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SERIE HISTORIA DE LA FILOSOFIA l
¿QUE ES FILOSOFIA? EL HOMBRE Y SU MUNDO MANUEL MACEIRAS FAFIAJÍ Profesor titular de Historia de la Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid
PROLOGO DE PAUL RICOEUR Catedrático de la Sorbona Universidad de París
1998 2a Edición (Ediciones Pedagógicas)
1994, EDICIONES PEDAGÓGICAS (inlileo, 26 - local 12 Tilf./I'ax: 91 448 06 16 ISI>INI: 84-411-0012-8 I Vpósito lega): M. 33.657-1998 Impreso en EPCA, S.A. I’.n. H/) Además de p ro d u cto ra de significado, la distancia tem poral perm ite el abandono de todo lo secuiulai i*> y peculiar de las circunstancias o acontecim ientos ( i l u dieron origen al texto p ara re te n er lo au lrn l ir;iuu-iii< significativo p ara el futuro. Lo im portanlc será íclcnci
de los acontecim ientos originarios, no lo que tienen de circunstancia, sino lo que encierran de la constante problem ática del hom bre. La distancia ente au to r y texto, si bien p roductora de significación, será necesario colm arla aceptando la continuidad de la tradición. Para ello se tendrán en cu enta los prejuicios y los presupuestos tradicionales con los que un texto ha sido interpretado. Pero entre ellos deben distinguirse los que llevan a entender y los que inducen a m alentender (m issversethen). Unos y otro s ayudan a com prender m ejor si bien deben po nerse en tre paréntesis p ara dejar paso a la in terro gación directa del texto ( G a d a m e r : 1977, pp. 3 4 4 y ss.). • P ara Ricoeur la in terpretación debe proceder a p a rtir de la isotopía del discurso, de lo que el texto dice, desligado de tiem po y autor. El texto debe en tenderse como sentido en el que quedan superadas la p alab ra y el acontecim iento subjetivo e histórico. Ello supone en ten d er a la escritura, no como salvaguarda de una lengua o un alfabeto, sino como fijación ele un sentido. E sto conduce a: a)
R econocer la e stru c tu ra in tern a y los m ecanism os constitutivos de un texto, en los cuales se lia fijado y sancionado el m ovim iento de la palabra. La es c ritu ra fija, en efecto, no el acontecimiento del decir, sino lo dicho del de cir... o exteriorización intencional constitutiva de la pretensión del discurso..., o sea, el noema del decir. (R ico eu r:
b)
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1971, p . 19)
Reconocer que la esc ritu ra disocia el texto del autor. Ello supone que el autor y las circunstancias origi nales deben ser alcanzados a través del texto y no viceversa. Con ello R icoeur atiende a la solicitud estructura lista que pide una atención p reponderante hacia los m ecanism os lingüísticos constitutivos del texto. Sin coincidir con el reduccionism o estru ctu ralista, tam bién R icoeur piensa que la com prensión de un
texto y toda interpretación —p or tanto— debe ir acom pañada de la explicación de su e stru c tu ra lin güística. Explicación y com prensión (cfr. infra, p á gina 134) se reclam an m utuam ente p ara poder in te rp retar. Pero, adem ás del estructuralism o, R icoeur se deja ilu stra r por Frege. P ara Frege el significado de toda proposición hay que buscarlo en el sentido de su enunciación lingüística y no en una dim ensión ex tra ñ a a ella, com o puede ser el pensam iento de su a u to r o el acontecim iento que le dio origen: estamos obligados —escribe Frege— a reconocer «el v^lor de verdad» de una proposición como su signi ficado. ( F rece : 1974, p. 37)
5.2.2. La interpretación De acuerdo con los presupuestos anteriores, toda in terp retació n debe tener en cuenta las siguientes exi gencias: a) P ara in te rp re ta r es necesario, en p rim e r lugar, co nstruir la significación del texto. El texto es algo es crito que establece p or ello una relación asim étrica con el lector. La in terp retació n no puede entenderse com o una sim ple reiteración de lo escrito, lo que im plicaría su m ism a inutilidad. Por el contrario, ella es algo sim i la r a la in terp retació n de una pieza m usical: cada eje cución supone un renovado acontecim iento. De la m is m a m anera la intelección del sentido... es la producción de un acontecimiento nuevo a partir del texto, en tanto que éste supone la Aufhebung del acontecimiento en el sentido. ( R ic o e u r : 1971, p . 23)
