Religion Y Filosofia En El Mundo Antiguo

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Religión y Filosofía en el Mundo Antiguo. Tomo 1:

Auge y ocaso del paganismo. Marco Robles López.



Religión y Filosofía en el Mundo Antiguo.Tomo 1: Auge y ocaso del paganismo. Marco Robles López. 2010.



Diseño y Diagramación: Luis ALfredo Muñoz Impresión: Talleres Gráficos Universidad de Cuenca Tiraje:



Derechos de Autor: ISBN:



Impreso en Ecuador – Printed in Ecuador.

Dedicatoria: A Zaytuna,Vladímir y Z. Yaroslava, con el inolvidable recuerdo de los años vividos en Moscú, Kiev, Praga. -o-o-oAl entrañable amigo y compañero de trabajo en Revista Internacional, Praga, Grigori Vodolázov, que filosofó lúcidamente en unos tiempos procelosos y de conmociones. -o-o-oA quienes para vivir se han amparado en σοφια [el saber]; también a cuantos viven colmados de credo.

RECONOCIMIENTOS. La presente edición de esta obra en tres volúmenes, que contiene unas puntuales ampliaciones en el III Vol., Tercera Parte, Capítulo VI, con relación a la versión original, ha sido posible gracias al valioso apoyo de las siguientes personas, a quienes expreso mi especial gratitud: Ing. Fabián Carrasco Castro, prestigioso catedrático y Vicerrector de la Universidad de Cuenca; Lcdo. Luis Alfredo Muñoz I., Coordinador de Publicaciones(e), Departamento de Cultura; Sr. Flavio Arias, Regente de la Imprenta de la Universidad; A mi esposa, Dra. Zaituna Ismaílovna Bykbaev, quien no solamente me ha auxiliado en la interpretación correcta de numerosos términos de textos filosóficos publicados en lengua rusa, sino que también me regaló tres obras en dicha lengua, de inapreciable valor: Diógenes Laercio, “Vidas de los más ilustres filósofos griegos”, edición completa, 1979; varios autores, “Novísimo Diccionario Filosófico”, 2003; “Sócrates”, de los autores checos Iosif Tomán y Miroslava Tománova, 1981; A Zobeida Yaroslava y Vladímir Espartaco, por la paciente labor de selección y escaneo de las ilustraciones que contienen los tres tomos. A Vladímir, además, por su presente, realmente estupendo: “Aristóteles”, edición completa, en español, autoría del docto filólogo y filósofo sueco, Ingemar Düring.







TOMO I. AUGE Y OCASO DEL PAGANISMO.

CONTENIDO EXORDIO GENERAL........................................................15 TOMO I. INTRODUCCIÓN...............................................................21

I. PARTE. EL FENÓMENO RELIGIOSO. 1. RAÍCES DE LA RELIGIÓN...........................................23 En la larga noche del paleolítico.......................................23 En el mundo de los homínidos..........................................25 Árbol genealógico del Homo sapiens................................27 A partir de los simios.........................................................29 El Género Homo................................................................33 Homo habilis......................................................................33 Homo ergaster...................................................................34



Homo erectus....................................................................34 Homo neanderthalensis....................................................36 Homo sapiens...................................................................39 Lenguaje, pensamiento, creencias....................................41 2. FORMAS TEMPRANAS DE RELIGIÓN.......................46 Idea de lo divino................................................................49 3. INTENTOS DE PERIODIZACIÓN.................................55 Sobre lo pre- anímico y pre-lógico....................................70 Significado de la religión...................................................73 4. CUANDO SE DUALIZÓ EL MUNDO............................76 Raíces sociales, gnoseológicas y psicológicas.................79 5. CREENCIAS Y CULTOS MÁS ANTIGUOS..................83 Totemismo.........................................................................83 Magia.................................................................................85 Fetichismo.........................................................................86 Animatismo........................................................................88 Animismo...........................................................................89 6. RELIGIONES TRIBALES Y NACIONALES.................90 Confucianismo.................................................................101 Sintoísmo........................................................................104 Judaísmo.........................................................................107 Devotos del pasado.........................................................109 Hinduismo....................................................................... 112

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7. MONOTEÍSMOS: FUENTE DE VIOLENCIA YSANGRE............................. 117 ¿Qué es lo común?.........................................................122 8. PRIMERAS DIVINIDADES FEMENINAS...................127 Orígenes terrenales.........................................................137 9. EN EL REINO DE LA TEOLOGÍA..............................139 Pruebas de la existencia de Dios....................................140 Prueba ontológica...........................................................140 Prueba cosmológica........................................................141 Prueba teleológica...........................................................143 Prueba moral...................................................................144

II. PARTE. LA CONCEPCIÓN CABAL DEL MUNDO.

1. ATEÍSMO Y AGNOSTICISMO....................................146 Diferencias y semejanzas...............................................146 Agnosticismo y agnósticos..............................................148 El ateísmo como “ignorancia”, “creencia” y “afirmación metafísica”....................................................151 ¿Otra vez culpable el laicismo?......................................157 El ateísmo en la mira.......................................................160

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El camino de la metafísica..............................................163 Procedencia -SOBRE EL ATEÍSMO-..............................168 2. EL ATEÍSMO EN EL MUNDO ANTIGUO...................169 “Un beato al revés” y la Ilustración..................................181 3. EL SIGLO DE LAS LUCES........................................182

III. PARTE. EL PAGANISMO INCOMPRENDIDO. 1. LOS JUICIOS INAPELABLES...................................189 2. SIGUIENDO LA HUELLA DE LOS “IDÓLATRAS”........................................................195 3. ANTIGUOS CREDOS, RITOS Y CEREMONIAS................................................................201 4. SIMBOLISMO DE LA CRUCIFIXIÓN PAGANA.........................................................................215 5. El INMEMORIAL CULTO A LAS VÍRGENES MADRES.............................................224 María reina ¡únicamente desde el siglo V.......................233

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6. TODOS FUERON Y SON PAGANOS.........................237 7. HELENISMO EN LA TIERRA PROMETIDA...............249 Desde Alejandro Magno..................................................249 Conquistadores conquistados.........................................252 Palestina, ¡helénica y “gentil”..........................................255 El profeta y el griego.......................................................260 8. DEL LOGOS PAGANO AL LOGOS CRISTIANO.......................................................266 9. DE LO MÍTICO A LO FILOSÓFICO...........................280 10. SUCUMBE EL PAGANISMO....................................292 La agonía y muerte de los dioses...................................292 Los monarcas cristianos, sepultureros del Paganismo......................................................................295 El pensamiento pagano enmudece.................................303 A MANERA DE CONCLUSIÓN......................................315 BIBLIOGRAFÍA...............................................................317

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EXORDIO GENERAL. Del latín religio, que en español cuenta con varias acepciones, como devoción, objeto de culto, santidad, el término religión entraña una concepción del mundo y también una forma de percibir el mismo, así como la correspondiente conducta y una actividad específica (culto), todo lo cual se fundamenta en la fe en la existencia de uno o varios dioses, de otros seres sobrenaturales, fenómenos al margen de las leyes de causa y efecto, que se encuentran en el límite de lo natural, inaccesible para la comprensión del ser humano . Por lo expuesto, la religión es una forma de la conciencia social, que refleja la realidad en modelos, representaciones y nociones ilusorio-fantásticas. En esencia, toda religión es una concepción idealista del mundo, siendo su principal signo esa fe en lo sobrenatural. De acuerdo a los modernos datos científicos, la religión, que tiene raíces terrenales, surgió en la fase superior del Paleolítico (es la Edad de la piedra tallada, como contraposición al Neolítico o Edad de la piedra pulimentada), que corresponde a un período de clima templado de la glaciación Würm y que concluye en el inicio de las condiciones climatológicas de nuestra época. Cronológicamente, los prime 1. Cf. Religión. En: Filosofskiy Entsiklopedicheskiy Slovar. Moscú, ìCovetskaya Entsiclopediaî, 1989, pp. 552-553.

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ros signos de religión se vislumbraron 40.000 – 50.000 años atrás, en la época del Cro-Magnon, cuando se dio un grado relativamente elevado de desarrollo de la sociedad primitiva. El surgimiento del fenómeno religioso se relaciona con un determinado nivel de avance del intelecto humano, cuando surgieron los primeros rudimentos de reflexión teórica y la posibilidad de separación del pensamiento con relación a la realidad, proceso que corresponde a las raíces gnoseológicas de la religión. Lo expuesto significa que la religión no ha existido desde siempre, como consideran los teólogos, sino que surgió en determinada etapa de desarrollo del género humano. En este primer volumen se hace una revisión más o menos general de las religiones de la antigüedad, a partir de la prehistoria, se estudia con algún detenimiento el llamado paganismo, desde los primeros tiempos hasta su decadencia y extinción, así como se exponen algunas reflexiones sobre ateísmo y agnosticismo. El segundo volumen corresponde al estudio del cristianismo, particularmente a aquellos sucesos que han sido soslayados, ocultada o tergiversados por la historia oficial. En cuanto a la filosofía, del griego φιλοσοφια, que literalmente traduce “amor a la sabiduría”, asimismo se entiende como una forma de la conciencia social; una doctrina que se ocupa de los principios más generales de la existencia y el conocimiento, de la relación del ser humano con el mundo; a la filosofía atañe la reflexión sobre las leyes más generales del desarrollo de la naturaleza, de la sociedad y del propio pensamiento. La filosofía siempre se ha preocupado de presentar un elaborado sistema de criterios sobre el mundo y del lugar que ocupa en él el ser humano; plantea las relaciones cognoscitivas, valorativas, socio-políticas, éticas y estéticas del Homo sapiens con el mundo.

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En su condición de fundamento teórico de la concepción del mundo, el saber filosófico se encuentra relacionado con determinados intereses sociales y de clase, con diversas formas de la actividad del ser humano. Por lo expuesto, es la realidad social la que la determina, aunque el genial Estagirita decía que la filosofía surge del deseo de conocer: “Todos los hombres tienen naturalmente el deseo de saber. El placer que nos causan las percepciones de nuestros sentidos son una prueba de esta verdad”. Como el argumento aristotélico constituye una razón respetable en sumo grado, podemos conciliar los criterios, manifestando al respecto que la filosofía es determinada por la realidad social y también, en notable grado, por ese deseo innato del ser humano de aventurarse a descifrar lo desconocido. Al ser determinada por la realidad de la existencia social, la filosofía tiene una efectiva influencia en dicho proceso, posibilita o cuando menos contribuye a la formación de nuevos ideales, de valores culturales y éticos. Además, siendo una forma de conciencia que fundamenta racionalmente sus principios, se diferencia radicalmente de la mitología y la religión, así como de otras concepciones del mundo que igualmente reflejan la realidad, pero en una forma fantástica, ilusoria, al margen de las leyes de causa y efecto, de las categorías espacio-temporales. La filosofía surgió en la aurora de la civilización humana, y sus más tenues resplandores se encuentran en la inmemorial prehistoria; prueba de ello es el “Pensador del neolítico”, pequeña figura elaborada en terracota, que representa un hombre pensativo, con las manos en las mejillas y descansando en cuclillas.  Cf. Filosofskiy Entsicklopedicheskiy Slovar, Editorial Soviétskaya Entsiklopediaî, Moscú, URSS, 1989, pp. 695-699.  Aristóteles. Metafísica (Introducción de Miguel Candel) Editorial Austral, Ciencias y Humanidades. Madrid, España, 2007, Libro I.

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Las antiguas culturas de la India, China, Egipto, Mesopotamia, testimonian esa alborada de la filosofía en Eurasia y África, así como en tiempos precolombinos, en Mesoamérica y en las más avanzadas culturas de América del Sur igualmente se encuentran esas manifestaciones aurorales del pensamiento filosófico. Sin embargo, es en Grecia en donde la filosofía alcanzó su clásica forma y el tercer volumen está dedicado a esta cuestión. Sobre este tema tan apasionante, cabe señalar que la filosofía, desde los tiempos en los que se advertía la “línea materialista de Demócrito” y la “línea idealista de Platón”, nunca ha sido neutra; asimismo su objetivo ha cambiado con el transcurso de los tiempos, en estrecha relación con el desarrollo de las sociedades, de los diversos aspectos de la vida cultural, incluyendo los avances científicos y de los mismos conocimientos filosóficos. Así que la filosofía, reiteramos, no debemos entenderla como una estrella solitaria y fija en el firmamento del intelecto. -o-o-o Antes de concluir esta presentación general, considero pertinente advertir que el presente trabajo es el producto de poco más de unos 20 años de estudios, con sus inevitables aplazamientos y dilatorias, porque las tareas de la cotidianidad con frecuencia impusieron sus prioridades. Una parte de mis investigaciones las realicé en la biblioteca de la Academia de Ciencias Agrícolas de Kiev (República de Ucrania), en donde cursé un postgrado; en la biblioteca de la Universidad “Taras Shevshchenko”, llamada Universidad Roja, de la misma ciudad de Kiev y en la biblioteca del antiguo Instituto de Ciencias Sociales de Moscú (República de la Federación Rusa), cuando realizaba un diplomado en filosofía en esa institución. Al retornar a mi Patria, proseguí esta tarea y considero que esta situación brindó a mi formación la ventaja de contar con una doble vertiente teórica: la de esta parte del

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mundo occidental y la de Europa Oriental, Oriente Próximo y Medio. Me considero un autodidacto. He ejercido la docencia en la Universidad de Cuenca durante 29 años, en la Facultad de Ciencias Agropecuarias. Nunca fui profesor en la Facultad de Filosofía. No he tenido semejante privilegio. Digo, además: todo lo que he estudiado y sobre todo he escrito con relación a estos temas de indudable trascendencia, debe considerarse exclusivamente como un modesto prefacio. Concluyo este exordio con el pensamiento del célebre Heráclito: “No debes aprender nada de mí, es del río de quien debes aprender: ¡todo vuelve!. Tu también volverás aquí”.

El autor.

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-TOMO IINTRODUCCIÓN. El fundamento de la crítica religiosa es: el hombre hace la religión, la religión no hace al hombre. La religión es en efecto la autoconciencia y el auto sentimiento del hombre que aún no se ha conquistado a sí mismo o ya se ha vuelto a perder. Pero el hombre no es un ser abstracto que se acurruca fuera del mundo. El hombre es el mundo del hombre: estado, sociedad. Este estado, esta sociedad producen la religión, una conciencia invertida del mundo, porque son un mundo invertido. La religión es la teoría general de ese mundo, su compendio enciclopédico, su lógica en forma popular, su point-d’honneur espiritual, su entusiasmo, su sanción moral, su solemne complemento, su base universal del consuelo y la justificación. C. Marx. Crítica de la filosofía del derecho de Hegel. La publicación del presente estudio tiene una razón que la he considerado insoslayable: el desconocimiento más o menos generalizado de lo que realmente fue el paganismo en sus más diversas manifestaciones y el concepto distorsionado, injusto y peyorativo que prevalece en nuestros países, al momento de definirlo, ¡no obstante que han transcurrido más de 1500 años desde que desapareció el mismo!; la justificación tácita que domina entre los historiadores oficiales, sobre la violenta e implacable persecución de la que fue objeto en los primeros siglos de nuestra época, de parte de la religión oficial, el cristianismo, hasta que se logró su

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eliminación. En este ensayo previamente analizaremos la alborada de la religión en épocas pretéritas, las premisas que permitieron su surgimiento, sus formas tempranas, los cultos tribales y nacionales, las religiones llamadas universales; en una segunda, veremos las ideas materialistas en la antigüedad, el agnosticismo y ateísmo, y en una tercera, pasaremos breve revista del paganismo, desde el punto de vista religioso y también filosófico, la innegable influencia que tuvo en el sistema de creencias, ritos y ceremonias del cristianismo, anticipándonos en señalar que la historia oficial se encuentra en deuda con esta forma de religión, su filosofía y manera de entender la vida, que señoreó durante muchos siglos en el mundo antiguo, hasta los primeros tiempos de la nueva era.

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I PARTE. EL FENÓMENO RELIGIOSO. 1 RAÍCES DE LA RELIGIÓN. La aflicción religiosa es, por una parte, la expresión del sufrimiento real y una protesta contra el sufrimiento real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el alma de un mundo sin corazón, como lo es el espíritu de condiciones donde el espíritu está ausente. La religión es el opio del pueblo. C. Marx. Crítica de la filosofía del derecho de Hegel. -o-o-oLos avances de algunas ramas de las ciencias naturales durante el siglo XIX, como la geología y la biología, dejaron obsoleta la explicación bíblica [sobre el origen del mundo y la humanidad. M. R.] De la Edad del Hielo a la Civilización (OCÉANO, MMIV). En la larga noche del paleolítico. El problema sobre el origen de las religiones, especialmente en el mundo prehistórico y en la antigüedad, siempre ha sido arena de fogosas disputas teóricas y centro de atención de los investigadores, cualesquiera que sea su posición ideológica y su cosmovisión. En el esclarecimiento del problema sobre el surgimiento de las creencias religiosas, un papel fundamental aportan los datos de la paleo antropología, arqueología, etnografía, lingüística y psicología. La ciencia contemporánea ha demostrado de manera elocuente e irrefutable que el origen y proceso de formación

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de nuestra especie abarca un período realmente prolongado: con una historia que empieza hace unos ocho millones de años, aproximadamente, en el Valle de Rift, África y con no menos de 3 millones de años de surgimiento y evolución de los antepasados más directos del Homo sapiens, en cuyo curso se produjeron profundos y fundamentales cambios, tanto en el aspecto físico como espiritual. El ser humano empezó separándose del mundo animal hace unos dos y medio millones de años, gracias al trabajo, que desde los tiempos más remotos siempre portó un carácter social, así como merced al desarrollo del intelecto y el lenguaje. Podemos manifestar, sin caer en exageraciones, que el trabajo es el que verdaderamente creó al ser humano como criatura social, moral y racional, con el concurso fundamental del lenguaje. En estas condiciones el surgimiento de representaciones religiosas es el resultado de un prolongado proceso, indefectiblemente relacionado con el desarrollo del pensamiento abstracto y del idioma. Cabe señalar que las creencias religiosas no surgieron de inmediato, pues centenares de miles de años e incluso hace un millón y medio de años, durante el Paleolítico Inferior, no hubo ni el más leve signo de religión; por lo mismo este tipo de creencias no son consustanciales al ser humano, como afirman equivocadamente los teólogos y filósofos religiosos, o como con cierta sutileza insinúan historiadores y antropólogos creyentes (“Existen numerosas teorías acerca de si el hecho religioso es consustancial al hombre y, por lo tanto, si siempre ha formado parte o no de su comportamiento cultural”, se señala en una obra reciente sobre el origen de la humanidad), sino que, únicamente cuando en el prolongado proceso de evolución del ser humano, desde sus más remotos antepasados, se desarrolló el cerebro, apareció el lenguaje y se hizo evidente la capacidad para la abstracción, gradualmente surgieron primitivas creencias e  Cf. De la Edad del Hielo a la Civilización. El Origen de la Humanidad. Editorial OCÉANO, Barcelona, España, 2004. p. 109.

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ideas ilusorias y fantásticas en las gentes de la prehistoria, que se acopiaron en un determinado sistema de precarias nociones sobre el mundo. ¿Puede esbozarse el camino de los homínidos, empezando por los Australopitecos hasta el Homo sapiens, para poder ubicar, con apreciable aproximación, cuándo surgió el pensamiento religioso? Es factible. El mundo de los homínidos. Para poder exponer de una manera más o menos clara el surgimiento de las ideas y creencias religiosas, hemos considerado indispensable anotar, aunque muy resumidamente, el fascinante proceso de evolución de los homínidos, especialmente con relación al desarrollo del cerebro y del lenguaje. Con este fin se ha consultado las obras de destacados autores, la gran mayoría de ellos relevantes científicos en los campos de la paleontología, antropología, biología, arqueología y otras disciplinas afines, cuyos nombres y obras hacemos constar a pie de página. La ciencia biológica ha determinado que los Homínidos constituyen un grupo de primates con categoría taxonómica de familia, en la que se incluye al ser humano y también a los grandes simios antropoides, como el orangután, gorila y chimpancé. Los homínidos pertenecen al orden de los primates, suborden de los simios o antropoides, entre los cuales también se encuentran los platirrinos o monos del Nuevo Mun Los autores y títulos estudiados son: 1. Richard Leakey. La Formación de la Humanidad (1993); 2. J. D. Clark. The Prehistory of África (versión rusa) (1970); 3. I. Roguinski, A. Luria y otros. La concepción marxista del hombre (1978); 4. A. Vallois, A. Vandel y otros. Los procesos de hominización (1969); 5. Robert Jastrow. El Telar Mágico (1985); 6. Roger Lewin. Evolución Humana (1987); 7. F. M. Niésturj. El Origen del Hombre (1984); 8. Chia Lan-Po. Cueva-Hogar del Hombre de Pekín (1976); 9. E. OCÉANO. De la Edad del hielo a la civilización, El origen de la Humanidad (2004); 10. Teresa Audesirk, Gerald Audesirk y otros. Biología. La vida en la Tierra (2003); 11. Boris Porshniov. Sobre los comienzos de la historia de la humanidad Problemas de Paleopsicología (Versión en ruso) (1974); 12. La Enciclopedia Salvat. Homínidos (Tomo X) (2004); 13. Desmond Morris. El mono desnudo (1995); 14. Paleontología (En: Historia Natural, 12 tomos, Instituto GALLACH, 1996, Tomo XII)...

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do, cébidos (mono araña, cebos propiamente, monos aulladores), calitricios (titis); catirrinos del Viejo Mundo, cercopitécidos o cinomorfos (babuinos, mandriles, macacos, etc.) y Hominoides o antropomorfos propiamente dichos, con las divisiones Hilobátides, entre los que se encuentran los gibones y homínidos. Todos los componentes del grupo se caracterizan por la tendencia a la socialización Partimos del hecho de que la religión, que entre sus componentes se encuentra la ideología, no posee una historia propia, separada de la historia de la sociedad humana, porque su desarrollo necesariamente se determina por el desarrollo de la sociedad. Por manera que no es eviterna, entendido este término en el sentido de que habiendo tenido un inicio en el tiempo, no tendrá fin, a la manera de los ángeles, las “almas racionales” y el cielo empíreo o paraíso celestial, que en el cristianismo se cree que es la morada de Dios y de todos los bienaventurados de esta religión; tampoco es de inspiración divina (punto de vista que tenazmente sostienen los teólogos, aunque sin éxito porque carece de un sólido sustento teórico), ni connatural o innata. La religión surge –hemos dicho- y se forma en determinado sistema y bajo el influjo de las condiciones de la vida social. Nuestros lejanos antepasados, de los tiempos paleolíticos, se separaron del mundo animal gracias, entre otros factores, al trabajo. Ya no se discute este hecho, comprobado a cabalidad por la ciencia. Nuestra línea evolutiva tuvo su comienzo, de acuerdo a los más modernos datos de los que se dispone, hace 70 millones de años, con un grupo de mamíferos insectívoros que convirtió los árboles en su hábitat. Ellos fueron los antepasados de los primates, el orden al que pertenecemos en unión de simios y prosimios.  Cf. Homínidos. En: La enciclopedia SALVAT. 20 TOMOS. 2004. Tomo X, pp. 7717-7730.  Cf. Nauchniy Ateísm. 1978, p. 32.  Cf. Biología, Tomos 1-2, Serie: Enciclopedia del Conocimiento. Edición Espasa Calpe, S. A., 2003, t. 1, p. 79 y ss.

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La siguiente es una clasificación actualizada del Homo sapiens.

Árbol genealógico del Homo sapiens. Filum Cordados. Sub-filum Vertebrados. Clase Mamíferos. Sub-clase Terios. Infra-clase Euterios. Orden Primates Sub-orden Simios o Antropoides. Familia Hominoides. Sub-familia Homínidos. Género Homo. Especie Homo sapiens sapiens.

Con relación al género Homo, una última publicación (José M. Bermúdez de Castro: “La Evalución del Talento. Cómo nuestros orígenes determinan nuestro presente”. Editorial DEBATE, Barcelona, España, 2010), precisa de la siguiente manera: Superfamilia: Hominidea; Familia: Hominidae; Subfamilia: Homininae; Tribu: Hominini; Géneros: Ardipithecus, Orrorin, Sahelanthropus, Kenyanthropus, Australopithecus, Paranthropus, Homo y una rama divergente: Pon. El estudio de los fósiles de primates como lémures, antropoides, simios y humanos propiamente dichos, sirven para comprender la evolución que culminó en el Homo sapiens sapiens. Uno de los primeros ancestros de los primates se considera la musaraña arbórea, de cuerpo pequeño, ágil, insectívora, cuyos restos fósiles tienen unos ¡80 millones de años de antigüedad! En el curso de unos 50 millones de años dichas musarañas evolucionaron a tarseros, lémures y monos, todas estas especies se caracterizan por su rostro aplanado, ojos dirigidos hacia delante, posición que posibilita una visión

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binocular; estas criaturas se encuentran dotadas de visión cromática, de gran importancia para distinguir los frutos maduros de los tiernos y manos prensiles, esta última otra enorme ventaja para desplazarse en los árboles. Cabe destacar que la visión binocular es una de las primeras y más importantes adaptaciones, sobre todo para la vida arborícola, como la que hasta la actualidad llevan los orangutanes y otros monos. El cerebro de estos mamíferos se distingue igualmente por su mayor tamaño en relación con el volumen corporal, comparado con otros mamíferos. ¿Por qué razón? Por cuanto un cerebro más voluminoso permite el control de esa visión binocular bastante desarrollada, para el desplazamiento en los árboles, así como la destreza de las manos prensiles, propiedades sin las cuales habría sido extremadamente difícil la supervivencia de estos animales. Merced a los estudios en el campo de la ingeniería genética e ingeniería molecular, se ha podido determinar que las especies chimpancé, bonobo, gorila y humano, son excepcionalmente próximas desde el punto de vista genético y por lo tanto pertenecen a la misma familia. En el proceso de hominización, la historia del linaje humano se inició en África con el Australopithecus. El más antiguo representante que se conoce del género Homo es el Homo habilis, al que después seguiría el Homo erectus, cuestión que veremos con algún detalle más adelante. En este parentesco nuestro con los antropoides y en general con los primates, es interesante destacar que el chimpancé, animal muy inteligente, aunque en peligro de extinción por nuestra irresponsabilidad, es el más próximo a nosotros, genéticamente hablando. En efecto, el ADN de ambas especies ¡difiere solamente en 1,2%!, mientras que, correspondientemente la diferencia humano-gorila es de 1,4% y la de humano-orangután alcanza al 2,4%. En estos casos la fábula de Adán y Eva no tiene ningún asidero.  Cf. Teresa Audesirk y otros. Biología. La vida en la Tierra; Homínidos. La Enciclopedia, Tomo X.

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¿Cuándo evolucionaron los homínidos? De acuerdo a la mayor parte de investigaciones realizadas hasta el presente, esta evolución tuvo su realización hace entre 20 a 30 millones de años, en las selvas tropicales húmedas de África, cuna de la humanidad, cuando un grupo de primates conocido como Driopitecinos ”…divergió de la línea de los monos”10 Los driopitecinos serían antepasados de los Homínidos, a los que corresponden tanto los seres humanos como sus antepasados fósiles y los Póngidos, que son los grandes monos vivientes. Posteriormente, hace 18 millones de años, a consecuencia de profundos cambios climáticos, del hábitat y del aislamiento de poblaciones pequeñas, se produjo la diversificación de los driopitecinos. Conforme las técnicas del reloj molecular se ha podido calcular que “el hombre y el chimpancé divergieron, a partir de una antepasado común, hace unos 5,7 a 7,7 millones de años; el gorila se separó del antiguo tronco hombrechimpancé hace unos 7,7 a 11 millones de años, mientras que la separación del orangután se habría producido hace unos 12 a 17 millones de años”11 A partir de los simios. Los científicos consideran que los homínidos se separaron de los simios en determinado momento entre los 5 y 8 millones de años atrás, aunque todavía no se cuenta con pruebas directas y por lo tanto concluyentes de dicha divergencia, en el registro fósil. Las primeras huellas de antepasados homínidos se han descubierto en rocas de 4,4 millones de años de antigüedad, en Etiopía (África). En esta región se encontraron los restos de Ardipithecus ramidus, considerado uno de los homínidos más antiguos. 10 Cf. Teresa Audesirk y otros. Biología. Op. Cit. IV Edición. Pearson Educación, México, D. f., 2003, pp. 338-345. 11 Cf. Homínidos. En: La enciclopedia, Op. Cit. Tomo X, p. 7722.

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Un testimonio más cabal se encuentra ulteriormente en el género Australopithecus o “Mono del sur”, en virtud de que sus restos fósiles, con una antigüedad de 4 millones de años se descubrieron en África del Sur. Estos homínidos, que podían mantenerse en pie y que se desplazaban por el suelo en posición erguida (este célebre descubrimiento debemos a la antropóloga Mary Leakey), poseían un cerebro bastante grande, pero de menores proporciones en comparación con el del hombre moderno, lo que es completamente comprensible si tomamos en consideración que el cerebro del género Homo evolucionó en el curso de algunos millones de años. Actualmente ya no se discute que la postura erguida fue un gran logro en el camino de la evolución, porque así las manos quedaban libres para manejar objetos, herramientas y en un período posterior para cristalizar ese gran viraje cultural, obra del Homo sapiens moderno. ¿Qué es lo que provocó la locomoción bípeda en nuestros remotos ancestros?, se preguntan los científicos. En parte constituye un misterio, todavía no esclarecido, pero el investigador británico Meter Wheeler cree que ello obedeció a que la posición erguida reduce notablemente la exposición corporal a los soles caniculares en las sabanas (africanas). Nosotros creeríamos, sin descartar esta interesante hipótesis, que la adopción de la posición bípeda también obedeció a que los australopitecos requerían de un buen horizonte de visibilidad en las sabanas, para protegerse de la constante amenaza de los depredadores, especialmente de los grandes felinos. Entonces, al permanecer en postura cuadrúpeda, habrían continuado siendo muy vulnerables a los ataques de las fieras y el peligro de extinción habría tenido una elevada probabilidad. Esto deducimos, por comparación con otras especies. Por ejemplo los simpáticos suricatos, pequeños mamíferos carnívoros, muy vivaces y que viven en notables grupos, tienen guardianes que permanecen en pie durante tiempos prolongados, a fin de dar aviso a los

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demás miembros en caso de que se presente un peligro. Asimismo otros investigadores señalan que la posición erguida, a más de que reforzó el crecimiento cerebral, repercutió en nuevas funciones para la vista, por la “posibilidad de localizar recursos y controlar espacios más amplios”12. Los autores del amplio y actualizado estudio, también reiteran lo ya aceptado unánimemente: las manos quedaron libres y pudieron emplearse en labores precisas y delicadas. Desde luego, recordemos que esta tesis no es nueva: hace más de 100 años, precisamente, en un ensayo escrito en 1876, “El papel del trabajo en la transformación del mono en hombre”, Federico Engels, el ilustre compañero de C. Marx, al explicar el papel decisivo del trabajo, de la elaboración de instrumentos en la formación del tipo físico del ser humano y de la sociedad humana, a partir de un ancestro parecido al mono, expone el enorme valor que tuvo la posición erguida, deduciéndose que “…las manos tenían que ejecutar funciones cada vez más variadas. Incluso entre los monos –advierte Engels- existe ya cierta división de funciones entre los pies y las manos” … “Vemos pues que la mano no es sólo el órgano del trabajo; es también producto de él”13 Como se manifestó brevemente, los restos más antiguos de Australopithecus se descubrieron en un lecho lacustre de Kenya y su edad se calcula entre 3’900.000 y 4’100.000 años de antigüedad. Se trata del Australopithecus anamensis. Al segundo australopitecino encontrado se le denominó Australopithecus afarensis, por su lugar de origen, la región de Afar, Etiopía, el año 1974. De los amplios estudios antropológicos y paleontológicos llevados a cabo, se ha determinado que del Australopithecus afarensis se derivaron dos formas singulares: Australopithecus africanus, pequeño y carnívoro, y Australopithecus robustus y Australopithecus boisei, ambos más 12 Cf. De la Edad de Hielo a la Civilización. Op. Cit., p. 20. 13 Cf. F. Engels. Op. Cit. En: C. Marx, F. Engels. Obras Escogidas en 3 tomos, Editorial Progreso, Moscú, 1976. Tomo III, pp. 67-68.

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grandes que el A. africanus y herbívoros. Desde luego, cabe advertir que algunos autores no aceptan esta clasificación y ubican en un género aparte, Paranthropus, al robustus y boisei, junto con el P. aethiopitecus. Todas estas especies bípedas se habrían extinguido hace 1’200.000 años, pero antes de que sucediera esto, de una de ellas, probablemente de Australopithecus afarensis o Australopithecus africanus, se dio “…origen a una nueva rama del árbol genealógico de la familia de los homínidos: el género Homo”14  

Una representación de nuestros remotos antepasados (National Geográphic, 2002) 14 Cf. Teresa Audesirk y otros. Op. Cit., p. 341.

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El género Homo. Este género divergió de los australopitecinos hace 2’500.000 años. Se ha determinado que los primeros fósiles de Homo africanus pertenecen a las especies Homo rudolfensis y Homo habilis, que se caracterizaron por poseer un cuerpo y un cerebro más grandes que los correspondientes de sus antecesores, los australopitecinos. Homo habilis. En 1964 los investigadores L. Leakey, J. Napier y P. Tobías, propusieron el establecimiento de una nueva especie de Homo fósil, en base a restos encontrados en la garganta de Olduvai, Tanzania, yacimiento en donde igualmente se encontraron numerosos restos de Australopithecus. Denominaron a la nueva especie Homo habilis, es decir “Hombre habilidoso”, en razón de los fragmentos líticos de primitivas herramientas que se encontraron junto con sus restos óseos Se trata de la cultura de Homo más antigua que se conoce hasta el presente, habiéndose determinado que vivió en las sabanas africanas entre 2,5 a 1,5 millones de años y se supone que esta especie convivió con grupos de Australopithecus, así como con los más primitivos y tempranos representantes del género Homo erectus. Los Homo habilis se caracterizaron, entre otros aspectos, por ser bípedos, poseían una capacidad craneal entre 600 y 800 cm3. Los H. habilis vivían en las proximidades de lagos y ríos y se considera que fueron recolectores de frutos y bayas, pero también cazadores de pequeños mamíferos e incluso se alimentaban de los restos de animales cazados por los depredadores. Elaboraban herramientas diversas y en los yacimientos que contienen vestigios de este Homo se han encontrado los signos de lo que constituye la más remota cultura humana: fragmentos líticos de basalto y cuarcita, modificados intencionadamente, a partir de cantos ro-

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dados15. Esta industria del Homo habilis se la identifica como la “Pebble cultura” o “Cultura de los guijarros”; también se la conoce como “Chopping tool” o “Instrumento trinchador”. Sin embargo, para el asunto que nos interesa, en ningún asentamiento o yacimiento del Homo habilis se ha encontrado nada, absolutamente nada, que indique la creencia en el mundo sobrenatural. Homo ergaster. Posteriormente surgió una nueva criatura, el Homo ergaster, que significa “Hombre trabajador”, por la serie de herramientas y objetos que se le atribuyen. Esta especie se destacó por caracteres anatómicos un tanto diferentes a los de su antecesor, sobre todo con relación al esqueleto, cuyos restos fósiles datan de hace dos millones de años. El H. ergaster poseía extremidades más parecidas a las del ser humano. Varios científicos consideran que el H. ergaster se encuentra en la rama evolutiva que finalmente desembocó en nuestra especie: Homo sapiens sapiens. Se cree que fue el H. ergaster el ancestro común de dos ramas diferentes de homínidos: la primera, que dio origen a Homo erectus , que fue la que más pronto salió de África, y Homo heidelbergensis, que migró a Europa, dando origen a los neandertales. Este proceso de cambio tuvo lugar en África, igualmente cuna de las primigenias formas humanas. Será el famoso valle de Rift (propiamente Great Rift Valley, la gran depresión tectónica del oriente de África) el silencioso testigo de este profundo viraje, en el que una nueva industria lítica tuvo un preponderante papel. Además, en yacimientos del oriente del lago Turkana, se descubrieron tanto restos del Homo habilis como del Homo ergaster, en estratos que tienen una antigüedad entre 1’800.000 y 1’500.000 años Homo erectus. Originalmente fue llamado Pithecantropus erectus, es decir “Hombre-mono” u “Hombre-simio erguido”. El prin15 Cf. Homínidos. La Enciclopedia. Op. Cit. Tomo X, p. 7724.

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cipal lugar en donde se encontraron sus restos fue la isla de Java, el año 1891, por el paleontólogo neerlandés Eugene Dubois. Más tarde sus restos se han encontrado en Olduvai, Swartranks, Tenerife (África), Java, China e India (Asia) y varios lugares de Europa. Sin embargo su antigüedad varía en amplios límites: desde 1’800.000 años los representantes más remotos, hasta 300.000 años los más recientes. En un pasado no lejano se le denominó con otros nombres, lo que ha traído confusiones, sobre todo al momento de efectuar la clasificación de los homínidos: Pitecanthropus, Sinanthropus, Meganthropus e incluso Telanthropus. En la antropología de la extinta Unión Soviética, al Homo erectus se le seguía identificando con los nombres de Pitecanthropus y Sinanthropus. El eminente investigador, Boris Porshniev, en su obra post mortem “Sobre comienzos de historia de la Humanidad” (1974), que aborda problemas de paleo-psicología, les denomina como “Paleo-antropos”. R. Leakey descubrió un tipo de Homo erectus, el “muchacho de Turkana”, en Kobi Fora, al oriente del lago de este nombre, en Kenia, que según las investigaciones tiene una antigüedad de 1’700.000 años16. Tomando en consideración todas estas cuestiones, los científicos estiman que el Homo erectus tuvo su cuna en África, a partir de formas avanzadas de H. habilis y posteriormente se desplazó a Eurasia, sea a través de la Península arábiga, el Estrecho de Gibraltar o Italia. Resulta interesante destacar que la capacidad craneana del H. erectus aumentó notablemente en comparación con la de su predecesor, llegando a los 800 – 1200 cm3. Uno de los avances más espectaculares del H. erectus fue sin duda el empleo del fuego, la elaboración de herramientas bifacies, la construcción de los primeros campamentos y 16 Cf. R. Leakey. La formación de la Humanidad. Biblioteca de Divulgación Científica, Barcelona, España, 1993; Richard Leakey. LEAKEY. Editorial Salvar, Barcelona, España, 1986.

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también la realización de lo que se podría considerar como primeras actividades rituales. Los Homo erectus fueron diestros cazadores, que cocían sus alimentos, lo que se demuestra por los montones de cenizas, fragmentos óseos y pedazos de huesos carbonizados en los yacimientos fósiles de este homínido, encontrados en China, especialmente en la colina del Hueso de Dragón, en Choukoutien (Pekín)17. Se conoce que el H. erectus de China vivía de frutas, hierbas, tubérculos y también de la caza; construía instrumentos de trabajo y sabía cuidar del fuego, para que no se extinga. En general, podemos manifestar que los homínidos sabían utilizar el fuego desde hace por lo menos ¡500.000 años!, lo que constituyó un paso gigantesco en el proceso de su evolución, considerando que el mismo les permitió cocer los alimentos, protegerse del intenso frío de las noches invernales y defenderse de las fieras depredadoras. El cerebro del H. erectus medio era tan grande como el cerebro de un humano adulto pequeño: 1.000 cm3; su rostro todavía tenía diferencias notables con el del Homo moderno, especialmente por las marcadas protuberancias bajo las cejas. Homo neanderthalensis. Hasta el día de hoy se discute apasionadamente sobre el Homo neandertal, en especial en su relación con el Homo sapiens moderno. Los restos fósiles del H. neandertal se descubrieron por primera vez en 1856, en el valle de Neandertal, proximidades de Dusseldorf, Alemania. Después se han encontrado numerosos yacimientos de esta especie en diversas regiones de Europa y Asia. Se conoce que vivieron en la época glaciar, desde hace unos 200.000 años (otros autores consignan 150.000 años) o más, hasta hace 35.000 años, cuando prácticamente desaparecieron, siendo 17 Cf. Chia Lan-Po. Cueva-Hogar del Hombre de Pekín. Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1976.

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reemplazados por el Homo sapiens moderno. Hace 70.000 años se habían difundido por toda Europa y Asia Occidental. Los neandertales utilizaron el fuego de manera cotidiana, fueron diestros cazadores y se destacaron en la elaboración de herramientas líticas (musteriense) que comprendían raspadores, puntas de cuchillo, hachas de mano, punzones, principalmente. Lo más interesante radica en que por primera vez en este Homo se ha podido descubrir ritos funerarios. Incluso que a sus cadáveres se les inhumaba acompañados de cráneos de osos (probablemente los ritos funerarios se asociaban con prácticas mágicas incipientes, en las que un importante papel tenía el culto a los plantígrados), flores y rodeados con piedras y alimentos, lo que ha hecho pensar a algunos investigadores que en el Hombre neandertal, como en ninguno de sus antepasados, ya se presentaron los signos de una preocupación sobre la muerte. Por otra parte, todavía se debate sobre su capacidad de hablar, como en el hombre moderno. Pero, ¿qué es lo que distinguía en especial, a más de lo importante señalado, al Hombre neandertal, comparado con sus ancestros? Sin duda alguna el desarrollo del cerebro, más voluminoso, pues en algunos individuos alcanzó los 1.550 cm3. Esto significaría que el H. neandertal en esta cuestión se aproximó al ser humano moderno, aunque la región frontal en donde se encuentran distribuidos los centros del auto-control, fueron considerablemente menos desarrollados en ellos18. Asimismo se ha determinado que los neandertales preferentemente vivieron en cavernas o cuevas, utilizaron ampliamente el fuego y, lo más importante, ¡aprendieron a producirlo!; además se destacaron como muy hábiles “artesanos”, pues fabricaron herramientas lo suficientemente complejas de sílex. Los hallazgos de osamentas de vacunos silvestres 18 Cf. V. Chertijín. En las fuentes de la religión. Editorial POLITIZDAT, Moscú, URSS, 1977, p. 23 (versión en ruso).

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en las tumbas neandertales, sugerirían que al muerto se acompañaba de abundante carne que le serviría de sustento en el mundo de ultratumba19. La mayoría de los neandertales vivió en el Paleolítico medio, es decir en la primera mitad de la glaciación máxima, en la época de Riss20. Cabe señalar que por los estudios cráneo métricos efectuados, se deduce que el cerebro del Neandertal no cedía, en cuanto a dimensiones, al del H. sapiens, pero los lóbulos frontales eran pequeños y el cerebro presentaba cierto número de rasgos afines a los antropoides21 En 1938 el académico A. P. Okládnikov, en el curso de las excavaciones realizadas en Teshik-Tash, proximidades de Bairún, actual república soberana de Uzbekistán, encontró una serie de instrumentos líticos de la época Musteriense, el esqueleto (incompleto) de un niño de 8 – 9 años de edad y vestigios de hogueras con numerosos huesos y cuernos de la cabra de monte o “Teke”, que supuestamente los neandertales de Teshik-Tash cazaban22. El científico-escultor Mijaíl Guerásimov realizó una reconstrucción completa del niño Neandertal, considerada altamente profesional. Por las investigaciones efectuadas se deduce que los Homo neanderthalensis vivieron hace por lo menos unos 100.000 años en el continente asiático. R. Lewis cree que los neandertales desaparecieron bruscamente, hace unos 40.000 años en Oriente Próximo y hace 35.000 años en Europa Occidental23. Sin embargo, otros autores no descartan que algunos grupos de neander19 Cf. Robert Lewis. Evolución Humana. Biblioteca Científica Salvat, Barcelona, España, 1987, p. 150. 20 Cf. M. F. Niésturj. El Origen del Hombre. Editorial MIR, Moscú, 1984, p. 288 y ss. 21 Cf. M. F. Niésturj. Op. Cit., p. 289. 22 Cf. A. P. Okladnikov. Investigación de la caverna paleolítica de Teshik-Tash. Trabajos de la filial de Uzbekistán de la Academia de Ciencias de la URSS. Serie I (Historia, Arqueología) Fascículo 1, Tashkent, 2-45. 23 Cf. R. Lewis. Íbid., p. 152.

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tales se unieran con poblaciones de Homo sapiens. Lo más seguro es que coexistieron durante unos ¡50.000 años!, hasta que, por causas desconocidas, desaparecieron. Homo sapiens. Mediante el empleo de los más avanzados métodos de investigación, especialmente el estudio del ADN mitocondrial24, se ha podido determinar que el Homo sapiens sapiens u Hombre moderno, apareció hace entre 140.000 a 290.000 años, en África, mientras que el éxodo de ese continente tuvo lugar entre 90.000 a 180.000 años. A esa primitiva población humana procedente de África se ha denominado como “Eva mitocondrial”. Sin embargo, cabe advertir que no todos los científicos aceptan esta sugerente tesis del origen africano único de los humanos modernos; pues proponen el modelo multirregional y sustentan la hipótesis de que el Homo erectus se difundió por gran parte del Viejo Mundo: la misma África, Europa, Asia, hace aproximadamente un millón de años y 24 Para quienes no se encuentran familiarizados con este término de biología, nos permitimos indicar que en las células eucariotas propias de hongos, protistas, plantas y animales, el ADN, ácido desoxirribonucleico (DNA en inglés) que es el material genético de toda estructura celular, se encuentra delimitada por una membrana que se conoce como núcleo; en las células procariotas, más primitivas, propias de bacterias y arqueos (estos últimos microorganismos anaerobios, que producen metano, aerobios que viven en medios muy salinos y aerobios que viven en ambientes muy calientes y ácidos, como en las aguas termales sulfurosas) el ADN no está delimitado por membranas, del resto del interior celular. El ADN se encuentra en todos los cromosomas de los seres vivos y prácticamente deletrean la información genética indispensable para construir las proteínas de cada organismo. Este proceso se complementa con las cadenas de nucleótidos de ribosa, que se conocen como ácido ribonucleico (ARN) que se copian del depósito central de ADN en el núcleo de cada célula. Por manera que el ARN lleva el código genético del ADN al citoplasma celular y dirige la síntesis de proteínas. En su orden las mitocondrias son fundamentales para la vida de la célula animal (las vegetales en su lugar poseen los cloroplastos, encargados de la síntesis de clorofila), porque extraen energía de las moléculas de alimento y la almacenan en los enlaces de alta energía como las moléculas de Trifosfato de adenosina, ATP. (Cf. T. Audesirk et al. Biología. Op. Cit.; Biología 1. Enciclopedia del Conocimiento. Espasa Calpe, S. A., 2003; Claude Villee et al. Biología, Editorial McGraw-Hill, 1992 y otros).

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“desarrolló rasgos regionales (locales) o raciales”25. Por lo expuesto, tampoco se ha descartado que algunos grupos de Neandertales se unieran con poblaciones de Homo sapiens o que coexistieran durante unos 50.000 años, como ya señalamos. Los vestigios fósiles de Homo sapiens encontrados en Europa y Oriente Medio, tienen una antigüedad de 150.000 años y son conocidos como Cro Magnon (Francia). Son notablemente similares a los neandertales, aunque más refinados. El ser humano actual procede de ese Cro Magnon. La demostración más evidente de que este Homo sapiens fósil poseía un intelecto como el nuestro, son, entre otras cosas, el notable desarrollo del cerebro, la posesión de lenguaje articulado, las facultades psíquicas y las excelentes pinturas que dejaron en diversas cavernas de Europa y Asia. Por manera que el Homo sapiens es la culminación de este proceso de evolución de millones de años y su patria se considera África ¿Cuándo se desarrolló un cerebro realmente voluminoso? La ciencia tiene una fecha: ¡los últimos dos millones de años! Ellos constituyeron sociedades más avanzadas, las ceremonias eran parte de su vida, poseían un lenguaje articulado, todo un sistema de símbolos y dejaron como testimonio de su talento artístico e imaginación, de los conocimientos de la naturaleza y del mundo animal, las famosas pinturas rupestres, escenas de caza, de ceremonias. Nuestros más inmediatos ancestros trabajaron con singular habilidad e imaginación el hueso, fabricaban estatuillas, objetos musicales como flautas y silbatos. A fines del paleolítico pasaron de la vida nómada a la sedentaria. Ellos, que colonizaron todo el planeta, que impulsaron las transformaciones en la vida social, también revelan indicios de religión. En general la evolución de la capacidad craneal de los Homínidos, comparada con el cerebro del chimpancé, es la siguiente. 25 Cf. Homínidos. La Enciclopedia. Op. Cit., Tomo X, p. 7722.

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Evolución de la capacidad craneal desde el chimpancé hasta el Homo sapiens. Especie. Volumen de Masa encefálica. Chimpancé ----------------------------400 cm3. Australopithecus africanus------------ 450 cm3. Australopithecus robustus (o: Paranthropus robustus)----500 cm3.



Homo ergaster-------------------------- 1.100 cm3 Homo neanderthalensis---------------- 1.500 cm3 Homo sapiens--------------------------- 1.400 cm326.

Lenguaje, pensamiento, creencias. Partimos de la consideración de que no podemos pensar e incluso soñar, sin el concurso del lenguaje. Para el connotado científico Richard Leakey, “una forma rudimentaria de comunicación verbal apareció hace ya dos millones de años”27, es decir en tiempos del Homo habilis y Leakey supone que también cierto tipo de lenguaje pudo darse entre los más antiguos Hominoideos, los Australopithecus. Boris Porshniov en su admirable estudio que trata problemas de paleo-psicología, “Sobre los comienzos de la historia de la Humanidad”28, entre otras cosas manifiesta que el lenguaje constituye un eslabón central en la psiquis humana. Sin lenguaje, agrega, no existe ni puede existir pensamiento, conciencia, voluntad, personalidad; es generalmente admitido y evidente que el pensamiento sin lenguaje y antes (de la existencia) del mismo, no es posible. Lo más importante que expone este investigador radica en que en los paleoantropos, es decir los homínidos como Homo habilis u Homo erectus, los cambios en la cons26 Fuente: Desde la Edad del Hielo a la Civilización. Op. Cit.,pp. 18-19. 27 Cf. R. Leakey. La formación de la Humanidad. , pp. 151-155. 28 B. Porshniov. Op. Cit., pp. 124-140. (Moscú, 1974. Versión en ruso)

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trucción del cerebro avanzaron considerablemente más que en los australopitecinos (arqueantropos), y sin embargo en ellos todavía es insuficiente el desarrollo de la parte frontal [del cerebro, M. R.], precisamente aquella parte que en el Homo sapiens hace posible la relación del lenguaje y la programación de la actividad, es decir antes que nada su actividad laboral. En particular en esos homínidos, se desarrolló intensamente la región visual-olfativa de la parte occipital (nuca) del cerebro, que en el Homo sapiens nuevamente se reduce, en tal grado, que pierde todo su relativo crecimiento acumulado durante el tiempo de evolución de estas formas antecesoras29. Todo esto demostraría que si bien en el Homo habilis, Homo ergaster u Homo erectus hubo signos del lenguaje, este no alcanzó el elevado grado que presentaba el Homo neanderthalensis, especialmente del Paleolítico superior, ni del CroMagnon. Por su parte Alexandr Luria, reconocida autoridad en el campo de la neuropsicología, expone lo siguiente: “El estudio de la historia de los ‘actos intelectuales’ y la demostración de que estos representan el producto de un largo desarrollo de la actividad psíquica ponen en evidencia la falsedad de la concepción que siempre ve en los fenómenos psíquicos propiedades ‘originales’ o ‘aptitudes’ inmutables”30 En cambio desde el punto de vista teológico, la religión supuestamente es el signo fundamental que diferencia al ser humano del animal; si no existe religión, se argumenta, no se puede hablar de ser humano, por cuanto aquella es el elemento fundamental que distingue al ser humano de los animales, en virtud de que exclusivamente aquel cree y venera a diferentes dioses, mientras que los animales no, aseguran los teólogos. ¿Pero es así esta cuestión? Des29 Cf. Boris Porshniov. Op. Cit., pp. 146, 149, 179. 30 Cf. A. Luria. El cerebro y el psiquismo, p. 47 (En: I. Roguinski, A. Luria, A. Leontiev y otros. La concepción marxista del hombre, AKAL Editor, Madrid, España, 1978).

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de luego que no, porque semejante razonamiento significa simplificar y banalizar al extremo el argumento sobre los orígenes de la religión. En efecto, admitiendo que una gran mayoría de personas en el mundo cree en un ser supremo, igualmente existe un respetable número, que se calcula en centenares de millones -¡1’100.000.000, hasta 1996!, para ser concretos, según datos dignos de todo crédito31 que sencillamente no cree ni en dioses ni diosas, ni en otros seres sobrenaturales, como los ángeles, querubines o el demonio, ni en hechos prodigiosos, ni en vida de ultratumba. Entonces, ¿esos mil cien millones de personas no son humanos solamente porque no tienen ningún credo religioso? Absurdo. Además, si se argumenta que la religión es el signo esencial del ser humano, lo correcto debería ser que ese argumento se acompañe de un sustento teórico con relación a las condiciones en que surge la religión. Y esto es lo que no existe en los planteamientos de los teólogos: la religión en sus formas más primitivas surgió únicamente cuando el ser humano del paleolítico superior se encontró en capacidad de dualizar el mundo mentalmente en real u objetivo e ideal, espiritual o imaginario. ¿Acaso este complejo proceso de abstracción podían hacerlo el Homo habilis, Homo ergaster u Homo erectus? Por supuesto que no, por cuanto el desarrollo intelectual en estos homínidos, como hemos expuesto con algún detalle, no llegó al grado requerido para dualizar el mundo. Y si se recurre al hecho real de que ninguna especie animal en el mundo posee religión, debemos recordar a los teólogos y filósofos idealistas que igualmente ¡no existe ninguna especie animal en el mundo, excepto aquel “animal político” que somos nosotros, que pueda elaborar instrumentos 31 Cf. Denise y John Carmody. Los grandes maestros de la humanidad. Buda, Confucio, Jesús y Mahoma. Editorial: ROBIN BOOK. Santa Fe de Bogotá. D. C., Colombia, 1006, p. 13. Advierto al lector que estos autores no son marxistas ni cosa por el estilo, sino ¡escritores cristianos!, a quienes les preocupan los reveses que han sufrido las religiones en general (aunque no analizan a fondo las causas para ello), así como el notable avance del ateísmo en el mundo actual.

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y herramientas de trabajo, que filosofe, que posea un complejo lenguaje como el nuestro, que transforme el objeto de trabajo y a sí mismo, como sucede con el Homo sapiens! De lo expuesto se deduce que el argumento expuesto por los teólogos, es completamente deleznable y no resiste las refutaciones que se fundamentan en la ciencia. La elaboración de instrumentos de trabajo, por los irrefutables aportes de la arqueología y ciencias afines de los que se dispone, surge con el Homo habilis (se conoce que los Australopithecus ¡no crearon utillaje alguno!), hace más de dos millones de años atrás –justamente esta propiedad de elaborar herramientas de trabajo, aunque de lo más incipientes, dio nombre a este homínido antepasado nuestro-, pero en esos remotos tiempos no existía el mínimo signo de religión, porque todavía no se presentaban las indispensables condiciones sociales, intelectuales, psicológicas, para el surgimiento de las creencias religiosas. Precisamente en el proceso de la actividad laboral nuestros más remotos antepasados acumularon conocimientos útiles sobre el mundo circundante, reconocieron hábitos y costumbres de los animales a los que cazaban, descubrieron las propiedades de la piedra, de la madera, con los cuales fabricaron sus instrumentos de trabajo y armas más primitivas. En el curso de centenares de miles de años ampliaron su horizonte de conocimientos, desarrollaron su intelecto, lo que se comprueba de manera fehaciente en el perfeccionamiento de sus instrumentos de trabajo. Esto se demuestra irrefutablemente con los estudios científicos de los restos fósiles del Homo hábiles, H. ergaster, H. erectus, H. neardenthalensis, así como de las herramientas que utilizaron. Pero asimismo por los datos de la ciencia se demuestra de manera indiscutible que no existe ningún fundamento para considerar que nuestros remotos antepasados hayan tenido creencias religiosas. Los descubrimientos de la ciencia revelan que en el largo camino de la historia de la humanidad, un prolongadísimo período que abarca más de

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dos millones de años, desde el Homo habilis, y que corresponde al Paleolítico inferior, no hubo ningún signo religioso, ninguna creencia en un ser sobrenatural, ni en la vida de ultratumba y que estas creencias -insistimos- surgieron cuando nuestros antepasados lograron mentalmente dualizar el mundo, hace entre 50.000 a 40.000 años atrás, no más. Esto es lo indiscutible. Por manera que en el Paleolítico superior, cambió la situación: la extraordinaria fantasía humana –pero fantasía, al fin-, ya construye sus mundos enigmáticos intemporales y supranaturales, con sus ladrillos reales, es decir a partir de aquellos elementos y propiedades de la realidad que ve, escucha, siente y percibe en su derredor. Ser inteligente, dualiza mentalmente el mundo en real u objetivo e ideal. Eso sucede hace entre 50 a 40 milenios, como hemos señalado, cuando el mundo de los neandertales periclitaba y empezaba el reino de los Cro magnones, el Homo sapiens fósil. Por lo expuesto, las religiones, sean locales, nacionales o supranacionales, como un organismo vivo tienen su nacimiento, desarrollo, esplendor y ocaso. Muchas de las religiones, antes de periclitar, han asimilado numerosos elementos de otros credos y han cambiado profundamente, al extremo de ser bastante diferentes de lo que fueron en sus comienzos. El mismo cristianismo es muy diferente de aquel que surgió en Palestina y en la diáspora hace dos mil años. En general las religiones, sin embargo de que pueden tener larga vida, no son eternas, aunque los creyentes afirmen lo contrario. Por lo demás, las gentes de todos los tiempos y latitudes, pero en especial en el pasado remoto, han atribuido a sus dioses propiedades humanas, con la especial diferencia de que esas propiedades han sido incrementadas hasta lo infinito. Entonces, esas criaturas creadas por la fecunda imaginación adquirieron rasgos inherentes a seres omniscientes y todopoderosos, inefables y de infinita bondad o, en el otro lado, encarnaban la maldad extrema, poseían una

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fuerza destructora incomparable o se revelaban excepcionalmente rencorosos y vengativos. Los seres de ultratumba, producto de la fantasía, se radicaron en el cielo –el paraíso celestial-, en las cimas de las montañas, como el Olimpo o el Vaticano, en algún lugar especial de la tierra, como el Edén del Antiguo Testamento, en las entrañas terrenales, en las profundidades de los mares, o eran espíritus invisibles e inalcanzables que eternamente deambulaban en el espacio. 2. FORMAS TEMPRANAS DE RELIGIÓN. En los últimos tiempos paleolíticos encontramos también los primeros ejemplos de dibujos y pinturas en las paredes de las cavernas en que vivían. Muchos de éstos poseen gran mérito artístico, y algunos, que se cree representan demonios y hechiceros, nos dan luz sobre las creencias primitivas, lo mismo que las tallas no poco frecuentes, que simbolizan los cultos y la magia de la fertilidad. William Cecil Dampier. Historia de la Ciencia y sus relaciones con la filosofía y la religión. -o-o-oEn una época de histeria demoníaca era bastante fácil demonizar a aquellos a quienes se temía u odiaba. Así, se dijo que Merlín había sido engendrado por un íncubo. Como Platón, Alejandro Magno, Augusto y Martín Lutero. En ocasiones se acusó a un pueblo entero –por ejemplo, los hunos o los habitantes de Chipre- de haber sido engendrados por demonios. Carl Sagan. El Mundo y sus Demonios.

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No se conoce que el Homo habilis ni el H. erectus hayan revelado el mínimo signo de creencias religiosas. Los datos científicos actuales testimonian que las creencias religiosas surgieron en la época del paleolítico superior (edad de la “piedra antigua”), como ya hemos manifestado, en condiciones de un relativamente elevado nivel de desarrollo del intelecto humano, cuando se revelaron los primeros gérmenes o rudimentos de reflexión teórica y la posibilidad de hacer realidad una ruptura entre el pensamiento y la realidad, cuando nuestros antepasados estuvieron en capacidad de llevar a cabo una operación intelectual que en esta época puede parecernos absolutamente simple, común y corriente, pero que en esos inmemoriales tiempos sin duda fue tarea de anónimos gigantes del pensamiento: duplicar mentalmente el mundo en terrenal y de ultratumba, constituido este último de seres ideales y fantásticos, intemporales, no sujetos a las leyes de causa y efecto, etéreos, invisibles, todopoderosos, omniscientes, capaces de los más extraordinarios prodigios. Las raíces gnoseológicas de la religión efectivamente apuntan que la noción (o idea) común se separa del objeto significado por aquella noción que acaba transformándose en una singular “criatura”. Los tiempos más remotos, prehistóricos, son de creencias como el totemismo, fetichismo, magia, animismo, porque tales formas de religión se realizan exclusivamente en relación con el conjunto de actividades prácticas del hombre primitivo, de sus elementales relaciones sociales, lo que significa que nos encontramos frente a las raíces sociales del fenómeno religioso Ulteriormente los poderes sobrenaturales atribuidos a los diversos objetos, plantas, animales e incluso determinadas personas, empiezan por separarse –en la mente del individuo- de dichos objetos y se transforman en criaturas independientes, los espíritus. Surge entonces la creencia en la existencia autónoma del “alma”, con relación al cuerpo, lo

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que se conoce como animismo y en este caso se presenta verdaderamente la posibilidad de dualizar el mundo en el real o verdadero y en el de ultratumba o sobrenatural o ilusorio. Cuando se descompuso la sociedad gentilicia en sustitución de esas creencias religiosas surgió un nuevo tipo de credos, politeístas, de la temprana sociedad de clases. Pero conviene advertir también, que este proceso se relaciona profundamente con el lenguaje. Alexandr Romanovich Luria, autoridad mundialmente famosa en psicología y neurofisiología, no solamente que creó la neuropsicología y señaló que el ser humano asimila la experiencia acumulada por el género humano a través de su historia, mediante el lenguaje oral, sino que también con un rigor científico admirable anotó lo que sigue: “…Gracias al lenguaje, el pensamiento permite delimitar los elementos más esenciales de la realidad, configurar en una misma categoría cosas y fenómenos que en la percepción directa pueden parecer distintos, reconocer los fenómenos que –no obstante la semejanza externa- pertenecen a esferas diversas de la realidad. El pensamiento permite elaborar conceptos abstractos y formular conclusiones lógicas que rebasan los marcos de la percepción sensorial; posibilita los procesos del razonamiento lógico y descubrir en el desarrollo del mismo las leyes de los fenómenos inasequibles a la experiencia directa”32 Pero la palabra asimismo hace posible esa duplicación del mundo y, lo más importante, “…muestra que nos hallamos ante un sistema complejo de códigos, formado a través de la historia de la humanidad y que transmite a cada hombre que utiliza dicha palabra una complicada información sobre las propiedades esenciales del objeto dado, sobre sus funciones básicas y sobre sus conexiones objetivas con otros objetos de las correspondientes categorías. Al dominar la palabra, el hombre asimila automáticamente 32 Cf. A. R. Luria. Lenguaje y Pensamiento. Editorial Martínez Roca, Barcelona, España, 1980, pp. 25-26 y ss.

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un sistema complejo de nexos y relaciones en los que sitúa el objeto dado y que se ha ido formando durante la historia multisecular del género humano”33. Por manera que las creencias religiosas en un mundo de ultratumba, en seres supremos intemporales, inmortales, omniscientes, creadores o rectores del cosmos, surgieron únicamente gracias a la palabra, porque al nombrar un objeto, un fenómeno o un ser, real o ideal, se allana el camino para que estos objetos, fenómenos o seres, ¡adquieran una existencia singular, asociada a la palabra!. Reiteramos: se trata de entes reales o ideales los que se encuentran englobados en el lenguaje. Por esta razón en el famoso Evangelio de Juan, se dice algo extraordinario, que ratifica cuanto hemos señalado: “En el principio existía la palabra,/ y la palabra estaba con Dios./ La palabra, pues, era divina;/ estaba en el principio con Dios”34 Se trata del legendario logos, del que discurriremos más adelante, utilizado en la filosofía griega, desde la época de Heráclito. Con la sola diferencia de que en esos tiempos, ¡todavía no se divinizó la palabra o logos! Idea de lo divino. Los mahometanos aniquilan a los no creyentes con el fuego y la espada, los cristianos con las llamas del infierno. Pero las llamas del más allá se alzan también en el más acá para iluminar la noche del mundo incrédulo. Como el creyente goza ya aquí anticipadamente de las alegrías del cielo, así debe arder ya aquí el fuego de las hogueras para anticipar el gusto del infierno, al menos en los momentos de máximo entusiasmo por la fe. Ludwig Feuerbach. La esencia del cristianismo. 33 Cf. A. R. Luria. Op. Cit.,pp. 28-29. 34 Cf. El Evangelio según San Juan. I, 1-2.

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El espíritu humano, infestado de fantasmas terroríficos […]únicamente ocupado en sus alarmas y sus ensueños ininteligibles, estuvo siempre a merced de sus sacerdotes, que se reservaron el derecho de pensar por él y regular su conducta. Barón d’ Holbach. El Buen juicio. Cuanto más ignorante o desprovisto de experiencia es el hombre, más es susceptible de terror; la soledad, la oscuridad de los bosques, el silencio y las tinieblas de la noche, el silbido de los vientos, los ruidos repentinos y confusos son para todo hombre que no está acostumbrado a todas estas cosas objeto de terror. El hombre ignorante es un niño a quien todo sorprende y hace temblar. Barón d’ Holbach. Sistema de la Naturaleza. El surgimiento de las ideas sobre Dios (y también de otros seres y fenómenos sobrenaturales), se relaciona con los cambios de las condiciones sociales de las gentes y la complicación de la conciencia religiosa, que en tiempos inmemoriales se considera fue notablemente simple. En las tempranas etapas de la religión no se detecta la creencia en los dioses. Las más antiguas representaciones del paleolítico superior, como la Venus de Willendorf, en todo caso personifican a la mujer-madre, dotada de extraordinarias propiedades vinculadas con los misteriosos procesos de la fecundación y la reproducción, pero todavía no era una personificación de una representación ideal sobre un ser sobrenatural, en el estricto sentido de la palabra. Esto, desde luego, no significa negar que las primeras divinidades efectivamente fueran del sexo femenino, no masculino. En el antiquísimo tiempo de surgimiento del totemismo y fetichismo, los elementos de adoración asimismo fueron objetos reales. Los amuletos, churingas35 y fetiches son 35 Se trata de rocas o tablillas con dibujos que en una serie de tribus del centro australiano se consideraban el recipiente del alma de los tótems y de los verdaderos antepasados de la tribu.

