el capitaloceno, asunto planteado también por Elmar Altvater.45 Ahora se tiene documentación que demuestra que, desde al menos los años setenta del siglo xx, las grandes petroleras, encabezadas por lo que ahora es ExxonMobil, Chevron/Texaco, Conoco/Phillips, bp y Shell, fueron advertidas por sus científicos del riesgo de los gei por el calentamiento, según se comprobó en 2015. Exxon usó ese conocimiento para sus negocios, desatendió las advertencias, apoyó al negacionismo con millones de dólares, lucró con la duda sobre la ciencia climática y gozó la cascada de ganancias que traía consigo el desborde de las emisiones de gei registrado en los pasados 25 años, gracias al bloqueo de la industria fósil a la regulación y el freno vinculante de esos gases.46 Estos son crímenes corporativos y/o estatales de lesa humanidad. Según el fmi, en 2015 el sector energético mundial gozaría de subsidios por 5.3 billones —trillions, en inglés— de dólares o 6% del Producto Bruto Mundial. La mayor parte de este monto proviene de niveles menores en el pago de impuestos que reflejen los daños ambientales asociados al consumo de energía.47 Mientras, días antes de la cop21 —Cumbre de París—, cuando se habló de compromisos vinculantes, Exxon advirtió que, independientemente de los acuerdos internacionales, extraería y comercializaría petróleo sin límite. Rex Tillerson, su ex-ceo, elevado por Trump a la Secretaría de Estado —desde donde apunta su atención hacia grandes naciones petroleras: Venezuela, Irán, Irak, México—, celebró en la ceraWeek —una semana de festejos de esa consultora en Houston, en abril de 2015— el arribo de una transformación dramática de la escena energética gracias a tecnologías de perforación horizontal (fracking) que dan acceso a la energía de las arenas bituminosas, a los fósiles en aguas profundas, al gas y petróleo de lutitas y del Ártico. Tillerson, quien antes de la cop21 en París anunció que su empresa no restringiría su oferta de combustibles fósiles, quiere seguir en la gran fiesta fósil, pero está perfectamente enterado que apunta hacia el caos climático con aumentos de temperatura de 4 ºC a corto plazo —según estudio de Shell—, hasta los 6 ºC después. Un año después de las declaraciones de Tillerson, Enrique Peña Nieto, presidente de México hasta 2018, fue al Texas de los
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Bush, premiado por la entrega del sector petroeléctrico de México; festejó con cera su hazaña antinacional para que Exxon, Mobil, Shell et al. sigan transformando al mundo como lo conocemos y ocupen los yacimientos y gasolineras del país, en medio de la mayor violencia y desastre de derechos humanos en la historia nacional. La de eua es una oligarquía con rendimientos de fabulosos contratos para la guerra, sea la Tercera contra Rusia y China,48 o las masacres en Irak, Libia, Yemen y otros países, o en la venta de armas, por ejemplo a Arabia Saudita, operación cerrada por Trump en su visita oficial de mayo de 2017, por más de 100 000 millones de dólares ahora, y unos 350 000 millones en la próxima década. En medio de negocios petroleros y bélico-industriales hay síntomas de implosión de la economía global, advierte Beinstein. Se profundiza el desequilibrio entre la economía real y la hiper especulación financiera desatada desde firmas bancarias y de inversión too big to fail, receptoras entre 2007 y 2010 de un magno rescate estimado por la auditoría gubernamental de eua en 16 billones de dólares, un orden de magnitud mayor en unos 2 billones al Producto Nacional Bruto de eua de entonces. Es cuando se visibiliza más que la pérdida de racionalidad dio un salto cualitativo con la ley Citizens United y la institucionalización de la posposición en la regulación de las emisiones de gei —antes encabezada desde la presidencia de eua por Bush/Cheney y en estos días, desde esa misma Oficina Oval, por Trump— hacia el abismo climático. Es una “pulsión de muerte” que amerita escrutinio sociológico, porque tal “irracionalidad” se vincula, insisto, a la posposición de toda medida regulatoria sobre las emisiones de gei, un tema analizado en revistas de alto calibre científico desde 2013, por ejemplo por Robert J. Brulle,49 y también a una profundización del negacionismo climático que hoy prevalece como nunca antes en la cúpula política que dirige los destinos imperiales, con efectos planetarios de inusitada gravedad, dado el peso económico y militar de eua en el mundo. Los datos y el análisis de Brulle son esclarecedores ya que investigó la movilización de recursos financieros de un vasto entramado de organizaciones —institutos de investigación, think tanks, cabildos, asociaciones, gremios vinculados a la industria fósil, etcétera— que denomina “contra-movimiento del cambio climático” en eua. Usa datos de la Oficina de Recaudación de Impuestos (irs), revisando los ingresos anuales de las organizaciones y además revisa los movimientos de dinero contenidos en el
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Centro de Fundaciones. Los resultados de los muestreos que realizó, que contienen información financiera entre 2003 y 2010 sobre el ingreso anual de 91 de los integrantes de ese entramado, fueron proporcionados por 140 fundaciones diferentes. Brulle informa que “el examen de estos datos muestra que las 91 organizaciones estudiadas tienen un ingreso anual, entre ellas, de poco más de 900 millones de dólares, con un promedio anual de 64 millones identificable de esos apoyos de las fundaciones”. La gran mayoría de estos apoyos filantrópicos provienen de fundaciones conservadoras. El autor también detectó evidencia de una tendencia a ocultar las fuentes de este entramado por medio del uso de “filantropías bajo dirección de donadores” (donor directed philantropies). Para el big oil, es decir, los grandes monopolios del sector —ExxonMobil, Chevron/Texaco, Conoco/Phillips, etcétera—, canalizar fondos bajo la figura de donor directed philantropies resulta crucial. Especialmente después de que en 2010 la Suprema Corte aprobó la ley que abre las compuertas a las donaciones sin límite del 1% más rico, sus “fundaciones” y el big oil en pleno. El impacto de este fenómeno se detecta en un valioso texto, Silencing Science, de Common Cause,50 que contrasta la centralidad que gozaba el colapso climático en el debate nacional de 2006 y en la primera campaña de Obama (2008) cuando a diario, en todo periódico o noticiario de tv, se destacaban el reto y los riesgos climáticos, y ambos candidatos a la presidencia debatían el clima, sus riesgos y los efectos de los gei. Era cuando el ex-vicepresidente Al Gore discutía en tv y prensa el documental Una verdad inconveniente y florecía la colaboración bipartidista entre demócratas y republicanos, por ejemplo, en diseños conjuntos de películas, documentos y programas televisivos sobre los daños del cca. Todo eso acabó de un plumazo al entrar en vigor la ley Citizens United. Se abrieron las compuertas para que cientos de millones de dólares, a más de los mencionados 900 millones anuales que las 140 fundaciones conservadoras —receptoras también de dinero fósil— y la industria fósil, destinaba para mantener el vigor de la base social del “negacionismo climático” y sus redes, —y redes de redes— dedicadas a la institucionalización de la posposición de todo intento por regular las emisiones de gei. Ante el magno flujo de dinero, diputados, senadores, radio y tv evitaron el tema. Callaron. Los republicanos, a cualquier pregunta sobre el clima, respondían “no soy científico” o, simplemente, “no existe”. Y para 2012, en el debate presidencial entre Romney
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y Obama, “ni pío” sobre el cca. Nada. En eua, el cambio climático salió de pantalla antes de que Donald Trump fuera electo, precisamente cuando más se deja sentir el colapso climático en el mundo. Transformado el sistema político por la derecha republicana —que domina la Suprema Corte y su Ley Citizens United—,en “una oligarquía”, como advirtió Jimmy Carter, el mundo está siendo dañado por la incapacidad de ese sistema político de liderar ofreciendo una alternativa “no catastrófica” ante los riesgos existenciales que enfrenta la humanidad. En ese caso, será necesario volcar la atención a los avances de China en materia de transporte ferrocarrilero de alta velocidad para pasajeros y carga, así como la creciente presencia de sus avances tecnológicos en la captación y el despliegue de la energía solar y otras energías “limpias”.
Pensamiento crítico: hacia la construcción social alternativa ante el colapso climático antropogénico El 12 de junio de 1992, en Río de Janeiro, durante la Cumbre sobre Medio Ambiente y Desarrollo de la onu, Fidel Castro —el líder histórico de la Revolución Cubana— fue al meollo de un problema tan grave y multifactorial como el del cca.51 Lo hizo en breve alocución, de menos de 10 minutos, en la que también abordó el “¿qué hacer?” como pocos lo han hecho hasta ahora. Su oficio histórico en la construcción social alternativa cubana, sin duda jugó un papel esencial en la enorme capacidad de síntesis que desplegó en esa ocasión. Además, siempre atento de lo que tuviera que ver con las ciencias de la atmósfera y de la tierra, resultado de su traumática y cercana experiencia como presidente de Cuba durante la crisis de los cohetes de 1962, ya con los riesgos existenciales y consecuencias naturales de una guerra nuclear internalizados como vivencias personales profundas y desde entonces siguiendo de manera puntual las investigaciones y advertencias emanadas de la comunidad científica internacional en materia medioambiental, y en especial atmosférica, inició su sustantiva reflexión en Río de Janeiro indicando primero la amenaza existencial que representa el cca. No desperdició un segundo. Sus palabras protocolarias al presidente de Brasil y al secretario general de la onu fueron tan contundentes, urgentes y fácticas como las de los climatólogos de talla mundial de nuestros días (2018), 25 años después de esa histórica ocasión. En aquel 1992
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dijo: “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: la humanidad. Ahora tomamos conciencia de este problema cuando casi es tarde para impedirlo”. A un cuarto de siglo de distancia de esa observación, no hay acuerdos vinculantes en materia de emisiones de gei y el aumento de la temperatura se acelera de manera vertiginosa, mientras las emisiones acumuladas de gei en la atmósfera desde 1992 representan poco más de 50% de todas las emisiones acumuladas emitidas desde la Revolución Industrial. En la gráfica 1, mejorada y actualizada por Hansen et al., se aprecia la riesgosa aceleración en el aumento de temperatura. Gráfica 1
Fuente: James Hansen, R. Ruedy, M. Sato y K. Lo, “Global Surface Temperature Change”, en Reviews of Geophysics, vol. 48, núm. 4, diciembre de 2010, recuperado de .
