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Spanish Pages 822 [853] Year 2006
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LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA: 1. UNA POLÍTICA MEDITERRÁNEA, OCCIDENTAL Y DE PAZ (1899-1905)
BIBLIOTECA DE HISTORIA: 59 Colección dirigida por: MANUEL ESPADAS BURGOS CARLOS ESTEPA DÍEZ
CRISTÓBAL ROBLES MUÑOZ
LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA 1. UNA POLÍTICA MEDITERRÁNEA, OCCIDENTAL Y DE PAZ (1899-1905)
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS MADRID, 2006
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MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CIENCIA
© CSIC © Cristóbal Robles Muñoz NIPO: 653-06-019-9 ISBN: 84-00-08417-9 (Obra completa) ISBN: 84-00-08418-7 (Volumen 1) Depósito legal: M. 30.647-2006 Impreso en España. Printed in Spain R.B. Servicios Editoriales, S.A.
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
ÍNDICE SIGLAS ...............................................................................................
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INTRODUCCIÓN ..............................................................................
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I.
EUROPA Y LA “INTERNACIONALIZACIÓN” DE LA GUERRA EN CUBA ................................................................ 1. La situación en la primavera de 1898 .................................... 2. La “buena disposición” de Francia ........................................ 3. Las naciones latinas y España ................................................ 4. “Amargo, pero cierto” ............................................................ 5. Cambios en la política exterior ..............................................
25 26 30 33 35 40
LA LUCHA POR LA HEGEMONÍA INTERNACIONAL Y LA PAZ EN EUROPA ......................................................... 1. Entre Washington y Londres .................................................. 2. Sesiones secretas del Congreso .............................................. 3. En un terreno inestable ........................................................... 4. La alianza anglo-americana ...................................................
47 48 55 59 62
III.
UNA POLÍTICA EXTERIOR POSIBLE .............................. 1. Ofertas y pasos dados por Silvela .......................................... 2. La normalización entre España y Estados Unidos ................. 3. Italia: una política exterior de recogimiento .......................... 4. España y las supuestas ambiciones de otros en Marruecos ...
69 70 76 81 87
IV.
LA POLÍTICA EXTERIOR DE SILVELA .......................... 1. España y un proyecto de entente continental ......................... 2. El valor real de las alianzas .................................................... 3. Cambios en la política europea ..............................................
93 96 103 108
II.
8
V.
VI.
LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
AJUSTES EN LA POLÍTICA EXTERIOR DE EUROPA Y DE ESTADOS UNIDOS .......................................................... 1. La opinión y los hechos sobre Marruecos y el Mediterráneo 2. La hora de la verdad ............................................................... 3. Alemania: nueva fase en su política exterior .......................... 4. El escenario asiático: China y Filipinas ................................. 5. Asuntos pendientes ................................................................. LAS POSIBILIDADES DE ESPAÑA EN EUROPA ............ 1. Hacia dos grandes alianzas y otras “novedades” ................... 2. La escasa importancia de la política exterior: la crisis de marzo de 1901 ........................................................................ 3. Las alianzas no bastan ............................................................ 4. Marruecos, una cuestión de seguridad para España ...............
VII. EL MARCO EUROPEO Y MEDITERRÁNEO DE LA POLÍTICA EXTERIOR ............................................................... 1. “Fidelidad a las alianzas y amistad con todos” ...................... 2. Marruecos: un análisis de Silvela y un debate parlamentario .... 3. Alianzas y paz: la Triple Alianza y una posible Triple entente . 4. Ofertas sobre Marruecos ........................................................ VIII. MARRUECOS: LA CITA DECISIVA DE LA POLÍTICA EXTERIOR ............................................................................... 1. La Triple Alianza y el Mediterráneo ...................................... 2. Marruecos un asunto de defensa nacional .............................. 3. España y las primeras conversaciones Londres-París sobre Marruecos ............................................................................... IX.
FRANCIA Y ESPAÑA: UNA VUELTA A EUROPA ............ 1. España cuenta ......................................................................... 2. Una nueva etapa en la política exterior de Italia .................... 3. Rumores sobre un acuerdo global Londres-París ................... 4. Francia, Reino Unido, España y la crisis de Marruecos ....... 5. Nuevo gobierno en España y nuevo embajador de Francia ... 6. Elegir grupo en Europa .......................................................... 7. La Santa Sede entre Italia y Francia .......................................
X.
ACUERDOS, PERO NO ALIANZAS: DE SILVELA A MAURA ..................................................................................... 1. Hacia un acuerdo de Francia y del Reino Unido sobre Marruecos ....................................................................................
113 115 121 128 132 134 137 140 145 150 154 161 164 168 178 184 187 189 197 204 207 208 212 214 216 219 223 230 233 235
ÍNDICE
2. La dimisión de Silvela, “una crisis gravísima” ...................... 3. Negociar con Francia teniendo en cuenta a Inglaterra ........... 4. Marruecos y los contenciosos entre Francia y el Reino Unido . 5. La visita de los Reyes de Italia a París ................................... 6. Francia y Rusia “les arbitres de la paix” ................................ XI.
“SIN ESPAÑA NI CONTRA ESPAÑA”. LOS ACUERDOS DE LONDRES .......................................................................... 1. Obtener la mejor solución para España en Marruecos .......... 2. Hacia Oriente, los Balcanes ................................................... 3. El triángulo Francia, Reino Unido y Alemania ...................... 4. Marruecos: una frontera, una cultura y un mercado para España ........................................................................................ 5. “...une vaste entente méditerranéenne” ..................................
9
239 243 247 250 253 257 258 263 267 272 276
XII. UN PACTO “HECHO A LA FAZ DE EUROPA” ................. 1 ¿Un acuerdo contra España? ................................................... 2. La negociación de España con Francia .................................. 3. ¿Al lado de Francia? ..............................................................
283 287 293 299
XIII. LA OPOSICIÓN ALEMANA A LOS ACUERDOS DE 1904 ............................................................................................ 1. La dimisión de Maura ............................................................ 2. La crisis franco-alemana de la primavera .............................. 3. La respuesta alemana ............................................................. 4. Hacia una nueva conferencia sobre Marruecos ...................... 5. Hacia un bloque occidental ....................................................
309 312 314 322 325 328
XIV. ESPAÑA Y EL CONFLICTO ENTRE FRANCIA Y ALEMANIA ...................................................................................... 1. ¿Una nueva guerra franco-alemana? ...................................... 2. De la hostilidad a la conciliación ........................................... 3. Una oferta de garantía para las islas españolas ...................... 4. Hacia la Conferencia de Algeciras .........................................
333 333 339 348 351
ÍNDICE ONOMÁSTICO ..................................................................
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SIGLAS
AAE NS AAM AGA AGP AMAE H ASD CV:
ASD DDS
ASD SP ASV AES
ASV N ASV SS DDF DDI DS/C DS/C AS DS/S MCRR
Archives Diplomatiques, Archive Ministère des Affaires Étrangères, Paris, Nouvelle Série, país, volumen y páginas. Archivo de la Fundación Antonio Maura, Madrid. Archivo General de la Administración, Alcalá de Henares, Madrid. Archivo General del palacio Real, Madrid, cajón o caja, expediente y documento. Archivo Ministerio Asuntos Exteriores, serie histórica, Madrid, legajo. Archivio Storico Diplomatico, cassette verdi, Roma, nombre que recibe el Archivio Riservato del Segretario Generale e del Gabinetto, busta, fascicolo e numero, Roma. Archivio Storico Diplomatico, Roma, Documenti Diplomatici a Stampa, todos bajo la rubrica “confidenziale”, serie, volumen y páginas. Archivio Storico Diplomatico, Roma, Serie Politica, país y caja. Archivio Segreto Vaticano, Congregación para los Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios, Ciudad del Vaticano, fascículo, posición y páginas. Archivio Segreto Vaticano, Ciudad del Vaticano, Nunziatura, país o ciudad, clasificación usada en cada una de ellas. Archivio Segreto Vaticano, Ciudad del Vaticano, Segretaria di Stato, fascículo, año y folios. Documents Diplomatiques Français serie y volumen. Documenti Diplomatici Italiani, serie y volumen. Diario de las Sesiones de las Cortes, Congreso. Diario de las Sesiones de las Cortes, Congreso. Actas Secretas. Diario de las Sesiones de las Cortes, Senado. Museo Centrale del Risorgimento Roma, caja expediente y número del documento.
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RAH c conf dc lp sf sn r t
LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
Real Academia de la Historia, Madrid, cifrado, chiffré, cifrato. confidencial, confidentiel, connfidenziale. despacho cifrado. lettre particulière, lettera particolare. sin fecha. sin número. reservado, réservé, riservato. telegrama, télégramme, telegrama.
INTRODUCCIÓN
Firmada la paz en París en diciembre de 1898, acababa un ciclo. España dejaba de ser un imperio. Sus posesiones en las Antillas y en Asia pasaban a otra administración1. Inició el último tercio del siglo XIX con una revolución2 que trajo “una monarquía democrática” elegida por las Cortes3, con un Rey que pertenecía a una dinastía admirada por haber conseguido la unidad de Italia. Los problemas en las colonias, especialmente, la guerra en Cuba4, condicionaron la estabilidad del proyecto político de los revolucionarios de sep-
1 Sobre la dimensión real del imperio español y su transformación, hay que mencionar las investigaciones de Fradera y Delgado, de la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona), y María Dolores Elizalde, del Instituto de Historia, del CSIC. Un excelente análisis, en sus trabajos y en los de otros colegas, en el V Congreso de la Asociación Española de Estudios del Pacífico, Madrid 15-19 noviembre 1999, apareció en dos volúmenes, Imperios y Naciones en el Pacífico, del que son editores Fradera y Elizalde junto con Luis Alonso, CSIC, Madrid 2001. Fradera y Elizalde adelantaron el contenido de sus últimos trabajos en el seminario del departamento de Historia Contemporánea, del Instituto de Historia, el 28 mayo 2004. Una síntesis, Josep M. Fradera, “’La España Ultramarina’: Colonialism and Nation-Building in Nineteenth-Century Spain”, European History Quarterly 34/2 (april 2004) 191-214. 2 Vid. los trabajos recogidos en España, 1868-1874. Nuevos enfoques sobre el sexenio democrático, Serrano García, Rafael (Dir), Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 2002. 3 Isabel María Pascual Sastre, La Italia del Risorgimento y la España del sexenio democrático (1868-1874), CSIC, Madrid 2001, 27-287. Sobre Víctor Balaguer, que tuvo una parte activa en este proceso, Victor Balaguer e i seu temps, Publications de l’Abadia de Montserrat 2004. Carmen Bolaños Mejía, “El Reinado de Amadeo de Saboya y la monarquía constitucional”, tesis doctoral en la facultad de Geografía e Historia, UNED 1999. 4 José A. Piqueras Arenas, La revolución democrática (1868-1874). Cuestión social, colonialismo y grupos de presión, Publicaciones del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid 1992.
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tiembre. Marcaron las posibilidades del nuevo reinado 5, la estabilidad de la República y del poder ejecutivo presidido por Serrano6. Pasados unos años, la guerra en Cuba acabó trágicamente con Cánovas y puso a la Restauración en peligro7 y a la opinión española en un estado de vértigo8. La defensa de los territorios de la Corona española exigía alianzas9. La expansión de las grandes potencias creó zonas de fricción y antagonismos entre ellas10. Se ha reprochado a la sociedad española el vivir “encogida de
5 Hablando de las condiciones en que el nuevo Rey tendría éxito, menciona el general Enrico Cialdini, la mejora de sus finanzas. Su estado, similar a las de Italia, pero España lo resolvería “qualora sappia risolversi a vendere una delle sue importanti isole che possiede nei mari dell’America e dell’Asia. Questa idea, impopolarissima pochi mesi fa, or sono, comincia a farsi strada ed a riunire proseliti”. Carta a Víctor Manuel II, 5 febrero 1871, DDI II/2, Roma 1966 129-134. El peso de los problemas financieros y su influencia en la política cubana, Inés Roldán de Montaud, La Hacienda en Cuba durante la guerra de los diez años (18681880), Instituto de Cooperación Iberoamericana e Instituto de Estudios Fiscales, Madrid 1990. 6 Manuel Espadas Burgos, Los orígenes de la Restauración, 2ª edición, CSIC, Madrid 1990. “El factor ultramarino en la formación de la mentalidad militar española”, Historia Social 44-47 (1988) 311-325. Una síntesis, -“El factor ultramarino en la formación de la mentalidad militar española”, Historia Social 44-447 (1988) 311-325 y la “Introducción” y “Los orígenes de la Restauración”: La España de la Restauración (1875-1902), en Historia de España fundada por Menéndez Pidal, tomo XXXVI, v. 1, Espasa Calpe, Madrid 2000, IXXLIII y 3-26. 7 Cuando le dieron la noticia a la Reina, estaba con ella el embajador francés, a quien dijo que España necesitaba “un hombre providencial”. El embajador le aconsejó calma y sangre fría. El encargado de negocios atribuyó a la terquedad de Cánovas la prolongación de la guerra, pero reconocía que la Regente halló en él “le plus ferme soutien”. 124 y 131 Reversaux y J. B. Pasteur, San Sebastián y Madrid, 9 y 18 agosto 1897, AAE NS Espagne 1 86-87 y 95-96 8 He tratado este asunto en 1898: diplomacia y opinión, CSIC, Madrid 1991. Deben citarse los trabajos de Carlos Serrano, fallecido en el 2001. Final del imperio. España, 18951898, Madrid, Siglo XXI, 1898. La tour du peuple. Crise nationale, mouvements populaires et populisme en Espagne, 1890-1910. Madrid: Casa de Velázquez (Bibliothèque de la Casa de Velázquez, (2), 1987, edición española El turno del pueblo. Crisis nacional, movimientos populares y populismo en España, 1890-1910, Barcelona, Península, 2000. Joaquín Costa: crisis de la Restauración y populismo, 1875-1911, Madrid: Siglo XXI, 1977, en colaboración con Jacques Maurice. Su breve pero sugerente aportación “Conciencia de la crisis castellana en torno al 98”, Castilla y el 98, Julio Aróstegui y Juan Andrés Blanco editores, Diputación Provincial, Zamora 2001, 135-145. 9 Teoría y práctica de la redistribución colonial, FUE, Madrid 1979, recogido en Santos Juliá (coordinador), Debates en torno al 98: Estado, sociedad y política, Comunidad de Madrid 1998, 13-57. 10 Paul Kennedy, The rise of the Anglo-German Antagonism 1860-1914. George Allen and Unwin, London 1982 y The rise and fall of the Great Powers. Fontana Press. London 1989.
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hombros” aquellos años, de falta de creatividad y de “modorra”11. En muchas naciones europeas12, coincidieron “frustración colonial y crisis interna”13. En ese desfallecimiento y con la mente aturdida, se produjeron entonces afirmaciones que han tenido la mala fortuna de perdurar. Todo había sucedido por falta de alianzas. No las tuvo España porque careció su clase dirigente de “orientación y buen consejo” y le faltaron defensores de una política internacional14. Se había denunciado eso el mismo año del “desastre”. Urgía a España rectificar su error. Cuba no era “un asunto interno”, que ni siquiera admitía los buenos oficios del país más afectado15. Cometido ese “tremendo desvarío”, se llamó “pacificación” a lo que derivaba en una gran “desolación”16 que afectó sobre todo a la población civil en Cuba17. Fue esa equivocación uno de los motivos de una guerra que difícilmente podría justificarse. Se dijo que no supo España contar con una baza: hacer ver que en Cuba se dirimía un asunto que afectaba al equilibrio entre las potencias. La renuncia a este recurso facilitó la intervención norteamericana, “imponiéndonos mutilaciones o liquidaciones de humillación”18. No fue así. España acudió a
11 Se pasó de la irreflexión y del apasionamiento a la negación de la “personalidad histórica” de España, a su colapso tras una larga serie de “desventuras”. Juan López Morilla, Hacia el 98. Literatura, sociedad, ideología, Barcelona Ariel 1972, 237 y 249-250. 12 Jesús Pabón las reunió en la expresión “los noventa y ochos europeos”. El 98, acontecimiento internacional, Madrid 1952. 13 José María Jover, prólogo a Rosario de la Torre, Inglaterra y España en 1898, Universidad Complutense, Madrid 1888, 16. 14 Labra sostuvo en 1904 que la “cuestión internacional es la primera y más grave. Lo fue antes y durante la guerra de Cuba y Filipinas. Y lo es hoy y lo será siempre”. El desenlace de la guerra colonial, con la intervención de Estados Unidos, postulaba “relaciones de amistad entre los pueblos civilizados. Declaraciones recogidas por Luis Morote, El pulso de España. Confesiones políticas, Madrid 1904, 169. 15 No se escuchó a quienes consideraban que el problema de Cuba era internacional y “americano”. He analizado esto en “’Triunfar en Washington’. España ante Baire”, Anuario de Estudios Americanos XLIX (1992) 563-584 y “La lucha de los independentistas cubanos antes de Baire y las relaciones de España con los Estados Unidos”, Hispania 174 (1990) 159203. 16 Defendió la concentración de la población y otras medidas de guerra el general Valeriano Weyler en una extensa carta al ministro de la Guerra, Miguel Correa y García, el 30 de diciembre de 1897, copia de los 8 pliegos y en una carta a la Reina en la misma fecha, AGP 5/39 a y b. 17 Sobre los desastrosos efectos de la guerra, “Guerra y población civil: los reconcentrados”: La marina ante el 98 (II) Génesis y desarrollo de un conflicto, Cuadernos Monográficos del Instituto de Historia Naval 11 (1990) 21-44. 18 Joaquín Sánchez de Toca, Del poder naval en España y su política económica para la nacionalidad ibero-americana, Madrid 1898, 345-336 y 357
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Europa19. Lo hizo poniendo una garantía sobre sus posesiones de Ultramar como condición para renovar su accesión a la Triple Alianza y su permanencia en los acuerdos sobre el Mediterráneo con Italia y el Reino Unido. Existía entonces una gran rivalidad entre Francia e Inglaterra en Egipto y Marruecos, y de Italia con Francia, en Túnez y Marruecos20. Las pretensiones y los intereses franceses en África situaban su política europea en un círculo vicioso21 La Restauración tuvo una política exterior, quizás fue la única posible. No eran tiempos fáciles. Basta ver lo que sucedió con naciones tan poderosas como Alemania, el Reino Unido y Francia. Oscilamos, como Italia, aliada de las potencias centrales. España accedió a través de ella a esa alianza. Firmó con ella e Inglaterra la Declaración de marzo de 1887 sobre el Mediterráneo occidental22 y la conservación del statu quo en Marruecos. Se adelantó a Italia en su política de aproximación a Francia, que invirtió en la economía española e invitó a los gobiernos de Madrid a tratar Marruecos como asunto bilateral. Esa política le permitió que Inglaterra exigiera a Francia en abril de 1904 tratar con España el futuro de Marruecos. No era fácil diseñar una política exterior, ni siquiera teniendo los recursos de Inglaterra. Lo prueban la crisis de Fachoda de 1898 y la guerra en el Transvaal con los boers. Todos deseaban paz y libertad comercial. Añoraban los tiempos del “concierto europeo”23.
19 He recogido esta conclusión en varios trabajos, resultado de dos proyectos de investigación. “España y el equilibrio mediterráneo (890-1891)”, Hispania 208 (2001) 149-183; “España y Europa durante la crisis cubana (1896-1887)”, La Nación soñada. Cuba, Puerto Rico y Filipinas ante el 98, Siete Calles, Aranjuez 1996, pp. 729-754. “Europa en 1898 y la guerra de Estados Unidos con España”, Boletín de la Real Academia de la Historia CXCV/III (1998) 1-39; “España y las alianzas europeas en 1898”, Hispania 197 (1997) 479-514. 20 “El Mediterráneo y la diplomacia secreta. España e Italia en 1894”, Rassegna Storica del Risorgimento LXXXIV/III (1997) 487-528 y “Entre Francia e Italia. El acuerdo verbal hispano-italiano de 1895”, Hispania 192 (1996) 291-322. 21 El barón Holstein había insinuado la posibilidad de que una aproximación a Rusia ayudaría a Italia en sus pretensiones sobre Abisinia. Sus contradictorios intereses con los de Rusia situarían a Italia en un círculo vicioso. Por eso le urgía terminar “con onore e moderazione (la campagna in) Africa”. 193 y riservatissimo 308 Blanc-Lanza, 14 y 15 febrero 1896, ASD CV 2/3. 22 Albert Billot. embajador de Francia en Roma aseguraba que no existía ese pacto y, si lo hubiere, era ineficaz, como se había puesto de manifiesto respecto a Túnez en 1881 con el tratado de Passer Said, conocido como Tratado de Bardo o en 1896 en Abisinia. 181 BillotAlexandre Ribot, 24 noviembre 1897, DDF I/13, París 1953, 606-610. 23 Discurso de Salisbury en el banquete anual ofrecido por el Lord Mayor de Londres, 11 noviembre 1897. La reacción alemana, 1611/625 Lanza-Visconti Venosta, 11 noviembre 1897, ASD DDS XXXIV/7 7.
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A comienzos de enero de 1896 la prensa francesa habló de la incorporación de Alemania a la alianza franco-rusa. Usaban como argumento la actitud de Guillermo II favorable a Stephanus Johannes Paulus Kruger, presidente de la República del Transvaal desde 1883. En 1896 se agudizaron las tensiones entre boers y colonos ingleses. El secretario de Asuntos Exteriores, barón Marshall, desmintió la noticia. El canciller austriaco, Goluchowski creyó que era verdad y que se trataba de una iniciativa personal del emperador alemán24. La tensión entre el Reino Unido y Alemania afectaba al equilibrio europeo y a la acción de las potencias europeas en Oriente25. Alemania volvería a una política de paz con el nombramiento de Bernhard Heinrich von Bülow como secretario de Estado para Asuntos Exteriores26. El otro ejemplo y argumento fue Fachoda. Se planteó la crisis en un momento en que Salisbury se sentía presionado por la opinión y el parlamento, que lo censuraban por haber cedido demasiado ante las pretensiones rusas en China27. Las razones presentadas en el Livre Jaune francés quedaban en letra muerta ante la superioridad naval inglesa. Fachoda suponía igualmente un giro en la política inglesa. Desde la guerra de Crimea, se mantuvo ausente de las disputas entre potencias europeas. Aunque los gobiernos ingleses tuvieron algunos gestos y demostraciones en algunas ocasiones, jamás la opinión pública, sobre todo la ligada con los intereses mercantiles, estuvo de su parte. Como ejemplo, la cuestión de Egipto. Inglaterra no adoptó una posición enérgica, sino que respondió a Francia aplazando una solución, convenida entre las dos potencias. En un debate parlamentario que tuvo lugar el 7 de febrero de 1898, Gabriel Hanotaux, ministro de Asuntos Exteriores, dijo que nadie habla de Egipto, pero todos piensan en él. Se refería a la actitud de las potencias
24 Esperaba el canciller austriaco que Guillermo II “ritorni da sè all’ecuanimità ed ai sentimenti che devono ispirargli gli interessi del suo Impero”. Carlo Lanza-Alberto Blanc y cifra Costantino Nigra-Blanc, Berlín y Viena, 5 y 15 enero 1896, MCRR 665/17 7 y 14. 25 Aunque Salisbury se mostraba tranquilo sobre la situación en China, confiando en la superioridad de la escuadra inglesa en aquellos mares, la opinión y el gobierno estaban inquietos por el posible predominio comercial de Alemania 808/391 Ferrero-Visconti Venosta, Londres 21 diciembre 1897, DDI III/2 Roma 1958 233. 26 Partidario de la paz, Bülow era una buena ocasión para que Francia recuperara la política que trece años antes hizo Jules Ferry: hablar con Alemania sobre todos los asuntos y concertarse para hallarles solución. Conf 177Albert Billot-Gabriel Hanotaux, Roma 14 noviembre 1897, DDF I/13, París 1953 587-588. 27 518/250 y 611/299 Costa-Canevaro, 12 de agosto y 15 de septiembre de 1898, ASD SP P 488.
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europeas. Fijó la posición del gobierno francés: defender los derechos de Egipto, los de su soberano territorial, los intereses financieros de las potencias europeas y los otros relacionados con la navegación por el Canal de Suez y por el Mar Rojo con destino al curso del Nilo y al África continental28. Francia se benefició de la pasividad de Inglaterra en África, consiguiendo un imperio de más de ocho millones de kilómetros cuadrados, entre Brazzaville y Argel29. A la vista de lo sucedido con Rusia en China, esperaban los franceses que la crisis de 1898 se resolviera con una escaramuza diplomática. Ante las intromisiones de Francia y de Rusia en la negociación de un préstamo a China, declararon los ministros de Finanzas y de Colonias, Michael Hicks Beach y Joseph Chamberlain, que, para defender sus derechos, el Reino Unido no dudaría en recurrir a la guerra30. Desde junio hasta el otoño, los ingleses se convencieron de que había llegado la hora de “una brutale e chiara affermazione della propria forza”, como aseguraba el embajador Francesco de Renzis. El primer paso en ese recorrido fue el discurso de Salisbury sobre las naciones muertas, incapaces de ganarse día a día el respeto de los otros a su dignidad. Vinieron luego las palabras de Joseph Chamberlain, tendiendo la mano a Estados Unidos. Con esos dos gestos se advertía a Europa que el Reino Unido, pese a su “espléndido aislamiento”, podría contar con el auxilio de poderosas fuerzas. En ese contexto, recibió España una “intimación dura e inexorable” para que demoliera las fortificaciones en Punta Carbonera. Fue el primer acto de esa nueva política, que acababa de revelarse con total claridad en el incidente de Fachoda. Los hechos son conocidos. Tras la victoria de Omdurman, la acción del coronel Jean-Baptiste Marchand izando bandera en Fachoda (Sudán) era la 28 Creía Tornielli que el planteamiento de Hanotaux suponía un paso hacia la internacionalización del alto Nilo y el predominio del dominio británico, como resultado de la comunidad de intereses entre varias potencias. 370/146 Tornielli-Visconti, 12 de febrero de 1898, ASD SP P 55. 29 El fracaso de una negociación anterior sobre África y la presión del partido colonial francés, tal como apuntó Hanotaux al embajador inglés en París, r 3704/1213 Giuseppe Tornielli-Brusati di Vergano-Visconti Venosta, París 22 diciembre 1897, DDI III/2 Roma 1958 234-235. 30 Salisbury dijo el 19 de enero de 1898 al general Ferrero: no hay que dejarse engañar por la apariencia de tranquilidad. Su país estaba siendo hostigado por todas las potencias europeas, salvo Italia. En los ingleses perduraba el recuerdo de Trafalgar. Eso podría incitarlo a una revancha naval. Sólo “l’eccesiva ricchezza, il timore di vedere tale ricchezza compromessa, anche in parte” favorecían el amor a la paz entre los ingleses, pero la generación siguiente recibirá como herencia “la necessità storica di un conflitto per l’esistenza”. 39/23 FerreroVisconti Venosta, 20 enero 1898, DDI III/2 Roma 1958 258-259.
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oportunidad de culminar con una expresión de fuerza la obra hecha en Egipto. Era unánime la opinión inglesa a favor de la guerra. Estaba preparada para ella y la quería. Cedieron los franceses, que ya buscarían resarcirse de esa humillación. No fue ajena a esa mudanza en la opinión inglesa la constatación de que las victorias militares traían siempre ventajas comerciales. La pacífica actitud de Inglaterra le fue cerrando espacios para la expansión de las ventas de sus productos31. Se habló entonces de una nueva diplomacia32. El gabinete de Salisbury aumentó su fortaleza parlamentaria. A ello contribuyó también la victoria norteamericana sobre España. La simpatía demostrada desde el principio por el gobierno inglés hacia Estados Unidos se juzgaba una prueba de la sagacidad de Salisbury33. En otoño de 1900, hubo una crisis parcial. Salisbury mantuvo la presidencia pero dejó el Foreign Office a Lord Lansdowne, hasta ese momento ministro de la Guerra. En sus veinte años de actividad política, Lansdowne se mostró como una persona moderada y de tacto34. Esos mismos días en Francia se acusaba al gobierno de haber debilitado su alianza con Rusia, que los franceses consideraba vital para su seguridad. ¿Había cambiado la situación en Europa tras haberse comprobado que todas las potencias europeas habían sabido cooperar en la crisis china? ¿Había supuesto el protagonismo de Alemania y del Reino Unido en ella un aislamiento de Francia? Estas preguntas podrían haber hecho caer el prestigio del Théophile Delcassé, ministro de Asuntos Exteriores desde 1898 y uno de los miembros más fuertes del gobierno. Los telegramas entre Nicolás II y Émile Loubet con ocasión de la inauguración del monumento al presidente Sidi Carnot, asesinado en Lyon, habían puesto las cosas en su punto: todo seguía igual entre los dos aliados35.