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creación de las gentes que se guardaban en determinados sitios, los kápishches (del antiguo eslavo “Kap”, representación, ídolo, estatua), es decir criptas, destinadas al culto. Tenían la forma de un cobertizo de doble tejado con adornos, suspendidos en los postes. Bajo esta construcción se encontraban los ídolos y el altar de los sacrificios. Pues bien: a dichos objetos, producto de la creación de la mente y la actividad física de las gentes de la sociedad primitiva, se les atribuía propiedades sobrenaturales. Con el tiempo la espiritualización impersonal de objetos del mundo circundante se sustituye por modelos sobrenaturales, dotados de rasgos del ser-individuo ficticio, imaginado. Con el desarrollo de las relaciones sociales, el incremento de experiencias y las complejidades de la existencia, también se complicaron las representaciones de las divinidades. En efecto, mientras los dioses clánicos y tribales como protectores de una determinada comunidad, no conocían concurrentes o rivales, en cambio en el proceso de unión de clanes y tribus tuvo lugar la sanción de la prioridad de unos dioses sobre otros. En consecuencia, se convierte en dios principal aquel de la tribu dominante y a cuyo entorno se llevaba a cabo el proceso de unión. Este es el caso de Marduk, Osiris, Yahvé, Zeus, Júpiter, Isis, Demeter, Cibeles, etc., que se convirtieron en divinidades supremas, mientras los demás dioses y diosas asumían una posición subalterna en el panteón, o, en casos radicales, coincidiendo con el avance de la monolatría y el monoteísmo, esos dioses desplazados a un segundo plano eran simplemente eliminados. Eso sucedió con Baal, en el Antiguo Testamento. La historia de esta divinidad es muy ilustrativa: ese mundo de dioses fue muy rico en vivencias, con deidades que amaban y odiaban, luchaban entre sí y sufrían y morían, como nosotros mortales. El dios supremo de Fenicia fue El, sediento de sangre, aunque la más grande veneración se dedicaba al mencionado Baal, dios de las cosechas, de las

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lluvias y protector de los ganados. Su divina esposa Astarté (en ese tiempo las representaciones femeninas todavía no perdían su carácter divino, como esto sucedió con María, que siendo la madre del hijo de Dios, era es tan humana como cualquiera), diosa del amor y la fecundidad, se reputaba una de las más populares del mundo antiguo, venerada especialmente en Canaán, tierra en donde después desarrollarían su cultura los hebreos. Baal fue la divinidad suprema de Sumer y Acad, en Palestina también se le conocía con este nombre y tenía otras denominaciones entre los pueblos de Oriente Próximo: los fenicios le llamaban Tamuz, en Egipto se le identificaba con el todopoderoso Osiris y los griegos le veneraban bajo la imagen del eternamente joven y apuesto Adonis. Según conocemos por el contenido de los diversos libros Vetero-Testamentarios e incluso por la Epístola a los Romanos, constante en el Nuevo Testamento, el culto a Baal-Tamuz ¡existía en tierra Palestina desde tiempos inmemoriales, tanto que se registran referencias a dicho culto en varios libros bíblicos a partir del S. VI a n e, prolongándose su veneración hasta los primeros años del cristianismo!, por lo que el divino Baal debió dar mucho que hacer a los apasionados prosélitos del flamante credo. Asimismo de acuerdo a Ezequiel, su imagen se encontraba ¡a la misma entrada del templo de Jerusalén!: “Me condujo a la entrada de la puerta de la casa de Yavé del lado norte, y estaban allí dos mujeres sentadas, llorando a Tamuz” (Cf. A. Testamento. Ezequiel, VIII, 14). En el libro “Jueces”, que según la ciencia fue elaborado de manera gradual y simultáneamente con el “Pentateuco”, siendo terminado en el S. VI a n e, se reprocha que los israelitas hayan abandonado a Jehová para venerar a Baal y a las representaciones de Astarté: “Así abandonaron a Jehová y se pusieron a servir a Baal y a las imágenes de Astarté” (Jueces, II, 13). A propósito de esta divinidad femenina, procede re-

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cordar, una vez más, que Astarté es (o fue, porque los dioses y diosas, aunque pueden vivir -¿o solamente estar?- siglos e incluso milenios, en fin de cuentas también desaparecen de la memoria de los pueblos, que es la forma de morir que les ha deparado el destino, y son reemplazados por nuevas divinidades) una diosa fenicia, cuyo culto fue muy popular entre los pueblos semitas, que la conocían como Ashtart. Diosa de la guerra entre los belicosos asirios, del amor en Uruk y Sidón, en toda esa región fue la divinidad de la fecundidad, la diosa madre. Se la representaba con la figura de una esbelta mujer, con una media luna en la cabeza y tocándose sus senos. Los asirios la llamaban Ishtar. Y retornando al relato de Baal, la divinidad masculina, en 1 Reyes, XVI, 31-32, también se le menciona de manera muy concreta: “Y aconteció que, [como si fuera] la cosa más insignificante el que anduviera en los pecados de Jeroboán hijo de Nabat, ahora tomó por esposa a Jezabel hija de Etbaal el rey de los sidonios, y se puso a ir y servir a Baal e inclinarse ante él./ 32 Además exigió un altar a Baal en la casa de baal que edificó en Samaria”. En I Reyes, XVIII, 21, la disyuntiva que se plantea sobre el verdadero dios y la opción para preferir a uno de ellos son impresionantes. ¡Y conste que se trata de las “Sagradas Escrituras”!: “Si Jehová es el Dios [verdadero], vayan siguiéndolo; pero si Baal lo es, vayan siguiéndolo a él”. En la Epístola a los Romanos (XI, 4), que de acuerdo a los datos científicos realmente sería redactada (o expresada verbalmente y posteriormente escrita) por Pablo o, más probablemente por alguno de sus discípulos, en el año 57 de nuestra era, en Corinto36, o en las postrimerías del S. I d n e37, el espíritu de Baal todavía ronda en las primitivas sectas 36 Cf. Pepe Rodríguez. Mentiras Fundamentales de la Iglesia Católica. Ediciones Grupo ZETA, Barcelona, España, 1998, p. 123. 37 Cf. Настольная Книга АТЕИСТА. Политиздат. Москва 1978. ст. 311. (Libro de cabecera del ateo) En esta excelente obra elaborada por un equipo de destacados investigadores de la antigua URSS, se anota que con relación a las Epístolas de

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cristianas: “Sin embargo, ¿qué le dice la declaración formal divina? “He dejado que me queden siete mil hombres, [hombres] que no han doblado la rodilla ante Baal” Todo esto revela de manera irrefutable que el culto a Baal gozaba de enorme popularidad en toda esa región, incluyendo la tierra del judaísmo y cristianismo, y que sus festejos eran famosos. Las vicisitudes de este dios fueron muy singulares y en algo nos recuerda las del mitificado Jesús: a comienzos del otoño el dios de la muerte, Mat, le secuestraba conduciéndolo al reino subterráneo y con esto se producía la muerte de la naturaleza y el surgimiento del invierno. El pueblo cananeo lloraba sinceramente a su Dios fallecido y demostraba su dolor rasgándose las vestiduras. Pero al llegar la primavera, cuando brotan las flores, las aves salen de sus nidos y los animales de sus cuevas, la diosa Anat, personificación de la naturaleza femenina, en un encuentro con el perverso Mat le vence y rescata a su amado esposo Baal, llevándole otra vez a la superficie de la tierra. Entonces el pueblo, en honor al dios de las cosechas organizaba festivas procesiones, cantaba himnos y danzaba entusiasta al son de tambores. Sin embargo los judíos, que en los tiempos más antiguos fueron politeístas, también veneraban a Yahvé, el dios del agro, de las lluvias y tempestades, que originalmente fue la divinidad de la tribu más importante de Pablo (14), conforme a la investigación llevada a cabo en una computadora electrónica en Suecia, efectivamente se confirmó las conclusiones de los científicos, en el sentido de que solamente las primeras 4 o 5 pueden ser atribuidas a un solo autor, que podría ser el mencionado Pablo, entre las que se encuentran las Epístolas a los Romanos, 1 y 2, a los Corintios, a los Gálatas, elaboradas a fines del siglo I, mientras que las otras, ¡salidas de la pluma de otros autores!, corresponderían a los años 30-40 del S. II, con excepción de la Epístola a los Hebreos, dirigida a una secta vinculada con la comunidad esenia de Qumram, por lo que habría sido redactada ¡antes del año 132 d n e!, cuando los judíos al mando de Bar Kohba, sufrieron una derrota aplastante y fueron sangrientamente reprimidos por el ejército romano, ¡rebelión en la que no tomaron parte las sectas cristianas y a consecuencia de lo cual definitivamente se separaron del mundo de las sinagogas!. ¿Por qué? Por cuanto empezaron a conciliar su doctrina con la política del todavía poderoso Imperio romano, a congraciarse con la ìGran ramera de Babiloniaî y a marcar distancias con su matriz, el judaísmo. Esto, generalmente no se encuentra en las historias oficiales.

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este pueblo, Judá y acabó imponiéndose sobre Baal y otras divinidades, como la culebra, convertida en ser maléfico. Así se realizó el paso del politeísmo a la monolatría y ulteriormente al monoteísmo. Por lo brevemente expuesto, este proceso de diferenciación de los dioses y sobre todo de triunfo de unas divinidades y derrota de otras, encontró su reflejo en la Biblia (en el Antiguo Testamento, primordialmente), aunque en una forma completamente alterada, negando los más leves vestigios de politeísmo, desentendiéndose vergonzantemente de esta realidad, cuando la historia demuestra todo lo contrario. 3.INTENTOS DE PERIODIZACIÓN. Los hombres reverencian con gusto algo; pero su adoración se para casi siempre ante puertas falsas, a posteridad rectifica. Entonces la reverencia se desnaturaliza, y he aquí cómo los creyentes adoran fácilmente inocentes reliquias. Millares de cristianos adoran las reliquias de un santo cuya vida y doctrina ignoran; millares de budistas reverencian el dalada (el diente sagrado), o la huella petrificada del pie de Buda, o el santo árbol que éste sembró; así se mira con reverencia la casa del Tetrarca en Arqua, la supuesta cárcel de Tasso en Ferrara, la casa de Shakespeare en Stratford, con su silla; la casa de Goethe en Weimar, con el mobiliario; el viejo sombrero de Kant, con sus respectivos autógrafos reverenciosamente mirados por hombres que nunca han leído sus libros. A. Schopenhauer. Pensamientos respecto al intelecto en general y en todas sus relaciones. Uno de los primeros pensadores que intentó sistematizar el estudio de las religiones, fue el filósofo francés de origen alemán Paúl Henri Dietrich, Barón de Holbach (1723-

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1789), en su “Sistema de la Naturaleza” (1770). Poco mencionado en los manuales de historia de la filosofía, desdeñados sus trabajos, sometido a la conspiración del silencio en las facultades de filosofía, igual que otros materialistas y ateos consecuentes, este ilustre pensador materialista y ateo creía que la misión del filósofo era librar al ser humano de cualquier prejuicio religioso o supersticioso. Tuvo la entereza de plantear sus puntos de vista avanzados para ese tiempo, cuando todavía tenían un gran peso el misticismo, el oscurantismo, las supersticiones y el temor reverencial a contradecir los dogmas de la religión oficial en Europa. Holbach señaló que la religión deriva del sentimiento de miedo del ser humano primitivo, frente a las amenazantes fuerzas de la naturaleza e intentó establecer un consecuente estudio de desarrollo de las representaciones religiosas, engendradas por el miedo: al comienzo el ser humano sentía temor y veneraba las fuerzas espontáneas de la naturaleza, los objetos materiales; después se prosterna ante las “criaturas que rigen las fuerzas espontáneas”, a los diversos “genios”, “héroes”, etc. En el ulterior curso de sus lucubraciones, resolvió simplificar este sistema, sometiendo toda la naturaleza a un único agente: dios. Así fue expresada, quizá por primera vez la idea sobre el puro desarrollo inmanente, lógico de las representaciones religiosas bajo la influencia de unas reflexiones En el S. XVIII cambió la situación y se trató de comprender la historia de las representaciones religiosas no como un proceso abstractivo-lógico, cuanto como un reflejo de la historia de las mismas personas38. En el S. XIX se planteó la tesis del auto-desarrollo lógico de las religiones, con el reconocimiento de sus nexos a concretas épocas históricas, pueblos y estados. Este intento pertenece sobre todo al gran enciclopedista W. Federico 38 Cf. Sergei Tokarev. Problema de Periodización de la historia de las religiones. En: Cuestiones del ateísmo científico. (Edición en ruso) Editorial MYSL, Moscú, URSS, 1976, pp. 63 y ss.

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Hegel, quien en su monumental “Filosofía de la Religión”, en dos tomos39, expone magistralmente este punto de vista. Por lo demás, para Hegel la religión pasa por tres estadios: el de la religión “natural”, en la que Dios se presenta como una fuerza inmediata de la naturaleza. El primer grado de este estadio se identifica con la fuerza de los hechiceros que posee el mismo ser humano. Es el caso de los shamanes, la religión de los esquimales; el segundo grado, la división de la conciencia en sí misma, incluye la religión de China; la religión de la fantasía, de la India y la religión de la existencia [o ser] en sí, el budismo; el tercer grado, es la transición de la religión de la naturaleza a la religión de la libertad, que contiene en sí la “religión del bien o de la luz”, de Persia (Irán actual), la “religión de los sufrimientos”, de Siria, y la de los misterios, de Egipto. El segundo estadio abarca la religión de la espiritualidad individual, que se descompone también en tres grados: la religión de lo “sublime” (o “elevado”), del judaísmo; la religión de la “belleza”, de Grecia y la de la “razón”, de Roma. Finalmente el tercer y último estadio, constituye la “Religión absoluta”, representada, como no podía ser de otra manera en un seguidor del credo de Jesús, por el cristianismo. Las limitaciones de esta clasificación son evidentes: es verdad que la antigua religión hindú tiene sus “fantasías”, pero no son exclusivas de éste porque otros credos, incluyendo el cristianismo, también los tienen; la de Egipto puede aceptarse como “misteriosa”, únicamente porque en tiempos del gran pensador todavía no se descifraba los jeroglíficos que revelaron que en esta gran nación en tiempos faraónicos prevalecía una religión estatal con el faraón como sacerdote supremo, ni se conocía a cabalidad la enorme reforma 39 Cf. G. W. Hegel. Op. Cit. Editorial POLITIZDAT, Moscú, 1975-1976. Considero que se trata de una excelente edición en ruso, completa y que corresponde a las magistrales lecciones que brindaba Hegel, cuando llegó a contar con numerosa concurrencia, especialmente sus lecciones sobre la demostración de la existencia de Dios -1829-, cuando tuvo un audtorio de ¡200 asistentes!, un record para esa época.

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que impulsó Iknatón, sobre todo su proyecto de implantar el monoteísmo o por lo menos la monolatría, que se derribó estrepitosamente por los intereses opuestos de la poderosa casta sacerdotal40 . Pero la limitación más notoria de Hegel la encontramos cuando ¡no deja ningún espacio en su magistral trabajo al estudio del islam! Sin embargo, la realidad refuta ampliamente al insigne pensador, pues el Islam surgió 7 siglos después del cristianismo e ¡incluso tiene un monoteísmo algo más perfeccionado!, al contar únicamente con su Dios Alá y su profeta Mahoma, sin Trinidad, ni Hijo Dios ni Virgen Madre, como esto sucede con la religión cristiana. Un salto debemos hacer hasta Augusto Comte (S XIX, años 30), quien en su obra más trascendental, “Curso de Filosofía Positiva”, Lecciones 1 y 2, divide las religiones en tres estadios. Previamente diremos que todo el temprano estadio de desarrollo de la humanidad y su cultura Comte lo clasifica como Teológico (o Ficticio), considerando que dicho período transcurrió totalmente bajo el dominio de las representaciones religiosas, que las subdivide en tres fases: fetichismo, politeísmo y monoteísmo. Comte se esforzó por demostrar que según el pueblo, prevalece determinada “fase”. El estadio Metafísico no sería otra cosa que la simple modificación del precedente, cuando los agentes sobrenaturales son sustituidos por fuerzas abstractas, genuinas entidades (entendidas como abstracciones personificadas), “inherentes a los diversos seres del mundo, y concebidas como capaces de engendrar por si mismas todos los fenó40 El poderío y la riqueza de la casta sacerdotal en tiempos de Ramses III (11981167 a n e), fue realmente colosal: ¡Poseían más de ciento siete mil esclavos!; con toda probabilidad, una persona de cada cincuenta era esclavo de algún templo. De ese modo los templos eran dueños de un dos por ciento de la población. En lo referente a tierras hallamos que las dotes sagradas sumaban casi tres mil kilómetros cuadrados, lo que equivalía aproximadamente a una séptima parte, o un catorce y medio por ciento de la tierra cultivable del país ¡Tenían casi medio millón de cabezas de ganado!; sus flotas sumaban ochenta navíos, algo así como cincuenta y tres talleres y astilleros, en tanto que en Siria, Cush y Egipto poseían un total de ciento sesenta y nueve pueblos!. Papiros Harris. En: J. H. Breasted. The Development of Religión and Thougt in Ancient Egypt. New Cork, 1929.

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menos observados”41 En el estadio Positivo, el tercero, el espíritu humano consciente de la imposibilidad de alcanzar nociones absolutas, “renuncia a buscar el origen y el destino del universo y a conocer las causas íntimas de los fenómenos, para conocer mediante razón y observación sus leyes efectivas42. Comte consideraba que el “sistema teológico” logra su más elevada perfección al sustituir el “juego variado” de las últimas divinidades primitivamente imaginadas, por la acción perfecta de un ser único. A su vez el sistema metafísico culmina cuando en lugar de entidades particulares se concibe una sola entidad general, la naturaleza, estimada única fuente de todos los fenómenos. El sistema Positivo aspira a la perfección que probablemente nunca será alcanzada, que consistiría en la representación de todos los fenómenos observables, como particularidades de un hecho general único, como la gravitación universal43. Desde luego, debemos advertir que esa fórmula “trimembre” comtiana, como acertadamente señala un autor44, deforma la historia de la ciencia y de la filosofía, además de que arbitrariamente soslaya todo un período de desarrollo del pensamiento [humano], como el que corresponde a la época grecorromana. El historiador de religiones, T. Akselis45 dividió estas en tres estadios: 1. De grado inferior, en el que ubicó al fetichismo y shamanismo; 2. De grado superior, en el que constan politeísmo y formas de religión natural más desarrolladas; 3. Religiones éticas, relacionadas con las “revelaciones” y con la obra de los profetas y predicadores. 41 Cf. Augusto Comte. Curso de Filosofía Positiva. Discurso sobre el espíritu positivo. E. ORBIS, S. A.1980. Serie: Historia del Pensamiento, Vol. 21. Lección Primera. 42 Cf. A. Comte. Op. Cit., Lección Primera. 43 Cf. A. Comte. Op. Cit., Lección Primera. 44 Cr. M. M. Rosental. Diccionario Filosófico. Ediciones “Pueblos Unidos”, Buenos Aires, 1990, p. 101. 45 Cf. Т. Ахелис. Очерк сравнительного изучения религии. СПб. 1906. Стр. 54 и 56.

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El conocido etnógrafo africanista L. Frobenius (1904) dividió las formas tempranas de religión en la siguiente forma: 1. Animalismo, como una mundi-visión de los cazadores, entendiendo que el ser humano todavía no se separa del mundo animal; 2. “Manismo” o culto a los muertos y antepasados, mundi-visión de los agricultores sedentarios, y 3. “Heliolatría”, el culto solar, relacionado con la presencia en la sociedad de una capa de “príncipes”, lo que explicaría la creencia en dioses solares y similares, así como una mitología desarrollada46. El sociólogo y psicoanalista estadounidense de origen alemán, Erich Fromm (1900-1980), representante de la escuela culturalista de su país de adopción, y quien ha gozado de fama en Occidente porque abogó por un humanismo con un sustento socialista, aunque no dejó de ser un duro crítico del sistema soviético, clasificó todas las religiones en “autoritarias” y “humanistas”47, lo que consideramos erróneo y poco consistente. ¿Por qué? Por una simple razón: en esencia, toda religión es autoritaria, pues sus dogmas, ritos y ceremonias se le imponen al creyente, no se le dejan a su discreción. Incluso el famoso amor al prójimo, del cristianismo, ¡no es íntegro ni cabal!, cuanto selectivo completamente e implica condiciones, en virtud de que el cristiano ¡ama de verdad y exclusivamente a otros cristianos!; no ama a aquellos que su fe no bendice; por esta razón irrefutable, suponer que un cristiano ama a un musulmán o a un budista, es una hipocresía; mucho menos a un ateo. Y cuando se proclama el “amor a los enemigos”, ¡no se trata sino de un amor a un enemigo concreto, personal!, jamás a quien no crea en Dios. El Islam es más intransigente todavía en estas cuestiones, por lo tanto, reiteramos que toda religión es autoritaria en su esencia. El alemán Max Müller (1823-1900), que propiamente se llamaba Federico Maximiliano, en su tiempo fue muy 46 Cf. L. Frobenius. Das Zeitalter des Sonnengottes, Berlín, 1904. En: S. Tokarev. Проблемы периодизацы истории религии. Вопросы Научного Атеизма. Op. Cit., p. 67. 47 Cf. E. Fromm. Psicoanálisis and religión. New Cork, 1967. Pp. 34-50.

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respetado como filólogo, orientalista y mitólogo. En su obra “La religión como objeto de estudio comparativo”48, dividió las religiones conforme a los rasgos étnicos de los pueblos: “aria”, “semita”, “turania” (en este último caso en referencia a los pueblos nómadas de Asia Central, que tenían como supuesto centro de origen a Turán, llanura de estepas y desiertos regada por los ríos Amu Daria y Sir Daria, en las ex repúblicas soviéticas de Turkmenia, Tadzhikistán, Uzbekistán y parte de Kazajstán. El turco y húngaro se cree que son lenguas originarias de esta región), e intentó con este enfoque determinar la cualidad específica de cada una de ellas. El método marxista de investigación brinda una base muy diferente y bastante sólida en la resolución del problema señalado (la periodización de las religiones), aunque todavía no se ha dicho la última palabra al respecto, y nos permitimos exponer de manera bastante abreviada: Con relación a “La Ideología Alemana”, en donde encontramos importantes reflexiones sobre ideología y religión, que veremos en seguida, Isaiah Berlín (1909-1907), filósofo británico de origen letón y un singular detractor de Marx y Engels, dice que “…la Ideología” es una obra “verbosa, mal estructurada y grandilocuente, que se ocupa de autores y opiniones muertos hace mucho y justamente olvidados…”49. Pues bien: la pasión le hace cometer errores a este ponderado I. Berlin, le lleva a juicios de valor realmente injustos, especialmente cuando dice que “la Ideología Alemana” es una obra que se ocupa de autores y opiniones muertos hace mucho [tiempo]. En primer lugar, esa obra fue escrita entre 1845 1846 y publicada póstumamente. En segundo lugar, ¡estuvo dirigida a autores que vivían en ese tiempo!, no en la protohistoria: Ludwig Feuerbach, que nació en 1804 y falleció en 1872. Feuerbach fue un destacado filósofo materialista, el último representante de la filosofía clásica alemana, autor 48 Cf. M. Müller. Op. Cit. Esta referencia la he tomado del ruso, por no disponer del texto en español. 49 Cf. En: Nigel Warburton. La caverna de Platón y otras delicias de la filosofía. Editorial ARES y MARES, Barcelona, España, 2002, p. 189.

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de “La esencia del cristianismo”, 1841, “Lecciones sobre la esencia de la religión”, 1851. Desde posiciones de un materialismo antropológico, sometió a una devastadora crítica a la religión y al idealismo filosófico. Feuerbach, en palabras de Marx, condujo al mundo religioso hacia su base terrenal (C. Marx, F. Engels. O. C., T. 3) Este filósofo consideraba la religión y la teología como productos de la auto-enajenación de la esencia humana que se compensa con la pérdida de la unidad del hombre con el hombre, del yo con el tú, del individuo y el género50 . Bruno Bauer, el “otro autor muerto hace mucho y justamente olvidado”, según la gratuita crítica de Berlin, nació en 1809 y murió en 1882. Bauer fue uno de los más destacados jóvenes hegelianos y de los más ilustres investigadores de la historia del temprano cristianismo (Crítica del Evangelio de Juan, 1840; Crítica de los Evangelios Sinópticos, Tomos 1-3, 1841-1842); por fin Max Stirner, seudónimo de Gaspar Schmidt (1806-1856), fue también destacado filósofo, hegeliano, ideólogo del individualismo y del anarquismo. Su más famosa obra “El único y su propiedad”, escribió en 1845 y se reputa como una aguda y rigurosa fundamentación del anarquismo (individualista). Se consideró como el más radical de la izquierda hegeliana. Sus últimos años vivió prácticamente en la miseria, igual que Feuerbach. Entonces, ¿Cómo es que La Ideología Alemana, “verbosa, mal estructurada y grandilocuente”, se refiere ¡a autores y opiniones muertos y olvidados hace mucho tiempo!? Falacia evidente la del talentoso I. Berlin, porque los autores mencionados fueron prácticamente coetáneos de los fundadores del marxismo. Sus obras las escribieron ¡en vida de Marx y Engels!, estuvieron en el centro de la polémica de los hegelianos de izquierda y de derecha y no han sido olvidados del todo, ni siquiera en nuestro tiempo, especialmente Ludwig Feuerbach. Igualmente craso error de N. Warburton, al citar un pasaje insidioso de la obra de I. Berlin. 50 Cf. Атеистический �������������� Словарь. �������������������������� Op. Cit., p. 462.

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Lo que sucede es que el pensamiento marxista, no obstante el colapso de la URSS y de la desaparición de ese socialismo burocrático, que fue reemplazado por un capitalismo salvaje que ha sembrado los países de la antigua comunidad socialista de ejércitos de desocupados, indigentes, de prostitución infantil y una mafia rusa que no le pide favor a la siciliana (y esto ¡no lo digo sustentado en un conocimiento libresco, sino en el de la realidad!); digo que a pesar de todo esto el marxismo ¡sigue siendo una de las grandes expresiones emancipatorias y reivindicadoras de nuestra época!, aun reconociendo la refutación de varias de sus tesis y de cierto declive, lo que no es anormal en tratándose de una filosofía y una teoría de la sociedad (la concepción materialista de la historia), porque solamente las “verdades” religiosas supuestamente son eternas e irrefutables; sólo los papas son infalibles, así se trate de Alejandro VI o Pío XII; únicamente Isaiah Berlin puede ser el nuncio del liberalismo, que desde el más allá se lanza injusta y presuntuosamente contra el viejo Marx. Ahora sí, concretándonos al tema: en La Ideología Alemana, Marx señala algo que puede llevarnos a confusión respecto a la dicha periodización, porque sentencia así: “La moral, la religión, la metafísica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden así, la apariencia de su propia sustantividad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo…”51. Si no existe historia en la religión, ¿entonces no tenemos nada que estudiar? Simplemente la cuestión no termina en este juicio de Marx, porque más adelante, de inmediato, esclarece correctamente el asunto: “…sino que los hombres que desarrollan su producción material y su trabajo material, cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de su pensamiento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la 51 Cf. C. Marx, F. Engels. La Ideología Alemana, I Capítulo. En: Obras Escogidas en 3 tomos. Editorial Progreso, Moscú, 1976. Tomo 1.

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conciencia”52 En este punto justamente se expresa de manera elocuente e irreprochable, una de las más importantes ideas del materialismo histórico: el desarrollo histórico de la religión no es un proceso espontáneo y autónomo, sino el reflejo del proceso general del desarrollo material y social, una parte del proceso histórico general. Entonces, se deduce que el desarrollo de las creencias religiosas, el culto, ceremonias, organización, no puede formarse al margen del proceso histórico general. Y como la historia de la humanidad se divide en dos enormes épocas, que no son ningún invento, sino que responden a la realidad: la de la sociedad pre clasista, de la comunidad gentilicio-tribal, y la sociedad de clases, entonces la religión igual que otras instituciones sociales, también se distingue en su desarrollo histórico en dos períodos fundamentales: religión de la sociedad pre-clasista y religión de las sociedades clasistas53. Es interesante señalar que en esta cuestión, en la ciencia marxista, especialmente entre los autores soviéticos, surgió en los años 70 del siglo pasado un desacuerdo, no tanto en relación con la periodización, cuanto en la correcta comprensión del término religión: ¿en las gentes de la sociedad pre-clasista se trataba en realidad de religión el conjunto de creencias que tenían, o se trataba de algo diferente esta forma de conciencia social, en comparación con las religiones modernas? Por ej. eruditos investigadores, como A. A. Popov o Boris F. Porshniöv (este autor tiene una obra realmente extraordinaria ya citada: “Sobre los comienzos de la historia de la humanidad”, publicada póstumamente y en la que aborda, entre otras cuestiones, problemas de paleo-psicología) han estimado que esas creencias no correspondían a una verdadera religión, en el sentido que actualmente tiene este término. Sergei Tokarev, Yuri Semenov, A. P. Okladnikov, en su orden, creen que sí se trata de religiones. 52 Cf. C. Marx, F. Engels. Op. Cit., Tomo 1. 53 Cf. S. Tokarev. Op. Cit., p. 70.

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Yo, modestamente por cierto, igualmente he sido partidario de llamar formas tempranas de religión a las creencias, ritos y ceremonias de épocas prehistóricas, porque aquellas cumplen con los principales presupuestos que caracterizan a una religión: creencia en seres sobrenaturales, en hechos prodigiosos (conjuros, hechicerías, actos mágicos, etc.), vida de ultratumba. Por lo demás, las diferencias entre las creencias religiosas de tiempos remotos, de épocas pre-clasistas, con las religiones que se conocen actualmente, corresponden al diferente grado de organización de las sociedades y, de hecho, de la cultura. Por ejemplo en las comunidades tribales surgen la aristocracia, los esclavistas, propietarios agrícolas, nobleza militar, de las que se separa una capa intermedia, la de los sacerdotes, que tiene a su cargo el cumplimiento de los ritos y ceremonias religiosos. Pero como se trata de organizaciones sociales precarias, la religión no tiene un sistema de dogmas consolidado, constante en un libro “sagrado”, como esto sucede en las religiones más desarrolladas, y la misma casta sacerdotal, aunque desprendida del trabajo productivo, no tiene el grado de profesionalidad como en los credos posteriores. Por otra parte, el sustento ideológico, constituido en un sistema de dogmas, surge posteriormente en las religiones de las sociedades clasistas, como en el judaísmo, budismo, cristianismo, Islam, así como un libro sagrado que corresponde a los Vedas en el hinduismo, y correspondientemente: Antiguo Testamento y primordialmente la Torá que comprende el Pentateuco y la Ley mosaica, en el judaísmo, principal matriz del cristianismo e Islam; la Biblia, en el cristianismo; el Corán, en el Islam. Pos supuesto que en la casta sacerdotal de la sociedad antigua se concentra toda la sabiduría religiosa. Pero las formas transitorias del proceso religioso se revelan desde los más antiguos tiempos. Otra cuestión que procede aclarar en esto de la periodización es lo siguiente: por la misma lejanía en el tiempo y

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la insuficiencia de testimonios, resulta asaz difícil establecer dicho proceso en cuanto a los credos prehistóricos. Además, ciertos elementos de las religiones prehistóricas se encuentran igualmente en las nuevas, por manera que la división entre unas y otras jamás puede tener una precisión matemática. Por ejemplo los exorcismos, encantamientos, conjuros y actos mágicos, ¡también los encontramos en las religiones contemporáneas! La ingestión de la comida totémica, de tiempos inmemoriales, asimismo se encuentra presente en el cristianismo, aunque en forma depurada y sublimizada: la comunión o sagrada eucaristía, mediante la ingestión de la hostia (en efecto, se trata de una delgada oblea comestible), que supuestamente contiene o representa el cuerpo y sangre de Jesucristo, ¡heredado directamente del judaísmo, en el que significaba el animal inmolado a Dios en sacrificio! El culto a la diosa-madre, presente en el Paleolítico superior, con innumerables representaciones en Europa, Asia y África y milenios después en América precolombina, se prolonga hasta los tiempos del esclavismo, en diversas religiones: Isis, en Egipto, partícipe de la Trinidad religiosa de esta antigua cultura, con su esposo Osiris y su hijo Horus; Astarté, divinidad celestial entre los pueblos semíticos, conocida igualmente como Ishtar o Istar; Cibeles, diosa esposa de Saturno y madre de Zeus, conocida como Rea, en Grecia; Deméter, divinidad griega, personificación de la tierra, llamada Ceres en Roma y equivalente de Pachamama, la divinidad de la tierra entre los pueblos andinos precolombinos, etc. Culmina este culto (digo esto porque el Islam, la última gran religión monoteísta, que surge siete siglos después que el cristianismo, no cuenta ya con una virgen madre de Dios Alá, menos con una Trinidad, cuanto únicamente con las bellísimas Huríes del paraíso, desde luego vírgenes, que en el Corán se prometen como compañeras a los bienaventurados) en el cristianismo con María, madre de Jesús, ¡aunque ya no con la categoría de diosa!, sino únicamente con un atributo ético, vinculado a lo que se estima su inmaculado

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comportamiento génito-afectivo: es virgen y al mismo tiempo madre de Jesús, el Hombre-Dios, pero sin conocer a su marido José, pues es copulada por el Espíritu Santo, una de las personas de la Trinidad, por tanto un “prodigio” profundamente contradictorio, aberrante y sobre todo ¡incestuoso! Por todo esto, además, términos que encontramos con frecuencia en el lenguaje teológico, sociológico, histórico e incluso filosófico, como “Religión pagana”, tomado del léxico clerical y misionero, ¡no entraña nada concreto!, si se exceptúa que pone en evidencia una contraposición con relación al judaísmo, cristianismo e Islam, noción y concepto del que hablaremos con detalle en otro capítulo. Asimismo esa expresión peyorativa de idolatría, tampoco dice mayor cosa, porque los “ídolos” se encuentran no solamente en la imaginación y constituyen la razón de ritos y ceremonias de los partidarios de las religiones pre-clasistas, cuanto que moran e igualmente son objeto de veneración en las religiones pomposamente llamadas universales, aunque en una forma que podríamos decir depurada y sofisticada. En fin, el animismo, animatismo, magia, totemismo, fetichismo, culto a los difuntos, a los antepasados, a la naturaleza, a la Diosa progenitora, son elementos de religiones tempranas y modernas. Al respecto grandes aportes hicieron E. Tylor, especialmente en el estudio del animismo; R. Marret, quien dedicó sus reflexiones e indagaciones al estudio del pre-animismo; J. Frazer, sin duda uno de los más grandes autores, que estudió a fondo el mundo de la magia; A. Comte, que aportó brillantemente a la comprensión del fetichismo; Émile Durkheim, con sus estudios sobre el totemismo. Con estos antecedentes tratemos de abordar otra cuestión conceptual. Filosóficamente hablando, podemos manifestar que la religión (del latín religio- piedad, devoción, sagrado), es una concepción del mundo y una percepción (sensación) de la existencia, una conducta y una actividad específica, el

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culto, que se fundamenta en la fe en la existencia de uno o varios dioses, de lo sagrado, de seres y hechos sobrenaturales, de un comienzo u origen de todo lo existente, que se encuentra al margen de lo natural, que es inalcanzable para la comprensión del ser humano. En esencia, toda religión es una concepción del mundo idealista. Su principal signo es la creencia en lo sobrenatural, en todo aquello que no se sujeta a las leyes de causa y efecto, que es intemporal. Sin embargo, esto no significa necesariamente que la religión en general es la relación que vincula al ser humano con Dios, conforme afirman los teólogos. Al respecto, Frederick Engels, fiel compañero de C. Marx, decía que toda religión no es otra cosa que el reflejo fantástico en las cabezas de las gentes de aquellas fuerzas externas que dominan sobre ellos en su vida cotidiana. En estas circunstancias las fuerzas terrenas toman la forma de fuerzas extra terrenales. Los datos científicos más modernos revelan que la religión surgió –reiteramos una vez más- en la época del paleolítico superior, hace no más de 40.000 años atrás, en condiciones de un relativamente elevado grado de desarrollo de la sociedad primitiva54. Por supuesto que el surgimiento de la religión se vincula con un determinado nivel de desarrollo del intelecto, cuando aparecen los rudimentos del pensamiento teórico y la posibilidad de separación o ruptura del pensamiento (¡idealmente!) con relación a la realidad. Esto tiene que ver con las raíces gnoseológicas de la religión y con la capacidad de dualizar mentalmente el mundo en real e ideal o imaginario. En estas condiciones las ideas o nociones generales se separan de los objetos designados por aquellas y se transforman en una singular “criatura”. Esta posibilidad se materializa únicamente en relación con la conjunción de la actividad humana, de sus relaciones sociales, que constituyen las raíces sociales de todo 54 Cf. Filosofskiy Entsiklopedicheskiy Slovar. Moscú, 1989, pp. 552-553.

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fenómeno religioso. En los estadios primitivos de la historia humana, la religión constituye el producto de la limitación del dominio práctico y espiritual del mundo55. En las religiones más antiguas, primordialmente las de la prehistoria, las creencias están marcadas por la fantasía con relación a la dependencia del ser humano respecto de las fuerzas naturales. Un aspecto que consideramos sumamente importante tener en consideración, radica en que en esos remotos tiempos el ser humano todavía no se separa de la naturaleza, primordialmente en el plano mental. Como ya se ha manifestado, la religión refleja aquel aspecto de la existencia social en donde prevalecen las relaciones de dominio y dependencia de las personas, de las condiciones de su vida. Por ello la religión surge como resultado de la impotencia del ser humano frente a las espontáneas fuerzas de la naturaleza (ulteriormente de las sociales) y al mismo tiempo como el intento de superar esa impotencia mediante medios fantásticos. Intentando compensar su incapacidad práctica, recurre a medios ilusorios para influir en su entorno. Esto explica el carácter irreal y falso de las representaciones religiosas. Pero el reflejo deformado del mundo en las creencias religiosas, no entraña simplemente la ignorancia o el desconocimiento de las auténticas leyes del desarrollo del mundo, cuanto también el reflejo de determinadas condiciones sociales de la existencia. Entonces sucede que las verdaderas fuerzas que dominan al ser humano, se reflejan en su conciencia religiosa de manera deformada e intervienen como fuerzas extraterrenales o sobrenaturales. Por esta razón el signo más universal, propio de toda religión, es la creencia en seres sobrenaturales, en relaciones y propiedades sobrenaturales de objetos reales. La noción de lo sobrenatural significa que aquello que el creyente considera como tal, no se somete a las leyes del mundo material, de causa y efecto, e incluso eterno en 55 Cf. Op. Cit., p. 552.

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el tiempo e infinito espacialmente hablando. Lo supranatural siempre se contrapone a lo terrenal, a lo natural, como su negación: a lo finito, transitorio, objetos, fenómenos, lo infinito, absoluto (o perpetuo), eterno, dios, etc. La ciencia, especialmente el materialismo en este caso, parte de que lo sobrenatural no existe en la realidad, sino únicamente determinadas imágenes, representaciones o ideas sobre dichas criaturas sobrenaturales, llámeselas como se quiera. Teniendo un carácter ilusorio y falso las representaciones o ideas de lo sobrenatural, no significa que este no tenga sus raíces terrenales; todo lo contrario, siempre existe una base terrenal de lo sobrenatural, pero el problema radica en que en la conciencia religiosa se produce una deformación de la realidad. Sobre lo pre-anímico y prelógico. Es acertado lo que se manifiesta en un estudio serio y documentado, en el sentido de que la génesis de las formas de religión en la prehistoria, atañe no solamente a la etnografía, antropología e historia, sino también a la filosofía, considerando que no se puede conocer el origen de la religión sin dilucidar previamente la génesis y las particularidades del pensamiento del hombre primitivo56. ¿Precedió la creencia en un espíritu impersonal a la creencia en un espíritu o espíritus relacionados con objetos materiales concretos? El materialismo considera que no pudo preceder porque el pensamiento del hombre primitivo en ese grado de desarrollo fue primordialmente concreto-figurado, mientras que la capacidad para la abstracción aparece considerablemente después, cuando se torna más compleja la actividad productiva y la organización social57. Por esta razón en varias tribus de África y Australia que han conservado su modo de vida de tiempos remotos, sin cambios sustanciales, se imaginan el espíritu como un 56 Cf. Nikolai D. Korotkov. El aspecto social del problema del hombre en la filosofía religiosa (En ruso). Editorial ìNAUKOVA DUMKAî. Kiev, Academia de Ciencias de Ucrania, Instituto de Filosofía, 1978. 57 Cf. Nikolai D. Korotkov. Op. Cit., p. 17.

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ser humano pero diminuto, que se encuentra en el interior del verdadero ser humano y que abandona su cuerpo en el momento de la muerte. Entonces, en este caso el espíritu se representa como una “copia” reducida del individuo real, mientras que lo místico se reduce a ¡únicamente a la representación sobre su separación del cuerpo del falleciente! Ulteriormente surgen las representaciones sobre las fuerzas espirituales –almas- que se contraponen al mundo terrenal, objetivo, en el que ejercen su influencia y poder. Esta situación se da cuando el ser humano adquiere la capacidad para la abstracción, para la separación del pensamiento y la capacidad de hipostasiar las propiedades de diversos objetos y fenómenos naturales, es decir cuando se dota a estas abstracciones de una existencia independiente. Esta tesis igualmente refuta esas ideas equivocadas que sostienen algunos autores como el etnólogo y sociólogo Levy-Bruhl, en el sentido de que: 1. El fundamento de la religión de la sociedad primitiva constituye la ¡conciencia irracional del ser humano primitivo!, es decir un ¡pensamiento prelógico!; 2. Supuestamente no es posible explicar desde un punto de vista lógico las creencias más antiguas (sobre todo de postrimerías del paleolítico superior), por cuanto el pensamiento del hombre primitivo fue prelógico. Señalemos enfáticamente al respecto, que ¡jamás pudo existir semejante forma de pensamiento!; 3. La religión del hombre primitivo ha sido primeramente una creencia en una fuerza o poder espiritual universal de carácter sobrenatural –pre animismoy ha servido como un medio de satisfacción de demandas espirituales. Por manera que el pre-animismo sustenta la extraña idea de una base emocional-afectiva sobre el origen y el funcionamiento de las creencias primitivas. Sin embargo, las conclusiones de los partidarios de dicho pre animismo no se justificaron ni contaron con un verdadero sustento científico, a pesar de que recurrieron a los datos de la etnografía y antropología. Especialmente Levy-

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Bruhl en base a su excelente estudio de las tribus de África, Australia y Oceanía planteó la tesis de que la conciencia de las gentes que se encuentran en un bajo nivel de desarrollo social y, consecuentemente, del hombre de la sociedad primitiva es tan específica, que nosotros no podemos compararla con la conciencia de las personas civilizadas. De acuerdo a este autor, en el ser primitivo se encuentra completamente ausente la capacidad para la formación, la asociación y el pensamiento lógico. Su teoría del pensamiento prelógico del hombre primitivo, enfilada contra Tylor y otros evolucionistas, de acuerdo a los cuales el ser humano salvaje pensaba tan lógicamente como el hombre moderno, destacaba que en las sociedades primitivas prevalecían las “representaciones colectivas” (noción durkheiniana, sin duda), diferentes de la actividad intelectual de las sociedades civilizadas. En estas circunstancias, el pensamiento “prelógico”, según Lévy-Bruhl, se dirige y orienta no conforme a las leyes lógicas de identidad, contradicción y otras, cuanto a las de coparticipación, de acuerdo a las cuales el objeto percibido puede ser simultáneamente el mismo u otro y se encuentra al mismo tiempo en diferentes lugares. No obstante lo dicho, Lévy-Bruhl no supuso que el pensamiento “prelógico” es inherente únicamente a los pueblos atrasados: en el campo de la experiencia personal el “hombre primitivo” actúa y razona como el hombre moderno, y lo no menos importante y paradójico: ¡en la vida moderna existen fenómenos como la religión y la moral en los que se reflejarían las acciones de ese pensamiento prelógico!58. Lo expuesto de ninguna manera se ha de entender como que el fecundo trabajo de este autor, fundamentado en un cuantioso material etnográfico, así como algunas de sus conclusiones, sean desechables porque sí. Tanto más que sus concepciones tuvieron determinada influencia en las teorías psicológicas de Carl G. Jung, quien terminó separándose de su célebre maestro Segismund Freud (recuér58 Cf. Lévy-Bruhl. Op. Cit. En: Filosofskiy Entsiklopedicheskiy Slovar. P. 302.

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dese el nexo del pensamiento “primitivo” y el arquetipo del inconsciente), así como en la sociología del conocimiento de Schiller. En esta breve exposición simplemente hemos considerado que es objetable su tesis principal relacionada con la diferencia cualitativa entre la mentalidad primitiva y la civilizada, por las razones expuestas. Eso nos parece que no resiste la crítica en las actuales condiciones de las ciencias sociales. Por lo demás, Jean Piaget (1896-1980), el ilustre psicólogo suizo, quien hizo un magistral estudio del desarrollo del pensamiento infantil, acuñó la denominación “edad prelógica”, inspirado en Levy-Bruhl, pero para referirse a una etapa de la edad infantil que se caracteriza por el pensamiento al margen de las reglas lógicas de la no contradicción y causalidad, lo que no es lo mismo que lo sustentado por Levy-Bruhl. Así es esta interesante historia. Significado de la religión. La mayoría de los teólogos cristianos, sean católicos, ortodoxos o protestantes, derivan el término religión de las palabras latinas RELIGIO, que se traduce como veneración, respeto (a Dios), mientras RELIGARE se entiende como relacionar, unir. Por lo tanto, de acuerdo a los teólogos la religión es un nexo o relación del ser humano con el ser supremo -¡generalmente de sexo masculino!-, cuestión urticante que por lo general eluden señalar, y se presenta como la conjunción de leyes, verdades de la fe, ceremonias, normas de conducta, supuestamente establecidas por Dios y que permanentemente relacionan al creyente con Dios59 El hecho es que, conforme al autor citado, de manera similar determinan el papel de la religión los representantes de otros credos religiosos. Por ejemplo para los musulmanes la esencia de la religión se concreta a normas de conducta dadas a las gentes por el mismo Dios Alá y se encuentran fijadas en el libro sagrado del Islam, el Corán, que los más 59 Cf. V. Chertijín. U istokov reeligí. Editorial POLITIZDAT, Moscú, 1977, p. 10.

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apasionados feligreses creen que fue dictado directamente por Alá a Mahoma, ¡en lengua árabe!. Más o menos similar al famoso Decálogo, que Yahvé ¡habría impreso en dos lozas de piedra y entregado a Moisés en el monte Sinaí!, no obstante lo cual, cuando al descender de la montaña se percató que su pueblo había caído nuevamente en la idolatría, en un arrebato de furia ¡Moisés hizo pedazos las tablas de la ley que le había entregado el mismísimo Dios! Algo realmente inconcebible. Así que los teólogos están convencidos que la religión es el nexo de dios con el ser humano. Pero, ¿significa exactamente igual para la ciencia la religión?. Definitivamente, no. En efecto, conforme a la ciencia la religión no es otra cosa que ¡una forma de la conciencia social, una parte de la cultura de la humanidad!, uno de los componentes de la actividad espiritual de los seres humanos, igual que el derecho, la política, la moral, el arte, la ciencia, la filosofía, que a su manera orienta la conducta de la persona creyente. Pero existe una particularidad de la religión en su condición de forma de la conciencia social, que la distingue de las otras formas señaladas: si bien estas reflejan más o menos correctamente la realidad, o por lo menos se esfuerzan a ello, en cambio la religión representa una forma de la conciencia social que tergiversadamente y de manera fantástica refleja la realidad del mundo circundante. Por esta razón C. Marx decía que la religión (en general) “…es en efecto la autoconciencia y el auto sentimiento del hombre que aún no se ha conquistado a sí mismo o ya se ha vuelto a perder. Pero el hombre –agregaba el gran dialéctico de Tréveris- no es un ser abstracto que se acurruca fuera del mundo. El hombre es el mundo del hombre: estado, sociedad. Este estado, esta sociedad producen la religión, una conciencia invertida del mundo, porque son un mundo invertido. La religión es la teoría general de ese mundo, su compendio enciclopédico, su lógica en forma popular, su point-d’honneur espiritual , su

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entusiasmo, su sanción moral, su solemne complemento, su base universal del consuelo y la justificación. Es la realización fantástica de la esencia humana porque la esencia humana no posee realidad alguna verdadera. La lucha contra la religión es, por lo tanto, indirectamente la lucha contra ese mundo cuyo aroma espiritual es la religión. “La aflicción religiosa es –continúa-, por una parte, la expresión del sufrimiento real y una protesta contra el sufrimiento real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el alma de un mundo sin corazón, como lo es el espíritu de condiciones donde el espíritu está ausente. La religión es el opio del pueblo. “La abolición de la religión, como felicidad ilusoria del pueblo, es la exigencia de su felicidad real. La exigencia de renunciar a las ilusiones sobre una situación es la exigencia de renunciar a una situación que necesita las ilusiones. La crítica de la religión es así en germen la crítica de este valle de lágrimas, cuya aureola es la religión”60 A propósito: ¿por qué Marx comparó a la religión con el opio? Sencillamente porque la droga brinda a quien recurre a ésta un alivio pasajero a sus sufrimientos y angustias, un consuelo ilusorio y le permite olvidar, aunque sea momentáneamente, sus temores. Pero semejantes efectos ¡ocurren únicamente en su cabeza!, en sus pensamientos, visiones. Pasado el efecto, vuelven las angustias, los sufrimientos, los temores. Más o menos similar es el efecto religioso. Con este necesario deslinde prosigamos. La concepción religiosa del mundo es una deformación de la realidad, pero la religión no solamente es esta representación e interpretación deformada de la realidad, sus representaciones fantásticas, ilusorias, sino también incluye en sí el elemento emocional y este ingrediente hace sumamente complejo superar la cosmovisión religiosa. En efecto, de las representaciones religiosas sobre 60 Cf. Carlos Marx. Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel (En: La filosofía contra la religión. Agustín Izquierdo, Coordinador. Colección EDAF-ENSAYO. España, 2003, pp. 132-133.).

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el mundo, de la fe de que dicho mundo, incluyendo el ser humano, ha sido creado y es gobernado por un ser sobrenatural (o por varios seres sobrenaturales – dioses), se desprende una determinada relación emocional del individuo creyente hacia aquel ser supra-natural, así como determinadas esperanzas, ilusiones, anhelos. Este conjunto de sentimientos engendrados por la religión, convierte a ésta, como acertadamente señala un autor, en altamente viable y tenaz61, es decir difícil de superarla. 4.CUANDO SE DUALIZÓ EL MUNDO.



Ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte; lo divino, lo terrible, lo incomprensible, es saberse inmortal. He notado que, pese a las religiones, esa convicción es rarísima. Israelitas, cristianos y musulmanes profesan la inmortalidad, pero la veneración que tributan al primer siglo prueba que sólo creen en él, ya que destinan todos los demás, en número infinito, a premiarlo o castigarlo. Más razonable me parece la rueda de ciertas religiones del Indostaní; en esa rueda que no tiene principio ni fin, cada vida es efecto de la anterior y engendra la siguiente, pero ninguna determina el conjunto… Jorge Luis Borges. El Aleph.



-o-o-o-



Вера в сверхъестественное включает как веру в сверхъестественные существа (анимиз, теизм), так и веру в сверхъестественные связи между реальными процессами и явлениями (магия, тотемизм) и в сверхъестусевенные свойства реальных объектов (фетишизм). История и Теория Атеизма М. П. Новиков et al.

61 Cf. V. Chertijín. Op. Cit., pp. 12-13.

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-o-o-oNo hay más vida eterna que ésta que vivimos. Miguel de Unamuno. San Manuel Bueno, mártir.

Partimos del hecho de que la religión, que es ideología, como ya anotamos brevemente en anterior capítulo, no posee historia propia, separada de la historia de la sociedad humana, porque su desarrollo se determina por el desarrollo de la sociedad62 Por manera que no es eviterna, menos todavía de inspiración divina (punto de vista que vehementemente sostienen los teólogos de diferentes credos), ni connatural o innata. La religión surge –hemos dicho- y se forma en determinado sistema y bajo el influjo de las condiciones de la vida social. Nuestros lejanos ancestros, de los tiempos paleolíticos, se separaron del mundo animal gracias, entre otros factores, al trabajo. Ya no se discute este hecho, comprobado a cabalidad por la ciencia. Pues bien, en los más tempranos estadios de formación de la humanidad, no se contaba ni con las premisas sociales ni con las premisas gnoseológicas para el surgimiento de la religión. Los datos de la ciencia en esta cuestión son irrefutables: los más antiguos homínidos, como Homo habilis y Homo erectus, todavía no poseían la capacidad requerida para desarrollar el lenguaje bien articulado y en consecuencia para el pensamiento abstracto, para la formación de nociones e ideas. Por esta razón en estos remotos antepasados nuestros no podían surgir las premisas para el despegue de la fantasía desde la realidad, y en consecuencia no existían las condiciones para el surgimiento de representaciones ilusorias y falsas. Por lo expuesto, se considera que las primeras representaciones religiosas no pudieron surgir sino hace 40.000 62 Cf. Nauchniy Ateism. Op. Cit., 1978, p. 32.

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– 50.000 años, con el aparecimiento del Homo sapiens neardenthalensis, que ya habría desarrollado un lenguaje articulado y poseía la capacidad para la abstracción, y con mayor razón con el Homo sapiens fósil (el hombre de Cro magnon), nuestro más directo antepasado, que habría hecho su aparición hace unos 200.000 a 160.000 años atrás, en África, desde donde se extendió a todo el planeta. Los antropólogos estiman que este inmediato ancestro nuestro poseía una evidente capacidad para la asociación de ideas, un lenguaje bien articulado y una organización social avanzada. Este H. s. s. colonizó nuestro continente hace unos 40.000 años63. Se trata, como ya anotamos, de nuestro antepasado del Paleolítico superior, conocido popularmente como CroMagnon. Justamente la famosa Venus de Willendorf (Austria), del período auriñaciense, de 20.000 a 25.000 años de antigüedad, representaría la divinidad que simbolizaba la fecundidad. En este período e incluso algo más antes, ya se encuentran entierros con signos de ceremonias, lo que demostraría el surgimiento de ideas en el mundo sobrenatural, es decir la dualización ¡mental! del mundo en real e ideal o fantástico. Asimismo el arte rupestre más antiguo, se vincula con ritos mágicos.

Raíces sociales, gnoseológicas y psicológicas.

El fenómeno religioso, como todo lo que es parte de la conciencia religiosa, ha arraigado en las condiciones de la vida práctica, pero originalmente se engendró y continúa engendrándose en el día de hoy (no olvidemos que surgen nuevas religiones, sectas, confesiones, como la del coreano Sun Myung Moon -la fortuna personal de este “mesías” reaccionario, vinculado a la KCIA, la CIA coreana, ¡se encuentra 63 Cf. Historia Universal en 17 volúmenes. Editorial Sol 90, Barcelona, España, 2004, Vol. I, Prehistoria y Primeras Civilizaciones, p. 28 y ss.

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entre las 50 más grandes del mundo!-, ¡quien fue recibido en el Vaticano por el finado Papa Juan Pablo II!, la de Hare Krisna, Niños de Dios, con su líder Moisés David, la comuna de Rajneesh, de consumados proxenetas, la Iglesia Fénica, la Cienciología, Testigos de Jehová, fracasados profetas del fin del mundo, Mormones, etc., etc.) merced a las angustias que provocan un mundo injusto, violento y a las diversas limitaciones de la práctica del ser humano. En el curso de su actividad laboral, desde los tiempos más antiguos, el ser humano no solamente se ha transformado a sí mismo, sino también ha modificado al objeto de su trabajo, empezando por la naturaleza; pero en tiempos inmemoriales, en el paleolítico superior e incluso en el neolítico, los medios que tuvieron a su disposición nuestros lejanos antepasados, eran precarios. Por esta razón su relación con la naturaleza, en gran medida, era una relación de dependencia y ausencia de libertad64. Este es el caso del cazador, que como se señala en el estudio citado, a pesar de su destreza frecuentemente se quedaba sin presa, Pero la cuestión radicaba en que no comprendía por qué se quedó sin el sustento y en esas condiciones recurría a medios ilusorios para lograr una buena caza. Esos medios eran los ritos mágicos, los conjuros, exorcismos, imprecaciones a los seres de ultratumba, que ingenuamente creía que existían, que deambulaban por su mundo y en consecuencia que podían influir para que el cazador pueda lograr una buena presa. Por lo expuesto, la religión en estas circunstancias brinda la ilusión de que completa la actividad laboral, las tareas de caza y pesca, la recolección de frutos, cuando las propias actividades se revelan insuficientes o sin provecho. Por manera que la impotencia del ser humano frente a la naturaleza, constituye una de las raíces sociales de la religión. Pero, además, en la sociedad en la que imperan las inequidades e injusticias, aquella impotencia de los indivi64 Cf. Nauchniy Ateizm. Editorial POLITIZDAT, Moscú, 1978, p. 20.

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duos frente a las fuerzas espontáneas de la naturaleza se complica con la explotación, la marginación y el desdén de los que son objeto los estamentos y clases que ocupan un nivel inferior en la escala social y que constituyen la mayoría de la población. Solamente recordemos un elocuente ejemplo: de unos 80’000.000, o incluso quizá menos, de personas que habitaban la gran cuenca del Mediterráneo a principios de nuestra era, ¡únicamente unos pocos miles se consideraban ciudadanos libres, con sus derechos y obligaciones, mientras a la inmensa mayoría ni siquiera se la consideraba gente! Y en ese mundo de excluidos estaban los libertos pobres, los parias, la gran masa de esclavos, los labriegos sin mayores derechos. Por manera que el ser humano, en determinadas condiciones, tiene la real posibilidad de experimentar su impotencia tanto frente a las fuerzas de la naturaleza, como frente a un entorno social, se siente atrapado y sin salida. ¿Cuáles son las particularidades síquicas que también hacen factible la formación de las representaciones y creencias religiosas? Entre estas se encuentra sobre todo la contraposición del proceso de reflejo de la realidad en la conciencia. Es necesario partir del hecho cierto de que el proceso de conocimiento del mundo no es un acto simple como el reflejo de una figura en el cristal azogado, pues aquel presupone una contraposición dialéctica de la unidad de dos aspectos: la forma subjetiva del conocimiento y su contenido objetivo65. Y mientras más rica y multifacética sea la forma de reflejo del mundo, tanto más profunda será la posibilidad del ser humano para desentrañar la realidad objetiva. Sin embargo, cada nueva forma de conocimiento del mundo, representa en si el reflejo de algo más complejo que, en su orden, es cada vez menos coincidente con el objeto material que directamente se nos da. Creando nuevas posibilidades para una más pro65 Cf. Al respecto: V. Boguslavski, V. Chertijín et al. ìEl Materialismo Dialéctico e Históricoî Editorial Progreso, Moscú, 1976; A. D. Sujov. Las raíces de la religión; A. F. Okulov et al. Nauchniy Ateízm. E. POLITIZDAT, Moscú, 1978 y otros.

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funda comprensión del mundo, cada nueva forma de reflejo crea también algunas posibilidades para el “vuelo” o despegue del pensamiento, con relación a la realidad, para el reflejo tergiversado de la misma66. Pero las causas gnoseológicas de la religión igualmente se basan en las indudables limitaciones del conocimiento humano, como veremos con mayor detalle más adelante. En efecto, el desconocimiento de las verdaderas causas de tal o cual fenómeno o suceso, especialmente cuando se relacionan directamente con la vida de las personas, interviene como una de las premisas fundamentales para la formación de las creencias religiosas. Y por supuesto un gran papel en el surgimiento de la religión siempre tendrá los elementos psicológicos, las emociones, particularmente aquellas emociones negativas del individuo, como el miedo, la desesperación, la tristeza, los fracasos y reveses que nos depara la vida. En las etapas más tempranas de la sociedad humana, la formación de las representaciones religiosas se produce en notable grado por influjo de la aspiración a personificar el mundo circundante. El hombre primitivo se esfuerza por explicar los diversos fenómenos de su universo por analogía con las propias actividades humanas, de tal manera que a los objetos inanimados el hombre primitivo les dota de conciencia, voluntad y les atribuye premeditadas intenciones. Entonces, la religión no habría podido surgir sin estas premisas gnoseológicas y psicológicas. Pero cabe precisar que estas premisas se realizan únicamente bajo la existencia de determinadas condiciones sociales67 . Resumiendo estas cuestiones: La base de todo credo constituye las representaciones religiosas, es decir la fe (o creencia) en la realidad de lo sobrenatural, expresado en forma de mitos, dogmas, prescripciones del culto, prohibiciones, enseñanzas. El elemento esencial, en su orden, se considera a las 66 Cf. Nauchniy Ateism. Moscú, 1978, p. 22. 67 Cf. Nauchniy Ateísm. Op. Cit., p. 23.

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relaciones emocionales del creyente con relación a las criaturas y fuerzas sobrenaturales creadas por su imaginación. Los esfuerzos y aspiraciones del ser humano por prevenir los efectos no deseados (que los supone nocivos y perniciosos) de las fuerzas sobrenaturales y lograr su respaldo, encuentra su expresión en el culto, es decir en la realización de ceremonias religiosas, en la observación de diferentes prescripciones. Un tercer elemento, no menos importante, constituye la organización religiosa. En las religiones de las sociedades pre-clasistas y prehistóricas, no se contaba con especiales organizaciones, pues estas surgieron durante el esclavismo y se consolidan con la división del trabajo físico del intelectual, situación que condujo a la formación de castas de servidores profesionales del culto. El sacerdocio se ha vuelto más complejo con las nuevas religiones. Las organizaciones religiosas tienen funciones importantes, siendo las principales la elaboración y propaganda de los dogmas, doctrina, dirección del culto, la lucha por la “pureza” de la doctrina e integridad de la organización68. Cabe señalar que la principal función social de la religión, es la ilusorio-compensatoria. Por ello Marx dirá que la religión es el opio del pueblo (aunque F. Garaudi, quien revisó equivocadamente el marxismo, afirmó que este enunciado no corresponde a la realidad: supuestamente la fórmula de Marx ha caducado, cuando hoy más que nunca la vida demuestra la vigencia de dicha tesis). Es decir que en cualquier sistema social, en las más diferentes condiciones históricas la religión ha cumplido y cumple ese papel ilusorio-compensatorio de las flaquezas, limitaciones e impotencia del ser humano. En la sociedad primitiva, la causa fundamental de surgimiento de la religión fue la impotencia del ser humano con relación a las fuerzas espontáneas de la naturaleza que no podía controlarlas ni explicarlas, el nivel de producción sumamente precario y una experiencia ínfima. Estos elementos engendraron las primitivas representaciones religiosas, sentimientos y acciones con los que el hombre primitivo creía com68 Cf. Nauchniy Ateísm. P. 24.

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pensar su impotencia, así como la ausencia de verdaderos conocimientos sobre el mundo circundante y sobre sí mismo. Tengamos presente que el sentimiento de impotencia frente a fenómenos de la naturaleza, amenazadores e incomprendidos para el hombre del paleolítico superior, del mesolítico y del neolítico, se intensificaba durante los desastres y calamidades naturales, como las erupciones volcánicas, los terremotos, tempestades, inundaciones, incendios forestales, sequías, etc. En estos casos, la manifiesta incapacidad para controlar o detener estos fenómenos naturales, condujo a divinizar a los mismos. Toda esto fue razón para el surgimiento de las creencias religiosas. 5. CREENCIAS Y CULTOS MÁS ANTIGUOS. Los cultos y creencias de la sociedad primitiva, incluyendo la del Paleolítico superior, debieron formarse muy lentamente, a partir de las diferentes representaciones ilusorias, fantásticas, condicionadas por emociones y actos. Entre estas creencias más antiguas, denominadas también formas religiosas tempranas, tenemos: Totemismo. Proviene de la palabra “o tótem”, de la lengua de los indios norteamericanos de Alaska ojibways, y significa originalmente “clan de él”. Pero profesionalmente el término fue utilizado por primera vez por J. Long, a fines del siglo XVIII. Sigmund Freud, en su famosa obra “Tótem y Tabú”, señala que el tótem por lo general representa “…un animal comestible, ora inofensivo, ora peligroso y temido, y más raramente, una planta o una fuerza natural (lluvia, agua), que se hallan en una relación particular con la totalidad del grupo. El tótem es, en primer lugar, el antepasado del clan, y en segundo, su espíritu protector y su bienhechor, que envía oráculos a sus hijos y les conoce y protege aun en aquellos casos en los que resulta peligroso”69 . 69 Cf. Sigmund Freud. Op. Cit.. Ediciones Esquilo. Bogotá, Colombia, 2002, pp. 14-15.

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La comprensión que actualmente se tiene de totemismo, no varía sustancialmente de la que hace ya algunas décadas dio el ilustre padre de la psicología moderna, porque en nuestro tiempo se admite que el totemismo representa las relaciones de parentesco sobrenaturales, existentes entre un colectivo humano (clan, tribu) y determinado tipo de animal, planta o algún objeto. El totemismo se reveló como la primera forma de concienciación o comprensión de la unidad del colectivo humano y su relación con el mundo circundante. Debemos tomar en consideración que la vida de los colectivos humanos primitivos estuvo íntimamente ligada con determinadas especies animales a los que cazaban todos los miembros del clan o tribu. Esta circunstancia, según consideran los científicos, sirvió de fundamento para el surgimiento de representaciones ilusorias sobre el parentesco de uno y otro animal (o planta, en otras circunstancias) con un determinado colectivo de cazadores. Gradualmente se desarrollaba la representación de que el animal es el antepasado común, es decir el tótem representante de un determinado colectivo. Con la ampliación de la esfera de la actividad productiva y la formación de nuevos clanes y tribus, entonces surgieron nuevas representaciones totémicas sobre animales de los ríos y mares –peces-, plantas y aparecen especiales festividades totémicas, cuyo momento central constituye la ingestión del tótem (la carne totémica), destinada a reforzar las fuerzas del colectivo, los lazos de parentesco con el tótem y a asegurar las condiciones indispensables para su reproducción70. Ahora bien, signos evidentísimos de totemismo –aunque las personas misticonas me acusen de cometer 70 Cf. Nauchniy Ateism. Op. Cit., p. 35.; S. Freud. Tótem y Tabú, op. Cit.; también: James Frazer. La Rama dorada (Zolotaya Vetví), Editorial POLITIZDAT, Moscú, URSS, 1984, obra de excepcional importancia para este tema e igualmente para conocer sobre tabú, magia, animismo, etc.; Claude Lèvi-Strauss. Antropología Estructural. Edición Universitaria, Buenos Aires,, Argentina, 1984; importantes reflexiones sobre totemismo, constan asimismo en: Dagobert D. Runes. Diccionario de filosofía; M. M. Rosental. Diccionario Filosófico, etc.

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una blasfemia- ¡igualmente se encuentran en las religiones desarrolladas, incluyendo las llamadas universales, como budismo, Islam y cristianismo!. Por esta razón se da el caso de Dios, como padre de los creyentes; la comunión, como el acto de ¡consustanciarse con la divinidad!, porque eso significa, por ejemplo, cuando el creyente durante el sacramento de la comunión, una vez que previamente ha confesado sus pecados veniales y capitales (nada menos que al sacerdote, que puede ser un pedófilo, sin que lo sepa el feligrés), con la hostia consagrada ingiere el cuerpo y la sangre del divinizado Jesús. Quieran o no aceptarlo los creyentes, esta es una reminiscencia de inmemoriales tiempos ¡cuando el miembro del colectivo ingería la carne del animal totémico! Magia. Igual que el totemismo, la magia (deriva del griego y originalmente se entendía como hechicería o sortilegio) es una de las formas más tempranas de religión. Habiendo surgido hace miles de años, en tiempos prehistóricos, representa en sí la posibilidad de influir en personas, fenómenos o procesos naturales mediante conjuros, es decir por medios sobrenaturales. Merced a recursos mágicos el ser humano primitivo intentaba influir de manera determinante en el curso de los acontecimientos, en una dirección deseable para él. Ulteriormente la magia se convirtió en uno de los componentes esenciales de las religiones más desarrolladas. En efecto, el culto de cualquier religión contemporánea, sin excepción, incluye en sí determinado sistema de acciones que se consideran mágicas, como ceremonias, misterios, oraciones, etc. En la vida cotidiana la magia igualmente se ha conservado, resistiendo la prueba del tiempo, desde que los cazadores del paleolítico, que en las impresiones rupestres dejaron para la posteridad dibujadas escenas de caza, ceremonias y ritos, hasta los tiempos actuales en los que se recurre a los conjuros, adivinaciones, profecías, exorcismos (a

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estos últimos se recurre para expulsar demonios, invocando a la divinidad), etc., para poder hacer el bien o el mal. Levi-Bruhl investigó a profundidad la magia, pero cayó en una exageración imperdonable, como ya señalamos: no admitió el pensamiento conceptual, tesis que equivocadamente fue compartida incluso por el filósofo marxista M. M. Rosental (“La magia primitiva fue estudiada con la mayor plenitud por L. Levy-Bruhl y N. Marr, quienes advirtieron en ella una forma específica de pensamiento en la que el hombre desconoce todavía las diferencias cualitativas de las cosas {pues no piensa conceptualmente} y por esta razón traslada las propiedades de un fenómeno o de una cosa a cualesquiera otras. Tal traslación es concebida por el hombre primitivo como una realidad inconmovible, en la que no cabe nada sobrenatural”71). Como ya hemos manifestado, es imposible el surgimiento de la religión en base a un pensamiento prelógico. ¿Cómo podía imaginar el ser humano de la sociedad primitiva y más remotamente todavía, el Cro magnón del paleolítico superior, un mundo intemporal, de ultratumba, de conjuros y hechizos, si estaba privado de pensamiento conceptual? Imposible.

Fetichismo. No pocos científicos consideran que originalmente el objeto de las relaciones religiosas fue algo verdaderamente real, al que se le dotó de propiedades sobrenaturales, conociéndose este tipo de creencia religiosa como Fetichismo. En la alborada de la formación de los cultos y creencias religiosos, surge verdaderamente esta forma de expresión religiosa, que se considera una de las más antiguas. Pero, ¿qué significa en realidad el fetichismo? Del portugués “Fetiko”, hecho, talismán, amuleto, es la creencia en las propiedades sobrenaturales de los más diversos objetos materiales. En el fetichismo se reflejaba la esperanza 71 Cf. M. M. Rosental. Diccionario Filosófico. Ediciones Pueblos Unidos. Buenos Aires, Argentina, 1990, p. 374.

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del hombre primitivo en la obtención del auxilio o ayuda sobrenatural de diferentes objetos: pedazos de roca, metales, gemas, madera, colmillos de animales depredadores y ulteriormente de los denominados amuletos, ídolos, tanto de origen natural como de objetos creados por el ser humano. La fuente del fetichismo puede explicarse en el insuficiente desarrollo de la actividad práctica del hombre primitivo, así como en la limitación de sus conocimientos sobre el mundo. En los más antiguos tiempos, el fetiche fue objeto de especial veneración, al que por sí mismo (es decir sin necesidad de que encarne a alguien o a algo) se prosternaban las gentes como un objeto dotado de real existencia. Posteriormente surge la representación sobre una fuerza misteriosa, oculta, sobrenatural, que mora en el fetiche, y en estas condiciones infaltable componente del culto religioso hasta la actualidad. Prácticamente el mundo de las religiones es un mundo que tiene sus fetiches, igual que sus amuletos y tabúes. Por esta circunstancia tiene toda la razón el investigador alemán Max Müller, quien a inicios del siglo pasado demostró que el fetichismo podía constituir una religión cabal como cualquier otra. La veneración a los íconos “milagrosos”, a la cruz (uno de los objetos de culto y veneración más antiguos que tiene la humanidad72), “reliquias”, lugares “santos” (por ejemplo la “Piedra negra” que se encuentra en la Meca, Arabia Saudita, con relación a la cual los musulmanes creen que se trata de ¡un ángel petrificado!, aunque la ciencia estima que corresponde a un fragmento desprendido de un aerolito, y al que los fieles se esfuerzan por tocarlo, porque en el supuesto día del juicio final, intervendrá a favor de los creyentes; ciertos lugares en los que se cree que se ha presentado la madre-Virgen María; Fátima, el pueblito no lejos de Lisboa, en donde el año 1917 se habría aparecido a tres niños campesinos y por ¡seis ocasiones la Virgen!, habiéndoles revelado que Rusia se convertiría al catolicismo, lo que no 72 Cf. M. Robles López. Polémica y Disquisiciones sobre el origen de la cruz. Editorial: OFFSET-TECNO, Cuenca, 1981.

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ha sucedido, porque el pueblo ruso continúa siendo en su mayoría ortodoxo y un notable porcentaje no es creyente; a continuación de ese “prodigio” fallido, reinaría la paz en Occidente, lo que tampoco se ha realizado, tanto más ahora que el Hemisferio Occidental tiene ese carnicero de pueblos que es el Sr. George W. Bush), la fe en el poder o fuerza milagrosa de los talismanes, amuletos, escapularios, crucifijos, constituyen las características demostraciones de la vigencia del fetichismo en la práctica religiosa contemporánea. Otra vez tiene razón M. Müller. Al fetiche se le atribuyen poderes extraordinarios: curativos, preventivos de las maldades de los enemigos o nocivos para alguien. Animatismo. En los tiempos más antiguos surgió igualmente el animatismo. Del latín “animatus”, significa animado. Su esencia radica en que se “vivifica” a la naturaleza en su conjunto y sus fenómenos y procesos. Se trata de una representación sobre una fuerza impersonal que actúa en la naturaleza que la vivifica y tiene influencia en la existencia de los seres humanos. El animatismo todavía no ha desaparecido en nuestro tiempo, y la prueba más fehaciente de su supervivencia la encontramos en el folclore, así como en la creación literaria. Fue el estadio normal en el desarrollo de las representaciones primitivas de las gentes sobre la naturaleza y es inherente a las religiones de todos los confines y de todos los estadios. Desde luego, procede una prevención: el animatismo no debe confundirse con el animismo, menos con el sistema filosófico del hilozoísmo y panpsiquismo, que son diferentes. Con las representaciones sobre ese poder impersonal y sobrenatural se relacionó en tiempos remotos cualquier afortunada tarea en la caza, en la pesca, en la fecundidad del ganado o en una buena cosecha73 73 Cf. Slovar Ateísta. Op. Cit., 1985.