Una vez hecha su advertencia inicial, de inmediato Fidel Castro procedió a discernir en breves trazos la génesis histórica y contemporánea del cca. Lo hizo de manera rigurosa, como Amin, Beinstein y Theotonio Dos Santos, colocando el fenómeno en el
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contexto de los registros del calentamiento atmosférico y del despliegue geográfico y de explotación colonial e imperialista, de estratificación nacional e internacional, que caracteriza a la acumulación capitalista, fundamento para un planteamiento adecuado por parte de un mandatario de una nación de la periferia capitalista en torno a responsabilidades históricas y de “justicia climática”: Es necesario señalar que las sociedades de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente. Ellas nacieron de las antiguas metrópolis coloniales y de políticas imperiales que, a su vez, engendraron el atraso y la pobreza que hoy azotan a la inmensa mayoría de la humanidad. Con solo el 20 por ciento de la población mundial, ellas consumen las dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo. Han envenenado los mares y ríos, han contaminado el aire, han debilitado y perforado la capa de ozono, han saturado la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas con efectos catastróficos que ya empezamos a padecer.52
La interrelación entre el cca y fenómenos tan importantes como las rupturas de ecosistemas por deforestación, la presión poblacional y la pobreza, así como la pérdida de biodiversidad y la extinción de especies, usualmente en estudios recientes desconectados —y por ello limitados— no escaparon ni a su diagnóstico ni a su “¿qué hacer?”, siempre con la justicia climática como telón de fondo: Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen. La presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para sobrevivir aun a costa de la naturaleza. No es posible culpar de esto a los países del Tercer Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy por un orden económico mundial injusto.53
El carácter de clase del cca, presente a lo largo de la reflexión de Fidel Castro, se deja ver de manera nítida y esencial: La solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo necesitan. Lo real es que todo lo que contribuya hoy al subdesarrollo y la pobreza constituye una violación flagrante de la ecología. Decenas de millones de hombres, mujeres y niños mueren
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John Saxe-Fernández cada año en el Tercer Mundo a consecuencia de esto, más que en cada una de las dos guerras mundiales. El intercambio desigual, el proteccionismo y la deuda externa agreden la ecología y propician la destrucción del medio ambiente.54
Nos dice Fidel Castro que el calentamiento global es un fenómeno de clase. Y es un fenómeno de clase al interior de los países y entre ellos. En el Informe de Oxfam sobre “Desigualdad extrema en emisiones de carbono”, de diciembre de 2015,55 preparado bajo la coordinación de Timothy Gore, para quien también la desigualdad esta “inextricablemente vinculada” al calentamiento global, se indica que, en efecto, “la mitad más pobre de la población mundial, unas 3 500 millones de personas tan solo genera alrededor de 10% de las emisiones de gei a nivel mundial” y, sin embargo, vive mayoritariamente en los países más vulnerables ante el cca, mientras que especifica Timothy Gore: …aproximadamente el 50% de [las emisiones mundiales] puede atribuirse al 10% más rico de la población mundial, cuya huella de carbono media es hasta once veces superior a la de la mitad más pobre de la población, y 60 veces superior a la del 10% más pobre. La huella de carbono media del 1% más rico de la población mundial podría multiplicar por 175 a la del 10% más pobre.56
Y sobre un asunto tan vital como “¿qué hacer?” la posición del líder cubano fue de sencillez demoledora, por puntual, sobre un asunto de alta complejidad: Si se quiere salvar a la humanidad de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre.57
Un planteo nítido que permite ver a fondo el lamentable estado de una situación cuantificada por Oxfam, con datos que
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visibilizan a la cúpula de responsables de dos terceras partes de las emisiones de gei lanzadas a la atmósfera desde 1751, identificados por Heede, y los beneficiarios de lo que Brulle llama la institucionalización de la posposición (delay) de la regulación de las emisiones de gei. Téngase presente que, en su trabajo, Brulle ofrece vistas sobre las fuerzas sociales y esencialmente financieras que dan dinamismo y sostienen un vasto entramado “negacionista” del cca en eua. La contribución de Oxfam en este tema es esencial ya que ofrece evidencia empírica de que los únicos beneficiarios de que “no se adopten medidas firmes para combatir el cambio climático son los miembros de una élite mucho más reducida, que tienen un interés personal en que la economía mundial siga siendo intensiva en carbono y profundamente desigual”. Entre las cumbres sobre el clima de Copenhague (2010) y París (2015), advierte Oxfam, “el número de milmillonarios de la lista Forbes con intereses en el sector de los combustibles fósiles ha pasado de 54 en 2010 a 88 en 2015, mientras que el conjunto de sus fortunas personales se ha incrementado en 50%, pasando de más de 200 000 millones de dólares a más de 300 000”.58 Tampoco estuvo ausente en la presentación de Castro el llamado de atención a las incongruencias y falta de voluntad política para atender los despilfarros de recursos por la movilización bélico industrial de sistemas capitalistas, centrados —como diría Marcuse— en la movilización total de recursos humanos y materiales para la eventualidad de una guerra, interna o externa, contra un enemigo interno o externo, real o imaginario. Que este diseño conduce a la autodestrucción por las dos vías antes delineadas de las amenazas existenciales, no paso desapercibido ni dejó de ser planteado. Concluyó Fidel: Cuando las supuestas amenazas del comunismo han desaparecido y no quedan ya pretextos para guerras frías, carreras armamentistas y gastos militares, ¿qué es lo que impide dedicar de inmediato esos recursos a promover el desarrollo del Tercer Mundo y combatir la amenaza de destrucción ecológica del planeta? Cesen los egoísmos, cesen los hegemonismos, cesen la insensibilidad, la irresponsabilidad y el engaño. Mañana será demasiado tarde para hacer lo que debimos haber hecho hace mucho tiempo.59
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Estado del colapso climático antropogénico La institucionalización de la posposición de la regulación de gei es un factor decisivo protagonizado por eua, que se observa al utilizar los combustibles fósiles —carbón, petróleo, gas— como fuente energética principal desde el inicio de la Revolución Industrial. El poder de las fuerzas socioeconómicas en torno a la explotación y quema de los combustibles fósiles se hace sentir no solo en las cumbres climáticas de la onu, sino en todas las sociedades industrializadas, de alto consumo, asentadas en el patrón energético fósil (véase gráfica 2), representando poco más de 50% de las emisiones acumuladas desde 1751. Gráfica 2. Emisiones acumuladas 1751-2015
Fuente: James Hansen et al., “Assesing ‘Dangerous Climate Change’”, actualizado a 2015, en Columbia University, recuperado de .
También está presente la pasividad e inacción doméstica e internacional en la regulación de los gei,60 aunque conviene desde
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ahora dejar asentada la necesidad de revisar aspectos clave en la movilización de recursos financieros del capitalismo en eua que impulsan redes sociales favorables a la institucionalización de la “posposición” (delay)61 en la regulación de los gei. Así ocurrió una vez más en la cop21 de París —noviembre-diciembre de 2015—, por dar un caso reciente, con el Partido Republicano de eua en papel protagónico al asegurar que su mayoría legislativa rechazaría todo compromiso formal, lo que llevó a la desactivación de toda iniciativa vinculante en torno a la regulación de emisiones gei, algunas apoyadas por el gobierno francés. El rechazo a todo protocolo vinculante sobre esas emisiones y el ascenso del “negacionismo” a las más altas esferas del poder estadounidense, con la victoria de Trump, confirma el uso de la noción de “colapso climático antropogénico”. Porque en verdad son alarmantes, abruptos y colapsantes los cambios en indicadores clave sobre el clima terrestre que se han venido observando en la segunda década del siglo xxi. Después del fiasco en París, que operó bajo el dominio de una potencia, eua fue incapaz de lanzar —como esperaban altos cargos franceses lo hiciera, dada la urgencia del caso— un acuerdo vinculante sobre las emisiones de gases con efecto invernadero. Más bien se hizo sentir la férrea oposición de la poderosa fracción fósil desde el Congreso de eua, los “negacionistas” republicanos. Obama ni lo intentó. No se atrevió a molestar a los intereses del gas, carbón y petróleo. Solo se articuló lo que James Hansen calificó de “farsa”, basada en compromisos “voluntarios”. Por encima de la sobrevivencia humana, prevaleció la fabulosa ganancia de la combustión de fósiles. Sin instrumentos internacionales efectivos para regularlas, las grandes corporaciones fósiles —ExxonMobil, Chevron/Texaco, Shell, bp et al.— prosiguieron como de costumbre (business as usual), con una todavía mayor emisión de gei en medio de brutales ataques terroristas en París durante la cop21, que cayeron como anillo al dedo para instaurar un “estado de excepción” en Francia, lo que congeló la gran protesta social a ser desplegada en las calles de la Ciudad Luz, un gran “sentón” en pos de una regulación inmediata y efectiva de los gei, como presión mientras los poderes corporativos y sus cabildos realizaban sus negociaciones a puertas cerradas. Hoy la situación se desborda en lo relacionado con el calentamiento y con el predicamento legal. Sobre lo primero, según
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los registros diarios del Observatorio Mauna Loa (Hawai), que mide la cantidad de partículas de CO2 en la atmósfera, el 4 de febrero de 2016 se registró un nivel de 405.66 partículas de CO2 por millón en la atmósfera, indicándose que “la tierra no ha experimentado niveles de CO2 tan altos en 15 millones de años” (véase gráfica 3).62 Gráfica 3. Crecimiento promedio anual de CO2
Fuente: noaa, “Trends in Atmospheric Carbon Dioxide”, en noaa. Earth System Research Laboratory, Global Monitoring Division (s/f), recuperado de .
En el informe de este evento atmosférico se menciona que los bosques y mares del planeta son reguladores naturales del CO2. Mientras a los bosques se les considera sumideros, en el sentido de que capturan el dióxido de carbono, ahora es más difícil esperar que absorban las cantidades crecientes de CO2 que se están emitiendo puesto que, al mismo tiempo, se extiende y aumenta sin control la deforestación. En relación a forestas en regiones remotas, se menciona que, según el Instituto Mundial de Recursos, en los últimos 150 años la deforestación ha contribuido con aproximadamente 30% del aumento en las emisiones de CO2.
