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Spanish Pages [424] Year 1980
, Leszek Kolakowski Las principales corrientes del marxismo Alian za Uni versidad
Alianza Universidad
Obras del autor en Alianza Editor ial El hombre sin alternativa (LB 251) Hus serl y la búsqueda de certeza (LB 658)
Leszek Kolakowski
Las principales corrientes del marxismo. Su nacimiento, desarrollo y disolución l. Los fundadores Versión española de Jorge Vigil
Alianza Editorial
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© Leszek Kolakowski. 1976, 1977, 1978 © Ed. cast.: Alianza Ed itorial, S. A., Madrid, 1980
Calle Milán, )8~ 1r' 2000045 ISBN: 84·206·2976-6 (O . c.i ISBN: 84-206-2276·1 (Tomo 1) Depósito legal: M. 27.185 · 1980 Impreso en Closas-Orcoyen, S. 1. Martines Paje, 5. Madrid·29 Printed in Spain
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INDICE
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Prefacio .. , . .. ... Nota' bibliográfica
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Introducción ...
1. 2. 3, 4. 5.
6. 7.
8. 9. 10. 11. 12.
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Los orígenes de la dialéctica 19 La izquierda hegeliana 88 La primera etapa del pensamiento de Marx 102 Hess y Feuerbach 113 125 Los primeros escritos políticos y filosóficos de Marx... 'Los manuscritos de París. La reoría del trabajo alienado. ... ... ... 1"37 El joven Engels La sagrada familia 152 La ideología alemana 158 Recapitulación.... .. .......... .......... ... . 181 Las ideas socialistas de la primera mitad del siglo XIX comparadas con el socialismo marxista -. 186 237 Los escritos y luchas de Marx y Engels después de 1847. El capitalismo como un mundo deshumanizado. La na- , 264 turaleza de la explotación . .. ... oo. .., Las contradicciones del capital y su abolición. La unidad .. " .. , 298 de análisis y acción Las fuerzas motrices del proces9 histórico 335 La dialéctica de la naturaleza ... ... oo . oo. .374 397 Recapitulación y comentario filosófico .. . oo.
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Indice de nombres y conceptos
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PREFACIO
La presente obra tiene por finalidad servir de manual . Al decir esto 'no quiero sentar de antemano la absurda pretensión de haber conseguido presentar la historia del marxismo de forma -incontrovertible, eliminando mis propias opiniones, preferencias y principios de interpretación. Lo que quiero decir es que me he propuesto desarrollar esta historia no en la forma de un ensayo libre sino intentando incluir Jos hechos principales que pueden ser de utilidad a cualquiera que busque un a introducc ión al tema, independientemente de que concuerde o no con mi valoración de estos hechos. He hecho todo lo posible para no unir el comentario personal a la exposición, pre· sentando mis opiniones en secciones separadas y claramente definidas. Lógicamente, las opiniones y preferenc ias de un autor se reflejan siempre en su presentación del material, su selección de los temas y en la relativa importancia que atribuye a las diversas ideas, hechos, escritos o individuos. Pero sería imposible realizar un manual de cualquier tipo -ya sea de historia política, de historia de las ideas o de historia del arte -si supusiéramos que toda presentación de los hechos estlÍ igualmente distorsionada por las opiniones personales del autor y de hecho no es más que una construcción más o menos arbitraria, de forma que no' exista algo semejante a una narración histórica sino sólo series de valoraciones históricas . Este libro es un ensayo de una historia del marxismo, es decir de historia de una doctrina. No es una historia de las ideas socialistas, 9
