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Spanish Pages [138] Year 2015
Libro:
La Protohistoria (Tapa) (Contratapa)
LA PROTOHISTORIA Por Pedro Guirao ¿Hubieron otras historias, desconocidas del hombre moderno, que pudieran estar entroncadas con los mitos y las leyendas de la Antigüedad? Naturalmente, paleontólogos y antropólogos nos aseguran que el hombre hollaba el suelo de nuestro planeta en el pleistoceno inferior, o sea hace dos millones de años. Los más atrevidos historiadores nos han hablado de una "primhistoria", anterior a la prehistoria, deducida parcialmente de los hallazgos arqueológicos que aún se yerguen en distintos lugares de La Tierra. Sumer, Catal Hüyuk, Jericó, Glozel, Stonehenge o Egipto, sin ir mucho más lejos, nos sugieren civilizaciones antiguas, cuyo nivel de cultura y conocimientos no dejan de ser sorprendentes. Y es estudiando todo ese material cuando alguien pensó en que, en vez de ser pueblos que avanzaban hacia el progreso, más bien parecían restos aislados, desconectados o supervivientes de civilizaciones anteriores más sabias y florecientes, ¡como si se hubiera producido una interrupción en la continuidad, y se hubiera salido de una época de oscuridad, que se inició hace unos 12.000 años! "La protohistoria" persigue la finalidad de demostrar que, efectivamente, hubieron civilizaciones técnicas, no superiores a la nuestra, pero sí distintas. y utiliza un procedimiento hasta ahora poco estudiado, como es la geometría de Hermes, o Hermética, exponiendo los principios más elementales de esta primera ciencia del hombre, aunque supone, por la tradición, que estos conocimientos nos habían sido revelados por seres que vinieron de otros mundos. Partiendo del relato de Platón sobre la Atlántida, la impresionante obra de las Pirámides de Gizeh, anteriores al Diluvio, y de una geometría olvidada, aunque no ya enteramente inútil, "La Protohistoria" se remonta a un pasado que puede tener, incluso, más de cien millones de años, o muchísimos más!, y haberse originado en algún planeta, incluso, que ni siquiera exista.
"La Protohistoria" revela aspectos de la geometría hermética tan sorprendentes, como que sirvieron para construir las Pirámides de Egipto.
La Protohistoria PEDRO GUIRAO EDICIONES TOPELA. Cerdeña, 536 BARCELONA - 24 © Pedro Guirao Hernández, 1978 Printed in Spain Dep. Leg.: B. 13.753-1978 ISBN: 84-7387-101-4 Portada y Compaginación: Josep M.a Caselles Composición portada: Francois Grandi Imprime: Ciac. Mata, 32. Barcelona.
Dedicatoria: A los Hermanos de la Luz, a las fraternidades del Amor y la Verdad, a los que aman la razón y la justicia y a los que viven en la esperanza y la fe en el futuro... A todos los hombres de este planeta, con el afecto de Pedro Guirao INDICE
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Prólogo ............................................................... 003 Capítulo I El punto y el circulo ....................... 005 “ II El círculo y el triángulo .................... 012 “ III ¿Quién fue Heres-Toth? .................. 024 “ IV La palabra y la sabiduría ................ 031 “ V ¿Procedemos de otros mundos? ....... 040 “ VI La geometría piramidal ................. 046 “ VII Cosmogonía y "cloning" ............... 058 “ VIII La geometría invisible ................. 064 “ IX ¿Tharsis o Tartessos? ..................... 073 “ X Geometría prehistórica ................... 083 “ XI El cuadro mágico ........................... 087 “ XII América incógnita ........................ 093 “ XIII La prueba irrefutable .................... 100 “ XIV El círculo y la cruz ....................... 106 “ XV Especulación... del suelo ............... 114 “ XVI ¿Enoch o Hermes- Toth? ............. 121 “ XVII El símbolo geométrico ................ 128
PROLOGO Queremos empezar aclarando, sin lugar a dudas, lo que entendemos por Geometría Hermética y que, como su nombre indica, se relaciona con Hermes-Toth o Taautos, también Mercurio y otros nombres más, perdidos en la nebulosa de los tiempos pretéritos. Los nombres con que los antiguos conocieron a este supuesto dios pueden ser tantos como lenguas o dialectos se hablaran en la más remota Antigüedad, no sólo en regiones determinadas de nuestro planeta, como pudiera ser la cuenca del Mediterráneo, sino también en lugares y países que ni siquiera existen, destruidos por cataclismos geológicos, guerras o plagas. El mundo en que vivimos no siempre tuvo la configuración geológica que hoy conocemos, ni podemos esperar a que se conserve por siempre como es ahora. Los planetas, como todo lo que nace en el Universo, se transforman durante el transcurso de su vida y acaban por morir. Ese destino inexorable es igual para un insecto, una planta, un animal, un hombre, una roca o un mundo. Del mismo modo, el tiempo que transcurre desde el nacimiento a la muerte es absolutamente desigual para todos. Aunque digamos que el promedio de vida del hombre actual es de setenta años, con eso no aclaramos la duda de si los años tuvieron siempre la misma cantidad de 365 días, o si estos días eran más largos o más cortos que ahora, porque el tiempo por el que nos regimos está en función de las vueltas que La Tierra da sobre sí misma y de las que da alrededor del Sol, de su mayor velocidad o lentitud o de muchos otros factores que los sabios no han tenido en cuenta. Porque, ¿estamos seguros de que nuestro planeta ha mantenido siempre idéntica distancia al astro rey y su velocidad es constante, como de 29,8 Km/s? ¿O acaso sabemos cómo y cuándo se formó La Tierra? Ni siquiera sabemos si en épocas pasadas, gracias a las míticas fuentes de la eterna juventud, o a remedios o elixires cuya fórmula se haya perdido, los hombres vivían ochocientos o mil años, como los personajes bíblicos, desde Set a Noé, sin omitir a Matusalén, que vivió novecientos sesenta y nueve años. Aunque tampoco debemos preocupamos mucho de estas cuestiones, ya que su relativismo es notorio y mil años de una existencia letárgica, insípida o semi hibernal no pueden ser comparados con unos pocos de intensa actividad, de estudios, acción, emoción o pasión. Una teoría cosmológica mantiene que el Universo en que vivimos, del que somos una insignificante partícula, es algo así como un inmenso globo hinchable en expansión y que luego se neutralizará para iniciar la contracción; o sea que se dilata y se contrae en latidos o pulsaciones que duran ochenta mil millones de años. Los divulgadores de esa teoría, entre los que debemos mencionar a E.P. Hubble, Kuiper, V. Kundt, Weizsäcker, Hoyle, Robert H. Dicke, y muchos más que omitimos por no ser esto una guía de "vips" de la Astronomía, mantienen que la última explosión de materia y energía se produjo hace unos trece mil millones de años - días más o menos!- y ahora nos encontramos en período de expansión, faltándonos, por tanto, unos 67.000.000.000 años para el siguiente "latido". Durmamos, pues, tranquilos por ese lado. Ahora bien, los mismos sabios nos aseguran que nuestra querida Tierra posee una antigüedad de poco más de cuatro mil quinientos millones de años y se formó gracias a los
subproductos de la formación del Sol, cuyos anillos y remolinos de partículas y polvo cósmico nos dieron este bello planeta azul que nos alberga. Podríamos haber dicho "que nos ha dado la vida", de no ser que nuestro concepto biogenético difiere bastante de lo comúnmente aceptado por la Ciencia, ya que, como trataremos de demostrar más adelante, tenemos motivos racionales suficientes para creer que, aunque la vida humana pudo originarse aquí, poco más o menos como hoy la conocemos, el "soplo" espiritual o la manipulación psíquica que nos dio la inteligencia, nos llegó del exterior. Tocaremos, por tanto, el origen extraterrestre de la inteligencia humana dentro del contexto inherente al realismo fantástico, del que somos fervientes defensores, pero también dentro de un realismo geométrico y hermético tan demostrable como las hirientes púas del rosal al que tratamos de arrebatar sus rosas; y esas púas han de herir vanidades, han de hacer rechinar los dientes o morderse los puños a los que quisieran ver ocultas y olvidadas nuestras fórmulas. La Geometría Hermética que vamos a presentar aquí puede arrancar ronchas dolorosas en las conciencias de quienes, guiados por las anteojeras puestas al ser desasnados, han creído a pies juntos, ciegamente, dogmáticamente, todo cuanto les han dicho y que han aceptado sin hacer preguntas. Sabemos que el Mensaje del pasado, las obras arqueológicas más reveladoras, como podría ser la Gran Pirámide, supuestamente llamada de Keops, o de Jufui, o Hrw-JnumJufu, o Sufis, o Chemmis, y que nosotros llamamos de Hermes-Toth, todavía existe, lo podemos ver y tocar, y está diciendo al mundo: "!Nadie ha podido destruirme! ¡Todavía se puede leer en mí, no con palabras, ni con símbolos o jeroglíficos de dudosa interpretación, sino en un lenguaje tan claro como el que hablan los astros, los planetas y las galaxias! ¡Soy la voz de la Ciencia más antigua del Universo! ¡Yo me expreso en la lengua inextinguible del cosmos, en cuyo ámbito nacen, viven, se mueven y mueren los mundos, cuyas trayectorias son líneas geométricas inmutables! ". ¿No nos creen? ¿Escribimos exaltados por la fantasía o el prejuicio? ¿Estamos fanatizados por nuestros propios desvaríos y elucubraciones? ¿Nos ciega la soberbia, la pasión o la locura? ¿Debíamos haber nacido en tiempos de Nicolás Copérnico, de Kepler o Galileo para ir con nuestros huesos a una pira inquisitorial, por herejes, como ocurrió con Giordano Bruno? ¿Estamos obligados al respetuoso silencio, a fin de no alterar el reposo eterno de los que vivieron y murieron creyendo haber morado en un planeta en forma de baldosa y en cuyos lados se caían a los abismos las naves que se aventuraban en tales "non plus ultras"? Y una última pregunta: ¿estamos obligados a silenciar lo que hemos descubierto con nuestro propio esfuerzo, durante muchos días de estudios geométricos, sin más ayuda que una regla y un compás, para que los presuntos sabios, egiptólogos, piramidólogos, empoltronados muchos de ellos en bien remunerados sitiales de la cátedra, puedan seguir manteniendo insensateces como las que el paupérrimo Faraón Keops, 4.700 años a. de J.C., con ayuda de cien mil esclavos -¡versión de Heródoto!- se hiciera construir un templo funerario en el que reposar sus huesos, cuando aquella supuesta tumba estaba construida muchos miles de años antes de que Keops naciera de madre? ¡Demonios de pregunta; creíamos que no se acababa nunca! Por medio de la Geometría Hermética vamos a demostrar: Que hubieron civilizaciones técnicas superiores a la nuestra actual; que las leyendas y los mitos de los pueblos antiguos están basados en hechos reales;
que hubieron hombres, supuestamente considerados como "dioses" o semidioses, llegados del espacio exterior, y que tuvieron trato carnal con las mujeres aborígenes, a las que les hicieron hijos; que existió un Paraíso Terrenal, morada de aquellos dioses, y que sus enviados se extendieron por toda la tierra conocida de entonces, enseñando a los hombres a cultivar cosechas, a construir edificios, a fabricar herramientas y armas y... ¡predicaron la verdad, el amor y la fraternidad entre los hombres! ¡Y que existieron lugares como la tierra de Mu, la Atlántida, muy anteriores a la civilización minoica, y que las fechas dadas por los arqueólogos a las civilizaciones mayas, olmecas, incas, etc., son falsas y mucho más antiguos sus vestigios de lo que se nos quiere hacer creer! Todo esto y mucho más vamos a demostrar palpablemente por medio de la Geometría Hermética, casi sin números, ni medidas arbitrarias, porque la auténtica geometría, mucho más antigua que el hombre, no necesita medidas para su demostración. Los matemáticos no pueden dividir exactamente 10 entre 3 (3,3333..). Nosotros, en cambio, una línea cualquiera sí podemos dividirla en tres partes exactamente iguales. ¿Nos creen ahora?
"De Misor nació Taautos, quien descubriera la escritura y fuera el primero en formar letras. Los egipcios le llamaron Tbor, los alejandrinos Tutb y los griegos Hermes. " Filón de Biblos.
CAPITULO I EL PUNTO Y EL CIRCULO No existe en el Universo ningún astro o planeta que sea o haya sido cuadrado, triangular, romboideo o rectangular. Es más, la línea recta no existe en ninguna parte, tanto en el cielo como en la Tierra. Acéptese esto como exacto y cierto o déjese este libro antes de continuar. Aquí pueden leer los ciegos, aunque sea al tacto; los sordos y mudos, aunque sea por señas; los crédulos y los incrédulos, aunque sean escépticos, y todos los que estén vivos y deseen saber. Incluso pueden leer los que adoran a otros dioses, porque la Verdad es de todos, como lo es la Luz, mas no así las sombras. Los que moran en la oscuridad, sin querer ver los colores, no pueden leer nuestras palabras... Les está prohibido por sus negras conciencias! Sabed, os decimos, y os lo vamos a demostrar, que el punto tampoco existe. Digamos, sin embargo, que necesitamos un Punto Cero para poder construir el arquetipo de nuestra
geometría, y que ese punto cero se encuentra en cualquier lugar de una línea recta hipotética que habremos de trazar con una regla. Ignoramos, por otra parte, cuándo el primer ser, ya fuese aquí o en otro mundo, hace un millón o cien mil millones de años, se hizo las reflexiones que nosotros nos hacemos ahora. ¿Se mueven los astros en línea recta? ¿Existe, aunque sólo sea hipotéticamente, dicha línea? Prestemos atención, aunque sea dentro de la pequeña escala de nuestro Sistema Solar. Los planetas giran en tomo al Sol siguiendo líneas orbitales elípticas, o sea, grandes curvas concéntricas. y así sabemos que se comportan los restantes mundos, ya sea trazando líneas parabólicas o hiperbólicas, que son curvas también, pero abiertas y mucho más amplias, de radios inmensos. No existe excepción, salvo... Bueno, a pequeña escala, en nuestro reducido mundo, un tallo puede crecer recto o un curso de agua puede seguir un cauce rectilíneo. Incluso, la erosión puede desgastar una roca y dejar su superficie plana y lisa, como si el hombre la hubiese pulido. Pero esto es accidental y siempre a pequeña escala. El hombre, no obstante, lleva en su mente la obsesión volitiva de dominar a la naturaleza. Ya sea porque le fue mandado por su Creador o porque germinó él mismo esta idea, el caso es que casi desde su origen, cuando empezó a razonar y comprender, su idea fue la de llegar a convertirse en dios o, al menos, en semidiós. ¡Y todavía no ha renunciado a tan arcana ambición, ni renunciará mientras sea hombre, porque si tal hiciera se convertiría, según cree, en animal! El hombre, racionalmente hablando, está dispuesto a todo con tal de ascender en la escala social; pero no hará absolutamente nada para renunciar a los logros obtenidos. Si tal cosa hiciera es que se ha vuelto loco y, por tanto, es ajeno a su voluntad. Sea esto verdad o no, nosotros estamos dispuestos a mantenerlo como un axioma. Somos hombres y sabemos cómo piensan la mayoría de los hombres, aunque no sabemos cómo piensan los gatos o los leones. Hemos estado sobre la fina arena de una gran playa y hemos visto las líneas curvas que las olas han dibujado en ella. Instintivamente, hemos sentido deseos de dibujar nosotros también. El dedo índice o la punta de un palo, caña o piedra afilada, nos ha servido para hacer una línea que hemos dado en llamar recta. En realidad, no es más que una sucesión de puntos... Miles de pequeños espacios trazados uno a continuación de otros, exactamente igual a lo que hace la punta de un lápiz afilado sobre un papel blanco. A eso hemos llamado Línea Recta. Se lo llamaron así Euclides, el matemático griego que fundó la famosa Escuela de Alejandría, allá por el siglo IV antes de J.C., lo mismo que hizo Pitágoras, el filósofo de Samos, el discípulo de Anaximandro y Ferécides, que fundó otra no menos famosa escuela en Crotona, allá por el año 530, donde, además, se enseñaba la metempsícosis o sea la reencarnación de los espíritus. Y, precisamente por estas cosas, y no por otras, se persiguió a Pitágoras y se le hizo morir, se supone que en Metaponto, en medio de las llamadas y de algunos de sus discípulos, aunque todavía se diga, como demostró él, que "En todo triángulo rectángulo, el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma de los cuadrados de los catetos."! Y si los que pretendieron ahogar en llamas la doctrina pitagórica, así como sus continuadores, no se hubieran cuidado sistemáticamente de destruir la prueba más evidente de que el sabio de Samos aprendió estas y otras cosas entre los sacerdotes egipcios, ahora podríamos demostrar palpablemente a muchos de ustedes que esa misma proporción geométrica que conocemos ahora como el Teorema de Pitágoras se halla en los cuadrados de las tres grandes pirámides de Gizeh, llamadas de Keops, Kefrén y Micerinos, porque la
Gran Pirámide de Keops, con sus supuestos doscientos treinta metros de lado, está en relación con los lados de la de Kefrén y Micerinos (supuestos 215 y 108,5 metros de lado, respectivamente). Mejor dicho, estaba, porque la devastadora acción de los hombres impide ahora demostrar esta verdad universal). (¿Creemos captar algunas sonrisas conmiserativas e indulgentes entre algunos escépticos lectores? Sí, eso parece. No importa, no nos molestamos.) En Abu Sir existen aún tres pirámides. Una se llama de Neferirkare, y tiene 110 metros de lado; otra se llama de Niuserre y tiene 82 metros de lado; la tercera, conocida con el nombre de Pirámide de Sahure, sólo tiene 76 metros de lado. Veamos lo que ocurre si les aplicamos el Teorema de Pitágoras: Neferirkare: 111 x 111 = 12.321 Niuserre: 82 x 82 = 6.724 Sahure: 76 x 76 = 5.776 6.724 + 5.776 = 12.500. Y la diferencia con el cuadrado de la Pirámide de Neferirkare bien podemos atribuirla a error de medición, mínimo por cierto, o a desgaste producido por los agentes de la naturaleza. ¿Y por qué no también a ligero error de cálculo? Aunque nos hayamos apartado un poco de la línea recta, sabemos perfectamente que los primeros geómetras trazaron todo tipo de figuras antes de averiguar que el radio de una circunferencia dividía el círculo cerrado en seis partes exactamente iguales. No queremos hacemos muy fuertes a este respecto. Ignoramos si esta verdad geométrica la descubrió el hombre que trazaba rayas sobre la arena de una playa o, como dicen algunos libros antiguos y sagrados, fue Akibeel, el "elohim" que bajó del cielo, confundido entre los ángeles negros o "caídos", quien la enseñó a los hombres. Y no debemos insistir en ello, puesto que tenemos otras versiones menos "bíblicas", aparte de que el Libro de Enoch está considerado como apócrifo por la Iglesia católica, y que, si no han sido aceptadas tampoco, al menos existen fisuras suficientes para que se filtre un rayo de luz. Esta información procede de Platón. Aquí nos vemos obligados a ejecutar eso que los anglosajones llaman el "bystand" y que viene a significar algo así como "mantenerse a la expectativa". De Platón y de su relato de la Atlántida se ha hablado tanto ya que nos parece exagerado. A Solón de Atenas y al sacerdote de Sais, en las obras de "Critias" y "Timeo", se les ha conferido excesiva representatividad y no hay nada que confirme o corrobore estos hechos. ¡Lo dijo Platón y punto final, como si el filósofo y discípulo de Sócrates fuese un dios infalible de la corte olímpica! y no debemos olvidar que es muy difícil averiguar ahora si todas las obras que se le atribuyen fueron escritas por él, ya que algunas de ellas, especialmente las de su tercera época, han sido consideradas como apócrifas, o sea, que las escribió otro u otros y las firmó con su nombre. y piénsese que entre estas obras puestas en entredicho, están el "Timeo" y el "Critias", entre "Parménides", "Cratilo", "El Sofista", "Filebo", "El Político", "Las Leyes", "Fedro" y los últimos libros de "La República". No obstante, como el tiempo es la mejor panacea balsámica y ya que de retórica también se vive, en la actualidad, todo catalogado y clasificado, los eruditos helenistas consideran que todo es auténtico y se lo atribuyen a Platón, aunque algo lo hubiera escrito San Agustín. ¿Que más da? A nosotros nos basta con saber que Platón aprendió de Sócrates y éste aprendió de Pitágoras. Y sabemos, además, que la geometría fue antes que la Aritmética, o, dicho de
otro modo, que la Geometría es una Verdad que ha sido demostrada por medio de la matemática. Los griegos, como otros muchos pueblos de la antigüedad, estudiaron el cielo, ya fuese desde el punto de vista astronómico o astrológico, que, para el caso, es lo mismo. Y se nos ha dicho que Pitágoras viajó a Egipto, a la Galia, donde conversó con los sacerdotes druidas, y hasta que estuvo en Mesopotamia, la región en donde había predicado Zoroastro. Sin embargo, los griegos no fueron el pueblo más antiguo, aunque haya sido su literatura la que más haya influido sobre nuestra cultura. De Grecia, como de Italia o de España, hay que creer siempre la mitad de lo que nos cuenten y aún así, esa mitad hemos de aceptarla mezclada con fantasía, ensoñación, exageración o distorsión. ¿Cómo vamos a escribir la historia basándonos en leyendas y mitos? Pero vayamos con Platón, quien nos dijo en "Critias": "Han transcurrido en total nueve mil años desde que estalló la guerra, según se dice, entre los pueblos que habitaban más allá de las Columnas de Hércules y los que habitaban al interior de las mismas. Esta guerra es lo que hemos de referir ahora desde su comienzo a su fin. De la parte de acá, como hemos dicho, esta ciudad era la que tenía la hegemonía y ella fue la que sostuvo la guerra desde su comienzo a su terminación. Por otra parte, el mando de la guerra estaba en manos de los reyes de la Atlántida. Esta isla, como ya hemos dicho, era entonces mayor que la Libia y el Asia juntas. Hoy en día, sumergida ya por los temblores de tierra, no queda de ella más que un fondo limoso infranqueable, difícil obstáculo para los navegantes que hacen sus singladuras desde aquí hacia el gran mar." Y más adelante, Platón describe el otro aspecto de la cuestión: "En el transcurso de esos nueve mil años, hubo numerosos diluvios... En el transcurso de un período tan largo y en medio de esos accidentes, la tierra que se deslizaba desde los lugares elevados no dejaba, como en otras partes, sedimentos notables, sino que rodando siempre, acababa por desaparecer en el abismo. Y tal como podemos advertir en las pequeñas islas, nuestra tierra ha venido a ser, en comparación con lo que fuera entonces, como el esqueleto de un cuerpo descarnado por la enfermedad." A muchos investigadores les ha parecido esta parte del relato como la descripción de algo "que se dice", "que se comenta" y que sólo tiene de sorprendente su exactitud a la verdad, porque, a excepción de los fenicios o cananeos, nadie se aventuraba en aquellos tiempos más allá de las Columnas de Hércules, o sea del Estrecho de Gibraltar. Y si ya en tiempos de Platón se decían tales cosas, ¿qué habríamos de decir ahora, con tanto cabo atado, con otros informes, con los relatos bíblicos, el descubrimiento de las ruinas de Troya y la singular homogeneidad de las pirámides descubiertas en muchos lugares del mundo, incluso en Francia? Por si todo esto no fuera suficiente, bajo las aguas del Atlántico, en las proximidades de Bimini, se han realizado descubrimientos arqueológicos submarinos, de origen muy antiguo, que viene a confirmar la existencia de la Atlántida. Ahora bien, cuando tratemos de establecer geométricamente que fueron los sabios de Atlántida los que establecieron una colonia en "la Libia", muchísimo antes de que el faraón Menes hubiera desviado las aguas del Nilo en las cercanías de Jartum, y que en la meseta pétrea de Gizeh, por razones que luego enumeraremos, unas incomprensibles y otras comprensibles y de mucho peso, se levantaron tres pirámides pétreas, similares a la que se alzaba en el centro de Poseidonis, a modo de Templos de Iniciación, el lector paciente comprenderá de modo claro y cabal por qué estamos dando tantos rodeos y atando tanto
cabo suelto, a fin de que no se escape ningún dato importante de los muchos que hemos ido recopilando en nuestra larga y meticulosa labor ordenadora. Por eso hemos de volver con Platón, para que nos acabe de informar acerca de algo que después nos será útil para nuestra tesis. Y aquí sí que rogamos el máximo de atención, puesto que el mito y la historia andan entremezclados y de sabios es saber separar lo sutil de lo grosero, y la verdad de la mentira. "Según se ha dicho ya anteriormente -sigue diciendo Platón- al hablar de cómo los dioses habían recurrido a echar a suertes la tierra entre ellos, ellos dividieron toda la tierra en partes, mayores en unas partes, menores en otras. Y ellos instituyeron allí, en su propio honor, cultos y sacrificios. Según esto, Poseidón, habiendo recibido como heredad la isla Atlántida, instaló en cierto lugar de dicha isla los hijos que había engendrado él de una mujer mortal." ¿Hemos de asociar esto con el Génesis bíblico, cuando nos dice: "Aconteció que cuando comenzaron los hombres a multiplicarse sobre la faz de la tierra, y les nacieron hijas, que viendo los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas", como una leyenda ancestral que recogieron para sí tanto griegos como hebreos, aunque también nos dice el Génesis que habían gigantes en la tierra por aquellos tiempos? ¿Se trata de leyendas locales que fueron haciéndose universales, por lo del "se dice, se comenta", o era el relato oral, transmitido de padres a hijos desde tiempos inmemoriales, que sirvió tanto a Moisés como a Platón? Este último continúa en "Critias": "Cerca del mar, pero a la altura del centro de toda la isla, había una llanura, la más bella según se dice de todas las llanuras y la más fértil. -¿Le faltó a Platón decir que en aquel Edén habían cuatro ríos: el Pisón, el Gihón, el Hidekel y el Eufrates; que en la tierra de Havila había oro, bedelio y ónice, y que en el centro había una montaña piramidal, O dicho de otro modo un árbol cuyo fruto permitía conocer el bien y el mal?- y cercana a la llanura, distante de su centro como una cincuentena de estadios, había una montaña que tenía en todas sus partes una altura mediana. En esta montaña habitaba entonces un hombre de los que en aquel país habían nacido originariamente de la tierra. Se llamaba Evenor y vivía con una mujer, Leucippa. Tuvieron una hija única. Clito. La muchacha tenía ya la edad nubil cuando murieron sus padres. Poseidón la deseó y se unió a ella. -( ¡Y esto pese a ser un dios llegado de ¿del 0limpo"...) Entonces el dios fortificó y aisló circularmente la altura en que ella vivía. Con este fin, hizo recintos de mar y de tierra, grandes y pequeños, unos en tomo a los otros. Hizo dos de tierra, tres de mar y por así decir los redondeó, comenzando por el centro de la isla, del que esos recintos distaban en todas partes una distancia igual." Bien hasta aquí. Ahora, queremos recordarles un libro de Gilbert Pillot, leído hace seis años, al ser editado por Plaza & Janés, en 1971, que nos dejó perplejos. Nos referimos a "El código secreto de la Odisea". Según Pillot, Homero -cuya existencia real ha llegado a ponerse en dudarlo que hizo en la "Odisea" fue escribir un mensaje esotérico y hermético, a lo que tan aficionados eran los "escribas" de su tiempo, donde pretendía únicamente instruir a sus compatriotas en ciertos secretos náuticos que no debían conocer sus enemigos. Una impresión semejante nos ha causado asimismo las repetidas lecturas que hemos hecho del Apocalipsis de San Juan, de El Cantar de los Cantares, de Salomón, y de otras obras universales en donde, obsesionados por nuestra criptomanía, siempre creemos ver mensajes ocultos.
De todo esto hablaremos más adelante con amplitud y cuidado. Ahora, queremos centrar nuestra atención, y la del paciente lector, en los círculos de Poseidón, al que suponemos un dios con grandes conocimientos geométricos. y nos llama la atención el número de recintos: dos de tierra y tres de mar. Lo normal hubiera sido, ya que trataba de proteger la "altura" en que vivía Clito, o sea un lugar terrestre, que hubiera hecho un recinto de agua, otro de tierra, otro de agua y, luego un cuarto de tierra. El último, según Platón, fue de agua. Pero como esto lo hizo en una isla, debió existir un sexto círculo terrestre, que bien pudo ser natural, y en donde no intervino Poseidón, y luego el mar abierto. Siete círculos, ¿no? Acerca del SIETE hablaremos también ampliamente más adelante. Limitémonos ahora al cinco, de por sí un número altamente simbólico, y recordemos, de nuevo, que los recintos distaban del centro de la isla, en todas partes, una distancia igual. Naturalmente, hemos seguido con un compás las "instrucciones" de Platón, como las han seguido otros estudiosos del hermetismo geométrico, y el resultado ha sido algo parecido a un laberinto espiral, semejante a los que se han encontrado en los Altiplanos del Perú, así como en la región de Nazca, que siempre se ha interpretado como un símbolo... y nada más. No debía ser fácil llegar hasta donde Poseidón tenía a Clito, una mujer terrestre que engendró una nutrida familia. Platón nos sigue diciendo: "Allí engendró y educó él cinco generaciones de hijos varones y mellizos. -(¿Curioso, no? ¿Qué dicen a esto los ginecólogos?)-. Dividió toda la isla Atlántida en diez partes. Al primogénito de los dos más viejos le asignó la morada de su madre y la parcela de tierra de su contorno, que era la más extensa y la mejor. Lo estableció en calidad de rey sobre todos los demás. A éstos los hizo príncipes vasallos de aquél y a cada uno de ellos le dio autoridad sobre un gran número de hombres y sobre un extenso territorio. Les impuso nombres a todos; el más viejo, el rey, recibió el nombre que sirvió para designar la isla entera y el mar llamado Atlántico, ya que el nombre del primer rey que reinó entonces fue Atlas." Atlas es un nombre de cinco letras, como Clito. Poseidón tuvo cinco generaciones de hijos varones y mellizos. O sea, diez hijos. Y podemos asegurar que nuestro aborigen primitivo, trazando líneas sobre la arena de la playa, debió pasar muchísimo tiempo reflexionando sobre las propiedades del número cinco. La Biblia, que también encierra su mensaje esotérico, empieza diciéndonos que Dios hizo la Creación en siete días. ¡No se alarmen, ya hemos superado todo eso! y lo decimos así de claro porque los ciclos también se nos antojan círculos. Vamos a suponer ahora, por ejemplo, que Poseidón no fuera un dios, sino un hombre que llegó a Atlántida procedente de otro lugar de La Tierra, de un mundo mucho más antiguo, como Gondwana, o Mu, o de alguna civilización que hubiera existido en el Pacífico, en el desierto de Gobi, en China o en Siberia. Supongámoslo únicamente, que nada nos cuesta. Un hombre con conocimientos como los suyos pronto se vería rodeado de atlantes semisalvajes, a los que enseñaría su ciencia geométrica. y si educó a sus hijos en su antigua cultura. lógico es suponer que las tribus surgidas de estos príncipes se extendieran hacia la Libia, o sea, hacia Egipto... ¡Y hasta debemos suponer que aplicaran las propiedades geométricas del cinco a sus construcciones! Nosotros hemos dividido un círculo en cinco partes y hemos logrado un pentágono. Pero nosotros poseemos unos conocimientos geométricos mucho mayores que los adquiridos por Platón de los pitagóricos. Y hemos tratado, por todos los medios, de relacionar geométricamente el dos, el tres, el cuatro y el cinco. (El gran salto lo daremos al llegar al seis).
Obsérvese la cruz "svástica" de la figura (1). Un esoterista como Schwaller de Lubiez, nos dice en "Le temple de l'homme", algo que puede desconcertar a cualquiera menos a nosotros: "El primer Número es Tres; el segundo es cuatro; el tercero es cinco; son los valores primeros de los lados del triángulo rectángulo sagrado y, por tanto, de aplicación a innumerables consecuencias". Y es cierto. Pitágoras aprendió muy bien esta relación: El cuadrado del Tres, más el cuadrado del Cuatro, es igual al cuadrado del Cinco. 3 x 3 = 9; 4 x 4 = 16; 5 x 5 = 25 9 + 16 = 25 ¿Y no es curioso, amén de altamente singular, que un aborigen, trazando rayas sobre la arena, llegase a esta esotérica conclusión? ¿De qué podría servirle? Esto podría ser una prueba de que Hermes-Toth, Akibeel, Poseidón, Quetzalcoatl, Kukulkán, Viracocha, Lug, Thor o Taautos -que todos estos nombres pudo tener o bien ser distintas personas-, bajó del "cielo" y enseñó geometría a los hombres. ¿No? Seguiremos con ello. ¡No hemos hecho más que empezar!.
Fig. l. "El primer número es Tres; el segundo es Cuatro; el tercero es Cinco; son los valores primeros de los lados del triángulo rectángulo sagrado y, por tanto, de aplicación a innumerables consecuencias" (Schwaller de Lubiez, en "Le temple de l'homme", París, 1968.)
"La solución aritmética de la cuadratura del círculo es imposible; esto es lo que se nos enseña. La solución geométrica es posible y hace mucho tiempo que fue descubierta. Esto es lo que se nos oculta! ". Paul Poësson, "El testamento de Noé".(l) (1) Publicado por "Editions Robert Laffont", 1972, y traducido en castellano por Plaza & Janés, S.A., Editores (Julio 1974). N. del A.
CAPITULO II EL CIRCULO Y EL TRIANGULO La protohistoria puede esperar todavía un poco más para ser aireada bajo nuestro fantástico concepto; antes, creemos necesario hablar de lo que ha motivado esta obra, o sea de la Geometría Hermética. Creemos que cuanto vamos a decir aquí pillará un tanto desprevenido a muchos de nuestros lectores, cuyo fuerte no sea, precisamente la geometría. Pero nada de cuanto expongamos aquí, aunque creemos que llegó de otro mundo, es difícil de realizar. Por el contrario, es más sencillo de lo que parece. No obstante, la demostración exige que el lector se provea de una regla y un compás. Procúrese que la regla sea recta y que el compás tenga puntas muy finas. No se requiere en absoluto que la regla esté numerada; tampoco que utilicemos papel cuadriculado. En los tiempos en que se hicieron estos ejercicios, los Geómetras carecían de las ventajas del reticulado mecánico y las líneas que trazaban eran puras. Piénsese, por ejemplo, que cuando se dibujaron los planos de la Gran Pirámide de Keops, o del Templo del Sol, en Teotmuacán, pongamos por caso, los geómetras disponían ya de compases de puntas de gran precisión aunque no podamos asegurar si eran de acero, bronce o de madera. De lo que sí estamos seguros, como vamos a demostrar cumplidamente, es que poseían unos conocimientos geométricos extraordinarios... ¡y simples!. Tomaremos como ejemplo la Fig. 2. En ella vemos un círculo y dos triángulos, uno sombreado. Esto, que parece una señal de tráfico, es, por decirlo lisa y llanamente, el primer paso que debió dar el hombre para conquistar las más altas cimas del Conocimiento.
Fig. 2. El triángulo inscrito en el círculo. Principio de la Geometría Hermética. Nuestros alumnos de E.G.B. saben que el radio de una circunferencia divide a ésta en seis partes iguales. Y 6 : 2 = 3. ¿Elemental, no? Es obvio que en un círculo podemos inscribir dos triángulos equiláteros, o sea, de lados iguales. Por medio de una línea horizontal y otra perpendicular (Figs. 3 y 4) podemos circunscribir también un cuadrado. Sin embargo, la Geometría Hermética trata, esencialmente, de las relaciones del Círculo celeste con todos los polígonos terrestres y su representación máxima está, precisamente, en los dos triángulos entrelazados y de lados iguales, porque han sido trazados dentro del. círculo! En Geometría Hermética siempre se opera partiendo de un Punto Cero, desde el que trazamos un círculo. Y debemos recordar que este círculo tendrá todos sus puntos equidistantes del centro. Para que no haya confusiones, aclararemos que Círculo y circunferencia es lo mismo. El Hexágrama, o estrella mágica de seis puntas, se ha llamado también Sello de Salomón, y se obtiene por medio del círculo. Obsérvese bien la Fig. 2 y recuérdese que: todo parte de un círculo. Nosotros operamos del modo siguiente: trazamos una línea recta, lo más fina posible, para lo cual afilamos bien el lápiz. Luego, elegimos un centro y marcamos un punto con un punzón afilado, que también puede ser la punta del compás. Incluso, utilizamos un cristal de aumento para que el punto se halle exactamente sobre la línea. Luego, desde el Punto Cero trazamos el círculo, del tamaño que nos convenga. Jamás tomamos medidas, porque todas las figuras que obtengamos estarán en proporción al círculo. En la Fig. 3 hemos trazado el círculo sobre la línea y nos encontramos con dos nuevos puntos, D y C, que son exactamente los que dividen la circunferencia en dos partes. Si desde D y C, con el mismo radio -ya que el compás no lo hemos movido para nada- trazamos dos semicírculos, nos encontramos con la división del círculo en seis partes iguales:
Fig. 3. El círculo trazado desde el Punto Cero (O). El radio OC divide la circunferencia en seis partes exactamente iguales. La línea AB, perpendicular a OC, divide la circunferencia en siete partes iguales. ¡Préstese mucha atención a esto! Rogamos que se compruebe meticulosamente esto, con ayuda del compás de puntas, porque cualquier error que se cometa a partir de ahora irá ampliándose a medida que la tarea se haga mayor. Compruébese desde el centro O y cada uno de los segmentos, y cuando se tenga la certeza de que la división del seis es perfecta, hágase la Triangulación o Hexágrama (Fig. 2). Señálense con el punzón los puntos de intercesión y obsérvese la Fig. 3, donde aparece una línea AB, de la que luego nos ocuparemos más ampliamente. Es uno de los lados del triángulo y su centro mismo es igual a la línea recta que divide el círculo en SIETE partes iguales. Pues bien, el punto B y el D (Fig. 4) nos van a servir para hallar otra línea muy importante en Geometría Hermética: la perpendicular CD, que es otro diámetro del circulo, igual que XY.
Fig.4. Modo de obtener una perpendicular (CD) a XY. Se divide la circunferencia en seis partes y se trazan semicírculos desde D y B. Repitiendo esta operación sobre ambos diámetros se dividen éstos en cuatro partes iguales. Es el origen del cuadrado mágico de 16 casillas.
Si tomamos el compás y trazamos semicírculos desde D y B, no hacemos más que hallar puntos simétricos por encima y por debajo de XY. Es como se hace habitualmente. Pero aquí hemos de insistir en que la precisión de trazado sea máxima, o mejor dicho, exacta. Comprobemos con el compás de puntas que las líneas CY, YD, DX y XC son exactas y ya habremos obtenido un cuadrado interior y circunscrito. Suponemos que muchos de nuestros lectores saben cómo trazar un pentágono, para lo cual existen varias fórmulas. La más frecuente en la actualidad es obtener el perímetro de la circunferencia (3,1416 multiplicado por el diámetro y dividir este resultado por cinco). Pero eso no es Geometría Hermética, ni nos soluciona el problema con toda exactitud, porque el número "pi" tiene muchos decimales, aparte de ser un número transcendente.
Fig. 5. Modo de trazar un pentágono, a partir del triángulo inscrito en el círculo. AB es mayor que el radio; y BC es mayor que AB e igual a la circunferencia dividida entre cinco. Fíjense en la Fig. 5. Tenemos un círculo y un triángulo. Abrimos el compás y tomamos la medida AB (punteada). Trazamos un semicírculo desde A hasta BC. Volvemos a abrir otro poco el compás y tomamos la distancia BC. ¡Y precisamente esta abertura de compás es la quinta parte del perímetro de la circunferencia! Hagan la prueba y realicen la Fig.6. Sabemos que, en la Edad Media, y suponemos que mucho tiempo antes, cuando los griegos estudiaban en Alejandría, estas cuestiones geométricas eran como un pasatiempo de la élite filosófica. Durante siglos, astrólogos, alquimistas, matemáticos, filósofos, etc., dedicaron gran parte de su "tiempo a trazar líneas sobre papeles o pergaminos. Entonces era un "hobby" muy difundido el solucionar problemas de Geometría y los aficionados solían reunirse, discutir y comentar sus hallazgos, o bien se guardaban celosamente sus descubrimientos. En otras palabras. buscar significados en las líneas era algo así como solucionar crucigramas. No debe extrañar a nadie que en la Edad Media surgiera el Arte Gótico, cuya geometría era, y sigue siendo, una de las más bellas y armoniosas de todas las culturas humanas.
Fig.6. El Pentágono o estrella mágica de cinco puntas, llamada Pentagrama. En nuestros tiempos, con el auge de los deportes, y especialmente el fútbol, nadie se asombra de que salgan auténticos malabaristas del balompié. Por la misma razón, cuando había tanta afición a la geometría, se destacaron auténticos genios. Y por mencionar a alguien que cultivó estas artes, recurramos a la Biblia, la cual dice: "Yo, pues, te he enviado un hombre hábil y entendido, Hiram-abi, hijo de una mujer de las hijas de Dan, mas su padre fue de Tiro, el cual sabe trabajar en oro, plata, bronce y hierro, en piedra y en madera, en púrpura y en azul, en lino y en carmesí; asimismo sabe esculpir toda clase de figuras, y sacar toda forma de diseño que se le pida.,," (2 Crónicas, 1, 14). Más antiguo es, sin embargo, el diseño de la Gran Pirámide, y más complicado también, como veremos al tratar de la Geometría Hermética en la gran obra de Hermes-Toth. Aún podríamos ahondar muchísimo más en las excelencias geométricas, sin ocultar nuestro ardiente deseo de propugnar la vuelta a las aficiones de antaño, ¡aunque ahora de modo más abierto y progresista!, y por ello trataremos de orientar al lector por el camino fácil y sencillo de una geometría que hace tiempo se distanció de la oficial o escolástica. Observen, por ejemplo, la Fig. 7. tomemos cuatro dibujos geométricos. En ellos, como siempre, jugamos con el círculo, del cual podemos obtener un cuadrado perfecto, sin ayuda de escuadras ni cartabones. Sólo el compás y la regla. Uniendo puntos y trazando semicírculos no solo obtenemos un cuadro, sino una cruz, lo que demuestra que ésta es el símbolo celeste del círculo, como han mantenido los esoteristas y hermetistas de todos los tiempos, incluyendo a masones, rosacrucianos y celtas. En la Fig. 8 podemos observar las líneas esenciales de una cruz celta, cuyo simbolismo es altamente geométrico y basado en el círculo y el cuadrado (o cruz).
Fig. 7. La geometría Hermética revela cómo se obtiene el cuadrado, partiendo del circulo y demuestra que la cruz es un símbolo circular y celeste (¡No hay nada nuevo bajo el sol!
Fig. 8. Cruz celta, cuyo simbolismo es puramente geométrico y basado en el círculo y la cruz (el cuatro). La Cruz Celta de Gisors (Fig. 9), también es una prueba de cuanto exponemos. Hay quien ha llegado a suponer que los celtas eran descendientes de los atlantes y que se instalaron en Europa occidental antes o a raíz del hundimiento de su isla-continente. El "observatorio astronómico" de Stonehenge, en Salisbury (Inglaterra) también se supone que
fue erigido 2.600 años antes de J.C., por los astrólogos celtas que heredaron los conocimientos geométricos y celestes de Poseidón y Atlas. En la Fig. 10 exponemos cuáles son los principios fundamentales de la Geometría Hermética. De un círculo y una cruz (las coordenadas de la geometría clásica, u ordenada y abscisa) obtenemos los puntos primarios de la división del círculo en seis partes, con lo que podemos inscribir un triángulo equilátero o isósceles (esto quiere decir de dos lados iguales). Pero, ¡mucho cuidado en confundir un triángulo equilátero con un isósceles, ya que no es lo mismo! Y remarcamos esto porque dentro del círculo vamos a inscribir más adelante diversos tipos de triángulos. Por ello, recordemos: el triángulo equilátero es el que tiene los tres lados iguales y el isósceles el que sólo tiene dos lados iguales.
Fig. 9. Cruz celta de Gisors (Francia), de una extraordinaria antigüedad, y, por supuesto, anterior a la dominación romana. Este tipo de triángulo, el isósceles, nos servirá después para las Cuadraciones o Cuadraturas que nos demostrarán la Cuadratura del Círculo. El equilátero es más simple y sólo lo utilizaremos para la división de la circunferencia. El lector que haya decidido prácticar con nosotros, pronto se dará cuenta de estas diferencias. Y el que no lo haga, lo verá claramente en las figuras adjuntas, ya que esto es un tratado sumamente elemental de Geometría Hermética. En la Fig. 10 hemos inscrito un cuadrado en un círculo y a éste en otro cuadro que es la mitad mayor que el anterior. Para demostrar que el cuadro interior es la mitad que el exterior sólo hemos de fijamos en las dos diagonales y en las ordenadas, ¡las cuales nos dividen el círculo en ocho partes iguales! Aunque parezca de Perogrullo, si tomamos cuatro baldosas de cualquier pavimento, siempre y cuando sean cuadradas, apreciaremos una serie de líneas, dos de ellas formando una cruz y en ángulos rectos con las baldosas, y otras dos, imaginarias, que son las diagonales. Este simbolismo geométrico lo hallamos en la bandera británica, de origen céltico, y en la bandera nacionalista vasca. No crean que esas líneas están así dispuestas por capricho y obedeciendo al antojo de quien la concibió. No es ningún capricho y expresan un arcano y remoto simbolismo hermético, ya que en la antigüedad estas cosas tenían mucha más importancia de la que les damos ahora y, especialmente, porque el significado se ha olvidado... ¡aunque no para todos!
Fig. 10. Principios fundamentales de Geometría Hermética. Las variaciones sobre el mismo tema son infinitas. Después iremos viendo estos símbolos y comprobaremos la gran importancia que tienen y la influencia que han ejercido, y todavía ejercen, en nuestras vidas. Nos consta que, en la actualidad, los arquitectos, además de obedecer a leyes geométricas, cuando diseñan los planos de sus construcciones, cuidan de la estética y de otros muchos factores que harán que un edificio sea sólido y bello, o funcional, económico, resistente, etc. Pues en la antigüedad, cuando el arquitecto-geómetra diseñaba el plano de una construcción, tenía en cuenta otras leyes o condicionamientos más sutiles, a una de las cuales se le ha dado el nombre de Número de Oro o medida aúrea.
Fig. 11. Polígonos inscritos en el círculo (3, 4, 5 y 6 lados). Se ha dicho que este Número de Oro estaba basado en el pentágono, aunque otros estudiosos han afirmado que era el heptágono. En realidad, la medida aúrea puede obtenerse de muchos modos, pero todos han de estar relacionados con el círculo. Se puede apreciar que en las grandes pirámides de la antigüedad, no aparece nada circular. Y, sin embargo, las pirámides no pueden hacerse si no trazamos antes un círculo. El cuadrado, por muy perfecto que sea, sólo puede trazarse por medio de círculos.
Cualquiera podrá decimos que no necesita compás para hacer un cuadrado y eso no es cierto. Las escuadras que se emplean en la actualidad han sido graduadas en ángulos rectos y la suma de cuatro de estos ángulos de 90º son 360º, o sea, los mismos que tiene la circunferencia.
