La retina de los vertebrados [1 ed.] 8400108450, 9788400108458

La figura de Santiago Ramón y Cajal y sus trabajos sobre la organización del sistema nervioso y la Teoría Neuronal son a

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Créditos
Índice
Prólogo
Prólogo de la edición alemana
Prólogo de la edición inglesa
Los problemas histofisiológicos de la retina
La retina de los vertebrados. Santiago Ramón y Cajal
Índice
Consideraciones preliminares
Métodos de investigación
I. La retina de los teleósteos. Plancha I
II. La retina de los batracios. Plancha II
III. La retina de los reptiles. Planchas III y IV
IV. La retina de las aves. Planchas IV y V
V. La retina de los mamíferos. Planchas V, VI y VII
Fovea Centralis. Plancha VI
Desarrollo de las células retinianas. Plancha VII
Conclusiones generales
Explicación de las planchas
Contracubierta
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La retina de los vertebrados [1 ed.]
 8400108450, 9788400108458

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LA RETINA DE LOS VERTEBRADOS SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL

Retrato grabado de Santiago Ramón y Cajal siendo catedrático de Histología de la Universidad de Madrid.

LA RETINA DE LOS VERTEBRADOS SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL Edición de Nicolás Cuenca (Catedrático de Biología Celular, Universidad de Alicante)

Pedro de la Villa (Catedrático de Fisiología, Universidad de Alcalá de Henares)

Colaboradores científicos y traductores Isabel Ortuño Lizarán Xavier Sánchez Sáez Agustina Noailles Gil (Investigadores del grupo de Neurobiología del Sistema Visual, Universidad de Alicante)

CON S EJO S UP ERIOR DE IN V ES TIGAC IONES C IENTÍFIC AS

Madrid, 2021

Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.

Catálogo de publicaciones de la Administración General del Estado: https://cpage.mpr.gob.es EDITORIAL CSIC: http://editorial.csic.es (correo: [email protected])

© CSIC © Nicolás Cuenca y Pedro de la Villa © De las ilustraciones, Instituto Cajal de Madrid y Universidad de Alicante ISBN: 978-84-00-10845-8 e-ISBN: 978-84-00-10846-5 NIPO: 833-21-112-0 e-NIPO: 833-21-113-6 Depósito Legal: M-21870-2021 Agradecemos al Instituto Cajal de Madrid por proporcionar las láminas y el acceso a las preparaciones originales de Cajal para obtener fotografías microscópicas. Las imágenes de inmunohistoquímica de la retina fueron cedidas por www.retinalmicroscopy.com (Universidad de Alicante) Imagen de cubierta: autorretrato de Santiago Ramón y Cajal en su laboratorio, con uniforme de trabajo, h. 1886. En la parte superior, dibujo realizado por Cajal de la retina de las aves a partir de preparaciones con la tinción de Golgi, extraído del artículo «Morfología y conexiones de los elementos de la retina de las aves», Revista Trimestral de Histología Normal y Patológica, 1 de mayo de 1888. Contracubierta: imagen de microscopía confocal de una sección de retina de macaco, donde se pueden apreciar los principales tipos celulares marcados de forma singular por técnica inmunocitoquímica (fotografía original de N. Cuenca). Diseño y maquetación de interiores: tipos móviles / Fotomecánica: La Troupe / Impresión: Nueva imprenta, S. L. Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado ECF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.

9 PRÓLOGO

Nicolás Cuenca y Pedro de la Villa

19 Prólogo de la edición alemana Die Retina der Wirbeltiere, 1894 Richard Greeff

23 Prólogo de la edición inglesa The Structure of the Retina, 1972 Sylvia A. Thorpe Mitchell Glickstein

33 LOS PROBLEMAS HISTOFISIOLÓGICOS DE LA RETINA

Santiago Ramón y Cajal

57 LA RETINA DE LOS VERTEBRADOS SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL

Portada de la revista belga La Cellule, donde se publicó «La rétine des vertébrés», 1892

PRÓLOGO Nicolás Cuenca y Pedro de la Villa

La figura de Santiago Ramón y Cajal y sus trabajos sobre la organización del sistema nervioso y la Teoría Neuronal son ampliamente conocidos.1 Su monumental trabajo justifica su merecido título como fundador de la neurociencia moderna. Sin embargo, sus estudios y aportaciones sobre la estructura y los tipos neuronales de la retina permanecen casi olvidados, a pesar de ser «La rétine des vertébrés»2 una de sus grandes obras. En ella se recoge su gran labor dedicada al estudio de esta estructura del sistema nervioso central, siendo además uno de sus trabajos más citados en la literatura científica. Santiago Ramón y Cajal tenía una predilección especial por el estudio de la retina y nunca abandonó su interés por esta parte del sistema nervioso. Él mismo reconoce en sus memorias que la retina siempre había sido generosa con él y que fue el más antiguo y tenaz de sus amores de laboratorio: Según recordará el lector, mis amores hacia la retina son historia antigua. El tema me cautivó siempre, porque, en mi sentir, la vida no alcanzó jamás á forjar máquina de tan sutil artificio y tan perfectamente adecuada a un fin como el aparato visual. Por raro caso, además, la naturaleza se ha dignado emplear aquí resortes físicos accesibles a nuestro entendimiento. Ni debo ocultar que en el estudio de dicha 1. RAMÓN Y CAJAL, S. Textura del sistema nervioso del hombre y los vertebrados. Madrid, Moya, 1899-1904. 2. RAMÓN Y CAJAL, S. La rétine des vertébrés. La Cellule, 9 (1892): 119-257.

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membrana sentí por primera vez flaquear mi fe darwinista (hipótesis de la selección natural), abrumado y confundido por el soberano ingenio constructor que campea, no sólo en la retina y aparato dióptrico de los vertebrados, sino hasta en el ojo del más ruin de los insectos. Allí, en fin, sentí más profundamente que en ningún otro tema de estudio, la sensación escalofriante del insondable misterio de la vida. […] Durante el año 1896 mi actividad alcanzó su máximo, corriendo febril por varios y divergentes cauces y desparramándose alguna vez sobre temas anteriormente tratados. En uno de estos ritornelos ataqué con nuevos bríos la retina, el más antiguo y pertinaz de mis amores de laboratorio.3

Cajal publicó sus primeros estudios realizados mediante la técnica de Golgi —que permite analizar y dibujar las neuronas teñidas mediante la impregnación «cromo-argéntica»— »— en el año 1888, a su regreso a Valencia tras una breve estancia en Madrid, donde había tenido la oportunidad de conocer dicho método. Siguiendo su intuición, Cajal asumió que las estructuras que aparecían completamente teñidas en las preparaciones del método de Golgi eran células nerviosas claramente diferenciadas unas de otras. Estos resultados contradecían la Teoría Reticular prevalente sobre la organización general del sistema nervioso.4, 5 De hecho, la retina fue para Santiago Ramón y Cajal —aparte de una de sus estructuras preferidas— la fuente de inspiración y el tejido en el que confirmó la idea de la Teoría Neuronal, que defendió frente a otros investigadores de su época. Con sus trabajos sobre la retina demostraba que el 3. RAMÓN Y CAJAL S. Recuerdos de mi vida. Madrid, Moya, 1917. 4. GERLACH, J. «Von dem Rückenmarke», en Stricker S Handbuch der Lehre von del Geweben, Lipsia, Engelmann, 1871, pp. 665-693. 5. GOLGI, C. «La rete nervosa diffusa degli organi centrali del sistema nervoso. Suo significato fisiologico». Archives Italiennes de Biologie, 15 (1891): 434-463.

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sistema nervioso está formado por millones de células nerviosas independientes, interconectadas de forma precisa y con una estructura sumamente organizada. En este sentido, la retina es una de las estructuras nerviosas que se describen en los trabajos que Cajal publicó en el año que él mismo denominó «año de la fortuna».6, 8 En su opinión, «un estudio de la retina arrojaría luz sobre el problema general de la conexión y el mecanismo de acción de células nerviosas». Según su idea, si había un órgano capaz de demostrar satisfactoriamente las vías de propagación de los impulsos nerviosos, ese era la retina. El simple análisis de la organización de las células retinianas demuestra que los impulsos procedentes de conos y bastones pasan a células bipolares, y de estas a células ganglionares. Sus estudios realizados en la retina de las aves7 demuestran que las células conectan entre sí de forma individual, sin formar anastomosis ni redes. Es más, al igual que en el cerebelo, las conexiones celulares se establecen entre las terminales axónicas de unas células y las arborizaciones dendríticas o los cuerpos celulares de otras.8, 9 De esta manera, junto con la Teoría Neuronal, entendida como el principio por el cual el sistema nervioso está constituido por elementos individuales —definidos posteriormente como neuronas—, Cajal propuso el principio de polarización dinámica, también inspirado en la retina. En este segundo principio enuncia que la transmisión del «movimiento» en el sistema nervioso tiene lugar desde las terminaciones protoplásmicas (dendritas) y desde el cuerpo celular 6. RAMÓN Y CAJAL, S. «Estructura de la retina de las aves». Revista Trimestral de Histología Normal y Patológica, 1 (1888): 11-16. 7. RAMÓN Y CAJAL, S. «Sur la morphologie et les connexions des éléments de la rétine des oiseaux». Anatomisch Anzeiger, 4 (1889): 111121. 8. RAMÓN Y CAJAL, S. «Estructura de los centros nerviosos de las aves». Revista Trimestral de Histología Normal y Patológica, 1 (1888): 1-10. 9. RAMÓN Y CAJAL, S. «Sobre las fibras nerviosas de la capa molecular del cerebelo». Revista Trimestral de Histología Normal y Patológica, 2 (1988): 33-49.

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hacia la expansión nerviosa (axón). Así, cada célula nerviosa posee un elemento receptor (dendritas y cuerpos celulares), un elemento conductor (el axón o cilindro-eje) y un elemento emisor (la terminal axónica). Siguiendo este principio, Cajal consigue la genialidad de dibujar no solo las neuronas y sus conexiones, sino también unas flechas que indican la dirección de la transmisión de las señales neuronales y sugieren las vías de procesamiento de la información visual. Pero no solo se sirvió de la retina para enunciar estos dos revolucionarios principios, sino que Cajal también se dedicó a describir con detalle la histología y anatomía de este tejido. Sus estudios sobre la organización estructural de la retina, así como las predicciones —casi proféticas— que hizo sobre sus funciones, se han convertido en la base de la neuroanatomía, la neurofisiología y la neuropatología de la retina. El diagrama de organización general de la retina propuesto por Cajal sigue siendo válido en su esquema fundamental y, en varios aspectos, sus estudios siguen siendo vigentes y válidos hoy en día. Las descripciones realizadas por el científico sobre los tipos de células de la retina en distintas especies y sobre el modo en el que estas células están interconectadas son las más destacadas y completas que se han llevado a cabo. La retina, anteriormente considerada como una membrana inextricable que contenía capas reticulares y granulares de significado incierto, se empezó a considerar —gracias a Cajal— una verdadera estructura nerviosa. Él mismo la describió como «un verdadero centro nervioso, como una extensión periférica del sistema nervioso central [...] especialmente adecuado para análisis histológico». En la retina, unas clases específicas de neuronas se conectan de forma independiente con otras clases para transmitir el mensaje visual hacia los centros encefálicos a lo largo de

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caminos bien definidos. Si tuviésemos que señalar aspectos de especial importancia en su descripción de la retina, destacaríamos los siguientes: ●





● ● ● ● ● ●

La descripción y clasificación de los distintos tipos de fotorreceptores y de células bipolares, amacrinas y ganglionares en distintas especies de vertebrados. La identificación de las distintas subláminas de la capa plexiforme interna. La descripción de las fibras centrífugas que conectan con células amacrinas. La identificación de los circuitos de convergencia celular. La descripción de las células interplexiformes. La descripción detallada de las células de Müller. La enunciación de la histogénesis retiniana. La descripción de la organización de la fóvea. La teoría quimiotáctica que explica la formación de las conexiones celulares.

Santiago Ramón y Cajal publicó en 1892, en francés, la monografía titulada «La rétine des vertébrés» en la revista belga La Cellule, donde incluía sus trabajos publicados anteriormente en castellano. Según Cajal, la retina ofrece a los anatomistas y neurólogos una gran oportunidad para entender la morfología general de las células nerviosas y la estructura de los centros nerviosos. Además, sus hallazgos en la retina de diversas clases de animales son de gran interés e importancia para zoólogos, y sus ingeniosas hipótesis sobre el funcionamiento y la fisiología de los diversos tipos celulares de la retina lo son para los fisiólogos. En sus propias palabras, «esta última memoria, una de las más importantes brotadas de mi pluma, resultó voluminoso libro que mereció, años después, los honores de una traducción alemana». La principal motivación de Cajal para escribir este volumen fue que muchos investigadores de otros países

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no tenían acceso a sus publicaciones o no eran capaces de leerlas en castellano. Debido al gran éxito de esta publicación, el Dr. Richard Greeff publicó, dos años mas tarde, una traducción al alemán del trabajo aparecido en La Cellule.10 Greeff quiso resaltar los fascinantes descubrimientos de Cajal no solo a los oftalmólogos, sino también a un amplio círculo de neurocientíficos. Para realizar esta revisión, Cajal envió al Dr. Greeff diversos artículos en francés y castellano para que fuesen traducidos e incluidos en la versión alemana. La razón que el Dr. Greeff aduce para publicar el trabajo de Cajal en alemán es la importancia de hacer accesible el magnífico trabajo de Cajal —dada la escasa disponibilidad de la revista La Cellule en su país—, la dificultad para leer literatura científica en idioma extranjero, así como el hecho de que un gran número de nuevos términos científicos no tienen equivalentes en alemán. En 1933 Cajal publicó una revisión actualizada de La rétine des vertébrés, también en francés, en la que añadió a la versión original contenidos sobre la retina de las aves, el desarrollo de la retina, la fovea centralis y las fibras centrífugas.11 También, ese mismo año 1933, y con motivo del XIV Concilium Ophtalmologicum, se vuelve a editar La rétine des vertébrés 12 junto con un trabajo inédito del propio Cajal sobre Los problemas histofisiológicos de la retina,13 donde establece nuevas hipótesis sobre la función de ciertos tipos celulares de la retina. Cajal comenta en esta edición: «El Comité Organizador del XIV Congreso Internacional de Oftalmología ha tenido la generosidad, de la que estoy 10. GREEFF, R. Die Retina der Wirbelthiere. Wiesbaden, J. F. Bergmann Verlag, 1894. 11. RAMÓN Y CAJAL, S. «La rétine des vertébrés». Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológicas de la Universidad de Madrid, 28 (1933): 1-144. 12. RAMÓN Y CAJAL, S. La rétine des vertébrés. XIV Concilium Ophtalmologicum. Madrid, 1933, Tomo II-3: 1-144. 13. RAMÓN Y CAJAL, S. Los problemas histofisiológicos de la retina. XIV Concilium Ophtalmologicum. Madrid, 1933, Tomo II-2: 1-8.

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profundamente agradecido, de imprimir este antiguo trabajo casi olvidado». En 1972 se publica una nueva versión en inglés del trabajo de Cajal (The structure of the retina), traducido por Sylvia Thorpe y Michell Glickstein a partir de la versión en alemán de Greeff, en el que se actualizan algunos términos.14 El aspecto más relevante de esta traducción fue dar a conocer a la comunidad científica angloparlante la exquisita descripción de la retina llevada a cabo por Cajal. Finalmente, Robert W. Rodieck, en su libro The Vertebrate Retina, publicado en 1973, incluye como apéndice una traducción de La rétine des vertébrés desde la versión original en francés, actualizada con los trabajos de Cajal publicados hasta la fecha.15 La rétine des vertébrés, aparecida en La Cellule (1892), es una obra maestra de la literatura científica, frecuentemente citada en artículos científicos incluso en la actualidad. Con esta traducción queremos subrayar —ahora en castellano— la gran labor de investigación que realizó Cajal sobre la retina, cuyos resultados e interpretaciones siguen vigentes hoy en día. En este volumen de Editorial CSIC se ha traducido al castellano la versión de La rétine des vertébrés publicada en 1933 con motivo del XIV Concilium Ophtalmologicum, por ser la versión más completa. El comité organizador del Congreso decide publicar esta monografía «en vista de las demandas de numerosos compañeros, deseando poseer esta obra clásica desde hace tiempo agotada y que señala una época histórica en la estructura de la retina». Esta obra fue puesta al día por el propio Cajal, quien intercaló en el texto 14. RAMÓN Y CAJAL, S. The structure of the retina. Charles C. Thomas Publisher, Illinois, 1972. Traducido por Sylvia Thorpe y Michell Glickstein. 15. RODIECK, R. W W. The Vertebrate Retina. Freeman and Company, San Francisco, 1973.

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Medalla conmemorativa del XIV Concilium Ophtalmologicum, celebrado en Madrid en noviembre de 1933.

algunos dibujos esquemáticos tomados de trabajos posteriores al original. Siempre nos ha llamado la atención que este texto no haya sido traducido al castellano, ni siquiera en su reedición del año 1933. Este hecho nos ha llevado a acometer la empresa de traducirlo, intentando ajustarnos con fidelidad a lo que Cajal describió en su día y a lo que en el año 1933 fue publicado y supervisado por él mismo. Incluimos en esta nueva edición los prólogos de la traducción al alemán realizada por el Dr. Greeff en 1894 y el correspondiente a la traducción al inglés realizada por los doctores Thorpe y Glickstein en 1972. También incluimos un capítulo sobre Los problemas histofisiológicos de la retina publicado en el XIV Concilium Ophtalmologicum. En este trabajo inédito, escrito expresamente para el Congreso por Cajal en Alicante, en 1932, a partir de sus estudios anatómicos, especula de forma imaginativa sobre las funciones de las células y el posible significado de sus conexiones, ya que las técnicas y los estudios fisiológicos eran escasos en esa época. Creemos que la traducción y difusión en castellano de esta obra clásica —escrita originalmente en francés y

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traducida al alemán y al inglés— es una obligación histórica contraída con Santiago Ramón y Cajal. Su traducción servirá de altavoz y reconocimiento al inmenso trabajo que realizó sobre la retina y dará a conocer sus estudios, no solamente en el mundo de la neurociencia, sino también en el campo de la oftalmología y la neuroanatomía comparada. Esperamos, además, que este trabajo sirva para facilitar la lectura de esta gran obra entre los jóvenes científicos. Por último, y con objeto de adornar este volumen, hemos decidido incluir también imágenes inéditas de las células retinianas realizadas por nosotros de las preparaciones originales de Cajal, que hemos tenido la oportunidad de fotografiar gracias a la generosidad del Instituto Cajal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Nos gustaría, además, que los lectores pudieran comparar las imágenes procedentes de las preparaciones originales que realizó Cajal hace más de un siglo con las imágenes obtenidas mediante las técnicas actuales de microscopía, para lo que se incorporan también algunas fotografías propias de la retina de distintas especies de vertebrados (www. retinalmicroscopy.com).

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Portada de Die Retina der Wirbeltiere, Wiesbaden, 1894.

PRÓLOGO DE LA EDICIÓN ALEMANA

Die Retina der Wirbeltiere, 1894 RICHARD GREEFF

Pasé una larga temporada en el Instituto AnatómicoPatológico Senckenberg en Frankfurt-am-Main aprendiendo el método cromo-argéntico de Golgi-Cajal para estudiar el sistema nervioso central y aplicar ese método a la retina, que es indudablemente más difícil. Mientras estaba allí, me encontré con el genial y significativo trabajo de Ramón y Cajal, «La Retina de los Vertebrados», en la revista La Cellule (1892). Cuando hube leído este trabajo —fruto de muchos años de diligente esfuerzo de Cajal—, me pareció muy importante introducirlo en la oftalmología alemana. Cajal presenta nuevos resultados brillantes que superaron tanto nuestras expectativas que, por comparación, mis propios descubrimientos parecían de un valor insignificante. El método cromo-argéntico de Golgi ha supuesto un cambio profundo en el campo de la neuroanatomía. Aunque neurólogos y anatomistas han estado ocupados durante los últimos años emulando los resultados de Golgi y Cajal (p. ej., Kölliker, His, Waldeyer), esta visión completamente nueva de la anatomía y fisiología de la retina ha recibido poca atención por parte de los oftalmólogos. Esta omisión se debe probablemente al hecho de que las publicaciones relevantes aparecieron en italiano (Tartuferi) y en español (Cajal), por lo que eran difíciles de entender y de obtener. Además, la formación en estas nuevas técnicas de tinción requiere mucho tiempo y resulta especialmente difícil para el caso de la retina.

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Aunque es cierto que este reciente gran trabajo de Ramón y Cajal está publicado en francés, me gustaría enfatizar que no decidí publicar este libro porque no considerase a los intelectuales alemanes capaces de leer libros en francés, sino por las siguientes razones: (a) Me parecía importante facilitar el acceso a este significativo trabajo, ya que los artículos publicados en La Cellule apenas tenían difusión en nuestro país (en todo Berlín solo pude obtenerlo en la Königsbibliotek, e incluso entonces el libro no podía salir de la sala de lectura). (b) Quería considerar los trabajos anteriores en español e italiano, dada su relevancia, y aportar una revisión somera del desarrollo de los nuevos conceptos derivados de los nuevos métodos (la tinción de azul de metileno de Ehrlich y la tinción cromo-osmio-plata de Golgi). (c) Era consciente de que leer el artículo de Cajal en francés —sobre todo para aquellos aún no familiarizados con estos métodos— es bastante difícil. Esto es especialmente cierto porque varios términos técnicos no tienen equivalentes alemanes aún, o porque son desconocidos para lectores de cualquier idioma. Aquellos que no han seguido la literatura más reciente en neuroanatomía ignoran expresiones como como l’épine d’une collaterale, cellule déplacée, cellule stratifiée, etc., y por tanto no pueden estar completamente seguros de su significado. La dificultad que supone leer literatura neuroanatómica en otros idiomas aumenta por el gran número de términos recién creados. Por estas razones me pareció que la compilación y publicación del presente libro valía la pena. Además, quería llamar la atención sobre los fascinantes hallazgos de Cajal, no solo a oftalmólogos, sino también a un círculo científico más amplio. Según Cajal, la retina ofrece al anatomista y al neurólogo una oportunidad para entender la morfología general de las células nerviosas y de la estructura de un centro nervioso. Los descubrimientos recientes en la retina de diferentes clases

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de animales también deben ser bien recibidos tanto por los anatomistas como por los zoólogos. Finalmente, muchas de las muy ingeniosas hipótesis de Cajal serían de gran interés para los fisiólogos. Sin duda, algunas de ellas aún no están bien establecidas y requieren verificación empírica. El libro contiene principalmente los estudios de Ramón y Cajal sobre la retina que aparecieron en La Cellule, Vol. 9, n.º 1 (1892), y también hallazgos de sus publicaciones anteriores en español y francés, en la medida en que complementan el presente volumen. Estos se acompañan por algunos de los últimos hallazgos de Cajal sobre la retina que no han sido aún publicados; están basados en estudios recientes y me fueron amablemente enviados por el Profesor Ramón y Cajal para su traducción e inclusión en este libro. Aparecen principalmente en las secciones tituladas «La Retina de las Aves», «El Desarrollo de las Células de la Retina», «La Fóvea Centralis», etc. El volumen actual, por lo tanto, debe ser considerado en su mayor parte como trabajo original de Ramón y Cajal. Las siete planchas que se incluyen contienen solamente figuras originales de Cajal procedentes de La Cellule (1892). En cuanto a la traducción, me gustaría señalar que he intentado hacerla lo más literalmente posible y ser fiel al texto original. Quizás el estilo haya experimentado algunos cambios por dicha razón. Normalmente he usado el mismo término para los nombres recurrentes de las extensiones celulares y terminaciones nerviosas (p. ej., panache, arborization, épine, etc.), y cuando aparecen por primera vez he incluido normalmente los nombres empleados por Cajal. Siempre que ha sido posible, he intentado determinar cuáles de las nuevas nomenclaturas de Cajal que se han usado en la literatura neuroanatómica reciente en español y en francés se han trasladado al alemán. Tales expresiones se han conservado y, en el caso de términos técnicos que requerían una nueva traducción, he añadido los términos

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originales de Cajal entre comillas. También he incluido una pequeña explicación cuando me ha parecido necesario para entender el término. Mis propias opiniones no están, por supuesto, entremezcladas en este trabajo; todo se atribuye estrictamente a Cajal. Por lo tanto, las palabras «yo», «mis investigaciones», etc. se refieren a él y no a mí. En ocasiones, me pareció oportuna una breve aclaración o una referencia a la literatura reciente, y las anotaciones resultantes son notas a pie de página denominadas «notas de Greeff». Deseo expresar mi agradecimiento al profesor Ramón y Cajal por su permiso para publicar este libro y en especial por enviarme sus valiosos nuevos hallazgos para su inclusión en el mismo. También agradezco al Profesor Carnoy, editor de La Cellule, quien me ha permitido usar el texto y las figuras de Cajal. Además, me gustaría agradecer al Dr. Edinger, de Frankfurt-am-Main, quien me introdujo en la técnica de Cajal, y al Profesor Weigert, quien me asignó un puesto en su instituto. Si bien algunos detalles sobre los hallazgos de Cajal relativos a la estructura de la retina son aún controvertidos (cf. las opiniones de Dogiel), en conjunto se deben considerar probados y reconocidos por la mayoría de los anatomistas eminentes. Considero que una publicación sobre la visión de Cajal es oportuna para poder aclarar cuestiones tan controvertidas. Me haría muy feliz que este libro lograra estimular el reconocimiento y el interés por el trabajo de Cajal, que en el futuro será probablemente considerado como una gran contribución al conocimiento de la estructura de la retina. RICHARD GREEFF

Berlín, marzo 1894

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PRÓLOGO DE LA EDICIÓN INGLESA

The Structure of the Retina, 1972 SYLVIA A. THORPE MITCHELL GLICKSTEIN

La monografía de Ramón y Cajal sobre la estructura de la retina de los vertebrados se publicó por primera vez en 1892 en la revista francesa La Cellule.1 Cajal estaba especialmente motivado por escribir este volumen porque muchos investigadores no tenían acceso o eran incapaces de leer sus publicaciones previas en español. El trabajo fue traducido al alemán al poco tiempo por Richard Greeff, y esa edición apareció dos años después.2 Finalmente, en 19333 se publicó en francés una versión actualizada de la edición de 1894. Ambas revisiones de la monografía original contienen agregados importantes realizados por Cajal en los capítulos dedicados a la retina aviar, el desarrollo de la retina, la fovea centralis y las fibras centrífugas. Las tres ediciones se han incorporado en la traducción inglesa. La terminología usada en el presente volumen requiere alguna explicación. En algunos casos hemos traducido literalmente, manteniendo los términos cilindro-eje y procesos protoplásmicos para las extensiones básicas de la célula nerviosa. El lector puede evitar una gran controversia histórica considerándolos axón y dendrita, respectivamente. En otros casos, sin embargo, hemos seleccionado términos ingleses más modernos. Por ejemplo, los cônes jumeaux de Cajal 1. RAMÓN Y CAJAL, S. «La rétine des vertébrés». La Cellule, 1892 (9). 2. RAMÓN Y CAJAL, S. Die Retina der Wirbeltiere (Greed, R., trans.), Wiesbaden, 1894. 3. RAMÓN Y CAJAL, S. «La rétine des vertébrés». Trav. d. Labor. d. Rech. boil. d. l’Univ. d. Madrid, 1933 (28).

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Portada de la edición The Structure of the Retina, Charles C Thomas, 1972.

(Zwillingszapfen) son los conos emparejados que se encuentran en anfibios, reptiles y pájaros; los hemos traducido como double cones. A diferencia de los twin cones o par de conos, que están compuestos por dos miembros idénticos fusionados a lo largo de su segmento interno y se encuentran solo en peces teleósteos. El propio Cajal clarificó la cuestión sobre los tipos de células que se pueden encontrar en el lado vítreo de la capa nuclear interna. Usó el término antiguo espongioblasto para aquellas células de la capa nuclear interna que poseen un cilindro-eje en el nervio óptico. También acuñó el término célula amacrina para referirse a aquellas células en la misma capa retiniana que carecen de cilindro-eje. En el presente volumen Cajal aporta una descripción detallada de todos los tipos de células de la retina en representantes de cada clase de vertebrado, junto con una descripción sobre el modo en el que estas células están interconectadas. Usando el método de tinción de Golgi —que tiñe solamente unas pocas células con todos sus procesos neuronales— pudo observar y describir en detalle la forma de las células de la retina y el curso y distribución de sus finos procesos. A partir de estas observaciones, pudo reconstruir la organización de las células retinianas y describir el patrón con el que parecen estar conectadas unas a otras. Los estudios de la retina de Ramón y Cajal son una obra maestra en términos anatómicos, pero en el momento en el que los escribió, los conceptos y las técnicas fisiológicos eran insuficientes para los análisis funcionales sobre la estructura e interconexiones que describió. El propio Cajal tan solo pudo especular sobre las funciones de las células de la retina y el posible significado de sus conexiones. Aunque sus especulaciones son a menudo imaginativas, están limitadas por su visión —algo simplificada— de los mecanismos sinápticos. Por ejemplo, en ninguna parte de este volumen interpreta las sinapsis como algo que no sea excitar a la siguiente neurona en la vía.

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En los últimos años los análisis fisiológicos han avanzado hasta el punto en que ahora se puede hacer un uso más completo de las descripciones detalladas de Cajal sobre la retina. Un gran paso en esta dirección se dio gracias al desarrollo de la idea del campo receptivo y a la aplicación del registro de unidad-celular en las células ganglionares.4 En la mayoría de las células ganglionares la iluminación de una pequeña parte del campo visual incrementa la frecuencia de disparo, mientras que la iluminación de una zona cercana la disminuye. El área en el que la luz excita la célula, combinado con el área en el que la luz la inhibe, se denomina campo receptivo. Considerando este concepto cabe formular una pregunta analítica: ¿cómo llega la información desde los fotorreceptores hasta las células ganglionares para producir los campos receptivos observados? Sin duda, un conocimiento detallado sobre los tipos de células en la retina y su manera de interconectarse es un requisito para contestar a esta pregunta. Muchos elementos retinianos no disparan potenciales de acción; por lo tanto, los análisis fisiológicos que usen solo registros extracelulares son incompletos. Con la introducción del registro intracelular, sin embargo, es posible analizar las respuestas de células que producen solamente potenciales graduados. Por ejemplo, la sensibilidad espectral de conos individuales se puede especificar registrando directamente el potencial del receptor en respuesta a diferentes longitudes de onda.5 Además, estudiando el potencial registrado intracelularmente de células en la capa nuclear interna,6 se pueden comprender algunas de las interconexiones entre tipos celulares retinianos, y por tanto la construcción de los 4. KUFFLER, S. «Discharge patterns and functional organization of the mammalian retina», J. Neurophysiol., 1953 (16), 37-68. 5. TOMITA, T., KANEKO, A., MURAKAMI, M., y PAUTLER, E. «Spectral response curves of single cones in the carp.», Vis. Res., 1967 (7), 519-531. 6. WERBLIN, F. y DOWLING, J. «Organization of the retina of the mudpuppy, Necturus maculosus. II. Intracellular recording», J. Neurophysiol., 1969 (32), 339-355.

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campos receptivos. Las contribuciones de Cajal a la anatomía de la retina son esenciales para estos estudios electrofisiológicos más recientes. Básicamente, Cajal describe la retina como una estructura compuesta por tres capas de células, cuyos procesos conectan los unos con los otros en dos capas plexiformes. En peces teleósteos y mamíferos, en los que la terminación redondeada de los bastones se distingue claramente de la terminación filamentosa de los conos, diferencia las células bipolares que contactan con conos de las células bipolares que contactan con bastones; de hecho, estas bipolares realizan contacto preferente con distintas células ganglionares. Por tanto, Cajal propone una vía de bastones y una vía de conos en la retina, cada una relativamente aislada de la otra. Sin embargo, algunas células ganglionares contactan con ambos tipos de células bipolares, lo que apunta a que la información de conos y bastones puede compartirse. Los fisiólogos han aportado evidencias definitivas de que conos y bastones pueden estar funcionalmente conectados a las mismas células ganglionares, pero queda por conocer el grado de independencia y de convergencia de estas dos vías. La capa nuclear interna contiene varios tipos celulares. Además de las células bipolares, hay células horizontales, células amacrinas y el núcleo de las fibras de Müller. Cajal sugirió funciones de estas células que pueden establecerse y ampliarse por los investigadores actuales. Por ejemplo, con arreglo a la forma y la cantidad de las fibras de Müller, Cajal sugirió un papel en el soporte de otros elementos retinianos y en el aislamiento de sus vías de conducción a través de la retina. Su descripción de las células horizontales y sus procesos proporciona una excelente base para entender su probable papel en la construcción de los campos receptivos. El propio Cajal propuso que estos elementos podrían servir para establecer una relación entre varios grupos

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de receptores. La estructura y las conexiones de las células amacrinas plantean problemas igualmente fascinantes para el estudio fundamental. No solo estas células carecen de axón, sino que, además, poseen sus procesos organizados de una manera muy concreta. Los árboles dendríticos de las células ganglionares se extienden en diferentes niveles de la capa plexiforme interna y establecen asociaciones con los procesos de las células amacrinas y bipolares, creando así la inconfundible apariencia laminar de esta capa tan claramente descrita por Cajal. Surge una cuestión obvia para el estudio fisiológico: ¿hay propiedades únicas del campo receptivo asociadas con células ganglionares cuyos procesos se extienden en diferentes subcapas de la capa plexiforme interna? Los registros intracelulares y las técnicas de tinción son las herramientas para contestar a esta importante pregunta. Cajal comenta dos tipos de conexiones en la retina que cumplen una posible función de retroalimentación: las fibras centrífugas y las mazas de Landolt. Las fibras centrífugas predominan especialmente en aves, pero su existencia en todos los vertebrados es un tema que continúa sujeto a debate. Las mazas de Landolt, que se encuentran en la retina de anfibios, reptiles y aves, surgen de una rama ascendente única de una célula bipolar y recorren la capa nuclear externa. El análisis del papel fisiológico de las mazas de Landolt y de las fibras centrífugas continúa siendo un problema importante para entender la función de la retina. Cajal estaba impresionado por la relativa uniformidad de la retina entre los vertebrados. Para él, la especialización de la retina parecía estar relacionada no tanto con el estatus filogenético del animal como con las características estructurales y la distribución relativa de conos y bastones, y, por tanto, debía de depender de los requerimientos visuales del animal. Dada la visión comparativa de Cajal, es sorprendente

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que solo mencione de pasada las respuestas fotomecánicas de los fotorreceptores y el epitelio pigmentario a la luz y la oscuridad. Queda claro a lo largo de este volumen que Cajal se disponía a abordar un problema fundamental de la neuroanatomía: las interconexiones entre las células nerviosas en general. Propuso que los impulsos nerviosos se transmitían de célula a célula mediante contactos entre los procesos celulares. El punto de vista de Cajal era completamente opuesto a la teoría de la red nerviosa, que suscribían la mayoría de los histólogos de la época. Según esta teoría reticular, los procesos nerviosos están fusionados formando una red o sincitio. Dogiel fue uno de los defensores más entusiastas de esta teoría, y los comentarios y las críticas más bien mordaces que Cajal hacía sobre él pueden entenderse mejor a la luz de esta controversia. Cajal argumentaba que la tinción con azul de metileno empleada por Dogiel (método de Ehrlich) no permite diferenciar entre fibras que simplemente se cruzan unas con otras de aquellas que realmente se fusionan. En algunos casos la fe de Cajal en la doctrina neuronal se sostenía incluso ante evidencias aparentemente contradictorias. Por ejemplo, un proceso de una célula bipolar parecía, ocasionalmente, fusionarse con la esférula terminal de un bastón, dando por tanto la apariencia de células uniéndose en una especie de sincitio. Gracias a la resolución del microscopio electrónico, podemos ahora interpretar esta aparente fusión. Las dendritas de las células bipolares invaginan la esférula del bastón, junto con procesos de las células horizontales, de modo que se forma un complejo sináptico especial.7

7. DOWLING, J. y BOYCOTT, B. «Organization of the primate retina: Electron microscopy», Proc. Royal Soc. London, 1966 (160), 80-111.

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Está claro que el trabajo de Ramón y Cajal establece las bases estructurales para muchas cuestiones fisiológicas actuales: ¿cuál es la vía directa a través de la retina, y cómo se modifica por interacciones laterales en las capas plexiformes para producir los campos receptivos de las células ganglionares? ¿Cómo debemos interpretar funcionalmente la sorprendente laminación de la capa plexiforme interna? ¿Cuál es la naturaleza de las conexiones de retroalimentación en la retina, y en qué medida las producen las fibras centrífugas o las mazas de Landolt? Aunque las investigaciones de Ramón y Cajal se realizaron hace casi ochenta años, proporcionan una base amplia y sólida para abordar estos fascinantes problemas. De hecho, en muchos aspectos, los estudios de Cajal incluyen las descripciones más extraordinarias y exhaustivas de la estructura de la retina hasta la fecha.

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Fotografía de la fóvea de la retina humana obtenida utilizando el método de inmunohistoquímica y microscopía confocal. Zona donde se observa el adelgazamiento de la retina y que proporciona una mayor agudeza visual.

Dibujo de Santiago Ramón y Cajal de la retina de gato joven que muestra neurofibrillas teñidas con el método de nitrato de plata reducido.

LOS PROBLEMAS HISTOFISIOLÓGICOS DE LA RETINA S. RAMÓN Y CAJAL

Mientras la dióptrica ocular, asistida de la geometría y de la óptica matemática, ha llegado a un grado de perfección considerable, la estructura y actividades íntimas de la retina hállanse bastante atrasadas. No basta el mero conocimiento estructural de esta membrana (salvo algunas disposiciones de fácil interpretación); es menester la ayuda de la introinspección psicológica, de la histología y fisiología comparadas, y, en fin, de los resultados, casi siempre fortuitos, de la clínica. Aun con todos estos auxilios, forzoso es confesar que nuestro saber, por lo que toca a la composición química y al valor fisiológico de los componentes de la membrana visual, es harto deficiente. En estas breves notas nos limitaremos a señalar los puntos dudosos de la histofisiología retiniana; ellas vendrán a ser a modo de esbozo del programa mínimo que la futura investigación debe desarrollar. * Véanse nuestros antiguos estudios, intitulados: La rétine des vertébrés. La Cellule. Tomo IX. 1892 (con 60 figuras en litografía). Reproducido (con autorización del autor) en este mismo fascículo. —Consúltese, también: «Nouvelles contributions à l’étude histologique de la rétine», Journ. de l’Anat. & de la Physiol. Novembre, 1896. Con 4 planchas litográficas. Del primer trabajo existe una traducción del Dr. R. GREEF que lo ha enriquecido con algunos nuevos datos. Die Retina der Wirbelthiere. Wiesbaden, 1894. Una bibliografía completa sobre el argumento sería impropia de esta nota.

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Dibujo de un corte perpendicular de la retina de perro realizado por Santiago Ramón y Cajal que muestra los distintos tipos de células retinianas.

1. LAS TEORÍAS VISUALES Y LA ESTRUCTURA Y FUNCIONES RETINIANAS

Vaya por delante esta aseveración, poco alentadora, a saber: que ninguna de las hipótesis tocantes a la percepción del color (hipótesis de Young-Helmholtz, Hering, Ladd-Frankling, las electromagnéticas, etc.), aun modificadas convenientemente para adaptarlas a la visión patológica (daltonismo, etc.), armonizan bien con la histología y microquímica actualmente conocidas de la retina. (Exceptuamos solamente el hecho interesante del rojo retiniano de los bastones, interpretable en términos fotoquímicos.) Sin embargo, parece muy probable la existencia en los conos de substancias fotosensibles incoloras, dotadas de extraordinaria impresionabilidad; mas, por desgracia, tales substancias, que, de acuerdo con las teorías corrientes, deberían ser dos (Hering) o tres (teoría de Young-Helmholtz modificada), han escapado hasta hoy al análisis micrográfico y microquímico.1 En cambio, la teoría clásica genial de M. Schültze, que atribuye a los conos la impresionabilidad cromática y a los bastones la excitabilidad acromática, halla sólido fundamento no solo en la retina de los mamíferos, sino en casi todos los vertebrados, provistos o no de foseta central. Los hechos invocados por Schültze y bien conocidos de los oftalmólogos, por ejemplo, la proporcionalidad estricta entre la riqueza de conos y la sensibilidad al color, así como la ecuación entre la cuantía relativa de bastones y la aptitud para la visión crepuscular y nocturna, confírmanse plenamente en la serie de los vertebrados, en relación con sus hábitos y costumbres y el grado de luminosidad del ambiente en donde moran. 1. Los glóbulos coloreados de los conos de aves y reptiles no parecen constituir materias fotosensibles, sino pantallas moderadoras de la acción fotogénica excesiva de los rayos de onda corta (azul, violado, etc.). Asunto es este que exige todavía nuevas investigaciones.

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Conviene, empero, no generalizar hasta los invertebrados superiores este dualismo radical de los elementos fotorreceptores. Ni debe avasallar al juicio un riguroso criterio morfológico. Semejante norma, excelente para los vertebrados, nos llevaría a privar arbitrariamente de capacidad cromática a todos aquellos animales (cefalópodos, insectos y crustáceos, etc.), cuya retina solo posee bastones.2 Basta recordar que muchos naturalistas y psicólogos han advertido en los himenópteros, lepidópteros y hasta múscidos, una sensibilidad diferencial para ciertos colores, que no debe confundirse ni con las gradaciones de intensidad luminosa (blanco y negro) ni con los efectos orientadores de los efluvios odoríferos. El olfato, ciertamente, puede substituir a la vista en las hormigas, conforme han notado Bethe, Forel, Wastmann y nosotros mismos; mas no hay que olvidar que el ojo de facetas de los formícidos está en plena decadencia y en algunas especies aparece completamente atrofiado. Por lo demás, conforme hemos probado nosotros3 y Sánchez4, los insectos superiores poseen dos clases de bastones con conexiones diferentes y acaso con funciones diversas.

2. CAJAL: Véanse los trabajos siguientes: Contribución al conocimiento de los centros nerviosos de los insectos. Parte I. Retina y centros ópticos. Con la colaboración del Dr. SÁNCHEZ, Trab. del Lab. de Invest. biol. Tomo XIII, 1915. / EBENDA: «Plan fundamental de la retina de los insectos», Bol. de la Soc. esp. de biol. Noviembre de 1915. / EBENDA: «Significación probable de la morfología de las neuronas de los invertebrados», Bol. de la Soc. de Biol. Diciembre, 1915 (versión francesa en Trav. du Lab. de Rech. biol. Tom. XXXI, 1929-30). / EBENDA: «Observaciones sobre la estructura de los ocelos de los insectos» Trab. del Lab. de Invest. biol. Tomo XVI, 1918. 3. CAJAL: «Notas sobre la retina de la mosca», Trabajos del Lab. de Investig. biol. Tomo VII, 1909. (Véase también: «Las sensaciones de las hormigas» Arch. de Neurobiología, 1921.) 4. SÁNCHEZ y SÁNCHEZ: «Action spécifique des bâtonnets rétiniens des insectes», Travaux, &. Tom. XXI, 1923.

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Fotografía de una célula amacrina de la retina de rana obtenida de una preparación original de Cajal en la que utilizó el método de Golgi. En la parte inferior se muestran la preparación original y el dibujo realizado por él. Cajal la describe como «célula piriforme cuyo tallo es descendente y que, una vez alcanzado el cuarto piso, finaliza en una arborización estrellada reducida, ajustada y muy varicosa» (fotografías obtenidas por los editores a partir de las preparaciones de Cajal).

2. PRINCIPIO DE LA PLURALIDAD DE CONDUCTORES HOMOFUNCIONALES. (CARTUCHOS DE BASTONES)

Es notorio que los bastones no contienen conexión individual con una neurona bipolar, sino que muchos de ellos entran en contacto, mediante sus botones finales, con una bipolar para bastón, como totalizando los impulsos particulares en corriente nerviosa única. Huelga decir que semejante disposición, que se observa hasta en los insectos, merma el coeficiente analítico y espacial de los bastones sin que se adivine ninguna compensación satisfactoria. Este lujo, al parecer superfluo, obsérvase también en la vía de los conos, donde la extensión notable del ramaje dendrítico de las ganglionares crea una dificultad del mismo orden. Por ejemplo: un amplio penacho de estas neuronas podría ponerse en conexión con varias ramillas terminales de bipolares; Retzius y otros autores aceptan esta posibilidad en sus esquemas. Para nosotros, la cuestión permanece dudosa. Nos repugna tamaña disminución de la acuidad visual cromática. ¿No sería más racional aceptar que esta arborización dendrítica sobrante de las ganglionares de gran talla se relaciona con la ramificación horizontal de las grandes amacrinas y no con muchas bipolares de cono? De esta suerte, cada ganglionar para cono podría recibir una de estas bipolares, sin provocar la difusión del impulso nervioso.

3. LA PARADOJA DE LAS CÉLULAS HORIZONTALES RETINIANAS DE LOS VERTEBRADOS

Sabido es que la membrana visual encierra dos sistemas de conductores: el primero, compuesto por empalizadas de tres neuronas sucesivas (bastón o cono, bipolar y ganglionar), representa la vía principal y acaso exclusiva de propagación

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Fotografía de células ganglionares de retina de mamífero obtenidas de una preparación de Cajal en la que utilizó el método de Golgi. En la parte inferior se muestran la preparación original y el dibujo que realizó de estas células. Cajal las describe como «células multipolares, que abastecen a los plexos horizontales de tres pisos: el segundo, el tercero y el cuarto» (pisos de la capa plexiforme interna).

del impulso visual cromático y acromático. Pero existen además dos sistemas perturbadores de neuronas, ajenas al parecer a la conducción: tales son las neuronas horizontales y las amacrinas, respectivamente situadas debajo de la zona plexiforme externa y encima de la interna. Las células horizontales se articulan verosímilmente, mediante sus finas dendritas ascendentes, con las esférulas terminales de bastón, y después, mediante el axón y tras un trayecto variable de este, se relacionan a favor de una arborización tupida y elegante paralela a la capa plexiforme externa con el cabo inferior de los elementos fotorreceptores. Imposible precisar con cuáles entran en contacto. En todo caso, ninguna neurita asalta la zona de las fibras del nervio óptico. Invocando el principio de la polarización axípeta, quedamos desconcertados. Nos vemos forzados a admitir que el impulso visual recogido por las susodichas neuronas tangenciales refluye nuevamente a los corpúsculos receptores de otros radios retinianos, a veces muy lejanos, constituyendo algo así como un círculo vicioso. En los peces, donde W. Krause describió bien estas células singulares de tamaño colosal, construyen un muro de tres o más estratos horizontales. Aunque menos voluminosos y abundantes, muéstranse los mencionados elementos en todos los vertebrados, singularmente en los mamíferos de gran talla, donde adoptan tamaños y configuraciones muy variables. En ningún caso, los axones de dichas células ganan la capa de las fibras ópticas. Queda así, al parecer, perdido para la conducción del impulso nervioso recogido por los bastones, un contingente considerable de corpúsculos fotorreceptores. Para explicar este contrasentido hubimos de suponer que las células horizontales no representan auténticas vías visuales, sino centros energéticos, adscritos a la articulación establecida entre bastones y sus bipolares específicas, y destinados a reforzar la intensidad de la onda transmitida por la pareja

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Fotografía obtenida de una preparación de Cajal de retina de conejo teñida con el método de nitrato de plata reducida. Se puede observar una célula horizontal, una amacrina y una célula ganglionar.

Fotografía de una preparación de Cajal de retina de camaleón teñida con el método de Golgi, donde se observan células bipolares, células amacrinas y un fotorreceptor tipo cono.

bipolar-ganglionar Mas es fuerza reconocer que tamaño aserto bipolar-ganglionar. no representa una legítima explicación, sino una conjetura necesitada de observaciones y experimentos confirmatorios. Quizá la histología comparada arroje alguna luz sobre el aludido problema. En todo caso, semejante sistema debe de representar un factor retiniano fundamental, porque hasta en los invertebrados alcanza (es decir, ciertos corpúsculos homólogos) inusitada riqueza y variedad notable de formas. Hecho curioso: en los animales pobres en bastones (aves y reptiles), donde la delicadeza y complicación de la urdimbre retiniana llegan al sumo, las células horizontales son menudas, con delicadas dendritas ascendentes, a manera de brocha, poseyendo un axón fino y no muy largo. Esta pequeñez del soma destaca sobre todo al nivel de la foseta central e inmediaciones. Tal particularidad parece indicar que tales neuronas hállanse funcionalmente vinculadas a los bastones.

4. EL ENIGMA DE LAS CÉLULAS AMACRINAS

Notorio es que estas células, que revisten gran variedad de formas y tamaños, residen en la mitad inferior de la zona de los granos internos. Caracterízanse por la ausencia de neurita, poseer soma de ordinario piriforme y uno o varios tallos descendentes, ramificados libremente en la capa plexiforme interna. El penacho terminal aplanado de la mayoría de las amacrinas parece interponerse entre las arborizaciones de las bipolares de cono y las proyecciones protoplásmicas ascendentes de las neuronas ganglionares. Si todas las amacrinas se asemejaran a las amacrinas de asociación descubiertas en las aves, la cuestión del papel fisiológico desempeñado por los elementos que nos ocupan resultaría relativamente accesible. Las amacrinas de asociación son piriformes y entran, mediante el soma y ciertas dendritas tangenciales rudimentarias, en

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conexión con determinados gruesos conductores centrífugos llegados de los centros visuales (probablemente del lóbulo óptico); mientras que, a favor de un axón legítimo horizontal y larguísimo, acabado en ramaje aplanado dentro de la zona plexiforme interna, se relacionan por contacto crucial con grupos de tallos de amacrinas ordinaria.5 En el orden fisiológico cabría conjeturar que las amacrinas de asociación reciben de los centros un impulso nervioso que, mediante la susodicha arborización aplanada del axón, se transmitiría a todas las amacrinas ordinarias y, por tanto, a la articulación de las bipolares con las ganglionares. Este sistema ¿representa acaso una vía de descarga central destinada al buen funcionamiento de la propagación axial del impulso nervioso de los conos? (¿Atención expectante?) En todo caso, semejante concepción histofisiológica, que añade una neurona más al sistema cono-bipolar-ganglionar, no puede generalizarse por ahora. Impiden semejante generalización las siguientes observaciones: 1.ª En la retina de los mamíferos, reptiles, batracios y peces no se han descubierto las singulares amacrinas de asociación, ni tampoco fibras centrífugas del tipo peculiar del existente en las aves. 2.ª Muchas amacrinas, llamadas difusas, parecen extenderse por todo el espesor de la zona plexiforme interna sin manifestar predilección por la articulación bipolar-gangliónica. 3.ª En la capa de las neuronas ganglionares yacen multitud de pequeñas amacrinas dislocadas, que no reciben, al parecer, ninguna fibra centrífuga. Estos hechos, incompatibles, al parecer, con la hipótesis de la existencia en los mamíferos de una acción de los centros sobre la actividad de la cadena cono-bipolar, exaltando o moderando la capacidad de transmisión del impulso cromático (o acaso lo que los alemanes llaman Bahnung), no debe 5. No cabe excluir en absoluto su posible conexión con los tallos de bipolares.

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Fotografía de retina de perro obtenida de una preparación de Cajal teñida con el método de Golgi, donde podemos observar células bipolares y células de Müller.