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ni de los partidos o movimientos políticos que han adoptado como ideología úna u otra versión de esta doctrina. No necesito insistir en . que es muy difícil observar esta distinción, y especialmente en el caso del marxismo , donde hay una estrecha y manifiesta conexión entre teoría e ideología por una parte, y actitudes políticas por otra. Sin embargo, cualquier persona que escriba sobre no importa qué materia se ve forzada a extraer determinadas porciones de un «todo vivo» que, como muy bien sabe, no son por completo autónomas o independientes. Si no se admitiese esto, deberíamos limitarnos a escribir historias del mundo, pues todas las cosas están interrelacionadas .de una u otra forma. Otro rasgo que da a la presente obra el carácter de manual es que he indicado, si bien lo más brevemente posible, los hechos bá· sicos que muestran la conexión entre el desarrollo de la doctrina y su función como ideología política. El conjunto forma una narración a lo largo de la cual están dispersas mis interpretaciones personales . Probablemente no hay ni una sola cuestión relativa a la historia del marxismo que no sea objeto de controversia. He intentado incluir las principales controversias, pero excedería el alcance de este libro entrar en un análisis detallado de las opiniones de todos los historiadores y críticos cuyas obras he estudiado pero cuyas interpretaciones no comparto . Esta obra no pretende ofrecer una interpretación de Marx especialmente original. Es fácil. advertir que mi lectura de Marx está más influida por Lukács que por otros autores, aun estando lejos de compartir su actitud frente a la doctrina . Como se puede ver, 'el libro no está subdividido según un solo principio. Me ha sido imposible seguir un ' criterio puramente cronológico, por considerar necesario presentar ciertos individuos o tendencias como .parte de un todo independiente . La división en volúmenes es esencialmente cronológica, pero aquí también me he permitido alguna alteración del orden para tratar en lo posible a las diferentes tendencias del marxismo como temas independientes. 'E l primer volumen fue escrito originalmente en 1968, durante el tiempo libre que tuve tras mi dimisión de la cátedra de la Universidad de ' Varsovia. Unoo dos años después de su primera redacción se hizo necesario introducir numerosas correcciones, adiciones o modificaciones. El segundo y tercer volúmenes fueron escritos entre 1970 y 1976, durante ' el tiempo de mi lectorado en el Al! Souls College de O xford, y estoy seguro de no haber podido hacerlo si no hubiera disfrutado de las ventajas de esta ayuda .. El libro no contiene una bibliografía exhaustiva, sino sólo indicaciones para el lector que desee referirse a las fuentes y a las prin-
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cipales obras de los comentaristas. Entre las obras que he citado muchos hallarán fácilmente referencias a una literatura que en la actualidad es ya excesivamente extensa como para que pueda dominarla un solo lector. El borrador mecanografiado del segundo volúmen fue leído por dos de mis amigos de Varsovia, los doctores Andrzej Walicki y Ryszard Herczynski . El primero es historiador de las ideas y el segundo matemático; ambos me hicieron valiosos comentarios y sugerencias. La obra completa sólo fue leída, antes de su traducción, por mí y por mi mujer, la Dra . Támara Kolakowska, psiquiatra de profesión; al igual que elresto de mis trabajos, debe mucho 11 su buen sentido y a sus comentarios críticos , LESZEK KOLAKOWSKI
Oxford
NOTA BIBLIOGRAFICA
Fuentes de las citas utilizadas en el texto :
Proslogium, trad. castellana de M. Fuentes Benot, Aguilar , Madrid, 1957. ENGELS, F., Antl-Diibring, trad . castellana de M. Sacrist án, México, 1964. _ Dialéctica de la Naturaleza, trad. castellana de W. Roces, México, 1961. HEGEL, G. W, F., Fenomenología del Espíritu, trad. castellana de W. Roces, México, 1966. - Filosofía del Derecho, trad. de J. 1. Ve rmal, Buenos Aires, 1972. _ Ciencia de la L ágica, trad. de Augusta y Radolfo Mondolfo, 2 tomos, Buenos Aires, 1956. _ Lecciones sobre la Pilosojia de la Historia Universal, trad. de ]. Gaos, Madrid, 1953. McLELLAN, D., Karl Marx: bis Li]« and Tbougbt, MacMillan, Landon, 1973. - (ed.) Karl Marx: Earl)' Texn, Blackewll, Ox íord, 1971. MARX, K., Se/eeJed Works, 2 vols., Lawrcnce & Wishart, London, 1973. _ El Capital, trad . castellana de M. Sacristán, Obras de Marx y Engels (aME), volúmenes 40-41 (Libro 1), Barcelona , 1977. _ Grundrisse, trad. de Pedro Scaron, Madrid, 1971. _ Sur oevs 110m Exile, ed. Fernbach, Penguln, London, 197.3 ; y F. ENGllLS, Selected Works , Lawrence & Wishart, London, 1968. PLOTINO, En éadas, trad. castellana de ed. Aguilar. SAN ANSI'.LMO,
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INTRODUCCION