Fig. 12. Esta "sinfonía" en blanco y negro da idea de la infinidad de variantes de la Geometría Hermética. En color estas variedades serían maravillosas. En la Fig. 10 vemos un ejemplo de lo que decimos. El círculo ha sido dividido en doce partes iguales (3 x 4 = 12) por repetición del triángulo equilátero durante cuatro veces. De esta suerte, podemos afirmar que en Geometría Hermética repetimos sobre los cuatro lados de un cuadrado -para lo cual aconsejamos ir invirtiendo el papel y repetir en cada lado lo que hemos hecho en el primero- los trazos de la figura que buscamos. Siempre se hace primero con lápiz, lo que nos da una sobredosis de líneas, muchas de las cuales eliminamos después al pasar a tinta china el dibujo. También nos consta que estos dibujos lineales, llamados también de geometría artística, sirvieron en la antigüedad de entretenimiento, porque, al ir pintando de negro unos recuadros y dejando otros en blanco, se hicieron auténticas obras de arte. Las Figs. 11, 12, 13 y 14 son una muestra de ello. En la Fig. 15 hemos inscrito varios polígonos regulares dentro de un círculo. Podemos ver el triángulo, el cuadrado, el pentágono y el hexágono. Si cuidamos de que todos estos polígonos tengan un punto común, como es el punto A superior, la serie de figuras que nos resulta es amplísima. En realidad, en Geometría Hermética se admite que las líneas, en todas sus posiciones y longitudes, son infinitas. Esto es un axioma matemático que no puede ser demostrado.
Fig. 13. Aplicaciones con el círculo y el cuadrado.
Uno de los aspectos más interesantes y transcendentales de la Geometría Hermética se refiere particularmente a los cuadrados. Y nosotros decimos que un cuadrado es un polígono de cuatro lados iguales y de ángulos iguales, ¡precisamente de 90º grados cada uno! Y aquí hemos de confesar que esta definición es relativamente moderna e impuesta por la necesidad. En realidad, el cuadrado, como la línea recta o el punto, no existe; es sólo una invención del Hombre, o, si mucho nos apuran, de la Mente del hombre. En el cosmos no existe nada cuadrado, ni recto. Y, sin embargo, ya hemos visto que, trazando círculos y semicírculos, nos aparece una figura geométrica con todo el aspecto de un cuadro (Fig. 7). El cuadrado es una figura hermética importantísima y por ello posee su equivalencia en el círculo, como no podía ser de otro modo. Si tomamos una línea recta de equis longitud y la dividimos en cuatro partes iguales, podemos formar un cuadrado. Esta misma línea, de idéntica longitud, dándole forma circular, será una circunferencia, a condición de que todos sus puntos equidisten del Punto Cero o centro. La cosa está clara. En geometría clásica hallamos la longitud de la circunferencia multiplicando el diámetro por "pi" (3,1416) o sea, que tres diámetros y ese uno, cuatro, uno, seis de fracciones es igual a la longitud de la circunferencia. Pero hemos de tener en cuenta de que el número "pi" ha sido hallado hace muy poco tiempo y tras numerosos cálculos y mediciones de aproximación. ¿Qué ocurría en la Antigüedad, cuando no operaban con números hasta desconocían el número "pi"? Sencillamente, que no lo necesitaban para nada. Hay un ejemplo clarísimo. Tomen una cuerda y anúdenla. Siguiendo su longitud desde el nudo, volveremos a éste en cuanto hayamos recorrido su perímetro. Si esta cuerda anudada la colocamos formando un círculo, tendremos una idea bastante clara de una circunferencia. Pero si la misma cuerda y con el mismo nudo la colocamos formando un cuadro, ¡la longitud no habrá variado! Tendremos distinta figura, pero idéntica longitud.
Fig. 14. Variaciones del "septenario". Con el círculo dividido en siete partes se pueden obtener dibujos de gran belleza "mágica". Pues bien, esto fue lo que planteó, no sabemos si en Alejandría o en Crotona, el famoso problema de la Cuadratura del Círculo, que luego se complicó al pretenderse hallar también, además de idéntica longitud de perímetro, idéntica superficie.
Y la cosa tiene una lógica aplastante, como nos demuestra la cuerda tomada como ejemplo. El área comprendida dentro de la cuerda anudada, sea la figura que sea, siempre será la misma; y la longitud de la cuerda, también.
Fig. 15. Polígonos inscritos en el círculo: triángulo, cuadrado, pentágono y hexágono. También se puede inscribir un número infinito de polígonos. Esto es tan evidente que no necesita demostración. Pero los matemáticos han pretendido demostrarlo y no lo han conseguido. Por eso se ha dicho que la solución al problema de la Cuadratura del Círculo es imposible. Nosotros también lo hemos intentado, ¡naturalmente! y tampoco lo hemos logrado. Los números y las fórmulas nos dan, para un círculo dado, dos cuadrados distintos... ¡cuando sólo nos debía dar uno! Sin embargo, por Geometría Hermética, en donde no intervienen los números, podemos hallar tantas cuadraturas como se nos antojen, ya que sobre un círculo cualquiera podemos situar tantos cuadrados como nos plazca. Lo malo está en que para demostrar esto hay que recurrir luego a una regla graduada, porque si no es imposible convencer a nadie, y entonces es cuando hallamos un cuadrado de perímetro aproximado al del círculo y otro cuadrado de superficie también aproximada a la del círculo. Resumiendo, hemos de especificar que las líneas curvas son de naturaleza cósmica o celeste y las rectas son puramente terrestres, de escala local. Algo así como si sumásemos peras y manzanas y quisiéramos saber cuántas peras tenemos. Como esta cuestión va a ser muy traída y llevada a partir de ahora, convendría que, quien lo ignore, se fije bien en las fórmulas geométricas clásicas para conocer la superficie y la longitud de una circunferencia. Así, el área de la circunferencia es igual a "pi" r2 o lo que es igual a 3,1416 multiplicado por el cuadrado del radio; o bien 0,7854 multiplicado por el cuadrado del diámetro. La longitud de una circunferencia se obtiene multiplicando el diámetro por "pi" (2 "pi" r) ó 6,2832 multiplicado por el radio. ¿Comprendido? Pues nosotros vamos a tropezamos con la Cuadratura geométrica del círculo muchas veces, como en las Figs. 16 y 17, Y no le vamos a dar la más mínima importancia, puesto que ya empezamos a contemplar estas cuestiones con mentalidad distinta, o sea de geómetras herméticos.
Fig. 16. División del cuadro en 16 y 25. Los triángulos azy, bxw, cvu y dst señalan la división de 16 casillas. Los circulitos coincidentes sobre el círculo inscrito señalan los ocho puntos de la Cuadratura. El cuadro resultante tiene idéntica superficie que la circunferencia. Pese al aparente "embrollo", los triángulos con vértices en a, b, c y d son una repetición exacta sobre los cuatro lados. Todo lo que hemos dicho acerca de la Cuadratura del Círculo está representado en los dos cuadrados de línea contínua que aparecen en la Fig. 17. Las líneas punteadas son trazos que nos han servido para establecer los puntos (circulitos) de coincidencia. Claro está que nosotros no hemos hallado estos puntos de coincidencia por casualidad, ni mucho menos. Aquí sí que hemos dejado horas, días y meses, utilizando papeles milimetrados, cálculos hechos con toda exactitud, y una verdadera montaña de papel blanco. Sabemos que hay otros procedimientos más sencillos, y uno de ellos es ,el que se encuentra en la simbólica Cruz de Malta, que nos da una cuadratura exacta del perímetro -y de lo cual les hablaremos cuando toquemos la división del círculo en siete partes-, pero nosotros hemos llegado a través de la cuadriculación mágica, empezando por el Cuadro de 25 casillas.
Fig. 17. Demostración de la Cuadratura Geométrica del Círculo Area) Cuadrado exterior (línea continua), igual a superficie círculo. Longt.) Cuadrado interior ( " " ), igual a longitud de la circunferencia. ("Gran Maestre Pierre")
Y esto de la cuadriculación habremos de tocarlo en otro capítulo. Piénsese que para hacer un cuadrado y dividirlo en partes iguales, sólo necesitamos una escuadra y una regla graduada. Pero, ¿y cuándo se carecía de esto? Y la Geometría Hermética puede dividir exactamente cualquier cuadrado en tantas partes iguales, o desiguales, como se quiera. Y esto que es algo parecido a brujería resulta en la práctica mucho más sencillo de lo que parece. Por ello estamos convencidos de que la geometría nos llegó del cielo, o sea que nos la trajo alguien de otro planeta y nos la enseñó como él la había aprendido. No exageramos; las deducciones que se pueden extraer, viendo cómo el círculo nos lleva, paso a paso, a unas divisiones exactas y establecidas por leyes inmutables, nos indican que el Conocimiento de Hermes-Toth era muy superior al que nosotros hubiéramos podido adquirir partiendo únicamente de trazar líneas sobre la arena fina de una playa. Y si no nos creen, a las pruebas nos remitimos...
"He caminado sobre estos rayos tuyos como si tuviese una rampa bajo los pies por la que subir hacia mi madre, el viviente Ureo, en presencia de Ra. " Esgrafiado 508 de los Textos de las Piramides
CAPITULO III , ¿QUIEN FUE HERMES-TOTH? No tenemos duda alguna acerca de que Gastón Maspero (1846-1916) fue un egiptólogo de campanillas ni de que sus descubrimientos arqueológicos aportaron un gran caudal al conocimiento de las antiguas dinastías egipcias, como son los textos litúrgicos descubiertos y descifrados por él (publicados en 1880-1881). Los Textos de las Pirámides, de G. Maspero, completados posteriormente por los descubiertos por el suizo G. Jequier, así como los Textos de los Sarcófagos, y El Libro de los Muertos, junto al Libro del Día y el Libro de la Noche, etc. etc., nos han dado una visión bastante amplia de lo que era Egipto, cómo eran sus gentes, qué hicieron y cómo pensaban, desde Menes, fundador de la Primera Dinastía (5.619 años antes de J.C.) hasta el fin del período sotíaco de Menofres, con Diocleciano, 284 años después de nuestra era. Existe un caudaloso Nilo, válganos el símil, de literatura de todos los tiempos, acerca de tema tan antiguo como apasionante, y, aunque hemos leído muchísimo, de antes y de ahora, no lo hemos leído todo, ni existe nadie capaz de hacerlo. No obstante, en la búsqueda imposible del origen del extraño dios, demiurgo o divinidad solar que ahora conocemos como Hermes-Toth, tan estrechamente relacionado con el origen de la Geometría Hermética, por todas partes hallamos señales y pruebas de la gran sabiduría de HermesToth, "dios de la Ciencia, inventor de la escritura, visir y escriba de Ultratumba y geómetra
inimitable", a quien se simbolizaba unas veces como ibis y otras como mandril, tal vez tratando de sugerir su espíritu meditabundo. En "Mitología Universal", Juan B. Bergua, nos explica: "Otro, y no el de menor importancia de los demiurgos (era) Toth, al que el pueblo llamaba "Señor de las palabras divinas", y los teólogos "Lengua de Atum" (o Atón), era considerado como el inventor del lenguaje hablado y de la escritura. Así como de fórmulas mágicas que dominaban hasta a los propios dioses. Toth era la inteligencia divina y el Verbo divino, y, por consiguiente, el Verbo encarnado. Y, como dios de la Luna, el regulador del tiempo. El, pues, hacía reinar el orden en el Universo. En su calidad de contador de los dioses, era el dios de los escribas. Como "Grande de la Magia", reinaba sobre los magos. A causa de todas estas atribuciones, su culto gozó de particular favor entre los egipcios, lo que le valió el sobrevivir a otras divinidades. En la Época Baja se transformó en un dios cósmico universal, venerado con el nombre de "Hermes Trismegisto" (tres veces santo o grande). Como archivero de los dioses, era por ello mismo el patrón de la historia y él era quien anotaba cuidadosamente la sucesión de los soberanos escribiendo, en las hojas del árbol sagrado de Heliópolis, el nombre del futuro faraón que la reina acababa de concebir de su unión con el amo del cielo; escribía asimismo sobre largos brotes de palmera los felices años de reinado que la divinidad concedía a los reyes. Los textos le dan frecuentemente como compañera a Maat, la diosa de la Verdad y de la Justicia, pero en ningún templo se les encuentra juntos. En cambio, se le conocen dos esposas: Seshet y Nahmauit (la que arranca el mal). Con la primera había tenido a Hornub; con la segunda, a Nefer Hor. Toth era representado con cabeza de ibis coronada por una luna llena. Su fiesta principal, según Plutarco, se celebra el 19 del mes de Toth, a principios de año, algunos días después del plenilunio. Otras veces se le daba la forma de un cinocéfalo." Tot, Thot, Thoth, Toth, Toyt, Taautos, o el Hermes de los griegos (llamado también Mercurio por los romanos), que por todos estos nombres se le conoce, se supone que fue un "gigante" nacido de "ángel" y de mujer terrestre. Así, al menos nos lo dice Francois Ribadeau Dumas en "Historia de la Magia": "Aquellos gigantes, nacidos de ángeles y de las mujeres más bellas de la Creación, fueron superhombres: tales como Hermes, Osiris, Orfeo y los demás grandes magos de la Antigüedad". ¿Hemos de tomar esto al pie de la letra? Por supuesto que no, pero sí tratar de hurgar, al menos, en la protohistoria, e ir más allá, si fuese posible, a fin de establecer, como pretende Robert Charroux, "si los hombres nacieron antes que los dioses". ¡Delicada y problemática cuestión, sin duda alguna! Hay quien ha supuesto, y no sin fundamento, que primero nacieron los hombres, cuyos actos más relevantes fueron conservados oralmente por sus descendientes, de donde nacerían los mitos y las leyendas, como todavía se habla de Alejandro Magno, Gengis Khan o Julio César, y luego surgieron los "dioses", que no fueron otra cosa que héroes o personajes relevantes, tipo Hércules, Atlas, Viracocha, Quetzalcoatl, o el mismo Toth. Pero, ¿por qué no suponer que estos demiurgos eran extraterrestres o bien iniciados por extraterrestres? No es así, ni mucho menos, cómo se ha escrito hasta ahora la Historia, ni creemos que la especulación y la fantasía sea el modo más idóneo de hacerlo. Las pruebas que tenemos sobre la existencia de nuestro mítico y misterioso personaje son insustanciales, inconsistentes y dispersas; muchos pueblos hablan de él, pero suponemos que por razones de vecindad, como pudieran ser egipcios, fenicios, griegos o hebreos, quienes aceptarían, con escasas variaciones, la legitimidad de Toth desde... ¿digamos seis, ocho o diez mil años
antes de J.C.? Pero, ¿y mucho antes? ¿Qué era el Próximo Oriente hace doce, catorce o dieciséis mil años antes de J.C.? ¿Comprenden ahora cuál es el terreno que estamos hollando? Vayamos algo más allá, como a unos 45 o 48 millones de años, / cuando según Robert, C. Radclife, del "National Geographic News" de Washington, hombres y animales se paseaban entre Europa y América, "sobre un puente de tierra seca, tendido sobre el Atlántico". Robert M. West, profesor de Geología del Museo Público de Milwaukee (Wiscosin) y la doctora Mary R. Dawson, profesora de paleontología del Museo Carnegie de Historia Natural de Pittsburg, conjuntamente, han hallado fragmentos óseos de animales en la costa canadiense de Ellesmere, situada al norte del Círculo Polar Ártico. "Hemos hallado animales primitivos, como el tapir, tanto en Montana y Wyoming, como en unas canteras próximas a París (Francia). También los hemos encontrado en la isla de Ellesmere, en Islandia y Spitzbergen. Eso confirma nuestra teoría de que existía una fauna común en Europa occidental y los Estados Unidos y demuestra la emigración animal en el período cenozoico." A estas declaraciones del doctor Robert M. West podríamos preguntar: ¿Pensaba ya el hombre en aquellos tiempos? ¿Era La Tierra un planeta de escasa vida inteligente? ¿Llegaron nuestros antepasados, los "dioses", vieron el panorama que aquí reinaba y se volvieron a marchar para retornar más tarde? ¿Qué es lo que realmente estaba ocurriendo en alguna región del planeta? Hemos planteado así estas preguntas por una razón que tratamos de analizar con todo detalle, aunque para ello sea necesario dejar de momento, a Hermes-Toth, para trasladamos al Monte Wilson, donde estuvo trabajando Edwin Powell Hubble (1889-1953) quien estableció la teoría de la expansión del Universo. Pero... ¡Ah, el realismo fantástico afirma y mantiene que no estamos solos en el cosmos! Y si nos equivocamos, todo cuanto hemos expuesto aquí y en otras obras, será mentira. Si observan la Fig. 18, verán que, con mayor o menor acierto, hemos representado, de perfil y de frente, nuestra galaxia, llamada Vía Láctea, que es una entre las cien mil millones de galaxias que componen el cosmos, y en ella podrán ver el lugar que ocupa nuestro Sistema Solar, que es un reducido grupo de planetas girando en derredor del Sol, ¡otro de los cien mil millones de astros que componen, a su vez, la Vía Láctea!
Fig. 18. La Vía Láctea sólo es una entre 100.000.000.000 (cien mil millones de galaxias). Es un disco espiral, que gira en el espacio, y está compuesta por millones
de estrellas; su diámetro es de cien mil años-luz. El Sol se halla a 33.000 años-luz del núcleo. Sin embargo, a pesar de lo que digan astrónomos y astro físicos, no lo sabemos todo, ni mucho menos, respecto al Universo, ni respecto a nuestra Vía Láctea ¡Y mucho menos respecto a nuestro Sistema Solar! Por ejemplo, los astrofísicos soviéticos de Moscú, Leningrado, Yakutsk y Rostow, según estudios y cálculos realizados por separado, han llegado a la sorprendente deducción de que el planeta Júpiter no es tal planeta, sino un sol en proceso de nacimiento como ha informado la agencia "Tass". Esta información está apoyada en el hecho de que Júpiter aumenta de tamaño y que sus reservas de deuterio nuclear se expanden, por lo que, según cálculos, alcanzará la masa y la brillantez del Sol dentro de tres mil millones de años. Hasta ahora se había creído que Júpiter era una estrella en extinción y hermana menor del Sol. La Agencia "Tass" ha dicho textualmente: "La irradiación de Júpiter se debe a una reacción termonuclear interna que, lejos de disminuir, se encuentra en estado de ignición. "La temperatura en el centro del planeta alcanza probablemente los 300.000 grados de la escala de Kelvin y sigue aumentando. Razonando sobre el contenido medio de deuterio en planetas y cuerpos pesados, los científicos han deducido que las reservas de carburante nuclear en Júpiter, lejos de haberse agotado, están, por el contrario, en estado de ignición. La masa del planeta crece constantemente gracias a la captura de cometas, meteoros y partículas gruesas de polvo de lluvia espacial." ¡Y, como resultado de este singular proceso de formación, en la Vía Láctea surgirá un nuevo sistema solar doble: el nuestro! Sabemos muy bien que el Universo es un fabuloso conglomerado de materia y energía que se encuentra en continuo proceso de transformación, que vive, late, palpita, muere y renace; sabemos que la vida de los planetas posee un ciclo muchísimo más dilatado de duración que la vida humana, y sabemos que los setenta u ochenta años de promedio de nuestra efímera existencia no es absolutamente nada comparado con la vida de un mundo como La Tierra, pongamos por caso. Pero, como cualquiera de nosotros, también el planeta que suponemos cuna de la Humanidad tuvo un origen y habrá de tener un fin, ya sea de diez mil o cincuenta mil millones de años. ¿Qué importancia puede tener eso? Como en nuestra galaxia hay cientos de miles de planetas semejantes al nuestro, y el cálculo nos hace suponer que hubieron otros tantos o más y que, de no cambiar las cosas, nacerán nuevos planetas y surgirán nuevos soles, la buena lógica nos hace deducir que sería altamente improbable que la vida, más o menos como nosotros la conocemos en la actualidad, se hubiera dado únicamente en La Tierra. Es más, estamos por asegurar que la vida se ha dado en muchos lugares, antes y después, aunque no haya sido, precisamente tal y como nosotros la conocemos. El ambiente ha hecho que esa vida crezca y se desarrolle., o bien que se extinga. Nosotros somos la mejor prueba del crecimiento y el desarrollo humanos. Pero nadie puede responder a la pregunta de si la vida se originó aquí o nos llegó de afuera, del mismo modo cómo nosotros hemos podido enviar gérmenes al cosmos, ya sea arrojando pequeños o grandes pedruscos de nuestro suelo, infectados de virus y bacterias. al hacer explosión alguno de los volcanes de la antigüedad. y enviarlos al vacío interestelar.
Se ha demostrado que esto es posible. Los cohetes de la NASA han impulsado al espacio a naves espaciales y astronautas del mismo modo que lo hizo el volcán Krakatoa (lndonesia), en 1883, causando al mismo tiempo, la nada despreciable cantidad de 37.000 muertos. Nadie sabe si los fragmentos de la isla desaparecida volvieron a caer sobre La Tierra o cayeron sobre algún distante planeta, o bien si todavía van errantes por el espacio. Pero lo que sí sabemos es que, anualmente, caen sobre nuestro mundo algunos miles de fragmentos minerales cuyo origen desconocemos, y algunos son de bastante consideración. Pero no es sólo eso; hay algo más. Astronautas de la NASA han viajado hasta La Luna varias veces. Naves espaciales terrestres de la "Operación Apolo" han viajado hasta la Blanca Selene, se han posado en ella, han investigado su suelo y luego han regresado, gracias a lo cual, hoy disponemos de fragmentos lunares que están siendo investigados en numerosos laboratorios geológicos. Y si el hombre ha logrado realizar tal proeza, ¿qué impide que otros hombres hayan hecho lo mismo desde otros planetas? Todo parece indicar que los "ovnis" son naves espaciales, tripuladas o no, procedentes de mundos remotos. ¿Por qué no? ¿Hiere eso acaso nuestro orgullo terrícola? ¿Y si nuestros antepasados, como afirman ciertos mitos y leyendas, llegaron aquí a través del espacio? ¡De eso, precisamente, estamos hablando! ¿Por qué no podría ser Dios el Jefe de algún mundo, cuyos cosmonautas llegasen algunos cientos de miles de años atrás, ya con todo su bagaje de conocimientos y la apropiada evolución biológica, y el "recuerdo inconsciente" de esa ascendencia, o bien la "grabación psíquica" del subconsciente sea lo que estamos tratando de "re-ligar" entre el ; aquí y el "más allá"? Hasta hace poco, se creía que el hombre ha evolucionado desde el primate u "homo erectus" hasta el "homo sapiens" y no debemos olvidar que todo ello, esbozado con la mejor intención clasificadora, no ha contribuido a clarificar la verdad de nuestro origen. Teorías, tanto religiosas como filosóficas y antropológicas, han habido varias, pero no dejan de ser teorías, cuya demostración irrefutable aún no se ha llevado a efecto. Las declaraciones teológicas del Antiguo Testamento son cada día menos convincentes y más bien parecen algo así como la copia o transcripción de otros génesis más antiguos, todo lo cual tiende a desconcertar más que a orientar. Y por si fuese poco, a las leyendas se han unido toda clase de teologías y cosmogénesis, entre las que se hace impreciso descubrir influencias de pueblos o culturas que si bien la historia afirma que estuvieron desconectados, pruebas recientes, como hallazgos arqueológicos o paleontológicos, desmienten, confunden, desorientan y hasta contradicen. Ahora sabemos, por Edwin Powell Rubble y otros, que el argumento de las "insalvables distancias cósmicas" es algo así como la fútil excusa del mal pagador. Con medios adecuados -¡Y piénsese que los nuestros actuales todavía no son suficientes!- se puede viajar de un planeta a otro y, si mucho nos apuran, de un lado a otro de la Galaxia que, siendo espiral y estando en continuo movimiento desde hace quince mil millones de años, en algún momento pudo tener cerca de nosotros a otro mundo con seres dispuestos y preparados para dar el "salto al espacio", ¿ Vale esto o insistimos? Vale, Volvamos con Hermes-Toth. Fuese hijo de "dioses" y mujer terrestre, "ángel caído", astronauta o el hombre de nuestro ejemplo que trazaba líneas sobre la fina arena de una playa, de Hermes -Toth nos ha llegado la "versión" de un individuo muy sabio. (¿Cuál será la versión que llegará de Albert Einstein
a los pobladores de nuestro mundo en el siglo cien o quinientos? ¿Se dirá "que fue un "dios", un genio o un simple mortal? Lo ignoramos. Puede que ni siquiera se hable de él, especialmente si la humanidad ha sufrido trastornos catastróficos, si nuestros descendientes se han exterminado y sólo han sobrevivido unos cuantos, y no precisamente los más idóneos, o si las cosas no ocurren como suponemos. ¡Y todo eso que bien puede suceder, es posible que haya sido realidad en tiempos pretéritos, y hablemos del futuro de igual modo que del pasado!) Insistimos que, con los datos que poseemos, se hace harto difícil hacer una biografía de Hermes-Toth. Ni siquiera sabemos si fue un funcionario de Atlántida llegado a la cuenca del Nilo juntamente con Osiris e Isis, o si lo llevaban ya en el recuerdo los que se instalaron en Egipto y empezaron a construir pirámides y templos rematados con figuras de Esfinges. Filón de Biblos escribió algo así: "Pero los criptólogos más recientes han destruido todo vestigio de los sucesos acaecidos desde el origen de las cosas, inventando ficciones en las fábulas, combinándolas de forma que se conjuntaran con los movimientos del Universo". ¿Han estado los hombres destruyendo sistemáticamente las pruebas que podían relacionamos con nuestro origen extraterrestre? ¿Acaso porque llegaron otros seres, procedentes de mundos distintos y trataron de hacemos creer en su verdad y no en la que nos habían transmitido los "dioses" anteriores? Eso es, precisamente, lo que a escala terrestre o local ha estado sucediendo desde tiempos inmemoriales, sin necesidad de recurrir a individuos llegados del cosmos. Los que invadían una región, atacando desde el otro lado de las montañas, trataban de imponer a los vencidos sus costumbres, leyes y religión. Los griegos impusieron a Zeus a los persas. Los templos de Apolo sustituyeron en Canaan a Baa1 y Moloch. Los descendientes de Abraham, que adoraban a Jehová, hubieron de acatar los dictados de Amón durante su cautiverio en Egipto, hasta que Moisés inició el Éxodo. Y no hace falta decir que los romanos impusieron a los celtas sus dioses, que eran una copia de los helenos. Por si esto no fuese bastante, la Iglesia católica y románica inculcó a los aztecas e incas el cristianismo y llevó la evangelización a todas partes del mundo contemporáneo; en unos lugares se evangelizó con la palabra y la cruz, pero en otros se hizo con la punta de la espada. ¿ Y las religiones anteriores? Como no hay mal que cien años dure, ni cuerpo que lo resista, el cambio que no se efectúa de modo brusco, se lleva a cabo de modo paulatino. El tiempo es el mejor aliado para toda transformación. A nosotros nos consta que a los pueblos les ocurre igual que a todas las cosas o seres. Nacen, crecen y mueren. Ningún imperio ha durado eternamente. Es un ciclo inmutable, irreversible e inapelable. Si en la más remota antigüedad hubo un imperio capaz de construir grandes edificios de piedra, tanto en América como en África, Europa y Asia, de él sólo quedan vestigios irreconocibles. En primer lugar, los vencedores abatieron sus estatuas y templos, borraron todo lo que pudieron de su recuerdo, a fin de que perdurase sólo el suyo propio, ya que, siendo los vencedores, habían sido más grandes que los vencidos. Y, por lo visto, algunos templos, edificios o construcciones, no pudieron ser destruidos, bien porque ocurriera algo que acabase al mismo tiempo con "tirios y troyanos" o porque no se supiera lo que aquello significaba. Pero nosotros creemos, a juzgar por lo que estamos averiguando ahora, que las grandes pirámides de Gizeh – ¡o de Hermes-Toth, como insistimos en quererlas llamar! -son el símbolo de unos antepasados nuestros que llegaron... ¡de otro planeta! Ahondemos en esta cuestión.
Robert Charroux, en "El Libro de los Dueños del Mundo", transcribe parte de la "Historia fenicia", recopilada por Eusebio de Cesarea, donde Filón de Biblos nos menciona al extraordinario Sanchoniaton, quien vivió en tiempos de Semíramis, unos veinte siglos antes de J.C. ¡Curiosa "tacada a tres bandas"! -Sanchoniaton-Filón-Eusebio- que, aunque interpretada de muy diversos modos y en distintas épocas, parece dejar claro que hubieron "serpientes voladoras" provistas de hélices. Y la cuestión, creemos, estriba en que no vengamos ahora nosotros a complicar más las cosas. Por ello, nos limitaremos a transcribir la genealogía de Toth, que viene a quedar así: "Un viento sombrío, o hálito de aire, que se enamoró de si mismo, con lo que surgió el deseo. " Así se crearon todas las cosas. "De esa cohabitación surgió Mot, que se puede interpretar como "residuo" o como "putrefacción" de la mezcla acuosa. Ello ha sido el germen de la creación. "Así nacieron animales desprovistos de sensibilidad. Y de estos nacieron otros animales racionales, llamados Zofasemin, que significa "los que miran al cielo". "Mot tenía forma de huevo y se hizo luminoso, creando el Sol, la Luna y las estrellas. "Después, sin que nadie aclare cómo, aparecieron animales macho y hembras. "Nacen luego el viento Noto y el Bóreas, deidades. "Del viento Kolpia y de su mujer Baau, nacieron los mortales Aeón y Protogona, que fueron padres de Genos y Genea, los primeros habitantes de Fenicia. "Se adoró al Sol, como dios y dueño del cielo y se le llamó Beelsamen, que es el Zeus de los griegos. "De Genos, hijo de Aeón y de Protogona, nacieron Phos, Pyr y Phlox (luz, fuego y llama). "Sanchoniaton hace constar que a los hombres se les llamaba entonces por el nombre de su madre, ya que las mujeres, por aquel tiempo, se entregaban sin pudor al primero que llegaba... (¡Como si hubiera prisa en reproducirse, después de algún desastre natural o guerra aniquiladora!) "Luego, Hypsurianos (que significa la altura celeste) habitó Tiro e inventó las cabañas de junco, de caña y de papiro. "Hypsurianos disputó con su hermano Usus, el inventor de las prendas de vestir hechas de pieles. "Hubo un temporal de lluvias y vientos; se produjo fuego en el bosque y se incendió. Usus tomó un tronco de árbol, lo despojó de ramas y se hizo una embarcación. "Pasaron los siglos y nacieron Agreus y Alieus, inventores de la pesca y la caza. Luego, apareció Crisor, que se consagró a los discursos. Hefesto. (Vulcano) descubrió el anzuelo, el cebo, la caña de pescar y la balsa. Como fue el primer navegante se le llamó Zeus Michius. "Luego -y aquí vamos a transcribir al pie de la letra- dice que de dicha raza surgieron dos jóvenes, llamados respectivamente Tecnites, artesano y al otro, terrestre, Autóctono (Nombre éste que menciona también Platón como uno de los gemelos de Poseidón y hermano de Mneseas)." Pero hagamos un inciso, como hace Robert Charroux, porque esto de que Autóctono sea terrestre parece indicar que el otro no lo es y su origen podía ser celeste. Mas recordemos que los aviones procedentes de Nueva York, cuando aterrizan en Europa, "bajan del cielo". ¿Nos comprenden? Aquí no queremos favorecer a nadie y sí mantener la tesis de que, mientras nosotros gozamos de una alta tecnología, existan rincones en nuestro mundo actual donde se vive en el mas absoluto primitivismo.
Y, para concluir: "Luego llegaron otros, Agros, Agrueros o Agrotes que fueron muy venerados en Fenicia. Estos procrearon a Amunón y Magón, que trazaron los burgos y las majadas, y de los que nacieron Misor y Sydye, que quiere decir libre y justo. "De Misor nació Taautos (Hermes-Toth), quien descubriera la escritura y fuera el primero en formar letras." Y nosotros vamos a demostrar en el capítulo siguiente que la escritura fenicia, de la cual derivó la griega, tuvo su origen en principios geométricos relacionados con el círculo, el triángulo y el cuadrado. Y no se olvide que un triángulo es la mitad de un cuadrado. Vamos a ocupamos de esas cosas trascendentales.
..iOh, tú, realizador de círculos y conductor de las dos tierras, timón del Oeste Cap. CXLIII de "El Libro de los muertos".
CAPITULO IV LA PALABRA Y LA SABIDURÍA Si alguna vez nos dicen los parafísicos que los mundos se mueven gracias al influjo psicotrónico emanado de los seres vivientes... ¡Y de los que han vivido antes que nosotros!, puede que lleguemos a creérnoslo. Sabemos lo poco que sabemos e ignoramos lo mucho que ignoramos. Esto, obviamente, ya no sorprende a nadie. Si lo supiéramos todo, seríamos dioses; y puede que alguna vez lo hayamos sabido, y hasta que conservemos alguna especie de "recuerdo" inconsciente o subconsciente. Sin embargo, hay cosas que se han olvidado, otras que se han ocultado y muchas que se han falseado. El tiempo, unas veces adicto y otras adverso, nos ha puesto en la alternativa de volver a caminos mal elegidos, para emprender nuevas rutas, distintas aventuras, experiencias nuevas, y con ello, el flujo y el reflujo de la historia del hombre, ¡hayamos vivido una o varias veces!, nos sitúa en lugares que nos resultan vagamente familiares, por haberlos soñado o visto en realidad, y nos hace ver cosas que creíamos olvidadas o ignoradas. La Geometría Hermética no se escapa a esta impresión. Recordamos casi con claridad todo cuanto aprendimos en la escuela siendo niños: cuadrados, círculos, triángulos. Todo es claramente familiar. Incluso las letras que utilizamos para escribir nuestros dictados o que copiamos de los libros de estudio, están moldeadas geométricamente. ¿Cómo se hicieron las letras? ¿Quién las hizo? ¿Cómo empezó la escritura? ¿Qué fue primero, el fonema o el signo? ¿Se habló y luego se escribió? ¿Se empezó por el símbolo? Vayamos por puntos y recurramos primero a las enseñanzas recibidas. Los libros de texto nos dicen que la primera escritura fue la ideográfica, surgida allá por el año 3.500 antes de
J.C., con lo que ya empezamos por no estar de acuerdo, debido a que le suponemos, como mínimo, algunos cientos de miles de años más. Esta forma de expresión se realizó en tablillas de barro, secado al sol, en piedras, papiros y pergaminos. Y se nos sigue diciendo que más tarde, la escritura evolucionó, volviéndose simbólica o jeroglífico, con lo que tampoco estamos de acuerdo, porque nadie ha demostrado cuál forma fue antes. Además, ¿qué diferencia hay entre un jeroglífico egipcio, pongamos por caso, y una ideografía? Nos damos cuenta del quebradizo terreno sobre el que nos movemos, precisamente por no olvidar los grabados preincaicos o mayas, los signos cuneiformes, tanto fenicios como sánscritos, que se han hallado por todas partes del mundo, y hasta en lugares donde, según la Historia, no debían estar; ni olvidamos los hallazgos de Glozel, ni los signos de Piedra Pintada (Brasil), o los de Karanovo (Bulgaria). En "L'Univers de l' Art" (París, 1967), se dice: "Invención de la escritura. Si tomamos la idea de primera civilización que se asocia al estudio de Sumer, comprobamos que la herencia capital, de la que se ha beneficiado toda la humanidad, es la invención del lenguaje escrito. "La escritura, prólogo de lo que llamamos civilización, apareció, ante todo, como un dibujo que representaba ciertos objetos; pero este sistema comporta límites en la expresión del pensamiento. Entonces la escritura se hace más abstracta y permite la representación figurada de la idea." Naturalmente, si Dios no hizo al hombre a su imagen y semejanza, y le dio el habla en el primer instante, sino que le facultó para poner nombre a las cosas, ¡Y, al mismo tiempo, hizo otros hombres, con otros conceptos del nombre sustantivo!, todo cuanto nos digan las enciclopedias carece de valor para nosotros. Más bien nos inclinamos a creer que hubo un origen y una escuela primaria, como nos recuerda Charles Berlitz en "The Mistery of Atlantis" (Nueva York, 1971), al decir que "padre" se pronuncia "aita" en vascuence, "taita" en quechúa, "ata" en turco, "tata" en náhuatl, "tatay" en tagalo, "tata" en maltés, "tad" en galés y "tata" en romano, fidjiano, sinalés y samoano. Y la lógica más abyecta -¡léase así mismo!- nos hace suponer que primero se aprendió la palabra, de labios de los gruñidos de la madre que nos destetó, y, mucho más tarde, aprendimos a escribir. ¡Bueno esto es un decir, porque la verdad es que todavía no sabemos! Imaginen las complicaciones que han habido desde que Sanchoniaton, por ejemplo, estudió en las tablillas cuneiformes fenicias, Filón de Biblos escribió en cananeo y Eusebio de Cesarea lo transcribió todo en un latín que... ¡ya, ya, cójame esa interpretación por el rabo, aparte las manipulaciones mencionadas en el Antiguo Testamento, como las ruedas de fuego de Ezequiel, los "elohim" que acompañaban a Jehová o las extrañas trompetas con que se derrumbaron las murallas de Jericó. ¿Verdad que estos conceptos contraculturales y contestatarios hacen que nos preguntemos, sin prejuicios, qué fue lo que ocurrió en Babel con lo de los lenguajes? Sabemos, por otra parte, que existen sabios tratando de codificar el lenguaje rudimentario de algunos animales; sabemos que, a su modo, hay especies que poseen su propio lenguaje: monos, delfines, perros, caballos, vacas... ¿Para qué continuar? Al hombre hay que aceptarle un primitivo estado de andrógino, primate o "pitecántropo", donde emplease gruñidos o sonidos guturales, antes de recibir ayuda extraterrestre o bien sufriera la mutación que le llevó al estado de "erectus" u "homo sapiens". La evolución del
hombre, por tanto, debe considerarse en ambos casos como natural. "Esto es fruta, eso es pecado, aquello es bueno, lo otro, malo". Así de simple. En cuanto al modo de expresar los conceptos más abstractos, hemos de admitir que debió utilizar fórmulas muy simples o bien hábitos ancestrales, como dibujar una flecha y un ciervo para representar la caza, una figura humana para significar a un hombre y un palo y una copa frondosa para representar a un árbol. Todo hace suponer que el dibujo fue el primitivo medio de expresión del hombre. Un pez, un sol, la luna, un niño, el agua, etc. ¿Y así cuantos siglos? El enorme e insalvable vacío que este período pudo representar hasta que encontramos esos signos sin sentido aparente que surgen por doquier pudo ser mucho o poco. No lo sabemos. Pero sí sabemos que los hombres se comunicaban entre sí, aunque fuese dentro de la misma tribu, y que existía un nomadismo incesante, debido a la inquietud del hombre. Pudo florecer, por tanto, no una, sino varias civilizaciones. Pudieron establecer un lenguaje escrito o esgrafiado que luego se perdiera, al desaparecer pueblos enteros, aunque no total o bruscamente. Y esto, que no podemos probar, naturalmente, pero que está en la línea de la evolución natural, de la emigración, del gregarismo o comunidad, y de tantos otros factores, bien puede explicar por qué "tata" significa lo mismo en distintos lugares del mundo. Dejamos, sin embargo, para más concienzudos investigadores cuál pudo ser la evolución del lenguaje de los pueblos primitivos y situémonos en el momento en que los fenicios, con un lenguaje escrito que posiblemente heredaron de sus antepasados, los hombres de piel rojiza de Centroamérica o tal vez de la Atlántida, empezaron a influir entre las tribus nómadas del Próximo Oriente, los judíos por el sur, los egipcios en África del Norte y los griegos al norte. Recuérdese que esa región que hoy conocemos como el Líbano estaba en la zona de influencia de Egipto, Mesopotamia, Asiría, Capadocia, Macedonia, Tracia, etc. Y piénsese que esa historia común pudo haberse iniciado hace 9.000 años antes de J.C., poco después del supuesto hundimiento de la Atlántida. Esto, naturalmente, no es más que una hipótesis. Pero, vayamos con la Geometría Hermética; remontémonos a los orígenes antediluvianos, retrocedamos a los tiempos en que se construían enormes pirámides. Más adelante nos daremos cuenta del porqué de todo esto. Ahora, echen una ojeada a la Fig. 19, donde vemos un alfabeto fenicio y otro griego; uno de cinco o seis mil años de antigüedad y otro de algunos milenios menos. La escritura fenicia fue primero cuneiforme y luego se "suavizó", pudiéndose escribir sobre papiro, corteza de árbol o pergamino. La escritura griega, mucho más reciente, tiene un aire geométrico en casi todos sus rasgos que nos hace meditar. Y meditamos. Los griegos empezaron a ser algo en el Mediterráneo cuando los "rojos" fenicios o caananeos les ilustraron. Tengamos presente que en el Antilíbano, cerca de Damasco, se encuentra el lugar llamado Baalbeck, que fue un antiguo templo de Baal. Allí, los griegos erigieron templos a sus dioses y Baal quedó relegado al olvido por el derecho de conquista. Sin embargo, estudiando el alfabeto fenicio vemos rasgos que, aunque siguiendo las incisiones de los punzones -y después el de los pinceles-, se adivinan rasgos geométricos que luego vemos repetidos en la escritura griega y en la hebrea. Por si esto no fuese bastante, las letras "alfa", "beta", "gamma", "delta", etc. del fenicio, griego, árabe, hebreo, arameo, esenio, etc. (lenguas de las regiones bíblicas) todas significan lo mismo.
"Aleph" significaba buey en aquellas regiones, como "beth" significaba casa y "nun", "naha" o "naja" quería decir serpiente. Esto es en lo concerniente al sonido o fonema, lo que hizo suponer cómo evolucionó la forma de expresión. Y, sin embargo, nosotros hemos encontrado lo que podríamos llamar la etimología de la escritura, precisamente dentro de un cuadro llamado mágico y que es un compendio de Geometría Hermética. ¿De dónde sacar, si no, la forma ideal de expresión gráfica, si salta a la vista, ciega, por así decir, al verla surgir en las formas geométricas elementales?
Fig. 19. Comparación alfabéticas de inspiración geométrica.
Antes hemos dicho que el cuadrado es una invención del hombre, bien sea éste de aquí o haya llegado del "cielo". Nosotros insistiremos siempre en que los conocimientos llegaron de "arriba", y ahora vamos a exponer un argumento racional de peso. Háganos un cuadrado, por favor. Pero... ¡que sea perfectamente cuadrado! ¿Cómo lo haría? Le remitimos a las Figs. 7 y 10, donde se explicó todo esto. En la Fig. 16 mostramos un "amasijo" de líneas donde con la mejor buena voluntad del mundo queremos enseñarles cómo se divide un cuadro en partes iguales.
Fig. 20. ¿Extrajeron los griegos su alfabeto de las líneas resultantes de la triangulación del cuadrado? Obsérvese el exacto trazado de "tau", "my", "ny", "xi" o "pi". Creemos haberles invitado al aperitivo con la demostración de la famosa Cuadratura del Círculo -de la que seguiremos hablando más adelante-, en la Fig. 17. Pues, bien, en la Fig. 20, basándonos en el mismo principio cuadrático, hemos señalado algunas de las letras esenciales que componen el alfabeto griego. Están remarcadas, aunque no todas, y no hace falta ser un lince para comprender que de los fenicios a los griegos se produjeron cambios importantes y la geometría quedó mucho más perfilada. La letra "ene", que corresponde a la casilla n.º 13, o sea al centro del cuadro, la hemos perfilado puesto que allí se concentran varias letras, como son la Z (Z = N), la svástica, el teorema de Pitágoras, (Fig. 1) Y el Alfa y la Omega, o sea el principio y el fin, que todo el mundo identifica como el triángulo y el círculo con base cuadrática, como si su simbolismo quisiera expresar que el Principio está en la Tierra (el triángulo, la pirámide, etc.) y el Fin en el Cielo (el círculo, las estrellas, Dios o la célula primordial). Aclaremos algo, aunque sea a costa de cambiar fugazmente de tema. Los piramidólogos, entre ellos André Pochan, nos han explicado que en la entrada de la Gran Pirámide de Keops (o de Toth) hay una inscripción enigmática, llamada el Tetragrama, (Fig. 21) y que nosotros interpretamos como el símbolo geométrico de Toth por superposición de figuras que podemos decir "estilizadas". El entramado que resulta de superponer un triángulo, un círculo, tres rectas horizontales y tres verticales, dentro de un ovoide, es altamente significativo y "herméticamente" geométrico (Fig. 22). ¡Y nosotros sabemos muy bien que la Geometría Hermética es la ciencia que superpone todas las líneas en el interior de un círculo! Cuatro símbolos y tres rasgos esenciales. El siete está detrás, o dentro; no hay duda. En la Pirámide de Hermes- Toth se encuentra el símbolo mágico del siete. Magia era sabiduría
en la antigüedad. Un lenguaje popular y simple de otro esotérico, parabólico, hermético, mágico, separaba a los hombres.
Fig. 21. El Tetragrarna que se encuentra en la entrada de la Gran Pirámide de Keops, sobre el signo del "Horizonte". La imperfección de su trazado nos remite a la Fig. 22. ¡Y la iniciación iba paralela con la sabiduría! En cierto modo, los tiempos no han cambiado y, en el fondo, los seres seguimos siendo igual, o muy parecidos. Por estas consideraciones, nuestra interpretación del Tetragrama es de que se trata de una especie de muestra de iniciación geométrica, o símbolo de Gran Maestro, como sólo podía ser Hermes-Toth. Fíjense bien en los cuatro "grafismos". Primero un triángulo, que parece una pata de oca; luego viene un círculo en forma de estadio o campo de deportes; a continuación, tres líneas: la superior y la inferior, iguales, mientras que la del centro es algo más corta; y cierra el Tetragrama una figura ovalada con dos líneas verticales internas. Se trata, todo ello, de una muestra de las figuras geométricas más difíciles de realizar, puesto que se combinan rectas y curvas. Y trazar esas figuras, que no es fácil para los más avezados geómetras de la actualidad, debía ser, en la antigüedad, mucho más difícil que ahora. Hagan la prueba sobre un papel blanco, sin milimetrar, como hemos hecho nosotros en la Fig. 21. Con la mejor buena voluntad, nos ha salido algo así como un churro.
Fig. 22. Aquí tenemos las líneas esenciales que figuran en el Tetragrama. Obsérvese la superposición de líneas que aparecen en la Fig. 22 bis sobre una cuadriculación de Geometría Hermética. ¿Verdad que ha ganado sobre la Fig. 21?
Y, sin embargo, en la Fig. 22 bis, recurriendo al "cuadriculado" de la Geometría Hermética, con las líneas bases para un trazado simétrico, la cosa ofrece un aspecto distinto, ya que contamos con numerosos puntos de referencia sobre los que apoyar una de las puntas del compás. ¿Nos comprenden? ¿Se dan cuenta del porqué, corriendo el tiempo, era necesario implantar el papel reticulado o cuadriculado, como el que utilizan ahora nuestros delineantes?