Con tal presu p u esto la atención se desplaza de Dilthey, y m ás aun de Schleierm acher, hacia Frege, en cuanto que el m om ento de la exégesis está ligado al reconocí147
m iento de la significación objetiva del sentido. Ahora el texto debe ser entendido sin las conexiones psicoló gicas iniciales, a través de una hipótesis sobre el sen tido que sea la co n tra p artid a del m utism o del texto. H ipótesis que se corregirá sucesivam ente en la m edida en que la in terp retació n progrese. El in térp re te es así clave de la significación. b) La objetividad exige un m om ento de inicial de cisión personal sobre el sentido. Pero éste no será retenido com o definitivo. Tal p o stu ra no supone la in troducción de la aleatoriedad, aunque com porta la con tingencia que proviene del lector-intérprete. Por ello, la interp retació n lleva aneja la oscilación continua en tre la ap u esta p o r un sentido y su validación por una interp retació n ulterio r. Como bien señala Heidegger, una interpretación jamás es una aprehensión de algo dado llevada a cabo sin supuesto. ( H e i d e g g e r : 1971, p. 169)
La objetividad consistirá, precisam ente en la confir m ación de la significación inicialm ente anticipada, que se co n fro n tará con la asunción del texto com o totali dad. La anticipación de sentido no puede ser em itida sino en la conciencia de que será la totalidad quien revalide el presupuesto inicial. Por ello dirá Ricoeur que la relación parte-todo es una relación ineludiblemente circular; a la representación de un cierto todo pre cede el discernimiento de una ordenación determinada de las partes. (R ico eu r:
1972, p . 104)
c) La in terp retació n , pasando de lo que el texto dice a aquello sobre lo que habla, preten d erá llegar a la com prensión del m undo hacia el cual tiende la situación del lector, guiado p o r el sentido. Más que resu citar a un autor, se tra ta de seguir la referencia del texto, como el ám bito en el que se m uestran nuevas form as de ser en el m undo. La interp retación es entonces 148
el alcance de las proposiciones de mundo abiertas por las referencias no ostensivas del texto. ( R i c o e u r : 1972, p . 107)
Se desplaza así el acento, de la subjetividad del au to r y de la del in térp rete, hacia el m undo que el texto ofrece. C om prender no es ya, com o en la herm enéutica rom ántica, alcanzar una cierta em patia' o sim patía de conciencia en tre au to r e in térp rete, o situarnos —como quería la herm enéutica historicista— en el contexto histórico del origen del texto, sino seguir la dinám ica de la o b ra hacia las form as de m undo que ella ofrece. E sta dinám ica debe conducir a una fusión de hori zontes, en lenguaje de Gadam er, el del texto y el del in térp rete, que se p ro d u cirá por encim a de las situa ciones p articu lares de au to r y lector-intérprete. Y esto porque la llegada al lenguaje del sentido y de la referencia de un texto es, más que el reconocimiento de otra persona, la llegada al lenguaje de un mundo. (R ic o e u r:
19 7 1 , p . 2 4 )
Superando así la herm enéutica rom ántica e h isto ri cista, se afirm a que el texto no posee sentidos ocultos; su significación está, no detrás, sino ante él. P ara el lector-intérprete es el sentido lo que debe ser ahora prom ovido, no sus im plicaciones regresivas. C om pren diendo el texto en su sentido el lector se descubre a sí m ism o, a p a rtir de las nuevas form as de e sta r en el m undo que el texto ofrece, lo que supone precisam ente lo co n trario de una proyección de los prejuicios sobre el texto. La in terp retació n abre entonces nuevas «form as de vida», como dice W ittgenstein. Nuevas form as de ser. señala Heidegger. El círculo interp retativ o se desplaza así de lo subjetivo a lo ontológico. d) Si la interp retación debe independizarse de la si tuación del au tor, tam bién debe afirm arse que la lier m enéutica no está condicionada por el p r i m e r deslina tario del texto o por lo que él haya podido entender.