Fotografía de la retina de anfibio (Xenopus laevis) obtenida utilizando el método de inmunohistoquímica y microscopia confocal. Se observan los bastones coloreados en rojo y los conos de menor tamaño de color verde. Fotografía de la retina de pez teleósteo (Cyprinus carpio). Se muestra la estructura general de la retina con varios tipos de células horizontales en rojo, así como células amacrinas y ganglionares en verde.

estimarse cual dogma cerrado. Muy lejos de eso, convencidos estamos de que, a pesar de sus avances, la técnica actual es harto deficiente y de que, aun con los medios actuales, los histólogos hayan apurado su labor.6 Notorio es, según dejamos dicho, que el sistema de las amacrinas de asociación (y quién sabe si también las demás) está vinculado en las aves a la presencia de las fibras centrífugas. ¿Osaríamos negar en absoluto estos conductores allí donde todavía no se han visto? Pocos, mas existen algunos claros indicios de lo contrario. De hecho, y con caracteres especiales, hemos topado alguna vez con fibras centrífugas finas en la retina del perro (véase la tabla V, Fig. 2, de nuestra antigua Memoria de 1892). Nuestra esperanza en la posible demostración de las fibras centrífugas (que acaso residan también en la capa plexiforme externa) se fortalece considerando que en los batracios surge caudalosa corriente de fibras centrífugas finas llegadas del nervio óptico y esparcidas por gran parte de la retina; y, sobre todo, recordando el contingente formidable de aquellos conductores existentes en el órgano visual de insectos y cefalópodos, donde sus ramas invaden la retina intermedia y la retina profunda, zonas homólogas verosímilmente de las zonas plexiforme externa e interna de la membrana visual de los vertebrados. En cambio, hasta ahora han fracasado nuestras tentativas para observar en los mamíferos y otros vertebrados las amacrinas de asociación.

6. Citemos un hecho notable: en los cefalópodos e insectos, las fibras centrífugas constituyen contingente formidable, que terminan en todas las capas retinianas menos en las de los bastones.

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Fotografía de la retina de ave (Gallus gallus). Se muestran los conos en rojo y la gran variedad de células bipolares y amacrinas, así como una compleja capa plexiforme interna. Fotografía de la retina de ratón (Mus musculus). Se muestran los fotorreceptores en rojo y las células bipolares de bastón en verde.

5. LAS NEUROFIBRILLAS ¿ASUMEN EN LA RETINA, CONFORME SE HA SUPUESTO CON RELACIÓN A OTROS ÓRGANOS, PAPEL CONDUCTOR EXCLUSIVO?

No es cosa de repetir aquí las aserciones de Apathy, Bethe, Bielschowsky, Held y otros sabios acerca de esta misión específica. Nos centraremos solamente en hacer constar que en la membrana visual la citada tesis nos parece harto discutible. Dos de los anillos incuestionablemente afectos a la conducción de la onda nerviosa, los conos y bastones, de una parte, y las células bipolares, de otra, carecen de neurofibrillas colorables. Solo las neuronas ganglionares grandes, las amacrinas voluminosas y singularmente las células horizontales situadas bajo la zona plexiforme externa, las contienen. Y estas últimas no solo las poseen, sino que revelan una apetencia excepcional hacia la plata coloidal. (Recuérdese a Emden, que trabajó con el método de Bethe, a Cajal y a Lugaro, que aplicaron los procederes argénticos, etc.) Tan robustas y precoces son tales neurofibrillas, que es cosa corriente sorprender en el ratón recién nacido o de pocos días células horizontales, todavía embrionarias, sin orientación precisa, ofrecerse con un armazón argentófilo tanto más evidente cuanto que, a la sazón, ninguna o casi ninguna neurona retiniana muestra neurofibrillas apreciables.7 Admitiendo, pues, la conocida hipótesis de Apathy y Bethe, caemos en la paradoja de que precisamente las neuronas horizontales, de dudosa colaboración, en la propagación del impulso visual, ostentan ellas solas un equipo neurofibrillar formidable. Tan sorprendente privilegio refuerza la sospecha, varias veces manifestada por nosotros y por v. Lenhossék, de que el llamado 7. CAJAL: «La desorientación de las neuronas retinianas de axón corto (células horizontales) del ratón», Trav. du Lab. de Rech. biol. Tomo XVII. 1919. Véase también: «Das Neurofibrillennetz der Retina», Internat. Monatschr. f. Anat. & Physiol. Bd. XXI. 1904 (reproducido en Trabajos del Laboratorio de Invest. biol. Tomo III, 1904).

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por antonomasia elemento conductor goza de alguna propiedad específica ajena a la conducción, sin excluir esta en absoluto. A despecho de las consideraciones precedentes, no denegamos rotundamente al segundo anillo de la cadena retiniana capacidad conductriz a base de neurofibrillas. Declaramos solamente que si estas existen, ofrecen especial naturaleza físicoquímica, siendo total o parcialmente refractarias a la acción de la plata coloidal. De todos modos, estos hechos negativos prestan verosimilitud al dictamen, muchas veces defendido, de que la principal, si no la exclusiva, actividad transmisora del impulso nervioso debe atribuirse al neuroplasma. A este propósito, importa notar el número enorme de neuronas de los centros nerviosos indiferentes a la plata coloidal (casi todas de axón corto). En la retina de los cefalópodos solo hemos logrado vislumbrar neurofibrillas en las neuronas ganglionares de gran tamaño. En los insectos, ni Sánchez, Hanstroem,8 ni nosotros9 hemos conseguido ninguna impregnación neurofibrillar aceptable.

6. ¿EXISTE UN CRUZAMIENTO INTRARRETINIANO DE LAS FIBRAS ÓPTICAS?

Todos los análisis efectuados para probarlo en la zona de las fibras ópticas, así como en la papila, han sido infructuosos cuando se trata de vertebrados. Tampoco existe una comisura retiniana interocular admitida antaño por algún autor. Por el contrario, en los invertebrados se da la curiosa novedad de los cruces intrarretinianos. Así, en los cefalópodos, conforme probamos Kopsch y nosotros,10 existe una 8. HANSTROEM: Vergleichende Anatomie des Nervensystens der Wirbelloscn. J. Springer. 1928. Berlín. 9. CAJAL y Dr. SÁNCHEZ: «Contribución al conocimiento de los centros nerviosos de los insectos», Trabajos del Lab. de Inv. biol. Tomo XIII, 1915. 10. CAJAL: «Contribución al conocimiento de la retina de los celalópodos», Trabajos del Lab. de Inv. biol. Tomo IV, 1917.—Véase, también: «Observaciones sobre los ocelos y vías nerviosas ocelares de los insectos», Trab. del Lab. de lnv. biol. Tomo XVII, 1918.

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Página 51: Fotografía de la retina de mono

(Macaca fascicularis) premiada por la National Science Foundation and the Science Journal en 2008. La combinación de varios anticuerpos nos permite observar la mayoría de las células de la retina y sus conexiones.

Fotografía de la retina de mono. En ella se muestra la morfología de las células horizontales en verde, así como células bipolares amacrinas y ganglionares en azul.

Fotografía de la retina de mono. Se muestran diversos tipos de células bipolares, amacrinas y ganglionares, y sus complejos contactos sinápticos en la capa plexiforme interna. Las diferentes tonalidades de colores nos indican la expresión diferencial de distintas proteínas por los distintos tipos celulares.

decusación total de los bastones de ambas retinas, con lo que la doble imagen visual resulta congruente. Recordemos que en tales animales cada ojo mira a un punto diverso del espacio y que dicho cruce presta continuidad y congruencia a la percepción de la imagen panorámica.11 También en los ocelos de los insectos, sobre todo en el ocelo medio de los himenópteros, particularmente estudiado por nosotros, se observa una decusación parcial; pero aquí el cruce se opera en la segunda neurona visual (algo así como la célula bipolar de los vertebrados). Por lo demás, los ocelos son difícilmente comparables a los ojos de los vertebrados, no obstante poseer una lente auténtica, por estar destinados verosímilmente a la visión nocturna y ser muy pobres en bastones y neuronas ganglionares. En cuanto a los cruces múltiples intrarretinianos de los ojos de facetas de crustáceos e insectos, parecen obedecer a principios todavía no conocidos. El problema es tanto más arduo cuanto que, según la teoría corriente desde Huxley (L’écrevisse, 1880), en el ojo de facetas no es menester, por lo menos en teoría, cruce alguno para que el panorama total proyectado por ambos ojos sea congruente. Estamos en 11. Esta observación confirma la afirmación hecha por nosotros, y aceptada por Márquez, con relación a los vertebrados, a saber: que la visión panorámica mediante dos lentes que apunten a sectores diversos del espacio exige, a fin de evitar la incongruencia de la doble imagen, un cruce total de las vías ópticas. La decusación parcial aparece en el momento en que surgieron los ojos de campo visual común (mamíferos superiores). Véase nuestro trabajo antiguo sobre los entrecruzamientos y sobre todo las adiciones y los desarrollos, muy ingeniosos, publicados por Márquez («El cruce quiasmático y los ojos lenticulares», Gaceta Médica Española, n.º 31, 1930). 12. Es preciso recordar que las corneolas y conos cristalinos componen aisladamente un sistema convergente susceptible de proyectar imágenes de conjunto invertidas del mundo exterior. Y este sistema dióptrico varía mucho según los géneros de insectos. Convengamos, pues, en que la ciencia, no obstante los bellos trabajos de Exner y de otros, no ha dicho todavía la última palabra acerca de la estructura de la imagen visual de los articulados. Cuando la diga es muy posible que pueda acometerse la interpretación de los quiasmas múltiples (en los múscidos llegan a 4) y la singular acuidad visual de algunos insectos.

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presencia de un enigma inaccesible, por ahora, a nuestros métodos interpretativos.12 Quedan otras muchas cuestiones dudosas por plantear y discutir; por ejemplo: el papel del pigmento (extrabacilar en los vertebrados e intrabacilar en gran parte en los cefalópodos y ocelos de los insectos); la significación y conexiones de los conos y bastones gemelos de los batracios, reptiles y aves; la enorme profusión de las fibras centrífugas en los invertebrados superiores; la significación fisiológica del pigmento de los bastones verdes y rojos de los batracios; la función probable de las mazas de Landolt de aves, reptiles, batracios, etc. Alicante, 13 de marzo de 1932

Fotografía de la retina de mono (Macaca fascicularis) ganadora del primer premio de la FECYT en 2006. Se muestran los conos conectando con bipolares de cono en verde y las células amacrinas AII en rojo.

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LA RETINA DE LOS VERTEBRADOS SANTIAGO RAMÓN Y CAJAL

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ÍNDICE

61 CONSIDERACIONES PRELIMINARES 69 MÉTODOS DE INVESTIGACIÓN 78 LA RETINA DE LOS TELEÓSTEOS 81 Capa de las células visuales 81 Capa de los cuerpos de las células visuales 82 Capa plexiforme externa 83 Capa de las células horizontales 89 Capa de las células bipolares 93 Capa de las células amacrinas o espongioblastos de Müller 99 Capa plexiforme interna 100 Capa de las células ganglionares 102 Capa de las fibras ópticas 103 Células de Müller o de sostén 106 LA RETINA DE LOS BATRACIOS 107 Capa de las células visuales 108 Capa de los cuerpos de las células visuales 112 Capa plexiforme externa 112 Capa de las células horizontales 114 Capa de las células bipolares 118 Capa de las células amacrinas 122 Capa de las células ganglionares 124 Capa de las fibras del nervio óptico 128 Células neuróglicas 133 LA RETINA DE LOS REPTILES 133 Capa de conos y bastones 133 Capa de los cuerpos de las células visuales 135 Capa plexiforme externa 136 Capa de las células horizontales 137 Capa de las células bipolares

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140 144 148 149

Capa de las células amacrinas Capa de las células ganglionares Capa de las fibras del nervio óptico Células epiteliales

152 LA RETINA DE LAS AVES 153 Capa de las células visuales 154 Capa de los cuerpos de las células visuales 158 Capa plexiforme externa 159 Capa de las células horizontales 160 Capa de las células bipolares 161 Capa de las células amacrinas 165 Capa de las células ganglionares 167 Capa de las fibras del nervio óptico 167 Células epiteliales 170 LA RETINA DE LOS MAMÍFEROS 172 Capa de las células visuales 172 Capa de los cuerpos de las células visuales 178 Capa de las células horizontales 188 Capa de las células bipolares 194 Capa de las células amacrinas 205 Capa de las células ganglionares 212 Capa de las fibras ópticas 213 Neuroglía 220 FOVEA CENTRALIS 221 Paseriformes 224 Camaleón 230 DESARROLLO DE LAS CÉLULAS RETINIANAS 244 CONCLUSIONES GENERALES 253 EXPLICACIÓN DE LAS PLANCHAS

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C O N S I D E R AC I O N E S PRELIMINARES

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hemos dedicado al estudio de la retina como consecuencia de la dirección y el propósito de nuestras investigaciones anteriores. Habida cuenta desde hace unos años de que las relaciones intercelulares ocurren en la médula espinal, el cerebelo y el bulbo olfatorio por contacto íntimo, y que la eficacia de la comunicación parece asegurada por la multiplicidad de las ramificaciones de las superficies nerviosas contiguas, nos preguntamos si estas leyes anatómicas no encontrarían también su aplicación en los elementos de la retina. Nuestros primeros trabajos sobre este tema ya nos permitieron observar en la retina de las aves esta ley de relaciones celulares, pero, al mismo tiempo, plantearon problemas nuevos y más graves, cuyo esclarecimiento requería observaciones más exhaustivas. Esta es la razón por la cual nuestra investigación, limitada inicialmente a las aves, se centró en las cinco clases de vertebrados. La retina ha sido el tema de varios trabajos cuya sola mención bibliográfica ocuparía varias páginas. La preferencia que los anatomistas e histólogos más eminentes han mostrado por el estudio de la retina es fácil de explicar si tenemos en cuenta la importancia capital de conocer la disposición recíproca de los elementos retinianos, para llegar a la explicación legítima del fenómeno de la visión y los muchos problemas asociados con ella. OS

Este trabajo, que ha estado fuera de circulación por mucho tiempo, reproduce nuestro trabajo: La rétine des vertebrés, publicado en La Cellule, tom. IX, 1892, y traducido al alemán por el Dr. Greeff, Berlín, 1894. El Comité Organizador del XIV Congreso Internacional de Oftalmología ha tenido la generosidad —por lo que estoy profundamente agradecido— de imprimir este antiguo trabajo casi olvidado (nota: Dr. Cajal). *

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El interés de esta investigación aumenta aún más si consideramos que esta membrana, tal como aparece en las obras modernas, es un verdadero centro nervioso, una especie de segmento cerebral periférico, cuya sutileza, transparencia y otras cualidades de composición lo hacen particularmente adecuado para el análisis histológico. De hecho, presenta células y fibras esencialmente similares a las de los otros centros, están dispuestas de una manera más regular, ya que los elementos de varios tipos se distribuyen en zonas claramente separadas. Además, el pequeño campo ocupado por las expansiones protoplásmicas, la orientación siempre descendente de los cilindro-ejes, o la presencia de zonas dispuestas ex profeso para las conexiones intercelulares (capas reticulares externas e internas) son circunstancias propicias que ayudan singularmente en la clarificación de la morfología y las relaciones de las células nerviosas. Además, creemos que el estudio de la retina puede arrojar luz sobre el problema general de las conexiones y el modo de acción de las células ganglionares. Incluso puede contribuir, como creemos que hemos demostrado en otro trabajo, al conocimiento de la dirección de las corrientes que atraviesan las expansiones protoplasmáticas y nerviosas.1

1. S. R. CAJAL: «Significación fisiológica de las expansiones protoplásmicas y nerviosas de las células de la sustancia gris», Rev. de Ciencias Médicas, 1891. 2. H. MÜLLER: «Anatom. histologische Untersuchungen über die Retina beim Menschen und Wirbelthieren», Zeitschr. f. Wissenschaft. Zool. Bd. VIII, 1857. 3. M. SCHULTZE: Observationes de retinae structura penitori, Bonnae, 1872, y sus otros trabajos. Particularmente, el artículo «Retina du Handbuch der Gewebelehre von Stricker», Bd. II, 1872. 4. KÖLLIKER: Handbuch, der Gewebelehre des Menschen, V. Auflage, 1867, y sus trabajos anteriores, por ejemplo: «Zur Anat. u. Physiol. der Retina», Verhand. d. phys. med. Gesellsch. zu Würzburg, III, 1852. 5. HANNOVER: La rétine de l’homme et des vertébrés, Paris, 1876; y sus otros trabajos, en particular: «Zur Anatomie u. Physiologie der Retina», Zeitschr. f. Wissensch. Zool., V, 1854 a 1866. 6. W. KRAUSE: Die membrana fenestrata der Retina, Leipzig, 1868; véanse sus trabajos posteriores publicados en l’Internationale Monatschr. f. Anat. u. Histol., 1886 a 1889.

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La historia de la estructura de la retina se puede dividir en dos periodos, de acuerdo con los métodos analíticos empleados: 1. Aquel durante el cual tuvimos que recurrir a la disociación mediante ácido ósmico, carmín, etc., es decir, medios capaces de mostrar algo distinto de los núcleos y grandes expansiones protoplásmicas de las células de la retina; 2. Aquel en el que se aplicaron cromato de plata y azul de metileno, es decir, agentes capaces de revelar muy claramente las prolongaciones nerviosas y protoplásmicas más delicadas.

El primer período incluye principalmente las obras memorables de H. Müller2 y Schultze3 y las, muy importantes también, de Kölliker, 4 Hannover,5 Krause,6 W. Müller,7 Schwalbe, 8 Boll, 9 Kühne, 10 Rivolta, 11 Golgi, 12 Ranvier, 13 Schiefferdecker,14 Kuhnt,15 Borysiekiewicz,16 etc. Los resultados de los trabajos de tantos investigadores entusiastas fueron numerosos y muy importantes. Se determinó el número de capas de la retina y las propiedades morfológicas de los elementos nerviosos y epiteliales; con la ayuda de ácido ósmico (un agente fijador) M. Schultze describió de manera muy precisa la muy interesante estructura 7. W. MÜLLER: Ueber die Stammesentwickelung des Sehorgans der Thiere. Leipzig, 1874 a 1876. 8. SCHWALBE: Handbuch von Gräfe und Sämisch, 1874, y su Lehrbuch der Anatomie der Sinnesorgane, 1887. 9. F. BOLL: «Zur Anat. und Physiol. der Retina», Monatsber. der Acad. zu Berlin, 1876. 10. KÜHNE: Recherches du Laboratoire de Physiologie de Heidelberg, 1877. Idem: «Photochemie der Netzhaut», Sitzungsb. des natur-histor. medecin. Vereins zu Heidelberg, 1877. 11. RIVOLTA: «Delle cellule multipolari che formano lo strato intergranuloso nella retina del cavallo», Giornale di anat., fis. et patolog. degli animali, 1871, anno III. 12. GOLGI y MANFREDI: «Annotazioni istologiche sulla retina del cavallo», Accad. di medicina di Torino, 2 agosto, 1876. 13. RANVIER: Traité technique d’histologie, p. 952 y siguientes, 1875. 14. SCHIEFFERDECKER: «Studien zur vergleichenden Histologie der Retina», Arch. f. mikr. Anat., Bd. XXVIII. 15. KUHNT: «Histologische Studien an der menschlichen Netzhaut», Jenaische Zeitschr., Bd. XXIV, 1889. 16. BORYSIEKIEWICZ: Untersuchungen über den feineren Bau der Netzhaut. Wien, 1887.

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de conos y bastones; se señaló la existencia, sobre el segmento externo de estas células, de un material sensible a la luz, la fotoestesina de Boll y Kühne; se llegan a diferenciar los diferentes tipos de elementos que se encuentran mezclados en la zona de los granos internos (espongioblastos de Müller, células subreticulares, etc.). Sin embargo, a pesar de tales esfuerzos, dos puntos quedaron rodeados de incertidumbre: la estructura de las llamadas capas moleculares o reticulares, y el modo de terminación de las finas expansiones de las células de la retina. Incluso era desconocido el modo de conexión entre los pies de las células visuales y las células involucradas en la formación de la capa reticular intergranular o externa. Por lo tanto, era una tarea reservada para los investigadores de la segunda época. La segunda época, a la que podríamos llamar la del azul de metileno y del cromato de plata, dio comienzo en 1888 gracias a Tartuferi y Dogiel, y se continuó a través de nuestro trabajo y el de E. Baquis. Desde entonces hemos adquirido un conocimiento bastante preciso sobre la terminación de las fibras nerviosas y protoplásmicas de la retina, gracias a la singular capacidad de los métodos de Ehrlich y Golgi de colorear muy intensamente las extensiones celulares más delicadas, al tiempo que conservan la mayoría de los elementos. Tartuferi 17 demostró por primera vez —usando el rápido método de Golgi— la disposición terminal en penacho de las prolongaciones ascendentes y descendentes de las células bipolares, la morfología real de la mayoría de los espongioblastos y células subreticulares, la presencia de un cilindro-eje en algunas de estas y, finalmente, los detalles de la construcción de las zonas reticulares. 17. F. TARTUFERI: «Sull anatomia della retina», Intern. Montaschr. f. Anat. u. Physiol., 1887.

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Por su parte, Dogiel,18 aprovechando las ventajas del método de Ehrlich y modificándolo para poder aplicarlo a la retina fresca, confirmó en casi todos los vertebrados la mayoría de los descubrimientos de Tartuferi. Al mismo tiempo, dio a conocer hechos no menos interesantes como la existencia de la maza de Landolt en peces, reptiles y aves, o la presencia entre los espongioblastos de ciertas células nerviosas provistas de un cilindro-eje descendente. Demostró que la mayoría de los espongioblastos de Müller representan elementos nerviosos especiales que carecen de la prolongación de Deiters, y demostró la existencia de células bipolares desplazadas, que se asientan en la capa externa de granos (a las que este autor denomina células subepiteliales), etc. A pesar de estos progresos notables, algunos puntos seguían siendo todavía dudosos. ¿Cómo se desarrolla la terminación inferior de la fibra de los conos y bastones? ¿Los penachos inferiores de las células bipolares constituyen redes en continuidad con arborizaciones protoplásmicas de elementos ganglionares? ¿Cuáles son las variedades de espongioblastos y de células de la capa ganglionar? ¿La retina también contiene fibras nerviosas centrífugas? ¿Para qué sirven las células epiteliales y cómo están dispuestas para formar la estructura retiniana? Estas son las principales preguntas que hemos tratado de estudiar desde 1888, de acuerdo con el método de Tartuferi. En primer lugar, nuestra investigación se centró en las aves, donde tuvimos la oportunidad de confirmar muchos de los hechos documentados por Tartuferi y Dogiel.19 Después ampliamos nuestras observaciones a 18. A. DOGIEL: «Ueber das Verhalten der nervosen Elemente in der Retina der Ganoiden, Reptilien, Vogel und Säugethiere», Anat. Anzeiger, 1888. –«Ueber die nervosen Elemente in der Netzltaut der Aniphibien und Vogel», Anat. Anzeiger, Mai 1888. –«Ueber die nervosen Elemente in der Retina des Menschen», Arch. f. mikr. Anat., Bd. XXXVIII, 1891. 19. R. CAJAL: «Sur la morphologie et les connexions des éléments de la rétine des oiseaux», Anatomisch. Anzeiger, 1889, n.º 4.

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anfibios, reptiles,20 mamíferos,21 y, más recientemente,22 a peces óseos, cuya estructura retiniana puede servir para aclarar algunos puntos conflictivos en los mamíferos. Los resultados más importantes de nuestra investigación son: 1. La existencia de fibras centrífugas que terminan libremente mediante arborizaciones varicosas a nivel de los espongioblastos. 2. Demostración de la terminación libre de las fibras de conos y bastones, así como la de los penachos superiores e inferiores de las células bipolares. 3. La existencia de colaterales en las extensiones descendentes de las células bipolares de aves, reptiles y anfibios. 4. La presencia de varios tipos morfológicos de células ganglionares y espongioblastos. 5. La demostración de que, en las aves nocturnas, los mamíferos y los teleósteos las fibras de los bastones terminan en protuberancias absolutamente libres desprovistas de filamentos. 6. La demostración de la existencia, en mamíferos y en peces, de dos tipos de células bipolares: bipolares para bastones y bipolares para conos. 7. La existencia, a nivel de la capa reticular externa, de varias fibras arborizadas, ascendentes y horizontales.

La memoria de Baquis23 sobre la retina de la marta apareció después de nuestro primer trabajo sobre la retina. Este autor, que también usó el método de Golgi, corroboró la 20. Idem: «Pequeñas contribuciones al conocimiento del sistema nervioso», III. «La retina de los batracios y reptiles», Agosto, 1891. 21. «Notas preventivas sobre la retina y gran simpático de los mamíferos», 10 diciembre 1891. 22. RAMÓN Y CAJAL: «La retina de los teleósteos y algunas observaciones sobre la de los vertebrados superiores». Trabajo leído ante la Sociedad Española de Historia Natural, sesión de 1 Junio de 1892. Anal. de la Soc. Esp. de Hist. Nat., Tomo XXI, 1892. 23. E. BAQUIS: «Sulla retina della faina», Anat. Anzeiger, n.º 13 y 14, 1890.

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mayor parte de los hechos documentados por Tartuferi y Dogiel, y agregó la descripción de algunas células piramidales, que consideró como elementos nuevos. Sin embargo, si bien reconocemos una morfología bastante original, que puede llevar singularmente a error, nos inclinamos a considerar estos elementos como idénticos, básicamente a aquellos que Tartuferi describió bajo la designación de grosse cellule superficiali; solo E. Baquis logró colorear estos elementos de una manera más completa que Tartuferi, y dio una descripción más detallada de ellos. Muy recientemente, Dogiel24 los impregnó con azul de metileno y señaló nuevamente la existencia de un cilindro-eje que, después de un curso horizontal muy largo, descendería para continuar con una fibra del nervio óptico. Él los llama grosse sternförmige Zellen. Este científico señala, además, otros hechos que analizaremos más adelante, cuando presentemos los resultados de nuestra investigación sobre la retina de los mamíferos. La memoria actual contendrá un resumen de nuestro trabajo sobre la retina, publicado en español, así como la presentación de los nuevos estudios realizados sobre las cinco clases de vertebrados. Estos nuevos resultados amplían perceptiblemente, e incluso corrigen en algunos puntos, nuestras descripciones anteriores. La conclusión general que surge de nuestro trabajo es la uniformidad de estructura de la retina en la serie animal. Se puede decir que las únicas variaciones anatómicas que se producen son el grosor relativo de las capas y la forma y el grosor de los bastones y los conos. Son especialmente los bastones los que, por su grosor mayor o menor, o por la forma y el tamaño de su pie terminal en la capa reticular 24. A. DOGIEL: «Ueber die nervosen Elemente in der Retina des Menschen», L Mitteilung; Arch. f. mik. Anat., Bd. XXXVIII, 1890.

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externa, dan lugar a modificaciones notables; estos, en muchos casos, son tan característicos que permiten determinar la clase de vertebrados objeto de estudio. Por otro lado, los conos —con la excepción de algunas variaciones— tienen una morfología prácticamente invariable. Comprendemos bien que cualquier cambio en el volumen y la forma de los pies de los bastones da como resultado, de manera correlativa, variaciones en los penachos ascendentes de las células bipolares, e incluso de los elementos subreticulares (células estrelladas Dogiel); estas variaciones, como veremos, son tales que permiten distinguir muy claramente las bipolares que están en relación con los bastones de las que están asociadas con la actividad de los conos. Está claro que estas distinciones serán muy difíciles o incluso imposibles de observar en animales en los que los pies de los bastones se comportan de la misma manera que los de los conos, como ocurre en la retina de anfibios y aves.

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M É T O D O S D E I N VE STIGAC IÓ N

nuestra investigación sobre la retina, hemos utilizado preferiblemente los métodos de Golgi y Ehrlich. Además, probamos muy recientemente, con resultados algo inconstantes, el procedimiento de Cox, recomendado por W. Krause.25 Los efectos obtenidos con estos tres métodos coinciden en los puntos más importantes de la estructura de la retina. Pero, desde el punto de vista de la eficacia de las impregnaciones y la facilidad para seguir las fibrillas, el método que nos ha proporcionado los mejores resultados es el método rápido del cromato de plata, ya aplicado por Tartuferi. Es por eso por lo que la mayoría de nuestras ilustraciones representan elementos de color negro debido a la impregnación por este reactivo. En general, usamos la tinción con azul de metileno como medio para demostrar los hallazgos revelados por el método de Golgi. También puede dar, como lo demuestra Dogiel en sus destacados trabajos, resultados muy brillantes y bastante novedosos. Pero, en general, encontramos que es analíticamente menos eficiente que el método de Golgi. De hecho, el azul de metileno no colorea las fibras de conos y bastones, ni sus protuberancias inferiores; no impregna las fibras de Müller, ni las prolongaciones nerviosas centrífugas o varios tipos de células ganglionares y espongioblastos. Hay que añadir también que la transparencia imperfecta de la retina, fijada con nitrato de amonio o con la mezcla de este reactivo con ácido ósmico como recomienda Dogiel, generalmente dificulta el seguimiento de las expansiones nerviosas o protoplásmicas más finas. Esto explica la pobreza de estas expansiones en las figuras de Dogiel y algunos errores cometidos por este científico, como por ejemplo la N

25. W. KRAUSE: «Demonstrationen von Präparaten der Retina von der Taube, Gans, Amsel», etc.-Séances de l’anatomische Gesellschaft, 18 y 20 mayo 1891, München.

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existencia de redes neuronales entre prolongaciones protoplásmicas, contrariamente a todo lo que nos han enseñado las investigaciones de His, Forel, Kölliker, Von Lenhosseck, Van Gehuchten, Retzius y las nuestras. Por lo demás, en la aplicación de azul de metileno seguimos fielmente la forma de operar de Dogiel. Solo que, en lugar de extraer la retina y colocarla antes de teñir en un portaobjetos lubricado por el humor vítreo, mantenemos la retina en su lugar —es decir, con el hemisferio posterior del ojo— y la tratamos varias veces, durante una o dos horas, con la solución de azul de metileno. Ni que decir tiene que, antes de la acción de este reactivo, el cuerpo vítreo debe eliminarse, y que la muestra debe conservarse, durante la coloración, en la cámara estéril. Fijamos durante once horas con picrato de amonio y preservamos la retina en la mezcla de picrato de amonio y glicerina. Una permanencia de veinticuatro horas sumergida en el líquido de fijación, según lo aconsejado por Dogiel, parece ser inútil porque la retina se hincha excesivamente y palidece más o menos. Muy recientemente, Apathy26 propuso como conservante una solución almibarada de goma arábiga y azúcar. Últimamente la hemos probado con resultados bastante satisfactorios. También es posible transformar una preparación ordinaria, fijada con picrato de amonio, en una preparación absolutamente inalterable, montada con un bálsamo seco o con resina de Ammar disuelta en xilol. Comenzamos colocando la muestra en un portaobjetos que se mantiene caliente por medio del horno; después dejamos caer sobre la preparación una o dos gotas de una solución concentrada de gelatina transparente (solución consistente en dos 26. APATHY: «Behandlung des Nervensystems für histologische Zwecke», Zeitschr. für wissenschaftliche Mikroskopie., Bd. IX, H. I, 1892.

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partes de gelatina en cinco partes de agua, saturada con dos o tres gotas de picrato de amonio), que debe permanecer líquida durante cuatro o cinco minutos para facilitar la penetración de la gelatina en el tejido. Después se cubre la preparación con un cubreobjetos y se ejerce una pequeña presión para alisar sus arrugas y evitar que se encoja; finalmente, después de enfriar, retiramos el cubreobjetos, al que la preparación permanece generalmente adherida, dejamos secar al aire, y montamos en un portaobjetos recubierto con bálsamo o resina de Ammar disuelta en xilol. El tejido se vuelve muy transparente y las células se conservan teñidas de forma permamente. Sin embargo, las capas de la retina desecada se vuelven más finas, y a menudo es difícil determinar el plano donde residen los elementos impregnados. Es por eso por lo que utilizamos este proceso de preservación solo para preparaciones con un solo plano de elementos coloreados. Por otra parte, todavía obtenemos mejores resultados en otros tejidos: terminaciones nerviosas en la córnea, vejiga de la rana, fibras musculares estriadas, etc. El método rápido de Golgi, tan preciado por la claridad de sus revelaciones, es un poco inconstante en las pequeñas retinas de peces, reptiles y anfibios. En general, se puede decir que cuanto más delgada es la retina, más difícil es obtener buenas impregnaciones. Es por lo que debemos elegir, dentro de los animales del mismo tipo o de la misma familia, aquellos cuyos ojos sean los más grandes. Obtenemos, por ejemplo, coloraciones casi siempre muy satisfactorias en la Lacerta viridis, mientras que, en las mismas condiciones, es casi imposible tener éxito con las pequeñas retinas de la Lacerta agilis. Incluso en las retinas pequeñas, como las de la rana, de Lacerta agilis, o de la culebra, conseguimos la impregnación, al emplear, en lugar del método rápido ordinario, la doble

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impregnación que hemos recomendado27 para otros centros nerviosos, y que ha sido recientemente aplicado con éxito por Van Gehuchten28 y Retzius.29 Así es como procedemos: 1. Inmersión del hemisferio posterior del ojo, después de la eliminación del humor vítreo, en la mezcla de osmio-bicrómico ordinaria: dicromato de potasio al 3 %, 20 horas; solución de ácido ósmico al 1 %, cinco o seis horas. 2. Después de 24 o 48 horas de acción de la mezcla, las muestras se desecan sobre papel secante para extraer el exceso de líquido y se sumergen durante 24 horas en la solución de nitrato de plata cristaliza a 0,75 o 1 %. 3. Las muestras se sumergen, sin lavado previo, en la misma mezcla de osmio bicrómico, en caso de que este líquido todavía contenga ácido ósmico. Si está agotado, agregue algunas gotas de ácido ósmico nuevo. A menudo usamos otra mezcla recién preparada que contiene menos ácido ósmico (20 centímetros cúbicos de dicromato y dos o tres de la solución de ácido ósmico al 1 %). Una mayor proporción de ácido ósmico, por ejemplo, la que posee la mezcla osmio-bicrómica normal, no previene la reacción, pero a menudo hace que las muestras sean demasiado frágiles. Este baño funciona durante veinticuatro y treinta y seis horas. 4. Nueva inmersión de las muestras durante al menos un día en la solución de nitrato de plata al 0,75 por ciento como mínimo. 5. Las muestras se sumergen en alcohol de 40° se recubren superficialmente con parafina y se cortan en láminas gruesas. 27. CAJAL: «Sur la structure de l’écorce cérébrale de quelques mammifères», La Cellule, t. VII, I fas., y «Pequeñas contribuciones al conocimiento del sistema nervioso», Agos. 1891. 28. VAN GEHUCHTEN: «Les cellulles nerveuses du sympathique chez quelques mammifères et chez l’homme», La Cellule, t. VIII, I fasc., 1892. 29. G. RETZIUS: «Biologische Untersuchungen», Neue Folge, III, 2; Die Endigungsweise der Gehörnerven, etc., Stockholm, 1892.

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Para facilitar el recubrimiento, montamos la retina en un bloque de parafina, tratando de operar rápidamente con el bisturí calentado con una lámpara, para fijar la pieza sin que el material de inclusión penetre en la retina, ya que antes de la desecación puede retraerse o romperse. Lavamos los cortes con alcohol de 40° durante una hora; se aclaran con aceite de clavo; se lavan sobre el portaobjetos con xilol para extraer la esencia y la parafina y, finalmente, se montan como de costumbre: en una solución de resina de Ammar disuelta en xilol, que se deja endurecer en una capa delgada.

El inconveniente más grave que debemos superar, ya que pretendemos estudiar las capas más internas de la retina, es la presencia de depósitos superficiales de cromato de plata cristalizada. Sin embargo, logré eliminar estos depósitos cubriendo la retina, antes de la inmersión en el baño de plata, a veces con una capa muy delgada de celoidina (que no se debe dejar secar antes de la inmersión en el baño de plata) y a veces con tejidos frescos y muy suaves, por ejemplo la membrana peritoneal. Pero el procedimiento más fácil y el que produce los resultados más satisfactorios es el siguiente, que podría denominarse el proceso de enrollamiento (enroulement): una vez que se elimina el humor vítreo, la retina se corta alrededor de la papila por medio de un cortador afilado o bisturí; luego se separa suavemente de la coroides con un pincel fino. A continuación, procedemos con el mayor cuidado al enrollamiento. Se trata de plisar o envolver la retina, de modo que todos sus pliegues permanecen en contacto, transformando así esta estructura laminar en una masa nerviosa, gruesa y casi cilíndrica o esferoidal. Para evitar que la muestra se desenrolle, la revestimos muy rápida y superficialmente de celoidina fluida (solución al 2 %); esperamos unos segundos para la coagulación de esta, y sin pérdida de tiempo sumergimos todo en la mezcla osmio-bicrómica.

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La retina enrollada se endurece como una masa compacta conservando su cohesión durante la ejecución de los cortes, que pueden incluir todo el grosor del bloque. Al examinar estos cortes al microscopio, uno se encuentra con la retina seccionada en todas las direcciones, a veces a través, a veces en forma paralela a su plano, a veces de forma oblicua. El método de enrollamiento evita de una manera absoluta la formación de depósitos sobre la superficie de la retina: se encuentran solamente en la porción periférica del bloque, en la primera vuelta del enrollamiento. Otra ventaja es que, debido al gran grosor de la muestra, no cabe esperar un exceso de endurecimiento de esta. En efecto, cualquiera que sea el tiempo de acción de la mezcla (uno, dos o tres días), habrá siempre zonas más o menos profundas, donde el endurecimiento presentará condiciones favorables para la reacción. Debemos a este método el descubrimiento de las fibras nerviosas arborizadas en la capa reticular externa, la impregnación total de la capa de las fibras del nervio óptico, la de los elementos gliales de la zona de la fibra óptica y el seguimiento completo de las arborizaciones protoplásmicas de las células ganglionares y espongioblastos, cuya extensión a menudo alcanza algunas décimas de milímetro. No hace falta decir que combinamos este proceso con el de la impregnación doble o incluso triple descrita anteriormente. El enrollamiento es particularmente aplicable a la retina de los mamíferos. Sin embargo, también funciona bien en los demás vertebrados. Cuando la retina es de tamaño mediano (conejo, perro), podemos formar un solo bloque; pero en grandes mamíferos (caballo, buey, oveja, etc.) debe ser dividido en dos o tres piezas para evitar el endurecimiento incompleto de las áreas centrales. Por último, añadir como conclusión que hemos utilizado métodos convencionales de fijación y tinción de la retina:

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carmín de alumbre, ácido magenta, hematoxilina según el método de Weigertpal, etc., con el fin de determinar mejor, por examen de los núcleos, la posición de las células encontradas en nuestras preparaciones de cromato. Las secciones delgadas, hechas en las retinas impregnadas por el método de Cox, tienen la ventaja de ser posteriormente coloreadas por carmín de Grenacher sin alteración sustancial del precipitado mercurial.

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LA RETINA DE LOS TELEÓSTEOS PLANCHA I

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los autores que se han ocupado de la retina de los teleósteos hay que citar principalmente a M. Schultze, 30 W. Müller, 31 Reich, 32 Hannover, 33 Denissenko, 3 Retzius, 35 y especialmente a W. Krause, 36 el cual ha estudiado muy cuidadosamente un gran número de familias de este orden de peces. Las investigaciones de estos autores, realizadas con los métodos antiguos, mostraron en la retina de los teleósteos una estructura muy parecida a la de los otros vertebrados, salvo por algunas modificaciones que afectan a las células subreticulares, y ciertas particularidades de conformación de los bastones (bastones gigantes en forma de maza). Hicimos uso de los métodos de Golgi y de Ehrlich con la esperanza de encontrar en estos animales una estructura retiniana cuya simplicidad pudiera servir para interpretar mejor la retina de los pájaros, los reptiles y los mamíferos, lo que es muy complicado. A causa de la dificultad de proveernos de los materiales de estudio necesarios, debimos limitar nuestro trabajo a un pequeño número de familias y de especies: entre los Parcidae, la Perca fluviatilis y el Box salpa y entre los Cyprinidae, el Cyprinus carpio, la Tinca vulgaris y el Barbus fluviatilis. Para definir el número y la nomenclatura de las capas retinianas, seguimos a los autores clásicos, principalmente a Schwalbe y Ranvier. Sin embargo, introdujimos algunas modificaciones que nos parecían necesarias para favorecer la claridad y la facilidad de la exposición. Ya que nuestra visión NTRE

30. M. SCHULTZE: Archiv. f. mikroskopische Anatomie, Bd. II, s. 200, 1866. 31. W. MÜLLER: «Ueber die Stammesentwickelung des Sehorgans der Wirbelthiere», Beiträge zur Anat. u. Physiol., als Festgabe Carl Ludwing zum 14. Oktober 1874, gewidmet von seinen Schülern, II Heft, 1875. 32. REICH: Hofmann-Schwalbe’s Jahresbericht der Anatomie u. Physiologie f. 1873 u. 1875. 33. HANNOVER: La rétine de l’homme et des vertébrés, 1876. 34. G. DENISSENKO: Arch. f. mikroskopische Anatomie, Bd. XIX, 1881. 35. G. RETZIUS: Biologische Untersuchungen. Jahrgang I, 1881; Jahrgang II, 1882. 36. W. KRAUSE: «Die Retina» II, «Die Retina der Fische», Internat. Monatschrift f. Histol. u. Anat., Bd. III, 1886.

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sobre la morfología y el significado de ciertos elementos se ha transformado profundamente en estos últimos tiempos, no sabríamos mantener denominaciones tales como: capas reticulares, neurospongium, capas moleculares, espongioblastos, capas granulosas, etc., designaciones que recuerdan al aspecto exterior grosero y banal de los elementos, o a concepciones erróneas de estructura o de histogénesis. Por lo demás, la siguiente nomenclatura tiene un carácter provisional apoyándose preferentemente en la morfología. Esta ofrece la ventaja de no sancionar ni errores ni prejuicios en cuanto al origen o la función de los elementos retinianos. 1. Capa epitelial o pigmentaria. 2. Capa de las células visuales (conos y bastones). 3. Capa de los cuerpos de las células visuales (gránulos externos). 4. Capa plexiforme externa (intergranulosa, molecular o reticular externa de los distintos autores). 5. Capa de las células horizontales (células estrelladas, células concéntricas, corpúsculos basales, de los distintos autores). 6. Capa de las células bipolares (ganglion retinae). 7. Capa de las células amacrinas37 (espongioblastos de Müller). 8. Capa plexiforme interna (molecular o reticular interna, neurospongium, plexus cerebral, etc.). 9. Capa de las células ganglionares (ganglion nervi optici). 10. Capa de las fibras ópticas.

Además, estudiamos las células de Müller o de sostén, así como los corpúsculos neurogliales o en araña. En cuanto a las membranas limitantes externa e interna, estas no pueden 37. Con el objetivo de evitar el empleo, o de palabras que inducen a error, o de largas perífrasis, empleamos para designar los espongioblastos de Müller, desprovistas de cilindro-ejes, la expresión de células amacrinas, de: α, partícula privativa; μακρός, largo, y ινός, fibra.

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ser consideradas capas independientes, ya que no son más que los límites de las fibras de MÜLLER. Su estudio se hará con el de estas últimas. CAPA DE LAS CÉLULAS VISUALES

Los conos y los bastones de los teleósteos son, como es sabido, de una longitud enorme. No se tiñen con azul de metileno, excepto sus corpúsculos elipsoides, que adquieren un color tono oscuro, como ya mencionó Dogiel en la reina de los ganoideos. En cambio, el cromato de plata es muy eficaz, pero se fija casi exclusivamente en el segmento interno de los bastones y de los conos. El segmento interno del bastón es muy largo y muy fino, parecido por su tenuidad y sus varicosidades a una fibra nerviosa. A menudo presenta a nivel de los núcleos de los conos —es decir, cerca de la membrana limitante externa— una varicosidad muy voluminosa., Fig. 1b., PL. I. El segmento interno de los conos es sumamente robusto, aspecto que contrasta con el del bastón. En la porción más interna, inmediatamente fuera de la membrana limitante, presenta un núcleo elipsoide de una capa delgada de protoplasma. El diámetro del cono aumenta fuera del núcleo, para disminuir progresivamente, Fig. 1a., PL. I. CAPA DE LOS CUERPOS DE LAS CÉLULAS VISUALES

Todos los núcleos que se han visto en esta zona pertenecen a las fibras de los bastones; los conos no forman parte de esta capa más que por su fibra terminal. El cuerpo del bastón es muy pequeño, parecido al de los mamíferos. Se compone, casi exclusivamente, de un núcleo ovoide o elipsoide que, en las preparaciones coloreadas con cromato de plata, aparece en color café claro. Las fibras de los bastones son sumamente delicadas, varicosas y flexuosas;

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terminan, a niveles diferentes, en la porción externa de la zona plexiforme vecina, en medio de una protuberancia esférica o irregular, totalmente libre y desprovista de expansiones, Fig. 1c., PL. I. Cuando se examina, en un corte coloreado con carmín, la región donde confluyen las protuberancias terminales de los bastones, observamos un aspecto pálido, granuloso, de vez en cuando como vacuolado. Esta banda pálida, que se distingue muy bien de la porción inferior de la capa plexiforme externa, podría denominarse capa de las esférulas de los bastones. En cuanto a la fibra del cono, esta es mucho más gruesa y rectilínea que la del bastón, Fig. 1, PL. I, y termina por debajo, según la disposición clásica bien conocida por los estudios de Max Schultze, en medio de un espesamiento cónico en la base inferior, provistas de expansiones finas, varicosas y acabando libremente a distancias variables. Hay que remarcar que la base o pie del cono desciende mucho más en el seno de la capa plexiforme que las protuberancias terminales de los bastones, y alcanzan generalmente el límite inferior de esta capa. No obstante, a este nivel encontramos también, como excepción, algunas esférulas de los bastones. CAPA PLEXIFORME EXTERNA

Es un plexo extremadamente complejo, resultante de la combinación de las expansiones protoplasmáticas y de las arborescencias nerviosas terminales. Se pueden distinguir dos zonas: la zona profunda, constituida por los pies de los conos, los penachos superiores de ciertas células bipolares y las arborescencias terminales de las fibrillas nerviosas ascendentes; la zona superficial, formada por la reunión de la mayoría de las esférulas terminales de los bastones y las prolongaciones

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ascendentes de ciertas bipolares gigantes (bipolares para los bastones). Hay que añadir, además, expansiones comunes a estas dos zonas, muy numerosas y que provienen de tres hileras de células horizontales (subreticulares, estrelladas, etc., de los distintos autores). CAPA DE LAS CÉLULAS HORIZONTALES

Estos elementos, muy voluminosos, se disponen en tres capas superpuestas que rellenan aproximadamente la mitad externa de la zona que ocupan, diferenciándose en: elementos horizontales externos, elementos horizontales intermedios y elementos horizontales internos. Células horizontales externas, Fig. 2, PL. I. corresponden a la membrana fenestrata de W. Krause y a las células concéntricas intermedias de Schieferdecker. Están dispuestas en una hilera muy comprimida, ubicada inmediatamente por debajo de la zona plexiforme externa. A pesar de algunos ensayos de coloración con azul de metileno, no nos ha sido posible impregnar estos elementos. Por el contrario, sí se ha logrado con el método de Golgi. Aparecen en forma de mazas negras, gruesas, cuboideas o irregulares, de las cuales la superficie externa se prolonga en expansiones cortas, ascendentes que terminan en extremos redondeados en el espesor de la zona plexiforme superpuesta. De los bordes de estas células —o de algunas de las prolongaciones más periféricas— parte una expansión fina y larga que puede considerarse un cilindroeje con desplazamiento horizontal, Fig. 2a., PL. I. El destino de esta prolongación nerviosa ha escapado de nuestras investigaciones. Sin embargo, a juzgar por analogía, podríamos suponer que termina libremente, en medio de una ramificación varicosa en el seno mismo de la zona plexiforme, ya que es así como terminan, como veremos en breve, las terminaciones nerviosas de los mismos elementos en las aves.

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La cara inferior de las células horizontales de la primera fila no emite prolongaciones; pero algunas ramas divergentes parten siempre de su contorno, se elevan oblicuamente y se pierden en la zona plexiforme inmediata. La presencia de estos apéndices proporciona a estos elementos, cuando son examinados de frente, una forma estrellada bien descrita por los autores, principalmente por W. Krause y Schieferdecker. El contacto íntimo que mantienen entre ellos los bordes y las prolongaciones de las células horizontales externas no permite reconocer si existe anastomosis entre sus prolongaciones protoplasmáticas. Pensamos, sin embargo, que las redes, descritas por W. Krause (membrana fenestrata) y Schieferdecker son solo apariencias subordinadas a la prácticamente imposibilidad de distinguir —en los cortes trasversales de la retina, coloreadas por los procedimientos corrientes— los contornos de las expansiones protoplasmáticas, ya que estas últimas son muy pálidas, aplastadas y se entrecruzan sobre un plano horizontal relativamente fino. Además, es necesario recordar que en los otros vertebrados es fácil demostrar la independencia de estas expansiones, e incluso en los teleósteos, no hay ninguna duda en lo que concierne a las prolongaciones protoplasmáticas ascendentes, acabadas, como muestra la Fig. 2, PL. I, en extremos redondeados. Entre los extremos de las células horizontales externas quedan espacios para permitir el paso de las prolongaciones externas de las células bipolares y para albergar los apéndices ascendentes de los elementos horizontales de la segunda fila. Estos espacios han sido descritos por W. Krause, que los ha considerado perforaciones de una membrana granulosa continua; Schwalbe38 y Schieferdecker los han observado y representado correctamente. 38. SCHWALBE: Handbuch des gesammten Augenheilkunde von Graefe und Saemisch. Bd. I, 1874.

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Células horizontales de la segunda fila. Están dispuestas en una capa prácticamente continua por debajo de las precedentes, con las cuales se acoplan completamente dadas sus características morfológicas. El cuerpo de estos elementos es más aplanado que el de los corpúsculos superpuestos. De su cara superior, así como de sus bordes parten tres, cuatro o un mayor número de expansiones gruesas, Fig. 2b., PL. I. Las mismas, después de haber pasado entre las células horizontales externas, terminan en ramificaciones cortas, ascendentes y encaminadas a la porción más externa de la capa plexiforme inmediata. Estas ramas son digitiformes, y parece que contactan con las esferas terminales de los bastones. De la misma manera que en las células de la primera hilera, muy a menudo podemos seguir una expansión larga, horizontal, desprovista de ramificaciones y con toda la apariencia de una prolongación nerviosa. No hemos llegado a poner de manifiesto la manera en la que termina, Fig. 2b, c., PL. I. Las células horizontales medianas han sido bastante bien descritas y representadas por W. Krause, Retzius, Schwalbe, Reich y Schiefferdecker, cuyas observaciones se han llevado a cabo preferentemente en el lucio. Según Krause, estos elementos se comportarían de una manera análoga a los de las células horizontales externas: anastomoseándose en un entramado horizontal y continuo, constituyendo lo que este sabio llama membrana perforata. Las perforaciones, muy visibles en las preparaciones horizontales de la retina, corresponden a intersticios que dejan estos elementos para el paso de las prolongaciones periféricas de las bipolares. Tal y como se puede deducir de lo que acabamos de exponer, las células horizontales deben ser consideradas verdaderas células nerviosas. Entre los vertebrados superiores, podemos afirmar que es un hecho perfectamente demostrado,

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gracias a las investigaciones de Dogiel, de Tartuferi y de las nuestras. Pero como esta afirmación no ha sido aún demostrada para los peces, comprendemos bien que Schiefferdecker incluya estas células en su sistema de sostén bajo el nombre de células concéntricas, medianas e internas. Entre los ganoideos, Dogiel39 señaló la existencia de ciertos elementos redondeados u ovoides localizados debajo de la capa plexiforme externa, que él ha llamado células subepiteliales. Estos elementos, que corresponden evidentemente a las células compensatrices (ersatzzellen) de Krause, se han encontrado en los teleósteos por Schiefferdecker, quien las considera como las células que forman la capa más externa de su sistema celular de sostén (sus células concéntricas externas). Según el último trabajo de Dogiel40estos elementos se encontrarían también en la retina humana, y solo serían células bipolares desplazadas. En cuanto a nosotros, a pesar de nuestros ensayos de coloración por los dos métodos de Golgi y Ehrlich, nos ha sido imposible evidenciarlo; por ese motivo no podríamos pronunciarnos respecto a su existencia en los teleósteos. Por el contrario, tal y como lo veremos más adelante, son muy abundantes y característicos en los batracios y los reptiles. Células horizontales internas o de la tercera fila. Se trata de corpúsculos muy largos, muy espesos, situados horizontalmente debajo de la capa de las células bipolares. Su forma es la de un huso o de media luna, con una concavidad superior, Fig. 2e, g, ff., PL. I. Normalmente, el cuerpo celular emite por sus extremidades opuestas dos expansiones largas, horizontales, de contorno grosero, que alcanzan una gran extensión. Estas prolongaciones son cónicas, presentando engrosamientos y estrechamientos sucesivos. Pero, a medida que se alejan del 39. DOGIEL: «Die Retina der Ganoïden», Arch. f. mik. Anat., Bd. XXII, 1883. 40. DOGIEL: «Ueber die nervösen Elemente in der Retina des Menschen», Arch. f. mik. Anat., Bd. XXXVIII.

