Norbert Elias: un sociólogo contemporáneo: teoría y método [2 ed.] 9789588427492


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Norbert Elias: un sociólogo contemporáneo: teoría y método [2 ed.]
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NORBERT ELIAS. UN SOCIÓLOGO CONTEMPORÁNEO

NORBERT ELIAS Un sociólogo contemporáneo Teoría y Método

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NORBERT ELIAS. UN SOCIÓLOGO CONTEMPORÁNEO

Hésper Eduardo Pérez Rivera

NORBERT ELIAS Un sociólogo contemporáneo Teoría y Método

2010

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Pérez Rivera, Hésper Eduardo Norbert Elias : un sociólogo contemporáneo. Teoría y método / Hésper Eduardo Pérez Rivera. -- Editor César A. Hurtado O. -- Medellín : La Carreta Editores, 2010. 162 p. ; 24x16,5 cm. Incluye bibliografía. ISBN 978-958-8427-49-2 1. Elías, Norbert, 1897-1990 - Crítica e interpretación 2. Sociología Teorías 3. Sociólogos 4. Sociología del conocimiento I. Hurtado O., César A., ed. II. Tít. 301 cd 21 ed. A1270715 CEP-Banco de la República-Biblioteca Luis Ángel Arango

ISBN: 978-958-8427-49-2 ©2010 ©2010 ©2010 ©2010

Hésper Eduardo Pérez Rivera Universidad Nacional de Colombia, Departamento de sociología Fondo de Ediciones Sociológicas La Carreta Editores E.U.

La Carreta Editores E.U. Editor: César A. Hurtado Orozco E-mail: [email protected] ; [email protected] www.lacarretaeditores.com Teléfono: (57) 4 250 06 84 Medellín, Colombia Primera edición: 1998 Segunda edición: octubre de 2010. Carátula: diseño de Álvaro Vélez Ilustración: Norbert Elias en Leicester 1976, fotografía de Hermann Korte. Tomado de: http:// www.norberteliasfoundation.nl/gallery/main.php?cmd=imageview&var1=NEbyHermann Korte.jpg Impreso y hecho en Colombia / Printed and made in Colombia por Impresos Marticolor, Medellín. Queda rigurosamente prohibida, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidas las lecturas universitarias, la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler público.

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NORBERT ELIAS. UN SOCIÓLOGO CONTEMPORÁNEO

Índice general

Prefacio a la primera edición ...................................................... 7 Hésper Eduardo Pérez Rivera

Prefacio a la segunda edición.................................................... 11 Hésper Eduardo Pérez Rivera Anita Weiss

I Parte. El Método .................................................................... 13 Acerca de algunas fuentes de la teoría elisiana en su periodo de gestación: 1920-1933 ......................................... 15 Hésper Eduardo Pérez Rivera Norbert Elias. Aproximación a su propuesta metodológica ............. 23 Luz Teresa Gómez de Mantilla La ontología de lo humano en Norbert Elias .................................. 59 José Gregorio Flórez Norbert Elias y la sociología del conocimiento ................................ 71 Pedro Durán B La sociología, la historia y la sociogénesis del Estado según Norbert Elias ...................................................................... 85 Hésper Eduardo Pérez Rivera

II Parte. Relación de Norbert Elias y Max Weber ................... 105 Algunas consideraciones sobre Max Weber y Norbert Elias .......... 107 Alfonso Piza R.

III Parte. Norbert Elias en la perspectiva colombiana ............. 115 El proceso de individualización de los obreros industriales en Colombia ............................................................................... 117 Anita Weis El control de la violencia a través del deporte: el caso del Valle del Cauca .......................................................... 133 Alberto Mayor Mora 5

El proceso civilizatorio en Argentina ........................................... 147 Hésper Eduardo Pérez Rivera

Bibliografía de Norbert Elias ................................................... 159 I. En Inglés ................................................................................. 159 II. En español ............................................................................. 162

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Prefacio a la primera edición

Hésper Eduardo Pérez Rivera* La difusión de la obra de Norbert Elias en español se inicia de manera lenta en la década de los ochenta y se acelera después de 1990. Se han traducido a nuestro idioma hasta el presente unos doce libros suyos. Este hecho ha contribuido, sin duda, a que su nombre empiece a conocerse más allá de los medios académicos. Con todo, en Colombia todavía su lectura se restringe a algunos círculos de sociólogos e historiadores, cuyo interés por Elias, sin embargo, ha sido suficiente como para convocar para mediados de 1998 en la Universidad Industrial de Santander el que parece ser el primer Simposio Internacional sobre su obra que se efectúa en América Latina. Por otra parte, el Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional es tal vez el primer centro universitario colombiano que ha incorporado la obra de Norbert Elias a los estudios sociológicos formales al crear, en el segundo semestre de 1997, el seminario que lleva su nombre en el Programa de Maestría. La estructura de este seminario se origino en otro, realizado en el semestre inmediatamente anterior por un grupo de profesores del Departamento, que estudiaron con detenimiento los temas claves de la teoría elisiana. El trabajo realizado en los dos seminarios constituye la base del presente libro. Ahora bien. Como puede verse por los títulos de los artículos que integran el libro, la preocupación que los anima, con excepción de dos de ellos, es la de escudriñar en los fundamentos metodológicos de la teoría de Elias. Este énfasis no es fortuito. Se corresponde en un todo con la orientación del Departamento de Sociología que, desde 1969, situó la teoría sociológica, representada en sus clásicos, en el eje de la disciplina y ha persistido en esta línea a lo largo de los anos. Como el propio Elias lo afirma, sin teoría no hay ciencia. Y los clásicos de una disciplina son, desde luego, la referencia ineludible para todos los desarrollos posteriores de la teoría. Ni Schutz, ni Habermas ni Bourdieu, para citar tres representantes de importantes tendencias teóricas de la sociología contemporánea, se comprenden cabalmente si se desconocen los clásicos * Profesor Titular. Departamento de Sociologia. Universidad Nacional de Colombia.

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de la sociología. Elias corrobora este aserto, ya que su teoría se fraguo en dialogo y contrapunto permanentes con los clásicos, en particular con Marx y Weber. También Elias representa una tendencia de la sociología contemporánea, a pesar de que el núcleo de su pensamiento proviene del periodo comprendido entre las dos guerras mundiales. El descubrimiento en Europa, treinta años después, de lo que entonces escribió, hubo de ser reconocido como actual tanto por tratarse de una perspectiva original sobre la evolución de la sociedad moderna como porque apareció precisamente en el momento en que los sociólogos habían tornado la vista hacia la historia y ponían en duda la bondad del estructural funcionalismo que todavía dominaba la escena de las ciencias sociales. Este viraje se initio en Inglaterra y luego continuo en los otros países de Europa. Aun en los Estados Unidos hubo pioneros como Barrington Moore que, inspirado en Marx, a mediados de la década de los sesenta inauguro con su trabajo sobre los orígenes de la dictadura y la democracia en Occidente la nueva área de investigación que luego se denomino sociología histórica y que tenía ilustres antecesores como Tocqueville y el mismo Marx. Elias registra esa situación de la sociología en la introducción que redacto en 1968 para la que sería en la práctica la primera edición de El Proceso de la Civilización. Encuentra que su investigación, sustentada en la interdependencia individuo-sociedad y en el cambio de las estructuras social y de la personalidad en la larga duración, resulta avanzada para una época en la que el dominio ejercido por Parsons había llevado a considerar a la sociedad como inmutable y reducido el cambio social a una perturbación casual y exterior a un sistema en equilibrio. La búsqueda de las raíces produjo en Europa y en los Estados Unidos la apertura hacia nuevas áreas de investigación sobre cuestiones especificas de la obra de los grandes maestros (por ejemplo, la metodología Weberiana que, según Ruciman, contaba en 1974 con más de seiscientos trabajos); se escribieron biografías que exploran minuciosamente sus aportes (por ejemplo, la exhaustiva que realizo Steve Lukes sobre Durkheim en 1984) y los nuevos teóricos se adentraron en sus obras como paso obligado para la construcción de sus esquemas conceptuales. La introducción de los clásicos en el Departamento de Sociología se produjo en el mismo periodo del mencionado viraje que tuvo lugar en la sociología europea. Nos ubicamos así, gracias al profesor Darío Mesa, autor de los cambios de orientación de la disciplina, en la perspectiva que se afirmaba en la necesidad de recuperar el carácter genético de la sociología, para lo cual era menester estudiar a fondo, de manera sistemática, a Marx y a Weber, y también a Durkheim, cuya teoría, si bien inspiro una de las corrientes del 8

PREFACIO A LA PRIMERA EDICIÓN NORBERT ELIAS. UN SOCIÓLOGO CONTEMPORÁNEO

funcionalismo, no es de ninguna manera ahistórica. En este caso Parsons paso a ser uno más entre los clásicos, no el inspirador per se de la sociología. Digamos, entonces, que en nuestro Departamento de Sociología hay receptividad para sociólogos como Elias, que remueven con sus reflexiones el andamiaje clásico. No es menuda cosa proponer un nuevo camino para la sociología partiendo de la ruptura con los grandes maestros, por considerar su pensamiento penetrado de filosofía y de ideología y por tal razón inadecuado para fundamentar la ciencia de la sociología que, a juicio de Elias, esta por construir. Colocado en este punto, Elias ofrece una alternativa que por su naturaleza implica no una respuesta global, al estilo de las teorías que rechaza, sino una posición metodológica que cree permitirá desbrozar la senda que han de recorrer los sociólogos en esfuerzos generacionales sucesivos en su empero de hacer de la sociología una ciencia. Posición tan claramente crítica es la que incita a las reflexiones como las contenidas en el presente libro. En el primer capítulo, dedicado al problema del método, se incluyen cinco artículos. Empieza por la incursión que llevo a cabo en el periodo de formación intelectual de Elias, examinando algunas fuentes de su teoría y mostrando en particular sus coincidencias con Comte, que dan para pensar que el joven Elias muy probablemente sufrió la influencia del filosofo positivista en los años de búsqueda de su propio camino en la sociología. Con base en dichas coincidencias se plantea que la posición metodológica de Elias es la misma de Comte y que su propuesta de desarrollar la ciencia sociológica a través, y solo a través, de la investigación empírica, le obliga a apoyarse continuamente en otros autores, entre ellos y en primer lugar en los que son sus principales interlocutores: Marx y Weber. Se deja apenas esbozada la idea del probable eclecticismo de Elias. Continúa Luz Teresa Gómez de Mantilla. Ella realiza una pormenorizada revisión de la metodología elisiana, partiendo de la idea de la existencia de una lógica dialéctica, de carácter hegeliano, en el fundamento de la misma. A la luz de la lógica de Hegel revisa los conceptos básicos de figuración y larga duración e intenta demostrar como en Elias hay una lógica emparentada con la de Hegel. Contrariamente a lo planteado en el artículo anterior, en este se sostiene que Elias no es de ninguna manera un ecléctico. El artículo siguiente, de José Gregorio Flórez, se orienta hacia la delimitación de un campo de reflexión en el cual se pueda analizar «ontológicamente» la realidad elisiana, sin implicar la connotación metafísica usual del término. Desde esta óptica examina los componentes de la teoría, precisando diversos aspectos que tienen que ver con la misma (relación entre teoría social y sociología y entre biología y sociología, los pianos de integración en la evolución humana, las tensiones y la dinámica de las figuraciones y la interacción social). Subraya 9

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el autor la importancia, para Elias, de la concepción dinámica de la investigación y del pensamiento relacional indispensable para la aproximación al objeto. Pedro Duran indaga sobre las influencias que tuvo Elias en la elaboración de sus ideas sobre la teoría del conocimiento. En la primera época de sus escritos sobre el tema, destaca en especial la de Karl Mannheim. En la segunda, posterior a 1970, señala varias influencias en Elias y la adopción por el de una posición relativista respecto a la validez del conocimiento aunque, aclara Duran, no se trata de una posición relativista radical. El siguiente ensayo, de mi autoría, gira en torno a la relación de Elias con la historia. En una primera parte del escrito se analizan las diferencias que establece entre historia y sociología, se detalla la manera como entiende la historia y el cambio histórico y se escrutan los conceptos y tipos que según Elias extrae de la investigación: «tipos reales» que opone a los «tipos ideales» y las «analogías» que le permiten la generalización. En la segunda parte se penetra en la sociología que subyace al análisis de Elias sobre la formación del Estado en Occidente. Se destacan tanto los conceptos utilizados (por ejemplo, el de función social o el de monopolio de la fuerza) como el carácter de las leyes del acontecer social. Y se llama la atención acerca de la identidad que existe entre la formación del Estado absolutista y el proceso de la civilización. El artículo del segundo capítulo trata de la relación de Elias con Weber. Alfonso Piza examina problemas de método: el «individuo histórico» y la «interpretación», y su comparación en los dos autores, refiriéndose entre otros puntos a los conceptos de neutralidad valorativa y distanciamiento. También toca el tema de la coacción, tan importante en la teoría eliasiana. El tercer capítulo consta de tres trabajos que utilizan la conceptualización de Elias en relación con problemas de investigación. En el primero, Anita Weiss lleva a cabo una reflexión sobre un material empírico recogido para otros fines pero que se presta para poner a prueba el proceso de individualización señalado por Elias y sus implicaciones en el caso de obreros industriales de Colombia. Concluye la autora en la hipótesis de que tanto ese proceso como el de civilización de los trabajadores son limitados. En el segundo, Alberto Mayor presenta un proyecto de investigación sobre el control de la violencia y el deporte en el Valle del Cauca que se guiara por los conceptos ya puestos a prueba en investigaciones sobre el tema por Elias y algunos de sus colaboradores. En el tercero, Hésper Eduardo Pérez Rivera aplica la teoría de Elias a la historia argentina del siglo XIX con miras a establecer en que medida es válido el modelo de civilización de Elias en un contexto histórico distinto al de Europa occidental. Se incluye al final del libro una bibliografía actualizada de la obra de Norbert Elias. 10

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Prefacio a la segunda edición

En la corriente que en el Departamento de Sociología de la Universidad Nacional ha venido a lo largo de los años dedicada al estudio de la teoría, este libro constituye quizás el primer trabajo sistemático de una línea de investigación iniciada en 1998. Se trata de un escrutinio detenido que en la perspectiva de la disciplina se llevó a cabo sobre la obra de un sociólogo de muy alto rango pero desconocido en ese entonces en nuestro medio académico. Fue el producto de un trabajo colectivo realizado en un seminario interno de profesores, en una época en que la información en los departamentos de sociología del país acerca del pensamiento del autor era muy reducida o inexistente. El interés de entonces de ese grupo de profesores en la obra de Elias se ve hoy justificado con creces al revisar las publicaciones, simposios, congresos e investigaciones que, en Europa en particular y en otros países, dan cuenta de la ampliación de audiencia que ha alcanzado la obra de Norbert Elias. Una tarea por hacer en Colombia es la de alcanzar el nivel de conocimiento al que se ha llegado en la teoría eliasana. En nuestro caso hay algunos avances en esa dirección. Se institucionalizó el seminario sobre Norbert Elias en la Maestría y en la carrera de sociología. Se han escrito tesis de grado utilizando su teoría, se han publicado artículos y se ha establecido nexo con los círculos académicos que en otras universidades de América Latina investigan sobre el sociólogo alemán. El contenido de libro, centrado en el problema clave de la teoría y el método, aporta reflexiones que conservan su vigencia. Están allí indagaciones básicas de orden gnoseológico y lógico, de relaciones con la historia y la ciencia, de comparación con otros pensadores y estudios empíricos, cuestiones que competen a todo empeño adelantado en la apropiación de un pensamiento teórico y en torno a las cuales siguen trabajando en la actualidad los especialistas en el autor. En esta segunda edición se suprime un artículo y se incorpora otro, sobre el proceso civilizatorio en la Argentina, una aplicación de la conceptualización de Elias a una sociedad distinta a la de Europa occidental, que apunta a establecer hasta dónde su modelo de civilización es, como él dice, válido universalmente. Con la presente publicación el Departamento de Sociología de la Universidad Nacional continúa la labor que ha emprendido en los últimos años de profundizar en la teoría sociológica mediante seminarios realizados por sus 11

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profesores, en ocasiones con pares de otros países, y publicar los resultados, con miras a constituir una bibliografía propia que contribuya a la formación de sociólogos con suficiente competencia para medirse en el plano internacional de la teoría. Objetivo, sin duda alguna, imprescindible para el avance científico de la sociología en Colombia.

Hésper Eduardo Pérez Rivera Anita Weiss Bogotá, octubre de 2010

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I Parte El Método

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Acerca de algunas fuentes de la teoría elisiana en su periodo de gestación: 1920-1933

Hésper Eduardo Pérez Rivera*

«Sigo trabajando para que mi obra se convierta realmente en parte de la tradición sociológica». «Hasta hoy no tengo la sensación de haber sido comprendido del todo». (Norbert Elias, 1984) I. La obra de Norbert Elias (Breslau 1897-Ámsterdam 1990) puede estudiarse en tres grandes períodos: 1920-1933, 1935-1975 y 1975-1990. El primero corresponde a los años de formación intelectual en Breslau (1920-1925), en Heidelberg (1925-1930) y Frankfurt (1930-1933); el segundo a la estadía en Inglaterra, y el tercero a su proyección internacional, con sede en Bielefeld (Alemania) y en Ámsterdam. El lapso 1933-1935 corresponde al intento frustrado de radicarse en París. Nuestra intención es la de comentar algunas de las fuentes que en ese primer período, el de formación intelectual, le sirvieron a Elias en la elaboración de su teoría. Es apenas un acercamiento a un aspecto que nos interesa primordialmente como sociólogos, el de situar el método teórico del autor en el marco de referencia conceptual de la disciplina. Creemos que es esta la primera indagación que debe ocuparnos cuando se trata de un pensador que hace muy pocos años se ubicó en el círculo privilegiado de los grandes de la sociología. Anticipamos que no somos especialistas en Elias ni pertenecemos al grupo de los que trabajan en la «sociología figuracional». Nos valemos tan sólo de la familiaridad de varios años con la obra del autor para hilvanar las reflexiones que se presentan a continuación. Norbert Elias tardó cerca de cuarenta años en llegar al primer plano de la sociología contemporánea, pues la base del reconocimiento de su importancia en la disciplina está en los dos libros que escribió entre 1930 y 1938. Todos * Profesor Titular. Departamento de Sociología. Universidad Nacional de Colombia.

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sus escritos posteriores se nutren de lo que descubrió en esos años. El haber tenido que huir de su país y su radicación en Inglaterra, en donde vivió como un «marginal» entre 1935 y 1975, explican ese tardío reconocimiento. La sociedad cortesana y El Proceso de la civilización tan sólo fueron publicados en alemán en 1969. En verdad, el último había sido publicado en 1939, pero se quedó sin distribuir. Entre 1970 y 1975 se realizaron las traducciones inglesa y francesa y empezó a manifestarse el interés de algunos círculos académicos por lo que esos dos libros contenían. Sobrevinieron las invitaciones de Universidades al autor y la adjudicación del premio Adorno en 1977. Sociólogos ingleses, alemanes y holandeses se inclinaron por sus teorías, iniciándose una corriente de «sociología figuracional», que tuvo su primera expresión institucional en la llamada «Escuela de Ámsterdam». Se efectuaron seminarios en torno a su obra y empieza ya a ser incluido en los libros de texto de sociología. Su prestigio transcendió los marcos académicos a través de numerosas entrevistas para periódicos y televisión. La medida de ese prestigio puede sopesarse en el hecho de que la edición de El Proceso de la civilización en libro de bolsillo en Alemania en 1993 se constituyo en un best-seller: se vendieron 124.000 ejemplares del primer tomo y 110.000 del segundo. Sobre su obra hoy pueden consultarse varios escritos de sus inmediatos colaboradores y un estudio integral de la misma de Robert Van Krieken para la serie de Routledge Key Sociologists, 1997. Las aplicaciones de su teoría también son numerosas. En el presente año ha sido publicada en Alemania una biografía intelectual de Elias, efectuada por el más importante de sus colaboradores en ese país, Hermann Korte. II. La pretensión de Norbert Elias de seguir un camino propio en la sociología –que en su opinión representa la alternativa válida para su desarrollo como ciencia–, le sobreviene tempranamente, siendo estudiante en Heidelberg, ciudad en la que imperaba una atmosfera intelectual y académica de muy alto nivel, marcada todavía por la «lucha por el método», que se libró en la segunda mitad del siglo XIX en las Universidades alemanas. Fue en ese entonces cuando Elias, sin dejar de reconocer los aportes de los grandes maestros, se convence del carácter apenas incipiente de la sociología y se plantea que el esfuerzo mayor por hacer es el de elaborar el método que la eleve al rango de ciencia. En esos años de estudiante Elias tuvo la oportunidad de seguir las enseñanzas de eminentes profesores, como Honiswald, Rickert, Husserl y Jaspers. En 1922 se había graduado en medicina. Al final de los años veinte contaba ya con sólidos conocimientos en diferentes campos: biología, filosofía, psicología, psicoanálisis, varias ramas de la historia y sociología. En su caso se repite el proceso individual de los fundadores de la sociología, que llegaron a ella luego de asimilar otras disciplinas. Lo característico del joven Elias fue la 16

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distancia que estableció desde un comienzo con las teorías sociológicas mayores, de Marx y Weber, por ese entonces de gran influencia en Alemania y que estudió con detenimiento. Tampoco se afilió a las tendencias de teóricos contemporáneos suyos, como Mannheim o Alfred Weber. Su temperamento «positivista» lo llevó a rechazar la filosofía: tanto el neokantismo en boga, que le causó problemas en su primera tesis de grado, como la fenomenología y la filosofía de la vida, que atrajeron a muchos universitarios de su generación, fueron ajenos a su perspectiva sociológica. Al talento analítico de Elias se unía una evidente frialdad por el compromiso político, lo que le permitía actuar más fácilmente como un científico que observa los hechos sociales sin complicar en ellos sus juicios de valor. Su actitud ante el objeto de conocimiento era muy similar a la de Augusto Comte, a quien dedica un capítulo en su libro ¿Qué es la Sociología? (Traducido al español como Sociología fundamental). A esta coincidencia y otras que se dan entre los dos autores nos referimos a continuación. III. En el citado capítulo, Elias afirma que el filosofo francés no es un positivista y establece una diferencia entre quien de veras es positivista porque «se apoya esencialmente sobre observaciones para deducir después las teorías» y Comte, que señaló la interdependencia de la teoría y la observación: «Una de las tesis fundamentales de Comte –dice Elias– es que debe existir una relación constante entre estas dos operaciones mentales: la síntesis teórica y el empirismo»1. Complementa al respecto que Comte no creía posible apoyarse sobre un método puramente inductivo, es decir, partir de la observación de hechos aislados para elaborar enseguida, sobre la base de esas observaciones, una teoría que fuese en alguna medida una síntesis posterior [...] rechazaba también la idea de que se pudiese apoyar, luego de una experiencia científica, en hipótesis y teorías que no teniendo ningún vínculo con los hechos observados, fueran en primer lugar el fruto de una especulación arbitraria que se intenta enseguida hacer coincidir con el examen de los hechos2. 1. N. Elias. Qu’est-ce que la sociologie ? Paris, Editions de I’Aube, 1980, p. 35. Es sabido que fue Hegel quien con su dialéctica superó la separación kantiana entre el ser y el pensar. En este aspecto y en el del reconocimiento de una jerarquía entre los hechos que hace que haya «hechos generales» y «hechos particulares», Comte está, como dice Cassirer «no ciertamente por el contenido, pero sí en cuanto a la tendencia fundamental, mucho más cerca de la Lógica hegeliana que de la lógica inductiva de J.S. Mill». E. Cassirer, El problema del conocimiento, México, FCE, 1963, t. IV, p. 16. 2. Ibíd., p. 35. Valga recordar al efecto las palabras de Comte: «...si de un lado toda teoría positiva debe necesariamente estar fundada sobre observaciones, es igualmente sensible, de otro lado, que para librarse a la observación, nuestro espíritu tiene necesidad de una teoría cualquiera. Si, contemplando los fenómenos, no los relacionamos inmediatamente a algunos principios, no solo nos será imposible sacar ningún fruto, sino que seremos enteramente incapaces de retenerlos;

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Véase la identidad de los anteriores juicios con lo que escribe Elias en el prólogo de El proceso de la civilización: su planteamiento, dice allí, es «un planteamiento empírico-teórico que se concreta en los cambios estructurales específicos de larga duración»3. Afirma (el prólogo es de 1968), que «hoy, como hace treinta años, es imprescindible la investigación combinada en la esfera empírica y en la teórica»4. Y refiriéndose a las relaciones entre estructuras individuales y estructuras sociales argumenta que estas se aclaran cuando se investigan como algo que vive en flujo continuo y «solo en este caso se da la posibilidad (...) de elaborar modelos de sus relaciones que sean medianamente congruentes con los hechos empíricamente demostrables»5. Por otra parte, Elias, como Comte, rechaza la filosofía, la especulación, la abstracción, como medios de conocimiento científico. En el mencionado capítulo destaca la importancia histórica que tuvo Comte al romper con la tradición de la filosofía clásica6 y definir el paso de «Una teoría filosófica del conocimiento a una teoría sociológica del conocimiento». Según Elias, Comte acertó en la crítica a la filosofía clásica europea que consagraba el pensamiento racional como el tipo normal de pensamiento humano, al postular como el problema central la relación entre las formas no científicas y las formas científicas del conocimiento, desarrollada en la Ley de los tres estados. Pero, lo que le parece más importante es que al realizar ese paso Comte «pone a la sociedad humana como sujeto del conocimiento y no al individuo»7. Y la sociedad en un sentido preciso: como un hecho «natural» y originario, al igual que los hechos orgánicos8. La «figuración» de Elias tiene la misma impronta: consiste en la interdependencia entre individuos que naturalmente viven juntos en sociedad. Para Elias la ley de los tres estados «señala la riqueza de una teoría centrada sobre la sociología de la evolución»9 y subraya dos aspectos que coinciden con su propio pensamiento: uno, el de que la sociología de la evolución «se eleva resueltamente contra la actitud que separa la forma del fondo, el método y, lo más a menudo, los hechos pasarán desapercibidos ante nuestros ojos» (Cours de philosophie positive, Paris, Scheicher Editeurs, 1907, p. 7). 3. N. Elias, El Proceso de la civilización. Investigaciones sociogenéticas y psicogenéticas, México, FCE, 1987, p. 11. 4. Ibíd., p.13. 5. Ibíd., p. 16. 6. N. Elias, Qu’est-ce que la sociologie?, op. cit., p. 38. 7. Ibíd., p. 39. 8. Véase al respecto, L. Kolakowiski, La filosofía positivista, Madrid, Ediciones Cátedra, 1981. Allí el filósofo polaco plantea que para Comte «los individuos son construcciones intelectuales, mientras que las sociedad está dotada de la realidad original… Los hombres viven en sociedad porque eso proviene de la naturaleza de la especie...», p. 82. 9. N. Elias, Qu’est-ce que la sociologie? op. cit., p. 43.

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científico del objeto y el pensamiento del conocimiento»10. Esto atañe a la idea de Elias de que el método debe variar con la naturaleza específica de los fenómenos, que no existen leyes eternas e inmutables del pensar humano como se cree, que no debe separarse el conocimiento y la forma de pensar; y otro, que las fases sucesivas del pensamiento que Comte enuncia en esa ley debe representárselas «como una evolución de estructuras mentales en una dirección que es ella misma representativa de la evolución de las estructuras sociales11. O sea, la psicogénesis y la sociogénesis que encontramos en El proceso de la civilización. Y la idea de larga duración en ellas implicada. IV. Según lo informa Elias, él descubre su campo propio a partir de observaciones distintas a las de los libros de sociología. La principal, a la cual atribuye un peso definitivo en su teoría, es la de la relación entre los nervios, los músculos, los huesos y las vísceras, que constituye un «modelo de integración», del que derivó sus ideas de estructura y función, viendo cómo el sistema nervioso central y periférico corresponde a su función. Esto, dice, le sirvió para comprender las estructuras sociales, por supuesto, diferentes de las biológicas, aunque advierte que metodológicamente los aspectos biológicos no se pueden separar de los sociales. En este punto su enfoque también es semejante al de Comte. Pero este «modelo de integración», de origen natural, se vuelve dinámico al vincularlo con el concepto de función de Cassirer que, según Van Krieken, Elias adoptó hacia 1923. En su libro Concepto de substancia y concepto de función (Berlín, 1910) Cassirer afirmaba que el mundo debía entenderse en términos de relaciones, no de substancias, como era usual. Aunque, como dice Van Krieken, Elias criticaba el idealismo de Cassirer, pues este no tenía en cuenta los hechos sociales y económicos y las luchas y contradicciones de la sociedad, desarrolló sus conceptos de función y de relación a partir de la distinción establecida por él. Consideraba Elias que la comprensión de los fenómenos sociales debía pensarse «no en términos de substancias aisladas, singulares, sino en términos de relaciones y funciones»12. V. Señala también Elias como significativa en su percepción inicial de lo social la risa, característica de los humanos, que le hizo tomar conciencia de la adaptación mutua de los hombres entre sí13. Dedujo de allí que originalmente 10. Ibíd., p. 44. 11. Ibíd., p. 48. Énfasis del original. 12. R. Van Kierken, Norbert Elias, University of Sidney, 1997, pp. 6-7. La cita de Elias es de La sociedad de los individuos. 13. Aunque Elias no da pistas al respecto, es factible pensar, como más adelante lo comentaremos, que dado su gran interés por Francia, conocía el texto de Bergson sobre la risa, editado por primera vez en 1903, en el cual este dice que «fuera de lo propiamente humano no existe lo

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el sentimiento y la expresión muscular estuvieron unidos. Luego, según los modelos de civilización esa relación cambió, al punto de que se llega a sonreír sin sentir. La separación del hombre de los otros hombres por efecto de la civilización fue uno de las primeras evidencias que, según Elias, tuvo en el camino hacia la conceptualización de la relación individuo-sociedad, uno de los dos pilares de su teoría. El otro pilar, la larga duración, lo remite a lo que llamó, por la misma época, el «orden de secuencia»: el orden específico dentro del cual consecuencias posteriores en una secuencia específica, surgen de antecedentes; por ejemplo, cómo una forma posterior de Estado surge de una anterior y esta a su vez de una anterior y cómo formas de convivencia sociales posteriores salen de formas anteriores. El «orden de secuencia» también tiene nexo, como vimos más arriba, con la «ley de los tres estados». VI. Por último, comentamos una fuente muy importante para la teoría eliasiana: la de Freud. En El Proceso de la civilización Elias reconoce que las conexiones del psicoanálisis con su investigación son evidentes, pero no cree necesario «explicitarlas en cada punto concreto porque esto no sería posible sin entrar en debates muy minuciosos»14. Una de esas conexiones puede hacerse con el siguiente texto de El porvenir de una ilusión: Es inexacto –afirma Freud– que el alma humana no haya desarrollado progreso alguno desde los tiempos primitivos y que, en contraposición a los progresos de la ciencia y la técnica, sea hoy la misma que al principio de la Historia [...]. Una de las características de nuestra evolución consiste en la transformación paulatina de la coerción externa en coerción interna por la acción de una especial instancia psíquica humana, el super-yo, que va acogiendo la coerción externa entre sus mandamientos […]. En todo niño podemos observar el proceso de esta transformación, que es la que hace de él un ser moral y social»15.

Es sabido que para Elias el cambio de la mente humana a lo largo de los tiempos y la evolución de la coerción en los términos que aparecen en esta cita son variables claves en la explicación del proceso civilizatorio. VII. En resumen, podemos decir que Elias coincide con Comte tanto en el punto de vista nosológico como en la concepción de la sociología y que, por ende, se ubica en el espectro del positivismo fundado por él. Pero, es claro que no se queda ahí, ya que configura una perspectiva propia mediante la integración de elementos, lógicos y teóricos, diferente a los comtianos. Así por ejemplo, el desarrollo del proceso histórico en Elias es distinto que el de la cómico» y que «Nuestra risa es siempre la risa de un grupo». H. Bergson, La risa, México, Ed. Porrúa, 1986, pp. 49-50. 14. N. Elias, El proceso de la civilización, op. cit., p. 549. 15. S. Freud, Psicología de las masas, Madrid, Alianza Editorial, 1984, p. 148.

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«ley de los tres estados»: por un lado, porque los conceptos de «relaciones y funciones» que dinamizan las «figuraciones» son de carácter contradictorio y no lineal como en dicha ley; y por el otro, porque al utilizar los conceptos de Freud en la explicación de los procesos históricos, se separa radicalmente de Comte, para quien la psicología es por completo ajena a la sociología. Aunque no es fácil precisar la época en que se produjo la influencia de Comte sobre Elias, pues el texto aquí analizado fue escrito en 1970 y las observaciones metodológicas de El proceso de la civilización en 1968, si cabe la hipótesis de que Elias haya estudiado la obra de Comte en el período de su formación intelectual en Heidelberg. Es cierto que ni en sus entrevistas (por lo menos en las que el autor de este ensayo conoce) ni en sus notas biográficas Elias menciona a Comte como fuente de su pensamiento sociológico, pero debe recordarse cuan temprana fue su «predilección afectiva por Francia»16, su dominio del francés desde el bachillerato y que la historia francesa fue la base de sus obras mayores. Por lo demás, es dable pensar que una vez definida su inclinación por la sociología no podría menos que interesarse por la obra de quien figura como el fundador de la disciplina. Añadamos a lo anterior que Elias era receptivo a tal influencia dada su decidida actitud crítica ante las tendencias intelectuales de su época de estudiante, para él, desde entonces, percibidas como teñidas de idealismo y de ideología. VIII. Nuestro propósito, valga reiterarlo, ha sido tan sólo explorar unas cuantas fuentes identificables en el período de gestación de la teoría eliasiana. Se trata, desde luego, de indicios, porque es notorio que las fuentes en Elias no aparecen sistematizadas en la elaboración de su teoría. Para hacer una comparación que sirve de contraste, Elias no procede como Parsons con La Estructura de la acción social, diseccionando la obra de cuatro autores y construyendo a partir de esa reflexión su propio sistema. Pero tampoco como Weber, definiendo rigurosamente cada uno de los conceptos de su universo sociológico. Ni como Marx, que realizó una síntesis de las corrientes de pensamiento que se habían desarrollado en los tres principales países de Europa occidental. Su idea es otra. El piensa que la sociología se construirá como ciencia por la vía de la investigación de objetos empíricos únicos, sin partir de esquemas teóricos generales o de tipos ideales. No fue nunca su intención elaborar un sistema de pensamiento, al estilo de los clásicos de la sociología. Pensaba que siendo la sociología una ciencia por construir, lo pertinente era realizar investigaciones en las que se conjugara de manera íntima lo teórico y lo empírico. En ese largo proceso se atribuía el papel de iniciador, como lo expresó en una 16. N. Elias, Mi trayectoria intelectual, Barcelona, Ed. Península, 1990, p. 28.

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HÉSPER EDUARDO PÉREZ RIVERA

entrevista, en 1984, a propósito de una reseña bibliográfica en la que lo habían llamado «el último representante de la sociología clásica», alguien que ha elaborado «grandes síntesis». Dijo entonces haberse sentido muy «disgustado, pues habría preferido ser alguien que abre nuevos caminos»17. El universo conceptual de Elias se ve inevitablemente limitado, por cuanto proviene de un método teórico en proceso, que exige la refrendación por los hechos y no se permite generalizaciones abstractas. En consecuencia, debe recurrir a otros autores para extraer de ellos lo que conviene a su teoría o a sus análisis empíricos, desglosando esos aportes de la estructura teórica de donde proceden18. Esto da pábulo para pensar en el eclecticismo de Elias, cuestión esta que dejamos apenas enunciada, pues rebasa la finalidad del presente escrito.

17. Ibíd., p. 89. 18. Es el caso del capítulo tercero de El proceso de la civilización, en el cual Elias utiliza explícitamente de Max Weber el concepto de «monopolio de la coacción física» y de Marx no solo varios de sus conceptos sino también, en buena medida, su interpretación sobre la transición de la Edad Media a la Edad moderna, pero sin nombrarlo.

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Norbert Elias. Aproximación a su propuesta metodológica

Luz Teresa Gómez de Mantilla*

I. Introducción 1.1. Las preguntas que guían esta reflexión Para comenzar la reflexión quiero insistir en el sentido de «aproximación» con que he querido bautizarla, pues no me cabe duda que el abordar la propuesta metodológica de Norbert Elias requiere de la sistematicidad y riguroso seguimiento que merece su vasta y estimulante propuesta teórica. El pensamiento de Elias solo empieza a conocerse entre nosotros, a suscitar discusión y generación de interesantes problemas para la construcción de la teoría sociológica contemporánea, por lo tanto mi lectura tiene un carácter introductorio por el que quiero excusarme. Luego de una primera lectura de El proceso de la civilización, de la Sociología fundamental y de la Teoría del símbolo, empezó a rondarme la pregunta que sirve de base a estas notas: ¿se esconde detrás de la reiterada propuesta elisiana de superación de las dicotomías estáticas, de las «antítesis bipolares» como él las llama, entre sujeto-objeto, naturaleza-cultura, cuerpo-mente, individuosociedad, etc., una lógica dialéctica en el sentido planteado por Hegel de unidad contradictoria, o su método quiere resaltar la oposición en que se ha caído en el tratamiento de estos conceptos y la importancia de tenerlos presentes simultáneamente en el análisis, lo que sugeriría necesariamente exterioridad y separación? Esta continúa siendo la pregunta central. Espero que la reflexión que sigue ayude en algo a su esclarecimiento, que solo puede lograrse a cabalidad con una apropiación juiciosa de la obra de Norbert Elias, tanto en el sentido extensivo como intensivo. Paralelamente, surgió otro interrogante: ¿Constituye la reflexión de Elias una teoría sociológica con un carácter paradigmático específico?, o ¿es Elias lo * Socióloga, Magistra en Filosofía. Profesora titular, Departamento de Sociología, Universidad Nacional de Colombia.

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que podría llamarse un epígono de los conocimientos sociológicos anteriores, o más aún, es Norbert Elias un ecléctico? Como se hace evidente los dos cuestionamientos son suficientemente estimulantes para el estudio riguroso de este autor, receptor directo y critico de los desarrollos teóricos de la sociología occidental de finales del siglo XIX y de nueve décadas del siglo XX, que lo validan sin duda como un excepcional interlocutor de cualquiera que quiera apellidarse sociólogo o socióloga en nuestros días. 1.2. La unidad entre gnoseología, metodología y epistemología El particular proceso de construcción de la teoría elisiana, que corrió paralela a una multifacética experiencia formativa y vital, le permitió beber de las reflexiones del Neokantismo, de la Escuela Fenomenológica, de la Sociología Comprensiva, de la psicología jaspersiana y de diversas corrientes históricas e historiográficas, como dan cuenta sus textos más famosos. Sus escritos nos entregan una vasta obra de riqueza interdisciplinaria en las ciencias sociales, que aunada a sus conocimientos biológicos, médicos y artísticos, colocan a Elias en una condición privilegiada para una construcción teórica que rompe el ámbito disciplinar y que le permite apellidar sus investigaciones simultáneamente de sociogenéticas y psicogenéticas. En este contexto es claro que los problemas de método están a la orden del día, sin embargo, vale aquí la aclaración que la «separación» por decirlo de alguna manera, de los aspectos metodológicos para estudiarlos independientemente, es una mera propuesta discursiva, un ejercicio analítico y formal, pues esta lectura del como no puede separarse del qué y del para qué en una propuesta teórica. Lo metodológico esta traspasado con lo noseológico y lo epistemológico. Al insistir en lo metodológico, estamos buscando una radiografía del esqueleto, de la estructura de construcción teórica, pero por supuesto esta no puede entenderse sin su contenido y su sentido. Teniendo en cuenta este contexto unitario, hagamos un rápido análisis noseológico. Según nos dice Richard Kilminster, el editor de la Teoría del símbolo, «Elias raras veces se preocupa por problemas metodológicos en sí»1, su preocupación es mas integral. No quiere mirar tampoco aislados los conceptos, reiteradamente hace críticas a los teóricos que los toman como categorías abstractas sin investigación empírica que sustente su contenido. En la Sociología fundamental, Elias nos aclara la importancia de la formulación conceptual y su exigente carácter de innovación: 1. R. Kilminster, Introducción, Teoría del símbolo, Barcelona, Península, 1994, p. 23.

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NORBERT ELIAS. UN SOCIÓLOGO CONTEMPORÁNEO No queremos decir con esto que ya actualmente sea posible avanzar en el trabajo teórico y de investigación prescindiendo de recursos terminológicos y conceptuales de este orden [...]. Exige desde luego muchas innovaciones en el lenguaje y los conceptos [...]. Por lo general faltan, para empezar, sencillamente los conceptos adecuados al tipo de interrelación y también a los tipos de coerción cuyo perfil se quiere delimitar en otros ámbitos de experiencia»2.

Para Elias los conceptos son expresión de la realidad y por lo mismo no pueden presentarse artificiosamente separados ni analizados disciplinariamente. Ellos son síntesis de procesos de apropiación de lo real que se expresa en múltiples determinaciones. Por ello, su carácter profundo es de búsqueda y construcción de la esencia, con un carácter de validación empírica. En este sentido Elias es consecuente con su propuesta noseológica. Para confirmarla quiero colocar aquí solo tres ejemplos de conceptos fundamentales para Elias y del tratamiento que les da articulando método y validez. a) El concepto de Figuración Elias define su propuesta de figuración de la siguiente manera en el texto El proceso de la civilización: El entramado de la remisión mutua entre los seres humanos, sus interdependencias, son las que vinculan a unos con otros, son el núcleo de lo que aquí llamamos composición (figuración)3, composición de unos seres humanos orientados recíprocamente y mutuamente dependientes. Como quiera que los seres humanos tienen un mayor o menor grado de dependencia recíproca, primero por naturaleza y luego por el aprendizaje social, por la educación y por la socialización a través de necesidades de origen social, estos seres humanos únicamente se manifiestan como pluralidades; si se permite la expresión, como composiciones (figuraciones). Tal es la razón por la que no es fructífero, como se dijo antes, interpretar que el contenido de una imagen del hombre es una imagen de un hombre aislado. Resulta más adecuado interpretar que la imagen del ser humano es la imagen de muchos seres humanos inter dependientes, que constituyen conjuntamente composiciones, (figuraciones) esto es, grupos o sociedades de tipo diverso4 (énfasis agregado).

Y más adelante: Precisamente hemos introducido el concepto de composición (figuración) porque expresa de modo más claro e inequívoco que los instrumentos

2. N. Elias, Sociología fundamental, Barcelona, Gedisa, 1970, pp. 22 y 23. 3. Nota: En la edición consultada de El Proceso de la civilización, traducción de Ramón García Cotarelo, figuración es traducida como composición. He colocado entre parénesis en cada caso (figuración) a fin de evitar equívocos. 4. N. Elias, El proceso de la civilización, México, FCE, 1989, p. 44.