Karl Marx fue un filósofo alemán. Aun sin ser una afirmación especialmente esclarecedora, esto no es un lugar común como pudiera parecer a simple vista . Hay que ' recordar que Jules Michelet solía iniciar sus lecciones sobre historia de Inglaterra con las palab ras: «M essieufs, l'Angleterre es! une ile». Es muy diferente saber simplemente que Inglaterra es una isla que interpretar su historia a la luz de este hecho, que cobro significación por si solo. I gualmente, la afirmación de que Marx fue un filósofo alemán puede implicar una cierta interpretación de su pensamiento y de su importancia filosófica o histórica, como un sistema desarrollado en términos de análisis económico y teo ría política. Un a presentación de este tipo no es 'ni evidente por sí misma ni incontrovertible. Además, aunque sabemos con claridad que 'M arx fue un filósofo alemán, hace medio siglo las cosas eran algo diferentes. En los días de la Segunda Internacional la mayoría de los marxistas le consideraban más bien como el autor de una cierta teoría económica y socia! que, según algunos , era compatible con varias interpretaciones metafísicas o epistemológicas ; por el contrario, para otros, esta teoría había recibido su base filosófica de Engels, con lo que el marxismo en sentido estricto era un cuerpo teórico compuesto por dos 'o tres partes elaboradas por Marx y Engels respectivamente. Todos conocemos el trasfondo político del actual interés por el marxismo, considerado como la tradición ideológica en la que se ba sa el comunismo . Quienes se consideran a sí mismos marxistas, y también sus oponentes, se interesan por la cuestión de si el comun ismo 13
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moderno es, con su ideología e instituciones, el heredero legitimo de la doctrina marxista . Las tres respuestas más comunes a esta cuestión ' pueden expresarse de forma simplificada en los siguientes tér minos: 1) Efectivamente, el comunismo moderno es la perfecta encarnación del marxismo, lo que prueba que esta última es una doctrina que lleva a la esclavitud, la tiranía y el crimen; 2) Efectivamente, el comunismo moderno es la encarnación perfecta del marxismo, que significa así un deseo de liberación y felicidad para toda la humanidad; 3) No, el comunismo que conocemos es una profunda deformación del evangelio de Marx y una traición a los fundamentos del socialismo marxista. La primera respuesta corresponde a la tradicional ortodoxia anticomunista, la segunda a la tradicional ortodoxia comunista y la tercera a las 'd iversas formas de marxismo crítico, revisionista o «abierto». Sin embargo, el argumento de la presente obra es que la pregunta está erróneamente formulada y que no valen la pena los esfuerzos hechos por contestarla. I¡:ndmente, es imposible responder a preguntas como: «¿De qué forma' pueden resolverse los problemas del mundo moderno de acuerdo con el marxisrno?» o «¿Que hubiera dicho Marx si hubiera visto 10 que han hecho sus seguidores?». Ambas son cuestiones estériles y no hay forma racional de intentar resolverlas. El marxismo no proporciona un método específico para resolver cuestiones que Marx no se planteó o que no tenían sentido en SLJ época. Si su vida se hubiera prolongado .noventa .años más, tendría que haber modificado sus ideas de forma que no tenemos medio alguno para conjeturar. Quienes opinan que el comunismo es una «traición» o «distorsión» del marxismo intentan, por así decirlo, absolver a Marx de la responsabilidad de las acciones de aquellos que se consideran a sí mismos como sus herederos espirituales. De igual forma, los heréticos y cismáticos de los siglos XVI y . XVII acusaron a la Iglesia romana de traicionar su misión, intentando salvar a san: Pablo de la asociación con la corrupción romana. Igualmente, también los admiradores de Nietzsche intentaron desligarla de la responsabilidad de la ideología y práctica del nazismo. La motivación ideológica de .estos intentos está bastante clara, pero su valor informativo es casi nulo ..Hay pruebas suficientes de que.todos los movimientos sociales deben ser explicados por diversas circunstancias y que las fuentes ideológicas. a las que apelan y a las que intentan mantenerse fieles son sólo uno de los factores determinantes de la forma que adoptan .sus pautas de pensamiento y acción. Por ello podemos tener seguro de antemano que ningún movimiento político o religioso es una perfecta expres ión de la «esencia» del movimiento plasmada en sus escritos sagrados; por
