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LA TEOLOGÍA DEL MATRIMONIO
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Comuníquenos su nombre y dirección, citando ¡este libro, y le informaremos periódicamente
de todas
nuestras
novedades. Euramérica, S. A.
Apartado 36.204 MADRID
LA TEOLOGÍA DEL
MATRIMONIO £1 desarrollo histórico de las actitudes cristianas hacia el sexo y la santidad en el m a t r i m o n i o .
La versión original de esta obra ha sido publicada en Estados Unidos, por «Sheed and Ward, INC.», bajo el título THEOLOGY OP MARRIAGE (F\
Sheed and Wardm INC. New York (U.S.A.).
A mis colegas y a los estudiantes de Wheeling College.
Derechos exclusivos de publicación en lengua castellana para todos los países : EUBAMERICA, S.A. - MADRID
SUMARIO
Páginas
Prólogo
15
PARTE PRIMERA: "DIJO LUEGO YAHVE DIOS..."
21
Introducción:
El Antiguo Testamento
23
SECCIÓN I: Matrimonio y pecado 1. "Espíritus engañosos" 2. Por qué es bueno el matrimonio
33 33 49
SECCIÓN II: El matrimonio y el pecado original
61
3. 4. 5. 6.
Si Adán no hubiese caido Libido El instinto de los creyentes Varón y hembra
PARTE SEGUNDA: "NO ES BUENO QUE EL HOMBRE ESTE SOLO" Introducción:
Salvación en parejas
SECCIÓN I: La vida ideal 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13.
Un don especial Las inquietudes de la vida matrimonial Abstinencia y oración "Donde esté tu tesoro..." "Para bien y para mal...". "División" El mejor camino .
61 73 101 131 141 143 149 149 163 177 187 205 219 227
Páginas
SECCIÓN II: La vida típica 14.
239
Como en los tiempos de Noé
PARTE TERCERA: AYUDA..."
"VOY
A
HACERLE
SECCIÓN I: Santo matrimonio Introducción: 15.
La presencia de Yahvé
La naturaleza del matrimonio
SECCIÓN II: La función de Dios Introducción: 16. 17. 18. 19.
El deseo de Yahvé
La promesa sagrada El don del matrimonio El Pronubus Hechos el uno para el otro
SECCIÓN III: Sus perspectivas
239 UNA 257 259 259 263 275 275 281 289 303 311 323
20.
Caminos y viajeros
323
21.
Un camino hacia Dios
341
Conclusiones
PROLOGO
351
Abreviaturas
357
Bibliografía
359
"Dijo luego Yahvé Dios: No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada." Gen. 2, 18.
N
O podemos pretender que esta exploración de la vida de matrimonio represente un programa espiritual completo para los esposos y las esposas; la mayoría son también padres, y aquí no consideramos la paternidad. Nuestra atención se centrará exclusivamente en pecto de su vida de relación mutua: el esfuerzo que para mejorarse el uno al otro. A menudo es útil un tema con el fin de estudiarlo más detenidamente, parece que es digno de una atención especial.
1
un ashacen aislar y éste
Con distinta celeridad y en diferentes paises, pero en todo el mundo de hoy, la vida familiar está experimentando una transformación protunda 1. Hay un cambio del campo a la ciudad, de un estilo patriarcal a uno democrático en la adopción de decisiones, de una complicada red que incluye primos, parientes políticos y tías, a un grupo aislado de padres e hijos. Los recién casados se encuentran más libres, pero más solos. Se espera que, con experiencia y recursos limitados, funden una institución tan compleja y costosa y terrible en sus consecuencias como es una familia. Sus relaciones mutuas en este empeño conjunto no son ya lo que habrían sido en tiempos pretéritos. El piso de la ciudad no es, como lo fue la granja, la base de una empresa económica. Realizan pocos trabajos en unión. 1 Cf. John L. Thomas, S. J., "The American Catholic Family" (Englewood Clilfs, N. J.: Prentice-Hall., Inc., 1956), págs. 16 y slg.; 310.
17
PROLOGO
Durante la mayor parte del día, y de la semana, cada uno debe enfrentarse con los problemas de un mundo que el otro no puede compartir. Esto, naturalmente, afecta a su vida en común. Se da un nuevo realce al compañerismo, un deseo vehemente de satisfacer las intensas necesidades emocionales. El matrimonio no se considera como la Iniciación de una familia, sino como un medio para la satisfacción personal. Represente este cambio una mejora o no, es un hecho. Y en vista de este hecho, parece importante estudiar las implicaciones religiosas del ser humano unido de este modo a otro ser humano. ¿Exige el matrimonio algún cambio que sea realmente básico en el trato de un hombre con Dios? ¿Qué relación existe entre el propio desarrollo espiritual y el de este compañero? La experiencia, las ciencias sociales y del comportamiento, el estado presente del mundo en que viven los matrimonios, datos de estas y otras fuentes, tendrían que ser sintetizados antes de que pudiera aventurarse una contestación. Estas páginas representan un esfuerzo para contribuir a esa síntesis, contemplando la luz que la revelación cristiana arroja sobre el tema. No obstante, advertimos al lector que no debe interpretar que cualquier opinión particular representa la enseñanza total de la Iglesia. Es posible que esto no siempre pueda determinarse con facilidad. Lo que se les dio a los Apóstoles no fue un curso de conferencias, sino la convivencia intima con una persona, que culminó en Pentecostés con la deslumbradora comprensión de quién era esta persona. Una vez que hubieron reflexionado, apareció un nuevo significado de los días en que escucharon su palabra, en que observaron su actuación, en que comieron y bebieron con El. Contemplándole de este modo nuevo y maravilloso, 18
PROLOGO
también se contemplaban a si mismos y al significado la vida. Tenían que contárselo al mundo 2.
de
Pero lo que se sabe de una persona no puede contarse con palabras. Se habla, y lo que se dice puede que no sea falso, pero resulta penosamente incompleto. Las palabras siguen pidiendo que otras vengan en su auxilio. Se puede decir a otros si son verdad las cosas que ellas dicen sobre la persona, pero entretanto uno se sonroja ante la propia descripción. Se continúa buscando a tientas una palabra que exprese cuanto se conoce. Esta ha sido la experiencia de la Iglesia. A la luz de cerca de dos mil años de comunión con su Esposo, de pensar en El, y siempre con mayor experiencia al describir lo que ve, ella ha continuado el discurso de Pedro a la muchedumbre en Pentecostés. Un Evangelio trató de mejorar los primeros sermones fragmentarios. Un segundo, un tercero y un cuarto Evangelios intentaron completar el primero. Estos y otros libros de la Escritura fueron declarados como expresiones auténticas de lo que la Iglesia trataba de decir. Los pensadores siguientes sugirieron descripciones adicionales. Ella no opuso objeciones a algunas, pero insistió en que otras no describían realmente lo que vio. En los concilios ecuménicos explicó estos aspectos de su conocimiento con palabra cuya precisión ella garantizaba. "Así, todo escriba que se ha hecho discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de sus arcas lo nuevo y lo viejo" '. Aclarando, distinguiendo, ideando nuevos medios para hablar a las nuevas culturas, la Iglesia siempre ha conocido a Cristo, pero ha creído constantemente que podría apreciarle todavía más, e incluso describirle mejor. 2 Cf. David M. Stanley, S. J. "The New Testament Doctrine on Baptism", "Theological Studies", vol. 19, núm. 2 (junio 1957), página 173. 3 Mt. 13, 52.
19
PROLOGO
Y, no obstante, oyendo la "Buena Nueva" y dada la misma percepción por el mismo Espíritu, los hombres han podido ver a través de las palabras de Cristo. Gracias a la Misa y a los Sacramentos, también han entrado en su compañía. Lo han conocido como una persona conoce a otra. Obligados por los súbitos problemas para observar un aspecto de su revelación, guiados por la experiencia o los accidentes de la historia para apreciar otro, han reflejado en sus palabras y en sus vidas la contestación a la antigua pregunta de Cristo: "Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?". Estudiar lo que Cristo ha revelado será de este modo una experiencia de la observación. Y lo que observamos no es un esquema de principios abstractos para una vida con éxito, o una fotografía en la cual el mundo oscuro se destacará al fin en claro detalle. Será un drama. Nos dirá cómo es la vida al mostrarnos a ciertas gentes que hablan y hacen cosas. La revelación tuvo lugar en este tiempo. Estas gentes hablan sido enseñadas por Dios, no sólo por medio de su palabra, sino por sus relaciones con ellos en una convivencia intima asombrosa. Los que hemos entrado en la fe por alguno de ellos, y ahora somos copartícipes en su unión con Cristo, veremos más claramente cómo aparece el matrimonio a la luz de este nuevo conocimiento si observamos a otros que lo han tenido. Para la historia real de la "Iglesia", ¿qué visión de la vida explica ese drama de estas gentes de Dios que recorren ¡untos su camino por el desierto de esta vida hasta una Tierra Prometida? ¿Qué nos enseña esta escena de la vida acerca de la influencia del esposo y la esposa, uno y otro en convivencia íntima con Dios?
* Mt. 16, 15.
20
PARTE I
"Dijo luego Yahvé Dios..." Gen. 2, 18.
Introducción: EL ANTIGUO TESTAMENTO A primera insinuación de respuesta a nuestra pregunta
L sobre la influencia que se ejercen mutuamente marido
y mujer se encuentra en el relato del matrimonio más antiguo de la Biblia. Dijo luego Yahvé Dios: "No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada..." Entonces Yahvé Dios hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacio con carne. De la costilla que Yahvé Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: "¡Esta vez si que es hueso de mis huesos y carne de mi carne! Esta será llamada varona, porque de varón ha sido tomada." Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne'. Como quiera que Dios usó al ser humano autor de este pasaje como su medio para comunicarse con nosotros, ¿qué es lo que trata de decir este autor humano? > Sen. 2, 18 a 24.
23
INTRODUCCIÓN: PARTE I
Antes de que podamos contestar es preciso recordar algo. Un hombre se dedica a crear porque desea compartir una experiencia que ha obtenido de la vida y su significado. Y concibe un tipo de notas musicales, una combinación de colores, una cierta disposición de las palabras, porque este es el mejor medio que conoce para hacer que otros vean y sientan lo que él ha visto y sentido. Así, cuando un autor, esta vez inspirado por Dios de un modo especial, declara: Los montes brincaron lo mismo que carneros, las colinas como corderinos 2 . importa saber si lo que leemos es un relato presencial o un poema lírico. El libro en el cual ocurre nuestro pasaje sobre el matrimonio recibió su forma presente una vez que los judíos regresaron de Babilonia, y extrae la poesía y la prosa de tres antiguas colecciones, fundiéndolas en un tipo único. Esta narración sobre el primer hombre y la primera mujer proviene de la colección "Yahvist", denominada así por la palabra que ordinariamente usan para Dios sus cantos y sagas. Aunque la colección en sí fue reunida —y tal vez escrita— en la vecindad de Jerusalén, en tiempos de Salomón, sus fragmentos separados habían estado circulando en la forma oral durante generaciones. La tierra y el modo de vida que describen sugieren los días en que los judíos se estaban convírtiendo en un pueblo unido. Ninguna otra tradición del Cercano Oriente deriva la raza humana de una sola pareja'. Y ninguna obra antigua, que se conozca hoy, contiene esta explicación sobre el modo - Sal. 114, 4. 3 Cf. John L. McKenzie, S. J., "The Literary Characteristics of Génesis", "Theological Studies", vol. 15, núm. 4 (diciembre 1964), páginas 541 y sig.
24
EL ANTIGUO TESTAMENTO
en que la mujer vino a ser. Parece probable que, cuando el autor bíblico la recibió, poseyera un climax que él ha suprimido para hacer que fluya suavemente al siguiente episodio: el pecado del hombre y la mujer. Por tanto, el tratamiento es original, aunque ciertos detalles de acción y de ambiente se encuentren también en los mitos babilónicos. Lo que esto sugiere no debe infundirnos temor. Nosotros explicamos el mundo que vemos —las nubes, el hielo de los ríos, la primavera, y la oscuridad— mediante leyes o fórmulas matemáticas. Estas, a su vez, nos hacen filosofar acerca de una causa esencial, que al menos debe ser tan personal como nosotros mismos. Supuesto que nuestras fórmulas y filosofías sean ciertas hasta donde ellas llegan, las verdades que abordan carecen de forma y de color. Por alguna razón son Independientes del tiempo. Dadas ciertas condiciones, e = me2 es válido ayer, hoy y siempre. Los pueblos del cercano Oriente sabían también que existe algo detrás del mundo que palpamos y vemos, algo exactamente tan real, algo que explica su existencia y movimiento. Pero su modo de percibir esta realidad trascendente era diferente al nuestro. Nosotros deducimos su presencia por lógica; ellos simplemente la veían actuar en el mundo 4 . Pero darse cuenta de su presencia no era lo mismo que poder describirla y, al igual que nosotros, tenían que recurrir a los símbolos. Su ¡dea de la realidad trascendente no se expresó en fórmulas o combinaciones de términos científicos, sino por las relaciones entre personas. Explicaban el mundo de formas, colores y épocas, por medio de relatos cuyos argumentos y personajes eran independientes del tiempo. No se esperaba que una y otra narración concodaran. Donde nosotros tratamos de ampliar nuestro conocimiento 4 Cf. John L. McKenzie, S. J., "Myth and the Oíd Testament", "Catholic Bíblica] Quarterly", julio 1959, págs. 267 y sig.
25
INTRODUCCIÓN: PARTE I
analizando la realidad, descomponiéndola mentalmente en partes constituyentes, ellos consideraban la sabiduría como la capacidad de ver que, en realidad, muchas cosas son una sola, y contemplaban simplemente cualquier cosa desde diferentes ángulos. Como el ciego con el elefante, cada narrador proponía un símbolo para toda la realidad, tal y como ésta aparecía en su limitado contacto con ella. Puede que sus mitos no sean ciencia ni filosofía, pero tampoco son ficción. Los símbolos tienen significado real. El viento y las inundaciones y el trueno les recordaban las acciones imprevisibles de los seres humanos. Y no es que el viento o el trueno fueran personas. Pero a no ser por alguna realidad personal, presente y activa, pero totalmente desigual a las cosas que vemos y no podemos describir, nunca serían el viento o el trueno. Los judíos tenían esta misma psicología y el mismo modo de expresarla. Pero en sus narraciones había algo diferente. Yahvó no era un personaje ideado para atender a las demandas de un mundo que tenía que ser explicado. La realidad desconocida no era completamente desconocida. Se había revelado El mismo. Esto significaba que si las narraciones tenían que contarse, deberían decirse con toda exactitud. Los viejos símbolos no encajaban con la realidad trascendente tal y como El se había mostrado en sí mismo que era. Sin embargo, las narraciones serían importantes para todas las edades y, además, las verdades que tenían que simbolizarse ya no eran independientes del tiempo. Pues había llegado el momento en que Dios nos hablara, y ni el hombre ni el mundo serían jamás lo mismo. Había existido un principio y había una nueva meta: un día de Yahvé para deleitarse. Los símbolos explicarían lo que había ocurrído entre Dios y los hombres del pasado, porque esos mismos acontecimientos pasados son símbolos del presente.
26
EL ANTIGUO TESTAMENTO
Este pasaje del Génesis es un intento de corrección de las historias más antiguas. ¿Se trata de un mito? En verdad que tiene afinidades con la literatura del cercano Oriente que se ajusta a ese nombre. De cualquier modo que lo llamemos, debemos reconocer que el propósito del autor —y por lo tanto de Dios— no es entregarnos una crónica periodística del modo en que se instituyó el matrimonio, sino una explicación de lo que es. Es una narración y, aunque, al igual que todos los relatos hebreos, explica las relaciones históricas de Dios con los hombres, se da por cierto que todos los matrimonios que lo lean comprenderán que están leyendo algo sobre ellos mismos s. Lo primero que les dice sobre ellos aparece en sus palabras iniciales: Dijo luego Yahvé Dios... Toda la iniciativa es de Dios. Es su evaluación del hombre y su decisión de ayudarle lo que pone en marcha la historia. El es el que le entrega la mujer. Luego parece ser que ese rasgo de los seres humanos que les inclina a emparejarse es algo bueno. El los ha hecho de ese modo. Cuando viven como marido y mujer están viviendo como El desea. Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro 6 . En lugar de preguntar qué otras verdades lleva implícitas esta historia del Génesis, parece mejor que mantengamos nuestra atención en ésta. La seguiremos en las fases posteriores de la revelación para ver si surge algo s "The Two-Edged Sword" (MHwaukee: Bruce Publlshing Co., 1957) págs. 106 y sig. 6 Gen. 2, 25.
27
EL ANTIGUO TESTAMENTO
INTRODUCCIÓN: PARTE I
más clara. En el capítulo siguiente del Génesis se presenta a la serpiente que induce al hombre y a la mujer al pecado. Puede que para nosotros sea de importancia especial un detalle con el cual el autor describe el pecado de ambos. Jamás podrá entenderse mucho del Antiguo Testamento a menos que se preste atención a las religiones paganas de la Tierra Prometida y de sus alrededores. El impulso consciente que indujo a escribir a muchos autores bíblicos fue la ansiedad que sentían por proteger al Pueblo Elegido en contra de las ¡deas y las prácticas que, de un modo tan natural, le venían a cualquiera que viviera en aquella parte del mundo. En esta asociación particular de la serpiente con el pecado que hace el autor, más de un erudito ha visto una alusión al culto pagano de la fertilidad. La serpiente se usó en todo el cercano Oriente como un símbolo sexual. Muy bien puede ser que en el Génesis se esté describiendo cómo el atractivo sexual de la mujer arruinó al hombre y a ella misma, haciendo a los hombres esclavos de una diosa y a las mujeres esclavas de los hombres ?. El autor intenta mostrar, ciertamente, que la tristeza y las penas de la vida no se deben, como pretenden los paganos, a algún principio celestial de la perversidad. El único Dios es Yahvé y su deseo para el mundo es la paz. Si existen el caos y la miseria es porque ese deseo ha sido menospreciado. La impureza, tan atractiva y no obstante tan corruptora, típica de todo pecado, sería un símbolo apropiado para esa rebelión. Pero existen dificultades en esta interpretación. Ya que tanto los judíos como sus vecinos usaban el símbolo serpiente, la conjetura admitida es que tenía el mismo significado para ambos. Y, sin embargo, esta conjetura se
debilita por un hecho: la serpiente que los paganos asociaban con el sexo era una deidad benigna, en tanto que la palabra que se usa en el Antiguo Testamento para la serpiente es la misma que para el dragón, y éste connota un enemigo del hombre. Las personas versadas en la escritura tendrán que dilucidar la cuestión. El quid de la historia, que las maldades de la vida se deben a alguna rebelión contra Dios, es el mismo en cada una de las interpretaciones; y lo que posiblemente pueda entrañar la manera en que el autor trata del pecado en sí, se sugiere con más claridad en la descripción que hace de sus consecuencias: Entonces se les abrieron a entrambos los ojos y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y, cosiendo hojas de higuera, se hicieron unos ceñidores 8. Te oí andar por el jardín y tuve miedo porque estoy desnudo; por eso me escondí". En verdad que esto altera la impresión obtenida en el capítulo anterior. Allí se presentaba a los dos sexos como la obra de Dios. Ahora parece que existe algo turbador en ser varón y hembra, algo que no soporta la presencia de Dios. De un pasaje del Libro del Éxodo se saca la misma impresión. En su descripción épica del encuentro con Dios en el Sinaí, como después lo entendieron los judíos y lo revalidaron en su adoración, Moisés dice al pueblo: Estad preparados para el tercer día y absteneos de mujer 10 . 8
7
28
McKenzie, "The Two-Edged S w o r d " , pág. 100.
Gen. 3, 7. « Gen. 3, 10. Ex. 19, 15.
10
29
INTRODUCCIÓN: PARTE I
EL ANTIGUO TESTAMENTO
Asimismo, en el libro primero de Samuel, cuando David pide a Ajimélek alimentos para sus hombres, el sacerdote le responde: No tengo a mano pan profano, pero hay pan consagrado, si es que los muchachos se han abstenido al menos de trato con mujer". Parece que se da por cierto que el trato sexual es algo incompatible con la proximidad de Dios. Los Pergaminos del Mar Muerto atestiguan que, en tiempos de Cristo, una secta judía incluso incitaba a sus miembros para que no contrajeran matrimonio. Pero estos pasajes sueltos deben leerse en un contexto que es especialmente claro siempre que en el Antiguo Testamento se habla de los hijos. En el mismo libro del Éxodo, en el que se contiene la abstención del pueblo antes de su Alianza con Dios, el matrimonio es algo tan definitivamente esperado por los hombres religiosos que se describe a Yashvé prometiendo: No habrá en tu tierra mujer que aborte ni que sea estéril12 Estas tradiciones mosaicas, tal y como habían evolucionado en el Reino del Norte, las llevaron a Jerusalén los refugiados poco antes de la caída de Samaría y, al reunirlas, se les dio cierta clase de unidad. Después del exilio en Babilonia se volvieron a editar para formar lo que conocemos como el Libro del Deuteronomio. Esta segunda versión de los acontecimientos del Sinaí también da por cierto que el siervo típico de Dios es casado. Se ha prometido a Moisés para el Pueblo Elegido, si son fieles a Yahvé:
No habrá macho estéril ni hembra estéril en ti ni en tus rebaños 13. En el Libro de los Jueces, también compuesto después de la caída del Reino del Norte, y vuelto a editar por la misma escuela que produjo el Deuteronomio, se suceden las anécdotas de los primeros años en Palestina, para mostrar el significado de la historia judía. Merece aquí atención la historia de Jefté. Cuando éste cree que su voto apresurado le obliga a ofrecer a su hija en sacrificio, ella consiente, pero le hace un ruego: Déjame libre dos meses para ir a vagar por las montañas, y llorar con mis compañeras mi virginidad 14. Es una maldición vivir y no tener hijos. Las historias de la salvación, los libros de la sabiduría, los salmos, repiten el tema una y otra vez 15. Es evidente que todavía persisten los dos temas discordantes que hemos observado: la turbación por ser varón y hembra y un sentimiento de que es algo impropio acercarse a Dios después de las relaciones sexuales. No se intenta resolver este desacuerdo. Pero esto es típico en los autores del Antiguo Testamento. Ellos no analizan ni reconstruyen. Simplemente observan los diversos modos en que aparece el sujeto, tal y como se contempla desde ángulos diferentes. Convenidos los efectos turbadores de ser varón y hembra, es completamente obvio lo que les parece a ellos este rasgo de ios seres humanos. Es de Dios; es algo que es bueno. 13 14
11 12
30
I Sam. 2 1 , 5. Ex. 23, 26.
Dt. 7. 14. Jue. 1 1 , 37.
15 Cf. Dt. 25, 5 a 10; Gen. 16, 1 y s i g . ; 30, 1 ; I Sam. 1 , 5 y s i g . ; Sal. 128.
31
Sección I: Matrimonio y Pecado 1.
"ESPÍRITUS ENGAÑOSOS"
A palabra de Dios, declarada por los profetas y por los escribas del Antiguo Testamento, adoptó la forma visible final en la persona de Cristo. Una de las primeras referencias al matrimonio que hacen aquellos que vieron la vida como El la reveló entonces, es la parábola del Evangelio que se refiere a los invitados a un banquete que excusaron su asistencia'. Uno de ellos dice:
L
Me he casado, y por eso no puedo ir. No existe razón alguna para considerar este detalle como una sugerencia de que, moralmente, el matrimonio es algo censurable. Si las diferentes excusas de los invisitados tienen significados alegóricos, el Evangelio nunca los explica. El único mensaje cierto es el de la parábola en su conjunto: sin tener en cuenta lo que hagan los hombres, el Reino está llegando. SI a los jefes de los judíos les tiene sin cuidado entrar en él, otros tomarán su lugar. Pero entre los primeros cristianos existen algunas se1
Le. 14, 20.
33 3
MATRIMONIO Y PECADO ESPÍRITUS ENGAÑOSOS
nales genuinas de intranquilidad acerca del matrimonio. La primera epístola de Pablo a los corintios contiene una respuesta a las preguntas que ellos le habían hecho, y por su declaración podemos juzgar la naturaleza de las mismas. Si te casas, no pecas s. No parece ser ésta una revelación trascendental, incluso para los paganos recién convertidos; y, con todo, una advertencia que Pablo hace unos años más tarde a su joven colaborador Timoteo, índica con lo que se está enfrentando aquí: El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas, por la hipocresía de embaucadores que tienen marcada a fuego su propia conciencia; éstos prohiben el matrimonio y el uso de alimentos... 3 . Estos serán hombres religiosos, lo bastante celosos de su religión como para estar enseñando a otros. Al parecer existe una tentación que excita ese mismo fervor: una tendencia a ignorar y despreciar el cuerpo. Ya provenga de su propio temperamento, ya de la cultura en la cual viven, una cosa es clara: no es cristiano. En el espacio de veinticinco años desde la pascua de Pentecostés, y en un inspirado documento, esto se califica como un apartamiento de la fe. La epístola a los Hebreos, cuyo autor está impregnado en la teología de Pablo, indica lo que en ese momento dicen los maestros ortodoxos: Tened todos en gran honor el matrimonio 4.
Pero menos de un siglo después de la muerte de Pablo se evidencia que ha sido un profeta en extremo fidedigno. Ireneo, el obispo de Lyon en la Francia moderna, cuyos maestros habían conocido personalmente a los Apóstoles, refiere como Saturnino y Marción, que se llamaron "los Castos", predicaron que todos deberían abstenerse del matrimonio... 5 Ya se escriba en latín en Roma, ya en griego en Alejandría, los autores cristianos de principios del siglo III insisten en que el matrimonio no es pecado". Tanto el clima cultural de Egipto, como la reacción de la Iglesia ante el mismo, se reflejan en un escritor que algunos han señalado como el mayor intelectual de la historia cristiana: Orígenes. Su automutilación, castándose él mismo cuando era joven, por una idea equivocada del celibato, hace que su comentario sobre uno de los dichos de Cristo' sea de lo más impresionante. Como él lo considera, "aquellos excluidos del matrimonio por actos de los hombres", incluye a todos quienes temen al matrimonio a causa de las enseñanzas heréticas B. Pero un siglo más tarde, un concilio de obispos locales celebrado en Gangra, a unos ochenta kilómetros al nordeste de Ankara, en la Turquía moderna, se siente en la necesidad de dictar los siguientes cánones: 1.
Si alguno desprecia el matrimonio, rehuye a una esposa creyente y temerosa de Dios que com-
5
"Contra Haereses", Mb. 1 , c. 28, PG 7, 690. Cf. Tertuliano, " A d v . M a r c i o n e m " , lib. 1 , c. 19 PU 2, 280; Clemente de Alejandría, " S t r o m a t a " , lib. 3. c. 12, PG 8, 1177; " ¡ b i d . " , PG 8, 1186; c. 18, PG 8, 1211; c. 10, PG 8, 1170. 7 Mt. 19, 12. 8 " C o m m . in Mat., tomo 15, núm. 4, PG 13, 1263 y 1264. 6
2 3 1
34
I Cor. 7, 25. Cf. ¡bidem W . 28, 36. I Tim. 4, 1 a 3. Heb. 13, 4.
35
ESPÍRITUS ENGAÑOSOS
MATRIMONIO Y PECADO
parte el lecho con su esposo, y habla de ella como s¡ no pudiera entrar en el Reino de los Cielos, sea anatema... 9. Si alguno es virgen o célibe, pero evita el matrimonio por considerarlo un desorden moral y no a causa de la santidad y belleza propias de la virginidad, sea anatema... 10. Si algunos de los que son célibes por amor al Señor difama a los que toman esposas, sea anatema... 19. Si una mujer abandona a su marido, y desea dejarlo porque ella abomina el matrimonio, sea anatema... 9 .
Y te digo que el que menosprecia el matrimonio es un fruto execrable, pues él mismo está despreciando su propia raíz 13. Los Padres de la Iglesia de habla griega, a finales del siglo IV, repiten en sus sermones, ensayos y poemas: Si el matrimonio es impuro, todos los seres vivientes engendrados en él son igualmente impuros; y por lo tanto tú también, por no mencionar la naturaleza humana. ¿Cómo es, pues, virgen la que es impura? ¿Dónde te pondremos? ¿Con los judíos? Ellos no te tolerarán, porque honran al matrimonio y aceptan la creación de Dios. ¿Con nosotros? Pero si no estás dispuesta a escuchar a Cristo cuando El nos dice por boca de Pablo: "Tened todos en gran honor el matrimonio." Luego lo único que queda para ti es buscar un lugar entre los gentiles; pero incluso éstos te arrojarán de su lado por ser más impía que ellos mismos... Mas no temas. Como compañeros preceptores puedes tener al demonio y a sus ángeles... ¿Niegas el matrimonio? Luego tampoco recibirás la recompensa del celibato. No; serás recompensada con la pena y el castigo " . La virtud eleva a los hombres temerosos de Dios [a un grado tal... que al que observa las leyes del matrimonio 13 se le incluye entre los castos . Cristo recompensará a todos ellos, sentado uno a su derecha y el otro a su izquierda; e incluso este último lugar es verdaderamente una
Los obispos también observan que los que han abandonado de hecho a sus esposos o a sus esposas invariablemente han caído en el adulterio 10. Lejos, al Sur, cerca de Eufrates, los predicadores imbuidos en el mismo rigor, que tratan al cuerpo como algo perverso y hablan de ángeles que vienen a la tierra a fecundar a las mujeres 11 , comienzan a atraerse la ira de Efrén, el más prominente de los teólogos siriacos. Aunque nunca fue más que un diácono, está catalogado entre los escritores cuya sabiduría y santidad les ha valido el reconocimiento oficial como Padres de la Iglesia, testigos acreditados de las enseñanzas de la Iglesia de los primeros tiempos. Y él insiste en que si hay algo malo en el matrimonio, esto se debe al esposo y esposa en particular, no al matrimonio 12.
[gran gloria 1B.
13
s
Mansi, 2, 1098 a 1102. 10 Cf. Joseph De Guibert, S. J . , "Documenta Ecclesiastica Christionae Perfectionis Studium Spectantia" (Roma: P. U. G., 1931) página 17. 11 Cf. Efrén, ' S e r m . 19 adv. Haer., Opera Omnia" (Pedro Benedicto, S. J . , editada en Roma: Tipografía Vaticana, 1737). Vol. 2, pá ginas 476 y sig. 12 Cf. "Serm. 28 adv. Haer., obra c i t a d a " , v o l . 2, pág. 5 0 1 ; "Serm. 1 9 " , pág. 476; " S e r m . 4 7 " , pág. 542.
36
" S e r m . 45 adv. Haer., obra c i t a d a " , Vol. 2, 540. 14 " D e V i r g i n i t a t e " , c. 8, PG 48, 538 a 540. Cf. " i b i d e m " , cap. 9 y 10, PG 48, 539 y 40; Metodio de Olimpo, "Conviv. 10 V i r g . " Oraciones. 2, c. 7, PG 18, 59; Gregorio de Nisa, "De V i r g i n i t a t e " , c. 8, PG 46, 354; Epifanio, " A d v . Haer." lib.. 2, tomo 1, haer. 6 1 , números 1 y 2, PG 4 1 , 1042. 15 " C a r m i n a " , lib. 1 , sec. 2, pág. 7, PG 37, 647. 18 "Poemata Moralia, sec. 2, núm. 1 , vv. 730 a 732, PG 37, 577. Cf. Epifanio, " A d v . H a e r . " , Ilb. 2, tomo 2, her. 67, PG 42, 179; " i b i d . " tomo 1, haer. 48, PG 4 1 , 867 a 870; lib. 1 , tomo 2, haer. 23, PG 4 1 , 306.
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MATRIMONIO Y PECADO ESPÍRITUS ENGAÑOSOS
Es en este momento cuando las costumbres de las iglesias orientales, hace tiempo acreditadas, son codificadas por un autor desconocido y se publican como los Cánones Apostólicos. Los primeros cuarenta, que se vertirán al latín y finalmente serán incorporados al Código de la Ley papal, incluyen uno que censura al clérigo que repudia a su esposa basándose en la religión y otro que declara blasfemo al que juzga con desprecio el matrimonio " .
La mente humana es propensa a presiones muy ligeras y frecuentemente es impulsada de aquí para allá por la habilidad del tentador. El demonio... contempla a un hombre que no está casado, de castidad inmaculada, y lo persuade para que condene el matrimonio, con la esperanza de verlo arrojado de la Iglesia y separado, por su fervor por la castidad, de ese Cuerpo que es casto 2 °. Por lo tanto, ninguno que haya optado por el matrimonio censure la virginidad, y ninguno que siga el camino de la virginidad vilipendie el matrimonio, pues los que adoptan esa actitud hace ya tiempo que han sido condenados por la Iglesia 21 .
Pero el problema no se limita a Oriente. San Filastrio, obispo de Brescia durante estos años, informa que: En la Galia, en España y en Aquitania, existen los llamados abstencionistas, que siguen igualmente las doctrinas de la perniciosa secta de los gnósticos y maniqueos y no vacilan en predicar la misma idea, disolviendo los matrimonios con su persuasión " . En los escritos de San Ambrosio puede recogerse la reacción de la Iglesia de habla latina. Proclamado obispo de Milán en el año 374, consejero de emperadores, Padre de la Iglesia, San Ambrosio refleja la fe de sus días en himnos y sermones que son clásicos. En este tema es conciso y certero. Hemos exaltado la virginidad, pero de tal modo que las viudas no son despreciadas. Nosotros honramos a las viudas, pero de tal manera que se conserva el honor debido al matrimonio. No es nuestra autoridad la que enseña estos preceptos: es la de Dios " . En otra ocasión explica por qué surgen estos problemas en primer lugar. 17
Mansi I, 29 y 30; " L i b . de H a e r . " , "De V i d u i s " , 4, "Expos. ¡n L u c " , lib. 18
19
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39 y 40. c. 84, PL 12, 1196. PL 16, 241; Cf. " i b i d . " , 8, núm. 37, PL 15, 1866.