755/357 Di Renzis-Canevaro, 7 de noviembre de 1898, ASD SP P 488. A veces, aun teniendo pleno derecho, a declarar la guerra, no se tomaba esa decisión. Pero antes de condenar a quien así actúa, habría que estar seguros de que otras posibles complicaciones no aconsejaran economizar las fuerzas a disposición del gobierno. “Lord Salisbury and Foreign Policy”: The Standard, december 17, 1898. Discurso en el Constitutional Club, pronunciado la noche anterior. 33 111/50 Renzis-Canevaro, 6 de febrero de 1899, ASD SP P 488. 34 T. 782/369 y 794/378 Bottaro Costa-Visconti Venosta, 2 y 8 noviembre 1900, DDI III/4 Roma 1972 279-280 y 287-288. Francesco de Renzis, embajador en Londres, había muerto en Auteil, Francia, el 28 de octubre. 35 2537/1263 Tornielli-Visconti Venosta, 9 noviembre 1900, ib. 288. Sobre el impacto que la situación del ejército francés estaba causando en Rusia y la reacción de los franceses, 2911/1440 y 79/38 24 diciembre y 10 enero, ib. 380-381 y 412. 31 32
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El 7 de de diciembre de 1900 Lansdowne, secretario del Foreign Office, desde hacía pocas semanas, habló de la guerra en Transvaal entre los emigrados ingleses y los boers. Tres semanas después intervino Salisbury en el parlamento: no consentiría que la República del Transvaal continuara siendo un Estado independiente. Esa exigencia no la aceptarían los boers. No quedaba otra solución que aplastarlos, impidiendo así que se reprodujera una resistencia que atentaba contra los intereses del Imperio36. A su regreso de África del Sur, el general Frederick Roberts, comandante en jefe de las fuerzas inglesas, planteó el deber de informar a la opinión de la necesidad de sacrificios muy costosos para continuar la guerra y acabarla con una victoria. Muchos pensaban que los resultados no compensarían el esfuerzo37. Pero volvamos a España. Su política “occidental” se inicia tras el 98. Fue una decisión de Silvela, en el primer gobierno que formó en 1899. La prosiguió luego en 1903. La continuó Maura en 1904 y en 1907. La afirmó como la única viable y como justificación de la neutralidad en 191738. Ayer como hoy la política exterior es la proyección más diáfana de las propuestas políticas que circulan en una sociedad y la revelación más clara de las convicciones de quienes las hacen. “Occidental” no es una posición geográfica. Significa elegir unas instituciones que tutelan la libertad. Occidental y atlántica son dos notas que revelan la concepción “republicana” de la libertad39. Cuando se quiso inaugurar un “Nuevo Estado” en España, hubo que borrar de la memoria el pasado inmediato. España era incompatible con Occi-
36 El encargado de negocios en Londres creyó oportuno remitir a su gobierno esta parte del discurso. 860/417 Bottaro Costa-Visconti Venosta, 7 diciembre 1900, ib. 345. Durante el debate de respuesta al discurso de la Corona, Salisbury dijo estar dispuesto a acabar con la guerra negociando con la población, pero no aceptaría iniciativa alguna de paz por parte de una potencia. 36//17 Pansa-Giulio Prinetti, 18 enero 1902, ib. III/6, Roma 1985, 45-47. 37 6/2 Bottaro Costa-Visconti Venosta, 3 enero 1901, ib. 392. 38 Situación de España, discurso pronunciado en la Plaza de Toros de Madrid en la mañana del 29 de abril de 1917, Imprenta Eduardo Arias, Madrid 1917, recogido en Tres discursos de Maura sobre política exterior, reeditados en el centenario de su nacimiento, AGESA, Madrid 1957. 39 Me refiero a esa tradición de la libertad, que consiste en juzgar innegociable el no aceptar la dominación ni tolerar un poder arbitrario. Philip Pettit, Republicanismo. Una teoría sobre la libertad y el gobierno, Barcelona-Buenos Aires-México, Paidós, 1999. Considero el análisis más lúcido sobre las otras “libertades” el hecho por Albert Camus, El mito de Sísifo (1942 y El hombre rebelde (1951), traducción de Luis Echávarri, Buenos Aires 1957. En su obra póstuma, recordando su infancia, denunciaba “que los hombres fingen respetar el derecho y sólo se inclinan por la fuerza”. “El primer hombre” publicada en 1994, en Obras 5, Madrid 1996, 602-603.
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dente. Sus intereses, incompatibles con Inglaterra y Francia, las dos naciones europeas que entonces defendían la libertad y a quienes se acusaba de haber sido los “amos” de la II República. Se ensanchó “Occidente” cuando se unió a su lucha la “república” del otro lado del Atlántico. Se escribió en los años cuarenta que España ignoró hasta entonces “las necesidades internacionales”. Había perdido su tiempo y su norte por culpa de “nuestro afrancesamiento liberal”40. Decir no a esto es algo más que una conclusión académica. Es un deber cívico, un compromiso para que este país no eluda jamás los esfuerzos que permitan que sus ciudadanos, quizás los más dignos, arriesguen su vida escudando a los más indefensos en aquellos lugares que “sí existen”, aunque se empeñen en que los ignoremos41. Se ha visto en la historia de la política internacional, la llamada antes “historia diplomática”, una “historia de superficie”, a la que se escapan las fuerzas profundas, sociales, económicas, espirituales, que mueven la política exterior de un Estado. Con su habitual generosidad, Jover afirma que hay que contar con ello. Con su sagacidad de humanista, añade: una historia de los contactos en la cumbre del poder y las prácticas de quienes gestionan la política exterior, los diplomáticos, conserva aún su valor. Para que la historia tenga eficacia social debe investigar no sólo sobre las estructuras, que condicionan la libertad de las personas, sino también sobre la experiencia humana, que se condensa en las decisiones que aquellas toman. Las primeras son las circunstancias que acompañan a estas. No hay que renunciar a conocer la relación entre las decisiones y los destinos colectivos. Jover cree que quienes han servido al poder y a la razón, no deben ol40 Entre 1898 y 1923, es decir, entre la “derrota” y la dictadura, la clase política no creyó en España, a quien niegan “pulso”. Ese pesimismo amargo impidió a veces cumplir el deber. Otras, fue cobardía o frivolidad. “Durante ese tiempo no hubo valor o constancia para formar la opinión pública o hacerla mirar cara a cara los problemas y las necesidades de España”, que renuncia a toda “empresa exterior”. Alfonso García Valdecasas, prólogo a Fernando María Castiella y José María Areilza, Reivindicaciones de España 2ª edición, Instituto de Estudios Políticos, Madrid 1941, 7-8 y posición de los autores, ib. 19-31 y 56. En este mismo instituto se publicó una tesis dirigida por Castiella, Leonor Meléndez, La política exterior de Cánovas, Madrid Instituto de Estudios Políticos, 1944. Años más tarde, en esa misma “casa”, aunque con otro nombre, se descalificaba de nuevo a Cánovas. Esperanza Yllán Calderón, Cánovas del Castillo entre la historia y la política, Centro de Estudios Constitucionales, Madrid 1985. 41 Quiero citar aquí, como homenaje a todos los demás, el testimonio de los hermanos maristas asesinados en 1998 en la República Democrática del Congo. Se negaron a ser repatriados para poder “escudar” a la población civil. Recordaron dos días antes de su muerte que, si era posible enviar un avión para salvar sus vidas, también lo era para enviar medicinas y alimentos.
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vidar a las personas. Está en juego el que la historia se atreva con la verdad42. La historia de las relaciones internacionales no pretende ofrecer “precedentes” a una política exterior o responder a curiosidades. Manejando fuentes y usando y rectificando hipótesis, redactando síntesis, busca descubrir los elementos permanentes de una política exterior. La de cada país no es algo que se improvise en cada generación. En el caso español, la orientación mediterránea y atlántica procede de la herencia aragonesa y castellana. ¿Cómo fue la política exterior de España en el siglo XIX? Le faltó norte y personas que dirigieran su rota. Por eso tuvo que conformarse con el papel de satélite, situación que nadie respeta y que contrasta con lo conseguido por Italia43. No es esta la conclusión a la que se llega en este trabajo. En el método, en la actitud intelectual, es decir, en el punto de partida, he procurado no apartarme de quien es considerado un maestro por todos los que hemos dedicado esfuerzo y tiempo a la historia de los diversos aspectos de las relaciones internacionales. Varios proyectos de investigación me han permitido compartir el trabajo y beneficiarme de los conocimientos y afanes de personas como Manuel Espadas Burgos, Luis Álvarez, Alberto Lleonart, Rosario de la Torre, Rafael Núñez Florencio, Agustín R. Rodríguez González, Hipólito de la Torre. En alguno de los seis proyectos, en los cuales he trabajado desde 1987, entonces más jóvenes, pero ya gente “sabia”, participaron Inés Roldán Montaud, Fernando García Sanz, Lorenzo Delgado, María Dolores Elizalde y María Dolores Domingo. Concepción Murillo Ballesteros forma parte del proyecto actual que me ha permitido escribir este texto. José Ramón Urquijo, Francisco Villacorta Baños y Eduardo González Calleja han aportado la amistad y la acogida más valiosa que nunca en estos duros tiempos.
42 “Decir la verdad, saber encontrarla y, sobre todo, buscarla, no sólo en las res gestae o en esas estructuras económicas, políticas y culturales, con las cuales la historia universal se forja su propio andamiaje, sino en la acción humana, en el esfuerzo humano, en el sufrimiento humano, cualquiera que sea el credo, la raza o la condición social de un hombre que es, en cualquier caso, protagonista de la historia, en cualquier caso nuestro hermano”. José María Jover, “Reflexiones sobre la guerra”, en España y la política internacional. Siglos XVIII-XX, Madrid 1999, 251 y 261-266. 43 “Un intento constructivo, superficial y alicorto, con la Restauración: un profundo estremecimiento nacional, especie de examen de conciencia del que teme la muerte, durante los últimos tres lustros de la centuria. Después, el 98: liquidación de un Imperio ante una Europa en la que recogemos lo que habíamos sembrado: indiferencia” José María Jover, “España y la paz de Utrech”en España y la política internacional. Siglos XVIII-XX, Madrid 1999, 68, 71 y 82.
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Un trabajo de historia nunca es definitivo, porque, siendo una labor, es decir, una tentativa cotidiana, según la expresión de Jorge Guillén, no puede ser perfecto. Este tiene carencias. La más notable: la elección de las fuentes, españolas, francesas e italianas. La explicación: considero que Francia e Italia fueron las dos vías por las que España accedió a la política internacional europea. Por la primera, buscó estos años el apoyo de Rusia y, luego, recibió el de la entente cordiale. Por medio de Italia, le dieron las tres potencias monárquicas legitimidad y solidaridad a la dinastía durante los años previos a 1900. Con Italia y el Reino Unido, formó España un grupo –la triple occidental, según la diplomacia francesa– que prolongó el statu quo en Marruecos. Gracias a esa política, tuvo España en su frontera sur un Estado soberano e independiente, cuya integridad territorial quedó garantizada frente al expansionismo francés desde Argelia hacia el Atlántico, Las potencias europeas y Estados Unidos convinieron en 1906 en Algeciras mantener en Marruecos la libertad comercial. No hace mucho, leí la recensión de la una extensa biografía, un texto de 524 páginas. Se reprochaba al autor haber omitido cosas. Quien firmaba la reseña es un experto en la derecha española. Ignoraba su “dictamen” limitaciones evidentes que se imponen a un autor o que él mismo se fija. Unas y otras son obvias. Si no se ven, quizás falte esa bonhomía machadiana, gracias a la cual uno lee en un libro lo que hay en lugar de ambicionar haberlo escrito. Despojado de ese hábito de no escuchar o de hacerlo sólo si el otro es un eco o un pretexto para replicar, sabrá acoger al otro. Este es un trabajo hecho en archivos. Apremiado por la necesidad de reducir el texto, no he podido citar a todos los que han escrito sobre los temas que aquí se exponen. Basta con haberlos leído. Esto se aparta de los “códigos académicos”. No mencionarlos no significa ignorarlos ni oculta el agradecimiento a lo que han aportado. Conste a todos los efectos. La historia implica una comprensión superior al relato, porque “pretende contar la verdad”. Por eso se separa de la ficción e “indaga”. Esa es su nota fundamental, su “intencionalidad específica”. Está obligada a amoldarse a “una exigencia específica: el archivo”. Gracias a él, rompe continuamente con la ficción y la ideología. El historiador “se somete al acontecimiento a través de la huella que deja en forma de archivo”. Esta exigencia se expresa, desde el punto de vista del léxico, no porque los papeles recogidos en él sean inauditos o inéditos, sino porque fueron reales44. 44 “La separación que lleva a cabo la indagación, la exigencia del archivo y la sobreabundancia de lo real son los tres modos de decir” con los cuales la historia se obliga a comprender los documentos, más allá de la “lógica”que impone con sus límites el sentido común, a la
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Hecho con la nómina de un Organismo Público de Investigación y financiada su edición con dinero público, este es un trabajo más, es decir, una parte de lo que cada jornada hace su autor para ganarse honradamente su pan. En el siglo I a.e.c., un autor situaba en el partido de la muerte a quienes pronunciaban estas palabras: “Oprimamos al justo pobre. Sea nuestra fuerza la norma de la justicia. Pues la debilidad, como se ve, de nada sirve”45. Testificar que esos designios no se han cumplido, jamás se cumplirán y tampoco tendrán memoria ni futuro los que hoy parecen poder realizarlos es para mí el primer deber. En esa esperanza y desde ese compromiso –el único que puede llamarse “obra de paz”– se han recogido aquí palabras y nombres. Madrid, noviembre 2005.
hora de reconstruir la realidad. Paul Ricoeur, Historia y narratividad, Barcelona, Paidós, ICE-UAB, 1999, 179-180, en Manuel Suárez Cortina, “El sexenio democrático en la literatura de fin de siglo”, España, 1868 1874. Nuevos enfoques sobre el sexenio democrático, Serrano García, Rafael (Dir), Valladolid, Junta de Castilla y León, Consejería de Educación y Cultura, 2002, 332-333 y 360. 45 Este escrito redactado en Alejandría recibió el nombre de “Libro de la Sabiduría”. El lector lo puede localizar en cualquiera de las ediciones de la Biblia, que usan los cristianos, pues es un escrito deuterocanónico.
I. EUROPA Y LA “INTERNACIONALIZACIÓN” DE LA GUERRA EN CUBA
¿Era España sólo la España oficial? ¿Era real la denuncia de Ángel Ganivet en 1898? Todas las funciones públicas se supeditan, decía él, a la ocupación de una jerarquía social. Este rasgo explica “la subordinación de todos nuestros trabajos, de nuestros escasos trabajos, al interés puramente exterior”. Esto no es lo peor, porque otros simplemente renuncian al trabajo para esperar a que el escalafón corra. La universidad, los municipios, el Estado son organismos que no hay que reformar, pero están vacíos. Les faltan ideas “para que no anden en seco”. Urge romper el artificio en que el país vive, que todo lo espera de fuera y reduce toda su actividad a lo exterior, a la apariencia. Apremia subordinar lo político a lo social1. ¿Qué iba a pasar una vez perdidos Puerto Rico y Cuba, los restos de un imperio colonial que permitieron “que los intereses comerciales del Norte y de Cataluña conservaran algunos de sus mercados más prometedores, que habían sido activos antes de la crisis colonial”?2 ¿Estaba menos cohesionada la sociedad española que las otras de Europa? No lo parece. Italia se encontraba en una encrucijada. Sufría problemas sociales graves. Había roto con la política exterior patrocinada por Francesco Crispi. Francia estaba escindida por “l’affaire Dreyfus”3. Hemos hablado Sólo desde ese giro “transformaremos la charlatanería en pensamientos sanos y útiles, y el combate externo que destruye en combate interno que crea. Así es como se trabaja para fortalecer los poderes públicos, y así es como se reforman las instituciones”. Todo su esfuerzo, confiesa Ganivet, tiende a reducir el número de “combatientes” e incrementar el de los “trabajadores”. Ángel Ganivet, Idearium español, (1897), respuesta a Miguel de Unamuno, El porvenir de España (1898), edición anotada de Elson Orringer, Ediciones Almar, Salamanca 1999, 251 y 267-268 y 351-352. 2 D. R. Ringrose, España 1700-1900: el mito del fracaso, Madrid 1996, 190-196 y 122123. 3 Informes del embajador en París, reservados 25 y 34 Fernando León y Castillo-Pío Gullón, 18 y 26 enero 1898 y el que remitió meses más tarde sobre el debate producido por la re1
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ya del debate en Alemania y el Reino Unido sobre política exterior. Tenían dificultades las dos alianzas continentales: la Entente franco-rusa y la Triple Alianza.
1. La situación en la primavera de 1898 Para conocer las posibilidades de España en el momento en que se llega a la ruptura de relaciones con Estados Unidos, queremos trazar un cuadro de la situación de las naciones europeas, de las que, según se ha dicho, deberíamos haber sido aliados4. Primero, Francia e Italia. Camille Barrère, embajador en Suiza, sustituyó a Albert Billot en la embajada francesa en Roma. Éste había dicho que debería aprobarse el convenio comercial, para acabar con los motivos de desconfianza entre los dos países. Si no lo conseguía, se retiraría a la vida privada5. El 23 de diciembre supo Tornielli que, por motivos de salud y familiares, Billot se retiraba. La elección de Barrère no fue objeto de conversaciones previas. Gabriel Hanotaux dijo que era el candidato de Felix Faure, presidente de la República. El gobierno italiano no tuvo razones para oponerse. El nombramiento no modificaba la línea seguida hasta entonces. Barrère profesaba ideas conservadoras. Su cultura y sus relaciones familiares le introducían en la sociedad romana6. Llegó a la ciudad el 3 de febrero. Presentó sus credenciales el día 10. Umberto I habló de los intereses comunes, de la amistad entre los dos pueblos, de la coincidencia de ambos gobiernos en buscar la paz. En esa audiencia mencionó el Rey la cuestión romana. Convivían en Roma como soberanos el Papa y el Rey de Italia. Aunque el hecho pudiera exvisión del proceso, 185 León y Castillo-Buenaventura Abárzuza, 11 abril 1903, AMAE H 1534. 4 Además 1898: diplomacia y opinión…, señalo aquí la documentación y bibliografía recogida en torno a la renovación de los acuerdos mediterráneos y remito a la posición cauta de Italia y de las otras naciones, en “Entre Francia e Italia. El acuerdo verbal hispano-italiano de 1895”, Hispania 192 (1996) 291-322; “El horizonte europeo de la guerra de España en Cuba (1896-1898”, Anuario de Estudios Americanos LVIII/2 (2001) 537-572; España y las alianzas europeas en 1898, Hispania 197 (1997) 479-514; “Europa en 1898 y la guerra de Estados Unidos con España”, Boletín de la Real Academia de la Historia CXCV/III (1998) 1-39 y el artículo citado en la nota 19. 5 Sobre el retraso en la negociación de este tratado, r 3681/1201 Tornielli-Visconti, 20 diciembre 1897, ASD SP P 55. 6 R 54/25 Tornielli-Visconti, 10 enero 1898, ASD SP P 55 y DDI III/2 Roma 1958 248251.
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trañar a un extranjero, la situación no creaba inconvenientes en la práctica y “l’indépendance du Pape était entière et le Roi croyait que l’Italie avait trouvé à la question romaine la seule solution qu’elle comportât”7. Sobre las relaciones de Francia y Rusia, al debatirse en febrero de 1898 la política exterior en la Cámara de Diputados francesa, todos los oradores reconocieron la utilidad y el carácter de la alianza existente. Era una novedad. Según Denis Cochin, de la derecha, la alianza forzó al gobierno Meline a seguir en Grecia una política contraria a la opinión francesa y sometida a la de Alemania. El ex embajador en Londres, Albert Descrais, pese a sostener al gobierno, recogió las dudas sobre la alianza, más ventajosa para Rusia que para Francia. Para François Deloncle el pacto con Rusia debería permitir a Francia exigir a los ingleses que abandonaran Egipto. La idea había sido propuesta antes por William Edwart Gladstone para superar la enemistad entre los dos países8. Gladstone y el partido liberal proclamaban la necesidad de abandonar Egipto para restablecer las buenas relaciones con Francia. Al iniciarse los noventa, la situación europea había cambiado. La perspectiva no era tan serena. Le entente franco-rusa era el nuevo más inquietante, pese a que todos confiaban en las intenciones pacíficas de Alejandro III. Había que estar atentos para evitar situaciones en las que el Zar viera lesionado su honor. Salisbury citaba el no reconocimiento de la situación creada en Bulgaria unos años antes. Inglaterra no quería molestar a Rusia9. En la cuestión oriental, Francia podría apoyar las reivindicaciones turcas en Egipto. Hasta entonces, Rusia se mantuvo ausente de los asuntos del norte de África. Nada se sabía de la evacuación inglesa de Egipto. Era lógico ver tras las demandas de Turquía la mano de Francia, secundada por Rusia, aunque el embajador italiano en Londres no lo creía. Rusia era fiel a sus tradiciones diplomáticas y no las modificaría por presiones que pudieran afectar a su dignidad o al amor propio del Zar. La última vez que Turquía quiso hacer valer su soberanía en Túnez, Italia se asoció con Francia para oponerse a que fuera una escuadra turca. 25 Camille Barrère-Hanotaux, 12 febrero 1898, AAE CP NS Italie 13 172-174. En 1889 publicó Gladstone “The Triple Alliance and Italy’s Place in it”, Contemporary Review. Señalaba la afición de Crispi y sus seguidores a los gestos teatrales. Jacini llamó a ese estilo “megalomanía”. Gladstone insistía también en la urgencia de mejoras internas. Era absurdo que Italia sostuviera la posesión alemana de Alsacia y Lorena, en contradicción con la soberanía popular que legitimaba la monarquía democrática de la casa Saboya. Maria Giovanna Missaggia, Stefano Jacini e la classe politica liberale, Leo S. Olschki editore, Firenze 2002, 404-405 y 420-421 9 Sobre Salisbury, J.A. S. Grenville, Lord Salisbury and Foreign Policy. The close of Ninenteenth Century, London 1964. 7 8
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En Londres harían valer la presencia de Francia en Túnez y su permanente expansión hacia Tripolitania para justificar su permanencia en Egipto. Salisbury estaba preocupado por los recientes tratados que aseguraban al Imperio Otomano su integridad territorial. En la campaña electoral, era evidente que Italia podría argumentar contra Francia, alegando su expansionismo en el norte de África y en las costas del Mar Rojo. Los intereses de Inglaterra eran comunes con los de Italia y contrarios a los de Francia10. Volvamos a la Cámara francesa. El ex gobernador de Indochina, Jules Delafosse, recordó que la alianza con Rusia obligó a Francia en 1896 a ponerse al lado de esta y de Alemania frente a Japón, que había derrotado a China11. René Goblet, ex presidente del consejo, hizo una requisitoria contra la alianza. Reveló que Alejandro III ofreció garantías a Francia cuando él era ministro de Asuntos Exteriores. Esa propuesta la mantuvieron secreta los gobiernos posteriores. Reclamando luz sobre el contenido del pacto, dijo que no era tolerable que tuviese la alianza un sentido negativo, pues en ese caso privaría a Francia de su libertad de acción en política internacional. Gabriel Hanotaux respondió que la alianza se había convertido en un hecho histórico, que ningún partido puede atribuirse. Al hacerse pública el pueblo francés la acogió favorablemente. Le replicó Millerand. Se preguntaba el diputado socialista si la alianza franco-rusa no venía a consagrar todos los tratados firmados en Europa desde 1870. De ese modo la beneficiaria sería Alemania, que quedaría con las manos libres para ir al Extremo Oriente y por todo el mundo suplantando o, al menos, haciendo competencia a los productos franceses. Millerand aludió al resentimiento francés hacia Alemania, vivo, aunque callado por deberes de cortesía internacional. En un artículo firmado por Whist, en Le Figaro, 12 febrero, Walfrey, su autor, antiguo funcionario y amigo de Hanotaux, subrayó que la alianza con Rusia se había convertido en tema de oposición. Las palabras de Goblet beneficiaban a los partidarios de Alemania en Rusia. No habría que equivocarse de puerta. La alianza con Rusia no supondría la devolución de Alsacia y Lorena. Era un pacto con un país de 120 millones de habitantes, en ascenso creciente y que, en menos de 10 años, tendría un potencial material y moral, que lo convertía en un aliado apetecible. El artículo revelaba que la alianza se firmó en 1894, cuando los radicales ocupaban el poder. Ellos guardaron el mismo silencio, que ahora reprochaban al gobierno Meline. G. Tornielli-di Rudiní, 15 diciembre 1891, ASD DDS XXXIV/6 199-200. El Tratado de Shimoneseki, firmado en abril de 1895, acabó con el conflicto entre China y Japón iniciado el año anterior. Siendo ministro de Estado, Moret quiso que se tuviera en cuenta a España, a quien interesaba el futuro de Taiwan, por su proximidad a Filipinas 10 11
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Walfrey pedía: “Attendez au moins que l’Allemagne ait livré les secrets de la Triplice et l’Angleterre les conditions de son entente maritime avec l’Italie”. Cuando estaba en el gobierno Léon Bourgeois la relación de Italia con el Reino Unido preocupaba más que su vinculación con la Triple Alianza. Las palabras del amigo de Hanotaux parecían confirmar que esa situación perduraba12. La alianza franco-rusa modificaba las condiciones en las que Rusia afrontó su situación en el Mediterráneo oriental. Ahora disponía de créditos para modernizarse y estaba a su lado una nación con una poderosa marina. Su posición se reforzaba frente al Reino Unido. Sus pretensiones crecían. Sobrevaloraba su fuerza debido a los halagos de los alemanes y al revanchismo de los franceses. Eso se manifestaba en el cambio de postura en el Extremo Oriente y Oriente próximo, que afectaba más a Europa. Se trataba de una necesidad irresistible para un gran Imperio. Lo peor era la indiferencia con la que en Londres veían estos hechos nuevos. El gobierno de Salisbury no quería enfrentarse a dificultades internacionales. Dejaría pasar las cosas, porque consideraba las aspiraciones rusas un hecho inevitable y hasta legítimo. Podría suceder que Inglaterra ocupase una isla en el Egeo para dominar los Dardanelos, contando así con otro punto de apoyo para controlar las rutas mediterráneas, además de Suez y Gibraltar. Este último seria vital para impedir que se uniesen las escuadras de Francia y Rusia en caso de guerra13. Otro foco de tensión entre Francia y el Reino Unido estaba en China. Hablando de las demandas de Francia, Hanotaux recordó su empeño por evitar actos que condujeran a un choque con el pueblo chino. Confiaba en la sensatez de los países interesados para que todos se conformasen con tener sus propias zonas de influencia. Fiel a esa línea quiso mantenerse ajeno a toda tentativa de “reparto”. Francia se había movido la última y con lentitud buscando impedirlo porque, a su juicio, era un error. La única esperanza estaba en que ninguno de los Estados había puesto a sus pretensiones el calificativo de “innegociables”. La cuestión China se sumaba a las dificultades en las relaciones de Francia con el Reino Unido en África Occidental. Pero temía la opinión que el Reino Unido, que contaba con una gran superioridad naval, podría desear aprovechar su ventaja antes de que todos los demás, unidos, pudieran acabar con ella. Esos días el gobierno francés ordenó la movilización de sus fuerzas navales y defensas costeras en todos los puertos que dan al Canal de la Mancha. Era una advertencia, en un momento en que la flota inglesa se concen12 13
R 412/156 Tornielli-Visconti, 17 de febrero de 1898, ASD SP P 55. 179/95 A Ferrero-Visconti , 21 marzo 1898, ASD DDS XXXIV/7 3-4.
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traba en Gibraltar14. La marina francesa tenía rapidez para agruparse, maniobrar y amenazar las costas inglesas y su marina mercante antes que los barcos enemigos lograran detenerla15. Gabriel Hanotaux representaba una política exterior de paz. En China creía un error mantener las pretensiones sobre las zonas de influencia. Se humillaba a un gran pueblo, que reaccionaría defendiendo sus intereses. Los franceses tenían la experiencia de la resistencia de la población en las zonas que eran posesiones suyas.
2. La “buena disposición” de Francia Italia y Francia ayudarían a España cuando la amenaza de una intervención de Estados Unidos parecía inminente. De la posibilidad de prestar sus buenos oficios a España hablaron Tornielli y Hanotaux en marzo de 1898. Este se mostró preocupado por la rapidez con que el Congreso norteamericano había votado un crédito de guerra por importe 250 millones de dólares. Era muy difícil tratar con la administración norteamericana, tan sometida al influjo de la opinión popular, tan manejable, tan inestable, por tanto16. Al ministro de Asuntos Exteriores le inquietaban las noticias sobre la tensión creciente entre Madrid y Washington. Gabriel Hanotaux tuvo que ser más explícito. En su declaración a la Cámara expresó la buena disposición del gobierno francés si las dos partes solicitaran su colaboración para un arreglo amistoso. No podía hacerse más sin abandonar la actitud reservada elegida por Francia. Dijo lo mismo a León y Castillo. Estados Unidos no había pedido ni un arbitraje ni otra forma de intervención de las grandes potencias17. Los intereses económicos y financieros franceses en la deuda pública y en los ferrocarriles españoles explicaban la tensión con la que se seguían en Francia los acontecimientos cubanos. Políticamente asustaba que una solución, que lesionara el amor propio de los españoles, desencadenara una revolución que acabara con la monarquía. Hanotaux miraba seriamente esa eventualidad. Un movimiento republicano en España o en otro lugar de Europa sería un serio contratiempo para Francia, cuya posición internacional
14 Informe militar sobre las fuerzas inglesas en Gibraltar, marzo 1998 sin firma y 2 planos de la plaza, AGP 8/10 I y II 15 Encuentro con Hanotaux, 23 de marzo, r 672/270 Tornielli-Visconti, 24 de marzo de 1898 ASD SP P 55. 16 566/220 Tornielli-Visconti, 10 de marzo de 1898, ASD SP P 55. 17 Tc 725, 763 y 769 Tornielli-Visconti, 23, 27 y 28 de marzo de 1898, ib. 55.
