Lengua, historia y sociedad en Andalucía : teoría y textos 8484896250, 9788484896258

CARRASCO CANTOS, P. / F. TORRES MONTES, EDS. LENGUA, HISTORIA Y SOCIEDAD EN ANDALUCIA. TEORIA Y TEXTOS. MADRID, 2011, 32

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Table of contents :
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
El español rioplatense
El español rioplatense y su perfil lingüístico
El español rioplatense y el contacto con las lenguas inmigratorias
Representaciones del español rioplatense
El tango y la identidad rioplatense
Bibliografía
I. EL ESPAÑOL RIOPLATENSE Y SU PERFIL LINGÜÍSTICO
LA PECULIARIDAD DEL SISTEMA ALOCUTIVO SINGULAR EN URUGUAY
0. Introducción
1. La construcción lingüística del Uruguay
2. Percepción y evaluación de rasgos lingüísticos
3. El sistema alocutivo pronominal singular en los siglos XVI, XVII y XVIII
4. El sistema alocutivo pronominal y verbal uruguayo en la actualidad
4.1. U-U (usted tiene)
4.2. T-V (tú tenés)
4.3. V-V (vos tenés)
4.4. T-T (tú tienes)
5. El sistema alocutivo uruguayo en el contexto rioplatense
6. Síntesis: el tratamiento como rasgo de identidad
Bibliografía
LA OMISIÓN Y LA EXPRESIÓN DEL PRONOMBRE SUJETO VOS EN EL ESPAÑOL PORTEÑO
0. Introducción
1. Factores relevantes para la presencia/omisión del pronombre sujeto
2. Corpus
2.1. Datos, metodología
2.2. Resultados
2.2.1. Frecuencia del pronombre sujeto
2.2.2. El modo y el tiempo verbal
2.2.3. Tipo de oración (según el valor comunicativo)
2.2.4. La semántica verbal
3. Experimento de producción y de juicio gramatical
3.1. Métodos
3.2. Resultados
4. Asuntos pendientes (aspectos discursivos del sujeto pronominal)
5. Conclusiones
Bibliografía
FRASEO PROSÓDICO EN EL ESPAÑOL PORTEÑO. EVIDENCIA DE DATOS LEÍDOS Y SEMIESPONTÁNEOS
0. Introducción
1. “Buenos Aires habla con entonación italiana”
2. Fraseo prosódico en el español y en el italiano
3. Métodos y datos
4. Resultados
5. Interacción del fraseo prosódico con la estructura informativa
5.1. Métodos y datos
5.2. Resultados
5.3. Discusión
6. Conclusiones
Bibliografía
EL DOBLADO DE CLÍTICOS EN EL ESPAÑOL ESTÁNDAR Y EL ARGENTINO: VARIACIÓN LINGÜÍSTICA Y ANÁLISIS SINTÁCTICO
0. Introducción
1. Caracterización del fenómeno en el español estándar
1.1. Hacia una diferenciación entre el doblado de clíticos y la dislocación
1.2. La distribución del doblado de clíticos
2. Condiciones para el doblado en el rioplatense
3. Los pronombre clíticos como marcadores de concordancia
4. La variación lingüística
5. Sumario
Bibliografía
II. EL ESPAÑOL RIOPLATENSE Y EL CONTACTO CON LAS LENGUAS INMIGRATORIAS
¿EXISTE UN “COCOLICHE GALLEGO”? LA INMIGRACIÓN GALLEGA Y SUS IMPLICACIONES LINGÜÍSTICAS
1. Introducción
2. El aporte socio-cultural
3. La situación del la lengua gallega en Buenos Aires
4. ¿Existe un “cocoliche gallego”?
Bibliografía
EL ESPAÑOL RIOPLATENSE EN LOS ESTUDIOS DIALECTOLÓGICOS DE GIOVANNI MEO ZILIO LA TRADUCCIÓN CULTURAL COMO DISPOSITIVO DE NACIONALIZACIÓN: UNA CRUZADA CONTRA LA LENGUA Y LA CULTURA ITALIANA EN EL RÍO DE LA PLATA
III. REPRESENTACIONES DEL ESPAÑOL RIOPLATENSE
LAS IDEAS LINGÜÍSTICAS DE J. B. ALBERDI EN UNA SELECCIÓN DE ESCRITOS DE JUVENTUD Y MADUREZ
0. Introducción
1. Aspectos teórico-metodológicos
2. La Generación del 37
3. El proyecto lingüístico de los Románticos del Salón Literario
4. Continuidades y discontinuidades en las ideas lingüísticas de los textos de madurez
5. El problema denominativo: ¿lengua, idioma, dialecto, estilo?
6. Conclusiones
Bibliografía
BORGES Y ARLT. DOS DEFINICIONES DEL IDIOMA DE LOS ARGENTINOS
0. Introducción
1. Un incómodo antecedente: idioma nacional de los argentinos
2. El hispanismo del Centenario
3. Borges y su solución del dilema
4. La versión borgiana de El idioma de los argentinos
5. Roberto Arlt y su versión de El idioma de los argentinos
6. Conclusiones
Bibliografía
DEÍCTICOS EN LA CREACIÓN DE UN ESPACIO LINGÜÍSTICO-CULTURAL RIOPLATENSE
0. Introducción
1. La creación de un espacio lingüístico-cultural
2. El corpus
3. La deixis como constituyente de un espacio lingüístico-cultural
4. Deixis personal
4.1. Nosotros
4.2. Tú ~ vos / vosotros ~ ustedes
4.3. Deixis espacial
5. Conclusión
Bibliografía
LOS ITALO-LUNFARDISMOS EN EL SAINETE CRIOLLO. CONSIDERACIONES LÉXICOSEMÁNTICAS
0. Introducción
1. La cadena etnolectal
2. Adopción y creación de los italo-lunfardismos: aspectos formales
3. Los italo-lunfardismos en el sainete criollo
4. Semántica
5. La herencia italo-lunfardesca
Bibliografía
LA LENGUA DE LA MEMORIA: LA POÉTICA DE ROBERTO RASCHELLA
IV. EL TANGO Y LA IDENTIDAD RIOPLATENSE
LOS GALICISMOS EN LAS LETRAS DE TANGO: REPRESENTACIÓN, ESTEREOTIPO Y SIMBOLISMO DE ALGUNAS VOCES DE ORIGEN FRANCÉS
0. Introducción
1. Del contexto a la representación lingüística
2. Integración de los galicismos en las letras de tango
3. Adaptación léxico-semántica de algunos galicismos
4. Francesitas y “franchutas”
5. Temas y motivos
6. Aspectos connotativos
7. La connotación enunciativa
8. Tópicos y clichés vinculados a la identidad nacional y a la lengua francesas
9. Motivos y atributos femeninos
10. Dimensión simbólica del champán
11. Conclusión
Bibliografía
L’ENTRE-DEUX “ ARGENTIN” DU TANGO
0. Introduction
1. Ce tango que l’ont dit “argentin”
2. Le tango noir?
3. L’argentin du tango
4. Une danse populaire ?
5. Une manière argentine de danser le tango?
Bibliographie
LA VOZ DE LA DIVERSIDAD. ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA VOZ DE LA MUJER EN EL TANGO ARGENTINO COMO ESPACIO QUE NACE EN LO ALTERNO
1. ¿Qué ocurre con la voz de las mujeres en el tango?
2. ¿La voz o las voces?
3. Las primeras voces femeninas en el tango
4. Un nuevo modelo: Tita Merello
5. La diversidad en estado puro: Tita Merello y Se dice de mí
6. Las otras voces de mujeres tangueras
7. La respuesta al rol masculino: Adriana Varela
8. La voz del tango –espacio que nace en lo alterno– trasciende el género del cantante
9. El tango: espacio de trascendencia social
Bibliografía
SOBRE LOS AUTORES
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Lengua, historia y sociedad en Andalucía : teoría y textos
 8484896250, 9788484896258

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Án g el a Di Tu l l i o R o l f Kai l u wei t (ed s . )

El e spa ñol r iopla te nse : lengu a , lite r a tur a , e xpr e sione s c ultur a le s

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L IN GÜÍS T IC A

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IB ER OAMER IC ANA Vo l . 5 1

DIRECTORES: MARIO BARRA JOVER, Université Paris VIII IGNACIO BOSQUE MUÑOZ, Universidad Complutense de Madrid ANTONIO BRIZ GÓMEZ, Universitat de València GUIOMAR CIAPUSCIO, Universidad de Buenos Aires CONCEPCIÓN COMPANY COMPANY, Universidad Nacional Autónoma de México STEVEN DWORKIN, University of Michigan ROLF EBERENZ, Université de Lausanne MARÍA TERESA FUENTES MORÁN, Universidad de Salamanca DANIEL JACOB, Universität Freiburg JOHANNES KABATEK, Eberhard-Karls-Universität Tübingen EMMA MARTINELL, Universitat de Barcelona JOSÉ G. MORENO DE ALBA, Universidad Nacional Autónoma de México RALPH PENNY, University of London REINHOLD WERNER, Universität Augsburg

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Á ngela Di Tullio R o l f Kailuweit ( eds.)

El español rioplatense: lengua, literatura, expresiones culturales

Iberoamericana



Ve r v u e r t



2011

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Reservados todos los derechos © Iberoamericana, 2011 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 [email protected] www.ibero-americana.net © Vervuert, 2011 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.ibero-americana.net ISBN 978-84-8489-625-8 (Iberoamericana) ISBN 978-3-86527-680-3 (Vervuert) Depósito Legal: Diseño de la cubierta: Carlos Zamora Impreso en España Este libro está impreso integramente en papel ecológico blanqueado sin cloro

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ÍNDICE

Di Tullio, Ángela/Kailuweit, Rolf INTRODUCCIÓN .............................................................................................. El español rioplatense ................................................................................. El español rioplatense y su perfil lingüístico .............................................. El español rioplatense y el contacto con las lenguas inmigratorias ............ Representaciones del español rioplatense ................................................... El tango y la identidad rioplatense .............................................................. Bibliografía .................................................................................................

11 12 16 17 17 18 19

I. EL ESPAÑOL RIOPLATENSE Y SU PERFIL LINGÜÍSTICO Bertolotti, Virginia LA PECULIARIDAD DEL SISTEMA ALOCUTIVO SINGULAR EN URUGUAY ............. 0. Introducción ........................................................................................... 1. La construcción lingüística del Uruguay ............................................... 2. Percepción y evaluación de rasgos lingüísticos ..................................... 3. El sistema alocutivo pronominal singular en los siglos XVI, XVII y XVIII 4. El sistema alocutivo pronominal y verbal uruguayo en la actualidad ... 4.1. U-U (usted tiene) ............................................................................ 4.2. T-V (tú tenés) .................................................................................. 4.3. V-V (vos tenés) ............................................................................... 4.4. T-T (tú tienes) ................................................................................. 5. El sistema alocutivo uruguayo en el contexto rioplatense ..................... 6. Síntesis: el tratamiento como rasgo de identidad .................................. Bibliografía .................................................................................................

23 23 24 25 27 34 35 35 36 37 39 42 44

Pesˇková, Andrea LA OMISIÓN Y LA EXPRESIÓN DEL PRONOMBRE SUJETO VOS EN EL ESPAÑOL PORTEÑO ....................................................................................................... 0. Introducción ........................................................................................... 1. Factores relevantes para la presencia/omisión del pronombre sujeto .... 2. Corpus .................................................................................................... 2.1. Datos, metodología ........................................................................ 2.2. Resultados ......................................................................................

49 49 52 54 54 55

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2.2.1. Frecuencia del pronombre sujeto ........................................ 2.2.2. El modo y el tiempo verbal ................................................. 2.2.3. Tipo de oración (según el valor comunicativo) ................... 2.2.4. La semántica verbal ............................................................. 3. Experimento de producción y de juicio gramatical ............................... 3.1. Métodos .......................................................................................... 3.2. Resultados ...................................................................................... 4. Asuntos pendientes (aspectos discursivos del sujeto pronominal) ........ 5. Conclusiones .......................................................................................... Bibliografía .................................................................................................

55 57 59 60 64 64 64 68 71 72

Pesˇková, Andrea/Gabriel, Christoph/Feldhausen, Ingo FRASEO PROSÓDICO EN EL ESPAÑOL PORTEÑO. EVIDENCIA DE DATOS LEÍDOS Y SEMIESPONTÁNEOS ........................................................................................ 0. Introducción ........................................................................................... 1. “Buenos Aires habla con entonación italiana” ....................................... 2. Fraseo prosódico en el español y en el italiano ..................................... 3. Métodos y datos ..................................................................................... 4. Resultados .............................................................................................. 5. Interacción del fraseo prosódico con la estructura informativa ............. 5.1. Métodos y datos ............................................................................. 5.2. Resultados ...................................................................................... 5.3. Discusión ........................................................................................ 6. Conclusiones .......................................................................................... Bibliografía .................................................................................................

77 77 78 81 85 86 93 93 95 98 99 100

Rinke, Esther EL DOBLADO DE CLÍTICOS EN EL ESPAÑOL ESTÁNDAR Y EL ARGENTINO: VARIACIÓN LINGÜÍSTICA Y ANÁLISIS SINTÁCTICO ..................................................... 0. Introducción ........................................................................................... 1. Caracterización del fenómeno en el español estándar ........................... 1.1. Hacia una diferenciación entre el doblado de clíticos y la dislocación ............................................................................................. 1.2. La distribución del doblado de clíticos .......................................... 2. Condiciones para el doblado en el rioplatense ...................................... 3. Los pronombre clíticos como marcadores de concordancia .................. 4. La variación lingüística .......................................................................... 5. Sumario .................................................................................................. Bibliografía .................................................................................................

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II. EL ESPAÑOL RIOPLATENSE Y EL CONTACTO CON LAS LENGUAS INMIGRATORIAS Gugenberger, Eva ¿EXISTE UN “COCOLICHE GALLEGO”? LA INMIGRACIÓN GALLEGA Y SUS IMPLICACIONES LINGÜÍSTICAS ................................................................................ 1. Introducción ........................................................................................... 2. El aporte socio-cultural .......................................................................... 3. La situación del la lengua gallega en Buenos Aires .............................. 4. ¿Existe un “cocoliche gallego”? ............................................................ Bibliografía .................................................................................................

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Cancellier, Antonella EL ESPAÑOL RIOPLATENSE EN LOS ESTUDIOS DIALECTOLÓGICOS DE GIOVANNI MEO ZILIO ....................................................................................................

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Sardi, Valeria LA TRADUCCIÓN CULTURAL COMO DISPOSITIVO DE NACIONALIZACIÓN: UNA CRUZADA CONTRA LA LENGUA Y LA CULTURA ITALIANA EN EL RÍO DE LA PLATA

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III. REPRESENTACIONES DEL ESPAÑOL RIOPLATENSE Ciapuscio, Guiomar E./Miotto, Carla F. LAS IDEAS LINGÜÍSTICAS DE J. B. ALBERDI EN UNA SELECCIÓN DE ESCRITOS DE JUVENTUD Y MADUREZ ............................................................................. 0. Introducción ........................................................................................... 1. Aspectos teórico-metodológicos ............................................................ 2. La Generación del 37 ............................................................................. 3. El proyecto lingüístico de los Románticos del Salón Literario ............. 4. Continuidades y discontinuidades en las ideas lingüísticas de los textos de madurez ............................................................................................. 5. El problema denominativo: ¿lengua, idioma, dialecto, estilo? .............. 6. Conclusiones .......................................................................................... Bibliografía ................................................................................................. Di Tullio, Ángela BORGES Y ARLT. DOS DEFINICIONES DEL IDIOMA DE LOS ARGENTINOS ............ 0. Introducción ........................................................................................... 1. Un incómodo antecedente: idioma nacional de los argentinos .............. 2. El hispanismo del Centenario ................................................................

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3. Borges y su solución del dilema ............................................................ 4. La versión borgiana de El idioma de los argentinos .............................. 5. Roberto Arlt y su versión de El idioma de los argentinos ..................... 6. Conclusiones .......................................................................................... Bibliografía .................................................................................................

198 201 204 205 207

Kailuweit, Rolf DEÍCTICOS EN LA CREACIÓN DE UN ESPACIO LINGÜÍSTICO-CULTURAL RIOPLATENSE ...................................................................................................... 0. Introducción ........................................................................................... 1. La creación de un espacio lingüístico-cultural ...................................... 2. El corpus ................................................................................................ 3. La deixis como constituyente de un espacio lingüístico-cultural .......... 4. Deixis personal ...................................................................................... 4.1. Nosotros ......................................................................................... 4.2. Tú ~ vos / vosotros ~ ustedes ......................................................... 4.3. Deixis espacial ............................................................................... 5. Conclusión ............................................................................................. Bibliografía .................................................................................................

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Engels, Kathrin/Kailuweit, Rolf LOS ITALO-LUNFARDISMOS EN EL SAINETE CRIOLLO. CONSIDERACIONES LÉXICOSEMÁNTICAS .................................................................................................. 0. Introducción ........................................................................................... 1. La cadena etnolectal .............................................................................. 2. Adopción y creación de los italo-lunfardismos: aspectos formales ....... 3. Los italo-lunfardismos en el sainete criollo ........................................... 4. Semántica ............................................................................................... 5. La herencia italo-lunfardesca ................................................................. Bibliografía .................................................................................................

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Allegroni, Andrés LA LENGUA DE LA MEMORIA: LA POÉTICA DE ROBERTO RASCHELLA ...............

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IV. EL TANGO Y LA IDENTIDAD RIOPLATENSE Balint-Zanchetta, Jaqueline LOS GALICISMOS EN LAS LETRAS DE TANGO: REPRESENTACIÓN, ESTEREOTIPO Y SIMBOLISMO DE ALGUNAS VOCES DE ORIGEN FRANCÉS ................................... 0. Introducción ...........................................................................................

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1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

Del contexto a la representación lingüística ........................................ Integración de los galicismos en las letras de tango ............................ Adaptación léxico-semántica de algunos galicismos .......................... Francesitas y “franchutas” ................................................................... Temas y motivos .................................................................................. Aspectos connotativos ......................................................................... La connotación enunciativa ................................................................. Tópicos y clichés vinculados a la identidad nacional y a la lengua francesas .............................................................................................. 9. Motivos y atributos femeninos ............................................................ 10. Dimensión simbólica del champán ...................................................... 11. Conclusión ........................................................................................... Bibliografía .................................................................................................

271 274 277 279 280

Apprill, Christophe L’ENTRE-DEUX “ ARGENTIN” DU TANGO ......................................................... 0. Introduction ............................................................................................ 1. Ce tango que l’ont dit “argentin” ........................................................... 2. Le tango noir? ........................................................................................ 3. L’argentin du tango ................................................................................ 4. Une danse populaire ? ............................................................................ 5. Une manière argentine de danser le tango? ........................................... Bibliographie ...............................................................................................

285 285 286 289 295 296 297 301

Pfänder, Stefan/Nazareno Saxe, Facundo LA VOZ DE LA DIVERSIDAD. ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA VOZ DE

257 258 260 263 266 268 270

LA

.... ¿Qué ocurre con la voz de las mujeres en el tango? .............................. ¿La voz o las voces? .............................................................................. Las primeras voces femeninas en el tango ............................................ Un nuevo modelo: Tita Merello ............................................................. La diversidad en estado puro: Tita Merello y Se dice de mí .................. Las otras voces de mujeres tangueras .................................................... La respuesta al rol masculino: Adriana Varela ....................................... La voz del tango –espacio que nace en lo alterno– trasciende el género del cantante ............................................................................................ 9. El tango: espacio de trascendencia social .............................................. Bibliografía .................................................................................................

305 305 306 308 308 310 313 313

SOBRE LOS AUTORES .....................................................................................

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MUJER EN EL TANGO ARGENTINO COMO ESPACIO QUE NACE EN LO ALTERNO

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INTRODUCCIÓN ÁNGELA DI TULLIO/ROLF KAILUWEIT

Hace casi quince años tuvo lugar en la Universidad de Friburgo, en Brisgovia, un coloquio organizado por Walter Bruno Berg, como parte de su proyecto “Oralidad y argentinidad: el papel de la oralidad en la formación del modelo nacional en la literatura argentina de los siglos XIX y XX”, realizado en el marco de su reconocida labor de investigación, de índole interdisciplinaria, acerca de las relaciones entre “oralidad” y “escriptualidad”.1 Nuestro coloquio reanuda de cierto modo esta tradición y lo hace, por supuesto, con algunas modificaciones debidas no solo al transcurso de tiempo sino también a un cierto cambio de perspectiva que nos parece necesario. En el coloquio de 1994, participó un solo lingüista, Wulf Oesterreicher, y a juzgar por lo que documentan las actas,2 lo pasó bastante mal. Como lingüista, Oesterreicher no tenía bastante que decir sobre “la función del lenguaje hablado en la literatura argentina”, como reza el subtítulo del coloquio. Sin embargo, asumió que el modelo de oralidad y escriptualidad concepcional que había elaborado junto con Peter Koch3 desde los años ochenta solo se aplicaba a la “realidad lingüística” y no consideró ningún texto literario. A nuestro parecer, destacar la incompatibilidad de los enfoques lingüísticos y literarios es una solución demasiado fácil para un asunto complejo e importante en la historia lingüística y cultural. Evidentemente, como cualquier texto, el literario es un producto lingüístico cuya materialidad y función comunicativa un lingüista tiene que describir. Además, los textos literarios, lejos de constituir un pasatiempo o un mero lujo de intelectuales, tienen una función esencial para la formación de lenguas. Los textos literarios canónicos son el punto de referencia para la creación de un gramolecto representativo al que los hablantes pueden asociar su competencia genolectal. Por eso la escuela enseña por medio de textos literarios la lengua de cultura como ideal de la lengua materna. Lo que intriga tanto a los lingüistas como a los estudiosos de literatura es el hecho de que en muchos casos, y también en el caso

1 SFB 321 – Übergänge und Spannungsfelder zwischen Mündlichkeit und Schriftlichkeit (SFB = Sonderforschungsbereich (‘area de investigación especial’) financiada por la Deutsche Forschungsgemeinschaft). 2 Berg/Schäffauer (1997). 3 Véase Koch/Oesterreicher (2007).

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rioplatense, a partir de cierto momento histórico los textos literarios discrepan de la norma establecida y se alejan de formas y giros lingüísticos considerados “concepcionalmente escritos”. En un trabajo posterior, Walter Berg (1999: 79) resaltó que “el sainete criollo resulta un caso prototípico para ejemplificar el término de oralidad concepcional”. A primera vista, se trata de un profundo malentendido del concepto de Oesterreicher ya que el lingüista designa con este término el uso espontáneo y cotidiano, es decir, el caso prototípico de la oralidad. Es evidente que este uso dista mucho de lo que se encuentra en los sainetes como en cualquier texto que transcribe o imita con fines literarios la oralidad. No sabemos si se trata de un malentendido intencional o no. En todo caso nos parece ingenioso. De hecho, el término “oralidad concepcional” se aplica mal respecto a lo que intentan sus creadores. En el habla cotidiana entre personas que dominan la misma variedad lingüística no se producen (“conciben”) los discursos orales concientemente. Se habla sin tapujos, fijándose en el contenido y las finalidades discursivas, y no en el lenguaje. En cambio, el escritor que intenta reproducir esa manera de hablar reflexiona y enriquece con fines comunicativos complejos los elementos orales que incluye en su obra. Para este proceso se aplica muy bien el término “oralidad concepcional”, y quizá incluso mejor que el término “oralidad ficticia”. Así en el caso rioplatense no se trata solo de una ficción de oralidad sino de una concepción de lengua literaria basada en la oralidad cotidiana que rompe con las tradiciones normativas. Para la formación del habla culta rioplatense este proceso de mediatización, y especialmente de literarización, nos parece imprescindible. De ahí se deduce cierto cambio en la perspectiva de investigación. Para saber lo que es el espacio lingüístico-cultural rioplatense, conviene deconstruir el concepto de oralidad. En esta modalidad, la oralidad no es más que un vestigio que apenas se reconoce en usos de alta escriptualidad concepcional. Además, el vínculo entre oralidad y argentinidad nos parece hoy día anacrónico. Por supuesto, la idea del Estado nacional tiene más vigencia de lo que se piensa, pero en una época que es a la vez más globalizadora y más regionalista, cabe preguntarse si el concepto de lengua nacional tiene todavía vigor, sobre todo en el caso argentino. Más que de rasgos de una lengua nacional argentina, lo que se observan son usos rioplatenses que por un lado se distinguen de los del interior de la Argentina y, por el otro, incluyen buena parte del territorio de la República Oriental del Uruguay.

El español rioplatense La denominación “español rioplatense” no coincide con una unidad política actual. Esta área lingüística abarca Buenos Aires, el sur de las provincias de

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Santa Fe y de Entre Ríos y la Patagonia, y la mayor parte del territorio del Uruguay. Diferentes factores, como las corrientes colonizadoras, el contacto con las lenguas de los pueblos indígenas, la influencia de la inmigración, incidieron en las diferencias dialectales que se reconocen en la Argentina, que en el noroeste se acerca al español andino, en la zona cuyana, al chileno y en el nordeste, al de Paraguay (Vidal de Battini 1964). En cuanto al Uruguay hay que destacar la influencia lusófona en la zona norte situada al límite de Brasil. Este territorio formó parte del Virreinato del Río de la Plata, creado en 1776. El tardío ascenso a la categoría virreinal de esta área periférica se ha atribuido, por una parte, a la carencia de las condiciones económicas (metales preciosos y abundancia de mano de obra indígena) que incidieron en el florecimiento colonial de México o Perú; pero, por la otra, a las intenciones metropolitanas de reorientar la economía rioplatense, decididamente volcada hacia Inglaterra. Muy marcadas resultaron también las preferencias rioplatenses por la cultura francesa, en desmedro del escaso prestigio que suscitaban las letras y el pensamiento españoles, sobre todo, después de la formación del primer Gobierno patrio (1810) y de la declaración de la Independencia (1816). Un grupo de intelectuales, opositores al Gobierno de Juan Manuel de Rosas, reunidos en la llamada Generación del 37, se propusieron extender a la cultura y a la lengua la independencia política (Blanco 1993). La idea de una lengua propia fue insinuada para contrarrestar los aspectos negativos de la cultura española y de la lengua que la representaba (como “muralla china” que aislaba del resto del mundo, según Sarmiento). Estos intelectuales, que tuvieron un gran peso en la organización institucional del país, en particular, Juan Baustista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento, confiaron en los efectos positivos de una inmigración procedente de Europa. Este proyecto, que se puso en acción a partir de 1880 en el Gobierno del General Roca, fue asumido como el principal instrumento para “poblar el desierto”, acelerar la economía y cimentar las instituciones republicanas (Halperín Donghi 1987). Entre 1880 y 1950, la Argentina recibió alrededor de 6,5 millones de inmigrantes europeos; aunque en términos absolutos esta cifra es superada por los países de América del Norte, su peso relativo en relación con la población nativa fue claramente mayor, ya que duplica el porcentaje de Estados Unidos (14,5%): en 1914 los extranjeros representaban el 30% de la población total. La inmigración cambió la conformación demográfica del país: entre 1869 y 1960 el país decuplicó su población; más de las tres cuartas partes de los 36 000 000 de habitantes ocupan la zona del litoral; donde se asentó la mayoría de los inmigrantes. En 1910 Buenos Aires era ya la ciudad con mayor número de habitantes de lengua española: en 50 años había pasado de los 286 000 habitantes en 1880 a los 2 250 000 de 1930. A comienzos del siglo XX la mitad de los varones entre 15 y 50 años había nacido en Italia; el porcentaje de italianos en relación con la pobla-

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ción era de 32,5 frente al 9% de los españoles. La prensa extranjera aumentó también de manera notable en poco tiempo: se cuadruplicó de 1880: 109 publicaciones; 38 periódicos, a 407 en 1886 con 80 periódicos (Fontanella de Weinberg 1991). La incorporación de la población europea era uno de los ejes en los que se había basado el proyecto modernizador de la organización nacional, que el Gobierno de Roca sintetizaba en la fórmula “Paz y administración”. El éxito de la formación del Estado nacional se expresaba no solo en la vigencia de instituciones y leyes sino también en una cultura común y en una única lengua. El territorio nacional, extendido y unificado con el exterminio de los indios en la Campaña del Desierto, había ampliado las zonas cultivables que, gracias al trabajo de los colonos, aportaban enormes riquezas al país. La conjunción “brazos italianos y capitales ingleses” representaba el lugar que correspondía a los extranjeros, ordenados en una clara jerarquía (Blengino 1990). Por otra parte, las presidencias intelectuales de Mitre, Sarmiento y Avellaneda organizaron el sistema escolar, sobre todo la escuela primaria, para erradicar el analfabetismo. La ley 1420 de Educación laica, obligatoria y gratuita, sancionada en 1884, redujo, en menos de 30 años, el analfabetismo a un 4%. El resultado de este proceso es doble: se forma un público de semidoctos que accede a nuevas formas de lectura (Prieto 1988); de ahí la proliferación de periódicos, folletines, espectáculos teatrales, etc., abundancia que contrastaba, sin embargo, con la escasa difusión de la cultura letrada de producción nacional; pero también, la educación universitaria, gratuita y autónoma, se convierte en el medio de movilidad social de los sectores medios, en particular de los hijos de inmigrantes, representados en la figura de “m’hijo el dotor”, del escritor Florencio Sánchez, de origen uruguayo, como tantas figuras importantes de la vida cultural porteña al principio del siglo XX. La república conservadora, gobernada por la oligarquía, se resquebraja con la aprobación de la ley Sáenz Peña, que otorga el voto a todos los varones. La ciudadanía política permite la representación de los sectores medios a través de partidos políticos. Beatriz Sarlo (2001) condensa en tres características la imagen del argentino de la época –alfabetizado, ciudadano que ejercía sus derechos cívicos y empleado en alguna actividad pública o privada–, tres ventajas de los autóctonos frente a los extranjeros que arribaban, por lo general, con un grado deficiente de alfabetización, si es que existía, sin trabajo y con una escasa consciencia política. Un país rico, un pueblo culto, un Estado moderno eran las bases del clima de fe en un futuro de prosperidad y de progreso indefinido. En esa euforia argentinocentrista, al inmigrante se lo consideraba en una posición ambivalente: por una parte, condición de ese progreso a través del trabajo, por la otra, agente de disolución de los valores nacionales, aún no totalmente consolidados.

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En torno al Centenario (1910) se enfrentan dos modelos contrapuestos de nación, definidos a partir de sus rasgos culturales: a la concepción liberal y cosmopolita, que encarna un espíritu pluralista, integrador y respetuoso de las diferencias –plasmada en la Constitución nacional, la Ley de Inmigración (1876) y la Ley de Ciudadanía (1869)– se le opone la concepción opuesta, esencialista y excluyente, que considera, en cambio, que la nación y su cultura están ya realizadas, pero que necesitan ser defendidas del peligro de ser absorbidas por diferentes grupos y diversas lenguas (Bertoni 2001). Una creciente paranoia cultural y lingüística reclama políticas defensivas, en particular para salvar la lengua española del peligro de la hibridación, por lo que la ideología de la estandarización se legitimaba como un acto de patriotismo. La importancia de la inmigración ha sido similar en el desarrollo del Uruguay. A finales del siglo XIX el país había superado la gran inestabilidad política causada por las varias guerras civiles. La consolidación de la democracia le permitió alcanzar altos niveles de bienestar, equiparables a los europeos. Así, “la Suiza de América” fue uno de los primeros países en establecer por ley el derecho al divorcio (1917) y uno de los primeros países en el mundo en aprobar el sufragio femenino. En el campo de la educación, fue la segunda nación del mundo que, siguiendo los postulados de José Pedro Varela, estableció por ley un sistema educativo gratuito, obligatorio y laico (1877). Los estrechos vínculos entre las dos capitales, Buenos Aires y Montevideo, dieron por resultado la formación de un espacio común de cultura popular cuyas manifestaciones más prototípicas son el tango y el sainete criollo. Los rasgos que definen la modalidad rioplatense han sido valorados de manera diferente, desde quienes los reducen a un matiz de diferenciación hasta los que les reconocen el alcance de esbozar una nueva lengua. Además de las diferencias léxicas, como indigenismos, africanismos e italianismos, se distinguen algunas características fonéticas y fonológicas (sobre todo, las variantes en la pronunciación de la y, desde el yeísmo rehilado con una variante prepalatal sonora a formas más o menos ensordecidas) y prosódicas (la mayor duración de las varias vocales tónicas, que configuran un contorno entonacional más cercano al italiano que al español peninsular). En cuanto a los rasgos gramaticales, los dos más característicos en el sistema pronominal son, por una parte, la extensión del voseo (tanto pronominal como flexivo), en su variedad monoptongada, como forma de tratamiento de confianza, general en todas las clases sociales, aunque en el Uruguay alterne con el tuteo pronominal y, en algunos departamentos, incluso el flexivo; por la otra, el doblado de clíticos del objeto directo, cuando el referente se considera familiar (Ayer lo vi a Juan en el cine; ¿La viste a mi mamá?; Ya te lo traje al libro). La flexión verbal se caracteriza, a su vez, por una asimetría entre las formas simples y compuestas del indicativo y del subjuntivo,

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dado el predominio casi excluyente del perfecto simple en el indicativo y el de la forma compuesta en el subjuntivo. Esta más que escueta introducción permite entrever muchas de las líneas que se desarrollan en los trabajos que siguen: español/lenguas inmigratorias, hispanismo/antihispanismo, intelectuales criollos/intelectuales de origen inmigratorio, literatura culta/literatura popular, entre otras consecuencias de los procesos aquí esbozados que se producen a ambos lados del Río de la Plata. Hemos organizado el volumen que presentamos aquí en cuatro secciones. En la primera sección se abordará la variedad rioplatense desde la perspectiva de la lingüistica descriptiva. La segunda sección se centra en el impacto de la inmigración italiana y gallega en la modalidad lingüística de la región. En la tercera sección se considera el hecho de que por la mediatización en el discurso erudito y literario, algunos rasgos rioplatenses alcanzaron cierto grado de “representatividad”. La cuarta, por fin, está dedicada al fenómeno que caracteriza por antonomasia al espacio lingüístico-cultural rioplatense, el tango y su lenguaje.

El español rioplatense y su perfil lingüístico Iniciamos el volumen con el trabajo de Virginia Bertolotti, que describe el complejo sistema de formas de tratamiento pronominal y verbal singular del español uruguayo, que explica en relación con la historia del país y con las actitudes lingüísticas hacia la modalidad dialectal propia y hacia la que suscita el español bonaerense; en particular, la pervivencia del tuteo y de las formas mixtas se entienden como marcadores de identidad en el ámbito rioplatense. A pesar de que el español es una lengua que admite la omisión del sujeto, en el español porteño parece significativa la presencia del pronombre vos en esta función. Andrea Pesˇková pone a prueba los distintos factores gramaticales, semánticos y discursivos a los que se ha atribuido este fenómeno a través de un corpus textual y del juicio de los hablantes, lo que le permite reconocer un moderado incremento de su frecuencia. La similitud entre la entonación del español rioplatense y el italiano ha sido señalada en diferentes estudios en el modelo métrico y autosegmental. Andrea Pesˇková, Ingo Feldhausen y Christoph Gabriel analizan las características del fraseo prosódico del español porteño en relación con el del italiano y el del español peninsular, entre los que ocupa una posición intermedia. La sección se completa con el trabajo de Esther Rinke que analiza los diferentes factores (fonológicos, semánticos y discursivos) que inciden en el doblado de clíticos, en particular, del pronombre acusativo en el español peninsular y en el rioplatense. La autora relaciona este fenómeno con la posibilidad de un pronombre nulo que se da en la segunda modalidad dialectal pero no en la primera.

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El español rioplatense y el contacto con las lenguas inmigratorias La segunda sección se abre con el trabajo de Eva Gugenberger que parte de la constatación de la escasa incidencia del gallego en el español rioplatense, a pesar de la importancia de la colectividad. Para responder a esta situación paradójica, en relación, por ejemplo, con el italiano, analiza las actitudes lingüísticas de los gallegos hacia su propia lengua y hacia el castellano, y de qué manera este factor incide en la escasa vitalidad de la variedad de contacto entre ambas. La intensa labor de investigación científica de Giovanni Meo Zilio abarcó diferentes aspectos relativos al español rioplatense; en particular, al “cocoliche”, la variedad surgida del contacto con el italiano dialectal, pero también al habla popular, al lunfardo, a la gesticulación, a las islas italófonas en América Latina. Antonella Cancellier sigue la trayectoria del investigador a través de sus múltiples aportes. En cuanto al mundo escolar, la importancia que alcanzó el libro Corazón, de Edmundo de Amicis, se puede medir por la cantidad de ediciones en la Argentina y, además, por las traducciones culturales que circulan para evitar su potencial peligro en la numerosa colectividad italiana. Valeria Sardi analiza las estrategias nacionalizadoras que en estas versiones pretenden borrar los elementos extranjerizantes y construir una identidad nacional. Por fin, el capítulo escrito por Andrés Allegroni está dedicado a analizar la labor de experimentación lingüística y poética que realiza Roberto Raschella en sus dos novelas, Diálogos en los patios rojos y Si hubiéramos vivido aquí: el “cruce de lenguas” es el resultado del proceso de recuperación de la lengua perdida de la infancia a través de la incrustación de elementos dialectales italianos en el español del poeta adulto.

Representaciones del español rioplatense En el proyecto político y cultural de la Generación del 37 la lengua ocupaba un lugar especialmente destacado para la definición de la nación. Guiomar Ciapuscio y Carla Miotto estudian las ideas lingüísticas de Juan Bautista Alberdi a través de las representaciones que en sus escritos ofrece sobre la variedad rioplatense y la peninsular, interpretadas icónicamente en relación con sus respectivas sociedades. Ángela Di Tullio traza la genealogía de la expresión “idioma de los argentinos” a partir del antecedente de Lucien Abeille y de la divergente interpretación que le dan Borges y Arlt, no solo en cuanto a sus respectivas ideas sobre la ubicación de la modalidad dialectal rioplatense en el ámbito hispanohablante, sino también en sus propias escrituras. Rolf Kailuweit demuestra cómo se configura un espacio lingüístico-cultural rioplatense a través del paso de la sub-

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cultura a la cultura de dos rasgos característicos de la modalidad dialectal: el voseo y los adverbios demostrativos acá y allá. Para ello sigue la trayectoria a través de textos literarios representativos –sobre El Juguete Rabioso de Arlt– y de obras escolares de principios del siglo XX. La sección termina con el trabajo de Kathrin Engels y Rolf Kailuweit, que estudian la difusión de los italianismos propios del lunfardo a través del sainete criollo, considerando diversos parámetros en su empleo: la cadena etnolectal, los cambios sufridos y los procedimientos creativos, las diferencias dialectales y los aspectos pertinentes de la situación comunicativa.

El tango y la identidad rioplatense La presencia de voces extranjeras en el tango, en particular, del italiano y del francés, no solo reflejan la situación de contacto lingüístico por la inmigración masiva, sino que también indican el valor representativo y connotativo de cada lengua. A partir de un corpus de cien tangos, Jaqueline Balint-Zanchetta estudia el valor del galicismo en tanto representación de Francia, de la lengua y de la mujer francesa en el imaginario rioplatense. Christophe Apprill cuestiona la relación que se suele establecer entre el tango danza y la identidad rioplatense y, más aún, argentina. Para ello destaca los factores urbanos, culturales y sociales, más que raciales, que influyeron en su historia y el proceso de nomadización que a partir de los 80 lo extendió por el mundo. El volumen se cierra con el capítulo escrito por Stefan Pfänder y Facundo Nazareno Saxe que estudian las representaciones que ha recibido la voz de la mujer en el tango, en tanto rasgo individual, con ciertas características, pero también como fenómeno colectivo, tanto en las diferentes versiones de un mismo estereotipo como en la ruptura de la identificación con el género. La mayoría de los trabajos reunidos fueron presentados en un coloquio que tuvo lugar en el Freiburg Institute for Advanced Studies (FRIAS) entre el 26 y el 27 de marzo 2009. Agradecemos a los representantes de FRIAS la cálida acogida y el generoso aporte al proyecto, desde la organización del coloquio hasta la publicación de este volumen. No obstante, esta no hubiera sido posible sin la inestimable colaboración de Eva-Maria Mieth, becaria del Departamento de Cultura y Medios de Comunicación de la Universidad de Friburgo. Agradecemos además a la editorial Vervuert por haberse interesado en publicar nuestro volumen y a Kerstin Houba y Rebecca Aschenberg, representantes de la editorial, por su competente asesoría. Los errores de imprenta y otras incoherencias que, a pesar del esfuerzo conjunto, puedan haberse escurrido son responsabilidad de los editores.

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0. Introducción En el Río de la Plata, desde el siglo XIX, particularmente desde la Generación romántica o Generación del 37 mucho nos hemos preguntado si existe algo así como “el español rioplatense”. La zona que aquí denomino como Río de la Plata –en sentido estrecho, la zona de la cuenca de dicho río que se identifica socioculturalmente a partir de los núcleos poblacionales de Buenos Aires, Montevideo, Colonia, Rosario, La Plata y sus zonas de influencia más inmediata– ha sido ocupada por hablantes de variadas lenguas. Sin ser en nada original, creo que el español en el Río de la Plata y las actitudes frente a la variedad no se pueden comprender sin considerar la confluencia de hablantes de diversas lenguas, tan permanente, tan desordenada y tan rica. De ello me ocupo en el apartado La constitución lingüística del Uruguay. Siglo y medio más tarde, desde la dialectología, la pregunta vuelve a aparecer: ¿se puede hablar de una variedad lingüística americana, rioplatense, uruguaya? La comprensión cabal de esta interrogante se relaciona estrechamente con qué perciben y qué evalúan los hablantes sobre las lenguas. Resumo estas cuestiones en el apartado Percepción y evaluación de rasgos lingüísticos. A partir de estos dos pilares: la historia lingüística del Uruguay y la actitud hacia la variedad, describo el paradigma del tratamiento pronominal y verbal singular en el español del Uruguay y lo inscribo en el panorama histórico dialectal hispánico, haciendo especial énfasis en sus parecidos y diferencias con el paradigma bonaerense, que es paradójicamente motor y freno del cambio en el

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Este artículo se origina en el curso “Tutearse vs. vosearse en Uruguay: gramática y pragmática” que dicté durante el XV Congreso Internacional de ALFAL, en agosto de 2008, y durante las II Jornadas de Estudiantes de Lingüística y I de Estudiantes de Corrección de Estilo de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad de la República, Uruguay, en octubre de 2009. Agradezco a ambos grupos de cursillistas sus comentarios y preguntas, que me han iluminado sobre diversas cuestiones que aquí presento. Agradezco también a Magdalena Coll y Ana Clara Polakof sus valiosos comentarios sobre versiones preliminares de este texto.

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sistema alocutivo singular en Uruguay. Presento estas cuestiones en los apartados Breve historia del sistema alocutivo pronominal singular en Uruguay, El sistema alocutivo pronominal singular en los siglos XVI, XVII y XVIII, El sistema alocutivo pronominal y verbal uruguayo en la actualidad y El sistema alocutivo uruguayo en el contexto rioplatense. Finalmente, sintetizo las cuestiones planteadas describiendo diferentes modalidades alocutivas en tanto que marcadores de identidad.

1. La constitución lingüística del Uruguay La constitución en colonia, el poblamiento planificado de esta zona por europeos, se explica por dos razones: su eventual puerta de salida a la producción de la plata (Lezama 1999) y su riqueza ganadera. Como es sabido, el territorio que forma parte de la hoy República Oriental del Uruguay se incorpora lentamente a la Administración española a partir del siglo XVII,2 pero no lo hace definitiva y formalmente sino a través de la fundación de Montevideo, su actual capital, en la segunda década del siglo XVIII (17241730). El contingente poblacional mayoritario fueron indígenas, al mando de jesuitas establecidos en la actual zona de Misiones, y pobladores provenientes de la ya existente Buenos Aires. La razón de la instalación del puesto militar de Montevideo fue económico-política: la instalación formal de Portugal, a través de la fundación de Colonia do Sacramento (1680), desencadena como reacción el plan de establecer un control español sobre la salida del Río de la Plata por medio de una plaza fuerte. Medio siglo después de su fundación, Montevideo pasa a integrar un nuevo virreinato: el del Río de la Plata (1776/1777-1814). Enmarcado en las políticas borbónicas para establecer un mejor control sobre los territorios americanos, este se desgaja del ya existente Virreinato del Perú.3 A los efectos que nos interesan en este artículo, la Banda Oriental –de la cual la actual República Oriental del Uruguay es la continuidad histórica– formaba parte de la Gobernación del Bue-

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Considérese la existencia de la reducción de Santo Domingo de Soriano (1624) y el Sistema de Guardias (1683 en adelante). 3 Si bien constituía una unidad territorial y administrativa que abarcaba los actuales estados brasileños de Rio Grande do Sul, Santa Catarina y zonas de Paraná y Mato Grosso do Sul, así como los territorios de las Gobernaciones de Buenos Aires, Paraguay, Tucumán, Santa Cruz de la Sierra y los corregimientos del Alto Perú y Cuyo (actualmente Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Bolivia), esa unidad administrativa no se traducía en una unidad política ni cultural.

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nos Aires. Esta relación filial que se inicia con su fundación se mantiene hasta nuestros días, en varios aspectos. En este proceso histórico, se constata la presencia de lenguas indígenas antes, durante y después de la época colonial; la de lenguas africanas durante la colonia y en el siglo XIX; la de dialectos provenientes de la Península Itálica desde mediados del siglo XIX hasta mediados del siglo XX; la del gallego desde la colonia hasta entrado el siglo XX; la del portugués desde la época colonial hasta fines del siglo XIX y, por supuesto, la del español desde la colonia.4

2. Percepción y evaluación de rasgos lingüísticos La historia sociocultural de la región es, sin lugar a dudas, una de las explicaciones de la particularidad lingüística de la zona. Hablar de particularidades lingüísticas nos lleva a las preguntas ya clásicas: “¿español de América o español en América?, “¿español del Uruguay o español en el Uruguay? La preposición de da la idea de unidad –el español de América es un español, el español del Uruguay es un español– y, al mismo tiempo, lleva a confrontar otras realidades, las sugeridas por otros de –el español de España, el español de Argentina–. Si bien es sabido que los rasgos lingüísticos del español hablado en el Río de la Plata no son en su totalidad exclusivos de esta variedad, sino que la mayoría son compartidos por otras modalidades del español ubicadas geográficamente en América o en Europa,5 prefiero hablar en esta ocasión de español del Río de la Plata y de español del Uruguay, ya que en este artículo me ocupo, más que de la realidad lingüística, de aquello que los hablantes creen acerca de esa realidad: cómo la perciben, cómo la evalúan. En cuanto a la percepción y la evaluación de las lenguas, Caravedo (2005) plantea que los hablantes hacen juicios ontológicamente subjetivos sobre las lenguas, ya que el observador es el hablante. Estos juicios se basan en evaluaciones que, según esta autora, pueden ser de dos tipos: directas o indirectas. La evaluación directa es la percepción de un rasgo determinado o de una modalidad global y su consiguiente valoración explícita por parte de los hablantes. La evaluación indirecta se da cuando “los hablantes que comparten un mismo espacio social coinci-

4 Para los detalles de una historia lingüística externa de la zona, sugiero consultar Elizaincín (2003). 5 En Alba (1991) y Elizaincín (2006) se muestra el sentido de la oposición entre las preposiciones en y de para el español de América, y en Elizaincín (1992) para el Uruguay. Bertolotti/Coll (2006), Elizaincín/Behares (1981) y Elizaincín (1983, 1984 y 1992) describen algunos de los rasgos caracterizadores del español en el Uruguay.

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den de modo general en la producción de determinados usos, que normalmente no someten a discusión” (Caravedo 2005: 19). Tal sería el caso, por ejemplo, del seseo en Hispanoamérica, que se trataría de una evaluación por la vía de los hechos. Por su parte, la percepción, presupuesta en la evaluación, puede ser analítica o sintética. Caravedo (2005) entiende por percepción analítica la capacidad de captar rasgos aislados, que concomitantemente los hablantes pueden (o no) interpretar socialmente o calificar. La percepción sintética se basa en el reconocimiento de modalidades o variedades en sentido global, sin aislar rasgos discretos. Según la misma autora, es el tipo de percepción que explica etiquetas como “el español de América”, “el español de España”. En cuanto a las razones de la percepción, la autora se pregunta: ¿Cuáles son los factores fundamentales que contribuyen a la dirección perceptiva de los hablantes en materia lingüística? ¿Por qué unos rasgos se perciben mientras que otros no, de modo diferenciado en ciertos grupos sociales o en ciertos espacios geográficos, sobre todo cuando se trata de una misma lengua y, en cierta medida, del mismo sistema cognoscitivo sobre ellas? (ibíd.: 22).

Y, yendo más allá, se pregunta por qué un mismo fenómeno lingüístico percibido puede tener incluso evaluaciones opuestas. Pone como ejemplo de ello la palatal lateral, que es valorada positivamente en España y minusvalorada en el castellano andino del Perú. Encuentra la razón en la diferencia estilística, entendiendo por estilístico, tal como hace Labov (1983),6 los grados de formalidad, al asociar lo más inmediato, por lo tanto, menos cuidado y que requiere menor esfuerzo perceptivo a lo informal y lo más mediato al autocontrol, a lo formal. El objeto de este artículo, el sistema alocutivo pronominal singular en Uruguay, es objeto de percepción analítica y, en consecuencia, de evaluación por parte de los hablantes. Cabe aclarar, sin embargo, que la evaluación del tratamiento este rasgo no es exclusiva del Río de la Plata, ya que el tratamiento es uno de los fenómenos lingüísticos con mayor variación en el mundo hispánico. Es interesante destacar la circularidad del fenómeno: la variación aumenta la posibilidad de percepción y, seguramente, la percepción –y por lo tanto la evaluación– influya en la conservación o pérdida de rasgos, que a su vez podrá afectar la variación.

6 La asociación de un indicador (rasgo que se distribuye regularmente en covariación con grupos étnicos, generacionales, socioeconómicos) con situaciones estilísticas es lo que Labov (1983) considera un marcador. El reconocimiento (percepción en el sentido de Caravedo 2005) y evaluación por la comunidad puede transformarlo en un estereotipo, es decir, un marcador que ha entrado en la conciencia social Labov.

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3. El sistema alocutivo pronominal singular en los siglos XVI, XVII y XVIII He encontrado el primer registro de evaluaciones sobre rasgos lingüísticos “montevideanos” en un texto lírico de José Prego de Oliver, quien formaba parte del contingente español que se instala en Montevideo a fines del siglo XVIII, como consecuencia de las Reformas Borbónicas. Este funcionario español ríe en su texto de las formas de ser y de hablar de los montevideanos. Señala los términos que evalúa –causan en él un efecto hilarante– utilizando cursivas, que mantengo en la reproducción parcial que realizo del poema. Las negritas son mías. Poyeras de angaripola Con una cuarta de encaje Cuentan que llevaba el paje Del Arzobispo de Angola […] En el camino encontró A el [sic] Patriarca Noé Y al pasar se le ocurrió Decirle riyendo [riendo] Ché El Diluvio se acabó. […] El Sabio Rey D.Alfonso Con tan rara esclamaxion Se echó á entonar un responso Mas le dijo Faraon Calláte que sos un sonso. Cuando se supo en Viena Dicho de tanto gracejo El Cid y D.a Jimena Cenaron en noche buena La cola de un Pingo viejo. José Prego de Oliver Crítica Jocosa (1798)

No sabemos si esos rasgos evaluados y, por lo tanto, percibidos por Prego de Oliver también eran evaluados y percibidos por quienes se habían criado lingüísticamente en el ámbito rioplatense. La mirada externa de Prego, ¿retomaba lo que él percibía como distinto y que, como tal, le resultaba jocoso? o ¿retomaba rasgos que los habitantes consideraban identitarios y, por lo tanto, marcadores étnicos o nacionales? En otras oportunidades he planteado la idea de que no es hasta la llegada de nuevas oleadas españolas, como consecuencia de las Reformas Borbónicas, que

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se puede empezar a delinear una identidad lingüística rioplatense. Se puede establecer entonces un “los otros”, en la medida en que la variación lingüística se puede poner en relación con grupos humanos claramente identificables: por un lado, los locales, los nacidos y criados en el ámbito cultural rioplatense y por otro, los españoles que empiezan a llegar y a constituir lo que Bentancur (1992) ha llamado “la primera burocracia montevideana”. El español de estos últimos será considerado el español culto, ya que sus hablantes son cultos. El español de los ya establecidos en estas tierras, es decir, un español que se constituyó con fuerte contacto con otras lenguas (portugués, lenguas indígenas, lenguas africanas) y que conservó rasgos de los siglos XVI y XVII, un español propio de lo rural, de la campaña, de los mestizos, de los gauchos, será considerado un español criollo. Limito el comentario del texto de Prego a tres formas que se insertan en lo alocutivo: ché, sos, y calláte. El origen de la forma che ha sido discutido en la bibliografía (Rosenblat 1962; Rona 1963; entre otros). En “Notas sobre el che” (2010) argumento que esta forma es un préstamo del guaraní, que se integra al español en contextos nominales y se recategoriza luego como interjección. Entiendo que es evidencia de la fuerte interacción lingüística entre hablantes de español y hablantes de aquella lengua. Sos y calláte, formas voseantes de ser y de callarse, seguramente fueran sorprendentes para Prego de Oliver porque este había nacido a mediados del siglo XVIII en España, es decir, cuando los cambios en el sistema alocutivo singular ya habían concluido en el español europeo urbano. En los siglos XVI y XVII, cuando llegan los primeros contingentes españoles a América, el sistema alocutivo del español europeo estaba en pleno proceso de cambio, tanto en la forma como en el significado, tal como lo sintetizo en los próximos párrafos. Mi interpretación de la bibliografía sobre la cuestión (Castillo 1982; De Jonge/Nieuwenhuijsen 2009; Lapesa 1970 y 2000; Páez 1981; Plá Cárceles 1923a y b) me permite proponer que en el siglo XVI todavía se mantenía un sistema triádico de tratamiento singular, más complejo que el sistema diádico del siglo XII y, a su vez, más complejo que el del siglo XVIII, que se mantiene en sus componentes hasta la actualidad. Represento esto en el cuadro 1. En el siglo XVI, la situación en América es similar a la de Europa. Sin embargo, en los siglos siguientes, a diferencia de lo que sucederá en Europa, los hablantes de América seguirán usando formas voseantes. Represento esto en el cuadro 2, limitándome a la situación del Río de la Plata. El cuadro muestra una versión simplificada de la realidad lingüística de la alocución singular, por cierto, bastante compleja, como veremos a continuación. Si bien en este tema la mayor parte de los autores siguen, a grandes rasgos, lo dicho por Lapesa (1970, 2000), creo que los significados de las tres formas de

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CUADRO 1 Sistema alocutivo pronominal en el español europeo (urbano) Siglo XII

Vos



Siglo XVI

Vuestra Merced>Usted

Vos



Siglo XVIII

Usted



Siglo XXI

Usted



CUADRO 2 Sistema alocutivo pronominal en el español en el Río de la Plata Siglo XVI

Vuestra Merced>Usted

Siglo XVIII Siglo XXI

Vos

Usted Usted

Tú Vos/tú

(Tú)

Vos

tratamiento en la época de la llegada del español a América deben ser analizados de acuerdo con dos parámetros: lejanía o extragrupalidad y cercanía o intragrupalidad. Estos dos parámetros se cruzan respectivamente con dos actitudes: reverencialidad7 y deferencialidad,8 que pueden a su vez asumir valores positivos (+reverencial, +deferencial) o negativos (–reverencial y –deferencial). La reverencialidad está predominantemente influida, o incluso normada,9 por la adscripción social superior del alocutario, en tanto que la deferencialidad parece definirse por el sexo, la edad, el tiempo de conocimiento mutuo y las relaciones amorosas o de parentesco. Utilizando como referencia el marco expresado y de acuerdo con mi interpretación de la literatura sobre la cuestión y de los ejemplos en ella contenida, he propuesto algunos valores para los pronombres alocutivos singulares en la época de la llegada del español a América.

7

Un locutor reverencial se ubica como “inferior”: está transmitiendo: yo valgo menos por pertenecer a un grupo inferior y debo ser amable. 8 Un locutor deferencial no está generando inferencias sobre su valor en términos de clase social sino sobre su intención de ser amable. 9 Tal como señala Bravo (2001) entiendo como cortesía normada o normativa aquella codificada, ritualizada y entiendo como cortesía volitiva o estratégica aquella que depende o se relaciona con la elección del hablante.

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El pronombre tú se usaba en situaciones de cercanía o intragrupalidad no deferencial cuando los interlocutores tenían alguna o varias de estas condiciones: misma edad, igual sexo, conocimiento mutuo en el tiempo o en profundidad, relaciones familiares en las que el locutor pertenece a una generación mayor a la del alocutario. En situaciones de extragrupalidad, el único locutor que podía seleccionar la forma tú era uno de una clase social superior para dirigirse a uno de una clase inferior. El pronombre vos tenía diferentes significados, surgidos todos del “desfasaje” entre ser una expresión originariamente plural para dirigirse a un alocutario singular, lo cual desencadena significados de extragrupalidad (extraclasalidad) y de lejanía. Este proceso comienza ya en los últimos tiempos del Imperio Romano: la primera datación es de 375 d.C., en una carta de Símaco a su padre (Lapesa 1970). Sabemos que en el siglo XII el sistema era diádico en el español, sin embargo, con el correr del tiempo y el devenir de generaciones de hablantes, la forma vos empezó a sumar usos y a tener más contextos. Por extensiones metafóricas, por ejemplo, tratar a otro como si fuera un príncipe, se empezó a usar para un espectro más amplio de alocutarios. La consolidación en esos usos innovadores implicó la reinterpretación de su significado con la pérdida de algunas notas en algunos contextos, en particular, la reverencialidad, al servicio de la cual había surgido. Los usos y significados del pronombre vos en el siglo XVI eran más variados que los de tú. Tal como sucedía con el uso del pronombre tú, el de vos podía ser tanto intragrupal como extragrupal. Si el uso de vos era intragrupal la inferencia que se desencadenaba era la deferencialidad; si el uso era extragrupal el significado era reverencial, aunque en el proceso de ampliación de contextos también llegará a ser deferencial, dentro de un mismo grupo y también al ser usado para dirigirse a personas ajenas al grupo social. Esta extensión de los usos del vos llevará a que en el uso deferencial intraclasal en el estamento noble, clase con hábitos de preocupación por las formas, se busquen manifestaciones sustitutas del vos. Para poder cubrir ese espacio deferencial (y reverencial) perdido, constitutivo de la identidad grupal noble, debieron buscarse nuevas formas de alocución. Se crearon entonces los sintagmas nominales formados por el posesivo de vos, vuestra, más un sustantivo. Estas construcciones retoman el rasgo [+reverencial] que vos había perdido en la expresión cotidiana. Además del compuesto vuestra merced, que alude a la categoría del alocutario, se crean también vuestra señoría, vuestra paternidad, etc., que sufrirán diversas suertes. Vuestra merced a través de un proceso de gramaticalización derivará en el pronombre usted,10 en tanto 10 Se identifica el siglo XIV como el siglo del comienzo de instalación de vuestra merced y el siglo XVI como el de su éxito (De Jonge/Nieuwenhuijsen 2009).

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que los otros se perderán o se fijarán en estadios anteriores a la gramaticalización pronominal, limitándose a discursos de especialidad, como es el caso de vuestra señoría que terminará en usía para dirigirse a personas que forman parte de la administración o del ejército. Vuestra merced11>usted tuvo dos usos básicos: extragrupalmente fue usado para alocutarios de clase alta; intragrupalmente, fue usado por el estamento superior entre sí. En síntesis, de acuerdo con lo dicho hasta ahora, el español que llegó a América en el siglo XVI, y seguramente también en la primera parte del siglo XVII, contaba con tres formas: tú, vos y vuestra merced>usted. La forma tuteante se ubicaba fundamentalmente en el espacio de la cercanía intragrupal y de ser usada extragrupalmente se usaba para criados o personas estamentariamente inferiores de relación cercana. Las formas vuestra merced>usted eran utilizadas exclusivamente en contextos [+reverenciales] o [+deferenciales]. Vos ya se usaba tanto en contextos de cercanía como de lejanía, tanto en contextos [–deferenciales] como [+deferenciales] como así también en contextos [–reverenciales]. El cuadro que incluyo debajo resume la información de este párrafo y de los anteriores. CUADRO 3 Parámetros de selección y formas de tratamiento en los siglos XVI y XVII lejanía o extragrupalidad [+reverencial] de abajo a arriba VM

[–reverencial]

cercanía o intragrupalidad [+deferencial]

[–deferencial]

de arriba a abajo estamento superior vos entre sí tú VM relacionamiento distinto sexo cotidiano o extenso Vos

igual sexo igual edad en relaciones familiares: +edad a –edad tú o vos conocimiento de –edad a +edad mutuo, extenso en el Vos tiempo o profundo favorece tú

En cuanto al español que llegó a América en el último cuarto del siglo XVIII, el español de gente como Prego de Oliver, por ejemplo, habría tenido un sistema diádico, tú y usted, si se trataba de hablantes urbanos y quizás uno triádico, tú, 11

O alguna de las formas intermedias.

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vos y usted, si se trataba de hablantes aldeanos o rurales, ya que en esos contextos la desaparición de vos fue más tardía.12 Para cerrar este apartado, entiendo necesario realizar las siguientes precisiones para la comprensión cabal del problema: (a) La semántica y la pragmática de las formas de tratamiento que llegaron a América en los primeros tiempos debieron ser aproximadamente las mismas que tenían en España. Sin embargo, estos tratamientos fueron usados en una nueva realidad con nuevas relaciones sociales. (b) El concepto de clase social, predominante en la bibliografía quizás por la fuerte influencia del trabajo de Brown/Gilman (1960), debería ser tomado con cuidado en el contexto de la colonización americana. (c) La realidad americana de los primeros tiempos de la conquista no debe ser interpretada por sus resultados. Se piensa en las poblaciones indígenas siempre sojuzgadas y siempre apartadas del núcleo español. No fue esta la situación en el contexto rioplatense, por lo menos en las primeras épocas (Lezama 2008) y tampoco parece haberlo sido en el resto de América (Alberro 1992; Lara 2008). (d) La idea de que un sistema con más de dos formas alocutivas singulares coexistiendo es un estadio que en algún momento será abandonado parece dominar la interpretación de los cambios en el tratamiento en español, a pesar de la evidencia en muchas lenguas de la existencia de sistemas alocutivos singulares con tres o más elementos. Si se consideran, entonces, la llegada a América de un sistema triádico; la existencia del grupo social como entorno de identificación propia y ajena, que puede definirse por diferentes rasgos (edad, sexo, ocupación) y no necesariamente el de clase social o estamento; el tipo de relacionamiento inicial entre españoles y poblaciones autóctonas y la posibilidad de existencia de sistemas alocutivos más complejos que el actual del español europeo, entiendo que el sistema triádico se instala en América con suficiente fuerza como para que, hasta nuestros días, en todo el territorio americano haya rastros de la presencia de formas voseantes. Las formas voseantes eran, por sus variados significados, pero sobre todo por ser indicadores de extragrupalidad, las mejores candidatas para establecer las 12

Debo señalar que la datación de estos significados supone, además de los riesgos propios de toda periodización, la necesaria imprecisión teórica de poner fecha a un fenómeno en proceso de cambio, ya que en este proceso coexisten significados nuevos y viejos asociados a las mismas formas.

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primeras relaciones con la población autóctona. Si esta no formaba parte del grupo, no podía dársele un tratamiento íntimo (para el que se escogerían formas del paradigma tuteante) ni un tratamiento reverencial (para el que se escogerían formas del paradigma ustedeante). También las formas voseantes parecían buenas candidatas a ser elegidas para el tratamiento entre sí por algunos colonizadores que no pertenecieran a estratos altos. Asimismo, habrían resultado el trato adecuado para colonizadores que no tuvieran mucho tiempo o profundidad de conocimiento mutuo. Todo esto resulta en que las manifestaciones de vos habrían sido muy escuchadas por las poblaciones autóctonas aprendices de español. Esto justificaría la extensión del voseo en Hispanoamérica y su asociación, en muchas zonas, con la población rural o mestiza e indígena. De acuerdo con lo planteado en la breve historia del Uruguay esbozada más arriba,13 la colonización es tardía y realizada principalmente con población ya instalada en América. De allí que no debería extrañarnos que la población de origen rural, predominantemente de origen indígena o mestiza, hubiera desarrollado usos voseantes. Recién en el siglo XVIII con la llegada de contingentes españoles hablantes del español de ese siglo, estos usos se confrontaron marcadamente con formas tuteantes, que ocupaban similares espacios sociales y pragmáticos. Esta interpretación se articula bien con la tantas veces repetida, a partir de la Historia de la lengua española de Lapesa (1981 [1942]), sobre el predomino tuteante en las zonas que fueron capitales virreinales fuertes y con capacidad de funcionar como polos estandarizadores, como puede haber sido el caso de México y Lima.14 13 Lo hemos resumido también de esta forma: “[…] si bien la fundación de Montevideo fue de iniciativa de la Corona, la composición étnica de ese núcleo fundacional inicial no fue necesariamente peninsular ya que la mayoría de los pobladores eran criollos o españoles de larga permanencia en América. El poblamiento se da con familias que ya se encontraban en la zona y, de alguna manera, el español que hablaban estos pobladores iniciales era ya americano. Estos primeros núcleos se verán reforzados luego por contingentes canarios y peninsulares, en especial, andaluces, pero también por criollos, indígenas, negros y más adelante por pobladores de otras zonas de Europa. Este grupo original no estaba constituido por personas particularmente cultas, ni con una relación estrecha con la lengua escrita. Cerrando el siglo XVIII Montevideo era una sociedad escasamente urbanizada, sin imprenta, con una proporción mayoritaria de población analfabeta” (Bertolotti/Coll 2006: 32). 14 En esta línea, por ejemplo, dice Cartagena (2001: 1): “Los centros virreinales de México y Perú siguieron la nueva norma peninsular eliminando el voseo, salvo el caso de lagunas regionales (según Kany 1951: 58, los estados mexicanos de Chiapas y Tabasco, así como las partes norte y sur de Perú), en tanto que las áreas laterales y de inferior desarrollo cultural mantuvieron con mayor o menor intensidad las formas voseantes tradicionales o bien las redujeron posteriormente en dirección distinta del proceso peninsular, en detrimento del tuteo.

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4. El sistema alocutivo pronominal y verbal uruguayo en la actualidad En la actualidad se pueden escuchar en el español del Uruguay cuatro posibilidades para dirigirse a un alocutario: usted tiene (que abrevio U-U); tú tienes (que abrevio T-T); tú tenés (que abrevio T-V); vos tenés (que abrevio V-V). Entiendo que la clave de la explicación de este complejo sistema está en la confluencia de dos corrientes lingüísticas: una rural y una urbana. La confluencia se acentúa en el último cuarto del siglo XIX, cuarto de siglo que se caracteriza por cambios económicos, demográficos e ideológicos, relacionados causalmente con los fenómenos lingüísticos que estoy analizando. Económicamente, la modernización del campo lleva a la migración de los habitantes rurales a las ciudades. Demográficamente, hay una fortísima inmigración europea, que se instalará también en la ciudad. Ideológicamente, como parte del esfuerzo de construir la nación y la república, se impulsa la educación universal y con ella el español como lengua nacional del Estado. La variedad seleccionada en el ámbito del tratamiento es la tuteante, considerada de hecho, como la variedad culta. Esto se mantiene a lo largo del siglo XX y explica que en la actualidad se puedan escuchar en el español del Uruguay las cuatro formas mencionadas: usted tiene (U-U); tú tenés (T-V); vos tenés (V-V) y tú tienes (T-T). Las tres primeras (U-U; T-V; V-V) se definen de acuerdo con la reverencialidad o deferencialidad, en el sentido explicado más arriba. La cuarta está determinada por otras posibles variables, que no se excluyen entre sí: el origen geográfico de los hablantes, la situación magisterial –aquella en la que el hablante está enseñando o adoptando la actitud de quien enseña– o situaciones de acomodación lingüística frente a hablantes extranjeros. Entre las tres primeras, como ya señaló Fontanella de Weinberg (1999), se pueden distinguir grados de formalidad. La primera de ellas, usted tiene, es la que expresa mayor lejanía o formalidad y la última, vos tenés, es la que expresa menor distancia o informalidad. Tal como señala esta autora: Las formas vos cantás, tenés, partís se emplean para los tratamientos más íntimos: entre esposos, entre hermanos y aún en reuniones entre amigos íntimos. En cambio, tú cantás, tenés, partís es la forma preferida cuando existe una relativa confianza, aunque no intimidad, como entre conocidos, compañeros de trabajo, profesores y estudiantes universitarios, etc. y en el caso de que no haya un tratamiento de usted. Hay obviamente una franja de alternancia entre ambos tratamientos, pero no tan generalizada que impida distinguir claramente relaciones en las que corresponde uno u otro de los tratamientos (Fontanella de Weinberg 1999: 1405).

A continuación, desarrollo con mayor detalle lo sintetizado por la lingüista argentina.

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4.1. U-U (USTED TIENE) Tal como sucede en otros sitios del ámbito hispánico, los ámbitos de usted están en retroceso. Afirmaciones de hablantes que solo se diferencian por una generación, escuchadas en septiembre de 2009, evidencian la cuestión: Cuando tengo que saludar a alguien tipo [=como] tu abuelo le digo “–¿Qué tal?”, porque no sé usar el usted y así no se nota (estudiante de bachillerato, 18 años). Me tutean, cosa que me desagrada, sobre todo cuando no me conocen (profesor universitario, 46 años).15

La retracción de los usos de usted, de acuerdo con mis estudios, se inicia a fines del siglo XIX, en el ámbito familiar y en contextos urbanos. En cuanto a la manifestación fónica, las formas ustedeantes no han sufrido cambios en el pronombre, desde que el significante usted se fija después de varios cambios a partir de vuestra merced. Como cualquier forma terminada en /-d/, en el habla coloquial o de los hablantes menos instruidos, puede no pronunciarse este fonema y se escucha entonces /uhté/. Sin embargo, esta pronunciación no tiene marca social fuerte. Las conjugaciones verbales se mantienen estables y son coincidentes con la tercera persona del singular, porque conservan la concordancia con el sintagma nominal que da origen a la forma. Por las mismas razones, el paradigma pronominal es también coincidente con el de la tercera persona singular. Excepción a ello es el posesivo vuestro/a(s) como una alternativa más distante, más respetuosa que el no marcado y ambiguo su, tal como he analizado en “La cuestión de vuestro/a(s): vitalidad medieval y clásica en el español del Uruguay” (2007).

4.2. T-V (TÚ TENÉS) El tratamiento señalado en segundo lugar, tú tenés, se usa en situaciones en las que no cabe un tratamiento reverencial al alocutario, que se daría a través de usted tiene ni tampoco uno de cercanía no deferencial como vos tenés. Esta combinación híbrida, nacida de la confluencia de una “corriente” lingüística de origen rural, inculta, desprestigiada, con una “corriente” lingüística urbana, preferida para la estandarización, resulta en una forma de tratamiento extremadamente cómoda para los hablantes. Les permite ser cercanos, a través de la forma vose15

Cabe aclarar que tutear puede significar tanto tratar de tú como de vos.

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ante y, al mismo tiempo, ser deferentes, a través del tuteo pronominal, que es considerado más culto, más fino que el vos. Pueden lograr esto sin ser reverenciales, lo cual sería un exceso de lejanía. Esta combinación, que puede incluir la forma ti como término de preposición, además, es uno de los pocos rasgos que permitiría distinguir “un español del Uruguay” en el contexto rioplatense. Volveré sobre esta cuestión más adelante. No me refiero aquí a las flexiones verbales porque las desarrollo a continuación.

4.3. V-V (VOS TENÉS) El tratamiento señalado en tercer lugar, vos tenés, es el más extendido. Este se conforma con el pronombre vos y el verbo con forma voseante. Por razones de la evolución histórica del paradigma el voseo solo tiene formas propias en cinco flexiones: presente del indicativo, pretérito perfecto simple del indicativo, futuro del indicativo, presente del subjuntivo e imperativo. En el Río de la Plata, el presente del indicativo voseante se ha dado por la monoptongación del diptongo original (-áis o -éis en -ás, -és: cantáis>cantás; tenéis>tenés). El pretérito perfecto simple (tuviste~tuvistes) alterna sin variación diastrática ni diafásica,16 aparentemente, a pesar de los esfuerzos de la educación formal, que prefiere tuviste. El futuro de indicativo voseante no se usa nunca. El presente del subjuntivo voseante (cantés, tengás, digás) se usa, según mis impresiones –ya que no hay estudios sobre esta cuestión para Uruguay17–, en general en contextos negativos: No me vengás con pavadas, excepcionalmente en hablantes cultos y se asocia con el español de Buenos Aires. El imperativo voseante tiene la forma acortada de las etimológicas cantad, tened, decid: cantá, tené, decí. De acuerdo con mis estudios y con los de Moyna (1996), el imperativo fue el primer contexto en el cual las flexiones voseantes comenzaron a sustituir a las tuteantes en las capas “cultas” de la población a fines del siglo XIX. El pronombre vos presenta modificaciones en el significante solo en su uso vocativo. En la lengua oral se usa /bó/, que no está estandarizado y se grafica de dos formas: vó y bó. En algunos usos vocativos, la forma /bó/ tiene referencia plural, por ejemplo, bó, chiquilines, ¿vamos al cine? Esto no ha sido estudiado hasta el momento. 16

El único estudio realizado sobre esta alternancia data de tres décadas atrás (Elizaincín/Díaz 1981). 17 Hay estudios para Buenos Aires: Fontanella de Weinberg/Lavandera (1975); Fontanella de Weinberg (1979) y García Negroni/Ramírez (2003).

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En el resto del paradigma pronominal, el pronombre acusativo y reflexivo es te, el posesivo es tu y tuyo/a(s), todos ellos tomados del paradigma tuteante, cuestión cuya explicación excede este artículo. En el término de preposición, se usa el pronombre tónico vos salvo en contigo, que alterna con con vos.

4.4. T-T (TÚ TIENES) La cuarta de la formas presentadas tú tienes es la de mayor estabilidad histórica en su significante en el ámbito hispánico. Posee usos acotados geográficamente a la zona este del Uruguay, en general identificada con el departamento de Rocha, y es un marcador de identidad de la población de esta zona. También es usada en toda la zona serrana (departamentos de Lavalleja y Maldonado) sobre todo en los ámbitos rurales. El origen de este reducto geográfico tuteante no ha sido estudiado, hasta donde llega mi conocimiento. Además del verbo y el pronombre tónico, todo el paradigma pronominal es tuteante y se distingue claramente del voseante porque el término de preposición es regularmente la forma ti. En relación con la interpretación de este uso regional dentro de Uruguay, en un texto de divulgación lingüística se afirma lo siguiente: En general, [el uruguayo medio] cree que esa lengua “correcta” o “verdadera”, es la que se habla en la península. […]. En otros casos, suele creerse entre nosotros que el español “correcto” es el de Castilla. Como consecuencia de todo esto, el uruguayo está convencido de que habla mal el español. Es consciente de que su lengua difiere del modelo peninsular –que él erróneamente cree uniforme– e interpreta esa diferencia como un apartamiento del modelo correcto. De allí su creencia de que la zona del país en la que se conservan mayores similitudes con el modelo peninsular (básicamente el tuteo para la segunda persona del singular, puesto que el tratamiento “vosotros” ha sido sustituido en toda América por “ustedes”), esa zona que las investigaciones últimas ven reducirse cada vez más en el este del país, es la de habla más correcta (Pedretti 1984: 116-117).

La propaganda reproduce también este imaginario. Un aviso de prensa escrita que promocionó el turismo de Rocha en el marco de la campaña Uruguay Natural muestra una playa con personas interactuando que utilizan formas tuteantes pronominales y verbales: “Mira tú”, “Alcánzame la toalla”, “Pásame un mate”. Incluye una leyenda que establece una relación entre la pureza del ambiente natural de Rocha y la “pureza” del idioma, que también se expresa a través de la modalidad tuteante: “En Rocha la pureza se nota hasta en cómo te hablan. Aprovecha febrero y ven a pasar unos días en contacto con la naturaleza”.

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Asimismo, la forma tú tienes es la enseñada en el sistema educativo.18 Entiendo que esto lleva a una evaluación estilística (Caravedo 2005) que explica que se la use, además de en situaciones de aula, cuando se quiere ser educado, cuando se quiere cuidar especialmente la imagen del otro o cuando se entiende que el alocutario no forma parte de la comunidad lingüística. Esta evaluación positiva lleva a que la combinación tú tienes sea la defendida por los guardianes de la lengua. Al respecto cito algunas afirmaciones realizadas por un Ministro de Educación, en el contexto de una discusión acerca del uso de malas palabras en medios de comunicación: “Para desenfocarlo de las malas palabras [...] debemos enfocar el cuidado del idioma también a otros aspectos”, dijo Yamandú Fau. “Hay publicidad del Estado que utiliza slogans con frases como vos podés. Es opinable, pero me parece que en un idioma tan rico como el nuestro no estaría mal enfatizar que los verbos se conjugan de cierta manera. No me pone irascible pero me parecería mejor que el Estado diga tú puedes” (Asencio 2005: 36).

Es posible encontrar también valoraciones explícitas del tuteo pronominal y verbal como formas cultas en el ámbito de la crítica literaria: La atención hacia la “norma lingüística” conduce a Amorim, por ejemplo en “El Caballo y su Sombra” [1941], a caracterizar un personaje femenino importante, “Adelita”, en dos escenas en las que abre una profunda perspectiva psicológica partiendo de un manejo culto del “tú”. –Tú tienes que acordarte, Marcelo… Las muchachas del puesto que papá protegía… Una de ellas, Malvina, fue su madre… Marcelo oyó la insistencia de su cuñada, pero más que buscar en su memoria frágil, se dejó llevar por la inusitada música del vocabulario poco corriente de Adelita. Ella no hablaba como el resto de la familia. El “tú” sonaba en sus labios con una clara armonía. Jamás la oyó decir “vos” o “ché”. Su conversación florecía en inusitadas palabras de familia de antiguo cuño (Alberti et al. 1974: 24).