PL 16, 254 y 255;
Ambrosio es representativo de la generación que le sigue, tanto en la Iglesia latina como en la oriental 22 . San Isidoro de Pelusia, cuyo monasterio en el Delta del Nilo fue un centro de estudio de las Escrituras y de la teología moral a principios del siglo V, refleja las enseñanzas comunes de estos años. La Iglesia... da un rango medio tanto al matrimonio como a las diversas clases de alimentos. El que está por encima del uso de estas cosas es realmente notable. No debe censurarse al que hace un uso moderado de ellas. Pero el que las calumnia y las consume de antemano vive fuera del campo sagrado 23. Por causa de las invasiones y de los cambios culturales que tienen lugar del 450 al 600, los escritores que son célibes muestran un notable cuidado en la forma en que hablan del matrimonio. 20
"Expos. in L u c " , lib. 4, núm. 12, PL 15, 1699. "De Virginitate" , c. 6, PL 16, 288. Cf. "Jerónimo, Adv. J o v . " , lib. 1, núm. 3, PL 23, 213; " i b i d . " PL 23, 233; Agustín, "De V i r g . " o. 19, núm. 19, PL 40, 405; " D e Bono C o n j . " , c. 8, PL 40, 379; " D e Bono V i d . " , c. 5, PL 40, 434; " S e r m . " , 93, c. 3, PL 38, 575; "Contra J u l . " , lib. 3, c. 2 1 , PL 44, 724; "Retraot." lib. 2, c. 2, PL 32, 639. 23 " E p i s t . " , lib. 4, epístola 112, PG 78, 1179. Cf. Cirilo de Alejandría, "Quod Unus Sit C h r i s t u s " , PG 75, 1271; Teodoreto, "Interpr. ¡n P s . " , en Sal. 50, 7, PG. 80, 1243; " I n I C o r . " , 8, 40, PG 82, 286. 21 22
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ESPÍRITUS ENGAÑOSOS
MATRIMONIO Y PECADO
Los que se consagran totalmente a Dios son como holocaustos; otros son como las víctimas que sólo fueron inmoladas parcialmente, como es el caso de los que han entrado en el matrimonio y están dando sus vidas tanto a Dios como al mundo 2Í. Pero al parecer subsiste la necesidad de unas declaraciones más formales. Entre las preguntas que se le hacen en este tiempo a un obispo antes de su consagración, figura la de "si él concede o no escasa importancia al matrimonio o condena el segundo matrimonio" 25. Los concilios de obispos de algunas regiones se ven en la necesidad de decretar: Si alguno condena el matrimonio humano y está horrorizado por la procreación de los hijos, como solían estarlo Maniqueo y Prisciliano, sea anatema... 36 . Cuando surge un nuevo orden social en Occidente con la coronación de Carlomagno, los cristianos todavía reciben la seguridad de que el matrimonio es "muy bueno y legal" " . Uno de los discípulos de Alcuino, Rábano Mauro, que fue abad de Fulda y que más tarde, siendo arzobispo de Maguncia, intentó introducir en Alemania la sabiduría de los tiempos clásicos en libros en los que simplemente parafraseaba a los Padres, considera que es una herejía hablar del matrimonio como si se tratara de un pecado 2S. 21 Cf. Procopio de Gaza, " C o m m . In I s a i a m " , c. 56, PG 87, 2567; Genadic de Marsella. " D e Eccl. D o g . " , capítulos 67 y 68, PL 58, 996; Fulgencio de Ruspe, "De Ver. Praedest.", iib. 2, c. 23, PL 65, 650; Ps-ls¡doro de Sevilla, " D e Eccl. D o g . " , c. 64, PL 83, 1241; Gregorio el Grande, " M o r a l i a " , Iib. 16, c. 6, PL 75, 1125. 25 Cf. "Statuta Ecclesiae A n t i q u a " , Pl 56, 880. 26 Cf. Concilio de Braga I I , canon 1 1 , DB 241; Concilio de Toledo, c. 16, DB 36, Mansi 3, 1004. Cf. también San Juan de Damasco, "De Fide O r t h . " , Iib. 4, c. 24, PG 94, 1210. 27 Cf. Sedulio Scoto, "Collect. in I Cor. 7 " , PL 103, 140, 142; Jonás de Orleáns, "De Instit Laicali, Iib. 2, c. 1, PL 106, 167. 28 "Enarr. in Ep. P a u l i " , Iib. 23, c. 4, PL 112, 609. Cf. " C o m m . In G e n . " , Iib. 1, c. 6, PL 107, 461; "Enarr. In Ep. P a u l i " , Iib. 25, c. 1, PL 112, 662.
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Para demostrarlo acude a San Pablo. Al igual que en el Antiguo Testamento Lot piensa en una pequeña ciudad que le salvaría del fuego que cayó sobre Sodoma, Pablo ... señala una cercana, a mano, pero lo suficientemente segura como para encontrarse a salvo. La vida matrimonial no está muy retirada del mundo, pero tampoco está apartada de la alegría de la salvación Z9. Aunque esta observación se repite más de una vez durante las guerras y la confusión de los cien años siguientes 30, por el tono de los obispos que se reúnen en asamblea en Arras en el 1025 se pone de manifiesto una nueva emergencia. Están engañados, pues, quienes afirman que las personas casadas tienen que estar proscritas del Reino de Dios. En el Evangelio tenemos un testigo de cuanto decimos, y esta disposición para la unión humana está confirmada en muchos lugares por la enseñanza que ha sido transmitida desde los días de los Apóstoles". Las antiguas tinieblas paganas que consideran a la materia como el demonio y al matrimonio como un pecado, han comenzado a sumergir una tras otra las ciudades francesas. Son los días de los cataros, los Puros. Los teólogos de la nueva ola del conocimiento que atraviesa Europa durante el siglo XII se ven obligados a refutar aseveraciones tales como aquellas condenadas por un concilio reunido en Constantinopla. 28
"Enarr. In Ep. P a u l i " , Iib. 10, c. 7, PL 112, 64. Cf. Servato Lupus, "Epist. 1 1 2 " , PL 119, 587; Haymo de Halberstadt, "Expos. In I Cor. 7 " , PL 117, 546; Hatto de Vercelli, "Expos. In Ep. P a u l i " , I Cor., PL 134, 351. 31 Cf. Gerardo de Cambrai, " A c t a Synod. A t r e b a t . " , PL 142, 1300. (Mansi 19, 449 y s i g . ) . 30
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ESPÍRITUS
MATRIMONIO Y PECADO
Los esposos deben abstenerse de las relaciones con las mujeres unidas a ellos en legítimo matrimonio y también de la carne y de la leche, del pescado y el vino, durante tres años... Igualmente, ningún seglar se salvará, aunque haya encontrado el camino de la virtud total, a menos que profese en religión 32.
Los métodos dialécticos que se acaban de implantar se aplican a los argumentos que los cataros se han ideado de la Escritura. Yo estoy de acuerdo en que "bien le está al hombre abstenerse de mujer" 3S. Pero con eso no me obligo a aceptar que para él es pecaminoso e ilícito tener trato con una. ¿No es igualmente cierto que, para evitar las tentaciones, es bueno que el hombre no vea mujer? Si estás de acuerdo en que es pecaminoso tener trato con mujer, porque es bueno abstenerse, concede también que es pecaminoso ver mujer, porque es bueno no verla. Y si concedes que es malo ver mujer, arráncate los ojos y nunca la verás. ¡Vosotros, hipócritas! A un hombre se le permite tener trato con su esposa, porque a cada uno se le deja tener una, como sabemos por las mismas palabras del Apóstol 3 5 .
La voz más poderosa del siglo se ve en la necesidad de hablar. San Bernardo de Claraval, que había persuadido a sus hermanos y amigos para que se le unieran en las austeridades de la vida cisterciense y que después casi arruinó su salud con la penitencia, difícilmente puede llamarse un amante del placer. Pero la elocuencia que envió a cientos de hombres a la Segunda Cruzada se vuelve en contra de los que prohiben el matrimonio a las gentes. "Que sean herejes no es suficiente —clama—, tienen que ser hipócritas" 3S. Arrojad de la Iglesia al matrimonio honorable y al lecho matrimonial sin mancha, ¿y no la llenaréis con fornicadores, incestuosos, masturbadores, pervertidos, homosexuales, hombres dados a toda clase de corrupciones? ¿Es que coronaremos a la vileza? No podría llegar a menos el Autor de la virtud. ¿Se condena a toda la raza humana con la excepción de un puñado de los que no se casan? Este no es modo de ser un Salvador.34. 33
Mansi, 2 1 , 583. "Serm. in C. C " , Sermón 66, PL 183, 1094. 31 " I b i d . " , 1095. Cf. Lanfranc, " C o m m . ¡n I Cor 7, 3 4 " , PL 150, 180; Bruno de Astl, "Expos. in I Cor. 7 " , PL 153, 155; "Expos. in I T ¡ m . " , PL 153, 439; Raúl Ardent, " H o m . 2 1 " , dominica segunda después de Epifanía, PL 155, 1742; Anselmo, "De Concept. V i r g . " , c. 4, PL 158, 457; Ruperto de Deutz, " C o m m . ¡n J o a n . " , lib. 2, PL 169, 275; Anónimo, "Quaest. ¡n Ep. P a u l i " , In 1 T i m . , q. 17, PL 175, 398; Walter de Mortagne, "Summa Sent." opúsculo 7, c.2, PL 176, 155; Abelardo, " P r o b . H e l . " , 14, PL 178, 7 0 1 ; " i b i d . " , 40, PL 178, 722.
ENGAÑOSOS
Cuando el año 1200 anuncia la Edad Media Superior, el Papa Inocencio III prescribe una profesión de fe para los estados valdenses convertidos: No negamos que, según los Apóstoles, puede pactarse el matrimonio con el trato sexual que implica... También creemos y reconocemos públicamente que un hombre y su esposa pueden salvarse " . Y en el 1215 el tema es adoptado por los obispos en el Concilio de Letrán IV. Con toda la autoridad de un concilio ecuménico, declaran:
33
42
No sólo vírgenes y célibes, sino también las personas casadas que complacen a Dios con una fe 35
i cor. 7, 1.
36 Eckbert de Schaunang, " S e r m . Contra C a t h a r o s " , Sermón 5, PL 195, 29. Cf. Roberto Pulleyn, " S e n t . " , lib. 7, c. 29, PL 186, 947; Pedro Lombardo, " S e n t . " , lib. 4, c. 26; Hugo de Amiens, "Contra Haereticos", lib. 3, c, 4, PL 192, 1288. " DB 424.
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MATRIMONIO Y PECADO ESPÍRITUS ENGAÑOSOS
recta y una buena conducta, son dignos de alcanzar la felicidad eterna 3S. Así, los escolásticos, cuyas conferencias en las nuevas Universidades están haciendo del siglo XII una Edad de Oro del conocimiento, pueden observar: Es asombroso cómo los herejes, en su traición, han sido tan simples como para calumniar la castidad conyugal, que ha sido ensalzada por tantos testimonios inconmovibles 39. Pero en el año 1307, el arzobispo de Colonia anota entre sus acusaciones contra los begardos: También dicen ellos: "a menos que una mujer se aflija por la pérdida de su virginidad en el matrimonio y que a causa de su dolor deplore el hecho, no puede salvarse" *"'. De vez en cuando aparecen otros grupos que tienen esta misma opinión, pero en seguida son tachados de herejes*". Los teólogos más conocidos de este siglo y del siguiente insisten en que los santos del cielo se compondrán de personas "de todos los órdenes sociales de la vida" 42, incluso los "seglares que actúan de acuerdo con la voluntad de Dios y no según la propia" " . 38
" D e Fide C a t h o l i c a " , c. 1, DB 430. Buenaventura, "Quaset. Disp. de Perf. Evangel.' . q . 3, a. 1 , Div. 5, 168. Cf. "Comment. in J o a n " , 2, q . 3, Div. 6, 272; "Quaest. Disp. de Perf. E v a n . " , q. 3, a. 3, Div. 5, 177; Alberto el Grande, "Summa T h e o l . " , q . 109, tomo 33; Aquino, " I n 4 S e n t . " , d . 30, q . 2, a. I, cuestión 3; " I n J o a n " , c. 2, conferencia 1; " I n I C o r . " , c. 7, conferencia I; " S . T. I I I " , 29, 1 . 40 Hartheim, "Concilla Germaniae", v o l . 4, págs. 101 y sig. Citado por De Guibert, " o b r a c i t a d a " , pág. 154. 41 Cf. Benedicto X I I , Errores de los Armenios, DB 537; Tomás de Estrasburgo, " I n 4 S e n t . " , d . 26, q . 1, a. 1 . 42 Henry Suso, "Horologium S a p i e n t i a e " , C. Richsttater, S. E. ed. (Turln, Marietti, 1929), Lib. 1 , C. 5; " i b i d . " , lib. 2, c. 7. 43 San Vicente Ferrer, "Sermones A e s t i v a l e s " , Damián Díaz, e d . (Antwerp: John Stelsius, 1572), Sermón 5, pág. 443; Manuel Calecas, 39
44
Mucho más tarde, en el 1578, la Inquisición española acusa a los Alumbrados: 4. 6.
Por su modo de hablar, que rebaja el sacramento del matrimonio... Porque persuaden a las gentes para que no se casen ni profesen en religión, alegando que los siervos de Dios deben sobresalir en la vida secular".
Aunque los síntomas de este rigorismo siguen apareciendo en grupos tales como los jansenistas, ya no se pronuncian en este sentido. Los obispos no parecen tan alarmados como a n t e s " . La corriente de condenas formales desaparece gradualmente. Pero si esperamos ver el matrimonio como Cristo lo revela, no puede Ignorarse un hecho que brota de estos siglos de lucha. Obsérvense los grupos que fueron condenados: abstencionistas y gnósticos, en los primeros tiempos de la Iglesia; maniqueistas y priscilianistas, en los años de decadencia de la cultura greco-romana; cataros y valdenses que, cualquiera que fuera el origen de sus ideas, eran hombres medievales comunes; begardos y alumbra" D e Princip. Fidei C a t h . " , c. 6, PG 152, 607; Dionisio el Cartujo, "De Laudabili Vita C o n j u g a t o r u m " , a. 5, "Opera Omnia" (Tournai, Cartusia S. M. de Pratis, 1896), vol. 38, pág. 62; "Summa Fid. O r t h " , lib. 4, a. 162, Obras, Vol. 18, pág. 209. 44 Cf. De Guibert, " o b r a c i t a d a " , pág. 228. 45 Cf. Cayetano, " I n I Cor. 7, 2 8 " (Lion: J . y P. Prost, 1639; John Eck, "Homiliae super Evang. de Tempore" (1537) segundo domingo después de Epifanía., Hom. I; San Pedro Canisio, " M e d i t a t i o n e s " , F. Streicher, ed. (Munich: Oficina Salesiana, 1955), v o l . 2, pág. 385; Alfonso Salmerón, S. J . , "Commentarii ¡n Evangelicam H i s t o r i a m " , (Colonia: A. Hierat & J . Gymni, 1612), disp. 10 en I Tím.; " i b i d . " v o l . 6, tratado 6, pág. 33; Luis de Granada, " S e r m . I, 2.° Domin. post E p i p h . " , Ouvres, M. Beraille, trad. (París: L. Vives, 1868), Vol. 1 , pág- 425; Francisco Toledo, " C o m m . in Joan Evang." (Lyon: Officina Junctarum, 1589), pág. 129; San Francisco de Sales, " I n t r o duction á la Vie D é v o t e " , pág. 3, c. 38, Ouvres Completes (París: Albanel & Martin, 1839), v o l . 1 , pág. 644; Pío X I I , Alocución a las Maestras Carmelitas Descalzas, 2 3 / 9 / 5 1 , AAS 43 (1951), pág. 736.
45
MATRIMONIO Y PECADO
dos, ávidos de la oración mística, como lo estuvieron tantos en el Valle de Rhin en el siglo XIV, o en los claustros españoles en el siglo XVI. Cada una de estas sectas era un producto de los tiempos. Su teología era tan nueva y característica como la época en que apareció. Y, sin embargo, existe una doctrina común a todas ellas: el matrimonio es maldad. Esta no puede ser tan sólo una conclusión que sobreviene por seguir una serie de ideas en particular. Es la expresión de algo mucho más profundo: una sospecha temperamental vaga, obstinada, que adopta distintas formas en épocas y países diferentes, puesto que proviene de diversas teorías sobre Dios y el hombre que parecen confirmarla. Cualesquiera que sean sus orígenes, no son cristianos. El gnosticismo es más antiguo que la Iglesia 46 . Los maniqueos tuvieron su origen en Persia. Y, no obstante, esta intranquilidad acerca del hecho de ser varón y hembra, forma parte del clima en el cual ha vivido la Iglesia durante la mayor parte de su historia. Pablo siente la necesidad de precaver a Timoteo en contra de ella. Los Padres griegos y latinos deben tenerla presente cuando escriben sobre el matrimonio. El gran período siguiente de la teología, la Edad Media, responde con una nueva virulencia de esta manifestación perenne. Para comprender lo que han dicho los cristianos sobre el matrimonio debemos recordar esta influencia ineludible sobre todo cuanto ellos dijeron o hicieron.
ESPÍRITUS ENGAÑOSO5
dores, condenas formales no sólo de los obispos locales» sino, finalmente, de un concilio ecuménico. Siempre ha aparecido con el pretexto de la religiónEstos hombres, cualquiera que sea el nombre que adop' ten, son siempre unos cuantos selectos, más interesados que la mayoría en las cosas de Dios. Son siempre los "puros", que tienen el resto de la Iglesia en una desveh' taja táctica, al estar dedicados a defender lo que es cómodo. El cátaro siempre sonríe ante aquellos que asocian a Dios con el matrimonio. ¿Están tratando de hacer una virtud por necesidad? Patrocine o no Dios el matrimonio, ¿tendrían fuerza para vivir sin él? No obstante lo elevada y espiritual que pueda parecer esta actitud, no es verdaderamente religiosa. En efecto, el hombre que se doblega a ella e insiste en considerar el matrimonio como algo malvado se sitúa él mismo fuera de la Iglesia. Está rehusando ver la vida como Dios la ha revelado.
Su potencia puede juzgarse por las medidas que adoptaron los cristianos para contrarrestarla: advertencias en el Nuevo Testamento, denuncias de sus grandes predica46 Cf. Martin R. P. McGuire, "The History of the Church from Pentecost to 604-A Survey of Research", "Theological Studies", vol. 20, número 1 (marzo, 1959), pág. 91.
46
4?
2.
POR QUE ES BUENO EL MATRIMONIO
L considerarlo a la luz de la fe, la Iglesia se ha convencido de que el matrimonio es bueno. ¿Qué es lo que ha visto en el matrimonio que la ha convencido?
A
Entre los cristianos de habla siríaca de finales del siglo IV aparece una respuesta. Efrén el Diácono, como ya hemos observado, volvió toda la sabiduría y elocuencia que le hicieron Padre de la Iglesia en contra de los predicadores que sostenían que el matrimonio es pecado. Una y otra vez les recuerda que, puesto que ellos son productos de la relación sexual, cuando la condenan se están condenando a sí mismos *. Esta clase de argumento muestra un aspecto del matrimonio que le ha impresionado. La idea aparece aún con más claridad en uno de sus himnos: Puro a los ojos de Dios es el matrimonio. Ha sido plantado en el mundo como la vid de la cual cuelgan los hijos como la fruta 2 . 1
Cf. "Serm. 45 adv. Haer.", "Obras", vol. 2, pág. 540. "Hymnum II de Oleo et Oliva", núm. 8, "Hymni et Sermones", Thomas J. Lamy, ed. (Mechlin: H. Dessain, 1886), vol. 2, pág. 798. 2
4
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MATRIMONIO Y PECADO
¿Cómo consideraríamos al matrimonio? ¿Cómo consideraríamos al ser humano? Si éste tiene dignidad y valor, lo mismo ocurre con el matrimonio. Algunos años más tarde, los Padres griegos señalan el modo en que esto afectaría al hombre que es verdaderamente religioso. El matrimonio es bueno, pues trae al mundo a muchos que dan placer a Dios s. Y Ambrosio, cuya predicación durante estos años está haciendo que los ojos de los eruditos, papas y emperadores se vuelvan hacia Milán, indica en su tratamiento de los diferentes modos de vida: Alguien dirá: "Por lo tanto, ¿tú disuades a la gente del matrimonio? No; yo la persuado; y condeno a los que han convertido en práctica el disuadir a la gente del matrimonio... Pues el que habla mal de las relaciones maritales también habla mal de los hijos 4 . Este punto de vista es típico no sólo de Ambrosio, sino también de los obispos de Occidente alrededor del año 400. Si un cristiano contempla simplemente a un niño, comprenderá lo que tiene que pensar del matrimonio. Pues los hijos son "la recompensa del matrimonio" 5, y de entre ellos, los que más tarde se dedicarán exclusivamente a Dios son ejemplos incluso más claros de su valor. Fruto del árbol, grano de la espiga, virginidad del matrimonio 6. Esta actitud no varía. Durante los siglos siguientes un escritor tras otro llegan a la conclusión de que 3 Gregorio Naoianceno, "Orat. 37 in Mt. 1 9 " , núm. 9, PG 36, 294. Cf. Crisóstomo, " D e V i r g i n i t a t e " , c. 10, PG 48, 540. * "De V i r g l n i b u s " , lib. 1, c. 7, PL 16, 209. 5 Ambrosio, " E x p o s . Evang. sec. L u c " , lib. 2, 2, PL 15, 1553. 6 Jerónimo, " A d v . J o v . " , lib. 1, n.° 3, PL 23, 223. Cf. " D e Perpetua Virginitate B. M a r i a e " , PL 23, 213; " A d v . J o v . " , lib. 1 , número 12, PL 23, 237; Agustín, " R e t r a c t . " , lib. 2, c. 53, PL 32, 6 5 1 .
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El matrimonio es, por tanto, algo grande y que tiene que amarse, porque su fruto es tan precioso...; si un campo o una viña se consideran de gran valor a causa del grano o de las uvas que producen, ¿cuánto más no lo será el matrimonio que produce hombres? '. El matrimonio es bueno a causa de su producto. Pero los primeros escritores cristianos también hablan del mismo estado. Ireneo, el obispo de Lyon, que podrá vanagloriarse de que sus maestros habían conocido a los Apóstoles, escribe en su libro Contra las herejías: Saturnino y Marción, que fueron llamados los Castos, predicaron la abstinencia del matrimonio, fruntrando esa secular creación de Dios y censurando implícitamente al que hizo a los seres humanos varón y hembra para que pudieran reproducirse. Ellos introdujeron la abstinencia de aquello que describieron como "apetito animal", mostrándose desagradecidos al que hizo todas las cosas: Dios '. Clemente, residente en Alejandría en esta época, cuya escuela de teología incluirá como alumno nada menos que a Orígenes, reacciona ante la misma rebeldía con una observación similar: Si el matrimonio... es un pecado, no comprendo cómo una persona puede decir que conoce a Dios cuando afirma que la Ley de Dios es un pecado. Pues si "la ley es santa", el matrimonio es santo'. Durante el período de la "Pequeña Paz", entre el 260 y el 290, cuando los cristianos se encuentran relativa7 Dionisio el Cartujo, "Enarr. in Gen. 3 0 " , a 75, " W o r k s " , vol. 1, página 340. Cf. "De Laudabili Vita C o n j u g a t o r u m " , a. 2, " W o r k s " , vol. 38, pág. 60; Concilio de Braga I I , canon 1 1 , DB 241; Roberto Pulleyn, " S e n t . " , lib. 2, c. 27, PL 186, 754; Vincent Contenson, O. P., "Theologia Mentís et C o r d í s " , (Turín: J . J . Avondus, 1768), libro 1 1 , pars 4, disertación 4, c. 1 . ' "Contra Haereses". lib. 1, c. 28, PG 7, 690. » " S t r o m a t a " , lib. 3, c. 12, PG 8, 1186.
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mente libres de la persecución, San Metodio, obispo de Olimpo, en la costa meridional de la Turquía moderna, toma el Banquete, de Platón, como modelo y presenta sus puntos vista sobre el matrimonio y la virginidad en la forma de una discusión entre diez doncellas en el jardín de la Virtud. Aunque la primera participante en este famoso Banquete de las diez doncellas habla del matrimonio en términos tales que los editores posteriores se sentirán obligados a suavizar, no podemos dejarlo pasar sin prestarle atención: Incluso ahora Dios está creando al hombre cada día a través de esta clase de relación marital. ¿Cómo es posible que no se considere temerario despreciar el proceso de engendrar a los hijos cuando el Creador piensa que no es indigno en absoluto que sus manos inmaculadas tomen parte en él? 10 A los cristianos de habla siríaca del siguiente siglo, Efrén el Diácono les dirige una observación similar". Y la opinión común de las iglesias del Medio Oriente, a finales del siglo IV, aparece en la colección de usos que surge como las Constituciones apostólicas. Si cualquier obispo, sacerdote, diácono u otro miembro del clero se abstiene del matrimonio, de la carne como alimento y del vino, no por motivo de ascetismo, sino porque detesta estas cosas, olvidando que "todas las cosas fueron muy buenas", que Dios hizo a los seres humanos varón y hembra, y blasfemamente culpa a la creación, corregidle o deponedle y arrojadlo de la Iglesia. Lo mismo es de aplicación a un seglar 12 . En Occidente, en este tiempo, Ambrosio cita al Génesis como prueba de su argumentación de que el matrimonio
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es bueno porque viene de Dios " . San Cromacio, obispo de Aquilea, en la costa del Adriático, y uno de los teólogos más respetados en Italia durante estos años, señala la prohibición del divorcio por Cristo: Ordena que se conserve la casta unión matrimonial mediante una ley indisoluble, mostrando que fue El quien al principio promulgó la ley del matrimonio 14. Otro obispo, en lo que con el tiempo se considerará uno de los mejores comentarios latinos de este período sobre San Pablo, saca una notable conclusión del texto: "Acerca de la virginidad no tengo precepto del Señor" ,5 . Dice que el ningún car su
Estos obispos no están solos con sus opiniones " . La enseñanza ordinaria dada a los fieles en estos años aparece en la forma más antigua que se conoce del Misal Romano, el Leonino Sacramentarlo. El trabajo de un autor desconocido, alrededor del año 550, está basado en material de uno o dos siglos anteriores; y en el rito para velar a la desposada se contiene la siguiente oración: Te rogamos, Señor, que recibas el regalo que aquí se ofrece de acuerdo con la sagrada ley del matrimonio y que seas el director de esta obra de la que Tú eres el creador 1B . 3 4
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"Orat. 2 " , c. 2, PG 18, 50. "Serm. 45 adv. H a e r " , " O b r a s " , v o l . 2, pág. 540. V I I I , c. 5 1 , citado por De Quibert, "obra c i t a d a " , pág. 5.
que no ha recibido precepto del Señor poriniciador del matrimonio no podía imponer mandato en contra del matrimonio sin critiacto de hacia tanto tiempo " .
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" E p l s t . " 43, núm. 3, PL 16, 1124. "Tract. ¡n M a t t . " , opúsculo 10, PL 20, 351.
I Cor. 7, 25. Ambroslaster, " I n I Cor., 7, 2 5 " , PL 17, 233. Ct. Agustín, "De Bono V i d . " , c. 8, PL 40, 437. "Leonino Sacramentary", Muratori, vol. 1 , pág. 724.
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Los años de declive de la cultura romana estuvieron dominados por un hombre que en el año 570 fue prefecto de Roma, más tarde monje, siendo proclamado Papa en el 590. Su éxito, tanto en el cuidado político como espiritual de Roma, su labor en el esfuerzo misionero entre los bárbaros y el establecimiento de una iglesia en Inglaterra y, finalmente, su Moralia, que se convertiría en el texto básico de la teología moral para la Edad Media, le han valido el nombre de Gregorio el Grande. Por ello existe algo más que una importancia común en su explicación de la súplica del salmista: "Mirad, nací con culpa y mi madre me concibió en pecado" " . No es que los hombres sean concebidos en pecado porque es pecaminoso que las personas casadas tengan relaciones. La actividad casta no supone ninguna falta en el casado. Es Dios quien ideó el que existieran relaciones maritales cuando al principio creó al hombre y a la mujer 20 . Sentimientos como éstos continúan oyéndose intermitentemente durante la Edad Media 21 . Hatto de Vercelli escribe aproximadamente en el año 960: Debemos comprender que el matrimonio es limpio y santo. Se celebra por mandato de Dios y no supone nada bajo, nada deshonroso. Si las personas casadas admiten algo vergonzoso, deshonroso, indecente, la culpa no es del matrimonio, sino de los hombres 22 . En el siglo XII, a medida que la vida intelectual de Europa comienza a acelerarse, los teólogos de muchas de 19
" l n 7 Ps. P a e n i f , sal. 4, 7, PL 79, 586. " H o m . in E v a n g . " , lib. 2, 36, 5, PL 76, 1269. Cf. Haymo de Halberstadt, " H o m i l . de T e m p o r e " , 18, PL 118, 126, 127; Pascasio Radbert, " E x p o s . in M t . " , lib. 9, c. 19, PL 120, 647 y 648. 22 " E x p o s . ¡n Ep. P a u l i " , I Cor., PL 134, 350. 20
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las nuevas escuelas están de acuerdo en que el matrimonio procede de Dios 23 . Esto se señala constantemente durante esta época de los cataros 24 , y los eruditos del siglo siguiente encuentran que la razón y la fe convergen en la misma conclusión. Si la naturaleza corporal ha sido proyectada por un Dios que es bueno, es imposible afirmar que algo que se refiere a la conservación de la naturaleza corporal, hacia lo cual nos impulsa la naturaleza, es enteramente pecado 25. El matrimonio es algo bueno en sí mismo, formalmente bueno... porque ha sido instituido por Dios 26 . Los escritores de los dos siglos siguientes dan por cierta la relación con Dios, cuando sostienen que si el matrimonio fuera pecaminoso, Dios sería el perpetrador del pecado 27. La instrucción típica dada a los fieles inmediatamente después de aparecer el Protestantismo puede recogerse de dos libros, el primero de los cuales es el Resumen de la doctrina cristiana, de San Pedro Canisio. Este jesuíta 23 Cf. Werner, "Deflorationes Ss. Pp., lib. 2, Dom. 20, PL 157, 1195; Walter de Mortagne, "Summa Sent." tr. 7, c. 2, PL 176, 155. 24 Cf. Abelardo, " E x p o s . in Hex., 6a. die, PL 178, 764; Roberto Pulleyn, " S e n t . " , lib. 7, c. 28, PL 186, 945; Pedro Lombardo, " S e n t . " , lib. 4, d . 26; Pierre Le-Mangeur, "Hist. S c h o l a s t i c a " , lib. Gen., c. 9, PL 198, 1064; Bonacursus, " L i b . contra C a t h a r o s " , c. 5, PL 204, 780; Alano de Lila, "Summa de A . P . " , c. 45, PL 203, 193; "Contra H a e r . " , lib. 1, c. 65, PL 210, 368. 25 Aquino, " I n 4 S e n t . " , d . 26, q. I, a. 3. Cf. " i b i d . " , d . 30, q . 2, a. I, cuestión 3; d . 26, q . 2, a. 2, ad. 4; Guillermo de Auxerre, "Summa Áurea" (París: Philippe Pigouchet), lib. 4 de matrim., c. I; Alejandro de Hales, "Summa l i l i " , P. 3, tr. 4, sec. 2, q . I, tít. 7, c. 2, Quar. 2, 598; Alberto el Grande, " I n 4 S e n t . " , d . 26, a. 5; Buenaventura, Q.D. de Perf. Evangel., q . 3, a. I, Quar. 5, 168; " I n 4 S e n t . " , d. 28, dub. 3. 26 " R e p o r t . " , l i b . 4, d . 3 1 , q . I. 27 Tomás de Estrasburgo, " I n 4 S e n t . " , d . 26, q . I. a. 2 (Ginebra: Antonius Orerius, 1585); San Antonino, "Summa Sac. T h e o l . " (Venecia: Juntas, 1582), I I I , tít. I, c. núm. 1 ; Dionisio el Cartujo, "Summa Fid. O r t h . " , lib 4, a. 163, " O b r a s " , vol. 18. pág. 210.
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y su catecismo son dos de las principales razones por las que sobrevivió la Iglesia en Alemania. Sus puntos de vista sobre el matrimonio, aunque reforzados con las referencias a la escritura y a los Padres de la Iglesia, son breves y certeros: Si buscas al principal fundador de esta unión matrimonial, es Dios bueno y grande quien unió al primer matrimonio y a los padres de la raza humana en el mismo paraíso, convirtiendo su unión en algo honorable por medio de su bendición 28. El otro libro, La perfecta casada, causó tal impresión en España que todavía se elige como presente de boda. Su autor, fray Luis de León, que enseñó teología en la Universidad de Salamanca, fue respetado por su doctrina, así como por su estilo, aunque parece haber hecho su mejor obra cuando era prisionero de la Inquisición. En los párrafos iniciales de La perfecta casada observa lo elevado que una mujer debe estimar su matrimonio: Porque, a la verdad... fue siempre muy honrado y privilegiado por el Espíritu Santo en las letras sagradas; porque de ellas sabemos que este estado es el primero y más antiguo de todos los estados 29 . Durante los primeros años del siglo XVII, un capuchino italiano, Lorenzo de Brindisi, logró tal fama como predicador, diplomático, capellán del ejército y teólogo, que ha sido canonizado y nombrado Doctor de la Iglesia. Un pasaje de uno de sus sermones cuaresmales refleja la 25 "De Summa Doctrinae Christianae", (Colonia: Calenius, 1577), I I . , pág. I, c. 4, núm. 7, q. 129. Cf. " V i t a Sancti I d d a e " , Epist. et Actus, Otto Braunsberger, e d . (Friburgo: Herder, 1905), Vol. 8, pág. 808. 39 " L a Perfecta C a s a d a " , Ed. E. Wallace (Chicago: U. de Chicago Press, 1903), pág. 12.
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opinión generalizada de los católicos desde sus días hasta el presente. Si una estatuta o una pintura merece estimación por el nombre del artista, por la edad que tiene, por el lugar en que fue realizada y exhibida, por su tema, por su belleza, entonces es evidente que, por todas estas razones, este sacramento es verdaderamente noble... Por ello Dios deseó honrar a este sacramento por todos los patriarcas que estuvieron casados: Noé, Abraham, Isaac, Jacob; por todos los reyes, profetas, incluso altos sacerdotes de la Antigua Ley; y, finalmente, por la Encarnación de su Hijo, deseando que fuera concebido por una virgen que estaba desposada 30 . La última observación trata ligeramente de una característica especial de la relación con Dios, que consta en ios primeros documentos cristianos. Tres días después se celebraba una boda en Cana de Galilea y estaba allí la madre de Jesús. Fue invitado también a la boda Jesús con sus discípulos 31 . El Evangelio finaliza este documento del milagro realizado en Cana con la observación: Así, en Cana de Galilea, dio Jesús comienzo a sus señales. Y manifestó su gloria y creyeron en El sus discípulos 32. Como primera señal, este acto de Cristo tiene un significado especial, que pronto lo vieron aparecer los cristianos s ° II Cuadrages., Dies S. Josephi, Hom. 3, "Opera Omnia" (Padua: Oficina Tipográfica del Seminario, 1928), v o l . 5, pág. 466. Cf. San Francisco de Sales, Carta, 1738, " O b r a s " , v o l . 3, pág. 614; De Lugo, "Tract de 7 Sac." (Venecia: Baba, 1652), Teorema 9, núm. 37; Contenson, " o b r a c i t a d a " , lit. 1 1 , pág. 4, disc. I , c. I, IV, 418; León X I I I , " A r c a n u m " , ASS 12 (1879 y 1880), pág. 392; Pío X I , "Casti C o n n u b i " , AAS 22 (1930), pág. 541. 31 J n . 2, 1 y 2. 33 Jn. 2, 1 1 .