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se asentaba en la certeza, por parte de la Europa monárquica, de que su forma republicana no era un peligro para las instituciones de los otros países. No era compatible para Francia una alianza con Rusia y una política de propaganda republicana fuera de sus fronteras. La opinión francesa no estaba de acuerdo con esa postura. En un debate, Pascal Grousset, de la izquierda, ironizó el 26 de marzo con la posible ayuda a la monarquía española en apuros. Gabriel Baron, también de la izquierda, pidió una solución de conciliación y de paz entre los españoles y los independentistas cubanos. El texto con la posición oficial fue leído por Hanotaux. “Si ces deux pays recherchent d’un commun accord des amis sûrs et impartiaux pour aider à l’arrangement amiable d’une si grave question, ils verront toutes les bonnes volontés se prêter à leur désir et la nôtre ne leur fera pas défaut. Mais ce serait sortir de la réserve qui nous est imposé d’aller au delà, et je ne puis ici, du moins, que renouveler les voeux ardents que nous formons pour une solution équitable où le droit, l’honneur et a liberté soient au même temps satisfaits, et qui ait pour résultat de maintenir entre les deux nations qui nous sont également chères le grand bienfait de la paix”. Cuando se publicó que el embajador de Francia en Washington ofreció los buenos oficios de su país, se desmintió inmediatamente la noticia a través de la agencia oficial Havas. Esos días, el gobierno de Italia mantenía esta posición: intervención exclusivamente humanitaria y con la aprobación unánime de todas las potencias18. Era inútil la mediación19. Guillermo II, que había aconsejado a la Reina Regente someter el conflicto al arbitraje del Papa, estaba decidido a no mezclarse en él20. Cuando se conoció la noticia de la mediación de León XIII, habló de nuevo Tornielli con Hanotaux. Se dijo al embajador en Estados Unidos que se asociase a las otras potencias, en sentido conciliador y para salvar la paz. Señal de la reserva francesa, la respuesta de Hanotaux a la pregunta sobre el origen de la intervención del Papa. Queriendo alejar la menor sospecha sobre la participación de Francia, dijo que se trataba de un asunto
“El 98 español desde Roma”, Anales de Historia Contemporánea 14 (1998) 95-117. Italia debería seguir a las otras potencias, “ma è da considerarsi la posibilità di una risposta non soddisfacente che l’Europa dovrebbe subire. Certi passi... non dovrebbero farsi quando non si è disposti a sostenerli colle armi”. T 982 Nigra-Visconti Venosta, Viena 16 abril, DDI III/2 Roma 1858 308. 20 Comentario hecho por Guillermo II a Lanza. Cuando fracasaron las gestiones hechas en Washington, Bernhard Heinrich von Bülow manifestó que Alemania no se asociaría a nuevas iniciativas, t 657 y 1023 Lanza-Visconti Venosta, 15 marzo y 19 abril, ib. 290 y 309. 18 19
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secundario y que probablemente la idea había surgido el propio León XIII21. La situación era en abril de 1898 tan tensa que se preveía la ruptura de relaciones entre España y Estados Unidos. Gabriel Hanotaux consultó a Jules Cambon la conveniencia de encargarse de los asuntos de España en Washington22. Los norteamericanos habían apreciado la declaración de imparcialidad hecha por Francia, que debería conservar su prestigio, acrecentado por su actitud en la preparación de la Nota colectiva de las potencias entregada el 7 de abril al gobierno de Estados Unidos. De cara al final de las hostilidades, favorecería más a España que se encomendara la representación de sus intereses a otra potencia católica, pero el gobierno francés aceptó la demanda española23. Los españoles manifestaron su simpatía a Francia24. En Estados Unidos la opinión se mostró hostil. Como señaló Jules Cambon, el auge de los “imperialistas” y el apoyo del Reino Unido resucitó los temores a la intervención de Europa en América, formulados ya por Monroe el 2 de diciembre de 182325.
21 R 790/318 Tornielli-Visconti, 5 abril 1898, ASD SP P 55. “1898: la batalla por la paz. La mediación de León XIII en España y los Estados Unidos”, Revista de Indias 177 (1986) 247-289. Los telegramas en cifra, intercambiados entre la Secretaría de Estado y el arzobispo de Saint Paul (Minnesota), John Ireland, la neutralidad del Vaticano después de la declaración de guerra y los desmentidos a quienes acusaban a la Santa Sede de estar al lado de España, ASV Nunziatura Stati Uniti II/25 12-67 y 68-80. 22 Para la trayectoria profesional de los hermanos Cambon y el funcionamiento de la diplomacia francesa estos años, Laurent Villate, La république des diplomates. Paul et Jules Cambon 1843-1935, París, Science Infuse, 2001. 23 La documentación sobre este asunto, cifra muy confidencial Hanotaux-Cambon, 7 abril y respuesta cifrada, 55 Cambon-Hanotaux, 8 abril. La aprobación del consejo de ministros para asumir la representación de España, que debería hacerse de acuerdo con Austria, cifras 65 y 82 Hanotaux-Cambon, 14 y 20 abril. El cumplimiento de estas instrucciones y “Note sur la depêche de M. Gullón à M. León y Castillo, du 21 avril 1898”, dando un carácter meramente consular a la misión desempeñada conjuntamente por Cambon y su colega austriaco, AAE NS Espagne 36 81 y siguientes. Los documento sobre esta gestión, AAE NS Espagne 36 81, sin paginar. 24 58 Jules Patenôtre-Hanotaux, 28 abril, AEE NS Espagne 36 37-38. 25 En Filadelfia un grupo de señoras promovió un boicot a los productos franceses. Vid. el informe del cónsul francés 2 Pesoli-Hanotaux, 2 mayo, y 49 Jules Cambon- Hanotaux, 6 mayo, AEE NS États-Unis 8 9-14. Para la reacción de la prensa en California, informe del cónsul en San Francisco, 38 Denys de Trobiand-Hanotaux, 14 mayo, ib. 20-21.Sobre la situación en Chicago, informe del cónsul en la ciudad, 13 H. Mérou-Hanotaux, 26 mayo y 11 julio, ib. 36-42 y 45-50.
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3. Las naciones latinas y España En Europa renacía el sentimiento de solidaridad latina frente a los anglosajones. La Unione Sarda, editada en Cagliari, Cerdeña, publicó un artículo sobre ella. No era un asunto de sentimientos, sino de beneficios recíprocos Las naciones latinas, todas ellas sufrían la agresión de germanos y anglosajones. España, en Gibraltar, Francia en Alsacia y Lorena, Italia, en los territorios que hablaban “la lengua de Dante” en el norte y en el este, bajo soberanía Austria. La vinculación gubernamental de la publicación y su tono habitualmente antifrancés subrayaban más el valor de esta propuesta. El embajador francés en Roma creía que esas reflexiones no podían desligarse del conflicto hispano-norteamericano. Podrían ser el síntoma de “une lente modification dans les sentiments d’une presse dont nous ne pouvions depuis plusieurs années que constater la constante hostilité”. La solidaridad de Italia con España era meramente sentimental. No había intereses comunes, que llevaran a la opinión italiana a una posición activa en el conflicto hispano-norteamericano. Barrère, recién llegado a Roma, juzgaba que los sueños de grandeza de los italianos eran incompatibles con la unión de las naciones latinas. La simpatía del gobierno y de la casa real hacia España era dinástica. Existía en Italia una especie de fantasma que les hacía estar obsesionados por la actividad de los revolucionarios y por la fuerza del Papado26. Mejoraban las relaciones de Italia y Francia. Había cordialidad entre los dos gobiernos El día 9 de mayo ordenó el francés a las autoridades en la frontera que no permitiesen actos contrarios a la seguridad de Italia27. Al sur, España estaba amenazada. Podría estallar una revolución en cuanto se conociera la noticia de la derrota del almirante Montojo en Cavite. El 3 de mayo se declaró el estado de guerra en Madrid28 . Se ofreció esos días a León y Castillo el ministerio de Estado en el nuevo gobierno formado por Sagasta tras la reunión de las Cortes. El regreso a 48 y 52 Camille Barrère-Hanotaux, 18 y 20 abril 1898, AAE CP NS Italie 10 67-72. El presidente Felix Faure agradeció el día 12 las atenciones que el general Robilard y el coronel Legrand habían recibido durante su estancia en Turín. Destacó que esas muestras de afecto confirmaban su deseo de aprovechar la ocasión de las fiestas que tuvieron lugar en aquella ciudad para expresar la amistad de Francia hacia Italia. 1135/431 y 1177/450 10 y 14 de mayo de 1898, ASD SP P 55. 28 Informe del Directeur de la Sûreté Générale, Ministère de l’Intérieur au ministre des Affaires Etrangères, 1 mayo. El embajador en Madrid creía que la medida del gobierno no era necesaria pero se había adoptado como precaución. Tc Patenôtre-Hanotaux, 3 mayo, AAE NS Espagne 1 130-140 y 141. 26 27
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su puesto en París podría tener, entre otras, estas dos razones. León y Castillo rehusaba asociarse a un gabinete, cuyo programa se reducía a la guerra a ultranza. Creyó más útil continuar en su puesto para sacar adelante las “importantes negociaciones”, que vendrían luego. Esa perspectiva tenía una incógnita: si la influencia personal del embajador español sería capaz de mover al gobierno francés y modificar la actitud de estricta neutralidad y abstención que había adoptado. “Ho sentito affermare che quando le ostilità fra gli Stati Uniti e la Spagna erano imminenti, la Germania avrebbe voluto interporre l’autorità dell’Europa per impedire la guerra e che ne fu dissuasa dal contegno dell’Inghilterra. Mi sembra improbabile che il Sgr. Hanotaux voglia ritentare, per conto del suo paese, la prova, ora tanto più che la parola del capo del “Colonial Office” ha gettato una nuova luce sulla situazione”. La única duda: la simpatía que todos los partidos franceses sentían hacia España. Eso podría hacer creer a León y Castillo que el gobierno no podría desconocer a esa corriente de opinión en cuanto se iniciaran las sesiones de la Asamblea Nacional. Pero era un error deducir de eso que el gobierno haría algo para interponerse entre los dos beligerantes. No lo conseguiría el embajador español, pese a que había hecho tanto por mejorar las relaciones entre los dos países29. España parecía resignada a aceptar los hechos consumados. Para nada valía su derecho. Esperando todavía no ser derrotada en Cuba por los soldados norteamericanos, debería resignarse su gobierno, como hizo Grecia, en el caso de Creta, donde para nada valió la revuelta de los cristianos contra el dominio turco en 1896. Las potencias europeas miraron para otro lado para no ver el auxilio prestado por Estados Unidos a los revolucionarios cubanos. Se violó el derecho internacional y se quiso que España los tratara como beligerantes y negociara con ellos un armisticio. La paz llegaría como una imposición30. Se dijo en Singapur que Francia pensaba apoderarse de la isla de Hainan. ¿Era verdad? Estaba pendiente de la negociación con China, buscando una compensación por las ventajas recibidas por Alemania y Rusia. El 13 de abril, tras el consejo de ministros, una nota oficiosa informaba que China había aceptado la demanda francesa. Había alquilado una bahía en su costa meridional. Se hacía la concesión de un ferrocarril que uniría Tonkin con Yun-Nan-Fu, a través del Río Rojo. China se comprometió a no entregar te1261/483 Tornielli-Visconti Venosta, 26 de mayo de 1898, ASD SP P 55. “España vive bajo una tutela que indigna más que cualquier otra: la tutela extranjera que nos impone la paz después de dejarnos destrozar por un enemigo más poderoso y, sobre todo, mejor armado”. “Tutela bochornosa” y “La ley de la fuerza”, El Progreso, 4 y 23 mayo. 29 30
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rritorios limítrofes con las posesiones francesas en el Tonkin ni ceder a otra potencia la isla de Hai-Nan. Se había llegado a un arreglo sobre el servicio de correos. Esta comunicación se hizo una vez cerrada la Asamblea Nacional. Hanotaux no quiso que hubiera un debate parlamentario. Tras informar a Londres, París obtuvo su visto bueno para este convenio. El ministro de Exteriores tuvo que actuar ante la presión del partido colonial. Otro indicio de la gravedad del momento: Hanotaux lamentó ante el embajador inglés que Rusia se hubiera apoderado de Port Arthur. Este último dato revelaba, según Tornielli, el tipo de inteligencia que existía entre los dos aliados. Hanotaux manifestó ante el parlamento la existencia de esta alianza, al justificar la actitud del gobierno en la guerra chino-japonesa, cuando Francia se unió a Alemania y Rusia. La presencia de la escuadra francesa en la demostración naval que hicieron alemanes y rusos no parece que naciera de los compromisos entre rusos y franceses en el Extremo Oriente31
4. “Amargo, pero cierto” Esta fue la conclusión de Julio Burell tras el discurso de Salisbury en la Primerose League32 y el de Joseph Chamberlain días más tarde en Birmingham a la Asociación Liberal Unionista33. Eran palabras que chocaban y herían a los españoles. Amantes de la retórica, pensaban que con “pechos de granito” puede hacerse frente a los cañones de los acorazados. Los dos políticos ingleses decían la verdad34. Después de Cavite, a España le convenía
928/368 Tornielli-Visconti, 22 de abril de 1898, ASD SP P 488. Un comentario, Rosario de la Torre, Inglaterra y España en 1898, Universidad Complutense, Madrid 1988 193-204. Hace suya la interpretación dada por Jover, Teoría y práctica de la redistribución colonial, Fundación Universitaria Española, Madrid 1979, recogido en Santos Juliá (coord), Debates en torno al 98: Estado, sociedad y política, Comunidad de Madrid 1998, 13-57. 33 Chamberlain dijo que la situación europea exigía al Reino Unido buscar una alianza con Estados Unidos. “Otro aviso”, El Tiempo, 15 mayo, 1. “Una nueva amenaza”, Heraldo de Madrid, 14 mayo, 1. El perfil humano del ministro inglés, “Joseph Chamberlain”, El Siglo Futuro, 27 mayo, 1. Un extenso resumen “El discurso, de Chamberlain”, El Correo Español, 17 mayo, 2. 34 Más les valía a los españoles creer en ellas que en las de esos “hombres animadores de una victoria para la cual sólo contábamos en la bahía de Manila con el caballo blanco de Santiago”. “Amargo pero cierto”, Heraldo de Madrid, 6 mayo 1898, 1. 31 32
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recordar que ninguno de los dos contendientes había emprendido la guerra buscando conquistas35. En la prensa francesa se preguntaban los comentaristas por los motivos que habrían llevado a los políticos ingleses a pronunciar esas palabras36. Todos destacaban la importancia de conservar las buenas relaciones con el Reino Unido. Aunque las dificultades de la guerra hispano-norteamericana creadas al tráfico comercial eran escasas en la economía francesa, bastaban para percibir las perturbaciones que, en proporciones colosales, provocaría una guerra con una potencia naval, como el Reino Unido. Sólo los nacionalistas ignoraban las consecuencias terribles que tendría para Francia estar en el lado opuesto al de sus vecinos ingleses. Esta gente tenía “desequilibrada” la mente. Por eso, las palabras de Salisbury y de Chamberlain habrían servido para alertar a los políticos y a la opinión francesa37. Era un reto, que debería hacer rectificar a España38, entonces en guerra con Estados Unidos y con intereses en Oriente. Tenía ahora su gobierno la ocasión para salir de su soledad39. En Alemania, las palabras de Chamberlain dislocaban la orientación de la política internacional de Guillermo II, que deseba un acercamiento al Reino Unido, compatible con la Triple Alianza y la amistad con Rusia. No pensaba así Bismarck. La posibilidad de una alianza de Estados Unidos con Inglaterra llevó al emperador a aprovechar la primera ocasión para amarrar sus vínculos con el zar40
“Notas de última hora”, La Época, 6 mayo, 3. “La unión anglo-americana. Opiniones de la prensa francesa acerca del discurso de Chamberlain”, El Globo, 21 mayo, 1. La oposición de algunos sectores de la sociedad inglesa, 105 reservado Juan Antonio de Rascón-Almodóvar del Río, 15 junio AMAE H 2425. 37 1263/484 Tornielli-Visconti, 25 de mayo de 1898, ASD SP P 55 38 Así lo juzgó el diario del partido carlista. Si no respondía la Europa continental, deberían hacerlo las “naciones latinas”, porque la anunciada alianza era “un atropello”. Los gobiernos de la Restauración debían abandonar la subordinación a la Triple Alianza y “sus perjudiciales y fingidos aislamientos”. “El Leopardo inglés”, El Correo Español, 15 mayo, 1. La necesidad de un debate y de ideas claras para definir la política exterior de España de modo que la compartieran los partidos ministeriales, “El Libro Rojo y nuestra política exterior”, El Día, 20 mayo, 1. 39 “España ante la unión anglo-sajona” y “La situación dentro y fuera”, La Correspondencia Militar, 16 y 17 mayo, 1. 40 Guillermo II pedía compensaciones para llegar a un pacto con el Reino Unido. “Alemania e Inglaterra” y “La cuestión Internacional”, El Siglo Futuro, 21 y 25 mayo, 1. Las palabras de Guillermo II, despejando la amenaza de una guerra eran una buena noticia para España, que nada debía esperar de una “conflagración universal”. Genaro Alas, “Comentarios Extranjeros”: Correspondencia de España, 20 mayo, 1. 35
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Esos días de mayo murió William Edwart Gladstone, el defensor de las causas justas de todos los pueblos: de los cristianos en Oriente, de los judíos en Rusia, de los griegos humillados, de los hambrientos en Irlanda… Un político que amó la paz y no necesitó “ensangrentar sus manos” para engrandecer a su patria41. Los discursos de Salisbury y Chamberlain levantaban acta del cambio en la política internacional en un momento cargado de tensiones42. En África, con Francia. En China, con Rusia por sus miras expansionistas 43. Se habló de la incorporación de Japón a la alianza anglo-americana y no se confirmó la noticia de un acuerdo Londres-París sobre África. La nota más saliente era la desorientación. Cualquier elección era “cara”. Había que tasar riesgos y ventajas44. No era, por tanto, una cuestión de política interior. Hasta los adversarios de Sagasta reconocían la gravedad y la urgencia de la situación y la falta de una salida inmediata y fácil45. La estrategia debería ser: regeneración en el presente y previsión para el mañana46. Mientras España fuera “una nación arruinada”, no quedaba más que el aislamiento47. Esa fue, según los seguidores de Romero Robledo, la política
“Muerte de Gladstone”, Heraldo de Madrid, 19 mayo, 1. La alianza de Inglaterra con Estados Unidos y sus consecuencias para Europa, “La Alianza anglo-americana” y “Malas compañías, El Globo, 15 y 21 mayo, 1. 43 Guillermo II nada dijo sobre la situación internacional en su discurso. Ese silencio cuando todos presagiaban “la inminencia de un conflicto internacional”, hacía creíble una alianza de Alemania con Inglaterra. España quedaría mucho más aislada de lo que ya estaba. “Temas del día”, El Resumen, 24 mayo, 1. 44 Esta situación era especialmente dramática para España, que tendría que fijar su lugar y su rumbo “a impulso de la gravísima y apremiante necesidad” en que se hallaba. “Nieblas”, El Globo, 24 mayo, 1 45 “¿Dónde están las alianzas ni las ayudas posible cuando Inglaterra habla como habla, Alemania, Italia y Austria se reservan y Rusia y Francia respetan como efectivo un bloqueo sin condiciones de derecho ni de realidad? Ni una señal hay en el horizonte que permita esperar ayudas paternales”. Predominaba el “cainismo”, por más que se ocultara en una retórica, que se llevaba el viento. “Indiscreción”, Heraldo de Madrid, 24 mayo, 1. El diario se opuso a la decisión de mantener a León y Castillo como embajador en París nombrando como ministro de Estado al duque de Almodóvar del Río. 46 Refrendada esta conclusión con otra frase retórica de Castelar -“los yanquis bloquearán nuestras islas, pero no bloquearán nuestro honor”- España seguía condenada al aislamiento.”Habla Castelar”, Heraldo de Madrid, 27 mayo, 1. 47 El artículo de Castelar exageraba el impacto de la previsible derrota frente a Estados Unidos. Las revueltas provocadas por la carestía de pan se habían calmado resueltas con la prohibición de las exportaciones de trigo. Habían cesado las huelgas. El estado de sitio bastó para mantener el orden público. 76 Patenôtre-Hanotaux, 3 junio, AAE NS Espagne 1 158164. 41
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de Cánovas48, a la que ahora se adherían gentes ajenas a él, como Castelar49 y los demócratas del Heraldo de Madrid50. Había un designio expansionista que explicaba que la opinión norteamericana no hubiera condenado al cónsul Lee, un anexionista, ni a la prensa amarilla. Canadá, México y Europa tendrían que entender el aviso. Nadie debería extrañarse del tono empleado por el secretario del Colonial Office. El gabinete inglés no había escuchado a su embajador en Washington, Julian Pauncefote, partidario de que Inglaterra se asociara a las potencias europeas51. El giro en la política exterior norteamericana era una evidencia. Lo reconocía el arzobispo de Saint Paul (Minnesota), John Ireland, tras el fracaso de su misión ante McKinley. “Une ère nouvelle semble surgir pour l’Amérique; ce n’est pas que le peuple la désire; il est plutôt disposé à accepter ce que les faits lui apportent. Jusqu’ici l’Amérique ne voulait pas être propriétaire de colonies, du avoir sous aucune forme du territoire éloigné du continent. Maintenant elle est sur le point du posséder dans le Pacifique les Îles Philippines, les Carolines, les Hawai, et dans l’Atlantique le Cuba et le Porto Rico, avec d’autres îles que le Danemark, par exemple, désire lui vendre, et qu’elle pourra acquérir sous un titre ou sous un autre. Tout cela nous forcera à augmenter notre marine et notre armée de terre. Les États-Unis viseront à être une des grandes Puissances du monde”52. 48 Sobre la política de Cánovas, José María Jover, “Caracteres de la política exterior de España en el siglo XIX”: Homenaje a Johannes Vincke, II, Madrid 1962, 756-794, recogido en Política, diplomacia y humanismo popular en la España del siglo XIX, Madrid 1976, 83138. Julio Salom, España en la Europa de Bismarck. La política exterior de Cánovas, Madrid 1967. El ya citado de Leonor Meléndez. Una reseña completa de las publicaciones recientes, especialmente con motivo del centenario del asesinato, Carlos Seco Serrano, “La separación que lleva a cabo la indagación, la exigencia del archivo y la sobreabundancia de lo real son los tres modos de decir” con los cuales la historia se obliga a comprender los documentos, más allá de la “lógica”que impone con sus límites el sentido común, a la hora de reconstruir la realidad Cánovas del Castillo, Antonio”, texto preparado para el Diccionario dirigido por la Real Academia de la Historia, aún no publicado. 49 El artículo de Castelar, “Revue politique”, Petite Revue Internationale, mai 1898, 163168. Volvió sobre ello en octubre. Están recogidos en Crónica Internacional, Madrid 1982. 50 La única disidencia, Francisco Silvela. “Silvela solo”, El Nacional, 28 mayo, 1. 51 Estos comentarios en los despachos enviados por Luis Polo de Bernabé desde Toronto, a donde se había desplazado desde Washington, tras la ruptura de relaciones, 126, 128 y 136, 6, 8 y 16 mayo, AMAE H 2422. 52 John Ireland-Rampolla, 28 de mayo de 1898, ASV SS 249 (1901) IV 138-143. El arzobispo comentó la Joint Resolution en su carta del 29 de abril, ibídem VI 124-136. Repetía estas mismas ideas en una carta enviada el 28 de julio de 1898. Informaba al arzobispo el senador Davis, entonces en Saint Paul. Ireland-Rampolla, 28 de julio, AES Spagna 874/303 24. Sobre el arzobispo, vid. M. O’Connell, John Ireland and the American Catholic Church, Minnesota Historical Society Press, Saint Paul, 1988.
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Lo advertía el embajador francés en Washington. Jules Cambon. Comentó que, tras la intervención de Estados Unidos en Filipinas, el Pacífico estaba convirtiéndose en un océano americano. En el congreso, Morgan, demócrata, y Lodge, republicano, pidieron que las Filipinas quedaran bajo administración norteamericana, porque “dominent l’Australie, le Tonkin, les Indes et la Chine”. Había sólo dos obstáculos: la capacidad para hacer efectivas esas ambiciones y el freno de otros intereses en conflicto con ellas. Esto último exigía que las potencias europeas continentales se unieran “pour faire oeuvre de politique prévoyante et conservatrice”53. Se creía que Estados Unidos e Inglaterra estaban a punto de firmar un pacto sobre estas bases: reconocimiento de la doctrina Monroe, derecho de Estados Unidos a construir un canal interoceánico en Nicaragua, dejando paso libre por él a Inglaterra en tiempos de guerra. Estados Unidos defendería además la política del Reino Unido en China y Oriente. El Reino Unido aceptaba la posesión de los territorios que los norteamericanos habían conquistado a España, en caso de que Europa interviniese en la guerra. La alianza sería ofensiva-defensiva54. La alianza anglo-americana podría crear un “nuevo Gibraltar” al sur del Estrecho. Desde hacía cuatro meses oficiales de artillería e ingenieros habían examinado Sierra Carbonera y sus alrededores. Su conclusión: el Peñón estaba al alcance de baterías españolas desde varios puntos. El Estado Mayor inglés creía necesario apoderarse de Ceuta para “no correr el riesgo de que se cierre el paso del Estrecho a las escuadras de la nación”55. Inglaterra, ¿se resarciría de las pérdidas en Oriente en el Estrecho de Gibraltar? El viaje de Lord G. J. Goschen lo confirmaba56. Ese acto anunciaba la hora de llegar a alianzas con todas sus consecuencias57.
53 49 Cambon-Hanotaux, 6 mayo, AAE NS États Unis 8 13. Un informe del cónsul en Chicago sobre la conquista de Manila y el imperialismo de Estados Unidos, H. Mérou-Hanotaux, 10 mayo, ib. 15. 54 Se juzgaba poco razonable la información de esta correspondencia enviada desde Washington al Daily Telegraph. No convenía a Estados Unidos. “Las alianzas. Inglaterra-Portugal”, La Época, 31 mayo, 1. 55 R79 Juan Antonio de Rascón-José Gutiérrez Agüera, encargado interino del ministerio, 14 mayo. Se envió copia al ministerio de la Guerra el 19 mayo, AMAE H 2425. 56 El anunció una posible visita del Lord del Almirantazgo, tc Rascón- Gutiérrez Agüera, 15 mayo, AMAE H 2425. 57 Los recursos empleados y el valor demostrado de los soldados españoles en Cuba eran dos buenas prendas para pedir la amistad solidaria y eficaz de otras naciones. España no iría con las manos vacías. No era verdad la conclusión de Castelar publicada unos días antes en la “Petite Revue Internationale”. “Enemistad efectiva” y “Política internacional, El Globo, 26 y 29 mayo, 1.
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La grave situación en el Extremo Oriente atrajo la atención de los Comunes. La oposición censuró a Salisbury haber cedido demasiado dando pretexto a Rusia para exigir más concesiones58.
5. Cambios en la política exterior El 24 era nombrado ministro de Estado Juan Manuel Sánchez y Gutiérrez de Castro, duque de Almodóvar del Río59, un latifundista, con bodegas, grande de España con funciones en Palacio, y experto en política arancelaria, en la que había intervenido como diputado por Jerez. Educado en Inglaterra, tenía excelentes relaciones con la aristocracia inglesa. Sus amigos británicos quitaban importancia a las declaraciones de Salisbury y Chamberlain. Eran “boutades de leurs hommes d’État”. La opinión pública, favorable a España, terminaría por imponerse a los políticos60. Desde los años ochenta, la embajada francesa en Madrid sospechaba de un posible acuerdo España-Reino Unido-Italia, una especie de Triple Alianza occidental dirigida como la otra también contra Francia61. En Italia salía del gobierno Visconti Venosta. Había sacrificado parte de sus ideas políticas entrando en un ministerio presidido por Giuseppe Zanardelli. Este, tan condescendiente con los partidos revolucionarios, tenía obsesión con el clero. Esta tendencia se agudizó después de los incidentes de Milán62.
58 518/250 y 611/299 Costa-Canevaro, 12 de agosto y 15 de septiembre de 1898, ASD SP P488. 59 “El nuevo ministro de Estado”, La Época, 24 mayo, 1 y “El nuevo ministro de Estado”, El Globo, 25 mayo, 1. 60 Comentando la visita de Goschen, negaba esa expectativa el diario del partido conservador. “…la historia prueba que, siendo delicadísima la conciencia británica, se deja violentar por sus gobiernos siempre que se trata de intereses positivos y que, censurando acaso sus arrojos, calificados de “hechos consumados”, si el éxito los corona, en ningún caso pide a aquellos que restituyan”. “Blanco y negro”, La Época, 27 mayo, 1. 61 “Il est à craindre que, dans ces conditions il (Almodóvar del Río) ne prête une oreille plus complaisante que son prédécesseur aux insinuations malveillantes que Sir Henry Wolff (Drummond) ne cesse… de mettre ici en circulation contre la France”, 72 Jules PatenôtreHanotaux, 25 mayo, AAE NS Espagne 1 155-157. 62 La movilización de los católicos en esta crisis, Giovanni Spadolini, L’opposizione cattolica da Porta Pia al ‘98, Arnoldo Mondadori, Firenze 1976. La bibliografía sobre lo que se llamó la amenaza negra y la amenaza roja coincidentes en su posición de la legitimidad del Risorgimento, es muy extensa. Sobre los católicos, hay varias referencias en la red: portal Emeroteca storica on-line. Sobre el movimiento católico, http://www.feltrinelli.it/Fondazione/donwload/SezMovCatIta.pd.