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LUZ TERESA GÓMEZ DE MANTILLA conceptuales existentes de la sociología, el hecho de que aquello a lo que llamamos «sociedad» no es una abstracción de las peculiaridades de unos individuos sin sociedad, ni un «sistema» o una «totalidad» más allá de los individuos, sino que es, más bien, el mismo entramado de inter dependencias constituido por los individuos5 (énfasis agregado).

Así en un concepto, Elias articula su propuesta sociológica. Allí aparecen simultáneamente individuos y sociedad, en ese juego de interrelaciones que permite encontrar el entramado de redes que ha descubierto en la investigación empírica: los hombres interdependientes y sus relaciones, con toda la complejidad que ellas conllevan. El concepto de figuración evidencia también su propuesta metodológica de unidad y de no abstracción en las formulaciones conceptuales, debe corresponder a sociedades históricamente determinadas que se expresan en figuraciones. Como lo expresó en notas biográficas: El concepto de figuración fue creado expresamente, para superar la polarización de las teorías sociológicas, entre aquellas que colocan el individuo por encima de la sociedad, y aquellas que colocan la sociedad por encima del individuo. Una polarización de las teorías sociológicas, que correspondía al aspecto fundamental de los enfrentamientos entre creencias e intereses, que se libraba en el país6.

Por otro lado, si el ser no puede separarse del pensar, Yo siendo pienso y soy pensando, la configuración expresa inmediatamente la unidad metodológica individuo-sociedad. Lo que diferencia el concepto de figuración de conceptos preexistentes con los que es posible compararlo, es en una palabra, la perspectiva orientada hacia las personas, que él representa. Ayuda a salir de la trampa entre las polarizaciones existentes, como aquella entre «individuo» y «sociedad», entre el atomismo sociológico y el colectivismo sociológico. Ya los términos mismos de «individuo» y «sociedad» bloquean la percepción. Si se logra realizar el acto del autodistanciamiento, se llega a la position desde la cual es posible reconocerse al mismo tiempo a sí mismo, en el nivel en que se está, como una persona entre otras y a la sociedad como figuración que conforma un conjunto de personas que básicamente son interactuantes, que dependen unas de otras; solo entonces se está en condiciones de superar intelectualmente la polarización ideológica entre individuo y sociedad. La tarea es tan sencilla como la del huevo de Colón y tan difícil como la transformación Copernicana7.

b) El concepto de proceso de larga duración Desde sus primeras formulaciones teóricas Elias ubica los elementos de la continuidad histórica como contexto imprescindible para la sociología. 5. Ibíd., p. 45. 6. N. Elias, Notas a la biografía, traducción de A. Weiss, Manuscrito, Universidad Nacional, p. 42. 7. Ibíd., p. 44.

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Proceso de larga duración es uno de esos conceptos que él determina como eje articulador de su teoría. En el comienzo de sus investigaciones, su reflexión tiene un carácter filosófico. En el Proceso de la civilización adquirirá verdadero carácter de categoría sociológica. Comenta Elias: «Ya desde entonces, cuando me ocupaba del lugar del individuo en la historia, comencé a seguir el rastro al problema del orden diacrónico de la secuencia, de los procesos sociales de larga duración, como un orden sui generis. Pero al comienzo no disponía de otra herramienta que la filosófica, para afrontar estos procesos. Al principio solo pude abordarlos conceptualmente, como si se tratara en el caso de estos procesos histórico-sociales, de procesos del pensamiento, en una secuencia de causas y efectos, que a su vez son causas para nuevas consecuencias, y así sucesivamente. Pero en esta forma me refería ya entonces en 1922-1924, como ahora, a un orden particular de los procesos de larga duración y su diversidad respecto al orden legal de la naturaleza física, como una especie de estructura de la historia humana8.

La tradición marxista de la que Elias se alimenta es determinante en la formulación de este concepto. Sin embargo, Elias quiere darle un carácter nuevo que suprima la determinación en última instancia de lo económico: «Marx creó una teoría de procesos sociales de larga duración, que atribuye a una esfera parcial del desarrollo de la sociedad la función de motor del desarrollo del conjunto. Creo que esta hipótesis no puede ser ignorada. Me parece que ella es indispensable. Toda teoría sociológica futura, deberá contener, en su núcleo central, una teoría de procesos sociales de larga duración. Lo que sí se puede decir hoy con seguridad, es que la limitación de la fuerza propulsora de los procesos sociales a una sola esfera de la convivencia, a la esfera económica, no corresponde a los hechos comprobables. Otros impulsos además de los económicos inciden en el desarrollo de la sociedad, de los conflictos entre Estados –o en un estadio anterior– de los conflictos entre tribus, es decir, de la competencia entre las unidades de supervivencia grandes y pequeñas. Se incluyen además los impulsos que recibe el desarrollo de la sociedad del avance del desarrollo de los medios de orientación, o sea del conocimiento. La necesidad de orientación, de conocimiento, es en realidad igualmente elemental como la necesidad de pan, de algo que calme el hambre y lo uno no puede satisfacerse sin lo otro: la necesidad de conocimiento –entre otros, sobre cómo se puede calmar el hambre– sin los medios para calmar el hambre, o los recursos para calmarla, sin el conocimiento9 (énfasis agregado).

De esta manera, Elias se propone agregar a la mirada causal los aportes de la fundamentación empírica. Hay una crítica a la especulación que se contrarresta con detallados argumentos sobre los usos, objetos y costumbres. Tanto

8. N. Elias, Notas a la biografia, op. cit., p. 11. 9. Ibíd.

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el texto de La sociedad cortesana, como El proceso de la civilización, son prueba de ello. Dice Norbert Elias: «Hacían falta investigaciones que pudieran señalar los cambios sociales a través de largos periodos con ayuda de fundamentaciones empíricas detalladas, que posibilitaran la sustitución de los modelos existentes, en ocasiones bastante especulativos, de procesos sociales de larga duración, por otro tipo de modelos teóricos»10.

Elias pretende la construcción de un modelo teórico nuevo. El camino que plantea es el siguiente: 1. Claridad en las figuraciones como relaciones entre individuos en el juego social. 2. Establecimiento de las redes que tejen los individuos en la figuración. 3. Precisión de las redes menos complejas y el paso a las más complejas. 4. Ubicación de los procesos de competencia. 5. Diferenciación de funciones en las cadenas de competencia. En consecuencia Proceso de larga duración es un concepto y es un método por ello, la construcción del concepto no está exenta de complejidad: «Las estructuras sociales se estudian como cambio de las figuraciones humanas en el largo plazo. Su dinámica es propulsada por la disposición de las figuraciones mismas. La disposición a la competencia así como las cambiantes formas concretas de ella por su parte se explican a partir de los entramados que conforman los hombres involuntariamente. La estructura que presenta el proceso en el largo plazo muestra una dirección: los hombres que integrando figuraciones cada vez más complejas e internamente pacificadas, la creciente complejidad de las figuraciones humano-sociales es una clave de la diferenciación de funciones que se refleja en la prolongación de las cadenas de interdependencia»11

Así Elias supone también una interrelación entre los conceptos. Larga duración, no puede pensarse sin figuración. Hay por decirlo de alguna manera, también una Red conceptual, con su respectivo entramado. c) El concepto de autonomía limitada (relativa) Elias hace en la formulación de cada una de sus categorías una relectura de los conceptos tradicionales. Esto sucede con el concepto de autonomía limitada, que quiere mostrar como en la caracterización y especialización que han

10. Ibíd., p. 44. 11. V. Weiler, «Norberf Elias. Una introducción», en: Anuario Colombiano de historia social y de la cultura, No. 23., Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, 1966. p. 257 (énfasis agregado).

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hecho las ciencias sociales en la construcción de conceptos «asignados» profesionalmente, es preciso buscar los nexos con otros conceptos de la misma disciplina y contemplar los procesos con los que estos conceptos se expresan y se autosustentan en la realidad de sociedades complejas, para lo que no es suficiente la sola sociología o la sola psicología. En la díada cultura-naturaleza, por ejemplo, juegan intrincadamente los procesos biológicos y sociales. El conocimiento humano se independiza de sus productores originales pero se mantiene vinculado a ellos (No puedo dejar de hacerme la pregunta de si en esta argumentación estará en el fondo el Aufheben hegeliano o más bien la Anagénesis huxeleysiana) Elias propone: «Puede resultar por ello un poco difícil en principio entender que en el caso de los seres humanos la autonomía limitada de su desarrollo social en relación con la naturaleza humana va estrechamente unida a una interdependencia específica... La naturaleza humana y la sociedad humana, lejos de ser antípodas se entrelazan y depende una de otra en ciertos aspectos»12.

Autonomía relativa es un concepto. Simultáneamente es también una propuesta metodológica en la que cada concepto tiene la especificidad de su contenido, su autonomía, pero a la vez está relacionado con otros conceptos, de la misma forma que veíamos sucede con los conceptos de figuración y de larga duración. Podríamos decir que metodológicamente se propone una «figuración conceptual». Así, el concepto de autonomía limitada está estrechamente vinculado también con el de síntesis progresiva que analiza en el mismo contexto y que supone la acumulación cultural. Resumiendo, en estos tres conceptos analizados, se evidencia el tipo de tratamiento noseológico que propone Elias: Sus conceptos están llenos del contenido de sus investigaciones, esa es una de sus claves metodológicas: la articulación de la formulación teórica con la investigación empírica. Sus conceptos buscan generalmente relacionar procesos humanos aparentemente desintegrados. Elias hace un proceso de «limpieza» conceptual para eliminar antinomias y separaciones. Elias propone una red conceptual, una «figuración conceptual», que dé cuenta de las regularidades a que están sometidos los hombres en grupos específicos.

12. N. Elias, Teoría del símbolo, op. cit., p. 62.

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Los conceptos son la quinta esencia de su método. Son conceptos noseológicos y metodológicos simultáneamente. Ahora bien, el para qué el conocimiento y su validación epistemológica, está permanentemente referido al qué y al cómo de la sociología elisiana. ¿Para qué construir una sociología figuracional o de proceso? El proceso de civilización es sin duda el texto que da respuesta a esta pregunta. En él se aprecia la concepción que el autor da al concepto evolución. Su preocupación no es solo el desarrollo de la técnica o de las instituciones, sino fundamentalmente por el cambio histórico en las emociones. Hacia este punto se dirigen sus preguntas: La cuestión que estas plantean entre otras es la de saber cómo y por qué en el curso de tales transformaciones generales a largo plazo y en una dirección (para las que hemos aceptado el concepto de «evolución» como término técnico) ha cambiado en un sentido determinado la emotividad del comportamiento y de la experiencia de los seres humanos, la regulación de las emociones individuales por medio de coerciones internas o externas y, con ellas, en cierta medida también la estructura de todas las manifestaciones humanas13.

Al preocuparse Elias por los procesos de larga duración y las modificaciones que se introducen en la estructura social, da su interpretación sobre su concepción de cambio. Para Elias esta no es una noción sin problemas. Debe distinguir en el largo plazo, cuáles cambios afectan la estructura social y cuáles no la afectan. Debe ubicar la dirección de los cambios, en especial se interesa por el aumento o disminución de la complejidad de las redes de interacción. Si el para qué del conocimiento tiene que ver con el cambio, este es en Elias un concepto que debe tratarse de manera nueva en Sociología; por eso le da una connotación que tiene que ver con la psicogénesis: le interesa el cambio en las emociones, ellas dan también cuenta de lo social. Ahora bien, «Un concepto de cambio social que no distinga claramente entre cambios que se refieren a la estructura de una sociedad y cambios que no afectan a tal estructura y que tampoco distinga entre cambios estructurales sin una dirección determinada y cambios estructurales que a lo largo de muchas generaciones mantienen una dirección determinada, ya sea la del aumento o la disminución de la complejidad, es un instrumento muy insatisfactorio de la investigación sociológica»14 (énfasis agregado).

El para qué, la validez del conocimiento, lo epistemológico apunta a la determinación de una estructura en movimiento y que solo puede conocerse en el largo plazo. Por otro lado, su reflexión quiere superar la concepción 13. N.Elias, El proceso de la civilización, op. cit., p. 9. 14. Ibíd., p. 12.

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evolucionista de la sociología del siglo XIX que pretendía que los cambios proyectados hacia el futuro serían siempre hacia el progreso o hacia condiciones de bienestar para la mayoría de la población. Elias quiere con su formulación superar las propuestas ideológicas. Critica las concepciones sociológicas que suponen la realidad social estática y sin contradicciones, para él esta postura es una consecuencia de no tener en cuenta los procesos de larga duración. Por otro lado, podemos afirmar sin duda que Elias no es ecléctico. Como prueba de ello veamos su postura frente a los planteamientos marxistas y parsonsianos. Toma partido por los primeros sin abandonar una lectura crítica. Contra Parsons la argumentación es contundente: En resumen: la imagen de la sociedad, que encuentra una expresión teórica representativa en este concepto del sistema social, resulta ser, vista más de cerca, la imagen ideal de una nación, ya que todos los individuos que a ella pertenecen han tenido la misma socialización, siguen las mismas normas, aspiran a los mismos valores y, en consecuencia, en situación de normalidad, conviven en perfecta integración y armonía. En la idea del «sistema social» con la que aquí nos encontramos lo que se perfila, en otras palabras, es la imagen de una nación como comunidad. Implícitamente se da aquí por supuesto que dentro de este «sistema», existe un nivel relativamente elevado de igualdad entre los hombres, puesto que la integración descansa sobre la misma socialización de los individuos, sobre la unidad de sus normas y valores en la totalidad del sistema. En este «sistema», por lo tanto, se trata de una construcción que puede entenderse en abstracto como un Estado nacional organizado democráticamente15.

Elias critica otros conceptos sociológicos como estructura, formación, norma, integración, rol. Para él estos conceptos son abstracciones de la realidad, que se han construido lejos de los procesos estructurales de cambio. Son categorías sin verdadera determinación. Así, el estructural funcionalismo, en particular, se convierte en herramienta inocua para la apropiación de las complejas tendencias de diferenciación hacia la integración o la desintegración sociales. La propuesta marxista, por su lado que presenta el concepto de revolución y que analiza el cambio en los procesos de larga duración, olvida manifestaciones empíricas sutiles, que involucran el consciente y el inconsciente del individuo: La transformación civilizatoria y, subsiguientemente la racionalización, no es un proceso que afecte exclusivamente a una esfera especial de las «ideas» o de los «pensamientos». Aquí ya no se trata solamente de las transformaciones de los «conocimientos», de los cambios en las «ideologías», en una palabra, de las alteraciones en los contenidos de la conciencia, sino que se trata de los cambios de todos los hábitos humanos, dentro de los cuales los contenidos de la conciencia, sobre todo los hábitos mentales, solo constituyen una manifestación parcial, un sector aislado. Aquí se trata de las modificaciones 15. Ibíd., p.12.

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LUZ TERESA GÓMEZ DE MANTILLA de toda la organización espiritual en la totalidad de sus ámbitos desde la orientación consciente del yo, hasta la orientación completamente inconsciente de los instintos. Y para la comprensión de los cambios de este tipo, ya no es suficiente el esquema mental que parte de la distinción entre «superestructura» e «ideología»16 (énfasis agregado).

Metodológicamente Elias señala el camino: de la multiplicidad de los datos a las estructuras de interdependencia, de allí a los procesos en los que se integran múltiples vestigios aislados. Así la ciencia social va construyendo leyes históricas: Cuando se repasa la totalidad de los movimientos del pasado se observa que se trata de una transformación en una dirección muy determinada. A medida que avanzamos entre la multiplicidad de los datos aislados hasta encontrarnos con las estructuras y las coacciones de la interdependencia del pasado, se va dibujando claramente una armazón solida de procesos en la que se integran los datos desperdigados. Al igual que antaño los observadores transitaron por muchos caminos falsos y callejones conceptuales sin salida, antes de conjugar todas las observaciones sobre la naturaleza en una visión armónica de las leyes naturales, en nuestra época comienza a perfilarse una imagen armónica de las leyes históricas y del cosmos humano con todos los fragmentos del pasado humano que se amontonaban en nuestras cabezas y en nuestros libros, merced al trabajo de muchas generaciones17.

Por otro lado, en el aspecto del cambio, Elias no renuncia a la construcción de un mundo más humano. Cuando lo individual se haya armonizado con lo social, lo subjetivo con lo objetivo, lo empírico con lo conceptual: ¿No renuncia Elias a la Utopía? Solamente entonces podremos asegurar que, en vez de ser una excepción, es una regla el hecho de que el ser humano encuentra ese equilibrio de su espíritu que solemos definir, con grandes palabras, como «felicidad» y «libertad»; un equilibrio duradero o, más bien, la congruencia entre su quehacer social, entre las exigencias de su existencia social de un lado, y sus inclinaciones y necesidades personales del otro. Únicamente cuando la estructura de las interrelaciones humanas tenga este carácter, cuando la colaboración entre los hombres, fundamento de la existencia de cada individuo, funcione de tal modo que todos los que trabajan en la larga cadena de tareas comunes puedan alcanzar aquel equilibrio, los hombres podrán decir de sí mismos con razón que son civilizados. Mientras no llegue ese momento se encuentran en el proceso civilizatorio, obligados a seguir diciendo: «la civilización no se ha terminado. Constituye un proceso»18.

¿Para qué entonces el conocimiento?, ¿para qué trabajar en una nueva teoría sociológica figuracional? Como acabamos de ver Elias articula necesidad16. Ibíd., p. 494. 17. Ibíd., p. 520. 18. Ibíd, p. 532.

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libertad en la búsqueda del equilibrio duradero. No deja de parecer significativa esta diada, la misma que la dialéctica hegeliana propone en la Ciencia de la Lógica como clave epistemológica. 1.3. La especificidad metodológica Señalemos a manera de síntesis los rasgos característicos de la metodología elisiana: a) Elias formula sus reflexiones desde un ángulo metodológico bastante sugestivo. Establece con su crítica a los diversos teóricos de la sociología, un margen, una separación con sus planteamientos, y lo hace de manera expresa. Su propuesta es una lectura claramente crítica en el mejor sentido del término pues conoce exhaustivamente a los autores pero marca la distancia, y por decirlo de manera hegeliana, los supera. Kilminster el editor citado, llama la atención sobre el escaso número de citas que coloca habitualmente Elias en sus ensayos, el está inmerso en la teoría. Él construye un pensamiento propio y desde la periferia de la teoría, desarrolla teoría. Su característica es tomar un tema concreto de investigación: la muerte, la violencia, el envejecimiento, el deporte, los artistas, etc., y articular sus reflexiones a procesos sociales de la mayor diversidad. Podemos decir que es consecuente con su propuesta de autonomía relativa el establecer nexos insospechados de acontecimientos aparentemente sin conexión e indagar y demostrar apasionadamente sus concomitancias, sin desprenderse de la curiosidad y del incisivo interrogante. Sin dogmatismos, planteando alrededor de cada temática lo que podría constituirse sin duda en un programa de investigación, formula las preguntas estratégicas sobre las figuraciones de la vida cotidiana. b) Es preciso señalar también que, aunque es un diestro crítico de las teorías sociológicas clásicas, no se deja tentar por las discusiones contemporáneas, por decirlo de alguna manera mira en la teoría los procesos de larga duración y asume metodológicamente una racionalidad diferente. Se ha adiestrado en una rigurosa observación sociológica que no deja de lado la significación de los detalles. Maneja con habilidad la difícil relación entre investigación empírica y profundización teórica y constituye esta articulación en su clave metodológica. En la sociología fundamental define su método como constatación epistemológica: «No se trata aquí en modo alguno de especulaciones filosóficas, sean de tipo nominalista o positivista, sino de una constatación epistemológica que puede comprobarse a través de observaciones singulares y en su caso revisarse»19. Nótese la claridad de los dos 19. N. Elias, Sociología fundamental, Barcelona, Gedisa, 1970, p. 25.

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momentos que Elias no duda en colocar simultáneamente: constatación epistemológica y observaciones singulares. Gerard Fourez ha señalado que «observar es construir un modelo teórico»20 podríamos aplicarle esta máxima al tipo de trabajo metodológico propuesto por Elias. En la más fiel tradición de la observación sociológica exige la prueba y la revisión. Lo reitera «Hay un tipo de fantasía, a saber aquellas que son simultáneamente contenidas y fecundadas por el contacto estrecho con las observaciones fluctuantes, y que juegan un papel completamente insustituible en el proceso de cuantificación y en la progresiva conquista de la realidad del hombre»21. c) Como veíamos, otro rasgo permanente de la propuesta metodológica de Norbert Elias es el interrogar lo evidente, lo que otros admiten o formulan por consenso. Asume como problema lo explicado por otros, lo cuestiona sin pausa en busca de sus leyes, de su «primado ontológico», pues es sin duda una ontología sociológica la que se propone construir, basado en una explicación exhaustiva y en un trabajo de limpieza conceptual. Sin embargo, la ontología sociológica tiene su especificidad; no es aquella que deben asumir las ciencias de la naturaleza, pues se trata de pensar de nuevo los problemas humanos: «el tipo habitual de nuestras configuraciones terminológicas y conceptuales los hace aparecer como si se tratase de objetos de la misma índole que las rocas, los árboles o las cosas»22. La implicación a que se ve sometido el investigador social y el carácter específico del movimiento de lo social, exigen un análisis más profundo y así lo asume la teoría elisiana. d)La sociología no solo ha de ser apreciar y representar simbólicamente los procesos, sino que necesita entender a cabalidad el que un hecho puede producirse en una serie de distintos niveles de integración, que el investigador social debe escudriñar. Sugiere las dimensiones espacio temporales como las primeras a abordar en el análisis23. Vinculado a esta realidad el investigador debe ser capaz de distanciarse, de ascender como Elias propone, hasta el nivel de síntesis y este solo puede lograrse si se tienen en cuenta los procesos de larga duración. En ellos es preciso encontrar las representaciones simbólicas regularizadas que expresan los objetos y acciones más comunes de la vida cotidiana. Sin embargo, para hacerlo adecuadamente el investigador social debe ser muy cauteloso en el tipo de preguntas que formula, pues la realidad inmediata puede aparecer como expresión de regularidades, si no es asumida en un proceso a largo plazo. Deberá ayudarse además de las «interrelaciones 20. G. Fourez, La construcción del conocimiento científico, Madrid, Narcea, 1994. 21. N. Elias, Sociología fundamental, op. cit., p. 26. 22. Ibíd, p. 14. 23. N. Elias,Teoría del símbolo, op. cit., p. 33.

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entrelazadas», las figuraciones como red en movimiento, como tejerse y destejerse de relaciones de poder. De esta manera se evidencian los vínculos entre sus propuestas noseológica y de métodos. e) Refirámonos ahora a la característica metodológica más significativa de su método. Asume un problema de la realidad empírica e investiga los polos, las dicotomías con que tradicionalmente se han planteado, demostrando la parcialidad de estos análisis, y resuelve la dicotomía, en unidad. En sus reflexiones tempranas de La sociedad y los individuos propuso: «Pero quizá sea provechoso emanciparse del viejo y habitual uso de estos conceptos (sociedad-individuo), que muchas veces se les hace aparecer como una simple pareja de opuestos»24. Elias establece una ruptura con la propuesta de un tratamiento articulado de los conceptos y de la práctica. Le apunta a superar las oposiciones esquemáticas. Dado que este punto es la tesis central de este ensayo, me permito desarrollarlo a profundidad en el punto que presento a continuación:

II. Las tensionalidades elisíanas Decíamos que Elias cuestiona las dicotomías con que tradicionalmente se asume el análisis sociológico. Consecuentemente postula en su propuesta metodológica la superación de estas separaciones. Podemos evidenciar esta formulación de unidad elisiana en el tratamiento que le da, entre otras muchas, a las tensionalidades de objeto-sujeto, naturaleza-cultura e individuosociedad que analizo a continuación: 2.1. La relación objeto-sujeto En varios de sus textos Elias hace permanentemente referencia a la tensionalidad entre lo objetivo y lo subjetivo. En 1989 en el texto Teoría del símbolo que puede considerarse su última obra sistemática expresa a manera de síntesis: Los problemas que investigan los científicos sociales y las soluciones que descubren se apoyan en una base de conceptos de un nivel de síntesis muy alto respecto a los que se plantean pocos interrogantes si es que se plantea alguno. Se utilizan reiterativamente como si fuesen una propiedad inalterable de la humanidad y en sociedades como la nuestra suelen adoptar la 24. N. Elias, La sociedad y los individuos, op. cit., p. 12.

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LUZ TERESA GÓMEZ DE MANTILLA forma de una antítesis bipolar como «naturaleza y cultura», «cuerpo y mente», «sujeto y objeto25.

Y reitera más adelante: «Las teorías del conocimiento cuyo modelo central es una divisoria sujetoobjeto muestran lo fácil que es aceptar una teoría que otorga a un doble de uno mismo lugar prominente y con el que uno puede identificarse [...]. La tenacidad con la que se mantuvo la teoría del conocimiento sujeto-objeto durante cientos de años como la teoría dominante nos recuerda la constancia con que mantuvo el predominio de la teoría geocéntrica del mundo. Era agradable saber que el hábitat propio era el centro del universo. Había pruebas irrefutables que confirmaban la hipótesis errónea. El sol viajaba día tras día por el cielo, aparentemente alrededor de la tierra. Sin embargo, se descubrió el error. En este caso podemos diferenciar claramente entre datos que son representaciones simbólicas y las que no lo son y que se clasifican de una forma distinta, se clasifican como reales»26 (énfasis agregado).

Para Elias es nítida entonces la articulación en la realidad y no en los imaginarios de la relación entre lo objetivo y lo subjetivo, entre lo ontológico y lo ideológico (entre el ser y el pensar diría Hegel). Elias propone entonces una nueva noseología para las ciencias sociales aquella que rompe las dicotomías conceptuales y elabora a partir de lo real categorías de unidad. Incluso se atreve a formular los estrechos vínculos que deberán establecerse entre las ciencias naturales y las ciencias de la cultura. El término «objeto» conserva todavía en el marco de una antítesis objeto-sujeto, una conexión bastante íntima no con los objetos en general sino con los objetos sin vida de las ciencias físicas. Ha seguido siendo el exponente de una larga tradición muy arraigada que impulsa a los que pertenecen a ella a enfocar las diferencias como opuestos, entregados eternamente a una guerra mutua como naturaleza y cultura, objetos no hechos por el hombre y objetos hechos por el hombre27.

Así estará la ciencia con su logos y no las ciencias específicas en el punto de partida de la construcción metodológica. Como objetivo lo real, será real y lo será en cuanto subjetivo. Ahora bien, la relación objetivo-subjetivo no se mira como entidad metodológica aislada de los vínculos entre conocimiento e interés. La concatenación valorativa de estos aspectos tiene en Elias la necesidad de vincularse con la diada compromiso-distanciamiento. Critica la ideologización de los conceptos y se propone como tarea de su trabajo: «Contribuir a poner en marcha esta desideologización de las teorías sociológicas»28. Elias propone un 25. N. Elias, Teoría del símbolo, op. cit., p. 38. 26. Ibíd., pp. 39 y 40. 27. Ibíd., p. 47. 28. N. Elias, Notas a la biografía, op. cit., p. 41.

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tipo de conceptos sociológicos que den cuenta de los problemas de la realidad. Por lo tanto, no pueden ser conceptos preconcebidos. No son solo momentos del pensar sino del ser. Aquí no podemos dejar de pensar en el concepto hegeliano de concepto. Puesto que únicamente podremos sacar a la luz conocimientos sociológicos que sean lo bastante objetivos para servir a la solución de los agudos problemas sociales cuando, en planteamiento y solución, cesemos de supeditar la investigación de lo que es en realidad a las ideas preconcebidas respecto a cómo la solución de dichos problemas puede acomodarse a los deseos propios29 (énfasis agregado).

Se evidencia entonces la importancia del compromiso y el distanciamiento, de la autonomía relativa, podríamos decir con palabras de Elias. El proceso de distanciamiento es posible, cuando el propio sociólogo se siente como parte de figuraciones especificas, cuando se distancia de su condición subjetiva de centro y se relaciona como individuo con otros individuos. «Aquí estamos en presencia al mismo tiempo de un ejemplo del acto de autodistanciamiento, que es necesario, cuando se asciende desde el nivel de consciencia en el que se está cuando se percibe el mundo como si uno fuera su centro, hacia el nivel siguiente, desde el cual uno es capaz de verse a sí mismo como un individuo entre otros, con quienes uno forma figuraciones de carácter específico. Visto desde la perspectiva del nivel anterior, uno puede verse a sí mismo como dueño absolutamente libre de sus propias decisiones. Desde la perspectiva del nivel siguiente, uno se ve a sí mismo, como aparece en ocasiones a la luz de las polaridades políticas actuales, como objeto pasivo de fuerzas sociales anónimas, que existen de algún modo por fuera de las personas individuales y disponen de estas de manera totalmente independiente de sus acciones. Antes bien, uno se ve a sí mismo como alguien cuyo margen de decisiones está limitado por el hecho de que él o ella conviven con muchas otras personas, que a su vez tienen necesidades, se proponen metas y toman decisiones»30 (énfasis agregado).

Para comprender a otros individuos el sociólogo debe comprenderse a sí mismo como individuo, por decirlo de alguna manera «sufrir» el autodistanciamiento de considerarse un individuo en una configuración. Pero por supuesto esta tarea no es fácil. «Tal vez el autodistanciamiento necesario para verse a sí mismo únicamente como una persona entre otras, sea todavía demasiado difícil; tal vez sea difícil concebir que la multitud de personas individuales nunca conviven de manera totalmente casual y arbitraria»31. El estudio de estas problemáticas supondrá el distanciamiento del distanciamiento para comprender las complejas configuraciones de los intelectuales: «No creo que los sociólogos estén en condiciones de poder contribuir a 29. Ibíd, p. 21. 30. Ibíd., p. 48. 31. Ibíd.

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mitigar el grave peligro en que nos encontramos, mientras ellos mismos sean prisioneros intelectuales y emocionales de este dilema ideológico y con ello de la gran disyuntiva. El estudio sociológico sereno de las ideologías y de las trampas de la disyuntiva, requieren a su vez un cierto grado de distanciamiento»32. Así como en la edad moderna el hombre como género tuvo que distanciarse de la naturaleza para comprender sus leyes y gracias a ese distanciamiento lo logró, la tarea de los científicos sociales deberá recorrer caminos metodológicos similares. Comprometerse con su realidad cotidiana y distanciarse de lo inmediato para encontrar las configuraciones en las que la intrincada unidad entre individuo y sociedad está vinculada con una forma especial de entender el interés y el conocimiento. 2.2. La relación naturaleza-cultura La siguiente tensionalidad que analizamos es la propuesta por Elias entre naturaleza y cultura. Aunque en varios de sus textos Norbert Elias hace referencia a esta polaridad, tomaremos aquí para el análisis solamente los planteamientos expuestos en la Teoría del símbolo, en el que el autor analiza sistemáticamente la problemática. Siendo una de sus últimas reflexiones, también puede pensarse en el sentido de síntesis teórica que tiene el texto. Sigamos la argumentación elisiana: «La comunicación por medio de símbolos, que puede diferir de una sociedad a otra, es una de las peculiaridades de la humanidad. Se basa en la organización biológica de los seres humanos. La inmensa variabilidad de las pautas sonoras que pueden producir los seres humanos como medio de comunicación es una de las condiciones de la variabilidad de los lenguajes»33.

Desde el primer momento Elias aborda un análisis interdisciplinario, pues su propuesta antropológica es simultáneamente biológica. Por eso reitera: «Los seres humanos tienen esto en común con los animales, que su forma de comunicación esta predeterminada por su organización natural. Los seres humanos están durante un periodo temprano de su vida naturalmente predispuestos para aprender un lenguaje»34. Sin embargo, Elias no asume un determinismo biológico: «Los humanos difieren de otros seres vivos en el hecho de que las pautas sonoras que son sus medios principales de comunicación no son característica de toda la especie de la sociedad en la que crecen. Además, estas pautas sonoras que llamamos idioma no están fijadas genéticamente, sino que son obra humana y el miembro individual de una sociedad las adquiere a través de un largo proceso de aprendizaje»35. 32. Ibíd, p. 59. 33. N. Elias, Teoría del símbolo, op. cit., p. 36. 34. Ibíd. 35. Ibíd., p. 37.

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El sentido de lo humano y sus diferencias cualitativas con lo animal está en el complejo proceso social que debe desarrollar la humanidad en la construcción de lenguaje, memoria y conocimiento. Este proceso es inmediatamente físico y espiritual. Para Elias la tradicional división entre cuerpo y alma está en la base de propuestas teóricas desarticuladoras entre la fisiología y psicología. Por eso continúa argumentando: «Si naturaleza y cultura o naturaleza y sociedad se aprecian de ese modo, puede resultar difícil de seguir la argumentación que se sigue aquí. Es posible, claro está, que la cultura humana se oponga a la naturaleza humana. Por otra parte, la constitución de los seres humanos hace que les sea preciso elaborar sus propios productos culturales específicos para su sociedad. Su maduración biológica exige el complemento de un proceso de aprendizaje social. Si no tienen ninguna oportunidad social de aprender un lenguaje, la predisposición biológica a aprenderlo permanece sin uso. En el caso humano, los procesos biológicos y sociales, en vez de ser opuestos polares, deben entrelazarse para ser eficaces36 (énfasis agregado).

Como vemos su propuesta metodológica es explícita: entrelazamiento. Sin embargo, Elias establece las diferencias entre dos formas diferentes de seleccionar y ordenar la experiencia. Los seres humanos experimentan el mundo de formas distintas. Una tiene que ver con regularidades aparentemente invariantes (naturaleza), otra con estructuras donde se evidencia un cambio sucesivo (cultura), pero el análisis separado de las dos formas de experiencia puede llevarnos a graves errores teóricos y metodológicos: «Los seres humanos son miembros de una especie unificada y al mismo tiempo miembros de sociedades diferentes. Este doble carácter de los seres humanos pueden dar origen a malentendidos y a juicios erróneos. Lo que es biológico y común a todos los humanos se considera social; lo que es social se considera biológico. Ya he mencionado el hecho de que los mismos objetos estaban representados en sociedades diferentes por palabras diferentes. Resulta difícil imaginar otra especie con una forma principal de comunicación que permita tan alto grado de diferenciación social»37.

Esta diferenciación social interpretada erróneamente por sectores de la comunidad científica, ha llevado en el caso especializado de las profesiones a la «departamentalización» de los conceptos, transponiendo a la reflexión cultural y biológica las formas organizativas de la transmisión de conocimientos; pero no solo esto, sino que este tipo de reflexión está recogiendo la experiencia humana de las últimas décadas del siglo XX de aislamiento profundo, en que cada uno es agente e individuo que construye autoimágenes al mismo tiempo prepotentes e indefensas. 36. Ibíd. 37. Ibíd., p. 54.

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LUZ TERESA GÓMEZ DE MANTILLA Por otra parte, biólogos y sociólogos actúan como si los aspectos biológicos y sociales de los seres humanos estuviesen tan estrictamente diferenciados entre ellos y fuesen tan independientes entre sí como las dos profesiones de biólogos y sociólogos y, en cualquier caso específico, tanto como lo quieran ser los dos departamentos, el de biología y el de sociología. En consecuencia, ninguna de las dos profesiones pueden abordar un hecho bastante importante para entender la teoría del símbolo, que se introduce en estas páginas. Se trata del hecho de que, en realidad, los procesos biológicos y sociales muestran una dependencia mutua; se encajan uno en otro cuando los seres humanos aprenden por vez primera un lenguaje38.

Símbolo y naturaleza simultáneamente apreciados son la base para entender los complicados procesos del lenguaje como expresión quintaesenciada de la cultura, entendida esta como procesos de significación construidos sobre una base natural y en el largo plazo. Ahora bien, la diferenciación del concepto «naturaleza» tiene varias complicaciones por las connotaciones positivas (lo natural, lo no artificial) o también negativas (lo natural, la materia), que pueden atribuírsele. Igualmente el concepto de cultura puede sufrir por estas miradas ideologizadas distorsiones notables: La naturaleza considerada como un montón de átomos se juzga inferior comparada con los elevados valores creados por los seres humanos. En estas polémicas, como es fácil de ver, las relaciones con los datos tienen un papel relativamente pequeño y las relaciones con los valores un papel comparativamente grande. El término «cultura» suele no ser más que una cobertura para todo lo que no es un producto de la naturaleza en el sentido físico del término39 (énfasis agregado).

Reitera Elias su análisis del lenguaje como el ejemplo más contundente de la relación de traspaso entre naturaleza y cultural ¿Cómo pueden los seres humanos que envían a otros un mensaje emitiendo ondas sonoras articuladas estar seguros de que otros seres humanos recibirán sus mensajes? Solo tienen posibilidad de que se reciban si los que envían un mensaje hablado y los que se espera que sean los receptores del mensaje hablan el mismo lenguaje o, en otras palabras, si las pautas sonoras que produce el emisor del mensaje representan simbólicamente para el receptor del mensaje los mismos objetos o funciones que representan para el emisor del mensaje40 (énfasis agregado).

La construcción simbólica es social, con Weber podríamos decir que enlaza necesariamente un sentido, esperando la respuesta de otros humanos que a su vez enlazan sentido. La cultura se expresa en lo natural. A su vez lo natural se expresa en lo simbólico. Cada uno es agente y contenido comunicado. Cada uno es significante y significado. 38. Ibíd., p. 56. 39. Ibíd., p. 88. 40. Ibíd., p. 97.

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2.3. La relación individuo-sociedad En las relaciones metodológicas que plantea Elias, la relación individuo-sociedad, constituye a mi modo de ver el principal aporte de su formulación para la Sociología, dado que en su afán de consolidar la disciplina las propuestas teóricas clásicas, concentraron su reflexión en la especificidad de lo social, en su caracterización y en su diferenciación tanto de la psicología como de la antropología. El demostrar la existencia de entes sociales independientes o «por encima» de los individuos, se afinco en la anatematizarían de todo lo que pudiera reducir la sociología a lo individual. El elemento de la independencia de los individuos que se adquiere en las instituciones, es sospechoso para Elias. Para él no se trata de la simple «relación» entre individuo y sociedad, por cuanto la formulación de la relación estaría ya suponiendo la diferencia. Desde tempranas reflexiones en 1939 en su texto de La sociedad y los individuos analiza la conveniencia de romper la dicotomía: ¿Qué es esta «sociedad» que formamos todos nosotros, pero que ninguno de nosotros, ni siquiera todos nosotros juntos, hemos querido y planificado tal como hoy existe, que solo existe porque existen muchas personas y que solo permanece porque muchas personas particulares quieren y hacen algo, esta «sociedad» cuya estructura, cuyas grandes transformaciones históricas, es evidente que no dependen de la voluntad de personas individuales?»41.

Sabemos que esta ha sido la pregunta de los padres fundadores de la sociología y la respuesta de la existencia de un «algo» independiente de los individuos que ejercía coerción y control sobre ellos, validó su objeto. Pero metodológicamente asumieron la diferencia entre individuo y sociedad y consecuentemente diferenciaron disciplinarmente su estudio, igual que sucedió con la biología y la psicología. Ahora esta separación se evidencia en las formulaciones de la psicología, la antropología y la sociología: «Tanto si afirman que el fin supremo es la sociedad, como si sostienen que lo es el individuo, ambos antagonistas están procediendo mentalmente como si un ser exterior al ser humano, o incluso el representante de ese ser en nuestra mente, la «naturaleza» y una «razón» de tipo divino situada más allá de toda experiencia, hubieran establecido de una vez y para siempre ese fin último y esa escala de valores. Si se atraviesa el velo de valoraciones y emociones con que los conflictos de nuestros días inundan todo lo referente a la relación entre individuo y sociedad, se obtiene una visión completamente distinta. Considerados a un nivel más profundo, los individuos y la sociedad que estos conforman carecen de toda finalidad, de todo sentido. Los unos no existen sin la otra. Simplemente están allí, el individuo en una sociedad formada por 41. N. Elias, Sociología fundamental, op. cit., Parte II, La sociedad y los individuos, op. cit., p. 2.

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LUZ TERESA GÓMEZ DE MANTILLA otros individuos, la sociedad tiene una sociedad de individuos42. [Porque] En otras palabras, cada uno de los seres humanos que caminan por las calles aparentemente ajenos e independientes de los demás está ligado a otras personas por un cumulo de cadenas invisibles, ya sean estas cadenas impuestas por el trabajo o por propiedades, por instintos o por afectos. Funciones de la más diversa índole lo hacen, o lo hacían depender de otros, y a otros depender de él. El ser humano individual vive, y ha vivido desde pequeño, dentro de una red de interdependencias que él no puede modificar ni romper a voluntad sino en tanto lo permite la propia estructura de esa red; vive dentro de un tejido de relaciones móviles que, al menos en parte, se han depositado sobre el dando forma a su carácter personal43.

El hombre individual esta inmediatamente siendo social, el «homo sociologicus» presenta su género próximo y su diferencia específica como esencia de su caracterización. Si la sociología lo ha escindido, es preciso reencontrarlo en su unidad. En 1977 en El proceso de la civilización recogiendo sus reflexiones de cuatro décadas, la formulación de Elias pone como concepto clave de la sociología el yo. Con esto está a mi modo de ver haciendo a su manera una «revolución copernicana» de la teoría clásica sociológica, en el sentido de voltear diametralmente hacia lo individual la reflexión de la sociología. Pero su búsqueda no es del individuo, sino del individuo en figuración. La preocupación de Elias por las estructuras de la personalidad y su inmediata expresión en las figuraciones, nos remiten a la reflexión del concepto de particular hegeliano. En este concepto, como lo veremos más adelante, sintetiza Hegel el Individual con el Universal. El «homus-sociologicus» es el objeto de la sociología para Elias. Al ser inmediatamente individual e inmediatamente social, adquiere el carácter de género y podría ser entendido como un particular. Queda esta reflexión como hipótesis. Consecuentemente, Elias maneja en unidad los conceptos de personalidad y figuración. La sociedad se construye a partir de esta intrincada unidad, ser yo y constituir figuraciones con los otros, en la socialización primaria y secundaria. En este punto es muy importante resaltar su crítica a una sociología que tiene la ilusión de que la esencia de la persona individual se encuentra en el interior, homo-clausus, mundo de las vivencias personales y que ellas no interesan para la sociología. Para Elias la necesidad de diferenciación con el historicismo y el relativismo en que surge el pensamiento weberiano, puede estar en la base de a concepción. La vivencia es reemplazada por la acción social. Motivación hacia los otros. Además hay una supuesta libertad, una creencia del individuo autónomo e independiente. La mirada de lo individual como 42. Ibíd., p. 24. 43. Ibíd., p. 29.