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También se le identifica como una fuerza “significativa” en la pérdida de genes, especies y de las funciones y servicios ofrecidos por ecosistemas críticos. Sin embargo, agrega el estudio, “en la arena de la política internacional, a la pérdida de biodiversidad y al cambio climático se les coloca como fenómenos desconectados entre sí”.63 En el informe de noaa esrl se advierte que “nunca la Tierra ha visto un aumento de CO2 tan rápido como el que se ha producido en la era humana de la energía fósil. Las tasas simplemente siguen aumentando mientras los sumideros climáticos del mundo parecen irse desvaneciendo”. En este contexto, se enfatiza que 2015: ...observó el más alto ritmo en el aumento del CO2 detectado hasta entonces. El calentamiento de la superficie de las aguas de los océanos provoca que no puedan absorber tanto CO2 como las aguas más frías. Y el récord de calentamiento oceánico durante 2015 contribuyó a esta acumulación extrema de CO2 atmosférico. Para todo 2015, la tasa de acumulación de CO2 en la atmósfera, de 3.2 pmm anual, está muy por encima del de por sí desbocado aumento del promedio anual de 2 ppm de acumulación acumulado durante la década de 2000.64
Casi en simultáneo, R. Zeebe et al., de la Universidad de Hawai, anunciaron desde Nature Geoscience que la tasa de emisiones gei es sin precedentes, la más alta registrada durante los últimos 66 millones de años.65 Esta línea de investigación agrega evidencia sólida a un sustancioso estudio de Gerardo Ceballos et al. en el que se asienta: …incontrovertible evidencia de que las tasas de extinción (de especies), en la era moderna, no tienen precedente en la historia humana y es altamente inusual en la historia de la Tierra […], la sociedad global ha empezado a destruir especies de otros organismos a una tasa que se acelera, iniciando un episodio de extinción masiva sin paralelo en 65 millones de años […] evitar una sexta extinción masiva requerirá de esfuerzos rápidos y altamente intensos para la preservación de especies que ya están en riesgo y aliviar presiones sobre sus poblaciones —notablemente la pérdida de hábitats, la sobreexplotación con fines de lucro y el cambio climático—.66
De igual manera, la investigación de Zeebe et al. les lleva a concluir que
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John Saxe-Fernández …dados los récords actuales, no tienen precedente las tasas de emisión de carbón antropogénico durante los últimos 66 millones de años. Sugerimos que tal estado “no-análogo” representa un reto fundamental en la dirección de restringir futuras proyecciones climáticas. Además, es probable que futuras rupturas del ecosistema probablemente excederán las relativamente limitadas extinciones observadas en el Máximo Termal del PaleoEoceno.67
Los registros del Laboratorio de Investigación del Sistema Terrestre de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (noaa)68 avalan esa advertencia: Gráfica 4. Reciente promedio mensual de emisiones de CO2 en Mauna Loa
Fuente: noaa, ibid.
Ante esos datos, Petteri Taalas, secretario general de la Organización Metereológica Mundial (omm), advirtió sobre “la alarmante tasa de cambio que ahora estamos presenciando en nuestro clima,
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resultado de la emisión de gei a niveles sin precedente en los registros modernos”.69 Taalas hizo un llamado urgente a cumplir los compromisos voluntarios de gei acordados en la cop21. Pero, como no hay nada vinculante sobre el papel, son promesas flexibles, por decir lo menos, a merced del viento que sople. Un estudio de la Universidad George Mason y de la American Metereological Society (ams) mostró que 96% de los meteorólogos —de más de 4 000 encuestados— creen que “el clima está cambiando”. “Dos terceras partes de las respuestas lo hicieron en el sentido de que la actividad humana, de manera total o en su mayor parte, es la causa del cambio climático y 81% aseguraron que la actividad humana es responsable de al menos la mitad del fenómeno”. Además de coincidir con notables cambios en la percepción pública de eua sobre el cambio climático y su origen antropogénico, según lo mostró una encuesta Gallup, lo ocurrido en la membresía de la ams es un evento importante, que muestra los límites de la vasta y bien financiada campaña negacionista que hasta hace poco, desde una amplia red de institutos, grupos de presión y fundaciones conservadoras —posturas insostenibles como la del derechista Instituto Heartland—, habían prevalecido en la opinión de la ams. Pero la presencia de los intereses fósiles se hace sentir en la ominosa ausencia de las cuestiones climáticas en los debates presidenciales que tuvieron lugar en eua, en 2016. En 9 de 20 debates el cambio climático estuvo ausente y de las cerca de 1 500 preguntas que se hicieron durante toda la campaña electoral, solo 22 tuvieron relación con el clima. Además, cuando los moderadores hicieron preguntas sobre el tema, lo hicieron en los debates de los demócratas: ni una sola pregunta sobre el asunto a los republicanos Cruz o Trump, ambos negacionistas de hueso colorado.70 El deterioro climático prosigue. Azota a eua y al mundo, sin importar las preferencias de los cabildos fósiles y sus cadenas de televisión. Sus impactos político-electorales no se hacen esperar, Kalhoefer informa que un grupo bipartidista de 21 alcaldes de Florida, apremiaron a las cadenas de televisión a realizar debates en Miami para preguntar a los candidatos sobre el cambio climático. En sus cartas ofrecieron tipos de preguntas que los moderadores podrían hacer: Nosotros los alcaldes abajo firmantes de toda la Florida estamos preocupados sobre el aumento en el nivel del mar y sobre el cam-
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John Saxe-Fernández bio climático, así como por los severos impactos que tiene sobre nuestras comunidades. Nos preocupa de igual manera que el cambio climático merezca tan poca atención para discutir sobre estos asuntos en los debates presidenciales. Sería una total falla de conciencia que estos temas, de grave preocupación para el pueblo de la Florida, no sean abordados durante el próximo debate [presidencial entre Hillary Clinton y Donald Trump] que se estará realizando en el estado.71
Las observaciones de los alcaldes circulaban cuando se dio a conocer un estudio liderado por James Hansen que plantea que sin restricción de gei se experimentarán alzas peligrosas en los niveles oceánicos en cuestión de décadas, no de siglos, como se había asumido. El arribo de Donald Trump a la Casa Blanca —el 20 de enero de 2017— se acompañó, desde sus primeras semanas, por una amplia gama de medidas para limitar de manera severa los presupuestos y establecer un rígido control político sobre la vasta comunidad científica que labora en distintas ramas del gobierno federal, con especial atención a los departamentos y agencias a cargo del medio ambiente, y con efecto negativo en la investigación científica y el monitoreo de las condiciones geofísicas, atmosféricas, oceánicas, del deshielo de los polos, Groenlandia y los glaciares, de biodiversidad, desertificación, salud, deforestación y emisiones de gases con efecto invernadero, entre otras. La ofensiva, con apoyo cerrado del complejo petrolero/automovilístico, basado en la máquina de combustión interna, se siente de manera intensa en los nombramientos a cargos clave en la administración federal y en la restricción de recursos, entre otros organismos, a la Agencia para la Protección del Medio Ambiente (epa, por sus siglas en inglés), el Departamento de Energía, la Administración Nacional de la Aeronáutico y el Espacio (nasa, en inglés), el Departamento del Interior (di), a cargo de la administración de la explotación de recursos naturales localizados en tierras federales, hasta los programas vinculados a asuntos ambientales con implicación militar y para la seguridad nacional del Departamento de Estado (ds), de Defensa (dd) y del Departamento de Seguridad del Suelo Patrio —dhs, traducido de manera desterritorializada como “Departamento de Seguridad Interior”—. La ofensiva contra la integridad de las labores científicas en el gobierno federal no es asunto nuevo. Ya la Union of Concerned Scientists (ucs), una de las principales organizaciones de científicos, documentó estudios de caso sobre abusos contra la ciencia
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por la interferencia política durante el gobierno de George Bush (2001-2009) con documentación de 2004-2009.72 En una síntesis de la situación actual, reflejada en iniciativas y nombramientos hechos por Trump en las primeras semanas de su mandato, la ucs advierte que: “desafortunadamente los ataques contra la integridad científica y las políticas basadas en el conocimiento científico, no son una simple nota al pie de la página”.73 Mientras se logró algún progreso durante el gobierno de Obama, los problemas continuaron, y bajo la administración Trump parecen estar empeorando. “En 2017 el Centro por la Ciencia y la Democracia (csd) comenzó a compilar nuevos registros de ataques contra la ciencia”.74 Fue James Hansen,75 en testimonio de 1988 ante el Senado de eua, uno de los primeros científicos en alertar a ese cuerpo legislativo, a la opinión pública de su país y al mundo de que el clima terrestre estaba siendo afectado por la actividad humana, en la dirección de un calentamiento climático global potencialmente catastrófico para la biota global, la especie y también la civilización humana, vinculado a la explotación y quema de combustibles fósiles por la emisión de gases con efecto invernadero (gei), el dióxido de carbono y el metano entre los principales. Se trata de un asunto que, según documentación revelada en 2015, era de pleno conocimiento de la cúpula gerencial del big oil 76 desde la década de 1970, según advertencias de sus propios cuerpos científicos y técnicos pero que, en lugar de alertar al público, se mantuvo bajo discreción corporativa,77 primero orientando su difusión a revistas especializadas de circulación limitada y luego procediendo a un sistemático asalto “negacionista” sobre la solidez de la ciencia climática, la de los científicos, y cuestionando la existencia misma del fenómeno. El tema era, y lo sigue siendo, de alta sensibilidad empresarial por su impacto en la ganancia corporativa, tratándose además de uno de los más vitales ejes de acumulación capitalista de amplia repercusión multifacética al afectar a los combustibles fósiles, eje del patrón energético estadounidense y mundial, que jugó un papel central en el espectacular ascenso hegemónico experimentado por eua desde el fin de su Guerra Civil (1865) y culminado al final de la Segunda Guerra Mundial (1945), con la correspondiente acumulación de poder político, social y cultural de la industria del carbón, el petróleo y el gas. Los estudios realizados por el sociólogo Robert Engler78 ofrecen evidencia sustancial de que los grandes monopolios privados de los combustibles