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Introducción
otra parte, estos escritos no son algo pasivo, sino que ejercen una influencia de por sí en el desarrollo del movimiento . Lo que sucede normalmente es que las fuerzas social es que se hacen a sí representantes de una determinada ideología son más fuertes que esa ideología; peto dependen en cierta medida de su propia tradición . De esta forma, el problema que se enfrenta el historiador de las ideas no consiste en comparar la «esencia» de una determinada idea con su existencia práctica en términos de movimientos sociales. La cuestión es más bien cómo, y a resultas de qué circunstancias, la idea original ' llegó a servir de aglutinante de fuerzas tan diversas y mutuamente hostiles; o también: ¿cuáles fueron las ambigüedades y tendencias conflictivas de la propia idea que determinaron el curso de su desarrollo? Es un hecho conocido, del que la historia de la civilización no registra excepci ón alguna, que todas las ideas importantes se ven sometidas a división y diferenciación a medida que aumenta su influencia. Por ello, no se trata de preguntarse quién es un «verdadero» marxista en el mundo moderno, pues estas cuestiones sólo pueden plantearse en la perspectiva ideológica que afirma que los escritos canónicos son la auténtica fuente de la verdad, y que cualquiera que los interprete correctamente debe, consiguientemente, estaren posesión de la verdad . De hecho, no hay razón por la que no debamos reconocer que diferentes movimientos e ideologías, aun mutuamente antagónicos, están legitimados para invocar el' nombre de Marx, excepto en algunos casos extremos que no conciernen a la presente obra. De la misma forma, es estéril preguntar quién fue un verdadero aristotélico -Averroes, Tomás de Aquino o Pomponazzio quién fue un cristiano más auténtico -Calvino, Erasmo, Belarmino o Loyola-. Esta última cuestión puede tener un significado para los creyentes cristianos, pero carece de relevancia para la historia de las ideas. Sin embargo, el historiador puede estar interesado en averiguar qué hubo en la cristiandad primitiva que hizo posible que hombres tan dispares como Calvino , Erasmo, Belarrnino y Loyola apelaran a la misma fuente. En otras palabras, el historiador trata las ideas seriamente y no las considera completamente subordinadas a los hechos y carentes de vida propia (pues en tal caso no tendría interés estudiarlas), pero no cree que puedan perdurar de una generaci ón' a otra sin algún cambio de significado. La relación entre el marxismo de Marx y el de los marxistas es un legítimo campo de investigación, pero vno nos permite decidir quienes son los marxistas «más verdaderos» . Si, como historiadores de las ideas, nos situamos fuera de la ideología, esto no significa situarse fuera de la cultura 'en la que vivimos.
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Por el contrario, la historia de las ideas, y en especial de aquellas que han sido y siguen siendo las más influyentes, es en cierta medida un ejercicio de aurocrítica cu ltural. En la presente obra me propongo estudiar el marxismo desde un punto de vista similar al que adoptó Thomas Mann en Doktor Faustus vis-a-vis el nazismo y su relación con la cultura alemana. Thomas Mann tenía derecho a decir que el nazismo no tenía nada que ver con la cultura alemana o que fue una negación y un disfraz de ésta . Sin embargo, de hecho, no fue esto lo que hizo: en su lugar, estudió cómo pudieron surgir en Alemania el movimiento de Hitler y la ideología nazi, y cuáles fueron los elementos de esta cultura que hicieron posible su aparición. Todo alemán , pensó, reconocería con horror , en las bestialidades del nazismo, la distorsión de los rasgos que podían ser di scernidos incluso en los más nobles representantes (este es el punto importante) de la cultura nacional, Mann no se limitó a plantear la cuestión del nacimiento del nazismo de la forma tradicional, ni supuso que éste no podía reclamar parte alguna de la herencia germana. En vez de esto, criticó abiertamente esta cultura, de la que él mismo formaba parte y fue un elemento creativo. Por ello, no es suficiente decir que la ideología nazi fue una «caricatura» de Nietzsche, pues la esencia de una caricatura es que