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individuo sin sus nexos inmediatos con lo social dice Elias, es muestra de una ideología burguesa que supone la libre competencia. Siendo consecuente con su propuesta metodológica, Elias constata con base en sus estudios historiográficos, orientaciones que se mantienen comunes a lo largo de varias generaciones. Quiere entonces vincular los autocontroles individuales con los procesos de larga duración. Este análisis lo hace vinculando personalidad y figuración. En otras palabras, la tarea de la sociología será la de analizar el yo en su esencia interior y exterior (yo, ello, super-yo) como personalidad que depende de otros yo y simultáneamente estructurar las relaciones que diferentes configuraciones establecen en los procesos de larga duración. Pero no es suficiente señalar los vínculos entre el individuo y la sociedad, sino que es preciso mirar cada concepto en movimiento como proceso: Cuando se pierde de vista el hecho de que conceptos como «individuo» y «sociedad» no se remiten a dos objetos con existencia separada, sino a aspectos distintos, pero inseparables, de los mismos seres humanos y que ambos aspectos, los seres humanos en general, en situación de normalidad, solo pueden comprenderse inmersos en un cambio estructural. Ambos conceptos tiene el carácter de procesos y no es posible en absoluto hacer abstracción de este carácter de proceso en una construcción teórica que se remita a los seres humanos. Por el contrario, resulta imprescindible incluir este carácter procesal en la teoría sociológica y en las otras que se refieran a los seres humanos. Como se muestra en las investigaciones que siguen, el problema de las relaciones entre estructuras individuales y estructuras sociales comienza a aclararse en la medida en que se investigan ambas como algo mutable, como algo que está en flujo continuo44.

Dado que el concepto de individuo tiene que verse como proceso, ya que cambian las estructuras de los individuos a lo largo de la historia, en sentido factico, concreto, el proceso de los individuos es el concepto de civilización para Elias: «En el curso del proceso civilizatorio se cambian las estructuras de los individuos en un sentido concreto. Esto es lo que quiere decir en realidad el concepto de ‘civilización’ en el sentido fáctico en que es utilizado en este trabajo»45. La construcción de la teoría y su posterior comprobación, se hace con base en realidades específicas, teniendo como fuente procesos concretos. Elias busca una sociología empírica y por lo mismo la propia experiencia debe ser contrastada por las experiencias que se analizan. Las lecturas separadoras de los dos conceptos tienen solo partes del individuo y esquemas de la sociedad: «El individuo o, dicho con mayor exactitud, aquello a lo que se refiere el concepto actual de individuo, sigue entendiéndose 44. Ibíd., p. 16 45. Ibíd, p. 32.

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como algo que existe «fuera» de la sociedad. A su vez, aquello a lo que se refiere el concepto de sociedad se muestra como algo que existe fuera y mas allá del individuo»46. Para Elias la solución es metodológica: l. Ver ambos conceptos empíricamente. 2. Ver ambos conceptos como procesos. El análisis psíquico evidencia que las separaciones arriba mencionadas no han tenido en cuenta el sentido de la autocontención de los afectos. Para Norbert Elias sin la inclusión de los aparatos de control y sin el análisis de lo oculto, lo desconocido, los impulsos del inconsciente, que tienen especial significación en la constitución del yo es imposible una verdadera apropiación de las realidades del aspecto espiritual humano: Lo aislante, que aparece como un muro invisible, que separa el «mundo interior» del individuo del «mundo exterior» o al sujeto del conocimiento del objeto, al «ego» de los «otros», al «individuo» de la «sociedad», es la contención más firme, más universal y más regular de los afectos; característica de este avance de la civilización, son las auto coacciones fortalecidas que impiden a todos los impulsos espontáneos expresarse de modo directo en acciones, sin la interposición de aparatos de control; y lo aislado, son los impulsos pasionales y afectivos de los hombres, contenidos, refrenados y sin posibilidad de acceso a los aparatos motores. Estos impulsos se aparecen a la autoexperiencia como lo que está oculto ante todo lo demás y, a menudo, como el yo auténtico, como el núcleo de la individualidad47.

En síntesis, según Elias, la teoría sociológica se elabora gracias a una confusión entre ideal y realidad, a una cosificación de los aparatos de autocontrol y a un no reconocimiento de los impulsos individuales incontrolados. El proceso civilizatorio es para Elias, el cambio en las estructuras individuales. A partir de esta afirmación construye Elias un juicioso análisis de los procesos educativos de los adultos a los niños de la siguiente generación. El autocontrol de las emociones será la clave para determinar una verdadera mayoría de edad: «En el curso del proceso civilizatorio aumenta la distancia entre el comportamiento y la constitución psíquica de los niños y de los adultos. Es posible que esta sea la clave que nos explique por qué muchos pueblos o grupos de pueblos nos parecen ‘jóvenes’ o, incluso infantiles, mientras que otros, en cambio, se nos antojan ‘mayores’ o ‘más adultos’»48. 46. Ibíd., p. 35. 47. Ibíd., p. 42. 48. Ibíd., p. 48.

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Hace entonces Elias una atrevida pero consecuente afirmación que llamará luego ley fundamental de la sociogénesis: «El proceso específico del ‘crecimiento’ psíquico en las sociedades occidentales, que suele preocupar hoy a los psicólogos y a los pedagogos, es idéntico al proceso civilizatorio individual que se ve sometido todo adolescente desde pequeño con mayor o menor éxito, en las sociedades civilizadas, como consecuencia del proceso civilizatorio social a lo largo de los siglos»49. El adolescente debe aprender a reprimir pues emociones, a no manifestar sus afectos inmediatamente, a controlar la rabia, etc.; en síntesis, a superar el momento del presente en una acción racional hacia el futuro (Weber diría acción racional con arreglo a fines). La condición de adulto en un momento histórico dado, se consigue como resultado de su propio proceso inhibitorio y simultáneamente como expresión de las inhibiciones de sus antepasados. Sin que lo anterior signifique que cada hombre debe «sufrir en carne propia» todo el proceso: «No debe interpretarse incorrectamente la expresión de «ley fundamental de la sociogénesis» en el sentido de que la historia del individuo «civilizado» reprodujese todas y cada una de las fases de la historia social»50. En este punto de la formulación sobre la psique, Elias evidencia la influencia freudiana. El autocontrol es sin duda el super-yo. «Asimismo se aclara parcialmente la constitución del ‘super-yo’ y la relación entre movimientos conscientes e inconscientes en el espíritu del hombre ‘civilizado’»51. Con esto confirmaríamos la mirada interdisciplinaria con que nuestro sociólogo aborda el problema. Pero no solo es este el aspecto metodológico importante, lo es más aun el que para él, la construcción del super-yo es la clave para entender al hombre civilizado y para explicar una de las preguntas claves de la sociología: ¿Cómo los actos aislados de muchos hombres posibilitan la aparición de configuraciones que no se habían planeado? Tales configuraciones son posibles gracias al papel regulador del super-yo, que siendo individual es también social. Los procesos de definición social suscitados en el proceso civilizatorio se hacen cada vez más complejos. Construyendo complicadas redes en las concepciones incluso en la vida cotidiana, a la que Elias le presta especial significación: «Cuanto más se diferencian las funciones, mayor es su cantidad así como la de los individuos de los que dependen continuamente los demás para la realización de los actos más simples y más cotidianos. Es preciso ajustar el

49. Ibíd., p. 49. 50. Ibíd. 51. Ibíd., 51

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LUZ TERESA GÓMEZ DE MANTILLA comportamiento de un número creciente de individuos; hay que organizar mejor y más rígidamente la red de acciones de modo que la acción individual llegue a cumplir así su función social. El individuo se ve obligado a organizar su comportamiento de modo cada vez mas diferenciado, más regular y más estable. Ya se ha señalado que no se trata solamente de una regulación consciente»52 (énfasis agregado).

También en la reflexión individuo-sociedad, Elias se pronuncia sobre las clases sociales. Heredero del marxismo encuentra en la clase una importante configuración para la determinación de pautas y autocontroles: «En cada clase social se modela con el mayor cuidado y rigor el ámbito del comportamiento de importancia vital para los hombres de esta clase, a tenor de la función que cumplen»53. La diferenciación individual según clases, repercute en una especial configuración del conjunto de la sociedad. Allí se expresan subordinaciones de las figuraciones. Subordinaciones y dependencias que solo pueden entenderse en una estructura de poder. Poder, entendido como lucha por la hegemonía y el ejercicio de la fuerza. Las conclusiones de su reflexión en este aspecto de la unidad individuosociedad y sus implicaciones para el presente, es contundentemente presentada en el párrafo siguiente: «Por ultimo algo muy parecido sucede en nuestra época, con el comportamiento de los individuos y con toda la red de sus funciones psíquicas. A lo largo de este trabajo, hemos pretendido demostrar que la estructura de las funciones psíquicas, los modos habituales de reorientar el comportamiento, están relacionados con la estructura de las funciones sociales, con el cambio en las relaciones interhumanas. Tarea distinta es la de estudiar estas correspondencias en nuestra propia época. Resulta bastante fácil enunciar algunos principios generales. Las coacciones de interdependencia que hoy están provocando evidentemente una modificación más o menos rápida de las instituciones y una transformación de las relaciones interhumanas, se hacen sentir con igual fuerza en las correspondientes modificaciones del carácter y de la estructura espiritual de los hombres. También en este campo obtenemos una imagen más clara de lo que nos sucede cuando lo consideramos como un avance en una dirección determinada en relación con los movimientos del pasado en los cuales se origina el presente. Las conmociones provocadas por otros movimientos de ascenso también obligaron a flexibilizar las pautas de comportamiento de las clases altas. Con anterioridad a la consolidación de cada nueva pauta se da siempre una época de revolución. Las formas de comportamiento no solamente se transfieren de arriba abajo, sino también de abajo arriba en consonancia con el cambio en el centro de gravedad social»54.

52. Ibíd., p. 451 53. Ibíd., p. 510 54. Ibíd., 525.

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No podemos con esta reflexión dejar de pensar en la actualidad colombiana. ¿Será nuestra situación de crisis, de carencia de legitimidad estatal de permanentes conflictos armados durante este siglo, la expresión de esos procesos de ajuste entre lo individual y lo social? ¿Qué tiene que ver con estos procesos el super-yo que se construye en distintos sectores de clase en Colombia, la llamada «formación social violenta»?, ¿Se deberá esta situación a un escaso desarrollo de los autocontroles individuales? O ¿tendrá que ver con los procesos de la conciencia colectiva? Elias podría respondernos: Por lo que hemos visto, los esquemas de comportamiento de nuestra sociedad, que se inculcan al individuo a través de la modelación desde pequeño como una especie de segunda naturaleza y se mantienen vivos en él por medio de un control social poderoso y muy estrictamente organizado, no pueden entenderse en virtud de fines humanos generales y ahistóricos, sino como resultado de un proceso histórico, derivado del sentido general de la historia occidental, de las formas especificas de relación que se producen en tal proceso, y de la fuerza de las interdependencias que en él se transforman y se constituyen. Al igual que el conjunto de la orientación de nuestro comportamiento y del entramado general de nuestras funciones espirituales, estos esquemas son polifacéticos: en su constitución y en su reproducción participan los impulsos emocionales tanto como las funciones racionales, instintivas y relacionadas con el yo. Hace tiempo que se ha convertido en costumbre explicar la regulación a que está sometido el comportamiento de los individuos en nuestra sociedad como algo racional, algo fundamentado en la reflexión racional. El resultado de nuestras investigaciones indica que esto no es correcto55.

Podemos preguntarnos también si la muerte reiterada, la catástrofe diaria, ¿estará curando a los colombianos de los miedos ancestrales? ¿Y generando por ejemplo personalidades como la del sicario, el guerrillero y el paramilitar? ¿O los problemas estarán también en los procesos de socialización primaria que reciben la mayoría de los colombianos, muchos de los cuales son niños maltratados, o sin referentes paternos claros? No puede negarse lo sugestivo de estas reflexiones de Elias para el análisis de la sociedad colombiana: La preocupación permanente del padre y de la madre sobre si su hijo asimilará o no las pautas de comportamiento de la clase propia o de una superior, sobre si podrá mantener o aumentar el prestigio de la familia, sobre si podrá sostenerse en las luchas de exclusión de la propia clase, suscitan unos miedos que rodean al niño desde pequeño, especialmente en las clases medias con voluntad de 55. Ibíd., p. 526.

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LUZ TERESA GÓMEZ DE MANTILLA ascenso en grado mayor que en las clases altas. Los miedos de este tipo tienen una importancia decisiva en la regulación a que se somete al niño desde pequeño y en las prohibiciones que se le imponen. Estos miedos, que quizá solo parcialmente sean conscientes en los padres y en gran parte actúan de modo automático, se transmiten al niño a través de los gestos al igual que de las palabras; contribuyen decisivamente a la constitución de ese círculo de miedos internos que limitan el comportamiento y la sensibilidad del adolescente, y que le obligan a aceptar una determinada pauta de sentimientos de vergüenza y de desagrado, una determinada forma de hablar y unos modales específicos, tanto si lo quiere como si no lo quiere; incluso las prescripciones que se imponen a la vida sexual y los miedos automáticos que suscitan no nacen hoy solo de la necesidad elemental de regular y equilibrar las necesidades de muchas personas que conviven, sino que tienen su origen, en parte muy considerable, en la elevada presión de tensiones en que viven las clases altas y, especialmente, las medias de nuestras sociedades. Estos miedos se encuentran en estrecha correspondencia con el miedo a la pérdida de las oportunidades de la propiedad y del prestigio elevado, a la degradación social, a la disminución de las oportunidades en la dura lucha de competencias que influyen de modo decisivo en el niño a través del comportamiento de los padres y de los educadores. Incluso cuando, en ciertas ocasiones, las coacciones y los miedos inculcados por los padres acaban consiguiendo precisamente lo que trataban de evitar, esto es, cuando el adolescente resulta ser incapaz de triunfar en las luchas de competencia, debido a los miedos automáticos que le han inculcado ciegamente, cuando no consigue aumentar o mantener su prestigio social elevado, incluso en estos casos los gestos, las prohibiciones y los miedos paternos proyectados en los niños transfieren siempre tensiones de carácter social. El carácter hereditario del monopolio y del prestigio social se manifiesta directamente en la actitud de los padres en relación con sus hijos y el niño experimenta los riegos que amenazan a este carácter y a este prestigio, así como el conjunto de tensiones propio del entramado humano en que vive, antes de saber nada de todo ello56.

Padres autoritarios o inexistentes. Madres sumisas o exigentes, aunado a un clima de prestigio por el tener. Competencias y discriminación evidentes entre clases. La idiosincrasia de personalidades de «machos» podría dar algunas luces en la explicación de nuestra realidad actual en Colombia. Los analistas coinciden en caracterizar nuestra sociedad como fragmentada. Si se trata de encontrar consensos mínimos que posibiliten la reconstrucción de la legitimidad, podremos pensar en empezar a construirla a partir de las configuraciones iniciales de la socialización primaria. Sin embargo, las configuraciones se van complejizando y en el juego de poder aparece una contradicción evidente: ¿Cómo lograr que sectores excluidos socialmente (con todas las implicaciones a nivel del yo consciente e inconsciente) puedan participar de un proceso de inclusión política? ¿Cómo convertir a un individuo excluido en ciudadano?

56. Ibíd., p. 530.

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III. Dialéctica hegeliana - dialéctica elisiana Elias es claro en su reconocimiento y en su crítica a Hegel. Refiriéndose a Comte y a Hegel en «La teoría del símbolo» dice: Ha habido dos excepciones. Los sistemas de Hegel y de Comte probablemente sean las excepciones más conocidas. Los dos pensadores se hallaban influidos por la experiencia de la revolución francesa. Los dos intentaron liberarse del carácter estacionario del enfoque filosófico del conocimiento y sustituirlo por un modelo procesual. Ambos intentaron, cada uno a su manera, resolver el mismo problema. Expusieron modelos del desarrollo del conocimiento a muy alto nivel de síntesis, o, como suele decirse, de abstracción»57. [Y continua:] «Cabría decir que hicieron tentativas en la dirección correcta. Pero las hicieron en una etapa del desarrollo del conocimiento en la que la evidencia empírica disponible era aun insuficiente para una síntesis de ese género. Tuvieron que llenar los vacíos con conjeturas. Sus tentativas de reconstruir el desarrollo del conocimiento fueron prematuras en ese sentido. Los modelos que aportaron adolecían de ilusiones no sometidas al control de un conocimiento adecuado de los datos. La tarea que se plantearon entrañó en ambos casos una ruptura con la tradición que presentaba como sujeto del conocimiento a un individuo aislado. De hecho, Hegel, como Comte, vio como sujeto del conocimiento a una unidad social, la cadena de generaciones entrelazadas, aunque lo personificase como espíritu o como Geist. No es en modo alguno accidental el que la herencia que dejaron ejerciese su mayor influencia en el campo de la filosofía, sino en el de la ciencia social. La obra de Comte influyó en Durkheim, la de Hegel en Marx. Durante los siglos XIX y XX los filósofos volvieron mayoritariamente, en sus teorías del conocimiento, a la tradición centrada en el individuo y no procesual de Descartes y Kant. La ruptura que intentaron Hegel y Comte con esa tradición fue castigada con una implacable estigmatización. Sus obras pasaron a quedar proscritas y a ser objeto de burla entre los filósofos y, en una época en la que los científicos sociales seguían en estas cuestiones la orientación de los filósofos, entre los sociólogos también»58 (énfasis agregado).

En este contexto el punto de partida hegeliano del Espíritu Absoluto indeterminado, sería para Elias sin duda controvertido, en la urgencia de establecer el vínculo primero con la realidad. Su búsqueda de la determinación y de lo objetivo, más bien lo vincula con una dialéctica marxista. Sin embargo, el propio Elias se quejaría de que lo estuviéramos encasillando en las metodologías de uno u otro autor. Este orden no es «racional» (si por «racional» entendemos algo que surge, al modo de las máquinas, de la reflexión intencional de los hombres aislados) 57. N. Elias, Teoría del símbolo, op. cit., p. 182. 58. Ibíd., p. 183.

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LUZ TERESA GÓMEZ DE MANTILLA ni «irracional» (si por «irracional» entendemos algo que ha surgido de modo incomprensible). A veces se le ha identificado con el orden de la «naturaleza». Hegel y muchos otros los han interpretado como una especie de «espíritu» supraindividual y su idea de una «astucia de la razón» muestra, en realidad, que Hegel se preocupaba por el hecho de que de los planes y de las acciones de los hombres surjan muchas cosas que ninguno de ellos había pretendido en sus acciones. Pero los hábitos mentales que pretenden someternos a alternativas como «racional» o «irracional», como «espíritu» o «naturaleza», son inadecuados. Tampoco en este aspecto está la realidad construida del modo que pretende hacernos creer un aparato conceptual de este tipo que, sin duda ninguna, prestó grandes servicios en su tiempo como brújula en un mundo desconocido. Las leyes peculiares de las manifestaciones de la inter dependencia social no son idénticas a las leyes del «espíritu» del pensamiento o la planificación individuales ni a las leyes de eso que llamamos «naturaleza», si bien es cierto que todas estas dimensiones de la realidad están unidas entre sí y no son funcionalmente separables»59 (énfasis agregado).

Elias se formó en la dialéctica hegeliana, como dan cuenta sus notas autobiográficas. Hay una evidente apropiación del método dialéctico como lo hemos reiterado. Sin embargo, el quiere explícitamente por su afianzamiento en lo real, marcar las diferencias con el Idealismo. Su particular dialéctica bebe críticamente también de la fuente marxista. Profundicemos un poco: 3.1. La relación ser-pensar. Ya habíamos reflexionado al respecto en el punto de la relación objeto-sujeto. Ahora reiteremos la propuesta de Elias con la crítica que hace a varios autores. La dialéctica hegeliana se mueve sobre la base de la unidad ser-pensar. Cada una es inmediatamente él y su contrario, por lo mismo ninguno de los dos puede colocarse como determinante del otro. En una propuesta metodológica similar, fundamenta Elias su crítica a la «determinación en última instancia» que Marx le otorga a la economía: «En un momento de debilidad». Marx dio expresión a esta regla a través de la formulación de que «el ser determina la consciencia». La formulación de Marx evoca una concepción de un dualismo ontológico, de una existencia social de los hombres sin conciencia por un lado, y por el otro, una conciencia que es lanzada de un lado para otro pasivamente por parte de este «Ser» social inconsciente, al igual que un corcho es movido por las olas del mar»60 (énfasis agregado).

El sustento de la postura de Elias está en su fundamentada propuesta de unidad entre lo subjetivo y lo objetivo. Insiste en su formulación: 59. N. Elias, El proceso de la civilización, op. cit., p. 450. 60. Ibíd, p. 15.

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NORBERT ELIAS. UN SOCIÓLOGO CONTEMPORÁNEO «El tratamiento de este importante problema por parte de Mannheim, como también de Marx, adolece de una formulación que no da cuenta de que, la conciencia y el pensamiento mismo, son partes constitutivas de la sociedad humana. El funcionamiento de la convivencia social de los hombres, está influenciada por las particularidades de su conciencia sobre esta convivencia, de lo que piensan y la forma en que piensan. La tesis dualista de un ser sin consciencia y una consciencia sin ser, es una ficción»61 (énfasis agregado).

Señalábamos que Elias aplica su propuesta metodológica de compromiso y distanciamiento de autonomía relativa. Acoge ciertas categorías, pero guarda la distancia prudente de la crítica: Mannheim utilizaba aquí y en todas partes como terminus technicus la expresión de la relación del pensamiento y del saber con relación a la situación de cada uno, siguiendo la expresión de Marx, según la cual el «ser» determina la «consciencia» y se contrapone a ella. Adhería totalmente al dualismo marxista, que presenta el pensamiento y el saber como algo existente por fuera de la existencia social y con ello presenta el ser y la consciencia en una relación causal: el ser como causa, la consciencia como efecto62.

En su propuesta de la unidad entre ser y pensar, Elias ataca también la propuesta metodológica de Max Weber sobre los tipos ideales. Para Elias, estas construcciones aisladas de la realidad como construcciones teóricas son instrumentos vacios: Es evidente que puede entenderse mejor este trabajo sobre procesos sociales, cuando se toma en consideración esta línea de desarrollo de la sociología teórica. La tendencia a condenar los tipos sociales ideales dominantes en el siglo XIX desde la perspectiva de los del siglo XX, evidentemente, bloquea la posibilidad de aceptar que uno pueda tomar los procesos a largo plazo como objeto de investigación sin que la razón motivadora para ello sea de carácter ideológico, esto es, sin que el autor, asegurando que habla de lo que es o de lo que era, en realidad este hablando de lo que cree o desea que sea. Si estas investigaciones tienen algún sentido se debe, en primerísimo lugar, al hecho de que se evita esta mezcla entre lo que es y lo que debe ser, entre el análisis científico objetivo y su contrapartida ideal63 (énfasis agregado).

La crítica es contundente, los tipos ideales son meras construcciones abstractas de estructuras recurrentes típicas: En realidad esta era según la concepción de Weber, de acuerdo con su orientación atomística básica, una suma poco ordenada de muchas acciones individuales, por parte de muchos individuos; pero como sociólogo, podía introducir un orden en la ‘realidad’ algo caótica de innumerables acciones sociales, por parte de muchas personas individuales, mediante una abstracción 61. Ibíd., p. 16. 62. Ibíd., p. 22. 63. N. Elias, El proceso de la civilización, op. cit., p. 30.

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LUZ TERESA GÓMEZ DE MANTILLA idealizante de estructuras recurrentes típicas, es decir mediante la formación de ‘tipos ideales’64.

En la crítica a Marx, Mannheim y Weber explicita Elias su mirada de la relación ser-pensar. Yo la encuentro acorde con el principio de la Ciencia de la Lógica de Hegel, que reza: En consecuencia la lógica se determinó como la ciencia del pensamiento puro cuyo principio está en el puro saber, esto es, en la unidad no abstracta, sino concreta y vital en cuanto que en ella se conoce como superada la oposición propia de la conciencia entre un saber subjetivo, que existe por sí y un segundo ser semejante, pero objetivo»65 (La cursiva es de Hegel, los subrayados agregados).

No se hacen evidentes las similitudes de las formulaciones hegelianas y elisianas? En el método de unidad como principio no me queda duda. Pero recordemos que en Hegel principio es también comienzo y el comienzo de la ciencia de la lógica esta el ser puro, sin más determinación que la de no tener determinación. Seguramente este es el punto de partida que incomoda a Elias. 3.2. La objetividad en Norbert Elias El hacer una reflexión metodológica sobre el pensamiento de cualquier teórico de la sociología, exige necesariamente un pronunciamiento sobre su concepción de la objetividad, de la validez que puede tener la formulación científica en relación con la verdad de la realidad. En Norbert Elias la construcción de este concepto es cuidadosa, es también un proceso y debe diferenciarse de la formulación común de la verdad y de su antónimo, la mentira. La verdad de la ciencia se va construyendo en la superación de paradigmas anteriores superados, en tanto la verificación empírica prueba su validez. Por ende, tiene un carácter histórico: «No resultaría correcto decir que el astrónomo alejandrino Tolomeo y sus contemporáneos dijeron una mentira mientras Copérnico dijo la verdad, que Newton dijo una mentira mientras que Einstein descubrió la verdad. Es el carácter rígidamente estático del concepto «verdad» lo que contribuye tanto a su impropiedad como a sus connotaciones morales. El trabajo científico procede, por el contrario, paso a paso. Tiene el carácter de un proceso que sigue la dirección de mayor congruencia con la realidad o de menor contenido de fantasía de los símbolos a diversos niveles»66 (énfasis agregado). 64. N. Elias, Notas a la biografía, op. cit., p. 51. 65. G. W. H. Hegel, Ciencia de la Lógica, Buenos Aires, Ediciones Solar, 1982, p. 78. 66. N. Elias, Teoría del símbolo, op. cit., p. 170.

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La noseología de Elias busca ser epistemología científico-histórica: «El problema básico del conocimiento y de la cognición era y sigue siendo el de la relación entre el conocimiento y su objeto, los hechos que representan. Hubo un periodo en que las gentes creían que el conocimiento deformaba o bloqueaba inevitablemente la realidad. Los avances de las ciencias naturales y de la tecnología relacionada con ellas contradicen, como mínimo, esta creencia»67 (énfasis agregado). En su pregunta sobre que es el conocimiento no abandona su estilo de argumentación tradicional: criticar otras concepciones noseológicas y a partir de la crítica construye sus afirmaciones. Elias vincula su reflexión sobre el conocimiento con el lenguaje, sus contenidos y sus formas sonoras. Naturaleza más símbolo, esa es la clave: «La teoría del símbolo, de la que se expone aquí un breve resumen, plantea y resuelve esa cuestión de ¿qué es conocimiento? Se limita a indicar lo que las teorías del conocimiento pierden de vista por una confusión artificiosa. Devuelve al conocimiento su carácter lingüístico de mensaje de persona a persona en forma de pautas sonoras más o menos regularizadas. Estas pautas sirven a los humanos en una forma como medio de comunicación, en otras como medios de orientación y, en la forma de pensamiento, como una experimentación silenciosa con soluciones posibles para hallar la más simple y mejor de todas ellas»68 (énfasis agregado). Consecuente con su propuesta ontológica, formula la propuesta de congruencia con la realidad que evita las «teorías del reflejo». El conocimiento tiene por función servir de medio de orientación. Así la congruencia es objetiva. Una investigación científica puede eliminar del símbolo del objeto elementos de la fantasía y aumentar la congruencia del símbolo con el objeto. En este contexto formula Elias su propuesta de la congruencia como concurrencia entre los objetos y el conocimiento. Además reitera Elias el carácter social de la experiencia cognoscitiva: «Sea así o no, la base de un discurso sobre la naturaleza del conocimiento humano propuesta aquí ha cambiado, como se puede ver. Por una parte el conocimiento tal como se concibe aquí es un proceso, el proceso de aprendizaje de la humanidad, no es el proceso de aprendizaje de una persona individual que adquiere supuestamente el conocimiento partiendo de cero. Esa es una concepción del conocimiento más íntimamente conectada con los hechos, aunque menos íntimamente con la tradición de las teorías del conocimiento. Por muy grandes e innovadoras que puedan ser las aportaciones que hagan personas individuales al conocimiento regularizado de su época (y no hay por qué negar el papel que pueden desempeñar en el desarrollo del fondo social de los conocimientos de la 67. Ibíd., p. 171. 68. Ibíd.

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humanidad las extraordinarias aportaciones innovadoras de individuos famosos), «es el desarrollo de este fondo social de conocimiento lo que constituye fuente y origen de toda aportación individual al conocimiento»69. Este precipitado válido que heredamos al nacer en un contexto histórico determinado es la herramienta para no considerarnos eximidos de aportar también a la construcción de conocimiento, de apropiación de la naturaleza y la sociedad, no como independientes a nosotros. Y si esa es la tarea para cualquier hombre, para el científico es su propia validación de existencia, pero sus logros se dan sobre la base de su propia condición histórica y sobre el conocimiento acumulado por sus antecesores, tanto del conocimiento científico como del precientífico: «Sin estos y otros avances previos del conocimiento, difícilmente se habría podido dar el paso decisivo a la forma científica de ampliar el fondo humano de conocimiento congruente con la realidad»70 (énfasis agregado). Por lo anterior insiste Elias en que este proceso de construcción de objetividad solo puede darse en el largo plazo. La validez debe determinarse también como larga duración. La concepción de validez que utilizan varias de las teorías sociológicas debe ser puesta en cuestionamiento, pues solo buscan autovalidaciones parciales: «Solo poco a poco me fue claro, que el concepto de validez era solo un elemento de un sistema de argumentación destinado a resguardar de la crítica, el procedimiento elemental de la filosofía; la reducción de procesos observados a lo largo del tiempo, a algo atemporal, inmóvil, inmune a la transitoriedad»71 (énfasis agregado). Las formulaciones de ese tipo de validez se mueven en el piano subjetivo y por lo mismo convierten el concepto en vacio. Según la crítica de Elias pocos teóricos podrían escapar a su crítica. Si la concepción de objetividad es de un distanciamiento que es solo eso y por lo tanto se aleja cada vez más de la realidad, esa supuesta objetividad se convierte en subjetividad. Modelos que se adecuaban a la realidad: «Se ha podido comprobar que los modelos teóricos del desarrollo social a largo plazo, tales como los que elaboraron en el siglo XIX hombres como Comte, Spencer, Marx, Hobhouse y muchos otros, en parte descansaban sobre hipótesis que venían determinadas fundamentalmente por los ideales políticos de los autores y en segundo lugar, por la adecuación de los propios modelos a la realidad objetiva»72. Ahora bien, si la objetividad para Elias solo puede ser vista en los procesos de larga duración, el teórico social debe recibir el legado de la historia. De esta manera la objetividad de las ciencias sociales es distinta de la objetividad que 69. Ibíd., p. 174. 70. Ibíd., p. 178. 71. N. Elias, Notas a lo biografía, op. cit. p. 4. 72. N. Elias, El proceso de la civilización, op. cit., p. 19.

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buscarían las ciencias naturales. La sociología tiene su validez en el proceso y en el movimiento. Procesos que fueron comprobables empíricamente y susceptibles de ser cuestionados, refutados y/o transformados. «Sin duda que la tarea de toda teoría sociológica es explicar las peculiaridades que son comunes a todas las posibles sociedades humanas. El concepto del proceso social y muchos otros conceptos que se utilizan en estas investigaciones, pertenecen a las categorías que tienen esta función»73(énfasis agregado). De esta manera la objetividad de una ley es también histórica. Veamos el camino de un análisis que sea objetivo según Elias: 1) «Lo que no puede decidirse de un modo exclusivamente teórico o especulativo es si los cambios de los hábitos psíquicos que pueden observarse en el curso de la historia occidental tienen un orden o una dirección determinadas; 2) lo único que puede darnos una idea correcta de esto es el examen del material empírico-histórico. Por esta razón, dado que no puede presuponerse el conocimiento del material documental, no cabe adelantar en forma resumida la estructura y las líneas maestras de todo el trabajo; estas fueron tomando forma paulatinamente a través de 3) una observación continua de los hechos históricos, de un control y comparación permanente de lo que podía preverse, por un lado, con lo que luego se manifestó a la observación. Por ello es bastante posible que algunas partes de este trabajo, así como su construcción y modelo solamente sean comprensibles una vez que 4) puedan examinarse como un todo»74 (énfasis y numeración agregados). La tabla de salvación es entonces la apropiación del material empírico-histórico vía observación de los hechos históricos. Y además la postura epistemológicamente valida solo se consigue con una investigación holística. Con la anterior afirmación entramos en otro punto significativo: Una investigación científica debe ser interdisciplinaria. En ella cada aporte particular de la mirada (el histórico, el sociológico, el psicológico) es válido en el intercambio con los otros. Parte de los problemas de la sociología que Elias critica tuvieron su nacimiento en posiciones autovalidadoras. Señala al respecto: «Tampoco es mejor la situación de la sociología. En la medida en que esta ciencia se ocupa de problemas históricos, acepta enteramente la línea de separación que traza el historiador entre la actividad psíquica de los seres humanos y sus distintas formas de manifestación, artes, ideas o cualesquiera otras. No se reconoce, pues, que es precisa una psicología sociohistórica, unas investigaciones psicogenéticas y sociogenéticas, con el fin de trazar la línea de unión entre todas estas manifestaciones de los seres humanos y su existencia»75. 73. Ibíd., p. 15. 74. Ibíd., p. 48. 75. Ibíd., p. 493.

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La propuesta interdisciplinaria y totalizadora de Elias se presenta en la siguiente afirmación sobre las limitaciones de cada ciencia independiente: «Quien se ocupa de la historia de la sociedad, así como quien se ocupa de la historia del espíritu, considera que ‘la sociedad’ por un lado y el mundo ideal de los hombres, sus ‘ideas’, por el otro, son dos configuraciones distintas que, de algún modo, deben separarse. Los dos parecen creer que o bien existe una sociedad con independencia de las ideas y los pensamientos, o bien existen ideas con independencia de la sociedad. Y ambos se limitan a discutir cuál de ambas manifestaciones es más ‘importante’: los unos dicen que son las ideas sin fundamento social las que impulsan a la sociedad, y los otros dicen que es la sociedad, sin fundamento ideal, la que impulsa a las ‘ideas’»76 (énfasis agregado). A manera de síntesis podemos decir que la objetividad elisiana se construye sobre un concepto metodológico clave: el concepto de experiencia: «No es ningún prejuicio teórico, sino simplemente la experiencia, la que nos obliga a buscar interpretaciones y caminos que orienten a nuestra conciencia entre la Escila de este ‘estatismo’, que trata de expresar todo lo histórico como inmóvil y no motivado, y el Caribdis de ese ‘relativismo histórico’ que solamente ve en la historia un cambio continuo, sin penetrar en la ordenación de ese cambio y en la regularidad de las formaciones históricas. Esto es precisamente lo que se intenta aquí. La investigación sociogenética y psicogenética trata de descubrir 1) el orden de los cambios históricos, 2) su mecánica y 3) sus mecanismos concretos y, con ello, parece que se pueden encontrar respuestas relativamente sencillas y precisas para toda una serie de problemas que hoy se presentan como muy complicados o como insolubles a la reflexion»77 (énfasis y numeración agregadas). Ante esta claridad, mis comentarios sobran. 3.3. El Particular Elisiano. Decíamos atrás, que Hegel constituye su concepto de Particular como síntesis entre lo Universal y lo Individual. Elias toma la unidad individuo-proceso de larga duración, como clave de su reflexión sociológica. Un individuo que siendo inmediatamente parte de muchas configuraciones no deja de ser YO. Un individuo que es género y especie simultáneamente. Todas las citas referidas arriba sobre las relaciones objetivo-subjetivo o individuo-sociedad, podrían colocarse en este punto como aval de que un concepto similar al Particular 76. Ibíd. 77. Ibíd., p. 50.

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hegeliano está en la base metodológica de la propuesta elisiana. Habría que señalar también que el plantear la configuración como proceso, como movimiento, evidencia en Elias una metodología que debe salir del propio contenido. Con todo lo anterior, Elias podría decir con Hegel, que «el método es el automovimiento del contenido», sin embargo no se trata aquí de probar que Elias es hegeliano, creo haber mostrado sus evidentes rasgos dialecticos. Una dialéctica que para él debe permitirle la posibilidad de superar el dogmatismo en la construcción de una sociología empírica. Podemos volver a la pregunta inicial sobre la influencia de una dialéctica hegeliana en la formulación de Elias. Propone Elias, sin duda una postura de unidad dialéctica, de superación de la oposición. Sin embargo, no asume con Hegel el concepto de Contradicción, habla más bien de Elasticidad concepto al que hace referencia en la Sociología fundamental: «Cuando se somete a un exceso de tensión la elasticidad de ese campo de juego, se corre el peligro de perder la posibilidad de entenderse con otros hombres»78. Si además agregamos que «es en la búsqueda de las estructuras y regularidades sociales donde pueden encontrarse los cambios sociales en el largo plazo, no en la naturaleza de las personas individuales, sino en la estructura de la convivencia de muchas personas»79.Esta estructura y su elasticidad permite el cambio y el movimiento pues «Todo tejido humano grande y diferenciado es de hecho, ambas cosas: muy rígido y al mismo tiempo muy elástico»80. Es preciso señalar que esta elasticidad no exime de las tensionalidades históricas temporales: «La convivencia social de los seres humanos está llena de contradicciones, de tensiones y estallidos. Decadencias se alternan con auges, guerras con periodos de paz, rupturas con uniones, la convivencia humana no es armónica»81 (énfasis agregado). Vistos en procesos de larga duración estas luchas por el poder en distintos órdenes, son constantes. Muestran avances hacia el progreso o podrían echar marcha atrás. Su propuesta está interesada en el proceso y en él, las tensiones ocupan un lugar que según la rigidez o elasticidad de estructura pueden determinar el cambio, pero este será solo perceptible en un contexto de larga duración. Análisis de corta duración serán incompletos pues solo permitirán determinar los movimientos funcionales de la estructura. Este elemento de la elasticidad elisiana se constituye en un problema de la mayor importancia para estudios futuros sobre el método en Norbert Elias, que esperamos en este escrito motive. 78. N. Elias, Sociología fundamental, op. cit., p. 24. 79. N. Elias, La sociedad y los individuos, op. cit., p. 65. 80. Ibíd, p. 68. 81. Ibíd, p. 24.

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Para concluir digamos algo en relación con la segunda pregunta que hacíamos en la introducción. Preguntábamos si Elias era un ecléctico o si se limitaba al papel de epígono de teorías sociológicas anteriores. Si lo que determina el que un autor no sea llamado ecléctico es la coherencia de su propio método, me atrevo a señalar que Elias hace un gran esfuerzo metodológico de síntesis crítica de las problemáticas esenciales de las teorías sociológicas y además se atreve a romper las dicotomías que de manera reiterada se ha planteado la sociología, con una propuesta metodológica alternativa. Hemos visto que Elias cuestiona las formulaciones teóricas estáticas, pues según su propuesta este tipo de conocimiento que se abroga un derecho de eternidad no puede plantearse la pregunta por la sociogénesis y la psicogénesis de los procesos sociales, clave para avanzar en la reorientación del pensamiento y la experiencia humanas, más cuando el investigador es también uno entre otros82. Su búsqueda en los procesos de larga duración está fundamentada en que solo allí puede encontrarse el flujo incesante de lenguaje y conocimientos que contienen orientación regularizada83. Por otro lado, en su propuesta de una Sociología del Proceso critica a los teóricos sociales de manera contundente y argumentada, y su metodología lo hace un pensador original, no un mero epígono. Elias elaboro un modelo sociológico de las ciencias que puede considerarse sin lugar a dudas realista y ontológico, que quería ser un instrumento teórico en la construcción de un nuevo modelo de humanidad con otro tipo de valores. ¿Qué significa entonces, una sociología figuracional o de proceso? Doy mi interpretación: significa una nueva concepción en el sentido del espacio y el tiempo no solo como formas objetivas de la sensibilidad humana, sino como espacialidades y temporalidades, según la apropiación que los individuos hacen de ellos, como una nueva concepción del habitar humano. Entendido el habitar en el sentido heideggeriano del término como construir y como cuidar, construir figuraciones y hacer cultura en el sentido señalado arriba. Elias quiso desarrollar su propia teoría, buscando un estatus ontológico al conocimiento y a la especificidad de lo humano, que incrustada en el proceso evolutivo tiene un carácter peculiar, pues la supervivencia humana está dada por la creación y recreación de símbolos. El conocimiento científico social tendrá en este contexto, el papel significativo de contribuir al desarrollo humano, en una fase futura, en el que el control simbólico será la clave del poder. 82. N. Elias. Sociología fundamental, op. cit., p. 20. 83. N. Elias, Teoría del símbolo, op. cit., p. 39.

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La ontología de lo humano en Norbert Elias

José Gregorio Flórez* 1. Con seguridad, el término «ontología» no le hubiera agradado al propio Elias. Su uso generalmente filosófico habría supuesto para él la muestra de una pobre recepción de su trabajo científico. Sin embargo, creemos que el término es satisfactorio si lo despojamos de las formas que usualmente recubre en su modalidad filos6fica, es decir, si lo despojamos de los contenidos emparentados con la metafísica y de ahí con supuestos que asumen la realidad que expresa como inmutable. Características distintas pueden atribuírsele a una realidad que denote la totalidad coherente que queremos rescatar aquí como forma de caracterizar la propuesta de Elias –y para lo cual nos ayudaremos del término en mención– sin olvidar por ello que ni inmutabilidad ni consideraciones alejadas de la corroboración empírica pueden ser asociadas al trabajo empírico-teórico de nuestro autor. Esa totalidad que expresa un desarrollo extensivo no puede ser significada con términos como sociología, o simplemente aludiendo a su teoría social. Todo esto en razón de la posibilidad de ubicar en Elias un esfuerzo denodado por implicar en su argumentación los diversos niveles de integración referidos a la dinámica de la condición humana. Por eso mismo, términos como teoría social acortan las miras sobre las que el autor desea sustentar sus investigaciones, éstas sí típicamente referidas al espacio social, aunque difícilmente tipificables como sociológicas, si por ello las entendemos como etiquetas de una de las múltiples parcelas en las que se traduce en el mundo «real» las luchas y divisiones presentes en los gremios universitarios. Sus teorizaciones remiten al ámbito de las interdependencias sociales y su dinámica, pero siempre vaciló en creer que esa intención se podría clasificar como sociológica, en el sentido de diferente de psicológica o histórica, por ejemplo. Al contrario, Elias ve como uno de los bloqueos mentales que más constriñen el desarrollo de las investigaciones sobre el ser humano, la proyección sobre la materia de investigación de la departamentalización académica. A este bloqueo lo llamó Elias « academismo»1. Las investigaciones * Estudiante de la Maestría en Sociología. Universidad Nacional de Colombia. 1. N. Elias, Teoría del símbolo. Un ensayo de antropología cultural, Barcelona, Península, 1994, p. 56.