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fósiles, además de una dinámica y vasta integración vertical, muestran enorme capacidad para influir sobre la sociedad y los instrumentos de poder. Además de ser entes comerciales, son “entes de poder”, receptores de enormes subsidios y apoyos. El gobierno de eua ofrece a las grandes firmas jugosos contratos para el abastecimiento normal del Pentágono en tiempos de paz y de guerra. Durante la guerra contra Irak, grandes petroleras cargaron un sobreprecio al combustible utilizado por las tres ramas de militares y de manera destacada por la aviación y los cuerpos de movilización terrestre, tanques incluidos. Los subsidios son variados y extensos, ofreciendo concesiones y permitiendo el desarrollo de proyectos en tierras federales desde el di; financiando la exploración, extracción y transformación de petróleo, gas y carbón en ultramar, por medio del Banco Mundial —del cual el Departamento del Tesoro posee 51% de las acciones— y el Banco de Importaciones y Exportaciones; ofreciendo subsidios, créditos en impuestos, las más variadas deducciones, preferencias, apoyos multimillonarios por la depletion allowance79 —una deducción de impuestos autorizada por la ley federal por el agotamiento de los yacimientos de petróleo y gas, de las minas, la madera de bosques, los depósitos minerales o las reservas y otros depósitos naturales—. Además, el gobierno federal y/o los de los estados desregulan precios, ofrecen a las empresas extractivistas préstamos a tasas favorables con garantías y amortizaciones aceleradas, rentas y ganancias por debajo de los precios de mercado y ventajas en el pago de impuestos, así como accesos y tratos especiales a la actividad petrolera y gasera para usar recursos como el agua —central para la extracción de gas y petróleo no convencional—, así como trato especial en la aplicación de las leyes de agua y medio ambiente. Quizá por esta hiperconcentración de poder, por encima del enorme riesgo para la biosfera y para la humanidad (99%) están los intereses del 1% más rico y de los cabildos del petróleo, gas y carbón, que niegan o trivializan la encrucijada. A fin de calibrar el peso de esos intereses y de la inercia hacia el abismo, nada mejor que revisar datos referidos a inversión mundial en energía de la Agencia Internacional de Energía, París, Francia (iea, en inglés) como el Special Report: World Energy Investment Outlook, 2014 y su World Energy Outlook 2016, con la misma proyección hasta 2035. Para el periodo entre 2014 y 2035, la inversión mundial acumulada en energía se estimaba en 48 billones —millones de millones, en inglés trillions— de dólares. De esa cantidad, 40
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billones se destinan al “suministro energético” y el resto a la “eficiencia energética”. La tajada mayor de 23 billones del rubro “sumistro” va a los combustibles fósiles y 10 billones se destinan a plantas generadoras, de los que 6 billones son para las energías renovables —bajas en carbono— y un billón para la muy peligrosa nucleoelectricidad —Chernobil y Fukishima son suficientes—, además de 7 billones para la transmisión y distribución de electricidad.80 De los 8 billones en “eficiencia energética”, hacia 2035 “el 90 por ciento se invertirá en transporte, edificios y áreas potenciales para la eficiencia”.81 Como bien sintetizó Fatih Birol, economista en jefe de la aie, “hay un gran desencuentro entre las metas del cambio climático y las acciones que se toman en torno al mismo”. A pesar de esta puntual observación, levemente crítica, breve pero de inmensa importancia, el estudio revela que la racionalidad y la ética están ausentes en la estructura y dinámica que asociamos a la poderosa industria mundial del gas y del petróleo, es decir que, para el tipo de acumulación y expansión del capitalismo histórico y contemporáneo, ni el colapso climático, mucho menos el futuro de las generaciones actuales y de las que siguen, son de urgencia mayor. Predomina el aplazamiento, la inercia del business as usual. Es una inercia, una aparente y suicida falta de voluntad política absolutamente inadmisible, que es necesario revisar no como fuerza pasiva, sino como iniciativa social desplegada por los grandes intereses alrededor de la extracción y quema de los combustibles fósiles. Una “fuerza” que, precisamente, jugó un papel de peso, quizá determinante, en el ascenso de un magnate negacionista que colocó a Rex Tillerson, ex-gerente general de ExxonMóbil, al frente de la Secretaría de Estado. Es la fuerza sociopolítica del negocio fósil la que lleva a Trump a la Casa Blanca. Hoy es el comandante supremo de la principal fuerza militar convencional naval, aérea, satelital y de tropa, desplegada en unas mil bases en el planeta, esa sí ni de lejos negacionista sino preparándose desde ya para los grandes disturbios de las crecientes contingencias climáticas de dentro y fuera de eua que, dicen sus analistas, se cierne sobre los intereses capitalistas de eua y sus socios. En un revelador documento del Pentágono, se asienta que “el ejército de eua comprende la noción de ‘resiliencia’”;82 tomándola como una capacidad basada en la incuestionable premisa (the unquestionable assumption) de que el dominio global del capitalismo de eua debe ser protegido”.83
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En los poco más de dos años entre ambos estudios de la aie, los aportes de la ciencia muestran una vertiginosa aceleración del calentamiento terrestre, en la dirección de un colapso climático antropogénico, en verdad, junto a una mayor intensidad en las sequías, inundaciones, volumen de lluvias, efectos de la acidez oceánica sobre enormes cuerpos de vida coralina y la extinción de especies, entre otros. Un colapso en curso que por ser antropogénico se desenvuelve junto a fuerzas socioeconómicas del capitalismo como lo conocemos. Esas fuerzas, como insiste Noam Chomsky al referirse al Partido Republicano de eua, son una amenaza, un peligro existencial —junto a una guerra general termonuclear— para la biota global de la que es parte nuestra especie. ¿Su principal y mortífero “modus operandi”? El que se detecta en la institucionalización del aplazamiento, de la posposición de la regulación nacional e internacional vinculante, urgente y a fondo, de las emisiones de gei.
Es imprescindible acabar con el aplazamiento mortífero No es fácil. Desde los años setenta y hasta nuestros días (2018), el consumo mundial de energía creció a más del doble y más de 80% de este proviene de los combustibles fósiles. En coincidencia con su estudio anterior (2014), en su World Energy Outlook 2016, la iea estima que para mantener el suministro de energía esperado en 2035 se requerirá de una inversión acumulada de 44 billones (trillions) de dólares, con 60% —y no el 70% planteado antes— canalizado hacia la extracción y el suministro de petróleo, gas y carbón, “incluyendo lo correspondiente a plantas de generación eléctrica que usan estos combustibles, y cerca de 20% para las energías renovables. Unos 23 billones se utilizarán para mejorar la eficiencia energética”.84 Cualquier revisión comparativa del planteo de cara a los fenómenos climáticos en curso denota una lamentable pequeñez imaginativa ante una emergencia enorme. Parece que el orden de magnitud interfiere con la capacidad de imaginar la amenaza climática cuya velocidad aumenta. A esta interferencia imaginativa, Günther Anders, en sus Tesis de la era atómica, la llamó “lo supraliminal”. En relación a una conflagración nuclear terminal, advirtió que:
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Capitalismo histórico y contemporáneo (1750-presente)... …entre más grande sea el efecto posible de nuestras acciones tanto menos capaces somos de representárnoslo, de arrepentirnos o de sentir responsabilidad por él; entre más ancho es el abismo, tanto más débil es el mecanismo de frenaje […] Lo “subliminal”, el estímulo demasiado pequeño como para generar una reacción, ya ha sido reconocido por la psicología; más significante, sin embargo, aunque no haya sido visto, ni mucho menos analizado, es lo “supraliminal”, el estímulo demasiado grande como para generar una reacción, o para activar algún mecanismo de frenaje.85
Pero en lo antropogénico del colapso climático actual, como en el caso de una guerra termonuclear general, estamos ante una amenaza existencial derivada de procesos, fuerzas sociales, financieras, de formaciones sociales con sustancia e ímpetu extraídos de la acumulación capitalista. Como en la no adhesión del régimen Bush/Cheney al Tratado de Kyoto, también en y alrededor de las diferentes conferencias de las partes organizadas por la onu, operaron los mismos mecanismos institucionales a fin de desactivar toda iniciativa tendiente a la concreción de un urgente acuerdo internacional vinculante para una regulación doméstica e internacional de las emisiones de gei, con capacidad de mantener el calentamiento abajo de los 2 ºC. Debido a que los legisladores republicanos —aunque también hubo algunos demócratas— de eua advirtieron que no aprobarían ningún acuerdo vinculante en materia de regulación de gei. Solo se llegó a “arreglos voluntarios” de las partes, por lo que Hansen no dudó en calificar la cop21 de “farsa”.86 A la luz de las advertencias generadas por múltiples investigaciones, y ante la inmensidad de lo que está en juego, más que insuficiente, resulta lastimosa la evaluación de la iea, aún con el reconocimiento explícito de un curso acelerado hacia el abismo de un calentamiento de 2 ºC: “en general, los países están en camino de lograr, y aun en algunos casos exceder, muchas de las metas establecidas en sus compromisos del Acuerdo de París, suficiente para frenar las emisiones globales de CO2 proyectadas, ‘pero ni cercanamente suficiente (not nearly enough) para limitar el calentamiento a menos de 2 ºC’”.87 Desde 2015 se ha registrado una gran resistencia a cualquier regulación de la emisión de gei por parte de los sectores más poderosos vinculados a la industria del gas, el petróleo y otras ramas, también de gran influencia política, social y cultural, como
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la automovilística, de navegación y aviación —todas con motor de combustión interna—, incluyendo a los grandes contratistas bélico-industriales. El arribo de Donald Trump a la Casa Blanca, y con él la elevación del “negacionismo” del “cambio climático” a política de Estado, eleva de manera acentuada la profundización de lo que a todas luces va expresándose en un colapso climático antropogénico. La centralidad del patrón energético fósil en la génesis del sistema capitalista, desde la Revolución Industrial de mediados del siglo xviii y en el ascenso e interacción de las potencias, en tiempos de paz o de guerra, ha sido crucial. Tanto como la acumulación de evidencia dura diseminada desde las principales publicaciones científicas sobre la creciente y peligrosa aceleración e intensificación del calentamiento que acompaña a una situación que con Trump —desde un riesgoso business as usual de los tiempos de Obama— precipita a la principal potencia militar, y con ella al mundo, hacia una regresión en materia de regulación de emisiones de gei, es decir, nos traslada a una abismal e irresponsable reversión en la de por sí totalmente ineficaz regulación internacional “voluntaria”. En un estudio de Hansen con otros 18 expertos, dado a conocer poco antes de la cop21, cuando todavía el trabajo estaba bajo dictamen —y que sería finalmente publicado en 2016 por Atmospheric, Chemistry and Physics Discusions, de la Unión Geofísica de Europa—, se advierte de la aceleración en el derretimiento del hielo de Antártida y Groenlandia, del aumento en metros del nivel oceánico en marcos temporales de decenios y no de siglos, así como de súper-tormentas no experimentadas por la humanidad.88 Hansen et al. ofrecen evidencia derivada de datos paleo-climáticos, de modelos climáticos y observaciones modernas, de que un aumento de 2 ºC de calentamiento global desde la era preindustrial es de “alta peligrosidad” y advierten que: …la humanidad está extrayendo y quemando combustibles fósiles sin un entendimiento cabal de las consecuencias. Las evaluaciones científicas actuales enfatizan los efectos prácticos, como aumentos extremos de oleadas de calor, sequías, lluvias de mayor volumen, inundaciones más intensas y aumentos en los niveles oceánicos [encroaching oceans].89