nos ayuda a reconocer mejor el original. Los nazis aconsejaron a sus superhombres que leyeran La V.oluntad de Poder, y no es suficiente decir que esto fue una mera casualidad y que podían haber elegido igualmente la Crítica de la Raz6n Práctica. No se trata de establecer ' la «culpa» de Nietzsche, que no podía ser responsable, como individuo, del uso que se hizo de sus escritos; no obstante, el hecho de que fueran utilizados de esta forma es motivo de alarma. y no puede considerarse como irrelevante para la comprensión de lo que tuvo en mente su autor . San P ablo no fue personalmente responsable de la Inquisición y de la Iglesia romana de finales del siglo xv . pero el investigador, ya sea o no cristianó, no puede limi tarse a observar que la cristiandad fue depravada o d istorsionada po r la conducta de papas y obispos indignos; más bien. debe intentar descubrir qué había en las epístolas paulinas que diera lugar, con , el paso del tiempo, a la ejecución de acciones criminales e ind ignas. Nuestra actitud hacia el problema de Mane y el marxismo debe ser la misma,"y en este sentido, el presente estudio no es sólo una descripción histórica sino un intento de analizar el extraño destino de una id ea que empezó siendo un humanismo prometeico y culminó en la monstruosa tiranía de Stalín. La cronología del marxismo es compleja por el hecho de que muchos de los que se consideran hoy día como los escritos más irnpor-
Introducción
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tantes de Marx no se editaron hasta los afies veinte, treinta del presente siglo o incluso más tarde. Esto sucede, por ejemplo , con el texto completo de La Ideología Alemana ; con el texto completo de la tesis doctoral sobre la Diferencia entre la Filosofía de la Naturaleza de Dem ácrito y Epicuro; de la Contribuci án a la Crítica dela Filosofía del Derecho de Hegel; de los Manuscritos de Economía y Filosofía de 1844; de los Fundamentos de' la Crítica de la Economía Política (Grundrisse); y también de la Dialéctica de la Naturaleza de Efl.7els. Estas obras no pudieron influir en la época en que fueron escritas , pero en la actualidad se consideran importantes, no sólo desde el punro de vista biográfico, sino como componentes de una doctrina que no puede ser entendida sin ellos. Es aun una cuestión controvertida si, y en qué medida , lo que se consideran ideas maduras de Marx. reflejadas especialmente en El Capital, son un desarrollo natural de su filo sofía de juventud o bien, como sostienen algunos criticas. representan tin radical cambio intelectual: en otras palabras, ¿ab andonó Marx en sus años cincuenta y sesenta un modo de pensamiento y estudio limitado por el horizonte de la filosofía hegeliana y jovenhegeliana? Algunos piensan que la filosofía social de El Capital está, por as! decirlo, prefigurada en los anteriores escritos y. es un. des arrollo o particularización de éstos, mientras que otros mannenen que el análisis de la sociedad capitalista signiCica una ruptura de la retórica utópica y normativa del primer período; y ambas interpretaciones conflictivas están a su vez ligadas a interpretaciones opuestas de . todo el pensamiento de M arx. Es una premisa de la presente obra que, tanto lógica como cronológicamente, el punto de partida del marxismo hay que hallarlo en la antropología filosófica. Al mismo t iempo . es virtualmente .imposible aislar el contenido filosófico del cuerpo central del pensamiento marxiano. Ma rx no fue un escritor académico sino un humanista en el sentido renacentista del término: su mente se interes ó por la totalidad de los asuntos humanos, y su idea de la liberación social abarcó, como e n un todo interconexo, todos los principales problemas de la humanidad. Ha sido usual dividir al marxismo en tres campos de especulación -la antropologla filosófica básica, la doctrina socialista y el análisis económico, apuntando a las tres fuentes correspondientes de la dialéctica alemana. el socialismo francés y la economía política inglesa. Sin embargo, muchos son de la opinión de que esta tajante división es contraria al objetivo de Marx, que era proporcionar una interpretación global de la conducta y la historia hu manas y reconstruir una teoría integral de la humanidad en la que las cuestiones particulares son s610 significativas en relación al todo.