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Visconti Venosta afirmó que las diferencias con Francia se debían a la cuestión tunecina. Todas “las alianzas impuestas perentoriamente” a Italia tenían ahí su origen. Para superar el pasado era necesario convencer a los dos pueblos de que sus intereses en el Mediterráneo no eran contrapuestos. Aprovechó la crisis de Creta para demostrar que podrían marchar juntas las dos naciones. Esa estrategia era asumida por el marqués di Rudiní. Su único mérito, decía Visconti, fue llevarla hasta un punto en que fuera imposible retroceder. Juzgaba un obstáculo la idea de subordinar el acuerdo económico con Francia a la salida de Italia de la Triple Alianza. Esa pretensión prolongaría el antiguo estado de cosas. La convergencia de la prosperidad italiana con la amistad con Francia era el mejor modo de cerrar el pasado. Los cambios en Europa marchaban a favor de esa solución. Con prudencia y reflexión, el objetivo de Visconti fue salir de la Triple Alianza y convertir la amistad con Francia en el eje de la política exterior italiana63. No sería fácil. A finales de agosto de 1897, el cardenal Rampolla comentó la aproximación franco-italiana con el embajador francés ante la Santa Sede. Según el cardenal, se equivocaban los periodistas franceses que creían que con buenas maneras conseguirían sacar a Italia de la Triple Alianza. Olvidaban que esa alianza se había renovado siempre, a pesar de los cambios políticos. Había razones dinásticas. Era una decisión de la Corona64. ¿Era una hipótesis atrevida o un maniobra para seguir alimentando la desconfianza de Francia hacia Italia? En el otoño, Frassati publicaba un comentario en la Nuova Antologia sobre la política exterior italiana y la alianza franco-rusa. Reproducía un documento de Robilant. Siendo ministro de Asuntos Exteriores, se opuso en 1887 a la renovación de una alianza que consideraba infecunda para Italia. Inmediatamente el marqués Raffaele Cappelli, secretario general del ministerio en esa época y ahora vicepresidente de la Cámara, replicó, negando que esa fuera la postura de su jefe de entonces. Robilant deseaba introducir mejoras. Al ser aceptadas por las otras dos partes, firmó la renovación. En su carta al director de la Nuova Antologia, escrita el 2 de noviembre, Cappelli revelaba que durante la visita de Bismarck a Viena en 1879, Andrassy habló de la intención de su gobierno de declarar la guerra a Italia, co82 Barrère-Hanotaux, 11 junio 1898, AAE CP NS Italie 13 197-201. ¿Por qué no romper la Triple Alianza del lado austriaco? El cardenal tenía noticias de la buena actitud de Goluchowski, que se habían acentuado tras el viaje de Francisco José a Rusia. Conf 117 Navenne-Hanotaux, 30 agosto 1897, AAE CP NS Italie 13 128-129. 63 64
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mo la única forma de acallar el irredentismo. Estaba seguro de la victoria. Pedía la neutralidad alemana para recuperar las provincias que habían pertenecido al Imperio. Bismarck dio su consentimiento, porque Italia no es amiga nuestra. El canciller alemán respondió lo mismo al nuncio, cuando este le preguntó si Alemania se opondría al restablecimiento del poder temporal del Papa. En cuanto a Francia estaban recientes los sucesos de Túnez. Italia estaba sola. Una alianza con ella perjudicaría a las dos naciones y pondría en peligro la paz en Europa. En política interna, algunos partido franceses eran enemigos de la unidad italiana. Esos años la dirección de la República era poco segura. En cambio una alianza con los dos imperios auguraba una larga etapa de paz en Europa. Queriendo esa alianza, para que sirviera a sus intereses, no podía Italia pedir entrar en ella. Había que prepararla con una política exterior sabia y de largo alcance. De ese modo podría persuadir a los otros, más poderosos que ella, de la ventaja que suponía contar con ella. Cuando en 1885 comentó Robilant con Cappelli el tratado, hablaron de la necesidad de renovar la amistad con el Reino Unido para garantizar la defensa de Italia por el Mediterráneo. Fijó la línea respecto a la Triple Alianza: no deseaba renovar el tratado, pero seguiría siendo amigo de los dos Imperios. Para demostrar que había recuperado su libertad de acción, quiso iniciar en Europa una política sabia y audaz. La imagen de esta Italia nueva sería la de una nación que busca la paz, sin segundas intenciones y sin cerrarse en intereses mezquinos. Este paso era una condición previa para renovar la alianza introduciendo en ella las modificaciones que Italia deseaba. Robilant, cuando supuso que Bismarck lo deseaba, manifestó que Italia no la necesitaba, porque ninguna de sus fronteras estaba amenazada, salvo el mal humor de Francia. La Triple Alianza, fuerte por tierra, tenía en el mar su lado débil. Entonces Bismarck pidió que expusiera las condiciones italianas. Incluidas en el pacto, Robilant firmó la renovación. Con la ayuda de Bismarck y de otros personas influyentes consiguió una “entente cordiale” con el Reino Unido en el Mediterráneo sobre la base del statu quo. La conclusión de Cappelli era doble. Primero, la alianza era un tratado “moderno y civilizador”, que se fundaba en la amistad entre unas naciones que no querían turbar la paz en Europa y deseaban que nadie frenara su desarrollo interno ni dañara sus grandes intereses en el exterior. Segundo, la Dúplice Alianza beneficiaba a una nación como Italia que ni era “inquieta ni inquietante”. Las tendencias de la opinión y de los políticos franceses, las ideas y los sentimientos de Nicolás II testimoniaban que la inspiración de ese pacto coincidía con la Triple Alianza. Tener un aliado no sólo satisface el
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amor propio. Supone contar con un consejero que, en los momentos críticos, aporta moderación65. Seguiría Raffaele Cappelli la línea de Visconti Venosta. Reforzaría los lazos de amistad con Francia. El tratado comercial importaba porque revelaba la voluntad política de acercamiento entre las dos naciones66. Cappelli recordó su antigua amistad con Barrère. Continuaría la política de Visconti Venosta67. Hanotaux manifestó a Tornielli, embajador en París, que deseaba mantener e incrementar la cordialidad en las relaciones mutuas. Esto mismo le transmitió Barrère, el embajador de Francia en Roma. Era, pues, previsible que las relaciones, mejoradas hacía algún tiempo, lo hiciesen aún más, hasta ser plenamente satisfactorias68. El incidente de Fachoda provocó un cambio de gobierno69. Fue nombrado ministro de Asuntos Exteriores Théophile Delcassé. Elegido diputado en 1889, se había iniciado en política con la amistad y protección de Léon Gambetta. Escribió antes en La Republique Française70. En 1894 fue designado ministro de las Colonias y en junio de 1898 ministro de Asuntos Exteriores. 65 Texto impreso traducido al francés, anexo a 171 Billot-Hanotaux, 4 noviembre 1897, AAE CP NS Italie 13 143-148. Vid. “Un antecedente de Algeciras en 1887”, una investigación inédita en el marco de la acción conjunta (2004-2005) “España y la independencia de Marruecos: 1887 y 1906. dos momentos claves” (2004MA0039), 86 páginas. 66 T 137 Barrère-Hanotaux, y Hanotaux-Barrère, 4 y 6 junio 1898. El contenido de esta conversación se transmitió a los embajadores en Londres, Berlín, Viena, San Petersburgo y Constantinopla, AAE CP NS Italie 13 192-195. 67 87 Barrère-Hanotaux, 11 junio, ib. 205-206. Recibiría las mismas seguridades del parte del almirante Canevaro. “La separación que lleva a cabo la indagación, la exigencia del archivo y la sobreabundancia de lo real son los tres modos de decir” con los cuales la historia se obliga a comprender los documentos, más allá de la “lógica”que impone con sus límites el sentido común, a la hora de reconstruir la realidad, tc Barrère-Hanotaux, 2 julio, ib. 210. 68 22351/541 Cappelli-Tornielli, 16 de junio de 1898, respuesta a 1427/541, 8 de junio de 1898, ASD SP P 55. El nombramiento de Camille Barrère, 54/25, 10 de enero, ib. 55. 69 La negociación entre los dos gobiernos se remontaba a 1890. En febrero de 1896, para fijar los límites en el bajo Níger. La cuestión de Fachoda se plantea en diciembre de 1896. A finales de diciembre del año siguiente había unas bases de acuerdo. En febrero de 1898 trabajó una comisión. La negociación y el texto del convenio, Ministère des Affaires Etrangères, Documents Diplomatiques (Livre Jaune 206) Correspondance et Documents relatifs à la Convention Franco-Anglaise du 14 juin 1898, Imprimerie Nationale, París 1899, 53 pp. El mapa fijando los límites, Ministère des Affaires Etrangères, Documents Diplomatiques (Livre Jaune 205), Déclaration additionnelle du 21 mars 1899 à la Convention Franco-Anglaise du 14 juin 1898, Imprimerie Nationale, París 1899. D. Bates, The Fashoda Incident of 1898: Encounter on the Nile, Oxford University Press 1894. Sobre este asunto, vid. AAE “Papiers Delcassé”, tome 13. 70 Su formación diplomática la adquirió como redactor de este periódico y en el Journal de Paris.
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Para aislar a Alemania, superó las dificultades con Italia. Hizo que el acuerdo colonial con Inglaterra se prolongara en una entente europea, que terminó incluyendo a Rusia, cuya alianza con Francia reforzó. En 1905 Delcassé salió del gobierno. Rouvier no pudo resistir la presión de Alemania, que creía que el acuerdo de abril de 1904 con el Reino Unido tenía una parte militar71. Cuando sucedió a Hanotaux, Delcassé, una persona brillante y de rápidos reflejos, entendió el cambio producido en las relaciones de Francia con Italia, pero, a diferencia de su antecesor, era un proteccionista72. Mientras, España, resignada a no recibir ayuda alguna de las potencias europeas, sufría graves reveses militares en su guerra con Estados Unidos73. Urgía rectificar el error de Cánovas, que no aceptó la oferta de mediación hecha por R. Olney. También en España se habían impuesto los jingoístas frente a la sensatez74. Era tarde para una paz con honor, para salvar las colonias, pero no para salvar a España de su ruina económica. Se declaró la guerra “por miedo a los gritos de la calle”. Esa debilidad debía “ser redimida con la energía de hoy”75. Hubo una novedad ese verano del 98. Bachracht, ministro de Rusia en Tánger, al presentar sus credenciales a Mohamed Torres dijo que venía a asegurar la independencia y la integridad territorial de Marruecos y cooperar con las otras naciones que deseasen lo mismo. ¿Qué significaba ese paso dado por Rusia? Ajena a las cosas de Marruecos, era evidente que venía a Tánger para favorecer a su aliada. En el marco de una política europea, Marruecos quedaría vinculado con la cuestión oriental. Ese hecho habría movido a Rusia a hacerse presente en el Mediterráneo occidental, pudiendo existir un
71 Pierre Renouvin, La politique extérieure de Théphile Delcassé (1898-1905), París 1962, 2-43. 72 Para Hanotaux el libre comercio era “una delle basi fondamentali della recirpococa amicizia dei popoli” 639 Tornielli-Canevaro, 6 julio 1898, DDI III/3 Roma1962, 4-5. 73 Sería un engaño presentar como probables “intervenciones en que no hay motivos para confiar”. “Ecos del día”, La Época 14 de junio, 1. Alemania no ampararía los intereses de España en el Pacífico. “En pleno desastre”, El Nacional, 16 junio, 1. Había que negociar directamente con Estados Unidos. “Nada de intermediarios”, El Imparcial, 26 junio. En desacuerdo con esa posición sostenida por Romero Robledo y “El Imparcial”, “La paz y las potencias”, El Día, 26 junio, 1. 74 En un artículo aparecido el 22 de julio, Pablo Alzola señalaba como primer elemento de la situación “el aislamiento de España y su carencia de alianzas en Europa y América”. El problema cubano, Bilbao 1898, 158. 75 Uno, “Una opinión” y “La mejor paz”, La Época 27 y 29 junio, 1. No compartía estas urgencias el comentario “La paz y la guerra”, El Tiempo, 30 junio, 1 y “Acerca de la paz”, Heraldo de Madrid, 30 junio, 1.
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entendimiento con España sobre un interés más permanente que el que había con Francia: la integridad territorial de Marruecos era imprescindible para asegurar la libre navegación por el Estrecho de Gibraltar76. Francia recuperaba la iniciativa. A la espera de que cayera Jartum en manos de las fuerzas anglo-egipcias, se preparaba para plantear la cuestión de Egipto. Era un contencioso que, en palabras de Gladstone, envenenaba las relaciones entre las dos naciones. Ed. Monson, el embajador inglés, que acababa de regresar a París, estaba asustado por las consecuencias que eso tendría. El gobierno inglés no podría aguantar la presión de su opinión pública. Esperaba que sólo Rusia sostuviera a Francia. Alemania estaba en una posición ambigua. Guillermo II se manifestaba como amigo del Reino Unido, pero su embajador en Londres, el conde Harfeldt, adoptaba una actitud diferente en sus relaciones con el Foreign Office77. En España, los carlistas, además de su insistencia en atribuir al liberalismo, a la autonomía y a las reformas en Cuba la crisis colonial, señalaron la necesidad de poner remedio a la soledad internacional del país con una alianza con Francia y Rusia, que respondiera a los intereses de España en el Mediterráneo y en el Pacífico78. El argumento: 200000 soldados en la frontera de los Pirineos en caso de una guerra europea. Si se hubiera hecho eso, se habría conseguido por vía diplomática lo que estaba perdiéndose en los campos de batalla79. La única explicación de esa omisión eran los intereses dinásticos, contrarios a los nacionales, que habían vinculado a España a la Triple Alianza80. Así las cosas, España tuvo que pedir el armisticio81. Delcassé dijo que las negociaciones de su embajador en Washington con el presidente McKinley eran “pura fantasía”. Se esperaba entonces la respuesta española a las
265/65 Malmusi-Visconti Venosta, 12 junio 1898, DDS XL/11 9. Parece que Monson era un poco pesimista y exageraba los riesgos. Esa era la impresión de Tornielli. 1865/700, 21 julio 1898, ASD DDS XXXIV/7 19. 78 Enmienda a la respuesta al discurso de la Corona, firmada por Vázquez de Mella, Cesáreo Sanz, Ortiz de Zárate, Bario y Mier, Joaquín Llorens y Miguel Irigaray. El texto en El Correo Español, 8 julio, 1 79 Discurso en Juan Vázquez de Mella, “La pérdida de las colonias”, Obras Completas VII, Madrid 1932, 3-10. 80 Esta postura, expresada en las declaraciones de Vázquez de Mella a Johannes Schiedel, un periodista alemán, en “De Berlín. Declaraciones del Sr. Mella”, El Correo Español 27 junio, 1. Insistió en las mismas ideas en las declaraciones publicadas el 26 y 27 de julio en la Correspondencia de España y El Progreso y en La Bandera Carlista 29 (17 julio) 2-4. La alianza con Francia y Rusia y la denuncia de la Triple Alianza, en el “Manifiesto de la minoría carlista”, El Correo Español, 7 septiembre, 1. 81 1898: diplomacia y opinión, CSIC, Madrid 1991, 241-275. 76 77
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condiciones de paz aprobadas por los norteamericanos82. España condecoró a Delcassé con la Gran Cruz de Carlos III83. Agradeció la ayuda ofrecida por la Cruz Roja rusa84 Se abría una crisis política. La Reina convocó a Silvela, ausente de Madrid. Estaba en Mondariz. Desde allí viajó a la capital el 2 de agosto. Se lo ordenó la Reina. Debió hacer lo mismo con los otros políticos llamados a consulta. Acudieron al Palacio Montero Ríos, Vega de Armijo, Marcelo Azcárraga, Alejandro Pidal, Martínez Campos, el Duque de Tetuán, Romero Robledo, López Domínguez, Weyler, Calleja, García Polavieja85. Cambiaba el escenario. Perdida la guerra, España debía prepararse para pagar su coste.
T 2236 Tornielli-Canevaro, 5 de agosto, DDI III/3 Roma 1962 21-22. “J’ai toujours au coeur de travailler au maintien et au développement des liens d’antique amitié et voisinage qui unissent la France et l’Espagne, et je suis profondément touché du précieux témoignage d’approbation que Votre Majesté a daigné m’accorder”. Delcassé-Reina Regente, 31 août 1898, AGP 15/3. 84 Esta llegó a finales de julio. La documentación, AMAE H 2420. 85 En una nota manuscrita de la Reina Regente se hallan apuntados los asuntos tratados, quizás con Silvela. AGP 9/12. 82 83
II. LA LUCHA POR LA HEGEMONÍA INTERNACIONAL Y LA PAZ EN EUROPA
El 17 de julio de 1898 suspendió el gobierno de Sagasta las garantías constitucionales. Los carlistas aplazaban su decisión de alzarse en armas. No querían hacer más onerosas las condiciones de paz impuestas a España. Los catalanistas, sobre todo en Barcelona, apoyarían una intervención que asegurara el reembolso de la deuda cubana. El ejército y el pueblo eran víctimas de una minoría que practicaba el desorden y el despilfarro. El clero era “le véritable maître de l’Espagne, grâce à l’ignorance des masses”. La mejor solución para Francia era la proclamación de la República y su consolidación1. Sagasta se entrevistó con Silvela, Francisco Romero Robledo y el general Martínez Campos. Hablaron de las condiciones de paz. Tras el cese de las hostilidades con Estados Unidos, se formaría un gobierno conservador. Convocó luego a Montero Ríos, al marqués de la Vega de Armijo, al duque de Tetuán, a López Dominguez, a Castelar y Salmerón. Todos se pronunciaron por la paz. Contra ella, Ramón Nocedal, Romero Robledo, Valeriano Weyler, Camilo García Polavieja, Marcelo Azcárraga y José Chinchilla2. No acudió Barrios Mier, jefe de la minoría carlista3. 1 La acusación de haber subordinado la nación a la dinastía como justificante de la guerra ha sido un tópico historiográfico, recogido incluso en obras que no tratan de historia política. Vid. Juan López Morillas, Hacia el 99. Literatura. Sociedad. Ideología, Barcelona 1972, 238. 2 Los cuatro capitanes generales se oponían a la paz, aun a riesgo de que se perdieran las Canarias y fueran atacados los puertos de la Península. Creían que era posible arrastrar a Europa y que los barcos norteamericanos no podrían desembarcar en la península. La expectativa europea no se cumplió. Eso dejó un resentimiento. Recordó ese abandono Dato a Maura el 25 de agosto de 1914. Nada debía España a ninguna de las potencias en guerra. Duque de Maura y Melchor Fernández Almagro, Por qué cayó Alfonso XIII, M 1948 470-471. Alfonso XIII hizo suya esa conclusión, Carlos Seco Serrano, “Las relaciones de España-Francia en vísperas de la Primera Guerra Mundial”, Boletín de la Real Academia de la Historia CLXXXIV/1 (1987) 19-43. 3 Informes “D’un correspondant”, 2, 8 y 19 agosto, AAE NS Espagne 1 175-180.
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1. Entre Washington y Londres Mientras se negociaba los preliminares de la paz, se habló de levantamientos carlistas en Lérida, Venta de Baños y en Vizcaya. Se anunciaba una intervención de León XIII ordenando al clero y recomendando a los fieles la adhesión a la Reina Regente. Se dijo que el ejército de Cuba proclamaría a Don Carlos4. Semanas más tarde se volvió a acusar a los jesuitas de cooperar con los carlistas5. El 10 de agosto, Jules Cambon, en representación de España, firmaba en Washington el armisticio6. El gobierno francés, hasta entonces encargado de la representación consular de España, realizó ese favor por motivos humanitarios7. Jules Cambon estuvo de embajador en Washington desde enero de 1898 hasta julio de 1902. Recién llegado a su puesto, se desencadenó la crisis entre Madrid y Washington que, en pocas semanas, llevó a la guerra. Cambon creyó que McKinley no podría resistir la presión de la prensa. Su decisión de provocarla pudo más que la voluntad del presidente de impedirla. Conocía la capacidad financiera de los Estados Unidos. Compartía con España la idea de que el general Lee, cónsul en La Habana, no actuaba con lealtad. La mediación en abril de 1898 no evitó la guerra. No resultaron acertadas las previsiones de Gabriel Hanotaux, que esperaba que la intervención europea fuera un gran éxito diplomático, aunque dudaba de Inglaterra, que necesitaba contar con la amistad de Estados Unidos en caso de una guerra en Oriente8.
4 Informe del embajador en Berlín, 218 Méndez Vigo-Almodóvar del Río, 4 agosto 1898, AMAE H 2421. 5 Los jesuitas de Comillas reclutaban gente para el carlismo (3 septiembre 1898). Hubo gestiones del embajador Merry del Val ante Rampolla e instrucciones de este al nuncio. Lo desmintió el P. Luis Martín, pidiendo nombres porque considera la información una calumnia (9 septiembre). Informe del embajador Rafael Merry del Val a Alfonso Aguilar, secretario particular de la Regente (10 septiembre). AGP 18/8 I-IV. 6 Sobre los acontecimientos que llevaron a solicitar el armisticio y el clima político, 1898: diplomacia y opinión, CSIC, Madrid 1991, 207-275. 7 “Les considérations d’humanité et désintéressement absolu qui ont inspiré notre conduite ne pouvaient faire de doute pour personne… Nous pensons avoir atteint le but…Il nous est permis de croire, en effet, que nous avons contribué à abréger les souffrances de populations cruellement éprouvés et à faciliter le rétablissement de la paix entre deux Puissances auxquelles nous portons une égale amitié”. Circular de Delcassé a los embajadores de Francia, 15 agosto, Documents Diplomatiques. Négociations pour la paix entre l’Espagne et les Etats-Unis. 1898. París 1898, 14 pp. 8 Laurent Villate, La République des diplomates. Paul et Jules Cambon 1843-1935, París, Science Infuse, 2001, 185-198.
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Firmado el protocolo de Washington, el Reino Unido protestó por las fortificaciones en Sierra Carbonera. Era, según el ministro de Estado, un pretexto para mostrar el desagrado del gobierno inglés por no haberse aceptado sus propuestas para la solución del conflicto con Estados Unidos9. Era además un mensaje: Inglaterra estaría atenta a la aproximación de España a Francia, porque ésta poseía cañones capaces de alcanzar Gibraltar10 ¿Quería Inglaterra apoderarse de Ceuta?11 Al menos se sintió como una amenaza12. Cuando se enteró Mikail Nicolaevic Muraviev comentó con el embajador francés en San Petersburgo: había que sostener a España para que no cediera ante los ingleses13. Se temía que el gobierno de Salisbury exigiera la destrucción de las fortificaciones14. La concentración de fuerzas en Sierra Carbonera convirtió la zona contigua a Gibraltar en una especie de campo atrincherado. A la amistosa consulta del embajador inglés, el gobierno de Sagasta respondió que las tropas es-
9 C 110 y tc 232 Patenôtree-Delcassé, 18 y 24 agosto, AAE NS Espagne 36 52-56. E. Barrington, una persona cercana a Salisbury, comentó que el gobierno actuaba así por presiones de las autoridades militares de Gibraltar. Sobre este contencioso, José María Jover, “Gibraltar en la crisis internacional del 98”, Política, diplomacia y Humanismo popular, Turner, Madrid 1976, 431-488 también como “Gibraltar en la crisis internacional del noventa y ocho”, Revista de la Universidad Complutense 113 (1978), tomo II de los Estudios de Historia Moderna y Contemporánea en homenaje a don Jesús Pabón, 163-220. Rosario de la Torre, “La seguridad del área del estrecho de Gibraltar como condicionante de la política exterior española en la crisis de 1898”,El Caribe y América Latina: el 98 en la coyuntura imperial, M. T. Cortés, Consuelo Naranjo y J. A. Uribe (coordinadores), Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1998, tomo 1, 47-73. 10 Esta observación es de Francis Leveson Bertie, subsecretario del Foreign Office. La única ambición que se le reconoce a Inglaterra es “que Gibraltar no pierda un ápice de su valor” como consecuencia de los rencores que había provocado en España su posición durante la guerra con Estados Unidos. Rosario de la Torre, Inglaterra y España en 1898, Universidad Complutense, Madrid 1988 271. 11 Los ingleses no abandonarían Ceuta, porque esa plaza era una buena base para la Triple Alianza con la cual creía la diplomacia francesa que España estaba comprometida. En caso de guerra, el Reino Unido recibiría la ayuda de Alemania, Austria e Italia, conf 479 y 490 Geoffray-Delcassé, 10 y 22 septiembre, AAE NS Espagne 36 80-82 y 86. 12 En un comentario aparecido en un diario vinculado con Salisbury sobre la posible expansión de España, liquidado su imperio colonial en Ultramar, en el norte de África, se afirmaba que Inglaterra nada opondría, pero se reservaba Tánger. Eso significaba un peligro para Ceuta. “Lo que piensa Inglaterra”, El Liberal, 12 octubre, 1. 13 Tc 233 y 235, Patenôtre-Delcassé, 29 y 30 agosto, AAE NS Espagne 26 57 y 61. La posición de Rusia, t.c. 180 Montebello-Delcassé y 119 Patenôtre-Delcassé, 2 septiembre, ib 66-69. 14 Conf y c 467 Léon-Marcel-Isidore Geoffrey-Delcassé, Londres 3 septiembre, ib. 7071.
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taban listas para embarcar en Cádiz. Las fortificaciones eran una precaución razonable ante un posible golpe de mano de los norteamericanos. El mismo día en que se firmó el protocolo de Washington, Drummond Wolff presentó un memorando al duque de Almodóvar del Río: habían desaparecido los motivos para fortificar Sierra Carbonera. El gobierno inglés esperaba que las construcciones fueran demolidas. Se aconsejó a Sagasta que contestara con un “no recibido”, ya que se trataba de una cuestión de soberanía que afectaba a la defensa del propio territorio. El ministro de Estado dijo que las fortificaciones se hallaban en una zona alejada de Gibraltar, y que desde las más próximas, como las de Punta Mala y Silla de la Reina, la artillería no alcanzaba a la plaza inglesa15. Semanas más tarde, el gobierno inglés pidió de nuevo explicaciones a España. La respuesta fue la misma: prevenir el desembarco de fuerzas enemigas. Una nueva demanda se consideraría un atentado a la soberanía de España sobre su propio territorio. Esta firmeza sorprendió a los embajadores de las potencias europeas16. Drummond Wolff presentó otro memorando: pedía que se autorizara a los ingleses a visitar las fortificaciones, dado que se decía que eran inofensivas. Se tensaba la situación. Ambas partes estaban dispuestas a llegar hasta el final17, sin descartar el uso de la fuerza18. El embajador moderó su lenguaje para dar la posibilidad de satisfacer su exigencia bajo la apariencia de actuar por propia iniciativa19. No respondió el gobierno español al memorando y Drummond Wolff volvió a plantear el asunto. El ministro de Estado juzgó inoportunas las referencias al Tratado de Utrecht, confirmado en el de Sevilla de 1729 y en el de París de 1783. Ninguno de esos pactos impedía a España asegurar su defensa. Cuando en 1810 se demolió el fuerte de San Juan en la bahía de Algeciras fue por temor a que cayera en manos de los franceses. Nada se convino entonces que vetara al gobierno de Madrid construir fortificaciones en aquella zona. Los ingle-
15 Renzis creía la gestión de su colega inglés buscaba conseguir una zona de seguridad mediante el compromiso de no situar artillería en ningún lugar que dejase Gibraltar a su alcance. 598/188 Renzis-Canevaro, 15 agosto, ASD SP P 72 1898. 16 Parece que el embajador francés convenció a su colega inglés que leyera a Renzis el contenido de la nota española. Tc 2465 Renzis-Canevaro, 29 agosto. La insistencia inglesa, Tc 2490 Costa-Canevaro, Londres 1 septiembre, ib. 1898. 17 Tc 2192 y 625/197 Renzis-Canevaro, 1 y 2 septiembre, ib. 1898. 18 Villiers, consejero del subsecretario del Foreign Office, dijo al representante de Italia en Londres que esperaba que España atendiera las razones inglesas para suprimir unas instalaciones militares que amenazaban Gibraltar, cuya posesión era un asunto vital. Aunque la idea de tener que recurrir a la fuerza contra un caído era odiosa, “tendremos que vencer ese escrúpulo”. 376/282 Costa-Canevaro, 3 septiembre, ib. 1898. 19 644/202 Renzis-Canevaro, 7 septiembre, ib. 1898.
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ses se apropiaron abusivamente de una parte de la línea de Gibraltar que se les concedió en el siglo XVIII para desalojar a los apestados. Cuando surgió este litigio, Inglaterra ofreció encargarse de la defensa de toda la bahía de Algeciras20. Se rechazó, porque España no quería comprometerse. Este dato revelaba el interés de Londres por tener a su lado a España y evitar que se uniera a Francia. Su exigencia era una presión. Esperaba tener éxito con la ayuda de unas circunstancias tan dramáticas como las que existían en mayo de 189821. Amenazó por segunda vez Almodóvar del Río con dimitir si se realizaba un acto que juzgaba traición y bajeza22. Diez días después, las cosas tomaban otro giro. La demolición de las fortificaciones se presentaría como una iniciativa del gobierno español. Se declararía luego que estaba abierto el acceso a esas instalaciones y podrían examinarse si eran motivo de alarma, aunque tal palabra jamás debería utilizarse entre dos naciones amigas23. Al justificar su reclamación, alegando el riesgo de que se apoderara de las fortificaciones una potencia enemiga de Inglaterra, humillaba a España: no la consideraba capaz de defender su propio territorio. Cuando Drummond Wolff recibió instrucciones de actuar de forma amistosa, pidió la cooperación de Francesco de Renzis, su colega italiano, y el gobierno inglés aceptó aplazar la discusión pendiente 24. Se llegó a una solución que no lesionaba la dignidad del gobierno español25, otra vez solo26 y amenazado27.