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llevadas a cabo por Elias remiten al plano de integración social, al más complejo de todos cuantos componen el universo conocido. Sin embargo, al contextualizarlas de tal forma, pone en entredicho la pretendida autonomía total de lo que algunos llaman cultura –y otros tantos sociedad–, consiguiendo desligarse así de aproximaciones claramente cosificantes. Parte de su empresa intelectual se dirige a demostrar las falsas ilusiones que cubren las dicotomías naturaleza/cultura o individuo/sociedad, sin recaer por ello en el desconocimiento de las peculiaridades del mundo propio de las interdependencias humanas, sin pretender, por tanto, para esta realidad el estatus de mero trasunto del plano de integración biológico. 2. Así pues, comencemos con esbozar brevemente el significado general que pretendemos darle al término «ontología» cuando lo concebimos como expresión de una realidad típicamente cambiante. Para Elias, el plano de integración que más nos aproxima a la realidad animal de la que provenimos no es ajeno al nivel en que se ubica el objeto asociado al estudio de la sociología, es más, no solo es su condición de posibilidad, en concreto, es determinación de la autonomía presente en el mismo. Podemos hablar con Elias de un aislamiento biológicamente condicionado de la biología, ya que para él sólo a partir de la determinación biológica que en el hombre se manifiesta por medio de la más amplia flexibilidad presente en su aparato nervioso, es posible la mayor injerencia de un mecanismo social, el aprendizaje, desde el cual se adquiere la individualidad misma por referencia siempre a un grupo concreto, pero para la que no se halla predeterminada alguna clase de comportamiento. Para Elias es necesario recalcar sobre un hecho que no obstante su carácter evidente es comúnmente olvidado en la enseñanza y la práctica de la sociología: la relación entre evolución biológica y desarrollo social. Esta relación es de entrelazamiento y de dependencia mutua, antes que de yuxtaposición. Muchos ejemplos anota Elias, sin embargo, referiremos sólo uno: el lenguaje. En su Teoría del Símbolo, Elias contextualiza el lenguaje en la relación entre realidad biológica y social, indicando con ello que la evolución hace las veces de plataforma, de condición que viabiliza el desarrollo social. No obstante las diferencias –pues al tiempo que en el primer proceso se transmite básicamente de generación a generación información, por medio del código genético, que cobijara un número determinado de variantes de comportamiento y que además son universales a la especie, en el segundo, ante todo se transmiten símbolos que precisan de una enseñanza empotrada en un medio social especifico– debe insistirse en el peso de los factores biológicos en el desenvolvimiento de procesos típicamente sociales. En el sujeto del lenguaje, por tanto, «...su maduración biológica exige el complemento de un proceso 60

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de aprendizaje social». Y añade Elias: «Si no tiene ninguna oportunidad social de aprender un lenguaje, la predisposición biológica de aprenderlo permanece sin uso. En el caso humano, los procesos biológicos y sociales, en vez de ser opuestos polares, deben entrelazarse para ser eficaces»2. Entonces, no porque la matriz presente en el aprendizaje permita cambios imposibles de identificar puede ignorarse la base natural que los posibilita. Hasta aquí tenemos un cuadro en el que en su extensión debe ubicarse cualquier teorización que no olvide los diversos planos de integración comprometidos en la evolución del hombre. El ámbito de lo social guarda disimilitudes manifiestas con los otros, sin embargo debe quedar clara la idea de que a pesar de las diferencias no podemos dejar de lado la realidad biológica, no solo en términos de su precedencia y base de proyectos posteriores de mayor complejidad, sino por la importancia que sigue conservando en el propio espacio de las interdependencias sociales. Este plano de integración ha seguido siendo hasta hoy, aunque en compañía de otros, un ámbito sobre el cual debe ejercerse control tanto externo como interno al individuo. 3. Pero a la ontogénesis de gran alcance, que ya comienza a darnos luces sobre la importancia en Elias de los estudios de largo plazo, se le deben a su vez sumar procesos acaecidos únicamente en el plano constituido por los hombres en sus interdependencias. El carácter que más realza Elias y que percibe como inherente al objeto de su estudio es su dinámica. Es así como a los pasos por distintos niveles de complejidad, uno condición del otro, debe añadírsele la procesualidad histórica inmanente a lo social, lo que implica que su ontología sigue resaltando en el plano netamente social una marca evolutiva. Su ontología social es entonces una de la relacionalidad y la procesualidad. La dinámica de lo social podemos encuadrarla analíticamente en las relaciones que entablan los hombres a lo largo de su historia y las que configuran su realidad en un momento y lugar. Los dos sentidos siempre deben estar presentes de querer consonar con la exigencia metodológica de Elias; es por eso que no se debe reducir la investigación a la consideración de una a despecho de la otra. Sin embargo, sería un gran error creer que estas dinámicas actúan por separado. La dinámica por referencia al tiempo nos debe recordar las diferentes formas en las cuales la dinámica de la relacionalidad por referencia al espacio se presenta en la historia. Del hecho innegable de no existir seres humanos sin lo que dejan de ellos las autodirecciones de las cuales participan, podemos partir para recabar en un problema que en Elias señala pasos diferentes con respecto a la tradición 2. Ibíd., p. 39.

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mostrada por el pensamiento social. En su consideración de las relaciones individuo/sociedad demuestra que su distinción solo es recomendable en tanto aluda a dos perspectivas del mundo humano, pero que la verdadera relación es la que no deja en suspenso la aproximación que piensa los individuos y la sociedad desde la radicalización de su dinámica. Aunque pueda pensarse y sea además un sentir usual en determinados contextos, es imposible la existencia de individuos sin sociedad. El identificar un individuo supone el ver un grupo y unas relaciones concretas por medio de las cuales ha adquirido la identidad misma de sujeto particular. A través de ese conjunto de relaciones ha llegado a convertirse en lo que comúnmente llamamos un ser humano. Del mismo modo, no hay sociedad que no la sea de individuos. ¿Cuál es entonces el carácter de esta relación? No cree Elias que nuestra aproximación deba seguir llevándose a cabo por medio de las herramientas conceptuales que hasta ahora han tratado de resolver el problema. No es correcto subsumir, aunque nos ayude a pensarla en un inicio, la relación individuo/sociedad en la relación todo/parte. Mucho menos podemos tomar como modelo la relación fin/medio. Con esto se hace ya pertinente entrar en un concepto clave de la propuesta eliasiana: el concepto de figuración. A las figuraciones, en tanto entramados dinámicos de interdependencias compuestas por individuos, las caracteriza una tensión siempre presente, inmanente a su relacionalidad. Una forma ilustrativa de presentar cada una de las ayudas de que se dispone con el concepto, es acudiendo a la exposición que Elias realiza en su libro Sociología Fundamental sobre los llamados «Modelos de Juego»3. En el capítulo tercero de este libro acude Elias a un modelo mental que cree nos ayudara a pensar en términos relacionales la dinámica de los distintos entramados sociales. Al iniciar nuestro autor en esta gama de modelos de juego desde el llamado «prejuego» recalca la idea de que las relaciones sociales no necesitan estar normadas para estar estructuradas, así como crítica al concepto de «función» cuando se asume como cumplidor de un deber establecido a priori. Lejos de Elias siempre estará el funcionalismo teleologizante que caracteriza a algunas propuestas teóricas contemporáneas. No se enfatiza una idea de relación que localiza su comprensión solo en los términos relacionados o en las aparentes estructuras de sus interconexiones. Casos como el anterior es frecuente observar en las teorías que usualmente toman el nombre de «funcionalistas». En éstas además de supeditarse la relación a la estructura, es 3. N. Elias, Sociología fundamental, Barcelona, Gedisa, 1995, pp. 90-107.

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claro que se incurre, como lo manifiesta el propio Elias, en supuestos ideológicos cuando se predefine el objetivo, la tarea, la dirección de lo concebido relacionalmente. Ya sea que se postule la permanencia de los patrones de reproducción del sistema social o, al contrario, su cambio revolucionario –así estos últimos cuerpos teóricos no se hagan llamar «funcionalistas»– se incurre igualmente en la falsa objetivación de la dinámica social, pues al alentar el manejo de las consecuencias que trae consigo el pensar relacional por la vía de su supuesta direccionalidad y compromiso con empresas especificas lo reduce al marco de los deseos cuando no de las concepciones metafísicas. Una vez en los modelos de juego propiamente dichos, se avanza a partir de los menos complejos y diferenciados, aunque en ellos toman cuerpo ya consideraciones y problemáticas pertinentes a la conceptualización de la realidad social. Una manera de presentar los pasos posteriores puede ser la siguiente: Lo primero es el problema que para un individuo nace del control remitido al contrincante y al juego. Con ello llegamos a un tema al que todavía parece no corresponderle el grado de secularismo necesario para su plena conceptualización científica: hablamos del poder. Elias ve el poder como una característica de todas las relaciones humanas, pero con ello no demoniza el tema, no lo circunscribe a la órbita de lo conveniente o inconveniente, así como tampoco lo fetichiza, creyéndolo una cosa o un atributo que pueda portarse. Sencillamente cree que el poder participa de equilibrios inestables que se traducen en diferentes márgenes de acción. En la medida de una mayor dependencia de los individuos en el cambiante juego, por ejemplo, por la introducción de nuevos competidores, se acrecientan las dificultades para que alguno de los participantes logre controlar el juego. La tensión que emerge nos da la idea de que el poder se presenta ante todo como un balance, algunas veces más estable, otras menos. Por eso fallan las aproximaciones que olvidando la perspectiva relacional asumen su aprehensión en términos de poder/ contrapoder o poder/resistencia. De esta forma, son grandes las dificultades para que el individuo se haga una imagen del juego, imagen que por supuesto necesita para jugar. La opacidad del juego aumenta y con ella el extrañamiento del jugador. Aumenta, entones, la percepción de desorden en la figuración, lo que puede impulsar una reorganización a otro nivel: aparece –como dice Elias– un «segundo piso». La interdependencia prosigue aunque ya los participantes no jueguen directamente. La extensión y complejidad de la cadenas de interdependencia aumentan la tensión y la inestabilidad, pero con todo, las relaciones no se desestructuran por mas que no se liguen ya a nuestros deseos. El orden aunque no recaiga sobre manos particulares existe y sigue operando, permitiendo siempre 63

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a todos los jugadores un margen de decisión relativo; por supuesto, algunos poseerán un margen mayor, pero aun estos no pueden decidir a su antojo la suerte de la figuración del juego. Se despierta de esta forma una mayor complejidad en los equilibrios de poder. Así, buscaba Elias con el recurso a este modelo evidenciar las consecuencias del número de integrantes, niveles de juego y equilibrios de poder sobre las representaciones que se hacen los jugadores y la mecánica de la interacción que domina desde una particular forma del control. Con esto no se dice algo distinto a que el abordaje del contexto y variedad de relaciones individuo/ sociedad se presenta como el gran problema empírico de la sociología para esta perspectiva. En el encadenamiento de deseos y acciones de muchas personas entran en juego regularidades, automatismos, pero siempre distintos a los que suelen hallarse en los estudios de niveles de integración de menor complejidad. Estas regularidades son de un carácter «social», es decir, aluden a la cierta autonomía y sus decantados que cobran las relaciones humanas mismas. Sin embargo, estas relaciones en el mundo social poseen una especificidad que las aparta de las presentes en otros ámbitos. Para Elias: «las relaciones entre seres humanos excede lo que nos afirman los modelos físicos del efecto recíproco y los biológicos de estímulo/respuesta»4. Hay siempre una posibilidad dentro de las relaciones humanas de creación, de generación de elementos nuevos que no estaban originalmente en los participantes de la interacción. «Las personas en sus relaciones están continuamente formándose y transformándose»5. De ahí que sea insatisfactorio seguirle el paso a la dinámica del cambio social por vías ajenas a las intrasociales. Siempre determinadas redes de relaciones se hallaran en los cimientos del cambio histórico. Estas relaciones y su entramado están marcadas por algún tipo de tensión entre diferentes grupos que estimulan su transformación dentro de un continuo humano, por lo que adquiere este proceso un carácter específicamente histórico. La tensionalidad se convierte en un elemento explicativo de vital importancia, pues advierte sobre formas de relación e instituciones no reproducidas de forma igual, sobre direcciones y transformaciones específicas sin que el motor sea algo diferente a la mecánica social. Se destaca entonces –como forma de sacudirnos del inmovilismo– otro modelo de figuración, el de los pronombres: ellos nos presentan el problema del orden relacional de manera que se manifiesten las diferentes perspectivas 4. N. Elias, «La Sociedad de los individuos», en La Sociedad de los individuos, Barcelona, Península, 1990, p.41. 5. Ibíd., p. 41.

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que se mueven en las interacciones que entablan los hombres, permitiendo no ligar nuestro esquema cognoscitivo con exclusividad a las posibilidades provenientes del referente del yo o del ellos. Con este recurso pensamos más fácilmente lo relacionado a partir de las relaciones entabladas en la vida social. «Un ser humano –recalca Elias– no podría ser por sí mismo un yo si no pudiera ser simultáneamente una persona capaz de verse a sí misma como un tu, un él o un ella»6. Con esto se prepara el terreno para evidenciar las flaquezas de las soluciones de corte interaccionista o fenomenológico. Toma distancia Elias de las posiciones anteriores porque para él son insatisfactorias las bases conceptuales sobre las que se apoyan. El presupuesto de términos como «interacción social» no se aleja de una autodirección frecuente tanto en la vida diaria como en la formalización científico-social. La creencia en seres que poseen una identidad básica anterior a sus interacciones reciprocas nos lleva a argumentar sobre la supuesta interconexión de sociedad e individuo en instancias que no se confirman como relacionales. Surge la impresión de algo que emerge sólo de la iniciativa de dos originalmente independientes individuos. Elias enfatiza, por contra, que sin un adecuado entendimiento de la esencial interdependencia de los seres humanos dentro de una red extendida de relaciones se puede caer en concepciones como las que imaginan individualidades presociales anteriores a la interacción7. De esta manera, lo social tampoco puede seguir planteándose como lo tipificador, como lo que comparten muchos individuos, pues desconoceríamos que en principio lo social es primordialmente lo individualizador. Pero el modelo de los pronombres ayuda además a no descuidar la teorización de un fenómeno que Elias registra en sus investigaciones y que ha sido también abordado en otros esquemas conceptuales. Hablamos de la progresiva diferenciación que deja tras de sí la complejización de las redes de interdependencias sociales. A partir de este hecho algunos han querido ver «subsistemas» que a manera de órganos desempeñarían tareas para la reproducción del organismo rector. Sin embargo, en estos agrupamientos no hay algo diferente a referencias a un tipo especial de «nosotros». En las conceptualizaciones funcionalistas se olvida con frecuencia que estas agrupaciones no son más que entramados compuestos por individuos en sus interdependencias y no órganos claramente delimitados en sus características «internas» bajo un supuesto tipo de prestación al sistema general. 6. N. Elias, «Cambios en el equilibrio entre el Yo y Nosotros», en La Sociedad de los individuos, op. cit., p. 218. 7. R. Van Krieken, Norbert Elias, London, Routledge, 1997, p. 67.

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Por esta razón deja a un lado Elias las metáforas espaciales y con una elaboración más clara muestra que los indudablemente cada vez más numerosos planos de integración presentes hoy en nuestras sociedades son exactamente lo mismo que las múltiples capas que ha llegado a conquistar el concepto de «nosotros». No se pierde de vista así que estos «nosotros» no son más que particulares autodirecciones en las que se mezclan individuos en sus interdependencias concretas. «El número de capas que se entretejen en la actitud social de una persona depende del número de planos de integración que se yuxtaponen en su sociedad»8. Aunque no debe olvidarse que generalmente una de ellas ocupa un lugar destacado, por cuanto se convierte en unidad de supervivencia. 4. Hemos dicho que la identidad del «yo» no puede existir sin la identidad como «nosotros». Elias advierte enseguida: «Lo único que varía es el equilibrio entre el yo y el nosotros, la forma de la relación entre el yo y el nosotros...»9. A la imposibilidad de la existencia de identidad del «yo» sin identidad como «nosotros», debemos agregarle la de afirmar la totalidad universal de esta relación. Para Elias es evidente que la relación entre estas dos autodirecciones se manifiesta a través de un equilibrio siempre cambiante. Por tal razón la mejor forma de asumir el estudio de la sociedad es desde el supuesto básico de su procesualidad; la identidad de los hombres que la componen no sólo atraviesa un proceso, sino que es ella misma un proceso. Estas variaciones, de nuevo, no podemos desligarlas de lo ya anotado arriba respecto a su condición de posibilidad biológica. La «maleabilidad y adaptabilidad más amplias de las funciones relacionales de la persona constituyen la condición básica de la esencial historicidad de la sociedad humana». No obstante, en la condición de posibilidad no se agrupa la dinámica misma ni los contenidos del discurrir. No se comentarán a continuación los resultados particulares sobre las direcciones del cambio que las investigaciones de Elias han arrojado. Nos sigue interesando un alto grado de generalidad, o lo que resulta igual al decirlo con Hegel, un alto grado de concreción. Los cambios que muchos ponen únicamente a un nivel macro-estructural cuando asocian la complejización de las interdependencias entre los individuos y el dispararse de la diferenciación con el surgimiento de nuevas formas de integración social, son en Elias consecuentemente radicalizados 8. N. Elias, «Cambios en el equilibrio entre el Yo y Nosotros», en La Sociedad de los Individuos, op. cit., p. 210. 9. Ibíd., p. 212.

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en un pensamiento que además de no desligar las realidades individual y social las incorpora dentro de una dinámica que sugiere continuos balances. Lo que conocemos como individual, como propio del individuo, ha estado a lo largo de la historia marcado por márgenes de decisión y autoimágenes fundamentalmente distintas. El balance de poder individuo/sociedad ha experimentado grandes cambios, tantos como los del sentido mismo de los términos para los propios comprometidos en las figuraciones. Nuestra individualidad, que en la actualidad distingue varios compartimientos, que se modula por medio de una permanente tensión entre una base instintiva, un yo y un superyó, que identifica una singular autodirección a la cual llamamos «razón», no la podemos observar como separada al momento de explicar esas supuestas universalidades, de las tensiones generadas y liberadas en el movimiento registrado en el balance hasta ahora imperfecto entre la autodirección hacia el «yo» y la autodirección hacia el «nosotros». En este orden de ideas, si se busca referir algo que pueda sugerirnos generalidad en la condición humana, esto es la permanente mutación sufrida por los hombres, sus relaciones y sus respectivas autoorientaciones individuales y grupales a lo largo de la historia. La relación individuo/sociedad tomada de forma que module la investigación social, posibilita por medio de la percepción de los márgenes de individualidad manifiestos en un determinado momento, el abordaje del tipo de interdependencias que se establecen entre los integrantes de la sociedad y las unidades presentes en ellas. De esta forma hace uso Elias del concepto de «actitud social» para indicar con él que «cada persona lleva en si la actitud de un grupo, y de que esta actitud social es lo que individualiza en mayor o menor medida a esa persona»10. Ahora bien, solo en algunas de ellas se centra la función principal de agenciar como unidad de supervivencia y criterio básico de una identidad, que para ser de un individuo no puede dejar de estar guiada por una particular orientación de éste hacia un determinado nosotros. La perspectiva relacional de Elias lo lleva a dar relevancia al carácter procesual de la realidad social, para insistir con ello en la permanente movilidad, la invariabilidad de lo variable, sin alojarse en posiciones que indicarían un aparente caos y desorganización; por el contrario, para el se trata de asumir el movimiento desde un orden especifico que lo haga objeto de conocimiento, susceptible de ser objetivado por el pensamiento de forma racional –distancia– y en orden a la verdad –adecuación al objeto–. Hay entonces una estructuración del movimiento. Pero faltaríamos a la verdad si supusiéramos que a la necesidad en el desarrollo se une la necesidad 10. Ibíd., p. 210.

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en la mecánica de su discurrir. Elias advierte que en las figuraciones se muestran diversas posibilidades de cambio debido a sus grados fluctuantes de plasticidad, así como también distintos son sus potenciales de transformación. Se registran, entonces, antes que órdenes necesarios en las tendencias históricas, posibilidades con amplitud diferencial para confirmar o no una dirección específica. Sin embargo, no basta recalcar la indeterminabilidad no extraña al orden en los procesos sociales, es pertinente también exponer sus tensiones internas. Con el concepto de «desplazamiento funcional»11 Elias pretende introducir los niveles de poder tanto en el transcurso del derrumbe y ascenso de determinadas figuraciones sociales como en las condiciones diferenciales de las que se parte en la sucesión de las mismas. Bajo nuevas luces el estudio de los conflictos entre los que suben y los que bajan se despoja de la idea de los sujetos en contienda, bien como meras reencarnaciones de un telos histórico, bien como actores incondicionados y abstraídos de las reglas de juego. Empero, no existe un solo proceso, como tampoco podemos afirmar que su estructuración obedezca a planes humanos o supramundanos y que la mecánica de su discurrir se halle determinada ineluctablemente como para ser inferida hacia el futuro a partir de movimientos precedentes. Hay varios procesos para los que sus múltiples direcciones recrean el movimiento de figuraciones de manera que en la sucesión no cabe necesidad alguna. Asimismo no debe ignorarse la respuesta diferencial al nivel de las actitudes sociales de los individuos a los cambios históricos. Con el concepto de «actitud social» Elias recuerda el carácter de freno y eje de tensión que pueden ubicarse en los individuos en el desarrollo de las grandes tendencias que propician entre otras consecuencias mayores niveles de integración, como el estatal o más recientemente el que en parte comprende a toda la humanidad. Si bien, en un primer momento Elias está más cerca de afirmar vínculos entre actitudes y estructuras sociales, después avanza en dinamismo al dejar abierta la posibilidad a la ocurrencia de fuertes asimetrías. Ya no se resuelven fácilmente problemas teóricos, como por ejemplo los enmarcados dentro del aprendizaje social, desde ópticas reproduccionistas. 5. De la forma como hemos presentado hasta aquí el pensamiento de Elias parece se derivaran dos tipos de relaciones: una inmanente a la «dinámica de los entramados» y otra a la «esencial historicidad humana». Ahora bien, las posibilidades de la propuesta teórica de Elias van más allá de pensar estas relaciones como interconectadas y, por eso mismo, como diferentes. Creemos 11. N. Elias, Sociología fundamental, op. cit., p. 212.

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deben observarse principalmente como parte de una dinámica, como una unidad en la que son posibles diferentes ritmos y tipos de movimiento. A la base de la sustancia de su trabajo, de su ontología fundamental, estará la concepción dinámica del objeto de investigación, no desligada de la exigencia de aproximarse a él por medio de un pensamiento relacional llevado a cabo por cuenta de las relaciones mismas. Por eso es insatisfactorio creer que «estructura» e «historia» son diferentes, pero no lo es menos el pretender que una y otra en su movimiento, en su manifiesta relacionalidad confluyen o divergen. La realidad social solo arbitrariamente puede dividirse en dos o más dimensiones, por muy dinámicas que se las pretenda. Es así como en intentos de sociólogos cercanos a la propuesta eliasiana, el caso del último libro de Robert Van Krieken (1997), parece reproducirse esta idea cuando se apunta que la lucha de Elias en su intento de sacudir el pensamiento social de la cosificación, se mueve por medio de dos estrategias : una relacional y otra procesual. Para este autor: «It is important to emphasize both sides of this double movement away from reification, because many sociologists undertake one or the other, but very few pursue both»12. Deberíamos añadir nosotros que son aun más reducidos los que extreman en la relacionalidad de las relaciones y evidencian así que no hay tales dos vías para perseguir la dinámica. El propio Elias lo intuye cuando se aparta del término «figuración» como sello de identificación de su pensamiento. En una entrevista realizada por Wolfgang Engler, Elias menciona que el concepto de «figuración social» no se aleja completamente de la noción de «sistema» o «estructura» que pretendió repeler, acogiendo de esta manera para su propuesta de investigación el calificativo de «sociología de procesos», pero no haciéndola por esta razón una especie de «sociología histórica»13. Creemos que el nudo central de su propósito se dirige a demostrar en la investigación social un precepto que poco a poco va refinando en sus formulaciones teóricas: el no claudicar ante las aparentes estructuras, el no intentar frenar el vértigo del pensamiento relacional

12. R. Van Krieken, Norbert Elias, op. cit., p. 64. 13. W. Engler, «Conversación con Norbert Elias», en V. Weiler (comp.), La civilización de los padres y otros ensayos, Bogotá, Ed. Norma 1999.

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Norbert Elias y la sociología del conocimiento

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Introducción En vista de que la mayor parte de los artículos y otros escritos de Norbert Elias sobre la sociología del conocimiento prescinden de referencias bibliográficas suficientes como para lograr con facilidad su localización dentro de las discusiones en las que participa, me parece de mucha utilidad para este seminario tratar de encontrar los puntos de referencia básicos del autor con el fin de lograr una mejor comprensión del contexto más general dentro del cual se inscribe su sociología del conocimiento. Siendo que los limites de este trabajo se conforman con los de un mero anteproyecto, su justificación se encuentra, antes que nada, en la posibilidad de suscitar la discusión en torno a los temas de que se ocupa.

Norbert Elias y los inicios de la sociología del conocimiento La biografía de Norbert Elias lo relaciona con los orígenes de la de la sociología del conocimiento en Alemania. Max Scheler utilizó por primera vez el término «sociología del conocimiento». Su obra, aunque poco leída actualmente, influyo de manera significativa en el desarrollo posterior de esta disciplina a través de Karl Mannheim, de quien Elias fue discípulo y asistente en Heidelberg. La intención implícita en todas las formas que ha adoptado la sociología del conocimiento consiste en determinar la relación que existe entre el conocimiento y la organización social que lo produce. Aquí se implican varias afirmaciones. En primer lugar tenemos que una parte del conocimiento es socialmente construido y en segundo lugar, y en consecuencia con la primera

* Estudiante de sociología. Universidad Nacional de Colombia.

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afirmación, el conocimiento que es socialmente construido es relativo con exclusividad a las circunstancias de la organización social que lo produjo. Podemos así mismo preguntarnos si absolutamente todo el conocimiento es relativo a una circunstancia existencial o si en su totalidad es inmanente a un universo suprasensible y solamente digno de ser descubierto y jamás creado. En algún punto entre estos dos extremos podemos localizar todas las tendencias de la sociología del conocimiento. Karl Mannheim, cuya obra principal Ideología y utopía contribuyó a estructurar fundamentalmente la sociología del conocimiento como una especialidad dentro de la sociología, acepto un condicionamiento de la base existencial1 que afectaba diferencialmente los diferentes tipos de conocimiento2. Es importante referirse con detenimiento a la obra de Mannheim puesto que esta influye significativamente en la sociología de Elias. La posición de Mannheim con relación al conocimiento es ambigua y difícil de sintetizar. Inicialmente debemos decir que ya a estas alturas de su desarrollo, la sociología del conocimiento era capaz de vincular formas generales de creencias e ideologías a configuraciones humanas definidas muy generalmente. La obra de Weber y Tonnies fue una fuente de inspiración muy importante en estos trabajos que completaron el paralelo weberiano que relacionaba tipos de formaciones políticas, tipos de acción social, épocas históricas y tipos de dominación. La sociología del conocimiento en Alemania comenzó agregando un paralelo adicional de tipos de Weltanschauungen y en eso consiste una parte importante de los primeros trabajos de Max Scheler. Por otra parte, ya el marxismo había enfatizado el vínculo que ligaba tipos de ideologías y formas superestructurales con intereses de clases particulares. 1. El concepto «base existencial es utilizado por Merton, Teoría y estructuras sociales, México, Fondo de Cultura Económica 995, pp. 541-573) en un breve y conocido ensayo que data de los años treinta, en el que presentaba al público norteamericano la «sociología del conocimiento», que hasta entonces había sido una disciplina exclusivamente europea. El concepto comprende aquellas condiciones estructurales a las cuales el conocimiento puede ser eventualmente referido. Digo eventualmente porque como ya indique, el interés de Merton en este ensayo es observar el grado en que diferentes teorías atribuyen el conocimiento o diferentes tipos de conocimiento a la «base existencial. Ciertamente vemos como algunos tipos de conocimiento, conforme sean identificados por una u otra teoría, no son referidos a ninguna base existencial. 2. Las diversas clases de conocimiento poseen naturalezas diversas en la mayor parte de las cosmovisiones y teorías acerca del conocimiento mismo. Así pues, no se trata de un concepto unívoco en ningún caso. Generalmente se entiende como enteramente distinto el «conocimiento» que pueda tenerse de la divinidad o del universo lógico-simbólico que el tenido de los objetos del universo mecánico-práctico. Por supuesto que en este caso hablo con especial referencia a la cultura occidental, la que no obstante, fue capaz varias veces de entender el «conocimiento» en su totalidad como el resultado de una emanación trascendental, cuyo caso prototípico es la teoría platónica de las ideas.

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¿Pero qué clase de condicionamiento ejercía la organización social sobre el conocimiento y qué tipo de conocimiento era objeto de tales determinaciones? Esta es la cuestión que Mannheim respondió con ambigüedad. Aceptaba que el pensamiento ideológico era fundamentalmente relativo a la base existencial pero el grave problema que afrontaba, era resolver si el conocimiento sobre las ideologías que pretendía obtener su propia teoría también era objeto de alguna clase de determinación existencial. Por otra parte, no encontró una solución satisfactoria al problema que proponía la identificación del grado de condicionamiento a que estaban sujetas las categorías del pensamiento lógico. Finalmente resolvió esto aceptando arbitrariamente que las categorías que informan el conocimiento lógico matemático no estaban sujetas a condición alguna. Esto representó de hecho una atribución de naturaleza distinta a ciertas clases de conocimiento científico mejor informadas por el razonamiento lógico matemático como la física. Nada se dejó en claro en lo que concierne a la relatividad de las ciencias humanas3. En síntesis, la inconsistencia de Mannheim se resume en que no proporciona suficientes argumentos para justificar el influjo diferencialmente sentido de la base existencial sobre los diferentes tipos de conocimiento, dicho esto sin plantearnos la pregunta de cuáles son los argumentos que a su vez definen las fronteras entre las diferentes clases de conocimiento. ¿Por qué las categorías que informan el pensamiento lógico matemático no se ven afectadas por la situación existencial que sí influye en el conocimiento propio de las ciencias sociales y con más fuerza en el pensamiento ideológico? No deben perderse de vista los lineamientos básicos de la sociología del conocimiento de Mannheim. Este autor puede justamente ser considerado como el punto de partida de las modernas escuelas de sociología del conocimiento; los trabajos de Elias, singularmente los de su primera época en Leicester, acusan una notable influencia suya. Tras el advenimiento del nazismo, Mannheim, como el mismo Elias más tarde, emigró a Inglaterra, donde su impacto sobre el desarrollo de la sociología de la ciencia y el conocimiento fue más intenso que en otros lugares. Actualmente, la llamada «sociología del 3. Mannheim condiciono la «objetividad» del conocimiento en las ciencias humanas a una presunta independencia espiritual de los intelectuales, que les garantizaba la situación distante requerida por el observador que pretende un saber objetivo. Esta discutible solución del problema es muy semejante a la marxista, en donde se asume que solamente el proletariado es capaz de lograr un conocimiento «verdadero» acerca del devenir histórico en vista de que su composición consiste en los elementos disueltos de las clases restantes, con lo que involucra dentro de su perspectiva de una situación histórica concreta, las múltiples perspectivas de las distintas clases sociales.

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conocimiento científico»4 da testimonio de ello. La sociología del conocimiento de Elias no es ajena a las grandes tendencias que orientaron el desarrollo de esta especialidad en Inglaterra. El análisis de los dos momentos claramente diferenciables en la obra de este autor puede dar una idea bastante exacta del grado en el que su obra evoluciono paralelamente al conjunto de otras varias propuestas para una sociología del conocimiento.

La primera etapa de la sociología del conocimiento de Elias. (Problems of Involvement and Detachment, 1956) En este artículo, originalmente publicado en un número del British Journal of Sociology de 1956, dos años después de obtener su cátedra en Leicester, Elias realiza una primera exposición íntegra de su sociología del conocimiento, disciplina que a la sazón era especialmente cultivada en Gran Bretaña más que en cualquier otra parte, en vista, como ya se indicó, de la perdurable influencia de los trabajos de K. Mannheim. Si a estas alturas del desarrollo de su obra la ascendencia de Mannheim en Elias es particularmente intensa, puede atribuirse no solamente al temprano conocimiento por parte de Elias de la obra de Mannheim, de quien fue discípulo y asistente, como a la formación intelectual semejante en ambos; en especial la influencia de Weber y Rickert, así como los comienzos de la sociología de Frankfurt, no tan patente en Elias como en Mannheim5. Las teorías de Mannheim relativas a la sociología del conocimiento hacen parte de un primer momento del desarrollo de esta disciplina en el que se vacilaba en la determinación de los límites de su objeto. No existía claridad acerca de cuál era el conocimiento existencialmente condicionado y qué tipo de conocimiento no lo era. Mannheim, de acuerdo con Weber y Marx, se inclinó a pensar que el conocimiento lógico matemático, y en general todas las ciencias naturales en la medida en que involucraran el raciocinio lógico matemático, eran ajenas a un condicionamiento existencial en lo relativo a su validez como sí podrían serlo, por ejemplo, las ideologías políticas y en menor medida, según vimos, las ciencias humanas. No obstante la independencia de 4. Diferente de la «sociología de la ciencia», muy influenciada por los trabajos de Merton y casi por completo ajena a la consideración de la «validez» relativa del conocimiento, siendo que su preocupación central es la organización institucional de la ciencia y las comunidades científicas. 5. A propósito de la relación de Elias con los primeros momentos de la Escuela de Frankfurt, véase N. Elias. «Respeto y crítica», Revista Colombiana de Sociología, vol. 3, núm. 2, pp. 81-91.

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las ciencias naturales de un condicionamiento existencial relativo a la validez, este influía en lo que respecta a la orientación del progreso científico. Los puntos de vista anteriores están íntegramente presentes en este primer artículo de Elias tan ambiguamente cono en Mannheim, dejando entrever algunas inconsecuencias que anticipan futuras reelaboraciones de sus puntos de vista. Acepta explícitamente que «en las ciencias naturales, estas tendencias hacia el compromiso solo desempeñan un papel importante en la orientación general del trabajo de investigación, en la elección del objeto a investigar». El proceso civilizatorio6 comporta el logro de un distanciamiento que es correspondiente en proporción directa al grado en que dicho proceso se halla adelantado. En estricto sentido no puede decirse que esta manera de entender la objetividad científica o como llama Elias a la objetividad «distanciamiento», sea una manera original de acercarse a este problema, como sí son los términos que el autor utiliza. Ya dijimos como una primera formulación de la sociología del conocimiento en Mannheim y principalmente en Scheler puede entenderse como un nuevo paralelo que traza una correspondencia entre tipos de dominación, de acción social, de dominaciones políticas, en fin, de organizaciones sociales y cosmologías, ideologías, sesgos de la percepción etc., correspondientes a esas bases existenciales. Es decir, la noción de una correspondencia entre la objetividad (distanciamiento) y los diferentes tipos de organización social, de manera que la primera aumente en función de un proceso de racionalización manifiesto en los tipos de acción, dominación, etc., es precisamente en lo que consiste la sociología de Mannheim y Scheler, (de acuerdo con Weber y Marx) de quienes por supuesto es tributario Elias. Así como estos autores, la sociología del conocimiento inglesa y en este caso Elias, persistieron en que estas correspondencias podían establecerse sobre todo con las Weltanschauungen, las visiones del mundo que no afectaban la pureza conceptual de las ciencias exactas cuanto más cercanas fueran estas a la lógica y las matemáticas, como sí a las ideologías, las reglas de la estética y las ciencias más próximas a estas, es decir, las ciencias humanas, siempre que de otra forma no se garantizara su independencia. Véase como en las anotaciones que acompañan una edición posterior de Compromiso y distanciamiento (p. 59) se aclara tajantemente como es cierto que puede existir cierto tipo de 6. El cometido fundamental de los trabajos de Elias es rendir una explicación de lo que llamó «El proceso de la civilización» (también es el título de su obra más importante). Breve y aventuradamente podemos decir que este proceso consiste en la interiorización de coacciones externas que se hace progresivamente intensa a medida que el proceso en cuestión se desarrolla. Los primeros trabajos de este autor sobre sociología del conocimiento se sirven de las principales conclusiones de El proceso de la civilización para tratar de bosquejar una teoría original.

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conocimiento a priori ajeno por completo a la experiencia sensible; precisamente el lógico-matemático, que siendo ajeno a dicha experiencia niega la posibilidad de cualquier condicionamiento existencial y por lo tanto no se constituye en objeto de estudio de una disciplina que consiste, precisamente, en el estudio de dicha determinación. El grado de «compromiso» o «distanciamiento» del observador de una ciencia cualquiera, son siempre función de la capacidad de esa ciencia de hacer interactuar estos conocimientos «puros» con el universo mecánico-práctico (su objeto), de donde devienen conocimientos empíricamente referidos que son propios de las llamadas «ciencias naturales». Por otra parte, el grado de distanciamiento (del observador) es menor conforme aumenta lo que Elias llama el grado de «interdependencia»7 entre las unidades de las que se compone el objeto de la ciencia en cuestión, así, en las ciencias humanas, donde existe un grado de interdependencia muy alto entre las unidades que constituyen la figuración que se estudia, el distanciamiento se reduce a tal punto que el mismo investigador resulta involucrado en el objeto de estudio, no así en la física, donde la interdependencia entre las diferentes partes de la figuración estudiada es muy baja y por esta razón es fácil lograr una representación lógico-simbólica sistemática de dicha figuración. En síntesis, Elias distingue entre ciencias no condicionadas por la base existencial en cuanto a su validez y algunas susceptibles de serlo siempre que no se cumplan ciertos requisitos que el autor señala, y en esto coincide con Mannheim. Es muy importante destacar este aspecto, el condicionamiento diferencial de la base existencial a las distintas disciplinas del saber, siendo que principalmente en este punto tendrá lugar un cambio muy significativo, en Elias en particular así como en la sociología del conocimiento en Inglaterra. Elias desarrolla una idea que aun cuando había sido antes formulada por Weber, no recibió mayor cuidado por parte de este. Se trata de la proporción inversa en que se desenvuelve, por una parte el aumento de la complejidad del mundo social y por la otra, el saber social acerca de ese mismo desarrollo, que resulta cada vez más pequeño con relación al primer término de la proporción8. Esta relación paradójica entre el incremento de la complejidad del entramado de relaciones y la reducción relativa del conocimiento que se tiene 7. Que puede entenderse como la cantidad de relaciones de interdependencia que una unidad de la figuración sostiene con las restantes unidades. 8. «...la racionalización de la actividad comunitaria de ningún modo tiene como consecuencia una universalización del conocimiento acerca de las condiciones y las relaciones de esa actividad, sino que a menudo desemboca en el efecto contrario. El ‘salvaje’ sabe infinitamente más de las condiciones económicas y sociales de su propia existencia que el ‘civilizado’, en el sentido corriente de la palabra, de las suyas.» (M. Weber. Ensayos de metodología. Buenos Aires, E. Amorrurtu, 1996.

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sobre este sistema de interdependencias, concierne directamente a las ciencias sociales. Las ciencias naturales ganan cada vez más en el camino de la comprensión de su objeto y esta adecuación cada vez más intensa (según Elias) del saber de las ciencias físicas a su objeto, trae como consecuencia el desarrollo tecnológico con todas sus conocidas consecuencias. La figuración que los individuos forman entre sí cambia de tal manera que cada una de las partes se hace más dependiente de las otras; no obstante, entre más dependiente es, lo que significa una división del trabajo social mucho más intensa, ignora más acerca de cómo interactúa con el medio para derivar sus subsistencia, siendo que delega su subsistencia en otros de la misma forma que otros en él, en pocas palabras, pierde de vista su posición dentro del entramado y disminuye su conocimiento acerca del entramado mismo. «Están absorbidos por los problemas urgentes, próximos y de ámbito restringido que cada uno tiene ante sí». «Es como si miles de personas, primero, luego millones y finalmente más y más millones anduvieran por este mundo con los pies y las manos atados a los demás por ataduras invisibles»9. Esta paradoja no afecta a las ciencias responsables del desarrollo tecnológico sino a las que estudian la complejización del entramado social que ese desarrollo provoca, que son las ciencias sociales y particularmente la sociología. Es decir, que como consecuencia del proceso civilizatorio y de división del trabajo, por una parte aumenta el distanciamiento, que ensancha la perspectiva del sociólogo, y por otra parte se reduce la perspectiva que como individuo pueda tener del todo social siendo que las relaciones que lo unen con este se hacen crecientemente complejas. Esta paradójica situación que enfrentan las ciencias sociales con su objeto de estudio queda en parte sin resolver. El método que es sugerido para la sociología tras ser enunciada esta paradoja no representa, en mi opinión, una salida, aunque tal vez la resolución de este dilema no sea una pretensión del autor. El mencionado método es, sin mayores modificaciones, la misma sociología comprensiva de Weber, que en este caso no consiste en descifrar el sentido subjetivo de la acción en individuos singulares sino en conocer la perspectiva que se tiene del entramado desde cada punto específico de la figuración. Debe recordarse que la importante influencia de Weber en Elias se extiende también al problema del conocimiento, no solo a través de Mannheim y Scheler, de cuya relación con Weber ya tuve ocasión de decir algo, sino directamente. En el primer ensayo de metodología encontramos una idea parecida 9. N. Elias, Compromiso y distanciamiento, Barcelona, Ed. Península, 1990, p. 20.

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sobre la influencia de la base existencial en la producción de conocimiento científico, cuando se establece la diferencia entre «juicio de valor» y «relación de valor», siendo la última la que determina la dirección del progreso de la ciencia, ignorando el problema de la validez relativa de la misma y garantizando su validez absoluta siempre que escape a la influencia de los «juicios de valor».