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En cuanto a la forma en que se interrelacionan los elementos del marxismo y la naturaleza de su coherencia interna, no se puede definir nada en una sola frase. Sin embargo, parece ser que Marx se propuso discernir aquellos aspectos del proceso histórico que confieren una significación común a las cuestiones epistemológicas y económicas y a los ideales sociales: o, por decirlo con otras palabras, intentó crear instrumentos de pensamiento o categorías de conocimiento que fueran lo suficientemente generales como para hacer inte ligibles todos los fenómenos humanos. No obstante, si intentamos reconstruir esas categorías y estudiar el pensamiento según ellas, corremos el riesgo de olvidar su evolución como pensador y de tratar toda su obra como un solo bloque homogéneo. Por ello, parece más adecuado proseguir el desarrollo de su pensamiento en sus lineas principales y sólo después considerar cuáles de estos elementos estuvieron presentes desde el principio, si bien implícitamente, y cuáles pueden ser considerados como transitorios y accidentales. El presente resumen de la historia del marxismo se centrará en la cuestión que parece haber ocupado en todo momento un lugar central en el pensamiento independiente de Marx, a saber, ¿cómo es posible evitar el dilema ente utopismo y fatalismo histórico? En otras palabras, ¿cómo se puede defender un punto de vista que no sea ni la proclamación arbitraria de ideales imaginarios ni ,la resignada aceptación de la idea de que Ios asuntos humanos están sometidos a un proceso histórico anónimo en el que todos participan pero que nadie es capaz de controlar? La sorprendente diversidad de opiniones expresadas por los marxistas en relación al denominado determinismo histórico de Marx es un .factor que hace posible presentar y esquematizar con precisión las tendencias del marxismo del' siglo xx. También parece claro que una respuesta a -Ía cuestión relativa al lugar de la conciencia y la voluntad humanas en el proceso histórico va mucho más allá que el determinar el sentido que uno adscribe a los ideales socialistas y está directamente relacionada con la te aria de las revoluciones y las crisis. . Sin embargo, el punto de partida del pensamiento de Marx le fue suministrado por las cuestiones filosóficas ligadas a la herencia hegeliana, y la ruptura de esta herencia es el trasfondo natural de cualquier ensayo de exposición de sus ideas.
Capítulo 1
LOS ORIGENES DE LA DIALECTICA
Todas las tendencias vivas de la filosofía moderna tienen su propia prehistoria, que puede ser rastreada hasta los comienzos de la reflexión filos ófica conocida. .En consecuencia, tienen una historia que es más antigua que sus nombres y formas más claramente distinguibles: sólo por ello tiene sentido hablar de un positivismo anterior a Comte o de una filosofía existencial anterior a Jaspers. A primera vista puede parecer que el marxismo está en una situación diferente, pues deriva su nombre del de su fundador: hablar de un «marxismo antes de Marx» seda tan paradójico como hablar de un «cartesianismo antes de Descartes» o de un «cristianismo antes de Cristo». Pero incluso las tendencias intelectuales que se originan en una determinada persona tienen también su propia prehistoria, encarnada en una serie de cuestiones que surgen en un momento dado . o en series de respuestas aisladas que se integran en un todo por obra de una mente destacada. transformándose en un nuevo fenómeno cultural. «Cristianismo antes de Cristo» .puede ser, por supuesto, un simple juego de palabras, usando «cristianismo» en un sentido diferente del ~ue normalmente tiene; después de todo, hay un acuerdo generalizado en que la historia de la cristiandad primitiva no puede entenderse sin el conocimiento que los estudiosos hao conseguido adquirir a duras penas acerca de la vida espiritual de Judea iomediatamente antes de la venida de Cristo. Algo similar puede decirse del marxismo. La frase «marxismo antes de Marx» no tiene sentido, pero el pensamiento de Marx se vaciaría de su contenido si no fuera considerado en el contexto general de la historia cultural europea, como una respuesta a 19