Fig. 22 bis. El Tetragrama esculpido sobre el "Signo del Horizonte", en la Gran Pirámide, es un símbolo de gran maestría o iniciación geométrica. Tal vez sea el anagrama de Hermes-Toth y expresa una gran sabiduría. Y otra pregunta: ¿Sabían estos profesionales que en la antigüedad se cuadriculaba el pergamino o el papiro, tal y como nos enseña la Geometría Hermética, para hallar la perfección geométrica de los trabajos arquitectónicos? Examinemos la Fig. 23. Nos hallamos ante lo que, sin eufemismos, podemos llamar el estudio geométrico de un Gran Maestro. No esperamos que muchos lectores puedan penetrar en el amasijo de líneas que aparecen aquí, relacionadas todas con el círculo que ha servido para trazarlas. Y, sin embargo, de ese círculo han surgido cinco cuadrados distintos, cuyos valores numéricos son 16, 14, 20 y 18 (salvando, naturalmente, las mínimas diferencias de medición). Explicamos esto para recordar una vez más que la línea recta no existe, sino que la hemos inventado nosotros imaginando una sucesión de puntos -¡que tampoco existen!-Esto ya nos lo dijo Euclides, pero nosotros nos hemos obstinado en creer que la línea trazada por el lápiz sobre el papel era lo más aproximado a una recta. Y si todo ello ha servido, hasta la fecha, para trazar los planos de nuestras construcciones arquitectónicas, podemos seguir creyéndolo. A escala cósmica, por supuesto, estas líneas no servirán de nada.
Fig. 23. Estudio de Gran Maestro Geómetra. Los cuadrados a, b, c y d, y e, f, g y h son iguales a la superficie y el perímetro de la circunferencia dada. Numéricamente, sus valores son: 16, 14, 20 y 18. El punto que nosotros señalamos como el lugar en donde se inicia el círculo, o el lugar en donde se cruzan dos líneas, tampoco existe. Aceptamos que la afilada punta del compás es de 0,000001, cuando en realidad ese inexistente punto debería ser Cero. Por esta causa, cuando señalamos los puntos, cometemos errores de milésimas, o millonésimas, si nos apuran, que en el desarrollo ulterior de la figura se puede convertir en milímetros, centímetros y... ¡hasta en metros, si de un edificio se trata! No hemos de desesperar si por error óptico situamos un punto fuera de su justo centro. ¡Cuántas veces hemos perdido horas enteras desarrollando un complicado cálculo geométrico y nos hemos encontrado que, por culpa de una insignificante desviación del punto, nos ha salido algo que nada tenía que ver con lo que buscábamos! A esto se han referido siempre los Iniciados cuando decían lo cuidadosos que hemos de ser al separar lo fino de lo grueso y lo grosero de lo sutil. Es una expresión alquímica, pero estrechamente vinculada a la geometría, a la astrología y a la astronomía, ya que en el fondo, todo pertenece a la misma esencia científica de la observación, el estudio y la sabiduría. Hecha esta salvedad, rogamos se fijen de nuevo en la Fig. 16, donde, por medio de la triangulación cuadrática (¡Recuerden, de paso, que un triángulo es la mitad de un cuadrado!), hemos hecho la división de un cuadrado en 16 y 25 casillas respectivamente. Estos "cuadritos" son geométricamente exactos, lo que quiere decir que, aunque nos hayamos equivocado, por eso de la imperfección de los instrumentos -compás, regla, lápiz, etc.-, teóricamente son perfectos. Hemos de insistir en que para comprender bien todo esto, lo ideal es tomar papel, lápiz, un compás y una regla, y empezar a trazar líneas rectas y curvas. La cosa, que parece complicada a primera vista, no lo es tanto cuando nos damos cuenta de que el círculo es
uno, la horizontal y la perpendicular son dos, y los triángulos que se entrelazan son cuatro, y lo que hacemos es repetir en cada lado del cuadrado las mismas líneas. Vamos a enseñarles una división cuadrática "difícil": un cuadro dividido en 49 casillas (7 x 7 = 49). Háganlo, siguiendo nuestras indicaciones y consultando el dibujo de la Fig. 24. En primer lugar, tracemos el círculo, los semicírculos y la línea horizontal y vertical (ordenadas). Luego, es imprescindible trazar también las diagonales ac y bd. Los puntos a, b, c y d, exactamente sobre la línea del círculo, nos señalan cuatro líneas que trazamos: ab, bc, cd y da. Esas cuatro líneas nos dejan una zona bien delimitada y clara. Se trata de un cuadrado inscrito en el interior del círculo, como ya teníamos otro exterior al círculo. Pues bien, por los cuatro lados, esa "franja" es, exactamente, la séptima parte del cuadrado exterior.
Fig. 24. División del cuadrado en 49 (7 x 7) casillas. El hermetismo es aquí tan evidente que aparece en la intersección de las diagonales con el círculo (puntos: a, b, c y d). Los demás puntos de coincidencia se deducen fácilmente. ¿No es sorprendente esto? ¿Por qué es así? ¡Ah! ¿Quién puede explicar los axiomas? Trazando puntos sobre estas líneas, justamente donde se cruzan con los cuatro triángulos, obtenemos otra franja en cruz, en el centro del cuadro, que también es la séptima parte de la longitud total del cuadrado. Las cuatro líneas que nos falta se ven entonces fácilmente en los puntos de intersección 1, 2, 3 y 4. Ahora, meditemos. ¿Quién hizo que esto fuera así? El hombre que trazaba líneas sobre la arena de la playa por supuesto que no. Y nosotros creemos que el concierto de la Creación tuvo muy en cuenta estas cosas. ¡Parece increíble, pero... ahí lo tienen!
"Ensipazianna reinó 28.800 años... "Enmeduranna reinó 21.000 años. "En Shurappak, Ubar-Tutu reinó 18.600 años como rey. "Total, cinco ciudades, ocho reyes reinaron 241.200 años. "Entonces, el Diluvio barrió la Tierra " ("Leyenda Babilónica del Diluvio"; traducida por el Museo Británico).
CAPITULO V ¿PROCEDEMOS DE OTROS MUNDOS? Los negros de Madagascar creen en un dios supremo llamado Ndriananabari, al que se opone un genio perverso llamado Angatch, que trata, por todos los medios, de hacer desdichados a los hombres y a sus almas, a las que llaman "razanes", y que son intermediarios entre Dios y los hombres. La antiquísima historia se ha divulgado -¿cómo no? con el nombre de leyenda, y en ella se explica cómo apareció el hombre sobre la Tierra y cuál es el auténtico significado de la muerte. Esta "leyenda" es así: Hace muchísimo tiempo, más del que nadie puede tener consciencia, Ndriananabari envió a La Tierra a su hijo Ataokoloinona, a fin de explorarla y le informase de las posibilidades de crear en ella seres vivientes. Para un atento observador analítico no pasará por alto el hecho elemental de que algo así fue lo que hizo la NASA en el Proyecto "Apolo", al enviar astronautas a La Luna, o como han hecho los responsables del Proyecto "Vikingo" con respecto al planeta Marte. La leyenda de los aborígenes de Madagascar no nos dice cómo llegó Ataokoloinona a la Tierra. Hemos de suponer, por tanto, que llegó como tantos otros "dioses"... ¡volando! (¿O no fueron volando Armstrong, Aldrin y Collins a la Luna?) Aunque se nos acuse de tratar de anticipamos al tiempo, dando por hecho lo que muchos no aceptan de que el hombre pueda aclimatarse a mundos o lugares inhóspitos u hostiles, la verdad es que jamás hemos afirmado que ello sea posible. Pero hay que reconocer que nunca creímos a nadie capaz de vivir bajo el agua o sobrevivir en el espacio exterior, y todo esto ha sucedido. Nuestro planeta pudo ser, hace millones de años, tan árido, inhóspito y hostil como se dice que son ahora Mercurio, Venus, La Luna o Marte. y remarcamos el "se dice" porque, aunque el hombre está hecho para respirar oxígeno al aire libre, ha hallado el medio para llevarse este elemento debajo de las aguas, lo cual no impide que haga lo mismo en
cualquier mundo sin aire y de elevadas temperaturas. Con equipos adecuados, podemos resistir el calor, el frío y hasta la falta de oxígeno. ¡Y si no, al tiempo! Pues bien, Atakoloinona descendió a La Tierra y se encontró con un excesivo calor. Para librarse de él y disfrutar de un poco de frescor, se introdujo en una cueva y ya no volvió a salir. Nadie ignora que ciertas grutas gozan de privilegio de mantener una temperatura ideal durante todas las épocas del año: fresco en verano y caliente en invierno. Ndriananahari empezó a inquietarse por la tardanza de su hijo y, para averiguar qué le había ocurrido a Atakoloinona, envió a sus siervos, los hombres, a buscarle. Cuando los hombres llegaron a La Tierra se extendieron por todas partes, buscando al hijo de su dios, pero no lo hallaron. Al fin, cansados de buscar, decidieron enviar a algunos de ellos para informar a Dios de la inutilidad de su búsqueda, así como requerir de él nuevas instrucciones. Sin embargo, ocurrió que los emisarios no volvieron. ¿Cómo regresaron a su mundo estos emisarios, ya que la "leyenda" no nos dice cómo llegaron los hombres a La Tierra? La cosa es muy simple: los emisarios son los muertos. Nos encontramos en Madagascar hace, pongamos por caso, unos millones de años. Hemos buscado al hijo de Dios, Atakoloinona, por todas partes, sin éxito. Tal vez lo hemos hecho durante varias generaciones, siglos inclusive; y nada. El mago, hechicero, jefe religioso, sumo sacerdote o "fetiche", como se le quiera llamar, reúne a sus seguidores y les habla seriamente: "-Atakoloinona sigue sin aparecer. Ya no sé el tiempo que llevamos buscándole. ¿Qué podemos hacer? Lo mejor sería avisar a Dios de la inutilidad de nuestra gestión. Y como sabemos que los muertos vuelven con los "razanes" o sea las almas de nuestros antepasados, hemos de realizar sacrificios entre nosotros para comunicamos con Ndriananahari y que El nos comunique su voluntad." Es lógico suponer que esta solución sería aceptada, se eligiría a unos cuantos "emisarios" y se les daría muerte. Sus almas "volarían" al cielo, a los dominios de Ndriananahari, e informarían de lo ocurrido. ¡Pero Dios jamás ha revelado cuál es su deseo! Los "emisarios" siguen muriendo. Millones de seres "llegan" y "se van" de nuestro mundo, haciéndonos creer que "nacen" y "mueren" aquí, sin que nada salga de este mundo esférico nuestro, y mucho menos que se comunique con el exterior. Y esto, que se ha creído durante siglos como el mayor misterio de la Vida y la Muerte, confundiéndolo siempre con mitos, leyendas, historias, supersticiones e ignorancias, ha sido lo que ha mantenido encendido el fuego de la religión. Hay quien cree que sólo somos animales pensantes y quien supone que hemos llegado a este "deplorable nivel" después de haber sido dioses e intervenido en la Creación. Otros, ni en favor ni en contra, " dicen que hemos venido a este mundo, después de haber sido entidades psíquicas en otros mundos, y que nuestro ciclo evolutivo de entidades cósmicas no ha concluido aún, que evolucionaremos, volviendo a diferentes cuerpos y a distintas vidas, hasta conseguir la perfección necesaria para ser espíritus superiores. Y no falta quien prefiere no creer nada, dedicarse al trabajo, a vegetar, ir tirando como sea, y al final, “Dios dirá!, lo que no deja de ser una postura cómoda, indolente, insípida y estéril. ¿Y qué opinamos nosotros?, se preguntará más de un lector, no sin lógica, puesto que si hemos dedicado nuestro tiempo al estudio de estas cosas, y nos encontramos, para bien o
para mal, escribiendo un libro que habla de nuestro origen, bien podemos tener una opinión. ¿No es así? Naturalmente que sí. Y el lector, más o menos, ya sabe cómo pensamos. Pero si alguien. no ha caído aún en la cuenta, vamos a decírselo sin rodeos. Creemos que nuestro planeta se formó, por desprendimiento de una gran masa gaseosa, procedente del Sol, hace unos cinco mil millones de años. Si son más o menos, eso poco importa. El ambiente fue primero ígneo, gaseoso, y luego, por enfriamiento, se fue condensando y licuando o solidificando. Aquí no podemos ser lo precisos que son los cosmólogos o cosmogenéticos, porque estos matices fisicoquímicos no nos van a solucionar el problema de nuestras dudas. Sabemos, y lo hemos expuesto ya, que en estos momentos hay millones de planetas "naciendo" y "muriendo" simultáneamente. El Universo está en continua transformación, accionado por inmensas masas de energía, y nosotros continuamos "vegetando" en La Tierra como si nada ocurriera. Cuando el planeta se enfrió, antes o después, nos llegaron gérmenes biogenéticos de alguna parte. Pensar que la vida sólo se produjo aquí, por generación espontánea o por combinación de aminoácidos en el "caldo de cultivo" primigenio, a lo que se añadieron descargas eléctricas, rayos ultravioletas, cósmicos, roetgen, gamma o bioenergías aún por descubrir, y que de los aminoácidos primitivos se formaron las primeras células, es tan utópico como creer que estamos solos en la ingente masa de estrellas, soles y planetas que forman, han formado o formarán todo el Cosmos, que no puede tener principio, ni tampoco puede tener fin, ¡aunque se transmute todo, y corriendo los millones de milenios, existan planetas transparentes, cuadrados o formen todos un bloque único y cúbico, cosa que no creemos en absoluto! El hombre, por tanto, ya fuese igual, parecido o completamente distinto de como es ahora, tuvo que existir muchísimo tiempo antes de que existiera nuestro planeta Tierra. El hombre posee un espíritu inmortal y, por tanto, creemos que es eterno y forma parte de la Entidad Suprema que rige el cosmos. Incluso, cabe la posibilidad de que la metempsícosis, de la que ya en la antigüedad nos hablaron los gnósticos, los druidas, los sacerdotes egipcios, Pitágoras, Buda y muchos otros, sea una realidad y, por las razones que sean, esos espíritus vuelven a la Tierra, reencarnan en nuevos cuerpos e, inconscientemente, prosiguen la tarea que dejaron inacabada en su existencia anterior. Con esto, naturalmente, no queremos decir que Hipólito León Rivail hubiera sido el sacerdote celta Allan Kardec, y mucho menos que el famoso embajador extraterrestre en La Tierra, como dice ser, el italiano Eugenio Siragusa, hubiera sido la reencarnación de Giodano Bruno, la de José Balsamo, el misterioso Conde de Cagliostro, y que hace más de 12.000 años hubiera vivido en Azlante (Atlántida), dado que, siendo cosas éstas que no se pueden demostrar, fácil es que cada uno de estos y otros personajes digan lo que quieran, ya sea verdad o mentira. En realidad, creemos que esto importa bien poco; lo importante es lo que hacen esos hombres. Si su labor es buena, sea verdad o no lo que dicen, hemos de aceptarla; pero si, por medio de engaños, fraudes y mentiras, llevan a cabo una mala labor, debemos rechazarla. Aquí podríamos decir, de paso, que tanto Moisés como Cristo, realizaron una tarea benéfica para el pueblo israelí, pero perjudicial para egipcios y romanos, respectivamente. Y añadir, aunque sólo sea de religión, que el concepto del Bien y del Mal es tan dispar como interpretaciones se puedan dar a lo malo y lo bueno, lo feo y lo bello, lo grande y lo pequeño, etc., etc.
Qué duda cabe de que Cristo fue maravilloso para los cristianos. Pero, ¿no despertó la conciencia adormecida del pueblo israelí y con ello creó una doctrina que, con el tiempo, acabaría con los dioses romanos? ¿Y no hizo Moisés algo que desagradó al Faraón, puesto que, después de conceder la libertad a los hebreos, ordenó perseguirlos y ocurrió aquello de las aguas del Mar Rojo? Es obvio que si existe Dios, cosa que no dudamos, aunque no sea para nosotros un señor venerable, con barba, patriarcal y "hecho a imagen y semejanza" nuestra (por aquello de que A es igual a C, si C y B son iguales y A y B también lo son) y que nos dio el libre albedrío para "hacer y deshacer" con nosotros mismos, no está bien que se meta en nuestras vidas y pretenda orientar nuestros pasos por el camino que conduce hacia él, ya que esto sería una intromisión o interferencia notable. El hombre debería saber sin lugar a dudas cuál es su cometido en la vida y su destino en la muerte. Sabido esto, sin retóricas, confusiones, dudosas interpretaciones, cuestiones de fe o de moral, que cada cual elija su propio camino hacia el bien o el mal y allá se las arregle con su conciencia. Pero, evidentemente, no se trata de eso, ni mucho menos, y lo que estamos ventilando con nuestra presencia en este mundo es mucho más complicado. Hay gentes que nacen, viven y mueren sin saber para qué han nacido. Incluso, los que dicen estar convencidos de saberlo, en su fuero interno, creemos, tienen dudas suficientes como para quedarse afónicos totalmente si los mentirosos se quedaran mudos. ¿Nos comprenden? Y si los extraterrestres, de los que Eugenio Siragusa dice ser embajador, nó aspiran a interferir en nuestras rencillas o discusiones, lo mejor que podían hacer era quedarse en sus mundos, gozando de su avanzada tecnología, ¡que no debe ser poca, ya que sus "ovnis" parecen ser máquinas extraordinarias! Porque, veamos, ¿dicen que temen un enfrentamiento entre soviéticos y norteamericanos, y que alguien, perdida la serenidad, se lance a un holocausto atómico? ¡Por favor, queridos señores! Si nosotros tuviéramos medios suficientes para poder penetrar en dimensiones ajenas a las físicas, si pudiéramos viajar a velocidades lumínicas, si pudiéramos transmitir nuestras ondas mentales y hacer que los hombres recibieran esos "mensajes" telepáticos y, si mucho nos apuran, dejar sin electricidad a buena parte de los Estados Unidos... ¡bueno, seguro que contaríamos con medios idóneos para impedir que soviéticos y norteamericanos llegasen a destruir el mundo con sus proyectiles nucleares! Pero, ¡cuidado, no nos interpreten mal! Por el simple hecho de que la doctrina de Eugenio Siragusa, ¡y la de muchos otros!, predica el bien y el entendimiento entre los hombres, van a renunciar los capitalistas de Occidente a sus beneficios y van a repartir éstos con los obreros de sus fábricas, creemos que esto no lo veremos nunca, puesto que sabemos de hombres que son capaces de morir antes de renunciar a sus privilegios... ¡Y tan humanos son unos como otros! Las religiones han mantenido que los hombres son hermanos, pero ninguna ha dicho que todos debemos ser ricos o pobres. Lo que sí han dicho es que tengamos paciencia, que nuestros infortunios son temporales, y que a mayor sufrimiento en La Tierra, mayor gracia a los ojos de Dios. Y esto, sin ánimo de ofender a nadie, siempre nos ha parecido un poco sarcástico, aunque se aparte bastante de la cuestión que estamos estudiando. El hombre tiene un destino y es el de buscar el mayor grado de conocimiento, para servir a una causa de finalidad cósmica. A este respecto, hemos de tener muy en cuenta las
palabras que los psicólogos Marvin Karlins y Lewis Andrews expresan en su obra "Biorrealimentación": "El hombre no es sólo un reloj encerrado dentro de sí mismo, sino que es parte de un aparato de relojería mucho más grande, llamado Universo." Y, por otra parte, Platón nos cuenta estas palabras de Sócrates poco antes de tomar la cicuta: "Acude a mi mente una antigua doctrina, según la cual, las almas de los hombres van, después de la muerte, de éste a otro mundo, y vuelven a éste para nacer de los muertos". Hemos leído por ahí que los mayas tenían dos calendarios, uno popular, casi exactamente como el nuestro, de 365, y otro ritual, conocido con el nombre de Tzolkín, que está compuesto de trece meses de veinte días, lo que equivale a 260 días solares. Y la pregunta que se hacen los que estudian estas cosas es la misma que nos hacemos nosotros. ¿Para qué puede servir un calendario que no puede emplearse para medir el tiempo? Alan y Sally Landsburg, en "Conexión con el espacio exterior" (Plaza & Janés, 1976) nos dicen: "El calendario Tzolkín de los mayas marcaba probablemente el trayecto anual de un planeta distinto a la Tierra alrededor de un astro que no era nuestro Sol". Y este es el núcleo de la cuestión que nos ocupa. ¿Vinieron nuestros antepasados de otro mundo? ¿Nacimos aquí, evolucionando a través de siglos, sufriendo mutaciones, hasta llegar a ser lo que somos, o, de "australopopitecos" o "pitecántropos", por intervención extraterrestre, nos convertimos en "homos sapiens"? Planteadas así las cosas, la cuestión no ofrece dudas. Creemos que, en un millón de años, sin más ayuda que la nuestra, no sólo estaríamos defendiéndonos a mordiscos de otros animales de la selva, sino que, posiblemente, ante el acoso de enemigos mucho más preparados para la vida salvaje, nuestra especie se habría extinguido, Por tanto, hay que admitir que la inteligencia, de la que tan orgullosos estamos -¡es un irónico decir!-, nos ha servido para libramos de la extinción y para encumbramos como reyes de la creación, aunque no hubiéramos puesto nada de nuestra parte. Es forzoso reconocer, por tanto, que poseer una inteligencia como la nuestra nos ha servido de mucho, dado que aún continuamos "vivos y coleando" y nos consta que muchas especies que habitaron el planeta ya se han extinguido, tal vez porque nos fueran funestas y debíamos acabar con ellas. Por eso precisamente, y no por otra razón, estamos seguros de que, a menos de ocurrir una catástrofe universal, de la que no se salve ni el apuntador, el hombre seguirá saltando de planeta en planeta, obedeciendo a una ley de supervivencia inherente a él, hasta que. Bueno, éso no lo podemos decir, ni saber. Pero ya sabemos y hemos dicho bastante. Parece ser que el módulo situado en órbita alrededor del planeta Marte por el cohete que transportó el Proyecto Vikingo, envió a Houston una serie de fotografías, de las que nada nos ha dicho nuestro compatriota Juan Oró, en las que, según el Profesor Jiménez del Oso, han aparecido arquitecturas piramidales sobre la superficie del planeta rojo. Pirámides y un monumento muy parecido a la Esfinge de Gizeh. Ahora, bien; nosotros ignoramos si esto es verdad o no, o si es fruto de la más aventajada especulación, puesto que en estas cuestiones de la divulgación científica, arqueológica o tecnológica se han mezclado ya intereses extraordinarios, como si se tratase de ver quien la dice más gorda o de vender más libros que nadie. Por lo mismo, hemos de aceptar siempre con reservas algunas informaciones ufológicas, ávidas de notoriedad para sus divulgadores, con el único fin de protagonismo u otros inconfesables móviles.
Y también Charles Berlitz nos ha dicho que en el fondo del Atlántico ha descubierto una gran pirámide, en donde se supone que debió estar el continente sumergido de la Atlántida. Nosotros, naturalmente, sólo sabemos que existen pirámides en Egipto, en Centroamérica, y en algunos lugares más, cuyos vestigios están tan deteriorados que hace falta muy buena voluntad e imaginación para adivinar que se trata de una pirámide. ¡Ah, pero, aquí, a nuestro lado, sobre unos paquetes de cuartillas, tenemos la pirámide experimental, con la que han obsequiado a sus lectores Max Toth y Greg Nielsen, autores de "Pyramid Power", que se ha publicado en España con el título de "El Poder mágico de las pirámides"! Se trata de una pirámide de cartulina roja, de unos nueve o diez centímetros de altura, por catorce de base, y, aunque no sea una reproducción exacta de la pirámide de Keops, sí que nos ha dejado bastante perplejos y pensativos, porque esa pirámide de papel, posee, efectivamente, un "extraño poder mágico". Suponemos a muchos de nuestros lectores al corriente de esa obra, de esa pirámide y de ese "poder mágico", ya que en ella se reitera gran parte de lo que ya hemos comentado en otras obras nuestras y que, a nuestra vez, hemos sabido por informaciones extranjeras. Pero, por si alguien lo ignora, diremos que, desde hace varios meses, estamos afeitándonos con una hoja que colocamos en el interior de la pirámide de cartulina roja, orientada, según instrucciones, en el eje Norte-Sur. Y el descubridor del "fenómeno", el checoeslovaco Karl Drbal, lleva afeitándose diez años con una misma hoja, que coloca periódicamente en su pirámide. Esto, aparte de causar un grave quebranto a los fabricantes de hojas de afeitar, en caso de que llegue a extenderse por el mundo, es algo que nos debe inducir a reflexión. ¡Y reflexionamos! ¿Qué hace "regenerarse" el filo de una hoja de afeitar que, antes, suponíamos desgastada por el uso? ¿Qué hace que algunos cuerpos se "momifiquen" dentro de la pirámide, cuando en otros lugares se descomponen? ¿Por qué la pirámide ha de estar orientada en el eje Norte-Sur, siguiendo las corrientes del campo magnético terrestre? ¿Sabían estas cosas los que construyeron las pirámides o las hemos descubierto nosotros ahora, como "descubrimos" América después de haberse olvidado la Humanidad de ella? Aceptamos que esta reflexión es un interrogante continuo, pero, ya que no podemos responder a muchas cuestiones, lo mejor que podemos hacer es formular preguntas. Así puede traslucirse la verdad de que quienes construyeron esas famosas obras, supieran perfectamente lo que estaban haciendo, y tuvieran consciencia de que el ultramagnetismo que incide en la Cámara Real (de iniciación), una vez desviado por el "prisma pétreo", sirviera para establecer contacto con conciencias superiores, o, dicho de otro modo, como hacen los parapsicólogos, para comunicarse con el Más Allá y conocer cosas que sólo los Iniciados, o Inteligencias Superiores, pueden conocer. ¿No es fácil admitir que las pirámides bien construidas fueran templos en donde, con la ayuda de los rayos cósmicos que nos llegan del cielo, se pudiera adquirir una superconciencia, si ya se estaba suficientemente preparado para ello? De todas formas, esas obras fueron hechas por seres que sabían de "magia" -por llamarlo de algún modo- mucho más que nosotros. Y la magia de las propiedades electromagnéticas de los rayos cósmicos, si no estamos equivocados, se llama actualmente electrónica. Por tanto, si en la antigüedad se conocían fenómenos que ahora se desconocen, es debido a que los sabios de entonces heredaron unos conocimientos de sus antepasados, los "diosesextraterrestres", o la humanidad, en vez de ir progresando, lo que hace es retroceder, o
fluctuar, subiendo y bajando en la escala de conocimientos científicos, y pudimos haber sabido en otro tiempo más de lo que sabemos ahora. Empero, creemos que el Conocimiento nos llegó de afuera.
"Aquellos para los que se talló el granito rosa, para los que se construyeron las cámaras de la Pirámide, que realizaron hermosos monumentos, los constructores que se convirtieron en dioses, tienen las mesas de ofrendas vacías..." "Diálogo de un egipcio con su espíritu" (Moret, "El Nilo").
CAPITULO VI LA GEOMETRIA PIRAMIDAL Al estudiar la historia del Antiguo Egipto, nos enteramos de que los reyes o faraones heredaban el cargo a la muerte de sus padres o hermanos, mientras que el puesto de Sumo Sacerdote había que ganárselo paso a paso, peldaño a peldaño, y a base de demostrar ser más sabio que los demás aspirantes. Beknekon, Sumo Sacerdote del siglo XII a. de J.C., inició su carrera como "web", a los diecisiete años, y no fue nombrado autoridad máxima del Templo de Amón, en Tebas, hasta los sesenta, título que le confirió el Faraón Ramsés II, y que él ostentó aún durante veintisiete años. ¿Imaginan la poderosa "magia" que debía poseer Beknekon para llegar a ser casi tan poderoso como el propio faraón? ¿Imaginan lo que debió estudiar en los viejos papiros, en las ciencias ocultas, lo que significa, que eran tratados a los que no podía llegar cualquiera? No podemos por menos que maravillamos del profundo saber de estos hombres, que, dicho sea de paso, no lo podían saber todo, por expresa condición humana, pero a los que se respetaba y adoraba como si fueran dioses. Pero, ¿conocían aquellos sacerdotes los secretos de las radiaciones electromagnéticas? Esto es importante, como vamos a ver en seguida. Sabemos que el Sistema Planetario, del que La Tierra forma parte, está sometido a una interacción electromagnética y radioactiva que afecta a la vida orgánica. y sabemos, además que las partículas de radiación electromagnética se mueven en trayectorias espirales a lo largo de la línea de campo magnética. Magnetismo por una parte y esoterismo por otra. Atiendan a lo que dijo Manly P. Hall en "The Secret Teachings of all Ages" (Los Angeles, California, 1969):
"La Cámara Real era... la puerta entre el mundo material y las esferas trascendentales de la Naturaleza... Por eso, en cierto sentido, la Gran Pirámide puede compararse a una puerta por donde los antiguos sacerdotes sólo dejaban pasar a los pocos elegidos, para que pudieran alcanzar la plenitud individual." Y, sin embargo, el explorador africano, Paul Brunton, que logró permiso de las autoridades de El Cairo, para pernoctar dentro de la Cámara Real, de la Gran Pirámide de Keops, estuvo a punto de volverse loco tras permanecer una noche encerrado en aquel sitio, como nos cuenta en su obra "El Egipto Secreto", de la que queremos extraer unas líneas. Paul Brunton dice que primero sintió pánico y estuvo a punto de renunciar a su experimento. Pero luego se esfumó la atmósfera negativa y percibió la presencia etérea de dos sacerdotes, uno de los cuales le dijo: "Has de saber, hijo mío, que este antiguo santuario contiene el testimonio perdido de las primeras razas de la humanidad, así como de la Alianza que pactaron con el Creador por mediación del primero de sus grandes profetas -refiriéndose evidentemente a Moisés-. Y has de saber también que desde los más antiguos tiempos, algunos hombres elegidos han sido traídos aquí para conocer esa alianza, a fin de que mantuvieran vivo el Gran Secreto tras regresar entre los suyos. Tú volverás con el mensaje de que, si los hombres olvidan a su Creador y miran con odio a su prójimo como hicieron los príncipes de Atlántida, en cuyo tiempo se construyó esta pirámide, serán abatidos por el peso de su propia iniquidad, lo mismo que ocurrió con el pueblo de Atlántida, destruido para siempre." Nosotros no somos los únicos en extender el velo de la duda sobre la "visión" de Paul Brunton, sin que por ello dejemos de creerlo, ya que estamos convencidos de que las pirámides de la antigüedad ni fueron construidas para embellecer el paisaje, ni para servir de sepulcro a determinado faraón. Ocurrió, sin embargo, que cuando los reyes de Egipto vieron aquellas moles de piedra, intuyendo o sabiendo que fueron construidas por "dioses", quisieron imitarlas. Ni más ni menos que lo ocurrido en la Isla de Pascua con los "moais". Esto es lo que nos preocupa desde hace bastante tiempo. ¿Quién construyó las primeras obras megalíticas y por qué? Supongamos que nadie bajó del cielo y no nos enseñó los secretos máximos. Esta es la teoría más acorde con la ciencia oficial. El hombre evolucionó, se le despertó el ingenio y se hizo sabio, ¡porque muy sabio había de ser quien trazara los planos de la Pirámide de Keops, ya que ahora sabemos que su estructura está relacionada con el electromagnetismo! Nos pasamos la mano por la cara y tratamos de recordar el tiempo que llevamos afeitándonos con la misma hoja de acero, cuyo filo "regeneramos" con la pirámide de cartulina roja. Es sintomático. Antes, utilizábamos una máquina vibratoria, la cual desechamos cuando nos dimos cuenta de que nos era más útil la hoja de afeitar. ¿Sabía todo esto el hombre, el terrícola, que diseñó la pirámide? De ser así, hay que admitir que la ciencia alcanzó cimas que nosotros todavía no hemos alcanzado, puesto que, además, los Vedas nos dicen que hace muchos siglos, las "vimanas" surcaban el cielo. Y si su técnica era cosa de hombres, habremos de admitir, que, fuese por guerras o cataclismos, la humanidad volvió a caer muy bajo.
Fig. 25. El triángulo equilátero circunscrito es el origen de la Geometría Hermética, de donde se ha de partir siempre para poder alcanzar las más altas cimas del Conocimiento. Esto fue lo que enseñó Hermes-Toth. Obsérvese que los puntos a, b, c y d forman el cuadrado. Y en el centro o coinciden 4 triángulos rectángulos. Por eso insistimos tanto en la intervención divina o extraterrestre respecto a la evolución del hombre en La Tierra. y como lo que vamos a exponer respecto a la Geometría Hermética no es una casualidad, sino una verdad innegable, se hace preciso admitir uno de ambos supuestos: o alcanzó la humanidad un alto nivel científico y técnico por sí sola, o bien recibió ayuda exterior. Pero hacemos hincapié en que tenemos sobrados motivos para creer que nuestros antepasados recibieron ayuda. Veamos qué nos dice la Geometría Hermética acerca de las pirámides. Iniciaremos este aspecto de la temática, fijando primero nuestra atención en la Fig. 25, donde hemos circunscrito cuatro triángulos equiláteros. Por otra parte, C.M. Boland, en "They all discovered America" (Nueva York, 1961) nos asegura que en el siglo I, seguidores de Cristo, hebreos o fenicios, llegaron a América y dejaron en Howe unas incisiones en la roca, que el autor califica como monogramas de Cristo, y que no es otra cosa que cuatro triángulos entrelazados. Este mismo monograma nos lo presenta Jean-Michel Angebert en "Las Ciudades Mágicas" (Plaza & Janés, 1976, pág. 105) y se encuentra en el plano del Templo de Salomón. ¿Comprenden ahora por donde discurren nuestros sigilosos pasos? Si dividimos la circunferencia en seis partes, subdividiendo cada una de estas partes, obtendremos una estrella de doce puntas o un polígono de doce lados. Esta geometría es elemental, pero necesaria para afirmar y mantener que si dividimos la circunferencia en siete partes iguales, como hemos hecho en la Fig. 26, lo que obtenemos es un polígono o estrella de siete lados o puntas. Y si de esta estrella trazamos líneas que vayan del punto Uno al punto Tres, del Tres al Seis y del Seis al Uno, el triángulo que nos aparece, isósceles, tiene los mismos ángulos que la Pirámide de Keops: 51º 51' + 51º 51' + 76º 18', como corresponde a la base y al vértice. Obsérvese que si dividimos una circunferencia entre siete, como el número de grados son 360 : 7 = 51º 42'; en cambio, si dividimos 364 entre 7, obtenemos 52, que es un número exacto. Tampoco pasemos por alto que el Año Solar es ahora de 365 días, ni de que el círculo tiene 360 grados. Y esto fue lo que nos hizo pensar en si hubo un tiempo -¡precisamente
cuando se construyeron las primeras pirámides, en que la Tierra giraba alrededor del Sol en 360 días! -en que se estableció el sistema sexagesimal que es de origen astronómico... ¡Y nos revela que La Tierra, o se separa cada vez más del Sol, o enlentece su marcha! Si dividimos 365 entre 7, obtenemos 52,14. Es fácil deducir que el número siete posee una importacia capital, esotérica, religiosa, geométrica, científica, etc. Del número siete, si echamos mano a la cábala, a la Biblia o a los libros de esoterismo, podíamos estar hablando meses enteros.
Fig. 26. Geometría hermética y piramidal. Aquí se recurre a la división del círculo en siete partes iguales; los puntos 1, 3 y 6 forman el plano de una de las caras de la Gran Pirámide. Pero aquí hablamos de geometría y es sorprendente, sin duda, que al dividir el círculo en siete partes nos aparezcan las líneas fundamentales de la Gran Pirámide. Esto, por supuesto, no es nada nuevo. Ya hubieron egiptólogos que se dieron cuenta, y hasta puede que se hicieran cálculos geométricos, como hemos hecho nosotros, y se averiguasen más cosas. Pero si así hicieron, tuvieron la poca delicadeza de callárselo y ocultarlo. Nosotros no pensamos igual y vamos a revelar todo cuanto hemos descubierto, ignorando si hacemos un bien o un mal, pero estamos convencidos de que la verdad tiene que salir a la luz, ya que es más importante que todos los intereses privados de unos y otros. La Fig. 26 es el primer paso. La Fig. 27, con todo su simbolismo hermético, mítico y legendario, podría ser el segundo. Obsérvese el resultado geométrico obtenido y que podría interpretarse como el Sol (el círculo exterior), donde se inscriben siete planetas, además de La Tierra y La Luna, en su centro. Pero si nos fijamos bien, observaremos que la pirámide sólo es una cara. La hemos señalado con trazo grueso. ¡Pero las otras tres caras también están, intercaladas en la estrella de siete puntas! Esto no es casual, ni mucho menos. Y demuestra que así se originó el plano simbólico de la Gran Pirámide.
GEOMETRIA HERMETICA DE LA GRAN PlRAMWE DE KEOPS Fig. 27. Simbolismo de Las Pléyades, o siete hijas de Atlante y Pléyone, convertido en simbiología planetaria. El Sol, la Tierra y la Luna y los siete planetas de la antigüedad: Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno. (¿Se conocían ya estos dos últimos o falta alguno, como Faetón o lo, que pudieron colisionar, desintegrándose y formando el cinturón de asteroides? Y vayamos más allá, hacia dominios en donde sólo hemos llegado nosotros, o, al menos, ignoramos si otros lo han hecho. Observen la Fig. 28, la cual les vamos a explicar con todo detenimiento.
Fig. 28. El lector familiarizado ya con las líneas fundamentales de la Geometría Hermética verá: l. cuadro de 16 casillas (división del círculo en 6 y 7 partes); 2. Cuadratura del Círculo y Cruz de Malta, y 3. Líneas maestras del plano de la Gran
Pirámide de Hermes-Toth, cuyos ángulos de la Galería Ascendente y Seringa coinciden con los de la triangulación del Hexagrama hermético o de Salomón. Tenemos un círculo primordial, de cuyos semicírculos, partiendo de los puntos a, b, c y d, hemos trazado un cuadrado. Por medio de la división de la circunferencia en seis partes, hemos logrado un cuadrado de 16 casillas y luego hemos efectuado la triangulación hermética (triángulo isósceles punteados). Inmediatamente, hemos ido aún más lejos. Por meqio de la división del círculo en siete partes (Véase, como complemento, la Fig. 29, donde mostramos la doble cuadratura geométrica del círculo, en una de sus diversas expresiones) hemos trazado una clásica Cruz de Malta, que se obtiene con la abertura de compás en Circunferencia dividida entre siete y trazando semicírculos desde los puntos a, b, c y d. El cuadrado de la Cruz de Malta, ya hemos dicho, es equivalente a la longitud de la Circunferencia... ¡Y esto tampoco es casual, ni lo inventó el hombre primitivo que trazaba rayas sobre la arena fina de una playa!
Fig. 29. Demostración geométrica de la doble cuadratura del círculo: superficie y longitud de la circunferencia. El triángulo ABC nos da en sus catetos las divisiones exactas que hemos de trazar desde 1, 2, 3 y 4. Uniendo los puntos de coincidencia sobre el círculo, obtenemos las dos cuadraturas. Es exacto, salvo en las décimas del trazado imperfecto. Hemos supuesto que estas verdades geométricas fueron descubiertas por los monjes soldados de la Orden del Temple de Jerusalén, que estuvieron muchos años conviviendo con los geómetras árabes, y al deshacerse la fraternidad Templaria, pasó el secreto a la Soberana Orden de Malta. Y decimos "secreto" sin estar muy seguros de si sus honorables miembros conocen el simbolismo que encierra su famosa cruz. (Suponemos que sí y pedimos perdón por divulgar el secreto. Pero jamás hemos hecho juramento de silencio y obediencia. Esto lo hemos averiguado sin más ayuda que la inspiración). Los triángulos que forman los cuatro lados de la susodicha cruz, tienen los mismos ángulos que la Pirámide de Keops, la cual surge del heptágono, superponiéndose a la anterior figura. Y esto lo hemos hecho deliberadamente, para mayor comprensión del esoterismo que encierra la Geometría Hermética, o mejor dicho, encerraba, porque ahora
todos podemos jugar con el compás y la regla y tal vez surgan a la luz mayores revelaciones. Ahora bien. Si a este heptágono le superponemos el Hexágrama hermético, vemos que sus líneas, no sólo coinciden con las líneas exteriores de la Pirámide de Keops, sino que forman una correspondencia con las líneas de las galerías interiores de la antiquísima obra megalítica. Y esto es lo que nos ha dejado perplejos. Encontramos demasiados puntos de pura coincidencia para no deducir que la antiquísima y maravillosa construcción fue trazada de acuerdo con estos planos. Estas coincidencias son: ahí se encuentra resuelto el desconcertante problema, irresoluble por definición matemática, de la Cuadratura del Círculo, y la Cruz de Malta es una prueba de ello. El Sello de Salomón y el Monograma de Cristo. El Cuadro "mágico" de 16 casillas, con el cual suponen algunos esoteristas que se roturó y trazó la ciudad de Roma. Las líneas de la pirámide, los ángulos de la Galería de los Antepasados, de la "seringa" y el pasillo del "serdab" o Cámara de la Reina. Mas luego sabemos que la pirámide recoge el fluido electromagnético y, si no sirve para ponerse en contacto con el Más Allá, sí sabemos que regenera las hojas de afeitar, que "momifica" la materia orgánica y, más que nada, que se trata de una construcción enigmática, cuya finalidad y origen todavía no ha sido descubierta. Por muchas partes, desde los escritos de Platón hasta las visiones de Edgar Cayce, hemos sabido que en la Atlántida existió una raza de hombres, cuya cultura se extendió hacia el Este y el Oeste, hasta que, no sabemos muy bien por qué causa, ya fuese que impactó sobre La Tierra un enorme aerolito, se produjese una desglaciación y subieran las aguas de los mares, o, sencillamente, que se hundiera el continente de Poseidonis, aquella raza desapareció. Pero las leyendas, las comunicaciones paranormales, incluso la interpretación de textos egipcios muy antiguos, nos hacen creer que la influencia de los descendientes de Atlas y Poseidón no se perdió del todo, porque existen numerosas razones para creer que hace muchos siglos, los atlantes se instalaron en Egipto y eligieron una meseta en las cercanías de Gizeh, para dejar constancia en piedra de los grandiosos conocimientos que poseían. Naturalmente, estos conocimientos eran de diversos tipos y no únicamente geométricos. Debían conocer algún sistema para elevar enormes bloques de piedra a más de cien metros de altura, ¡Y no precisamente por medio de rodillos, sobre rampas de tierra! ¿Nos entienden? Está, por otra parte, la cuestión de que aquel lugar, precisamente; separa la mitad de la tierra, y coinciden, casi, el paralelo 30° con el meridiano 30°, aunque haya quien diga que esto no es exactamente así y otros aseguren que sí y que la deriva de los continentes ha modificado levemente esa ideal situación geográfica. De todos modos, la orientación de las caras de la Pirámide de Keops, con muy ligeras variaciones en el eje Norte-Sur hablan muy alto de los conocimientos geográficos de quienes la hicieron construir. Y ya no queremos entrar, por haberlo tratado en otra obra anterior también nuestra, en las teorías de Davidson, Barbarin, Lagrange, Aldersmith y el Abate Moreaux, entre otros, quienes aseguran que, sabiendo leer en mensaje en piedra de la Gran Pirámide, conoceremos el futuro de la Humanidad. De la Gran Pirámide de Keops se puede escribir aún tanto como hay escrito y no se agotaría el tema. Pero algo nos conturba. Si un vidente que curó a miles de personas con el extraordinario poder de su mente, en 1923, predijo que para estas fechas, concretamente dijo para 1978, se
encontraría un gran tesoro en la Esfinge, y otro, hace más de cuatrocientos años, dijo aproximadamente lo mismo -nos estamos refiriendo a Edgar Cayce y Michel de Mostradamus-, y que la Humanidad conocería el secreto de nuestros antepasados, ¿por qué no puede ser cierto? ¿Qué estuvo buscando en la pirámide de Kefrén el profesor Luis W. Alvarez, por medio de la detección de rayos cósmicos? Parece ser, si no estamos mal informados, que buscaba galerías o pasadizos secretos. Y lo que encontró fue un galimatías que, según noticias, todavía tiene revueltas a las ordenadoras electrónicas, porque los rayos cósmicos que inciden en las pirámides no se comportan como cabía esperar de ellos. Y conste que al Profesor Alvarez le fue concedido el Premio Nobel en 1968, lo que demuestra que no es un cualquiera en el campo de la Física. Nosotros también hemos pensado en Edgar Cayce, y en otros "adivinos" y nos hemos parado a pensar en si la Gran Pirámide de Keops no tendrá aún algún secreto por descubrir. Sabemos que desde hace siglos, se está tratando de penetrar en su secreto, si es que lo tiene. Pero no es fácil levantar todas las piedras que se ensamblan allí, en número de dos millones y medio, y menos romper los muros de sus cámaras para hallar nuevas galerías. Con ello no se lograría más que deteriorar sus piedras y galerías, aún más de lo que ya están, y no estamos seguros de hallar nada. DOBLE TRAZADO PIRAMIDAL GEOMETRIA HERMETICA
Fig. 30. Plano hipotético -¡Y posible!- de la Gran Pirámide de Hermes-Toth, según los principios de la Geometría Hermética. El simbolismo del septenario es evidente. En negro, galerías no descubiertas. ¿Puede ser éste el enigma de la Gran Pirámide?
En cambio, las preguntas que continuamente nos hacemos sobre el particular nos han llevado a planteamos las cosas sobre un concepto binario o dual, que podemos llamar de electrón y protón, de macho y hembra, o de "Ying" y "Yang", por aquel concepto simplista de que, para encender una bombilla es preciso electricidad, y todos sabemos que ésta discurre de forma positiva y negativa. Cualquier máquina eléctrica funciona con dos fases. La energía que contiene el Universo está en continuo movimiento de tracción y repulsión y, por si no fuese bastante con lo dicho, añadiremos que la Ley de Acción y Reacción también es universal, y está vinculada a lo que aquí tratamos de exponer, aunque sea dando un sigiloso rodeo. Si dejamos volar libremente nuestra fantasía y suponemos que la Pirámide de Keops fue un centro de iniciación isíaca (De lsis), y que, como afirma Paul Brunton y otros, allí se pueden captar fluidos electromagnéticos, psinergéticos o psicotrónicos, capaces de transportamos, aunque sólo sea psíquicamente, a dimensiones desconocidas -¡y rogamos no vean ustedes en esto al autor de ciencia ficción que hay en nosotros, porque aquella etapa ya la hemos superado!-, ¿por qué no podemos suponer que, para que se produzca este fenómeno parafísico, puede haber algo así como una corriente contraria y desconocida, capaz de provocar esa "reacción"?