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LA TEOLOGÍA DEL MATRIMONIO
en la protesta de Efrén el Diácono contra los herejes de su tiempo. Han ridiculizado la boda de Cana, aunque el Señor la juzgó digna de su presencia 33. La presencia de Cristo en la boda celebrada en este pueblo despejaría cualquier duda en cuanto a lo que Dios piensa del matrimonio. Cerca del año 400, tanto la iglesia de habla griega como la de habla latina, lo dan por cierto. Pablo promulga leyes sobre el matrimonio y no se avergüenza. No se sonroja, y por una buena razón. Pues si su Señor honró al matrimonio y no se avergonzó del mismo, sino que lo resalzó con su presencia y con su regalo (en verdad que El hizo el mayor de los presentes cuando convirtió la naturaleza del agua en vino), ¿de qué podría avergonzarse el siervo al proclamar leyes sobre el matrimonio? " El que el Señor, cuando fue invitado, acudiera a una boda, tenía por objeto, incluso aparte de su significado místico, confirmar el hecho de que es El quien proyectó el matrimonio. Pues existirían hombres, de los que hablarían los Apóstoles, que prohibirían a las gentes el matrimonio y dirían que era pecado y había sido ideado por el demonio 35.
POR QUE ES BUENO EL MATRIMONIO
siglo XIII los teólogos insisten, no sólo en sus disputas con los cataros, sino cuando explican por qué no se casan los sacerdotes del rito romano, en que Cristo tuvo todo esto en cuenta cuando fue a Cana. Si hubiera existido algo pecaminoso en el matrimonio, difícilmente habría provocado tal señal de El, que vino para ser el Salvador 37. Este concepto ha llegado hasta los días presentes "\ El episodio de Cana es simbólico. Como el Padre en el Antiguo Testamento, así se presenta Cristo en el Nuevo como fundador del matrimonio. No puede ser opuesto a la religión. Dios es el responsable del mismo. Y está contenido en un designio terrible mediante el cual tiene que conseguirse su deseo para la raza humana. ¿Pero de qué modo? ¿Como algo que El favorece positivamente o como una concesión que hace a la debilidad humana? No pasó mucho tiempo sin que la Iglesia se viera forzada a reconocer que esto no era una cuestión académica.
Estos puntos de vista los comparten los escritores de los años inciertos previos a la Edad Media 3 \ Y durante el 33
" S e r m . 47 adv. H a e r . " , " O b r a s " , v o l . 2, pág. 542. Crisóstomo, " I n l l l u d , Propter F o r n . " , I, PG 5 1 , 210. Cf. Gregorio Nacianceno, "Orat. 40 ¡n B a p t . " , c. 18, PG 36, 382; Epifanio, " A d v . H a e r " , Mb. 2, tomo 2, haeres., 47, PG 42, 179. 35 Agustín, " I n J o a n n . " , op. 9, c. 2, PL 35, 1458. Cf. Gaudencio de Brescia, "Sermo 8 " , PL 20, 388; Teodoreto, "De Incarnatlone Salvatoris", c. 25, PG 75, 1463. 38 Cf. Beda, " H o m . I " , 14, PL 94, 68 (CC 122, 9 5 ) ; Smaragdus, " C o l l e c t i o n e s " , Dom. 2a post Theophaniam, PL 102, 85; Haymo de Halberstadt, " H o m . de T e m p o r e " , 18, PL 118, 126 y 127; Bruno de Asti, " C o m m . in J o a n n . " pars. I, c. 2, PL 165, 461. 34
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37 Felipe de Harveng, " D e Continentia C l e r l c o r u m " , c. 6 1 , PL 203, 745; Ermengaudus, "Contra Waldenses, c. 5, PL 204, 1339 a 1342; Walter de Mortagne, "Summa Sent., opuse. 7, c. 2, PL 176, 155. 38 Cf. Alano de Lila, "Summa de A . P . " , c. 45, PL 210, 193; Buenaventura, " D e Perf. E v a n g . " , q . 3, a. I, Quar. 5, 168; Aquino, " I n J o a n n . " , c. 2, conf. 1 ; Ludolfo de Sajorna, "Vita Christl D o m i n i " (Venecla: V. Bonnello, 1587), pars. I, c. 25, pág. 189; San Antonino, "Summa Sac. T h e o l . " , I I I , tít. 1 , c. 1 , núm. 1 ; Dionisio el Cartujo, "Enarr. in J o a n . " , 2, a. 7; Obras, v o l . 12, pág. 313; Cayetano, " I n J o a n n . " 2, 2; Salmerón, " o b r a c i t a d a " , 5, opuse. 9, 49 y 50.
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Sección II: El matrimonio y el pecado original 3.
SI ADÁN NO HUBIESE CAÍDO
RÍGENES, cuya escuela en Alejandría y más tarde en Palestina convirtió el principio del siglo III en una nueva era de la teología, corrió los peligros usuales de una mente que no tiene igual en su propio tiempo ni un modelo del pasado. Aunque Insisten que no es pecado, sus impresiones sobre el matrimonio pueden recogerse del modo en que aparecen en su teoría general sobre la materia y el espíritu. Cada hijo, le parece a él, encontrará que la vida es una lucha entre los anhelos del alma y las exigencias del cuerpo. De este modo, el matrimonio no hace más que proporcionar los cuerpos en que aprisionar las almas.
O
De esta conclusión, él y sus seguidores continuaron construyendo una teología del matrimonio que impresionó a otros pensadores, porque era más expresiva de la personalidad de Orígenes que de la revelación cristiana. ¿Cómo puede escribir el Apóstol Pablo: "Deseo que las viudas jóvenes se casen y engendren hijos"? ¿Está imponiendo el matrimonio para que los cuerpos nacidos de las mujeres proporcionen prisiones para los ángeles que han caído del cielo y se convierten, según tú, en almas? ¿O es más bien para 61
EL MATRIMONIO Y EL PECADO ORIGINAL
obedecer el mandato de Dios sobre la unión matrimonial y preservar la raza humana? \ Pero algo más de un siglo después de la muerte de Orígenes, el matrimonio se asocia nuevamente con el pecado, y esta vez por un teólogo, a quien los obispos, en el Concilio Ecuménico de Constantinopla del año 381, proclamarán "pilar de la ortodoxia". San Gregorio de Nisa, que estuvo a punto de tomar esposa antes de convertirse en ermitaño y, finalmente, en obispo de esa ciudad, se dedica a estudiar el matrimonio a la luz de la total revelación cristiana. Entonces, si la vida de aquellos que van a ser restaurados será igual que la que disfrutan los ángeles, evidentemente la vida del hombre antes de la Caída era análoga a la vida de los ángeles... Pues aunque no existe propagación entre ellos, como hemos señalado, su multitud es todavía, en cierto sentido, infinita en número... Por lo tanto, si no hubiésemos descendido a causa del pecado de la condición y rango en los cuales éramos iguales a los ángeles, incluso para nosotros no habría existido ninguna necesidad del matrimonio para aumentar nuestra especie 2 . El matrimonio, aunque no es pecaminoso en sí, está complicado en la rebelión contra Dios. Nunca habría existido tal cosa en la vida humana a no ser por el pecado original. Esto no puede descartarse, al igual que la opinión de Orígenes, como el pensamiento casual de un teólogo privado. Los "Padres de la Iglesia" son los testigos reconocidos de lo que enseñaba y creía la Iglesia primitiva; y Gregorio de Nisa se cuenta entre ellos. Y lo que es más, 1 Jerónimo, "Eplst.", 100, núm. 12, PL 22, 823. - "De Opif. Hom., c. 17, PG 44, 187, 190.
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SI ADÁN NO HUBIERA CAÍDO
su opinión la comparte otro de los Padres: San Juan Crisóstomo. Obispo en el 381 de la capital del imperio, Constantinopla, Juan de la Lengua de Oro fue uno de los más grandes predicadores de la Iglesia. Como una autoridad en los asuntos de la vida cristiana práctica, hay pocos que le igualen. Y afirma, incluso con mayor convicción que Gregorio, que el matrimonio se debe al pecado original. La época lo exigía, con la naturaleza humana bamboleándose y sin mantenerse firme contra el ataque de la sensualidad y sin tener ningún puerto de refugio en el que permanecer a salvo de la tormenta. ¿Qué es lo que se ordenó? ¿Que vivieran en continencia y virginidad? Porque eso habría ocasionado una caída mayor y una llama más vehemente... Eso es por lo que la virginidad no se dio en el principio; o más bien, por eso es por lo que aunque la virginidad existió en el principio —incluso antes del matrimonio— el matrimonio irrumpió en la escena y se consideró necesario; en tanto que si Adán hubiera permanecido obediente, no habría existido necesidad del mismo. "¿Pero quién —dice— habría engendrado a tantos millares de hombres?" Ya que este ansioso temor te cautiva, pregunto a mi vez: ¿De dónde vino Adán y de dónde vino Eva cuando no existía el matrimonio? ¿Qué ocurre entonces? ¿Es ese el modo en que iban a nacer todos los hombres? Yo no digo que sea de este o de cualquier otro modo. La realidad es que Dios no precisaba del matrimonio para llenar la tierra de hombres 3 . La escuela de eruditos de la Escritura en la Antioquía nativa de Crisóstomo, entonces capital de Siria, tuvo su último gran momento unos cincuenta años después de su muerte en la obra de Teodoreto. Amigo personal de ' "De Virglnltate", c. 17, PG 48, 546; Cf. "Hom. ¡n Gen.", número 18, PG 53, 153.
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SI ADÁN NO HUBIERA CAÍDO
Nestorio, con quien había asistido a la escuela, este Obispo de Ciro, no lejos del Eufrates, tenía problemas tanto personales como intelectuales con la herejía nestoriana, pero habló en contra de ella y murió en comunión con Roma. En un famoso comentario sobre el libro del Génesis, observa que Dios no se sintió inclinado a castigar a Adán y Eva porque lamentara haberlos creado. Conociendo por anticipado que Adán se expondría a la muerte a causa de la violación del mandato, El modeló ya una naturaleza de esta clase y la formó en un cuerpo de varón y de hembra. La razón fue, evidentemente, que este es el proyecto de los cuerpos que son mortales y necesitan procrear hijos para conservar la raza. Una naturaleza inmortal no precisa del sexo femenino. Por esto es por lo que el Creador produjo al mismo tiempo un número completo de criaturas incorpóreas, pero cuando llegó a las criaturas que tenían cuerpo y podían morir, creó dos de cada especie, macho y hembra, y después les dio la bendición del acrecentamiento: "Sed fecundos y multiplicaos". De este modo diseñó El la naturaleza humana como varón y hembra, y les dio la misma bendición 4 . Este punto de vista acerca del origen del matrimonio no aparece en Occidente hasta principios del siglo VI. El monje de Roma que le dio expresión no carece de importancia, aunque no es un Padre de la Iglesia. Fue Dionisio Exiguo, Dionisio el Insignificante, como se llamaba a sí mismo, cuyo intento por calcular el año del nacimiento de Cristo nos dio el actual sistema de fechas. Su compilación de leyes de las diferentes iglesias es la obra canónica más importante de su tiempo; y se dedicó a traducir el pensamiento de la Iglesia de habla griega al latín. 4 "Quaest. in G e n e s i m " , c. 3, q. 37, PG 80, 135. Cf. "Graec. Aff. C u r . " , lib. 3, PG 83, 8 9 1 .
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Con el ánimo de Crisóstomo o Teodoreto razona que, puesto que no existirá matrimonio en el cielo, no hubo ninguno anies de la calda. La gracia de la resurrección nos promete nada más que eso, que cambiaremos de nuestra caída al antiguo estado... Si, por consiguiente, los hombres restaurados serán como los ángeles, en cuanto se refiere al número y a las relaciones de los unos con los otros, es evidente que el hombre, antes de la caída, fue considerado como una especie de ángel... Por ello es lógico que si ningún exceso pecaminoso nos hubiera privado de nuestra dignidad angélica, no se habría precisado que el medio para multiplicar nuestra raza fuera el matrimonio, sino cualquiera que sea el proceso natural por el cual se multiplican los ángeles; realmente perfecto, aunque no pueda ser imaginado por cualquier conjetura de hombre. Entonces, ¿por qué creó Dios los dos seres? Dionisio contesta: En su todopoderosa providencia supo que la elección del ser humano no se inclinaría hacia las cosas rectas, y que, en consecuencia, el hombre se retiraría de aquellos lazos familiares con los ángeles. Para que no disminuyera el número de almas humanas, puesto que el proceso por el que se multiplicaban era el mismo que el de los ángeles... en el proyecto de los seres humanos, en lugar del poder sublime de aquéllos, El incluyó el proceso por el cual las bestias y las cosas irracionales reciben vida la una de la otra 5 . Aunque Dionisio parece tener pocos discípulos en Europa Occidental, la idea se extiende y aparece en Oriente". s " I n t e r p . de Lib. Creat. H o m . " , c. 18, PL 67, 376 y 377. « Cf. Procopio de Gaza, " C o m m . in G e n . " , o. 4, v. 1, PG 87, 234; Anónimo, "Consultationes Zacchaei Christiani, lib. 3, o. 5, PL 20, 1156; Isidoro de Sevilla, " D e Eccle. O f f . " , lib. 2, o. 20, PL 83, 809.
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EL MATRIMONIO Y EL PECADO ORIGINAL
A principios del siglo VIII, cuando el Islam invadía una provincia tras otra, San Juan de Damasco, el último de los Padres griegos y aquel cuyo especial interés consiste en resumir las enseñanzas de todos ellos para sus compañeros cristianos sitiados, se hace eco de Crisóstomo y de Gregorio de Nisa. Los seres humanos iban a producirse por algún otro medio diferente a la unión sexual. Por esto es por lo que en el Génesis se forma a la mujer después que al hombre'. El matrimonio se debe al pecado original. Puesto que Dios en su previsión sabía que él violaría la ley que le fue impuesta y caería en la corrupción, formó una mujer del hombre. Ella era semejante a él y se convirtió en su ayuda; una ayuda, digo, para preservar la raza humana, engendrando una generación que tomara el lugar de otra 8.
una concubina en Cartago, pero que en el año de la ordenación de Ambrosio, quedó tan afectado por su predicación que, finalmente, entró en la Iglesia. Una vez que regresó al Norte de África, a la edad de treinta y cuatro años, Agustín fue sacerdote en Hipona y después, en el año 396, obispo de esa ciudad. Durante los treinta y cuatro años siguientes, produjo sermones, cartas, comentarios sobre la Escritura, tratados sobre temas teológicos, clásicos como las Confesiones. El más famoso de los Padres latinos, rivaliza con Orígenes y Aquino como la mente más grande de la Iglesia. Su opinión acerca del modo en que comenzó el matrimonio se manifiesta en más de un pasaje de sus escritos. Estáis totalmente equivocados cuando pensáis que el matrimonio fue instituido para que el paso de la muerte se compensara con la sucesión de aquellos que iban a nacer. El matrimonio fue instituido para que la castidad de las mujeres hiciera que los hijos conocieran a sus padres y los padres conocieran a sus hijos. En verdad que era posible que los hombres nacieran de la promiscuidad y de las relaciones sexuales al azar con cualquier mujer que fuere, pero no podría haber existido un lazo de parentesco entre padres e hijos 10. Leemos que ya habían sido expulsados del paraíso cuando tuvieron relaciones y concibieron hijos. Todavía no comprendo qué es lo que podía impedirles que tuvieran un matrimonio honorable y un lecho matrimonial inmaculado incluso en el paraíso. Cuando ellos vivían fiel y rectamente, sirviéndole a El con obediencia y santidad, Dios podría haber dispuesto que, sin ningún inquieto ardor de deseo sensual, sin las penas y los dolores del parto, nacieran los hijos de su simiente. No sería la idea el que los hijos tomaran el lugar
Pero a través de todos los siglos en que se expresaron estas opiniones por tales nombres eminentes de la Iglesia existió una corriente contraria de opinión más antigua y que se encuentra también en Oriente. Una generación antes de Gregorio de Nisa, Efrén el Diácono da por cierto que el matrimonio no es el resultado del pecado original. En un comentario sobre el Génesis, observa que Eva ... no habría abundado en una familia tan numerosa como tiene desde que llegó a su ser porque, por otra parte, no habría engendrado a alguien que pudiera morir". Este es el sentimiento que prevalece en Occidente, debido principalmente a un norteafricano que en el año de la muerte de Efrén el Diácono no era católico y tenía " D e Fide O r t h . " , lib. 4, c. 24, PG 94, 1208. " D e Fide O r t h . " , lib. 2, c. 30, PG 94, 975. " I n G e n . " , " O b r a s " , v o l . 1, pág. 36.
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10
" O p . Imperf. Contra J u l . " , lib. 6, c. 30, PL 45, 1582.
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SI ADÁN NO HUBIERA CAÍDO EL MATRIMONIO Y EL PECADO ORIGINAL
de los padres cuando éstos hubieran muerto. Los padres permanecerían en algún estado corporal y extraerían la fuerza del cuerpo del árbol de la vida que había sido plantado allí. Los hijos también serían llevados al mismo estado, hasta que se completara un número determinado previamente.
Agustín da por cierto que este es el punto de vista cristiano. Ha oído la afirmación de que el matrimonio es un resultado del pecado original, pero ignorando que Crisóstomo y Gregorio de Nisa están entre los que la han hecho, observa: Aquellos que mantienen esta opinión, piensan tal vez que toda relación sexual es pecado. Pero difícil es para los hombres, cuando evitan los vicios del modo equivocado, no encontrarse voluntariamente con sus contrarios... Mientras los hombres no saben qué es lo que condena la ley de Dios en los adulterios y fornicaciones, detestan la relación sexual en el matrimonio, aunque sea por razón de tener hijos " .
Entonces, en el caso de que todos vivieran con justicia y obediencia vendría la etapa final. Sin ninguna muerte, los cuerpos animales se transformarían en otra especie, supuesto que se sometieran a todos los deseos, incluso los menores, del espíritu que los había gobernado, y vivieran tan sólo a causa del espíritu que da la vida, sin nutrición de alimento corporal; y sería llamada espiritual... Entonces, ¿por qué no tuvieron relaciones hasta que hubieron abandonado el paraíso? Podemos contestar inmediatamente. Porque aquel pecado tuvo lugar poco después de que fuera creada la mujer, antes de que hubieran tenido relaciones... También se puede argumentar que Dios todavía no les había ordenado que tuvieran relaciones. ¿Pues por qué no esperaron ellos su autorización para esto cuando no existía ninguna concupiscencia como el estímulo de la carne desobediente que los estuvieran aguijoneando? Dios no les había dado este mandato porque estaba disponiendo todas las cosas según su providencia, y por esto El sabía por anticipado, más allá de cualquier duda, que ellos caerían y que la raza humana sería ya mortal cuando se propagara " . Por esto, cuando el Señor dijo refiriéndose a la resurrección: "Ni se casan ni toman esposas, porque no mueren", su intención no fue mostrar que el matrimonio fue instituido porque los hombres eran mortales, sino más bien que, con el número de santos completo, no existía ninguna necesidad de que naciera nadie, porque en esa tierra nadie tenía que morir 12 . 11 13
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"De Gen. ad Lit.", lib. 9 capítulos 3 a 5, PL 34, 394 y 395. "Op. Imperf. Contra Jul.", "loe. clt.".
Está convencido, por lo tanto, que el matrimonio no es simplemente un medio para preservar una raza de criaturas que deben morir. Hubo un cierto bien que Dios contempló en el hecho de que todos los hombres, mortales o inmortales, descendieran de una pareja original. Incluso aunque nunca hubiera existido el pecado original, habría existido el matrimonio. Aunque alrededor del año 500 Dionisio Exiguo seguirá el punto de vista Oriental, es Agustín el que con su teología, en este aspecto como en tantos otros, atrae a la Iglesia de Occidente. La enseñanza dada a los fieles aparece en la liturgia que se desarrolla gradualmente en torno a la velación de la desposada. La bendición nupcial en el misal conocido por el Sacramentarlo Gregoriano, es un ejemplo del rito romano alrededor del año 600. ¡Oh Dios! por quien la mujer se une al varón, y esta sociedad, la primera que fue instituida, de tal modo fue bendecida por ti que sólo ella, ni en pena del pecado original ni por castigo del diluvio, jamás ls
"De Gen. ad Llt.", lib. 9, c. 8, PL 34, 398.
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perdió tu bendición: mira bondadoso a esta tu sierva... 1 1 . Los teólogos de la Edad Media, cuya intención es sencillamente repetir lo que ha sido enseñado por los Padres, comparten la opinión de Agustín sobre el matrimonio 15, introduciendo algunas veces sutilezas propias. El que Eva haya sido formada de una costilla de Adán es un detalle que pretende enseñarnos que el mundo tiene que poblarse mediante su u n i ó n " . El matrimonio iba a ser parte de su vida en el Edén, para que los nuevos seres pudieran reemplazar a los ángeles caídos " . El renacimiento de la ciencia después del año 1000 no produce ningún cambio en este punto de vista 18 . En el año 1150, los cuatro libros de Oraciones de Pedro Lombardo demuestran ser una síntesis tan agradable de la revelación cristiana, que los cursos de teología son poco más que comentarios sobre los mismos. Y el segundo libro repite a San Agustín. El matrimonio habría existido aun cuando el hombre jamás hubiera pecado 19. Roberto de Melun, un inglés cuya escuela de teología contaría entre sus alumnos a Tomás Becket, afirma que realmente Adán y Eva habrían pecado al abstenerse de la relación sexual 20 . Durante los primeros años del siglo XIII, cuando uno 14
"Gregorian Sacramentary", Muratori, v o l . 2, pág. 885. 15 Cf. Beda, " H e x a m . " , lib. 1 , PL 9 1 , 49; Rábano Mauro, " C o m m . ¡n G e n . " , lib. 1 , c. 14, PL 107, 482. 16 Angelomus Luxoviensis, " C o m m . in G e n . " , I, 27, PL 115, 123; Remigio de Auxerre, " C o m m . in G e n . " , 2, 18, PL 131, 62. 17 Angelomus Luxoviensis, "lugar c i t a d o " . 18 Bruno de Asti, "Expos. in G e n . " , 2, PL 164, 165; Otto de Lucoa, "Summa S e n t . " , c. 26, PL 171, 1122; Hugo de San Víctor, "De S a c " , lib. 2, pág. 1 1 , c. 2, PL 176, 481. " " S e n t . " , lib. 2, d . 20. 20 " S e n t . " , citado por Claudio Schall, O.F.M., " L a doctrine des fins du mariage dans la théologie scholastique" (París; Ediciones franciscanas, 1948), pág. 82.
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de los profesores de teología de París dice a sus alumnos que el matrimonio es una consecuencia del pecado original, el Papa Inocencio III encuentra que la idea "no es tan herética como insana" 21. Los escritos populares y los tratados teológicos reflejan la convicción común de que habría existido la relación sexual, prescindiendo del pecado original, para que los hombres pudieran engendrar el número predestinado de santos 22 . En efecto, para facilitar el matrimonio entre los descendientes de Adán, tendría que haber existido un número igual de hombres y mujeres 23. Uno de los principales portavoces de la época que sigue a los Escolásticos es Tomás de Estrasburgo, que enseñó en París antes de ser elegido Prior General de los Eremitas de San Agustín. En sus escritos se combinan las perspectivas generales de Agustín con las mejores ideas de los escolásticos. Para él es inconcebible que la razón por la cual existen tantos seres humanos hoy día en el mundo sea el pecado original. La capacidad para generar descendencia es un signo de la perfección de un ser; y el hombre, con seguridad, no es menos perfecto que los animales 24. No sólo durante los años inmediatamente siguientes a la aparición del protestantismo 2S, sino cuando las energías de la contrarreforma, alcanzan su punto culminante a principios del siglo XVII, los escritores católicos son más categóricos que nunca. Un portavoz representativo de la época es Lorenzo de Brindisi, el capuchino italiano cuyos 21 Cf. Domingo Soto, " I n 4 S e n t . " , d . 26, q . 1 , a. 3 (Doual: P. Borromaus, 1613). 22 Cf. Raimundo Lulio, " B l a n q u e r n a " , Trad. E. Alllson Peers (Londres; Jarrolds, 1925), pág. 517; Alejandro de Hales, " S u m m a " , Cuest. 3, opuse. 2, q . 3, tit. 3, a. 1 , Quar. 2, 364; Alberto el Grande, " I n 4 S e n t . " , d . 26, a. 6. 23 " S . T . I " , q. 99, a. 2 ad 3. 24 " I n 2 S e n t . " , d . 20, q. I, a. I. 25 Cf. Domingo Soto, " I n 4 S e n t . " , d . 26, q. I, a. 3,
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sermones y escritos, como ya hemos indicado, ganaron para él el título de Doctor de la Iglesia. Si el hombre no hubiera pecado, la naturaleza humana podría haber sido permanente en esa pareja en que por vez primera fue incorporada. Puesto que Dios los hizo eternos para que, mortales por naturaleza puede que todavía no hubieran muerto, la facultad de reproducirse no fue necesaria para preservar la especie. Y, sin embargo, todavía no habían engendrado hijos para gloria de Dios, para comunicar esa naturaleza a los muchos a quien Dios había seleccionado para gracia y gloria 26 . En este tiempo han desaparecido de la discusión teorías como la de Crisóstomo de un tipo angélico de aumento de la raza humana. Hacia finales del siglo XIX, una encíclica del Papa León XIII da expresión oficial a la convicción común de que, en el designio de Dios, hubieran pecado o no los dos primeros seres humanos, todos los demás iban a descender de ellos. Recordamos lo que todos saben y no duda nadie: que después... que Dios hubo formado al hombre... deseó darle una ayuda..., y al hacerlo así, nuestro Dios, siempre previsor, deseó que este modelo de todos los matrimonios fuera el origen natural de todos los hombres". Así, a pesar del recelo con el cual algunos cristianos eminentes han considerado al matrimonio, no es ni un pecado ni el resultado del pecado. Aunque el primer hombre y la primera mujer hubiesen vivido una vida ideal, una característica de esa vida habría sido el matrimonio. Pero los mismos cristianos que vieron esto desde el principio tenían sus propios recelos. En los primeros días de la Iglesia no encontramos el matrimonio, sino el instinto sexual derivado del pecado original. 36 27
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" E x p l a n , ¡n G e n . " i, 28, " O b r a s " , vol. 3, pág. 2 0 1 . "Arcanum Divinae S a p i e n t i a e " , AAS 12, pág. 386.
4.
"LIBIDO"
USTINO el Mártir nació en una ciudad que los colonos paganos acababan de construir en Palestina, en las cercanías del pozo en que Cristo se había detenido unos setenta años antes para hablar con la mujer samaritana. Después de estudiar filosofía, y no encontrándola satisfactoria, Justino se convirtió al cristianismo. Observando que sus compañeros creyentes podían discutir asuntos de religión con los paganos educados, abrió una escuela de filosofía e incluso dirigió dos defensas de la cristiandad al emperador Antonino Pío.
J
Con el tiempo, sus críticas de los vicios paganos le llevaron al martirio. Una de ellas es digna de atención. Contrastando las prácticas sexuales paganas con las de los cristianos, explica: O nos casamos con un solo pensamiento, tener hijos, o si evitamos el matrimonio nos conservamos castos en todo momento \ Los cristianos se "casan con un sólo pensamiento". La relación sexual, incluso en el matrimonio, parece como algo pernicioso, a menos que el motivo sean los hijos. 1
"Apolog."
I, núm. 20, PG 6, 374.
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"LIBIDO" EL MATRIMONIO Y EL PECADO ORIGINAL
Una generación después aparece de este modo en los escritos de Atanágoras, otro "Apologista" de la cristiandad y realmente uno de los más grandes 2 . Y a principios del siglo III, Clemente, Obispo de Alejandría y director de su famosa escuela de teología, escribe: ... el hombre que haya tomado una esposa para tener hijos también debe practicar la castidad, incluso sin buscar placer de su propia esposa, a la que debe amar, pero con un deseo honorable y moderado, no teniendo más que una intención: los hijos 3 . ¿Qué ocurre con las relaciones sexuales que parecen exigir esta evitación? Una contestación la sugiere el más relevante discípulo de Clemente, Orígenes, quien previene a las personas casadas en contra de las relaciones una vez haya concebido la esposa 4 . Esta advertencia y otras similares que se expresan hasta el siglo XV, parecen impulsadas por un interés hacia el hijo. Pues entonces se concibe progenie monstruosa, lisiada, ciega o de cualquier otro modo defectuosa, como dice Jerónimo 5. El hombre cuya autoridad se cita aquí nació en lo que ahora es la parte más septentrional de Italia. Eremita, en el desierto sirio, cuando Ambrosio llegó a ser obispo de Milán, sacerdote en Antioquía ocho años antes de la ordenación de Crisóstomo, conocido de Gregorio de Nisa, secretario del Papa Dámaso, de nuevo ermitaño en Belén, donde en el año 390 comenzó una traducción
al latín de la Biblia, cuya adopción por Occidente para la lectura privada y para la misma liturgia la convertiría en la versión común o la Vulgata, Jerónimo era un hombre al que se debía escuchar. Pero él parece interesado en algo más que el bienestar del hijo. Las mismas actividades del matrimonio, si no son modestas y tienen lugar, por decirlo así, bajo la mirada de Dios, para que la única intención sean los hijos, son concupiscencia y lujuria 6 . En otro lugar la llama profanación del templo de Dios', e incluso estos términos violentos no son tan importantes como el pasaje de su traducción del Libro de Tobías. Cuando el joven Tobías tiene miedo de casarse con Sara, porque sus siete maridos anteriores han muerto en sus noches de boda, el ángel le dice: Escúchame y te mostraré quiénes son aquellos sobre los que puede prevalecer el demonio. Son aquellos que abrazan el matrimonio de tal modo que excluyen a Dios de sí y de su mente y se entregan a su pasión, como el caballo y el mulo, que carecen de entendimiento: sobre éstos tiene potestad el demonio. Cuando tú la tomes por mujer y entres en el aposento, no te acerques a ella en tres días, y ocúpate tan sólo en hacer oración con ella... Y pasada la tercera noche recibirás a la doncella en el temor del Señor, guiado más por el deseo de tener hijos que de la pasión... *. Si esta es la palabra inspirada de Dios, no se puede pasar a la ligera. ¿Pero es la palabra de Dios?
2
"Legatio Pro C h r i s t i a n i s " , PG 6, 966. " S t r o m a t a " , llb. 3, c. 7, PG 8, 1162. " H o m . 5 in G e n . " , PG 12, 192. 5 Dionisio el Cartujo, " S e r m . 3 in Dom. 3 post N a t . " , Obras, v o l . 29, pág. 192. Cf. "De Laúd. Vita C o n j . " , a. 5, " O b r a s " , vol. 38, pág. 63. Ambrosio, "Expos. in L u c " , lib. 1 , núm. 44, PL 15, 1631 y 1632. 3
4
" C o m m . ¡n Ep. ad G a l . " , lib. 3, c. 5, 2 1 , PL 26, 443. "Adv. J o v . " , lib. 1, núm. 32, PL 26, 443. Tob. 6, 16 a 22 (Vulgata).
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El mismo Jerónimo dice que no lo cree así. Enterado de que los judíos no incluían el Libro de Tobías en su compilación oficial del Antiguo Testamento, les dijo a los obispos Cromacio y Heliodoro, quienes le habían instado a que lo tradujera: "He satisfecho vuestros deseos, mas no mi propio gusto. Lo he hecho lo mejor que he podido" 9. La última observación se refiere a un hecho que también es importante. El texto en el que había trabajado estaba en arameo. Desconfiando de sus conocimientos de este idioma, había hecho que un judío lo tradujera en voz alta al hebreo, lo cual él volvió a refundir al latín dictándoselo a un escriba. Así y todo, con tan complicado procedimiento, acabó el libro en un día. El texto que resultó de este tratamiento de un libro que no parecía merecer mayores cuidados, a menudo se ve tan intensamente influenciado por los sentimientos personales de Jerónimo, que no puede considerarse una versión fidedigna del original. El consejo citado anteriormente no se encuentra en ninguna otra versión de las palabras del ángel a Tobías. Pero esto ocurre en la única versión que la mayoría de los cristianos de Europa Occidental usarán durante mil años. Puesto que, al contrario que Jerónimo, ellos incluirán a Tobías entre los libros inspirados del Antiguo Testamento, su versión de las palabras del ángel influirán en las actitudes de ellos hacia las relaciones sexuales. Y no deja dudas de la convicción de Jerónimo, convencimiento que le une no sólo con los primeros escritores como Justino y Clemente, sino con Agustín. Sirviendo con energía como cabeza de los obispos norteafricanos, mientras Jerónimo, con quien había teni' PL 29, 23 a 26.
"LIBIDO"
do una amistad un tanto excitada, estaba trabajando en la Vulgata, Agustín se vio obligado a hablar con frecuencia del matrimonio. Sus mismos primeros años, con las tristes mezclas de desdén maniqueo, e incluso rendido a las tentaciones de la vida con una concubina, le habían dado un interés poco usual en este aspecto de la vida humana. El expresa su pensamiento con frecuencia y claridad. Para el esposo y la esposa, la virtud de la pureza consiste en desear solamente los h i j o s " . Buscar las relaciones por cualquier otro motivo es un pecado, si bien solamente un pecado venial, puesto que están casados n . Es típica su discusión del matrimonio entre los hombres y las mujeres santos de los tiempos del Antiguo Testamento. La obediencia les obligaba a casarse para que el pueblo de Dios... se propagara, puesto que aquel pueblo... era nada menos que un profeta de Cristo, e incluso de entre ellos nacería la carne de Cristo... Así, hasta las mujeres santas se sentían enardecidas, no por el deseo de las relaciones, sino con el fiel interés de los hijos. En realidad no es en modo alguno incorrecto suponer que ellos no habrían buscado las relaciones sexuales si hubieran podido tener hijos de alguna otra manera 12. Al Igual que el hombre sabio y justo (San Pablo) que anhelaba disolverse y estar con Cristo... tomaba alimento para permanecer en la carne, ya que era necesario por amor a los demás, así los hombres santos de aquellos días consideraban las relaciones 10 "Contra J u l . " , lib. 5, c. 9, PL 44, 806. Cf. "De Bono Coniuq., c. 9, PL 40, 380. 11 " O p . Imperf. Contra J u l . " , Ilb. 4, c. 29, PL 45, 1353. Cf. "Contra 2 Ep. P e l a g . " , lib. 1 , c. 16, PL 44, 565; "De Doct. C h r i s t . " , lib. 3, c. 18, PL 34, 76; " S e r m . " 5 1 , c. 13, PL 38, 345 y 346; " I b i d " 278, c. 9, PL 38, 1272. 12 " D e Bono V i d . " , cap. 6, PL 40, 435 y 436. Cf. " D e Bono C o n j . " , capítulos 17 a 19, PL 40, 386 y 389.