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cuerpo celular, se vuelven cada vez más delgadas y lisas. Una de las prolongaciones, después de un recorrido muy largo, toma el aspecto de un cilindro-eje acercándose progresivamente a la zona plexiforme externa, a donde parece llegar. La otra expansión se desplaza igualmente más o menos horizontalmente, se bifurca, en ocasiones viaja a la capa plexiforme, en donde termina de una forma aún enigmática. Por su aspecto áspero y grosero, esta prolongación parecería ser una rama protoplasmática. A veces, este brazo protoplasmático presenta cerca de su origen un bulto ovoide, muy parecido al del cuerpo; diríamos que se trata de un corpúsculo con dos núcleos, Fig. 22f., PL. I. Los elementos fusiformes son muy abundantes entre los teleósteos. Se disponen en una zona de aspecto plexiforme, salpicada de vacuolas claras y atravesada por fibras horizontales. Esta apariencia fibrilar no escapó de la sagacidad de los distintos autores. Así, M. Schultze y Schwalbe la mencionan y la consideran un plexo nervioso (plexo externo) debajo de los espongioblastos, como continuación con los filamentos provenientes de los pies de los bastones y de los conos. W. Krause, asombrado sobre todo por las vacuolas irregulares que interrumpen la continuidad de la región de los granos internos, designa esta formación de la retina con el nombre de stratum lacunosum. Pero es Schiefferdecker quien tiene el mérito de haber disociado las células fusiformes y haber reconocido sus propiedades morfológicas. Este autor considera estos elementos como una variedad de células de sostén, caracterizadas sobre todo por la falta de núcleo (kernlose concentrische Zellen). Las células fusiformes descritas por Schiefferdecker, corresponden bastante bien con las que nosotros hemos coloreado en los pércidos y los ciprínidos con cromato de plata. No obstante, no vamos a considerarlas corpúsculos de sostén, ya que muestran muy claramente la presencia de una prolongación cilindroaxial y que, asimismo, carecen

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de las características morfológicas de las células de neuroglia. En cuanto al núcleo, creemos que Schiefferdecker, por cualquier causa, no llegó a colorearlo. Sería un hecho bien extraño la presencia de corpúsculos nerviosos desprovistos de núcleo en la retina, mientras que todos los elementos nerviosos y de neuroglia que conocemos sí lo presentan. Por lo demás, no es extraño observar un núcleo en algunas células fusiformes impregnadas por el método de Golgi. Cuando esto sucede, se observa en diversos otros elementos, por ejemplo, en las células bipolares bajo la forma de un cuerpo central redondeado desprovisto de precipitado negro. Las tres capas de células horizontales que acabamos de describir no representan una disposición particular en los peces. Estas se encuentran más o menos modificadas, como han demostrado W. Krause y Schiefferdecker, en todos los vertebrados. Sin embargo, son los mamíferos los que, desde este punto de vista, se acercan más a los peces, ya que la retina del hombre, del perro, del ternero, etc., muestra también tres filas de grandes células horizontales. La dificultad principal radica en determinar los elementos que, en la retina de los mamíferos, representan las células fusiformes de los peces. ¿Para qué sirven los corpúsculos horizontales de la retina? En el estado actual de la Ciencia, todo lo que podríamos afirmar sería prematuro. No obstante, a modo de conjetura, y suponiendo que los cilindro-ejes de estos elementos terminen en las arborizaciones libres debajo de los pies de los bastones —estas terminaciones, como veremos más adelante, ya han sido constatadas en los pájaros y en los mamíferos— nos inclinamos a atribuir a dichos elementos un rol de asociación transversal de las células visuales. Por ejemplo, cada célula horizontal de la 1.ª fila conectaría un grupo de bastones y de conos con otro posicionado a distancias más o menos considerables. Los elementos de la 2.ª y 3.ª fila tendrían una

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función análoga, pero teniendo un cilindro-eje más largo, la asociación transversal podría establecerse entre dos grupos de células visuales localizados a mucha mayor distancia. CAPA DE LAS CÉLULAS BIPOLARES

Nuestras investigaciones nos han permitido determinar un hecho de cierta importancia: que en los teleósteos existen dos especies de células bipolares: 1.º las células gigantes, especialmente en relación con los bastones; 2.º las pequeñas células, particularmente relacionadas con los conos. Estas dos clases de elementos se impregnan tanto por el cromato de plata como por el azul de metileno, Fig. 1d, e., PL. I. Bipolares gigantes. Se trata de corpúsculos fusiformes muy robustos, que mezclados con los de la variedad pequeña, constituyen una zona apretada, un poco irregular, situada por encima de los espongioblastos de otros autores. Tienen dos prolongaciones: una ascendente, y otra descendente. La prolongación ascendente tiene un espesor considerable y un contorno irregular. Esta prolongación sube prácticamente en línea recta hasta la capa plexiforme externa; allí se resuelve en un gran penacho de una gran elegancia cuyas fibras, muchas veces ramificadas, finalizan libremente entre las esférulas de los bastones, en medio de las pequeñas nudosidades, Fig. 11j., PL. I. Como el penacho ascendente está frecuentemente muy extendido, a veces una sola célula bipolar puede conectarse por contigüidad a un gran número de bastones. En este sentido, encontramos diversos tipos. Ciertas bipolares tienen un penacho superior tan reducido que conecta apenas con entre cuatro a nueve esférulas de bastón aunque, sin embargo, encontramos otras en las cuales el penacho ascendente puede articularse con veinte o veinticinco esférulas. La prolongación descendente es igualmente muy gruesa en comparación con la de las bipolares pequeñas. Esta

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prolongación desciende prácticamente en línea recta hasta la parte inferior de la capa plexiforme interna, donde acaba en un pie cónico, con base inferior bastante desigual y provisto muy frecuentemente de excrecencias laterales, muy varicosas y groseras, Fig. 11f., PL. I. Estos pies se adaptan íntimamente a la cara superior más o menos sinuosa de las células ganglionares, o a los lados de los grandes tallos ascendentes de estas últimas, con lo que se establece una verdadera relación por contacto. Esta interesante conexión se aprecia muy nítidamente examinando cortes de retina bien impregnados con alcohol. La gran mayoría de las células bipolares gigantes que hemos logrado observar completamente acaban en el lugar mencionado, es decir, por encima de los elementos ganglionares. Sin embargo, en ocasiones también hemos encontrado bipolares cuyo pie terminal iba a extenderse sobre un plano más externo, Fig. 1i., PL. I. En cuanto a la especie de elemento ganglionar subyacente, destinada a recibir los pies de las bipolares gigantes, es muy difícil de determinar; sin embargo, nos ha parecido que pertenecía a la variedad de células de talla gigante o de dimensión media, Fig. 1h., PL. I. Las células bipolares, cuyo penacho superior es pequeño, tienen también por debajo un pie más reducido y más simple. Bipolares pequeñas. Su cuerpo es pequeño, fusiforme u ovoide, con una fina capa de protoplasma perinuclear. Estos elementos tienen también dos prolongaciones: una ascendente, la otra descendente. La prolongación ascendente, muy delicada, a menudo ondulante, sube entre las células horizontales superpuestas y alcanza la capa plexiforme externa, donde se divide en una radiación aplanada y elegante, emitiendo fibrillas delicadas, largas y casi rectas, Fig. 1e., PL. I. Estos filamentos terminales se disponen en un plexo horizontal poco grueso, situado en el límite inferior de la zona plexiforme externa, exactamente

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por debajo de los pies de los conos, los cuales parecen tocar de una manera muy especial. La delgadez y la longitud extremas de estos filamentos, así como su camino perfectamente horizontal en la parte más profunda de la capa plexiforme externa, permiten distinguir con gran facilidad el penacho de las células bipolares pequeñas destinadas a los conos, del de las células bipolares gigantes destinadas a los bastones. La prolongación descendente es igualmente delgada y un poco flexuosa; atraviesa las filas de células amacrinas (o espongioblastos para otros autores). En los diversos niveles de la capa plexiforme interna, se resuelve en una arborización terminal, corta, grosera, varicosa y totalmente libre, Fig. 1g., PL. I. En ocasiones, como sucede con los batracios, los reptiles y las aves, el tallo descendente emite algunas colaterales cortas y nudosas, extendiéndose a uno de los niveles superpuestos. En cuanto a la extensión relativa del penacho superior de las bipolares pequeñas, podemos clasificar estas células en dos variedades: 1. Aquellas cuyo penacho superior posee una extensión tan considerable que puede entrar en contacto con un gran número de pies de conos (de veinte a treinta). 2. Aquellas cuyo penacho ascendente tiene una dimensión tan reducida que apenas llega a tocar el pie de algunos pocos conos (tres o cuatro).

De todo lo que acabamos de exponer, se deduce que la información específica que transportan los conos y los bastones se puede concentrar más o menos en su camino a lo largo de las bipolares debido a la expansión de los penachos ascendentes de estas últimas. Células estrelladas de pequeño tamaño. En la misma capa de los espongioblastos, un poco por encima de ellas, hemos encontrado ciertos elementos cuyas propiedades morfológicas

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especiales nos obligan a establecer una clase distinta de células retinianas, Fig. 4a, b, d., PL. I. Se trata de células muy pequeñas, de 6 a 10 µm, estrelladas, triangulares u ovoides, cuyo cuerpo emite un gran número de expansiones, que las podemos clasificar en ascendentes, descendentes y horizontales. Las expansiones ascendentes son muy delgadas; tienen la delgadez, el aspecto varicoso y la finura de contorno que caracterizan a los cilindro-ejes. Se elevan sinuosamente y se introducen en los intersticios de las células horizontales para alcanzar la zona plexiforme externa, donde constituyen arborizaciones varicosas horizontales que terminan libremente. Las últimas ramillas de estas arborizaciones se sitúan en la porción inferior de la capa plexiforme, por debajo de los pies de los conos, y se combinan en un plexo formado por los penachos de las bipolares pequeñas. Las expansiones descendentes —un total de 2, 3 o 4— como consecuencia de su grosor relativo y de su contorno áspero, parecen ser ramas protoplasmáticas. Estas descienden en primer lugar hasta la zona plexiforme interna, atravesándola más o menos oblicuamente, para terminar por medio de extremidades varicosas y libres. No es extraño ver que estas ramas se ramifiquen en el espesor de esta capa. Algunas de las ramillas secundarias tienen una longitud limitada, y se dirigen a la parte inferior de la zona plexiforme interna y alcanzan a veces el límite inferior de esta zona, Fig. 4h., PL. I Las expansiones horizontales nacen frecuentemente de un tallo común, y, por su grosor relativo, parecen ser prolongaciones protoplasmáticas. De ser horizontales no tardan en pasar a convertirse en ascendentes; se muestran cada vez más delgadas y varicosas, y terminan en la capa plexiforme externa, donde dan lugar a ramificaciones horizontales. Durante su trayecto por encima de las células amacrinas, estas prolongaciones emiten algunas fibrillas ascendentes

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muy delicadas que se comportan de la misma manera que las ramas terminales, es decir, como aquellas que se resuelven por encima de los pies de los conos en arborizaciones varicosas y libres. A veces, la rama terminal, en vez de llegar a ser ascendente, se curva y desciende para perderse inmediatamente en la capa plexiforme externa. Si bien aún no tenemos la capacidad de pronunciarnos sobre el significado de estos elementos irregulares, nos parecen una variedad particular de células bipolares pequeñas, destinadas a los conos. Sin embargo, la circunstancia de que la mayoría de las expansiones ascendentes de estos corpúsculos tengan la apariencia de fibras nerviosas, mientras que las descendentes parecen más bien prolongaciones protoplasmáticas, y que la disposición irregular de estas últimas expansiones —que no recuerda en nada a las de los pies de las bipolares gruesas o finas— imprime a estos elementos un sello particular por el que se pueden distinguir perfectamente de las demás células nerviosas de la retina41 CAPA DE LAS CÉLULAS AMACRINAS, O ESPONGIOBLASTOS DE MÜLLER

Encontramos en los teleósteos los tipos de espongioblastos que hemos descrito en los batracios, los reptiles, las aves y los mamíferos. Estas células se clasifican (según Dogiel para el caso de los ganoideos) en dos clases: 1º. las células nerviosas propiamente dichas y 2º. las células amacrinas o células desprovistas de expansión alargada y fina (espongioblastos propiamente dichos). Células nerviosas. Para Dogiel, estas células constituirían corpúsculos mitrales que presentan expansiones protoplasmáticas horizontales. Emiten una prolongación nerviosa que, 41. Me inclino ahora a considerar estos elementos como una variedad de microglía bien estudiada por la escuela de Río-Hortega (nota de la edición de 1934).

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descendiendo a través de la capa plexiforme interna, acaba convirtiéndose en una fibra del nervio óptico. Sin embargo y a pesar de nuestros esfuerzos, no hemos tenido la buena fortuna de colorear estas células, ni en los ciprínidos, ni en los pércidos. En nuestras primeras impregnaciones, hemos creído observarlas, aunque incompletamente impregnadas; pero un estudio más profundo nos obliga ahora a mostrarnos un poco más reservados respecto a esto, previendo que las células mitrales que observamos podrían también ser consideradas corpúsculos amacrinos difusos. Células amacrinas. Constituyen, como ya lo demostró Dogiel, una variedad especial de corpúsculos nerviosos sin cilindro-ejes cuyas prolongaciones no pueden verse, ni como expansiones funcionales ni como apéndices protoplasmáticos. Las células amacrinas de la retina podrían asemejarse a las células amacrinas de los granos del bulbo olfativo, en las cuales las dos especies de expansiones que caracterizan los corpúsculos nerviosos no son tan diferentes. También se parecen a los neuroblastos de His, es decir, a células nerviosas primordiales que, al igual que los elementos ganglionares de los invertebrados, han conservado su estado embrionario. Sería posible clasificar las células amacrinas de acuerdo con su forma y su número de expansiones, pero nos parece más racional distinguirlas según la disposición terminal y la situación de la arborización inferior en el espesor de la capa plexiforme interna. Así pues, llegamos a formar dos grupos: las células amacrinas estratificadas y las células amacrinas difusas. Las primeras extienden su arborización aplanada en ciertos niveles o plexos horizontales de la capa plexiforme interna, mientras que las del segundo grupo extienden sus ramas terminales en todo o casi todo el espesor de la zona mencionada. Células amacrinas difusas. Estos elementos comportan dos variantes: en primer lugar, las células piriformes, de pequeño

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tamaño, provistas de un tallo descendente dividido enseguida en numerosos filamentos verticales, muy varicosos y flexuosos que llegan cerca de la zona de las células ganglionares, Fig. 5M., PL. I, y terminan libremente en medio de una protuberancia. A veces estos filamentos descendentes presentan, al nivel de ciertos plexos, (sobre todo al nivel del tercer plexo), varicosidades muy voluminosas y de aspecto grosero. En la célula representada en la Fig. 5N., PL. I, el penacho descendente se desplaza oblicuamente y la mayoría de sus filamentos tienden a acumularse en el cuarto y quinto nivel de la zona plexiforme interna. En segundo lugar, células ordinariamente multipolares, cuyas ramificaciones, muy finas y poco arborizadas, crecen oblicuamente a través de la zona plexiforme y terminan en planos diferentes de las mismas, pero especialmente en el quinto piso, por encima de las células ganglionares, Fig. 2B., PL. I. Células amacrinas estratificadas. Antes de empezar la descripción de estos elementos, es necesario dar algunos detalles sobre la creación de la capa plexiforme interna. Todos los autores mencionan la existencia de ciertas líneas granulosas y concéntricas situadas a distancias variables, en el espesor de la zona plexiforme; pero el significado de estas bandas ha escapado durante mucho tiempo a la sagacidad de los científicos. Sin embargo, Ranvier42 describió cómo estas líneas granulosas representan las capas de los diversos plexos concéntricos que forman en la zona plexiforme interna las expansiones de los espongioblastos y las de los corpúsculos ganglionares. Pero el mayor mérito es de Dogiel, al conseguir demostrar este hecho de manera completa, con la ayuda del método de Ehrlich, en las cuatro últimas clases de vertebrados: peces, batracios, reptiles y aves. Esta disposición fue seguidamente constatada por nosotros en pájaros43 y se 42. Loc. cit., p. 978. 43. CAJAL: Anat. Anzeiger, n.º 4. 1889.

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ha mencionada hace poco para el caso de los mamíferos por Baquis44 y por el mismo Dogiel45 Pero, si bien todos los autores que recientemente se están ocupando de esta cuestión admiten la existencia de los plexos horizontales, no están completamente de acuerdo en cómo denominarlos. Así, Dogiel, en su trabajo sobre la retina de los pájaros, dibuja tres niveles, situados: el primero, en el límite externo de zona plexiforme interna; el segundo, en el tercio superior; y el tercero, cerca de la frontera inferior de esta capa. En nuestro primer trabajo en la retina (realizado en aves), habíamos denominado estos niveles pisos de arborización, pero, muy recientemente, tras algunas indecisiones, hemos reconocido cinco niveles; tres de los cuales forman parte del espesor de la capa plexiforme interna, y dos (superior e inferior) de los limites de esta. Podría ocurrir que exista un mayor número de plexos, sobre todo en la retina de los reptiles y las aves, donde la capa plexiforme interna posee un gran espesor y un desarrollo muy notable. El número de plexos parece guardar relación con la abundancia y el pequeño tamaño de las bipolares. La demostración de los cinco planos o niveles de arborización es muy difícil de hacer en los teleósteos y los mamíferos por estar muy próximos entre sí, y también porque, tal vez, el tercer nivel está más o menos atrofiado en las porciones periféricas de la retina. Cada plexo horizontal de la capa plexiforme parece estar formado por dos planos más o menos gruesos de arborización: uno, el superior, es el punto donde concurren las expansiones ramificadas de los espongioblastos estratificados; el otro, el inferior, se compone de la reunión de las arborizaciones protoplasmáticas de las células ganglionares estratificadas. Bajo nuestro punto de vista, es muy probable que los pies 44. E. BAQUIS: «Sulla retina della faina», Anat. Anz., n.os 13 y 14, 1890. 45. DOGIEL: Arch. f. mik. Anat., Bd. XXXVIII, 1891.

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irregulares de las células bipolares se encuentren entre los dos planos de las fibras terminales, menos aquellos que, como se ha indicado anteriormente, conectan con la parte superior de los corpúsculos ganglionares. Los lados limitantes de todos estos pisos concéntricos están íntimamente relacionados entre ellos, o en medio de las fibras de Müller, o por numerosas fibras irregulares y divergentes que provienen de las células amacrinas y de los corpúsculos ganglionares no estratificados. Teniendo en cuenta el nivel de la capa plexiforme interna donde terminarán las ramificaciones de las diferentes células amacrinas, se pueden clasificar estas últimas en amacrinas estratificadas del 1.º, 2.º, 3.º, 4.º y 5.º piso. Células del primer piso. Hemos encontrado dos tipos principales: 1.º células hemisféricas o semilunares, voluminosas, cuyo contorno emite algunas ramas gruesas y divergentes, se ramifican y terminan exclusivamente en la parte externa del primer piso, Fig. 5A, B., PL. I. 2.º células cuboideas o semilunares, con prolongaciones muy abundantes y delicadas, que emanan de la periferia protoplasmática y se extienden, sin dividirse en un trayecto largo, Fig. 2A., PL. I. Células amacrinas del segundo piso. Apreciamos también dos variedades: 1.º células piriformes, provistas de un tallo descendente que, una vez llega al segundo nivel, se divide en una arborización varicosa y flexuosa, Fig. 5J., PL. I; 2.º células más voluminosas, poligonales o piriformes que poseen (como las precedentes) un brazo descendente que, tras abordar el segundo piso, se resuelve en una radiación aplanada, con largos filamentos muy finos y casi rectilíneos, Fig. 5C., PL. I. Estos filamentos recuerdan, por su delicadeza y la nitidez de sus contornos, a los cilindro-ejes finos del cerebelo (fibras paralelas de los granos). Estos elementos singulares, con penacho estrellado o radiante, se encuentran en todos los vertebrados.

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Células amacrinas del tercer piso. Podemos reconocer dos variedades principales: unas voluminosas y las otras pequeñas. Las células voluminosas, Fig. 5D., PL. I, son piriformes. Tienen un gran tallo descendente que se descompone en una arborización aplanada y con ramas radiantes, gruesas, groseras y poco numerosas. Las células pequeñas, Fig. 5E., PL. I, igualmente piriformes, con tallo inferior relativamente delgado, constituyen (en el 3.er piso) una radiación elegante, enteramente idéntica a la descrita anteriormente (2.ª variedad del 2.º piso); es decir, que esta radiación se compone de filamentos muy finos y largos que conservan su independencia hasta la terminación libre. Células amacrinas del cuarto piso. Encontramos igualmente dos tipos: 1.º el elemento gigante con ramas voluminosas, Fig. 5H., PL. I; 2.º el elemento pequeño con tallo fino que se resuelve en una arborización con filamentos rectos, varicosos y radiantes, Fig. 5O., PL. I. A veces este último parece, en cuanto a su talla, tan voluminoso como el primero, Fig. 5F., PL. I. Células amacrinas del quinto piso. Hemos reconocido dos tipos celulares, que corresponden exactamente a los descritos para los otros pisos. Es decir, que hay un tipo gigante con una arborización terminal gruesa, pero pobre en ramas, Fig. 5I., PL. I, y otro menos voluminoso, provisto de una radiación terminal muy rica, con ramillas largas, finas y cubiertas de espinas, Fig. 5G., PL. I. Células amacrinas biestratificadas. Encontramos a veces impregnadas ciertas células de talla gigante o, al menos, bastante considerable, en forma de pera o de semiluna, que además de su arborización terminal aplanada destinada a uno de los pisos 3º, 4.º o 5º, proporcionan también ramas al primer piso, Fig. 2C., PL. I. Estas expansiones a menudo parecen abarcar un grosor superior al intervalo de dos pisos retinianos, lo que proporciona a los elementos multiestratificados características parecidas a las de los elementos con penacho difuso.

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CAPA PLEXIFORME INTERNA

Esta capa se compone esencialmente, como ya lo hemos indicado anteriormente, de la mezcla y el entrelazado de cuatro tipos de expansiones: 1.º las arborizaciones protoplasmáticas de las células ganglionares; 2.º los penachos inferiores de las células bipolares; 3.º las ramificaciones terminales de los corpúsculos de las células amacrinas; 4.º los apéndices colaterales de las fibras de Müller. Células de la capa plexiforme interna. Cuando se examinan las capas delgadas de la retina de los teleósteos, después de la coloración por carmín o hematoxilina, observamos aquí y allá, la presencia de ciertos nodos ovoides o elípticos, envueltos por un cuerpo protoplasmático triangular o fusiforme. Muchos autores han detectado estos elementos en los vertebrados superiores, en particular Nagel, 46 H. Müller, 47 Riter, 48 Golgi y Manfredi, 49 Borysiekiewicz,50 etc. Pero la opinión de estos científicos sobre la naturaleza de estos elementos está lejos de ser unánime, ya que, mientras algunos de ellos los consideran corpúsculos de neuroglia, otros prefieren considerarlos células ganglionares. Por suerte, las preparaciones impregnadas con cromato de plata muestran a veces estos corpúsculos coloreados. Sus propiedades son, como hemos podido remarcar en la Fig. 2D., PL. I, muy análogas a los espongioblastos. El cuerpo celular muestra una figura triangular o fusiforme, y reside en uno de los pisos de la zona reticular o plexiforme interna. De los ángulos o de los polos protoplasmáticos emanan dos, tres o un número mayor de expansiones gruesas, que se ramifican en varias ocasiones y se extienden, preferentemente, en el 3.er 46. NAGEL: Grafe’s Archiv, Bd. VI. 47. H. MÜLLER: Zeitschrift f. Wissenschaftliche Zool., Bd. VIII, 1857. 48. Riter: Die Siruciur der Retina, etc. Leipzig, 1864. 49. GOLGI y MANFREDI: citados por Schwalbe en el Handbuch von Graefe und Sänisch., Bd. I. 50. Loc. cit.

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y el 5.º piso. En cuanto a las células mostradas en la Fig. 2D., PL. I, es destacable que las últimas ramillas se vuelven cada vez más finas y delicadas, y se parecen a las fibrillas nerviosas, y que estas no salen de la zona plexiforme, donde terminan libremente. CAPA DE LAS CÉLULAS GANGLIONARES

Los corpúsculos de esta capa parecen pertenecer de una manera exclusiva a los elementos con cilindro-eje largo (células motrices de Golgi). El cilindro-eje, tal como han señalado múltiples autores, desciende siempre hasta la capa de las fibras del nervio óptico, para continuar en una de estas fibras. Durante el largo trayecto de estos cilindro-ejes en la capa de las fibras ópticas no es posible reconocer ni la existencia de colaterales, ni de arborizaciones libres ascendentes. Esto es lo que revelan muy nítidamente las preparaciones de la retina, coloreadas con azul de metileno y examinadas en plano por la cara interna. Las prolongaciones protoplasmáticas son en su mayor parte ascendentes, y conducen a los diversos niveles de la capa plexiforme, donde terminan libremente, entrelazándose con las expansiones descendentes de los espongioblastos. Con respecto a la forma y la posición de las arborizaciones protoplásmicas de las células ganglionares, hay diferencias que pueden servir para clasificar estos elementos en tres grupos: 1.º células monoestratificadas: aquellas cuya arborización terminal se extiende sobre un solo piso; 2.º células poliestratificadas: aquellas que envían sus prolongaciones protoplasmáticas a diversos pisos; 3.º células no estratificadas o difusas: aquellas cuya ramificación ascendente carece de plexos estratificados. Células ganglionares monoestratificadas. A razón del número de orden del piso donde se extiende su penacho protoplasmático, podemos distinguir células ganglionares

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monoestratificadas del primer piso, de segundo piso y así sucesivamente. Células del primer piso, Fig. 6M, G., PL. I. Hemos encontrado dos variedades celulares: 1.º células corpusculares gigantes, semilunares, que emiten por su cara superior dos o tres expansiones gruesas, ascendentes, y que se ramifican en el primer piso, Fig. 6M., PL. I.; 2.º células de talla mediana, multipolares, cuyas prolongaciones ascendentes bastantes delgadas, forman en el primer piso un plexo varicoso y muy rico, Fig. 6G., PL. I. Células del segundo piso. Aquellas que hemos observado están representadas en la Fig. 6I, L., PL. I. Son elementos de pequeño tamaño provistos de una o más ramas ascendentes que se ramifican, a su vez, para alcanzar al segundo piso, Células del tercer piso. Tienen forma de pera, emiten una sola expansión ascendente que llega al tercer piso y se descomponen en un plexo de ramas finas, varicosas y frecuentemente repletas de espinas o de excrecencias colaterales, Fig. 6J, H., PL. I. No hemos observado células de la variedad gigante. Células del cuarto piso, Fig. 6C, F., PL. I. Estos elementos son muy abundantes. Distinguimos dos tipos: por una parte, el de pequeño tamaño, con células piriformes cuyo tallo ascendente se resuelve en una arborización varicosa, muy fina, estrecha y con extensión corta, Fig. 6C., PL. I.51 y, por otra parte, el tipo de tamaño mediano, con cuerpo multipolar, frecuentemente con forma semilunar, cuyos dos o tres brazos ascendentes constituyen al nivel del cuarto piso, un plexo horizontal a base de ramillas delgadas y nudosas, Fig. 6F., PL. I. Células del quinto piso. Son elementos fusiformes o estrellados que aparecen normalmente alargados en el seno de la capa ganglionar. Sus ramas, bastante gruesas y en número de dos, tres o cuatro, se extienden casi horizontalmente y se 51. Puede ocurrir que estas pequeñas células sean amacrinas desplazadas, muy abundantes en las aves y los reptiles (nota de la edición de 1934).

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ramifican en la parte más inferior del quinto piso, Fig. 6B., PL. I. Células ganglionares poliestratificadas. Nos ha parecido que estos corpúsculos constituyen la variedad menos abundante de la retina. A juzgar por nuestras preparaciones, los tipos más comunes serían los siguientes: 1.º células multipolares de mediano tamaño, cuyas prolongaciones ascendentes dan origen a dos plexos horizontales laxos y varicosos: uno situado en el segundo piso y, el otro, situado en el cuarto piso, Fig. 6E., PL. I. 2.º células pequeñas, multipolares, que producen arborizaciones protoplasmáticas finas en el cuarto y quinto piso, Fig. 6D., PL. I. Células ganglionares difusas. No es raro encontrar algunos elementos multipolares cuyas prolongaciones protoplasmáticas dan lugar a ramillas terminales en casi todo el espesor de la zona plexiforme interna, sin presentar la disposición estratificada de las otras células ganglionares, Fig. 6A., PL. I. Podemos clasificar entre estos elementos ciertos cuerpos celulares ovoides o fusiformes, de dirección oblicua y con un tamaño bastante remarcable que hemos representado en la Fig. 2E., PL. I. Sus ramas protoplasmáticas parecen abrazar la totalidad, o al menos una gran parte del espesor de la zona plexiforme interna. Sin embargo, nuestras observaciones sobre estas células no son aún suficientes, ya que no hemos podido impregnar más que un número muy limitado de estas. CAPA DE LAS FIBRAS ÓPTICAS

Estas fibras tienen, como ya se sabe, un curso radiante y un aspecto varicoso. En los teleósteos se asocian en grandes fascículos casi rectilíneos. En las preparaciones con azul de metileno es muy fácil de observar que cada fascículo se compone de uno o dos cilindro-ejes gruesos y de un gran número de fibrillas finas separadas por una materia transparente. Las

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células de Müller pasan entre estos fascículos respetando siempre su individualidad. La mayor parte de las fibras nerviosas continúan con las expansiones funcionales de las células ganglionares. No obstante, nos ha parecido que algunas de ellas alcanzaban —después de haber sufrido una inflexión en ángulo recto u obtuso— la región superior de la capa plexiforme interna, donde producirían, tal vez, arborizaciones libres en la proximidad de las células amacrinas. Sin embargo, no hemos podido lograr constatar de visu este modo de terminación, tan fácil de poner en evidencia en las aves. CÉLULAS DE MÜLLER O DE SOSTÉN

Como podemos ver en la Fig. 2, PL. VI, estas células son muy parecidas a las de los batracios y mamíferos. Estas células se distinguen solamente por su grosor y mayor extensión de las lamelas emitidas a nivel de los granos internos, así como por el volumen en ocasiones considerable del núcleo. Durante su trayecto, al lugar correspondiente de la zona de las células amacrinas, la fibra de Müller emite muy a menudo apéndices protoplasmáticos descendentes que se ramifican y terminan en el espesor de la capa plexiforme interna. Por el contrario, estas prolongaciones son inexistentes al nivel de la capa plexiforme externa.

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II

LA RETINA DE LOS BATRACIOS PLANCHA II

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N

UESTRAS observaciones se centraron en la rana (Rana

temporaria) y en el sapo (Bufo vulgaris). No hemos tenido tanto éxito en el estudio del Triton cristatus y del Pleurodeles waltli; por ello, nuestras descripciones e ilustraciones se refieren exclusivamente a la rana. CAPA DE LAS CÉLULAS VISUALES

Esta zona rara vez se impregna con cromato de plata, y cuando conseguimos colorear algunas células visuales, los corpúsculos pigmentarios evitan que se las distinga. Para superar esta dificultad, es necesario, antes de retirar el ojo, dejar a la rana en oscuridad durante una hora como aconsejan Boll52, Angelucci53 y Ewald y Kühne54 para demostrar el desplazamiento del pigmento retiniano bajo la influencia de la luz. Se extrae la retina bajo luz amarilla o roja y, después de haberla enrollado —véase el proceso de enrollamiento retiniano en la parte técnica— se sumerge durante veinticuatro horas en la solución de osmio-bicrómico. Bajo estas condiciones, el pigmento se elimina hacia la coroides, y los conos y bastoncillos —algunos de las cuales están casi completamente coloreados— no están ocultos. Conos. Presentan la forma conocida descrita por los diversos autores. El segmento interno es grueso y cilíndrico, mientras que el exterior es muy corto y notablemente delgado. Terminan en forma de punta algo redondeada. Bastones rojos o comunes. Usualmente se impregna exclusivamente el segmento interno, Fig. 5a., PL. II, que parece perfectamente cilíndrico. Muy a menudo, al comienzo del segmento externo, observamos algunas estrías negras, longitudinales, que corresponden a los surcos superficiales 52. BOLL: citado por Angelucci. Véanse más abajo las referencias de este autor. 53. ANGELUCCI: Ricerche istologiche sull epitelio retinico dei vertebrati. Attidella R. Accadem. dei Lincei, 1877.

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descritos por otros autores. En lugar de estas líneas vemos, en algunos bastones, estriaciones transversales muy finas, oscuras, separadas por bandas incoloras, lo que confirma la textura laminar de los segmentos externos ya indicada por M. Schultze, Fig. 5b., PL. II. Bastones verdes. Además de los bastones comunes, en ocasiones conseguimos marcar los bastones verdes o en maza, descubiertos por Schwalbe55 y bien descritos por Hoffmann56 y W. Krause57 En nuestras preparaciones encontramos dos variedades: 1.º Bastones cuyo segmento interno es delgado, muy largo (bastones en maza propiamente dichos), y se continúa en la capa de los cuerpos celulares de las células visuales con una fibra que tiene un núcleo situado en la región intermedia de esta capa, Fig. 5d., PL. II. 2.º Bastones cuyo segmento interno es más robusto y se estrecha significativamente en la zona de unión con el segmento externo, y cuyo núcleo se localiza en contacto con la membrana limitante externa, como el de los bastones comunes, Fig. 5e., PL. II. CAPA DE LOS CUERPOS CELULARES DE LAS CÉLULAS VISUALES

En esta zona se distinguen tres tipos de elementos: los cuerpos celulares de los bastones, los cuerpos celulares de los conos y las células bipolares desplazadas (células basales de Ranvier, Ersatzzellen de Krause, etc.). Cuerpos celulares y fibras de los bastones. Es necesario distinguir el cuerpo celular de los bastones comunes del de los bastones en maza. 54. EWALD y KÜHNE: «Untersuchungen über den Sehpurpur», Untersuchung des physiolog. Instituts der Universität Heidelberg. Bd. I, p. 42I. 55. G. SCHWALBE: Mikroskop. Anat. der Sehnerven der Netzhaut und des Glaskörpers. Handbuch der gesammten Augenheilkunde, 1874. 56. C.K. HOFFMANN: «Zur Anatomie der Retina», Niederländisches Arch. f. Zool., Bd. III, Heft I, 1874. 57. W. KRAUSE: «Die Retina der Amphibien», Intern. Monatschrift f. Anat. u. Physiol., Heft 5, Bd. IX, 1892.

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Los cuerpos celulares de los primeros tienen forma ovoide y se asientan, como sabemos, inmediatamente debajo de la membrana limitante. Su fibra descendente es muy delgada, a veces algo ondulada, y termina en la región externa de la capa plexiforme externa mediante un engrosamiento cuneiforme, Fig. 2b y 55f., PL. II. Desde la base aplanada y desde los extremos redondeados de este engrosamiento parten algunas expansiones cortas y divergentes, que terminan libremente en la cara externa de la zona plexiforme subyacente. Como hemos dicho anteriormente, los cuerpos celulares de los bastones se disponen, bien por debajo de la membrana limitante (bastones con pedículo grueso y cónico) o bien en la región intermedia de la zona de cuerpos celulares (bastones en maza de Schwalbe). Con respecto a las fibras descendentes, en el primer caso terminan igual que las fibras que aparecen en los bastones comunes, Fig. 5h., PL. II; sin embargo, en el segundo caso existe una diferencia muy notable: su disposición es oblicua, y terminan en una protuberancia cónica de dirección casi horizontal, Fig. 5g., PL. II, y Fig. 2c, d., PL. II. Desde la base y desde los lados de esta protuberancia parten los filamentos terminales. En algunos casos, el pie cuneiforme está ausente, y cabe destacar que la fibra descendente, después de curvarse, se vuelve más delgada, y queda reducida a múltiples ramificaciones, Fig. 2c., PL. II. La mayoría de los bastones encontrados en preparaciones bien impregnadas se dirigen hacia abajo y presentan un cuerpo celular oblicuo; pero aún no podemos afirmar que todos los elementos visuales de esta especie se comportan de la misma manera. Estas dudas se deben a la escasez de coloraciones completas de las células visuales; sucede muy a menudo que cuando los bastones están muy bien impregnados, sus cuerpos celulares permanecen incoloros y viceversa. Cuerpos celulares y fibras de conos. Por medio del cromato de plata se puede verificar la descripción dada por otros autores

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sobre las fibras y los cuerpos celulares de los conos, Fig. 2a., PL. II y Fig. 5i., PL. II. Esta célula aparece claramente localizada en las proximidades de la capa plexiforme externa, donde termina en forma de base aplanada, cubierta de fibrillas horizontales. El núcleo, ovalado y bastante voluminoso, se encuentra en la parte media del cuerpo de la célula. Por lo general, el escaso espacio donde terminan los pies de las células visuales, así como el complejo entramado de las expansiones basilares, impiden la correcta apreciación de los planos donde estas últimas se desarrollan. Sin embargo, en circunstancias favorables, encontramos que cada variedad de células visuales —conos, bastones comunes y bastones en maza— extiende sus expansiones basilares en un área diferente de la capa plexiforme externa. Tras observaciones muy cuidadosas, hemos llegado a la conclusión de que se pueden distinguir tres plexos visuales superpuestos: el externo, el medio y el interno. La región externa es la parte más periférica de la zona plexiforme: consiste en fibrillas que emergen de los pies de los bastones comunes y de los penachos más altos de algunas células bipolares. El plexo medio está constituido por el entramado que forman las fibrillas basilares de los conos con las de los penachos superiores de algunas bipolares. Finalmente, el plexo profundo o interno está formado por las expansiones ascendentes de las bipolares y por los filamentos basilares de los bastones en maza, es decir, los que proceden de cuerpos celulares oblicuos. Conos y bastones gemelos. Todavía no hemos conseguido impregnar con éxito los conos gemelos. Parece que el cuerpo del cono señalado en la Fig. 3a., PL. II, cuyo grosor era muy notable, pertenecía a esta variedad de células visuales. Por otro lado, los bastones gemelos están fuertemente impregnados, Fig. 3d., PL. II. Sus segmentos externos, así como sus cuerpos celulares, están en contacto íntimo, pero

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sus fibras descendentes se separan y terminan en la zona plexiforme en forma de protuberancias cuneiformes algo distantes. Cabe destacar que una de las protuberancias desciende más que su pareja, al extender sus filamentos basilares en un plano diferente de la zona plexiforme externa. Esta es una disposición muy común también entre reptiles y pájaros (conos gemelos). Bipolares desplazadas (Ersatzzellen de W. Krause, células basales de Ranvier, células concéntricas externas de Schiefferdecker, células subepiteliales de Dogiel). W. Krause, Dogiel, Ranvier, Schiefferdecker, etc., han detectado estas células en varias especies de vertebrados, pero Dogiel es el único autor que ha conseguido dar a conocer sus propiedades morfológicas. Este erudito los estudió por primera vez en ganoideos58 y, más recientemente, en el ser humano,59 y estableció que son verdaderas células bipolares, pero se asientan fuera de su lugar frecuente (cuerpos celulares internos). En la rana, estos elementos son escasos y muy pequeños, como ha señalado Schiefferdecker. Su cuerpo ovoide o piriforme se encuentra inmediatamente fuera de la capa plexiforme externa y tiene dos extensiones: una ascendente y la otra descendente. El filamento ascendente es una verdadera maza de Landolt, que termina libremente por medio de una varicosidad a nivel de la membrana limitante externa. A veces esta prolongación no es visible o no está impregnada por el cromato de plata. El filamento descendente es más grande y presenta, muy cerca de su inicio, algunas ramificaciones que alcanzan la zona plexiforme externa, Fig. 1b., PL. II y Fig. 22f., PL. II. Después desciende verticalmente a través de las capas subyacentes y termina en la zona plexiforme interna 58. DOGIEL: «Ueber das Verhalten der nervösen Elemente in der Retina der Ganoiden, Reptilien, Vögel und Sàugethiere», Anat. Anz., n.o 4 y 5, 1888. 59. DOGIEL: «Ueber die nervösen Elemente in der Retina des Menschen», Archiv f. mik. Anat., Bd. XXXVIII, 1891.

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por medio de una arborización horizontal muy varicosa y libre. En ocasiones, de esta arborización emergen algunas ramas colaterales, cortas y granulares, que discurren hacia regiones superpuestas de la zona mencionada. CAPA PLEXIFORME EXTERNA

Como hemos mencionado anteriormente, esta capa consiste en tres plexos superpuestos formados por los filamentos basilares y los penachos de los elementos bipolares, a los que también se suman las expansiones protoplasmáticas y nerviosas de las células horizontales. CAPA DE LAS CÉLULAS HORIZONTALES

En la rana encontramos solo dos tipos de células horizontales. Unas presentan largas expansiones y se asientan en la parte más externa de esta capa: son las llamadas células horizontales externas. Los otras, más gruesas, provistas de expansiones más cortas y situadas más profundamente, son las denominadas células horizontales internas. Células horizontales externas. Fig. 1e., PL. II y Fig. 3e., PL. II. Son los elementos horizontales pequeños que se localizan en el plano más superficial. Sus cuerpos celulares son triangulares o semilunares; se prolongan en expansiones protoplasmáticas delgadas, ramificadas y muy largas. Entre estas expansiones, hay una de gran longitud caracterizada principalmente porque emite finos y cortos apéndices ascendentes que terminan en los pies de las células visuales a través de una pequeña protuberancia, Fig. 33f., PL. II. Se trata, indudablemente, de un verdadero cilindro-eje horizontal, cuya terminación libre es muy difícil de apreciar debido a su gran extensión. Llegamos, sin embargo, en dos felices ocasiones, a reconocer la terminación de estas fibras, caracterizadas por dos o tres ramas terminales, ascendentes y varicosas.

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Células horizontales internas. De un tamaño más notable, se diferencian de las células anteriores por la brevedad de la mayoría de sus expansiones protoplasmáticas, Fig. 3g., PL. II. Estas extensiones son muy numerosas y ascendentes; terminan, después de haber alcanzado la región superior de la zona plexiforme externa, por medio de una pequeña arborización varicosa enganchada a los pies de las células visuales. De un lado del cuerpo celular parte una expansión que tiene las propiedades de los cilindro-ejes, Fig. 3g., PL. II. No sabemos dónde termina, aunque en algunos casos hemos seguido dicha expansión hasta la zona plexiforme externa. Dogiel60 que ha estudiado con azul de metileno la retina de la rana, da cuenta de la existencia de una sola especie de corpúsculos horizontales, los sternförmige Zellen (células en forma de estrella). Pero, de acuerdo con su descripción y dibujos, no podemos atribuir a cuál de las dos clases de elementos corresponden las ilustraciones de este científico. Además, es cierto que Dogiel no describió la estructura del cilíndro-eje horizontal de las células que acabamos de describir, ni las ramificaciones terminales ascendentes de las prolongaciones protoplasmáticas de las especies más voluminosas. Por otro lado, este autor menciona la existencia de extensiones descendentes y anastomosis protoplasmáticas en la zona plexiforme externa, que nunca hemos podido identificar. Tal vez, Dogiel consideró a las células horizontales (sus células en forma de estrella) como corpúsculos bipolares gigantes. Además, las dos especies celulares que hemos indicado ya habían sido mencionadas con otras designaciones, por otros autores. Por lo tanto, las que para nosotros son las células horizontales externas indudablemente corresponden a las que forman, por sus anastomosis, la membrana fenestrata de W. Krause; a aquellas que Ranvier describió en el Pelobates 60. Loc. cit., p. 342.

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fuscus bajo el nombre de células basales intersticiales; y también a aquellas que Schiefferdecker llama células concéntricas medianas. Nuestras células horizontales internas corresponden a los elementos que forman la membrana perforata de Krause, las células basales internas de Ranvier y las células concéntricas internas de Schiefferdecker. Pero, habiendo trabajado estos científicos con métodos defectuosos, no podemos aceptar sus opiniones sobre las conexiones y funciones de las células horizontales. Basándonos en numerosas observaciones llevadas a cabo en las cinco clases de vertebrados, creemos que estos elementos son de naturaleza nerviosa, y que pueden considerarse células ganglionares de cilindro-eje corto, ya que su prolongación funcional nace y termina dentro del grosor de la retina. CAPA DE LAS CÉLULAS BIPOLARES

Estos elementos han sido bien descritos por Dogiel, quien los ha incluido en una especie única de corpúsculos retinianos. Pero es obvio, como se puede ver en nuestra Fig. 1, 2 y 3, PL. II, que hay dos variedades de células bipolares que difieren en la situación y el volumen de sus cuerpos celulares o en la extensión de sus arborizaciones superiores. Estas especies son: 1. bipolares grandes o externas; 2. bipolares delgadas o internas. Células bipolares grandes o externas. Ya las habíamos observado en pájaros; se encuentran dispuestas de forma parecida en la rana. Su cuerpo celular tiene forma de mitra u ovoide, y aparece inmediatamente debajo de la capa plexiforme, aproximadamente a la misma altura que las células horizontales internas, Fig. 2h., PL. II, y Fig. 33j., PL. II. De la región superior del cuerpo celular parten expansiones horizontales y muy ramificadas que acaban libremente en la zona plexiforme externa. En la región inferior nace un tallo descendente que cruza las capas subyacentes y finaliza

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al nivel de una de las capas de la zona plexiforme interna en una arborización aplanada, muy varicosa y, en ocasiones, de grandes dimensiones. No es raro que este tallo emita en su camino a través de las distintas capas algunas arborizaciones colaterales y planas. Se pueden reconocer algunas variedades de estas células por la extensión y la forma de las arborizaciones superiores e inferiores. En algunos casos el penacho superior es muy ancho y aplanado, Fig. 33j., PL. II, mientras que en otros este penacho es muy pequeño; además, varias de sus pequeñas ramificaciones toman un curso ascendente y penetran en la capa de los pies de los bastones comunes. ¿Estarían los primeros penachos en contacto con los conos, y los segundos exclusivamente con los bastones comunes? Esto parece probable, pero no estamos en condiciones de pronunciarnos categóricamente sobre este punto. Las células bipolares grandes o externas parecen carecer de maza de Landolt, o al menos nunca tuvimos la fortuna de teñirla. Células bipolares pequeñas internas. Estos elementos están dispuestos en varias capas; constituyen la mayor parte de la zona conocida como cuerpos celulares internos. Sus cuerpos son casi un tercio más pequeños que los de las células bipolares externas, y es fusiforme o elíptico. El núcleo ocupa casi la totalidad del cuerpo celular, como lo corrobora el color café claro que imprime el cromato de plata debido a la fragilidad de la capa protoplásmica en la que se fija la plata. De los polos del cuerpo celular parten dos extensiones: una ascendente y otra descendente. La extensión ascendente es gruesa, a veces varicosa y flexible para adaptarse a los elementos superpuestos. Una vez que ha alcanzado la zona plexiforme externa, se descompone en un penacho horizontal con pequeñas ramas delgadas, relativamente cortas y terminadas ya sea en punta obtusa o por medio de una protuberancia, Fig. 11f., PL. II. Algunos de estos

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filamentos, después de un corto recorrido horizontal, toman una dirección ascendente. Dogiel, coincidiendo con Tartuferi, afirma que las fibrillas del penacho superior de las células bipolares se anastomosan entre sí, y dan lugar a una red continua que se sitúa debajo de los pies de las células visuales. Estas corresponderían a la red nerviosa subepitelial de Dogiel. Pero en este, como en otros órganos del sistema nervioso, nunca hemos logrado evidenciar la existencia de una continuidad sustancial entre las expansiones de diferentes células, aunque en nuestras últimas investigaciones hemos utilizado preferentemente el método de Ehrlich. Además, no debemos confiar excesivamente en las apariencias reticulares resultantes de las preparaciones teñidas con azul de metileno. Incluso en muestras teñidas muy intensamente con este reactivo, es imposible visualizar la terminación de las delicadas ramas del penacho superior de las células bipolares. Por ello, en estas circunstancias es muy fácil confundir la superposición de dos fibrillas pálidas con una verdadera anastomosis. Por este motivo, en los puntos más complejos de la estructura retiniana siempre contrastamos mediante el método de Golgi los resultados obtenidos por el método de Ehrlich. Cuando es insuficiente, naturalmente preferimos las imágenes nítidas que obtenemos con el método del cromato de plata, cuya propiedad más valiosa es colorear las más delicadas expansiones celulares con una intensidad que supera a la obtenida en cualquier otro método que conozcamos al respecto. De la zona central del penacho ascendente o de una de sus ramas principales surge la maza de Landolt,61 fibra ascendente que este científico descubrió en el tritón y la salamandra, y cuya identificación en las células bipolares fue 61. LANDOLT: «Beiträge zur Anatomie von Frosch, Salamander und Triton», Arch. f. Anat., Bd. VII, 1871.

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establecida por varios autores, en particular por Hoffmann62 y por Ranvier.63 Muy recientemente, la maza de Landolt ha sido profundamente estudiada en la rana por Dogiel, utilizando azul de metileno. Podemos confirmar en su totalidad la descripción realizada por el científico ruso. La fibra de Landolt suele ser un poco más gruesa que la mayoría de las expansiones del penacho superior y, a menudo, parece ser la continuación del tallo ascendente. Se eleva entre los cuerpos celulares externos trazando curvas para acomodarse a los cuerpos de las células visuales, y termina, a través de una protuberancia puntiaguda u ovalada, en el espesor de la membrana limitante o un poco más allá. Además del abultamiento terminal, es común observar otro, situado más abajo, Fig. 11f, c., PL. II. La fibra de Landolt, como se muestra en la Fig. 2g., PL. II, a menudo se presenta cerca del punto donde se origina una inflexión, para sortear los pies de las células visuales. La prolongación descendente de las células bipolares atraviesa la capa de los cuerpos celulares internos y se divide, a diferentes niveles de la capa plexiforme interna, en un penacho, donde las fibras son más o menos horizontales, muy varicosas y terminan con un engrosamiento esferoidal o protuberancia ovular, Fig. 1 y 2, PL. II. Al igual que en las células bipolares grandes, el tallo descendente muy a menudo emite arborizaciones colaterales aplanadas destinadas a las capas superpuestas de la zona plexiforme. Desde este punto de vista, existen bipolares cuya fibra descendente presenta arborizaciones en tres pisos —que no siempre son los mismos— como se puede ver en las Figs. 1 y 2, PL. II; otras cuyos tallos inferiores muestran arborizaciones en dos pisos, Fig. 1d., PL. II. y Fig. 2k., PL. II, mientras que, muy 62. HOFFMANN: «Zur Anatomie der Retina. I. Ueber den Bau der Retina bei Amphilien und Reptilien», Niederländisches Arch. f. Zool., Bd. III, 1876. 63. RANVIER: Traité technique d’histologie. 1875 hasta 1882.