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c~estiones fundamentales que los filósofos se han planteado durante siglos de una u otra fo rma. Sólo en relación a esta s cuestiones a su evolución y a las diversas formas en que han sido formuladas, puede entenderse la singularidad histórica y la permanencia de los valores de la filosofía de Marx. En el último cuarto de siglo, muchos historiadores del marxismo ~an efectu~d.o una valiosa labor al estudiar las cuestiones que la filosofía clásica alemana planteó a Marx y a las que éste ofreció nuevas ~espuestas. Pero esta misma filosofía, que va de Kant a Hegel, era un Intento de concebir nuevas formas conceptuales para cuestiones básicas y de carácter inmemorable. Esta filosofía carece de sentido excep to en los términos de estas cuestiones, si bien ciertamente no se agota en ellas, porque si tal simplificación fuera posible dejaría de existir la historia de la filo sofía, pues todo desarrollo filosófico se vería pr ivado de su especifica relación con su propia época. En general, la historia de la filosofía está sometida a dos principios que se limitan mutuamente. Por una parte, las cuestiones de interés básico para todo filósofo deben ser consideradas como aspectos de la misma curiosidad de la mente humana frente a condiciones inmutables a las que la vida se enfrenta; por otra parte, es tarea nuestra traer a la luz la singularidad histórica de toda tendencia intelectual o hecho observable y relacionarlo 10 más estrechamente posible a la época que vio nacer al filósofo en cuestión y que él mismo ayudó a crear. Es difícil observar ambas reglas a un tiempo, porque, si bieri sabemos que se limitan mutu amente, no conocemos exactamente de q~~ forma) de~iendo echar man.o de la f~Hble ,intuición . Los dos príncipios est án lelos de ser tan bables o mequrvocos como el método de elaboración de un experimento científico o de identificación de documentos, pero no obstante no son menos útiles como directrices y como medio de evitar dos formas extremas de nihilismo histórico. Una se basa en la reducción sistemática de todo empeño filosófico a un ' conjun to de cuestiones eternamente repetidas, ignorando el panorama de la evolución cultural de la humanidad y, en general menospreciando esta evolución. La segunda forma de nihilismo consiste en contentarnos con captar la calidad específica de cada fenómeno o época cultural, a partir de- la premisa, expresa o implícita, de que el único factor de importancia es el que con stituye la singularidad de un determinado complejo histórico, cada uno de cuyos detalles -aun siendo indiscutiblemente una repetición de antiguas ide'as- adquiere U? .nu~:o significad~ en su relación 11 este complejo y carece de significaci ón de cualquier otra forma. Este supuesto he rmenéutico lleva claramente de por sí al nihilismo histórico, pues al insistir en la
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relación exclusiva de cada detalle con un todo sincrónico (ya sea este todo una merite individual o toda una época cultural) excluye toda continuidad de interpretación, obligándonos a considerar esta mente o época como una serie de entidades cerradas y monádicas. Supone por adelantado que no hay posibilidades de comunic~c~ón entre e~tas entidades y que ningún lenguaje es capaz de describirlas colectivamente: cada concepto adopta un diferente significado según, el complejo al que se , aplica, quedando excluida la construcción de .ca~e~o rías superiores o no históricas como algo contrarío a los pnncipios básicos de la investigación. ' Intentando evitar estos dos extremos nihilistas, el propósito del presente estudio es entender las ideas básicas de Marx como respuestas a cuestiones que desde hace tiempo h an entretenido a las J?1entes de los filósofos , pero III mismo tiempo comprenderlas en su singularidad tanto como emanaciones del genio de Marx como de los fenómenos de una determinada época. Es más fácil formular est a directriz que aplicarla con éxito; para h acerlo a la petfec~j~n, habría que e.s~r~ bir una historia de la filosofía completa o quizas de toda la CIVlhzación humana'. Como modesto sustituto de esta imposible tarea, nos proponemos dar una breve noticia de las cuestiones en relación a las cuales puede describirse al marxismo como un nuevo p aso en el desarrollo de la filosofía europea .
1.
La' contitt?,encia de la existencia humana Si la aspiración de la filosofía fue y es comprender intelectualmente
el Ser en general, su estímulo inicial deriva de la conciencia de la impe rfecci6n humana. Tanto esta conciencia como la resolución de superar la imperfección del hombr~ por medio. de la conl,?rensi¿n del Todo fueron heredados por la fIlosofía del reino de la mit ología. El interés filosófico se centró en las limitaciones y miseria de la condición humana, pero no en sus formas obvias, tangibles y remediables sino en el empobtecimiento fundamental que no puede ser curado por medios técnicos y que, una vez aprehendido, se consideró como la causa de las más obvias y empíricas deficiencias del hombre, siendo estas últimas fenómenos meramente secundarios . A esta deficiencia fundamental e innata se le asignaron diversos nombres: la filosofía cristiana medieval habló de la «contingencia» de la existencia humana como de todos los demás seres cr eados. El térmi no «con tingenci~» derivaba de la tradici ón aristotélica (De Interpr~tatione se refiere a los' juicios contingentes como aquellos que predican de