18 Oroño (2004a: 41) sostiene que en los textos incluidos en los libros destinados a los escolares uruguayos “[l]os datos generales indican una preferencia clara para las formas tuteantes, aunque las formas voseantes están presentes en un porcentaje interesante”. Sin embargo, el análisis de las formas de tratamiento en las directivas de los autores revela que “los autores de los Libros para el alumno usan el paradigma tuteante exclusivamente, tanto a nivel pronominal como verbal” (ibíd.: 43-44). La autora entiende que esto implica considerar el “estándar peninsular” como de mayor prestigio. Oroño (2004b) realiza un análisis en los mismos términos de los libros de texto utilizados en la enseñanza secundaria y llega a conclusiones similares.

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Incluso es posible ver cómo la literatura contemporánea continúa reflejando la valoración de tú como una forma educada. Esa mañana su padre estaba peor que nunca: que dónde estuviste anoche, que por qué llegaste tan tarde [...] –Vos llegaste después que yo– contestó [la adolescente] mientras masticaba una tostada, aparentando despreocupación pero muy consciente de estar jugando con fuego. Si había algo que podía descontrolar a su padre era una respuesta insolente pero con argumentos válidos. Y si había algo que ponía nerviosa a su madre era que hablara con la boca llena y que dijera “vos” en vez de “tú” (Helguera 2001: 112).

Como surge de este último ejemplo, la contracara de la evaluación positiva del tuteo es la evaluación negativa del voseo.19 Volveré sobre esto en el apartado siguiente cuando me refiera al peso de Buenos Aires en la conservación en Uruguay de la forma mixta tú tenés. Si un español, un mexicano, un peruano, como Prego de Oliver en su momento, llegaran a Montevideo y desconocieran la variedad del español de sus habitantes, se verían sorprendidos. Si fueran de edad mediana serían tratados seguramente con un pronombre tú y un verbo voseante o, incluso, con un verbo tuteante, por acomodación. Esto, que resultará en un exceso de confianza para los alocutarios, es, sin embargo, una expresión de deferencia por parte de los locutores.

5. El sistema alocutivo uruguayo en el contexto rioplatense El voseo pronominal y verbal ha estado siempre presente en el territorio uruguayo, sin embargo, el conflicto de normas referido (urbano=tuteante vs. rural=voseante; individuos educados=tuteantes vs. individuos sin educación=voseantes) ha estado presente desde que estos cortes sociales se identifican como tales. No tuvo Uruguay, como sí tuvo Argentina, generaciones que reivindicaran las hablas “regionales”, como ha mostrado Di Tullio (2003); no tuvo Uruguay un Borges que reivindicara la peculiaridad lingüística uruguaya. Atribuí la valoración positiva del tuteo, como una forma más culta, más educada, al hecho de ser seleccionada por la escuela desde los primeros tiempos de la educación en el Uruguay, así como al hecho de que el hablante medio conciba como “verdadero” español el que se habla en España. No obstante, no es este el único factor que lleva a la conservación del tuteo pronominal.

19 Hay aquí una gradación dentro de la percepción singularizadora, en el sentido de Caravedo (2005), ya que se percibe más el pronombre que el verbo.

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Por razones históricas complejas, la identidad uruguaya se ha definido, por lo menos desde fines del siglo XIX, por comparación con Buenos Aires. Tomemos un ejemplo de esa época del ámbito del urbanismo y de los hábitos femeninos urbanos, como testimonio de la mirada siempre puesta en la otra margen del Río de la Plata para construir la imagen propia. […] la calle 18 de Julio no tiene ni palacios ni siquiera casas que salgan de lo común. Nada que recuerde aquella suntuosa Avenida de Mayo que tiene insoportables a nuestros vecinos [los bonaerenses], con sus palacetes de filigrana de azucarillo y su edificación de canon oficial. La nuestra es una buena calle francota y democrática, muy espaciosa, muy limpia, y tendida con suma gracia sobre la arista de la colina para esparcimiento de los buenos montevideanos, que parecen estar muy contentos con ella y encontrarla muy bonita con su pendiente mansa y el verde alegre de sus simpáticos arbolitos […]. Por otra parte, nuestra calle 18 tiene algo de lo que no tienen ninguna de las calles de Buenos Aires; y es una vecindad femenina de lo más gentil, que en las tardes lindas festonea los balcones dando una bella nota primaveral. En Buenos Aires el “chic” ha proscripto el balcón; nosotros felizmente no hemos entrado todavía por el “chic”, a lo que parece, y gracias a esto nuestra damas pueden darse el honesto placer de respirar aire puro mirando pasar la gente, que nada de mal hace para que sea menester enclaustrase estúpidamente huyendo de su vista (Mi Montevideo, Arturo Jiménez Pastor, 1898).20

En el plano lingüístico, contemporáneamente, podemos corroborar el hábito de construir la identidad con el vecino platense. Entre muchos ejemplos posibles, elegí uno que surge a partir de comentarios sobre el uso de listo y pronto en el blog CucharaResfriada (http://cuchararesfriada.blogspot.com). Participantes argentinos realizan comentarios sobre los uruguayos. Dice Alma: “Cierto […] lo que pasa es que se nos parecen tanto pero cuando hablan te das cuenta de dónde son y te das cuenta que viene de un país mucho más civilizado […]”.21 Agrega Lucifer Sam: “En cuanto a los uruguayos, me caen bien Forlán y Rada, algunos de sus nombres simpáticos y esas ocurrencias como “pronto” que [con las que] intentan diferenciarse a nosotros. Creo que le[s] damos vergüencita ajena”. Tercia un uruguayo que se manifiesta feliz por los juicios positivos de los argentinos hacia los uruguayos y agrega: “Pero ojo, tenemos nuestras cosas malas también por algún lado. Y en alguna medida, también envidiamos a nuestros vecinos [los argentinos]”.

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Apud Rodríguez Villamil (2006: 246). En este y los siguientes ejemplos tomados del blog corrijo la ortografía sin señalamientos explícitos de ello. 21

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Ese mirarse en el espejo de Buenos Aires sería el otro factor que determina la valoración negativa del voseo, como ya hemos señalado en otras ocasiones (Elizaincín/Malcuori/Bertolotti 1997; Bertolotti/Coll 2001; y Bertolotti/Coll 2003). Los guardianes profesionales de la lengua hacen explícita esta asociación. Consideremos el siguiente ejemplo de las afirmaciones de una profesora uruguaya a cargo de una columna sobre corrección idiomática en un diario de circulación nacional: La Prof. Dubourg aclaró que la profusión de programas de la vecina orilla [Buenos Aires], instalados en nuestros canales televisivos, influye en la manera actual de hablar de los uruguayos. Algunos programas venezolanos o colombianos tienen mejor lenguaje, aunque, posiblemente, utilicen más modismos. Añadió que jamás decíamos “vos tenés” sino “tú tenés”. Ahora decimos “vos tenés”, lo escribimos en las propagandas y eso es influencia argentina. Los textos escolares argentinos ya vienen con el “vos tenés” y aquí en muchos colegios los estudian, puntualizó (El Observador 12/4/2003: 9).

Este texto recoge creencias ingenuas sobre el cambio lingüístico, entre ellas, la necesidad de que alguien se haga responsable del cambio, como si este fuera un delito.22 En cuanto a los textos escolares argentinos escritos con consignas voseantes he sido testigo de la misma actitud negativa ante el voseo y de la atribución de su origen a Buenos Aires. En ocasión de una reunión en la que una maestra de quinto año escolar explicaba a los padres los libros de texto que iban a ser usados durante el año 2002 en Montevideo, esta manifestó que determinado libro era realmente excelente, pero que tenía el problema de que estaba lleno de vos, porque estaba escrito en Argentina. Estas reacciones son síntoma, por supuesto, de la existencia de variación, pero también de que el voseo está usándose en ámbitos que antes le estaban vedados. 22

Las alteraciones en el buen hablar así como en otros campos de las conductas sociales suelen ser atribuidas a la influencia de los argentinos. Cito dos ejemplos referidos al lenguaje, que surgieron en 1999 en ocasión de que un escritor argentino dijera “malas palabras” en un programa de televisión en un horario central: […] varios de los miembros de la Academia Nacional de Letras que se encontraban presentes en la reunión instaron al ministro a “combatir con las armas de la ley” lo que juzgaron como una influencia negativa que “principalmente viene de la Argentina y que nos está ahogando” […]. Una brisa nacionalista encendió a la teleaudiencia, o parte de ella: no son pocos los compatriotas que entienden que el uso corriente de términos antes reservados a los insultos, las broncas y las ofensas son culpa de los porteños [los habitantes de Buenos Aires], que empezaron antes y además los contagian vía televisión (Asencio 2005: 34).

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Señalo otros hechos sintomáticos del crecimiento de los ámbitos voseantes y de su presencia en la lengua estándar. El primero de ellos es su uso en traducciones, por ejemplo, la siguiente:23 “Yo tuve un affaire”. Con esa frase el diario neoyorkino Daily News titulaba ayer una entrevista exclusiva en la que el nuevo gobernador de Nueva York, David Paterson, y su esposa, Michelle Paige, admitieron que mantuvieron relaciones extramatrimoniales en el pasado. “Como en todos los matrimonios, atravesás momentos difíciles”, aseguró Michelle en la entrevista (La diaria 19/3/2008).

Otro elemento sintomático de la extensión del uso del voseo es su empleo en expresiones generalizadoras cuyo uso muestro en dos ejemplos de contextos formales y otros dos ejemplos de contextos más espontáneos. Si vos publicás es porque de alguna manera querés comunicarte con otros, dirigirte a otros (La Diaria 18/4/2008). Es obligatorio caer rendido a esta altura del año, sin importar si uno pasó los últimos meses hundido en el pluriempleo o hundido en una hamaca paraguaya tomando tragos frutales. Caés, como cuando mirás el reloj y es hora de almorzar. Por más que te hayas bajado una docena de bizcochos, te vienen ganas de almorzar (El País 11/10/2009). La doctora que ingresó al turno, les explicó que despertaría por sí misma. “No entendés un carajo pero confiás”, decían hermanos y cuñado de la fallecida (El País 11/10/2009). Cuando vos comprás [marihuana], no sabés que estás comprando. Si querés, comprás a la vuelta de la esquina (Periodista radial. Programa Asuntos pendientes 5/5/2008).

6. Síntesis: el tratamiento como rasgo de identidad El sistema de tratamiento personal alocutivo singular en Uruguay es peculiar. Se trata de un sistema con cuatro opciones, que constituyen una compleja red de valores, algunos de los cuales evidencian una clara evaluación directa a través de la percepción analítica.

23 De acuerdo con mis consultas, la traducción fue realizada por un periodista del diario La Diaria.

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La combinación del pronombre tú y su paradigma con el verbo conjugado en forma tuteante es considerada una forma más culta, lo cual se explica en la opción que ha realizado la educación formal por el uso tuteante a lo largo del siglo XX. Seguramente esta opción continúe la tomada desde los primeros libros de texto, que respondían a la variedad culta de la época. Esto tiene como consecuencia la evaluación estilística de considerarla adecuada para el aula, para cuidar especialmente la imagen del otro o para dirigirse a alocutarios que no forman parte de la comunidad lingüística. Esta percepción estilística se ve reforzada, probablemente, por el hecho de que la combinación de tuteo pronominal y verbal sea la seleccionada por las variedades del español en España. Este es percibido por el común de los hablantes como “el verdadero”, por su condición de fuente para la presencia de la lengua española en otras geografías del mundo. Quizás por esta última razón, los hablantes nacidos en Rocha conservan estos usos que les permiten ostentar su “buen” español. La combinación del pronombre tú y su paradigma con el verbo conjugado en forma voseante es considerada una forma más culta que vos tenés, ya que hay una mayor percepción de las diferencias entre pronombres que entre verbos. Por ser considerada más culta, se la entiende más adecuada para la formalidad, lo que lleva a usos pragmáticos que hacen que un mismo hablante, en una misma situación de comunicación y con un mismo alocutario pueda alternar ambas formas: vos tenés o para vos vs. tú tenés o para ti. La combinación con tú y no con vos permite además diferenciar los usos montevideanos de los bonaerenses, que, como he mostrado, es una preocupación constante en la historia cultural rioplatense. Mantener esta diferencia podría ser una de las razones de la conservación del tú. La flexión voseante del Presente del Subjuntivo cantés, digás, vengás es evaluada negativamente. Así como hay mayor percepción de los pronombres que de los verbos, dentro de los verbos no todas las conjugaciones son evaluadas de la misma manera. El Presente del Subjuntivo agrega a los juicios de los hablantes sobre el voseo el juicio de ser considerado grosero o “aporteñado”24, esto es, caracterizador del habla de los nacidos en Buenos Aires. En síntesis, he explicado la razón de la permanencia de formas voseantes en la zona del actual Uruguay, he recuperado los primeros registros de su evaluación y he presentado razones por las cuales las formas pronominales y verbales de tratamiento son usadas por los hablantes del español en Uruguay como mar-

24 Esta es una afirmación impresionística ya que esta cuestión no ha sido objeto de estudio empírico hasta el momento.

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cadores de identidad dentro del ámbito rioplatense. En otras palabras, he mostrado las razones de la historia lingüística externa que explican la peculiaridad del sistema alocutivo singular en Uruguay.

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LA OMISIÓN Y LA EXPRESIÓN DEL PRONOMBRE S U J E T O V O S E N E L E S PA Ñ O L P O RT E Ñ O * ANDREA PESˇKOVÁ

El presente estudio investiga la presencia y la omisión del pronombre sujeto vos en el español porteño, variedad hablada en Buenos Aires. El estudio se basa en un corpus textual y en un experimento de producción y de juicio gramatical, realizado con 10 hablantes porteños en Buenos Aires. Varios estudios han manifestado que el uso del pronombre sujeto en el español está relacionado con varios factores. En el presente estudio, se discuten solamente cuatro de ellos: 1) la ambigüedad morfológica verbal; 2) el tiempo y el modo verbal; 3) la semántica verbal; y 4) el tipo de oración según su valor comunicativo. Mientras que la ambigüedad morfológica, el tiempo y el modo verbal no son factores relevantes en el uso del sujeto pronominal de la 2ª persona singular, la semántica verbal y el tipo de oración parecen afectarlo. Sin embargo, se argumentará que la cuantificación de datos no puede dar conclusiones fiables en el estudio del fenómeno investigado sin tener en cuenta también los aspectos discursivos de los sujetos pronominales y la correlación entre los factores que influyen en su uso. Palabras claves: español porteño, pro-drop, ambigüedad morfológica, tiempo verbal, modo verbal, tipo de oración, semántica verbal, foco, tópico

0. Introducción Una de las características más destacadas del español rioplatense es, sin duda, el uso general del pronombre personal vos comola forma de la 2ª persona singular. Mientras que el uso del vos desaparece de España en el siglo XVIII, en casi el * La versión preliminar de este artículo se presentó en el Workshop “River Plate Spanish” celebrado en FRIAS, Friburgo, en marzo de 2009. Quisiera agradecerles a todos los participantes de este taller por sus comentarios e importantes sugerencias. De manera muy especial, quiero agradecer a Ángela Di Tullio y a Rolf Kailuweit el hacer posible la publicación de este artículo. También quiero agradecer a Ángela, Christoph Gabriel e Ingo Feldhausen su apoyo y sus comentarios sobre la versión definitiva del presente texto; a Tomke Brüggemann, su ayuda con el análisis estadístico de los datos; y a Susana Cortés, Mariela Rodríguez Arguedas y Natividad Schlegel, las correcciones lingüísticas. Cualquier error u omisión es únicamente atribuible a mi persona.

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40% de los países hispanohablantes se mantiene hasta hoy con diferente distribución. En Uruguay, por ejemplo, el vos tiene connotaciones sociales y regionales. Aunque la mayor parte del país posee un sistema de tratamiento triádico hacia un interlocutor usted – tú – vos, en Montevideo es más prestigioso el voseo verbal con el tuteo pronominal (p. ej. tú llegás, tú decís). En la Argentina, en cambio, el vos ha sido aceptado por todas las clases sociales y en todas las regiones como tratamiento informal único. Sin embargo, hace solo unas décadas, el vos coexistía en la Argentina al lado del tú culto pero “artificial”. La enorme expansión del voseo en la literatura y en los medios a partir de los años 60 del siglo XX fue tal que el tú desapareció hasta de la escuela (Carricaburo 1999). El estudio del voseo en su marco histórico y dialectal ha sido objeto de mucha atención por parte de varios investigadores (véase Rona 1967; Fontanella de Weinberg 1979, 1991; Martorell de Laconi 2006; RAE 2010: §16.17 etc.). Desde el punto de vista sintáctico, el pronombre sujeto de segunda persona (y de otras personas) puede quedar fonéticamente vacío debido al llamado parámetro del sujeto nulo o parámetro pro-drop (< ingl. pronoun dropping, ‘omisión del pronombre’). Este término ha sido introducido por la gramática generativa y la idea central es la omisión del pronombre en función de sujeto por el sistema de la concordancia verbal “rica” que algunos idiomas como el español poseen (véase p. ej. Chomsky 1965, 1995; Rizzi 1994; Jaeggli/Safir 1989).1 Unas de las características principales que distinguen las lenguas pro-drop de las non-pro-drop son las siguientes (Rizzi 1986; Zagona 2002; Eguren/Fernández Soriano 2004): – la omisión del sujeto en las oraciones temporalizadas, donde la concordancia verbal permite la identificación del pronombre sujeto (p. ej. ¿Venís al cine conmigo?), – la inexistencia de los pronombres expletivos (p. ej. Llueve vs. *Ello llueve),2

1 Esta teoría, sin embargo, no aclara la omisión de los sujetos pronominales en idiomas como chino o japonés, que poseen la flexión verbal aún más pobre que algunos idiomas nonpro-drop (p. ej. alemán o inglés). El chino (o el japonés etc.) permite además omitir cualquier argumento pronominal. Neeleman/Szendröi (2005) asocian este pro-drop “radical” con el paradigma pronominal aglutinante en vez de relacionarlo con la concordancia verbal. En cambio, los idiomas con el paradigma fusional (p. ej. alemán, español, checo), que no posibilitan el pro-drop “radical”, admiten la omisión del sujeto solamente cuando la morfología verbal es “rica” (p. ej. español, italiano, checo). 2 En español no existe un expletivo con rasgos fonológicos, no obstante, varios dialectos del español dominicano permiten el pronombre neutro ello en las oraciones impersonales como Ello hay maíz, Ello es fácil llegar (Henríquez Ureña 1939: 223), Ello llueve (Toribio 2000: 321). En el estudio reciente de Hinzelin/Kaiser (2006: 40) se ha propuesto definir el uso del pronombre ello en el dialecto dominicano como marcador discursivo y no como expletivo.

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– la posible posposición del sujeto (p. ej. Llamó Natalia), – la concordancia de los verbos copulativos con el sintagma nominal postverbal (p. ej. Sos vos), y no con el expletivo como en las lenguas non-prodrop (p. ej. ingl: It is you) en las oraciones identificativas impersonales.3 La gramática generativa estudia, pues, sobre todo las condiciones morfosintácticas que permitan la omisión [pro–] o la presencia [pro+] de los sujetos pronominales. En este lugar caben mencionar algunos estudios generativos sobre el español: p. ej., Torrego (1984); Bosque (1989); Rigau (1995); Luján (1999); Toribio (2000); Zagona (2002); Eguren/Fernández Soriano (2004). En comparación con la gramática generativa, la gramática tradicional atribuye la presencia del sujeto al pleonasmo (redundancia), al énfasis, al contraste o a la ambigüedad sin precisar demasiado el concepto de estas nociones (véase Gili Gaya 1943; Seco 1963; Fernández Ramírez 1987; Alarcos Llorach 1994; etc.). Otro punto de vista en el estudio de este fenómeno ha sido presentado en los trabajos que examinan el uso del sujeto pronominal teniendo en cuenta diversos factores (p. ej. la persona gramatical, los tiempos y los modos verbales, la ambigüedad morfológica, la referencia del sujeto, la semántica verbal, el cambio de referente, el contexto contrastivo etc.), utilizando métodos de tipo cuantitativo (véase Rosengren 1974; Barrenechea/Alonso 1977; Enríquez 1984; Hochberg 1986; Bentivoglio 1987; Ranson 1991; Cameron 1992, 1995, 1997; Silva-Corvalán 1982, 1994; Lu 1997; Hurtado 2001; Soares da Silva 2006; Morales 2007; Posio 2008; etc.). El presente estudio se apoya en mi libro El uso del pronombre personal vos en el español argentino actual (2008) y pretende investigar la frecuencia de la aparición y de la omisión del pronombre sujeto vos en el español porteño, a partir de un corpus textual y de un pequeño experimento de producción y de juicio gramatical. Se discutirá qué factores semánticos y pragmáticos pueden influir en el uso del pronombre sujeto. La estructura de este artículo es la siguiente: la sección 2 se refiere a los diferentes factores que pueden influir en el uso del pronombre sujeto, la sección 3 describe los datos y los resultados del corpus textual; en el capítulo 4 se presentará el experimento de producción y de juicio gramatical y los resultados. En la

3

La generalización de estas propiedades no resulta demasiado adecuada. Tomemos la última propiedad. En inglés (lengua non-pro-drop) el verbo copulativo concuerda con el expletivo: It is you. No obstante, en alemán (lengua non-pro-drop) la concordancia se da entre el SN y el verbo: Du bist es. Y en checo (lengua pro-drop), sucede lo mismo que en alemán y no como en español: *Jsi ty,Ty jsi to. Fenómenos de este tipo y la falta de tomar en consideración también algunos factores semánticos o pragmáticos hacen que el parámetro pro-drop sea uno de los más discutido en toda la teoría generativa.

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sección 5 se discuten algunos aspectos discursivos de los sujetos pronominales y la sección 6 concluirá con algunas observaciones finales.

1. Factores relevantes para la presencia/omisión del pronombre sujeto En el presente trabajo nos centramos en solo cuatro de los factores que pueden influir en la ocurrencia del sujeto pronominal: la ambigüedad morfológica, los tiempos y los modos verbales, la semántica verbal y el tipo de oración según su valor comunicativo. Hemos mencionado que el uso redundante del pronombre sujeto se atribuía tradicionalmente a la ambigüedad morfológica verbal. Según esta, se supone que el sujeto se emplea con más frecuencia cuando las formas verbales entre dos (o más) personas gramaticales son ambiguas (p. ej. yo haría vs. él haría). En algunos dialectos del español como en el de Puerto Rico, es llamativo el alto uso del pronombre tú, que ha sido asociado precisamente con la ambigüedad morfológica (Hochberg 1986: 613). En dicha variedad, existe la ambigüedad entre el paradigma verbal de 1ª y/o de 3ª persona del singular y el de 2ª persona del singular, causada por la supresión de las –s finales (p. ej. túharía|s). Hochberg (1986) explica este fenómeno mediante la “hipotésis funcional” en la que los sujetos explícitos tienen la función de compensar la elisión de la –s final en los verbos finitos. La autora propuso una tipología de ambigüedad morfológica verbal de tres grados: CUADRO 1 Tipología de ambigüedad morfológica (Hochberg 1986) TIPOLOGÍA DE AMBIGÜEDAD

TIEMPO Y MODO VERBAL

EJEMPLO

ninguna ambigüedad (incluso si ocurre la pérdida de la –s final)

PRETÉRITO INDEFINIDO,

Hablaste eres

posible ambigüedad entre la 2ª pers. sg. (en el caso de la pérdida de la –s final) y la 3ª pers. sg.

PRESENTE DE INDICATIVO,

posible ambigüedad entre la 2ª pers. sg. (en el caso de la pérdida de la –s final) y la 1ª o la 3ª pers. sg.

CONDICIONAL, PRETÉRITO

MORFOLÓGICA

(A)

(B)

(C)

PRESENTE DE INDICATIVO DEL SER

PRETÉRITO PERFECTO Y FUTURO DE INDICATIVO

IMPERFECTO DE INDICATIVO, PRESENTE E IMPERFECTO DE SUBJUNTIVO

habla|s ha|s ido dirá|s haría|s hable|s dijera|s

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Se comprobó que los pronombres sujeto se dan con mayor frecuencia en los tipos B y C que en el tipo A, donde no hay ninguna ambigüedad morfológica (Hochberg 1986: 614). Esta tendencia se podría esperar también en el español porteño. Sin embargo, en esta variedad no existe ambigüedad morfológica verbal entre la 2ª pers. sg. y otras personas gramaticales debido a que las formas verbales en el presente de indicativo son voseantes (p. ej. tenés, hablás, vivís) y a que las –s finales no se suprimen como en el español puertorriqueño, sino que se aspiran (solo en posición preconsonántica): (1) a. porteño: b. puertorriqueño:

Vos lo tenías que hacer. Tú lo tenías que hacer.

[‘boh .lo.te.’ni.ah.ke.a.’ser] [‘tu.lo.ten.’ni.a.ke.a.’ser]

Así pues, si la ambigüedad morfológica fuese un factor relevante para la 2ª pers. sing. en el español porteño, el uso del vos debería ser nulo. La ambigüedad morfológica se ha mostrado como un factor poco importante incluso en el estudio sobre el español porteño de Barrenechea/Alonso (1977). Otros estudios también han puesto en duda la relevancia de la ambigüedad en la expresión de los sujetos pronominales (p. ej. Enríquez 1984; Ranson 1991; Morales 1997; Lu 1997; Silva-Corvalán 2001; Balasch 2008; etc.). Silva-Corvalán (2001: 161) ha propuesto tener en cuenta la correlación de la expresión del sujeto con el tiempo y el modo verbal y su función en el discurso. Las funciones de los tiempos verbales propuestas por la autora son tres: – (A) PRETÉRITO: factual, asertivo, dinámico, foco en el evento, foregrounded – (B) PRESENTE: factual y asertivo, pero no siempre dinámico y focal como el pretérito – (C) IMPERFECTO, CONDICIONAL, SUBJUNTIVO: backgrounded, irrealis, nodinámico, no-asertivo, cortés. Según Silva-Corvalán (2001: 161-163), el uso de los pronombres personales en función de sujeto aumenta en (C), o sea, en los tiempos y modos verbales no asertivos, no dinámicos y en las formas de cortesía (el imperfecto, el condicional y el subjuntivo). Otro factor relevante para el uso de los sujetos pronominales es la semántica verbal. La influencia del tipo de verbo en la ocurrencia del pronombre sujeto se ha manifestado en varios estudios (Enríquez 1984; Morales 2007; Posio 2008; etc.). Según Enríquez (1984: 150-153), son los verbos estimativos (de opinión o de juicio) los que presentan la mayor frecuencia de los pronombres sujeto (54,45%). Con estos resultados coincide también Morales (2007), quien afirma

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que el uso del pronombre sujeto aumenta con los verbos de actividad mental y comunicativa. Y, en el estudio de Posio (2008: 55) son los verbos cognitivos los que presentan la frecuencia del pronombre sujeto más alta (p. ej. con el verbo creer 49,3%). A pesar de que los autores utilizan una denominación de las clases verbales distinta, se hace visible una tendencia en la que el uso del pronombre sujeto aumenta con verbos como creer, pensar, saber, opinar etc. Y por último, se tendrá en cuenta el tipo de oración según su valor comunicativo, puesto que el pronombre sujeto vos pertenece a la categoría de la persona que está en la interlocución in praesentia (cara a cara), inmediata y situada en hic et nunc (aquí y ahora). Se va a examinar el uso del pronombre sujeto vos en las oraciones interrogativas totales, interrogativas parciales, declarativas y exclamativas. En algunos estudios se ha manifestado una tendencia en la que el sujeto de 2ª persona se usa más en las oraciones declarativas e interrogativas totales que en las interrogativas parciales (véase p. ej. Rosengren 1974; Lu 1997; etc.).

2. Corpus 2.1. DATOS, METODOLOGÍA Para el presente estudio se ha utilizado un corpus textual establecido por dos historietas argentinas de dos diferentes épocas: Toda Mafalda de los años sesenta y Maitena de la actualidad. A partir de ahora, se va a utilizar una denominación de las dos fuentes, que se corresponde con los años de la publicación: el 1965 (Toda Mafalda) y el 2005 (Maitena). El objetivo del análisis no es solo examinar la frecuencia del pronombre sujeto explícito/implícito según varios factores, sino también estudiar si se ha dado algún cambio lingüístico respecto al fenómeno observado, como ocurrió, por ejemplo, en el portugués brasileño.4 En el primer texto (el 1965, p. 49-285) se han encontrado en total 465 y en el segundo texto (el 2005, capítulos 3, 4) 385 verbos finitos en la 2ª persona singular, incluidos en el análisis cuantitativo. En cambio, no se han considerado los contextos sin variación entre [pro+] y [pro–]:

4 El portugués brasileño, en comparación con el portugués europeo, ha evolucionado hacia un idioma de sujeto nulo parcial. Un análisis diacrónico de Duarte (2000: 19) demuestra el cambio paramétrico en el portugués de Brasil a través de siete períodos. Si en el año 1845 el sujeto se omitía en el 80% de los casos y en el año 1955 en el 50% de los casos, en el 1992 sucede solo en un 26%.

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– las expresiones porteñas fijas como ¡mirá vos!, ¡andá!, ¡dale!, – las frases con el vos expresado, pero el verbo omitido: ¡Qué sopresa, vos acá!, ¡Vos siempre la misma!, – el uso discursivo del verbo ver en contextos como Mirá, esto es el mundo, ¿ves? – los imperativos. Además han sido excluidos del análisis algunos datos que tienen una baja ocurrencia en el corpus (menos del 1%): el condicional (solo del 2005), el pluscuamperfecto(de ambos corpus), el futuro yel pretéritoperfecto (solo del 2005). En cuanto al futuro, este tiempo verbal casi no se usa en el español porteño, pues se sustituye por la perífrasis verbal ir (auxiliar)+a+verbo. Incluso, el pretérito perfecto cayó en desuso; esto queda confirmado también en el presente corpus: mientras que en el corpus 1965 hay 27 casos del pretérito perfecto, en el 2005 no se halla ni un solo dato de este tiempo verbal.

2.2. RESULTADOS 2.2.1. Frecuencia del pronombre sujeto Primero se ha comparado la frecuencia del uso del pronombre sujeto vos en las dos épocas. Se observa un moderado cambio en la frecuencia de los sujetos pronominales explícitos entre los dos períodos: GRÁFICO 1 Frecuencia del [pro+] en el corpus textual

Barrenechea y Alonso, en el primer estudio cuantitativo sobre el uso de los pronombres sujetos en el español hablado en Buenos Aires, muestran que las segundas personas generalmente llevan un mayor número del sujeto pronominal. Según las autoras, este resultado se debe “[a] el interés del emisor de señales por

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mantener la relación E[misor]↔R[eceptor]” en la comunicación (Barrenechea/ Alonso 1977: 89). En cuanto al pronombre sujeto vos, este se expresa en el 36% de los casos. En cambio, según el estudio actual de Soares da Silva (2006: 96) el pronombre sujeto explícito de la 2a pers. sg. en el español bonaerense se manifiesta con una frecuencia del 22%.5 Como vemos, la ocurrencia del vos en el estudio presente es menor en comparación con los estudios de Barrenechea/ Alonso (1977): 36% y de Soares da Silva (2006): 22%. La diferencia se debe probablemente al hecho de que los dos estudios citados consisten en datos del habla espontánea (entrevistas libres), mientras que el estudio presente utiliza un corpus del habla escrita. Respecto al estudio de Soares da Silva (2006), el autor compara el parámetro sujeto nulo del portugués europeo con el portugués de Brasil por un lado, y el parámetro sujeto nulo del español de Madrid (MA) con el español de Buenos Aires (BA) por otro. Para la comparación, en el gráfico 2 se presenta el uso del pronombre sujeto explícito de todas las personas gramaticales en las dos variedades españolas según Soares da Silva (2006): BA 2006, MA 2006 y en el español porteño según Barrenechea/Alonso (1977): BA 1977: GRÁFICO 2 Frecuencia del [pro+] según la persona en el español de Madrid (MA) y de Buenos Aires (BA)

5

Puesto que los dos estudios han elegido la misma fuente de datos (Macrocorpus de la norma lingüística culta de las principales ciudades de España y América; publicado también en la edición El habla culta de la ciudad de Buenos Aires: Materiales para su estudio (1987) y disponible en forma digital en el corpus de Mark Davies, véase más adelante, la diferencia en los resultados puede deberse a la selección y al número de las frases analizadas: mientras que Soares da Silva (2006) cuenta con 100 verbos en 2ª persona del singular (22 de estos verbos llevan sujetos explícitos), Barrenechea/Alonso (1977) consideran solamente 50 verbos en total (con 18 vos explícitos).

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Puede verse que el pronombre usted/-es tiene el número de ocurrencias más alto y que los pronombres de terceras personas se dan con una frecuencia menor.6 Es llamativa la diferencia entre los dos dialectos en lo que concierne al uso del nosotros (BA 1997 20%, BA 2006 38%, MA 2006 11%) y del ellos (BA 1977 17%, BA 2006 23%, MA 2006 9%). En cuanto a la 2ª persona del singular, Soares da Silva no evidencia ninguna diferencia entre los dos dialectos (MA 2006 22%, BA 2006, 22%). Sin embargo, hemos encontrado alguna discrepancia entre el uso de la 2ª persona del singular en el español porteño y el peninsular al comparar la versión original de Maitena (argentina, BA) su existente versión en el español peninsular (MA): (2) a. BA (pg. 161): MA (pg. 148): b. BA (pg. 173): MA (pg. 160): c. BA (pg. 277): MA (pg. 264): d. BA (pg. 266): MA (pg. 253): e. BA (pg. 294): MA (pg. 281): f. BA (pg. 313): MA (pg. 300): g. BA (pg. 321):

¿Todavía ahí? ¡Vos vivís para trabajar! ¿Todavía ahí? ¡Ø Solo vives para trabajar! Vos sabés que a mí me gustan los ojos sin pintar. Ø Sabes que a mí me gustan los ojos sin pintar. Vos sabés que con mi mujer no pasa nada. Ø Sabes que con mi mujer no pasa nada. ¿Por qué?!! ¿Vos no estarás tratando de arreglar (...)? ¿Por qué?!! ¿Ø No estarás tratando de arreglar (...)? Lo que pasa es quevos sos muy infantil. Lo que pasa es que Ø eres muy infantil. ¿Vos me querés decir flaca...? ¿Ø Me quieres decir flaca...? Hola, ¿vos me dejaste un sobre en el bolsillo interior del saco? MA (pg. 308): Hola, ¿Ø me has dejado un sobre en el bolsillo interior del saco?

Como puede verse, tanto los resultados en la gráfico 2 como las frases en el ejemplo (2) indican que el sujeto pronominal explícito suele usarse más frecuentemente en el español porteño que en el español peninsular.

2.2.2. El modo y el tiempo verbal Según la hipótesis basada en el estudio de Silva-Corvalán (2001) se esperaba que el uso de los pronombres sujeto aumentara en los tiempos y modos verbalesno

6

En cuanto al pronombre usted, este contiene rasgos de tercera persona por su origen no pronominal ( otros (24%) > volitivos (10%) > copulativos (4%) > perceptivos (0%)

Una alta ocurrencia del uso de vos (50%) se presenta con los verbos creer (preguntas 1 y 5), opinar (pregunta 15), pero también con otros verbos como pudrirse y jugar en las preguntas 4 y 11. En cuanto al verbo epistémico opinar, el pronombre vos fue expresado en la pregunta 15 (“Preguntale a Mafalda qué opina: ¿nacimos dentro de un repollo?”) por la mitad de los hablantes, no obstante, fue omitido curiosamente por todos los hablantes en el estímulo 12 (“Preguntale a Manolito qué opina del amor”), probablemente debido a la presencia del sintagma preposicional [SP delamor]. En cuanto a los informantes, es posible que algunos “cuidaran” su habla más que otros por ser grabados, ya que se halla una cierta irregularidad entre ellos. Ahora pasemos al análisis y a los resultados del experimento de juicio gramatical en el que los hablantes clasificaron la diferencia entre 10 pares de frases, respecto al uso del vos (una frase lleva el vos, en la otra el vos se omite). En la columna A de la tabla (cuadro 5) se presentan las frases extraídas del corpus textual, en la columna B están las frases correspondientemente modificadas. La columna de la derecha muestra el juicio gramatical por parte de los informantes: CUADRO 5 Resultados del experimento de juicio gramatical A

B

Juicio gramatical

1.

¿Vos te acordás?

¿Te acordás?

ninguna diferencia

2.

¿Vos qué pensás de las guerras?

¿Qué pensás de las guerras?

ninguna diferencia

3.

Vos sabés que me voy a casar.

Sabés que me voy a casar.

ninguna diferencia

4.

Cuando vos eras chico...

Cuando eras chico...

ninguna diferencia

5.

¿Vos creés que el mundo se va a arreglar?

¿Creés que el mundo se va a arreglar?

ninguna diferencia

6.

Lo podés hacer como vos querés.

Lo podés hacer como querés.

ninguna diferencia

7.

El mundo te necesita como sos.

El mundo te necesita como sos vos.

vos enfático

8.

Hacé lo que quieras.

Hacé lo que vos quieras.

vos enfático (‘negativo’)

9.

¡Vos tenés la culpa también!

¡Tenés la culpa también!

vos enfático, obligatorio

¿Qué opinás de este país?

¿Qué vos opinás de este país?

*vos

10.

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Los informantes respondieron que no había diferencia entre las variantes A y B en las frases (1-6). Sin embargo, la frase (3A) parece ser más adecuada. ¿Por qué? Primero, la mayoría de los hablantes preguntó si la frase (3B) no debería ser una pregunta. Esto confirma la tendencia (presentada en el 3.2.4) a que el pronombre sujeto vos con el verbo saber sea explícito en una oración declarativa, pero implícito en una oración interrogativa total. Sería interesante averiguar si esta tendencia se confirma también con otros verbos. En cuanto a la frase (6), aquí todos los informantes comentaron que no había diferencia pero que era mucho más habitual decir comovos querés que como querés. En (7B), la mayoría de los hablantes clasificaron el vos como enfático y optaron la variante A como más apropiada. También los pronombres sujeto en (8B) y (9A) fueron caracterizados como enfáticos, el primero con connotaciones negativas y el segundo como obligatorio en caso de que el adverbio también lo focalice. Por último, el vos en (10B) fue considerado incorrecto por su posición sintáctica. Este ejemplo se usó para comprobar solo el orden de palabras. El orden partícula+vos+verbo en las interrogativas parciales, aceptable en algunos dialectos caribeños, no se permite en el español porteño. Tanto los resultados del experimento como los del corpus textual muestran una frecuencia del vos explícito del (13%-)18% y su preferencia por los verbos epistémicos. Podría argumentarse que la presencia del pronombre sujeto con este tipo de verbos establece (aunque no abiertamente) el contraste entre el oyente y otras personas. En efecto, el que dice ¿Vos qué opinás de este país? puede desear conocer la opinión del oyente que podría contrastar con la de los demás (cfr. RAE 2010: § 33.5e). La interpretación del sujeto pronominal dentro del discurso se va a esbozar brevemente en la sección siguiente.

4. Asuntos pendientes (aspectos discursivos del sujeto pronominal) Como se ha dicho anteriormente, se ha atribuido la presencia del sujeto pronominal a la ambigüedad, al énfasis, o al contraste.11 Sin embargo, la descripción de la forma explícita del sujeto pronominal con términos como “enfática”, “contrasti-

11

Por ejemplo, Luján (1999: 1280) interpreta la forma explícita del sujeto “como un término contrastivo, distintivo, o ‘enfocado’, que requiere un contexto discursivo, sea lingüístico o no [...].” Sin embargo, para algunos investigadores el pronombre explícito no tiene siempre un valor enfático o contrastivo. Según Badía-Margarit (1988: 364-365), los sujetos pronominales no son enfáticos ni contrastivos en los ejemplos de tipo: Pues mira, yo lo veo así; Yo he estado allí muchas veces; o en las locuciones fijas con sujetos preverbales no enfáticos como: que yo sepa; túdirás; yodiría; lo que tú quieras. En cambio, para Luján el pronombre explícito es siempre enfático, aun cuando se construya con un verbo de opinión o suposición.

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va” o “enfocada” queda muchas veces imprecisa o no especificada. En este apartado, nos gustaría presentar por tanto definiciones de dos funciones discursivas del sujeto pronominal que no deben ignorarse: foco y tópico. El término del foco se define tradicionalmente como información remática (nueva) en discurso, o como “the presence of alternatives that are relevant for the interpretation of linguistic expressions” (Krifka 2007: 18). En las oraciones declarativas, el sujeto que aparece después del verbo o al final de la oración suele interpretarse como el elemento focalizado (marcado por [F]), salvo en los casos en que haya focos antepuestos (p. ej. [FEl vino] compró ella como respuesta a la pregunta ¿Qué compró ella?). También es posible que el sujeto focal esté situado en posición preverbal (p. ej. [FElla] compró el vino como respuesta a la pregunta ¿Quién compró el vino?). En los datos del estudio presente no hemos encontrado ningún sujeto preverbal vos en función del foco aunque esto no quiere decir que no pueda cumplirla (p. ej. la pregunta ¿Quién debería decírselo? se podría responder con la frase [FVos] deberías decírselo). Recuérdese que el sujeto focal en posición preverbal, o sea en el orden de palabras no marcado, tiene que recibir acento enfático que cambie la entonación de la oración (Zagona 2002: 235; cfr. Zubizarreta 1998; Gabriel 2007). En (8) se exponen algunos ejemplos de los sujetos focales (posverbales) encontrados en nuestro corpus textual: (8) a. b. c. d. e. f.

el 2005 (p. 63): el 1965 (p. 57): el 2005 (p. 237): el 2005 (p. 229): el 2005 (p. 308): el 2005 (p. 168):

...a mí me encantaría tener lo que tenés [Fvos]. Pero a fin de mes te arreglás [Fvos] con él, ¿eh? ¡Tomá, hablá [Fvos]! ... mejor serví [Fvos]. ¿Cómo andás [Fvos]? ¿Y qué podés hacer [Fvos] para que no se caigan las ideologías? g. el 1965 (p. 139): ¿Para qué creés [Fvos] que estamos en este mundo, Susanita? h. el 1965 (p. 51): ¿Por qué no le decís [Fvos]?

Los pronombres sujeto, u otras categorías que están en foco, son pues “segmentos que se resaltan o se ponen de relieve en el interior de un mensaje [... y cuyo papel discursivo] consiste, fundamentalmente, en especificar el valor de una variable” (RAE 2010: § 40.4). La expresión del pronombre sujeto en tal caso es por tanto obligatoria. Los tópicos, frente a los focos, son elementos conocidos o temáticos que “denota[n] a qué se refiere la oración” (Zagona 2002: 237). La expresión de los sujetos pronominales con función de tópico no es obligatoria a menos que entren en relaciones de contraste (RAE 2010: § 40.3). Krifka (2007: 44) define tópicos contrastivos como tópicos que consisten en “aboutness topic that contains a focus”; el RAE (2010: § 40.3u) llama tópico contrastivo “un elemento del que se

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predica alguna información que contrasta con la que se atribuye a otro, generalmente también expreso”, por ejemplo: (9) a. el 2005 (p. 160): Si yo no te llamo, [Tcvos] no me llamás nunca. b. el 1965 (p. 130): ¡O vos dejás de hacer sopa, o [Tcyo] dejo de escribir hipocresías! c. el 1965 (p. 75): Es como si [Tcvos] te enojaras porque tu cabeza parece un cepillo. d. el 2005 (p. 151): Si querés te acompaño al banco, y [Tcvos] me acompañás al abogado.

El sujeto en función de tópico contrastivo aparece en la posición preverbal y no puede ser omitido. Sin embargo, no todos los sujetos preverbales son claramente contrastivos, aunque hay casos en los que podría argumentarse que el hablante desea oponer o contrastar la actitud del oyente consigo mismo o con otras personas (cfr. RAE 2010: § 33.5 e, 40.3w) como en los ejemplos en (10): (10) a. el 1965 (p. 254): Hagamos una cosa, Miguelito. Vos todos los días leé el diario... b. el 2005 (p. 170): ¿Vos qué preferís? c. el 1965 (p. 267): Papá, ¿vos cuántos años tenés? d. el 1965 (p. 99): ¿Vos soñás muy a menudo, Manolito? e. el 1965 (p. 61): ¿Cuando vos eras chico, también jugabas al yo-yo?

No obstante, hay otros casos donde la presencia del pronombre no recibe necesariamente interpretación de contraste ni de tipo “oculto”. Esto sucede frecuentemente con las locuciones estereotipadas (p. ej. como vos querés; como vos decís) y en las oraciones declarativas: (11) a. b. c. d. e. f.

el 1965 (p. 251): el 2005 (p. 206): el 2005 (p. 65): el 1965 (p. 251): el 1965 (p. 259): el 2005 (p. 143):

Es una lástima que vos vayas a la escuela, Manolito. Vos sabés que a mí me gustan los ojos sin pintar. ¡Vos vivís para trabajar! Lo que pasa es que vos estás un poco nerviosa. ¡Te conozco! ¡Vos querés llegar a ser un ejecutivo! Lo que pasa es que vos sos muy infantil.

Cabe preguntarse qué función cumplen estos sujetos preverbales. Asumimos que los sujetos preverbales pueden ser realizados o como elementos dislocados a la izquierda, es decir tópicos como (10a-c), o bien como argumentos internos en la oración como (10d-e), (11a-f) (para más detalle sobre la posición del sujeto preverbal véase Contreras 1991; Vallduví 1993; Cardinaletti 1997; López 2003; 2009; Sheehan 2006; Pires 2007; Feldhausen 2010; etc.).

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Podemos afirmar que los sujetos pronominales que cumplen función de tópico contrastivo [Tc] o de foco [F], sea contrastivo o neutro, tienen que estar siempre expresados (RAE 2010: § 33.5). El español porteño además parece admitir el sujeto pronominal sin que el hablante-oyente lo interprete de manera contrastiva o enfática (“énfasis” con sentido de “fuerza de expresión o de entonación con que se quiere realzar la importancia de lo que se dice o se lee”, RAE 2005) y suele expresarlo, probablemente, más frecuentemente que el español peninsular, pero menos frecuentemente que algunos dialectos del Caribe hispánico.

5. Conclusiones El objetivo del presente estudio fue investigar el uso del sujeto pronominal vos en el español porteño y presentar cuatro factores que lo pueden influir. En primer lugar, se ha discutido la ambigüedad morfológica (verbal) que se ha manifestado irrelevante para la 2ª pers. sg. en la variedad porteña, ya que no hay ambigüidad en las formas verbales entre la 2ª pers. sg. y otras personas gramaticales en ningún tiempo o modo verbal. En segundo lugar, se ha investigado si la expresión del pronombre sujeto aumentaba en el imperfecto, condicional y en el modo de subjuntivo según la propuesta de Silva-Corvalán (2001). Esto se ha corroborado solo parcialmente (en el corpus de los años sesenta). Los dos últimos factores estudiados han sido el tipo de oración y la semántica verbal, factores que se han presentado como relevantes en el fenómeno observado. El uso del sujeto pronominal aumenta de manera general en las oraciones declarativas e interrogativas totales y con los verbos epistémicos (p. ej. creer, opinar, saber etc.). La última tendencia se ha comprobado incluso en el pequeño experimento de producción y de juicio gramatical, llevado a cabo con diez hablantes porteños. En cuanto a la frecuencia del uso del sujeto pronominal, a partir de un corpus de textos, procedentes de dos épocas diferentes, se ha podido constatar un moderado crecimiento del 5% en el uso del pronombre sujeto (el 1965, 13% vs. el 2005, 18%). Según la prueba χ2 de Pearson, el cambio entre el 1965 y el 2005 resulta significativo (p < 0,05). Sin embargo, no puede afirmarse que haya sucedido un cambio lingüístico, porque los resultados del uso del sujeto pronominal vos a través de tres períodos (los años sesenta-los años setenta-la primera década del siglo XXI) varían notablemente entre el estudio presente y otros estudios, resumidos en el cuadro 6. Esta discrepancia entre los resultados se puede deber 1) al tipo de los datos (textos vs. datos del habla espontánea), 2) al volumen diferente de los datos analizados, o 3) al hecho de que no se ha considerado la correlación entre los factores examinados o que el procedimiento del análisis por parte de los investigado-

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CUADRO 6 Uso del [pro+] según varios estudios CORPUS/ESTUDIO TIPO DE DATOS (año) VERBOS

2ª P. SG.

[pro+] %

PeÓková Barrenechea/ (presente) Alonso (1977)

Soares da Silva (2006)

PeÓková (presente)

PeÓková (2008)

Mafalda textos (1965)

entrevistas libres (1970-1975)

entrevistas libres (1970-1975)

Maitena textos (2005)

experimento de producción (2008)

465

50

100

385

180

13%

36%

22%

18%

18%

res ha sido distinto. Por tanto, sería recomendable para los estudios futuros llevar a cabo un análisis cualitativo antes de pasar al método cuantitativo si se quieren obtener conclusiones seguras en la investigación de ciertos fenómenos como el uso del sujeto pronominal.

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F R A S E O P R O S Ó D I C O E N E L E S PA Ñ O L P O RT E Ñ O . E V I D E N C I A D E D AT O S L E Í D O S Y SEMIESPONTÁNEOS ANDREA PESˇKOVÁ/INGO FELDHAUSEN/CHRISTOPH GABRIEL

El presente estudio trata sobre el fraseo prosódico en el español porteño, variedad hablada en Buenos Aires, algunas de cuyas características –como se intentará demostrar– pueden explicarse a partir del contacto entre el español y el italiano. Respecto a la prosodia, la entonación del español porteño ha sido calificada como “italiana” en numerosos estudios. Sobre todo las realizaciones de los acentos tonales reflejan más la forma “italiana” que la de otras variedades del español. Este estudio muestra que también el fraseo prosódico se asemeja en algunos aspectos al fraseo italiano. Los datos analizados se basan en un estudio empírico realizado en Buenos Aires con 25 hablantes nativos. En primer lugar se investiga el fraseo prosódico y sus realizaciones fonéticas tomando como base un corpus de datos de discurso leído que está integrado por oraciones declarativas SVO simples. A continuación, se presentan estrategias del fraseo prosódico en diferentes estructuras informativas dentro del discurso semiespontáneo. Estos resultados se comparan con los resultados del discurso leído. PALABRAS CLAVE: fraseo prosódico, marcas de frontera, oraciones SVO, estructura informativa, español porteño, español peninsular, italiano

0. Introducción Entre los años 1860 y 1920, la Argentina recibió a más de cinco millones de extranjeros europeos, lo cual cambió significativamente la fisonomía del país. Los primeros inmigrantes crearon colonias agrícolas en las provincias del Litoral (Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires). Más tarde, a partir de los años 80 del siglo XIX, la mayoría de los inmigrantes se dirigían a las ciudades, sobre todo a la capital, cuya población durante unas décadas aumentó enormemente. Si en el año 1880 Buenos Aires tenía 286 000 habitantes, cincuenta años más tarde llegó a tener 2 254 000 (según Romero 1983: 9 y la información tomada de Fontanella de Weinberg 1987: 131). Más de la mitad de los inmigrantes europeos que vinieron por esa época a la Argentina eran italianos y su influencia, sobre todo en Buenos Aires, es innegable. A principios del siglo XX los italianos formaban casi un tercio de la población de la capital, en algunos barrios, como La Boca y San

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Telmo, llegaron a formar hasta el 45% de la población (Fontanella de Weinberg 1987; Lipski 2004).1 El multilingüismo y sobre todo el bilingüismo español-italiano caracterizaron la situación lingüística de Buenos Aires durante muchos años. Aunque hoy en día en Buenos Aires prepondera el monolingüismo español, el dialecto porteño (H* (que es un acento ascendente con un pico desplazado en la sílaba postónica); véase p. ej. Aguilar/De la Mota/Prieto (2009) y Estebas-Vilaplana/Prieto (2010).4 L+>H* es la realización predominante de los acentos prenucleares de las oraciones declarativas de foco amplio, mientras que el L+H* representa el acento nuclear y el acento tonal de foco (Aguilar et al. 2009;5 y Estebas-Vilaplana/Prieto 2008: 272-274, 2010: 22).6 El contraste entre L+>H* y L+H* aparece en la mayoría de los dialectos hispánicos (véase Prieto/Roseano 2010), aunque en el español porteño no existe. Los acentos tonales prenucleares se realizan en el porteño generalmente como L+H* (Gabriel et al. 2010; véase también Colantoni/Gurlekian 2004 que los analizan simplemente como acentos monotonales H*). Este parece ser uno de los rasgos de carácter italiano más sobresalientes en la entonación porteña (para el italiano véase Rabanus 2001 y D’Imperio 2002). Otro rasgo compartido por el italiano y el porteño es la realización del acento nuclear al final de la frase entonativa mayor (aclaración más detallada en la sección siguiente) que suele realizarse con una clara caída, marcada como H+L* (véase para el porteño Kaisse 2001; Colantoni (2011) y para el italiano D’Imperio 2002).7 3 El modelo métrico y autosegmental (modelo AM), que tiene sus raíces en la tesis doctoral de Pierrehumbert (1980), es uno de los modelos de análisis de la entonación más empleados (véase también Pierrehumbert/Beckman 1988, Ladd 2008). En este modelo, los tonos que caracterizan un enunciado se consideran como autosegmentos, asociados con distintos niveles de la jerarquía prosódica (veáse cuadro 2). Para el estudio del español, véase, p. ej. Sosa (1999); Face (2001); Hualde (2002a) y Prieto/Roseano (2010). 4 Los tonos (T) se representan por sus iniciales en inglés: H significa tono alto (high tone), L significa tono bajo (low tone). El asterisco indica que el tono se asocia con la sílaba acentuada. 5 Después de la primera cita, las referencias con más de dos autores se darán bajo la forma X et al. 6 Antes, se utilizó la notación L*+H para describir el acento prenuclear (y no L+>H*), véase p. ej. Sosa (1999); Face (2001) y Hualde (2002a, b). Son Face/Prieto (2007) los que proponen tres tipos de acentos tonales ascendentes en español (L*+H, L+H* y L+>H*). Muestran que L+>H* es el tono más adecuado para describir el movimiento de los acentos prenucleares en frases con un foco amplio (véase también Estebas-Vilaplana/Prieto 2008: 272). 7 El tono H+L* existe también en el español peninsular, pero como acento nuclear de las interrogativas marcadas (confirmatorias o imperativas), véase Aguilar et al. (2009).

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Las diferencias en las realizaciones de los acentos nucleares y prenucleares entre el español porteño y el español peninsular están esquematizadas en la figura 1: FIGURA 1 Alineamiento de los acentos prenucleares y nucleares en el español peninsular (a) y en el porteño (b)

Hasta ahora hay solo dos estudios que se ocupan de investigar las propiedades del fraseo prosódico en frases de tipo neutro en el español porteño (Feldhausen et al. 2010; y Gabriel/Feldhausen/Pesˇková 2011),8 pero no hay ningún estudio que compare el fraseo en frases neutras con el fraseo en frases con diferentes estructuras informativas. El presente trabajo pretende estudiar también las condiciones del fraseo entonativo de diferentes estructuras informativas en esa variedad, basándose por un lado en los dos trabajos recientes (D’Imperio/Elordieta/ Frota/Prieto/Vigário 2005; y Frota/D’Imperio/Elordieta/Prieto/Vigário 2007), que comparan las estrategias del fraseo prosódico en varias lenguas romances, incluso en el español peninsular y en el italiano napolitano, y por otro lado en los dos trabajos sobre el fraseo en el español porteño. Además, mientras que estos estudios toman en consideración solo datos de habla leída (datos de laboratorio), este estudio tiene en cuenta adicionalmente datos del discurso semiespontáneo. Nuestro objetivo en este punto será observar si el fraseo prosódico en el español porteño refleja el sistema del español peninsular o si ha sido más influido por el italiano. La sección siguiente presentará información básica sobre el fraseo 8

Toledo (2008) y Gurlekian/Toledo (2009) se ocupan también del fraseo prosódico. No obstante, investigan la influencia de las fronteras prosódicas sobre la realización de los acentos tonales en posición anterior a una frontera.

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prosódico y los patrones que caracterizan el español peninsular y el italiano napolitano. Las diferencias en el fraseo entre estos dos idiomas servirán de fundamento a nuestro estudio empírico sobre el español porteño.

2. Fraseo prosódico en el español y en el italiano En el habla natural, solemos unir las palabras en grupos divididos por pausas, interrupciones o disyunciones. Estos grupos se pueden definir como frases prosódicas. El fraseo prosódico estructura, pues, las oraciones en unidades comprensibles de información. En el modelo métrico y autosegmental se distinguen dos tipos de tonos (T): los acentos tonales (T*) que se asocian con las sílabas tónicas (σ) y los tonos de frontera (o de juntura) que se asocian con niveles más altos en la jerarquía prosódica (véase figura 2). La entonación es considerada, pues, una estructura en niveles jerárquicos (para más detalles sobre las jerarquías prosódicas véase p. ej. Selkirk 1984; Nespor/Vogel 2007 [1986]; Toledo 1999). FIGURA 2 Nivel tonal (en gris) y asociaciones de los tonos (T) con diferentes niveles de la jerarquía prosódica

Según muestra la figura 2, se distinguen dos tipos de frases prosódicas: la unidad prosódica mayor (o la frase entonativa, IP) que puede contener unidades menores, denominadas frases entonativas intermedias (ip) (para el español véase p. ej. Nibert 2000; Hualde 2002ª; Prieto 2006). Las frases intermedias consisten en varias palabras prosódicas que dominan varias sílabas. El presente estudio tratará solo las frases entonativas e intermedias y los tonos de frontera (o de jun-

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tura) que se relacionan con las fronteras de estos tipos de frase. El tono de frontera entonativa se indica con un % (pueden ser tonos bajos L% o tonos altos H%), el tono de frontera intermedia se marca como H-, L-. El ejemplo (1) expone una oración realizada en una frase entonativa mayor (IP) y tres frases intermedias (ip), separadas por dos tonos de frontera H-: (1) ((¿Querés Quilmes )ip (Paso de los Toros )ip (o mate cocido? )ip )IP | | | | HHL- L%

Se trata de un ejemplo de coordinación sintáctica cuyos constituyentes están separados mediante los tonos H-. Estas fronteras prosódicas no se pueden omitir, su posición tampoco puede ser alterada (p. ej. la frontera después del Paso sería inaceptable para obtener una interpretación semánticamente adecuada). La posición de la frontera prosódica, sin embargo, puede variar sobre todo en contextos ambiguos:9 (2) a. La vieja lanza H- la amenaza L-L% Contextos posibles: “¿Qué hace la vieja lanza?” “¿Qué lanza la vieja?” b. La vieja H- lanza la amenaza L-L% Contexto posible: “¿Qué lanza la vieja?” Contexto imposible: “¿Qué hace la vieja lanza?”

(vieja = adjetivo) (vieja = sustantivo) (vieja = sustantivo) (vieja = adjetivo)

En este ejemplo se muestra que un tono de frontera puede ser decisivo para la interpretación de una oración. Los tonos de frontera intermedia, sin embargo, no solo desambiguan construcciones que pueden tener diferentes interpretaciones. Tomemos como ejemplo una oración declarativa simple de orden no marcado SVO (sujeto-verbo-objeto) y sin homonimia léxica: p. ej. Mariana miraba la luna. Tal oración se puede realizar de varias maneras: como una unidad (SVO) sin interrupción (como muestra la figura 1) o como (S)T-(VO)T-T%, (SV)T-(O)T-T% o (S)T-(V)T-(O) T-T%, o sea, con una o más fronteras prosódicas (veáse la sección 5). El uso de diferentes patrones de fraseo no depende necesariamente solo de la ambigüedad semántica o sintáctica, sino también de otros factores como las preferencias propias de un idioma (o de un dialecto), la velocidad del habla o la estructura informativa. Las diferentes preferencias de los idiomas, respecto a los patrones de fraseo, se muestran en el estudio empírico de D’Imperio et al. (2005) en el que se exa-

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Los ejemplos (1) y (2) adaptados de Hualde (2003: 167-168).

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minan cinco variedades romances (español peninsular, italiano napolitano, catalán central, portugués europeo estándar y portugués europeo del norte). Los autores del mencionado estudio investigan el fraseo en las oraciones SVO simples de foco amplio en el discurso leído, centrándose en tres factores que pueden influir en la realización/no-realización de una frontera prosódica: 1) la ramificación sintáctica y prosódica, 2) la longitud de los constituyentes (respecto al número de sílabas), y 3) la velocidad del habla (ibíd.: 60 y ss.). En cuanto a la ramificación sintáctica, los constituyentes en las oraciones/estímulos estaban compuestas por el núcleo nominal y un adjunto preposicional o adjetival: p. ej. la boliviana maravillosa, la boliviana de Badalona. En cambio, la ramificación prosódica se basa en dos o más elementos sin dependencia (sintáctica) entre ellos. Este es el caso típico de los nombres propios. La diferencia entre la ramificación sintáctica vs. prosódica se aclara en el siguiente ejemplo tomado de nuestro estudio empírico (véase la sección 4). Señalamos las palabras prosódicas (ω) con paréntesis y la estructura sintáctica con corchetes: (3) a. ω(la libélula) ω(amazónica) [SD la [SN [N’ [N libélula] [SA amazónica]]]] b. ω(Verónica) ω(Diego) ω(Solana) [SD Ø [SN Verónica Diego Solana]]

Los resultados de D’Imperio et al. (2005) muestran las siguientes tendencias. Mientras que el español peninsular, el catalán y el portugués europeo del norte prefieren generalmente una frontera prosódica después del sujeto (S)(VO), en el italiano y en el portugués europeo estándar predominan las frases realizadas en una unidad prosódica (SVO). Dos preguntas surgen al enfocar solamente los dos idiomas relevantes para el estudio del español porteño: ¿cuáles son las diferencias entre el español peninsular y el italiano? y ¿qué tienen en común, respecto al fraseo prosódico? En la figura 3 se resumen primero las diferencias entre las dos lenguas, tomando en cuenta el factor de la ramificación sintáctica del sujeto y/o del objeto (Figura 3). En el italiano también se puede realizar una frontera prosódica después del sujeto siempre que este esté sintácticamente ramificado. Esto ocurre en el 84,5% de los casos. En el español peninsular la frontera parece ser obligatoria: el patrón (S)(VO) fue realizado en el 100% de los casos con ramificación sintáctica del sujeto. La longitud de los constituyentes (en cuanto al número de sílabas) no parece ser un factor relevante en el fenómeno observado, ni en el español ni en el italiano (D’Imperio et al. 2005). Ahora cabe preguntar cómo es la realización fonética de las fronteras prosódicas. El estudio empírico de Frota et al. (2007), que examina las mismas varie-

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FIGURA 3 Diferencias en el fraseo prosódico entre el español peninsular y el italiano napolitano según D’Imperio et al. (2005). La ramificación se indica con las mayúsculas dobles Español (peninsular)

Italiano (napolitano)

SVO → (S)(VO) 79% ninguna ramificación sintáctica del sujeto y ninguna ramificación sintáctica del objeto

SVO → (SVO) 97% ninguna ramificación sintáctica del sujeto y ninguna ramificación sintáctica del objeto

SVOO → (S)(VO) 93% ninguna ramificación sintáctica del sujeto y ramificación sintáctica del objeto

SVOO → (SVO) 91% ninguna ramificación sintáctica del sujeto y ramificación sintáctica del objeto

dades romances que D’Imperio et al. (2005), muestra que las fronteras pueden estar realizadas por varias marcas de frontera. El presente trabajo se limitará solo al estudio de la realización de las marcas de frontera que exhiben la ocurrencia más alta en nuestros datos: dos marcas tonales, el continuation rise (‘tono continuativo’) y el sustained pitch (‘tono sostenido’); y una marca de duración, el llamado pre-boundary lengthening (alargamiento de una sílaba o una palabra prefrontera).10 Todos los indicios pueden estar acompañados también de una pausa. La figura 4 resume los resultados de Frota et al. (2007) respecto a las marcas de frontera en el español peninsular y en el italiano napolitano que nos van a servir en la posterior comparación con nuestros resultados. FIGURA 4 Porcentajes de las marcas tonales de frontera en el español peninsular y en el italiano napolitano según Frota et al. (2007: 135) CONTINUATION RISE (CR)

SUSTAINED PITCH (SP)

PRE-BOUNDARY LENGTHENING (PBL)

ESPAÑOL (peninsular)

88,40%

11,20%

40,20%

ITALIANO (napolitano)

54,50%

45,50%

100%

10

Para una descripción detallada de los distintos tipos de alargamiento que marcan una frontera prosódica, véase Vaissière (1983: 60-61). En Frota et al. (2007), al igual que en nuestro trabajo, se considera el alargamiento de la sílaba (tónica o átona) directamente ante la disyunción (véase sección 5.2).

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Los resultados enseñan un claro predominio del continuation rise en el español, mientras que en el italiano no se manifiesta ninguna preferencia por una de las dos marcas tonales de frontera. En cambio, el pre-boundary lengthening, o sea, el efecto de duración parece ser significativo en el italiano (ibíd.). En las siguientes dos secciones, se va a presentar, primero, nuestro estudio empírico y, seguidamente, se discutirá si el español porteño refleja el modelo peninsular o si exhibe algunos rasgos “italianos” en los fenómenos que acabamos de presentar.

3. Métodos y datos Los datos fueron recopilados en un experimento de producción realizado en noviembre y diciembre de 2008 en Buenos Aires con 25 hablantes porteños (entre 18-40 años de edad). Del experimento conseguimos datos de habla leída, semiespontánea y espontánea para el estudio de la entonación del español porteño. Los datos relevantes para nuestro estudio fueron obtenidos en una parte del experimento cuyo diseño adaptamos al estudio empírico de D’Imperio et al. (2005), presentado en la sección anterior. El material utilizado consistió en diez frases de orden no marcado SVO, controladas según la ramificación prosódica y sintáctica de los constituyentes sujeto y objeto: (4) a. b. c. d. e. f.

Estímulos La libélula miraba a la belladona. La libélula miraba a la belladona venenosa. La libélula amazónica miraba a la belladona. La libélula amazónica miraba a la belladona venenosa. La libélula de Málaga miraba a la belladona. La libélula de Málaga miraba a la belladona venenosa.

Ramificación sintáctica: (SVO) (SVOO) (SSVO) (SSVOO) (SSVO) (SSVOO)

g. h. i. j.

Bárbara miraba a Verónica. Bárbara miraba a Verónica Diego Solana. Bárbara Duarte Álamo miraba a Verónica. Bárbara Duarte Álamo miraba a Verónica Diego Solana.

Ramificación prosódica: (SVO) (SVOOO) (SSSVO) (SSSVOOO)

Como vemos, los constituyentes de sujeto que aparecen junto al verbo, son palabras proparoxítonas (libélula, amazónica, Málaga, Bárbara, Álamo) lo cual permite una mejor visibilidad de los movimientos tonales, ya que la distancia entre la sílaba acentuada y una frontera hipotética es mayor. Las grabaciones fueron realizadas en una cámara “gessel” en la Universidad del Museo Social Argentino (UMSA) de Buenos Aires. Los estímulos fueron

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presentados de forma gráfica mediante el programa Power Point. Les pedimos a los hablantes que leyeran las frases dos veces (primero a velocidad normal, luego a velocidad más rápida), como si contestaran a la pregunta “¿Qué pasaba?”. Los hablantes eran inconscientes del propósito del experimento. De un total de 500 frases, solo consideramos aceptables para el análisis 470 de ellas.11 Los datos fueron grabados directamente en archivos .wav y después analizados por los tres autores con el programa Praat (Boersma/Weenink, 1992 y ss.). Los resultados se presentan en la siguiente sección.

4. Resultados Comenzamos presentando los tipos de marcas tonales de frontera, halladas en nuestros datos. Aunque nos concentramos en las fronteras, marcamos en los cuadros también los acentos tonales y la separación prosódica (Break Index). Para eso seguimos las propuestas de Gabriel et al. (2010). Como ya explicamos (véase sección 2, figura 2), los tonos de frontera están asociados con diferentes niveles de la jerarquía prosódica, en este caso, con los márgenes de la frase intermedia (ip) o entonacional (IP). Si no hay ninguna frontera intermedia, el contorno tonal (de un enunciado declarativo no marcado) tiene una estructura descendente, llamada declinación (Sosa 1999: 141), como se ve en el esquema de la figura 5: FIGURA 5 Representación esquemática de un contorno de F0 sin frontera

escalonamiento descendente

acentos tonales tonos de frontera

11 Se excluyeron del corpus 30 frases debido a que los hablantes no comprendieron la consigna.

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La interrupción de la línea tonal descendente señala la existencia de una frontera prosódica. A continuación se van a presentar dos realizaciones fonéticas del tono de frontera intermedia H- subyacente, las más representativas, según nuestros datos, en el español porteño. La frontera prosódica puede realizarse de diferentes formas. Una de ellas es el llamado continuation rise (CR, ‘tono continuativo’), que se caracteriza con la subida continuativa de F0 desde la última sílaba acentuada hasta la disyunción intermedia. En la figura 6 se muestra un esquema de un contorno de F0 interrumpido por el continuation rise. La localización de la frontera prosódica está señalada con una línea vertical marcada con H-. FIGURA 6 Representación esquemática de un contorno de F0 con CR

escalonamiento descendente

acentos tonales

En la siguiente figura, se presenta un ejemplo del continuation rise tomado de nuestros datos (estímulo 4j). La subida tonal empieza en la sílaba acentuada -á de la palabra Álamo y termina en la última sílaba -mo de la misma palabra. Otro tipo de movimiento tonal que puede señalar una frontera prosódica es el llamado sustained pitch (SP, ‘tono sostenido’) que a primera vista se asemeja al continuation rise. Sin embargo, el tono va subiendo a partir de la sílaba acentuada, pero termina en una meseta alta hasta la disyunción intermedia (véase figura 8). La localización de esta frontera prosódica está señalada con una línea vertical anotada como !H-. En la figura 9 se expone un ejemplo del sustained pitch de nuestros datos (estímulo 4e). El contorno empieza a subir desde la sílaba prominente -má del sustantivo Málaga y se sostiene en el mismo nivel hasta el final de la palabra prosódica. Ya se ha mencionado que estas dos marcas tonales son representativas tanto para el español peninsular como para el italiano. Según muestran nuestros datos,

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FIGURA 7 Oscilograma y contorno de F0 con continuation rise (CR, anotado como H-) de la oración (4j) producida a velocidad normal

FIGURA 8 Representación esquemática de un contorno de F0 con SP

escalonamiento descendente

acentos tonales

el continuation rise fue realizado en el 42% y el sustained pitch en el 32% de los casos. El resto (26%) está presentado por otros tipos de marcas tonales que no discutiremos en el presente estudio (para el detalle véase Feldhausen et al. 2010; y Gabriel et al. 2011). Gracias al equilibrado porcentaje del continuation rise y del sustained pitch, podemos constatar que el español porteño se asemeja más al italiano.

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FIGURA 9 Oscilograma y contorno de F0 con sustained pitch (SP, anotado como !H-) de la oración (4e) producida a velocidad normal

Ahora pasemos a los patrones del fraseo prosódico, encontrados en nuestros datos. Independientemente de diferentes condiciones (ramificación sintáctica y prosódica, velocidad del habla), el patrón de fraseo más común es el (S)(VO): en el 68% de todos los casos (470 oraciones) se realiza una frontera prosódica después del sujeto. Le sigue el grupo prosódico sin interrupción (SVO) que ocurre en el 31% de los casos. Los otros dos grupos (SV)(O) y (S)(V)(O) no son significativos en nuestros datos, como muestra la figura 10. No obstante, atendiendo al factor “velocidad del habla”, observamos un cambio respecto a los patrones de fraseo. Al aumentar la velocidad del habla asciende el número de realizaciones del tipo de fraseo (SVO), véase figura 11. Las figuras 12 y 13 resumen los porcentajes de los patrones de fraseo según la ramificación sintáctica y prosódica a velocidad normal y rápida del habla. Las columnas 1-6 representan las oraciones con la ramificación sintáctica y las columnas 7-10 las oraciones con la ramificación prosódica. También aquí la ramificación de los constituyentes se señala con la duplicación de las letras mayúsculas S(ujeto), O(bjeto): p. ej. SVO indica una oración con ninguna ramificación (p. ej. 4a o 4g), mientras que SSVOO corresponde a oraciones de tipo (4d). Según los datos de D’Imperio et al. (2005), la ramificación sintáctica del objeto no influye significativamente en la preferencia por un patrón de fraseo (en

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FIGURA 10 Porcentajes de los patrones de fraseo en el español porteño

FIGURA 11 Porcentajes de los patrones de fraseo según la velocidad del habla

el español peninsular es (S)(VO), en el italiano (SVO)). La misma tendencia se confirma también en nuestros datos. La figura 12 expone el predominio del patrón de fraseo (S)(VO), independientemente de si el objeto está ramificado o no: compare p. ej. la columna 1 (oración sin ninguna ramificación) con la columna 2 (oración con el objeto ramificado). En las siguientes líneas se tratará la ramificación sintáctica del sujeto. Según D’Imperio et al. en el italiano se realiza una frontera prosódica después del sujeto sintácticamente ramificado en el 84,5% de los casos, mientras que en el español peninsular en el 100% de los casos. También en nuestros datos se observa que el patrón (S)(VO) predomina si el sujeto está prosódica o sintácticamente ramificado (entre 60,5% y 100%). El

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porcentaje de los patrones de fraseo según la ramificación sintáctica y prosódica a velocidad del habla normal se resume la figura 12. FIGURA 12 Porcentajes de los patrones de fraseo según la ramificación sintáctica y la prosódica (velocidad normal)

FIGURA 13 Porcentajes de los patrones de fraseo según la ramificación sintáctica y la prosódica (velocidad rápida)

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FIGURA 14 Alargamiento de la sílaba [la] en la palabra libélula de la frase La libélula miraba a la belladona (oración 4a)

En la figura 11 se ha mostrado que el porcentaje de la realización del (SVO) asciende significativamente al aumentar la velocidad del habla. La figura 13 muestra los porcentajes de los patrones prosódicos de la ramificación sintáctica y prosódica a velocidad del habla rápida. Primero se puede observar el crecimiento evidente de las realizaciones del (SVO) dentro de todas las condiciones (columnas 1-10). Seguidamente advertimos que el aumento de la velocidad lleva una escasa o nula realización de los patrones de fraseo (SV)(O) y (S)(V)(O). El patrón (SVO) predomina claramente cuando el sujeto no está ramificado. Eso concierne a las columnas 1, 2 y 7. En la columna 8, donde el sujeto no está ramificado pero el objeto sí, queda plasmado el equilibrio entre los patrones de fraseo (S)(VO) y (SVO). Puede observarse la preponderancia del (S)(VO) sobre todo cuando el sujeto está ramificado (columnas 3-6, 9-10). Ahora nos centraremos en el alargamiento de la sílabas en posición anterior a una frontera. Según Frota et al. (2007: 135), el llamado pre-boundary lengthening (PBL) es una marca de frontera típica en el italiano (100%), pero no en el español peninsular (40,2%). Gabriel et al. (2011) muestran que el porcentaje en el español porteño no se diferencia mucho del español peninsular: 41,2%. Ejemplarmente han elegido la sílaba [la] de las oraciones (4a) y (4b) donde [la] se repite dos veces: en la posición ante una frontera potencial (La libélula miraba a

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la belladona (venenosa)) y al principio de la frase donde apenas se esperaría una frontera (La libélula miraba a la belladona (venenosa)).12 En la figura 14 se ejemplifica la diferencia entre la sílaba [la] al principio de la frase (0,116s) y la sílaba [la] pre-frontera (0,168s). Se trata de una realización de la oración (4a) producida con la frontera intermedia después del sujeto. Concluyendo esta parte, podemos constatar que respecto al PBL, el español porteño se parece al español peninsular y no al italiano, mientras que la realización tonal de las fronteras intermedias (continuation rise y sustained pitch) se parece más al italiano. 5. Interacción del fraseo prosódico con la estructura informativa Hasta ahora hemos tratado el fraseo prosódico en las oraciones SVO de tipo neutro (foco amplio o oracional) en el discurso leído. En esta sección nos gustaría discutir las estrategias del fraseo prosódico en diferentes estructuras informativas dentro del discurso semi-espontáneo. Con este propósito vamos a presentar otra parte de nuestro estudio empírico, mencionado en la sección 4. El objetivo de esta parte del experimento fue investigar la marcación prosódica del foco: la realización de los acentos nucleares por un lado, y la realización del fraseo prosódico por otro. En esta sección nos concentramos solamente en la realización del fraseo prosódico en las oraciones SVO simples que presentan diferentes estructuras informativas. La estructura informativa es pues la única condición en este experimento. Otros factores como la ramificación sintáctica, la ramificación prosódica o la velocidad del habla no se han tomado en cuenta. Los resultados se van a comparar con los resultados de la sección anterior. 5.1. MÉTODOS Y DATOS Basándonos en el diseño experimental de Gabriel (2007) se les presentaron a los informantes dos secuencias de situaciones: (5) Secuencia 1: Situación a. Situación b. Secuencia 2: Situación a. Situación b. 12

María compra el diario en el kiosco. Después se lo da a su hermano. Blancanieves secuestra a Tarzán. Y se lo entrega a los siete enanitos.

En otras palabras, se comparó la duración de las últimas sílabas del constituyente sujeto en los contextos sin frontera (SVO) con los valores de las sílabas en las realizaciones con frontera (S)(VO), producidas por el mismo hablante. Para detalles véase Gabriel/Feldhausen/Pesˇková (2011).