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a menudo, también observamos algunas cuyo tallo va a un solo piso, generalmente el quinto, Fig. 1g., PL. II. A veces la arborización terminal es tan extensa que puede abarcar dos pisos vecinos, Fig. 2t., PL. II. Hasta ahora no hemos podido establecer una relación fija entre la forma y la altura de los penachos superiores e inferiores. No podemos saber, por ejemplo, si las células bipolares que están específicamente relacionadas con los bastones se dirigen hacia zonas especiales de la capa plexiforme interna. CAPA DE LAS CÉLULAS AMACRINAS

Como hemos dicho anteriormente cuando hablábamos de la retina de los teleósteos, clasificaremos las células de esta capa (espongioblastos de Müller) en dos grupos: 1. las células nerviosas o corpúsculos de Dogiel; 2. las células sin cilindroeje o células amacrinas. Células nerviosas. Son elementos voluminosos que generalmente exhiben una forma mitral; de su polo inferior parten varias ramas protoplasmáticas horizontales que se ramifican en el grosor de la primera o de las dos primeras capas más externas. El cilindro-eje, descrito por Dogiel, surge de un engrosamiento protoplasmático y, después de atravesar todo el espesor de la capa plexiforme interna, se convierte en una fibra que forma parte de la capa de las fibras del nervio óptico, Fig. 2s., PL. II. y Fig. 3B., PL. II. A juzgar por la asiduidad con la que aparecen estos elementos en nuestras preparaciones, podemos suponer que son muy abundantes. Células amacrinas. Se dividen en estratificadas y difusas. Células amacrinas difusas. Fig. 2r., PL. II y Fig. 3O, J., PL. II. Aparecen con forma de pequeños corpúsculos ovoides o piriformes, a menudo ubicados en la parte superior de la capa nuclear interna. De su polo inferior surgen una o dos prolongaciones descendentes que, después de algunas

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divisiones, concluyen en una arborización varicosa, elegante y muy apretada que ocupa una gran parte del espesor de la capa plexiforme interna. En cuanto al alcance y la forma de la arborización terminal, podemos distinguir dos variedades celulares: elementos cuya ramificación terminal es pobre y está constituida por fibrillas finas y poco divididas, Fig. 3J., PL. II; y elementos cuya arborización es muy varicosa y apretada, Fig. 2r., PL. II y Fig. 3O., PL. II. Células amacrinas estratificadas. Se clasifican, naturalmente, de acuerdo con el orden de los pisos a los que aportan arborizaciones, en: 1. células del primer piso, células del segundo piso, etc. y 2. células poliestratificadas. a) Células del primer piso. Son pequeños corpúsculos cuadrados o semilunares cuya cara inferior emite prolongaciones de gran longitud que irradian exclusivamente en la porción más externa del primer piso, Fig. 3A., PL. II. Desde el punto de vista del tamaño de sus ramificaciones, se pueden distinguir dos tipos: un tipo con expansiones gruesas, y otro tipo con expansiones finas. b) Células del segundo piso. Hay dos variedades: 1. Células unipolares, Fig. 3C, E., PL. II, cuyo pedículo descendente es muy corto y se descompone, a la altura del segundo piso, en un elegante conjunto de filamentos horizontales muy delicados y largos (más de 0.2 milímetros). 2. Células de menor volumen, también piriformes, pero que tienen un penacho terminal con fibras cortas, varicosas y muy apretadas, Fig. 3D., PL. II. c) Células del tercer piso. En este piso también hay dos tipos celulares: 1. Células piriformes cuyo tallo es descendente y, una vez alcanzado el tercer piso, finaliza en una arborización estrellada perfectamente aplanada y extensa. Las fibrillas de esta arborización son rectas, conservan fielmente su plano original, nunca se dividen, y terminan en extremos algo abultados, Fig. 3F., PL. II. 2. Células de forma análoga, pero cuya

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arborización final es muy restringida, y consisten en fibras gruesas, muy flexibles y varicosas, Fig. 3H., PL. II. También hay, en ocasiones, otra variedad de células caracterizadas por su tamaño gigante y por una arborización inferior que consiste en ramas grandes y poco sinuosas. d) Células del cuarto piso. Las mismas variedades que en el piso anterior: 1. Las células piriformes que proporcionan al cuarto piso una arborización estrellada muy larga —hemos seguido algunas fibrillas de dicha arborización al menos un milímetro— Fig. 3N., PL. II; 2. Células de forma análoga, pero cuya ramificación terminal es reducida, ajustada y muy varicosa, Fig. 3L., PL. II. e) Células del quinto piso. Presentan forma de pera y tienen un tallo recto y muy largo. Estos elementos se caracterizan principalmente porque emiten una arborización terminal que se extiende a través de la porción inferior del quinto piso, es decir, en la parte superior de la capa de las células ganglionares. También observamos las dos variedades de células mencionadas anteriormente: las de arborización corta y flexible, Fig. 3M., PL. II y las de ramificación extendida y radiante. Células amacrinas poliestratificadas. A veces hemos encontrado células piriformes que emiten dos arborizaciones superpuestas: una hacia el segundo piso y otra hacia el tercero. No es raro observar otro elemento que podría relacionarse con el anterior, Fig. 3G., PL. II. Un corpúsculo poligonal que proyecta ramas descendentes que se ramifican sucesivamente, dando lugar a un plexo de finas fibrillas en el quinto piso, y a otro plexo menos rico en el segundo piso. Algunas ramas de la arborización del quinto piso se superponen oblicuamente y refuerzan a las del segundo piso. La descripción que acabamos de dar de las células amacrinas de la rana no pretende ser completa. En cambio, creemos que si continuamos realizando ensayos de impregnación

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con cromato de plata llegaremos a descubrir otras variedades de espongioblastos, por ejemplo, algunos elementos gigantes que hemos visto con frecuencia en reptiles y pájaros. A pesar de las deficiencias de esta descripción, parecería muy completa si la comparásemos con la de Dogiel64 Leyendo con atención las pocas líneas que dicho estudioso ha dedicado a este tema, hemos concluido que él consiguió observar algunos espongioblastos piriformes cuyo tallo descendente finaliza en una arborización aplanada, pero no parece haber reconocido las subvariedades que presentan, o hacia qué plano de la capa plexiforme interna envían sus penachos, o la forma de estos. El texto de Dogiel afirma literalmente: «En cuanto a la segunda variedad de espongioblastos (nuestras células amacrinas), son células en maza de mayor tamaño que las células bipolares; se asientan en la superficie externa del neurospongium (zona plexiforme interna). De la parte inferior de estos elementos parte una o varias expansiones que se ramifican a cierta profundidad cuyas ramas se extienden paralelas a la superficie de la retina. No podemos determinar con seguridad si los filamentos varicosos se anastomosan entre sí. Las prolongaciones de los espongioblastos se dirigen hacia otro piso distinto al que se dirigen las expansiones internas de las células bipolares». Ahora bien, si miramos la figura adjunta al texto de Dogiel, encontramos que los pisos en donde los espongioblastos y las células bipolares separan sus penachos inferiores corresponden para los primeros al segundo piso, y para los segundos al cuarto piso. Esto demuestra que este científico no logró teñir con azul de metileno ni los espongioblastos de los demás pisos, ni las numerosas células bipolares cuyo penacho interior ocupa pisos distintos al cuarto. 64. DOGIEL: «Ueber nervösen Elemente in der Netzhaut der Amphibien und Vögel», Anat. Anzeiger, p. 344. 1888.

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CAPA DE LAS CÉLULAS GANGLIONARES

Al igual que en los teleósteos, encontramos en la rana células monoestratificadas, poliestratificadas y ganglionares difusas. Células monoestratificadas: Es probable que estos elementos pertenezcan a las cinco variedades (igual que el número de pisos principales de la capa plexiforme interna) que hemos descrito en los peces; pero en la rana solo hemos encontrado en el primer, segundo y cuarto piso. a) Monoestratificadas del cuarto piso. Fig. 4c., PL. II y Fig. 6e., PL. II. Estas células, que son muy abundantes, constituyen un plexo casi continuo en el cuarto piso y se tiñen de manera constante. Son pequeñas, en forma de pera o poligonales, y tienen un tallo ascendente, que se divide en dos o cuatro ramas; estas, una vez que llegan al piso indicado, se descomponen súbitamente en una arborización granular, muy pequeña y tan comprimida que solo puede visualizarse con la ayuda de poderosos objetivos. Para discernir claramente la arborización, es necesario examinarla desde el frente porque, vista de perfil, presenta la apariencia de una masa granulosa, aplanada, de color café o sepia, Fig. 4c., PL. II. Las últimas ramas de esta arborización son extremadamente sinuosas, moniliformes y provistas de espinas colaterales terminadas por una varicosidad. Con respecto al cilindro-eje, suponemos que existe, porque creemos que hemos demostrado su existencia en aves; pero en los anfibios no hemos sido tan afortunados como para obtener su impregnación.65 b) Monoestratificadas del segundo piso. Encontramos de dos clases. La primera incluye células gigantes piriformes con un único tallo ascendente que al llegar al segundo piso se divide 65. Estos singulares corpúsculos probablemente pertenecen a amacrinas desplazadas. Aparecen en todas las especies de vertebrados sin excluir a los primates (nota de la edición de 1934).

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en dos o más ramas horizontales y notablemente más gruesas, Fig. 4b., PL. II. A veces también observamos un tipo más pequeño de esta clase celular, como el que representamos en la Fig. 4 f., PL. II. La segunda clase está formada por células gigantes en forma de pera o semilunar cuyos tallos robustos finalizan, en el segundo piso, en una ramificación terminal suelta, de grandes y sinuosas ramas, que se extiende sobre una gran área de la retina, Fig. 6a., PL. II. c) Monoestratificadas del primer piso. Son escasas, a juzgar por nuestras impregnaciones. Hemos reconocido especialmente una variedad gigante, semilunar, cuya parte superior del cuerpo celular se prolonga en dos o tres brazos que discurren oblicuamente hasta el límite exterior de la capa plexiforme. En ese punto dichos brazos constituyen un plexo muy complejo, horizontal y extenso, Fig. 4d., PL. II. Células biestratificadas. Al parecer son los elementos más abundantes. En general, participan en la formación de dos —más raramente tres— plexos horizontales. Podemos clasificarlas en tres grupos: a) Tipo gigante. Este tipo celular comprende células multipolares muy grandes de forma semilunar. De su polo superior parten dos o tres brazos ascendentes muy robustos que, a su paso por el cuarto piso, presentan ramas colaterales con forma de plexo aplanado. Estos brazos después alcanzan el segundo piso y, ramificándose varias veces, constituyen un plexo horizontal más extenso y complejo que el anterior, Fig. 6., PL. II. b) Tipo de tamaño medio. Fig. 6g., PL. II. También multipolares, estas células emiten tres o cuatro extensiones que ascienden oblicuamente hasta el segundo piso; allí, finalizan en una arborización aplanada, con fibras finas y complejas, gran cantidad de grandes ramas colaterales que se extienden horizontalmente formando un plexo bastante compacto. Siempre se observa la existencia de ciertas fibras ascendentes

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y finas que, partiendo de las grandes ramas horizontales del plexo inferior, se enganchan y ramifican entre las ramas del plexo superior. d) Tipo pequeño. Estos elementos pueden ser monopolares o multipolares, cuyas extensiones ascendentes son de pequeño tamaño, y constituyen plexos muy delicados en el segundo y cuarto piso, Fig. 66f., PL. II. Células poliestratificadas. Por lo general, forman tres plexos superpuestos. En la rana encontramos principalmente dos clases. Primera clase. Es un elemento multipolar, poligonal u ovoide cuyos brazos ascendentes constituyen, ramificándose sucesivamente, plexos en el quinto, cuarto y segundo piso, Fig. 6d., PL. II. Segunda clase. Presentan algunas extensiones ascendentes que, a medida que atraviesan la capa plexiforme, emiten plexos horizontales en el cuarto, tercer y segundo piso, Fig. 4a., PL. II. Estos plexos están constituidos por pequeñas ramas de extrema finura, lo que permite relacionarlas con ciertos plexos formados por algunas células poliestratificadas de reptiles (véase Fig. 5B., PL. III). Células nerviosas difusas. Fig. 4e., PL. II y Fig. 6b., PL. II. Observamos a veces algunos elementos multipolares, medianos o pequeños, cuyas ramas protoplasmáticas se ramifican y terminan abarcando casi todo el espesor de la zona plexiforme, con lo que quedan dispuestas en plexos aplanados. Hay dos variedades de estas células. Algunas son pequeñas y están provistas de una ramificación protoplásmica muy fina y enredada, Fig. 4e., PL. II. Las otras son de mayor tamaño y muestran una arborización más grande y suelta, Fig. 6b., PL. II. CAPA DE LAS FIBRAS DEL NERVIO ÓPTICO

Estas fibras tienen las mismas características que las observadas en los teleósteos. Están dispuestas en haces divergentes

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a partir de la papila donde, como señaló Nicati,66 constituyen un verdadero quiasma, con cruces de células del lado externo del nervio óptico a la región interna de la retina y viceversa. Sin embargo, las fibras del nervio óptico que no se entrecruzan penetran en las áreas más inmediatas de la retina (aunque dudamos de la existencia del llamado quiasma, que podría ser la expresión de algún artefacto). La mayor parte de las fibras del nervio óptico, al llegar a la capa de las células ganglionares, se convierten en cilindroejes de estos elementos. Se observan también fibras nerviosas ascendentes que se continúan con la prolongación nerviosa de los espongioblastos de Dogiel y (aunque más raramente) con algunas otras fibras generalmente muy finas, que parecen ir a las capas plexiformes. Diremos algunas palabras sobre estas fibras. En nuestro primer trabajo sobre la retina de anfibios67 señalamos la existencia de algunas fibrillas rectas, no ramificadas que, partiendo de algunos puntos de la frontera inferior de la zona plexiforme interna irradian en todas las direcciones y contribuyen a la formación de los plexos horizontales de esta zona. Éramos propensos a considerar a estas fibras como una continuación directa de una parte de las de la capa del nervio óptico, ya que nunca mostraron continuidad ni con los penachos de células amacrinas, ni con los penachos de los corpúsculos ganglionares. Las características de estas fibras abogaban por esta interpretación, pues recordaban a las de los cilindros-eje, es decir: una gran longitud (a veces superior a un milímetro), una finura extrema, la ausencia de ramificaciones y una gran nitidez en los contornos. Pero la imposibilidad de demostrar 66. NICATI: «Recherches sur le mode de distrib1tiion des fibres nerveuses dans les nerfs optiques et dans la rétine», Archives de Physiologie, 1875, t. II, p. 521. 67. CAJAL. «Pequeñas comunicaciones», etc. III: «La retina de los batracios y reptiles», agosto, 1891.

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visualmente su continuidad con las fibras ópticas, y el posterior descubrimiento de ciertos tipos de espongioblastos y células ganglionares cuyas fibrillas terminales son lisas, rectas y de gran longitud, nos ha llevado a modificar nuestra opinión con respecto a la naturaleza de las fibrillas mencionadas. En los teleósteos, reptiles y mamíferos, observamos algunos elementos ganglionares de forma cuadrada o semilunar que proporcionan a la capa plexiforme vecina un número considerable de fibrillas finas y divergentes, se dirigen horizontalmente a través de casi todo el espesor de esta capa, y se acumulan preferiblemente a nivel de los plexos horizontales. Sería un hecho excepcional si estos elementos no existieran en los anfibios. Es por eso por lo que estamos bastante inclinados a aceptar su existencia en la rana; esto explicaría suficientemente la presencia de la radiación fibrilar que tan a menudo se obtiene en las impregnaciones mediante el llamado método de doble impregnación, aunque no sabemos por qué razón, las células de las que parten estas fibrillas no se tiñen, Fig. 4g., PL. II. Se observa en la Fig. 4g., PL. II, que la complejidad del penacho superior de estos elementos sobrepasa todo lo que sabemos a este respecto. Sus fibrillas, que se elevan oblicuamente a través de los diversos pisos de la capa plexiforme interna, se acumulan preferentemente a la altura de esta, y alcanzan una longitud enorme sin que sea posible observar si se dividen. Parecen terminar en extremos libres un poco hinchados.68 También es probable que algunas de las radiaciones de las fibrillas finas y horizontales, que se extienden desde el límite superior de la capa plexiforme interna y abarcan la mayor parte de esta área, provengan de ciertos espongioblastos 68. El origen de estas finas fibras radiales todavía constituye un enigma en la retina de los anfibios. Es necesario aclararlo para emprender nuevas investigaciones (nota de la edición de 1934).

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especiales que son extremadamente difíciles de impregnar, Fig. 4h., PL. II. Además, estos elementos sí existen en los peces, Fig. 2A., PL. I, y en mamíferos, Fig. 8A., PL. V. Fibras que terminan en la zona plexiforme externa. En algunas preparaciones coloreadas por el método de doble impregnación, hemos constatado la existencia de algunas fibrillas muy finas que emergen de la parte inferior de la capa de granos o de la región externa de la zona plexiforme interna. Después de un recorrido ascendente más o menos sinuoso, terminan en el plano inferior de la zona plexiforme externa, donde forman una arborización horizontal muy varicosa y libre, Fig. 3i., PL. II. Hemos observado un caso en el que algunas de estas fibrillas ascendentes emergieron de un tallo de aspecto protoplasmático pequeño, Fig. 3h., PL. II, para continuar probablemente con una célula no impregnada que estaría ubicada al nivel de las células amacrinas. La similitud de estas fibrillas con las que en los teleósteos parten de ciertos corpúsculos especiales, Fig. 4, PL. I, hace muy probable la existencia en la rana de estos mismos corpúsculos; la impregnación resultaría muy difícil o incluso imposible con los métodos actuales. Creemos, sin embargo, que repitiendo los ensayos de impregnación y modificando el método, terminaríamos por demostrar la existencia de estas células. En cuanto a las fibrillas ascendentes e independientes que emergen de la capa plexiforme interna, Fig. 3i., PL. II, ignoramos su origen. Podría suceder que fueran de la misma naturaleza que aquellas que se han descrito anteriormente y que parten de algún tallo descendente de los corpúsculos especiales que hemos supuesto. También podrían representar el tramo periférico de algunas fibrillas nerviosas centrífugas, que emergen de la capa de las fibras ópticas para arborizarse posteriormente en la zona plexiforme externa.

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Fibras ópticas que penetran en la capa plexiforme interna. Encontramos, aunque rara vez, fibras de la capa del nervio óptico que, después de haber pasado entre las células ganglionares, penetran oblicuamente en la zona plexiforme interna, y recorren horizontalmente una gran extensión, Fig. 6h., PL. II. Ignoramos dónde terminan estas fibrillas. Hasta ahora nos ha sido imposible encontrar en los anfibios las fibras centrífugas que se ramifican al nivel de las células amacrinas que hemos descrito en aves y mamíferos. Esto puede deberse no a la ausencia de estas fibras, sino a su baja afinidad en algunos animales por el cromato de plata. CÉLULAS NEURÓGLICAS

Células en araña. No hemos encontrado ninguna en el nervio óptico, donde son muy abundantes en aves y mamíferos. Por otro lado, aparecen muy claramente entre los haces de fibras nerviosas que constituyen el nervio óptico. Son laminadas y de gran tamaño, y sus contornos dentados se extienden en forma de apéndices aplanados, ramificados y muy largos. El cromato de plata los colorea de color café oscuro. Células epiteliales o fibras de Müller. Estos corpúsculos se impregnan con mayor facilidad y presentan, en secciones transversales de la retina, todos los detalles celulares reportados por otros histólogos, incluyendo a Schwalbe y Ranvier. La Fig. 1, L VI, lo que da una idea clara de estos elementos. Las expansiones laminares que estas células emiten en el nivel de separación de los cuerpos celulares externos de los internos y en el nivel de la zona ganglionar constituyen un sistema de cavidades cerradas en disposición horizontal, destinadas a alojar los corpúsculos nerviosos y evitar contactos. Muy a menudo vemos emerger de estas fibras, a la altura de las células amacrinas, Fig. 3, PL. VI, unas prolongaciones descendentes que bordean los tallos descendentes

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de dichas células en el espesor de la capa plexiforme interna. Por lo general, no hay expansiones en la zona plexiforme externa, aunque son muy numerosas a nivel de la zona plexiforme interna. Estas son pequeñas espinas (a veces ramificadas, a veces indivisas) que, por su disposición horizontal, parecen servir para soportar y aislar los plexos horizontales de la zona plexiforme interna, Fig. 1e., PL. VI. Cuando dos células vecinas están coloreadas, se reconoce que hay una distancia entre los tallos al nivel de la capa plexiforme interna, y que las espinas colaterales que parten de estos tallos están en contacto por sus vértices o por sus lados, dejando entre sí ciertos espacios cuadrados o de formas irregulares que sirven para albergar las fibras nerviosas (plexos de cada uno de los pisos). De esta disposición se deduce que las conexiones intermedias de los plexos son posibles solo en cada plano de arborización, pero son muy difíciles de establecer o incluso imposibles entre dos planos superpuestos de fibras nerviosas.

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III

LA RETINA DE LOS REPTILES PLANCHAS III y IV

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N

investigación se centró en la retina de la lagartija (Lacerta viridis), cuya retina nos ha proporcionado las preparaciones más bellas, debido a su grosor relativamente considerable. También lo logramos, aunque con menor frecuencia, con la Lacerta muralis y la Emys europaea. Recientemente, tuvimos la oportunidad de estudiar la muy interesante retina del camaleón (Chamaeleon vulgaris). UESTRA

CAPA DE CONOS Y BASTONES

Las células visuales se tiñen con cierta facilidad, especialmente en el segmento interno. Es fácil ver el hecho, bien conocido por los histólogos, de que la retina de la lagartija no contiene bastones. También podemos poner en evidencia en las mejores preparaciones la existencia de los conos gemelos, descritos en reptiles por M. M. Schultze, Hoffmann, Ranvier, etc. CAPA DE LOS CUERPOS CELULARES DE LAS CÉLULAS VISUALES

Al examinar la retina de las lagartijas, después de procesarlas por métodos comunes —endurecimiento por alcohol o dicromato, inclusión en celoidina, tinción con carmín de Grenacher, etc.—, vemos en la zona ocupada por los cuerpos celulares de las células visuales tres filas de núcleos. Las filas externas y medias pertenecen a los conos, mientras que la fila interna corresponde a células bipolares desplazadas, Fig. 3c., PL. III. Cuerpos celulares de los conos rectos. Están dispuestos en dos filas: una, externa, formada por núcleos ovoides inmediatamente debajo de la membrana limitante externa; la otra, interna, contiene núcleos alargados de forma elipsoide. Alrededor del núcleo hay una capa delgada de protoplasma que

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aparece coloreada en tono café o amarillo pardusco. Desde el polo superior se extiende un tallo grueso, que se continúa con el segmento interno de los conos, mientras que desde el polo inferior emana una fina fibra que termina dentro de la zona plexiforme externa mediante un engrosamiento cónico. De la base de esta protuberancia emergen cuatro o cinco delicadas fibrillas con un curso horizontal y radial, terminadas libremente en una nudosidad, Fig. 2., PL. III. Cuerpos celulares de los conos oblicuos. Tienen un núcleo alargado inmediatamente debajo de la membrana limitante. Su polo inferior emite una fibra fina y larga que cambia de curso, dibuja una curva con una concavidad lateral, y termina por medio de una protuberancia cónica situada casi horizontalmente en la porción interna de la zona plexiforme externa, es decir, un piso más bajo que el ocupado por los pies de conos rectos o comunes, Fig. 1c., PL. III. De esta manera, la zona plexiforme externa se divide en dos pisos o plexos superpuestos: uno, externo, que consta de filamentos de conos rectos y penachos de ciertas bipolares; el otro, interno, formado por filamentos de conos oblicuos y penachos superiores de otras bipolares. Conos gemelos. Hemos coloreado algunas parejas, Fig. 1d., PL. III. Cada célula asociada presenta un núcleo celular y una fibra descendente independiente que no presentan la protuberancia terminal en el mismo nivel. Por lo general, la fibra cuyo núcleo está ubicado más arriba envía su terminal al piso externo de la zona plexiforme, mientras que la que procede del otro núcleo lo envía hacia el piso más interno. Se deduce que, muy probablemente, cada elemento visual de la pareja está relacionado con una célula bipolar diferente. Finalmente, para completar, añadiremos que algunos cuerpos celulares de los conos a menudo tienen una estratificación en bandas claras y oscuras cuyo significado desconocemos, Fig. 1e., PL. III.

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Células bipolares desplazadas, Fig. 7f 7f, h, g., PL. III. Estas son las células basales externas de Ranvier69 estudiadas particularmente por este autor en el gecko. Hoffmann70 las había documentado previamente en la tortuga, y demostró su continuidad en una maza de Landolt. En la lagartija, estos elementos presentan las mismas características que en la rana, solo que son mucho más grandes y se encuentran en una región menos profunda que en los anfibios. Sus cuerpos celulares son fusiformes, a veces esferoidales, Fig. 7h., PL. III. De sus polos parten dos extensiones: una ascendente que no es más que una maza de Landolt y otra descendente que termina en el grosor de la zona plexiforme interna mediante una arborización libre y plana. A nivel de la zona plexiforme externa, el tallo descendente emite algunas ramas horizontales, cortas y terminadas libremente. Algunas veces la extensión ascendente está ausente o parece más corta de lo normal, sin alcanzar la membrana limitante, Fig. 77g., PL. III. No sabemos si se trata de una disposición preexistente o de falta de impregnación. Estas mismas observaciones se pueden visualizar, aunque menos claramente, cuando se usa el método de tinción de Ehrlich. Con este método, el colorante actúa preferentemente sobre las bipolares desplazadas, mientras que no tiene efecto en las fibras y los pies terminales de los conos. CAPA PLEXIFORME EXTERNA

En esta capa se encuentran tres tipos de elementos: los pies de los conos rectos y oblicuos, los penachos de las células bipolares, comunes y desplazadas, y las arborizaciones protoplasmáticas de las células horizontales. Como hemos dicho anteriormente, la capa plexiforme se puede dividir en dos 69. RANVIER: Traité technique d’histologie, p. 961. 70. HOFFMANN: «Zur Anatomie der Retina», Niederlandisches Arch. f. Zool., Bd. III, H. I, p. 12, 1876.

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áreas: una, externa, en la que se extienden los filamentos de los conos rectos y los penachos de ciertas bipolares; la otra, interna, donde se sitúan los pies terminales de los conos oblicuos y otro tipo de células bipolares más profundamente ubicadas. Las arborizaciones de las células horizontales, especialmente las de aquellas con un penacho superior en cepillo, parecen contribuir a ambas subzonas. CAPA DE LAS CÉLULAS HORIZONTALES

Estas células raramente aparecen teñidas. Es por eso por lo que no hemos podido estudiarlas de una manera lo suficientemente completa como para determinar sus homologías con las células horizontales de teleósteos y batracios. Los tipos más comúnmente observados en las preparaciones son los siguientes: células en cepillo y células estrelladas, Fig. 77j, m., PL. III. Las células en cepillo son muy similares a las células denominadas en anfibios células horizontales internas, Fig. 77j., PL. III, y a los elementos que habíamos descrito en aves bajo el nombre de células subreticulares en cepillo. Están compuestas por un cuerpo celular en forma cuboide o hemisférica de cuyo polo superior emerge un gran número de extensiones cortas y ascendentes que llegan hasta la parte más exterior de la zona plexiforme externa, en la que hacen contacto con los pies de los conos rectos. De la parte lateral del cuerpo celular de cada una de estas células en cepillo —y muy a menudo desde una rama protoplásmica— se desprende una delicada fibra, en dirección horizontal, que emite espinas cortas ascendentes terminadas en una pequeña protuberancia a lo largo de su recorrido, Fig. 77j., PL. III. Esta fibra es muy probablemente un cilindro-eje cuyo destino aún desconocemos. Sin embargo, si la analogía pudiera aplicarse aquí, nos inclinaríamos a admitir que estas prolongaciones nerviosas terminan

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por medio de arborizaciones libres en la misma capa plexiforme, y a una distancia bastante considerable. Porque así es como termina el mismo cilindro-eje de la retina de las aves, como veremos más adelante. Incluso podría suceder que estas terminaciones estuvieran representadas por ciertas arborizaciones ascendentes en medio de las cuales terminan algunas fibras finas y horizontales que a veces observamos en la zona plexiforme externa de la lagartija, Fig. 1x., PL. III. Células estrelladas y aplanadas. Fig. 7m., PL. III. Pudimos observar estas células gracias a la tinción con azul de metileno. Vistas lateralmente, presentan una forma semi-lunar. De su polo superior y sus caras laterales surgen expansiones divergentes que se elevan oblicuamente a la porción interna de la zona plexiforme externa, donde parecen terminar después de algunas divisiones. El cilindro-eje se origina en un lateral, y se extiende horizontalmente entre corpúsculos de la misma naturaleza; su terminación aún es desconocida para nosotros. Aparentemente, las ramas protoplasmáticas de estos elementos no ascienden tanto como las de los corpúsculos en cepillo; por lo tanto, podrían servir para establecer relaciones entre los conos oblicuos, mientras que las otras células pondrían estar más en relación con los conos rectos71 CAPA DE LAS CÉLULAS BIPOLARES

Sus características son casi idénticas a las de los corpúsculos análogos de los anfibios y las aves. Digamos, brevemente, que los resultados de nuestra investigación sobre las células bipolares concuerdan completamente con los de Dogiel en la tortuga: tan solo hemos podido añadir algunos detalles menores. 71. Esta hipótesis ha sido demostrada por mis investigaciones posteriores (nota de la edición de 1934).

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En primer lugar, es conveniente (como lo hemos hecho para la retina de anfibios) distinguir dos tipos de bipolares: bipolares grandes o externas; bipolares pequeñas o internas. Las bipolares pequeñas son los más numerosas y presentan una forma ovoide o fusiforme, Fig. 1o., PL. III. Observamos dos prolongaciones: una ascendente, y otra descendente. La prolongación ascendente es más gruesa que la descendente y se eleva, de manera más o menos sinuosa, hacia la zona plexiforme, donde se descompone en un penacho horizontal de finas fibras. Por lo general, una de las ramas de este penacho, después de un corto curso horizontal u oblicuo, toma un rumbo vertical y se convierte en una maza de Landolt, Fig. 1s., PL. III. Esta estructura termina, como es sabido, por medio de una protuberancia cuya punta está en contacto con la parte exterior de la membrana limitante externa. Las otras prolongaciones, generalmente bastante cortas, a veces muy poco numerosas (tres o cuatro) terminan libremente por una nudosidad en el espesor de la capa plexiforme. No es raro observar que estas prolongaciones, después de una trayectoria horizontal variable, se vuelvan ascendentes y establezcan contacto con las protuberancias basales de los conos rectos. La prolongación descendente generalmente sigue una dirección oblicua en el nivel de la capa granular interna. Pero, una vez que alcanza la capa plexiforme interna, toma una dirección vertical y termina en uno de los pisos de esta capa mediante una arborización varicosa, corta y aplanada. Desde el punto de vista del número de arborizaciones terminales, podemos distinguir (como ya hicimos en los anfibios) bipolares con una única arborización inferior, Fig. 1q., PL. III, y bipolares cuyo tallo descendente forma arborizaciones superpuestas. Las arborizaciones colaterales suelen ser dos o tres, raramente en mayor cantidad, y se extienden al nivel de los plexos formados por las células ganglionares y amacrinas, Fig. 1r., PL. III.

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La arborización terminal, es decir, la más profundamente ubicada, muy a menudo se extiende en la parte inferior del quinto piso, y puede establecer contacto directo con la superficie superior de las células ganglionares. Las bipolares grandes corresponden exactamente a los elementos del mismo nombre en la rana. Tienen un cuerpo ovoide, situado inmediatamente debajo de la zona plexiforme externa, Fig. 11p., PL. III. Su núcleo es bastante grande, pero rara vez se aprecia en las preparaciones de cromato de plata debido al espesor relativamente considerable de la capa de protoplasma que lo rodea. El penacho superior está formado por unas pocas ramas que surgen directamente del cuerpo de la célula, se ramifican a su vez varias veces y se terminan en una nudosidad. La mayoría de las fibrillas terminales emiten espinas ascendentes que también terminan entre los pies terminales de los conos mediante una protuberancia. No existe maza de Landolt o, al menos, si hay alguna, no hemos logrado teñirla. En cuanto al tallo descendente, tiene las mismas propiedades que los de las bipolares comunes. No obstante, nos pareció que la arborización final se despliega preferiblemente a la altura del quinto piso, Fig. 1p., PL. III. Desde el punto de vista de las conexiones establecidas entre los dos tipos de células bipolares y los conos, parece probable admitir que las bipolares grandes —aquellas cuyo penacho superior alcanza la parte más externa de la zona plexiforme externa— están más relacionadas con los conos rectos, mientras que las bipolares comunes —aquellas cuyo penacho se aplana y se extiende más profundamente— contactan con los conos oblicuos. Sin embargo, estas relaciones no parecen exclusivas porque los penachos de las bipolares no están rigurosamente estratificados como en teleósteos o pájaros, solo son predominantes para cada especie de bipolar.

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CAPA DE LAS CÉLULAS AMACRINAS

Células nerviosas o corpúsculos de Dogiel. Son elementos que tienen expansiones protoplasmáticas horizontales que se extienden en el primer piso en forma de mitra, y una expansión cilíndrica descendente que se acopla (como ha demostrado Dogiel) en la capa de las fibras del nervio óptico, Fig. 5e., PL. III. Células amacrinas. Fueron constatadas en la tortuga por Dogiel. Pero la descripción que ofrece este autor es tan incompleta que sería muy difícil formarse, según ella, una idea precisa del número y la forma de estos interesantes elementos. «Los espongioblastos —dice— son un poco más grandes que las células bipolares y se asientan en el lado externo del neurospongium (capa plexiforme interna). De la parte inferior de estos elementos surgen tres o cuatro prolongaciones que se dividen varias veces y anastomosan con espongioblastos vecinos, formando de este modo una red nerviosa densamente trenzada, situada en la parte interna de neurospongium»72 Analizando la PL. III, Fig. 4 y 5, en la que representamos las principales formas de células amacrinas, el lector puede juzgar fácilmente la superioridad del método de tinción con cromato de plata sobre el de Ehrlich utilizado por Dogiel. También le será fácil convencerse de la completa ausencia de anastomosis entre las arborizaciones de los elementos vecinos, además del hecho que hemos constatado a lo largo de toda la serie animal, de que cada plano o piso de la zona plexiforme interna incluye arborizaciones que pertenecen a los distintos espongioblastos. Células amacrinas difusas. Es muy probable que estas células sean los espongioblastos observados por Dogiel, ya que están preferentemente teñidos con azul de metileno, Fig. 4a, i., 72. Loc. cit. Anat. Anzeiger, 1888, p. 138.

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PL. III y Fig. 5a., PL. III. Como hemos observado en la rana, estas células son pequeñas, en forma de pera, y su tallo descendente se divide tempranamente en ramas sinuosas provistas de varios apéndices colaterales cortos y muy varicosos. Toda la arborización así formada ocupa en gran medida el espesor de la capa plexiforme interna, pero la mayoría de sus ramas tienden a concentrarse en el quinto piso. Desde el punto de vista de la amplitud de la arborización terminal, podemos distinguir dos tipos de células amacrinas difusas: aquellas cuyas prolongaciones principales siguen, antes de descender, un curso horizontal a la altura del primer piso, Fig. 4i., PL. III y aquellas cuyas prolongaciones comienzan desde un tallo descendente y descienden en un ángulo agudo hasta su terminación, Fig. 4a., PL. III y Fig. 5a., PL. III. Las prolongaciones primarias y secundarias de estas células a menudo están plagadas de pequeñas espinas o ramas colaterales que terminan en una varicosidad. a) Amacrinas estratificadas del primer piso. Hasta ahora, solo hemos encontrado en este piso un tipo de corpúsculos de forma semilunar, cuya superficie inferior emite prolongaciones radiales horizontales de gran longitud, Fig. 44f., PL. III. b) Amacrinas de segundo piso. Constatamos fácilmente la existencia de tres variedades celulares: las amacrinas gigantes con ramas gruesas, las amacrinas con arborización fina y radiante, y las amacrinas con un penacho pequeño y condensado. Las células amacrinas gigantes son elementos muy notables. Sus cuerpos son plexiformes y más o menos irregulares, Fig. 4e., PL. III. Una vez en el segundo piso, el pedículo descendente es una magnífica estrella con ramas gruesas y horizontales. Las prolongaciones divergentes conservan su tamaño original durante un tramo considerable; pero, súbitamente, se vuelven finas y se contornean suavemente, asemejándose completamente a un cilindro-eje, Fig. 4m., PL. III y Fig. 2b., PL. IV, y recorren una extensión realmente grande sin ramificarse (más

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de 0.7 milímetros). Es remarcable que aumenten un poco en grosor antes de terminar con un extremo abultado. Estas células se representan en un montaje en plano en la Fig. 2., PL. IV y de perfil en las Fig. 4e., PL. III. Las amacrinas con un delgado penacho en forma de estrella (a partir de ahora las llamaremos células de penacho radial) tienen las propiedades de los corpúsculos que hemos descrito en los teleósteos y los anfibios. Creemos que es inútil repetir la descripción. Añadiremos solamente que las fibras radiales son extraordinariamente finas y que terminan en extremos varicosos, Fig. 5h., PL. III, a la altura del segundo piso. A cierta distancia desde el extremo de estas fibrillas, especialmente en los filamentos más largos (a una distancia de casi 1 milímetro), constatamos que el grosor aumenta sensiblemente, y las varicosidades son más voluminosas. Las amacrinas con penacho corto, Fig. 5b, c., PL. III, tienen forma de pera y el pedículo (orientado hacia abajo) puede ser delgado y sin expansiones, o múltiple y prematuramente dividido. La arborización terminal, que abarca el segundo piso, se reduce a pequeñas ramas sinuosas y varicosas tan próximas unas de otras que a menudo es difícil apreciar completamente su estructura. En vista de su tamaño, estos elementos podrían clasificarse en pequeños, Fig. 5c., PL. III y medianos, Fig. 5b., PL. III. Para completar esta parte, mencionaremos otra célula gigante, de forma mitral o semilunar, que resulta particularmente impregnada en las preparaciones realizadas por el método de Dogiel, Fig. 7n., PL. III. Las únicas dos expansiones robustas comienzan desde los extremos del cuerpo celular y descienden oblicuamente, ramificándose para desarrollarse en el segundo piso. c) Amacrinas del tercer piso. Se observan tres tipos celulares: células con arborización fibrilar y radial, células con arborizaciones cortas y sinuosas, y las células gigantes.

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Las células con arborización radial son más grandes que las células del segundo piso; presentan una arborización cuyas fibrillas terminales son rectas y muy largas, Fig. 4b, g., PL. III. Las células con arborización corta, Fig. 4h., PL. III, tienen forma de pera y son bastante voluminosas. Emiten al tercer piso ramas horizontales, cortas, varicosas y moderadamente ramificadas. Las células gigantes, quizás son solo algunos de los elementos anteriores que tienen dimensiones exageradas, Fig. 55f., PL. III. De todos modos, estas células aparecen de forma constante en todos los vertebrados, pero en los reptiles exhiben grandes dimensiones. La que representamos en la Fig. 55f., PL. III pertenecía a una lagartija adulta, su cuerpo era voluminoso en forma de pera y se extendía en su porción superior hasta cerca de la zona plexiforme externa. El grueso tallo de este corpúsculo se divide en una arborización aplanada e irregularmente estrellada, con ramas grandes y varicosas. En la Lacerta agilis, a una edad muy temprana, encontramos algunas células de este tipo, cuya arborización resultó ser de una admirable regularidad y una extensión enorme. Además, en una zona de una sección horizontal de la retina observamos que todas las arborizaciones terminales se disponían en el mismo plano, poniéndose en contacto y entrelazándose de forma íntima. d) Amacrinas del cuarto piso. Excepto por la ausencia del tipo gigante, las células de este piso son completamente similares a las del piso anterior. Así, observamos una célula pequeña (o al menos de tamaño mediano) cuyo tallo descendente constituye una arborización de filamentos finos y radiales, Fig. 4b., PL. III. También encontramos un corpúsculo relativamente grande cuyo pedículo descendente se convierte en un penacho de fibras gruesas, varicosas, ramificadas y muy comprimidas.

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e) Amacrinas del quinto piso. En esta región encontramos ramificaciones de ambos tipos celulares tantas veces mencionados anteriormente: 1. las células de penacho sinuoso, suelto y relativamente cortos, Fig. 4c., PL. III; 2. las células con un penacho terminal filamentoso radial cuyas fibrillas atraviesan sin dividirse una gran parte de la porción más profunda del quinto piso; Fig. 5d., PL. III. Células amacrinas biestratificadas. Nos referimos así a unas células semiesféricas, multipolares, situadas inmediatamente encima de la zona plexiforme interna, Fig. 5g., PL. III. El contorno del cuerpo de estas células presenta algunas ramas horizontales que a cierta distancia se convierten bruscamente en verticales y bajan hasta el quinto piso para constituir un plexo de filamentos muy largos y delgados. En los dos primeros pisos, las colaterales se ramifican desde las prolongaciones principales o desde el cuerpo celular en sí. Estos corpúsculos también se dan, aunque ligeramente modificados, en mamíferos, Fig. 7C., PL, V, y en anfibios, Fig. 3G., PL. II. CAPA DE LAS CÉLULAS GANGLIONARES

La retina de los reptiles es muy rica en cuanto a variedades de células ganglionares. Entre ellas se encuentran algunas donde la arborización protoplásmica es tan fina, que para visualizarla es necesario utilizar los objetivos más potentes. Otras células ofrecen una arborización poliestratificada de admirable forma y elegancia. En general, podemos decir que los reptiles son los animales cuyas células amacrinas y corpúsculos ganglionares han llegado al más alto grado de evolución y perfección. Células monoestratificadas. Es posible que, en algunos pisos, probablemente no hayamos conseguido impregnar todas las células existentes. Las células que encontramos con más frecuencia son:

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a) Pequeños elementos arborizados en el cuarto piso. Fig. 5C., PL. III y Fig. 6D, F., PL. III. Son sin duda las más abundantes de entre todos los tipos de células ganglionares; corresponden exactamente a los pequeños elementos del cuarto piso que hemos documentado en teleósteos y anfibios. Tienen un cuerpo en forma de pera con un tallo ascendente, que primero se divide en tres o cuatro ramas, y luego se convierte en una arborización terminal plana que se extiende por completo en el cuarto piso. Esta arborización se compone de un número extraordinario de ramas sinuosas, varicosas y apreciablemente cercanas. De perfil, estas arborizaciones tienen la apariencia de una masa granular de color café. En conjunto forma, en el cuarto piso, una línea paralela a la superficie de la retina, granular y casi continua. En cuanto al cilindro-eje, suponemos su existencia, pero aún no hemos logrado teñirlo.73 b) Células ganglionares del segundo piso. Fig. 6I., PL. III. Son células piriformes gigantes con una extensión ascendente muy robusta que, después de haber alcanzado el segundo piso, se descompone en una rama aplanada, con ramas muy gruesas y sinuosas. c) Células ganglionares del primer piso. Fig. 5D, A., PL. III. A este tipo pertenecen algunas de las células medianas y multipolares cuyas numerosas y delgadas prolongaciones transcurren en el espesor del quinto piso siguiendo primeramente una dirección horizontal, después ascendente, y atraviesan toda la zona plexiforme interna para ir, finalmente, hacia la parte superior de esta zona en el primer piso, donde constituyen un estrecho plexo de ramas finas y varicosas. Además de estos tallos directos, existen varias ramas finas, colaterales y ascendentes, que se originan en la parte horizontal de estos tallos, y también contribuyen a la formación del plexo mencionado. 73. Pueden ser amacrinas desplazadas; por lo tanto, carecen de cilindro-eje (nota de la edición de 1934).

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Células poliestratificadas. a) Corpúsculos del segundo, tercer y cuarto piso. Estos corpúsculos son quizás los más abundantes de todos los poliestratificados; presentan en los reptiles una elegancia y regularidad en cuanto a su forma verdaderamente notables. Observamos dos variedades: una gruesa y otra delgada. No obstante, excepto esta diferencia, muestran una forma análoga, Fig. 6H, C., PL. III. Los cuerpos celulares de estos elementos tienen forma semilunar cuando son multipolares, y piriformes o piramidales cuando tienen una sola prolongación ascendente. El tallo único o los diversos tallos ascendentes se bifurcan una o dos veces en la primera parte de su recorrido. Tan pronto como alcanzan el cuarto piso, se vuelven casi todos horizontales y constituyen un primer plexo de ramas gruesas y sinuosas que trazan algunos ángulos o festones en los puntos de nacimiento de las ramas secundarias. De este plexo profundo parten en ángulo recto multitud de finas ramas verticales y casi rectas que al llegar al segundo piso se ramifican y forman un plexo de filamentos cortos, sinuosos y muy varicosos. A medida que atraviesan el tercer piso, algunas de estas extensiones ascendentes dan lugar a ramas pequeñas, colaterales, varicosas y tortuosas, cuyo entrecruzamiento constituye un plexo intermedio vago. b) Células del primer y quinto piso. Incluimos en esta categoría ciertos elementos fusiformes y multipolares en los que la mayoría de las ramas protoplasmáticas están dispuestas en un delicado plexo cercano a la capa de ganglionares, es decir, en el quinto piso, aunque algunas ramas también contribuyen a la formación del plexo que se asienta en el primer piso, la Fig. 6G., PL. III. c) Células ganglionares poliestratificadas con arborización fina y granular. Existen corpúsculos poliestratificados pequeños, muy notables por el hecho de que sus pequeñas ramas protoplasmáticas son extremadamente finas (las más finas y

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delicadas que se conocen), constituyendo un plexo granuloso y compacto (más grueso de lo habitual) en distintos pisos de la capa plexiforme interna, Fig. 5A, B., PL. III y Fig. 6E., PL. III. Teniendo en cuenta su situación y la extensión de sus arborizaciones terminales, hemos establecido los siguientes tipos celulares: 1. elementos cuyo plexo terminal difuso abarca el tercer y cuarto piso, Fig. 6A., PL. III; 2. elementos cuyo plexo terminal se condensa especialmente en el tercer, cuarto y la mitad superior del quinto piso, Fig. 5B., PL. III y 6E., PL. III. En todos estos corpúsculos, los plexos se vuelven cada vez más finos y granulares, a medida que ocupan un plano más periférico. Células ganglionares difusas. Solo hemos encontrado una de gran tamaño, Fig. 6A., PL. III, de forma semilunar, multipolar y cuyos brazos ascendentes protoplasmáticos se ramifican a lo largo de toda la zona plexiforme interna sin mostrar ninguna tendencia a disponerse en plexos horizontales. En la Fig. 6B., PL. III, representamos otra célula que podríamos incluir en este grupo, sin embargo, observamos que la mayoría de sus ramas protoplasmáticas se ramificaban en el quinto piso, y solo unas pocas parecían terminar en el primero. Estos corpúsculos se parecen, por su forma de huso, a los que hemos observado en el quinto piso de la zona plexiforme de teleósteos y mamíferos. Células ganglionares autóctonas de la zona plexiforme interna. Hemos tenido éxito en colorear algunos elementos de forma ovoide, Fig. 44j., PL. III, o mitral, cuyas expansiones ascendentes se arborizan en el primer piso. Del polo inferior de su cuerpo celular parte una prolongación nerviosa que desciende hasta la zona de las fibras del nervio óptico. No se trata de una célula amacrina de la zona plexiforme, como las observadas en la retina de los mamíferos, sino de un corpúsculo ganglionar desplazado que pertenece a la categoría de

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aquellos cuyas ramas protoplasmáticas constituyen un único plexo horizontal. En las descripciones que hemos hecho de las células amacrinas y ganglionares, hemos asumido la existencia de cinco pisos o planos de arborización en el espesor de la capa plexiforme interna. Esta división en cinco plexos no es absoluta: a veces, en el cuarto y quinto piso (espacio muy amplio en reptiles), e incluso entre el segundo y tercer piso, hay arborizaciones ganglionares protoplasmáticas y células amacrinas que parecen constituir otros dos plexos más o menos bien caracterizados. Nuestros cinco plexos corresponden, por lo tanto, a aquellos cuya impregnación y estudio son relativamente fáciles, quizás debido a su gran desarrollo y al considerable número de arborizaciones que reciben. Además, parecen extenderse a lo largo de toda la retina, mientras que los plexos intermedios se observan solo en los lugares donde esta membrana alcanza su espesor máximo. CAPA DE LAS FIBRAS DEL NERVIO ÓPTICO

Al teñir la retina con azul de metileno, constatamos que las fibras de esta capa están dispuestas en haces divergentes separados por prolongaciones descendentes de células de Müller o células epiteliales. Cada paquete contiene dos o tres fibras gruesas y un número considerable de fibras finas. En lagartijas jóvenes, a veces hemos observado algunas fibrillas colaterales ascendentes que, cuando alcanzan la parte inferior de la capa plexiforme interna, parecen ramificarse y terminar libremente, Fig. 7t., PL. III. No podemos determinar los tipos de fibras nerviosas a las que están unidas estas fibrillas colaterales, ni su importancia, ya que nunca hemos podido observarlas en animales adultos o en vertebrados superiores.

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CÉLULAS EPITELIALES

Con la excepción de algunos detalles menores, estas células se parecen mucho a las de la retina de las aves, Fig. 3, PL. VI. Se diferencian solo en que el penacho descendente, que emerge del cuerpo de la fibra de Müller al nivel de las células amacrinas, es mucho menos rico en fibrillas: solo hay entre cuatro y ocho, mientras que en las aves hay de veinte a treinta. A medida que atraviesan la zona plexiforme interna, estas fibrillas emiten prolongaciones colaterales cortas y varicosas que presentan la apariencia de una pelusa arrugada. Estas excrecencias algodonosas desaparecen al nivel de los pisos principales —o al menos su número disminuye considerablemente— mientras que aumenta, por el contrario, en zonas próximas a estos. Las divisiones de la parte inferior de las fibras de Müller en reptiles y aves ya han sido mencionadas por algunos histólogos, especialmente por Schiefferdecker,74 pero todos los detalles de las células epiteliales se hacen evidentes solo mediante la impregnación con cromato de plata. Al estudiar el nervio óptico por medio de este último reactivo, constatamos, entre los haces de este nervio, la presencia de un gran número de células nerviosas en forma de estrella, muy similares a las de la rana. Por otro lado, no observamos ninguna en la zona de la fibra óptica de la retina.

74. SCHIEFFERDECKER: «Studien zur vergleichenden Histologie der Retina», Arch. f. mikros. Anat., Bd. XXVIII.

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IV

LA RETINA DE LAS AVES PLANCHAS IV y V

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algunos años ya hicimos una comunicación sobre este tema y expusimos los resultados que se obtienen tratando la retina de diversas especies de aves con el método rápido de Golgi75 Por lo tanto, tenemos la intención de ser muy breves sobre este tema en el presente trabajo: nos centraremos en llamar la atención sobre algunos hechos novedosos o sobre aquellos que, aunque ya conocidos, nos ha parecido que debían interpretarse de otra manera. Nuestras investigaciones recientes se han llevado a cabo preferentemente sobre las gallináceas. ACE

CAPA DE LAS CÉLULAS VISUALES

Como sucede en otros vertebrados, hemos observado en las aves que los segmentos internos de los conos y de los bastones se tiñen más fácilmente con el cromato de plata que los segmentos externos. Sin embargo, encontramos a veces células visuales completamente impregnadas. En las preparaciones que han salido bien, reconocemos que existen —como señaló Hoffman— dos especies de conos: unos muy engrosados en su sección interna y otros finos y apenas distintos de los bastones. De acuerdo con las interesantes observaciones de Max Schultze, las aves diurnas disponen de un número muy restringido de bastones, mientras que las aves nocturnas están provistas de abundantes bastones. Con todo, las aves nocturnas no están desprovistas de conos, si bien no los encontramos en estas más que en pequeñas cantidades. En cuanto a las gotas coloreadas de los conos, tan bien estudiadas por Schultze, 76 Schwalbe, 77 Krause, 78 75. CAJAL: «Anatomischer Anzeiger», 4, 1889. 76. M. SCHULTZE: «Ueber Stäbchen und Zapfen der Retina», Arch. F. mikr. Anat., Bd. III. 77. SCHWALBE: Mikroskopische Anatomie der Sehnerven und der Netzhaut, etc., Handbuch d. gesamunt. Augenheilk. Die Von Graef. U. Sämisch. 78. KRAUSE: «Die Membrana fenestrata der Retina», Arch. F. Anat. u. Physiol., 1871.