Fig. 31. La Geometría Hermética fue utilizada para el plano de la Gran Pirámide de Hermes (Keops). Fue entonces cuando, recurriendo a la Geometría Hermética, hicimos el Doble Trazado Piramidal, como podrán apreciar en la Fig. 30. Nada más sencillo que repetir, sobre la cara opuesta a la que está situada la entrada de la Pirámide, una supuesta entrada "negativa", ¡por la que puedan salir los espíritus que han penetrado por la cara Norte! ¿Comprenden lo que queremos decir? Nuestro plano es hipotético, y absurdo, si lo prefieren. En aquel lado sur nadie ha encontrado entrada o salida de ninguna clase, sencillamente, porque no existe. Y, sin embargo, sería extraordinario que existiera, que se pudiera "atravesar" la piedra, rompiendo de algún modo la cohesión molecular de los átomos, y permitiendo, al menos, el paso de ese algo intangible, etéreo o fluídico que los orientalistas han dado en llamar el "cuerpo astral". En otras palabras. ¿No podría ser la pirámide el camino de tránsito ir entre nuestra dimensión y otra? Cualquiera de nosotros podríamos penetrar en la Cámara Real, tendemos
sobre el sarcófago de piedra roja que hay allí, recibir la influencia de los fluidos cósmicos que se concentran en aquel lugar, ¡y vernos conducidos hacia la "salida" que comunica con el Más Allá, a través de la inexistente galería! Naturalmente, seguiríamos unidos a nuestro cuerpo por medio del cordón radiante o "Cordón de Plata", como nos dijo T. Lobsang Rampa en "El Tercer Ojo".
Fig. 32. Doble cuadratura del círculo: superficie y longitud de perímetro. Los puntos GO y OB, del triángulo de Pitágoras, dan las distancias del compás sobre los puntos A, B, C, D. La hipotenusa GB es igual al radio. GO = circunferencia dividida entre siete y OB es igual a un cuarto del diámetro. Las diferencias numéricas son ínfimas y, en especial, defectos de construcción. La proporción del triángulo es 3 + 4 + 5. 3 x 3 = 9; 4 x 4 = 16; 5 x 5 = 25. 9 + 16 = 25.
Fig. 33. La Cuadratura del Círculo, por la triangulación hermética, empleada en el plano de la Gran Pirámide de Hermes (Keops).
Pero, esas otras galerías podían existir en realidad y no haber sido descubiertas aún. La Geometría Hermética nos deja, por vez primera, con un plano a medio confeccionar, con líneas sin utilidad, sin simetría, sin correspondencia, como si en el átomo pudiera actuar tranquilamente el neutrón sin el electrón, o a una reacción no se opusiera una acción. Una pirámide, en la antigüedad, tenía que ser algo útil, como puede que lo vuelva a ser en un próximo futuro, según los autores de "El poder mágico de las pirámides", quienes aseguran que dentro de ellas aumentan nuestras facultades "PES" y "PK" (percepción extrasensorial y telequinesia). Y si como Upton Sinclair supuso que nuestra mente era un radio receptor-transmisor, cuyas ondas no sabemos sintonizar, por medio del refuerzo electromagnético que el campo de fuerza espiral nos proporciona, ¿por qué no podríamos comunicamos con nuestros antepasados? No es fortuito que los antiguos egipcios tuvieran una gran devoción por sus muertos, ya que creían en la reencarnación, como creían muchos pueblos de la antigüedad y, en especial, los africanos y asiáticos.
Fig. 34., Una de la infinidad de variantes de la Cruz de Malta. El aire moderno de estas líneas no impide que su origen sea más antiguo que el hombre. En las creencias ancestrales de muchísimos pueblos negros todavía se admite que los espíritus de los antepasados se posesionan de los seres vivientes que los invocan en las ceremonias religiosas, y les ayudan en sus infortunios. Tal es la esencia del "vudú" haitiano, la "macumba" brasileña y otros ritos, de un origen muy anterior a Europa y a su nacimiento. O sea que nuestra hipotética "salida" de este planeta pudo ser hallada de ese modo paranormal por los que vinieron a buscar al desaparecido príncipe Atakoloinona. Pero todo esto no deja de ser otra cosa que jugar a póquer sin dinero y sin naipes, o bañarse sin agua, porque no creemos que llegue a simple especulación. En cambio, la Geometría Hermética, como tratamos de expresar en las Figs. 31, 32 y 33, revela que la construcción de las Pirámides de Gizeh era posible, primero sobre el papiro, la tablilla o el pergamino, y luego, con mayor o menor variación, sobre el terreno. en piedra y con todo lo que su construcción llevaba consigo.
Fig. 35. Cuatro lados de la Pirámide de Hermes-Toth entrelazados. La figura parece indicar que las caras externas no son rectas. (Teoría del relámpago de André Pochan.) No es posible concebir la construcción de un edificio tan enorme como la Pirámide de Hermes-Toth sin haber trazado primero un plano, donde sólo bastaba seguir un modelo, sin más medida que el tendal, y sin necesidad de ningún complicado cálculo matemático. Recuérdese que la Geometría Hermética, no necesita números. Todos los dibujos y planos que aparecen aquí han sido hechos sin reglas de medición, a propio intento, y sólo hemos recurrido a las Matemáticas para efectuar, a modo de curiosidad, algunas comprobaciones. La Cuadratura del Círculo, si no es con números y regla, no es posible demostrarla. Y, con todo, es una demostración limitada o aproximada, aunque estemos seguros de que la exactitud geométrica sea indiscutible. En las Figs. 34, 35 y 36, queremos ofrecer al lector una muestra de las variadísimas posibilidades tanto geométricas como esotéricas y herméticas, de la división del siete sobre el círculo. Si esta ciencia geométrica olvidada sirvió para construir templos, ciudades y una arquitectura extraordinaria, ¿qué no se podría hacer ahora con un mayor conocimiento matemático y técnico? Pero, seguiremos hablando de esto. No hemos terminado, ni mucho menos. En realidad, casi no hemos empezado...
Fig. 36. No es fácil adivinar en esta extraña figura un círculo dividido en siete partes. Y, sin embargo, es el resultado de un planteamiento de Geometría Hermética.
"Para ti el cielo ha reforzado los rayos del sol, a fin de que puedas elevarte hasta llegar ante la mirada de Ra " Esgrafiado 523 de "El libro de las Pirámides".
CAPITULO VII COSMOGONIA Y "CLONING" Sobre "la maravillosa colina de las edades primitivas", dice una antiquísima leyenda egipcia, surgieron serpientes y ranas en número de ocho. Antes, en el caos inicial, sólo reinaba el agua y el barro. "En el principio creó Dios los cielos y la Tierra" (Génesis, 1) Apareció también un huevo de pájaro, el huevo cósmico, que debió descender del cielo, y cuyo simbolismo identifican algunos soñadores como una nave voladora, de las muchas que se ven en el cielo. "Huevo" luminoso, capaz de disipar las tinieblas. Nos remitimos ahora a la Academia Internacional para la Investigación del Sánscrito, con sede en Maisur (India), una de cuyas traducciones modernas reproducimos fragmentada: "Un aparato que se mueve por fuerza interior, como un ave, ya sea en tierra, en el agua o en el aire, se llama "vimana"... El misterio de dejar silenciosos los aparatos voladores... El misterio de hacer invisibles los aparatos voladores". "Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas." (Génesis, 1,2) Los egipcios, además, dicen que del huevo inicial salió un ganso, especie de sol, que disipó las tinieblas de aquel mundo oscuro y absorbió la humedad volando sobre el océano primitivo. Pero otra tradición asegura que cierto día apareció una vaca nadando sobre las cenagosas olas, y que llevaba sobre su lomo al niño-dios solar. ¡Tradiciones, leyendas, mitos, creencias, dimes y diretes! ¿Por qué ha de ser así? Sencillamente, porque los hombres no pueden decir nada más, porque no saben nada más, porque la tradición ha sido confundida y modificada a través de los siglos, y ni siquiera podemos saber si estas leyendas cosmogónicas son locales o universales, o si el mito del "huevo" se inició después de algún diluvio, de los muchos que debieron ocurrir, ya que en diversas regiones del planeta se recogen mitos parecidos, lo cual no significa que ocurrieran en una misma época.
En nuestros días, que contamos con rápidos medios de comunicación y casi instantáneos de información, sabemos lo que acontece en América o Asia en el instante mismo de producirse. En la antigüedad, Europa ni siquiera sabía que existía América, o se había olvidado. El Génesis bíblico ha sido universalmente difundido gracias al cristianismo, que ha sido la palanca motriz de la civilización durante los últimos dos mil años, pero en él sólo apreciamos el desconcertante período de los famosos "días" de la Creación, lo que a una mente racionalista no le aclara nada, y nosotros queremos la claridad que nadie nos puede dar. No por ello vamos a denunciar a la búsqueda propuesta y utilizaremos todos los medios que sean necesarios para conseguirlo. Las antiguas mitologías sabemos que encierran "algo", aunque estén enrevesadas y confundidas. La Física, la Química, la Biología, la Geometría, la Astronomía, etc., etc., no son ciencias que hayan dicho la última palabra, ¡ni mucho menos!, y pasarán siglos para que el hombre con esas ciencias y otras que aún no se han empezado a estudiar, pueda saber cómo se formó el mundo, ya que interesa sobremanera saber quiénes fueron nuestros progenitores, cómo nacimos y cómo nos desarrollamos. Veamos la más importante de las leyendas egipcias antes de hablar de células, genética y biología, para después relacionar todo esto, por incongruente que parezca, con la Geometría Hermética, ya que en este mundo extraño nuestro, nada está desvinculado de lo esencial, que es la materia y la energía, las cuales, sin duda, son una misma cosa. Hemos visto, pues, que sobre "la maravillosa colina de las edades primitivas", los antiguos egipcios sitúan cuatro parejas de animales divinos, ranas hembras y serpientes machos, cuyos nombres son Nun y Naunet, simbolizando el caos acuático; Kut y Kauket, que simbolizan las tinieblas; Huh y Huhet, que son la inmensidad y, por último, Amón y Amaunet, que representa lo desconocido. Por otra parte, en Heliópolis, se creía que el dios del sol, en vez de haber surgido de un ganso y despegar del fango limoso lanzando graznidos, nació de sí mismo y se llamaba Atum. Atum surgió "del agua primitiva", antes de que naciera el cielo y la Tierra. ¿No sugiere esto algo así como una época en donde la tierra estuviera peremnemente cubierta de nubes y el suelo cubierto de agua? ¿Y no tenemos derecho a pensar que antes pudo originarse un "diluvio", o un cambio climatológico, o una desgiaciación, o una subida de las aguas, en la que pereciera la escasa humanidad de entonces? Atum podía ser un superviviente, como pudo serIo Viracocha, Enlil, Poseidón, etc. Y la leyenda dice que se posó sobre una piedra, llamada "benben", situada en donde con el tiempo nacería Heliópolis. Al verse solo, Atum decidió rodearse de compañeros. Y de su boca surgieron el dios Shu y la diosa Tefnet. Aparecen también la diosa celeste Nut y el dios de la tierra,. Geb, hijos ambos de Shu, el cual los separó, simbolizando así la separación del cielo y la tierra, entre los que se interpone el aire, cuyo dios, es Shu. Y vamos a concluir, ya que esto no es un tratado mitológico, diciendo que Geb (La Tierra), en donde crecen las plantas y viven los animales y los hombres, se concibe también como un gran disco, rodeado de un enorme océano, llamado "el gran círculo", que se hallaba dividido en dos partes: una es el desierto, el "país rojo", donde los pueblos no egipcios han de vivir su miserable existencia; la otra es la fértil "tierra negra", regada por el caudaloso Nilo.
Del cielo y la tierra, o sea de Nut y Geb, nacieron Osiris, Isis, Seth y Neftis, considerados dioses y que nosotros, a fuerza de imparciales, hemos de aceptarlo, aunque nos parezcan semidioses o terrícolas. Ahora, supongamos que estos "dioses" no fueran tales, sino seres humanos supervivientes de un cataclismo. Hombres y mujeres de una raza superior, pueblo o nación de avanzada cultura, fuese de Mu, la Atlántica o cualquier otra región, de la que sólo hubieran vivido unos pocos. La sabiduría de aquellos supervivientes, comparada con la de otros posibles aborígenes, podría ser tanta como la que hay entre un universitario de Stanford o Yale y un zulú sudafricano o un papú novoguineano. Un caso análogo pudo producirse entre Poseidón y los aborígenes de Atlántida, padres de Clito. ¿Y por qué no suponer que estos "dioses" bajaron del cielo verdaderamente, procedentes de otro planeta, a bordo de naves espaciales? Hay mucha gente dispuesta a creerlo, y aunque la primera versión, del origen terrestre de los "dioses" sea válida, la otra no lo es menos. Sin embargo, recuerden que la mitología egipcia nos menciona "el gran círculo" oceánico que rodea el disco terrestre. Y esto, para quienes no se han movido de la superficie de nuestro planeta, es demasiado saber y demasiado decir, aunque proceda de una leyenda. Parece ser de buen tono llamar "cloning" a lo que Gregorio Mendel inició con el nombre de Ley de la Herencia Genética, aunque, a decir verdad, la "clonización" sea algo más sofisticado, complejo o revolucionario dentro del campo de la Biogénesis. (¡Seguimos hablando del antiquísimo Egipto aunque no lo parezca! Luego veremos que los faraones y reyes de la antigüedad tenían que saber de genética tanto o más que el monje agustino de Heinzendorf). ¿Cómo ha llegado a ser tan complicado todo? Sabemos que fue el doctor Frederick Steward, de la Universidad de Cornell, quien trató de convertir una célula de zanahoria en una zanahoria entera. La cosa parece muy simple, pero no lo es, ya que una célula no es, ni mucho menos, una semilla. Sin embargo, lo que en un principio no fue más que un sueño utópico, gracias a la paciencia del científico, el doctor Frederick Steward logró "alimentar" su célula, hacerla dividirse, crecer, multiplicarse, y crear un racimo del que pronto se diferenciaron los tallos, las hojas y la raíz de una auténtica zanahoria. Esta innovación genética es, sin duda, un sensacional avance biológico y permite acariciar la atrevidísima teoría de que con una célula humana se pueda reproducir un hombre. ¿O no? ¿Y por qué no? ¿Acaso porque un hombre no es un guisante o una zanahoria? El Profesor Elof Carlsson, de la Universidad de California, es el que nos ha facilitado esta increíble idea; está convencido de que extrayendo genes a un muerto se puede crear un hombre nuevo, exactamente igual y hasta que piense como él. ¿No sería esto la solución al problema de la muerte? Nos morimos, interviene el Profesor Carlsson y nos reconstruye tan lindamente... ¡aunque no sabemos si de modo tan perfecto que incluye en nuestro organismo la causa del fallecimiento! ¿Peregrina idea, verdad? Todo esto se relaciona con los trabajos del doctor Frederick Steward y los del biólogo germano Erwing Santo, del que Philipp Vandenberg nos cuenta en "La maldición de los Faraones": "Lo que se movía bajo la lente del microscopio... muchos científicos lo calificaron de nimiedad. Aquello nada tenía de milagro, desde luego. Por su microscopio, Erwin Santo
veía formarse células de un modo hasta entonces desconocido. Estaba brotando una nueva vida." La cosa no era para menos. En una especie de bacteria, nuestro sabio investigador había vertido una solución nutritiva compuesta de ínfimas cantidades de litio. Y, al cabo de dieciséis horas, en el caldo de nutrición, a elevada temperatura, empezaron a hacerse reconocibles las células que antes carecían de núcleo, y ahora tenían éste y también plasma. "Desde hace unos cincuenta años -sigue diciendo Philipp Vandenberg-, los biólogos vienen observando que, después de la muerte de las células - lo cual en el hombre supone la muerte clínica- subsisten, en el mundo animal y también en el vegetal, unos pequeños elementos celulares... El parecido de estos elementos celulares con las bacterias es sorprendente, aunque no se trata de bacterias totalmente desarrolladas, sino de organismos vivientes no identificados." Los biólogos, que cada día forman una legión más numerosa, nos están abriendo puertas que, a fuerza de sinceros, ignoramos si conducen al futuro o nos remontan al misterioso origen de la Vida, cosa que debió producirse hace bastantes millones de años... ¡Y no creemos que fuese, precisamente, aquí en La Tierra! Sabemos que los egipcios de la antigüedad creían en que el hombre sigue viviendo después de la muerte, y que ésta no era el fin. Suponían que una persona estaba compuesta de dos elementos esenciales, o sea, el cuerpo o "zet", por una parte, y el espíritu, por otro. Pero éste, a su vez, se dividía en tres esencias diferentes: el "ka", el "ba" y el "aj". El "ka", según la mística egipcia de los albores, es lo que el hombre tiene de divino, es el "mana" universal. El "ba" es sencillamente lo que llamamos el alma inmortal y personifica al ser como entidad cósmica. Por último, el "aj" es algo así como el aura o la potencia receptora y emisora de cierto tipo de ondas que nos mantienen sutil e inconscientemente en contacto con los demás, tanto presentes como ausentes, vivos o difuntos. Hay acérrimos parasicólogos que van más lejos en estas apreciaciones y aseguran que esta potencia emisora-receptora nos pone también en contacto con los seres del futuro o con el tiempo que "todavía no ha llegado". Nosotros nos resistimos a creerlo, porque, con mentalidad un tanto cartesiana, "a priori", se nos hace espinoso el creer que alguien puede conocer a sus hijos antes de que éstos hayan nacido. No obstante, a la luz del conocimiento irracional, y en terrenos donde sólo hacemos que bracear a tientas, no estamos muy seguros al afirmar que ello es imposible. ¡Ah, pero eso es otro asunto! En esencia, suponemos que el Hombre, como agente transformador de materia en energía, tanto física como psíquica, es algo así como el motor de un automóvil, que produce fuerza motriz para sí y para la función que ha sido creado, o sea la de arrastrar consigo, además de su armadura metálica, su tara, pasajeros y mercancías. Nosotros, que somos un complicadísimo y armónico conjunto de células, creamos energía para poder vivir y, al mismo tiempo, para que viva "algo" más. O dicho de otro modo, las fuerzas psíquicas que emanan de nosotros, como el sobrante de la energía vital creada, pueden servir para crear la estabilidad y equilibrio necesario en el mundo material y supuestamente inerte que nos sirve de asiento. Es decir, La Tierra nos da cobijo, apoyo, seguridad, techo, alimentos, etc., etc., y nosotros, por medio del fluido conjunto, le facilitamos la energía, llámese psicotrónica, electromagnética o como se quiera, para que se mantenga "colgada" en el espacio. En realidad, el planeta, a gran escala, es la nave espacial en la que viajamos todos y la inercia que la impulsa en su eterno vagar en tomo al Sol es muy posible que se la facilitemos
nosotros, conjuntamente con plantas y animales, de suerte que el Sol, por ley universal de atracción y repulsión, nos devuelve en calor lo que nosotros le enviamos en... ¿Psinergía? Naturalmente, somos conscientes de que esta disgregación no puede llevamos a ninguna parte, ya que nos hemos situado más allá del principio puramente especulativo, y comprendemos que sólo hay dos caminos para dilucidar el problema: avanzando paso a paso hacia el futuro, como hacen los biólogos y los otros investigadores, o retroceder hacia el pasado, en busca de huellas reveladoras, como hacemos nosotros, puesto que suponemos, y no sin fundamento, que en el remoto ayer puede estar la clave del misterio que tratamos de solucionar o desentrañar. Las antiguas cosmogonías de Anaximandro, Heráclito, Parménides, Anaxágoras, Demócrito, etc., bajo distintos aspectos, no hicieron más que planteamos el problema del origen de nuestro mundo, sin damos la solución. Pero, aunque alguien nos la hubiera dado, nadie le habría creído y la discusión continuaría como si tal cosa. No es fácil admitir la simplicidad de los antiguos mitos, como por ejemplo, que Ra, la Luz o el Sol, naciera del matrimonio entre el Cielo y La Tierra. "Geb, el padre Tierra, y Nut, la madre Cielo, engendran todas las noches a Ra, quien nace cada mañana con la aurora." ¿Y mucho antes, cuando el hombre, los animales y las plantas no existían? ¿Dónde estaba La Tierra? ¿Se desprendió del seno de Ra, tras una convulsión de éste, surgiendo en forma de enorme masa incandescente y radioactiva, para girar sobre sí misma durante miles de años, enfriarse paulatinamente y luego, de su seno alquímico, decantar los enzimas y aminoácidos que crearían las primeras bacterias de vida primigenia? ¡Ah, por ahí andan, empecinados, esos extraños biólogos que llaman "cloning" a lo que Gregorio Mendel, en el huerto de un convento austríaco, a mediados del pasado siglo, llamó herencia genética, tratando de unir el pasado con el futuro! El doctor Willard Gaylin, presidente del "lnstitute of Ethics and Life Sciences", según Alan y Sally Landsburg, en "Conexión con el espacio exterior" (op. cit.) dijo: "Para una mentalidad científica, el salto de una simple célula a una zanahoria producida asexualmente es mayor que el de esta zanahoria al hombre, producido de la misma manera". Y, ciertamente, hay un enorme abismo entre una célula vegetal y una célula animal. Pero los autores que acabamos de mencionar nos aseguran que fue el profesor John Gurdon, de la Universidad de Oxford, en Inglaterra, quien tendió un puente sobre ese abismo aparentemente insalvable, al inventar una técnica para la reproducción asexual de ranas. ¿Ranas, larvas, renacuajos, anfibios? ¿Qué nos recuerda esto? Recomendamos aquí al paciente y benévolo lector, con quien hemos estado, un poco, jugando al ratón y al gato, en el bien entendido que nosotros somos el ratón, que vuelva al principio de este capítulo y repase la antiquísima leyenda egipcia de "la maravillosa colina de las edades primitivas", donde surgieron ranas y serpientes del agua y el barro. Sabemos que nos tildarán de ratones excesivamente imaginativos, pero pensamos en un oscuro estudiante, llamado Miller, que reprodujo en el "caldo de cultivo" supuestamente primitivo, a base de descargas eléctricas, los aminoácidos esenciales para la formación del ADN y demostró que, en condiciones óptimas, la naturaleza podía, por sí sola, crear los primeros gérmenes biológicos. Lo demás, con ayuda del tiempo, se desarrollaría solo. ¿O no? Este es, precisamente, el quid de la cuestión. ¿Surgió primero la ameba monocelular, sin ayuda exterior, y luego se reprodujo, uniéndose a otra ameba, mutándose y diversificándose,
hasta dar tantas variedades como conocemos, de géneros y especies distintas, tanto en plantas como animales? ¿O nos llegó de afuera? Suponemos, humildemente, que cuando se formó nuestro planeta, el Universo ya estaba estructurado. Y, suponiendo más, hasta nos resulta fácil creer que ha existido siempre y que no hace otra cosa que transformarse, muriendo aquí un planeta, sol o galaxia, y naciendo otra en lugar distinto, por aquella ley de la conservación de la materia. Fred Hoyle definió este principio universal diciendo algo así como que el agua que se escapa por el agujero de desagüe de una bañera va manteniendo llena ésta con la que fluye del grifo. Pero referente al Macrocosmos no queremos insistir, y mucho menos reiterar de nuevo aquello que alguien escribió en el Eclesiastés de que "no hay nada nuevo bajo el sol". Queremos remarcar que el hombre, en su primera fase germinativa, es como un renacuajo, llamado espermatozoo cuya cabeza se compone de la masa cromática y está recubierta por el acrosoma; el cuerpo o parte media contiene los centrosomas y el filamento espiral de las mitocondrias y la parte posterior o cola es un flagelo serpentiforme que utiliza para desplazarse. ¡Cielos Santo, no somos nada! y olvidamos decir que estos renacuajos, que se producen a millares, fallecen en su mayor parte, sin haber llegado a cumplir la función para la que fueron creados, o sea, la de dar vida a un ser humano. ¡Pasmoso, sin duda alguna! ¿Fue esto siempre así? ¿Hemos de quedamos impasibles ante el hecho asombroso de que un niño, en el Uruguay, o en la China, que para el caso es lo mismo, diga a su madre que ya no quiere más teta, contando sólo cincuenta días de vida? ¿Verdad que los doctores Frederick Steward, John Gurdon y la doctora Janice Brothers merecen todo nuestro apoyo y aliento, a fin de que sepamos de una vez quiénes somos y cómo hemos venido a esta extraña vida? Sigamos con el condenado asunto del "cloning" para concluir, debiendo advertir que a esta técnica se le llama ahora del transplante nuclear que parece tender hacia la hibridación, ya que se prescinde del óvulo femenino. Las células asexuales sólo tienen la mitad del complemento genético. Pero de una sola célula corporal completa se puede obtener todo el plan genético del individuo que facilitó el núcleo celular. La doctora Janice Brothers, de la Universidad de Indiana, una joven y bella mujer, de cabellos negros y ojos fascinantes, está trabajando con los transplantes nucleares de la salamandra o "axlotals", como ella los ha bautizado, evocando el nombre del dios azteca Xlotal, Señor de la Muerte y la Resurrección, ya que la ciencia no está reñida con la mitología y mucho menos con la poesía. Hay muchos más científicos que se ocupan de estas apasionantes cuestiones, y pronto habrán muchos más, hasta que llegue el momento en que, aunando esfuerzos, podamos ver convertido en realidad el sueño utópico de Aldous Huxley y los seres humanos puedan ser fabricados según las necesidades de la especie. Pues bien, ¿es posible, cosmogónicamente hablando, que antes de formarse nuestro mundo, ya sea por técnicas de "cloning" o biogenéticas, en otros mundos se hubiese preparado el germen, la rana, el renacuajo o el virus que corriendo el tiempo, se depositaría en el caldo de cultivo de nuestro embarrado planeta, para que seamos ahora lo que somos? "En el principio creó Dios los cielos y la tierra", hemos leído y repetido al iniciar este capítulo. ¿De la nada?, insistimos en preguntar. La Tierra es vida, se mueve, gira, surca el cosmos, avanza, tiene un destino, un principio y un fin. ¿Y nosotros, acaso somos distintos, siendo parte de ella, viviendo, naciendo y muriendo aquí?
Por extraño que parezca, el Antiguo Testamento también está plagado de geometría, y la mayor parte de ella es Hermética. La propia vida, su origen y misterios, está ligada a la Geometría Universal, Principio Inmutable y Supremo del Todo; el hombre no es más que una molécula perdida en esa maraña geométrica del Universo, en donde se entremezclan las líneas de infinidad de ciencias que se condensan en una sola y que son ramas de la Sabiduría Espiritual. La materia es otra cosa.
"Cierra los ojos y esfuérzate en captar la brillante luz que vendrá de las alturas. Intenta controlarla lanzando la mente hacia el lumínico haz que se transferirá a tu cerebro mediante evolución y entendímiento. Uri Geller, "Mi fantástica vida"
CAPITULO VIII LA GEOMETRIA INVISIBLE Un íntimo amigo, a quien consultamos todas nuestras cuitas, nos preguntó, no hace mucho, al vemos trabajar en el contenido de este libro: "-Pero, dime la verdad... ¿Para qué sirve, en el siglo XX, la Geometría Hermética?" Honestamente, confesamos que, de principio, nos quedamos bastante desconcertados. ¡Vaya con la tal pregunta! Sí, ¿para qué puede servir todo esto? Tenemos a nuestro alrededor infinidad de apuntes, notas, gráficos, dibujos de todas formas y tamaños y sabemos que, desde el momento de iniciar este estudio hemos consumido más horas de las que nos es factible confesar, por temor a que nos tilden de psicópatas. Hemos recurrido hasta a la calculadora electrónica, al cálculo algebraico, al diferencial, al infinitesimal y hasta al integral, aparte de algún cálculo más, no clasificado aún, que, junto al trigonométrico y al logarítmico, podría haber servido para dejamos calvos y hasta sin cejas. ¡Y no encontramos la réplica adecuada para contestar a nuestro amigo! Se nos ocurrió balbucear: "- ¡Hemos solucionado el problema de la cuadratura geométrica del círculo...! Nuestro amigo, que ha compartido con nosotros parte de esas experiencias, con la más aviesa de las sonrisas, nos replicó: "-Suponiendo que eso sea cierto ¡que no lo es, porque el susodicho problema es "insoluble" -suponemos que quiso decir irresoluble- y transcentente!, insisto en lo mismo: ¿para qué sirve saber algo que, con una aproximación de milésimas, ya se sabía por medios aritméticos?"
Esta conversación se prolongó durante varias horas; se ha extendido aún a través de varios meses, convirtiéndose, a veces en polémica acalorada y otras en reflexión intensa. Ahora, sin embargo, nuestro amigo, aunque continúa en sus trece de que la Geometría Hermética no viene a solucionar nada -¡cosa que nosotros estamos en total desacuerdo!-, las discusiones han tomado otro cariz, porque nadie puede negar, ni siquiera nuestro amigo, que la Geometría Hermética sí tuvo utilidad en el pasado, como la habría de tener cuando Occidente se enfrentó a Oriente en las cálidas tierras palestinas, allá por el Siglo XII, a causa de lo cual surgiría en Europa, primero el arte gótico y posteriormente el Renacimiento. Aquí podemos decir formalmente que la geometría, sea plana, esférica, espacial o multidimensional, ha existido siempre. Podemos añadir que antes incluso de que existiera el hombre, ya sea terrícola o alienígena, visible o invisible, las líneas llenaban el universo y las había en todos los sentidos, largas y cortas, reales o aparentes, curvas o sinuosas, pseudorrectas y quebradas, aunque sólo fueran sucesiones de puntos, encadenamientos corpusculares, atómicos o sub atómicos. Y, para terminar, añadiremos que si existían las líneas, ya que habían móviles que seguían estas líneas u órbitas, también habían figuras geométricas. ¡Y, de todas ellas, la más perfecta es el círculo! Recordamos con alborozo cuando nuestro recalcitrante amigo nos reveló su sagacidad al decimos: "- ¡El círculo no existe! ¡Todas las órbitas son elípticas! Este fue nuestro gran triunfo. Y nos apresuramos a barrer hacia dentro, replicando: "- ¡Naturalmente! Y, precisamente por eso, la Geometría Hermética es la hipótesis de trabajo que permitió levantar la arquitectura de la Antigüedad, ¡que no fue moco de pavo!, hasta que la Aritmética, basada en la exactitud geométrica, permitió sustituir la línea por el número." En realidad, queridos amigos, en aquella ocasión no lo dijimos todo. Pero sí lo estamos haciendo ahora, de forma más tranquila y reposada, sin interferencias ni réplicas, borrando de nuestros papeles todo lo que consideramos inútil, y dejando, sea bueno o malo, porque esto es cuestión de criterios, lo que consideramos más idóneo para expresar nuestro personal punto de vista.
Fig. 37. División del Cuadro en cien partes iguales. Obsérvense los focos o puntos de coincidencia. Esta operación requiere un meticuloso cuidado. Ahora sabemos muy bien que la Geometría Hermética es una ciencia armónica, matemática, exacta, simétrica, infinita, etc., pero que su mejor definición podría ser la de
geometría invisible, si esto fuese posible, puesto que hay más estructura tras lo que se ve, ocultas en el concierto de esas líneas que se entrecruzan, que en los gráficos o planos del dibujo. Si contemplan un cuadro de Leonardo da Vinci, por ejemplo, admirarán la composición del tema y la armonía del conjunto, porque tras él, sin que salga a la superficie, el genial artista bocetó unas líneas maestras, una estructura geométrica equilibrada, que luego ocultó bajo la pintura. El arquitecto que traza el plano de un edificio suntuoso utiliza infinidad de líneas que luego no se ven en el edificio por ninguna parte. Es el mismo caso de la Gran Pirámide; nadie verá allí una sola línea curva, ni un círculo, si exceptuamos la inscripción del Tetragrama, al que ya hicimos referencia. Y, sin embargo, la megalítica obra fue concebida por medio del círculo. Esto es lo que pretendemos decir. En la Geometría Hermética existen más líneas invisibles que visibles. Y para muestra basta un botón. Obsérvese la Fig. 37, que es un cuadro cualquiera al que hemos efectuado una división en cien partes. Lo mismo podríamos hacer en mil partes, o en cien millones de partes, si dispusiéramos de tiempo y medios. y esto, sin aumentar el tamaño del cuadro de referencia, cuyo original tiene sólo 14 centímetros de lado. Por ello, si les presentamos un cuadro enteramente pintado de negro, podemos suponer que en él se han superpuesto todas las líneas que imaginar se pueda. Si pintamos en blanco sobre negro, como si fuese un negativo fotográfico, no hacemos más que extraer líneas a la luz y que la negrura mantenía ocultas. Depende sólo de la imaginación de cada uno llegar a intuir, porque no podemos decir calcular, cuántas líneas se pueden extraer del cuadro negro y qué figuras podemos construir. A partir de aquí se establece la diferencia entre la línea irregular del dibujo artístico, al que incluso podemos colorear para obtener un cuadro, y el dibujo geométrico que ha de ser trazado con regla y compás, a menos que se posea un extraordinario pulso y sea uno capaz de trazar una línea recta sin apoyarse en nada.
Fig. 38. División del círculo en partes geornétricas iguales, a b= 2 1 h =7 e d= 3 b i = 8 c b= 4 h j = 9 f g= 5 h k = 10 o b= 6 m d = 11 d f = 12
Nosotros, apoyándonos en una regla, hemos trazado todas las figuras que aparecen en esta obra -salvo excepciones obvias- y podemos asegurarles formalmente que todas, sin excepción, han sido trazadas en el interior de uno o de varios círculos. Dijimos, y lo repetimos ahora una vez más, que sólo tres figuras de la geometría clásica o euclidiana intervienen en la Geometría Hermética. Son el círculo, el triángulo y el cuadrado. Pero en la repetición de estas tres figuras, en la diversidad de posiciones, en la increíble gama de polígonos que se pueden obtener del triángulo, el cuadrado y el círculo (3, 4 y 5, por expresarlo en números), está justamente el infinito Geométrico de la Forma. En la Fig. 38, a modo de ejemplo, aparece un círculo dividido hasta en doce partes. Esto quiere decir que, sin necesidad de recurrir a "pi" para la división de la circunferencia, es posible dividir exactamente, y en partes iguales, el círculo del tamaño que sea, porque esas proporciones son constantes. AB es el diámetro, que nos divide la circunferencia en dos partes. ED la divide en tres partes; CB, en cuatro; FG, en cinco; OB, o sea el radio, la divide en seis partes... Y aquí, precisamente, fue donde empezó todo. ¿Por qué el radio de una circunferencia, que es una línea recta, divide a una línea curva y cerrada en seis partes iguales? Esta aviesa pregunta es mucho más difícil de contestar que la de la utilidad de la Geometría Hermética que nos hiciera nuestro amigo. Y no es, aunque lo parezca, de Perogrullo, ni mucho menos; puesto que esa línea curva y cerrada, si la pudiéramos enderezar y convertirla en recta no tendría exactamente seis veces el radio! ¿Nos han comprendido? Hemos supuesto, por suponer algo, que en algún momento, cuando el hombre o el ser que trazó el primer círculo -¡y no fue, precisamente, Alexander Solschenitzin!- contempló el instrumento o compás con que había realizado su obra, se debió preguntar "¿Qué he hecho?". Seguramente, el círculo previo se lo había sugerido el Sol, la Luna o cualquier astro o planeta que viera, de regular tamaño, aparentemente suspendido en el cielo. No queremos decir que fuese aquí, en La Tierra, o en otro mundo cualquiera; tampoco podemos asegurar cuándo. Pero suponemos que, hecho el círculo, la curiosidad le induciría a trazar nuevos círculos, tal y como hicimos nosotros mismos, siendo niños, al iniciar los primeros pasos en geometría, con el compás escolar que nos compró nuestra madre, recomendándonos aquello de "!Ten mucho cuidado con esto, hijo mío!", como si fuera, ¡Y de hecho lo es!, un instrumento sagrado. Si aceptamos que el "homo sapiens" se elevó por sí mismo, separándose de la animalidad en un momento determinado de su evolución, ya fuese por mutación o porque así había quedado registrado en sus genes al ser creado, ¡ya que no rechazamos la teoría del hombre programado!, hemos de admitir que el inconsciente actuó de modo magistral y seguro al hacer ver a nuestros antepasados algo que no era factible ver en la misma naturaleza, salvo en las aparentes figuras del cielo. El Sol, ese círculo mágico y fascinante, debió ejercer, forzosamente, una singular atracción; la Luna, ídem. Y el hombre, a fuerza de mirar al cielo, asoció la idea del círculo a la divinidad. Tratar de imitar a Dios ha sido el mayor estímulo del hombre; superarse a sí mismo, en la búsqueda de explicación a todo, ha sido, no sólo un concepto filosófico, sino también el motor que nos ha impulsado hacia el progreso.
Fíg. 39. Esto no es un símbolo solar, como se ha pretendido ver, sino el principio mismo del conocimiento geométrico. De aquí se lanzó el hombre a elucubraciones religiosas, porque el Conocimiento y la Iniciación siempre se asoció con la Geometría, Primera Ciencia del Saber Supremo, y con la cual salió el hombre de su animalidad originaria. ¿Por qué no había de comprobar el hombre primitivo cuántas líneas "mágicas" estaban contenidas en el círculo sagrado del cielo? Por ello, se hizo preciso construir instrumentos de precisión. Un compás de madera pudo servir al principio; incluso de piedra, si nos apuran. Y, a falta de papel o pergamino, se trazaron líneas sobre la pizarra, el barro blando y hasta sobre el granito. Lástima que sólo hayamos descubierto rústicas muestras de aquel incipiente arte. Sin embargo, se trata de algo que podemos reproducir casi con toda exactitud, porque ha quedado reflejado en las antiguas construcciones, en sus poblados, en dólmenes, menhires y cromlechs, y hasta en esas obras inquietantes, como la Gran Pirámide de Hermes-Toth (Keops).
Fig. 40. En el cuadro macrocósmico del Universo coinciden infinidad de líneas y puntos, en un alucinante enrevesamiento, lo que da origen a todas las geometrías. Este cuadro sólo es un tímido ejemplo.
Reflexionemos al respecto. La línea geométrica más elemental es la recta. Una recta horizontal y otra vertical forman una cruz. Este símbolo es el más antiguo que se conoce. Y si a una cruz le doblamos una parte hacia la izquierda o la derecha (dextrógiro o levógiro) nos encontramos con la famosa svástica y nos sugiere un cuadro sin cerrar. Recuérdese que la Cruz Gamada o svástica expresa los valores primeros del triángulo rectángulo sagrado, comúnmente llamado Teorema de Pitágoras. Cuando el hombre del paleolítico llegó a esta conclusión, su cerebro, mente o intelecto dio el mayor salto de gigante de toda la historia de la Humanidad. ¡Pero, insistimos, esto pudo haberse producido hace mucho más tiempo del que suponemos, y no precisamente en nuestro planeta! Nada nos extrañaría que, miles de millones de años, en cualquier mundo ya desaparecido del cosmos, convertido en polvo y luego vuelto a unir sus moléculas en diferentes mundos, se hubiera descubierto que el radio de una circunferencia divide el perímetro de ésta en seis partes "geométricamente" iguales.
Fig. 41. Geometría ornamental de la estrella de doce puntas. Después vino todo lo demás. Otro círculo, otras líneas rectas, el cuadrado, el triángulo, que es la mitad de un cuadrado, partido éste en diagonal, etc. Elementos simples, a nuestro juicio; tan simples que hasta un niño puede trazarlos. Sin embargo, descubrir líneas inexistentes en estas tres figuras geométricas elementales es una ciencia arcana e inextinguible, o sea que se inició con el hombre y terminará con él. Fíjense en la Fig. 39. Aquí vemos un círculo y una cruz. Sobre los puntos de coincidencia del círculo en la cruz, hemos trazado nuevos círculos. ¿Quién no ha hecho este dibujo al estrenar su primer compás, en la edad escolar? y hasta nos hemos cansado de hacer círculos, buscando puntos de coincidencia. Hoy sabemos, gracias a la Física y a la Química que las estructuras moleculares de la materia están encadenadas más o menos así. Existe una correlación estructural en todo lo creado, cuyo mejor ejemplo lo hallamos en la composición geométrica de una colmena o en el encadenamiento de las células. Por otro lado, astronómicamente hablando, los mundos están encadenados por las fuerzas de la gravitación universal de un modo elocuentemente geométrico, como demostraron Kepler y Newton. O sea que el hombre, al trazar figuras geométricas relacionadas con el círculo, lo que hacía era imitar a la Naturaleza o buscar el camino que conduce al cielo, o sea, hacia Dios.
Fig. 42. Triangulación sobre un círculo "invisible" dividido en tres, cuatro, cinco, seis y siete partes. En la Fig. 40, los círculos concéntricos dentro de un cuadrado dividido en triángulos, por medio de diagonales y líneas perpendiculares, nos ofrecen un esquema de Geometría Hermética altamente significativo. La infinidad de cuadros que surgen, así como el enorme número de puntos de coincidencia entre líneas curvas y rectas, nos da una pálida idea de la magnitud geométrica del Universo. Las Figs. 41, 42 y 43 son también un exiguo ejemplo de la aplicación del cuadrado y el círculo, armónicamente conjuntado, para obtener nuevas líneas y formas en el panorama infinito de la Geometría Hermética. Las líneas invisibles, o sea las que hemos rechazado, borrándolas, para quedamos con la muestra, semejan esas estructuras metálicas levantadas por los constructores de edificios, que luego retiran cuando están tenninados éstos. La Geometría Hermética, pues, radica más en lo que desaparece que en lo que permanece. Y la -Gran Pirámide de Hermes- Toth es su máximo exponente.
Fig. 43. Cuadriculación de un círculo. El "entintado" en negro o a diversos colores permite una gama infinita de resultados. Cuando el hombre descubrió leyes geométricas de utilidad práctica, tales como el Teorema de Pitágoras, atribuido a este sabio de la Antigüedad, pero muy anterior al nacimiento de Grecia, el concepto matemático empezó a germinar en su mente.
Obsérvese la Fig. 44 y véase un cuadro dividido en dieciséis partes geométricamente iguales. (No decimos exactamente iguales, porque en geometría todo depende de la perfección y cuidado del operador). Ahora podemos damos cuenta de que los dieciséis cuadros son también ocho rectángulos, y que las diagonales de éstos cortan las líneas opuestas en puntos geométricamente determinados. La cosa que puede parecemos simple y elemental, hace siglos condujo a los geómetras a conclusiones topográficas y a intuiciones trigonométricas de muy difícil especialización en nuestros tiempos, Pero, con un simple cuadro, de lados conocidos, el geómetra antiguo podía hacer mediciones de terrenos con casi tanta exactitud como los agrimensores actuales. Observen. Supongan a Eratóstenes efectuando mediciones entre Assuán y Alejandría, unos doscientos años antes de J.C. Imagínenlo provisto de un cuadrado que en nuestro ejemplo está situado en la parte inferior izquierda de la Fig. 44. Se le identifica como el cuadro AOZV. y supongamos que los lados de este cuadrado miden 10 codos egipcios. Si el cuadrado grande, DHYV es dieciséis veces mayor que el cuadrado pequeño, la distancia VD, o línea recta que forma un lado del cuadrado grande, será de 40 codos.
Fig. 44. Un antiquísimo sistema, empleado por Eratóstenes (s. II a. de J.C.) para mediciones de grandes distancias. Conocido el cuadrado aozv, se puede determinar la distancia dv. Desde y también se pueden determinar las distancias a v, a, b, c, d, e, f, g y h. Pero hay más. Sobre el cuadrado conocido, AOZV, un observador situado en Z, por la simple comprobación del lugar por donde la línea oblicua que parte de Z se cruza con la línea AO, puede saber qué distancia hay desde V hasta B, hasta C y hasta D. De aquí al cálculo trigonométrico no hay mayor distancia que desde el huevo a la gallina y prueba que la Geometría Hermética fue el principio de nuestra Aritmética actual. En la Fig. 45 hemos ido más lejos aún, para que el diablo no se burle de nuestra ignorancia. Hemos trazado un círculo, un cuadro exterior al círculo y otro interior. Luego, por medio de triángulos isósceles, en la más pura línea de Hiram-abi, el fenicio, hemos buscado proporciones piramidales -o triangulares-, partiendo de una desviación de los triángulos. Ahí se encuentra lo que se dio en llamar el Monograma de Cristo, que también fue utilizado en la construcción del Templo de Salomón y, por supuesto, sirvió de base para la construcción de pirámides. Si alguno de nuestros lectores pretende hallar la "piedra filosofal" de la Geometría Hermética, ahí tiene la oportunidad de quemarse las cejas
desarrollando esta "ecuación" geométrica hasta sus últimas consecuencias. Nosotros no nos sentimos capaces de ir más allá, habida cuenta que hemos borrado casi cien veces más líneas de las que aparecen en el insignificante boceto. Creemos, por tanto, llegado el momento de hacer un resumen de cuanto llevamos expuesto, por aquello de que antes de pasar al verdadero enrevesamiento de la cuestión se hace necesario clarificar conceptos. Empezamos este capítulo diciendo lo que opinaba un entrañable amigo, quien, para más señas, es ingeniero industrial. Y aunque estamos en desacuerdo con él, no deja de tener algo de razón. ¿Para qué sirve algo que, por otros medios, aunque sean más complicados, resuelven todos nuestros problemas matemáticos y geométricos?
Fig. 45. Utilizando dos "Monogramas de Cristo" -entre las líneas punteadas-, hemos intentado la Triangulación Piramidal. Este ha sido el resultado... ¡decepcionante! Pero, ¿a quién puede servir la Historia, si es cosa que no volverá a repetirse? Y todavía más. Si el mundo sufriera un cataclismo, de los muchos que se suponen ha sufrido, y sobrevivieran muy escasos individuos, ¿por dónde se empezaría a reconstruir nuestro planeta? Hemos leído que Albert Einstein, el genial matemático, se equivocaba frecuentemente al hacer la suma de los gastos domésticos, pese a que su cerebro logró desarrollar cálculos dificilísimos y solucionar problemas en los que trabajó durante años. De todas formas, muy pocos hombres han podido seguir los razonamientos de Einstein y comprenderlos con exactitud; otros, la mayoría, los aceptaron "de facto", sin más. La Geometría Hermética, sencillamente, nos permitiría reconstruir todo el entramado de las demás geometrías, incluyendo la Aritmética, aunque en el mundo sólo hubiera sobrevivido la pareja más ignorante. Y, partiendo de ello, permitiría reconstruir todas las demás ciencias, incluyendo la Física... ¡O, al menos, eso nos parece! El hombre se diferencia de los animales, ¡creemos!, por su capacidad de reflexión y raciocinio. Analizamos, ordenamos, estudiamos, comprendemos. De todo esto surgen axiomas, postulados y corolarios. Si lográsemos matematizar la filosofía y establecer valores numerarios a los conceptos, del mismo modo que las estadísticas pretenden sentar el precedente de una irrealidad aparente por medio de cómputos, que son, por supuesto, inexactos y relativos, podríamos dar a Dios el valor numérico de Infinito y todo lo demás,
en escala decreciente, hasta situar al hombre en su término exacto y numérico, muy por debajo del Infinito, lógicamente, y hasta valorar a los hombres por sus conocimientos o sabiduría, de suerte que un individuo con el número 10.000.000, lógicamente poseería un valor superior al que tuviera el número 9.999.999. Pero esto es una utopía. Jamás llegaremos a perfeccionamos tanto, aunque, aparentemente, llevemos el camino de la perfección. Y, por otra parte, el hecho de haber empezado toda nuestra estructura social, política y religiosa, partiendo de un círculo, descubierto en el cielo al percibir el primer atisbo de inteligencia, y haberlo sabido mezclar con dos líneas rectas imaginarias, habla muy alto de la capacidad intuitiva o intelectiva del hombre. No es, por tanto, una bagatela eso de las líneas elementales. El hombre ha progresado tanto en su avance hacia el Fin, que nos tememos éste aparezca de un momento a otro, en el recodo más inesperado de nuestras discrepancias políticas o sociales. Los arsenales termonucleares nos penniten suponer que, al más mínimo error o desvarío, el hombre puede volver a la época cavemaria, con el consiguiente Punto Cero hacia una nueva civilización de las muchas que suponemos han discurrido por nuestro planeta, ya que pruebas tenemos de ello en suficiente abundancia como para no desechar las enseñanzas que puedan damos, aunque sólo sean restos pétreos que sólo pudieron ser erigidos con una Geometría como la que aquí estamos presentando, olvidada, desechada, desprestigiada, incompleta, torpe y vacilante... ¡pero que sirvió para estructurar incluso nuestros viajes espaciales y levantó catedrales como las de Reims, Chartres, Burgos o Santiago de Compostela! La Geometría Hennética está en todo eso y en muchos sitios más.