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Las secuencias fueron presentadas en PowerPoint con los correspondientes estímulos visuales que iban apareciendo uno tras otro con 21 preguntas diferentes. Primero, se les solicitaba a los hablantes que leyeran la pregunta en voz alta y, después, que contestaran de manera adecuada. Cada pregunta conducía a una respuesta de diferente estructura informativa, p. ej. ¿Qué pasa acá? (→ foco amplio), ¿Qué compra María en el kiosco? (→ objeto focalizado: María compra [F un diario] en el kiosco),13 ¿Quién compra el diario? (→ sujeto focalizado: [F María] compra un diario), La Bella Durmiente secuestra a Tarzán, ¿verdad? (→ sujeto contrastivamente focalizado: (No.) [Fc Blancanieves] secuestra a Tarzán) etc. En la figura 15 se expone un ejemplo de una pregunta (María compra una revista de crucigramas en el kiosco, ¿verdad?), elicitando una respuesta con el objeto directo en el foco contrastivo (p. ej. No. María compra [Fc el diario]). FIGURA 15 Ejemplo de un estímulo visual elicitando una estructura con [Fc O]

De este modo se obtuvo de cada hablante un total de 21 respuestas de las siguientes estructuras informativas: – 4 focos amplios: 4x foco oracional [F Oración] = [F SVO] – 17 focos estrechos: 8x foco neutro [F Sujeto], [F Objeto], [F Objeto Indirecto] 9x foco contrastivo [Fc Sujeto], [Fc Objeto], [Fc Objeto Indirecto]

13 Señalamos el dominio focal con corchetes […]; el subíndice F marca el foco neutro o informativo [F …], mientras que las letras Fc señalan la lectura contrastiva del foco [Fc …].

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Al igual que con los datos anteriores, las grabaciones de los hablantes se recogieron en archivos .wav y el análisis acústico e instrumental de los datos fue realizado por los tres autores mediante el programa Praat.

5.2. RESULTADOS Puesto que se trata de un estudio piloto, nos basamos en solo 147 oraciones producidas por siete hablantes. De estos datos, obtuvimos en total 82 oraciones de orden no marcado SVO, 39 oraciones de orden marcado (oraciones escindidas, pasivas, oraciones con foco antepuesto etc.), 15 oraciones compuestas y 11 oraciones clasificadas como respuestas erróneas en la estructura informativa. Para obtener una comparabilidad máxima solo analizamos las 82 oraciones que presentan el orden no marcado SVO. Respecto a los patrones de fraseo prosódico, 25 oraciones (30,5%) fueron producidas sin frontera intermedia (ip), mientras que 57 oraciones (69,5%) presentaron diferentes patrones de fraseo como (SV)(O), (S)(VO), (S)(V)(O) etc. con 69 fronteras intermedias en total (figura 16). FIGURA 16 Porcentajes de los patrones de fraseo de todas las 82 oraciones con diferentes estructuras informativas

Las 69 fronteras intermedias fueron realizadas con 14 tonos bajos L- y con 55 tonos altos H-, de los cuales eran 36 continuation rise (CR), 16 sustained pitch (SP), y 3 otros tipos (véase Gabriel et al. 2011). En la figura 17 se expone un ejemplo de un tono bajo (L-), realizado después del sujeto focalizado con lectura contrastiva en la oración (María)L- le da el diario a su hermano (Contexto: Natalia le da el diario a su hermano, ¿verdad?).

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FIGURA 17 Ejemplo de un tono de frontera intermedia bajo (L-) en la estructura informativa ([FcS])L-(VOOI)

En el siguiente párrafo vamos a destacar las observaciones fundamentales sobre el fraseo prosódico en diferentes estructuras informativas. Empecemos con el contexto [F SVO], o sea, con las frases de foco amplio. En el 43,5% de los casos no se presenta ninguna frontera intermedia (SVO).14 La frecuencia es, pues, más alta que en el primer experimento presentado en la sección 5 donde el patrón (SVO) ocurre en el 26% de los casos (véase figura 11, columna 1-2, el sujeto no ramificado). A pesar de haber analizado pocos datos, presumimos que eso se debe a la diferencia entre el discurso leído y el semiespontáneo. Los demás casos (56,5%) muestran 4 realizaciones del (S)(VO) y 8 realizaciones variadas, p. ej. (SVO)(OI), (S)(V)(O), (SV)(OOI) etc. En cuanto a los [F/FcS], el sujeto focalizado presenta el fraseo (S)(VO) con la marcación de frontera de tono bajo L- y una posible desacentuación posfocal (véase también Ortiz Lira 1995 y Arana/Blázquez/Dabrowski/Labastía/Vázquez 2009), sobre todo después del foco contrastivo [FcS]. Es importante destacar que mientras que el fraseo (S)(VO) con el tono H- aparece en los contextos [F SVO],

14 El patrón de fraseo (SVO) incluye también los contextos con el objeto indirecto o el sintagma preposicional: (SVOOI), (SVOPP). Lo mismo vale también para el (S)(VO).

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FIGURA 18 Resultados del fraseo prosódico en diferentes estructuras informativas ESTRUCTURA INFORMATIVA [FSVO]

TOTAL (82) 23

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MARCAS DE FRONTERA

10 (SVO): 5(SVOOI), 3(SVO), 2(SVOPP) 4 (S)(VO) 3 (SVO)(OI) otros: 2(S)(V)(O) 2(S)(VO)(OI) 1(SV)(O)(OI) 1(SV)(OOI)

CR (13); SP (5)

[FS]VO

7

7 (S)(VO): 1(S)(VOOI), 2(S)(VO), 3(S)(ClV), 1(S)(V)(OOI)

L- (7) después del [FS]; SP (1) después del verbo

[Fc S]VO

5

5 (S)(VO): 1(S)(VO), 4(S)(VOOI)

L- (5)

SV[FO]

16

5 (SVO): 2(SVO), 1(SVOPP), 2(SVOOI) 5 (SV)(O): 2(SV)(O), 1(SClíticoV)(O), 2(SV)(OPP) 4 (S)(VO) 1(S)(V)(O) 1(SVO)(OI)

CR (7); SP (4); L- (1) después del [FO]

SV[Fc O]

13

6 (SVO): 4(SVO),1(SVOPP),1(ClíticoVOOI) 4 (S)(VO) 3 (SV)(O): 2(ClíticoV)(O), 1(SV)(O)(PP)

CR (5); SP (2); L- (1) después del [FO]

SVO[FOI]

11

7 (SVO)(OI): 5(SVO)(OI), 2(SClíticoV)(OI), 3 (SVO): 1(SClíticoVOI), 2(SVOOI); 1(S)(V)(O)(OI)

CR (7); SP (2); otro (1)

4 (SVO)(OI) 2 (SV)(O)(OI) 1 (SVO): 1(SVOI)

CR (4); SP (2); otro (2)

SVO[Fc OI]

7

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[F/FcO] o [F/FcOI], el mismo fraseo (S)(VO) pero con el tono L- es propio solo de los contextos en los que el sujeto ha sido focalizado (véase figura 17). Incluso los objetos (directo e indirecto) crean su propio grupo prosódico en los contextos focalizados [F/FcO] o [F/FcOI]. El objeto directo en foco exhibe una frecuencia equilibrada entre los patrones (SVO), (S)(VO) y (SV)(O) con tono de frontera intermedia alto H-. En cuanto al último patrón de fraseo, el fraseo (SV)(O) parece ser típico para el [F/FcO], ya que casi no aparece en otras estructuras informativas. En cuanto al objeto indirecto focalizado, el fraseo predominante es (SVO)(OI) con un tono alto H-. Podemos constatar que mientras que el tono alto H- se encuentra en posición prefocal (6b), el tono bajo L- aparece, al menos según nuestros datos, exclusivamente después del dominio del foco (6a). En los ejemplos siguientes marcamos la posición de acento nuclear con letras mayúsculas. (6) Ejemplo del patrón de fraseo (SVO)(OI) con tono bajo (a) y con tono alto (b): a. Pregunta-estímulo: ¿Qué le da María a su hermano? Posible realización: María le da [F el DIArio]L- a su hermano L-L% b. Pregunta-estímulo: ¿A quién le da María el diario? Posible realización: María le da el diario H- [F a su herMAno] L-L%

La figura 18 resume los resultados del fraseo prosódico en diferentes estructuras informativas.

5.3. DISCUSIÓN El objetivo de esta sección ha sido mostrar la interacción del fraseo prosódico con la estructura informativa en los datos semiespontáneos y comparar los resultados con los datos leídos de las dos secciones anteriores. Se ha evidenciado que el tipo de discurso puede influir en la realización del patrón general del fraseo prosódico en el español porteño. En las secciones 4 y 5 se ha estudiado primero el fraseo prosódico en las frases de foco oracional en el discurso leído con el objetivo de detectar “huellas” del italiano en el español porteño. Se ha manifestado que el español porteño representa características tanto del español peninsular como del italiano. El español porteño exhibe un comportamiento más parecido al italiano, en cuanto a la realización fonética de las fronteras intermedias (continuation rise y sustained pitch). No obstante, ambas variedades españolas prefieren realizar una frontera prosódica después del sujeto (S)(VO), en cambio, en el italiano predomina la realización de enunciados dentro de una unidad prosódica (SVO). Esta tenden-

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cia, que según D’Imperio et al. (2005) caracteriza al italiano, parece amplificarse en el porteño aún más en los datos del habla semiespontánea. En la presente sección, que trata sobre el fraseo prosódico en diferentes estructuras informativas, se ha averiguado que en el 43,5% de todas las frases de foco oracional no se presenta ninguna frontera intermedia después del sujeto (SVO). La ocurrencia del (SVO) en el discurso semiespontáneo es, pues, más alta que en el discurso leído a velocidad del habla normal (26%), pero más baja que en el discurso leído a velocidad del habla más rápida (75%). Respecto a las marcas tonales, en los datos semiespontáneos se ha presentado una frecuencia más alta de la realización del continuation rise (65%) que en los datos leídos (42%). Una investigación futura debería centrarse más detalladamente en las diferencias entre los dos tipos de discurso, analizando un corpus de datos más extenso.

6. Conclusiones El propósito de nuestro estudio ha sido investigar el fraseo prosódico en el español de Buenos Aires. Esta variedad comparte muchos rasgos prosódicos con el italiano, lengua de contacto a causa de la gran ola inmigratoria de finales del siglo XIX y principios del XX. Se ha observado si los patrones del fraseo prosódico en el español porteño reflejan el sistema del español peninsular o si han sido influidos más por el italiano. Los resultados de nuestro experimento muestran que el español porteño ocupa una posición intermedia, ya que presenta tanto características del español peninsular como del italiano. En general, el porteño exhibe un alto porcentaje del patrón prosódico (S)(VO) en todas las condiciones determinadas, por lo cual se parece más al español peninsular. Tampoco hay una gran diferencia entre ambas variedades en cuanto al uso del alargamiento de las sílabas en posición anterior a una frontera (aproximadamente 40%). Sin embargo, una similitud entre el porteño y el italiano se manifiesta en la realización fonética de las fronteras prosódicas. Mientras que el español peninsular prefiere el continuation rise (88,4%) como marca tonal de frontera intermedia, el porteño y el italiano presentan una frecuencia equilibrada entre el continuation rise (42%) y el sustained pitch (32%). Una futura investigación debería examinar los aspectos de la duración más detalladamente y profundizar también el estudio de las diferencias en el fraseo prosódico entre el habla (semi) espontánea y el discurso leído. Nuestro estudio piloto sobre las estrategias del fraseo prosódico en diferentes estructuras informativas en el porteño esboza que en el habla semiespontánea aumentan las características que son típicas, según D’Imperio et al. 2005, para el italiano. Al final quisiéramos advertir que los rasgos “italianos” en el fraseo prosódico del porteño no deben ser entendidos como la prueba única e infalible del contac-

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to hispánico-italiano en la capital argentina. Sin embargo, el fraseo junto con otros factores como la realización de los acentos tonales (Colantoni/Gurlekian 2004), las marcas tonales de frontera y la propia situación histórica de Buenos Aires son suficientes argumentos que hablan a favor de la influencia del italiano en el sistema prosódico del español porteño.

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EL DOBLADO DE CLÍTICOS E N E L E S PA Ñ O L E S T Á N D A R Y E L A R G E N T I N O : VA R I A C I Ó N L I N G Ü Í S T I C A Y ANÁLISIS SINTÁCTICO ESTHER RINKE

0. Introducción Este trabajo está dedicado al fenómeno del doblado de clíticos. Se habla del doblado propiamente dicho cuando un pronombre átono y un objeto directo o indirecto nominal o pronominal coaparecen dentro de la misma oración, como en los ejemplos seguientes: (1) a. Le di el regalo a Juan (Fernández Soriano 1999: 1248). b. Le di el regalo a él. c. Los vi a ellos.

Las estructuras de doblado son de interés lingüístico porque representan un problema tanto sintáctico como semántico, dado que el mismo argumento del verbo es realizado por dos constituyentes nominales –el pronombre clítico y el nombre–. Además, como es bien sabido, este fenómeno es muy variable, tanto en la propia gramática del español peninsular, como en los diferentes dialectos o variedades del español hispanoamericano. Este artículo considera el doblado de clíticos desde una perspectiva comparativa concentrándose en la contrastación entre el español estándar y el argentino.1 La estructura del artículo es la siguiente: primero vamos a caracterizar más detalladamente el fenómeno del doblado delimitando el doblado de clíticos propiamente dicho de la dislocación a la derecha. Después vamos a considerar la distribución del doblado de clíticos y aproximarnos a la variabilidad intragramatical y dialectal del fenómeno. Con respecto al análisis del doblado, las siguientes preguntas y problemas son cruciales: a) el estatus morfosintáctico de los pronombres clíticos, y b) la explicación de la variación lingüística anteriormente descri-

1 Me refiero aquí principalmente al español peninsular dejando aparte sus diferencias dialectales y otras complicaciones como por ejemplo el leísmo.

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ta. Vamos a proponer que los pronombres clíticos son marcadores de concordancia y que la variación del doblado en el rioplatense refleja el proceso sucesivo de la gramaticalización de los pronombres clíticos acusativos. Vamos a demostrar que este proceso también se muestra en otros fenómenos relacionados.

1. Caracterización del fenómeno en el español estándar En el párrafo siguiente vamos a caracterizar más detalladamente el fenómeno del doblado de clíticos y su distribución.

1.1. HACIA UNA DIFERENCIACIÓN ENTRE EL DOBLADO DE CLÍTICOS Y LA DISLOCACIÓN

Es necesario hacer una distinción entre el doblado de clíticos propiamente dicho y la dislocación.2 La diferencia decisiva entre los dos fenómenos en cuanto a la sintaxis es la posición del objeto nominal: en los casos del doblado, los objetos nominales ocupan la posición básica a la derecha del verbo finito, mientras que en la dislocación a la izquierda, los objetos son extraídos de su posición temática. (2) El buque inglés ## los nativos dijeron que lo vieron pasar hace unos días (Jaeggli 1993: 161).

Más complicada es la diferenciación entre el doblado de clíticos y la dislocación a la derecha. Jaeggli (1993) propone que las dos estructuras difieren en cuanto a su entonación. La dislocación a la derecha incluye obligatoriamente una frontera prosódica mientras que las estructuras del doblado no la necesitan (Gabriel/Rinke 2010). (3) Los nativos dijeron que lo vieron pasar hace unos días ## el buque inglés (Jaeggli 1993: 161).

Sin embargo, la entonación no es un medio seguro de diferenciar entre la dislocación y el doblado dado que nada impide que el hablante realice una frontera prosódica cuando produce una estructura del doblado. No obstante existen dife2 Acuerdan con esta diferenciación Suñer (1988); Fernández Soriano (1993); Jaeggli (1993); Leonetti (2007) y muchos otros, al contrario de Aoun (1981).

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rencias adicionales entre el doblado de clíticos y las estructuras de dislocación que justifican la suposición de que se trata de dos estructuras diferentes. 1. La preposición a que marca los objetos nominales animados se realiza obligatoriamente en los casos del doblado (4a) pero no siempre en la dislocación (4b) (Jaeggli 1993). (4) a. Parece que tuvieron que llevarla a la hija del Coronel Martínez de urgencia a los Estados Unidos. b. Parece que tuvieron que llevarla de urgencia a los Estados Unidos, la hija de Coronel Martínez.

2. Hay dialectos del español que diferencian entre la dislocación y el doblado. Según Suñer (1989), en el español de Quito, un objeto dislocado normalmente no ocurre acompañado por un pronombre reasuntivo. (5) a. Ya le veo a la camioneta (Suñer 1989: 388). b. Las elecciones yo nunca Ø entendí (ibíd.: 389).

3. Las estructuras del doblado también difieren de la dislocación en cuanto a su estructura informativa. Como hemos propuesto en Gabriel/Rinke (2010), el objeto dislocado es interpretado como un tópico discursivo mientras que el objeto nominal doblado puede recibir una interpretación como el foco o parte del dominio focal. (6) (‘¿A quién le dio Pedro una manzana?’/ ‘¿Qué hizo Pedro?’ / ‘¿Qué pasó?’). a. Pedro le dio una manzana [F a JUAN]. b. Pedro [F le dio una manzana a JUAN]. c. [F Pedro le dio una manzana a JUAN].

En conclusión, hay motivos para asumir que la dislocación y el doblado son fenómenos distintos que deben recibir un análisis distinto. Por eso, a continuación, voy a concentrarme en el doblado y dejar aparte la dislocación.

1.2. LA DISTRIBUCIÓN DEL DOBLADO DE CLÍTICOS La distribución del doblado de clíticos en los diferentes dialectos y variedades del español es un asunto muy complejo y controvertido. Voy a presentar los aspectos más importantes, haciendo hincapié en las diferencias entre el español estándar y el rioplatense.

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En todas las variedades del español, un pronombre fuerte o acentuado en posición argumental es obligatoriamente doblado por un pronombre clítico, como lo muestran los ejemplos en (7). (7) a. Me ha visto a mí./ *Ha visto a mí. b. Le di el regalo a él. / *Di el regalo a él. c. Nos llamó a nosotros./ *Llamó a nosotros (Fernández Soriano 1999: 1248).

Los pronombres usted y ello muestran un comportamiento diferente. Según Poston (1953) y Fernández Soriano (1999), el doblado de usted es opcional. (8) a. Agradezco a usted (Poston 1953, en Fernández Soriano 1999: 1248). b. Le agradezco a usted.

El pronombre ello como objeto directo no puede ser doblado. Evidentemente, ello aparece muy raramente en función de objecto directo: *No creo ello (Fernández Soriano 1999: 1243). Como objeto indirecto, ello puede ser doblado, aunque eso ocurre muy infrecuentemente. (9) a. Dedicaré a ello el siguiente capítulo (ibíd.: 1248). b. Te prometo que le dedicaré a ello toda mi atención.

Los objetos nominales se doblan en el español estándar y en el rioplatense cuando aparecen en función de objeto indirecto. (10) Le di el regalo a Juan.

En estos contextos, el doblado es preferido, por no decir obligatorio. Lo mismo ocurre cuando el objeto representa un argumento beneficiario, experimentador o un poseedor de una posesión inalienable (11a-d). (11) a. b. c. d.

* (Le) gusta el cine a Juan. * (Le) preparó un brebaje al enfermo. * (Le) duele la pierna a Pedro. * (Le) cortaron las uñas al niño.

En el español estándar, el doblado de objetos directos nominales en posición argumental es generalmente considerado como agramatical. (12) * Lo vi a Juan.

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Sin embargo existen excepciones de esta regla cuando el objeto directo es frasal (13a), un cuantificador como todo referido a un objeto animado (13b), o uno/una referido al hablante como en (13c). (13) a. Ya lo creo que vendrá. b. Los conozco a todos. c. Si la ven a una copiando se ponen furiosos (Fernández Soriano 1999: 1249).

Los objetos directos nominales también se doblan cuando el clítico aparece en la primera o segunda persona del plural como en (14). (14) a. Nos vieron a los estudiantes. b. Os quieren solo a los elegidos (ibíd.: 1250).

En conclusión, el doblado de clíticos es obligatorio en el español estándar con objetos indirectos y directos pronominales y objetos indirectos nominales, mientras que no es posible con objetos directos nominales, excluyendo las excepciones mencionadas.

2. Condiciones para el doblado en el rioplatense Como es bien sabido, el español rioplatense permite el doblado de objetos directos nominales más libremente que el español estándar, aunque las condiciones que permiten el doblado de objetos directos nominales en el rioplatense son muy controvertidas. Lo que está claro es que construcciones como (12, repetido en 15) son perfectamente gramaticales en esta variedad: (15) a. Lo vimos a Juan. b. La encontré a la niña (Fernández Soriano 1999: 1251).

No obstante, el rioplatense también pone condiciones al doblado. Jaeggli (1982) observa que el doblado se realiza cuando el objeto nominal está acompañado de la preposición a. Eso ocurre normalmente cuando el sustantivo se refiere a un objeto animado y específico. Según Jaeggli, el doblado obedece a la generalización de Kayne, que propone que la preposición es una precondición para el doblado. Jaeggli supone que la a es una marca de caso acusativo autorizando el objeto nominal en su posición argumental. Suñer (1988) contradice este análisis y sostiene que el doblado no depende de la presencia de la a. La autora argumenta que la generalización de Kayne no es válida para el español rioplatense.

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(16) a. Yo la tenía prevista esta muerte (Denevi 1964: 102, en Suñer 1988: 399). b. Lo último que escuché, claro que la encontré pesada la audición, fue el reportaje [...] a Jorge Luis Borges. (Barrenechea/Orecchia 1977: 368)

Suñer (1988) propone que el rasgo relevante para la duplicación es el rasgo [+ESPECÍFICO]. Según este autor, los objetos nominales tienen que ser específicos, porque entran en una relación de concordancia (o matching) con los clíticos que son inherentemente específicos. Aunque el análisis de Suñer ha sido muy influyente, otros trabajos han mostrado que la suposición del rasgo [ESPECÍFICO] como condición para el doblado de los clíticos es demasiado simplista. Parodi (1998) argumenta que el objeto nominal tiene que ser específico y definido al mismo tiempo. (17) a. *La busco a la mujer que sepa inglés (+def., –espec., +animado). b. *La veo a una mujer (–def., +espec., +animado). c. La veo a la mujer (+def., +espec., + animado) (Parodi 1998: 88).

Leonetti (2007) propone que los aparentes efectos del rasgo [ESPECÍFICO] pueden ser subsumidos en los efectos del rasgo [DEFINIDO]. Según Leonetti, los clíticos no son inherentemente específicos pero contienen un rasgo [DEFINIDO]. Por eso permiten una interpretación inespecífica como lo muestran los ejemplos (18a-b). (18) a. Cuando te encuentras en una situación así, es difícil manejarla. b. Aquí podemos coger un taxi sin tener que llamarlo (Leonetti 2007).

Según Leonetti, el rasgo [ESPECÍFICO] nunca es codificado lingüísticamente sino que representa la interacción del rasgo [DEFINIDO] con el contexto discursivo. Belloro señala que, en el corpus del español rioplatense que examinó, hay objetos no-específicos que aparecen doblados. No-específico significa para Belloro que “it is unambiguously clear that the speaker is not using it to refer to one particular entity” (2007: 96). El 18% de los objetos doblados (22 casos de un total de 119) entra en esta categoría (19). (19) a. [nuestro voseo y eso] los divierte mucho a los peruanos. b. Hasta en el exterior uno inmediatamente, casi a veces esté... viéndolo de lejos, lo ve al porteño. c. la novela produce una comodidad, lo deja vagar un poco al individuo (Belloro 2007: 97).

Belloro propone que no es la especificidad ni la definitud sino la accesibilidad del referente lo que determina la posibilidad del doblado. Basándose en la

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subdivisión en “active concepts”, “semi-active or acessible concepts” e “inactive concepts”, propuesta por Chafe (1987, 1994), Belloro argumenta que el doblado corresponde a una realización del objeto nominal como referente “semi-activo” (2007). Podemos concluir que la duplicación de objetos directos nominales ocurre más libremente en el español rioplatense que en el español estándar, aunque los factores que determinan su ocurrencia son objeto de controversia. Entre ellos se encuentran los rasgos de [ANIMADO], [ESPECÍFICO], [DEFINIDO], el estatus discursivo y el marcado diferencial del objeto, que son discutidos en la literatura. La exposición precedente muestra que las propuestas se refieren a diferentes niveles lingüísticos. El marcado diferencial del objeto –interpretado por Jaeggli (1982) como marca de caso accusativo– y el rasgo [ESPECÍFICO] –interpretado por Suñer (1988) como rasgo de concordancia– se refieren al nivel de la sintaxis y a las condiciones que permiten el doblado de clíticos. Por otro lado, los rasgos definido/animado y la accesibilidad del referente en el contexto discursivo se refieren principalmente a la interfaz con la semántica o pragmática. Es evidente que el doblado de clíticos conlleva efectos en diferentes niveles lingüísticos. Sin embargo, en la mayoría de los contextos mencionados, el doblado es variable: o bien puede ocurrir o no. Los factores anteriormente mencionados no predeterminan la ocurrencia del doblado, sino que representan preferencias o factores que favorecen la ocurrencia de dicho doblado. Me parece indispensable distinguir entre las condiciones estructurales que permiten el doblado como opción gramatical y los contextos o factores en los que los hablantes utilizan preferentemente esta opción gramatical. De hecho, la variación puede afectar tanto el área de la gramática como el del uso de la misma. Primero, las lenguas o dialectos pueden variar en cuanto a si permiten el doblado. En una determinada lengua, el doblado puede ser una opción gramatical o no. Además, dentro de una gramática que permite el doblado, el fenómeno puede tomar diferentes formas. Finalmente, ciertos contextos discursivos pueden favorecer el uso de las estructuras de doblado por los hablantes. A continuación vamos a argumentar que la condición gramatical que permite el doblado tanto en el español estándar como en el rioplatense es el estatuto de los pronombres clíticos como marcadores de concordancia (Silva-Corvalán 1984; Suñer 1988; Slawomirsky 1990; Franco 1993; Fernández Soriano 1993; Parodi 1998). Con relación a las diferencias entre las dos variedades del español anteriormente mencionadas vamos a proponer que el proceso de la gramaticalización de los clíticos es más adelantado en el español rioplatense y lleva a la eliminación de distinciones gramaticales como [+/– pronominal], [+/– animado] y [+/– específico], que son relevantes para la duplicación en el estándar. Vamos a demostrar que la variación intragramatical del doblado en el rioplatense se expli-

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ca a través de una alternancia de la forma del pronombre clítico acusativo y un elemento pronominal fonológicamente vacío.

3. Los pronombres clíticos como marcadores de concordancia Una pregunta central que aparece muy a menudo en los trabajos sobre la caracterización de los clíticos partiendo de los trabajos pioneros de Zwicky (1977); y Zwicky/Pullum (1983) entre otros, es la pregunta de si los clíticos tienen que ser analizados como afijos flexivos o no. A continuación vamos a considerar brevemente las propiedades de los pronombres clíticos en el español estándar y rioplatense en diferentes niveles lingüísticos. Fonológicamente, los clíticos normalmente no llevan el acento y no pueden aparecer en aislamiento, como lo muestran los ejemplos seguientes. (20) a. ¿Prefieres café o tila? –Café. b. ¿Prefieres la o lo? –*Lo (Fernández Soriano 1993: 1255). Algunos trabajos, como por ejemplo Wanner (1987) suponen que los clíticos son inherentemente inacentuados. Al contrario de estas propuestas, Kuchenbrandt (2009) argumenta que el hecho de que los clíticos generalmente no tengan un acento lexical no es una propiedad inherente de los propios clíticos sino una opción fonológica de las categorías funcionales en general. El acento lexical es asignado en el nivel de la palabra fonológica, siendo la capacidad de formar un pie métrico una condición para la formación de una palabra fonológica. Según Selkirk (1996), las categorías lexicales siempre forman una palabra fonológica, independientemente de que contengan material fonológico para formar un pie métrico o no. Las categorías funcionales sí necesitan material fonológico suficiente para formar un pie métrico. Según esta misma autora las categorías funcionales pueden ser prosodificadas de cuatro maneras diferentes: (a) como palabras fonológicas cuando contienen material fonológico suficiente para formar un pie métrico. En este caso llevan un acento independiente. (b) como clítico prosódicamente libre (adjuntado a la palabra fonológica del anfitrión y formando junto con él una frase fonológica). (c) como clítico prosódicamente interno (el clítico y su anfitrión forman una palabra fonológica como el afijo y la raíz).

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(d) como clítico prosódicamente afijal (el clítico se adjunta a la palabra fonológica del anfitrión y forma con él una palabra fonológica superior). Kuchenbrandt argumenta que los clíticos del español estándar prosodifican de la última manera (d) porque se encuentran fuera del dominio de la asignación del acento lexical pero dentro de la palabra fonológica por su acento secundario. (21) a. cuenta + se + lo > cuéntaselo b. acabábamos + lo > acabábamoslo (Kuchenbrandt 2009: 44).

En el español peninsular hablado, así como en el español rioplatense, los clíticos pueden, en ciertos casos, ser incluso prosodificados como clíticos internos (c), como lo muestran los ejemplos (22a-b). (22) a. Vamonós, dejalé, pidaseló (Fernández Soriano 1993: 1256). b. Poneteló (Belloro 2007: 10).

Según Colantoni (p. c.), el acento final incluso es la variante no marcada del imperativo en el español rioplatense. Eso puede ser considerado como un indicio más de un grado avanzado de gramaticalización de los clíticos en este dialecto. Con respecto al nível morfológico, los clíticos se diferencian de los afijos porque su posición de colocación es variable, dependiendo de si se ligan a un verbo finito o infinito. (23) a. Lo he visto. b. ¡Hazlo!

Por otro lado muestran propiedades de afijos en cuanto a su alto grado de selección y las idiosincrasias morfológicas, como la elisión de la –d y de la –s en los imperativos de la primera y la segunda persona del plural, el cambio del le por se en combinación con el clítico acusativo, o la imposibilidad de combinar un clítico acusativo de la primera y la segunda persona con un clítico dativo de la tercera persona. (24) a. Sen-ta-dos; vámo-s-nos (Fernández Soriano 1993: 1257). b. Le doy el libro. / Se lo doy (ibíd.: 1257) . c. *Me le entregaron. / Me entregaron a él (Belloro 2007: 12).

Harris/Halle (2005) observan combinaciones de verbo-clítico-afijo, en las cuales los clíticos aparecen entre el afijo plural y la raíz del verbo, como lo muestran los ejemplos siguientes extraídos de su trabajo.

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Normative a. véndan•lo b. se•lo•vendí (a ellos) c. vénda•nos•lo

Alternative véndan•lon vénda_•lon se•los•vendí (a ellos) vénda•no_•los (Harris/Halle 2005).

Según los autores, se han documentado ejemplos como estos en muchos dialectos del español, entre ellos el español rioplatense. Estos ejemplos muestran que en los respectivos dialectos, los clíticos no solo se prosodifican como los afijos sino que incluso pueden ser tratados morfológicamente como afijos. Eso significa que el grado de gramaticalización de los clíticos en estos dialectos es muy avanzado. Como ya hemos mencionado, los clíticos son parte de las categorías funcionales. En cuanto a su caracterización semántica eso significa que no tienen contenido descriptivo sino gramatical. Su referencia es especificada en el contexto discursivo. En eso no se distinguen de otros tipos de pronombres. Con respecto a la referencia existe una diferencia entre los pronombres de la primera y segunda persona por un lado y los de la tercera persona por el otro. Los de la primera y segunda persona siempre se refieren al hablante y al oyente, mientras que los de la tercera persona se refieren a un tercero, no necesariamente presente en el contexto (“celui qui est absent”: Kaiser 1992: 11). Por eso se puede decir que los pronombres de la tercera persona refieren anafóricamente. Como ya hemos visto antes, existe una discusión en cuanto a si los clíticos tienen un rasgo [ESPECÍFICO], como ha sido propuesto por Suñer o no. Según Leonetti, la especificidad nunca es codificada sintácticamente y por tanto no debería ser considerada como un rasgo de los pronombres o de la construcción de doblado. Lo importante es que los clíticos, así como los artículos definidos llevan el rasgo [DEFINIDO]. Este rasgo asegura que el referente de los clíticos de la tercera persona pueda ser identificado en el contexto. Con respecto a la clasificación sintáctica existen dos análisis en competencia: el primero asume que los clíticos son introducidos en su posición básica o temática y se mueven hasta su posición superficial; la segunda teoría supone que los clíticos son generados directamente en su posición superficial. El primero ha sido propuesto inicialmente por Kayne (1975), que observa una distribución complementaria entre los clíticos y los pronombres fuertes del francés. (26) a. b. c. d.

Marie les connaît. *Marie eux connaît. Marie ne connaît qu’eux. *Marie ne connaît que les.

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Ya el trabajo de Strozer ha mostrado claramente que no es esto lo que ocurre en el español: We have seen that the clitic and the strong forms of the pronouns are not in complementary distribution in a number of Romance languages, from Portuguese to Romanian. Spanish is also one of these languages, since in Spanish the clitics may cooccur within a clause not only with anaphorically related pronominal NPs, but also with non-pronominal ones. In fact, as we will see directly, in certain cases both the clitic and the NP MUST be present. This being the case, the complementary distribution argument […] has no force in Spanish. Moreover, a movement rule which derives the clitics from pronominal NPs cannot account for the Spanish data. (1976: 46)

Burzio (1982) retoma el enfoque de Strozer y propone que el clítico está asociado a un elemento fonológicamente vacío en la posición argumental del objeto. (27) María lo guarda [e].

Existen muchísimas propuestas de análisis en el marco de nuevas suposiciones teóricas cuya discusión llevaría demasiado lejos en los detalles técnicos sin concluir en conocimientos realmente nuevos y valiosos. Por eso nos vamos a apoyar en el análisis clásico de Burzio y asumir la estructura siguiente propuesta por Di Tullio (2005: 165): (28) Juan le vendió el auto [pro (a él)].

En general, se relaciona la suposición de un estatus no-afijal con la propuesta del movimiento de los clíticos y la suposición de un estatus afijal con el análisis de los clíticos como marcadores de concordancia generados en su posición superficial. De hecho, los dos aspectos están solo indirectamente relacionados, porque el clítico puede ser introducido en su posición superficial sin ser morfológicamente analizado como afijo flexivo. El análisis del doblado como fenómeno de concordancia establece una analogía entre la concordancia de sujeto y objeto. La estructura en (28) implica que la gramaticalización de los pronombres átonos es la condición gramatical para la licenciamiento de un objeto pronominal vacío (pro) en la posición argumental de objeto. A continuación vamos ver más detalladamente cómo se puede representar la variación del doblado en el marco de este análisis. 4. La variación lingüística Si asumimos que los clíticos funcionan sintácticamiente como los afijos de concordancia en las lenguas del sujeto nulo, eso implica para el sistema del español

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estándar que existen las siguientes opciones gramaticales de realizar y doblar un objeto: TABLA 1 La expresión del objeto en el español peninsular Objeto directo Persona

Forma del clítico

Spron

Objeto indirecto SN

pro

pronombres tónicos

SPron

SN

pro

pronombres tónicos

1a

Me













1a

Nos













2a

Te













2a

Os













3a

Le, les













3a

La, lo, las, los





*







3a



*

*









La tabla 1 demuestra que los pronombres clíticos de objeto del español peninsular pueden coaparecer con a) objetos pronominales fonológicamente vacíos (pro), b) pronombres tónicos y c) sintagmas nominales. Se puede observar que un clítico visible puede aparcer en todos los contextos independientemente del tipo de objeto, con la única excepción de los objetos directos nominales. Si asumimos que en estos casos, el clítico es fonológicamente vacío, pero que está estructuralmente presente, la elección de la forma plena o vacía está claramente determinada por el rasgo nominal/pronominal del objeto directo. En resumen, podemos concluir que el análisis de los clíticos como marcadores de concordancia implica que el doblado ocurre en todos los contextos, también en los casos en los cuales el objeto en la posición argumental no es fonológicamente realizado. La elección de la forma respectiva del objeto posverbal (pronombre débil vacío pro, pronombre tónico u objeto nominal) no depende de factores gramaticales sino de condiciones pragmáticas. La ocurrencia de los objetos directos nominales sin clítico se explica en el marco de este análisis por la suposición de que el pronombre clítico posee dos variantes: a) una forma fono-

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lógicamente realizada (lo, la los, las) y b) una forma fonológicamente vacia (Ø). En este caso, la elección de la forma respectiva no depende de factores pragmáticos sino de la distinción +/– pronominal. Tipológicamente, el hecho de que la forma del marcador de concordancia pueda variar según el carácter pronominal o nominal del objeto no es muy raro, dado que existen casos como la famosa “Northern subject rule” en el inglés hiberno, donde también tenemos formas de concordancia distintas dependiendo de si el sujeto es nominal o pronominal (Pietsch 2005; Adger 2006). Surge la pregunta de cómo se puede captar la variabilidad del doblado en el rioplatense con este análisis del español estándar de fondo. La tabla 2 pone a disposición una vista general de la distribución de las formas en el rioplatense.

TABLA 2 La expresión del objeto en el rioplatense Objeto directo Persona

Forma del clítico

Spron

Objeto indirecto SN

pro

pronombres tónicos

SPron

SN

pro

pronombres tónicos

1a

Me













1a

Nos













2a

Te













2a

Les













3a

Le, les













3a

La, lo, las, los













3a





*









Primero se muestra que el español rioplatense dispone de más opciones que el español estándar porque, como hemos mostrado arriba (ejemplo 15, por conveniencia repetido en 29), el objeto directo nominal ocurre tanto con la forma realizada del clítico acusativo (la, lo, las, los) como con la forma vacía (Ø, ejemplo 30).

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(29) a. Lo vimos a Juan. b. La encontré a la niña (Fernández Soriano 1999: 1251). (30) Ø vimos a Juan.

Segundo, se puede observar una extensión del clítico fonológicamente vacío a las estructuras con objetos pronominales nulos (pro), como lo muestran los ejemplos de objeto nulo en (31) y (32). (31) Queremos el postre. Ya ∅ traigo (Schwenter 2006: 28) (32) Tengo un calmante para dormir. No ∅ tomes. Te va a hacer mal. (ibíd.: 28)

Si consideramos el objeto nulo y la extensión del doblado a los objetos directos nominales como dos lados de una misma moneda, podemos concluir que el cambio no solo consiste en la extensión del doblado sino en el hecho de que la selección de la forma plena o vacía del clítico ya no está determinada por el rasgo nominal/pronominal del objeto directo. En comparación con el español estándar podemos concluir que el doblado también es gramaticalmente licenciado en el rioplatense, lo que no es sorprendente, dado que los clíticos –como hemos mostrado en el apartado 4 arriba– están, en ciertos aspectos, más avanzados en el proceso de gramaticalización. La forma del objeto posverbal está determinada por la pragmática tanto en el rioplatense como en el estándar. Lo que distingue el español estándar del rioplatense es el hecho de que el factor +/– pronominal ya no parece ser relevante para la elección de la forma del clítico: la forma realizada del clítico ocurre con objetos nominales y la forma vacía en combinación con pro. Hay otra construcción que apoya la suposición de que la distinción +/– pronominal pierde importancia para la elección de la forma vacía y plena del clítico acusativo en el español rioplatense. En el español estándar, las construciones impersonales con se no permiten la ocurrencia del clítico acusativo lo. La generalización básica es que el clítico impersonal se no puede ir seguido del acusativo masculino singular lo y en algunos dialectos tampoco del plural. Son, sin embargo, aceptables en todos los dialectos las secuencias con el acusativo femenino (Bosque/Demonte 1999: 1267) En el estándar, los objetos acusativos de las construcciones impersonales son realizados como objeto nominal (33). De acuerdo con el análisis propuesto podemos explicar provisionalmente el ejemplo (33) en base de la distinción +/– pronominal: como el objeto es nominal, el clítico toma la forma fonológicamente vacía.

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(33) Se Ø admira a los futbolistas.

En el corpus del español rioplatense se encuentran ejemplos como (34). En este caso, el clítico acusativo ocurre en combinación con el se impersonal como también con un objeto nominal en la posición argumental del objeto. (34) ¿Y dónde se lo pone al cadaver, al cuerpo?

5. Sumario En este artículo hemos argumentado a favor de un análisis de los clíticos como marcadores de concordancia. El clítico licencia un elemento pronominal vacío (pro) en la posición básica del objecto y puede ser doblado por un elemento nominal o pronominal pleno. La variabilidad del doblado se explica por la disponibilidad restringida de un clítico fonológicamente vacío, que, en el español estándar, se emplea en combinación con objetos nominales mientras que en el rioplatense, su empleo se extiende a más contextos en los cuales el clítico vacío puede variar con el clítico acusativo. La existencia de un clítico vacío para los objetos directos de la tercera persona ha sido propuesta por Kato (1993) como el primer estadio de una evolución diacrónica hacia una reestructuración y una pérdida subsecuente del sistema de los clíticos en el portugués brasileño, que muestra fenómenos comparables al rioplatense como por ejemplo el objeto nulo.

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II. EL ESPAÑOL RIOPLATENSE Y EL CONTACTO CON LAS LENGUAS INMIGRATORIAS

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EXISTE UN “COCOLICHE GALLEGO”? LA INMIGRACIÓN GALLEGA Y SUS IMPLICACIONES LINGÜÍSTICAS EVA GUGENBERGER

0. Introducción De todos los grupos de inmigrantes en Argentina, numéricamente los gallegos figuran en segundo lugar después de los italianos. Siendo primordialmente de origen rural, la gran mayoría de ellos tiene el gallego como lengua materna. El aporte sociocultural de los gallegos a la construcción de la sociedad argentina es indudable. No es difícil encontrar sus huellas al caminar por Buenos Aires –ciudad llamada “la quinta provincia de Galicia” por los gallegos– por ejemplo, en la toponimia gastronómica (restaurante “O Toxo”, café “O Breogán”, “Lar Galego”, etc.), en los menús de los restaurantes (“pulpo a la gallega”, “empanada gallega”), o en afiches con paisajes gallegos en la vitrina de alguna panadería, que señala que el dueño es gallego. Sin embargo, a excepción de unas cuantas palabras de lunfardo que son de origen gallego, la lengua gallega prácticamente no ha dejado huellas en la construcción del español rioplatense, ni ha sido objeto de mayor interés entre los lingüistas que han estudiado el contacto entre el español y las lenguas inmigratorias en Argentina. En esta contribución pretendo indagar en las razones que han llevado a esta situación, centrándome en las siguientes preguntas: primero, si los inmigrantes gallegos han creado una variedad híbrida entre el gallego y el castellano comparable con el cocoliche de los italianos; y segundo, por qué el gallego o una variedad mixta no ha sido transmitida a las siguientes generaciones ni ha aportado a las características del habla porteña. 1. El aporte sociocultural Una encuesta, realizada por Diéguez (1997, 1999), a alumnos de Mar del Plata, de los cuales la mayoría no tiene parientes directos de origen gallego, atribuye un nivel de influencia elevada1 a la colectividad gallega en cuestiones políticas, 1

10% mucha, 46% bastante, 34% poca, 10% ninguna influencia.

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sociales y económicas. En cambio, en los sondeos realizados a los residentes gallegos este aspecto aparece bastante minimizado y hasta nulo. Las entrevistas que llevé a cabo en Buenos Aires2 revelan lo siguiente al respecto: a la pregunta de cuáles son los aspectos que han dejado huellas en la cultura argentina, los entrevistados mencionan la comida y otras costumbres más, así como su carácter trabajador, pero en el fondo hay poco concreto en las respuestas. Los gallegos son considerados parte de los inmigrantes, entre otros, que construyeron el país, pero a veces no se distingue entre el aporte gallego y el español en general. Veamos algunos ejemplos: (1) E- ¿Qué influencia cree que han tenido los gallegos en la identidad de la cultura argentina? Eduardo3- No, mucho no, se nota en las comidas, en cosas tradisionales, como en la colectividad italiana. Son cosas tradisionales, pero nada más. (2) E- ¿En qué cree usted que se nota más la influencia de los gallegos aquí en la Argentina, qué han dejado? Clara- Sho pienso que han dejado muy buenos ejemplos porque el ehpañol en sí, el gashego en ehte caso, ehte..., es gente muy trabajadora, sacrificada, no sé..., y el progreso del país, porque al final de cuentas fue hecho por estranjeros y entre los estranjeros se encontraban eshos. (3) Mariana- Hay hecho mucho. Lo que hay hecho en Argentina está hecho por los emigrantes. Sho creo que muchas. Muchas o todas. Está todo hecho por eshos. Todo hecho. Está, o sea, hay mucho y sho considero de que sha sean negosios o (xx) mismo la construcción y demás es muy europeo, muy, o sea, para ver algo argentino tendrías que ir afuera. Y no a la ciudad, la ciudad es más europea. (4) E- ¿Pensa que os galegos tiveron repercusións ou influencia na cultura arxentina? Vicente- Non sei se os gashegos, de España si. No sé si los gashegos, pero España si. E- ¿En que sentido? V- En educación, en todo. Sho pienso que tuvo en todo sentido... E- ¿Por exemplo? V- En educación pienso que es una, no sé si en masa trabajadora, en trabajar, pero pienso que algo influshó.

2 El estudio comprende 75 entrevistas intensivas realizadas a 37 inmigrantes gallegos/as y 38 hijos/as de inmigrantes. Los resultados de este estudio se encuentran en Gugenberger (2006) así como en varios artículos publicados (por ejemplo Gugenberger 2004 y 2007). 3 Nombres cambiados. En las citas transcritas están marcados algunos rasgos fonéticos, como el seseo, la aspiración y el zˇeísmo.

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E- É dicir, ¿non fai unha diferencia moi grande entre os galegos e os españois que viñeron aquí? V- No, la verdad no. No, no. No, porque gashegos-españoles, españoles-gashegos es gente normalmente gente sana y gente trabajadora, sho no sé si hay diferencia entre gashegos y españoles, no sé, no conozco parte de Andalucía todo eso no... no sabría decir pero, en general, yo pienso que no... no creo que haiga diferencia españoles-gashegos, gashego-español ... (5) E- ¿Pensa que os galegos tiveron repercusións ou influencias na cultura arxentina? Teodoro- Sí E- ¿En qué aspectos? T- Mira, hai moitos gallegos que agora están alá mellor e acá foron gente que estuvo na Universidá que son... el caso de José... que non é gallego pero sinte o gallego, teño avogados que son gallegos e están ejersendo acá. E- Entón, ¿intelectualmente? T- Sí, que todo esto contribuye.

A primera vista probablemente llame la atención que nadie menciona la lengua gallega. Pero si se considera los datos en cuanto al uso de lenguas de los inmigrantes, este resultado ya no sorprende, como veremos en el siguiente apartado.

2. La situación de la lengua gallega en Buenos Aires El desplazamiento lingüístico del gallego al castellano ya se dio en la primera generación. La lengua intragrupal hoy en día es el castellano, en las asociaciones gallegas y dentro de la familia, incluso en los casos de matrimonios en los que ambos son de origen gallego, lo que ocurre con frecuencia en la primera generación, ya que existía una tendencia a la endogamia. Muchos conocieron a su esposo/a en los clubes gallegos o en la casa de familiares. Aunque la tercera parte de los inmigrantes entrevistados todavía tiene una competencia regular (a veces buena) en gallego, son raras las familias en las que el gallego aún es la lengua habitual, y menos la lengua hablada con los hijos. En consecuencia, casi todos de la segunda generación son monolingües en castellano y hablan con todas las características de la variedad rioplatense. Sin embargo, hay que destacar que el cambio lingüístico al castellano no necesariamente significa la asimilación total a la variedad argentina. En la primera generación, hay muchos que mantienen rasgos del castellano peninsular, por ejemplo la distinción entre la sibilante fricativa dental /θ/ y la alveolar /s/, como rasgo diferencial conservado consciente o intencionadamente, como afir-

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man algunos de mis informantes. Sin embargo, en comparación con otros grupos inmigratorios, los gallegos han sido muy receptivos frente al modelo español argentino, como constatan Barrios/Rivero para el caso de Montevideo. Un estudio, en el cual comparan a los gallegos y los italianos y su incorporación de rasgos fonéticos montevideanos, revela, entre otros resultados, que los gallegos representan un porcentaje de aspiración mucho más alto que los italianos: el 47,7% de los gallegos realizan la variante aspirada (en contexto preconsonántico), frente al 15% de los italianos (1999: 216). Ante estos datos, hay que plantearse las siguientes preguntas: ¿Por qué el gallego o una variedad híbrida, a la que me referiré más abajo, no se ha transmitido a los hijos? ¿Por qué la mayoría de los gallegos dejó de hablar su lengua materna –y más rápido aún en comparación con otras colectividades de inmigrantes– y trató de eliminar rasgos característicos gallegos en su habla? Espero que la respuesta a estas preguntas ayude a explicar la ausencia de rasgos gallegos en el español rioplatense. Para aproximarse a las posibles causas que influyeron en el comportamiento lingüístico de los gallegos en Argentina hay que incluir la situación sociolingüística en Galicia antes de la emigración. Es bien sabido que el gallego estaba en una posición estigmatizada frente al castellano, ya que era considerado como la lengua de la gente rural, atrasada y sin educación. La lengua de instrucción escolar era el castellano, de manera que –aunque la mayoría no iba muchos años a la escuela– los futuros emigrantes adquirieron por lo menos conocimientos rudimentarios del castellano, siendo este igualmente el idioma de la sociedad receptora. Acostumbrados ya a que la lengua de la ciudad y del progreso era el castellano, llegaron a Argentina con el estigma interiorizado de su propia lengua y con una gran disposición a adoptar el castellano y “dejar atrás” el gallego. La Argentina de aquella época en la que llegó la primera oleada masiva de migrantes gallegos (últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX) fue marcada por tres procesos paralelos e interactivos: – la inmigración masiva primordialmente de Europa que tuvo un gran impacto sobre la composición de la población; – la construcción de una nación argentina y la búsqueda de una identidad nacional; – la estandarización de una variedad argentina del castellano. En el proyecto nacional, el español como lengua nacional debió contribuir a la integración y la consolidación de la nación a través de la creación de una identidad lingüística nacional. Este proyecto proveía la asimilación lingüística de los inmigrantes. El instrumento que debía garantizar su éxito era la escuela, gratuita

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para todos, con la meta de argentinizar a los hijos de los inmigrantes. Se veían con recelo las escuelas fundadas por las colectividades de inmigrantes, sobre todo las italianas, ya que por el peso numérico se temía la creación de una “Italia en América”. Los beneficiarios de esta política eran los inmigrantes procedentes de España, puesto que como portadores del patrimonio cultural hispánico y supuestos garantes de la estabilidad lingüística eran bien recibidos. Sin embargo, las actitudes frente a ellos eran ambiguas, como indica Moya: “Eran los hijos de la Madre Patria pero a la vez eran extranjeros, compatriotas, pero a la vez forasteros, transmisores de la cultura pero rústicos inmigrantes, parientes pero extraños” (1989: 500). Otra dualidad dentro del grupo de los inmigrantes españoles era la de miembros de la clase alta, de la elite, y de la clase baja, mayormente del campesinado; el propio Moya lo expresa de la siguiente manera: “Los españoles eran divididos en Quijotes y Sancho Panzas”. Los Quijotes representaban “la sangre de los gloriosos conquistadores que habían edificado la nobleza fundamental del país y de su clase dirigente”, los Sancho Panzas eran representados en el “sirviente gallego” (ibíd.: 517). Eso significa para los gallegos que como españoles e hispanohablantes eran bien vistos, pero no como gallegohablantes rústicos. Soto Andión (2004: 106) comenta que, en el pasado, los gallegos, interrogados por su origen, muchas veces decían “de España”, y si se insistía de qué parte de España eran contestaban “del norte”, puesto que “[i]dentificarse con Galicia naquel momento connotaba para eles atraso, miseria, pobreza e vergoña, por tanto non se compracían de ser membros dunha comunidade que os forzaba a prepara-las maletas”. Los gallegos recurrían a la oferta de la escuela gratuita argentina, sin fundar escuelas propias, ya que, debido a la situación diglósica en el país de origen, aceptaban el castellano como lengua escolar, como idioma de poder y de ascenso social: Esto era especialmente válido en el caso de los gallegos, quienes como tantos otros pueblos sojuzgados de la historia habían llegado a aceptar, en ocasiones, los puntos de vista de sus amos y consideraban a su propia lengua rústica y campesina, al par que exaltaban el refinamiento del castellano, la lengua del poder y el status (Moya 1989: 506).

Surgió el esterotipo del gallego (cabeza cuadrada, cejas cerradas, etc.) que hacía reír por su ignorancia, su ingenuidad y sus tropiezos lingüísticos. Esta imagen peyorativa reforzó la disposición de los gallegos a “adaptarse en seguida” como suelen decir. La similitud de las culturas y lenguas y el conocimiento previo del castellano con el que llegaron les ayudó a lograr esta meta. La adaptación se realizó sobre todo a costa de la lengua gallega. Esto se manifiesta en los

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siguientes extractos de entrevistas de mi estudio, en los que los migrantes hablan de los años treinta en Argentina: Mauricio señala que en las reuniones, en las fiestas campestres, entre los migrantes se hablaba gallego o gallego chapurreado, pero cuando se iba a la ciudad se hablaba castellano. Confiesa que era la vergüenza por su forma de hablar lo que le motivaba a tratar de hablar castellano sin acento del dialecto, es decir, sin rasgos de su lengua materna: (6) M- [Con mi mujer] hablábamos chapurreado, hablábamos de todo, chapurreado sí. Chapurreado quiere decir de todo, vio: castellano, gallego. Sí. Acá más bien nosotros cuando estábamos afuera, aquí en las fiestas y eso, teníamos vergüenza hablar gallego, casi, entonces tirábamos a hablar castellano. E- ¿Vergüenza por qué? M- No sé, porque nos considerábamos atrasados, vio. Nos considerábamos atrasados, por eso mismo. Era un poco de orgullo, va, en ese caso. Orgullo de ser como la gente de acá o hablar como los de acá. Eso es. E- Sí, me han hablado de esas cosas. M- Ah, le han hablado. Sí, teníamos ese orgullo de ser como la gente de acá, de alternar, no. Pero entre nosotros hablábamos gallego [...]. Y acá era más usual hablar castellano porque usted se enfrentaba a la gente de otras condiciones, de otros estilos. Eso es. Y uno de acá no le comprende el gallego, por ejemplo, tiene que hablar castellano, o tenía, va. Eso es. [...] Tratábamos de hablar bien hasta que fuímoh aprendiendo, nos costó sacar el acento del dialeto, vio. Cuesta sacar el acento, eso es. Pero después uno se fue perfecionando, hablando castellano.

De manera similar se expresa Carmen: (7) La dificultad más grande cuando vine acá era –este– tratar con la gente de otro carácter y de otra nacionalidad, porque yo como era gallega y estaba en Argentina y yo no sabía cómo le caía a la gente de la forma que yo hablaba, porque yo le hablaba el gallegho, yo no sabía todavía concentrarme en el castellano. [...] Me sentía disminuida, me entiende, porque se me escapaba la palabra gallega, eh, pero enseguida, enseguida me adapté, sí, sí, sí.

La adaptación exitosa de los “pioneros” (de la primera migración masiva) tuvo un efecto negativo en lo que se refiere a la conservación del gallego en los que llegaron en las siguientes décadas, sobre todo en los años 50 del siglo XX. A los ya “acriollados” se les hacía difícil aceptar a los recién llegados como representantes de una alta cultura europea. Entonces, los recién llegados estaban expuestos a un doble menosprecio, por un lado por los argentinos, y por otro, por

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su propia gente. Olga afirma el concepto negativo de si mismo: “¿Qué éramos? Brutos, brutos en hablar, en expresarnos”. En muchos casos eran los compatriotas ya castellanizados, incluso los propios familiares, que llamaban la atención a los recién llegados para que no hablaran en gallego: “lo primero que me dijo mi cuñada cuando llegué acá fue ‘¡No hables en gallego ni una sola palabra!’” dice Yolanda. Entonces desde su llegada a Buenos Aires ella evitó hablar gallego para no quedar mal. Las experiencias negativas en Buenos Aires reforzaron su actitud de desprecio hacia el gallego que ya había asumido en su tierra natal. Los inmigrantes gallegos llegaron a aceptar la estigmatización de su cultura y sobre todo de su lengua de origen “como una suerte de condición o peaje para integrarse plenamente en la sociedad argentina” (Núñez Seixas 1999: 102). Hoy en día, los gallegos ya no están estigmatizados, más bien son considerados personas que mediante su duro trabajo han contribuido al progreso de Argentina. Ser de origen gallego ya no causa sentimientos de vergüenza, más bien los migrantes gallegos se sienten orgullosos de su origen, como indican algunos de mis informantes. Sin embargo, los efectos de la larga duración de la estigmatización son irreversibles. Es posible que haya quien se pregunte si la presencia de los exiliados en los años 40 no ha tenido un impacto positivo sobre la actitud de los migrantes hacia su lengua. Castelao, el personaje más destacado del grupo de exiliados, había prognosticado que por influencia de los galleguistas los gallegos iban a “comprender que deben enseñarlla [a lingua galega] aos seus fillos”.4 Pero el movimiento galleguista intelectual no logró cambiar la actitud de la masa de los migrantes, ni de los ya residentes en Buenos Aires, ni de los que llegaron en los años 50, huidos de la miseria de la posguerra y marcados por el sistema represivo de Franco. Resumiendo se puede decir que los factores esenciales que aceleraron el desplazamiento lingüistico en la migración son: – la situación diglósica en Galicia – el conocimiento previo del castellano y la similitud entre las lenguas en juego – el cambio de una zona rural a un ambiente urbano que implica cambios en la estructura de las redes sociales – la estigmatización y la burla sufridas en Buenos Aires.

4 Carta de Castelao a los galeguistas en el interior del país, Buenos Aires, 31 de marzo de 1946: citado en Núñez Seixas 2002: 243.

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3. ¿Existe un “cocoliche gallego”? Si dos lenguas conviven durante mucho tiempo en el mismo territorio, si el desplazamiento lingüístico es un proceso paulatino caracterizado por varias etapas, es mayor la probabilidad de que surjan variedades mixtas o de que la lengua en retroceso deje huellas en forma de sustrato en la lengua adoptada. Pero si el cambio de una a otra lengua se realiza de forma repentina, no se debe esperar mucha influencia en la lengua de la sociedad mayoritaria. Por lo tanto, veremos cómo este proceso se ha llevado a cabo en el caso que aquí nos ocupa. Entre mis informantes hay personas que sostienen que han cambiado de lengua inmediatamente y de forma brusca al llegar a Buenos Aires. Un inmigrante incluso indica la fecha exacta de su salida de Galicia a la pregunta de cuándo habló gallego por última vez. Otros describen el desplazamiento como un proceso paulatino, que ni siquiera notaron. Según ellos, fue un proceso “normal” y sin conflictos que no se realizó conscientemente, empezando en las redes sociales fuera de la casa, en el trabajo y en los contactos con personas de otros grupos lingüísticos, hasta llegar a las redes endógenas, es decir, en las interacciones con otros gallegos, y finalmente hasta dentro de la familia. Se podría suponer que este paso gradual al castellano pudo haber implicado la emergencia de variedades mixtas transitorias tal vez comparables con el cocoliche italiano. Al contrastar el caso de los migrantes gallegos con el de los italianos se puede constatar lo siguiente: aunque en ambos casos hay un estrecho parentesco entre las lenguas en contacto, la proximidad lingüística (en cuanto al léxico y a las estructuras morfosintácticas) entre el gallego y el castellano es aun mayor. Si bien en ambos casos la cercanía entre las lenguas favoreció una transición gradual de una a otra, como constata Fontanella de Weinberg,5 hay un factor que distingue claramente las dos situaciones de contacto. Los italianos no hablaban castellano al llegar a Argentina, mientras los gallegos ya tenían cierto manejo por la escuela y contactos con personas de prestigio social alto (médicos, etc.) o con sectores urbanos (aunque la variedad del castellano adquirida por ellos no solía corresponder a la lengua estándar, sino más bien a una variedad con influencias de su lengua materna, la que despectivamente se llama “castrapo” en Galicia). Por lo tanto, la adquisición del castellano no empezó en zero, más bien corres-

5 Referente al contacto italiano-español sostiene que “la cercanía entre ambos sistemas lingüísticos erosiona los límites entre ambos y favorece una transición gradual de una a otra” (1996: 444). De manera similar, indica para el caso de los inmigrantes procentes de Galicia (y Cataluña) que “contribuyó también a su asimilación la gran proximidad lingüística entre ambos vernáculos y el español, lo que permitió un paso gradual de una a otra lengua, similar en muchos aspectos a un proceso de asimilación dialectal” (1979: 12).

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ponde –como destaca Barrios (2001: 93)– en su primera etapa a una expansión funcional del castellano y, en la segunda, a una ampliación del repertorio lingüístico en términos estilísticos (adquisición de formas coloquiales), así como a una sustitución parcial del castellano peninsular por el rioplatense. En la Galicia de la época de la emigración, el gallego todavía carecía de una norma de referencia, más bien el castellano desempeñaba este papel, colocando el gallego en una situación de idioma cubierto (Fernández Salgado/Monteagudo 1995: 158). Considerado el gallego un mero dialecto cuyo techo lingüístico es el castellano o incluso como un castellano mal hablado, los gallegos perdieron la consciencia de hablar una lengua propia distinta, lo que se manifiesta bien en la cita de Mauricio al decir que le costaba sacar el acento del dialecto. Por el largo contacto lingüístico en la tierra de origen se formó una variedad mixta entre el gallego y el castellano, llamada peyorativamente “gallego chapurreado”, o si se quiere, una especie de “cocoliche” gallego-castellano. Esta sigue existiendo en Galicia como variedad relativamente estable (y no transitoria) en el sentido de que se transmite de una generación a otra. Es esta variedad híbrida que los migrantes tienen como lengua materna y la que ellos mismos consideran una mezcla que no corresponde al “verdadero gallego”. Pero a pesar de su valoración negativa la consideran “suya” como símbolo de su identidad de origen. Es esta variedad la que entra en contacto con el castellano, primero con el castellano peninsular, y después con la variedad argentina. Entonces, si hablamos de formas de habla mixtas, en el caso gallego hay que considerar tres componentes, de los cuales dos son variedades del castellano, una de ellas ya aprendida como segunda lengua antes de la migración: el gallego (más precisamente la variedad diatópica de cada hablante hibridada por influencia del castellano), el castellano peninsular (variedad regional de Galicia) y el español argentino. En el caso italiano, la situación sociolingüística en la sociedad de origen también se caracterizaba por una gran complejidad, en la cual no quiero indagar aquí.6 Pero cabe mencionar que el repertorio lingüístico de los futuros migrantes también estaba constituido por dos variedades en distribución diglósica: el dialecto, la variedad materna de la gran mayoría de la población, y el italiano estándar, una variedad superpuesta aprendida en la escuela (Barrios 2001: 87). Por lo tanto, en el contacto lingüístico también intervienen tres variedades, pero –a diferencia del caso del gallego– dos de ellas son italianas. Como los inmigrantes italianos tienen dos variedades distintas a la lengua de la sociedad receptora, cuentan –según Barrios (ibíd.: 95)– con una marcación

6

Para más detalles véase Barrios 2001: 87 y ss.

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etnolingüística más fuerte que los gallegos, y tienen además la posibilidad de ser identificados a través de una verdadera variedad de mezcla, propia de la inmigración. En cambio, el repertorio lingüístico con el que llegaron los gallegos estaba constituido por dos variedades más cercanas al castellano argentino, una variedad gallega ya influenciada por el español y el castellano peninsular. Estos antecedentes diferentes supuestamente tienen que implicar distintos resultados lingüísticos. Y efectivamente, en su estudio comparativo, Barrios llega a la conclusión de que la variante resultante del contacto gallego-castellano nunca llega al extremo de mezcla de un cocoliche, y por tanto llama menos la atención. Al concluir esto, Barrios se basa en entrevistas realizadas en la actualidad. Sería interesante consultar datos de épocas anteriores para ver si hubo una etapa en el desplazamiento lingüístico caracterizada por un mayor grado de mezcla, pero lamentablemente no dispongo de los datos correspondientes (y dudo de que los haya). En lo que sí coincido con Barrios, basándome en mi corpus (reciente), es que no se ha mantenido una variedad con un alto grado de mezcla hasta la vejez. Incluso los más ancianos de mis informantes, que llevaban 50, 60 o más años en Buenos Aires y que tenían entre 80 y 90 años al momento de entrevistarlos, generalmente hablan castellano, aunque muchos conservan rasgos del gallego o del castellano peninsular. Para ser más precisa: los que todavía practican el gallego, por lo general lo hacen por decisión, o sea por voluntad explícita de mantener su lengua materna. Generalmente saben separar las dos lenguas, aunque se suele notar cierta hibridez. Al hablar gallego aparecen marcaciones del castellano (peninsular y/o argentino), mientras el castellano de los inmigrantes suele tener tanto características peninsulares como rioplatenses, así como –en algunos casos más y en otros menos– marcaciones del gallego. Si bien predomina la influencia del castellano en el gallego, hay muy pocos que, al hablar castellano, no tengan rasgos que marcan su origen étnico, si no es del gallego por lo menos del español peninsular. Mayormente, el retroceso del gallego va emparentado con una buena adquisición del castellano, pero también hay casos en los que se mantiene un modo híbrido como habla habitual, es decir, un modo cuya lengua básica es el español con un considerable número de marcaciones gallegas, como se verá en el siguiente ejemplo. Marcelina, de 87 años en el momento de la entrevista, nació en Arzúa (provincia de A Coruña) y llegó a Argentina en el año 1937. Ella tiene una actitud muy negativa hacia su lengua materna. Indica que no le gusta hablar gallego y que ya no se acuerda. Según su opinión, no habla bien ni el gallego ni el castellano, siempre ha hablado como ahora: “a mitá gallego a mitá castellano”. En su modo de hablar predomina el castellano peninsular, aunque a veces es difícil identificar con claridad la lengua básica. Ha abandonado el gallego sin

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decidirse claramente por el castellano. Es consciente de su estilo mixto, al que está acostumbrada y que tampoco quiere cambiar. Algunas características de su modo de hablar son las siguientes: – Ausencia tanto del seseo americano como del zˇeísmo de la región del Río de la Plata – Falta de aspiración de /s/ implosiva; – Uso frecuente de la gheada, característica diatópica gallega, de la que es consciente: “No, yo marco más la jota que la gue”. No trata de evitarlo; – Frecuente acentuación en la penúltima sílaba de la forma verbal de primera persona plural en imperfecto correspondiente a su variedad regional del gallego: p. ej. veniAmos, quedarAmos, erAmos; – Uso frecuente de la perífrasis ir + inf. según el modelo gallego: p. ej. voy decir, voy meter, etc.; – Contracción de la preposición + pronombre demostrativo (naquela época) – Posición enclítica del pronombre átono (pasáballe, cebabámolos). Los pasajes gallegos en su discurso consisten mayormente de una palabra, pocas veces de sintagmas o oraciones cortas:7 (8) TEÑO mi casa en España, pude ir pa allí, vivir entre las paredes. Dolores a tí te VAN PECHAR. Está FEITA por tí, yo diGHo está FEITA, É GHalleGHo, eh.8 Y me avisa cuando VA VENIR, PARA FACER O BOLO. M- Él quería venir a Buenos Aires y hay un canto que decía “tenGHo que ir a Buenos Aires ANQUE sea por un año, ANQUE no traiGHa dinero siempre soy americano”. Eva- Ese, ese. M- E él PASÁBALLE eso, GHanar GHanaba ya más que acá, pero quería ser americano. Bue..., NAQUELA época era más linda que ahora, para mí era más linda que ahora. AQUELA diversión que había en España, aquellas romerías que no hay más, ahora hay de noche dicen, pero DE AQUELLA9 era por la tarde, era divino, yo a veces me ponGHo a pensar, digo Dios mío, ver lo que era antes y ahora, ya me dicen si vas no conocés más, ya no. Dolores (hija)- Sí, quedo tranquila, no me pierdo, mami.

7

Tipografía redonda: castellano; versalita: gallego; negrita: castellano argentino. Subrayado: tanto castellano como gallego. 9 Derivado del gal. daquela; esp.: en aquel tiempo, entonces. Frecuente en las narraciones de los migrantes. 8

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M- O TEU MARIDO É medio loco. D- Ay mamá, qué pensará que es, un sanguinario. No, es un varón normal. M- Se cabrea. D- No, pobre santo, no. M- ¿Qué DIXECHES? D- No me dise nada de eso, mamá. Ojalá que todos los gallegos fueran como ese. M- ¿Eh? D- Que ojalá todos los gallegos fueran como ese. M- Y MILLORES TAMÉN.

Según estos ejemplos del habla de Marcelina, a primera vista parece acertada la constatación de que los migrantes gallegos no han llegado a crear una forma lingüística comparable con el cocoliche italiano en cuanto al grado de mezcla. Sin embargo, hay que tomar en cuenta el alto nivel de congruencia lexical y sintáctica entre el gallego y el castellano, como bien se ve en el siguiente enunciado de Marcelina: “Pero SE se cuidan NON LLES GHusta tanto”. Si se parte del castellano como base, es un enunciado en castellano con marcaciones gallegas (marcadas en versalita). Pero si se cambia un solo sonido, coidan en vez de cuidan, se convierte en un enunciado completamente gallego. Entonces, el hecho de que la hibridez “llame menos la atención” que en el caso del cocoliche, como constata Barrios, podría descansar, por lo menos parcialmente, en la mayor proximidad lingüística. Además, cabe anotar que tampoco el cocoliche italiano-castellano es una variedad con un grado de mezcla constante, más bien abarca toda una gama de formas intermedias constituyendo un continuo lingüístico cuyos dos polos son el español y el italiano.10 Según esta definición, ¿sería desarcertado decir que Marcelina habla un “cocoliche” avanzado, es decir, un modo híbrido en el que predomina la proporción castellana? Lamentablemente, no es posible reconstruir ya cómo hablaba ella en las primeras décadas después de su emigración. Más que como respuesta a la pregunta planteada si existe un “cocoliche gallego”, quisiera que estas observaciones se tomasen como sugerencia para un posible estudio comparativo profundo que queda por hacer. Lo que sí se puede afirmar con certeza es que los usos híbridos gallego-castellanos se limitan a la primera generación de los inmigrantes gallegos en Argentina sin ser transmitidos a la segunda. Se van perdiendo con la muerte de los últimos migrantes sin haber dejado huellas considerables en el español rioplatense. En esta aportación he tratado de destacar algunos factores que pueden haber sido causantes de este resultado.

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Véase Fontanella de Weinberg (1979: 75).

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E L E S P A Ñ O L R I O P L AT E N S E EN LOS ESTUDIOS DIALECTOLÓGICOS D E G I O VA N N I M E O Z I L I O ANTONELLA CANCELLIER

1. Dentro de su extensa bibliografía (I.S.L.A. Istituto di Studi LatinoamericaniPagani 2006), destaca la riqueza y variedad de los trabajos que desde 1955 Giovanni Meo Zilio (1923-2006) ha dedicado a la realidad lingüística rioplatense, en los que muestra un especial interés por los ámbitos del habla popular: en particular, por las modalidades del cocoliche y del lunfardo, a las cuales ha dedicado estudios fundamentales, y por el lenguaje gauchesco que ha estudiado1 y sabido traducir al italiano.2 A las rigurosas investigaciones que han tratado cuestiones de lingüística y dialectología se agregan las de semiótica gestual (cabe mencionar los dos volúmenes de su Diccionario de gestos, 1980 y 1983). Algunas notas al margen de la intensa y articulada labor científica de Giovanni Meo Zilio constituyen el tema de mi ponencia.3 1 Además del nutrido corpus de notas y el estudio preliminar que acompañan las ediciones de la traducción del Martín Fierro (cfr. la nota siguiente) y de la edición crítica de Martín Fierro (1988), Meo Zilio dedica a la gauchesca argentina y uruguaya los siguientes ensayos: “Traduzioni italiane del Martín Fierro” (1976); “Gestualidad-teatralidad en el Martín Fierro” (1983a); “Fuentes gauchescas textuales del Martín Fierro: Ascasubi verdadero precursor de Hernández” (1984); “Come ho tradotto il Martín Fierro. Appunti per una metodologia e una tecnica della traduzione poetica” (1985a); “Nacionalismo gauchesco ante el inmigrado italiano: el antiitalianismo del gaucho Martín Fierro (causas socioculturales y modalidades estilísticas)” (1986b); “Metodología y técnica de una traducción literaria. Los juegos de palabras en el Martín Fierro” (1988); “Modismos, adagios y refranes en el Martín Fierro y su posible versión al italiano” (1989c); “Mímica, pantomímica y sonoridad en el canto IX de la Vuelta de Martín Fierro” (1990d); “Apuntes sobre la filosofía práctica del gaucho en el Martín Fierro” (1997a); “Il Martín Fierro di Borges in italiano” (1997b); “Intercalari esclamativi eufemizzati nel Martín Fierro e possibili equivalenti italiani” (1997c); “Ecos del Martín Fierro del argentino José Hernández en Antonio Chimango del brasileño Amaro Juvenal” (1999a). 2 Giovanni Meo Zilio vuelve varias veces sobre la traducción del Martín Fierro: a la publicación bilingüe de la primera parte de la obra (Hernández 1977) siguen las traducciones completas en: a) Hernández 1985a y 1985b, b) Hernández 2006 (póstuma). Sobre la traducción del Martín Fierro de Giovanni Meo Zilio, cfr. Cancellier 2010. 3 La mayoría de los trabajos sueltos citados, se pueden encontrar también publicados en los tres volúmenes de Estudios Hispanoamericanos de Giovanni Meo Zilio (Estudios Hispanoame-

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2. Doctor en Filosofía en la Universidad de Padua en 1945, a los 26 años, en 1949, Giovanni Meo Zilio, después de un muy breve viaje a Brasil, se establece en el Río de la Plata. Son años difíciles en Italia. Pasa algunos pocos meses en Buenos Aires buscando trabajo (cfr. sus memorias inéditas4) y luego desde 1950 se integra como docente del Instituto Universitario de Profesores Artigas, de Montevideo, donde, a partir de aquella fecha hasta su regreso de forma definitiva a Italia en 1961,5 es profesor de Filología italiana, Lingüística italiana y Didáctica de la enseñanza del italiano.6 Esos once años de estancia, de conocimiento directo, vital, fueron definitivos para su formación y lo vincularon de manera sólida y definitiva, para siempre, a la lengua y la literatura del Río de la Plata y más en general a toda la cultura latinoamericana. Ya desde un principio, al joven Meo Zilio lo atrae la peculiaridad lingüística rioplatense y, sobre todo el contacto de las lenguas: el español y el italiano en sus variedades regionales y jergales y a partir de 1955, precursor en este tema de investigaciones, fue publicando sus estudios.7 En 1955 aparecen en Italia, en Lingua Nostra, la prestigiosa revista que Giacomo Devoto y Bruno Migliorini fundaron en Florencia en 1939 (respectivamente en los núms. 1, 2 y 4) sus primeros estudios sobre las lenguas en contacto: “Influenze dello spagnolo sull’italiano parlato nel Río de la Plata” (1955c); “Fenomeni lessicali dell’italiano rioplatense” (1955b); “Contaminazioni morfologiche nel cocoliche rioplatense” (1955a). ricanos. Temas Lingüísticos, I, 1989a, pp. 490; Estudios Hispanoamericanos. Temas Lingüísticos y de Crítica Semántica, II, 1993b, pp. 496; Estudios Hispanoamericanos. Temas Literarios y Estilísticos, III, 1995a, pp. 812). Un cuarto tomo de la serie (Estudios Hispanoamericanos y luso-brasileños. Temas lingüísticos, estilísticos y de crítica semántica, al cuidado de Antonella Cancellier) integra la summa de los trabajos sueltos de Giovanni Meo Zilio y contiene lo que ha sido publicado en varias revistas y en otras partes a partir de 1993 (en prensa [2011]). 4 Algunos pasajes se encuentran en Giuseppe Meo (ed.) 2007. 5 Como profesor encargado, de 1960 a 1963, enseña en la Universidad de Padua (Lengua española y Literatura hispanoamericana) y de 1963 a 1967 en la Universidad de Florencia (Lengua y literatura hispanoamericana). En 1962, es en Italia el primero y único “Libero docente” de Dialectología hispanoamericana. En 1967 gana la primera cátedra italiana de Lengua y literatura hispanoamericana, en Florencia, y por último obtiene, en Venecia, la primera cátedra italiana de Historia de las lenguas ibéricas. 6 En Montevideo, de 1951 a 1959, se desempeña también como profesor de lengua italiana y de traducción en el Instituto Italiano de Cultura y, de 1957 a 1959, es profesor de italiano jurídico en la Facultad de Derecho. En 1952 es cofundador del “Centro de Lingüística del Uruguay”. 7 Gana, en 1956, el “Premio nacional de investigaciones literarias para obras inéditas” del Ministerio de Instrucción Pública del Uruguay por su obra Ensayo sobre “Cocoliche”.