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Dobrowsky,79 Hoffmann,80 Beauregard,81 etc., estas no se revelan con el cromato de plata, que las tiñe de negro como al resto del protoplasma de las células visuales. En los conos no coloreados, el ácido ósmico de la mezcla osmio-biocrómico tiñe las gotas de negro grisáceo. CAPA DE LOS CUERPOS DE LAS CÉLULAS VISUALES

Esta capa contiene cuatro especies de granos o de cuerpos de células visuales: los cuerpos de los bastones, de los conos rectos, de los conos oblicuos y de los conos gemelos. a) Los cuerpos de los bastones se sitúan generalmente en la mitad inferior de la zona de los granos externos. De sus polos parten una prolongación ascendente y una prolongación descendente, las dos remarcablemente grandes. Esta última, muy corta al principio, se alarga progresivamente y termina en una superficie aplanada cuyo contorno emite filamentos finos y horizontales que se extienden sobre el plano o piso externo de la zona plexiforme externa, Fig. 6c., PL. IV. En los paseriformes (gorrión, verderón, pinzón, etc.), los filamentos basilares, después de seguir un curso casi horizontal al nivel del plano superior de la zona mencionada, descienden oblicuamente y se ramifican en la vecindad de la capa de las células horizontales. Estas ramillas finales se extienden sobre una superficie bastante considerable de la zona plexiforme, mientras que las que parten de los conos son muy cortas y poco ramificadas, Fig. 9a., PL. IV. b) Los cuerpos de los conos rectos están ubicados, en las gallináceas, justo por debajo de la membrana limitante. Tienen forma ovoide y están provistos de una fibra descendente delicada que termina en el piso medio de la zona plexiforme 79. DOBROWSKY: «Zur Anatomie der Retina», Arch. f. Anat. u. Physiol., 1871. 80. HOFFMANN: «Zur Anatomie der Retina» III. «Vögel», Niederländisches Arch. für Zoologi. Bd. III, Heft 3, 1877. 81. BEAUREGARD: «Contribution à l’étude du rouge rétinien», Journal de l’Anatomie et de la Physiologie, etc., 1879.

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externa, en un engrosamiento cónico, con la base inferior repleta de filamentos horizontales que se disponen radialmente, Fig. 6b., PL. IV. Observamos a veces algunos engrosamientos terminales de conos situándose en el límite superior de la capa plexiforme, aunque las fibrillas que emanan, después de descender reunidas en haz, se extienden en el piso medio, Fig. 8h., PL. IV, al igual que las de los otros conos rectos. En los paseriformes, los engrosamientos de los conos rectos se disponen en dos planos de la zona plexiforme externa, Fig. 9b, c., PL. IV. Las fibrillas basilares (que provienen de los pies terminales) son cortas, horizontales y a veces un poco recurrentes. La Fig. 4a, b., PL. IV, muestra dos engrosamientos basilares: uno de un cono recto Fig. 4, a. PL. IV, y otro de un bastón, Fig. 4b., PL. IV, correspondientes a la retina de pollo. Se observa que los filamentos basilares son flexuosos, poco ramificados y terminados en una extremidad unas veces gruesa, otras veces simplemente redondeada. c) Los cuerpos de los conos oblicuos difieren de los de los conos rectos por la dirección y la terminación de su fibra descendente. Esta fibra es de una gran longitud y se inclina progresivamente hasta llegar a alcanzar una disposición casi completamente horizontal al nivel de la zona plexiforme externa. El engrosamiento basilar discurre también en una dirección oblicua o incluso horizontal. Alcanza al piso más profundo (piso interno) de la zona plexiforme externa, donde da origen a finas ramas que se entrecruzan con aquellas que emanan de los engrosamientos vecinos. A menudo, ramillas colaterales que terminan de la misma manera, parten del mismo punto que la fibra descendente del cono, pero por el lado convexo, Fig. 8c., PL. IV y Fig. 6e., PL. IV. Es en la retina del pavo —donde hemos encontrado las fibras descendentes oblicuas más largas— Fig. 6e., PL. IV, se

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observa que atraviesan oblicuamente la zona plexiforme en una extensión superior a 0.08 milímetros, y en su trayecto horizontal parten cuatro o seis fibrillas colaterales que se ramifican en la vecindad de dicha zona. Finalmente, aparecen conos oblicuos cuyo engrosamiento terminal se sitúa más allá de la zona plexiforme externa, es decir, justo en la capa de las células horizontales, formando una excrecencia redondeada o cuboide, Fig. 8d., PL. IV. Es interesante resaltar que los filamentos basilares parten de la porción superior de esta excrecencia y se desarrollan al mismo nivel que las que provienen de los otros conos oblicuos, es decir, en el plano interno de la zona plexiforme externa. d) Los conos gemelos se tiñen a veces con una gran nitidez. Se observa que están en contacto, pero independientes entre sí, tal como han indicado otros histólogos. En cuanto a los granos asociados, son de dimensiones desiguales y se constata que el más voluminoso presenta una horquilla en la cual el otro se encuentra alojado. Las dos fibras descendentes no tienen la misma longitud, particularidad que nosotros ya conocíamos en los reptiles. Una, la que proviene por lo general del grano más voluminoso desciende hasta el plano más inferior de la zona plexiforme externa y forma un engrosamiento voluminoso, mientras que la otra permanece en el plano medio o incluso en el plano superior de esta zona. Los engrosamientos basilares de estos conos emiten filamentos delicados, que se organizan en los plexos correspondientes de la capa plexiforme, Fig. 6d., PL. IV, y Fig. 8 8f., PL. IV. Como hemos indicado anteriormente, los conos oblicuos constituyen una disposición general en los batracios, los reptiles y las aves. Sucede lo mismo con los conos gemelos. ¿Los conos oblicuos representan células visuales, fisiológicamente diferentes a los conos rectos, o, más bien, una disposición topográfica que tiene como objetivo la

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multiplicación de las superficies de contacto con las células bipolares, sin pérdida de la individualidad de las corrientes que conducen? Es imposible responder a estas cuestiones si no es mediante conjeturas. No obstante, hay un hecho que parece militar en favor de la especificidad funcional de los conos oblicuos. Observamos que, en la retina de la rana, casi todos los conos oblicuos se prolongan mediante ciertos bastones especiales, de color verde (bastones en maza de Schwalbe), completamente diferentes a los conos y los bastones ordinarios, cuyo color es rojo. Si atribuimos a los conos oblicuos de los reptiles y de las aves una especificad funcional parecida, podríamos admitir que, en estos animales, dichos conos oblicuos se prolongan mediante segmentos visuales (conos propiamente dichos) que presentan esferas de un color específico o que tienen alguna particularidad estructural aún ignorada. La misma oscuridad envuelve el problema, no menos interesante, del significado fisiológico de los conos gemelos. Todo lo que podemos afirmar con respecto a esto es la individualidad funcional de cada cono asociado, como lo demuestra el hecho de que cada fibra descendente extiende sus filamentos basilares en plexos distintos de la zona plexiforme, por lo que probablemente entre en relación con células bipolares distintas. Podríamos incluso atribuir a cada cono una sensibilidad luminosa diferente ya que, como M. M. Schultze82 y Hoffmann83 señalaron hace tiempo, en el más pequeño de los dos conos (cono accesorio), existe una gota coloreada de matiz diferente al del cono principal.

82. SCHULTZE: Arch. f mikros. Anat., Bd. III, 1867. 83. HOFFMANN: «Zur Anatomie der Retina. III. Ueber den Bau der Retina bei den Vögel», Niederländisches Archiv f. Zoologie, 1877, Bd. III, H. 3.

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Nosotros no hemos encontrado apenas en la retina de las aves células bipolares desplazadas (basales externas de Ranvier, células compensatorias de Krause). Creemos que no están presentes, ya que es imposible observarlas en las secciones de la retina coloreadas con carmines o anilinas. Por lo demás, esa es la opinión de Schieferdecker. Para terminar el estudio de la capa de los cuerpos de las células visuales, mencionaremos un hecho que ya señalamos en otro trabajo y el cual hemos tenido la ocasión de constatar con exactitud mediante nuevas investigaciones: los bastones de las aves nocturnas (mochuelo, búho) presentan más o menos la misma forma y disposición que los de los mamíferos, y terminan, como estos, en la porción externa de la zona plexiforme, en medio de una nudosidad desprovista de filamentos basilares84 Las esferas terminales se reciben por la parte inferior de los penachos de ciertas células bipolares, mientras que los conos —cuyo pie presenta la disposición general—, descienden por debajo de los bastones y establecen contacto especialmente con otras bipolares con penacho aplanado situado más profundamente. CAPA PLEXIFORME EXTERNA

Como hemos indicado anteriormente, la zona plexiforme externa, en las gallináceas se compone de tres pisos o plexos concéntricos: el piso externo está formado por las fibrillas basilares de los bastones y por los penachos de ciertas bipolares; el piso medio o intermedio está constituido por las expansiones de los conos rectos y las arborizaciones ascendentes de otra especie de bipolares; el piso interno se compone de fibrillas derivadas de los conos oblicuos y de los penachos superiores que nacen de algunas otras bipolares. Cabe mencionar las expansiones protoplasmáticas ascendentes de las células 84. Loc. cit., p. 358.

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horizontales, que parecen abrazar los tres pisos de la zona plexiforme externa, así como las arborizaciones finales de los cilindro-ejes que pertenecen a estos mismos elementos. Podemos hacernos, pues, una idea de la complejidad extrema de la zona plexiforme externa en las aves. No obstante, creemos que este plan de construcción puede sufrir algunas modificaciones en las diversas especies de aves, sobre todo en las de pequeño tamaño. CAPA DE LAS CÉLULAS HORIZONTALES

Células en cepillo, Fig. 6h., PL. IV. Nosotros ya señalamos la existencia de estas células en un primer trabajo sobre la retina de las aves. Sus expansiones protoplasmáticas son cortas y muy abundantes. Ascienden a través de la zona plexiforme externa y constituyen una especie de cepillo estrecho cuyos filamentos alcanzan la porción más alta en esta capa. Muy a menudo podemos observar que estos filamentos se organizan en fascículos y dan lugar a dos o tres prolongaciones en la proximidad de los pies de los conos rectos, Fig. 6h y Fig. 8i., PL. IV. El cilindro-eje de estos elementos se extiende horizontalmente por debajo de la zona plexiforme y a una distancia variable de treinta a cuarenta centésimas de milímetro. Termina en una arborización espesa y aplanada cuyas ramificaciones ofrecen un aspecto de espinas divergentes, Fig. 5c., PL. IV. En las vistas laterales, Fig. 66j., PL. IV, estas arborizaciones se parecen a las placas terminales, cuyos contornos se prolongan en forma de espinas un poco ascendentes. Aunque no podemos asegurarlo aún, creemos haber observado que estas placas arborizadas se extienden inmediatamente por debajo de los pies de los conos rectos. Células estrelladas horizontales, Fig. 8 8j., PL. IV, Fig. 66f., PL. IV. Además de las células antes descritas, encontramos algunos elementos aplanados, estrellados, con prolongaciones

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menos apretadas y más largas, que terminan libremente en la porción más alta de la zona plexiforme externa. El cilindroeje, al principio grande y descendente, se vuelve inmediatamente horizontal, se hace cada vez más delgado y recorre una gran extensión por debajo de la zona mencionada. No podemos decir nada de cómo terminan estas prolongaciones nerviosas, pues nuestras observaciones son aún insuficientes. En la Fig. 7a., PL. IV, hemos representado dos células estrelladas vistas en plano, tal y como se muestran en las capas horizontales de la retina del pollo. Se puede señalar que el cilindro-eje no emite ninguna colateral. CAPA DE LAS CÉLULAS BIPOLARES

Apenas hemos añadido algunos detalles a nuestra descripción del Anatomischer Anzeiger (1889), así como la de Dogiel (1888). Las células bipolares pueden clasificarse en dos grupos: 1.º las bipolares externas situadas por debajo de la capa plexiforme externa; y 2.º las bipolares internas o delgadas que ocupan el resto de la capa de las bipolares. El penacho ascendente de las bipolares externas es muy rico, extendido y desprovisto (probablemente) de maza de Landolt, mientras que el penacho correspondiente de las bipolares delgadas o internas nace de la extremidad de un tallo ascendente en lugar de provenir, como en las células precedentes, del cuerpo celular mismo, y se compone de un número restringido de fibrillas horizontales organizadas sobre uno de los tres pisos de la zona plexiforme externa, Fig. 8n., PL. IV. Una de estas fibras se prolonga mediante una maza de Landolt, Fig. 8o, p., PL. IV. La prolongación inferior de las bipolares delgadas emite a menudo arborizaciones colaterales en los diversos pisos de la zona plexiforme interna, y termina en una ramificación varicosa, a veces descompuesta en dos arborizaciones muy

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cercanas, Fig. 8s, t., PL. IV. La mayor parte de las prolongaciones descendentes extienden sus arborizaciones terminales en el intervalo que separa el cuarto del quinto piso. En cuanto a la terminación de la prolongación descendente de las bipolares gruesas o externas, Fig. 8n., PL. IV, esta parece tener lugar, preferentemente, en el quinto piso. Sin embargo, el número de veces que hemos conseguido impregnar esta arborización terminal es tan pequeño que no sabríamos pronunciarnos definitivamente sobre este hecho. CAPA DE LAS CÉLULAS AMACRINAS

Las células de esta zona son casi idénticas a las de los reptiles. En primer lugar, distinguimos las células nerviosas mitrales, bastante bien descritas por Dogiel, y las células amacrinas propiamente dichas. Vamos a añadir algunos detalles en lo que concierne a estas últimas. Las células amacrinas de las aves forman en la capa plexiforme interna cinco plexos principales, de ramificaciones superpuestas. Sin embargo, en ciertas regiones de la retina encontramos un mayor número de plexos, seis o siete. Podemos, como consecuencia, clasificar estos elementos por el número de orden de los pisos a donde envían sus arborizaciones, excepto las amacrinas no estratificadas o difusas, que deben figurar en un grupo diferente. Amacrinas difusas, Fig. 8C, PL. IV. Son pequeños elementos piriformes, que se reúnen en la región de las células amacrinas. Su tallo descendente, al alcanzar la zona plexiforme, se descompone en un penacho de ramas descendentes, varicosas y delicadas que terminan en extremidades redondeadas. A menudo, durante su curso descendente, sus ramillas se ramifican y dan lugar a apéndices cortos, muy varicosos y flexuosos, que, en ciertos elementos, Fig. 8L., PL. IV. parten preferentemente de los pisos de la zona plexiforme. Esta

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[Fig. 1] Retina de un paseriforme (verderón): b, amacrinas de asociación;

d, dendritas rudimentarias de estas células; c, f, su cilindro-eje horizontal; e, su arborización axial terminal; l, célula horizontal aplanada; h, su arborización axial; g, n, amacrinas ordinarias.

particularidad da a algunos corpúsculos de esta especie un aspecto poliestratificado. Cuando observamos por primera vez estos elementos, atrajo nuestra atención sobre todo la extrema tenacidad y el número considerable de sus filamentos descendentes, que son completamente análogos a los apéndices de las células en araña. Por ello lo denominamos espongioblastos neurogliformes, tras suponer que se trata de una variedad de células de neuroglia. Pero, después de haber observado y estudiado estos corpúsculos en toda la serie de vertebrados de forma muy minuciosa, no dudamos en considerarlos como una variedad de células amacrinas, que difirieren de las otras por la ausencia de arborización estratificada, o por la estratificación incompleta de sus ramas descendentes. a) Amacrinas del primer piso. Hemos encontrado dos especies: 1.º pequeñas células semilunares cuyo contorno emite expansiones delgadas, rectas, horizontales y de una gran longitud, Fig. 8A, B., PL. IV; 2.º células más voluminosas, igualmente semilunares, cuyas ramas divergentes poseen un grosor más considerable que las precedentes, Fig. 8C.,

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[Fig. 2] Fibras centrífugas:

retina de paloma. Método de Ehrlich-Bethe: A, fibra nerviosa proveniente de centros nerviosos; B, amacrina de asociación envuelta por la ramificación de la fibra centrífuga; a, b, c, ramificaciones varicosas terminales.

[Fig. 3] Esquema que muestra la marcha de corrientes nerviosas en el sistema

de fibras centrífugas y de amacrinas de asociación: A, capa plexiforme externa; B, capa de los granos internos; C, capa plexiforme interna; a, fibra centrífuga; b, amacrina de asociación; d, amacrinas ordinarias en contacto, en medio de sus tallos, con la arborización del axón de las amacrinas de asociación; e, corpúsculo ganglionar; g, célula bipolar (retina de un paseriforme).

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PL. IV. Las ramillas de estas dos especies de células se extienden y se proyectan en la cara exterior de la zona plexiforme interna, y forman un plexo de una riqueza extraordinaria. Algunos de los filamentos que constituyen este complicado enrejado pueden tener una una longitud de casi un milímetro; se constata que conservan durante un largo trayecto su individualidad y un diámetro aproximadamente constante. b) Células amacrinas del segundo piso. No hemos encontrado más que dos tipos de estas células, ya descritas en los reptiles: 1.º células pequeñas, con tallo descendente delgado, proporcionando en el segundo piso, una pequeña arborización estrecha, con fibras cortas y varicosas, Fig. 8D, F., PL. IV; 2.º células piriformes más voluminosas provistas de un tallo descendente que, en el piso mencionado, se descompone en una magnífica arborización aplanada, estrellada, cuyos filamentos finos y rectos son de una gran longitud, Fig. 8E., PL. IV. c) Células amacrinas del tercer piso. Son células más o menos parecidas a las de los reptiles. Encontramos dos especies: corpúsculos gigantes piriformes, cuyo tallo inferior es muy robusto y constituye una arborización aplanada, con ramas gruesas, y escasas, Fig. 8M., PL. IV; corpúsculos de talla mediana, monopolares o multipolares, cuya ramificación terminal dispone de ramas sinuosas, varicosas y de longitud restringida, Fig. 8K., PL. IV. Es muy probable también que exista en el tercer piso amacrinas con ramificación filamentosa y radiante, ya que sus elementos se encuentran en los reptiles, los batracios y los mamíferos. d) Amacrinas del cuarto piso. Observamos las dos especies tantas veces citadas: 1.º células piriformes con arborización suelta, sinuosa y poco extendida, Fig. 8J., PL. IV; 2.º células con tallo fino y recto que se resuelve en una magnífica expansión estrellada de ramas rectilíneas delicadas y muy largas, Fig. 8N., PL. IV.

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e) Amacrinas del quinto piso. Encontramos entre estas los dos mismos tipos que en el piso anterior: el tipo con arborización estrellada, Fig. 8I., PL. IV; y el tipo con arborización corta y sinuosa. Amacrinas de asociación.85 Son elementos muy singulares y muy numerosos en las aves, Fig. 1, b. Su cuerpo piriforme emite una expansión descendente que se resuelve en un ramo de dendritas cortas y gruesas. El cilindro-eje fuerte y horizontal nace de la extremidad inferior de la expansión descendente; este se extiende, o al primer piso de la plexiforme interna, o al límite superior de esta última; tras un recorrido muy largo termina en una arborización tangencial muy apretada, y se articula mediante un número considerable de troncos descendentes de amacrinas ordinarias. El método de Ehrlich demuestra que el cuerpo y las dendritas de las amacrinas de asociación están abrazados por las fibras centrífugas exógenas de la arborización terminal. Las figuras 1 y 2 que se incluyen a continuación muestran la forma y las conexiones de estos singulares corpúsculos, y la figura 3 presenta la marcha probable de las corrientes nerviosas. CAPA DE LAS CÉLULAS GANGLIONARES

Células monoestratificadas. Estos son los tipos que pudimos apreciar más frecuentemente en la retina de la gallina. 1.º Células piriformes, gigantes, que dan lugar en el primer a nivel del primer piso una arborización aplanada, muy flexuosa, Fig. 1A., PL. V. 2.º Células piriformes, de dimensiones medias, que constituyen una arborización varicosa en el segundo piso, Fig. 1B., PL. V. 85. CAJAL: Journ. De l’Anatomie et la Physiolol., n.º V, 1896. Esta adición se realizó para completar la descripción de las células amacrinas publicada en nuestro trabajo de 1892 (nota de la edición de 1934).

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3.º Células multipolares, de talla mediana, que forman una arborización fina en el segundo piso, Fig. 1D., PL. V. 4.º Células, pequeñas y piriformes, cuya arborización granulosa, extremadamente estrecha, se extiende en el cuarto piso, Fig. 1C., PL. V. Estas células, las más pequeñas de entre los elementos ganglionares, corresponden a los elementos monoestratificados del cuarto piso en los peces, los reptiles, los batracios y los mamíferos (estas células, como ya dijimos, son amacrinas desplazadas). Células poliestratificadas. Los corpúsculos que hemos encontrado más frecuentemente son los siguientes: 1.º Células multipolares, que abastecen a los plexos horizontales de tres pisos: el segundo, el tercero y el cuarto, Fig. 1G., PL. V. No describimos en detalle estos elementos, ya que son muy parecidos a los de los mismos pisos en los reptiles; el lector puede comparar la Fig. 1G., PL. V con la Fig. 6C y H., PL. III. 2.º Células multipolares de dimensión menor. Producen dos plexos horizontales: uno con ramas gruesas localizado en la porción externa del quinto piso, el otro con ramas finas localizado en el tercer piso, Fig. 1E., PL. V. Encontramos en los reptiles corpúsculos algo parecidos a los precedentes, aunque con ramillas más delicadas, Fig. 6E., PL. III. 3.º Células, pequeñas y multipolares, que ocupan tres plexos: en el quinto piso, en el cuarto, y en el segundo piso, Fig. 1F., PL. V. Además de las células ganglionares mencionadas más arriba, es probable que existan otras que llegaríamos tal vez a detectar multiplicando suficientemente los ensayos de coloración. En los paseriformes (gorrión, verderón, pinzón, jilguero, etc.), además de los cinco plexos principales de la zona plexiforme interna, encontramos dos supernumerarios: uno por debajo del cuarto y el otro entre el tercero

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y el segundo. En las gallináceas no hemos conseguido aún impregnar estos plexos accesorios. CAPA DE LAS FIBRAS DEL NERVIO ÓPTICO

Hemos constatado en esta capa la exactitud de nuestras observaciones anteriores, es decir, la existencia de ciertas fibras gruesas que, viniendo del nervio óptico, atraviesan la capa plexiforme interna y suben hasta el nivel de las células amacrinas, donde terminan en ramas gruesas, muy varicosas y completamente libres, Fig. 1a, b., PL. V. Como los apéndices terminales apenas rebasan los límites de la capa de las células amacrinas (espongioblastos), parece muy probable que estas fibras centrífugas —cuya existencia ha sido también sospechada por Monakow86 basándose en los experimentos de anatomía patológica— sirven para transmitir alguna acción llevada de los centros ópticos a las células amacrinas. CÉLULAS EPITELIALES

En la Fig. 4, PL. VI, reproducimos dos elementos epiteliales de la retina de la gallina; observamos que son muy similares a los de los reptiles, y se diferencian solo en la tenuidad más notable y en el número más considerable de filamentos del penacho descendente. Además, estos filamentos, a nivel de la zona de la capa plexiforme interna, son casi lisos; solo poseen pequeñas excrecencias o espinas, que se rizan y se vuelven más gruesas en el área de las células ganglionares. Excepto las células amacrinas, que están protegidas de manera muy incompleta, los otros elementos de las capas de granos están rodeados por las células epiteliales que forman cavidades a su alrededor. 86. MONAKOW: «Experimentelle und pathologisch anatomische Untersuchungen über die optischen Centren und Bahnen», Arch. f. Psych., XX, 3. 1889.

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V

LA RETINA DE LOS MAMÍFEROS PLANCHAS V, VI y VII

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L

retina de los mamíferos se asemeja en gran medida a la de los vertebrados inferiores. Incluso las modificaciones que podríamos considerar —tras un examen más profundo— exclusivas del hombre y de otros mamíferos, se encuentran aproximadamente con los mismos detalles en las aves nocturnas y en los teleósteos, tales como la delgadez y el número extraordinario de bastones, su terminación inferior en una esférula sin filamentos basilares, la extensión relativamente considerable de la capa de los granos externos, etc. No tenemos intención de revisar los numerosos trabajos en los que la retina de mamíferos ha sido objeto de estudio: citaremos solamente los más recientes, como los de Schiefferdecker,87 Borysiekiewicz,88 Kunht,89 Lenox,90 Tartuferi,91 y Dogiel,92 sin olvidar las dos obras clásicas generales de Schwalbe93 y de Ranvier.94 Por nuestra parte, hemos publicado una comunicación preliminar sobre el mismo asunto,95 además del resumen que se encuentra en nuestro Manual de histología normal (1889). Debemos también mencionar dos notas preliminares sobre la retina de mamíferos: una de E. Baquis96 y otra de W. Krause.97 Las importantes investigaciones de Tartuferi y de Dogiel en relación con la morfología de los elementos retinianos de mamíferos no han sido todavía confirmados salvo en pequeña medida por la breve reseña sobre la retina de la marta de Elia Baquis. Es, por consiguiente, necesario someter las A

87. SCHIEFFERDECKER: Loc. cit. 88. BORYSIEKIEWICZ: Loc. cit. 89. KUNHT: «Histologische Studien an der menschlichen Netzhaut», Jenaische Zeitschrift. Bd. XXIV, H. 1, 1889. 90. LENOX: Graefe’s Archiv f. Ophthalmol. XXXII, H. 1. 91. TARTUFERI: Loc. cit. 92. DOGIEL: «Ueber die nervösen Elemente in der Retina des Menchen», Archiv f. Mik. Anat., Bd. XXXVIII, 1891. 93. SCHWALBE: Lehrbuch der Anatomie der Sinnesorgane. Erlagen, 1887. 94. RANVIER: Traité technique d’histologie, 1873 al 1882. 95. RAMÓN Y CAJAL: «Notas preventivas sobre la retina y gran simpático de los mamíferos», Gac. Sanitaria, 10 diciembre 1891. 96. E. BAQUIS: «Sulla retina della faina», Anat. Anz., n. 13 y 14, 1890. 97. W. KRAUSE: «Die Retina», Intern. Monatsch. f. Anat. u. Physiol., Bd. VIII, H. 9 u. 10, 1891.

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afirmaciones de estos sabios a un trabajo de control que combine los dos métodos de investigación empleados por ellos, de modo que complete y corrija recíprocamente los resultados obtenidos por el azul de metileno y por el cromato de plata. Tal es la tarea que nos hemos impuesto al estudiar sucesivamente la retina del perro, del gato, del cerdo, del ratón, de la oveja, del caballo y del buey. Remarcamos antes de nada que, en todos estos animales, la retina presenta una estructura prácticamente idéntica; por lo que nuestra descripción es aplicable indistintamente a todos estos animales. Las diferencias observadas versan solamente sobre el espesor relativo de las zonas retinianas y sobre el volumen ligeramente diferente de sus elementos; la estructura de cada capa y la morfología de cada célula son absolutamente constantes. CAPA DE LAS CÉLULAS VISUALES

Nuestras investigaciones no hacen más que confirmar las descripciones clásicas. Tal como ha descrito Tartuferi, observamos que el cromato de plata tiene una acción colorante más enérgica sobre el segmento interno de los bastones que de los conos. CAPA DE LOS CUERPOS DE LAS CÉLULAS VISUALES

No tenemos casi nada que añadir a las descripciones de otros autores, sobre todo a la de Tartuferi, basada en las revelaciones del método de Golgi. Vemos en nuestras preparaciones que la fibra del cono es espesa, casi rectilínea, cuyo núcleo yace cerca de la membrana limitante externa, y que termina en su porción inferior de forma cónica y lleno de filamentos radiales, Fig. 2a., PL. V. Las fibras de los bastones son finísimas, flexuosas y varicosas; su núcleo, como sabemos, reside a diversas alturas entre

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la zona limitante y la capa plexiforme externa, es ovoideo o poliédrico, y la capa de protoplasma que lo envuelve es de una delgadez extraordinaria. La fibra de los bastones se termina al nivel de la región más externa de la zona plexiforme, por una eminencia esférica, a veces ovalada, y completamente libre. Este un hecho común a todos los animales, en los que se observan bastones muy finos y, al mismo tiempo, una capa muy espesa de granos externos, Fig. 2b., PL. V. La terminación libre del grano o pie inferior de las fibras de los bastones es generalmente muy clara en los cortes coloreados con carmines o hematoxilina. El propio M. Schultze, en sus trabajos sobre la retina, dibuja estos bulbos como bolas independientes.98 Lamentablemente, los prejuicios sobre la continuación de las células visuales con las fibras que provienen del nervio óptico y se extienden en la zona plexiforme externa, impidieron a este ilustre anatomista admitir aquello que había sabido observar y dibujar. Este es un elocuente ejemplo de la problemática influencia que la posición que uno toma ejerce incluso sobre las observaciones más sagaces y calmadas. Esta influencia se ha hecho sentir igualmente en dos histólogos tan distinguidos como M. Tartuferi y E. Baquis, cuyos métodos de análisis les hubiera permitido no obstante zanjar definitivamente la cuestión. Observamos en la plancha anexada al trabajo de M. Tartuferi los bastones terminados inferiormente en esferas libres, pero encontramos también muchas otras conectadas a través de fibras muy delicadas 98. M. SCHULTZE: Arch. f. mikros. Anat., 1865, Bd. 2, y HANDBUCH VON STRICKER, p. 992. Véase la figura clásica de conos y bastones dibujada por este sabio, y que muchos autores han reproducido (Schwalbe, Todlt, Frey, etc.). Por otra parte, la discontinuidad de las células visuales a nivel de la capa plexiforme externa ha sido ya defendida por Hannover. Véase: La rétine de l’homme et des vertébrés. Paris, 1876, p. 164 y siguientes.

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[Fig. 4] Las zonas retinianas

de un mamífero coloreadas por hematoxilinaeosina. Figura un poco esquemática. Al lado hemos reproducido una fibra de Müller impregnada por el método de Golgi. 99

99. La Figura 4 carece de referencia en el texto, por lo que parece oportuno incluirla en este punto (N. del T.).

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en plexos subyacentes a la zona plexiforme. Y, sin embargo, en el texto, este sabio deja de lado las imágenes tan claras ofrecidas a su observación y afirma que «essa (la fibra del bastón) termina in correspondenza della superficie externa dello strato reticolare externe en el punto ove si connette con une fibrille della rete sottoepiteliale presenta spesso una varicosità». Se ve en este pasaje que Tartuferi considera la esferérula terminal simplemente como una varicosidad situada en la trayectoria de una fibrilla anastomosada con la red de la zona reticular externa; pero esto no es, en ningún caso, lo que resulta del examen de la plancha citada. En nuestro primer trabajo sobre la retina100 ya hemos mostrado que esta hipótesis carece de fundamento. Hablando sobre las fibras de los bastones de las aves nocturnas, dijimos «en las aves nocturnas, los bastones son de una extremada delgadez y poseen una terminación inferior libre bajo la forma de un nódulo redondeado y muy pequeño, igual que los bastones de los mamíferos». En nuestro reciente trabajo sobre la retina de los mamíferos, hemos defendido igual de categóricamente esta hipótesis, cuya importancia con respecto de la teoría general de las conexiones de los elementos nerviosos no escapará a la atención de nadie. Hoy en día, después de haber examinado casi doscientas preparaciones muy satisfactorias de la retina del perro, el cerdo, el buey, etc., nos hemos reafirmado en nuestra primera opinión. Dogiel, en su publicación sobre la retina del hombre101 parece tener una opinión favorable a la hipótesis de la independencia de las células visuales, pues dice: «Obgleich ich eine grosse Zahl von Präparaten mit sehr vollständiger Färbung der nervösen Elemente der Retina sorgfältig durchmusterte, gelang es mir dennoch keinmal den directen 100. Anatomischer Anzeiger, n.º 4, 1889. 101. DOGIEL: «Ueber die nervösen Elemente in der Retina des Menschen», Arch. f. mikros. Anatomie. Bd. XXXVIII, p. 320, 1891.

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Zusammenhang zwischen den Füssen der Neuroepithelzellen und den Ausläufern der Zellenelemente des Gangl. retinae zu bemerken». En las planchas de su obra, este histólogo representa las esférulas de los bastones absolutamente libres. Pero, desafortunadamente, en un trabajo muy reciente 102 parece ser menos conclusivo, pues afirma haber visto emerger de estas protuberancias una o dos fibras muy delgadas que se introducen en la zona plexiforme subyacente. Conexiones de los bastones y de los conos. En los mamíferos, la capa plexiforme externa está dividida en dos pisos muy diferenciados: el externo o de los botones ópticos, el interno o de las fibras horizontales. a) Piso externo. Es una zona mal delimitada cuyo aspecto granuloso ha impresionado a los histólogos. Está formada por el punto de unión de dos tipos de fibras: los filamentos y las esférulas terminales de los bastones, por un lado, y las expansiones finas y ascendentes de los penachos de algunas células bipolares (bipolares relacionadas con los bastones o destinadas a los bastones), por otro lado. La conexión se establece por contacto entre dos tipos de elementos, de tal manera que las esférulas mencionadas ocupan los huecos o ranuras redondeadas de los penachos de las bipolares, Fig. 2c., PL. V. Algunas veces se observan los botones terminales de los bastones descender hasta la segunda región de la zona plexiforme, y conectar con las gruesas ramas de los penachos de las bipolares para bastones y es posible que también con las prolongaciones de las células horizontales, pero esta disposición es muy rara y difícil de observar. b) Piso interno. Se compone de dos planos principales: el plano superior, que resulta de la unión —aproximadamente a la misma altura— de los pies o protuberancias basilares de los conos y del solapamiento, en un plexo horizontal y 102. DOGIEL: «Ueber die nervösen Elemente in der retina des Menschen» 2. Mitteilung. Arch. f. mik. Anatomie. XL. Bd. I, Heft, Julio 1892.

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delgado, de sus filamentos radiales. El plano inferior se compone de un plexo horizontal con ramificaciones más finas, la mayoría provenientes de los penachos aplanados de algunas bipolares que hemos denominado, para distinguirlas de otros tipos con el mismo nombre, bipolares para conos. Esta conexión se efectúa igualmente por contacto, pues tanto los filamentos basilares de los conos, como las últimas expansiones de las bipolares, se terminan siempre libremente. La hilera formada en el segundo nivel de la zona plexiforme por los abultamientos terminales de los conos se interrumpe de tanto en tanto por el paso de penachos ascendentes de las bipolares para bastones. Se observan también muchas fibras terminales ascendentes que se mezclan en los dos niveles mencionados y que provienen, tanto de prolongaciones protoplásmicas de las células horizontales subyacentes, como de las arborizaciones finales de algunos cilindro-ejes. Células horizontales externas (basales externas). En la retina del buey, hemos encontrado en ocasiones ciertos elementos de forma ovoide y de tamaño limitado cuya parte inferior emite ramas horizontales que se extienden y se dividen en el nivel externo de la zona plexiforme. Sin haber podido constatar la existencia de un filamento descendente —lo que puede ser debido a una impregnación incompleta— ignoramos si estas células corresponden a las bipolares desplazadas encontradas en los mamíferos por Dogiel (subepiteliales de este autor), o si constituyen más bien una variedad especial de células horizontales o subreticulares. Cabe señalar que algunos de estos elementos disponen a menudo, en el trayecto horizontal de sus expansiones, de espinas ascendentes que terminan en una nudosidad y penetran entre los botones terminales de los bastones.

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CAPA DE LAS CÉLULAS HORIZONTALES

Las células horizontales (células basales, células estrelladas o subreticulares de otros autores) de los mamíferos han sido observadas desde hace mucho tiempo en el ternero por Merkel103 y Kölliker104 en el caballo —en este caso parece que alcanzan un gran desarrollo—, por Golgi, Manfredi105 y Rivolta106 en el hombre, por Schwalbe107 y Dogiel108 en el gato, por Ranvier109 y en un gran número de vertebrados por W. Krause110 y Schiefferdecker.111 La opinión de estos autores sobre la naturaleza de las células horizontales es muy diferente. No obstante, se tiende a considerarlas generalmente como una variedad de corpúsculos de sostén de forma estrellada, cuyas expansiones se anastomosan en una red concéntrica y continua. Sin embargo, hay autores (como por ejemplo Rivolta) que prefieren considerarlas células ganglionares. Tampoco estamos de acuerdo en lo que respecta a los tipos de estos elementos. Según Schiefferdecker, en la retina de mamíferos habría dos variedades de células horizontales, las concéntricas intermedias (nuestras horizontales externas) y las concéntricas internas (probablemente nuestras horizontales internas). Las células concéntricas externas (nuestras bipolares desplazadas) no existirían en los mamíferos. Tartuferi ha señalado igualmente dos tipos de células horizontales: 1.º las células estrelladas o de mediano grosor, que 103. M ERKEL : «Ueber die menschliche Retina», Arch. f. Ophthalmol. Bd, 22. 104. KÖLLIKER: Handbuch der Gewebelehre des Menschen. V. Auflage, 1867. 105. GOLGI y MANFREDI: «Anotationi istologiche sulla retina dei cavallo», Accad. di med. di Torino, Agosto 2, 1872. 106. RIVOLTA: «Delle cellule multipolari che formano lo strato intergranuloso o intermedio nella retina dei caballo», Giorn. di Anat., Fisiol. e Patologia degli animali, 1871, Anno III. 107. SCHWALBE: Handbuch der gesammten Augenheilkunde von Graeje und Sämisch. Bd. I, 1874. 108. DOGIEL: «Ueber die Retina des Menschen», Intern. Monatschrif. f. Anat. u. Hist. Bd. I, H. 2, 3, 1884. 109. RANVIER: Loc. cit., fascículo sexto, 1882. 110. W. KRAUSE: Allgemeine und mikroskopische Anatomie. Hannover, 1876. 111. SCHEFFERDECKER: Loc. cit., p. 362 y siguientes.

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se asientan transversalmente en la parte más externa de la capa nuclear interna; 2.º las grandes células superficiales, localizadas debajo de las anteriores. Se caracterizan por el notable espesor de sus ramificaciones protoplásmicas horizontales, de las que algunas, en dirección descendente, se pierden en la zona plexiforme interna, pero sobre todo por la presencia de una ramificación en dirección horizontal, con las propiedades de un cilindro-eje. Estos dos tipos de elementos señalados por Tartuferi representan para Dogiel una sola clase de corpúsculos —células estrelladas grandes y pequeñas—; las diferencias versan exclusivamente sobre el volumen, pero no sobre las propiedades, que son las mismas tanto en las células estrelladas voluminosas como en las de tamaño restringido. En efecto, según Dogiel, estos dos tipos celulares están provistos de expansiones protoplásmicas descendentes que se ramifican en la zona plexiforme interna; las dos disponen de un cilindro-eje inicialmente horizontal y después vertical que se convierte en una fibra del nervio óptico; las dos, por último, se caracterizan por el hecho de que las expansiones horizontales en la zona plexiforme externa se terminan por medio de penachos con ramas cortas, varicosas y de aspecto granuloso. Después de haber estudiado muy atentamente las células horizontales de los mamíferos, sea con el método de Dogiel, sea con el de Golgi, hemos llegado al convencimiento de que el científico ruso no ha encontrado ni ha descrito en la retina humana más que un solo tipo de células estrelladas u horizontales, correspondiente muy probablemente a la designada por Tartuferi bajo el nombre de grandes células superficiales. La escasa variedad de células horizontales (células superficiales de mediano grosor o células estrelladas según Tartuferi) no está recogida en el texto ni en los dibujos de Dogiel; omisión especialmente sorprendente, puesto que estos elementos se colorean muy fácilmente con azul de metileno y aparecen

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siempre desprovistos de expansiones protoplásmicas descendentes y con una forma muy característica, Fig. 9, PL. VII. En realidad, en la retina de todos los mamíferos (perro, gato, conejo, cerdo, oveja, buey, etc.), se distinguen muy claramente dos especies de células horizontales: 1.º las células horizontales externas, muy aplanadas, formando cuerpos en la misma capa plexiforme externa; 2.º las células horizontales internas, muy voluminosas, muy prominentes hacia dentro. Estas últimas incluyen una subdivisión en células con expansiones protoplásmicas descendentes, y en células exentas de ellas. Células horizontales externas (células superficiales de mediano grosor de Tartuferi). Se trata de elementos estrellados, muy aplanados que residen, como ha hecho notar Tartuferi, en la región más externa de la zona de los granos internos, casi en el mismo seno de la capa plexiforme, Fig. 3A., PL. V; Fig. 7 y 10, PL. VII. Se pueden considerar, respecto al volumen, dos especies de células, aunque las formas intermediarias no están exentas: los corpúsculos de cuerpo pequeño, que oscilan entre 12 y 20 micrómetros y apenas ocupan la zona de células bipolares; y los corpúsculos de cuerpo muy voluminoso, que alcanzan quizás 40 micrómetros y forman en sentido descendente una elevación cónica o semilunar muy prominente. Cuando se observan estas células, grandes o pequeñas, sobre los cortes horizontales de la retina, se constata que emiten un número extraordinario de expansiones protoplásmicas horizontales, divergentes, varicosas y ramificadas en muchas ocasiones. Las últimas ramas son muy delgadas, se convierten en casi rectilíneas y, tras un recorrido a menudo muy largo, terminan libremente sin emitir esos penachos ramificados digitiformes que son propios de las prolongaciones de los corpúsculos horizontales internos. Un hecho que caracteriza a menudo a las células horizontales externas es la dilatación triangular de su tallo principal, al nivel de las dicotomías.

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El cromato de plata tiñe las prolongaciones protoplásmicas de color café más o menos pálido, lo que parece depender del aplanamiento vertical que han supuestamente sufrido todas estas expansiones. El azul de metileno las colorea también muy débilmente. Cuando se consigue teñir todos los elementos de una determinada expansión de la capa plexiforme, se percibe que son muy numerosos y que sus ramas divergentes, entrecruzándose muy estrechamente y en todas las direcciones, forman un plexo aplanado sumamente rico y apretado, Fig. 9, PL. VII. De manera discontinua, este enrejado muestra vacíos más o menos redondeados correspondientes a los puntos de paso de los penachos de las bipolares para bastón y a las bases de los pies de los conos. En los cortes perpendiculares de la retina es muy difícil observar la forma de las ramificaciones protoplásmicas de las células horizontales externas; en cambio, se puede constatar que en el lado superior de las expansiones divergentes emergen a menudo espinas ascendentes que suben hasta el piso de las esférulas o de los botones ópticos. El cilindro-eje es muy difícil de localizar como consecuencia del número y de la delicadeza extraordinaria de las expansiones protoplásmicas secundarias y terciarias. Esto explica por qué Tartuferi no lo ha llegado a mostrar. Nosotros mismos lo hemos buscado en vano durante algún tiempo. No obstante, examinando atentamente los cortes horizontales con células bien teñidas, vemos que existe una prolongación fina, horizontal, proveniente normalmente del trayecto de una rama protoplásmica espesa. Esta es la expansión nerviosa que hemos encontrado en los pájaros. Después de recorrer un trayecto horizontal y normalmente flexuoso, este cilindro-eje acaba resolviéndose en algunas ramas finas, varicosas y terminadas libremente a nivel de la capa o piso superficial de la zona plexiforme. En su

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camino, emite ramas colaterales en ángulo recto que, a su vez, se ramifican y terminan libremente en el espesor de esta zona. Estas ramas colaterales, así como las ramificaciones terminales, no logran colorearse con azul de metileno, al menos nosotros no hemos conseguido impregnarlas con la suficiente claridad como para realizar el estudio, Fig. 7, PL. VII. Células horizontales internas (Grosse cellule superficiali de Tartuferi, grosse und kleine sternförmige Zellen de Dogiel). Estos elementos se dividen en dos variedades: 1.º células horizontales provistas de expansiones protoplásmicas descendentes; 2.º células horizontales desprovistas de estas prolongaciones. a) Los corpúsculos horizontales internos provistos de apéndices descendentes han sido bien descritos por Tartuferi, Baquis, y sobre todo por Dogiel. Estas son células de gran tamaño, de forma cónica o piramidal, cuya base orientada hacia arriba proporciona un cierto número de expansiones horizontales espesas que tienen la particularidad —ya remarcada por Tartuferi— de adelgazarse progresiva y muy rápidamente, independientemente de las divisiones que produzcan, Fig. 12 y Fig. 13, PL. VI. Estas ramas protoplásmicas son normalmente mucho más cortas que aquellas de las células horizontales externas, y se caracterizan particularmente por el hecho de que, después de algunas dicotomías, se resuelven en un penacho de ramas cortas, varicosas, digitiformes, que terminan a través de una protuberancia. Apéndices análogos se muestran también a lo largo de las ramas principales, Fig. 13a. y Fig. 14a., PL. VI, y Fig. 5C., PL. VII. La expansión protoplásmica descendente, a menudo única y muy espesa, parte de la cima inferior del cuerpo protoplásmico, alcanza la mitad externa de la zona plexiforme interna y se divide, muy frecuentemente, en dos ramas de direcciones opuestas que discurren más o menos horizontalmente. Estas ramas, que se asientan a menudo al nivel del

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segundo piso de la capa plexiforme interna, se subdividen algunas veces, constituyendo un plexo horizontal muy rico, mientras que otras veces se terminan sin dividirse, convirtiéndose en fibras cada vez más delgadas y lisas, Fig. 12a, y Fig. 14, PL. VI. En ocasiones, en lugar de una rama protoplásmica descendente, se observan dos, Fig. 6a, b., PL. VII, que se separan en ángulo agudo, para terminar igual que las ramas de bifurcación del tallo único. El cilindro-eje es muy robusto. Comienza por un abultamiento cónico que recorre horizontalmente y a cierta distancia de la zona plexiforme externa una enorme extensión: nosotros hemos logrado seguirlo en ocasiones más de 0,8 milímetros sin llegar a descubrir su terminación. No tiene colaterales ni cambia jamás de dirección; además, no podemos suscribir la opinión de Dogiel, quien afirma haber visto descender los cilindro-ejes para convertirse en fibras de la capa del nervio óptico. Por el contrario, estamos más bien dispuestos a admitir que estos cilindro-ejes terminan en el espesor de la misma capa plexiforme externa, a través de arborizaciones libres de enorme extensión. Volveremos sobre este punto tan importante. b) Los corpúsculos horizontales internos desprovistos de prolongaciones descendentes han pasado inadvertidos —a juzgar por sus descripciones— por Tartuferi y por Dogiel. Puede ser que los hayan considerado células con prolongaciones descendentes imperfectamente coloreadas. Así es como nosotros las habíamos considerado inicialmente, pero probando nuevas impregnaciones —con el método de Golgi, o con el de Dogiel— nos hemos convencido de que la mayoría de las células horizontales internas, aun mostrando las propiedades que acabamos de exponer, carecen de prolongaciones descendentes; la cara inferior de los cuerpos aparece muy a menudo redondeada, sin ningún signo de expansión pobre o incompletamente impregnada, Fig. 12b., PL. VI.

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Podríamos distinguir dos variedades en este género de elementos: 1.º las células fusiformes o semilunares poco prominentes por su cara inferior y pobres en expansiones protoplásmicas horizontales, Fig. 5A, C., PL. VII; 2.º células a veces muy voluminosas, muy prominentes en sentido descendente y provistas de un gran número de prolongaciones divergentes, Fig. 12b. y Fig. 13, PL. VI. En lo que respecta a la expansión nerviosa, es muy voluminosa, parte a menudo de un tallo protoplásmico y recorre horizontalmente y a cierta distancia de la zona plexiforme externa un trayecto muy largo. Algunas veces, esta expansión, una vez sale de la célula, traza un arco que desciende un poco para convertirse en horizontal. Fibras nerviosas que ramifican en la zona plexiforme externa. Cuando esta capa aparece bien impregnada, se llegan a distinguir, en los cortes horizontales, tres clases de fibras nerviosas terminales: 1.º fibras espesas paralelas a la retina, formando arborizaciones aplanadas de gran extensión; 2.º fibras horizontales más delgadas que se resuelven en ramificaciones menos ricas; 3.º fibrillas arborizadas cuya rama generadora procede de la zona plexiforme externa siguiendo un recorrido ascendente. a) Fibras espesas que forman arborizaciones extensas. Es el hecho más importante que nuestras últimas investigaciones con el método de Golgi nos han permitido encontrar en la retina de mamíferos (gato, perro, buey, etc). Cuando se examinan cortes paralelos a la retina, sobre todo en aquellos casos en los que se forma un bloque espeso por efecto del enrollamiento, se observa en la parte más externa de la capa de los granos internos —es decir, debajo de la capa plexiforme— un gran número de cilindro-ejes espesos, horizontales, que cruzan en todas las direcciones. Estas fibras en ocasiones se dicotomizan y sus ramas se vuelven cada vez más externas, a medida que se acercan a su

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terminación. Desde el momento en que estas prolongaciones o sus ramificaciones alcanzan la parte profunda de la zona plexiforme externa (segundo piso), crecen notablemente, se vuelven muy varicosas y se resuelven finalmente en una arborización aplanada, con ramas tortuosas, moniliformes y divergentes que recorren una extensión verdaderamente enorme de la zona mencionada, Fig. 7, PL. VI. Del borde de las ramas secundarias y terciarias parten espinas ascendentes que penetran en las esférulas de los bastones, es decir, en el piso externo de la capa plexiforme, y terminan a través de un abultamiento redondeado. Cuando la impregnación de la retina es muy completa, los cortes horizontales muestran la zona inferior de la capa plexiforme literalmente ocupada por una cantidad extraordinaria de estas arborizaciones, que se mezclan con las expansiones protoplásmicas de las células horizontales externas y constituyen un entramado de una complejidad asombrosa. En los cortes perpendiculares, las ramas primarias y secundarias de las arborizaciones que se observan no se pueden seguir fácilmente. Pero, por el contrario, se observan muy claramente las espinas ascendentes destinadas al piso de los botones ópticos, Fig. 10, PL. VI. Los espacios estrechos limitados por las ramas secundarias y terciarias aparecen de forma poligonal, y parecen ocupados por los pies de los conos, Fig. 8, PL. VI. b) Fibras que forman arborizaciones poco extendidas. Además de las fibras espesas, que constituyen arborizaciones de enorme extensión, se encuentran otras arborizaciones más delgadas, que presentan la misma situación y la misma dirección, y cuya arborización terminal es también más restringida, aunque mostrando la misma disposición que acabamos de exponer, Fig. 8, PL. VI. Estos dos tipos de arborizaciones aplanadas se dan en todos los mamíferos (buey, perro, gato, conejo, etc.), pero su

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extensión nos ha parecido estar en proporción con el tamaño de la retina. Así, en el conejo joven (quince días de edad) se muestran restringidas y con un aspecto muy varicoso, Fig. 9, PL. VI; mientras que en el buey se reparten en una región notablemente extensa, Fig. 7, PL. VI. ¿De dónde vienen estas fibras arborizadas? Pensamos que no son otra cosa que los cilindro-ejes de las grandes células horizontales internas (células exentas de prolongaciones descendentes y células provistas de estas prolongaciones). Las fibras relativamente delgadas representan probablemente los cilindro-ejes de los corpúsculos horizontales de pequeño tamaño; mientras que las fibras más espesas serían la continuación de las prolongaciones nerviosas de células horizontales internas más voluminosas. Las razones que nos han conducido a esta conclusión son las siguientes: 1.º En un caso hemos llegado a ver la continuidad entre las susodichas prolongaciones libres y el cilindro-eje de una célula horizontal interna, desprovista de prolongaciones descendentes, Fig. 5B., PL. VII. 2.º Las fibras arborizadas jamás descienden por debajo de la capa de las células horizontales; este hecho negativo tiene cierta importancia, pues lo hemos constatado en algunos cortes, donde los cilindro-ejes se muestran muy bien coloreados. No podemos, pues, admitir la opinión de Dogiel, quien afirma que los cilindro-ejes de las células horizontales internas, tras un curso horizontal, descienden verticalmente para convertirse en fibras de la capa del nervio óptico. Por otra parte, el azul de metileno aporta a este punto de vista resultados idénticos a los que ofrece el cromato de plata; no muestra nunca un cambio de plano de las fibras arborizadas, aunque permite seguirlas durante una gran extensión. Conviene aclarar que el azul de metileno colorea muy a menudo las ramas principales de la arborización, pero no tiene la

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capacidad de revelar las ramillas secundarias y terciarias tan características. 3.º El espesor de los cilindro-ejes de las células horizontales internas es aproximadamente igual que el de las grandes fibras arborizadas; se puede decir lo mismo de la posición y de la dirección de estas dos clases de fibras. 4.º Por último, la continuidad de estas fibras arborizadas con las células voluminosas horizontales se observa a menudo en aves y reptiles. c) Fibras finas provenientes de la capa plexiforme interna. Algunas veces se observa, en las preparaciones tratadas por el procedimiento de la doble impregnación, algunas fibras delicadas que parten de la capa plexiforme interna y ascienden verticalmente hasta la zona plexiforme externa, donde se resuelven en una ramificación con ramas muy varicosas y horizontales, Fig. 2i., PL. V. Estas singulares fibras terminales se encuentran también en los batracios y en los teleósteos. Se puede constatar en algunos casos que estos filamentos toman, a nivel de la capa plexiforme interna, un curso horizontal, circunstancia que impide seguirlos enteramente y determinar su origen. Antes de abandonar la zona de las células horizontales, debemos mencionar ciertos elementos señalados en la comadreja por Elia Baquis112 bajo el nombre de cellule piramidali comunicati. Son células voluminosas, piramidales, con base superior y pico inferior que alcanza la zona plexiforme interna. De su cara superior, parten expansiones muy numerosas que viajan a la capa plexiforme externa, mientras que el pico se prolonga en un grueso tallo que se resuelve en un penacho de fibras terminales, que se pierden a nivel del primer piso de la zona plexiforme interna. Al no haber encontrado estos singulares elementos en las numerosas especies 112. Elia Baquis: La retina della faina. Anatomischer Anzeiger, n.º 13 y 14, 1890.