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Animismo. Este término, en su orden procede del latín ánima, que traduce alma o espíritu. Es la creencia en los espíritus y almas y el término fue introducido por el célebre etnógrafo Eduard Tylor. Se considera que el animismo es un elemento infaltable de cualquier religión, aunque apareció en tiempos muy antiguos. Se trata del fantástico mundo de los espíritus de los antepasados muertos, de los vivos, la personificación de las fuerzas de la naturaleza. Los espíritus pueden ser bienhechores o malignos, por eso ha sido objeto de sus ofrendas. Los elementos del animismo asimismo se conservan en todas las religiones actuales. En las creencias animistas encontraron reflejo sobre todo aquellos aspectos de la realidad que causaban admiración del hombre primitivo, le provocaban miedo o afectaban sus vitales intereses. En su surgimiento tuvo un considerable papel el desconocimiento e incomprensión de las gentes primitivas sobre los fenómenos de su propio psiquismo: los sueños, vahídos, síncopes, alucinaciones, que eran asimilados como la actividad de espíritus independientes del cuerpo74 En los más antiguos tiempos el espíritu o alma se consideraba una visión que vivía en el cuerpo (humano), a la manera de la sangre. Pero gradualmente se despojó de cualquier signo material y empezó a lucubrarse como la respiración y más tarde como una esencia espiritual y por lo tanto incorpórea. Uno de los aspectos más importantes de esta creencia radica en que con su surgimiento se relacionó la fe en la posibilidad de existencia del alma después de la muerte, la trasmigración de las almas en la vida de ultratumba. Por esta razón el animismo es parte inseparable de todas las religiones: la creencia en dioses, ángeles, demonios, almas inmortales, son diversas formas y expresiones del animismo Algunos autores consideran que este estadio posterior de desarrollo de las creencias, que es el animismo, tuvo un papel considerable en la formación de las representacio74 Cf. Historia y Teoría del Ateísmo. Editorial ìMYSLî, Moscú, 1974.

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nes de nuestros remotos antepasados sobre lo sobrenatural, de ultratumba. En consecuencia, en este estadio debió surgir la posibilidad de la ilusoria dualización del mundo en el real existente y el sobrenatural inexistente75. Lo cierto es que ninguna expresión religiosa, sin excepción, pudo surgir sin la ilusoria dualización del mundo, es decir con la participación del pensamiento abstracto. 6. RELIGIONES TRIBALES Y NACIONALES. Las religiones monoteístas fueron en sus orígenes politeístas y, en consecuencia, menos intolerantes. Por ej. en hebreo al mencionar al dios del Antiguo Testamento, se le nombra como Elohim, sustantivo plural que significa ¡dioses!. ¿Y acaso en el mismísimo Génesis, el severo e implacable dios judaico y también cristiano, no habla de él mismo en plural, cuando dice: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, según nuestra semejanza” (Génesis, I, 26)? ¿O es que en esos actos de c reación estuvo acompañado de alguna diosa? M. Robles L. Las creencias religiosas del período correspondiente a la sociedad gentilicia se destacaban por su gran abigarramiento. En los limitados marcos de la sociedad tribal esas creencias reflejaron las particularidades de las condiciones de vida, tipo de relaciones sociales e incipiente bagaje cultural material y espiritual. El bajo nivel de producción material y las limitadas relaciones sociales que surgieron en esa base condicionaron la prevalencia en las religiones de las sociedades gentilicias de formas arcaicas de creencia, como las que hemos visto: fetichismo, totemismo, magia, animismo, así como sus variantes: teriomorfismo, en general, zoolatría, el culto a la naturaleza y sus elementos, etc. 75 Cf. Ateísmo Científico, 1978. Editorial POLITIZDAT, Moscú, 1976. (versión en ruso)

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Sin embargo, en los más tempranos estadios de la sociedad gentilicia, cuando todavía no se había producido la “estratificación” de clases sociales, el culto prevaleciente fue a la naturaleza, con una evidente particularidad: dependiendo de las condiciones y singularidades del medio geográfico y de la prevalencia del tipo de actividad productiva de la comunidad (artesanías, manualidades, modestas labores de agro, ganadería, cerámica, alfarería, incipiente metalurgia, caza, pesca, etc.), a las propiedades del mundo sobrenatural se las dotaba de los diversos aspectos de la realidad. Así, en las primitivas comunidades en las que la ocupación constituía la recolección de frutos y una incipiente agricultura, lo característica era la veneración a diferentes elementos de la flora, fenómenos climáticos, como la lluvia, granizo, rayos, etc. y a los cuerpos celestes; entre los cazadores, se veneraba a animales salvajes, sean carnívoros o herbívoros. La transición de la caza y recolección a la ganadería y la agricultura, determinó un profundo viraje, que generalmente en Occidente y también en el mundo del Islam, suele soslayarse en los estudios sobre la evolución de las religiones: el reforzamiento del papel del varón en la colectividad. En consecuencia se produjo un cambio radical del matriarcado al patriarcado, y estas nuevas relaciones sociales asimismo se reflejaron en la conciencia religiosa: los espíritus femeninos, incluidas las diosas, cuyo culto fue característico del más temprano estadio de agricultura, gradualmente fueron desplazadas a un plano secundario por el culto a las divinidades masculinas. Esto se habría producido aproximadamente hace 5000 años. En estas condiciones, la dirección se convirtió en obligación del varón. Con el reforzamiento del papel del dirigente en la colectividad, en la religión se impulsa a un primer plano el modelo del ancestro masculino, defensor y protector de la tribu. Ulteriormente en esta base se forma la idea del dios tribal. Es la lejana época de veneración al mítico

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antepasado que se funde con elementos totémicos, relatos sobre los héroes y el culto a los ancestros76 Este culto a los antepasados tuvo una difusión general en las religiones del sistema tribal. Una demostración de ello, aunque en tiempos más posteriores encontramos en la religión judaica, en donde el primitivo Yahvé era el dios de una sociedad patriarcal que representaba los fenómenos de la naturaleza, especialmente la lluvia, granizo, rayos, convirtiéndose con el tiempo en el dios principal. Es la época de los conjuros, de las ceremonias mágicas, de los invocaciones a los espíritus, aunque todas estas ceremonias y ritos todavía no estaban marcadamente separadas de la masa de creyentes.77 Con la descomposición de las relaciones de la sociedad gentilicia, se produjeron correspondientemente sustanciales cambios en el carácter de las creencias. Esto se dio a la par con el desarrollo de la producción, la ampliación del intercambio intracomunitario e inter-colectivo y la consiguiente profundización de la diferenciación social al interior de las comunidades. Algunos miembros de la comunidad acumulan riqueza material y bajo su dominio caen los coterráneos desposeídos. Las gentes sienten cada vez más agudamente su dependencia no solo de las fuerzas incontrolables de la naturaleza, sino también de las relaciones sociales que espontáneamente surgen. La aparición del líder y el reforzamiento de su papel en la vida de la comunidad engendran su sacralización. Por manera que el jefe que personifica la fuerza y el poder en el colectivo, se transforma en objeto de veneración y culto, Eso explica el culto a los monarcas en los despotismos de la antigua Mesopotamia, a los faraones, personificación de los dioses celestiales, en Egipto, del “dios viviente”, 76 Cf. Historia y Teoría del Ateísmo. Editorial MYSL, Moscú, 1974, p. 48. 77 Cf. Íbid. P. 48. Cf. También: A. D. Sujov. Las raíces de la religión. Editorial Grijalbo, S. A., México,1968; Vladímir Chertijín. En las Fuentes de la Religión. Editorial POLITIZDAT, Moscú, 1977 (Edición en ruso); Ateísmo Científico, E. POLITIZDAT, Moscú, 1978; Sergei Tókarev. Historia de las Religiones. Editorial de Ciencias Sociales de La Habana, Cuba, 1975 y otras.

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en el Imperio del “Sol Naciente”, de los monarcas durante el Imperio romano, de los reyes en las culturas precolombinas de México o Perú, etc. Es la sociedad esclavista la primera en la que se revelan las religiones de clases, en este caso de la clase dominante, la esclavista. En este proceso de transición de la sociedad sin clases a la sociedad de clases, se producen cambios profundos en las entrañas de las diversas comunidades: la descomposición al interior de las colectividades primitivas desemboca en una división del trabajo, la aparición de la especialización de diversos tipos de actividad, el surgimiento de una aristocracia que toma en sus manos el poder. Todo esto encontró su reflejo en las diferentes representaciones religiosas: los antiquísimos espíritus impersonales, son dotados de nombre, se les atribuyen funciones específicas y determinado rol en las actividades de la organización social, surge una jerarquía de espíritus y la multiplicidad de estos acaba consolidándose. Más adelante aparece la idea del dios-guerrero -¡justamente Yahvé o Jehová es una elocuente reminiscencia de esos tiempos!-. Conforme se unen las antiguas tribus y clanes en nuevas organizaciones sociales, aparece el politeísmo o religiones de múltiples dioses. Incluso la desigualdad de bienes en esas sociedades del temprano esclavismo, dejaron su impronta en los ritos funerarios, en la preocupación en la vida de ultratumba, porque de lo que se trata es de la ¡prolongación de la vida terrenal en el mundo supra natural, intemporal y etéreo! Por esto mismo los ricos y suntuosos entierros, con abundantes provisiones, armas, vestuario, y también con el acompañamiento macabro de víctimas caracterizaba a las gentes poderosas y ricas. Muy diferente era el entierro de los pobres, ni se diga de los esclavos. Así que, quiérase admitir o no, la religión santificó la desigualdad económico-social desde los tiempos más antiguos y reforzó el poder del líder, de las castas y de las nacientes aristocracias.

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Por supuesto que también cambió el culto. Los servidores del mismo gradualmente se separaban de la masa de creyentes y se destacan como un grupo especial, que en muchas regiones tiene un carácter hereditario. Surge una forma especial de culto y ceremonia: de aplacamiento, en el cual un enorme papel tienen las ofrendas y sacrificios. Igualmente aparecen ya los santuarios y templos78 , al principio muy modestos, pero que desde esos lejanos tiempos permanecerán hasta la actualidad, con las religiones llamadas “universales” y “monoteístas”, aunque no tengan ni de una ni de otra a cabalidad. Las ofrendas e ingresos o rentas de las tierras de la iglesia y las propiedades refuerzan la influencia económica y política del sacerdocio. Apropiándose de los bienes de los parientes de los fallecidos, los sacerdotes junto con los jefes de las colectividades constituyen una cúpula o élite gobernante muy poderosa. Prácticamente desde aquellos tiempos, la casta sacerdotal, enriquecida y poderosa, adquiere nuevas funciones sociales y se convierte en bastión de la nobleza y de los grupos dominantes, manteniendo en sumisión a los miembros comunes de la sociedad. Citamos al respecto un par de ejemplos, de la antigüedad y del pasado reciente: “Con Ramsés III (XIX dinastía), el cual donó a los templos 113.433 esclavos, los templos tebanos poseían un territorio de 2.833 km2, 83.322 esclavos y 421.362 cabezas de ganado. Los templos de Heliópolis eran dueños de 441 km2 de tierra, 12.963 esclavos y 45.544 cabezas de ganado, los de Menfis, de 28 km2 de tierra, 3.079 esclavos y 10.047 cabezas de ganado”79 “Finalmente podemos traer a colación el caso de Rusia. En la época de los zares, Iglesia y Estado trabajaban en completo acuerdo. La Iglesia era dueña de vastas propiedades y otros bienes y anualmente recibía una subvención de 78 Cf. Historia y Teoría del Ateísmo. Op. Cit., p. 49. 79 Cf. Ch. Enschlen. Origen de la religión. En: A. D. Sujov. Op. Cit., p. 53.

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millones de rublos provenientes del tesoro estatal. Cuando se hicieron cargo del gobierno los bolcheviques despojaron inmediatamente a la Iglesia de sus funciones políticas. Resulta significativo destacar que hasta ese momento no había mayores protestas contra la ‘persecución religiosa’ en Rusia. Bajo el imperio zarista la libertad religiosa era casi inexistente. Periódicamente se producían pogromos que significaban la matanza de millares de personas que profesaban otras religiones. El gobierno soviético permitió más libertad religiosa –libertad para todos los credos, libertad para creer y profesar la religión que a uno le placiera- que la que jamás hubo bajo el antiguo régimen. ¿Por qué entonces las desaforadas protestas del clero –tanto católico como protestante y judío? La respuesta es simple: las funciones políticas de la Iglesia habían sido suprimidas y sus fuentes de ingreso virtualmente cortadas”80 Advierto que el autor de este pasaje trascrito, L. A. White, es uno de los más reconocidos antropólogos contemporáneos, que nada tiene que ver con el marxismo. “En Italia le pertenecen (a la Iglesia católica. M. R.) cerca de 50.000 hectáreas de tierras aptas para el cultivo (sin contar sus posesiones en bosques y pastos). En España y Portugal 6’000.000, es decir, 12 veces más. En estos países, aproximadamente el 20 por cien de la tierra cultivada pertenece a la Iglesia. En Estados Unidos sus propiedades abarcan una superficie superior a 1’100.000 Ha. Sus posesiones en América Latina son enormes. En Colombia alcanzan cerca de 100.000 Ha., en Ecuador 20.000 Ha., en Paraguay 9.000, en Perú 70.000, en Uruguay 50.000, en Brasil más de 1’000.000…” -- “Pero la Iglesia no solo es terrateniente; también es de los mayores capitalistas y un potentísimo magnate financiero. Las acciones que posee actualmente el Vaticano se 80 Cf. Leslie A. White. La ciencia de la cultura. Editorial PAIDÓS, Barcelona, España, 2000, p. 232.

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valoran en la cifra de 12 mil millones de dólares”81 Lo citado demuestra irrefutablemente que la religión, desde que se convirtió en una institución en las diferentes sociedades, a lo largo de la historia, siempre ha tenido un gran poder, no solamente ideológico sino sobre todo político y económico. La demostración más elocuente en nuestro tiempo es el Vaticano, las iglesias protestantes, la ortodoxia o el Islam. El surgimiento del Estado en sustitución del sistema gentilicio-tribal en proceso de descomposición, condicionó el nuevo tipo de religión, porque en situaciones de la sociedad de clases se formó un tipo de religión nacional-estatal, que no solamente reflejaba el nuevo orden social-político, inherente a los estados esclavistas del mundo antiguo, sino que lo santificaba. ¿Qué caracterizó en particular a este nuevo tipo de religión? En primer lugar la existencia de un panteón de los dioses (el término “Panteón”, de pan, todo y theos, dioses, traduce “Todos los dioses), que personificaban los diversos fenómenos de la naturaleza y actividades del ser humano, los diferentes aspectos de la vida social y particular. Luego, las relaciones de clase que determinaron marcadas diferencias en el seno de la sociedad de clases esclavista, encontraron su reflejo en el surgimiento de una jerarquía celestial bien diferenciada de dioses, “imagen” de las relaciones terrenales. Por ello, el culto a divinidades como Isis, Osiris u Horus, a la par con la veneración al faraón en Egipto; el culto a los dioses en Babilonia y Asiria y el obsecuente sometimiento a sus soberanos; la subordinación a los dioses del Olimpo en Grecia, igual que en la antigua Roma, no era sino el reflejo de la particular estructura social de esos estados-naciones. Las ceremonias eran muy importantes en dichas religiones, pero debemos señalar que carecían de un dogma establecido, tampoco contaban con un libro, como la Biblia, el Corán o los Vedas. Como compensación a esta limitación 81 Cf. G. Heyden, H. Ulrico. Im Namen Gottes. En: A. D. Sujov. Op. Cit., p. 93.

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del dogma, los misterios, como los famosos de Eleusis, los sacrificios y ofrendas, las oraciones en las que se impetraba el favor de las divinidades protectoras, en cambio se cumplían a cabalidad, con la dirección de los sacerdotes. Pero estos tampoco existían como una organización profesional. Otra cuestión importante fue la siguiente: con la consolidación de los Estados esclavistas y el reforzamiento de la centralización del poder, en algunos pueblos se pudo apreciar el paso del politeísmo al monoteísmo. El dios único jamás podía aparecer sin el rey único, decía acertadamente F. Engels. Es que en su condición de creador y todopoderoso, el dios de la nueva sociedad fue una proyección al mundo de las fantasías, del soberano terrenal, que disponía de un ilimitado poder sobre sus súbditos, incluyendo la potestad para conceder o privar de la existencia. El crucial paso del politeísmo al monoteísmo desde luego no fue inmediato y lineal, pues hubo intentos como el de Akhenatón, servidor de Atón o Amenofis IV (h. 1367 a n e – h. 1350 a n e) que encabezó esa especie de revolución fallida, de elevar a Atón, el antiguo dios Sol Ra a la condición de divinidad suprema, en desmedro de los otros dioses, especialmente del de Amón, como una medida para restringir el enorme poder de la rica casta sacerdotal de Tebas. El intento sufrió una frustración porque en aquellos tiempos y condiciones eso no le convenía al poder de los sacerdotes que tenían sus bastiones en cada ciudad de Egipto. Lo cierto es que primero fue el paso a la monolatría, después al genoteísmo (del griego Hen – uno y theos – dios), que en esencia es una de las variantes del politeísmo, por cuanto reconociendo la existencia de numerosos dioses, uno solo de ellos era objeto de veneración. Esto también es lo que reflejan algunos pasajes del Antiguo Testamento, en donde uno de esos dioses (Elohim), Jehová, llega a una “alianza” con el “pueblo elegido”, lo que no significa que no hayan existido otros dioses. Sin embargo el monoteísmo, como ya hemos ano-

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tado en otro capítulo, nunca ha sido cabal en ninguna de las tres religiones que se consideran monoteístas: judaísmo, cristianismo e Islam. Como hemos dicho, la religión de los estados esclavistas se caracterizó por el politeísmo. En este cada divinidad personifica determinado fenómeno de la naturaleza, de la sociedad o incluso de la psiquis humana. Más tarde se produce la personificación de las divinidades que adquieren nombres propios y su correspondiente “biografía”82. Cabe señalar que en los estados esclavistas del Oriente Antiguo, especialmente Egipto, Súmer, Babilonia, Asiria, Persia y otros, el esclavismo todavía no se convirtió en la base de la producción, porque el principal sostén de la economía estuvo constituido por las numerosas y pequeñas comunidades campesinas. En estas condiciones el centro del poder se constituía de un soberano que disponía de un poder prácticamente ilimitado –los despotismos orientales-, mientras que religión y sacerdocio tuvieron un papel determinante porque generalmente contribuyeron a mantener en la sumisión a los diversos estamentos de la población. En virtud de esta situación del soberano de Oriente, de la casta sacerdotal y de los amplios sectores populares, las religiones de Oriente divinizaron al rey y al poder monárquico, o por lo menos atribuyeron cualidades excepcionales a los líderes de las comunidades, como fue el caso de Salomón o el legendario Sansón en el judaísmo. Pero lo más importante radica en que este tipo de gobernante terrenal poderoso ¡sirvió de prototipo para la formación de las representaciones sobre la única y todopoderosa divinidad que con el tiempo acabaría consolidándose! Por esta circunstancia especial, la tendencia al monoteísmo no surgió en Grecia, por ejemplo, sino primordialmente entre los pueblos del Antiguo Oriente Medio y Próximo. De hecho en las religiones de estos pueblos adquirieron una enorme importancia las ideas sobre el mundo de ultratumba, con todos sus horrores y espantos. 82 Cf. Nauchniy Ateísm. Editorial POLITIZDAT, Moscú, 1978, p. 88 y ss.

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En cambio la religión de la Antigua Grecia se reveló como el modelo clásico de politeísmo. En efecto, la divinidad suprema del panteón griego se consideraba a Zeus; su hermano Poseidón reinaba en los mares; Aedes era el soberano y guardián del mundo subterráneo; Hera, la celosa mujer de Zeus, considerada protectora del matrimonio; Ares, el dios de la guerra; Atenea, la diosa de la sabiduría; Apolo, el dios del Sol y protector de las artes; Artemisa, la diosa de la Luna; Dioniso,(el dios Baco romano), el protector de los viñedos. ¿Cuál fue la ventaja de esta religión frente a las de Oriente? Siendo las representaciones religiosas de los antiguos griegos modeladas en su propia existencia, entonces el “modo de vida” de los dioses se diferenciaba muy poco del humano83. La principal diferencia entre los moradores del cielo y de la tierra radicaba en que los primeros eran inmortales y tenían un poder sobrenatural. En cambio participaban de similares virtudes, pasiones y deméritos que los humanos. Pero mientras un poder despótico e ilimitado se concentró en los soberanos de los Estados de Oriente y varios de ellos se convirtieron en teocráticos, en Grecia no se dio ese modelo porque la polis que surgió prácticamente en la frontera entre los siglos VIII – VII a n e, no permitió que el gobernante acabara convirtiéndose en un déspota todopoderoso, ni la religión coadyuvó a esa situación. Esto fue una enorme ventaja para el mundo griego, porque el pensamiento quedó libre para la lucubración y dio paso al surgimiento de la filosofía, cuando se separó de los bellos mitos del mundo griego. Por ello la filosofía propiamente nace en la tierra de Tales, Heráclito, Demócrito, Sócrates, Platón y Aristóteles. Por esto mismo los primeros filósofos fueron naturalistas. Esto simplemente fue imposible en los despotismos teocráticos de Oriente. La religión de los antiguos romanos, en nuevas condiciones económico-sociales, considerando especialmente 83 Cf. Nauchniy Ateísm. Op. Cit., p. 89.

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que en su seno el esclavismo adquiere su máxima expresión, casi es una reedición, bastante fidedigna, de la Griega, aunque sus divinidades tienen nuevos nombres: Júpiter, el dios supremo del panteón romano, es parigual del dios griego Zeus y, correspondientemente, Juno es la cónyuge de Júpiter; Minerva es la diosa de la Sabiduría; Marte, el dios de la guerra; Baco, el de los vinos y lagares, seres supremos que tienen sus análogos en los griegos Hera, Atenea, Ares, Dionisos y así por el estilo. Por lo demás, Júpiter, Minerva y Juno, formaban la Triada capitolina, bastante anterior a la Trinidad Cristiana, como anteriores fueron las Triadas de Mesopotamia, Egipto y la Trimurti hindú. Una vez que se formó el poderoso imperio, los romanos incluyeron algunas divinidades en su culto, provenientes de los pueblos subyugados por ellos. Por esta razón en el vasto imperio se difundieron los cultos del dios iraní Mitra, sin duda el más popular en las postrimerías del imperio y el más peligroso competidor del cristianismo primitivo; la diosa Isis, proveniente de Egipto, igual que el dios Sol-Ra, la diosa de Asia Menor, Cibeles y otros dioses encontraron acogida en Roma. Un lugar especial en el culto religioso romano tuvo el de los Lares, que se creía correspondían a los espíritus de los antepasados y se les consideraba protectores del hogar. Resumiendo: el rasgo característico de las religiones de esos tiempos fue su carácter nacional-estatal; los dioses creados por la fantasía religiosa de uno y otro pueblo fueron por lo tanto nacionales y su poder no se extendía más allá de las fronteras de una u otra nación. Cabe señalar, asimismo, que estas religiones carecían de una verdadera estructura ideológica, de un sacerdocio profesional, como el que tienen dentro del cristianismo el catolicismo y la ortodoxia o el antiguo budismo. Sin embargo, no faltaron las castas sacerdotales y las sacerdotisas. Como dijimos ya, tampoco

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contaban con un libro sagrado, como la Biblia y el Corán, si se exceptúa el budismo, que aunque surgió seis siglos antes que el cristianismo, sí disponía desde los tiempos más tempranos de una comunidad monacal y la dogmática. En estas religiones nacional-estatales el nexo de la religión con las personas coincide con las relaciones étnicas y políticas. Este es el caso, por ejemplo, del confucianismo, sintoísmo, hinduismo, judaísmo, etc. Veamos muy brevemente estas religiones. Confucianismo. Esta religión se formó en la antigua China a mediados del S. VI a n e, considerándose su fundador el filósofo y maestro Confucio (Kun-Tsi, 551-479 a n e). La doctrina de Confucio no se convirtió de inmediato en religión, considerando que en un prolongado período – desde el S. VI hasta el S. I a n e- se “elaboró” la personalidad de Confucio, cubriéndosela con la aureola de la santidad. Este fue un proceso muy similar al que ocurrió con otros líderes religiosos, como Buda en la antigüedad, el mismo Jesús a comienzos de la nueva era y Mahoma durante la Edad Media. Para el efecto, no lejos de la tumba de Confucio se construyó un templo en el cual se conservan las reliquias que le habrían pertenecido y a las que se llevan ofrendas. Con el paso de los tiempos ese templo se convirtió en lugar de romerías. Los templos se multiplicaron por todo el territorio de China y a comienzos del S. XX se habían levantado ¡1.500 en su honor!84 ¿Cuáles son los rasgos principales de la doctrina de Confucio? En primer lugar las normas de conducta, base de una existencia correcta. En calidad de modelo Confucio habría señalado la época de oro de China, que había quedado atrás y recomendaba estudiar y aprender en los sabios. La doctrina de Confucio crea su ideal del hombre de elevada moral, que se caracteriza por los atributos de humanismo y sentimiento del deber. El primero, según Confucio, com84 Cf. Historia i Teoría del Ateísmo. Op. Cit., p. 160.

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prendía la discreción o continencia, la modestia, la razón (inteligencia), la bondad, ecuanimidad y el sentimiento de justicia. Por esta razón, entre otras, se ha considerado que Confucio no fue propiamente un líder religioso, como el legendario persa Zoroastro o Zaratustra (¿660? – 583 a n e), el hindú Buda (560 – 480 a n e), el judío Jesús H. 5 – 35 d n e) o el árabe Mahoma (570 – 632), cuanto un insigne maestro moralista, pedagogo y pensador. Otra parte de su doctrina contempla el deber con relación al servicio al Estado, a la vida familiar y el respeto y veneración a los antepasados. Respecto de este último precepto, Confucio tiene un bello pensamiento constante en sus “Analectas”: “Cuando se honra a los muertos y se mantiene viva la memoria de los antepasados remotos, la virtud de un pueblo se halla en su plenitud”. La combinación del humanismo y el deber permite al ser humano alcanzar el llamado Tsiu-Tsi. Sin embargo, como siempre ha sucedido con las religiones, de acabar convirtiéndose en sustento ideológico de las clases dominantes, el confucianismo no escapó a esta situación y se revistió de comentarios, dogmas e interpretaciones que sancionaban ese orden social, convirtiéndose en un riguroso sistema de obligaciones. En primer lugar se promocionó el respeto a los mayores, por supuesto algo completamente correcto, así como al orden antiguo; luego, gradualmente se formaron determinadas normas y estereotipos de conducta de cada persona, de acuerdo al lugar que ocupaba en la jerarquía estamental. Un rasgo distintivo de esta religión ha sido considerar el carácter invariable y permanente de aquel orden que tiene en cuenta las categorías básicas de las gentes: superiores e inferiores. Sin embargo, paradójicamente se consideró que el fundamento de ese orden no era la posesión de bienes o el origen noble, cuanto una elevada calidad moral. Semejante orden, de acuerdo a este pensador, debía mantenerse

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merced a la observancia de las tradiciones de los mayores y la cristalización de una casta especialmente preparada de gobernantes. Confucio, que habría pertenecido al grupo social de los “Ju” (término supuestamente alusivo a la debilidad de carácter), no obstante mantener el interés por los rituales, se habría preocupado de buscar soluciones a los problemas sociales y políticos de la época85. La fuerza divina suprema para los seguidores de Confucio, no era otra que la celestial, mientras que el gobernador de China venía a ser el “Hijo del Cielo” que intervenía en condición de intermediario entre el mundo de las gentes y el mundo de los dioses y espíritus. Adviértase que el papel y representación del soberano chino era bastante similar al del faraón egipcio. Ulteriormente al emperador se le empezó a divinizar y a considerársele un semidiós. A diferencia de otras religiones, en el confucianismo se brindó un gran significado a los ritos y ceremonias religiosos. Las ofrendas a los antepasados86 o al cielo, matrimonio, ofrendas funerarias se llevan a cabo solemnemente y con una gran carga emocional. La música, canciones, danzas, pantomimas utilizadas con estos fines, son los elementos que posibilitan una profunda percepción de los dogmas fundamentales87. En el confucianismo también existe un rasgo distintivo que ya habíamos anotado anteriormente con relación a las religiones antiguas: la ausencia de un clero profesional en su condición de especial fuerza social. Por esta razón todos los ritos, ceremonias, sin dejar de ser altamente solemnes, se llevaban a cabo con la intervención de sacerdo85 Cf. Ted Honderich, Editor. Enciclopedia Oxford de Filosofía. Editorial TECNOS, Madrid, España, 2001, p. 194 y ss. 86 Es interesante anotar que entre los llamados libros canónicos, el Che-king, Libro de los versos y el Chu-king, Libro de Historia, se encuentran himnos destinados a ser cantados ìen el curso de las ceremonias celebradas en memoria de los antepasados realesî. Se remontan, sin duda, al siglo IX a n e y pertenecen a las tres últimas partes del Che-king. (Cf. Brice Parain. Historia de la filosofía. El pensamiento prefilosófico y oriental. Siglo XXI Editores, México, 2002, p. 239). 87 Cf. Historia y Teoría del Ateísmo. Op. Cit., p. 161.

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tes-burócratas del Estado, cabezas de familia y de clanes. Confucio no dejó una doctrina sistemática, pues sus puntos de vista, aforismos, pensamientos, conversaciones con sus discípulos fueron expuestos por sus continuadores en una serie de libros. Entre estos hay algunos que contienen representaciones sobre lo sobrenatural, los espíritus, el mundo de ultratumba. De acuerdo a los eruditos se calcula que son 13 los cánones clásicos del confucianismo, aunque actualmente su volumen, con los comentarios respectivos, alcanza los 40 tomos. De este abundante material el mayor significado representa 9 libros, cuyo conocimiento fue obligatorio para cada persona culta. Reiteramos: el principio fundamental del confucianismo ha sido la inmutabilidad del orden social existente. Esta ideología de la monarquía patriarcal, con el transcurso de los tiempos se convirtió en la ideología del sistema feudal chino88. Sintoísmo. Constituye una de las religiones fundamentales del Japón, por lo tanto es de carácter nacional. De acuerdo a estudios competentes, el sintoísmo surgió en la época del temprano feudalismo nipón, a partir de multitud de cultos clánico-tribales, en cuya base se encontraba la veneración a numerosos espíritus que personificaban elementos de la naturaleza: animales, plantas, fenómenos naturales, así como espíritus de los antepasados y diversos objetos89. En el Japón el sintoísmo coexiste desde hace algunos siglos con una religión de tipo multinacional: el budismo, estimándose que el número general de sintoístas alcanzaba hasta hace algunos años los 63 millones, con la circunstancia especial de que un número notable de estos creyentes simultáneamente profesan el budismo90. Es interesante señalar que en el sintoísmo la divinidad suprema, “cabeza de linaje” de la dinastía imperial reinante, constituye la Diosa del Sol Amaterasu (o Mukami), 88 Cf. Historia y Teoría del Ateísmo. Ibid., p. 162. 89 Cf. Íbidem. P. 162. 90 Hasta hace unos 28 años, según la obra Nauchniy Ateísm, Editorial POLITIZDAT, Moscú, URSS, 1978, pp. 112-113.

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cuyo templo central se encuentra en Ice y que demuestra, una vez más, que el culto a la divinidad femenina, relacionado con el prodigio de la vida, es el más antiguo. Cabe destacar, asimismo, que desde el momento en el que surgió el sintoísmo, éste se entrelazó estrechamente con el budismo, como manifestamos, a tal grado que los templos budistas se construyeron con el asentimiento de los oráculos sintoístas, mientras que las divinidades del sintoísmo se consideraban sus protectores. Sin duda una arraigada manifestación de tolerancia y respeto entre credos diferentes, difícil de encontrar, por no decir imposible, entre las diferentes ramas del cristianismo (catolicismo, ortodoxia, protestantismo, iglesias y sectas menores), ni se diga entre católicos y musulmanes, sobre todo en estos tiempos cuando los fundamentalismos e integrismos de estos credos religiosos desatan odios e incluso actos violentos. En el período medieval (S. VI-VII), cuando realmente empezó a formarse esta religión, surgieron templos sintoístas-budistas. Y como el sintoísmo es una religión de carácter nacional, su principal divinidad, Sinto (traduce “Camino a los dioses”) es objeto de veneración únicamente de parte del pueblo japonés, así como el judaísmo lo es del pueblo hebreo. Las personas de otras nacionalidades no suelen profesar esta religión. El dios Sinto no posee libros canónicos como en las religiones monoteístas, pero a cambio de esto en cada templo se cuenta con sus mitos y prescripciones rituales que pueden ser desconocidas en otros templos. El año 1868 el sintoísmo fue proclamado religión estatal del Japón, siendo creado de inmediato un departamento para los asuntos del sintoísmo, que no era otro que un órgano burocrático para consolidar la influencia de la religión oficial en la nación. Esto acarreó el hecho de que en lugar de los cultos locales, los espíritus protectores, se eleve a un primer plano el culto y veneración al emperador. En nuestro tiempo más de la mitad de la población japonesa profesa tanto el sintoísmo como el budismo y hasta

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la derrota del Japón en la segunda guerra mundial, el primero fue religión estatal. En 1946 fue separada del Estado. Judaísmo. Generalmente sobre la historia de esta religión, principal matriz de la que surgió el cristianismo (que algunos autores la consideran una de las “religiones occidentales”91, probablemente porque alcanzó su máxima difusión en Europa, con Roma como capital del mundo católico, mientras que Jerusalén, en donde surgieron los primeros grupos judeo-cristianos, ha quedado relegada a un muy modesto plano), poco es lo que nos relata la historia oficial. Por esta razón vale la pena señalar que el judaísmo surgió en el segundo milenio antes de nuestra era, entre las tribus semíticas que vivían en lo que actualmente se conoce como Palestina e Israel. ¿Cuál es su principal característica? El reconocimiento de un solo dios, después de que durante siglos no desconoció el politeísmo, de lo que existen multitud de testimonios en el mismo Antiguo Testamento. Lo cierto es que cuando se consolida ese monoteísmo más o menos cabal, se reconoce un dios único, Yahvé, a la par con el dogma del “pueblo elegido” de los hebreos y el reconocimiento del mundo de ultratumba. El judaísmo desde sus mismos orígenes portó un carácter radicalmente nacionalista, fue declarado religión del “pueblo elegido”, el hebreo, que según el mito convertido en historia concluyó su alianza con Yahvé, se aceptó el reconocimiento de que los libros sagrados son infalibles, la fe en el mesías y la vida en ultratumba. ¿Cuál fue el principal escollo del judaísmo, a diferencia del cristianismo que se originó en gran parte de aquel, para que pueda expandirse a nivel internacional? Precisamente la condición de que se atribuía ser el “pueblo elegido” de Dios, no le permitió salir de los límites de las tribus hebreas y en nuestro tiempo de la nación de Israel, incluso cuando muchos judíos fueron dispersados por diferentes países. Además, también conspiró en esta tarea 91 Cf. Huston Smith. Las religiones del mundo. Editorial OCÉANO, México, 2000.

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el hecho de que el judaísmo portaba un carácter extremadamente nacionalista, con los evidentes absurdos que suelen aflorar en estos casos. Otra particularidad que le diferenciaba a esta religión de otras coetáneas, radica en que se convirtió en monoteísta relativamente temprano, a consecuencia de las descomposiciones tribales, con la consiguiente formación de un Estado centralizado, el judaísmo monárquico (que reemplazó al de los Jueces). Lo cierto es que el primitivo dios Yahvé, de la tribu de Judá, se transformó en una divinidad de todo el Estado hebreo, mientras que el principal centro religioso pasó a ser el templo de Jerusalén, varias veces destruido a causa de las incursiones de pueblos vecinos. Una característica del judaísmo, que no es muy común encontrar en otras religiones nacionales, es el marcado mesianismo. Originalmente por mesías se comprendía a un verdadero rey-libertador; posteriormente a un mensajero místico del mismo Dios, que tenía la misión de renovar el mundo, afirmar la igualdad entre los hombres y la justicia general. El período inicial del judaísmo se acostumbra llamar bíblico; los sacerdotes hebreos afirmaban que Yahvé se descubrió al “pueblo elegido” a través del Antiguo Testamento, trasmitiendo a la nación hebrea la doctrina sagrada que los fieles deberían cuidar. Este testamento contiene la Torá (Pentateuco, en griego), el Profeta Kevin, Las Escrituras. Por supuesto que los libros mencionados tienen su historia terrenal: se crearon en un prolongado período que abarca desde el S. XIII a n e, hasta el S. II a n e. En dichas obras se encuentran expuestas las ideas y creencias religiosas, cosmológicas, normas éticas y jurídicas, representaciones sociales. El segundo período en la historia del judaísmo lleva el nombre de Talmúdico, Cabe señalar al respecto que durante los años de dominio romano en Palestina, cuando los pueblos de esa región se convirtieron en provincias orienta-

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les del Imperio, tuvo lugar una vasta emigración de hebreos, conocida como la diáspora (término griego que literalmente traduce dispersión), especialmente cuando en el año 70 las legiones romanas destruyeron el templo de Jerusalén y a consecuencia de la incursión y consiguiente conquista, el Estado judío dejó de existir. Lo cierto es que los asentamientos judíos allende las fronteras de Palestina, se dieron durante varios períodos: en el siglo V a n e, con relación al denominado cautiverio de Babilonia; la diáspora se intensificó entre los siglos V – I a n e, a consecuencia de las sucesivas conquistas de Palestina por Persia, Macedonia y Roma. El éxodo mayor fue el año 70 d n e, ya señalado. La diáspora, en general, engendró entre los hebreos ideas y esperanzas mesiánicas, alrededor de la figura de un salvador, el mesías o ungido, que generalmente se identificaba con el soberano en tiempos de los reyes –originalmente, por lo tanto, un adalid humano, ulteriormente, sobre todo en tiempos del cristianismo primitivo, de origen divino-, creencias que acabaron consolidándose cuando el mito del mesías cristiano se impuso de parte de los ideólogos de la nueva fe y fue aceptado por los fieles, como un hecho histórico. Privados de su templo, las comunidades hebreas empezaron a reunirse para la realización del culto en los mismos lugares en donde se habían radicado, en las denominadas sinagogas (de “synegogos”, término igualmente de origen griego, que significa reunión) Allí leían la Torá y la sometían a comentarios. Las interpretaciones orales ulteriormente fueron escritas y constituyeron la llamada Misnah, en tanto que la interpretación y explicación de la Misnah constituía la Gemara (o Gemará). A su vez la unión de estos dos elementos forma el Talmud Devotos del pasado. Adorar al dios equivocado, de acuerdo con el sistema de valores del monoteísmo bíblico, no

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es tan sólo un pecado sino además un crimen, y un crimen punible con la muerte. Jonathan Kirsch. Dios contra los dioses. Historia de la guerra entre monoteísmo y politeísmo. En el judaísmo esta última obra mencionada se considera la fuente teológica fundamental que contiene diversas leyes, tanto sobre asuntos penales, como civiles, normas morales, interpretación de reglas dogmáticas y canónicas, consejos tanto sobre asuntos penales como civiles, normas morales, interpretación de reglas dogmáticas y canónicas, consejos sobre asuntos familiares e individuales. La idea central del Talmud es la de la predestinación92 Como toda religión tribal, nacional o internacional el judaísmo contiene sus elementos de fetichismo, entre los que destaca la Filacteria (del griego phylaktèrion – amuleto), que consiste en pedazos de piel o pergamino, que tiene algunos pasajes talmúdicos escritos, atados al brazo izquierdo o en la frente, supuestamente cumpliendo una orden del semi-legendario Moisés, quien habría ordenado que llevasen siempre los preceptos divinos como señal especial en su mano y como recuerdo en delante de sus ojos. Hoy en día los judíos portan estas falacterias como ¡amuletos!, que se denominan ziziz93 También contiene evidentes elementos mágico-totémicos y tabúes: la prohibición de comer carne de equino, de liebre y de porcino. Un aspecto de singular importancia en esta religión ocupa el rito mágico-religioso de la circuncisión, que consiste en cortar la parte carnosa extrema del prepucio, como símbolo de la alianza sagrada y vinculación del recién nacido a esta religión. Cabe señalar que también los musulmanes practican este doloroso rito. Para los judíos, según el mito, la circuncisión fue instituida por el dios judeo-cristiano Yahvé. De acuerdo a los especialistas en el tema, en las so92 Cfr. Historia i Teoría. Op, cit., p. y 64 93 Cf. Diccionario Enciclopédico UTEHA, México, 1953, Tomo V, p. 34.

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ciedades primitivas la circuncisión formó parte de un complejo sistema de ritos y ceremonias de iniciación, mediante el cual se integraba al menor al grupo de varones adultos. La misma ha sido parte de los ritos religiosos en las tribus de Australia, Oceanía y en varios pueblos de África, especialmente de los antiguos nubios (de Nubia, antigua región de África septentrional entre las primera y sexta cataratas del Nilo y el Mar Rojo, que corresponde al Alto Egipto y norte de Sudán) y abisinios (de al-Abash, antiguo nombre de Etiopía). También se circuncidaba a los infantes en el antiguo Egipto y en América precolombina en Perú94, así como entre los denominados Skopzi rusos95, pertenecientes a una cruel secta antigua que se había desprendido del cristianismo en los años 60-70 del siglo XVIII. Eran fanáticos que en su ascetismo extremo exigían de los fieles el “bautizo de fuego”, es decir la ¡castración! Los ideólogos de esta secta se fundamentaron para sus ritos y dogmas en el Evangelio de Mateo, en donde se dice: “Porque hay eunucos que nacieron así de la matriz de su madre, y hay eunucos que fueron hechos eunucos por los hombres, y hay eunucos que a sí mismos se han hecho eunucos por causa del reino de los cielos. Quien pueda hacer lugar para ello, haga lugar para ello”96. Los judíos llevaron esta práctica al extremo, pues circuncidaban a todos los niños, sin excepción. Los cristianos no circuncidan a sus hijos, pero en cambio conmemoran solemnemente la Fiesta de la Circuncisión (de Jesús) el 1º de enero de cada año. Así que el desdichado “Hijo de Dios” después de morir en la cruz y resucitar al tercer día, ¡se fue al paraíso con el prepucio cercenado! ¡Qué cosas se permiten los fieles con su divinidad! El judaísmo se ha caracterizado, desde los tiempos más antiguos, por la fuerte concentración del poder en manos de los rabinos-maestros de religión y jueces que no 94 Cf. E. Royston Pike. Diccionario de Religiones. Op. Cit., p. 104. 95 Cf. Ateisticheskiy Slovar. Op. Cit., p. 410. 96 Cf. El Evangelio según San Mateo, C. XIX, 12.

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solamente han monopolizado la interpretación de las escrituras “sagradas”, sino que han intervenido tanto en la vida religiosa como civil de los creyentes. Se trata de una religión con evidentes signos teocráticos y la casta sacerdotal, sobre todo en tiempos pasados, al ser engendro y hechura de los grupos dominantes ha completado la subyugación social, particularmente de los sectores más desamparados, con el yugo religioso. Actualmente el judaísmo se encuentra unido a los elementos más extremistas en política, como el Likud y otros partidos menores. En los últimos tiempos un judaísmo maquillado ha intentado crear una nueva base de feligreses en EE UU, a partir de la inmigración hebrea que se inició en las postrimerías del S. XIX. Sin duda la “tierra prometida”, Israel, cedió las preferencias para vivir, entre muchos judíos, al “sueño norteamericano”. Procede destacar que los rabinos y maestros, sin borrar la mayoría de los antiguos dogmas de esta religión, se ocuparon con notable sutileza de la “limpieza” o, mejor expresado, de retocar aquellos anacrónicos dogmas, inadmisibles para las personas de otras latitudes, a fin de adaptarlos mejor al modo de vida de otros países, particularmente estadounidense. Por ejemplo, considerando que en Estados Unidos la mayoría de la población es protestante y un segundo lugar ocupa el catolicismo, entonces los ideólogos del “judaísmo reformado” se han manifestado dispuestos a renunciar al dogma que pregona que el hebreo es el “pueblo elegido de Dios”. Desde luego, el Vaticano, que tampoco anda bien en estos últimos años, primordialmente por el conservadurismo de Juan Pablo II y del actual Papa, en alguna medida reciprocó esta estrategia, cuando destacó la búsqueda de una “comunidad religiosa” en la IV sesión del II Concilio Vaticano, de 1965, es decir hace ya cuatro décadas, oportunidad en la que se trató el denominado “Documento hebreo”, en el que se incluyó la tesis de la ausencia de una base jurídica

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para considerar a dicha nación responsable por la ejecución de Jesucristo97 Recordemos que esta infame inculpación contra todo un pueblo, origen de crueles persecuciones y progroms, fue iniciada por Saulo de Tarso. Por supuesto que Benedicto XVI (Joseph Ratzinger), a poco de ser nombrado por Juan Pablo II prefecto para la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe (1981), pomposo nombre que actualmente tiene la “Santa Inquisición”, quizá porque ya no tortura y manda a las hogueras a los herejes e infieles (aunque como acertadamente señala E. M. Ciorán en “Breviario de podredumbre”, “toda fe ejerce una forma de terror, tanto más temible cuanto que los ‘puros’ son sus agentes”), sino “solamente” les excomulga y anatemiza; digo que a poco de su nombramiento, se dedicó a combatir sañosamente a los miembros de la Teología de la Liberación, como ya anotamos en otro capítulo, y ahora como Papa ha demostrado o su petrificado dogmatismo, o su incontinencia verbal, al haber lanzado dura crítica contra el Islam. Es decir ha echado más leña al fuego de los fundamentalismos. Hinduismo. Es una de las más grandes religiones nacionales que actualmente existen en el mundo (y también una de las más antiguas), pues según datos actuales98 el número de fieles alcanza los 781’000.000 de personas; en cuanto a su distribución, en la India los hinduistas constituyen el 84% de la población; en Nepal, el 89%; en Bangladesh, el 12%; en Sri Lanka, el 19%99. También existen practicantes en Birmania, Singapur, Malasia, Mauricio,etc., principalmente de grupos originarios de la India, radicados en estos países. En cuanto a sus orígenes, el hinduismo es el resultado de la transformación que a lo largo de los siglos experimentó el Brahmanismo, una de las religiones más antiguas, pues se considera que éste se conformó en el Indostán a 97 Cf. Al respecto: Nauchniy Ateism. Op. Cit., p. 106. 98 Cf. La Enciclopedia. Editorial SALVAT, 2004, Tomo XVII, p. 13191. 99 Cf. Nauchniy Ateism. (1978). Op. Cit., p. 108.

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comienzos del primer milenio a n e. En su orden el brahmanismo constituye la síntesis de las creencias de las antiguas tribus arias que migraron hacia el sur de Asia, los Vedas y las representaciones religiosas de la población nativa. Su formación tuvo su realización entre las postrimerías del segundo milenio y los inicios del primer milenio antes de nuestra era. Los llamados libros sagrados de esta religión fueron heredados a través del brahmanismo de la religión védica, que representa una colección de himnos, de conjuros mágicos y preceptos rituales. Para esta religión es característica la multiplicidad de divinidades, pero de la mayor veneración gozan Brama, el dios de toda la creación, Visnú, el protector de la vida y el destino de los humanos y Siva el destructor. Esto demuestra la existencia de una Trinidad que es mucho más antigua que la cristiana y con una función de cada divinidad más específica. También hay otros dioses, espíritus y diversos animales “sagrados”, que son objeto de veneración, como las vacas, monos y otros. El hinduismo siempre ha santificado con su autoridad al sistema de castas y clases sociales. Las desigualdades en la sociedad se encuentran justificadas fundamentalmente con la presencia en el individuo del karma y la reencarnación. En el caso de una rigurosa observación del comportamiento de la vida el humano puede encarnarse en el cuerpo de un representante de la más elevada casta social e incluso en la envoltura corporal de un ser superior, morador del cielo. Caso contrario, el alma se encarnará en el cuerpo de un representante de una casta inferior o también en el cuerpo de un animal o de una planta. La representación sobre el avatar se ha tomado del budismo y consiste en la posibilidad de encarnación de la divinidad en otro dios, persona o animal. En los últimos años una versión de esta religión del Oriente Lejano, se ha extendido a países en los que en otros tiempos habría sido insólita su difusión. Es el caso de los países que constituían la antigua Unión Soviética, especialmente la Federación Rusa, lo que se explicaría por la pérdida de referentes teóricos y una concepción del mundo, des-

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pués del colapso del socialismo “real”. En cambio en países como Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania, el avance de ciertas corrientes del hinduismo, de movimientos religiosos relacionados con el gurú, primordialmente obedecería a que Occidente es cada vez más laico, a que los líderes cristianos, especialmente los sacerdotes del culto católico han perdido fuerza por asuntos muy graves: la pederastia en el clero, los turbios negocios en los que se ha visto envuelto el Vaticano, los dogmas anacrónicos, la actitud intransigente y arrogante de la jerarquía católica ante problemas acuciantes como el SIDA, su terca oposición al empleo del condón, la alineación servil que tuvieron ciertos pastores protestantes con el régimen violento de G. W. Bush y su política de gendarme internacional sin duda son razones para la búsqueda de otras fuentes de religiosidad de parte de muchas gentes de estas naciones. Otras religiones nacionales son el jainismo, daoísmo, de una más modesta difusión en los países del Lejano Oriente. Pero lo que realmente llama la atención, radica en el hecho de que la historia oficial a estos credos que muy brevemente hemos descrito, no les aplica el sambenito de paganos; ¡en cambio se explaya hablando de paganismo cuando se refiere a las religiones griega y romana de la antigüedad o a los cultos precolombinos! Sin discusión: el trato sesgado no constituye una excepción en estos casos, incluso si los estudios que abordan estos temas supuestamente son de la mayor rigurosidad histórica. En un estadio posterior surgen las llamadas religiones universales o supranacionales, como el budismo (S. VI – V a n e), cristianismo (S. I d n e) e Islam (S. VII d n e). ¿Qué es lo que les caracteriza a estas religiones? El hecho de que vinculan a los fieles en una fe común, independientemente de sus pertenencias étnicas, idiomáticas o políticas. Además, un rasgo singular y diferenciador de estas religiones, primordialmente del cristianismo y del Islam, es su monoteísmo, aunque menos cabal en el primero que en

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el segundo. También una nueva forma de organización y relación religiosas surgen al escenario: la iglesia, el clero, alcanza un gran impulso la teología y una forma especial de difundir la religión, a través de las misiones. ¿Qué diferencia especialmente a estas religiones supranacionales de los antiguos credos tribales y nacionales? Sobre todo que estos últimos carecían de dogmas, que no son otra cosa que creencias impuestas y con relación a los cuales no es factible que el adepto pueda eludirlos, porque tienen necesariamente que ser observados y acatados, caso contrario el feligrés se ubica al margen de la hermandad religiosa, se vuelve un expósito. El dogma ejerce un enorme poder en la mente del creyente, por cuanto se origina en un mito que se ha convertido en historia y es aceptado como tal. Por ejemplo la virginidad de María, antes, durante y después del nacimiento de Jesús, se vuelve indiscutible; la circunstancia del hijo de María de tener una naturaleza doble: ser al mismo tiempo humano y divino, tampoco se discute; el hecho de que, luego de experimentar una muerte martirizante en la cruz, resucite al tercer día y ascienda al paraíso celestial, se acepta como si realmente así hubiera sucedido. Las antiguas religiones, incluidas las que florecieron en los despotismos orientales, asimismo carecían de un clero organizado, aunque sí contaban con sacerdotes y sacerdotisas, sobre todo en Grecia y Roma, pero el clero no se encontraba profesionalizado, sino que generalmente provenía del seno de las clases sociales dominantes, en primer lugar del sector gobernante. Por eso en el Antiguo Egipto, en Sumer, Asiria, en Roma o en el judaísmo más antiguo, el soberano era el primer sacerdote o sacerdote supremo. Cabe advertir que las castas sacerdotales (que en muchos cultos también contaban con sacerdotisas y vestales), con un gran poder político-económico y espiritual, fueron propias de religiones antiguas como la egipcia, babilónica, de Asiría, hindú. En el seno de dichas religiones, como

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la egipcia, se dieron los primeros intentos de monolatría y monoteísmo, aunque no se coronaron con el éxito, como fue el caso de Iknaton, ya visto. Un tercer aspecto es la carencia de un libro sagrado, que sí poseen las religiones “universales”: la Biblia del cristianismo o el Corán del Islam, aunque debemos advertir que en el hinduismo también se cuenta con libros sagrados, pero no se encuentran organizados con una estricta orientación dogmática. Se trata de los Vedas, que surgen de antiguas tradiciones indoeuropeas (1400 – 400 a n e). Veda significa saber en sánscrito y se ha conservado y transmitido de generación en generación por medio de familias sacerdotales. Justamente como un saber revelado por los dioses. Se compone de 4 colecciones: Rig-Veda, Sama-Veda y AtharvaVeda, que junto con los Brahmana, los Arañaki y Upanishad constituyen la literatura védica hindú. En cambio el budismo, del nombre de Sakyamuni Buda, Siddartha Gautama, llamado Buda (h. 566 a n e-486 a n e), que traduce el iluminado o vigilante y cuya vida ofrece características similares a la de Jesús, también tiene sus libros sagrados: el Tipitaka (Tres canastas): Sutta-pitaka, una colección de discursos sobre la doctrina budista; Vinaya-pitaka, la “canasta de la disciplina”, que contiene las leyes que rigen la vida monacal budista; Abhidhamma-pitaka, escritos de orientación filosófica. Es importante destacar que los discípulos de Buda constituyeron la primera comunidad monacal existente en el mundo100. En el año 1956, los budistas solemnemente conmemoraron los 2.500 años de este suceso. Sin embargo de las diferencias expuestas, existieron realmente religiones en la antigüedad. A propósito, el investigador Oliver Bloch manifiesta lo siguiente: “Esto no quiere decir que no exista religión en la antigüedad grecorromana; por supuesto, y desde los orígenes, existen numerosos rasgos esenciales de lo que llamamos 100 Cf. Ateisticheskiy Slovar. POLITIZDAT, Moscú, 1985, p. 74.

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religión: una conciencia religiosa –el sentimiento de la existencia de poderes superiores al hombre, de la existencia de poderes actuantes en el mundo que son objeto de sentimientos de veneración, de sentimiento de temor, etcétera, representaciones religiosas –creencias en los seres y los hechos sobrenaturales, el conjunto de los mitos que forman el contenido de esa conciencia religiosa-, una o varias prácticas religiosas –un culto, cultos, ritos propiciatorios o de otro tipo, sacrificios- y muchas otras cosas más. Pero una vez más, todo eso sin que, al menos en los orígenes, tenga que ver con los rasgos institucionales e ideológicos ya fijados de lo que llamamos una religión”101 . Compartimos este punto de vista de Bloch. 7. MONOTEÍSMOS, FUENTE DE VIOLENCIA Y SANGRE.

Así que David se levantó y él y sus hombres fueron y derribaron a doscientos hombres entre los filisteos, y David vino trayendo los prepucios y dándolos en pleno número al rey, para formar una alianza matrimonial con el rey. A su vez Saúl le dio a Mical su hija por esposa. 1. Samuel, XVIII, 27. ¡Y sin embargo los mojigatos solamente se escandalizan por lo que hizo Lorena de Bucay con su violento esposo en EE UU! (M. R. L.) Ahora ve y hiere a Amalec, y destruye completamente todo lo que posean sin dejar nada. Mata tanto a hombre como a mujer, a niño como a lactante, a buey y oveja, camello y asno. 1. Samuel, XV, 13. ¿No es esto fanático terrorismo? M. Robles L.

101 Cf. O. Bloch. Materialismo y crítica de la religión en la antigüedad. En: Filosofía y religión (Teoría y práctica). Editorial Grijalbo, S. A., México, D. F., 1976, p. 12.

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Cabe reiterar que de las religiones nacional-estatales, que hemos anotado brevemente, unas pocas sobrevivieron, otras, la mayoría, se extinguieron. Pero lo importante radica en que aquellos credos desaparecidos fueron el primer estadio de desarrollo de las religiones de la sociedad de clases. El subsiguiente estadio precisamente corresponde a las religiones denominadas universales, ecuménicas o mundiales –aunque más preciso sería decir internacionales o supranacionales-, ya anotadas: budismo, cristianismo e Islam, en este orden cronológico. Por otra parte, se considera como religiones monoteístas al cristianismo, Islam y al judaísmo, no al budismo. Justamente las peores guerras religiosas, los derramamientos de sangre a lo largo de la historia por motivos religiosos, la intolerancia, los fanatismos más implacables se encuentran relacionados con estos credos monoteístas, mas no con los credos despectivamente llamados paganos. ¿Qué fue lo que permitió a estas religiones “universales” destacarse como doctrinas singulares? En primer lugar en la historia de las religiones cabe advertir la comunidad de una “base terrenal”, similares condiciones en las que surgieron y se difundieron las tres religiones internacionales. A propósito, el ilustre librepensador italiano Rafael Pettazzoni se preguntaba intrigado por qué apareció una renovación religiosa en el curso de algunos siglos entre los hebreos, a la cabeza con los profetas, y respectivamente, en los persas con Zaratustra, en los griegos con Orfeo, en los indios con Buda, en los chinos con Lao Tsi y Confucio. El historiador marxista de religiones, Ambrosio Donini, brindaba una acertada respuesta al respecto: la época de surgimiento de nuevas corrientes religiosas fue una época de establecimiento de la sociedad esclavista que sometió a las masas a un estado violento, injusto y sin ninguna esperanza. De los millones de gentes [¡aproximadamente 80 millones, según Donini!] que vivían en la gran cuenca del Mediterráneo, ¡únicamente unos tres o cuatro millones eran libres!, mientras que a esa

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inmensa mayoría de personas privadas de los más elementales derechos, víctimas de cruel explotación y marginadas, no se les consideraba personas. Pero a esta situación, de por sí grave, se agregaba el hecho de que los más antiguos credos no solamente aprobaban sino santificaban semejante orden social y los dioses, diosas y semidioses de esos lejanos tiempos fueron divinidades de los amos, de los gobernantes, de los soberanos y déspotas, con quienes las castas sacerdotales se encontraban unidas. La gente llana incluso no tenía acceso al culto. Esta fue una de las razones fundamentales para que en aquella época surjan nuevos tipos de religión: las religiones vinculadas a los estamentos populares, los cultos religiosos como el de Eleusis, de los pobres que aspiraban a una vida más digna y menos injusta, aunque sea en el mundo de ultratumba, porque todavía las grandes masas de gentes sin mayor o ninguna educación no se encontraban en capacidad de pensar qué realmente podía mejorar sus existencia en este mundo102. Sin embargo, de esas religiones que nacieron en ese punto de viraje de la historia, solamente el budismo logró convertirse en “universal”, aunque sin el reconocimiento de monoteísta, mientras los otros credos prácticamente desaparecieron del escenario histórico o no superaron los límites de su nación, como el judaísmo. Por lo demás, el cristianismo aparece siglos más tarde (a los 5 siglos del budismo) y el Islam todavía siete siglos después de aquel. No obstante, las tres religiones sobrevivientes –budismo, cristianismo e Islam-, tienen algo en común: cada uno en su tiempo surgió en determinado medio étnico, cultural y ulteriormente se separaron de su matriz, se difundieron más allá de sus fronteras nacionales y fueron asimilados por los más diversos pueblos con diferentes condiciones socio-económicas, políticas, culturales, éticas, adaptándose sutilmente a esos nuevos entornos, al mismo tiempo que influían en el medio. 102 Cf. Para más detalles: Raffaele Pettazzoni e gli studi storica religiosi in Italia, Bologna, 1961, pp. 64, 66. En: Voprosi Nauchnogo Ateísma, Op. Cit., pp. 80-81 y ss.

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Pero el grado de ruptura con la matriz original fue diferente en cada caso, así como el de adaptación al nuevo medio. Por ejemplo en el Islam que es la religión más moderna de las tres, esa ruptura prácticamente fue mínima porque la religión de Mahoma no era completamente nueva y se limitó a unir los cultos diseminados de las tribus árabes, creándose una religión nacional (árabe)103, y a partir de esta base se difundió merced a las conquistas, principalmente, aunque también por el comercio, sobre todo en los países del Mediterráneo y posteriormente en los de Asia Media, Sur y Sur-Oriente, así como en África, en donde desataron la esclavitud contra la población nativa, tal como hicieron los cristianos cuando conquistaron América, tanto con la población nativa como con los negros a los que cazaban como fieras para traerles a nuestro continente y convertirles en vasallos, reeditando el odioso sistema esclavista de la antigüedad. El cristianismo que desde sus más tempranos tiempos estuvo fragmentado en varias corrientes y sectas irreconciliables, surgió en el Oriente Mediterráneo, en el medio étnico hebreo y como una de las sectas del judaísmo, aunque posteriormente, cuando ya constituía una notable organización religiosa, rompió resueltamente con éste, convirtiéndose en un credo totalmente adverso y hostil con relación a su matriz fundamental, sobre todo a partir de las acusaciones de Pablo de Tarso, en el sentido de que los judíos habían matado a Jesús-Cristo. El cristianismo ya fortalecido y convertido en religión oficial del Imperio romano en tiempos de Constantino, se extendió en diferentes medios socio-políticos y etno-culturales, revelando, como acertadamente anota S. Tókarev una admirable plasticidad y adaptabilidad, pero al mismo tiempo fragmentándose en varias iglesias y sectas hostiles entre sí y en las que quedó poco del primitivo cristianismo104. 103 El sentimiento de ser el pueblo elegido tiene afinidades con el de los hebreos, al extremo que los fiels musulmanes, incluso gente con formación universitaria, cree sin sombra de duda que su dios, Alá, ¡dictó el Corán en árabe!. 104 Cf. S. Tókarev. Problemas de periodización de la historia de la religión. En: Cuestiones del ateísmo científico, 1976, Moscú, URSS, pp. 81-82 (Versión en ruso).

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Desde luego, cabe señalar que no obstante esta plasticidad, adaptabilidad y fragmentación, las diferentes vertientes cristianas estuvieron vinculadas y unidas por un fuerte sentimiento de culpa y una idea mesiánica: la igualdad ante el pecado “original” (de Adán y Eva) y la consiguiente promesa de salvación personales para quienes se arrepientan de sus malas acciones. Ese sentimiento de culpa del pecado original, siempre será un absurdo descomunal, porque se reprocha y condena a Eva que por invitación de la serpiente haya decidido probar el fruto del árbol del bien y del mal (del conocimiento). Es decir que conforme a ese mito retardatario, ¡se apuesta por la ignorancia contra el conocimiento!, en las condiciones en las que Eva es la primera que conoce de ese fruto vedado. El cristianismo que acabó separándose en tres grandes ramas, catolicismo, ortodoxia y protestantismo, amén de innumerables sectas, si bien tuvo como matriz principal al judaísmo, también asimiló numerosos elementos de los antiguos cultos de Oriente, de Egipto, Babilonia, Persia, así como ciertos elementos filosóficos griegos. El budismo tuvo un destino algo similar. Habiendo surgido 5 siglos antes, por lo que es la religión más antigua entre las tres “universales”, se formó como una de las numerosas sectas que en esos tiempos pululaban en el Norte de la India y que contaban con algunos componentes pre-filosóficos Una vez afianzado, se difundió por todo el vasto territorio de la India y ulteriormente se expandió, igual que el cristianismo, más allá de sus fronteras, llegando a una serie de países del Sur, Sur-Oriente y Centro de Asia, conservando solamente un precario eslabón con su lugar de origen. Asimismo reveló una gran adaptabilidad, incluso mayor que la del cristianismo, tomando voluntariamente creencias religiosas y cultos de diferentes pueblos, que se fundieron con los elementos de la matriz original, formándose en estas condiciones diversas corrientes y sectas, aunque

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nunca tuvieron la extrema intolerancia de las iglesias oficiales del cristianismo y del Islam. ¿Qué es lo común? Dios es un personaje de última hora en la historia de la religión. G. Van Der Leeuw. Algo común les une a estas tres religiones y les separa de los antiguos credos. En primer lugar el hecho de que lograron aislarse de manera radical de su primigenio núcleo nacional, creándose las condiciones para transformarse en religiones supranacionales. ¿Cómo fue esto posible? Por una diferencia sustancial con relación a las religiones precedentes, que no siempre tomamos en consideración: éstas, que eran nacional-estatales, surgieron y se consolidaron en determinada base socio-política, no solamente reflejando dicha base sino sobre todo justificándola, santificándola y, de hecho, apuntando a su perpetuación. Por ello el poder faraónico, por ejemplo, se declaró sagrado; por ello los estados de Súmer, Asiria, Babilonia, con sus gobernantes todopoderosos, Israel con los profetas y luego con los reyes, China con su soberano “Hijo del cielo”, eran en su mayor parte despotismos teocráticos; el poder siempre se santificó, porque se consideró proveniente de dios. En el incario asimismo el rey o soberano personificaba la divinidad suprema, el sol. En consecuencia la religión, en todas las latitudes y en todos los tiempos, perpetuó, o trató de hacerlo, toda esa situación injusta, in equitativa y aberrante. A su vez las tres religiones “universales” surgieron cuestionando ese orden imperante y esto sin duda les permitió afianzarse y crecer allende sus fronteras. Por supuesto que esa protesta fue de diferente grado y pasajera; así, el budismo surgió como una protesta contra el injusto y cruel sistema de castas que dominaba en la India, contra la violencia y abusos de los brahmanes; pero esa protesta acabó tomando la forma de una negación general de los bienes

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materiales, de rechazo a los mismos. El cristianismo primitivo surgió como un movimiento político-religioso algo diferente: fue la protesta contra el orden social injusto que prevalecía en Judea y en general en todo el vasto territorio del Imperio romano, contra los conquistadores de Roma que habían cometido toda clase de atropellos y también contra la casta sacerdotal y los gobernantes locales, unos y otros venales, entregados al imperio. Esta protesta, en unos casos sigilosa, violenta y ruidosa, en otros, se conjugó con la renuncia a los bienes terrenales, como en el budismo, en aras de las “maravillas celestiales” que se prometía a quienes se negaban al disfrute de los considerados falsos bienes mundanos. En cambio en el Islam la protesta estuvo dirigida a superar la fragmentación tribal y contra el poder despótico de la aristocracia tribal. Justamente esta condena y rechazo a todo aquello que justificaban e incluso sacralizaban las religiones anteriores, tornó posible que las nuevas religiones pudieran separarse de su núcleo primitivo, difundirse más allá de sus fronteras originales, convirtiéndose en supranacionales. Pero, como manifestamos al principio, la protesta contra el viejo e injusto orden no duró mucho y cada una de ellas acabó rindiéndose a la realidad y, lo que ha sido más preocupante, se aliaron con los dueños del poder y se convirtieron en expresiones del sistema vigente. Por ello que el cristianismo, por ejemplo, que lo conocemos mejor, no es que se limitó a congraciarse con el poder de Judea, cuanto ¡con el que dimanaba del decadente Imperio romano!, con el que de duro adversario que fue al principio, terminó convirtiéndose en aliado, proceso que culminó cuando Constantino transformó al cristianismo (sobre todo a su rama principal, el catolicismo) en religión oficial del Imperio y se prohibió a todos los demás credos, con un sistema social que en los comienzos fue el esclavista y ulteriormente, el régimen de servidumbre y feudal, así como en nuestro tiempo ese cristianismo en sus tres vertientes principales y más difundidas,

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ha encontrado un lenguaje común con el imperialismo estadounidense y en general con el sistema capitalista. Con el budismo sucedió algo parecido: se resignó y sobre todo concilió con el régimen social imperante en los países de Oriente y santificó el mismo. El Islam, la religión más nueva de las tres, desconocida por Hegel en su enciclopédico trabajo “Filosofía de la Religión”105, sin duda porque se revelaba algo más perfeccionado en su monoteísmo que el cristianismo, igualmente congenió con las relaciones de clase existentes tanto en las colectividades nómadas, como sedentarias del Oriente Próximo y Medio Algo que distingue primordialmente al cristianismo y al Islam, menos al budismo, ha sido el hecho de que no han pregonado, menos santificado las especiales superioridades sociales de uno u otro pueblo, en particular, pero en cambio sí han revelado adhesión, prácticamente sin restricciones, al sistema económico-social imperante: en el pasado el feudalismo y en nuestro tiempo el inexorable modelo económico del neoliberalismo, así como los regímenes despóticos: las monarquías del mundo árabe, el nazi-fascismo que tuvo el respaldo del pontífice católico Pío XII, el apoyo disimulado (del Vaticano) o franco y entusiasta (de algunos fieles y sobre todo dirigentes de la Iglesia protestante) al terrorismo de Estado aplicado por el imperialismo estadounidense contra países como Afganistán, Irak, o Palestina (en este último caso por medio del gobierno aliado de Israel). Otra cuestión importante, vinculada con el culto, determinó una diferencia radical entre las religiones nacionales y “universales”: en las primeras, en cuanto a estructura se constituyeron exclusivamente de un clero, aunque no profesional, dedicado al servicio del culto en los templos, así como de chamanes, adivinos, profetas, sacerdotisas y vestales, porque el machismo todavía no se había entronizado en estos campos; en cambio carecían de una auténtica iglesia, de una comunidad de creyentes como las que con105 Cf. Hegel. Op. Citado. Tomo 1 (532 pp.), Tomo 2 (572 pp.), Editorial ìMyslî, Moscú, URSS, 1977.

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forman las tres religiones internacionales. Los grandes grupos de población, entre los que existían una mayoría de esclavos, libertos pobres y campesinos, artesanos, no tenían una participación activa en las ceremonias religiosas. Como manifestáramos, tampoco contaban con un libro “sagrado”, como la Biblia o el Corán (una excepción son los Vedas). En las religiones transnacionales el asunto es diferente: la adhesión a sus cultos se determinaba por cierta base teórica, los dogmas y por el mito convertido en historia. La organización más destacada de la iglesia es el clero profesional y los creyentes. Algo muy notorio ha sido también la ausencia de etnocentrismo, situación que facilitó la construcción de una concepción cosmológica, en donde Dios resulta el creador y el gobernante (en el budismo sólo es el gobernante) del mundo en su conjunto, de todo el universo; la humanidad se presenta como un colectivo único y el destino de las gentes deja de depender de su pertenencia nacional. Esto fue inmensamente pernicioso porque ha permitido la intolerancia, las persecuciones a los disidentes, las mazmorras y la muerte a los disidentes. El monoteísmo inexorable e intransigente de estas religiones, ha convertido en enemigos a todos quienes pensaban diferente, desatando persecuciones, destrucción de monumentos, templos, obras “impías”, como en los primeros siglos de triunfo del cristianismo sobre el paganismo; guerras sangrientas por motivos religiosos, progroms, ejecuciones en masa, como los de la Inquisición, porque esos dioses, inventados tardíamente, se volvieron celosos, vengativos, verdugos implacables. Por esta razón Sigmund Freíd dirá: “La intolerancia religiosa nació inevitablemente con la fe en un único Dios”106 Desde luego que las ideas del universalismo cósmico y del humanismo, no han sido exclusivos de las religiones monoteístas, pues se encuentran en algunas religiones nacionales como el hinduismo. Pero en las nuevas religiones de ese universalismo y de esa resignación ante las injusticias, con la esperanza de una recompensa en el más allá, 106 Cfr. S. Freíd. Moisés y la religión monoteísta. Editorial:

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surgieron dos signos importantes: el carácter soteriológico, es decir las ideas sobre la salvación, comunes a los tres credos anotados, aunque en el cristianismo e Islam, sobre todo en el primero, devino en intolerancia. En segundo lugar la labor misionera, que emana de aquellas mismas ideas: la salvación debe ser para todas las gentes. Por esta razón en un pasaje del Evangelio según Mateo, se anota lo siguiente: “Vayan, por lo tanto, y hagan discípulos de la gente de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del espíritu santo”107 Trinidad, agregamos nosotros, que constituye el último legado del maldecido paganismo a esos monoteísmos. Cabe señalar, finalmente, que los prolegómenos de esa transformación de algunas de las religiones nacionales en internacionales, encontramos en la Grecia Antigua con sus cultos órficos, sus misterios, especialmente los pitagóricos, los de Eleusis, famosos en todo el Mediterráneo; en Egipto ya conocemos que los intentos de Akhenatón, de llegar al monoteísmo y por consiguiente a convertir el culto de Atón en universal, no se coronó con el éxito. Sobre todo el antiguo culto de Mitra, divinidad persa que llegó a Roma de mano de los soldados del imperio y que en los primeros tiempos compitió exitosamente con el primitivo cristianismo, estuvo a punto de convertirse en religión “universal”. Asimismo el culto de la diosa egipcia Isis, tuvo visos internacionales indiscutibles y sirvió mucho para el sistema de fe y el culto del cristianismo, incluso sus himnos se reeditaron para cantar a María, aunque ésta, a pesar de ser la progenitora del “niño-Dios”, jamás adquirió la categoría de Diosa. Pero las diversas circunstancias hicieron factible que únicamente tres religiones alcancen la categoría de internacionales: budismo, cristianismo e Islam; y el monoteísmo igualmente se ha reservado para el judaísmo, cristianismo e Islam. No obstante, mientras los credos llamados paganos (politeístas) y que rendían culto a más de una divinidad, generalmente revelaron tolerancia con relación a otros credos, 107 Cf. El Evangelio según Mateo. XXVIII, 19.