El segundo periodo de la sociología del conocimiento de Elias La sociología del conocimiento «madura» de Norbert Elias la encontramos en los dos ensayos de 1970 titulados «E1 planteamiento de Comte» y «La sociología como cazadora de mitos» que hacen parte de su libro Sociología fundamental. La propuesta de sociología del conocimiento contenida en estos ensayos, mucho mejor estructurados y de mayor contenido propiamente «sociológico», debe ser entendida como pertinente a una nueva discusión sobre los problemas del conocimiento en Inglaterra que da cuenta del poderoso impacto de tres autores de la mayor importancia: Emile Durkheim, Ludwik Fleck y sobre todo Thomas Kuhn. Ludwik Fleck escribió hacia 1934 una importante monografía, hoy clásica en los estudios sociales de la ciencia, que no trascendió oportunamente por diferentes razones. Igual que Elias, Fleck era judío, oriundo de una ciudad fronteriza entre Polonia y Alemania. No tuvo la suerte de escapar a la persecución nazi y fue conducido a un campo de concentración del que salió con vida, aunque murió sin que su trabajo fuera reconocido. La Estructura de las revoluciones científicas de Tomas Kuhn es prácticamente una reelaboración de la citada monografía de Fleck que lleva por título La génesis y el desarrollo de un hecho científico10. Aunque Kuhn cita este trabajo dentro de los que tuvo en cuenta en la elaboración del suyo, se le reprocha no haber aclarado suficientemente cómo la obra de Fleck influyó en él de manera determinante. Muy sintéticamente podemos decir que el aporte de estos dos autores consiste en mostrar cómo un sistema coherente e interdependiente de proposiciones explicativas concernientes a algún campo del conocimiento es relativo a una comunidad científica empeñada en la construcción de un saber, precisamente este sistema de explicaciones, cuya validez se circunscribe a la comunidad que lo produce de tal forma que es «inconmensurable» (palabra clave en Kuhn) con otros saberes correspondientes a otros grupos de discusión, y así mismo contingente, relativamente arbitrario y por ningún motivo absoluto. Es lo que Kunh denomina un «paradigma». 10. Madrid, Alianza, 1986.

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Las consecuencias de la tesis de Kuhn (y Fleck) son sumamente graves en la medida en que discuten la «validez» de enunciados que presumían el estatus de absolutos. La validez de estos enunciados se entiende ahora como relativa a una comunidad. Una revolución científica consiste en una escisión del grupo de discusión provocada por la emergencia de una nueva idea en torno a la cual puede ser construida una explicación suficientemente comprensiva como para que en torno a ella se organice un sistema explicativo diverso, pero no implica la invalidez del paradigma anterior, que reposaba en otro grupo de discusión, o comunidad científica distinta. Es difícil aceptar completamente la tesis de Kuhn cuando es llevada hasta sus últimas consecuencias. En cualquier caso, la discusión contemporánea de lo que se ha llamado «sociología del conocimiento científico» se centra exactamente en ese punto. Por ejemplo, ¿estamos dispuestos a considerar que un «átomo» es una entidad real? o es simplemente un concepto convencionalmente «construido» para dar cuenta de múltiples fenómenos a diario manifiestos y en los que nadie ha visto ningún átomo, no obstante este concepto ha resultado funcionalmente adecuado para la explicación de dichos fenómenos, que incluyen artefactos técnicos como los reactores nucleares. Para obviar una explicación más larga ajena a los propósitos de este trabajo, basta saber que la tesis de Kuhn puede llevarse hasta el extremo de afirmar que la «ciencia» puede entenderse como un sistema de explicaciones convencionales funcionalmente adecuado para dar cuenta acerca de la interacción humana con el universo mecánico práctico de tal manera que el ser humano pueda encontrar en ese sistema convencional instrumentos lógico-simbólicos que le permitan no solamente explicar el mundo sino lograr cierto grado de previsión sobre el caótico acontecer fenoménico, es decir, un sistema de símbolos que posea instrumentalidad operativa sobre los fenómenos que pretende explicar. Si acaso existe una diferencia entre la ciencia y otros sistemas explicativos convencionales, esta consiste en una mayor capacidad de intervención y previsión, lo que podríamos llamar «adecuación funcional con arreglo a la praxis» y no en la mayor validez, puesto que todos los saberes tienen una validez relativa al grupo que los ha convenido. La polémica suscitada por la obra de Kuhn contribuyó significativamente al rescate de la obra de Durkheim concerniente al problema del conocimiento, su libro Las formas elementales de la vida religiosa, cuya tesis central con relación al asunto que nos ocupa es perfectamente compatible con la de Kuhn11. Consiste esta en mostrar como las categorías elementales del pensamiento, es 11. Al menos con su interpretación hipostasiada.

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decir, la noción de espacio, tiempo, y otras de mayor contingencia como causalidad, ordenación jerárquica, etc., no son inherentes a la naturaleza humana, como pretendía el idealismo trascendental ni mucho menos absolutas, sino relativas a la organización social y reflejo de esta. Ni siquiera la lógica, la geometría euclidiana o la matemática pura pueden ser entendidas como construcciones «a priori puras» sino que son estrictamente relativas a una base existencial específica. La introducción y el primer libro de la obra de Durkheim consisten en un intento por refutar la idea de unas categorías del pensamiento a priori y mostrar como la estratificación de la organización social, el ritual, la forma de la casa de habitación comunal, etc., configuran las categorías y por consiguiente la lógica particular de cada organización tribal12 Si resulta entonces que ni siquiera lo que se tenía como axiomático es absoluto sino relativo ¿por qué debemos entonces aceptar la idea de un saber científico fundado en premisas incontrovertibles o un saber consistente en un sistema de proposiciones «reales» acerca de objetos «reales»? Tenemos que de acuerdo con lo anterior, actualmente se sostiene que la formulación de una proposición científica atiende dos razones fundamentales. En primer lugar debe ser estructuralmente consistente con los enunciados que ya se asumen como válidos; en segundo lugar, puede que la hipótesis que resulte considerada válida sea aquella que en un primer momento se consideró probable junto con otras varias en cuyo desarrollo se invirtió una gran cantidad de tiempo de trabajo humano representado en individuos, dinero y equipos y que, al paso del tiempo fue objeto de ajustes y matizada de tal forma que finalmente resulto armónica con la estructura de conocimientos antecedente en un grado mayor que las otras hipótesis que fueron sometidas a un proceso de ajuste semejante. Esto se entiende mejor si dicha hipótesis una vez dada por cierta no es entendida como una realidad, como solemos hacer, sino como una mera «representación» instrumentalmente funcional de un fenómeno que quiere controlarse. Dejando a un lado sucesivas explicaciones acerca de la consistencia de esta nueva manera de entender el conocimiento, y en particular el conocimiento científico, veamos cómo es que la sociología del conocimiento de Elias en una segunda fase de su desarrollo toma parte en este debate.

12. Algunas hipótesis de Las formas elementales de la vida religiosa son incorporadas por Elias a su sociología, en particular aquellas que se refieren al papel de la religión en el desarrollo de los primeros sistemas clasificatorios omnicomprensivos. Véase sobre todo el así llamado «principio de facilitación progresiva». N. Elias, Compromiso y distanciamiento, Barcelona, Ed. Península, 1990, p. 19.

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En los dos ensayos ya citados escritos en 1970 y pertenecientes al libro Sociología fundamental, Elias adopta una posición relativista en lo tocante a la validez del conocimiento. No obstante sus concesiones al relativismo en boga, no se aleja por completo de la noción de la «verdad» absoluta pero no tomándola como un acontecimiento sino como un ideal que orienta el desarrollo de las ciencias. En primer lugar es de la mayor importancia señalar como Elias fundamenta una posición de gran originalidad desechando cualquier vínculo explícito de su postura respecto a la noción de validez relativa del conocimiento con los autores que en ese momento nuclean la discusión en torno a ese asunto. En lugar de acudir a Las formas elementales de Durkheim o a La estructura de las revoluciones científicas, prefiere rescatar la teoría del conocimiento de Augusto Comte destacando en ella lo que es más pertinente al asunto que discute en sus ensayos. No obstante, las conclusiones derivadas de su interpretación de Comte son semejantes a las que sugieren las otras posiciones en el debate relacionado con el problema del conocimiento. Me refiero particularmente al libro de David Bloor Knowledge and Social Imagery, publicado en 1976 y que reúne ensayos de este autor, uno de los más conspicuos representantes del llamado «Programa fuerte» de la sociología del conocimiento. Dichos ensayos son en su mayoría contemporáneos a la obra de Elias y sintetizan los puntos de vista más comúnmente aceptados por esta nueva corriente de la sociología del conocimiento, que traté de sintetizar en los párrafos anteriores. Sirviéndose de la sociología de Comte, Elias hace relativa la validez del conocimiento a los tres estadios evolutivos de la sociedad que comportan formas específicas de entender el mundo y relacionarse con él. Los estadios teológico, metafísico y positivo son así mismo correspondientes con diferentes situaciones de interdependencia de las unidades de una figuración, que así mismo implican un distanciamiento distinto del observador con su objeto de estudio. De acuerdo con esta manera de entender la validez relativa del conocimiento no se privilegia en sí misma su dependencia de una base existencial específica, digamos por ejemplo, de una cierta situación de relaciones de producción o de división del trabajo social, sino de un estadio espiritual que implica tanto una situación material concreta como una cosmovisión propia, que no entendemos como derivada de la base existencial sino concomitante con ella. Cada estadio, sea teológico, metafísico o positivo, es en sí mismo una circunstancia concreta, no existen factores que se deriven de otros sino que todos se acompañan y son relativos a una misma situación espiritual, incluyendo, por supuesto, un tipo de conocimiento específico, que es el que con más propiedad podemos llamar conocimiento teológico, metafísico, etc. 81

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Este mismo punto de vista había sido aceptado tiempo atrás por Pitrim Sorokin, también heredero de Comte a este respecto, quien acertadamente lo había calificado como «emanacioncita», entendiendo que el conocimiento no era condicionado existencialmente sino más bien «emanado» del espíritu de una época. Sorokin hablaba de «sistemas significativos culturales» e indicaba que podían ser «sensualistas», «idealistas» o bien «ideacionales». El primer tipo de sistema significativo, el «sensualista», era semejante al «positivo» de Comte el «ideacional» correspondía al estadio metafísico y el «idealista» era un punto intermedio entre los dos primeros, muy parecido a lo que Comte llamo estadio «metafísico». Aunque la forma en la que Sorokin matiza cada una de sus tres fases cíclicas lo alejan sensiblemente de Comte y Elias, puede decirse que la sociología del conocimiento en estos tres autores consiste en la definición de «sistemas culturales significativos». La posición de Elias, como puede verse en el segundo ensayo de su libro Sociología fundamental («La sociología como cazadora de mitos») consiste en resumidas cuentas en atribuir una cosmovisión específica a cada situación de la figuración de que se trate y adjudicar la validez del conocimiento a la conformidad de sus resultados prácticos con la cosmovisión correspondiente. Los citados ensayos son enfáticos cuando afirman la necesidad de contar con un estudio de la ciencia fundado en lo que son realmente las prácticas de trabajo científico. Tradicionalmente, la sociología de la ciencia y en particular los trabajos de Karl Popper tratan de lograr una aproximación a la ciencia conforme «debe ser» practicada de acuerdo a unas reglas deducidas apriori. Elias, de acuerdo con lo que comenzaba a reclamarse por entonces en las ya aludidas discusiones sobre la nueva sociología del conocimiento, aboga por un estudio de la ciencia «in vivo», es decir, a partir del estudio de las prácticas reales de las comunidades científicas, y es en este punto en donde puede reconocerse la influencia de los trabajos de Fleck. Es así como el estudio de la «praxis social del trabajo científico»13, de la «dinámica observable» del trabajo de investigación científica que tiene lugar en las comunidades que lo originan, se impone como objeto de estudio por encima de cualquier consideración especulativa acerca de lo que la ciencia «debe ser». La «sociología del conocimiento científico» se ha esforzado por desarrollar una especie de «epistemología empírica» fundada en lo que en efecto acontece dentro de las comunidades científicas, que son la fuente de conocimiento mejor acreditada en la sociedad moderna. Son abundantes los trabajos de campo etnográficos en laboratorios que pretenden dar cuenta exacta de lo 13. N. Elias, Sociología fundamental, Barcelona, Gedisa, 1995, p. 72.

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que los científicos hacen. Esto es precisamente a lo que apunta Elias cuando reclama un conocimiento fáctico del procedimiento científico y no uno especulativo o teleológico que se hace patente en el esfuerzo por descubrir en qué consiste el «método científico» sin que este sea el fruto de la observación de prácticas de trabajo habituales. No obstante, Elias no se adhiere a una posición relativista radical. En muchas ocasiones critica los extremos que califica como «absolutistas filosóficos» o «relativistas sociológicos». Aunque en ningún momento se atreve a defender la validez intrínseca de alguna clase de conocimiento, si defiende una especie de «verdad», antes que como saber no condicionado o infalible, como eje de aproximación asintótica de las ciencias, que consideran su logro como un ideal que las anima en su camino sin fin. No obstante, si existe una idea de progreso en Elias que se entiende como la adecuación progresiva del conocimiento a su objeto de manera que los resultados prácticos de dicho conocimiento cobren efectividad día a día. Sin rechazar la idea de un saber definido, como ya lo indicamos, en razón de su utilidad instrumental en el control y la previsión de hechos, entiende el progreso como el resultado de la «dinámica de los procesos científicos, en cuyo transcurso el saber teórico empírico se hace mayor, más cierto, más adecuado». Su manera de entender este proceso de adecuación progresiva es semejante al de Parsons, quien se figura que la teoría puede poco a poco cobrar comprensividad de manera que las «categorías residuales» se reduzcan paulatinamente. La bondad de la propuesta de Elias para una sociología del conocimiento consiste pues, en que presenta de una manera sencilla y consistente muchas ideas que pertenecen a un debate que aun no se cierra. Presenta sus puntos de vista sin aludir a su pertinencia a una polémica en curso; prescinde también de las referencias a otros autores de donde toma una parte importante de sus afirmaciones. No obstante esto puede ser también visto como un intento por presentar una síntesis decantada de lo que se entiende por conocimiento científico en un momento dado del desarrollo de esta disciplina, prescindiendo de referencias que pueden tener interés solamente transitorio.

Referencias bibliográficas Bloor, D., «Knowledge and social imagery». Cap. l y 2, en León Olive, (comp.), La explicación social del conocimiento, México, UNAM, 1994, pp. 93-145. Durkheim, E., Las formas elementales de la vida religiosa, Madrid, Alianza Editorial, 1993.

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PEDRO DURÁN B. Elias, N., Compromiso y distanciamiento, Barcelona, Ed. Península, 1990. ________, Sociología fundamental, Barcelona, Ed. Gedisa, 1995. ________La sociedad cortesana, México, Fondo de Cultura Económica, 1996. ________, «Respeto y crítica», en: Revista Colombiana de Sociología, vol. 3, núm. 2., 1997, pp. 81-91. Fleck, L., La génesis y el desarrollo de un hecho científico, Madrid, Alianza Editorial, 1986. Kuhn T., La estructura de las revoluciones científicas, México, Fondo de Cultura Económica, 1992. Lamo de Espinosa, E. et al., La sociología del conocimiento y de la ciencia, Madrid, Alianza Editorial, 1994. Mannheim, K., Ideología y Utopía. México, Fondo de Cultura Económica, 1990. Merton, R. K., Teoría y estructura sociales, México, Fondo de Cultura Económica, 1995. Weber, M., Ensayos de metodología, Buenos Aires, Ed. Amorrortu, 1996.

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La sociología, la historia y la sociogénesis del Estado según Norbert Elias

Hésper Eduardo Pérez Rivera*

1. Diferencia entre historia y sociología Para Elias la diferencia entre historia y sociología radica en que la historia se ocupa de individuos aislados y la sociología estudia simultáneamente las posiciones sociales. Una posición social es, por ejemplo, la del monarca absoluto que, en un cierto momento de la evolución social, concentra en sus manos todas las posibilidades del poder. El historiador resalta en este caso los individuos aislados, los monarcas que se suceden, en cambio el sociólogo aclara al mismo tiempo la posición social, o sea el desarrollo de la posición del monarca. Dice Elias que ni el Estado dinástico ni el carácter de la sociedad correspondiente a ese tipo de Estado cambian con el reemplazo de los reyes, que pueden ser destronados o asesinados. Lo importante es, entonces, la posición del monarca: como aparece, como pudo constituirse en un cierto estadio de la evolución de las sociedades estatales y porque hoy esa posición tiende a desaparecer. El historiador, afirma Elias, renuncia a estudiar sistemáticamente las posiciones sociales, como la del rey absoluto, y las tácticas prescritas y las posibilidades de decisión que se le ofrecen por tal posición, lo que conduce a una reducción de la perspectiva histórica. La historia aparecerá así como la acumulación de personajes aislados, sin relación los unos con los otros. Sostiene que los estudios históricos tradicionales están «por fuera de todo cuadro de referencia científico, definido y verificable», porque no aplican las correlaciones y relaciones de interdependencia, las estructuras y los procesos a largo término, que se repiten a menudo, a los cuales se refieren nociones como «Estado», sociedades «feudales», «monárquico», «industrial»1. * Profesor Titular, Departamento de Sociología, Universidad Nacional de Colombia. 1. N. Elias, La société de cour, Paris, Calmann-Levy, 1974, p. XXXIII.

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A su ver, el único argumento que justifica que se califique de científica la investigación histórica es la búsqueda de documentos, la exactitud de las referencias en las fuentes y el conocimiento general de estas. «Sin embargo –dice– las fuentes históricas no son más que fragmentos» y el ensamble y la interpretación de esos fragmentos queda a la discreción del investigador individual. Y le faltan «Los esquemas de análisis, eso que se llama las hipótesis y las teorías, que evolucionan en perpetua confrontación con la evolución del conocimiento empírico»2. Aquí Elias aplica su punto de vista metodológico, en el que concuerda con Comte, de la necesidad de la teoría y del equilibrio permanente de esta con lo empírico en la investigación sociológica. En la historia, según Elias, no hay la perpetua verificación de las ciencias más maduras en las que la forma de investigación, la escogencia de informaciones y la utilización de esquemas generales de análisis tienen una autonomía relativamente más extensa en relación con la polarización de valores que se arraigan en las consideraciones extra científicas. En la historia «los grupos, las fracciones partidarias y los ideales con los cuales se identifica el investigador en su propia sociedad determinan en gran parte lo que el escoge dejar en la sombra y la manera como establece las relaciones». A la historia le falta, comparándola con las disciplinas mejor establecidas «la continuidad específica del desarrollo»; en esas disciplinas ha crecido «la amplitud y la seguridad del conocimiento puntual y en estrecha relación con este último elemento la amplitud y la seguridad de las correlación entre los datos». La historia acumula datos aislados, en ella «no hay ninguna continuidad de desarrollo del conocimiento a nivel de correlaciones»3. Elias reivindica las hipótesis y las teorías que proporcionan la continuidad en la ciencia, en la que hay una cadena ininterrumpida del trabajo de investigación. Sin embargo, aclara, en cuanto a los juicios de valor, la diferencia entre historia y sociología es de grado. Ambos, historiador y sociólogo, se ven ante la posibilidad de sustituir las teorías que permiten la verificación por ideales y juicios de valor. Pero se distinguen por el esfuerzo que hace el sociólogo para no dejarse influir por «las fracciones pasajeras y fluctuantes de su tiempo», controlando la formulación y la escogencia de los distintos problemas en una perpetua confrontación con la evolución de los conocimientos; este esfuerzo no se hace en la historia. Anota Elias que en su obra La Sociedad Cortesana aparece claramente la «importancia de los esquemas de correlación en tanto que determinantes de 2. Ibíd., p. XXXVI-XXXVII. 3. Ibíd., p. XXXVI-XXXVII

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la formulación y de la escogencia de los problemas»4. Señala que algunos de esos problemas serian marginales para los historiadores, por ejemplo, el estudio de la organización interior del palacio del rey o los detalles de la etiqueta de la Corte, ambos indicadores «bastante seguros y al mismo tiempo verificables» ya sea de las relaciones conyugales y las relaciones con otros en el cuadro de las relaciones sociales, ya sea en lo que concierne al valor del prestigio de cada personaje en la red de relaciones con los otros. Elias dice que a diferencia de la evolución biológica, la evolución sociológica es acumulativa y puede ser regresiva. Que el aumento en el saber no entraña una modificación genética en la especie humana. Y en consecuencia, las experiencias adquiridas socialmente pueden perderse. Es necesario, por lo tanto, para comprender la relación entre los aspectos de la evolución social que se repiten y los que no se repiten, tener en cuenta esas diferencias. Observa, entonces, que la evolución en tres niveles, biológica, social e histórica es distinta, pero indisociable de un proceso global de evolución de la humanidad, en la que los ritmos no son los mismos. «En relación con la duración y el ritmo de la evolución de la vida individual los procesos de evolución social permanecen a menudo tan lentos durante largos periodos que parecen detenidos»5. Puede suceder que formaciones sociales varíen muy poco a lo largo de generaciones y que ellas sean consideradas por sus miembros formas de sociedad inmutables y siempre parecidas a ellas mismas. Así, por ejemplo, el sistema «caballero-gentilhombre- sacerdote-siervo», o el de «obrero-empleado-jefe de empresa», o el de «funcionario superior-funcionario de clase media y pequeño funcionario». Es claro que, «caballeros y siervos» no podrían casi insertarse en la formación de una sociedad industrial». Al respecto dice Elias que «Cada uno de los individuos que constituyen esos tipos de formaciones es único y excepcional. Pero la formación misma puede mantenerse con un ritmo de evolución relativamente lento a lo largo de numerosas generaciones»6. Las formaciones de ritmo lento pueden ser constituidas por individuos diferentes que se suceden rápidamente. En la óptica de esos individuos, únicos y excepcionales, aparecen estas formaciones sociales como fenómenos que se repiten bajo una forma más o menos inmutable. Aquí Elias critica a Weber porque interpreta los esquemas conceptuales que corresponden a esas formaciones como si fueran estructuras artificiales que el investigador aplica a los sujetos que observa. Esos esquemas, dice Elias, los 4. Ibíd., p. XXXVIII. 5. Ibíd., p. XLVIII. 6. Ibíd., p. XLVII.

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presenta Weber como tipos ideales, «de formaciones dadas en una lenta corriente de evolución». Le critica que categorías como funcionario, ciudad, Estado o sociedad capitalista, «no representen relaciones entre los hombres, formaciones de individuos interdependientes que él habría simplemente definido en tanto que investigador y utilizado en su observación a fin de aportar un cierto orden en una realidad que no tenía absolutamente ninguna»7. O sea que Weber no extrajo sus conceptos de una investigación empírica concreta y no tuvo en cuenta que esas formaciones «son tan reales como los individuos que las constituyen». Le parece a Elias muy difícil de admitir que las formaciones humanas puedan tener un ritmo de evolución más lento que los individuos que las componen, tornados aisladamente. Insiste Elias en que la historia de hoy (escribe este ensayo en 1969), se centra en los personajes, a quienes se les atribuyen las modificaciones históricas. En la historia política, añade, se concentra la atención en las élites de poder y se centra el análisis en esas élites, «comparativamente muy individualizadas», sin tomar en cuenta los problemas sociológicos de la formación de las élites mismas. Los historiadores creen resolver un problema «a partir del momento en que se encuentra en el origen de un fenómeno histórico dado un personaje individual»8. El individuo –dice Elias– está siempre en un grupo, por lo cual lo pertinente es estudiar «sistemáticamente las relaciones entre las obras y los actos de personajes individuales... y la estructura de los grupos sociales en el seno de los cuales han cobrado importancia... Por lo menos en todas las sociedades estratificadas las «oportunidades individuales de acción extraordinaria susceptible de retener la atención del historiador han dependido un largo tiempo de la pertenencia del individuo a una élite específica o de la posibilidad de acceder a ella. Sin análisis sociológico de la estructura de esas élites no se puede casi juzgar de la grandeza ni del mérito de los personajes históricos»9. Sin duda Elias tiene razón en su crítica a la historia tradicional, la historia «heroica», que explica los hechos como producto de las acciones de los grandes hombres. No se refiere, sin embargo, a otro tipo de historia, la de la escuela francesa de los Annales, que estudia los hechos que se repiten y los movimientos coyunturales y estructurales. Hay, por lo tanto, una historia que no es la de los individuos, en la que se destacan las posiciones de los grupos y los mecanismos de la movilidad social. Ferdinad Braudel, exponente de esa escuela, en su 7. Ibíd., p. XLVIII. 8. Ibíd., p. LI. 9. Ibíd., p. LII-LIII.

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artículo «Historia y sociología»10, plantea que las dos disciplinas son las dos caras de un mismo tejido. Ambas tienen como referente el tiempo, en tres niveles, el acontecimental, el coyuntural y el estructural. Este último es la «larga duración». Para Braudel la forma como el sociólogo y el historiador se relacionan con el tiempo marca la diferencia: el historiador es «prisionero» del tiempo: para este «todo comienza, todo termina, por el tiempo», en cambio el sociólogo «puede a voluntad cortar, poner en exclusa, poner en movimiento» el tiempo. Valga anotar, que si los miembros de la escuela de los Annales pueden trascender el tipo de historia tradicional criticado por Elias es porque aplican los instrumentos de las ciencias sociales a los hechos de la historia. Cuando Elias habla de larga duración no menciona a la escuela de los Annales, tal vez porque desde su método sociológico no reconoce la íntima relación que establece Braudel entre las dos disciplinas. En cambio, le da el crédito a Marx como el autor del concepto: «Marx –dice Elias– creó una teoría de procesos sociales de larga duración que atribuye a una esfera parcial del desarrollo de la sociedad la función de motor de desarrollo del conjunto. Creo que esta hipótesis no puede ser ignorada. Me parece que ella es indispensable, toda teoría sociológica futura deberá contener en su núcleo central, una teoría de procesos de larga duración»11. Añade sí que no está de acuerdo con atribuir ese carácter de motor a la esfera económica porque «no corresponde a los hechos comprobables».

2. La comparación sociológica en la historia. Un historiador francés, Roger Chartier (Prefacio a La société de cour), ha sistematizado tres niveles en los cuales Elias hace comparación histórica: a. La que utiliza para señalar los funcionamientos diferentes de la misma forma social en sociedades comparables y contemporáneas, por ejemplo, la sociedad cortesana de Francia y la situación de Inglaterra, en donde la Corte no es el único centro de autoridad social; o la de Prusia, en donde el empleo de nobles como funcionarios fue la expansión de la cultura cortesana francesa, propia de una nobleza sin actividad profesional. b. Comparación a mas larga distancia: la que aproxima el rol jugado por las cortes de las sociedades asiáticas y la de las cortes europeas. La transformación 10. G. Gurvitch, Traite de Sociologie, Paris, PUF, 1962. 11. N. Elias, Notas a la biografía, traducción de A. Weiss, Universidad Nacional, 1997, p. 27.

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de una aristocracia militar en una nobleza cortesana es un fenómeno en todas partes engendrado por la existencia de cortes principescas y que en todas partes aparece en el origen del «proceso de civilización», entendido como la pacificación de las conductas y el control de los afectos. c. Contraste en las formas y funcionamientos sociales. El contrapunto de la sociedad cortesana es la sociedad burguesa de los siglos XIX y XX, que difieren por la ética económica, la actividad profesional de sus miembros y la constitución de una esfera de lo privado separada de la existencia social.

3. Conceptos sociológicos e interpretación histórica Los conceptos de «Tipos reales», «parentesco real», «Analogías», «Coacciones de interdependencia de carácter análogo», los extrae Elias de la investigación empírica, aplicando su máxima que dice que «Las teorías sociológicas que no se verifican por un trabajo de sociología empírica no sirven para nada». Los «tipos reales» los opone a los «tipos ideales». Señala que «Cuando lo que el observador encuentra en diversas personas y sociedades es análogo, no se trata de otros ideales, de «tipos» que solamente se crean, en cierto modo, por medio de una operación conceptual del observador, sino que se trata de un parentesco real de las diversas estructuras sociales. Si falta este parentesco, también fracasa la construcción conceptual de tipos del historiador... La analogía de las diversas sociedades feudales no es un producto artificial del pensamiento sino... el resultado de coacciones de interdependencia de carácter análogo que, de hecho, y no solo por la «idea», producen relaciones e instituciones similares en distintas épocas y en distintas partes de la tierra»12. He aquí la posibilidad de generalización, la posibilidad de enunciar «leyes» por parte de Elias: los «tipos reales» que tienen un «parentesco real» que corresponde a las diversas estructuras sociales, dan base a la caracterización, por ejemplo, de una «sociedad feudal», mediante la «analogía» de las diversas sociedades feudales estudiadas, en las que esa analogía es el resultado de «Coacciones de interdependencia de carácter análogo» que en concreto producen en cada una de ellas las relaciones e instituciones que luego resultan similares. La explicación de lo anterior descansa en que, según Elias, vivir de una forma determinada, tener una profesión y pertenecer a un Estado, por ejemplo, es, por decirlo así, consecuencia de un hecho empírico, porque «...el 12. N. Elias, El proceso de la civilización, México, FCE, 1987, pp. 556-57.

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individuo tiene escasa posibilidad de elección, puesto que nace ya dentro de un orden y unas instituciones concretos y es condicionado por estos con mayor o menor fortuna»13. Es por «necesidad» que ciertas formas e instituciones sociales e instituciones aparecen, se mantienen y cambian. Dice Elias que los hombres occidentales no se orientaron por una «finalidad clara» ni trabajaron en un esfuerzo común y con planes razonables para constituir las instituciones en que vivimos. La génesis de esas instituciones no se comprende si se las concibe como la obra y los hechos de individuos aislados. Lo que sucedió en la realidad «solamente puede saberse por medio de un estudio del proceso histórico de esas formas sociales basado en los hechos y fundamentado en material documental»14. Es decir, con la investigación empírica. Observa Elias que si bien los planes y la finalidad y las acciones de personas aisladas se interrelaciona, el entramado de acciones que resulta no es planeado, por lo tanto, este «no puede comprenderse en función de los planes y motivos de los individuos ni tampoco en función de su modelo». Así por ejemplo, los individuos que convergen a un mismo mercado no lo hacen porque hayan planeado la relación de acometividad que surge alii como fenómeno especifico con sus propias leyes: «De este modo –dice Elias– el aumento de la división de funciones, la integración de ámbitos humanos cada vez más amplios en la forma de estados y muchos otros procesos histórico-sociales son el resultado, no de la coincidencia de los planes de muchos, sino la conjunción y confrontación de los planes de muchas personas»15, «conjunción y confrontación», o sea las llamadas tensiones, lo que para Elias es propio de las figuraciones. Por ello, añade enseguida de lo anterior que «Solamente la comprensión de las leyes de interdependencia de planes y acciones individuales, de los vínculos de los individuos en su convivencia con los demás permite que entendamos mejor el fenómeno de la individualidad. Lejos de aniquilar la individualidad de la persona, la convivencia humana, la interdependencia de su planes e intenciones y los vínculos recíprocos de los hombres constituyen el medio en el que el ser humano se realiza; imponen límites al ser humano pero también le conceden un marco más amplio»16 Define aquí Elias la libertad individual como la realización del ser humano dentro de las cadenas de interdependencia. Estos límites, son lo que determinan que no haya explicación posible de hechos históricos a partir de acciones individuales. Para Elias, como se anotó más arriba, predomina la posición social, la que impone la 13. Ibíd., p. 68. 14. Ibíd. 15. Ibíd., p. 569. 16. Ibíd., p. 569.

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interdependencia, sobre las acciones de los grandes hombres. Por extraordinarios que estos sean, prima sobre ellos el medio social en el cual actúan, vale más por eso la posición social que la acción individual. Aquella limita, o determina, el cauce de esta.

4. Ejemplos de analogías Dice Elias que las coacciones de interdependencia que en Japón condujeron a relaciones e instituciones feudales «son asombrosamente similares a las estructuras y coacciones de interdependencia» de la época feudal occidental. Así, por medio de un «un análisis estructural comparativo» se pueden explicar «las peculiaridades por medio de las cuales conseguimos diferenciar las instituciones feudales del Japón y su cambio histórico de los de occidente»17. Por otra parte, la sociedad guerrera homérica se explicaría «con una investigación de las formas específicas de sociabilidad que se constituyen en las cortes feudales medias y ricas o bien de los rasgos caballerescos o migratorios de estas sociedades». Los trovadores y juglares, por ejemplo, tienen una función determinada en las sociedades guerreras feudales, y con ellos los poemas que narran el destino y las hazañas de los grandes guerreros, distinta de la posición y la función de los poetas y los poemas en «otras comunidades de convivencia más estrecha»18. El estilo de los jarrones y su decoración sirven también para observar las transformaciones estructurales de la antigua sociedad guerrera. Por ejemplo, cuando aparecen elementos estilísticos «barrocos» y gestos afectados, o refinados, puede pensarse en un proceso de diferenciación, «un surgimiento de casas de guerreros o de príncipes más ricas a partir de la sociedad guerrera, así como un «acortesanamiento de los guerreros» en mayor o menor medida; también cabe la posibilidad de pensar en una influencia colonizadora de otras cortes más poderosas»19.

5. Orden y cambio histórico Sostiene Elias que si bien las transformaciones sociales se producen sin un plan previo, ello no quiere decir que no sigan un orden peculiar. El cambio 17. Ibíd., p. 557. 18. Ibíd. 19. Ibíd.

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histórico «en su totalidad no está planificado ‘racionalmente’, pero tampoco es un ir y venir arbitrario de figuras desordenadas»20. El entrecruzamiento de los planes y de las acciones de los individuos, puede ocasionar cambios que nadie ha planeado, pero «de esta interdependencia de los seres humanos se deriva un orden de un tipo muy concreto, un orden que es más fuerte y más coactivo que la voluntad de los individuos aislados que lo constituyen. Este orden de interdependencia es el que determina la marcha del cambio histórico, es el que se encuentra en el fundamento del proceso civilizatorio»21. Ese orden, para Elias, no es ni racional ni irracional. Tampoco es un orden de la naturaleza, ni un espíritu supraindividual como lo plantea Hegel. Va mas allá, al punto que comprende a las leyes del espíritu y de la naturaleza, en tanto son dimensiones de la realidad y «están unidas entre sí y no son funcionalmente separables»22. La cuestión para Elias es que las «leyes peculiares de las interrelaciones» caen en el vacio «si, al propio tiempo, no se muestran los mecanismos concretos de la interrelación y, así, la eficacia de las leyes, tomando como ejemplos cambios históricos determinados»23. Pone como ejemplo lo que hizo en el capítulo tercero de El Proceso de la Civilización. Allí mostró como la interdependencia entre los individuos puso en marcha el proceso de feudalización y los otros procesos que condujeron a la constitución de la monarquía absoluta. Para el «No hay duda de que toda esta reorganización de las relaciones humanas tiene una influencia directa en la consecución de ese cambio de las costumbres humanas cuyo resultado provisional es nuestra forma «civilizada» de comportamiento y de sensibilidad»24. El cambio histórico, entonces, el que se observa en las costumbres humanas, en la modelación de los aparatos psíquicos, desde los tiempos primitivos hasta ahora, se origina en «el grado de necesidad con el que una determinada estructura social, una forma concreta de entramado social, a causa de sus tensiones internas, acaba por transformarse y por convertirse en otra forma de entramado»25. Solo en esta óptica, dice, puede comprenderse que en la base del cambio histórico «hay una dirección y un orden determinados, aunque no hayan sido planificados por seres humanos aislados y establecidos por medio de medidas ‘racionales’, esto es, intencionales»26. Sin embargo, a pesar de que el proceso civilizatorio, «se pone y mantiene ciegamente en marcha por medio de 20. Ibíd., p. 449-50. 21. Ibíd., p. 450. 22. Ibíd. 23. Ibíd., p. 450. 24. Ibíd., p. 451. 25. Ibíd. 26. Ibíd.

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una dinámica propia de una red de relaciones», considera Elias que los hombres si pueden darle un sentido más racional acorde con sus necesidades y objetivos27.

6. La teoría sociológica en la sociogénesis del Estado

a. Diferenciación de funciones sociales La diferenciación de funciones caracteriza, según Elias, el proceso de transformaciones de la sociedad occidental. Esa diferenciación se ha venido dando progresivamente «a consecuencia del aumento de la presión de la competencia social»28. Elias constata el hecho de la creciente complejidad de la sociedad, manifestada en el aumento de la cantidad de funciones, cada vez mas diferenciadas, que exige al individuo cumplir de manera regular y estable su función social. Aclara que no se trata tan sólo de una regulación consciente del aparato psíquico, ya que desde «pequeños se va inculcando a los individuos esta regulación cada vez mas diferenciada y estable del comportamiento como si fuera algo automático, como si fuera una autocoacción de la que no pueden liberarse aunque lo quieran conscientemente»29. Pero, junto a los autocontroles conscientes aparece «un aparato de autocontrol automático y ciego que, por medio de una barrera de miedos trata de evitar las infracciones del comportamiento socialmente aceptado pero que, precisamente por funcionar de este modo mecánico y ciego, suele provocar infracciones contra la realidad social de modo indirecto»30. Estos autocontroles, conscientes e inconscientes, que orientan la transformación del comportamiento en el sentido de una regulación más diferenciada del aparato psíquico, están imbricados en las cadenas de interdependencia, dentro de las cuales se dan todas las manifestaciones del individuo aislado. b. Diferenciación de funciones sociales e institutos de monopolio de la violencia física Elias parte de la correspondencia que existe entre la diferenciación de las autocoacciones y la diferenciación de las funciones sociales en el mundo 27. Ibíd. 28. Ibíd., p. 451. 29. Ibíd., p. 452. 30. Ibíd.

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«civilizado» para plantear que «El esquema de las autocoacciones, los modelos de configuración impulsiva son muy distintos, según la función y la posición de los individuos dentro de este entramado»31. Por lo tanto, al comparar las sociedades de Occidente con sociedades menos diferenciadas afirma que «con la diferenciación del entramado social también se hace más diferenciado, generalizado y estable el aparato sociogenético de autocontrol psíquico»32. Elias establece una correlación, deducida de su estudio de la sociogénesis del Estado, que dice que a menor división de funciones en una sociedad, menor estabilidad y seguridad en los órganos centrales y a la inversa. En consecuencia, cuando se impone el mecanismo de relaciones coactivas van constituyéndose órganos centrales más estables, que anulan la tendencias centrifugas y dan paso a institutos que administran la violencia física. En su mencionado estudio es esto lo que describe a propósito de la feudalización y la paulatina imposición de una casa real que termina en el Estado absoluto. Concluye así Elias que «La estabilidad peculiar del aparato de coacción psíquica, que aparece como un rasgo decisivo en el hábito de todo individuo «civilizado», se encuentra en íntima relación con la constitución de institutos de monopolio de la violencia física y con la estabilidad creciente de los órganos sociales centrales. Solamente con la constitución de tales institutos monopólicos estables se crea ese aparato formativo que sirve para inculcar al individuo desde pequeño la costumbre permanente de dominarse; sólo gracias a dicho instituto se constituye en el individuo un aparato de autocontrol más estable que, en gran medida, funciona de modo automático»33. El monopolio de la violencia por el Estado Absoluto crea espacios pacificados, en los que se dan coacciones distintas sobre los individuos aislados. La dirección del cambio que se produce la describe Elias en los términos de la correlación ya mencionada, o sea que en las sociedades con división de funciones relativamente bajas y que carecen de un monopolio estable de la violencia física, las secuencias de acciones que vinculan a los individuos son «relativamente breves»; en cambio, en las condiciones inversas, sociedades con monopolios estables de violencia física y división de funciones compleja, «las secuencias de acciones que vinculan a los individuos son más prolongadas, mientras que también son mayores las dependencias funcionales de unas personas con relación a otras. En estas sociedades, el individuo está protegido frente al asalto repentino, frente a la intromisión brutal de la violencia física 31. Ibíd., p. 453. 32. Ibíd. 33. Ibíd.

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en su vida; pero, al mismo tiempo, también está obligado a reprimir las propias pasiones, la efervescencia que le impulsa a atacar físicamente a otro. Y las otras formas de la coacción, que dominan en los ámbitos pacificados, modelan el comportamiento y la manifestación de los afectos en el mismo sentido»34. La clase de cortesanos que sustituyó a la clase de los caballeros en el periodo de constitución del monopolio de la violencia física por la monarquía absoluta, es un ejemplo de esto último. c. Las leyes del acontecer social Para Elias existen leyes del acontecer social. Leyes que se imponen a los individuos. Al referirse a la acción de los reyes absolutos atribuye el crecimiento de las posibilidades financieras y militares a la función real y lo considera independiente de la voluntad o de las características de los individuos. Y afirma que tal crecimiento se corresponde con una regularidad estricta que se encuentra por doquier cuando se observan los procesos sociales». La «regularidad estricta» es el determinismo: los procesos sociales no se producen anárquicamente, se desenvuelven de manera regular, constante, y se imponen a los individuos. Cuando Elias analiza «La génesis social del absolutismo» en El proceso de la civilización, dice que va a describir los «mecanismos más importantes que fueron dando cada vez mayores posibilidades a los gobiernos centrales de territorios al final de la Edad Media». Hace así una generalización: estos mecanismos son más o menos los mismos en todos los grandes países de Occidente y «aparecen de modo especialmente claro e inequívoco en el desarrollo de la monarquía francesa»35. Parte para esta generalización de un hecho clave: las consecuencias del «aumento paulatino del sector monetario de la economía a costa de la economía natural en ciertas zonas durante la Edad Media», consecuencias que pueden enunciarse de la siguiente manera: 1. La primera, negativa para la nobleza guerrera, porque percibía renta fijas de sus posesiones territoriales y como había más dinero en circulación, subieron los precios y su renta no aumento de modo proporcional. 2. La segunda, para el rey los príncipes de esa zona: a través del sistema fiscal el rey participaba en el aumento de la riqueza y «sus ingresos aumentaban extraordinariamente»36. 34. Ibíd., p. 454. 35. Ibíd., p. 261. 36. Ibíd. p. 262.

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3. La tercera, las oportunidades del gobierno central incidieron en el crecimiento de las fuerzas militares: con el dinero de los impuestos de todo el país podía alquilar más guerreros que cualquier otro. Se independizaba así de los servicios de guerra de sus vasallos. Este proceso, dice Elias «como todos los otros se inicia tempranamente y conduce poco a poco a la creación de instituciones sólidas»37. 4. La cuarta, la consecuencia en el cambio de la técnica guerrera: el desarrollo de las armas de fuego determino que los plebeyos que luchaban a pie se impusieran sobre los nobles a caballo. 5. La quinta, la nobleza perdió poder y lo fue ganando la clase burguesa. A estas cinco consecuencias del desarrollo de la economía monetaria las denomina Elias «Líneas estructurales del cambio». Por otra parte, concluye que los dos elementos por los cuales el poder central de un territorio adquirió el carácter de «ilimitado», fueron la superioridad financiera y la superioridad militar38. Es visible en este análisis el peso de la economía en el desarrollo de los factores políticos pero, aunque coincide en él con Marx, para Elias el enfoque es distinto, pues le interesa la figuración «Estado» y busca en los datos empíricos el movimiento que producen sus tensiones: lo que importa es lo que le pasa a la nobleza, al rey, a la burguesía, en el proceso de cambio que se está dando en la sociedad. El que la economía monetaria desencadene los cambios en el poder del Estado es para Elias una comprobación empírica que de ningún modo debe elevarse a «causa» de los fenómenos superestructurales, en sentido general. Su conclusión se limita al campo de su investigación, afirmando que las leyes sociales bajo las cuales existían los monarcas y la estructura social correspondiente terminaron imponiéndose en Occidente. Como ya se dijo, esta posibilidad de generalización en Elias, descansa en las «coacciones de interdependencia análogas», que se dan como procesos particulares a cada sociedad y coinciden en su desarrollo global. Del mismo modo, Elias caracteriza la «época del absolutismo» como aquella en la que esta nueva forma de dominación política expresa «un cambio estructural de la totalidad de la sociedad occidental». A medida que se transformó «la totalidad de la sociedad», la institución de la monarquía, no el rey, «adquirió un peso nuevo y mayor poderío»39. Utiliza la información histórica para seguirle el paso a la formación del absolutismo, a partir de los siglos XII y XIII. Desde la sociología ve a los grandes reyes que se suceden a lo largo de esos 37. Ibíd. 38. Ibíd. 39. Ibíd., p. 257.