La incidencia de eventos climático-atmosféricos, y de calentamiento con la acumulación de evidencia científica, en un contexto
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de lo que la comunidad científica percibe de preocupante intensificación, llevaron a que, en 2015, líderes de la política, la ciencia y la economía insistieran, en tono urgente, en que para evitar una catástrofe climática de orden mayor, tres cuartas partes de las reservas de combustibles fósiles debían permanecer bajo tierra, todo en medio de la sordera/sabotaje de las grandes petroleras/ gaseras/automovilísticas, en pos del tesorito en el subsuelo, valorado entre 19 y 25 billones (trillions) de dólares, y del irrefrenable aumento de un manifiesto e inmenso desequilibrio energético por la acumulación de las emisiones de gei. Un desequilibrio que hizo volver la mirada a la noción de “ruptura metabólica”, teorizada por Karl Marx como una fractura entre la sociedad capitalista y la Tierra.90 Ese desequilibrio fue abordado por Hansen en una síntesis de investigaciones de frontera sobre el calentamiento global, en apoyo a una demanda planteada ante una Corte de Distrito en Oregón, eua, para que el gobierno federal aplique una gama de acciones —y cancele otras— a fin de frenar a la brevedad la emisión de gei que ponen en serio riesgo la vida de quienes hoy son niños, de las generaciones futuras y que amenazan con la extinción masiva de otras especies y el funcionamiento mismo de la civilización humana que, como advierte Hansen, tiene sustento y requiere de líneas costeras estables y constantes. El gobierno y poderosos cabildos, como el American Petroleum Institute, vocero de las grandes corporaciones del petróleo y el gas, y la influyente Asociación Nacional de Manufacturas, abogaron por la anulación de la demanda, petición rechazada en resolución histórica por el juez Thomas M. Coffin a cargo del juicio. Algo para celebrar, en medio del empeoramiento climático manifiesto en un grave desequilibrio de energía de la Tierra, un quebrantamiento metabólico entre el orden social prevaleciente y un planeta que impone límites a lo que ya es una acumulación capitalista de consecuencias catastróficas. Hansen indicó a la Corte, entre otros puntos de gran relevancia, que el desequilibrio de energía es de cerca de 0.6 watts por metro cuadrado, como promedio para el planeta. Hansen fue didáctico al explicar ese orden de magnitud: No sé si esto da una idea a la Corte sobre la escala de lo que está ocurriendo. Puedo decir que el exceso de energía es de 300 billones [trillions] de joules por segundo. Pero esa inmensidad puede ser insuficientemente evocativa. Resultaría igualmente válido
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John Saxe-Fernández decir que el desequilibrio de energía de la Tierra sería el equivalente a explotar diariamente más de 400 000 bombas atómicas como la lanzada sobre Hiroshima, los 365 días del año. Esa es la cantidad de energía extra que la Tierra obtiene cada día por nuestro uso de la atmósfera como basurero de nuestros desechos de gases con efecto invernadero [carbon pollution].91
Un estudio de importancia mayor sobre el aumento de los niveles de los océanos del mundo por efecto del calentamiento global, que se acelera, realizado por 16 científicos liderados por Hansen, también fue sintetizado a la Corte: […] lamento decir que las pérdidas de masa de hielo de Groenlandia, Antártida Occidental y partes de Antártida están aumentando de manera no-lineal […] Estimamos que el crecimiento en la tasa de pérdida de hielo en Groenlandia disminuirá […] pero por la amplificación de la retroalimentación [feedback] […] pensamos que es probable que si los gei no son reducidos rápidamente, la pérdida de hielo en la Antártida continuará aumentando exponencialmente, lo que exige urgente acción nacional e internacional para abatir los gei. La desintegración completa del glaciar Totten en la Antártida Este podría aumentar los niveles oceánicos entre seis y siete metros; el del hielo del glaciar Cook en Antártida Este agregaría entre tres y cuatro metros, y el hielo en la Antártida Occidental en los glaciares del Mar Amundsen tienen el potencial de aumentar el nivel del mar entre tres y cuatro metros.92
El colapso climático de esas cifras se enlaza con la ominosa inercia de las corporaciones (business as usual), manifiesta en la venta récord de camionetas suv, camiones ligeros y minivans de alto consumo. Solo en 2015, a los más de 270 millones de vehículos en eua se agregaron 17.5 millones, gracias a la costosa promoción —15 000 millones de dólares—, préstamos a bajo interés y precio de gasolina a la baja. Con la permanencia de la máquina de combustión interna para transportar pasajeros y carga —vía terrestre, aérea y marítima— seguirá la acumulación de gei en la atmósfera emitidos por los más de 1 200 millones de autos del mundo, más los gei por la generación eléctrica. Como vamos, para 2035 circularán ¡2 000 millones de vehículos en las calles y carreteras del orbe! La inercia tras la ganancia lleva al “fin del capitalismo tal y como lo conocemos”. ¿Será el aumento exponencial de la ruptura metabólica, día a día más perceptible para fuerzas sociales en la
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dirección de otra relación sociedad/natura? La pregunta importa por lo fluido del acontecer en esta materia vital, en el que nos faltan vías y dimensiones esperanzadoras.93 Pero, como sintetizó Michael Löwy, en nuestro predicamento: No hay base para el optimismo: las élites gobernantes atrincheradas en el sistema son increíblemente poderosas, y las fuerzas de una oposición radical todavía son pequeñas. Pero estas son la única esperanza de que el curso catastrófico del “crecimiento” capitalista pueda ser detenido. Walter Benjamin definió las revoluciones no como la locomotora de la historia sino más bien como una humanidad buscando los frenos de emergencia antes de que el tren se desplome en el abismo.94
Notas 1 Samir Amin, “La trayectoria del capitalismo histórico y la vocación tricontinental del marxismo” (traducción de Salvador Aguilar), en Instituto de Ciencia Social Crítica. Biblioteca Virtual omegalfa (s/f), recuperado de . El artículo fue publicado originalmente en Monthly Review, vol. 62, núm. 9, febrero de 2011. 2 Samir Amin, Accumulation on a World Scale: A Critique of the Theory of Underdevelopment, 2 vols., Nueva York, Monthly Review Press, 1974; y Samir Amin, Imperialism and Unequal Development, Nueva York, Monthly Review Press, 1977. 3 Samir Amin, op. cit. p. 1, las cursivas son mías. 4 Ibid. 5 Ibid. 6 Ibid. 7 Jason W. Moore, Anthropocene or Capitalocene? Nature, History, and the Crisis of Capitalism, Oaklan, California, pm Press, 2016. 8 John Saxe-Fernández, “Ciclos industrializadores y desindustrializadores. Una lectura desde Hamilton”, en Nueva Sociedad, núm. 158, noviembrediciembre de 1998, recuperado de . 9 Samir Amin, “La trayectoria del capitalismo histórico y la vocación tricontinental del marxismo”. Op. cit. Amin recuerda que “[en mis] análisis del capitalismo histórico subrayé, en particular, una tercera dimensión del carácter destructivo de la acumulación: la desposesión material y cultural de los pueblos dominados de la periferia que, de alguna manera, Marx paso por alto. El motivo fue, sin duda, que en el breve periodo en el que Marx estaba produciendo sus estudios, Europa parecía dedicada casi en exclusiva a las exigencias de la acumulación interna. Marx, en consecuencia, relegó esa variante de la desposesión a una fase temporal de ‘acumulación primitiva’ que, según mi descripción, por el contrario, es permanente.”
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John Saxe-Fernández 10 G. Marland, T.A. Boden, y R.J. Andres. “Global, Regional and National FossilFuel CO2 Emissions”, en Carbon Dioxide Information Analysis Center (s/f), recuperado de , citado por Andreas Malm, Fossil Capital: The Rise of Steam Power and the Roots of Global Warming, Londres, Verso, 2016, pp. 13 y 402, las cursivas son del autor. 11 Ibid. 12 Elmar Altvater, El fin del capitalismo tal y como lo conocemos, Madrid, El Viejo Topo, 2012. 13 Ibid., p. 17, cursivas del autor. 14 Ibid., cursivas del autor. 15 Investigación reciente indica presencia humana desde el Último Máximo Glacial, hace 24 000 años. Véase Lauriane Bourgeon, Ariane Burke, Thomas Higham. “Earliest Human Presence in North America Dated to the Last Glacial Maximum: New Radiocarbon Dates from Bluefish Caves, Canada”, en Plos One, 6 de enero de 2017, recuperado de . 16 Howard Zinn, La otra historia de los Estados Unidos, México, Siglo xxi: 1999. Gilbert Mercier, “Celebrating the Genocide of Native Americans”, en Counter-Punch, 26 de noviembre de 2014, recuperado de . 17 Washington Blog. “America Has Been at War 93% of the Time –222 out of 239 Years– Since 1776”, en Global Research, 1 de enero de 2017, recuperado de . 18 Ramiro Guerra, La expansión territorial de Estados Unidos: a expensas de España y las naciones hispanoamericanas, La Habana, Cuba, Ciencias Sociales, 1975. Gastón García Cantú, Las invasiones norteamericanas en México, México, Era, 1971. 19 “Los Pinos” es el nombre de la residencia presidencial en México. 20 Jaime Cárdenas (coord.), La reforma energética. Análisis y consecuencias, México, unam/Tirant lo Blanch, 2015. Steve Coll, Private Empire: Exxon Mobil and American Power, Nueva York, Penguin Books, 2013. 21 Paul Baran y Paul Sweezy, El capital monopolista: ensayo sobre el orden económico y social de Estados Unidos, México, Siglo xxi, 1988. 22 John Bellamy Foster y Fred Magdoff, La gran crisis financiera: causas y consecuencias, México, Fondo de Cultura Económica, 2009. 23 Istvan Meszáros, Structural Crisis of Capital, Nueva York, Monthly Review Press, 2009, p. 23. 24 Giovani Arrighi, “Toward a Theory of Capitalist Crisis”, en New Left Review, núm. 111, septiembre-octubre de 1978, recuperado de . 25 Samir Amin, “La trayectoria del capitalismo histórico y la vocación tricontinental del marxismo”, op. cit. 26 Ibid., pp. 5-6. 27 John Saxe-Fernández, “Bush contra Cuba”, en La Jornada, 3 de febrero de 2005, recuperado de . 28 Gregorio Selser, La violación de los derechos humanos en Estados Unidos, México, Universidad Autónoma de Sinaloa, 1993.
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Capitalismo histórico y contemporáneo (1750-presente)... 29 Alba Izado León Hernández, “When Cooperation and Intervention Meet: Sovereignty in the Mexico-United States Relationship”, en Amsterdam Law Forum, vol. 3, núm. 4, 2011, recuperado de . 30 911-Research, “An Attempt to Uncover the Truth About September 11th, 2001”, en 911-Research, recuperado de . 31 Manuel Bartlett Díaz, “¿Vivir bajo un poder militar?”, en El Universal, 15 de diciembre de 2016, recuperado de . 32 Paul Sweezy, “The Triumph of Financial Capital”, en Monthly Review, vol. 46, núm. 2, junio de 1994, recuperado de . 33 Samir Amir, “El capitalismo senil”, Giselle Sarracino (trad.), en Biblioteca Virtual omegalfa (s/f), recuperado de . cre, Tabla de permisos de generación e importación de energía eléctrica, administrados al 30 de junio de 2016, México, cre,
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Las energías limpias como alternativa al colapso climático antropogénico* César Daniel Diego Chimal **
La crisis del sistema capitalista a la que hoy se enfrenta la humanidad pone en un predicamento al actual modelo de reproducción y acumulación del capital pero, además, la existencia misma de la especie humana y la biota global. El objetivo de este trabajo se centra en analizar a las energías limpias como una alternativa a los efectos provocados por el colapso climático antropogénico (cca),1 asimismo, busca examinar si la generación y consumo de estas sería suficiente para terminar dicha problemática de raíz.