Si el diálogo tiene un tu, el texto va dirigido a Lodo posible lector y escapa por ello a la relación autor-lector inicial. El texto produce la posibilidad de un nuevo aconteci m iento de p alab ra con la superación de su p rim er sig nificado. La fijeza de un escrito garantiza su perm anente vi gencia, siendo posible la reactualización sucesiva de lo escrito, cual in in terru m p id a locución. Tal reconocim ien to es indispensable p ara evitar, en la interpretación, la p reten sió n de rem ontarse a una im posible contem po ran eid ad con el tiem po originario del texto. P or eso no hay trad ició n posible m ás que: a través de La mediación de un sentido poseventual inscrito de alguna manera y ofrecido a la investiga ción de una nueva palabra. (Ibíd., p. 24)
5.3. Conclusión Nos vemos así conducidos a las conclusiones que ya adelantam os sobre la verdad de las diversas filoso fías. a) Toda la H istoria de la filosofía no puede ser com prendida sino com o sentido que el filósofo actual en cu en tra en concurrencia con su propia investigación. Los filósofos pierden su tiem po para ganar el nuestro, en cuanto que —todos en contem poraneidad— estable cen, no un antes y un después, sino un ám bito que si m ultáneam ente nos b rin d a su palabra y su m undo para que n o sotros podam os com prender m ejor el nuestro. La H istoria de la filosofía pierde, en consecuencia, su carác te r diacrónico. Con este presupuesto R icoeur habla de fundir en la in terp retació n tres tem poralidades: la fundante y origi nal del texto, la de la tradición y la del intérprete. Y G adam er, a su vez, verá en la distancia tem poral una producción de significado que confiere a los textos un sentido objetivo, desvinculándolos de su propio tiem po. 150
Pei'o la fusión de tem poralidades n a será posible sin la investigación y el com prom iso actuales de la filosofía, 0 sea, del filósofo. Por eso la herm enéutica in sistirá en que no es posible la com prensión a través de la sim pa tía n eu tra ante, un texto-: O filosofía. b) El lenguaje filosófico aparece así com o el ám bito en el que la experiencia hum ana ha encontrado su sedi m ento y tam bién su palabra y su posibilidad de tra n s m isión. Por eso, R icoeur entiende, que el análisis del lenguaje es el m étodo m ás adecuado p ara rem ontarse h asta el conocim iento de la subjetividad. De ahí que la filosofía deba convertirse en herm enéutica. En analogía con las sugerencias de G adam er y RiCoéur es sum am ente ilustrativa: éntre nosotros la obra de: Em ilio Lledó en la que se subrayan los grandes te m as de la interp retación dtt los textos filosóficos. De- sus m uchas y fecundas sugerencias sólo Señalará livs:
• Él texto filosófico, üfiefibi Lledo, m coge wict.Mtf reacia, pero am aga co n ella,- y e n e t h o gar de la época, u n a lim e n to eme se nos ofrece sie m p re co n u na inteñeión, E sto e.s posible p o rq u e el len guaje', que nos Habla suporté!, por1M m ism o , un co n te n ido o rientado p o r é l autor, pero p r e e x iste n te siem pre: a tal orieiitü sió ñ éti la matriz. M ism a de la lengua. i l.i ) ii. W)
• El texto filosófico ofrece una palabra para el presente y para el futuro, puesto que él expresa un «horizonte de mundo» (Gadamer). Por eso: El futuro tiene que conocerse, desde el presente y el pasado de la historia. No puede, por tanto, desga jarse de la historicidad, proyectarlo ante nosotros y hacer que toda la historia y, con ella, el ser del hom bre, se interprete desde ese futuro. ( L l e d ó : 1978, p. 82)
La conclusión de este capítulo parece así obvia: toda filosofía del pasado adquiere significación y verdad por la investigación del presente. Pero, en co n trap artid a, el p resen te y el fu tu ro no serán m ás que fantasiosa aven tu ra si su com prensión y proyecto no se engarzan con la experiencia del pasado que los textos nos transm iten. E sta es la m iseria y la grandeza de la filosofía. Desde la contingencia de la interpretación de los textos del pasado ella debe h acer que el hom bre de hoy no sólo se com prenda m ejor, sino que sea tam bién m ás dueño de sí, de su m undo y de su futuro.
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D escartes. G rab ad o de F ranz H als según el r e tr a to ilc l>