20 Esta noticia se la confirmó a Collobiano el embajador inglés. Hay constancia documental de ella. 21 El hacerlo entonces significaba la convicción inglesa de que los españoles habrían de someterse a la dura ley de la fuerza, 625/197 Renzis-Canevaro, 2 septiembre, ib. 1898. 22 Renunció de nuevo cuando Sagasta decidió reunir las Cortes, una medida que nadie reclamaba. Almodóvar del Río-Reina Regente, 23 agosto, AGP 3/6 6. Las repercusiones de la dimisión en las negociaciones, 115 Patenôtre-Delcassé, 23 agosto, AAE NS Espagne 1 185. 23 Trés conf 123 Pasteur-Delcassé, 5 septiembre, AAE NS Espagne 36 72-74. 24 839/258 y 855369 Collobiano-Canevaro, 23 noviembre y 3 de diciembre, ib. 1898. Sobre los aspectos jurídicos y técnicos de este contencioso, 902/291, 16 diciembre, ASD SP P 72 1898. 25 39 y tc. Pasteur-Delcassé, 7 y 10 octubre, AAE NS Espagne 1 87-90 y 91, y los despachos del embajador Patenôtre, 141, 145 y 150, 10 y 23 octubre y 15 noviembre, ib. 95-99, 100-101 y 106-107. 26 La respuesta de Delcassé al embajador León y Castillo fue “la plus circonspecte”. 303 Delcassé-Patenôtre, 26 noviembre, ib. 114. Sobre una oferta de mediación hecha por Muraviev y las gestiones en Viena y Madrid, très conf 4 Montebello-Delcassé, 6 enero 1899, ib. 133-135.13 Delcassé-Reversaux, 27 enero, ib. 151-152 y très conf 22 Delcassé-Patenôtre, 26 enero, 1b. 153. 27 Drumond Wolf recordó a Almodóvar del Río la solución que los ingleses dieron al contencioso de Fachoda. ¿Quería Inglaterra asegurarse con estas maniobras el dominio pleno
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Hay que insistir en que España, siendo una potencia de segundo orden, no era un caso único. Se sabía 28. ¿Era justa la denuncia de Silvela esos días?29 ¿Podría aceptarse que España era una nación enferma, a la que se comparaba con Portugal y Marruecos?30 ¿Iba a reanudarse la tradición de que los generales fueran los jefes de los partidos políticos, como apuntaba la aparición del general García Polavieja?31 ¿Debía recluirse España para hallar remedio a sus males?32 Adua y Fachoda33 demostraban que la derrota española no se debía a la ausencia de alianzas. Hubo que esperar años para entender que el “desamparo” internacional de España no fue una “excepción”34 ni la derrota tuvo como causa decisiva y exclusiva la desorganización o la corrupción35. del Estrecho? Très conf 162 y 169 Patenôtre-Delcassé, 9 y 21 diciembre, ib. 117-119 y 124125. 28 La llamada entonces alianza anglo-americana era la respuesta del gobierno de Salisbury al aislamiento en que dejaban a Inglaterra las potencias continentales europeas. Había que buscar socio al otro lado del Atlántico para “afrontar las eventualidades próximas, lo mismo en los mares de Europa que en los de Asia y Oceanía”. “Chamberlain en Nueva York”, El Liberal, 2 septiembre 1898, 1. 29 Me refiero a su artículo “Sin pulso”, El Tiempo, 16 agosto 1898. Publicado sin firma, se lo atribuyó La Época en su edición del 17 de agosto, reproduciendo íntegro el texto. Era un artículo marcado por la pasión política y por la crítica sin atenuantes al partido liberal con quien se identificaba a la sociedad española. Su habitual pesimismo fue señalado por Maura, en el discurso pronunciado en el Congreso el 15 de junio, DS/C 58 pp. 1891-1892, y por Romanones, en 1913, en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. 30 Gonzalo Reparaz, “Nuevos Peligros”, Heraldo de Marruecos, 16 septiembre, 1. 31 Era una peculiaridad en la mayoría de los países de Europa, como advertía el encargado de negocios de Francia. 130 Jean Baptiste Pasteur-Delcassé, 17 septiembre, AAE NS Espagne 1 194-195. La trayectoria de este problema y la solución canovista, Carlos Seco Serrano, Militarismo y civilismo en la España Contemporánea Instituto de Estudios Economicos, Madrid 1984. 32 Esa era la posición de Castelar en su artículo publicado en la Nouvelle Revue Internationale y reproducido en El Globo, 28 y 29 de septiembre, 1. 33 Las luchas imperialistas como clave del incidente, “Conflicto anglo-francés: El ultimátum en perspectiva” y “Luchas de la codicia”, El Imparcial, 20 septiembre y 16 octubre, 1. 34 Fue Jesús Pabón quien subrayó esto, El 98, acontecimiento internacional, Madrid 1952, recogido en Días de ayer- Historias e historiadores, Barcelona 1963 139-196. 35 La tendencia a creer como conclusión lo que es una forma de propaganda política está en el origen de esa impresión, que ha perdurado. Los ejemplos son numerosos. Indalecio Prieto, en su intervención sobre la guerra en Marruecos, octubre de 1921, apuntó las insuficiencias sanitarias, pero indicó que la duquesa de la Victoria había sido capaz de montar un hospital modelo. Denunció “las moras violadas”, pero citó solo el caso de un capitán, a quien se había expedientado. En su discurso del 4 de mayo de 1922 calificó de “casos aislados” los actos de ferocidad y barbarie de las tropas españolas en Marruecos Discursos parlamentarios sobre la Guerra de Marruecos, Editorial Algazara, Málaga, 2003 11-49 y 73.
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La historia de España como nación ¿es la crónica de la decadencia? Como apunta Ringrose hay que “desafiar la percepción predominante” de que la sociedad española se caracteriza por una serie continua de fracasos económicos y políticos y por oportunidades perdidas, “una secuencia rota solamente a finales del siglo XX por la industrialización con éxito y la democratización política”. Estos dos procesos realizados de modo rápido y pacífico, necesitaban una cultura política y económica, que se remontase a varias generaciones. Ese hecho ha sido ignorado por la historiografía, salvo por la más reciente, pero la industrialización con éxito y la democratización política tenían dos siglos de antigüedad. Hay que utilizar la hipótesis de que algunos acontecimientos y crisis de la historia de España no eran un fracaso, sino “variantes españolas del movimiento europeo general hacia la modernidad”. Aun prescindiendo de la categoría “nacional”, era in cuestionable en 1900, pese a los atrasos relativos, que España había participado en el proceso continental que aceleró el crecimiento económico, iniciado en el siglo XVII. Los actores se movían “en un contexto expansivo en términos económicos”. De otro modo no se explica el cambio estructural experimentado por la sociedad española, sin sufrir un conflicto social y político a partir de los años sesenta del 1900. Hubo un crecimiento económico sostenido a largo plazo. La España del siglo XVIII “estuvo dominada local y nacionalmente por un estrato de hombres de negocios”, que supo aprovechar las ocasiones que le ofrecía su capital y demostrar que tenía “impulso empresarial”. Su núcleo más estable procedía de la nobleza profesional y provincial, pero supo cooptar a miembros de la aristocracia tradicional y de familias que se habían enriquecido. Pese a sus divisiones internas y a sus enfrentamientos a causa de la crisis de legitimidad política, que afectó a la Corona, “los valores que compartían tenían más fuerza que las cuestiones sobre las que estaban en desacuerdo”. Crearon cuatro sistemas regionales distintos. Uno, cuya capital era Barcelona. El del Norte, en torno a Bilbao, Santander y La Coruña. Un tercero en el Valle del Guadalquivir, con Sevilla, y el del interior, en torno a Madrid. En el cambio de siglo, hacia 1900, la situación combinó una monarquía constitucional un tanto inestable, con las actitudes tradicionales acerca de la autonomía local y del Estado como fuente de clientela y de posición. Emergía así la sociedad. Debajo de la superficie de “la política de Madrid”, sede de un Estado centralizado, la autoridad dependía de la colaboración de las élites locales como había sucedido bajo el Antiguo Régimen36. Funcionaban así muchos otros sistemas políticos europeos de la época. Un encarnación de este tipo humano en Julio Gil Pecharromán, Niceto Alcalá Zamora. Un liberal en la encrucijada, Editorial Síntesis, Madrid 2005. 36
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La clase dirigente se acomodó a los ferrocarriles, a la industria y a las compañías de capital social, a la burocracia centralizada y a la existencia de un banco central y usó un nuevo lenguaje para definir la autoridad política. El Gobierno de la Restauración fue su obra. El sistema dirigió la aclimatación al siglo XX. Su política parlamentaria, su nivel de vida, pese a ser una economía básicamente agraria, y sus industrias para trabajar el hierro, el acero y los metales aproximaban a España a las naciones ricas de Europa37. Este cambio era un hecho y además una prenda en plena crisis en noviembre de 1898, cuando más dramática era la situación de España. Joaquín Costa pedía el 13 de ese mes una movilización, porque “no podemos aguardar”. “Podar” el exceso de artificio, simplificar la administración, a paso quedo, caminando sobre los pies, como quien anda por los pasillos de un hospital, sin “la loca ambición de grandes beligerancias y renovaciones sociales”, y centrar los esfuerzos en elaborar, “primera materia para una nación”, una política reparadora “para la blusa y el calzón”, avanzar llevados de la mano por la experiencia, aprovechando en todo las oportunidades, acomodando las leyes a la cultura de la mayoría, “abaratar la patria”, acabando con la retórica. Llave al sepulcro del Cid, porque apremiaba una educación que fomentara “conciencia del deber, espíritu de iniciativa, confianza en sí mismo, la individualidad, el carácter”. Primero la sociedad y luego el parlamento, que era un instrumento para que aquella consiguiera sus fines. Nadie debía engañarse. Tras dos generaciones combatientes, la democracia y sus instituciones “eran la legalidad común en Europa”. Cuestionar eso atentaba contra el país38. Estaba consolidada la libertad. Hasta aquellas regiones, que se alzaban antes contra ella, habían cambiado “radicalmente en sus costumbres, en sus ideas y en su manera de vivir”39. Los reunidos en la Asamblea de Zaragoza expresaban esta nueva España: la que reclama y pide reformas, sin apelar a la violencia. La que se dirige a las instituciones sin buscar su destrucción. Esa aparición de la opinión, la ampliación de su presencia y de su voz en la sociedad española eran realidades nuevas. Ocupaban un primer plano. Sus demandas eran un “basta” ante quienes deseaban perpetuar abusos”40. 37 D. R. Ringrose, España 1700-1900: el mito del fracaso, Madrid 1996, 514 y 194, 51. 58-59, 101, 121, 224, 331 414, 419 y 296. 38 Joaquín Costa, “A las Cámaras Agrícolas y de Comercio, Ligas de Productores y de contribuyentes…”, 13 noviembre 1898, Reconstrucción y europeización de España y otros escritos, Madrid 1981 15-28. Insistió en los Juegos Florales de Salamanca, el 15 de setiembre 1901, “Crisis política de España”, ib. 262-271. 39 “En el temor está el peligro”, El Globo, 16 noviembre, 1. 40 El embajador francés destacó la novedad y la trascendencia del acto de Zaragoza. 152 y 158 Jules Patenôtre-Delcassé, 24 noviembre y 2 diciembre, AAE NS Espagne 1 209-211 y
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2. Sesiones secretas del Congreso41 Se opusieron a que las Cortes debatiesen en secreto el protocolo de Washington Salmerón, Romero Robledo y Barrio y Mier. Silvela juzgó contrario a los buenos usos parlamentarios la decisión, pero, esperando a que el gobierno presentara documentos y declaraciones que exigiesen confidencialidad, su grupo aceptó la sesión secreta, tal como estaba previsto en los artículos 103-105 del reglamento. Estuvieron conforme con Silvela Navarro Reverter y su grupo. Canalejas, aceptando las precisiones de Silvela, juzgó poco conveniente la sesión secreta. Aznar, hablando del ejército, y Díaz Moreu, citando a la Armada, dijeron que los soldados y marinos deseaban que se aclarase todo lo sucedido y se hiciese con publicidad. Sagasta recordó las normas vigentes en España y citó los usos parlamentarios de otros países, incluidos los Estados Unidos42. Subsistía el estado de guerra y estaba en juego la firma de la paz. La insistencia de Salmerón y de su grupo lesionaba los intereses de España y favorecía a sus enemigos. Por ese motivo apeló al patriotismo de las minorías. Después de las rectificaciones de cada grupo, republicanos, carlistas, Romero Robledo con los suyos y Joaquín Gil Berges, diputado por Zaragoza, abandonaron el salón de plenos. No hubo lugar a que se debatiera la proposición de Salmerón, pues nadie salió a defenderla43. El 13 de septiembre se discutió el proyecto de ley autorizando al gobierno a renunciar a los derechos de soberanía y ceder territorios en las provincias y posesiones de Ultramar44. Contra el dictamen de la Comisión intervino Jenaro Alas, diputado por Sancti Spiritus, Santa Clara (Cuba). No había posibilidad de rechazar el pro213. Esta irrupción de la opinión como instrumento político, más allá de la prensa de partido, lo he recogido en el estudio sobre Maura y sobre un católico que entendió esta novedad. Antonio Maura, un político liberal y José María de Urquijo e Ybarra, ambos editados en Madrid, CSIC, 1995 y 1997. 41 La solicitó Sagasta, DS/C 56 (7 de septiembre de 1898) 1713. 42 Respondiendo al discurso de Canalejas, afirmó el 13 de septiembre que pidió que fueran secretas las sesiones para que los diputados hablaran con mayor libertad, ib. 171 verso. El debate en la prensa durante el mes de septiembre, 1898: diplomacia y opinión, Madrid 1991, 278-299 43 Era tan grave la decisión que la nación habría de tomar y siendo , por otro lado, la firma de la paz atribución del Rey, debería resignarse el gobierno a que los diputados republicanos abandonaran la sesión, pues no podría acceder a que se discutiera en público el protocolo de Washington. Actas secretas del Congreso de los Diputados, DS/C AS 5, 7 de septiembre de 1898, 260 verso-264. 44 Se discutió en sesión secreta. DS/C 60 (13 de septiembre de 1898) 1810.
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yecto. Cabía, en cambio, discutir sobre la suerte de Filipinas. En la prensa europea se escribía que Estados Unidos no dejaría manos libres a España. Le impondrían un régimen interno45 y el compromiso de no ceder ni enajenar territorios a otra potencia. Si así fuera, ni las Cortes ni el Rey podría ratificar un tratado, que desconocía la soberanía nacional, pues la Constitución atribuye a las Cortes y al Rey la facultad de enajenar y permutar territorios. En Filipinas se planteaba la necesidad de alianzas con naciones de Europa, interesadas en aquella área46. Se acudía a las Cortes porque el Protocolo hablaba de cesión de territorios. El artículo 55 de la Constitución exigía que el gobierno sometiese ese acto a la aprobación del parlamento47. No deseaba el ministro de Estado romper el secreto de la deliberación aportando más datos. José del Perojo y Figueras, diputado por Santiago de Cuba y autonomista, habló en defensa del proyecto. La peor desgracia de España no era la derrota militar y naval, sino la irresponsabilidad con que cada grupo imputaba a los otros las causas de una desgracia en la que todos tenían su parte. Todos engendraron y prepararon la crisis y todos, sin excepción, podrían figurar como acusados, pero no como fiscales. Se malogró el pacto del Zanjón. A partir de entonces existió una posibilidad de paz, “bajo el imperio de la justicia”. No sucedió. Se transformó en una tregua “fugaz y quebradiza”, como reconoció incluso uno de los jefes separatistas, Manuel Sanguily. En la península no se entendió el problema. Se rechazó la propuesta de los autonomistas, mirados con recelo y censurados. En la Isla, el “elemento metropolitano, gozaba de todos los permisos para perturbar, aun siendo minoritarios, prevaliéndose de su orgullo y de su origen para imponerse a los otros españoles de Cuba. Fueron aquellos los que aplastaron cualquier aspiración local por legítima que fuera. Era ir contra el tiempo. No hay dominio seguro sobre las colonias sin el consentimiento voluntario de éstas. No podría ser de otro modo. El derecho moderno fundamenta la autoridad en la aceptación libre de aquellos sobre los que se ejerce.
Si así fuera, los tagalos considerarían a los norteamericanos sus protectores. Acudirían a ellos con sus reclamaciones. La autoridad de España quedaría humillada. 46 España no podía quedar entre americanos y asiáticos, como vecinos, sin la asistencia de alguna nación europea, cuyos ciudadanos deberán establecerse junto a los españoles. En París habría que salvar la constitución y la dignidad de España, Actas secretas del Congreso de los Diputados, DS/C AS 5, 13 de septiembre de 1898, 264 verso-265. 47 En su intervención, el 13 de septiembre, Silvela explicó el alcance de ese mandato constitucional, ib. 171 verso-172. 45
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Ese gobierno de la minoría, auxiliado por la fuerza militar en caso de conflicto, tuvo sólo una excepción: el paso de Maura por el ministerio de Ultramar. Fue la ocasión última de dejar sin razones al separatismo48. Las divisiones se proyectaban a la hora de negociar la paz. El gobierno no obtuvo el concurso de las fuerzas constitucionales para integrarse en la Comisión negociadora. Se miraba con total indiferencia lo que iba a discutirse con los norteamericanos en París. Se aseguraba que todo estaba ya resuelto en el protocolo del 12 de agosto49. Sobraba cualquier ilusión acerca de la negociación con Estados Unidos. Sobre el futuro de la deuda cubana se proyectaba el temor de que España tuviera que pagarla50. Asegurar la independencia plena de Cuba era asunto de interés capital para España. Había que mirar hacia adelante. Cabían otros lazos que unieran con fuerza a la Isla y a España. Era imprescindible evitar que se convirtiera en un dominio norteamericano. La decisión, tomada al margen de los cubanos, sería jurídicamente arbitraria y no equitativa51. Las aspiraciones de España en París deberían jerarquizarse. Cuba, bajo el protectorado de España, Cuba independiente, Cuba bajo el protectorado de una potencia latina, Francia o Italia, Cuba protegida por otra república americana. Todo menos, dejarla bajo el control de Estados Unidos52. Defendió Miguel Villanueva Gómez, diputado por Santa Clara53, la gestión de Camilo García Polavieja en la provincia de Santiago y la actitud de los españoles metropolitanos en la Isla. Ellos eran la mejor garantía frente a los separatistas. ¿Qué fórmula aseguraría más ventajas a cubanos y españoles? Desde el punto de vista de los intereses materiales, la anexión a Estados
48 Sobre este aspecto de la crisis cubana, Inés Roldán, La Restauración en Cuba: el fracaso de un proceso reformista, Madrid, Centro de Humanidades. Instituto de Historia. C.S.I.C., 2000. María Dolores Domingo Acebrón, “Rafael María de Labra ante la cuestión de Cuba, 1898”, Anuario de Estudios Americanos LVI/I (Sevilla 1998) 143-174. 49 Aureliano Linares Rivas, diputado por La Coruña, dijo que todo estaba “sometido a la acción de la fuerza avasalladora, bruta e inflexible de los norteamericanos”. No quedaba sino “sufrir la ley del vencido”, 13 de septiembre, DS/C AS 173. 50 La opinión juzgaba mejor ceder la soberanía de Cuba a Estados Unidos, como se hizo antes con Puerto Rico. Y, en cuanto a Filipinas, o quedarse con todo el territorio, o abandonarlo. 51 Si los comisionados españoles no aceptaban en los norteamericanos la facultad de disponer de Cuba y la personalidad de representar a sus ciudadanos, éstos sabrían que España amparaba sus derechos. Desde esa posición, los beneficios y ventajas mutuas sería duraderos y progresivos, mientras que las concesiones de Estados Unidos serían efímeras. El futuro de la presencia de los españoles en Cuba dependían de que la Isla fuera un Estado independiente. 52 DS/C AS 5, 7 de septiembre de 1898, 265 verso-268. 53 Resumen de su discurso, ib. 168-170. Anunció su voto en contra del proyecto y pidió que Sagasta, siguiendo el ejemplo de otros políticos europeos, abandonara la política.
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Unidos. Esa solución no beneficiaba a hacendados, comerciantes y a todos los que tienen propiedades54. El interés supremo era “salvar la civilización hispana”. Habría que atender a los emigrantes españoles y a toda la América hispana. La guerra probó la buena disposición de los gobiernos de aquellas repúblicas y de los españoles que vivían en ellas. En Filipinas, habría que aprender de lo que había pasado en Cuba. Si Estados Unidos se quedaba con alguna Isla, como la de Luzón, sería imposible la permanencia de España. ¿Pasaría con el Tratado de París lo que sucedió con la paz entre Rusia y Turquía y, más recientemente, entre Japón y China? ¿Se resignarían las potencias europeas a esa modificación del equilibrio cuando se decidiera la suerte de Cuba, Puerto Rico y Filipinas? Las grandes potencias, para atender sus posesiones lejanas, necesitaban puntos intermedios y, al observar los que tenía España y su situación interna, “¿creéis que Alemania, que necesitaba ir desde el Báltico al Golfo de Guinea y a los mares de la China, no pensará que hay en el camino algo que le convenga tomar a quien no sepa defenderlo?”55. El duque de Almodóvar del Río expresó que el gobierno nada tenía previsto para el futuro de Cuba: independencia, anexión por Estados Unidos, o protectorado. En cuanto a la deuda cubana, existían precedentes. A ellos habría que atenerse. Sobre Filipinas, estaba en curso la negociación. Pese a su obligada reserva, el ministro de Estado afirmó que el armisticio de agosto se firmó bajo presión56. España obtendría en Filipinas justicia. Había implantado en aquellas tierras la mayor cristiandad de Oriente. Todos debían pensar que la reconstrucción nacional exigiría el final de las colonias57. Toda la Cámara era unánime en que había que mirar ca-
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En el protocolo quedaba abierta la vía para que España no hubiera de pagar toda la
deuda. 55 “... habría dos factores considerables a los que no era ajeno todo lo que sufríamos: uno, el Extremo Oriente y su reparto otro, África, ayer desierta, inhospitalaria, hoy poseída por las grandes potencias, que se disputan con saña hasta el último pedazo de ese continente, cuya civilización es el problema del siglo venidero; y que podría peligrar algo nuestro, no ligado a la guerra actual, porque nuestra posición así por modo inevitable”, ib. 169 verso. 56 Fue esta una de las razones por las que el gobierno no consultó a las Cortes ante de firmar el Protocolo. Estados Unidos dijo que esa decisión no era competencia del parlamento. Respuesta de Sagasta a Silvela, ib. 172 verso. 57 “El poder colonial se ha perdido para siempre y es un desastre, pero las naciones no desaparecen por los desastres, sino por no aprender en ellos”, ib. 170. A la hora de tratar la continuidad en Filipinas había que abandonar el sentimentalismo y “medir y pesar tan sólo los intereses y los medios positivos de acción”, teniendo presente la utilidad de España. Discurso de Silvela, ib. 172.
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ra a cara el desastre y concentrar todos los recursos y energías en aquella labor58. Ayudar con lealtad al gobierno era un deber. Dicho eso, José Canalejas anunció su voto en contra. La gravedad de la situación tenía su raíz en el olvido de que los pueblos no pueden vivir aislados. Rehacer la vida nacional y vivir en medio de Europa sin enemigos: con esas dos condiciones España ganaría su mañana. En Cuba quedaban los españoles y grandes intereses mutuos59. La deuda se contrajo no sólo para la guerra, sino “para la prosperidad de aquella Isla”60.
3. En un terreno inestable ¿Qué pasaba en Europa en 1898? Ese verano se habló de los proyectos expansionistas de Alemania en varios lugares: Marruecos, Filipinas, Siria, Samoa, las costas de China, Fernando Poo. Para saber la verdad de esos rumores, habría que tener en cuenta que, desde su constitución, el Reich alemán había aumentado su población en un 30%. Su saldo migratorio era negativo. Su balanza comercial era también negativa61, pero el incremento de su comercio internacional habría crecido significativamente entre 1872 y 1896. Su desarrollo industrial había sido ingente62. Sus inversiones en Guatemala, México, Venezuela, Brasil y Chile, y en África superaban los 1500 millones de marcos. Su competitividad ganaba terreno en todas partes. Habían surgido numerosas sociedades y agencias de
58 “El país entero debe saber que hemos perdido irrevocable y definitivamente para siempre nuestro gran poderío colonial. Si piensa en otra cosa está profundamente equivocado y es casi imposible su salvación... ha sonado para nosotros la hora de despojo”. Era necesaria una gran parsimonia para “emprender el camino de nuestra regeneración como potencia continental”. Aureliano Linares Rivas, ib. 173 verso-174. 59 La obligación de defender a los españoles y sus intereses, discurso de Faustino Rodríguez San Pedro, diputado por Pinar del Río (Cuba), ib. 175. 60 Las Filipinas debían quedar íntegramente bajo el dominio español, ib. 170 verso-171. 61 Las importaciones pasaron de 3464 millones de marcos en 1872 a 4558 en 1896. Las exportaciones fueron en 1872, 2492 millones de marcos y en 1896 alcanzaron los 3753 millones de marco. 62 En 1882 con una población de 45 millones, 19 se dedicaban a la agricultura y 20 a la industria-comercio. En 1895, tenía 51 millones de habitantes. Había descendido a 18 millones la población en la agricultura y había ascendido a 26 millones la que estaba en industriacomercio.
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exportación. Se abrían nuevos mercados a sus productos. Esa era la base de la arrebatiña colonial. El tonelaje de la marina comercial alemana había pasado de 12 millones en 1873 a 30 millones en 1895. El valor de su flota mercante se tasaba en 400 millones de marcos. Crecieron sobre todo las relaciones con Asia, África y Australia63. Los ingresos del Estado se habían incrementado. En la redacción del presupuesto se solía calcular a lo alto los gastos, con ello se acumulaba una cantidad disponible que permitía al gobierno, más allá de la ortodoxia constitucional y fiscal, emprender acciones que no necesitaban un voto previo para su financiación. Un ejemplo. Se habían invertido 40 millones de marcos en la modernización de la artillería sin necesidad de acudir a un voto en el parlamento. Todo eso tenía como soporte una buena administración pública y la energía moral que proporciona a un gobierno la existencia de un fuerte sentimiento nacional. Guillermo II afianzaba su poder personal, especialmente en las relaciones internacionales. Bülow era su brazo ejecutor, un personaje muy hábil y cuya norma suprema era servir los intereses alemanes. Todo lo demás, subordinado a ese objetivo. La política exterior, en una sociedad que vivía esa euforia del crecimiento, tenía que ser forzosamente expansiva. Eso se concretaba en el apoyo al germanismo, la defensa de los mercados alemanes, la protección a los capitales invertidos en el extranjero. “Tale politica di espansione è anche una necessità di politica interna”. Los socialistas habían superado dos millones cien mil de voto en las elecciones anteriores. 318567 más que en 1893. Les beneficiaban el aumento de la población urbana y del ascenso de los sectores industrial y comercial, donde tenían su cantera de electores. Para frenar esa crecida, además de la legislación social, habría que asegurar la economía alemana frente a las crisis, protegiendo la industria y fomentando las exportaciones. Eso llevaba a una expansión pacífica. Desde ella habría que analizar la modernización del ejército y el aumento de gastos en armamento, pues la expansión exige a veces ocupaciones territoriales64. Esta descripción se separa poco de lo que se llamó en España el regeneracionismo65, incluida la necesidad de una expansión territorial, adentrándo-
63 Estaba en marcha un incremento de construcciones navales para la marina de guerra, que supondría situar a Alemania en el 41 puesto mundial en 1903, bajando del 71 en que estaba en 1896. La marina de guerra auxiliaba a la mercante en el establecimiento de nuevas relaciones comerciales. 64 Mattioli-Canevaro, Berlín 1 septiembre 1898, ASD SP P 206. 65 Vid. algunos de los excelentes trabajos recogidos en Carlos Seco Serrano, Estudios sobre el reinado de Alfonso XIII, Real Academia de la Historia, Madrid, 1998. España en 1898:
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se en el interior de Filipinas y modificando así el modelo de ocupación colonial. Al otro lado del Estrecho de Gibraltar, Marruecos se consideraba desde hacía muchos años como un cliente comercial de España66. En Italia, tras la crisis de mayo de 1898, el general Luigi Girolamo Pelloux formó gobierno. Pocas semanas más tarde, Nunzio Nasi, ministro de Correos y Telégrafos, pronunció un discurso en Trapani ante la delegación de Túnez. Dijo hablar en nombre del gobierno y alegrarse de que la política de renuncias hubiera acabado. Había un pacto Italia-Inglaterra para defender las costas de Italia en caso de agresión francesa. Se malograba la política de aproximación a Francia iniciada en el verano de 1896 por Visconti Venosta. El embajador en París pidió que se desmintiera la noticia antes de que Delcassé le pidiera explicaciones. Ese mismo día, sin haber recibido aún el telegrama de Tornielli, Canevaro le telegrafió. Nasi actuó por su cuenta y sin acuerdo previo del consejo de ministros. En nada influirían sus palabras en el propósito del gobierno de “mantenersi, verso la Francia, e particolarmente rispetto a Tunisi, sopra un terreno di pacificazione, di concializione di rapporti lealmente cordiali”67. Italia también tenía que limitar sus relaciones formales con otros socios. No fue la soledad una elección, sino una precaución necesaria, como acabamos de ver. No se podía acusar a los gobiernos de “ser cómplices de nuestro propios desastres”, por haber sido neutrales en todos los litigios entre potencias europeas. Las “deplorables condiciones” en las que se decía que España había llegado a la guerra no se debían sólo a una imprevisión, sino a una carencia, forzada por la decisión de “fomentar los recursos” del país, en el que se incluía a Cuba y Puerto Rico, evitando aventuras exteriores y asegurando la paz interna68. La misma opción hizo Italia. Salió de ella provisionalmente las claves del Desastre, Pedro Laín Entralgo, Carlos Seco Serrano editores, Galaxia Gutemberg, Barcelona 1998. La expresión a lo largo de 1898 de esta corriente, sus demandas, sus críticas, sus esperanzas y su escepticismo, ligado a lo que había sido la guerra y la derrota, 1898…277-299. 66 Sobre el Mediterráneo y la Europa del sudoeste, José María Jover, España en la política internacional. Siglos XVIII-XX, Marcial Pons, Madrid 1999, 106, 135-136. Juan Bautista Vilar y Ramón Lourido, Relaciones entre España y el Magreb. Siglos XVII y XVIII, Mapfre, Madrid 1994. 67 El almirante Canevaro subrayaba que la mención a un pacto con el Reino Unido fue un comentario de la Gazzetta di Venezia, no palabras del ministro. 3183 Tornielli-Canevaro y 3197 Canevaro Tornielli, 27 de octubre de 1898. El discurso de Nasi fue un acto improcedente. T. Urgentissimo 3198 Caevaro-Pelloux, 28 de 0ctubre, DDI III/2 Roma 1962 59-60. 68 “El Calvario de España”, La Época, 6 noviembre, 1. Llama la atención que un diario, casi siempre acertado en sus apreciaciones sobre la situación internacional, haga estos comentarios, explicables por el momento emocional que vivía la opinión española y como argumento contra el adversario político
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entrando en la alianza con Alemania y Austria. Lo hizo por la necesidad de preservar una unidad nacional recién lograda. Incluso, cuando existían pactos, había que mantenerlos secretos, renunciar a formalizarlos69. Obligaban a eso razones de política interna: la opinión rechazaba compromisos, aunque fueran contraprestación a garantías de seguridad. Acusar a los gobiernos de la Restauración de no haberlos tenido era una injusticia que se excusa con la opacidad en que se toman las decisiones en política exterior y en la ausencia de un debate sobre ellas70. Hubo precipitación en el análisis de lo sucedido71. Se temía por el porvenir de España como nación independiente. Sus costas no estaban defendidas. Sus archipiélagos y sus plazas de soberanía en África, Ceuta y Melilla, codiciados. Algeciras y Tarifa en el “hinterland” de Gibraltar72. Se pedían alianzas sin medir si eran posibles y sin aquilatar su coste.