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sexuales con las mujeres como una obligación de la ley matrimonial 13 . Poco tiempo después de la muerte de Agustín, ocurrida en el año 430, existen signos de la misma actitud en la Iglesia de habla griega. Teodoreto, cuyos comentarios le sitúan como el último gran nombre de la escuela de eruditos bíblicos de Antioquía, recomienda freno en el matrimonio, y dice que el motivo de las relaciones no es el placer, sino los hijos 1*. Un siglo más tarde la ¡dea todavía persiste en Oriente 15. En cuanto a Occidente, después de la traducción Vulgata de Tobías y de las muchas afirmaciones de Agustín, no es difícil suponer el pensamiento de los escritores durante el siglo V I 1 6 . Lo que es notable es la consistencia con que, durante la Edad Media y el nacimiento de la cultura medieval, se repite la misma ¡dea. La relación sexual por cualquier otro motivo que no sean los hijos, es pecado, aunque solamente se peca venialmente, puesto que se trata de un matrimonio 17. 13
"De Bono C o n j . " , c. 15, PL 40, 385. "Quaest. ¡n L e v i t . " , c. 15, interr. 20, PG 80, 326. Cf. Procoplo de Gaza, " I n G e n . " , 16, I, PG 87, 350 y 351. 16 Cf. Fulgencio de Ruspe, " E p i s t . " , I, c. 3, PL 65, 305. 17 Cf. Gregorio el Grande, " R e g . P a s t . " , pars. 3, c. 27, PL 77, 101 a 103; Isidoro de Sevilla, De Eccl. Off., lib. 2, c. 20, núm. 1 1 , PL 83, 812; Joñas de Orleans, " D e Inst. L a i c " , lib. 2, c. 1 , PL 106, 167 a 170; Rábano Mauro, "Enarr. in Ep. P a u l i " , lib. 10, c. 7, PL 112, 64; Hatto de Vercelll, "Expos. in Ep. P a u l i " , I Cor., PL 134, 350; " D i c t . G r a t i a n i " , c. 32, q. 2, c. 2, c o l . 1120; Hugo de San Víctor, "De S a c " , lib. 2, pars. 1 1 , c. 3, PL 176, 482; " i b i d . " , c. 9, PL 176, 496; Walter de Mortagne, "Summa S e n t . " , opuse. 7, c. 3, PL 176, 156: Abelardo, " E t h i c a " , c. 6, PL 178, 638; " P r o b . H e l . " , 42, PL 178, 723 a 726; "Sic et N o n " , c. 310, PL 178, 1560 a 1563; Harvey de Vourg-Dieu, "Comra. in I Cor. 7 " , PL 181, 875; Roberto Pulleyn, " S e n t . " , lib. 7, c. 30, PL 186, 948; Pedro Lombardo, " S e n t . " , lib. 4, d . 3 1 . capítulos 6 a 8, PL 192, 920 y 921; Bandinus, " 4 S e n t . " , 29, PL 192, 1108; Ricardo de San Víctor, "Explíc. in C . C . " , c. 38, PL 196, 514; Pedro LeChantre, "Summa A b e l . " , citado por Schall, "obra c i t a d a " , pág. 85; Pedro de Poitiers, " S e n t . " , lib. 5, c. 15, PL 211, 1258; Alejandro de Hales, " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , núm. 18; Summa II I I , Cuest. 3, opuse. 4, sec. 2, q . I, a. 4, Quar. 3, 597; 11 15
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Mil años después de la muerte de San Agustín, sus palabras todavía encuentran e c o l s . Los teólogos del siglo XVI reflejan su punto de vista 19 . Y en el catecismo editado para los sacerdotes, por orden del Concilio de Trento, se cita la traducción de Jerónimo de Tobías para mostrar la actitud apropiada en el uso del matrimonio 20. Aunque parecen ser los teólogos conservadores quienes escriben en este sentido durante el siglo XVII 2 1 , el Papa Inocencio III condena formalmente la pretensión de que no existe ningún pecado en las relaciones maritales por motivos de simple placer 23 . ¿Cuál es la visión del matrimonio que inspiró esta convicción de tantos pensadores durante tantos siglos? Justino, resuelto a mostrar a los paganos la urgencia con que precisan la nueva religión, es uno de los primeros en contestar. O nos casamos con un solo pensamiento, los hijos, o si evitamos el matrimonio nos conservamos castos en todo momento -'. " ¡ b l d . " , opuse. 5, sec. 2, q. I, tít. 3, capítulos 1 y 2. Quart. 3, 631 y sig.; Guillermo de Auvernia, " D e Virtutibus" (París: Pierre Aubouin, 1674), c. 13; Alberto el Grande, " I n 4 S e n t . " , d . 26, a. I; Buenaventura, " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , a. 2, q. I; Aquino, " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , q. 2., a. 2; " I n I Cor. 7 " , conf. I; Scoto, " I n 4 S e n t . " , d . 26, q. I, Glosa I, 7; Tomás de Estrasburgo, " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , q. I, a. 4. Cf. también Josef Fuchs, " D i e Sexuaiethik des Heiligen Thomas von A q u i n " (Colonia: Verlag J . B. Bachem, 1949), pág. 88. 18 Cf. Dionisio el Cartujo, "Enarr. in P r o v . " , 5, a. 5, " O b r a s " , vol. 7, pág. 42; "Enarr. ¡n Sap. 3, a. 3, " O b r a s " , v o l . 7, pág. 472; "Enarr. in I Cor. 7 " , a. 7, " O b r a s " , v o l . 13, pág. 152; "Summa Fid. O r t h . " , lib. 4, a. 162, " O b r a s " , vol. 18, pág. 210; " S e r m . 3 in Dom. 3 post N a t . " , " O b r a s " , vol. 29, pág. 191; " L a ú d . Vita C o n j . " a. 5, " O b r a s " , vo!. 38, pág. 63. 18 Cf. Soto, " I n 4 S e n t . " , d . 26, q . 1, a. 3; d . 3 1 , q . I, a. 3; Salmerón, " o b r a c i t a d a " , 15, disp. 13, pág. 263; P. Buys, S. J . , " D e "Statibus H o m i n u m " (Maguncia: J . Albinus, 1613), pág. 206. 20 "Catechismus ex Decreto Conc. T r i d . " (Padua: 1758), pars. I I , c. 8, part. 13. 21 Cf. Contenso, " o b r a c i t a d a " , IV, lib. 1 1 , pars. 4, disert. 4, c. 1, espec. I. 22 DB 1159. 23 " A p o l . " , I, 29, PG 6, 373.
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En otras palabras, los cristianos no imitan al mundo grecorromano con sus oscilaciones impulsivas que van desde un desprecio filosófico por el cuerpo hasta una licencia que permite todo en las costumbres sociales. Las relaciones sexuales, como las ven realmente los cristianos en esa cultura, no sugieren nada más que pecado. No puede ser recto abandonarse de este modo. Deben respetarse los valores personales. Debe existir una razón mejor para el matrimonio. La más evidente son los hijos. Este es seguramente el propósito de Dios. Las relaciones maritales nunca estuvieron destinadas a ser lo que considera el mundo pagano: un ejercicio del placer. Un siglo más tarde, cuando Clemente de Alejandría disuade a un marido de desear incluso a su esposa, "a quien debe amar" 24, parece que quiere decir que usar a un ser humano como un mero instrumento de satisfacción personal es lo que no está bien. Agustín tiene la misma impresión. Un marido, teniendo relaciones solamente cuando desea engendrar a un hijo, hace a su esposa el honor que se le debe 25 . Un amante de su esposa excesivamente ardiente, es un adúltero si busca el placer en ella para su propia satisfacción 2G. Estos sentimientos se repiten continuamente en los siglos que siguen -' y se insinúan en la condena que el Papa Inocencio XI hace de la afirmación de que no existe falta en las relaciones maritales por motivo de la simple satisfacción 28. Una expresión moderna de esta actitud se encuentra en una observación de Pío XII:
Algunos tienen la idea de que la felicidad en el matrimonio está en relación directa con el placer mutuo que se proporcionan en las relaciones maritales. No; la felicidad en el matrimonio está en proporción directa al respeto que se tienen el uno al otro, incluso en sus relaciones íntimas. No es que ellos consideren inmoral o miren con desdén lo que les ofrece la naturaleza y el Creador les ha dado. No obstante, este respeto, en unión de la estimación mutua que engendra, es uno de los elementos más fuertes de un amor que es de lo más tierno porque es puro'-'. Este es ciertamente un aspecto del pensamiento que impulsó aquellas recomendaciones repetidas de que los hijos deberían ser la razón para las relaciones maritales. Pero no es el único. Una observación de Orígenes de que la alcoba no es lugar adecuado para la oración 30, revela una turbación sobre la misma actividad sexual, un juicio que supone algún mal intrínseco. Aunque los cristianos de habla latina no están de acuerdo con su argumento de que proporciona simplemente cuerpos en que aprisionar las almas, parecen compartir su turbación. En los mismos días de Orígenes, ellos describen esta actividad como "tan frivola como impura" 31. A finales del siglo IV, el instinto sexual se considera como una debilidad, una enfermedad, un defecto. A los jóvenes que tratan de elegir entre el matrimonio y el celibato, se les dice: "Decide lo que prefieres, un remedio o la salud" 32. Ambrosio ordena a su pueblo: Mostradle a El a Adán, que existió antes del pecado, a Eva, que existió antes de que aspirara el ve-
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" S t r o m . " , lib. 3, c. 7, PG 8, 1162. "De Nupt. et C o n c u p . " , c. 9, PL 44, 419. "Contra J u l . " , I I , c. 7 núm. 20, PL 44, 687. =' Cf. Beda, " I n 1 P e t . " , PL 93, 55; Maestro Bandinus, " S e n t . " , lib. 4, d . 29, PL 192, 1108; Dionisio el Cartujo, "Enarr. in Ecclus. 23, a. 23, " O b r a s " , vol. 8, pág. 132. 28 DB 1159. 25
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28 Alocución a las comadronas italianas, 2 0 / 1 0 / 5 1 , AAS 43 (1951), págs. 851 a 853. 50 "De O r a t i o n e " , 3 1 , PG 1 1 , 554. 31 Tertuliano, " A d U x o r e m " , lib. 1 , 1 , CC 1 , 374. 32 "Zenon de Verona, l i b . 1 , opuse. 5, núm. 2, PL 1 1 , 302.
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neno falaz de la serpiente, antes de que fueran embaucados con sus ardides, en los días en que todavía no tenían nada de que avergonzarse. Pues bien, aunque el matrimonio es bueno, incluye algo que hace que incluso las personas casadas se sonrojen 33.
En un primer matrimonio el sacerdote debe celebrar la Misa y bendecir a la pareja. Después los mantendrá apartados de la Iglesia durante treinta días S6.
Agustín, como ya se ha indicado, estaba convencido de que el matrimonio no se deriva del pecado original. Y, sin embargo,
A finales de ese mismo siglo, San Bruno, amigo y consejero de varios Papas y el mejor erudito bíblico que existió en Italia desde el siglo VI al XII, cree que la razón de Pablo para aconsejar a los matrimonios que se abstengan a veces, es para hacerlos más puros cuando rezan " .
Siempre, desde aquel día, ha sido norma en las personas casadas... evitar la observación de los hombres durante esta actividad, admitiendo así que es vergonzosa, puesto que nadie se avergonzaría de lo que es bueno. Esto supone dos cosas: el bien de las relaciones loables, de las cuales se engendran los hijos, y el mal del apetito sexual que causa su vergüenza... En consecuencia, aquellos que usan del apetito sexual lícitamente están haciendo buen uso del mal; los que lo usan ilícitamente están haciendo mal uso del mal " . Durante los siglos siguientes, las opiniones del Este y del Oeste están de acuerdo en que incluso los hijos que resultan del trato sexual no pueden convertirlo en algo noble, pues no pueden concebirse sin la "mácula del placer carnal" 3S. Esta actitud se manifiesta todavía en el año 1000. Burchard de Worms, cuya famosa colección de leyes de la Iglesia de las primeras épocas refleja sus propias opiniones, cita a un directorio de obispos en la vecindad de Milán. 33 "Exhort. V i r g i n . " , c. 6, PL 16, 362. Cf. " D e Virg., lib. 1, c. 6, PL 16, 206. " "De Nupt. et C o n c u p . " , lib. 2, o. 2 1 , PL 44, 457. Cf. "Contra 2 Ep. P e í . " , lib. 1, c. 16, PL 44, 565. 33 Cirilo de Alejandría, " E x p l a n , in Ps. 5 0 " , 7, PG 69, 1091. Cf. Gregorio el Grande, " R e g . P a s t . " , pars. 3, c. 27, PL 77, 101 a 103.
Uno de los notables teólogos de este período es San Anselmo de Canterbury, que ingresó en la Abadía de Bec, en Normandía, seis años antes de que Guillermo el Conquistador zarpara rumbo a Inglaterra. Abad de Bec algunos años más tarde y el padre del Escolasticismo por su técnica de combinar las verdades reveladas con los descubrimientos de la filosofía, con el tiempo fue nombrado arzobispo de Canterbury por los nuevos reyes normandos de Inglaterra. En cuanto al tema que nos ocupa, él cree que fue "más limpio y más honorable el que Cristo naciera de un ser humano en lugar de hacerlo de un hombre y una mujer" 3S. Y su argumento contra el incesto se basa en el supuesto de que el trato sexual es extremadamente vergonzoso. En un buen matrimonio cristiano, el deseo de los hijos cubre, por decirlo así, esta vergüenza, pero a los miembros de la misma familia no se les dispensa, por "amor de la reproducción", a que se la inflijan mutuamente sa. Cuando la nueva ola del conocimiento alcanza su cumbre en los siglos XII y XIII, persiste el sentimiento de que, puesto que la naturaleza no se equivoca en estos 36
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" L i b . D e c " , lib. 9, c. 8, PL 140, 816. "Expos. in 1 Cor. 7 " , PL 153, 156. "Cur Deus H o m o " , lib. 2, c. 8, PL 158, 406. " D e Nupt. C o n s a n g . " , c. 6, PL 158, 560.
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asuntos, la turbación instintiva del hombre prueba que "para Dios el placer carnal es una abominación" 4 °. Con el declive gradual de la teología durante el siglo XIV, la mayoría de los escritores repiten simplemente las afirmaciones de aquellos que les han precedido 4I . San Antonino, el arzobispo de Florencia, cuyos Resúmenes de teología dogmática y moral siguieron siendo populares después de su muerte, ocurrida en el año 1459, observa, que durante los cuarenta días posteriores al nacimiento de un hijo, tanto el marido como la esposa están excusados de asistir a la iglesia " . La misma actitud general se manifiesta en el siglo XVI " . Alfonso Salmerón, un jesuíta español que fue uno de los teólogos papales en el Concilio de Trento, repite los comentarios de Agustín sobre la "procreación que habría tenido lugar de un modo mucho más honorable si hubiera sido sin el trato sexual" " . Y el hecho que parece influir más en su actitud es la turbación innata. Un hombre que no la siente es más bajo que una bestia. He aquí que, siendo la naturaleza su guía, Adán desapareció entre las hojas de la higuera y Dios le entregó vestiduras de piel. Así, entre los filósofos, los absurdos cínicos..., aunque en apariencia hayan tenido una razón para estimular la modestia (el hecho de que nada natural parecería merecer la vergüenza), todavía no pueden ser excusados en modo alguno, pues son refutados por la misma naturaleza que, sin palabras, incluso los censura. Esta predicación de la naturaleza afecta •"> Guillermo de Auvernla, "De Sec. M a t . " , c. 3; cf. " i b i d . " , c. 7; Ruperto de Deutz. " D e Trin. et Op. E i u s " , En Gen., Ilb. 2, c. 40, PL 167, 286; Pedro Le Mangeur, "Hist. S c h o l . " , lib. Gen., 20, PL 198, 1072. 41 Cf. Pedro de la Palu, " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , q . 2, a. 1 (Venecla: 1493). 12 "Summa. Sac. T h e o l . " , pars. 3, tít. 1, c. 20. « Cf. Cayetano, " I n G e n . " , 3. 7. " "Obra c i t a d a " , 3, opuse. 29, pág. 225.
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a todos los hombres. Tan pronto como los niños tienen uso de razón sienten la censura de la turbación " . Parece evidente que este gran número de escritores sienten la presencia del mal, no sólo en un uso egoísta del matrimonio, sino absolutamente en cualquier uso. Hemos visto que existió un sentimiento similar antes del cristianismo, fuera de él, e incluso en oposición al mismo. Es excesivo esperar que este contexto cultural no guarde en absoluto ninguna relación con lo que han dicho los escritores cristianos acerca del matrimonio. En realidad el Evangelio muestra una actitud positiva hacia el sexo que es típica del Antiguo Testamento, y San Pablo previene a su rebaño en contra de la mentalidad que producirá a los gnósticos y a los maniqueos. Pero Pablo, que estaba orgulloso de haberse sentado a los pies de Gamaliel y que se describe así mismo como más fervoroso por la ley de los fariseos, vino a la revelación de Cristo con una base del Antiguo Testamento. Los escritores cristianos posteriores no lo hicieron así. Una vez que la Iglesia salió de Palestina, todo el pensamiento y la predicación tuvo lugar en una antigua cultura pagana que exigía brutalmente su placer y que, sin embargo, sentía un profundo recelo y desprecio por todo este aspecto de la vida humana. Si un siglo tras otro los cristianos incluso abandonaron la Iglesia por las sectas cuyo rigorismo les resultaba más análogo, difícilmente puede ser que los que se quedaron en ella fueran indefinidos por naturaleza cuando preguntaban qué es lo que dijo la revelación sobre el matrimonio. Y, no obstante, las razones que dan de su convencimiento proceden de la revelación. En el tercer capítulo del Génesis, Adán y Eva, después de comer la fruta prohibida, están avergonzados de su desnudez 44 . Algunos de los Padres griegos llegan a la conclusión de que el matrimonio se deriva del pecado original. Agustín lo niega, pero ve una relación entre los dos: 45 " I b i d . " , 5, opuse. 8, pág. 45. Cf. Lorenzo de Brindisi, " E x p l a n . In G e n . " 2, 25, " O b r a s " , v o l . 3, pág. 248. «6 Gen. 3, 7.
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"Creced y multiplicaos y llenad la tierra." Aunque parece que esto no puede ocurrir sin el trato sexual entre el hombre y la mujer... podemos decir, no obstante, que en los cuerpos inmortales podría haber existido otro proceso en el cual, por la mera emoción de la caridad piadosa, sin ninguna concupiscencia, ese signo de la corrupción, habrían nacido los hijos ". ¿Pues quién niega que habría existido trato sexual incluso aunque no lo hubiera precedido ningún pecado? Pero habría tenido lugar con los órganos generativos movidos por la voluntad, como los demás miembros, no excitados por el instinto sexual o, si insistes, por el mismo instinto sexual, pero no como ahora, sino sujetos a la dirección de la voluntad " . La confirmación a esto la encuentra en el hecho de que incluso ahora existen casos en que la voluntad tiene un extraordinario control sobre el cuerpo. Algunos hombres pueden hacer que se muevan sus orejas. Otros pueden soportar el fuego sin vacilar *'.
rebelión, están todos reunidos en el mismo, porque él ve una unidad entre ellos. Más allá de toda duda, la naturaleza humana está avergonzada de esta libido y merecidamente avergonzada. Pues en su desobediencia, que ha sometido a los órganos genitales del cuerpo sólo a sus impulsos y los ha arrebatado del poder de la voluntad, se evidencia totalmente que el castigo del hombre es por esa primera desobediencia. Fue más importante que apareciera en la parte que genera a la naturaleza, que fue cambiada en detrimento por ese pecado primero y terrible 21 . Adán y Eva nunca se avergonzaron de su pecado porque no habían tenido ninguna experiencia semejante por la que avergonzarse". En verdad, la libido es una enfermedad, no un pecado. Esa enfermedad, no obstante, es el castigo del pecado; y la naturaleza humana no puede existir sin él, ya que no ha recobrado enteramente la salud " .
Ningún calor turbulento excitaría aquellas partes del cuerpo. Un control libre haría uso de ellos cuando fuera necesario... No como un grito de pena, sino como el impulso de un proceso acabado que libera los órganos femeninos para dar a luz un hijo; así no existirían los anhelos de la libido, sino un acto de voluntad que uniría a los sexos para concebirlos 50.
Tener relaciones por cualquier motivo que no sean los hijos sería una rendición a esta licencia, y por lo tanto un pecado " . Pues la libido, el instinto sexual como existe hoy en día, es un grito perenne de rebelión de la naturaleza herida, un recuerdo de nuestra procedencia y un estímulo para desear el nuevo amor que conoceremos en esa vida donde ya no existe la muerte ni la corrupción " .
El término latino libido es la clave de su pensamiento. El instinto sexual, el placer sexual y una tendencia a la
No es la propagación, sino el placer sexual, el que transmite el pecado a las generaciones que se suceden 56.
" " D e Gen. ad L l t . " , lib. 3, c. 2 1 . Cf. "Contra 2 Ep. P e í . " , lib. 1 C. 5, PL 44, 555; " I b i d . " , PL 44, 565 y 566. 48 Contra J u l . , Ilb. 4, c. 1 1 , PL 44, 765. Cf. "Contra 2 Ep. Peí " lib. 1, c. 17, PL 44, 566. ' ' *• " D e Civ. D e l . " , lib. 14, c. 24, PL 4 1 , 433 (CC 48, 448). 50 " I b i d . " , c. 26, PL 4 1 , 434 (CC 48, 449).
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51 " I b i d . " , c. 20, PL 4 1 , 428 (CC 48, 443). Cf. " i b i d . " , capítulos 17, 18, 23, PL 4 1 , 425 a 431. 52 "De Nupt. et C o n c u p . " , lib. 1, c. 5, PL 44, 417. ss "Contra J u l . " , lib. 4, c. 10, PL 44, 765. Cf. " O p . Imperf. Contra J u l . " , lib. 5, c. 24, PL 45, 1461. 54 " D e Nupt. et C o n c u p . " , lib. 1 , c. 14, PL 44, 423. 55 " S e r m . 5 1 " , c. 15, PL 38, 348. 56 Fulgencio de Ruspe, " D e Flde ad P e t r . " , c. 2, núm. 16, PL 65, 608.
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Porque el primer hombre, al pecar, descendió del estado de virtud a la ruina y legó el castigo del pecado a sus hijos. Pues el apetito sexual es el castigo del pecado y está tan unido a las raíces del pecado que no se engendra a nadie en el mundo sin su a c t u a c i ó n " . La nueva era que comienza en el año 800 después de Cristo con la coronación de Carlomagno, no trae cambios para este punto de vista sobre el matrimonio. Halitgar, el obispo de Cambrai y un espíritu conmovedor entre los reformadores de la Iglesia en Francia, declara que no existiría ningún placer en las relaciones sexuales a no ser por el pecado original 5 8 . Una carta apócrifa del Papa Gregorio el Grande a San Agustín de Canterbury, la cual recibirá considerable atención de los teólogos posteriores, llama al placer sexual "pecado", o sea el efecto del pecado original, y prohibe que los matrimonios que los procuren por cualquier otra razón que no sea la de los hijos acudan a la Iglesia durante algún tiempo 5". Lo que sugiere la turbación del hombre se aclara más allá de toda duda, creen ellos, en la Escritura. El instinto sexual guarda una relación directa con la rebelión contra Dios 60. Pues si el hombre no hubiese pecado, nunca habría sido incitado por el ardor del placer. Al igual que volvemos los ojos de aquí para allá..., así habríamos usado los órganos genitales, no para el placer, sino para engendrar los hijos 61. Cuando la ciencia de la teología comienza a asumir una mayor precisión durante el siglo XII, Roberto, el polemís" Gregorio el Grande, " I n 7 Pen. P s . " , Sal. 4, 7, PL 79, 586. "Liber P o e n i t . " , c. 1 1 , PL 105, 668. =8 Sal-Greg. M., " E p i s t . " , lib. 1 1 , ind. 4, eplst. 64, PL 77, 1196 y 1197. 60 Angelomus Luxov., " C o m m . ¡n G e n . " , 2, 25, PL 115, 135. 61 Remigio de Auxerre, " C o m m . in G e n . " , 2, 25, PL 131, 63.
tico abad del monasterio de Deutz, cerca de Colonia, independiente, pero usualmente más atrevido en estilo que en contenido, presenta este punto de vista con más detalle. Cuando El dijo a los demás animales: "Creced y multiplicaos...", ellos no entendieron lo que Dios deseaba, ni comprendieron que cualquier generación entre ellos podría propagarse por la mezcla del macho y de la hembra. Por esta razón tuvieron que recibir un instigador: el anhelo ardiente de sus carnes... Pero el hombre es racional y así, si hubiera amado a su Creador, y hubiese estado dispuesto a levantar su casa con la caridad debida a El, no hubiera precisado de ningún otro estímulo. Como un ciudadanosoldado instruido y prudente, habría proporcionado nuevos ciudadanos para la nación celestial y habría dedicado el servicio de su carne a esta tarea, con el mismo sentido del deber con el cual el sacerdote o el prelado hacen uso de su lengua o de su voz para dar a aquellos que nacen en pecado a este mundo un nuevo nacimiento bueno para Dios... Así, el Dios vengador hizo lo que debía al alzarse contra el que deliberadamente se rebeló, lanzando las armas del instinto sexual de las bestias a este su adversario para que, sojuzgado y encadenado como un esclavo, engendrara hijos en castigo y vergüenza, cuando podía haberlos engendrado para Dios en honor y en las delicias de la caridad 63. Otros están de acuerdo con este análisis. Si algo en la carne es una corrupción debida al pecado, puede conocerse por su efecto, al igual que sabemos que existe un defecto en una cuba por el hecho de que el vino esté agrio B3. Un centro del renacimiento de la ciencia que progresivamente se hizo más digno de atención a medida que
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03 " D e Trin. et O p . " , En Gen., lib. 2, c. 9, PL 167, 254 y 255. Cf. " C o m m . in J o a n n . " , lib. 2, PL 169, 275. 63 Otto de Lucca, "Summa S e n t . " , c. 33, PL 171, 1136; cf. Honorio de Autun. " E l u c i d a r i u m " , lib. 1 , núm. 14, PL 172, 1118.
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tivo habría sido mayor que en la condición actual... Sin embargo, no es así en relación con el placer carnal, sino justamente lo opuesto " . Está más de acuerdo con las palabras de Agustín y con la evidencia presentada a la razón humana de que ... habría existido algún placer, pero moderado y medido por lo que exigía la rectitud del hombre. Por lo tanto, no fue tan grande como en la actualidad. Pues ahora, porque ese poder ha ido más allá de la regla de la razón..., sueltas sus riendas, se lanza hacia el objeto del placer que se le presenta con todo su empuje y fortaleza, no a causa de la intensidad del poder que lo mueve, sino por la debilidad del poder que lo mantiene refrenado " .
avanzó el siglo fue la parroquia de San Víctor de París. Su escuela se hizo pronto famosa mucho más allá de la ciudad, especialmente gracias a Hugo de San Víctor, un profesor que en el momento de su muerte, en el año 1411, además de teólogo, se le llamaba santo. La idea de este período está bien expresada en su descripción del instinto sexual. Por amor de Dios, y para que el hombre pudiera sobrevivir, ha sido dispuesto que otras partes del cuerpo estén quietas o se muevan a impulsos de la razón. Pero como un signo de la transgresión, existe una parte que no obedece a la razón. Me refiero a los órganos generativos. El motivo es que toda la propagación de la raza humana tenía que pasar por esa parte. Escrito sobre ella, como sobre una entrada, está el signo de la desobediencia de los padres: la desobediencia impuesta en los miembros " . Cuando la corriente cultural alcanza su punto máximo con la llegada de los escolásticos en el siglo XIII, Alejandro de Hales, un profesor seglar inglés de la nueva Universidad de París, que se hizo franciscano y fue uno de sus teólogos más influyentes, pregunta si habría existido tal cosa como el placer sexual a no ser por el pecado original. Su contestación es: El placer es de dos clases: carnal, o el placer de la carne, y espiritual, o el placer del alma. Existe mayor placer (y es espiritual)... en las obras de virtud, o en aquellas que tienen lugar bajo el impulso de la virtud, que en las obras del pecado, o aquellas que suceden bajo el impulso del pecado. Y así puede aceptarse fácilmente que el placer del espíritu en la unión del varón y la hembra en el estado primi-
Así explica él la costumbre observada en la carta erróneamente atribuida al Papa Gregorio, de prohibir a los maridos y a sus esposas que hubieran tenido relaciones recientes la entrada en la Iglesia. Esto no es causa de cualquier pecado, sino por cierta falta de limpieza corporal o carnal contraída en el trato sexual " . Supone, evidentemente, que el tener relaciones maritales simplemente en respuesta a este impulso sería un pecado. No se deduce que, si es algo natural, no deba clasificarse como pecado. Procede de una naturaleza que está corrompida 68. En el año 1252, siete años después de la muerte de Alejandro, la Universidad de París se conmovió a causa 63
" S u m m a . " , Preg. 4, opuse. 3, q. 2, c. 2, ad. 2 y 3, Quar. 2,
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" "Adnot. in G e n . " , 3, PL 175, 42. Cf. " D e S a c " , l i b . 1 , pars. 8, PL 176, 317 y 318; Roberto Pulleyn, " S e n t . " , lib. 2, c. 25, PL 186, 753; Pedro Lombardo, " S e n t . " , Mb. 2, d . 20; Pedro LeMangeur, " H i s t . S c h o l . " , lib. Gen., c. 22, PL 198, 1073.
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" I b i d . " , Quar. 2, 702. 67 " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , núm. 19, Quar. 1 , 503. Cf. " S u m m a " , II I I , Preg. 3, opuse. 5, sec. 2, q . I, tlt. 3, c. 2 y 3, Quar. 3, 635. 68 " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , núm. 17, Quar. 1 , 502.
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de un joven dominico de Aquino, en la Italia meridional, quien, de acuerdo con las exigencias para la obtención de un doctorado en teología, estaba comenzando a disertar sobre la Biblia. La conmoción que causó el Maestro Tomás ha durado hasta nuestros días. Nunca un solo teólogo, desde su tiempo, ha tenido tal influencia sobre el pensamiento católico. Aunque murió antes de llegar al final del capítulo dedicado al matrimonio en su obra maestra, la Summa Theologica, sus alusiones al mismo en otros capítulos tienen el mismo carácter que sus primeros escritos, y en éstos se acerca a San Agustín. La relación marital no es pecado en sí m i s m a " , pero, como indica la turbación del hombre 70, esto no es verdaderamente libido, un término que designa al "placer venéreo..., como dice Agustín" " . Este rasgo de la naturaleza caída del hombre no es como su apetito de alimento que, aunque igualmente corrompido por la caída de Adán, no está infectado además, puesto que no transmite el pecado original. El poder generativo, que lo transmite, está tan corrompido como infectado " . El amigo y colega de profesorado de Aquino en París fue un franciscano italiano que había tomado el nombre de Buenaventura. Ministro General de su Orden, cardenal, con el tiempo un santo canonizado, dominó la época en unión de Aquino. Insistiendo, al igual que los demás franciscanos, que el placer sexual no ha sido disminuido, sino más bien ocasionado por el pecado original 7S , está de acuerdo con su amigo Tomás en que 69
"ln "S. a. 1 1 . " "S. « "ln " "ln 70
4 S e n t . " , d . 26, q . 1, a. 3 ad 3. T . " 1, q. 98, a. 2. Cf. Alberto el Grande, " l n 4 Sent " d ?fi ' ' ' ' T . " II I I , q. 153, a. 1 ad 3. 4 S e n t . " , d . 3 1 , q . I, a. 1 ad 1. 2 S e n t . " , d . 20, a. I, q . 2.
Algunos se han equivocado al decir que en el acto de la generación no existe ninguna falta a menos que haya algún exceso, al igual que en el acto de la nutrición'". De este modo los escolásticos describen el instinto sexual con los términos y en el espíritu de A g u s t í n " . Cuando comienza un período de declive, otros se conforman con repetirlos 76, y aparecen pocos cambios hasta el tiempo del Concilio de Trento " . Este convencimiento de que el instinto sexual es producto del pecado y se ha convertido en algo malo esta asociación, parece condenar al matrimonio de modo casi tan efectivo como las pretensiones de gnósticos y de los cataros. Agustín conoce todo esto.
un por un los
También escribí dos libros al ¡lustre conde Valerio después de enterarme de que los pelagianos le habían escrito una u otra cosa acerca de mi pretensión de que yo condenaba el matrimonio porque lo asociaba con el pecado original. El título de estos libros es Matrimonio y concupiscencia. Yo defendía la bondad del matrimonio para que no se pensara que la concupiscencia de la carne y que la ley de los miembros que se rebelan contra la ley de la mente, era un vicio inherente en él cuando, realmente, la castidad matrimonial pone al pecaminoso apetito sexual en buen uso para tener hijos". ' " " l n 4 S e n t . " , d . 26, a. 2, q . 1. " Cf. Buenaventura, ' Q. D. de Perf. E v a n g . " , q. 3, a. 1 , ad 7, 9, 15, Quar. 5, pág. 109; Scoto, " R e p o r t . " , lib. 4, d . 26, q . 1 , escol. 7; " ¡ b i d . " , d. 32, q. I, escol. 2. 76 Cf. Tomás de Estrasburgo, " l n 4 S e n t . " , d . 3 1 , q . 1 , a. 2. " Cf. San Antonino, "Summa Moralis" (Florencia: P. Vivianl, 1741), I, tlt. 1 1 , c. 1, núm. 4; Dionisio el Cartujo, "Summa Fide O r t h . " , lib. 4, a. 162, " O b r a s " , v o l . 18, pág. 209; "Enarr. in G e n . " , 3, a. 24, " O b r a s " , v o l . 1 , pág. 99; "Enarr. in L u c " , I. a. 2, " O b r a s " , v o l . 1 1 , pág. 382; Salmerón, " o b r a c i t a d a " , 5, opuse. 9, 50; Soto, " l n 4 S e n t . " , d . 3 1 , q. I, a. 2 ad 3; " ¡ b i d . " , d . 26, q . I, a. 3. 78 "Retract., lib. 2, c. 53, PL 32, 651.
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De este modo, él atrae la atención hacia la característica central de esta opinión sobre el matrimonio. La incontinencia es pecado, pero no se deduce que el matrimonio también lo sea; o que el acto por el cual el incontinente tiene trato sexual no es algo bueno. No; este bien no debe censurarse a causa de aquel mal. Mejor dicho, porque a causa de este bien, aquel mal se hace inofensivo. Pues el bien que posee el matrimonio y el que hace que el matrimonio sea bueno nunca puede ser un pecado. Ahora bien, esta bondad es triple: fidelidad, descendencia y la promesa sagrada. En la fidelidad, el primer interés es que no exista ninguna relación con otro hombre o mujer fuera de la unión matrimonial; en la descendencia, que sean recibidos con amor, criados con afecto, educados en la religión; en la promesa sagrada, que el matrimonio no se separe y que el esposo o la esposa abandonado no se una a otro por razón de los hijos. Esta es, por decirlo así, la regla del matrimonio. Por ella se estimula la fertilidad de la raza humana, o se refrena la ruindad del incontinente " . Los tres epígrafes de Agustín para el bien que existe en el matrimonio son adoptados inmediatamente por los escritores posteriores; y su explicación del sentido en el cual el matrimonio es bueno, se convierte en la opinión aceptada a principios de la Edad Media.