La potencialidad de las energías limpias Aun cuando los combustibles fósiles son la energía predominante a nivel mundial, es notorio el desarrollo en los últimos años de * Trabajo elaborado en el marco del proyecto papiit in301415 “Crisis, geopolítica y geoeconomía del capital. Hacia una sociología política del cambio climático y la explotación de fósiles no convencionales en Estados Unidos: lecciones para América Latina”, apoyado por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico (dgapa) de la unam. Agradezco a la dgapa la beca recibida. ** Licenciado en relaciones internacionales por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la unam. Se ha desempeñado como asistente de investigación en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la unam. Realizó una estancia de investigación en la Universidad Nacional de Quilmes, Argentina. Ganador en 2017 de la xv edición del Premio “Pensar a contracorriente”, organizado en La Habana, Cuba, por el Ministerio de Cultura de Cuba, el Instituto Cubano del Libro, la Red en Defensa de la Humanidad y la Editorial Nuevo Milenio.
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nuevas fuentes energéticas “limpias”. Ante el agotamiento de recursos, el aumento en los precios y las “externalidades negativas” cada vez más palpables, las alternativas para transitar hacia otras formas de alimentar la industria, el transporte y el consumo de las poblaciones, son de carácter urgente. En este sentido, en primera instancia es necesario observar en qué medida se consumen los combustibles fósiles en el país que ha sido presentado como el mayor contaminante de la historia, Estados Unidos de América (eua). Para ello, la gráfica que se muestra a continuación muestra la matriz de producción energética de este país para determinar cuáles son sus principales fuentes. Como podrá observarse, el petróleo, el gas natural y el carbón son las fuentes primarias, pero la generación de energía limpia se ha incrementado a un ritmo sostenido, mientras las anteriores podrían reducir su contribución por la escasez propia de los recursos. Gráfica 1
Fuente: Energy Information Administration (eia), Monthly Energy Review, marzo de 2016, recuperado de .
Es necesario aclarar que ninguna energía es 100% de producción limpia, es decir, que no existe una que no emita gases de efecto invernadero (gei), principal causa del calentamiento global. Ya sea de forma directa en la producción de la energía o de manera indirecta en los procesos que permiten transformar en energía
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la fuente primaria, cada una de ellas emite un mayor o menor porcentaje de dichos gases. Sin embargo, es necesario ubicar que su uso se circunscribe a dinámicas de poder que ejercen grupos de presión o lobbies de acuerdo a sus propios intereses y negocios. En otras palabras, el hecho de que una energía sea considerada como viable para su producción no solo responde a sus capacidades, costos, eficiencia o beneficios, sino al complejo entramado de relaciones de quiénes se ven beneficiados de su aprovechamiento. Es por esta razón que, aunque se retoma de la Energy Information Administration (eia) y del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (ipcc por sus siglas en inglés) algunas de las opciones que son consideradas como fuentes limpias, por la menor emisión de gei frente a los combustibles fósiles, no se puede dejar de analizar, con especial cuidado, algunas de ellas que en realidad no representan una salida viable al cca, y que incluso pueden llegan a tener manifestaciones más perjudiciales para la vida. Entonces ¿qué ocurre con las principales fuentes de energía limpia? Es necesario hacer el cuestionamiento de si estas podrían ser una alternativa real a las graves afectaciones provocadas por el cca. En eua, varios estados cuentan con una gran capacidad de producción para generar energías limpias, mismas que se impulsaron durante la administración de Barack Obama. Durante su mandato se ofrecieron estímulos fiscales y una gran inversión gubernamental con el fin de apoyar la construcción de infraestructura y el desarrollo tecnológico que permitiera un mayor aprovechamiento. Gracias a ello, se logró hacer de eua el segundo productor de energías limpias en el ámbito internacional. Entrando en materia, la primera fuente es la energía geotérmica, que produce 0.4% de la energía total que consume ese país. Según datos de la eia, la capacidad geotérmica asciende a 2 530 megavatios y se concentra en los estados de California, Idaho, Nevada, Nuevo México, Utah, Oregón y Hawaii. Su beneficio al medio ambiente es notable ya que, al no utilizar otro combustible para su producción, solo emite el 1% de emisiones de dióxido de carbono (CO2) en relación con la industria fósil.2 En 2005, por su rentabilidad, se eliminaron las restricciones para establecer plantas geotérmicas en terrenos federales. El siguiente caso es el de la energía generada por biomasa, cuya producción actual representa 1.6% de la energía total consumida. Sin embargo, según datos de la Union of Concerned Scientists, de ser aprovechada correctamente, la biomasa podría
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generar en 2030 hasta 19% del total de la energía, sin la necesidad de ampliar la huella de agricultura en el país.3 La problemática reside en que aún no existe la industria necesaria para la producción de esta energía y que la mayoría de los desechos de la agricultura no tienen un correcto tratamiento y se desperdician. En otro punto se encuentra la energía eólica. Una industria que se ha desarrollado ampliamente en el país, generando una producción de 4.7% del total nacional y siendo una gran fuente de empleos en los estados con mayor capacidad de generación como Iowa (31%), Dakota del Sur (25%), Kansas (24%) y Dakota del Norte (18%).4 Sin embargo, la potencialidad de otros estados, como Texas o California, aún no ha sido aprovechada; de hacerlo, generaría anualmente más de 10 000 megavatios de producción en cada uno de estos estados. Es necesario subrayar que, según Georgetown Climate Center, en el periodo de 1999 a 2015 la producción de energía eólica se incrementó hasta en 577% generando unos 88 000 empleos relacionados con esta industria.5 Por último, se retoma el caso de la energía nuclear, catalogada por las instituciones antes mencionadas como una energía limpia, pero que en realidad no lo es, y que además representa un grave peligro para la población mundial por sus graves efectos a la salud. Este singular caso da pie a mencionar que dentro del sistema económico imperante no es posible una ruta que garantice la continuidad de la vida, ya que los grandes capitales buscan a toda costa una salida a la crisis que han provocado dentro de los propios márgenes de sobreexplotación y ganancia. De acuerdo con Helen Caldicott, la energía nuclear invierte hasta 200 millones de dólares anuales en propaganda con la finalidad de ser catalogada como una alternativa al cca.6 Gracias a los intereses detrás de esta fuente energética, se logra generar hasta 8.5% del total de la producida en el país. Pese a la capacidad de generación de esta fuente, es necesario considerar las graves afectaciones mostradas en desastres nucleares como Three Mile Island, eua, en 1979, Chernóbil, Ucrania, en 1986, y Fukushima, Japón, en 2011; cada evento de mayores proporciones que el anterior y con un mayor rango de afectación.7 A los efectos evidentes ocasionados por dichos desastres —que provocaron la muerte de cientos de personas y que hasta la fecha tienen repercusiones provocando enfermedades como cáncer o malformaciones congénitas—, se pueden sumar otros más allá de las fronteras territoriales de estos países. A partir de ellos se intoxicaron cultivos que servían de alimento para el ganado y que
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en última instancia provocó la contaminación de miles de litros de leche no aptos para el consumo humano. Además, se deben tomar en cuenta los efectos nocivos a la salud sufridos por las poblaciones circundantes, y provocados por el simple funcionamiento de una planta nuclear, como ocurrió en Laguna Verde, México. Si además se considera lo que Martínez Negrete menciona sobre la sustitución completa de termoeléctricas por centrales nucleares el resultado no es alentador; “la sustitución completa […] eliminaría apenas el 20% de la emisión total de CO2 a la atmósfera (que es el porcentaje de este gas producido por las termoeléctricas), y afectaría apenas el 6% de los usos totales de los hidrocarburos”.8 Un estudio realizado por Öko Institut en Alemania, revela que una central nuclear de tamaño estándar genera 250 000 toneladas de gei por año, por la emisión de CO2 y otros gases equivalentes9 que se producen desde el enriquecimiento del uranio para poner en marcha la central hasta el funciona-miento de la misma. Es por eso que, desde 1996, en Estados Unidos no se ha aprobado ningún nuevo proyecto para la construcción de este tipo de plantas, pese a las facilidades fiscales que se han establecido para ello: de acuerdo con la Ley de Política Energética de 2005, se propician las garantías de préstamo de hasta 80% del costo del proyecto y un crédito fiscal a la producción de 1.8 centavos de dólar por kilovatio hora (kw/hr) para 2020.10 Como indica Helen Caldicott, la energía nuclear no es la respuesta a la debacle medioambiental; por el contrario, podría ocasionar mayores afectaciones. Para la investigadora australiana, la energía nuclear es una energía dura que pretende amortiguar el golpe ocasionado por los combustibles fósiles, pero que no repercute en otro tipo de relación con la naturaleza. Por el contrario, una energía limpia que permitirá alcanzar otro tipo de sociedad y que ofrecerá la posibilidad de frenar el colapso en curso, será la energía solar. Un postulado defendido por Martínez Negrete, quien llama a no implantar la energía nuclear en países con una amplia capacidad solar. La producción de energía solar creció desde 2008 cerca de 17 veces, generando 30 gigavatios, que se traducen en la capacidad de alimentar a 5.7 millones de hogares en eua. Los paneles solares redujeron su costo hasta en 60% y el costo de montar un sistema eléctrico alimentado por el sol hasta 50%.11 Lo anterior también se ha visto reflejado en una mayor inversión por parte del sector privado, destacando en este ramo Pan American Finan-
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ce, que ha buscado invertir recursos en otros países de América Latina y Europa. Aun cuando la capacidad de la energía solar no ha sido explotada por completo, su potencialidad es evidente. En un periodo de 6 años, de 2009 a 2015, se incrementó en 10 veces, mientras que si la comparación se extiende de 2002 a 2015, el incremento es de 100 veces. Además, se debe considerar que la potencialidad de la energía solar es mayor que la de otras energías limpias y la de los combustibles fósiles provenientes de recursos finitos. Mientras que la capacidad de la energía solar es de 23 000 teravatios por año, la de recursos como el gas natural es de 215 teravatios, la del petróleo es de 240 teravatios y la del carbón de 900 teravatios en el mismo lapso. Lo anterior le valió para que, en 2015, la industria de generación de energía solar creciera 12 veces más rápido que la economía estadounidense en su conjunto.12 Otro rasgo es que, según cifras de la Agencia Internacional de Energías Renovables, en 2015 diversas industrias de energías limpias empleaban a 6.7 millones de personas.13 Ese mismo año, las industrias petroleras en eua redujeron su plantilla laboral en 18%, mientras que las industrias de energías limpias la aumentaron en 6%. Esto dio paso a que, en ese entonces, la industria solar empleara por primera vez en la historia a más personas que la de combustibles fósiles, 209 000 empleos de la industria solar, frente a 187 000 puestos de trabajo ocupados por los fósiles.14 Una posible transición energética en eua no solo sería posible, sino que su costo sería menor al de mantener al actual modelo energético. De acuerdo con datos de la Autoridad de Energía Solar de los eua, el costo promedio de instalación de un sistema de energía eléctrico alimentado por el sol sería de aproximadamente 30 000 dólares. Sin embargo, los subsidios que otorga el gobierno y las empresas bajan el costo hasta los 18 000 dólares. Dicha cantidad ya incluye el costo de los componentes —panel solar, controlador, baterías y conversor—, además de la instalación y conexión a una red eléctrica, que posibilitaría la venta de este tipo de energía. Según las horas promedio que es aprovechable la energía solar en diferentes lugares —como Seattle, Chicago y Pittsburgh, donde se puede utilizar por tres horas, hasta Arizona, donde es aprovechable por siete horas al día—, el costo de vatio generado rondaría los 5 o 6 dólares. El incentivo, además de los subsidios, es que en 20 años el sistema estaría pagado por completo y se generaría energía suficiente para vender el excedente al sistema eléctrico.15
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Gráfica 2
Fuente: Zachary Shahan, 10 Solar Energy Facts & Charts You (& Everyone) Should Know, Clean Technica, EUA, 17 de agosto de 2016, recuperado de .