4. La alianza anglo-americana La crisis de Fachoda abrió en la segunda mitad de 1898 un escenario nuevo. La opinión estaba dividida en Francia en el otoño de 1898. La negociación sobre Fachoda, se decía, estaba demostrando que a Francia de nada le sirvió su alianza con Rusia, cuando Inglaterra quiso resarcirse de lo que aquella le había hecho en China73. Se estuvo a punto de llegar a la guerra entre los dos países74. Nada convenía eso a España, porque el Mediterráneo sería con toda certeza un escenario75. No sería posible esa “neutralidad siste-
69 Eso fue lo que pidió Salisbury al gobierno italiano para poder responder, sin mentir, en caso de una interpelación en el Parlamento, que su gobierno nada había “firmado”. 70 Un ejemplo de esta posición errada, “Siempre solos”, El Tiempo, 30 septiembre 1898, 1. “Salir del aislamiento”, El Siglo Futuro, 16 diciembre, 1. Dos periódicos de distinto signo, uno antes y otro después del Tratado de París, pedían lo mismo. 71 España había errado. Forjó en otros mundos grandes colonias, pero no se había forjado como nación. Necesitaba una “gran fuerza que la despertara, una sacudida que la educara. “Francia 1870 –España 1898” y “Tristeza. ¿Contrición?, El Nacional 12 octubre y 21 noviembre, 1. 72 Eran “tiempos apocalípticos”. “No hay esperanza”, El Nuevo País, 23 octubre, 1. 73 “¿Para qué?”, El Nacional, 14 octubre, 1. “Conflictos internacionales. Fashoda y China” y “Lo de Fashoda”, El Tiempo, 15 y 26 octubre, 1. 74 “Por la guerra y contra la guerra” y “Preparativos en Inglaterra”, El Nuevo País, 25 y 26 octubre, 1. Cuando se alcanzó el acuerdo, este periódico republicano lo consideró justo. “La Retirada de Fashoda. Compensación honrosa”, 7 noviembre, 1. 75 La guerra entre Francia e Inglaterra no permitiría la neutralidad de España y eso desbarataba la perspectiva de ganar tiempo, tras salir de “tres guerras” coloniales ruinosas” y reparar sus daños. “La situación de Francia”, “la situación en Francia” y “La cuestión de Fashoda, La Época, 16, 17 y 22 octubre, 1.
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mática” que aconsejaba Castelar76 Cedió Francia pese a la importancia estratégica que tenía Fachoda para su gran imperio en África y pese a que su retirada afectaba a su honor nacional77. Era un aviso78. La posibilidad de que Francia buscara resarcirse de la humillación sufrida inquietó a Italia. A eso se añadía la expectación ante el rearme de Reino Unido y de Francia. Italia estaba convencida de que un conflicto entre las dos naciones no quedaría localizado. Se generalizaría. Sus costas serían necesariamente escenario de guerra. Barrère afirmó que Francia tenía intenciones pacíficas. No rompería la paz salvo en caso de ataque. Estaba seguro de que el Reino Unido no lo haría. En ese momento, Canevaro manifestó que la amistad entre Italia con Inglaterra. no se había formalizado en un tratado o alianza79. Había que tomar nota de los efectos de ese giro en la política exterior inglesa80, mientras los comisionados españoles negociaban en París. Sus colegas norteamericanos rechazaron una propuesta de arbitraje. Sus exigencias violaban “los más evidentes dictados de la justicia”81. Se sentían fuertes. Europa no podía frenar a Estados Unidos ni a una Inglaterra, que se aprovechaba de la oposición de intereses entre las otras potencias europeas, tal como estaba manifestándose en Creta, Egipto y China82. Debía España acabar y cuanto antes mejor la negociación en París, dadas la situación europea y las imposiciones norteamericanas sobre Filipi-
76 Era la única forma de defender la integridad de España. “Un artículo de Castelar”, El Globo, 28 octubre, 1. 77 Un análisis de los factores en juego y las consecuencias negativas de una guerra para España, dada la situación social, “La nube”, y Gonzalo Reparaz, “Cuestión de Fashoda”, Heraldo de Marruecos, 15 y 29 octubre, 1. 78 “En pleno caos”, El Liberal, 4 noviembre, 1. 79 Estas conversaciones, así como la entrevista con el general Pelloux, ministro de la Guerra y con el Rey, tc 211 y conf 142 y tc 221 Barrère-Delcassé, 9 y 13 noviembre 1898, AAE CP NS Italie 13 236 y 239-245. La conversación con el Rey fue remitida al embajador en Londres, Baron de Courcel, t.c. 860, ib. 248-249. Sobre las repercusiones en la política interior de Francia y la inquietud en Italia, tc 224, 15 noviembre, ib. 250. 80 “La alianza anglo-yanki”, El Imparcial, 10 octubre, 1. “Si no surge ahora la unión europea frente a la coalición anglo-sajona, el despojo de España no habría sido más que el primer paso de la destrucción de Europa”. “La respuesta”, El Globo, 13 noviembre, 1. El diario expuso el día 9 su opinión con este titular “Cruel desenlace”. 81 Anunciaba el presidente de la comisión española que el Tratado no sería tan gravoso como era de temer. Los negociadores españoles, “con la confianza en Dios, que protege las causas justas, -decía- han de continuar defendiendo con firmeza la noble causa de la Patria y de su Reina”. Montero Ríos a la Reina Regente, 28 octubre 1898. A petición de esta hizo un resumen de la negociación, que le envió el 20 de noviembre. Los dos documentos, AGP 4/25. 82 “Lo que se impone”, El Resumen, 3 noviembre, 1.
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nas83. Estuvo a punto de interrumpirse. Estados Unidos presentó un ultimátum: había que aceptar sus condiciones84. La inacción de Europa era inexplicable si se confirmaba que Estados Unidos quería las Filipinas para entregarlas al Reino Unido85. Ese acto modificaba la relación de fuerzas en Asia86. La noticia era creíble en el marco de una “alianza anglo-americana” y de la demanda de Salisbury a la sociedad inglesa para que asumiera el coste de mantener un Imperio, base de su prosperidad económica87. No estaba dispuesto Salisbury a que el Reino Unido perdiera su posición internacional. El conflicto de Fachoda fue la puesta en escena de esa nueva política. Inglaterra no quedaría en mal lugar ante los avances de Rusia y Alemania en Asia. En los mares del Extremo Oriente, clave para el futuro del comercio de Asia con América, mantendría su hegemonía naval. Se lo aseguraría la amistad con Estados Unidos88. Las ideas expuestas eran un alegato a favor de la fuerza y una advertencia que España debería tomarse en serio89, pues estaba en juego su integridad territorial90.
83 “Conversaciones diplomáticas. La guerra europea y la cuestión de Filipinas”, “La prudencia francesa”, “Cambio de procedimiento” y “La Lucha por la vida”, La Época, 7, 8, 9 y 15 noviembre, 1. “Acabemos de una vez”, El Liberal, 8 noviembre, 1. “Cuanto antes” y “Urge acabar”, El Imparcial, 16 y 20 noviembre, 1. 84 La crisis provocada cuando los comisionados de Estados Unidos presentaron sus condiciones, Eugenio Montero Ríos, El tratado de París. Conferencias pronunciadas en el Círculo de la Unión Mercantil en los días 22, 24 y 27 de febrero de 1904, Madrid 1904, 59-60, 65-66 y79-86. 85 “Europa permanece tranquila, sin enterarse del atropello que se comete contra nosotros”. “Sigue el desastre” El Imparcial, 22 noviembre, 1. 86 En nada mejoraría la reacción de las potencias europeas la situación de España. Las posesiones españolas en Oriente se consideraban ya “res nullius”. Importaba sólo participar en el reparto. “Tarde y con daño”, El Liberal, 7 noviembre, 1. “Lo de Filipinas. Al… olor de la carne”, La Correspondencia Militar, 7 noviembre. 87 “Desde Londres. El último discurso de Salisbury”, El Imparcial, 10 y 11 noviembre, 2-3. En su comentario, se subrayaba “la inverosímil protección que los destructores del orden social” hallaban en Londres. El gobierno inglés no apoyaba la idea de una conferencia contra los anarquistas. Contradecía la tradición de asilo político. “Himno a la fuerza”, 11 de noviembre, 1. y “Europa y la alianza anglo-americana”, 12 noviembre, 1. 88 “Salisbury y el problema filipino”, El Tiempo, 13 noviembre, 1. “la negociación de París, “Filipinas y la Conferencia” y “El desenlace”, La Época, 18, 19 y 21 noviembre, 1. “¿Quién engaña a quién?”, El Imparcial, 26 noviembre, 1. 89 “Salisbury” y Joaquín Lluhí Rissech, “Las condiciones de la fuerza”, El Nuevo Régimen 12 de noviembre y 24 diciembre, 1 y 2. “La profecía de Salisbury” y “El porvenir de España. Opiniones de la prensa inglesa, El Nuevo País, 12 y 14 noviembre, 1. 90 “En Busca de la muerte”, El Liberal, 12 noviembre, 1. “Amenazados”, Heraldo de Madrid, 12 noviembre, 1. “Vencida y calumniada” El Imparcial, 12 noviembre, 1.
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No podía enfrentarse a la alianza anglo-americana. Informaba el general D. de los Ríos que una escuadra inglesa con 25 barcos navegaba hacia las Visayas para apoderarse de ellas91. Las promesas de Muraviev sobre Gibraltar hechas unas semanas antes, quedaban sin efecto, tras la cesión de Francia ante Inglaterra. Cuando León y Castillo insistió a Delcassé sobre la respuesta de Rusia, este eludió una declaración clara. La insistencia del embajador de España le obligó a confesar que los dos aliados no estaban en condiciones de emprender una guerra con el Reino Unido92. Había cedido Francia en el contencioso de Fachoda, porque abrir un conflicto era caer en una trampa93. Corrió el rumor de que estaba fortificándose el puerto y la plaza de Gibraltar. Inglaterra tenía necesidad de ensanchar su posición en la Roca. Había en su puerto nueve acorazados de primera clase y cuatro de segunda. Se hacían maniobras de combate a diario, especialmente, las de desembarco. Hasta entonces, la zona de entrenamiento de la Royal Navy eran las costas entre Ceuta y Tetuán. Ahora podría hacerlo entre Tarifa y Cádiz. Se hacían sondeos para conocer palmo a palmo aquellas aguas. Las construcciones militares españolas se limitaban a un polvorín en la carretera Algeciras-Tarifa y una batería con cañones con un alcance de cuatro kilómetros. En Gibraltar había 1500 cañones. Los oficiales ingleses, camuflados como cazadores y pintores paisajistas, habían tomado fotografías del territorio español y levantado planos. Cuando se firmó el Tratado de París, el embajador Drummond Wolf había recibido instrucciones para negociar una ampliación del recinto de Gibraltar. Aunque no era creíble esa noticia, no debería ignorarse que muchos políticos ingleses buscaban un pretexto que permitiera a Inglaterra apoderarse de Canarias y Baleares94. 1898 fue un “año triste”. Se había mostrado la intensidad de los males de España. Era inaplazable remediarlos, poniendo en marcha todas las energías, si quería continuar su existencia, amenazada y a punto de perecer95. No sucedió Transmitió la noticia Almodóvar del Ríos a Méndez Vigo. La respuesta de este fue que ese hecho confirmaba la existencia de un acuerdo entre Inglaterra y Estados Unidos. T.c. 7 y 9 de enero de 1899, AMAE H 2423. 92 El 25 de diciembre, El Imparcial tradujo el artículo de Joseph Chamberlain en The Scribner’s Magazine. En él afirmaba que la alianza angloamericana podría extenderse a otras naciones no latinas para convenir el reparto de China. Era un bloque contra Rusia. “Un gran peligro”, El Siglo Futuro, 26 diciembre. 1. 93 Tc León y Castillo-Almodóvar del Río, 1 diciembre, AMAE H 1534. Este documento se encuentra descolocado. 94 “El peligro inglés” El Nuevo País, 8, 9 y 21 diciembre, 1, y “Desde Londres”, ib. 12 diciembre. 95 “De no ser así, el siglo XX podrá ver en las cartas geográficas la expresión en colores de un pueblo”, cuya sola misión será: “!servir de expansión a los negocios de empresas extranjeras”. “El año triste”, El Tiempo, 31 diciembre, 1. 91
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así, pero se temió. La nación seguía su camino. Negoció antes de acabar el 98 la libertad y repatriación de los prisioneros en Filipinas96. Lo hizo Silvela nada más formar gobierno el 4 de marzo de 189997. No fue fácil conseguirlo98. Un grupo de generales mostró su apoyo al gobierno y a la dinastía y planteó dos reformas del ejército, entonces tan atacado99: servicio militar obligatorio y la transferencia del mando del ejército al Estado Mayor, sacándolo del ministerio de la Guerra100. ¿Fue España víctima de esa fractura moral en las relaciones entre naciones, que aquellas semanas del 98 se personificaba en Joseph Chamberlain? No había existido en la historia de Europa un político como el secretario del Colonial Office. Sus palabras eran un desprecio de los principios del derecho internacional y de los usos entre naciones civilizadas. Pareció iniciarse entonces aquel mal augurio de que España sufriría las consecuencias de la medrosa “no intervención” de Europa. ¿No sería “ese humilde silencio” ante la provocación, convertida ya en humillación para España y para Francia, una “deferente estrategia” que conduciría a la sumisión o a la guerra?101
96 Los independentistas filipinos se negaron a entregar a los que estaban sanos. Más allá de lo aprobado en el artículo 6 del Tratado de París, querían que esa fuera su baza para expulsar a los frailes españoles. 26 J. de Bérard-Delcassé, 14 diciembre, AAE NS États-Unis 69, 17-19. Almodóvar del Río-Patenôtre, 31 diciembre, y 1 Patenôtre-Delcassé, 1 enero 1899, ib. 27-28 y 25. 97 Estas negociaciones, para las que se pidió los buenos oficios de Francia, querían ser directas con Aguinaldo, a quien se ofrecía una recompensa por los cinco o seis mil españoles en su poder. Se opuso Estados Unidos, porque con ese dinero comprarían armas y municiones. Carta de Silvela al embajador de Francia, 15 marzo y 29 Patenôtre-Delcassé, 16 de marzo, ib. 95-97 y 93-94. 98 En abril del año siguiente se criticó a Silvela de haber conducido mal las conversaciones. Luis Moreno Jerez, Los prisioneros en poder de los tagalos. Historia de este cautiverio y de las gestiones que se han hecho para libertarlos, Manila 1900. Este largo texto, dedicado a Rafael Gasset Chinchilla, director de El Imparcial, fue juzgado inoportuno por el cónsul de España en Manila. Revelaba una comunicación confidencial entre el general Jaramillo y el gobernador Otis. Tc y 68 Luis Marinas Salvaggi-Silvela, 6 abril 1900, AMAE H 2423. 99 El antimilitarismo “sin causa” había llegado hasta el Senado. La jurisdicción militar no era eficaz para defender el honor de los oficiales. Estos estaban divididos, no sentían su “mancomunidad de intereses”, mientras todas las clases sociales mostraban espíritu corporativo. España necesitaba un ejército disciplinado, que no fuera instrumento de ningún político. Ponencia mecanografiada, sin fecha ni autor, pero ligada a la reunión citada en la nota siguiente, AGP cajón 18/7 III. 100 Hubo una reunión en casa del general Bosch. Asistieron Segura, Loño, Suárez Inclán y otros cuatro más. AGP cajón 18/7 I. 101 Esta crítica a la orientación “imperial” de la política inglesa, “Contra Europa”, Heraldo de Madrid, 10 diciembre, 1. “Ingleses y yankis. Un artículo de Mr. Chamberlain” y “Por la raza”, El Imparcial 25 y 27 diciembre, 1. “n artículo de Mr. Chamberlain”, El Tiempo, 26 diciembre, 1-2.
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Todos podían ser atropellados. No había que engañarse. En política internacional, como dijo Cánovas en 1891: “el verdadero orgullo y hasta la soberbia nacional, consiste en no inclinarse jamás a empresa ninguna ni a propósito alguno mientras no se esté seguro de poseer suficiente fuerza para llevarlo a cabo; entiendo yo que no es amor ni orgullo nacional, sino humildad inconsciente quererse abrogar en el mundo direcciones e iniciativas que ni el estado del mundo en general ni nuestro propio estado en particular consienten”102. La revancha de España debería ser “rehacer nuestras fuerzas económicas”, dar un “alma verdaderamente nacional” al Estado. Será entonces el momento de “buscar amistades leales y fecundas” y poder así “reaparecer dignamente” en la esfera internacional103. No era momento de hacer retórica, de convertir lo que debería ser cuenta y razón, plan y tarea, en unas frases brillantes104, tan frecuentes aquellos días. También para Italia fue 1898 un año difícil. Hubo dos cambios de gobierno. En un amplio debate parlamentario, el almirante Felice Napoleone Canevaro, ministro de Asuntos Exteriores, respondió a las objeciones de la oposición. Existía una política exterior italiana. La continuaba como herencia de sus predecesores105. Se inspiraría en la cordialidad con todas las potencias y la paz.
102 Respuesta al discurso de Moret en el debate sobre el mensaje de la Corona, DS/C 49 (5 de mayo de 1891) 1231. La referencia de Moret, ib. 1221. Cánovas, habló, a propósito de la crisis de 1893, de las economías necesarias para equilibrar el presupuesto: “¿No recordáis todos la nota de pesimista que por mucho tiempo se quiso arrojar sobre mi frente tan solo porque tenía el valor de descubrir ante el país sus verdaderas, sus inexorables necesidades?”, ib. 72 (5 de julio de 1893) 2232. 103 “El desquite” y “Amarga verdad”, Heraldo de Madrid, 15 y 16 diciembre 1898, 1. 104 “Durmióse la nación hace siete meses… aunque inferiores por la desgracia, contábamos allá (al otro lado de los mares) con centenares de miles de españoles que valientes, como siempre lo es nuestro soldado, podían haber hecho que España, ya que había de caer, cayese , al menos con honra y en postura artística; y al despertar…nos vemos despojado de lo que era nuestro; y lo que resulta peor: deshonrados a los ojos del mundo y con tal fama de debilidad que sólo nos resta que nos dividan en pedazos y se los reparta Europa como envidiable comida de fieras”. Vicente Blasco Ibáñez, “La Única responsable”, El Pueblo, 11 febrero 1899, recogido en Contra la Restauración. Periodismo político 1895-1904, Madrid 1978, 57. Seguía la memoria del gran poeta Francisco de Aldana en Alcázarquivir, donde murió en 1578 luchando a pie, porque “ya no es tiempo sino de morir”. 105 Varios meses más tarde, el general Pelloux respondió el 24 de abril de 1899 a los senadores Camporeale y Vittelleschi. Aludido en su pertenencia a varios ministerios, declaró que desde 1882 no se había producido variación alguna en la política exterior italiana. Texto traducido, AAE CP NS Italie 10 82-84.
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Con Francia, hubo un avance iniciado con el ministerio anterior. La mejor prueba, el convenio comercial. A las ventajas materiales había que sumar algo más importante: la desaparición de una situación no deseable, de una animosidad que jamás debió existir entre los dos países, porque los italianos estaban contentos de poder mantener una buena vecindad con los franceses, de ser leales con un país que tiene con Italia un origen y una civilización comunes. La reacción más significativa a este debate fue la de La Tribuna. La pertenencia a la Triple Alianza no quitaba libertad a Italia para realizar una política exterior independiente. El fin defensivo y pacífico de la alianza no impediría la aparición de otras “constelaciones de potencias” unidas según sus intereses. El canciller Bülow acababa de declarar en el Reichstag que la Triple Alianza se había convertido en una realidad aceptada, que operaría como recurso extremo, en caso de que la paz fuera seriamente amenazada. Barrère reconoció que la opinión italiana se separaba ahora de la definición de la Triple Alianza en vigor durante el período de Francesco Crispi. Era un dato nuevo106. En la medida en que se examina recogiendo cada vez más datos y huyendo de posiciones previas, la perspectiva del 98 español se modifica. Aquello fue un desastre moral pero no político ni económico. El logro de Sagasta fue reducir las dimensiones de la derrota en una guerra que jamás quiso107.
169 Camille Barrère-Delcassé, 19 diciembre 1898, ib. 75-79. Carlos Dardé, La aceptación del adversario. Política y políticos de la Restauración 1875-1900, Madrid, Biblioteca Nueva, 2003 111. 106
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III. UNA POLÍTICA EXTERIOR POSIBLE
Los gobiernos europeos, incluido el del Papa, se sintieron presionados por la opinión, incluso antes de que se estableciera el sufragio universal masculino. Opinión y sufragio no deben confundirse. Aquella pudo ser un eficaz medio de presión, mientras que éste era más manejable desde el poder. Salisbury apuntó en enero de 1899 a un restablecimiento de las buenas relaciones con Francia en cuanto se enfriara la reacción emocional provocada por Fachoda. Aún duraba. Por eso, pese a que las conversaciones entre los dos países no se habían interrumpido, faltaba una propuesta que desbloqueara la situación. En Francia se pensaba que estaban ganando los partidarios de la guerra en los dos partidos ingleses. La opinión parecía sin fuerzas para frenar esa tendencia o sin ganas de hacerlo. El pacifismo inglés estaba en decadencia. La guerra parecía ineludible. Había, sin embargo, dos motivos para confiar aún en una solución pacífica: la presencia de Salisbury al frente del gobierno y la oposición de los franceses a una guerra con Inglaterra. Estaban convencidos de la superioridad naval inglesa. El gobierno francés tenía problemas con los nacionalistas, que presionaban en las Cámaras. El ministro de Marina había presentado un plan de ampliación de la flota, que suponía grandes inversiones. Aprobar esos gastos serviría de pretexto a los ingleses para abrir las hostilidades. No renunciarían a su superioridad en el mar. ¿Podrían los dos gobiernos frenar la presión de sus respectivos países? Europa debía apoyarlos. Esa opción era la mejor prenda para la paz. La prensa francesa informó más tarde que Ed. Monson había presentado un memorando conminatorio al ministro Delcassé. Era falso. Delcassé no quería iniciar las conversaciones, aunque Salisbury deseaba hacerlo y lo comunicó a Paul Cambon, embajador en Londres, dejando claro que no habría condiciones previas. Así las cosas, Tornielli, el embajador de Italia en París, juzgaba evidente que nada podría impedir a los ingleses asentarse en el Valle del Nilo. Lo
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aceptaban los franceses, desde que conocieron el acuerdo entre Inglaterra y el Khedive, del 19 de enero, que regulaba la situación en el Sudán. En el debate sobre política exterior, todos los oradores insistieron en la necesidad de resolver pacíficamente los litigios pendientes. Delcassé llamó al embajador inglés para comenzar a hablar. Desmentido el memorando conminatorio, se supo lo que Salisbury manifestó a Paul Cambon nada más regresar éste a Londres. Quería negociar, pidiendo que presentase las demandas francesas, porque deseaba estudiarlas y resolver los problemas de límites en África. Inglaterra reconocía a Francia el derecho de recibir compensaciones. Eso podría afectar a Italia, pues, suponía que Francia aceptaba la posición de Inglaterra en Egipto, una vez concluida la guerra del Sudán. Existía el precedente de 1890. Inglaterra consintió que Francia se asegurase una zona de influencia en el norte de África, que dejaba sin valor Tripolitania, a cambio de que aceptase su acuerdo con Alemania sobre Zanzíbar1. En aquella ocasión, pese a los acuerdos de marzo 1887, el gobierno inglés nada dijo al italiano2. A comienzos de febrero se inició la negociación. Para obviar la escasa flexibilidad de Monson, Salisbury prefirió tratar con Paul Cambon. Francia se acercó a Italia buscando rebajar la presión internacional que sufría. La amistad de Italia con el Reino Unido reforzaba a éste en el Mediterráneo. Se enfriaron las relaciones con los antiguos garilbadinos franceses y con sus socios italianos. Se prohibió al cónsul en Milán asistir a un banquete promovido por la Asociación Comercial, presidida por Musi, jefe del partido republicano, de la extrema izquierda. Había que ofrecer garantías a Roma para que no volviera la época de Crispi, que usó como argumento la supuesta inteligencia de Francia con los elementos extremos, enemigos de la monarquía, para justificar su hostilidad3.
1. Ofertas y pasos dados por Silvela En las relaciones entre París y Londres, ¿contaba España? El embajador francés en Madrid se hizo eco de un artículo “très curieux”, publicado en El
1 El gobierno turco protestó ante el de Londres por la convención anglo-egipcia sobre la administración del Sudán. Noticia en 106/45 Francesco de Renzis-Canevaro, Londres, 6 febrero 1899, ASD DDS XXXIV/7 277 bis. 2 55/32 y 179/G. Tornielli-Canevaro, 9 y 25 enero 1899, ib. 3-4 y 19-21. 3 Todo lo que se había logrado en tres años podría venirse abajo si se sospechara la connivencia de Francia con los republicanos italianos. Tc 51 y 32 Barrère-Delcassé, 11 y 20 febrero 1899, AAE CP NS Italie 56 y 75-77.
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Tiempo. Un lord inglés comentó a un político español que una victoria de España en su guerra con los norteamericanos habría sido un peligro para Gibraltar. Vencida y débil, España se transformaba en un excelente aliado en el norte de África. La expansión inglesa en Marruecos podría ser una operación combinada del ejército español y de la marina inglesa. La negativa del gobierno español provocó las recientes disposiciones hostiles del gobierno inglés y su descortesía en las relaciones con España. Este globo-sonda trataba de observar el estado de la opinión. Los políticos españoles tenían que medir sus pasos, porque el rencor contra Inglaterra estaba vivo4. Dos comentarios a esta noticia. Como confesó Cánovas años antes, en Europa no dejaban aislada a España. Contaba con ella en Marruecos, la única cuestión en la que pesaba algo en la relación de fuerza entre Francia y el Reino Unido. La diplomacia francesa continuaba sin fiarse de España. Cualquier indicio le llevaba a temer un acuerdo con el Reino Unido y con Italia contra ella en Marruecos. Había algo más que un artículo. El ministro de Francia en Tánger conversó con Emilio de Ojeda, que fue secretario de la Comisión española que negoció la paz en París5. La política española en Marruecos fue de equilibrio entre Francia e Inglaterra pero la guerra con Estados Unidos había mostrado las simpatías de Rusia con los norteamericanos y Francia se mantuvo neutral por necesidades de política interna. Se produjeron entonces tres hechos: la crisis de Fachoda, la conminación de Drummond Wolf sobre Gibraltar y, al mismo tiempo, la insinuación de que España obtendría grandes ventajas siendo amiga de Inglaterra. Consultado a su paso por Madrid cuando viajó desde París a Tánger, el ministro de Francia en Tánger, aconsejó mantener las fortificaciones hechas ante la amenaza de los barcos norteamericanos y estar al lado de quienes defendieran la independencia y la integridad territorial de Marruecos. ¿Era Ojeda indiscreto? Hizo el diplomático francés los mismos comentarios a Bacheracht, ministro ruso, que los transmitió confidencialmente a su gobierno6. La noticia quedó desmentida a medias. Silvela dijo, tras las elec4 “…il est peu probable que les dépositaires du pouvoir se risquent à adopter une politique qui répugnerait visiblement à la grande masse de la nation”. 18 Patenôtre-Delcassé, 22 enero 1899, AEE Espagne 36 157-159. 5 Emilio de Ojeda y Perpiñán fue nombrado ministro de España en Tánger por Moret, que deseaba fortalecer la acción de España en Marruecos, en un momento de especial dificultad. Permaneció en Tánger hasta 1902. Pasó luego a Washington hasta que fue nombrado subsecretario de Estado en 1905. Al año siguiente fue embajador cerca de la Santa Sede. Allí permaneció hasta su muerte en 1911. José María Campoamor, La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900-1904), Madrid 1951, 117. 6 28 Ministro en Tánger-Delcassé, 8 febrero 1899, AAE NS Espagne 36 171-173.
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ciones de marzo7, que la garantía dada por Inglaterra sobre Algeciras, el Mediterráneo y Baleares era “une tutelle inquiétante”, que el gobierno tenía que rechazar8. Al formar su gobierno, apremiaban a Silvela recomponer la situación financiera y mantener el orden. En política internacional, cerrar la confrontación con Inglaterra. Entregó a Drummond Wolff una promemoria: deseaba mantener el statu quo en los territorios cercanos a Gibraltar y no consentiría a Inglaterra otros derechos que los que le otorgaban las normas internacionales y los tratados existentes. Aseguraba que no tenía intención de atacar Gibraltar o que se atacase la plaza desde territorio español. Pendiente desde el gobierno anterior estaba el asunto de las construcciones militares “dentro del alcance y puerto de Gibraltar”. Lo quiso resolver enseguida Silvela. El 15 de marzo envió una nota al embajador inglés. Estaban justificadas. “La guerra con los Estados Unidos de América y la consiguiente amenaza de un ataque a las costas del Estrecho por parte de la escuadra americana, motivó la preparación de algunos trabajos de defensa de la bahía de Algeciras; pero concluida la paz, ha desaparecido todo interés por nuestra parte de seguir tales construcciones y tiene decidido el Gobierno no continuarlas, entendiendo que hay otros muchos puntos de nuestras costas y de nuestras posesiones insulares que reclaman con evidente preferencia el empleo de nuestros recursos para su fortificación y artillado” Esta decisión tenía mensaje. En ella “verá el Gobierno de S. M. Británica un testimonio del vivo deseo que anima al gobierno de España de estrechar una leal correspondencia entre ambas naciones que mantenga, con el mutuo respeto de los límites de sus derechos territoriales y jurisdiccionales, la cordialidad que en las relaciones de vecindad es tan necesaria”. En su respuesta, Drummond informó confidencial y secretamente que Salisbury acogía las amistosas garantías –“friendly assurances”. Le presentaba las del gobierno inglés, que carece de toda ambición territorial. El Reino Unido estaría listo, si se presentara la ocasion, “to give their military and naval assistance for preventing any hostile landing on the coast of the Bay of Algesiras or any attack by sea on that coast”9. Salisbury quedó contento. En España, la prensa ministerial dejó de atacar a los ingleses. Se presentó el cese de la construcción de fortificaciones
7 Un informe sobre las elecciones y la reforma de las costumbres electorales, 31 y 42 Patenôtre-Delcassé, 18 marzo y 26 abril, AAE NS Espagne 1 246-247 y 262-263 8 Conf 37 Patenôtre-Delcassé, 5 abril, ib. 185-186. Delcassé envió copia a Viena, Londres, San Petersburgo como “très confidentiel, 13 abril, ib. 188. 9 Estrictamente confidencial y reservado. Silvela-Drummond y respuesta de este, 15 y 17 de marzo de 1899, copia AGP 8/10.