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en cambio esos monoteísmos se convirtieron en el ariete para futuras intolerancias, persecuciones, guerras y muerte de los disidentes, proscripción de los antiguos cultos paganos y de multitud de divinidades. Así es esta cuestión soslayada y tergiversada a lo largo de siglos por la historia oficial.

8. PRIMERAS DIVINIDADES FEMENINAS. La imagen del héroe matando al dragón o a la serpiente, impuesta desde Oriente, llegó hasta nuestra cultura religiosa actual como un símbolo de la victoria de la luz y lo masculino sobre las tinieblas y lo femenino. En el mismo sentido de demonización de la Diosa y lo femenino cabe ver el conocido relato bíblico de Eva. La iconografía de la escena, con mujer activa y soberana de sí misma, junto a un árbol –que en este caso es “del conocimiento”- y una serpiente, resulta una burda y eficaz degradación del mito original –con Diosa, “árbol de la vida” y esperanza de regeneración (serpiente) gracias a lo femenino. Al convertir a la serpiente (Diosa) en un demonio, al conocimiento en algo prohibido y peligroso, y a la mujer en única culpable de todos los males de la humanidad, se cerró el círculo más trágico de nuestra historia. Ningún mito como éste ha traído tanto sufrimiento a los humanos en general y a las mujeres en particular. Pepe Rodríguez. Dios nació mujer. La invención del concepto de Dios y la sumisión de la mujer: dos historias paralelas. -o-o-o En la Biblia se aconsejaba: “No dejarás que viva una bruja”. Se quemaron legiones de mujeres en la hoguera. Y se aplicaban las torturas más horrendas a toda acu-

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sada, joven o vieja, una vez los curas habían bendecido los instrumentos de tortura. Inocencio (se trata del papa Inocencio VIII, 1432-1492) murió en 1492, tras varios intentos fallidos de mantenerlo con vida mediante transfusiones (que provocaron la muerte de tres jóvenes) y amamantándose del pecho de una madre lactante. Le lloraron sus amantes y sus hijos. Carl Sagan. El Mundo y sus Demonios. ¿Cuál fue la naturaleza, o mejor expresado, a qué género pertenecían las primeras representaciones de aquellas divinidades del paleolítico superior y del neolítico? No fueron del sexo masculino, ¡sino del femenino! Marija Gimbutas, talento superior, en sus obras de enorme vigor científico, como “El lenguaje de la Diosa” y “Diosas y dioses de la Vieja Europa 7.000 a 3.500 a C”, demuestra de manera irrefutable que las más antiguas representaciones fueron femeninas, como la Venus de Willendorf, de la Diosa Grávida, que tiene una antigüedad entre 25.000 a 20.000 años a n e, ¡superando en la cuestión tiempo a cualquier divinidad masculina conocida! Otra divinidad, la Venus de Dolni Vestonice, de 24.000 años, destaca los senos nutricios y el vientre, regiones vinculadas al extraordinario proceso de la reproducción. Una tercera diosa, la Venus de Grimaldi, de 20.000 años a n e, también representa una divinidad grávida. Igualmente el autor soviético Vladímir E. Chertijín, destacado filósofo y estudioso de los orígenes de las religiones, en la década de los 70 del siglo pasado –más concretamente en 1977-, en su interesante trabajo “En las Fuentes de la Religión”108, ya se refiere a numerosas representaciones femeninas, que recibieron el nombre de “Venus”, destacando que rostro, manos y piernas no se encuentran especialmente expresadas, pero en cambio los pechos, el vientre y las caderas si se destacan, por lo que los científicos conjeturan que estas figuras sirvieron como objetos de algún 108 Cf. V. Chertijín. En la versión rusa el título es: У �� �������� Истоков �������� Религии.

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antiguo culto relacionado con la fecundación. V. Chertijín no profundizó en el estudio de estas representaciones femeninas, como lo hizo la ilustre investigadora Marisa Gimbutas. Lo expuesto es suficiente para demostrar que las más remotas representaciones de seres divinos fueron mujeres y estuvieron vinculadas con el enigmático y fundamental proceso de la reproducción. En las culturas prehistóricas euroasiáticas e indo americanas (precolombinas), la figura cosmogónica principal, la divinidad en la que se personifican las fuerzas procreadoras de la naturaleza, tiene forma femenina, no masculina. Son la Gran Diosa euroasiática y la Pachamama, Madre Tierra, de las ancestrales culturas andinas, que presiden las manifestaciones religiosas desde hace milenios: desde el paleolítico superior, en el Viejo Mundo y desde las postrimerías del Neolítico, por lo menos, en el Nuevo Mundo. Se trata de las divinidades engendradoras de la vida, ¡que portan el útero cósmico, generador de la existencia! Esto explica que las partes corporales que fueron exaltadas, sean los senos, el vientre, las nalgas y los labios vulvares, que se convirtieron en signo y símbolo de lo divino. Como ya manifestamos, en Eurasia y África se cuenta con representaciones de divinidades femeninas, como la Venus de Willendorf, la Venus de Dolni Vestonice o la Venus de Grimaldi, desde hace 25.000 a 20.000 años, por lo menos; pero igualmente en nuestra América precolombina existen las representaciones de divinidades femeninas y sobre todo de la Diosa grávida.

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Venus de Willendorf.20.000 a 25.000 años a n e. Representación de la divinidad de la fecundación.

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Pero hay algo más, sumamente interesante: en culturas como la Cañari, ¡el misterio de la vida en una y otra forma se relaciona con el agua y la diosa que mora en el seno de la fuente hídrica es el demiurgo sierpe! Tenemos entonces, la sierpe progenitora de la estirpe cañari, que en tiempo inmemorial se hundió en una laguna para no retornar jamás a la superficie. Esta criatura que repta y que cambia de piel periódicamente, simbolizando la perennidad en el tiempo, a diferencia de la maléfica criatura del judaísmo y cristianismo, ¡es un ser divino femenino bienhechor!, no malo como en el Antiguo Testamento, cuya religión politeísta en sus más remotos orígenes, igualmente se caracterizó por ser reciamente patriarcal y por lo tanto elevó a primer plano al dios-varón, mientras la diosa quedó relegada a un segundo lugar. Esto, el lecho de la laguna (en donde reposaba para siempre la culebra progenitora), sea Culebrillas en el Cañar, o Leoquina, en el Azuay, significa que el inteligente pueblo cañari, igual que el de otras antiguas culturas precolombinas o de Eurasia, ¡vinculó aquella fuente hídrica con el útero húmedo del que emergen a la vida animales y humanos! Así que estas lagunas simbolizaban el receptáculo de la sierpe progenitora de la estirpe. No olvidemos, asimismo, que el útero grávido de los mamíferos contiene bolsas acuosas, el amnios y el alantoides, en los que se encuentra sumergido el feto. De igual manera, a la vera de ríos y lagunas, brotaba exuberantemente la vida vegetal que atrae a la animal. Este es el enigma que ha fascinado e intrigado siempre a los antiguos pobladores de nuestra América, igual que a los de otras latitudes. Tengamos presente que incluso en el catolicismo el sacramento del bautismo encarna el renacimiento, mientras que a la pila bautismal se la define como el ¡“útero de María”!. Uno y otro caso se relacionan con las extraordinarias propiedades del agua, fuente de la vida, como lo consideraba el primer filósofo, Tales de Mileto.

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Por supuesto que existen diferencias entre los cultos a las divinidades femeninas de Eurasia y de América precolombina. Una de ellas es que en la primera el culto al bucráneo o a la famosa cabeza del toro (¡no del buey!, como a veces se escribe, porque éste es el toro castrado) con sus imponentes y elegantes astas, presente en los cultos religiosos desde tiempos neolíticos, equivale al útero femenino, ¡por la extraordinaria similitud entre la cornamenta del poderoso vacuno y los cuernos uterinos de la mujer y de las hembras de los animales mamíferos! Entonces, el toro en Eurasia se vinculó con la regeneración e incluso encarnó diversas divinidades; pero en América prehispánica nunca hubo culto al bucráneo. ¿Falta de imaginación de los pueblos nativos de nuestra América? De ninguna manera. El asunto radica en que en Suramérica sobre todo, hasta la llegada de Cristóbal Colón, no se contaba con los grandes rumiantes astados como el vacuno, o medianos como el carnero, especialmente el primero, cuya cornamenta es la que más similitudes guarda con el útero bicornio. Los camélidos sudamericanos, no son astados, entonces los pueblos americanos no tenían con qué cotejar y en consecuencia en sus creencias religiosas no se registra el culto al bucráneo. La época cretense-minoica que se ubica entre el 3º y 2º milenios a n e, corresponde a las primeras formaciones estatales de Creta, en la Península Balcánica, pero igualmente a las primeras formaciones de aquellos cultos que ulteriormente serían la base de la religión de la Grecia clásica. El hecho importante radica en que en Creta el vuelo del pensamiento y la cultura se hace notorio antes que en la misma Grecia y en esa misma olvidada civilización cretense se dan los primeros pasos orientados a la transformación de los primitivos cultos naturalmente formados, vinculados con la veneración a los fenómenos de la naturaleza, a una religión ¡políticamente organizada!109, identificada con ese poder que tomaba fuerza. 109 Cf. Eduard Florov. Religión y Ateísmo en el Mundo Antiguo. En: Problemas del Ateísmo Científico. Nº 20, Moscú, URSS, 1976, pp. 116-134 (Versión en ruso).

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El autor citado señala que por lo que se deduce del estudio de los mitos, que han resistido el paso de los siglos y del fascinante material arqueológico descubierto, entre los cretenses dos cultos gozaban de gran popularidad en esos ya lejanos tiempos, vinculados a la veneración a las fuerzas de la naturaleza, dadoras de alimentos: el culto a la Gran Diosa Madre-Tierra, cuyo tótem fue uno de los más antiguos que tiene la humanidad, como sabemos, la sierpe, y el culto a la divinidad generadora de la fuerza y vitalidad, cuyo tótem es el toro110. Por manera que en esa época, e incluso antes, desde los inmemoriales tiempos del Paleolítico superior, como hemos visto, señoreaba la Gran Diosa Madre. Con el avance de la sociedad y la consolidación de ese estado, el culto teriomórfico de la divinidad masculina, el toro, se funde con la veneración al monarca y el señorío de la Diosa Madre empieza a ocupar un puesto menos relevante. Los mismos reyes proclaman su genealogía a partir de la divinidad masculina, aspiran a dirigir el culto de manera total y sus afanes se orientan a brindar a su poder un carácter teocrático, mientras que la residencia del monarca, el palacio, al mismo tiempo desempeña la función de lugar de culto. Bastante después, con los nuevos credos, sobre todo “monoteístas”, el palacio se conserva solo para el poder político y el templo para el culto religioso, aunque en algunos casos el rey continúa siendo el sacerdote supremo y los lugares de culto, como el de Jerusalén durante el judaísmo y primeros tiempos del cristianismo, es el lugar de encuentro de sus moradores. Lo cierto es que en esa época de la cultura cretense, comenzó el principio del fin del señorío de la Diosa-Madre. Resumiendo: en el Viejo Continente, especialmente en Eurasia, el principio generador del mundo se personificó en la Diosa-mujer, que controlaba vida y muerte, igual que en América. Eso explica en nuestra Patria la vigencia de la Venus de Valdivia, por ejemplo, una de las más antiguas divinidades femeninas, de 3.500 a 4.000 años antes de nuestra era, culto original de la costa ecuatoriana; igual110 Cf. E. Florov. Op. Cit., p. 117.

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mente el culto de las divinidades grávidas, de la diosa de la fertilidad de la cultura Huasteca, de México; de la figura sedente del período clásico, Nayarit, en el norte de México; de la divinidad Coaticlue, azteca, la de la falda repleta de serpientes, que encarnaba la divinidad de la Tierra, madre de Huitzilpochtli, dios del Sol y la guerra. Es de enorme significado la figura de terracota que representa una mujer con un niño en brazos, de la cultura Valdivia, de nuestro Ecuador, que guarda innegables similitudes con la madre-diosa Isis, que también sostiene en su regazo al niño-dios Thor; con la Virgen María, que asimismo tiene en su regazo al infante-dios Jesús; con la diosa Aditi que en sus brazos sostiene al niño-dios Mitra, este último objeto de un muy antiguo culto oriundo de la India que tuvo enorme difusión en Persia y posteriormente en el vasto territorio de todo el Imperio romano. Originalmente fue protector de las instituciones sociales y luego devino divinidad solar, forma como pasó a Persia. Se le consideraba intermediario (igual que Jesús-Cristo, posteriormente) entre Dios, Ahura Mazda y lo seres humanos. Sus fieles se iniciaban por medio del bautismo en el que se untaba con la sangre de un toro sacrificado (bautizo de sangre o taurobolia), misterio con el que se aseguraba la inmortalidad del alma del iniciado. Procede explicar un poco más esta cuestión sobre el bautismo. Según el cristianismo, este sacramento, mediante el cual la persona muere para la vida mundana, pecadora y renace para la vida espiritual, bienaventurada, considerando que ha nacido con el “pecado original” engendrado por los primeros padres Adán y Eva, no es original de la nueva religión, según hemos visto. En efecto, es asaz conocido que los ritos purificatorios con agua fueron practicados en muchas religiones del mundo antiguo y se relacionaron con las representaciones de las gentes de la sociedad primitiva sobre las propiedades purificatorias del agua. Por esta razón ya se conocen estos ritos con agua ¡más de dos mil años

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antes del surgimiento del cristianismo, en la religión de la India!, e independientemente de la nueva religión surgida en Palestina, en la cultura cañari también se conocía la purificación por el agua, antes de que los fieles ingresen al lugar sacro. Eso precisamente significa Chaquimayllana (“Lavado de los pies”), el arroyo (y sendero) en el que, previo al ingreso al lugar sagrado, los fieles del remoto culto cañari se lavaban los pies, razón por la cual dicho Chaquimayllana vinculaba al creyente con el santuario que en tiempos pasados estuvo ubicado en la cúspide de la montaña Abuga, que corresponde al Huacañán (en quichua traduce ¡”camino de adoratorio”!) de la leyenda sobre el diluvio universal, como hemos señalado más de una ocasión (los vestigios de una construcción prehispánica todavía podían apreciarse hace unas cuantas décadas) Sin embargo, en este lugar venerado por los cañaris, la comunidad franciscana, irrespetando el patrimonio cultural111, agrediendo la naturaleza y ¡contando con la aquiescencia de autoridades complacientes!, arrogantemente resollvió levantar un monumento a la virgen María (el presupuesto que se habría requerido, según se ha dado a conocer en la prensa, era de aproximadamente ¡600.000 dólares USA!, enorme suma de dinero que bien pudo destinarse a obras sociales, como la construcción de 111 La Resolución Nº 039-DNPC-02, del Instituto Nacional de Patrimonio Cultural del Ecuador, considerando que mediante acuerdo Nº 2829 de fecha 31 de octubre del 2000 se declaró como bien perteneciente al Patrimonio Cultural de la Nación a la Histórica y Cosmogónica Ciudad de Azogues y a la Estructura de su Conjunto Urbano, en sus Artículos 1 y 2 Resuelve: 1.ìDelegar al I. Municipio de la ciudad de Azogues, representado por su Alcalde, de conformidad con el Art. 42 y Art. 14 del Reglamento a la Ley de Patrimonio Cultural, la investigación, conservación, preservación, restauración, exhibición, promoción e inventario del patrimonio cultural tangible inmuebleî 2. El I. Municipio de Azogues adoptará las medidas necesarias para la conservación, protección, salvaguarda o restauración de las áreas de valor histórico patrimonial de las parroquias rurales, así como de áreas históricas menores o edificios aislados que se encuentren fuera de las centros urbanos principalesî. Debo señalar que la administración municipal de ese tiempo, con relación a la montaña Abuga, parte importantísima del patrimonio cultural de nuestra Nación, como se deduce del Acuerdo parcialmente trascrito, ¡nada ha hecho por preservarla , protegerla o restaurarla!, situación de la que se ha aprovechado la comunidad franciscana para su inconsulto proyecto.

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un asilo de ancianos o de un orfanato, pues así cumplirían con lo que predicaba su patrono, san Francisco de Asís), ¡vieja treta a la que se recurre en este caso, para borrar o por lo menos atenuar el recuerdo del inmemorial culto del pueblo cañari!. En la religión de Atis, de los frigios, esta divinidad amada por la madre de los dioses, Cibeles, su culto difundido en Asia Menor y luego en Roma hacia 200 a n e, no solamente se conmemoraba anualmente su muerte y resurrección, sino que los iniciados se bautizaban -¡otra vez!con sangre de toro; los budistas tibetanos (lamaístas), recurren al agua, vino, aceite, miel e ¡incluso a la sangre y orina de vaca, como elementos bautismales!; en los Misterios de Eleusis y Órficos, asimismo se bautizaba a los neófitos, igual que en las religiones antiguas de Egipto y Siria112. Eleusis ciudad Ática (Grecia), a unos 15 kilómetros de Atenas, en la antigüedad fue célebre por su majestuoso santuario dedicado a Deméter y lugar en donde se llevaban a cabo los misterios eleusinos. El culto involucraba a una ¡Trinidad!: Deméter, Perséfone, su hija y el dios Iaco (identificado con Dionisos). ¿Qué simbolizaban los misterios? La muerte y resurrección de la flora, ¡singularmente del trigo!, de enorme importancia para la alimentación, porque con esta gramínea se elaboraba el pan y, por analogía, del alma del ser humano. Lo cierto es que muerte y resurrección se encontraban simbolizadas en el mito de Perséfone. El rito principal de los misterios se celebraba “…en una sala a oscuras, iluminada de tiempo en tiempo por rayos de luz que llevaban la esperanza”113. En una obra bien documentada se destaca el valor de tomar parte en los misterios de Eleusis: “La participación en los misterios ofrecía la garantía de una vida sin temor a la muerte, de confianza ante la muerte. Por eso los poetas con112 Cf. Ateisticheskiy Slovar. E. POLITIZDAT, Moscú, 1985, pp. 220-221; E. Royston Pike. Diccionario de Religiones. E. Fondo de Cultura Económica, México, 1966, pp. 55-56. 113 Cf. E. Royston Pike. Op. Cit., pp. 168-169.

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sideraban a los iniciados tan superiores a los demás mortales” (Cf. Kart Kerenyi. Eleusis. Editorial SIRUELA, Madrid, España, 2004. I Parte. “Testimonios de la Beatitud de los Iniciados”). Así que los ritos y misterios de credos posteriores deben no poco a los antiguos de Eleusis, igual que a los de Egipto. El famoso Platón, como veremos oportunamente, ¡fue un iniciado en los Misterios de Eleusis! Únicamente cabe señalar, que con el triunfo del cristianismo, este legendario centro de la religión pagana ¡fue destruido totalmente y sus construcciones, incluido el santuario y las representaciones de las divinidades, convertidas en escombros! Pero retornando al tema central: también son muy importantes en nuestras culturas las representaciones de la diosa del maíz, de la cultura Jama-Coaque, con su elegante tocado a base de conchas y con los senos nutricios bastante resaltados; el tótem Guacamaya, de los cañaris, que probablemente simboliza la hierogamia -¡el coito sacro!- de la pareja de aves con rostro de mujer que se ayuntan con dos hermanos cañaris y son las progenitoras del linaje que salva a este pueblo del diluvio; la sierpe progenitora. Muchos siglos después tomará prevalencia el culto a las divinidades masculinas, tanto en Eurasia como en América. Así que el “maldito” orgullo de los varones o la victoria de las divinidades masculinas de las religiones “universales” (budismo, cristianismo, Islam) en esta cuestión concreta, no tiene mayor razón de ser. Orígenes terrenales. Los orígenes terrenales de la religión, cada vez han sido mejor desentrañados, a medida que ésta se convirtió en objeto de investigación científica. Múltiples estudios etnológicos, como los de E. Tylor, J. Frazer, R. Marett y otros, contribuyeron a la reconstrucción de la historia del surgimiento de las creencias religiosas. En los estudios de estos autores

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se esclarecieron los testimonios escritos, las tradiciones, las semejanzas de textos “sagrados” de algunas religiones, las creencias y cultos de los pueblos en diferentes regiones del planeta, que derivan de similares formas de actividad productiva, modo de economía en los tempranos grados de desarrollo de las colectividades. Se ha demostrado asimismo el nexo de la conciencia religiosa con el desarrollo del lenguaje y el desarrollo cultural general del mundo antiguo114. Por supuesto que el aporte de científicos marxistas ha sido igualmente sustancial en esta cuestión. Cabe solamente una puntualización en este trascendente asunto: el afamado etnólogo y filósofo francés Lucien Levy-Bruhl (1857-1939), marcado por el positivismo de Augusto Comte y por los conceptos durkheinianos de conciencia y representaciones colectivas, no solamente que cuestionó los puntos de vista sobre los orígenes de la religión de Tylor y otros evolucionistas, sino que su postura filosófica le llevó a plantear la tesis de la dudosa universalidad de la lógica, así como a sustentar la oposición mentalidad primitiva/mentalidad civilizada, lo que en su orden le condujo a considerar que la mentalidad primitiva era ¡mística y prelógica!, como ya señalamos en capítulo anterior. De hecho el pensamiento primitivo, según este autor, se encuentra “…orientado de forma totalmente distinta. Sus procesos se desarrollaron siguiendo un camino completamente diferente”115 En esta cuestión Levy-Bruhl estuvo errado, como ya anotamos, porque ¡no hay ni hubo dos tipos de pensamiento en el Homo sapiens!. Es que la conciencia del ser humano, producto de la materia altamente evolucionada, “simplemente” refleja la realidad que es objetiva. De no ser así, ¿cómo podría haberse desenvuelto el hombre primitivo armado de una mentalidad prelógica, y qué papel podría haber desempeñado en la vida de nuestros antepasados ese incipiente tipo de pensamiento? Habría sido perniciosa tal forma de reflexión. 114 Cf. Religia. En Filosofskiy entisiklopedicheskiy Slovar. Op. Cit., p. 553. 115 Cf. L. levy-Bruhl. La mentalidad primitiva (1922)

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El quid del asunto radica en que el pensamiento es lógico y nada más, porque se rige por leyes comunes a la realidad objetiva y por leyes específicas. Por lo tanto, la alteración o deformación de la realidad objetiva, de parte de la religión, ¡no puede ser sustento teórico para afirmar que existió un pensamiento prelógico en la sociedad primitiva; lo que sucede es que la reflexión, la actividad del intelecto, se lleva a cabo en determinadas condiciones. Enfrentar el pensamiento prelógico del hombre primitivo con el pensamiento lógico del hombre civilizado, es allanar peligrosamente el camino al racismo. Más o menos así razonaban y creían los conquistadores hispanos y sobre todo los anglo-sajones, con relación a los nativos de nuestra América, igual que los cristianos negreros que desde África inundaron de esclavos nuestro continente. El autor A. D. Sujov es muy elocuente al respecto: “El hecho de que el hombre primitivo fuera capaz de construir instrumentos de trabajo pone de manifiesto que poseía una mente lógica, aunque el grado de desarrollo de su pensamiento no fuera muy elevado. Desde los primeros momentos la actividad mental se manifestó como un pensamiento lógico, que reflejaba la realidad”.116 Así que, nos guste o no, la religión es el producto del pensamiento lógico, de la capacidad de abstracción, del papel de la imaginación y las emociones, como señala el autor citado, se trate de formas tempranas de religión de la prehistoria, de religiones de la antigüedad o de las contemporáneas, nacionales o “universales”. 9. EN EL REINO DE LA TEOLOGÍA. Todos los sistemas de Teología parten del reconocimiento de un dios unipersonal, creador del mundo y que dirige el mismo de acuerdo a leyes desconocidas. Las fuentes 116 Cf. A. D. Sujov. Las raíces de la religión. Editorial Grijalbo, S. A., México, D. F., 1968, p. 112.

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filosóficas básicas de la Teología oficial del cristianismo son las doctrinas de Platón, Aristóteles y del neoplatonismo. Ateisticheskiy Slovar (Moscú, 1985). “Pruebas” de la existencia de Dios. Nada perece, amigo mío; hoy hombre, mañana gusano, pasado mañana mosca, ¿no es eso existir para siempre? Marqués de Sade. Diálogo entre un sacerdote y un moribundo. Previamente es necesario conocer los argumentos aportados al respecto por algunos eminentes teólogos y filósofos. Los teólogos de las diferentes religiones, afirman que la religión es consustancial con el ser humano, eterna, y por lo tanto exponen sus tesis sobre la existencia de un ser sobrenatural que rige el universo. Sin embargo en esta breve exposición hemos anotado que no es así. ¿Cuáles son esas pruebas? Las siguientes: Prueba ontológica. Fue formulada en el siglo XI por el teólogo escolástico Anselmo de Canterbury y emana de las representaciones e ideas sobre la existencia de un ser supremo perfecto no solamente en la conciencia, sino también en la realidad, quien no puede ser otro que Dios. Esta demostración ya fue sometida a crítica por el Aquinate ( Tomás de Aquino), por el destacado filósofo Immanuel Kant e incluso por numerosos teólogos. La inconsistencia lógica de esta “demostración” radica en que la existencia de Dios (al respecto, alguien muy avisado se preguntaba: ¿los dioses también existen o solamente están?. La pregunta es pertinente, porque si realmente existen, significa que algún día tienen que morir) se sustituye con la existencia de la noción sobre Dios, lo que en

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lógica se conoce como sustitución de la tesis117. Conforme al principio de la demostración ontológica se han elaborado tres formas de “demostración”: A. Demostración histórica, que argumenta que en todos los pueblos del mundo existe la religión –lo que hemos demostrado que no fue así en los tiempos más antiguos y que durante milenios el ser humano no reveló el menor signo de creencia en un ser superior-, lo que probaría la existencia de Dios; B. Demostración psicológica, que señala que en el ser humano la existencia de un sentimiento religioso debe ser producido por una causa exógena, que no es otra que Dios. C. Demostración antropológica, que se sustenta en el argumento de que si el ser humano es a imagen y semejanza de Dios, esto significa que el ser supremo realmente existe. Por supuesto que algunos seres humanos depravados, crueles, criminales, infames, concupiscentes, genocidas, felones, como Calígula, uno de los más crueles emperadores romanos, Torquemada, el despiadado torturador de la Inquisición, Alejandro VI, el papa Borgia, depravado, involucrado en crímenes y amores incestuosos, Tamerlán, tirano feroz, Pío XII, el infame papa pro nazi, anti judío y que después de la derrota del nazi-fascismo ayudó a huir, especialmente a Latinoamérica, a los principales criminales nazis, Hitler, Stalin, Trujillo, el chacal del Caribe, etc., etc., no podrían corresponder a esa idealizada imagen y semejanza de Dios. Sería una monstruosa aberración. Prueba cosmológica. Fue formulada en la antigüedad por Platón, primordialmente y también por el Estagirita. 117 Cf. Ateisticheskiy Slovar. Op. Cit., p. 135.

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En esencia consiste en el reconocimiento de la existencia o de una causa primera o de un primer motor en calidad de impulso de cualquier comienzo o movimiento. De acuerdo a Gottfried Leibniz (1646-1716) la existencia de Dios se deduce del reconocimiento de la realidad de una esencia perfecta. Por esta razón en su “Discurso de Metafísica”, comienza manifestando: “La noción de Dios más admitida y más significativa que tenemos, está bastante bien expresada en estos términos: que Dios es un ser absolutamente perfecto; pero no se consideran suficientemente sus consecuencias, y para avanzar en ellas es conveniente hacer notar que en la Naturaleza haya perfecciones diversas y muy diferentes, que Dios las posee todas juntas y que cada una le pertenece en el grado más soberano”118 Immanuel Kant, uno de los grandes representantes del agnosticismo, de una manera irrefutable reveló la presencia en esta “demostración” de un sofisma ontológico de las “Pruebas de la existencia de Dios”. Desde su punto de vista, la existencia no puede ser demostrada por medio del análisis lógico de la noción, porque la existencia no se revela un signo de dicha noción. En el capítulo “De la imposibilidad de una demostración ontológica de la existencia de Dios”, es muy elocuente al respecto: “El concepto de ente supremo es una idea muy útil en más de un aspecto; pero precisamente por ser sólo idea, es totalmente incapaz de ensanchar por si sola nuestro conocimiento respecto de lo que no existe. Ni siquiera puede instruirse acerca de la posibilidad de una pluralidad. La nota analítica de la posibilidad, que consiste en que meras posiciones (realidades) no produzcan contradicciones, no puede discutirse, desde luego; pero como el enlace de todas las propiedades reales de una cosa es una síntesis de cuya posibilidad no podemos juzgar a priori porque no se nos dan específicamente las realidades, y aunque así sucediera, no se efectúa absolutamente ningún juicio porque la nota de 118 Cf. G. Leibniz. Op. Cit. En: Monadología. Discurso de Metafísica. Profesión de Fe del filósofo. Ediciones ORBIS, S. A., 1983, Vol. 8.

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la posibilidad de los conocimientos sintéticos no debe buscarse nunca sino en la experiencia, y el objeto de una idea no puede pertenecer a la experiencia; de ahí que el célebre Leibniz distara mucho de haber logrado aquello de que se jactaba: querer comprender a priori la posibilidad de un ente ideal tan sublime. “Por consiguiente, en la famosa demostración ontológica (cartesiana) de la existencia de un ente supremo, a base de conceptos, se perdió todo el trabajo y esfuerzo, y un hombre ganaría tan poco en conocimientos a base de meras ideas como un comerciante no mejoraría su estado de fortuna añadiendo algunos ceros a su existencia de caja”119 El materialismo dialéctico igualmente descubrió la inconsistencia de la tesis sobre el “primer motor”, como “prueba” de la existencia divina, rechazando esta simplificación errónea que hace relación a la mutua acción de causa y efecto, y revela el equívoco de reconocer por este medio una causa sobrenatural en este argumento cosmológico. Prueba teleológica. La teleología como doctrina filosófica es la orientación hacia los fines de todos los fenómenos de la naturaleza (se encuentra vinculada al hilozoísmo, al panteísmo y también al panpsiquismo) y considera que el principio vital y de la reflexión reside en el fundamento mismo de la materia –esta no está constituida de átomos inertes, cuanto de “mónadas” vivas-, en el campo teológico y como prueba de la existencia de un ser supremo se concreta a reconocer la existencia en el mundo de un carácter racional absoluto engendrado por un omnisciente “arquitecto”. A semejante “demostración” suele recurrirse ampliamente sobre todo en la práctica teológica de nuestros tiempos. Dando una deformada interpretación a esa racionalidad, la teología construye un cuadro del mundo que excluye la aparición y actividad de las leyes internas del desarrollo120. Lo cierto es que la famosa teoría de Charles Darwin, 119 Cf. I. Kant. Crítica de la Razón puraî. Volumen II, Capítulo IV. 120 Cf. Ateisticheskiy Slovar. Op. Cit., p. 135.

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enriquecida en estos últimos años con múltiples descubrimientos y evidencias realmente abrumadoras, ha descifrado las causas de la racionalidad en la naturaleza, aunque en el seno del imperialismo estadounidense, quienes manejan con enorme arrogancia el poder y conocidas sectas fundamentalistas de la rama del protestantismo, intentan echar por tierra esta teoría y retornar a un creacionismo ya superado. Asimismo es evidente que en la teoría del materialismo histórico de Marx y Engels sus principales postulados han descalificado la teleología y marginado de las ciencias de la sociedad, privándole a la teología de cualquier significado en este campo. Prueba moral. Esta “demostración” se ha erigido en una representación sobre la existencia de un orden moral global, de una ley moral absoluta e incluso eterna que demostraría un comienzo divino en el mundo. Fue I Kant, en este caso, quien planteó esta “demostración”, argumentando que la ley moral universal constituye una prescripción incondicional trascendente, o que el “imperativo categórico” puede ser una norma universal de conducta solamente cuando sea reconocida la existencia de Dios. La indudable limitación de esta demostración radica en la falsa representación sobre la existencia de una moral eterna al margen de la historia, de las clases sociales. Pero el mismo Kant en su obra tardía “La Religión dentro de los límites de la mera Razón”, por lo menos se encarga de poner límites a la Religión y señala que esta no se requiere para la Moral: “Así pues, la Moral por causa de ella misma (tanto objetivamente, por lo que toca al querer, como subjetivamente, por lo que toca al poder) no necesita en modo alguno de la Religión, sino que se basta a sí misma en virtud de la Razón pura práctica”121 Lo cierto es que en la teología y la filosofía idealista contemporáneas, ya no se recurre con la perseverancia de épocas pasadas a las “pruebas” de la existencia divina, 121 Cf. I. Kant. Op. Cit., p. 21.

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mientras que las ideas sobre Dios transcurren en base al denominado irracionalismo post kantiano (por supuesto que debemos considerar que Kant fue prácticamente un agnóstico) o merced a la resurrección y maquillaje de sistemas filosóficos arcaicos o medioevales, como los de la antigua India, la teosofía –doctrina religioso-filosófica sumamente conservadora, que preconiza la posibilidad de llegar directamente a Dios, sin intermediación alguna, aunque con la ayuda de la intuición mística y las revelaciones-, el neotomismo, etc., etc.

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II PARTE. LA CONCEPCIÓN CABAL DEL MUNDO. 1. ATEÍSMO Y AGNOSTICISMO. Todos los niños son ateos, no tienen idea alguna de Dios: ¿son entonces criminales a causa de esta ignorancia? Barón d’ Holbach. El buen juicio. -o-o-oNo existe el más allá, y eso que vos llamáis alma no es más que un efecto de la organización. Es decir, mientras persiste la economía de los órganos, pensamos; cuando esta economía se altera, desatinamos; cuando se aniquila, ¿en qué se convierte el alma? D. Diderot. El Paseo del escéptico. -o-o-o¿Cuál de los dioses de los centenares de religiones existentes es el verdadero? M. Bakunín. Dios y el Estado. Diferencias y semejanzas. Ateísmo y agnosticismo son dos conceptos que guardan cierta relación entre sí, pero igualmente tienen sus particularidades. Por esta razón, para discurrir sobre el primero, vamos a referirnos brevemente al agnosticismo. Las personas agnósticas suelen decir más o menos lo siguiente: “No sabemos si Dios existe, no podemos saberlo”.

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De esta situación, de no conocimiento de la existencia de un ser supranatural, filósofos como Comte-Sponville122 deducen la justificación de la fe y del ateísmo, que para el citado autor, ¡“son dos creencias”! (sic). Esta ignorancia también sería la justificación del agnosticismo, que se revela reacio a conocer aquello que ignora. Primero tratemos de dilucidar esto de las “dos creencias”. Si creencia es menos que saber y menos que fe, entonces el ateísmo es simplemente eso, es decir creencia en que no existe un ser supremo, sin poder demostrarlos absolutamente. Tal es el deleznable razonamiento sobre creencia del filósofo mencionado123. Pero, ¿así de simple es el ateísmo? Por supuesto que no. Lo que sucede es que algunos pensadores, como el de nuestras referencias, hacen todo lo posible por confundir el significado de ateísmo o por lo menos volverlo algo inocuo, intrascendente. Sin embargo, el ateísmo ¡no es simple creencia!, y reflexionar de esa manera yo diría que revela flojera de argumentos, así como una preocupante confusión del asunto. Reiteramos que el ateísmo no se reduce a esa simpleza, en virtud de que creencia (y esto parece que soslaya Comte-Sponville) en varios de los sistemas religiosos, ¡es una concepción del mundo y al mismo tiempo un estado psicológico! que incluye determinadas afirmaciones –dogmassobre la existencia y naturaleza de un ser supremo o un Dios, sobre qué son el bien y el mal, la decisión de observar estos dogmas a pesar de cualquier duda; en segundo lugar significa la fe personal en un ser supremo como constructor del mundo, su dirección, su misión salvadora; en tercer lugar, la fidelidad del individuo a su Dios: téngase presente que en esta cuestión ¡todo creyente es muy radical!. Por ej. un cristiano no cree en Alá, ¡no lo admite!; un musulmán no 122 Cf. André Comte-Sponville. Diccionario Filosófico. Editorial PAIDÓS, Barcelona, España, 2005, pp. 30-31. 123 Cf. A. Comte-Sponville. Op. Cit., p. 128.

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acepta a Jehová; el judío no cree en Buda, y así por el estilo. Entonces ¡se trata de la fidelidad a su Dios por sobre toda otra lealtad!, pues a su servicio y veneración se entrega el adepto sin ninguna restricción. Entonces, esto es creencia, que ¡no tiene la misma connotación en el ateísmo!, como veremos más adelante. Por esto, siempre y en todos los tiempos se ha producido una confrontación entre creencia (o fe) y crítica racionalista, y por otra, es un absurdo decir que el ateísmo se reduce a una simple creencia negativa.

Agnosticismo y agnósticos. En efecto, ¿qué es el agnosticismo sino unmaterialismo vergonzante?. La concepción agnóstica de la naturaleza es enteramentematerialista. Todo el mundo natural está regido por leyes y excluye en absoluto toda influencia exterior. Pero nosotros, añade cautamente el agnóstico, no estamos en condiciones de poder probar o refutar la existencia de un ser supremo fuera del mundo por nosotros. F. Engels. Del socialismo utópico al socialismo científico. Siempre listos para legitimar la infamia y otorgarle fuerza de ley bajo la protección del derecho, los juristas legalizaron todos esos abusos, crímenes y delitos, persecuciones y asesinatos (de los cristianos, M. R.). Basta con leer el Código teodosiano, ejemplo cumbre que demuestra que el derecho está siempre al servicio de la dominación de la casta en el poder en la mayoría de los casos. (El código perverso y las leyes de Vichy, ambos rebosantes de cristianismo [¡], son pruebas suficientes para los dubitativos...)

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Michael Onfray. Tratado de ateología (Anagrama, 2006). Del griego A: no y gnosis: conocimiento, es decir inaccesible al conocimiento, el agnosticismo constituye una doctrina filosófica de acuerdo a la cual no puede ser resuelto definitivamente la cuestión sobre la verdad del conocimiento de la actividad que rodea al ser humano. Este término fue introducido en el lenguaje de las ciencias sociales por el naturalista Thomas Henry Huxley en el año 1863, para significar la posición filosófica que limitaba la espera de la competencia de la filosofía a los marcos del conocimiento “positivo”. No obstante lo expresado, el término como tal ya existe en la filosofía precedente124 y fue probablemente Protágoras de Abdera (h. 480 – 410 a n e) el precursor del agnosticismo, al extremo que fue acusado de impiedad porque en uno de sus escritos sostenía que ¡no era posible afirmar la existencia o inexistencia de los dioses!, tanto por lo brumoso de los argumentos, como por la fugacidad de la existencia humana. Protágoras, autor de esa célebre frase: “…El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto son y de las que no son en cuanto no son”, fue el primero que realmente negó la posibilidad de un conocimiento universal y asimismo el pionero en exponer sobre el relativismo, opuesto a la unidad y universalidad ontológico-epistemológica del ulterior platonismo (Platón nace el año 428 a n e y fallece el 347 a n e). Lo cierto es que a consecuencia de esta actitud, se le condenó por impiedad y se le expulsó de Atenas; sus obras ¡fueron quemadas en la plaza de dicha ciudad! Finalmente en el año 410 a n e murió trágicamente al zozobrar la nave en la que huía de Grecia a Sicilia. Para algunos autores la posición agnóstica más consecuente fue la de D. Hume, en virtud de que este pensador consideraba que todo conocimiento tiene su relación solamente con la experiencia y no puede salir de sus límites, razón por la cual no puede juzgar qué relación prevalece 124 Cf. Filosofskiy Entsiklopedicheskiy Slovar. Op������������������ . Cit., pp. 12-13.

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entre la experiencia y la realidad. Sin embargo, fue Immanuel Kant quien cimentando en base de su concepción cognitivo-teórica una rigurosa delimitación de la “cosa en sí”, que no es accesible al conocimiento como tal, y la “cosa para sí”, aceptó de hecho la posición del agnosticismo, utilizando esa delimitación como punto de partida para el análisis de la actividad interna del pensamiento cognoscente. Este filósofo demostró la imposibilidad, mediante la pura vía lógica de la correspondencia entre el mundo objetivo y el sistema de conocimientos, y que la naturaleza de dichos conocimientos no puede ser descubierta sin un especial análisis de las posibilidades cognitivas del sujeto. En esta cuestión, precisamente por su agnosticismo, Kant se quedó a mitad del camino. En nuestro tiempo las conclusiones trascendentales que se remontan a Kant, operan en el reconocimiento de la imposibilidad de la explicación científico-objetiva sobre el origen y esencia de la vida, así como de las formas psíquicas: pensamiento y lenguaje. En el aspecto social los partidarios del agnosticismo llegan a “hipertrofiar” la subjetividad del investigador, que no rara vez y al mismo tiempo se encuentra como elemento del mismo sistema social que se investiga Cabe recordar que en lo estrictamente religioso, el agnosticismo es una teoría que proclama la imposibilidad para el ser humano de tener un conocimiento de Dios, no va más allá de los límites que impone el saber científico en determinado estadio de evolución de la ciencia. Operando en los datos que brindan la experiencia y la razón, se abstiene de cualquier pronunciamiento religioso, contrariamente a los gnósticos que han admitido la posibilidad de conocer racionalmente a Dios. Por lo expuesto, el agnóstico no niega la existencia de un ser supremo, cuanto se limita a manifestar

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que no sabe si existe o no ese ser supremo.125 El Ateísmo como “ignorancia”, “creencia” y “afirmación metafísica” No existe el más allá, y eso que vos llamáis alma no es más que un efecto de la organización. Es decir, mientras persiste la economía de los órganos, pensamos; cuando esta economía se altera, desatinamos; cuando se aniquila, ¿en qué se convierte el alma?. Denis Diderot. El Paseo del escéptico. La biblioteca sobre la cuestión atea es indigente. Escasa en relación con las publicaciones dedicadas a las religiones -¿quién ha visto alguna vez una sección de ateísmo en las librerías?, aun cuando todas las variaciones sobre el tema religioso dispongan de subsecciones-, y además de mala calidad. Como si los autores sobre ese tema trabajasen para beneficio de los deícolas. Michel Onfray. Tratado de ateología. La reflexión precedente sobre el agnosticismo, un poco detallada, nos sirve para aclarar ciertos puntos de vista que consideramos no corresponden a la realidad. Primero, de parte del filósofo contemporáneo francés André ComteSponville, quien en su “Diccionario Filosófico”, afirma que la “…ignorancia es la justificación tanto de la fe como del ateísmo, que son dos creencias”. Además agrega: “También es la justificación del agnosticismo, que se niega a creer en lo que ignora”126 125 Cf. Dagobert D. Runes. Diccionario de Filosofía. Editorial GRIJALBO, S. A., México, 1981, p. 7; J. Ferrater Mora. Diccionario de Filosofía. 4 tomos. Editorial ARIEL-FILOSOFÍA. Barcelona, España, 2001; Tomo 1, pp. 73-74; La enciclopedia Salvat. 20 Tomos, SALVAT EDITORES, Madrid, España, 2004. Volumen 1, pp. 186-187; Juan C. González García. Diccionario de Filosofía. EDAF, México, 2000, pp. 37-38. 126 Cf. A. Comte-Sponville. Op. Cit., PAIDÓS, Barcelona, España, 2005, pp. 30-31.

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De aquello que el ateísmo es una creencia, nos permitimos explicar oportunamente. Por ahora concretémonos a dilucidar el otro supuesto Previamente advirtamos que Comte-Sponville puede ser un sabio en cuestiones de milagros y arcanos religiosos; incluso es posible que sea un erudito en temas como el de la resurrección de los muertos y en todo aquello que contradice las leyes de causa y efecto, de la realidad y categoría filosófica espacio-tiempo, pero no explica la esencia del ateísmo, razón por lo que maneja esa tesis de que el ateísmo se sustenta en la ignorancia. Cabe señalar, además, haciendo un necesario deslinde del tema central, que las ciencias formales, a diferencia de las fácticas, operan en entes ideales, elaborados por nuestro cerebro, pero ¡exclusivamente a nivel conceptual! Sin embargo, tampoco son simple creencia, menos admiten los milagros que perteneciendo al mundo de ultratumba, nunca serán un conocimiento cabal de las cosas. Por lo expuesto, es indudable que nosotros, los ateos (y me permito considerar que el prestigioso filósofo Comte-Sponville, también lo es), “ignorantes” y todo, preferimos el conocimiento que brinda la ciencia, que entre otras cosas nobles, ¡revela su falibilidad, es decir su posibilidad de equivocarse! Sólo los pontífices son infalibles. En consecuencia, el conocimiento científico se orienta a un fin específico: descubrir la verdad y lograr su verificación, que no entra en el campo de la subjetividad. Por lo expuesto, esa idea de que el ateísmo es ignorancia realmente es absurda, en virtud de que el mismo no se sustenta en una falta de conocimiento, sino que se trata de ¡un sistema filosófico y científico de criterios y convicciones que no acepta la creencia en la existencia de cualquier ser sobrenatural, de ultratumba, de hechos prodigiosos, al margen de las leyes espacio-temporales! Entonces, de la definición del mencionado autor, se desprende una de dos cosas: o él es realmente quien desconoce este asunto del Este juicio, en similares términos, también consta en su obra anterior: ìInvitación a la Filosofíaî, Editorial PAIDÓS CONTEXTOS, Barcelona, España, 2002.

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ateísmo, o es un prejuiciado que se niega a aceptar lo que verdaderamente constituye ser ateo y tergiversa de manera censurable su esencia, aunque a pesar de esto, nosotros seguimos considerando a Comte-Sponville uno de los más destacados filósofos franceses contemporáneos. En segundo lugar, el Dr. Rodrigo Borja en su conocida obra “Enciclopedia de la Política”127, al referirse al ateísmo, expone algunos criterios sobre este y el agnosticismo, que para nuestro punto de vista son objetables, por las razones que exponemos a continuación. Pero previamente debemos señalar que no es exactamente como asegura Borja, en el sentido de que el filósofo y matemático Bertrand Ruseell fue un agnóstico. El en realidad fue ateo, como lo fueron sus progenitores lord John Russell y su madre; Russell incluso siempre se opuso a la moral tradicional cristiana, especialmente en la cuestión sexual, porque la consideraba una moral hipócrita y cruel. Quizá podría decirse, con las indispensables reservas del caso, que Russell fue agnóstico en cuanto se refiere a la teoría del conocimiento; pero en religión claramente sostuvo convicciones ateístas, no agnósticas. A propósito, en el tema fundamental de la vida, el célebre filósofo manifestó lo siguiente: “…Es probable que todas las formas de vida de la Tierra hayan evolucionado a partir de organismos unicelulares. No sabemos cómo se formaron, pero su origen no es más misterioso que el de los átomos de helio. No hay ninguna razón para suponer que la materia viva está sujeta a leyes diferentes de las de la materia inanimada, y hay considerables razones para pensar que todo en la conducta de la materia viva es teóricamente explicable en términos físicos y químicos”128 ¿Es esto demostración de agnosticismo? Creemos que no. 127 Cf. R. Borja C. Op. Cit. 2 tomos, Editorial: Fondo de Cultura Económica, México, D. F. 2002, Tomo 1, pp. 68-69. 128 Cf. Bertrand Russell. El conocimiento humano. Editorial ORBIS, S. A. Vol. 4, Capítulo IV. La Evolución Biológica.

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Y leyendo otros trabajos de B. Russell, tenemos fundadas reservas para considerar que fue solamente agnóstico en materia religiosa: “Esa es la idea: que todos seríamos malos si no nos acogiéramos a la religión cristiana. A mi me parece que la gente que se ha acogido a ella es, en su mayoría, extremadamente mala. Se da este hecho curioso: cuanto más intensa ha sido la religiosidad de cualquier período, y más profunda la creencia dogmática, han sido mayor la crueldad y peores las circunstancias. En las llamadas edades de la fe, cuando los hombres realmente creían en la religión cristiana en toda su integridad, surgió la Inquisición con sus torturas; millones de mujeres desafortunadas fueron quemadas por brujas; y se practicaron toda clase de crueldades sobre toda clase de gente en nombre de la religión” (B. Russell. Por qué no soy cristiano. Ed. EDHASA, 2008); “El miedo es la base de todo: el miedo a lo misterioso, el miedo a la derrota, el miedo a la muerte. El miedo es el padre de la crueldad y, por lo tanto, no es de extrañar que la crueldad y la religión vayan de la mano” (B. Russell. Op. Cit., “El miedo, fundamento de la religión”). “Toda nuestra concepción de Dios es una concepción derivada del antiguo despotismo oriental. Es una concepción indigna de hombres libres. Cuando en la iglesia se oye a la gente humillarse y proclamarse miserablemente pecadora, etcétera, parece algo despreciable e indigno de seres humanos que se respeten”…”Un mundo bueno necesita conocimientos, bondad y valor; no necesita el pesaroso anhelo del pasado, ni el aherrojamiento de la inteligencia libre mediante las palabras proferidas hace mucho por hombres ignorantes…” (B. Russell. Op. Cit., “Lo que debemos hacer”); “La peor actitud de la religión cristiana, sin embargo, es la que tiene con respecto al sexo; es una actitud tan morbosa y antinatural que sólo se puede comprender cuando se relaciona con la enfermedad del mundo civilizado en el

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momento en que decaía el Imperio Romano. A veces se oye comentar que el cristianismo ha mejorado la condición de las mujeres. Ésta es una de las más groseras tergiversaciones que se pueden hacer de la historia”…”La enseñanza de la Iglesia ha sido, y sigue siendo, que la virginidad es lo mejor, pero que, para los que resulte imposible, está permitido el matrimonio: ‘Pues más vale casarse que abrasarse’, como dice san Pablo brutalmente…” (B. Russell. Op. Cit. El cristianismo y el sexo). “En México y Perú los españoles solían bautizar a los niños indios y luego estallarles los sesos: así aseguraban de que aquellos niños iban al cielo. Ningún cristiano ortodoxo puede hallar ninguna razón lógica para condenar su acción, aunque en la actualidad todos lo hacen. De mil maneras, la doctrina de la inmortalidad personal como la contemplan los cristianos ha tenido efectos desastrosos sobre la moral, y la separación metafísica de alma y cuerpo los ha tenido también sobre la filosofía” (Cf. B. Russell. Op. Cit., El alma y la inmortalidad). Muy difícil considerar, por los pasajes transcritos, que Russell se haya quedado en el agnosticismo. En segundo lugar, procede una breve exposición sobre las pruebas de la existencia de Dios que desechó el insigne pensador I. Kant. Este famoso filósofo rechazaba todas las pruebas “teóricas” sobre la existencia divina, argumentando que se fundan en un error lógico: la existencia de un ser supremo se deduciría del propio concepto de Dios, en condiciones cuando ¡no existe concepto del que pueda ser deducida la existencia de lo que se concibe en ese mismo concepto! Kant razona del siguiente modo: en virtud de que Dios no puede ser descubierto en la experiencia, no pertenece al mundo de los fenómenos y por lo tanto no puede demostrarse ni su existencia ni su inexistencia. Además, la religión se convierte en un objeto de la fe, mas no de la ciencia o de la filosofía. Pero la creencia en Dios, según

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el filósofo, es necesaria, porque sin dicha creencia no es posible conciliar la exigencia de la conciencia moral con los indubitables hechos del mal que reina en la vida humana. Desde luego, cuando manifiesta que el conocimiento comienza con aquello de que la “cosa en sí” influye en los órganos sensitivos externos y provoca en nosotros sensaciones, se aproxima a posiciones materialistas; pero cuando reflexiona sobre las formas y limitaciones del conocimiento, Kant se revela un idealista y agnóstico. En “Crítica de la Razón Pura”, al reflexionar sobre el “ente supremo”, dice: “El concepto de ente supremo es una idea muy útil en más de un aspecto; pero precisamente por ser solo idea, es incapaz de ensanchar por sí sola nuestro conocimiento respecto de lo que no existe129. Y más concretamente en el mencionado capítulo, explica: “Por lo tanto, nuestro concepto de un objeto puede contener lo que se quiera y cuanto se quiera; al fin y a la postre tenemos que partir de él para atribuir la existencia al objeto. En objetos de los sentidos, esto sucede según leyes empíricas gracias al enlace con cualquiera de mis percepciones; pero para objetos del pensamiento puro no hay en absoluto medio alguno para reconocer su existencia (sea directamente mediante percepción, sea por raciocinios que enlace algo con la percepción) pertenece enteramente a la unidad de la experiencia, y una experiencia fuera de este campo no puede declararse absolutamente imposible, pero es una suposición que no podemos justificar con nada”130 Por esto justamente, porque I. Kant niega la posibilidad de conocer la existencia de Dios (¡que no entraña simplemente ignorancia, como considera Comte-Sponville!) pero no niega que exista, es un agnóstico. Y como bien advierte el filósofo oxfordiano Bryan Magee (Cf. Historia de la Filosofía, 1999, p. 137), esta posición de Kant “…ha resulta129 Cf. I. Kant. Op. Cit., 2 tomos. Tomo II, Capítulo IV. 130 Cf. I. Kant. Ibid., Tomo II, Capítulo IV.

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do de una gran trascendencia histórica ya que, al echar por tierra las supuestas ‘pruebas’ de la existencia de Dios establecidas hasta entonces, reduce a cenizas, no siglos, sino milenios, de filosofía. Así, a partir de Kant todos los grandes filósofos dan por sentado que no se puede demostrar la existencia de Dios ni por consiguiente, negarla”. ¿Otra vez culpable el laicismo? Y sin que se agote el tema, en el Prólogo a la I edición de 1793 de “La Religión dentro de los límites de la mera Razón”131 Kant demuestra su posición en cuanto a religión: “Así pues, la Moral por causa de ella misma (tanto objetivamente, por lo que toca al querer, como subjetivamente, por lo que toca al poder) no necesita en modo alguno de la Religión, sino que se basta a sí misma en virtud de la razón pura práctica”. Consideramos muy importante el contenido de la cita transcrita, porque hasta la actualidad, al menos en nuestro medio, algunos dirigentes religiosos e intelectuales aferrados a la tradición y que añoran los tiempos del monaquismo, cuando el Ecuador era un enorme convento, con suma ligereza afirman que la corrupción obedece ¡al triunfo del liberalismo y a la implantación del laicismo!; otros, como el historiador Enrique Ayala Mora, un socialista con indudables raigambres conservadoras (estudió en un colegio religioso y estuvo a punto de tonsurarse y tomar los hábitos, según me relató un ex compañero suyo, el Dr. Ángel Costta), en una de sus últimas publicaciones, “Ecuador Patria de Todos”, no se detiene a la hora de atacar al laicismo, lo que demuestra sus verdaderas convicciones ideológicas, tan alejadas del socialismo, pues expresa lo siguiente: “La virulencia antirreligiosa del laicismo lo divorció de los profundos elementos cristianos de la realidad popular…”132; ¡como si el clericalismo en esos años de oscuran131 Cf. I. Kant. Op. Cit. Editorial Alianza, Madrid, España, 2001. 132 Cf. Enrique Ayala Mora, Op. Cit., Corporación Editora Nacional, Universidad Andina Simón Bolívar, Quito, 2004, pp. 124-125.

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tismo y dominio de las fuerzas más conservadoras hubiera sido todo lo contrario: tolerancia, democracia, cultura y bondad!. Asimismo un historiador muy ilustrado, sin duda talentoso, que desde su particular concepción del mundo ha hecho valiosos aportes a la historia nacional, pero afectado por un insuperable misticismo, llega al extremo de preguntarse la razón por la que supuestamente ha llorado, hace 100 años, en Quito, una representación de la Virgen María, identificada como la “Dolorosa del Colegio San Gabriel”, insinuando que ello obedecería a causa de un país ¡“convulsionado por el distorsionado laicismo en la educación, la persecución al clero, la separación Iglesia-Estado y la total prescindencia de Dios en la vida pública”! (sic)133 Me permito un par de puntualizaciones con relación a estos insólitos desvaríos místicos: La Primera: esto de las lágrimas vertidas por María en el rito católico, me recuerda algo muy similar sucedido en el rito ortodoxo, hace cerca de tres siglos, en Rusia: en el zarismo, durante el reinado de Pedro I el Grande (16821725), en uno de los templos de San Petersburgo, el icono de la Virgen María súbitamente había derramado lágrimas porque a alguien de la Iglesia no le había gustado para nada el nuevo orden introducido por el zar. Recordemos que este monarca fue un déspota ilustrado e inteligente, pues abrió Rusia a la cultura europea, fomentó la traducción al ruso de libros extranjeros y fundó la Academia de Ciencias en San Petersburgo (1724); pero al mismo tiempo concentró en sus manos un enorme poder: suprimió la Duma (se trata de la Asamblea legislativa de la Rusia zarista) y se convirtió en jefe del ejército y de la Iglesia ortodoxa. Entonces, este absolutismo que afectaba a la ortodoxia no le habría gustado a María, por lo que para expresar su contrariedad supuestamente ¡vertió abundantes lágrimas! Pedro I, aunque era un creyente sincero, no era místico ni supersticioso, menos un limitado intelectual, por lo que, para 133 Cf. Jorge Salvador Lara. ¿Por qué lloró la Virgen?. El133���������������������������� Comercio, 24-04-2006, p. 4.

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que la imagen de la madre de Jesús dejara de llorar, dispuso lo siguiente: “Ordeno que de hoy en adelante Nuestra Señora (la Virgen María, M. R.) deje de llorar. Si Nuestra Señora sigue llorando aceite134, entonces las posaderas de los popes (curas, M. R.) llorarán sangre”135. Como popularmente suele decirse, la prevención resultó ¡“santo remedio”!. La segunda: a esos respetables místicos, que deben tener ganado un puesto en el cielo empíreo al lado de ángeles asexuados, Pío XII y Escrivá de Balaguer, habría que recordarles que en el corazón mismo del mundo católico, el Vaticano, en estas últimas décadas se han producido los actos más reprochables y las mayores aberraciones e inmoralidades, como ¡la infame protección de Pío XII a los peores criminales nazis y la facilitación de salvoconductos para que puedan huir a Sudamérica!; ¡el escándalo del Banco del Vaticano, en el que estuvo involucrado hasta la coronilla el arzobispo Paúl Marcinkus, que acaba de morir en EE UU completamente olvidado!; ¡la misteriosa muerte del papa Juan Pablo I!, que según el escritor británico David Yallop (Cf. “En nombre de Dios. Investigación sobre el asesinato de Juan Pablo I”), jamás refutado, ¡falleció víctima de envenenamiento!, porque se proponía hacer radicales cambios en el Vaticano, para frenar la corrupción; el hecho irrefutable de que el actual papa, Benedicto XVI, que ha perseguido con saña a los miembros de la Teología de la Liberación, en su juventud ¡estuvo enrolado en las Juventudes Hitlerianas! (Cf. El Tiempo, Lunes 29-05-006, p. A8, tomado de: OSWIECIM, AFP); y entre nosotros, ese escándalo que hace unos años comprometió seriamente a algunos miembros de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, con relación a turbios 134 En estos casos generalmente se suele recurrir al aceite para hacer ìllorarî a las imágenes de la Virgen, de los santos e incluso del mismísimo Jesús, en virtud de que las sacras “lágrimas” de agua rápidamente se secan y no dejan ninguna huella. También suelen ìllorarî sangre ciertas sustancias: los análisis químicos que se han llevado a cabo en estos casos, han revelado que esa “sangre” se preparaba en base a una mezcla de carmín y glicerina; otras veces la “sangre” es el producto de la combinación de una solución incolora de potasio con una porción igualmente casi incolora de cloro férrico. ������� Cf. Почему Плачут Иконы. Спутник Атейста. Москва, 1959. Ст. 515.

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manejos de compra-venta de bienes inmuebles, peculado y grandes perjuicios al Estado ecuatoriano. Por lo tanto, ¿todo esto también obedecerá al “distorsionado” laicismo, que sin duda ha significado un notable triunfo de gran parte de la humanidad al establecer la independencia de la sociedad y del Estado de cualquier influencia eclesiástica o religiosa, sobre todo en estos tiempos de fundamentalismos de toda laya? ¿También lloraría la Virgen por esos actos de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, CEE, absolutamente reñidos con la moral? ¿Quién persigue al clero? ¿Acaso la propia conciencia de los individuos de sotana por esos turbios negocios en los que se encuentran involucrados? No olvidemos que estos bochornosos casos constituyen signos alarmantes de descomposición moral que comprometen directamente a instituciones religiosas, que en el caso de nuestra nación, empodrecen la imagen de esa Conferencia Episcopal Ecuatoriana, sumamente conservadora, penetrada por el Opus Dei y con relación a lo cual la religión no tiene ninguna “vacuna”, porque se producen en condiciones cuando nuestros pueblos y países fueron arrastrados por los vientos “modernizadores” del neoliberalismo, por el vendaval globalizador que prioriza el lucro, el enriquecimiento por cualquier medio, el consumismo más desaforado, el boato y la vida fácil, vicios a los que se ha demostrado que no son inmunes los personajes de sotana y solideo, excepto contados sacerdotes. Entonces, lo que urge es recuperar, desde las aulas escolares, la moral, la historia, las grandes virtudes cívicas. Esto, no los golpes de pecho, el oscurantismo, la mojigatería o la superstición, debe ser lo perdurable e inestimable, la razón de nuestra existencia como nación. El ateísmo en la mira. Pero retornemos a nuestro tema central: ese famoso juicio de Kant que hemos trascrito al principio, aunque con otras palabras y sin el sustento teórico del filósofo alemán,

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reproduce Rodrigo Borja en su “Enciclopedia” al hacer la crítica del ateísmo: “Es válida, sin embargo, la crítica que el agnosticismo hace tanto al ateísmo como al deísmo: la inteligencia humana por sus limitaciones y carencias, no está autorizada para afirmar ni negar la existencia de Dios. Resulta tan arbitrario sostener una tesis como la otra. Hay que tener conciencia de que las limitaciones del cerebro humano y la menguada experiencia vital del hombre sobre la tierra, como individuo y como especie, no le permiten aventurarse en afirmaciones metafísicas sobre lo absoluto”136. Diremos que Borja con sus lucubraciones se queda en el limbo, porque ni afirmar ni negar resulta una cómoda posición, no más, que en el campo de la teoría –y no solamente en éste- puede conducir al oportunismo, con el pretexto de la limitación del intelecto para dilucidar la existencia o no de seres sobrenaturales y de fenómenos que se encuentren al margen de las leyes de causa y efecto, de tiempo y espacio. Además, esa posición teórica constituye, en esencia, ¡un sutil guiño al deísmo! Por otra parte, cabe aclarar que el ateísmo no opera simplemente en “afirmaciones metafísicas”, como señala Rodrigo Borja, respetado agnóstico y líder de la socialdemocracia –Izquierda Democrática- del Ecuador, notablemente derechizada en los últimos tiempos, desde que se acordó ese vergonzoso maridaje con el social-cristianismo a nivel del Parlamento Nacional, ¡sino que constituye –ya lo dijimos- un sistema filosófico y de concepciones científicas que desconoce no únicamente la existencia de un ser supremo, sino también de cualquier fenómeno o fuerza sobrenatural y de la existencia de vida en ultratumba!. Caso contrario, tendríamos que admitir que los creyentes que mueren devorados por algún escualo, pirañas o que son volatilizados en una explosión, ¡por obra y gracia de los milagros, resucitarán en cuerpo y alma, íntegramente!, como Jesús con su cuerpo, que supuestamente experimen136 Cf. Rodrigo Borja. Op. Cit., Tomo I, p. 68.

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tó la transustanciación luego de ser crucificado. Por lo demás, el término y noción metafísica (“aquello que va después de la física”), originalmente fue aquel en el cual Andrónico de Rodas (S. I a n e), sistematizador de la filosofía aristotélica, incluyó toda una serie de lecciones y notas del Estagirita sobre la “primera filosofía”, por cierto carente de un plan único y que reflejaba diversas fases de la evolución de los puntos de vista del célebre pensador. A nosotros han llegado 14 libros de esa metafísica. En el plano filosófico concreto, metafísica ¡es lo contrario y la contraposición a la dialéctica!, por lo que el ateísmo, que es parte de la filosofía materialista, mal puede sustentarse en afirmaciones metafísicas, como erróneamente anota R. Borja, pues estas en esencia ¡niegan el auto desarrollo cualitativo de la existencia! En la filosofía de la segunda mitad del siglo XIX, es notoria la actitud contraria a la metafísica, en general y a la hegeliana, en particular. Justamente la reacción crítica a la filosofía hegeliana engendró una serie de corrientes antimetafísicas, como el voluntarismo de Schopenhauer, que posteriormente devino en la “filosofía de la vida”; el irracionalismo religioso de Kierkegaard; el materialismo antropológico de Feuerbach. Asimismo el positivismo y el neokantismo expresaron su posición contraria a la metafísica y al método metafísico. Desde luego, el neotomismo en el siglo pasado, siguió aferrado a la metafísica e intentó restaurar sus principios constantes en la escolástica del Medioevo. También Martín Heidegger (1889 – 1976) brillante filósofo, estudioso de teología y siniestro político -¡no olvidemos que estuvo afiliado al partido nazi y pagó devotamente sus cuotas de miembro de la organización política de Adolfo Hitler, desde 1933 hasta 1945, escribió a favor de dicho régimen criminal y condenó lo que él suponía la “creciente judaización” de la vida intelectual de Alemania! (Carta fechada el 2 de octubre de 1926 y publicada no hace mucho por el periódico alemán Die Zeit)- intentó retornar a las fuen-

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tes, es decir a aquella metafísica que señoreó en la antigüedad. Por fin, si la variante del ateísmo es el enteísmo, como propone Borja, teoría que no reconoce otra existencia de Dios que la que le da el pensamiento a la imaginación humana (esto del enteísmo se parece algo a lo que preconiza la agnoiología, que intenta determinar lo que necesariamente se ignora, y que devino en una crítica del agnosticismo, considerando que la ignorancia se define respecto del conocimiento, en virtud de que no se puede ser ignorante de algo que no sea cognoscible), ¡entonces resulta que nos encontramos frente al mismo pensamiento o intelecto que por sus “limitaciones y carencias” no puede afirmar ni negar la existencia de lo sobrenatural! Esto, primero conduce a un atolladero lógico, porque la inteligencia en un caso ¡”no está autorizada”! (¿quién será el que no ha “autorizado” al intelecto humano? ¿Alguna entelequia metafísica?) para discernir la existencia o inexistencia de Dios; en otro, reconoce únicamente la existencia que le da el pensamiento a la imaginación. ¿Qué es esto?: para un caso, la inteligencia negada, para otro, facultada. EL CAMINO DE LA METAFÍSICA. Aprovechamos de ese razonamiento de R. Borja para discurrir con algún detalle sobre la metafísica. Ésta se considera como una ciencia sobre los principios sobrenaturales y los comienzos de la existencia. En el marxismo siempre se ha considerado que representa lo contrapuesto a la dialéctica del método filosófico, porque niega el desarrollo cualitativo del auto-desarrollo de la existencia a través de la contradicción y por cuanto conduce a la construcción de un cuadro del mundo estático, especulativo y uni-significante. Al menos así es como entendemos la metafísica quienes optamos por la dialéctica materialista y somos algo más que agnósticos. Desde luego que este término no rara vez se utilizó

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como sinónimo de filosofía, especialmente en épocas pasadas. Haciendo un poco de historia diremos que este término efectivamente fue introducido por Andrónico de Rodas en el siglo I a n e, al intentar una sistematización de los trabajos del célebre Estagirita; pero anteriormente, como un método autónomo, ya encontramos metafísica en los trabajos de Platón. En la temprana filosofía griega la “sabiduría” fue una especulación sincrética del verdadero cuadro del Cosmos, razón por la que el método filosófico propiamente tal no se distinguía mayor cosa del científico, es decir de la teoría. Sin llegar a dividir formalmente esa “sabiduría”, no obstante en la serie de sus famosos diálogos, Platón brindó una descripción del tipo superior de conocimiento, que partía desde la realidad empírica hasta las esencias incorpóreas, es decir las ideas, conforme un orden jerárquico y en el que descendían nuevamente al mundo de los sentidos. Aristóteles, quien era un ferviente y casi compulsivo clasificador, al decir de Scott Gordon137, elaboró una clasificación de las ciencias en la cual el primer lugar por significado y valor ocupa la ciencia sobre la existencia como tal y sobre los primeros comienzos y causas de todo lo existente, llamado por el filósofo “primera filosofía” o “teología”, término este último que actualmente se lo entiende como la ciencia que trata sobre Dios. 137 En general para este tema se han consultado las siguientes obras: S. Gordon: Historia y Filosofía de las Ciencias Sociales, Ariel, S. A. Barcelona, España, 1995, p. 77; Marx. Filosofía. Contemporaneidad. Editorial POLITIZDAT, Moscú, URSS, 1988; Fundamentos de la Filosofía Marxista-Leninista, E. POLITIZDAT, Moscú, URSS, 1982; c. Marx, F. Engels, V. I. Lenin. Sobre el Materialismo Dialéctico e Histórico. Politizdat, Moscú, 1984; M. M. Rosental. Diccionario filosófico. Ediciones Pueblos Unidos, Buenos Aires, Argentina, 1990; Filosofskiy Entsiklopedicheskiy Slovar. Moscú, 1989; Marx Antología. Ediciones Península, Barcelona, España, 2002; C. Marx, F. Engels. Obras Escogidas en 3 tomos. Editorial Progreso, Moscú, URSS, 1976; J. Ferrater Mora. Diccionario de Filosofía, 4 tomos, Editorial ARIEL, S. A., Barcelona, España, 2001, Tomo 3; Ted Honderich (Editor). Enciclopedia Oxford de Filosofía, Editorial TECNOS, Madrid, España, 2001.