"LIBIDO"
Pero a medida que comienza el movimiento de una forma de pensamiento más independiente, que llegará a su punto culminante en el siglo XIII, los escritores comienzan a detectar ciertos fallos en esta imagen del matrimonio. El trato sexual de este tipo no tiene y no puede tener lugar, Incluso entre los justos, sin un placer desordenado que es un pecado y el efecto del pecado original. Lo que dice Agustín, que las relaciones por amor de los hijos no son censurables y son verdaderamente las únicas relaciones maritales, parecen contradecir esto. Solución; las relaciones de este último tipo, aunque son pecado, no se censuran; ni lo es el que tiene relaciones con su esposa, pues sólo este motivo necesita cualquier satisfacción " . Alano de Lila, un monje que la orden cisterciense recién formada, que no sólo publicó poemas y prosa, sino que enseñó teología en París y desempeñó un papel importante en la lucha contra los cataros, encuentra que el mal inherente del instinto sexual prueba realmente la bondad del matrimonio.
Porque los seres humanos, por su transgresión, incurrieron en la concuspiscencía carnal, sin la cual el hombre y la mujer no pueden tener trato sexual, ese acto que ha llegado a ser malo y reprensible a menos que sea excusado por los bienes del matrimonio 8".
¡Oh, qué grande es la dignidad del matrimonio! Tuvo su principio en el Paraíso. Elimina el vicio del incontinente. Contiene en sí mismo el símbolo de algo celestial. Preserva la fidelidad de lecho conyugal. Une firmemente a los esposos en una sociedad conjunta para determinar sus vidas. Libera a su descendencia de la Infamia. Excusa la falta del trato carnal. En este estado se salvaron los patriarcas. En este mismo estado fueron llamados los Apóstoles. ¡Oh, qué grande es el poder de este sacramento! 83.
" " D e Gen. ad L i t . " , Mb. 9, c. 7, PL 34, 397 Cf. " D e Pecc. Mer. et R e m . " , lib. 1, c. 29, PL 44, 141; "Contra J u l . " , lib. 3, c. 2 1 , PL 44, 725; " O p . Imperf. Contra J u l . " , lib. 2, c. 45, PL 45, 1161. 80 Walter de Mortagne, "Summa S e n t . " , opuso. 7, c. 2, PL 176, 155. Cf. Tomás de Citeaux, " C o m m . ¡n C . C . " , lib. 3, PL 106, 158.
" Autor desconocido, "Allegoriae ¡n N . T . " , lib. 7, PL 175, 910. Cf. Hugo de San Víctor, "De S a o . " , lib. 2, pars. 1 1 , c. 7, PL 176, 494. 82 "Contra Haereticos", lib. 1 , c. 64, PL 210, 366. 83 "Summa de Arte P r a e d . " , c. 45, PL 210, 193. Cf. "Contra H a e r . " , Mb. 1 , c. 65, PL 210, 369.
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"LIBIDO"
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Cuando comienza el siglo XIII, la conclusión que aqui está implícita se afirma de un modo más explícito. Si las relaciones sexuales no son pecaminosas cuando se compensan con los tres bienes del matrimonio, deben ser incluso meritorias *4. Guillermo de Auvernia, aunque no siguió exclusivamente ninguna escuela del pensamiento y no tenía ninguna orden religiosa para propagar sus ¡deas, consiguió tal renombre en la Universidad de París que fue nombrado arzobispo de esa ciudad. Además de los astrólogos y de los filósofos árabes que atrajeron constantemente su atención, los cataros le hicieron pensar en la teología del matrimonio. Aunque admite la presencia de algún mal inherente en el instinto sexual, muestra el modo en que ellos han seguido este hecho hasta alcanzar una conclusión errónea. Ese consentimiento, aun cuando se dé en razón del placer sexual, es no obstante un consentimiento al matrimonio, no fornicación ni injuria; pues él consiente no sólo en el placer sexual, sino en todas las responsabilidades que impone el matrimonio ss. Pero su colega franciscano de la Universidad, Alejandro de Hales, declara el supuesto que fundamenta estas pretensiones de que el matrimonio es bueno: El poder generativo tiene una corrupción mayor que los otros. A causa de ello, el mismo trato sexual es malo si no se añaden las circunstancias apropiadas; al igual que es obvio que el acto de jurar es malo por falta de la circunstancia apropiada, como cuando una persona jura sin necesidad "". " 85
Cf. Pedro de Poltiers, " S e n t . " , lib. 5, c. 15, PL 211, 1258. "Obra c i t a d a " , t o m . 1, pág. 519, citada por G. Le Bras, DTC 9,
2198. 86 " S u m i r á " , II I I , P. 3, opuso. 4, seo. 2, q. 1 , tít. 7, art. 1, Quar. 3, pág. 594.
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Buenaventura, el más famoso de esta escuela franciscana, declara su opinión lisa y llanamente: Si no fuera por ese remedio que es el matrimonio existiría desorden, no sólo en los sentimientos, sino también en la razón, y así sería siempre pecado... El acto generativo es un pecado a menos que esté dispensado " . Insiste en que no es el matrimonio el que es malo, sino el desorden... Gracias a los tres bienes del matrimonio, hijos, fidelidad y la promesa sagrada, una pareja que tiene relaciones por el motivo apropiado no está rindiéndose a él. En efecto, lo están remediando. Pero una persona cuyo motivo es el placer, realmente no tiene relaciones maritales, y de este modo no puede encontrar el remedio. En realidad aumenta el desorden 88 . Su amigo y colega en el profesorado, Aquino, cuya influencia en el pensamiento posterior sería incluso más grande, observa que un acto se hace bueno, bien por la virtud que lo impulsa, bien por las circunstancias que plasman su forma característica. Y los tres bienes del matrimonio son para el trato sexual lo que las circunstancias pueden ser para otro acto. A causa de ellos se convierte en un acto de virtud " . Así, él incluye las relaciones maritales entre la clase de cosas que son útiles; y Una cosa útil (tal como conseguir dinero) solamente es buena en sí en el grado en que se relacione con algo honorable. Por lo tanto, por esa misma razón, no es bastante para un acto de virtud que su causa «
" l n 4 S e n t . " , d . 3 1 , a. 2, q . I. " I b l d . " , q. 3 ad 5; of. d . 3 1 , a. 1 , q . 2; " C o m m . ¡n L u c . " 17. 27, Quar. 7, pág 4 4 1 . 88 " l n 4 S e n t . " , d . 3 1 , q . I, a. I ad 4. 88
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sea algún placer. Debe desembocar en algo moralmente bueno"". No sólo los demás Escolásticos, sino los teólogos del período comprendido entre la Edad Media y la aparición del Protestantismo, reflejan este punto de v i s t a " . San Antonino, el moralista del siglo XV y Obispo de Florencia, al que hemos aludido, lo usa para explicar la turbación natural del hombre acerca del trato sexual. La turbación se deriva no sólo de la vergüenza vinculada a la falta, sino también de cualquier cosa que tenga apariencia de falta. Y tal es el acto del matrimonio. En apariencia es de la misma naturaleza que el acto de la fornicación, pero está dispensado a causa de los bienes del matrimonio °2. También sugiere una razón más ponderada para esta turbación: Ese instigador del placer sensual que se llama estímulo tiene simplemente la función de una ley en otros animales... Pero en el hombre no tiene la función de una ley. En realidad, es una desviación de la ley de la razón 93.
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Aunque no se lo ha enseñado ningún otro ser humano... una persona se ve forzada a sonrojarse... Pues le parece que está expuesta a la bajeza y pecado que yacen escondidos en estos miembros " . Las palabras son reminiscencias de Agustín y, sin embargo, el punto de vista de estos teólogos no es realmente igual al suyo. Parece ser que desde los primeros tiempos de la Iglesia existieron tendencias encontradas de opinión. No obstante, antes de examinarlas, puede que resulte inútil recordar las características salientes de esta opinión que hemos visto expresada durante más de mil años después de la muerte de Agustín. El trato sexual se permite entre el marido y la esposa porque los tres bienes del matrimonio, fidelidad, descendencia y la promesa sagrada, le dan una cualidad característica que lo hace moralmente bueno. Pero no es bueno en sí mismo; es bueno solamente en este marco. El instinto sexual es un efecto del pecado original y está indeleblemente manchado por su origen. El permitir que tal fuerza pecaminosa se exprese, sería perpetuar la rebelión primitiva. El trato sexual necesita alguna excusa. El placer que entraña puede tolerarse, pero nunca podrá ser deseado.
Esta opinión interesa a los teólogos del siglo XVI. A principios del siglo siguiente, Lorenzo de Brindisi resume el pensamiento de los que le han precedido: 99
" I b i d . " , a. 3. 91 Cf. Alberto el Grande, " I n 4 S e n t . " , d . 26, a. 1 1 ; Scoto, " O x . " , d. 3 1 , q. I, d . 26, q. I; " R e p o r t . " , lib. 4, d . 3 1 , q. I, escol. I; Pedro de la Palu, " I n 4 S e n t . " , d . 26, q. 2, a. I; d . 3 1 , q . I, a. I y 2; Tomás de Estrasburgo, " I n 4 S e n t . " , d. 3 1 , q. I, a. 2; Capreolus, "Defensiones Theologicae D.T. A q u i n i " (Tours: Alfred Cattier, 1906), " I n 4 S e n t . " , ds. 30, a 32, q. I. a. I, a. 3 ad 1, 2. 92 "Summa Sao. T h e o l . " , I I I , tít. 1, c. 20, números 12 y 13. Cf. Dionisio el Cartujo, "Enarr. in Ps. 5 0 " , a. 93, " O b r a s " , 6, 43; "Enarr. in I Cor. 7 " , a. 7. " O b r a s " , 13, 152; "Summa Fid. O r t h . " , lib. 4, a. 162, " O b r a s " , 18, 209; a. 171, " O b r a s " , 18, 215. 93 " | b i d " .
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94 " E x p l a n , in G e n . " , 2, 25, " O b r a s " , vol. 3, pág. 248. Cf. Soto, " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , q . I, a. I, 3; Salmerón, " o b r a c i t a d a " , 5, opuse. 9, 50; 6, opuse. 6, 33; Buys, "obra c i t a d a " , pág. 210; " C a techismus Concil. T r i d . " , I I , 8, 23; Sánchez, "De Sac. M a t . " , (Venecia: B. Milochus, 1672), lib. 2, disp. 29, q . I; Leonardo Lessius, "Praelectlones Theol. Posthumae" (Lovaina: C. Coenestenius, 1645), Prael. de Sac. Mat., c. 5, nota.; Christian Pesch, S. J . , "Praelectiones Dogmaticae" (Firburgo: Herder, 1900), segunda edición, tomo 7, pág. 313.
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5. EL INSTINTO DE LOS CREYENTES L mismo Agustín hace alusión a un hecho significativo sobre estas normas de conducta. Existen católicos que encuentran que es más fácil no casarse que vivir de acuerdo con ellas'.
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San Fulgencio, Obispo de Ruspe en la costa del norte de África, que aunque nació un siglo después que Agustín se convirtió en su discípulo más ardiente, hace una declaración más absoluta. Si alguien, decidido a las buenas obras, ha mantenido tal moderación en el trato sexual con su esposa que ha tenido relaciones con ella solamente para tener hijos, ese hombre indudablemente merece un gran elogio, si es que alguien es capaz de observar tal conducta en esta época nuestra'. Esta puede ser una señal de desaliento de un obispo cuyo territorio es un continuo cataclismo por las luchas con los vándalos y los arríanos. Pero él hace la declaración. Al parecer, existen motivos para manifestar que muy pocos de los católicos casados, si es que alguno lo hace, están viviendo de acuerdo con las reglas que exige
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" D e Bono C o n j u g . " , núm. 15, PL 40, 384. " E p i s t . " , I., Cap. 4, PL 65, 306.
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una teología como la de Agustín. Y en las postrimerías de este siglo de lucha, el Papa Gregorio el Grande, cuyas obras serían la Biblia de la teología moral para la Edad Media, llega tan lejos que declara que los matrimonios siempre pecan cuando tienen trato sexual. La razón no es "que se hace algo ¡lícito", sino que "lo que es lícito no se mantiene dentro del límite de la moderación" 3. En los años de decadencia de ia cultura romana y cuando se penetra en la Edad Media, es decir, durante el período en que el mayor interés consiste en preservar y repetir las enseñanzas de los Padres, se suceden continuamente los escritores que admiten que muy pocos matrimonios están poniendo en práctica los principios de Agustín, si es que se puede encontrar a alguno que lo haga de este modo. Cuando decimos esto no pensamos que el matrimonio es pecado. Pero ya que el trato sexual legítimo de los casados no puede tener lugar sin el placer de la carne, ellos deben abstenerse de entrar en el lugar sagrado, porque el placer no puede existir sin pecado 4. Halitgar, que, como Obispo de Cambrai, es uno de los principales reformadores de la Iglesia en el nuevo Imperio de Carlomagno, no es más optimista sobre la práctica de los católicos francos. Aunque el uso del matrimonio es legítimo en sí, existen siempre pecados de exceso 5. Cuando comienza a surgir una nueva edad del conocimiento, la opinión parece incluso más extendida. Un es3
" R e g . P a s t . " , I I I , 27, PL 77, 102. 4 Ps. Greg. M., " E p i s t . " , lib. 1 1 , Sum. 4, epfs. 64, PL 77, 1196 y 1197. Cf. Isidoro de Sevilla, " D e Eccl. O f f . " , lib. 2, o. 20, número 10, PL 83, 812. 5 " L i b . P a e n i t . " . lib. 1 , c. 17, PL 105, 668 y 669.
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tudio de los teólogos del siglo XII mostrará por qué uno de ellos puede decir: Más convincente y estimada es la opinión de que el trato sexual no puede completarse sin pecado e. Un libro de texto típico de este período es el de las Sentencias, de Roberto Pulleyn. El autor, además de ayudar a que se desarrollara Oxford, consiguió tal renombre en París que San Bernardo buscó su consejo para uno de sus monjes que se había convertido en el Papa Eugenio III. Según Pulleyn, Existen algunas acciones que son fáciles de completar sin falta, tales como sentarse o pasear; y algunas que se encuentran protegidas del pecado, pero no con facilidad, como comer o hablar. Algunas, sin embargo, no ocurren sin falta. Un ejemplo es el trato sexual'. El libro de Sentencias, que llegó a ser el libro de texto normal, es el que apareció en el año 1150 bajo la dirección de Pedro Lombardo. En uno de sus capítulos sobre el matrimonio se le dice al estudiante: Apenas puede encontrarse alguna persona hoy en día, entre los que experimentan el trato sexual, que no busque las relaciones de vez en cuando por otro motivo diferente al de los hijos". En el siglo siguiente, hay tantos convencidos de que los matrimonios raramente evitan pecar durante las rela8 Erlangen, citado por G. Le Bras, DTC 9, 2177. Cf. Ruperto de Deutz. " D e Trim. et O p . " , lib. 3, c. 1 1 , PL 167, 297; Walter de Mortagne, "Summa S e n t . " , opuse. 7, c. 3, PL 176, 157; Hugo de San Víctor, " D e Sac. M a t . " , PL 176, 316. 7 " S e n t . " , lib. 7, c. 3 1 , PL 186, 949. » " S e n t . " , lib. 4, d . 3 1 , c. 8.
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ciones *, si es que lo hacen alguna vez, que Alejandro de Hales trata de reconciliar esta convicción con otra ampliamente extendida. Algunos están convencidos de que cada acto sexual supone un pecado venial y, sin embargo, que uno de ellos todavía es meritorio, al igual que la predicación, cuando se insinúa la vanidad, puede ser meritoria. Otros, no obstante, explican la frase "sin pecado" para significar "sin la mancha de la vergüenza que procede de la falta de nuestros primeros padres, en quienes el poder generativo, que es el poder de la naturaleza humana, estaba corrompido" '". Aunque esta última interpretación del texto de Pedro implica que un matrimonio no es automáticamente culpable de algún mal moral, el juicio de los Escolásticos sobre la práctica real de los católicos casados lo pone de manifiesto Buenaventura. Las relaciones maritales, cree, son buenas cuando el motivo para ellas es el de los hijos, pero solamente si este motivo dura desde el principio hasta el fin, para que la mente no se desvíe a cualquier otra cosa, lo cual es muy difícil " . Esta actitud sobrevive al declive del Escolasticismo 1S. Durante el siglo XV, Dionisio el Cartujo, cuyos escritos sobre cada uno de los aspectos de la teología hizo que la Cartuja de Roermond fuera conocida mucho más allá 8 Cf. Pedro de Poitiers, " S e n t . " , l i b . 5, PL 2 1 1 , 1263; Inocencio I I I , "De Contemptu M u n d i " , lib. 1 , c. 1 , PL 217, 703; Eckebert de Schaunang, " S e r m . Contra C a t h a r o s " , sermón 5, PL 195, 30; Pedro LeMangeur, " H i s t . S c h o l . " , lib. Gen., c. 20, PL 198, LO 72. 10 " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , núm. 20, Quar. 1, 504. 11 " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , a. 2, q. 1 . Cf. " i b i d . " , a. 3, q . 1 ; d . 37, a. I, q . I. 13
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Tomás de Estrasburgo, " I n 4 S e n t . " , d . 33, q . I, a. I.
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de Flandes, está convencido de que las personas casadas "pecan siempre inevitablemente" I3 . Un siglo más tarde, el Concilio de Trento hace una declaración significativa cuando rechaza la explicación de Lutero de por qué Pablo hace referencia a la concupiscencia como al "pecado". La Iglesia Católica siempre ha entendido que se llama pecado, no porque en aquellos que han sido regenerados exista pecado en el sentido propio y verdadero, sino solamente porque se deriva del pecado y se inclina al pecado. Si alguien piensa lo contrario, sea anatema " . Aunque nada de esta definición identifica a la concupiscencia con el instinto sexual, o se pronuncia sobre la práctica real de los matrimonios, Dionisio Peteau, un jesuíta que fue muy citado después de sus conferencias sobre teología en París a principios del siglo XVII, lo lee a la luz de las ideas de Agustín sobre la libido. El acto del matrimonio no se realiza sin concupiscencia o placer sexual, que es la mácula y enfermedad de naturaleza pecaminosa. Efectivamente, incluso se designa en los escritos de los Apóstoles con el nombre de pecado, no en el sentido propio de la palabra, sino porque es el efecto y la causa del pecado. Pues el pecado apenas puede evitarse en el uso del matrimonio, aunque en este caso sea venial, como explica Agustín en más de un pasaje I S . Esta impresión general de la práctica real de los matrimonios todavía se evidencia a finales de siglo. El Beato Claudio de la Colombiére, aunque más conocido como 13 "Enarr. in P s . " 50, a. 93, " O b r a s " , v o l . 6, pág. 43. Cf. "Enarr. in T o b . " 3, a. 3, " O b r a s " , vol. 5, pág. 97. 14 DB 792. 15 Dionisio Peteau, "Dogmata Theologica" (París; L. Vives, 1867). " D e I n c a r n . " , lib. 14, o. 1 , núm. 2.
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director de Santa Margarita María Alaccque durante sus encuentros místicos con el Sagrado Corazón, también instruyó a los seglares; y en un libro sobre el matrimonio cita la conclusión de Agustín de que es más fácil para muchos cristianos no casarse que usar de los derechos de su matrimonio sin pecar 16 . Parece ser algo más que una coincidencia que, una vez que se acepta la teología de la libido de Agustín, y a través de todos los siglos en los cuales prevalece, existen también aseveraciones de que las relaciones maritales en la práctica real siempre entrañan pecado. La práctica general —y alguien dijo que universal— de los matrimonios católicos, discrepó evidentemente de los principios morales que fluyen del análisis de Agustín. Si esperamos descubrir lo que les ha parecido el matrimonio a aquellos que lo han considerado a la luz de la revelación de Cristo, no puede ignorarse esta tendencia contraria. Estos matrimonios fueron la Iglesia. Ellos eran la mayoría de sus miembros. Ciertamente que no eran maestros oficiales, pero el bautismo les dio una participación genuina de esa percepción que es fe. Evidentemente, su conducta aparece en los documentos que se acaban de citar, como un caso de la misma debilidad humana que también conduce a los pecados continuos de ira, murmuración, mentira. Indudablemente esto es verdad en algunos. Y los otros, criados en un clima cultural que había ayudado a hacer de Agustín un maniqueo, y en el que todavía abundaban grupos rigurosos que incluso abandonarían la Iglesia, apenas eran inmunes a los sentimientos de culpabilidad. 16 "Reflections Chrétiennes", du Mariage, Obras Completas (Grenoble: Patronage Catholique, 1900), vol. 5, pág. 181.
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Pero ciertas impresiones de la vida humana, como revela la fe, tendían en la otra dirección. Existió el Génesis con la revelación de quién fue el que instituyó el matrimonio. El relato del Evangelio de un Dios que tenía carne humana real, que comió y bebió e hizo buen vino, y al que llamó la atención la belleza de los lirios, no concuerda con cualquier sospecha de la materia y el placer. También entonces, aunque habían oído hablar de Adán y Eva, los matrimonios desconocían totalmente lo que escribían los teólogos sobre el instinto sexual y el pecado original. En realidad, la mayoría no sabía leer. Los aldeanos sajones y los lombardos recientemente convertidos, apenas conocían de Agustín algo más que su nombre. El ciclo litúrgico les dio una visión de la vida. Vivían según su instinto católico general, y raramente sentían la necesidad de cualquier cosa más. Sin ningún pensamiento especial sobre el tema se casaban y después hacían uso de sus derechos del matrimonio. Y nadie les dijo que hacían mal. Ellos no pueden compararse con los católicos de hoy que practican el control de la natalidad anticonceptivo. Cualquiera que sea la razón, queda el hecho de que, desde el tiempo de Agustín hasta la Edad Media, sus conductas ordinarias pueden lamentarse en los libros, pero no se les dice nada directamente. Los adúlteros son castigados desde el pulpito. Pero sobre este tema no existe ningún sermón ni oraciones en la liturgia. Los libros de penitencias compilados por obispos como Halitgar de Cambrai, para la instrucción de los sacerdotes, no dan la impresión de que las personas estén incluyendo cada uno de ios usos del matrimonio en sus confesiones " . Toda la discusión sobre el origen del instinto sexual se desarrolló entre un grupo "
"Lib. Paenit.", PL 105, 668 y slg.
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relativamente apartado de profesionales que usan el latín en una época de analfabetismo. Y es digno de atención el modo en que estos eruditos reaccionan ante la situación. Lo que saben de la teología de Agustín y lo que conocen de la vida matrimonial de los católicos de su tiempo, parece que converge en una conclusión: continuamente estos matrimonios son culpables de pecado. En tanto lean meramente a Agustín, esta será la conclusión que obtengan. Pero comienzan su propia investigación. Y en el siglo XII empiezan a aparecer ciertas precisiones. Tanto los teólogos como los expertos en derecho canónico están de acuerdo con una observación que Agustín ha hecho de p a s a d a " , de que, incluso aunque no exista el motivo de los hijos, una persona casada no peca al acceder a los deseos de las relaciones sexuales de la otra, cuando, de otro modo, la última fuera tentada a buscar satisfacción en otro l u g a r " .
París, a principios del siglo XIV, tuvieron tal sutileza y originalidad que se le comparó con Buenaventura por su influencia en los teólogos posteriores. La justicia exige que uno conceda al otro lo que es suyo por derecho. Y una persona está obligada a concederlo, no sólo cuando existe la cuestión de una meta básica tal como el bien de tener hijos, sino también cuando supone una meta menos básica, protegiendo la castidad matrimonial al impedirle que busque el trato sexual ilícito y que actúe contra el bien de la fidelidad 21. A causa de la segunda meta, evitación de trato sexual ilícito, merece alabanza; pero solamente del segundo modo, es decir, como un acto de justicia. Ese justo cumplimiento del deber, no obstante, no sería justo, ni la persona estaría obligada a acceder a la petición, a menos que Dios hubiese dado una dispensa a causa de la tendencia del hombre después de la caída 32 .
Así, la teoría comienza a justificar por lo menos algunos aspectos en la práctica de los creyentes. Aquí el motivo del matrimonio no es el de los hijos y, sin embargo, para uno de ellos al menos, no existe ningún pecado.
La opinión generalizada desde este tiempo hasta después del Concilio de Trento, la pone de manifiesto a principios del siglo XVII un moralista cuya obra más conocida versa sobre el matrimonio: Tomás Sánchez.
El Libro de Sentencias de Pedro Lombardo indica que esta es la enseñanza común de su época y ayuda a establecerlo como la posición de los Escolásticos 20 .
El significado del segundo bien, la fidelidad, es obvio. Los maridos y las esposas están obligados en justicia a conceder lo que se deben el uno al otro en las relaciones maritales.
A sus puntos de vista les da una forma resumida Juan Duns Scoto, cuyas conferencias, tanto en Oxford como en
Por lo tanto, el que tiene relaciones con el otro para satisfacer esta obligación, está tan lejos de pecar que él, o ella está más bien realizando un acto de virtud y de d e b e r " .
18
" D e Bono C o n j u g . " , c. 10, PL 40, 3 8 1 . 18 Cf. Walter de Mortagne, "Summa S e n t . " , opuse. 7, c. 3, PL 176, 156; Hugo de San Víctor, "De Sac. M a t . " , Mb. 2, pars. 1 1 , c. 11, PL 176, 496; Huguccio, folio 12, citado por Schall, " o b r a c i t a d a " , pág. 75; "Summa R u f i n i " , Schulte, e d . , pág. 394, citado por Schall, pág. 76. 20 " S e n t . " , lib. 4, d . 26, capítulos 4 a 32; d . 3 1 , capítulos 5 a 8; d. 32. Cf. Alberto el Grande, " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , a. 27; Buenaventura, " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , a. 2, q . 2; Aquino, " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , q . 2, a. 2.
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21
" R e p o r t . " , d . 32. " O p . O x . " , d . 32. q . 1 . " "De Sac. M a t . " , iib. 9, disp. 8, núm. 1. "Summa Sac. T h e o l . " , I I I , tít. 1 , c. 20, núm. 1 1 ; "Serm. 3 in Dom. 3 post N a t . " , " o b r a s " , vol. Laúd. Vita C o n j . " , a. 6, " O b r a s " , v o l . 38, pág. 64; d. 3 1 , q . 1 , a. 3. 32
Cf. San Antonino, Dionisio el Cartujo, 29, pág. 191; "De Soto, " I n 4 S e n t . " ,
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Los teólogos que primero estuvieron de acuerdo con esto no habían detectado cierto hecho nuevo que alteraría su convicción de que el instinto sexual es malo. Las demandas de ese instinto se satisfacen en este caso para evitar un mal mayor. Pero si una de las partes puede desviar así este mal de la otra, se comienza a vislumbrar que él puede hacer igual por sí mismo 34. Son limpios de corazón, pero no de cuerpo, quienes no desean esto con vehemencia por placer, como hemos dicho, sino por necesidad, para evitar ofender a Dios en el trato sexual ilícito. Estas personas también estarán entre las que se salvan y no carecerán de la visión de Dios 24.
EL INSTINTO DE LOS CREYENTES
Uno de los más populares entre los muchos comentarios a las Sentencias de Pedro Lombardo, a principios del siglo XIII, fue un Resumen de Oro de Guillermo de Auxerre. Profesor en París, con una fuerte inclinación hacia el modo de pensar de Agustín, a él fue a quien el Papa Gregorio IX confió el proyecto de "purificación" del texto de Aristóteles para uso de los estudiantes. El hombre que busca las relaciones maritales "para evitar la incontinencia" le recuerda al predicador que es alabado por uno de sus sermones. No hay nada moralmente malo en ello, a menos que "el placer que entraña le complazca en cierto grado", en cuyo caso es culpable de pecado venial.
Una cierta vaguedad en la idea de ellos sobre el pecado se extiende al juicio de este caso por los teólogos. Algunos hablan bastante ambiguamente de una falta que Dios tolera 2S . Pedro Lombardo observa: En trato marital que tiene lugar a causa de la incontinencia de uno de ellos se permite, es decir, se tolera, en el sentido de que no está prohibido 26. Uno de sus más destacados alumnos y el primero en escribir un comentario sobre su Libro de Sentencias fue Pedro de Poitiers. Canciller de la Universidad de París a finales del siglo XII, completó sus cinco primeros libros de Sentencias; y en el último de ellos trató de aclarar los conceptos de este tema con una distinción. Las relaciones maritales son pecaminosas si el motivo de una persona cambia gradualmente del apaciguamiento de la concupiscencia a "la satisfacción del placer sexual" 2 7 . ' 4 Abelardo, " P r o b . H e l . " , 14, PL 178, 701. Cf. " ¡ b i d . " 42, PL 178, 723. 25 Roberto Pulleyn, " S e n t . " , lib. 7, c. 30, PL 186, 948. Cf. " ¡ b i d . " , c. 39, PL 186, 958. 36 " S e n t . " , lib. 4, d . 26, c. 4. 27 Lib. 5, c. 17, PL 2 1 1 , 1260.
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Si el placer que existe no le complace en modo alguno, en realidad le resulta odioso, esa relación sexual está absolutamente exenta de pecado. Pero esto raramente ocurre 28. Su colega Alejandro de Hales, y más avanzado el siglo Tomás y Buenaventura, no están de acuerdo con toda esta escuela de pensamiento. La misma necesidad de las relaciones para evitar el pecado grave les parece que revela cierto exceso. Así, siempre existiría pecado venial 2 '. Pedro de la Palu, Patriarca de Jerusalén y uno de los teólogos mejor considerados a principios del siglo XIV, trata de reconciliar estas dos opiniones. Si la condición de la persona es tal que existe la usual posibilidad de tener hijos, comete pecado venial al actuar contra el orden de la razón, anteponiendo una meta secundaria a la que es primera y principal... Pero cuando es una persona de edad 28
"Summa Á u r e a " , lib. 4, de mat., c. 4. -" " I n 4 S e n t . " , d . 30, núm. 1 1 , Quar. 1 , pág. 487. Cf. " I b l d . " , d. 3 1 , núm. 10, Quar. 1 , pág. 496; Buenaventura, " Q . D. de Perf. E v a n g . " , q. 3, a. 1, Quar. 5, pág. 169; " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , a. 2, q 2; Aquino, " I n 4 S e n t . " , q . 2, a. 2.
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avanzada y no puede engendrar hijos, y por una parte no hay esperanza alguna de descendencia, y por otra existe temor a la fornicación, entonces no parece que se cometa ningún pecado. De otro modo, los hombres mayores no podrían contraer matrimonio sin p e c a r " .
ban en toda la parte más septentrional de Europa, recuerda primero la opinión de Tomás, que siempre existe pecado venial, y luego observa: A otros les parece que, puesto que el matrimonio fue instituido como un remedio contra el pecado, si la intención del marido o de la esposa en el caso mencionado anteriormente no es el placer, sino meramente la evitación del adulterio u otra mancha personal, él o ella no pecan 34.
Tomás de Estrasburgo, el alumno más distinguido de la escuela tomística fundada en estos años por Giles de Roma, hace extensiva esta concesión, incluso a aquellos que pueden tener hijos. Si... él pide, lo hace a causa de una necesidad, o lo hace así sin necesidad, para satisfacer el deseo sexual. En el primer caso, todavía está excusado del pecado, puesto que, después de la caída de los primeros padres, ese sacramento no sólo fue instituido para la función de la paternidad, sino también como un remedio contra la fornicación " .
Por el siglo XV esta es la opinión aceptada. Domingo Soto, confesor del emperador Carlos V y teólogo imperial en el Concilio de Trento, enumera las autoridades que tienen la opinión más rigurosa y admite que es "totalmente posible". Todavía parece que la que sigue es más benigna, y tal vez más de acuerdo con la idea del matrimonio. Ni se opone a las palabras del Apóstol. Cuando una persona casada lo cree necesario para evitar un pecado personal de impureza, se le autoriza esta petición 3 ! .
Pero añade una idea posterior. Aunque están excusados del pecado por razón del sacramento, aún no son dignos por ese acto, puesto que no pretenden ni la descendencia, el bien que es el primer valor, o la fidelidad al conceder lo que se debe al esposo que p i d e " . Esta tendencia más permisiva continúa hasta adentrarse en el siglo XV. San Antonino cree que si una persona pudiera evitar el adulterio de algún otro modo, existiría pecado venial al tener relaciones simplemente por este motivo. De otro modo no existiría pecado en absoluto " . Dionisio el Cartujo, cuyos libros sobre cada uno de los temas, desde el misticismo hasta el matrimonio, se cita30 31 32 33
El admite que, si fuera posible algún otro modo de evitar la impureza, la persona sería culpable de pecado venial, puesto que realmente su motivo sería el placer. Pero en otros casos no encuentra ningún pecado 3 °; y después de enumerar a cuantos apoyan su opinión, tanto en su propio siglo como en los anteriores, cita el consejo de San Pablo: "Por temor a la fornicación tenga cada uno su propia esposa". Entonces, si a cada uno se le permite tomar una esposa para evitar la fornicación en su propia perso-
" l n 4 S e n t . " , d . 30, q . 1 , a. 3. " l n 4 S e n t . " , d . 3 1 , q . 1 , a. 4. " I b i d . " , a. 3. "Summa Sac. T h e o l . " , I I I , t[t. I, c. 20, núm. 1 1 .
31 33 36
" D e Laúd. Vita C o n j . " , a. 5, " O b r a s " , v o l . 38, pág. 63. " l n 4 S e n t . " , d . 3 1 , q . 1, a. 4. "Ibid.".