Si pensamos en el costo de una transición energética tomando como referencia el último censo de 2010, realizado por el United States Census Bureau, hay 300.8 millones de habitantes estadounidenses que viven en 116.7 millones de hogares16. El costo aproximado sería de poco más de 2 billones de dólares por hacer que todos los hogares de los eua se alimentaran con energía solar. En contraste, “la guerra en Irak tuvo un costo de 1.7 billones de dólares para eua, además de 490 000 millones de dólares adicionales en beneficios a veteranos de guerra. La cifra podría incrementarse a más de 6 billones de dólares en las próximas cuatro décadas debido a intereses [sobre los préstamos]”.17 Las cifras demuestran que el interés político que está ligado a la clase fósil puede pasar por alto el deterioro ambiental y la mayor eficiencia
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energética que tienen las energías limpias, especialmente la solar. Estas no solo son benéficas para el medio ambiente, sino que su costo de generación es menor. Cuadro 1 Costo de la transición energética Número promedio Costo promedio de sistema de hogares energético solar
116 700 000
18 000
Total
2 100 600 000 000
Fuente: elaboración propia con datos de United States Census Bureau y Solar Power Authority.
Cuadro 2
Tipo de planta de energía
Costo $/kW–hr
Nuclear Eólica Solar PV Solar-termal Geotérmica Biomasa Hídrica
$0.095 $0.07-0.20 $0.125 $0.24 $0.05 $0.10 $0.08
Fuente: elaboración propia con información de US Energy Information Administration, .
En comparación, el New Hampshire Department of Environmental Services detalla que la producción de un kw/hr con carbón tiene el costo directo de 3.14 centavos de dólar referente al costo de la infraestructura, el trabajo y la materia que se necesita. Sin embargo, el costo indirecto, que incorpora costos del clima y repercusiones a la salud, provoca el aumento del precio hasta 10.29 centavos de dólar por kw/hr.18 En lo que respecta al petróleo como generador de energía eléctrica, el costo promedio es de 10 centavos de dólar por kw/hr según el Departamento de Energía de los eua, a lo que habría que sumar los costos indirectos que se generan por la explotación de combustibles fósiles.19
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Pese a ello, los intereses de clase ligados a los combustibles fósiles han impedido cualquier intento de transición a las energías limpias. Un ejemplo de ello son los enormes subsidios que reciben para seguir incentivando su uso. El Fondo Monetario Internacional publicó un informe en 2015 en el que mostraba la elevada cifra de subsidios, de acuerdo a los impuestos que no son cobrados a las empresas de combustibles fósiles. Con base en los datos presentados, se estima que en 2013 la cifra ascendió a 4.3 billones de dólares, lo que equivale a 6.5% del pib mundial y que en 2015 fue de 5.3 billones de dólares, mismo porcentaje del pib.20 Lo anterior se traduce en que cada minuto la industria fósil recibe un subsidio de 10 millones de dólares.21
Las energías limpias en el mundo La producción y el consumo de energías limpias están relacionados con la inversión que los Estados realizan en la investigación para su generación y la construcción de la infraestructura necesaria. En este punto, llama la atención que, aunque eua se encuentra como el segundo país con mayor inversión en este campo —60 000 millones de dólares—, no está en la ruta para competir con el mayor inversor de las energías limpias. En contrapartida, China casi ha duplicado la cifra, invirtiendo 103 000 millones de dólares para convertirse en la nación con mayores aspiraciones y objetivos en este rubro. Además, eua es seguido de cerca por países como Reino Unido con 28 000 millones de dólares, Japón con 18 000 millones de dólares, Alemania con 17 000 millones de dólares y Canadá con 2 000 millones de dólares.22 Un punto fundamental para posicionar a las energías limpias es que estas abaraten sus costos para hacerlas competitivas frentes a los combustibles fósiles. No obstante, la principal dificultad son los grandes subsidios, directos e indirectos, que recibe la industria fósil y que ya se han expuesto. Es por ello que la apuesta por incrementar la producción de las energías limpias ha demostrado positivamente que sus costos pueden decrecer. “La Agencia Internacional de Energías Renovables estima que los proyectos entre 2015 y 2025 podrían abaratar la energía eólica hasta en 35% y la energía solar hasta en 57%”.23 La posibilidad de reducir los costos y de aprovechar las energías limpias en otros medios de transporte puede notarse en los
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trenes de alta velocidad de Europa o Asia, y más específicamente los de China. A continuación se presentan los cinco trenes de mayor longitud y velocidad en ese país. Cuadro 3 ecorrido del tren Longitud del Velocidad R recorrido promedio
Comparación del precio (en dólares)
Beijing-Shenzhen 2 203 km 275 k/h HSR Beijing-Harbin 1 700 km 216 k/h HSR Beijing-Shanghai 1 318 km 299 k/h HSR Wuhan-Guangzhou 968 km 265 k/h HSR Harbin–Dalian 904 km 258 k/h HSR
Costo Costo Costo Costo Costo Costo Costo Costo Costo Costo
del viaje en avión del viaje en avión del viaje en avión del viaje en avión del viaje en avión
141 301 87 175 83 193 75 145 65 100
Fuente: elaboración propia con datos de China Highlights.
En total, China supera los 20 000 kilómetros en líneas de trenes de alta velocidad,24 y cuenta con casi 100 000 kilómetros de líneas férreas. Ubicándose en segundo lugar en el ámbito mundial, solo detrás de eua, quienes cuentan con 250 000 kilómetros de red ferrocarrilera —80% destinada a transporte de carga— pero cuyas proyecciones se encuentran por debajo de lo estimado por los chinos.25 eua tiene como proyección a 2050 construir 27 000 kilómetros de vías para trenes de alta velocidad, mientras tanto, los chinos buscan aumentar su red ferroviaria en general para llegar a los 270 000 kilómetros en el mismo año. Si bien se trata de proyecciones a futuro, el trazado y los esfuerzos dan muestra del interés de uno por crear una mayor infraestructura y el rezago por parte del otro. En el mismo tenor, China tiene como propósito invertir 360 000 millones de dólares en energías limpias para 2020.26 Según Bloomberg New Energy Finance, China invirtió en 2015 más de 100 000 millones de dólares en energía eólica, solar e hidroeléctrica. Esto ha consolidado su liderazgo en la generación de energías limpias y, de acuerdo con el subdirector de la Administración Nacional de Energía, Li Yangzhe, “La energía renovable será el pilar
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para la transición estructural energética de China”. Su avance ha llevado a que los proyectos traspasen sus fronteras, invirtiendo en la fabricación de baterías de litio en Australia y Chile, la distribución de energía eléctrica en Brasil y la construcción de una fábrica de células solares en Vietnam.27 La tendencia se mantiene en otros países, en India, por ejemplo, la industria solar produjo, durante 2015, 103 000 empleos directos, lo que ha motivado a las universidades a desarrollar programas de estudios relacionados con este ámbito. Se prevé que, para 2020, la industria solar emplee a 1.1 millones de personas.28 “La India prevé que, para 2027, 57% de la energía producida será de fuentes limpias, su objetivo es generar 275 gigavatios de energías renovables totales, además de 72 gigavatios de hidroenergía y 15 gigavatios de energía nuclear. Casi 100 gigavatios vendrían de “otras fuentes de emisión cero”.29 De acuerdo con datos del Ministerio de Nuevas Energías Renovables de India —cuya existencia muestra la importancia del tema en este país—, entre 2015 y 2016 la capacidad de energía limpia se incrementó en 3 019 megavatios. Además, con el programa Solar Pump, se han instalado, desde 1991, 31 472 paneles solares en todo el país.30 Dichas cifras colocan a la India como una potencia regional en energías limpias; su gobierno ya ha indicado que la energía solar será su foco de atención durante varios años. La actual administración espera tener una capacidad operativa solar de 100 gigavatios en marzo de 2022. El principal reto está en cumplir las metas anuales, que cada vez son más ambiciosas; tan solo en abril de 2016 se esperaba añadir 12 gigavatios a la producción al finalizar el año, pero concluyeron con un incremento de 17 gigavatios.31 En Canadá, la generación de energía hidroeléctrica, eólica y solar espera generar 90% de la energía que se consuma al interior del territorio para 2030.32 En la actualidad, 65% de la energía que se consume localmente proviene de fuentes limpias. Para 2025, la energía solar aumentará hasta tres veces su capacidad.33 No obstante, para Canadá, la generación de energía eólica es la que tiene una mayor potencialidad. Al 31 de diciembre de 2014, Canadá tenía más de 5 130 turbinas eólicas, que operan en 225 parques eólicos, con una capacidad total instalada de 9 694 megavatios, en comparación con solo 60 aerogeneradores, 8 parques eólicos y 27 megavatios en 1998. Los líderes provinciales de capacidad de energía eólica son Ontario, Quebec y Alberta.34
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Una de las mayores apuestas de Canadá es la generación de biocombustibles, incluso ha creado programas de incentivos para ello. El gobierno canadiense ha invertido 1 500 millones de dólares en este rubro en 9 años.35
¿Son las energías limpias la solución al colapso climático antropogénico? Aun si el día de hoy todas las industrias dejaran de arrojar a la atmósfera dióxido de carbono (CO2), metano (CH4), óxido nitroso (N2O) y los clorofluorocarburos o halocarbonos (cfc), lo ya emitido seguiría generando efectos durante varias décadas más. Esto porque dichos gases tienen un tiempo de vida en la atmósfera, que va desde los 12 años del metano, hasta los 114 años que dura en promedio el óxido nitroso. Por su parte, el dióxido de carbono, que es el gas de efecto invernadero más abundante, tiene un tiempo de vida de entre 20 y 200 años, ya que entre 65% y 80% se disuelve en el mar, pero su proceso no es constante.36 La gráfica 3 muestra una proyección que el ipcc tiene respecto al incremento de la temperatura, con relación a las medidas que se tomen o se dejen de lado por los Estados —que involucra a las empresas y la sociedad— frente al problema. La realidad es algo desalentadora, de los tres posibles escenarios, dos superan la barrera de los 2 ºC, casi a la mitad siglo xxi y solo uno se mantiene apenas por debajo de ella. El escenario dos, el más perjudicial, se tiene previsto en caso de intensificar el modo actual de consumo. Se representa un incremento en la población de las clases altas y medias, en los centros y las periferias, aunado a la producción industrial sin control, además de nuevos procesos de extracción de recursos altamente dañinos para el medio ambiente como la minería a cielo abierto o el fracking. El escenario tres representa el mantenimiento del actual modo de producción capitalista, el consumo de energía, la explotación de combustibles fósiles y una sociedad de alto consumo. Como se observa, ambos escenarios se cruzan, prácticamente en el mismo año, en la barrera de los 2 ºC. Por último, el escenario uno responde a una baja en el consumo de energía, principalmente por el uso de fuentes renovables y limpias, que permitirían no rebasar —por lo menos en el siglo xxi— los 2 °C. Esto contesta a la primera interrogante de forma
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Gráfica 3
Fuente: IPCC, “Mean Global Temperature, historical and Projected”, en How a 2° C Temperature Increase Could Change the Planet, CBC News, EUA, recuperado de .