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Luego viene la “segunda filosofía” o “física”, a diferencia de la cual la “primera filosofía”, que después se conocerá como metafísica, lucubra sobre la existencia independientemente de la concreta unión entre materia y forma. Sin el nexo con la subjetividad del ser humano ni con su actividad, esa metafísica, según Aristóteles, se revela la más valiosa de las ciencias y no constituye un medio, cuanto un objetivo de la vida humana y una fuente de su deleite o goce138. Convengamos, por lo tanto, que la metafísica de la antigüedad se reveló un modelo de la metafísica en general, pero la esencia del asunto radica en que a lo largo de la historia de la filosofía de Europa Occidental, a la que también nos sentimos vinculados nosotros, moradores de este “Nuevo Mundo”, esa metafísica ha cambiado sustancialmente tanto en su valoración como conocimiento (metafísico), como en su condición de elevado sistema de ciencia filosófica. Desde luego, cabe aclarar que el platonismo, y ni se diga el neoplatonismo, que estuvieron marcados por la metafísica, tomaron una forma mística, especialmente este último con Plotino, lo que no dejan de reconocer filósofos contemporáneos como los autores de la voluminosa “Enciclopedia Oxford de Filosofía”139. Recordemos que en la filosofía medieval se consideró la metafísica como la forma superior del conocimiento racional de la existencia, pero sometida al conocimiento supra-racional, dado en la revelación. La escolástica consideraba que la metafísica es accesible al conocimiento de Dios. Esa metafísica medieval brindó una interpretación detallada de problemas tales como la correlación entre la libertad y la necesidad, la naturaleza de las nociones generales y, por supuesto, enriqueció notablemente las nociones y terminología del vocabulario filosófico, cuestión que no podemos negar nosotros, que no somos partidarios de esa concepción del mundo y de esa orientación filosófica. En los tiempos nuevos la metafísica salió de sus lí138 Cf. Diccionario Filosófico Enciclopédico (En ruso). Moscú, 1989, pp. 356-357. 139 Cf. Ted Honderich (Editor). Op. Cit., Editorial TECNOS, Madrid, España, 2001, p. 722.

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mites, perfilados y configurados por la filosofía, pasando por una etapa de la filosofía natural panteísta del Renacimiento y convirtió en objeto de sus lucubraciones e investigaciones la naturaleza. Formalmente convertida en “soberana de las ciencias”, experimento la inevitable influencia de las ciencias naturales y por lo tanto logró grandes éxitos, particularmente en el campo de las matemáticas y la mecánica, y en determinada medida se fusionó con las mismas. El rasgo más destacado de la metafísica de los nuevos tiempos ha sido la concentración en los problemas gnoseológicos, su conversión en metafísica del conocimiento, en tanto que en la antigüedad y en la Edad Media fue la metafísica de la existencia y del ser. La metafísica del racionalismo se desarrolló en estrecha relación con la ontología tradicional; la metafísica empirista en cambio intervino resueltamente contra la hipostasificación de las nociones y su elevación dogmática al status de la existencia, característica de la escolástica medieval. En el siglo XVII la metafísica obtuvo una expresión clásica en los sistemas filosóficos de Descartes, Spinoza y Leibnitz, principalmente; en el S. XVIII experimentó una nueva crisis, a causa de la separación de su seno de varias ciencias y la crítica implacable a la que la sometieron el escepticismo, sensualismo y el materialismo mecanicista de la Ilustración. Un nuevo proceso “vivirá” la misma en la filosofía clásica alemana, que definitivamente liquidó la vieja metafísica. Por ello Emmanuel Kant criticó la metafísica dogmática del pasado, convocando a la necesidad y valoración de la metafísica como una ciencia. Conforme a este ilustre filósofo, la metafísica es posible como un conocimiento sistemático elaborado por la razón pura. El dividió a la misma en metafísica de la naturaleza y de la moral. En base a las ideas kantianas, autores como Fichte y Scheling pretendieron construir una metafísica positiva, intenciones que no necesariamente se coronaron con el éxito. Un renovado aporte en este proceso tuvo a su cargo

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W. Frederick Hegel, que vio como un proceso la verdad y el ser, creando un sistema en el cual la primera interviene como un progresivo desarrollo de la razón, mientras que la contradicción se revela su momento necesario. No está demás señalar que Hegel repensó la diferencia kantiana de juicio y razón, convirtiendo a esta última en portadora del verdadero conocimiento, en tanto que a la dialéctica le asignaba el papel de método para alcanzar la contradicción y el desarrollo de las ideas. El mérito mayor de este enciclopédico pensador, desde el punto de vista marxista, radica en que por primera vez él contrapuso metafísica y dialéctica como dos métodos diferentes140 . En cambio su limitación radicó en que valoró su filosofía como “verdadera” metafísica, considerando a ésta como ciencia de las ciencias. Para la filosofía de la segunda mitad del siglo décimo-nono, fue característica la actitud negativa con relación a la metafísica en general y en particular a su variante hegeliana. Pero también la reacción crítica a la filosofía de Hegel engendró una serie de corrientes anti-metafísicas, como el voluntarismo, que ulteriormente desembocará en la filosofía de la vida, con grandes representantes como F. Nietzsche, el irracionalismo religioso de Kierkegaard, el antropologismo materialista de Ludwig Fehuerbach. Asimismo sometieron a recia crítica a la metafísica, igual que a su método, el positivismo y el neo-kantismo. En el siglo XX, hasta sus postrimerías, el neo-tomismo seguía defendiendo las posiciones metafísicas, sobre todo intentó restaurar los principios metafísicos de la escolástica medieval. Igualmente hubo los intentos de restaurar el método de la vieja metafísicas, como uno de los indispensables enfoques de la realidad, inherentes a una serie de otras corrientes filosóficas no marxistas, como la fenomenología, existencialismo, filosofía de la ciencia, etc. Heidegger, por ejemplo, intentó retornar a la antigua metafísica pre-platónica. 140 Cf. Filosofskiy entsiklopedicheskiy Slovar. Op. Cit.; Sobre el Materialismo Dialéctico e Histórico, Op. Cit. y otros.

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La concepción materialista de la historia, creada por Carlos Marx y Frederick Engels, y su consiguiente aplicación para el esclarecimiento del desarrollo del conocimiento humano ha permitido aclarar y precisar la esencia de la metafísica como una forma de pensamiento y conocimiento históricamente limitada. El marxismo descubrió los mecanismos de surgimiento de la metafísica, fundamentados en la absolutización y dogmatización de los resultados del conocimiento, la sustitución del verdadero estudio de la realidad objetiva por esquemas abstractos elaborados a priori y contrapuso al método metafísico el materialismo dialéctico que, con todas las limitaciones que se le pudieran señalar, constituye una teoría del desarrollo y un método del conocimiento de la naturaleza, de la sociedad y del pensamiento. Desde luego, es evidente que el concepto metafísica es objeto de intensas y contrapuestas reflexiones en Occidente. Por una parte la variedad de opiniones sobre la metafísica conduce a que “no hay nada que pueda llamarse la ‘metafísica’. Hay modos de pensar filosóficos muy diversos que conllevan diversos tipos de metafísicas, a menudo incompatibles entre sí”141. Por otra parte, no se discute que la metafísica no ha muerto, ni cosa parecida; por ello que formas de la misma como la “descriptiva” de Strawson, consideran que las “distinciones ontológicas entre individuos u objetos de identificación son relativas al discurso entre hablante y oyente” y asemeja a un retorno a Kant, pero eso sí, sin idealismo alguno142, lo que ya es muy significativo. Por todo lo expuesto, no debe extrañarnos lo que dice el Dr. Rodrigo Borja, un destacado agnóstico, en su Enciclopedia.

Procedencia. -SOBRE EL ATEÍSMO- Contrariamente a lo que puede pensarse, el término

141 Cf. J. Ferrater Mora. Diccionario de Filosofía. 4 tomos. Editorial ARIEL, S. A., Barcelona, España, 2001. Tomo III, p. 2835. 142 Cf. Ted Honderich (Editor). Op. Cit., p. 724.

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ateísmo le debemos a la lengua francesa: athèisme, tomado a su vez del griego A, partícula negativa y theos, Dios. Así que literalmente ateo significa “Sin Dios”. Históricamente el ateísmo ha sido una forma de negación de las representaciones religiosas, del culto y, al mismo tiempo, ¡la afirmación de la autovaloración de la existencia del mundo y del ser humano!; es decir se trata de una concepción, en base a un conocimiento cabal de las leyes que rigen el mundo, la sociedad y el propio pensamiento. Justamente por esta razón el ateísmo no es simple creencia, y por esto mismo no todo el mundo puede llegar a posiciones ateístas, consideraciones de las que prescinden el filósofo A. Comte-Sponville y otros como él, no tanto por prejuicios o dogmatismos religiosos, cuanto por subestimación a estas cuestiones gnoseológicas y de otra índole (primordialmente conceptual, porque se trata de un concepto por comprensión, en cuanto enuncia el conjunto de atributos que delimitan la esencia del ateísmo). El ateísmo también encontró su expresión en el indiferentismo religioso, el librepensamiento, anticlericalismo; incluso, aunque parezca paradójico, en algunas formas de deísmo y panteísmo143. Desde el punto de vista marxista, a riesgo de incurrir en la reiteración, el ateísmo suele considerarse como un sistema de criterios filosóficos, cimentados en la ciencia, que no admiten la existencia de seres sobrenaturales: dioses, espíritus inefables, como los ángeles del bien, maléficos, vástagos producto del ayuntamiento de dioses con vírgenes terrenas, etc., de cualquier fuerza supranatural, prodigios –milagros-, vida de ultratumba, lugares fantásticos, como paraíso, purgatorio, infierno, que pregonan las religiones en general. De hecho no acepta la religión. El ateísmo, además, se revela una parte importante de la concepción materialista del mundo. ������� Cf. Философский ������������ Энциклопедический ������������������ Словарь. ��������� ����������� «Советская ������������������� Энциклопедия». Мос� ква, СССР, 1989, p. 43.

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2. EL ATEÍSMO EN EL MUNDO ANTIGUO. El ateísmo en la antigüedad operaba en las representaciones materialistas espontáneas sobre el origen natural del mundo, la crítica a la fe en los prodigios (milagros) y la vida de ultratumba Previamente procede señalar que las ideas y concepciones -¡no creencias, simplemente, que son otra cosa, como hemos señalado!- ateístas siempre estuvieron presentes en la vida espiritual de la sociedad en general y en la antigüedad, por supuesto, a la par con las creencias y sentimientos sobre dioses y fuerzas sobrenaturales. Cuando surgió la sociedad esclavista se formaron también las religiones nacional-estatales, particularmente en el Antiguo Egipto, en Babilonia, India y Antigua China. Ulteriormente se dará este proceso en los pueblos nativos de América Precolombina. Lo cierto es que esas religiones santificaron el régimen esclavista y consiguientemente la violencia de las clases dominantes (explotadoras), contra los sectores marginados y desposeídos, proclamaron que la esclavitud constituía una institución divina y el poder de los esclavistas imperecedero. Entonces, el establecimiento de la organización religiosa se constituyó en el componente esencial del Estado esclavista, mientras que la casta sacerdotal formaba parte de la clase dominante. En estas condiciones las ideas y concepciones ateístas que surgieron en la antigüedad, no portaban todavía una directa y categórica negación de la religión, cuanto una crítica a su utilización en objetivos orientados contra los pueblos. Por otra parte, se trataba de una sutil y cuidadosa objeción a la religión, desde la posición que se conoce como librepensamiento. Eso significa, por ejemplo, “La canción del arpista”, en el Antiguo Egipto y el “Diálogo del Señor y el esclavo”, en la Antigua Babilonia. En el siglo VI a n e, la negación de la religión desde posiciones del librepensamiento estuvo presente en la Anti-

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gua India, en la doctrina Lokayata; en los siglos VI-V a n e, también se presentaron ideas de esta naturaleza en China. El punto más alto del librepensamiento se alcanzó en el mundo Grecorromano. Los pensadores de avanzada de Grecia y Roma, aunque tenían algunas posiciones que podríamos llamar ingenuas, sin embargo ponían en tela de juicio la sobrenaturalidad de los dioses. Un materialismo espontáneo y una dialéctica del mundo que apenas se vislumbraba, pusieron las bases a la crítica filosófica de la religión. Primordialmente en la Antigua Grecia -y esto podemos deducir del estudio de la historia, en general y de la historia de la filosofía, en particular-, bajo el término ateo se entendía a la persona que negaba la existencia de los dioses [nacionales]. Por ejemplo Jenofonte criticaba el antropomorfismo de las divinidades de la religión griega y proponía un ser supremo único mundial, planteando la tesis de que precisamente ¡el ser humano había creado los dioses a su imagen y semejanza! ¿Será esto simple creencia? Por supuesto que no. Concretamente, en la Antigua Grecia, el ateísmo surgió vinculado al pensamiento filosófico de quienes reflexionaban sobre la naturaleza e intentaron explicar desde una concepción materialista el mundo circundante. En el caso de la Escuela de Mileto, de los siglos VII – VI a n e, con Tales, Anaximandro y Anaxímenes, el gran mérito de estos legendarios pensadores radica en que trataron de explicar el mundo sin necesidad de recurrir a fuerzas extraterrestres, al mismo tiempo que aportaron a la ciencia en matemática, astronomía, física y biología. Esta hazaña del intelecto es más destacable si tenemos en consideración que el pensamiento científico recién se vislumbraba y que el filosófico todavía no se separaba del mitológico. Incluso muchas décadas después, Sócrates y Platón seguían honrando a sus dioses, aunque filosofaran magistralmente sobre cuestiones trascendentes de la vida.

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Ulteriormente Heráclito (540-480 a n e), Empédocles (h. 490 – 430 a n e), Anaxágoras (500 – 428 a n e), compartieron y desarrollaron todavía más los puntos de vista de la escuela de Mileto, de acuerdo a la cual el Universo existe eternamente, lo que significaba que no había sido creado por los dioses y que se rige por leyes naturales. Por esta razón Heráclito decía: “Este Cosmos es uno y el mismo para todo lo existente”. Sobre aquel materialismo espontáneo y aquella dialéctica en ciernes, se aprecia en Heráclito, quien proclamó la idea del desarrollo dialéctico de la naturaleza, sin la intervención de cualquier fuerza sobrenatural; en su orden Empédocles sostenía que el fundamento del mundo constituye la materia increada e indestructible, que tiene cuatro raíces: tierra, agua, aire y fuego. En cuanto se refiere a Anaxágoras, ratificando la tesis sobre la eternidad de la materia, dio un paso más profundo: afirmó que no solamente la materia como tal y en su totalidad, cuanto cada una de sus partículas cualitativamente diferenciadas –homeomerías (“las semillas de las cosas”), nunca han surgido y nunca se destruirán. Desde luego, este filósofo introdujo en su sistema la razón, como una fuerza que conduce al orden las partículas de la materia. De los fragmentos de sus obras que han logrado conservarse, se deduce que por esa razón este filósofo comprendía primordialmente una fuerza motriz material, antes que una conciencia. De esta posición asumida por Anaxágoras se desprende que esa razón no crea el mundo, no lo dirige sino únicamente le da un impulso144 Desde luego, en la concepción materialista del mundo los puntos de vista de estos tres filósofos, todavía no se libraban de elementos mitológicos, asunto que no debe admirarnos, por cuanto el pensamiento mítico seguía predominando y la filosofía no se independizaba del mismo. Unas décadas después Demócrito (aprox. 460-370 ����������������� Cf. Атеизм в Древней �������� Греции. �������������������������������������������������� En: Настольная Книга АТЕИСТА. Политиздат, 1978, Москва, СССР. Ст. 7.

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a n e), insigne filósofo del mundo antiguo, desdeñado e ignorado conscientemente por Platón, ideológicamente ubicado en la línea opuesta, reveló una asombrosa erudición y capacidad de trabajo, pues abordó temas sobre matemáticas, astronomía, física, biología, la disciplina que hoy conocemos como sociología, ética, lógica, teoría del conocimiento o gnoseología, por lo que, sin ninguna exageración demuestra que fue uno de los más eminentes pensadores del mundo antiguo y lo más relevante de su talento y su concepción del mundo: condujo al materialismo a una nueva cima, desconocida por sus antecesores. Resulta que la situación del materialismo y ateísmo precedentes, en cuanto a la eternidad del Universo, en Demócrito se explica desde una nueva concepción, mediante la doctrina ¡sobre la eternidad de sus fundamentos, los átomos! Este fue el inmarcesible aporte de este insigne pensador. Asimismo, a diferencia de Anaxágoras que veía en la materia algo inerte, que requería del mundo exterior para el movimiento, Demócrito consideró que la propiedad del movimiento era inherente a los átomos, y lo que es más trascendente, atribuyó tanto la inmutabilidad como la indestructibilidad a materia y movimiento, excluyendo de este proceso cualquier intervención de fuerzas extra naturales. Además, dio un paso más profundo en la comprensión materialista del mundo: consideraba el dominio íntegro de la causalidad, rechazaba a los dioses la condición de creadores del mundo y sus dirigentes. Demócrito expresó la idea realmente genial, de que todo en el mundo se encuentra constituido de átomos, incluyendo el alma humana, que justamente por esta causa no es inmortal, pues después de la muerte, igual que su cuerpo, se descompone en estos elementos. El genial y jovial Demócrito, asimismo reflexionaba sobre el origen de la fe en los dioses y consideró que ello

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obedece al temor del ser humano frente a las amenazadoras fuerzas de la naturaleza. Este legendario pensador abiertamente criticó la antigua religión y debemos señalar que de él toma sus raíces el ateísmo de los romanos, conforme anotaba F. Engels145. Epicuro (aprox. 341-270 a n e), con relación al cual Marx y Engels afirmaron que fue el auténtico civilizador (educador) del mundo antiguo, frontalmente cuestionó la antigua religión y de él tomo su comienzo el ateísmo de los romanos146. Pero hay algo que estimo mucho más importante en Epicuro: él consideraba necesario liberar al ser humano del miedo a la muerte: “Así pues, el mal que más pone los pelos de punta, la muerte, no va nada con nosotros, justamente porque cuando existimos nosotros la muerte no está presente, y cuando la muerte está presente entonces nosotros no existimos. Por tanto, la muerte no tiene nada que ver ni con los vivos ni con los muertos, justamente porque con aquellos no tienen nada que ver y éstos ya no existen. Por otro lado, el común de las gentes unas veces huye de la muerte por considerarla la más grande de las calamidades y otras veces la añora como solución a las calamidades de la vida. “Pero el sabio ni rehúsa vivir ni teme no vivir, pues ni le ofende el vivir ni se imagina que es un mal el no vivir. Y de la misma manera que de la comida no prefiere en absoluto la más abundante sino la más agradable, así también disfruta del tiempo no del más largo sino del más agradable…”147 De la voluminosa obra, desgraciadamente perdida en su mayor parte a causa de la intolerancia y el fanatismo de los dirigentes de la religión oficial, el cristianismo, que destruyeron el imponderable legado de Epicuro, se salvaron unos cuantos fragmentos. En uno de estos, contenido en la 145 Cf. Frederick Engels. En: C. Marx y F. Engels.. Obras Completas. Edición rusa, Tomo 3, p. 127. 146 Cf. C. Marx, F. Engels. Obras completas. Moscú, URSS, Tomo 3, p. 127. 147 Cf. Epístola de Epicuro a Meneceo. En: EPICURO. Obras Completas. Edición de José Vara. Ediciones CÁTEDRA, 1996, Madrid, España.

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famosa Epístola a Herodoto, manifiesta: “Por un lado, lo primero es que nada nace de lo que no existe, puesto que, si así fuera, cualquier cosa habría nacido de cualquier cosa, sin necesitar para nada de semilla alguna”148. Por lo tanto, conforme a este insigne pensador, la eternidad del Universo es una realidad y se excluye su creación por obra de cualquier divinidad, así como se rechaza la intervención de fuerzas sobrenaturales. Una de las fuentes de la religión, según este antiguo filósofo, radica en la falta de conocimientos sobre la construcción del mundo, mientras que el más grande daño de la religión radica en que hace a las gentes infelices, subyugadas por el miedo a su destino. Epicuro tajantemente y con insistencia rechaza la fe en el mundo de ultratumba, en donde la mitología griega auguraba al ser humano eternos tormentos, igual que el cristianismo con su siniestro infierno. El mundo sobrenatural, en su conjunto, no existe, proclamaba Epicuro. Por supuesto que en este filósofo sí se conservaron reminiscencias de representaciones religiosas. Por ejemplo pensaba que en los espacios interplanetarios o en los intramundos habitan ciertas criaturas que no se inmiscuyen ni en los asuntos del humano ni en los de la naturaleza, y estos no son otros que los dioses. Pero lo más interesante radica en que dichos dioses ¡se componen de átomos y por lo tanto son mortales! En una obra bien documentada149 se anota igualmente que en el mundo antiguo estuvo bastante difundida la “argumentación antirreligiosa”, elaborada por la escuela filosófica del escepticismo. Defendiendo el principio de moderación de los juicios, incluyendo en aquellos los que atañen a cuestiones sobre la existencia de los dioses, los escépticos declaraban que cumplían con las ceremonias del credo generalmente no porque 148 Cf. Epicuro.Op. cit. Epístola de Epicuro a Herodoto. 149 Cf. Настольная Книга Атеиста. Pp. 9 y ss.

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compartían esas creencias, cuanto porque no se debe contradecir el modo de vida que ha optado la sociedad. Como quiera que sea, tanto epicúreos como escépticos inflingieron una crítica demoledora a los mismos cimientos de la concepción religiosa y demostraron el absurdo de sus creencias. Desde luego, no debe soslayarse que en esos tiempos la religión también tenía sus defensores y por ello se argumentaba que si todas o casi todas las gentes creen en los dioses -¡no nos olvidemos que todavía estamos en el politeísmo en numerosas regiones del mundo antiguo, y que incluso el judaísmo, del que se originó el cristianismo, aunque había entrado en una nueva etapa, el monoteísmo, con don Yahvé, el vengativo inexorable, nunca dejó de tener otros personajes míticos en su religión!-, entonces mal pueden equivocarse todos. Ante semejante argumento intervino el representante del escepticismo, Carnéades (214-129 a n e), discípulo de Arcesilao (h 315-240 a n e), a quien reemplazó en la dirección de la Academia fundada por Platón (La Academia, fundada hacia el año 387 a n e, tuvo tres grandes momentos: La Academia Antigua, en la que florecieron las doctrinas de su maestro fundador; la Academia Media, que tuvo a Arcesilao, un célebre escéptico, a la cabeza, y la Academia Nueva, cuyo representante más brillante fue Carnéades. Fue cerrada por Justiniano en el 529 d n e, cuando se reprimía todo lo que se consideraba pagano). Lo cierto es que él refutó esa tesis manifestando que precisamente la mayoría de las personas a causa de su ignorancia frecuentemente incurre en errores y confusiones, razón por la cual la comunidad de criterios no puede ser signo de verdad. Además, Carnéades avanzó una tesis original y audaz: primero rechazó la teleología y en segundo lugar manifestó que existen pueblos que no creen en Dios; asimismo entre pueblos religiosos –advertía- existen personas que rechazan la existencia de los dioses, por lo que no es verdad que en esta cuestión exista un acuerdo unánime.

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Y como rechazaba los dogmas religiosos, en general, igualmente cuestionó la doctrina de que los dioses al dirigir los asuntos de los seres humanos también dirigen todos los eventos de nuestra vida hacia determinado objetivo: el bien. Si es que los dioses realmente se preocuparan por el género humano, deberían hacer a todas las gentes buenas o cuando menos dotar de una segura tutela a éstas. Sexto Empírico (S. II), que nació en Grecia y vivió en Alejandría y Roma, fue un personaje interesante: representante de la tradición “metódica” de la medicina150. Este autor tuvo un argumento brillante en esta cuestión sobre creencias en seres sobrenaturales: si es que dios se encuentra preocupado por el destino del mundo, manifestaba, sea de todo el mundo o de parte de él, sin embargo si en él reina no poca maldad, entonces significa que en realidad no se preocupa por el destino del mundo en su conjunto. Y si se preocupa del mundo o de una parte de él, solamente hay cuatro alternativas: 1. Dios puede y desea difundir su preocupación a todo el mundo; 2. Él quiere tutelar el mundo en su integridad, pero no puede; 3. No desea hacer esto, aunque sí puede hacerlo; 4. Lo desea, pero no está en sus posibilidades preocuparse por el mundo en su totalidad.151 Se advierte que la primera de las alternativas se descarta, porque en el mundo existe el mal; con el segundo, Dios se priva de su omnisciencia; en el tercer punto, el ser supremo se revela egoísta; si se acepta la cuarta alternativa, se deduce que el ser supremo es egoísta y al mismo tiempo impotente. Estos tropos (argumentos aducidos por los escépticos para deducir la necesidad de suspensión de un juicio) son argumentos contra las ideas de la Providencia y descubren las antinomias cosmológicas y morales con relación a las ideas y creencias en el ser supremo. Con relación al epicureísmo en Grecia y Roma cabe 150 Cf. José Ferrater Mora. Diccionario de Filosofía. 4 tomos. Editorial ARIEL DE FILOSOFÍA. Barcelona, España, 2001, T. IV, Sexto Empírico, pp. 3256-3257. ��������������������������������������� Cf. Настольная Книга Атеиста, p. 10.

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señalar una cuestión importante: tuvo una considerable difusión, especialmente en esta última y su escuela sobrevivió aproximadamente ¡seis siglos!, desde el s. II a n e hasta el IV d n e. Pero en el caso de Roma existe una apreciable diferencia en comparación con Grecia, en cuanto al legado filosófico: resulta que de la Hélade ha llegado hasta nosotros pocos fragmentos y prácticamente ninguna obra completa de filósofos materialistas y no creyentes, como Demócrito y el mismo Epicuro; de este último, como ya anotamos, la mayor parte de su obra fue destruida por la intolerancia de la religión oficial. En cambio de Roma se conservó en mayor grado la producción filosófica y aquel poema filosófico francamente extraordinario de Tito Lucrecio Caro ”Sobre la naturaleza de las cosas”, se ha conservado íntegramente152 Lucrecio Caro (h. 99 o 95 – 55 a n e), en dicho poema fundamenta e ilustra íntegramente la doctrina de Epicuro, afirma resueltamente sobre el origen natural del mundo, sin participación de dioses y somete al idealismo a una crítica demoledora. Uno de los principales blancos de sus objeciones es la religión imperante, a la que contrapone la ciencia, la investigación fundamentada en datos fidedignos y la razón. En este punto, permítaseme un deslinde y una explicación necesarios. En la colección en 100 tomos “Historia del Pensamiento”, vol. 61 (Ediciones ORBIS, S. A., 1984, Barcelona, España), en la que consta la obra de Lucrecio “De la naturaleza de las cosas” (De rerum natura), en el poema [Victoria de Epicuro sobre la religión] a pie de página se explica que el objeto de los ataques de Lucrecio no es la simple superstición popular, cuanto “…la religión astral sostenida por los estoicos y académicos” (Op. Cit., p. 94) Sin embargo, esto no es así tan simple: el poema filosófico de Lucrecio ¡constituye un valiente rechazo en general a la ignorancia y la superstición reinantes, incluida la cuestión religiosa! Considérese 152 Dispongo de la traducción rusa completa de este poeta-filósofo y puedo manifestar que existen algunas apreciables diferencias con relación a la traducción española. Similar cosa sucede con los Apócrifos en ruso y en español.

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que en su tiempo el romano común estuvo acostumbrado a cumplir con ritos y ceremonias cotidianos en honor a sus dioses, como más tarde harían los cristianos a su Trinidad. Para Lucrecio no hay delito más grave que la ignorancia, sobre todo cuando esta se vincula con la superstición. En efecto, ¿qué induce la religión en la mente de las personas creyentes? No otra cosa que el terror a la muerte y, como bien manifiesta T. Vasilieva en la introducción a la obra de Lucrecio traducida al ruso, “…el mayor terror a la inmortalidad del alma a los tormentos de ultratumba”153. En segundo lugar, la traducción del poema constante en la colección mencionada (Historia del Pensamiento), adolece de fidelidad en la parte que precisamente se refiere a la religión. Pero primero reproduzcamos esa versión de la colección, para luego cotejarla con otras dos versiones: “[Victoria de Epicuro sobre la Religión] Cuando la humana vida a nuestros ojos oprimida yacía con infamia en la tierra por grave fanatismo, que desde las mansiones celestiales alzaba la cabeza amenazando a los mortales con horrible aspecto, al punto un varón griego osó el primero levantar hacia él mortales ojos y abiertamente declarar la guerra…154 En la versión rusa, tomada directamente del latín, consta así: «В те времена, как у всех на глазах безобразно влачилась Жизнь людей на земле под религии тягостным гнетом С овластей нева главу явлавшей, взирая оттуда...»155 ������� Cf. ЛУКРЕЦИЙ, ���������������������������������������� О природе вещей. Издательство «Художественная ���������������� Литература», ������������� Москва, 1983. Виступительная Статья: Т. Васильевой. 154 Cf. Lucrecia. Op. Cit. 90. 155 Cf. �������������������������� Лукреции. Op. Cit., v. 70.

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En esta traducción se refiere claramente a religión –es la palabra en negritas y cursiva-, no a fanatismo, debiéndose considerar que entre estos dos términos sí existe una diferencia, como veremos después. A su vez en la versión sobre el poema de Lucrecio que hace constar el eminente filósofo Bertrand Russell, en su “Historia de la filosofía Occidental”, el poema en el tema al que nos referimos, igualmente se refiere a religión, ¡no a fanatismo!: “Cuando postrada sobre la tierra yace la vida humana, visiblemente pisoteada y suciamente aplastada bajo la crueldad de la religión que, mientras tanto, por encima de las regiones celestiales, muestra a la vista su cara, sombría para los hombres mortales, con aspecto horrible; entonces un hombre de Grecia osó alzar sus ojos mortales frente a ella; fue el primero en levantarse y desafiarla…”156 Queda demostrado, de manera irrefutable, que la versión de la serie “Historia del Pensamiento”, no es la más correcta. Al traducir arbitrariamente (¿por esos prejuicios religiosos insuperables?) fanatismo por religión [el mismo autor de las notas, Domingo Plácido, reconoce que en el original latín consta ¡”grave sub religione”!) ¡el elemento conceptual del poema se diluye!, por cuanto el término fanatismo puede ser asimilado al plano político, religioso, deportivo, etc. En cambio Lucrecio se refiere explícitamente a la religión. Por lo demás, Lucrecio como insigne filósofo-materialista, fue, al mismo tiempo, cúspide del pensamiento filosófico y cumbre de la poesía de su época. Y no creo que sea exageración si manifiesto que la literatura universal hasta este autor no conoció esa admirable conjunción de reflexión 156 Cf. Bertrand Russell. Historia de la Filosofía Occidental. Tomos I-II. Colección Austral, ESPASA CALPE, Madrid, España, 1997, Tomo 1, p. 282.

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filosófica y poesía. Ulteriormente Luciano de Samosata (Samosata, Siria, h. 120 – ¿Egipto?, aprox. 191-192 d n e), el “Voltaire de la antigüedad clásica”, según la elegante y precisa expresión de F. Engels, se distinguió por ser un escritor satírico que ironizaba sobre las religiones y fue, además, uno de los primeros críticos del naciente cristianismo. Este célebre rétor fue un epicureísta que con sus diálogos, sátiras y epístolas, caricaturizó magistralmente los seres sobrenaturales homéricos. También se conocen dos obras filosóficas suyas: Nigrino y Hermotino. En “La muerte del peregrino” y en otros trabajos similares demuestra que los predicadores de los diferentes credos religiosos de su tiempo, no son sino engañadores, charlatanes, que se cubren con la palabrería sobre una supuesta elevada moralidad su propia inmoralidad. Lo cierto es que de los pensadores del antiguo mundo toma su comienzo la íntima relación entre el ateísmo y la filosofía materialista, la “línea de Demócrito”, contrapuesta a la “línea de Platón”, idealista y que defendía la religión.

“UN BEATO AL REVÉS” Y LA ILUSTRACIÓN. La gracia divina es el poder metafísico del azar. Ludwig Feuerbach. La esencia del cristianismo.

El ateísmo siempre ha sido objeto de recias críticas de parte de los pensadores creyentes y, ni se diga, de los jerarcas de las diversas religiones, especialmente de las llamadas universales, como el cristianismo e Islam, porque consideran que únicamente ellos poseen la verdad y porque estiman que ser ateo es erróneo, malo y hasta ¡patológico! Al menos este último criterio tenían los dogmáticos en el Medioevo. Incluso en los tiempos actuales el ateísmo no escapa de los ataques más injustos y descabellados. Por ejemplo en su interesante obra “Otra historia de la filosofía. Por

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qué pensamos lo que pensamos”157, su autor tiene expresiones descomedidas y sobre todo privadas de un correcto sustento teórico, cuando pretende descalificar al ateísmo. Es una dicha, en este caso, que no vivimos en tiempos de la Inquisición, porque caso contrario, las piras nos esperarían a quienes no somos creyentes y don Julio Quesada estaría sumamente dichoso entre los primeros, atizando el fuego “purificador”, junto con el infame fraile inquisidor Tomás de Torquemada, responsable de miles de torturados, asados vivos y muertos inocentes. En efecto, cuando discurre sobre Voltaire y su pensamiento progresista, este autor contemporáneo manifiesta lo siguiente: “De ahí no hay que concluir –tópico de la Ilustraciónla irreligiosidad de Voltaire, azote de los creyentes. No, este intelectual moderno sí es un azote para los creyentes memos: ni beatos ni ateos, pues este último suele ser, como nos ha demostrado la evolución histórica de la Ilustración, un beato al revés” (¡sic!). El asunto radica en que solamente un prejuiciado, como J. Quesada, puede afirmar, muy suelto de huesos, semejante tesis, que no corresponde a la realidad. Yo le preguntaría una sola cuestión: ¿Pierre Bayle, Claude-Adrien Helvetius, Denis Diderot, Barón d’Holbach, Sylvain de Maréchal, ilustres pensadores materialistas y ateos de la Ilustración y Ludwig Feuerbach, Karl Marx, Friedrich Engels, Arthur Schopenhauer, Bertrand Russell, Jean Paul Sartre, etc., etc., de tiempos posteriores, hasta nuestros días, son igualmente “beatos al revés”? Por supuesto que no y ese juicio de valor que emite Quesada nos parece peregrino e injusto. 3. EL “SIGLO DE LAS LUCES”. La religión anuda en su doctrina la maldición y la bendición, la perdición y la bienaventuranza. Bienaventurado es el que cree; desventurado, perdido, condenado el que no cree en ella. No 157 Cf. Julio Quesada. Op. Cit., Editorial ARIEL, Barcelona, España, 2003, p. 210.

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apela a la razón, sino al sentimiento, al instinto de felicidad, a las emociones de temor y esperanza. Ludwig Feuerbach. La esencia del cristianismo. Por lo demás, se advierte fácilmente que el autor aludido no tiene una correcta comprensión de la Ilustración (S. XVIII), que significó un noble ideal: el de la razón, liberándola de los asfixiantes vapores de la percudida sotana, de la vieja coraza de los dogmas, de la metafísica; fue la pasión por el conocimiento, por desentrañar los arcanos de la naturaleza, apostó por el progreso, la tolerancia, el laicismo. El ser humano de la Ilustración se revela un ser libre de prejuicios, supersticiones y dogmatismos religiosos, especialmente de estos últimos que tanto daño han causado a la humanidad a lo largo de la historia, porque no solamente entrañan la incapacidad para dudar de aquello que se cree, cuanto porque han impuesto las “verdades eternas”, muchas veces a sangre y fuego, segando millares de vidas inocentes, anulando el espíritu crítico y reprimiendo a los disidentes. La Ilustración no fue un simple suceso: entrañó un movimiento de enorme trascendencia que preparó transformaciones, fue una corriente ideológica y una concepción filosófica (en donde, de acuerdo a la gratuita expresión de este autor J. Quesada, se dio ese fenómeno de “beatos al revés”), que enfiló sus agudos dardos intelectuales contra el sistema feudal-absolutista y sus engendros en el campo económico, social y espiritual. En la formación filosófica de la Ilustración tuvieron notable influencia el sensualismo, la teoría sobre el hombre y el deísmo de Locke, el racionalismo y la física mecánica de Descartes, el mecanismo y deísmo de Newton y el sistema del “libertinismo” y escepticismo anti escolástico de Francia a inicios del S. XVIII. Sus raíces más antiguas se sustentan en los virajes y cambios ideológico-políticos y filosóficos del Renacimiento, y se reforzaron con las transformaciones revolucionarias de carácter político y económico que tuvieron lugar en Ingla-

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terra en los SS. XVII – XVIII, en su orden. Por esto mismo el término Ilustración fue utilizado por primera vez por John Milton, en su obra cumbre, “El Paraíso perdido” (1667); ya en suelo francés esta corriente obtuvo el mayor impulso en el período comprendido entre 1715, que corresponde al año de la muerte de Ludovico XIV, y 1789, que coincide con el asalto a la Bastilla. Fue llamado “Siglo de las luces”- “Les lumières” y “Siglo de la filosofía” “Le siècle de Philosophie”. Cabe señalar que la Ilustración no se circunscribió a Francia, como suele creerse, pues el vigoroso movimiento intelectual se difundió en toda Europa, incluido el enorme territorio de los pueblos eslavos, especialmente Rusia y Ucrania, así como a nuestra América, pues los hijos de las familias criollas adineradas, se educaron en colegios y universidades europeas y americanas. Los promotores e iniciadores de la Ilustración en Francia fueron Saint Evremond, escritor francés de elegante lenguaje, filósofo escéptico, crítico literario e historiador de singulares dotes; Pierre Bayle, autor de un afamado “Diccionario histórico y crítico”. Bayle proclamó la inconciliabilidad entre la razón y la religión. Sus más famosos representantes fueron Voltaire, Diderot, D’Alembert, Holbach, Helvetius, Condillac, Bonnot, Cabanis, etc. A estas celebridades del mundo intelectual se sumó la burguesía ascendente, igualmente interesada en liquidar el caduco sistema y el tercer estamento marchó a la victoria durante la gran Revolución Francesa, con las consignas de los materialistas y enciclopedistas del S. XVIII. Además, en el fondo del asunto, autores como Quesada, con el carné de historiadores progresistas de la filosofía, se resisten a admitir que sí habemos verdaderos ateos y que el ateísmo es una realidad irrefutable: ¡1’100.000.000

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de ateos hasta 1996!, conforme el estudio de dos autores que nada tienen de ateos o agnósticos, porque son cristianos consecuentes158; ¡se trata de un número prácticamente equivalente al de los católicos!, pero de esto poco o nada dicen las transnacionales de la información, que pertenecen a los magnates de las grandes potencias capitalistas, porque prefieren ocultar del gran público estas cuestiones. Así que autores, como el mencionado, en el fondo son los auténticos beatos, pero se dan golpes de pecho en profundo secreto y madrugan a misa para que nadie les critique. Otros críticos, como A. P. Mendel., se lanzan contra Lenin, a quien ridículamente le califican, junto con Bakunin, de “…zelotes apocalípticos, mientras que sus rivales marxistas…, eran –en comparación- fariseos”159. Yo tengo serias dudas de que estos críticos conozcan a cabalidad lo que representaron los zelotes en su tiempo, por eso se permiten cualquier desaguisado. Lo cierto es que de esa peregrina idea de A. P. Mendel, se apropian los autores del libro “El Legado Mesiánico”, M. Baigent, R. Leigh y H. Lincoln, para afirmar que Lenin procuró convertir al bolchevismo en algo más que un partido o movimiento político. Se pretendía transformarlo ¡en una religión, por cierto secular!, dicen160. Y para rematar esta mezcolanza de bulo y bodrio, estos autores señalan que el malvado dictador que fue Stalin, inventó una especie de texto litúrgico, con motivo de la muerte de Lenin. El pasaje que citan los autores es del tenor siguiente: “Al separarse de nosotros, el camarada Lenin nos ordenó que mantuviéramos alta y pura la gran vocación de Miembros del Partido. 158 Cf. Denise y John Carmody. Los grandes maestros de la Humanidad. Buda, Confucio, Jesús y Mahoma. ROBIN BOOK Editores, Santa Fé de Bogota, Colombia, 1996, p. 13. 159 Cf. Mendel, A. P. Michael Bakunin: Roots of Apocalypse. Nueva York, 1981, p. 430. 160 Cf. M. Baigent, R. Leigh y H. Lincoln. Op. Cit. Ediciones Martínez Roca, Barcelona, España, 1987, p. 151.

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-Te juramos camarada Lenin, que cumpliremos honorablemente este tu mandamiento. Al separarse de nosotros, el camarada Lenin nos ordenó velar por la unidad del Partido… -Te juramos camarada Lenin, que cumpliremos honorablemente este tu mandamiento. Al separarse de nosotros el camarada Lenin, nos ordenó guardar y reforzar la dictadura del Proletariado… -Te juramos, camarada Lenin, que cumpliremos honorablemente este tu mandamiento”. El asunto reprochable de los autores que transcriben este “texto litúrgico”, radica, en primer lugar, en que el capítulo en el que se encuentra dicho pasaje, lo titulan, quizá para hacer más llamativo su libro, “Sustitutivos de la fe: la Rusia soviética y la Alemania nazi”; en segundo lugar, en que en su obra que la publican en el año 1986, en inglés y en 1987, en español, el texto en referencia lo toman del libro del autor R. Payne: “La vida y muerte de Lenin” (en inglés “The Life and Death of Lenin”, Londres), publicado ¡recién en 1967!, mientras que en donde consta con anterioridad ese texto que hemos trascrito, ¡pero tomado de las “Obras” de Stalin! (Vol. VI, pp. 47-53), con apreciables diferencias, como pasamos a ver enseguida, es en la documentada y voluminosa “Biografía de Stalin” (título original en inglés: “Stalin, A Political Biography”), del historiador de origen polaco Isaac Deutscher, ¡quien dio a luz su trabajo el año 1949!: Cotejemos: “Al dejarnos el camarada Lenin nos legó que mantuviéramos en alto y conservásemos inmaculado el gran título de miembro del Partido. ¡Te juramos, camarada Lenin, que cumpliremos con honor este tu mandamiento!... Al dejarnos, el camarada Lenin nos legó que cuidásemos de la unidad de nuestro Partido como de las niñas de los ojos. ¡Te juramos, camarada, Lenin, que también cumpliremos con honor este tu mandamiento!...

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Al dejarnos, el camarada Lenin nos legó que conserváramos y fortaleciéramos la dictadura del proletariado. ¡Te juramos, camarada Lenin, que no escatimaremos esfuerzo para cumplir también con este tu mandamiento!... Al dejarnos, el camarada Lenin nos legó que fortaleciésemos con todas nuestras energías la alianza de los obreros y campesinos. ¡Te juramos, camarada Lenin, que también cumpliremos con honor este tu mandamiento!... Al dejarnos el camarada Lenin nos legó que fortaleciéramos y extendiésemos la Unión de Repúblicas. ¡Te juramos camarada Lenin, que también cumpliremos con honor este tu mandamiento!... Al dejarnos, el camarada Lenin nos legó que permaneciésemos fieles a los principios de la Internacional Comunista. ¡Te juramos, camarada lenin, que no regatearemos nuestra vida para fortalecer y extender la unión de los trabajadores en el mundo entero, la Internacional Comunista!”161¿Verdad que sí existen notables diferencias entre los dos textos? Lo decepcionante de todo esto –conste que aquí no estamos defendiendo al dictador, porque no lo merece, sino ¡demostrando la falta de acuciosidad y los errores en la utilización de las citas!- es que a más de la trascripción nada fiel del texto del gran dictador, Baigent y coautores, aunque con otras palabras, con menos profundidad y sin pizca de originalidad, ¡repiten lo que ya dijo Deutscher en 1949, es decir 37 años antes de la publicación de El legado mesiánico! Por manera que ellos y no David Brown debieron haber sido demandados por malos copistas! Pero otra vez comparemos: Isaac Deutscher: “El juramento a Lenin, que Stalin leyó en el II Congreso de los Soviets, sigue siendo hasta hoy la revelación más plena y orgánica de su propia mentalidad. En dicho juramento, el estilo del Manifiesto Comunista se encuentra extrañamente mezclado con el misal ortodoxo, 161 Cf. Isaac Deutscher. Stalin. Biografía Política. Editorial ERA (Primera edición en inglés, 1949; en español, 1965; Re-impresión: 1988. México, D. F., pp. 255-256).

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y la terminología marxista está en maridaje con el antiguo vocabulario eslavo. Sus invocaciones revolucionarias suenan como una letanía compuesta para un coro de iglesia”162 (Desde luego, vale la pena puntualizar que la terminología marxista propiamente no se encuentra en “maridaje” con el antiguo vocabulario eslavo, como anota I. Deutscher, cuanto con el ruso, que tiene sus raíces eslavas, en virtud de que Stalin hablaba el ruso, aunque no tan fluidamente, a más del georgiano, su lengua nativa). M. Baigent y coautores: “De fuentes como éstas, Stalin aprendió, no solo a reconocer el impulso religioso, sino también a activarlo y manipularlo. En consecuencia, no ha de sorprendernos demasiado verle inventar lo que, de modo inconfundible, equivale a rituales religiosos. El siguiente texto litúrgico, con sus estribillos de estilo responsorio, es algo más que una simple parodia de un rito religioso. Está destinado a ser un rito religioso por derecho propio”163 ¿Qué sucede, entonces, con los autores de “El Legado mesiánico”? Que son unos malos copistas, hemos manifestado, cargados incluso con su “granito” de mala fe, porque no se puede poner en un mismo saco a Lenin y a Stalin, como lo hacen ellos.

162 Cf. I. Deutscher. Op. Cit., p. 255. 163 Cf. M. Baigent et al. Op. Cit., p. 152.

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III PARTE. EL PAGANISMO INCOMPRENDIDO. I. LOS JUICIOS INAPELABLES. Cuando te hayas liberado de los dioses del cielo y de la tierra, […] ¡oh hermano!, saldrás del infierno y alcanzarás tu cielo. S. Faure. Doce pruebas que demuestran la no existencia de Dios. -o-o-oSi la materia es eterna, si el movimiento lo ha ordenado desde siempre todas las formas que vemos conservarse, ¿qué necesidad tengo yo de vuestro príncipe divino?. D. Diderot. El Paseo del escéptico. El criterio que se tiene en el mundo occidental sobre el paganismo no le es favorable en ningún sentido. Mas bien se aprecia que prevalecen los prejuicios y los conceptos peyorativos. Veamos algunas definiciones al respecto, constantes en afamadas obras de Occidente. Según el “Diccionario de la Lengua Española”, en su última edición164, “Paganismo” se define como la religión de los gentiles o paganos; asimismo se entiende como el conjunto de los gentiles. En su orden “Pagano” (del latín “paganus” – “aldeano”), se considera a los idólatras y politeístas, especialmente los antiguos griegos y romanos. También se 164 Cfr. Op. Cit. Edición: Real Academia Española, año 2001, 10 tomos, Tomo VIII, p. 1117.

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dice pagano a todo individuo señalado por la Iglesia como infiel no bautizado. Por manera que la definición contemplada en esta obra de indudable prestigio en el mundo hispano-parlante, es completamente despectiva, marcada por un dogmatismo intransigente, a pesar de los profundos y espectaculares cambios que experimenta el mundo en la actualidad, en los más diversos campos de las ciencias, y los innegables avances en el pensamiento filosófico y las disciplinas humanas, que han enterrado anacrónicos sectarismos, supercherías y oscurantismos religiosos. En el “Diccionario de Religiones”, de E. Royston Pike165, se anota que “Paganismo” fue el nombre dado por los primeros escritores cristianos a las religiones politeístas de griegos y romanos. Aparece por primera vez el término, se dice, en un edicto del siglo IV y proviene de “pagus”, “distrito rural”, porque se consideraba que en ese tiempo únicamente los campesinos profesaban la fe en los antiguos dioses. En la “Nueva Enciclopedia Espasa. Siglo XXI”166, los conceptos no son menos decepcionantes y cargados de anquilosados prejuicios contra todo lo que significa pagano. En efecto, se manifiesta que el término significa: “1 Nombre dado por los primitivos cristianos al politeísmo, religión de los paganos o gentiles. 2 Nombre dado por los cristianos al estado religioso de los pueblos no relacionados con la cultura cristiano-judaica. 3 Nombre dado por los cristianos al estado religioso de los pueblos no evangelizados”. Procede preguntar: ¿Con semejantes definiciones, también el budismo debería catalogarse como religión pagana?; ¿deberá correr igual suerte el Islam?; ¿el cristianismo acaso no tiene hasta el día de hoy vestigios de politeísmo, cuando habla de sus “tres personas distintas y un solo Dios 165 Cfr. Op. Cit. Edición: Fondo de Cultura Económica, México, D. F., 1966, p. 358. 166 Cfr. Op. Cit., Edición Espasa Calpe, S. A. Tomos I-V, Barcelona, España, 1998, T. IV, p. 1346.

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verdadero”?; ¿su corte celestial de miríadas de ángeles, arcángeles, querubines asexuados y santos milagrosos?; ¿su Virgen María convertida en hacedora de prodigios?; ¿su Yahvé, divinidad vengadora y cruel, heredada del judaísmo extremadamente nacionalista y en tiempos inmemoriales divinidad principal de la tribu más importante de Israel, Judá, vinculada con los cultos agrarios, cuando todavía el pueblo hebreo no había pasado del politeísmo al monoteísmo?. Nos permitimos preguntar: ¿Por qué se soslayan estas importantes cuestiones de la historia universal y de las religiones, en obras que deben caracterizarse por su competencia, responsabilidad y sobre todo por la falta de prevención en desmedro de determinada cultura o de otros credos? En la novísima obra “La enciclopedia”167, que contiene enfoques muy dispares e incorrectos sobre personajes internacionales y de nuestro país (por ejemplo se le dedica mayor espacio en sus páginas al depuesto mandatario, coronel Lucio Gutiérrez, un ex gobernante de pocas luces, tránsfuga y de precaria formación en asuntos de Estado, mientras son ¡muy modestas las reflexiones sobre Eloy Alfaro, uno de los grandes personajes de la patria!; se hace constar a Jefferson Pérez, como un gran deportista, lo que consideramos correcto, pero ¡no consta el destacado ideólogo del liberalismo radical, reconocido ensayista, hombre de Estado, diplomático y educador, el cañarense José Peralta! Hay más: en el tomo VIII, en las páginas que se dedican al Ecuador, ¡tampoco consta referencia alguna sobre uno de los más grandes escritores que actualmente tiene el país, Eliécer Cárdenas!. Algo realmente injusto, absurdo y que revela que los autores de la obra mencionada no se han informado correctamente. En el tomo X, ¡no consta un solo renglón sobre una de las mujeres más insignes de todos los tiempos: Hipatia de Alejandría! ¿Se trata de insuperables prejuicios religiosos y machistas de los autores de La Enciclopedia, en virtud de que la talentosa y bella Hipatia 167 Cf. Op. Cit. SALVAT Editores, 20 tomos, Año 2004, Madrid, España. Vol. XV, p. 11553.

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fue neoplatónica pagana mas no cristiana?), la definición de paganismo ya se encuentra algo dulcificada: “Conjunto de realidades, creencias y valores humanos que quedan fuera del ámbito cristiano”… “Conjunto de los paganos”. Sin embargo, al definir lo pagano, otra vez nos encontramos con el decepcionante dogmatismo de los autores: “Aplícase a los idólatras y especialmente a los antiguos griegos y romanos. Por extensión, aplícase a una persona que no es cristiana ni judía, ni musulmana, o a una persona sin religión” (¡sic!). ¡Así que los budistas y confucianitas, también son paganos!, muy próximos a los idólatras y politeístas. Esto no es otra cosa que ceguera intelectual, incluso vislumbres de fundamentalismo religioso. Por extensión, ¡igualmente los ateos somos paganos! Aprecie el lector el sectarismo, la incurable tontera y el clamoroso desconocimiento de estos asuntos que dominan en el pensamiento de los redactores de una obra que se supone ponderada, bien documentada y erudita, como La Enciclopedia. Por fin en la obra oficial “Las Religiones”168, se dice que el término paganismo designa “…una forma primitiva de religión y, en general, las religiones antiguas a las que el cristianismo tuvo que hacer frente”. Obligada pregunta: ¿Por qué entre esas “antiguas religiones” no se incluye al judaísmo? La respuesta es obvia: porque fue la matriz directa y principal de la que surgió el cristianismo. Además: ¿por qué “tuvo que hacer frente” el cristianismo a las antiguas religiones? Por la intolerancia e intransigencia que dominó a nivel de los jerarcas de la flamante religión, cuestión que los expertos de la historia oficiosa igualmente prefieren eludir. Más adelante el concepto de paganismo es francamente peyorativo: designa “…una sociedad de costumbres relajadas que ha perdido o no ha adquirido todavía el senti168 Cfr. Jean Chevalier, Director de Redacción. Editorial: Mensajero, Bilbao, España, 1976, p. 377.

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do de los valores espirituales”169. Nuevamente debemos preguntarnos: ¿Qué sentido de los “valores espirituales” perdidos o no adquiridos? Se trata probablemente de aquellos que dominaron durante la terrorífica Inquisición, que desencadenó tantas desdichas, sufrimientos y martirios a centenares de miles e incluso a millones de víctimas inocentes, condenadas al escarnio, las torturas monstruosas, los largos encierros en lóbregas prisiones, el despojo de sus bienes o la muerte en las hogueras, acusadas de los más absurdos crímenes. Así que en el mundo Occidental, sobre todo los ideólogos de la religión dominante (el cristianismo, principalmente su rama más poderosa, el catolicismo), suelen asociar el término paganismo con rusticidad, idolatría, con grotescas prácticas de brujería o creencia exclusiva en divinidades de la maravillosa mitología griega, en la adoración a múltiples dioses, como si la cultura pagana habría sido solamente eso y nada más, y como si el cristianismo fuera una religión estrictamente monoteísta, sin mitos, impoluta en estas cuestiones, cuando en la realidad no es así. Sin embargo, debemos aclarar que no caracterizó semejante precariedad al mundo espiritual del paganismo, y que esos juicios peyorativos son producto del desconocimiento de lo que realmente significó el mismo, o de insuperables prejuicios. En efecto, los filósofos, los maestros de las letras, los sabios, los artistas del mundo grecorromano, fueron iniciados en cultos religiosos paganos que en esos tiempos se conocieron con el genérico nombre de misterios. Baste citar los famosísimos Misterios de Eleusis, que perduraron por lo menos ¡1.100 años, hasta bien entrada la nueva era!: “Los misterios griegos que se celebraban en Eleusis en honor de la Diosa Gran Madre (se refiere a Deméter, la Diosa de la Tierra Madre, que proporcionaba los frutos del campo, especialmente el trigo. Su culto fue renombrado en 169 Cf. Jean Chevalier. Director de Redacción. ìLas religionesî. Editorial Mensajero, Bilbao, España, 1976, p. 377.

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el mundo antiguo. M. R.) y del dios hombre Dionisio eran los más famosos de todos los cultos mistéricos. El santuario de Eleusis fue destruido finalmente por bandas de fanáticos monjes cristianos en 396 d n e, pero antes de este trágico acto vandálico los misterios se celebraron allí durante más de once siglos. En el apogeo de su popularidad, gente de todo el mundo conocido entonces llegaba a Eleusis para ser iniciada: hombres y mujeres, ricos y pobres, esclavos y emperadores, incluso un brahmán de la India. “Cada año, unos treinta mil ciudadanos atenienses descalzos emprendían una peregrinación al lugar sagrado de Eleusis, situado en la costa, para celebrar los misterios de Dionisio en otoño...”170. Esto me recuerda al Chaquimayllana , “Lavado de los pies”, de la religión cañari precolombina, arroyo (y también sendero) que se origina en el cerro Abuga, el Huaca ñán de la leyenda (“Camino de adoratorio”. A los pies de esta imponente montaña se encuentra la ciudad Peleusí de Azogues, capital de la Provincia del Cañar, República del Ecuador), en donde los fieles del antiguo credo se lavaban los pies para entrar al sacro lugar. Lo importante radica en que en esos misterios tomaron participación hombres de la talla de Pitágoras, Platón, Cicerón, grandes poetas griegos, por manera que no fue algo despreciable el paganismo y su credo religioso.

170 Cfr. Timothy Freke y Peter Gandy. Los misterios de Jesús. El origen oculto de la religión cristiana. Editorial Grijalbo, S. A., Barcelona, España, 2000, p. 29.

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Una representación del templo de Zeus restaurado. (Historia Universal Lexus, MCMLXXXXIX)

2. SIGUIENDO LA HUELLA DE LOS “IDÓLATRAS”. El Olimpo entero quedó reunido en la “nueva Roma”, en donde el emperador, aun sin atreverse a derruir los templos, hizo quitar de ellos todas las estatuas. Los dioses más venerados quedaron instalados en casas de baño, basílicas y plazas públicas; así ocurrió con la Hera de Samos, la Atena Lindia, la Afrodita de Cnido. Karlheinz Deschner. Historia criminal del cristianismo. Tomo 1

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Con el despectivo término acuñado por la intolerancia de la religión oficial, se trató de señalar que todo lo “gentil” o “pagano” no era otra cosa que una superstición rural grotesca, una suma de rústicas creencias. Pero el paganismo, insistimos, fue bastante más profundo y trascendente que eso: religión, filosofía, cultura y comprensión de la vida, que tuvo una enorme influencia en un vasto territorio del mundo antiguo: el Mediterráneo y el Próximo Oriente, parte de Europa y parte de África; fue ciencia y ética brillantes. Paganismo es lo que hizo factible las maravillosas creaciones del Egipto Antiguo, como sus inmortales pirámides; su obra más famosa en el campo de las realizaciones culturales, sin duda fue la biblioteca de Alejandría, que floreció durante ¡900 años!, y que contaba con más de 700.000 volúmenes, ¡destruida parcialmente por el fanatismo religioso cristiano! –unos 300.000 volúmenes se entregaron al fuego por orden del emperador Cristiano Teodosio I-; paganismo fue esa estupenda arquitectura de la Acrópolis y el Partenón en Grecia, y del Vaticano en Roma, lugar este último asimilado por el cristianismo, como veremos más adelante; asimismo fue la filosofía excelsa de Tales de Mileto, de Anaxágoras y Anaximandro, la que vislumbró la evolución del ser humano a partir de animales; paganismo fue el pensamiento del gran Parménides y sobre todo del insigne Pitágoras, filósofo, matemático, místico y conductor religioso, cuya contribución a la ciencia matemática es imponderable; de Sócrates que murió creyendo y honrando a sus dioses, y a cuyo pensamiento mucho le debe la ideología cristiana; en las postrimerías del mundo antiguo y vísperas de la Edad Media, destaca la concepción del mundo y filosofía de la talentosa y bella Hipatia (o Hipacia) de Alejandría (como en tiempos de Sócrates la extraordinaria Diotima, mencionada en uno de los diálogos platónicos como maestra del filósofo de la mayéutica, aunque algunos autores, dominados por prejuicios machistas, creen que se trata de un personaje ficticio), una de las últimas neoplatónicas, leal partidaria del paganismo,

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por lo tanto cruelmente violada y luego destrozada por una turba de fanáticos de la religión oficial. Paganismo fue esa conquista de la ciencia que permitió a Pitágoras conjeturar que la Tierra era redonda; ese acopio formidable de conocimientos científicos que permitieron a los legendarios pitagóricos manifestar que el centro del Universo no es la Tierra sino el fuego, y que la Tierra gira a su alrededor; Aristarco de Samos, director de la Biblioteca de Alejandría, fue un eminente sabio pagano, que sucedió en esa función a Eratóstenes y que precisó aquella idea luminosa del Heliocentrismo. Se desprecia el mundo “gentil” y sin embargo el Vaticano antes del triunfo arrollador del cristianismo, en la religión romana (pagana) fue el espíritu o numen que “abría la boca del recién nacido para que éste pudiera emitir su primer grito”. También se le consideraba el “espíritu de los vaticinios y se dio su nombre a una de las colinas del margen occidental del Tíber, lugar en el que se levanta actualmente el Palacio Vaticano”171 (cristiano). Pero hay algo más en esta intrigante historia: en donde actualmente se encuentra el Vaticano, “capital del mundo católico”, en remotos tiempos ¡había un templo pagano! y allí los sacerdotes de la religión romana celebraban sus ritos. En el lugar en el que los fieles rinden culto al mitificado Jesús-Cristo, ¡se veneraba a otro Dios, igualmente nacido un 25 de diciembre!, pero algunos siglos antes que el hombre-dios cristiano, y los fieles paganos glorificaban a su redentor, que ¡asimismo había ascendido a los cielos después de su muerte!, con la promesa de retornar al fin de los tiempos, para juzgar a los vivos y a los muertos172. Pues bien: ese dios pagano no era otro que el legendario Mitra y en sus fastuosas ceremonias tomaban activa participación innumerables cristianos. Y en cuanto al término Pontífice, no es menos curiosa su historia, porque fue heredado por el cristianismo...¡del 171 Cfr. E. Royston Pike. Op. Cit., p. 459. 172 Cfr. T. Freke y P. Gandy. Op. Cit., p. 9.

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paganismo vilipendiado!. Este vocablo fue tomado del latín “pontifex”, que significa constructor de puentes, de “pontis” – “puente” y “facere” – “hacer”. Con relación a los epíscopes u obispos romanos, se empezó a denominarles como pontífices, únicamente después de ser anulado el sacerdocio pagano. Pontífice era el personaje que en los tiempos más antiguos dirigía un asunto considerado “sagrado”: construir puentes, particularmente sobre el río Tíber. La reunión de 15 pontífices era el más alto colegio que dirigía oficialmente el culto pagano. Por esta circunstancia en los primeros tiempos provocó suspicacias y resistencias entre los cristianos el nombramiento de dicha autoridad. Como título honorífico no se consolidó antes del S. V. Además, con el título de Gran Pontífice se designó a los emperadores, hasta el año 382. Finalmente esta dignidad se destinó al obispo de Roma. En cambio Papa proviene del griego “papas”, vocablo variante de “pappas”, que originalmente traduce padre. Únicamente el año 1073, Gregorio VII logra del sínodo de esa fecha la resolución de que solamente el epíscope u obispo de Roma pueda utilizar dicho título, que en siglos anteriores fue prerrogativa de todos los obispos. Recordemos, a propósito de este Papa, que la mayor parte de la obra poética de la insigne Safo de Lesbos fue sometida al fuego por orden de la Iglesia, aproximadamente en el año 390 de nuestra era (durante el papado de Teodosio I), y en la misma época de Gregorio VII (Papa de 1073 a 1085), tuvieron lugar ¡nuevos autos de fe contra los restos de poemas y aforismos que se salvaron de la primera quema! Por lo menos el famoso dogma de la infalibilidad papal, no tiene orígenes paganos, pues fue una hábil maniobra tomada por la alta jerarquía de la Iglesia católica en el I Concilio Vaticano de 1870, con el objeto de consolidar el enorme poder político y también económico que ya tenía el papado. Este dogma se refiere a que el Pontífice es infalible, es decir que no puede cometer errores, que es perfecto –como un

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dios-, especialmente cuando interviene en asuntos de la fe y la moral –al pronunciarse ex cáthedra-, como pastor de todas las iglesias, por encontrarse investido de esa potestad transferida por el mismísimo “Divino Redentor” (título aplicado a Jesús mitificado). Por lo tanto, la sacralización, la concentración de un omnímodo poder y la mitificación del papado, ligado a un inusitado culto al Pontífice de turno, se reforzó con el dogma de la infalibilidad, a pesar de que en la azarosa historia del papado, no han faltado “Vicarios de Cristo” que han estado más cerca de los “empedrados” caminos del infierno, que del soñado paraíso celestial. Veamos unos pocos “edificantes casos” de conducta papal. Benedicto VIII (1012-1024) fue cruel y pérfido como pocos: dirigió una batalla contra los sarracenos, en la que todos ellos fueron ejecutados. Y en cuanto al reparto del botín, se le otorgó la mujer del jefe de los mahometanos, a quien se la describe como una joven de singular belleza. Pues bien: este papa en un arrebato de brutalidad ¡decapitó a la joven y el cuerpo desnudo entregó a los soldados para que sea escarnecido! Quizá esta monstruosa conducta –si partimos del supuesto que el Papa conocía bien el contenido de la Biblia-, encontró plena justificación en un pasaje vétero-testamentario: “Oh hija de Babilonia, que has de ser despojada violentamente, feliz será el que te recompense con tu propio tratamiento con que tú nos trataste./9 Feliz será el que agarre y de veras estrelle a tus hijos contra el peñasco…”(Salmos, CXXXVII, 8-9) ¡Sin comentarios!. De Clemente VI (1342-1353), caracterizado por su extrema crueldad, se relata que recibió la siguiente misiva que le enviara su conocido Jean Visconti: “Belcebú, príncipe de las tinieblas, al papa Clemente, su vicario… Vuestra madre la soberbia os saluda; vuestra hermana la bribonada, la avaricia y la impudicia, y vuestros hermanos el incesto, el robo y el asesinato, os agradecen el

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haberlos hecho prósperos. Te concedemos el centro del infierno, entre las aclamaciones de bandadas de demonios, y en presencia de doscientos papas que esperan impacientes vuestra llegada”173 Gregorio XIII (de 1572 a 1585), es el responsable de la horrorosa matanza de San Bartolomé el 24 de agosto de 1572, cuando fueron exterminados en París y otras ciudades ¡aproximadamente unos 30.000 hugonotes!; Julio II (de 1503 a 1513), según el “Pequeño Larousse Ilustrado” (Edición 1991, París, Francia, p. 1386), “Fue gran político y tomó parte en las guerras de Italia”; pero lo que hipócritamente se esconde es que fue acusado por Erasmo de Rótterdam de haber cometido varios crímenes, entre estos ¡incesto con su hermana e hija, sodomía y envenenamientos!; Pío XII (1939-1958), quien a lo largo de su pontificado demostró indudables simpatías con la ideología nazi-fascista y un tenebroso anti semitismo –“El Papa de Hitler”, titula con justa razón a su obra el escritor católico John Cornwell-, jamás condenó el genocidio de ¡once millones de víctimas en los campos de concentración nazi! y no ocultó su felicidad cuando la invasión de los hitlerianos a Rusia. Sir Orme Sargent, del Foreign Office británico, acusa a Pío XII por esta causa de sufrir de “impotencia moral”174 Y sin embargo de todas estas aberraciones morales, ¡se impulsó entusiastamente su canonización durante el papado de Juan Pablo II (Carol Wojtyla), por lo que es completamente seguro que ya se encuentra en el paraíso, igual que Josemaría Escrivá, el fundador del Opus Dei. Yo me permito preguntar: ¿Es moral este procedimiento de Juan Pablo II, o para que a él también le lleven apresuradamente a los altares –con demostración o no de “milagros”-, no debería pasar un buen tiempo en el Purgatorio, sobre todo por su “santa alianza” con la CIA 173 Cf. J. Blaschke, J. M. Ibáñez, P. Palao Pons. La caída del Imperio Vaticano. Ediciones ìRobin Bookî, Barcelona, España, 1992, p. 123. 174 Cfr. John Cornwell. El Papa de Hitler. La verdadera historia de Pío XII. Editorial Planeta, Barcelona, España, 2000, p. 258.