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Siguen en revistas italianas y extranjeras (en Italia, Francia, Argentina, Chile, Colombia) varios trabajos sobre fonética, morfología y sintaxis: “Interferenze sintattiche nel cocoliche rioplatense” (1956b); “Fenomeni stilistici del cocoliche rioplatense” (1956a); “Italiano e Spagnolo in Uruguay. Cenni storici” (1957); “Alcune tendenze sintattiche e stilistiche dello spagnolo medio rioplatense” (1958a); “Un morfema italiano con funzione stilistica nello spagnolo rioplatense” (1958b); “Una serie di morfemi italiani con funzione stilistica nello spagnolo dell’Uruguay” (1959b); “Los sonidos avulsivos en el Río de la Plata (1960b); Sonidos extralingüísticos en el habla rioplatense” (1960c); “El cocoliche rioplatense” (1964b). 3. No faltan en aquellos años de intensa actividad, estudios de estilística contrastiva como “Empleos estilísticos del término ‘Patria’ en el Uruguay” (1959a) y de onomástica: “Appunti di onomastica rioplatense (comportamenti grafici e fonetici dei cognomi italiani nel Plata)” (1963a); “Curiosidades onomásticas en el Río de la Plata” (1963b), sobre etiquetas comerciales; “Prénoms et surnoms au Río de la Plata” (1964c); “Prénoms et surnoms au Río de la Plata (suite)” (1964d). 4. Otra área privilegiada ya en los años 60 es la que se refiere al lenguaje de los gestos, en sus manifestaciones hispánicas, al cual Meo Zilio dedica constante atención, a partir de los trabajos de 1960 (“Consideraciones generales sobre el lenguaje de los gestos”, 1960a) y de 1961 (“El lenguaje de los gestos en Uruguay”, 1961b, y el largo ensayo en volumen, El lenguaje de los gestos en el Río de la Plata, 1961a), hasta los dos tomos (A-H e I-Z), en colaboración con Silvia Mejía, editados por el Instituto Caro y Cuervo de Bogotá, del Diccionario de gestos. España e Hispanoamérica (1980c y 1983e), fruto de años de trabajo cuidadoso y paciente, organizado alrededor de más de dos mil gestos que se dan en el dominio hispanófono. Éstos y los sucesivos trabajos sobre el lenguaje gestual,8 en particular “Gestos de procedencia italiana en el Plata” (1990b), son una aportación evidente a las investigaciones sobre el espacio sociolingüístico rioplatense y su identidad cultural.

8

“El lenguaje de los gestos en el dominio hispanófono: comportamientos morfosintácticos y derivacionales” (1986a); “Expresiones “lingüísticas” concomitantes con expresiones gestuales en España e Hispanoamérica” (1987a); “Expresiones extralingüísticas concomitantes con expresiones gestuales en el español de América” (1989b); “Le dictionnaire de gestes” (1990a); “Gestos eróticos en el dominio hispánico” (1990c); “Structuralisme, phonologie et gestologie” (1991b); “Formas de comunicación gestual en el mundo iberoamericano: diferentes valores semánticos de algunos gestos en el área hispanófona y en la lusófona de la América Latina” (1999b).

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5. En 1970, aparece El elemento italiano en el habla de Buenos Aires y Montevideo (en colaboración con Ettore Rossi) que contiene un millar de italianismos. Meo Zilio refunde allí, rectificándolos y perfeccionándolos, algunos de los varios estudios ya publicados. A saber: “Sull’elemento italiano nello spagnolo rioplatense” (1960d); “Canali e veicoli dell’italianismo en Uruguay” (1962); “Algunos septentrionalismos italianos en el español rioplatense” (1964a); “Algunos italianismos en el español popular del Río de la Plata” (1965a); “Genovesismos en el español rioplatense” (1965b); “Notas del Español americano: El elemento jergal italiano en el rioplatense popular” (1965e); “Italianismos generales en el Español rioplatense” (1965c); “Italianismos meridionales en el Español rioplatense” (1965d); “Settanta italianismi gastronomici nello spagnolo americano” (1965f) de los cuales emerge, una vez más, la pasión y la curiosidad, pero sobre todo el rigor metódico y técnico del lingüista. 6. Meo Zilio nunca deja de investigar, desde el punto de vista lexicográfico, sobre los italianismos en el español rioplatense. Vuelve muchas veces al tema y en 1985b, en “El elemento lingüístico italiano en el tango: Análisis del tango El ciruja” –según Daniel Vidart “la flor lunfarda más expresiva”, “la quinta esencia de los prototipos letrísticos”– dentro de los 32 versos compuestos en 1926 (letra de Alfredo Marino y música de Ernesto de la Cruz), Meo Zilio destaca que “hay nada menos que 31 lunfardismos: uno por cada verso y a su vez dentro de los 31 lunfardismos hay unos 15 italianismos, lo cual representa un porcentaje de casi el 50%”. 7. El elemento lingüístico italiano (en sus variantes dialectales y jergales) puede haberse extendido a otras áreas hispanófonas americanas pero, se sabe, que incluso puede haber llegado hasta Brasil: de forma directa, a través del calão portugués o –y es la manera más frecuente– por intermedio del lunfardo rioplatense (a veces cruzado con el argot francés), lo que es debido al gran intercambio humano y lingüístico (también delictivo) que, desde finales del siglo XIX, se ha producido entre Brasil, Uruguay y Argentina. Por lo tanto, si la influencia lingüística ha sido mutua entre Argentina (y Uruguay) y Brasil, se podría plantear, en muchos casos, una cuestión de prioridad en el uso de los vocablos, cuestión que sería de estratégica importancia estudiar. En “Jergalismos italianos en la gíria brasileña y su relación con el lunfardo argentino” (1983b), Meo Zilio estudia los casos en que es posible reconstruir, a veces con alguna probabilidad de aproximación, el íter de la palabra atendiendo a su evolución semántica o fonético-gráfica aunque tal reconstrucción histórica sea extremamente difícil realizarse, por lo menos en la mayor parte de los casos. Por lo general, se comprueba la presencia simultánea del préstamo (con sus respectivas variantes de forma o sig-

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nificado) en ambos dominios lingüísticos considerando que, de todos modos, los jergalismos italianos (así como los que proceden del argot y el caló) pueden haberse difundido (verticalmente) a otras capas sociales y a otros niveles lingüísticos e irradiado (horizontalmente) a otras zonas. 8. Siempre muy atento a la producción de la comunidad científica internacional y a sus novedades, a través de reseñas y notas críticas, que concibe como sintéticos pero intensos ensayos, Meo Zilio no deja de integrar o rectificar algunos fenómenos tratados, de profundizar y aclarar etimologías. 8.1. De José Gobello, presidente de la muy conocida “Academia Porteña del Lunfardo” que se fundó el 21 de diciembre de 1962 “para seguir la evolución del habla popular de Buenos Aires y revalorizar las expresiones culturales –teatro, tango, costumbrismo, poesía popular urbana– que se han valido y se valen del léxico lunfardesco”, a la que también Meo Zilio perteneció como corresponsal en el extranjero, reseña Etimologías de 1978, que considera un paso importante no solo desde el punto de vista de la cantidad de noticias útiles para la historia de la lengua rioplatense, “sino también desde el punto de vista de un planteo que aspira a ser científico frente a ciertos abigarrados y heterogéneos registros de materiales léxicopopulares que circulan en el Plata” (Meo Zilio 1980b). Se trata, de hecho, de un valioso registro léxico acerca del habla rioplatense (no solamente lunfardo stricto sensu), integrado con las correspondientes etimologías (o propuestas etimológicas) y con nutridas observaciones lingüísticas o sociolingüísticas. Trabajo al que Meo Zilio reconoce el mérito de enriquecer visiblemente el caudal de italianismos reunidos en su El elemento italiano en el habla de Buenos Aires y Montevideo, 1970, cit. (en el que el mismo Gobello había colaborado en su última revisión). Al reanudar el diálogo con Gobello –diálogo continuo, de profunda amistad humana e intelectual–, Meo Zilio escribe comentarios puntuales a su Diccionario lunfardo (1975) y, sucesivamente, a su Nuevo diccionario lunfardo (1990): se trata, respectivamente, de las notas críticas tituladas, “Italianismos en el ‘lunfardo’ argentino. Acotaciones y adiciones al Diccionario lunfardo de José Gobello” (1985c) y “Algunos otros italianismos en el Nuevo diccionario lunfardo de José Gobello” (2002a), donde se le reconoce al presidente de la “Academia Porteña del Lunfardo”, una vez más, su aporte meritorio y su inagotable y apasionada actividad a la que los especialistas mucho le debemos. 8.2. En el mismo ámbito de la lexicografía, Mario E. Teruggi publica, en 1998, un nuevo Diccionario de voces lunfardas y rioplatenses, más de veinte años después de su conocido Panorama del lunfardo. Génesis y esencia de las hablas coloquiales urbanas (21978) que Meo Zilio había definido, en su reseña, como

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“el estudio de conjunto más completo que se haya publicado hasta la fecha acerca del lunfardo rioplatense”, “una obra panorámica […] que absorbe y supera los estudios anteriores y del cual habrá que partir para cualquier otro estudio sistemático del lunfardo” (Meo Zilio 1982). Al examinar el Diccionario de voces lunfardas y rioplatenses de Teruggi, Meo Zilio identifica por lo menos un centenar de nuevos italianismos (sin contar los derivados o las ulteriores variantes gráficas y fonéticas) que no figuran entre el millar contenido en su repertorio de 1970, El elemento italiano en el habla de Buenos Aires y Montevideo, cit., y los clasifica desde los puntos de vista psicolingüístico y de las categorías gramaticales (cfr. “L’elemento linguistico italiano nell’America Latina: altri italianismi del rioplatense nel repertorio di Teruggi”, 2001). 8.3. Por la cantidad y la novedad de los materiales lunfardos que presenta (aún sin elaborarlos técnicamente), se coloca junto a los más conocidos lunfardólogos, como Gobello y Teruggi, el libro de Edmundo Rivero, Una luz de almacén (El lunfardo y yo) (1982), que despliega una interesante defensa del lunfardo del que es gran difusor. Compositor e intérprete también de tangos y milongas, Edmundo Rivero (1911-2008), representa, con esta obra, una fuente preciosa de materiales lingüísticos jergales, colocados en su contexto vital diacrónico. En la última parte, agrega incluso unos registros de lunfardismos especiales (microléxicos) –de los abogados, de los médicos, del periodismo, del ejército, de los jóvenes, del deporte (fútbol, carreras de caballos), de los drogadictos y delincuentes– además de una lista de términos o variantes, algunos ausentes en los conocidos repertorios anteriores de Gobello, Del Valle, Casullo, Guarnieri, Meo Zilio, etc. Este nuevo repertorio de Rivero resulta objeto de un análisis por parte de Meo Zilio quien, en una reseña de 1983, aprovecha la oportunidad para agregar algunas consideraciones y aclaraciones semánticas y etimológicas que pueden integrar la lista del autor en relación a los términos de procedencia italiana que presentan novedades o variantes novedosas con respecto a los registros anteriores (1883c). 8.4. “Una verdadera joya –según una reseña de Meo Zilio (1983d)– para los que nos ocupamos de crítica literaria y, a la vez, de dialectología rioplatense” es Lunfardópolis (1983) del poeta Amaro Villanueva (1900-1969) del que, de toda manera, subraya únicamente su valor estilístico-literario dejando, lamentablemente inconcluso, “para otra oportunidad”, un análisis lingüístico –sistemático– de tipo dialectológico que sin duda habría enriquecido el caudal de los materiales procedentes del italiano. 9. De modo más general, tampoco al reseñar obras como la Historia de la lengua española de Rafael Lapesa (81980), Meo Zilio no pierde de vista la variante

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rioplatense y a este propósito, además de referirse a otros fenómenos, ofrece algunas sugerencias puntuales para la inclusión de italianismos (“El español de América en la Historia de la lengua española de Rafael Lapesa”, 1980a). Su interés en relación al español rioplatense y a su configuración se impone también al dar noticia sobre El léxico indígena del español americano: apreciaciones sobre su vitalidad de Marius Sala, Dan Munteanu, Valeria Neagu, Tudora Sandru-Olteanu (1977). Con el objeto de contribuir al nutrido y valioso registro (un millar de voces indígenas en el dominio hispánico), proporciona como meros ejemplos algunas observaciones e integraciones. A los valores semánticos que figuran en él, agrega los que le dicta su experiencia lingüística y que se pueden fácilmente comprobar en acreditadas fuentes lexicográficas, con relación al uso argentino y uruguayo (Meo Zilio 1979). 10. Además de los préstamos lingüísticos aislados, más o menos vigentes, difundidos y frecuentes en el área rioplatense (un millar resulta en el repertorio de 1970 de Meo Zilio al que hay que agregar por lo menos algunos otros centenares, como se ha comprobado gracias a sus notas y reseñas a Gobello, Teruggi, Rivero, Villanueva), la lengua italiana, a través de sus dialectos, se manifiesta como verdadera lengua comunitaria, a ciertos niveles, en varias comunidades relativamente homogéneas, dentro de diversos contextos hispanófonos o lusitanófonos de América Latina. Se trata de aquellas islas lingüísticas que tanto apasionaron a Meo Zilio por dar la posibilidad de estudiar, casi in vitro, el italiano dialectal del siglo XIX (las primeras más notables oleadas remontan en general al último cuarto del siglo, 1875-1876) y por tener una idea, aunque sea solo indicativa, de la fonética, entonación, fonología rítmica, léxico y fraseología que en Italia no sobrevivieron. Es una carrera contra el tiempo, para Meo Zilio, y su obsesión es la de recoger los materiales antes de que desaparecieran. Las islas italófonas en América Latina presentan varia identidad y procedencia regional, así como varios niveles de conservación del italiano. Lamentablemente no existe un mapa de los dialectos italianos en el continente americano y ya se ha perdido la oportunidad de trazar un panorama completo. Lo que sí sabemos es que son islas principalmente venetófonas y, en menor medida, de habla friulana, genovesa, piamontesa, lombarda. No han emergido en las encuestas dialectos meridionales a nivel comunitario y esto puede deberse a las características de la emigración meridional que se establecía más fácilmente en la ciudad.9

9 Meo Zilio ha tratado las causas socioculturales y psicolingüísticas en “Influenze dello spagnolo sull’italiano parlato nel Río de la Plata” (1955), cit.

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En sus exploraciones de varias localidades italófonas (de México, Costa Rica, Brasil, Argentina), Meo Zilio recogió, a partir de los años 60-70, numerosas muestras en grabaciones y filmatos. En algunas zonas condujo investigaciones in loco, encuestas lingüísticas sistemáticas con el método de la grabación de conversaciones espontáneas y del cuestionario lingüístico, primero para el “Centro per l’America Latina del CNR” de Florencia, del que fue fundador y primer director (1969-1972), y después para el “Centro Interuniversitario di Studi Veneti” de Venecia, del que fue promotor, secretario científico y coordinador para América Latina (1981-1992).10 Un ingente cantidad de tal material se encuentra hoy en el “Centro Interuniversitario di Studi Veneti”.11 Se trata de un patrimonio precioso, perteneciente a comunidades ejemplares desde un punto de vista sociolingüístico por su homogeneidad y relativa integridad que han resistido por casi un siglo y medio a las naturales fuerzas centrífugas hacia el contexto nacional que, por supuesto, tiende a asimilarlas y acabará pronto por absorberlas. 10.1. Por lo que se refiere a Argentina,12 la isla lingüística más importante, por lo menos en el momento de los estudios de Meo Zilio, es la isla bidialectal de Colonia Caroya, a cincuenta kilómetros de Córdoba.13 Se trata de una comunidad de unas diez mil personas compuesta prevalentemente por descendientes de friulanos de tercera y cuarta generación que se remonta a 1878 y que, después de más de un siglo, sigue hablando friulano a nivel comunitario. En su interior vive

10 El “Centro Interuniversitario di Studi Veneti” (CISVe) comprende las Universidades de Venecia, Padua, Verona, Trento, Trieste y Udine. 11 El fondo completo de la biblioteca y del archivo privados de Giovanni Meo Zilio está depositado, como donación de su familia, en la Università di Padova, Cátedra de Lengua española de la Facultad de Ciencias Políticas (Antonella Cancellier). 12 Cfr. en particular, para la zona rioplatense, también otras obras de Meo Zilio: Giovanni Meo Zilio (ed.) Presenza, cultura, lingua e tradizioni dei veneti nel mondo. Parte I: America Latina (Prime inchieste e documenti) (1987b); “Isole linguistiche dell’italiano all’estero: l’esempio del Sudamerica (resoconto dello stato delle ricerche e prospettive)” (1991a); “The acquisition of a second Romance language by immigrants in Latin America” (1993d) (su versión en español: “Adquisición de la segunda lengua romance por los inmigrados en la América Latina”, inédito, fue publicado por primera vez en Estudios Hispanoamericanos. Temas Lingüísticos y de Crítica Semántica, II, 1993a); “Presentación” a Ursula Kühl de Mones: Nuevo Diccionario de uruguayismos. Nuevo Diccionario de americanismos (1993c); Ricerche di dialettologia veneto-latinoamericana (1995); “L’epopea dell’emigrazione veneta” (2000); “I dialetti italiani in America Latina” (2002b). 13 Allí, con la consulencia dialectológica de Meo Zilio, Temistocle Franceschi ya había efectuado en 1968 una encuesta lingüística sistemática que el mismo Meo Zilio completó el año siguiente y controló con otra visita 20 años después. La encuesta había sido efectuada utilizando el cuestionario de la Carta dei dialetti italiani, simplificada y adaptada a la realidad contextual. Las resultancias todavía no se han elaborado.

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una comunidad minoritaria (se calcula que su consistencia es de un 30%) de vénetos que entre ellos hablan en véneto y, en buena parte, se comunican en friulano con los friulanos del lugar y en español en las relaciones públicas, oficiales y administrativas (el dialecto friulano, siendo mayoritario, tiene por supuesto más dignidad y por lo tanto los vénetos han tenido que adoptarlo y aprenderlo, mientras que los friulanos, generalmente, no han aprendido el véneto14). Sería necesario por lo tanto estudiar el trilingüismo de esta comunidad que puede presentar materiales muy interesantes desde el punto de vista de la convergencia. Se señala un dato curioso entre las grabaciones de Meo Zilio: un tal Domingo Tauro, principal informante desde sus primeras encuestas de 1968-1969, sigue siendo casi perfectamente trilingüe en las entrevistas después de 20 años. Hay que agregar también el extraordinario trilingüismo, aunque con hibridaciones interesantes desde el punto de vista psicolingüístico, del alcalde de aquel entonces Dalmazio Cadamuro, sin contar el portentoso cuatrilingüismo del ex-alcalde Fortunato Luis Rizzi que, además del friulano, el véneto y el español, habla también el italiano nacional. La accidental –espontánea o inducida– alternancia de los códigos, sin embargo, puede conducir a una clase de cocoliche que merece atención en relación al estudio de los mecanismos de contaminación. Cerca del territorio municipal de Colonia Caroya, en un área limítrofe, se encuentra, a unos treinta de kilómetros de Córdoba, otra comunidad más pequeña, Colonia Tirolesa, venetófona de tipo trentino en su origen, que ya en la época de las encuestas de Meo Zilio, en los años ochenta, podía considerarse lingüísticamente en vías de extinción y por eso urgía completar la colección de materiales dialectológicos y etnográficos, en el sentido de que ya eran muy pocas las familias donde todavía se hablaba el dialecto. Colonia Tirolesa debe su nombre a sus fundadores de origen trentino (o tirolés, como entonces se decía), una familia de emigrantes que procedía del estado de Santa Catarina en Brasil, donde habían permanecido durante unos diez años, al final del siglo. De particular interés incluso porque en la hibridación se inserta también la lengua portuguesa. En la primera faja del desierto de la Patagonia, al sur de Buenos Aires y al este de Neuquén, se instaló, a partir de los años 20 del siglo pasado, una colonia de inmigrantes italianos, en su mayoría vénetos, que se fueron mezclando con otras etnias y se extendieron a las zonas cercanas a lo largo del Río Negro. Se trata de Villa Regina, una pequeña ciudad donde nuestros venetófonos (en gran parte de la zona de Treviso) siguen empleando el dialecto a nivel familiar y comunitario. 14

Se trata del fenómeno contrario al que se ha verificado en Río Grande do Sul, en Brasil, donde los friulanos, siendo minoritarios, han tenido que aprender el véneto, de mayor prestigio. También esta modalidad es objeto de los estudios de Meo Zilio.

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El cuadro se completa con las islas lingüísticas piamontesófonas de Villa María, al sur de Córdoba, La Carlota, al sur de Villa María, San Francisco al este de Córdoba. Entre las comunidades friulanófonas, se encuentra Resistencia (al oeste de Corrientes) y Reconquista (al sur de Resistencia). Las grabaciones que están depositados en el “Centro Interuniversitario di Studi Veneti” de Venecia todavía no han sido estudiadas sistemáticamente, sobre todo desde el punto de vista de las interferencias lingüísticas procedentes del contexto alófono. Su análisis completo daría un aporte científico muy importante a la investigación dialectológica. 10.2. Como área ejemplar, tanto para la irradiación de los italianismos como para la hibridación de contacto de lenguas y culturas, queda el caso de La Boca donde se instalaron en masa los genoveses desde la segunda mitad del siglo XIX, llevando consigo, junto con las tradiciones marineras y las actividades artesanas y comerciales, sus usos y costumbres, su dialecto que se mantuvo, hasta las primeras décadas del siglo XX, como lengua de comunicación corriente a nivel comunitario no institucional. Se ha tratado de una conspicua y próspera isla lingüística donde los mismos meridionales y hasta los criollos que vivían en la zona, en los intercambios comerciales con los genoveses, llegaron a emplearla. Ahora, por supuesto, el genovés ha desaparecido bajo la presión de la escuela, los medios de comunicación y la evolución generacional. De todas maneras, en varias visitas, Meo Zilio pudo grabar diversas muestras de conversaciones y de viejas canciones directamente a través de la voz de los últimos hablantes. La primera visita científica fue en 1968, la segunda en 1980 y la última, en 1986 con un equipo televisivo que filmó. El resultado fue transmitido en octubre de 1987 (también estos materiales audiograbados están en el “Centro Interuniversitario di Studi Veneti” de Venecia). Son materiales etnomusicales y coloquiales en genovés de inestimable valor, extraordinario legado que fue la verdadera idea fija del profesor Meo Zilio que consideraba imprescindible la urgencia de completar la colección de los materiales lingüísticos y folklóricos de encuestas sistemáticas antes de su completa desaparición. Con todo, queda hoy, del genovés, la nutrida serie de palabras y locuciones incorporadas en el léxico de las metrópolis rioplatenses: es suficiente considerar los términos gastronómicos (sin considerar todos los demás). La misma morfología del español ha incorporado en su sistema el morfema genovés, “–un” que aparece como sufijo no solo de palabras genovesas (belinún, pelandrún, pulentún) sino también de palabras rioplatenses como pintún, grelún, ranún, sin contar los préstamos en el campo fraseológico. Si bien la isla lingüística boquense ha desaparecido como tal, ha dejado rastros a nivel nacional e internacional, si incluimos Uruguay, por supuesto, y, en

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parte, Chile y Paraguay donde también han llegado por ósmosis algunos términos genoveses, sobre todo a través del lunfardo, principal irradiador de los italianismos. Quisiera detenerme sobre un ejemplo sintomático de un fragmento de conversación en cocoliche que Meo Zilio grabó en 1986 en el barrio de La Boca. He aquí su supuesta ficha: “Pompeo Ortizio, nacido en Molfetta (Bari, Puglia, sur de Italia) en 1904, llegado a Buenos Aires en 1927. Nunca regresó a Italia. Escuela: dos años de primaria; Trabajo: peón y luego marinero; Jubilado, su mujer es argentina y no habla italiano”. Cuando Meo Zilio le pidió que hablara italiano, en realidad lo hizo en un cocoliche compuesto por una mezcla de español + italiano general + dialecto de Apulia, sin embargo con predominio del italiano, salvo en lo fonético. De hecho, al encontrarse desde el primer momento de su llegada al país en el mencionado barrio genovesófono, tuvo que adoptar su aproximado escaso italiano como lengua franca y olvidar, paulatinamente, el apuliés. Al pedírsele que hablara en su dialecto, de hecho, no supo decir más que unas palabras sueltas. La alternancia de códigos tiene un papel fundamental en las hibridaciones de las lenguas en contacto: emergen, al escuchar las conversaciones de Meo Zilio con los viejos inmigrados, mecanismos psicolingüísticos que se producen subconscientemente y puede suceder que al pedírseles que hablen en “italiano”, empiecen a expresarse en cierto tipo de cocoliche que no varía al pedírseles que hablen en español. 11. En el mismo ámbito de las contaminaciones lingüísticas, pero fuera del contexto italófono, Meo Zilio toca también los fenómenos y las variantes del lenguaje fronterizo (o sea de las modalidades lingüísticas de la zona de la frontera entre el dominio hispanófono y el lusófono) (Cfr. “Adquisición de la segunda lengua romance por los inmigrados en la América Latina”, cit., 1993a: en particular 124-131). Es un área de investigación que, en la doble perspectiva diacrónica y sincrónica, da una mirada más sobre la situación muy articulada del Río de la Plata como espacio lingüístico plural en su extraordinaria complejidad y en la riqueza de los elementos que lo constituyen, y al mismo tiempo, como lugar en el que se entrecruzan extraordinarias historias de contactos y conflictos. Bibliografía CANCELLIER, Antonella (2010): “Espressioni idiomatiche e giochi di parole del Martín Fierro nella traduzione di Giovanni Meo Zilio. Come dire quasi la stessa cosa”, en: Arduini, Stefano/Carmignani, Ilide (eds.): Le giornate della traduzione letteraria. Nuovi contributi. Roma: Centro per il libro e la lettura, 77-81.

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L A T R A D U C C I Ó N C U LT U R A L COMO DISPOSITIVO DE NACIONALIZACIÓN: UNA CRUZADA CONTRA LA LENGUA Y L A C U L T U R A I T A L I A N A E N E L R Í O D E L A P L AT A VALERIA SARDI

La llegada de la inmigración transoceánica a las costas argentinas entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX produce transformaciones notables que inciden en la vida cotidiana. Debido al poderío económico de Buenos Aires, la mayoría de la población inmigrante se instala en esta ciudad que comienza a expandirse del centro a la periferia dando nacimiento a urbanizaciones barriales donde habitan los sectores populares. A su vez, la presencia de una población muy numerosa en una ciudad no preparada para la acogida masiva de inmigrantes produce problemas de higiene y miseria. Estos nuevos habitantes de la metrópolis, además, traen consigo doctrinas políticas que atentan contra la ideología dominante. Asimismo, las transformaciones urbanas producen cambios socioculturales como, por ejemplo, gestación de nuevos lazos sociales a partir de la creación de bibliotecas populares, clubes y centros sociales nucleados en torno a ideologías políticas que llegan a nuestro país con los inmigrantes, como el anarquismo y el socialismo. Un nuevo público de las industrias culturales empieza a surgir y se produce un boom de la cultura letrada que nace durante la primera década del siglo y se extiende en el tiempo. Es así que surgen distintas editoriales destinadas a los sectores populares y se editan grandes tiradas de obras de literatura y pensamiento universal. También se publican catálogos organizados en colecciones y bibliotecas que acompañan a publicaciones periódicas como La Prensa, Caras y Caretas, PBT, entre otras, que ofician –de alguna manera- como formación o iniciación en la cultura letrada de los sectores populares. Este cambio sociocultural genera alarma en los intelectuales y funcionarios que promueven la nacionalización y formación de la ciudadanía según ciertos principios morales y cívicos ya que ven como peligrosas las lecturas destinadas a los sectores populares, que circulan por fuera del sistema escolar. La cuestión inmigratoria, entonces, deviene cuestión social y política y la clase dominante comienza a sentir miedo ante la posibilidad de disolución del proyecto nacional. Distintas leyes se promulgan con la intención de regular y clasificar el mundo social, como la “Ley de Residencia” en 1902 que autoriza la expulsión de extranjeros que pongan en peligro la seguridad nacional y la “Ley

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de Defensa Social” de 1910 donde se reglamenta la admisión de extranjeros en territorio argentino. De esta manera se ordena la estructura social y la realidad nacional a través de la centralización del Estado y, en este contexto, la educación va a ser uno de los instrumentos fundamentales para la nacionalización. La preocupación por las lecturas a las que acceden los niños en edad escolar va a ser central durante las distintas administraciones a lo largo de los primeros cuarenta años del siglo, pero durante la gestión de José Ramos Mejía al frente del Consejo Nacional de Educación, entre 1908 y 1913, esta cuestión va a ser prioritaria. Durante el período de su gestión se instaura el proyecto de educación patriótica que se propone la nacionalización y la imposición del fervor nacionalista en la escuela. Además del establecimiento de rituales escolares como el izado de la bandera acompañado por el canto patriótico “Aurora” todas las mañanas en las escuelas, los desfiles de niños en la Plaza de Mayo en las fechas patrias y la realización de actos escolares para las efemérides; el Consejo Nacional de Educación promueve otros mecanismos de nacionalización como la imposición del monolingüismo a partir del uso de la lengua nacional como norma lingüística oficial. Es decir, se desalienta el uso de otras lenguas o dialectos que traen los inmigrantes porque se considera que conocer la lengua del pueblo es el medio privilegiado para inculcar el patriotismo. Es así que Pablo Pizzurno –quien fuera presidente del Consejo Nacional de Educación en los primeros años del siglo y, luego, durante la gestión de Ramos Mejía, inspector técnico general– en el texto “La educación patriótica. Instrucciones al personal docente” de junio de 1908 plantea que “cuanto mejor se enseñe en la escuela nuestro idioma, más vincularemos al niño con su tierra, aun cuando no nos ocupemos expresamente de enseñarlo con propósitos patrióticos” (1901: 233). Para llevar a cabo, entonces, la nacionalización a través de la enseñanza del idioma patrio, Pizzurno propone distintas estrategias didácticas a desarrollarse en las aulas: En la conversación, en todos los grados, incluir con frecuencia asuntos de carácter patriótico; la bandera, el escudo, los monumentos, el himno nacional, los prohombres. Hacer lo mismo durante los ejercicios de reproducción oral de frases y trozos leídos, así como en la recitación de memoria de trozos selectos. Escoger con cuidado los trozos literarios en prosa ó verso, de autores nacionales, que han de leer ó recitarse de memoria. Utilizar al efecto, previa una explicación suficiente de las mismas, frases históricas.

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Las mismas podrán servir en los ejercicios de copia, dictado y aun caligrafía, así como de temas de composición, haciéndolas objeto de explicación ó comentario. Esta última, la composición, se presta particularmente como la lectura, á multiplicidad de ejercicios relacionados con la educación cívica y patriótica, dado que todos los asuntos que sirven de tema á las descripciones, narraciones, comparaciones, ampliaciones ó resúmenes orales, sirven igualmente para ser tratados por escrito. Se utilizarán pues con ese fin, láminas, cuadros, objetos adecuados, anécdotas, episodios, biografías, retratos, paralelos. Con frecuencia también, al ejercitar á los niños en pasar á prosa trozos en verso, tómese composiciones de asuntos nacionales, y en los ejercicios de redacción de cartas, exhíbase ejemplos y póngase como modelos algunas cartas históricas de servidores del país. Otro tanto puede hacerse en los grados respectivos al enseñar la redacción de documentos (1908: 343).

Como se puede observar, se sugieren prácticas de lectura, escritura y oralidad donde se priorice el uso del idioma nacional en relación directa con la educación patriótica. Además de estas estrategias señaladas por Pizzurno, también se propone –para llevar adelante esta política y planificación lingüística nacionalizante– la corrección de la diversidad lingüística a través del uso que de la lengua hagan los niños en la escuela, el control de la pronunciación, la sanción y erradicación de los dialectos y lenguas extranjeras en el espacio de la escuela. Además, se considera a la lengua nacional como instrumento para la nacionalización lingüística de la población a través, por ejemplo, de la sistematización de gramáticas y diccionarios que dan cuenta de una visión purista y casticista del idioma nacional. Otro modo de ejercer la nacionalización de la población escolar es el control sobre la constitución del canon escolar, es decir, los textos literarios que ingresan para ser leídos en la escuela, ya sea a través de los libros de lecturas como de los textos literarios que se autorizan para su lectura en el circuito escolar. En este sentido, existía un sistema de listas de los textos que estaban autorizados para ingresar como lectura escolar que eran seleccionados por una Comisión Didáctica conformada por pedagogos, intelectuales y funcionarios. Esta selección autorizada y legitimada funcionaba como un dispositivo prescriptivo y ordenador y respondía a una representación de lectura y de literatura que difundía el discurso oficial de manera tal que la lectura en la escuela formara ciudadanos leales a la configuración del Estado nacional. Algunos ejemplos de libros de lectura escolar que circularon en este período muestran claramente esta intención nacionalizante. El libro del escolar (1901) de Pablo Pizzurno, donde aparecen contenidos sobre la conformación de la nación a partir de episodios referidos a la bandera

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argentina, a la patria y a la relación de esta con los niños. En Aventuras de un niño (1905) de Andrés Ferreyra el autor se propone contar la historia de un niño relacionándola con los programas y hacer hincapié en la educación moral y nacional; en Mi patria (1917) del mismo autor, se explicita en el prólogo la intención de “exaltar el sentimiento de familia, el de patriotismo consciente y el de ley” a través de la lectura; en Patria y belleza (1922) de Gustavo Lenns se desarrollan en los distintos capítulos la cultura patriótica con temas vinculados con la riqueza y belleza natural de nuestro país; y en El argentino (1931) de Eloy Fernández Alonso también se explicita en el prólogo la intención de educar en el nacionalismo y poner al niño lector en contacto con la historia nacional y sus héroes. Lecturas argentinas (1936) de Tomás Estrada es otro libro de lectura, en este caso una antología de trozos selectos, en el que se plantea en el prólogo la intención de honrar a los héroes de la patria y desterrar los comportamientos antipatrióticos de ciertos grupos políticos que atentan contra la unión nacional. Los libros de lectura que ingresan en la escuela como aquellos textos literarios que se leen durante la práctica de lectura libre –es decir, leer otros textos literarios seleccionados por el maestro– deben responder a un sentimiento de pertenencia a la patria y a la nación argentina, si no deben ser excluidos del canon escolar. En este sentido, la novela Corazón (1886) del escritor italiano Edmundo De Amicis va a protagonizar un episodio de censura y traducción por ser considerado un texto peligroso por su contenido político e italianizante y, fundamentalmente, una amenaza al proyecto de nacionalización cultural. De ahí que se excluya del circuito escolar en 1908 y se sustituya, en primera instancia, por la biografía ejemplar Recuerdos de provincia (1850) de Domingo F. Sarmiento, para luego promover la traducción al código cultural argentino. El derrotero de la novela de De Amicis en el ámbito escolar está directamente vinculado a las vicisitudes políticas, ya que luego de su exclusión durante la gestión de Ramos Mejía es reincluido en 1912, y en 1917 convive con la novela pedagógica Corazón. Diario de un niño de la maestra Carlota Garrido de la Peña y vuelve a desaparecer en 1920, tal vez como consecuencia de los hechos de la Semana Trágica.1 En 1923 reingresa como lectura escolar –un período más democrático durante la 1 Durante el primer gobierno de Hipólito Irigoyen, a fines de 1918, las centrales obreras reclaman mejores condiciones laborales y llaman a una huelga general. En los primeros días de 1919 –del 7 al 11 de enero–, en los talleres metalúrgicos Vasena, en el barrio de Parque Patricios en la ciudad de Buenos Aires, los obreros piden la reducción de la jornada laboral de once a ocho horas, descanso dominical, aumento de sueldos y que se dejaran sin efecto los despidos. La respuesta a estos reclamos fue una fuerte represión policial donde se persiguió, torturó y asesinó a obreros, integrantes de agrupaciones anarquistas y de izquierda, y a judíos. Además, se sumó a la represión policial la agrupación fascista “Liga Patriótica Argentina” que atacó sinagogas y sindicatos.

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presidencia de Marcelo T. de Alvear– y para la década del 30 se la vuelve a excluir, debido a que en ese período se vuelve fuertemente a un proceso nacionalista pero de raigambre católica, luego del golpe de Estado de José Uriburu y el posterior gobierno de Justo. La novela Corazón se publica en 1886 en Italia, al inicio del ciclo lectivo escolar, y se va a constituir en un fenómeno editorial sin precedentes para la época por sus cuarentas ediciones en el año de su publicación en Italia y para 1896 ya había sido traducida en el resto del mundo a más de cuarenta lenguas. Es un diario de un niño, Enrico, que cursa el tercer año de la escuela elemental en el curso lectivo 1881-1882 en la ciudad de Turín. Está organizada por días durante los meses de octubre a julio y en ella se relatan episodios que tienen por protagonistas a Enrico y sus compañeros de escuela. La diégesis narrativa se completa con la introducción de cartas de los padres de Enrico y cuentos mensuales donde se narran episodios en los cuales distintos niños protagonizan hechos heroicos o modélicos para el lector. El texto narra la historia de Enrico pero, a su vez, relata la construcción de la identidad italiana en el período de la unidad italiana. Corazón fue una novela editada y reeditada a lo largo de todo el siglo XX, como lo atestiguan los ejemplares que en estos años de investigación he ido comprando en librerías de usado, o he recibido de regalo por parte de alumnos que sabían de mi interés por este libro. Un estante de mi biblioteca acumula varias ediciones que podrían funcionar como ejemplos para esta reconstrucción histórica de las ediciones de Corazón en el circuito editorial argentino. La edición más antigua que atesoro es la traducida por Hernán Giner de los Ríos para la Editorial Hernando de Madrid, revisada por De Amicis y autorizada para ser distribuida en España y Argentina en 1887, que fue reeditada muchas veces a lo largo del siglo. Conservo, también, la edición de 1944 de Ediciones Peuser, regalo de mi madre; una de 1945 de la Sociedad Editora Latino, otra de 1951 de la Editorial Difusión y de la misma editorial una con fecha 1976 cuya portada está ilustrada por el dibujante Breccia. Y por último, encuentro un libro ajado en cuya tapa, en letra manuscrita, dice “Historia Argentina”; sin embargo, al abrir el ejemplar la portadilla descubre otro texto: Corazón Argentino (diario de un niño) de Carlota Garrido de la Peña, edición de 1925; y la firma infantil de Hilda Noemí Torelli, 5° B, Turno mañana. El título en letra manuscrita acaso responda a que este ejemplar es una traducción cultural de la novela de De Amicis, como explicaré detalladamente más adelante, transpone lingüística y culturalmente el texto italiano al código cultural argentino. Además de estas ediciones de la novela, en 1905 se editó en la Biblioteca La Nación, luego se publicó en la editorial Claridad y también en varias ediciones uruguayas y españolas. La novela del autor piamontés también circuló en libros de lectura como por ejemplo, en la antología escolar Prosa selecta (1905) de Enrique García Velloso

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donde se incluye completo el cuento mensual “De los Apeninos a los Andes”, como así también en la antología Lectura selecta (1923) de M. S. Ariel se incluyen los episodios titulados “Un rasgo generoso” y “El albañilito”. Esta circulación en trozos selectos da cuenta de que la novela ya había sido utilizada desde fines del siglo XIX y principios del XX como texto para enseñar el español a los inmigrantes. Para esta época, De Amicis ya gozaba de cierto nombre y prestigio en la cultura argentina debido a su rol como colaborador y corresponsal para los periódicos La Prensa y La Nación. A pesar de esta circulación, incluso por fuera del circuito escolar, distintas voces se alzan en contra de incluir la lectura de Corazón en las aulas. De allí se produce una batalla por los usos escolares de la novela de De Amicis que puebla páginas de periódicos y revistas culturales y pedagógicas. Algunos intelectuales, como Roberto Giusti desde la revista Nosotros, rescata la novela de De Amicis por considerarla una obra que favorece la formación ética de los ciudadanos. Por otro lado, la comunidad italiana también se expresa respecto de la necesidad de incluir Corazón como texto de lectura en la escuela. Desde las páginas del diario italiano La patria degli italiani,2 la colectividad peninsular hace oír su voz y aboga por la lectura de esta novela por ser fuente de emoción en los lectores y por haber sido escrita para niños. En el ámbito educativo, algunos pedagogos y maestros apoyan la inclusión del libro debido a que rescatan la factura de las historias que relata la novela y porque lo consideran como un texto que apela al lector niño así como también su enseñanza integral, moral y patriótica. También se oponen a la idea de modificar o imitar el texto ya que su composición y contenido es italiano y transformarlo puede ser peligroso porque se pierde su valor simbólico y cultural. Más allá de estos argumentos, la novela de De Amicis es sometida a una operación de traducción cultural y se toma al texto italiano en función de la utilidad que tiene para inculcar ciertos valores nacionales a través de la lectura literaria. Se nacionaliza el texto desde el punto de vista lingüístico, cultural y emocional, para facilitar el trasvase del texto extranjero al sistema literario argentino. Esta operación de traducción cultural como modo de planificar e instituir las identidades nacionales se realiza en los textos –con variantes en cada caso en particular– que sustituyen la novela de De Amicis en los períodos en que se la excluye del canon escolar. Estos textos son: Corazón argentino. Diario de un niño de Carlota Garrido de la Peña (1913), “Corazón. Adaptación escénica” de Germán Berdiales en colaboración con Pedro A. Inchauspe (1934) originalmente publicada

2 Fundado en 1876 como La patria, en 1890 cambia su nombre y se convierte en el periódico más importante en lengua italiana en Argentina durante más de treinta años.

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en la revista oficial del Consejo Nacional de Educación, El Monitor de la Educación Común en 1921, Corazón (diario de un niño argentino) de Isidoro Vera Burgos (1932) y Corazón. Traducción y adaptación para el niño argentino de Germán Berdiales y Fernando Tognetti (1937). Se trató, entonces, de realizar una traducción cultural como práctica destinada a la construcción de una identidad nacional captando el patriotismo en relación con lo argentino. Para ello se modifica, transforma y adapta el texto italiano y se lo hace propio desterrando los elementos extranjeros. Además, se construye una representación estereotipada de la infancia, acorde a las pautas legitimadas socialmente en ese contexto sociohistórico. Los autores de las distintas traducciones culturales reinventan e imaginan un texto literario con elementos pedagogizantes que se propone formar identidades nacionales en sus lectores, para que estos se adscriban a la ciudadanía argentina por la imitación de los personajes presentes en la traducción cultural a lo argentino de un texto extranjero. Con este fin, modifican el texto italiano de manera tal que sea aceptado por la comunidad de lectores argentina. Un primer aspecto a considerar en cuanto a las modificaciones que sufre el texto de De Amicis en las traducciones culturales, es la estructura y la pertenencia genérica. En el caso de Corazón argentino (diario de un niño) de la maestra Carlota Garrido de la Peña no se mantiene la estructura del diario íntimo sino que se trata de una novela pedagógica estructurada en setenta y nueve capítulos donde el narrador muta su nombre de Enrico a Ángel y donde se trama la historia con los contenidos curriculares del nivel. Ya en la portada se lo presenta como libro de lectura y al final de muchos capítulos hay indicaciones pedagógicas para los maestros donde se sugieren actividades áulicas. También el texto presenta un glosario y notas al pie donde se contextualizan personajes y se explican procesos sociohistóricos para facilitar la lectura del texto por parte de los alumnos en la escuela. En este texto, además, se incluyen géneros que no están presentes en el texto de De Amicis, como la “lectura histórica” –crónica histórica que es leída y comentada por un alumno del grado–; la lección dictada por el maestro y consejos dados por los padres de Ángel y que tienen como destinatario último al lector. En el texto de Vera Burgos, Corazón (diario de un niño argentino) como así también en “Corazón” de Berdiales y Tognetti, se mantiene la estructura del diario íntimo pero se adapta al ciclo lectivo argentino, de marzo a noviembre. En “Corazón” de Berdiales e Inchauspe la modificación respecto del original italiano está dada por la adscripción genérica: en este caso, se trata de un texto dramático adaptado para la representación escénica en el teatro escolar. Más allá de las diferencias entre las distintas traducciones culturales, en todos los textos se mantienen las referencias al contexto sociohistórico y cultural argentino, en desmedro de las referencias culturales italianas.

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Otro aspecto interesante para analizar en las traducciones culturales es el registro lingüístico que eligen los autores-traductores en cada caso. Si bien la novela de De Amicis no incorpora elementos dialectales, en las traducciones se presentan diversos registros lexicales y sociolectales –como lunfardo o elementos del habla criolla– aunque, casi siempre, se respeta la norma estándar, el español castizo. En el texto de Garrido de la Peña se utiliza la norma estándar mezclada con la incorporación del voseo y, en algunos casos, el lunfardo. Los personajes usan el tú, propio de la variedad castiza y, también, incorporan términos del español rioplatense. Por ejemplo en el capítulo II titulado “Mi grado”, el protagonista presenta a sus compañeros. Uno de ellos es Andrés, que viene descripto de la siguiente manera: En la escuela se estrenó Andrés golpeando a un chiquitín de cinco años, y robando unas tijeritas a la Maestra. Durante el primer año, como no es lerdo, pescó al vuelo alguna explicación de la señorita, y supo contestar en el examen (Corazón argentino 6).

Aquí vemos cómo se mezcla el castizo con el uso de la expresión lunfarda “pescó al vuelo”. A lo largo del texto los personajes usan predominantemente el tú. Cito: “–¿Y tú qué vienes a hacer aquí? –le preguntó– ¿No sabes que todo el que entra así en el campamento no se escapa de que le den cuatro tiros?” (Corazón argentino 6). En el texto de Vera Burgos se usa la variedad castiza exclusivamente. Por ejemplo, en la jornada titulada “Nuestro maestro”, el maestro se dirige a los niños usando la variedad castiza. Escuchadme: Tenemos que pasar juntos un año y debemos procurar pasarlo bien. Estudiad y sed buenos. Yo no tengo familia; mi familia sois vosotros. El año pasado aun tenía mi madre; pero ha muerto, y yo he quedado solo. (...) Seréis mis hijos; yo os quiero, y es necesario que vosotros me queráis a mí (Corazón (diario de un niño argentino) 4).

Esto también ocurre en el texto de Berdiales y Tognetti, donde no se incorporan elementos ajenos a la variedad castiza. Por ejemplo, en la jornada titulada “El niño mendocino”, el maestro se dirige a los niños y habla utilizando la norma estándar de la época. Acordaos bien de lo que os voy a decir: [...] Tenéis que respetaros los unos a los otros, amaros mutuamente, pues aquel de vosotros que ofendiese a este compañero, por no haber nacido en nuestra capital, se volvería indigno de alzar los ojos al paso de una bandera azul y blanca (Corazón 19).

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En cambio, en el texto de Berdiales e Inchauspe la variedad que predomina es la rioplatense, ya que se utiliza el voseo y el uso del “che”, tal vez porque al tratarse de un texto dramático escolar se busca crear mayor verosimilitud escénica utilizando el lenguaje habitual de los niños. Los personajes es otro elemento a analizar en las traducciones culturales. En el texto de Garrido de la Peña, los personajes cambian de nombre y, además, se incorporan personajes respecto del texto italiano. Hacen su aparición Cheni, Pardo, Ferrán, Juancito González, Carlos García reemplazando a Franti, Garrone, Stardi, Derossi y Carlos Nobis respectivamente. Además, se incorporan Vioncarlo, el italianito y Quilito, el indígena. Vioncarlo representa el laborioso inmigrante italiano, dueño de la tierra, que traza su vida a partir del trabajo y el esfuerzo en pos del progreso. Garrido de la Peña incorpora a través de este personaje sus propias representaciones del inmigrante en tierra argentina. El personaje de Quilito, el indígena que es llevado cautivo a la ciudad para transformarlo en un ser civilizado, introduce el problema de los pueblos originarios en la trama de la novela pedagógica, temática prácticamente ausente en los libros de lectura de la época. En el texto, la historia de Quilito introduce la dicotomía civilización-barbarie, donde la civilización está dada por la escuela y la ciudad que domestican y dulcifican al “salvaje”. Además, este personaje le sirve a la autora para incorporar otros rasgos de la cultura argentina en la construcción de la traducción cultural. También en el texto de Garrido de la Peña se incorpora el personaje de Raúl Quinteros, un niño cordobés, a través del cual se presenta lo argentino en términos de federalización y, a su vez, la presencia de la provincia de Córdoba para describir la riqueza y productividad de la geografía argentina. En Corazón (diario de un niño argentino) de Vera Burgos, los apellidos de los personajes sufren una castización; es así que Roberti se transforma en Cabral, Garoffi en Costa, Precossi en Serrano y Carlos Nobis en Carlos Núñez. Una curiosidad respecto de los personajes es la operación que realizan Berdiales y Tognetti en su texto, ya que los nombres de los personajes se inscriben en diversidad de pertenencias geográficas y orígenes, acaso como un modo de presentar la propia diversidad de nacionalidades que formaban parte de la comunidad argentina. Los personajes se apellidan Roberts, Franco, O’Neill, Riglos, entre otros. Sin embargo, los personajes con mayor presencia en el desarrollo del texto se apellidan Noble, Correa, Benítez, Hidalgo, etc., dando una preeminencia al origen español. En el texto de Berdiales e Inchauspe los apellidos de los personajes se trasladan lingüísticamente del italiano al castellano, de manera tal que Garrone es Garrón, Garoffi, es Garofi, Crossi es Crosi, Stardi es Estardo; es decir, pierden su particularidad lingüística italiana, como la doble “s” o se agrega la vocal al inicio

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del apellido con “s”. Dos personajes se incorporan al texto: el portero de la escuela y un niño cordobés llamado Coraci. Por otro lado, en cuanto a los personajes niños cabe destacar cómo son representados en las traducciones culturales. Predominantemente aparecen como estereotipos de niños con actitudes modélicas, acaso como ejemplos de la representación cristalizada de infancia que se daba para la época. Esto muestra cómo en estos textos literarios se confiaba en el ejemplo modelo del niño para transmitir a los lectores ciertos saberes y modos de comportamiento legitimados socialmente. Como señalamos al inicio del texto, en la novela de De Amicis la historia de Enrico se trama con la introducción de cuentos mensuales durante el ciclo lectivo. Este es otro aspecto a analizar en las traducciones culturales. Cada autor de la traducción realiza distintas modificaciones pero algo que prevalece en todas es que respecto de los cuentos mensuales se modifican los títulos, el origen de sus protagonistas y se hace mención a referencias históricas, geográficas y socioculturales argentinas. Todos los cuentos muestran a niños como ejemplos de virtud, ya sea como protagonistas de procesos sociohistóricos determinantes en la historia argentina o bien que han vivido experiencias interesantes para ser relatadas. Si en el texto de De Amicis, por ejemplo, el segundo cuento mensual se titulaba “El pequeño vigía lombardo” y narraba la historia de un chico que muere a manos de los austríacos en la guerra de independencia de Lombardía en 1859; en las traducciones culturales este relato se recontextualiza. En Corazón argentino se titula “Soldado de la patria” y narra también la historia de un niño vigía pero en las luchas de la emancipación americana. En Corazón (diario de un niño argentino) el cuento se titula “El gauchito salteño” y cuenta el mismo hecho pero situado en las luchas por la independencia argentina en el norte del país. En la traducción de Berdiales y Tognetti este relato se titula “El pequeño observador tucumano” y los hechos se desarrollan “en 1812 durante la guerra de la Independencia de las provincias Unidas del Río de la Plata, pocos días después de la batalla de Tucumán”. El saber escolar que se transmite en este cuento mensual es que el niño ha hecho un sacrificio por la patria, ha dado su vida para que la nación sea libre e independiente. Otro ejemplo es el séptimo cuento mensual que se titula “Valor cívico” en el texto de De Amicis. En este se narra la entrega de una medalla al niño que salva a un compañero en el río Po. En la traducción de Vera Burgos este cuento se retitula “Los premios al valor altruista” y se narra la fiesta organizada por la Prefectura Marítima y la Jefatura de Policía de la Ciudad de Buenos Aires en el Teatro Colón donde se premia al personaje de Cabral, un niño que salvó a otro de que lo atropellara un ómnibus. En la traducción de Berdiales y Tognetti el relato se titula “Valor civil” y en él se narra la entrega de una medalla a un chico llamado

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Luigi –que vive en el barrio de La Boca– por haber salvado a un niño de las aguas del Riachuelo. Y los festejos y entrega de los premios se realizan en el Departamento de Policía de la calle Moreno, en la ciudad de Buenos Aires. En este caso el cuento se recontextualiza apelando a referencias geográficas metropolitanas y, nuevamente, la figura del niño se presenta como modélica para el lector. En estos cuentos mensuales se observa cómo se trama la historia de los niños con hechos que remiten al contexto sociohistórico argentino, con la intención de presentar a los lectores referencias a la historia argentina, aunque esto implique transponer procesos sociohistóricos italianos que no pueden ser trasplantados a otros contextos. De esta manera, los hechos históricos se nacionalizan y buscan la posible identificación del lector. En este sentido, también juegan las referencias a la vida cotidiana, a lo geográfico, lo cultural y lo social argentino, en la búsqueda de que el lector se mimetice con lo narrado. En las traducciones culturales, entonces, se incorporan detalles inexistentes en el texto de De Amicis como elementos de la cotidianeidad, topónimos, nombres de calles y espacios urbanos, sucesos destacados de la vida de los argentinos, prácticas socioculturales nacionales como forma de lograr un efecto de realidad en los lectores. Como señala Gideon Toury (s. a.), se busca crear un efecto de “sobreactuación respecto del original que se modela”, es decir, se trata de inculcar al lector cierta visión de mundo a través de las referencias culturales argentinas. En Corazón argentino los sucesos narrados transcurren en la ciudad de Santa Fe, de la que se nombra el río Paraná, la zona norte de la ciudad y la plaza España, que se compara, debido a la inundación que históricamente aquejó a la ciudad en 1905, con el lago de Palermo de la ciudad de Buenos Aires. También se hace referencia a la ribera, al puerto, a la ciudad de Paraná, a las cosechas de maíz en las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Buenos Aires y la vendimia en Mendoza, San Juan y La Rioja. Asimismo, se menciona el terremoto que se produjo en Mendoza en 1860. En la traducción de Vera Burgos los hechos narrados se ubican en una escuela que se llama Buenos Aires, sita en el barrio de Barracas, al sur de la ciudad, y en el texto se pueden rastrear múltiples referencias a lo argentino y a lo porteño. Por ejemplo, se traducen las referencias urbanas italianas de Turín a referencias de la ciudad de Buenos Aires como, por ejemplo, mientras que en la página titulada “Vanidad” se nombra a la “via Dora Grossa” en la traducción de Vera Burgos se nombra a la “calle Santa Fe”; o cuando se relata la visita al maestro del padre de Enrique se nombra la localidad de Adrogué en vez de Chieri. En la traducción de Berdiales y Tognetti la escuela en que se suceden los hechos se ubica en la calle Piedras, en el barrio de San Telmo. Además se hace

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referencia a la provincia de Mendoza en lugar de Calabria y se iguala la inmigración interna italiana del sur al norte, con la inmigración de un mendocino a Buenos Aires. En el texto de Berdiales e Inchauspe, lo argentino está dado porque los hechos se desarrollan en un aula de una escuela porteña, los niños hablan de la geografía argentina y uno de ellos declama una poesía titulada “A mi bandera”. Por último, otro aspecto para analizar en las traducciones culturales es cómo se presentan los sucesos históricos, efemérides y biografías de próceres. En todos los textos analizados se presenta la narración de las fechas patrias con una intención claramente performativa, en el sentido de instaurar relatos hegemónicos que den cuenta de la construcción de la nacionalidad argentina y modelos, a su vez, para la formación de los niños como ciudadanos argentinos. Si en el texto de De Amicis se incluyen referencias a Vittorio Emanuele, se alaba a la nación italiana y se narran biografías de Mazzini, Garibaldi y Cavour; en las traducciones culturales se incluyen relatos del descubrimiento de América, de la Revolución de Mayo de 1810, de la Independencia en 1816 como así también se incluyen biografías ejemplares de próceres argentinos como Manuel Belgrano, San Martín, Rivadavia, Moreno, Sarmiento y Mitre. Estas últimas funcionan como ficciones históricas y de la nación argentina que muestran a los héroes como ejemplos de virtud y moral que sirven como modelo para los lectores y, explícitamente, se borran todas las referencias a la cultura e historia italiana. En cuanto a las efemérides y relatos históricos, predomina la representación de Argentina como tierra promisoria, metáfora del progreso indefinido, de la civilización y la cultura. En el texto de Garrido de la Peña se incorpora, distanciándose de las otras traducciones culturales, la biografía de personajes femeninos de la historia. Por ejemplo, se incluyen biografías de mujeres que participaron de la Revolución de Mayo como “Tomasa Quintanilla de Alvear, Remedios Escalada de San Martín, Isabel de Agrelo” entre otras; también están presentes aquellas que colaboraron con el Ejército Libertador como Juana Azurduy. Garrido de la Peña se propone destacar la figura de la mujer argentina dedicada a la causa patriótica y al bien común que promueve la construcción de la nación desde su lugar de trabajo o participación ciudadana. Las biografías incluidas en las traducciones culturales están construidas a partir del cliché, ya sea por las anécdotas que se relatan como por la retórica utilizada para presentar a los personajes seleccionados. Las biografías devienen, así, panegíricos. La inclusión de estas da cuenta de cómo en las traducciones se puso el acento en el conocimiento de la historia nacional a través de un relato accesible a los niños lectores. Tal vez por esto Hilda Noemí Torelli, la niña de quinto grado dueña del ejemplar de Corazón argentino que tengo en mi biblioteca, haya retitulado a la novela como “Historia argentina”.

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La operación de traducción cultural de la novela Corazón de Edmundo De Amicis da cuenta de la intervención del Estado –desde la imposición de un canon de lecturas escolares funcional a la instauración de un universo simbólico oficial– en la erradicación de la cultura italiana en territorio argentino a través de su literatura, por considerar que era posible inculcar a los lectores ciertas ideas, valores y principios a través del discurso literario. De allí que se considere a los lectores niños como un sector de la población que era permeable y posible de ser moldeado a través de los textos literarios. Las traducciones culturales, entonces, vienen a reemplazar al texto de De Amicis –considerado peligroso para la conformación identitaria de la población infantil–, colaboran con la ampliación del patrimonio literario nacional de textos destinados a los niños y, a su vez, aportan un universo narrativo donde los hechos se enmarcan en un relato mítico y modélico, una ficción orientadora, sobre la construcción de la nación argentina. El ingreso de las traducciones culturales en el canon escolar argentino se debe a la necesidad de construir una identidad nacional y borrar los elementos extranjerizantes que portaba la población inmigrante en suelo argentino. Es por esto que es necesario recontextualizar el texto de De Amicis y hacerlo corresponder con los códigos culturales argentinos, hacer un trasvase lingüístico y, a su vez, apuntar a los sentimientos y emociones de los lectores. Se narra, entonces, la historia de un niño durante el curso de tercer grado elemental, pero en una realidad cotidiana donde las referencias culturales, históricas, políticas y sociales remiten al universo simbólico argentino. Es decir, la literatura se constituyó en un dispositivo didáctico que formó parte de los mecanismos nacionalizadores puestos en juego en la escuela para la conformación de la nación argentina. La literatura, de esta manera, funcionó como una herramienta para instituir subjetividades e identidades nacionales. Más allá de la traducción cultural como mecanismo nacionalizador para imponer la lectura de ciertos textos en la escuela y erradicar la lectura de la novela de De Amicis, cabe destacar que en la memoria de los lectores las traducciones culturales están ausentes, no han tenido impacto ni han permanecido, a diferencia del texto de De Amicis que devino un clásico infantil leído por generaciones de niños a lo largo de la historia de la lectura en la Argentina y en el mundo. Tal vez esto se deba a que las traducciones culturales explicitan la intención didactizante y son textos que se piensan como instrumentos para la aculturación y la domesticación de los lectores. Por otro lado, también es interesante hacer mención a cómo este borramiento o lenta desaparición de los textos traducidos muestra la potencia de la novela de De Amicis en la trama cultural italiana y de los inmigrantes en territorio argentino. Finalmente, el caso de censura y traducción de la novela de De Amicis es un ejemplo paradigmático del rol que ocupó el discurso literario en los mecanismos

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puestos en juego por el proyecto de nacionalización cultural en la Argentina con el objetivo de construir una identidad argentina sin grietas. Este episodio en la historia de la cultura argentina da cuenta de cómo se buscó constituir un espacio cultural y lingüístico argentino poniendo coto a la pluralidad lingüística y cultural que traían los inmigrantes que bajaron de los barcos.

Bibliografía REFERENCIAS SCHULTE, Rainer (1997): “Prólogo”, en: Bradford, Lisa (comp.): Traducción como cultura. Rosario, Argentina: Beatriz Viterbo. TOURY, Gideon (s. a.): “Utilización de las traducciones ficticias para acelerar cambios culturales”. Trad. Raquel Merino. .

FUENTES BERDIALES, Germán/INCHAUSPE, Pedro (1921): “Corazón. Adaptación escénica al ambiente nacional del libro de E. de Amicis”, en: El Monitor de la Educación Común 586, año xl, tomo lxxix, 56- 61. — (1934): “Corazón”, en: Berdiales, Germán: Las fiestas de mi escuelita. Para la escena y el aula. Pról. Víctor Mercante. Buenos Aires: Kapelusz, s/r. DE AMICIS, Edmundo (1937): Corazón. Trad y adapt. Germán Berdiales y Fernando Tognetti. Pról. Rafael A. Arrieta. Buenos Aires: Anaconda. ESTRADA, Tomás de E. (1936): Lecturas argentinas. Para uso de las escuelas y colegios de la República. Buenos Aires: Ángel Estrada. FERNÁNDEZ ALONSO, Eloy (1931): El argentino. Buenos Aires: Kapelusz. FERREYRA, Andrés (1905): Aventuras de un niño. Libro primero. Buenos Aires: Ángel Estrada. — (1917): Mi patria. Buenos Aires: Ángel Estrada. GARRIDO DE LA PEÑA, Carlota (31919): Corazón argentino. Diario de un niño (corregido y aumentado). Buenos Aires: Cabaut. LENNS, Gustavo R. (1922): Patria y belleza. Libro de lectura. Buenos Aires: Imprenta, Litografía y Encuad. Guillermo Kraft. PIZZURNO, Pablo (1901): El libro del escolar. Segundo libro para niños de 8 a 10 años de edad. Buenos Aires: Aquilino Fernández. — (1908): “La educación patriótica. Instrucciones al personal docente”, en: El Monitor de la Educación Común 426, serie 2ª, 46, año xxviii, tomo xxxvi. VERA BURGOS, Isidoro (1932): Corazón (diario de un niño argentino). Adaptación de la célebre obra de Edmundo De Amicis. Buenos Aires: Cabaut.

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III. REPRESENTACIONES DEL ESPAÑOL RIOPLATENSE

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LAS IDEAS LINGÜÍSTICAS DE J. B. ALBERDI EN UNA SELECCIÓN DE ESCRITOS DE JUVENTUD Y MADUREZ GUIOMAR E. CIAPUSCIO/CARLA F. MIOTTO

0. Introducción Este trabajo se centra en una selección de diversos textos escritos por J. B. Alberdi, uno de los representantes de la Generación Romántica del 37, que tuvo un papel protagónico en las reflexiones y debates sobre la lengua española y la formación del español americano durante el siglo XIX. La postura lingüística de la influyente generación romántica es uno de los factores sociopolíticos e ideológicos decisivos que posibilitan y explican la delimitación de la variedad rioplatense del español, que, como es sabido, muy tempranamente se distinguió de manera ostensiva de la variante peninsular, y por ello dio lugar a numerosas e interesantes polémicas (Rosenblat 1960; Caballero Wanguemert 1992; Blanco de Margo 1991). Si bien las posiciones sobre la lengua de la Generación Romántica han sido comentadas y analizadas en distintos tipos de estudios (sociológicos, literarios, historia de las ideas, etc.), contamos con escasos estudios lingüísticos de los textos que produjeron los románticos. Aquí nos proponemos examinar las ideas lingüísticas de J. B. Alberdi, expresadas en escritos seleccionados de su juventud y su madurez, poniendo el foco en la postulación y elaboración de un nuevo estilo, que se enraíza, fundamentalmente, en tradiciones discursivas académico-políticas y literarias de los románticos franceses. Este nuevo estilo suele ser caracterizado en los textos de nuestro corpus mediante representaciones contrastivas de rasgos estilísticos y lingüísticos que se atribuyen a las distintas lenguas y a las distintas variedades del español (peninsular y americana). Nuestro objetivo es, en primer lugar, indagar en la concepción de la lengua –en tanto facultad y potencialidad humana común– y de las lenguas individuales que los textos de Alberdi construyen mediante un variado y rico tejido de campos metafóricos, insertándola en el marco del proyecto político y cultural de nación que proponían los intelectuales de la Joven Generación Argentina; en segundo lugar, y en relación con lo anterior, analizaremos las valoraciones de las distintas lenguas y variedades lingüísticas que realiza este autor en sus diferentes escritos, con el propósito de configurar un ideal lingüístico, a la par de un ideal

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de nación; por último, pondremos en relación los puntos anteriores con las diversas expresiones denominativas que emplea Alberdi en sus textos para referirse a las entidades lingüísticas que considera y discute.

1. Aspectos teórico-metodológicos En este trabajo nos proponemos estudiar las ideologías lingüísticas que sostienen los textos del corpus, entendiendo por estas “una visión de la configuración lingüística de una comunidad concreta, así como los razonamientos que, primero, producen esa visión, y segundo, justifican su valor” (Del Valle/Gabriel-Stheeman 2004: 31), y su vinculación con el particular contexto histórico-político en que dichos textos fueron producidos. Las ideologías lingüísticas se vehiculizan en y a través de la lengua; por lo tanto para nuestro análisis articularemos dos enfoques que juzgamos complementarios y apropiados para nuestros objetivos. Por un lado, recurriremos a algunas ideas de la teoría del formular (Antos 1982; Gülich/Kotschi 1995); ellas nos servirán de marco general para analizar cómo se construye en nuestro corpus el ideal lingüístico del español americano. El nivel de la formulación es un aspecto específico de la estructura accional de los textos y refiere al trabajo de composición textual de los hablantes/escritores orientado a la comunicación exitosa. Elisabeth Gülich y Thomas Kotschi han estudiado los tipos de actividades de producción de discurso, y dentro de ellos, un tipo de actividad específica, a saber, las acciones de calificación metadiscursiva.1 Durante la producción, el hablante ejerce y explicita el control o monitoreo sobre su texto, y alude de manera indirecta, mediante calificaciones, a una norma implícita, referida a la adecuación de la expresión calificada en cuanto a su contenido, a su forma o a sus condiciones de uso en la situación dada. Las lenguas disponen de amplios inventarios de formas lingüísticas especializadas en comentar expresiones y textos (por ejemplo, brillante, completo, cacofónico, confuso, preciso, agresivo, claro, elegante, incisivo, polémico, etc.); esos recursos formales pueden ordenarse en dimensiones de valoración (Antos 1982: 65) que se orientan en las conocidas máximas comunicativas de Grice (1975). Extendemos aquí estas ideas y consideramos que ese repertorio de formas que pueden comentar y valorar expresiones o textos se emplean en nuestro corpus para comentar y valorar lenguas (el francés, el español) y variedades lingüísticas (el español “clásico” –peninsular–, la variedad americana, etc.). Las dimensiones de valoración pertinentes para nuestro análisis

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Kotschi (1986); Gülich/Kotschi (1995) y para el español Ciapuscio (2007).

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son la dimensión de relevancia (“Be relevant” y “Be brief”), la dimensión de verdad o adecuación al objeto de referencia (“Be true”), la dimensión de comprensibilidad (“Avoid obscurity of expression”, “Avoid ambiguity”) y la dimensión estética. Por otro lado, analizaremos desde el punto de vista léxico-semántico las denominaciones que emplea este intelectual para referirse a las distintas realidades lingüísticas sometidas a elaboración: lengua, lenguaje, idioma, estilo, castellano, español, etc., dado que la elección de una determinada denominación no es una decisión irrelevante o menor, y, menos aún, en escritos como los analizados, que poseen un alto contenido ideológico-político. En este sentido, coincidimos con M. Sztrum en que “[...] nombrar, dar una categoría y un nombre a una determinada variedad lingüística (‘idioma’, ‘lengua’, ‘dialecto’, ‘habla’, ‘español’, ‘castellano’, ‘idioma nacional’, ‘idioma de los argentinos’, etc.) no es sola ni necesariamente una operación de adecuación de una palabra más o menos técnica a una realidad lingüística preexistente y objetiva, sino que contribuye también frecuentemente, con la fuerza de los performativos, a constituir esa realidad en su vida social” (1991: 68).

2. La Generación del 37 La Generación del 37, de la que Alberdi es un conspicuo representante, entra en escena en una época marcada por la lucha por la consolidación nacional, para concluir la obra que los hombres de Mayo habían iniciado con las armas. La emancipación política de España, gestada en la revolución de 1810, debía ser completada por medio de la independencia cultural. Esta era, precisamente, la tarea que se proponían los jóvenes de la Generación del 37, y así lo enuncia Alberdi en uno de sus escritos publicados en 1838 en El iniciador: La revolución estallada, o consumada más bien, en la lengua que habla nuestro país es una faz nueva de la revolución social de 1810, que la sigue por una lógica indestructible […] (Em2 224).

El arduo proceso de búsqueda de una identidad nacional se fundó en un gesto de unánime rechazo hacia la herencia hispánica, que puede leerse en los discursos pronunciados en la inauguración del “Salón Literario”, institución que, fundada el mismo año que da nombre a esta generación de intelectuales a instancias del bibliófilo Marcos Sastre, constituye un hito en la historia argentina a pesar de

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Las abreviaturas de los textos citados pueden consultarse en el apartado de Bibliografía.

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su breve existencia.3. Esta bandera antihispanista es izada en las palabras de Sastre, quien sostiene que “nada sublime, nada grande, nada importante, se ve resaltar en todo el campo de los trabajos de la inteligencia española” (Weinberg [1958] 1977: 129). El imaginario de España que estos jóvenes románticos configuran a través de sus escritos constituye una muestra del “cisma cultural” producido en el marco de los procesos de independencia de las antiguas colonias españolas del que hablan Del Valle y Gabriel-Stheeman (2004). Félix Weinberg, en su introducción a la selección de escritos producidos en el marco del Salón Literario, sintetiza el planteo de esta organización en cinco puntos: “1º estructuración de una cultura nacional; 2º difusión democrática y popular de los bienes intelectuales; 3º conocimiento y estudio de la realidad social y material del país; 4º integración realista con el movimiento de ideas y tendencias renovadoras vigentes en el mundo; y 5º enfrentamiento activo de las tradiciones retrógradas” ([1958] 1977: 60). En este contexto programático, la literatura cobró una importancia fundamental en tanto vehículo de transmisión ideológica, como instrumento de intervención sobre esa realidad que se intentaba transformar (cfr. Myers 2003; Altamirano/Sarlo 1997). La conformación de una literatura argentina estuvo unida de manera indisoluble a la cuestión lingüística. La lengua constituía un ámbito reivindicatorio de la soberanía nacional: la producción literaria debía reposar en un instrumento lingüístico propio, diferenciado del heredado de la antigua metrópoli, y este distanciamiento se concretaba a partir de un acercamiento al nuevo punto de mira de la Joven Generación Argentina, al modelo fundamentalmente francés que se erigía como desiderátum para la nación que se estaba consolidando. Así, esta clausura de lo español implicaba la apertura al neologismo, al galicismo, a la movilidad de la lengua, que permitía, a su vez, la importación cultural de los modelos europeos no hispánicos. En este contexto, tal como observan Del Valle y Gabriel-Stheeman, “la presencia de otras lenguas y de otros usos lingüísticos en el territorio nacional no se percibía como una amenaza sino como una situación natural (motivo incluso de orgullo) que, de un modo igualmente natural, se iría modificando según los duros dictados de las leyes del progreso” (2004: 19). A esta época corresponden “Doble armonía entre el objeto de esta institución, con una exigencia de nuestro desarrollo social; y de esta exigencia con otra general del espíritu humano”, uno de los discursos inaugurales del Salón Literario, el Fragmento preliminar al estudio del derecho (1837) y los artículos de La Moda y El Iniciador, que Alberdi firmó bajo el seudónimo de Figarillo.

3 En mayo de 1838, menos de un año después de su inauguración, el “Salón Literario” era conminado por el Gobierno rosista a cerrar sus puertas.

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Las ideas en torno a la lengua que se esbozan en los textos que abordaremos en este trabajo forman parte del proceso denominado por Rama (1982) “batalla del idioma”, que enfrenta a dos proyectos: el hispanista, vinculado con la necesidad de España de mantener el control sobre la lengua, y el de los intelectuales de las jóvenes naciones latinoamericanas, que, como anticipamos en los párrafos anteriores, buscaban emanciparse también lingüísticamente de la ex metrópoli, como parte esencial del proyecto político.4 A continuación analizaremos las posiciones de Alberdi respecto de la lengua y, en particular, del español, siguiendo un orden diacrónico, desde los textos de juventud hasta los escritos de madurez, representados paradigmáticamente en la carta de respuesta a su nombramiento como miembro correspondiente de la Academia Española.

3. El proyecto lingüístico de los Románticos del Salón Literario Alberdi presenta en sus escritos de juventud una posición distante y crítica respecto de la lengua de España, y postula la necesidad de contar con una lengua nacional, orientada, en las formas y en el estilo, a las lenguas europeas, especialmente, a la francesa. La argumentación a favor de una lengua distinta se articula y sustenta en la convicción de que hay una relación intrínseca entre lengua y pensamiento, y por lo tanto, entre lengua y realidad histórica, social, cultural y económica del pueblo que la habla, tal como corresponde al ideario romántico. En este sentido, la ideología lingüística se fundamenta con una estrategia que corresponde a lo que Irvine y Gal (2000) han llamado iconización, que consiste en la transformación de la relación semiótica entre determinados rasgos lingüísticos (o variedades lingüísticas) y las imágenes sociales con las cuales están vinculadas: así los rasgos lingüísticos que distinguen grupos sociales o actividades serían representaciones icónicas de estos, de su esencia o su naturaleza (cfr. Del Valle/Stheeman 2004: 30). El discurso inaugural de Alberdi en el Salón Literario (“Doble armonía...”) no presenta enunciados referidos específicamente a la cuestión lingüística; sin embargo, es utilizado, paradójicamente, como blanco de ataque a las posiciones románticas por Florencio Varela. Se trata de un texto que se caracteriza por un

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Como afirma Ennis (2008: 114), el cambio lingüístico que propugna la joven Generación Romántica y, en particular, Alberdi, tiene un carácter eminentemente político; no se trata de un problema formal –expresivo– sino que primariamente es un asunto de jurisdicciones políticas que implica secundariamente cambios en el léxico, la sintaxis o la fonología.

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estilo cargado, profuso en imágenes y metáforas convencionales, por una sintaxis excesivamente imbricada; en suma, unos rasgos opuestos a las proclamas alberdianas sobre el nuevo estilo americano. Incluso, el mismo Alberdi incluye allí una advertencia inicial, que anticipa la posibilidad de cierta oscuridad de contenidos justificada en la necesaria “concisión” del tipo de texto. En el Fragmento preliminar al estudio del derecho (1838), que exhibe un notorio cambio de estilo respecto del texto anterior, Alberdi expresa y fundamenta sus ideas centrales respecto de la lengua española y americana, y enuncia el programa de construcción del español americano. En los tramos iniciales, presenta bajo la forma de autodefensa anticipada su decisión de no “escribir a la española” o de no “escribir un español castizo y neto”: [...] decir la verdad con candor y buena fe ha sido todo su cuidado; [el autor] ha creído tan injusto imponerse la obligación de escribir a la española, como vestir y proceder en todo a la española en desprecio del espíritu de su nación [...]. Si la lengua no es otra cosa que una faz del pensamiento, la nuestra pide una armonía íntima con nuestro pensamiento americano, más simpático mil veces con el movimiento rápido y directo del pensamiento francés, que no con los eternos contorneos del pensamiento español5 (Fr 18).

Encontramos aquí también su tesis sobre la indisolubilidad de lengua y pensamiento, y las calificaciones (de una y otra forma de pensamiento y, por implicación, de una y otra lengua), que van construyendo en este y otros textos unas representaciones antagónicas, en términos de atributos positivos y negativos que conciernen a distintas dimensiones de valoración, y que, en todos los casos, constituyen discursivamente un ideal de lengua, al que el español americano debe acercarse de manera progresiva. Las valoraciones de esa lengua ideal, atañen en este texto, principalmente a la dimensión retórico-accional:6 ¿Tu lenguaje penetra, convence, ilumina, arrastra, conquista? Pues es puro, es correcto, es castizo, es todo. La legitimidad de un idioma no viene ni puede venir sino del pleno desempeño de su misión (19).

En el Fragmento preliminar... se expresa el convencimiento de que la lengua de los argentinos es otra, distinta de la lengua española:7 5

Las cursivas de los fragmentos citados son nuestras. Si bien Antos (1982) no menciona esta dimensión, creemos pertinente designar una categoría que contemple aquellas valoraciones que apuntan a la efectividad del discurso. 7 También E. Echeverría, “la lengua argentina no es la lengua española” (citado en Rosenblat 1960: 558). 6

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La lengua argentina no es la lengua española: es hija de la lengua española, como la nación argentina es hija de la nación española, sin ser por eso la nación española. Una lengua es una facultad inherente a la personalidad de cada nación, y no puede haber identidad de lenguas, porque Dios no se plagia en la creación de naciones (19).

La aspiración de emancipación de la lengua americana respecto de la lengua española no es más que una faz de la emancipación nacional; tal emancipación se presenta, sin embargo, con realismo, como una tarea por realizar, en la que se incluye la necesidad de una academia americana que represente y guíe al legislador nato de la lengua: el pueblo argentino.8 La iconización, que equipara la variedad lingüística con la comunidad lingüística que la emplea, es nítida en los escritos de juventud: así, la “pulcritud clásica de estilo” o “clasicismo de estilo”, cualidad que Alberdi asocia al “español neto”, es un rasgo típico de sistemas de gobierno despóticos; los americanos, en cambio, son caracterizados como “pobres demócratas”, actores de sistemas representativos, en los que los escritores hablan por la boca del pueblo: [...] el pueblo es demasiado grave y demasiado sencillo para cuidarse de los frívolos ornamentos del estilo: busca el fondo de las cosas, y desdeña las frases y las palabras (19). Una juventud independiente y ávida de progreso, acaba de comprender que el castellano de Madrid no será jamás el castellano de Buenos Aires. Pueblos tan diferentes no podrán hablar un mismo idioma [...]. La lengua de un pueblo es el reflejo de su historia, gobierno, clima, costumbres y carácter (AA 208).