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112 8
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na, en otras palabras, porque considera que no puede contenerse y que es mejor casarse que quemarse en el deseo, evidentemente también se permitirá el uso del matrimonio para ese fin. Si el poder para el logro de algún fin es bueno, seguramente el uso de ese poder también será bueno " . Esta es claramente la opinión común después del Concilio de Trento 38 . Aunque los matrimonios no siempre tienen a los hijos en mente, su práctica real todavía es intachable en muchos casos, porque están tratando de evitar el adulterio o los pecados solitarios. Los teólogos que llegan a esta conclusión no ignoran a los pensadores más antiguos, pero tampoco sienten temor en confiar en su propia observación personal de la vida de la Iglesia. Esto se pone de manifiesto en una observación de Soto. Aunque, al igual que los escritores de tiempos pretéritos cree que el trato sexual es irreprochable solamente cuando el motivo que lo impulsa es uno de los fines del matrimonio " , añade:
Sería inexacto considerar el goce como la meta con la cual se relaciona aquí el acto de la procreación, o a causa del cual se desea. Es simplemente la razón que los mueve e induce a no renunciar a tener hijos 41 . Por el año 1602, cuando aparece el tratado que dará a Tomás Sánchez su fama, es evidente que ésta se ha convertido en una característica clara y reconocida del matrimonio, como lo consideran los católicos. Aquellos que contraen matrimonio por razones moralmente indiferentes, extrínsecas al matrimonio, usualmente están excusados de pecado venial, porque generalmente las eligen no como sus fines en el matrimonio, sino como la razón de sus reflexiones sobre el mismo, o del matrimonio con una persona en particular. El fin de su matrimonio todavía es el apropiado aunque no le concedan ningún pensamiento. A menos que excluyan el fin apropiado, lo buscan virtual e implícitamente por el mismo hecho de que pretenden contraer matrimonio 4Z. Ni en el mismo acto del matrimonio existe necesidad alguna de recordar alguno de los fines permitidos. Es suficiente que el acto esté habitualmente relacionado con ellos, porque, según la opinión común de los teólogos, esto es bastante mérito... Así, es suficiente que al principio la pareja entre el matrimonio con ellos en mente y que en el mismo acto no tengan ningún fin contrario... Por esto es por lo que Ledesma dice que el matrimonio está excusado de muchos pecados veniales... De esto deducimos que un marido que haga uso del matrimonio y que ni siquiera intente expresamente excluir a los hijos, sino simplemente esté desatento a ellos y pretenda solamente tener relaciones con su esposa porque ella es su esposa, no peca de ningún modo. Supuesto que no pretenda formalmente a los hijos, los pretende virtualmente, puesto que el acto,
No se exige que las personas casadas tengan realmente estos fines en el pensamiento cuando se unen. Es suficiente que exista una relación virtual, o, dicho de otro modo, que no introduzcan ninguna circunstancia nociva " . No es necesario que estén pensando explícitamente en uno de los fines del matrimonio. Soto no está sólo con esta opinión. Alfonso Salmerón, uno de los teólogos de la Santa Sede en Trento, le da una justificación teórica. 37
"Ibid.". Cf. De Granada, "Traite de la Doct. C h r é t . " , lib. 3, c. 16, Obras, 17, 219; Lessius, "Prael. de Sac. M a t . " , c. 1, cop. 2; Luis de la Puente, "De Christianl Hominis Prefectione (Colonia: 1615), vol. 2, págs. 470 y 471; De Lugo, "Trac, de 7 S a c " , Teor. 9, núm. 39, página 149. s ' Soto, " l n 4 S e n t . " , d. 3 1 , q. 1 , a. 3. 40 " I b i d . " , d . 26, q. 1, a. 3. 3S
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41
"
"Obra c i t a d a " , 8, opuse. 5 1 , 475. " D e Sac. M a t . " , lib. 2, disp. 29, números 24 y 25.
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por su propia naturaleza, está proyectado para la procreación de los hijos y la intención del que lo realiza no se dirige a ninguna otra m e t a " . Sólo siete años más tarde aparece un libro que llegará a considerarse como la guía clásica de los seglares que desean ser santos: JLa Introducción a la Vida Devota. Su autor, San Francisco de Sales, que fue Obispo de Annecy, cerca de Ginebra, convirtió literalmente a miles de calvinistas con su encanto personal. Sería difícil encontrar a alguien igual como director espiritual de los seglares; y la teología incorporada a sus libros, conferencias y miles de cartas le ha ganado el título de Doctor de la Iglesia. La Introducción a la Vida Devota parece dar por cierto que el motivo consciente de un matrimonio para tener relaciones, puede ser simplemente el hecho de que son marido y mujer. El deber del matrimonio debe realizarse fielmente, con franqueza y siempre como si existiera la esperanza de tener hijos, incluso aunque por alguna razón no exista dicha esperanza". De nuevo los teólogos dirigen su atención no a un concepto o a una cita de alguna autoridad antigua, sino a una experiencia compleja de la vida real. Y una vez más, en muchos casos, la práctica real de los matrimonios se declara sin culpa. Esta nueva valoración de las normas para el uso del matrimonio no presupone necesariamente un concepto nuevo del instinto sexual. Como un hecho positivo, puede observarse de qué modo tan cuidadoso los principios más indulgentes fueron integrados con la antigua sospe•" " I b i d . " , !¡b. 9, disp. 8, números 3 y 4. Cf. "ibid.", núm. 11. 41 "Introd. Vie Dév.", pág. 3, c. 39, "Obras", 1, 618.
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cha de que el placer venéreo es inherentemente pecado. El trato sexual solamente se permite cuando ese mal está compensado por otros factores. Este fue el supuesto básico de todos los estudios del matrimonio, una vez que Agustín los hubo expresado de un modo tan persuasivo. Y, sin embargo, al mismo tiempo y en los mismos estudios, comienzan a aparecer conclusiones que discrepan de ese supuesto. Durante el siglo XII, más de un teólogo se cuida de indicar que el placer no es necesariamente pecado. Procede de una naturaleza que todavía es esencialmente buena, a pesar del daño ocasionado por el pecado original. Alguien observa que esto es igualmente cierto en cuanto al placer sexual, por supuesto siempre que no sea excesivo y que el motivo para el trato sexual que da lugar al mismo, sea uno de los dos fines que por este tiempo todos aceptan como irreprochables: la procreación de los hijos o la ayuda al otro cónyuge para evitar el pecado ". Entre los que toman esta posición destaca Pedro Abelardo. Aunque su reputación fue dos veces destrozada, una cuando se encontró que su alumna, Eloísa, había sido seducida, y después, cuando doce proposiciones de sus escritos fueron condenadas por la Santa Sede, todavía el hombre y su inteligencia han sido respetados desde su época hasta la nuestra. Abelardo insiste en que tanto el trato sexual como el placer que lo acompaña son buenos, puesto que ambos vienen de Dios. De aquellos que atacan esta posición, observa: Parece ser que ellos están obligando más por la autoridad que por las pruebas, a admitir que el placer sexual en si mismo es pecado " . « Cf. Walter de Mortagne, Summa Sent., tra. 7, c. 3, PL 175, 156. " "Ethica", c. 3, PL 178, 640.
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Otros escritores hacen una distinción. Parte del placer en la actividad sexual se debe al pecado original, pero parte es tan natural y tan bueno como el placer de comer ". Pedro Lombardo, aunque convencido de que el trato sexual siempre incita a esa rebelión de la carne que comenzó con Adán, infiere que La concupiscencia es siempre mala porque está manchada y es un castigo del pecado. Sin embargo, no siempre es pecado. Un hombre santo se deleita a menudo según la carne en una u otra cosa, tal como descansar después del trabajo o comer después de sentir hambre y, no obstante, tal placer no es pecado, a menos que sea inmoderado " . Guillermo de Auxerre, que editó a Aristóteles para los estudiantes de principios del siglo XIII, pregunta en el popular Resumen de Oro de las Sentencias de Pedro Lombardo, si existiría el placer sexual si nunca hubiera habido un pecado original. Debemos comprender que el apetito instintivo en el hombre tiene dos vertientes. Existe un apetito animal que solamente anhela lo que pueden percibir los sentidos, y un apetito humano que ansia lo que perciben los sentidos y la inteligencia, cosas buenas y malas también... En lo que al apetito animal se refiere, no existe ni virtud ni vicio; y en cuanto a lo que interesa, Adán, antes de pecar, habría encontrado placer en las relaciones maritales. Pues él tenía un cuerpo animal que necesitaba la nutrición de alimento. De este modo, él habría experimentado el placer sensual y no habría pecado, pero esto no implica que, puesto que hubo placer, hubiera también libido, que es una tendencia hacia el placer ilícito 4) . 47 Roberto de Melun, " S e n t . " Citado por Schall, pág. 85. •o* " S e n t . " , lib. 4, d . 3 1 , c. 8. 49 "Sumiría Á u r e a " , lib. 4, de mat., c. 1.
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Y sin embargo Guillermo sospecha de ese placer tal y como existe en realidad. El apetito más elevado toma placer solamente en Dios y en las cosas de Dios. Por ello, en cuanto ese otro placer permanezca dentro de los límites, es decir, en el nivel animal, no complicado con el deseo humano, no será pecado no obstante lo intenso que pueda ser... Hay pecado... cuando el apetito inferior atrae al superior hacia sí 5 0 . Esta postura la sigue un Escolástico cuyo método de utilizar la ciencia, así como la fe, y a Aristóteles como a Platón, le ganó el nombre de Alberto el Grande e inspiró a uno de sus estudiantes, Aquino, para cambiar todo el curso de la teología. Alberto está de acuerdo con Guillermo de Auxerre en que Adán experimentó placer, pero no concupiscencia 51 . Sin embargo, él camina hacia otra conclusión. El trato sexual es ahora un recuerdo del pecado original, no porque entrañe cierto placer, sino porque ese placer no es tan grande como habría sido. Estoy dispuesto a conceder que habría existido un placer mayor y más sincero entonces en el acto; y, sin embargo, habría estado bajo el control de la razón. Pues la razón estaba entonces fortalecida por la gracia de la inocencia. Nada inferior a ella, no importa lo intenso que pudiera haber sido, lo habría desviado de la contemplación del Primer Bien inmutable". Así, si existe algún mal en las relaciones sexuales, no se debe al placer, sino a algún desorden en el modo en que se experimenta el placer 5S . 5
"obra
citada",
»
51 52
"
"Ibid.". " I n 4 S e n t . " , d . 26, a. 6. " I b i d . " , a. 7. " I b i d . " , d . 3 1 , a. 27. Cf. " i b i d . " , a. 2 1 .
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Aquino comparte la opinión de su profesor. Habría existido un placer sensual y habría sido tanto más intenso cuando la naturaleza era pura y el cuerpo más sensible... Un hombre sobrio que toma alimento de un modo moderado no experimenta menos placer que un glotón. Su apetito instintivo está sencillamente menos absorbido en esta clase de placer". Duns Scoto, cuyas conferencias en la vuelta del siglo combinaron la brillantez de los Escolásticos con el espíritu de una nueva época, realza un punto que aquí es de importancia.
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Algunos años más tarde el tema aparece bajo una luz completamente nueva, ya que se contempla desde un ángulo diferente. Demetrio Cydones, secretario del Patriarca de Constantinopla, se convirtió del cisma, estudió extensamente a Aquino y tradujo sus obras al griego. Como si esto no fuera poco usual, sus opiniones sobre el placer sexual se encuentran en una obra titulada Despreciando la muerte. Observando que algunos pueden rebelarse ante la idea de no conocer ya los gozos del matrimonio, les recuerda por qué existen estas cosas. El las ideó para los padres, con objeto de que los hombres estuvieran más prontos a ver que existirían hijos que tomarían su lugar. El placer tiende hacerles olvidar las Inconveniencias que se derivan de tener una familia. Venios... que los médicos, incluso los más endurecidos..., mezclan ciertos dulces con sus preparados más amargos para que las personas, atraídas por el dulce, tomen asimismo las medicinas con más facilidad " .
Lo que es formalmente bueno en sí mismo no necesita de otras cosas buenas para excusarlo. Si fuera bueno solamente a causa de estas otras cosas, no sería formalmente bueno " . Su principio se aplica al placer sexual si el último es intrínsecamente bueno; y a principios del siglo XIV Tomás de Estrasburgo, Prior General de los Agustinos y uno de sus teólogos tomísticos más conocidos, se cuida de observar que la mera intensidad no hace malo al placer sexual. Aunque ese placer o pasión sea inmoderado comparativamente hablando, en otras palabras, porque excede de todos los demás placeres corporales, todavía puede ser apropiadamente moderado en su propia esfera cuando tiene asociadas las circunstancias adecuadas; y éstas las encuentra en los mismos bienes del matrimonio antes mencionados". 54 " S . T . " I, q. 98, a. 2, ad 3. Cf. " I n 2 S e n t . " , d . 30, q . 1 , a. 2, ad 2. ™ "Report.", d. 3 1 , q. 1. 50 " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , q . I, a. 2.
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Aunque considerado como perfectamente ortodoxo después de su conversión e imbuido por sus estudios de Aquino con el espíritu de la teología latina, este escritor no está tan fuertemente afectado por ella a causa de sus principios. Y no pasa mucho tiempo después de su muerte, ocurrida en el 1400, cuando se evidencia que no es tan diferente como podría esperarse de los teólogos latinos de ese tiempo. En Flandes, Dionisio el Cartujo explica que, El placer no puede evitarse en el trato sexual y sin embargo no es pecado cuando no se persigue y el mismo acto se realiza como debe ser. Del mismo modo el placer en el alimento y la bebida, natural "
" D e Cond. M o r t e . " , c. 6, PG 154, 1179 a 1182.
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como es y relacionado con una meta espiritual, no es f a l t a " .
raza... Por ello, al igual que tomar alimento y beber no es pecado, tampoco lo es el trato marital. Y ciertamente aquellos que dicen lo contrario, o sea que es pecado a menos que un hombre aborrezca el placer que entraña, están Intentando privar a los hombres de sus sentimientos naturales. Sencillamente, la mente no es capaz de experimentar falta de placer en esa situación".
En otro pasaje distingue cuatro clases de amor: espiritual, natural, social y, finalmente carnal, "mediante el cual dos seres humanos se aman mutuamente a causa de las delicias sexuales o de las ventajas personales y terrenales" ". Lo que resulta difícil es si los matrimonios deben amarse el uno al otro con un amor carnal. Y parece que no deben hacerlo, porque el amor carnal es totalmente impuro y está manchado con el pecado, como afirman los teólogos. Sin embargo, algunos teólogos dicen que los matrimonios pueden amarse irreprochablemente con amor carnal. Entonces, debemos replicar que no deben amarse el uno al otro con amor carnal si eso se traduce en un amor manchado por la perversión. Pero puesto que un marido y su esposa pueden tener relaciones sin pecado y virtuosamente, como se ha dicho, existe un amor carnal legítimo. Ellos se aman el uno al otro a causa del placer mutuo que se proporcionan, hasta el grado que ese placer es natural, unido al acto del matrimonio por la providencia de Dios y relacionado hacia un fin que es apropiado. Como dice Aristóteles y repite Santo Tomás, nuestra evaluación moral de un acto y el placer unido a un acto es lo mismo. Por lo tanto, el placer de un acto bueno y virtuoso es bueno; y en el grado en que es bueno, puede ser deseado 6 °.
Alfonso Salmerón, uno de los teólogos del Papa en Trento, no sólo comparte este punto de vista "2, sino que trata de allanar una dificultad que ha molestado a tantos. Si este placer es bueno, ¿por qué existe una turbación Instintiva acerca de las relaciones sexuales? El contesta con los primeros escritores que indican que no es un pecado, sino un castigo, y después observa: Cristo Señor no ha quitado la turbación a esto para que esa misma turbación sea una limitación en el trato sexual " . No es una prueba de que el instinto sexual sea malo. Es una protección contra un mal más básico que el instinto iexual: la licencia de la naturaleza humana caída. En el año 1602, Sánchez trata de otra idea de los primeros pensadores: la comparación entre el placer en las relaciones maritales y la vanidad en la predicación. La vanidad es pecado en sí y por lo tanto debe rechazarse totalmente. El placer no es algo bajo en sí mismo. En realidad es la naturaleza la que sabiamente lo ha unido al acto con una visión de ese bien del matrimonio que son los hijos, para que los hombres se dedicaran más vivamente a engendrarlos " .
En el siglo siguiente se evidencia que esta opinión se ha combinado con la de Cydones. Según el teólogo de Carlos V en Trento, Domingo Soto, La naturaleza ha unido sabiamente el placer a ese acto a causa de la necesidad de conservar la "Enarr. in E c c l u s . " , 18, a. 18, " O b r a s " , 8, 108. "De Laúd. Vita C o n ¡ . " , a. 8, " O b r a s " , 38, 66. "Ibid." •
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«i •a •« ••
" | n 4 S e n t . " , d . 3 1 , q. 1, a. 3. "Obra c i t a d a " , 5, opuse. 9, pág. 50. Cf. 8, opuse. 5 1 , 475. " I b i d . " , 5, opuso. 9, pág. 50. "De Sac. M a t . " , lib. 9, disp. 19, núm. 6.
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Unos años más tarde San Francisco de Sales reflexiona sobre el problema del placer y dirige su solución a los seglares. Excederse en el uso del matrimonio, les dice, es malo. Tener relaciones simplemente para satisfacer el apetito es algo tolerable, y no obstante no es digno de alabanza os. A partir de este tiempo es evidente, incluso para aquellos que viven en el espíritu de Agustín, que los católicos ya no consideran el tema como él lo vio. Juan Grou, un director espiritual cuyos libros se han traducido a cinco o seis idiomas, declara: En sí misma la concupiscencia es algo vergonzoso y humillante para el hombre, y con más razón para el cristiano. Es puramente un instinto animal que en el acto del matrimonio pretende solamente el placer sensual, haciendo de esto su meta. La razón desaprueba este instinto y se sonroja ante el mismo. La religión lo reprueba y no permite al hombre que se rinda al mismo, puesto que esto desconcertaría el orden e x a c t o " .
Por lo tanto, esta disposición del Creador es muy sabia. En cierto sentido es incluso necesaria " . En el siglo actual parece que ha desaparecido la duda tan prolongada de que el placer sexual sea algo más que un residuo de la rebelión primitiva contra Dios. Una encíclica del Papa Pío XII incluye la descripción más autorizada hasta ahora sobre lo que se debe y lo que no se debe al pecado original. No debemos mirar severamente a esta clase de placer que surge sin ningún pecado del matrimonio. Pero, por el mismo motivo, debemos admitir que los poderes más bajos de la naturaleza humana, después de la deplorable caída de Adán, continúan resistiendo a la razón exacta e incluso algunas veces impulsan al hombre al pecado 68. Lo que esto supone para el placer sexual se pone de manifiesto en uno de sus discursos. Es el Creador quien, en su bondad y sabiduría, deseó usar esta actividad del hombre y de la mujer para conservar y propagar la raza humana. Es El quien los unió en matrimonio. Y es El mismo el que dispuso también que en esta función la pareja experimentara placer y felicidad en el cuerpo y en el espíritu. Por ello las personas casadas no hacen nada malo cuando buscan y disfrutan de este placer. Simplemente aceptan lo que el Creador ha proyectado para ellos. Sin embargo, también aquí el matrimonio debe asegurarse de permanecer dentro de los límites de la moderación debida. Al igual que en el uso del alimento y bebida, así en el disfrute sexual no deben abandonarse sin freno al impulso de los sentidos. Esta es, pues, la verdadera norma: el uso de los poderes generativos naturales sólo se permite moral-
Las ideas son las de Agustín, pero Grou llega a conclusiones que reflejan la opinión más matizada de las generaciones posteriores. El placer que Dios ha vinculado a la unión de los sexos es un medio y no un fin. No se permite buscar el medio por su propia razón y la exclusión del fin... En cuanto al acto del matrimonio en particular, el hombre naturalmente sentiría alguna aversión al mismo y nunca soportaría, por la pura razón, asumir un estado que esclaviza de tal modo y tan duro de soportar como el matrimonio, si no estuviera acompañado por algún placer atractivo para los sentidos. 63 66
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" I n t r o d . Vie D é v . " , pág. 3, c. 39, " O b r a s " , 1 , 648. " L e Livre de Jeune Homme" (Parts: V. Palme, 1874), pág. 69.
" "
"Ibld.". "Sacra V i r g l n i t a s " , AAS 46 (1954), pág. 169.
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mente en el matrimonio, al servicio de los fines del matrimonio y de acuerdo con la relación que guardan cada uno de esos fines 6 °. Por lo tanto, la pareja puede buscar y disfrutar lo que Dios ha dispuesto para ella. Se han disipado las sospechas de tiempos anteriores. En realidad, mucho tiempo antes de Pío XII, los escritos cristianos sobre el matrimonio comienzan a experimentar un cambio más profundo. Tanto esfuerzo del mundo para entender la relación entre el hombre y la mujer ha sido un intento de valoración de cierto placer que cada ser humano encuentra a su disposición. ¿Por qué existe este placer? ¿Puede una persona buscarlo o permitirlo? Así es como los pensadores paganos se habían planteado el tema en las tierras en que empezó la Iglesia y, por lo que hemos visto, se patentiza que los cristianos siguieron sus ejemplos. Las respuestas pueden ser diferentes, pero las preguntas todavía son las mismas. Sin embargo, a principios del siglo XIII, ese episodio misterioso de la experiencia humana que es el trato sexual, se describe en términos totalmente diferentes. Guillermo de Auvernia, eléctico en su teología, pero tan respetado como para ser nombrado arzobispo de París, observa que: El tracto sexual, aunque es carnal, puede entrañar un placer espiritual. Cada acto de virtud supone placer, o al menos puede suponerlo... Así, si el acto del matrimonio surge de un interés en conceder a otro lo que se le debe, o de un deseo caritativo por guardarse uno mismo o a su esposa de la mancha del pecado... nadie debe dudar que, algunas veces, de ese acto puede derivarse una delicia espiritual para el corazón del que lo realiza " . e» Alocución a las comadronas Italianas, 29/10/59, AAS 43 (1951) pág. 851. "> " D e Sac. M a t . " , c. 6, " O b r a s " , 1, 521.
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Esa actividad es sencillamente la manifestación externa de cierto sentimiento de virtud hacia el otro. Existe placer, pero es la satisfacción que siente la virtud al poderse expresar, la delicia que procede de poder proporcionar a otro algún bien. Aquí todo el interés y la atención están en ese otro. Nada domina tanto ai alma humana como el amor. Lo domina hasta el punto en que el alma no puede hacer nada en su contra, tan completamente obliga a un hombre a su amada, que ni le resulta agradable ni posible pensar en nada más, a menos que sea de la amada o por razón de la amada " . Estas observaciones no las presenta Guillermo como nuevas u originales. Y sin embargo no son típicas ni de él ni de los escolásticos. Buenaventura, por ejemplo, declara que la meta principal del hombre que contrae matrimonio debe ser "tener hijos o algo similar". Belleza, encanto, sabiduría, virtud —en definitiva, la mujer misma— puede que no sea más que un motivo secundario. El amor que inspiran estas cosas solamente se permite si no es intenso. El sentimiento de Jacob por Raquel, como lo describe el Antiguo Testamento, un amor que lo impulsó a trabajar durante años para conseguirla, se hace sospechoso para Buenaventura de pecado venial " . Pero la idea de Guillermo aparece de nuevo en el siglo XV. Dionisio el Cartujo observa que, Puesto que la caridad es la virtud más elevada y guía y motor de todas las virtudes... el acto del matrimonio puede ser un acto de caridad o amor espiritual. Pues todas las buenas obras deben hacerse con un amor espiritual o divino " . ri
"De Retributionibus S a n c t o r u m " , " O b r a s " , 1 , 323. " I n 4 S e n t . " , d . 30, cop. 6. "De Laúd. Vita C o n j . " , a. 5, " O b r a s " , 38, 63. Cf. In dom. 3 post N a t . " , " O b r a s " , 29, 191. " "
"Serm
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Gradualmente se pone de manifiesto que éstas son algo más que observaciones casuales de unos cuantos pensadores aislados. En el año 1566, con el sello del Papa Pío V, aparece un catecismo para el uso de los sacerdotes parroquiales. Confiado por el Concilio de Trento a una comisión presidida por el obispo de Milán, San Carlos Borromeo, resume entre otras cosas lo que debe decirse al creyente sobre el matrimonio. Como razones por las que un hombre debe adoptar ese estado, ofrece aquellas en las que han estado de acuerdo los escolásticos, pero después refleja la misma opinión que los últimos escritores, como Soto y Salmerón. Si a estas razones se añaden también otras que inducen a los hombres a contraer matrimonio y, al hacer la elección de esposa, preferir una a otra —dejar un heredero, riqueza, belleza, la importancia de la familia, gustos y hábitos similares— estas razones no deben condenarse, ya que no se oponen a la santidad del matrimonio. En las sagradas escrituras, al Patriarca Jacob no se le amonesta por sentirse atraído por la belleza de Raquel y preferirla a Lía 7Í. Lo que esto significaría sobre el mismo trato sexual lo expresa claramente Sánchez algunos años más tarde. El amor por el otro es un motivo perfectamente lícito, no sólo para casarse, en primer lugar, sino para tener relaciones maritales " . San Francisco de Sales explica esto directamente a los seglares: Comer sin pensar en preservar la vida, sino simplemente con la idea de mantener la camaradería y afabilidad que nos debemos uno a otro, es algo muy justo y honorable. Por la misma razón, la satisfacción recíproca y legítima de las partes de un santo matrimonio la denomina San Pablo una deuda, una 74 75
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" C a t . Conc. T n ' d . " , I I , 8, 14. " D e Sac. M a t . " , Mb. 2, d . 29.
EL INSTINTO DE LOS CREYENTES
deuda tan grande que él no desea que una de las partes se exima de ella sin el libre y voluntario consentimiento de la otra, ni incluso para los ejercicios de devoción... ¿Entonces, cuanto menos podrá eximirse alguien por caprichosas pretensiones de virtud o accesos de ira o desdén? " . Esta atención al trato sexual como expresión de toda la actitud recíproca de una pareja casada y una ayuda para conservarla inmutable se evidencia a finales del siglo XVIII en las obras de Juan Grou, cuya popularidad como director espiritual no se debe precisamente a una relajación en sus opiniones. Debatiendo si un matrimonio debe abstenerse del uso del matrimonio si la esposa está embarazada, o si no existe la esperanza de los hijos, él advierte: Esto es un consejo, no una obligación. Solamente puede hacerse con el mutuo consentimiento " . Durante el siglo XIX, a los seminaristas que con el tiempo dirigirán los matrimonios se les enseña: Si ellos tienen relaciones para fomentar su amor mutuo, para desvanecer cualquier sospecha de un posible enfriamiento de su amor, o por cualquiera otra de dichas razones, estos fines no son ajenos al uso del matrimonio. Se reducen a la fidelidad, que es el bien característico de ese estado'". Los moralistas del siglo actual están de acuerdo con esto: El trato sexual puede buscarse honorablemente... para demostrar amor a una persona 79 . 76
" I n t r o d Vie D é v . " , pá¡¡. 3, c. 39, " O b r a s " , 1 , 648. "Obra c i t a d a " , pág. 69. » Domingo Palmieri, S. J . . "Tractatus De Matrimonio Christiano (Roma: S. C. de Propaganda Fide, 1880), trat. 10, c. 2, pág. 289. Cf. Pesch, " o b r a c i t a d a " , pág. 313. 79 Arthiir Vermeersch, S. J . , " D e Castitate" (Roma: P.U.G., 1921). Segunda edición, pág. 224. 77 7
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Una declaración autorizada de lo que les parece el tema a los católicos la proporciona una encíclica de Pío XI sobre el matrimonio. Tanto en el mismo matrimonio como en el uso de los derechos maritales también existen fines secundarios tales como... fomentar el amor mutuo... lo cual no se prohibe de ningún modo que busquen las personas casadas, mientras la naturaleza intrínseca del acto, y de aquí su orden exacto para el fin primario, esté siempre seguro 8°. De este modo, el mismo hecho que dio lugar a todas las dificultades, un placer característico de los sentidos, surge casi como incidental al trato sexual del marido y de la esposa. Para ellos la experiencia es algo más que un apareamiento biológico. Es la respuesta de una persona a una persona. Existe una satisfacción inmensa, pero su origen es noble, claramente humano y enfáticamente cristiano: un amor sincero y carente de egoísmo.
6.
VARÓN Y HEMBRA
UÉ dice entonces la revelación realmente acerca de esa orientación hacia el otro sexo que es una característica tan notable de la naturaleza humana?
¿Q
Esto es más difícil de contestar que la pregunta sobre la bondad del matrimonio. No existe ninguna serle de ¡deas que fuera condenada. Ni los papas ni los concilios han enunciado la opinión cristiana en dogmas detallados y explícitos, por lo que tendrá que prestarse mayor atención al proceso ordinario mediante el cual la Iglesia ha aprendido y enseñado lo que conoce. Deben observarse especialmente dos peculiaridades de ese proceso. Primero, que no tuvo lugar en el vacío. Los Apóstoles recibieron su percepción del significado de la vida en un momento definido, en un lugar particular, en medio de un torbellino de acontecimientos que ejercieron una influencia continua sobre ellos. Y esto no es menos cierto en cuanto se refiere a los cristianos posteriores. Para ver lo que ellos han visto, debemos observar cómo han reaccionado ante el mundo histórico real en el cual han vivido.
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"Casti Connubü", AAS 22 (1930), pág. 561.
Debe considerarse un segundo hecho: la Iglesia no es tan sólo los teólogos ni incluso el clero. Esto es importante en vista del tipo de conocimiento que entraña la fe.
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Nuestra capacidad para detectar la verdad es una situación concreta no es lo mismo que nuestra habilidad para tratar con abstracciones. Un físico eminente puede ser un pobre juez de hombres. Un político no puede solucionar cada problema moral simplemente recordando el séptimo mandamiento. Debe entrar en juego un tipo final de conocimiento, una percepción de la verdad que existe detrás de una constelación particular de hechos. Aunque los principios pueden orientar esta percepción final, ellos no pueden proporcionarla. Es un acto nuevo, espantosamente único, porque ninguna de dos combinaciones de evidencia son la misma; espantosamente personal, puesto que ninguna otra mente tiene la misma base con lo cual contrastar la evidencia; espantosamente autónomo, porque siempre existe la posibilidad de interpretar mal lo que ve. Por esto es por lo que el hombre prudente debe observar siempre la práctica de otros hombres prudentes. La percepción de ellos es una ayuda para la suya. Si esto es verdad en cada ser humano, es especialmente cierto en aquel al que se le ha dado no una filosofía, sino una unión íntima con el único Cristo vivo en un mundo histórico concreto. Entre los miembros de un Cuerpo Místico existe continuamente una acción y una reacción. El conocimiento que cada uno tiene de Cristo está formado por el de otros que le enseñaron. Cada uno de ellos tiene su propia confrontación con Cristo. Cada uno comparte de algún modo su caudal de conocimiento con los demás. Algunos son comisionados divinamente para proporcionar al resto el conocimiento de Cristo que necesitan y para protegerlos contra las dudas y las desviaciones. Pero estos mismos maestros son también hombres. La gracia no les ha dispensado de la necesidad de consultar a otros hombres.
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VARÓN Y HEMBRA
"La costumbre es el mejor intérprete de las leyes". Este axioma de la ley canónica no es menos cierto para la Ley de Dios. Los seglares también tienen ese conocimiento de la fe que los capacita para juzgar los acontecimientos concretos a la luz de la revelación de Cristo. Aunque su juicio pueda ser erróneo —y por esto es por lo que Cristo les ha proporcionado maestros autorizados—, no queda ignorado, incluso por esos maestros autorizados. Existe un diálogo constante entre los teólogos profesionales, que sólo poseen la formación que exige un progreso genuino, y los seglares que realmente están inmersos en la vida que los profesionales tratan de valorar. De este modo, aunque resultaría excesivo pretender que, puesto que los teólogos por lo general son célibes, son incompetentes para hablar sobre el matrimonio, sería igualmente un exceso tan grande no contar con las opiniones de los únicos católicos con experiencia en la materia. Cada católico reacciona ante la vida basándose en lo que conoce, y todos los católicos actúan mutuamente no sólo en una época, sino a través de los siglos: esto es tradición. Este es el proceso por el cual Cristo se revela a sí mismo a los ojos de nuestra fe. Lo que la Iglesia ha conocido acerca de la sexualidad humana se evidenciará así del modo en que ha reaccionado ante una situación histórica, o más bien ante dos hechos históricos: la cultura de las tierras en las cuales han vivido la mayoría de los católicos y el conocimiento que siente cada católico adulto de una tendencia profundamente interna de no tener ninguna consideración a Dios, a otras personas, a ninguna cosa excepto a sí mismo. Esta experiencia ha estado complicada en algunos casos particulares por el hábito de rendirse a esa tendencia. Enfrentada con esta doble situación y valorándola a la luz de la fe, ¿cómo ha reaccionado la Iglesia?
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En lo que afecta a los matrimonios típicos que viven como se espera que vivan, los signos de ese desprecio por el cuerpo que fue parte de la cultura grecorromana se han ido haciendo firmemente menos pronunciados. Efectivamente, desde el mismo comienzo, la práctica de los matrimonios católicos ha sido lamentada por los católicos más rigurosos. Poca variación puede observarse realmente de los primeros tiempos a nuestros días. Aparentemente han estado actuando con unos principios sólidos basados en una visión estable de la vida. Pero estos han sido principios de prudencia, esa capacidad para juzgar una situación concreta con evidencia que, aunque válida y apremiante, no siempre es fácil identificar. Aunque las decisiones morales no son irracionales, tenemos medios de saber cuál es la que no puede describirse. Los moralistas profesionales y los seglares corrientes están de acuerdo, por ejemplo, que mentir es malo; y sin embargo, jamás ningún experto ha estructurado una explicación de por qué es malo, que pudieran aceptar los demás expertos. Del mismo modo, el conocimiento del matrimonio en el cual han basado sus conductas estas parejas, no ha sido formulado del modo en que usualmente lo es el conocimiento prudencial. Puede que nunca hayan sido capaces de explicar a otros, o incluso a ellos mismos, por qué estaban actuando del modo en que lo hacían. Pero la consistencia de su práctica en el transcurso de los siglos es prueba de una convicción común establecida. Sin embargo, volviendo de los juicios prácticos a las declaraciones explícitas acerca del instinto sexual, es obvio que ha existido un cambio formidable. Solamente un juego de prestidigitación con los documentos puede hacer que Agustín de Aquino y Pío XII digan las mismas cosas. Pero antes de construir una teología del sexo con
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lo que los cristianos han dicho acerca del mismo, debemos preguntarnos si las palabras de un escritor reflejan los conocimientos de la fe o los prejuicios del mundo en el cual ha vivido. Es más fácil bautizar a un hombre que a una cultura. Es más fácil enseñarle una serie de ideas conscientes que cambiar esa visión irreflexiva de la vida, ese complejo de actitudes y valores que ha absorbido como un niño del mundo que le rodea. Estas actitudes y valores son ahora casi instintivos. En lugar de ser un perjuicio, son el marco en el que se estudia toda la enseñanza formal. En lugar de valorar estas impresiones culturales a la luz de la Escritura, es más probable que quede impresionado por los pasajes de la Escritura que parecen confirmarlas. Con frecuencia, en dos niveles de la misma mente pueden estar dos series de ideas en conflicto. Una vez que la Iglesia salió de Palestina, todo estudio y especulación tuvo lugar en una antigua cultura pagana que tenía impregnada una sospecha de la materia y del placer. Agustín no sólo creció en este ambiente, sino que durante varios años fue incluso un maniqueo. Y la suya fue la teología traspasada a la Europa Occidental. Los escolásticos la recibieron consagrada por el tiempo, realzada por la ausencia de cualquier cuerpo de pensamiento comparable desde su muerte y fortalecida por unos cuantos documentos espurios que le daban mayor sanción oficial que la que en realidad tenía. Combinada con el concepto grecorromano del hombre, que ellos estaban descubriendo en las páginas de Aristóteles, no podía por menos de afectar a su visión de lo que Cristo había revelado. Sin embargo, durante todo este tiempo hubo fuerzas que tiraban desde la parte opuesta. Las culturas cambian con lentitud glacial, pero cuanto más dominó realmente 135
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la época en que vivieron la visión de la vida cristiana, tanto más parecen haber cambiado los escritores cristianos. Y cuanto más modificaron lo que leyeron por lo que vieron, más pronunciado parece el cambio.
las instituciones básicas de Agustín y a las luchas de los teólogos posteriores, por quienes fueron perfeccionadas gradualmente, a las que la Iglesia debe la claridad y profundidad de estas recientes declaraciones papales.