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y Ronald Reagan, para derrocar al régimen comunista de Polonia, por su visita afectuosa al tirano Pinochet y por el implacable acoso contra los miembros de la Teología de la Liberación, hasta prácticamente liquidar esta progresista corriente, alejada de la anquilosada doctrina católica?. 3.ANTIGUOS CREDOS, RITOS Y CEREMONIAS. Los Titos, los Trajanos, los Antoninos, los Decios, no eran bárbaros. ¿Puede creerse que privasen sólo a los cristianos de una libertad de que gozaba toda la tierra? ¿Se hubieran atrevido a acusarlos de tener misterios secretos, mientras que los misterios de Isis, los de Mitra, los de la diosa de Siria, extraños todo al culto romano, eran permitidos? Voltaire. Tratado de la tolerancia. Los estudiosos de nuestra cultura Occidental y en notable medida cristiana, generalmente soslayan el hecho de que el mundo pagano prefiguró el mundo moderno en Grecia, con las ideas sobre el Estado y la democracia; con la filosofía y la ética de Platón y Aristóteles; con la genial teoría atomista de Leucipo y Demócrito; con el aporte intelectual de los cínicos, estoicos y epicureistas, que se orientaron a dilucidar los problemas del ser humano y de la sociedad; con planteamientos éticos, como los de Sócrates, en el Critón, que se revelan muy anteriores a las normas cristianas del amor al prójimo; con el tesoro de conocimientos literarios, científicos y artísticos de ese mundo mal comprendido por quienes se erigieron en dueños de la verdad, y que se guardaron en aquellas famosas bibliotecas, como la de Alejandría, ya citada, la de Pérgamo, o la de Éfeso, hasta que fueron convertidas en escombros por el fanatismo y la intolerancia. Por manera que el pensamiento filosófico y científico del paganismo fue el cimiento de la civilización moderna,

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queramos o no aceptarlo. Nuestra cultura hunde sus raíces en ese mundo “gentil”, de “idólatras y politeístas”, de “primitiva religión”, de “una sociedad de costumbres relajadas”, y otras ideas retrógradas con las que injustamente la intolerancia de los representantes de la principal religión de Occidente, califican al paganismo: desde Tales de Mileto, Anaxágoras, Anaxímenes, Anaximandro, Heráclito, Protágoras, Parménides, hasta Sócrates, Platón y Aristóteles, pasando por Demócrito y Leucipo, Zenón de Citio, Epicuro, Séneca, Cicerón, Marco Aurelio, Epicteto y otros insignes pensadores; estadistas y sabios de la talla de Solón, Pericles, Alejandro Magno, Julio César, Octavio Augusto; hombres de ciencia eminentes, como Euclides y Arquímedes; médicos como Hipócrates y el mismo Galeno; historiadores y filósofos, como Herodoto, Tucídides, Jenofonte, Plutarco, Polibio; literatos y poetas eximios: Homero, Safo de Lesbos,Hesíodo, Euripides, Esquilo y Sófocles, Virgilio Ovidio, descollaron en la cultura pagana a la que mucho le debe la civilización pomposamente llamada occidental y cristiana. Particularmente la llamada religión pagana, tuvo enorme influencia en el sistema de creencias, conceptos, ritos y culto del cristianismo. Para empezar, ideas como logos, monogenes o unigénito, primogénito (protokos en griego) y otros más, fueron tomados por la religión cristiana del arsenal de ideas y creencias de la antigua filosofía griega “pagana”. Asimismo el rito del “chivo expiatorio”, que el sumo sacerdote del judaísmo sacrificaba para limpiar los pecados del pueblo, fue común en la religión pagana, a través del antiguo “pharmakos” de la religión griega (de éste derivan los vocablos médicos Farmacología, Farmacia y afines), que igualmente quitaba los pecados de la comunidad. Existen otros ritos, creencias y ceremonias que el cristianismo heredó del despreciado paganismo: Los fieles católicos en manifestación de supersticiosa postración, reverentes besan el anillo que, como símbolo del poder [clerical] portan obispos y cardenales en el dedo

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central de su mano diestra. Esto no tiene nada de original, por cuanto en tiempos muy antiguos similares joyas, con un sello que representaba la autoridad, portaban en sus dedos los reyes de la antigua Babilonia. La casulla, utilizada durante la misa por los curas católicos y ortodoxos (popes), prácticamente es la misma que siglos antes del surgimiento del cristianismo se colocaban los sacerdotes de los cultos de Egipto y Fenicia en sus ceremonias religiosas. La tonsura de los curas tampoco representa nada novedoso: una muy similar se hacían los magos de las antiguas religiones llamadas paganas y simbolizaba la veneración al dios Sol. En cuanto al denominado solideo, especie de bonete que utilizan los frailes, ¡ya fue empleado antiguamente por los sacerdotes encargados de las ceremonias a la divinidad Júpiter, en la antigua Roma! La sotana es una prenda que tiene su antecedente en el ¡”hiero coraces”! que utilizaban los sacerdotes del culto a Mitra. En este tema, me permito insertar una parte del artículo “El Abuga”, que trata sobre “Cabelleras y tonsuras”, publicado en la revista “El Observador”175 -Previo a discernir sobre esta interesante cuestión de cabelleras, calvas, calaveras y tonsuras, procede una aclaración. Resulta que Ernest Renán, en su estupenda ‘Vida de Jesús’, dice que el Gólgota designaba “probablemente un cerro pelado que tenía la forma de un cráneo calvo” (Cf. E. Renán. Op. Cit., Cap. XXV. Muerte de Jesús). En realidad en tiempos de Renán -1891-, cuando escribió su célebre libro, no se conocía el real significado de Gólgota y por esta razón nuestro autor adelanta la conjetura de que significaría un cerro pelado en forma de un cráneo calvo. Sin embargo la historia del Gólgota se pierde en la “oscura noche de los tiempos”, como suele decirse, y la ver175 Cf. Marco Robles L. Op. Cit., Año 8, Febrero de 2006, Nº 31, pp. 26-27 (Por un error no está indicado mi nombre)

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dad es que en esta colina en tiempos muy antiguos, cuando los hebreos todavía eran politeístas, se llevaban a cabo las ejecuciones de los delincuentes y en el sitio quedaban expuestas las osamentas de los ajusticiados, incluidos los cráneos, razón por la cual el nombre de dicha colina que procede del arameo ‘gulgultha’, significa ¡calavera! (Cf. “¿De dónde procede la palabra?” En: Ateisticheskie Chteniya, Nº 10, Editorial POLITIZDAT, Moscú, 1979, p. 55). Así que el nombre de Gólgota no es por la forma del cerro, como suponía el ilustre filósofo, historiador y filólogo francés, ¡Cuánto por la presencia de calaveras de los ajusticiados! Además, Renán incurre en una especie de tautología al decir “cráneo calvo”, porque los cráneos, que son el conjunto de huesos de la cabeza que rodean el encéfalo, formando la caja craneana, de hecho no tienen cabellera. Calvos son quienes todavía vivos, como quien escribe estas notas, han perdido parte de la cabellera. Las cabezas con largas cabelleras eran símbolos positivos entre muchos pueblos antiguos del Viejo y Nuevo Mundos. Por ejemplo, los mismos hebreos, consideraban a la cabellera larga signo de vitalidad y poder natural –por eso una de las leyendas del Antiguo Testamento afirma que Sansón perdió toda la fuerza que poseía cuando la astuta Dalila le cortó su larga melena mientras dormía-; a su vez la calvicie era considerada como signo de reprobación divina (así que Paulo de Tarso, fariseo y después cristiano, misógino y sectario con relación al bello sexo, en razón de su calvicie era un desaprobado por la divinidad). En la siempre encantadora mitología griega, los jóvenes ofrendaban sus rizos y bucles ante el altar de Apolo, durante los ritos de iniciación; en Palestina las mujeres judías llevaban con orgullo sus largas cabelleras, negras como el azabache; en el antiguo culto a Astarté, la bienamada divinidad fenicia vinculada al milagro de la vida, la fecundación, el amor y la maternidad, representada como la Maja Desnuda y con cuernos (que en los inmemoriales cultos ¡simbolizaba

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el útero!) de vacuno, se sustituía el sacrificio de la pureza de una mujer por el de su cabellera; en algunas ciudades en donde estuvo muy arraigada la veneración a Artemisa, la hija de Zeus y Latona, las doncellas ofrecían su pelo a esta diosa, previo a la consumación del tálamo nupcial (Cf. Royston Pike. Diccionario de Religiones. Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 1966, pp. 83-84; Ateisticheskiy Slovar. Moscú, Editorial POLITIZDAT, 1985, pp. 31, 292). En cambio los monjes cristianos, igual que los budistas, se tonsuran, como ya lo hacían en los tiempos más antiguos sumerios y persas, en forma circular, simbolizando la veneración al dios Sol. Los musulmanes también se rapan la cabeza, pero se dejan un mechón en la parte superior, porque creen que por ahí el buen profeta Mahoma los agarrará para llevarlos al paraíso, en donde disfrutarán del amor con las bellísimas doncellas Huríes. En las iglesias católicas, hasta hace poco más de medio siglo, no se admitía la entrada de mujeres con la cabeza descubierta, a pesar de las largas cabelleras y debían cubrirse con una mantilla o pañoleta ¿Por qué?, me preguntará el intrigado lector. Pues a causa de las prescripciones dogmáticas de Pablo de Tarso, que se han conservado durante siglos y quien en estas cuestiones era inexorable: “Todo varón que ora o profetiza velada la cabeza, deshonra su cabeza. Y toda mujer que ora o profetiza descubierta la cabeza, deshonra su cabeza” (San Pablo. Epístola I a los Corintios, XI, 4-5) Los cañaris, que tienen su montaña sagrada, como hemos visto, suelen llevar su larga cabellera, arreglada en un par de trenzas recogidas alrededor de la cabeza, para significar su relación con la sierpe, divinidad - demiurgo de su estirpe. Respetemos cultos y tradiciones. Hasta aquí el fragmento del artículo. Prosigamos: La imagen del niño Jesús más antigua que se conoce (con relación a la cual discurriremos más detenidamente), ¡corresponde apenas al siglo IV d n e!. En

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dicha representación el “divino” infante, hijo de José, al que los fabricantes de historietas le presentan viejo e impotente [¡como si semejante situación: el himeneo entre un anciano y una doncella, hubiera sido permitido en Judea en esa época!), con el único objeto de sustentar el mito de la virginidad de María y el nacimiento milagroso de Jesús, se encuentra envuelto en pañales, ¡a la manera del “divino” niño Horus, hijo de Osiris e Isis, de la antigua religión egipcia!. En cuanto a la fecha de celebración del nacimiento –Natividad- de Jesús, jamás fue producto de investigación histórica alguna, cuanto de la apropiación de la fiesta y de la fecha de cumpleaños del dios “Sol Invictus” romano y del dios persa Mitra, ¡que eran las más grandes conmemoraciones religiosas en aquellos tiempos y que, por lo tanto, competían exitosamente con el primitivo cristianismo! Detengámonos brevemente en esta cuestión. De acuerdo a las antiguas tradiciones, el dios frigio Attis nació de una virgen, la diosa Nama; según otra leyenda, de similar manera vino al mundo el divino hindú Buda. En el remoto mito egipcio, una poderosa voz del cielo anunció que venía a la Tierra el rey del mundo, Osiris, de virgen santa, como María. El suceso tuvo lugar ¡un 25 de diciembre, pero siglos antes del surgimiento del cristianismo! El nacimiento de la divinidad solar Mitra, igualmente acaeció ¡un 25 de diciembre!, asimismo siglos antes del nacimiento de Jesús. Esta fecha era conmemorada en el Imperio romano, a donde llevaron el culto los soldados del imperio, y alcanzó una gran difusión. En el natalicio de Mitra, se decretaba vacaciones, las escuelas cerraban sus puertas, la administración se paralizaba, se festejaba con música, danzas y comidas excelentes; las instituciones se cerraban y en las puertas de las casas se colocaban guirnaldas, se hacían presentes e incluso los esclavos podían divertirse sin restricciones. Lo más importante radica en que los cristianos de esos tiempos tomaban activa participación en los festejos, por lo que los jerarcas de la iglesia resolvieron instituir el

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25 de diciembre como natalicio de Jesús. Así se esfumó la fiesta en honor de Mitra infante. ¿Por qué precisamente esta fecha y no otra? El asunto radica en que el 25 de diciembre, que coincide con el solsticio de invierno, especialmente en el Viejo Mundo, en el septentrión, de cuatro estaciones marcadas, el sol parece detenerse en su descenso y comienza a elevarse nuevamente en el firmamento; a partir de esa fecha los días empiezan a alargarse gradualmente y se anuncia la primavera con el verdor de los follajes, el colorido de las flores y la vida que se anima en todos los sentidos. Pues bien: sumerios y egipcios, fenicios y sirios, griegos y romanos, indios y persas en el Viejo Mundo, ¡siglos antes del surgimiento del cristianismo celebraban aquel día el parto de la Reina de los Cielos, la virgen Celestial y el nacimiento de su hijo Dios-Sol!; igualmente mayas, aztecas, aymarás, incas, cañaris y otras culturas en el Nuevo Mundo precolombino, festejaban el nacimiento de la divinidad solar, aunque no necesariamente el 25 de diciembre, ¡porque no son países de 4 estaciones marcadas!, sino entre el 21 – 22 de junio de cada año, fecha del solsticio de invierno en nuestros países. Por esta razón, los pueblos andinos con evidente influencia de la cultura relacionada con el quichua, festejan el natalicio de la divinidad solar, INTI RAYMI, el 22 de junio, sin que el catolicismo haya podido asimilar esta fiesta o suprimirla. El legendario Dionisos o Baco, al que los griegos respetuosamente llamaban ¡El Salvador! (¿pura coincidencia con el apelativo de Jesús-Cristo?), nació de una virgen un 25 de diciembre; simular fue el caso de Hércules y del apuesto Adonis. Mitra, ya referido, encarnaba la luz, la salud, fecundidad, sabiduría y santidad. Se le consideraba el adversario de los malos, opuesto al pecado y a las tinieblas, mediador entre Dios y los hombres. Estas ideas, casi íntegramente, fueron asimiladas por el cristianismo. Trasladado su culto (el de Mitra) de Asia Menor a

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Occidente por los soldados del Imperio romano, se difundió rápidamente por todos sus confines. Su natalicio, fiesta trascendental en la que tomaban entusiasta participación los cristianos, convocaba a las multitudes, porque coincidía con los festejos del nacimiento del dios Sol, al que los fieles proclamaban reverentes “Dies natalis Solis Invicti”. Las ceremonias eran muy célebres: bailes, festines, intercambios de regalos, como actualmente se acostumbra en la fiesta del infante-dios Jesús; la vida económico-política prácticamente se paralizaba, instituciones y oficinas públicas no laboraban, los locales en donde se instruía a los párvulos se cerraban, ¡exactamente igual a lo que sucede en nuestro tiempo con escuelas, colegios e incluso universidades! Tan arraigada estuvo esta fiesta del natalicio del Dios Invicto Sol, identificada plenamente con el culto del Dios Mitra, que a los sacerdotes cristianos de esa época les costó mucho trabajo extirpar dicha fiesta de la conciencia de las primeras comunidades judeo-cristianas y cristianas. Por lo demás, hasta postrimerías del S. III e inicios del IV, la Iglesia cristiana ¡no estuvo interesada en las circunstancias del nacimiento de Jesús!, lo que se comprueba de manera irrefutable en el hecho de que ¡una de las primeras y más antiguas representaciones de Jesús infante, encontrado en la catacumba de San Sebastián, Roma, corresponde al siglo IV de nuestra era!. Por todo esto, únicamente el año 354, es decir ¡a los tres y medio siglos de la supuesta fecha del nacimiento del “niño-dios”! [Para que nadie olvide que los dioses también tienen infancia, crecen, envejecen e incluso copulan y dejan descendencia, exactamente como nosotros], la Iglesia cristiana estableció oficialmente la conmemoración del nacimiento de Jesús, la Natividad, el 25 de diciembre de cada año, fecha tomada de los cultos paganos mencionados, en tanto que desde esos tiempos los creyentes han continuado festejando el bautizo y revelación de Jesús cada 6 de enero.

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Por lo demás, en el inmenso imperio zarista, la fiesta de la Navidad se introdujo tardíamente, ¡en el siglo décimo!, una vez que se llevó a cabo la cristianización de su población; en el Nuevo Mundo, este proceso fue todavía más tarde: ¡a los cinco siglos de su introducción en Rusia y a los 1.138 años de su institución oficial!, es decir a partir de 1492, con el denominado “descubrimiento” y la consiguiente colonización de nuestro continente, que no tuvo nada de pacífica. Por lo tanto, no me explico lo siguiente: ¿Cómo es que tardó tanto tiempo la sabiduría divina y su batallón de vicarios y teólogos para difundir la “verdadera religión” en nuestro continente y sobre todo para implantar la festividad del natalicio del “niño-dios”? Probablemente considerando todas estas cuestiones, un autor moderno, Eduardo Schure176, apasionado por todo lo místico y esotérico, aunque asimismo despreciador del librepensamiento y de los sofistas, a quienes injustamente considera la falsificación del verdadero filósofo (por ello y también porque revela que ignora el importante aporte al pensamiento filosófico de Pródico, Gorgias y Protágoras, ¡no oculta su desprecio por ellos!), no obstante tiene el acierto de reconocer el excepcional aporte del paganismo en la Antigua Grecia: “Como todas las cosas, Grecia ha tenido su aurora, su pleno sol y su decadencia. Es la ley de los días, de los hombres, de los pueblos, de la tierra y de los cielos. Orfeo es el iniciado de la aurora, Pitágoras el del mediodía, Platón el del Poniente de la Helenia, poniente de púrpura ardiente que viene a ser lo rosado de una aurora nueva, la de la humanidad. Platón sigue a Pitágoras, como en los misterios de Eleusis el porta-antorchas seguía al gran hierofante (sacerdote –las sacerdotisas se llamaban hierofántidas- del templo de Ceres Eleusina y de otros más de Grecia, que dirigían las ceremonias de iniciación en los misterios sagrados. M. R.). 176 Cf. E. Schure. Los Grandes Iniciados. Editorial Universales, Bogotá, Colombia, 1992, p. 255.

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Con él vamos a penetrar otra vez más y por un camino nuevo, a través de las avenidas del santuario, hasta el corazón del templo, para la contemplación del gran arcano” Ya vimos en líneas anteriores en qué consistían esos Misterios de Eleusis, realmente famosos en la antigüedad. Y Platón, sabio excepcional del paganismo (o un ¡”idólatra” y “politeísta”!, igual que Sócrates y tantos eminentes pensadores del antiguo mundo grecorromano, si hemos de aceptar el peregrino concepto de los inexorables dueños de la verdad, al momento de definir el paganismo), participaba de los misterios de Eleusis. En efecto, en Fedro, este eminente filósofo nos da a entender que era un iniciado en dichos misterios: “Y de ahí también que el hombre que haga el debido uso de tales medios de recuerdo sea el único que, por estar siempre iniciándose en misterios perfectos, se haga realmente perfecto” ---- “Fue posible ver la Belleza en todo su esplendor en aquella época en que en compañía de un coro feliz teníamos ante la vista un beatífico espectáculo, mientras íbamos, nosotros en el séquito de Zeus, y los demás en el de los restantes dioses; éramos entonces iniciados en el que es lícito llamar el más bienaventurado de los misterios, que celebrábamos íntegros y sin haber sufrido ninguno de los males que nos aguardaban en un tiempo posterior. Íntegras también, y simples, y serenas y felices eran las visiones que en el último grado de nuestra iniciación contemplábamos en su puro resplandor, puros y sin señal de ese sepulcro (hace alusión a que “el cuerpo es un sepulcro” órfico. M. R.) que ahora llevamos a nuestro alrededor y llamamos cuerpo, estando en él encarcelados, como la ostra en su concha”177 Definitivamente, los cultos mistéricos no eran ningunas grotescas supercherías (al menos así lo entiendo yo, como persona que no practica ningún credo religioso), sino expresiones espirituales y creencias a las que adhirieron 177 Cf. Platón. El Banquete. Fedón. Fedro.- Fedro 249C ñ 250 A; 250 A ñC. Serie: Historia del Pensamiento. Editorial Orbis, S. A. Barcelona, España, 1983.

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gente de elevada cultura, eminentes pensadores, literatos, estadistas, como Cicerón, quien por eso mismo dice que los misterios eran esa forma de religión que les había llevado “…del salvajismo rústico a una civilización cultivada y refinada”178 Con relación al culto a la divinidad solar, me permito transcribir un interesante pasaje de un reconocido autor: “Entre los romanos, los cultos solares se habían impuesto con fuerza. Desde la época de Nerón, la corona de laurel que ceñía la cabeza de los que reinaban fue reemplazada por la corona de rayos de Helios (Sol victorioso), que simbolizaba la encarnación de la voluntad divina en el emperador. Con Antonio Pío (138-161), la corona de rayos fue sustituida por la aureola, antiguo símbolo solar, que después fue adoptado por los cristianos para honrar a personajes de mayor importancia jerárquica. La aureola ceñía la cabeza de las divinidades solares en Egipto, Persia, Tíbet, China, Perú, India, Japón y las antiguas divinidades pre-cristianas (Ra, Apolo, Buda). Con la aureola se representa a Krishna mientras su madre Devaki lo amamanta, y en la India, en los templos rupestres de las cavernas de Ellora, está la imagen de Indrani (mujer de Indra), que tiene en brazos al Dios-sol. La cabeza de ambos está circundada por una aureola. También la Pascua constituye una prueba de la relación entre los primitivos cultos solares y el cristianismo. Durante esa conmemoración se desarrolla un rito del que hoy nadie recuerda los orígenes: el regalo del huevo. Desde la época neolítica, el huevo representa un importante símbolo ligado al renacimiento cósmico que se nos auspicia en primavera. En Egipto colgaban huevos en los templos. La Pascua de Resurrección se celebra en domingo (día del Sol), después del décimo cuarto día de la luna de marzo, y ésta es la prueba tangible de la relación con los cultos agrarios de primavera. Si Jesús hubiese resucitado efec178 Cf. Cicerón. De las leyes. 2. 36. Serie: Clásicos de Grecia y Roma.

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tivamente en aquella fecha precisa, debería corresponder a una fecha en el calendario, no cambiar según el reparto del año astronómico. Entre otras cosas, el pueblo judío, antes de unirse, tenía muchos dioses, a menudo derivados de otros pueblos (¿Y cómo dicen que el monoteísmo ha existido desde siempre? M. R.). Así, ni siquiera el nombre Israel sería una denominación hebrea, sino que derivaría de la unión de los nombres de tres divinidades: Isis, la Diosa Madre; Ra, el Dios Sol egipcio; y El, uno de los más antiguos Dioses Semitas”179 Prosigamos: El concepto de la justicia, de la tolerancia y de amor al prójimo (no devolver una ofensa con otra; si alguien le ofende, mostrar la otra mejilla) que se enseña en los Evangelios, no es nada nuevo y su fuente más directa se encuentra ya pensada y redactada ¡500 años antes del cristianismo!, en el famoso diálogo platónico Critón o Del Deber. Veamos: Sócrates: Así pues, de ningún modo se puede obrar injustamente. Critón. De ningún modo, por supuesto. Sócrates. Por tanto, tampoco el que es víctima de una injusticia debe devolverla, pese a la opinión del vulgo, ya que en ningún caso debemos hacer cosa injusta. Critón. Evidentemente, Sócrates. Bien. ¿Y es lícito hacer mal a alguien o no lo es, Critón? Critón. No lo es, por supuesto, amigo Sócrates. Sócrates. Bien. ¿Y es justo o no es justo que el que sufre un daño lo devuelva?. La gente cree que sí. Critón. De ningún modo es justo. Sócrates. Así pues, no se debe devolver injusticia por injusticia ni hacer daño a hombre alguno, ni aún en el caso de que recibamos de ellos un mal, sea el que fuere” 180. 179 Cf. Jacopo Fo y Laura Malucelli. Y Jesús amaba a la mujer. Ediciones Robinbook, S. I. Barcelona, España, MANON TROPPO, 2003, pp. 172-173. 180 Cf. Platón. Aristófanes: Sócrates (Apología de Sócrates. Critón y Las Nubes).

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En este elegante diálogo, de un notable contenido moral, se encuentra expuesta de manera refinada la idea de que no se debe devolver una afrenta con otra, o lo que significa lo mismo, se debe “mostrar la otra mejilla”. La idea del crucificado tampoco es original del cristianismo: igualmente lo encontramos en una de las obras más importantes de Platón, a más de que Dionisio, la más popular divinidad del mundo pagano, siglos antes del surgimiento del judío Jesús, ¡moría cada vez en la cruz!, como el Mesías cristiano. Pero veamos el relato platónico: “…Digámoslo, pues, y si tú crees que mi expresión es demasiado ruda, te diré Sócrates, que no hablo por mi mismo, sino para repetir el juicio de los que prefieren la injusticia a la justicia. Esto dirán: que si el justo es así, será fustigado, torturado, encadenado, le quemarán sus ojos, y, luego de haber sufrido toda clase de males, será crucificado y convendrá con ello, que no conviene querer ser justo, sino solo parecerlo”181. Insistimos: sobre la representación del crucificado el cristianismo nunca ha sido el primero, como creen los millones de fieles, teólogos incluidos. En primer lugar es necesario señalar una verdad que generalmente se ha escamoteado a lo largo de muchos siglos de parte de la historia oficial: los judíos propiamente no ejecutaban a sus reos mediante la crucifixión. Esta forma de pena capital, considerada en ese tiempo “tan ignominiosa, como en nuestros días la muerte mediante ahorcamiento”, según explica G. W. Frederick Hegel en su voluminoso, cuanto estupendo tratado sobre filosofía de la religión182, fue propia de romanos, quienes asimilaron de cartagineses. También los babilonios crucificaban a sus reos. Critón, Serie: Historia del pensamiento. Editorial Orbis, S. A. Vol. 25, Barcelona, España, 1984. 181 Cf. Platón. Obras Selectas (La República, Libro II, Capítulo V) EDIMAT, Madrid, España, 2000. 182 Cf. G. W. F. Hegel. Философия Религии – Filosofía de la Religión. Serie: Legado Filosófico. Editorial “Mysl”, Moscú, 1976, 2 tomos, Tomo I, p. 98 (La traducción es nuestra. M. R.).

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Durante el Imperio romano las formas de crucifixión eran variadas: en un madero en “T”, en forma de “X” o propiamente en cruz. Asimismo se crucificaba cabeza arriba o cabeza abajo, según el tipo de condenado (así dice la leyenda que se crucificó a San Pedro. Algo fabuloso, porque nadie puede asegurar que Pedro estuvo en Roma. En cambio Saulo de Tarso si merodeó por la “Ciudad Eterna” y tuvo no poco que ver, según advierten algunos autores y conforme también lo he señalado en publicación anterior183 en el incendio de Roma, atribuido injustamente a Nerón y en la conspiración para eliminar a este cruel emperador del Imperio); había la crucifixión de espalda al madero, para los varones y de cara al mismo, para las mujeres. El caso más famoso de crucifixión masiva en la antigüedad, 71 años antes de Jesús, fue el de los compañeros de Espartaco. La historia nos relata que unos 6.000 esclavos rebeldes fueron crucificados a lo largo de la vía Apia, que conduce a Roma, con el fin de sembrar el terror entre los subyugados y evitar nuevas rebeliones. Sin embargo, en algunos filmes con la marca Hollywood, sobre este célebre rebelde del mundo antiguo, como aquel en el que encarna a Espartaco el fallecido actor Kirk Douglas, ¡se le presenta como cristiano! La falacia es asaz grotesca, porque el célebre gladiador de origen tracio, quien dirigió la más grande sublevación de esclavos durante el Imperio romano, entre el 73 al 71 a n e, luego de ser derrotado por el ejército de Licinio Craso, fue muerto en ese año 71 a n e, despedazado su cuerpo, ¡cuando no existía ni el mínimo vestigio de la nueva religión! Así que en ese filme se falsea grotescamente la historia.

183 Cf. Robert Ambelain. El hombre que creó a Jesucristo. La vida secreta de San Pablo. E. Martínez Roca, 1987; M. Robles L. El Mundo Político Grecorromano. (Capítulos. Lapidador e Incendiario y De Roma a la Eternidad) Edición: Facultad de Ciencias Económicas, Universidad de Cuenca, 2003.

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4.SIMBOLISMO DE LA CRUCIFIXIÓN PAGANA. Aquí el cuerpo es despreciado, la higiene, rechazada como sensualidad; la Iglesia se defiende de la limpieza (-la primera medida cristiana tras la expulsión de los moros fue la clausura de los baños públicos, de los cuales Córdoba poseía, ella sola, 270). Cristiano es un cierto sentido de crueldad con respecto a sí mismo y con respecto a otros; el odio a los que piensan de otro modo; la voluntad de perseguir. Friederich Nietzsche. El anticristo. En este punto consideramos importante destacar el simbolismo que entraña la crucifixión del dios-redentor en el paganismo, ¡no la ejecución real que se aplicaba en el mundo esclavista desde tiempos muy antiguos, como ya vimos brevemente! Como un símbolo que contiene en sí la expiación de los pecados y que significaba la antesala a la inmortalidad mediante el subsiguiente retorno a la vida, la crucifixión existió mucho antes del cristianismo. La divinidad Seth del mito osiríaco, del antiguo Egipto, identificada con los vientos y el desierto, símbolo de la destrucción y asimilado posteriormente con Baal, se le representaba con cabeza de asno (¡igual que Osiris crucificado, unos siglos después!), atravesado por lanzas y atado a un palo ahorquillado.

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El dios Seth egipcio asaeteado, antecedente del Crucificado.

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El hecho radica en que, cuando Seth es vencido por su hermano Osiris o por el hijo de éste, Horus, Seth es montado por aquél, como sobre un asno. Curiosamente Jesús, muchos siglos después, según la tradición evangélica, ingresa solemnemente en Jerusalén, cabalgando en un pollino. Osiris, otra divinidad egipcia, que en la mitología griega corresponde al hijo de Cronos-Rea, fue el civilizador del pueblo egipcio, le dio leyes justas y buenas, enseñó las vitales labores del agro. Osiris fundó Tebas y es el dios que muere a manos de su hermano Seth-Tifón, quien ordenó trucidarlo en 13 partes. Su culto se extendió por todo Egipto y estuvo íntimamente relacionado con el Sol. Se le representaba coronado por una doble mitra, ¡exactamente como ahora utilizan obispos, arzobispos y otras altas autoridades eclesiásticas de la Iglesia católica!, y sus atributos eran una cruz anseada, el cetro, el carnero sagrado y un bastón augural184. Este dios egipcio se identifica después con el culto griego de Dionisos y el mito ya conformado de Dionisos-Osiris tornó accesible –primordialmente inteligible- sus enseñanzas mistéricas a los judíos, por medio del Mesías185 . El hecho trascendente es que Dionisos-Osiris ¡también moría crucificado y si a Jesús le colocan en la cabeza una corona de espinas, a él le coronan con hiedra! La creencia y representaciones de Dionisos – Osiris estuvieron tan arraigadas entre los fieles del paganismo, al extremo que bien entrado el S. II e inicios del III, de nuestra era, ¡todavía se conservaban imágenes de este dios crucificado!. En efecto, si seis siglos antes de nuestra era, el mensajero del dios-salvador era nada menos que Orfeo, en una gema gnóstica del siglo II d n e (Museo de Berlín, reproducida por A. Boulanger, en: ‘Orphèe”, p. 7) se presenta precisamente a ¡Orfeo crucificado! 184 Cf. Diccionario de la Mitología Mundial. Editorial EDAF. Madrid, 1971, pp. 231233. 185 Cf. Timothy Freeke, Peter Gandy. Los Misterios de Jesús. El origin de la religión cristiana. Edición: Grijalbo, S. A. Barcelona, España, 2000, p. 292.

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Gema gnóstica con la representación de Orfeo crucificado (En: R. Ambelain. El Hombre que creó a Jesucristo).

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El divino Dionisio en el regazo de su madre. ¡Confundido con frecuencia con el infante Jesús!

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Aprecie el lector que la cruz descansa sobre dos cuñas y el extremo superior remata en una esfera que insinúa un falo, especie de amuleto o fetiche muy difundido en esos tiempos, adosada al cual se encuentra la representación lunar en cuarto creciente y finalmente una pléyade de estrellas (siete), en semicírculo. En la inscripción en antiguo griego -Orpheus - Bakkiros completamente legible, se lee: “ORFEOS – BAKIKOS”, que significa “Orfeo se convierte en bacchoi”. Un “bacchoi” era el discípulo más insigne de Dionisos, identificado completamente con dicha divinidad. Cabe señalar que de acuerdo a la tradición, a Orfeo se le identifica como un músico y poeta místico de Tracia, hijo de la musa Calíope. Y el “orfismo” es la religión mistérica por excelencia, que surgió en el siglo IV a n e, constituida de elementos místicos y normas ascéticas. Los fieles de esta religión creían en la vida de ultratumba y en la metempsicosis (trasmigración de las almas de los muertos a otros cuerpos, más o menos perfectos, según los “méritos” alcanzados en la experiencia anterior), una doctrina filosófico-religiosa de algunas escuelas místicas de Oriente, asimiladas y renovadas por otras de Occidente. El mito órfico relata que Orfeo descendió al tenebroso Hades luego de que su esposa, la bella Eurídice muriera trágicamente mordida por una serpiente. Por ello fue a ese remoto lugar y con su maravilloso canto, al son de la lira o cítara, que embelezaba a hombres y domaba a las fieras, convenció a Hades y Perséfone para que se le devuelva su esposa. El orfismo contó con la entusiasta adhesión de intelectuales del mundo antiguo, como Euripides, Aristófanes, de las filosofías pitagórica y platónica, y unos siglos después del neopitagorismo y neoplatonismo. Así que por lo expuesto, la gema gnóstica representa la muerte de Dionisos en la cruz, sobre todo ¡¡la mística extinción de su naturaleza inferior para renacer como divinidad!.

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Sin embargo, lo más importante del orfismo radica en su evidente orientación al monoteísmo, lo que contribuyó en gran medida ¡al paso de una gran parte del paganismo al cristianismo!, cuestión que generalmente se elude en los estudios históricos sobre esta religión. Por fin en una inscripción en grafito, bastante antigua (h 193-235 d n e), se puede apreciar a un ser humano con cabeza de asno, clavado en una cruz, con la siguiente leyenda: “Alexmenos venera a su dios”. El asunto radica en que en la prestigiosa “Historia de la Humanidad”, constante de 5 tomos, ¡preparada con los auspicios de la Organización de las Naciones Unidas, ONU, para la Educación, la Ciencia y la Cultura-UNESCO!, con relación a dicha representación se manifiesta lo siguiente: “La propaganda hostil se hizo enojosa con su repetición de la vieja acusación de que los cristianos eran un hato de supersticiosos criminales. (Fig. 14)”186. Y en la página siguiente, al pie de la ilustración se anota: “Fig. 14. La Crucifixión blasfema, del Palatino, inscripción del siglo III, en grafito”187(¡sic!).

186 Cf. Op. Cit., Edición Sudamericana, S. A. Buenos Aires, Argentina, 1977, Tomo V, p. 1011. 187 Cf. Ibíd.., Tomo V, p. 1012

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Osiris crucificado, ¡ falsamente considerado como la crucifixión blasfema!

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Deploramos manifestar que los autores de tan afamada obra auspiciada por la UNESCO y de circulación mundial, ¡desconocen el verdadero significado de esa representación pagana!, pues no se trata de ninguna crucifixión blasfema ni cosa por el estilo, cuanto de ¡una representación de la divinidad Osiris, mientras un fiel iniciado en los misterios paganos, contempla a su divinidad crucificada!, como puede apreciarse claramente en la figura. Por lo demás, recordemos que ¡ninguna representación de Jesús crucificado, absolutamente ninguna, es anterior al siglo V de nuestra era!, considerando que la muerte en la cruz fue de lo más ignominiosa, conforme ya vimos, y las primeras comunidades cristianas rechazaban semejante símbolo, por lo que era imposible que se escarnezca o, peor, que se blasfeme una representación que todavía no estaba en circulación y por lo tanto no había sido aceptada por los feligreses del nuevo credo. Considerando todos estos antecedentes podemos señalar que la historia es completamente diferente a la forma como nos han relatado los fabuladores oficiales: fue el paganismo, ¡no el cristianismo!, la víctima de la “propaganda hostil”; además, aquél ha sido entendido con desprecio, descalificado y la negación y las persecuciones de las que fue objeto, primordialmente tuvieron lugar ¡más de medio milenio antes del surgimiento de la Inquisición!, que asimismo se prolongó por algunas centurias, escribiendo una de las páginas más terribles de la historia de la humanidad. Por lo tanto, no es de admirarse que incluso en los actuales tiempos la opinión pública de Occidente haya sido casi unánimemente injusta e insulsa al momento de juzgar los “elevados ideales” y “virtudes” de la civilización cristiano-occidental, frente a los “primitivismos” e “idolatrías” del paganismo. Justamente estos viejos prejuicios e ideas equivocadas y anticuadas, son los que se reflejan en las defini-

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ciones de los diccionarios que hemos citado. Así que el criterio que con evidente ligereza se hace constar en esa “Historia de la Humanidad”, auspiciada nada menos que por la UNESCO, con relación al tema anotado, revela un imperdonable desconocimiento de la historia y prejuicios inadmisibles contra el paganismo, que no han podido ser superados incluso por parte de reconocidos historiadores. 5.EL INMEMORIAL CULTO A LAS VÍRGENESMADRES. Por una especie de sujeción semejante la mujer está sometida de modo natural al hombre, porque de modo natural predomina en el hombre el discernimiento de la razón. Tomás de Aquino. (En: Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser. Historia de las Mujeres. Una Historia Propia. 2 volúmenes.Vol. 1.) El culto a las Vírgenes ha sido una constante en las religiones que antecedieron al cristianismo, es decir en las “paganas”. Pero las vírgenes de los credos paganos estuvieron adornadas de una cualidad que no posee la Virgen del cristianismo: ¡eran divinidades!, tanto como los dioses y algunas de ellas gozaban en el Mundo Antiguo de un enorme prestigio, incluso mayor que el de los dioses, como fue el caso de Isis, Demeter, Cibeles, Artemisa. También en el Nuevo Testamento –ni se diga en el Antiguo Testamento-, no puede ocultarse completamente el culto que se profesaba a la diosa pagana Artemisa o Diana, aunque se la presenta desde una visión negativa de parte de los redactores del primitivo cristianismo: “26. También, contemplan y oyen cómo, no solo en

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Éfeso, sino en casi [todo el distrito de] Asia, este Pablo ha persuadido a una muchedumbre considerable y los ha vuelto a otra opinión, diciendo que no son dioses los que son hechos con las manos. 27 Además, existe el peligro, no solo el peligro de que esta ocupación nuestra caiga en el descrédito, sino también de que el templo de la gran diosa Artemisa sea tenida en nada, y hasta su magnificencia que todo el [distrito de] Asia y la tierra habitada ahora esté a punto de ser reducida a nada. 28 Al oír esto y llenarse de cólera, los hombres empezaron a gritar, diciendo: ¡Grande es Artemis de los efesios!” (Hechos, XIX, 26-28). Isis era una divinidad que gozaba de enorme popularidad en la antigua civilización egipcia. Se trataba de una diosa de la naturaleza, virgen y madre. Su culto estuvo ampliamente difundido en la tierra de los faraones y se la representaba ¡con el infante-dios Horus en su regazo!, exactamente igual que María y Jesús, siglos después, por lo que muchos autores la consideran como el antecedente del culto a María, virgen y madre de Jesús.

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Isis con el niño divino Horus en su regazo, claro antecedente del culto de María y Jesús. Astarté, la de los múltiples senos, era otra célebre diosa del cielo ¡entre los pueblos semíticos!; en Éfeso, ciudad de Jonia a orillas del Mar Egeo, predominaba el culto a esta diosa-virgen, conocida también como Istar. Artemisa –Diana de los romanos-, contó con un templo en Éfeso, que se consideró una de las siete maravillas del mundo antiguo. Fue incendiado por Eróstrato, según la

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tradición, la misma noche del nacimiento de Alejandro (356 a n e), con el único fin de adquirir celebridad. Por este acto sacrílego se prohibió mencionar el nombre del piromaníaco. En Grecia la Virgen-Madre era Deméter, identificada con Cibeles, cuyo culto que simbolizaba la fertilidad de la tierra fue ampliamente aceptado en toda la región mediterránea y en parte de Asia. Además, los griegos con su maravillosa mitología y religión, siglos antes del cristianismo, ya celebraban en la época del solsticio de invierno, ¡el natalicio del ‘Hijo’, producto del parto de una Virgen, divina como María, o superior, porque se trataba de una diosa! Entre los romanos la Virgen-Madre era Ceres, así como entre los celtas existió la veneración a la Virgen y Madre, la “Diosa Tierra”, que concibe un niño de manera sobrenatural, igual que María. Así que el culto y veneración a María, ¡jamás alcanzó el grado supremo de diosa!, por las barreras psicológicas del cristianismo, que sobre todo en los primeros tiempos –aunque también en los actuales- no admitía la igualdad cabal frente al varón; prejuicios anacrónicos que acabaron consolidándose en Occidente, por lo que la mentalidad machista profundamente arraigada en esta parte del globo, ¡no puede aceptar la existencia de un ser supremo femenino!. Esto es evidente singularmente en el judaísmo y cristianismo (en Oriente también en el Islam, que asimiló muchos elementos judeo-cristianos). Por esto se da el absurdo teológico de que siendo María madre de Dios, ¡ella misma no es diosa!, sino a lo mucho una doncella engendrada por el semen del espíritu santo. Así y todo el culto a María y a su divino infante, resulta la continuación de los cultos a las vírgenes-diosas del paganismo, que tiene sus raíces más remotas en la “Magna Máter” sumerio-babilónica, ¡no obstante que en el Nuevo Testamento se recuerda sobre los hermanos de Jesús!: “¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y los hermanos de él Santiago y José y Simón

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y Judas?/ 56 Y sus hermanas, ¿no están todas con nosotros? ¿Dónde, entonces , consiguió este hombre todas estas cosas?”188. Marcos ratifica esta noticia: “¿ Y por qué se le habrá dado esta sabiduría a este hombre, y que tales obras poderosas sean ejecutadas por medio de sus manos?/ 3 Este es el carpintero, el hijo de María y el hermano de Santiago y de José y de Judas y de Simón, ¿no es verdad?”189 Esto por otra parte demuestra, de manera irrefutable, que en los más tempranos tiempos del cristianismo, cuando recién se separaba de su matriz judaica (que en su sistema de creencias e ideológico, en razón de ser una sociedad fuertemente patriarcal, ¡nunca contó con el mito de una virgen-diosa!, desde que a la pobre Eva se la “creó” a partir de una costilla de Adán y se olvidó a la primera esposa de éste, Lilith, que según la más antigua tradición fue creada igual que Adán, del barro de la tierra. Tan radical ha sido la idea de entregar al olvido su nombre, que en el Antiguo Testamento consta una sola vez Lilita en Isaías, XXXIV, 14, mientras que en el Talmud sí consta como la primera compañera de Adán), todavía no había surgido la creencia en una virgen madre del hijo de Dios. Únicamente cuando pasaron muchos años, ¡prácticamente tres siglos!, cuando las primeras comunidades cristianas asimilaron una serie de ritos, ideas y creencias de antiguos cultos, entonces comienza a prefigurarse el mito de la Virgen-Madre, como el de muchas religiones paganas, conforme ya hemos visto. En esta importante cuestión del credo cabe agregar que el culto a María jamás alcanzó a desprenderse totalmente de su ingrediente terrenal y por esto mismo el mito no se totalizó, ¡una parte de su imagen no abandonó la tierra!, mientras que el símbolo de María, la progenitora de Jesús, entendido como un sistema de creencias y artículo de fe, ¡nunca pudo alcanzar el grado supremo de diosa, que ya 188 Cf. Mateo, XIII, 55-56. 189 Cf. Marcos, VI, 2 ñ 3.

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habíamos manifestado! Es que el papel protagónico –no lo olvidemos-, siempre tuvo el dios varón: Jehová (Yahvé), durante el judaísmo; Jehová o el Padre Eterno, en la nueva religión, pero con una Trinidad que tampoco admite a ninguna representación femenina: Padre-Hijo-Espíritu Santo. Esta es justamente la barrera sicológica a la que aludimos, profundamente arraigada en el cristianismo: la infinita superioridad que se atribuye al ser divino de sexo masculino, sobre el ser semi-divino y humano, de sexo femenino, con el consiguiente papel secundario de María; esta es una actitud prepotente que atribuye poderes sobrenaturales superiores exclusivamente al dios varón. La mentalidad machista, reciamente arraigada en Occidente190, no ha podido aceptar la existencia de un ser supremo femenino, parigual del masculino, por lo que se presenta el absurdo de que considerándose que María es la madre del Hijo-Dios Jesús, ¡ella misma no es diosa!, sino a lo mucho una doncella engendrada por el semen del Espíritu Santo. Es decir que se destaca no lo sobrenatural que debería tener la madre de Dios, esposa del padre Dios, sino ¡únicamente lo ético pero primordialmente vinculado a lo sexual, porque se proclama que María ha vivido una continencia casi perfecta, en virtud de que después de que consuma el ayuntamiento o cópula con el Espíritu Santo y concibe a Jesús, sí tiene relaciones sexuales con su esposo e incluso numerosa prole! ¿A qué obedeció todo esto? A que desde el mundo de las colectividades que heredaron marcados prejuicios contra el sexo femenino (¡recuérdese que en el Antiguo Testamento se hace constar el menor tiempo que permanece impura la mujer si pare un varón y el mayor tiempo si pare una niña!), se difundió esta situación y la idea absurda de inferioridad, sumisión y dependencia que tuvo la mujer con 190 En Oriente el judaísmo, es igualmente discriminador, con el dios-varón Yahvé o Jehová, así como en el Islam, que asimiló muchos elementos judeo-cristianos, consolidándose el credo machista, con Alá y su profeta Mahoma, y el trato de inferioridad a la mujer.

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relación al varón, especialmente en el judaísmo, matriz principal del cristianismo. Por supuesto que esto no fue así en los tiempos más remotos, ni siquiera en religiones contemporáneas al judaísmo como en la egipcia, asiria, babilónica, griega, etc. En el paleolítico superior, por los múltiples testimonios arqueológicos y de otra índole con los que se cuenta, se conoce que existía una enorme cantidad de representaciones divinas femeninas, como la llamada Venus de Willendorf, de 25.000 a 20.000 años antes de nuestra era- a n e; y respectivamente: la Venus de Dolni Vestonice, de 24.000 años a n e; la Venus de Grimaldi, de 20.000 años; La Venus de Laurel o Dama de la Cuerna, de 23.000 a 20.000, y en nuestra América, la Venus de Valdivia, Ecuador, de hace unos 5.000 años. Todas estas figuras, las más antiguas representaciones antropomórficas conocidas en el mundo, talladas en piedra, arcilla o esteatita, hace milenios, ¡representan a divinidades femeninas!, no masculinas, porque la mujer en esos tiempos constituyó elemento fundamental de las primitivas comunidades y aportó sustancialmente al proceso de evolución que desembocó en la civilización de la que ahora nos vanagloriamos. Otrosí. Yo he manifestado alguna vez que la historia -universal, regional o local- la han escrito los vencedores, que no solamente son aquellos que triunfan con las armas en la mano sino también con el poder del dinero; pero resulta que hace 5000 años, cuando se cambió radicalmente la forma de economía se consolidó el patriarcado, el dominio del varón y junto con esto las divinidades femeninas que prevalecieron en el mundo mítico-religioso del Paleolítico Superior y también del Neolítico, cedieron la primacía a los dioses masculinos, con algunas excepciones, como justamente ha sido el culto a Astarté, Artemisa, Cibeles, Isis, Deméter, etc., que continuaron reinando en las antiguas civilizaciones de la región del Mediterráneo y de Oriente Próximo, mientras la mayoría de divinidades femeninas pasaron a segundo plano,

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porque desde esa época ¡se consolidó el poder del varón!. Desde esos tiempos, nos viene el machismo que incluye el dominio de las divinidades masculinas. Por esta razón Zeus, es el dios supremo varón; Yaveh, igual; Buda, el Dios cristiano identificado con el Jehová del judaísmo y Alá, igual. ¿Cómo evolucionó el culto a María? El escritor católico J. M. Kaydeda en su voluminosa obra sobre los apócrifos191, da cuenta de un grupo de vírgenes que precedieron a María, ¡fecundadas todas ellas por una divinidad!: Ceres, entre los romanos; Deméter-Cibeles, en los griegos; la Diosa tierra, virgen y madre, entre los celtas; Minerva Crecopiana, de los atenienses. Las deidades del panteón sumerio-babilónico, derivarían de Magna – Máter, reina del cielo y “Virgo Coeletis”. La “Reina Virgen” celestial que concibe un Niño-Dios, el Salvador, tiene sus lejanos orígenes en la observación de los primeros fenómenos astronómicos. Muy posteriormente al surgimiento del cristianismo, como habíamos señalado, empezó a surgir, todavía brumosamente, el culto a María, pero bajo la ineludible influencia de los inmemoriales cultos a la diosa-madre, especialmente de las antiguas religiones de Oriente. Para empezar, la leyenda que comenzó a circular en esos tiempos, le trasladó a María ¡desde Palestina a Éfeso!, desde donde ella supuestamente ascendió al paraíso celestial. Pero lo que la historia oficial nunca ha dicho es que esta ciudad fue famosa en el mundo antiguo, porque ¡fue el centro principal del culto a Artemis o Artemisa!, divinidad griega que corresponde a Diana de los romanos, hermana de Apolo, divinidad de la Luna, ¡consagrada a la virginidad, la castidad y protectora de la mujer grávida! Su culto, muy célebre en Éfeso, era celebrado con toda pompa por hieródulos y eunucos. Sin embargo lo más importante en estas cuestiones de antiguos cultos, radica en que los salmos en honor a la 191 Cf. José María Kaydeda. ìLos Apócrifos y Otros Libros Prohibidosî. Grupo Libro 88, 1992, Madrid, España, p. 746 y ss.

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Virgen María del cristianismo, ¡reeditan casi textualmente las letanías en honor a otra diosa, Isis!, de origen egipcio. Se trataba –porque ya solamente es un recuerdo su “existencia”- de la hermana y esposa de Osiris, madre de Horus y se la representaba exactamente como a María con su infante Jesús: ¡amamantando al pequeño Horus, que reposa en su divino regazo!, como puede verse en la respectiva ilustración (Pág. 226), Pues bien: esos cánticos y letanías a Isis, que fueron trascriptos casi textualmente al culto a María, han logrado conservarse parcialmente en los manuscritos de papiro: “Estrella del Mar”, “Protectora de los Navegantes”, “Estrella de la Mañana”, “Reina de la Tierra” Luego tenemos el caso de Osiris-Dionisos, hijo de Dios y de madre Virgen humana, como María. ¡El también nace en una cueva o establo un 25 de diciembre y muere en tiempo de Pascua!. Asombroso parecido, ¿verdad? En general el nacimiento de seres humanos de una virgen fecundada por una divinidad, fue creencia común y corriente en el mundo pagano, siglos antes del surgimiento del cristianismo, que precisamente asimiló esas creencias. En el mismo Egipto, fecundo en fascinantes mitos, el divino Thot anuncia a la reina virgen Nutemuia, esposa del faraón Tutmés IV, que dará a luz un hijo que será el futuro rey Amenofis III; el legendario monarca babilónico, Gilgamesh (2.650 a n e), asimismo nace de una virgen, hija del soberano Sakharos, ¡fecundada por el dios supremo Shamash!. El mitológico héroe griego Perseo, engendrado en el vientre de Dánae, virgen encerrada en una cámara subterránea de bronce por su progenitor, que así quería evitar que se cumpla la profecía sobre su fecundación extra terrenal, sin embargo fue fecundada por el omnisciente Zeus, que penetrando por una hendidura de la cámara, tomó la forma de lluvia dorada y depositó su divino semen en el útero de la doncella. Pitágoras (570-490 a n e) y Platón (427-347 a n e), filósofos insignes, después de su muerte también fueron mi-

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tificados en cuanto a su nacimiento, pues se afirmaba que ¡eran hijos de virgen en cada caso!192 La única diferencia con relación a Jesús, radica en que luego de la derrota del paganismo el mito que rodeaba a estos filósofos no prosperó, sino su obra filosófica. En cambio sí se consolidó el mito de Jesús La teogamia, por otra parte, fue muy frecuente en ese mundo antiguo. Por ejemplo Drusila, hija del feroz Calígula, tiene un nacimiento divino; Júpiter Capitolino, como padre de la niña, actúa junto a Calígula; luego presentan a la recién nacida en el templo de Júpiter y la sientan en rodillas del Dios romano, “como si fuera su hijo”. Ulteriormente la conducen ante Minerva, ¡diosa-virgen!, encargada de la lactancia193. María reina ¡únicamente desde el Siglo V! Considerando todas estas cuestiones, conviene recordar que el culto a María no se estableció pacíficamente, sino todo lo contrario. Discusiones acaloradísimas e incluso violentas entre las facciones religiosas cristianas rivales, marcaron el origen del culto, hace 1500 años atrás, como veremos en seguida, porque no todos los grupos cristianos que pululaban en el siglo V, estuvieron de acuerdo en atribuir a María el título de madre de Dios, sobre su divinización. Todo esto se resolvió luego de una lucha tenaz, con el triunfo de la fórmula más radical de veneración a la Virgen [cabe advertir, en este punto, que la madre de Jesús, ¡no pudo ser concebida y parida con el pecado original que pesa terriblemente sobre todo el género humano! -excepto, claro está, los afortunados homínidos: el Homo habilis, Homo ergaster, Homo erectus, H. neanderthalensis e incluso el Cro-magnon-, desde Adán hasta nuestros días]. Lean mis conciudadanos, a los primeros escritores 192 Cf. Zenón Kozidovski. Skazania Evangelistov. También: Timothy Freeke y Peter Gandy. Los Misterios de Jesús; Pepe Rodríguez: Mentiras Fundamentales de la Iglesia Católica. 193 Cf. Claude-Brigite Carcenal Pujol. Jesús: 3000 años antes de Cristo. Plaza & Janes Editores S. A., Barcelona, España, 1994, p. 43.

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cristianos y comprobarán hasta la saciedad que no exagero en lo mínimo, cuando apunto estas cuestiones. Por ejemplo Tertuliano (155 – 222?), uno de los primeros Padres de la Iglesia, consideraba que María, una vez que dio a luz a Jesús, tuvo una vida conyugal de lo más normal, con su esposo José (en esa época todavía no circulaba la versión, indudablemente falaz, del matrimonio extremadamente desigual, cronológicamente hablando, entre el senil e impotente José y la doncella María); Orígenes (182-254), exegeta y teologista alejandrino, en su orden, afirmaba que Jesús efectivamente tuvo hermanas y hermanos, conforme lo señalan los Evangelistas más tempranos. Y San Agustín (354-430), vástago de un paradójico tálamo nupcial, pues su padre fue pagano y su madre cristiana, y él mismo en su juventud abandonó el cristianismo, se identificó con la filosofía platónica, con el pensamiento de Cicerón y con las tesis maniqueas sobre el bien y el mal, ¡nunca estuvo completamente convencido de la concepción inmaculada (o casta, o pura) de María, lo que significa que dudaba de la leyenda -pues ¡eso es y nada más!- de la virginidad permanente de María. Lo cierto es que en los años 431 y 449 se llevaron a cabo dos concilios universales, justamente en Éfeso, el legendario centro del culto a la diosa-madre Artemisa. Pero lo más extraordinario y que generalmente no consta en las historias oficiales, radica en que ¡bajo la influencia y abrumadora presión de los continuadores de la veneración a Artemisa!, uno y otro concilios establecieron que María era la “madre de Dios”, fenómeno que se conoce como “Theotokos” (El término traduce nacimiento de Dios). No obstante lo expuesto, la situación en la cual se logró tomar esta resolución fue extremadamente tensa y violenta, como ya señalamos. En primer lugar, los partidarios del culto a María se aseguraron la victoria de su tesis recurriendo a la siguiente estrategia: a la entrada del local en donde se realizaba el concilio, se colocó guardias que tenían la consigna de no permitir el ingreso a los miembros

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de la oposición. Los epíscopes (u obispos) a los que no se hacía extensiva esta prevención, entraban libremente y se trenzaban en fogosas discusiones que llegaron a excesos: ofensas verbales, mutuas maldiciones, se tiraban de las barbas e incluso ¡se lanzaron a los puños! El arcipreste Nikíforo relata de la siguiente manera esta borrascosa reunión “sacra”: “Flaviano (contrario al culto a María. M. R.), fue agredido por Dióscuro a puñetazos y puntapiés en el vientre, por lo que murió tres días después”194 . Una vez que triunfó en Éfeso la tesis de los partidarios del culto a María, rápidamente se difundió la nueva y avanzó a Italia, primordialmente a Roma, en donde el Papa Sixto III (432-440) dispuso la construcción de la Basílica de “Santa María Mayor”, ¡en el mismo lugar en donde tiempos atrás se levantaba el templo dedicado a la diosamadre Juno! (más o menos como en la actualidad logró consumar –doy las debidas disculpas por esta reiteración-, la poderosa comunidad franciscana de Azogues, dueña de un enorme predio urbano en el sur-este de la ciudad, erigiendo un costoso monumento en la cumbre del Abuga, la montaña sacra y santuario cañari, vinculada a la leyenda sobre el diluvio, ¡con el visto bueno de unos arqueólogos asaz indulgentes con relación a un evidente atentado al patrimonio arqueológico y cultural de Azogues y el Cañar, y del Instituto de Patrimonio Cultural! Todo esto, según se ha manifestado, no para pescar las almas de los extraviados, sino ¡para captar el dinero de los fieles migrantes!), visitada por innumerables fieles romanos y de otras latitudes. Era una estratagema más para enterrar al paganismo, que se resistía a morir. Pero todavía hubo objeciones y rechazo al culto mariano a través de los siglos y únicamente el año 1854, es decir casi a los 2000 años del supuesto nacimiento de María, 194 Cf. ìHistory of the Churchî. Vol. 146. En: Zenón Kozidovski. ìRelatos de los Evangelistasî (Versión en idioma ruso). Editorial POLITIZDAT, Moscú, URSS, 1979, p. 166.

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durante el reinado del Papa Pío IX, el culto y veneración a María, sobre todo el dogma de su inmaculada concepción, fue oficializado, como un desafío al “irracionalismo seglar del liberalismo del siglo XIX”. En cambio el dogma sobre la ascensión a los cielos, fue reconocido por otro Papa, Pío XII, el año 1949195 Recordemos que este Papa fue un retrógrado desvergonzado, que encubrió los atroces crímenes de los nazis e incluso ayudó a los más encumbrados miembros del nazismo a viajar como refugiados a nuestra América. Sin embargo, ha sido beatificado y…¡santificado!, y por lo tanto debe estar gozando de las bienaventuranzas del paraíso celestial, en unión de otros santos de dudosa moral, como Escrivá de Balaguer, el conmilitón del dictador Franco, de España y amigo del desalmado y pícaro Pinochet. ¿Por qué fue así? Porque el culto a la virgen María, como ya hemos manifestado más de una vez, fue la continuación de esas creencias inmemoriales paganas: la idea de una Reina Virgen y Madre Celestial que concibe un niño Dios-Salvador, tuvo su origen en la tenaz observación de los fenómenos celestes, especialmente de la Constelación de Virgo, ¡la más respetada y venerada entre todos los signos del Zodíaco, en los pueblos antiguos del Viejo Mundo! Esta es la explicación para que, por lo menos desde hace 1000 años el mundo católico y ortodoxo -¡no el protestante, por acaso!- conmemore el 8 de septiembre como el natalicio de María y el 15 de agosto como su muerte. Una y otra fechas ¡se relacionan respectivamente con el orto o aparición y el ocaso o puesta de la poco conocida estrella “Spica”, de dicha constelación!, denominada también “La Espiga” y considerada de primera magnitud196. Esto también lo admite Jeremías, por cuanto 2000 años a n e, conforme al calendario Juliano, ¡el 8 de septiem195 Cf. Ambrosio Donini. ìStoria del Crestianesimoî (Versión en Ruso). E. POLITIZDAT, Moscú, 1979, p. 69. 196 Cf. Diccionario Enciclopédico UTEHA, 10 tomos, México, 1953, Tomo X, p. 924.

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bre era el día en que “Spica”, la estrella más importante de la constelación de Virgo, se hacía visible separándose de la luz solar, después de haber estado oculta durante cuarenta días. Este era el día de su nacimiento197 (Lo subrayado es nuestro. M. R.). Así que el día de la muerte de María se recuerda ¡en la misma fecha en que “Spica” entra nuevamente en el ocaso, es decir el 15 de agosto. Algunos no conocerán, igualmente, que Virgo es el epíteto romano de Minerva, la Atenea de la religión griega, que significa ¡La Virgen por excelencia! Sin embargo, el paganismo ha sido entendido con desprecio, descalificado y la negación y las persecuciones de las que fue objeto, primordialmente tuvieron lugar ¡más de medio milenio antes del surgimiento de la Inquisición!, que asimismo se prolongó por algunas centurias, escribiendo una de las páginas más violentas y crueles de la historia de la humanidad. 6.TODOS FUERON Y SON PAGANOS. Moisés, el sacerdote Eleazar y todos los príncipes de la asamblea salieron a su encuentro fuera del campamento; 14 y airado Moisés contra los jefes de las centenas que venían del combate, 15 les dijo: “¿Por qué habéis dejado la vida a las mujeres? 16. Fueron ellas las que por consejo de Balam arrastraron a los hijos de Israel a ser infieles a Yavé en lo de Fogor. 17 Matad de los niños a todo varón, y de las mujeres a cuantas han conocido lecho de varón” Números. XXXI, 13-17- (Moisés en este pasaje supera largamente en crueldad a Herodes, relacionado con la fábula de la degollación de los inocentes. M. R.) 197 Cf. Los Apócrifos y Otros Libros Prohibidos. pp. 746-747.

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¿En qué período de la historia surge el paganismo? ¿En qué territorios prosperó el mismo? En la antigüedad, especialmente durante las civilizaciones griega y romana, habiéndose prolongado desde el siglo VIII a n e, aproximadamente, cuando surge al mundo literario la figura de Hesíodo, uno de los más famosos poetas griegos de la antigüedad (¡después del legendario Homero!), quien en su obra capital, “Teogonía”, relata con notable detalle sobre la creación del mundo, de los dioses, del cielo y los cuerpos celestes, hasta el siglo IV d n e, cuando fue violentamente liquidado por la religión triunfante, el cristianismo; pero si hemos de aceptar las definiciones oficiales de paganismo, ¡este es el estado religioso de los pueblos no evangelizados! Por consiguiente, paganos también serían en la antigüedad sumerios, babilonios, egipcios, asirios y en América, los pueblos precolombinos, sin excepción. En este punto consideramos procedente exponer nuestro criterio sobre lo que realmente se entendería por paganismo, al margen de las limitadas, cuanto sesgadas definiciones que hemos trascrito al comienzo de este estudio. En primer lugar, procede señalar que este concepto fue puesto en boga en el siglo IV por los teólogos y exegetas del cristianismo, singularmente de su principal rama, el catolicismo, que en nuestro Hemisferio Occidental fue la ideología dominante durante el feudalismo, y que también ahora tiene una indudable influencia, considerando que aproximadamente son mil millones los fieles católicos. Esto sucedió en aquellos tiempos cuando los habitantes de las ciudades de Europa fueron convertidos al cristianismo, mientras que los moradores de las aldeas, más reticentes y apegados a la tradición con relación al nuevo credo, seguían honrando a sus antiguos dioses. Considerando todos estos antecedentes, podemos señalar que la historia es completamente diferente a la forma como nos han relatado los fabuladores oficiales: ¡fue el

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paganismo, no el cristianismo, la víctima de la “propaganda hostil”!; por lo demás, todo o casi todo lo pagano ha sido entendido con desprecio, descalificado y la negación y las persecuciones de las que fue objeto, como ya anotamos, ocurrieron ¡más de cinco siglos antes del surgimiento de la “santa” Inquisición!, que significó una lóbrega mazmorra de torturas y una gigantesca picadora de carne. Por lo tanto, no es de admirarse que incluso en los tiempos actuales la opinión pública del mundo occidental haya sido casi unánimemente injusta e insulsa al momento de juzgar los “elevados ideales” y “bondades” de la civilización cristiano-occidental, frente a los “primitivismos” e “idolatrías” del paganismo. Justamente estos viejos prejuicios e ideas equivocadas e injustas son los que se encuentran reflejados en las definiciones de los diccionarios y enciclopedias que hemos citado. Pero, ¿por qué acuñaron este vocablo los teólogos del monoteísmo cristiano? Para identificar la cultura, tradiciones, creencias, ceremonias y fiestas elaboradas y practicadas por los pueblos pre-cristianos en el curso de muchos siglos, incluso de milenios de historia de la humanidad, precisamente hasta el surgimiento de ese monoteísmo, que ¡nunca ha sido genuino ni cabal! No obstante lo dicho, procede precisar que el término paganismo, entendido como el “…conjunto de creencias e instituciones religiosas del mundo clásico grecorromano…”, y el adjetivo y sustantivo pagano, utilizado para designar “…a los idólatras y politeístas, especialmente a los antiguos griegos y romanos…”198, ¡carecen de un auténtico contenido científico!, porque son el producto de insuperados prejuicios y son postizos por cuanto no reflejan correctamente la realidad. ¿Por qué afirmamos esto? En virtud de las siguientes razones convincentes, soslayadas por la historia oficial durante siglos: 198 Cf. Diccionario Enciclopédico UTEHA. Unión Tipográfica Editorial Hispanoamericana, México, D. F., México, 1953. Tomos I ñ X. Tomo VIII, p. 22.

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Las diversas creencias, ritos y ceremonias de magia, animismo, fetichismo, totemismo, politeísmo; el culto a la Trinidad, al dios-infante, a la madre-virgen, al divino niño engendrado milagrosamente (generalmente de un dios y de una mujer virgen); los ritos de purificación mediante el agua; la resurrección del dios mártir y ejecutado (Mitra, Dionisos, Orfeo, Osiris, Adonis, ¡resucitan igual que el judío Jesús del cristianismo!); la comunión del cuerpo y sangre de dios (“misterio” que no es otra cosa que las reminiscencias de antiquísimos cultos totémicos, cuando el participante en los ritos ingería la carne y bebía la sangre del animal sagrado o totémico), etc., etc., que serían propios del paganismo, ¡igualmente son elementos constitutivos, sin exclusión, de todas las religiones denominadas monoteístas!, como el judaísmo, cristianismo o Islam y fueron elaborados en el curso de muchos siglos de desarrollo de la humanidad, hasta el surgimiento de dicho monoteísmo, que por las razones señaladas, reiteramos que nunca ha sido íntegro. Pero hay algo más en esta cuestión. Es indudable que la hermosa mitología de la polis griega, ya no respondía en el grado deseable, a las demandas que en diversos órdenes se plantearon durante el helenismo. El mismo Alejandro Magno, discípulo ilustre del Estagirita, contribuyó con sus conquistas al ocaso de la ciudad-Estado, símbolo de la estructura socio-política de Grecia. Y aquella estructura dinámica que movilizaba las fuerzas sociales de la colectividad organizada, que cohesionaba a sus miembros –ciudadanos, no súbditos-, periclitará definitivamente en el siglo III de nuestra era, siendo sustituida por el imperio del período helenístico, teniendo como su elemento constitutivo fundamental al vasallo, en lugar del ciudadano. En estas condiciones, tampoco resultaban muy viables las antiguas religiones de Oriente que, a diferencia de los cultos de Grecia y Roma, constituyeron el soporte ideológico de esos despotismos orientales y tenían una limitación prácticamente insuperable: su nacionalismo estrecho

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y exaltado, si se exceptúa la amplia difusión del mitraísmo en tiempos del decadente Imperio romano, que se identificó grandemente con el culto del dios-sol, por lo tanto el más peligroso competidor del flamante credo, el cristianismo, también venido de Oriente Próximo y heredero del judaísmo y de las creencias y ritos de otras religiones, como la de Osiris, Dionisos, Mitra, etc. Pero cabe señalar que el paganismo en sus postrimerías igualmente se orientó al monoteísmo, especialmente la religión egipcia. Esto obedecía a que los sacerdotes y gobernantes de los antiguos Estados de Oriente, bregaron por el reforzamiento del dios único, tanto por los intereses de consolidación político-ideológica de sus Estados, como para lograr un más efectivo sometimiento de sus vasallos, con la excepción de la casta sacerdotal del Antiguo Egipto, que se opuso a la monoteización de las divinidades en la figura de Amón-Ra, por la amenaza a sus privilegios económicos y al poder que detentaban. De hecho en el Imperio romano, en donde el paganismo alcanzaría su grado más elevado de expresión, el problema religioso se complicó notablemente, porque en su crisol social se liquidaban seculares fronteras de múltiples pueblos y naciones que habían entrado a formar parte del todopoderoso “mega” Estado. En estas condiciones, la construcción de la estructura social del imperio, que se prolongó por algunos siglos, arrastró consigo a esa liquidación de antiguas religiones locales. El proceso comenzó en la época helena y se consumó en tiempos de Roma, con la prolongada y compleja formación de esa religiosidad monoteísta, que correspondía a las condiciones y demandas del Estado “mundial”, la “Ciudad Eterna”. En esta cuestión jugó un papel indudablemente importante el sincretismo de la religión “pagana”, que se caracterizó por la mutua asimilación de creencias religiosas y cultos de los más diversos pueblos de la vasta región medi-

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terránea: Adonis, Osiris y Atis, Zeus y Júpiter, Afrodita y Venus, Dionisos y Osiris, Rea y Cibeles, Hera y Juno, Deméter y Ceres, Artemisa y Diana, Isis e Ishtar, Helios y Mitra, Palas Atenea y Minerva, constituían el más grande mosaico de divinidades identificadas entre sí en el gran panteón pagano. Además, como ya anotamos brevemente, la veneración de los dioses que sufrían martirios, morían y resucitaban, como el mismo Osiris, como Dionisos, como Mitra, representantes de las antiquísimas creencias y personificaciones de los elementos de la naturaleza (como el Yahveh judío, originalmente divinidad de la principal tribu de este pueblo y que encarnaba determinados fenómenos de la naturaleza), sobre todo de la flora, con sus ciclos anuales, fue cosa común y corriente. En las condiciones de complicación extrema de la vida de las ciudades heleno-romanas, estas representaciones divinas adquirieron un hondo simbolismo: emergió a primera plana la creencia ya arraigada de los sufrimientos expiatorios de los dioses; surgieron multitud de comunidades religiosas de gentes de las más diversas nacionalidades, que se concentraban en las desperdigadas ciudades del vasto imperio. Esas gentes, carentes de una real salida a sus sufrimientos y privaciones de la vida real, en su mayoría sin cultura, incluso analfabeta, dominada por las supersticiones, buscaron afanosamente en el mundo de ultratumba un consuelo y esperanza, lo que explica que participaran fervientemente en los diferentes cultos mistéricos, varios siglos antes del surgimiento del cristianismo. En dichos cultos en los que asimismo tomaron activa y entusiasta participación pensadores como Pitágoras e incluso Platón, las gentes creían encontrar una garantía para el futuro, la salvación del espíritu (o alma, pues sí existe una sutil diferencia entre estos conceptos y términos) después de la muerte. Cabe señalar, asimismo, que las ideas y representa-

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ciones sobre la inmortalidad del alma, ¡ya se desarrollaron a partir del siglo VI a n e!, en el seno de las comunidades órfico-pitagóricas, es decir del despreciado paganismo, por lo que se convirtieron en el componente indispensable de los famosos Misterios de Eleusis, ya vistos. Por todo esto, la nueva religión, de carácter internacional, si cabe el término, se fundamentó en el exuberante aporte de ideas, creencias y mitos de todo el período precedente, sin dejar de reflejar las condiciones de profunda desigualdad e injusticia que vivía el sistema esclavista. En efecto, el surgimiento del mito sobre la posibilidad de liberación del ser humano en el mundo de “ultratumba”, de la “inmortalidad” y el “eterno goce” o “bienaventuranza” para los buenos (o, caso contrario, de los “tormentos eternos” para los réprobos), fue altamente condicionado por las reiteradas derrotas de los esclavos y de los representantes de las clases marginadas de aquella sociedad, en su lucha por la reestructuración social, por alcanzar una existencia más digna, más humana, más equitativa, pero originalmente ¡aquí en este mismo mundo!199. Entonces, los duros reveses de los subyugados frente a los opresores, la desdicha permanente de millones de esclavos y pobres, la vigencia de un sistema asaz injusto, la inmensa decepción ante la imposibilidad de sacudirse del yugo opresor mediante el empleo de las armas (la derrota y muerte, junto con numerosos de sus compañeros, de Espartaco, el más grande líder de las rebeliones de esclavos, fue demostración elocuente de la imposibilidad de conseguir un cambio mediante la lucha armada); los fracasos de la serie de levantamientos de los pueblos de Oriente Próximo, especialmente de Palestina, convertida en provincia oriental del 199 Tómese en consideración que de los aproximadamente 80 millones de personas que vivían en esos tiempos en la famosa cuenca del Mar Mediterráneo, ¡solamente unos 2 a 3 millones eran personas libres!, mientras que al resto, es decir a la inmensa mayoría, no se les consideraba gentes. Cf. A. Donini: Raffaele Pettazzoni e gli studi storico-religiosi in Italia. Bologna, 1961, p. 64, 66. Cf. A. Donini: Raffaele Pettazzoni e gli studi storico-religiosi in Italia. Bologna, 1961, p. 64, 66 (En: Вопросы ������������������������� Научного Атеизма – Problemas del Ateísmo Científico. Editorial Mysl, Moscú, URSS, 1965, p. 81).