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siglos como ubicados dentro de un proceso de cambio estructural que tiene más peso que sus actos personales. Fue el cambio, la transformación, de la totalidad de la sociedad lo que permitió a la institución de la monarquía adquirir un peso nuevo y mayor poderío. Las preguntas que entonces se hace, se guían por su noción de la interdependencia de los individuos y la sociedad: a) averiguar cómo consiguió el poder un individuo dado y que pasó después de él con ese poder en manos de sus herederos, b) averiguar el cambio en la institución de la monarquía: qué transformaciones propiciaron un carácter nuevo en ella y un aumento de poderío en un proceso de larga duración (siglos de absolutismo), y c) si el absolutismo se mantiene largo tiempo, ello depende de la estructura social y la evolución de las relaciones sociales. En síntesis, investiga tres aspectos de la realidad: el rey (el individuo), la monarquía (la institución) y la sociedad (la estructura social). Aquí cabe otra concomitancia, basada en la noción de interdependencia: en los siglos en que se configura de manera absolutista la función del rey y de los príncipes, también se hace más intensa aquella forma de comportamiento emocional y de moderación propia de la «civilización» del comportamiento. En otros términos, las transformaciones de la estructura de la personalidad y las de la estructura social coinciden en un proceso de «diferenciación y de integración crecientes», una de las cuatro posibilidades del cambio social que sistematiza Elias en la «Introducción» a El proceso de la civilización, al cual hay que añadir el que se da en sentido inverso, el que llama «descivilizatorio». Según Elias, la consolidación del absolutismo real convierte a las Cortes en centros de determinación del estilo de vida de Occidente, en instancias de control social y órgano de moderación del comportamiento humano que superan en esta función a la Universidad y otras formaciones sociales de la época, configurándose lo que llama la sociedad cortesana. Fue un fenómeno generalizado. Aparecieron formaciones sociales similares, en las que se desenvolvieron al mismo tiempo relaciones humanas análogas y un mismo tipo social. Y si Francia se constituyó en el punto de referencia general fue porque «La aristocracia absolutista de los países copió del país más rico, más poderoso y más centralizado de la época aquello que correspondía a sus propias necesidades sociales: unas costumbres refinadas y un lenguaje que las diferenciaba, que las distinguía de las clases no aristocráticas»40. En la práctica, fue más frecuente el contacto entre las sociedades cortesanas de los distintos países que de ellas con las otras clases del mismo país. 40. Ibíd., p. 259.

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Esa sociedad cortesana la ubica, entonces Elias, entre el feudalismo y la sociedad moderna capitalista, como un periodo histórico de características propias. Explica el paso hacia esta última como un proceso en el cual la comunicación entre las Cortes va espaciándose cada vez más hasta desaparecer por completo en el siglo XVIII, proceso que coincide con el ascenso continuado de las clase medias y con la transferencia constante del centro de gravedad social y político de las Cortes a las diversas sociedades burguesas nacionales. «La forma nacional de integración –dice– acaba ganando la primacía sobre la estamental»41. A la influencia de la sociedad cortesana adjudica Elias el que se hubiese producido de manera pacífica la transición de una sociedad medieval con una clase guerrera de costumbres bárbaras a una sociedad en la que primaban los hábitos civilizados, una contención de las emociones, una «racionalidad cortesana», que anuncia la racionalidad que se impondrá con la sociedad burguesa. Para Elias el ascenso de las clases medias y bajas que hablan las lenguas vernáculas determina el surgimiento, a «la sombra de la diferenciación nacional», de «grandes formaciones sociales prenacionales». A «la sombra»: de nuevo Elias señala la existencia de un proceso simultáneo, vinculado a otro, pero sin relaciones de causalidad entre ellos. Lo que le importa es que «en esta sociedad prenacional, cortesano-aristocrática, es donde se acuñó, o por lo menos comenzó a configurarse parte de aquellos mandatos y prohibiciones que todavía son identificables como algo común a todo el Occidente, a pesar de las diversidades nacionales y que concede a todos los pueblos occidentales un rasgo inconfundible de una civilización específica»42. Entre las leyes del acontecer social Elias destaca como «elemento importante» el aumento o la disminución de la población. Insiste en que no debe tomarse como causa, porque, como ya varias veces lo ha dicho, ningún elemento en el transcurrir de la historia es causa de los demás, pues siempre está en relación con los otros. Repasa, al respecto, los antecedentes de las migraciones europeas y encuentra que « La utilización del dinero en el interior de una sociedad, por ejemplo, está vinculada a cierto grado de densidad de la población. Se trata de uno de los presupuestos inexcusables para la diferenciación del trabajo y la constitución de los mercados. Si por las razones que sean, se reduce la población por debajo de cierta cifra, entonces se vacían automáticamente los mercados»43. Cuando hay exceso de población, dice, los 41. Ibíd., p. 260. 42. Ibíd., p. 260-61. 43. Ibíd., p. 281.

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síntomas son semejantes en todas las sociedades en la que ello sucede: «aumento de tensiones en el interior de la sociedad, separación creciente entre aquellos que ‘tienen’, esto es, en el caso de una sociedad con una economía predominantemente natural, que ‘tienen tierra’, frente a aquellos que «no tienen» o, en todo caso, no tienen suficiente para alimentarse de acuerdo con sus necesidades y dentro de sus propios ‘haves’, una separación creciente entre los que tienen más y los que tienen menos»44. He aquí otra correlación, a modo de generalización: el exceso de población siempre produce los mismos síntomas en las distintas sociedades. Síntomas ligados a la economía y a la constitución de grupos o clases sociales. Añade luego que los individuos que están en la misma position social se alían «para defenderse de los que pretenden penetrar desde el exterior o, a la inversa, para conquistar las oportunidades que monopolizan los otros grupos»45. Además, se producen presiones hacia las zonas vecinas menos pobladas e impulso hacia la conquista y poblamiento de nuevas tierras. Elias subraya una de las consecuencias del aumento demográfico, la que ocurre cuando se da la desproporción entre la gran cantidad de gente y la tierra disponible, que ya estaba toda repartida. Dice, entonces, que la clase dominante «emprende el camino de la conquista de nuevo suelo, camino que estaba cerrado para los individuos de la clase dominada, para los trabajadores»46. Su recorrido histórico concluye con la descripción de la lucha de la burguesía y los trabajadores urbanos contra los señores feudales, «luchas de liberación» que terminan en el acceso de las clases medias e inferiores a la dirección política, lo cual para el contiene la clave de «casi todas las peculiaridades sociales que distinguen a las sociedades occidentales de las orientales y que le dan a aquellas sus rasgos específicos»47. Si bien es claro que la información histórica le permite a Elias seguir un proceso que por igual ha interesado a teóricos de la sociología y enfocan más o menos de la misma manera (piénsese, por ejemplo, en la ‘densidad material’ y la ‘densidad moral’ de Durkheim), es evidente en su análisis el parentesco con Marx en el vínculo que establece entre la economía y la formación de las clases y en el carácter de dominante que le reconoce a la clase que detenta el poder.

44. Ibíd., p. 284. 45. Ibíd. 46. Ibíd., p. 292. 47. Ibíd., p. 293.

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d. La sociogénesis de la civilización occidental Así se denomina el tercer capítulo de El proceso de la civilización, que se inicia con una «Ojeada a la sociedad cortesana», continúa con «Un breve repaso de la génesis social del absolutismo», dos secciones muy breves, y termina con «La mecánica de desarrollo de la sociedad en la Edad Media», subdividida en los «Mecanismos de la feudalización» y «La sociogénesis social del Estado». Por el contenido de este capítulo, es evidente que Elias identifica el proceso de formación del Estado absolutista con el proceso de la civilización. Y lo hace porque el absolutismo es para él el núcleo de su explicación de este último, habida cuenta de que es a partir de la institución de la monarquía absoluta que se configura la «sociedad cortesana», esa época histórica que caracteriza la transición de un cierto tipo de comportamiento humano a otro, y que considera decisiva en el proceso civilizatorio de Occidente. Su propósito en esta parte de su obra es, precisamente, encontrar la correspondencia entre el cambio de la estructura de la personalidad, ya precisado en el capítulo segundo, y el cambio en la estructura social, objetivo que le permitirá sustentar la vigencia histórica y la significación sociológica de la sociedad cortesana. Nos encontramos, entonces, con el método figuracional: la larga duración y unas tensiones que determinan el cambio en el poder político, que pasa de la fragmentación propia de la época feudal a la centralización de la monarquía absoluta. Ese cambio está ligado a la economía (el paso de la economía natural a la monetaria); a la demografía (su propia importancia en el proceso y su interinfluencia con la economía); y a la relación del aumento de la población y de la circulación del dinero con las transformaciones en el comportamiento de los actores sociales, los guerreros, los siervos, los artesanos, los cortesanos, los burgueses, los trabajadores. Elias se interesa en establecer los «mecanismos centralizadores y descentralizadores» y las características de lo que denomina los monopolios de la violencia física y fiscal, claves de la constitución de la monarquía absoluta y de su mantenimiento. No se interesa en otras dimensiones del proceso, por ejemplo, en lo nacional y la religión. En cuanto a lo nacional, apenas aparece mencionado, cuando habla de la «formación social prenacional», identificada tan solo por la lengua. Constata, simplemente, la presencia de un fenómeno nacional, vinculado al desenvolvimiento de la monarquía absoluta, sin indagar por el hecho en sí, en los otros elementos, además de la lengua, que lo constituyen, ni en su origen. Tampoco indaga sobre la influencia de la religión en el comportamiento de los individuos, ni en el prolongado conflicto que subsistió a lo largo de los siglos entre el poder de la Iglesia y el poder del 101

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Estado. Descarta también, por las razones de método ya estudiadas, indagar acerca del gran personaje. No le interesa penetrar en el trasfondo de su personalidad ni en la influencia que pueda tener sobre las transformaciones en la estructura. En mi investigación sobre los orígenes del Estado nacional en Occidente48 sigo el análisis de Elias en la mencionada transición del feudalismo a la monarquía absoluta. Considero un acierto en su interpretación el haberse centrado sociológicamente en el poder, distinguiendo en él las fases de fragmentación y centralización y el haberle dado un soporte válido en la historia. Pero, no hay nada en su trabajo que permita profundizar en las tres cuestiones anteriormente reseñadas, lo nacional, la religión y la personalidad extraordinaria. Dado mi enfoque metodológico diferente, doy importancia a estos temas en mi intento de explicar cómo se formó el Estado nacional en Occidente. En lo que concierne a estos puntos, creo que el patriotismo y la nacionalidad fueron manifestaciones que tuvieron un peso decisivo en la consolidación del Estado absolutista y que la conjunción de nacionalidad y Estado, así como la pugna entre la Iglesia y el Estado, marcan dicha consolidación. Por otra parte, si bien es cierto que sociológicamente puede sustentarse la idea de que la sociedad predomina sobre los individuos aislados, pienso que la acción de los hombres extraordinarios, aunque no puede modificar la orientación general de los acontecimientos históricos, si puede, como dice Plejanov, hacer variar el aspecto individual de éstos y algunas de sus consecuencias particulares. En otras palabras, diríamos con este autor, que la actividad del gran hombre «constituye una expresión consciente y libre» del curso necesario e inconsciente de las cosas49. Que el aparecimiento del gran hombre es ‘casual’, porque lo casual es algo que «aparece en el punto de intersección de los acontecimientos necesarios». Plejanov utiliza varios ejemplos de personajes de la historia, entre ellos el de Napoleón. Dice al respecto que en el caso de haber muerto Bonaparte en una batalla antes de los sucesos que lo llevaron al poder y al acceder a su puesto otro militar más pacífico que no hubiese levantado a toda Europa en su contra, los Borbones no habrían vuelto jamás a Francia y este sería un resultado contrario al que se obtuvo en la realidad50. Sin embargo –dice– el proceso general de la historia de ese período en ese país se habría diferenciado poco del resultado efectivo. Se produce así la influencia 48. H.E. Pérez Rivera, Poder y nación en los orígenes del Estado nacional europeo, Bogotá, Facultad de Ciencias Humanas, Cuadernos de trabajo No. 17, 1997. 49. J. Plejanov, El papel del individuo en la historia, México, Grijalbo, 1969, p. 82. 50. Ibíd., p. 65.

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de la personalidad, una variante que no altera la dirección de un proceso, pero que produce unos efectos específicos. ¿En qué radica la capacidad extraordinaria del gran hombre? En que es un iniciador, dice Plejanov, «porque ve más lejos que otros y desea más fuertemente que otros. Resuelve los problemas científicos planteados por el curso anterior del desarrollo intelectual de la sociedad; señala las nuevas necesidades sociales, creadas por el anterior desarrollo de las relaciones sociales; toma la iniciativa de satisfacer esas necesidades51». Maquiavelo se interesa en el gran hombre. Cree que en las condiciones de su país sólo un individuo que ‘vea más lejos’ y ‘desee fuertemente’ puede ‘satisfacer las necesidades’ de su tiempo, que no son otras que las de constituir en Italia un Estado nacional. Por eso se aplica en El Príncipe a describir las características psicológicas que ese individuo excepcional debe tener para alcanzar el poder y producir el cambio necesario. Sobre el mismo objeto de estudio de Elias, la monarquía absoluta, da una luz diferente. Este ángulo diferente fue lo que me propuse mostrar en el capitulo segundo de la mencionada investigación sobre los orígenes del Estado nacional en Occidente.

51. Ibíd., p. 82.

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II Parte Relación de Norbert Elias y Max Weber

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Algunas consideraciones sobre Max Weber y Norbert Elias

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I Si Max Weber precisa su concepción sobre el tipo ideal diciendo que es, «el intento de aprehender en conceptos genéticos individuos históricos o sus elementos singulares»1, y si se acepta que lo genético es característica lógica distintiva de la construcción típico-ideal pueden examinarse las perspectivas que Weber y Elias tienen en el tratamiento del problema de la coacción2. El núcleo investigativo de Elias en su libro El proceso de la civilización muy bien puede enmarcarse dentro de la necesidad de precisión que Weber considera importante para el modo de actuar comunitario «étnicamente condicionado»: …la acción subjetiva de las costumbres condicionadas por la herencia de una parte y por la tradición de otra; el alcance de las diversas costumbres una por una; la repercusión de la comunidad lingüística, religiosa o política, antiguas o actuales; la formación de las costumbres, la medida en que tales componentes despiertan atracciones o repulsiones, y especialmente las creencias en la afinidad o extrañeza de sangre, sus consecuencias diferentes para que la acción, el comercio sexual, las probabilidades de actividades comunitarias de diferentes tipos, se desarrollen sobre la base de la comunidad de costumbres o de la creída comunidad de sangre.3 Y desde el punto de vista metodológico se ubicaría dentro del caso 4 de las posibilidades de usar los hechos históricos como medio de conocimiento «...si * Profesor Asociado. Departamento de Sociología, Universidad Nacional de Colombia. 1. M. Weber, «La objetividad cognoscitiva de la ciencia y de la política social», en Ensayos de metodología Sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1995, pp. 82 y 83). 2. En Weber la coacción psíquica en la sociología de la religión (apartado 3 «Concepto de Dios. Ética religiosa. Tabú», en Economía y Sociedad, pp. 347- 355) y la coacción física en la Sociología del Derecho, (apartado 3, «La forma de la creación de los derechos subjetivos», ibíd., pp. 532-588); y en N. Elias, «Resumen. Bosquejo de una teoría de la civilización», en El proceso de la civilización, pp. 449-466). 3. M. Weber, Economía y Sociedad, p. 324.

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ello ocurriese, sería entonces tarea de una psicología de la cultura o de una psicología social establecer, respecto de estos elementos, las condiciones bajo las cuales suelen presentarse, y ello mediante el análisis, la abstracción aislante y la generalización así como interpretar la razón de la secuencia regular y formular la regla así obtenida en un concepto de género genético»4. De la exposición hecha sobre el ocio por Norbert Elias, es claro que esta presentación muy bien podría ilustrar la denominada por Weber acción afectiva.

II Me parece que en dos puntos habría una diferencia entre Weber y Elias. Si bien es cierto están relacionados para efectos de una presentación pueden separarse. El primero es el problema específico que se presenta de manera más nítida en las Ciencias de la Cultura cual es el fenómeno de la interpretación. Es decir, qué problemas plantea la existencia del intérprete, diferentes a las del observador y experimentador de las Ciencias Naturales. Weber en principio, afronta esto planteando que la interpretación conlleva tonalidades cualitativamente diferentes5, es decir que si en un extremo tenemos interpretaciones racionales, en el otro tenemos vivencias o evidencias endopáticas. Al propio tiempo para él es indiscutible que aplicar una interpretación en las ciencias de la cultura comporta una esfera en la cual lo causal muy bien puede acentuarse de manera diversa. Pensamos aquí en la diferencia entre la historia y la sociología6. 4. Cf. M. Weber, «Estudios críticos sobre la lógica de las ciencias de la cultura», en Ensayos de metodología Sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1995, p. 128. 5. «En el análisis del comportamiento humano, nuestras exigencias de explicación causal puede satisfacerse de modos cualitativamente diversos, es decir, de modos que dan una entonación cualitativamente diferente al concepto de irracionalidad. Para los fines de su interpretación (interpretation), podemos proponernos al menos en principio, no solo el concebirlo, como posible en el sentido de hacerlo coherente con nuestro saber nomológico, sino también comprenderlo (Verstehen), es decir reconstruir un motivo o un complejo de motivos concretos «reconstruibles en la experiencia interior» (Innerlich Nacherlebbar), y a partir de ello imputarlo con grados de precisión diversos según el material de que dispongamos. En otras palabras: puesto que se puede dar una interpretación (Deutbarkeit) dotada de sentido hasta donde alcance la interpretabilidad, la acción individual es, en principio, específicamente menos irracional que los procesos naturales individuales», M. Weber, El problema de la irracionalidad en las Ciencias Sociales, Madrid, Ed.Tecnos, 1986, p. 80. 6. «Se pueden encontrar en la acción social regularidades de hecho, es decir, el desarrollo de una acción repetida por los mismos agentes o extendida a muchos (en muchas ocasiones se

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Me parece a mí que partiendo de esta constatación, es inevitable, que nos sirvamos del desarrollo que el problema de la interpretación ha suscitado por parte especialmente de los filósofos. Me refiero aquí especialmente a la hermenéutica de H.G. Gadamer, discípulo de Heidegger y a la corriente fenomenológica, especialmente de A. Schutz, discípulo de E. Husserl. En el enfoque de Gadamer, ampliamente comprensivo el lugar de la sociología aparece muy disminuido, casi se extinguiría en una vaga «metodología»; el de Schutz, da pasos en una tendencia de «desarrollar» a Weber, pero con el inconveniente que se ha señalado para toda la fenomenología de no considerar o hacerlo en forma muy débil a la historia. El otro problema que aparece sería el del papel de los valores, que está asociado al primero, y que en cierto sentido se plantearía en torno a la noción del individuo histórico. De alguna manera es el reconocimiento por Weber de su dependencia crítica de la Escuela Histórica Alemana. El problema sería medir el alcance de su crítica. Sobre este punto hay evidentes posiciones encontradas. Si por un lado Parsons7 acentúa el elemento crítico hasta el punto de la ruptura, Carlo Antoni8 lo ve como un heredero tardío del historicismo. El reconocimiento por Weber de los valores ha partido de la noción rickertiana de avaloración, es decir, la posibilidad de un estudio objetivo de valores. En este punto aparentemente podría encontrarse una similitud con el concepto de distanciamiento de Norbert Elias. Sin embargo Weber cree aportar su propia interpretación de la avaloración, indicando un matiz a la que pudiéramos decir, excesivamente rígida contraposición rickertiana de valoración y avaloración. ¿En qué consistiría? Precisamente en lo atrás indicado, en la diferencia cualitativa de la interpretación, que implica que no existe solo la interpretación racional. En Weber esto se manifiesta en un posible tono de libertad de los valores, entendido esto como la liberación del valor de su vigencia y su posible apreciación por fuera de esta inmediación por un lado y por otro lado, la secuencia inevitable, la posibilidad de su análisis9. Este complejo proceso queda en Weber dan las dos cosas a la vez), cuyo sentido mentado es típicamente homogéneo. La sociología se ocupa de estos tipos del desarrollo de la acción en oposición a la historia interesada en las conexiones singulares más importantes para la imputación causal, esto es, más cargadas de destino», M. Weber, Economía y sociedad, t. I, p. 23. 7. T. Parsons, The Structure of Social Action, 1937 8. C. Antoni, Dallo storicismo alla sociología, Documentos de Sociología. UN. Bogotá, 1987. 9. «b. La deducción de las consecuencias respecto de la toma de posición valorativa, consecuencias que se seguirían de determinados axiomas de valor últimos, si estos, y solo estos, estuviesen en la base de las valoraciones prácticas de situaciones de hecho. Esta deducción está ligada, de manera provista de sentido, por un lado a la argumentación lógica; y por el otro lado a comprobaciones empíricas, con miras a la casuística más exhaustiva posible de las situaciones empíricas que pueden ser consideradas para una valoración práctica en general». M. Weber, «El

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en los términos de libertad y referencia al valor. Si aceptamos esto, que agregaría Elias con su concepto de distanciamiento, advirtiendo que ambos, tanto Weber en su interpretación de Rickert como Elias lo hacen, tratando el punto que Weber ya había señalado, el de la aplicación que comporta la interpretación. Muy provisionalmente, yo estaría inclinado a observar que Elias al no considerar el individuo histórico, en el marco que lo concebía la Escuela histórica y del cual Weber es un tributario crítico, desarrolla una descripción densa de fenómenos en un horizonte histórico de presente10.

III ¿Cómo es posible el concepto de coacción (Zwang)? La intención científica e investigativa de Weber se cristaliza en el papel que un tipo ideal presta en el orden descriptivo y explicativo. Desde el punto de vista lógico lo crucial en un tipo ideal es su aspecto genético11. Se puede coincidir con la insistencia de que se puede acentuar exageradamente su aspecto racional, como es posible que suceda en el ámbito de la economía. Sin pretender cerrar la discusión en este punto, tenemos en el caso de Weber la existencia lógica de un instrumento, el tipo ideal y su puesta a prueba en la investigación. Es el caso de la coacción (Zwang). La articulación que Weber nos presenta en sus conceptos sociológicos fundamentales culmina precisamente con la coacción física y la coacción psíquica y sus cristalizaciones institutales en el Estado y la Iglesia. Pero ¿cómo reafirma Weber esta coronación de sus conceptos? Lo hace a través de tratar de establecer genéticamente la coacción en lo que se puede ver cierto dualismo. En el caso de la coacción sentido de la «neutralidad valorativa» de las ciencias sociológicas y económicas», en Ensayos de metodología Sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1995, p. 241. 10. «Pero supongamos que tampoco para este fin sea utilizable aquella correspondencia y que, por lo contrario, se demostrase que fenómenos del mismo tipo –en ciertos puntos esenciales– sobrevienen bajo ciertas consideraciones culturales de manera regular; que por lo tanto, en estos puntos no se presenta una originalidad de la cultura Alemana o del siglo XVIII, sino un fenómeno común a todas las culturas, que aparece en ciertas condiciones a las que es preciso formular de manera conceptualmente determinada. Si ello ocurriese, sería entonces tarea de una ‘psicología de la cultura’ o de una ‘psicología social’ establecer, respecto de estos elementos, las condiciones bajo las cuales suelen presentarse, y ello mediante el análisis, la abstracción aislante y la generalización, así como ‘interpretar’ la razón de la secuencia regular y formular la regla así contenida en un concepto de género genético». M. Weber, «Estudios críticos sobre la lógica de las ciencias de la cultura», en Ensayos de metodología… op. cit, p. 128. 11. «El tipo ideal es, en particular en esta función, el intento de aprehender, en conceptos genéticos, individuos históricos o sus elementos singulares». M. Weber, «La ‘objetividad’ cognoscitiva de la ciencia y la política social» (1904), op. cit., p. 82.

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psíquica, la constatación de lo ético surgido de lo mágico y en el caso de la coacción física la aparición de las normas previsivas del trasfondo posesivo y las exigencias meramente a partir del delito. Con su orientación teórico-empírica acerca del sentido mentado trata de desentrañar la coerción y la súplica que envuelve toda conducta mágicoreligiosa. Junto a la primitiva diferenciación entre potencias buenas y diabólicas surge en el panteón potencias calificadas éticamente bajo la forma del dios funcional especializado en la declaración del derecho y que dispone del oráculo. Las exigencias éticas frente a los dioses crecen a tono con los acontecimientos como el incremento del poder de las asociaciones en su expansión, la extensión de la concepción de la legalidad natural en una economía orientada meteorológicamente, la reglamentación creciente de relaciones humanas mediante reglas convencionales y la importancia cada vez mayor de la confianza en la palabra dada. Todo ello se orienta a la posibilidad de prever la conducta. Es cuando la relaciones sociales, como las naturales no están por encima de los dioses sino que son elaboraciones suyas que puede aflorar una ética religiosa y con esto, junto a la influencia coercitiva mágica, ya sea al servicio de fines humanos o mediante el halago se presenta la práctica de mandamientos religiosos como método de guardar la voluntad de Dios. Es claro que la ética no comienza aquí. Ya sobre una base mágica de creencia en los espíritus pueden surgir prohibiciones tabú, que constituyen un germen normativo. Más adelante y como consecuencia de la división social y sexual del trabajo pueden formarse tótems, como formas garantizadas mágicamente. Cuando la creencia en los espíritus se racionaliza en creencias en Dioses, ya no se forzan los espíritus por vía mágica sino que los dioses quieren ser adorados por medio del culto y ser objetos de súplica. La ética mágica cambia con el siguiente contenido: quién infringe las normas provoca el disgusto ético del Dios. Desarrollo de particular importancia histórica constituye explicar los fracasos de Dios no por falta de poder de este sino por infracciones de sus adoradores que es elaborada por una clase sacerdotal, que sobre todo forma el desarrollo ético de que la culpa a partir de la infracción es independiente de resultados, es lo que constituye el pecado ético. Lo ético comparte con la magia la concepción del pecado como infracciones a mandamientos y prohibiciones muy heterogéneas. El circuito puede recorrer la concepción de que quien obra bien posee un alma especial de procedencia divina hasta posesión interna de lo divino. Igualmente el pecado recorre la concepción de que es un veneno en el cuerpo de quien obra mal hasta una concepción metafísica del mal radical. No toda ética religiosa hace todo el recorrido. Confucio no conoce el mal radical. Tampoco Grecia y Roma. 111

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Este rápido trazado permite conceptuar la coacción hierocrática como forma históricamente relevante de la coacción psíquica. En cuanto a la coacción física, se puede partir de las posibilidades de los derechos subjetivos que se orienten por normas imperativas, prohibitivas y permisivas. La obligación nacida de un contrato no es primitiva. Lo exigible solo era ex-delito. El agraviado solo tenía a mano el procedimiento expiatorio. No había la restitución. La comunidad militar y el caso de la propiedad territorial fueron modificando insensiblemente la situación original. En un periodo extenso no hubo hechos invisibles creadores de obligaciones como la promesa de deuda sino solo delitos concebidos como ataque a los dioses, al cuerpo, a la vida o a la posesión. El contrato coactivo se presenta junto con la fianza y el negocio pecuniario como esquema de acción. La Edad Media legó para la concepción jurídica instituciones que a diferencia del derecho romano fueron producto no de una lógica constructiva sino de situaciones de hecho de las cuales se nutrió el capitalismo moderno. Tales son por ejemplo la concepción de los documentos como portadores materiales de derecho y la responsabilidad solidaria. Como construcción genética Weber considera que la «peculiaridad material de la vida jurídica moderna, especialmente la privada es, a diferencia de la antigua, la enorme importancia adquirida por el negocio jurídico y, sobre todo, por el contrato, como fuente de pretensiones coactivamente garantizadas». De la existencia diferenciada de la coacción física y la coacción psíquica, y sobre todo de una construcción genética diferenciada no podría excluirse una posible unificación. En el caso de Weber la magia ha sido matiz del primer derecho, especialmente del ámbito penal. Tal vez en orden de discusión pudiéramos especificar del ejercicio pacífico de poderes de disposición un ámbito de posibles enfoques diferentes12. Para Weber es probable pensar una coacción como el uso preponderante de medios violentos, incluyendo la amenaza. Es su concepto de lucha. Intento de imponer la propia voluntad aun contra la resistencia de la otra u otras voluntades. Pero puede haber lucha con medios pacíficos y tenemos la competencia definida por el uso predominante de medios pacíficos. De alguna manera 12. «Cuando se constituye un monopolio de la violencia surgen espacios pacificados, ámbitos sociales que normalmente están libres de violencia. En ellos, las coacciones que pesan sobre los individuos aislados son distintas a las anteriores. Ciertas formas de violencia que siempre han existido, pero que, hasta entonces solamente se daban con la violencia física, se separa de esta y quedan aisladas en los espacios pacificados, los más visibles para la conciencia habitual de la época presente son la violencia y la coacción económica». N. Elias, El proceso de la civilización, México, FCE, 1987, p. 454.

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entonces la paz o violencia para Weber están determinados solo por los medios (pacíficos o violentos respectivamente).

Referencias bibliográficas Antoni, C, «Dallo storicismo alla Sociologia» [1940], Bogotá, Documento de Sociología, Universidad Nacional, 1987. Elias, N. El proceso de la civilización, [Resumen. Bosquejo de una teoría de la civilización. I. La coacción social y la autocoacción], México, FCE, 1987. Parsons, T. «La estructura de la acción social», Madrid, Ed. Guadarrama, 1968. [1937] Weber, M. Economía y sociedad, tomo I, [v. Tipos de comunidad religiosa; 3. Concepto de Dios. Ética religiosa. Tabú. pp. 347-355 y VII. Economía y derecho. 3. Las formas de creación de los derechos subjetivos, pp. 532-588], México, FCE. Weber, M., «El sentido de la ‘neutralidad valorativa’ de las ciencias sociológicas y económicas», en Ensayos de metodología Sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1995. Weber, M., Ensayos de metodología sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1995. Weber, «Estudios críticos sobre la lógica de las ciencias de la cultura», en Ensayos de metodología Sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1995. M. Weber, «La objetividad cognoscitiva de la ciencia y de la política social», en Ensayos de metodología Sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1995. Weber, M., El problema de la irracionalidad de las Ciencias Sociales, Madrid, Ed. Tecnos, 1985.

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III Parte Norbert Elias en la perspectiva colombiana

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El proceso de individualización de los obreros industriales en Colombia

Anita Weiss* El presente escrito constituye un ejercicio de reflexión basado en algunos planteamientos de Elias sobre el proceso de individualización1. Los datos relacionados con el proceso de individualización de obreros industriales en Colombia, fueron recogidos en la investigación sobre «Condiciones de trabajo en la industria colombiana»2. En la medida en que estos datos no se recolectaron específicamente para ilustrar los factores que señala Elias, sino que se adaptaron datos de otro contexto investigativo, solamente podemos insinuar algunos aspectos de este proceso, lo cual reafirma el carácter de este ensayo como un ejercicio de reflexión a partir del pensamiento de Elias, sobre la realidad colombiana. Para Elias la relación individuo-sociedad y la concepción de la relación entre el yo y el nosotros, no constituye una disyuntiva entre la existencia o identificación de la persona como ser social o como ser individual. Lo que varía históricamente es el equilibrio entre el yo y el nosotros y la manera como es percibido por las personas, pero no la interrelación necesaria entre estos dos aspectos de una misma realidad. Las concepciones de individuos sin sociedad o sociedades que no están formadas por individuos, constituyen para Elias falseamientos y unilateralidades. Entre los factores señalados por Elias que inciden en las concepciones, valoraciones o identidades de las personas, podemos diferenciar analíticamente entre las situaciones y factores objetivos ligados al nivel de desarrollo de una sociedad, y aspectos ligados al desarrollo del pensamiento –la filosofía, la sociología, los ideales políticos, etc.– Entre los aspectos objetivos que inciden en el proceso de individualización Elias destaca el proceso de formación del Estado. Factores como el grado * Profesora Asociada. Departamento de Sociología, Universidad Nacional de Colombia. 1. N. Elias [1987], La sociedad de los individuos, Ensayos, Barcelona, Península, 1990. 2. La investigación sobre «Condiciones de trabajo en la industria colombiana» fue adelantada en el Departamento de Sociología de la Universidad Nacional bajo la dirección de Anita Weiss, con participación de Rainer Dombois, coinvestigador, y los sociólogos: Carmen Marina López, Gina Castellanos, Wigberto Castañeda y Orlando Grisales. 1986-1990

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de diferenciación de la sociedad, los niveles de integración de las personas, las unidades de supervivencia, el poder de los individuos y del Estado, el tipo de convivencia, las regulaciones del Estado sobre la conducta de las personas, las relaciones de poder entre los grupos, el acceso o exclusión de los monopolios estatales, la cantidad y variedad de relaciones, tienen una relación con las características del proceso de individualización. En el proceso de formación del Estado, funciones y controles que antes eran ejercidos sobre los individuos por grupos o clases, pasan a ser ejercidas por agrupaciones estatales altamente centralizadas. Los seres humanos salen a la edad adulta de estos grupos endógenos y protectores y en las sociedades urbanizadas, el individuo depende cada vez más de sí mismo... Los individuos deben tomar una serie de decisiones, elegir por sí mismos, deben ser más independientes. Se produce una separación y diferenciación de las personas particulares en sus relaciones mutuas. Estas relaciones conducen hacia un tipo de convivencia, hacia una regulación global de emociones, hacia una renuncia a impulsos y trasformación de impulsos. Lo que por una parte es un proceso de individualización, es también un proceso de civilización3.

1. Relación entre la identidad entre el yo y el nosotros y la unidad de supervivencia Según Elias4 los seres humanos siempre conceden más valor al yo o al nosotros. El equilibrio en la identidad como yo y como nosotros depende del grado de desarrollo de la sociedad, y entre otros, de cuál es la unidad de supervivencia existente para determinadas personas o grupos en un momento dado en una sociedad particular. En etapas anteriores el ser humano estaba más ligado a las agrupaciones en cuyo seno nacía. Estaban vinculados con mucha firmeza a unidades sociales pre-estatales, como el clan familiar, el lugar de nacimiento o la tribu y eran de estas agrupaciones de donde podían esperar ayuda y protección en circunstancias extremas. En épocas más recientes el Estado y el Estado parlamentario ha asumido las funciones que antes tenían las familias, como unidad de supervivencia 3. N. Elias, op. cit. p. 145. 4. N. Elias, op. cit., ensayo de 1987.

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primaria, aparentemente indispensable y permanente. A partir del Renacimiento el equilibrio empezó a inclinarse cada vez más hacia la identidad del yo. A la inclinación del equilibrio entre el yo y el nosotros en favor del yo subyace un tipo muy determinado de convivencia humana; una estructura social específica. Con el cambio de sociedades menos desarrolladas a más desarrolladas, se transforma toda la posición del individuo dentro de su sociedad, por consiguiente, la estructura de la personalidad de las personas particulares y sus relaciones mutuas. La familia y el lugar de nacimiento son los focos más antiguos de identidad como nosotros que posee el ser humano particular. En todos los países existe la identidad como yo y como nosotros, pero en los países más desarrollados la identidad como yo es relativamente mayor y en los segundos, es más intensa la identidad como nosotros, ya sea si remite a la familia, al lugar de nacimiento o incluso a la tribu5.

Como unidad de supervivencia el Estado tiene la función de proteger a las personas, a los ciudadanos contra actos de violencia de otras personas, tanto dentro como fuera del territorio estatal. Con la pérdida de la función de protección y control, la cohesión de los grupos se relaja y en las sociedades estatales urbanizadas el individuo depende cada vez más de sí mismo. Disminuye el ajustamiento de su comportamiento, sus objetivos e ideales a la vida en tales agrupaciones, su dependencia de tales agrupaciones y la necesidad de ellas para la protección de la salud y la vida, la alimentación y posibilidad de adquirir cosas y de proteger lo heredado, la posibilidad de recibir ayuda y consejo y tomar parte en las decisiones –reducción que inicialmente se produce entre grupos reducidos y con los siglos entre sectores cada vez más amplios–. Los individuos se encuentran ante un creciente número de alternativas, tienen que elegir por sí mismos, no solo pueden sino que deben ser más independientes6. ¿Cuál es la unidad de supervivencia para los obreros bogotanos? El análisis de la información acerca de las trayectorias ocupacionales de los obreros industriales7, nos permite formular que para estos la familia, los lazos familiares y personales constituyen la principal unidad de supervivencia antes que el Estado.

5. N. Elias, Ibíd., p. 181. 6. N. Elias, op. cit. ensayo de 1940-1950 7. Se aplicó una encuesta a 513 obreros de las 18 empresas estudiadas.

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a. Primera actividad en el seno familiar: Especialmente las personas de origen rural, pero también aquellas que nacieron en un medio de bajos ingresos en la ciudad, trabajaron desde temprana edad como ayudantes en el seno de sus familias. El 35% de los trabajadores encuestados son de origen rural. Varios relatan cómo desde niños trabajaron en la finca de sus padres o al lado de estos en calidad de jornaleros. También las mujeres, desde niñas ayudaban a las labores del hogar, pero a diferencia de los hombres que consideran la ayuda a sus padres en el campo como una experiencia laboral, no catalogan estas tareas como un trabajo sino como actividad inherente a su condición femenina. b. Migración del campo a la ciudad: El 51% de los trabajadores encuestados son migrantes (16% llegaron a Bogotá desde otras ciudades y 35% desde el campo) Los migrantes tempranos (antes de los 12 años) vinieron con la familia, y/ o llegaron a donde un familiar donde vivieron durante los primeros años. Este les ayudo a socializarse en el medio urbano y a conseguir el primer trabajo. En la ciudad, las redes sociales se amplían: además de la familia, se cuenta con paisanos, vecinos, amigos, compadres, compañeros de estudio y de trabajo. Todos ellos, como veremos, juegan un papel muy importante en el acceso al mercado laboral. c. Adquisición de un oficio En la mayoría de los casos no es posible observar una etapa de calificación previa y separada de una etapa de ingreso al mercado laboral entre los trabajadores industriales. Solamente quienes cuentan con un oficio universal, como mecánicos industriales, algunos soldadores o electricistas, realizaron estudios institucionales, antes de ingresar a trabajar en actividades propias de su oficio. La adquisición de un oficio de carácter artesanal-industrial, para la que no existe una posibilidad de calificación institucionalizada, es algo casual. La adquisición de estos oficios, según narración de los trabajadores, depende del hecho de haber ingresado a un taller de un familiar o de un amigo, o de haber ingresado a una empresa en la que los jefes les enseñaron, sin que hubiera existido, la mayoría de las veces, un propósito previo de adquirir este oficio, como sí suele ocurrir cuando se inicia un estudio técnico institucional de dos o tres años de duración. La relación personal y familiar juega aquí un papel muy importante: el que un pariente tenga un taller o trabaje en el mismo, que un amigo, familiar o jefe 120

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le enseñe un oficio, constituye un hecho decisivo en la iniciación en un oficio industrial de carácter artesanal8. d. Ingreso al mercado laboral: El 43% de los trabajadores encuestados comenzaron su trayectoria laboral en un establecimiento familiar o consiguieron su primer trabajo por relaciones de amistad o parentesco9. Si se suman todas las experiencias laborales de los trabajadores anteriores a la actual, de un total de 1681 experiencias, el 45% se realizó sin contrato o contrato verbal, en calidad de ayudantes familiares o trabajadores independientes10. En estas primeras experiencias como ayudantes familiares, en pequeñas empresas o talleres de parientes o amigos, los trabajadores dependieron para la consecución del trabajo y en la oportunidad de adquirir alguna calificación, de las relaciones personales. e. Mecanismos del mercado laboral: El 75% de todos los trabajos que aparecen en las trayectorias de los obreros se consiguieron por nexos familiares o a través de vecinos y amigos. El recurso a las redes sociales para conseguir un trabajo, se liga directamente a las políticas de empleo de las empresas. Estas informan a sus trabajadores sobre la existencia de vacantes, con el fin de restringir el acceso y limitar el número de solicitudes. De esta manera, según varios directivos entrevistados, evitan que lleguen personas «deshonestas» o con «tendencias políticas radicales». «Si un trabajador recomienda a otro y este se porta mal, está poniendo en peligro su propio empleo»11. Por ello, es extendido el método de reclutar nuevos trabajadores a través de quienes ya se hallan vinculados a la empresa. Antiguamente varias empresas reclutaban a miembros de una misma familia. Se daba el caso de la presencia hasta de 3 generaciones –abuelos, padres e hijos– en la misma empresa12. 8. Se considera un oficio industrial ‘artesanal’ por ejemplo, el de los latoneros o pintores. 9. Rainer Dombois, «Trayectorias laborales y estructura del mercado de trabajo», en: A. Weiss (ed.), Modernización industrial: empresas y trabajadores, Bogotá, Departamento de Sociología, UN, 1997, p. 463. 10. El 21% con contrato temporal y el 34% como independiente. Datos de la encuesta, citados por R. Dombois, ibíd. 11. Colpartes, entrevista a Jefe de Relaciones Industriales, 1988. 12. Esto se observó especialmente en empresas grandes y antiguas, que están ubicadas en las afueras de la ciudad, donde existe un mercado de trabajo local. Por ejemplo, en Cementos Samper, Colcerámica, Eternit, Álcalis de Colombia.