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Las principales corrientes del marxismo
un objeto algo que puede o no aplicarse ' a él sin modificar su naturaleza ) y designab a el estado de un ser finito que podía o no exist ir pe~o qu.e no era necesario, es decir, cuya esencia no implicaba su eXls~encla . Todo ser cre ado tiene un comienzo en el tiempo : hubo un tiempo en el que no existió, y por consiguiente no existe de forma necesaria. Para los escol éstícos, sigu iendo a Aristóteles la distinción entre esencia y existencia sirvió para distinguir ' a los' seres creados del creador, que existía necésariamente (la esencia y la existenci a. de Dios eran ~na. y la misma) y que constituía la prueba más eviden te de la t:ansltorledad de la creación; pero no se consideró como una desgracia o como una manifestación de decadencia. El hecho de que el hombre fu era un ser contingente y acciden tal era la causa de h u~i1dad y elogio hacia el Creador; era un aspecto inevitable e inerradlcable de su ser, pero no significaba una caída de un estado anterior y más perfecto. La existencia corpórea y' temporal del hombre no era el resu ltado de ninguna degradación, sino la característica natural de la especie humana en la jerarquía de los seres creados . Por atta parte, el? la tradición platónica, el térm ino «contingente» no se usó nunca o sólo rara vez, y el hecho de que el ser humano como ser finito y temporal fuera diferente de la esencia de la humanidad significaba que «el hombre era otro que él mismo», 'es decir que su existencia empírica, temporal y fáctica no era idéntica con el Ser ideal, perfecto y extratemporal de la humanidad en cuanto tal. Pero «ser otro que uno mismo » es padecer una insoportable disyunción , vivir ~n la. c~onc~encia del propio declive y en deseo perpetuo de, perfecta IdentJfIcacl6 n, de la que nos vemos privados por nuestra e~!stencl~ en el tiempo y en un cuerpo fisico some tido a la corrupcton, El mundo en que vivimos como individuos finitos, conscientes de nuestra propia transitoriedad, es un lugar de exilio.
2. La soteri%Kia de Plotino ., Platón y lo.s platonistas formularon en lenguaje filosófico la cuestren que se angina en la tradición religiosa y perdura a lo largo de toda la historia de la civilización europea: ¿hay algún , remedio para .el ~stado contingente del hombre? ¿Es su vida algo .incurablemente accl~e~ral, com~ . pensó Lucrecío y como afirman hoy día Ios existencIallstas, o bien el hombre tiene, a pesar de su dualidad, algún nex.o cognoscible con el Ser no accidental y no concingente. vpudiendo abrigar una esperanza de autodeifícación? 0 , por decirlo en otras
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Los orígenes de la dialéctica
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palabras, ¿está llamado o destinado a volver a un estado de cornple. titud o no contingencia? Para los platónicos , y especialmente para Plotino y también para san Agustín, la deficiencia de la existencia humana es más evidente en su carácter temporal, pero no sólo en el hecho de que el hombre tiene un origen en el tiempo.. sino en que su ser está sometido al proceso temporal. Plotino sigue una línea de pensamien to iniciada por Parménides y a. pesar de qu e su construcción intelectual culmin a en un estado más elevado al del Ser conceb ido pOI' Parménides (q ue Plotino considera como secundario al Uno o Absoluto), su perspectiva filosófica básica sigue siendo la misma que la de su antecesor. Plotino no razona, como los' aristotél icos, ex contingente ad necessarium ; es decir, no intenta mostrar que la realidad del Uno puede deducirse concluyentemente de la observación de los seres finitos , como presup uesto lógico de su existencia. La realidad del Uno es inexpresable pero evidente por sí misma , ya que «sen, en su sentido más básico , significa ser inmutable y absolutamente, estar indiferenciado y fuera de la sucesión temporal . Lo que verdaderamente es no puede estar sometido al tiempo, a la dis tinción del ' pasado y futuro . Por otra p:me, los seres fin itos y condicionados, se mueven constantemente de un pasado que ha dejado de ser a un futuro qu e todavía no existe'; se ven obligados a considerarse a sí mismo s en términos de recuerdo o anticipación ; su au toconocimiento no es directo , sino mediado por la distinción en tre lo que ha sido y lo que será. No son idénticos a sí mismos :o «de una pieza»: ' viven en un presente que se desvanece en cuanto llega a ser y que por consiguiente sólo pueden recordar mediante la memoria , El Uno es verdaderamente idéntico a sí mismo y por esta razón no puede entenderse correctamente en opo sición al mundo transitorio, sino s610 en y a través de sí mismo . (