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Imperio romano, condujo a la idea de que ya no era posible alcanzar la libertad por medios humanos, terrenales, que la única salida era la de ultratumba, por medio de un Mesías, lo que en fin de cuentas devino en el afianzamiento y consolidación del mito cristiano, una vez que, paradójicamente, ¡fue convertido en histórico!, en las entrañas del decadente Imperio, y con él, del inhumano sistema esclavista, aunque su agonía se prolongará hasta los primeros siglos de la nueva era. Desde luego, procede aclarar que no se trata del mito de Jesús, sino del de Cristo, porque la mitificación ¡se dio a partir del apelativo divinizado, Cristo, que en griego precisamente traduce mesías o ungido! Por lo tanto, el hombre de ese sistema, profundamente injusto, cruel, en descomposición y decadencia, creó en su imaginación un mundo sobrenatural en el que, extrañamente, reprodujo de manera fantástica, al margen de las leyes de causa y efecto, su propia desdichada existencia terrenal. Por esta razón irrefutable e inconcusa, el HombreDios de los primeros cristianos, apenas separados de la matriz judaica, ¡sufre los mismos escarnios, los mismos agravios, tormentos y penas, las mismas injusticias que en la vida real padecían quienes lo imaginaron y terminaron convirtiendo en dios a un ser humano! Incluso acaba crucificado como los esclavos, delincuentes o aquellos disidentes que se consideraba que atentaban contra el Estado imperial y el orden constituido, y también como otros dioses del antiguo panteón pagano, como ya señalamos en capítulo anterior. En el caso de Jesús-Cristo la historia y la leyenda confluyen y culminan borrando sus fronteras y el relato del Cristo crucificado se aproxima grandemente a los más sobresalientes mitos paganos, cumpliéndose la maldición de que todos, sin excepción, algo tuvieron y tienen de paganos. No olvidemos que también Mitra, la célebre divinidad que en tiempos remotos fue venerada entre persas e hindúes y cuyo culto posteriormente se hizo muy popular en

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todos los confines del Imperio romano, compitiendo exitosamente con el cristianismo, moría y resucitaba igual que el Mesías del flamante credo. A Mitra se le consideraba renovador del mundo y purificador de las almas. Dionisos, ya lo hemos manifestado, también moría en la cruz y su cuerpo y su sangre ¡eran tomados como alimento y bebida sacramental! Pero existe algo más en esta cuestión de las resurrecciones de los antiguos dioses que precedieron a Jesús: la resurrección de Atis se festejaba ¡el 25 de marzo!, suceso tan fausto que oficialmente se conmemoraba en Roma. Por esto no nos admire que la antigua tradición del cristianismo igualmente haya festejado el retorno de Cristo de ultratumba, ¡el 25 de marzo! ¿Quién copiaba a quién? Por supuesto que no era Atis el copista… Es que esta divinidad que precedió en algunos siglos a Cristo, simbolizaba el proceso vital de la naturaleza, ¡justamente con su muerte en invierno y su resurrección en primavera!. Además Atis retornaba a la vida al tercer día de haber fallecido, razón por la cual su culto que fue muy popular en la región del Mediterráneo, especialmente en Grecia, fue blanco de feroces ataques de parte de los primitivos cristianos, que veían en semejante paralelismo nada menos que la obra del demonio. De acuerdo a Plutarco200, a la representación del divino Osiris muerto, divinidad que surgió varios siglos antes de Jesús, ¡se le ungía con mirra y luego se le envolvía con un lienzo!, exactamente igual como se hizo muy posteriormente con el mártir del Gólgota, de acuerdo con la leyenda cristiana. Aquel dios asimismo había descendido al infierno y retornado al tercer día al mundo de los vivos, para luego ascender al cielo. Según el famoso etnólogo inglés James Frazer201 (1854 – 1941), los iniciados en los misterios de Adonis cada 200 Cf. Plutarco. “De Iside et Osiride”. Oxford Universit/ Press, 1993. 201 Cf. J. Frazer. “La rama dorada” (versión rusa), Editorial POLITIZDAT, Moscú, URSS. 1980

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año lamentaban su muerte -¡se trataba de un dios-hombre como Jesús!-, al son de sonidos musicales de flautas, con golpes de pecho, llorando, pero con el consuelo que resucitaba ¡al tercer día!, en presencia de sus fieles. Por todo esto no encontró mayores dificultades el nuevo mito relacionado con la resurrección de Cristo. Pero en esta cuestión procede una pregunta: ¿Por qué han sido tan manifiestos estos mitos de la muerte y resurrección de los dioses en Europa, en la región del Mediterráneo, particularmente en Grecia, Italia, en Egipto, Persia, Súmer, Siria, Palestina, en el Oriente Próximo, mientras que en América Precolombina prácticamente no existen testimonios al respecto? Porque en los mencionados países del Viejo Mundo los cambios en la naturaleza siempre fueron más espectaculares, por ser de cuatro estaciones marcadas. Entonces, al hombre antiguo de Eurasia debió provocarle honda impresión lo que sucedía en invierno: el congelamiento de los ríos, la pérdida de follaje de los árboles, como si estuvieran secos y muertos, las plantas despojadas de sus flores, parecían definitivamente marchitas, la tierra de las praderas y sabanas carentes de todo manto vegetal. En cambio en primavera la vida retornaba como milagrosamente: empezaba con el deshielo, reverdecían las plantas, brotaban las flores como por encanto, los animales emergían de sus madrigueras, las aves con sus trinos avisaban que habían retornado de sus migraciones. En nuestra América, en las regiones en donde surgieron notables culturas (México, Centro América, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia), no han sido tan específicos estos procesos de la naturaleza, no existen las cuatro estaciones marcadas, razón por la que no se encuentran dioses que mueren y resucitan, como Osiris, Adonis, Atis, Mitra, Dionisos o el Mesías cristiano. Esa es la explicación racional. Por otra parte la confesión a la que suelen recurrir los fieles que se consideran pecadores (¡incluyendo los devotos del culto mariano de la muy católica y tradicional

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Universidad de Cuenca, que en cada mes de mayo se confiesan sus “pecados veniales” o “mortales” y luego ya, libres de toda culpa, toman el “cuerpo y sangre” del Redentor!), tampoco es original del cristianismo, por cuanto los iniciados en los famosos Misterios de Eleusis, ¡se confesaban las malas acciones en las que habían incurrido!; en general los iniciados en dichos Misterios se purificaban, previamente confesando públicamente -¡no ante un fraile!sus actos considerados incorrectos y reprochables. Pero bien: es necesaria una breve explicación sobre el significado y la trayectoria del mesías. Originalmente en el judaísmo, del antiguo ‘mashiah’, simplemente significaba ungido, porque a los reyes hebreos, previo a la entronización, pero también a los sumos sacerdotes y profetas, se les sometía a una ceremonia de unción con aceite. En griego mesías es Xpioto (‘christos’), es decir Cristo, en español. (La palabra que más se parece a la denominación en griego, es Xpucmoc, en ruso, por el parentesco que guardan estas lenguas, a través del antiguo eslavo, que estructuró su alfabeto en base al griego). Después de la desaparición del Estado hebreo, en los “libros” de los profetas se formó de una manera gradual la doctrina sobre el mesías, como el futuro liberador de la nación hebrea del yugo extranjero, con medios terrenales –el empleo de armas-, aunque con la intervención de fuerzas sobrenaturales, a fin de restaurar la alianza entre el “pueblo elegido”, el hebreo y su dios, Yahvé. A medida que sufrían un fiasco los frecuentes intentos de liberación nacional, la espera en la venida del mesías tomó cada vez un mayor carácter místico, hasta que en el cristianismo asumió un sentido totalmente escatológico. La difusión del cristianismo entre los más diversos pueblos del imperio, una vez que triunfó sobre su principal competidor, el mitraísmo, y una vez que se le declaró religión oficial del Imperio romano durante el reinado de Constantino, llamado el Grande, merced a la implacable persecución al paganismo y la destrucción de sus templos y obras, acor-

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de con la escatología cristiana la nueva venida del mesías (o Cristo), debía seguir a la primera venida, durante la cual el mesías cumple únicamente con la misión que le encargara su dios-padre, Jehová o Yahvé, la antigua divinidad del judaísmo, dotada de nuevos atributos sobrenaturales, depurada de ciertos elementos politeístas y de sus funciones punitivo-vengadoras. Entonces, esa difusión del nuevo credo en el vasto Imperio, produjo una ulterior transformación: su segunda venida debía significar la liberación de las desgracias y sufrimientos de ¡toda la humanidad!, no solamente del “pueblo elegido”. La fuente del mal, que de hecho condicionaba la necesidad de la expiación, ¡se transfirió al “pecado original” de Adán y Eva, del judaísmo!, con lo que el cristianismo asimiló de esa religión matriz dos importantes elementos dogmáticos: el del pecado y el de los primeros padres. Lo cierto es que la confluencia y fusión de pueblos de Oriente y Occidente, que señala con toda razón un destacado autor202, el acercamiento de diferentes países entre sí, no pudo dejar de conducir, consecuentemente, a allegar e incluso fusionar las religiones. En efecto, los dioses nacionales de Egipto, Babilonia, Asiria, Persia, Irán, Armenia, adquirieron los rasgos de las deidades helénicas y en el Olimpo “se domiciliaron las divinidades orientales. La escatología persa y la representación judaica sobre la única sustancia, se mezclaron con la doctrina platónica sobre el bien y la inmortalidad del alma, con la concepción estoica del ‘logos’ (debemos decir, desde luego, que uno de los primeros filósofos que utilizó el término ‘logos’, fue Heráclito de Éfeso –h. 544 – 480 a n e-, así como muy posteriormente fue manejado por el filósofo pagano Epícteto –Hierápolis, h. 50 – Nicópolis, h. 140 d n e, representante del nuevo estoicismo. Su discípulo Flavio Arriano, fue gran sacerdote de Ceres, en Nicomedia. M. R.) y la bondad; los cultos de Oriente cerraron filas [o empalmaron] con la filosofía especulativa griega, y en esta base surgió la nueva religión sincrética, el cristianismo”203. 202 Cf. V. K. Chaloyán. Op. Cit., p. 53. 203 Cf. V. K. Chaloyán. Ibid., p. 53 (La traducción es nuestra. M. R.).

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7. HELENISMO EN LA TIERRA PROMETIDA. Esas opiniones (religiosas) no tienen ningún fundamento sólido; toda religión es un edificio en el aire; la teología no es más que ignorancia de las causas naturales y una larga ristra de quimeras y contradicciones. Barón d’ Holbach. El Buen juicio (prefacio). Desde Alejandro Magno. Los historiadores estiman que el período helenístico se extiende desde la muerte de Alejandro Magno, quizá el más grande y famoso conquistador del Mundo Antiguo, hasta la incorporación de Egipto al Imperio Romano, es decir desde 323 a n e hasta 30 a n e. Sin embargo, otros autores consideran que la influencia helénica se prolongó unos siglos más204. ¿En dónde se sintió especialmente la influencia de la cultura helénica? Primordialmente en el mundo Mediterráneo, en donde florecieron las más importantes culturas de esa época y significó la difusión más vasta de la cultura griega y por lo tanto pagana. Históricamente el legendario imperio, a la muerte de Alejandro, quedó dividido en tres grandes regiones: Macedónica, bajo la dinastía de los Antigónidas; Egipcia, con los Ptolomeos y Persa, con los Seléucidas. Aunque pocos años después estos reinos cayeron bajo el dominio romano, la cultura griega conquistó todo ese enorme territorio, incluyendo a la “eterna” Roma. Algunas manifestaciones ratifican ese dominio cultural al que sometió el helenismo a la Roma conquistadora: en arquitectura el famoso templo de Dídime, en Mileto, el Faro de Alejandría y el Coloso de Rodas, son testimonios de la inmarcesible grandeza del helenismo. El canon hipodámico –calles rectas y perpendiculares entre sí- se consolidó y los edificios civiles prevalecieron sobre los religiosos, con la 204 Cf. Helenístico. En: La Enciclopedia. SALVAT Editores, Madrid, España, 2004, Tomo 10.

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creación de soberbios teatros, museos, bibliotecas, mausoleos; hitos extraordinarios significaron la reconstrucción del Artemisión (Éfeso), el Corintio de Zeus (Atenas), el célebre santuario de esta divinidad y el de Atenea en la Acrópolis de Pérgamo, aunque la mayor parte de estas imponentes construcciones ulteriormente serán arrasadas o sometidas al fuego destructor por obra del fanatismo, que pretendió borrar todo recuerdo de la cultura pagana. Pinturas en los muros de Pompeya y Herculano, la orfebrería y la alfarería con magníficas vajillas de plata, las joyas de oro y las gemas trabajadas con maestría insuperable, simbolizan el florecimiento de la pintura y las artes aplicadas durante el período helénico. En filosofía hace su aparición el escepticismo, con Pirrón (365 – 275 a n e), Carnéades (241 – 129 a n e), mientras que los rebeldes e informales cínicos, “ciudadanos del mundo”, tenían como sus representantes más destacados a Antístenes (444 – 365) y a Diógenes (413 – 327 a n e), este último irónicamente motejado como “perro” y quien deambulaba por las calles atenienses con su bastón de peregrino, morral al hombro y descalzo (también se relata de Sócrates que andaba con los pies desnudos), a la manera de los frailes de las órdenes religiosas mendicantes de la Edad Media, o los hippies que aparecieron en la segunda mitad del siglo XX (jóvenes que optaban por la paz, reaccionaban contra los valores tradicionales de la sociedad burguesa sumergida en el consumismo y el despilfarro, y que buscaban la evasión incluso por medio de las drogas). Por supuesto que en el helenismo se sustituyeron la mayéutica socrática y el diálogo platónico por la escuela. Esto condujo a un elitismo y en algún grado se afectó el desarrollo de la Academia platónica y el Liceo aristotélico. Pero como compensación, podríamos decir, otras escuelas como la “Stoa” y el “Jardín de Epicuro” experimentaron un renovado impulso, igual que el cinismo y escepticismo. En estas organizaciones –especie de confraternida-

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des o sectas, según algunos historiadores de filosofía- se hacía vida en común y prevalecían las relaciones jerárquicas. La filosofía en estas condiciones tuvo un papel más próximo al terapéutico (esto servirá en nuestro tiempo a Lou Marinoff para dar título a su sugestiva obra “Más Platón y menos Prozac”) que al de la búsqueda de la sabiduría. Igualmente florecieron los sistemas del epicureismo, estoicismo, gnosticismo, este último especialmente en Alejandría y Siria; el neoplatonismo tuvo su centro en Alejandría, en donde la eminente Hipatia, hija del matemático Teón, autor de un comentario al “Almagesto” de Ptolomeo, se distinguió como representante de la escuela neoplatónica de orientación pagana (no olvidemos que también existía un neoplatonismo cristiano), matemática y célebre por su belleza; será “lapidada en 415 por una turba de cristianos fanáticos”205 y sus restos mortales arrastrados por las calles alejandrinas. Su imperdonable “delito”, haber sido una eminente pensadora. En el helenismo tardío el ser humano ocupa el centro de atención de las reflexiones filosóficas, por ello fue aceptada a plenitud aquella legendaria divisa del frontispicio del templo del divino Apolo y que en su tiempo lo hizo suya Sócrates, el insigne maestro de la “mayéutica”: “Conócete a ti mismo”. En la última etapa de la filosofía clásica de la Hélade, el viejo problema del ser humano y el mundo metafísico se planteó desde una nueva perspectiva; las doctrinas que se originaron en considerable medida en una concepción contemplativa del mundo, de Oriente, ulteriormente al imprimirse un giro a la forma de enfocar los problemas del mundo y del ser humano, se convirtieron en una importante fuente del cristianismo, doctrina que surgió precisamente en Oriente Próximo. En lo mítico-religioso, si bien los cultos de Oriente avanzaron al mundo helénico, las representaciones sobre 205 Cf. Ludovico Geymonat. ìHistoria de la Filosofía y de la Cienciaî. Editorial Grijalbo Mondadori. Barcelona, España, 2000.

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las divinidades cambiaron sustancialmente: ya los dioses no creaban el mundo, pues este significaba una prolongación de aquel del ser humano206. Una característica muy importante que podemos apreciar radica en que los dioses helénicos ya no son aquellas criaturas horribles y feroces, sedientas de sangre y víctimas, como las de los despotismos orientales, sino que se trata de divinidades antropomórficas, aunque sí se conserva desde tiempos muy antiguos el culto de los dioses agonizantes y resucitantes, que mueren y retornan a la vida, como Osiris, Adonis-Tamuz, Dionisos. Tampoco perdieron actualidad ciertos atributos de las divinidades antiguas. Este es el caso de los divinos donantes de la palabra, el logos de Heráclito: Toth, en Egipto, Indra, en la India, Yahvé, en Palestina, Hermes en Grecia207 Por lo demás, el mundo cultural de la Hélade en esas nuevas condiciones también se volcó a Oriente y entró en contacto con las expresiones culturales persas, médicas, caldeo-babilónicas, egipcias y semíticas, surgiendo una cultura helénica cualitativamente diferente, que justamente significó la inauguración de un singular período en la historia de la cultura mundial. El helenismo se extendió a Oriente Próximo, a Egipto, Siria, Asia Menor, Roma y su vasto entorno geográfico-político, desde la Hélade propiamente dicha. ¿Es despreciable este paganismo? Por supuesto que no. Conquistadores conquistados. Cuando Roma triunfa militarmente en el Oriente Próximo y somete a su dominio a Egipto, Siria, Palestina, Asia Menor, Macedonia y Grecia –esta última pierde su independencia y se convierte en simple provincia de Roma el 146 a n e-, al mismo tiempo se rinde a la cultura brillante del mundo helénico. El idioma griego, en la versión dialéctica “kainé”, surgido en el siglo IV a n e, en base del grupo dialéctico ático-jónico, de los legendarios logógrafos, precur206 Cf. Helenístico. Op. Cit., Tomo 10, pp. 7464-7469. ������� Cf. Чалояан, �������������������������� Вазген Карпович. «ВОСТОК �������� /�� ЗАПАД» �������������������� Издательство «Наука», ��������������������� 1979. p. 38.

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sores de Herodoto y Tucídides, de los célebres filósofos jónicos, de Platón y Aristóteles, de Homero, Hesíodo y las tres lumbreras del drama, Sófocles, Eurípides y Esquilo; avanzó arrolladoramente por todo ese enorme territorio, conquistando las “metrópolis” como Alejandría, Antioquia, Éfeso, Tarso, Seleucia, Pérgamo y otros pueblos y ciudades menores. En la misma Roma, capital del mundo antiguo, el griego se convirtió en la lengua de moda que hablaban las altas capas sociales y también amplios sectores del pueblo. A Italia llegaban esclavos que parlaban en griego y trabajaban en las propiedades y mansiones de los ricos, de los patricios, así como gente que libremente viajaba a la “capital del mundo”, como artesanos, actores, retóricos, filósofos, pedagogos. Con el impulso del comercio, los mercaderes cada vez en mayor número se desplazaban a Roma, a Galia, España, desde el siempre enigmático Levante. Recordemos que en el sur de Francia ya existía una colonia judía en el siglo I antes de nuestra era [a n e]. El Oriente Próximo helenizado se convirtió en la principal fragua del pensamiento humano, como acertadamente señala el historiador polaco Zenón Kosidovski208. Es que en esas tierras bullía la vida intelectual, florecían las ciencias, las artes, los grandes sistemas filosóficos y las doctrinas religiosas que intentaban descifrar el enigma de la existencia y el destino humano, como Alejandría, Pérgamo, Antioquia, Éfeso. Recordemos que Alejandría llegó a tener la biblioteca más grande del mundo antiguo, con ¡700.000 volúmenes, aproximadamente!, de tablillas de arcilla, papiros y pergaminos; Pérgamo, tuvo una biblioteca de unos 200.000 volúmenes. Además Alejandría se convierte en centro mundial del pensamiento filosófico y religioso, cuando Atenas había entrado en un proceso de decadencia en estos campos a causa de que sus escuelas fueron clausuradas por órdenes de monarcas intransigentes, contrarios a la cultura del paganismo y partidarios del triunfante cristianismo. La misma Bi������� Cf. �������������������������� Зенон Косидовский. ИСТОКИ ХРИСТИАНСТВА. ���������������������� Наука и Религтя. ��������� СССР,Москва,10. 1984. pp. 47-50.

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blioteca de Alejandría tuvo un fin trágico, no siempre correctamente relatado por los historiadores oficiales: Fundada en el año 290 a n e por Tolomeo I Sóter, rey del Antiguo Egipto, por sugerencia de Demetrio Faléreo, contaba con su parte principal situada en el Bruchium, el barrio de los palacios y con Serapeion, sección reservada a los documentos duplicados y más nuevos. En tiempos de Julio César –año 48 a n e-, durante el asedio a las tropas de Julio César, de parte de la escuadra egipcia, se desató el fuego accidentalmente en una de las secciones de la Biblioteca y se perdieron unos 300.000 volúmenes, aproximadamente. El flagelo constituyó una auténtica desgracia para la cultura. Sin embargo, Marco Antonio, quien llegó a ser el amante de la bella e inteligente Cleopatra, repuso gran parte de esa pérdida: se conoce que unos 200.000 volúmenes fueron conseguidos principalmente en otra gran biblioteca: la de Pérgamo. Sin embargo, el año 391, durante el reinado de Teodosio I, un emperador cristiano intolerante, fanático, se destruyó la mayor parte de la Biblioteca y lo poco que quedó –unos 60.000 volúmenesfue nuevamente arrasado por orden del califa Omar, en el año 642. Por manera que primordialmente el cristianismo y en menor grado el Islam, son responsables de ese gravísimo atentado contra uno de los símbolos de la cultura del mundo antiguo, como fue la famosa Biblioteca de Alejandría. Es necesario tener presente que el florecimiento del helenismo y sobre todo su postrer período no se dieron en un ambiente apacible, sino convulso, de enormes conmociones y rupturas: obras insignes como las de Epicuro, el principal concurrente del cristianismo en las postrimerías del mundo helénico, fueron destruidas casi por completo; a maestros y pensadores paganos se les prohibió enseñar; templos, representaciones de las divinidades llamadas paganas, fueron arrasadas, santuarios como el de Zeus o el del Apolo Délfico se sometieron al fuego, igual que la mayor parte de la Biblioteca de Alejandría, como ya vimos. Sin embargo a pesar de toda esta locura, el helenis-

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mo siguió marcando la pauta: Ptolomeo, eminente matemático y astrónomo, aporta con su esclarecedor talento en Alejandría; Apolodoro de Damasco, engrandece a Roma con sus brillantes construcciones arquitectónicas; los afamados arquitectos Trajano y Adriano, construyen el famoso Odeón; Galeno, el insigne médico se formó profesionalmente en Smirna, Corinto y Alejandría209; Dion Crisóstomo proviene de Vitinia; Luciano de Samosata es el gran retórico y sofista del helenismo; Plotino, el fundador del neoplatonismo, procede de Egipto, así como su ilustre discípulo Porfirio que recopiló las Enéadas e hizo posible su publicación; Epicteto, hijo de esclava y cojo por un accidente, nació en Hierápolis y fue llevado a Roma, convirtiéndose en uno de los más brillantes filósofos estoicos, después que asistió a las lecciones del maestro Musonio Rufo, el más eminente preceptor de filosofía y religión estoicas de su tiempo. Fue manumitido por su amo, Epafrodito, el favorito de Nerón210. En Roma los hijos de los patriarcas no solamente estudiaban en las mejores instituciones de Roma, sino especialmente eran enviados a formarse en Alejandría, Antioquia, Éfeso, Tarso y por supuesto Atenas. Virgilio, quien siempre nos admirará por su inmortal obra La Eneida, epopeya nacional y religiosa, fue el más eminente imitador de Homero; Antonino Marco Aurelio, emperador y filósofo estoico, realmente veneraba la cultura helénica, a tal punto que su más conocida obra, “Soliloquios”, la redactó en griego, por lo que sus contemporáneos le llamaron irónicamente el “grieguito”. Palestina, ¡helénica y “gentil”!. ¿Cómo entender este dominio cultural del mundo helénico incluso en la antigua Palestina, cuna del judaísmo y el cristianismo? Porque después de las conquistas de Ale209 Cf. ������������������������������ Зю Косидовский. Там же. P. 48. 210 Cf. 1.- Epicteto (Arriano). “Disertaciones”. Editorial Planeta de Agostini, Madrid, España, 1999; 2.- Plotino. Enéadas I-II, Editorial Planeta de Agostini; 3.- M. Robles L. El Mundo Político Grecorromano. Editorial: Facultad de Ciencias Económicas. Universidad de Cuenca, 2003.

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jandro Magno ¡el griego se difundió por toda la cuenca del Mediterráneo! Era en ese tiempo, como en nuestros días el inglés, utilizado tanto por las masas populares, como por los miembros cultos de las sociedades del enorme imperio. La filosofía griega, aunque sus escuelas fueron clausuradas por órdenes de emperadores miopes, y aunque muchas obras valiosas, como las de Epicuro hayan sido sometidas al fuego -¡siglos antes del surgimiento de la terrorífica Inquisición, por acaso!-, no obstante señoreaba ampliamente, igual que el arte, la arquitectura, la ética y la religión helenos. Por manera que el helenismo-paganismo se prolongó algunos siglos y constituyó uno de los más fecundos períodos de la historia de la humanidad. De estos asuntos se ocupan historiadores y filósofos de diferentes latitudes. Tanto más que una cuestión paralela, pero de enorme trascendencia, todavía no dilucidada a cabalidad, en los últimos años empieza a ser objeto de hondas reflexiones y acuciosas investigaciones: ¿Por qué Palestina se convirtió en ese tiempo en bilingüe (e incluso trilingüe)?; ¿Por qué la Biblia se tradujo al griego, antes que al latín o a otro idioma antiguo? Por las mismas razones sobre las que hemos discurrido en líneas precedentes: la tierra en la que surgieron el judaísmo y ulteriormente el cristianismo, también recibió la enorme influencia helénica. Recordemos que en el siglo II a n e, Antíoco Epifanes IV, el último emperador seléucida (175-168 a n e), quien pasó largos años en Roma en condición de rehén, estuvo notablemente marcado por la cultura del helenismo y por esta razón cuando se desempeñó como gobernante de Comagene (antiguo reino que se extendía entre Asia Menor y Mesopotamia, a la orilla derecha del Éufrates. Su capital era Samosata y Vespasiano le convirtió en provincia romana), profundizó la helenización de su reino y de los pueblos de su influencia. Además reprimió a los judíos, trató de helenizarlos a la fuerza y una parte de la población efectivamente se helenizó, mientras que otra se rebeló y dio origen a la

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historia de los Macabeos. Resulta que Antíoco, no exento de cierto fanatismo, había pretendido consumar la helenización en Palestina, para ello dispuso la destrucción de los ejemplares del Antiguo Testamento y que se transforme el Templo de Jerusalén en santuario del dios Zeus. Esto obligó a que Matatías, con sus hijos los Asmoneo (uno de ellos se conoce como Judas Macabeo, que se erigió en jefe) organizara un ejército que opuso tenaz resistencia a las medidas de Antíoco y finalmente recuperaron el Templo (168 a n e)211. En Egipto los Ptolomeo actuaron de manera diferente: se intentó un sincretismo religioso greco-egipcio, con Serapis, que es el típico dios del helenismo, cuyo culto fue introducido por Ptolomeo I Soter (305 – 283 a n e) en Alejandría y que estuvo identificado con Osiris y Apis, divinidades del antiguo panteón egipcio, y con Zeus y Apolo, los más grandes dioses del culto religioso griego. La última soberana de Egipto, Cleopatra, de gran talento y belleza, y eminente política, intentó constituir un imperio de Oriente con su amante Marco Antonio. Pero en Accio, 30 años a n e, con el suicidio de Marco Antonio, atravesándose una espada, y de Cleopatra, dejándose morder de una cobra, fracasó ese proyecto y llegó a su fin el esplendor helenístico, aunque su influencia todavía se dejó sentir por algunos siglos. Retomando el tema central, debemos señalar que en el S. I ane se conoce la existencia de 10 pequeñas ciudades en el norte de Palestina, cuyos nombres son: Damasco, Filadelfia, Rafana, Escitópolis (o Belsan), Gadara, Hipos, Dion, Pela, Gerasa y Canatha. El asunto fundamental radica en que a la federación de estas ciudades se la denominó… ¡Decápolis!, en griego, porque precisamente fueron 10, que surgieron bajo el sello de la cultura helena, en donde el idioma que prevalecía era el griego. En el año 63 a n e la Decápolis fue ocupada por los romanos y Pompeyo (106 – 48 211 Cf. Маккавеев Книги. Атеистический Словарь. Москва, СССР, 1983. P. 272; También: “Monarquías Helenísticas”. En: Historia Universal LEXUS, Barcelona, España, 1999, pp. 154-155.

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a n e) reunió a estas ciudades en una confederación que fue puesta bajo la administración de Siria. Estas ciudades estuvieron al este del río Jordán y del lago Tiberíades (con excepción de Escitópolis, que estuvo asentada a la orilla occidental de dicho lago). De todas ellas, hoy en día solamente Damasco conserva su valor histórico, Escitópolis ¡todavía se encuentra habitada!, como fiel testimonio de aquellos lejanos tiempos, en tanto que de Pela, Gerasa y Canatha únicamente se conservan sus ruinas. Pero no solamente se trataba de la Decápolis griega en el seno de la Palestina semita y árabe-judía, sino que en Jerusalén, “ciudad santa” de judíos, cristianos y musulmanes, de cuya existencia hablan antiguos textos egipcios del s. XIX a n e y que ¡fue ocupada sin confrontaciones armadas por Alejandro Magno en el 332 a n e!, posteriormente, cuando la helenización ya fue un hecho,¡se difundió y se habló ampliamente el griego!, pero no únicamente en sus casas y calles, ¡sino también en los lugares de culto!, pues las investigaciones históricas dan cuenta que hubo una sinagoga, en donde la Torah ¡se pronunciaba en griego!, durante el servicio religioso. Cabe indicar que Torah es el antiguo nombre hebreo del Pentateuco (del gr. pente, 5 y teukos, volumen, denominación griega de los 5 primeros libros de la Biblia: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio), que en el culto judaico se utiliza exclusivamente en la versión manuscrita en rollos de pergamino. En cuanto a Galilea, fue un país que en tiempos de Jesús ¡igualmente estuvo completamente helenizado!, a tal grado que le denominaban “tierra de los gentiles” (Gelil ha goim, es decir “tierra de los goim” o gentiles), término de igual significado y casi tan peyorativo como “pagano”. Tan arraigada fue la helenización, al extremo que gran parte de su población se negó a defender Jerusalén de las incursiones y ocupación romanas. Flavio Josefo en su famosa “Guerra de los judíos”, nos relata que la mayoría de sus ciudades le cerró las puertas, pero en cambio ¡dio la bienvenida a los

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romanos! Herodes el Grande (73 – 4 a n e), político con algunas cualidades notables, pero que ha pasado a la historia como un canalla por sus crueldades (desde luego, la “matanza de los inocentes”, debe relegársela al mundo de las fábulas, al que realmente pertenece), promiscuidad y por haber sido destruido por la sífilis, no obstante supo respetar algunas de las costumbres judaicas; pero lo que revela que marchaba a tono con los nuevos tiempos, radica en que fue uno de los personajes de su época que en mayor grado ¡contribuyó a la helenización de Palestina!, tanto que su palacio con los mosaicos y la fortaleza, tenían el evidente sello del helenismo. Cabe agregar también, que Herodes fue un instrumento político de los romanos, prácticamente un títere y los judíos le odiaban por esto. Pablo de Tarso, nieto de Herodes el Grande (Cf. G. Messadié. “Saulo, el incendiario”; R. Ambelain. “El hombre que creó a Jesucristo” y otros), figura sumamente controvertida por tratarse de un ex fariseo perseguidor de cristianos, luego inventor feroz del anti judaísmo e ideólogo mayor del cristianismo primitivo, igualmente conocía bien el griego y la cultura helena; cultivó relaciones políticas con Séneca –aunque su correspondencia epistolar con el filósofo se estima espuria- y por ello en sus epístolas ¡se encuentran claras referencias a máximas estoicas! ¿Cómo es que no se han percatado de todo esto los eruditos y exegetas del cristianismo? El eminente pensador hebreo Filón de Alejandría (s. I d n e), filósofo judeo-helenista, en sus reflexiones partía de dos principios: uno, abstracto-trascendente sobre Dios y otro, incluido en la doctrina estoico-platónica, es decir griega, sobre el mundo de las ideas. En relación con esta última concepción que comprendía las emanaciones, Filón enseñaba sobre el logos como la más elevada y perfecta creación de la divinidad212. Pero, lo más importante para el 212 Cf. ��������������������������� Филон Александрийский. En: ������������ ФИЛОСОФСКИЙ ������������������ ЭНЦИКЛОПЕДИЧЕСКИЙ СЛОВАРЬ. Москва, СССР,1989. P. 695.

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tema que nos ocupa, radica en lo siguiente: ¡Filón pretendió fundir en un sistema único el judaísmo con el platonismo, pitagorismo, estoicismo y los misterios de la “Sofía” griega! A quienes no conocían el griego, despectivamente les calificaba de “bárbaros”. El profeta y el griego. Considerando todas estas circunstancias cabe preguntar: ¿A más del arameo, qué otro idioma pudo conocer el Jesús histórico (No el mítico, por supuesto)? Veremos este asunto. -Previamente debo manifestar, en honor a la verdad, que estas inquietudes sobre el idioma en el que pudo haber hablado Jesús con Pilatos en esos dramáticos momentos de su juzgamiento y condena, no son originales mías: entre otros, ya el historiador italiano marxista Ambrosio Donini, expuso estas cuestiones hace poco más de 20 años en su erudita obra “En las fuentes del cristianismo”213 (Edición italiana, 1977; edición rusa, 1979), así como el investigador polaco Zenón Kosidovski, en su libro muy bien documentado, “Relatos de los evangelistas”214-. Pero bien: si admitimos que es auténtico todo el proceso que se llevó a cabo contra Jesús en los años 30 del S. I d n e, previo a su condena y ejecución, si aceptamos que todo esto corresponde a la historia y no a la leyenda, surge obligada la pregunta: ¿en qué otro idioma pudo hablar Jesús con el procurador romano Poncio Pilatos (26-36 d n e), de no ser en griego? Tómese en consideración que ningún competente historiador en estos temas, absolutamente ninguno, ha insinuado, menos afirmado que Pilatos hablaba el arameo o el hebreo, pues se le describe como un burócrata del imperio que era burdo, ordinario y limitado intelectualmente, incapaz de preocuparse por aprender la lengua del pueblo subyugado. Por lo demás el proceso de helenización de Palestina, importante cuestión no siempre advertida por 213 Cf. Амброджо Донини. «У Истоков Христианства». Политиздат, Москва, 1979. 214 Cf. Зенон Косидовский. «Сказания Евангелистов», Москва, 1979.

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la historia oficial, fue ineludible e intenso, porque su territorio constituía el corredor natural entre Siria y Egipto, naciones completamente helenizadas. Por esto mismo, reiteramos, en su suelo surgieron aquellas 10 ciudades griegas, la Decápolis. Por fin, de acuerdo a algunos eruditos en cuestiones bíblicas, siendo Jesús un galileo, se conjetura que a más del idioma materno, el arameo, ¡conocía bien el griego! Desde luego que en esos tiempos en Palestina todavía se hablaba aquella lengua semítica, vigente desde hace varios siglos antes de nuestra era en toda la Mesopotamia. En el S. V a n e, fue lengua oficial de Asiria y Babilonia, habiendo desplazado al hebreo. Ulteriormente se escindió en dos grandes ramas: la oriental y la occidental; a esta última pertenece el idioma llamado erróneamente caldeo - bíblico, que persistió en Palestina, con los inevitables cambios, hasta los tiempos de Jesús, cuando se convirtió en lengua común (vulgar) de los judíos, desplazando al hebreo. Así que: ¿algo le vinculó al judío Jesús con la cultura helénica? ¡Indudablemente fue el griego!, idioma que le habría permitido responder al interrogatorio al que le sometió el procurador romano e intercambiar más de un pensamiento con aquel representante del imperio. Por lo expuesto, no se descarta que Jesús en vísperas de su tormentosa muerte, se habría dirigido al responsable de su detención, castigo y ejecución en griego, la lengua de la Hélade y el helenismo; y Poncio Pilatos, latino de cepa, de la tribu de los “Pontii”(su apelativo Pilatus, heredado de sus ancestros y que significa “diestro en arrojar la jabalina”, se conjetura que deriva de la antigua versión Osca “Epheilatus”, conforme una antigua inscripción encontrada en Capua215), igualmente habría recurrido al idioma del mundo heleno, para inquirir al Nazareno, juzgarle como sedicioso y decretar su muerte. ¿Entonces, la inscripción latina abreviada INRI su������������������������������������������������������������������������������� Cf. Ann Wroe. Pilatos. Biografía de un hombre inventado. Tiempo de Memoria. Tus Quets Editores. Barcelona, España, 2000.

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puestamente colocada en el madero de la cruz de Jesús, por orden de Pilatos y que significa “Iesus Nazarenus Rex Iudaeorum” (“Jesús Nazareno Rey de los Judíos”), corresponde a la realidad? Es bastante dudoso, por las razones que exponemos: 1. No es muy creíble que Pilatos ordenara colocar un rótulo con una sigla en latín, en tierra Palestina, considerando que el idioma dominante del mundo helénico era el griego, mas no aquél; 2. Resulta asaz dudoso que en la inscripción abreviada conste la “N” de nazareno, porque en la época de Jesús, en Galilea, en donde según los evangelios supuestamente vivieron sus progenitores y él mismo hasta los 30 años, ¡no había ninguna ciudad o pueblo de este nombre! No se recuerda en absoluto sobre “Nazareth” en la lista de las ciudades galileas de Jesús Navín; tampoco hay referencia alguna en las obras del documentado Flavio Josefo, ni en el Talmud. Y los arqueólogos igualmente no han encontrado el pueblo de este nombre en la época del surgimiento del cristianismo; Nazareth apareció algo después; 3. ¿Podía Pilatos reconocerle a Jesús el título de “rey de los judíos”, en condiciones cuando él era el representante del Imperio romano y Herodes Antipas (h. 29 a n e – 39 d n e) el tetrarca de Galilea y Perea, por tanto uno y otro involucrados en el juzgamiento, más político que religioso, de Jesús? De admitir semejante tesis, significaría que Pilatos ¡desconoció la autoridad de Herodes Antipas, quien contaba con el respaldo de Roma! Algo prácticamente inadmisible. Entonces, ¿esto del INRI podría considerarse algo sin sustento real? Por las razones expuestas, así puede deducirse. Concluyendo este capítulo:

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Después de este necesario deslinde, es tiempo de concluir. Si aceptamos la tesis de que el helenismo como un vasto proceso cultural se extendió desde el 323 a n e hasta el año 30 a n e, entonces significa que ¡se extinguió, aunque no del todo, unas tres décadas antes de la fecha en que se conjetura que pudo nacer Jesús!; pero si preferimos otro punto de vista, más apegado a la realidad, entonces debemos admitir que el helenismo sobrevivió a esos trágicos sucesos ocurridos en la bilingüe Palestina, por lo menos tres siglos más, hasta cuando se convirtió en un hecho irreversible la sistemática destrucción de todo aquello que se consideraba pagano. En todo caso, los grandes sucesos de aquellos tiempos, se conservaron para la posteridad, merced a que fueron escritos en la lengua del mundo heleno. La misma Biblia, sobre todo el Antiguo Testamento, más judaico que cristiano, ¡se tradujo al griego y latinizado se llamó Septuaginta!, y conforme a la leyenda, que no falta en estos casos, los traductores viajaron desde Jerusalén a Alejandría, por invitación del faraón egipcio Ptolomeo II Filadelfo, a mediados del III siglo a n e, es decir cuando el helenismo y la lengua griega estaban en su esplendor. La traducción hecha por 72 ancianos judíos, curiosamente habría demorado únicamente 72 días y lo más prodigioso resulta que, no obstante que cada uno de los ancianitos traducía por separado y sin comunicarse, en las celdas individuales que se les había asignado, ¡sin embargo las setenta y dos versiones resultaron completamente idénticas! Un “milagro” asombroso, supongo, que supera largamente a aquel del profeta Elías, que separó las aguas del Jordán con solo un movimiento de su manto y acto seguido fue arrebatado al cielo en un carro de fuego (¿volverá algún día?, me pregunto, porque la tradición religiosa judeo-cristiana cree que Elías todavía está vivo en algún lugar y debe volver a la tierra para morir nuevamente, porque ni él, siendo todo un profeta milagrero, no ha podido salvarse del “pecado original” y debe expiarlo en este “valle de lágrimas”); que parece

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más prodigioso que el paso de miles de judíos por el Mar Rojo abierto, ¡a la cabeza con el catafalco conteniendo la momia embalsamada de José!, por orden de Yahvé y ¡con solo levantar su cayado y extender el brazo sobre el mar el poderoso Moisés!; que quizá es parigual a la fabulosa resurrección de Jesús-Cristo al tercer día de muerto, no obstante que se conoce, conforme a la ciencia, que todo cadáver para este tiempo se encuentra en irreversible proceso de descomposición, pasto de bacterias y días después, de los malditos gusanos. Sin embargo, como la ciencia es más fascinante que los mitos y leyendas, tenemos que la historia señala que este proceso de traducción se realizó ¡por lo menos en un período de dos siglos!, gradualmente, a cargo de eruditos egipcios, no judíos, para satisfacer los requerimientos de culto y lectura de los textos religiosos, de parte de los hebreos de la diáspora y de los egipcios de origen hebreo, que habían olvidado su lengua materna y cuyo idioma de adopción era el griego. Por manera que incluso en esta cuestión vital para la nueva fe, esos primitivos cristianos de la diáspora, conocieron el contenido del Antiguo y Nuevo Testamentos, ¡en la lengua del maldecido paganismo!

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Mosaico del Palacio de Herodes el Grande y ruinas de aquél y de la fortaleza, con evidente influencia helénica.

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Monedas acuñadas en honor a la alianza de Agripa I (3744), Rey judío, con la Roma imperial.

8. DEL LOGOS PAGANO AL LOGOS CRISTIANO. A fuerza de metafisiquear, se ha llegado a hacer de Dios un espíritu puro. Barón d’ Holbach. El buen juicio. En la obra “La realidad de la Sabiduría Presocrática. Heráclito, Parménides, Empédocles”216 se transcribe el siguiente fragmento del pensamiento heraclitiano: “Habla también de la resurrección de esta carne visible a la que hemos nacido y sabe que el dios es el causante de esa resurrección, diciendo así: ‘allí se levantan y se convierten en guardianes vigilantes de los vivos y los muertos’. Y habla también del juicio del mundo y de todo lo que en él ocurre”. Este pensamiento del legendario filósofo Heráclito ¡se reeditará cinco siglos más tarde en el Nuevo Testamento!. 216 Cf. Op. Cit. Edición: Visión Libros, Barcelona, España, 1981.

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El logos que traduce palabra, razón, idea, es un concepto que fue utilizado ampliamente en la filosofía antigua y también en la Edad Media, con una noción diferente según cada sistema filosófico y religioso. ¿Quién fue el primer autor en utilizar el concepto logos? La mayoría de estudiosos de la historia del pensamiento filosófico coincide en que el primero fue Heráclito (540 – aprox. 480 a n e), más o menos medio milenio antes del surgimiento del cristianismo, quien lo entendía como una ley universal y un fundamento racional del mundo. Sin embargo, la acuñación de este término no respondió exclusivamente a requerimientos del léxico filosófico, sino también a la utilización de este vocablo de sonido armonioso y sonoro en el idioma griego antiguo, con fines cotidianos, a fin de destacar, en un espíritu paradójico, el abismo que se consideraba existía entre el logos como ley de la existencia y lo inadecuado o insuficiente del lenguaje de las gentes. El logos cósmico de Heráclito, como que se corresponde con la palabra “llama”, “convoca” a la gente, pero ésta inclusive “escuchándolo” no es capaz de aprehenderlo y asimilarlo217. En efecto, Heráclito dice en uno de sus fragmentos: “(I) De esta razón, que existe siempre, resultan desconocedores los hombres, tanto antes de oírla, como tras haberla oído a lo primero, pues, aunque todo trascurre conforme a esta razón, se asemejan a inexpertos teniendo como tienen experiencia de dichos y hechos; de éstos que yo voy describiendo, descomponiendo cada uno según su naturaleza y explicando cómo se halla. Pero a los demás hombres les pasa inadvertido cuanto hacen despiertos, igual que se olvidan de cuanto hacen dormidos”218 Esta razón de la que habla Heráclito, no es otra que el logos, noción y concepto que se encuentra interpretado 217 Cf. Diccionario Enciclopédico Filosófico. Moscú, 1989, p. 321 (versión en ruso).. 218 Cf. De Tales a Demócrito. Fragmentos Presocráticos. Alianza Editorial, Madrid, 1988.

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en una forma más fiel y directa en el estudio y traducción de la autora Matilde del Pino: “Aunque este Logos existe siempre, los hombres son incapaces de comprenderlo, lo mismo antes de oír hablar de él, que después que han oído hablar de él la primera vez. En efecto, aun sucediendo todas las cosas según este Logos, parece que no tienen experiencia alguna de él, aunque sí que reconocen por experiencia palabras y hechos como los que yo expongo, cuando distingo cada cosa según su naturaleza y explico cómo es”219 De acuerdo a Aristóteles, existen pensamientos internos o no expresados y externos o el logos. A su vez los filósofos estoicos consideraban que el logos es aquello que está presente en todas las cosas y posibilita su desarrollo. Ulteriormente el término fue utilizado ampliamente entre los filósofos gnósticos, incluyendo las sectas gnósticas cristianas, que afirmaban que el logos es el “Dios – Hijo (Cristo)”, intermediario entre el Dios – Padre y el mundo “visible” e “invisible” creado por él. Desde luego, el autor alemán H. Ionas220, separa de la gnosis tanto el conocimiento teórico de los griegos de orientación aristotélica, como la noción de Dios en los antiguos textos religiosos hebreos. Según su criterio, la gnosis de los gnósticos constituye la tercera etapa del conocimiento, que es secreto, salvífico y alcanzado gracias a la revelación. Por lo demás, aquella es inseparable de su tiempo, la antigüedad tardía. En Plotino, Porfirio y otros neoplatónicos, se descubre una elevada forma de aquel conocimiento o gnosis, que justamente se encuentra en el “logos” y la “teoría” de la tradición griega. De esta manera, esto sería, según la tesis de la talentosa investigadora Marianna K. Trofimova221, la esfera del 219 Cf. La Realidad de la Sabiduría Presocrática. Op. Cit., (Estudio y Traducción de Matilde del Pino). 220 Cf. H. Ionas. Gnosis ünd spatantiker Geis gottingen. Die mithologische Gnosis. En: Marianna K Trofimova. Histórico-filosofskie Voprosy Gnostitsizme. Editorial Naúka (Ciencia). Moscú, 1979,pp. 16-58. 221 M. K. Trofimova. Op. Cit., p. 21.

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pensamiento post pagano casi filosófico, que se movía en la frontera entre lo filosófico y lo místico. En el antiguo texto copto de Nah Hammadi, vinculado al gnosticismo, existe un pasaje muy interesante que hace referencia al logos y que me permito traducir del ruso, que en su orden es traducción directa del copto: “El hombre se une con el hombre, el caballo se une con el caballo, el asno se une con el asno. El parto se une también con el parto. De manera similar el espíritu se une con el espíritu y el Logos [se combina] con el Logos, [y la luz] se combina [con la luz. Si tu] te conviertes en persona, [el hombre] te amará a ti. Si tú te conviertes en [espíritu], el espíritu se unirá contigo. Si tú te conviertes en Logos, el Logos se unirá contigo…”222 Este prolongado proceso del logos, que se impregnó de nuevos contenidos (especialmente místicos) en aquellos ya lejanos tiempos de decadencia de la sociedad esclavista, del imperio romano y de surgimiento de las primeras comunidades y sectas cristianas, en parte obedecía a la pérdida de interés de las gentes en la actividad político-social, testimonio fehaciente de lo cual se encuentra reflejado en los primitivos escritos cristianos. Sobrevino un intento de sustituir la inexorable realidad política con la vida religiosa, que siempre fue muy influyente en las sociedades del Mediterráneo. El desencanto y la desilusión en la lucha por la consecución de los ideales sociales, el abatimiento de la conciencia política, se descubre en el temprano cristianismo, lo que explica no solamente el cariz que tomó una parte del gnosticismo, sino también el viraje en el contenido del logos, sobre todo con el neoplatónico Filón de Alejandría, como oportunamente veremos. En estas circunstancias, una gran repercusión de estas creencias se manifiesta particularmente en el Evangelio según Juan (el cuarto, no sinóptico), que representa a Jesucristo como una encarnación del logos. Esta concepción del término es la que posteriormente fue utilizada por los 222 Cf. Tractatus Tripartitus. En: M. K. Trofimova. Op. Cit. P. 35.

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llamados “Padres de la Iglesia” (jamás habrá “Madres de la Iglesia”, por obvias razones). A la luz del logos el mundo se presenta íntegro y armónico, pero la cotidiana conciencia coloca su arbitrio individual en un plano superior a lo colectivo y valora de diferente manera las indispensables partes del todo. En el interior de esta total unidad, “todo transcurre”, las cosas e incluso la sustancia se rebasan unas a otras, pero así y todo, igual permanece el logos. Gracias a la noción de este vocablo, el cuadro heraclitiano del mundo, no obstante todo su dinamismo y catastrofismo, conserva la estabilidad y armonía. Se considera que en su conjunto la doctrina heraclitiana sobre el logos representa una aproximación al sistema histórico-filosófico de Lao-Tse223. En los más posteriores filósofos naturalistas, en los sofistas, en Platón y Aristóteles el término logos pierde su “fundamental contenido ontológico”224 y únicamente en los estoicos se retorna a la original noción de Heráclito sobre la sustancialidad universal de este concepto, describiéndosele como una fina o sutil materia (el elemento etéreo-ígneo) del espíritu del cosmos y como la unión de las potencias generadoras, de las cuales en la interioridad inferior de la materia se “engendran” las cosas. El neoplatonismo heredando esta concepción del logos, sin embargo se privó de los aspectos relevantes de la filosofía naturalista: ya no es un “fluir” de la sutil materia, sino una emanación concebida por el mundo de la razón, regulada y formulada por el mundo sensible. Para este tiempo la noción del logos ya entró a formar parte de las doctrinas del judaísmo y luego del cristianismo, en las que fue reformulado y repensado como la palabra del Dios “vivo” y personal. Por esta razón para Filón de Alejandría, calificado por Engels como “padre del cristianismo”, mientras Séneca sería el “tío”, el logos es representación o imagen de Dios, algo así como el “Segundo Dios”, interme223 Cf. Filosofskiy Entsiklopedicheskiy Slovar. Op. Cit.,p.321. 224 Cf. Ibíd.., p. 321

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diario entre el Dios extra-terrenal y el mundo. Con relación al cristianismo el significado del término fue determinado precisamente por el enigmático autor del cuarto evangelio, que según la tradición y la versión oficial de la Iglesia, se trata de un modesto pescador de nombre Juan, al inicio de su evangelio: “En el comienzo fue el verbo…” (logos)225. Por lo mismo, según este evangelista, toda la historia terrenal de Jesús se interpreta como la personificación del logos, que trae a las gentes la revelación y él mismo es esa revelación (la “palabra de la vida”). Lo cierto es que la dogmática cristiana afirma la identificación íntima y sustancial del logos con el Dios-Padre, cuya “palabra” se representa a sí misma como la segunda persona de la Trinidad. En algunos tratados occidentales de historia de la filosofía, como en el Diccionario de Filosofía de J. Ferrater Mora, se reconoce igualmente que el logos de Heráclito es “la razón universal que domina el mundo y que hace posible un orden, una justicia y un destino”226. Según este autor los estoicos transformaron la doctrina del logos, considerándolo como “divinidad creadora y activa, como el principio viviente e inagotable de la Naturaleza, que todo lo abarca y a cuyo destino todo está sometido”227 En la obra de Walter Brugger228 se considera que originalmente el logos no significó la palabra particular, sino la “unificación que se produce en el hablar: el contar y el narrar”. Más adelante se afirma que “Heráclito y los estoicos entendieron este logos [6] como una razón universal que todo lo penetra y lo domina”. Aceptando esta interpretación como correcta, sin embargo creemos que la limitación de este autor radica en que no reconoce que el primero en utilizar el término fue efectivamente Heráclito, como detallare225 Cf. El evangelio según san Juan, I, 1. 226 Cf. J. Ferrater Mora. Op. Cit., Ariel, Barcelona España, 4 tomos, Tomo III. 227 Cf. Ibíd.. Tomo III. 228 Cf.. Walter Brugger. Diccionario de filosofía. Editorial Herder, Barcelona, España, 1988, p. 343.

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mos un poco más en líneas posteriores. Dagoberto D. Runes229, en cambio, sí acepta la primacía de Heráclito en cuanto a la utilización del término, considerando además que en este filósofo griego, logos es “análogo a la razón humana”. G. Reale y D. Antiseri230, consideran que el fuego heraclitiano es como “un rayo que gobierna todas las cosas”… “y lo que gobierna todas las cosas es inteligencia, es razón, es logos, ley racional”. Heráclito, según estos historiadores del pensamiento filosófico, escribió una sentencia sobre el alma que se cuenta “…entre las más bellas que han llegado hasta nosotros”, juicio sin duda interesante, con relación al cual me permitiría agregar y sobre todo precisar, que dicha sentencia ¡justamente revela la esencia del logos heraclitiano, esa inteligencia o razón universal!: ¡”Jamás podrás hallar las fronteras del alma, por más que recorras sus sendas; tan profundo es su logos…”231. Por fin, sin que con esto se agote su estudio, en el Diccionario de Filosofía con temas y autores latinoamericanos232, el logos se interpreta como “la razón o aquello que da sentido a las cosas y las hace inteligibles”, agregándose que esto es el sentido en los presocráticos. Entonces, es evidente el prolongado camino que recorrió el logos a lo largo de los siglos, desde Heráclito hasta Filón y desde éste a Juan el evangelista. Pues bien: con estos antecedentes podemos pasar a Juan. En este evangelista se encuentra la famosa palabra y noción del logos –el verbo-, que incluye en la introducción de su evangelio: “1. Ya al comienzo de las cosas existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios y el Verbo era Dios”, “14. Y el Verbo 229 Cf. Dagobert Runes. Diccionario de Filosofía. Editorial Grijalbo, S. a. Caracas, Venezuela, 1994. 230 Cf. Giovanni Reale; Darío Antiseri. Historia del pensamiento Filosófico y científico. Ed. Herder, Barcelona, España, 1991, Tomo I. Antigüedad y Edad Media, p. 44. 231 Cf. G. Reale, D. Antiseri. Op. Cit., p. 45. 232 Cf. Op. Cit., Editorial El Búho, Bogotá, Colombia, 1994, p. 148.

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se hizo carne y habitó entre nosotros”233. De la atenta lectura de estos cortos pasajes, se deduce que el Verbo en Juan no es otro que el logos y éste es Jesús, como personificación divina. Cabe señalar que este término no consta en los sinópticos, sino única y exclusivamente en Juan, pero como ya se ha visto, de ninguna manera fue un vocablo acuñado, menos creado por este autor, en su condición de elemento filosófico abstracto por cuanto sus raíces se encuentran en la filosofía de la antigua Grecia, ¡e incluso del antiguo Oriente!. ¿De dónde tomó el enigmático Juan este concepto? Para responder sobre el origen o la fuente de la que tomó Juan el término logos o verbo, es preciso señalar primeramente en dónde se pensó y redactó el cuarto evangelio canónico, aunque no sinóptico como los otros tres. La gran mayoría de investigadores considera que este evangelio fue elaborado y escrito en Éfeso, ciudad famosa en ese tiempo, la cual a la par con Antioquia y Alejandría, tuvo un enorme papel en la vida cultural del imperio romano. Recordemos que Éfeso no solamente era la residencia del gobernador del imperio, sino también un gran centro político y legendario por el culto a la diosa Artemisa, con su grandioso templo Artemisión, que en sus fiestas convocaba a los feligreses de toda Grecia, con grandes romerías que duraban algunos días. Vimos ya quién fue el primer filósofo en utilizar el término logos: Heráclito. Este pensador ¡nació y vivió en dicha ciudad! Y lo más importante: su principal obra filosófica, “Sobre la naturaleza”, ¡entregó a los sacerdotes de su amada ciudad, para que sea guardada en el templo de la principal divinidad, debiendo ser publicada después de su muerte! El filósofo fue enterrado con todos los honores (eso sí, no recibió “cristiana sepultura”, porque en esa lejana época no había ni los más remotos indicios de surgimiento del cristianismo; tampoco en su epitafio se escribiría “Retornó al seno 233 Cf. El Evangelio según Juan, I, 1; I, 14.

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del Señor”, porque con todos los defectos que pudiera señalarse a los griegos, no fueron extremistas en su machismo y no habrían puesto reparos para decir: “Retornó al seno de la madre o Divina Madre, que es lo racional) en la plaza central de la ciudad y su imagen se imprimió en las monedas de Éfeso, ¡en el curso de algunas centurias!. Lo cierto es que Heráclito no solamente fue creador del concepto logos, sino uno de los fundadores del término dialéctica y consideraba que el mundo se encuentra en un estado de incesante surgimiento y destrucción; todo fluye y cambia, aseguraba, pero también advertía que la fuente del desarrollo era la lucha de las contradicciones. Y si bien el Universo existe en medio de esta lucha, esto no significa que en él reine el caos, porque este perpetuo proceso dialéctico está sometido a determinadas normas inmanentes de la regularidad de la ley, a la que Heráclito denominó precisamente como el “logos”. Según él, todo en el Universo se realiza en correspondencia con el logos, que es el fundamento racional, eterno y soberano (en el sentido de que no depende de los dioses) de todas las cosas, algo así como una razón universal. Por supuesto que algunos autores234 objetan este punto de vista, señalando que Platón y Aristóteles citan a Heráclito poco y mal, y que el primero es el culpable de haber legado a la posteridad dos frases de este filósofo: “Todo fluye” (“panta rbei”) y, “no nos podemos bañar dos veces en el mismo río”, que serían deformaciones tan marcadas, que se alejan del genuino pensamiento heraclitiano. Curiosamente, la interpretación de A. Bernabé235 sobre el significado del logos en Heráclito, coincide en notable medida con las reflexiones que contiene el “Diccionario Enciclopédico Filosófico”236, publicado en Moscú, Rusia, el año 1989, en plena Perestroika, pues aquél autor dice que el logos es “un concepto crucial de su propia interpretación 234 Cf. De Tales a Demócrito. Op. Cit.,, p. 118. 235 Cf. De Tales a Demócrito. Op. Cit. 236 Cf. Filosofskiy Entsiklopedicheskiy Slovar. Op. Citp.

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del mundo, una explicación lingüística, entidad real [“dentro de la unidad propia del pensamiento arcaico entre el nombre y la cosa”]237, mientras que el Diccionario citado empieza definiendo el logos como un “término de la antigua filosofía griega, que significa al mismo tiempo la ‘palabra’ (o ‘verbo’) y el pensamiento (o razón, o juicio o fundamento)…”238 Primeramente queremos destacar, por lo brevemente reseñado, que el término y noción logos estuvo ampliamente difundido durante el helenismo, incluyendo los círculos intelectuales de Éfeso, tanto más si se considera que este centro cultural y religioso del mundo antiguo, ¡fue patria de Heráclito!, el primero que acuñó este término, identificándolo con el espíritu del mundo. Pero, en general, a más de Heráclito, a quien debemos la “primogenitura” del vocablo, de Platón y Aristóteles, también recurrieron a este término los estoicos, con su logo común (Koinos logos) que se interpreta como la razón común del mundo; Plotino y los neoplatónicos, que veían en el logos el ser inteligible, intermediario entre el “Uno-Dios” y el mundo, y finalmente en la teología del cristianismo, pero sin perder de vista que también se le identifica con la segunda persona de la Trinidad, tomada esta concepción justamente de Filón de Alejandría. Con estos antecedentes tenemos que la utilización del vocablo por Juan el evangelista, que identifica el logos con Jesús, no proviene directamente de Heráclito, que murió aproximadamente en el año 480 a n e, como ya anotamos, sino del mundo gnóstico-neoplatónico y más concretamente de Filón de Alejandría, sin discusión uno de los más eminentes pensadores hebreos de esa época. Pero, ¿quién era Filón? Judío de origen, había nacido en el último cuarto del I siglo antes de nuestra era, en Alejandría y muerto a mediados del siglo I de nuestra era, en la misma ciudad; desde luego, algunos autores dan fechas precisas: para el nacimiento, el año 30 a n e y para su muerte, el 50 d n e. 237 Cf. De tales a Demócrito. Op. Cit.,p. 121 238 Cf. Filosofskiy EntsiklopedicheskiyÖ Op. Cit., p. 321.

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Filón fue el más destacado filósofo judeo-heleno de su tiempo, erudito, educado en las mejores tradiciones del helenismo, ¡estudió la filosofía griega! y la sólida formación que recibió, decidió utilizarla especialmente para interpretar el Antiguo Testamento, más judaico que cristiano (así como el Nuevo Testamento es más cristiano que judaico). En relación con las concepciones estoico-platónicas de las emanaciones, Filón enseñaba que el logos se revelaba como la más elevada y perfecta creación del Ser Supremo, gracias al cual este dios filónico crea primero las criaturas más cercanas a él, los ángeles (advirtamos, sin embargo, que los ángeles son seres asexuados), y después el mundo de las cosas y del hombre239. Para D. Runes240, bastante certero en sus apreciaciones, Filón es un teólogo judío y un filósofo neoplatónico que afirmaba que el pensamiento griego tiene muchas afinidades con las doctrinas mosaicas. Un tercer autor241 admite que Filón recurrió a las alegorías en sus comentarios de la Biblia. De lo brevemente expuesto, puede deducirse que Filón era un filósofo neoplatónico y un teólogo fiel al judaísmo imperante en la época. En virtud de haber nacido y pasado la mayor parte de su vida en Alejandría, la más importante ciudad vinculada al mundo heleno de su tiempo, escribía únicamente en griego, pues, como sucedía con la mayoría de sus coterráneos que vivían en la diáspora (emigración), se había olvidado de su idioma nativo. Se conoce que en general la numerosa colonia hebrea de Alejandría había sido totalmente asimilada al helenismo imperante (Cf. Al respecto el capítulo correspondiente sobre el helenismo), hablaba exclusivamente en griego y leía las llamadas sagradas escrituras en las traducciones de esta lengua. Bajo la influencia de la escuela filosófica alejandrina, muchos judíos asimilaron las interpretaciones de la Biblia mediante alegorías, pretendiendo conciliar el An239 Cf. Íbid, p. 695. 240 Cf. Dagobert Runes. Op. Cit., p. 147. 241 Cf. Francois Aubral. Los Filósofos. Editorial Acento, Madrid, España, 1996, p. 36.

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tiguo Testamento con la filosofía griega. Precisamente el más destacado representante de la interpretación alegórica del Antiguo Testamento, fue Filón, quien captó esta parte de la Biblia en un espíritu totalmente alegórico. En este autor la palabra era una sombra tras de la cual se encontraba la verdad; de hecho con Filón de Alejandría los personajes históricos pierden su realidad y se transforman en símbolos que expresan determinadas nociones. Así, Adán es la inteligencia terrenal; y respectivamente: Eva, la sensación; Jacobo, personifica el ascetismo; Abraham, la ciencia, etc. De esta manera Filón no solamente quería demostrar que la Biblia era el libro de la sabiduría y las verdades definitivas, sino además ajustar cuentas con quienes criticaban el antropomorfismo religioso primitivo que se encuentra en este libro242. Téngase presente que no pocos hebreos de la diáspora de esa región, aunque fieles a determinadas tradiciones religiosas de su pueblo, eran más cultos e ilustrados que sus connacionales que se habían quedado en Palestina, asimilaron la cultura helena, hablaban en griego, como ya señalamos y por lo tanto muchos de ellos ¡estuvieron formados intelectualmente en las obras de Platón, Aristóteles, los estoicos e incluso en algunos presocráticos! , por lo que debió resultarles inadmisible ciertos relatos del Antiguo Testamento, demasiado incoherentes, extremadamente fabulosos o hasta absurdos, así como concretos pasajes del Nuevo Testamento en formación, pero que ya tenían su difusión oral amplia en esos tiempos y cuyos mitos les debió parecer increíbles. En estas circunstancias, Filón emprendió en la magna tarea de interpretar en un espíritu netamente alegórico, aquellos aspectos de dudosa moral e incluso amorales, que se encuentran en la Biblia, como es el caso de las hijas del viejo Lot, que emborrachan a su progenitor con vino para turnarse con él en la cama y copular a su turno243; el pasaje 242 Cf. Zenón Kosidovski. Skazanie Evangelistov. E. POLITIZDAT, Moscú, 1979, p. 69. 243 Cf. Génesis. XIX, 30-32.

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del “buen” David que ataca a los amalecitas ¡y los acuchilla brutalmente!244; el caso feroz de este mismo rey que dispone ¡amputar manos y pies a sus enemigos!245, o cuando se describe a Salomón como uno de los más famosos sementales que conozca la historia de la humanidad, pues se da cuenta que tuvo ¡700 hembras que eran reinas y 300 concubinas de segundo orden!246, o se relata sobre el mismísimo Jesús que arremete con toda virulencia al pedírsele una señal: “Una generación inicua y adúltera sigue buscando una señal…”247, etc., etc. Filón interpretaba a la divinidad (judeo-cristiana, se entiende) como un creador trascendente, infinitamente alejado del mundo terrenal visible. Esta divinidad es una fuerza espiritual inalcanzable para la razón humana, porque es incorporal e impersonal. Y como todo lo material entraña el mundo del mal, entonces su nexo con lo supremo y divino puede cristalizarse únicamente a través de un intermediario, siendo este vínculo en Filón, que tuvo determinante influencia no solamente en Juan, el autor del cuarto evangelio, sino también en Paulo de Tarso, Clemente de Alejandría, Orígenes, san Ambrosio y otros (por esto, recordémoslo una vez más, Engels llamó a Filón “padre” del cristianismo, mientras a Séneca llamó “tío”), no otro que el logos, que rige el mundo, como el alma el cuerpo humano. También se ha señalado que Filón distingue entre Dios y el Logos, considerando a éste como una hipóstasis248, es decir teológicamente hablando , como una de las tres personas de la “Santísima Trinidad”, por cuanto en el plano filosófico la hipóstasis se entiende como el ser o sustancia del cual los fenómenos son su manifestación. Por supuesto que en este autor no debe soslayarse la singular comprensión que él tiene del Logos, en su condición de elemento inseparable de su esencia incorpórea (lo inmanente) en el 244 Cf. Cf. 1. Reyes, XXX, 17. 245 Cf. 2 Reyes, IV, 12. 246 Cf. 3 Reyes, XI, 2-3. 247 Cf. El Evangelio según san Mateo, XII, 38-39. 248 Cf. G. Reale; D. Antiseri. Op. Citp., Tomo I, p. 354.

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mundo corpóreo. Pero si Filón a veces personifica el logos denominándolo “hijo de Dios” o “primogénito de Dios”, en cambio Juan avanzó más en esta concepción y la personificación del término con Jesús – Cristo es completa, ¡dándose simultáneamente la encarnación del logos en Dios y en el hijo de Dios! De manera que aquello de que el logos se encarna en el hijo de un humilde carpintero de Nazaret, en Juan es un auténtico acontecimiento histórico, mientras que en Filón, más intelectual y profundo en sus disquisiciones teológicofilosóficas, es una metáfora, ¡precisamente filosófica!, depurada desde los tiempos lejanos de Heráclito de Éfeso. Finalmente, cabe indicar que en la asimilación del logos también tuvo su influencia la filosofía dualista de Persia (téngase presente, colateralmente, el cautiverio babilónico de los hebreos), según el cual el mundo se divide en espíritu y materia, pero con esta última, por ser pecadora, el creador no puede tener contacto de manera directa y requiere de un intermediario, que en la Biblia es la “sabiduría”, denominada también la “palabra divina”. Esta personificación justamente ayudó a Juan a su intelección para aprehender el logos, muy difundido en el mundo heleno, como hemos visto, transformándolo en un espíritu judaico (esto fue así, por cuanto todavía no estaban completamente separadas las sectas cristianas de su matriz judaica) y ulteriormente adaptándose a los requerimientos teológicos del cristianismo en desarrollo. En resumidas cuentas, el logos evolucionó a partir de Heráclito, desde los lejanos tiempos de la sabiduría pagana y habiendo tenido un enorme papel en la teología cristiana, de ninguna manera es original de esta religión, en virtud de que llegó a ésta desde la filosofía griega a través de Filón de Alejandría, constituyendo el germen de lo que después será la Trinidad –que al mismo tiempo ¡es el último legado del paganismo a la nueva fe!- y representa el producto final de un sincretismo –en el sentido de unión de ideas o tesis de origen dispar- filosófico-religioso, que englobó las corrientes

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ideológicas principales de la época, elaboradas durante algunos siglos, prácticamente desde que Heráclito utilizó por primera vez el término, nada menos que cinco centurias antes que Filón el alejandrino. Por lo expuesto, el logos recorrió un largo camino: el génesis de la filosofía en el pensamiento griego antiguo, dio un paso del mito y la interpretación religiosa de la realidad, a ese logos heraclitiano, la interpretación racional y en el cristianismo otra vez el término se cubre con el ropaje mítico, identificándolo con la segunda persona de la Trinidad. Así y todo, el cristianismo lleva en su doctrina, aunque notablemente maquillado –mitificado-, el logos del pensamiento filosófico del paganismo. 9.DE LO MÍTICO A LO FILOSÓFICO. Espacio y tiempo son las formas de exitencia de todo ser. Sólo es existencia la existencia en el espacio y el tiempo. La negación del espacio y el tiempo siempre es la sola negación de sus límites, no la de su ser. Una sensación intemporal, una voluntad intemporal, un ser intemporal, son absurdos. Quien carece de tiempo en general, carece también de tiempo y apremio para querer o pensar. Ludwig Feuerbach. Tesis provisionales para la Reforma de la filosofía. Concretándonos a la reflexión filosófica en el Viejo Mundo en tiempos “gentiles”, señalemos algunas cuestiones necesarias. La sucesión del variado bagaje cultural, quizá uno de los fenómenos más importantes que aseguraron la perennidad de la producción espiritual, se dio en el mundo antiguo-pagano: de Egipto, Súmer, Asiria, Babilonia, Irán,

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Judea y Fenicia, las oleadas culturales pasaron a Grecia en el temprano estadio de la sociedad esclavista; de la Grecia clásica se expandió a los países de Oriente, en tiempos helénicos; de Grecia y el Oriente Helénico avanzó a Roma y nuevamente de la “capital” del mundo antiguo, retornó a Oriente. Por supuesto que en el mundo oriental se divinizó la naturaleza, los mitos sobre dioses creadores de todo lo existente en la Tierra, fueron producto de una fecunda imaginación. Pero un hecho sin duda muy importante radica en que las vislumbres de ideas filosóficas del Antiguo Oriente se enrumbaron a generalizar los conocimientos sobre el mundo y la naturaleza, sobre las cosas que rodeaban al ser humano; fueron los primeros pasos en esta dirección. Divinizando natura las gentes de ese tiempo crearon los mitos sobre las divinidades hacedoras de todo lo existente en la Tierra, en tanto que su “saber filosófico” operaba exclusivamente en la observación, aunque lo importante radica en que se había puesto los cimientos para la reflexión, para el saber racional. En su orden, la filosofía de la Hélade, en primer lugar heredó de Oriente las representaciones sobre el medio natural y amplió y profundizó las mismas a una escala hasta entonces desconocida. Es decir fue una filosofía y una concepción del mundo que sin renunciar a ese fascinante universo teogónico, incluso a la afamada teúrgia249, de alguna manera colgó en el ropero el inmemorial atuendo mítico que hasta entonces había prevalecido en la vida espiritual, y, consecuentemente, se planteó un primer problema trascendente por lo profundo: el origen y formación del Universo –no solamente de la Tierra-, la construcción del Cosmos, los elementos del mundo material. Este trabajo precursor de la filosofía corrió a cargo de los filósofos de la Escuela Jónica. En cambio temas como la esencia de los dioses, la inmortalidad, el misterio de la 249 Se trata de una suerte de magia muy popular en el antiguo mundo pagano, por la que el prosélito creía tener contacto con sus divinidades y hacer prodigios.