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Debido a que se dificultaba separar las relaciones laborales y las familiares, lo cual traía conflictos disciplinarios, progresivamente las empresas fueron abandonando esta práctica. En las empresas más grandes, que ofrecen mejores salarios, prestaciones y mayores oportunidades de estabilidad y ascensos, es corriente la práctica de ‘negociar’ la entrada de un hijo, en el momento del retiro de un trabajador antiguo. La ‘herencia’ del puesto, a la mujer o uno de los hijos, aparece como reivindicación en algunos pliegos de peticiones13. f. Inestabilidad y empleo temporal: En el mercado laboral colombiano además de la extensión de relaciones ‘informales’ de trabajo, en las que se labora sin contrato o contrato verbal, en calidad de ayudantes familiares o en negocios ‘independientes’, tiende a aumentar cada vez más el recurso al empleo temporal y a formas de subcontratación de una serie de tareas, que con anterioridad realizaban asalariados permanentes14. A partir de 1980 la tasa de aumento del empleo en el sector industrial ha sido negativa o mínima, corriendo este aumento por cuenta de formas de empleo temporal o a término fijo. A nivel de empresas del sector las proporciones de empleo temporal y subempleo llegan frecuentemente al 30%15. Es muy frecuente que los jóvenes en las primeras etapas de su vida laboral, en que no consiguen empleos estables, vivan junto con sus padres, aun si están casados. En los sectores sociales de bajos recursos, el sostenimiento se realiza mediante el ‘salario familiar’ al que aporta más de una persona. En empresas pequeñas, en el 59.4% de las familias de los trabajadores casados, más de dos personas aportaban al sostenimiento del hogar16. Los trabajadores que tienen un contrato temporal no saben por cuánto tiempo van a poder tener un empleo y un ingreso regular. En algunas empresas sus contratos a término fijo eran renovados hasta seis o más veces, en otras, solo por dos veces. 13. Por ejemplo, Pliego de peticiones de la Empresa de Aseo de Bogotá, El Tiempo, agosto 1986. 14. Edgar Valero, Subcontratación y flexibilidad en /a industria colombiana, Tesis de postgrado en Sociología, 1997. 15. E. Valero y H. Angrita, «El papel de las empresas como unidades de demanda en el mercado laboral», Informe presentado al Ministerio de Trabajo, U. Nacional, Dpto. de Sociología, sept. 1990. 16. Wigberto Castañeda, Ser obrero en la industria, en: A. Weiss (ed.), op. cit., p. 416.

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Desde 1990 con la promulgación de la ley 50, es posible emplear a las personas indefinidamente mediante contratos a término de un año, renovables. En todo caso, independientemente de las disposiciones legales, los trabajadores de empresas pequeñas y medianas, eran despedidos en cualquier momento. Cuando esto ocurre reciben el apoyo de su familia. Este apoyo se da a través de la ocupación común de la vivienda, ayuda para la alimentación y en la búsqueda de una ocupación que provea algún ingreso para la supervivencia. Este apoyo se manifiesta también en los periodos de desempleo. Ante la ausencia de un subsidio legal al desempleo, las posibilidades de subsistencia cuando no se tiene trabajo se trasladan al marco de la familia. El 42 % de los operarios encuestados manifestaron haber tenido a lo largo de sus trayectorias uno o más periodos de desempleo. En ese tiempo, subsistieron gracias a la ayuda de sus familias y realizaron algunas actividades o algún ‘negocio’ al lado de algún pariente o amigo.

2. Relación con el Estado: el proceso de individualización como ciudadanos El proceso de individualización según Elias no es idéntico ni en todos los países ni en todas las épocas y varía entre los miembros de diversos grupos en una misma sociedad. El Estado, ante los ciudadanos ejerce una doble función que puede parecer contradictoria. Por una parte, elimina las diferencias entre los individuos –el individuo es un número y un nombre, un contribuyente–. Existe una serie de regulaciones idénticas para todos los ciudadanos, en tanto individuos. Por otra parte, al independizarse los individuos de la coacción de los grupos, se estimula su diferenciación. El proceso de formación de Estados conduce hacia una individualización de las masas. Pero las dimensiones y la forma de esta individualización varían según sea el reparto de poder entre gobernantes y gobernados, entre el aparato estatal y los ciudadanos17. La identidad como nosotros de los ciudadanos, depende del vínculo con el Estado y las relaciones de poder de los grupos. El margen de acción de los ciudadanos y el grado de monopolio estatal de las diversas funciones –la educación, el derecho a reunión y asociación, etc.– también inciden en las posibilidades y características de la individualización. 17. N. Elias, op. cit. p. 207.

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Como afirma Elias, Todavía a finales del siglo XIX y comienzos del XX parte de la población, primero los campesinos y luego sobre todo los obreros de las fábricas, eran excluidos por las clases dominantes, burguesía y nobleza, de la identidad como nosotros de los ciudadanos. Y esos marginados sentían todavía que el Estado era algo a lo que se podía aludir con la palabra ‘ellos’ no como ‘nosotros’»18.

La situación de los obreros como ciudadanos Los obreros industriales comparten con los demás colombianos muchas situaciones que definen su condición como ciudadanos. Al respecto, vamos a señalar algunos indicadores: La ausencia de servicios proveídos por el Estado a todos los ciudadanos para cubrir las necesidades básicas de trabajo, educación, salud, vivienda y de un ingreso mínimo para la subsistencia, hace que esta posibilidad dependa del hecho de contar con un empleo. A pesar de que en los últimos años se ha ampliado ‘formalmente’ la posibilidad de conseguir algunos de estos servicios –por ejemplo la salud y educación– el monto y la calidad de los servicios, los niveles de ingreso siguen dependiendo en gran parte del tipo de empresa en las que se trabaja y de las modalidades de contratación. Las personas que trabajan en el sector industrial, en el llamado sector formal, constituyen el 8% de la PEA. Solamente en las empresas más grandes y en estas, los trabajadores vinculados con contratos a término indefinido, cuentan con probabilidades de obtener estos servicios básicos en forma continuada. Si tenemos en cuenta la tendencia creciente a utilizar la vinculación mediante contratos temporales en muchas de las empresas grandes, la probabilidad de acceder a través del empleo a servicios continuados de alimentación, salud, educación y vivienda, es reducida. Una de las conclusiones de Rainer Dombois, en su trabajo sobre las condiciones de trabajo en países de industrialización tardía19, es que en Colombia, a diferencia de los países industrializados, no es pertinente considerar que el sistema institucional de relaciones industriales –es decir, las leyes laborales y la negociación colectiva– sea el referente fundamental de regulación de las relaciones laborales. 18. Ibíd., p. 235. 19. Rainer Dombois, Empresas y trabajadores en procesos de industrialización tardía, Tesis para optar al postdoctorado, Universidad de Bremen, 1995, mimeo.

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Esto se refiere a la inexistencia de normas en algunos casos, pero sobre todo a la no aplicación de las normas legales del derecho laboral existentes. De acuerdo con datos de la Misión de Empleo, hacia mediados de la década del 80, solamente el 28-29% de la población económicamente activa en el país y 52% de los asalariados, recibía las prestaciones sociales establecidas por ley20. Todos somos testigos de la no vigencia de la ley como base de regulación de la convivencia entre los colombianos. Otros datos en este sentido, dan cuenta del hecho de que más del 90% de los crímenes que se cometen en el país quedan impunes. El hecho de que el asesinato o la violencia constituya la principal causa de muerte en el país; es otro indicador del hecho de que el Estado colombiano no dispone del monopolio de los medios de ejercer la violencia a través del control del ejército y la policía, como lo atestiguan además los hechos cotidianos en los que se procede a la «justicia por la propia mano» y a los crímenes por grupos que operan por fuera de la ley. Estos datos ilustran las deficiencias y limitaciones a las que están abocados, junto con los otros miembros de la sociedad colombiana, también los obreros industriales, en su situación de precariedad como ciudadanos. Esto constituye otro factor que incide sobre el proceso de individualización, sobre la falta de autonomía y de protección efectiva por parte del Estado frente a la violencia.

3. Relación entre aspiraciones y posibilidades La concepción predominante de una separación o contraposición entre individuo y sociedad tiene, según Elias, varias explicaciones. Una de ellas, reside en los desequilibrios entre las aspiraciones y las posibilidades de satisfacerlas que ofrece la sociedad. Los deseos e inclinaciones, son adquiridos por un ser humano en particular, promovido por instituciones y experiencias sociales. En determinados casos las instituciones sociales de su grupo humano no dan satisfacción a las aspiraciones de las personas. Las discrepancias entre las aspiraciones y la posibilidad de satisfacerlas son características de sociedades en las que el ser humano particular, en tanto que individuo, se halla inmerso en una competencia estrictamente regulada y de la cual está excluido el empleo de la 20. V. de Roux, Legislación laboral y generación de empleo. En: J A Ocampo, M. Ramírez, (eds.), El problema laboral en Colombia: Informes especiales de la Misión de Empleo, Bogotá, 1987. U. Ayala, Introducción a la seguridad y los seguros, en: O. Rodríguez y D. Arévalo (eds.), Estructura y crisis de la seguridad social en Colombia 1946-1992, Bogotá, 1993.

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ANITA WEISS fuerza física, pero que comprende una gran pluralidad de aspectos: competencia en torno a oportunidades consideradas valiosas y deseables dentro de un orden de valores bastante unívoco, que por uno u otro motivo permanecen inalcanzables y a las cuales los individuos que las alcanzan asocian recompensas de la más diversa índole: un sentimiento de autosatisfacción y realización, posesiones y poder, aprecio y placer, o combinaciones de todo ello21

Como vimos, en términos generales, en Colombia la probabilidad para una persona de acceder a la industria y en ella a una empresa grande, mediante un contrato a término indefinido, es muy baja. La aspiración expresada por muchos trabajadores es llegar a una «buena empresa». Sin embargo, lo que se define como una buena empresa, es relativo. La mayoría de los trabajadores entrevistados coincide en la percepción de que la situación está muy difícil y que preferirían permanecer en la empresa en la cual se encuentran, debido a la incertidumbre frente a la posibilidad de encontrar un trabajo igual o mejor al que tienen. Quienes carecen de calificación, y entre ellos las mujeres que trabajan en empresas pequeñas en condiciones precarias en las que apenas reciben el salario mínimo y tienen contratos a diez meses, consideran que si salieran de estas empresas, a lo sumo podrían conseguir trabajos en condiciones similares a las que tienen. En la empresa en que se encontraban, muchas valoraban el pago regular del salario y el que se les tratara de una manera ‘decente’ y ‘amable’, lo que no siempre ocurría22. La relación entre aspiraciones y oportunidades puede observarse igualmente a partir del hecho de que el 75% de los obreros encuestados aspiraba a abandonar su condición de trabajadores en la industria en el futuro, e independizarse, para montar un pequeño taller, manejar un taxi o una tienda. Las razones que aducían para ello, era su deseo de salir de la rutina, descansar del sometimiento a la disciplina industrial y tener algo propio. Un 60% no quisiera que sus hijos tengan que realizar su mismo trabajo, sino que sean ‘doctores’. De esta manera los trabajadores transfieren a sus hijos su aspiración de movilidad social, especialmente a través de la realización de estudios profesionales. Este deseo se vincula al hecho y la perspectiva de que el estudio constituye un requisito para acceder a mejores puestos de trabajo. En la estructura ocupacional de las empresas existe una barrera entre los puestos para trabajadores y los puestos para empleados. Para acceder a estos últimos en la mayoría de los casos es necesario tener un título profesional. 21. N. Elias, Ibíd. p. 168. 22. Entrevista en Carretes y Herrajes, 1989.

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Sin embargo, las dificultades económicas y las pocas oportunidades en el mercado laboral, hacen que no se sepa qué tan realistas serán estas aspiraciones. Por ello, muchos trabajadores a pesar de sus aspiraciones en relación a que sus hijos sean profesionales, buscan ‘heredar’ los puestos de trabajo a un hijo en las empresas grandes o tratan de que un hijo pueda entrar a capacitarse en una carrera técnica en el Sena, patrocinados por las empresas. Tal como lo plantea Elias, las discordancias entre las aspiraciones y las oportunidades, no solo debilitan el sentimiento de afirmación del yo sino constituyen una fuente de tensiones sociales. De la mayor o menor correspondencia entre las aspiraciones individuales, la orientación social de los anhelos individuales y las posibilidades de satisfacer esos anhelos que ofrece la sociedad, depende la posibilidad de convivencia pacífica. Una convivencia pacífica de seres humanos en un grupo social solo es posible si las necesidades y objetivos individuales nacidos de esa convivencia social pueden hallar un alto grado de satisfacción y cumplimiento en esta y solo cabe que exista un alto grado de consecución de objetivos individuales cuando la estructura social dividida funcionalmente que los mismos individuos constituyen y mantienen mediante sus propias acciones está estructurada de manera que no conduzca una y otra vez a conflictos destructores de esencia y sentido entre las agrupaciones particulares y los individuos 23.

Las divergencias entre las aspiraciones de los obreros industriales y sus probabilidades efectivas constituyen otro elemento del carácter limitado de individualización, además de que sería, de acuerdo con indicaciones de Elias, un factor adicional de violencia en la sociedad colombiana.

4. El proceso de individualización como proceso de civilización Los hombres primitivos conseguían por sí mismos todo lo que necesitaban para sobrevivir. Y es posible que todavía no fuera muy grande su capacidad para intercalar entre los estímulos instintivos espontáneos y la acción motora funciones de dirección que frenaran, postergaran y desviaran esa acción; su capacidad para anteponer con éxito actos de pensamiento a los arrebatos intensos y espontáneos que les instaban a actuar [...] la capacidad de reprimir impulsos inmediatos, no era síntoma de un mayor desarrollo biológico, sino del desarrollo social y psíquico de la misma especie biológica24. 23. N. Elias, Ibíd., p. 172. 24. N. Elias, lbíd., p. 158.

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ANITA WEISS Cada vez se fue haciendo más necesaria la coordinación de las funciones y actividades de unos y otros. También esto empujó a la organización de las relaciones humanas hacia una agrupación en comunidades más grandes, más centralizadas y diferenciadas funcionalmente, hacia una mayor represión de los impulsos inmediatos de cada individuo... Poco a poco fue haciéndose más intensa y evidente la participación del autocontrol en la coordinación de uno mismo con otras personas y sus actividades25.

Algunos indicios nos permiten ver como en el caso de las relaciones de los trabajadores con sus superiores, no siempre existe la confianza plena en que la conducta de los primeros responda a regulaciones exteriores y un autocontrol, que excluya acciones de violencia. En las ladrilleras, en las que predominaban relaciones, directas, personalizadas entre los jefes, y los trabajadores subcontratados para la realización de una serie de labores, se planteaba una relación tradicional que no dependía de la aplicación u obediencia a normas legales, sino de relaciones personalizadas. La arbitrariedad en el trato, por parte de algunos contratistas, tenía como contrapartida una reacción violenta por parte de los trabajadores afectados. Un jefe afirmaba al respecto: «Es necesario cuidarse, para evitar conflictos que puedan trascender el ámbito laboral y pasar a las vías de hecho en la esfera personal»26. Otro indicio de la incertidumbre acerca de la reacción de trabajadores afectados por los despidos a trabajadores vinculados con contrato a término fijo, se presentaba en la empresa Interautos. «Solo la víspera o el mismo día le avisaban a uno si sigue o no. No lo hacen antes, por el temor a que las personas cuando presienten o saben que van a salir puedan vengarse o hacer daños»27. Los anteriores datos, aunque fragmentarios, indican cómo la recurrencia a la violencia, como reacción ya sea ante recriminaciones o arbitrariedades de los jefes o por no renovación de contratos, no se descarta en el medio industrial. En términos de Elias esto indica un nivel bajo de represión de los instintos, que sería concomitante a las limitaciones al proceso de ‘civilización’ que acompaña un proceso de individualización también limitado.

25. N. Elias, Ibíd., p. 161. 26. Anita Weiss, La empresa colombiana: entre la tecnocracia y la participación, Bogotá, Departamento de Sociología UN, 1994, p.92 27. Interautos, Entrevista a trabajador temporal, 1995.

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5. Algunos testimonios acerca de la concepción de los trabajadores sobre su situación y sus probabilidades Un trabajador temporal de la empresa Interautos se refería en los siguientes términos a su situación: Cuando uno es temporal trata de dar el máximo para demostrar al jefe que uno quiere el puesto. Uno se rebusca extras para aumentar el promedio del sueldo y trata de tener un excelente comportamiento. Hay un sentido de aprovechar, porque uno no sabe hasta cuando llega el momento en que «hasta ahí llegó» el trabajo. Por eso hay que aprovechar el cuarto de hora. Cada vez que se acerca la fecha de vencimiento del contrato, es una tensión para uno. Uno trabaja contra reloj, es muy tensionante. Uno siempre aspira a que le den otro contrato... Por fuera en la calle la situación está muy complicada. No justifica que uno pelee. Uno es resignado. Trabaja para no caerse. Cualquier caída... lo cortan. Uno tiene que ver con su situación, cada uno la resuelve individualmente y no se siente con fuerzas de protestar o pelear. Uno no puede pedir más, si trabaja tiene su contrato»28.

Otro trabajador entrevistado afirma: Uno tiene que luchar por lo de uno, cada uno piensa «sálvese quien pueda». Los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres. Solo los más grandes, el grupo Ardila Lule y Santo Domingo pueden generar trabajo... No hay un líder que arrastre masas, Si lo hay... lo matan. Cada cual lucha por la supervivencia de cada cual»29.

El sentido de las expresiones «sálvese quien pueda» , «aprovechar el cuarto de hora», cada uno tiene que defenderse individualmente… apuntan hacia una situación y un sentimiento de indefensión antes que a un sentimiento de afirmación individual en función de las oportunidades y posibilidad de selección, entendida como una mayor libertad ante varias alternativas, que brinda una sociedad altamente diferenciada. Podemos concluir entonces, que probablemente el proceso de individualización de los obreros industriales en Colombia, no implicaría, como lo señala Elias para los países industrializados, una mayor libertad, con base en el acceso de los trabajadores a los monopolios de los grupos dominantes30. 28. Interautos, entrevista a trabajador temporal, 1995 (énfasis agregado). 29. Interautos, entrevista a trabajador antiguo, 1995 (énfasis agregado). 30. N. Elias, Ibíd. pp. 142 y ss

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La expresión de los trabajadores acerca de que cada cual tiene que resolver su situación individualmente, pueden entenderse dentro del sentimiento de impotencia, de indefensión y de dificultad ya sea para recurrir a instancias de lucha tipo colectivo, como los sindicatos, o por la inexistencia de instituciones estatales que garanticen un nivel mínimo de bienestar a todos los ciudadanos. Estos testimonios y esta problemática nos acercarían quizás más a lo que Castel31 ha llamado la «individualización negativa», diferente a la ‘individualización positiva» en la que los individuos se afirman y fortalecen como consecuencia de su situación como individuos y ciudadanos en una sociedad Estatal desarrollada.

Síntesis y conclusiones Varios de los indicios que hemos aportado en este ensayo, tenderían a reforzar la hipótesis acerca de un débil proceso de individualización y de civilización de los obreros industriales colombianos. En primer lugar, podemos ver cómo para los trabajadores industriales encuestados, la familia juega un papel muy importante como unidad de supervivencia. Esto, de acuerdo con las indicaciones de Elias, incide en las formas de convivencia, en las identidades, comportamientos y estructura de la personalidad de las personas. El Estado no constituye la principal unidad de supervivencia para los obreros industriales. Por el contrario, si tenemos en cuenta los datos sobre los diferentes momentos de sus trayectorias laborales, vemos que son las relaciones familiares y personales, los principales mecanismos a los que recurren los trabajadores para conseguir información sobre empleos, oportunidades de vinculación a empresas, oportunidades de estudio en instituciones como el Sena. Las familias constituyen unidades de apoyo económico asociadas a los bajos ingresos y, especialmente, en periodos de desempleo y ante la adversidad. La recurrencia a las relaciones familiares y de amistad es un factor importante en la forma de convivencia entre los trabajadores industriales colombianos y el principal mecanismo de defensa, especialmente para quienes subsisten en condiciones precarias. 31. Robert Castel, La metamorfosis de la cuestión social, Buenos Aires, Paidós, 1997.

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Elias coincide con Hegel en la acepción de que la debilidad del Estado implica la debilidad de los individuos32. Tanto los elementos correspondientes a situaciones concretas de los obreros debidas a características de la sociedad colombiana, así como el sentido de sus testimonios subjetivos, permiten ilustrar esta situación de debilidad. En últimas esta forma parte de las características de su proceso de individualización y del proceso de civilización, frente al cual no solo los datos aportados, sino la situación de violencia que vive el país, y que afectan también y de manera especial a los trabajadores industriales, constituyen factores que hablarían por sí solos de las limitaciones en el proceso de individualización. Los datos anteriores también nos permiten ver cómo en Colombia para muchos trabajadores industriales sus ocupaciones constituyen ante todo un mecanismo para la supervivencia. Las oportunidades para educarse y las aspiraciones de poder hacer una carrera universitaria, son trasferidas a los hijos, ante la práctica imposibilidad para un trabajador, de pasar mediante un proceso de movilidad social de la situación de trabajadores a la de empleados. La posibilidad para un trabajador de llegar a un cargo como empleado en las empresas grandes tiende a ser cada vez más limitada y para acceder a esos puestos se exigen en forma creciente, estudios universitarios. Podemos concluir entonces, que al parecer el proceso de individualización de los obreros industriales en Colombia, no implica, como lo señala Elias para los países industrializados, una mayor libertad, con base en el acceso de los trabajadores a los monopolios de los grupos dominantes, o una individualización entendida como proceso de civilización, sino que en este proceso se ponen de manifiesto las limitaciones del proceso de formación del Estado, el escaso poder económico y político de los grupos dominados y las distancias crecientes frente a los grupos dominantes. Las manifestaciones subjetivas –aunque fragmentarias– son concordantes con estas limitaciones y con las escasas oportunidades de los sectores de bajos recursos económicos. La precariedad de su situación como ciudadanos, se expresa en el hecho de que se sienten «dejados a su propia suerte», sin protección estatal efectiva. En un país que cuenta además con uno de los niveles de violencia más altos del mundo, el proceso de individualización se expresa como indefensión más que como afirmación del yo frente al nosotros.

32. Sobre la relación entre la libertad del individuo y la fortaleza del Estado, véase G.W.F. Hegel, Principios de la Filosofía del Derecho, Buenos Aires, Ed. Suramericana, cap. III.

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El control de la violencia a través del deporte: el caso del Valle del Cauca

Alberto Mayor Mora*

El tema El Valle del Cauca y, en particular, su capital, Cali, fueron consideradas (y quizá aún lo sean) como una región «modelo» en la práctica de los deportes. Que ello haya sido resultado de un proceso espontaneo o de un desarrollo planificado, de una parte, y que hubiese tenido alguna relación con su desarrollo económico y urbano, de otra, es algo que debe ser investigado como temas colaterales de un problema más amplio, a saber, si la «magnificación» de Cali como la «capital deportiva» de Colombia e incluso, mas exageradamente, como la «capital deportiva de América», fue fruto de un intento serio de pacificación, por parte de las clases altas de la región, de unas relaciones sociales caracterizadas por ciclos recurrentes de violencia o si fue el resultado de una inofensiva leyenda ideológica, en términos de Elias. Cali está lejos de ser históricamente la cuna del deporte en Colombia. Otras ciudades como Bogotá o Barranquilla se lo disputan, con suficientes pruebas. Así, mientras en Bogotá miembros de la alta sociedad introdujeron deportes como el polo, el tenis y el fútbol, desde la década de 1880, creando incluso el primer club deportivo, el Polo Club, en 18971, Barranquilla es estimada usualmente como la cuna del fútbol colombiano introducido al país por los marinos, ingenieros y mecánicos extranjeros, sobre todo ingleses, que llegaron a sus astilleros a finales de la centuria pasada2. * Profesor Titular, Universidad Nacional de Colombia. 1. «Cien años del Polo», El Tiempo, Bogotá, junio 20 de 1997. Al parecer, el primer almacén de artículos deportivos del país fue el de Rodríguez y Pombo, en Bogotá, donde se ofrecían mesas de tresillo, juegos de ajedrez, damas, salón y de croquet. Cupertino Salgado, Directorio General de Bogotá, año IV, 1893, p. 63. 2. La descripción ingenua del primer partido de fútbol en Colombia en 1904 recuerda los niveles de emoción y violencia señalados por Elias: «Ayer vimos a un grupo de jóvenes de

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En Cali los primeros equipos y partidos de fútbol, organizados hacia 1903 por jóvenes de las familias de clase alta, coincidieron con la fundación de «clubes» deportivos como el «Club Campestre», dedicado a la práctica de los deportes como la hípica o el polo por parte de la elite económica regional3. Fue una constante, entonces, que la llegada al país de deportes como el fútbol, el polo, el tenis y otros procediera por iniciativa de la élite y no del pueblo, a diferencia del «desarrollo» a largo plazo acaecido en Inglaterra donde, según Elias, varios pasatiempos elitistas se volvieron populares y algunas actividades recreativas populares fueron aceptadas por la élite merced al establecimiento de un conjunto de normas. Que en Colombia se careciera, en principio, del proceso civilizador «a largo plazo» en el que un pasatiempo se convierte en deporte, ya que aquí los deportes llegaron desde Inglaterra con sus «normas» ya definidas, o si estas sufrieron algún proceso mínimo de «adaptación» o reacomodamiento, serían aspectos a aclarar a lo largo la investigación. No obstante, en el desarrollo social de una ciudad como Cali y de una región como el Valle del Cauca es posible encontrar una serie de indicios y pruebas históricas que demostrarían una tendencia pionera a «adaptar» y popularizar los deportes extranjeros, organizándolos en grande escala. Así, las primeras «Olimpiadas» modernas en Colombia fueron justamente realizadas en Cali, entre diciembre de 1928 y enero de 19294 por iniciativa de una Junta de Deportes en la que figuraban varios de aquellos mismos jóvenes que crearon los primeros equipos deportivos. Estos primeros Juegos Olímpicos Nacionales, en los que los departamentos colombianos «rivalizaron» por primera vez en deportes como el fútbol, atletismo, boxeo, tiro, tenis, básquetbol y otros, manifestaron tal sentido de organización por parte de los dirigentes de la región y alcanzaron tan inesperado éxito deportivo que motivaron a otras ciudades seguir el ejemplo y organizar, cada cuatro años en promedio, Juegos Atléticos Nacionales5. nuestra alta sociedad que impulsando una bola de cuero redonda inflada, en un ir y venir hacia donde había dos palos que ellos mismos denominaban goal, y un número desigual en forma de contendores buscaban la manera de cómo llevar la pelota a ese sitio y otros a defenderse. Emocionante nos pareció todo ello. Nos dijeron que era un deporte para ‘machos’ llamado football. Vimos a muchos revolcarse en la arena y a todos correr hacia el mismo lado. De pronto la bola traspasó los palos de goal y todos gritaron dando saltos y alzando los brazos». Tomado de El Día de Barranquilla en Despertar Vallecaucano, No. 69, julio de 1983, p. 16. 3. éase el artículo «Como nació el fútbol colombiano», en Revista Despertar Vallecaucano, numero citado. 4. «Las Olimpiadas de 1928 a 1929», Despertar Vallecaucano, No.76, Cali, noviembre de 1984. 5. Los segundos en Medellín, en 1932; los terceros en Barranquilla, en 1936; los cuartos en Manizales; los quintos en Bucaramanga, en 1943 y los sextos en Santa Marta, en 1948. Un tema colateral sería preguntarse si existe alguna correlación o, en términos de Elias, alguna «afinidad» entre el final del ciclo violento de las guerras civiles del siglo XIX y la iniciación del «ciclo» del deporte en Colombia a fines de dicho siglo.

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Cali volvió a organizar, en 1954, los VII Juegos Atléticos Nacionales pero ya en un contexto económico y político totalmente distinto. De una parte, la capital del Valle del Cauca ya no era un villorrio de 60.000 personas sino que contaba para aquella fecha con cerca de 300.000 habitantes, la mayor parte atraídos por las oportunidades de empleo que ofrecía la llegada a la ciudad durante los años de la guerra y de la postguerra de cerca de 25 empresas multinacionales6. Pero, simultáneamente, gran parte de esos migrantes eran desplazados de la violencia, en tanto que en la misma ciudad se presentaba la lucha por los ejidos. En este sentido, existen indicios indirectos que la organización de los VII Juegos tuvo una intencionalidad «pacificadora» si hay que darle credibilidad al biógrafo del empresario Manuel Carvajal Sinisterra, quien dice que este apoyo, desde el Ministerio de Minas y Petróleos, a quienes solicitaron la sede para Cali: Cali se hallaba por entonces gravemente perturbada por una inmigración masiva de campesinos que se estaban hacinando en las zonas marginadas y por gravísimos problemas de violencia política, por lo cual los dirigentes regionales pensaban que la motivación deportiva, a lo que eran tan adictos los vallecaucanos, podría polarizar el interés de la juventud, rescatarla de la subversión y, con las obras que se hicieren, darles trabajo a los desocupados y mejorar la estructura urbana. El Ministro Carvajal Sinisterra, quien comprendía la idiosincrasia de sus paisanos, capto de inmediato el acierto de la iniciativa y asumió con entusiasmo desde el primer momento la dirección del asunto7.

Es claro, entonces, que la «pacificación», es decir, en términos de Elias, la creación de una sensibilidad respecto a la violencia, no se esperaba alcanzarla solo mediante la interiorización de los valores deportivos sino también mediante la realización (¿keynesiana?) de obras de infraestructura que generaran empleo. El biógrafo del más importante dirigente deportivo del Valle de Cauca, Alberto Galindo Herrera, hijo de empresarios y deportista él mismo, sostiene, por el contrario, que Galindo procuró la realización de dichos Juegos por metas puramente deportivas8. Sea lo que fuere, los VII Juegos fueron

6. Al respecto, pueden consultarse trabajos como el de Luis Aurelio Ordóñez, Industrias y empresarios pioneros, Cali 1910-1945, Facultad de Ciencias de la Administración, Universidad del Valle, 1995 (originalmente tesis de Maestría en Historia de la Universidad Nacional de Colombia) y de Oscar Gerardo Ramos, Historia de la cultura empresarial en el Valle del Cauca, Corporación Financiera del Valle S.A., 1996. 7. Diego Castrillo Becerra, Manuel Carvajal Sinisterra y el desarrollo, Banco del Estado, Canal Ramírez, Bogotá, 1981, pp. 129-130. Subrayado por el autor de esta propuesta. Habría que preguntarse de donde surgió esta motivación «preindustrial», es decir, previa a la llegada de la «gran industria» a la región. 8. Álvaro Calero Tejada, «Alberto Galindo Herrera, autor intelectual de los Juegos Panamericanos», Despertar Vallecaucano, No. 70, 1983, Cali, p. 25.

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presididos por un Comité Deportivo en que figuraron empresarios como Carvajal Sinisterra y Galindo Herrera y obtuvieron un resonante éxito al lograr, entre otras cosas, la participación de «todos» los departamentos del país así como de tres territorios nacionales9. A partir de entonces fue clara la «rivalidad» deportiva en búsqueda de la hegemonía entre el Valle del Cauca y Antioquia en deportes como el fútbol y el atletismo, que marcaría todos los Juegos Nacionales hasta hoy10. Las tendencias marcadamente más deportivas en Galindo Herrera lo llevaron a seguir «pensando en grande» de tal modo que organizó para Cali juegos que ninguna otra ciudad colombiana había intentado hasta entonces: el Campeonato Suramericano de Atletismo, en 1966, el Campeonato Centroamericano de Natación, en 1968, y finalmente los VI Juegos Panamericanos, en 1971, en los últimos de los cuales tuvieron también participación decisiva los empresarios Carvajal y otros. Las obras de infraestructura adelantadas con motivo de estos distintos eventos corrieron paralelas con el dramático salto demográfico de la ciudad (241.000 habitantes en 1951; 450.000 en 1960 y cerca de un millón en 1971), con toda la secuela de problemas sociales: alto índice de desempleo, emergencia de barrios marginales, analfabetismo, delincuencia, terrorismo e inquietud social expresada en grandes huelgas obreras.

El problema: de lo no planificado a lo planificado Ahora bien, los grandes acontecimientos deportivos nacionales e internacionales llevados a cabo en Cali, entre 1954 y 1971 y aun después, tienden a opacar y restarle importancia a otros juegos a escala regional cuya influencia sobre la pacificación interna quizá haya sido mayor. Se trata de los Juegos Industriales Departamentales, cuya organización a partir de 1966 coincide con uno de los ciclos de violencia política y agitación sindical más graves en el Valle del Cauca, paralelismo que hasta ahora no ha llamado la atención de ningún investigador. Efectivamente, entre 1958 y 1961 se adelantó en Cali y en el Valle de Cauca una sucesión inusitada de huelgas y paros prolongados y radicales, que llevaron a que la región se convirtiera en el centro de la agitación sindical 9. Entre sus recuerdos de infancia de estos Juegos, el autor de esta propuesta rememora que lo importante no era que el Valle le ganase a Antioquia en el puntaje total de los juegos sino, principal y exclusivamente, en fútbol. 10. Ibíd

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nacional. Así, en 1958 se realizó un largo paro en Croydon contra los sistemas tayloristas, que duró casi cuatro meses y en donde se empleó la huelga de hambre como método de lucha conduciendo a la paralización total de Cali durante un día11. Posteriormente, en 1959, se presentaron pliegos de peticiones en los ingenios Central Castilla y Riopaila, mientras que estallaron huelgas simultaneas en el ingenio La Manuelita y Textiles la Garantía. El sindicato de Riopaila declaró un paro intempestivo que convocó la solidaridad de los trabajadores de otros ingenios como Mayagüez, La Quinta, Tumaco, Papayal, Providencia, Oriente, Pichichí, Central Castilla, Manuelita, Bengala y la Cabaña, es decir, casi la totalidad de los centrales azucareros. El paro simultáneo terminó con una marcha sindical hacia Cali en la que hubo heridos y muertos, y finalmente un acuerdo en el que intervino el gobierno central12. Paralelamente, la lucha por los ejidos en Cali lanzó a primer plano a líderes populares como José Antonio Barberena. Los empresarios del Valle del Cauca parecen haber recurrido a varias iniciativas para enfrentar una agitación sindical de grandes proporciones. En primer lugar, mediante la violencia y la represión directa13. En segundo lugar, mediante estrategias indirectas como la educación de sus cuadros directivos en el área de la administración de recursos humanos para lo cual no solo se trajeron profesores extranjeros a la Universidad del Valle, como el famoso Peter Drucker, sino que crearon la Facultad de Administración de Empresas14. Otra estrategia indirecta fue la inversión social de los dividendos de las empresas, en lo cual la empresa Carvajal fue pionera con la creación de la «Fundación Carvajal» para el desarrollo social y económico de los barrios populares y de invasión. Esta estrategia, en la cual participaron también los ingenios, es posible examinarla un poco más de cerca merced a información primaria suministrada por una de las personas que intervino en dicho proceso, el técnico textil de Coltejer, señor Hugo Restrepo, quien de paso muestra los contrastes entre la manera de «manejar» al obrero antioqueno y al valluno en la década de 1950: 11. Alba Luz Giraldo, «La huelga de Croydon de 1958», Tesis de grado en Sociología, Universidad del Valle, 1995. Recuérdese que Croydon, fabricante de calzado industrial y deportivo, fue empresa pionera en el apoyo al deporte. 12. Ramos, op.cit., pp.271-273. Véase también de Daniel Pécaut, Política y sindicalismo en Colombia, La Carreta, Bogotá, 1973, p. 263. 13. Los empresarios, especialmente los azucareros, tenían una organización llamada «La Mano Negra» que perseguía a los líderes sindicales. Al autor de esta propuesta le consta, como miembro que fue de la Juventud Obrera Católica, que los curas españoles que vinieron a Cali a comienzos de la década de 1960, especialmente los «curas obreros», fueron sometidos a persecución e incluso a expulsión del país por influjo de aquella organización. Incluso García Herreros, que inició su «Minuto de Dios» como programa radial en Cali, fue expulsado de la ciudad. 14. Castrillón, op.cit., pp. 168-169

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ALBERTO MAYOR MORA A mí me toco intervenir en un programa muy grande en el Valle. El Valle fue uno de los problemas sociales más grandes que tuvo el país hasta 1960 [...]. En el Valle llegó hasta tal punto que nadie quería montar una industria más en Cali, y en ninguna de las ciudades florecientes del Valle como Palmira. Los trabajadores prácticamente odiaban la compañía, querían su destrucción. Nosotros hicimos un estudio bastante profundo en el Valle, y vimos que los sistemas de administración de los trabajadores en el Valle obedecían única y exclusivamente a pagar altos salarios. Entonces la población valluna era una población migratoria en función de las cosechas y de los salarios. Emigraban de norte a sur y de sur a norte, cuando venía la cosecha del café por los lados de Sevilla y Caicedonia se pagaban salarios altísimos y entonces el tipo dejaba Providencia, y se iba para allá. A él lo que le interesaba era ganar plata. La educación de su familia era pésima porque era prácticamente un nómada o un emigrante. Llegaba y se acababa la cosecha del café y empezaba la cosecha del arroz en Palmira y la cosecha del algodón en Buga; entonces se venían y se mantenían en ese vaivén15.

El grupo de administradores y técnicos antioquenos, entre los cuales se encontraba Hugo Restrepo, fue contratado entonces por los empresarios del Valle para estudiar este problema: En una reunión que tuvimos nosotros con los industriales del Valle, les dijimos que aquí [en Antioquia] nosotros teníamos otras cosas más afectivas que el salario. Que nosotros inclusive pagábamos menos salario que ellos. Eso fue en 1960. Nosotros hicimos un estudio muy profundo sobre eso. Y entonces la primera que nos marchó fue Providencia, que empezó a hacer una serie de programas para los trabajadores como crear colegios, crear escuelas, hacerles casas a los trabajadores. Entonces ellos fueron cogiendo otra serie de raíces. Llámese esto como se quiera. Pero el hecho concluyente es que muchas veces uno no está en Coltejer por lo que se gane, porque a mí me han hecho ofrecimientos muy grandes para que me vaya de aquí. Hay otras cosas más que el salario que me ligaban a Coltejer. Y eso era lo que no existía en el Valle. Ninguna empresa tenía nada de eso, pero en absoluto. Yo me acuerdo primero que arrancaron con un cura español que es un técnico que tiene Providencia con programas en grande. Han hecho una universidad industrial la cosa más hermosa allí en Guachene; tienen kínderes para niños, les hicieron barrios a los trabajadores. Han creado una serie de cosas. Y si usted coge a Cartón de Colombia en Cali, tiene lo mismo, y otras empresas. Se vio que la cosa no era pagar altos salarios. Y la situación social a partir de 1965 a esta época en el Valle cambio fundamentalmente. Y yo creo que el Valle es modelo de agitación social, pues, en el mejoramiento social de los trabajadores. En el Valle eran 20 huelgas mensuales que se declaraban, 15. Entrevista el señor Hugo Restrepo, Centro de Capacitación de Coltejer, Itagüí, noviembre de 1978. Habría que examinar en detalle la distinta composición del obrerismo en Antioquia, principalmente femenino, y el del Valle, marcadamente masculino, al menos en las primeras fases de la industrialización.

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NORBERT ELIAS. UN SOCIÓLOGO CONTEMPORÁNEO y yo me acuerdo, por ejemplo, que allá fuimos a Ultratex y resulta una pelotera en la puerta y ¿a qué se debía? A que los trabajadores de Ultratex no quisieron respaldar a los de la fábrica de Cartón, a veinte que entraron en huelga. Esa era la descomposición más grande que Ud. se imagine16.

Lo único que quizá no advirtió este asesor antioqueño fue que tanto en los ingenios azucareros como en empresas como Carvajal y Cartón de Colombia hubo, paralelamente, una política de estímulo al deporte cuyos nexos con la disminución de la agitación social y de la violencia no eran tan evidentes. Esta fue, en efecto, la última estrategia de los empresarios del Valle del Cauca: crear unos juegos interempresas, denominados Juegos Deportivos Industriales, inaugurados en 196617. En Cali existieron antecedentes de juegos deportivos entre los colegios de las clases altas, en la década de 1940, y entre los barrios de la ciudad, a comienzos de 1960, que terminaban usualmente en verdaderas «batallas campales»18. Los Juegos Industriales parecen haberse ideado como estrategia para «popularizar», es decir, en estricto sentido, llevar al pueblo deportes que antes eran privilegio de las clases altas de la región y que se practicaban en sus clubes exclusivos: fútbol, natación, atletismo, esgrima, entre otros. Sería empíricamente demostrable que algunos de los campeones en los Juegos Atléticos Nacionales de 1954, en el Campeonato Suramericano de Atletismo de 1962 o en los de natación, que participaron por el Valle del Cauca provenían de las clases altas de Cali, como el atleta Jaime Aparicio, arquitecto de profesión19, o el lanzador de martillo Jorge Herrera Barona o la nadadora Olga Lucía de Angulo. A partir de entonces deportes como el fútbol tendieron a popularizarse. En segundo lugar, se estimuló el mito inofensivo de la rivalidad deportiva con Antioquia, enemigo imaginario que facilitaba que la tensión interna dentro de las empresas se disipara en otra dirección, ya que entre otras cosas la mayor aspiración de los mejores deportistas (en una época en que no existía

16. Ibíd. Incidentalmente, el señor Restrepo anota que empresas como el ingenio Riopaila y otras de propiedad de la familia Caicedo eran verdaderos fortines políticos antes que baluartes industriales, y que la dirección administrativa de tales empresas era grandemente afectada por el elemento partidista. 17. Adivalle, Asociación Deportiva Industrial del Valle del Cauca, 30 años, 1966-1996. XXX Juegos Industriales, 1966, Cali, 1997, publicación mimeografiada. 18. Lo primero lo registran publicaciones como el Anuario 1945-1946, Colegio de San Luis Gonzaga, Cali. 19. Quizá esta rivalidad tenga su origen en las batallas –esas sí reales– entre antioqueños y caucanos durante las guerras civiles del siglo XIX que condujeron a invasiones mutuas y a que caucanos como los generales Rengifo y Trujillo o el poeta Jorge Isaacs llegasen a ser gobernadores «de facto» de Antioquia. Incidentalmente, hoy el Valle del Cauca puede darse el lujo de tener por medios «pacíficos» gobernantes antioqueños, como el actual gobernador Villegas.