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de mamíferos que han sido objeto de nuestras investigaciones, creemos que se trata de una modificación morfológica de alguno de los elementos descritos por Tartuferi, por Dogiel o por nosotros. Podría ser que dichas células piramidales fueran, sencillamente, células horizontales internas, con prolongación descendente, grandes células superficiales de Tartuferi en las que el cilindro-eje horizontal no se habría impregnado por cualquier razón; puede ser que estas células se muestren en la comadreja un poco modificadas en su forma y en la disposición del penacho descendente. CAPA DE LAS CÉLULAS BIPOLARES

Células bipolares en general. En este punto, nuestras investigaciones confirman completamente las de Tartuferi y Dogiel, sobre todo en lo que respecta a la morfología general de estos corpúsculos. Las bipolares de los mamíferos tienen un cuerpo más voluminoso y más irregular que el de las bipolares de los vertebrados inferiores y poseen también dos expansiones: una ascendente y otra descendente. La expansión ascendente —a menudo múltiple— es muy espesa y constituye, a nivel de la zona plexiforme externa, una arborización muy abundante. La expansión descendente desciende casi en línea recta, atraviesa la capa de las células amacrinas, y termina a través de una arborización corta y muy varicosa en los distintos niveles de la zona plexiforme interna. Tanto en el penacho superior como en el inferior, las últimas ramillas acaban siempre, como en los otros vertebrados, en terminaciones más o menos engrosadas y perfectamente libres. Este hecho es tan fácil de constatar, sobre todo en el penacho inferior de las bipolares, que no podemos entender —si no es por la mala influencia de los prejuicios de

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escuela— cómo dos observadores tan sagaces como Tartuferi y Dogiel han podido describir redes anastomóticas entre los penachos provenientes de corpúsculos vecinos. Entre las fibras de la ramificación superior, Dogiel señala una que tiene todas las propiedades de la maza de Landolt. Por nuestra parte, no hemos tenido la buena fortuna de observar algo parecido en nuestras preparaciones, aunque en estos últimos meses hayamos empleado muy asiduamente el azul de metileno en la retina de perro, de oveja y de buey. En cuanto al método de Golgi —igualmente aplicado con la modificación ya mencionada de la doble o triple impregnación— no llegó jamás a colorear una fibra así, circunstancia tanto más extraña habida cuenta de que el cromato de plata impregna constantemente la maza de Landolt de los batracios, de los reptiles y de los pájaros. Variedades de células bipolares. Cuando se comparan muy atentamente las células bipolares de los mamíferos, se descubre muy pronto diferencias en la altura y forma del penacho ascendente. Estas diferencias, unidas a otros caracteres de orden fisiológico que distinguen muy probablemente las bipolares, permiten ordenar estos elementos de tres tipos: 1.º células bipolares con penacho vertical o destinados a bastones; 2.º células bipolares con penacho plano o destinado a conos; 3.º células bipolares gigantes o con penacho externo muy extendido. 1.º Células bipolares con penacho ascendente. Estas son las únicas bipolares descritas por Tartuferi en las que, a juzgar por sus dibujos, se observan siempre ramillas del penacho superior dirigirse hacia arriba, adelgazándose regularmente. Esto las distingue con facilidad del resto, ya que estas células se colorean muy fácilmente y muy a menudo por el método de Golgi. Por el contrario, parece que Dogiel no ha tenido éxito en colorear más que las bipolares destinadas a conos, porque todas las células de este tipo que él dibuja tienen un penacho superior, horizontal y muy pobre en fibras terminales.

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La denominación que este sabio aplica a las expansiones que se dirigen a la capa plexiforme externa (horizontale Fortsätze) viene a apoyar esta opinión. Por esto, admitimos que el azul de metileno, al igual que el cromato de plata, colorea preferentemente una de las variedades de bipolares: muestra casi exclusivamente las células bipolares con penacho horizontal o destinadas a conos. Las bipolares con penacho ascendente o destinado a bastones, Fig. 2, PL. V, son robustas, de cuerpos ovoides o semi-lunares. Sus ramas ascendentes de número variable se dividen formando un ángulo agudo algo redondeado, y las ramillas que resultan continúan a su vez dividiéndose y se dirigen hacia el piso superior de la zona plexiforme externa, donde terminan libremente a diversas alturas a través de una extremidad puntiaguda, superada a veces por una varicosidad extremadamente delicada. Los ángulos trazados por las dicotomías de las ramas secundarias y terciarias son, normalmente, redondeados, y los espacios restantes entre las fibrillas ascendentes coinciden completamente en dimensión y en forma con los de la esférula terminal de la fibra de los bastones. Como ya hemos señalado anteriormente, estos espacios sirven para alojar estas esférulas, estableciendo una articulación nerviosa, en virtud de la cual una célula bipolar puede recibir la actividad de varios bastones. Por lo demás, esta interconexión se observa directamente en algunas preparaciones, donde el cromato de plata se deposita de una manera simultánea en los dos factores de la articulación nerviosa, Fig. 2c., PL. V y Fig. 4a., PL. V. La fibra descendente es muy larga, atraviesa todo el espesor de la capa plexiforme interna; sobre la parte superior de las células ganglionares, Fig. 2n., PL. V, se descompone en una arborización corta, con ramas gruesas, moniliformes, terminada por una eminencia redondeada u ovalada. Algunas

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veces, nos ha parecido que la arborización final se extiende en alguno de los otros pisos de la zona plexiforme interna; a veces, por último, se observan arborizaciones tan simples que consisten exclusivamente en una bifurcación de ramas cortas divergentes con extremos abultados. Las dimensiones relativas del penacho ascendente son muy variables. Desde este punto de vista, las bipolares destinadas a bastones pueden clasificarse en gigantes y pequeñas, aunque existen transiciones entre estas dos variedades. Las más voluminosas tienen un penacho superior tan rico en ramillas ascendentes que se relaciona con quince o veinte esférulas de bastón, mientras que las más pequeñas, Fig. 2d., PL. V, cuentan con un número muy restringido de filamentos ascendentes y, por consecuencia, no contactan con más de tres o cuatro esférulas. 2.º Bipolares con penacho horizontal o destinado a conos. Se asientan en todos los rangos de la capa de bipolares, aunque abundan sobre todo en la proximidad de las células amacrinas. El penacho superior alcanza el piso profundo de la capa plexiforme externa, y se dispersa horizontalmente en una extensión mucho más considerable que la de las bipolares destinadas a los bastones, Fig. 2e., PL. V y Fig. 4b, c, d, e., PL. V. Las últimas ramillas, finas y largas, no muestran nunca espinas ascendentes, y terminan libremente después de haberse entrecruzado con las ramas de las células bipolares vecinas. El plexo así formado, en el que las ramillas se extienden horizontalmente debajo de los pies de los conos, se pone en contacto muy probablemente con la base y las fibrillas terminales de estos últimos, dado que las fibrillas de las células bipolares mencionadas no alcanzan nunca el piso superior de la zona plexiforme externa donde se terminan las esférulas de los bastones y éstas no descienden, salvo excepciones, hasta el segundo piso —la región de los pies de los conos—.

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Así pues, existen en los mamíferos, igual que en los teleósteos, dos vías distintas, una para cada tipo de estímulo lumínico: una gobernada por los conos y otra por los bastones. Sin embargo, no creemos que las vías estén completamente aisladas; admitimos sobre todo que un tipo de estímulos luminosos es predominante en cada una de ellas, a menos que lleguemos a demostrar, lo que es actualmente imposible, que las raras esférulas de los bastones —que descienden hasta el segundo piso de la zona plexiforme externa— no tocan los penachos de las bipolares destinadas a conos, sino solamente las ramas primarias del penacho de las bipolares destinadas a bastones, que están situadas profundamente.113 La prolongación inferior desciende hasta la zona plexiforme interna, y engendra una arborización aplanada sumamente varicosa, a menudo más fina que la de las bipolares de penacho ascendente, Fig. 4, PL. V. Estas ramificaciones terminales se disponen en cinco niveles o plexos superpuestos, en los que la posición coincide con la de los pisos de la capa ya mencionada. Las arborizaciones correspondientes al quinto piso pueden tocar así la cara superior del cuerpo de ciertas células ganglionares, aunque este hecho es muy raro. A veces, además de la arborización terminal, se observa alguna ramilla colateral que se ramifica en un piso más externo; sin embargo, esta disposición es excepcional, contrariamente a lo que pasa en los batracios, los reptiles y las aves, en los que constituye la regla general. El hecho de que los penachos descendentes de las bipolares se asienten, en los mamíferos, en diversos planos de la zona plexiforme interna ya ha sido señalado por Dogiel en la retina del hombre. Pero, para que este hecho tenga 113. Ahora estoy de acuerdo con esta última opinión porque estoy convencido de que las esférulas de los bastones entran en contacto con las hendiduras, a veces muy profundas, de las bipolares destinadas a estos elementos receptores (nota a la edición de 1934).

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alguna significación, hace falta relacionarlo con otro hecho que nuestras investigaciones han revelado en las cinco clases de vertebrados, a saber: que cada uno de los pisos de la capa plexiforme interna es el punto exclusivo de ramificación de un corpúsculo ganglionar monoestratificado. Por tanto, estas células podrían recibir las corrientes traídas por las bipolares destinadas a conos y transmitirlas perfectamente individualizadas hasta los centros ópticos. Una relación parecida se podría establecer, en diferentes lugares de los mismos pisos, entre las arborizaciones de las bipolares destinadas a los bastones y otras células ganglionares monoestratificadas. Se comprende fácilmente que, si se admite la hipótesis de Tartuferi y de Dogiel sobre la existencia de redes continuas al nivel de diversos pisos de la zona plexiforme, la transmisión individual de diversos elementos que forman la imagen retiniana (puntos, líneas o superficies diferentemente coloreadas o aclaradas) queda gravemente comprometida y sin explicación satisfactoria. Células bipolares gigantes. Aunque estos elementos pudieran entrar en la categoría de bipolares destinadas a conos, preferimos proceder con su descripción aparte. Se trata de células cónicas o piramidales, voluminosas, situadas inmediatamente debajo de la capa plexiforme externa, Fig. 22f., PL. V y Fig. 4g., PL. V. De su parte superior brota un gran número de prolongaciones divergentes, que se ramifican abundantemente y se esparcen horizontalmente sobre una extensión considerable. El plexo constituido por estas ramificaciones parece asentarse en el segundo piso de la zona plexiforme. Normalmente, como se observa en la Fig. 22f., PL. V, la arborización es exclusivamente horizontal y parece ponerse en contacto preferentemente con los pies de los conos; pero, en ciertos casos, Fig. 44f, g., PL. V, se observan también espinas ascendentes que parecen llegar al primer piso, al nivel de las esférulas de los bastones.

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La prolongación descendente se comporta igual que la de las demás bipolares, es decir, se descompone al nivel de la zona plexiforme interna en una ramificación aplanada, muy varicosa y tortuosa. Hasta ahora, todas estas arborizaciones nos han parecido terminar en el quinto piso de la capa plexiforme interna, aunque la célula representada en la Fig. 44f., PL. V, emite una rama en el tercer piso. Las células bipolares gigantes no parecen haber sido impregnadas ni por Tartuferi, ni por Dogiel. Sin embargo, en unos dibujos de este autor encontramos una célula que él considera, como se describe en el texto, un elemento estrellado (nuestras células horizontales internas), cuyas propiedades se aproximan notablemente a las de las bipolares gigantes, pues tiene un penacho descendente pequeño y varicoso. CAPA DE LAS CÉLULAS AMACRINAS

Tartuferi, en su trabajo tantas veces citado, señala la existencia de algunas variedades de células amacrinas o de espongioblastos. 1.º Espongioblastos provistos de una prolongación corta y relativamente gruesa que, dividiéndose y subdividiéndose en numerosas ocasiones, llena de sus ramificaciones una gran parte de la zona plexiforme interna. Es probable, sobre todo según los dibujos de Tartuferi, que estos elementos pertenezcan a aquellos que, en la retina de aves, hemos llamado espongioblastos neurogliformes (nuestras amacrinas difusas). 2.º Espongioblastos provistos de un tallo que desciende al principio indiviso y, después, se divide en ramillas horizontales muy poco numerosas. Estas células corresponden sin duda a nuestros espongioblastos piriformes de tallo recto, que se descomponen en una arborización horizontal. Estas son las células amacrinas más abundantes. 3.º Espongioblastos voluminosos, en forma de mitra, en los que los cuerpos

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se prolongan en dos o en un mayor número de expansiones que se propagan en la parte externa de la zona plexiforme interna. Estos son probablemente los espongioblastos que se arborizan al nivel del primer piso. Estas variedades de células amacrinas establecidas por Tartuferi se basan en caracteres morfológicos, pero estos tienen poco valor en presencia de otros caracteres, por ejemplo: la modalidad de la arborización final y el piso de la zona plexiforme donde esta última se desarrolla. Es a la posición de la arborización terminal a lo que esta subordinada la morfología del cuerpo celular; así, las células amacrinas del primer piso, al no tener necesidad de un tallo descendente, son multipolares y más o menos aplanadas, mientras que las del cuarto y quinto piso —aparte de algunas excepciones sin importancia— tienen todas un tallo vertical, recto, arborizado solamente al nivel del plexo a cuya formación contribuyen. El hecho muy importante de que las células amacrinas piriformes constituyen plexos concéntricos superpuestos que coinciden con los de las células ganglionares y con los penachos de bipolares, ha sido establecido por primera vez por nosotros en la retina de las aves. No habíamos observado al principio más que dos plexos o pisos fibrilares en la zona plexiforme interna, pero, como consecuencia de investigaciones posteriores en la retina de batracios y de reptiles114 hemos llegado a distinguir tres o cuatro. Estos pisos están principalmente formados por la unión de penachos de células amacrinas piriformes de tallo descendente recto y largo junto con las arborizaciones aplanadas de células ganglionares y los penachos inferiores de corpúsculos bipolares. En nuestro trabajo posterior sobre la retina de mamíferos115 114. CAJAL: «Pequeñas contribuciones», etc. «III. La retina de los batracios y reptiles», 1891. 115. CAJAL: «Notas preventivas sobre la retina y gran simpático de los mamíferos», 1891.

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hemos constatado una disposición similar, aunque las capas formadas por los penachos horizontales de las amacrinas piriformes estén bastante menos separadas que en los vertebrados inferiores. Finalmente, Dogiel116 en un trabajo que se ha publicado casi al mismo tiempo que nuestro estudio sobre la retina de mamíferos, ha descrito en la retina humana dos especies de espongioblastos: los espongioblastos nerviosos y los espongioblastos que están desprovistos de cilindro-eje (nuestras células amacrinas). Entre los espongioblastos no nerviosos remarcamos —no sin alguna sorpresa— que Dogiel no describe más que aquellos que nosotros llamamos difusos o no estratificados, salvo algunos elementos pertenecientes a las células estratificadas del primer piso. Toda la larga y admirable serie de espongioblastos estratificados de tallo recto, que constituyen plexos concéntricos, no está presente en el trabajo del sabio ruso. No obstante, esto es comprensible, pues el azul de metileno —exclusivamente empleado por este autor— no colorea casi ninguna de las amacrinas estratificadas, e impregna preferentemente las amacrinas difusas. Esto es lo que se puede constatar en nuestra Fig. 8, PL. VII, donde hemos representado las células amacrinas que se muestran en nuestras preparaciones elaboradas por el método de Ehrlich-Dogiel. Además de los espongioblastos citados, Dogiel distingue otros que tendrían la particularidad siguiente: las ramillas divergentes que parten de la cara inferior del cuerpo celular formarían un plexo muy rico que abarca una gran parte de la capa plexiforme interna; y es por la convergencia de algunas fibrillas de este plexo por lo que nacen ciertos cilindroejes que se transforman posteriormente en fibras de la capa del nervio óptico. En lo que a nosotros respecta, no hemos 116. DOGIEL: Arch. f. mik. Anat., Bd. XXXVIII.

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constatado jamás una particularidad igual en la retina de ningún animal; estamos convencidos de que Dogiel ha sido inducido a esta extraña interpretación por la falta de nitidez de las imágenes proporcionadas por el azul de metileno relativo a la terminación las más finas expansiones celulares. Por lo demás, si este modo de terminación de las fibras nerviosas fuese real, constituiría un hecho aislado en la Ciencia, dado que, incluso en los invertebrados —donde habíamos sostenido con la mayor apariencia de razón una opinión similar— las investigaciones de Retzius117 y de Von Lenhossek118 han mostrado que el cilindro-eje representa siempre la prolongación de una sola expansión celular. En cuanto a los espongioblastos nerviosos, es decir aquellos que emiten un cilindro-eje que se continúa con una fibra del nervio óptico, estos se comportarían en El Hombre, (según Dogiel) de una manera particular. Las expansiones protoplásmicas de estos elementos, después de ramificarse varias veces, constituirían un plexo horizontal unas veces en el tercio externo, otras veces en el mediano, otras veces en el interno de la zona plexiforme interna. Habría, por consiguiente, tres especies de células nerviosas en la capa de las células amacrinas según el piso de la zona plexiforme donde extienden sus arborizaciones protoplásmicas. Examinando atentamente los dibujos de Dogiel nos convencemos de que, muy probablemente, este autor se ha equivocado al describir como células nerviosas algunos espongioblastos no nerviosos del tercero, cuarto o quinto piso. Para convencerse de la extrema facilidad con la que se puede cometer grandes errores sirviéndose del azul de metileno, no hay más que comparar la célula de la Fig. 7C de 117. G. RETZIUS: «Zur Kenntnis des Nervensystems der Crustaceen», Biologische Untersuchungen. Neue Folge, I, 1890. 118. VON LENHOSSECK: «Ursprung, Verlauf und Endigung der sensibeln Nervenfasern beim Lumbricus», Arch. F. mik. Anat., Bd. 39, 1892.

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nuestra PL. V, con la célula de la Fig. 13C., PL. XXII, del trabajo de Dogiel. Estas dos figuras reproducen evidentemente la misma especie de espongioblasto, pero mientras que según Dogiel se observan apenas algunas expansiones, nuestro dibujo muestra más. Una de ellas —la que desciende hasta la vecindad de las células ganglionares— podría considerarse, en caso de impregnación incompleta, un cilindroeje. Afortunadamente, el cromato de plata, a diferencia del azul de metileno, ha coloreado no solo esta prolongación descendente de aspecto nervioso, sino también las fibrillas extraordinariamente delicadas de su penacho terminal, que se extiende hasta el quinto piso. Comparando la mayoría de los espongioblastos que Dogiel ha coloreado con azul de metileno con los que nosotros hemos impregnado con cromato de plata, llegaríamos a la misma conclusión: el cromato de plata revela unas arborizaciones terminales muy bellas y de gran extensión, mientras que el azul de metileno no aporta más que unas ramificaciones pobres y muy difíciles de estudiar, sobre todo en lo que concierne a sus terminaciones. Las consideraciones que acabamos de hacer concernientes a la existencia de tres especies de espongioblastos nerviosos, señalados por Dogiel en El Hombre, están tanto más justificadas si se tiene en cuenta que, a pesar de nuestras numerosas preparaciones de la retina de mamíferos, realizadas durante más de un año de trabajo continuo, no hemos conseguido jamás impregnar el cilindro-eje de estos elementos, incluso si el cuerpo celular y las expansiones protoplásmicas se presentan igualmente bien delimitadas por los dos métodos de investigación. Los espongioblastos de forma no mitral (espongioblastos del primer tercio de la capa plexiforme de Dogiel) están completamente ausentes en nuestras últimas investigaciones, por lo que también comenzamos a dudar de su existencia en los mamíferos. Así pues, si nosotros mismos los hemos mencionado en algún otro trabajo, era en

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una época en la que no habíamos estudiado todavía suficientemente ciertas células amacrinas del quinto piso, Fig. 7C., PL. V, Fig. 8d., PL. VII. En las preparaciones incompletamente coloreadas, estas últimas son muy parecidas a las células verdaderamente provistas de una expansión funcional, que se encuentran en la retina de las aves, de los reptiles y de los batracios. En el supuesto de que en los mamíferos no existiesen los espongioblastos nerviosos, se podría conjeturar que esas células se han desplazado de su lugar natural para trasladarse hacia la capa de las células ganglionares donde es posible que se representen por ciertas células ganglionares gigantes y piriformes que se arborizan en el primer piso. Hay una circunstancia que avala esta opinión: estos últimos corpúsculos abundan en los mamíferos, mientras que en los reptiles y las aves, donde los espongioblastos nerviosos existen, son mucho más raros. Por lo demás, el desplazamiento de ciertas células no es un hecho aislado. Recordemos, por ejemplo, las bipolares desplazadas de los reptiles y de los batracios, que no se encuentran ni en las aves ni en los teleósteos. Desde el punto de vista fisiológico, estos cambios de lugar de las células retinianas no tienen ninguna importancia, siempre que, como ocurre en los ejemplos citados, la situación de la expansión protoplásmica y el destino de las prolongaciones funcionales se mantengan constantes. Así, en las bipolares desplazadas, los dos órganos de conexión (expansiones destinadas a la capa plexiforme externa y el penacho inferior) mantienen su posición normal; y en las células ganglionares desplazadas (espongioblastos nerviosos) las relaciones del penacho protoplásmico no han sufrido cambio; en efecto, el mismo se extiende siempre, sea cual sea el asiento del cuerpo celular, en el primer piso de la zona plexiforme interna.

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En la interpretación de la naturaleza de las células nerviosas, se deben preferir siempre las características que se refieren a la situación y a las conexiones de las expansiones protoplásmicas y nerviosas; esto lo podemos enunciar como regla general, como un criterium que se puede aplicar ventajosamente a las otras partes del sistema nervioso. Células amacrinas en particular. En general, estos elementos reproducen las amacrinas de otros vertebrados en todos sus detalles: forma, número, posición, disposición de las arborizaciones terminales, etc. Solamente las fibrillas de los penachos radiantes, así como las células de arborizaciones onduladas, no llegan en los mamíferos a la longitud extraordinaria que presentan en los batracios, los reptiles y las aves. Los pisos de la capa plexiforme interna donde se extienden las arborizaciones son también cinco. Sin embargo, son más difíciles de determinar que en los otros vertebrados debido al espesor relativamente considerable y a la planimetría imperfecta de muchas arborizaciones de células ganglionares y amacrinas. Lo que contribuye también a hacer los pisos menos distintos es la ausencia frecuente de aplanamiento de los penachos inferiores de las bipolares. Células amacrinas difusas. Existen dos variedades: las pequeñas y las grandes. a) Las pequeñas amacrinas tienen un cuerpo ovalado o piriforme, se prolongan en un tallo descendente, grueso, que no tarda en descomponerse en una arborización de ramas oblicuas, muy varicosas, que terminan en los dos tercios inferiores de la capa plexiforme interna, Fig. 8D., PL. V. b) Las grandes amacrinas tienen un cuerpo triangular, semilunar o mitral. De su cara interna brotan dos o tres expansiones oblicuamente descendentes que, dividiéndose varias veces y volviéndose muy varicosas, llenan de ramas terminales casi toda la capa plexiforme. Sin embargo, estos ramajes, que acaban en extremos abultados, parecen

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acumularse preferentemente en el quinto piso, por encima mismo de las células ganglionares, Fig. 2h., PL. V. Estos elementos se colorean muy fácilmente con azul de metileno, Fig. 8 8f., PL. VII. Muy a menudo, lo hacen de una manera exclusiva; se observa entonces que sus ramillas descendentes constituyen, en todo el espesor del quinto piso, una zona continua y muy granulosa, Fig. 8g., PL. VII. Células amacrinas estratificadas del primer piso. Tienen, como las células de las aves, forma semilunar o cuboide y un volumen muy variable. De su cara inferior emergen algunas ramas divergentes que se ramifican en una extensión muy considerable de la parte más externa de la zona plexiforme, Fig. 7A., PL. V. Junto con esta variedad, se encuentra otra más rara, caracterizada por el número extraordinario y por la delicadeza extrema de sus expansiones divergentes. Estas últimas se dividen solamente en la proximidad del cuerpo celular; después recorren una gran extensión del primer y el segundo piso y terminan libremente, Fig. 8A., PL. V. Células amacrinas del segundo piso. Hemos reconocido tres tipos: 1.º Células voluminosas, piriformes, provistas de un tallo grueso que se descompone, a nivel del segundo piso, en tres o cuatro ramas horizontales robustas y de gran longitud, Fig. 7B., PL. V. 2.º Pequeñas células piriformes, en las que el tallo descendente forma una magnífica radiación horizontal de hilos rectos, delgados, varicosos, parecidos a fibrillas nerviosas, Fig. 8C., PL. V. Se trata de una amacrina de penacho radiante como las que hemos descrito previamente en los vertebrados inferiores. 3.º Células gigantes, semilunares, caracterizadas por que presentan dos tallos opuestos que se pierden y se ramifican en el segundo piso, Fig. 12c., PL. VI. Este elemento se colorea a menudo por el azul de metileno. Células amacrinas del tercer piso. Se observan los mismos tipos que en las aves y los reptiles: 1.º Células gigantes provistas

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de expansiones horizontales espesas y poco numerosas, que parten de un tallo vertical muy robusto, Fig. 8B., PL. V. Estas ramas terminales son mucho más cortas que las de los reptiles y terminan libremente por medio de una gruesa varicosidad. 2.º Células piriformes, de pequeña dimensión, en las que el tallo vertical constituye una bella estrella con hilos finos y muy largos, Fig. 7D., PL. V. 3.º Células de pequeño tamaño, igualmente piriformes, en las que la prolongación descendente se resuelve en una arborización tortuosa, muy varicosa y de pequeña extensión, Fig. 8F., PL. V y Fig. 9B, C., PL. V. Células amacrinas del cuarto piso. Se distinguen entre ellas tres tipos diferentes: 1.º Un tipo con penacho radiante aplanado, formado de fibrillas muy delicadas y largas, Fig. 8E., PL. V. 2.º Un tipo igualmente piriforme en el que la arborización terminal es corta, varicosa y muy apretada, Fig. 7G., PL. V. 3.º Un tipo gigante, parecido al del tercer piso, en el que las ramas terminales de recorrido horizontal son robustas y gruesas. A veces no se encuentran más que dos brazos discurriendo en direcciones opuestas, Fig. 12 d., PL. VI. Células amacrinas del quinto piso. Entre estas también se pueden reconocer diferentes tipos: 1.º Un tipo voluminoso y piriforme en el que el tallo vertical se divide inicialmente en varias ramas gruesas que se convierten en horizontales justo encima de las células ganglionares y constituyen una ramificación flexuosa y muy varicosa, Fig. 7E., PL. V. 2.º Un tipo voluminoso, semilunar o tetragonal, en el que los lados y la cara inferior emiten ramas finas en las que las múltiples ramificaciones descienden hasta la parte inferior del quinto piso; allí constituyen un plexo fino, estrecho y muy extenso. El descenso de las fibras tiene lugar tanto directamente como de una manera tan oblicua que atraviesan una gran extensión de la zona plexiforme interna. Finalmente, algunas de las expansiones que nacen del contorno celular parecen ramificarse en el primer piso, Fig. 7C., PL. V, característica

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que podría también hacer considerar estos elementos como amacrinas biestratificadas. Por lo demás, tienen asimismo la propiedad de colorearse muy intensamente por el azul de metileno; sin embargo, la riqueza extraordinaria y el recorrido de las fibrillas más finas solo se muestra con una nitidez completa en las preparaciones con cromato de plata. Células especiales con cilindro-eje ascendente. Entre las células amacrinas, hemos observado en la retina del perro, Fig. 2g., PL. V, dos elementos que difieren notablemente de los de la capa de los granos internos. Tienen un cuerpo triangular u ovoide; su cara inferior da origen a algunas expansiones descendentes de apariencia protoplásmica que se pierden en la mitad superior de la zona plexiforme interna; de su cara superior surge una prolongación fina que tiene las propiedades de un cilindro-eje y que sube tanto directamente, como trazando un ángulo, hasta la zona plexiforme externa, y termina en una arborización libre, varicosa y muy corta. Habida cuenta de que no hemos logrado observar más que dos células de esta naturaleza en centenares de preparaciones, debemos abstenernos aún de pronunciarnos sobre su significado. Células amacrinas intersticiales o de la capa plexiforme interna. Según los trabajos de Dogiel, se conocen células ganglionares y elementos bipolares desplazados, es decir, que se asientan en lugares diferentes de los ocupados por la mayoría de los corpúsculos de la misma naturaleza. En la retina de mamíferos se encuentran también amacrinas desplazadas, dispersas aquí y allá en diversos pisos de la zona plexiforme interna, Fig. 4i, j, m., PL. V. Pero si el cuerpo celular ha cambiado de lugar, las ramas terminales, fieles a la ley que rige la disposición de las células amacrinas, se ramifican y se extienden en plexos horizontales. La existencia de células en el espesor de la zona plexiforme interna ha sido señalada por algunos autores,

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particularmente por Nagel119 y H. Müller120 Más recientemente Borysiekiewicz121 ha mencionado la presencia de estos elementos en los carnívoros. Las describe como células nerviosas con expansiones protoplásmicas que se pueden clasificar según dos tipos: las grandes y las pequeñas. Las células de este género que hemos encontrado en la retina del buey son corpúsculos fusiformes y triangulares en los que la dirección predominante es más o menos paralela a la de la retina. Sus expansiones tienen el aspecto de las de las amacrinas estratificadas, se ramifican varias veces y se extienden horizontalmente abarcando una gran área. A menudo, tras algunas dicotomías, las ramillas cambian de plexo o de piso de manera que cada célula puede llevar ramas terminales a dos o tres pisos retinianos. Las últimas ramillas son muy delicadas y terminan libremente. La ubicación de las amacrinas desplazadas es muy variable. Sin embargo, la mayoría de las que se mostraron en nuestras preparaciones residían en el segundo piso, donde se localizan casi todas sus expansiones. Otras veces se asientan a nivel del tercer o incluso cuarto piso, Fig. 44j, m., PL. V. Además de estas amacrinas horizontales, se encuentran a veces otras de forma triangular o irregular en las que las prolongaciones discurren en direcciones muy variables. Por ejemplo, la célula representada en la Fig. 12k., PL. VI, ofrecía dos especies de expansiones: expansiones ascendentes, que iban a arborizarse en el segundo y primer piso, y expansiones descendentes, más numerosas, que se dividían sucesivamente constituyendo un plexo varicoso y complicado en el quinto piso. Se trata, por tanto, de una célula amacrina biestratificada. Es probable que nuevos ensayos de impregnación revelen otros elementos de este tipo, pero asentados en otros pisos. Puede ser que se encuentre también, como en los reptiles, 119. NAGEL: Graefe Arch., Bd. VI, p. 218. 120. H. MÜLLER: Zeitschr. F. Wissensch. Zool., Bd. VIII, 1857. 121. BORYSIEKIEWICZ: Loc. cit.

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alguna célula ganglionar desplazada. Este punto requiere todavía nuevas investigaciones. CAPA DE LAS CÉLULAS GANGLIONARES

Células monoestratificadas del primer piso. Se encuentran tres variedades principales: 1.º El tipo gigante. Está representado por células multipolares o bipolares, de forma ovoide o semilunar, en las que la cara superior emite brazos ascendentes muy robustos que, una vez en el primer piso o en el intervalo de los dos primeros pisos, constituyen una magnífica arborización terminal aplanada, con ramas gruesas, muy ramificadas y tortuosas, Fig. 9a., PL. V. 2.º El tipo pequeño. Está formado por células ovoides, provistas de una larga prolongación ascendente que al nivel del primer piso se divide en una arborización delicada, ondulada y horizontal. A veces, en lugar de una expansión ascendente se observan dos, o incluso más, que se pierden en el primer piso después de haberse ramificado varias veces, Fig. 7c., PL. V. 3.º El tipo mediano. Lo hemos observado principalmente en el perro, Fig. 99f., PL. V y Fig. 8 8f., PL. V. Es un elemento en forma de pera, con tallo ascendente voluminoso que aporta al primer piso y a gran parte del segundo una arborización muy estrecha, varicosa y poco extensa. Encontramos a veces otros tipos celulares que podrían corresponder a las especies anteriores; se distinguen por una arborización muy libre y menos entrecruzada, Fig. 9h., PL. V. Células ganglionares del segundo piso. Acabamos de señalar que algunos elementos del primer piso extienden sus ramas hasta el segundo piso, pero este último contiene también arborizaciones especiales provenientes de algunas células que se pueden clasificar en dos variedades: a) Variedad pequeña. Son corpúsculos piriformes de tallo ascendente delicado que proporcionan al segundo piso una arborización delgada, de filamentos largos y finos, Fig. 8a.,

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PL. V y Fig. 12e., PL. VI. A veces la ramificación terminal se reduce a dos ramas horizontales que se orientan en sentido opuesto. b) Variedad gigante. Está formada por células semilunares u ovoides dotadas a menudo de brazos ascendentes múltiples y muy gruesos. Tras algunas divisiones de estos brazos, todas las ramas se acumulan al nivel del segundo piso, donde forman un plexo suelto y muy extenso. Las ramillas, muy espesas y flexuosas, terminan libremente, Fig. 9c, e., PL. V. El cilindro-eje, remarcablemente voluminoso, parte a menudo de una rama protoplásmica. En ciertos casos, las arborizaciones gigantes de estas células ganglionares no están exclusivamente circunscritas al segundo piso, pues invaden el tercero y una parte del primer piso, mezclándose con los plexos de estos últimos. Células ganglionares del tercer piso. 1.º Tipo gigante. Sus células son piriformes y poseen un volumen bastante considerable; su tallo ascendente es grueso, llega al nivel del tercer piso y constituye una arborización pobre, muy aplanada y con ramas muy robustas, Fig. 7e., PL. V. 2.º Tipo pequeño. En el perro hemos encontrado una célula multipolar pequeña en la que las prolongaciones ascendentes se resuelven a nivel del tercer piso y en una parte del cuarto mediante una arborización corta, extremadamente varicosa y muy apretada, Fig. 8g., PL. V. El cilindro-eje, que emana de una rama protoplásmica, desciende posteriormente para convertirse en una fibra de la capa del nervio óptico. Células ganglionares del cuarto piso. 1.º Tipo pequeño. Corresponde a las pequeñas células muy remarcables que hemos encontrado en los vertebrados inferiores, sobre todo en las aves y los reptiles. Sin embargo, en los mamíferos, la arborización horizontal es menos rica y menos restringida. En el buey hemos encontrado dos variedades ligeramente diferentes de esta especie: corpúsculos piriformes, de penacho muy fino y varicoso, Fig. 7a., PL. V; y

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células igualmente piriformes, pero con penacho más extendido y más laxo, Fig. 8e., PL. V. 2.º Tipo de tamaño mediano. Sobre todo en el perro, se encuentra un corpúsculo piriforme o multipolar relativamente voluminoso y en el que la arborización terminal, remarcablemente rica y estrecha, ocupa todo el cuarto piso y una buena parte del quinto, Fig. 9g, d., PL. V. Puede ser que esta variedad represente, sencillamente, una modificación del tipo pequeño. 3.º Tipo con arborización extensa. Hemos encontrado en el buey, Fig. 7d., PL. V, una célula bastante voluminosa, multipolar y provista de cuatro o cinco ramas ascendentes que formaban al nivel del cuarto piso un penacho de filamentos muy largos y en dirección horizontal. Células ganglionares de quinto piso. Se impregnan muy raramente. Hemos reconocido dos especies, y es probable que aumentando el número de ensayos de impregnación encontráramos muchas otras, pues este piso es muy espeso y muy rico en ramas protoplásmicas. Tipo grande, con ramas relativamente espesas, Fig. 8d., PL. V. Son células semi-lunares o mitrales en las que el contorno superior emite cuatro o seis prolongaciones horizontales ramificadas que recorren una gran extensión del quinto piso. Tipo pequeño, generalmente semilunar o cuboide. Se distingue del anterior en que su cara superior da origen a un número extraordinario de filamentos delicados, apenas ramificados y de una longitud enorme. Estas fibrillas, cuyo aspecto recuerda completamente al de las fibras nerviosas, rellenan todo el quinto piso y una buena parte del cuarto y del tercero, Fig. 9b., PL. V. Células ganglionares bi- y multiestratificadas. Igual que en las aves y los reptiles, en los mamíferos se encuentran algunos tipos de estos interesantes elementos. Los que hemos encontrado más a menudo son los siguientes:

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A. Células que se arborizan en el segundo y tercer piso. Se pueden establecer en este grupo dos tipos: el tipo gigante y el tipo pequeño. El tipo gigante es muy abundante. Corresponde exactamente a la variedad que se arboriza en dos o tres pisos tal como hemos descrito en el caso de las aves y los reptiles (véanse las Fig. 6C., PL. III y Fig. 1G., PL. V). El cuerpo es de forma semilunar o mitral. De su cara superior parten dos, tres, o un mayor número de prolongaciones robustas que cambian bruscamente de dirección para propagarse en el cuarto piso, donde forman un primer plexo con gruesas fibras. De las ramas espesas de este plexo horizontal nacen, en ángulo recto, un gran número de fibrillas ascendentes que, con las ramificaciones terminales de aquéllas, constituyen en el segundo piso otro plexo de fibras notablemente varicosas y estrechas, Fig. 77f., PL. V. En los reptiles y las aves, estos elementos ganglionares dan origen a un tercer sistema de ramificaciones que se extienden en el tercer piso, Fig. 6C., PL. III; en los mamíferos falta este plexo intermedio. El tipo pequeño es muy parecido al anterior, solamente las ramas que forman los dos plexos horizontales son mucho más delgadas y muy abundantes, Fig. 8i., PL. V. B. Células ganglionares en tres pisos. No hemos encontrado más que una célula de esta especie, Fig. 7b., PL. V. Es piriforme y de pequeña dimensión; tiene un tallo ascendente, tempranamente dividido en finas ramas que se disponen en tres plexos superpuestos: uno en el quinto, otro en el tercero, y el más elevado en el segundo piso. Células ganglionares difusas. Encontramos constantemente en la retina de mamíferos corpúsculos ganglionares caracterizados por su arborización protoplásmica que se ramifica en todo el espesor de la zona plexiforme interna, sin formar plexos horizontales, Fig. 9i., PL. V.

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Como el lector ha podido ver por nuestra descripción de células ganglionares, estos elementos ofrecen una gran complejidad de forma y de conexiones. Sin embargo, nuestra exposición se puede resumir en una fórmula muy simple: cada piso de la capa plexiforme interna recibe la arborización terminal de una especie de corpúsculos ganglionares con la que los penachos inferiores de las bipolares se conectan. En general, debemos admitir que las vías de conducción, incluso las más estrechas y las mejor individualizadas, se representan siempre por un grupo de células bipolares conectadas a una, o a algunas células ganglionares solamente. En efecto, la arborización terminal de estas últimas es muy voluminosa y muy ancha si la comparamos a la de la prolongación descendente de las bipolares. Entre las células ganglionares existen, además, diferencias relativas a la extensión de la ramificación protoplásmica. Parece entonces probable que cada célula ganglionar transmita el movimiento aportado por un grupo más o menos considerable de bipolares. Las vías de transmisión más difusas, aquellas que conducen muy probablemente la acción de un gran número de bipolares, son las células ganglionares difusas y poliestratificadas. La multiplicidad de plexos o de superficies de contacto, al nivel de la zona plexiforme interna está relacionada con el número y delgadez de las bipolares. Nos ha parecido que el número de estos plexos se reduce a tres en la zona periférica de la retina donde la capa de bipolares se adelgaza considerablemente. Por lo demás, la pluralidad de superficies de contacto o de plexos horizontales en la zona plexiforme interna parece tener como objetivo hacer posible la existencia de un gran número de vías de transmisión distintas en un pequeño espacio de la retina. Ya que comprendemos fácilmente que, si la capa plexiforme interna no poseyera más que un solo plano de contacto, dada la gran extensión de las arborizaciones de los dos elementos de la articulación nerviosa —penachos de las bipolares y

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ramificaciones aplanadas de las células ganglionares—, los estímulos provenientes de puntos, incluso bastante distantes de la capa de las células visuales, se confundirían en un movimiento general, y una gran parte de la agudeza de la percepción se perdería. La forma y la prolongación del cilindro-eje de las células ganglionares de la retina de mamíferos se conocen desde hace mucho tiempo. Corti122 ha sido el primero en demostrar la continuidad de esta prolongación con una fibra del nervio óptico. En cuanto a la disposición de las finas ramas protoplásmicas, los métodos de corte y de disociación no permitieron revelarlas. Sin embargo, la disposición en plexos horizontales en los diversos planos de la zona plexiforme interna ha sido ya indicada por Ranvier en los batracios.123 Hablando de la acción que el alcohol, disuelto a un tercio, tras el ácido ósmico, ejerce sobre el plexo cerebral de la retina (zona plexiforme interna), este autor dice: «La sustancia granulosa que contiene se hincha, se convierte en más homogénea, menos refringente, y las fibras nerviosas comprendidas en su espesor se muestran ahora nítidamente en los cortes realizados perpendicularmente a la retina. Se puede seguir mucho más lejos que en las otras preparaciones la prolongación central de las células bipolares, la prolongación ramificada de las células unipolares (espongioblastos), así como las prolongaciones periféricas de las células multipolares» y «reconocemos que todas estas prolongaciones concurren a la formación de un plexo o sobre todo una serie de plexos paralelos a la superficie, conectados entre ellos por fibrillas en dirección vertical oblicua». Sin embargo, la descripción detallada de esta disposición en los vertebrados inferiores pertenece a Dogiel,124 quien 122. CORTI: Müller’s Archiv, 1850, y Zeitschr. F. Wissenschaft. Zool. Bd. V, 1854. 123. RANVIER: Traité technique d’histologie, p. 978. 124. DOGIEL: «Ueber das Verhalten der nervösen Elemente in der Retina der Ganoiden, Reptilien, Vögel und Säugethiere», Anat. Anzeiger, 1888. Bd. III.

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ha utilizado el método de Ehrlich. En los mamíferos, parece que E. Baquis125 ha llegado a ver algún caso similar, como se deduce de la figura que acompaña su trabajo, pero no ofrece ninguna descripción en el texto. Esta disposición estratificada de las células ganglionares de los mamíferos ha sido señalada más recientemente y de una manera totalmente independiente por Dogiel126 y por nosotros.127 Según Dogiel, las células ganglionares de la retina humana pueden clasificarse siguiendo tres tipos: 1.º las células que extienden su arborización protoplásmica en la parte inferior de la zona plexiforme (quinto piso); 2.º las células que envían su ramificación aproximadamente a la región media de esta zona (probablemente nuestro tercer piso); 3.º las células que llevan su arborización hasta cerca del límite externo de la capa mencionada (nuestro segundo piso). Examinando los dibujos de Dogiel, reconocemos fácilmente que solo ha logrado colorear ciertas células ganglionares, ya que no menciona ni las monoestratificadas del primer y cuarto piso, ni ninguna de las poliestratificadas. A nivel de los planos de arborización, Dogiel señala la existencia de anastomosis entre los filamentos provenientes de células del mismo tipo. De hecho, esta disposición ha sido igualmente supuesta por W. Krause128 con respecto a las células gigantes de la retina de ternera, previamente impregnadas por el método de Cox. En cuanto a nosotros, no nos ha sido posible constatar las redes en ninguna parte de la retina, aunque hayamos observado en cortes horizontales arborizaciones protoplásmicas de células ganglionares muy bellas y muy completas. Las fibras se entrelazan y se ponen en contacto, pero la observación con un gran objetivo demuestra siempre la independencia. 125. E. BAQUIS: Loc. cit cit., p. 369. 126. DOGIEL: «Ueber die nervösen Elemente in der Retina des Menschen», Arch. f. mikr. Anat., Bd. XXXVIII, 1891. 127. CAJAL: «Notas preventivas sobre la retina y el gran simpático de los mamíferos», 1891. 128. W. KRAUSE: «Die Retina (vorläufige Mitteilung)», Intern Monatschr. f. Anat. und Physiol., Bd. VIII, Heft 9 und 10, 1891.

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¿Hay alguna relación entre las células ganglionares gigantes y los espongioblastos gigantes? W. Krause ha constatado el hecho de que en el gato, y puede ser que en todas las clases de vertebrados excepto los peces, a cada una de las células ganglionares gigantes corresponde por encima en la capa de los granos internos, un espongioblasto de gran volumen. La existencia de esta disposición nos parece bastante probable; pero, desafortunadamente, ni el método de Golgi, ni el de Ehrlich nos ha permitido constatarla; en efecto, cuando las células ganglionares se impregnan en un corte, los espongioblastos no, y viceversa. CAPA DE LAS FIBRAS ÓPTICAS

Fibras que se continúan con las células ganglionares. Las fibras de la capa del nervio óptico se disponen, como sabemos, en haces divergentes que se tornan cada vez menos voluminosos a medida que avanzan hacia la ora serrata. La mayoría de las fibras nerviosas tienen un espesor bajo o medio, pero observamos también tres o cuatro por haz que son muy voluminosas y que se continúan con las células ganglionares gigantes. Todas las fibras ópticas muestran, tal como Tartuferi lo ha representado, varicosidades ovales o redondeadas situadas de trecho en trecho. La continuidad de una porción bastante considerable de las fibras nerviosas ópticas con los cilindro-ejes de las células ganglionares se reconoce fácilmente sea por el azul de metileno, sea por el cromato de plata (preparaciones obtenidas por el procedimiento de enrollamiento). Fibras centrífugas. Son extremadamente difíciles de impregnar en los mamíferos. En el perro —donde hemos tenido éxito alguna vez al colorearlas— ofrecen una gran finura y suben verticalmente a través de la capa plexiforme interna hasta la zona de las células amacrinas, en donde se terminan por medio

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de una arborización libre, varicosa, de ramas finas y ascendentes que parecen entrar en contacto con los somas y tallos descendentes de los espongioblastos, Fig. 22j., PL. V. Al lado de estas fibras centrífugas hemos observado otras, igualmente muy finas, que procedían de la capa del nervio óptico y subían a través de la capa plexiforme interna, para hacerse horizontales a los diferentes niveles de esta zona. No logramos observar su terminación e ignoramos su destino, Fig. 2m., PL. V. Estas fibras no se colorean con el azul de metileno; es solamente gracias al procedimiento de la doble impregnación con cromato de plata como hemos conseguido algunas veces hacerlas visibles. Para terminar el estudio de los elementos nerviosos de la retina, mostramos en la figura 5 (véase figura de texto) el flujo de las corrientes en las dos vías retinianas. NEUROGLÍA

Los elementos de sostén de la retina son de dos clases: las fibras de Müller o células epiteliales y las células en araña o neuróglicas propiamente dichas. Las fibras de Müller. Son bien conocidas por los distintos autores gracias a su fácil disociación, sea en una solución de alcohol a un tercio, sea en la mezcla de Schiefferdecker. El cromato de plata las impregna muy a menudo —demasiado a menudo incluso— ya que frecuentemente su coloración impide la observación de otros elementos. Sin embargo, podemos constatar una cierta diferencia en la manera de comportarse las células nerviosas y las fibras de Müller con respecto al reactivo. Cuando estas últimas se colorean bien, los corpúsculos y las fibras nerviosas no se impregnan o se impregnan de forma incompleta. La disposición de las células epiteliales difiere apenas de la de los mismos elementos en los batracios o teleósteos.

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[Fig. 5] Esquema del sentido de las corrientes en la retina de un mamífero. A, a, bipolar destinada a bastones; b, bipolar destinada a conos; c, d, corpúsculos ganglionares; e, cono; f,f bastones B, centro visual primario.129

129. Donde dice «centro visual primario», en el texto decía «centro acústico primario». Hemos sustituido «acústico» por «visual» por tratarse de un error en el texto original (N. del T.).

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Añadiremos solamente: 1.º que las expansiones laminares destinadas a la zona de cuerpos de las células visuales los rodean completamente, impidiendo toda comunicación o transmisión de la corriente en el sentido transversal; 2.º que al nivel de la zona plexiforme externa las expansiones cesan o son insignificantes, lo que facilita enormemente las relaciones por contigüidad entre las fibras asentadas en esta capa; 3.º que a nivel de los granos internos, los alerones o laminillas protoplásmicas de las células epiteliales son bastante cortas y solo aíslan imperfectamente a las células bipolares y a las células amacrinas; 4.º que las expansiones colaterales que se extienden en la zona plexiforme interna son muy finas, granulosas y como rizadas; se terminan libremente proporcionando hendiduras horizontales para alojar los plexos paralelos de las células ganglionares y amacrinas; 5.º que las expansiones destinadas a la capa ganglionar son cortas, gruesas, y parecen a menudo ensanchamientos irregulares. Como en las otras clases de vertebrados, el pie de las células epiteliales a menudo se bifurca para dar paso a un haz nervioso. Las divisiones en dos o incluso tres pies terminales se hacen muy frecuentes a medida que nos aproximamos a la papila, donde la capa de las fibras ópticas alcanza su maximum de desarrollo. Al lado de las expansiones ordinarias no es raro encontrar algunas que nacen del protoplasma que rodea al núcleo y se encajan en la zona plexiforme interna para terminar libremente, Fig. 5a., PL. VI. Células en araña. Cuando examinamos una preparación de la retina coloreada con carmín o hematoxilina, observamos en la zona de fibras ópticas, de forma dispersa, ciertos núcleos ovales o redondeados rodeados de un protoplasma granuloso. El parecido de estos elementos con los que se asientan entre los haces del nervio óptico obra en favor de la opinión de Schwalbe, 130 Golgi y Manfredi, 131 130. SCHWALBE: Handbuch von Graefe und Sämisch, p. 301. 131. GOLGI y MANFREDI: «Anotatione histologiche sulla retina dei cavallo», Accad d. med. di Torino, 9 Agosto 1872.