"Más abajo aún, apareció un piso de cristal fundido, que no se parece a nada, salvo al suelo dejado en el desierto de Nuevo México por las explosiones que inauguraron nuestra actual era atómica. " Charles Berlitz, "El Triángulo de las Bennudas" (Pág. 268).
CAPITULO IX ¿THARSIS O TARTESSOS? Existen lugares en nuestro planeta que están sufriendo, lenta y paulatinamente, modificaciones geológicas, lo que no constituye secreto para nadie. Pero, mientras que en unos lugares la tierra se hunde, dejando sitio al mar, en otros es el suelo el que emerge de las aguas, poniendo al descubierto tierras que han permanecido sumergidas durante siglos o tal vez siempre.
Estos fenómenos geológicos, llamados epirogénicos, nos penniten apreciar, como ocurre en la Península Escandinava, que el suelo se eleva a razón de un centímetro por año, mientras que de todos es conocido el esfuerzo de los holandeses, construyendo diques, a fin de contener las aguas del mar, donde el suelo se está hundiendo progresivamente. La corteza terrestre, que es el asentamiento donde habita el hombre, está, por tanto, en continua transfonnación. y ello hace suponer, como ya señalamos al principio de esta obra, que en la antigüedad existió una gran isla o continente, muy próxima a Europa, situada en algún punto del Atlántico, que los clásicos llamaron la Atlántida. Volvemos de nuevo con este tema -que no agotamos ni mucho menos, ni ello sería posible- debido al enfoque arqueológico que pretendemos plantear en este capítulo, vinculado especialísimamente con el Sudoeste de la Península Ibérica, sometida durante milenios a una lentísima retirada de las aguas, como se ha podido comprobar por excavaciones efectuadas en la ciudad de Huelva (Onuba). El Plano 5, de la obra "Huelva; Prehistoria y Antigüedad" (Editora Nacional, 1974), publicado con motivo del XIII Congreso Arqueológico Nacional, en colaboración con prestigiosos arqueólogos, nos ofrece un plano de la ciudad, cortado por una línea continua, que pone al descubierto hasta donde llegaban las aguas en un pasado remoto, casi al borde mismo de los cabezos de La Esperanza, El Castillo o San Pedro, el de El Conqueiro y las necrópolis de La Joya. Esto, sin lugar a dudas, es una prueba de la lenta, pero continua, retirada de las aguas atlánticas, lo que explicaría también el acentuado "ensanchamiento" del Estrecho de Gibraltar, la desaparición de la franja de tierra supuestamente llamada "ruta de Hércules" por hundimiento o cataclismo geológico- y, a causa de ello, la desaparición confundido con las aguas del Atlántico, del supuesto Lago Tritón, todo ello relacionado con la leyenda del Jardín de las Hespérides, el mito de los bueyes de Gerión, las "manzanas de oro" o naranjas que Hércules robó, en conmplicidad con Atlas, y todo lo que no podemos, honestamente, hacer pasar como cierto por el tamiz de la Historia. La Mitología nos cuenta que el dios Cronos devoró a sus propios hijos, pero su compañera, Gea (La Tierra) sustituyó a sus hijos recién nacidos por piedras. No engañado por esta argucia, Cronos devoró también las piedras, dejando sólo con vida a Zeus, Poseidón y Carón. También se nos contó que Poseidón recibió los dominios del mar, Zeus los de la Tierra o Carón el de los infiernos o algún lugar subterráneo, que algunos han interpretado como el fabuloso reino de Agartha. Mas como de estos reinos de la Fábula no tenemos más que vagas hipótesis, atengámonos a lo positivo, que es La Tierra y el Mar, en el bien entendido que el mar contiene también grandes y pequeñas islas. La Mitología sigue diciendo que Hércules fue hijo de Zeus y que Poseidón tuvo por hijos a Atlas y Anteo, entre otros. Posteriormente, no sabemos ya si en un sentido mitológico o histórico, los hijos de Zeus hicieron la guerra a los de Poseidón, y esta guerra, fragmentada por la mutilación sectaria, ¡suponemos!, es la que nos contó Platón, extraída del relato que hizo a Solón cierto sacerdote de Sais, y que nos ha llegado por dos fragmentos contenidos en el "Timeo" y en el "Critias", aunque, en honor a la verdad, esto no presupone que sea cierto. Ahora bien. Existen algunos pasajes del Antiguo Testamente que, sin pretender ser tan antiguo como lo expuesto por el sacerdote egipcio, que se calcula como acaecido hace unos dos mil años, nos llevan ante un dilema arqueológico importante, debatido pero no aclarado, especialmente ante la perspectiva de las nuevas investigaciones.
Nos estamos refiriendo, como es lógico, al enigma de Tharsis, o el fabuloso Eldorado, de donde traían el oro las naves del Rey Salomón, y que muchos investigadores han situado en las proximidades de la actual Huelva, al Sudoeste de España. No podemos, sin embargo, al iniciar esta parte de nuestro estudio, omitir el nombre del magistral poeta Jacinto Verdaguer, quien, inspirado, sin duda, por la invisible conciencia omnipresente de quienes perecieron en la hecatombe antediluviana, supo expresar con estremecedoras palabras lo que únicamente dioses o espíritus podían haberle comunicado a través del tiempo y el espacio. "Veus eixa mar que abraca de poI a pol la terra? "En altre temps d'alegres Hespérides fou hort; "encara el Teide gita bocins de sa desferra, "tot braolant, com monstre que vetlla un camp de mort. "Aquí els titans lluitaven, allá ciutats florien; "pertot cántic de verges i música d'ocells; "ara en palaus de marbre les toques s'hi congrien "i d'algues se vesteixen les prades deIs anyells. " (¿Ves esa mar que ciñe la tierra en un abrazo? En otro tiempo fue de estériles el huerto y todavía el Teide vomita su regazo, bramando como un monstruo que vela un campo muerto. Titanes peleaban, ciudades florecían cánticos virginales y músicas ligeras, ahora en sus palacios unas focas se crían y se llena de algas el verdor de las eras.) "L 'A tlantida", de Jacinto Verdaguer, mayo de 1877. (Traducción castellana de Guillermo Díaz-Plaja) Humanamente hablando, es imposible admitir la inexistencia de la AtIántida después de haber leído este maravilloso poema, ya que el hombre siempre ha tenido conciencia, intuida más que conocida, de su origen en la paradisíaca isla-continente que engulleron las aguas atIánticas. Y del recuerdo subconsciente, heredado en el aire, las voces de los muertos o de la mente universal que nos envuelve y nos ilumina a todos, extrajo Verdaguer la más bella obra que se haya escrito sobre el continente desaparecido. Para los racionalistas, sin embargo, un poema no significa nada. Se han cerrado en un recalcitrante cartesianismo y sólo admiten la irrefutable demostración de la prueba incuestionable, el vestigio imperecedero o la huella testimonio del "Pienso, luego existo", como si tantas huellas como existen, entre ellas las Pirámides de Gizeh, no fueran un testimonio irrefutable de la grandeza de un pasado. Pero nosotros no creemos tampoco en la ciencia de los intransigentes, ni queremos aceptar que los constructores de Teotihuacan o Machu-Pichu nada tuvieran que ver con los constructores de pirámides del antiguo Egipto, cuyas dos culturas estuvieron unidas por un puente Atlántico.
¿Qué otros vestigios quedan todavía, del antiguo esplendor de la impresionante cultura occidental, iniciada por Poseidón? En verdad, hay muchos, y el enigma de Tharsis o Tartessos, de aclararse, podría hablar tan alto como el Partenón o el Coliseo hablan de las culturas griegas y romanas. ¿Por dónde empezar? La Biblia nos habla particularmente de Tarsis, en donde el Rey Salomón tenía una flota de naves que, cada tres años, le traían oro, plata, marfil, monos y pavos reales. Esto aparece en el Libro de los Reyes (10,22), en las Crónicas (9,21) y hasta en Jonás (1,3). Nos hallamos, por tanto, ante un caso de "arqueología literaria", en cierto modo similar a Troya, hasta que la fe inextinguible de Heinrich Schliemann hizo real lo que hasta entonces sólo había aparecido sobre el papel. Esto es lo que la Arqueología llama un problema histórico y no arqueológico, pese a que tomase cuerpo consistente gracias a un ferviente hispanista alemán, el Profesor Adolfo Schulten, de la Universidad de Erlangen. Y la cosa viene de muy antiguo, según Schulten, cuya erudición clásica es francamente abrumadora y ante el que nuestros argumentos resultan pálidos y desvaídos, de no ser que entre las investigaciones del erudito de Erlangen hasta nuestros días han transcurrido más de setenta años y los ríos de la historia arqueológica han sufrido notables modificaciones. No es un secreto que de los errores de antaño, corregidos y aumentados por el tiempo, han surgido polémiéas tremendas, como la promovida por Eratóstenes, cuya labor como geógrafo, al utilizar los datos de la biblioteca de Alejandría, fue desastrosa. Pero nos sorprende que Adolfo Schulten se apoyase, precisamente, en Eratóstenes, Estrabón, Heródoto, Avieno, Piteas y otros. Y si hubiéramos hecho caso a los clásicos, incluyendo a Ptolomeos, la Tierra seguiría siendo centro del Universo. Pero como se ha esgrimido frecuentemente la erudición de Adolfo Schulten, nosotros hemos recurrido a su obra "Hispania" (Barcelona, 1920) para buscar el origen del enredo entre Tharsis, Tarsis, Tartessos y el "Tarschisch" que aparece en la página 70, mencionando a Ezequiel y a Polibio, por lo que nos parece que en la traducción del nombre se encuentra la raíz del confusionismo. ¡Vamos, que lo creemos así, y seguimos! En la página 74, refiriéndose al cobre, A. Schulten dice: "El cobre español es mencionado, además de los pasajes generales, por Plinio, Diodoro y Estrabón. Explotación minera neolítica del cobre, que llega hasta el segundo milenio, se ha comprobado en la provincia de Oviedo, además en la de Almería, y en Huelva, en Río Tinto. El cobre de Tartessos lo menciona Escimno (164. -Pausanias, 19,2); se refiere a las minas de Río Tinto, que muestran señales de una explotación antiquísima". Ahora bien, nos consta que el Profesor Adolfo Schulten estuvo en Huelva a principios de siglo, efectuando investigaciones de todo tipo, especialmente filológico, pero de escasa relevancia arqueológica. Pero el "mito" no se inició con él, sino que los antecedentes se remontan a los tiempos del jesuita sevillano, Juan de Pineda (1557-1637), quien, Biblia en mano, asume el riesgo de identificar a Tharsis y localizar su emplazamiento en la Península Ibérica. Son Juan Pedro Garrido y Elena M.a Orta, en un magnífico y poco comprometedor trabajo, publicado en "Huelva: Prehistoria y Antigüedad", quienes nos exponen el problema de Tartessos, basado en su interpretación arqueológica, mencionando en los antecedentes a Rodrigo Caro, que situaba Tartessos en Sanlúcar de Barrameda, a Cea Bermúdez, etc., hasta llegar a la traducción de "Ora Marítima", de Avieno, realizada por A. Blázquez y, en especial, a "Hispania", de Adolfo Schulten, quien fue refutado por Anselmo Arenas.
Pasan así J. P. Garrido y Elena M.a Orta, tras exponer sucintamente los trabajos de Chocomeli, Martín de la Torre, César Pemán y F. Wattemberg -éste último situando el emplazamiento de Tartessos en la isla de Saltés, y relacionándola con Sheria y la Atlántida-, a señalar que los testimonios arqueológicos niegan entidad real a Tartessos, "que para muchos, no es más que un mito formado de manera análoga a 1os surgidos en relación con el descubrimiento y conquista de América". Lo cual viene a significar, si no nos equivocamos, que el tema sería preciso encuadrarlo dentro de la incomprensible Leyenda Negra, de no ser por que hay hechos que los autores que comentamos omiten, y no creemos que sea por ignorancia, como tampoco pudo ser esa la causa de que Adolfo Schulten ignorase la existencia, al norte de Alosno, próximo: Río Orogue, de unos cerros, al sur de la Sierra de Andévalo y al nordete de la Sierra del Granado, de una importante región minera, antigua como el tiempo, de donde en la antigüedad se extraía oro, plata, cobre, hierro, plomo, etc., y que lleva en la actualidad, no sabemos por que causa, el nombre de Tharsis. Piénsese, además, que el Río Orogue es un afluente del Río Odiel cuyas aguas proceden de la Sierra de Aracena, famosa ésta por su Gruta de las Maravillas, y riegan los riscos y tajos en donde se asientan la famosas Minas de Río Tinto, que es, como su nombre indica, otro afluente del Río Odiel. ¡Vaya con Tharsis, qué cerca lo teníamos y nadie nos hablaba de ello! ¿Acaso porque su emplazamiento se había olvidado con el tiempo tras la dominación romana y árabe, y a la compañía encargada de su explotación en la actualidad no le agrada la publicidad? Qué duda cabe que las cosas no son tan simples como aparentemente pretendemos exponerlas. Una explotación minera a "cielo abierto" como personalmente hemos comprobado en Tharsis, ha de dejar huella de su antigüedad especialmente en los vertidos de escoria, lo que dan una idea de cuánto tiempo puede llevar el yacimiento en explotación. Y sin ser expertos, que no lo somos, ni haber ahondado profundamente el la cuestión, a simple vista se deduce que en Tharsis hay tanta o más antigüedad que en Río Tinto, aunque la importancia actual de la explociación sea muy inferior. Tharsis no es más que un poblado de cuatro casas, como quien dice, sin historia ni antecedentes, salvo el nombre -¡que alguien ha podido sacarse de la manga, para venir a complica más aún las cosas!-, pero en cuyo entorno se respira el sudor de los esclavos de más de veinte mil años, así como su origen auténtico ha podido quedar enterrado bajo el aluvión de los detritus minerales, y el cuyos alrededores deberían buscarse vestigios arqueológicos, ya que como en ningún otro sitio del sudoeste de la Península Ibérica, hemo "venteado" mejor el aliento de la protohistoria que nos ocupa. Imaginamos el caudaloso cauce del Río Odiel, en la antigüedad, antes de que los fenicios instalasen allí sus colinas, arrastrando pepitas de oro entre sus arenas. Y hasta imaginamos a los navegantes mediterráneos remontando su cauce, hasta más allá de Gibraleón, ya que se supone navegable en la antigüedad, tanto hacia Río Tinto, como hacia Río Orogue, para luego, a pie, remontar las ahora abruptas colinas, tanto al oeste como al este, en busca de las fuentes aúreas. Y de sus hallazgos fabulosos hablarían muy alto los cronistas griegos, romanos, ya que no los fenicios, cuyas huellas son visibles aún en aquella región, porque, evidentemente, recorrían las aguas del Atlántico mucho antes de lo que suponen los historiadores más de vanguardia. ¿Recuerdan lo que escribió Platón sobre el reparto de las lejanas tierras de la Atlántida, a Gadiros, el hermano gemelo de Atlas, hijo de Poseidón? Decía así: "Su hermano mellizo (de Atlas) nacido luego de él, obtuvo en heredad la parte extrema de la isla, por la parte de las columnas de Hércules, frente a la región llamada hoy Gadírica, según este lugar; se llamaba
en griego Eumelos, y en la lengua del país, Gadiros". Pero otras versiones dan el nombre de Anteo, que bien pudo ser un hijo de Gadiros, y así aparece en la Mitología, por lo que Andalucía deriva de Anteo. Heródoto de Helicamaso (500-424 a. de J.C.), llamado por otra parte "Padre de la Historia", también nos menciona a Tartessos: "Los primeros griegos que realizaron largos viajes estaban familiarizados con Iberia y con una ciudad llamada Tartessos, más allá de las Columnas de Hércules, a la vuelta de la cual los primeros comerciantes obtuvieron un beneficio mayor que el conseguido por griego alguno antes". Pero volvamos con Adolfo Schulten, quien nos habla de los turdetanos, calificándolos de "tartesios", diciendo: "Los turdetanos (tartesios) aprendieron a explotar desde muy antiguo los tesoros de plata y de cobre de Sierra Morena, los cuales atrajeron primero a los comerciantes micénicos, luego a los fenicios y por fin a los griegos, con lo cual resultó un activo comercio y una temprana civilización del S. Hacia 600 a. de J.C. florecía el imperio del rey Argantonio en Tartessos, la capital situada junto a la desembocadura del Betis". Y nosotros preguntamos: ¿Qué pruebas obtuvo Schulten del lugar en donde estuvo emplazado Tartessos? ¿Acaso se inspiró en los comentarios de Estrabón? ¿No demuestran las excavaciones efectuadas en Huelva que las aguas del Atlántico ocupaban, en el siglo X a. de J.C., entre el pleamar y el bajamar, puntos más elevados que en nuestros días? ¿Qué podía haber en las tierras bajas, en las marismas de Sanlúcar de Barrameda, que debían estar peremnemente cubiertas por el mar? Nadie ignora cuál es el movimiento de las corrientes marinas, especialmente las que, desprendiéndose de las cálidas aguas del Gulf Stream y haciéndose templadas, se deslizan frente a las costas de Portugal y forman un río marítimo que penetra en el Mediterráneo, ayudando a renovar sus aguas casi estancadas. Esta corriente choca, desde hace siglos, en las costas del Golfo de Cádiz, en cuyo litoral existen infinidad de marismas, dunas y ese misteriosos y desconocido parque natural, llamado el Coto Doñana, donde muchos han supuesto que podrían encontrarse los restos de Tartessos, o bien parte de la cultura que los descendientes de Poseidón y Anteo establecieron en Gadiros. Sin embargo, todo esto es un contrasentido. Esas tierras, hace 30 siglos debieron estar cubiertas por las aguas. El Betis (Guadalquivir) desembocaría al mar cerca de Hispalis (Sevilla). No es posible, por tanto, suponer que las actuales marismas de Aznalcázar, o el Lago Santana o Valdetojo, fueran el asentamiento de la cultura turdetana, a menos... ¡A menos que, mucho tiempo antes, como hace 12.000 años, Calpe y Abila (Gibraltar y Ceuta) se comunicaran por tierra firme! ¿Se dan cuenta de dónde queremos ir a parar? La epirogenia nos ha podido jugar una aviesa pasada. El tiempo, que en nada contribuye a formalizar nuestras teorías, pudo colaborar, 1.0 en la separación de Africa y Europa, abismo que se hace mayor a medida que se retiran las aguas del Estrecho, y 2.0 más antiguamente, a elevar la tierra, dando posibilidad a que la Atlántida fuese una realidad, a que hubiera existido el Lago Tritón y a que el Istmo de Gibraltar se convirtiera posteriormente en Estrecho. Sólo así encajaría el rompecabezas y Tartessos, mucho antes de lo que suponen los historiadores clásicos, hubiera podido estar en algún lugar, del fondo marino de la Bahía de Cádiz, en el Golfo del mismo nombre -¡más amplia posibilidad!- o en las proximidades de Huelva. Nosotros, sin embargo, seguimos pensando en que alguien debería realizar excavaciones en el Coto Doñana, lugar estratégico-histórico, que, por razones no muy comprensibles, tal
vez por influencias de La Rábida, que no puede acceder al resurgimiento de lejanos y extraños dioses, podían ocultar vestigios demasiado comprometedores. ¿Qué pretende proteger ICONA en Doñana? ¿El lugar de tránsito de las aves migratorias y unos millares de patos que sirven de esparcimiento cinegético a los "importantes" de Madrid? Nosotros siempre hemos estado de parte de los ecologistas y nos parece muy altruista el empeño de conservar el Parque Natural lejos de la codicia de los especuladores del suelo. Pero no basta el extremo de aislar la zona hasta con alambradas, impedir el trazado de carreteras por la costa en la región de Arenas Gordas y sabotear todo intento de unir Cádiz con Huelva por la costa. Queremos significar, especialmente para los que hayan leído la obra "Huelva: Prehistoria y Antigüedad", que en el plano 6, al estudiar la orfebrería desenterrada en el S. de España, se aprecia un número mayor e importante de hallazgos arqueológicos, precisamente cuando más al sudoeste se excava. Huelva, Niebla, Río Tinto, Lebrija, Carmona, Cádiz, etc., son focos de antigüedad, lo cual parece reflejarse en el Museo Arqueológico de Huelva que, de reciente creación, ya muestra utensilios metálicos -no sabemos si bien o mal clasificadoscomo para dejamos, sumamente perplejos. Sabemos también que no hace muchos años, una expedición arqueológica submarina, patrocinada por una universidad norteamericana, trató de realizar inmersiones en aguas del Golfo de Cádiz. Parece ser que el jefe de dicha expedición, una arqueólogo francesa, sabía lo que andaba buscando, ¡y hasta que encontró algo! Pero las autoridades de Marina prohibieron la continuidad de las exploraciones, pretextando, desde Madrid, no sabemos qué razones de orden técnico. (¿Se movió algún obispo o fueron los continuadores rabidenses del Descubrimiento americano, que suponemos los que más saben de estas cosas y otras, los que influyeron para que el suelo siga conservando sus secretos?) De todas formas, ni la Dama de Elche nos parece arte ibérico, ni la orfebrería "orientalizante" de Huelva pudo haber tenido su origen en Grecia, sino en alguna región desaparecida y situada al Oeste de Portugal, ¡porque nos consta que Cristóbal Colón sabía muy bien que la tierra no era plana y que, siguiendo la ruta del Sol, había un mundo muy definido! y en Palos de la Frontera lo sabían también los rabidenses.
"Una vez administrada justicia, grababan sus juicios, al despuntar el día, sobre una tablilla de oro, que consagraban, junto con sus vestiduras, para que sirviese de documento conmemorativo..." "Critias" (La Atlántida), de Platón.
CAPITULO X GEOMETRIA PREHISTORICA
Quinientos años antes de Jesucristo, los cartagineses establecieron la anchura del Estrecho de Gibraltar, según el coronel Braghine, ("L’Enigme de I’ Atlantide" Ed. Peyot, 1939) en alrededor de una milla, o sea en 1.609 metros. Eutón lo calculó, tres siglos antes de J.C., en cuatro millas. Tito Livio, en el siglo 1, le atribuye una anchura de siete millas. Y en nuestros días, los navegantes que cruzan el estrecho saben muy bien que la anchura es de quince millas. A este respecto, nuestro admirado Louis Charpentier, autor francés que, como nosotros vive preocupado por la antigüedad, escribió en una obra sin desperdicio, titulada "Los Gigantes y el Misterio de los orígenes" (plaza & Janés, 1971), algo que necesitamos transcribir aquí para exponer nuestra propia tesis, complementaria a la suya. "Sea como fuere -escribió Louis Charpentier-, el cataclismo debió ser espantoso..., y la Ciencia moderna, que no cree en la Atlántida, pero sí en el cataclismo, ha tratado de explicarlo." El autor francés, y por eso lo aludimos, trató de resumir, por medio de la precesión de los equinocios, que cada trece mil años, alternativamente, se produce un período frío en el hemisferio norte y otro en el hemisferio sur. "La Tierra -sigue diciendo-, en su movimiento de traslación alrededor del Sol, describe una elipse, uno de cuyos focos es el Sol mismo. A consecuencia de la precesión de los equinocios, la Tierra no vuelve cada año al punto exacto en que se encontraba el año anterior. "Se infiere de ello que, alternativamente, el Polo Norte y el Polo Sur se encuentran en el punto más alejado del Sol en el solsticio de invierno, y de aquí el recrudecimiento del frío. "Así, durante unos trece mil años, el polo Norte será mas frío que el polo Sur, y durante los trece mil años siguientes, el polo Sur será el más frío." La cosa parece bastante clara y explica el llamado Gran ciclo de veintiséis mil años, que tiene una primavera, un verano, un otoño y un invierno -¡todos ellos de 6.250 años, aproximadamente!-, y nos coloca en la incómoda situación de analizar que, hace 12.500 años, también aproximadamente, se produjo el cataclismo de la Atlántida, al que nos estamos refiriendo. ¿Estamos entrando ya en el segundo período primaveral del Gran Año, y la climatología está cambiando debido al ciclo inmutable, con lo que muchas de las profecías para el final del Siglo XX se podrían convertir en algo tan apocalíptico como lo que ocasionó el hundimiento de la Atlántida, hace 12.500 años? Según Platón, "cuando los dioses purifican la Tierra, sumergiéndola bajo las aguas mediante un diluvio, sólo los boyeros y pastores están al abrigo en sus montañas", con lo cual, sobreviven los menos instruidos. "De modo que, constantemente, volvéis a la infancia, e ignoráis lo que ocurrió antes, entre vosotros o en los demás países". El Sacerdote de Sais, según Platón, al que se lo había explicado Solón, sabía todo esto por haberlo aprendido en los escritos sagrados que se conservaban en su templo. Egipto, pues, se había librado de las inundaciones, o, en su defecto -ya que no fue así-, lograron conservar los documentos antiquísimos. Ello prueba que los primeros pobladores del Valle del Nilo, ya fuese como funcionarios de Atlántida o colonos establecidos allí, en los confines de "la Libia", hablan heredado de la civilización atlantídea los conocimientos geométricos que les permitían levantar sus gigantescas construcciones megalíticas. Pero con esto del saber o conocimiento ocurre como casi con todo, que una cosa es aprenderlo directamente y otra muy distinta es aprenderlo de oídas, o por fragmentos,
tomando un retazo de aquí y otro de allá, hasta que, corriendo el tiempo, se obtiene la suma total del Conocimiento perdido. Si aceptamos que en una civilización anterior se logró en arquitectura lo que todavía no hemos logrado nosotros, es debido a que hubieron seres especialmente predispuestos para ello, con facultades físicas y " psíquicas suficientemente desarrolladas como para, ¡no sabemos cómo!, levantar pirámides de casi ciento cincuenta metros de altura y desafiar así a los más violentos terremotos y las más devastadoras inundaciones. Pero aún hay más. Empezamos a damos cuenta, ya en los albores de un período inquietante, de que aquellas pirámides tenían alguna relación con las corrientes electromagnéticas que rodean nuestro planeta, y nos estamos refiriendo al famoso cinturón Van Allen, recientemente descubierto, pero que todo hace suponer que los sabios de la antigüedad conocían muy bien. Lo sabemos. Cientos de miles de personas están comprobando en todo el mundo que el "poder mágico de las Pirámides" no es una entelequia, sino que poseen poder psíquico, terapéutico, regeneran los metales, conservan los alimentos, incrementan el vigor sexual y momifican la materia orgánica. ¿Es casual, por otra parte, que las pirámides estén orientadas todas, tanto en México como en Egipto, en una perfecta línea Norte-Sur? ¿Es casual, también, que el invisible meridiano que pasa sobre la Gran Pirámide divida el delta del Nilo, el Océano Pacífico y los continentes en dos partes iguales? Fue Max Von Eyth, en "Matemáticas y naturaleza en la pirámide de Keops" (Berlín, 1908), quien dijo, casi setenta años antes que nosotros, que "La grandiosa obra es la solución en piedra de la cuadratura del círculo". Y se demuestra, dividiendo la longitud del perímetro de la base de la pirámide de Keops por el doble de su altura, cuyo resultado es... 3,1416, o sea, "pi"! Claro está que Max Von Eyth ha recurrido a malabarismos matemáticos, como buen contable, para "cuadrar" sus cuentas, y ha redondeado las cifras a su manera, dando a la Pirámide una altura de 148,208 metros y a los lados de la base una longitud de 232,805, de donde resulta el número "pi". André Pochan, a quien hemos estudiado a fondo, reduce la altura a 146,563, sobre el zócalo y a 147,088, sobre la roca, mientras que el perímetro lo establece en 921,012, de lo que resulta que "pi" tiene un valor de 3,1420. Ahora bien, ¿tiene esto mucha importancia, si la Gran Pirámide fuese sólo eso, y no un monumento hecho por ignorantes artesanos, canteros que desconocían a Euclides, a Pitágoras y a Papus? Creemos que, desde Napoleón Bonaparte, cuando dijo a sus tropas la barbaridad de siglos que les contemplaban, hasta nuestros días, ha sido tanta la tierra echada sobre la obra de Hermes-Toth, y tantas las visiones que se han pretendido contemplar allí, sin omitir a quienes han pretendido ver la historia futura de los pueblos del mundo, medida en codos sagrados o piramidales en toda su geometría, que lo más evidente se nos ha pasado por alto. ¡Y lo que nadie ha visto, o no han querido ver, por simple, es el gran conocimiento geométrico que se necesita para poder construir semejante edificio! Hay que remontarse a la escuela pitagórica de Crotona, habida cuenta de que entonces se iniciaban los balbuceos de nuestras actuales ciencias exactas, tras diez milenios de oscuridad y sombras, durante los cuales las pirámides estaban recibiendo efluvios cósmicos, para comprender lo mucho que aprendieron los sabios de Alejandría de aquellas construcciones, y cuya ciencia nos ha servido para levantar toda nuestra arquitectura.
Fig. 46. Según Paul Poesson, aquí nace el esquema de la cuadratura. Planteamiento incorrecto y confuso, porque el pentágono no interviene para nada en la cuadratura.
Fig. 47. Esquema de proporcionalidad de los cuadrados. ¿Descubren el Teorema de Pitágoras en los tres cuadrados sombreados? Aquí hay mucho que investigar. En Egipto se alzan infinidad de pirámides, todas ellas en la margen occidental del Nilo. Hay también construcciones que hacen palidecer de envidia a nuestros más preclaros arquitectos, pues si grandioso es el monumento a los Caídos, próximo al Escorial, los vestigios de los Templos de Luxor, Abu-Simbel o Karnak empequeñecen la obra de Cuelgamuros. Paul Poësson, a quien siempre habremos de agradecer que nos abriera los ojos en la cuestión de la cuadratura geométrica del círculo, porque nosotros confundíamos la nata con la harina, escribió en "El testamento de Noé" (op. cit.) algo que nos hizo soltar la carcajada. Según él, todos los egiptólogos del mundo consideran más antigua la pirámide de Sakkara que las de Gizeh. Sin embargo, el manual-guía del museo de El Cairo, que ha sido redactado por personal técnico altamente cualificado, dice todo lo contrario.
En la Fig. 46, ¡y a propósito!, reproducimos casi fielmente, un trabajo de Paul Poësson, donde, por medio del pentágono, se nos pretende hacer creer que está oculto el secreto de la cuadratura del círculo. Y no pretendemos quitar mérito alguno a Poësson, pero nuestras fórmulas, anterionnente expuestas, son más directas, aunque parezcan más complicadas. Nosotros, como él, hemos pasado muchas noches en vela trazando líneas, midiendo rectas, círculos, triángulos y cuadros. La Fig. 47 es una muestra, no de nuestros éxitos, sino de nuestros fracasos. Pero no nos sentimos obligados a ocultarlo. Por el contrario, hecho el planteamiento, preferimos publicarlo, junto con todo lo demás, por si alguien recoge el guante y decide pasámoslo por la cara - ¡cosa que agradeceremos muchísimo, sin rencor!ya que no aspiramos ni mucho menos a haber alcanzado la perfección.
Fig. 48. El famoso "Cuadro Mágico" de 25 casillas revela aquí uno de los máximos secretos del hermetismo geométrico, apto para Iniciados. Y, por supuesto, encierra el secreto de Hermes-Toth (Tautos, en fenicio) y el origen de la Cruz Griega. Sólo el círculo y la doble Estrella de David permite la división del cuadrado en 25 partes. FIG. 1 (49).
R O T A S
O P E R A
T E N E T
A R E P O
S A T O R
Pero, sin abandonar definitivamente a Paul Poësson, a Louis Charpentier, a Jean-Michel Angebert, ni a Gérard de Sède, con todos los que nos sentimos deudores, por la luz que nos han facilitado, queremos ahora presentar aquí un trabajo de Geometría Hermética que, en cierto modo, podríamos relacionar con la Cuadratura o Geometría Templaria, que, a su vez, se relaciona con la geometría egipcia o piramidal. Fíjense en la Fig. 48, que es un cuadrado, supuestamente mágico, de 25 casillas, construido con las mismas líneas herméticas (punteadas) que nos llevan a la cuadratura geométrica del círculo. Creemos que fue en las ruinas de Pompeya donde se encontró un cuadrado semejante. Pero observen que nosotros le hemos colocado dos círculos, el auténtico y el que pasa por los ocho puntos de la cruz ENE-Ene. Ahora bien, este cuadro, según Jean-Michel Angebert, en "Las ciudades mágicas" (Plaza & Janés, 1976) se empleaba en el ritual mágico de fundación de una ciudad, ya que su traducción significa: "El obrero con su arado dirige los trabajos" y también "simboliza el poder oculto, el sentido del secreto". Y según Paul Poësson: "¿Quién no conoce el célebre cuadrado mágico compuesto por 25 casillas en las que se hallan situadas ocho letras de nuestro alfabeto?" A-E-O, o sea, tres vocales que evocan la figura geométrica básica, es decir, el triángulo equilátero. Y después, como para darnos la razón, cinco consonantes N-P-R-S- T, representando la idea del cinco, es decir el pentágono, clave de la cuadratura. ¡Es posible! No, no es posible, afirmamos nosotros. El pentágono ni puede ni interviene en la Cuadratura Geométrica, por muchos malabarismos que se hagan, aunque sí puede intervenir el Heptágono para la cuadratura del perímetro de un cuadrado y un círculo. Y Gérard de Sede, en "Los templarios están entre nosotros", también recurre a prestidigitaciones esotéricas para definir el famoso cuadrado. Pero como esta obra la tenemos en francés -¡Y además prestada!-, no podemos hacer el debido comentario, como merece la inexpresividad del texto. Sin embargo, hay otro autor y otro dato. Erich von Däniken, en "El Mensaje de los Dioses" (Ed. Martínez Roca, 1976, pág. 159), reproduce un fragmento de cerámica que, según él, corresponde al Museo Crespi, de Cuenca (Ecuador), donde podemos apreciar un
cuadrado de 25 casillas, en torno al cual hay diversos dibujos indios... ¡Y cada casilla contiene distintos signos de lo que parece una escritura jeroglífica y cuneiforme! Esta escritura está relacionada con otros caracteres hallados en la región y que se semejan a los que Juan Moriez afirma haber encontrado en el interior de unas antiquísimas galerías de la región ecuatoriana, y de lo que ya nos habló el polémico autor suizo en "El oro de los dioses". Sea como sea, suponemos que los ceramistas indios que dibujaron el cuadro debieron copiarlo, como algo mágico, por los signos, y ahí quedó. Nosotros, en la doble combinación de TAATOO, creemos ver el nombre fenicio de Hermes-Toth (Taautos o Taatoo), que fue el primer geómetra de la historia, aunque, evidentemente, la latinización ha causado destrozos en la etimología del nombre, ya que no en la geometría del símbolo. Y vemos algo mucho más importante, ya que este cuadro fue, precisamente, el que despertó en nosotros la pasión, casi patológica, por lo que hemos dado en llamar la Geometría Hermética. No importa mucho su auténtico significado, cierto. Pero en nuestra mente obró su magia poderosa y la muestra es el libro que ahora tienen ustedes en sus manos, plagado posiblemente de errores, pero también conteniendo algo que, estamos segurísimos, no se ha incubado sólo en nosotros, ¡sino que nos ha llegado de otro tiempo, de otro lugar, con un mensaje misterioso y esotérico! Vimos veinticinco casillas exactamente iguales y pensamos: ¿Cómo podían trazar en la antigüedad este tipo de cuadros sin ayuda de los números? Si nosotros dividimos una recta en cinco fragmentos, podemos dividir un cuadro en veinticinco partes. Es obvio. A nadie se le ocurrirá en nuestros días, después de haber pasado por el tamiz selectivo de nuestras escuelas, recurrir a cuatro triángulos y buscar los puntos de concidencia de un círculo para dividir un cuadrado en 25 partes. No. Y pensamos, además, ¿cómo hacían antiguamente los cuadrados, para que fueran perfectos? ¿Cómo se construyó la primera escuadra? ¿Qué fue primero, el compás o la regla? Las preguntas se sucedieron una tras otra, se acumularon, se desbordaron, se convirtieron en montaña, y hubimos de recurrir a expertos, o, en su defecto, a individuos con título universitario, que debían poseer nociones más profundas sobre la cuestión. Nada. Nadie había perdido el tiempo en hurgar en la geometría olvidada. No servía para nada. Ya no es útil. Hay otras fórmulas más evolucionadas, más precisas, más matemáticas. Esto nos inquietó. ¿Cómo era posible que se hubiera perdido un conocimiento que, sin lugar a dudas, vertió sobre Europa una era de máximo esplendor, creó el arte gótico, aunque antes había servido para el románico, el mudéjar y, más lejos aún, para construir Karnak, Luxor, la Gran Pirámide, la cultura minoica y, sin duda, la Atlántida,. Teotihuacan y la legendaria Madre Patria de Mu? Aquel no fue, sin duda, un momento estelar para nosotros. De no haber pretendido penetrar en el secreto del cuadro mágico, habríamos ganado tiempo y dinero, tranquilidad y reposo, otra cultura, otros conocimientos y, posiblemente, habríamos tenido más esparcimiento y diversión. Pero la magia del cuadro nos embrujó y ya hace casi dos años que arrastramos la penitencia, de la que pensamos libramos al concluir esta obra, D.m. Porque no fue sólo un cuadro, sino cientos de ellos, triángulos, círculos, planteamientos esotéricos, líneas visibles e invisibles, conceptos perdidos, olvidados o archivados en los más recónditos recodos del subconsciente, que posiblemente nos han sido transmitidos por los genes desde Dios sabe qué número de generaciones, porque no admitimos que en
nosotros haya reencarnado algún geómetra de la antigüedad, ¿o sí?, los que nos han estado obsesionando continuamente dirigiendo nuestro lápiz y nuestro "Rotring", sobre una regla de acero, hasta dejar esbozado todo el planteamiento de una geometría que, según nuestro bien intencionado amigo, no sirve absolutamente para nada. ¿Nos comprenden? El SATOR-AREPO-TENET-OPERA-ROTAS lo hemos visto hasta en sueños. Nos parecieron veinticinco pequeños monstruos sardónicos que se burlaban de nosotros con risas estrepitosas, sacándonos sus lenguas bífidas y verdosas y bailoteando sus ocelos saltones y provistos de miríadas de puntitos luminosos. Veinticinco cuadritos que se convertían en altísimos Himalayas, inalcanzables, con una letra "ene" realizando una zarabanda giroscópica, en la que tanto parecía una svástica, como una letra zeta o un pequeño cuadrado central rotatorio, sugerente, único y fatal. ¡El punto central ENE, símbolo hermético de la cruz, del cuadro y el círculo! ¡Dios mío! ¿Qué era todo aquello? Siglos de historia no escrita en libro alguno desfilaron por nuestra mente. Creímos ver el hundimiento, en el centro del Pacífico, de una tierra donde se adoraba al Sol en templos que carecían de techo. ¡lncluso llegamos a presentir el hundimiento catastrófico de nuestra propia cultura y civilización, a la vez que parecía develarse el secreto esotérico que encierra el cuadro mágico! Alucinante, obsesivo, perturbador, dramático... Asociamos el pasado y el futuro, saltando sobre un presente irreal, como un soplo o un segundo espacial que se esfuma y diluye a cada instante que transcurre. ¿Cuál era el secreto misterioso que alguien, hace muchos siglos, trató de encerrar en un cuadro de 25 casillas que tiene dimensión propia en el tiempo y, posiblemente, en la inmensidad del espacio? ¿Acaso es el mensaje, el "ex Libris" de un Mago llegado del cosmos y que quiso poner a prueba nuestra capacidad intelectual, retándonos a buscar en ello algo que sólo tuvo significado para él? No, esto era inadmisible. ¿El secreto geométrico de la cuadratura del círculo? Tal vez. Primero se nos ocurrió que el susodicho cuadro podría ser algo así como una cuadrícula mnemotécnica, relacionada con los Pontífices, o constructores de puentes prerrománicos, quienes la utilizaban como tabla o guía en sus planos, los cuales, podían llegar a ser enrevesados y complicados al coincidir en ellos las infinitas líneas que sirven en Geometría Hermética para obtener un resultado armónico en sus construcciones. Todavía lo creemos, pero no estamos seguros. Nuestros arquitectos actuales simplifican muchísimo el trabajo de sus planos utilizando papel pautado o cuadriculado. Las siglas que emplean los geómetras para delimitar los segmentos, bien podían ser las letras mágicas ROTAS-OPERA-TENET. Todo ello ha evolucionado muchísimo, debido al uso y a las práctica. No obstante; la explicación no acababa de satisfacemos. ¿Había algo más? ¿Hay algo más? Fue por esta causa que tratamos de comunicar nuestros trabajos a otras personas, en la creencia de que el equipo, o el "cuatro ojos ven más que dos", podía servimos para aclarar conceptos. Y esta fue la causa de que escribiéramos a nuestro buen amigo José T. Ramírez y Barberó, de Zamora, a quien dimos la lata con nuestras cuitas, explicándole al mismo tiempo que estábamos escribiendo "El Libro de la Sabiduría", donde hablábamos de algunas de estas cuestiones, todavía embrionarias. Por cierto, el editor Juan Fernández Mateu,
habida cuenta de que nuestra producción literaria había sido abundante, nos exigió utilizar un seudónimo para "El Libro de la Sabiduría", y utilizamos el de Gran Maestre Pierre, lo que nos sirvió, asimismo, para publicar algunos trabajos en la Revista KARMA- 7, hablando de Geometría Hermética. No pueden existir equívocos, como tampoco esperamos que surjan a causa de otro libro, "La Verdad sobre los Templarios", también nuestro, y que publicamos con el seudónimo de Walt G. Dovan, por la misma razón antes señalada. Parece ser que no es conveniente, ni comercial, escribir ocho libros en un año, ya que puede molestar a los que no son capaces de escribir sólo uno. De todas formas, en éste llevamos ya muchos meses trabajando y bien que lo sentimos, especialmente a la hora de buscar dinero para hacer hervir el puchero y comprar galletitas para los niños. Pero esa es otra cuestión. A consecuencia de la carta que dirigimos a José T. Ramírez y Barberó, éste se apresuró a contestamos en forma tan elogiosa y espontánea, dándonos su versión del famoso cuadro mágico, la cual, aunque en desacuerdo con nuestra teoría, es una opinión tan respetable y digna como cualquier otra. Por ello, haciendo uso del "post scriptum" que nos añadió en su carta, que dice: "Si no se publica en KARMA, puedes usarlo como tuyo (la idea), pues ya sabes que yo en esto, como en los 'ovnis', no tengo miras crematísticas, al revés, es un verdadero 'hobby' ", queremos incluir su trabajo en esta obra, como complemento, por aquello de que la verdad puede estar en cualquier parte, dando así a "Dios lo que es de Dios, y al César lo que es del César. (¿Te parece bien, amigo Ramírez? Gracias. No hay de qué. A ti.). Utilizando la Geometría Hermética hemos reproducido los tres cuadros del trabajo de José T. Ramírez y Barberó, hemos borrado las líneas cuadráticas, y su texto, junto con algunos párrafos interesantes de su carta, pasamos a incluirlos en el capítulo siguiente. Juzguen ustedes mismos...
"ROTAS, pero también: TAROS, el indescifrable juego iniciático." Louis Charpentier, en "El misterio de Compostela".
CAPITULO XI EL CUADRO MAGICO "Zamora, 11-1-77. Sr. D. Pedro Guirao. -Querido amigo: Haciendo un pequeño paréntesis en el mucho trabajo que sobre mí pesa, contesto a tu 'sabrosísima' carta de 4 de éste.
"Ante todo, mi más cordial enhorabuena por esa producción literaria tan fecunda que apuntas... "De los Templarios, como supondrás, sé casi tanto como tú mismo. ¡Esto es un eufemismo, claro! (Te podría hablar desde Antonio Pérez de Soto, 'Resumen histórico de la fundación. Instituto y progreso de la Orden y extinción de la misma', editado en Madrid en 1757, hasta el 'Enigma de los Templarios', de Peralta-Vignati) y considero que son uno de los enigmas apasionantes que merecen un estudio rigurosamente histórico y, por ende, desapasionado. "Geométricamente hablando, la cuadratura (del círculo) es imposible; esto es, a partir de cálculos empíricos, auxiliados únicamente por procedimientos puramente geométricos, regla sin graduar y compás. No obstante, se pueden lograr aproximaciones tan afinadas como desees (Para 'pi', que debería escribirse 'py', se han llegado a encontrar más de mil decimales). De todas formas, bien sabe Dios que no seré yo quien eche por tierra tus teorías, por lo demás muy ingeniosas y no desprovistas de cierto grado de sensatez. De todas formas, si te interesas por estos apasionantes temas, para un futuro libro, puedes meterte con otros problemas, aparentemente resueltos por la Gran Tradición, como son la Duplicación del Cubo (es decir, cuál debe ser el lado de un cubo de volumen doble que un cubo determinado, en este caso el altar de Zeus de Delos) y la Trisección del ángulo (es decir, construir un ángulo igual al tercio de otro ángulo dado). En el primero de los dos problemas, te encuentras ante la imposibilidad geométrica de construir (obtener) la raíz cúbica de 2, y en el segundo, el coseno de 40 grados. Igual que el 'pi' de la cuadratura, claro." Aquí nos vemos obligados a efectuar un inciso en la carta de nuestro amigo, que como se ve está estrechamente relacionada con el tema que nos ocupa y no ha sido elegida al azar, entre nuestra numerosa correspondencia, para aclarar al que nos siga y se halle turbado o confuso, que Ramírez, aún sin darse cuenta, está mezclando la aritmética con la geometría, cosa que nosotros no pretendemos hacer, ni mucho menos, pase lo que pase y salga el Sol por Antequera o por donde quiera. Y aunque, en ciertos momentos, más por curiosidad que por otra causa, hayamos recurrido también a los números, la Geometría Hermética prescinde rotundamente de ellos y no los necesita para demostrar sus verdades. Los números empleados, por ejemplo, en las mediciones de la Gran Pirámide de HermesToth, son cosa de los piramidólogos actuales, y no de sus constructores. Para hablar de Matemáticas no habríamos escrito este libro, porque, con toda honestidad, ni es nuestro fuerte ni obtuvimos jamas notas sobresalientes en nuestros estudios aritméticos. Y, si mucho nos apuran, hasta podríamos decir que si la cuadratura aritmética del círculo es irresoluble, más lo atribuimos a la imperfección de los números, ciencia ligeramente inexacta y complicada, que a la geometría, ciencia exacta y perfecta, como lo demuestra la maravillosa armonía cósmica. Y aclarado esto, o al menos, intentado, proseguimos con la carta de nuestro amigo Ramírez, quien sigue: "Como verás, hay tema para todo, y es una pena que estemos tan separados porque podríamos hablar de todas estas cosas, o incluso escribir un libro juntos. (Esto es precisamente, amigo mío, lo que estamos haciendo ahora. De lo crematístico, ya hablaremos.) "La verdad es que a mí siempre me ha gustado escribir. Pero nunca he tenido tiempo. Si vieses cómo ando yo también, darías un valor muy grande a mis cartas. (Suprimimos un párrafo, que trata de otro asunto y seguimos).