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la profesionalización de los deportes) era ser seleccionados por el Valle para competir con Antioquia en los Juegos Nacionales20. De otra parte, la clara orientación moderna de crear unos juegos para que los trabajadores tuviesen posibilidad de un empleo más sano del «tiempo libre», aparte del manejo de las tensiones, fue desde el comienzo una de las metas de la organización de los Juegos Industriales. Al inicio hubo algún tipo de deformación ya que en el afán competitivo las empresas «contrataron» deportistas de alto rendimiento, pero después se reglamentaron para garantizar la participación masiva de los trabajadores y relegar a segundo plano la «alta competencia»21. Por último, la competición regional entre las empresas bajó considerablemente, sin duda, los niveles de tensión interna ya que los rivales a enfrentar no eran ya los supervisores o administradores de fábrica, sino los trabajadores de otras empresas a quienes había que «vencer» en el campo deportivo. Los Juegos Industriales del Valle del Cauca, entre otras, los primeros en Colombia con una orientación hacia el control planificado del «tiempo libre»22, movilizaban, así, a los trabajadores de todas las empresas concentrando sus energías y emociones, tanto de las de los deportistas como las de los espectadores, y desviándolas del terreno sindical. Los empresarios, por su parte, estimulaban estas rivalidades ficticias y premiaban a los mejores «representantes» deportivos de sus empresas. Parece claro, entonces, que en la idiosincrasia regional laboral «los héroes del deporte» empezaron a tener una imagen tan positiva como la de los «héroes del trabajo», por ejemplo, la de los corteros de caña. En el interior mismo de las empresas se dieron fenómenos colaterales de «educación» de los ejecutivos de clase media mediante el deporte: en el tenis, por ejemplo, estos ejecutivos tenían (y tienen) como «modelo» a sus jefes, es decir, a los propietarios de las empresas, a quienes imitaban en el uso de prendas 20. El Valle logró tener en la década de 1950 una selección amateur de fútbol tan sobresaliente que no solo ganó todos los campeonatos nacionales, empató con equipos argentinos como el River Plate y constituyó la base de la Selección Colombia, sino que incluso fue el soporte para que el club profesional Millonarios lograse establecer una hegemonía abrumadora durante los años cincuenta y sesenta. 21. Entrevista a Alberto Serna Villada, Director Ejecutivo de Adivalle, Cali, julio 22 de 1997. 22. En Bogotá existieron a fines de los años cuarenta y comienzos de los cincuenta unos juegos industriales dirigidos por FEINCO o Federación Industrial y Comercial que buscó, entre otras, popularizar el tenis, estimular el ciclismo femenino, incentivar el deporte infantil e incorporar a «rodillones» a la práctica deportiva. Véase, al respecto, la revista Deportes, Nos. 1 a 7, 1949-1950, Bogotá. El nexo con el «control del tiempo libre» y con la «pacificación» no es tan claro, así como tampoco con la movilización masiva de la población, eventos deportivos internacionales y fenómenos de movilidad social que acontecieron en el Valle. De todas maneras, queda abierta una indagación sobre el deporte masivo en Bogotá.

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deportivas «de marca», raquetas, bolas, etc., y a quienes incluso querían «superar» no propiamente en «marcas» deportivas sino en marcas de ropa deportiva23. Cuánto contribuyeron los juegos industriales a bajar el umbral de violencia en las relaciones industriales de la región y en qué medida esto fue interiorizado a nivel individual, es algo que deberá ser investigado más detalladamente. Ahora bien, la información disponible parece sugerir que habría que ir un poco más allá de la propuesta teórica y metodológica elisiana, pues el deporte regional en el Valle no solo parece haber sido manejado con un claro sentido (europeo) pacificatorio sino también con un evidente sentido (americanista) de los negocios. En efecto, el arraigo masivo del deporte en el Valle de Cauca parece también estar asociado, sobre todo después de los Juegos Panamericanos de 1971, con la entrada de las marcas multinacionales, pues individuos como Jorge Herrera Barona (que usufructuó la franquicia de «Arena») o Harold Zangen (que usufructuó la de Canada Dry) fueron organizadores con un claro sentido de los negocios deportivos. El último de los empresarios mencionados creó y estimuló clubes de tenis de grandes dimensiones para clases medias que después vendió al Estado o a entidades semiestatales (Cajas de Compensación) que lo popularizaron considerablemente. De pasada, hay que advertir que Cali tiene más canchas de tenis de campo que todas las de Colombia y que el propio Zanhen es el vicepresidente mundial (y presidente nacional) de la «Corporación para la Recreación Popular»24. La burguesía industrial y comercial de la región manejó, pues, el deporte como manejó sus negocios, es decir, con un claro sentido empresarial incluso para otros eventos mayores como el Mundial de Básquetbol de Cali en 1985. No obstante, después de 1971 a la par que delegó sus negocios principales en jóvenes ejecutivos de clase media también delegó la organización del deporte en individuos de clase media, en lo cual parece haberse equivocado porque entraron en escena ambiciones de gente impreparada o al menos permeable a toda suerte de influencias, por ejemplo, por parte de los sectores de la droga25.

23. Entrevista al economista Jesús Contreras, asesor del Sena, Cali, julio 9 de 1997. Incidentalmente, estos fenómenos estarían vinculados a crisis familiares (como la alta tasa de divorcios entre ejecutivos de clase media) ya que estos querían aparentar un nivel de vida que económicamente estaban lejos de poder sostener. De otra parte, entre ejecutivos de clase media que lograron crear empresas por su cuenta es notorio constatar la tendencia a «imitar» los hábitos deportivos de la elite regional: por ejemplo, construcción de vivienda en la que la cancha de tenis, el billar, etc. tuviesen un sitio destacado. 24. Entrevista a Alberto Serna, loc.cit. 25. Entrevista a Jesús Contreras, loc. cit. El «ascenso» social de la mafia del Valle está asociado al deporte claramente por su mecenazgo, no exento de desinterés pues el deporte le permitió al mismo tiempo no solo «lavar dólares» sino también crear un sistema clandestino de

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El deporte en el Valle del Cauca fue, ciertamente, un vehículo de movilidad social para sectores marginales, tanto urbanos como rurales pues, entre otras cosas, también han existido y existen los Juegos Azucareros, cada dos años, en los ingenios, de donde han salido figuras como Zape o Faustino Asprilla. Pero el deporte parece haber servido también para la búsqueda de prestigio y aceptación sociales por parte de sectores que ascendieron económicamente por otros medios, como la mafia. Con ello, el deporte puede haber perdido no solo su sentido «pacificatorio» original sino incluso haber conducido exactamente a lo contrario: al chantaje, a la presión sobre los árbitros, a las apuestas clandestinas, etc. En una palabra, a mayor violencia.

Aspectos metodológicos y empíricos Las siguientes son simplemente preguntas, hipótesis y observaciones empíricas que deberán ser constatadas más ampliamente. ¿Esta región ha logrado controlar efectivamente, mediante el deporte, sectores real o potencialmente «anómicos» como los migrantes, los sectores rurales, la población negra o la población de las barriadas más pobres, y alcanzar una mayor sensibilidad respecto a la violencia? Y lo que es lógicamente previo, según Elias: ¿lograron alcanzar las mismas clases altas de la región mediante la práctica del deporte una reducción en el empleo de la violencia para resolver los conflictos? En especial, los empresarios azucareros ¿lograron una mayor contención y sublimación de su desprecio a la «gleba» a través de la práctica de deportes en los clubes? Un hecho constatable es, indudablemente, que el deporte allí ha logrado derribar algunas barreras entre sectores usualmente distantes e incluso socialmente opuestos como a empresarios y trabajadores, directivos y subalternos, población urbana y migrantes, población blanca y población negra. Si un individuo de cualquier condición social o étnica domina bien un deporte es aceptado de inmediato en un grupo laboral e incluso social. Durante la época de «El Dorado» e inclusive un tiempo después, por ejemplo, algunos jugadores argentinos de fútbol se casaron con hijas de la clase alta de Cali, a pesar de su extracción social baja. apuestas. Así, los mafiosos idearon sus propios campeonatos subrepticios e ilegales de fútbol, con exjugadores profesionales, con el fin de hacer apuestas millonarias. Los adelantaban, por lo demás, en las canchas de sus haciendas construidas con espacios deportivos al modo de las viviendas de la élite. De la hípica puede decirse lo mismo en cuanto a las apuestas.

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En la escala de valores dominante saber practicar bien un deporte es muy estimado socialmente. Quien no puede hacerlo, es decir, quien muestra una total descoordinación corporal (excluyéndose los defectos físicos) y no puede «dominar» con cierta soltura y elegancia su cuerpo, es considerado «ciudadano de segunda categoría» e incluso es sometido a estigmatización y burla en los grupos primarios. En el pasado era fácil adivinar el origen rural de algún muchacho con solo verlo patear un balón, pues al hacerlo procedía sin elegancia lanzando, literalmente hablando, sus extremidades en direcciones opuestas. A un adolescente de origen rural le bastaba que supiera jugar bien al fútbol para borrar el estigma de su origen y ser aceptado por los subgrupos urbanos. Correlativamente, otro aspecto que esa misma escala de valores del individuo medio de la región le atribuye mucha trascendencia, aparte de saber practicar bien un deporte, es saber «analizarlo». Los «vallunos» pueden pasar horas interminables hablando de deportes, creyéndose cada cual un analista en profundidad, lo cual ha contribuido no poco a popularizar la imagen de superficialidad en los oriundos de esa región. Desde el punto de vista de Elias este defecto de la personalidad colectiva regional sería una virtud porque aquellos individuos son capaces de entablar batallas ficticias o combatir con «enemigos imaginarios» en vez de hacerlo de una manera real acudiendo a la violencia. No es casual, incidentalmente, que una proporción mayoritaria de los comentaristas deportivos de las principales cadenas deportivas del país proceda del Valle del Cauca. Así como del trabajador antioqueño se dice que nunca lo conocerá suficientemente quien desconozca sus anhelos de independencia personal, del mismo modo quien emplee como subalternos a vallunos nunca los conocerá del todo si desconoce la importancia que tiene para ellos el deporte. Si para el valluno medio el deporte es cuestión de técnica y elegancia, no solo de fuerza corporal, este aspecto ha sido trasladado a otros campos de la diversión y de la recreación, como la música y el baile26. No es casual que la capacidad «mimética», en sentido elisiano, se manifieste en campos afines como el teatro con el grupo pionero del TEC y como el ballet, en los años sesenta, sino actualmente con grupos como Barrio Ballet, en lo que habría que apreciar una influencia de la actividad mimética del pueblo hacia la élite. 26. Quien no sepa bailar, es decir, mover coordinadamente su cuerpo acorde con la música, despierta no solo burla sino sobre todo lástima. Bailar elegantemente los ritmos cubanos e incluso saber identificarlos claramente es distinto de los «brincos» de la salsa que ha popularizado la población negra creando un estereotipo muy difundido. Quizá se pudieran sintetizar los anhelos de un individuo de clase social baja diciendo que su ideal de vida es «ser propietario de un club de fútbol, disponer de una orquesta y conquistar una reina de belleza». Ideal creado a imagen de las clases altas de la región y que han hecho suyo los narcotraficantes, para quienes no solo es válido aquello de cherchez la femme sino ante todo cherchez la reine.

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Que el deporte haya logrado ocupar una fracción sobremanera importante en la vida laboral y fuera del trabajo del valluno fue posible porque siempre ha encontrado un espacio privilegiado en las instalaciones deportivas urbanas construidas por iniciativa de la empresa privada ligada a la de los gobiernos locales cuando se realizaron Juegos Nacionales o competiciones internacionales como los VI Juegos Panamericanos. No es casual que el Ministro de Gobierno de la administración de Belisario Betancur, Rodrigo Escobar N., valluno de origen, propusiese un plan nacional de recreación teniendo en mente explícitamente el «modelo» de recreación alcanzado en el Valle, donde lo primordial era la restricción de la agresividad y la autoestima del individuo27. En la «socialización» de los niños en el deporte esta contribución de las empresas con campos deportivos, propios o comunitarios, se ha realizado a otro nivel: durante los años de la segunda postguerra llegó a Cali y al Valle un cierto número de empresas multinacionales cuya producción estuvo orientada hacia productos del tiempo libre o, empleando los términos de Elias, productos que cultivan el propio yo: trajes de baño, artículos de perfumería, calzado deportivo, productos alimenticios que procuraban «energía» a los deportistas, gaseosas de marca internacional, etc. En este sentido, el modelo organizativo de las multinacionales con base en un control estricto del tiempo libre de sus miembros mediante el ejercicio de un deporte quizá proporciono también un punto de referencia a los empresarios de la región, que valdría la pena explorar28. La imagen de Cali como una ciudad hedonista, a lo cual ha contribuido sin duda la recreación y diversión que proporciona el deporte, es decir, una ciudad donde el derecho a la felicidad aquí y ahora es una oportunidad para todo mundo y no solo para las élites, ha sido sintetizada por los periodistas de varias maneras y por contraste: «A Cali se viene a divertirse. Es la ciudad supermujer, femenina e incitante... A Popayán, en cambio, se va a sufrir y recordar fechas patrias... Dentro de estos estereotipos, a nadie se le ocurriría ir a Popayán a divertirse ni venir a Cali a sufrir»29. 27. Véase de Rodrigo Escobar Navia, «Colombia, huérfana de recreación» y «Paso a la recreación», El Tiempo, Bogotá, 26 y 27 de septiembre de 1982. Entre los medios que Escobar Navia propuso al efecto estaba el uso de terrenos públicos, «para lo cual podría ser útil la experiencia de Cali con la Corporación para la Recreación Popular creada por la pasada administración Municipal y el sector privado de la misma localidad». 28. En entrevista en 1980 al gerente de la multinacional Phillips, de Yumbo, este reconocía que el test «acido que los gerentes internacionales hacían a los gerentes regionales de Suramérica era la forma como estos últimos jugaban al tenis o al golf, indicio indirecto seguro de cómo estaba funcionando la empresa. Entrevista al ingeniero químico León Suárez, Cali, 1980. 29. Clara Zawadski, «¿Cali es la ciudad súper-mujer?», El Tiempo, Bogotá, abril 19 de 1988. Habría que preguntarse, no obstante, si los bajos niveles de violencia en Popayán, comparada con Cali, tienen alguna relación o coinciden con su propia actividad mimética, la de las fiestas religiosas.

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Todo lo cual sería un avance extraordinario, dentro del marco interpretativo de Elias, pues constituiría un triunfo del proceso civilizador sobre la violencia. En efecto, mediante el deporte, las diversas formas de recreación y de diversión, las clases altas parecen no albergar grandes temores con las huelgas en tanto que los trabajadores y peones de las empresas y haciendas parecen haber encontrado su lugar. La aceptación por ambos grupos sociales de unas reglas deportivas comunes durante más de cuarenta años bien pudo haber contribuido a alcanzar niveles de convivencia pacífica en sus relaciones sociales. Incluso la búsqueda de aceptación social, vía el deporte, de grupos al margen de la ley como los narcotraficantes podría ser considerada como un triunfo de la «domesticación» por parte de la élite de los grupos sociales en ascenso que han buscado «imitarla» en ese plano. Lo que habría que precisar empíricamente es en qué medida en dicho proceso de domesticación las «nuevas clases» han impuesto sus propias reglas. Así, el análisis «figuracional» del fútbol colombiano y, en particular, el de la región del Valle, en las últimas dos décadas podría ser revelador de lo que estaba sucediendo dentro de la propia sociedad local. La lógica del análisis elisiano exigiría, no obstante, el examen de un proceso de más larga duración que deberá comprender aquí un periodo de casi cien años (finales del siglo XIX hasta el presente): la introducción y aceptación del deporte por la elite, la canalización hacia las clases media y popular y la irrupción de los nuevos sectores sociales. También habría que tener en cuenta el tránsito de los hechos no planeados a los planeados (por ejemplo, los Juegos Industriales).A nivel empírico, aparte de la información de archivo que suministren tanto las empresas industriales como las asociaciones y clubes deportivos, sería clave la localización de manuales deportivos escritos en la región, por entrenadores nacionales o por entrenadores extranjeros30, en los cuales podría encontrarse una ética deportiva implícita que no sería otra que la ética social, si hay que atenerse a lo establecido por Elias en el sentido de que un análisis del deporte que no lo sea de la sociedad en que está inmerso estaría fuera de contexto. Esto último permitiría demostrar que la multiplicidad temática es solo aparente: el examen del deporte sería el hilo conductor que mostraría la estrecha vinculación entre los planos ético, político, empresarial, de la personalidad, de movilidad social, del tiempo libre, emocional e incluso artístico. Se trataría, 30. Por ejemplo, en fútbol el «milagro» del Valle lo realizaron entrenadores extranjeros como el sueco Jorge Orth o el brasilero Palestrini y Torres quien escribió un manual denominado Teoría y táctica del fútbol, Junta de Deportes del Valle, 1960.

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por tanto, de encontrar las conexiones entre las estructuras dinámicas de la personalidad y las estructuras de la sociedad, en un medio como el del Valle en el que empíricamente se puede constatar que entre los mecanismos de «socialización» el papel de los grupos deportivos, desde la infancia hasta la madurez, pudo llegar a ser tan importante como el jugado por las sectas religiosas, las asociaciones voluntarias e incluso los manuales de cacería en el mundo anglosajón. Otras preguntas, como las que siguen, deberán ser dilucidadas a lo largo del proceso mismo de investigación: si el «modelo» del manejo del tiempo libre por parte de la élite de Cali fracasó o cumplió su ciclo; si el deporte actualmente constituye una evasión para no enfrentar el conflicto o si ha logrado interiorizarse como aspecto de una ética ciudadana; en fin, cuáles son los límites de la violencia y sus formas de control, distintas a las de la actividad mimética deportiva. Si el presente proyecto de investigación lograra confirmar históricamente y explicar sociológicamente que el modelo de pacificación y control de la violencia, a través del deporte, fue exitoso en el Valle del Cauca, los conocimientos sociológicos por él aportados podrían servir para pensar –dentro de la búsqueda de alternativas actuales para la paz– en la extrapolación a nivel de todo el país de dicho modelo, como lo han intentado el ex ministro Escobar Navia en el pasado o la Corporación para la Recreación Popular en el presente.

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El proceso civilizatorio en Argentina*

Hésper Eduardo Pérez Rivera** El propósito del presente ensayo es confrontar la teoría de Norbert Elias sobre el proceso civilizatorio en un país latinoamericano, Argentina, en un período de larga duración: desde su independencia de España hasta los comienzos del siglo XX. Es, si se quiere, un ejercicio, guiado por el interés de revisar su afirmación en el sentido de que en otras sociedades distintas a la de Europa occidental se producen procesos civilizatorios semejantes al que él describe en su libro, afirmación contundente cuando expresa que «la orientación general del cambio de comportamiento, el trend del movimiento civilizatorio es por doquier el mismo». Lo cierto es que si bien Hispanoamérica es heredera de la civilización occidental, su transcurrir histórico tiene lugar en un medio geográfico distinto al europeo y en condiciones de evolución propias, que permiten plantear la pregunta de hasta dónde los hechos particulares de un determinado país, en este caso, Argentina, pueden ser explicados con el «modelo general» propuesto por Elias, que presume que la experiencia de vida de una región, Europa occidental, contiene en sí misma los elementos sociológicos generalizables a los demás países del mundo. Se utiliza un material empírico ya trabajado en mis investigaciones sobre la formación del Estado nacional en América Latina, en los que analicé los casos de Argentina, México y Colombia. He escogido a Argentina como objeto de estudio porque creo que su desenvolvimiento histórico ofrece mejores posibilidades para el cumplimiento de los fines aquí propuestos y porque incluir a los otros dos países excedería en espacio los límites de la ponencia.

Una sociedad poco diferenciada Cuando se produjo, a principios del siglo XIX, la separación de España en el extremo sur de sus colonias, allí se agruparon varias regiones bajo un solo *Ponencia presentada en el XIII Simposio Internacional Procesos Civilizatorios. 9-12 de noviembre de 2010, Bogotá, Colombia. ** Departamento de Sociología, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia.

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nombre, Argentina, que integraba antiguas gobernaciones, o parte de estas, que hasta entonces habían vivido adscritas a virreinatos pero que, en la inmensidad de territorio en el que se encontraban, se desenvolvían de una manera casi autónoma. El centro político se radicó en Buenos Aires, ciudad que había sido la capital del Virrreinato del Río de la Plata y que ahora continuaba también como capital de la provincia del mismo nombre. Desde el primer momento se definió la contradicción, que se manifestó como enfrentamiento armado, entre lo que aparecía como una centro de poder político, un «Estado» que no es todavía un Estado nacional, y la mencionada autonomía de las restantes provincias, que conservaban sus poderes administrativos, de justicia y militares propios y no estaban dispuestas a subordinarse a Buenos Aires. Con Elias se podría caracterizar esa sociedad, que empezaba a recorrer el camino de una república, como una «sociedad poco diferenciada»: en una extensión de más de dos millones de kilómetros cuadrados había apenas 400.000 habitantes. Domingo Faustino Sarmiento tiene seguramente presente estos datos cuando emite su diagnóstico: «El mal que aqueja a la República Argentina –escribe en 1845– es la extensión; el desierto la rodea por todas partes, se le insinúa en las entrañas; la soledad, el despoblado sin una habitación humana, son por lo general los límites incuestionables entre una y otra provincia»1. El aislamiento se manifestaba en el apego al terruño en forma de patriotismo local, amor por lo propio y rechazo al extranjero, término que se aplicaba en primer lugar a los habitantes de las otras provincias. Por otra parte, cada quien tiene que defender su vida y sus posesiones, pues, como dice Sarmiento, la inseguridad de la vida es «habitual y permanente en las campañas»2. La contradicción entre la provincia de Buenos Aires y las provincias del litoral y del interior, como se las denomina, se manifestaba también en lo económico. En éstas prevalecía una estructura agraria atrasada, exportadora de «míseras labranzas e industrias» y en aquélla se perfila una clase capitalista, de predominio extranjero, que se asienta en el país, invierte en la tierra, desarrolla la ganadería ovina y constituye la mayoría de los comerciantes de Buenos Aires (cerca de un 85%). Esta clase burguesa impone a las otras provincias la obligación de exportar por la ciudad-puerto, a unos costos aduaneros que las lleva a la quiebra y abre la puerta a la invasión de los productos ingleses. La población extranjera de Buenos Aires crece en la década de 1840. El entrecruzamiento de las interdependencias de la sociedad atrasada y las interdependencias de la sociedad cada vez más diferenciada de la ciudad de Buenos Aires, producirá profundas tensiones a lo largo del siglo XIX en Argentina. 1. Sarmiento, D. F. (1955), Facundo o civilización y barbarie, Buenos Aires, Editorial Sopena. 2. Ibíd.: p. 20.

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Esas tensiones se expresan, principalmente, por medio de las armas. De hecho, el orden de interdependencias que congregaba todas las voluntades contra los españoles se escinde cuando estos salen derrotados y se funda el Estado de corte liberal. Se eligen los primeros gobernantes e inmediatamente se configuran los poderes armados de las provincias que a veces luchan entre ellas, pero que en conjunto se oponen al poder de Buenos Aires, al cual se niegan a reconocer. Se desencadena lo que Elias llama competencia entre las múltiples unidades armadas, que perdurará hasta 1880, con un período de relativa centralización, entre 1832 y 1852, durante la dictadura de Juan Manuel de Rosas, originada en un pacto entre Buenos Aires y las demás provincias, que admite por parte de estas el monopolio de la violencia física en cabeza de Rosas, pero no aceptan la constitución de una nación unificada. La primera mitad del siglo XIX fue una época de cambio lento, caracterizado por el estancamiento de las fuerzas productivas: técnica atrasada, latifundios improductivos, gravámenes coloniales, falta de infraestructura de transporte, escasa población para un inmenso país en el que una buena parte del territorio estaba por fuera de la producción. No se había desarrollado ni la agricultura ni la industria; «en el comercio exterior y en la producción para el comercio exterior se asentaba la riqueza de las clases dominantes más poderosas»3. Era notable la concentración de la tierra en pocas manos y evidente su nexo con el poder político: «A comienzos de la década de 1880 –se lee en un estudio sobre ese período–, la participación en el ingreso de los sectores propietarios de la tierra había alcanzado niveles tan altos, que unida al prestigio social que otorgaba su tenencia, la constituían en uno de los elementos básicos de la distribución del poder en la Argentina»4. Con todo, habría que decir que no se trata en este caso de una sociedad feudal, como la analizada por Elias. En lo fundamental porque si bien hay el atraso mencionado más arriba, este no corresponde a una economía natural sino a una fase inicial de economía monetaria. Tampoco se trata de una lucha entre la nobleza y la burguesía, entre la tierra y el capital, debido a que existe una sola clase, terratenienteburguesa dominante y las tensiones se dan dentro de ésta. Basta decir que los jefes del litoral y del interior pertenecían a las capas dominantes de sus regiones. Recordemos que Elias dice en El Proceso de la civilización que El aumento paulatino del sector monetario de la economía a costa de la economía natural en ciertas zonas durante la Edad Media, tuvo consecuencias 3. Peña, Milcíades, De Mitre a Roca. Consolidación de la oligarquía anglo-criolla, Buenos Aires, Fichas, 1968, p. 11. 4. Cornblit, O. et al., «La generación del ochenta y su proyecto: antecedentes y consecuencias», en Argentina sociedad de masas, T. Di Tella, et al. (editores), Buenos Aires, Eudeba, 1971, p. 19.

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HÉSPER EDUARDO PÉREZ RIVERA muy distintas para la nobleza guerrera de un lado y para el rey o los príncipes de estas zonas por el otro. Cuanto más dinero había en circulación, más rápidamente subían los precios… todas las personas que contaban con un ingreso fijo, resultaban perjudicados, en especial los señores feudales que percibían rentas fijas de sus posesiones territoriales5.

En Argentina el auge de la economía monetaria no afectó a los grandes propietarios de tierras. Más bien se lucraron, porque en gran medida participaban en las empresas capitalistas y el mantener ociosas vastas zonas de sus haciendas no les causaba ningún problema económico, habida cuenta de la disponibilidad inmensa de tierras que el país tenía. El proceso civilizatorio en Argentina que se inicia hacia 1820 muestra la hegemonía de una clase terrateniente-burguesa, en la cual se destaca el grupo de familias de pergaminos aristocráticos heredados de la época colonial, dividida por razones políticas (el control del Estado) y económicas (el control de las exportaciones) no de la lucha entre dos clases por la tierra. El poder se disputó entre los grupos de esa misma clase, no como en la Edad Media, en la que, según Elias, «al crecer el sector de la economía monetaria en la sociedad, la nobleza perdió poder mientras fue ganándolo la clase burguesa»6. Se puede, sí, comprobar que en la Argentina de este período histórico es notoriamente inestable el monopolio de la violencia física ejercido por el poder central, se observa escasa división de funciones y son breves las secuencias de acciones que vinculan a los individuos7. Y que como anota Elias, «Únicamente cuando esta interdependencia aumenta considerablemente pueden establecerse instituciones centrales con competencia para ámbitos más amplios. En un principio, la estructura social, simplemente, no ofrece ninguna oportunidad de establecer tales instituciones»8.

De la competencia al monopolio: 1820-1880 Pero a partir de 1850 se acelera el proceso de diferenciación económica y el aumento de las funciones sociales. Se incrementó extraordinariamente la producción de lana, trigo y maíz. El número de ovejas pasó de 14 millones en 1860 a 70 millones en 1873. La exportación de trigo empieza en 1876 y llega 5. México, FCE, 1987, p. 260. 6. Ibíd., p. 264. 7. Ibíd., p. 452. 8. Ibíd.: 276

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a 100.000 toneladas en 1884, la misma cifra del maíz9. Y empieza a perfilarse una burocracia que se consolidará después de 1880. Aunque los vencedores de 1852 contra Rosas tenían clara intención de establecer un Estado democrático para el cual aprobaron la Constitución de 1853, la lucha armada por el poder continúa. Ahora se ha reducido a dos el círculo de competencia: de un lado, la Confederación de las trece provincias del litoral y el interior y, del otro, la provincia de Buenos Aires. La guerra que se desata al poco tiempo de entrar en vigencia la nueva Constitución se sella en 1861 con la derrota definitiva de las trece provincias. Se inicia entonces un ciclo de elección de presidentes cada seis años que gobernarán como huéspedes en Buenos Aires, debido a que esta ciudad no es reconocida por la Confederación como la capital del país. La ciudad y la provincia de Buenos Aires, por su parte, se niegan a aceptar la igualdad de condiciones con los confederados, pero la nueva Constitución les quita los privilegios de que disfrutaban: se suprimen las aduanas interiores, se nacionalizan las rentas obtenidas por el gravamen del intercambio exterior, se establece la libre navegación de los ríos interiores, se eliminan las preferencias portuarias, o sea el puerto único de Buenos Aires y se consagra la participación de las provincias en la fijación de los derechos de protección (Artículos XI, XII y XIII). La oligarquía bonaerense se opone, «se negaba –dice Arnaud– con la más firme resolución a la pérdida del control de la aduana y el comercio exterior; no toleraba ningún compromiso con las provincias del interior en cuanto a la orientación del comercio exterior y la explotación de la tierra del litoral»10. En otras palabras, estas normas que abrían un camino hacia un mercado nacional, no se llevarían cabalmente a la práctica en la medida en que quienes perdían los privilegios estaban en condiciones de defenderlos por la fuerza. Así lo constata Arnaud: «Las rebeliones del interior y del litoral implicaban una represión permanente; un verdadero estado de sitio permitió engendrar un cierto tipo de organización económica favorable exclusivamente a los intereses de la oligarquía que controlaba Buenos Aires y el futuro de la explotación de la Pampa»11. La competencia entre los dos órdenes de interdependencias se expresa a través de los partidos políticos y los enfrentamientos armados. El ejército nacional en ciernes estaba controlado por la Confederación, pero la provincia 9. Peña, op. cit., p. 67. 10. Arnaud, Pascal, Estado y capitalismo en América Latina. Los casos de Argentina y México, México, Siglo XXI, 1987. 11. Ibíd., p. 127.

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de Buenos Aires contaba con su propio ejército, no menos poderoso que el otro. Varios levantamientos de caudillos regionales fueron derrotados por el ejército de la Confederación. Uno de esos levantamientos, fraguado en Buenos Aires, se orientaba a impedir la posesión del presidente electo en 1874, Avellaneda, dirigente nacido en el interior y respaldado por las trece provincias. Se repite este episodio en 1880. En este año gana las elecciones presidenciales el general Julio Roca, igualmente nacido en el interior y claro representante de la Confederación, quien había sido el comandante del ejército en los años anteriores. La provincia de Buenos Aires desconoce la elección y se lanza a la guerra civil para impedir el acceso de Roca a la presidencia, pero es derrotada. Llega así a su fin la competencia y se instaura en el Estado, por el grupo vencedor el monopolio de la violencia física. El nuevo presidente, una vez posesionado aprueba la ley que fija «la capital definitiva de la República» (Buenos Aires) y declara que reformará el ejército existente, para hacer de él una institución, «según la Constitución lo entiende y el progreso moderno lo exige» y anuncia su intención de hacerlo cumplir su papel: Emplearé todos los resortes y facultades que la Constitución ha puesto en manos del Ejecutivo nacional para evitar, sofocar y reprimir cualquier tentativa contra la paz pública […]. En cualquier punto del territorio argentino que se levante un brazo fratricida, o que estalle un movimiento subversivo contra una autoridad constituida, allí estará todo el poder de la nación para reprimirlo12.

Y así fue. De ese año en adelante el Estado controló de manera efectiva el territorio, garantizando la paz que propiciaría el desarrollo del país.

Los comienzos del Estado nacional: 1880-1930 El crecimiento de la población coadyuva al cambio ocurrido en la segunda mitad del siglo XX. Elias ha llamado la atención sobre el nexo entre el aumento demográfico y la economía monetaria, «La utilización del dinero –dice– en el interior de una sociedad (…) está vinculada a cierto grado de densidad de población. Se trata de uno de los presupuestos inexcusables para la diferenciación del trabajo y la constitución de los mercados»13. Se produce también de manera acelerada, mediante la inmigración. Es el resultado de una estrategia 12. Halperin Donghi, Tulio, Proyecto y construcción de una nación (Argentina 1846-1880), Caracas, Editorial Ayacucho, 1980, p. 435-436. 13. Elias, op. cit., p. 283.

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planeada desde el Estado, para poblar el país con gentes venidas de Europa, portadoras de los avances civilizatorios logradas en aquel continente. Los inspiradores de la Constitución de 1853 delinearon esa estrategia, que empezó a concretarse en 1870, cuando llegó el primer contingente de inmigrantes europeos. De ahí en adelante el continuo arribo de estos llegó a constituir a comienzos del siglo XX tres millones y medio, cifra que representaba un poco más de la mitad de la población total. Elias señala que a medida que va aumentando en la sociedad occidental el sector de la economía monetaria, aumenta …la diferenciación de las funciones sociales, la interrelación entre las diversas zonas territoriales, la interdependencia en masas humanas cada vez más grandes, todo lo cual son aspectos del mismo proceso social. A su vez el cambio en la forma de dominación y en el aparato de dominación de que hablamos no es más que una cara de ese mismo proceso. La estructura de los órganos centrales de gobierno guarda correspondencia con el aumento y la división e interdependencia de las funciones14.

Los factores que anota Elias en el párrafo transcrito se cumplen tal cual en la segunda mitad del siglo XIX. Atrás va quedando en gran medida el país que se debatía en la pobreza, de escabrosos caminos y transportes lentos, de capitales de provincia que son aldeas un poco más grandes que los poblados. Buenos Aires es «la gran aldea», fielmente retratada por un novelista que vivió en esos años. En una biografía en la que el autor hace hablar a Julio A. Roca, aparece este como testigo del cambio. Su niñez transcurre en los comienzos de la segunda mitad del siglo diecinueve en su ciudad nativa, Tucumán, en donde lo que saltaba a la vista con más nitidez era la pobreza «que envolvía a todos sin que nadie lo advirtiera. Los más ricos vivían de manera idéntica al resto». Describe las costumbres sencillas de las gentes de Tucumán: En los hogares de mi ciudad natal se consumían los mismos manjares, siempre caseros y abundantes […] se soportaba el mismo frío en invierno e idénticos brutales calores en verano. En todas las casas debían soportarse los mismos incómodos retretes en el fondo del último patio […]. Todos vivían de la misma manera y hasta las tiendas eran escasas y poco surtidas.

Y hace el contraste con lo que se observa en los comienzos del siglo XX: el viaje de Tucumán a Buenos Aires que en aquellos tiempos de su niñez duraba una semana ahora se hace en un día. Se ve a la gente exhibiendo su riqueza. En Buenos Aires –dice– la prosperidad se instaló hace décadas. Y en Tucumán mismo le llaman la atención «las casas de estilo francés con su derroche de mármoles y bronces, los ingenios azucareros donde las residencias 14. Ibíd., p. 277-278.

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son verdaderos palacios o el Jockey Club, que es una pasarela para que los ricachos luzcan las joyas y vestidos de sus mujeres, las calidades de sus fracs, sus landós y automóviles»15. El período 1880-1930 puede considerarse como la primera fase del Estado nacional argentino, caracterizada por la constitución del monopolio de la violencia física y del monopolio fiscal. Solo mediante ellos, afirma Elias, adquieren las unidades políticas el carácter de Estados. En este periodo las redes de interdependencia de las trece provincias se entrelazan con las redes semejantes de Buenos Aires, integrándose a la burguesía individuos provenientes de familias pobres que en el nuevo orden establecido tuvieron acceso a la propiedad de la tierra y al dinero del comercio y la incipiente industria. Un ejemplo de este fenómeno es el propio Roca, quien durante esos años se convirtió en un hombre rico. Y como él muchos otros. Lo cierto es que la expansión económica fue notable: el valor de las exportaciones totales pasó de 57 millones de pesos oro en 1881 a cien millones en 1888 y el intercambio comercial entre 1881 y 1889 ascendió de 113 millones a 254 millones de pesos oro. Las rentas nacionales eran en 1880 de 19.554.000 pesos oro y de 72 millones en 188916. El proceso de crecimiento se puede también apreciar tomando como referencia el año de 1860, cuando se establece el sistema de gobierno liberal, hasta 1910, al final de la era de las reformas de Roca, presidente dos veces, de 1880 a 1886 y de 1898 a 1904. En este lapso las exportaciones crecieron más de diez veces, aumentó el área cultivada de 2 millones de hectáreas a 14 millones entre 1888 a 1914, se duplicó la población y los 2.313 kilómetros de la red ferroviaria de 1880 pasaron a ser 33.438 kilómetros en 191317. La diferenciación de las funciones sociales se corresponden con la diferenciación de las autocoacciones. En la primera década del período mencionado se manifiesta el impacto del impresionante progreso económico y se observa una avidez general por el dinero. Una novela, La Bolsa, de Julián Martel, publicada en 1891, describe el cambio del comportamiento de los individuos en estos años. La «gran aldea» de los antiguos tiempos de austeridad y de hábitos provincianos se va mostrando como una ciudad refinada y cosmopolita, «comenzaba una época de opulencia –comenta la prologuista de la novela– personas de todos los niveles se unieron en una ansiosa carrera tras el dinero. Una fiebre financiera consumía a la Argentina en la década del 80»18. 15. Luna, Félix (1994), Soy Roca, Buenos Aires, Sudamericana, 19-20. 16. Cornblit, op. cit., p. 51. 17. Botana, Natalio, El orden conservador. La política argentina entre 1860 y 1916, Buenos Aires, Sudamericana, 1977, p. 284. 18. Martel, Julián (1993), La Bolsa, Buenos Aires, Brami Huemul S.A.

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Para el autor, «La Bolsa es el lugar donde se reúnen todos los tipos de hombres y todas las clases «desde la más alta hasta la más abyecta (…) donde se reúnen unificados por un mismo afán de especulación y enriquecimiento. La Bolsa aparece así como un símbolo de la sociedad de ese momento»19. La novela muestra la parábola de Glow, el personaje principal, hombre decente que arrastrado por la ambición del dinero, se hunde en la desgracia. Roca registra el hecho desde su experiencia directa: En mi juventud –dice quien fue uno de los artífices del cambio– todos éramos más o menos pobres, no digo ya en Tucumán […] sino también en Buenos Aires, donde las personas más ilustres vivían de sus sueldos y sus profesiones. Ahora en cambio aparecían millonarios que pocos años antes habían llegado al país sin un centavo en el bolsillo o con muy poco capital20.

Y describe la transformación que han sufrido los hábitos y el comportamiento de los bonaerenses: Se notaba más lujo y más refinamiento. Las residencias se tornaban más suntuosas, pero debo decir que nunca me convenció esa nueva moda, importada durante los años de mi presidencia y todavía en boga, consistente en llenar los ambientes hogareños con muebles de todo tamaño, mesitas, cuadros, estatuas, jarrones, marfiles, objetos de vidrio, cortinados […]. Para bien o para mal quedaban atrás las formas criollas simples y sobrias en las que todos nos habíamos criado, y se adoptaban hábitos europeos que imponían maneras de recibir y de comer, de vestir y divertirse, de hablar y escribir»21.

Él mismo había sentido la coacción externa que lo indujo en su primera administración a hacer mucha vida de sociedad (opera, teatro, cenas, bailes), porque «tenía que mostrar que no era el provinciano rústico y advenedizo que muchos suponían»22. Hacia 1914 Buenos Aires, la capital, en la que la mitad de sus habitantes son extranjeros, se convierte en una de las metrópolis latinas, en igualdad de condiciones a las de París, Roma y Madrid. Grandes avenidas, edificaciones semejantes a las de aquellas ciudades, metro (uno de los primeros en Occidente), teatros, librerías, publicaciones en diversos idiomas. Un alto porcentaje de la economía está en manos de extranjeros incorporados a las capas sociales altas de terratenientes y comerciantes que, inmensamente ricos, ostentan su riqueza en sus casas modernas, en sus clubes exclusivos, en los paseos en los parques de Palermo, en la opera, en sus frecuentes viajes con sus familias a Europa. La burguesía impone un cierto refinamiento en los modales, imitado 19. Ibíd., p. 24 20. Luna, op. cit., p. 213 21. Ibíd., pp. 213-214. 22. Ibíd., pp. 225-226.

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de Europa (por ejemplo a la opera, en el imponente teatro Colón, es obligatorio asistir con vestidos de gala), que a su vez es imitado por la clase media. En el subsuelo de la ciudad cosmopolita se hacinan gran parte de los inmigrantes europeos y en los suburbios los inmigrantes del interior del país. En los barrios poblados por extranjeros emergen redes de interdependencia, cuyos integrantes crean un idioma propio, el lunfardo, y una música particular, el tango. Estos grupos serán la base de un nuevo orden de interdependencias que se proyectará a partir de las elecciones de 1916.

Algunas observaciones de método El modelo de Elias permite mostrar que en el siglo XIX en Argentina la lucha por el poder político evoluciona en la larga duración (1810-1880) desde múltiples unidades armadas en competencia, hasta el monopolio de la violencia física por el Estado, que empieza a manifestarse como un Estado nacional. Dicho cambio se da como un proceso de diferenciación de funciones y de integración de individuos y grupos en el marco del Estado, proceso en el cual avanza en proporciones considerables la economía capitalista y crece aceleradamente la población. Se observa, de modo concomitante, la diferenciación en las costumbres, en los hábitos, y su difusión desde la clase terrateniente burguesa dominante hacia la clase media. Y el monopolio de la violencia física actúa en el mismo sentido que Elias señala en el paso al absolutismo en Occidente: se produce en la sociedad argentina la transformación del comportamiento y la sensibilidad humanas en una dirección determinada, es decir, tiene lugar un proceso civilizatorio, en el que se sustituye la guerra «por las coacciones permanentes de funciones pacíficas, orientadas en función del dinero y del prestigio social»23. Como puede verse en el texto, se siguió la pauta exigida por Elias de utilizar un método ceñido a la observación empírica, sin valoración alguna y atendiendo a las situaciones espacio-temporales. Es así como emerge la corrobación del modelo en las características anotadas más arriba, pero, tal como se comentó al principio de este escrito acerca de las diferencias de tiempo y lugar entre Europa occidental y América Latina, aparecen algunas de esas diferencias, que reseñamos a continuación:

23. Elias, op. cit., p. 456.

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a) La lucha por el poder no se da entre dos clases antagónicas –aristocracia y burguesía, para el caso de Europa occidental– sino dentro de una clase terrateniente burguesa dividida, primero en varias fracciones y luego en dos grandes grupos. La burguesía, muy distinta de la europeo-occidental, forma parte de una «oligarquía» que mantiene el control de la tierra en condiciones parecidas a las feudales; b) La transformación no va de la economía natural a la economía monetaria como en el análisis de Elias, debido a que a comienzos del siglo XIX en la sociedad argentina predomina el capitalismo. Esta transformación se da como desarrollo capitalista; c) El aumento de la población se produjo en un alto porcentaje por la inmigración de europeos, portadores de una cultura «civilizada» con la cual los dirigentes del Estado esperaban contar para salir de la «barbarie» y pasar a la civilización. Se supone por los dirigentes que los que llegan ya están civilizados, y aunque eran menos civilizados de lo que se creía, si fueron importantes para el logro de los grandes avances, técnicos, científicos, artísticos y culturales de la Argentina en la primera mitad del siglo XX. Pero también surgieron problemas: miembros de la primera generación de inmigrantes crearon partidos revolucionarios y sindicatos, un buen número de ellos se negaron a nacionalizarse y el mantenimiento de las lealtades a sus países de origen entró en conflicto con los valores de la nación argentina. d) Contrariamente a lo afirmado por Elias en el sentido de que la civilización no es el resultado de una planificación que prevea a largo plazo y que nada en la historia demuestra que esta transformación se haya llevado a cabo de modo ‘racional’, en este caso el cambio sí fue planeado. Lo cierto es que el Estado argentino que se centraliza en 1880 dispone todo lo necesario para traer a los inmigrantes desde Europa y atender a su instalación en el país, en la mira de asegurar el paso a la civilización.

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