El nuevo “estilo” del español americano y argentino se define a partir de su escaso interés por la forma –incluso por su desdén–, concebida en términos de puro “ornamento”, y por su concentración en el contenido, en la profundidad y novedad de lo que se comunica. Así, la caracterización de su propio escrito refleja los atributos positivos de esta nueva forma americana: Lo que sobre todo caracteriza este escrito es el movimiento independiente y libre de una inteligencia joven que procura darse cuenta de sus creencias. El autor tiene, por fortuna, la conciencia de sus numerosas faltas de estilo, de composición, de razonamiento, de método; y esta conciencia lo consuela, porque la reputa una garantía de un progreso nuevo. Es, más que todo, este Fragmento, un sacudimiento violento y

8

“La lengua americana necesita, pues, constituirse, y para ello, necesita de un cuerpo que represente al pueblo americano, una academia americana [...]. El pueblo fija la lengua, como fija la ley; y en este punto, ser independiente, ser soberano, es no recibir su lengua sino de sí propio, como en política es no recibir leyes sino de sí propio” (Fr 19).

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oportuno a los espíritus jóvenes, que parecían sumergidos en una profunda y deplorable apatía (Fr 21).

La consecución de sus propósitos político-ideológicos, dirigidos principalmente a construir una nación independiente política, cultural y económicamente, explican, pues, su posición independentista y crítica de la lengua española para América. La elaboración y la fundamentación de estas ideas, sin embargo, conducen a Alberdi a profundizar en la argumentación lingüística. En el texto “Emancipación de la lengua” expone con claridad y extensión sus ideas lingüísticas de base, que evocan el ideario de los lingüistas comparatistas (como los hermanos Schlegel) y de los primeros románticos del siglo XIX. A lo largo de sus escritos recurre a argumentaciones sustentadas en la imagen de las lenguas como “entidades vitales”, “organismos”, en la existencia de una gramática filosófica universal, base común de las lenguas nacionales (concebidas como sus dialectos) y, esencialmente, en la inseparabilidad de lengua y pensamiento. Su ideario lingüístico refleja con nitidez las ideas de W. Humboldt y, en general, las concepciones de la lingüística de la primera mitad del siglo XIX: el lenguaje es una propiedad innata del espíritu humano, “la lengua es el órgano que forma el pensamiento”.9 Son estas convicciones profundas que se expresan de distintos modos en los textos de su producción. Véase el siguiente fragmento: El entendimiento es uno en sus leyes, como en su sustancia: la gramática es una, como la lógica es una: la lengua, pues, no es menos una. Lo que llamamos diversas lenguas no son sino diversos dialectos de una sola lengua filosófica. Hay, pues, un progreso gramatical filosófico que es común a todas las lenguas, que tiene por objeto conquistar para la emisión del pensamiento una forma cada día más simple, más exacta, más breve, más elegante [...]10 (Em 228).

Las lenguas son “organismos”, que nacen y se desarrollan (progresan): son entidades dinámicas, en camino de la perfección del pensamiento, perfección que se reflejará también en la lengua:

9 Mounin (1989: 197 y ss.): “eine innere Kraft”, “Die Sprache ist das bildende Organ des Gedanken”. 10 También en “Evoluciones...” Alberdi presenta su convicción respecto de una gramática filosófica común, que se realiza de distinto modo en las distintas lenguas nacionales: “Todos los idiomas tienen una comun gramática filosófica y en todas ellas se realiza el principio de que el arte de hablar y escribir estriba y depende del arte de pensar, de observar, de razonar. La Nación que más ha pensado, observado, aprendido; la que más ha progresado en las ciencias, será naturalmente la que mejor escriba y hable, ó la que escriba y hable un idioma mas lógico, claro, exacto, rico en vocablos como en conceptos y giros, mas persuasivo y convincente” (193).

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La lengua, lo hemos dicho ya, es una faz del pensamiento: perfeccionar una lengua, es perfeccionar el pensamiento, y recíprocamente: imitar una lengua perfecta, es imitar un pensamiento perfecto, es adquirir lógica, orden, claridad, laconismo, es perfeccionar nuestro pensamiento mismo (229).

La separación entre una lengua universal del pensamiento y las diversas lenguas como dialectos más o menos imperfectos de aquella, le permiten postular la existencia de una jerarquía de lenguas, definida en términos de su mayor cercanía a la lógica del pensamiento (a la perfección); así, se presenta y defiende la idea de que el francés es la lengua más “perfecta”11 –y, en menor medida, el inglés–. Esa supremacía se suele expresar también mediante metáforas de personificación, que atribuyen “edades” a las naciones y, consiguientemente, a sus lenguas: España difiere de la Francia, porque ella es niña, y la Francia adulta. Y la mayor diferencia entre la lengua española y la lengua francesa no resulta sino del progreso mayor del espíritu humano en Francia que en España (228).

El progreso “gramatical-filosófico” es una meta común de las lenguas; sin embargo, algunas lenguas están más avanzadas que otras en la búsqueda de la perfección, que se explica bajo la forma de atributos netamente lingüísticos, cuya posesión implica directamente la mayor cercanía a la perfección filosófica: [...] conquistar para la emisión del pensamiento una forma cada día más simple, más exacta, más breve, más elegante. Tales son el origen y carácter de la forma actual de la lengua francesa. Es una lengua de la mayor perfección filosófica, y de una perfección a que todas las lenguas tienen el mismo derecho que ella [...] (229).

Por lo tanto, la imitación de las formas francesas tiene una fundamentación profunda y contundente: acercarse a la perfección de la propia lengua. Sin embargo, esa imitación debe ser reflexiva y fundada: [...] imitar un pensamiento perfecto es adquirir lógica, orden, claridad, laconismo, es perfeccionar nuestro pensamiento mismo. Tal es lo que a nuestro ver sucede con nuestras imitaciones francesas. Es, pues, claro que son útiles, cuando son practicadas con discernimiento, por razón de mejora, de claridad, de concisión, y no por motivo de capricho, por afectación. Conviene aceptar cuanto nos ofrece de perfecto, cuidando de no importar aquello que es peculiar del espíritu francés (229-230).

11 Como reseña Ennis (2008: 115) esta idea fue divulgada esencialmente por el Iluminismo y, especialmente, por Voltaire, quien postuló al francés como “lengua perfecta”.

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¿Cuáles son las cualidades que se atribuyen a la variante peninsular y a la variante americana (“en construcción”)? Como ya dijimos, las valoraciones que recibe la variante peninsular –a la que denomina alternativamente “español castizo”, “español neto”, la “lengua neta de España”– cambian sensiblemente a medida que el filósofo madura. En sus obras de juventud, es despiadado. Los rasgos lingüísticos de la variable peninsular pertenecen al campo de las lenguas muertas (esencialmente, el latín), a lo retrógrado, anticuado, inverso, antinatural. Por el contrario, las características lingüísticas del francés –y los usos del español americano que se inspiran en esta lengua– corresponden al campo de las lenguas vivas, de lo nuevo, de lo natural. Un escrito periodístico de juventud, firmado con el seudónimo de Figarillo,12 es particularmente elocuente respecto de las posiciones juveniles de Alberdi sobre la lengua de España. Emulando una situación de clase, el escritor pone en escena, mediante el recurso permanente a la ironía, los dos discursos que, como vimos, se enfrentan en las disputas lingüísticas de la época, el purista y el antihispanista: Calaveras: Voy a principiar por enseñaros a hablar, porque ni eso sabéis. Vos no habláis la lengua castellana, sino la lengua que os da la gana; y entre nosotros no hablar la lengua castellana es no hablar ninguna lengua (En 218).

Realiza en este texto una caracterización contrastiva del español castizo y el francés, al que la variedad americana se aproxima, presentando rasgos lingüísticos referidos a las dimensiones fonética, ortográfica, sintáctica y léxica. En cuanto a la fonética, Figarillo ironiza acerca de la gravedad de confundir la s con la z o la b con la v, realizaciones fonéticas propias de la variedad americana ya consolidadas. La sintaxis –específicamente, el orden de las palabras y los clíticos– recibe una atención pormenorizada: Otro gran secreto del español castizo está hoy día en la sintaxis. Nacida del latín, debe parecerse siempre a su padre; debe mantener una sintaxis inversa, diametralmente inversa de la de las lenguas vivas, aunque hayan seguido estas una marcha más natural en su formación. Por punto general, una lengua, como una nación, no debe parecerse a otra jamás. Sobre todo, el español debe huir cielos y tierra de parecerse al francés. Cuando el francés da a su lengua una construcción natural y sencilla, nosotros debemos adoptar lo contrario, porque si seguimos el mismo orden, se nos dirá que cometemos un galicismo, es decir, un delito de lesa España [...]. Así cuando el francés dice: lo he visto, el español debe decir helo visto; dice el francés: esto me parece claro, diga el español: paréceme claro esto; dice el francés, como nosotros, es cosa linda, diga el español: linda cosa es (221).

12

“Enseñanza del idioma. Profesor: el señor Figarillo” ([1838] 1986a).

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Alberdi toma partido por las formas sintácticas nuevas pero ya generales, que siguen el orden sujeto-verbo-objeto para el esquema oracional y sustantivo-adjetivo en el sintagma nominal, un orden de palabras “sencillo”, “natural”, que atribuye a las lenguas vivas y, en especial, al francés, en contra de las inversiones muchas veces preferidas por escritores españoles, herederas del latín. En la misma línea, Alberdi defiende la anteposición de los pronombres átonos a las formas verbales de las que dependen (me parece, lo he visto), que ya es de uso general en América –y en España– en el siglo XVII (véase Fontanella de Weinberg 1992: 77 y ss.), pero que los puristas todavía rechazan en sus escritos y comentarios de estilo. Empleando el mismo campo metafórico opositivo –lenguas muertas vs. lenguas vivas–, evalúa de manera negativa las preferencias léxicas del español “neto”: Otro carácter del español neto está en el uso de las voces no usadas y anticuadas: porque ya se sabe, el españolismo es lo anticuado, lo desusado, lo exhumado, lo que está muerto para todo el mundo. Así no se ha de decir: esto me toca, sino esto me tañe: me gusta, sino me peta; una vez que otra, sino de vez en cuando; fijar la atención, sino parar mientes (222).

El enunciado siguiente sintetiza con contundencia su posición: Todo lo que es racional y lógico es galicismo. Todo lo que es irracional e inverso es españolismo (223).

En el escrito “Emancipación de la lengua”, como vimos arriba, en la contraposición del español como lengua menos perfecta y el francés como más cercana a la perfección, encontramos calificaciones que conciernen principalmente al estilo: “la difusión y verbosidad de la lengua española”; “el mérito pobre y estrecho de escribir español castizo”; en cambio, se refiere al francés a través de los siguientes enunciados: “la forma exacta y económica”, “lógica, orden, claridad, laconismo”, “claridad, de concisión”. El español americano es un nuevo estilo cuyo modelo son, fundamentalmente, los textos de los pensadores franceses contemporáneos: Escribir claro, profundo, fuerte, simpático, magnético, es lo que importa, y la juventud se va portando. Ya no hay casi un solo joven de talento que no posea el instinto del nuevo estilo y le realice de un modo que no haga esperar que pronto será fami liar en nuestra patria el lenguaje de Lerminier, Hugo, Carrel, Didier, Fortoul, Leroux (Em 230-231).

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4. Continuidades y discontinuidades en las ideas lingüísticas de los textos de madurez La actitud alberdiana hacia el español peninsular cambia explícitamente en su madurez: no solo la larga experiencia de exilio europeo sino también y, especialmente, los cambios fundamentales en el contexto socio-político argentino, durante el periodo que ha sido descripto como “La República: estabilización política y cambio económicosocial” (véase J. L. Romero 1996 [1977]), explican su posición más moderada respecto de la variante peninsular, que ya no representa, como ícono de la autoridad española, una amenaza para la emancipación política. En “Mi vida privada, que se pasa toda en la República argentina”, Alberdi recuerda de manera crítica su posición antiespañola: Mi preocupación de ese tiempo contra todo lo que era español, me enemistaba con la lengua misma castellana, sobre todo con la más pura y clásica, que me era insoportable por lo difusa. Falto de cultura literaria, no tenía el tacto ni el sentido de su belleza. No hace sinó13 muy poco, que me he dado cuenta de la suma elegancia y cultísimo lenguaje de Cervantes (VP 295).

Especialmente representativa del cambio de actitud ante la lengua española es la carta-ensayo “Evoluciones de la lengua castellana”, texto interesantísimo y pleno de voces y referencias intertextuales a la cuestión de la lengua, en el que acepta el diploma de académico correspondiente que le había otorgado la Academia Española. Alberdi estructura su texto a partir de la afirmación de que dos leyes, “peculiares al hombre, gobiernan el desarrollo natural de todo idioma: el neologismo y el arcaismo”. Ambas leyes le permitirán desgranar una argumentación que, por un lado, concede relevancia y jerarquía a la labor de la Academia Española, y que, además, le permite valorar positivamente la variedad peninsular a partir de dos cualidades (purismo y elegancia); por el otro, posibilita la defensa de la presencia de “extranjeros” como él en la Academia, que permitirán el enriquecimiento de la lengua, a través de la incorporación de las novedades y los cambios.14 En este escrito, en el que explícitamente se distancia de posiciones anteriores,15 aparece otra metáfora presente en el pensamiento alberdiano, que 13

Hemos respetado la ortografía y la puntuación de las ediciones utilizadas. “Aunque la pureza y fijeza sean las calidades del idioma que más cuida la Academia, no por eso puede descuidar otras no menos esenciales á un idioma culto, como son la claridad, la concision, la precision, la adquisición de nuevas voces y giros, y es esto cabalmente lo que hace el objeto del trabajo de colaboración del correspondiente extranjero” (Ev 189). 15 “[…] yo mismo he tenido esas ideas desde hace mucho tiempo, y están consignadas con una exageración en que no persisto, en escritos mios conocidos en el Plata” (Ev 182). 14

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permite fundamentar la aceptación del neologismo: las lenguas son caminos, vías, rutas: Pero los ingleses no tienen razón. Ellos, que se asocian para todo, por qué no harían sociedades para cultivar las lenguas, que son las rutas del pensamiento? Ellos, que tanto cuidado se dan por la mejora de las vías de comunicación, por asociaciones de ingenieros y de capitalistas, dejarían excluidas de esos cuidados á la vía de comunicación de las almas, de las voluntades y de los entendimientos? (Ev 201).

En este texto se encuentran valoraciones de la lengua peninsular, que contrastan de manera evidente con sus posiciones juveniles: [...] no creo que con su elección espere convertirme en hablista perfecto de la bella lengua, que los americanos no hablamos ni podemos hablar como los españoles de las Castillas (188). Una conquista gramatical es como una conquista amorosa; puramente platónica y abstracta cuando menos. Ojalá en este sentido pudiera España conquistarnos hasta hacer un hablista como Cervantes de cada Americano del Sud (190).

Purismo y elegancia son cualidades que el Alberdi maduro reconoce a la variante peninsular; sin embargo, esas cualidades están en tensión con el carácter eminentemente dinámico, revolucionario y orientado al cambio y progreso del contexto sociopolítico, económico y cultural de la Nación. Por cierto, para Alberdi, la ecuación entre prestigio y poder de la lengua y grado de progreso nacional de la comunidad que la emplea es explicativa de la fuerte penetración en el Río de la Plata de las lenguas del comercio y la tecnología, de la cultura (inglés y francés), pero también, por otro lado, de la dificultad de sustentar posiciones puristas estrechas para la lengua española en el contexto de la construcción del proyecto argentino y americano. El avance científico-tecnológico y los intercambios comerciales acercan a las naciones –y, por tanto, a las lenguas– no son compatibles con el purismo lingüístico y explican la necesidad y aceptación del neologismo. La elegancia de la lengua –segunda cualidad atribuida a la variante peninsular– también es una cualidad relativa y variable, dependiente del grado de progreso y prestigio de la comunidad que la hable: Para dar la ley en elegancia, es preciso tener el cetro de la moda, del buen gusto en la sociedad de las naciones; es decir, una grande y soberana posición internacional [...]. La elegancia es un fenómeno estético, sujeto á las leyes misteriosas y caprichosas del gusto, es decir, del antojo (Ev 196-197).

En cuanto a sus ideas sobre la lengua, se observa una fuerte coherencia con sus posiciones juveniles; la indisolubilidad entre pensamiento y lengua, entre

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progreso científico cultural y lengua siguen siendo los topoi de la madurez. Así también, las características del idioma ideal: La nación que más ha pensado, observado, aprendido; la que más ha progresado en las ciencias será, naturalmente la que mejor escriba y hable, ó la que escriba y hable un idioma más lógico, claro, exacto, rico en vocablos como en conceptos y giros, más persuasivo y más convincente (193).

Lógico, claro, exacto, rico en vocablos y giros; un estilo persuasivo y convincente son los atributos ideales de una lengua dada: los estándares y cualidades de la lengua perfecta –o las lenguas más perfectas– siguen siendo las enunciadas en la juventud, aunque ahora no se adscriben a ninguna lengua particular: Pero la principal calidad en que consiste la perfeccion de la lengua es su claridad, su concision y laconismo, su precision, en cuyas ventajas soberanas se convierten y resuelven las de pureza y elegancia. La pureza y la elegancia son preciosas porque ellas evitan la confusion, la oscuridad, la difusion. Ser elegante, es ser corto y breve, sin ser oscuro (202).

No hay ya mención del francés como lengua más cercana a la perfección y esto puede interpretarse como un distanciamiento respecto de las diatribas juveniles contra el español clásico, constituido como el antagonista de la perfección lingüística representada por aquella lengua. En este fragmento, altamente elocuente de la posición del Alberdi maduro, con la experiencia y el roce de largos años de exilio europeo, encontramos una descripción de la lengua ideal, que contiene las cualidades positivas consecuentemente postuladas a lo largo de su vida, pero también las que reconoce ahora a la variante peninsular: pureza y elegancia. Estas últimas cualidades, sin embargo, están inteligentemente restringidas: son positivas si evitan la confusión, la oscuridad, la difusión; para ser elegante es preciso ser breve, sin ser oscuro. De este modo, “Evoluciones…” constituye una síntesis de madurez en la que observamos que, si bien persisten en alguna medida ciertas convicciones político-ideológicas y lingüísticas presentes ya en los escritos de juventud de Alberdi, es evidente el cambio en la valoración del español peninsular, una posición mucho más mesurada respecto del ideal de lengua y la ausencia de toda mención a la supremacía del francés.

5. El problema denominativo: ¿lengua, idioma, dialecto, estilo? A lo largo de los textos estudiados, observamos un alto grado de variabilidad en las expresiones utilizadas por Alberdi para referirse a las entidades lingüísticas y

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a la variedad del español, que presenta distintos alcances geográficos –rioplatense, argentina, americana–. Esta oscilación, a primera vista azarosa y asistemática, esconde, no obstante, ciertas regularidades que intentaremos desvelar en este apartado.16 Para realizar este análisis hemos identificado y sistematizado las expresiones del corpus que refieren a la entidad lingüística considerada –“lengua”, “idioma”, “dialecto”, “estilo”–. En lo que respecta a las unidades léxicas más generales –lenguaje, idioma y lengua–, hemos registrado, en algunos de los escritos estudiados, un uso cuasisinonímico, como lo muestra el siguiente ejemplo: Toda Academia es por índole un poder conservador del lenguaje. Es el Senado del idioma. El pueblo, al contrario, gobernado por su instinto de cambios, modifica todos los dias la lengua de que se sirve, con su autoridad directa y soberana de legislador de sí mismo, en el idioma como en todo (Ev 184).

En ciertos contextos, sin embargo, estas unidades se asocian a otros significados. Por ejemplo, así como en el fragmento anterior lenguaje equivale a lengua e idioma, en determinadas ocasiones, su significado se puede asociar con estilo.17 En términos generales, observamos que el lexema lengua se asocia, en los escritos alberdianos, a dos categorías de distinta naturaleza: una que podríamos llamar filosófica (universal) y otra de carácter político-cultural. En el primer caso, la lengua es concebida como una entidad que trasciende las diferencias, que es común a todos los seres humanos en tanto es una “faz del pensamiento” (cfr. supra): Todos los idiomas tienen una comun gramática filosófica y en todas ellas se realiza el principio de que el arte de hablar y escribir, estriba y depende del arte de pensar, de observar, de razonar (Ev 193). 16 En este sentido, la literatura anterior ofrece consideraciones ligeramente diferentes respecto de este asunto. Así, Amado Alonso sostiene: “cuatro prohombres argentinos del siglo XIX, Echeverría, Alberdi, Sarmiento y Juan María Gutiérrez, predicaron, cada cual según su personalidad, el nacionalismo lingüístico. Y los cuatro llaman al idioma de la Argentina tantas veces español como castellano” (1938: 158). Ángela Di Tullio, en relación con el deseo de construcción de una nueva identidad cultural por parte de los románticos afirma que “la conciencia de una diferencia con el español peninsular reclamaba un reconocimiento, que se planteaba en términos de ruptura o de una forma diferente de pertenencia. Sin embargo, a pesar de que se reconocía la diferencia, no se atinaba a designarla –¿lengua, dialecto, estilo?–, ni a ponderarla –¿qué grado de variación puede soportar una lengua? o, en otros términos, ¿hasta qué punto la diferencia era compatible con la pertenencia?” (2006b: 544). 17 Este es, en efecto, el caso del siguiente fragmento, citado ya en el apartado 4: “¿Tu lenguaje penetra, convence, ilumina, arrastra, conquista?” (Fr 19).

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En el segundo caso, se trata del idioma nacional, del idioma que habla cada pueblo: Una lengua es una facultad inherente a la personalidad de cada nación (Fr 19). La lengua es de tal modo la obra inmediata y directa de la nacion, que ella constituye, en cierto modo, su mejor símbolo, y por eso es que los pueblos son clasificados por sus lenguas, en la geografía y en la estadística (DL 171). El estilo es el hombre, ha dicho un escritor de genio. La lengua es la nación, concluimos nosotros. La lengua de un pueblo es reflejo de su historia, gobierno, clima, co stumbres y carácter (AA 208).

A estas dos concepciones subyacen operaciones contrapuestas que desempeñan, a su vez, funciones argumentativas diversas pero complementarias. La primera corresponde a un gesto unificador, englobador, y su emergencia en los textos analizados está asociada a una “ideología del progreso” (cfr. López García 2007), que busca de manera enfática, tal como se mostró en los apartados anteriores, un acercamiento del español americano al francés, es decir, a la lengua considerada “más perfecta”. La segunda, por el contrario, destaca la diferencia y está ligada a la reivindicación emancipatoria de la exmetrópoli, al gesto de rechazo de España, de lo español, de la lengua española –responde a lo que López García denomina “ideología de la nación”–. Esta voluntad de diferenciación tuvo como correlato lógico la búsqueda de una nueva denominación que se ajustara con mayor exactitud a la realidad lingüística americana. En este punto, encontramos en los textos una gran proliferación de expresiones que intentan reflejar esta diferencia con distintos alcances, tal como veremos a continuación. El examen en conjunto de las distintas denominaciones, por otra parte, permite mostrar de manera clara el reposicionamiento de Alberdi en su madurez respecto de la cuestión idiomática, que se planteó ya en el apartado anterior. En los escritos juveniles, observamos una oscilación en el uso de expresiones denominativas –incluso dentro del mismo texto– que pone de manifiesto el carácter problemático del objeto que se pretende designar. En efecto, la variedad de sintagmas utilizados cubre realidades ontológicamente diversas: nuestra lengua, lengua argentina, lengua americana, castellano de Buenos Aires, castellano argentino, nuestro estilo, nuevo estilo. Este conjunto de expresiones muestra diferencias en dos dimensiones: por un lado, el grado de autonomía respecto del español peninsular de la entidad lingüística designada; por otro lado, su delimitación geográfica. Estas dos dimensiones se conjugan y condensan en la construcción misma de los sintagmas mencionados. En los tres primeros casos, el lexema lengua, asociado al segundo sentido observado –lengua nacional–, es precisado

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alternativamente mediante la especificación de un pronombre posesivo de primera persona del plural o a través de la modificación adjetival –argentina, americana–. En ellos observamos que, más allá del distinto alcance geográfico determinado por los gentilicios, se establece el grado máximo de autonomía respecto del español peninsular al darle el estatuto de lengua independiente –argentina, americana, no española– y propia –nuestra–. En los dos casos siguientes, el nombre castellano aparece modificado por un sintagma preposicional –de Buenos Aires– y, nuevamente, por el gentilicio argentino. La utilización misma de castellano supone un desplazamiento en la naturaleza del objeto designado: ya no se trata de una lengua propiamente dicha sino de una variedad dialectal dependiente de la peninsular. Aquí conviene recordar algo de lo que Amado Alonso sugiere en su ensayo Castellano, español, idioma nacional: la preferencia de castellano por sobre español obedece a “intereses patrióticos”, en tanto con el uso de castellano no se alude a ningún estado nacional constituido y con el de español sí18 (1938: 158). Por último, Alberdi se refiere a nuestro estilo y al nuevo estilo, categoría excesivamente vaga que parecería ubicarse en un plano más individual –según vimos en el fragmento del “Álbum alfabético” citado más arriba, el estilo es el hombre; la lengua es la nación–. Tal como sostiene Di Tullio (2006a), […] la identidad lingüística argentina se definía a partir de algunos rasgos: una lengua clara, comprensible para todos, cercana a la hablada, abierta a las nuevas ideas que aportaban los extranjerismos, pero también celosa de las voces patrimoniales. Alberdi define su proyecto de modernización de la vida cultural y democratización de la lengua escrita para hacerla comprensible a todos como emancipación de la lengua, pero lo precisa, con más realismo, como un nuevo paradigma retórico.19

En los textos de madurez, tal como anticipamos, va desapareciendo este ímpetu denominativo y solo encontramos las siguientes expresiones: lengua castellana en América; idioma español en Sud-América; el idioma castellano, que habla Sud-América, y su lengua en América. En los dos primeros casos, la construcción es similar: los nombres lengua e idioma –utilizados, como vimos, de manera prácticamente indiferenciada en los textos de Alberdi– presentan una doble modificación, mediante un adjetivo gentilicio –castellana y español– y un sintagma preposicional con significado locativo –en Sud-América y en América–. Parecería

18

Como se verá a continuación, no compartimos la visión de Amado Alonso, que sugiere que Alberdi utiliza de manera indistinta español y castellano para referirse al idioma argentino. 19 Texto disponible en http://congresosdelalengua.es/rosario/ponencias/aspectos/tullio_a. htm.

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tratarse, entonces, de acuerdo con esto, de una variedad subsidiaria del español peninsular. Si bien son expresiones que podrían interpretarse como equivalentes a las mencionadas antes –castellano de Buenos Aires, castellano argentino–, parecería resultar significativo el reemplazo del gentilicio o el sintagma preposicional con de por un sintagma preposicional con en. Por un lado, la presencia del lexema español en una expresión utilizada para designar la variedad americana –impensable, por lo demás, en los escritos tempranos del autor– constituye una muestra clara del distanciamiento de Alberdi de sus posturas juveniles más radicales20 y de la reconciliación –con algunas reservas– con lo hispánico, consumada mediante la aceptación de su nombramiento como miembro correspondiente de la Academia Española. En efecto, el contraste entre las denominaciones de los textos de la juventud y los textos tardíos, que se refleja, en este caso, en la presencia del lexema español, parecería señalar que, en los escritos alberdianos, no es indistinto el uso de este frente al de castellano (cfr. Amado Alonso 1938). Por otro lado, la sustitución del sintagma preposicional con de por un sintagma preposicional con en podría sugerir el abandono de la idea de una lengua propia. El matiz posesivo que parece desprenderse de la preposición de es desplazado mediante el uso de una construcción puramente locativa. La voluntad diferenciadora desaparece, tal como lo muestra la preferencia por un modificador apositivo en lugar de uno restrictivo en la tercera expresión citada –el idioma castellano, que habla Sud-América– y, de manera mucho más fuerte, el uso del pronombre posesivo de tercera persona que encontramos en la última –su lengua en América–.

6. Conclusiones A lo largo de este trabajo hemos visto las distintas posiciones asumidas en los textos analizados en relación con las polémicas en torno al idioma que recorren el siglo XIX y que se inscriben e intervienen de manera ostensible en el complejo proceso de consolidación nacional. En efecto, a las representaciones de la lengua que sostiene Alberdi subyace, como intentamos mostrar, un ideal de nación que se configura a partir del rechazo de lo español. La iconización constituye una estrategia retórica esencial en la legitimación de la posición antihispanista: la identificación del “decir castizo”, del “español neto” con una sociedad atrasada política y culturalmente da vía libre a las influencias lingüísticas europeas no hispánicas a través de las cuales se vislumbra la modernidad y el progreso. La estrecha relación que según este autor existe

20 Distanciamiento que el propio Alberdi hace explícito, como vimos en el apartado anterior, en “Mi vida privada, que se pasa toda en la República Argentina” (1900 [1887]).

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entre lengua y pensamiento es el pilar sobre el que descansa esa estrategia y uno de los argumentos principales para promover la conformación de un idioma nacional, orientado en los escritos de los pensadores y políticos franceses que conforman sus fuentes ideológicas y literarias, a los que dotan de unos rasgos ideales. Lo que se repite en estos textos no es, pues, la forma, el estilo, los contenidos, sino las formulaciones y calificaciones metadiscursivas que comentan y evalúan la lengua nacional por construir. En efecto, Alberdi construye en sus escritos de juventud un ideal lingüístico al que la lengua de los argentinos debía tender, definido a partir de características retóricas y lingüísticas orientadas en las dimensiones de relevancia (preciso, rico – incluyendo la incorporación de voces extranjeras– ), de adecuación al objeto de referencia (verdadero, profundo), retórico-accional (convincente, penetrante, atractivo, que ilumina, arrastra), de comprensibilidad (claro, breve; sintaxis lineal). Rechazó entonces valoraciones vinculadas con lo meramente formal –dimensión estética– (que identificaba con palabras como ornamento, elegancia, belleza, castizo). El cambio en las valoraciones del Alberdi maduro de “Evoluciones...” (1898b [1876]) se ubica justamente en esta última dimensión, cuando presenta como positivas las cualidades de la pureza y la elegancia que reconoce a la variedad peninsular. Este viraje se observa también en la proliferación de expresiones utilizadas para denominar los objetos lingüísticos que son sometidos a elaboración conceptual. Coincidimos con M. Sztrum en que “los románticos fundan en Argentina una actitud político-lingüística que tenderá a legitimar la vigencia de normas propias” (1992: 8) y que las actitudes lingüísticas independentistas que representaron de manera paradigmática no son solo resultantes del proceso de estandarización policéntrica llevado a cabo en el país durante los siglos XIX y XX (Blanco de Margo 1990), sino también y más aun causa del establecimiento de focos normativos alternativos a Madrid en Buenos Aires (cfr. Sztrum: ibíd.: 7). En efecto, las ideas lingüísticas de la Generación Romántica, con los distintos acentos y mitigaciones observados a lo largo de este trabajo en los textos alberdianos, tuvieron una impronta decisiva en la configuración de las actitudes lingüísticas de las posteriores generaciones de intelectuales del país e influyeron decisivamente en la conformación y consolidación de la variedad lingüística rioplatense.

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B O R G E S Y A R LT. D O S D E F I N I C I O N E S DEL IDIOMA DE LOS ARGENTINOS ÁNGELA DI TULLIO

0. Introducción El largo debate en torno a la emergencia de una lengua propia, que se conoce en la historia intelectual argentina como la “cuestión del idioma” (Cané 1919 [1902]; Costa Álvarez 1922), culminó con las respuestas de los escritores argentinos más reconocidos e influyentes del siglo XX, Jorge Luis Borges y Roberto Arlt. Ambas coinciden en la denominación –el idioma de los argentinos– y en un firme rechazo del hispanismo, pero adoptan posiciones opuestas, entre otros muchos aspectos, tanto en lo que respecta a la realidad o posibilidad de la autonomía de la variedad rioplatense como en cuanto a la ubicación de la supuesta diferencia que la separaba del español peninsular y de las lenguas inmigratorias que, en la década del 30, constituían referentes posibles de la nueva lengua, proyecto o entelequia. Como se muestra en este trabajo, las coincidencias y divergencias entre las obras de estos autores no son una mera manifestación de posturas individuales, sino que se insertan en una abigarrada serie discursiva a través de continuidades y quiebres, de adhesiones y rechazos, que van configurando dos alternativas contrapuestas en cuanto a la manera de entender y valorar el proceso de estandarización de una lengua y su relación con la dirección social del cambio lingüístico (desde arriba o desde abajo). De estas definiciones básicas se derivan las preferencias estilísticas, los recortes del léxico, la genealogía que cada uno se traza. La elección del título El idioma de los argentinos –por parte de Borges para su conferencia de 1927, luego libro en 1928, y por la de Arlt para una aguafuerte de 1930– marca tácitamente un antecedente, la controvertida obra del profesor francés Lucien Abeille (1900), y establece así una tradición discursiva. Sin embargo, Borges lo hace desde la distancia de la ironía, mientras que Arlt no pone en duda la existencia de una lengua de Buenos Aires, con la que se identifica en sus selecciones léxicas.

1. Un incómodo antecedente: idioma nacional de los argentinos Desde sus inicios, la cuestión del idioma se basó en un malentendido, suscitado tanto por la dificultad en categorizar una diferencia –la existente entre el español

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rioplatense y el español peninsular– en términos de lengua, dialecto o incluso de retórica,1 como por la confusión entre el terreno de la descripción de los hechos y el de la voluntad de cambiarlos. En efecto, Echeverría, Alberdi y Sarmiento coinciden en la expresión “emancipación de la lengua”,2 pero en ningún momento precisan el alcance concreto que le conferían en términos de los rasgos específicos en los que se basaba la diferencia,3 salvo en lo relativo a la fonética, y específicamente al seseo, en el proyecto ortográfico de Sarmiento (1843, IV). Aluden, por el contrario, a un cambio de valoración en cuestiones estilísticas (un estilo llano, directo, democrático, frente al aprecio por las “galas del decir” y la tendencia al hipérbaton), así como a una actitud de rechazo del purismo y de apertura hacia el galicismo. Ni la lengua ni la literatura españolas son objetos de culto para la elite social e intelectual de la Argentina de la segunda mitad del siglo XIX, que se jacta de cosmopolita y políglota. En 1900 se publica en París El idioma nacional de los argentinos de Lucien Abeille, que plantea la tesis de la formación de una lengua autónoma del español. Además de la tesis rupturista, basada en la relación entre lengua y nación y en algunas generalizaciones sobre el cambio lingüístico, el autor describía de manera sistemática, aunque no siempre acertada, diferencias fonéticas, léxicas, morfológicas y sintácticas entre la modalidad rioplatense y el español peninsular, casi todas debidas al contacto del español con otras variedades: una lengua de cultura, como el francés, y algunos vernáculos, como las lenguas indígenas y las de los inmigrantes. A la primera le atribuía los cambios desde arriba; a las otras, desde abajo, en una concepción del trabajo lingüístico socialmente compartimentalizado: Así, la evolución de la lengua será eficazmente ayudada: arriba, los letrados introducirán cambios sintácticos; abajo, el pueblo llevará a cabo los cambios en el vocabulario y las alteraciones en fonética, hasta que llegada a su apogeo, la evolución armo-

1 En el sentido de diferencias estilísticas con respecto a las selecciones léxicas y gramaticales características de la literatura española de la época. 2 E. Echeverría, “Respuesta a Alcalá Galiano” (1972: 87); J. B. Alberdi, “Emancipación de la lengua” (1986: 228) y D. F. Sarmiento (s. a.: II, 184). En el artículo citado, Alberdi señalaba: “Pero si es necesario abandonar la estructura española de la lengua que hablamos, y darle una forma americana y propia ¿cuál debe ser esa forma? Ella no está dada como no está dada tampoco la forma de nuestra sociedad” (1986: 225); “En adelante nadie envidiará el mérito pobre y estrecho de escribir español castizo. Escribir claro, profundo, magnético es lo que importa, y la juventud se va portando. Ya no hay casi un solo joven de talento que no posea el instinto del nuevo estilo” (ibíd.: 230). 3 La vaguedad del enunciado se extiende a la denominación de “idioma nacional”, que a partir de 1853 se empleaba en el currículum escolar en alternancia con “idioma patrio”, como nombres eufemísticos de castellano o español, como puntualizó Miguel Cané (1919 [1902]: 61).

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nize (sic), en un conjunto propio, todos los elementos preparados por la selección, y semejante a una chispa eléctrica los cristalize (sic) en un todo homogéneo o IDIOMA ARGENTINO (Abeille 1900: 426).

Abeille ve con buenos ojos el cambio lingüístico; no como signo de deterioro, como lo interpretaban los gramáticos normativos, sino como factor de progreso: “la pureza de la lengua es un mito, algo ficticio” (ibíd.: 138). Toda forma de mestizaje lingüístico será, por lo tanto, un factor positivo: el cambio fonético, los neologismos, la analogía y, en particular, la tendencia a la claridad en la sintaxis, que, según él, mostraba una creciente aproximación del argentino al francés y la correlativa distancia del español, proclive al hipérbaton y a la complejidad de la frase. El autor llega a confesar su participación personal en el arraigo del galicismo en sus estudiantes: Durante los siete años que he dictado una cátedra de francés en el Colegio Nacional, cuántas veces he comprobado que los alumnos al hacer una traducción del francés al idioma nacional, conservaban en su idioma la misma construcción francesa… Y al oír estas traducciones me preguntaba si era necesario corregirlas dándoles el giro castellano, o dejarlas pasar favoreciendo así la evolución del Argentino (ibíd.: 285).

Libertad que –reconoce– le estaría vedada en el español por ser una lengua ya formada, “en la que las fuerzas conservadoras prevalecen sobre las revolucionarias” (41); en cuanto al francés, su superioridad lo coloca como modelo por encima de las otras lenguas y, concretamente, del idioma nacional. El precio de la autonomía era, entonces, una situación de diglosia en la que la nueva variedad ocuparía la posición de inferioridad. Abeille explica la formación del idioma nacional de los argentinos y su carácter híbrido y aún cambiante por las particulares circunstancias históricas y sociales del país. De esta manera el nombre adquiere una referencia explícita a una variedad lingüística, definida como idioma, y caracterizada por una serie de rasgos fonéticos, gramaticales y léxicos: galicismo en la sintaxis; procesos de origen popular en la morfología y la fonética; e indigenismos y extranjerismos en el léxico, a menudo incorporados de las lenguas inmigratorias. Sus precisiones en cuanto a los cambios y su origen y al carácter inestable de la nueva lengua nacional en nada condecían con el requisito de una lengua prestigiosa, fuertemente codificada y ennoblecida por una literatura propia, tal como demandaba la organización del Estado nacional en tiempos de Roca. A pesar de halagar el nacionalismo de los argentinos, el profesor francés no los convence de la supuesta ventaja que representaba tener un idioma nacional inferior a las lenguas de cultura. Idioma nacional de los argentinos se convierte, así, en un revulsivo contra la idea misma de la lengua propia; más aún, cuando Ernesto Quesada en un prolijo

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ensayo (El criollismo en la literatura argentina 1902, cit. en Rubione 1983) denuncia la relación entre el intento de Abeille y el criollismo –literatura popular escrita en lengua gauchesca y en cocoliche–. Esta tendencia, que imitaba la gauchesca y se extendía al teatro popular y al folletín, había roto la asociación tradicional entre texto escrito y lengua culta; más aun, invertía la jerarquía “natural” entre variedades lingüísticas, puesto que era la periferia (la lengua rural, primero, y la de las orillas o arrabales, luego) la que se imponía sobre el centro. De hecho, esa subversión en la lengua y la literatura –a menudo interpretada como reflejo de la subversión provocada por la movilidad social– será motivo recurrente de las quejas de gramáticos y filólogos españoles y locales acerca de lo mal que se habla y se escribe en la Argentina, y de la prédica sobre la necesidad de acogerse a la estandarización monocéntrica en torno a la norma peninsular como única solución. Paulatinamente va cobrando fuerza la idea de que los cambios sociales, culturales y lingüísticos derivados de la masiva presencia inmigratoria en torno al Centenario (1910) requerían una firme política lingüística tendiente a estandarizar el español hablado en la Argentina, en particular, en el Litoral, en el sentido de eliminar los rasgos que lo distinguían del peninsular y, sobre todo, de borrar los rastros de las lenguas inmigratorias. El refuerzo del hispanismo se hizo sentir en diversos frentes, como en la selección de correctores españoles en los principales diarios argentinos, pero en especial en la educación. Así, en el nivel primario, el Consejo Nacional de Educación fue el responsable de organizar la política educativa denominada “educación patriótica”, que, entre otras muchas medidas, promovía la erradicación del voseo –rasgo representativo de la vulgaridad del rosismo, reforzado por la inmigración, según Capdevila–, y su sustitución por el tú a través de un sistema policíaco de control por parte de los inspectores de la manera de hablar de maestros y alumnos (Monitor de la Educación Común, 1908). Así, lo que Abeille había presentado como el fin del único lazo que seguía uniendo Argentina a España, la lengua, se convierte, finalmente, en el motivo del fortalecimiento de los lazos con España, relajados por la Independencia y el antihispanismo de la mayor parte de los intelectuales argentinos.4

4 En 1902 Cané atribuye a la casi exclusiva frecuentación de libros franceses y al escaso contacto con la literatura española la poco amplia educación lingüística de los hombres de su generación: “Las primeras impresiones positivamente desagradables que sentí respecto a la manera con que hablamos y escribimos nuestra lengua, fue cuando las exigencias de mi carrera me llevaron a habitar en el extranjero, países donde también impera el idioma castellano” (1919 [1902]: 61).

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2. El hispanismo del Centenario En su Didáctica, publicada en 1910, año del Centenario, Leopoldo Lugones, asesor del Ministro Joaquín V. González, destacaba el valor político de la corrección lingüística, y fundamentaba así la necesidad de una política educativa y, en particular, lingüística para contrarrestar el grave peligro que amenazaba a la nación: El idioma expresa la solidaridad espiritual de la patria, así como su corrección manifiesta la dignidad del espíritu […]. Las naciones mejor constituidas son también las que hablan mejor; y es fácil observar en la historia que todo grave trastorno nacional viene inmediatamente antecedido por una deformación del idioma […]. La inmigración cosmopolita tiende a deformarnos el idioma con aportes generalmente perniciosos, dada la condición inferior de aquella. Y esto es muy grave, pues por ahí empieza la desintegración de la patria (1910: 221-222).

En términos similares el académico español José Ortega Munilla, padre de Ortega y Gasset, expresaba su alarma frente al riesgo que acechaba al español hablado en la Argentina por la mala mezcla: [E]l idioma castellano debe conservarse limpio de ajenas sangres, atribuyéndole la condición que es propia de los altos linajes, en los que un entronque plebeyo mancha el escudo y le avillana (1916: 122).

Para el lingüista alemán Rodolfo Lenz, que estudiaba la influencia del araucano en el español popular de Chile, lo insólito de la situación lingüística de Buenos Aires, donde no quedaban indios, era que se hablara en cocoliche, “jerga mezclada de español e italiano”. Más aun, no solo se hablaba sino también se escribía en folletines y sainetes, que alcanzaban un gran tiraje. Al cocoliche de los italianos se sumaba el lunfardo de los orilleros, que reelaboraba paródicamente los italianismos que incorporaba. Para controlar esos peligros, el Centenario refuerza los lazos con la tradición española, y respalda la labor de los gramáticos como guardianes de la lengua en la prensa y en la escuela. La “tradición de la queja”, recurso habitual de la política estandarizadora de la que participan funcionarios, académicos y gramáticos normativos (Milroy/Milroy 1985), encontraba así en el español rioplatense las condiciones más propicias para ejercer su labor en aras de la unidad de la lengua –condición necesaria de la integridad de la patria–. La política lingüística se encuadrará dentro de la llamada educación patriótica: En el nivel universitario, la política de refuerzo del hispanismo para contrarrestar los desbordes de la presencia inmigratoria y los cambios sociales derivados se concreta en la creación del Instituto de Filología (1922) mediante un

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acuerdo entre la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires y el Centro de Estudios Históricos de Madrid, cuyo director, Ramón Menéndez Pidal, se comprometía a enviar a los futuros directores. Los más destacados fueron los lingüistas Américo Castro, que lo dirigió de 1924 a 1926, y Amado Alonso, que desde 1928 a 1945, y en particular, durante la Guerra Civil española, lo convirtió en el centro más reconocido de la filología española. Ambos dedicaron al tema del idioma sendas obras: La peculiaridad lingüística rioplatense (1941) y “El problema argentino de la lengua”, capítulo inicial de El problema de la lengua en América (1935). En ellas insisten en el “plebeyismo universal” y en el “aflojamiento de toda norma” como rasgos característicos del “desbarajuste idiomático de Buenos Aires”, que había producido el contacto lingüístico y la movilidad social.5 El escándalo que significaba esa pérdida de la jerarquía natural se expresaba en ciertas calificaciones que designaban las características de la peculiar situación lingüística rioplatense: aplebeyamiento, escritor masa, cursiparla, los que hablan al tuntún, Gringópolis, usadas por Alonso, Castro, Monner Sans o Capdevila. En particular, la cursilería permitía diferenciar a los verdaderos distinguidos de los que pretendían serlo por su ascenso económico.6 No todos, sin embargo, compartían este diagnóstico apocalíptico sobre la realidad lingüística rioplatense. En efecto, en sus Folletos lenguaraces Vicente Rossi retomaba la tesis de Abeille sobre la lengua rioplatense (“lenguaje nacional de arjentinos y uruguayos”) y combatía el “vasallaje” que imponían las instituciones dirigidas por los correjidores españoles y sus secuaces locales: Probablemente sorprenderá el nacionalismo de estos folletos (su peor recomendación) que resulta raro y hasta ridículo ante el imperante servilismo idiomático y la indiferencia por lo propio que hoy caracterizan nuestras clases dirigentes, con grave perjuicio de la salud pública del pueblo (1927: I, 3).

5 Así, Ricardo Monner Sans se refiere a las “conversaciones arlequinadas con retazos de diversos idiomas” (1903: 52); Amado Alonso, al “relajamiento social de la norma, en la que no funcionaba el sistema de premios y castigos” (1935: 98), Américo Castro, al “instinto bajero” (1941: 60). 6 Lugones la identificaba con los políticos y, sobre todo, con el “verbo de la democracia”: “entre nosotros, una colección de metaforones que, a semejante de los gigantes de feria, entrañan la liviandad y el vacío. Es lo que al pueblo le gusta. Pero el gusto depravado llámase corrupción. Inútil añadir que no me propongo moralizar al Soberano. Nuestras respectivas aficiones en materia verbal, definen una insalvable predisposición a no entenderse” (1931: 25).

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Rossi valora el aporte inmigratorio italiano en la configuración general de la lengua nacional, sobre todo en el terreno léxico y en la característica “eufonía” de la frase: El italianismo es contribución del pueblo, que lo toma del residente ítalo adaptándolo injeniosamente al léxico criollo; por eso figura con gran aporte en la literatura popular y en el lenguaje jeneral y familiar (1931: III, 9). [...] El descendiente de italiano ha influido sin duda en el desalojo de la aspereza y circunloquios de la “lengua”, cooperando en la llaneza y claridad que caracteriza la frase nacional [...] sobre todo ha influido en la prensa, populus cathedra (ibíd: III, 16-17). [...] Solo el mestizo del ítalo pudo influir con la fraseolojía expresiva, vivaz y fluida aprendida en el lenguaje del hogar, con el prestijio de su importancia numérica, la mayor en el Plata, y con su dinamismo de eficiente criollo nacionalista por excelencia (ibíd.: III, 17-18).

Su actitud de lealtad y orgullo hacia la modalidad rioplatense parece radical. La superioridad que le atribuye en relación con el español torna absurda, pues, la pretensión de ajustarse a normas externas, derivadas de la supuesta “cultura idiomática” pregonada por los gramáticos españoles: “Si ‘hablar mal’ es una forma nacional de expresarse, hablemos mal. Nuestro idioma nacional es el que hablamos y escribimos actualmente; no lo es la clave lunfarda ni el argot orillero” (1929: VIII, 29). Sin embargo, la “lengua rioplatense” no le alcanza a Rossi para todas las funciones y, como Abeille, el vernáculo queda subordinado en una jerarquía diglósica a una lengua de cultura; adelantándose a la solución elegida en la política lingüística de muchas lenguas minoritarias, Rossi elige el inglés: El inglés será el idioma de América; la cultura obligará a ello [...]. Porque el habla es como una indumentaria: el inglés, armadura de pioneer; el rioplatense, bombacha de paisano alegre e injenioso; el castellano, chilaba de relator de zocos (Vocabulario de vasallaje, XIII, 26).

El precio que se paga por la construcción de la lengua propia parece ser la posición subordinada respecto de una lengua de cultura, el francés para Abeille y el inglés para Rossi. En cambio, los hispanistas no necesitaban ordenar jerárquicamente las variedades. Como solo admitían la legitimidad de la norma peninsular, todo lo que se apartara de esta –salvo en algunas zonas del léxico– era condenado o desconocido como inexistente. El propósito del Instituto y, sobre todo, la tutela extranjera provocaron el rechazo de los intelectuales argentinos que defendían la legitimidad de las diferencias, como Costa Álvarez, Rossi y el mismo Borges. Asimismo, como se verá a continuación, en la polémica surgida por la propuesta de proclamar a Madrid “meridiano intelectual de Hispanoamérica”, que entabla la revista Martín Fierro

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(1927), se defienden los valores culturales y lingüísticos argentinos. A su vez, Borges y Arlt coincidirán en su disgusto frente a las valoraciones de los españoles sobre la lengua y la cultura del Plata,7 y en la afirmación, más o menos explícita, de una identidad lingüística rioplatense.

3. Borges y su solución del dilema Borges no acepta las dos soluciones que se habían dado a la cuestión del idioma. Toma distancia tanto del inmovilismo de los hispanistas, aferrados al monocentrismo virreinal, como de los rupturistas, que proclaman los atributos del idioma propio. Los unos se jactan del enorme repertorio de voces que acumulan los diccionarios; los otros, del carácter pintoresco y expresivo de los hallazgos de orilleros o inmigrantes. Los cultos, encerrados en el carácter inmutable de una lengua que muy pocos hablan; los defensores del lunfardo, recogiendo o inventando palabras que solo se usan en los sainetes o los tangos. Ninguno de esos extremos tiene que ver con su definición personal del idioma de los argentinos: Borges no está dispuesto a renunciar a la lengua culta –la de la poesía, del ensayo o de la metafísica– para reducirse a los límites de una jerga, pero tampoco acepta el español peninsular como modelo. Su ambición consiste en que la lengua culta sea precisamente la de Buenos Aires, la de sus mayores, la de su gente, su propia lengua, y para ello se propone dar con el tono de la oralidad porteña, que aún no ha llegado a escribirse. Este idioma de los argentinos no va a ocupar el lugar subordinado en una jerarquía diglósica, sino que, en todo caso, será la variedad alta (en relación con las de otras regiones, incluida España,8 y de otros sectores sociales). A diferencia de la estandarización

7 El tópico del antihispanismo se activa en la obra de Borges, cuando percibe las pretensiones virreinales por parte de un español (cf. “España”, en: Borges A/Z 90) o bien frente a una crítica que estima arbitraria o desproporcionada. Esto ocurre en la cuestión del Meridiano (1927), en la obra de Castro La peculiaridad lingüística rioplatense o a propósito de las de Ortega y Gasset dedicadas a nuestro país (“La Pampa […] promesas” o “El hombre a la defensiva”). En relación con estas últimas, Victoria Ocampo difiere en su apreciación porque las entiende como respuesta al pedido de los argentinos: “El extranjero de fama trata de dar respuestas sentidas; pero el hecho es que, por lo general, solo despierta protestas. Si es irónico, lo encuentran superficial; si es sincero, insolente. Al fin de cuentas, le darán la espalda” (1999: 35). 8 Varios años después (el 13 de junio de 1960), en sus memorias –Borges (2006)– Bioy Casares, registra una charla con Borges acerca de este tema: “BORGES: ‘Algunos se lamentan de que hablamos mal y anhelan que hablemos como en España. Yo les digo que en España no hay un idioma, sino varios dialectos’. BIOY: ‘¿Quieren ser laístas, como los madrileños? No soy nada nacionalista, pero dejar nuestro modo de hablar y sustituirlo por el de España me

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monocéntrica que imponía el Centenario, la de Borges no toma modelos externos, lo que implica, en última instancia, deconstruir la idea de la estandarización de la lengua como un derecho que le corresponda necesariamente arrogarse a España y a la Real Academia, y replantearla, por el contrario, como un deber que los argentinos cultos deben asumir, como él lo hace: en su obra juvenil ampliando las pautas morfológicas y sintácticas, seleccionando el léxico, siendo fiel a la fonética. Este objetivo lo compartía con Arturo Costa Álvarez, periodista y traductor platense, que había historiado el tema en Nuestra lengua (1922) y lo había ampliado en El castellano en la Argentina (1928). Con la autoridad que le confería su especialización en “la cuestión del idioma”, reclamaba el derecho de los argentinos a ejercer el manejo de las “dos riendas” del gobierno de la lengua: el diccionario y la gramática, sin por ello plantear una ruptura; su defensa de la lengua culta se basaba en algunas preferencias “léxicas y retóricas”. El intento, desde una posición marginal en el medio académico, fue descalificado por los sucesivos directores del Instituto, que lo tildan de aficionado e incompetente, pero le vale el apoyo de Borges, quien lo cita como la autoridad en la materia (varias citas en Tamaño, dos en Idioma y la nota 1 en “Alarmas”).9 Borges también reivindica a Rossi, a quien llama el “montonero de la filología”, por su defensa militante de la diferencia rioplatense. Aunque descree de la inminencia del idioma propio, no deja de alentarlo como esperanza: Yo soy un deseoso del idioma argentino –de ese idioma tan profetizado desde Alberdi, desde Sarmiento, desde Echeverría, desde Gutiérrez– pero malicio que no basta apetecerlo con flojera para ser dueños de él […]. Sin embargo, creo en el idioma argentino. Creo que es deber de cada escritor (nuestro y de todos) el aproximarlo. Para este fin, nos basta considerar el español como una cosa apenas bosquejada y muy perfectible […]. Digamos cosas que no le queden chicas a Buenos Aires y hablaremos idioma nuevo que será nuestro (“¿Llegaremos a tener un idioma propio?” 3).10

Un episodio que pone de manifiesto el antihispanismo de Borges y de sus compañeros de la revista Martín Fierro fue la ruidosa polémica que se entabla en

parece pasarse al otro lado… ¿Por qué vamos a adoptar un idioma aldeano?’” (656). Los dos rasgos que se destacan del español europeo –su diversidad dialectal y su carácter aldeano– son las condiciones ideales para la estandarización del español argentino: la ausencia de dialectos (“No adolecemos de dialectos, sino de institutos dialectológicos”, en clara referencia al Instituto de Filología Alarmas) y su carácter urbano, en tanto lengua hablada de Buenos Aires. 9 Uso las siguientes abreviaturas: Tamaño (El tamaño de mi esperanza), Idioma (El idioma de los argentinos) y “Alarmas” (“Las alarmas del Doctor Américo Castro”). 10 Publicado originalmente en el diario Crítica. Buenos Aires, 19 de junio de 1927.

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la revista en 1927 (N° 42) a propósito de un artículo de Guillermo de Torre, publicado en La Gaceta literaria, en el que proponía a Madrid como “meridiano intelectual de Hispanoamérica”. Aunque las respuestas varían en su tono (jocoserio-despectivas11 las califica Marechal), todas expresan un unánime rechazo a la pretensión española, interpretada como “imperialismo baldío” o como “modelo de protectorado intelectual”, e incluso de interesada iniciativa económica de la industria editorial. En este rechazo se rebaten los supuestos fundamentos de la superioridad de Madrid frente a Buenos Aires con argumentos basados en el progreso alcanzado por Argentina tanto en el plano material, como en el intelectual y el literario, que los españoles parecen desconocer. Así, dice Olivari de Madrid “No hay allí ascensores, ni calefacción, ni tangos porteños”. Scalabrini Ortiz se jacta del cosmopolitismo argentino, que no solo se manifiesta en los apellidos ingleses o italianos, que, según González Lanuza, despertaban el recelo de los españoles, sino que también se pone de manifiesto en una familiaridad con las lenguas extranjeras “porque todos somos algo políglotas”, es decir, en una dudosa identidad lingüística. De hecho, una de las diferencias que más se puntualiza en lo que atañe a la lengua es la diferente actitud de españoles y argentinos: frente a la pureza que para los españoles sigue constituyendo el principal motivo de preocupación, los argentinos reivindican el cambio lingüístico, como lo hará también Arlt en sus aguafuertes. Casi todos los polemistas coinciden en que el hecho de hablar el castellano no obliga a los argentinos a ningún tutelaje español, puesto que la lengua no ha sido elegida. Nicolás Olivari muestra su orgullo por “el idioma argentino que impertinentemente nos estamos haciendo”. González Tuñón reconoce que, a pesar de los gramáticos, el idioma cotidiano se aleja cada vez más del idioma escrito y Rojas Paz señala que, a diferencia de los pueblos que habían conservado el castellano de la época de la conquista, como Bolivia o Perú, los argentinos lo cambian “hasta el punto de que no podemos decir en qué idioma hablamos”. “Hablar mal” deja de ser una vergüenza y se convierte en un desafío, como sugiere Macedonio Fernández, maestro de todo el grupo, quien le escribía en 1946 a Olivari: “Todos escriben correctamente, porque es lo más fácil. Ser gramatical es como “botines lustrados” y “afeitada de hoy”, que nos ahorran ser honrados y pensar. Usted desordena el régimen, hace imperativos con indicativos, etc. (1991: 109). 11

Entre las notas sarcásticas, la más celebrada fue “A un meridiano encontrao en una fiambrera” firmada por “Ortelli y Gasset”, pero escrita –parece– por Borges y Mastronardi, en un desafiante lunfardo, lleno de italianismos: “¡Minga de fratelanza entre la Javie Patria y la Villa Ortúzar! [...] Se tenemo una efe bárbara [...] ¿Manyan que los sobramos?”.

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En la respuesta de Borges a la polémica, entre las carencias que acumula, como la incapacidad de interpretar el tango o la pobreza de su humorismo, algunas se refieren a la lengua: las limitaciones fonéticas –la dificultad para pronunciar el grupo tl- – y las confusiones gramaticales –entre el dativo y el acusativo en el leísmo y el laísmo–, además de los prejuicios puristas: “una ciudad cuya sola invención es el galicismo –al menos, en ninguna otra ciudad hablan de él–” (Martín Fierro 42, 1927: 357). A la tradición de la queja sobre lo mal que se habla en Argentina, implantada por los hispanófilos como recurso para borrar las diferencias propias del español rioplatense, Borges responde con su propio tópico sobre las deficiencias del español peninsular, que retomará en Idioma, “Alarmas” y en otros escritos, como prólogos de sus obras o entrevistas.12 La obvia conclusión de estas valoraciones coincide con la que se desprende de toda la “cuestión del meridiano”: lejos de aceptar la supuesta superioridad de Madrid, se afirma la superioridad de Buenos Aires en diferentes órdenes, incluido el lingüístico.

4. La versión borgiana de El idioma de los argentinos Las obras del período juvenil, en particular El tamaño de mi esperanza (1926), reúnen la mayor parte de las reflexiones lingüísticas de Borges, así como sus ensayos de expansión de las pautas morfológicas de la formación de palabras y de combinaciones sintácticas.13 En el prólogo de Luna de enfrente (1926) había definido sus zonas de pertenencia: un estilo, un grupo social y una geografía, que confluyen en la oralidad de los criollos de Buenos Aires (“Muchas composiciones de este libro hay habladas en criollo; no en gauchesco ni en arrabalero sino en la heterogénea lengua vernácula de la charla porteña”). La supuesta heterogeneidad excluye explícitamente, sin embargo, las hablas rurales y el lunfardo, y

12 En el más conocido es “Las alarmas del Doctor Américo Castro”, publicado en Sur en 1942 y luego recogido en Otras inquisiciones, como reseña crítica a la mencionada obra de Américo Castro La peculiaridad lingüística rioplatense, atribuye tales deficiencias a “cierta rudeza verbal” (Obras completas 655), que desmiente la supuesta superioridad del español peninsular, proclamada por gramáticos y filólogos. Al rechazar tal valoración, Borges argumenta implícitamente a favor de la inversa: en Argentina no se habla peor que en España; es más, se habla mejor, puesto que lo único que les reconoce a los españoles es: “eso sí, hablan más fuerte, con el aplomo de quienes ignoran la duda” (Obras completas 654). 13 Si bien manifiesta un cauto respeto hacia la gramática normativa: “Yo he procurado, en los pormenores verbales, siempre atenerme a la gramática (arte ilusoria que no es sino la autorizada costumbre)”, las gramatiquerías de Borges tienen que ver más bien con una concepción más moderna de la gramática, como la que tiene que ver con las reglas que permiten formar nuevas palabras (Tamaño ¿?) o con los problemas de filosofía del lenguaje (Idioma ¿?).

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tácitamente las lenguas inmigratorias. En El idioma de los argentinos (1928) expone sus puntos de vista sobre la “cuestión del idioma”, y lo hace diferenciando las tres instancias en las que cabe analizar la expresión: en primer término, parte de su controvertida referencia: “Esa locución, idioma argentino, será, a juicio de muchos, una mera travesura sintáctica […]. Muchos conceptos fueron en su principio meras casualidades verbales y después el tiempo las confirmó” (144); luego, la define en el plano de la realidad: la escasa distancia que la separa del español peninsular, reducida a los términos de un matiz: el tono de la voz (“la plena entonación argentina del castellano”), la preferencia por ciertas palabras y el rechazo por otras, la connotación que adquieren algunos términos; por último, la ubica en el terreno del deseo y la esperanza, como resultado de la labor de los escritores y, concretamente, de su propia obra. Luego de invalidar las respuestas que habían dado a la cuestión los hispanistas y los lunfardistas, Borges reubica la cuestión del idioma en términos de un deber que concierne a los criollos. El criollo –casi antónimo de criollista– se identifica por la sobriedad, la naturalidad, la cercanía a la lengua hablada, los rasgos que comparte con los escritores criollos cultos que reúne en su genealogía literaria: Mejor lo hicieron nuestros mayores. El tono de su escritura fue el de su voz; su boca no fue la contradicción de su mano. Fueron argentinos con dignidad: su decirse criollos no fue una arrogancia orillera ni un malhumor. Escribieron el dialecto usual de sus días: ni recaer en españoles ni degenerar en malevos fue su apetencia. Pienso en Esteban Echeverría, en Domingo Faustino Sarmiento, en Vicente Fidel López, en Lucio V. Mansilla, en Eduardo Wilde. Dijeron bien en argentino: cosa en desuso (Idioma 155).

Los términos que rechaza en el dilema tradicional se presentan aquí a través de la metonimia: el malhumor y el rezongo de los hispanistas, pero también la arrogancia orillera. Elípticamente, excluye también al inmigrante, que no sabe decir en argentino, y deforma la lengua convirtiéndola en una “infame jerigonza donde las repulsiones de muchos dialectos conviven y las palabras se insolentan como empujones y son tramposas como naipe raspado” (Tamaño 135). La marca de identidad del criollo comienza en el tono de su voz, en su fonética, de acuerdo con las posturas sostenidas por sus compañeros martinfierristas. El Manifiesto de la revista declaraba: “Martín Fierro tiene fe en nuestra fonética, en nuestra visión, en nuestros modales, en nuestro oído, en nuestra capacidad digestiva y de asimilación”. ¿Qué significaba eso de “tener fe en nuestra fonética”? Son los rasgos que se adquieren espontáneamente y que constituyen los más confiables marcadores de pertenencia social y étnica. Ni el aprendizaje ni el disimulo dotan de la marca más básica de argentinidad o criollidad, inalcanzable para los advenedizos, que identifica con el tono: “el ambiente distinto de nuestra

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voz”; “esa plena entonación argentina del castellano” (Idioma 160). En sus disputas con los escritores de Boedo, los martinfierristas reivindican su calidad de verdaderos argentinos, de “argentinos sin esfuerzo” que no deben disimular “ninguna pronunzia exótica”. Sus contrincantes, representados por Roberto Mariani y los otros escritores vinculados al grupo de Boedo son hijos de inmigrantes que no solo cargan con la “deformidad de la pronunciación”,14 sino que también escriben mal, en una “jerga abominablemente ramplona, plagada de italianismos” y de otras palabras de mal gusto, como masturbación, piojos, prostitución, pelandruna, que lo parió, placas sifilíticas, etc.” (Martín Fierro 8-9, 1924). El buen gusto en el léxico no consiste para Borges en la abundancia léxica, de la que presumían los hispanófilos para ratificar la superioridad del español frente a otras lenguas. Por el contrario, adhiere a una “estética de la pobreza” basada en la selección de un léxico personal: “las nueve o diez palabras que se llevan bien con mi corazón” (“Profesión de fe literaria” 149), y en la rigurosa eliminación del resto, lo que implica “eludir los sinónimos, que tienen la desventaja de sugerir diferencias imaginarias; eludir hispanismos, argentinismos,15 arcaísmos y neologismos” (Obras completas 975). En el epílogo de sus Obras completas (1974) enumera algunos de los términos rechazados en su reducción consciente del léxico: Groussac y Reyes le enseñaron a simplificar el vocabulario, entorpecido entonces de curiosas fealdades: acomplejado, agresividad, alienación, búsqueda, concientizar, conducción, coyuntural, generacional, grupal, negociado, promocionarse, recepcionar, sentirse motivado, sentirse realizado, situacionismo, verticalidad, vivenciar16 [...]. Las academias, que hubieran podido desaconsejar el empleo de tales adefesios, no se animaron. Quienes condescendían a esa jerga exaltaban públicamente el estilo de Borges (1144).

En conclusión, la solución personal de Borges a la cuestión del idioma no consiste en recurrir a España, como hizo el Centenario, ni acomodarse bajo la

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En los diálogos con Bioy Casares (2006), reiteradamente menciona rasgos propios del italiano en la pronunciación de Giusti (“Habla y escribe en cocoliche”, 446) o Battistessa (“habla con un acento italiano que voltea, en una forma blanda, desagradable”, 1052). 15 Aunque confiesa su temprana incursión por diccionarios de argentinismos: “Olvidadizo de que ya lo era, quise también ser argentino. Incurrí en la arriesgada adquisición de uno o dos diccionarios de argentinismos, que me suministraron palabras que hoy puedo apenas descifrar: ‘madrejón’, ‘espadaña’, ‘estaca pampa’...” (Luna de enfrente ¿?). 16 Muchas de estas expresiones, en particular las palabras derivadas, reaparecen entre las “manifestaciones de afectación, ligeramente sorpresivas y ridículas”, que recoge Adolfo Bioy Casares en el Breve diccionario del argentino exquisito (1978). En el prólogo, el autor dice haberlas recogido de declaraciones de políticos y gobernantes, y las atribuye al “culto de la riqueza del vocabulario” 13.

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protección de otro idioma extranjero, sino que invirtió las jerarquías establecidas para proponer una nueva: el sector intelectual de la Argentina al que pertenece está en condiciones de ejercer el liderazgo para convertir a su modalidad lingüística en el marco de referencia de su comunidad, entendida en sentido más o menos amplio.

5. Roberto Arlt y su versión de El idioma de los argentinos El idioma de los argentinos de Arlt (publicado en El Mundo el 17 de enero de 1930 y recogido en Aguafuertes porteñas) no alude a la obra de Abeille ni a su antecedente más inmediato, el libro de Borges, que había recibido el segundo Premio Municipal. Tampoco hace referencia al idioma propio, pero opone los “pueblos bestias” que “se perpetúan en su idioma” con “los pueblos, como el nuestro, en continua evolución”, que hablan de manera eficaz, aunque a veces antigramatical. Reivindica así el derecho de los argentinos a hablar sin atender las prescripciones de los gramáticos, como él mismo lo hace. Arlt se refiere burlonamente a la pretensión de Ricardo Monner Sans de recuperar las riendas para encauzar la lengua de Buenos Aires. Lo absurdo del intento se pone de manifiesto en el estereotipo del gramático, que prescribe una lengua que nadie habla: “Son señores de cuello palomita, voz gruesa, que esgrimen la gramática como un bastón, y su erudición como un escudo contra las bellezas que adornan la tierra” (Aguafuertes porteñas 162). Sin embargo, la ineficacia no es un atributo exclusivo de los gramáticos, sino también de los escritores cultos. A todos ellos Arlt opone la performatividad de su lengua –“el porteño”– que le permite alcanzar su objetivo de ser leído y de influir así sobre los lectores. También él se apoya en su propia genealogía y en un criterio de valor, aunque muy diferente al de Borges: Escribo en un “idioma” que no es propiamente el castellano, sino el porteño. Sigo toda una tradición: Fray Mocho, Félix Lima, Last Reason [...]. Y es acaso por exaltar el habla del pueblo, ágil, pintoresca y variable, que interesa a todas las sensibilidades. Este léxico, que yo llamo idioma, primará en nuestra literatura a pesar de la indignación de los puristas, a quienes no leen ni leerá nadie (Aguafuertes porteñas 369).

En términos similares responde en otra Aguafuerte “El hermoso idioma popular” a la grave pregunta que formula Américo Castro: “¿A dónde iremos a parar con ese castellano alterado por frases que derivan de todos los idiomas?” afirmando la existencia del idioma propio: “Pues a la formación de un idioma sonoro, flexible, flamante, comprensible para todos, vivo, nervioso, coloreado por

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matices extraños y que sustituirá a un rígido idioma que no corresponde a nuestra psicología” (Aguafuertes porteñas 372). En el léxico que distingue a este nuevo idioma abundan los italianismos: “Hoy la apoliyo” (510); “El hombre sigue con el pañuelo laburándola”, que a veces se detiene a explicar en sus etimologías y acepciones, como en el caso de furbo, esquenún, fiacún o merza. También son propias de variedades populares algunas locuciones como las de “un teatrucho de mala muerte” (132) o de “Una manga de aburridos, nos engufiamos a más no poder” (378). La sintaxis no queda exenta de construcciones gramaticales muy alejadas de la lengua estándar, que pone en boca de personajes marginales, como la discordancia de “Se vamos a Jolibud” (268) o la estructura capicúa de “Tiene la fiaca encima, tiene” (66). Su decidida adhesión a los sectores populares se refleja asimismo en su preferencia por los escritores del grupo Boedo, más activos y solidarios, que los sofisticados intelectuales de la revista Martín Fierro, a quienes denomina “gauchos de salón”.17 Son muchos los puntos en los que se oponen diametralmente las posturas de Arlt y de Borges sobre la lengua, no solo en las preferencias léxicas y gramaticales, sino sobre todo en los criterios de valor que cada uno defiende. Arlt precisa en el famoso prólogo de Los lanzallamas el efecto que pretende producir sobre los lectores, totalmente ajeno a los intereses de Borges: define su obra como “libros que encierran la violencia de un cross a la mandíbula” (286). No oculta su condición de escritor asalariado y el trabajo que le cuesta esa literatura: “El futuro es nuestro por prepotencia de trabajo”, aunque su resultado lingüístico o estilístico no coincida con el que aprecian los gramáticos o los escritores cultos: Se dice de mí que escribo mal. Es posible. De cualquier manera, no tendría dificultad en citar a numerosa gente que escribe bien y a quienes únicamente leen correctos miembros de sus familias. Para hacer estilo, son necesarias comodidades, rentas, vida holgada. Pero por lo general, la gente que disfruta de tales beneficios se evita siempre la molestia de la literatura. O la encara como un excelente procedimiento para singularizarse en salones de sociedad (Los lanzallamas 285).

6. Conclusiones Para Borges el idioma de los argentinos, que califica como una “travesura verbal” primero y como una esperanza al final, denomina una operación por la cual 17

Arlt se había burlado de los que presumen de pertenecer a la “alta sociedad”, al mismo tiempo que defienden al gaucho, esa “langosta humana” (436). Ambos grupos representaban sectores ociosos y, por lo tanto, negativos para Arlt, que se enorgullece de su condición de trabajador y de hacer literatura con “la prepotencia del trabajo”.

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eleva a la categoría de lengua nacional un sociolecto particular de un dialecto específico, extremando el recorte acaso al ámbito de su propio idiolecto; para Arlt, es el medio expresivo concreto que le permite trabajar y ser leído. Borges la ubica en un escurridizo matiz de diferenciación, sobre todo fonético; Arlt la reconoce en las opciones que le ofrece su léxico. A pesar de las múltiples diferencias que distinguen las posiciones de Borges y Arlt en la cuestión del idioma, ambos coinciden en ser los primeros en escapar de los límites de la cultura derivativa,18 puesto que no plantean una situación diglósica en la que se superpone una variedad superior a la argentina, sea el español peninsular, sean otras lenguas extranjeras, como se desprende de algunos escritos de autores de la Generación del 37, o bien de Abeille y Rossi. Sin embargo, lo hacen desde posiciones opuestas y con argumentos diferentes: Borges, consciente de su condición de líder literario y lingüístico de un grupo de intelectuales de vanguardia, que vence en el debate del Meridiano,19 y de la elite porteña, le disputa a España el derecho a erigir la propia modalidad lingüística en norma de ejemplaridad; en el extremo opuesto, Arlt exhibe su condición de hijo de inmigrante y asalariado como garantes de que su lengua y su escritura representan la lengua de Buenos Aires. En el periodo considerado la avanzada institucional del hispanismo y la resistencia antihispanista –ilustradas a lo largo de todo este trabajo– no fueron meros episodios anecdóticos, sino que pusieron de manifiesto un conflicto no resuelto entre dos maneras de entender el gobierno de la lengua y las intervenciones normativas, entre otras varias cuestiones. Alonso y Castro habían calificado la situación lingüística rioplatense de problema y, como señala Borges, la designación misma de “el problema argentino de la lengua” parecía reclamar “una solución final” (“Alarmas”, O.C. 653), una segunda hispanización destinada a borrar los desbarajustes lingüísticos de esta región díscola de América, que atribuía a la inmigración y a sus secuelas sociales. Para ello, la faceta positiva de la ideología estandarizadora reclamaba actitudes fuertemente positivas hacia la lengua y la cultura españolas. Borges y los columnistas de Martín Fierro, por una parte, y Arlt, por la otra, participaban de manera problemática y distanciada de su condición de hispanohablantes, pero se enorgullecían de hablar la lengua de Buenos Aires, cada uno en su propio sociolecto. A la preocupación por las cuestiones normativas y su riguroso acatamiento que reclamaban los peninsulares, les res-

18 Tomo el término de Terán (1999), que lo define así: “Áreas culturales que tienen sus centros reconocidos en ámbitos exteriores a sí mismas y que además imaginan que en esos ‘centros’ la cultura es autóctona y que, por ende, allá las ideas ‘están en su lugar’”(38, nota 4) 19 Como lo demuestran las respuestas a la polémica de Martín Fierro (cf. Alemany Bay 1998).

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pondían desde una distancia variable, la del resignado cumplimiento en Borges, la del desdén y el rechazo en Arlt.

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D E Í C T I C O S E N L A C R E A C I Ó N D E U N E S PA C I O L I N G Ü Í S T I C O - C U L T U R A L R I O P L AT E N S E ROLF KAILUWEIT

0. Introducción Entre los elementos lingüísticos constitutivos del espacio lingüístico-cultural rioplatense se destacan los deícticos. El voseo rioplatense, con ligeras diferencias entre Buenos Aires y Montevideo,1 no solo se caracteriza por sus particularidades morfosintácticas sino también por su aceptación variacional más generalizada, que se extiende hasta la lengua literaria. El uso de “ustedes” no parece distinguirse de lo que se conoce en otras partes de América Latina. Pero tanto en el voseo como en el abandono de la segunda persona del plural hay que volver a trazar la historia de su difusión para demostrar a partir de qué momento estos fenómenos se convirtieron en rasgos identificatorios de la zona. Mientras mucha tinta ha corrido sobre el voseo, se ha dedicado menos atención al uso de los adverbios demostrativos de lugar acá y allá que, como intentamos mostrar, connotan en pie de igualdad con el voseo una plusvalía afectiva de regionalismo. El objetivo del presente trabajo será indagar acerca de los orígenes de los usos rioplatenses particulares de los deícticos mencionados a partir de textos literarios y escolares de principios del siglo XX.

1. La creación de un espacio lingüístico-cultural Consideremos la creación de un espacio lingüístico-cultural2 como un fenómeno de doble cara: espontáneo, es decir emergente en el uso popular, pero también intencional por los creadores y mediadores de la subcultura lingüística. El uso popular, que suele ignorar más que contradecir las normas prevalecientes, no se impone sino como transcrito y transferido. Se impone por manifestaciones gramolectales que primero constituyen un espacio subcultural y pasan después a lo que se considera la cultura por antonomasia.

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Para el voseo montevideano en comparación con el porteño véanse Behares (1981); Liscano (2003); y Bertolotti en este volumen. 2 Véase también Kailuweit (2008).