"Por mi parte, me permito la libertad de enviarte un minúsculo trabajo que, a lo mejor, publico en KARMA-7, y que pergueñé ayer, después de recibir tu carta, con lo del famoso SATOR-AREPO. No sé si será correcto, pero cabalísticamente es irreprochable, y hasta ahora, que yo sepa, nadie ha enfocado el tema de esta manera. Como te digo, por lo menos es original y no está "trucado". Ya me darás tu autorizadísima opinión de Gran Maestre. "Hasta la próxima, recibe un abrazo de tu amigo José T. Ramírez y Barberó (rubricado) "P.S.: Si no se publica en KARMA, puedes usarlo como tuyo (la idea), pues ya sabes que yo en esto, como en los 'ovnis' -¡olvidábamos decir que el capitán Ramírez es un notable y conocido ufólogo, cuyos trabajos publicados especialmente en 'STENDEK' nos llevaron a confundirlo con un teniente de la Guardia Civil, error nuestro, por las prisas, y que nos valió el honor de conocerle y mantener una interesante correspondencia-, no tengo miras crematísticas, al revés, es un verdadero 'hobby'. " Hasta aquí, la carta de nuestro amigo, a la que respondimos en su día adecuadamente. Sin embargo, en todos estos meses, desde enero a agosto, no hemos visto aparecer su trabajo en la revista KARMA, a la que estamos suscritos, aunque" como dijimos, han aparecido algunas cosas nuestras de Geometría Hermética. Por ello, al llegar a la cuestión del cuadrado mágico, recordamos el trabajo de nuestro amigo Ramírez. Lo hemos desarchivado, desempolvado, releído y... ¡lo creemos digno de figurar en esta obra, abundando con su teoría todo lo que nosotros ya hemos expuesto, que no es moco de pavo! Y ahí va, para que no quede inédito, sea real o no, lo que alquien ha pensado, madurado y escrito, ya que esto nos duele tanto como malograr una vida inútilmente, por lo que pudiera dar de sí en determinadas circunstancias. Honor, con honor se paga, creemos que dijo alguien. Y si no se dijo, lo decimos nosotros y en paz. Interpretación kabalística del cuadro hennético SATOR-AREPO Por JOSE- T. RAMIREZ Y BARBERO Mucho se ha escrito sobre el cuadrado hermético SATOR-AREP. Su origen es verdaderamente incierto, pese a encontrarse en no pocos edificios españoles, la mayoría de ellos de carácter religioso. Según profesor italiano Panzza, esta vieja e indescifrable fórmula tendría un sentido similar al que en la Escritura se desprende de la parábola del viento y del movimiento de la rueda que gira eternamente adelante y atrás. Como el viento y la rueda, esta inscripción (Ver figura 1) (49 sería la representación gráfica de la Eternidad y del Infinito, es decir, de Dios. Hace ahora 37 años, este cuadro hennético, verdadero cuadro mágico, literal de quinto orden, fue encontrado grabado en un fragmento I columna en las ruinas de Pompeya, lo que prueba inequívocamente que ya era conocido en el año 79 después de Cristo. Según algunos, se trata de un signo secreto de los cristianos de aquel tiempo, pues el mensaje central TENET, que puede leerse en todos los sentidos, forma una cruz.
Según otros, constituye un intento, más o menos válido, de encontrar una solución geométrica a la cuadratura del círculo, realizado por Orden del Temple de los siglos XII y XIII, por el significado altamen iniciático que implica el cuadrado mágico o tablero de ajedrez templario de 25 casillas, origen sin duda, del alfabeto griego. Para el gran hermetista español contemporáneo, y particular amigo, Gran Maestre Pierre, ROTAS-OPERA-TENET no es sino una clave mnemotécnica que utilizaron los Maestros constructores de catedrales de Edad Media, para no perderse en la simetría agobiante de los planos de la construcción. Bien es verdad que ésta no es la única inscripción misteriosa que nos ha legado la Gran Tradición. En Pravia (Asturias) se halla una iglesia llamada de San Salvador, en la que fue enterrado, en 783, el príncipe asturiano Silo, supuesto hermano de Aurelio. Pues bien, en la piedra sepulcral de la tumba, se halla, en forma de cuadrilátero, esta inscrición: "SILO PRINCEPS FECIT" (El príncipe Silo-me-construyó) que puede leerse a partir de la S central de 45.760 modos diferentes. No menos famoso, y conocido de todos, es el triángulo esotérico formado por la palabra ABRACADABRA, en el que partiendo de una A, para terminar en otra A, puede leerse la misteriosa fórmula tuitiva (que guarda y defiende) de 1.024 formas diferentes. Pero volvamos, después de hechas estas disquisiciones, al cuadro SATOR-AREPO que nos ocupa: Exotéricamente considerado, presenta las siguientes características notables: (Nos vemos obligados a mediar, al llegar a este punto, porque el uso que José- T. Ramírez y Barberó hace del adjetivo "exotérico" podría llevar a confusión a muchos lectores, y no es así. La filología nos dice que exotérico es el término apuesto a esotérico. Y el diccionario nos aclara que en la escuela de Pifágoras se llamaban esotéricos, a los discípulos plenamente iniciados en la doctrina del filósofo y exotéricos a los principiantes. Platón y Aristóteles utilizaron sendos términos a las doctrinas, en lo referente a procedimientos expositivos. Son, pues, esotéricos los argumentos más oscuros y los exotéricos los más sencillos y claros y, por extensión, los más accesibles para el público. ¿Queda la cosa clara? Nuestro amigo Ramírez, por si las dudas, sabe perfectamente por donde se anda.) Y sigue: 1. La vertical principal es igual a la horizontal principal, y ambas capicúas, alternando consonantes y vocales. 2. La diagonal principal contiene sólo consonantes simétricas. Sus paralelas van alternando vocales únicas y consonantes únicas, todas ellas simétricas. 3. Con la diagonal secundaria y sus paralelas ocurre lo mismo. 4. Solamente hay tres vocales diferentes (A-E-O) y cinco consonantes igualmente diferentes (N-R-P-S-T). Para el estudio hermético o esotérico del cuadro, independientemente de lo que a primera vista sugieren ya esas tres vocales (triángulo equilátero místico) y esas cinco consonantes (pentágono regular místico), nos serviremos de la Kábala y, concretamente, de su primera llave, la GEMATRIA, también llamada Kábala matemática, geométrica o aritmética. (Empleando las otras llaves o claves kabalísticas, NOTARIKON o TEMURA, se obtendrán, sin ningún género de dudas, explicaciones asombrosas, pero, en atención a la brevedad de este trabajo, dejamos al lector que investigue por su cuenta y se atenga a los resultados).
Para ello, sustituimos las letras del cuadro en cuestión por sus valores numéricos dados por la Kábala a las letras del alfabeto sagrado hebreo, de acuerdo con la siguiente equivalencia: R = 200 O = 70 B = 9 y 400 A=1 S = 60 y 300 P = 80 E = 5 y 70 N = 50 Y de esta forma operativa, obtenemos los cuadros numéricos A y B (Ver Fig. 1) (49). Veamos primero el cuadrado kabalístico A: Sumando horizontal y verticalmente sus valores, y operando según las leyes de la GEMATRIA, obtenemos las series siguientes: 340 ... 3 + 4 + 0 = 7 356... 3 + 5 + 6 = 14. 1 + 4 = 5. 78... 7 + 8 = 15. 1 + 5 = 6. De las que se obtienen los números 5, 6 y 7. En el Cuadrado A, el número clave es el 6, que corresponde a la vertical y horizontal principal, TENET. Veamos a continuación el cuadrado kabalístico B: Operando de idéntica forma que en el caso anterior, obtenemos las series siguientes: 971... 9 + 7 + 1 = 17 . 1 + 7 = 8. 421... 4 + 2 + 1 = 7. 990 ... 9 + 9 + 0 = 18. 1 + 8 = 9. De las que se obtienen los números 7, 8 y 9. En el cuadrado B, el número clave es el 9, que corresponde a la vertical y horizontal principal TENET. PRIMERA CONSECUENCIA: De las series de los cuadrados A (5,6 y 7) y B (7,8 y 9) únicamente se repite el siete (7), número hermético y kabalístico por excelencia y, además, este número constituye la solución de continuidad de las dos series. Los dos cuadrados numéricos, por lo tanto, están unidos por el número siete, son una misma esencia mística por la SAETA, por el manar, por la difusión luminosa e incandescente. Representan en esta unión el Principio de la Causa Final, la Luz Astral, la espada reluciente del Querubín, el Septenario Sagrado, signo de la Realeza, del Triunfo y del Sacerdocio. Señala la tendencia, el esfuerzo dirigido a un fin determinado, la Refracción Lumínica o Indicación Suprema. Los cuadrados hermanados por el siete representan kabalísticamente el poder mágico de toda su fuerza, los siete días de la Creación, los siete sonidos musicales, los siete colores del Arco Iris, etc., despertando, por otra parte, en el hombre la aptitud para el ejercicio de las siete virtudes.
Jeroglíficamente, simbolizan el ojo humano, constituyendo, por tanto, el signo de la Luz, representado por el más profundo e incomprensible Misterio. Pero sigamos investigando. El cuadrado A, cuyo número clave es el 6, está definido por la serie 5,6 y 7. O sea 5 + 6 + 7 = 18. 1 + 8 = 9. Obtenemos, pues, para el cuadrado A, la clave 6 y el número 9. El cuadrado B, cuya clave es 9, está definido por la serie 7,8 y 9. O sea 7 + 8 + 9 = 2.4. 2 + 4 = 6. Obtenemos, pues, para el cuadrado B, la clave 9 y el número 6. SEGUNDA CONSECUENCIA: Los cuadrados A y B tienen por clave y número idénticos valores, pero cambiados. Ahora bien, ¿qué relación existe entre estos dos valores encontrados, 6 y 9, que se repiten insistentemente? No hace falta ser muy sagaz para darse cuenta que ambos cuadrados místicos, definidos por los números en cuestión (¡y que el 6 y el 9 son idénticos también, pero invertido el uno, con respecto al otro, como gemelos, uno cabeza abajo y otro cabeza arriba!), están relacionados únicamente por el NUMERO TRES, máximo común divisor de ambos. Y entramos aquí en el verdadero meollo de la cuestión, en el verdadero significado kabalistico del cuadro SATOR-AREPO, definido únicamente, como acabamos de ver, por el número TRES, que nos legó la Gran Tradición Hermética como precioso mensaje. Evoca la tercera letra "ghimel" del alfabeto sagrado kabalístico. Significa plenitud, esplendor y organismo en función. Encarna la función dinámica de la vida. Es el fruto inmediato de la unión del "aleph" y el "beth", representando a la unidad y a la multiplicidad. Alude a la forma, ya que ningún cuerpo existe sin tres dimensiones. Tiene su correspondiente en el planeta Júpiter, la nota musical si, el color púrpura y el azul eléctrico, el elemento alquímico fusión de los ingredientes y rige el poder de ideación de la mente humana. Es el Verbo, la Palabra, el Temario, la fecundidad, la generación en tres mundos diferentes. En la cosmogonía del Tarot, tiene su equivalente en el tercer Arcano: La Emperatriz. El místico TRES, mensaje kabalístico de SATOR-AREPO, es fundamento de la constitución del Universo: el Temario goza de prestigio Universal, la Tríada y la Trinidad rigen el Mundo. Según el esoterista Eliphas Leví, es el Fin y la Expresión del Amor porque es el lazo misterioso que une lo activo con lo pasivo, el hombre con la mujer, el falo y la vulva, el matrimonio alquímico, el Macromundo y el Micromundo. Es el fruto del Padre y la Madre, pero sin ser ninguno de ellos. Contiene el Pasado, el Presente y el Futuro, y es Criterio, Conocimiento e Inteligencia. Es comprensión, manifestación, modelación, expresión y capacidad emotiva, despertando en el hombre aptitud para identificarse con lo Oculto y lo Manifestado. En predicción, promete ideación, producción, abundancia de bienes materiales y espirituales. Su interpretación jeroglífica es la siguiente: La garganta y todo lo hueco. Denota toda clase de orificios, aberturas, canales y todo linaje de cosas cóncavas y profundas. Expresa la envoltura orgánica y sirve para determinar toda idea derivada del organismo corporal y sus acciones.
Por fin, para la Kábala, es una de las siete letras dobles y alude al tercer "sefirá": Biná (La Inteligencia)." J.T. Ramírez y Barberó Zamora, enero, 1977. ¿Qué podemos añadir nosotros a este raudal de conocimiento cabalístico, aparte de que muchos de estos aspectos del cuadrado mágico los desconocíamos? Sin embargo, no es con la Cábala como queríamos exponer nuestra tesis que, como vimos en la carta que inicia este capítulo, J. T. Ramírez no está de acuerdo con nuestra teoría, lo que no es óbice para que se respeten todas las opiniones. Nosotros hemos argumentado nuestro trabajo con conocimiento arqueológicos y geométricos. Los dibujos que apoyamos al texto son expresivos y repetibles, no es humo, ni alquimia, sino algo que se puede reproducir, ampliar, discutir, refutar o rechazar... ¡Pero que nadie puede negar! A lo sumo, esperamos que nos digan lo que nuestro amigo: ¡que no sirve para nada! O, lo que es peor, que de puro sabido, se ha olvidado. Pero también nos gustaría que así fuese, porque ello demostraría que hemos rescatado del olvido algo que ni siquiera nosotros sabíamos. Y conocer lo que pudo haber sido, ¿no es fascinante?
..¿Por qué estos ídolos son tan parecidos a los de los sarcófagos de los faraones? ", Simone Waisbard. "Tiahuanaco".
CAPITULO XII AMERICA INCOGNITA Nos conmueve profundamente el denodado esfuerzo de los responsables en arqueología por mantener a un nivel científico bastante prioritario las grandezas impresionantes de la cultura preincaica. Tiahuanaco, por ejemplo, empieza a ser considerado ya como la legendaria Baalbeck sudamericana, pero ha costado Dios y ayuda que esto sea así, porque, hasta hace muy poco, todo cuanto de antiguo existía en el mal llamado Nuevo Mundo, no eran más que "piedras". Sin embargo, el Lago Titicaca, el más alto del mundo, encierra un inquietante misterio, tanto en su seno como en la meseta que lo circunda, que es tanto más una especie de reto para las ciencias arqueológicas, como un enigma, creemos, de mayores proporciones que el
Egipto antiguo, ya que éste, gracias a la proximidad con Europa, ha podido ser investigado más exhaustivamente que aquél. Afortunadamente, gracias a los modernos medios de comunicación, América está ahora más cerca de lo que estaba El Cairo de París en el siglo pasado y son legión los investigadores, tanto nativos como foráneos, que deambulan por los altos riscos andinos, extrayendo, lenta pero incansablemente, las reliquias del pasado y descubriendo una historia que los primeros conquistadores españoles no llegaron a comprender muy bien, cegados como estaban, unos por la fe en Cristo y en la evangelización, y otros por el fascinante brillo del oro. La historia de los descubrimientos andinos también se repite, como en Egipto, y surgen por todas partes discrepancias, versiones "sui generis", interpretaciones más o menos tendenciosas, politizadas o arbitrarias, que no ofrecen un panorama diáfano hacia la cumbre donde pudiera estar la verdad. Muchas cosas se tratan de ocultar y otras sirven a doctrinas y teorías más o menos personalistas. A pesar de todo, y dejando a un lado la polémica de los eruditos y filólogos, que tratan de hallar el significado de los nombres, recurriendo a raíces arcaicas y rebuscadísimas, queremos fijamos en las piedras de Tiahuanaco y, muy especialmente, en su enigmática geometría. Los "Titanes geométricos", como los llama Simone Waisbard, la autora de "Tiahuanaco" (Ed. R. Laffont, París, 1975), son "enormes, abandonados, dominadores y obsesionantés". "La historia de estos titanes angulosos -sigue diciendo la autora que comentamos-, austeros y ascéticos, se ha extraviado en el camino de los siglos. Su arte refinado, ignorado por sus lejanos parientes desheredados de la isla de Pascua, es testimonio de una civilización superior, llegada de forma misteriosa y desaparecida igualmente. ¿Cuántos cientos o miles de años transcurrieron antes de que Tiahuanaco alcanzara un grado tal de cultura, un arte lítico tan evolucionado?". "Cientos de millones de años! ", afirma el Dr: Javier Cabrera Darquea, de Ica (perú), y aporta como prueba su colección de piedras grabadas o gliptolitos -de los que ya nos ocupamos J. J. Benítez, nuestro formidable ufólogo nacional, y nosotros en sendas obras de título casi idéntico-, a la que, dicho sea de paso, no se le ha dado la importancia que realmente tiene y tal vez sea debido a que, en nuestro desconcertante mundo, lo que se sale de los cauces normales y oficiales, se considera como fantástico. En realidad, los gliptolitos del Dr. Cabrera Darquea sufrieron persecución de silencio porque, sencillos guijarros cincelados no podían expresar lo que expresa, pongamos por caso, la Puerta del Sol, en Kalasasaya. En teoría, las piedras grabadas de Ica son la escritura ideográfica de unos hombres, supuestos supervivientes de una fabulosa civilización, como los pastores o boyeros de que nos habló Platón, que recordaron algo, o lo habían oído decir, y recurrieron a la magia de grabarlo en las piedras, para que se conservase el recuerdo o, como invocación, para que volvieran aquellos tiempos idos. (Aconsejamos la lectura de "Existió otra humaanidad",. de J.J. Benítez (Plaza & Janés, 1975), así como la obra del propio Javier Caberra Darquea, "Las piedras grabadas de Ica" (Intisol Editores, de Lima), porque, pese a la "conjura oficial", son temas que deben ser estudiados y conocidos muy a fondo. Y, una vez desbrozados de ciertas puerilidades chocantes, aceptar la verdad de su enseñanza, ¡que no es poca!) Nosotros, desde que estudiamos al inefable James Churchward, tenemos la absoluta seguridad de que hubo un territorio situado en parte de Asia y del Pacífico, cuyo núcleo
central desapareció bajo las aguas muchos miles de años atrás, de donde debió partir una cultura que inundó Centroamérica, pasó luego al Sur, influyó, posiblemente, en el también desaparecido continente Atlántico, con ramificaciones, tal vez desde Atlas o desde el Himalaya o el desierto de Gobi, hacia Egipto, y de todo lo cual, o bien de parte de todo ello, hablan las piedras de Ica, así como hablan los "moais" de la Isla de Pascua y las construcciones mayas e incas, culturas ambas que se estudian por separado, pero que debieron tener el vínculo común, salvando años o tal vez siglos, de pertenecer al mismo origen. No es aventurado suponer todo esto, habida cuenta de que nuestro mundo, que antes nos parecía tan inmenso, es poco más que un pañuelo y sus comunicaciones, en la antigüedad, pudieron ser más perfectas de lo que son ahora, aunque haya mucha gente que se resiste a creerlo. Pero volvamos con la geometría de Tiahuanaco, que es a lo que ibamos, no sin antes citar al cronista Cieza de León, que intervino en la conquista española del Imperio Inca, quien, al estudiar los Anales de Tahuantinsuyo, obtuvo de su guía aymará esta singular explicación: "Tiahuanaco fue edificado antes del diluvio, en una sola noche, por gigantes desconocidos." ¿Y por qué no? La figura de gigantes o titanes nos resulta ya excesivamente familiar, en especial si tomamos las Sagradas Escrituras al pie de la letra, como suelen hacer algunos notorios sectarios de la religión mosaica. En honor a la verdad, los que han efectuado un trabajo más serio en aquella elevadísima región del Lago Titicaca, a caballo entre Bolivia y Perú, son los componentes del Centro de Investigaciones Arqueológicas de Tiahuanaco (CIAT), dirigidos por Carlos Ponce Sanginés e Ibarra Grasso, de Bolivia. Hasta el momento, las excavaciones han revelado la existencia de hasta cinco civilizaciones superpuestas que yacen enterradas entre esqueletos de toxodontes y mamíferos angulados de especies antediluvianas. Simone Waisbard, de quien recabamos frecuentes datos, nos dice: "El estudio de las estratificaciones revela que largos siglos de esplendor fueron a veces cortados por períodos repentinos de decadencia (¡como ha ocurrido siempre en este desconcertante mundo nuestro, sin que nada haya cambiado con los siglos!), después gozaron de renacimientos espectaculares, exactamente como las civilizaciones refinadas que se desarrollaron en América Central y en México, y tan anónimas como las ruinas de Uxmal, de Palenque, de Mitla, de Copán, de Chichén-Itzá y otras muchas ya descubiertas o que reposan todavía bajo el océano verde de las selvas tropicales..." Y añade otro dato que nos resistimos a pasar por alto, porque coloca el dedo exactamente en la llaga abierta de las fechas, imposible de determinar, ni con la mejor voluntad del mundo, porque aquí sí que se revela claramente el encono de los intereses de unos yy otros... ¡Y no hablemos otra vez de las interpretaciones radioisotópicas, porque ello es el desmadre padre! "El problema de las fechas -añade Simone Waisbard- es sobre todo más confuso, porque desde la conquista, los misioneros enredaron definitivamente una pista que los incas ya habían complicado previamente." Y en otro párrafo ulterior, sobre las depredaciones, dice que, según el padre Cobo, "se han extraído de Tiahuanaco las piedras necesarias para edificar la iglesia católica del pueblo indígena, cercana al centro arqueológico". La cosa no tiene comentario. Sabemos que en El Cairo hay muchos edificios que fueron construidos con piedras traídas de Gizeh, de los templos que rodeaban las Pirámides, y esto
no era considerado como una barbarie en otros tiempos, como no lo es ahora para quienes predican la demolición de todo lo antiguo, en aras a la creación de un mundo nuevo y mejor, a lo que no nos oponemos si fuera cierto. Pero el mundo nuevo no puede ser mejor que el antiguo; en todo caso será diferente, pero no mejor, ya que es imposible. Nada hay mejor ni peor para quienes lo contemplan con ojos distintos y criterios diferentes. ¡Vaya, nos salimos del tiesto! Disculpen, a veces... Francis de la Porte, conde de Castelnau (1812-1880), que viajó por los lugares más inhóspitos de Sudamérica y escribió una obra titulada "Expédition dans les parties centrales de l'Amérique du Sud", nos cuenta haber escuchado de los nativos el maravilloso secreto que poseían algunos individuos, de poder ablandar las rocas de granito por medio de misteriosos jugos vegetales. Esto por un lado. Por otro, como casi siempre ocurre en todas las grandes construcciones megalíticas del mundo, las piedras con que se supone fueron construidas las estatuas u obras, no se encuentran en las inmediaciones donde aparecen éstas. ¿Extraño, no? Hay siempre otro tipo de piedras, pero las que llaman la atención proceden de lugares distintos y lejanos, a veces. ¿No podían ser construcciones de barro o tierra, que luego endurecían y "petrificaban" por algún procedimiento desconocido, del que, obviamente, no debemos descartar el fuego? ¿Por qué hemos de seguir emperrados en que aquellas obras se hicieran con martillo y cincel, a lo Miguel Angel, como si no pudieran existir otros procedimientos más sencillos y cuya "técnica" se haya perdido? Vamos a confesarles algo: nosotros jamás hemos estado en Perú, aunque nos hubiera gustado ir, pese al instintivo temor que nos inspiran las grandes alturas, donde parece ser que se respira mal, o, en su defecto, no igual que en los llanos. y es que nos fascina de modo extraordinario lo que hemos visto en libros y filmaciones, como si intuyéramos que allí estuvo el "ombligo del mundo". Es tanto lo que hemos leído acerca del Perú milenario que tenemos algo así como un empacho de datos, no todos fidedignos, confusos muchos y discrepantes otros, que, en verdad, estamos algo aturdidos. No es fácil, por ello, ahora que tratamos de realizar un estudio de la geometría hermética en la arquitectura precolombina, establecer paralelismos entre Egipto, pongamos por caso, y Tiahuanaco. Lo que ahora intentamos es nuevo y difícil, máxime con los datos tan controvertidos de que disponemos. Pese a ello, hemos querido intentarlo y, en primer lugar, hemos elegido uno de los vestigios más famosos de aquellos elevados lugares. Nos referimos a la enigmática Puerta del Sol, en el supuesto templo de Kalasasaya, exponente máximo de las ruinas de Tiahuanaco. Nos hallamos ante una construcción megalítica que, a decir verdad, nada tiene de extraordinaria, salvo el bajorrelieve de su parte superior. Es un bloque monolítico, lo que quiere decir de una sola pieza, de andesita volcánica, cuyo colosalismo queda reducido a cuatro metros de anchura, por tres de altura, y con un peso aproximado de doce toneladas. O dicho de otro modo, esta piedra, comparada con las "baldosas" de Baalbeck, es poco más que un guijarro. ¿Dónde está, pues, el colosalismo? ¿En las piedras que faltan para completar lo que aquel portal pudiera significar? ¿Y por doce metros cuadrados de fachada tanto alboroto? Suponemos a muchos arqueólogos tan ávidos de notoriedad que los dedos les pueden parecer huéspedes a la hora de cantar la grandiosa gesta de sus, casi siempre, erróneas investigaciones.
Doce toneladas de piedra, en un solo bloque, a las que no han faltado exaltados que le atribuyen nada menos que 300.000 años de antigüedad. ¡Vamos, por favor! Pero dejemos la piedra y vayamos con el supuesto calendario venusino, que según el soviético Kazantsev, y otros, como Horbiger, Jikov, y el no menos soñador Posnansky, se encuentra representado en la franja pétrea superior, de uno por cuatro metros, y que, verdaderamente, es digno de estudio. Aquí hemos aplicado nosotros las líneas de la Geometría Hermética y el resultado ha sido nulo, no porque estemos "verdes" aún en los planteamientos, sino porque tenemos la impresión de que el plano que sirvió para la construcción del megalito no utilizó las leyes de la Geometría Hermética, es decir, no se fundó en el principio del círculo, el cuadrado y los triángulos, como si el diseñador hubiera sido un geómetra intuitivo. Esto puede significar que el Horernheb o Hiram-Abi de Kalasasaya era más aritmético que geómetra, como luego veremos por los supuestos "ángeles", o que su instinto era menos celestial y más prosaico. Aunque nos inclinamos por creer que la Puerta del Sol no es tan antigua como se supone, ya que por su estado de conservación, así, a groso modo, puede tener dos mil años, a lo sumo. Deducimos que, por alguna razón, los incas trataron de restaurar Tiahuanaco e hicieron la Puerta del Sol con un bloque de piedra -¡que bien pudo ser tierra granítica amasada!- y desde su frontis expresaron un concepto trinitario y matemático, que debió ser el resultado de algún cálculo elemental sobre las peculiaridades místicas del Número Tres, lo que podría coincidir con la leyenda de que Viracocha,el barbudo blanco de la túnica, bien pudo ser un cristiano, llegado a Perú en el Siglo I, a predicar la palabra del Mesías, ya que no se descarta, y existen numerosas pruebas, de que antes y después de iniciarse nuestra era, las costas americanas fueron visitadas por barcos fenicios. Admitimos honestamente que no nos basamos en nada sólido al exponer esta tesis. Pero, ¿qué argumentos aporta Arthur Posnansky, el autor de "Tiahuanaco, la cuna del hombre americano", para decir que la Puerta del Sol es la obra de venusinos alados que llegaron a La Tierra hace cinco millones de años? Si nos dijeran esto de las Pirámides de Gizeh, cerraríamos el pico taimadamente, como lo hemos hecho en diferentes ocasiones, en especial con ciertas estatuas de la isla de Pascua. Pero, sin descartar que ello sea posible, y de hecho lo hemos defendido con frecuencia, insistimos en que la Puerta del Sol, aún sin haberla visto, no tiene las características de otras construcciones verdaderamente colosales. En el centro superior de la Puerta del Sol, está el "enano gigante" que parece llevar una máscara de puma y una diadema de plumas a la cabeza, aunque hay quien haya creído ver rayos solares, serpientes o una simple corona con los atributos de Hijo del Sol. Otros han dicho de él que se trata del Dios de la Lluvia y hasta que es Kon Tiki anunciando el fm del mundo, porque de sus ojos parecen desprenderse lágrimas. No hemos visto en el relieve del "enano gigante" nada relacionado con la Geometría Hermética, aunque nos queda por estudiar el friso geométrico y ortogonal de la base de la cartela. Pero sí hemos apreciado tres rostros inscritos en este friso, precisamente debajo de la patética figura del dios. Tres extrañas cariátides, con tres puntos hundidos, que representan o parecen los ojos y la boca. Tres son también las líneas de "ángeles" que llevan en las manos un atributo similar al del dios, que en éste son dobles. y estos "ángeles", adoradores, o mensajeros, son exactamente cuarenta y ocho, repartidos en seis filas de a ocho, tres a cada lado del dios.
En estos cuarenta y ocho "angeles" han creído ver algunos investigadores el símbolo del supuesto calendario venusino, que nosotros no vemos por ninguna parte, por mucha imaginación que se le eche al asunto, y no es que nos falte. ¿Son días estos "mensajeros" del tiempo? ¿Semanas? ¿Meses? ¿Años? Los hemos contado y son cuarenta y ocho. Tres filas de ocho a la izquierda y tres filas de ocho a la derecha. La fila del centro son ligeramente distintos a los de arriba y abajo. Estos son iguales todos, como reproducidos por un molde. Hemos tratado de hacer varias combinaciones de números sin mayor resultado que obtener series cuyo común divisor es el tres, y la suma total siempre nos da 300. ¿No es la Santísima Trinidad Una y Trina a la vez? ¿No sabemos que la Tríada es una entidad mística? ¿No hay esoterismo hermético en el Número Tres? ¿Y qué más? Si todo esto estuviera complementado por un principio geométricohermético, aceptaríamos la posibilidad de que hubiese intervenido una inteligencia superior, un Gran Iniciado o Adepto, pero en la Puerta del Sol no hemos visto nada de esto. Sólo un bloque de doce toneladas y una puerta de dos metros de altura por no sabemos cuánto de anchura, donde, si fuera uno, cabría admitir cierta relación herméca, como en el plano del Templo de Salomón. ¿O es que allí había una puerta que expresaba el principio hermético? Nadie nos ha hablado de ella, pero dudamos que de haber existido fuese distinta al conjun arquitectónico y simple de la obra. Y, sin embargo, la Puerta del Sol no lo es todo en Tiahuanaco, donde se amontonan los vestigios arqueológicos con tal profusión que hasta el fondo del Lago Titicaca han sido halladas murallas pétreas de impresionante antigüedad. Está, por un lado, en lugar donde se alzó en otro tiempo la ingente pirámide de Akapana, cuya base es superior a la de Keops, en Gizeh. Se pueden ver restos del Templete del Gran Idolo y las estelas 7, 8 y 9 que formaron parte del conjunto de Kalasasaya. Luego están los vestigios del Palacio de Putuni y los de Laka-Kollu, Kheri-Kala y el Panteón. Y de todo ello, Arnold Toynbee habría de decir que "es un monumento que sobrepasa a todos los de las edades de la historia andina". Bernabé Cobo, en "Historia del Nuevo Mundo" (1653), escribió: "La primera vez que visité estos edificios, se desenterró un bloque tallado tan grande, que me lo enseñaron. Lo medí. Era de veinte pies de largo por quince de ancho. Estaba tan pulido y liso que no se hubie podido hacer mejor. Al hablar y discutir acerca de ello con el cura de Tiahuanaco, me dijo que al encargar que cavaran un estanque de adorno en el patio de su casa para recibir al primer prelado que iba a venir Chuquiabo, se descubrieron, a escasa profundidad, algunas piedras como esa, magníficamente talladas." ¿Y qué ha sido de todas esas piezas? se preguntarán muchos. Nos dice Simone Waisbard que muchos bloques primorosamente cincelad están en la actualidad sirviendo de cimientos en las cabañas de tierra apisonada de las gentes humildes de la región. "Por todas partes dice textualmente-, se ven como dinteles de las puertas de las cabañas indias de techo de paja, losas artísticamente esculpidas". Se sabe, asimismo, que a partir de 1635 se establecieron grandes haciendas en los alrededores del Lago Titicaca y las construccion levantadas se nutrieron de las piedras esculpidas más bellas para ornamentar los nuevos edificios. Pero a la devastación natural del tiempo y al saqueo de los indígen y colonizadores de la zona, hay que añadir otra plaga, mucho más dañina aún, como es la de los buscadores de tesoros, que destruyer los lugares más llamativos e importantes, en su afanosa y codiciciosa búsqueda, sin importarles en absoluto el daño que causaban.
El primer "encomendero" de Tiahuanaco, el capitán Juan de Vargas según cuenta Bernabé Cobo, se había casi arruinado a consecuencias la conquista y vivía en Madrid muy pobremente. El "diablo", según dice, se le apareció una noche y le preguntó cómo podía estar tan pobre teniendo la encomienza más rica del Perú. El "encomendero" se apresuró a regresar a Tiahuasaco y se puso a realizar excavaciones, descubriendo un gran tesoro, entre lo que destacaba una gran cabeza humana de oro macizo, con cara semejante a la de los ídolos de piedra. Desgraciadamente, el capitán Juan de Vargas no pudo disfrutar de su fortuna porque murió aquella misma noche. Otro individuo, un minero vasco llamado Oyaldeburu, tratando de buscar un tesoro, revolvió casi todas las piedras de la pirámide de Akapana. Luego, la historia continúa. El ferrocarril de Guaqui contribuyó la depredación. Se habla incluso de voladuras con dinamita y de ejecicios de tiro de soldados bolivianos sobre el "fresco" de la Puerta (Sol, así como en la losa del Tumbo de Huari Willca. De la antigua metrópoli, llamada la "Baalbeck sudamericana" no quedan más que algunos vestigios desolados, pero que, sin embargo hablan muy alto de las civilizaciones que se forjaron allí, tal vez antes de que la cordillera andina se hubiera elevado a tan considerable altura, (debido, sin duda, al formidable empuje orogénico, porque el Lago Titicaca conserva aún vestigios salobres en sus aguas para hacemos supor que sus 8.300 kilómetros cuadrados pudieron formar parte antaño, antes de algún violento cataclismo, del seno del Océano Pacífico. Y nosotros suponemos, por el breve estudio de la Puerta del Sol, así como otras construcciones andinas, que sus antiguos pobladores procedían de mundos o regiones terrestres, que, muy anteriormente, en los albores del tiempo, pudieron tener contacto con las antiguas culturas occidentales, pero de modo muy aislado y esporádico. Pero no es eso sólo. También el "calendario astronómico" descubierto por el comandante Péri, cuando pilotaba un helicóptero, en las inmediaciones de Nazca, que se puede considerar como el monumento pitórico más grande de La Tierra, carece del sentido iniciático y hermético de la geometría que aquí tratamos, y no por ello carece de espectacularidad y grandiosidad. Sabemos por los trabajos realizados durante muchos años en Nazca de la arqueólogo alemana, María Reiche, que allí se entrecruzan la mayor cantidad de líneas rectas y curvas que imaginarse pueda nadie, y lo más sorprendente es que sólo pueden ser observadas desde el aire. Nosotros hemos visto muchas de las fotografías que María Reiche tomó, izada en la plataforma de una escalera prestada por la Compañía Telefónica de Lima, y, tras diversos estudios, nada nos hace suponer que el hermetismo de nuestra geometría tenga allí su representación, lo que no deja de ser, hasta cierto punto, desconcertante. Claro que en Nazca se plantea un inquietante problema. ¿Cómo se dibujaron las grandes figuras del calendario astronómico, según unos, y el cosmódromo espacial, según otros, si desde el suelo es prácticamente imposible verlas? ¿Desde el aire? ¿Aviones o globos en el pasado? ¿Comprenden por qué es candente el tema, así como desconcertante? En aquellas latitudes suelen verse más "ovnis" que en cualquier parte del mundo, pero... Bueno, es otra cuestión -¡que bien pudiera ser la misma, sin alardes imaginativos!- que no está relacionada ni con la arqueología, y mucho menos con la geometría hermética, la cual, dicho sea de paso, sí hemos podido descubrir en muchísimos monumentos antiguos de Centroamérica, tanto en Teotihuacán, como en Uxmal, Chichén-Itzá, Palenque y en los numerosos templos
piramidales de mayas y aztecas, tal vez porque tuvieran contacto más directo con la Atlántida, de donde debió surgir, hacia Occidente, el esoterismo hermético que da esa armonía y belleza a las construcciones que nos son habituales. Sin embargo, el hecho de que en Perú no las hayamos visto no significa que no hayan existido. Nada de eso. Allí hubieron demasiados seísmos y volcanes en erupción... ¡y demasiadas guerras tribales!
" La Razón es mucho más grande que nuestros pequeños razonamientos y sabe admitir un hecho, aunque el mismo parezca inconcebible para la Ciencia de hoy en día ". Rémy Chauvin
CAPITULO XIII LA PRUEBA IRREFUTABLE Muchas veces, y sin un auténtico conocimiento de causa, por "haber leído, oído o intuido", hemos menciondo los ya famosos mapas de Piri Reis, autentificando bastante a la ligera, que se trata de una prueba irrefutable de la existencia de civilizaciones superiores anterior a la nuestra. Estábamos convencidos, sin embargo, de que la fuente o el origen de tales "pruebas" era auténtico, ya que, con tal argumento dejamos sin habla a más de un recalcitrante "adversario dialéctico" de la oposición. No obstante, a medida que avanzamos en nuestra insaciable búsqueda de lo ignoto, nos encontramos con el hecho desalentador de que muchos de nuestros argumentos deben quedarse arrumbados en la cuneta, por inservibles, desfasados, anticuados o carentes de consistencia. Y decimos esto, sin entretenemos mucho en especificar lo que hemos ido desechando, para revalorizar más, si cabe, los mapas que ahora volvemos a traer a colación, o sea los del Almirante turco Piri Reis, que empiezan a tener un valor "protohistórico" mucho mayor que cuando fueron estudiados en la década de los años 50 por Arlington H. Mallery y Mr. I. Walters, del Servicio Hidrográfico de la U.S. Navy. Ahora hemos tenido ocasión de leer los trabajos que sobre estos mapas fantásticos y otros realizó el Profesor Charles H. Hapgood, de la Universidad de New Hampshire, publicado con el nombre de "Maps of the ancien Sea Kings", y, aunque nos consta que la temática ha sido ya ampliamente divulgada, hemos hallado facetas nuevas, importantes e incontrovertibles, lo que determina claramente que, en la antigüedad, 1.0 existieron unos geógrafos con técnicas similares o superiores a las nuestras actuales, y 2.0 que la Atlántida existió, tal y como aparece en dichos mapas.
Nunca habíamos hecho excesiva fuerza en los argumentos "arqueológicos" de los mencionados portulanos, porque, a decir verdad, la " Antilia" que en el Mapa de Piri Reis aparece entre Sudamérica y Africa no "encajaba" en el general concepto atlantídeo, que suponen la tierra de Poseidón al oeste de las Columnas de Hércules, y los restos del desaparecido continente eran las islas de Cabo Verde y no las Afortunadas, o sea las Islas Canarias. Tampoco se dio la importancia que merecía al Mapa del padre Kircher (Siglo XVII), en el que se decía "Lugar donde se hallaba la isla de la Atlántida, ahora sumergida en el mar", porque, entre otras cosas disparatadas, Africa y España aparecen en el lugar correspondiente a América y ésta se halla en donde están aquéllas, ¡como si al mapa se le hubiera dado la vuelta, y el Norte fuese el Sur! Nadie duda ya de que el misterio quedó resuelto gracias al Profesor Charles H. Hapgood y a su equipo, después de haber cambiado impresiones con Arlington H. Mallery, que fue el primero en estudiar los mapas hallados en el Museo Topkapi, por Malil Edhem, en 1929. La historia, que ya es sobradamente conocida, parte del año 1513, cuando Piri Reis confeccionó el mapa, copiando de otros mapas más antiguos, y lo hizo con tanta exactitud, a veces, que desconcertó a los investigadores. En otras partes, sin embargo, Piri Reis cometió errores de bulto, que también fueron descubiertos por Hapgood, comparándolos con otros portulanos, como el de Dulcert, así como estudió al gran especialista Nordenskjold y, ¿cómo no? , al famoso geógrafo de Alejandría, Eratóstenes. La tarea de Hapgood no fue, ciertamente, fácil. Duró años de intensa investigación, meticuloso cálculo y comprobaciones infinitas, como sólo un concienzudo norteamericano podía hacer, Pero su trabajo no puede ser más revelador y definitivo: alguien, en una remota antigüedad, era capaz de realizar mapas geográficos utilizando nada menos que la trigonometría esférica. El propio Charles H. Hapgood escribió a este respecto: "Este mapa es una prueba de la existencia, en tiempos muy remotos, de una civilización mundial en la cual los cartógrafos trazan sus mapas del mundo con el mismo nivel de tecnología que nosotros". La historia de la investigación de Charles H. Hapgood es el símbolo de la obstinación incansable de quien, creyéndose en posesión de la verdad, pugna, lucha y se debate para lograr su demostración irrefutable y que no superviva la más mínima duda. Necesitaríamos, no obstante, repetir paso por paso todos los movimientos y actos de Hapgood para llegar a esta demostración, y ésa no es tarea nuestra, primero porque ya lo hizo él en el libro que hemos comentado y segundo que necesitaríamos varios años y un libro mayor que éste. Pero la investigación se ha realizado en New Hampshire y los resultados los podemos exponer aquí de modo extractado, reduciéndolo todo a una simple frase categórica y definitiva: Hace muchos años, tres, cinco o veinte mil años antes de Jesucristo, ¡ya que no ha sido posible precisar exactamente cuándo!, hubieron unos navegantes o geógrafos que trazaron mapas muy precisos de nuestro mundo. Si nos centramos particularmente al detalle de la Antártida, que aparece diferente en el mapa de Piri Reis a como la han situado nuestros geógrafos contemporáneos, se ha podido demostrar, ¡también de modo irrefutable! que los antiguos cartógrafos conocieron aquellas tierras cuando estaban desprovistas de la masa de hielo que ahora las cubre. Y esto podría, y de hecho nos lleva a considerar que los mapas se trazaron antes de la última glaciación, supuestamente ocurrida hace más de diez mil años. Pero nos meteríamos en un atolladero sin salida y daríamos pie a interminables discusiones que nos apartarían del meollo de la cuestión, y no es ese nuestro propósito.