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como un consejo dado por los militares. Eran más necesarios esos recursos en otros puntos de la costa. No existía ya la amenaza de un desembarco norteamericano, que fue el motivo de aquellas obras10. Silvela se encargó del ministerio de Estado, porque consideraba la primera tarea de su gobierno poner en marcha una política exterior que diera seguridad a España. Mantuvo a Fernando León y Castillo como embajador en París11. Le censuró éste su ideal de conservar el statu quo en Marruecos12. No percibía que era ya una quimera. Entraba Marruecos en una fase crítica. El tiempo no resolvía los problemas. Había que enfrentarse a ellos. Esta “pasividad sin eficacia” se basaba en un error: Inglaterra y Francia no se reconciliarían, tras su enfrentamiento en 1898. León y Castillo advirtió que “la cuestión de Marruecos se iba a resolver de un momento a otro con nosotros o sin nosotros, y en este caso, contra nosotros”13. El gobierno conservador agradeció la ayuda de Francia en los meses anteriores: sus buenos oficios con Estados Unidos y la vigilancia de los movimientos carlistas en la frontera14. Haría una política exterior más comprometida. Sería el final del aislamiento, al que atribuyó Silvela los males de
10 Recogimiento y buenas relaciones para conservar la paz serían los dos rasgos de la política exterior española. 223/57 Collobiano-Canevaro, 26 marzo de 1899, ASD SP P 73 1899. 11 Era una novedad, porque León y Castillo pertenecía al partido liberal. 32 PatenôtreDelcassé, 18 marzo, AAE NS Espagne 1 248-251. 12 “Yo estoy muy conforme en que nuestra política respecto a Marruecos siga siendo la del statu quo; pero esto no depende sólo de nosotros, y nosotros debemos considerar que el status quo de Marruecos puede ser muy útil para España mientras ella no se encuentre en condiciones de intervenir en su variación; pero que representa el mantenimiento de aquel Imperio en una situación de completa clausura para la civilización europea, un grandísimo daño y un evidente perjuicio, porque nosotros estamos sufriendo en su desenvolvimiento nacional las consecuencias tristísimas de ser aquel país la frontera de la civilización y no estar rodeado de pueblos que concurran a la obra común, que nos transmite por todos lados sus productos y nos da los beneficios del tránsito de su riqueza, de sus comunicaciones, de sus ideas, como en los pueblos centrales de Europa”. “Documento parlamentario. Discurso del Excmo. Sr. D. Francisco Silvela, en la sesión del congreso del miércoles 17 de julio de 1901… Suplemento a La Época, 18 julio, 2. 13 Vid. este trozo de las memorias del embajador de España en París, recogido en José María Campoamor, La actitud de España...128. 14 Sobre los movimientos carlistas y el apoyo de los jesuitas, AGP 18/8 I-IV. Jordi Canals y Eduardo González Calleja, “”No era la ocasión propicia…”La conspiración carlista de fin de siglo en un memorial a Don Carlos”, Hispania 181 (1992) 705-742. La reciente síntesis Julio Aróstegui, Jordi Canals, y Eduardo González Calleja, Los guerras carlistas. Hechos, hombres e ideas, La Esfera de los Libros, Madrid 2003. Eduardo González Calleja, El mauser y el sufragio. Orden público, subversión y violencia política en la España de la Restauración (1875-1931) y La razón de la fuerza. Orden público, subversión y violencia política en la España de la Restauración (1875-1917), CSIC, Madrid 1997 y 1998.
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España. Juzgaba indispensable la amistad de Francia, a la que no disociaba de Rusia. La situaba por encima de la oferta hecha por los ingleses15, en la que se excluyó a Ceuta. Se trataba de apostar por una alianza formal con Rusia y Francia. Silvela creía que debería comunicarse a Alemania, pero no a Italia, aún “pas assez dégagée des influences anglaises”16. El 23 de abril entregó Silvela al embajador de Francia una pro-memoria no oficial, con la propuesta de una alianza claramente hostil al Reino Unido, a la que se invitaría a Alemania. “España desea una inteligencia que le dé seguridad en un concurso moral y material tan pronto como lo reclame para garantir la integridad de sus costas, fronteras y territorios en Europa y África, contra toda amenaza o ataque exterior. España estará dispuesta a ofrecer el concurso de sus elementos militares para una acción común en Europa y África, si fuera pedida de acuerdo con las potencias signatarias de la garantía, cuyas condiciones y extensión se fijaría en un convenio, así como la duración de este acuerdo”. Jules Patenôtre llevó personalmente este documento a París. A su regreso, informó a Silvela que Delcassé hablaría con Muraviev. Había que esperar. Francia deseaba reforzar sus vínculos con España. Era una moratoria razonable para Silvela, que informó que Alemania, sin pronunciarse sobre el fondo, encontraba natural que España buscara en una alianza con Francia protección frente a los riesgos de una acción inglesa contra ella. No los consideraba graves ni inmediatos el gobierno alemán, pero deseaba que, si no fuera así y estuviera equivocado, se le avisara de inmediato17. La respuesta de Francia dependía de las negociaciones con Inglaterra. Los acuerdos del 21 de marzo de 1899 afectaban a Italia. Canevaro, ministro de Asuntos Exteriores, comunicó a Londres y a París que había recibido garantías de los dos gobiernos después de sus acuerdos sobre África en estos
“Nous désirons nous unir aux puissances qui peuvent comme nous prendre ombrage des intrigues du Cabinet de Londres et on intérêt au maintien du statu quo dans la Méditerranée”. 16 Secret, sn Patenôtre-Delcassé, 22 abril, AAE NS Espagne 36 189-192. Esos días Silvela trabajaba en el arbitraje sobre el litigio entre Italia y Colombia. 252/58 di CollobianoCanevaro, 12 abril, DDI III/2 Roma 1962 140. Canevaro reconoció el apoyo inglés a las pretensiones italianas sobre Tripolitania a la hora de firmar el 21 de marzo su acuerdo con. Francia. R 15899/110 Canevaro-De Renzis, 20 abril, DDI III/3 Roma 1962 146. 17 El memorial y la contestación de Delcassé, AAE NS Espagne 36 193-194. Sobre la desprotección de las costas españolas, informe del agregado militar, 137 Cornulier-Lucinière al general André, ministro de la Guerra, 16 junio, remitido a Delcassé, 2 julio, AAE NS Espagne 37, 72-76. Se habla del eje Canarias-Algeciras y Baleares. Sobre las posibles alianzas en Europa y la posición de Italia, “Crispi über Französisch-Italianischen Beziennugen“, Das Kleine Journal, Berlin, den 21 april 1899, 1-2. 15
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dos puntos: la integridad del imperio turco y el equilibrio en el Mediterráneo. El gobierno italiano quiso consignarlos en una nota, cuyo proyecto entregó Canevaro a Lord Currie y a Camille Barrère. En ella se recogía la libertad de comercio en Tripolitania. Canevaro subrayaba a Tornielli que existía coincidencia con Francia. Por eso la aceptación de la libertad comercial era una forma de obviar problemas entre los dos países18. Manifestó al encargado de negocios francés que la noticia del acuerdo anglo-francés sobre África del 21 de marzo le había causado una penosa impresión. Al no haber tenido noticias, el gobierno no había podido preparar a la opinión. No podría evitar manifestaciones en contra. Le extrañaba especialmente el silencio de Londres, dada la amistad entre los dos gobiernos en los últimos años. Era indudable que los enemigos de Francia aprovecharían esa circunstancia. Por eso habría que pensar si era conveniente que el ministro de Asuntos Exteriores francés hiciera una declaración destinada a calmar la suspicacia italiana y permitirle de ese modo a Canevaro responder a los ataques que recibiría. Siguiendo las instrucciones de Delcassé, Barrère le aseguró que Francia no tenía ningún proyecto sobre Tripolitania. El silencio de París se debía a que creían que los ingleses habían informado al gobierno italiano. Era suficiente para Canevaro. Juzgaba que una declaración conjunta del Reino Unido y Francia sobre su desinterés respecto a Tripolitania disiparía los recelos del pueblo italiano. Barrère se mostraba partidario de aceptar. Si no era posible, el rechazo se atribuiría a los ingleses19. Parecía inaceptable a Barrère lo que Canevaro presentaba. Sabía que saldría del gobierno en una próxima remodelación, pero temía que se imputara esa destitución al haber defendido los intereses de Italia frente a Francia20. Interpelado en el Senado, el ministro italiano dijo que había recibido de Francia y el Reino Unido explicaciones amistosas de que Italia nada tendría que temer de una futura intervención en Tripolitania, “parte integrante del Imperio Otomano”. Nada impediría las comunicaciones comerciales entre 18 T 908 Canevaro-Renzis y Tornielli y 928 Canevaro-Tornielli, 13 y 15 abril 1899, DDI Roma 1962, 229 y 232. Sobre la conveniencia de no aproximarse a Turquía en esos momentos, t 982 Canevaro-Alberto Pansa, 20 abril, ib. 146. 19 Tc 110 y 117 Blondel-Delcassé, Barrère-Delcassé, 1 y 8 abril 1899, AAE CP NS Italie 14 122 y 147. la insistencia de Canevaro, 61, 12 abril, ib. 167-172. La nota para el ministro, 12 abril, con diversas copias, ib. 175-186. 20 Tp y c Barrère-Beau, 15 abril, ib. 196-197. las correcciones de la Direction Politique del ministerio, de la misma fecha, ib. 199-201. Se comunicó al embajador Barrère que no era aceptable la redacción de Canevaro. Tc 77, 19 abril, ib. 216. Un juicio sobre la gestión de Canevaro, 80 Barrère-Delcassé, 8 mayo, ib. 15 5-7.
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Tripolitania y el centro de África. Estas palabras hacían dudar al embajador francés, que no habría dado esas explicaciones a Canevaro, a quien un senador, el príncipe Camporeale, acusó de hablar como si fuera el ministro francés de Asuntos Exteriores21. El 29 de abril Salisbury intervino en el banquete de la Academia de las Bellas Artes. Anunció la firma de un acuerdo con Rusia, que alejaba el peligro de conflicto en China. En política exterior, el Reino Unido no formaba parte de ninguna alianza. Eran falsos los comentarios, que dijeran lo contrario. Amistad con todos, pero sin que eso supusiera tener que llegar a una guerra para defender a los amigos. Esa era la filosofía del discurso. No era algo nuevo. En esos momentos, según la prensa conservadora, Inglaterra había solucionado todos sus pleitos con las grandes potencias. Con Francia, en el Nilo, el Níger y Sudán, y con Rusia, el de los ferrocarriles en China. En Francia el clima era diferente. Creían que les había faltado el apoyo de Rusia en sus litigios con Inglaterra. Quizás las concesiones recibidas por su aliada lesionaran intereses franceses22.
2. La normalización entre España y Estados Unidos En abril de 1899 España reanudó las relaciones diplomáticas con Estados Unidos. McKinley había elegido a Bellamy Storer, entonces ministro de su país en Bruselas23. Era amigo de Francia. Su suegro, el marqués de Chambrun, diputado católico, poseía una gran fortuna. El gobierno español apreciaba a Storer, a quien dio enseguida el placet24. Sabemos que era un gran amigo de Rooselvelt. En esos momentos la Santa Sede buscaba algún tipo de relación con Estados Unidos para resolver la situación creada con el cambio de administración en Cuba, Puerto Rico y Filipinas25. Para represen-
Tc 139 y 141 y 69 Barrère-Delcassé, 25, 27 y 28 abril, ib. 248, 250 y 255-263. 379/173 Francesco de Renzis-Canevaro, 1 mayo 1899, ASD DDS XXXIV/7 283. 23 Storer era un ferviente católico. Había trabajado en abril del año anterior al lado del obispo Keane y del arzobispo Ireland, secundando la gestión de León XIII a favor de una tregua con los independentistas cubanos que evitara la guerra de su país con España. Tenía mucho prestigio ante sus colegas. Conf 73 Auguste Gerard-Delcassé, Bruselas 11 abril, AAE NS Etats-Unis 69 145-146. 24 C 21 Patenôtre-Delcassé, 13 abril, ib. 150. 25 Storer avaló en mayo de 1900 una gestión para que la Reina Regente interviniera ante la Santa Sede a fin de que fuera creado cardenal el arzobispo de Saint Paul, AGP 6/32. J. Ireland-Rampolla, 18 de septiembre de 1901, ASV SS 280 (1902) 3 27-27. Sobre esa negociación, “La Iglesia en Filipinas y Cuba después del 98. Las negociaciones Santa Sede-Estados Unidos (1898-1903)”, Missionalia Hispania 124 (1986) 259-353. La posición de la 21 22
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tar a España en Washington se designó al duque de Arcos, subsecretario del ministerio de Estado26. Presentó Arcos sus credenciales el 3 de junio. Había una opinión favorable a España. Estaban satisfechos los norteamericanos de lo conseguido en París. Lo habían logrado en una campaña corta y sin mucho gasto. Les habían decepcionado los cubanos, hacia quienes sentían “un desprecio profundo”. Había mejorado la imagen de los españoles. Habían sido derrotados por un enemigo muy superior. Habían perdido con dignidad y defendido con buenos argumentos sus intereses. Pasados unos pocos meses, se volvía a una amistad ya secular. La guerra, dijo McKinley, fue sólo “a brief interruption”27. El Tratado de París abría el camino hacia el expansionismo de Estados Unidos fuera de sus fronteras28. Tenían complicaciones las nuevas autoridades en Cuba. No hubo tropas cubanas en el traspaso de poderes el 1 de enero de 1899. Sólo asistió el cónsul inglés en La Habana29. Era natural que los cubanos temieran que Estados Unidos los hubiera engañado. Habían querido adueñarse de la Isla y para lograrlo, desde los tiempos de Narciso López, habían alentado las rebeliones contra España. Entre los muchos indicios, estaban las declaraciones del general John R. Brooke, que recibió el mando de manos del general Adolfo Jiménez Castellanos. Se cerraron los consulados norteamericanos. Se hacían obras para acuartelar sus tropas de forma duradera y se restauraban monumentos. Los derechos de la Aduana se pagaban en dólares. Se modificaron las tarifas postales. Oficiales norteamericanos mandaban la policía. La actitud de los soldados del ejército revolucionario era una amenaza al orden público. Vivían de una suscripción. La economía estaba paralizada. Podrían cometer actos de rapiña30. Iglesia durante la guerra de la independencia, Manuel P. Maza Miquel, Entre la ideología y la compasión. Guerra y paz en Cuba, 1895-1903, Santo Domingo, Instituto Pedro Bono, 1997. Su tesis defendida en la Georgetown University en 1986 fue “Between Ideology and Compassion. The Cuban Insurrection of 1895-1898, through the private correspondence of Cuba’s two prelate’s whit the Holy See”. 26 Bellamy Storer fue elegido, según dijo el presidente a Jules Cambon, por ser católico y haber tenido una posición moderada durante el todo el conflicto. Conversación de Silvela con el embajador italiano. 257 Collobiano-Canevaro, 16 de abril de 1899, ASD SP P 73 1899. 27 “España desea que sus relaciones con esta República sean tan amistosas como la han sido en tiempos pasados y desde aquellos días en que este país luchaba para adquirir su independencia”. 4 Arcos-Silvela, 3 junio, AMAE H 2427. 28 El debate “Sur la presse américaine et les conditions de la paix avec l’Espagne”, AAE NS États-Unirs 69 131-135. 29 Como avisaba el cónsul de Francia en La Habana, “il est de fait que les cubains n’ont pas de raison de se réjouir”. El gobernador Ludlow suprimió las fiestas y el Comité Patriótico entendió esa medida. 30 57 y 57 P. Martin-Delcassé, 12 de enero y 1 febrero, AAE NS États-Unis 69 34-48 y 74-77.
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Había que licenciar a las tropas bajo el mando de Máximo Gómez. McKinley comisionó a R. P. Porter para negociar con él y ofrecerle tres millones de dólares. Aceptado el compromiso, los oficiales cubanos se obligaban a ayudar a sus colegas norteamericanos a distribuir ese dinero. Los soldados cubanos rendirían armas a la Asamblea constituyente o a sus representantes. Esta cantidad no era a cuenta de los sueldos impagados, sino un anticipo para regresar a la vida civil31. Como sucedió en la entrada de las fuerzas norteamericanas en Santiago de Cuba, tampoco ahora el norteamericano reconocía al gobierno revolucionario ni a su ejército32. Se avanzó en la “americanización” de Cuba. En junio se autorizó a los barcos cubanos a utilizar el pabellón de Estados Unidos. La justificación de esa circular de Taff era el cumplimiento de las obligaciones contraídas en el Tratado de París y las que derivaban de la ocupación de Cuba “para la protección de vidas y propiedades”33. Mientras en Filipinas seguía la guerra y los norteamericanos sólo controlaban Manila y la costa, la ambigüedad de la situación desconcertaba a la población en Cuba. No habían cumplido sus promesas. Habían desorganizado las instituciones y desconocido las autoridades de la Isla. Brooke era un militar, que actuaba con dureza34. Se criticó a la nueva administración y se hizo justicia a España35. En Puerto Rico la decepción fue mayor: presión fiscal, imposición de maestros norteamericanos en las escuelas, encarecimiento de la vida. Muchos protestantes norteamericanos vivieron la guerra con España como la llegada del “día del Señor”, que señalaba el final del control español en el Caribe. Los soldados y los marinos de Estados Unidos iban con alimentos y medicinas. “Sus banderas van precedidas por la Cruz Roja y serán seguidas por escuelas y biblias”36. 31 Fue un error encomendar esa gestión a dos personas que no eran cubanos. La Asamblea de Cuba desautorizó el acuerdo. 22 Jules Cambon-Delcassé, 17 marzo, ib. 100-103. 32 15 Thiébaut-Delcassé, La Habana 3 marzo 1899, ib. 79-82. La misión de Villalón y de Hevia a Washington para pedir un préstamo y sus conversaciones con Hay, 29 Jules CambonDelcassé, 30 marzo, 123. El fracaso y la disolución de la Asamblea, 31 bis, 7 abril, ib. 137-138. 33 “Taff’s Circular Nº 77”, War Department, juin, the 1 1899. El argumento jurídico no disimulaba la orientación política de la medida y su significado. 14 Arcos-Silvela, 17 junio, AMAE H 2427. 34 McKinley encargó al ejército la administración hasta que el Congreso no tomara otra decisión. 65 Cambon-Delcassé, 30 mayo, AAE NS États-Unis 70 27-28. 35 “The muddle we have made”, The Washington Post, march, the 16, 1899. Era más que un lío. Meses más tarde se denunciaron escándalos financieros. 64 y 70 Jules Cambon-Delcassé, 9 y 15 mayo 1900, AAE NS États-Unis 70 108-109 y 112-113. 36 Samuel Silva Gotay, “La Iglesia católica en el proceso político de la americanización de Puerto Rico, 1898-1930”, Revista de Historia, Asociación Histórica Puertorriqueña, I/1 y
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Hubo atentados contra los soldados norteamericanos37. La situación se agravó en los meses siguientes en Filipinas, Cuba y Puerto Rico38. Los republicanos se opusieron al expansionismo de la administración McKinley. En Nueva Inglaterra, es decir, en los Estados de Maine, New Hampshire, Vermont, Massachusetts, Rhode Island y Connecticut, al noreste de Estados Unidos, integrada por escritores y hombres de negocios, se formó una Liga Nacional contra esta innovación, El senador republicano por Massachussets rechazó intervenir en un acto público como protesta porque los soldados de Estados Unidos estaban luchando contra los filipinos en Luzón. Juzgó ese hecho una agresión criminal contra un pueblo que combatía por su independencia. Había que contener a quienes estaban violando la constitución. Sus actos negaban los orígenes, la historia y la conciencia del pueblo norteamericano39. En Boston se aclamó a Aguinaldo40. Dirigiendo la oposición al expansionismo estaban quienes mejor representaban las tradiciones del país, destacando los profesores de Universidad. El 30 de abril, en el Central Music Hall, de Chicago, intervino Lawrence Loghlind. Atacó el “comercialismo”, designando con este nombre a los hombres de negocios que ejercían una abusiva influencia en la política. La bandera norteamericana estaba convirtiéndose en símbolo de tiranía. Cuando algunos le gritaron que era un traidor, la asamblea los acalló, invocando a Gladstone, el político inglés, fallecido unos meses antes, que simbolizaba la ética y la justicia en las relaciones entre las naciones41.
I/2 (1985) 102-120 y 168-187. Protestantismo y política en Puerto Rico 1930. Hacia una historia del protestantismo evangélico en Puerto Rico, Editorial de la Universidad de Puerto Rico 1997. Más bibliografía sobre este punto en “La Iglesia y la “americanización” del Caribe”, Archivum Historiae Pontificiae 41 (Roma 2003) 195-229. 37 “Discontent in Porto Rico”, The Evening Post, march, the 15 1899. 38 21 Jules Cambon-Delcassé, 20 marzo 1900, AAE NS États-Unis 70 98-99. El despacho se envió a Londres, M., Roma, San Petersburgo y Berlín. 39 Sobre el movimiento anti-imperialista, 46 E. Bruwaert-Delcassé, 31 marzo, AAE NS États-Unis 1 101-102. Las apreciaciones sobre la administración, 47Jules Cambon-Delcassé, 28 abril, ib. 107-109. Sobre la guerra en Filipinas, que sería más peligrosa y dura que la que sostuvo España, 37, 14 abril, ib. 104-105. 40 “We hold that the Policy knows as imperialism is hostile to Liberty and tend to militarism… We protest against the extension of American empire by Spanish methods, and demand the immediate cessation of the war against liberty begun by Spain and continued by us”. 41 Los partidarios de McKinley también llamaron traidor a Atkinson, presidente de la Liga Anti-Imperialista de Boston, 52 y 54 Jules Cambon-Delcassé, 2 y 5 mayo, AAE NS ÉtatsUnis 70 110-112 y 114.
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Fuera, hubo manifestaciones contra los Estados Unidos. En abril, la escuadra del almirante W. T. Sampson, estando al mando de uno de sus barcos Ch. D. Sigsbee, el comandante del Maine, llegó a La Guaira. El senador F. Tosta García se opuso a que Sampson visitara el Congreso Nacional de Venezuela como reprobación de “la política anti-republicana e IMPERIALISTA (sic) que su gobierno ha implantado tan desgraciadamente en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, resucitando el odioso derecho de conquista en contradicción con las sabias y democráticas doctrinas que inmortalizaron a Washington y Lincoln”42. En el primer aniversario de la proclamación de la independencia de Filipinas, Emilio Aguinaldo saludaba a España, con cuyos “usos, lengua y costumbres” habían vivido durante tres siglos. Juzgaba la resistencia española a la independencia como la de una madre que no se resigna a la separación de una hija, “lo cual prueba el exceso de cariño, el amor”43. Los territorios que fueron de España estaban administrados por las autoridades militares. La dimisión de R. A. Alger como secretario de Guerra hizo correr la noticia de que su sucesor sería Theodore Roosevelt, un imperialista, que creía que las naciones civilizadas debían ejercer su tutela sobre las que no lo eran44. El gobierno Silvela, pocas semanas después de asumir el poder, además de reanudar las relaciones con Estados Unidos, negoció el pago de la indemnización por el traspaso de soberanía en Filipinas. Se propuso una entrega en cuatro plazos de cinco millones de dólares que se efectuaría a través del Nacional City Bank de Nueva York. Así se hizo. Silvela quiso cumplir sin dilación las obligaciones internacionales de España y asegurar sus derechos45. 42 Carta al director de El Tiempo, de Caracas, 6 abril 1899. Comentarios a esta reacción, 38 y 43 Manuel Pastor Bedoya-Silvela, Caracas 4 y 8 abril, AMAE H 2427. 43 La proclama del 12 de julio estaba impresa en castellano y tagalo. Era una manifestación más de la decepción de los filipinos ante el engaño de Estados Unidos y los abusos de su administración. 38 Marinas-Silvela, Manila 25 agosto, AMAE H 2423. 44 Roosevelt había publicado algunos libros “intéressant et notamment dans une brochure sur l’idéal américain, il a développé la doctrine du nouveau impérialisme. Il aime la guerre et il la croit nécessaire à l’humanité et à la grandeur des ´Etats-Unis”. Podría ser el sucesor de McKinley en 1904.102 Jules Cambon-Delcassé, 21 julio, AAE NS États-Unis 1 122-123. Fue designado candidato a la vicepresidencia en la convención republicana de Filadelfia el 23 de junio de 1900. Comentario, 1105, 25 junio, ib. 188-190. la idea de la tutela de Estados Unidos sobre Filipinas, 26, 3 marzo 1902, AAE NS États-Unis 78 105. 45 Tc Silvela-León y Castillo, 26 y 28 abril. El duplicado del recibo con la primera entrega, enviado desde Washington por Jules Cambon, el agradecimiento del conde de Torrearanaz, gobernador del Banco de España, las dos siguientes entregas, hechas el 8 y 15 de mayo, comunicadas por Jules Patenôtre el 10 de junio, AMAE H 2423.
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3. Italia: una política exterior de recogimiento En Europa, la nueva política internacional de Silvela hallaba un escenario poco estable. La crisis política en Italia afianzó a Visconti Venosta y consolidó su decisión de mantener buenas relaciones con Francia. Tras la firma de la convención anglo-francesa del 21 de marzo de 1899, Italia pidió al Reino Unido unas garantías, que Salisbury juzgó superfluas. No se negaba a una declaración con tal que no implicara compromisos. En una entrevista con el embajador en Londres, dijo a Francesco de Renzis: Inglaterra sólo desea el mantenimiento del statu quo en el Mediterráneo. Carece de pretensiones territoriales, que no hayan quedado reseñadas en el acuerdo con Francia. Era la única respuesta que podía dar46. Declarada la crisis el 4 de mayo, encargado Luigi Napoleone Pelloux de formar gobierno, nombró a Sidney Sonnino ministro de Asuntos Exteriores, pese a que deseaba la cartera de Interior. Entraron cuatro ministros nuevos, del centro y de la derecha. El nombramiento de Sonnino significó una clara reacción “contre la politique du rapprochement avec la France”47. Antes de que se formara el ministerio, que contaba con el apoyo de di Rudinì y de Luzzati, llamó el Rey a Visconti Venosta desde Milán. Su vuelta a la Consulta cambiaba el tono del nuevo gobierno48. No estaba presente el sector de Crispi. Visconti puso como ministro de Justicia a su amigo Carmine. Sonnino tuvo que conformarse con Agricultura49. Dimitió Zanardelli. Pelloux pidió a la Cámara que rechazara la dimisión, pero Zanardelli la mantuvo. La oposición batalló en la elección del nuevo presidente de la Cámara. Fue elegido el 30 de mayo Luigi Chinaglia por 223 votos. Zanardelli obtuvo 193. Tardó sólo un día Pelloux para resolver la crisis. Le urgía aprobar los presupuestos. En política exterior, Visconti Venosta debía reanudar la negociación en China, pero sin que su solución supusiera cargas económicas y militares. Su objetivo era exclusivamente comercial. El gobierno no obliga46 El ministro de Asuntos Exteriores deseaba saber el significado de una declaración hecha por Salisbury a finales de abril. R. 18380/136 Canevaro-de Renzis, 7 mayo. Respuesta, 186, 12 mayo, DDI III/3, Roma 1962 157-160. 47 Barrère prefería esperar y juzgar al nuevo ministro por sus actos, aunque le extrañó el ascenso de los valores de la renta italiana en la bolsa de París. Tc 151 y 152 Barrère-Delcassé, 6 y 7 mayo 1899, AAE CP NS Italie 15 2-3. 48 Tornielli comentó a Delcassé que la presencia de Visconti Venosta suponía la voluntad del Rey de incrementar las relaciones amistosas con Francia. Tc 183 Delcassé-Barrère, 18 mayo, ib. 15. 49 Tc 155 y 158, 8 y 14 mayo, ib. 4 y 12.
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ría a la Cámara a aceptar hechos consumados, pero pedía que se aplazara cualquier interpelación sobre política exterior. Recibió el 28 de junio la confianza de 208 diputados frente a 138 que se la negaron y disolvió la Cámara dos días más tarde50. Las relaciones con Francia habían jugado un gran papel en la crisis. La convención comercial y el cambio en la opinión pública hacia Francia tendrían sus efectos. Era lógica una ofensiva de sus adversarios. Algunas declaraciones del almirante Fournier, jefe de la escuadra francesa que acudió a homenajear a los Reyes durante su visita a Cerdeña, les dieron motivo. La crisis movilizó a los enemigos de la aproximación de Italia a Fran51 cia . Ante el Rey intervinieron Guillermo II, los embajadores de Austria y de Alemania y la familia Bülow. Presionaban también las damas de los salones ingleses y alemanes. El Rey estuvo a punto de ceder, pero Ratazzi, se puso incondicionalmente al servicio del general Pelloux. Quiso éste formar un ministerio en el que nadie pudiera decir que había amigos de Francia. No pudiendo acudir a Crispi, lo hizo a Sidney Sonnino. Quería tener como ministro de Asuntos Exteriores a una persona que fuera a la vez “inglés” y “alemán”. Sonnino fue inteligente y eligió ser italiano. Sabiendo que era una propuesta envenenada, que entorpecía el futuro de su país y el suyo propio, renunció. Luzzatti organizó la resistencia parlamentaria que obligó a Pelloux a rectificar su proyecto. Entonces llamó el Rey a Visconti Venosta. Desde ese momento no cabían en el nuevo gobierno elementos antifranceses. La crisis revelaba la influencia de los adversarios de Francia o de sus concurrentes en el Palacio Real y la sumisión de un general a las consignas del Rey. Los salones de Roma eran hostiles a Francia por snobismo y por temor a la democracia. Había revelado esta crisis que algunos políticos eran el honor de la nación. La supervivencia de hábitos y creencias en la opinión manifestaba que éstas no cambiaban de un día para otro. Se necesitaba paciencia y perseverancia52. De nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Visconti Venosta era una persona a quien la opinión reconocía inteligencia, tacto y prudencia en circunstancias difíciles. Gestionaría con esas dotes los asuntos pendientes, algunos de gran 50 El gobierno ganó la votación de confianza por 199 votos favorables frente a 118 en contra. 76 y 77 Benomar-Silvela, 25 mayo. El incidente en la Cámara cuando el socialista Ferri atacó al ejército y la respuesta de Pelloux, 78 y 80, 26 y 28 mayo, 113, 30 junio, AMAE H 1622. 51 Hay dos conversaciones de Barrère con el conde Zoagli, hermano de Canevaro. Había un exceso de celo en algunos funcionarios que precipitaban la marcha de las cosas. De ese modo perjudicaban las buenas relaciones entre los dos países. 84 Barrère-Delcassé, 13 mayo 1899, AAE CP NS Italie 15 8-11. 52 Très conf 90 Barrère-Delcassé, 20 mayo, ib. 21-26.