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Es precisamente en las primeras décadas del siglo XX cuando en la región rioplatense ocurrió este pasaje de subcultura a cultura. El sainete criollo había nacido en torno a 1890, combinando los temas de la literatura gauchesca con elementos de género chico español y de la commedia dell’arte italiana. Volviéndose el primer medio de cultura popular, obtuvo su público en las capas medias de los crecientes centros urbanos. Con el aire naturalista en boga, no solo se inspiró en los temas de la cotidianidad cosmopolita sino también en los usos lingüísticos populares. Estos usos se caracterizaban por una gran variación debida a la inmigración externa e interna. En los barrios populares de los grandes centros urbanos rioplatenses se mezclaron las voces de inmigrantes extranjeros (italianos y españoles en su mayoría) e inmigrantes locales, gauchos que expulsados de la pampa por los cambios en la producción agraria se instalaron en las ciudades. Puesto que ya existía el gauchesco como transcripción literaria del habla de los gauchos, los autores no dudaron en imitar el genovés, el napolitano, el gallego o el andaluz de los inmigrantes europeos. Además, transcribieron las variedades que nacieron del contacto lingüístico: el cocoliche como español de inmigrantes italianos y el lunfardo como lenguaje especial anclado en el mundo de la mala vida y de la delincuencia. Este último, que constaba de gran parte de xenismos (sobre todo italianismos), gozaba de prestigio subcultural ya que se prestaba a rituales juveniles de fanfarronear e insultar, al igual que los que encontramos hoy día en la música rap. Sin embargo, se transmitieron también usos lingüísticos populares que no están marcados por la inmigración, pero que transgredieron flagrantemente la norma culta del español peninsular propagada por las instituciones educativas. Si estos usos son los que nos parecen centrales para delimitar el espacio lingüístico rioplatense, es curioso que, aparte de unos rasgos fonéticofonológicos, se refieran sobre todo al sistema deíctico de la lengua (voseo, deixis local). De ahí que el inventario lingüístico que denota la constitución del espacio comunicativo del hablante connota al mismo tiempo el espacio lingüístico en que su habla le sitúa. A la función comunicativa de la lengua se añade una función cognitiva secundaria de auto-representación. Es evidente que la constitución de un espacio lingüístico y cultural no está garantizada por la pura existencia de documentos, es decir, de manifestaciones gramolectales estáticas. Requiere cierto dinamismo, es decir, una práctica cultural en la que interactúan los medios de memoria y los modos de presentación. El teatro como medio clave de la época es el mejor ejemplo para tal proceso. La difusión de una pieza depende del éxito que tiene ante el público. Los actores y el público interactúan hasta cierto punto en la presentación. El público rechaza o acepta y hasta requiere por ejemplo ciertos modos de pronunciación que no están aún fijados en el texto. En todo caso es obvio que esté dispuesto a imitar ciertas maneras de expresarse de sus actores más queridos. Así las variedades primarias

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(del uso cotidiano) en que se inspiran los autores se vuelven variedades secundarias mediatizadas en el escenario y por fin variedades terciarias en boca de los espectadores que los imitan. Es incluso sumamente problemático hablar de variedades primarias en este contexto. Sus rasgos no son accesibles sino por reconstrucción a partir de la mediatización posterior que por sus condiciones comunicativas diferentes las transforma inevitablemente.3 La mediatización aparece como un acto que tiene todas las características de una Aufhebung hegeliana. En la transcripción mediática los supuestos rasgos variacionales primarios se conservan y se suspenden y además se elevan al rango de marcas de cultura local. Todavía más, es incluso dudoso que los propios hablantes tuvieran conciencia de estos rasgos antes de su mediatización. Como en un movimiento de diferAncia derridiana el reconocimiento parece ser más bien el efecto posterior de un trabajo estructurizador por negación. El ejemplo emblemático de este proceso es la denominación del español de los inmigrantes italianos. El significante cocoliche se originó en el teatro por derivación del apellido de un peón napolitano que sirvió de inspiración a un actor para crear una figura pintoresca en el drama gauchesco “Juan Moreira”. Solo a partir del éxito de esta obra se llamó primero a los inmigrantes italianos cocoliches y después cocoliche a su habla. En este trabajo no nos concentramos en los procesos interaccionales entre la mediatización de modos lingüísticos (variedades secundarias) y su imitación por parte del público (variedades terciarias). Nos limitamos a indagar acerca de los fenómenos del segundo grado, es decir de los usos lingüísticos mediatizados que, por lo que sabemos de la práctica posterior, se impusieron como rasgos constitutivos del rioplatense.

2. El corpus En lo que sigue nos basaremos en la novela de Roberto Arlt El juguete rabioso (1926) y en un corpus de 22 sainetes criollos compilados de Kathrin Engels. Como corpus de contraste nos sirven dos libros de escuela: El hogar de todos de Clara de Toro y Gómez (1923), del cual analizamos la cuarta edición de 1926, y La niña argentina de Rafael Fragueiro (1902). El texto de Arlt consta de ca. 40 000 mil palabras, el corpus sainetesco de más de 200 000. Los dos libros escolares comprenden ca. 27 000 y 13 000 mil palabras respectivamente. Evidentemente este corpus no pretende ser representativo. A parte de su escaso volumen no es equilibrado en cuanto a la representación de ambas orillas del mar

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Tesis de Engels.

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dulce. Roberto Arlt es un autor argentino como lo son los dos autores de los libros escolares. En cambio, entre los autores sainetescos se encuentran como representantes “orientales” Carlos Mauricio Pacheco (Montevideo, 1881 – Buenos Aires, 1921) y Alberto Novión (Bayonne, 1881 – Buenos Aires, 1937), que pasó su infancia en Montevideo. Sin embargo, la escena teatral de la época se constituyó entre las dos capitales rioplatenses. En ambas ciudades se estrenaron las obras al mismo tiempo y autores y actores solían viajar frecuentemente de una orilla a otra. La denominación “rioplatense”4 con que sobre todo estudiosos orientales reclamaron la contribución de la Banda Oriental de Uruguay en el proceso de formar un espacio lingüístico y cultural, nos parece significativa para partir de la hipótesis de que existía (y probablemente todavía existe) un espacio lingüístico cultural común sin negar posibles matizaciones, como los lingüistas uruguayos las resaltaron en los últimos años.5 En cuanto al análisis de los elementos deícticos no pretendemos recurrir a métodos estadísticos sofisticados. Las escuetas indicaciones cuantitativas que haremos a continuación serán nada más que aproximativas. Solo nos sirven de brújula para nuestro estudio cualitativo que por ahora se centra en la novela de Arlt y del libro escolar de de Toro y Gómez, cuyas ediciones utilizadas datan del mismo año 1926. Nuestro objetivo será comprobar con qué función se usan algunos deícticos de persona y de lugar en estos textos. Eso requiere un análisis contextual de cada ocurrencia que no se efectúa de forma automática o semiautomática, sino por lectura detenida que por limitaciones de espacio y tiempo tiene que restringirse a un número reducido de ejemplos. Sin embargo, la selección de El juguete rabioso y de El hogar de todos no es arbitraria. Roberto Arlt, autor vanguardista que difícilmente se deja situar entre las escuelas de Florida y Boedo, se caracteriza por su mezcla estilística que combina cultismos de lecturas autodidácticas con los vulgarismos escuchados en los barrios populares de Buenos Aires.6 Representa la novela rioplatense moderna urbanista y expresionista que está a la altura de los movimientos vanguardistas en boga. Aunque el éxito inmediato de su primera novela no puede competir con los sainetes, el pasaje de género de lo teatral a lo narrativo consiste en un paso considerable en la escala de la creación de un lenguaje literario representativo. Desde esta perspectiva, El Juguete Rabioso nos parece un texto clave de la histo-

4

Véase Rossi (1969 [1910]); (1928). Hay que pensar en la discusión sobre las diferencias en el voseo y también en el vocabulario de origen lunfardesco. Véase para este último punto Enríquez (1997) que hace hincapié en algunas diferencias (e.g. botija y gurí frente al porteño pibe), pero admite: “en la forja del habla popular de ambas ciudades hay coincidencas y semejanzas” (ibíd: 15). 6 Véase Gnutzmann (2001); Ulla (1990). 5

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ria literaria rioplatense. En cuanto a El hogar de todos, se trata de un libro de lecturas tanto exitoso como típico de los años veinte (Veniard 2006: 224-225). Puesto que ambos textos son ejemplares para sus respectivos dominios culturales se prestan a un análisis comparativo por lo que concierne los modelos lingüísticos utilizados.

3. La deixis como constituyente de un espacio lingüístico-cultural Desde el punto teórico, no es obvio que los textos literarios puedan contener elementos deícticos. Puesto que consisten en dos sistemas comunicativos diferentes, el primario entre el autor y los receptores y el secundario entre los personajes, las referencias deícticas que aparecen en este segundo sistema quedan doblemente suspendidas: por la distancia que produce el acto de narrar y por la ficcionalidad que define de antemano la obra literaria. Para estos casos, Bühler en su influyente Teoría del lenguaje de 1934 acuñó el término deixis de la fantasía (Deixis am Phantasma). La deixis de la fantasía consiste en el señalamiento a objetos no presentes en la situación de discurso que realiza en el plano de la memoria, o la imaginación. Algunos teóricos, por ejemplo Hamburger (1994 [1957]), sostienen que en textos ficticios todos los signos que tienen una función deíctica en un contexto comunicativo real se reinterpretan textualmente. De este modo se vuelven endofóricos, es decir, se refieren anafórica o catafóricamente a signos referenciales en el texto. No es este el lugar para seguir más de cerca esta discusión. Si aplicamos la tesis de Hamburger a la novela de Arlt, tendríamos que suponer que el sujeto del verbo tener y el pronombre me en la primera frase (El juguete 87) se refieren catafóricamente al personaje idéntico al narrador que a través de diálogos que inicia con otros personajes será identificado primero como Silvio, después como Silvio Astier y finalmente como Silvio Drodman Astier: (1) Cuando tenía catorce años me inició en los deleites y afanes de la literatura bandoleresca un viejo zapatero andaluz (El juguete 87); […] “¿no lo conocés a Silvio?” (92); […] “¿Quién es usted? –Astier. –As... –Sí, Astier. Silvio Astier” (145); […] “Silvio Drodman Astier” (176).

De esta manera, la identificación de este personaje quedaría indefinida hasta bien entrada el tercero de los cuatro episodios de que consta la novela. Este razonamiento nos parece poco adecuado. Siguiendo a Bühler (1982 [1934]), podemos afirmar que los dos elementos deícticos de la primera frase señalan a un personaje que nos imaginamos inmediatamente y al que atribuimos sucesivamente las cualidades que la narración le otorga.

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Es evidente que también el espacio y el tiempo en que la acción se sitúa se constituyen en un acto de imaginación. Al inicio de la obra, el autor nos deja ya una primera referencia espacial: (2) Cuando tenía catorce años me inició en los deleites y afanes de la literatura bandoleresca un viejo zapatero andaluz que tenía su comercio de remendón junto a una ferretería de fachada verde y blanca, en el zaguán de una casa antigua en la calle Rivadavia entre Sud América y Bolivia (El juguete 87).

Los nombres de las calles se refieren al barrio de Flores de Buenos Aires, pero esta referencia a un lugar real queda también suspendida por la ficcionalidad de la obra. El lector ha tenido que construirse un Buenos Aires imaginario que tal vez compare con el Buenos Aires real que conoce. Ahora bien, el texto literario en que se reconoce el Buenos Aires real le sirve de espejo en que se constituye como espacio cultural. Esto es el efecto de eternalización por medio de manifestaciones gramolectales reales o imaginarias que documentan el vínculo entre ciertos lugares y las correspondientes prácticas socioculturales. Parece que la obra literaria sobresale entre otros tipos de textos que cumplen la misma función (documentos, informes, discursos) a causa de su valor estético y su calidad creativa que realza un espacio cultural entre otros. El arte con su función autopoética idealiza la realidad que le sirve de material, incluso en las obras modernas con fuerte índole crítica y satírica. Convierte la realidad en proyecto en el sentido etimológico de la palabra, es decir, en un ideal al que se aspira y que da orientación a la práctica social y a la cultura cotidiana. La creación de un espacio cultural por el medio literario se nutre entonces de un forcejeo ineludible entre la realidad y la imaginación. No obstante, parece que al mismo tiempo gana en eficacia si la distancia sigue siendo franqueable, si los receptores reconocen su cotidianidad en la obra, que de tal manera se puede convertir en brújula. El juguete rabioso como manifiesto expresionista no corta el vínculo entre realidad e imaginación. No se refiere a una ciudad fantasmagórica, por lo que puede haber incitado al lector contemporáneo a imaginarse un Buenos Aires que interactuaba con el Buenos Aires real que conocía de propia experiencia. Ya hemos visto que los lugares concretos que menciona la novela coinciden con las calles y barrios del Buenos Aires real. Por lo que atañe a la deixis temporal la situación no es tan fácil. La novela describe las aventuras de un adolescente que en los primeros tres episodios tiene catorce, quince y dieciséis años, respectivamente. En el cuarto episodio el protagonista se muestra más maduro. El Silvio de los primeros tres episodios inspira hasta cierto punto la simpatía y la compasión del lector por su ingenuidad y el cariño a su madre, su amigo Enrique, su enamorada Leonor y también al viejo servidor de su jefe, de modo que

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los lectores casi le podrían perdonar a Silvio sus travesuras y fantasías violentas. En el cuarto episodio se ha convertido en un cínico que traiciona en un acte gratuit a su compañero, el compadrito Rengo. En cierto modo se venga de la sociedad cumpliendo con sus leyes pero minando al mismo tiempo sus cimientos morales. En el primer episodio, el joven Astier se entusiasma por las aventuras de los anarquistas franceses Bonnot y Valet que en 1912 cometieron algunos robos y asesinatos antes de caer fusilados por la policía. En el cuarto episodio, el compadrito Rengo sueña con enriquecerse enseñando el tango en París. Como el tango, que había sido prohibido durante la Primera Guerra Mundial, volvió inmediatamente después para imponerse en los salones parisinos, no parece plausible situar la acción del último episodio en torno a 1919, año en que, según Gnutzmann (2001: 32), Arlt había empezado a escribir la novela. La deixis temporal de la novela publicada en 1926 entonces le hizo imaginar al lector contemporáneo un pasado no tan lejano, cuyo relato pudiera comparar con su propia memoria. Por lo que concierne el libro de lecturas El hogar de todos, ya el título contiene una expresión que en el contexto específico solo puede interpretarse como deíctica. El pronombre indefinido todos se refiere a un grupo concreto: el conjunto de los niños residentes en la Argentina sobre el que tiene alcance la escuela obligatoria. Esta interpretación se confirma en la primera lección: (3) Desde el día en que el niño ingresa en la escuela, forma parte de una nueva familia: la gran familia escolar, y tiene un nuevo hogar que debe a la solicitud de la Patria (El hogar 10).

En la introducción la autora se dirige en un acto de habla indirecto a sus lectores: (4) Presentamos hoy a los señores maestros un nuevo libro de lectura (7).

Los deícticos a los que recurre merecen un breve comentario. No provoca asombro el uso del plural de modestia que atenúa la referencia directa a la autora. Es más curioso el uso de hoy que recibe una doble interpretación mediante la demostratio ad oculos y la deixis de la fantasía. Por un lado, al receptor de la edición de 1926, digamos la profesora de escuela, se le presenta el libro el día en que lo tiene en sus manos. Por el otro, como se comprueba en la página ocho, la autora fija el acto de habla en el año 1923, cuando se publica la primera edición, situación que los lectores tendrán que imaginarse: (5) Agradecemos a los señores maestros los juicios elogiosos que han hecho de nuestro libro “La Escuela y la Vida” y deseamos que éste les dé igual satisfacción en

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la práctica. CLARA DE TORO Y GÓMEZ. Buenos Aires, noviembre de 1923 (El hogar 8).

El presente al que se refiere el deíctico hoy está entonces afectado de una temporalización que lo estira desde el momento en que la autora firma la introducción de la primera edición hasta el momento en que el último ejemplar de la última edición se utilice en la práctica escolar. En todo este periodo el libro obra sobre sus receptores para crear explícitamente un espacio lingüístico-cultural por medio de su contenido y lenguaje. Si la novela arltiana, intencionalmente o no y por el simple hecho de ser un acto de arte, idealiza y realza el espacio en que se sitúa y sus prácticas lingüístico-culturales, el libro de lectura se propone explícitamente conseguir tal efecto: (6) Ha dicho un gran pensador argentino que “educar es sugerir ideales”. Creemos que ninguna materia puede prestarse, mejor que la lectura, a este noble propósito; pues la variedad de los temas permite tocar numerosas fibras morales, a la vez que la animación y el interés de los relatos graba mejor, en la mente del niño, las ideas sugeridas. Guiados por este lema, hemos tratado de hacer que cada lectura despierte en el niño alguna idea noble […] (El hogar 7).

Arlt no comenta de manera alguna las prácticas lingüísticas que expone en su novela. En cambio, De Toro reclama ejemplaridad lingüística para su selección de textos que incluye en la obra: (7) Hemos dado la preferencia, en la elección de trozos, a los autores argentinos; pues pensamos que el niño debe familiarizarse, desde la escuela, con los nombres de nuestros escritores; haciéndole sentir, en lo posible, las bellezas de su estilo, y despertar en él una curiosidad inteligente por nuestra literatura, que le impulse más tarde a buscar y comprender las hermosas obras de nuestro tesoro patrio […]. Hemos cuidado especialmente de la belleza del estilo y pureza del lenguaje, en los trozos elegidos, convencidos de que la lectura de los buenos autores es el medio más eficaz para acostumbrar al niño a la corrección del lenguaje, sin fatiga y casi insensiblemente (El hogar 8).

Centrándonos en el uso de los deícticos, veremos a continuación que curiosamente no es el texto escolar el que podría figurar como ideal lingüístico del uso actual rioplatense sino más bien la novela arltiana. Veremos que sus usos aunque no correspondan unívocamente a la norma actual, la hacen entrever en estadio de creación de tal modo que no nos parece descabellado suponer que como texto emblemático de literatura argentina moderna también contribuyó a su imposición.

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4. Deixis personal 4.1. NOSOTROS Los pronombres y adjetivos de la primera persona plural pueden considerarse los deícticos que más se prestan a la delimitación de un espacio lingüístico-cultural. En el fragmento de la introducción que acabamos de citar, De Toro atribuye a los deícticos dos interpretaciones diferentes. En la misma frase el plural de modestia del sujeto denota solo a la autora mientras los adjetivos en “nuestros escritores”, “nuestra literatura” y “nuestro tesoro patrio” se refieren a todos los citadinos de la República de Letras argentina. Si el espacio propio de cultura literaria parece abarcar tan solo la nación argentina, es dudoso que el mismo valga para la lengua en que esta literatura está escrita. Llama la atención el hecho de que la autora se encarga de la enseñanza del “idioma nacional” en la Escuela Normal. Sin embargo, este idioma dista de ser un tesoro propio cuya posesión se reduzca a los ciudadanos argentinos. En la lección 37 se incluye un fragmento de la oda A la lengua castellana del puertorriqueño José Mercado, en que evoca la unidad de la lengua que Colón llevó a América y que Cervantes cultivó. Al final de la lección De Toro formula los siguientes ejercicios de lenguaje: (8) ¿Por qué nos parece la más hermosa de todas? ¿Qué grandes ideas han llegado a nosotros por su intermedio? ¿Qué lazo establece entre nuestros antepasados y nosotros? ¿A quiénes nos une también nuestra lengua española? ¿Qué debemos hacer nosotros con respecto a ella? (El hogar 83)

De nuevo estamos frente a un uso ambiguo de los deícticos. Si los niños estaban por su corta edad todavía excluidos de espacio literario propio, por medio de la lengua parece formarse un vínculo entre profesores y alumnos argentinos. Pero como comprueba la referencia a un texto puertorriqueño, la comunidad lingüística abarca y une todo el espacio hispanohablante en su extensión sincrónica y diacrónica. Si pensamos en el hecho de que en Buenos Aires un grupo muy considerable de los alumnos, estimadamente entre un tercio y la mitad, eran extranjeros o hijos de extranjeros,7 la referencia a “nuestros antepasados” y “nuestra lengua” parece sumamente confusa.

7 Las estadísticas solo indican que un 10% del alumnado era extranjero. Pero como se otorgó la nacionalidad a todos los niños de padres extranjeros que nacieron en la Argentina, el porcentaje de los que llegaron a la escuela con escuetos conocimientos del castellano debería ser mucho más alto como se comprueba en las memorias de una profesora de origen italiano que compiló Beatriz Sarlo (véase Sarlo 2007 [1998]: 42, 87 y ss.).

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En cambio, Arlt casi no recurre a la creación de espacios comunitarios a partir del “nosotros”. Los deícticos de la primera persona del plural se usan casi exclusivamente para referirse a grupos de personas concretas entorno a la origo del narrador o a los protagonistas en los diálogos. Hay algunas pocas excepciones. Una sola vez, el narrador busca la solidaridad del lector al quejarse de la clientela que tiene que frecuentar como representante de comercio: (9) No hablemos de la ralea de los feriantes turcos (El juguete 206).

Ostentando sus conocimientos técnicos ante los oficiales de la escuela militar, el protagonista recurre a una forma de la primera persona plural en función genérica: (10) Si medimos con un galvanómetro de tangente la intensidad eléctrica […] (169).

Este uso genérico incluye a sus interlocutores excluyendo al mismo tiempo todos los que no disponen de tal saber. En el episodio cuatro, poco antes de traicionar al Rengo, se encuentra una reflexión que por su forma adquiere casi el carácter de una oración. (11) Algunas veces en la noche. —Piedad, quién tendrá piedad de nosotros. Sobre esta tierra quién tendrá piedad de nosotros. Míseros, no tenemos un Dios ante quien postrarnos y toda nuestra pobre vida llora. ¿Ante quién me postraré, a quién hablaré de mis espinos y de mis zarzas duras, de este dolor que surgió en la tarde ardiente y que aún es en mí? Qué pequeñitos somos, y la madre tierra no nos quiso en sus brazos y henos aquí acerbos, desmantelados de impotencia. ¿Por qué no sabemos de nuestro Dios? ¡Oh! Si Él viniera un atardecer y quedamente nos abarcara con sus manos las dos sienes. ¿Qué más podríamos pedirle? Echaríamos a andar con su sonrisa abierta en la pupila y con lágrimas suspendidas de las pestañas (El juguete 219).

Llama la atención el cambio del plural al singular en la segunda frase. Como si el protagonista estuviera vacilando para colectivizar su experiencia existencial e integrarse por ella en una comunidad de teología negativa. Estas consideraciones aparecen en un monólogo y no forman parte de la narración. De este modo el narrador se distancia de la colectividad que el protagonista evoca. No se incluye ni se excluye y deja abierta la posición que le sugiere tomar al lector.8 8 El mismo uso de los deícticos ocurre una vez más en la novela: en el segundo episodio Silvio narró sueños eróticos en primera persona (El juguete 160).

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En el cuarto episodio el protagonista recurre otra vez a un “nosotros” para explicarle al arquitecto Vieri que el motivo de su acción no era el robo, sino algo más oscuro como la traición: (12) Hay momentos en nuestra vida en que tenemos necesidad de ser canallas, de ensuciarnos hasta adentro, de hacer alguna infamia, yo qué sé... de destrozar para siempre la vida de un hombre... y después de hecho eso podremos volver a caminar tranquilos (El juguete 236).

El pasaje ocupa un lugar central en el desarrollo de la conversación. El arquitecto, que al inicio lo ha tratado con desdén, cambia de actitud y empieza a interesarse por sus motivos, que en seguida el protagonista vuelve a precisar en primera persona de singular. De cierto modo el protagonista consigue una colectivización de su vileza presentando sus razones como una experiencia existencial a la que su interlocutor tampoco se podría sustraer. Otra vez el narrador toma sus distancias. Es el protagonista quién apela a la colectividad. El narrador no se incluye y deja abierta la posición que debe tomar el lector. Por el uso de los deícticos de primera persona de plural, El juguete rabioso se opone diametralmente a los libros escolares. No crea espacios colectivos incluyendo a los lectores en un nosotros cuya ejemplaridad se exhibe. No obstante, se podría asumir que al protagonista de la novela se le atribuye un prestigio subcultural que al fin de cuentas vence al patetismo de las figuras que alegorizan los ideales que la lectura escolar pretende transmitir. Si un lector contemporáneo adolescente puede más fácilmente identificarse con el estado de ánimo y las posturas de un Silvio Astier que con las figuras que se le presenten en sus lecturas escolares, no cabe duda de que también se sentirá tentado a imitar sus modos de expresarse.

4.2. TÚ ~ VOS / VOSOTROS ~ USTEDES Como destacamos en la introducción, el voseo como tratamiento de cercanía estilísticamente no marcado realza el espacio lingüístico rioplatense entre otras regiones voseantes de Hispanoamérica. Parece que es en el curso de los años cuarenta del siglo XX que el voseo se impuso definitivamente en el habla culta rioplatense. La literatura contribuyó significativamente a ese proceso, mientras que la escuela se mostró sumamente conservadora defendiendo con obstinación el uso peninsular. En los dos textos escolares considerados no encontramos ninguna ocurrencia de voseo. En el corpus de sainetes, en cambio, del pronombre vos se encuentran 297 ocurrencias frente al 112 del tú. En lo que sigue nos res-

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tringimos a un análisis cualitativo del uso de los deícticos de segunda persona en la novela arltiana. En El juguete rabioso los deícticos de la segunda persona solo aparecen en los diálogos. En el primer episodio el viejo zapatero andaluz se dirige a Silvio con un “fígúrate tú” (88). No obstante, con este uso Arlt no evoca un espacio lingüístico panhispánico. La marginalidad del zapatero está marcada incluso lingüísticamente ya que se expresa a través de dialecto andaluz ceceante. El primer uso de vos aparece poco después en un diálogo entre Silvio y su amigo Hipólito: (13) Vos tendrías que estudiarte ese invento (92).

Entre los adolescentes el vos es la única forma de tratamiento de cercanía. Llama la atención el uso de las formas de tratamiento entre Silvio y su madre. Mientras Silvio vacila entre el usted y las formas verbales del voseo, la madre lo trata de tú, pero alterna en la morfología verbal el tuteo con el voseo. (14) a. Tenés que trabajar, ¿entendés? Tú no quisiste estudiar […] Qué quiere que haga?... ¿que fabrique el empleo...? Bien sabe usted que he buscado trabajo (127 y ss.) b. ¿Qué pasa, Silvio, qué pasa? –gritó mi madre asustada desde su habitación. –Nada, callate… (122) c. ¿Estás triste, mamá? –No –contestó. De pronto: –¿Quieres que lo hable al señor Naidath? (129).

Según Rigatuso (1992), que se basa sobre todo en fuentes literarias, el tratar los padres de usted se pierde más y más entre 1880 y 1930. En cuanto al tuteo por parte de la madre, no se sabe si se trata de un arcaísmo o de una interferencia de su lengua nativa. El apellido Astier, que, como solo se revela en el tercer episodio, es el de la madre, está difundido en Provenza en Francia y en el Lazio italiano. Sin embargo, no encontramos otros rasgos de interferencias en las breves intervenciones de la señora Astier. Su amiga judía, la señora Naidath, vacila también entre el tú y el vos al dirigirse a Silvio y a su hermana: (15) a. ¿Tú sabes mecánica? (El juguete 162). b. Hijita... Si tenés ganas de comer ciruela, podés comprar toda la que quieras en el mercado (165).

Al jefe de Silvio y a su mujer, Arlt los caracteriza explícitamente como hablantes de origen napolitano. Ambos cónyuges tratan al joven de vos: (16) ¿Cuánto querés ganar? […] un muchacho como vos (132). Andá, y te volvés a las cinco (145).

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Mutuamente también se tratan de vos, incluso se insultan con términos italianos: (17) ¿Qué has hecho de mi vida vos...? […] no tenía necesidad de casarme con vos, strunsso (142).

Mientras Rigatuso (1992) asume variación libre entre el tuteo y el voseo hasta los años treinta, el texto de Arlt muestra un uso motivado por las variedades que dominan los personajes. El tuteo se reduce a la generación de inmigrantes. La primera generación nacida en el país recurre exclusivamente al voseo y este se encuentra también en el español aprendido de la generación de sus padres.9 Si el tú tenía y quizá incluso tenga todavía alguna función en el habla rioplatense voseante,10 el vosotros de la segunda persona de plural no se usaba nunca en el lenguaje hablado. En cuanto al tratamiento de cercanía de varias personas, el rioplatense no se diferencia de las otras variedades del español atlántico. Por eso es significativo que los libros de escuela recurran con insistencia a esta forma que para los niños al entrar en la escuela debía de ser desconocida: (18) Ved en vuestros maestros y maestras otros padres cariñosos, cuyo único deseo es veros progresar y abrir vuestras jóvenes inteligencias a todo lo noble y bello (El hogar 11)

Difícilmente un tratamiento que en los oídos de niños debe haber sonado sumamente extraño inspirara la confianza que la llamada de la autora quería evocar.11 Ni en El juguete rabioso ni en el corpus de sainetes se encuentra forma alguna de vosotros.

4.3. DEIXIS ESPACIAL Concluimos este trabajo con algunas consideraciones acerca del uso de los deícticos espaciales aquí y acá. El locativo acá forma parte del tesoro común panhispánico. El DRAE define su uso de la siguiente manera:

9 El “fíjate” del homosexual que apareció según Gnutzmann (2001: 58) en previas ediciones parece ser error de imprenta y se corrige en “fijate” (El juguete 187) en la edición de Cátedra. 10 Como tratamiento de distancia intermedia entre el vos de cercanía y el usted. 11 En el segundo texto que hemos analizado el resultado es el mismo. Recurre exclusivamente al vosotros para apostrofar los jóvenes lectores: “No hagáis á nadie lo que no quisierais para vosotros” (La niña 110).

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(19) adv. l. En este lugar o cerca de él, a este lugar o cerca de él. No es tan explícito como aquí, por eso admite ciertos grados de comparación. Tan acá Más acá Muy acá (DRAE: v. acá).

El uso de acá está muy reducido en el español peninsular. En cambio, domina como deíctico local de cercanía en el español rioplatense sustituyendo al aquí. Por eso el acá asume la connotación de rioplatensismo aunque no excluyamos que su uso domina también en otras regiones hispanoamericanas, por ejemplo en el Caribe continental.12 En los libros escolares considerados no aparece ninguna ocurrencia de acá, por lo que recurrimos otra vez a las fuentes literarias para documentar su uso como elemento de habla. Nos parece que aún hoy día en el uso rioplatense de acá no está ausente cierta afectividad que opone lo propio con todo eso que se denota en España a través del aquí. Sea como sea, en la novela de Arlt encontramos una distribución clara entre el uso de acá y aquí. 24 ocurrencias de aquí contrastan con 10 de acá. Nuestra hipótesis es la siguiente: Los dos adverbios demostrativos de lugar forman una pareja mínima en que acá aparece como el elemento marcado. Mientras acá designa un lugar por el cual el locutor experimenta cierta afectividad positiva, aquí denota un lugar neutro e incluso hostil. Vamos a comprobar nuestra hipótesis por un breve análisis cualitativo de las ocurrencias encontradas en el texto: (20) Aquí, en el fondo de la carnicería (El juguete 104).

Denota un lugar en la esfera de la víctima de un robo. (21) Por aquí (110); ¿Y la luz? —Traétela aquí (117); de aquí a casa (120).

Se refiere a lugares en la escuela en la que los muchachos han escalado. (22) Aquí te quiero ver (119).

Indica el lugar en las escaleras de la escuela donde Lucio hace el campana. Silvio comenta sus paseos solitarios por las calles de Buenos Aires con 12 “Existe, en primer lugar, una diferencia dialectal entre ellas, ya que el uso de acá y allá está considerablemente más extendido en el español americano y en el hablado en las islas Canarias (España) que en el español peninsular. Aun así, se observa que el uso de acá es más frecuente en el Río de la Plata y el Caribe continental que en México y Centroamérica” (NGLE 2009: II, 1314).

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(23) Yo estoy aquí solo (153).

Con aquí se refiere el oficial a la escuela militar en el momento de despedir a Silvio por ser demasiado inteligente: (24) Aquí no hay otro Drodman Astier que usted (176); Aquí no necesitamos personas inteligentes, sino brutos para el trabajo (178).

Y también el sucio cuarto que Silvio comparte con el homosexual y el lugar donde intenta suicidarse se designan con aquí. En cambio, acá se utiliza para la casa de Silvio en que Enrique se esconde después del robo: (25) Llegué hasta acá (124).

Con un (26) Acá tenés mi dirección (202).

Lucio intenta reanudar la amistad con Silvio en el último episodio y conversando con el Rengo, Silvio se refiere con un acá a su departamento, a un bar que suele frecuentar y a su barrio: (27) ¿Vos por acá? (219); ¿Y para preguntarme esto me has traído hasta acá? (220); ¿Lejos de acá? (223).

Es específicamente significativa la manera en que Don Gaetano, el jefe de Silvio en el segundo episodio, utiliza los dos adverbios. Con (28) Aquí no hay horario (132).

se dirige a Silvio explicándole sus obligaciones y con (29) Aquí hay una camita, pero sin colchón (137).

le muestra su lamentable cuarto. Lo que Silvio comenta al viejo servidor: (30) Aquí no se puede dormir (139).

En cambio, Don Gaetano se refiere con orgullo a su librería comparándola con la de un competidor:

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(31) No tiene tanto libro como acá (131).

Y con acá también denota el mercado donde suele pasar sus mañanas. En el corpus de sainetes encontramos 92 ocurrencias de acá frente a 518 ocurrencias de aquí. Corrobora en general el análisis cualitativo que hemos efectuado de las ocurrencias de acá en la novela de Arlt. Aunque se muestra mucha variación libre especialmente en el uso de personajes cocolichescos, acá suele aparecer más a menudo cuando los personajes se refieren a su propio hogar. Parece que en la literatura de principios de los años veinte, acá empieza a designar el hogar propio de los rioplatenses o más en general un espacio al que se sienten afectuosamente ligados. En cambio, en El hogar de todos que pretende ser la escuela obligatoria el uso de acá como de otros regionalismos lingüísticos está ausente.

5. Conclusión Hemos visto que desde un punto de vista lingüístico y cultural el regionalismo rioplatense se constituyó por medio de textos literarios para los cuales El juguete rabioso de Roberto Arlt es un ejemplo paradigmático. Sin idealizar a su protagonista, Arlt le atribuye unos rasgos (de diversa índole, incluida la lingüística) que lo convierten en una figura representativa para el ambiente urbano rioplatense. De este modo asume cierto prestigio subcultural que puede haber atraído a los lectores contemporáneos. Transcritos en lenguaje literario, los rioplatensismos ganaron en aceptabilidad y por fin se impusieron como marcas regionales y transnacionales a pesar de la acérrima defensa de la norma peninsular por parte de la escuela argentina, que aspiraba, paradójicamente, a evocar un sentimiento de orgullo nacional al identificarse con la tradición española y negar su propia identidad.

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0. Introducción El impacto lingüístico de los inmigrantes italianos en el rioplatense ha sido desde los años treinta un tema polémico. Según el ensayista argentino Raúl Scalabrini Ortiz la herencia lingüística de millones de inmigrantes italianos en el Río de la Plata es mínima, casi imperceptible: Cuatro millones de italianos que vinieron a trabajar a la Argentina [...] no han dejado más remanente que sus apellidos y unos veinte italianismos en el lenguaje popular, todos muy desmonetizados. (Scalabrini Ortiz 1931: 33).

En el otro extremo de un largo continuo de opiniones sobre el asunto, dadas por lingüistas y aficionados a la lengua,1 encontramos a Américo Castro que escribió acerca de la influencia lingüística italiana: “La fonética y la entonación, a veces la sintaxis e infinidad de vocablos revelan la huella de tales dialectos” (1960: 24). Sin considerar los otros dominios de la lengua, podemos al menos constatar que el legado léxico del italiano2 en el rioplatense es notable y sigue estando vivo en nuestros días.3 No nos referimos al vocabulario culinario de tipo ricota, pizza o salame que es, según Fontanella de Weinberg (2000: 55), “el campo semántico en el que, sin duda, el número de los préstamos es mayor”. Este vocabulario, cuya importancia en el sector gastronómico y en la cultura alimentaria no negamos, carece, sin embargo, de tintes locales. Mucho más característicos que el italiano culinario nos parecen los préstamos de ámbito familiar y cotidiano (pibe, laburo, cucha), de calificativos personales (capo, chanta, ñoqui “empleado público que solo aparece para cobrar”) y expresiones que provienen

1 Cf. Meo Zilio (1959: 49); Meo Zilio/Rossi (1970: 134 y ss.); Golluscio de Montoya (1990: 62); Manuel Gálvez cit. por Marani (1992: 24). 2 Entendemos por italianismos todo el vocabulario que proviene de la lengua histórica italiana, es decir, tanto del estándar como de los dialectos. 3 Véase para el español bonaerense Fontanella de Weinberg (2000: 53-55).

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de la vida marginal (biaba, cafisho, fiaca). Una buena parte de este vocabulario se originó en el lunfardo tradicional, con el cual se ha transformado en marcas lingüísticas ya no estigmatizadas como jergales sino extendidas al uso informal de todas las capas sociales. Como gran parte del léxico lunfardo tiene orígenes italianos, es evidente que su vía de formación debía pasar por el cocoliche hablado por los inmigrantes en sus intentos comunicativos con los hispanohablantes oriundos. Sin embargo, esta comunicación no se documentó excepto de forma transcrita y transformada en la literatura y sobre todo en el teatro. Lo que podemos investigar entonces en esta escueta contribución, son los italianismos en el sainete criollo que por su función de medio popular por antonomasia en las primeras décadas del siglo XX parece ser la fuente principal para la difusión del léxico italo-lunfardesco entre todas las capas de la sociedad. Vamos a ver si es el cocoliche mismo o más bien el lunfardo, creado por nativos a base del cocoliche, el que a través del sainete deja un toque italianizante en el léxico rioplatense. Se puede imaginar que no pocos italo-lunfardismos se difundieron por vía de imitación de personajes sainetescos. Veremos que los lunfardismos se usan en determinadas situaciones cargadas de prestigio subcultural que los hizo atractivos para un público de capas sociales más acomodadas que por su formación escolar rechazaba regionalismos y vulgarismos y cultivaba usos lingüísticos más cerca del estándar europeo. Consideremos en detalle algunos ejemplos para comprobar que el contenido semántico de los italo-lunfardismos puede o bien cambiar o bien conservar el significado del étimo italiano.

1. La cadena etnolectal Desde los primeros estudios,4 se ha considerado el lunfardo un lenguaje especial de criminales que posteriormente se difundió en barrios populares. Susana Martorell de Laconi resume:

4 En 1878 se apareció en La Prensa el artículo “El dialecto de los ladrones”. La redacción del periódico indicó que su fuente para la “nueva lengua que se incuba en el seno mismo de Buenos Aires” fue un comisario de la policía local, quien prefirió mantenerse en el anonimato (Soler Canas 1976; Rodríguez 1991: 5). En 1879 el oficial de policía Benigno Lugones publicó dos “Bocetos parciales”: “Los beduinos urbanos” y “Los caballeros de la industria” (véase Rodríguez 1991: 5 y ss.). En 1888 y 1894 se editaron los tratados de los criminólogos Luis María Drago y Antonio Dellepiane Los Hombres de Presa y El idioma del delito. También el escritor José Álvarez, quien bajo el seudónimo de Fabio Carrizo escribió las Memorias de un vigilante (1897), obra que contribuyó mucho a la popularidad del lunfardo, trabajó un tiempo al servicio de la policía (Rodríguez 1991: 6).

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Como se sabe, la cárcel de Buenos Aires, ubicada en la zona portuaria, fue el crisol donde se forjó esta variedad lingüística. La materia prima fue el habla de los inmigrantes y el propio español. Estas hablas de los arrabales porteños se fundieron y “catastróficamente” de ellas nació el lunfardo. Como los delincuentes vivían en el arrabal, rápidamente este absorbió esta jerga delictiva que poco a poco se transforma en popular (1996-1997: 654).

No creemos que este punto de vista sea el resultado de la perspectiva clasista que a finales del siglo XIX domina en los primeros reconocimientos académicos y literarios de la realidad sociocultural de las capas más desfavorecidas.5 Según Teruggi (1978: 23), lo que caracteriza a los idiomas especiales en general es el “desarrollo primitivo en grupos sociales despreciables o temibles por su peligrosidad, pobreza o inutilidad, con el consiguiente arraigo inmediato o mediato en el mundo de rufianes y malhechores”. Nacen estigmatizados: “su cuna ha sido la miseria material y moral, su nodriza la mala vida” (ibíd.). Hay que tener en cuenta que este ambiente no existía únicamente en Buenos Aires, sino también en Montevideo. Estudios sobre el lunfardo realizados en el Uruguay6 dan fe de que el lunfardo estaba también presente en la otra orilla del Río de la Plata. De ahí que nos parezca más fructífero centrarse en el ambiente social que lo produce y no tanto en la figura misma del criminal. La fuente de curiosidades lingüísticas de la que se inspiran el teatro criollo y las letras del tango parece ser más bien el ambiente popular en general que los tecnolectos carcelarios especiales. Según Tulio Carella: “El pueblo inventa vocablos que son recogidos por los letristas y saineteros para sus obras. Letristas y saineteros, estimulados, inventan, a su turno, nuevas locuciones. El pueblo reconoce sus propias voces y asimila las otras como novedades jocosas” (cit. por Franco 1975: 29). Sin embargo, el círculo de reconocimiento y reproducción parece ser más bien una espiral que por un lado lleva el vocabulario lunfardesco a un nivel mediatizado y lo hace accesible a un público mucho más amplio. El proceso de difusión mediatizado de lunfardismos parece corresponder a lo que Dirim/Auer (2004) describen como cadena etnolectal refiriéndose al argot turco de Alemania. Si los turcos forman un alemán con rasgos turcos (etnolecto primario), los medios lo transforman (etnolecto secundario) y los propios (jóvenes) alemanes lo adaptan (etnolecto terciario).

5 Lindner (2004) indica que los primeros estudios etnológicos realizados en las capitales europeas presentan los medios de capas sociales bajas como centros de crimen, enfermedad y vicio. No debe sorprender entonces que se clasificaran los lenguajes especiales de estos medios como idiomas del delito. 6 Meo Zilio/Rossi (1970); Chiappara (1978); Enríquez (1997); Liscano (2003).

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No obstante, el caso del lunfardo resulta todavía más complejo. Nace de un ambiente sumamente heterogéneo en su compuesto étnico y social. Si el lunfardo caracteriza entonces al ambiente popular porteño, no es la manera de expresarse de una sola etnia (a saber los italianos) y tampoco como destaca Sabreli “un lenguaje autóctono folclórico sino […] cosmopolita, el producto de la hibridación de diversas peculiaridades lingüísticas llegadas de todas partes” (2005: 88). Son los italianismos los que constituyen “el paquete hereditario foráneo más impresionante” (Teruggi 1978: 104), pero frente a la suma de las influencias lingüísticas diversas son minoritarios. Si el lunfardo entonces no es un etnolecto primario de italianos como parece serlo el cocoliche a primera vista,7 cabe preguntarse en qué medida los italianos contribuyeron a su formación como argot en el nivel primario del uso en los barrios marginales. Nuestro objetivo será determinar a partir de los productos mediatizados cuáles son los personajes que recurren a italo-lunfardismos como expresiones argóticas en el nivel secundario, para explicar su difusión posterior entre todas las capas de la sociedad. Si el argot llega a este nivel terciario el proceso conlleva un cambio de función que anula su estatus de lenguaje marginal: los italo-lunfardismos pierden su estigma y se convierten en expresiones familiares rioplatenses.

2. Adopción y creación de los italo-lunfardismos: aspectos formales Vamos a ver de qué manera se adoptaron o se crearon los italo-lunfardismos. A causa de la gran semejanza morfológica entre el castellano y el italiano existen algunas palabras que se adoptaron exactamente en su forma italiana, o sea, como préstamo verdadero. Entre este grupo cuentan los italo-lunfardismos ma,8 minga, domani, mina, etc.

7 En cuanto al cocoliche el estudio profundo del tema lleva a otra opinión también. Al contrario de lo que ocurre con el kanaksprak (alemán de los turcos), parece que los hijos de los inmigrantes italianos no hablaban el cocoliche como variedad cotidiana, sino que dominaban ya el rioplatense común. Así se puede presumir que el cocoliche nunca caracterizó al lenguaje cotidiano de una etnia. Seguía siendo el español (mal) aprendido de la primera generación migratoria, fosilizado en el uso de los hablantes mayores (cf. Lavandera 1984). Además, se trataba de una variedad muy heterogénea que no se prestaba a crear una identidad de grupo. Eso cambia curiosamente con el uso mediatizado. Es decir, podemos asumir que el cocoliche mediatizado formó un etnolecto secundario de relativa estabilidad y cierto potencial identificatorio que, sin embargo, no se basa en un etnolecto primario sino en una “lengua del aprendiz” (learner variety). 8 A lo largo de todo el ensayo vamos a señalar los lunfardismos lexicalizados mediante letra cursiva. Nuestra referencia para la lexicalización de una palabra es el Diccionario etimo-

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En cambio, la mayoría de las palabras sufrió cambios fonéticos o morfológicos al pasar del italiano o de un dialecto italiano al lunfardo. Muchos de estos cambios se realizaron de acuerdo con las diferencias fonéticas o morfológicas entre el italiano estándar o dialectal y el castellano. Así p. ej. se omitieron las geminadas (it. faccia > facha, it. donna > dona, it. fetta > feta), el fonema /ts/ se convirtió en /s/ en muchos casos (gen. pertûzo > pertuso, it. mazzo di carte > mazo, it. merid. muzzarella > muzarela), a las palabras que comenzaron con s + consonante se les añadió una e- protética (it. sbornia > esbornia, it. strada > estrada, nap. schifuso > esquifuso) y los verbos italianos perdieron la -e final de la desinencia (it. parlare > parlar, it. guadagnare > guadañar, it. lavorare > laborar/laburar) mientras que algunos verbos dialectales, cuya desinencia ya estaba apocopada, recibieron una -r final (gen. lûxî > luyir, gen. piggiâ > piyar, gen. descciavâ > deschavar). En algunos casos, ocurrieron cambios fonéticos sin que hubiera una necesidad de parte del sistema recibidor, como p. ej. el cambio de vocales (it. fangose > fanguses, it. imbroccare > embrocar). Otras palabras fueron trasformadas por distintas figuras de metaplasmo, como la apócope (gen. pivetto > pibe) o la prótesis (vén. star muffo > amufarse). Diferentes procedimientos de formación de palabras usuales en castellano fueron empleados para formar transposiciones en el sentido de Coseriu (cambios de categoría verbal), a veces a base de palabras que ya habían pasado del italiano al lunfardo (piam. jergal lingèra > linyera > linyerear, it. mangiare > manyar > manyatina, it. jergal mina > mina > minaje). La composición de morfemas italianos con castellanos da lugar a otra buena parte de lunfardismos (manyaoreja, manyapapeles, piantavoto). Además encontramos la composición de dos morfemas italianos (parlatuti) sin que estas palabras hubieran existido en italiano. Ya muy alejados del italiano existen lunfardismos en los que un elemento italiano entra solamente como elemento para la formación de palabras. En aquellos casos se trata generalmente de sufijos como -ato (avivato), -eli (falluteli, cobrateli, locateli), -eti (cretineti), -ina (pegatina, silbatina, chupandina), -oni (morfoni) y otros.9 Sin embargo, el léxico italo-lunfardo no se compuso únicamente por adopción y adaptación de palabras italianas y la creación de palabras a través de procesos de formación de palabras. El lunfardo era un tipo de juego con la lengua, o

lógico del lunfardo de Oscar Conde (2004). Lunfardismos efímeros que no entraron en el léxico lunfardo y sin embargo aparecen en nuestros ejemplos están impresos en negrilla. Las palabras que provienen del italiano estándar o jergal o de uno de los dialectos italianos están marcadas, además, por un subrayado. 9 Véase Meo Zilio (1959); Di Tullio (en prensa).

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mejor dicho, con las diferentes lenguas que se encontraron en el Río de la Plata. Existía p. ej. la técnica del vesre, o sea, el decir al revés (nami por mina, bepi por pibe etc.), lo cual podía producirse de manera regular o irregular, es decir, cambiando vocales, suprimiendo sílabas enteras etc. Otra posibilidad de jugar con la lengua para hacerla más curiosa y enigmática, era por medio de la introducción de ti, cuti u otras, ante cada sílaba, p. ej. cutimi cutina por mina (Chiappara 1978: 12). Además, se usaron apellidos de cualquier origen para reemplazar a palabras de sonido parecido, como ocurrió p. ej. con los apellidos italianos Locateli (en vez de loco) o Solari (en vez de solo) (Meo Zilio 1959).

3. Los italo-lunfardismos en el sainete criollo Partimos ahora del punto de vista de que el lunfardo se difundió sobre todo a través del teatro y del tango, siguiendo la tesis de Teruggi que hemos citado más arriba. Primero, vamos a ver brevemente en qué territorio ejercieron su influjo estos dos medios. Los artículos periodísticos de aquellos días documentan que muchas compañías de teatro actuaron en ambas orillas del Plata, más que nada en las dos ciudades capitales, así como también diferentes autores (p. ej. Florencio Sánchez, Carlos M. Pacheco, Alberto Novión) vivieron tanto en la Argentina como también en el Uruguay. Las memorias de José Podestá resumen las andanzas de la conocida familia de actores y por lo tanto, se prestan para analizar qué sitios tuvieron vida teatral. Las ciudades de Buenos Aires, Montevideo y La Plata son los lugares en los que trabajaron la mayoría del tiempo. Sin embargo, emprendieron repetidos giros por el interior del Uruguay y por el sur de la provincia de Buenos Aires, como también por la zona de Rosario y Santa Fe y llegaron incluso hasta Córdoba, Tucumán y Salta. De las notas de Podestá resulta que fue indudablemente en las ciudades donde el teatro tuvo la mayor presencia, y sobre todo en las tres ciudades mencionadas primero, y donde, por lo tanto, el lenguaje teatral se conocía más. Por lo que atañe a la música popular, Meo Zilio y Rossi afirman que el tango, en cuyas letras el español está entremezclado con lunfardismos y especialmente italianismos, nació y se desarrolló en las ciudades de Buenos Aires y Montevideo, mientras que la milonga tradicional está más difundida en el campo y por lo común no contiene elementos lunfardos (Meo Zilio/Rossi 1970: XII y ss.). Resulta entonces que por los medios de cultura popular las masas urbanas debían ser las más familiarizadas con el léxico lunfardo. Además, ambos medios, el sainete y el tango, estaban estrechamente vinculados. Los tangos se incluyeron en los sainetes hasta tal punto que se puede suponer que algunos sainetes, al igual que los videoclips de hoy día, solo se estrena-

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ron para lanzar un tango. En los tangos que se incluyeron en los sainetes observamos un uso particularmente frecuente de lunfardismos. Se prestaban entonces especialmente para su difusión ya que gozaban de popularidad enorme entre el público. El siguiente ejemplo de la pieza de Vacarezza El conventillo de la Paloma nos ilustra la alta densidad de lunfardismos. En la primera estrofa del tango Atorrante la protagonista femenina Doce Pesos canta: (1) Atorrante bien vestido / malandrín de meta y ponga / que hoy brillás en la milonga / y la vas de gran señor. / Te engrupieron las bacanas / y a la mina santa y pura / que aguantó tu mishiadura / y en la mala te cuartió, / la largaste por baranda, / y de pena, ¡pobrecita! / hoy está enferma y solita / consumiéndose por vos (El conventillo de la Paloma 1910).

En los diálogos el uso de lunfardismos suele aumentar en una situación de rivalidad entre hombres. Los competidores se presentan como hábiles y valientes para lograr una posición favorable frente a un determinado personaje femenino dentro de la obra teatral. Debido a sus aires heroicos, que incluyen también cierta habilidad y creatividad lingüística, los personajes se hacen dignos de ser imitados por los individuos masculinos que están en el público: (2) SERIOLA.– ¿Y ustedes qué tienen que ver con mi davi y con la grela? Oyo soy oyo y si quiero jotrabar, jotrabo y si no quiero, no jotrabo. MIGUEL.– Sí... ¡jotrabariola! (Mutis de Sofía y Doce Pesos.) SERIOLA.– Lo que aquí pasa, y esto se lo voy a batir chorede pa que me entiendan, es que usté y usté y el cotur de la catorce y todos, están en contra del que parla, desde que han mordido el sebo que la grela está congomi (El conventillo de la Paloma 2).

Parece que el exceso en creatividad lingüística no confundía al público. Como afirma Teruggi (1978: 255): “el tono con que se lo dice, la modulación, el contexto y la situación reflejada en la acción teatral [...] deben hacer perfectamente deducible el significado de un neologismo”, pero no nos ofrece un análisis más detallado de los personajes y las situaciones en los que los autores colocaban preferiblemente los lunfardismos nuevos. Además, Teruggi remite a la necesidad de tal análisis afirmando que “todavía no se ha analizado la importancia de la contribución de los lunfardistas profesionales al acervo de nuestra habla popular” (ibíd.).

10 La edición no tiene número de páginas. En este caso contamos desde primera página interior que lleva el título de la obra.

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Vamos a afrontar esta tarea en lo que sigue, analizando para ello cuantitativamente un corpus de seis obras teatrales. Estas son El guarda 323 y Mateo de Armando Discépolo, La quinta de los Reyes y El diablo en el conventillo de Carlos M. Pacheco y El conventillo de la Paloma y Tu cuna fue un conventillo de Alberto Vacarezza. Sabemos que este análisis es solo un primer intento de aproximación a dicha tarea y de ninguna manera pretende ofrecer un recuento acabado. Los ejemplos se toman de un corpus más amplio de 14 obras teatrales y 5 letras de tango. Centrémonos primero en la cuestión de quiénes usaron el lunfardo en las obras sainetescas. Teruggi también intenta encontrar una respuesta a esta pregunta cuando escribe: “los creadores profesionales de lunfardismos emplean una especie de radar que les permite explorar el mundo popular para recoger los vocablos que luego incluirán en sus obras” (1978: 255). ¿Pero cuáles son las fuentes del “mundo popular” de las que surgen los lunfardismos? Como el lunfardo se difundió a partir de finales del XIX y no tenemos fuentes científicas sobre su uso en aquella época, podemos recurrir solamente a los usos mediatizados. Dediquémonos ahora a los italo-lunfardismos e intentemos aclarar quién los usa. ¿Se podría suponer que únicamente los usaban los hablantes de cocoliche, y que se difundieron después debido a la gran popularidad de estos personajes teatrales? Teruggi no lo cree así (1978: 233) y plantea una tesis según la cual los lunfardismos, creados en otro lugar, simplemente debían ser oídos con mucha frecuencia por el público, en boca de todo tipo de personajes. Realizamos un breve análisis sobre la base de las seis obras teatrales mencionadas, en las que figuran un total de 11 personajes italianos y 120 personajes no-italianos. Como referencia a la pregunta de qué palabra es un lunfardismo, nos servimos del Diccionario etimológico del lunfardo de Oscar Conde. Conde (2004: 13) llama “lunfardo a la expresión del habla coloquial rioplatense, es decir que se trata de un conjunto de vocablos y expresiones no considerados en el terreno académico, i. e. no registrados en los diccionarios del español corriente”. El cuadro 1 recoge los resultados de nuestro análisis. En el habla de las figuras italianas, 114 de 303 lunfardismos, es decir, casi el 38%, son de origen italiano, mientras que en el habla de los personajes de otro origen, aquellos se cifran solamente en 82 de 445 lunfardismos en total, o sea en algo más del 18%. Eso quiere decir que los cocoliches usan por término medio el doble de lunfardismos italianos que otros personajes. Sin embargo, el uso de estos está también ampliamente difundido en personajes de origen no-italiano. Igualmente, los personajes italianos se sirven de lunfardismos de muy variado origen. Estos resultados apoyan la tesis formulada por Teruggi. Hemos visto hasta ahora que los italo-lunfardismos surgen con mayor frecuencia en el habla de los italianos que en el lenguaje de otros personajes. Sin

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CUADRO 1 Número de lunfardismos en los sainetes analizados Obra

Personaje

Lunfardismos

Lunfardismos de origen italiano

El guarda 323

D. Pascual

67

26

personajes no-italianos

29

4

Carmen

4

2

Miguel

44

11

Severino

9

2

61

13

2

2

Angelo

11

8

personajes no-italianos

52

11

Santelmo

12

8

Pascual

25

2

personajes no-italianos

60

3

Miguel

72

31

144

32

48

22

9

0

99

19

Italianos en total

303

114 (~37,62%)

personajes no-italianos en total

445

82 (~18,43%)

Mateo

personajes no-italianos El diablo en el conventillo

La quinta de los Reyes

El conventillo de la Paloma

Manfredi

personajes no-italianos Tu cuna fue un conventillo

Antonio Carpintero personajes no-italianos

Total

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embargo, en el uso de lunfardismos en general se nota una tendencia diferente: los hijos de los inmigrantes italianos, nacidos en América, son los usuarios de lunfardismos más típicos en comparación con sus progenitores. Por un lado, las obras de teatro nos dan una base cuantitativa para esta tesis, ya que en aquellos casos en los que podemos comparar padres italianos con hijos criollos, el porcentaje de lunfardismos que usan estos últimos, en comparación al total de palabras pronunciadas, suele ser mayor al de sus padres. Encontramos diferentes situaciones en las que se ridiculizaba a los inmigrantes por su uso inadecuado del lunfardo. En el siguiente ejemplo, el criollo Aberastury enseña al italiano Antonio diferentes palabras para referirse a una mujer. Sin embargo, cuando Antonio intenta imitarlo, usa supuestos lunfardismos completamente inadecuados y hace el ridículo: (3) ABERASTURY.–El mosáico, la percha, / el rombo, la nami, el dulce / la percanta, la bandeja... ¿Manya? D. ANTONIO.–¡Ah... sí!... sí. Ya te comprendo / Que abundante que e la lengua / castellana... Lo mosaico / lo zanguán, la escopeta / con cualquier cosa se dice / la mojiere... (Tu cuna fue un conventillo 10).

Otros ejemplos semejantes muestran a italianos que usan lunfardismos en situaciones inadecuadas, como p. ej. en la conversación con una mujer, en la que –como veremos ahora– el uso de lunfardismos no está bien visto o que forman palabras en vesre de manera incorrecta, etc. En estas situaciones, el lenguaje del personaje italiano resulta incomprensible y, por lo tanto, ridículo. Teruggi (1978: 260) hace hincapié en el hecho de que en el habla de los varones se note una tendencia mucho más fuerte hacia el uso de lunfardismos que en el habla femenina: “el lunfardo fue hasta hace muy poco un habla de hombres [...]. Efectivamente, aun los individuos que son cuidadosos y recatados en la selección de su vocabulario cuando están en compañía mixta, suelen puntear sus oraciones con fuertes lunfardismos en las reuniones de hombres”.11 En los sainetes encontramos también

11 Meo Zilio/Rossi (1970: XXI y ss.) observaron también este fenómeno y precisan que esta división lingüística tiende a deshacerse en las capas sociales bajas en las que el habla de hombres y mujeres se parece. Esta observación se corrobora en algunas obras de teatro. La quinta de los Reyes de Pacheco nos muestra, p. ej., a la hija de un inmigrante italiano que, junto a su madre criolla, usa lunfardismos, mientras que la madre y la prima de su futuro esposo, que son de origen burgués, aunque empobrecidas, no los usan jamás. Hay que añadir que la separación lingüística en esta obra no se limita a las mujeres sino comprende a los hombres igualmente. Otro ejemplo del lunfardo en las capas bajas son las mujeres protagonistas de El conventillo de la Paloma de Vacarezza. Estas mujeres sencillas del conventillo toman la iniciativa para impedir los amoríos de sus esposos y se sirven con relativa frecuencia de lunfardismos.

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algunas situaciones en las que un lunfardismo parece ser inadecuado, como deducimos de la última cita de Teruggi. Mientras que los lunfardismos entran en la conversación entre cónyuges de vez en cuando, no se usan entre novios o enamorados. El siguiente fragmento nos muestra un ejemplo evidente, en el que el criollo Conejo y el cocoliche Miguel se sirven del lenguaje de los apellidos. Cuando Miguel se dirige a Paloma, a la que pretende, hubiera sido comunicativamente más adecuado renunciar a este juego lunfardesco y hablar en serio. Sin embargo, las expresiones lúdicas se le escapan y tiene que corregirse continuamente: (4) CONEJO.–¿Qué Queirolo? MIGUEL.–Ya que te Vázquez, fijate a la gente que no abuse del Villanueva. CONEJO.–¿De Kenny? MIGUEL.–Del vino, hombre. ¡Me Estrada que sia tan poco Carvajale, que no Mangianti lo que yo Gotiérrez. CONEJO.–Con Bermejo. (Mutis.) MIGUEL.–Pasalacqua. La madona, con tanto barullo de arpollido ya ni me acuerdo del mío. (Golpea la puerta de la Paloma.) Diga, señora Mojica, ¿no quiere ascocharme dos Palamidessi, digo, dos palabras? PALOMA.–¿Cómo no? Con mucho gusto. MIGUEL.–¡Caramba! ¿Osté está enojada con Mingroni? PALOMA.–¿Con quién? MIGUEL.–Conmigo. PALOMA.–No, señor. Yo no estoy enojada con usted ni con nadie; al contrario. MIGUEL.–¿Entonce per qué non quiere participare del Ballerini, digo, del baile? ¡A este Conijo me lo voy a comire en guiso! (El conventillo de la Paloma 17-18).

De lo visto podemos deducir que el hablante de cocoliche usa menos lunfardismos que un criollo nativo, porque con su habla deficiente gozaba de menos prestigio y por lo tanto resultaba menos adecuado para la difusión del vocabulario nuevo. Mientras el lunfardo es una riqueza lingüística, el cocoliche es todo el contrario: parece una mengua de la capacidad expresiva, por lo que parece algo extraño que los italianismos hayan tenido tanta importancia en la formación del lunfardo. Lo cierto es que, en el teatro, el cocoliche es un personaje al que el público mira con cariño y al que quiere porque se le debe mucha diversión. Imitar su habla podía tener cierta gracia, de modo que los italianismos adquirieron un prestigio excepcional limitado al inicio a situaciones carnavalescas. Nuestra hipótesis será que, pasando por la cadena etnolectal, las expresiones cocolichescas, que son la base de los italo-lunfardismos, obtuvieron una referencia irónica en boca de los criollos que paulatinamente perdieron en el uso hasta que se aceptaron como expresiones genuinas del lunfardo.

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(5) cocoliche cotidiano (variedad primaria) => cocoliche literario (etnolecto secundario) => cocoliche irónicamente imitado (etnolecto terciario) => italianismos en el lunfardo

Sin embargo, son los mismos sainetes los que evidencian este proceso, si nos fijamos en el uso de italianismos en el habla de personajes criollos. En la pieza de Vacarezza La vida es un sainete se encuentra en boca de la bataclana Cecilia: (6) CECILIA.–(Al mutis de las dos.) ¡Qué querés con ese grullo! (Vacarezza, La vida es un sainete 5)

Se refiere al cocoliche Bongiardino, que quiere invitar a las chicas, y grullo parece significar, como en italiano, ‘tonto’. Es posible que haya una relación con el lunfardismo (man)grullo (‘dinero’) que Conde incluye en su diccionario. Podría ser una metonimia: el tonto es la víctima de la cual se puede sacar dinero. Sin embargo, aquí no nos interesa tanto el cambio semántico como el gesto con el cual la chica criolla utiliza el italianismo. Para expresar su desprecio, Cecilia parece imitar un uso entre italianos que conoce. Si grullo denota ‘tonto’, connota además ‘italiano’, significado que Gobello y Oliveri anotan en su Novísimo diccionario lunfardo (2004). En el siguiente ejemplo la imitación del cocoliche ya tiene otro valor. En Los disfrazados de Pacheco, el criollo Ramón, buen amigo de inmigrantes italianos, rechaza la agitación política del anarquista Malatesta con una cita en cocoliche: (7) MALATESTA.–Es que vos como güen criollo no te has preocupao de ilustrarte... RAMÓN.–Calláte... ¿Qué sacan ustedes con tanto ruido? Que les planchen el lomo. Sí señor. Y bien hecho por alterar el orden público que’s la base... por no vivir cada uno en su rancho “trancuilo cume il pacarito in la cáula” pa usar la frase ‘el pueta Trejo... MALATESTA.–Vení, te vi’a enseñar un libro de Croponkine, vení... Vos te agitás en la tiniebla ‘el oscurantismo... (Los disfrazados 6).

Lo cómico de la imitación consiste en aducir como autoridad en cosas de política el sainete satírico Los políticos (1897) de Nemesio Trejo, concretamente la frase con la cual el inmigrante Robategli hace gala de una falsa humildad antes de aceptar su candidatura para la cámara de diputados. Además Ramón cambia la cita ligeramente. En Trejo leemos: (8) ROBATEGLI.–Signore mio: Gracie tante per cuesta reunione de gente. Yo sono proclamato candidato ma non só per qué. Yo restaba trancuilo en el mio negocio cume nesta trancuilo el pacarito que ha pillato le alpiste (Los políticos 19).

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Al cambiar “que ha pillato le alpiste” con “in la cáula” Ramón revela una conciencia política que es todavía inferior a la del cocoliche que cita. Si Robategli es solo una marioneta de la oligarquía criolla, el criollo Ramón se identifica con los cocoliches y con una vida de prisionero. Ramón, desde su perspectiva, no muestra ningún desprecio en el uso del cocoliche. En otro momento incluye en su discurso italo-lunfardismos con la mayor naturalidad: (9) RAMÓN.–(A Malatesta). Che, piantemos... MALATESTA.–(Levantándose). Bueno muchachos, hasta luego (Los disfrazados 8).

En el sainete El harem de Don Florencio el novio de la hija, el criollo Roberto, pretende ser un pintor italiano que quiere retratarla. Así puede engañar a la madre, entrar en la casa y pasar algún momento con su adorada: (10) ROBERTO.– Siñorina, incantado de conocerla! [...] Incantadora! Un modelo interesantísimo. Su hica es prechiosa, siñora! Il vivo ritrato de la madre. MATILDE.– (Halagada). Muchísimas gracias, señor. Por qué se molesta. (Aparte) Estos artistas dan gusto. No como Florencio, que es un guarango para decir piropos (El harem de Don Florencio).

En este ejemplo, la imitación pasa de la cita a la incorporación del personaje. Roberto es un inmigrante italiano que, con su presunto talento de pintor pero también con su buen tono, impresiona a la madre. Sus cumplidos con los rasgos típicos del cocoliche, como la pronunciación [k] por [x] o [i] por [e] no le parecen torpes a Matilde sino que muestran estilo y elocuencia. Se revaloriza así la manera de hablar de los cocoliches. Si en el caso de Roberto el uso del cocoliche pasa por la incorporación del personaje del pintor italiano, el cantor criollo Marengo en La vida es un sainete de Vacarezza se sirve del italiano en su propio nombre cuando corteja a la italiana Julieta: (11) MARENGO.–(Que está en el juego.) ¿Qué arreglaste? JULIETA.–¡Tutto! Cuesta sera, dopo de la récita, aspétami al café. Voglio andare con te a divertirmi. MARENGO.–¿Y dove rimane el coso? JULIETA.–Non priocuparte di cuelo. Lei restará al Sabatino fina il giorno... Noialtri ritornaremo a le tre. ¿Me aspetarei? MARENGO.–Te aspeteró. Ma con una condicione... JULIETA.–Parla...

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MARENGO.–Que el tenorino ese no se agregue a la partida, porque lo voy a tener que someter a una intervención quirúrgica... JULIETA.–Te brugia la gelosía, mascalzone... (La vida es un sainete 4).

Con el italo-lunfardismo coso Marengo se refiere al marido de Julieta pero este vocablo se incluye en un discurso de code-switching en que el criollo se supedita lingüísticamente a la inmigrante italiana. Cabe señalar que La vida es un sainete es una pieza sumamente carnavalesca, cuya gracia consiste en la subversión de jerarquías: tanto hombre/mujer como criollo/cocoliche. No obstante, también en la vida cotidiana, el uso del lunfardo sobre todo en boca de alguien que no pertenece al ambiente arrabalero también se caracteriza como una transgresión lúdica de las restricciones socioculturales típicas del carnaval. [...] el usuario del lunfardo se sitúa en una postura inversa a la socialmente estandarizada, aunque sea por un breve momento; como en la versión del carnaval de Mijail Bajtin para quien en este ritual milenario de la cultura popular se invierten los valores (Antoniotti 2003: 116).

En cuanto a los italo-lunfardismos, los sainetes reflejan entonces una revalorización del habla del inmigrante italiano que explica que su competencia lingüística, que parece pobre desde la perspectiva criolla, se convierte en un rico caudal para la creatividad lunfardesca.

4. Semántica En lo que concierne a la semántica de los italo-lunfardismos podemos distinguir básicamente dos grupos: las palabras que al pasar del italiano o de un dialecto italiano al rioplatense mantuvieron su significado y aquellas que lo cambiaron. Miremos primero brevemente el grupo de palabras que en lunfardo siguen teniendo el mismo sentido que las palabras italianas de las que se derivan. Existe una larga lista de italo-lunfardismos de este tipo, como it. arrangiare > arranyar (“arreglar”), it. baffi > bafi (“bigote”) o gen. piggiâ > piyar (“tomar”). En el lenguaje teatral, algunas de estas palabras se encuentran, salvo contadísimas excepciones, únicamente en el habla de personajes cocoliches, como es el caso de ma, madonna, minga y otros. En cuanto a los verbos, cuya conjugación revela en parte la pertenencia a una de las lenguas, las formas de conjugación italiana se encuentran solo en los hablantes cocoliches: (12) MAZUCHELLI.–Dunque parleró col túo marito. (La vida es un sainete 10);

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mientras que formas castellanas y ambiguas se encuentran en cualquier hablante: (13) SERIOLA.–Y por cuanto a la del que parla, bien sabe que pa mí no es más que un elemento de distracción, transitorio y negativo... (El conventillo de la Paloma 4).

Nuestro mayor interés recae sobre las palabras a las que afectó el cambio semántico durante su incorporación al lunfardo. Para la clasificación de estas palabras nos orientamos por Andreas Blank, que categoriza palabras sometidas a un cambio semántico en diferentes grupos según la relación asociativa que une el significado original con el posterior. En lo que sigue, vemos ejemplos de metáforas, metonimias, cohipónimos y generalizaciones. El lunfardismo manyar (del it. mangiare) es un típico ejemplo de la categoría de las metáforas. En este caso el significado cambió de una acción física a un proceso mental. En las obras de teatro encontramos la palabra tanto en su sentido original, (14) GIÁCOMO.—¡Si supieran que per una muquer... me cortan en feta e me manyan crudo! (Giácomo 14);

como también con su sentido lunfardo: (15) CHICHILO.–¿No manyás cómo hace? (Discépolo: Mateo 5) (16) PASCUAL.–[...] Hay manyado que osté está haciendo no laburo de pierna... (El guarda 323 6).

Mientras que el uso en el sentido etimológico se restringe exclusivamente al habla de los inmigrantes italianos, el sentido lunfardo se encuentra en el uso de todos los personajes. Otra metáfora es la de chipola (del it. cipolla ‘cebolla’) que en lunfardo adopta el significado de ‘hermoso’. El paso de una sensación gustativa a una visual es común a muchos casos en diferentes lenguas: (17) Tus gambas lungas, chipolas... (Votar).

En lo que concierne a las metonimias encontramos muy diversas relaciones de contigüidad entre los lunfardismos y los correspondientes italianismos. Muchas veces se asocia lo concreto con lo abstracto, lo físico con lo mental. La palabra strillèr significaba ‘gritar’ en italiano jergal. Al incorporarse al lunfardo cambió a estrilar y adoptó el sentido de ‘rabiar’, lo cual demuestra una evolución de una acción física hacia un estado mental. La relación cercana de estos

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dos conceptos se expresa claramente en nuestro primer ejemplo donde estrilar podría incluso tener cualquiera de los dos valores: (18) RANCAGUA.—Vea compadre: El tango, / Y hablando en la dulce lengua [...] / Es el reir de las pibas / y el estrilar de las viejas (Tu cuna fue un conventillo 2).

El segundo ejemplo tiene sentido solamente si suponemos el significado lunfardo de ‘rabiar’: (19) ISIDRO.—¿Y diande venís, Genaro? GENARO.—Dejáme, hombre, que vengo estrilando (Los óleos del chico 30).

Una relación de concreto/abstracto la encontramos entre el genovesismo berretin que significa ‘gorrito’ y el lunfardismo berretín con sentido de ‘capricho’ o ‘manía’. Obviamente, los dos conceptos se relacionan con la cabeza, el original de manera física y externa y el segundo de manera mental e interna. En el siguiente ejemplo, el inmigrante italiano Miguel que trabaja de cochero defiende a su caballo Mateo y junto a él, su oficio frente al emergente negocio de automóviles: (20) MIGUEL.—Yo no me quejo de él, me quejo de usté. Mateo reventado e viejo me ayuda a mantenere la familia; me ayuda... ¡la mantiene! Yo me quejo de usté, que se burla de él e vale mucho meno. CARLO.—Ese berretín va a ser su ruina (Mateo 9).

El vocablo scabbia (o también scabbio o scabi) fue usado en italiano jergal para ‘vino’. Se adaptó fonéticamente al castellano, escabio, y pasó a tener el sentido de ‘bebida alcohólica’ en general y de ‘borrachera’. El desarrollo hacia este segundo significado es de causa a efecto: (21) Se oye un rumor del Juventud al Cumbre, / del río a las ventanas y a los patios, / canta un gorrión desde noviembre a octubre, / marea un bandoneón en el escabio (Fantasma de Luna).

Veamos también un ejemplo en cual escabio tiene el otro posible sentido lunfardo. El cambio semántico de ‘vino’ a ‘bebida alcohólica’ se produce por generalización: (22) Pero yo quiero el escabio y las pebetas, / ¡lo demás son fantasía del poeta Campoamor! (A mí no me den consejos).

En cuanto a otras generalizaciones encontramos batir, que proviene de ‘bàttere’, palabra que se usa en la jerga florentina con el significado de ‘denunciar’ y pasó a ‘hablar’ en general en lunfardo.

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(23) No debe ser nada bueno si hay que andar con todo al aire / y en vez de batirlo en criollo te lo baten en francés (Audacia).

El lunfardismo shacar significa ‘robar’. Se deriva de la palabra genovesa para ‘copular’, sciaccâ (Meo Zilio/Rossi 1970: 80). Si ‘copular’ se relaciona con el hecho de ‘robar la virginidad’, se puede describir el cambio semántico como generalización. (24) Era un mosaico diquero / que yugaba de quemera, / hija de una curandera, / mechera de profesión; / pero vivía engrupida / de un cafiolo vidalita / y le pasaba la guita / que le shacaba al matón (El ciruja).

Un caso inequívoco es el siguiente: la generalización que sufrió la palabra bachicha. Siendo usada en el dialecto genovés Baciccia como sinónimo de Juan Bautista, llegó a ser la denominación de todos los italianos en lunfardo, muchas veces los italianos pobres y buenos; si bien, como demuestra el siguiente ejemplo, no siempre: (25) UNA VOZ. —¡Te voy a echar adentro del mortero! OTRA VOZ.—¡¿A mé?!... ¡A mammetta!... ¡Té!... MARGH.—¡Bachicha! ¡Bachicha! (L’Italia unita 10).

La relación entre la palabra genovesa bixù y el lunfardismo biyuya es la de un cohipónimo ya que su significado original era ‘joya’ y el nuevo es ‘dinero’ o ‘monedas’. (26) NICOLA.—Un momento. ¿Otra vece de gorra? CARMELO.—No. Hoy hay biyuya (L’Italia unita 18),

A pesar de la unidad del espacio cultural que se extiende por ambas orillas del Plata y a pesar de que argentinos y uruguayos comparten en gran parte el mismo patrimonio lingüístico, existen algunas diferencias en el lunfardo entre los dos países. Aquellos pueden ser simples variantes fonéticas, como fetente en Buenos Aires frente a fitento en Montevideo. Sin embargo, pueden ser también de tal índole que una misma palabra está dotada de dos significados diferentes en Argentina y Uruguay. Tal es, p. ej., el caso de grébano que en Uruguay es sinónimo de ‘muy bobo’ mientras que en Argentina significa ‘italiano’, especialmente ‘italiano meridional’. En otros casos, como el de la palabra estrunso, que los argentinos usan para referirse a un ‘cagajón’ mientras que en Uruguay significa ‘porquería’, la relación semántica resulta más claramente visible (Meo Zilio/Rossi 1970: 67 y 90). En el caso con-

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trario existen dos palabras diferentes para la misma cosa. Así sucede p. ej. con el concepto de ‘niño’ al que los argentinos designan por el italo-lunfardismo pibe, mientras que en Uruguay se lo denomina gurí (Chiappara 1978: 199). Finalmente existen casos en los que solo los hablantes uruguayos o los argentinos conocen un lunfardismo para un determinado referente mientras que en el otro país está a disposición únicamente la palabra estándar. Así sucede p. ej. con los lunfardismos uruguayos lechona (‘jovencita’), o focolare (‘hoguera’) y con los lunfardismos argentinos gamba (‘billete de cien pesos’) o posta (‘lindo’/‘correcto’).