Aquí sólo queremos remarcar un hecho sobresaliente: muchísimo antes de los grandes descubrimientos geográficos de Cristóbal Colón, Magallanes, Vasco de Gama, los vikingos, antes que los fenicios o los griegos surcaran los mares, ¡antes incluso de lo que consideramos como prehistoria!, hubieron hombres que surcaban los mares por todos sus confines. Esto es lo que Charles H. Hapgood considera como cierto, incuestionable y auténtico. Y de aquí hemos de partir, habida cuenta de que, ante los hechos irrecusables y fehacientes, sólo nos queda la aceptación e iniciar una revisión de la Historia, aunque a muchos conservadores o racionalistas les parezca un sacrilegio. Mucho hemos hablado, en hipótesis casi siempre, de las posibles civilizaciones técnicas superiores. Hemos visto, aquí y allá, pruebas innegables de que hubieron hombres, seres humanos, que construyeron edificios impresionantes. Se nos ha dicho que Catal Hüyuk, en la actual Turquía, tiene más de 10.000 años, como también se nos dijo, no hace mucho, que Sumer fue creada hace 7.000 años, y los hay que están empecinados en que las Pirámides de Gizeh se construyeron 2.700 años antes de J.C. (aunque otros han dilatado algo más las fechas, remontándolas a 4.800 años antes de J.C.). Nosotros suponemos que el hombre se hizo "civilizado", no en una fecha determinada, sino cuando se despertó su conciencia sedentaria y renunció al nomadismo de recolector de frutos y cazador de animales, ya porque viese así un modo de superar las dificultades de su azarosa y cruel existencia, o porque alguien le aconsejó establecerse, cultivar la tierra, domesticar el ganado y construirse un techo. En aquel instante, que bien pudo ser un período de bastantes miles de años, el hombre salió de la animalidad migratoria y se transformó en "civilizado", ya que "ciudad" y "civilización" tienen la misma raíz, y el término más reciente es el vocablo latino "civis", aunque otros filólogos van más allá y relacionan "ciudad" con la palabra griega "keitai", que significa estar acostado. Existen, además, enconadas dialécticas y controversias que persiguen la finalidad de demostrar que determinadas regiones son más antiguas que otras, buscando, sin quizás, que se reconozcan los méritos de determinados sitios de ser la cuna de la civilización, como si esto fuera un galardón o un trofeo que todos quieren exhibir. La Arqueología que era una ciencia retribuida por los Museos de la especialidad, trató de hallar pruebas "irrefutables" de que este o aquel esforzado y sufrido buscador de vestigios antiguos había encontrado el "habitat" más remoto. Ello daba gran prestigio al Museo patrocinador y, de rebote, atesoraban fortunas gracias al taquillaje de los visitantes, ya que merece más la pena visitar el Museo del Louvre que el de Villa- no-sé-qué, donde sólo se exhibe un dudoso capitel romano que puede ser imitación. Pero en la pugna sobre los pueblos primitivos, su antigüedad, origen y hasta tránsito del pitecántropo en "homo sapiens", se ha creado otra ciencia, la Paleontología, que ha dejado en mantillas, en cuanto a contar el pasado, no en años histórico-arqueológicos, sino en épocas arqueológicas de concepto geológico. Y así, los paleontólogos, por el lugar y aspecto geológico del terreno, han llamado a sus hallazgos como precámbrico, paleozoico, mesozoico, cenozoico o pleistocénico, a lo que los esforzados arqueólogos no podían llegar. Y por estas causas, los líderes de las ciencias Antro-paleontológicas, en sus simposiums, congresos y asambleas, se han puesto de acuerdo en situar el origen de todo lo antiguo, basándose en esta clasificación: En el Precámbrico o era más primitiva, se creó la Tierra. De esto hace la friolera de 4..500 millones de años.. Hace 4.000 millones se formó el mar primitivo, donde empezó a crearse la vida en forma de algas unicelulares y bacterias. Tres mil millones de años
después, o sea hace mil millones de años, surgen, nadie explica muy bien cómo, los primeros animales que respiran oxígeno. Llegamos así al período Paleozoico, que va desde los 1.000 hasta los 400 millones de años, y es cuando se desarrollan todos esos organismos multicelulares, peces, anfibios, reptiles, insectos, etc. En el Mesozoico, aparecen los dinosaurios y las aves. Luego, sin explicación lógica, aparecen los mamíferos. y llegamos al Cenozoico, o sea hace unos 80 millones de años, donde surgen los prosimios o primates primitivos, que se desarrollan saltando entre las ramas de los árboles. Como se puede apreciar a simple vista, los sabios del estudio de la más remota antigüedad, no se quebraron mucho la cabeza en las eras precámbricas, paleozoicas, mesozoicas o cenozoicas, porque allí había campo más que suficiente para contar los años por millones o por miles de millones. La Ciencia hizo un estudio lógico y lo apoyó en teorías más o menos rebuscadas, de tipo geológico. Pero la discusión surge cuando paleontólogo! y arqueólogos se encuentran en eras posteriores, como en el Pleistoceno inferior, al que los arqueólogos llaman Paleolítico inferior, o sea el "período más antiguo de la Edad de Piedra Antigua". ¿Nos siguen aún o empiezan a sentirse aturdidos? Aquí empieza la Historia, con mayúscula. Hay quien afirma que esto sucedió hace dos millones de años y fue en Africa donde los primeros "homínidos" -¡que ni siquiera son hombres como nosotros!- crearon sus primeras herramientas de piedra. Desde que se formó La Tierra, sin discusión de ninguna especie, hasta ese PaleolíticoPleistoceno inferior, habían transcurrido 4.498 millones de años que debieron ser de una paz idilica, paradisíaca, bucólica o "celestial". Con la primera herramienta, un hacha de silex, ¡para atacar!, se armó la guerra. ¡Guerra que todavía continúa, aunque se haya vuelto más sofisticada, sutil y mortífera! La Ciencia nos dice que hace 800 millones de años surgió la primera célula. Hace sólo 800 mil años, el hombre aprendió a controlar el fuego y 80 mil años antes de J.C., a juzgar por vestigios funerarios, se supone que el hombre empezó a creer en la supervivencia del alma. Luego, los acontecimientos se precipitan. Hace 250 mil años surge en Europa el Hombre de Neanderthal y 210 mil años después, el de Cro-Magnon. Por ahora, Catal Hüyuk, con 10.000 años de antigüedad, parece ser la población más antigua actualmente rescatada del subsuelo prehistórico por el infatigable, misterioso y enigmático James Mellaart, del Instituto de Arqueología de la Universidad de Londres, que goza fama de ser una especie de zahorí arqueológico, y que la emprendió, en 1957, con una meseta en Anatolia, donde halló una "civilización perdida", con dos niveles distintos y separados por un considerable período de tiempo. Hacia el 7.000 antes de J.C., de una primitiva aldea agrícola, y un segundo período, de hacia 5.700 años antes de J.C., donde la primitiva aldea había alcanzado un mayor desarrollo. ¿Y en el resto del mundo? ¿Y en el fondo de los mares, que cubren las tres cuartas partes de La Tierra, y que si mucha parte de nuestro suelo estuvo otrora cubierto por las aguas lógico es suponer que mucho lecho submarino pudo estar al aire libre? Catal Hüyuk, Jericó, Sumer, Babilonia, Acad, Biblos, Troya, etc., en el Viejo Mundo, y Tiahuanaco, MachuPichu, Chichén-Itzá, Uxmal, Palenque, Teotihuacan, etc. en el Nuevo mundo, prueban sólo una cosa: sea cierto o no que esas poblaciones cobijaron al hombre en las fechas que suponen los arqueólogos, la verdad es que no fueron las únicas, ¡aunque sí lo sean las que hemos encontrado!, y confirman que, de seguirse buscando, aparecerán muchas más,
anteriores y posteriores a las halladas, y se dilatará el período prehistórico hasta fechas todavía no admitidas. Parece existir como una barrera periódica que se sitúa en los 12.000 años. ¿Se han fijado? Por antiguas que sean las poblaciones o "habitat" descubiertos, nadie las remonta a más de esa fecha crítica, como si en aquella época se hubiera detenido el retroceso del tiempo, ¡O hubiese acaecido algo capaz de borrar todo vestigio anterior! Los Mapas de Piri Reis, cuyo origen se supone muy anterior, son restos "recompuestos" de ese pasado ignoto situado más allá de la barrera de los 12.000 años. ¡Y las Pirámides dé Gizeh también han sobrevivido al obstáculo cíclico, pese a quien se obstina en darle 4.800 años antes de J.C.! Ahora bien, son muchos los autores clásicos, las leyendas, mitos, escrituras sagradas, incluyendo el Génesis, que hablan de un Diluvio Universal y que pudo tener lugar allá por los tiempos que nosotros situamos en 10.500 antes de J.C., como si entonces hubiera ocurrido algo catastrófico y de una gran magnitud que sacudiera el suelo, elevase las aguas, hundiera continentes enteros y hasta elevase el Himalaya y los Andes a las alturas en que ahora se encuentran. ¿O no? Es por todo lo expuesto hasta ahora que consideramos los Mapas de Piri Reis como la prueba "irrefutable" de la existencia de una civilización técnica superior... O, en su defecto, que hubo alguien, en alguna parte de nuestro mundo, que sabía tanto como nosotros sabemos ahora de geografía. Y la otra prueba irrefutable, en base a lo cual fundamentamos nuestra tesis, es que, por idéntica razón, también hubo alguien que sabía de geometría tanto o más de lo que nosotros sabemos, aunque no descartamos en absoluto que ahora haya alguien que sepa todavía más de lo que la Ciencia oficial está dispuesta a reconocer, porque una cosa es lo que se enseña en colegios y universidades y otra muy distinta es lo que algunos hombres saben y que sólo divulgan dentro de una élite muy reducida, como si el saber mucho fuese un especialísimo secreto de estado. Y no hablamos a humo de pajas. Ya apuntamos, al iniciar esta obra, que los años pudieron tener en otro tiempo menos días que ahora. Señalamos que pudo haber un tiempo en que nuestro planeta giraba en tomo al Sol en 360 días y que de ahí, al aplicar el movimiento astronómico de La Tierra a la ciencia geométrica-astrológica, la circunferencia, que es el principal símbolo de la Geometría, se dividiera en 360 grados. Examinemos la cuestión, cuya simpleza es notoria. Parece ser que fue Fidón de Argos, VII siglos antes de J.C. quien introdujo el calendario de 365 días, al comienzo del período llamado por los griegos Historikon. Antes, y de acuerdo con los persas, existía el calendario de 360 días. ¿Imaginan a los persas de aquellos tiempos, mucho antes de Beroso, y tal vez de Zoroastro, contemplando en sus tablillas el punto cero (La Tierra) y la elíptica solar, que ellos imaginaban circular? Es igual que hacemos nosotros cuando tenemos delante un papel, donde hemos trazado un círculo con ayuda del compás. ¿Giraba La Tierra en tomo al Sol o era éste el que giraba en torno a La Tierra? Pese a los subterfugios dialécticos de los ptolomeicos y a los sinuosos propósitos de San Agustín de Hipona, los persas sabían muy bien que era La Tierra la que giraba alrededor del Sol y se habían explicado los equinocios y solsticios, por lo cual dividieron la circunferencia en cuatro partes, ira que las estaciones son la mayor evidencia de esta traslación, ahora también irrefutable!
El círculo y la cruz daría qué pensar a los astrólogos persas. Sabemos que la inteligencia estaba ya muy desarrollada cuando aquellos filósofos establecieron la doctrina gnóstica. Pero, por si no fuese esto prueba suficiente, ahí tenemos a la Arqueología que, indirectamente, nos está facilitando datos de sobras para apoyar nuestros asertos. Para bien o para mal, un científico ruso, nacido en Vitebsk,en 1895, y que colaboró con Albert Einstein en la publicación "Scripta Universitatis", escribió un libro titulado "mundos en colisión", donde sustenta la teoría de que el planeta Venus se "incrustó" en la órbita que hoy ocupa, no sin causar un gran tastorno a nuestro planeta. La catástrofe, sin embargo, la sitúa Velikovsky allá por el siglo VII antes de J.C., y no coincide, pues, con las fechas de Platón sobre el hundimiento de la Atlántida, aunque... ¡Vaya usted a saber dónde está la fecha exacta! Velikovsky asegura que las catástrofes producidas por Venus, que antes era un enorme cometa, tal vez procedente de Júpiter, hicieron desviarse a Marte y que el "intruso" llegó a rozar incluso a nuestro mundo. Añade el sabio ruso que los acercamientos entre Venus y La Tierra se repitieron en varias ocasiones y en uno de ellos la Tierra invirtió completamente su eje polar, de suerte que el Sol salió por occidente y se ocultó por oriente... ¡Y hasta el año, que entonces tenía 360 días, pasó a tener 365 días y 1/4! ¿Verdad que se hace difícil creer a Velikovsky? Y, sin embargo, de ser cierto lo que él explicó, encajarían muchos misterios del pasado que ahora andan por ahí, manga con hombro, desconcertando á tirios y troyanos y sirviendo de pretexto para que todos los que apetecen del "maná" histórico, metan su cuchara en el río revuelto de los mitos, las leyendas, las tablillas sumerias, el Génesis, el Popol Vuh y hasta en los libros védicos que ya empiezan a traducirse en nuestras lenguas, ¡por si fuese pequeño el embrollo! Desconcierta el pensar que, después de Ptolomeo y el geocentrismo, razón y causa de tanta persecución medieval, en el año 1900, unos pescadores de esponjas del Dodecaneso, extrajeran una máquina de bronce de un lugar submarino próximo a la isla de Antikythera, y que en 1955, De Solla Price pudiera dictaminar que se trataba de un instrumento astronómico, similar a un astrolabio, por el que se podían seguir los movimientos de los planetas y del Sol. Sin querer ahondar mucho en esta cuestión, que echa un barril de agua fría sobre muchos conceptos ridículos de nuestra historia más reciente, diremos que se comprobó perfectamente su procedencia, por haber sido hallado en una galera que se hundió alrededor del año 80, antes de J.C. y se trata de un aparato de bronce, con ruedas dentadas, ingeniosamente dispuesto y construido, lo que revela claramente la técnica metalúrgica de aquel tiempo y, muy especialmente, el conocimiento geométrico que se requería para las transmisiones de las ruedas dentadas, alguna de las cuales había sido reparada y soldada previamente. El "aparatejo" parece ser que indicaba los signos del zodíaco, los meses del año, los desplazamientos del Sol, las salidas y las puestas de las constelaciones, así como se ha deducido que podían conocer incluso las fases de la Luna. Los días del año, a lo que parece, eran ya 365. ¿Decepcionante, verdad? ¿Por qué, pues, seguimos utilizando el Sistema Sexagesimal, y no el decimal, que nos facilitaría el cálculo? ¿Se han detenido a pensar en esto? ¿No podría tener la circunferencia cuatrocientos grados, por ejemplo? ¿Un ángulo recto de 100°? ¿La mitad de la circunferencia 200°, en vez de 180°?
Si queremos saber la vida de La Tierra, ¡Y eso podría ser motivo de nuestra existencia!, mientras tengamos uso de razón habremos de contar los días por cada vuelta que dé La Tierra sobre sí misma y los años por cada vuelta que demos alrededor del Sol. Y si perdiéramos esta noción del tiempo, nuestra cultura sufriría un cambio trascendental y definitivo. Estamos seguros de que sólo iremos cambiando paulatinamente, sin alteraciones ni sobresaltos, poco a poco...
"La Gran Pirámide de Keops fue construida por una raza de no egipcios, bajo las órdenes directas de Dios. » John Taylor, 1850.
CAPITULO XIV EL CÍRCULO Y LA CRUZ La Geometría Hermética, base fundamental de esta obra, nos remite siempre al incógnito y remoto origen de todo lo existente en este mundo que nos ha servido de cobijo durante tantos siglos, aunque haya sido en condiciones precarias, desconcertantes y dramáticas, más por nuestra consustancial condición humana que por la causa real de nuestra presencia aquí. Queremos hacer hincapié en lo que nosotros consideramos como Vida, en el nacer de padres semejantes a nosotros y en la continuidad de la especie que nosotros transmitimos a nuestros hijos. Esto es primordial. Nadie quiere pensar en que nacer y morir sólo significa tránsito, y mucho menos razonar en que todo no empezó con nosotros, ni acabará cuando finalice nuestra existencia particular. Para nacer sólo se necesita una madre, que nos ha gestado y un piso sólido para apoyar los pies. Luego, necesitamos alimento para subsistir, crecer, comprender, ver, estudiar, trabajar... El hombre, para subsistir, que es su innato destino, ha recurrido a la antropofagia o canibalismo. El hombre, en su origen, fue como una bestia acuciada de apetitos, que mató y fue muerto en una inextinguible pugna por la supervivencia que todavía no ha concluido, pese a la pátina de cultura y humanidad con que nos hemos cubierto, y que puede borrarse en cuando las circunstancias lo exijan. En condiciones adversas adecuadas, en la desesperación, en el máximo de enajenación obligada por el instinto de conservación, el hombre matará a sus semejantes, ¡o a sus propios hijos!, con tal de cumplir el destino al que le impulsan las circunstancias o sus incomprensibles actos motrices. Si suponemos que en un próximo futuro, a consecuencias de una catástrofe apocalíptica a escala mundial, guerra atómica, plaga secular o cualquier otro cataclismo imprevisto, la Humanidad llega al borde de su aniquilamiento, como suponemos que ocurrió en el pasado, las condiciones en las que habrán de desenvolverse los supervivientes habrán de ser
inhumanas. El hombre, en tales casos, puede llegar a convertirse en mucho más fiero que las bestias irracionales. Naturalmente, suponemos que la razón más apremiante es la de supervivencia, tanto propia como de especie. Por encima de todo, como obedeciendo el mandato supremo de la Vida, el hombre tiene que perpetuarse. ¿Por qué primero buscamos la continuidad en nuestra estirpe, la línea ininterrumpida entre padres e hijos, y luego la continuidad tribal, regional, nacional y de especie? Sencillamente, porque nos fue impuesto. No hay otra causa. La Naturaleza o la Razón que gobierna por encima de todos nosotros, el Ordenador Cósmico, o Dios, como prefieran, tiene establecidas, las cosas de este modo desde siempre. En la vida es preciso morir. Nacer, existir y desaparecer. No hay alternativa. Y, sin embargo, ante estos hechos incuestionables, el hombre se ha rebelado, aferrándose a un concepto de supervivencia espiritual o anímica que tiene su razón de ser en una prolongación de nosotros mismos hacia el Más Allá, donde suponemos situadas las Dimensiones Desconocidas. En su pugna por la supervivencia, el Hombre ha creído descubrir fundamentos espirituales de una gran trascendencia filosófica, aunque antes se llamaba mágica. Y no vamos a repetir aquí cómo se ha desarrollado esta filosofía religiosa, desde los tiempos más antiguos, porque lo consideramos de sobras conocido. De lo que queremos hablar, ahora que entramos en la recta final de nuestra exposición teórica, es del Principio Elemental Geométrico, en donde radica, a nuestro modesto juicio, la esencia misma del mayor concepto filosófico del hombre. Fue Michel Gauquelin quien, en "Los relojes cósmicos" (Plaza & Janés, 1970) nos demostró, convenciéndonos plenamente de lo que hasta entonces habíamos creído con reservas, que los planetas ejercen influencia sobre nosotros. Pero estamos persuadidos de que, si no un hombre, sí toda la especie humana, puede, a su vez, ejercer una acción recíproca sobre los planetas, ya que no hay efecto sin causa. Nosotros estamos llegando a un punto de nuestra evolución natural, en el que podemos ejercer algo más que una influencia recíproca sobre los mundos de nuestro entorno y, hasta si nos apuran, podemos causar trastornos vitales o devastadores a los planetas que nos rodean. ¿Se imaginan lo que pueden hacer los misiles termonucleares de soviéticos y norteamericanos lanzados sobre la superficie de La Luna, Venus o Marte, mundos estos que están ya, prácticamente, al alcance de nuestros proyectiles? Aunque hayamos epigrafiado este capítulo con esa extraña cita de John Taylor, nosotros no creemos que ello sea cierto. No somos absolutamente ateos, ni prosaicos, ya que buscamos infatigablemente la verdad y ésta la podemos encontrar cuando menos la esperemos, al doblar la siguiente esquina. No suponemos al Buen Dios rigiendo los destinos del Cosmos, como un benévolo patriarca, tras haber permitido que nos acometiéramos unos a otros a dentelladas. Mas bien, suponemos que no estamos solos en el Universo, y que otras razas, de evolución distinta a la nuestra, tal vez más antiguas, influyeron en nosotros en un pasado remoto. Es sólo una hipótesis. Esas razas pudieron moldeamos, orientamos, aconsejamos, como obedeciendo, a su vez, a un ancestral mandato de la esencia misma de la Vida. Y como ya casi estamos en condiciones de ir a influir en la evolución de otros mundos, conviene reflexionar profundamente sobre ? lo que somos y de dónde venimos.
La Geometría Hermética, si la sabemos interpretar adecuadamente, nos facilita una respuesta bastante precisa sobre los problemas que nos acucian. Sabemos que sirvió de base, en el pasado, para establecer el fundamento estructural y aritmético de las arcanas ciencias "mágicas", fue la Idea Primordial, que expresamos con el símil del hombre primitivo trazando rayas sobre la arena fina de una playa, hasta sentirse penetrado de la idea abstracta, que bien pudo concebir él solo, o recibir de alguien por medios inconscientes o telepáticos, aunque esto resulte vagamente fantástico. Aclaremos un poco estos puntos con un ejemplo. Acabamos de leer, en un trabajo de nuestro admirado amigo Antonio Ribera, publicado en la revista "Paraciencia", que un "ovni" de forma ovoide aterrizó en una base militar USA, y en su interior viajaban dos humanoides "vivos", que fueron apresados y conducidos a una base de laa USAF. Sigue diciendo Antonio Ribera, que esta noticia se la había dado Ray Stanford, director del Proyecto "Starlight", con sede en Austin (Texas) a quien se lo había dicho un alto oficial de los Servicios de Inteligencia del Ejército, con el ruego de no revelar su nombre. El "ovni" parece ser que fue desmantelado y sus componentes enviados al arsenal de la RAND Corporation, al Arsenal de Redstone, al Jet Propulsión Laboratory, de Pasadena, y a otros centros de estudio, a fin de ser investigados y analizados. Sin embargo, el resultado de estas investigaciones ha sido negativo. Se ignora la suerte que hayan podido correr los tripulantes del "ovni", que se suponen en poder de biólogos norteamericanos. Pero lo más importante es que, a este respecto, se espera una próxima declaración del Presidente Carter. Nosotros sabemos muy bien que toda la fenomenología "Ufo" u "Ovni", iniciada a partir de la terminación de la II Guerra Mundial, obedece a un programa hábilmente estudiado, para concienciar a la Humanidad ante un posible contacto con seres procedentes de mundos exteriores, de cuya existencia hemos tenido noticias desde los tiempos más remotos, ¡porque, nosotros mismos llegamos de otros mundos hace cientos de miles de años! Créannos porque tenemos motivos suficientes para afirmarlo y lo que ahora nos parece un problema nuevo es algo tan antiguo como el Sol, y que estamos cansados de leerlo hasta en la Biblia. Hemos expuesto que el hombre, con tal de sobrevivir, es capaz de todo, incluso de alimentarse con las proteínas de sus semejantes. El fin justifica todos los medios. ¡Y es capaz, además, de emigrar de sumundo, cuando considere que éste se ha vuelto estéril, para afincarse en otro, donde las condiciones ambientales le permitan continuar su evolución y desarrollo! Pero no debemos olvidar que los mundos también están sujetos a los ciclos de nacimiento, desarrollo y muerte, y que, de mundos aniquilados y destruidos nacerán otros mundos nuevos, donde el hombre podrá hallar cobijo para otro ciclo de su etapa, aunque él también se vea modificado, deformado, cambiado por el medio ambiente, al que habrá de adaptarse o sucumbir. Nosotros presuponemos que en el Universo existen infinidad de mundos, como el nuestro, que cumplen la finalidad de albergar a razas que, tal vez antes de haberse formado el Sistema Solar, tuvieron contacto con nosotros. Y presuponemos también que, al extinguirse la posibilidad de albergue en nuestro mundo actual, nos iremos, o se irán nuestros descendientes, sean muchos o pocos, en busca de nuevos planetás habitables. Esto no es fantasía, sino una perentoria necesidad, ya que si no lo hiciéramos, si nos dejamos vencer por la Naturaleza, desapareceríamos como raza, y eso está por encima de nosotros.
Ahora bien. Calculando con generosidad y amplitud de miras, de no ocurrir algo que nos vuelva al pasado, que extermine casi a toda la raza humana y los supervivientes puedan acomodarse en una mayor superficie, notablemente regenerada, al paso que vamos, dentro de un siglo este planeta no podrá albergar, en condiciones óptimas, a la masa enorme de seres humanos que para entonces nos moveremos (¡se moverán, queremos decir!) sobre La Tierra. Y los seres que observan nuestro desarrollo desde el espacio exterior, lo saben perfectamente. Es por ello que se dejan ver con mayor asiduidad, creando el clima apropiado para los inevitables contactos que se han de producir, tanto para su seguridad como para la nuestra, si es que esto les importa. Desde que el hombre salió de la animalidad, cuando ello fuese, dirigido, como parece que fue revelado, o espontáneamente, por sí mismo, las otras razas comprendieron que, algún día, se habría de establecer el contacto. La fecha está próxima. Puede ser que sea antes de acabar el presente siglo, ya que el siguiente habrá de ser de búsqueda por el cosmos del nuevo planeta-habitáculo, a donde se habrá de ir, bien renunciando a todo lo que ha significado para nosotros La Tierra, o bien, con una doctrina social nueva, donde los hombres opten por morir, si es preciso, antes de alimentarse de la envoltura proteínica ajena. Pero eso, vulgarmente hablando, son otros "Lópezes". Y pensamos que más de uno estará esperando la prueba irrefutable de nuestros asertos por medio de la Geometría Hermética, ¿no es así? Pues bien, a eso vamos. Es inútil tratar de enseñar geometría a un simio, aunque, por pruebas realizadas en laboratorios biológicos se ha podido comprobar que el poder de raciocinio de ciertos animales es sorprendente. Para un mono, dos líneas cruzadas no significa nada. Podrá retener la imagen del dibujo, y hasta repetirla, pero no puede penetrar en el razonamiento a que nos llevan las líneas, si estudiamos sus longitudes, formas, ángulos y todo lo demás. Por otra parte, sabemos que estamos inmersos en un universo de tres dimensiones. Todo cuanto nos rodea, lo que vemos, tocamos, analizamos, posee una forma, un volumen, es ancho, alto, largo. Pueden existir dimensiones mayores, pero son abstracciones puras, como lo es la segunda y la primera dimensión. Si un punto se mueve en cualquier dirección, crea una línea, que es la primera dimensión. Si la línea se mueve, crea una superficie, que es la segunda dimensión. Y si la superficie se mueve, crea un volumen, que es la tercera dimensión, o sea la nuestra, el lugar en que nos encontramos. Además, si nuestros exploradores espaciales de la NASA, pongamos por caso, encuentran mundos habitables, habrán de ser también tridimensionales, ya que, de lo contrario, ni los verán siquiera. Y si existen, como no nos sirven de nada, es como si no existieran. En un orden físico y práctico, nosotros, tal y como somos en la actualidad, y como parece que hemos sido hasta ahora, necesitamos un universo tridimensional para desenvolvemos. ¿Y cómo expresar este universo sobre un papel, pizarra o tablilla, que sólo posee dos dimensiones, para poder estudiar sus recónditos secretos? Es obvio que el hombre ha descubierto formas convencionales de lograr su propósito. El dibujo, la perspectiva, las sombras, las proyecciones, el cálculo, la matemática, etc. Y todo ello ha sido fruto de su mente. ¿O no fue así? Situémonos en un momento determinado de nuestra evolución. ¿Hubiéramos, sin ayuda externa, llegado a comprender que únicamente el círculo podía llevamos a construir un
cuadrado perfecto? Nos resistimos a creerlo, y no por lo que sabemos ahora, sino por lo que ignorábamos entonces. Hermes-Toth, Akibeel, Isis, Viracocha, Buda, Cristo o quien quieran, hubo de intervenir en algún momento, como hacen los biólogos con los simios en los laboratorios, tratando de desentrañar el misterio del Conocimiento. Es imposible que un animal primitivo, sin ayuda de nadie, pueda, empezando de la nada, lograr desentrañar todo cuanto ha desentrañado el Hombre en el devenir de su historia. Es imposible que en unos cientos de miles de años, desde la animalidad en que vivían los tipos del Neanderthal o el Cró-Magnon, hayamos podido construir lo que hemos construido o descubrir lo que hemos descubierto. Y los secretos del átomo son una prueba de ello, habida cuenta de que nadie ha podido ver aún una partícula atómica. ¡Y todo ha sido posible gracias a un círculo y una cruz! ¿No es fantástico? Fantástico, sí, y, al mismo tiempo, lógico.
Fig. 50. Este debería ser el símbolo de la Geometría Hermética, ya que el Círculo y la Cruz son el exponente máximo de su antiquísima esencia iniciática. Ese es el símbolo "mágico" de nuestra cultura. Lo fue en el pasado, lo recogieron los magos y sacerdotes, que conservaron el precepto revelado, y lo han ido transmitiendo, de generación en generación, permitiendo así que infinidad de hombres, conectados con la Mente Universal, aportasen su grano de arena al Conocimiento Supremo, para poder, en su día, compartir la Cena Eucarística con las demás razas superiores del Cosmos, hacia lo cual vamos, aún sin saberlo, desde que el hombre empezó a tener conciencia de sí mismo. ¿Y todo empezó con un punto, una línea, un círculo y una cruz? ¿Por qué no decir mejor que empezó con la primera piedra arrojadiza, la flecha, el hacha de sílex o el venablo? Porque no es cierto. En ese período de su evolución, cuando luchaba por sobrevivir en la selva, el hombre no poseía aún raciocinio abstracto. No era más que un animal superior, cuyo instinto estaba más desarrollado que ahora y era capaz de atinar con un pedrusco en la cabeza de un venado lanzado a la carrera. Incluso puede que sus facultades fisiológicas tuvieran otras características, viera mucho más que ahora, pudiera escuchar sonidos más distantes, y hasta que su olfato estuviese más desarrollado. Pero hasta que no empezó a medir, a contar, a trazar dibujos, no dejó de ser quien era para convertirse en lo que es ahora.
Nosotros mantenemos que el hombre fue enseñado, del mismo modo que se enseña a los niños en las escuelas, haciéndoles "recordar" lo que llevan aprendido en el subconsciente o lo que les han transmitido los genes hereditarios, y que les fue "revelado". La Geometría Hermética la conocieron los hombres del pasado, la utilizaron para construir su arquitectura piramidal, sus templos y sus mansiones. Luego, por cataclismos, guerras, diásporas o simplemente por haber caído en desuso, la ciencia antigua se olvidó del consciente del hombre, pero quedó grabada en el "recuerdo" subconsciente, que es de donde la hemos extraído nosotros, buceando en nuestra mente. Es por esta razón elemental que a todos los que contemplan las figuras de la Geometría Hermética les resulta tan increíblemente familiar y tan conocida; aunque no se emplee como instrumento de trabajo. Obsérvese, por ejemplo, la Fig. 50, que podríamos considerar como el símbolo de la Geometría Hermética. De esta figura al símbolo de los Rosacruz no hay más que un paso. Y, sin embargo, fíjense que, tras ella aparecen las líneas maestras de la estructura hermética.
Fig. 51. Geometría Hermética de las cruces. La de Malta, con cuatro brazos.
Fig.52. Geometría Hermética de las cruces. Una “híbrida” maltesa de cinco brazos.
Fig. 53. Geometría Hermética. Esta cruz de Malta posee seis brazos. Tampoco se enseña ya que el modo de realizar un cuadro, geométricamente perfecto, es por medio del compás. Dos cartabones triangulares sirven mucho mejor, según parece, para trazar no solo un cuadrado, sino cualquier figura. Las modas, usos y costumbres de los tiempos, marcan las pautas y los estilos que siguen los hombres. Hubo un tiempo en que éstos, queriendo hallar la relación geométrica entre el cielo y la tierra, la emprendieron sistemáticamente con el círculo y la cruz, cribando materialmente todos los ángulos del tema y realizando cruces de todo tipo, que luego exhibían en sus estandartes. Las Figs. 51, 52 y 53 son una muestra de lo que en Geometría Hermética, utilizando el cuadrado, el pentágono y el hexágono, se puede obtener. El ejemplo está aquí muy simplificado y hemos tenido especial cuidado de no suprimir el entramado que ha servido de base a sus líneas esenciales. Las cruces han sido símbolos religiosos antes y después de Cristo. En realidad, no son más que simples estructuras geométricas, como demostramos en el planteamiento geométrico y numerario de la syástica o cruz gamada, donde el secreto, celosamente guardado por los hermetistas, es el principio del teorema llamado de Pitágoras, tan esencial para la geometría euclidiana o aplicada. Y para hacer mayor hincapié en nuestros argumentos, recurrimos al ejemplo que nos ofrecen las alineaciones de piedras que nos presenta el famoso "cromlech" de Crucuno, en el Morbihan. Un investigador sagaz y penetrante, como es el francés Ferdinand Niel, en "Dolmens et Menhirs", ha señalado que "entre los lados del monumento y una de sus diagonales existe la misma reciprocidad que entre los números 3, 4 y 5". Y Pierre Carnac, en "La Historia empieza en Bimini" (Plaza & Janés, 1975) nos dice textualmente: "Los egipcios conocían perfectamente el triángulo rectángulo de Pitágoras, cuyos símbolos y representaciones se encuentran proporcionalmente en sus edificios, empezando por la Gran Pirámide". No, no es casual. Entre el cielo y la tierra hay muchas cosas que todavía no comprendemos muy bien. Evolucionamos, estamos lanzados a una carrera ciega, donde el rugido de los motores no deja oír los latidos de los corazones de los caballos que durante tantos siglos nos sirvieron de medio de locomoción. Creemos que con la aviación y la astronáutica lo hemos conseguido todo, o que casi estamos a punto de conseguirlo, y no es así. ¡Sin aquellos vientos no habrían sido posible estas tempestades!
Fig. 54. Sinfonía de semicírculos. Esta composición ha sido realizada exclusivamente con círculos. Véase la Fig. 55. Hace siglos que, con instrumentos rudimentarios, según suponemos, se trazaban círculos y se buscaba, por medio de rectas, la relación que había entre la línea curva y la recta. Era elemental empezar siempre por el círculo central; se buscaban los puntos de coincidencia y se trazaban nuevas líneas. ¿Qué se buscaba? Sencillamente, hallar todo cuanto hemos conseguido ya y todo lo que aún nos falta por hallar, que suponemos muchísimo más que lo conseguido. Sin embargo, del mago o astrólogo, como se les llamaba entonces, hasta el ingeniero, el arquitecto o simple delineante de nuestros días, hay una marcadísima y notable diferencia. Los hombres que pasaban días, meses y años desarrollando una figura geométrica sentaron las bases para que los técnicos de hoy, con una simple fórmula, solucionen un problema que otros emplearon años en resolver. Pero éstos, sin aquéllos, nada habrían conseguido, porque el esfuerzo de la Humanidad empezó hace muchos siglos, con un atisbo de pensamiento, tal vez. El círculo celeste no pudo haberse trazado, si no nos fue revelado, más que por siglos de continua ininterrumpida observación del movimiento de los planetas, y para ello era preciso el concurso de muchos astrólogos y geómetras.
Fig. 55. Cuatro círculos, cuatro triángulos... ¿Una figura alegórica? No, variaciones sobre un mismo tema.
Que ahora se les olvide, se les desprestigie hasta el extremo de recusar hasta sus nombres, cambiándolos por astrónomos y matemáticos, nos parece desleal, oprobioso, ingrato y vergonzoso. Sin Hermes-Toth, o Taautos, tal vez Pitágoras no habría sido lo que fue y Werner von Braun habría sido un campesino o un artesano, ni siquiera alemán... ¡Y Albert Einstein, ni siquiera haber sido judío!
"Mi nombre es Ozymandias, Rey de Reyes: ¡Mira mis obras, oh Poderoso, y desespera! Percy B. Shelley.
CAPITULO XV ESPECULACION... DEL SUELO Antes de iniciar este capítulo, reiteraremos, una vez más, por si las dudas, que no somos expertos en nada, que sabemos un poco de todo, recogido aquí y allá, en nuestra azarosa existencia, pero que no estamos dispuestos a mantener nuestros trece ni siquiera en si vivimos o estamos en este mundo como "difuntos" de otra existencia mejor. Por ignorar, tenemos una vaga idea de lo que es agrimensura, estudiamos trigonometría, ¡pero no se nos ha olvidado, porque jamás se presentó la ocasión de utilizarla!, y volvemos a insistir en que las matemáticas no han sido, ni son, nuestro plato fuerte. Esto, que puede considerarse como un inconveniente para tratar de hurgar en los secretos de la Geometría Hermética, no es así, y perdónesenos nuestra audacia, porque entendemos, y estamos tratando de demostrarlo, que las matemáticas nada tienen que ver con la Geometría Hermética, la cual se inició y se practicó antes de que existieran los números y sus aplicaciones, base de nuestra actual y confundida civilización y cultura. Sin embargo, más poetas que filósofos, nos hemos aventurado en una ciencia olvidada con el espíritu alegre y desenfadado de quien tiene en el juego las mejores cartas, gracias a lo cual esperamos salir airosos de la partida. Y hemos hecho este pórtico aclaratorio, porque ahora vamos a sustentar una teoría altamente especulativa que, a modo de vieja nave llena de grietas y fisuras, puede hacernos naufragar al primer vaivén de las olas, dejándonos indefensos e inermes. Hay que ser, como mínimo, sincero para presentarse ante la gente y decir que se tiene algo, no nuevo, sino distinto. Y sinceridad no nos falta, aunque no sea suficiente... ¡y lo sabemos! Todo esto viene a cuento porque la propiedad del suelo, por si lo ignoran, es más antigua que la misma geometría, digamos, aplicada. Ya en el selva; el primate delimitó su territorio, tratando de convencer a sus adversarios de que aquel terreno le pertenecía. ¡Y hasta es fácil deducir que el primate luchó por conservar su "propiedad"!
Los naturalistas nos dicen que en el reino animal esto es muy frecuente y, entre individuos de la misma especie, se respetan las demarcaciones hasta que llega un individuo que se cree más fuerte. Aquí tampoco podemos insistir mucho al respecto, pero deducimos que es así. Imaginamos que después de salir de la animalidad, si es que esto sucedió realmente, el hombre se enfrentó al problema de delimitar su territorio. "!Esto es mío!" ¿Imaginan cuantas guerras, sangre derramada, intrigas, emboscadas, luchas, fratricidas o no, enconos, resentimientos, odios y rencores, por no encontrar más comparaciones, debió costar a la humanidad, desde sus albores hasta la fecha, esa deleznable frase? ¡El hombre enfrentado con el hombre por la posesión de algo, bien sea una cueva, una morada lacustre, una presa, un fruto o una charca de agua! -¿Por qué es tuya? -¡Yo la vi primero! -¡Aquí he vivido siempre! ¡Lo heredé de mi padre! -Es mía... porque sí!. Es obvio que argumentos no han faltado jamás para discutir el derecho a la propiedad. Y también se hace obvio suponer que no siempre las discusiones debían acabar forzosamente en lucha. -¡Está bien! La repartimos y la mitad para cada uno. Esta fórmula flexible de reparto debió ser un gran triunfo para el hombre primitivo, porque demostraba su capacidad de entendimiento, su cordura y raciocinio, así como su inteligencia. La inteligencia es, según los más ilustres filósofos, lo que nos diferencia de los animales. Por tanto, una vez apuradas las amenazas y hasta las luchas, el hombre procedió "inteligentemente" a repartirse el territorio. Puede, sin embargo, que hubiera un "inteligente" mediador y fuese éste el que sugiriese la partición en litigio, con lo que daríamos entrada en la sociedad al famoso abogado, cuya función tan altos favores ha hecho a la Humanidad. "Mediar" significa "partir", o sea hallar una solución intermedia a la discusión, "Ni para ti, ni para mí; para los dos", ¿O debemos añadir para los tres, ya que no podemos dejar a un lado los buenos oficios del mediador? Bromas aparte, ¿se imaginan el problema que se plantearon los primeros propietarios, pongamos de terreno, al tener que delimitar sus campos? Sencillamente, ninguno, Se tomaban unos hitos, y si no los había, se colocaban piedras de demarcación y asunto concluido, "Desde aquí hasta allí, es mío; lo otro, es tuyo", ¿Fácil, no? ¿Y no sería esa la explicación a muchos menhires o piedras erguidas de la antigüedad, que eran hitos o señales para delimitar las demarcaciones? Hemos visto a nuestros modernos agrimensores, provistos de teodolito y barra, pintada en rojo y blanco, marcar hitos que luego señalaban con una estaca clavada en el suelo, No hay nada más seguro como triangular un terreno, medirlo y saber los acres o hectáreas que tiene. Se extiende un certificado de medición, que se une a la escritura de propiedad, y ese terreno queda en posesión de tal o cual terrateniente. Pero, ¿y antiguamente, no sabemos exactamente cuándo, cómo se medía un terreno, si por no tener, no tenían ni números, ni metros, ni teodolitos, ni sabían hacer un triángulo o un cuadrado? ¡Vaya, difícil y arduo problema!
Pues no lo crean, Aunque entre los primeros propietarios no existía el sistema métrico decimal, sí tenían algo muy útil para medidas relativas: el pie o la mano (que luego se convirtió en codo). Puede que algún irónico nos diga que la zancada también pudo utilizarse para medir, y no lo dudamos, Para delimitar una demarcación se hace preciso que ambas partes acepten la medida, bien sea codo, palmo, pie, vara o los nudos de una cuerda. No importa. La medida patrón, como es el metro en la actualidad, es arbitraria, Han habido tantas y de tan diversa longitud que es imposible saber cuál fue la primera. Supongamos, por tanto, que se utilizó el pie, que es como una tercera parte del metro (0,305 metros, exactamente). Ya tenemos una región agrícola y unos hombres que han delimitado sus terrenos. Ahora, empecemos a especular, Satmet, por ejemplo, debe a su vecino Guht una jarra de trigo, o le ha pedido una cabra. Como no se la puede devolver, ¡Por sus cosas!, le ofrece una parcela de su terreno. Y Guht acepta. El terreno de Satmet disminuye así y el de Guht aumenta. -Te daré toda esta tierra. -De acuerdo -acepta Guht-. Voy a desplazar el hito. Es justo. La piedra o piedras que señala la antigua demarcación ha de ser desplazada. El trueque se ha efectuado de conformidad entre ambos vecinos. Pero, ¿y cuando no hay conformidad y sí astucia o mala fe? ¿Y si Satmet accede a retirar el hito y luego, en ausencia de su vecino, lo vuelve a colocar donde estaba? ¡Ah! Se hace evidente que la tierra tiene que ser marcada... ¡Y medida! En la Fig. 56 hemos puesto un ejemplo práctico de lo que, aún no podría ser llamada Geometría Hermética, sino geometria a secas, a fin de cuadricular un terreno, que previamente hemos delimitado sobre un mapa (sombreado) y que; como en el ejemplo, lo llamamos la propiedad de Satmet. Ignoramos, y por eso estamos especulando, cuándo y dónde se inició esta forma de medición geométrica, que no difiere en mucho de la que emplean nuestros agrimensores en la actualidad. Pero de todo esto vamos a extraer aleccionadoras consecuencias y reveladores principios. Imaginamos a Guht, hipotéticamente, tratando de averiguar cuánto terreno tiene en su poder, después del trueque, bien porque desee cambiarlo por cabras o porque desee repartirlo equitativamente entre sus tres o cuatro hijos. Si dispone de un tendal, medirá su terreno, de hito en hito, recurrirá a palitos, piedras o rayitas y establecerá una numeración o su equivalente. Examinando cada palmo de terreno, sea rectangular o irregular, acabará por sabér cuántos palmos o pies tiene la superficie que le pertenece. Esto es elemental para un ser racional. Paso a paso, o palmo a palmo, haciendo rayitas sobre un guijarro, podemos establecer una cantidad de palmos o pasos. Si contamos con los dedos de la mano, cada dedo puede ser un palmo, y así sucesivamente. Guht, sin darse cuenta, estaba convirtiendo la geometría en aritmética. Marcó nuevos hitos, dividió su terreno y se lo dejó a sus hijos en partes aproximadamente iguales. ¿No es posible? ¡Naturalmente que sí, y con tiempo habría podido hasta medir toda la superficie de la Tierra! No obstante, hay otros procedinlientos más prácticos para medir el terreno y el más antiguo, a nuestro modesto entender, es el de la cuadriculación. Tomamos la "medida", repetimos sobre una línea recta tantas veces como la "medida" entre en la recta y sumamos. Trazamos otra recta perpendicular a la anterior, volvemos a contar cuantas veces entra la
"medida" en ella, sumando repetidas veces la "medida", y obtendremos la superficie del cuadrado o rectángulo que buscamos. Como los terrenos no siempre son cuadrados, la triangulación -ya que un triángulo es la mitad de un cuadrado- nos puede servir para hilar más fino. Ya tenemos, por tanto la "medida" local, aceptada por la comunidad, y un concepto geometrico con el que vamos a seguir especulando, puesto que el suelo, poco a poco, va adquiriendo mayor valor, y más si se se encuentra en las inmediaciones de una gran urbe. ¿Nos comprenden? Si se fijan en la Fig. 56, verán la forma irregular del terreno propiedad de Satmet, que, para mayor "inri" posee un camino que lo cruza hasta el río, y que no le pertenece, por ser de la comunidad. Satmet ha buscado a un geómetra para que le diga cuántos "codos" tiene su terreno.
Fig. 56. Geometría Hermética aplicada a la Agrimensura. Sobre un cuadrado de 64 casillas ABRACADABRACADABRACA equivale a 20 casillas. Si cada casilla tiene 100 codos, la propiedad de Satmet tendra 2.000 codos. El geómetra ha tomado medidas y ha dibujado un mapa en donde el terreno de Satmet aparece con bastante precisión, como si hubiera sido observado a vista de pájaro. Como ha seguido fielmente las líneas de los" hitos, los ángulos coinciden. Después, el geómetra ha buscado el centro del terreno, sobre la tablilla, el pápiro o donde haya trazado su plano. Ha sacado un compás y ha buscado el círculo, de suerte que un punto de la circunferencia coincida con uno de los vértices del terreno, o sea, el que está justamente colindando con el río. Obsérvese que la circunferencia pasa holgadamente fuera de los demás vértices o hitos del terreno. Con el círculo así trazado, el geómetra sólo tiene, pues, que medir el radio AO y luego cuadricular, sobre el papel, todo el círculo. En el ejemplo la cuadriculación es muy simple. Por medio de los semicírculos ha obtenido el cuadrado y la división de éste en 16 casillas. Una subdivisión, partiendo todos los cuadros por la mitad, lo ha convertido en un cuadrado de 64 casillas (como un tablero de ajedrez).
Después, ¡Y esto es lo que nosotros aportamos, ¿cómo no?, a modo especulativo! ha marcado con signos "mágicos" los cuadros comprendidos dentro del terreno de Satmet, en el bien entendido que ha sido más meticuloso que nosotros y ha compensado geométricamente todas las irregularidades del terreno, incluyendo el camino, que no pertenece a Satmet, hasta obtener veinte cuadritos completos, de los sesenta y cuatro que hay en su cuadratura. Para no confundirse en las mediciones de los cuadritos que pertenecen a Satmet, repetimos, los ha marcado con signos mágicos. Luego, los ha contado. Y, como sabiendo el lado de un cuadrito, sabe su superficie, el geómetra ha dicho a Satmet, al acabar su trabajo: -Tu propiedad tiene dos mil codos. Si la quieres vender, sé de un hombre que te dará dos denarios por codo, o sea cuatro mil denarios. ¡Satmet se habría hinchado como un pavo real, porque tener cuatro mil denarios era tanto como ser un hombre rico! Pero no vendió su terreno, lo conservó hasta que le ofrecieron cuatro denarios por codo. Entonces, vendió la mitad y obtuvo lo mismo que le había ofrecido el geómetra, reservándose la mitad de la tierra. ¡Ah, Satmet, qué sagaz fuiste! Metáforas aparte, a más de un lector le habrá sorprendido ver los "signos mágicos" formando una abracadabrante palabra, en torno a la cual se han urdido sobrecogedoras fábulas. Y, sin que estemos absolutamente seguros del porqué lo hemos hecho, se nos ocurrió, hace ya algún tiempo, cuando empezábamos con esto de la Geometría Hennética que, efectivamete, cuando la trigonometría ni se había soñado, pero sí intuido, ya habian hombres que medían terrenos por el mundo.
Fig. 57. Cuadrados superpuestos y variaciones en blanco y negro. Aquellos geómetras utilizaban procedimientos medievales, muy en la línea del ejemplo de la Fig. 56, pero se reservaban el secreto de su trabajo, dándole un aire misterioso y mágico, para lo que el ABRACADABRA, al que podían añadírsele tantas letras como fuera preciso, a fin de llenar los triángulos o cuadros del terreno en medición, era una simple clave mnemotécnica que desconcertaba al campesino o al terrateniente -un campesino más rico, pero campesino al fin-, haciéndole creer que su ciencia era muy complicada y, por tanto, la medición valía más que otra medición menos "abracadabrante". ¡Tretas del oficio que hasta permitían vender parcelas de cielo al incauto que estuviera dispuesto a pagar por ellas!
Debemos remitir al lector al principio de este capítulo, donde aclaramos el propósito que nos guía, e insitimos en que esto es una pura teoría y la Fig. 56, un ejemplo. Ignoramos si todo ello fue exactamente así, se le parece un poco o nada tiene que ver con la realidad. De todos modos, con esa demostración especulativa estamos dispuestos a realizar la medición de cualquier terreno, ¡de no muy dilatadas dimensiones!, y estamos convencidos de no errar en muchos metros.