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muerte, siguieron por un buen tiempo en el campo de las ideas míticas. El logos y el mito, por extraño que nos parezca, coexistieron por algunos siglos, a partir del primer filósofo oficialmente reconocido, Tales de Mileto. Pero este proceso en el mundo pagano no fue simple: la separación del pensamiento filosófico de las representaciones y creencias míticas fue intrincado y prolongado, avanzando hasta Platón e incluso un poco más. Efectivamente, el mundo filosófico en sus orígenes [griegos] estuvo vinculado a lo mítico-religioso. Punto sustancial en ese mito constituye el Laberinto, construido por Dédalo, junto a Cnosos, por encargo del rey Minos, destinado a servir de morada del Minotauro, aunque igualmente se ha entendido como una compleja creación del intelecto humano: elaborado conforme a las lucubraciones geométricas, de juego del logos devino en trampa mortal. Lo cierto es que a Minotauro, hijo de Pasifae y del Toro de Creta, los atenienses estaban obligados a entregarle todos los años 7 mancebos y 7 doncellas, ¡como alimento! Entonces Teseo, el héroe ateniense, para librar a su ciudad de tributo tan inhumano, lucha contra aquel y lo vence, merced al auxilio de Ariadna con su prodigioso ovillo que le permite salir del laberinto y de la trampa del logos. En reciprocidad, Teseo libera a Ariadna de su relación forzada con los cultos taurinos minoicos250. Por manera que la figura de Ariadna se encuentra “suspendida” del famoso hilo, entre lo mítico-religioso, identificado con el Toro –Minotauro- y lo racional, representado por el laberinto –Teseo-, aunque en fin de cuentas será asimilada por el universo dionisíaco. En su orden Atenea (la Minerva de los romanos), hija de Zeus y Metis, nació de la cabeza de su padre (cuestión nada admirable, si recordamos que la Eva del relato véterotestamentario, ¡nace de una costilla de Adán!, que Yahvé, mediante estupenda cirugía sin dolor, la extrajo subrepticiamente, mientras aquél dormía plácidamente). Lo cierto es 250 Cf. Diccionario de la Mitología Universal. Edición EDAF, Madrid, España, 1971.

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que ella, con sus ojos de búho, representa la sabiduría y se la considera la inventora de las ciencias, la agricultura y las artes. De majestuosa belleza, Atenea es la diosa de los filósofos, representa el “amor a la sabiduría”, es institutora del Areópago de su ciudad, por lo cual el enciclopédico G. W. F. Hegel, discurrirá brillantemente así: “Cuando la filosofía pinta en claroscuro, entonces un aspecto de la vida es envejecido, y por el claroscuro no se deja rejuvenecer, sino solo reconocer: la lechuza de Minerva inicia su vuelo al comienzo del crepúsculo”251. A propósito, mi buen amigo Grigori Vodolázov, filósofo de agudo intelecto, en un ensayo sobre los espectaculares cambios mundiales que sobrevivieron en las postrimerías del siglo pasado, cuando ambos trabajábamos en Revista Internacional, en Praga, decía lo siguiente: “…A despecho nuestro, la historia no funciona de un modo muy ‘racional’ que digamos, y no todas las medianoches abandona su nido el sabio búho de Minerva, dijera lo que dijera el viejo Hegel”252 Asimismo las Musas, sacerdotisas de Apolo, hijas de Zeus en Mnemósine, divinidad de la memoria, encarnaban el canto poético y su capacidad para recordar a los humanos el pasado mítico sobre el origen del mundo y del hombre mismo. No debemos olvidar que Mnemósine, hija del Cielo y de la Tierra, enseñó a los humanos a razonar -¡el mejor presente de cuantos pudo hacer una diosa a los mortales!, mientras que el egoísta Dios judeo-cristiano ¡prohibió a Adán y Eva probar del fruto del saber!- y representaba el conocimiento del pasado y del futuro. ¡He ahí el bellísimo nexo de lo mítico y lo filosófico! Luego las Bacantes (del nombre latino Baco, de Dionisos) eran parte sustancial del cortejo de esta divinidad, en su viaje de conquista a la India. Vestidas con tenue velo, 251 Cf. G. Hegel. Principios de Filosofía del Derecho (Tomado de la edición en ruso. M. R.). 252 Cf. G. Vodolázov. No se trata de renovar, sino de construir de Nuevo. En: Revista Internacional. Praga, Checoslovaquia, 1990, Nº 4, p. 35.

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llevaban su cabeza coronada de serpientes vivas; sus ojos eran abrasadores y se desplazaban de un lugar a otro haciendo tronar el aire con sus rugidos, gritando ¡evohé, evohé!, danzando frenéticamente y despedazando con sus afiladas uñas y dientes a los novillos, con cuya carne cruda se alimentaban. Fueron, no obstante lo señalado y de que en esos lejanos tiempos de mitos y leyendas la superioridad de la homosexualidad (e incluso de la pederastia, aunque entendida no como relación violenta con niños) se admitía sobre toda otra forma de relación sexual, vírgenes celosas de su castidad. [Incluyo un irrefutable testimonio de esa homosexualidad prevaleciente -duramente condenada y reprimida en la actualidad por el Papa conservador Joseph Ratzinger, a pesar de que en el clero católico la pederastia se encuentra ampliamente difundida entre frailes y monjes y por lo tanto es invencible-: en el “Banquete”, en el que discurre ampliamente sobre el amor sexual, Sócrates dice de su amado, el apuesto Alcibíades, lo siguiente: “En efecto desde aquella vez en que me enamoré de él, ya no me es posible ni echar una mirada ni conversar siquiera con un solo hombre bello sin que éste, teniendo celos y envidia de mi haga cosas raras…”; y Alcibíades en su turno dirá: “Veis, en efecto, que Sócrates está en disposición amorosa con los jóvenes bellos, que siempre están en torno suyo…”253 Desde luego, de Platón también se dice que fue homosexual]. Pero conviene señalar que Baco no solo fue divinidad del vino y los lagares, sino que, como Atenea, instituyó sabias leyes y enseñó a cultivar los campos. De juventud eterna, en su versión griega –Dionisos- era hijo de Zeus y Semele; nacido prematuramente, al ser fulminada su madre por el rayo de Zeus, éste le guardó en el muslo de su pierna y de ahí salió más tarde. Simbolizaba el placer de vivir e inducía el optimismo. 253 Cf. Platón. Apología de Sócrates, Banquete, Fedro. Edición Planeta de Agostino, Barcelona, España, 1997, Tomo 3.

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Por lo dicho, Friedrich Nietzsche, uno de los más controvertidos filósofos, representante de un radical pragmatismo vitalista-biológico, crítico implacable de la “moralina” de su tiempo y de ideas muy conservadoras en política, en El Nacimiento de la Tragedia (1872) consideraba a Apolo y Dionisos los modelos contrapuestos entre los que se engendraba la antigua sabiduría griega. Sin duda la filosofía griega, durante largo tiempo, permaneció en una especie de asociación mental y afectiva de mutuo provecho, con las ideas y sentimientos mítico-religiosos, lográndose finalmente la liberación [intelectual] del logos, de ese tegumento mítico-religioso, concluyendo con la “transformación de la propia religión en metafísica y en ética”254. Pero todo ello fue algo después que el Sócrates del famoso diálogo Fedón, de su más insigne discípulo, Platón, encargara a Critón que ofrende un gallo a Asclepios, dios de la medicina, que otorgaba la salud a los enfermos e incluso devolvía, como el Jesús mitificado, la vida a los muertos y sobre todo por cuanto el célebre filósofo creía que aquel buen dios ¡curaba de la enfermedad de vivir!255, razón por la cual se le rendía ferviente culto en todos los confines de la antigua Hélade y sus templos se erigieron en los bosques de las cumbres montañosas, sitios considerados los más sanos de todos. Como quiera que sea esta apasionante cuestión, de la cuna a la tumba, los griegos de esos tiempos actuaban conforme las prescripciones y orientaciones de sus dioses, y de semejante situación no se escapaban ni los más esclarecidos filósofos, excepto pensadores que podríamos considerarlos materialistas e incluso no religiosos, como Protágo254 Cf. Giulio de Martino; Martina Bruzzese. Las Filósofas. Edición: Cátedra. Madrid, España, 1996, p. 19. 255 F. Niezsche dirá al respecto en La Gaya Ciencia, lo que sigue: “¿Fue la muerte o el veneno, la compasión o la maldad, lo que le desató en aquel instante la lengua y le hizo decir: Critón, debo un gallo a Esculapio? Estas últimas palabras grotescas y terribles significan para quien tenga oídos: Critón, la vida es una enfermedad” . (En F. Nietzsche. Obras Inmortales. 4 tomos EDICOMUNICACIÓN, Madrid, España, 2003. Tomo 1).

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ras, Anaxágoras o Demócrito. Por esto mismo las ejecuciones de los condenados se llevaban a cabo únicamente cuando la nave arribaba desde Delos, isla de Grecia del Archipiélago de las Cícladas, en el Egeo. Resulta interesante conocer que todos los años dicha embarcación era enviada por los atenienses a esa isla, con sus ocupantes que debían festejar al divino Apolo. Los orígenes de este culto y ceremonia son tan inmemoriales como míticos: Minos, rey de Creta trató vengar la muerte de su hijo Andrógeno, que había caído en la guerra de los atenienses, por lo que les impuso a estos, una vez que los derrotara en los campos de batalla, el tributo de siete muchachas y siete mancebos, que tenían que ser remitidos cada 9 años para ser devorados por el Minotauro, conforme a la promesa hecha a Apolo, si salía victorioso y como ya vimos brevemente. Por lo expuesto, anualmente se enviaba a Delos una embajada sagrada y, desde el momento en que la nave salía de Atenas, hasta su retorno, al término de un mes, quedaba suspendida en la ciudad toda ejecución capital, lo que explica que mientras no retornaba la nave, no podía llevarse a cabo la ejecución de Sócrates. Por esta causa Sócrates en el “Critón” pregunta a éste lo siguiente: “¿Qué noticia es ésta? ¿Talvez ha arribado de Delos la nave cuya llegada es necesaria para que yo muera?” Y Critón responde: “Todavía no ha regresado, pero que lo hará hoy, a juzgar por lo que han manifestado algunos que han llegado del cabo Sunio y que la han dejado allí. Claro está pues, como digo, de acuerdo con estos testimonios, que llegará hoy, y mañana será forzado que mueras, Sócrates”. “Responde Sócrates: ‘Sea en buena hora, Critón. Si así place a los dioses, así sea. Mas no creo que llegue hoy la nave”256 256 Cf. Platón. ìCritón. En: Platón. Aristófanes. “Sócrates Apología de Sócrates, Critón y Las Nubes”. Serie: Historia del Pensamiento, vol. 25, Ediciones ORBIS, A.

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Por lo demás, a Sócrates no le atemoriza morir, porque cree que irá a la morada de Hades (el dios de los muertos), en donde se encontrará con Minos, Radamanto, Eaco, Triptolemo y otros semidioses. Sobre todo considera que será un privilegio encontrarse en el más allá con personajes famosos: “¡Cuánto no daría cualquiera de nosotros por estar con compañía de Orfeo, Museo, Hesíodo y Homero! Yo, por mi parte, morir quiero mil veces, si eso es verdad, pues sobre todo para mi sería maravilloso la estancia allí: cuando encontrase a Palamedes, a Ayante, hijo de Telamón, y, en general, a todos los antiguos que murieron a consecuencia de un fallo injusto, y comparase mi suerte con la de ellos, la cosa no sería desagradable, según creo”257 Pero, ¿quiénes eran los primeros personajes con los cuales, según el famoso Critón platónico, Sócrates pensaba encontrarse en el Hades? Minos, legendario rey de Creta, hijo de Zeus y Europa, era recordado por haber dado a los cretenses la civilización y por su rectitud; después de su muerte se convirtió en juez de almas, en el Hades, junto con su hermano Radamanto. Radamanto, es el héroe cretense, hermano de Minos, personificaba la justicia y la prudencia. Se desempeñaba como juez en unión de su hermano y Eaco. Eaco, hijo de Zeus y de la ninfa Egina, rey de la isla de Egina, se le consideraba el más justo de su tiempo. Por sus virtudes se le nombró juez de los infiernos, en unión de Minos y Radamanto. Por fin Triptolemo, en la mitología griega es el hijo de Celeo, Rey de Eleusis y de Metanira. La diosa Deméter (advierta el lector que en la hermosa mitología y religión del mundo griego, así como en la egipcia o de otros pueblos antiguos, ¡se contaba con una divinidad femenina, no con una simple virgen!, como es el caso del cristianismo) le enseñó A., Barcelona, España, 1984. 257 Cf. Platón. Op. Cit. Apología de Sócrates

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el cultivo de la tierra. Cumplido el encargo socrático de ofrendar el gallo a Esculapio, el filósofo oró a sus dioses; luego, a la puesta del sol, conforme lo disponía la ley, bebió imperturbable la machacada cicuta, porque grande fue su fe en la inmortalidad e ingresó a ésta, una vez que la moira Átropos cortó el hilo de su destino, merced a su siembra filosófica, en primer lugar la mayéutica, cortejado, eso sí, por los hermosos mitos religiosos y vigilado por la bella Atenea, la diosa de los filósofos. Por esto dirá impertérrito: “Y no digo más, porque es hora de partir; yo he de marchar a morir, y vosotros a vivir. ¿Sois vosotros, o soy yo quien va a una situación mejor? Eso es oscuro para cualquiera, salvo para la divinidad”258 ¿Qué podía importarle, entonces, si Caronte, el barquero del Tártaro (de los infiernos), trasladó o no en su barca, a través de la laguna de Estigia su alma de esclarecido filósofo? Por lo demás, sin desdeñar el nexo entre lo mítico y lo filosófico en el mundo antiguo (¡cómo desdeñarlo!, si “no hubo ni hay ningún colectivo de Homo sapiens que no haya desarrollado alguna estructura de pensamiento mágico en sus dos expresiones ritualizadas consanguíneas y sinónimas: magia y religión”259), más importante es tener presente que así como Frankenstein o el Prometeo Moderno, es el héroe imaginado de la novela de Mary W. Shelley, que cobra vida independiente; en cambio Sócrates es el personaje histórico perennizado por la pluma insuperable de Platón, su eximio discípulo, a partir de esos tiempos maravillosos de dioses y diosas apenas antropomorfizados. Al respecto, B. Russell dirá: “Lo que el relato evangélico de la Pasión y Crucifixión significa para los cristianos, representa el Fedón para los 258 Platón. Apología de Sócrates. En Platón, Aristófanes. Op. Cit. 259 Cf. Pepe Rodríguez. Dios nació mujer. Editorial “B”, S. A., Madrid, España, 1999, p. 135.

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paganos o librepensadores”260 Fedón, nos permitimos recordar nosotros, denominado así en recuerdo al amigo y discípulo de Sócrates, de dicho nombre. Este célebre diálogo revela el excepcional talento dramático, el exquisito lenguaje y la belleza literaria de la obra platónica, puesta al servicio de una profunda reflexión filosófica y sin duda muy superior en estos concretos aspectos a los evangelios neo-testamentarios. Por supuesto que Platón tampoco pudo escapar a ese maravilloso mundo de los mitos, a pesar de su penetrante intelecto y no obstante de haberse planteado intrincados problemas relacionados con el mundo de las reflexiones lógicas, de las ideas en general y en esencia de la filosofía, a la que, por boca de Apolodoro, considera lo más provecho del mundo. “Debo deciros que además de lo provechoso que es hablar u oír hablar de filosofía, no hay nada en el mundo en lo que con más gusto tome parte; en cambio me muero de fastidio cuando os oigo a vosotros, los que tenéis dinero, hablar de vuestros intereses”261. ¿Por qué pensaba así? Por cuanto fue el más brillante teórico de la aristocracia esclavista de su tiempo, un intelectual de indudable cosmovisión filosófica idealista y metafísica. Por todo esto ¡igualmente creía firmemente que el amor es alado, como los ángeles! Y por boca de Agatón da a entender que el Amor es divinidad de esencia sutil, con alas, caso contrario no se desplazaría en el espacio para penetrar en las almas: “Es, pues, el más joven y el más delicado de los dioses. Además, es de una esencia sutil, porque si no, no podría extender en todos los sentidos ni penetrar inadvertido en todas las almas ni salir de ellas si fuera una sustancia 260 Cf. B. Russell. Historia de la Filosofía Occidental, 2 tomos. Espasa Calpe, Madrid, 1997, T. 1, p.168. 261 Cf. Platón. El Banquete o Del Amor. En: Obras Selectas. Editorial EDIMATLIBROS. Madrid, España, 2000, p. 619.

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sólida, y lo que sobre todo hace reconocer en él una esencia sutil y moderada es la gracia que, según voz general, le distingue eminentemente, porque el amor y la fealdad están en continua pugna”262. Es decir que el gran Platón, como su maestro Sócrates, se mantuvo fiel a los mitos, especialmente al fascinante mito órfico, según el cual la cárcel del alma solamente concluye con la muerte. Más concretamente, según la religión órfica, el cuerpo es perecedero, pero el alma no muere, es inmortal; el alma también es prisionera del cuerpo, a causa de algún quebrantamiento ético-religioso; como carece de un inicio y de término, está condenada a expiar sus culpas en el Hades y a renacer en plantas, animales y en los cuerpos de los seres humanos, como esto experimenta el alma en la religión brahamánica (la metempsicosis). Según el orfismo, la única manera de salvarse consiste en escapar de esas reencarnaciones y retornar al estado anterior, cuando el alma gozaba de la bienaventuranza antes de encontrarse en el mundo terrenal. Advierta el lector que el orfismo guarda mucha similitud en esta cuestión con la antigua religión de la India (véase a propósito los Upanishadas) y que todas estas creencias se reeditarán, casi literalmente, aunque en nuevas condiciones, en el triunfante cristianismo. Si Sócrates y Platón fueron fieles a los mitos señalados, en cambio Aristóteles y después también Epicuro, sometieron a contundente crítica la tesis del demiurgo platónico. Por supuesto que igualmente antes de Sócrates, harán notables aportes los legendarios filósofos naturalistas (llamados, un poco arbitrariamente, presocráticos), como Anaximandro, Anaxímenes, Anaxágoras; este último, rebelde filósofo, fue perseguido, desterrado y sus libros se quemaron públicamente; asimismo Heráclito, Demócrito, filósofo materialista de excepcional talento, fundador del atomismo en unión de Leucipo; posteriormente este proceso se enriquecerá con las reflexiones sobre la esencia y el destino del ser humano, que se inicia con los sofistas Protágoras, igualmente 262 Cf. Platón . Op. Cit., p. 641.

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perseguido por sus ideas de avanzada, Gorgias y Pródico, mientras que con Sócrates se inaugurará la filosofía moral de Occidente, operando en la esencia humana, la “psyche”, que se ampliará y profundizará con las grandes síntesis y formulaciones de los más importantes problemas filosóficos y de la sociedad, de parte de Platón y Aristóteles. Una impronta especial, indeleble, dejarán los notables movimientos filosóficos del atomismo, epicureísmo (la lucha implacable que llevó el cristianismo contra esta corriente filosófica pagana, como contra otras, ¡es la causa fundamental para la desaparición de la mayor parte de la obra de Epicuro!, considerada el principal obstáculo ideológico para el triunfo del inexorable dogma), estoicismo y escepticismo, ¡toda una fecunda historia del mundo “gentil!”, que de Grecia avanzará y florecerá en Roma y Alejandría, principalmente, movimiento intelectual que rematará con el vigoroso desarrollo del pensamiento religioso-filosófico pagano, como el de la insigne Hipatia de Alejandría, bárbaramente violada y asesinada (h. 415) en dicha ciudad por fieles cristianos, por el “crimen” de ser hermosa, inteligente y sobre todo por ser ilustre dirigente de una escuela neoplatónica pagana; o el del filósofo latino Severino Boecio (Roma, 480 – Pavía, 505), autor de “La consolación de la filosofía”, creada en la cárcel de Pavía, mientras aguardaba la ejecución, acusado falsamente de traición y de prácticas mágicas. Sin duda consciente de que vivía el final de unos tiempos y el comienzo de otros, Boecio fue quien en su condición de “último romano”, hizo mucho por el desarrollo de la educación y la filosofía en la antigüedad tardía, a tal grado que su obra, según el acertado juicio de un estudioso, fue un importante eslabón entre el legado científico-filosófico de la Antigüedad y el que surgía en la Medieval Europa Occidental263 Todo esto precisamente marca el estupendo filosofar 263 Cf. V. V. Sokolov. Sriednevekovaya Filosofia (Filosofía del Medioevo), Ed. Mysl, Moscú, 1979. I Parte. Pensamiento Religioso-Filosófico de la Antigüedad Tardía. Patrística. p. 93

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a cargo de esos insignes pensadores que tuvieron la suerte de vivir y crear en el incomprendido mundo pagano. 10.

SUCUMBE EL PAGANISMO.

Al exterminio de los paganos vino a sumarse la metódica destrucción de sus cultos y sus objetos de culto. […] El asesinato de religiosos de las demás creencias, con sus mujeres y sus hijos se considera como una manera de proceder típicamente israelita. Erich Brock. Grundlagen des Christentums, 1970. -o-o-oCuenta el cronista que los devotos cristianos “no hicieron ningún daño a las mujeres que encontraron en el campamento, aparte de que les traspasaron con las espadas el vientre”. Mijaíl Zaborov. Historia de las Cruzadas. La agonía y muerte de los dioses. Conforme a la hermosa leyenda, Pelops, rey de Frigia, hijo de Tántalo y Artemisa, instituyó los Juegos Olímpicos en tiempos muy remotos. Esto sucedió así: apasionadamente enamorado de la hermosa Hipodamia, hija del rey Enomao, pidió su mano, pero el rey advertido por el Oráculo de que moriría a manos de su yerno, propuso a los pretendientes de su hija una carrera de coches tirados por caballos, con la promesa de entregar a su hija a quien resultare ganador del evento. Entonces, cada vez les daba alcance con su carro alado por veloces corceles y les atravesaba con una lanza, para que no se cumpla el fatal destino. Así, las cabezas de 13 pretendientes macabramente adornaban la empalizada de la casa del rey. Pelops era el pretendiente 14, y para evi-

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tar el trágico fin de sus predecesores, sobornó al cochero del rey, que sustituyó el eje de acero del carro real con uno de cera. Así que cuando Enomao se preparaba para atravesarle con la lanza, el carro se partió en dos y el soberano murió arrastrado por los caballos. ¡Se cumplió el fatídico oráculo!. Convertido en esposo de Hipodamia y soberano de Olimpia y de toda la Hélade, Pelops resolvió en recuerdo de su hazaña, instituir Las Olimpiadas. Tenga o no visos de verdad el relato, lo cierto es que de Pelops deriva el famoso nombre ¡Peloponeso! El mito descrito los científicos lo consideran que data del s. XIII a n e, aunque la calendarización oficial de los Juegos es del año 776 a n e. Estas célebres competencias revelaron el progreso del mundo heleno en muchos órdenes de la vida, porque a diferencia de los despotismos de Oriente en los que el soberano disponía de una enorme autoridad y se identificaba como representante de la divinidad, en Grecia en el s. VIII a n e, al mismo tiempo que surgían las primeras polis o ciudades-Estado, la noción de la democracia se hacía presente y el legendario Hesíodo con su inmortal poema mitológico “Teogonía”, sistematizaba las generaciones de los dioses. Coincidiendo con esta fermentación de acciones e ideas, en ese mismo siglo (776 a n e), por primera vez se registraba una Olimpiada. Casi un siglo después de esa fecha fundacional, Tales de Mileto (639 – 545 a n e), filósofo, astrónomo y matemático, considerado uno de los Siete Sabios de Grecia Antigua, inauguraba el mundo de la reflexión filosófica, cuando sustentó que toda realidad, Physis, es en último término el agua. A su vez en el mundo de la cosa pública, Solón (640 – 558 a n e), asimismo otro de los Siete Sabios, fundaba una nueva forma de hacer política, entre otras sabias medidas al impedir que por cuestiones económicas se menoscabe la libertad de los individuos. En estas condiciones surgieron

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Las Olimpiadas. Las famosas competencias se realizaban cada cuatro años y se prolongaban de junio a agosto, lapso en el que se suspendía toda confrontación bélica y las espadas se guardaban en sus vainas. Se trataba de un paréntesis a la guerra. Conforme al mito, también los dioses competían en Olimpia, tanto que otra leyenda atribuye a Zeus la fundación de los Juegos, como reconocimiento a su triunfo en la lucha por el dominio del mundo, sobre su progenitor Cronos; lo cierto es que Zeus se quedó como soberano indiscutible del Cielo y de la Tierra, habiendo cedido únicamente el reino de los Mares a Poseidón y el mundo subterráneo a Plutón. ¿Por qué desaparecieron los juegos olímpicos, luego de más de mil años de competencias, a partir de su prohibición en el 394 d n e, en el reinado de Teodosio Primero? ¿Por qué se destruyeron fanáticamente los monumentos y representaciones de dioses, semidioses y héroes de ese mundo? ¡Porque fueron considerados juegos paganos! Y por lo tanto debían ser convertidos en escombros. La prepotencia de los soberanos cristianos y jerarcas de la nueva religión, dominados por su intolerancia e incluso fanatismo, no supieron comprender el valor de las Olimpiadas. Lo cierto es que en esa fecha, por decreto de Teodosio I (08-11-392), muy intolerante contra todo lo que entendía por pagano, se puso fin a las Olimpiadas. La ferocidad con la que actuaron los “mastines” de la nueva fe, constituye una de las páginas más vergonzosas del cristianismo: las representaciones de las divinidades se derribaron de sus pedestales, los templos fueron destruidos, las estatuas de bronce de los campeones olímpicos se trasladaron a Romo y ¡se fundieron! Por supuesto que la destrucción sistemática ya comenzó años antes, con Constantino el Grande (326) y se remató con Teodosio Segundo (426); desapareció el Gimnasio principal, la Escuela de luchadores, el edificio que acogía a

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los huéspedes más ilustres; los estadios fueron arrasados. El monumento de Apolo Délfico, el más insigne y venerado del mundo heleno, fue transformado ¡en una imagen de Constantino! El 426, por orden de Teodosio Segundo, ¡se prendió fuego al templo de Zeus en Olimpia! (Digno de preguntar: ¿Por qué se han admirado los “democráticos” y “civilizados” gobernantes de Gran Bretaña, Tony Blair y sobre todo de EE. UU., George W. Bush, expertos en violar los derechos humanos de sus presos, someterlos a crueles torturas en las prisiones de Afganistán, Abu Ghraib, Guantánamo y en cárceles secretas que poseen en Europa, de ¡utilizar en su guerra criminal contra Irak fósforo blanco que quema hasta los huesos e incluso de practicar ejecuciones al margen de la ley!, según se ha denunciado en numerosas ocasiones en la prensa; digo por qué se han admirado de la bárbara destrucción de las estatuas gigantes de Buda, de parte de sus antiguos socios los talibanes, cuando ellos no van a la zaga en actos de barbarie?). Este rey fanático, ¡ordenó destruir totalmente Olimpia! Otra pregunta pertinente: ¿Por qué no dicen nada de estas infamias los “sesudos” historiadores oficiales? ¿Será porque fueron cometidas por gobernantes cristianos y obligadamente tienen que desempeñar el repugnante papel de Celestinas? Lo cierto es que todo esto significó el ocaso de los dioses y de las más célebres competencias del mundo antiguo. Únicamente 1470 años después, en 1896, renacieron las Olimpiadas. Los monarcas cristianos, sepultureros del paganismo. Mil veces se ha visto en todas las partes de nuestro globo a fanáticos embriagados degollarse unos a otros, encender hogueras, cometer sin escrúpulo y por deber los mayores crímenes y hacer correr la sangre humana. ¿Para qué? Para hacer valer,

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mantener o propagar las conjeturas impertinentes de algunos entusiastas, o para acreditar los embustes de algunos impostores acerca de un ser que sólo existe en su imaginación y que sólo se da a conocer por los estragos, disputas y locuras que ha causado en la tierra. Barón d’ Holbach. El buen juicio (Prefacio). Cabe señalar previamente que el paganismo, conocido también como helenismo, coexistió durante un buen tiempo con el cristianismo, pero en fin de cuentas fue liquidado por éste, como ya hemos señalado. Haciendo un poco de historia tenemos lo siguiente: el año 364, después de la muerte de Joviano, los más altos militares, ciudadanos, dignatarios estatales, se reunieron en Nicea y proclamaron emperador a Flavio Valentiniano (364 – 375). Este soberano compartió el poder con su hermano, Flavio Valente (364 – 378), que fue leal al imperio de Oriente264. Lo cierto es que según el autor citado, en cuestiones de fe Valente se atenía a las orientaciones del arrianismo, era un ferviente partidario de esta corriente religiosa, en tanto que Valentiniano se esforzaba por mantenerse neutral. Pero lo más importante radica en que en esos años, ya bastante lejanos para nosotros, paganos y cristianos ¡participaban juntos en el llamado “Consistorio! (la Junta o Consejo que celebra el Papa con asistencia de los cardenales de la iglesia católica, y en esos tiempos de los emperadores romanos, para tratar los asuntos más importantes que incumbían al poder “celestial” y “terrenal”) de Milán y ocupaban las más altas dignidades. Pero el año 364 se produjo un marcado viraje en cuanto a la tolerancia al paganismo, porque el poder imperial prohibió las noches festivas organizadas con relación a los cultos Mistéricos de Eleusis, que en esos años todavía gozaban de una enorme popularidad en la mayor parte de los confines del imperio de Oriente y Occidente. 264 Cf. Ambrosio Donini. En las Fuentes del Cristianismo. Op. Cit.,p. 262.

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El legendario templo dedicado a esos Misterios, ¡finalmente fue destruído el año 394!, y jamás volvió a restaurarse. En Roma, la mayoría de los 384 miembros del Senado, representantes de las antiguas familias patricias era desafecta al cristianismo y logró organizar un partido de orientación pagana, que pudo mantener en su poder las más elevadas funciones militares y civiles. Incluso Vecio Agorio Protestat, sacerdote supremo de Vesta y del Sol, fue prefecto en el 367, mientras que el panegirista latino Quinto Aurelio Simaj, llegará a ser prefecto de Roma. Pero en estas circunstancias precisamente se produjo la confrontación entre los representantes de las dos religiones; principalmente Simmaj y Ambrosio, del paganismo y cristianismo respectivamente, situación que concluyó con un duro revés para el culto pagano: el retiro de la sala del Senado del altar de la diosa Victoria, que había sido colocado por orden del emperador Augusto, el año 29 a n e, en honor a la batalla librada en Accium. Obra maestra del arte helénico, había sido traída desde Tarento, después de la caída de esta ciudad. Previo al comienzo de las sesiones del alto organismo legislativo romano, alrededor del ara se llevaba a cabo una ceremonia de aplacamiento con ritos de sacrificio y juramentos de fidelidad ante la imagen de la diosa. Durante siglos el altar fue objeto de veneración; sin embargo, por un corto período, en el año 357, durante la llegada a Roma del emperador Constancio II, el ara y la imagen fueron arrojados afuera, porque se empezó a considerar escandaloso que el poder cristiano y los senadores fueron obligados a participar en ceremonias paganas, o por lo menos estar presentes en las mismas. Pasaron algunos años y el altar con la imagen de Victoria nuevamente retornaron a su lugar en tiempos de Juliano, el Apóstata. En ese tiempo las tribus de los hunos, de origen mongol, incursionan en territorios imperiales, particularmente en

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la región del Mar Caspio y del Norte del Cáucaso. El 9 de agosto del año 378 las fuerzas romanas fueron abatidas en Adrianópolis y Valente sucumbió en el combate. Los godos invadieron Iliria y avanzaron hasta los Alpes julianos. En estas circunstancias que entrañaban enorme peligro para el decadente imperio, los esclavos, colonos, libertos pobres, amplias capas de plebeyos citadinos de los Balcanes, fraternizaron con los conquistadores. Esta situación contribuyó a acelerar el derrumbe del imperio y del mundo antiguo. Todos los pobres, marginados, artesanos despreciados, colonos explotados, plebeyos, esclavos, odiaban a sus subyugadores y por supuesto al Estado romano que los representaba y veían en el cristianismo la última esperanza, aunque ilusoria, de salir de ese mundo terriblemente injusto y despiadado. Después de la muerte de Valentiniano en el Danubio, el año 375, dos de sus hijos, Graciano (375-383) y Valentiniano II (375-392), se repartieron la parte occidental del imperio, mientras que en Oriente, Bizancio, el año 379 fue proclamado Augusto Teodosio I como emperador, llamado el Grande, nativo de España y soldado brillante. En el año 381 Teodosio I declaró fuera de la ley al arrianismo, peligroso competidor del cristianismo oficial, que durante los siglos IV – VI se esforzó por superar la flagrante contradicción entre el monoteísmo bíblico y la doctrina sobre Cristo como divinidad, rechazando uno de los dogmas fundamentales de la iglesia oficial sobre la esencia única del dios-padre y el dios-hijo (Cristo). Ariano afirmaba que solamente un dios es eterno e increado, mientras que el hijo-dios es creado, pero no de su esencia divina sino de la nada. Gracias a la coparticipación del dios-padre y a la propia orientación hacia el bien, el dios-hijo se convirtió en divinidad. Por esta posición de Ariano, años antes -325- su doctrina fue condenada como herética en el concilio de Nicea, aunque se difundió más allá de las fronteras de Egipto, llegando incluso a Europa Occidental265. 265 Cf. Ateisticheskiy Slovar. Moscú, Editorial IZDATELSTVO, 1985, p. 27.

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Teodosio dispuso castigar severamente a quienes se revelaban partidarios del paganismo, privó a cuantos se les consideraba herejes y de haber renegado del cristianismo, de los derechos ciudadanos y restauró la prohibición de las noches sacrificiales. En el año 382, siguiendo esta dirección, Graciano se niega a asumir el título de sacerdote supremo que el alto poder sacerdotal pagano concedía a los emperadores. Además Graciano dispuso confiscar las propiedades del Colegio de las Vestales, de otras organizaciones paganas y les privó de todos los subsidios estatales. El paganismo hacía todo lo posible por sobrevivir: entre el 382 y 384 intentó atraer a su lado a la corte de Milán, residencia preferida de los emperadores de Occidente. Se relata que a la primera delegación encabezada por Simmaj ni siquiera se le permitió pasar al palacio. Pero en el 384 Simmaj, una vez muerto Graciano, a consecuencia de una sublevación de Máximo en la Galia, el nuevo emperador, Valentiniano II, influido por su madre Justina, aceptó la visita del delegado pagano, que expuso ante el “consistorio” imperial los puntos de vista del paganismo. Simmaj, en unión del teórico neoplatónico romano Nicómaco Flaviano, pregonaba un monoteísmo teológico y moral que coincidió en no pocos aspectos con la doctrina del cristianismo de esos tiempos. Lo que se planteaba de parte de estos “gentiles”, desde el punto de vista ideológico, con relación al papel de la religión, a su comprensión y manera de entenderla, era realmente de avanzada: la divinidad puede ser comprendida desde diversos aspectos y hacia la verdad se puede acceder desde diferentes vías; su mundi vivencia, en conjunto, se orientaba a la defensa del sistema político vigente; se hacía hincapié en la comprensión instrumental de la función de la religión. El prestigio de Roma, según Simmaj, dictaba la necesidad de conservar aquellos cultos bajo cuyo amparo se había consolidado en toda su grandeza la civilización del Imperio. Por supuesto que el lado pernicioso de todas estas

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reflexiones, era el desprecio que Simmaj tenía a los esclavos y vasallos. Por esta razón cuando se cuestionó la costumbre de reclutar esclavos y gladiadores para los inhumanos juegos del circo, él se pronunció a favor de los mismos. En cambio Ambrosio demostró ser más sutil en el manejo del tema religioso, reorientando su valoración en cuanto tenía que ver con las capas subyugadas de la población; pero lo más importante, condenó el derecho ilimitado a la propiedad privada. Por lo demás, en su Carta XVIII, 730266, con relación a la apelación de su adversario al mito, Ambrosio contrapone una valoración puramente humana de la historia, lo que sin duda desarmó el argumento de su opositor: ni dios ni los milagros dieron a Roma la Victoria, sino la fuerza y la riqueza de sus ciudadanos y legiones. Sin duda Ambrosio bajó por un momento de las nubes y del mundo sobrenatural, para refutar a su sagaz adversario, porque después, cuando Teodosio intentó castigar a los monjes fanáticos que habían instigado la destrucción de las sinagogas judaicas, así como los templos paganos (aprecie el lector la antigüedad de la intolerancia), Ambrosio protestó vehementemente, dominado por un espíritu anti judaico y anti pagano. El pedido de Simmaj y de los senadores paganos de respetar la antigua religión, finalmente fue rechazado. Los dos últimos intentos en este sentido, nos relata Donini, el año 389, cuando Teodosio se encontraba en Milán, luego del triunfo sobre Máximo, y el 391, durante el reinado de Valentiniano II, terminaron en un fiasco. Así que el Altar de la diosa Victoria no volvió nunca más a su sitio y el año 410 fue totalmente destruído, durante el incendio que sufrió Roma, desatado por las huestes de Alarico. El edicto de Teodosio I, de 8 de noviembre del año 392, firmado en Constantinopla, significó oficialmente el fin del mundo pagano. A partir de esa fecha, en todo el vasto imperio se reprimió cruelmente cualquier culto que no sea el cristiano. 266 Cf. A. Donini. Op. Cit., p. 265.

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Todo sacrificio y ceremonia paganos, sean públicos o privados, fueron prohibidos en ciudades, pueblos y casas, con la amenaza de confiscar las propiedades, tierras y otros bienes de los insumisos; los templos se cerraron y fueron destruidos por los intolerantes cristianos. Asimismo las persecuciones contra los paganos fueron cada vez más frecuentes e implacables. Centros del culto helénico célebres como el templo a Serapis, en Alejandría, ¡fueron entregados al fuego!; además, todo lo que quedó de la antiquísima y famosa biblioteca de esta ciudad, sucumbió por obra del fanatismo de los dirigentes de la nueva fe. En el año 415, como ya anotamos la célebre astrónoma, matemática y una de las primeras filósofas del mundo, representante de las últimas corrientes filosóficas del neoplatonismo pagano, Hipatia (o Hipacia), fue violada, despedazada y sus restos mortales arrastrados por las calles de Alejandría en donde alguna vez floreció la cultura helénica, el paganismo. Este crimen inaudito fue obra de una turba de cristianos ignorantes y fanáticos, incitados por monjes y por el obispo Cirilo, que supuestamente goza de las bienaventuranzas celestiales, porque ¡fue elevado a los altares como santo!, igual que el “Papa de Hitler”, Pío XII. Teodosio II, hijo de Arcadio y no menos celoso que Teodosio I, dispuso que no hay ningún adepto del paganismo, pero las amplias masas populares se imaginaron que las grandes derrotas militares y las convulsiones sociales que azotaban al imperio y le conducían a la ruina, obedecían a la abdicación de los antiguos cultos y al triunfo de la nueva religión. A esta reacción de las masas respondió Agustín con su famoso tratado “La ciudad de Dios”, que allanó el camino a las representaciones e ideología del cristianismo del feudalismo medioeval. En el 394 Teodosio todavía era el único emperador del vasto imperio de Occidente y Oriente; pero a su muerte ese otrora todopoderoso y casi monolítico imperio, nunca

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más volvió a mantenerse unido. En Bizancio se entronizará Arcadio (395-408); en Occidente, Honorio (395-423), con su capital trasladada a Ravena el año 402. En la religión cristiana se agravó el proceso de separación de las dos grandes corrientes: la que sería el catolicismo, con su centro en Roma y la ortodoxia, del “dogma verdadero”, con su sede principal en Bizancio (Constantinopla), porque nunca tuvo un poder unificado como el catolicismo. Por supuesto que no terminó en esto el devastador golpe al paganismo. Triunfante el cristianismo, se adulteró la historia a su gusto y según sus intereses se expurgaron las llamadas escrituras sagradas en las partes que no convenían al dogma oficial; se mutilaban o alteraban pasajes enteros de obras como Anales, de Tácito, o Guerra de los judíos y destrucción de la Ciudad y Templo de Jerusalén, de Flavio Josefo267, cuando el asunto se refería a sucesos que no convenían a la historia oficial del cristianismo, o a sus mitos convertidos en historia; en otras ocasiones se hacían burdas o sutiles interpolaciones de diversas obras antiguas, como las de Suetonio, Celso o Juliano. De perseguidos, cuestión que ha sido exagerada, los cristianos se convirtieron en feroces perseguidores y enviaban al infierno de las minas para una aniquilación lenta y torturante a los pensadores disidentes, a los odiados gnósticos, a los paganos que filosofaban y pensaban diferente. Esto fue especialmente a partir de Constantino, que decretó religión oficial del decadente Imperio al cristianismo. Considerando estas cuestiones irrefutables, con relación a las cuales el oficialismo mantiene un sepulcral silencio, el autor Percy Bysshe Shelley, indignado por tantas maldades, se267 En mi obra anterior, “El Mundo Político Grecorromano”, se encuentran algunas referencias a estas mutilaciones, alteraciones e interpolaciones de obras de escritores antiguos, especialmente de Anales, de Tácito, con relación a la falaz acusación a Nerón por el incendio de Roma, obra de cristianos fanáticos.

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ñala lo siguiente: “Ese monstruo Constantino […] Ese verdugo hipócrita y frío que degolló a su hijo, estranguló a su mujer, asesinó a su padre y a sus hermanos políticos, y mantuvo en su corte una caterva de sacerdotes sanguinarios y cerriles, de los que uno solo se habría bastado para poner a media humanidad en contra de la otra media y obligarlas a matarse mutuamente”268 Pero, ¿quién era este Constantino? Ningún bienaventurado: El pensamiento pagano enmudece. El viajero Pedro Mártir describe así la expedición de Vasco Núñez de Balboa: “Igual que los carniceros cortan a trozos la carne de los bueyes y de las cabras para ponerla a la venta colgada de ganchos, así los españoles partían de un golpe a uno el trasero, a otro el muslo, a otro incluso el hombro. Los consideraban como animales privados de razón… Vasco hizo destrozar por los perros a una cuarentena”. Tzvetan Todorov, Georges Baudot. Racconti atzechi della conquista (En: Jacopo Fo, Sergio Tomat y Laura Malucelli. El libro prohibido del cristianismo) -o-o-oEl conquistador Oviedo llegará a afirmar: “¿Quién querrá negar que usar pólvora contra los paganos es como ofrecer incienso a nuestro Señor”?. Tzvetan Todorov, Georges Baudot. Op. Cit.

268 Cf. The Complete Works of Percy Bysshe Shelley. Newly Edited by Roger Ingpen and Walter E. Peck, 1965, VI, 38, cit. s/G. Borchardt, Shelley 210. En: Karlheinz Deschner. Historia Criminal del Cristianismo, Tomo 1, p. 169.

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-Digo yo: ¡Qué “sublimes”, qué “bondadosos”, qué “misericordiosos” los cristianos!Por manera que el paganismo no murió de muerte natural, como aseguran algunos autores a los que les gusta maquillar ciertas espinosas cuestiones del pasado. Todo lo contrario, una ideología intolerante, implacable, que no solamente logró concentrar en su organización “terrenal” el poder religioso, sino también el político-económico, a partir de las postrimerías del mundo antiguo e inicios del Medioevo y Feudalismo, se encargó de exterminarlo violentamente, con saña, cuando sus fieles fueron perseguidos sin tregua, detenidos, torturados y ejecutados, los sobrevivientes prohibidos de pensar, sus libros sacros entregados a las hogueras salvajes y convertidos en cenizas, sus templos profanados y destruidos. Ya en el primitivo cristianismo, con la conducción del fanático Saulo de Tarso, se inició este infame atentado contra la cultura y la libertad de pensamiento. En efecto, en “Hecho de los Apóstoles”, del Nuevo Testamento, que sería bueno que los cristianos lo revisen de vez en cuando, aunque se relata que los recientes conversos decidieron quemar sus libros, no es difícil deducir que tras esa “espontánea” acción estaba la decisión de parte de los sabuesos del nuevo credo, de destruir toda obra pagana. Esto lo decimos, considerando que Pablo y su gente fueron capaces de llevar a cabo actos más crueles, como la lapidación de san Esteban, llamado protomártir del cristianismo269: 269 En ìHechos de los Apóstolesî (C. VII, 57-60; VIII, 1-3) se relata: “Ante esto, ellos clamaron a voz en cuello y se pusieron las manos sobre los oídos y se precipitaron de común acuerdo sobre él./ 58 Y después de echarlo (a san Esteban, M. R.) fuera de la ciudad, se pusieron a arrojarle piedras. Y los testigos pusieron sus prendas de vestir exteriores a los pies de un joven llamado Saulo./ 59 Y siguieron arrojándole piedras a Esteban mientras él hacía petición y decía: ‘Señor Jesús, recibe mi espíritu’. 60 Entonces, doblando las rodillas, clamó con fuerte voz: ‘Jehová, no les imputes este pecado’. Y después de decir esto, se durmió [en la muerte]. 8. Saulo, por su parte, aprobaba el asesinato de él. En aquel día se levantó gran persecución contra la congregación que estaba en Jerusalén; todos salvo los apóstoles fueron esparcidos por las regiones de Judea y de Samaria./ 2 Pero varones reverentes se llevaron a Esteban para sepultarlo, e hicieron gran lamentación sobre

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“18. Y muchos de los que se habían hecho creyentes venían y confesaban e informaban acerca de sus prácticas abiertamente./ 19 De hecho, buen número de los que habían practicado artes mágicas juntaron sus libros y los quemaron delante de todos. Y calcularon en conjunto los precios de ellos y hallaron que valían cincuenta mil piezas de plata./ 20 Así, de una manera poderosa, la palabra de Jehová siguió creciendo y prevaleciendo”270. El demoledor golpe fue dirigido primeramente contra la religión, que oficialmente fue prohibida mediante edicto del emperador Teodosio el 16 de junio del año 391. El fin del pensamiento filosófico pagano ocurrió 138 años después, el año 529, cuando Justiniano prohibió a los paganos toda función pública y clausuró las escuelas filosóficas. Dos ponderados investigadores, de cuya solvencia intelectual e integridad moral no puede dudarse, señalan al respecto una amarga verdad: “Las grandes obras de la espiritualidad pagana eran arrojadas a enormes hogueras y se perdían para siempre. Cuenta un testigo: “Amontonaron incontables libros unos sobre otros, muchas pilas de volúmenes extraídos de diversas casas, para quemarlas ante los ojos de los jueces por estar prohibidos. Los propietarios quemaban sus bibliotecas enteras. Tal era el terror que se apoderó de todo el mundo”271. Realmente algo infame y demencial. Un monstruoso atentado contra la cultura, de parte del fanatismo y la intolerancia. En líneas posteriores se revela lo siguiente: “Un pagano anónimo (c. 390) predice con tristeza: ‘Cuando yo muera no habrá santuarios y los grandes templos santos de Serapis272se hundirán en la oscuridad amorél./ 3. Sin embargo, Saulo empezó a tratar atrozmente a la congregación. Iba invadiendo una casa tras otra y, sacando a rastras tanto a varones como a mujeres, los entregaba a la prisión”. Si este comportamiento de “san” Paulo de Tarso no significa crueldad y fanatismo, entonces debe entenderse que yo soy un loco rematado. 270 Cf. Op. Cit. C. XIX, 18-20. 271 Cf. T. Freke y P. Gandy. Op. Cit., p. 350. 272 Esta divinidad era una de las más célebres del mundo Heleno, y en

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fa, y fabulosas e insustanciales tinieblas dominarán las cosas más bellas de la tierra’. “Finalmente, el 16 de junio de 391, el emperador Teodosio (cristiano fervoroso, no lo olvidemos. M. R.) publicó un edicto que ordenaba la clausura de todos los templos paganos [‘Que nadie vaya por los templos, que nadie honre los santuarios’]. Una chusma cristiana en seguida aprovechó la oportunidad para destruir el maravilloso templo de Serapis en Alejandría, del cual sólo quedaron los cimientos. Un decreto imperial exigió: ‘Quemad todos los libros hostiles al cristianismo para evitar que despierten la ira de Dios y escandalicen a los piadosos’, y la chusma analfabeta respondió destruyendo, como si fueran supersticiones paganas, la sabiduría y el conocimiento acumulados durante miles de años”273 No dudo de cuanto relatan estos investigadores, rigurosos e imparciales en su estudio religioso. Oficialmente, como manifestamos en líneas precedentes, el fin de la antigua filosofía pagana llegó un poco más tarde, cuando Justiniano prohibió a los paganos todo cargo público, toda función en el aparato estatal, en la enseñanza y dirección de las escuelas. Veamos al respecto unas notas de su tristemente célebre “Código”: “Prohibimos que enseñen ninguna doctrina aquellos que se encuentran afectados por la locura de los impíos paganos. Por eso, que ningún pagano finja instruir a aquellos que por desgracia los frecuentan, ya que en realidad no hacen otra cosa que corromper las almas de los discípulos. Además, que no reciba subvenciones públicas, porque no posee ningún derecho procedente de escrituras divinas o de edictos estatales para obtener licencia en cosas de esta clase. Si alguien, aquí [en Constantinopla] o en las provincias es hallado culpable de este delito y no se apresuEgipto representaba la fertilidad y la salud. Algunos autores consideran que se trataba de un dios nacional egipcio, venerado en ese país a partir del siglo V a n e, cuyo culto se extendió en el S. II a Grecia, Tracia y Roma. 273 Cf. T. Freke y P. Gandy. Ibid., p. 352.

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ra a volver al seno de nuestra Iglesia, junto con su familia, es decir, junto a su mujer y sus hijos, sobre él caerán las sanciones susodichas, sus propiedades quedarán confiscadas y ellos mismos habrán de marchar al exilio” (Lo subrayado nos pertenece. M. R.)274. El oscurantismo, la exaltada defensa de ideas retrógradas, la intolerancia fueron evidentes, aunque los autores de la obra en la que consta este pasaje de Justiniano, Giovanni Reale y Darío Antiseri, en un tono mitigante y con el inútil afán de justificar el espíritu sectario del edicto, recurren a un argumento teleológico y fatalista para señalar que el mismo ¡”no hizo más que acelerar y establecer jurídicamente aquel final al que la filosofía pagana antigua se hallaba destinada de un modo inexorable”!. ¡Qué indigencia de argumento de los filósofos mencionados!, ¡qué disparate y qué impudicia a los que recurren para justificar lo injustificable!, porque se soslaya intencionadamente que Justiniano era un creyente de la nueva fe, pero fanático, de ideas recalcitrantes, que demostró su intolerancia justamente al prohibir la vigencia del pensamiento filosófico pagano, estableciendo inexorables represalias contra quienes no acataran su edicto, como la confiscación de propiedades, el temible exilio y cerrando las escuelas de filosofía de Atenas: la Academia, la más famosa; la peripatética y la estoica, con lo que “la Edad Oscura se extendió sobre Europa”, como bien lo manifiesta B. Russell275. Y en cuanto al cristianismo, esta religión que se dividió en tres grandes ramas, catolicismo, ortodoxia y protestantismo y en numerosas sectas, surgió en condiciones de descomposición y decadencia del Imperio romano, cuando los antiguos credos ya habían agotado sus posibilidades históricas. Así que en esto no hay nada de milagroso. Se olvida que el Imperio fue cruel, despiadado, tremendamente injus274 Cf. Justiniano. Código. En: Giovanni Reale; Darío Antiseri. Historia del pensamiento filosófico y Científico. III volúmenes. Edición Herder, Barcelona, España, 1991, Vol I, p. 313. 275 Cf. B. Russell. Historia de la Filosofía Occidental. 2 tomos. Colección Austral, Madrid, España, 1997, T. 1, p. 99.

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to. No solamente contra los desdichados esclavos, libertos pobres, artesanos, parias de las ciudades, campesinos, que sobrevivían en condiciones muy duras, sino también contra las mujeres que fueron tan desdeñadas, como entre los hebreos. Con frecuencia fueron objeto de agresiones físicas; los niños no eran menos desgraciados, porque conocían los efectos despiadados del rebenque que aplicaban sobre sus indefensos y desvalidos cuerpos los “educadores”. En las paredes de las primitivas aulas colgaban látigos destinados a “enderezar” a aquellos párvulos que se consideraban desviados del recto camino. Se trataba del antecedente de aquella política educativa que se aplicó durante siglos, expresada a través de un lema inexorable: “La letra con sangre entra”. A las criaturas recién nacidas, del sexo femenino, no era raro que se las abandonara. Las que tenían más suerte, eran recogidas por negociantes de esclavos que se hacían cargo de la manutención y a los seis años ¡ya las lanzaban al infierno de la prostitución! La compra-venta de esclavos era un negocio macabro, humillante, que dejaba grandes ganancias a los marchantes. En un día se vendían hasta 10.000 esclavos en ciertas ciudades. No se olvide que el sistema esclavista alcanzó en Roma su máximo desarrollo. En ningún otro Estado de la antigüedad la esclavitud alcanzó la magnitud que tuvo en el Imperio romano. Por esto mismo en Roma periclitó este sistema que se prolongó durante siglos y el cristianismo surgió a principios de la nueva era y 476 años antes del definitivo colapso de Roma. En el territorio del vasto imperio, particularmente en su capital, pero también en sus provincias y colonias, la existencia más trágica definitivamente fue la del esclavo: obligado a trabajar de por vida, encadenado, en las minas, vigilado por un capataz que al menor pretexto le azotaba; en los lagares, pisando las uvas, dando vueltas amarrado a un eje que rotaba y con un ancho collar de madera colocado en el

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cuello, para evitar que se lleve un mendrugo a la boca. Por el menor motivo el amo le daba de latigazos, los puñetazos en el rostro dejaban sus marcas y con frecuencia hacían saltar los dientes. Otras veces, golpeado brutalmente, moría convertido en una sanguaza. En las galeras, encadenados, eran las primeras víctimas cuando se desencadenaba una guerra naval o los piratas tomaban por asalto la nave. Solamente aquellos esclavos dedicados a la enseñanza y a la filosofía, como Epicteto, gozaban de ciertos privilegios. En el circo los gladiadores eran despedazados por sus compañeros de infortunio o por las fieras. Así que el único compromiso era triunfar en esa orgía de violencia y sangre. Además, la corrupción alcanzó los más altos grados, las riquezas acumuladas durante años, desaparecían rápidamente dilapidadas. En los primeros años de la nueva era, en la capital del Imperio y en general en gran parte del mundo mediterráneo, la decadencia social fue irremediable. Junio Juvenal (55-127), denuncia una inusitada corrupción en los estamentos sociales de los ricos, el infame origen de las grandes fortunas, las costumbres abyectas. En la conocida Sátira IV se revela lapidario con relación a la depravación de las mujeres de alto coturno, el desprecio y la crueldad en el trato a sus esclavas, las supersticiones que dominan en la mente de las gentes de toda condición social y la desdichada suerte de los pobres y excluidos. Asimismo Apuleyo, en “El asno de oro” (o La Metamorfosis), relata las aventuras de Lucio, convertido en jumento. Con gran habilidad retrata a los personajes de las diversas clases sociales, que las matiza con narraciones míticas, sucesos prodigiosos, encantamientos. Finalmente el desdichado Lucio recupera su forma humana cuando ingiere los pétalos de una rosa proveniente de la corona de un sacerdote del culto de la diosa Isis. En la región griega del imperio, la decadencia y descomposición se encontraban atenuadas y grandes escrito-

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res continuaban honrando las letras y el mundo de las realizaciones espirituales. Plutarco (45-125) con su magistral obra biográfica “Vidas Paralelas”, Dion Casio (fines del S. I – comienzos del S. II), brindaba cátedra en las ciudades griegas, que se resistían a ser arrastradas por la turbulenta corriente de la decadencia o Epicteto (h. 50 en Hierápolis), el filósofo influido por el estoicismo vigente en el Imperio, cojo y esclavo de origen, hurgaba con singular talento la esencia de las cuestiones éticas a través de “Disertaciones”. Como la superación cultural griega no podía soslayarse, porque todavía seguía vigente el helenismo y por supuesto el difamado paganismo, en especial en filosofía, Marco Aurelio, emperador y filósofo, optó por escribir sus pensamientos en la lengua de Homero, igual que Dion Casio (155-235, aprox.). No obstante lo manifestado, como las conmociones sociales -entre estas las reiteradas rebeliones de esclavos-, la descomposición política y moral, los problemas económicos, anunciaban que el principio del fin de ese mundo asaz injusto, se encontraba a las puertas; entonces el misticismo cobró una fuerza inusitada, virtualmente se enterraron las teorías del Estagirita y los tratados de esa mente enciclopédica de Demócrito; de Epicuro sus obras fueron destruidas por los celosos guardianes del nuevo orden, y el admirable poema filosófico de Lucrecio, “De rerum natura” fue condenado al silencio. En su lugar, renacían como de las tumbas y encontraban terreno abonado las más extravagantes supersticiones, los prodigios, la pasión por lo sobrenatural. En Roma los hechiceros y hechiceras, los magos y encantadores, los adivinos, a la manera de las antiguas sibilas y pitonisas, gozaban de amplia aceptación. El misticismo y la superstición contaminaron a las clases altas, a los cortesanos, tanto que Claudio, el emperador, inauguró solemnemente un colegio de adivinos, “Haruspicis Augusti”. Las cofradías religiosas se multiplicaron y el culto a los emperadores acabó por instituirse: el del “divino Augus-

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to”; los soberanos difuntos fueron endiosados, conducidos a los altares y en su honor se levantaban templos en Roma y sus provincias. Los misterios de Oriente, con semejante terreno abonado al misticismo, literalmente invadieron la capital del imperio y fueron efusivamente recibidos porque prometían descifrar los eternos enigmas: la vida de ultratumba, cómo lograr el estado de santidad perenne, la bienaventuranza hasta el fin de los tiempos. Desde el milenario Egipto llegó el culto de Isis, la “Señora del Universo”, “Reina de los Cielos”, “Llena de Gracia”, grandilocuentes y exultantes frases que después, casi textualmente, serán adoptadas por el culto de María, la madre de Jesús. Asimismo el año 204 a n e, desde Asia Menor (propiamente de la antigua Frigia, región situada entre el Egeo y el Ponto Euxino –Mar Negro-), llegó el culto a Cibeles, la “Gran Madre de los Dioses” (aprecie el lector que en esos tiempos el machismo injusto y senil, no afectaba el reino de las divinidades), encarnación de la fecundidad, protectora de las ciudades y el Estado, y el divino Atis, dios de la naturaleza, pastor, amado por Cibeles, mortalmente herido por un jabalí, que al resucitar se convirtió en un pino. Tanto en Asia Menor, como después en Roma, que recibió el culto de Atis hacia el S. II a n e, anualmente se conmemoraba con toda solemnidad la muerte y resurrección de Atis, de cuyo culto el cristianismo igualmente tomó no pocos elementos rituales y ceremoniales. En tiempo de los Flavios los soldados romanos llevaron de Oriente Medio el culto persa de Mitra, que en sus más antiguos orígenes fue venerado en la India y tuvo sus santuarios en toda Roma. En sus postrimerías devino en divinidad solar. A Mitra se le consideraba intermediario entre dios, Ahura Mazda y las gentes, exactamente igual que el mitificado Jesús; en Persia era tenido como el dios supremo del bien, adversario del mal, también era el dios-sol, el salvador276 . Lo cierto es que el mito de esta antigua divinidad, 276 Cf. Ateisticheskiy Slovar. Op. Cit.,p. 275.

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coincide en muchas cuestiones con el culto cristiano del divinizado Jesús e incluso la conmemoración de su natalicio, ¡sirvió de fuente para que la natividad de Jesús se festeje cada año el 25 de diciembre! Algo similar sucedió con el culto al dios Sol-invencible: en Egipto el dios Sol Ra gozaba de gran popularidad y era venerado en todo su territorio; luego de la conquista de este país por Roma, en tiempos de Julio César, se llevó su culto a la capital del Imperio. Finalmente a consecuencia de la diáspora, con una numerosa colonia proveniente de Palestina, a la “ciudad eterna” también llegaron las primeras sectas judeo-cristianas, con su culto, creencias y ceremonias. En este escenario y en estas condiciones el cristianismo surgió y se difundió originalmente entre los esclavos, libertos pobres, artesanos, parias de la ciudad, colonos y campesinos arruinados. Es que después de los reiterados fracasos de las sublevaciones, de la derrota de Espartaco (71 a n e) y la crucifixión de ¡seis mil de sus compañeros!, de las crueles represiones a los rebeldes, ante la imposibilidad de lograr un mundo menos injusto, menos despiadado y más solidario, a los millones de subyugados no les quedó otra esperanza que la llegada de un “salvador” sobrenatural. Especialmente cobró fuerza esta creencia en Judea, en razón de que en el judaísmo, el claustro materno del que surgió el cristianismo, casi inmediatamente reformulado por Paulo de Tarso, existían antiguas tradiciones del mesías o ungido (Cristo, en griego). También arraigó esta creencia en Asia Menor, en donde igualmente prosperaron numerosas colonias judías. Y como el escenario ideológico, psicológico y social estuvo prácticamente preparado, como los antiguos cultos mistéricos (paganos) también tenían elementos mesiánicos, escatológicos, creencias de tiempos inmemoriales en dioses murientes y resucitantes, en vírgenes humanas, como María, que concebían de divina semilla depositada por ma-

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jestuosos dioses en sus bienaventurados vientres, entonces el cristianismo no tuvo mayores problemas para ser aceptado en la versión paulina, por los millones de marginados y pobres que buscaban un consuelo a sus desdichas. Y con el tiempo, en el cristianismo ya consolidado, ingresarán también en su seno gentes económica y políticamente poderosas, mercaderes, usureros, ricos terratenientes, altos burócratas, importantes cortesanos, damas de alto coturno y militares del decadente imperio. En estas circunstancias aquella prevención de que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que entre el rico en el reino de los cielos (¡muy mal traducido del arameo al griego, según Jacopo Fo y Laura Malucelli!277, porque en arameo camello se escribe “kámelos”, mientras que la grafía de maroma, cuerda o soga corresponde al nombre “kámilos”; entonces la célebre sentencia al trasladarla al griego fue confundida totalmente y al pobre Jesús se le hizo decir un absurdo, porque lo sensato es que el Rabí haya manifestado que es más fácil que una soga o maroma, que da lo mismo, pase por el ojo de una aguja, que el rico entre en su reino), quedó para la historia, porque el cristianismo ya vigoroso, aceptado por las clases pudientes, diluyó o archivó sus más antiguas consignas, cargadas de anatemas a los ricos, a la “gran ramera de Babilonia” y en su lugar, primordialmente con Saulo de Tarso, el ex fariseo y ex perseguidor de cristianos, se propuso la resignación ante los sufrimientos, injusticias y privaciones, con la promesa de la bienaventuranza en el más allá, la condescendencia con el Imperio, la obediencia al poder porque este proviene de Dios (¡así lo proclamó el obseso e impertinente Saulo!), el sometimiento del esclavo al amo –porque todavía no desaparecía este ignominioso sistema, aunque estaba herido de muerte-, igual que la mujer al varón. Así, la nueva fe, que consagró terribles desigualdades sociales y de género, acabó convirtiéndose en una poderosa organización no solo 277 Cf. J. Fo. L. Malucelli. Y Jesús amaba a la mujer. Edición: ROBINBOOK, Barcelona, España, 2003.

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espiritual, sino también ¡política y económica!, tanto que en la Edad Media fue el bastión ideológico del sistema reinante y el primer poder feudal. Los últimos tiempos de descomposición política y moral, de decadencia económica, los esclavos se sublevaban y abandonaban los campos, caía la producción y el Imperio agotado era víctima de incursiones cada vez más frecuentes y exitosas de los pueblos bárbaros; sus colonias se tornaban insumisas, se aliaban con los invasores, con la esperanza de sacudirse del ignominioso yugo. En las postrimerías del Imperio, Roma era un espectro, la mayoría de ciudadanos la había abandonado. Estos y otros más fueron los prolegómenos y los signos premonitorios que anunciaban el ocaso del Imperio romano y que asimismo allanaron el camino para la nueva fe, cuando todas las sublevaciones, desde la más grandiosa de Espartaco, fueron aplastadas con inusitada crueldad. Las ilusiones en un mesías terrenal, de armas tomar, perdieron su razón de ser y en su lugar cobró fuerza la esperanza de salvación en el más allá, al abandonar este “valle de lágrimas”, por supuesto con la intercesión del mesías mitificado, convertido en hijo de Dios, Cristo. Entonces todo, o casi todo estuvo listo para el cambio, para la nueva era que surgió el año uno, ¡porque se olvidaron del cero!, aunque el fin del mundo antiguo ¡realmente aconteció en el 476 de nuestra era! Resumiendo: es evidente que se brinda un trato sesgado a estas cuestiones, de parte de la historia oficial y asimismo es innegable que con relación al mundo del paganismo hubo violencia, fanatismo, intransigencia, desprecio al pensamiento ajeno, todo lo cual posteriormente se reeditará en condiciones implacables y a una enorme escala, durante la tenebrosa Inquisición, ¡la más brutal y precisa maquinaria de tortura y muerte de esos tiempos!, igualmente blanqueada y maquillada al extremo por la mentirosa historia oficial.

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A MANERA DE CONCLUSIÓN. Admiro las grandes realizaciones culturales del paganismo, aunque advierto que no soy pagano, tampoco prosélito de ningún credo religioso contemporáneo, pero los respeto a todos por igual, aunque estos no necesariamente han demostrado tolerancia al pensamiento disidente. Por lo mismo estoy más cerca de lo que pensaban Anaxágoras, Protágoras, Demócrito, Epicuro, Lucrecio o Giordano Bruno [gigante en su panteísmo, que le condujo a ser quemado vivo en las hogueras inquisitoriales, porque como eminente hereje que fue –del g. “hairesis”, que traduce escoger, optar o preferir-, ¡supo elegir algo diferente al dogma que anquilosa la reflexión y destruye la dialéctica!], o de esa pléyade de librepensadores del Renacimiento, como Denis Diderot (“¿Por qué los milagros de Jesucristo son verdaderos, y los de Escolapio, de Apolonio de Tiana y de Mahoma son falsos?”, reclamaba con razón este insigne ateo), del Barón D’Holbach, de Sylvain de Marechal (“Dios no siempre ha existido”, señalaba este brillante escritor); de Ludwig Feuerbach (“Cuanto más se niega lo sensual más sensual es el dios al que se lo sacrifica lo sensual”); del “maldecido” C. Marx, que tuvo el profundo acierto de manifestar lo que sigue: “El ‘espíritu’ nace ya tarado con la maldición de estar ‘preñado’ de materia”278, o del insumiso B. Russell que disparaba su saeta: “Al contrario del esquema habitual, me he hecho gradualmente más rebelde a medida que he envejecido”. Yo, simplemente trato de alcanzar la categoría de ser 278 Cf. C. Marx; F. Engels. La Ideología Alemana. Edición: Pueblos Unidos, Buenos Aires, Argentina, 1985, p. 31.

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humano. Nada más. Por todo lo expuesto, resulta extraordinariamente difícil reconstruir en su integridad la cosmovisión de aquella cultura que antecedió al cristianismo, devastada y borrada de la memoria colectiva de los pueblos, por obra de la intolerancia y el fanatismo, y las personas que vivimos en la actual civilización que arrasó con el paganismo, con el que se encuentra en deuda, sin embargo no tenemos una comprensión cabal de lo que fue aquel mundo, de lo que nos legó espiritual y materialmente, de sus extraordinarias realizaciones en los más diversos campos del saber y la creación humanos, porque casi nada se respetó, porque casi todo se destruyó y en seguida se lapidó con la falsedad la verdadera historia. O expresándonos con mayor propiedad: porque de esa vorágine de pasiones negativas e intolerancias, solamente emergió triunfante el mito canonizado de la nueva fe… En conclusión, procede emprender en una tarea de revalorización de lo que fue el paganismo, precisando los conceptos, rescatando sus indudables valores culturales, primordialmente en el campo filosófico, escribiendo su verdadera historia, eliminando anacrónicos e injustos prejuicios que todavía anidan en la mente de amplios sectores de fieles cristianos, incluyendo sus más conspicuos teóricos y dirigentes, destacando lo positivo que encarnó a lo largo de los siglos y el legado que entregó especialmente a la cultura occidental, que se ufana de ser cristiana y democrática279 . Caso contrario, la historia será la misma novela macabra preparada por los fantasiosos escribanos al servicio de los dueños del poder, erigida sobre el dolor y la desdicha de pueblos enteros, sobre regueros de sangre, montones de cadáveres y la sistemática destrucción de culturas. 279 ¡No obstante que tiene engendros como George W Bush Jr., señalado por amplios sectores de la opinión pública internacional, como el más despiadado criminal de guerra de los últimos tiempos, en unión de sus secuaces Dick Cheney y Donald Rumsfeld!.

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