5. La herencia italo-lunfardesca Si partimos, siguiendo a Teruggi (1978), de la opinión de que los lunfardismos se difundieron principalmente a través del sainete criollo y del tango, es lógico que en estos medios hubiera más “ofertas” que palabras que entraron en el léxico lunfardo realmente. Un ejemplo para ello son los apellidos del fragmento citado del sainete de Vacarezza El conventillo de la Paloma, que, si bien se comprenden, no se lexicalizaron mientras que otros apellidos, como Locateli, Solari, Paganini, Palmieri o Parodi sí se lexicalizaron. Otro ejemplo son ciertas expresiones en vesre, como p. ej. chedicuin (por it. quindici; Vacarezza: Va... cayendo gente al baile) mientras que otros como nami, bepi, cafur (por mina, pibe, furca) entraron en el léxico lunfardo. Aparte de los apellidos y expresiones en vesre que siguen siendo comprensibles incluso para un lector de hoy en día que no los conoce, existe una cantidad apreciable de otros vocablos que no encontramos en ningún diccionario lunfardo y que tampoco les resultan comprensibles a los hablantes rioplatenses actuales. De los lunfardismos escrutados muchos ya han caído en desuso. Más exactamente, y con leves diferencias entre las declaraciones de nuestros informantes, las palabras chipola, shacar, estrilar, batir, bachicha, biyuya, fetente, estrunso, gamba y grata ya no se emplean, mientras que posta y parlar son conocidos y usados por algunos hablantes. El descenso de lunfardismos de origen italiano en el territorio argentino ya fue registrado hace tres décadas por Meo Zilio/Rossi (1970: XI). Y Fontanella de Weinberg (2000: 55) precisa que es en el ámbito de los calificativos personales en el que la eliminación de italo-lunfardismos se nota más. En el fondo, este fenómeno no nos extraña: aun cuando Teruggi (1978: 223) califique el lunfardo como un argot especialmente conservador con respecto a otros y algunas expresiones lunfardas ya se hayan hecho tan familiares que las usa “el porteño cuando comienza a entrar en confianza” (José Gobello, cit. por Conde 2004: 13), está claro –y también lo menciona Teruggi (1978)– que la renovación, el juego innovador con las palabras y la incorporación de tendencias actuales, como la orientación en lenguas en boga en

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un determinado momento, son rasgos esenciales para caracterizar la función del lunfardo. Un hablante que quiere llamar la atención y que quiere impresionar con su creatividad lingüística tiene que inventar términos nuevos. Ya que la última ola de inmigración italiana en el Río de la Plata arribó en los años cincuenta del s. XX, esta lengua ya no sirve como fuente de expresiones nuevas.12 Los hablantes actuales se sirven más bien del inglés que les llega a través de los medios de comunicación globalizados (Fontanella de Weinberg 2000: 56) o toman préstamos de lenguas indígenas amerindias que llegan a las orillas del Plata junto a nuevos inmigrantes del norte de la Argentina y de los países vecinos.

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12 Sin embargo, los jóvenes hoy han reimplantado formas como birra, grosso o posta que no se usaban en la generación anterior (comunicación personal de Ángela Di Tullio).

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En el año 1991 aparece, en las librerías de Buenos Aires, bajo el sello independiente Paradiso, una novela extraña al universo lingüístico de la literatura nacional. La particularidad de esas doscientas dos páginas de Diálogos en los patios rojos no obedecía tanto a la temática tratada, la inmigración italiana en el Río de la Plata, sino más bien en la manera de trabajar, por parte del autor, Roberto Raschella, la materia lingüística, en palabras expresadas en el propio espacio textual, una lengua “miscitada”, una suerte de mezcla, de argamasa, de incrustaciones entre varias lenguas de distinto origen. El escritor húngaro Sándor Márai afirma, en su texto autobiográfico ¡Tierra, tierra!, que la verdadera patria del escritor la constituyen la infancia y la lengua. Juan José Saer, en uno de sus primeros ensayos sobre la función del escritor y la literatura en la sociedad, “Una literatura sin atributos”, expresa, sin vueltas que “Todo escritor debe fundar su propia estética”. Ambas reflexiones están enmarcadas dentro de una larga tradición del pensamiento occidental en la que la escritura pondría en circulación la representación de la experiencia a través de un uso particular de la materia lingüística. Y es precisamente esto lo que sucede al acercarnos a los textos de Roberto Raschella, el ya mencionado Diálogos... y Si hubiéramos vivido aquí, su segundo texto de 1998, obligada continuación y complementariedad de la primera. En ambas novelas podemos encontrar la síntesis de la definición del autor de Confesiones de un burgués, ya que en el primer texto se conforma en una apelación a la infancia perdida y en ambos, se consolida una lengua como territorio de experimentación, lengua que deviene casi privada. Y es, justamente, en este uso de la materia lingüística, a la manera de un territorio íntimo, como Raschella funda su propia poética. Los textos de Roberto Raschella parten de un trabajo con la lengua que consiste en la incrustación dentro del español rioplatense de sonidos provenientes de Calabria, como así también del español arcaico al estilo de Gonzalo de Berceo y algunas palabras inventadas por el autor. El propio Raschella, en diálogo con Milita Molina, afirma: “Mi búsqueda lingüística está entre el castellano actual y el antiguo, el dialecto calabrés y ciertas formas de la lengua oficial italiana”; “Yo creo que hago una experiencia lingüística sentimental y ética”, para finalmente declarar: “Me siento fundamentalmente poeta. No me siento un narrador si por

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narración se entiende la trama, la historia, etc. No me extraña entonces que algunos lectores insistan en la musicalidad del texto”. El tono logrado, muy especialmente en Diálogos en los patios rojos se forma a partir de esas incrustaciones lingüísticas mencionadas y es en esa extraña construcción entre lenguas cruzadas donde nos detenemos para realizar una primera inflexión a modo de hipótesis: en el espacio narrativo parece que la lengua poética se puede lograr en el cruce o encabalgamiento de lenguas. Diálogo en los patios rojos está dividida en tres partes: “Murmullos”, “Tres días de un invierno” y “La sagrada orilla”. En el título encontramos la palabra clave que enmarca todo el texto: diálogos, en un plural que anticipa cierta variedad en la interacción. El narrador, entonces, desde un presente adulto recordará los diálogos escuchados en su infancia y adolescencia por parte de los protagonistas del texto y también participará en la interacción dialógica. Al mismo tiempo, desde el presente de la narración evaluará de manera nostálgica ese pasado y el desgarro que le significó a sus padres y a su hermano el alejamiento de Calabria y de la lengua. El cruce de lenguas en la poética de Raschella realiza un intento por preservar lo perdido y tensiona la adquisición de lo nuevo. El texto se distancia del tratamiento lingüístico propio del cocoliche ya que realiza el camino inverso: el acento está puesto en el cruce y la equivalencia y no en la ridiculización. En el caso de la escritura de Raschella hay una equivalencia de lenguas. No hay una lengua superior a la otra, más allá de la persistencia del español. El narrador, en Diálogos en los patios rojos, es el único nacido en Buenos Aires y es el que da cuenta, finalmente o fatalmente, de sus orígenes en las incrustaciones lexicales. Cito: Ahora pienso: si tuviera que representar estos diálogos y las pocas acciones a ellos cifradas, me serviría de modos íntimos y a la vez de espectáculo. Serían primeros planos muy largos, de fondo en flou, y aún en primerísimos planos, como un error del narrador...Y también me inoltraría en las personas, buscándoles el pliegue en la boca y la nariz que revela vejez o la sonrisa del justo abierto a los demás. Preferiría que el actor padre y la actriz madre supieran bien la lengua del país primero y la lengua argentina, porque nada hay más ridículo que remedar una lengua sin el dominio de sus fuentes (Diálogos, 158).

Los personajes del texto son Antonio, el padre, Teresa, la madre, el hermano mayor cuyo nombre es Filipo; también nos enteramos que en Italia habían nacido otros dos hijos que murieron. Asimismo se escucharán los diálogos de Mimí, el aprendiz de sastre, oficio al que se dedica el padre del narrador; como así también la voz de Ana, esposa de Mimí y las de Nico y Rino, cercanos a la familia y a la política antifascista.

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En la primera parte de la novela, “Murmullos”, van apareciendo los personajes ya nombrados y, además, el texto propone el pacto de lectura en la que el lector deberá participar si pretende acercarse a la experiencia de una lengua extraña, “una lengua miscitada”. Es obvio decir que ese trabajo experimental con la lengua dará como resultado una escritura rigurosa en los detalles, casi una escritura artesanal en la que cada palabra será solidaria para conformar un conjunto significativo basado en el ritmo y la elipsis. Al mismo tiempo, podemos observar que otra operación del texto radica en el uso de un sistema sintáctico que intenta un registro propio, con abundante uso de los puntos suspensivos que, a la vez, cortan las frases y suspenden el sentido, sin embargo al producir ese vacío de sentido el corte resulta significativo. El silencio en los textos de nuestro autor funciona como complemento de lo dicho. Por lo expresado Diálogos... resulta un texto poco complaciente con el lector. Quien acepte el pacto de lectura propuesto por Raschella se acercará a lo que nosotros consideramos uno de los mayores intereses que presenta el texto, una narrativa que deviene narración poética. La segunda parte de Diálogos..., “Tres días de un invierno”, presenta los diálogos del narrador con su hermano Filipo en la casa de Mimí y Ana, lugar al que fueron porque su padre podría regresar a la prisión por cuestiones políticas. En esta parte predomina la relación dialógica entre los hermanos. Entre los fragmentos de escritura se desarrolla de manera sutil la problemática política de la década del treinta, la lucha entre socialistas y fascistas. Dice Filipo por intermedio del narrador: –El padre es político –me explicaste. El padre nos manda a la retroguardia... a la tierra de nadie... donde no se sospecha............ El padre espera una gran batalla... Sabe que Mimí es débil en fondo y le dice ...como al nuevo señor... algún bien te hice, con otro bien me pagas, estamos hechos, ya somos ajenos...El padre quiere ser prudente... y también nos echa a la ventura... y conserva el sentido del sacrificio... (Diálogos, 64).

Más adelante agrega el narrador: Ahora se vería; se vería si la casa nuestra se salvaba, o venían a revolverle las entroteamas, pensando en cuarteles generales de la insurrección, en terribles planes contra el orden constituido y sus alrededores. Ahora se vería si la primera vuelta de los sombreros negros había sido erranza del poder e ironía suya la prisión del padre, o estábamos por fin envueltos en trama histórica.

En esta segunda parte se desliza también el despertar sexual en la observación velada del cuerpo femenino, encarnado en la esposa de Mimí. En la tercera parte, “La sagrada orilla”, predomina la voz de la madre quien narra gran parte de la historia y los conflictos que sucedieron en la lejana Cala-

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bria. De esta manera, la voz materna le permite al narrador conocer su pasado y es ella la que anticipa el viaje del narrador hacia sus orígenes en estos términos –Viajarás... Harás el camino contrario a tu padre. Conocerás el mar océano, que no conoces. Buscarás el tren entre el Tirreno y la montaña y ya te deslumbrarás. Prenderás otro tren, más pequeño, y no creerás en tus propios ojos, porque la campiña es siempre verde y si pasas en verano al verde del higoindio agregarás el rojo de los castaños, las pomas de oro, las frágolas, y algo más oscuros los olivetos las moreras los carrubos. Por delante te espera el Jonio. Nunca te diré. Ya verás, ya verás. Tomarás la corriera, llegarás al país (Diálogos).

En esta breve intervención de la madre está condensado el mandato del viaje hacia los orígenes de la familia que será el centro del segundo texto de Roberto Raschella Si hubiéramos vivido aquí. El mandato materno habilitará el saber del narrador y también le posibilitará, en ese viaje futuro, conocer otra versión de la historia familiar. En Diálogos en los patios rojos el narrador va construyendo la historia de manera fragmentada y con la mezcla de lenguas ya mencionada aunque cada lengua o dialecto mantienen el mismo valor, no hay una más importante que la otra. Justamente, el hecho que la valoración sea equitativa permite asegurar que el texto de Raschella se aleja de manera considerable del cocoliche (en una de las acepciones del Diccionario lunfardo de José Gobello la palabra implica “Lenguaje torpe y ridículo del italiano inmigrado”) como construcción lingüística. Uno se podría preguntar: ¿cuál es la verdadera lengua materna de este narrador que recoge la experiencia de sus mayores a partir de sus voces que resuenan como fantasmas en busca de consuelo? ¿Con qué lengua se debe narrar la experiencia de la inmigración y el desgarro físico y lingüístico que esto implica? La obra narrativa de Raschella cuenta una historia a partir del cruce o el encabalgamiento lingüístico. El narrador va construyendo la historia con fragmentos de lengua materna en cruce con el español rioplatense. En ese cruce narra la experiencia privada y, al mismo tiempo, la de la inmigración. Otro tema que surge a partir de lo anterior sería: ¿de qué manera construye la historia el lector en los textos de Raschella? El lector organiza su universo de sentido a partir del desconocimiento de la lengua nueva, aquella que se funde a partir de la mezcla. En ese ir a tientas, logra organizar los fragmentos del texto y al mismo tiempo, comprender el sentido de la experiencia del narrador en la constitución del nombre propio como escritor. Segundo punto de inflexión a Diálogos en los patios rojos, a modo de segunda hipótesis de lectura: en la lengua se materializan dos territorios, por un lado el afuera, la ciudad con su propia lengua, el español rioplatense; y por otro, los patios de la casa en el barrio de Boedo donde se habla el otro idioma, el de la tie-

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rra abandonada de Calabria, la de los antepasados. Entre estos dos puntos se constituye el narrador en las novelas de Raschella. Cuatro años después de la publicación de Diálogos..., Raschella da a conocer su segundo texto, Si hubiéramos vivido aquí, que cronológicamente, fue el primero que comenzó a escribir. Si el primer texto nos remite a la infancia/adolescencia del narrador, espacio mítico donde se adquiere experiencia para narrar, en Si hubiéramos vivido aquí, el narrador va a recibir de Testuzza, un amigo de su padre que se quedó en el pueblo, los consejos para “el bien escribir”. De alguna manera, escribir la experiencia es inscribir el nombre propio dentro de la saga familiar; en ese sentido ambas novelas pueden ser leídas como “novelas de aprendizaje”. En los treinta consejos que recibe el narrador a manera de legado, están expuestas las bases poéticas del libro y de toda la obra de Raschella, incluyendo su poesía y su tercera novela en proceso de escritura y cuyo título provisorio es La folía utopística. En su recorrido por la tierra de sus padres, el narrador conocerá otras versiones de la historia y de los silencios familiares; aquellos que en el espacio de los patios rojos solo eran nombres, ahora se transforman en rostro, cuerpo y sentimiento, serán los familiares que quedaron allá. En ese territorio peligroso que representa el pasado familiar, el narrador encontrará, en palabras de Beatriz Sarlo expresadas en su artículo “Lugar de origen”: “En la aldea, el protagonista no encuentra la trama inconmovible de una comunidad perdida cuyo recuerdo había sostenido a quienes la habían dejado para emigrar a América. Encuentra en cambio, la trama de rencores, deudas impagas, pequeñas traiciones, deslealtades, enconos sordos, heridas o humillaciones que no se perdonan...” (1998: 34). Desde el título, con una oración condicional trunca, el texto habla de un deseo no cumplido y de un plural extensivo a la familia; también abre para el narrador infinitas posibilidades para imaginar. Lo cierto es que el narrador de la segunda novela de Raschella deambula por la tierra de sus mayores y encuentra las claves para su escritura. Veamos algunas: “Hazte de coraje y escribe” (Si hubiéramos, 203-204). Escribir en este caso es recrear las voces familiares. El narrador se apropia de la escritura y comienza un derrotero entre lenguas que dará como resultado su aprendizaje y, en definitiva, su obra. “Si escribes, no hables de mí”. Se debe ignorar al maestro para crecer en el estilo propio; tomar el legado y luego caminar solo. “Tu lengua será siempre tu enemiga”. La lengua como el punto luminoso que un escritor debe trabajar arduamente para lograr, con esfuerzo, acercarse a lo que desea expresar. “Tu buen gusto se verá en las mezclas”. En este consejo el texto enuncia su propia poética. “Estudia la tradición, y al recordar inventa”. Testuzza le lega al narrador la tradición, el pasado que hay que escuchar y al mismo tiempo olvidar para poder experimentar. “Alguien te comprenderá, pero el mundo no cambia-

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rá”. El valor de la literatura y la visión pesimista sobre la relación con la sociedad. “Cuando termines de escribir, lee: si no te reconoces al leer, lo escrito es bueno”. La escritura no puede ser complaciente. En el último consejo, también podemos ver como el texto enuncia su modo de producción y como una obra verdadera se conforma a lo largo del tiempo y el trabajo: “Expurga, expurga. No des a las prensas antes de expurgar”. Por último, nos interesa concluir con la voz de Testuzza, que fuera del ámbito familiar y además de los consejos ya expuestos, en sus preguntas nos anticipa el núcleo central de la obra de Raschella: el trabajo arduo dentro del espacio de lenguas en cruce. Pues bien, igualmente tú buscas el fundamento, ¿no es cierto? Tu madre te habló, porque nuestra juventud no practicaba casi lengua. En escuela tuya, emparaste el castellano...Pero tu mente, ¿qué hizo con la confusión? ¿Pusiste palabras del dialecto en medio del bello discurso español? ¿Tocaste las entrañas del orden, y en lugar del verbo se te ocurrió implantar un sustantivo, o donde corresponde la o metiste una u, como es nuestra usanza? O has preferido articular el sonido con el pensamiento en las aguas más inquietas, en el fondo de ti mismo. Forse es mejor así, forse serás un infierno del vocabulario (Si hubiéramos, 172).

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IV. EL TANGO Y LA IDENTIDAD RIOPLATENSE

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L O S G A L I C I S M O S E N L A S L E T R A S D E TA N G O : R E P R E S E N TA C I Ó N , E S T E R E O T I P O Y SIMBOLISMO DE ALGUNAS VOCES DE ORIGEN FRANCÉS JAQUELINE BALINT-ZANCHETTA

0. Introducción El hecho de que el tango, en su triple manifestación: música, baile y canto, haya sido elaborado a partir de un complejo proceso de mestizajes es una afirmación bien conocida y por ello mismo, ineludible. El lenguaje utilizado en las letras de tango tampoco escapa a esta realidad polifacética y multicultural. Tanto las voces lunfardas como los extranjerismos y barbarismos empleados en la canción constituyen valiosos vestigios (menos arqueológicos que artísticos) de un paisaje lingüístico caracterizado por una situación de lenguas en contacto; consecuencia directa del consabido impacto que tuvo la inmigración europea en las grandes ciudades rioplatenses a finales del siglo XIX y principios del XX. Los poetas del tango supieron aprovechar la plasticidad de este nuevo material multilingüístico enriqueciendo sus letras con nuevas sonoridades y metáforas ingeniosas. A partir del análisis de un corpus representativo –y no exhaustivo– de más de ochenta letras de tango, seleccionadas en función de la presencia de galicismos y de motivos vinculados con Francia, nos proponemos analizar el poder evocador de los vocablos galos cuyo empleo recurrente, en numerosas letras de tango, genera un juego de alusiones subordinadas a una red de referencias históricas y simbólicas no siempre explícitas. Dichos galicismos, poseen la capacidad de despertar en el oyente todo un universo de representaciones estereotipadas, inherentes al género mismo, y constitutivas de lo que se ha dado en llamar “el lenguaje del tango”.

1. Del contexto a la representación lingüística La introducción, en las letras de tango, de neologismos léxicos procedentes de lenguas extranjeras es una realidad lingüística cuyo origen se inscribe en el capítulo de los grandes desplazamientos de poblaciones que tuvieron lugar en la región rioplatense a finales del siglo XIX y principios de XX. Los millones de

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inmigrantes1 procedentes, en su mayoría, de países europeos dejaron huellas indelebles en el castellano dando lugar a la modalidad rioplatense cuya fisonomía particular se percibe, sobre todo, en los niveles léxico-semántico y fonológico del lenguaje. Dichos cambios demográficos hicieron que numerosas lenguas entraran en contacto provocando una situación multilingüística y multidialectal que fue reabsorbida, paulatinamente, por la lengua castellana. De esta situación emana el empleo de extranjerismos así como la formación del vocabulario lunfardo, ambos difundidos por el tango canción. Antes de la llegada masiva de inmigrantes, el castellano rioplatense se caracterizaba, entre otras cosas, por los aportes idiomáticos provenientes de pueblos indígenas, del portugués y de algunas lenguas africanas. Posteriormente, dicha modalidad, entró en contacto con la lengua italiana –afectada por un multidialectismo– y con la francesa.2 El periodo comprendido entre 1880 y 1914 se caracterizó por la entrada de millones de extranjeros siendo los grupos más representados –por orden decreciente– los italianos, españoles, franceses, alemanes, rusos, suizos y belgas. En esta época los franceses representaban el 15% del total de los inmigrantes3 y el francés ocupaba, la tercera posición entre las lenguas extranjeras más habladas en Buenos Aires. Los galicismos empleados en las letras de tango ilustran, en cierto modo, esta influencia. Sin embargo, sería abusivo considerar los aportes léxicos galos como fieles reflejos del contacto entre estas dos lenguas. Lejos de ser el corpus más idóneo para un estudio sociolingüístico, las letras de tango son, en cambio, particularmente propicias para la observación del funcionamiento de los signos lingüísticos desde el punto de vista de su valor representativo y connotativo.

2. Integración de los galicismos en las letras de tango La introducción aislada de galicismos en las letras de tango es antigua, encontramos alguno en el tango Soy Tremendo (1906) de Villoldo: “Tengo una morocha / en calle Suipacha / que es una muchacha / así com’il fó”.4 También son conocidos los tangos que introducen en sus títulos y letras al apache:5 proxeneta, jac1 Entre 1881 y 1930 la Argentina contaba con más de tres millones de inmigrantes –entre 1881 y 1900 se instalaron cerca de 900 000 y entre 1900 y 1930 lo hicieron 2 226 000 personas–. Véase Assunção (1998: 48-49). 2 El tema de ha sido desarrollado por Fontanella de Weinberg (1987: 132-134). 3 Fernández (1999: 52). 4 Com’il fó: escritura fonética de la expresión francesa comme il faut: como debe ser. 5 El término apache proviene del argot francés que empleó, metafóricamente, el nombre de la conocida tribu de indios estadounidenses para designar, a principios del sigo XIX, al delincuente parisino (Colin/Mevel/Leclère 2001: 15)

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tancioso y pendenciero oriundo de París, entre ellos podemos citar El apache argentino compuesto por Manuel Aróztegui (1913) –al que se le agregó la letra de Arturo Mathon y posteriormente la de Carlos Waiss– y otros títulos como El apache oriental (1913) de Delfino, El apache porteño (1913) de Luis Bernstein o El rey de los apaches de Alberto Bellomo, entre otros. Según Roberto Selles y Nicolás Zinni estos delincuentes se habían instalado en la capital argentina en 1910 trasladando con ellos, además de los mismos malos hábitos, su propio argot.6 Sin embargo, no se sabe todavía si existieron realmente tales apaches en Argentina o si estos habían sido introducidos en los tangos por “los tanguistas que acababan de descubrir a los apaches en París y de algún modo había que meterlos en el tango” (Gobello 1977: 853-854). Lo cierto es que la introducción masiva de galicismos es algo más tardía, posterior a la adopción de italianismos y vocablos procedentes del caló. En los años veinte dichos préstamos se verán reemplazados por un léxico de origen francés.7 La razón de la copiosa incursión de galicismos se encuentra en la exportación del tango a París que, en esta década, conoce un gran éxito lo que da lugar a incesantes viajes de cantores, músicos y bailarines quienes solían frecuentar los ambientes bohemios de la noche parisina. Así fue como los cabarets del Barrio Latino y las mujeres de la vida de Montmartre se convirtieron en fuentes de inspiración inagotables en las que abrevaron numerosos poetas del tango. Entre los letristas que encontraron sus musas en los mencionados ambientes destaca Cadícamo, testigo presencial del éxito que tuvo el tango en París en los años veinte y uno de los poetas más representativos de lo que se ha llamado “la temática francesa”. Tanto en las letras de sus tangos: Pompas de jabón, ¡Ché papusa, oí!... Muñeca Brava, Madame Ivonne, Claudinette, Cherí, Gigoló compadrito, Tango de ayer, como en sus poesías o en su relato autobiográfico La historia del tango en París, Cadícamo difundió, además de numerosos galicismos, el mítico tópico de París, ciudad del amor, representada como paraíso terrenal de los placeres sensuales: París continuaba haciéndose llamar la ciudad del amor [...]. Montmartre es sobre todo la residencia del placer. Quien no ha pasado a media noche por la plaza Pigalle, la rue Fontaine y la rue Pigalle, puede decirse que no conoce ese Edén parisino y por lo tanto el placer [...]. Montmartre es el imán que atrapa al turista con una tremenda fascinación de estupefaciente, con sus trotteuses de melena a la garçon, expertas con-

6 Roberto Selles, Un tango piel roja, “El apache argentino”, artículo –sin fecha- disponible en . 7 También observa Gobello que en los años veinte la palabra bacán será, en muchos casos, reemplazada por miché; cafishio por gigló, y la costurerita de Carriego se convertirá en griseta (1964: 52).

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cesionarias del amor que especulan inverecundas por los tabarins o en los restaurantes abiertos toda la noche [...] (1975: 31).

Desde luego, Cadícamo no fue el único admirador de Montmartre. Incontables letras, de autores diversos, muestran la fascinación que despertaba, en los hombres de tango argentinos, la ciudad de París, sus barrios y sus mujeres; tanto es así, que hasta llegó a ser considerada por algunos como la segunda patria del tango. José González Castillo en su tango A Montmartre (1929) lo expresa en estos términos: “Montmartre, tan parisino / ensueño de juventud... / ¿Quién te hizo tan argentino, / con tu molino, con tu faubourg?”. Otros títulos, no exhaustivos, dedicados a este barrio son Muchachita de Montmartre (1925) con letra de José Antonio Saldías, Mañanitas de Montmartre (1928) R. Fugazot y A. Irusta; Noches de Montmartre (1932), en este último tango, Carlos Lenzi, hace un retrato muy representativo de la cortesana de Montmartre acompañada, como es costumbre, de su singular atributo: la copa de champán: Muñequita de lujo, labios pintados, silueta dibujada con gran chiqué, bajo un foco de avisos iluminados Montmartre es luz, es cocktails, torre’e Babel, abismo del otario, puerto del vivo, vidriera de los vicios y mostrador donde se cambia el oro por las mentiras y se compra al contado el falso amor Montmartre... Place Pigalle... La media noche… Montmartre... Cortesana en regio coche, los besos del champán... La última copa la beberé en la boca perfumada de la mujer de París […].

3. Adaptación léxico-semántica de algunos galicismos La castellanización de voces extranjeras empleadas en las letras de tango presenta variaciones considerables según el origen y la apreciación estética de las mismas. En líneas generales, se podría decir que los italianismos –algunos de los cuales proceden del genovés, del véneto u otros dialectos– suelen adaptarse con facilidad a la modalidad del español rioplatense. Los galicismos, en cambio, parecen oponer más resistencia a la integración. Al comparar los primeros

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con los segundos, observamos que si los italianismos terminan amoldándose sin mayor dificultad a la pronunciación de la lengua dominante, hasta integrar el bagaje lunfardo –ya sea por simplificación ortográfica, hibridación con palabras castellanas u otros procedimientos–, los galicismos, en cambio, suelen presentar una diversidad de comportamientos. En las letras de tango, ciertas palabras francesas aparecen incorruptas (lys, femme, frappé, cocotte, quartier, faubourg, etc.). Esto no se debe a la incapacidad de adaptación léxico-semántica de los galicismos sino a la intencionalidad poética que motiva su empleo. Otras voces se integran totalmente a la lengua española (embalarse,8 morfar,9 marchanta,10 etc.), mientras que una tercera categoría de galicismos presenta una ortografía fluctuante y más o menos ortodoxa; de modo que, en numerosas ocasiones, continúan siendo identificables, por oídos hispanos, como pertenecientes a la lengua francesa. La voz garçonnière, por ejemplo –tal como se escribe en francés–, alterna, en las letras de tango, con otras formas más o menos adaptadas al español: garzonnier, garsonier, garsonié o garzonier. Tampoco es raro que en un mismo texto los galicismos sean tratados de manera desigual. En el tango Caferata (1925) de Pascual Contursi con música de Antonio Scatasso, coexisten, una al lado de la otra, la palabra garzonier y voiturette. Mientras que la primera adopta una ortografía hispanizada (garzonizer, en lugar de la francesa garçonnier), la segunda, respeta, en este caso, hasta la doble consonante “...Yo no tengo para darte / garzonier ni voiturette, / solo tengo en mi cotorro / una cama sin colchón...”. Aunque también es corriente el empleo de la palabra gala adaptada al español bajo la forma apocopada voituré, como lo muestra el tango Gloria (1927) de Armando Tagini “Yo no quiero farras ni champán, / ni vivir en un petit hotel, / y a la voituré que vos me das / yo prefiero un coche de alquiler”.

8 Embalar(se): Entusiasmarse, dejarse llevar. Del francés s’emballer, con el mismo significado. El tango Pa’l nene nos brinda un ejemplo: “Fuiste chorro prepotente / y embalao en ese ambiente / de muy guapo te las das”. 9 Morfar; 1) Comer; 2) Violar, matar. Aunque la etimología de esta palabra es discutida, es probable que proceda del argot francés y, más precisamente, del antiguo término morfiailler (empleado por Rabelais en 1535) que luego dio morfiler, este último fue utilizado, en París, a principios del siglo XIX (Colin/Mevel/Leclère 2001: v. morfiler). Notemos que morfar es una palabra que ha pasado del argot al lunfardo y de este al registro coloquial. La encontramos en numerosos tangos como en Champán-Tangó: “¡Cuántas veces a mate amargo / el estómago engrupía / y pasaban muchos días/ sin tener para morfar”. 10 Marchanta, “Tirar a la Marchanta”: 1) Abandonar; 2) Derrochar; loc. Abandonarse, dejarse estar. La expresión está construida a partir de la palabra francesa marchand: comerciante. El tango Mano a Mano muestra un ejemplo de su utilización: “Los morlacos del otario / los tirás a la marchanta / como juega el gato maula /con el mísero ratón”.

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Con un escaso número de voces galas, hábilmente elegidas, que hasta puede reducirse, en ocasiones, a un único nombre propio femenino, los poetas del tango lograrán instalar un decorado visual y un ambiente sonoro particulares. Por otra parte, en los textos, la lengua gala, íntimamente asociada a la representación femenina, contribuirá a construir y afianzar la imagen estereotipada de la mujer francesa. Abundan, asimismo, los tópicos relacionados con Francia. Otro de los lugares comunes más evocados, en las letras de tango, son los paisajes casi siempre invernales de París, en los que la nieve constituye uno de los clichés predilectos de los letristas: “Era en París. Nevaba y no había pan” dice el tango Papel picado con letra de José González Castillo; y en Mañanitas de Montmartre, la misma imagen se expresa en estos términos: “Mis mañanitas de Montmartre verán / la fría nieve del destino caer”. La representación de Francia, de la lengua y de la mujer francesas, en las letras de tango, se basa en la elección de imágenes, elementos léxicos y discursivos particularmente impregnados de ideas preconcebidas, entre las cuales resaltan las nociones de romanticismo, refinamiento y sentimentalismo. No obstante, existe también otra vertiente de representaciones estereotipadas aportadas por los galicismos de origen argótico vinculados con ambientes prostibularios. El paupérrimo corpus heredado del argot du milieu, como lo llama, con razón, Gobello,11 basta a veces, para dar un tono picaresco o invitar, al auditor, a una especie de encanallamiento imaginario, recurso literario que también había sido empleado en la canción y literatura popular francesas. El empleo del lenguaje argótico fue, efectivamente, un recurso lingüístico y estilístico particularmente apreciado por los grandes novelistas franceses del siglo XIX: Eugène Sue, Zola y, por supuesto, Victor Hugo. Sin ánimo de entrar de lleno en las relaciones intertextuales entre el tango y la literatura francesa, tema tratado en otro trabajo (Balint-Zanchetta 2002: 409-418), no podemos dejar de mencionar el emblemático Griseta12 (1924) de José González Castillo, tango que pone es escena a los personajes de tres novelas francesas: Mezcla rara de Museta y de Mimí 13 con caricias de Rodolfo y de Schaunard, 11 Gobello, José, “Argot-Lunfardo-Panlunfardo”, Comunicación Académica n° 1665, Academia Porteña del Lunfardo, Buenos Aires, octubre 2009. 12 El galicismo Griseta cuyo significado es: chica de baja condición social –costurera– que ejerce la libertad sexual, deriva de la voz francesa grisette –de igual significado–. En las letras de tango se emplea con la ortografía original, o, de manera más frecuente, bajo la forma argentinizada que ostenta el título del célebre tango de José González Castillo: Griseta. 13 Este tango hace referencia a varias novelas: los cuatro primeros personajes citados: Musette, Mimi, Rodolphe y Schaunard aparecen en Scènes de la vie de bohème de Henri Murger (1884).

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era la flor de París que un sueño de novela trajo al arrabal. Y en el loco divagar del cabaret, al arrullo de algún tango compadrón alentaba una ilusión: soñaba con Des Grieux,14 quería ser Manón…

Las alusiones intertextuales, unas veces copiosas y otras más discretas, como la del tango Cuartito Azul (1939) con letra de Mario Battistella “Aquí viví toda mi ardiente fantasía / y al amor con alegría le canté; Aquí fue donde sollozó la amada mía / recitándome los versos de Chénier”, testimonian de un cierto conocimiento de la cultura literaria francesa en boga en Argentina, durante el primer cuarto del siglo XX cuyas referencias eran doblemente compartidas, por letristas y auditores. En las letras de tango de repertorio romántico, las alusiones directas o indirectas a la protagonista de La dama de las camelias, conocida por la famosa novela de Alejandro Dumas o, bajo el nombre de Violeta, por la opera de Giuseppe Verdi: La Traviata, fueron abundantes. Las referencias a Margarita Gauthier, asociadas a los tópicos románticos –la francesita frívola que muere prematuramente, generalmente de tisis– son frecuentes en las letras de tango, aun en épocas tardías, como puede comprobarse en el tango Arlette (1944) de Horacio Sanguinetti “Linda y buena francesita / vos igual que Margarita, / llevabas en tu vida, / signo fatal” o el tango Margarita Gauthier (1949) de Julio Jorge Nelson. El uso repetitivo de dichas alusiones de tono sensiblero, desemboca, a menudo, en la elaboración de textos burlescos que, basándose en los mismos esquemas representativos agotan las posibilidades expresivas del estereotipo, introduciendo además una visión más distanciada del mismo como lo hace el tango Cachadora (1928) de Pancho Laguna: “Vampiresa / Ché, Gotier de Puente Alsina / Ya no andás por las esquinas, te paseás en voiturette”.

4. Francesitas y “franchutas” Es bien sabido que una de las causas de la prosperidad de la trata de blancas en las ciudades portuarias rioplatenses, en parte, responsable de la propagación de 14 Los personajes de Des Grieux y Manon pertenecen a la obra Manon Lescaut, la verdadera historia del caballero des Grieux y de Manon Lescaut de l’Abbé Prévost. En cuanto a Armand Duval y Marguerite Gauthier, citados más adelante, son los personajes emblemáticos de la novela La dama de las camelias de Alexandre Dumas. Para el comentario de este tango se puede consultar el artículo de Perera-San Martín, ”Imágenes del tango: la francesa, de la griseta a la madame” (1985: 209-226).

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galicismos provenientes del argot, fue el importante desequilibrio demográfico propiciado por la abundancia de inmigrantes masculinos, en detrimento de un escaso número de mujeres. Guy Bourdé, al estudiar el problema de la disparidad entre los sexos existente en Buenos Aires entre 1887 y 1914, nota que la inmigración francesa se diferenciaba de la de los otros países europeos principalmente por la preponderancia del elemento femenino. El mencionado historiador afirma que dichas disimilitudes explican las importantes proporciones que alcanzó la prostitución en Buenos Aires y acota, a modo de conclusión: “y por supuesto, el nacimiento del tango, queja de hombre solo”.15 También Albert Londres, sin apartarse de su característico estilo prosopopéyico, insiste sobre este particular: Hombres, hombres, hombres. ¡Deseos! Salvajes flores de juventud y salud; ¡soledad¡ febril enfermedad de los pioneros solteros; ¡Riquezas! irresistibles tentadoras del pecado que se hace carne, todo eso, todo eso rodando como una nube en la ciudad. ¡Buenos Aires! Todos los materiales indispensables a la construcción de una inmensa ciudad desembarcan aquí. Todos. Incluso los más indispensables. ¡La mujer! ¡Franchuta! [...].16

El hecho de que el periodista utilice también en su discurso, la voz extranjera: franchutas, destacada en itálica, en la versión francesa, es igualmente significativo. Este detalle pone en evidencia, la relación indisociable, percibida por el cronista francés, entre el tema tratado, el léxico y el estereotipo; aquí la identidad femenina francesa se cristaliza en el cliché léxico franchutas –utilizado en Argentina pero desconocido en Francia–. En este caso preciso, el vocablo franchuta situado, a modo de corolario, al final del párrafo, establece una relación de sinonimia con “femme” que acentúa aún más la representación estereotipada de la mujer francesa, presentada como uno de los tantos “materiales indispensable a la construcción” de Buenos Aires. Notemos además, que el impacto estilístico de franchutas, voz percibida como extranjera por el lector francés, actúa de la

15

Este último comentario, que podría parecernos curioso, en una obra cuyo tema es la urbanización y la inmigración, testimonia, no solo de la influencia de las realidades históricas y sociales en las letras de tango sino también, de la incursión abusiva de estas últimas dentro del campo histórico, geográfico y hasta estadístico (1974: 203-204). (La traducción es nuestra). 16 Londres, Albert (1998): Le chemin de Buenos Aires. Paris: Arléa, p. 54 –publicado en 1927, fecha contemporánea a los hechos descriptos– (la traducción es nuestra). Recordemos brevemente que Albert Londres, fue un periodista francés quien tras haberse embarcado para Argentina se dedicó a investigar el problema del tráfico de mujeres francesas infiltrando una red de traficantes. Las entrevistas efectuadas durante su investigación a los proxenetas franceses y argentinos son ricas en explicaciones y detalles además de ser inspiradoras de algunas letras como la del tango homónimo, Camino de Buenos Aires (1928) con letra de Luis Rubistein.

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misma manera que lo hacen los galicismos en las letras de tango; uno y otros no solo llaman la atención como préstamos léxicos, dentro de un discurso monolingüe francés o español, sino que también sintetizan una panoplia de contenidos semánticos, simbólicos y contextuales. El impacto estilístico del argentinismo en Francia y de los galicismos en Argentina está basado en la capacidad de condensación que brinda la posibilidad de reproducir, mentalmente, en el auditor-lector, un abanico de informaciones sobreentendidas. Pero la palabra franchuta, en principio peyorativa, tampoco está completamente exenta de cierto tono condescendiente; así lo manifiesta el famoso tango Corrientes y Esmeralda (1933) de Celedonio Esteban Flores y Francisco Pracánico en cuya letra el elemento picaresco es sublimado, por no decir sacralizado, de manera irónica, gracias al ritual casi religioso, del espectáculo callejero: la búsqueda del cliente, el juego del disimulo frente a la vigilancia del policía: “De Esmeralda al norte, del lao de Retiro, franchutas papusas caen en la oración / a ligarse un viaje, si se pone a tiro / gambeteando el lente que tira el botón”. Por su parte, el diminutivo francesita,17 empleado en numerosas letras de tango –Griseta, Madame Ivonne, Arlette, etc.–, lejos de ser inocente designa, con un tono cariñoso, y hasta a veces digno de compasión, la condición de prostituta de una joven. Dicha apelación, basada en la referencia a la identidad nacional de la protagonista, aquí representada por la emblemática flor de lis, da lugar, en el tango Francesita (1923) de Alberto Vaccarezza, a la construcción de un autorretrato arquetípico: Soy francesita “boulevardera”, tiene mi escudo la flor de lys. En alas vine de una quimera, soy francesita, soy de París. Con mi silueta nerviosa y fina, con mis brillantes y mi toilette me ven las chicas de la Argentina y de mí dicen... yo no sé qué. […] Con mis viejitos feliz soñaba allá en un barrio, cerca de Lyon pero el ingrato que tanto amaba le dio a otra femme su corazón. Partió con ella y enloquecida seguí sus pasos desde París

17 La palabra francesita, en las letras de tango, también puede ser acompañada o reemplazada por otros diminutivos como muñequita, muchachita, princesita, mocosita, etc.

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mas perdí el rumbo y anclé mi vida bajo las noches de este país.

Aquí la protagonista gala quien, engañada por un rufián, había perdido su rumbo “bajo las noches de este país” introduce, en su autorrepresentación ficticia, algunos galicismos: toilette, lys y femme destinados a dar, al discurso, cierto efecto de realismo. Por eso mismo aparecen sin modificación ortográfica alguna. En cuanto al empleo del adjetivo boulevardera, galicismo hispanizado, probablemente, a partir del sustantivo francés boulevard18 (calle), podemos suponer que es motivado, por el cliché lingüístico que quiere que esta palabra, fácilmente comprensible y reconocible, aparezca de manera casi sistemática, en muchos de los tangos inspirados por la temática francesa.19 El efecto estético de estos pocos galicismos consiste, entre otras cosas, en embellecer y ambientar al personaje envolviéndolo en un aura romántica y novelesca acordes a la representación imaginaria del receptor rioplatense.

5. Temas y motivos Aunque la mayoría de los textos de tango pocas veces se alejan del tópico de la francesista que dio un mal paso, o del tema del viaje mítico del tango a París, existen, sin embargo, otras letras en las que aparece el personaje de la francesa pura y buena, aunque en este caso los letristas consideren indispensable subrayar lo de “buena”, como ocurre en el tango Parisina de Raúl Gramajo: “Sangró tu pecho, mi parisina buena / Y con mis besos calmé tu gran dolor”. O en Claudinette de Julián Centeya: “mocosita dulce y buena”. Apartándose de los senderos trillados, otros textos abordan temas más originales, uno de los ejemplos más significativos es el tango Silencio (1932) de Gardel, Le Pera y Petorossi cuya letra evoca el dolor de una madre que recibe cinco medallas a cambio de la vida de sus 5 hijos muertos en la guerra, en los “campos de Francia”.20 En este como en otros muchos tangos, es necesario puntualizar 18 La palabra bulevardera puede también provenir directamente del adjetivo francés boulevardière, aunque este tiene otro significado pues se asocia al teatro cómico llamado “teatro de boulevard”. 19 En el tango Arlette: “Ni los Campos Elíseos, ni el alegre boulevard, / No verán ya los luceros de tus ojos verdemar”. 20 Este tango introduce una referencia histórica bastante atípica en el género aparte de una mordaz crítica social. La función poética del texto cumple con su objetivo: despertar en el oyente una viva emoción por medio de la denuncia ejemplar del carácter absurdo de la guerra (aquí pensamos en la insuperable interpretación de Gardel).

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que aunque la referencia temática sea explícitamente francesa, la letra puede estar desprovista de voces galas. Cabe destacar entonces, que no todas las letras con temática francesa hacen uso sistemático de galicismos y que incluso, en el caso de que ciertos títulos de tangos ostenten nombres propios galos, los textos pueden eludirlos, como sucede en los tangos Claudinette, Marion, Gricel, Margarita Gauthier, Muchachita de Montmartre, Mañanitas de Montmartre, Margo, etc. Inversamente, las letras de tango que emplean galicismos tampoco tienen obligación de tratar temas franceses aunque sí puedan incluir ciertos motivos o referencias galas como en los tangos Margot, Caferata, Garufa, Niño Bien y otros muchos. Por lo tanto, no resulta fácil establecer una relación directa entre los títulos de los tangos, las temáticas y los galicismos utilizados en las letras. Ni siquiera parece evidente poder tener una idea precisa de lo que ha dado en llamarse “el tema francés”. Tanto es así, que algunos especialistas en la materia han evitado hablar de él, como señala José Gobello: Quienes estudiaron estos temas [los de los tangos] –los uruguayos Daniel Vidart e Idea Villariño– no lo han tenido en cuenta. Y […] y sin embargo, París es un tema que se incorpora tempranamente a la letra del tango canción. Cuando lo introdujo González Castillo, con Griseta el tango canción no tenía sino cuatro años de vida. Dada la importancia de este tema es extraño que ambos autores en sus respectivos análisis del tango canción lo hayan omitido (1977: 895-896).

Hoy en día, en los medios modernos de difusión masiva de las letras de tango, como son los portales de Internet,21 tampoco se suele contemplar la temática francesa de manera independiente y esto, a pesar de la abundancia de textos referidos a Francia, París y a la mujer francesa. Aunque pueda parecer paradójico, la razón de la omisión de dicho tema tal vez se deba a la existencia abrumadora de motivos, símbolos, clichés lingüísticos y atributos galos diseminados en todas las categorías temáticas citadas por Vilariño: el amor, la madre, la linda que se pierde, el tango y el paso del tiempo.22 Por eso mismo, no está de más establecer una diferencia entre temática y motivo. Sobre este asunto, las reflexiones teóricas establecidas hace tiempo por Veselovski y Propp siguen siendo vigentes y pueden sernos de utilidad. 21

El portal de Todo Tango –sitio declarado de interés nacional– propone una clasificación temática detallada: el amor, el baile y los bailarines, el bandoneón, el bar y la bebida, el barrio, el carnaval, los consejos, la infancia y los pibes, el juego, la madre, la mala vida, el mar y el puerto, las mujeres, el tango, el turf, varones y compadritos. Tampoco aparece aquí el tema francés. Véase: . 22 Idea Vilariño, en Las letras de tango, la forma, temas y motivos (1965), también había advertido que las letras de tango se prestaban bien a un análisis de tipo estructuralista.

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Un tema está compuesto por un complejo de motivos mientras que un motivo –unidad más simple de un relato– puede vincularse con varios temas diferentes [...]. Una serie de motivos constituye un tema. Un motivo puede desarrollarse y convertirse en tema. Los temas son variables: ciertos motivos los invaden [...]. El motivo es primario y el tema es secundario. El tema es un acto de creación de conjunción (Veselovski cit. por Propp 1970: 21).23

Siguiendo estos razonamientos podemos observar que los galicismos, en las letras de tango, tienen una relación más estrecha con ciertos motivos y atributos de los personajes –integrados en textos de diversas temáticas– que con el tema francés propiamente dicho. Los motivos que incorporan galicismos son: la muchacha que se pierde, el macró, la amante, la ascensión social, la condición efímera de la vida, etc. Los atributos, son aún más variados: el vestuario, el champán, el cambio de nombre y la onomástica gala, el habla francesa o afrancesada, los topónimos de consonancia gala y otros.

6. Aspectos connotativos Si en las letras de tango hasta el más inocente de los galicismos, puede tener doble sentido y hacer referencia a un universo imaginario, a menudo vinculado con el amor ilícito, es porque además de su significado propio, suelen poseer un sentido añadido, una insinuación parásita que parece propagarse, como una mancha de aceite, y contaminar todo el texto. Una sola voz de consonancia francesa tiene el poder de representar, en el oyente, un despliegue de dobles sentidos e indicaciones implícitas insospechadas para aquellos que no están familiarizados con el género. Las alusiones del tango Audacia (1926) de Celedonio Flores son reveladoras: Me han contado, y perdoname que te increpe de ese modo, que la vas de “partenaire”24 en no sé que bataclán [...].

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La traducción es nuestra. Sobre este particular, Propp añade que el motivo puede a su vez descomponerse en partes más pequeñas y admite la necesidad de emprender el estudio morfológico del cuento teniendo en cuenta primero los motivos y después los temas (ibíd.: 22). 24 La palabra francesa partenaire, que aquí no ha sufrido transformación alguna, aparece distinguida entre comillas en cancioneros y antologías como la antología de J. Barreiro. Esto se debe a que el vocablo, empleado ocasionalmente, no está bien integrado. Barreiro (1985: 101, 109, 170). (La distinción en negrita es nuestra.)

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Yo no manyo, francamente, lo que es una “partenaire” aunque batan que soy bruto y atrasado, ¿Qué querés?, no debe ser nada bueno si hay que andar con todo al aire y en vez de batirlo en criollo te lo baten en francés.

La desconfianza que manifiesta el narrador protagonista frente al trabajo en un bataclán25 de la mujer que lo ha abandonado no solo se justifica por el lugar, poco recomendable, en el que actúa la joven, o por el hecho de tener que mostrarse semidesnuda, sino, además, por el empleo mismo de la palabra “partenaire” que, dicha en francés –y no en criollo– se supone que esconde forzosamente algo inmoral.26 En un sentido amplio, podemos decir que la connotación, como sistema parasitario del significado, puede verificarse tanto de manera individual –en cada galicismo– como, en un plano más general, abarcando al conjunto de voces galas o, más precisamente, a las palabras identificadas, por un auditor de habla hispana, como tales. El nivel connotativo de las voces de origen francés incluidas en los textos de tango se alimenta y enriquece de los valores asociativos que estas suscitan en el auditor (Kerbrat-Orecchioni 1977: 18) y que, por yuxtaposición, van creando un segundo o tercer plano de alusiones significativas. Aquí es necesario tener en cuenta el papel desempeñado por lo que podríamos llamar el “auditor-modelo” de las letras de tango, expresión que adaptamos a partir del sintagma “lector modelo” de Umberto Eco: Para organizar su estrategia textual un autor debe referirse a una serie de competencias (término más amplio que “conocimiento de códigos”) que confieran un contenido a las expresiones que emplea. Debe asumir que el conjunto de competencias a las que se refiere sea compartido por el lector. Por eso preverá un Lector Modelo capaz de cooperar en la actualización textual […] (Eco 1985 [1979]: 71; la traducción es nuestra). 25

Bataclán: teatro de revistas de mala fama; bataclana: bailarina de teatro de revistas, mujer ligera. mujer ligera. Procede del nombre propio del cabaret parisino Bataclan que, a su vez, lo tomó del título de la opereta de Offenbach: Ba-Ta-Clan. Dicho establecimiento fue conocido en Buenos Aires, gracias a la compañía de Madame Rasimi quien organizó, con sus bailarinas de variedades, una gira por Latinoamérica introduciendo, en la capital argentina, la moda de las bailarinas semidesnudas (bataclanas), véase Sebreli (1965). Por ej. en el tango Garufa: “Tenés más pretensiones que bataclana /que hubieras hecho sucesos con un gotán...”. 26 Tampoco queda del todo excluido el sentido de pareja o incluso de “partenaire sexual”.

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Al escuchar las letras de tango nuestro “auditor-modelo” queda invitado a decodificar y participar activamente en un juego de asociaciones múltiples: léxicas, referenciales y simbólicas, propuesto por los emisores del mensaje cantado, quienes a su vez, en el proceso de elaboración de sus textos, han tenido que emplear el mecanismo inverso, de codificación. En ese sentido, no cabe duda de que la recepción de las letras de tango exige una escucha participativa.27

7. La connotación enunciativa En el contexto particular de las letras de tango, el nivel connotativo de los galicismos se ve afectado además por aspectos enunciativos que dependen de factores pragmáticos vinculados con la situación de comunicación empleada en numerosos textos. Este tipo de connotación contribuye a la creación de un sistema paralelo de significados dependiente de la instancia enunciativa (KerbratOreccghioni 1977: 104). Los poetas del tango-canción suelen poner en escena a ciertos personajes a quienes les dan, o no, la palabra. Los textos narrados por protagonistas masculinos son proporcionalmente mayoritarios; dentro de esta categoría, una de las situaciones más frecuentes de enunciación es la del diálogo fingido en el que la voz poética, identificada con la del personaje-narrador (yo), encarna el papel de protagonista por medio del empleo del registro lingüístico lunfardesco y/o el empleo de galicismos. A su vez, la intención del discurso, el tono y las inflexiones de la voz del cantor que encarna al personaje, otorgan a la canción de tango un matiz particularmente teatral caracterizado por una nota de patetismo o de humor mordaz. En este tipo de canción, el protagonista suele dirigirse, a una mujer ausente, (un vos) después de la ruptura, generalmente por decisión femenina, de su relación de pareja. Dicho discurso, marcado por la función conativa o apelativa del lenguaje (Jakobson 1973: 209-222). suele estar precedido por un apóstrofe o pregunta retórica como lo muestran numerosos tangos: Audacia, Margot, Milonguita, ¡Che papusa oí!, Carnaval, Tortazos, y otros. Dentro de una modalidad enunciativa codificada algunos letristas ponen en boca del narrador numerosos galicismos cuyo objetivo es reproducir o imitar, con causticidad, la manera de expresarse, francesa o afrancesada, de la antigua conquista que se le ha escapado de las manos. Uno de los ejemplos más caracte27

La observación que hace Jean Chevalier sobre los símbolos en general, puede ser aplicada a la simbología particular del tango: “La percepción del símbolo excluye la actitud de simple espectador, y exige una participación de actor” (Chevalier/Cheerbrant 1982: XV). (La traducción es nuestra.)

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rísticos de este tipo de discurso, impregnado de sarcasmo, es el que brinda el tango Muñeca brava (1928) de Cadícamo: Che, madam que parlás en francés y tirás ventolín a dos manos, que tomás el champán bien frappé y tenés gigoló bien bacán. Sos un biscuit de pestañas muy arqueadas, ¡Muñeca Brava¡, ¡ bien cotizada! Sos del Trianón [...] del Trianón de Villa Crespo, Milonguerita [...] juguete de ocasión...

La ironía llega a su colmo con la indicación de la procedencia de la mujer: “Sos del Trianón..., del Trianón de Villa Crespo”. La alusión al mítico “Petit Trianon” de María Antonieta, los mordaces puntos suspensivos y finalmente la punzante acotación que especifica “del Trianón de Villa Crespo”, refiriéndose a un cabaret de un barrio, ni siquiera céntrico; se propone desenmascarar el simulado origen francés de la protagonista, a menos que el narrador haya querido ridiculizar los aires de reina que podía darse una francesa casquivana, en la capital argentina, por el solo hecho de poseer dicha nacionalidad con todo lo que ella supone.

8. Tópicos y clichés vinculados a la identidad nacional y a la lengua francesas Asociada a los personajes femeninos, tanto la nacionalidad como la lengua francesas representan, entre otras cosas, las cualidades esenciales para triunfar en la empresa de seducción masculina. Así lo advierte uno de los personajes de la novela Mireya, de Alicia Dujovne Ortiz (1998), basada precisamente en la interpretación de las letras de tango (Balint-Zanchetta 2000: 17-28). Se trata de una madama28 de una “casita francesa”29 quien indica a su nueva pupila, recién llega-

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La conocida palabra Madama viene de madame: dueña de una casa de citas/prostituta. Proviene, directamente, del argot francés que, con anterioridad al lunfardo, había producido una degradación semántica del vocablo madame: “señora”, también utilizada, en francés, como tratamiento de respeto. El mismo empleo irónico de este vocablo lo encontramos en el tango Muñeca brava: “Che madame, que parlás en francés...” (Colin/Mevel/Leclère 2001: v. madame). 29 Casita francesa es el nombre que se le daba, en Argentina, a las casas de citas, como la de Corrientes 348 o la de Juncal 12-24 mencionadas en el tango A media Luz (1925) de Carlos

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da de Francia, lo que significaba ser francesa en el imaginario argentino: “Una francesa, para un argentino –le decían– es una rubia culta, refinada y viciosa...”. Y cuando la chica, ajena a los tópicos culturales rioplatenses y visiblemente desprovista de cultura, pregunta “¿y porqué tengo que ser culta yo?”, la madama replica severa: “Porque Francia es el país de la cultura, idiota. ¿O vos que te pensás, que vienen acá a patinarse una fortuna por tu linda cara? No, m’hijita: vienen porque hacen de cuenta que se acuestan con Madame Pompadour”.30 Este episodio, resume bien los elementos que caracterizan la representación de la mujer francesa, dentro del universo de las letras de tango. Dichos estereotipos presentan aspectos múltiples: de orden sexual o sexotipo, por eso los personajes femeninos son caracterizados de una manera y los masculinos de otra. La nacionalidad está relacionada con un conjunto de rasgos físicos individualizadores que conforman el etnotipo de la mujer francesa –rubia o de ojos claros– como aparece en el tango Lilián (1944) de Luis Caruso: “Rubia y dulce, Lilián. / Pasión, / de un romance casual”, y en más de una decena de tangos examinados. Tampoco faltan las características inherentes al sociotipo representadas por cliché de la francesa culta y refinada, perteneciente a una clase social acomodada como lo hemos constatado en el fragmento de la novela citada con anterioridad. La lengua francesa participa igualmente, de estas representaciones estereotipadas. El personaje de la llamada “muñeca brava” del tango homónimo de Cadícamo emplea el idioma francés, materno o no, como estrategia de seducción y engaño: “Che madam, que parlás en francés” [...]. Te llaman todos Muñeca Brava / porque a los giles mareás sin grupo”; y la protagonista del tango Pompas de jabón, con letra del mismo autor, emplea una táctica similar, si nos dejamos guiar por los reproches que le hace el narrador:“En los peringundines de frac y fuelle / bailás luciendo cortes de cotillón / y que a las milongueras, por darles dique, / al irte con tu camba, batís “allón”.31 La idea del engaño femenino está entonces íntimamente relacionada con la lengua francesa. Asimismo, la noción de argucia

César Lenzi y E. F Donato. Esta letra también presenta otros dos galicismos como cocó (de l’argótico coco –cocaína–) y telefón (pronunciación francesa de teléfono): “Hay de todo en la casita: / almohadones y divanes; / como en botica, cocó; / alfombras que no hacen ruido / y mesa puesta al amor”. 30 La característica principal de esta novela inspirada en los personajes femeninos de las letras de tango es la reelaboración y reinterpretación, en lenguaje novelístico, de una panoplia de letras con temática francesa. En el fragmento citado, no cuesta reconocer la filiación con el tango Muñeca Brava, a través de la referencia a Madame de Pompadour que reemplazaría a la dueña del Trianón: María Antonieta (Dujovne Ortiz 1998: 15). 31 “Allón”: pronunciación de la palabra francesa allons: vamos; préstamo ocasional, poco integrado al lenguaje rioplatense.

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se cristaliza en otro galicismo recurrente: chiqué, empleado con frecuencia en nuestro corpus –ocho ocurrencias– y cuyo significado: simulación, mentira, es un préstamo directo del argot francés.32 Esta voz es utilizada a menudo en los tangos Noches de Montmartre (1932) de Carlos Lenzi y Manuel Pizzarro, Quemá esas cartas, con letra de Manuel Romero, No salgás de tu barrio (1927) de Arturo Rodríguez Bustamante y, por supuesto en el tango homónimo Chiqué (1920) de Ricardo Luis Brignolo. La letra del tango ¡Che Papusa oí! (1927), también de Cadícamo, brinda además un muestrario significativo de galicismos proferidos en el marco de la situación enunciativa anteriormente expuesta: Muñeca, muñequita que hablás con zeta y que con gracia posta batís mishé que con tus aspavientos de pandereta sos la milonguerita de más chiqué. Trajeada de bacana bailás con corte y por raro snobismo tomás prissé33 y que en un auto camba, de Sur a Norte, paseás como una dama de gran caché […] Milonguerita linda, papusa y breva con ojos picarescos de “pipermint”, de charla afrancesada, pinta maleva, y boca pecadora, color carmín; engrupen tus alhajas en la milonga con regio faroleo brillanteril, y al bailar esos tangos de meta y ponga ¡Volvés otario al vivo y al rana gil!...

A pesar de todos los galicismos citados, y de la explícita “charla afrancesada” de la protagonista, todavía pueden subsistir dudas sobre su verdadera identidad etnolingüística. Dos detalles, en particular, crean esa ambigüedad. Por un lado, la protagonista habla con “zeta” lo que haría referencia a una característica representativa del español peninsular, a no ser que aluda a la consonante francesa

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Notemos que el término del argot francés chiqué no ha sido modificado. Tanto el significante como el significado han sido mantenidos. 33 Prissé o Prise: Línea de cocaína. Del argot prise: pizca de tabaco o de cocaína absorbida por la nariz, se trata del empleo particular de la voz del francés general derivada del verbo prendre: tomar. (Colin/Mevel/Leclère 2001: v. prise). La forma “prissé”, empleada en los tangos es probablemente debida a una hipercorrección. Ej. Corrientes y Esmeralda: ”Curdelas de grapa y locas de pris”; ¡Ché papusa, oí!: “Trajeada a la bacana bailás con corte / y por raro snobismo tomás “prissé”.

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cuyo fonema /z/ es ajeno al sistema fonológico hispánico. Por otro, la asociación de la charla afrancesada (y no francesa) con la “pinta maleva” de la protagonista, que por definición sería de raigambre porteña, puede dejar al oyente dubitativo. Pero cuando la nacionalidad y la lengua francesas se vinculan con los personajes masculinos del tango, las referencias, connotaciones y dimensión simbólica de las mismas cambian de manera categórica. Los tópicos relacionados con los personajes franceses oscilan entre la idea de afectación o afeminamiento, representada por el galicismo de origen argótico fifi,34 como encontramos en el tango Niño Bien (1927) de Roberto Fontaina y Victor Soliño, la de proxeneta o incluso la de víctima adinerada e inocente de las artes femeninas. Las asociaciones reiteradas de dichos personajes con algunas palabras argóticas, repetidas hasta el cansancio, como gigoló35 –aunque también esta caracterice al compadrito argentino– y miché,36 han contribuido a la construcción del arquetipo masculino francés cuya imagen, generalmente peyorativa, puede observarse en el tango Tortazos (1930) de Enrique Maroni: “y ahura tenés vuaturé / usás tapao petit-gris / y tenés un infeliz / que la chamuya en francés”/ ¿Qué hacés? Tres veces ¿Qué hacés? / ¡Señora Plison Lavalle, / si cuando lucís tu talle / con ese coso del brazo / no te rompo de un tortazo / por no pegarte en la calle!”. Estas representaciones estereotipadas obedecen tanto a factores referenciales, relacionados con la trata de blancas en Buenos Aires, tráfico en el que los proxenetas franceses tuvieron un papel preponderante, como a elementos discursivos y estilísticos, entre los que destaca el juego de oposiciones entre los personajes femeninos y masculinos, la mujer honesta y la cortesana, los franceses y los porteños, etc.

9. Motivos y atributos femeninos El clásico recurso retórico destinado a representar a los personajes gracias a detalles de su apariencia exterior es un rasgo distintivo de la canción de tango. Sin

34 Fifí: Dandy, individuo afeminado. Galicismo proveniente del francés popular fifille formado a partir de la repetición de la primera sílaba de fille, chica, y la supresión de la última. 35 Gigoló: Joven amante mantenido por una mujer. Es un término del argot francés que designa al amante de la gigolette: mujer explotada por el gigoló (Bruant 1993; Colin/ Mevel/Leclère 2001). 36 Miché: 1) Cliente de una prostituta; 2) Inocente, tonto; 3) Amante; 4) Hombre bien vestido, rico; 5) Proxeneta. Término del argot francés, con las mismas acepciones. Según Guiraud es un término antiguo (s. XVIII) y proviene del nombre propio Michel que en la onomástica popular designa tanto a un hombre imbécil como a un hombre afortunado –que tiene michon: dinero– (Esnault 1965; Colin/Mevel/Leclère 2001).

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embargo, el retrato centrado en la posesión y la exteriorización de objetos y detalles indumentarios es menos superficial de lo que parece. En las letras de tango, la prosopografía no es ni gratuita ni puramente decorativa, antes bien, se complementa con otra figura retórica: la etopeya, tradicionalmente encargada de dar a conocer los rasgos morales, las costumbres y el comportamiento de los personajes.37 Los atributos que acompañan a los protagonistas de los tangos (objetos de lujo, lugares de consonancia francesa y otros) no son más que el aspecto visual y sonoro de las cualidades o defectos inscriptos en un estricto código de valores éticos y estéticos establecidos, por repetición, en numerosas letras de tango. Tal como sucede con los personajes de la mitología grecorromana representados con sus respectivos atributos –Zeus con relámpagos, Poseidón con su tridente, Diana con el arco y la flecha– estos también suelen acompañar a los personajes de la mitología tanguera a quienes se les asigna, como atributo, una serie de objetos singulares que dan cuenta de su condición social y moral. Por ello, la elección de accesorios específicos: el atuendo, el maquillaje, el corte de pelo, la postura corporal, la manera de caminar, de bailar, hablar, seducir y otras características referidas al comportamiento de las protagonistas de tango son elementos esenciales en la construcción del retrato femenino y obedecen a una estricta codificación. Si en los retratos masculinos los atributos vestimentarios se expresan, en numerosas ocasiones, a través del lenguaje lunfardo (gacho, fungi, lengue, leones, etc.), los femeninos, en cambio, además de emplear el castellano estándar (alhajas, seda, maquillaje, zorro gris, armiño, trajes de colores) utilizarán copiosos galicismos (bijou, lamé, chapeau, rococó, toilette, etc.). Estos atributos representados con palabras de origen francés no solo caracterizarán a los personajes femeninos galos sino también a otra categoría de mujeres: las arribistas quienes, aspirando a la fama o a la riqueza, se veían obligadas a modificar su apariencia física siguiendo las convenciones estéticas en boga durante el primer cuarto de siglo XX. Es casi superfluo recordar que en esta época el modelo de feminidad y sensualidad estaba representado por la mujer francesa. El afrancesamiento, entonces, además de ser la tendencia impuesta por la moda, era una cualidad altamente apreciada por la mirada masculina. Uno de los ejemplos más logrados de este tipo de retrato que, por otra parte, ha servido de modelo en la elaboración de muchos otros es Margot (1921) de Celedonio Flores. En este tango el narrador protagonista relata, a partir de su

37 Aunque la etopeya suela igualmente revelar las características psicológicas de los personajes, los poetas del tango han preferido hacer hincapié en los efectos producidos por las acciones y otros rasgos comportamentales particularmente esquematizados de sus personajes. El comportamiento característico de la mujer ingrata será representado, en los textos, por la acción de marcharse, dejar a su amante, y olvidarse de su madre: símbolo mayor de ingratitud y reprobación social y uno de los motivos moralizadores más recurrentes en este tipo de letras.

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punto de vista de personaje abandonado, la transformación de una joven de origen humilde quien asciende en la escala social –se sobrentiende– por haberse entregado a la vida galante. La caracterización de la protagonista se construye a partir de un discurso basado en la exposición de ciertos atributos vestimentarios, comportamentales, gestuales representativos del généro: Se te embroca desde lejos, pelandruna abacanada, que has nacido en la miseria de un convento de arrabal, porque hay algo que te vende, yo no sé si es la mirada, la manera de sentarte, de vestir o estar parada, o ese cuerpo acostumbrado a las pilchas de percal…

El cambio de estatus social, provocado por el desliz de la protagonista queda simbólicamente representado por la transformación de su atuendo, asociado irónicamente a la noción de disfraz. Margarita muda el percal por el ajuar de seda con rositas rococó y se traslada a otro entorno, ya no frecuenta más el humilde conventillo sino lugares más exquisitos: “Ahora vas con los otarios a pasarla de bacana / a un lujoso reservado del Petit o del Julien”. Por su consonancia francesa, la mención de dichos reservados, por parte del narrador, también enfatiza la metamorfosis del personaje. Por último, respetando la gradación narrativa que lleva a la protagonista a la perdición total, aparece el motivo de la traducción de su nombre al francés. Este cambio de nombre se acompaña, además, de un sutil juego pronominal en el que el posesivo correspondiente a la pertenencia o enamoramiento del narrador “ya no sos mi Margarita”, es reemplazado por una forma impersonal e indirecta que representa la manera en que los demás ven al personaje desde un punto de vista externo “ahora te llaman Margot”. El nombre artístico francés ya no alude a la inocente novia del narrador, representada dentro del ámbito privado del conventillo bonaerense, sino a la nueva mujer pública, papel que desempeña dentro de otro marco escenográfico igualmente público. Yo recuerdo, no tenías casi nada que ponerte, hoy usas ajuar de seda con rositas rococó, ¡me reviente tu presencia [...] pagaría por no verte Si hasta el nombre te has cambiado como ha cambiado tu suerte: ya no sos mi Margarita [...] ahora te llaman Margot...

En las letras de tango, los atributos femeninos que simbolizan el éxito económico y social, paralelamente a la pérdida de dignidad, son abundantes. La men-

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ción, de objetos que simbolizan el lujo y la frivolidad: seda crepé, del francés crêpe de soie; petit-gris (fourrure)38; toilette; voituré;39 appartement; champagne; chapó; pendentif; petit-hotel; etc., es recurrente en numerosas letras de tango, en cuanto a los ya mencionados términos argóticos mishé y gigoló, en ocasiones también pueden ser considerados como atributos femeninos, sobre todo cuando están precedidos del verbo “tener” como indicador de posesión. Por otra parte, la teatralidad de la representación de los personajes femeninos en los tangos está vinculada a una escenografía codificada. En efecto, la prosopografía es inseparable de la topografía. Los letristas cuidan sobremanera la puesta en escena de sus personajes de ahí la elección de determinados contextos y nombres de lugares que informan al auditor del nivel socioeconómico de los personajes o de lo que quieren aparentar. En los tangos la representación de la mujer joven y honesta, de origen modesto, está vinculada con unos paisajes precisos: el barrio y el conventillo. La de la protagonista de moral ligera (que a veces es la misma persona que ha dado un mal paso) frecuentará, en cambio, otros sitios: el centro de la ciudad, los cabarets, los restaurantes de moda o los salones de baile. Notemos que, aunque situados en la capital argentina, estos lugares solían también poseer nombres franceses, aparte de los mencionados Petit y Julien tenemos que agregar Le Trianon, Le Royal Pigalle, L’Armenonville, Chantecler, Le Palais de Glace y otros, presentes en numerosas letras. No es extraño entonces, que la tan mentada calle céntrica, Corrientes, donde se situaban algunos de estos establecimientos, haya sido comparada con Montmartre. En su Tango de Lengue, Cadícamo apunta precisamente: “Corrientes y Maipú eran entonces Montmartre”.

10. Dimensión simbólica del champán Tanto desde el punto de vista cuantitativo40 como cualitativo, el atributo más característico de los personajes femeninos franceses o afrancesados de los tangos 38 Petit-Gris: piel apreciada por su color y suavidad de una ardilla de Rusia de color gris oscuro: “Un manteau en petit-gris” (Le Robert méthodique 1983: v. petit-gris). 39 Aparecen en los tangos tanto la palabra voituré despojada de la última sílaba francesa como la voz voiturette, sin modificaciones ortográficas. En este ultimo caso esta suele estar señalada entre comillas. Sucede lo mismo con otros galicismos cuya ortografía en los tangos es fluctuante. Así la palabra garçonnière aparece tanto con la ortografía francesa como en su adaptación garsonier. En este caso, el término puede ser considerado como lunfardo pues se estima que la adaptación ortográfica es producto de una apropiación consciente. 40 En nuestro corpus el champán está representado por una veintena de ocurrencias. Notemos que, por su parte, Claisse en su estudio realizado a partir de un corpus de 1000 tangos de

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es, sin duda alguna, el “champagne” que aparece, casi siempre bajo la forma hispanizada “champán”. La dimensión simbólica de esta bebida dependerá de la función que desempeña en el relato. Si como atributo femenino es símbolo de perdición, en cambio, como atributo masculino significará poder, despilfarro, capacidad de adquirir un bien o favor femenino, tal como aparece en el tango Acquaforte (1931) de Juan Carlos Marambio Catán: “Un viejo verde, que gasta su dinero / emborrachando a Lulú con su champagne”. Asociado a la mujer pecadora, el champán significa el costo moral, la moneda de cambio de la ascensión social femenina. Así como la manzana de Eva es el símbolo mismo del pecado original, la copa de champán representará la trasgresión cometida por la nueva Eva de las letras de tango. Y meta champán que la vida se te pasa, Muñeca brava, flor de pecado. Cuando llegués al final de tu carrera, tus primaveras verás languidecer.

El champán se vincula, además, a una red de nociones conexas que desembocan en la construcción de clichés concatenados: champán, cabaret, mujer, francesa o afrancesada, rubia o teñida, oro, etc. Otros motivos simbólicos, igualmente recurrentes, asociados a los primeros son la acción concreta de teñirse el cabello –de rubio–, la de cortarse el pelo o cambiarse de nombre. El tango Pompas de jabón (1925) con letra de Enrique Cadícamo y música de Roberto Goyeneche ilustra este tipo de conexiones simbólicas: Pebeta de mi barrio, papa, papusa, que andás paseando en auto con un bacán, que te has cortado el pelo como se usa, y que te lo has teñido color champán.

Asociado a los placeres frívolos de la vida, el champán a través de sus metafóricas burbujas, alude al carácter frágil y pasajero de la misma. Estas nociones pueden presentarse, asimismo, bajo la imagen análoga de las burbujas de jabón como sucede precisamente en el tango Pompas de jabón. El champán, en su dimensión simbólica, es anunciador del paso inexorable del tiempo, de la pérdida de la belleza femenina, de las ilusiones, amores y riquezas. Asistimos aquí a

temas diversos había contabilizado entre los 10 vocablos franceses más usados, unas 73 referencias a dicha bebida (1993: 31).

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una verdadera relectura y apropiación, por parte de los poetas del tango, del clásico tema de las vanitas, tan presente en la pintura y poesía medieval y barroca. Estas representaciones iconográficas, tal como sucede en las letras de tango,41 solían poner en escena a la mujer, retratada en los distintos periodos de su vida, acompañada, generalmente del símbolo de la calavera, anunciador del carácter vano y efímero de la juventud. En la canción, en cambio, la idea de la vanidad es representada con el símbolo del champán cuyo mensaje moralizador se propone inculcar, al receptor de las letras de tango, en particular a las oyentes femeninas, los valores éticos cristianos. Dentro de este complejo universo de representaciones simbólicas e ideológicas (Molino 1998: 37) una sola voz de origen galo basta para evocar a un personaje o incluso reproducir toda su historia. En este sentido podemos afirmar que ciertos galicismos se comportan como verdaderos “mitemas”, es decir, según la denominación empleada por Claude Levi-Strauss, como palabras clave estructuradoras de los mitos, categoría en la cual podemos incluir las letras de tango. En efecto, para el antropólogo, el léxico, en los mitos, funciona sobre todo en el ámbito de lo que él llama “hiperestructuras o metalenguaje”. Estas hiperestructuras se desprenden de la relación de similitud y oposición que tienen unos atributos con otros. Así, en el lenguaje del tango, un galicismo podría ser reemplazado por otro si esto no tuviera incidencias en la rima. Si bien “chapo”, “seda crepé”, “bijou” no designan los mismos objetos, estos tienen la misma función simbólica en los textos:42 despertar en el oyente una red de significados relacionados cuya coherencia, inscripta en el universo textual y cultural del tango, tendría poco sentido fuera de él.

11. Conclusión Sabemos que lo propio del arte es transformar y manipular todo tipo de materia prima para sublimarla; lo característico de la canción de tango es modelar la materia léxica a fin de crear un universo complejo de representaciones. Así lo

41

El tema de la vanidad en el tango también está tratado por medio de representaciones masculinas aunque muchas de estas letras parecen calcadas o adaptadas a partir de modelos estéticos femeninos. 42 Tal como ocurre en otras manifestaciones de la cultura popular –los mitos y los cuentos–, en la canción del tango, más que las palabras mismas, lo que importa es el papel que estas desempeñan cuando están insertas en motivos específicos. Vladimir Propp señala con razón que en la literatura popular los motivos están relacionados con la noción de función, es decir, con las acciones repetitivas que tienen que ejecutar los personajes (1970: 21).

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advirtieron los mejores letristas, quienes supieron someterla a la intención estética, a los caprichos de la rima, a la búsqueda de efectos estilísticos y emotivos propios al quehacer poético. Si fuera del tango, en el entorno rioplatense, los galicismos son voces de origen francés dotadas de significado y significante, adaptadas, en mayor o menor medida, al castellano; dentro del ámbito de la canción, muchos de ellos desempeñan una función simbólica peculiar o adquieren una connotación característica cuyos matices no siempre están consignados en los diccionarios especializados. En este trabajo nuestro propósito ha sido indagar sobre el papel que desempeñan los galicismos en el tango y la manera en que el léxico interviene en la construcción de representaciones estereotipadas. Nuestras observaciones han mostrado que la cuestión del estudio de los galicismos sobrepasa, con creces, el marco del análisis del signo. El clásico desdoblamiento del signo lingüístico en significado y significante, impuesto por Saussure, no alcanzaría aquí a explicar ni la trascendencia, ni los efectos emotivos que producen ciertas palabras clave de origen galo y menos aún su dimensión simbólica. Diremos entonces, para terminar, al menos de manera provisoria, que en el contexto textual del tango, todo préstamo léxico de procedencia francesa puede incluir mensajes implícitos vinculados con distintos aspectos de la identidad gala (etnotipos, sexotipos o sociotipos) según el imaginario rioplatense. Sin embargo, no hay que perder de vista que dichas representaciones estereotipadas fueron construidas a partir de referentes históricos, valoraciones morales y elecciones estéticas surgidas en un contexto socioeconómico, cultural e ideológico particular: el de los años veinte y treinta. Por lo tanto, cabría preguntarnos aquí en qué medida dichas representaciones siguen, o no, subsistiendo a través del tiempo. Sabiendo que desde hace más de una década el tango está de moda, incluso, y sobre todo, en Argentina, algunos intérpretes contemporáneos han rescatado del olvido una parte del corpus textual estudiado y otras letras antiguas o poco difundidas. Por ello, creemos que sería interesante investigar, tal vez en un próximo trabajo, el problema de la vigencia y actualidad de los galicismos, estereotipos y representaciones simbólicas galas desde el punto de vista de los modos de recepción de las nuevas generaciones de receptores de tango.