Como hemos observado, la vida intelectual de la Iglesia depende de un diálogo continuo. Los creyentes reciben una serie general de valores que ellos aplican a la vida práctica diaria; y los teólogos continúan perfeccionando las teorías generales para adaptarlas a la vida que ven, no entre aquellos que persisten en hacer lo que continuamente oyen que es censurable, tal como los matrimonios de hoy en día que usan contraconceptivos, sino entre la gran masa de "buenos católicos" que se supone que hacen todo cuanto deben.
Esta evolución no muestra los rasgos de un relativismo moral cuyos principios varían con cada cambio de cultura. Ni los católicos dan pruebas de vivir por una situación ética, relacionando cada decisión de conciencia con nada más, a excepción del acontecimiento concreto que la ha ocasionado. Todos los signos señalan a alguna percepción fundamental que gradualmente se hace más explícita, más perfeccionada, más influyente en la cultura general.
Cuando hablamos de tradiciones debemos considerar a ambos participantes en este diálogo; y si lo hacemos así, se hace patente que la tradición católica sobre la sexualidad humana ha sido una apreciación siempre creciente de las percepciones poseídas desde el principio. El mismo conocimiento prudencial, desde el cual estaban actuando los creyentes, dijo a los teólogos que aquéllos estaban en lo cierto. Puesto que, evidentemente, ellos no iban tras una búsqueda pagana del placer y, no obstante, tampoco estaban pensando siempre en los hijos, deben existir otras razones que justificaran sus conductas. Estas otras razones se abren paso gradualmente en los libros: alejar al otro del pecado, pagar una deuda, aliviar la concupiscencia, fomentar el amor mutuo. A medida que se van modificando las fórmulas para expresar lo que es bueno, las descripciones del matrimonio cambian paulatinamente para indicar por qué lo es. La descripción de Pío XII, aunque diferente en tantos aspectos de la de Agustín, no produciría ningún cambio radical en la práctica de los católicos de otros siglos. Por otra parte, es a
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Pocas cosas son más básicas a una cultura que su concepto de la relación entre hombre y mujer. Puesto que están comprometidas las emociones más profundas y los detalles más recientes de la vida, usualmente se ha empleado en el tema el pensamiento de muchas generaciones; y pocas convicciones están más impacientes de cualquier conmoción. El cambio en lo que los escritores cristianos dicen desde el siglo II hasta el X, no refleja ninguna cosa tanto como una lucha entre dos opiniones culturales de la sexualidad humana, prevaleciendo gradualmente la opinión cristiana. Esta opinión cristiana descubre ciertas verdades sobre la vida humana como Cristo la reveló. Primero, la tendencia que siente cada uno de nosotros de convertirse en el eje alrededor del cual gira el resto del mundo, para usar a otros hombres, e incluso a Dios, en nuestro propio beneficio, es el resultado de un pecado primario que nos ha hecho herederos de una naturaleza humana dañada. Pero aunque el trato sexual es una ocasión en que esa tendencia indómita se empieza a manifestar, el instinto sexual no es resultado del pecado original. Mucho menos 137
EL MATRIMONIO Y EL PECADO ORIGINAL
es la continuación de esa rebelión. Tanto el instinto como su expresión en el matrimonio son características de la vida humana como Dios la ha proyectado. No existe ninguna garantía para pensar que esta parte de la naturaleza humana ha sido más gravemente dañada que el resto. La orientación recíproca del hombre y la mujer no es simplemente "el rasgo más humillante del hombre". Si la revelación muestra que esta orientación ha estado afectada por el pecado original, la reacción que sugiere no es vergüenza, sino pudor: un impulso para proteger lo que es bueno, un temor de profanar algo santo, una reserva sobre una parte de la vida tan personal como la oración. Si un ser humano tiene dignidad o valor, el placer sexual lo comparte, pues es el medio que Dios ha ideado para poner en movimiento un proceso que termina en la vida humana. Supuesto que el marido y su esposa tengan por lo general toda su atención puesta el uno en el otro, esto no quiere decir que el designio de Dios se haya frustrado. El proceso tiene incorporado un fin. Por lógica se desprende que ellos nunca pueden frustrar ese fin, pero no se deduce que ellos deban tenerlo en mente. Puesto que el final del proceso no es un animal, sino un ser humano, es concebible que Dios pretenda que este final resulte de cierto estado psicológico de otros dos seres humanos. Como cuestión de hecho, esta es la característica distintiva de la sexualidad humana. El rigorista se equivoca tan gravemente como el libertino cuando describe el trato sexual del esposo y de la esposa en función del placer. Esa actividad particular del ser humano se supone que dice alguna cosa. Es esencialmente un signo. Al igual que las palabras están proyectadas para transportar el pensamiento, este signo ha sido ideado por el Creador como la expresión de una actitud única hacia 138
VARÓN Y HEMBRA
otro ser humano. Tan real y esencial como la relación con la vida es su relación con el amor. Tal vez es por esto por lo que tantas culturas se han sentido avergonzadas del instinto sexual. El modo en que se le ha permitido expresarse entre ellos ha sido realmente vergonzoso. Cuando un hombre se separa del amor, lo clasifica con el hambre y la sed como un mero estímulo para desarrollarse, la mujer comprometida es profanada y no puede menos que saberlo. Su respuesta oscilará de la tolerancia a la repugnancia. El hombre no está menos enterado de que está siendo profanado, aun cuando la sociedad no lo condene. Puesto que la vida ideal difícilmente puede incluir esta degradación, el hombre ideal parece que debe ser puramente espiritual. El cuerpo es extrínseco, restrictivo, hostil. No es él, sino el cuerpo, el que anhela esta experiencia, y él lo trata como trataría a un niño Indómito, estropeándolo, asustándolo o haciéndole concesiones ocasionales para conservar la paz. Asia, con sus procesiones fálicas y sus faquires; Grecia y Roma, con sus licencias y su concepto etéreo de la naturaleza humana; los gnósticos, manlqueos y cataros, deseosos del trato sexual, pero no de los hijos; la Francia del siglo XVII, con la perversión de Versalles y los escrúpulos de los jansenistas; los Estados Unidos, con los anuncios de sus películas y su excitado culto a la franqueza, tantas civilizaciones que parecen atestiguar que la indulgencia y el rigorismo excesivos siempre se encuentran juntos y siempre provienen de un origen único: la separación del trato sexual de una clase distinta de amor que ha sido concebida para expresarse. Los cristianos también han sentido esta vergüenza, porque ellos también han experimentado una tendencia no a amar, sino a disfrutar del amor. Al igual que en los
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EL MATRIMONIO Y EL PECADO ORIGINAL
antiguos tiempos paganos, las costumbres del matrimonio se han basado con frecuencia en el beneficio personal para el individuo o para su familia. No se consideraba importante ninguna cosa más.
PARTE II
Pero no se puede usar simplemente a un ser humano, incluso para tener hijos. La experiencia ha indicado que en el país cristiano que lo ensaya surgen otras instituciones además del matrimonio. Así, además de ser el origen de la vida humana un hecho que exige ciertas restricciones, el trato sexual tiene otra función no menos intrínseca, no menos proyectada por Dios; y ésta también exige ciertas prohibiciones. La expresión del amor nunca debe llegar a ser una expresión del egoísmo. Pero el hombre bueno no es el que es insensible a los estímulos sexuales. Es el que hace un esfuerzo razonable para evitarlos fuera del tiempo apropiado. Sí ocurre que sus instintos son débiles, esto no tiene más valor que si no tuviera gusto por el alimento ni apreciara la música. Tanto el mismo matrimonio como el instinto que lo impulsa son de Dios y no necesitan justificación. Como un hecho positivo, el pasaje del Génesis en el cual comienza esta investigación los relaciona con el éxito del hombre en la vida.
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"NO ES BUENO QUE EL HOMBRE ESTE SOLO"
INTRODUCCIÓN: SALVACIÓN EN PAREJAS UCHO de lo que se dice en el Antiguo Testamento acerca de Dios y del hombre es una reacción ante las ideas que entonces eran corrientes en Siria y Mesopotamia l . Esto es especialmente cierto en los primeros capítulos del Génesis.
M
Según los cananeos, la acción recíproca del sol y la lluvia, la simiente y el suelo, es la reverberación de una batalla cósmica entre un dios benevolente y Caos, un monstruo. Aunque el dios ha sometido a Caos, y con sus restos ha formado el mundo que vemos, el cambio de las estaciones indica que la lucha todavía no ha finalizado. El dios vuelve a ser atacado y muerto por el monstruo. Comienza el invierno. Pero vuelve a la vida, mata a su adversario y después tiene trato sexual con su consorte. Esto hace que la tierra dé frutos una vez más. Así, los cambios imprevisibles de la tierra, e incluso sus ciclos regulares, son un gran drama celestial. Para conseguir que la primavera y el verano, la lluvia y el sol, 1
\%_ Cf. McKenzie, "The Two-Edged Sword", pág. 46.
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INTRODUCCIÓN: PARTE II
vuelvan siempre, el hombre debe representar el drama en el rito de la fertilidad. La actividad que más le asemeja a los dioses que dan vida es el trato sexual; y la mujer existe exclusivamente para proporcionar esta experiencia: una diosa, cuando lo hace, pero el resto del tiempo una bestia de carga. El hombre es aquel para cuya comodidad existe en el mundo todo lo demás, incluso las mujeres 2. Los primeros capítulos del Génesis rechazan este mito cananeo y todo cuanto representa'. La historia del mundo debe adaptarse a lo que Yahvé ha mostrado a su Pueblo. Dios y el mal no son dos fuerzas iguales. Yahvé es supremo y el mundo que hizo es bueno. Cualquier maldad que aparezca en él es culpa del hombre. Yahvé tampoco tiene ninguna consorte con quien lo produjera. Nadie es semejante a El. Si los seres humanos son varón y hembra, esto se debe exclusivamente a su buen deseo. Entonces, ¿por qué decidió El que estas imágenes suyas deberían tener dos formas? En el capítulo con el cual comienza nuestra investigación solamente se da una razón: No es bueno que el hombre esté solo. En otras palabras, es erróneo concebir la religión exclusivamente en función de un hombre aparte y Dios. Cualquier cosa que el hombre tenga que hacer aquí, en la tierra, no tiene que hacerla solo, sino en un tipo único de compañía con una mujer. Dios ha dispuesto el mundo de tal modo que los seres humanos típicos triunfen en parejas.
SALVACIÓN EN PAREJAS
En el primer capítulo del Génesis, en un esfuerzo bastante posterior e independiente para explicar el origen y significado de la vida del mismo modo imaginativo, aparece una vez más este tema. Y creó Dios el hombre a imagen suya a imagen de Dios le creó; macho y hembra los creó. Y los bendijo y íes dijo: "Sed fecundos y multiplicaos, [y llenad la tierra y sometedla" *. Lo que Dios dice se lo dice a ambos. Se les da una meta en la vida, cierto trabajo que hacer y la deducción de que tienen que hacerlo juntos. Entre los judíos, ser sabio significa trabajar en el oficio con habilidad que resulta del talento y de la experiencia. Puesto que también existe un arte de la vida, esta habilidad, la más valiosa de todas, se llamó simplemente sabiduría. Al igual que un maestro artesano muestra a su aprendiz todas las destrezas del oficio, los autores de los libros de la sabiduría del Antiguo Testamento ofrecen al hombre joven los conocimientos acumulados de sus mayores. En el libro del Eclesiástico, compuesto entre los años 200 y 300 antes de Cristo, y que se lee todos los años en la Fiesta de los Tabernáculos, el sabio vuelve a repetir un par de líneas de un poema épico pagano para expresar su propia sabiduría melancólica: Vive la vida con la mujer que amas, todo el espacio de tu vana existencia que se te ha dado bajo el sol s . La vida humana es algo que pasa. Este es su mensaje
2
Cf. McKenzie, "Las características literarias del Génesis", "Obra citada"; "The Two-Edged Sword", págs. 52 y sig. 3 "Ibid.".
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*5 Gen. I, 27 y 28. Ecl. 9, 9.
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SALVACIÓN EN PAREJAS
INTRODUCCIÓN: PARTE II
en la totalidad del libro. Pero en el mismo se da por cierto que los seres humanos deben afrontarla en parejas. El Libro del Eclesiástico, compuesto por Ben Sira un siglo después, representa la reacción de la sabiduría hebrea ante la visión griega de la vida que ha impregnado todo el Oriente Medio. Una colección, en lugar de una obra original, que proclama los sentimientos tradicionales del israelita devoto. El que adquiere una mujer, adquiere el comienzo de la fortuna, una ayuda semejante a él y columna de apoyo. Donde no hay una valla la propiedad es saqueada. Donde no hay una mujer, gime un hombre a la deriva 6. Esta es la declaración todavía más enfática. Un compañero de la vida no es simplemente útil, sino necesario. Un hombre no es el mismo sin una esposa. Expuesto a la desgracia, anda extraviado por una vida que no tiene objeto.
Israel no obedece a Dios 8. Dicho de otro modo, los autores bíblicos registran un hecho que es el paso de la existencia. Esto no formó parte de la vida social judía, tal y como se reflejó en los libros de la sabiduría. En tiempos del Nuevo Testamento, al parecer, Cristo cree que no existe absolutamente necesidad de hacer ningún comentario. Pero cuando pretenden comunicar alguna enseñanza explícita sobre el matrimonio, describir cómo empezó, aconsejar, hacer comentarios sobre la vida conyugal, no existe pasaje que no dé por cierto que un marido no tiene sino una esposa". La idea que aparece en primer lugar en el Génesis es un estribillo constante. Este no es un mundo de hombre. Para ser todo lo que fue creado, un hombre necesita una esposa. Los seres humanos típicos están proyectados por Dios para hacer su deseo en parejas. Con la primera cosa con la que nos enfrentamos en el Nuevo Testamento es con un cambio pasmoso.
Esta idea de la salvación en parejas parece presuponer que el matrimonio, como Dios lo ha proyectado, es entre un hombre y una sola mujer. ¿De qué modo se puede compaginar esto con la poligamia que los autores bíblicos atribuyen incluso a Abraham y a David? 7 La contestación no parece encontrarse en los textos separados, sino en todo el contenido del Antiguo Testamento. A los patriarcas y a los reyes se les describe con más de una esposa; y una poesía menciona la poligamia como ejemplo de lo desesperadas que serán las cosas si 6
Ecl. 36, 24 y 25. Cf. Prov. 18, 22. 7 Cf. Jue 7, 30; 12, 8, 14; 2 Sam. 2, 2; 2 a 5, 14 y sig.; 5, 13 a 16; 1 1 , 27; I Re. I, I sig,; 1 1 , 1 a 8; 2 Par. 1 1 , 18 a 23; 2 Re. 10, 12 a 14.
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!
Cf. Is. 4, 1 . Cf. Gen. 2, 24; 4, 19; Dt. 17, 17. Cf. también Roland de Vaux, "Ancient Israel" (Nueva York: Mcgraw H i l l , 1961), págs. 24 a 26. 9
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Sección I: La vida ideal 7.
UN DON ESPECIAL
UANDO los Apóstoles observan que si se prohibe el divorcio, a un hombre no le trae cuenta casarse, Nuestro Señor contesta:
C
No todos entienden este lenguaje, sino solamente aquellos a quien se les ha concedido. Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos hechos por los hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismo por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender que entienda 1 . Les ha dicho en otra ocasión que ellos, como Apóstoles, han recibido un don especial que les capacita para conocer los designios ocultos que Dios tiene para el mundo 2. Ahora se menciona de nuevo un don. La cuestión de si un hombre debería casarse solamente se aprecia en su totalidad por aquellos que la ven a la luz de los designios ocultos de Dios, y éstos observan que existen ventajas en proseguir sin un compañero de la vida. El concluye con una invitación. Dejad que aquel al que se le ha dado tal sentido más profundo de los valores, es1 Mt. 19, 11. ' Mt. 13, 11.
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UN DON ESPECIAL LA VIDA IDEAL
tudie estas ventajas y considere si la vida de celibato es para él. En el Antiguo Testamento nunca se pretendió que Dios deseara literalmente que todos los hombres se casaran. Algunos son simplemente incapaces de hacerlo. Ahora parece que incluso aquellos que pueden, no deben pensar en ello en seguida. La sugerencia es atormentadoramente breve. La única razón que se da es el "Reino de los Cielos". Pero lo que esto quiere decir comienza a aparecer en las cartas de San Pablo. A los enviados de su joven iglesia de Corinto que le preguntan: "¿Puede casarse un cristiano?", Pablo les responde con un sí definitivo, pero añade: Entiendo que, a causa de la enminente necesidad, lo que conviene es quedarse como uno está 3 El matrimonio es bueno, pero la "inminente necesidad" hace que esté mal aconsejado. Los cristianos están empezando a aprender por experiencia la tensión de vivir en un mundo pagano. Es bastante difícil afrontarlo sólo. Viendo a una esposa o a un marido sufrir, se duplicaría la angustia. Pero esto es solamente parte de una situación más general que Pablo parece tener en mente. La única gran figura del Antiguo Testamento que nunca se casó fue Jeremías, y la única razón fue su papel poco usual en la vida. Célibe, sin descendencia que perpertuara su nombre, él tenía que ser un profeta y una profecía, un símbolo viviente del Reino que estaba agonizando y una nueva relación entre Dios y su pueblo 4. En la Escritura, un símbolo usual3 4
I Cor. 7, 26. Cf. Jer. 16, 1 a 4. Cf. también L. Leg and, "El significado profético del celibato", "Scripture", 12 (1960), págs. 97 a 105.
mente no hace más que explicar alguna realidad. Es una primera fase. En ella la realidad misma está haciendo su primera aparición. La secta judía de Qumran, cerca del Mar Muerto, no mucho antes de los tiempos de Cristo, consideraba el celibato como el estado ideal para sus adeptos. La razón es, una vez más, la época en que vivieron. Ellos creían que el antiguo orden de cosas estaba llegando a su fin. Yahvé estaba a punto de intervenir en la historia y llevaría al mundo a su etapa final. Una época extraordinaria exigía asimismo una preparación extraordinaria: una vida de celibato. Es en esta base en la que nosotros tenemos que leer las palabras de Pablo acerca de la "inminente necesidad". La vida ya no es lo que era usualmente. El día en que Cristo vuelva otra vez puede estar en un futuro lejano, pero la última edad del mundo ya ha comenzado. La línea divisoria fue el Calvario. El Cristo llevado a los cielos está ahora disfrutando de la vida que pronto nos pertenecerá a todos nosotros. Por lo tanto, los que tienen mujer vivan como si no la tuviesen. Los que lloran como si no llorasen. Los que están alegres, como si no lo estuviesen. Los que compran como si no poseyesen. Los que disfrutan del mundo, como si no disfrutasen. Porque la apariencia de este mundo pasa 5 . Puesto que toda la raza humana debe llegar a comprender lo que ha ocurrido, se invita a los cristianos a que se conviertan en recordatorios humanos, en símbolos vivientes del mundo agonizante y de la nueva vida que el hombre está viviendo ahora 6 . Renunciando al matrimonio 5 6
I Cor. 7, 29 a 31. Cf. Legrand, "obra citada".
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LA VIDA IDEAL
pueden ayudar a las personas casadas a recordar que nuestras antiguas preocupaciones e intereses carecen de importancia si se comparan con las cosas tan terribles que están ocurriendo cuando Dios sitúa la historia en su climax. Por las epístolas de Pablo sabemos con qué ansia los hombres deseaban que el cambio fuera total y que Cristo viniera una segunda vez. Significativa es, entonces, la carta que alrededor del año 200 un cristiano casado envía a su esposa. Un brillante abogado romano que, aunque solamente hace cinco años que está en el seno de la Iglesia, hace muy poco tiempo que ha sido ordenado sacerdote, Tertuliano, autor de esta carta, se unirá por último a los herejes montañistas a causa de sus severas opiniones sobre el matrimonio. No obstante, es él quien está forjando los términos mediante los cuales la teología cristiana puede expresarse ahora en latín; y la calidad de su obra durante estos años suyos de católico, puede juzgarse por el hecho de que un hombre como San Cipriano de Cartago manifestará que ha leído diariamente a Tertuliano. En esta carta pregunta a su esposa: ¿Por qué anhelamos tener hijos cuando, una vez que los tenemos, estamos deseando dejarlos por temor a las tribulaciones pendientes? ¿No estamos anhelando abandonar esta época de pecado y ser recibidos en la presencia del Señor, como incluso deseó el Apóstol? Los hijos apenas son necesarios al siervo de Dios...
UN DON ESPECIAL
Lo ideal ya no es simbolizar el significado de la época, sino ser práctico al ajustarse a ella. Dado el rigorismo de Tertuliano y su costumbre de lograr su propósito de un modo tan contundente como lo permita la retórica, esta opinión sobre el matrimonio, como ahora un factor indiferente, si no un obstáculo, en el plan que tiene Dios para la gloria final del hombre, no es peculiar de él. Reaparece dos siglos más tarde. San Juan Crisóstomo, cuyos sermones como Obispo de Constantinopla muestran a la Iglesia de habla griega en su mejor momento, ve el matrimonio como una de las vanas satisfacciones de una vida que es solamente un preludio a nuestra vida real con Cristo. Podemos haber dejado muchos hijos. Podemos tener una bella esposa, placer y las demás cosas que acabo de enumerar. Puede que hayamos llegado a una edad madura. ¿Pero qué ayuda en verdad y en valores eternos nos depararán todas estas cosas para el día del juicio? Ninguna en absoluto. Así, estas cosas son una sombra, un sueño. Pues de estas épocas interminables, que a la postre nos absorberán, no puede esperarse ningún fruto, ningún consuelo. El que las tuvo, está destinado a estar en la misma situación que el que careció de ellas 8. El Obispo desconocido que es autor de uno de ios mejores comentarios latinos de este período sobre San Pablo, indica que los católicos de Italia todavía leen a Pablo en el espíritu de Tertuliano. Puesto que el fin del mundo está próximo, no deberíamos estar ansiosos de engendrar hijos... Pues existirán presiones sobre nosotros como ¡amas las hubo antes. Después de todo, ninguno de nosotros desea que estas cosas ocurran en su propio tiempo... Pensemos
¿Por qué profetizó el Señor: "¡Ay de las que estén encinta y criando!", excepto para testimoniar que la carga de preocupaciones familiares será un estorbo en ese día de la partida, que tiene que venir? '. 7
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"Ad Uxorem", lib. 1, c. 5, PL 1, 1281.
8
"De Virginltate", c. 5, 58, PG 48, 580.
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UN DON ESPECIAL
en los otros también y abstengámonos de tener muchos hijos. Démonos más a la oración y al servicio de Dios, pensando en el futuro día del juicio; así nosotros no seremos juzgados por el cúmulo de intereses terrenales y ellos no se enfrentarán con algo que nosotros mismos tememos 9. Estos sentimientos no están en absoluto fuera de lo común. San Jerónimo, conocido de los hombres más eminentes de la Iglesia a finales del siglo IV y famoso en sí mismo por su trabajo en la Escritura, pregunta: ¿Cuál es la necesidad (a la que se refiere Pablo)? "¡Ay de las que estén encinta y criando en esos días!". El bosque se espesa para que se corte en algún tiempo futuro. Se siembra el campo para recoger el fruto. El mundo ya está lleno. La tierra ya no es capaz de contenernos. Las guerras diarias nos acaban, las enfermedades nos eliminan, los naufragios nos sumergen " . No son las cortesanas las que están amenazadas ni las casas de prostitución, que ninguno duda que se condenarán, sino los vientres hinchados, y los niños que lloran, y los frutos y las obras del matrimonio " . Esta misma forma de pensar guarda relación con Agustín, al afirmar que ahora sería mejor que nadie se casara. Pero yo sé que alguno lamentará: "¿Qué ocurriría si todos los hombres desearan abstenerse de las relaciones sexuales? ¿Cómo sobreviviría la raza humana?" ¡Si todos los hombres tuvieran solamente este deseo!... la Ciudad de Dios se llenaría con mayor rapidez y así se haría que el fin del mundo llegara más pronto.
¿Qué más parece instar el Apóstol cuando dice sobre este tema: "Bien les está a todos quedarse como yo"; o en el pasaje: "Os digo, pues, hermanos: El tiempo es corto, los que tienen mujer, vivan como si no la tuviesen...?". Por todo ello me parece que en esta época actual sólo deben casarse aquellos que no tienen imperio sobre sí mismos " . Ninguno de estos hombres pretende desprestigiar el matrimonio. Saben perfectamente que el mayor acontecimiento de la historia ha dependido de él. La cadena de matrimonios y nacimientos que se ha prolongado desde que el primer hombre y la primera mujer concibieron su hijo, ha llegado hasta una mujer que es la Madre de Dios. Pero ha nacido el más grande de los hombres y la raza se ha redimido. Ya no tiene las mismas necesidades. El matrimonio ha perdido el significado que tenía antes del nacimiento de Cristo. Cuando la época de los Padres llega a su fin, la Iglesia de los países del Norte comienza a expresarse. Por el año 700, la fe ha sido aceptada por la gran masa de personas de Inglaterra y las ¡deas de los Padres se las explica un erudito anglosajón llamado Beda. Los obispos y los reyes buscan su consejo, los sacerdotes leen sus obras al pueblo durante la misa y todo el país lo canonizará después de su muerte con el título de Venerable. Sus palabras sobre el matrimonio se hacen eco de Agustín: El matrimonio no tiene que ser condenado. La gracia de la bendición del altísimo lo ha establecido para propagar la raza humana y poblar la tierra. Pero lo que tiene que honrarse más y lo que merece mayor bendición es la virginidad, que, ahora que la tierra se ha llenado de hombres..., desea seguir a
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Ambrosiaster, " I n I Cor. 7, 2 9 " , PL 217, 234 y 235. " D e Perpet. Virg B . V . M . " , c. 2 1 , PL 23, 215. " A d v . J o v . " , lib. 1, núm. 26, PL 23, 239. Cf. Autor desconocido, "Consultationes Z a c c h a e i " , lib. 3, c. 5, PL 20, 1157; Isidoro de Sevilla, " D e E c c l . O f f . " , lib. 2, c. 20, PL 83, 809. 10
11
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"
" D e Bono C o n j . " , c. 10, PL 40, 381.
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Cristo Jesús en el cielo y entonar el único cántico que nadie más puede cantarle a él. Pues Dios y Nuestro Señor, quien en la primera época del mundo recién creado formó a la mujer de una costilla del hombre para enseñarnos que la tierra tenía que poblarse mediante su mutua unión, ha tomado en sí mismo la naturaleza humana de la carne de la Virgen en la última época de la historia... Para demostrar que El ama la gloria de la virginidad más que al matrimonio " . Sobre los castos, los escritores de estos primeros siglos, ya comparten la opinión de Jerónimo de que el fin del mundo está cercano, o la esperanza de Agustín de que si todos fueran célibes el día estaría próximo, están de acuerdo en que la necesidad presiona a todos los hombres para que se preparen para la llegada del juicio, pero los matrimonios son menos capaces de hacer esto " . Durante el siglo XIII, los escolásticos llegan a esta cuestión cuando tratan del precepto de Dios en el Génesis: "Sed fecundos y multiplicaos". Buenaventura cree que ya no existe ninguna necesidad y, por lo tanto, ningún mandato de tener hijos. En estos tiempos del Nuevo Testamento el precepto se ha convertido en una "indulgencia" J5. Alberto el Grande, cuya erudición y uso de Aristóteles afectará a la instrucción de los siglos futuros, está de 13 " H e x . " , lib. 1, PL 9 1 , 3 1 . Cf. Rábano Mauro, " C o m m . ¡n G e n . " , I¡b. 1 , c. 7, PL 107, 462. 14 Harvey de Bourg-Dieu, " C o m m . in I Cor. 7 " , PL 181, 183; Cf. Rábano Mauro, "Enarr. ¡n Ep. P a u l i " , lib. 10, c. 7, PL 112, 7 1 ; " E x p o s . " Super Jer., lib. 1 1 , c. 29, PL 111, 1017; Hatto de Vercelli, "Expos. in Ep. P a u l i " , I Cor., PL 134, 357; Bruno de Asti, "Expos. ¡n I Cor. 7 " , PL 153, 156. 15 " I n 4 S e n t . " , d . 26, a. I, q. 3.
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UN DON ESPECIAL
acuerdo con la conclusión de Buenaventura, pero por una razón diferente. Este precepto procede de la naturaleza, debido a la falta de un número muy amplio; y por ello yo creo que no obliga una vez que existe un número considerable 16. Tomás, su alumno, explica esto en detalle. Al principio, todo el que podía estaba obligado a tener hijos. Ahora no lo están, excepto aquellos designados por la autoridad civil para cubrir la necesidad de cierta provincia ". El precepto de tener hijos es como el de dar limosna. Está destinado a todas las épocas y es tan válido hoy como en los tiempos del Antiguo Testamento. Un hombre está obligado a dar limosna o a casarse cuando se encuentra en una situación concreta que lo exige " . En el siglo siguiente, Tomás de Estrasburgo ve ría como el punto divisorio de la historia. Antes tiempo el matrimonio era mejor. Ni se preceptuaba aconsejaba la virginidad. Pero desde su época el camino hacia Dios es la virginidad 10.
a Made su ni se mejor
Cuando en el siglo XVI comienza un nuevo período de reflexión, nuevamente se hace la distinción entre el Antiguo Testamento y el Nuevo. Ahora que ha venido Cristo es mejor no casarse 2 °. Pero Domingo Soto se opone a los primeros escritores que habían llegado tan lejos como para afirmar que el antiguo precepto: "Sed fecundos y multiplicaos" ha terminado con el nacimiento de Cristo. Para cumplimentar el deseo que tiene Dios para '• "In " "In ad 2. '» " I n " "In -" Cf.
4 S e n t . " , d . 26, a. 8. 4 S e n t . " , d . 26, q . I, a. 2. Cf. " S . T . "
II I I , q . 52, a. 12
4 S e n t . " , d . 26, q . 2, a. 2 ad 1. 4 S e n t . " , d . 33, q . I, a. 4; Cf. " i b i d . " , d. 26, q . I, a. 3. Cayetano, " I n I Cor. 7, 26.
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el mundo, el matrimonio todavía es tan esencial como siempre. El tiempo en que tiene que ocurrir el fin del mundo no ha sido incluido en la suma de conocimientos del hombre. "Esa hora no la conoce nadie, ni aun el Hijo del Hombre". Y, por lo tanto, a menos que lo aclare una revelación especial, debe observarse el derecho consuetudinario y la ley natural. Así, si surgiera la necesidad (lo cual no parece posible), incluso aquellos obligados por un voto de castidad tendrían que casarse por ley, ya que los votos siempre incluyen una condición: a menos que esté en contraposición con la obligación del derecho natural de preservar la raza humana 31 . Salmerón encuentra ocioso preocuparse de preservar la raza cuando los hombres son tan propensos al matrimonio 22. Pero en el nivel de la teoría difiere de Soto. El cree que el precepto original de Dios fue revocado en la plenitud del tiempo en que vino Cristo. Afirma, con Jerónimo y Agustín, que ya no existe necesidad del matrimonio. Si la raza se extingue no sería una catástrofe. La Ciudad de Dios estaría cerca 2 3 . Otros están de acuerdo con él -'*, y Canisio encuentra tiempo entre los trabajos que le proclamarán segundo fundador de la Iglesia en Alemania, para una serie de meditaciones en las cuales, al igual que Crisóstomo siglos antes, apremia a los cristianos a que consideren el matrimonio tomando como base esta breve vida humana y la vida eterna que está por venir 2S . 21 22 23
" l n 4 S e n t . " , d . 26, q. 1 , a. 2. "Obra c i t a d a " , v o l . 3, opuse, pág. 30. " I b i d . " , v o l . 5, opuse. 9, pág. 50; v o l . 8, o p u s e . 50, págs. 393,
UN DON ESPECIAL
Cerca de principios de siglo, San Lorenzo de Brindisi observa que el llamado precepto de Dios en realidad no fue ningún precepto, sino una autorización y una bendición sobre la raza humana 2G . Leonardo Lessius, profesor de Lovaina y uno de los jesuítas destacados en las enconadas luchas teológicas acerca del problema de la gracia y el libre albedrío, añade que, si la raza humana estuviera en peligro de extinción, no es improbable que entonces existiera un precepto... Así piensan la mayoría de los expertos. Aunque tal vez sea más acertado decir que esto no se ordenaría, especialmente en esta época de la ley del Evangelio. Pues el Señor aconsejó el celibato sin reservas y sin excepción alguna. Pues entonces, puesto que la seguridad de la raza humana no es responsabilidad de cada hombre, sino de la providencia de Dios, parece más plausible que, si surgiera tal caso, es que Dios estaría deseando poner fin al mundo 2r . Aunque los moralistas de años posteriores han vuelto su atención a los problemas que parecían más urgentes, no debe ignorarse la convicción fundamental que impulsó toda discusión. Reapareciendo periódicamente desde los días de Pablo, atrae la atención hacia el hecho que es más importante. La revelación posterior ha modificado la percepción primeramente registrada en el Génesis, de que los típicos seres humanos están proyectados para lograr su destino en parejas. No debemos exagerar el cambio. No parece tan evidente, como han pretendido algunos escritores cristianos, que el hombre está ahora libre de toda obligación de preservar la raza. Aunque el Nuevo Testamento aclara que
397. 24 23
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Cf. Buys, "obra c i t a d a " , pág. 210. " M e d . de D o m i n i o . " , Dom. 2 post Trin., Streicher, I I , pág. 106.
2
» " E x p l a n , ln Gen., I, 29, " O b r a s " 3, 202. 27 " P r a e l . De Sao. M a t . " , c. 1 , cop. 3. Cf. " D e Justitia et Jure (Antwerp: B. Moretti, 1632), séptima edición, lib. 4, cop. 15 a 1 .
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todos los acontecimientos de la historia son partes de un plan mediante el cual Cristo será "todo en todo", la revelación nos ha dado pocos detalles de ese plan. Hasta que lo aprenda de un modo diferente, la raza humana supondrá que todavía debe adoptar todas las medidas necesarias para asegurar su supervivencia. Pero en medio de nuestro temor bien fundado hoy en día del final del mundo, o de una lucha titánica entre la Iglesia y sus enemigos, se nos recuerda que el matrimonio ya no es el camino ideal hacia Dios. En cada época el cristiano es un mártir, una proclamación viviente de que Cristo ha venido y que el mundo es ahora diferente. A algunos se les invita a atestiguarlo mediante su renuncia al matrimonio.
de un concepto universal, como la naturaleza humana o la justicia. El matrimonio ha sido afectado por la historia. Ya no es tan urgente como cuando su última consecuencia tenía que ser Cristo. Ahora El ha venido. La historia está en su etapa final. Y en esta nueva situación hay un nuevo camino a Dios. Un hombre puede ser ahora más sabio y prescindir de un compañero de la vida. Esto, decimos, se debe al estado del mundo en el cual están viviendo. Pero Pablo también señala una razón en el mismo matrimonio.