afirmativa, ya que comprueba que el uso y la producción de energía, proveniente de fuentes limpias, podría retrasar el cca, y con ello sus efectos. Sin embargo, de continuar la prospección del estudio a un mayor número de años, la demanda de energía podría superar esa misma barrera de temperatura. Ante los posibles escenarios, es necesario tomar medidas que frenen y reviertan el cca al que se enfrenta la humanidad. Los puntos de irreversibilidad están cada vez más próximos y de no existir medidas vinculantes para frenar la contaminación, la crisis podría ser irremediable. Al respecto, John Saxe-Fernández indica
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que “si no se inicia ya la descarbonización de la economía hay un riesgo de 1 en 10 de llegar a 6 ºC en 2100. Sería igual a estar en medio de 10 000 accidentes aéreos diarios, a nivel mundial”.37
Conclusiones. ¿Energía para qué? En 1992, durante la Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, en Río de Janeiro, Fidel Castro, denunciaba lo hechos: Es necesario señalar que las sociedades de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente. Ellas nacieron de las antiguas metrópolis coloniales y de políticas imperiales que, a su vez, engendraron el atraso y la pobreza que hoy azotan a la inmensa mayoría de la humanidad. Con solo el 20 por ciento de la población mundial, ellas consumen las dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo. Han envenenado los mares y ríos, han contaminado el aire, han debilitado y perforado la capa de ozono, han saturado la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas con efectos catastróficos que ya empezamos a padecer.38
Un cuarto de siglo más tarde, el discurso pronunciado por el líder de la Revolución Cubana sigue vigente, pese a ello, las medidas para hacerle frente siguen ausentes. Dicha situación conlleva a pensar que desde que el ser humano nace hasta que muere utiliza energía. La primera cuestión es matizar que no todos consumen la misma cantidad, pues como se ha expresado, también se trata de un problema de clase, donde no es posible medir solo el consumo per cápita de un país sin tomar en cuenta la profunda desigualdad que existe en él.39 Sin embargo, cuando se hace referencia a las sociedades industriales, aun tomando en cuenta la diferencia entre centro y periferia, su demanda de energía y recursos repercute en las grandes emisiones de gei que son generados para satisfacerlas. En un sistema cerrado de combustibles fósiles finitos, con recursos limitados, no es posible mantener el consumo que el capitalismo ha impuesto como patrón en las sociedades. Lo anterior da pie al cuestionamiento sobre si la transición energética sería suficiente para revertir el problema. La situación es mucho más profunda, pues depende de cambiar los patrones de
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consumo de las sociedades capitalistas, cuya demanda de energía es insostenible pese a que pueda provenir de otras fuentes. La condicionalidad capitalista de hiperconsumo, tratada por autores como Gilles Lipovetsky y su análisis de las sociedades altamente industrializadas, hace pensar que el ritmo en que se demanda energía y materias primas no puede mantenerse indefinidamente. Por ello, la interrogante tiene como objetivo incentivar el debate, pugnar por la búsqueda de alternativas y pensar en nuevas construcciones no capitalistas de relación con el planeta. Construcciones que no sean depredatorias de los recursos y que no se sustenten en sociedades de alto consumo que demandan la producción indiscriminada de energía. Es cierto que la magnitud del problema requiere de soluciones eficaces e inmediatas, para ello, las energías limpias son una opción que puede frenar en un primer momento los efectos del cca, cada día más visibles. Sin embargo, como se mencionó en el inicio, la situación es parte de la crisis sistémica del modo de producción capitalista que debe ser aniquilado, para transitar no solo de un modelo energético a otro, sino a otras formas de relaciones sociales y con el medio ambiente.
Notas 1 La Organización de las Naciones Unidas comenzó a discutir el tema medioambiental en 1973 durante la Cumbre de la Tierra en Estocolmo y en 1992 se aprobó la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático. No obstante, el término de “cambio climático”, hace parecerlo como un cambio paulatino y permanente de incrementos y disminuciones de temperatura, no provocado por la actividad humana. Dicha concepción no describe el verdadero significado del problema, por lo que se hará referencia al término de “colapso climático antropogénico”, expuesto por John Saxe-Fernández, “¿Hacia un colapso climático antropogénico?”, La Jornada, México, 17 de septiembre de 2015, recuperado de . 2 Institute of Energy Research, Geothermal, Estados Unidos, recuperado de . 3 Union of Concerned Scientists, Biomass Resources in the United States (2012), Estados Unidos, recuperado de . 4 Oliver Milman, “Trump could reverse ‘dramatic’ progress on clean energy, experts fear”, The Guardian, Reino Unido, 14 de noviembre de 2016, recu-
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César Daniel Diego Chimal perado de . 5 American Wind Energy Association, Wind Energy Facts at a Glance, Estados Unidos, recuperado de . 6 Helen Caldicott, Nuclear Power is not the answer, Boston, 2011, recuperado de . 7 Marco Antonio Martínez Negrete, “Los accidentes nucleares de Fukushima: lecciones y advertencias para México”, Revista Ciencias, núm. 103, 2011, pp. 16-25, recuperado de . 8 Marco Antonio Martínez Negrete, “Energía nuclear para el cambio climático ¿es efectiva y sin riesgo?”, en John Saxe-Fernández, La energía en México: situación y alternativas, México, unam, ceiich, 2009, p. 204. 9 Öko Institut, Comparison of Greenhouse-Gas Emissions and Abatement Cost of Nuclear and Alternative Energy Options from a Life Cycle Perspective, Darmstadt, Oeko, 2006, p. 4, recuperado de . 10 Institute of Energy Research, Nuclear, eua, recuperado de . 11 Institute of Energy Research, Solar, Estados Unidos, recuperado de . 12 Zachary Shahan, 10 Solar Energy Facts & Charts You (& Everyone) Should Know, Clean Technica, Estados Unidos, 17 de agosto de 2016, recuperado de . 13 Clean Energy Canada, The transition takes hold, Clean Energy Canada, Canadá, 2017, p. 7, recuperado de . 14 Piergiorgio M. Sandri, “Las renovables ya crean más empleos que la industria fósil”, La Vanguardia, España, 30 de mayo de 2016, recuperado de . 15 Solar Power Authority, How Much Does it Cost to Install Solar on an Average US House?, sap, eua, recuperado de . 16 Department of Commerce, Households and families: 2010, 2010 Census Brief, EUA, abril de 2012, recuperado de . 17 Daniel Trotta, “Guerra de Irak costó a eeuu más de 2 billones de dólares: estudio”, Reuters, Nueva York, 14 de marzo de 2013, recuperado de . 18 New Hampshire Department of Environmental Services, Energy Source Cost Comparisons, EUA, recuperado de . 19 Fuel Cell, Fuel Cell Cost, Reino Unido, recuperado de .
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Las energías limpias como alternativa al colapso climático... 20 David Coady, Ian Parry, Louis Sears, Baoping Shang, How Large Are Global Energy Subsidies?, Fondo Monetario Internacional, mayo de 2015, recuperado de . 21 Diego Arguedas Ortíz, “Combustibles fósiles reciben $10 millones en subsidios por minuto”, Ojo al clima, Costa Rica, 19 de mayo de 2015, recuperado de . 22 Clean Energy Canada, op. cit., p. 4. 23 Ibid., p. 6. 24 Redacción, “La red de trenes de alta velocidad de China supera los 20 000 kilómetros”, La Vanguardia, España, 10 de septiembre de 2016, recuperado de . 25 Eugenio Rodríguez, “Las redes ferroviarias más largas del mundo”, Ingeniería, 1 de septiembre de 2014, recuperado de . 26 Michael Forsythe, “China Aims to Spend at Least $360 Billion on Renewable Energy by 2020”, The New York Times, EUA, 5 de enero de 2017, recuperado de . 27 Marlowe Hood, “China Takes Global Lead in Clean Energy: Report”, Phys.org, eua, 7 de enero de 2017, recuperado de . 28 Clean Energy Canada, op. cit., p. 9. 29 Michael Safi, “India Plans Nearly 60% of Electricity Capacity from Non-Fossil Fuels by 2027”, The Guardian, Delhi, 22 de diciembre de 2016, recuperado de . 30 Gobierno de India, Solar Pumps, Ministerio de Nuevas Energías Renovables, India, recuperado de . 31 Saurabh Mahapatra, “India’s Grid–Connected Renewable Energy Capacity Tops 50 Gigawatts”, Clean Technica, Estados Unidos, 8 de febrero de 2017, recuperado de . 32 Clean Energy Canada, op. cit., p. 12. 33 Redacción, Renewable Energy, The Canadian Trade Comissioner Service, Canadá, 21 de diciembre de 2016, recuperado de . 34 Redacción, Natural Resources Canada, The Canadian Trade Comissioner Service, Canadá, 29 de junio de 2016, recuperado de . 35 Ibid. 36 Redacción, “¿Cuánto duran en el aire los gases de efecto invernadero?”, Fundación Casa de la Paz, Lautaro, Santiago, recuperado de . 37 John Saxe-Fernández, op. cit. 38 Fidel Castro Ruz, Conferencia de Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y Desarrollo, Cuba Debate, Río de Janeiro, 1992, recuperado de . 39 “Mientras el 10% de la población más rica del mundo emite el 49% de las emisiones de CO2 a la atmósfera, el 50% más pobre contribuye sólo con el 3% de las emisiones totales. La huella de carbono media de una persona que se encuentre entre el 1% más rico de la población mundial puede ser hasta 175 veces superior a la de alguien que se encuentre entre el 10% más pobre”. Oxfam, “La desigualdad extrema de las emisiones de carbono”, Oxfam, 2 de diciembre de 2015, recuperado de .
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