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Borysiekiewicz,132 etc., según la cual se trataría en este caso de verdaderas células de neuroglía. La impregnación de estos elementos por cromato de plata confirma completamente esta conjetura y permite añadir algunos detalles que los métodos antiguos no alcanzaron a revelar. Podemos clasificar las células neurogliales, según el lugar que ocupan, en células de la capa ganglionar y células de la capa de las fibras ópticas. Las primeras tienen un cuerpo triangular, redondeado o semilunar, Fig. 12i., PL. VI. De su polo superior emerge muy a menudo un filamento o haz de filamentos verticales finísimos que se pierden en el tercio inferior de la capa plexiforme, mientras que de su polo inferior nacen dos o tres haces de fibrillas delicadas, la mayoría de los cuales siguen la misma dirección de las fibras ópticas y se terminan entre estas últimas. Los corpúsculos neurogliales de las fibras ópticas, Fig. 12 12f, h, j., PL. VI, presentan una gran variedad de formas. En general, los que residen en la proximidad de la membrana limitante interna son triangulares y se caracterizan por el hecho de que la mayoría de sus expansiones emergen de un tallo protoplásmico orientado hacia el exterior, mientras que los que están situados entre los haces de fibras nerviosas tienen forma de estrella y muestran expansiones en todas las direcciones, pero particularmente en el mismo sentido que los haces mencionados, Fig. 12 12j., PL. VI. Los filamentos neurogliales son muy largos, delgados y granulosos; se muestran de color café claro y normalmente, cerca de su origen, se asocian en haces muy apretados. A veces, algunas prolongaciones que parten de la cara externa de los corpúsculos neurogliales alcanzan la zona plexiforme y se ramifican en numerosas ocasiones, Fig. 12h., PL. VI. 132. BORYSIEKIEWICZ: Loc. cit., p. 12.

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No es raro ver el protoplasma de las células extenderse en laminillas finas de contorno cóncavo entre los apéndices o los haces de fibrillas, disposición que parece haber sido ya observada por Golgi y Manfredi en preparaciones hechas con arreglo a los métodos antiguos. El nervio óptico, impregnado por el cromato de plata, muestra verdaderas células en araña, tal como Leber, 133 Schwalbe,134 y Petrone135 han demostrado con la ayuda de diferentes métodos. Estas células se caracterizan sobre todo por su considerable volumen y por la longitud muy notable de sus expansiones. Cabe distinguir entre ellas dos tipos celulares: células situadas en el espesor del nervio óptico y células asentadas a nivel de la papila. Las primeras tienen forma de estrella y muestran prolongaciones muy robustas, ramificadas en varias ocasiones. Las fibrillas larguísimas que resultan forman haces transversales que separan completamente los paquetes de fibras ópticas, y constituyen alrededor de estas últimas un enrejado de una gran abundancia y de una complicación extraordinaria. Las segundas son pequeñas, irregulares, con prolongaciones finas y muy próximas entre sí, la mayoría de las cuales se orientan hacia delante. Los corpúsculos que tocan la superficie limitante de la papila son muy similares a los corpúsculos de la capa de las fibras ópticas descritos anteriormente. Como hemos expuesto en otros capítulos, las células en araña se encuentran en el nervio óptico de todos los vertebrados. Hay que remarcar que las expansiones de estos elementos se vuelven cada vez más espesas y laminares a medida que se desciende en la escala animal.

133. LEBER: Arch. für Ophthal., Bd. XIV, Abt. 2, p. 169. 134. SCHWALBE: Handbuch der gesammten Augenheilkunde von Graefe und Sämisch., Bd. I, 1874. 135. PETRONE: «Sur la structure des nerfs cérébro-rachidiens», Intern. Monatschr. f. Anat. u. Physiol., Bd. V, Heft I, 1888.

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FOVEA CENTRALIS PLANCHA VI

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N

UESTRA investigación sobre la estructura de la foseta

central de la retina aún no está completa. Sin embargo, vamos a describir brevemente los resultados que hemos obtenido hasta ahora en paseriformes (jilguero, gorrión, pinzón, etc.) y reptiles (camaleón), los animales más aptos, en nuestra opinión, para resolver un problema tan interesante. PASERIFORMES 136

Capas de células visuales. Al nivel de la foseta central y alrededor de ella solo hay conos, que son más largos y más finos que en las otras regiones de la retina, Fig. 16a., PL. VI. El lugar donde el segmento externo de estos elementos se une al segmento interno de los mismos muestra, a menudo, una protuberancia redondeada correspondiente a la presencia de una bola coloreada. Capa de los cuerpos de células visuales. Esta zona muestra un grosor notable y se compone de varias filas de cuerpos de cono. La mayoría de los núcleos se acumulan en la mitad inferior de esta capa; la mitad superior está ocupada principalmente por las fibras ascendentes de los cuerpos de los conos. Estas fibras son rectas en la parte central de la foseta, Fig. 16c., PL. VI, pero en las regiones laterales siguen una dirección muy oblicua, Fig. 16d., PL. VI, a menudo trazando una curva con concavidad externa muy cercana a la membrana limitante. Las fibras descendentes de los conos, una vez que alcanzan la zona plexiforme externa, terminan por medio de una protuberancia cónica o elipsoidal, voluminosa, libre de filamentos basilares, Fig. 16 16f., PL. VI, o dotadas con 136. La fóvea central de las aves fue descubierta y bien descrita por H. MÜLLER: «Ueber das ausdehnte Vorkommen einer den gelben Fleck der Retina entsprechenden Styelle bei Thieren», Würzb. naturw. Zeitschr., Bd. II, 1861; y «Ueber das vorhandensein zweier Foveae in der Netzhaut vieler Vogelaugen», Zehender’s klin. MonatsbL., 1863.

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unos filamentos muy cortos y rudimentarios. Estas protuberancias se sitúan en dos capas. Capa de las células bipolares. Alcanza un espesor mucho mayor que en otras regiones de la retina debido al extraordinario número de células bipolares y espongioblastos que contiene. Las células bipolares siguen en la parte central de la foseta una dirección vertical; pero a medida que ocupan una posición más excéntrica, se vuelven cada vez más oblicuas, Fig. 16h., PL. VI. Esta inclinación, bien conocida por los autores que han estudiado la fóvea en las diversas especies de vertebrados (Müller, Schultze, Kuhnt, Krause, Chiewitz, etc.), constituye una de las características más importantes de esta región de la retina. Se mantiene a lo largo de una superficie de unos pocos milímetros cuadrados. El cuerpo de las bipolares se asienta en la parte inferior de la zona de los granos internos por encima de los espongioblastos. Su prolongación ascendente llega a la capa plexiforme externa, donde se resuelve en una arborización aplanada, diminuta y bastante rudimentaria, Fig. 16g., PL. VI, y cuyo tamaño solo le permite conectarse con una protuberancia basilar de cono. En la región central de la foseta, la arborización a menudo se reemplaza por una nudosidad que parte de la superficie inferior de un pie de cono; a veces esta nudosidad emite un corto filamento ascendente que discurre al lado del pie. No encontramos mazas de Landolt; o no hemos logrado impregnarlas. La prolongación descendente de las bipolares, una vez que alcanza la zona plexiforme interna, atraviesa verticalmente esta capa y termina con una pequeña arborización varicosa situada debajo del cuarto piso. Ignoramos si las bipolares que se asientan en la parte más delgada de la fóvea se comportan de la misma manera porque aún no hemos tenido la fortuna de colorear sus prolongaciones descendentes.

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[Fig. 6] Sección de la retina al nivel de la foseta central de un

paseriforme: A, cuerpo de los conos en la proximidad de la foseta; a, célula ganglionar biestratificada; b, amacrina desplazada; c, fibra centrífuga; d, amacrina de asociación; e, amacrinas ordinarias; f, células ganglionares. (Figura esquemática.)

Las células amacrinas situadas a los lados de la foseta —las únicas que aparecen en nuestras preparaciones— son muy abundantes y se distinguen por la relativa pequeñez de sus arborizaciones, que proveen a la zona plexiforme interna. En la proximidad de la fóvea, estas arborizaciones están dispuestas en un número considerable de plexos, al menos siete. Capa de las células ganglionares. No hemos conseguido impregnar las células ganglionares en la parte central de la foseta, pero se colorean muy bien a los lados de esta última. La característica más importante de estas células es el reducido tamaño de sus penachos ascendentes, que se extienden a través de los diferentes niveles de la capa plexiforme. Las células que hemos observado hasta ahora pertenecen exclusivamente a la variedad monoestratificada, Fig. 16 16j, l., PL. VI.

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CAMALEÓN

La foseta central de este reptil, ya estudiada por H. Müller137 es muy evidente y favorable para el estudio de la disposición de sus elementos. Está rodeada por un fuerte engrosamiento de la retina, donde se obtienen coloraciones muy demostrativas de los corpúsculos visuales.138 Capa de las células visuales. Los conos —los únicos elementos constitutivos de esta capa— poseen una notable finura y longitud. En la parte central de la foseta, los segmentos internos tienen el mismo grosor que los externos. Las células pigmentarias experimentan un gran desarrollo y rodean completamente los conos. Las expansiones lamelares que surgen de la membrana limitante externa alcanzan igualmente una longitud considerable. Capa de los cuerpos de células visuales. Esta zona es extremadamente gruesa, especialmente en la zona próxima a la foseta, Fig. 15, PL. VI. Se puede dividir en dos subzonas: la subzona externa que contiene casi exclusivamente el cuerpo de los conos y sus núcleos; y la subzona interna, de mayor longitud, que contiene las fibras descendentes de estos cuerpos. A nivel de la subzona externa, las fibras de los conos son casi verticales, o un poco oblicuas, Fig. 15a., PL. VI; pero, una vez que alcanzan la subzona interior, se vuelven muy varicosas y toman un curso tan oblicuo que, en su conjunto, se asemeja a una capa de las fibras nerviosas horizontales, Fig. 15b., PL. VI. Esta inclinación se mantiene a lo largo de toda la retina y se acentúa en zonas más periféricas. Las 137. H. MÜLLER: «Ueber das Auge des Chamaeleon», Würzb. naturw. Zeitschr., Bd. III, 1862. 138. Durante la impresión de este trabajo, recibimos un impreso de W. Krause: «Die Retina der Reptilien» (Forsetzung). Intern. Monatschr. f. Anat. u. Physiol., Bd. X, H. 2, 1892, donde encontramos un excelente estudio de la retina del camaleón. Aunque este científico ha empleado otros métodos de investigación, los resultados que ha obtenido coinciden en varios puntos con los nuestros.

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protuberancias terminales de las fibras del cono son pequeñas y carecen de expansiones basilares, Fig. 15, PL. VI; están dispuestas en dos niveles de la capa plexiforme externa, donde entran en contacto con otras dos filas de penachos de las células bipolares. Células bipolares. Son muy delgadas y numerosas, especialmente a los lados de la foseta central. Al nivel de la parte más profunda de esta, su recorrido es vertical y sinuoso, Fig. 15c., PL. VI, mientras que en el borde de la fóvea, así como en su entorno, la dirección es cada vez más oblicua y radial. Sin embargo, esta oblicuidad no es tan pronunciada como la del cuerpo de los conos. La prolongación superior de las células bipolares termina en la capa plexiforme externa por medio de una arborización extraordinariamente pequeña que se asocia íntimamente con la base de una protuberancia de cono, Fig. 15e., PL. VI. A cierta distancia de la fóvea, estas arborizaciones aumentan gradualmente y abarcan protuberancias de dos o tres fibras de cono. Como se comentó anteriormente, los penachos de células bipolares están dispuestos en dos alturas para ponerse en contacto con las dos series de protuberancias terminales de los conos. En lugares más alejados de la foseta, las protuberancias basilares de los conos ya están provistas de extensiones laterales muy cortas y radiales. La prolongación inferior de las bipolares termina en el espesor de la zona plexiforme interna, según el modo ordinario: mediante arborizaciones colaterales y terminales, con una extensión muy restringida. Las células amacrinas y ganglionares son muy abundantes en los bordes de la fóvea; también se distinguen por el reducido tamaño de sus arborizaciones terminales. Sin embargo, esta reducción en el volumen de las ramificaciones protoplásmicas de estas dos especies de elementos nunca es tan notable como la observada en el abultamiento de los conos

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y en el penacho ascendente de las bipolares. Como veremos en breve, este hecho tiene cierta importancia porque explica el extraño fenómeno a primera vista de la oblicuidad de las células visuales y los corpúsculos bipolares. En las células epiteliales hemos observado dos hechos de cierto interés. El primero es que la división en ramas descendentes (penacho terminal), en vez de estar en el nivel del límite inferior de la zona plexiforme interna, tiene lugar a la altura del límite superior de la zona plexiforme interna, Fig. 15, PL. VI. El segundo hecho es que el cuerpo de las células epiteliales se bifurca en la mitad externa de la capa de los cuerpos de células visuales. Una de las ramas toma un curso oblicuo u horizontal y discurre en dirección a las fibras descendentes de los conos sobre una extensión realmente enorme, luego se vuelve vertical y se descompone en un penacho descendente, Fig. 15g., PL. VI. En la región central de la foseta, así como a los lados, la rama de la fibra Müller es más corta y menos oblicua, ya que siempre sigue la dirección de las extensiones descendentes de los granos externos. En resumen; la foseta central de aves y reptiles se caracteriza por la delgadez de los conos, la pequeñez de las arborizaciones ascendentes de las bipolares y por la ausencia de apéndices basilares en los terminales de los granos externos. El estímulo recibido por los conos conserva su individualidad a medida que pasa a través de la capa de granos internos, porque la protuberancia terminal de los conos solo entra en contacto con un penacho muy pequeño de células bipolares. La disminución en el diámetro de los conos, es decir, el aumento en el número de células visuales por unidad de superficie de la retina, explica todas las modificaciones presentadas por las otras capas, especialmente en la proximidad de la fóvea, a saber: el considerable espesor de la zona de granos externos, el aumento en el número de bipolares, la

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relativa pequeñez de estas, y las dimensiones muy notables de las capas de células amacrinas y ganglionares. La oblicuidad de las células visuales y las células bipolares se debe a dos condiciones: en primer lugar, a la atrofia o la ausencia completa de espongioblastos y células ganglionares en el fondo de la fóvea; y, en segundo lugar, y esta es la causa más importante, se requiere cierta superficie de contacto entre las células bipolares y ganglionares (plexo concéntrico de la zona plexiforme interna), ya que hay que aprovechar para estos contactos no solo los bordes de la foseta, sino también las regiones inmediatas a la misma. Cuanto más delgados y numerosos sean los conos, mayor debe ser el área retiniana en la cual se extienden las fibras radiantes de los conos de la región de la fovea centralis o las células bipolares que se conectan con ellas. Pero, como hemos dicho anteriormente, la reducción de las superficies de articulación al nivel de la zona plexiforme interna es mucho menos considerable que la que tiene lugar en la capa plexiforme externa entre los penachos de las bipolares y las protuberancias basilares de los conos. Aunque nuestras investigaciones aún son muy incompletas, creemos que podemos afirmar que la fóvea del Hombre y los mamíferos se construye de acuerdo con la disposición que acabamos de describir. En la retina humana, la oblicuidad de las fibras de los conos es muy exagerada, y la existencia de las dos subzonas de los granos externos se observa muy claramente, como en el camaleón.

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DESARROLLO DE LAS CÉLULAS RETINIANAS PLANCHA VII

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E

desarrollo de la retina ha sido estudiado por varios autores, especialmente por Babuchin,139 Löwe,140 Ogneff,141 Bellonci,142 Koganei,143 y H. Chievitz.144 Nuestras investigaciones sobre esta cuestión no están todavía completadas. En este punto nos limitaremos a indicar someramente los resultados que obtenemos con el método de Golgi referente a la metamorfosis de las fibras de Müller y de algunas células nerviosas. Nuestras observaciones se centraron en embriones de ratón, de conejo, de terneros y de gallinas. Solo hemos podido estudiar la retina desde el momento en que las capas plexiforme interna y ganglionar se muestran ya diferenciadas, pues nuestros ensayos de impregnación en estadios más precoces —en el momento, por ejemplo, en que las capas de los granos se continúan sin línea de demarcación con la capa ganglionar— no han tenido éxito hasta ahora. Células epiteliales. En las retinas muy jóvenes, Fig. 1d., PL. VII, las células de sostén se colorean de una manera exclusiva y se muestran bajo una forma que recuerda completamente a la de los corpúsculos epiteliales de la médula fetal. Son alargadas, fusiformes, de cuerpo ovoide que contiene el núcleo y expansiones delgadas, una ascendente y una descendente, que se terminan en la superficie retiniana a través de protuberancias cónicas. El hecho de que la retina embrionaria contiene células fusiformes cuyas prolongaciones alcanzan las dos caras de la membrana ya ha sido señalado por Babuchin. L

139. BABUCHIN: «Beiträge zur Entwickelung des Auges. bes. der Retina», Würzb naturwiss. Zeitschr. Bd. IV, 1863. 140. LÖWE: «Die Histogenese der Retina», Arch. F. mikros. Anat., Bd. XV, 1878. 141. OGNEFF: «Histiogenese der Retina», Medic. Centralb., n.º 35, 1881. 142. BELLONCI: «Contribution à l’histogénèse de la couche moléculaire interne de la rétine», Arch italien. de Biologie, t. III, 1883. 143. KOGANEI: «Untersuchungen Uber die Histiogenese der Retina», Arch. f. mikros. Anat., Bd. XXIII, 1884. 144. CHIEVITZ: «Die Area und Fovea centralis retinae beim menschlichen Foetus», Internat. Monatschrift f. Anat. u. Physiol., Bd. IV, 1887.

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Los cuerpos de las fibras de Müller, y consecuentemente sus núcleos, se asientan, a primera vista, en todo el espesor de la retina salvo en las capas de células ganglionares y de fibras ópticas, Fig. 2a., PL. VII; pero, a medida que la membrana se vuelve más espesa y que la diferenciación anatómica aumenta, los núcleos migran hacia la parte central de la retina —la futura capa de los granos internos, en la proximidad de la zona plexiforme interna— para asentarse allí definitivamente, Fig. 3, PL. VII. A medida que el desarrollo de las fibras de Müller progresa, sus contornos se vuelven irregulares y sus extremidades anteriores, en inicio simples, se pueden bifurcar y reproducen así, pero bajo una forma menos complicada, los penachos periféricos de las células radiales o epiteliales del cerebro fetal, Fig. 22f., PL. VII. LA RETINA DE LO S VE RTE B RAD OS DE S ANTIAGO RAMÓ N Y C aumentan A JA L Más tarde, las células epiteliales de grosor, S E E DITA P OR P RIM E RA VE Z E N en sus prolongaciones central y periférica nacen expanC ASTE LLANO, 128 AÑO S DESPUÉS DE S U P RIME RA E D IC IÓ N E N siones lamelares y su extremidad externa, transformada FRANC É S. S E TE RM INÓ D E IMP RIMIR E N MA D RID E N E L en una lamela aplanada, emite finos filamentos que peneV E RANO D E 2 0 2 1 tran entre las células visuales en vía de formación. En los embriones de aves, en los que hemos estudiado particularmente esta fase, señalamos que las lamelas laterales de las fibras de Müller comienzan al nivel de los espongioblastos, y que, al nivel de los granos externos, la formación lamelar es precedida por la producción de una masa protoplásmica redondeada u ovalada, una especie de material de reserva destinado a transformarse en prolongaciones laterales, Fig. 3a., PL. VII. Hemos constatado en los embriones de gallina y de lagarto un hecho interesante relativo al modo de aparición de las divisiones terminales de la prolongación profunda de las fibras de Müller. Como sabemos, en estos animales, estas fibras se dividen a nivel de la zona de células amacrinas y forman un paquete de fibrillas descendentes que se

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terminan en la membrana limitante interna a través de espesamientos cónicos. En los embriones, esta división en fibrillas comienza en la capa de las células ganglionares, y continúa a través de una especie de raja longitudinal hasta la zona de los espongioblastos. Capa de las células ganglionares y de las fibras ópticas. Estas capas son las primeras que se diferencian en los embriones muy jóvenes, tal como han observado otros autores, especialmente Kölliker145 y Chievitz.146 Es solo después de formarse cuando aparece la capa plexiforme interna. Nosotros hemos logrado colorear las células ganglionares en un embrión de ratón de quince milímetros en el que esta última capa no estaba todavía desarrollada, Fig. 1, PL. VII. Observamos al principio que estos elementos yacen todavía a una gran distancia de la capa de las fibras ópticas, y que no están dispuestos en una capa regular. Su forma, en los elementos más jóvenes, recuerda completamente a la de los neuroblastos de His,147 es decir, que son piriformes y su pedículo descendente se continúa con una fibra del nervio óptico, Fig. 1a., PL. VII. Las células ganglionares más desarrolladas muestran ya algunas expansiones protoplásmicas rudimentarias, y pueden clasificarse en ascendentes y descendentes. Las primeras parten de la cara superior del cuerpo y, tras haber divergido y ser dicotomizadas, se terminan en la zona subyacente mediante varicosidades muy espesas. Las segundas —una, dos o tres— nacen tanto en la porción inferior del cuerpo como en la base de la prolongación nerviosa y se dirigen a la capa de las fibras ópticas, donde se terminan libremente, Fig. 1, PL. VII. Posteriormente, las expansiones superiores se dividen nuevamente, como se puede ver en la Fig. 2e., PL. VII, y dan 145. KÖLLIKER: Embryologie de l’homme et des animaux vertébrés, 1882, edición francesa, p. 717. 146 Loc. cit., p. 205 y siguientes. 147. HIS: «Die Neuroblasten und deren Entstehung im embryonalen Mark», Arch. f. Anat. u. Entwickelungsgeschichte, 1887.

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lugar a una arborización complicada y horizontal, mientras que las prolongaciones descendentes, después de penetrar algún tiempo en medio de las fibras ópticas, se atrofian y acaban por desaparecer. Así pues, el desarrollo de las ramas protoplásmicas tiene lugar en la retina más o menos de la misma manera que en la médula espinal del embrión de gallina, donde Von Lenhosseck148 y nosotros mismos149 hemos conseguido seguir todas las fases del desarrollo de los neuroblastos de His. Las fibras de los nervios ópticos se colorean muy fácilmente en las retinas embrionarias y pueden ser fácilmente observadas incluso en el espesor de este nervio. Pero, a nuestro pesar, no hemos conseguido aún impregnarlas durante los estadios más tempranos de su desarrollo, mientras están en vías de crecimiento. No podemos, pues, tomar partido en la discusión mantenida desde hace tiempo entre W. Müller150 que sostiene la opinión de que las fibras ópticas crecen en el pedículo de la vesícula ocular a partir de la retina, y M. His151 Kölliker152 y otros, que admiten un crecimiento en sentido contrario, es decir, desde el cerebro a la vesícula ocular. Si en un tema tan difícil pudiéramos concluir por analogía, por nuestra parte afirmaríamos encantados que ambas opiniones se pueden sostener. Según las nuevas doctrinas de His sobre el crecimiento de los cilindro-ejes de los neuroblastos y las recientemente descubiertas sobre la terminación de las fibras nerviosas, parece natural admitir que las fibras retinianas que nacen de células ganglionares crecen de una manera centrípeta, 148. VON LENHOSSECK: «Zur Kenntnis der Entstehung der Nervenzellen und Nervenfasern beim Vogelembryo», Arch. f. Anat. u. Physiol., anat. Abteil., 1890. 149. CAJAL: «A quelle époque apparaissent les expansions des cellules nerveuses de la moelle épinière du poulet?», Anat. Anzeiger, 1890. 150. W. MÜLLER: Ueber Stammesentwicklung des Sehorgans der Wirbelthiere. Leipzig, 1875, aus der Festschrift zu Ludwig’s Jabiläum. 151. HIS: Untersuchungen über die erste Anlage des Wirbelthierleibes. Leipzig, 1868. 152. KÖLLIKER: Loc. cit., p. 709.

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mientras que las fibras cuyo origen se encuentra en los centros ópticos crecen en una dirección centrífuga.153 La Fig. 4, PL. VII, representa un corte antero-posterior del ojo de un embrión de ratón. Observamos en B un pliegue retiniano muy notable sobre el que Kölliker ya ha insistido y cuyas fibras de Müller aparecen muy flexuosas y espesas. Los prismas del cristalino se colorean a menudo con cromato de plata y muestran después contornos, aunque siempre carecen de filamentos unificadores. A muchos prismas centrales les falta ya el núcleo. Nuestras observaciones son aún muy incompletas en lo relativo a las otras capas de la retina. Diremos, sin embargo, algunas palabras: Las células amacrinas aparecen al mismo tiempo que las células ganglionares, y el desarrollo de su penacho inferior marca la formación de la zona plexiforme interna. Las fibras de la arborización terminal son cortas, gruesas y muy varicosas; se asocian a las ramillas del penacho ascendente de los cospúsculos ganglionares. En el pollo, a partir del decimocuarto día de incubación, los espongioblastos nerviosos están completamente diferenciados, Fig. 3u., PL. VII, y ya podemos reconocer los diversos tipos de células amacrinas. En cuanto a las células bipolares, aparecen muy distintamente en los embriones de pollo a partir del decimotercer día de incubación, Fig. 3m., PL. VII. Solamente los penachos superior e inferior se muestran todavía muy cortos y granulosos; la maza de Landolt muestra un grosor relativamente considerable. En la retina de embriones más jóvenes —por ejemplo, en la representada en la Fig. 1, PL. VII, que proviene de un embrión de ratón de quince milímetros— no es posible 153. Esta opinión formulada por Müller ha sido en estos últimos años confirmada por nosotros (1906), Held y Tello con la ayuda de métodos neurofibrilares (nota de la edición de 1934).

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distinguir las células bipolares de los cuerpos de las células visuales, ni incluso de las fibras de Müller imperfectamente impregnadas. Sin embargo, estamos dispuestos a creer que las células bipolares se representan por ciertos corpúsculos fusiformes situados a niveles diferentes de la mitad externa de la retina, y caracterizados por el hecho de que su expansión descendente es corta y se termina a través de una varicosidad, Fig. 2b., PL. VII. La prolongación externa alcanza la membrana limitante. Pero, debemos decirlo, al no estar ni la capa de los granos externos ni la capa plexiforme externa todavía diferenciadas, no podemos tener una certeza completa sobre la identidad de estos elementos con las células bipolares, aunque parecen tener las mismas propiedades que ciertos elementos que se asientan muy cerca de la membrana limitante externa y que podrían representar a las células visuales rudimentarias o a las células proliferativas de Koganei y Chievitz, Fig. 2g., PL. VII. Nuestras investigaciones son aún muy poco precisas sobre los conos y los bastones, así como sobre sus granos. En el embrión de conejo recién nacido, la capa de los granos externos aparece ya formada, Fig. 12, PL. VII; se encuentra separada de la zona de los granos internos por la zona plexiforme externa, y contiene dos tipos de granos: los que tienen una sola expansión ascendente, y los que presentan dos expansiones: una ascendente y otra descendente. Esta última se termina en la capa plexiforme externa mediante un abultamiento libre muy irregular. Creemos que todos estos granos pertenecen a los bastones, no habiendo encontrado cuerpos de los conos coloreados por el cromato de plata. En la retina del pollo en el decimotercero o decimocuarto día de incubación, los granos externos están ya formados y observamos incluso las dos variedades de fibras de conos: las fibras derechas y las fibras oblicuas, Fig. 3e., PL. VII. Los conos y los bastones propiamente dichos se representan

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—como lo ha descrito Kölliker, Babuchin, Chievitz, etc.— por crecimientos hialinos, muy cortos, de las extremidades periféricas de las fibras de los granos. Estos crecimientos no logran colorearse por el cromato de plata. Las células horizontales se colorean muy bien en la retina de conejo recién nacido, Fig. 12c, d., PL. VII. Tienen una forma semilunar, y disponen de dos espesas expansiones horizontales que se ramifican en el seno de la zona plexiforme externa. En esta fase ya es posible distinguir dos tipos celulares: células con una prolongación protoplásmica que desciende y células provistas exclusivamente de expansiones horizontales. Estas últimas son las más numerosas, y, en los cortes horizontales de la retina, forman una red de malla estrecha mediante contactos íntimos de sus prolongaciones protoplásmicas. Un estudio teórico sobre las condiciones del crecimiento de las prolongaciones retinianas. Estudiando la evolución de la retina y la de los centros nerviosos, nos hemos preguntado muy a menudo la siguiente cuestión: ¿cuáles son las causas físicoquímicas del crecimiento de las fibras nerviosas y del maravilloso poder que tienen las expansiones nerviosas provenientes de elementos distantes para ponerse en contacto, sin errores ni desvíos, con ciertos corpúsculos nerviosos, mesodérmicos o epiteliales? His154 se ha ocupado de este importante problema y, según su punto de vista, la disposición de las células epiteliales de los centros y la de los obstáculos (hueso, cartílagos, membranas conjuntivas, etc.), que se encuentran en el camino de los nervios en vías de crecimiento, participarían en gran parte en el fenómeno: los cilindro-ejes de los neuroblastos irían 154. HIS: Zur Geschichte des menschlichen Rückenmarkes und der Nervenwurzeln, etc., 1886, y Zur Geschichte des Gehirns, sowie der centralen und peripherischen Nervenbahnen beim menschlichen Embryo. Abhand. d. mat-phys. Class. d. Königl. Sächs. Gesellsch. d. Wissensch., 1888.

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siempre, tanto en la médula como en los tejidos mesodérmicos, en el sentido de menor resistencia. Sin negar la importancia de las influencias mecánicas —sobre todo en el fenómeno de la penetración a lo largo del pedículo óptico de las fibras nerviosas que provienen tanto de centros nerviosos como de la retina— creemos que podríamos también admitir condiciones análogas a las que entran en juego en el fenómeno llamado por Pfeffer quimiotaxis155 y cuya influencia ha sido constatada para los leucocitos por Massart y Bordet,156 Gabritchewsky,157 Buchner,158 y Metchnikoff,159 Este último sabio incluso explica por medio de quimiotaxis el hecho tan singular de la reunión de los puntos de crecimiento de los vasos embrionarios160 Si admitimos la sensibilidad quimiotáctica de los neuroblastos, debemos suponer que estos elementos están dotados de movimientos ameboides, y que son excitables por las sustancias secretadas por ciertas células nerviosas, epiteliales o mesodérmicas. Las expansiones de los neuroblastos se orientarían en el sentido de las corrientes químicas e irían al encuentro de los corpúsculos secretores. La primera de estas propiedades ha sido perfectamente establecida por las bellas investigaciones de His y por las nuestras sobre el modo de crecimiento de los elementos de los ganglios raquídeos. Estos elementos, al inicio bipolares en todos los vertebrados, se vuelven luego unipolares en los 155. PFEFFER: Untersuchungen aus d. bot. Institute in Tübingen. Vol. I, p. 363. 156. MASSART Y BORDET: Annales de l’Institut Pasteur, 1891, p. 417. 157. GABRITCHEWSKY: Annales de l’Institut Pasteur, 1890, p. 346. 158. BUCHNER: Berliner klinische Wochenschrift, 1890, n.º 47. 159. METCHNIKOFF: Leçons sur la Pathologie compare de l’inflammation, Paris, 1892. 160. Véanse las teorías modernas sobre el crecimiento de fibras nerviosas (normales y patológicas) en los trabajos de Harrison, Forssman, Held, Arièn Kappers, Marinesco, Tello, etc., y de nosotros mismos. Sus exposiciones detalladas se encuentran sobre todo en mi libro: Degeneración y regeneración del sistema nervioso. Se puede consultar la versión en inglés del Dr. Raoul May (Degeneration and Regeneration of the Nervous System, 2 vols.), Oxford University Press. London, 1928 (nota de la edición de 1934).

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anfibios, los reptiles, las aves y los mamíferos, como resultado de la formación, a expensas del cuerpo celular, de un pedículo cada vez más largo y por medio de este, el protoplasma que contiene al núcleo se dirige hacia la periferia del ganglio. Hemos descubierto un fenómeno análogo en los granos del cerebelo: al principio las células bipolares se sitúan cerca de la superficie del mismo y se convierten en unipolares elongándose y desplazando su cuerpo a través de la zona molecular, justo en la zona de los granos profundos. Es solo entonces cuando nacen las expansiones protoplásmicas.161 En cuanto a la propiedad quimiotáctica, es imposible constatarla actualmente mediante observaciones o experiencias directas. Suponiéndola cierta, no actuaría siempre de la misma manera en el crecimiento de todas las expansiones nerviosas. Habría que distinguir varios casos: 1.º el desplazamiento de cuerpos celulares; 2.º el crecimiento de los cilindro-ejes hacia ciertos corpúsculos; 3.º el crecimiento recíproco de las expansiones de células nerviosas asociadas; 4.º el crecimiento en diferentes direcciones de las prolongaciones protoplásmicas y del cilindro-eje de una misma célula, etc. Desplazamiento de cuerpos celulares. La migración de los cuerpos celulares —sin cambios importantes del asiento de los cilindro-ejes— se observa en varias células nerviosas embrionarias de la médula y, sobre todo, como hemos dicho anteriormente, en los granos primordiales del cerebelo y los cuerpos de células ganglionares sensitivas. En estos casos habría que admitir tanto una quimiotaxis positiva hacia las regiones a donde se dirigen los cuerpos celulares, como una quimiotaxis negativa para las materias producidas a nivel de las prolongaciones nerviosas, lo que obligaría a las células a alejarse de los cilindro-ejes hasta el encuentro de un 161. Esta opinión es mencionada por mi hermano en su trabajo: «El encéfalo de los reptiles». Trabajo del Laboratorio de Histología de la Universidad de Zaragoza, 1891, p. 30.

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obstáculo mecánico: membrana conectiva de los ganglios, fascículos de la sustancia blanca en el cerebelo, etc. Crecimiento de los cilindro-ejes sensitivos y motores. El crecimiento centrífugo de las fibras nerviosas hacia los corpúsculos epiteliales, las fibras musculares, etc., es muy difícil de explicar, incluso suponiendo la quimiotaxis, a causa de las distancias verdaderamente enormes que tienen que recorrer los cilindro-ejes. Hay que suponer en primer lugar la influencia de los obstáculos preestablecidos y de los lugares de menor resistencia (doctrina de His); la quimiotaxis entraría en juego solamente en último lugar, cuando las fibras nerviosas abordan las zonas donde se encuentran las células que deben recibir la arborización terminal. Las sustancias atrayentes serían secretadas por las células epiteliales, glandulares, musculares, etc.162 Crecimiento recíproco de células nerviosas asociadas. En los elementos cuyas arborizaciones tienden a reencontrarse formando parejas de plexos, podríamos imaginar una quimiotaxis positiva recíproca y cruzada. Esto explicaría por qué los pies de los conos y de los bastones llegarían a ponerse en contacto con los penachos ascendentes de ciertas células bipolares, y por qué las arborizaciones de las células ganglionares exclusivamente tienen relación con los penachos inferiores de algunos espongioblastos. Comprenderíamos incluso el hecho de aparición simultánea de ramas protoplásmicas de elementos acoplados. 162. Después de haber enviado a la imprenta el manuscrito de este trabajo, hemos recibido (30 de noviembre de 1891) un libreto muy interesante de Strasser («Alte und neue Probleme der entwickelungsgeschichtlichen Forschung auf dem Gebiete des Nervensystems», Ergebnisse d. Anat. u. Entwickelungsgesch., 1892), que trata igualmente sobre el crecimiento de los nervios hacia los músculos y los órganos sensitivos. Según el autor, la causa del proceso residiría en fenómenos electro-motores. Bajo la influencia de un estado electro-negativo del miotoma, los neuroblastos serían excitados y su polo externo (extremo el cilindro-eje) se electrificaría positivamente. El crecimiento de los cilindro-ejes hacia las placas musculares sería consecuencia de la atracción eléctrica en el sentido de la mayor diferencia de potencial. Expondremos y discutiremos esta hipótesis en otro trabajo.

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Crecimiento en direcciones diferentes de las prolongaciones protoplásmicas y nerviosas. Citamos como ejemplo las células de Purkinje. Al principio, estas células son piriformes, y no tienen más que la expansión nerviosa descendente; es entonces cuando puede que sufran la influencia atrayente de alguna sustancia secretada en los centros en los que va a terminar esta expansión. La prolongación cilindro-eje, una vez que alcanza su destino, permanece en reposo, indiferente a la quimiotaxis. Además, el cuerpo celular recibe una quimiotaxis positiva hacia las sustancias producidas al nivel de las fibrillas paralelas de la capa molecular en vía de formación. Bajo esta influencia se forma la arborización protoplásmica, cuya orientación y número de ramas secundarias guardan cierta relación con la dirección y el número de fibrillas paralelas. El papel hipotético desempeñado por las células epiteliales y sus membranas limitantes en este proceso puede ser el de dirigir los movimientos ameboides, con el fin de impedir que las prolongaciones celulares se dirijan ciegamente en línea recta hacia la fuente quimiotáctica, en lugar de seguir direcciones más convenientes para la construcción anatómica de los núcleos. Así pues, concebimos el hecho de que los cilindro-ejes provenientes de células ganglionares de la retina se dirigen hacia ciertos elementos de los centros visuales, sin introducirse en el interior del ojo, sirviendo la limitante interna como barrera de contención. No sabríamos atribuir a las fibras de Müller una influencia más directa en la morfología y la dirección de las células nerviosas; en efecto, cuando emiten sus expansiones lamelares —destinadas a alojar cuerpos celulares y el estroma de las capas plexiformes—, los corpúsculos y las fibras retinianas ya están completamente diferenciadas. Esta teoría es igualmente aplicable a otros centros nerviosos. Así, en el cerebro, es durante esta primera etapa de las células epiteliales cuando podríamos atribuirles alguna

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influencia sobre la morfología de las células piramidales. Dada la disposición cónica de las células del epéndimo —bien conocido actualmente por los trabajos de Magini, Falzacappa, Cajal y Retzius—, así como la dirección radial de las prolongaciones periféricas que se integran en la pia matter, podría influir de alguna forma (aparte de la quimiotaxis) la orientación y el crecimiento hacia la superficie cerebral del tallo protoplásmico de las piramidales. Una circunstancia que tiende todavía a demostrar esta influencia mecánica es que la ramificación periférica de la extremidad externa de los corpúsculos epiteliales tiene la misma forma y posición, y aparece al mismo tiempo que el penacho terminal (en la primera capa cerebral) del tallo periférico de las piramidales. Por contra, la aparición de las colaterales (tanto nerviosas como protoplásmicas), así como la dirección de los cilindro-ejes de las células de asociación y comisurales no se explica dadas la forma y orientación de las células epiteliales del cerebro. De todas maneras, es un hecho muy significativo que las células epiteliales embrionarias de los centros (médula, cuerno de Ammon, cerebelo, cerebro, lóbulo óptico, etc.) tengan siempre la misma orientación que las células nerviosas primordiales. No queremos insistir más en el valor de la doctrina quimiotáctica aplicada a la explicación del crecimiento de las expansiones de las células nerviosas. Lo que hemos dicho es suficiente para comprender que, admitiendo además de la influencia mecánica del tejido conectivo, intra y extra nervioso, la existencia en los neuroblastos de una sensibilidad quimiotáctica (sea positiva o negativa) con respecto a ciertos elementos, podemos darnos cuenta, en cierta medida, del fenómeno enigmático de la morfología de ciertas células nerviosas y del hecho no menos enigmático de las relaciones de contigüidad que se establecen entre elementos situados a grandes distancias.

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Esta hipótesis, por lo demás, no tiene pretensión de explicarlo todo, pues ella misma presupone la existencia de ciertas condiciones previas químicas y morfológicas completamente inexplicables, por ejemplo: la distribución inicial de las células epiteliales y conjuntivas como freno y barrera al crecimiento en ciertas direcciones; la producción, en partes diferentes de los centros nerviosos, de sustancias atrayentes o repelentes, según las leyes preestablecidas; la suspensión o la transformación del estado quimiotáctico de cada elemento en fases determinadas, etc. No obstante, podemos decir que esta teoría aleja la dificultad sin conseguir resolverla. Suponiéndola exacta, nos revelaría algunas condiciones secundarias del proceso de crecimiento nervioso, pero las condiciones primarias, que se confunden con las causas de la evolución celular en sí misma, permanecen y permanecerán durante varios siglos en la oscuridad más completa. De todos modos, por débil que sea, una hipótesis científica es siempre preferible a la ausencia de explicación. Por eso, a pesar de las objeciones que podríamos plantear, creemos que merece ser provisionalmente aceptada. Puede ser que encontremos en nuestras investigaciones llevadas a cabo para apoyarla o rechazarla las bases de una teoría más sólida del fenómeno enigmático del crecimiento de las expansiones nerviosas.

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C O NC LUS I O N E S G E NE RA L E S

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1. Las células nerviosas, las células epiteliales, los conos y los bastones de la retina de todos los vertebrados son elementos completamente independientes, verdaderas neuronas de Waldeyer. 2. La transmisión de las acciones nerviosas tiene lugar por medio de articulaciones o de contactos entre las expansiones de los diversos elementos retinianos. Los contactos se establecen a veces entre las expansiones de dos elementos situados uno frente al otro; pero, normalmente, las relaciones se extienden a un mayor número de elementos. Por ejemplo, el penacho ascendente de una célula bipolar destinada a los conos entra en contacto con algunos pies terminales de estos, y cada pie de cono puede entrar en relación con fibras provenientes de varias células bipolares. 3. Los bastones de los teleósteos, de las aves nocturnas y de los mamíferos tienen una característica común: la terminación por medio de una protuberancia más o menos redondeada en el piso externo de la zona plexiforme externa. Pero los bastones de las aves diurnas y de los batracios terminan en un pie cónico lleno de filamentos horizontales. 4. Junto a los conos rectos u ordinarios, encontramos, en los batracios, los reptiles y las aves, células visuales con fibra descendente oblicua cuya protuberancia basilar forma parte de un plano más profundo que el de los otros pies de las células visuales.

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5. En los peces teleósteos y los mamíferos, existen dos especies de células bipolares: bipolares destinadas a los bastones, cuyo penacho es vertical y conecta con las esférulas basilares de estos; y bipolares destinadas a los conos, cuyo penacho es aplanado, forma parte de un plano más profundo y entra en contacto especialmente con las eminencias basilares y las fibrillas terminales de los conos. 6. Las dimensiones relativas de los penachos superiores de las bipolares (destinadas a los bastones o a los conos) son muy variables, lo que da lugar al hecho de que ciertas bipolares transmitan la excitación de un gran número de células visuales, mientras que otras la reciben en pequeño número. 7. Existe una relación entre el volumen y el número de células horizontales, por una parte, y el tamaño y la abundancia de los bastones por otra. Así, en los mamíferos y los teleósteos, donde los bastones son muy delgados y muy numerosos, las células horizontales adquieren un desarrollo extraordinario. Lo contrario se observa en los reptiles, los batracios y las aves, donde los bastones faltan (reptiles), o son poco numerosos. 8. Dada la disposición y las conexiones de las células horizontales externas e internas, se puede suponer que sirven para contactar ciertos grupos de bastones con otros grupos que se encuentran a una distancia más o menos considerable. Estas pueden tener, además, una actividad funcional propia, actualmente desconocida.

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9. Las dos especies de espongioblastos descritas por Dogiel existen en la retina de los batracios, de los reptiles y de las aves: espongioblastos con cilindro-eje que se prolongan en una fibra del nervio óptico y espongioblastos desprovistos de prolongación nerviosa o células amacrinas.163 En los mamíferos y los teleósteos no hemos encontrado más que células amacrinas. 10. Las células amacrinas pueden clasificarse en tres grupos según la forma de su penacho terminal: las células cuyo penacho aplanado y radiante parece formado de fibrillas nerviosas muy largas; las células cuyo penacho espeso y corto parece constituido por expansiones protoplasmáticas muy flexuosas y varicosas; por último, las células cuyo penacho presenta solo algunas ramas gruesas, con la apariencia de ramas protoplasmáticas. Las dos primeras especies de células amacrinas se encuentran en todos los pisos de la zona plexiforme interna. La última especie, de tamaño gigante, se encuentra solamente en algunos pisos, a no ser que en otros sitios se impregne raramente. 11. La zona plexiforme interna parece constituida en todos los vertebrados por cuatro, cinco o un mayor número de plexos superpuestos en los que se entrelazan las arborizaciones terminales de las células amacrinas, los penachos terminales de las células bipolares y las ramificaciones terminales de las células ganglionares. El número de plexos es siempre proporcional al número y al tamaño de las células bipolares. 163. Será preferible designar «estos espongioblastos con cilindro-eje, células ganglionares desplazadas o neuronas desplazadas» (nota de la edición de 1934).

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12. El rol que desempeñan las células amacrinas es actualmente indeterminable: podemos afirmar solamente que deben de ejercer alguna acción sobre los penachos de las células ganglionares y, tal vez, sobre los de las células bipolares. Esta acción podría originarse en los centros nerviosos y comunicarse a los cuerpos de las células amacrinas por medio de las ramificaciones terminales de las fibras centrífugas. 13. En los mamíferos, y tal vez también en todos los vertebrados, la zona plexiforme interna contiene, a niveles diferentes, células horizontales amacrinas. 14. En los batracios, los reptiles y las aves, las células bipolares producen con frecuencia arborizaciones colaterales a los diversos pisos de la zona plexiforme interna. En los teleósteos y los mamíferos esta disposición no se observa en las células bipolares con penacho ascendente o destinado a los bastones, y resulta muy excepcional en las células bipolares destinadas a los conos. 15. En los mamíferos y los teleósteos las arborizaciones inferiores de las células bipolares destinadas a los bastones llegan en su mayoría a la cara superior de las células ganglionares. 16. Cada célula ganglionar de la retina de los mamíferos tiene una representación dinámica diferente según su forma, su extensión y el número de pisos donde produce las arborizaciones terminales. Podemos distinguir diferentes casos: 1.º células monoestratificadas, pequeñas, que entran en contacto

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con algunas células bipolares pertenecientes al mismo piso; 2.º células monoestratificadas, grandes, que entran en relación con un gran número de células bipolares del mismo piso; 3.º células poliestratificadas, grandes o pequeñas, que reciben el estímulo de las células bipolares que pertenecen a dos o tres pisos; 4.º células difusas que se encuentran en conexión con células bipolares que residen en todos o en la mayor parte de los pisos de la zona plexiforme. Por nuestra parte no tenemos la capacidad de saber si existen también células ganglionares con conexión exclusiva con espongioblastos. 17. Teniendo en cuenta que la arborización terminal inferior de las células bipolares es muy pequeña en comparación con la de las células ganglionares, se desprende que incluso las células ganglionares más pequeñas y monoestratificadas conducen a los centros las impresiones aportadas por un número relativamente considerable de células bipolares. Y estas últimas, a su vez, recogen por medio de sus penachos ascendentes el estímulo producido por un gran número de células visuales. De ello resulta que la impresión luminosa se concentra cada vez más a medida que atraviesa la retina. 18. Teniendo en cuenta que ciertas células ganglionares reciben en sus cuerpos la inserción de los penachos de las células bipolares destinadas a los bastones, y que es probable que entren en contacto igualmente por medio de la arborización terminal con los penachos algunas células bipolares destinadas a los conos, debemos concluir que estas células ganglionares transmiten las dos clases de impulsos específicos: los del color y los de la impresión simple de la luz. Por nuestra parte creemos, no obstante, que muy probablemente existan también células monoestratificadas que se encuentren en conexión

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exclusiva, sea con células bipolares destinadas a conos, sea con células bipolares destinadas a bastones. Además, es un punto aún muy oscuro que demanda nuevas investigaciones. 19. El impulso generado en los conos y los bastones discurre a través de la retina de la misma manera que el estímulo producido en todas las superficies sensoriales —es decir, que es recogido por expansiones protoplasmáticas— conducido por cilindro-ejes (dirección celulífuga) y fijado por las arborizaciones terminales de estos últimos. Se trata de la confirmación de la polaridad dinámica de los corpúsculos nerviosos ideada por Van Gehuchten164 y por nosotros mismos165 Para hacer esta teoría aplicable a la retina es necesario que consideremos la fibra descendente de las células bipolares como un verdadero cilindro-eje, y las fibras del penacho superior como prolongaciones protoplasmáticas, lo que, de acuerdo con las propiedades morfológicas de estos elementos, parece natural. Habría entonces, en el espesor de la retina y en el itinerario del impulso visual, dos ramificaciones o articulaciones: una situada al nivel de la zona plexiforme externa, y la otra ocupando los diversos pisos de la capa plexiforme interna. La ley de la polaridad funcional podría incluso mantenerse para los espongioblastos, si aceptamos que sus cuerpos reciben por medio de las fibras centrífugas una cierta actividad que se originaría en los centros nerviosos. Por tanto, el tallo descendente de las amacrinas y sus ramillas terminales deben considerarse, a pesar de su aspecto variable, de naturaleza funcional, suponiendo una corriente celulífuga que actuaría sobre los penachos horizontales de las células ganglionares. 164. VAN GEHUCHTEN: «La moelle et le cervelet», La Cellule, t. VII, 1891. 165. CAJAL: «Significación fisiológica de las expansiones protoplasmáticas y nerviosas», etc. Rev. de Ciencias Méd. de Barcelona, 1891.

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20. Desde el punto de vista morfológico, las células nerviosas de la retina deben de estar divididas en cuatro clases: 1.º células neuroepiteliales (conos y bastones); 2.º células con cilindro-eje corto (corpúsculos bipolares, células horizontales); 3.º células con cilindro-eje largo (células ganglionares, espongioblastos nerviosos); 4.º células amacrinas o desprovistas de prolongación funcional diferenciada, es decir, elementos comparables a los granos del bulbo olfatorio y, aún mejor, a las células monopolares de los invertebrados (Retzius, Lenhosseck, etc). 21. La posición de los elementos retinianos puede variar dentro de ciertos límites sin que se observe cambio alguno en las relaciones de las expansiones protoplasmáticas o nerviosas. Así pues, se puede observar: 1.º cuerpos de conos desplazados (teleósteos), donde el núcleo de los conos reside al margen de la membrana limitante; 2.º células bipolares desplazadas (batracios, reptiles, etc.); 3.º células ganglionares desplazadas (espongioblastos nerviosos de Dogiel, algunas células ganglionares de los reptiles situadas en el espesor de la zona plexiforme interna, etc.); 4.º amacrinas desplazadas (aquellas que se localizan en medio de la zona plexiforme interna). 22. La retina de todos los vertebrados contiene células epiteliales prácticamente idénticas. Su rol parece ser no solamente el de sostener los elementos nerviosos, sino también el de aislar los cuerpos y los tallos protoplasmáticos con el fin de impedir la comunicación horizontal de los impulsos al nivel de las capas de granos. Los apéndices de las células epiteliales son inexistentes o se vuelven muy finos en las capas donde se efectúan las conexiones nerviosas (zonas plexiformes).