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CORPUS de letras de tango (no exhaustivo) A media luz. Letra: Carlos César Lenzi A Montmartre. Letra: José González Castillo Acquaforte. Letra: Juan Carlos Marambio Catán Ahora Me Llaman Lulú. Letra: Rodolfo M. Taboada Anclao en París. Letra: Enrique Cadícamo Audacia. Letra: Celedonio Flores Aquel tapado de armiño. Letra: Manuel Romero ¡Araca París! Letra: Carlos Cesar Lenzi Arlette. Letra: Horacio Sanguinetti Audacia. Letra: Celedonio Flores Bien frappé. Letra: Héctor Marcó Buenos Aires es una papa. Letra: Camilo Darthés Burbujas. Letra: Átulo Castillo Cabaret. Letra: Luis Roldán Cachadora. Letra: Pancho Laguna Caferata. Letra: Pascual Contursi Camouflage. Letra: José García Central Palace. Letra: Andrés Pastor Champán Tangó. Letra: Pascual Contursi ¡Ché papusa, oí!... Letra: Enrique Cadícamo Cherí. Letra: Enrique Cadícamo Chiqué. Letra: Ricardo Luis Brignolo Claudinette. Letra: Julián Centeya Cocot de lujo. Letra: Manuel Romero Copen la banca. Letra: Enrique Dizeo Corrientes y Esmeralda. Letra: Celedonio Esteban Flores Cuartito Azul. Letra: Mario Battistella El apache argentino. Letra: Manuel Arostegui El Choclo. Letra: Enrique S. Discépolo El pendentif. Letra: Carlos Raúl Attwell Ocantos Esta noche me emborracho. Letra: Enrique Santos Discépolo Evocación de París. Letra: Luis Esteban Mandarino Fanfán. Letra: Carlos Marín

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Flor de fango. Letra: Pascual Contursi Francesita. Letra: Alberto Vaccarezza Garabita. Letra: Pascual Contursi Garufa. Letra: Roberto Fontaina y Víctor Soliño Gigoló compadrito. Letra: Enrique Cadícamo Gloria. Letra: de Armando Tagini Gricel. Letra: José María Contursi Griseta. Letra: José González Castillo Ivette. Letra: Pascual Contursi La última grela. Letra: Horacio Ferrer Las vueltas de la vida. Letra: Manuel Romero Lilián. Letra: Luis Caruso Madame Ivonne. Letra: Enrique Cadícamo Mañanitas de Montmartre. Letra: Roberto Fugazot y Agustín Irusta Margarita Gauthier. Letra: Julio Jorge Nelson Margo. Letra: Homero Expósito Margot. Letra: Celedonio Flores Marión. Letra: Luis Rubistein Manón. Letra: Antonio Miguel Podestá Melenita de oro. Letra: Samuel Linnig Milonga Fina. Letra: Celedonio Flores Milonguera. Letra: José María Aguilar Milonguita. Letra: Samuel Linning Mimí Pinsón. Letra: José Rótulo Muchachita de Montmartre. Letra: José Antonio Saldías Muñeca Brava. Letra: Enrique Cadícamo Muñequita de París. Letra: José Rótulo Niño bien. Letra: Roberto Fontaina y Victor Soliño N. P. -No Placé. Letra: Juan Riverol y Francisco Loiácono Noches de Montmartre. Letra: Carlos Lenzi No salgás de tu barrio. Letra: Arturo Rodríguez Bustamante Palais de Glace. Letra: Enrique Cadícamo Papel picado. Letra: José González Castillo Parisina. Letra: Raúl Gramajo Pato. Letra: Ramón Collazo Pompas de jabón. Letra: Enrique Cadícamo ¡Qué querés con ese loro! Letra: Manuel Romero Quemá esas cartas. Letra: Manuel Romero Seguí mi consejo. Letra: Eduardo Salvador Trongé y Juan Fernández ¿Sos vos? ¡Qué cambiada estás! Letra: Celedonio Flores Soy tremendo. Letra: Ángel Villoldo Shusheta. Letra: Enrique Cadícamo Tango de ayer. Letra: Enrique Cadícamo

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Tango de lengue. Letra: Enrique Cadícamo Tortazos. Letra: Enrique Maroni Uno y uno. Letra: Lorenzo Juan Traverso Vieja recova. Letra: Enrique Cadícamo Viejo smocking. Letra: Celedonio E. Flores Viejo rincón. Letra: Roberto Lino Cayol Zorro gris. Letra: Francisco García Jiménez

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L’ E N T R E - D E U X “ A R G E N T I N ” D U TA N G O 1 CHRISTOPHE APPRILL

0. Introduction Le lien entre la danse tango et l’identité argentine est devenu une évidence. On entend dire que “le tango, c’est beau lorsque c’est bien dansé”, élégante façon de signifier qu’il aurait ceci de singulier qu’il faudrait être Argentin pour bien le danser. Les Argentins seraient-ils les seuls producteurs d’une singularité dans la danse? Parfois, l’ “argentin” du tango est accompagné de guillemets comme dans l’ouvrage de Ramón Pelinski (1995: 17), fondateur de l’étude de ce genre nomade. Comment la communauté internationale du tango parvient-elle à s’affranchir de cette assignation identitaire alors que le tango contemporain se caractérise par son nomadisme2: il est de nos jours davantage pratiqué dans le monde entier que dans son berceau rioplatense3? Au-delà des conditions factuelles qui contribuent à expliquer sa diffusion et sa pérennité à travers de multiples recompositions, le tango joue dans les registres de l’entre-deux. Bien sûr, c’est une danse de couple et une danse de bal qui exige deux partenaires, mais il ne s’agit pas de cela. Le tango est une expression de l’entre-deux en ce qu’il est pratiqué dans plusieurs foyers éparpillés partout dans le monde qui fonctionnent en réseau, échangeant à la fois informations, professeurs et danseurs dont les intérêts convergent vers la valorisation de ce patrimoine immatériel. Dans le contexte de sa mondialisation, le terme tango argentin associant un pays et une danse demeure le plus couramment utilisé. Arguant du fait que l’émergence de la danse tango s’est réalisée sur les deux rives du Rio de la Plata à Buenos Aires et à Montevideo, le terme de tango rioplatense est parfois préféré parce qu’il possède la vertu de neutraliser la dimension identitaire du premier. Cependant, depuis sa résurgence dans les années

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Je tiens à remercier Cécile Meunié, Nicolas Puig et Marc Tommasi pour leurs conseils et leurs relectures. 2 “Le nomadisme apparaît ici non seulement dans le sens philosophique précis que lui assignent Gilles Deleuze et Felix Guattari, mais également dans une acception plus générale : celle d’une culture “transnationale et multiculturelle” en constant mouvement, qui libère les sources de la créativité…” (ibíd.: 23). 3 Le tango comme danse et musique est apparu à la fin du XIXème siècle dans le Rio de la Plata à Buenos Aires et Montevideo.

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1980 puis sa diffusion planétaire, la danse tango circule le plus souvent paré de l’attribut argentin. Ses dimensions agissantes telles que les structures d’enseignement, les bals, les styles de danse et les flux touristiques opèrent une référence constante à la seule ville de Buenos Aires, la matrice du tango, et à l’argentinité, considérée comme un gage d’authenticité. L’examen des publicités pour les stages et les cours organisés avec régularité ou lors des festivals internationaux montre que le fait d’être Argentin constitue une plus-value pour transmettre et danser le tango. Malgré sa dilution dans une mondialisation commune, cette danse semble cristalliser des problématiques identitaires encore vive, dont témoigne le récent classement par l’Unesco.4 Le tango constitue-t-il une partie de l’identité des Argentins? En quoi les éléments constitutifs de l’identité argentine et les propriétés formelles et historiques de cette danse sont ils liés? Le tango est-il redevable de son identité à son seul bulletin de naissance? Si l’histoire contemporaine du tango est un sujet qui provoque davantage l’étonnement que l’intérêt, il y a en revanche comme une obsession à considérer cette danse du point de vue de sa genèse, obsession beaucoup moins répandue lorsqu’il s’agit de danse contemporaine française par exemple, comme si la différence de position de ces deux disciplines sur une échelle de la légitimité générait des questionnements distincts. De même, l’historiographie accorde beaucoup d’intérêt aux origines noires du tango. Comment cette question influence t-elle la signature identitaire de la danse? Enfin, peut-on distinguer une manière argentine de danser le tango?

1. Ce tango que l’on dit “argentin” La notion d’identité varie selon les champs disciplinaires. L’identité peut résulter d’une multiplicité de phénomènes dont l’appartenance au groupe (social, familial, professionnel, ethnique, national) constitue l’un des pivots. Dans le cas du tango comme partie de l’identité argentine, quels sont les critères sur lesquels il convient de s’interroger? L’identité nationale est la façon dont, à un moment

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“Argentine, Uruguay – Le Tango – La tradition argentine et uruguayenne du Tango, aujourd’hui renommé dans le monde entier, est née dans les milieux populaires des villes de Buenos Aires et de Montevideo, dans le bassin du Rio de la Plata. Dans cette région où se mêlent des immigrants européens, des descendants d’esclaves africains et des autochtones, les criollos, a émergé un mélange hétéroclite de coutumes, de croyances et de rituels qui s’est mué en une identité culturelle caractéristique. Parmi les formes d’expression les plus connues de cette identité, la musique, la danse et la poésie du Tango sont à la fois le reflet et le vecteur de la diversité et du dialogue culturel ” (L’Unesco: ).

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donné, les citoyens d’un pays conçoivent ce qui les unit: ce n’est pas une essence, c’est un compromis daté, plus ou moins consensuel, résultant de conceptions concurrentes de la communauté politique, de ce qu’est un citoyen. Il y a un néanmoins un lien très fort entre l’identité nationale et l’encadrement politique en termes d’institutions et de frontières (Duchesne 1997). La constitution argentine est adoptée en 1853 et ce n’est qu’en 1887 que les limites actuelles de la capitale sont tracées.5 Durant les vingt dernières années du XIXème siècle, les fondements qui composent l’identité nationale ne sont donc pas encore bien établis. Le développement du tango se réalise dans un contexte d’immigration massive, de modernisation du port, d’accroissement des échanges et des exportations, de systématisation de l’élevage extensif et de croissance démographique et spatiale de Buenos Aires. Les immigrants originaires principalement d’Espagne et d’Italie se mélangent aux criollos et aux Noirs d’une ville en chantier. 220 000 immigrants s’installent dans la seule année 1889 et durant cette même année, à elle seule, l’Argentine absorbe 32% des émigrants italiens.6 Buenos Aires devient la plus grande ville de toute l’Amérique latine. Le tissu et les sociabilités urbaines sont transformés en profondeur par ce flux migratoire. Pour la période qui va de 1880 à 1916, Carmen Bernand évoque le “creuset argentin” (Bernand 1997: 207). Qui sont ces Argentins qui donnent vie au tango? Un constat s’impose concernant cette période de l’histoire du tango: les sources de première main sont peu nombreuses et complexes à interpréter.7 La production de discours sur l’histoire du tango entretient un jeu de représentations dont certains travaux récents tentent la critique (Joyal 2009; Séguin 2009), mais il n’en reste pas moins que l’historiographie dominante se cristallise sur la description d’un portait type oscillant entre la caricature et le stéréotype. Jusque dans la récente inscription du tango au patrimoine immatériel de l’humanité, les descriptions des origines opèrent un passage obligé par l’évocation des faubourgs, des bordels, des conventillos et des quartiers populaires du port. Cette description géographique des paysages urbains permet de camper des personnages comme le compadrito, la prostituée, le maquereau et le Gaucho et d’insister sur le mélange et la confrontation des altérités ethniques et culturelles. Sans doute ne faut-il pas minimiser la puissance évocatrice de la poésie de Borges et

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Bernand, 1997; 2001. “Entre 1821 et 1933 […] les États-Unis se sont taillés la part du lion avec 34 244 000 immigrants, soit 66% du total. Ensuite viennent l’Argentine (6 405 000), le Canada (5 906 000), le Brésil (4 431 000), Cuba (857 000) et l’Uruguay (713 000)” (Dumont 1996). 7 “The origins of the tango are unclear and like many elements of folk and culture are shrouded in the clouds of controversy raised by the arguments of the experts on the subject“ (Castro 1991: 94). 6

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du chapitre d’Evaristo Carriego consacré à l’histoire du tango, où la croissance urbaine est présentée comme le terreau propice à son émergence (Borges 1969). Selon Castro, les thèses qui décrivent la rencontre et le mélange des sociabilités des créoles et des immigrants, de la ruralité et de l’urbanité en gestation imprègnent l’histoire de l’Argentine et la littérature. Quant à la thèse d’une naissance dans les bordels des bas fonds de Buenos Aires et de Montevideo, elle concentre les ingrédients qui constituent l’aura contemporaine du tango: un genre sulfureux qui croise élégance et dépravation. Cette esthétisation du contexte social est peu mise en perspective avec ce que l’on sait de l’économie de la prostitution à cette époque dans des grandes villes telles que Londres et Paris (Walkowitz 1991: 390-418).8 Le genre tango est ainsi assigné à un passé populaire dont les descriptions topographiques valorisent le vice, la perdition, la misère, et des sentiments tels que la nostalgie, la tristesse, la solitude, l’amour… Le maniement de ces notions n’est pourtant pas dénué d’ambiguïtés car la valeur que nous leur attribuons aujourd’hui est parfois projetée sur les immigrants du siècle passé. Nous parlons à leur place comme si nous les avions croisés hier: Le lupanar est le sexe à l’état de (sinistre) pureté. Et comme dit Tulio Carella, l’immigrant solitaire qui y entrait résolvait facilement son problème sexuel. […] Ce qui tourmentait l’homme de Buenos Aires était précisément le contraire: la nostalgie de la communion et de l’amour, le souvenir d’une femme, et non la présence d’un objet de luxure (Salas 1989: 11).

Ainsi, des notions complexes telles que la joie, la mélancolie, l’angoisse que traduirait la musique tango, sont-elles attribuées à ces “déracinés échoués dans la capitale australe” (Bernand 1997: 199). Et nous en arrivons à prêter bien des intentions à “l’homme argentin”. Le recours à une méthodologie d’ethnographie quantitative a montré que la réception était un acte intime, complexe, rétif d’une certaine manière à l’analyse sociologique (Passeron/Pedler 1991). Il en est de même pour ce qui est de la construction d’un entendement musical (Pedler 2003). Les enquêtes réalisées auprès des tangueros contemporains montrent toute la complexité des expériences vécues en lien avec cette pratique. Il apparaît par conséquent hasardeux de fonder une histoire sociale du tango sur de telles projections anachroniques. Leur vocation est de faire rêver, non pas de prendre la mesure de la misère économique, intellectuelle et sexuelle des faubourgs de Buenos Aires. Elle ne permet pas davantage de rendre compte des lieux intermédiaires de diffusion du tango ainsi que d’indicateurs qui permettent de contrebalan8

Cf. également un ouvrage critique récent sur la traite des blanches (Chaumont 2009).

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cer la thèse de la “naissance dans les bordels”.9 Cette démarche utilise exclusivement l’empathie pour des affects10 qui nous sont aujourd’hui accessibles afin d’interpréter l’activité sociale et culturelle complexe que constitue l’émergence d’une danse.

2. Le tango noir? A cette origine sociale typifiée s’ajoute une dimension sexuée et raciale: en plus d’être né dans les faubourgs et dans les bordels, il “se dansait entre hommes” et il doit beaucoup à l’apport des Noirs. Notons que l’historiographie accorde aux Indiens une place congrue. A. Frigerio montre que bon nombre de travaux sur l’histoire du pays se sont efforcés de gommer leur rôle (Frigerio 2008). Dans l’imaginaire contemporain du tango et dans les discours des cercles de pratiquants,11 la mention des Indiens est rare. Pourtant, le devenir du tango est indirectement lié au sort des Indiens; leur fin est liée aux impératifs du commerce extérieur qui bénéficie de progrès tels que l’invention des chambres froides et du fil de fer barbelé. Leur extermination et la colonisation de la Patagonie autorisent le développement des échanges commerciaux avec l’Europe.12 C’est dans ce cadre d’intensification des relations avec les pays européens que se réalise le voyage du tango. 9

Roberto Daus considère que cette thèse est le résultat d’une poignée d’intellectuels dont la référence en matière de culture était l’Europe et qui se sont attachés à nier le caractère populaire du tango. Il rappelle également que bon nombre de quartiers où le tango se développe (La Boca, Montserrat, San Cristobal, La Recoleta) n’étaient pas des faubourgs. Enfin, prenant comme indicateur les 18123 pianos importés en Argentine entre 1901 et 1907, et l’écriture de tangos pour piano, il note que la diffusion du tango s’est réalisée en dehors des milieux marginaux (Daus 2009), El Bandoneón, CD 123. Ricardo García Blaya conteste également cette thèse. “Reflexiones sobre los orígenes del tango”, in . 10 Max Weber notait à ce propos: “Nous sommes d’autant plus capables de revivre avec une évidence émotionnelle les affects actuels (tels que la peur, la colère, l’orgueil, l’envie, la jalousie, l’amour, l’enthousiasme, la fierté, la soif de vengeance, la piété, le dévouement, les désirs de toute sorte) ainsi que les réactions irrationnelles (considérées évidemment du point de vue de l’activité rationnelle en finalité) qui en découlent, que nous y sommes nous-mêmes davantage accessibles” (1995: 31). 11 Par cercle des pratiquants, j’entends les amateurs de tango qui composent une communauté fondée sur le partage de la pratique régulière de la danse. 12 A partir de 1880, “en quelques années […] l’Argentine devient l’un des premiers pays producteur de céréales, et le principal fournisseur de l’Angleterre en matières premières” (Bernand 1997: 207).

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Il n’en va pas de même pour les Noirs dont l’influence est abondamment mentionnée dans plusieurs publications récentes sur le tango.13 A propos des origines, une confusion est souvent réalisée entre l’étymologie du mot, les propriétés de la musique et celles de la danse. Michel Plisson, Carmen Bernand et Horacio Salas rappellent que la circulation du mot tango est ancienne et précède la stabilisation du genre musical et du genre dansé. C’est dans le processus de circulation de ce terme, dont la polysémie renvoie à une pluralité de danses et de rythmes, que s’est construite la thèse des origines noires du tango: Ce qui ressort de ces définitions et de la recherche historique, c’est qu’avant la fin du XIXème siècle le terme tango ne renvoie à aucune forme ou genre musical ou chorégraphique défini, sinon à des musiques et à des danses fort diverses, plus ou moins ritualisées, pratiquées par des populations d’origine noire (Plisson 2001: 34).

Cette mise au point est décisive car la surinterprétation des occurrences du mot tango est propice à la confusion. Le mot a précédé la fixation du genre. La place des Noirs dans cette expression en gestation est considérée comme importante; en revanche, durant la période où le genre se stabilise, l’historiographie dominante organise une disparition de la communauté noire. Que le tango résulte d’une forme de métissage culturel apparaît incontestable au regard du contexte du peuplement de Buenos Aires. En revanche, l’apport des Noirs dans la danse n’est sans doute pas aussi simple qu’il est habituellement présenté. Selon la thèse de Vincente Rossi (1926), les Noirs d’Argentine étaient devenus plus créoles que les autres composantes de la société. Gauchos dans les campagnes, les Noirs auraient, par leur fréquentation des casas de las chinitas14 des faubourgs, introduit la première milonga et plus tard le tango. Les hommes dansaient seuls (ce qui ne signifie pas qu’ils dansaient entre eux en se tenant enlacés15), et cette danse fut popularisée par le candombe afro argentin durant le carnaval. Cette danse individuelle dénommée tango aurait selon Rossi pour origine la rencontre des chants des payadores16 avec la tradition urbaine du candombe.

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Plisson (2001); Monette (1991); Hess (1996); Castro (1991); Pelinski (1995). Bordels situé près des campements militaires. Avec ce lieu, Rossi conforte la thèse de la naissance dans les bordels. Cependant, ce type d’établissement a constitué un lieu de rencontre entre les cultures rurales et les cultures urbaines. 15 La plupart des photos qui circulent montrant des hommes dansant enlacés relèvent de mises en scène pour les besoins d’un article, d’un film etc. Cf. notamment l’exemple de la photo publiée par revue Caras y Caretas (Apprill/Dorier-Apprill/Rodríguez Moreno 2001). 16 Musiciens et chanteurs improvisateurs créoles. 14

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La thèse de l’importance des Noirs est notamment défendue en France par Michel Plisson. Comme dans la thèse de Rossi, les danses évoquées sont collectives. L’une des problématiques majeures de l’émergence de la danse tango consiste à s’imaginer comment ce creuset de population a négocié le passage de formes de danses collectives à une danse de couple enlacée. Si l’on prend comme indicateur l’enlacement qui appartient aux propriétés formelles du tango, on peut souligner que l’influence des danses collectives sur le genre tango est infiniment réduite. Des formes temporaires et partielles d’enlacement s’observent néanmoins dans des danses folkloriques argentines comme la chacarera, la zamba et le gato. Mais l’enlacement hétérosexué, que les Argentins dénomment abrazo, est un élément postural caractéristique de la culture occidentale (Mauss 1950; Apprill 2009). Les descriptions de danses originaires d’Afrique pratiquées par les communautés noires du Rio de la Plata ne font pas état d’une quelconque forme d’enlacement. Par ailleurs, des recherches personnelles réalisées à Brazzaville m’ont conduit à la conclusion que la notion même de danse de couple est inconnue des sociabilités des peuples appartenant au groupe Bantou d’Afrique centrale17. Ces faits fragilisent l’hypothèse de l’origine noire dans le domaine de la danse. La thèse de Rossi des origines noires n’en est pas moins validée, mais elle est mise en question dès lors que la discussion se porte sur un des éléments formels de la danse. Peut-on affirmer que l’adoption de l’enlacement se soit réalisée en conservant à la fois les manières de danser collectives préexistantes et les sociabilités des créoles noirs? En examinant ainsi la question des origines, l’attention se déplace vers l’impact d’un dispositif corporel sur les contextes sociaux des moments de danse. Que les prémisses de la danse tango trouvent leurs sources dans la rencontre de formes différentes de danses collectives semble avéré. Mais peut-on parler de danse tango à partir du moment où l’enlacement est absent? Je fais l’hypothèse qu’il s’agit d’un point crucial comme l’attestent les processus d’acculturation du tango dans l’entre-deux-guerres en Europe. Michel Plisson prolonge cette thèse en s’appuyant sur des données démographiques ainsi que sur l’interprétation du texte d’une chanson. En évoquant l’arrivée massive d’immigrants Blancs originaire d’Italie (les Napolitains), cette dernière raconte comment les Noirs sont peu à peu remplacés par des Blancs dans tous les petits métiers. C. Bernand évoque également “le mépris et la rancœur que les associations noires éprouvent à l’égard des immigrants” (1997: 198). De cette réalité sociale que représente l’arrivée massive d’immigrants, M. Plisson en déduit que les danses de salon importées par les Blancs “ont subi des inflexions notables sous l’influence des Noirs, influence que les Blancs reprennent dans

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Terrain réalisé de 1985 à 1987 puis lors de deux missions en 1995 et 1996.

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leurs danses”. Il adopte la thèse de l’envahissement culturel à l’envers en soutenant que les Européens investissent les espaces de sociabilité des Noirs, tout en adoptant leurs coutumes (Plisson 2001: 36-37). Quelle raison historique à la fin du XIXème siècle, dans une ville en chantier, aurait pu produire une telle inversion, à savoir qu’une minorité étende à l’ensemble d’une population, “en dehors des cercles aristocratiques”, ses manières de vivre la danse et de jouer la musique18? Autrement dit, dans le Buenos Aires de la fin du siècle, les Européens seraient peu à peu entrés en concurrence avec la communauté noire pour ce qui est des petits métiers, mais auraient massivement adoptés leurs rythmes, sociabilités et manières de danser. Ils auraient pris le travail des Noirs mais abandonné leurs danses pour adopter celles d’une minorité? Cette thèse institue une dissymétrie entre les aristocrates et le peuple. Les premiers n’auraient pas été sensibles à l’influence des Noirs, tandis que les seconds, par un réflexe de classe présumé, l’auraient été largement. Elle accrédite également une présumée force de frappe des manières de danser et de jouer de la musique des Noirs. La majorité des immigrants n’aurait-elle pas au contraire surimposé ses propres genres dansés et musicaux à une minorité? Selon les chiffres avancés par George Reid Andrews (1980), les Noirs ne représentent plus que 2% de la population en 1887 à Buenos Aires. A. Frigerio critique ces données en notant que la non prise en compte des métis lors du recensement a pu conduire à minimiser l’importance de la communauté noire. Il rappelle également la vivacité des sociabilités noires à cette époque dans les domaines de la musique, du chant et de la danse. En l’absence de documents de première main, il ne semble pas excessif d’avancer que les Blancs intègrent dans leurs danses l’influence des Noirs. Ce qui l’est en revanche, c’est de penser que cette influence recouvre la culture des différentes communautés d’immigrants. En réalité, ce débat est traversé par des enjeux idéologiques: les tenants du tango noir semblent expurger ainsi leur culpabilité d’homme Blanc occidental, et les chercheurs qui comme J. Novati19 nient toute trace des Noirs dans le tango sont animés par une vision du monde obsédée par 18

On compare souvent le tango avec le jazz alors qu’ils présentent peu de points communs dans leur parcours. Le jazz a véritablement été inventé par la communauté noire des Etats-Unis. Lorsque le premier disque est gravé en 1917, une longue préhistoire faite de blues, de Negro spiritual, de gospels et de worksongs le précède. Cette préhistoire s’est développée dans une communauté noire beaucoup plus nombreuse numériquement que celle de Buenos Aires au XIXème. Il n’y a point eu l’équivalent des revues nègres en tango, mais davantage une diffusion infra spectaculaire (soirées et thés dansants), ainsi qu’un jeu d’accréditations médiatiques et d’interdictions (Guillaume II en 1913; vicaire de Rome en 1914) par des représentants de l’autorité morale. Cf. “Jazz et Anthropologie” (2001). 19 “Hemos querido poner de manifiesto la improcedencia del planteo que pretende adjudicar al tango un origen o antecedente africano” (Novati 2002: 2).

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la pureté raciale. Cette tension idéologique brouille la définition de l’objet d’autant que bien souvent, musique et danse sont associées20 alors qu’il s’agit de deux objets bien distincts. Carmen Bernand interprète l’afflux d’immigrants de façon inverse en écrivant que “le public boude à présent les sonorités africaines et se sent plus attiré par la mazurka et la polka”, danse qui étaient en vogue alors à Paris notamment (Bernand 1997: 198).21 Mais les tenants du tango noir utilisent l’argument de l’influence caribéenne en soutenant que le tango dansé tiendrait ses origines d’une danse cubaine, la habanera, qui “se confond souvent avec la danza” (Ley in Le Moal 2008: 744). Selon Isabelle Ley, la danza, qui était une danse de salon, n’était pas une danse enlacée. Quant au danzón, il s’agit d’une danse partiellement enlacée qui s’est développée à Cuba en même temps que le tango. Il semblerait que le danzón tout comme le tango soient issus de la danza à peu près à la même époque. Reste à savoir quel rôle l’enlacement qui caractérise des danses de couple pratiquées en Europe au XIXème siècle telles que la mazurka, la scottish, la valse et la polka a pu jouer dans les sociabilités de Cuba et de Buenos Aires. Nous sommes donc face à des pratiques hétérogènes tant du point de vue de la forme que de l’origine sociale. Comment soutenir alors que cette hétérogénéité ait pu être uniformément influencée par les sociabilités noires minoritaires de Buenos Aires? Il est probable que l’enlacement qui était alors en Europe une caractéristique de certaines danses pratiquées dans des milieux populaires, se soit diffusé dans ce processus migratoire, contaminant des manières de danser, et parmi celles-ci, les danses issues de Cuba, dont les formes étaient largement redevables d’une culture des danses de bal européennes. Que parmi les influences à l’origine de la danse tango se trouvent des emprunts aux rythmes et aux sociabilités des communautés noires semble incontestable, mais avancer que la danse tango a des origines noires en laissant entendre qu’elles sont prédominantes semble discutable. En conclusion, deux éléments conduisent à considérer l’hypothèse des origines noires de la danse tango avec circonspection: les données démographiques et l’une des propriétés formelles du tango. La thèse des origines noires est d’autant plus paradoxale qu’elle coexiste avec l’idée selon laquelle la communauté noire de

20 Le recours à l’iconographie peut conduire à des surinterprétations. C’est ainsi que procède N. P. Cirio lorsqu’il reproduit une photographie du journal La Ilustración Argentina (Buenos Aires, 30 de noviembre de 1882) montrant deux Noirs en train de dansé séparément, accompagnée de la légende: “Dibujo en el que se aprecia cómo los negros bailaban originalmente el tango” (Cirio 2007: 127-155). 21 Sur la dansomanie parisienne et les danses pratiquées, cf. Gasnault (1986).

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Noirs à Buenos Aires de 1810 à 1887

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Buenos Aires qui l’a porté aurait disparu. Les causes avancées à cette disparition sont généralement une épidémie de fièvre jaune (1870) et les guerres de l’Argentine avec ses voisins, deux explications qui en toute logique demeurent grandement insuffisantes. Citant Alfredo Taullard (1940), C. Bernand estime que l’épidémie “avait fauché le dixième de la population. […]. Selon la tradition, les mulâtres et les Noirs, déjà peu nombreux à l’époque, succombèrent à la fièvre jaune” (1997: 192-193). On se demande bien pourquoi “la tradition” considère que la prévalence de l’épidémie aurait été plus forte parmi la communauté noire, et ce jusqu’à la faire succomber. Par une analyse critique de l’historiographie des chercheurs de son pays, A. Frigerio montre combien cette thèse relève d’une entreprise de camouflage des Noirs dans la construction de l’histoire argentine.22 Paradoxalement, la place des Noirs dans l’émergence du tango est inversement proportionnelle à leur place dans la construction de la Nation Argentine. Cette contradiction entre la revalorisation des origines noires dans la promotion du tango et la négation de la négritude dans les études en sciences humaines et dans la construction d’une identité argentine contemporaine met à mal l’unicité invoquée du terme tango argentin.

22 “Para entender el estado de los estudios sobre Afro-América y África en Argentina, es necesario considerar dos factores contextuales que sin duda los condicionan. El primero es la existencia de una narrativa dominante de la nación que, al contrario de las vigentes en otros países latinoamericanos, no glorifica el mestizaje (Martínez-Echazábal 1998), sino la blanquedad. […] Esta narrativa dominante se caracteriza por presentar a la sociedad argentina como blanca, europea, moderna, racional y católica” (Frigerio 2008: 2-3).

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3. L’argentin du tango Comme l’a joliment résumé Borges “le tango était une diablerie orgiaque, c’est devenue une façon de marcher” (Borges 1969: 135-136). Autrement dit, le tango métissé des faubourgs du Rio de la Plata se serait blanchi au contact des sociabilités urbaines d’Europe. Le chroniqueur Sem a largement abondé dans la description de cette métamorphose: Le tango de Paris, voyez vous, c’est la peau de bête puante arrivant du fond de la Sibérie, souillée et infectée de miasmes, se transformant aux mains magiques des fourreurs, jusqu’à devenir la précieuse zibeline, caresse tiède et parfumée aux épaules fragiles des Parisiennes; c’est le havane noir et juteux, métamorphosé en une mince cigarette blonde et dorée; le tango de Paris, c’est le tango argentin dénicotinisé (Sem 1925).

Cette transmutation comprend une triple dimension à la fois sociale, morale et raciale,23 mais elle contient également une dimension identitaire car c’est à la faveur de son passage en Europe, dans le sillage des réseaux commerciaux liés à l’importation de la viande congelée (Humbert 1995: 109-162), que le tango devient argentin. C’est en effet importé par des Argentins que le tango est introduit en Europe. Côté musique, B. Humbert cite le rôle joué par Alfredo Gobbi et sa femme Flora Rodriguez qui séjournent à Paris de 1907 à 1914. Côté danse, elle précise que l’incertitude demeure quant aux médiateurs qui firent passer le tango de la fange des faubourgs aux salons. Est-ce une conception ethnocentriste que de considérer que le tango devient argentin au contact de l’altérité? Si l’on s’en tient à la terminologie, la question en soi n’a pas d’importance. En revanche, qu’y avait-il d’argentin dans cette danse à Paris en 1910? La manière de danser le tango des Argentins est-elle redevable aux spécificités d’un brassage multiculturel, à une inscription sociale particulière, à une topographie urbaine, et/ou aux sociabilités diurnes et nocturnes de Buenos Aires? Ne faut-il pas placer l’origine de cette manière de danser plutôt dans des facteurs socioculturels et moins dans le fait d’être ou non Argentin? Combien de générations doit-on prendre en compte pour valider cette acception? Le terme tango argentin qui s’impose à cette époque suppose-t-il qu’il y aurait dans la danse des influences indiennes et noires? Comme l’a analysé P. Tagg à propos de la musique noire (Tagg 2008), le substantif argentin pose problème dans la mesure où il traduit une tension interne entre ces deux influences. On

23 A propos de la réception des danses exotiques en France cf. Decoret-Ahiha (2004). Sur l’encodage des danses cf. Apprill (2005).

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4. Une danse populaire? Ce pays du cône sud de l’Amérique latine est connu à l’étranger à travers plusieurs éléments tels que la viande, le foot, la Terre de feu, la guerre des Malouines… Quoique disparates, ils entrent sans conteste parmi ce qui, de l’Argentine, circule dans le monde et contribue à dessiner une identité du pays. La différence principale entre la danse et ces éléments tient à leur médiatisation: la danse est une pratique qui se réalise dans un constant référencement à la matrice argentine, alors que la guerre, la terre de feu et le foot ne sont pas investis de façon aussi référencés, à l’exception de moments où ils entrent dans l’actualité. Il en va différemment de la viande argentine, dont la consommation est bien moins répandue et dont les dimensions agissantes n’ont pas grand-chose à voir avec la danse. Aussi, parmi l’ensemble de ces éléments, le tango est le seul à constituer une des bannières identitaires de la nation et il est le seul à avoir été inventé en Argentine. Au sein de la culture tango, la danse est une pratique répandue sur la majeure partie de la planète. La musique tango connaît une diffusion également mondiale, mais elle ne constitue pas une pratique mondialisée. Dans un article consacré à la communauté argentine en France, Peggy Riess note que le tango “joue le rôle de ‘référence identitaire’ pour un certain nombre d’Argentins qui rendent visible leur identité argentine en s’appropriant une pratique qui n’est ‘argentine ’ que dans l’imaginaire des Français et des Porteños” (Riess 2009). Les entretiens qu’elle a réalisés rappellent que le tango ne constitue pas un marqueur identitaire important en dehors de Buenos Aires. En matière de musique et de danse, le folklore note-t-elle (chamamé, chamarritta, chacarera tient une place plus importante que le tango qui est associé à la convivialité nocturne des Porteños.24 On comprend donc que les Argentins de province à l’étranger trouvent exagérés de réduire leur identité à une danse et une musique que peu de porteños pratiquent, et que les provinciaux ne revendiquent pas dans leurs retrouvailles où les danses folkloriques accompagnent le maté et l’asado. Pour autant, dans cet avis que certains critiquent se trouvent combinées une caractéristique de l’urbanisation argentine et une propriété du tango. Buenos Aires est une capitale macrocéphale et contrairement au folklore, le tango est une danse du voyage mondialisée dont le succès perdure depuis plus d’un siècle. La danse

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Habitants de Buenos Aires.

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détient néanmoins un statut paradoxal puisque elle constitue l’un des aspects de la culture du pays le plus connu à l’étranger alors qu’une minorité d’Argentins la pratique et qu’une faible proportion sait la danser.25 La diaspora argentine en Europe ne sait pas davantage danser qu’au pays: bien souvent, les Argentins de l’étranger découvrent la concrétude de cette danse loin de Buenos Aires à la faveur de cours donnés par des Européens. Lors d’un premier voyage à Buenos Aires en 1992, soit neuf années après la fin de la dictature, j’ai constaté que la pratique du tango dansé ne constituait pas une activité très répandue dans la ville. Comme le montre le parcours d’un Argentin qui deviendra professeur dans le courant des années 1990 en Europe, le cours de tango en soi ne constituait pas une notion repérable dans cet univers de pratique.26 En revanche, la proximité des porteños avec l’univers musical du tango, Gardel en tête, était manifeste dans la ville, aussi bien dans l’iconographie publicitaire qu’à travers les programmes des radios. Ce n’est donc pas du côté de la danse tango qu’il faut chercher un quelconque sentiment identitaire, mais davantage du côté de la musique. Si l’on prend ce critère en considération, il ne fait aucun doute que le tango constitue à Buenos Aires une culture populaire au sens où les sentiments identitaires d’un grand nombre de porteños peuvent se rattacher à l’un des pans de cette culture. En vingt ans, la donne a changé, la danse tango s’est développée dans le cadre d’un marché dérégulé. La notion de cours académique est apparue à Buenos Aires et des séminaires sont aujourd’hui organisés en plusieurs langues pour une clientèle étrangère. Un réseau de cours, de bals, de festivals et de marathons s’est constitué sur de nombreux continents. La culture tango offre l’opportunité de nouveaux marchés, que cela soit dans la restauration, les bars de nuit, les salles de danse et l’organisation de bals.

5. Une manière argentine de danser le tango? L’expression tango argentin institue une relation de fait entre une danse et le peuple argentin qui est incertaine. Dans certains pays européens comme la France par exemple, ce terme s’est justifié pour réaliser la distinction d’avec les univers de pratiques des danses sociales et de compétition où le tango s’inscrivait dans l’héritage des processus de codification réalisée dans l’entre-deux-guerres par 25

Au regard des possibilités de danser et du paysage des lieux de transmission académique du tango en 2009, j’estime la communauté des milongueros de Buenos Aires à environ 150000 personnes, sur 14 millions d’habitants. 26 Entretien avec Federico Rodríguez Moreno, à paraître en 2012.

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les corporations de professeurs de danse (Apprill 2005). La résurgence du tango dans une version argentine à partir de la moitié des années 1980 a légitimé l’emploi de ce terme car les précurseurs avaient à cœur de bien réaliser la différence avec le tango des écoles de danse. Chez eux, ce choix sémantique était une manière de ne pas sombrer dans le ridicule et la ringardise qu’ils attribuaient au tango de salon (Apprill 2008). Depuis, de par le monde, la toile de ce tango s’est déployée en affirmant sa différence, notamment en ce qui concerne les structures qui assurent son développement, mais il n’en reste pas moins que l’usage du terme persiste. La terminologie s’est même enrichie comme l’atteste les glossaires qui accompagnent nécessairement les publications sur le tango.27 Il faut y voir les traces d’un processus de construction d’une légitimité, les mots argentins étant censés accompagner des savoirs faire argentins. Parmi l’univers des pratiquants, les attendus agissent sur le terrain de la maîtrise de la danse: être Argentin est considéré comme un atout de taille pour exceller en tango.28 Les habitants du Rio de la Plata se distinguent-ils objectivement par leur manière de danser? Cette question se pose sur les terrains de la physiologie et de la culture. Peut-on, comme l’a proposé Philippe Tagg (2008: 139), établir des liens physiologiques entre la nationalité d’un danseur et le type de danse qu’il pratique? Explorer cette hypothèse reviendrait à adopter une position raciste. Nous savons que les organisateurs de stages n’ont pas cette option en tête lorsqu’ils rédigent leurs textes de présentation. Il en va de même pour les danseurs. Par danseur argentin, tous entendent implicitement qu’il y a une spécificité particulière dans la matière de la danse, dans les manières de danser et de vivre la danse qui provient chez l’Argentin d’une immersion dans le berceau historique du tango. L’assertion vaut donc moins sur le terrain d’un lien physiologique que sur celui d’une propriété culturelle. Peut-on identifier de ce point de vue des critères provenant d’habitudes de danse incorporées qui nous permettraient d’établir des distinctions entre le danseur argentin et les autres? J’en distingue au moins quatre: la qualité de l’abrazo, la relation au toucher, la relation à la musique et la familiarité avec la grammaire du tango.

27 Maestro et milonguero argentins ont remplacé dans la galerie des figures exotiques le macho gominé cher à Raymond Queneau (1942). 28 L’auteur de ces lignes danse le tango mais n’est point Argentin. Comme le note JeanClaude Passeron, “on ne peut évidemment se faire l’indigène d’une culture autre que celle où on a été élevé. Mais la sociologie, l’anthropologie ou l’histoire fournissent, ici comme ailleurs, le substitut d’une impossible renaissance dans la patrie des autres. Les sciences sociales sont seules capables de produire – par delà la reconnaissance polie ou le stéréotype – une connaissance des altérités sociales ou culturelles, plus difficile que leur reconnaissance éthique” (Passeron 2006: 466).

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– La qualité de l’abrazo met en jeu plusieurs paramètres. Les personnes qui pour des raisons morales et/ou culturelles sont peu accoutumées au contact corporel peinent à établir un abrazo de qualité. Au contraire, les danseurs qui sont issues d’une culture où prévaut dans les usages de la vie quotidienne le fait de se prendre dans les bras ont plus de facilité que les autres à s’approprier cet impératif technique de la danse. En revanche, la pratique d’une autre pratique corporelle comporte peu d’incidence sur la qualité de l’abrazo. Les liens entre la qualité de l’enlacement et la pratique du toucher ont davantage à voir avec la kinesphère (Hall 1978) résultant d’une socialisation, qu’avec les compétences résultant de la pratique d’une discipline corporelle. – La relation au toucher: La danse est un espace privilégié pour le toucher, qui se caractérise soit par un renforcement des appartenances sexuées, soit par une suspension de celles-ci comme dans la Danse contact Improvisation. Dans une danse de couple comme le tango, les assignations sexuées se trouvent exacerbées si bien que les significations du toucher, lorsqu’elles ne sont pas neutralisées par un habitus, exposent le danseur à un surcroît d’émotion préjudiciable à la construction d’une relation dansée. Lorsque la relation sexuée l’emporte, la relation dansée s’en trouve amoindrit. – La relation à la musique: Dans l’histoire contemporaine du renouveau du tango, elle constitue la zone d’ombre de la transmission dans les cours académiques. Beaucoup dansent, peu sont en musique. Comment s’apprend la musicalité? Par immersion, par imitation, par le décodage (déchiffrage/solfège), par un travail corporel du rythme (Dalcroze). La qualité de la relation à la musique est un critère fondamental pour effectuer une différenciation entre les danseurs, notamment la capacité à interpréter la musique entre les temps forts.29 – La familiarité avec la grammaire du tango: Jusqu’à une époque récente, les pas et figures n’étaient pas l’objet d’une transmission académique en Argentine: les cours de tango n’existaient quasiment pas au début des années 1990. On apprenait à danser sur le tas, par une immersion directe dans la culture du bal, et/ou diffuse à travers l’omniprésence de la danse dans la culture familiale. Gardel à la radio, la ritournelle du grand-père, des images de bal captées dans l’enfance…, cette toile de fond permettait d’entretenir une connivence à la culture du tango sans savoir danser. Le processus de résurgence du tango a produit un renouvellement conséquent

29 Ce critère joue de façon identique dans d’autres danses d’improvisation comme le be bop et le lindy hop.

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du vocabulaire. Il n’empêche que bien des “nouveautés” s’enracinent dans des bases qui appartiennent aux fondements de la danse tango tels qu’ils se sont constitués au moins depuis les années 1960.30 Ces quatre critères interrogent la nature des processus de transmission, le rôle de la socialisation dans l’acquisition d’une pratique, la notion d’incorporation, ainsi que les propriétés formelles d’une culture dansée. Du fait de sa diffusion mondiale, toutes ces questions sont posées de nos jours en dehors du berceau historique. La diffusion mondiale de la danse crée t-elle un espace de concurrence entre les danseurs argentins et les autres, du point de vue de ces quatre critères? De nos jours, force est de constater que non: les références en matière de danse demeurent l’apanage des Argentins ou des latinos américains. Si l’on fait abstraction des compétitions organisées à Buenos Aires, rares sont les danseurs autres qu’Argentins qui se distinguent sur la scène des festivals internationaux. Ils développent à ce jour une maîtrise plus grande des quatre critères énoncés plus haut qui sont étroitement liés à la socialisation primaire et secondaire. Pour le dire autrement, la supériorité des Argentins est encore liée à un ancrage de la culture tango dans son berceau d’origine, où celle-ci se déploie plus largement qu’ailleurs. Les manières de danser qui font aujourd’hui référence sont davantage indexées à l’environnement urbain, culturel et social de Buenos Aires qu’aux propriétés présumées d’une identité argentine. Aux tenants de la neutralité géopolitique qui s’efforcent, par l’usage du terme rioplatense, de désamorcer la rivalité entre l’Argentine et l’Uruguay dans la propriété symbolique du tango, rappelons que le Rio de la Plata désigne une forme géographique précise, l’estuaire du Paraná. À force de vouloir comprimer la rivalité entre ces deux pays, on en oublie que la culture du tango n’est aucunement référencée à une géomorphologie quelconque, mais seulement à des sociabilités urbaines. Et quoique qu’en disent les Uruguayens qui se battent farouchement pour donner une visibilité à leur pays, la capitale mondiale du tango demeure Buenos Aires. On ne devrait donc pas dire tango argentin ou danseur argentin mais plutôt tango de Buenos Aires ou danseur de Buenos Aires. L’assignation territoriale, plus qualitative que quantitative, s’accompagne d’une circulation mondiale particulièrement fluide puisqu’elle ne se contente pas seulement de reproduire des formes indigènes de sociabilités dont la milonga constitue 30

Traditionnellement, la communauté fait référence au “tango des années 40”. Il me semble préférable de prendre comme référence celui des années 60 dans la mesure où la nouvelle génération qui est à l’origine de la résurgence s’est fondée sur la transmission de vieux milongueros qui avaient entre 5 et dix ans dans les années 1940.

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l’archétype, mais génère des formes de manifestations inédites comme les marathons.31 Lorsque Ramón Pelinski compose l’introduction au bel ouvrage Tango nomade qui paraît en 1995, il se demande si la déterritorialisation n’aurait pas pour effet un métissage et finalement un éloignement de “ses lointaines origines portègnes”.32 Aujourd’hui, comme le montre le succès grandissant des festivals portègnes,33 le tango dansé de par le monde demeure indexé à une référence argentine. L’inscription en 2009 du tango par l’Unesco sur la liste représentative du patrimoine culturel immatériel de l’humanité constitue une reconnaissance ambivalente de l’évolution de ce nomadisme. Cette catégorisation internationale apparaît surtout comme un moyen de le reterritorialiser à travers l’affirmation d’une assignation nationale qui s’exprime dans l’importance accordée à la “tradition”. Le libellé de l’inscription de l’Unesco apparaît donc singulièrement décalé par rapport aux propriétés historiques du tango qui est à la fois animé par des processus d’autonomisation tout en demeurant référé à sa matrice d’origine. Je fais l’hypothèse que le cercle des pratiquants est, comme pour d’autres pratiques, désireux de consommer la diversité du monde tout en préservant une marge d’exotisme, sans laquelle l’attrait symbolique qui préside au déclenchement de la passion s’en trouverait diminué. L’un des enjeux de la danse tango pour les décennies à venir réside dans l’évolution de ses propriétés formelles, étroitement liée au maintien ou à la diminution de la prééminence des danseurs de Buenos Aires dans le renouvellement des esthétiques chorégraphiques. Dans cette perspective, l’inscription de l’Unesco représente un acte culturel qui ressemble davantage à un balisage de sa nomadisation qu’à sa reconnaissance.

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31

Il s’agit de festivals uniquement composés d’un bal qui s’étale sur plusieurs nuits d’affilée; à la différence des marathons de danse de l’entre-deux-guerres, ils n’est point question ici de toucher une récompenses ou un prix. 32 “Cette dérive transculturelle donne naissance à un tango coloré par différentes cultures locales qui, sans plus se préoccuper de ses lointaines origines portègnes ni de sa tanguidité originaire, se soustrait de la domination de Buenos Aires pour se disséminer de par le monde. Le résultat de cette dérive est le tango nomade…” (Pelinski 1995: 23). 33 La Cita et le Mondial de tango notamment.

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LA VOZ DE LA DIVERSIDAD. ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA VOZ D E L A M U J E R E N E L TA N G O A R G E N T I N O C O M O E S PA C I O Q U E N A C E E N L O A LT E R N O STEFAN PFÄNDER/FACUNDO NAZARENO SAXE

1. ¿Qué ocurre con la voz de las mujeres en el tango? Numerosas letras de tangos –especialmente aquellos del comienzo del siglo XX– contienen pasajes que incorporan el discurso directo. Con frecuencia, estos presentan diálogos entre hombres y mujeres en cuya única interpretación se constituye la escena. Una escena prototípica tal puede rastrearse en el tango El último Café (Castillo/Samponi): trata sobre la última taza de café que toman dos sujetos que antes se amaron, mientras su relación está terminando, todo queda expresado en una sola frase. En el recuerdo del hombre, de quien el cantante de tango toma prestada su voz, aparece simultáneamente la voz de la mujer para ser escuchada, una vez más, como aquella vez que se alzó para decir: “Lo nuestro terminó”. Llega tu recuerdo en torbellino, vuelve en el otoño a atardecer miro la garúa, y mientras miro, gira la cuchara de café. Del último café que tus labios con frío, pidieron esa vez con la voz de un suspiro. Recuerdo tu desdén, te evoco sin razón, te escucho sin que estés. “Lo nuestro terminó”, dijiste en un adiós de azúcar y de hiel... ¡Lo mismo que el café, que el amor, que el olvido! Que el vértigo final de un rencor sin por qué... Y allí, con tu impiedad, me vi morir de pie, medí tu vanidad y entonces comprendí mi soledad sin para qué... Llovía y te ofrecí, ¡el último café!

Significativamente, aquí se escenifican no solo los drásticos matices de la ruptura, sino también la reanimación del acto de habla mismo. Aquí escuchamos a la mujer hablando por sí misma, escuchamos su voz en la voz de una cantante o un cantante de tango. Por ello el rol del hombre abandonado es cantado, no en pocas ocasiones, por una intérprete femenina. En el siguiente texto nos encaminaremos –y esperamos volver plausible– una búsqueda de trazas, las que en el tango pueden verse en las voces, contra cada uno de los clichés europeos sobre esta música ciudadana como forma cultural en la que los roles del hombre y la mujer pueden recuperarse claramente, en tanto estereotipos. La construcción de este modelo binario hombre-mujer puede ser una aproximación válida para determinadas formas del tango bailado, pero en lo

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que respecta al tango canción, el tango cantado, no puede tomarse como un hecho: las mujeres cantan tangos escritos para mujeres o para hombres, a veces con una representación femenina en la voz, a veces con una masculina; o bien con una voz narrativa femenina, o también con una masculina. Y es aun más desconcertante: hablar y cantar con la voz del otro es tal vez el caso más normal (Bakhtin 1990; Günthner 2002). Esto no es en absoluto sorprendente, después de todo al tango se le asignan no solamente espacios culturales, que él mismo expande, como se presenta por primera vez en la fascinante hipótesis de Rolf Kailuweit (Kailuweit 2008; Kailuweit/Pfänder 2010; cf. también Ennis 2008). Este espacio emerge en los extranjeros, en los nómades, en los marginales o, muy brevemente, en los otros. Ocurre igual con la voz en el tango. La voz de mujer en el tango está más allá de los roles femenino y masculino, es una voz que, en cierta medida, trasciende el género y se constituye en lo que podríamos denominar “una voz de la diversidad”.

2. ¿La voz o las voces? La lingüística y especialmente la fonética son seguramente las disciplinas que se han dedicado intensivamente al fenómeno de la voz y que pueden informar sobre esta amplia y detalladamente. Más extraño aun es que el lema ‘voz’ casi nunca se encuentra en las enciclopedias. El saber disponible se encuentra más bien en conceptos subordinados como análisis de la voz, tono de la voz, cualidad de la voz, irregularidades de la voz, fingimiento de la voz, sonoridad de la voz, etc. Este resultado muestra que la voz es un término lleno de facetas y que un análisis detallado de este fenómeno solo es posible realizando un trabajo específico sobre los diferentes aspectos del mismo. Utilizamos el término ‘voz’ tanto para el compuesto global de la articulación de los sonidos cuando se habla, y esto sobre todo cuando el hablante y el contenido hablado no son reconocibles, como también para las diferentes dimensiones de este compuesto. La diversidad de las distintas utilizaciones cotidianas de este término se puede ilustrar en los siguientes ejemplos (cf. Brandt/König 2006): (1) (2) (3) (4) (5)

El tenía una ronca voz (cualidad de la voz). Ella habló con fuerte voz (dínamica de la voz). Susana tiene una grave voz (frecuencia básica). Carlos tiene una melodiosa voz (diferencia estándar). (a) La voz del pequeño hombre es escuchada raramente (opinión). (b) El actual presidente fue el primero en votar (voto). (6) La voz puede socavar lo que has dicho (entonación).

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El niño no es sordo, solo no tiene voz (sonoridad). Ella tiene una voz muy sensual (experiencias estéticas). Cristina va hacia la tonoaudiología donde ella entrena la voz (respiración). Reconocí a Carlos en el acto por su voz (cualidades individuales y relativas al cuerpo). (11) De repente escuchamos unas voces detrás de nosotros (sonidos de diferentes personas).

A través de las precisiones técnicas indicadas entre paréntesis, de los diferentes usos del término ‘voz’ en las frases (1) a (11), es posible diferenciar y analizar mejor estas facetas. Dos de estos usos ((5a) y (5b)) quedan excluidos inmediatamente de nuestro análisis porque evidentemente se trata de ampliaciones metonímicas del término ‘voz’, en sentido estricto, por un lado de la opinión expresada por la voz, por otro lado de la opinión en el contexto de una selección. Los usos en (7) y (9) se refieren a los parámetros más claros del potencial de esto que se puede designar por ahora de manera indiferenciada como ‘voz’: cada uso de la voz, y sobre todo el uso efectivo, presupone una respiración correcta, y en este sentido el entrenamiento de la voz es sobre todo un entrenamiento en la técnica de la respiración correcta. La respiración es la base de todo hablar porque los sonidos nacen de la modificación de una corriente de aire que normalmente sale de los pulmones y se expulsa del cuerpo por la boca o la nariz. La inhalación normal tiene lugar en los límites de ciertas unidades lingüísticas. Una falsa respiración puede ser patológica (ej. respiración corta) pero puede ser también una característica individual de una persona, que se nota sobre todo en el caso de personas que están en primer plano ante un público. La frecuencia de las vibraciones determina la altura del tono de una declaración, y bajo frecuencia básica se entiende el valor medio de esta frecuencia de una persona. Esta frecuencia básica es responsable del tono de la voz (una voz alta o grave) de una persona. El radio de las discrepancias de esta frecuencia básica es también una característica específica de la persona y es caracterizado por cualificaciones como ‘voz monótona’ o ‘melodiosa’. Como lo muestra nuestro ejemplo (6), el término ‘voz’ puede también referirse la variación sistemática de la altura del tono en la articulación de declaraciones. Las diferencias en la entonación de exactamente la misma declaración pueden ser combinadas con finas o marcadas diferencias en el sentido. Cuando se trata de la cortesía o de cuestiones del trato, el dicho “lo que cuenta no es lo que dices sino cómo lo dices” caracteriza nuestra comprensión de la función de la entonación. Con el término dinámica de la voz se denomina el volumen de la articulación y la velocidad del hablar. Pero mucho más relevante para la caracterización del timbre de hablantes es la cualidad de la voz, que se caracteriza por ser ronca, cruje, metálica, rechina, suave, etc.

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Pero nuestro análisis en este punto nos lleva a la siguiente pregunta, ¿cómo encaja la individualidad o la pluralidad de la voz? La voz es un fenómeno de principio individual. Pero el desarrollo y trabajo de la voz también puede articularse en el trabajo colectivo respecto a este fenómeno. La voz de un cantante de tango es un fenómeno individual y temporal. Pero ¿qué ocurre cuando la voz de ese cantante marca a otros cantantes y su interpretación (en cierta medida, su voz) se vuelve colectiva al ser retomada, modificada y virtualmente continuada por otros intérpretes? No son preguntas sencillas de responder cuando nos enfrentamos a la distinción entre voz individual y voz colectiva en una música que realiza un trabajo muy específico sobre la voz del intérprete como puede ser el tango. 3. Las primeras voces femeninas en el tango Retomando la temática sobre el tango, es interesante, a efectos del presente trabajo, establecer qué ocurre con la voz individual y la presencia colectiva de la misma en la interpretación del tango por voces femeninas. En ese sentido, cabe mencionar que algunas de las primeras voces femeninas identificadas en el tango son las de Azucena Maizani (que se presentaba en escena con vestimentas masculinas) y Rosita Quiroga (que responde al estereotipo de “mujer arrabalera”). La impronta genérica de estas mujeres no se desestabiliza en las canciones, porque en la mayoría de los casos el canto es otorgable a un rol femenino (por ejemplo la versión de Pero yo sé de Azucena Maizani de 1927 es radicalmente diferente a la variante actual de Adriana Varela). Las canciones son en general escritas por mujeres o para ser cantadas por mujeres, específicamente refiriéndonos a estas dos cantantes. Esta vertiente de cantantes femeninas se representa con mujeres de presencia escénica, que responden a un rol femenino y que se caracterizan por voces muy agudas. Cuando la marca genérica masculina aparece en el letra del tango, se la modifica para que responda a la voz de la cantante (en pocos casos, ya que las canciones que estas mujeres cantan son originariamente pensadas o creadas por ellas o escritas para ellas). Una modificación del género en la letra se da en una versión muy posterior (los 70) de La cumparsita interpretada por Lamarque: decí, percanta, ¿qué has hecho al verme solo el otro día

(L.L. dice “negro”) (L.L. dice “sola”)

4. Un nuevo modelo: Tita Merello Un caso posterior que rompe con el modelo impuesto por estas cantantes mujeres de “voces agudas” es el de Tita Merello, que crea en sí misma un estereotipo

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de mujer arrabalera y tanguera (hasta se podría hablar del “mito” de Tita Merello). La voz se masculiniza sin dejar de ser femenina pero la feminidad se vuelve fuerte e independiente. Tita Merello, a partir de filmes como Mercado de Abasto (1955) y Arrabalera (1950) se convierte en un ícono de la cultura argentina. En las canciones interpretadas por Tita Merello la construcción de la voz femenina no va a problematizarse porque, al igual que con las cantantes anteriores, la escritura de las canciones se piensa para ser interpretada por una voz femenina. Un caso significativo lo constituye la canción Se dice de mí, conocida popularmente por la versión de la película Mercado de Abasto y adaptada para ser interpretada por Tita Merello. Esta versión es la segunda de la milonga creada por Francisco Canaro (música) e Ivo Pelay (Letra), ya que se trata de una adaptación de la canción original también creada por Canaro (productor cinematográfico del filme). Lo llamativo es que la versión original estaba pensada para ser interpretada por un hombre. La milonga es adaptada para Tita Merello sin cambios sustanciales (más allá de las marcas genéricas). Ambas versiones son llamativamente parecidas, lo que podría indicar una cierta problematización de los roles binarios masculino-femenino en la voz tanguera. En ese caso, ¿es lo mismo lo que cantaría la voz de un hombre que la voz de una mujer?

Voz de Tita Merello (1954) Si charlo con Luis, con Pedro o con Juan, hablando de mí los hombres están. Critican si ya, la línea perdí, se fijan si voy, si vengo o si fui. [...] Podrán decir, podrán hablar, y murmurar, y rebuznar, mas la fealdad que Dios me dio, mucha mujer me la envidió. Y no dirán que me engrupí

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porque modesta siempre fui. Yo soy así. Voz de Carlos Roldán (1943) Si miro a Renée, a Luisa, a Mimi, las chicas están hablando de mí. Critican si ya, la línea perdí, se fijan si voy, si vengo o si fui [...] Podrán decir, podrán hablar y murmurar, aunque rebuznar, mas la fealdad que Dios me dio mucho Don Juan me la envidió. Y no dirán que me engrupí porque modesto siempre fui. ¡Yo soy así!

Si nos atenemos a lo que ocurre en esta canción tal vez se podría decir que sí, que la voz de Tita Merello en esta milonga responde a una cierta igualdad genérica o una ausencia de roles definidos. Si lo que se canta tanto en la versión masculina como en la versión femenina es lo mismo, entonces hay una figura que trasciende el género y los estereotipos femeninos presentes en las letras del tango. Algo similar ocurre con el tango Pucherito de gallina, originalmente pensado para una voz femenina pero que debido a la censura fue adaptado para una voz masculina: de una muchacha joven se pasó a un hombre de veinte años. Y no hubo un cambio estructural en la voz del tango.

5. La diversidad en estado puro: Tita Merello y Se dice de mí Volviendo a Tita Merello, a partir de su influencia, el estereotipo de la voz femenina en el tango se adaptaría a seguir el camino trazado por ella, el ícono es tan

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fuerte que deja su impronta en las voces femeninas. Cabe recordar el dato de la versión original de la canción más icónica de Tita Merello, la cual, como ya mencionamos, fue originalmente compuesta para una voz masculina (1943), pero el propio Francisco Canaro la adaptó para Tita Merello (1954), y fue esta la versión canonizada y conocida por los públicos masivos, dejando la versión original con voz masculina en el olvido y constituyendo la canción en un hito respecto a tangos interpretados por voces femeninas (canción que luego de la interpretación de Tita Merello no es interpretada por cantantes de tango masculinos). La milonga es adaptada para Tita Merello sin cambios sustanciales (más allá de las marcas genéricas). Ambas versiones, como se ha constatado en los ejemplos anteriores, son llamativamente parecidas, lo que podría indicar una cierta problematización de los roles binarios masculino-femenino en la voz tanguera. Las versiones posteriores de mujeres cantantes de tango (se pueden nombrar a modo de ejemplo las siguientes: Gigi De Angelis, Orquesta Alfredo De Angelis, 17/09/76; Susana Tejedor, guitarras de D. Lainez y José Rivero, 1991; Silvana Deluigi, bandoneón de Luis Di Matteo, 1995; Silvia Gaudín, Trío Oscar De Elía, 1996; Serena Wey, Conjunto Estufa Caliente, 1997; Roxana Fontán, 1999; Mónica Pelay, 1999; María Tulián, Conjunto Yerba Mala, 2000)1 siguen la línea inaugurada por Tita Merello. La presencia de Tita es tan fuerte que en la interpretación de otras mujeres cantantes sigue vigente la figura del ícono tanguero y se percibe en algunos casos como la imitación del tono de voz y la forma de hablar (la versión de Silvana Gregori, conjunto acompañante, 1999, por ejemplo) o en la recreación de los detalles más ínfimos de la interpretación de Merello (por ejemplo, el caso de Stella Milano que imita a Tita hasta en la tos). Más allá de la cantidad impresionante de versiones que existen de Se dice de mí, es interesante ver que todas las versiones son realizadas por cantantes mujeres y no se produce el fenónemo de volver a la versión original cantada por una voz masculina. En ese punto, es interesante ver qué ocurre con las cantantes de tango que son actrices, las cuales, a diferencia de las intérpretes antes mencionadas, no solo realizan una imitación de la performance de Tita Merello, sino que producen algo diferente. El primer ejemplo que podemos mencionar de actrices cantantes de tango es el de Nacha Guevara, que tiene dos versiones de Se dice de mí: A. Una primera versión que no es un tango, respeta la letra original pero agrega la voz de Tita en entrevistas como arreglo. Estamos ante un fenónemo de tango-fusión. 1

Otras versiones que se pueden mencionar son: Gabriela Giardino, 2007 ; Valentina Giardella, 2007; Katie Viqueira, febrero 2008: .

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B. Tiene otra versión que sí es tanguera, respeta la letra pero le da su propia interpretación, realiza su propia performance sobre la versión original de Tita Merello, aunque en algunos detalles ínfimos sí se puede vislumbrar cierta imitación no estamos ante una interpretación meramente imitativa como en las cantantes antes mencionadas. Otro ejemplo de una actriz que modifica la interpretación de Tita Merello y no realiza solo una imitación es el caso de Virginia Innocenti, que respetando la letra original, realiza una versión radicalmente diferente de la de Tita, mucho más hablada y actuada. Innocenti le da su propio toque y personalidad a la versión. En este punto es interesante mencionar dos casos de versiones que exceden el género tango: la popularidad del tema interpretado por Tita Merello trasciende el tango y se vuelca a versiones en otros géneros. Estos dos casos son los siguientes: II. Yolanda Rayo (versión salsa): Es la versión utilizada para una telenovela latinoamericana, la versión toma la letra original del tango y la convierte en salsa. Respeta la letra original pero agrega una gran cantidad de elementos, principalmente por la modificación genérica.2 II. Grupo “La liga” 2007 (versión cumbia villera): llamativamente en el año 2007 se realiza una versión en clave de cumbia villera. Se mantiene esencialmente el “se dice de mí” pero con una gran cantidad de diferencias y cambios, sobre todo en lo que se refiere a adaptación de la letra y voz originales.3 ¿Cuál es la tendencia general en estas versiones, muy variadas por un lado, siempre con alguna referencia a las versiones anteriores? Generalmente se observa que las voces de las mujeres cantantes de tango imitan la voz original de Tita Merello. Es llamativo que las variaciones más importantes se dan en dos casos particulares: – Cuando nos encontramos con cantantes que vienen de otro espacio que no es el tango, como en las versiones de las actrices Virgina Innoccenti y Nacha Guevara. Justamente, en el caso de cantantes-actrices, nos encontramos con casos de mayor interpretación sobre la voz original de Tita Merello. Parecería que las actrices buscan darle su propia personalidad y

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matiz a la voz original de Tita Merello, desarrollando versiones autónomas del tema original. En definitiva, se podría decir que las actrices interpretan la voz original y las cantantes de tango imitan la voz original. – También hay variaciones cuando la versión original es adaptada a otros géneros musicales que la alejan del tango, como pueden ser claros ejemplos la versión-salsa de Yolanda Rayo o la adaptación a la cumbia villera que realizó el grupo “La liga” en el año 2007. En estos casos las variaciones de la voz original son mucho mayores y por tratarse de géneros musicales diferentes hay cambios estructurales de importancia.

6. Las otras voces de mujeres tangueras Retomando las voces femeninas más sobresalientes del tango, en los setenta aparece la figura de Susana Rinaldi, “La tana”, que se convierte en el modelo a seguir por las voces femeninas durante las décadas posteriores. Una voz marginal y poco conocida es la de la uruguaya Lágrima Ríos (19242006), quien en Media vida (Dizeo 1972) compone un sujeto femenino que canta: en este caso, la voz y el tango son femeninos. En el tango Viejas alegrías de Cadícamo (1937) hay cambios en el género: “me he quedado preso en mi propia soledad” (en la versión de Lágrima dice “presa”). El modelo impuesto por Susana Rinaldi en los setenta, es roto a fines del siglo XX con la aparición en escena de Adriana Varela, “la gata” Varela. La presencia escénica fuertemente femenina de Adriana Varela contrasta con lo que ocurre con su voz en escena.

7. La respuesta al rol masculino: Adriana Varela Adriana Varela canta tangos con una voz que responde a un rol masculino, tanto en el tono como en las marcas genéricas (elige tangos con marcas de género masculino y no las altera, ni tampoco altera el objeto al que le canta la voz del tango) pero que no responde a una presencia escénica masculina. Todo lo contrario, Adriana Varela respondería a un modelo altamente femenino (y podría decirse estereotipado) de la presencia escénica tanguera pero que en la voz presentaría las marcas de un hombre, no hay cambio (como puede haber habido en otras voces femeninas) en por ejemplo: (1) Ya nunca me verás como me vieras, recostado en la vidriera

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(El tango Sur en la versión original de Edmundo Rivero es igual, incluso la letra es de un hombre hacia una mujer, cosa que Adriana Varela no altera.) (2) Esta noche, amiga mía, el alcohol nos ha embriagado... ¡Qué importa que se rían y nos llamen los mareados!

(Adriana Varela en Los Mareados no altera los géneros de la canción original de Cadícamo, y el objeto es la mujer perdida.) (3) Así se corta el césped mientras dibujo el ocho, para estas filigranas yo soy como un pintor.

(En Así se baila el tango no cambia Adriana Varela el género (pintor sigue siendo pintor.) (4) Vuelvo más viejo, la vida me ha cambiado...

(Lo mismo pasa en esta versión, cuenta todo en masculino: La casita de mis viejos, de Cadícamo.) En Carteles, letra de Homero Expósito, no hay cambios y la voz es de un hombre a una mujer: una ruptura. En la versión de Goyeneche, masculina, pasa lo mismo. La posición femenina no se manifiesta en el género de estos ejemplos, pero tampoco en casos en los que la voz femenina canta tangos pensados para voces masculinas que enmarcan una voz femenina, como puede darse en la versión de Lloró como una mujer de la propia Adriana Varela, cantada originalmente por Carlos Gardel (con una voz femenina enmarcada y repetida de igual forma por Adriana Varela).

8. La voz de del tango –espacio que nace en lo alterno– trasciende el género del cantante En Adriana Varela, el estereotipo femenino está descentrado, la mujer canta canciones con voz muy masculina pero en contrapartida tiene una presencia escénica muy femenina, que responde a algunos estereotipos femeninos de las letras de tango y a la posición de una mujer poderosa pero que está muy lejos de perder la feminidad. En el caso de Vieja viola, las tres versiones (primero la masculina, y

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luego la de Lágrima Ríos y por último la de Adriana Varela) son fuertes respecto a la posición genérica: la voz, sea masculina o femenina, es cantor en las tres versiones. ¿Qué ocurre con la voz femenina en el tango? Podemos hablar de varias vertientes, primero letras escritas para voces masculinas que adaptan el género a las intérpretes femeninas sin cambiar el contenido; letras escritas originalmente para o por mujeres que son retomadas por las voces femeninas posteriores; también tangos que tienen una voz masculina que enmarca una situación cantada en voz femenina; y por último letras escritas para voces masculinas y cantadas luego por voces femeninas sin alterar el género de la voz (Adriana Varela, Lágrima Ríos). No hay una tendencia unificada, sino que existen una diversidad de modelos de voz femenina. Más allá de los estereotipos de mujer que se encuentran en las letras de tango, la voz femenina cantante de tango se problematiza de un modo más complejo. Desde sus inicios, pasando por Tita Merello, Lágrima Ríos y hasta llegar a Adriana Varela, la voz femenina se iguala a la masculina. Puede haber cambio de marcas genéricas, pero no hay cambio en los destinatarios, y en casos significativos (como el de Adriana Varela o algunas canciones de Lágrima Ríos), nos encontramos con voces femeninas que cantan letras masculinas dedicadas a objetos femeninos. ¿Por qué ocurre eso? Una posible respuesta podría ser que la voz del tango trasciende el género. La voz tanguera no tendría conflictos respecto a quien la canta, los roles establecidos respecto a la voz no son los mismo que en la danza, por eso se permitiría que tanto hombres como mujeres canten los mismos tangos. Tal vez por eso Se dice de mí pueda ser cantada tanto por una identidad sexual que responda a lo femenino como a lo masculino. O que las marcas genéricas femeninas se elidan en el caso de Adriana Varela, una cantante que masculiniza su voz y las marcas de género pero que no reniega de su identidad de mujer.

9. El tango: espacio de trascendencia social Tal vez el tango, por ser un espacio que nace en lo alterno (lo marginal, el otro, el inmigrante), no responde de forma contundente a la binaridad masculino-femenino y por eso se podría llegar a argumentar que la voz del tango trasciende el género del cantante, transformándose en una voz de la diversidad, del “otro”, que no puede dejar fuera las diferentes voces que existen en ese universo alterno en el que el tango nace. El tango-canción, como espacio de lo diferente-otro, se permite modificar las pautas genéricas y jugar con una construcción que trasciende el género y las pautas binarias a las que se somete el modelo social hegemónico. El tango nace en el espacio de los diferentes-otros (ejemplo, el inmi-

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grante), y eso podría hacer que su manifestación no se vea sometida a las reglas sociales de lo establecido, lo que le permite jugar con los géneros y trascender los mismos. En definitiva, tal vez podríamos decir que el tango es una voz de la diversidad en el sentido de trascendencia, que el tango trasciende a la sociedad y al espacio de la misma y que logra una proyección en la que no importa el género de la voz cantante ni el destinatario de la letra. Siguiendo esa misma línea, el tango nos podría acercar a una manifestación musical que rompe con el modelo social masculino-femenino y nos acerca a una visión en la que la diversidad se legitima a sí misma en la voz que canta tango.

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SOBRE LOS AUTORES

Andrés Allegroni es licenciado en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Enseña Literatura Argentina y Rioplatense para extranjeros en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales y en la Universidad de Buenos Aires. Es autor de dos novelas. Christophe Apprill es sociólogo, investigador asociado al Centro Norbert Elias (EHESS, UMR 8562), al Observatorio de los Públicos, los Profesionales y las Instituciones de la Cultura (OPPIC) y miembro del proyecto Mundialización, las músicas y los bailes, financiado por la ANR. Sus investigaciones se centran en los procesos sociales en el mundo de de los aficionados y profesionales de baile. Jaqueline Balint-Zanchetta es profesora e investigadora de Lingüística y Literatura Hispánicas en la Université de Bretagne Occidentale (Brest), donde ejerce, como titular, desde 2005. Es miembro del equipo de investigación pluridisciplinaria Héritages et Constructions dans le texte et l’image y de la Academia Porteña del Lunfardo. Su interés investigador se centra en las interrelaciones entre lengua, literatura y cultura rioplatenses, en particular, entre el lunfardo y el tango, tema de su tesis doctoral y de diversas publicaciones. Virginia Bertolotti es docente e investigadora en el Instituto de Lingüística de la Universidad de la República, Uruguay. Su ámbito de investigación fundamental lo constituyen la historia del español en América, especialmente en Uruguay en los siglos XVIII y XIX, la gramática y la enseñanza del español. Antonella Cancellier es catedrática de Lengua española en la Universidad de Padova. Autora de un centenar de publicaciones, se ocupa de lengua y literatura hispanoamericana. Es miembro de la junta directiva de la Asociación de Hispanistas Italianos (AISPI) y es socio honorario del P.E.N. International en Argentina. Guiomar E. Ciapuscio es doctora en Lingüística por la Universität Bielefeld. Es investigadora principal del Conicet y profesora titular de la Cátedra de Lingüística General en la Facultad de Filos ofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Su área de investigación es la gramática y la lingüística del texto, y dirige proyectos del programa UBACyT y Conicet que se centran en el estudio del texto académico-científico.

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SOBRE LOS AUTORES

Ángela Di Tullio es profesora de Gramática e Historia del Español en la Universidad del Comahue, y autora del Manual de gramática del español, de Políticas lingüísticas e inmigración: el caso argentino, de Literatura popular inmigratoria, de dos capítulos en la Historia crítica de la literatura argentina y de uno en la Encylopedia of Language of Linguistics (2006). Participó en la elaboración de la Nueva Gramática de la Lengua Española de la RAE. Kathrin Engels es licenciada en Filología Hispánica y Matemáticas. Se doctoró en Lingüística Románica en la Universität Freiburg. Sus investigaciones se centran en el contacto entre el castellano y el italiano en el espacio cultural del Río de la Plata y de la representación de la variedad contactual resultante (el cocoliche) en la literatura. Actualmente enseña Español y Matemáticas en un instituto. Ingo Feldhausen se doctoró en Lingüística en la especialidad de fonología suprasegmental (entonación) y la interfaz sintaxis/fonología del catalán, en la Universität Potsdam en 2008. Después trabajó durante tres años como investigador posdoctoral en un proyecto sobre la entonación del español de Argentina en la Universität Hamburg. Actualmente es profesor asociado en el Departamento de Lingüística y Literatura Románicas en la Johann Wolfgang Goethe Universität Frankfurt. Christoph Gabriel es catedrático del Departamento de Lenguas Románicas de la Universität Hamburg y hasta 2011 fue director del Centro de Investigación sobre Multilingüismo (SFB 538), subvencionado por la Fundación Alemana de Investigación (DFG). Sus investigaciones se ocupan principalmente del multilingüismo y del contacto lingüístico, con foco tanto en la prosodia como en la sintaxis. Eva Gugenberger estudió Romanística y Antropología Cultural en la Universität Wien, trabajó en el área de Lingüística Iberorrománica en varias universidades en Austria y Alemania. Actualmente es profesora de Lingüística Hispánica y Traductología en la Universität Hildesheim. Su interés investigador se centra en contacto de lenguas, variación lingüística y lingüística de la migración. Rolf Kailuweit ejerce como catedrático de Lingüística y Medios de Comunicación en el Departamento de Filología Románica y dirige el Instituto de Mediología de la Universität Freiburg. Además es socio correspondiente de la Academia Porteña del Lunfardo. Sus trabajos se centran en la historia de la lengua y cultura rioplatenses, la sintaxis funcional y la presencia de las lenguas románicas minoritarias en los medios de comunicación.

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Carla F. Miotto es licenciada y profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires, institución en la que se desempeña como docente de la Cátedra de Gramática. Actualmente se encuentra desarrollando sus estudios de doctorado en la Eberhard Karls Universität Tübingen y su trabajo de investigación se inscribe en el ámbito de las tradiciones discursivas y la historiografía lingüística. Facundo Nazareno Saxe es profesor en Letras por la Universidad Nacional de La Plata, Argentina. Es jefe de Trabajos Prácticos de la Cátedra de Literatura Alemana de dicha institución, becario doctoral del Conicet e investigador del Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (UNLP/CONICET). Su ámbito de investigación fundamental lo constituye la expresión de la sexualidad en textos culturales, los estudios queer, la literatura alemana y las literaturas comparadas. Andrea Pesˇková es ayudante de investigación (predoctoral) en el Departamento de Lenguas Románicas de la Universität Hamburg. De 2008 a 2011 trabajó en el proyecto “La Entonación del español de la Argentina” en el Centro de Investigación sobre Multilingüismo (SFB 538). Además de la prosodia, su investigación trata también la sintaxis del español y el contacto lingüístico. Esther Rinke es profesora de Lingüística en el Departamento de Lenguas y Literaturas Románicas de la Johann Wolfgang Goethe Universität Frankfurt. Sus investigaciones se ocupan, entre otros temas, del cambio lingüístico y la variación sintáctica en las lenguas románicas. Stefan Pfänder es catedrático de Lingüística en la Universität Freiburg. En su investigación hace uso de la lingüística de corpus para el estudio descriptivo de la gramática del español moderno y del francés moderno, así como de la variación regional, el contacto de lenguas y el cambio lingüístico, especialmente en las variedades habladas en América del Sur, el Caribe y África occidental. Valeria Sardi es doctora en Letras por la Universidad Nacional de La Plata. En esa casa de estudios es profesora adjunta ordinaria de la Cátedra de Didáctica de la Lengua y la Literatura II. Sus intereses en la investigación se centran en la historia de la lectura, la formación docente y la literatura para niños.

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