Fig. 58. Dibujo hexagonal. Plácenos, al mismo tiempo, insertar...las Figs. 57, 58 y 59, que, aunque no tengan absolutamente nada que ver con lo que hemos expuesto en este capítulo, sí les ayudará a formarse una idea todavía más clara de la que tengan ya, acerca de la utilidad "práctica" de la Geometría Hermética. Lo malo de todo ello es que la geometría plana o euclidiana ya ha recurrido a la hermética en innumerables ocasiones -¡sin consultar con nadie!- y la ha utilizado como si fuera propia, tanto en arquitectura, como en mecánica, ornamentación o agrimensura, despreciando lo que, por ignorancia o por falta de profundidad, no ha considerado útil a su trabajo. Así fue, precisamente, cómo se fue perdiendo la esencia ancestral de la Geometría Hermética, que salía del claustro o la bóveda del astrólogo y "mago" para ir aportando su colaboración a otras ciencias y trabajos, lo que nos ha llevado, con el tiempo, a olvidar su origen milenario y a creer que todo ha surgido del Renacimiento o poco más allá, cuando la verdad es que mucho antes de construirse las pirámides de Egipto ya se utilizaba esta geometría, se construían pueblos y ciudades y se delimitaban los territorios con líneas geométricas invisibles. Esto no es una panacea, ni un elixir maravilloso capaz de curar todos los males. Pero sí es el fiel reflejo de la evolución constante de la inteligencia del hombre, que nos sitúa en la alternativa de tener que aceptar, o bien que la descubrió el hombre, paso a paso, línea a línea, y a través de muchísimos siglos, pudiendo haberse perdido y recuperado después, o bien que nos fue revelada por inteligencias superiores. Y sin el propósito de hacer excesiva presión para que se crea, nosotros estamos convencidos de que la Geometría Hermética es más antigua que el planeta que actualmente nos alberga. Hay una poderosa razón cosmológica que nos induce a creerlo así. Bien es cierto que el hombre puede ser más antiguo de lo que suponemos y su inteligencia haber alcanzado cimas insospechadas, para caer posterioremente en el
abandono, la apatía y la ignorancia, sin que se perdiese del todo el conocimiento adquirido anteriormente por otras generaciones. Es posible que así fuera. Pero es un mundo demasiado inmenso el que nos revela la G .H., demasiado vinculado al cosmos y a los astros que giran, van, vienen, nacen, mueren, para que nosotros podamos admitir el que estemos solos en la inmensidad del universo y que esa maravilla estructural de las líneas lo hayamos descubierto nosotros sólo con mirar al cielo. Y otro argumento. Supongamos que no estamos solos, que hay razas extraterrestres que influyen, directa o telepáticamente, en nosotros y nos han transmitido sus conocimientos.
Fig. 59. Complemento. División del círculo en 28 partes (4 x 7 = 28). ¿Cuántas razas? ¿Sólo una, varias, muchas? He aquí una pregunta inquietante. ¿Creen los chinos que sólo hay chinos en el mundo, encerrados dentro de la Gran Muralla? (¿Dónde diablos hemos leído nosotros esta frase? ¿Nos la habrán transmitido los extraterrestres? ¿Los de Ummo, los de Adamski, los de Duncan Lunan o los de Siragusa?) Sigamos con la Geometría Hermética (G.H., que queda más yanqui) y permítasenos decir que en más de una ocasión, tal vez por influencia platónica, se nos ha ocurrido pensar si todo esto no nos habrá sido "transmitido", para que sea divulgado, por esa facilidad que tenemos para "decir cosas". Digamos, de paso, que también hemos pensado en que los hombres podemos formar parte de una especie de inmensa colectividad mental, y que, de un modo u otro, estamos todos conectados a una Gran Mente común, de la que todos podemos extraer "recuerdos" o pensamientos, habidos o por haber, que sean afines a todos y que a nosotros nos parezcan propios y exclusivos. ¿Por qué no? Es algo sumamente parapsicológico y que no es la primera vez que se nos ha ocurrido, ni los únicos en "pensarlo". En la cabeza, dentro del cráneo, sólidamente protegido, tenemos un cerebro que es un verdadero enigma y en donde suponemos el origen de nuestras ideas, aunque bien podía ser una especie de ordenador, emisor o receptor, que, de un modo u otro, nos comunique con otros individuos, ya sean de aquí o de fuera. Todo esto viene, sutilmente llevado con astucia, para cerrar este capítulo que, irónicamente, hemos llamado "Especulación... del suelo", a fin de poder presentar la Geometría Hermética como algo práctico en el pasado. Pero ignoramos si fue así, porque
nuestros registros "akásicos" no están muy afinados. Puede que se nos "haya ordenado" hacerlo, que se nos "haya ocurrido" a nosotros, que todo no sea más que una falacia, que hayamos perdido lastimosamente el tiempo y que no hayamos dado ni siquiera una en el clavo. Pero lo que es evidente a todas luces es que lo hemos escrito, que está aquí, para bien o para mal, y esto no es una entelequia, sino una realidad. Por favor, ¡no nos pregunten más!. Dijimos que no somos expertos en nada, que tenemos una vaga idea de lo que es agrimensura y que la trigonometría y los logaritmos que aprendimos hace muchos años se nos han desvanecido de la mente -¡o de la memoria!-, amén de que las matemáticas nos producen jaqueca. Es recurriendo a los libros, ¡que no todos son tan doctos como se supone!, cómo sabemos que en la Antigüedad, en Asiria, Persia y Egipto, así como en la América maya e inca, se realizaban mediciones de terrenos por medio de aparatos arbitrarios y empíricos, porque la verdadera ciencia de la Agrimensura, derivada de las Matemáticas, data del siglo XV, cuando se inició la triangulación y que luego se perfeccionaría con la Trigonometría y la utilización del teodolito. Nosotros, que no nos consideramos reencarnados por algún antiguo geómetra, tipo Allan Kardec, pensamos que todo lo que exponemos pudo haber sido así, y no que haya sido así. Esto debe quedar bien claro, y lo remarcamos vigorosamente por si no lo hemos hecho antes. La G.H. no es nueva, ni mucho menos. Todos la conocen, aunque hayan creído que era simple geometría. Los hombres que, forzados por la necesidad, recurren a complicados dibujos para realizar sus obras, estan comportándose como geómetras herméticos, ya que es imposible saber dónde acaba lo conocido y empieza lo desconocido, especialmente en un campo tan inmenso como es el de las líneas, que la más larga, si Einstein no iba desencaminado, daba la vuelta al Universo y regresaba a su punto de partida, siendo recta y no curva. ¿Comprenden bien esto? Sinceramente, nosotros, no. Pero, ¿qué importa eso? Sonriamos, aquí no se acaba todo; hay mucho más por delante. La G.H. no ha hecho más que empezar... ¡aunque lleve existiendo toda la eternidad y sus líneas ocupen prácticamente todo el infinito! Sigamos trazando figuras... ¡No las acabaremos jamás!
"No deberíamos empequeñecer el Universo para acomodarlo a los límites de nuestras facultades perceptivas, como ha venido haciendo hasta ahora el hombre." Sir Francis Bacon (1561-1626).
CAPITULO XVI ¿ENOCH O HERMES- TOTH?
El "Libro de Enoch", considerado como apócrifo por la Iglesia católica, había sido admitido como de inspiración divina por la iglesia primitiva, hasta el concilio de Nicea del año 325, fecha en que el Papa Urbano I, aconsejado por los padres del Cristianismo, ordenó rechazarlo e incluirlo en el Indice, recusando así un libro del Antiguo Testamento que se empieza a considerar ahora como fuente de inspiración para Moisés en la redacción del Génesis. Nos encontramos, por tanto, ante una obra "perseguida", inquietante, sorprendente y, bajo nuestro punto de vista, sugestivamente reveladora, ya que su texto, contemplado bajo el prisma actual, reduce el concepto de Jehová al de un simple jefe de una expedición extraterrestre que llegó, hace muchos siglos, a nuestro planeta. Pero esto no es todo. Nos cuenta lo que el Génesis dejó de contar, confundiendo hechos y personajes, porque "el pueblo fiel, elegido del Señor, no debía saber más de lo que convenía a sus dirigentes". "El Libro de Enoch" era conturbador, perturbador e inquietante. Su lectura daba que pensar, aclaraba dudas y dejaba a los primitivos teólogos y exégetas en una postura ciertamente incómoda, reduciéndolos a lo absurdo, o poco menos. Por ello, se decidió su desaparición y se aregló la Biblia como se pudo, aunque no se eliminó el nombre de Enoch del Antiguo Testamento por las razones que luego expondremos. En realidad, hubieron tres Enoch o Enós en la Biblia. El primero se menciona en el Génesis, 4,17. como el hijo mayor de Caín: "Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc. Y a Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mehujael, y Mehujael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec." Tenemos, pués, el primer Enoc o Enoch, hijo de Caín y Padre de Irad. El segundo, que aparece con el nombre de Enós, fue pariente próximo del anterior, por ser hijo de Set, el tercer hijo de Adán y Eva. "Ya Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Jehová." (Génesis, 4,26). El tercero, y en quien recaen nuestras miradas escudriñadoras, por creerlo el autor del libro apócrifo que comentamos, fue hijo de Jared y padre, a su vez, de Matusalén, que fue padre de un segundo Lamec, el autor de los días de Noé. Prestemos atención a esta genealogía puesto que presenta singulares características, especialmente, por la larga vida de todos aquellos varones, cuyo promedio estaba en los ochocientos años. Matusalén, por ejemplo, vivió 969 años; Jered, padre de Enoch, vivió 962 años, y Lamec vivió 777 años. Es significativo que los descendientes de Adán y Eva, quienes habían probado el fruto del árbol del Bien y del Mal, vivieran tantísimos años. ¿No pudo aquí haberse cambiado el texto sagrado, ya que el propio Jehová hace referencia a otro árbol, el de la vida, que podía hacer eternos a los hombres? Lo que sí nos consta es que el Rashi de Troyes, sabio exégeta de la Edad Media, daba a los "Elohim", plural de extranjeros, la característica de acompañantes de Jehová y "tomaron mujeres de las hijas del hombre", por lo que no debían ser espíritus o asexuados. Es, por otra parte, el susodicho Lamec quien nos hace pensar si el autor del Génesis, libro escrito supuestamente por Moisés muchos años después de Enoch, no estaría confundido en la primitiva genealogía, ya que Metusael, padre del primer Lamec, se parece extraordinariamente al Matusalén que engendró al segundo Lamec. Y veamos lo que nos cuenta la Biblia en Génesis 5,18 y siguientes:
"Y Vivió Jared ciento sesenta y dos años y engendró a Enoch. "Y vivió Jared, después que engendró a Enoch, ochocientos años, y engendró hijos e hijas. "Y fueron todos los días de Jared novecientos sesenta y dos años; y murió. "Vivió Enoch sesenta y cinco años, y engendró a Matusalén. "Y caminó Enoch con Dios, después que engendró a Matusalén, trescientos años, y engendró hijos e hijas. "Y fueron todos los días de Enoch trescientos sesenta y cinco años. "Caminó, pues, Enoch con Dios, y desapareció, porque lo llevó Dios." Resumiendo, Enoch no murió como los demás ascendientes o descendientes, ¡sino que se lo lleyó Dios consigo, en vida, cuando contaba sólo 365 años, mientras que su padre vivía más de novecientos años, y su hijo, Matusalén, es considerado el hombre más anciano de la historia! Y recordemos, asimismo el Génesis 3,22: "Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue la mano y tome también el árbol de la vida, y coma y viva para siempre". Por el Pecado Original, Jehová expulsó a Adán y Eva del Edén, a fm de preservar el árbol de la vida o la fuente de la eterna juventud. Enoch, descendiente de Adán en séptima generación, habría de merecer favor de Dios y gozar del privilegio de ser llevado en vida al cielo, hecho que tuvo lugar en Achuzan, porque allí eligió Matusalén un altar en recuerdo al rapto de Enoch. Como Elías, Enoch tuvo el privilegio de eludir la muerte, ya que fue al Más Allá "dentro del cuerpo que recibió en su nacimiento". El Antiguo Testamento, además, menciona textos más antiguos que el Génesis, como el "Libro del Justo" y el "Libro de las Guerras del Eterno", como se afirma en los Números, 21, 14 y 27, con lo que el Pentateuco no es el primer libro del pueblo de Israel. Ahora bien, Enoch en hebreo se escribe Hanoc y significa "iniciador". Y hay más: Joseph Karst, Profesor de la Universidad de Estrasburgo, relaciona a Enoch o Hanoc con el profeta Edris. que se supone originario de Armenia o de la Alta Mesopotamia. Aunque tampoco ha faltado quien haya asociado a Enoch con Oen u Oes, de lo que se ha llegado a deducir que bien pudiera ser Oannes, el dios-pez de la cultura babilónica, habida cuenta de que todo se refiere casi a la misma región. Y, por otra parte, el dios egipcio Horus se llamaba Onnos y sus características eran muy similares a las del Oannes mesopotámico, por lo que nada tendría de extraño que con nombres distintos, pero similares, todos los relatos estuvieran refiriéndose a una misma persona, o sea, a Hanoc, el iniciador, y el que se fue en vida con Dios, ya que ciertos escritos rabínicos dicen que en el reino de los ángeles se le conoció como Miguel, "príncipe celeste, encargado del registro de los méritos y pecados de los israelitas". Existen cristianos en Oriente que lo relacionan también con el Hermes Trismegisto o Hermes-Toth de los egipcios. Y aquí es donde queríamos llegar, para significar que, aunque de distintas fuentes, diversos orígenes, con nombres diferentes, aunque similares, muchísimos años antes de Moisés, hubo un profeta que escribió un libro por instigación divina, el cual dividió en cinco partes principales, y que llamó: 1.0 La caída de los ángeles y la asunción de Enoch, en el que se habla de la llegada de los "elohim", el descenso de éstos sobre Aradis, lugar próximo al monte Armón, y la cópula que hicieron doscientos de ellos con las hermosas hijas de los hombres.
2.0 El libro de las parábolas, que explica las tribulaciones de los hombres, así como la de los "ángeles caídos" y todo lo que de ello se derivó. 3.0 El libro del cambio de las luminarias en el cielo es el que explica, mucho más profusamente que el Génesis, cómo se creó el mundo, las estrellas y todo lo que en el relato de Moisés queda reducido a unas incomprensibles líneas. 4.0 El libro de los sueños narra la historia del mundo y la del pueblo de Israel desde sus orígenes, y 5.0 El libro de la exhortación y la maldición, donde se señala el castigo que recibirán los pecadores, así como la recompensa de los justos en el Juicio Final, cuando llegue "el Señor al frente de sus ejércitos" para juzgar los actos de los hombres. Es J. Bonsirven, en "La Bible apocryphe, en marge de I' Ancien Testament" (Fayard, 1953) quien nos da los datos del texto eslavo, o "Libro de los secretos de Enoch", y que explica cuando los "seres luminosos" se aparecieron a Enoch para llevárselo fuera de la Tierra. Estos seres luminosos, o Veladores, que también podemos llamar nosotros "espíritus guías", según la versión de Anne Marie Dinkel, que nos da Vintila Horia en "Encuesta detrás de lo visible" (Plaza & Janés, 1975), o lo que cuenta el Dr. Raymond A. Moody, en "Vida después de la vida" (Pág. 72), de Edaf, Madrid, 1977, al mencionar a los seres luminosos que aparecen ante los que han sido considerados como clínicamente muertos, son los que ahora debemos considerar con criterio actual y bajo un nuevo prisma, al examinar la obra apócrifa o "perseguida" de "El libro de Enoch", en donde se dice: "Entonces se me aparecieron dos hombres muy grandes, como nunca he visto en La Tierra. Sus semblantes brillaban como el Sol, sus ojos eran como antorchas ardientes, de su boca salía fuego y sus vestidos eran plumas de aspecto variado. "Enoch se asustó, pero sus visitantes lo tranquilizaron, diciéndole: "Ten valor" Enoch; en verdad, nada has de temer. El Señor eterno nos ha enviado a ti. Y he aquí que hoy vendrás con nosotros al cielo. Da instrucciones a tus hijos para tu ausencia." Cuenta Enoch que fue conducido al séptimo cielo y que fue un viaje real y no imaginario, acompañado por seres de carne y hueso y no espíritus o figuras místicas, haciendo tangible y tridimensional, material y físico, lo que otros textos sagrados han tratado de hacemos ver como visión, sueño o simple relato de inspiración divina, con lo que todo esto lleva de confuso y esotérico. Pero hay más rastros de Enoch en las Sagradas Escrituras, lo que nos hace dudar del criterio expresado por los primeros padres de la Iglesia al incluir en el Indice "El Libro de Enoch". Por ejemplo, en La Epístola Universal de San Judas Apóstol, después de hablar de las falsas doctrinas y los falsos maestros, dice, en el versículo 14: "De éstos también profetizó Enoch, séptimo desde Adán, diciendo: He aquí, vino el Señor con sus santas docenas de millares para hacer juicio contra todos y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él." Ahora bien, cuando el Concilio de Nicea calificó de apócrifo "El Libro de Enoch", todos los ejemplares que existían en aquel siglo de gracia fueron arrojados a la hoguera. Esto ha ocurrido siempre. Y de Enoch no habríamos tenido más que las citas respetadas en la Biblia, de no haber sido por una versión eslava, conservada en Oriente, y por los tres ejemplares en lengua copta que el inglés James Bruce halló en Abisinia en 1769, uno de los cuales ha servido para la traducción que publicó en francés Letouzey et Ané, en París, 1906, obra de Francois Martin.
Parece ser que James Bruce regaló un ejemplar a la Biblioteca de la Universidad de Oxford, otro se los obsequió a Luis XV, de donde se obtendría la traducción francesa, y el tercer ejemplar lo conservó él mismo. Y veamos, para concluir nuestra exposición, un fragmento del libro que estamos tratando, porque después habremos de mantener cómo aprendió el hombre los "secretos de los signos", ¡ya que aquí sólo pretendemos demostrar el origen de la Geometría Hermética! "En aquellos días, en que los hijos de los hombres se multiplicaron, ocurrió que les nacieron hijas, bellas y deseables. "Y cuando los ángeles, las criaturas celestes, las hubieron contemplado, se enamoraron de ellas, y se dijeron mutuamente: 'Escojamos esposa en la raza de los hombres, y tendremos hijos con ellas'." ¿No aprecian cierto paralelismo entre este párrafo de "El Libro de Enoch" y el relato de Platón en torno a la Atlántida, cuando Poseidón eligió como esposa a Clito, la hija de Evenor y Leucippa? El relato de Enoch sigue diciendo: "En número de doscientos bajaron, pues, sobre Aradis, lugar situado cerca del monte Armón. "He aquí los nombres de sus jefes: Samyaza, el principal de entre ellos, Urakabarameel, Akibeel, Tamiel, Ramuel, Danel, Azkeel, Saraknya1, Asael, Amers, Batraal, Anane, Zavebe, Samsavael, Ertael, Turel, Yomiael, Arazeal. Tales fueron los jefes de los doscientos ángeles: y todos estaban con ellos. "Y cada uno de ellos escogió a una mujer; se acercaron a ellas, y con ellas cohabitaron; y les enseñaron la magia, las hechicerías y las propiedades de las raíces de los árboles. "Y aquellas mujeres concibieron; y parieron gigantes, cuya talla era de trescientos codos." "Devoraban todo lo que podían producir los trabajos de los hombres y fue imposible alimentarlos. "Azayel enseñó a los hombres a hacer espadas y cuchillos, escudos, corazas y espejos; les enseñó la fabricación de brazaletes y de adornos, el uso de la pintura, el arte de pintarse las cejas, de emplear las piedras preciosas y toda especie de tintes, de modo que el mundo se corrompió. "Creció la impiedad; se multiplicó la fornicación; las criaturas transgredieron y corrompieron todas sus vías. "Amazarak enseñó todos los sortilegios, todas las hechicerías y las propiedades de las raíces. " Amers enseñó el arte de resolver los sortilegios. "Barkayal enseñó el arte de observar las estrellas. "Akibel enseñó los signos y los caracteres mágicos. "Tamiel enseñó la ciencia de los astros." Podríamos continuar largo tiempo narrando la "osadía" de los impuros que pervirtieron a los ignorantes "hombres", pero es suficiente para dejar bien claro cómo llegaron ciertas "ciencias" a conocimiento de los hombres! Ya dijimos que Poseidón construyó una ciudad, templos y edificios, gracias a los conocimientos que trajo consigo de la Morada de los Dioses, como nos contó Platón, cuya obra inacabada nos sugiere el destino que debió sufrir, a semejanza de "El Libro de Enoch", porque, seguramente, explicaría cosas que nosotros no debíamos saber.
Todo esto es lamentable, pero real. A los dirigentes religiosos de siglos atrás no les agradaba la idea de que se supiera algo que, necesariamente debía tenerse oculto. Tal vez por eso mismo se destruyó el mensaje que cubrían las vertientes inclinadas de la Gran Pirámide, que debió ser un libro en piedra y testimonio de los conocimientos llegados del cielo. Los pueblos primitivos, indudablemente, no estaban preparados para comprender que existieran otros planetas habitados y que en ellos hubieran seres, de antropomorfismo análogo al nuestro, pero de cultura distinta y conocimientos técnicos y científicos superiores. Es lógico suponer que en el enfrentamiento de ambas razas, la nuestra llevase las de perder y quedase relegada a la de siervos o esclavos. Quizá no era este el plan de Jehová, cuyas altísimas miras debían contamplar la dignificación, educación y preparación de los aborígenes. No queremos insistir en que los "ángeles" fuesen precisamente humanos, pero sí que eran de carne y hueso, sexuados y capaces de engendrar hijos a las mujeres de los hombres. Esto no lo niega nadie. Tampoco se niega que bajasen del cielo, o sea que llegaron a bordo de algo que podía viajar por el espacio, como nos cuentan Ezequiel, Elías y Enoch. Nosotros decimos aún más: el Ojo de Horus, tal y como estaba representado, debía ser forzosamente una nave lenticular. Los egipcios la representaron en su forma más simple, o sea, como un ojo, que sirve, al mismo tiempo, para observar y "volar alto". Y no olvidemos, por otra parte, que para elevar enormes bloques de piedra a ciento cincuenta metros de altura, lo más idóneo sería un objeto volante, a modo de helicóptero, por audaz, atrevido o disparatado que esto pueda parecer a los que se obstinan en seguir creyendo en las doctrinas de quienes hicieron desaparecer todo testimonio que no estuviese de acuerdo con sus dogmas. Ha sido tal la conjura establecida para silenciar todo el cúmulo de hechos aparentemente sobrenaturales, que ya hasta dudamos del verdadero sentido de la magia, lo sobrenatural o la simple superstición, aunque, sin dudar, esta confusión fue creada deliberadamente. Nosotros no podemos afirmar de modo tajante que el fenómeno "ovni" sea una realidad, pese al gran número de testigos oculares que parecen existir, no de ahora, sino a través de todos los tiempos. Y hasta comprendemos que en tanto tráfago de opiniones la gente no sepa a qué carta quedarse, porque en el terreno religioso ocurre lo mismo. Pero tenemos la impresión de que todos estos fenómenos están, de algún modo, relacionados entre sí. ¿Y por qué tanta confusión? ¿No sería más fácil explicar la verdad, si es que alguien la conoce? Esto, precisamente, es el "quid" de la cuestión: todos creen conocer la verdad y cada hombre da una versión distinta de la misma. ¿No es desconsolador? Nosotros creemos que no somos la primera, ni la única, raza del Universo; pensamos que hubieron seres, en ciclos o eones anteriores al nuestro, que se paseaban por el cosmos como ya empiezan a realizar los astronautas de la NASA, con máquinas provistas de poderosos medios de traslación, y que algunos debieron descubrir nuestra tierra hace algunos cientos de siglos. Lo que ocurrió lo ignoramos, pero todo parece indicar que los extraterrestres se rebelaron contra su jefe y se mezclaron con los habitantes primitivos, teniendo hijos con las hijas de los hombres. Aquellos "elohim" eran humanos o humanoides, como mínimo. Lo que ocurrió después es el eterno problema de los criterios entre buenos y malos, la dualidad de Zoroastro, la gnosis, el "lo mío es mejor que lo tuyo" y las disensiones, de todo lo cual todavía no nos hemos librado, ¡porque, seguramente, ése es el aciago destino del hombre, o la prueba por la que hemos de pasar durante nuestras vidas!
La História, indudablemente, ha de partir de un principio. Lo malo es que cada vez estamos más distantes de aquel remoto principio y nadie sabe, a ciencia cierta, qué fue lo que ocurrió, por muchos retazos sueltos que hayan quedado. No conocemos nuestro verdadero origen. Ni sabemos de dónde venimos, ni a dónde vamos. Pero, ¿no podemos imaginar, por ejemplo, que hace veinte o treinta mil años, llegó una gran nave espacial a nuestro Sistema Solar, y que esta civilización, desde su órbita planetaria, pudo influir en nuestro desarrollo, del mismo modo que norteamericanos y soviéticos influyen en la actualidad sobre los países subdesarrollados? Aquí es donde nos vemos precisados a concluir nuestra hipótesis, porque sabemos muy bien que si pusiéramos a votación universal el sí y el no de los que creen en la influencia alienígena y nuestra evolución natural, nos encontraríamos con dos grandes grupos opuestos y antagónicos. Esta es una constante filosófica y causa evidente del progreso que ignoramos dónde acabará. En el erróneo supuesto que todos pensásemos del mismo modo, como si estuvieramos conectados a una conciencia común o mente colectiva, en lo que abunda C.G. Jung, creemos que aún viviríamos en la jungla, unidos los hombres de la tribu por espíritu de supervivencia, respetando sólo al macho más fuerte o al más audaz y temerario, o nos habríamos extinguido. Y no es así. Existen opiniones diversas. Cada individualidad trata de demostrar que sus ideas, teorías o principios, son los mejores. Y eso, aunque parezca otra cosa, es un motor de progreso. ¡O al menos, así nos lo parece! Jehová debió tener sus adictos y sus detractores. La experiencia que realizó en el Edén con Adán y Eva fue un fracaso. Su desilusión no le llevó, sin embargo, a dejamos a nuestra suerte, sino que, posteriormente, obligado por sus promesas al pueblo elegido, intervino en diversas ocasiones, igual que debieron hacer los "ángeles caídos" o sus descendientes, extendidos ya sobre la faz de La Tierra, confundidos dioses, semidioses, hombres y gigantes, tanto en Oriente como en América, Asia y Oceanía, porque vestigios de grandes civilizaciones antediluvianas están apareciendo por todas partes, lo que demuestra que, en el pasado, sin los conocimientos de la Ciencia actual, se podían hacer cosas, templos, pirámides o túneles impresionantes, basándose en una geometría esotérica que el hombre no podía haber desarrollado por sí solo. Esto es lo que nos atrevemos a mantener.
"El profesor Agrest afirma que Sodoma y Gomorra fueron destruidas por una explosión nuclear y que la ciclópea terraza de Baalbeck, en el Líbano, era una pista de aterrizaje." W. Raymond Drake, "Las civilizaciones perdidas."
CAPITULO XVII EL SÍMBOLO GEOMETRICO Dentro de lo que se ha dado en llamar la simbología esotérica, hemos encontrado la expresión oriental del doble Ying-Yang, en donde se revela geométricamente la dualidad cosmogónica que ha dado origen al Todo, y que se representa por un simple círculo, como dos planetas con estela que se estuvieran aproximando, en atracción y repulsión mutua, o como fuerzas positivas y negativas de energía creadora. Nosotros, dando por sobradamente conocida la figura, la hemos representado en la Fig. 60 un tanto más complicada, más hermética o alquímica, introduciendo el símbolo de la Materia: tierra, agua, aire y fuego. Esto no es más que un problema simple de Geometría Hermética, o una cuadriculación, de donde hemos hecho desaparecer las líneas rectas, inexistentes en el Cielo, ¡pero que, evidentemente, forman parte de un todo primordial! Aquí vamos a tratar de los símbolos o signos secretos, cuya interpretación ha dado materia y pábulo a las más insólitas y disparatadas teorías, sin tenerse en cuenta que, detrás de cada figura, existe un entramado invisible (borrado "ex profeso") que sirvió de base a la creación que estudiamos. Repetimos una vez más. En Geometría Hermética no aparecen nunca las líneas primarias que sirvieron para realizar el trazado definitivo, ¡porque se sobreentiende que el círculo y los triángulos entrelazados y formando cuadro existen en el trasfondo, de lo contrario, no sería G.H. Los símbolos ausentes han de ser tenidos muy en cuenta y se pueden apreciar siempre en la simetría de la forma; como el símbolo presente y visible deja de ser un símbolo para convertirse en la realidad tangible. Tal es el caso de la Gran Pirámide de Keops o de Hermes-Toth que representa el triángulo, vista al nivel del suelo, y un cuadrado, vista desde el cielo. El símbolo ausente de esta obra megalítica es, por supuesto, el círculo y los siete radios sagrados que nos expresan un conocimiento supremo, antiquísimo, por no decir eterno, ya que esto parece exageración entre mortales, y que sin los cuales la magna obra no sería más que una vulgar chapuza.
DOBLE YIN y YANG DE LA VIDA Fig. 60. Símbolo geométrico-hermético de la Materia: Tierra (línea horizontal), Agua (línea ausente o blanca), Aire (línea vertical) y Fuego (cuadriculado).
Hemos afirmado anteriormente que el judeocristianismo se ha apropiado de todo cuanto existía antes de que existiera incluso el pueblo supuestamente elegido, y su simbología no es más que un sincretismo en donde se han aunado conceptos anteriores, esotéricos o no, conservados aquí y allá, en el devenir de la historia del hombre, como lo demuestra el símbolo de la cruz, que ya hemos demostrado cumplidamente cuál es su origen y que surge de la división del círculo en cuatro partes iguales. No vamos a mantener ahora que la geometría sea también religión, pero sí diremos que la religión se formó en el estudio de los conceptos geométricos y cosmogónicos, o bien es la consecuencia del mensaje que seres superiores trataron de transmitir a nuestros primeros padres, válgasenos la expresión de padres. Si admitimos que la geometría nos fue revelada, al mismo tiempo que se nos entregaba el instrumento para trazar el primer círculo, todo lo demás se nos daba por añadidura. En nuestras manos estaban los medios para analizar las líneas y sus consecuencias y desarrollar una doctrina técnica que nos elevaría del principio irracional, como así parece ser que ocurrió. Claro está que nadie nace enseñado y que es preciso una disciplina que, por medio del análisis, nos conduzca a la síntesis o al origen que, en nuestro caso, representa el círculo. ¿Se nos comprende, nos estamos "enredando" o volvemos a las fórmulas simples? Creemos que unos cuantos ejemplos" gráficos expresarían mejor lo que estamos tratando de decir. Antes, sin embargo, recordemos que antes del cristianismo monoteísta hubo un período politeísta, de dioses griegos, pero, mucho antes, celtas, egipcios o lemúridos y atlantes creyeron en un solo Dios.
Fig. 61. Otro aspecto de la Geometría Hermética o invisible. La cruz en cinco círculos. Las líneas de la triangulación hermética han desaparecido en parte. Y esto de las creencias teológicas está estrechamente vinculado a los símbolos geométricos, como pretenden demostrar los teósofos seguidores de H.P. Blavatsky, al hablamos del primer libro escrito por el hombre, el llamado "Diagrama Cosmogónico de la Tierra de Mu", que, según James Churchward, cuenta con 35.000 años, y cuyo símbolo es un círculo rodeado de una corona de doce signos, conteniendo dos triángulos equiláteros entrelazados.
Se cree, también, que existió una ciudad, llamada de Y s, sepultada por las aguas al mismo tiempo que la Atlántida, donde se rendía culto a Isis. Y nosotros diríamos que todo ello aconteció muchos siglos antes de que la humanidad se rehiciera, después del fabuloso cataclismo, e iniciara su período prehistórico en la época que hemos dado en llamar el neolítico. Si atamos cabos veremos que son nueve o diez mil años antes de J.C. cuando aparecen los primeros vestigios arqueológicos, si descontamos el período rupestre, donde las condiciones climatológicas obligaron al hombre a refugiarse en cavernas. ¿Y antes? ¿Y unos miles de años atrás? El Sacerdote de Sais, según Platón, había dicho a Solón: "Vosotros sólo recordáis un diluvio terrestre, pero ha habido muchos otros anteriormente; lo ignoráis porque, durante muchas generaciones, los supervivientes murieron sin ser capaces de expresarse por escrito." ¡Y porque los mensajes en piedra que nos dejaron, con una geometría simbólica, no ha querido reconocerse como perteneciente al período paleolítico! Los "dioses" amordazaron a la doliente humanidad de antaño. A los del Olimpo les sucedieron grandes espíritus reencarnativos y las mordazas se hicieron más rígidas. Se hubo de regar los campos con sangre, aunque Tales de Mileto, Anaxágoras y otros sabios de la antigüedad ya enseñaban que La Luna reflejaba la luz del Sol y que la Tierra no era el centro del Sistema Solar. Pero, después de haber arrebatado a los libros sagrados lo que más convino, habiéndose deshecho de muchos de los que no ha quedado el menor rastro, se dijo que Ptolomeo y su geocentrismo eran la verdad. Ahora, después del hallazgo de las tablillas cuneiformes que narran la Epopeya del Gilgamesh, nos encontramos con el hecho revelador y contradictorio de que el Génesis no fue más que un plagio, y que la historia de Noé es la misma de Utanapishti. Pero, al mismo tiempo, de América nos llega otra traducción del Popol Vuh y de la India, de libros que jamás habían sido traducidos, surgen héroes y leyendas que nos hablan de cosas estraordinarias. Se ha intentado, ¿cómo no?, establecer la fecha de la catástrofe que asoló buena parte de la humanidad y algunos se han fijado muy particularmente en el llamado calendario de Manetón, quien, según Eusebio de Cesarea, sitúa 5.813 años antes del faraón Menes, que fue el primer rey de la primera dinastía. Hecho el cálculo, como Menes vivió entre 5.619 - y 5.557, antes de J.C., tal catástrofe debió tener lugar hace unos 11.435 años, lo cual se aproxima bastante a la fecha que nos dio Platón. En definitiva, la humanidad sufrió uno o varios cataclismos, pero se rehizo y algo tuvo continuidad. El hombre trató de "religar" con Dios y recurrió a los símbolos herméticos que reconoció en las obras supervivientes a la gran catástrofe. Su análisis le llevó a reconstruir una geometría que luego sería euclidiana, pitagórica o esférica, pero que, en sus primeros balbuceos iniciáticos se basó en la cruz extraída del círculo celeste. Obsérvese la Fig. 60. Recuérdese, de paso, que la sabiduría se refugió siempre, tanto en la Edad Media como en el más remoto pasado, en los templos y santuarios, donde los sabios astrólogos, ascetas o sacerdotes, buscaban afanosamente el origen y la verdad.
Fig. 62. Líneas en la infinidad de variantes de la figura anterior.
Fig. 63. El cuadro de 16 casillas, evidentemente más antiguo que el de 25, ofrece infinidad de posibilidades. La Cruz era el mayor símbolo geométrico de todos los tiempos, porque está en el origen mismo de las figuras celestes. Es el punto central del que parten las cuatro líneas que cruzan el cielo. En la Fig. 61 hemos representado la cruz por medio de cinco círculos, uno central y otros cuatro que repiten ese símbolo árabe que se ha encontrado por doquier y que se ha interpretado como un pentágono. Si siguiéramos las líneas geométricas veríamos la triangulación cuadrática y el cuadrado de nueve casillas (3 x 3 = 9). En la Fig. 62 los cinco círculos están, formando cruz, dentro de otro círculo. Y la reticulación rectangular que obtenemos nos podría llevar, de proponérnoslo, hasta el mismísimo plano original del Templo de Salomón, que parece ser fue trazado de acuerdo con el Santo Grial o Tabla de la Ley, contenida en el Arca de la Alianza, que el Rey David legó a su hijo. Aunque otros aseguren que el Templo fue trazado de acuerdo con el plano de Hiram-Abi, el fenicio. Dijimos que del círculo dividido en seis partes, de donde surge el Hexagrama o Estrella de Salomón, se obtiene el cuadro de 16 casillas. En realidad, uniendo cuatro baldosas o cuadrados, obtenemos esta división geométrica simple, de donde podemos obtener tantas variantes como veces podamos multiplicar 16 por todos los demás números, lo que es, prácticamente, infinito. Una prueba aparece en la Fig. 63.
Sin embargo, en la Fig. 64 hemos ido mucho más allá, porque aquí hemos dividido el círculo en siete partes y luego nos hemos entretenido en hallar una sucesión de líneas relacionadas con el cuatro, o sea, jugando con una cuadratura geometricohermética. Incluso hemos obtenido efectos ópticos debido a la distorsión aparente de las líneas rectas. ¡Pero el círculo ha sido cuidadosamente eliminado! Esta parte de la geometría simbólica la hallamos tanto en las antiguas construcciones griegas, fenicias. Romanas, etruscas, micénicas o dóricas, o sea culturas postdiluvianas. como en la misma pirámide de Keops, considerada por nosotros como antediluviana, lo que prueba que existió un nexo o lazo de contacto, aunque hubieran transcurrido cinco mil años, o más, y demuestra que hay verdades inamovibles. Los lugares considerados como sagrados, y que primero sirvieron para adorar a dioses supuestamente paganos, se utilizarían después, por los sacerdotes de las nuevas religiones, para perpetuar el culto. Porque, evidentemente, ninguna religión sustitutiva rompe definitivamente con la anterior. Y la cruz, que surgió antes del diluvio, se conserva por su significado hermético y no porque fuese el símbolo adoptado por Cristo, ya que, por si lo ignoran, la cruz de los ajusticiados por Roma no era tal cruz, sino el símbolo de "tau" (T).
Fig. 64. Efecto Óptico de distorsión de líneas, partiendo de una "cuadratura" geometricohermética. El círculo, eliminado, ha señalado la división del siete. Las antiguas catedrales se alzan donde antes existió un lugar de culto pagano, especialmente donde ofrendaron los druidas. Y las celebraciones paganas, relacionadas con el culto astrológico, han sido transformadas en celebraciones cristianas, como la Navidad o San Juan, que son cambios astronómicos solsticiales y equinociales. Cambiemos, pese a todo, de temática, porque cuanto estamos exponiendo más parece un reproche que un testimonio, y eso es tanto como apartarse del sendero que seguimos, ya bastante árido de por sí, para que lo compliquemos aún más, saliéndonos de madre. Queremos señalar que la Geometría Hermética ofrece prespectivas inestimables para los delineantes y grafistas modernos, dado que, utilizando el entrecruzamiento de las líneas primordiales de la cuadratura, la infinidad de facetas que se ofrecen, para quien sepa "cribar" y escarbar entre las líneas, son prácticamente todas. ¡Y aquí no hay azar! Podemos elegir los ángulos, formas, figuras o líneas que más se adapten a lo que pretendemos hacer. Sólo hay que mirar atentamente y elegir.
Fig, 65. El cuadro dividido en 9 y 16 casillas. Apréciese la doble armonía del entrecruzamiento triangular. Hay grafistas que utilizan estos recursos sin conocer sus infinitas posibilidades. Fíjense en la Fig. 65. Aquí partimos de un cuadrado dividido en 9 y 16 casillas. La "trama" central, geométricamente pura, nos da variantes de diversos ángulos en torno a una estrella de cuatro puntas. ¿Recuerdan la Rosa de los Vientos? Y la anchura de las líneas son estrictamente proporcionales.
Fig, 66. Proporciones herméticas de la elipse, sobre la división del círculo en ocho partes. En la Fig. 66 damos las proporciones herméticas de la elipse, a base de dividir un círculo cualquiera en ocho partes. Y como variante del mismo tema obtenemos, a modo de ejemplo, la Fig. 67, cuyo sombreado nos recuerda la geometría medieval, época en donde se desarrolló extraordinariamente este estudio y sus aplicaciones góticas. Estamos a punto de "cerrar el círculo", porque intuimos-que, entre texto y gráficos, nos hemos "pasao" un poco; y tan malo es pasarse como no llegar. Nos quedan muchísimos dibujos sobre la mesa y nos resistimos a dejarlos inéditos, no porque signifiquen mucho o aporten algo nuevo a lo ya expuesto, sino porque son algo así
como la Lección final de reflexión a esta obra que hemos titulado "La protohistoria" y, dicho sea de paso, no es más que una infinitésima parte de lo que hay por decir.
Fig. 67. Variante gótica del círculo y el cuadrado, de amplísima utilización en la Edad Media. No obstante, el lector avisado se habrá dado cuenta de que no hemos querido hacer un tratado serio de Geometría Hermética, sino que, fieles a nuestro sentido realista -¡fantástico o no! -hemos introducido esta geometría en una temática protohistórica o "arqueogeométrica". Se comprende fácilmente que esta geometría está descrita con muy pocas palabras, ya que es experimental, a base de consumir papel y puntas de lápiz, trazando figuras y más figuras y buscando aspectos inéditos a las líneas. No se requiere, por tanto, un texto muy extenso. Pero nuestra geometría, como dijimos, se la atribuimos a Hermes-Toth, y aquí es donde debía entrelazarse la Historia de la "otra" Historia, porque siempre hemos mantenido que una cosa es lo que nos han contado y otra muy distinta lo que en verdad debió ocurrir. Nosotros hemos tratado ya, en obras anteriores, tanto con nuestro nombre como con seudónimos, esas temáticas sugerentes de culturas, civilizaciones y mundos desaparecidos. Aquí, tratando de no repetimos, hemos continuado aportando datos distintos, ya que no podían ser nuevos -¡Considerando que ni siquiera Erich von Daniken es capaz ya de hallar "cosas" nuevas!- y ampliando el trasfondo de la Geometría Hermética, pensando más en el benévolo lector que en nosotros mismos.
Fig. 68. Esta Cruz de Malta ha sido obtenida por división del círculo en doce partes, o sea, el doble Hexagrama.
Fig. 69. Un "septenario" geometricohermético obtenido por la división del círculo en siete partes. Y este es el resultado. Las Figs. 68 y 69 son parte de las que nos resistimos a dejar inéditas. En cambio las Figs. 70 y 71 (así como las 72 y 73), son las Lecciones de Repaso, en cuyo pie está la explicación que consideramos suficiente. A menor número de palabras, mayor comprensión.
Fig. 70. ¿Podría Ud. hallar la figura y las línea que han sido empleadas para trazar esta figura geometricohermética? En cuanto a las Figs. 74 y 75 no queremos hacer ningún comentario. Y ya vamos a concluir. Pero nos falta decir lo más importante. No hemos dicho todavía la verdad de la Geometría Hermética; lo hemos reservado para el final, como en las mejores obras de suspenso. Dejamos constancia o dijimos que la idea de desentrañar los secretos de la geometría olvidada se nos ocurrió cuando escribíamos sobre Los Templarios. Pues bien. Ahora podemos decir, naturalmente a quien quiera creernos, que esta idea nos llegó de afuera, nos fue transmitida, no sabemos desde donde ni por quién. Se nos dirigió mental o telepáticamente y se guió nuestra mano -¡tanto en el error como en el acierto!cuando trazábamos las líneas que ahora reproducimos.
Fig. 71, Respuesta a la Fig. 70. División del C. en 4. 3/4 partes divididas entre 7 (Distancia AB) y luego unir los siete puntos entre sí. Luego se sombrean los triángulos elegidos.
Fig. 72, Para componer este sencillo cuadro, ha sido necesario desarrollar toda la "trama" del boceto siguiente (Fig. 73), que puede servir para infinidad de otros gráficos distintos. ¿Verdad que a muchos les cuesta creer esto? ¿Verdad que parece un truco para causar mayor efecto y dejar perplejos a los pusilánimes? No lo crean. Estamos seguros de que muchas personas que figuran en la Historia con nombres relevantes, como Isaac Newton, Copérnico, Calileo, Sir Francis Bacon, y muchísimos más, recibieron mensajes extrasensoriales que les permitieron llevar a cabo sus peculiarísimas misiones. Puede, y esto no lo dudamos, que en nuestra tesis existan muchos errores y que cuando se cribe debidamente la G.H., salgan a la luz errores de bulto que a nosotros nos han pasado por alto. Estamos seguros que esos errores son fruto de nuestra particular ignorancia, al pretender introducir ideas que no nos llegaban de afuera, como sí así estuviese ocurriendo. ¿Nos comprenden? Nadie puede saber cuándo está siendo "dirigido" y cuándo no. Pero sí estamos seguros de que, influidos o no, vengan las ideas del consciente o del subconsciente, siempre hemos sabido que alguien guiaba nuestros pensamientos. Y de esto nos dimos cuenta cuando escribíamos "Mundo sobrenatural", en donde quedó expresado.
No sabemos cuanto tiempo durará lo que Sócrates llamó "deimon", y los poetas conocen como Musa. Incluso ignoramos si todo está extraído de la conciencia colectiva, en cuya suprema fuente bebemos todos, pero podemos asegurar que, a veces, mientras escribimos o dibujamos figuras geométricas, nos sentimos como ausentes, como hipnotizados o flotando en una inexplicable proyección astral, ajenos al tiempo y a la realidad, de la que hemos salido con auténtico sobresalto cuando se nos ha llamado por cualquier motivo.
Fig. 73. Boceto necesario para la composición del cuadro de la Fig. 72. La Geometría hermética es aquí evidente.
Fig. 74. El trazado negro de esta cruz nos revela las líneas herméticas desaparecidas. No es cierto eso de cerrar los ojos y escribir sin saber lo que se escribe, porque continuamente hemos de estar consultando libros, nombres, fechas o datos para mayor seriedad. Repasamos obras que hemos leído tiempo atrás o recientemente. Sin embargo, en el momento de exponer las ideas en el papel, ese extraño "alter ego" parece manifestarse de forma tangible, como si estuviera detrás nuestro, inclinado sobre el hombro y musitando las palabras que hemos de formar con las teclas de la máquina eléctrica. No esperamos que nos crean los escépticos. Somos lo suficientemente razonables para no creer "aún" en estas cosas calificadas como sobrenaturales. Y, sin embargo, nosotros, que prácticamente no sabíamos dibujar, hemos realizado gráficos que no resultan del todo desagradables y algunos son hasta embrolladamente complicados. ¡Y todo con medios insignificantes: un mal compás, una pluma de tinta china, un lápiz y una regla, en cuyos números no hemos mirado nunca! Esto es lo que queríamos decir para concluir.
Ignoramos, por otra parte, si esto aporta algo nuevo al conocimiento que nosotros hemos considerado perdido, o si, por el contrario, es una tomadura de pelo de la que nosotros hemos sido la primera víctima -¡No se nos va de la cabeza que existen espíritus burlones flotando por ahí, que han podido gastamos una broma!-. De todos modos, víctimas o victoriosos, estamos culminando una tarea que nos ha llevado, entre unas cosas y otras, sus buenos dos años, aunque hayamos utilizado conceptos en las otras obras anteriores nuestras. Y es en esta última donde hemos expuesto nuestro mejor criterio y nuestra mayor "inspiración". Ya nada más.
Fig. 75. Las líneas en negro: celestes. Las líneas en gris: terrestres. Si hemos contribuido a esclarecer algo que sea útil a los hombres, de ahora o del mañana, nos sentiremos muy satisfechos, aunque sólo sea una leve vida, un concepto o una línea, iporque nunca podemos estar seguros, ni nosotros ni nadie, de que un dibujo, el peor o más feo, pueda servir de inspiración a otros y que de ellos se derive algo verdaderamente grande para la humanidad de la que formamos parte! La caída de una manzana inspiró a Newton la Teoría de la Gravitación Universal. ¿Y si la Geometría Hermética lleva al hombre a descubrir cuál es su verdadero origen? ¿No es éste el principio agnóstico más buscado de todos los tiempos?" ¿No trató Pitágoras de transmitimos todo lo que él averiguó en sus viajes por la Galia, Mesopotamia y Egipto? ¿Y no son los símbolos geométricos mensajes del pasado, escritos en piedra, en forma o en ideas? Nosotros no podemos responder a estas preguntas... ¡por ahora! Tal vez, algún día, lo hagamos si nos sigue acompañando la inspiración. Mientras tanto... ¡Gracias de todo corazón! Pedro Guirao, enero 1978.