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23. El nervio óptico, y tal vez también la capa de las fibras ópticas de todos los vertebrados, contiene células en araña. Estas últimas constituyen probablemente un aparato mal conductor de corrientes, del mismo modo que las células epiteliales, ya que estas son abundantes en las fibras nerviosas, apartándolas e impidiendo los contactos longitudinales. 24. En resumen, la retina es un órgano cuya estructura muestra una unidad admirable en todos los vertebrados. La estructura no parece perfeccionarse a medida que nos elevamos en la escala de los vertebrados, sino que esta muestra más bien modificaciones especialmente en los conos y los bastones según la particularidad del sentido visual de cada animal. Existe una mayor analogía entre la retina de los mamíferos y la de los teleósteos que entre la retina de los mamíferos y la de las aves o los reptiles. 25. La fovea centralis se distingue de las otras regiones de la retina por la existencia de un mayor número de conos por unidad de superficie, por el tamaño de estos, y por el hecho de que cada protuberancia basilar de cono entra exclusivamente en contacto con un penacho de célula bipolar. La falta de reducción, o la reducción insuficiente, de la extensión de las dos superficies de articulación nerviosa protoplasmática de la capa plexiforme (penachos inferiores de las bipolares y penachos superiores de las células ganglionares) situadas en la foseta, junto con la multiplicidad de los conos de esta, explica las modificaciones de estructura que se observan en la región perifoveal, es decir, la oblicuidad de la fibra de los conos y de las prolongaciones de las bipolares, el espesor considerable de las capas de los granos internos y externos, etc.

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EXPLICACIÓN DE

LAS PLANCHAS La mayor parte de nuestras figuras han sido dibujadas con la cámara lúcida de ABBE con el objetivo C de ZEISS. Hemos reproducido en las figuras de gran extensión células tomadas en diferentes capas de la retina del mismo animal.

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PLANCHA I Fig. 1. Corte vertical de la retina de pércido, Box salpa. A, capa de las células visuales; B, membrana limitante externa; C, capa de los cuerpos de las células visuales; D, capa plexiforme externa; E, capa de los granos internos; F, capa plexiforme interna; G, capa de las células ganglionares; H, capa de las fibras del nervio óptico. a, cono; b, segmento interno de los bastones; c, esférula terminal de una fibra de bastón; d, célula bipolar gruesa destinada a los bastones; e, célula bipolar fina o destinada a los conos; f, pie terminal de una célula bipolar destinada a los bastones; j, penacho ascendente de estas células; g, arborización inferior de una célula bipolar pequeña. Fig. 2. Corte vertical de la retina del Cyprinus carpio. – Método de la doble impregnación. a, células horizontales externas; b, células horizontales intermedias; c, cilindro-eje horizontal de estos elementos; d, esférula inferior de una fibra de bastón; e, células horizontales internas o fusiformes; f y g otras células pertenecientes a la misma variedad; h, fibra fina; de apariencia nerviosa, que continúa con un apéndice espeso de una célula fusiforme. A, célula amacrina con filamentos múltiples que se extienden en los dos primeros pisos de la capa plexiforme interna; B, espongioblasto que proporciona ramillas al quinto piso; C, célula amacrina voluminosa que facilita sus ramas al primer y al cuarto piso; D, célula amacrina situada en la capa plexiforme y cuyas ramas parecen extenderse en el tercer y quinto piso; E, células ganglionares oblicuas. Fig. 3. Una célula amacrina de pércido, Box salpa, vista en plano; se observan las fibrillas

radiales, parecidas a cilindro-ejes, que circulan en dirección horizontal, al nivel de un piso de la capa plexiforme interna. Fig. 4. Células especiales estrelladas que forman parte de la capa de granos internos de pércido Box salpa. A, capa plexiforme externa; B, capa plexiforme interna; a, b, d, cuerpos celulares; e, expansiones descendentes; f, fibrillas de apariencia nerviosa ramificándose en la zona plexiforme externa; g, fibrillas nerviosas ascendentes de origen desconocido; h, terminación inferior de las prolongaciones descendentes más largas. Fig. 5. Células amacrinas o espongioblastos de la retina de Cyprinus carpio. A y B, células amacrinas del primer piso; C y J, células amacrinas ramificándose en el segundo piso; D y E, células amacrinas destinadas al tercer piso; H, F y O, células amacrinas destinadas al cuarto piso; I y G, células amacrinas destinadas al quinto piso; M y L, células amacrinas difusas con penacho descendente, acumulándose especialmente en el quinto piso; N, célula amacrina difusa, cuyo penacho oblicuo se distribuye particularmente en el cuarto y quinto piso. Fig. 6. Células ganglionares de la retina de Cyprinus carpio. A, célula ganglionar difusa; B, célula ganglionar destinada al quinto piso; C, D y F, células monoestratificadas destinadas al cuarto piso; H y J, células monoestratificadas del tercer piso; I y L, células monoestratificadas del segundo piso; M, célula ganglionar gigante destinada al primer piso; E, célula ganglionar biestratificada; a, espongioblasto que emite ramas colaterales en el primer piso y ramillas terminales en el quinto.

PLANCHA I Fig. 1. Corte vertical de la retina de pércido, Box radiales, parecidas a cilindro-ejes, que salpa. A, capa de las células visuales; B, membrana circulan en dirección horizontal, al nivel de limitante externa; C, capa de los cuerpos de las un piso de la5.capa plexiforme interna. células visuales; D, capa plexiforme externa; E, Fig.y4.los Células especiales estrelladas En los peces teleósteos mamíferos, existenque dosforman especies capa de los granos internos; F, capa plexiforme parte de la capa de granos internos de pércido de células bipolares: bipolares destinadas a los bastones, interna; G, capa de las células ganglionares; Box salpa. A, capa plexiforme externa; B, capa cuyo H, capa de las fibras del nervio óptico. es vertical yplexiforme penacho conectainterna; con a,lasb, d, esférulas basilares cuerpos celulares; e, de a, cono; b, segmento internoestos; de los bastones; c, expansiones descendentes; f, ficuyo brillas de apariencia es y bipolares destinadas a los conos, penacho esférula terminal de una fibra de bastón; d, célula nerviosa ramificándose en la zona plexiforme forma parte de un más profundo entra en bipolar gruesa destinada a losaplanado, bastones; e, célula externa; g, fiplano brillas nerviosas ascendentesyde bipolar fina o destinada a loscontacto conos; f, pie terminal origencon desconocido; h, terminaciónbasilares inferior de y las especialmente las eminencias de una célula bipolar destinada a los bastones; j, prolongaciones descendentes más largas. fibrillas terminales delaslos conos. penacho ascendente de estas células; g, arborización Fig. 5. Células amacrinas o espongioblastos inferior de una célula bipolar pequeña. de la retina 6. de Cyprinus carpio. A y B, células

Fig. 2. Corte vertical de la retina del Cyprinus amacrinas del primer piso; C y J, células dimensiones relativas deramifi los cándose penachos superiores carpio. – Método de la doble Las impregnación. amacrinas en el segundo piso; de las a, células horizontales externas; b, células (destinadasD ay E, amacrinas al tercer bipolares loscélulas bastones o adestinadas los conos) son muy horizontales intermedias; c, cilindro-eje horizontal piso; H, F y O, células amacrinas destinadas al variables, lo que da lugar al hecho de que ciertas bipolares de estos elementos; d, esférula inferior de una cuarto piso; I y G, células amacrinas destinadas fibra de bastón; e, células horizontales internas al quinto piso;gran M y L,número células amacrinas difusasvisuatransmitan la excitación de un de células o fusiformes; f y g otras células pertenecientes con penacho descendente, acumulándose les, mientras que otras la reciben en pequeño número. a la misma variedad; h, fibra fina; de apariencia especialmente en el quinto piso; N, célula amacrina nerviosa, que continúa con un apéndice espeso difusa, cuyo7. penacho oblicuo se distribuye de una célula fusiforme. A, célula amacrina con particularmente en el cuarto y quinto piso. filamentos múltiples que se extienden en los relación dos Existe una entre el volumen y elde número Fig. 6. Células ganglionares la retina de de céluprimeros pisos de la capa plexiforme interna; Cyprinus carpio. A, célula ganglionar B, las horizontales, por una parte, y el tamaño y ladifusa; abundancia B, espongioblasto que proporciona ramillas al célula ganglionar destinada al quinto piso; C, D y devoluminosa los bastones Así, en los mamíferos y los teleósquinto piso; C, célula amacrina que por otra. F, células monoestratificadas destinadas al cuarto facilita sus ramas al primer yteos, al cuarto piso; D, donde los bastones delgados y muy numerosos, piso;son H y J,muy células monoestratifi cadas del tercer célula amacrina situada en la capa plexiforme y piso; I y L, células monoestratifi cadas del segundo las células horizontales adquieren un desarrollo extraordicuyas ramas parecen extenderse en el tercer y piso; M, célula ganglionar gigante destinada al nario.oblicuas. Lo contrario se observa losganglionar reptiles, los batracios quinto piso; E, células ganglionares primer piso; E,en célula biestratifi cada; Fig. 3. Una célula amacrina de Box donde y pércido, las aves, salpa, vista en plano; se observan las fi brillas numerosos.

espongioblasto que emite ramas colaterales losa,bastones faltan (reptiles), o sonenpoco el primer piso y ramillas terminales en el quinto.

8. Dada la disposición y las conexiones de las células horizontales externas e internas, se puede suponer que sirven para contactar ciertos grupos de bastones con otros grupos que se encuentran a una distancia más o menos considerable. Estas pueden tener, además, una actividad funcional propia, actualmente desconocida.

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PLANCHA II Elementos de la retina de la rana coloreados con cromato de plata (impregnación doble). Fig. 1. a, célula bipolar cuya ramificación descendente emite tres arborizaciones superpuestas; b, célula bipolar desplazada; c, célula bipolar provista de una sola arborización inferior que se extiende en el quinto piso (g); f, célula bipolar con penacho superior muy amplio; e, célula horizontal en cepillo; d, célula bipolar que proporciona arborizaciones al primer y al segundo piso. Fig. 2. a, cuerpos de conos; b, cuerpos de bastones ordinarios; c, cuerpo de bastón oblicuo; c2, cuerpos de bastones oblicuos cuya fibra descendente termina en punta sin protuberancia; d¸ fibra muy larga proveniente de un bastón oblicuo; f, célula bipolar desplazada; g, mazas de Landolt; h, célula bipolar gruesa o externa; i, célula bipolar con tres arborizaciones inferiores; j, célula bipolar gruesa; r, espongioblasto difuso; s, espongioblasto nervioso de Dogiel.

flexuoso destinada al segundo piso; F, H, células amacrinas destinadas al tercer piso; L, N¸ células amacrinas destinadas al cuarto piso; M, célula amacrina destinada al quinto piso; O, J, células amacrinas difusas; G, célula amacrina biestratificada. Fig. 4. a, célula ganglionar poliestratificada; b, f, células ganglionares destinadas al segundo piso; d, célula ganglionar destinada al primer piso; c, célula ganglionar con penacho granuloso destinada al cuarto piso; e, célula ganglionar con penacho difuso y muy delicado; g, radiaciones fibrilares biestratificadas, proviniendo tal vez de una célula ganglionar; h, radiación fibrilar descendente partiendo probablemente de una célula amacrina radiante. Fig. 5. a, segmento interno de un bastón ordinario; b, segmento externo presentando bandas transversales negras; d, bastón en maza con pedículo filiforme; e, bastón en maza con pedículo cónico y más espeso, cuyos núcleos (h) forman parte por debajo de la limitante externa; i, cuerpo de cono.

C O NC LU S I O N E S Fig. 3. a, cuerpo muy espeso de cono; b, cuerpo G E N E R A L E S de bastón; c, cuerpo de bastón en maza; d, bastón gemelo; e, pequeña célula horizontal; f, fibra que parece un cilindro-eje; g, célula horizontal gruesa con ramas digitiformes; h, i, fibrillas ascendentes, ramificándose en la capa plexiforme externa; j, célula bipolar gruesa o externa; A, célula amacrina destinada al primer piso; B, espongioblasto nervioso; C, E, células amacrinas radiantes destinadas al segundo piso; D, célula amacrina con penacho

Fig. 6. Células ganglionares: a, célula gigante arborizada en el segundo piso; b, célula ganglionar con penacho difuso; c, célula ganglionar gigante y biestratificada (segundo y cuarto piso); d, célula ganglionar triestratificada; f, g, células ganglionares biestratificadas, medianas y pequeñas; e, célula ganglionar con penacho granuloso destinada al cuarto piso; h, k, fibras nerviosas que parecen penetrar en la zona plexiforme interna.

1. Las células nerviosas, las células epiteliales, los conos y los bastones de la retina de todos los vertebrados son elementos completamente independientes, verdaderas neuronas de Waldeyer. 2. La transmisión de las acciones nerviosas tiene lugar por medio de articulaciones o de contactos entre las expansiones de los diversos elementos retinianos. Los contactos se establecen a veces entre las expansiones de dos elementos situados uno frente al otro; pero, normalmente, las relaciones se extienden a un mayor número de elementos. Por ejemplo, el penacho ascendente de una célula bipolar destinada a los conos entra en contacto con algunos pies terminales de estos, y cada pie de cono puede entrar en relación con fibras provenientes de varias células bipolares. 3. Los bastones de los teleósteos, de las aves nocturnas y de los mamíferos tienen una característica común: la terminación por medio de una protuberancia más o menos redondeada en el piso externo de la zona plexiforme externa. Pero los bastones de las aves diurnas y de los batracios terminan en un pie cónico lleno de filamentos horizontales. 4. Junto a los conos rectos u ordinarios, encontramos, en los batracios, los reptiles y las aves, células visuales con fibra descendente oblicua cuya protuberancia basilar forma parte de un plano más profundo que el de los otros pies de las células visuales.

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PLANCHA III flexuoso destinada al cuarto piso; i, célula amacrina no estratificada provista de prolongaciones infl uencia sobre la morfología de las célulasdesplazada; piramidales. múltiples; j, célula ganglionar m, fibra Fig. 1. Corte perpendicular de la retina coloreada fi na proveniente de la célula amacrina gigante (e). Dada la disposición cónica de las células del epéndimo por el método de Golgi (doble impregnación): a, Todas las figuras de esta plancha representan elementos de la retina de Lacerta viridis.

cuerpo de cono situado cerca de la membrana limiFig. 5. a, célula no estratifide cada; b, c, célu—bien conocido actualmente poramacrina los trabajos Magini, tante externa; b, cuerpo más extendido y situado en las amacrinas con penacho flexuoso destinadas al Falzacappa, así como la dirección radial la región intermedia de los grano externos;Cajal c, fibra y Retzius—, segundo piso; d, célula amacrina radiante destilas prolongaciones quee, se integrannervioso; en la pia oblicua de cono; d, conosde gemelos; e, cuerpo de cono periféricas nada al quinto piso; espongioblasto f, que presenta bandas claras transversales; p, células amacrina voluminosa, destinada tercer matter, podría influir decélula alguna forma (aparte de la alquimiobipolares externas o gruesas; o, células bipolares piso; g, célula amacrina cuyas ramas finas parecen taxis) la orientación el crecimiento la piso; superfi cie internas o delgadas; s, maza de Landolt; r, prolonga- yramifi carse en el primerhacia y el quinto h, célula ción descendente de unacerebral célula bipolar, presenta delque tallo protoplásmico de las piramidales. ciramacrina radiante destinada al segundoUna piso; A, arborizaciones colaterales; q, arborización terminal B, dos células ganglionares con penacho extraorcunstancia que tiende todavía a demostrar esta influencia situada por encima de las células ganglionares. dinariamente delicado y rico; C, célula ganglionar mecánica es que la ramifi cación periférica la ganglionar extremidad destinada al cuarto piso; D,de célula cuyas Fig. 2. Algunas protuberancias terminales de finas epiteliales ramas ascendentes viajan al primer forma piso. y losporcorpúsculos tiene la misma las fibras descendentes deexterna los conos de vistas su cara inferior: a, fibrillas basilares quey terFig. 6. Células ganglionares pertenecen a difeposición, aparece al mismo tiempo que elque penacho termiminan con una nudosidad muy delicada. rentes variedades: A, célula ganglionar gigante y con nal (en la primera caparamifi cerebral) del tallo periférico de las cación difusa; B, célula ganglionar horizontal Fig. 3. Capa transversal de la retina coloreada con piramidales. Por contra, la aparición desuslasramas colaterales (tanto cuya mayor parte de parecen perderse carmín de Grenacher: a, capa de los conos; b, núcleo en el quinto piso; C, célula ganglionar poliestrade los conos; c, núcleo denerviosas la las células bipolares como protoplásmicas), así como la dirección de tificada que forma plexos en el segundo, tercer y desplazadas; d, protuberancias basilares de los conos; los cilindro-ejes de lascuarto células de asociación y comisurapiso; D y F, dos células ganglionares con e, célula horizontal en cepillo; f, célula amacrina noplexiforme se explica la forma y orientación de las granuloso destinado al cuarto piso;céluE, gigante; g, h, i, j, pisos deles la zona que dadaspenacho célula De ganglionar penacho delicado llena parecen más granulosos que resto de la capa; las elepiteliales delel cerebro. todasconmaneras, es unque hecho el tercero, el cuarto y la mitad superior del quinto segundo (g) y el tercer piso parecen más desarromuy significativo que las células embrionarias de piso; G, célulaepiteliales ganglionar cuyas ramas van al prillados que los otros; s, t, núcleo perteneciente prolos centros (médula, cuerno deH,Ammon, cerebelo, cerebro, mer piso; otra célula ganglionar parecida a la bablemente a las células amacrinas desplazadas. representada en C, pero de menor dimensión. Fig. 4. Capa plexiforme interna y células amacrinas: lóbulo óptico, etc.) tengan siempre la misma orientación Fig. 7. f, h, i, g, diversos tipos de células bipolares a, célula amacrina no estratifi amacrina quecada; las célula células nerviosas primordiales. desplazadas; j, célula horizontal en cepillo dotado radiante destinada al tercer piso; c, célula amacrina Noal quinto queremos en el valor decélula la doctrina quide más un cilindro-eje fino; m, horizontal estrecon penacho flexuoso destinada piso; e, insistir llada provista de un cilindro-eje k (esta célula célula amacrina gigante destinada al segundo piso, miotáctica aplicada a la explicación del crecimiento dehalas sido coloreada con azul de metileno); espongioy presentando la particularidad que sus ramas, al expansiones de las células nerviosas. Lo que hemos dicho es blasto mitral de gran tamaño, coloreado con azul principio gruesas, se vuelven finas, como cilindrosufi ciente para comprender que,t, fiadmitiendo además de la de metileno; brillas colaterales de una fibra ejes; f, célula amacrina radiante destinada al pridel nervio óptico; estas fi bras han sido impregnamer piso; g, célula amacrina radiante destinada influencia mecánica del tejido conectivo, intra y extra neral tercer piso; h, célula amacrina con penacho das en la retina de un embrión de Lacerta agilis.

Esta hipótesis, por lo demás, no tiene pretensión de explicarlo todo, pues ella misma presupone la existencia de ciertas condiciones previas químicas y morfológicas completamente inexplicables, por ejemplo: la distribución inicial de las células epiteliales y conjuntivas como freno y barrera al crecimiento en ciertas direcciones; la producción, en partes diferentes de los centros nerviosos, de sustancias atrayentes o repelentes, según las leyes preestablecidas; la suspensión o la transformación del estado quimiotáctico de cada elemento en fases determinadas, etc. No obstante, podemos decir que esta teoría aleja la dificultad sin conseguir resolverla. Suponiéndola exacta, nos revelaría algunas condiciones secundarias del proceso de crecimiento nervioso, pero las condiciones primarias, que se confunden con las causas de la evolución celular en sí misma, permanecen y permanecerán durante varios siglos en la oscuridad más completa. De todos modos, por débil que sea, una hipótesis científica es siempre preferible a la ausencia de explicación. Por eso, a pesar de las objeciones que podríamos plantear, creemos que merece ser provisionalmente aceptada. Puede ser que encontremos en nuestras investigaciones llevadas a cabo para apoyarla o rechazarla las bases de una teoría más sólida del fenómeno enigmático del crecimiento de las expansiones nerviosas.

vioso, la existencia en los neuroblastos de una sensibilidad quimiotáctica (sea positiva o negativa) con respecto a ciertos elementos, podemos darnos cuenta, en cierta medida, del fenómeno enigmático de la morfología de ciertas células nerviosas y del hecho no menos enigmático de las relaciones de contigüidad que se establecen entre elementos situados a grandes distancias.

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PLANCHA IV Fig. 1. Célula amacrina radiante de la retina del la capa plexiforme; e, f, conos gemelos; h, conos lagarto, en una retina en plano, al nivel de la capa con prolongaciones basilares que descienden en obstáculo mecánico: membrana conectiva de en loscepillo; ganglios, fasplexiforme interna: a, cuerpo celular piriforme; haces; i, células horizontales j, células b, final granuloso de una cículos ramilla radiante. horizontales g, arborización de la sustancia blanca enaplanadas: el cerebelo, etc. terminal de un cilindro-eje proveniente de una células horizontal Fig. 2. Célula amacrina gigante del lagarto, ende unalos cilindro-ejes Crecimiento sensitivos y motores. El crecien cepillo; k, otra arborización terminal parecida; o, retina plana: a, cuerpo celular; b, ramillas finas bras nerviosas hacia los corpúsp, q,fibipolares delgadas; l, maza de Landolt; n, bipolar parecidas a cilindro-ejes;miento esta célulacentrífugo pertenece a la de las gruesa o externa; s, arborizaciones terminales dede las culos epiteliales, especie que hemos representado en Fig. 4, e. PL. las III. fibras musculares, etc., es muy difícil células bipolares; t, arborización que se extiende Fig. 3. Célula ganglionar explicar, del lagarto vista incluso suponiendo la quimiotaxis, a causa de las en dos planos muy cercanos; A, pequeña célula de cara en una retina en plano: a, cuerpo distancias verdaderamente enormes tienen que recoamacrina destinada alque primer piso; B, célula amacrina celular; b, ramillas varicosas que terminan de la misma especie, pero con un volumen más los cilindro-ejes. Hay que suponer en primer lugar la libremente; c, cilindro-ejerrer que continúa con reducido; C, otra célula amacrina más voluminosa; una fibra de la capa de lasinfl fibras ópticas. uencia de los obstáculos preestablecidos y de los lugaD, F, células amacrinas con penachos estrechos Fig. 4. Filamentos basilares resquedeemiten menor resistencia (doctrina de piso; His); quimiotaxis destinados al segundo J, K,lacélulas amacrinas protuberancias terminales de los cuerpos de las con penacho fl exuoso destinado al tercerlas piso; M, entraría en juego solamente en último lugar, cuando fibras células visuales de la gallina, en una retina en plano: célula amacrina gigante destinada al tercer piso; N, nerviosasdeabordan donde se encuentran las células a, cara inferior de una protuberancia cono; b, las zonas H, células amacrinas destinadas al cuarto piso; I, cara inferior de una protuberancia de bastón. que deben recibir la arborización terminal. Lasal sustancias célula amacrina radiante destinada quinto piso; Fig. 5. Célula horizontal en cepillo de la retina L, célulapor amacrina no estratifiepiteliales, cada. Los números atrayentes serían secretadas las células glande la gallina, vista en una retina en plano: a, de162 orden indican los pisos de la capa plexiforme. dulares, musculares, etc. cuerpo celular y expansiones protoplasmáticas; b, Fig. 9. Corpúsculos visuales de la retina del cilindro-eje horizontal; c, arborización terminal. Crecimiento recíproco de célulasa,nerviosas asociadas. En los eleverderón: bastón; b, cono cuya protuberancia Fig. 6. Células visuales y corpúsculos horizontales de terminal reside en la mitad externa de la capa mentos cuyas arborizaciones tienden a reencontrarse formando la retina del pavo: a, cono con fibra descendente muy plexiforme; c, cono cuya protuberancia parece parejas de plexos, imaginar una quimiotaxis positiva larga y muy oblicua; e, ramillas colaterales de estapodríamos situada en un plano más profundo; d, cono recíproca y cruzada. explicaría los pies de los fibra; b, cono recto; c, bastón; d, conos gemelos; f, g, Esto oblicuo; e, penacho por fibrilarqué de los bastones. células horizontales aplanadas; h, célula horizontal en conos y de los bastones llegarían a ponerse contacto Fig. 10. Células visuales y en bipolares de la con los cepillo; j, arborización terminal de un cilindro-eje. retina del verderón: a, bastón; b, cono penachos ascendentes de ciertas células bipolares, ycuya por qué Fig. 7. Células horizontales de la retina de la gallina, protuberancia toca el penacho superior de una las arborizaciones de las células ganglionares exclusivamente vistas en una retina en plano: a, células; b, axón. célula bipolar; d, célula bipolar con penacho tienen relación con los penachos inferiores de penacho algunosmásesponaplanado; c, célula bipolar con Fig. 8. Células nerviosas de la retina de la gallina: grande y cuyos fi lamentos suben el a, bastón; b, cono recto; c,gioblastos. cono curvado;Comprenderíamos d, cono incluso el hechohasta de aparición cuya protuberancia terminal reside por debajo de nivel de las protuberancias de los bastones. 162. Después de haber enviado a la imprenta el manuscrito de este trabajo, hemos recibido (30 de noviembre de 1891) un libreto muy interesante de Strasser («Alte und neue Probleme der entwickelungsgeschichtlichen Forschung auf dem Gebiete des Nervensystems», Ergebnisse d. Anat. u. Entwickelungsgesch., 1892), que trata igualmente sobre el crecimiento de los nervios hacia los músculos y los órganos sensitivos. Según el autor, la causa del proceso residiría en fenómenos electro-motores. Bajo la influencia de un estado electro-negativo del miotoma, los neuroblastos serían excitados y su polo externo (extremo el cilindro-eje) se electrificaría positivamente. El crecimiento de los cilindro-ejes hacia las placas musculares sería consecuencia de la atracción eléctrica en el sentido de la mayor diferencia de potencial. Expondremos y discutiremos esta hipótesis en otro trabajo.

Crecimiento en direcciones diferentes de las prolongaciones protoplásmicas y nerviosas. Citamos como ejemplo las células de Purkinje. Al principio, estas células son piriformes, y no tienen más que la expansión nerviosa descendente; es entonces cuando puede que sufran la influencia atrayente de alguna sustancia secretada en los centros en los que va a terminar esta expansión. La prolongación cilindro-eje, una vez que alcanza su destino, permanece en reposo, indiferente a la quimiotaxis. Además, el cuerpo celular recibe una quimiotaxis positiva hacia las sustancias producidas al nivel de las fibrillas paralelas de la capa molecular en vía de formación. Bajo esta influencia se forma la arborización protoplásmica, cuya orientación y número de ramas secundarias guardan cierta relación con la dirección y el número de fibrillas paralelas. El papel hipotético desempeñado por las células epiteliales y sus membranas limitantes en este proceso puede ser el de dirigir los movimientos ameboides, con el fin de impedir que las prolongaciones celulares se dirijan ciegamente en línea recta hacia la fuente quimiotáctica, en lugar de seguir direcciones más convenientes para la construcción anatómica de los núcleos. Así pues, concebimos el hecho de que los cilindro-ejes provenientes de células ganglionares de la retina se dirigen hacia ciertos elementos de los centros visuales, sin introducirse en el interior del ojo, sirviendo la limitante interna como barrera de contención. No sabríamos atribuir a las fibras de Müller una influencia más directa en la morfología y la dirección de las células nerviosas; en efecto, cuando emiten sus expansiones lamelares —destinadas a alojar cuerpos celulares y el estroma de las capas plexiformes—, los corpúsculos y las fibras retinianas ya están completamente diferenciadas. Esta teoría es igualmente aplicable a otros centros nerviosos. Así, en el cerebro, es durante esta primera etapa de las células epiteliales cuando podríamos atribuirles alguna

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simultánea de ramas protoplásmicas de elementos acoplados.

PLANCHA V Todas las figuras representan elementos de la retina Fig. 5. Un cilindro-eje horizontal de la capa plexiforme externa: a, arborización de los mamíferos, excepto la primera, que reproduce como endelos tejidos mesodérmiterminal vista lado; b, fibra nerviosa. algunas células nerviosas de siempre, la retina de la tanto gallina. en la médula cos, en el sentido de menor resistencia. Fig. 6. Otra arborización terminal del mismo género. Fig. 1. A, célula ganglionar destinada al primer piso; B, célula ganglionar destinada al segundo Fig. 7. de Elementos nerviosos de lamecánicas retina de buey Sin negar la importancia las infl uencias piso; C, pequeñas células ganglionares con penacho obtenidos por el método de la impregnación doble con —sobre todo de la penetración a lo largo granuloso, que se extienden en el cuarto piso;en el fenómeno cromato de plata: A, célula amacrina semilunar cuyas D, célula multipolar destinada al segundo piso; del pedículo óptico de las fibras nerviosas provienen ramas de longitud enorme que bordean el primer piso; E, célula que forma dos plexos unonerviososB,como célula amacrina gruesa y con ramas espesas tantohorizontales, de centros de la retina— creemos queque se situado por debajo del cuarto piso, el otro en el extiende en el segundo piso; F, otra célula amacrina podríamos admitir a lasD,que tercero; F, pequeña célula formando dostambién plexos más condiciones pequeña destinadaanálogas al segundo piso; célula finos, uno en el segundo entran y el otro en el cuarto piso; amacrina llamado con penachopor radiante destinada al tercer en juego en el fenómeno Pfeffer quimioG, célula gigante que constituye plexos en el G, H, células amacrinas destinadas al cuarto piso; taxis155tres y cuya influencia hapiso; sido constatada para los leucocisegundo, el tercer y el cuarto piso; J, célula que E, célula amacrina de gran tamaño destinada al quinto 156 157 158 tos por Massart y Bordet, Gabritchewsky, Buchner, y finas piso; C, célula amacrina especial con ramas muy forma un plexo muy fino destinado al tercer piso; 159 que se extienden con preferencia al primer y al K, célula destinada al cuarto piso, y que entrelaza Metchnikoff, Este último sabio incluso explica por medio quinto piso; a, pequeña célula ganglionar destinada al cuarto las ramillas de su penacho superior con las ramas quimiotaxis hecho piso; tan b,singular de lacuyas reunión de los tres célula ganglionar ramas constituyen terminales de una célula de amacrina destinada al el mismo 160 plexos superpuestos; c, célula ganglionar de pequeño piso; a, fibras centrífugas;puntos b, otra fibra decentrífuga, crecimiento de los vasos embrionarios tamaño, cuyas ramas se arborizan en el primer piso; cuya porción terminal se dirige horizontalmente Si admitimos la sensibilidad quimiotáctica de los neurod, célula ganglionar de tamaño mediano cuyas ramas por encima de la zona plexiforme interna. blastos, debemos suponerseque estos elementos están dota-muy desplazan al cuarto piso; f, célula ganglionar Fig. 2. Corte de la retina del perro adulto: a, fibra de parecida a las células poliestratifi cadas (de tres pisos) de c,movimientos cono; b, cuerpo y fibra dedos bastón; célula bipolar, conameboides, y que son excitables por las de los reptiles y las aves, cuyas ramas constituyen dos penacho aplanado destinado a los conos;secretadas f, célula bipolar sustancias por plexos: ciertas nerviosas, unocélulas en el cuarto, y el otro enepiteliael segundo piso; gigante con penacho aplanado; h, célula amacrina difusa, e, célula ganglionar gigante destinada al tercer les o mesodérmicas. Las expansiones de los neuroblastos se piso. cuya mayor parte de las ramillas varicosas se reúnen por Fig. 8. Células amacrinas y ganglionares de la encima de las células ganglionares; i, fibrillas orientarían en nerviosas el sentido de las corrientes químicas e iríanretina del perro: A, célula amacrina radiante destinada ascendentes; j, fibras centrífugas; g, células especiales al encuentro de los corpúsculos al primer secretores. piso y a una parte del segundo; B, célula impregnándose muy raramente; n, células ganglionares amacrina gigante al tercer piso; G y C, Ladeprimera hadestinada sido perfectamente que reciben el penacho terminal una célulade estas propiedades células amacrinas radiantes destinadas al segundo bipolar destinada a los bastones; m, fibrillaspor nerviosas establecida las bellaspiso; investigaciones de Hisdestinada y por las F, pequeña célula amacrina al tercer perdiéndose en el espesor de la capa plexiforme interna; nuestras sobre el modo depiso; crecimiento de los elementos E, célula amacrina destinada al cuarto de piso; D, p, fibras nerviosas de la capa de las fibras ópticas. célula amacrina no estratifi cada; a, célula ganglionar losdeganglios Estos elementos, al inicio bipolares Fig. 3. Células horizontales la retina delraquídeos. perro cuyo penacho superior se extiende en el segundo adulto: A, célula horizontal célula enexterna; todosB,los vertebrados, se vuelven luegodestinada unipolares en los piso; b, célula gigante al segundo piso; d, horizontal interna de gran tamaño y desprovista célula ganglionar destinada al quinto piso; e, pequeña de expansiones protoplasmáticas descendentes; célula ganglionar cuyo penacho se desplaza al PFEFFER : Untersuchungen aus d. bot.cuarto Institute in Tübingen. I, p. 363.de156. MASSART C, otra célula horizontal 155. interna de dimensiones piso; f, célula Vol. ganglionar tamaño mediano, Y BORDET : Annales de l’Institut Pasteur, 1891, p. 417. 157. G ABRITCHEWSKY: Annales de más reducidas; a, cilindro-eje horizontal. arborizándose en el primero y en una parte del l’Institut 1890, p. 346. BUCHNERpiso; : Berliner klinische g, célula que Wochenschrift, se arboriza en 1890, el tercero Fig. 4. Corpúsculos nerviosos de laPasteur, retina del buey: a, 158. segundo n.º 47. 159. M ETCHNIKOFF : Leçons sur la Pathologie compare de l’infl ammation, Paris, cada. 1892. y parte del cuarto piso; i, célula biestratifi célula bipolar con penacho ascendente; b, célula bipolar 160. Véanse lasconos; teoríasc,modernas sobre el 9. crecimiento de fibras nerviosas (normales y a, con penacho aplanado destinado a los d, e, Fig. Células ganglionares de la retina del perro: patológicas) los cuyo trabajos de Harrison, Forssman, Held, Arièn Kappers, Marinesco, células bipolares de la misma especie,en pero penacho célula ganglionar gigante que extiende su penacho en Tello, y de nosotros exposiciones se encuentran inferior reside en los pisos más etc., externos; g, célula mismos. Sus el primer piso y detalladas en una parte del segundo;sobre b, célula bipolar con penacho aplanado y de enorme; y regeneración todo en midimensión libro: Degeneración del de sistema nervioso. Se puede ganglionar pequeño tamaño cuyas consultar prolongaciones f, otra célula bipolar con la penacho versiónsuperior en inglésgigante, del Dr. Raoul May (Degeneration anden Regeneration of thec,Nervous múltiples se pierden el quinto piso; célula gigante pero cuya ramificación deSystem, la prolongación descendente cuyo London, penacho 1928 parece situarse 2 vols.), Oxford University Press. (nota de la preferentemente edición de 1934). en presenta cierta irregularidad; h, corpúsculos ovoides el segundo piso; d, g, pequeñas células ganglionares ubicados fuera de la capa plexiforme externa; i, célula con penacho situado en el cuarto piso; f, célula amacrina que reside en el espesor de la zona plexiforme ganglionar de tamaño mediano destinada al primer 238 interna al nivel del segundo piso; j, célula amacrina piso; h, otra célula ganglionar destinada al segundo ubicada en el tercer piso; m, otra célula amacrina cuyas piso y a una parte del primero; i, célula ganglionar ramas parecen perderse en el tercer y quinto piso. no estratificada; A, B, C, espongioblastos.

anfibios, los reptiles, las aves y los mamíferos, como resultado de la formación, a expensas del cuerpo celular, de un pedículo cada vez más largo y por medio de este, el protoplasma que contiene al núcleo se dirige hacia la periferia del ganglio. Hemos descubierto un fenómeno análogo en los granos del cerebelo: al principio las células bipolares se sitúan cerca de la superficie del mismo y se convierten en unipolares elongándose y desplazando su cuerpo a través de la zona molecular, justo en la zona de los granos profundos. Es solo entonces cuando nacen las expansiones protoplásmicas.161 En cuanto a la propiedad quimiotáctica, es imposible constatarla actualmente mediante observaciones o experiencias directas. Suponiéndola cierta, no actuaría siempre de la misma manera en el crecimiento de todas las expansiones nerviosas. Habría que distinguir varios casos: 1.º el desplazamiento de cuerpos celulares; 2.º el crecimiento de los cilindro-ejes hacia ciertos corpúsculos; 3.º el crecimiento recíproco de las expansiones de células nerviosas asociadas; 4.º el crecimiento en diferentes direcciones de las prolongaciones protoplásmicas y del cilindro-eje de una misma célula, etc. Desplazamiento de cuerpos celulares. La migración de los cuerpos celulares —sin cambios importantes del asiento de los cilindro-ejes— se observa en varias células nerviosas embrionarias de la médula y, sobre todo, como hemos dicho anteriormente, en los granos primordiales del cerebelo y los cuerpos de células ganglionares sensitivas. En estos casos habría que admitir tanto una quimiotaxis positiva hacia las regiones a donde se dirigen los cuerpos celulares, como una quimiotaxis negativa para las materias producidas a nivel de las prolongaciones nerviosas, lo que obligaría a las células a alejarse de los cilindro-ejes hasta el encuentro de un 161. Esta opinión es mencionada por mi hermano en su trabajo: «El encéfalo de los reptiles». Trabajo del Laboratorio de Histología de la Universidad de Zaragoza, 1891, p. 30.

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PLANCHA VI Fig. 1. Células epiteliales de la retina de la rana: a, Fig. 12. Corte perpendicular de la retina del buey: a, célula horizontal interna provista de capa de granos externos; b, capa plexiforme externa; distinguir las células bipolares de losdescendente; cuerpos b,deotra lascélula células una prolongación c, capa de granos internos; e, capa plexiforme desprovista inferior; c, célula interna; d, capa de los espongioblastos visuales, niy apéndices incluso de las fibras de deprolongación Müller imperfectamente amacrina mitral provista de dos tallos que recorren descendentes que los acompañan; f, capa de las impregnadas. Sin embargo, estamos dispuestos a creer que células ganglionares; g, capa basal o limitante interna. direcciones opuestas; d, gruesa célula amacrina las células bipolares se destinada representan corpúsculos al cuartopor piso;ciertos e, pequeña célula Fig. 2. Células epiteliales de la ganglionar que se arboriza en el segundo piso; f, retina de Cyprinus carpio. fusiformes situados a niveles diferentes de la mitad externa g, h, i, j, diversos tipos de células de neuroglia; k, retina, y caracterizados por el hecho de que su expanFig. 3. Células epitelialesde de lalaretina del lagarto. célula amacrina intersticial y biestratificada. Fig. 4. Células epitelialessión de la retina de la gallina.es corta descendente y se a través de desprovista una vari-de Fig. 13. Unatermina célula horizontal interna

Fig. 5. Células epitelialescosidad, de la retina Fig. 2b., PL. VII. prolongaciones descendentes,externa tomada enalcanza la retina La prolongación del buey en la región periférica de la de buey en un corte horizontal: a, cilindro-eje la membrana limitante. Pero, debemos decirlo, al no estar ni retina: a, apéndices descendentes. horizontal; b, ramillas protoplasmáticas digitiformes.

la capa de los granos externos ni la capa plexiforme externa

Fig. 6. Células epiteliales de la retina del buey en Fig. 14. Una célula horizontal interna todavía diferenciadas, no podemos tener una certeza comdotada de una gran prolongación la región vecina de la papila del nervio óptico. descendente: a, expansión nerviosa pletadesobre con (?). las células Fig. 7. Cilindro-eje horizontal la capa la identidad de estos elementos

Fig. 15. Cortelas perpendicular de la retina del que plexiforme externa del buey: a, tallo; b,aunque parecen bipolares, tener mismas propiedades camaleón, al nivel de la foseta central: a, conos finos; arborización terminal varicosa muy extendida. ciertos elementos que seb,asientan muy cerca de de la cono; membrana conos más espesos; c, cuerpos e, pequeño Fig. 8. Arborización terminal de una fibra horizontal penacho superior de una célula bipolar; f, células limitante externa y que podrían representar a las células de la capa plexiforme externa de la retina del perro. amacrinas; g, expansión lateral de una célula epitelial. o a las células proliferativas de Koganei Fig. 9. Otra arborización visuales terminal delrudimentarias mismo 16. Corte perpendicular de la retina del tipo proveniente de un conejo joven. y Chievitz, Fig. 2g., PL.Fig. VII. verderón al nivel de la foseta central: a, conos finos; Fig. 10. Arborización terminalNuestras de un cilindroinvestigaciones son aúne,muy poco precisas b, conos más espesos; cuerpos de cono; d, fibra eje muy espeso en la retina de buey, vista de inclinada de cono; c, nudosidad de la fi bra de cono; sobre los conos y los bastones, así como sobre sus granos. En perfil, en una capa transversal espesa. f, protuberancia terminal de esta fibra; g, penacho embrión de del conejo recién la capa los granos Fig. 11. Célula horizontal el externa de la retina minúsculonacido, de una célula bipolar;de i, célula amacrina externos Fig. 12, ganglionar PL. VII;destinada se encuenbuey vista en un corte horizontal de laaparece retina: a, ya formada, estratificada; j, célula al cuarto filamento nervioso; b, ramas célula ganglionar destinadapor al segundo piso. traprotoplasmáticas. separada de la zonapiso; del,los granos internos la zona

plexiforme externa, y contiene dos tipos de granos: los que tienen una sola expansión ascendente, y los que presentan dos expansiones: una ascendente y otra descendente. Esta última se termina en la capa plexiforme externa mediante un abultamiento libre muy irregular. Creemos que todos estos granos pertenecen a los bastones, no habiendo encontrado cuerpos de los conos coloreados por el cromato de plata. En la retina del pollo en el decimotercero o decimocuarto día de incubación, los granos externos están ya formados y observamos incluso las dos variedades de fibras de conos: las fibras derechas y las fibras oblicuas, Fig. 3e., PL. VII. Los conos y los bastones propiamente dichos se representan

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—como lo ha descrito Kölliker, Babuchin, Chievitz, etc.— por crecimientos hialinos, muy cortos, de las extremidades periféricas de las fibras de los granos. Estos crecimientos no logran colorearse por el cromato de plata. Las células horizontales se colorean muy bien en la retina de conejo recién nacido, Fig. 12c, d., PL. VII. Tienen una forma semilunar, y disponen de dos espesas expansiones horizontales que se ramifican en el seno de la zona plexiforme externa. En esta fase ya es posible distinguir dos tipos celulares: células con una prolongación protoplásmica que desciende y células provistas exclusivamente de expansiones horizontales. Estas últimas son las más numerosas, y, en los cortes horizontales de la retina, forman una red de malla estrecha mediante contactos íntimos de sus prolongaciones protoplásmicas. Un estudio teórico sobre las condiciones del crecimiento de las prolongaciones retinianas. Estudiando la evolución de la retina y la de los centros nerviosos, nos hemos preguntado muy a menudo la siguiente cuestión: ¿cuáles son las causas físicoquímicas del crecimiento de las fibras nerviosas y del maravilloso poder que tienen las expansiones nerviosas provenientes de elementos distantes para ponerse en contacto, sin errores ni desvíos, con ciertos corpúsculos nerviosos, mesodérmicos o epiteliales? His154 se ha ocupado de este importante problema y, según su punto de vista, la disposición de las células epiteliales de los centros y la de los obstáculos (hueso, cartílagos, membranas conjuntivas, etc.), que se encuentran en el camino de los nervios en vías de crecimiento, participarían en gran parte en el fenómeno: los cilindro-ejes de los neuroblastos irían 154. HIS: Zur Geschichte des menschlichen Rückenmarkes und der Nervenwurzeln, etc., 1886, y Zur Geschichte des Gehirns, sowie der centralen und peripherischen Nervenbahnen beim menschlichen Embryo. Abhand. d. mat-phys. Class. d. Königl. Sächs. Gesellsch. d. Wissensch., 1888.

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PLANCHA VII Fig. 1. Corte de la retina de un embrión de ratón Fig. 8. Elementos nerviosos de la retina del buey de 15 milímetros: a, célula ganglionar (neuroblasto coloreada con azul de metileno (método de lugar a una arborización complicada y horizontal, mientras de HIS) aún desprovisto de prolongaciones Ehrlich-Dogiel); a, células bipolares destinadas a que las prolongaciones descendentes, después de penacho penetrar protoplasmáticas; b, célula más avanzada en vía los conos; b, célula bipolar gigante con de desarrollo; c, célula ganglionar dotada de en medio aplanado; c, célula bipolar destinada los conos algún tiempo de las fibras ópticas, sea atrofi an y prolongaciones protoplasmáticas ascendentes y cuyo cuerpo reside cerca de la membrana acaban por desaparecer. y descendentes (g); d, célula epitelial; e, célula plexiforme interna; d, espongioblasto semilunar Así pues, el desarrollo de lasmuy ramas epitelial cuyo cuerpo se sitúa cerca de la membrana con ramillas finas yprotoplásmicas largas, perdiéndose tiene limitante externa y parece que seen estáladividiendo; f, osobre todo en piso;manera f, células amacrinas lugar retina más menos deellaquinto misma que en la célula en forma de maza (cuerpos de los bastones). difusas que se colorean muy frecuentemente médula espinal del embrión de gallina, donde Von Lenhosde metileno; estas forman en g, es Fig. 2. Corte de la retina de un 148 embrión de perro de con azul 149 seckepiteliales; y nosotros hemos conseguido seguir todas decir, a nivel del quinto piso, un plexo granuloso nueve centímetros: a, células b, células mismos muy estrecho; e, células amacrinas piriformes bipolares; g, cuerpos de células visuales; e, células las fases del desarrollo de los neuroblastos de His. ganglionares; f, prolongación descendente bifurcada destinadas al tercer piso; h, célula amacrina Las fibras de los nervios ópticos se colorean muy fácildestinada al primer piso; i, célula amacrina de una célula de Müller; n, célula de neuroglia. mente en las retinas embrionarias y pueden seramacrina fácilmente destinada al segundo piso; j, célula Fig. 3. Corte transversal de la retina de un triangular situada en el espesor del cuarto observadas incluso en el espesor de este nervio. Pero, apiso; nuesembrión de gallina al decimo cuarto día de k, célula ganglionar gigante cuyo cuerpo se incubación: a, células epiteliales; b, capa tro pesar, no hemos conseguido aún impregnarlas durante muestra coloreado muy intensamente por azul superior de estas últimas aún desprovista de los estadios más tempranos de su desarrollo, mientras de metileno; m, célula ganglionar desprovistaestán de prolongaciones ascendentes; c, cuerpo de un granos y que parece localizarse en el tercer piso. ene, cono vías oblicuo; de crecimiento. bastón; d, granos internos; f, maza de Landolt; m, célula bipolar; n, cono recto;pues,Fig. 9. Células horizontales externas o pequeñas No podemos, tomar partido en la discusión mans, célula amacrina piriforme; u, célula amacrina de la retina del buey, coloreadas con azul 150 tenida desde hace tiempo entrea,W. Müller que sostiene la gigante; t, célula ganglionar poliestratifi cada. de metileno: cuerpo celular que contiene manchas azules muy intensas; b, ramillas opinión de que las fi bras ópticas crecen en el pedículo de la Fig. 4. Capa antero-posterior del ojo de un protoplasmáticas muy fi nas y ramifi cadas; c, 151 embrión de ratón de quince milímetros: A, epitelio vesícula ocular a partir de la retina, y M. His Kölliker152 y cilindro-ejes en los cuales es imposible observar anterior del cristalino; B, fibras del cristalino; C, otros, que admiten uncolaterales; crecimiento en sentido contrario, es d, cilindro-ejes más dispersos pliegue retiniano; a, capa de las fibras ópticas; que se ramifi can a veces, y que provienen de tan decir, desde el cerebro a la vesícula ocular. Si en un tema b, células epiteliales; c, célula ganglionar. células horizontales gruesas o internas. Fig. 5. Células horizontales internas de la retina del

difícil pudiéramos concluir por analogía, por nuestra parte

Fig. 10. Una célula horizontal externa buey: A, C, células fusiformes; B, célula estrellada afirmaríamos encantados que ambas opiniones se pueden de la retina de oveja vista en un corte dotada de una prolongación horizontal muy larga Según(a).las nuevas Hiscado. sobre el crecioblicuo:doctrinas a, cilindro-ejede ramifi que se arboriza en la zonasostener. plexiforme interna miento de los cilindro-ejes los neuroblastos y lasdelrecienteCélulas amacrinas de la retina Fig. 6. Algunas células horizontales externas dotadas Fig. 11.de conejo dos días de edad: de prolongaciones descendentes de buey): sobre mente(retina descubiertas la con terminación de a,lascélula fibras nervioamacrina del primer piso; b, célula amacrina a, célula dotada de prolongaciones descendentes sas, parece natural admitir queallas fibras retinianas que nacen destinada tercer piso (probablemente). muy ramificadas y con dirección horizontal; b, una decélula células ganglionares una manera célula más pequeña; c, una cuyo cilindroFig.crecen 12. Célulasde nerviosas de la retinacentrípeta, del conejo eje (e) podía seguirse hasta cierta distancia. con dos días de edad: a, células en maza; 148. VON LENHOSSECK: «Zur Kenntnis Entstehung der Nervenzellen und b, bastones;der c, células horizontales internas Fig. 7. Célula horizontal externa de la retina Nervenfasern beim Vogelembryo», Arch. f. Anat. u. Physiol., anat. Abteil., 1890. provistas de prolongaciones descendentes; d, del buey, tomada en un corte oblicuo: a, 149. CAJAL : «A quelle époque células apparaissent les expansions des cellules nerveuses cilindro-eje que emite ramillas colaterales. horizontales sin prolongaciones. de la moelle épinière du poulet?», Anat. Anzeiger, 1890. 150. W. MÜLLER: Ueber Stammesentwicklung des Sehorgans der Wirbelthiere. Leipzig, 1875, aus der Festschrift zu Ludwig’s Jabiläum. 151. HIS: Untersuchungen über die erste Anlage des Wirbelthierleibes. Leipzig, 1868. 152. KÖLLIKER: Loc. cit., p. 709.

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mientras que las fibras cuyo origen se encuentra en los centros ópticos crecen en una dirección centrífuga.153 La Fig. 4, PL. VII, representa un corte antero-posterior del ojo de un embrión de ratón. Observamos en B un pliegue retiniano muy notable sobre el que Kölliker ya ha insistido y cuyas fibras de Müller aparecen muy flexuosas y espesas. Los prismas del cristalino se colorean a menudo con cromato de plata y muestran después contornos, aunque siempre carecen de filamentos unificadores. A muchos prismas centrales les falta ya el núcleo. Nuestras observaciones son aún muy incompletas en lo relativo a las otras capas de la retina. Diremos, sin embargo, algunas palabras: Las células amacrinas aparecen al mismo tiempo que las células ganglionares, y el desarrollo de su penacho inferior marca la formación de la zona plexiforme interna. Las fibras de la arborización terminal son cortas, gruesas y muy varicosas; se asocian a las ramillas del penacho ascendente de los cospúsculos ganglionares. En el pollo, a partir del decimocuarto día de incubación, los espongioblastos nerviosos están completamente diferenciados, Fig. 3u., PL. VII, y ya podemos reconocer los diversos tipos de células amacrinas. En cuanto a las células bipolares, aparecen muy distintamente en los embriones de pollo a partir del decimotercer día de incubación, Fig. 3m., PL. VII. Solamente los penachos superior e inferior se muestran todavía muy cortos y granulosos; la maza de Landolt muestra un grosor relativamente considerable. En la retina de embriones más jóvenes —por ejemplo, en la representada en la Fig. 1, PL. VII, que proviene de un embrión de ratón de quince milímetros— no es posible 153. Esta opinión formulada por Müller ha sido en estos últimos años confirmada por nosotros (1906), Held y Tello con la ayuda de métodos neurofibrilares (nota de la edición de 1934).

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LA RETINA DE LO S VERTE B RAD OS DE S ANTIAGO RAMÓ N Y C A JA L S E E DITA P OR P RIME RA VE Z E N C ASTE LLANO, 128 AÑO S D E S P U É S DE S U P RIME RA E D IC IÓ N E N FRANC É S. S E TE RM INÓ D E IMP RIMIR E N MADRID E N E L V E RANO D E 2 0 2 1