No siempre se ha apreciado un aspecto de esta verdad, aunque es básico al pensamiento cristiano sobre la virginidad. Todos los documentos que hemos examinado tratan de ese modo de vida, no en lo abstracto, como podría haber existido en cualquier época, sino en la situación histórica concreta del mundo desde el nacimiento de Cristo. En ese marco, y sólo en ese, parece como algo que tiene que desearse. Antes de Cristo, pasar por la vida sin casarse era una desgracia, como con tanta frecuencia advierte el Antiguo Testamento. Para el cristiano la historia tiene un significado. Cada momento tiene su importancia. Es una escena única en el progreso del mundo hacia la meta que Dios contemplaba cuando lo creó. Pues no existe cosa inútil en la creación. Este avance hacia la meta es parte de un plan. ¿Las fuerzas de la naturaleza? ¿El libre albedrío del hombre? Son los mismos agentes que El ha ideado para llevar el plan a su término. Por lo tanto, entender el matrimonio no es suficiente para filosofar sobre el mismo como si se tratara simplemente
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8.
LAS INQUIETUDES DE LA VIDA MATRIMONIAL L matrimonio no es pecado, dice Pablo a sus conver-
E tidos en Corinto.
Pero todos ellos tendrán su tribulación en la carne, que yo quisiera evitaros'. No dice lo que son estas "tribulaciones humanas". Deberán ser experiencias que más bien forman parte de la vida matrimonial, puesto que los corintios las evitarán no casándose. Encontramos a los Padres griegos mostrando a los cristianos de finales del siglo IV que el "matrimonio es una carga pesada" 2, al enumerar las inquietudes diarias de un matrimonio típico. Tan pronto como se concibe un hijo, os preocupáis por la madre. Si sobrevive, existe la ansiedad de criar a los hijos. Cuantos más hijos tiene ella, con más pena y tristeza los ve sufrir; y esto la aflige más que su propio sufrimiento. Cuando el marido está en el hogar ella está pendiente de él. Cuando no está en casa se preocupa por él. Si él 1 I Cor. 7, 28. - Gregorio Nacianceno, "Carm.", Hb. 1, seo. 2, 6, 1, 7, PG 37, 643.
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muere, ella queda viuda deseando la muerte, sola si no tiene hijos, preocupada si los tiene 3 . San Juan Crisóstomo contempla la vida matrimonial desde la parte del marido. Es cosa grave estar casado con una muchacha pobre y grave estar casado con una rica. Una cosa disminuye la riqueza de un hombre; la otra, autoridad y libertad. Es una carga tener hijos; una carga mayor no tenerlos. En el primer caso, se está sujeto a una amarga esclavitud; en el segundo, se ha tomado una esposa en vano. El niño cae enfermo. No es un temor corriente. Muere joven, lo cual es una pena que no encuentra consuelo. En cada fase de crecimiento, ansiedad por ellos, preocupaciones y trabajos... Esta es la vida, Teodoro, en la cual un alma se divide entre tantos cuidados, sirve a tantos, vive para tantos y nunca para sí misma 4 . Durante este período, los comentaristas de Occidente leen las palabras de Pablo acerca de la "necesidad presente", que acabamos de considerar, como una alusión a las inquietudes de la vida matrimonial 5 . Ambrosio describe el velo de la novia como un símbolo de las nubes que con seguridad vendrán a oscurecer su hogar 6 . ¿Quién es tan opuesto a la verdad que condena el matrimonio? ¿Pero quién está tan desprovisto de sentido que no se da cuenta de las cargas del matrimonio? '. s Gregorio Nacianceno, "De V i r g i n i t a t e " , c. 3, PG 46, 327 a 335. Cf. Basilio el Grande, "De Vera Virg. I n t e g . " , núm. 23, PG 30, 715; " E p i s . " I ad Greg., PG 32, 226. Cf. "Consult. Z a c c h a e i " , lib. 3, c. 5, PL 20, 1156 y 1157; Isidoro de Sevilla, " E d Eccl. O f f . " , lib. 2, c. 20. 1 " A d Theod. L a p . " , lib. 2, núm. 5, PG 47, 314. 5 Ambrosiaster, " l n I Cor. 7, 28, PL 17, 234. Cf. " i b i d . " , 7, 26, PL 17, 233. 6 "Exhort. V i r g . " , 34, PL 16, 346. 7 "De V i r g . " , c. 6, PL 16, 287. Cf. " L i b . de V i d . " , c. 3, PL 16, 273.
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LAS INQUIETUDES DE 1A VIDA MATRIMONIAL
Jerónimo cree que otros han descrito estas cargas bastante bien *. Y él observa que Las mujeres envejecen rápidamente, especialmente aquellas que tienen marido". Agustín reflexiona sobre la aparente reticencia de Pablo. En cuanto a su afirmación de las tribulaciones humanas, que él quisiera evitar a aquellos que optan por el matrimonio, no se me ocurre ahora nada más plausible, que él no estaba dispuesto a revelar y enumerar en detalle las tribulaciones humanas precisas, de las cuales estaba avisando de antemano a los que eligen el matrimonio: las sospechas de un marido o de una esposa celosos, tener hijos y criarlos, los temores y tristezas de una viuda cuando fallece el otro. ¿Cuál de entre todos estos sentimientos no sorprende e irrita a una persona, una vez que se ha ligado con las cadenas del matrimonio? 10. En el resto de este período se evidencia la misma opinión, tanto en la Iglesia de habla latina como en la de habla griega M . Los escritores de la Edad Media repiten a los Padres.12. Lanfranc, cuya fama no sólo atrae a los eruditos a la abadía normanda de Bec, sino que andando el tiempo impulsará a Guillermo el Conquistador a nom» " A d v . J o v . " , lib. I, núm. 13, PL 23, 241. • " E p i s t . " , 117, núm. 10, PL 22, 959. 10 "De Sancta V i r g . " , c. 16, PL 40, 403 y 404. Cf. " C o n f e s s i o n e s " , lib. 9, c. 9, PL 32, 772. 11 Cf. Gregorio el Grande, " R e g . P a s t . " , pars. 3, c. 27, PL 77, 103; Ps-Crisóstomo, " D e Sancta T h e c l a " , PG 50, 547; Damasceno, "Sac. Paral., t!t. 6. PG 95, 1282; Teodoreto, "Graec. Aff. C u r . " , 8erm. 9, PG 83, 1055; Teodoro de Studium, Epist., lib. 2, núm. 128, PG 99, 1114; Tajón, " S e n t . " , lib. 3, c. 7, PL 80, 857 y 858; Isidoro de Sevilla, De Eccl. Off., lib. 2, c. 20, PL 83, 809. 12 Cf. SedeHo Scoto, " C o l l . in I Cor. 7, PL 102, 142 y 143; Rábano Mauro, "Enarr. in Ep. P a u l i " , lib. 10, c. 7, PL 112, 70; Haymo de Halberstadt, "Expos. in I Cor. 7 " , PL 117, 547; Catto de Vercelli, "Expos. in Ep. P a u l i " , I Cor., PL 134, 357.
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LA VIDA IDEAL
brarlo Arzobispo de Canterbury, cree que la "necesidad presente" que Pablo tiene en mente es: El deseo de los bienes de este mundo, que tienen con frecuencia los matrimonios cuando procuran para sus hijos e hijas y se apoyan el uno al otro. Para evitar esto, él dice que es bueno que un hombre tome esposa 13. Otros escritores medievales incluyen este problema del apoyo entre las preocupaciones que le vienen a un hombre con el matrimonio " . Buenaventura añade que una esposa debe soportar la maldición de Eva. Solamente aquellas que han padecido un parto difícil saben lo duro que es soportarla. La escritura la usa como el símbolo de una pena terrible l s .
LAS INQUIETUDES DÉ LA VIDA MATRIMONIAL
La vida conyugal tiene dos períodos similares: el primero, cuando los dos esposos se aman tiernamente, cuando los hijos pequeños juegan y balbucean ante los ojos de sus padres. Es delicioso. Pero cuando los niños han crecido... aumentan las preocupaciones de los padres. Entonces el sol comienza su declive. El brillo de la felicidad primera empieza a oscurecerse. Es entonces cuando el corazón se desgarra, herido por un enjambre de desgracias. Deben atenderse las necesidades de los hijos. Les sobrevendrán accidentes imprevistos. Después, a uno de los dos esposos le llega el momento de la muerte " . Otros llaman especialmente la atención hacia esta desgracia final 2 0 . Y San Francisco de Sales, aunque es amable y está interesado en el matrimonio, declara:
Durante los años de transición se oyen las mismas opiniones", © incluso el nuevo espíritu del siglo XVI parece traer pocos cambios. Algunos repiten la usual relación de inquietudes " . Salmerón declara que los matrimonios escrupulosos llevan "una cruz casi perpetua" 1". Luis de Granada, el principal escritor espiritual de los dominicos de la época y uno de los que se dirigen a los seglares, les dice:
El estado del matrimonio es el que exige más virtud y más constancia que cualquier otro. Es un ejercicio perpetuo de la mortificación. ¡Ay!, aquellas almas que tienen una inclinación totalmente parcial hacia el matrimonio, encuentran en el mismo tantas oportunidades para ejercer la paciencia y la mortificación, no obstante lo feliz que pueda ser, que solamente con gran dificultad pueden soportar su carga 22.
El sol tiene dos períodos: el de su salida hasta el mediodía, durante el cual su luz continúa aumentando; el otro, desde el mediodía hasta su puesta, durante el cual su luz se va desvaneciendo.
Evidentemente, estos avisos repetidos no significan una llamada al egoísmo. Si la Iglesia dedica esta atención continuada a las inquietudes de la vida matrimonial, ellas deben tener repercusiones en la religión de un matrimonio. Ya en el año 200 encontramos que esto se afirma explícitamente. Tertuliano, él mismo casado y respetado
« "Comm. In I Cor. 7, 22", PL 150, 178. i i Cf. Bruno de Asti, "In I Cor. 7", PL 153, 160; Alano de Lila, "Summa de Arte Pr.", c. 46, PL 210, 194. is "Opuso. 10 Vitls Myst.", Add. 4, c. 30, núm. 105, Quar. 8, 209 y 210. i» Cf. Dionisio el Cartujo, "In I Cor. 7", a. 7, Obras 13, 156 y 157- "De Laúd Vita Conj.", a. 3, Obras, 38, 61. i» Cf. Cayetano, "In I Cor. 7", 28; Soto, "In 4 Sent.", d. 31, q. I, a. I. ía "Obra citada", vol. 6, pág. 33, Cf. "¡bid.", vol. 5, opú9C. 9, pág. 49. 1fifi
18 "Forét de lieux communs", seg. cía., Marriage, "Obras", 21, 436. Cf. "¡bid.", Virginité, "Obras", 21, 201. 20 Buys, "obr-i citada", pág. 225. 21 "Lettres", 1861, "Obras", 3, 718. " " I b i d . " , 808, "Obras", 3, 673.
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V LA VIDA IDEAL
LAS INQUIETUDES DE LA VIDA MATRIMONIAL
como un teólogo, aunque su rigorismo lo llevó fuera de la Iglesia, insiste en que el matrimonio es bueno, pero también insiste en que distrae a una persona de Dios ". Un siglo más tarde, el famoso historiador de la Iglesia Eusebio de Cesárea, revela su propia impresión de la vida conyugal cuando trata de contestar a la acusación de que los cristianos, ensalzando a aquellos que no se casan, contradicen al Antiguo Testamento, el cual pretenden que fue inspirado por Dios. No existía nada que impidiera a aquellos hombres de la antigüedad, que llevaban una vida más relajada y libre, que atendieran a su hogar y a sus hijos y que, al mismo tiempo, estuvieran libres para el servicio de Dios. Podían atender asiduamente a la religión, así como a sus esposas, a sus hijos y al hogar; y nunca fueron apartados del mejor empeño por intereses ajenos. Pero nuestro negocio incluye incontables asuntos que nos deprimen desde el exterior, nos arrastran desde todas partes a otros intereses y nos distraen de nuestra atención cuidadosa para complacer a Dios 24. Como lo expresó un obispo de Italia a finales de siglo, los trabajos y preocupaciones de la vida matrimonial reducen el paso del corredor como pesos en sus pies 2*. San Ambrosio encuentra esta dificultad simbolizada en el Génesis por el sopor que Dios infundió en Adán, antes de formar a Eva. ¿Qué es ese sueño durante un breve espacio de tiempo, excepto el hecho de que, cuando volvemos
nuestra alma para unirnos con alguien en matrimonio parecemos descender y cerrar los ojos que fueron destinados al reino de Dios, por una especie de sopor, aquí en el mundo, y están dormidos a las cosas divinas por algún tiempo, cuando nos detenemos en los vanos asuntos de la tierra? 2a. Jerónimo comenta la observación de Pablo sobre las "tribulaciones humanas". ¿Piensas que el mismo modo de vida puede combinar los días y las noches empleados en la oración y abstinencia con el ansia de que llegue tu marido, tu paso afectado, ideando lisonjas...? Los niños lloran, las sirvientas hacen ruido, se observa a los niños y se les habla, se hacen las cuentas, se aparta el dinero para esto y para aquello. La cocinera, arremangada, machaca la carne. Las muchachas charlan de sus cosas mientras cosen. En esto se oye que el marido ha llegado al hogar con algunos amigos, y ella vuela como una golondrina por todas las habitaciones de la casa. ¿Está todo ordenado? ¿Han barrido los suelos? ¿Se ha puesto la mesa? ¿Está preparada la comida? Ahora dime: ¿Entre todas estas cosas, dónde está el pensamiento dedicado a Dios? ~\ Agustín y Fulgencio de Ruspe, su discípulo, ven el mismo problema" 8 . A principios del siglo Vil, San Juan Climaco, el abad del monasterio del Monte Sinaí, cuyo último nombre se deriva de su obra clásica Pasos al Paraíso, observa: Aquellos cuyos pies están encadenados todavía pueden caminar, aunque constantemente tropiezan y se hieren. Un hombre entregado tan sólo a las ¡n-
23
" A d U x o r e m " , Mb. 1, c. 10, PL 1, 1390. "Demonstrations E v a n g . " , lib. 1, c. 9, PG 22, 78 y 79. " C o m m . ¡n L u c " , PG 24, 574. 5 - Ambrosiaster, " I n I Cor. 7 " , 32, PL 17, 236. 24
168
Cf.
- " P r o b . H e l . " , 40, PL 178, 722. 32 Cf. Alano de Lila, "Contra H a e r . " , lib. 1 , c. 14, PL 210, 366; Harvey de Bourg-Dieu, " I n I Cor. 7 " , PL 181, 883 a 886; Vicente de
Beauvais, "De Eruditione Filiorum N o b i l i u m " , e d . Arpad Steiner, (Cambridge, Massachusetts: Medieval Academy of America, 1938), c. 38, pág. 153. 33 " Q . D ¡le Perf. E v a n g . " , q . 3, a. 2, Quar. 5, 172. 34 " I n L u c " , 10, 4 1 , Quar. 7, 274. " " I n 4 S e n t . " , d . 3 1 , a. I ad 4. 3* " I b i d . " , d . 26, a. 14, q . 2 ad I. 37 " I n 4 S e n t . " , d . 30, q . I, a. I. 3» " I n I Cor. 7 " , a. 7, " O b r a s " , 13, 156. 33 " I n I Cor. 7, 2 6 " .
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LA VIDA IDEAL
No contradice Pablo la declaración de Dios... "No es bueno que el hombre esté solo"... En cuanto se refiere a la existencia de las especies, no es bueno que el hombre esté solo, porque priva de medios a la naturaleza para aumentar la especie. Pero Pablo está hablando del hombre en relación con su vida espiritual, y aquí es bueno no tomar esposa. Pues del matrimonio resulta algo semejante a un obstáculo para la vida espiritual 4 ".
ción es arrebatada por sus preocupaciones usuales a los pensamientos de este mundo. Su cuerpo está presente en los asuntos de Dios; su mente está en los asuntos terrenales, pues están tan distraídos por ellos que casi no pueden prestar atención a lo que está ocurriendo frente a ellos " . Ya en este siglo, y nada menos que por una autoridad como la de Pío XII, se considera ésta como una de las lecciones del Evangelio de San Mateo.
Los teólogos de la Contrarreforma están convencidos que el matrimonio hace difícil que se encuentre tiempo suficiente para dedicarlo a D i o s " . Frente a los ataques del protestantismo por el celibato de los clérigos, explican que los sacerdotes de la Iglesia Occidental no toman esposa.
La afirmación de Jesucristo implica que este tipo de abstinencia perfecta del matrimonio libera a las personas de la pesada responsabilidad y deberes que entraña... La sociedad que les da sus obligaciones como marido y mujer, ordena claramente que "los dos sean una misma carne". Pues en los tiempos buenos y en los malos, el marido y la esposa están atados por muchas cadenas... y distraídos por las Inquietudes que preocupan y hacen difícil encontrar tiempo para las reflexiones piadosas sobre las cosas de Dios, a causa de sus responsabilidades de ahora " .
A causa de los obstáculos e intereses mundanales que necesariamente surgen inmediatamente después del matrimonio ". Ellos insisten una y otra vez que es por algo más que por evitar estas incomodidades. Se hace más daño por la esclavitud de la mente que por la del cuerpo; y por la pérdida de buenos pensamientos que por la pérdida de dinero ". Vemos a muchos que, sujetos por las cadenas del matrimonio, están tan ocupados y ansiosos de los intereses terrenales que apenas pueden pensar seriamente en su salvación. En verdad, que llegan a tiempo para el servicio divino una o dos veces a la semana, pero su aten"> " I b l d . , 7, I " . 41 Cf. Buys, "obra c i t a d a " , pág. 225; Alvarez de Paz, " D e Exterminatione M a l í " , lib. 5, pars. 2, c. 5, "Obras (París: L. Vives, 1875), 4, 579; c 2, " O b r a s " , 4, 558. ' 4 2 Belarmino, "De Sac. M a t . " , c. 5 " ( O p e r a O m n i a " , Ñapóles; J . Giuliano, 1856). 43 Lessius, " O p u s e . " 885, " D e Bono Satatus Castitatis, c. 5, Opuscula (Antwerp: B. Moretus, 1626), pág. 885.
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Pero si el hombre casado debe luchar considerablemente para servir a Dios, ¿su resolución frente a estas pruebas no le otorgará una mayor recompensa? A finales del siglo IV, Crisóstomo contesta: ¿Y quién, medita, les obliga a asumir una carga tan pesada? Si al entrar en el matrimonio un hombre cumpliera un precepto, si violara una ley al no casarse, esto sería cierto con toda probabilidad. Pero si un hombre que ha estado libre para no tomar el yugo del matrimonio, desea más allá de toda duda, sin que nadie le obligue, colocarse en medio de estas dificultades, esto no significa nada para el promotor del conflicto. El le ordenó solamente una cosa: que entrara en combate con el mal y que buscara la victoria sobre el vicio " . 14 45
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" D i s p . de Statu Vitae E l i g e n d o " , q. 12, " O p u s o . " , Pío X I I , Sacra Virginitas, AAS 46 (1954), pág. 168. " D e V l r g i n l t a t e " . c. 45, PG 48, 567.
pág. 864.
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Los escritores de la Edad Media piensan que esta es la idea de Pablo. Aquí vemos que una doncella no comete pecado si se casa, pero entra en algo que supone la labor más dura y que, en lo que se refiere a Dios, no tiene recompensa, al igual que no tiene castigo". El principio implícito en estas conclusiones se afirma explícitamente durante la Edad Media. No es cierto que cuando existe mayor labor existe mayor mérito 48. En la virginidad, con menos labor, existe mayor progreso y, por lo tanto, mayor capacidad para el mérito. En el matrimonio existe mayor labor y menos progreso, pues en ese estado de vida es una gran cosa si tan sólo mantienes tus principios " . Durante el siglo XVI, Salmerón añade por qué, en algunos casos por lo menos, no debe esperarse que la mayor lucha traiga una mayor recompensa. A veces los hombres imprudentes entran en el matrimonio en contra del consejo del Señor y en respuesta a la carne y a su concupiscencia. Como resultado, esas tribulaciones y molestias tienden a disminuir el mérito en lugar de acrecentarlo "". Los hombres han conocido siempre las preocupaciones e inquietudes de la vida de matrimonio, pero los cristianos han visto en ellas una nueva dimensión. Cada ser humano, con su necesidad de alimento, vestido y un hogar, su exposición a las penas, su asociación con otros a los que deben responder, ayudar y amar y con los que '7
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Rábano Mauro, "Enarr. ¡n Ep. P a u l i " , llb. 10, c. 7, PL 112, 74. Autor desconocido, " A l l e g . ¡n N. T . " , lib. 7, PL 175, 9 1 1 . "Quaest. ¡n Ep. P a u l i " , En I Cor., q. 69, PL 175, 527. "Obra c i t a d a " , vol. 5, tr. 9, pág. 50.
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debe rivalizar, siente la tendencia a vivir absorbido en este mundo tan profundamente real, tal vez sin caer en el desorden, pero no dando a Dios mucho más que la atención ocasional que parece exigir el recato. Cualquiera que intente compartir la vida con otra persona, sentirá esta tendencia que nunca ha tenido antes. No obstante lo grande que pueda ser su buena voluntad, no importa lo elevados que sean sus Ideales, marcha por un camino en el que tendrá que enfrentarse con lo que podrían denominarse trivialidades apremiantes. Su primer problema será el tiempo. Dispondrá incluso de menos que el que tenía antes para su atención exclusiva a Dios. E incluso durante este tiempo limitado, encontrará que el sosiego de la oración es un vacío emocional que se llenará pronto por una avalancha de planes, preguntas y ansiedades, más numerosos ahora y más urgentes, puesto que se compromete más que antes del matrimonio. En realidad, él puede considerar sus tareas recientes como un modo nuevo de servir a Dios. Pero sin importar como las considere, tienen que hacerse. Y se prestan con demasiada rapidez a hacerse por su propia razón. Es tan exigente o fascinante, tan penoso o cansado, que él encontrará difícil pensar en cualquier cosa más. Esto no debe llevar a conclusiones exageradas. Por otra parte, descubre un riesgo de ese estado, que una pareja debe admitir francamente si su relación con Dios no es el sufrimiento. Una erosión gradual de los viejos ideales por las inquietudes de la vida conyugal, puede dejarlos dispuestos a decidirse por las pequeñas victorias, contentos con ser "buenos católicos". Dios debe seguir siendo tan real como el mundo que los rodea. Las cosas espirituales deben ser tan apre-
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mlantes como las exigencias de "sentido común" y de la vida "práctica". Juntos, al principio, aprendiendo por experiencia, deben ensayar métodos diferentes para lograrlo. Hemos visto que la primera modificación de la idea de la salvación en parejas, se debe al período de historia de la salvación en el cual vive el matrimonio. Esta segunda se deriva del mismo matrimonio. Y el consejo de Pablo a los corintios saca a la luz una tercera, que tiene su origen en las dos personas que contraen matrimonio.
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EMOS visto cómo los judíos se abstenían del trato sexual cuando de algún modo extraordinario se creían en la presencia de Dios \ Pablo continúa esta tradición.
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No dispone la mujer de su cuerpo, sino el marido. Igualmente, el marido no dispone de su cuerpo, sino la mujer. No os neguéis el uno al otro, sino de mutuo acuerdo, por cierto tiempo, para daros a la oración 3. Tanto los Padres griegos como los latinos repiten a Pablo 3, aunque se cuidan de insistir en que: No estamos promulgando una ley. Estamos aconsejando. Nuestro deseo es que absolutamente cuanto es vuestro, sea para beneficio y bienestar de cada uno de vosotros". Los teólogos, obispos y papas desde ese tiempo hasta el presente reflejan la convicción de que, aunque ciertamente las relaciones maritales no son pecado, un 1
Cf. Ex. 19, 15; I Sam., 2 1 , 4.
2
I Cor. 7, 5.
s Cf. Cirilo de Jerusalén, " C a t e c h . " , 4, de 10 d o g m a n t . " , 25, PQ 33, 487; Agustín, " D e Bono V i d . " , c. 3, PL 40, 433; "Contra J u l . " , lib. 2, c. 7, PL 44, 687. 4 Gregorio Nacianceno, " O r a t . " , 40, núm. 18, PG 36, 382.
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matrimonio encontrará que es útil abstenerse de ellas a veces 5. A principios del siglo III este concepto general ha adquirido cierta precisión. Orígenes dice a las personas casadas que solamente deben tener relaciones en "momentos establecidos y lícitos" 5. Aunque no existe ninguna ley de la Iglesia sobre el tema, parecen existir ocasiones a lo largo del año en que los cristianos sienten que deben abstenerse. Como explica Teodoreto, en un comentario sobre el consejo de Pablo: Es conveniente honrar un tiempo de abstinencia por santidad 7. Durante la Edad Media se cita la Cuaresma como uno de estos momentos 8 ; después, Advierto. Los libros en los que en el siglo IX se muestra a los sacerdotes que poseen poca teología metódica las penitencias que deben imponer por los pecados que se les confiesan, mencionan los tres períodos de cuarenta días de ayuno observados en algunos lugares y también los miércoles y viernes, hace tiempo considerados como días de penitencia de cada semana " . 5 Cf. San Isidoro de Pelusia, "Epist. 1 1 9 " , PG 78, 1194; Sedello Scoto, " I n 1 Cor. 7 " , PL 103, 140; "Tomás de Citeaux, " C o m m . in C. C " , lib. 3, PL 106, 159; Rábano Mauro, " H o m . 4 7 " , PL 110, 88; Autor desconocido, "Alleg. in N. T . " , L i b . 7, PL 175, 912; Pedro Lombardo, " S e n t . " , d , 32, núm. 3, PL 192, 923; San Martín de León, " I n I P e t . " , PL 207, 232; Guillermo de Auvernia, "De Sac. M a t . " , c. 10, Obras I, 528; Cayetano, " I n l Cor. 5 " ; Francisco de Osuna, "Tercer Abecedario Espiritual", Escritores Místicos Españoles, ed. Mira (Madrid: Bailly BailUere 1911), tract. 8, c. I, pág. 402; " C a t . Conc. T r i d . , I I " 8, 34; Lorenzo de Brindisi, 2 " Q u a d r . " , Dies S. Josephi, Hom. 3, " O b r a s " 5, 467; San Alfonso de Ligorio, " T h e o l . M o r a l . " (Turin: Marietti, 1846), c. 627; Pío X I ) , " S a c r a V i r g i n i t a s " , AAS 46 (1954), pág. 169. ' " H o m . in 3 G e n . " , GPG 12, 180.
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"In I Cor. 7, 5 " , PG 82, 274. " S e r m . 2 5 " , atribuido a Ambrosio, PL 17, 678. " I b i d . " , Sermón I, domingo primero de Adviento, PL 17, 625. Cf. Egbert de York, " L i b . P a e n . " , l i b . 2, c. 2 1 , PL 89, 419;
Los teólogos medievales se limitan usualmente a expresiones más generalizadas, tales como "días de abstinencia", pero se da por supuesta la misma obligación n . A finales del siglo XV Dionisio el Cartujo añade: Una persona no debe entregarse al placer sexual en un tiempo de aflicción general. Y, por lo tanto, según los expertos católicos y judíos, Noé y sus hijos y las bestias brutas se abstuvieron en el Arca 13. Los escritores que propagan el espíritu reformado del Concilio de Trento asocian la abstinencia sexual con la Cuaresma 13 ; y desde los Cánones Apostólicos del siglo IV, que prohiben las bodas durante ese tiempo, hasta la prohibición de Trento, hoy todavía vigente, de celebrar ceremonias solemnes durante la Cuaresma y Advierto " , se evidencia el mismo espíritu. Lo que aquí importa no es la obligación que entraña, sino la actitud que reflejan estos documentos. Y esta actitud puede que no esté inspirada nada más que por el principio evidente de que durante un tiempo de penitencia es conveniente prescindir de los goces ordinarios de la vida. Anónimo " P o e n i t e n t í a l e " , c. 32. PL 99, 946; Halltgar, "De P o e n . " , lib. 4, c. 24, PL 105, 685. 11 Cf. Rábano Mauro, " H o m . 9 " , PL 110, 22; Haymo de Halberstadt, " I n I Cor. 7 " , PL 117, 544; Reginon, " D e Eccl. D i s . " , lib. 1 , capítulos 28 a 30, PL 132, 256; Raterio de Verona, " P r a e l o q u i a " , lib. 2, tít. 3, PL 136, 195; Honorio de Autun, "Speculum E c c l . " , tema general, PL 172, 867; Pedro Lombardo, " S e n t . " , lib. 4, d . 32, c. 3; Alano de Lila, "Summa de Arte P r . " , c. 45, PL 210, 193; Alberto el Grande, " I n 4 S e n t . " , d . 32, a. 10. 12 " I n E c c l . " 3, a. 3, " O b r a s " 7, 227. 13 Cf. ' Catech. Conc. T r i d . " , I I , 8, 34; San Carlos Borromeo, " A c t a E c c l . M e d i o l a n . " (París; J . Jost, 1643), edicta selecta, pág. 513; De la Puente, " o b r a c i t a d a " , pág. 535. 14 Cf. "Cañones A p ó s t o l . " , c. 60, núm. 52, PL 56, 720; San Antonino, "Summa Sac. T h e o l . " , I I I , tít. I, c. 24; Concilio de Trento, Decreto " T a m e t s i " , c. 10, Mansi 33, 156.
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Pero a principios del siglo V se patentiza un nuevo espíritu en un documento que tendrá una enorme influencia en la Iglesia de Occidente. Ya hemos hablado del tratamiento que Jerónimo da al Libro de Tobías. En el momento de la narración en que el joven Tobías dice que no se atreve a pedir la mano de Sara, en la versión de Jerónimo el ángel dice: Cuando tú la tomes por mujer y entres en el aposento, no te acerques a ella en tres días y ocúpate tan sólo en hacer oración con ella... Y pasada la tercera noche recibirás a la doncella en el temor del Señor, guiado más del deseo de tener hijos que de la pasión, para que consigas en los hijos la bendición del linaje de Abraham 15. El pasaje no es auténtico; pero ya se deba al mismo Jerónimo, ya a algún traductor anterior, sugiere que entre algunos cristianos de la época existe la costumbre de abstenerse durante cierto tiempo después de la boda. Un escritor del sur de la Galia, tal vez San Cesáreo, cuyos logros como Obispo de Arles entre los años 503 y 543 harán que sea reconocido como fundador de la Iglesia en Francia, es autor de una colección de 104 cánones que ilustrarán la práctica de esa región. En cuanto se refiere a las bodas, dice: Cuando el novio y la novia tengan que recibir la bendición del sacerdote, que sean presentados por sus padres o padrinos. Una vez hayan recibido la bendición, deberán permanecer en virginidad esa noche, en homenaje a la bendición 16. En el siglo siguiente, una carta falsamente atribuida a uno de los primeros Papas, muestra la influencia de la Vulgata. Tob. 6, 17 (Vulgata). Cf. Sal. 32, 9. Rom. I, 21-6. "Statuta Eccl. A n t l q u a " , c. 101.
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Y que se dediquen a la oración durante dos o tres días, y guarden su castidad para que puedan tener buenos hijos y complazcan al Señor en todo cuanto hagan " . El mismo mandato aparece en los libros de penitencias ls y en las colecciones de los antiguos cánones que aparecen en los dos siglos siguientes". Alrededor del año 1100, Raúl Ardent, nativo de Poitiers, dice a los matrimonios jóvenes en uno de sus sermones que: Cuando hayan recibido la bendición nupcial no deben tener relaciones inmediatamente, sino que deben honrar al sacramento; y la primera noche guardar vigilia en la iglesia, portando cirios, pasando el tiempo dedicados a la oración 2". Este sentimiento no muere con la Edad Media. Aunque Dionisio el Cartujo, en un comentario sobre el Libro de Tobías, observa: No tienen la obligación de conservarse castos durante las tres noches después de la iniciación del matrimonio 21. Salmerón sostiene un siglo más tarde: La Iglesia tiene la costumbre de exigir... castidad en la primera noche en homenaje al sacramento " . Y San Carlos Borromeo, que en su calidad de obispo de Milán intenta ajustar su diócesis al nuevo espíritu de 17
Ps-Papa Evaristo, Epíst. I, PG 5, Lo48. Cf. Egbert de York, " L i b . P o e n i t . " , Ilb. 2, c. 2 1 , PL 89, 419. Cf. Reglnon, " D e Eccl. D l s c " , lib. 2, c. 153, PL 132, 312; Hatto de Vercelli, " C a p i t u l a r e " , c. 94, PL 134, 46; Burchard de Worms, " L i b . D e c " , lib. 9, c. 5, PL 140, 816. 20 " H o m . 2 1 " , 155, 1744. 31 " I n Tob. 6 " , a. 6, " O b r a s " 5, 107. 22 "Obra c i t a d a " , v o l . 13, disp. 13, pág. 262. 18
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metodología que ha surgido del Concilio de Trento, dice a sus sacerdotes: El pastor... en primer lugar, debe procurar aconsejarles con seriedad apremiante que se preparen para entrar en el matrimonio con abstinencia y oraciones; y también que, una vez se haya celebrado la ceremonia apropiadamente..., se abstengan durante tres días por reverencia, dedicándose durante ese tiempo a la oración frecuente, para que tengan fortaleza contra los males espirituales y los impulsos de la carne, y para hacer que sus mentes se ganen la salvación y reciban gracia más abundante de ese sacramento "\
matrimonio en estas ocasiones". Los escritores posteriores están de acuerdo'", aunque Dionisio el Cartujo explica: No está prohibido por ley, sino que se disuade por doctrina... Dicho de otro modo, no es correcto 28 . Los teólogos posteriores a la Reforma todavía aconsejan esta abstinencia en los días santos 2\ pero, como Dionisio, mencionan que esto no lo exige ninguna ley de la Iglesia. En realidad dudan que exista ninguna obligación propiamente dicha 30. Con el paso del tiempo ya no se alude al tema.
Una vez más lo importante no es la fuerza que obliga a esta costumbre, sino la actitud que revela. La abstinencia del trato sexual está asociada con la proximidad de Dios.
Pero la comparación que hace Jerónimo de los matrimonios con los hombres de David cuando comen el pan consagrado descubre una costumbre todavía más significativa.
Esto se hace incluso más patente en otra práctica de aquellos tiempos.
Cerca de la limpieza del Cuerpo de Cristo, todo trato sexual está manchado S1.
A principios de la Edad Media, los domingos, las grandes festividades de los santos o la octava de Pascua, se citan como ocasiones en que las personas casadas deben practicar la castidad 2*. El Libro de Sentencias, de Pedro Lombardo, indica que esta es la idea de los teólogos del siglo XII2