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importancia como la negociación con el gobierno chino53. Sabría obtener lo que reclamaban los legítimos intereses de su país y la opinión pública54. Se oponían a la expansión territorial la opinión y el parlamento55. No podría el nuevo gobierno desconocer ese estado de ánimo. Canevaro había reducido las exigencias de Italia en su negociación con el Reino Unido: una estación de carboneo sin más pretensiones territoriales56. De alguna manera se aceptaba la posición de los diputados socialistas. Italia no podía hacer política de gran potencia como Alemania y el Reino Unido. No se lo permitía su nivel económico. Era un país agotado por el esfuerzo colonial. Tenía que “recogerse” para laborar por su regeneración moral y material57. Estaba seguro Visconti Venosta de que Francia e Italia se entenderían siempre. Sus intereses eran compatibles y estaban de acuerdo en preservar el statu quo. No creía oportuno un compromiso de su país en Tripolitania, pero deseaba que no se alimentase la suspicacia de los italianos en este punto. Un intercambio de explicaciones confidenciales entre los dos gobiernos haría desaparecer los problemas. En China y en la Conferencia de la Haya58, aparecía “cet esprit sage et modéré qui donne tant de sécurité à ses relations”. Era la ocasión de expresarle a Visconti Venosta la buena voluntad de Francia, pues “nous sommes d’autant plus conciliants quand nous avons affaire à des hommes tels que lui”59. Para poner al día al nuevo ministro, el embajador en París, Giuseppe Tornielli, repasó la situación internacional desde 1898, fecha en que fue sustituido Visconti Venosta por Raffaele Capelli.
53 Italia había sustituido como ministro plenipotenciario en Pekín a Giacomo De Martino por Giuseppe Salvago Raggi. Tenía en aguas de China cinco buques de guerra. Envió en octubre los acorazados Vesubio y Carlo Alberto. 54 63 y Tc Benomar-Silvela, 14 mayo y 4 junio. La noticia sobre la fuerza naval en China, 157, 12 octubre, AMAE H 1622. 55 Crispi justificó su política colonial defendiéndose de un ataque de los socialistas. La Cámara y las tribunas del público le manifestaron su simpatía. Los insultos de los socialistas obligaron a interrumpir la sesión. 78 Benomar- Silvela, 26 mayo, AMAE H 1622 56 Deseaba Visconti Venosta que Salvago Raggi le informara sobre las posibilidades de tener un puerto franco conforme a los tratados, qué lugar era el mejor. Era una situación difícil la que vivía Italia y apelaba al patriotismo del diplomático. T 1338 Visconti Venosta-Salvaggo Raggi, 23 mayo, DDI III/ 3 Roma 1962 170. 57 Sobre este debate parlamentario del día 27, 80 Benomar-Silvela, 29 mayo, AMAE H 1622. 58 Alemania deseaba concertarse con Italia en todos los asuntos, aunque no esperaba nada práctico de la Conferencia. Deseaba que no fuera un fiasco por respeto hacia Nicolás II. Conversación de Bülow con Lanza, t. 1268 Lanza-Visconti Venosta, 17 mayo, DDI III/ 3 Roma 1962 161. 59 92 Barrère-Delcassé, 20 mayo 1899, AAE CP NS Italie 15 27-30.
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En junio de 1898, tras la dimisión de Meline, formó gobierno Henri Brisson. Ocupó Asuntos Exteriores Théophile Delcassé. La política exterior había variado. No tenía como norte aislar a Inglaterra y destruir la Triple Alianza. Una a una se quería resolver las cuestiones internacionales pendientes, sabiendo que mantener un enorme ejército en tiempo de paz no era compatible con la existencia de la República. Por eso el sentimiento pacifista crecía entre los franceses. Solucionado el problema de la convención italo-tunecina, continuaba el de las relaciones comerciales italo-francesas. Esa situación contrastaba más si se tiene en cuenta que, salvo con Portugal, Francia había firmado acuerdos comerciales con todos los países de Europa. Las conversaciones previas con Hanotaux tenían dos condiciones. Por parte francesa, la pacificación de la opinión que asegurase que el acuerdo sería ratificado en el parlamento. Por parte italiana, que la negociación no se saliera de su ámbito económico, planteando cuestiones políticas, como la pertenencia a la Triple Alianza. Había una corriente pacifista dominante. Eso favorecía la tendencia iniciada por Gabriel Hanotaux. Poco a poco fueron reduciéndose los problemas en las relaciones comerciales, un punto en el que había de asegurarse la aprobación de las Cámaras. Para eso había que ganar el favor de la opinión pública. Había varios signos que demostraban la buena voluntad del gobierno francés ya en la etapa de Méline. El 21 de noviembre de 1898 se concluyó el texto. Su vertiente política se manifestó en la buena acogida que tuvo en la opinión y en la aprobación unánime de todos los sectores políticos de Francia. Charles Dupuy, sucesor de Henri Brisson, continuaba su política. Delcassé había introducido claridad, despejando las dudas. Había conseguido un apoyo unánime a un proyecto que suponía la recuperación de la amistad entre los dos pueblos y sus gobiernos. La continuidad del ministro en el gobierno fortaleció esa orientación nueva. En África oriental, Italia y Francia conseguían un arreglo en las fronteras entre Eritrea y las posesiones francesas en el Obock. Eso despejaba posibles complicaciones en Tripolitana. Era un dato importante estando todavía reciente el acuerdo del 21 de marzo de 1899 entre el Reino Unido y Francia sobre el hinterland de Tripolitania. Hubo sobre este último punto un intercambio de ideas en la primavera de 1897. No se fue más adelante porque el gobierno de Roma no lo creyó oportuno cuando recibió las observaciones de Hanotaux60. Este recuerdo servía para insistir en la necesidad de que la emoción provocada en Italia por el acuerdo del 21 de marzo no afectara a sus relaciones con Francia. Tornielli recuerda sus gestiones en Londres cuando se conoció la convención anglofrancesa del 5 de agosto de 1890. 60
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Delcassé comprendía el deseo de Italia de considerar Tripolitania como el territorio reservado para su expansión en África. En ese camino no encontraría la oposición de Francia. Los acuerdos con el Reino Unido sólo miraban a los derechos de Turquía. Eso significaba que nada había variado y que todo quedaba en manos de la iniciativa italiana. La convención franco-alemana de 1894 había animado la expansión de Francia en África Oriental y la llegada de sus tropas hasta Fachoda. Delcassé se había apartado de esa política. Prefería ahorrarse complicaciones con Inglaterra. Diseñar una política sobre el choque de ésta con Francia sería un grave error. Francia acababa de declarar a Turquía que su acuerdo del 21 de marzo de 1899 con Inglaterra no afectaba a Tripolitania. Delcassé reservaba esto para una negociación con Italia de modo que quedasen a salvo sus intereses. Había otros dos puntos: Egipto y Marruecos. Desde hacía un año, silencio sobre ellos. En cuanto a Egipto había una rectificación. Fachoda suponía el abandono de las pretensiones francesas. Delcassé prefería esto a tener complicaciones con los ingleses. Pese a la conmoción emocional, el acuerdo del 21 de marzo fue aprobado en la Cámara de Diputados el 12 de mayo. No había que hacerse ilusiones sobre las ventajas que para Italia tendría la tensión entre Londres y París. Fachoda había vuelto cauta a Francia. Esa crisis la habría convencido de que su poder en el Mediterráneo debería limitarse a su vertiente occidental61. La ocupación de los oasis del Tuat llevaba a Tornielli a revisar la oposición de Inglaterra e Italia a ella dentro de la llamada “questione marocchina”. Tornielli quería que Visconti Venosta supiera que la postura de Francia hacia Italia había cambiado62. No había razones para dudar de la sinceridad de esta política nueva. La alianza con Rusia impedía a Francia favorecer la propaganda republicana. No se debía a Rusia este cambio, sino a la opinión pública que en ambos países apostaba por la amistad entre los dos pueblos. Por eso no faltaría apoyo parlamentario a esta orientación. En ella no había intereses que pudieran complicar la política exterior italiana respecto a sus aliados o a Inglaterra. Había prevalecido la convicción de que la estabilidad del sistema republicano no era compatible con la existencia de un gran ejército en tiempos de paz. Por eso urgía a los republicanos acabar con todas las fricciones que había con Así lo reconocía René Pion, L’empire de la Mediterranée, París 1912, 23 cit. por José Manuel Allendesalazar, La diplomacia española y Marruecos, 1907-1909, Madrid 1990, 17-18. 62 “Dalla serie dei fatti fin qui enumerati, i quali si svolsero negli ultimi pochi mesi, emerge, a parere mio, il deliberato proposito del governo della Repubblica di dare alle sue relazioni con l’Italia un carattere di amicizia intima quale esse non ebbero da 28 anni in poi”. 61
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otros países. La política del gobierno italiano era de paz. En esa coincidencia, se fortalecían la independencia nacional de Italia y su importancia política. La buena voluntad del gobierno francés, en este asunto y en los planes de ocupación de territorios en China, e igualmente la oposición a la presencia de la Santa Sede en la Conferencia de La Haya probaban la amistad de Francia. Este clima estaba favorecido no por la inspiración de Rusia, sino por el descenso del clericalismo en Francia y el crecimiento de los partidarios de la paz, que pensaban que la consolidación de la República y el mantenimiento de un “colosal ejército en tiempos de paz” no eran compatibles63. Recordó Visconti Venosta al embajador en París su línea de conducta con Francia. Desde hacía tiempo estaba trabajando para restablecer relaciones amistosas entre los dos países, una política compatible con las alianzas de Italia con Austria y Alemania. La aproximación continuaría con un método que excluía gestos, que pudieran despertar desconfianzas. Su método sería una “opera previdente e pacata”. Los dos contenciosos eran Tripolitania y las fronteras con la posesión francesa del Obock y la colonia italiana en Eritrea. En éste último la cuestión seguía abierta. Tripolitania había sido una causa permanente de suspicacia entre los dos gobiernos. Apremiaba aun más su solución tras el acuerdo anglo-francés del 21 de marzo de 1899. Delcassé había ofrecido garantías. Aún no era posible que la negociación fuera pública, pero sí pudiera formularse un compromiso. La situación pedía mucha prudencia y no hipotecar la libertad de Italia, si hubiera que abandonar la negociación. Visconti Venosta advertía que Tripolitania, con la totalidad de su territorio, tal como estaba aceptado entonces, incluía también Cireneica. Recordaba una información dada por Delcassé a Luzzatti: Francia no tenía interés en Tripolitania, pero no sucedía lo mismo en Marruecos. Aquí todo estaba tranquilo, pero la previsible muerte del Gran Visir y los posibles disturbios que pudiera haber abrían de nuevo las aspiraciones francesas sobre el Tuat 64. Creía que el reparto de Marruecos ni era probable ni estaba próximo65. 1263/163 Tornielli-Visconti Venosta, 24 mayo 1899, ASD DDS XXXIV/7 327 bis/ 18 y DDI III/3 1962, 161-169. 64 Italia venía siguiendo este asunto, porque su política era preservar el statu quo en el Mediterráneo. Por eso, pese a los buenos deseos de Roma, Tornielli juzgaba necesario oponerse a cualquier pérdida territorial por parte de Marruecos en beneficio de Francia. Sobre el Tuat hasta la conquista francesa, A. G. P. Martin, Quatre siècles d’histoire marocaine. Au Sahara e 1504 à 1902. Au Maroc, de 1894 à 1912, París, Felix Alcan 1923, Rabat, Éditions La Porte 1994, 17-366. 65 “Le questioni del Mediterraneo toccano intimamente alle nostre relazioni, gli interessi non sono inconciliabili ed è assai desiderabile che si possa procedere con fiducia e senza sorpresa”. Lp Visconti-Tornielli, 25 julio 1899, DDI III/3, Roma 1962, 194-198. 63
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La negociación debía ser seria, profesional. No sería difícil culminarla con éxito. Urgía asegurar la presencia de Italia en la ribera sur del Mediterráneo. El ritmo lo marcarían la estabilidad parlamentaria del gobierno y la continuidad de Delcassé en el gobierno. El riesgo de algún problema con Francia en Marruecos era menor para Italia, pues Alemania y el Reino Unido tenían más intereses que ella66.
4. España y las supuestas ambiciones de otros en Marruecos67 Como pedía la izquierda italiana y aceptaba Visconti Venosta, también en España había el mismo clima: recogimiento, ahorrar recursos e invertirlos en la regeneración económica y moral, el tópico “escuela y despensa”. El Imparcial, siguiendo ese clima de opinión, pidió la supresión de algunas embajadas para “hacer economías”. El conde de Benomar recordó el valor que tenían las embajadas en Berlín y Viena. La elevación del rango de las dos representaciones en 1887 fue iniciativa de Guillermo II y de Francisco José. Los emperadores querían expresar su interés hacia la monarquía española al iniciarse la Regencia. Era un gesto más, que se sumaba a la demostración naval que en honor de Doña María Cristina hicieron en Barcelona las escuadras de Inglaterra, Francia, Italia y Austria. No estuvo la alemana, porque Bismarck quiso que su presencia se limitara a un acorazado para evitar recelos. El acto fue una manera de celebrar el retorno de España al concierto de las potencias navales en el Mediterráneo. El paso de legación a embajada permitía a los soberanos elegir personas de su confianza y de mayor prestigio. Había, del lado español, dos aspectos importantes. Primero, los embajadores tenían un trato más frecuente con los jefes de Estado. Segundo, se enviaba un mensaje claro: España era una potencia europea, que no deseaba quedarse en un segundo plano, pues contaba con una población superior a la de otras muchas naciones. Esto no era suficiente, pero sí era un factor a sumar a la reorganización del ejército y de la marina, Reciente la pérdida de las posesiones de Ultramar, Benomar citaba expresamente las “concupiscencias” sobre las Balea-
Lp Tornielli-Visconti, 29 julio, ib. 201-204. Jules Patenôtre, que estuvo tres años destinado en Tánger, creía que las mejoras de Francia en Argelia reforzaba su posición en Marruecos Nada debería temer de una aproximación de España a Alemania. La cordialidad de las relaciones de España con Francia sólo se quebraría “par une fausse conception des ambitions qu’on a toujours supposées ici du côté du Maroc”. C 70 Patenôtre-Delcassé, 24 junio, AAE NS Espagne 36 259-266. Vid. nota 77. 66
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res, el Estrecho y Canarias. Se necesitaba todo eso para “extenderse en las vecinas tierras de África”. “El mantenimiento de las Embajadas es, pues, la afirmación ante la Europa de que tenemos el conocimiento perfecto de los elementos de fuerza con que contamos, aun después de perdidas las colonias, y de la verdadera importancia que por su situación geográfica, por lo numeroso de su ejército y por el carácter de su pueblo tiene la acción de España, cualquiera que sea el sentido y la dirección que dé a su política y a sus alianzas”68. La política exterior de España debía tener como primer dato la rivalidad de Inglaterra y Francia69. Era un hecho evidente la precariedad financiera, militar y naval de España en el verano de 1899. ¿Eran sólo gestos de cortesía los que Francia y Rusia dirigían entonces a España? ¿Carecía de significado político la visita de la flota francesa, tal como deseaba hacer ver el gobierno de Silvela?70 La cesión de las Carolinas a Alemania abrió el debate sobre política exterior71. La prensa apostaba por estar bien con todas las naciones, sin acercarse a ninguna de las agrupaciones o alianzas existentes, atendiendo especialmente a Marruecos y a las posesiones españolas en las costas de África. La Época había desmentido las voces sobre una cesión de las Canarias y de las posesiones en África occidental. España tenía intereses vitales en aquella zona y contaba con la garantía de las potencias europeas sobre su derecho a participar en cualquier cambio en Marruecos72. Las consecuencias de la guerra con Estados Unidos acentuaban la tendencia de España a recogerse para sanear sus finanzas y dedicarse a su reconstrucción interna. Sobre eso existía acuerdo entre los partidos dinásticos. Con todo, la independencia y la integridad territorial de Marruecos y la posición españolas en aquellas costas eran un asunto vital. En aquella zona había que rechazar cualquier conflicto. Para eso, Silvela aconsejó moderación y prudencia al ministro de España en Tánger. En política europea, Silvela buscó arreglar la situación con Inglaterra y acabar con el malestar de los españoles hacia ella. Con Francia, fuertes inte93 Bernomar-Silvela, Roma 7 junio 1899, AMA H 1622. Este rasgo dio lugar a una fórmula que expresaba que España no podía salir de su neutralidad respecto a cada una de ellas y que debería marchar con ellas siempre que estuvieran de acuerdo entre sí. Vid. Hans Hallmann, Spanien und die Französisch-Englische Mittelmeer Rivalität, Stuttgart 1937, traducción italiana La Spagna e la rivalità anglo-francese nel Mediterraneo (1898-1907), Milano, ISPI, 1942. 70 518/172 Collobiano-Visconti Venosta, 20 de junio, ASD SP P Spagna 73. 71 “Ministerio de Estado, Tratado cediendo al Imperio alemán...” Gaceta de Madrid 182 (1 de julio de 1899) 1. 72 “La política de España en África”, La Época 15 junio, 1. 68 69
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reses económicos, tanto en títulos de la deuda española como en las empresas ferroviarias. Esto y el problema carlista obligaban a cualquier gobierno de Madrid a tener buenas relaciones con Francia. Con Italia, relaciones correctas y deseo de mantenerlas cordiales, disipando cualquier malentendido, especialmente respecto a la presencia de Luis Pidal en su gabinete73. El diseño de la política internacional española debía integrar su posición geoestratégica y sus condiciones económicas, políticas y militares después de diciembre de 1898. No tenía interés que la uniese con las potencias en Europa ni en otras partes del mundo. Necesitaba además reconstruir antes su marina militar si quería jugar algún papel en las costas de Marruecos. Y aun esto quedaba pendiente de unas posibilidades presupuestarias bastante escasas74. Influía en la aproximación de España a Alemania la actitud del Reino Unido. La competencia comercial alemana estaba acabando con el predominio inglés. Este hecho era ya público y disparaba las alarmas, creando alguna dificultad en las relaciones entre los dos países. Había desconfianza, como lo demostró el proceso negociador sobre Samoa. En esos momentos, aunque no pudiera probarlo, Renzis, el embajador italiano en Londres, tenía la certeza de que existía un frecuente intercambio de puntos de vista entre Londres y Washington75. Interesaba la adquisición de las Carolinas y las Palaos a Estados Unidos y a Inglaterra, pero la opinión española no habría consentido negociar con quienes consideraba sus pérfidos enemigos. No habiendo recibido ofertas de otras potencias, España acogió la de Alemania, cuyas condiciones eran buenas. Era un gesto más que revelaba la simpatía entre los dos gobiernos76. Como hemos visto más arriba, La Época desmintió el 15 de junio que existiera acuerdo alguno con Alemania respecto a las costas de África. España no estaba en condiciones de recibir cesiones territoriales. La orientación pro germana del gobierno Silvela se vio reforzada tras las presiones de Inglaterra a propósito de las fortificaciones de Gibraltar.
73 Su hermano, Alejandro Pidal, ministro de Fomento en el gobierno formado por Cánovas el 18 de enero de 1884, provocó un episodio, que ocasionó un debate parlamentario y la protesta de Italia y de la Santa Sede. “España, Italia y la Santa Sede. El incidente Pidal-Mancini (1884)”, Hispania 165 (1987) 251-278 74 4317138 Collobiano-Visconti, 18 de junio de 1899, ASD SP P 73. 75 531/229 Renzis-Visconti, 21 de junio de 1899, ASD SP P 488. 76 Sobre esta colonia y los meses finales de la presencia española en ella, María Dolores Elizalde, España en el Pacífico. La colonia de las islas Carolinas, 1885-1899, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1992, 223-252.
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Con todo nada había variado en la amistad con Francia, vital para España. Las razones de buena vecindad se reforzaban con los intereses comerciales y con el control de los carlistas en la frontera. La única causa de una posible crisis era la imagen que los españoles tenían de Francia a la que acusaban de ambicionar el control sobre Marruecos. Era este un asunto que había quedado intacto tras la derrota con Estados Unidos77. En julio de 1899 el coronel Bocage, ayudante de campo del rey de Portugal, publicó un folleto hablando de una alianza de su país con Inglaterra. Según Silvela, ese gesto preparaba a la opinión portuguesa para que aceptara la cesión de Mozambique a los ingleses, con alguna compensación en Europa. La Regente comentó con Drummond Wolff este hecho, contrario a los usos militares en Portugal, donde un oficial en activo no podía opinar de política. La noticia revivía la impresión existente entre los españoles de que la alianza entre Estados Unidos y Gran Bretaña impuso la neutralidad europea en la guerra con España. La desconfianza hacia los ingleses creció cuando decidieron fortificar Gibraltar. Un acuerdo de Inglaterra con Portugal se entendería en España como un gesto hostil. Se desmintió que existieran acuerdos secretos entre Lisboa y Londres. La Regente preguntó al embajador portugués: ¿por qué querían alinearse con los enemigos de España? El conde de Macedo respondió que los rumores eran falsos y nacían de la ignorancia o de la mala fe. Portugal necesitaba para conservar sus dominios coloniales la amistad inglesa y, al mismo tiempo, mantener buenas relaciones con las otras potencias con territorios coloniales contiguos a los suyos. Para probar sus afirmaciones, Macedo habló de la estricta neutralidad de su país en la guerra del Transvaal, a pesar de que sus intereses lo situaban del lado inglés. Un fuerte Estado en el Sur de África supondría la aparición de pretensiones sobre la costa oriental de África poniendo en peligro Mozambique. La fuente de estos temores fue el embajador ruso en Madrid. Schevitch había estado antes en Lisboa. Desde entonces creía que Portugal tenía una política exterior anglófila, favorecida por Soveral, su embajador en Londres. Sus relaciones con el diplomático ruso fueron malas, mientras ocupó el cargo de ministro de Asuntos Exteriores78. Esos días se comentó mucho la visita de Guillermo II al buque escuela francés Iphigénie en Bergen. En otras ocasiones su comandante había visitaEl embajador creía mejor para Francia el mantenimiento de la integridad territorial de Marruecos. Copia del despacho 70 Jules Patenôtre-Delcassé, 24 junio 1899, AAE CP NS Maroc 1 146-148. 78 L. de Collobiano-Visconti Venosta, 8 septiembre y di Cariati-Visconti, 2 noviembre 1899, ASD DDS XXXIV/7 647 y 687-688. 77
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do al emperador en su yate. Fue idea de éste trasladarse al barco francés, un hecho casual, según Delcassé. Se debió a la presencia no prevista del yate imperial en Bergen. Guillermo II expresó su deseo de visitar el buque escuela. Fue recibido con los honores prescritos entre Estados amigos. ¿Por qué ahora ese gesto? La primera reacción fue la sorpresa. Los ultranacionalistas criticaron que el gobierno hubiese permitido la visita. Un sector importante creía que ese acto anunciaba la presencia del emperador alemán en París con motivo de la Exposición Universal. El reducido número de enemigos del Reino Unido deseaba que fuera el paso previo para un reajuste de alianzas frente a los ingleses, especialmente de cara a la defensa de los intereses coloniales. Este proyecto había hecho ya un largo camino, desde 1894. Cuando en la guerra chino-japonesa las tropas francesas se pusieron al lado de las alemanas, los franceses no aceptaron esa novedad. Ahora sí podría acoger una política que, en las cuestiones coloniales, asociara a los dos gobiernos. La opinión estaba modificándose. Los pacifistas franceses, cada vez más numerosos, viendo cómo esta tendencia crecía en Europa, confiaban que sobre Alsacia y Lorena se impondría una solución, que excluyera la guerra79. Los rusos pensaron que una aproximación de los franceses a Alemania no beneficiaba sus intereses80. Esos días de julio de 1899 visitaron España dos escuadras francesas. La del norte estuvo en Cádiz, donde el gobernador militar ofreció un banquete al almirante, invitando únicamente al cónsul ruso en la ciudad. Ese acto no agradó al embajador inglés, aunque Drummond Wolff nada comentó al ministro de Estado. Los militares españoles no tenían simpatías hacia Inglaterra. La escuadra del Mediterráneo, al mando del almirante Fournier, estuvo en Barcelona. Hubo incidentes, a los que el gobierno quitó importancia. Las dos visitas mostraron el poder naval de un vecino con quien existían tantos lazos. Los grandes intereses franceses en las finanzas y en la industria podrían ser también un motivo. En ese caso, esa presencia naval sería una advertencia para que España arreglase su situación financiera. A esas razones habría que añadir que España dependía de la buena voluntad de Francia para controlar los movimientos carlistas y republicanos en la frontera81. Siempre, los mismos argumentos.
79 “...l’intento mio, nello scrivere questo rapporto è di premunire il governo del Re no contro mutamenti sicuri, ma contro ogni possibile sorpresa” 1990/873 G. Tornielli-Visconti Venosta, 24 julio 1899, ASD DDS XXXIV/7 569-571. 80 Los recelos provocados en Rusia, 1199/456 G. Melegari-Visconti, 6 agosto, ib. 631. 81 518/172 Collobiano-Visconti, 24 de julio de 1899. Sobre la política financiera del gobierno Silvela, 452/151, 24 de junio, ASD SP P 73. La escuadra salió de Cádiz el 29 de junio. Había llegado el día 20.
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A mitad del verano de 1899 y a menos de un año del protocolo de Washington, había un nuevo gobierno, presidido por primera vez por un político decidido a “regenerar” España, haciendo de ella un país solvente y respetable. Además de afrontar el pago de la deuda cubana como un deber patriótico, tan respetable como el honor que se debe a la bandera, normalizó Silvela la política exterior, reanudando las relaciones con Estados Unidos, resolviendo de forma honrosa el contencioso con Inglaterra sobre Gibraltar, acercándose a Alemania, con la cesión de las Carolinas, y a Francia y Rusia para aminorar los riesgos de lo que aquellos meses se llamó la alianza angloamericana, que tenía un pie de playa en la península gracias a la secular dependencia de Portugal respecto a Inglaterra. Aquel gobierno resistía bien la comparación con el que en Italia había formado el general Pelloux. Nadie podría tacharlo de ignorancia o imprevisión. Las dudas y la abstención venían de la necesidad de tasar con precisión los compromisos en un momento en que la situación internacional estaba colmada de peligros.
IV. LA POLÍTICA EXTERIOR DE SILVELA
En el verano de 1899 Delcassé, invitado por Nicolás II, viajó a Rusia. Era un acto normal entre dos aliados. Lo nuevo era el deseo del Zar de favorecer un acuerdo de Francia con Alemania. La noticia la transmitió el nuncio en París. Ese hecho afectaba a la Santa Sede, porque un acercamiento franco-alemán podría debilitar el apoyo de la Triple Alianza a Italia o, por el contrario, vincular a Francia con un aliado de Italia, dejando al Papa sin el auxilio de la principal potencia católica1. La prensa oficiosa insistió en que se trataba de un gesto de cortesía. Delcassé devolvía al conde Muraviev la visita que hizo a París en octubre de 1898. Los anti-dreyfusard decían que el motivo eran las revelaciones del general Mercier sobre la complicidad en las actividades de espionaje por las que se condenó a Alfred Dreyfus en 1894. Se quería impedir que el general las presentara ante el tribunal militar de Rennes y acallar a la opinión, si Dreyfus salía absuelto2. La prensa católica confirmaba que la visita no afectaría a las relaciones de Francia con la Santa Sede. Las dos hipótesis eran razonables. La situación interna parecía confirmar a los anti-Dreyfus. Las malas relaciones de Inglaterra con Rusia abogaban por la sostenida por Nisard y la prensa católica. El 3 de agosto visitó Waldeck-Rousseau al nuncio3. Sostuvo la tesis de la prensa oficiosa, pero insistió en la importancia que tenía el juicio de Rennes4. No podía, pues, quitarse importancia al viaje a San Petersburgo. 1 Informe del nuncio en París, tc y 22 Lorenzelli-Rampolla, 2 agosto 1899, ASV SS 248 (1899) II 44 y 41-43. La noticia se la había proporcionado Armand Nisard, nombrado embajador de Francia ante el Vaticano el 21 de febrero. Su credencial, ib. I 86. 2 El caso se reabrió tras el artículo de Emile Zola, “J’acusse…! Lettre au Président de la République”, L’Aurore, 13 enero 1898, 1. 3 El obispo Lacroix frecuentaba a la familia de Waldeck-Rousseau. Christian Sorrel, Libéralisme et modernisme. Mgr. Lacroix (1855-1922). Enquête sur un suspect, París, Cerf, 2003. El obispo tuvo problemas con la Santa Sede por su proximidad a los modernistas. 4 23 y 24 Lorenzelli-Rampolla, 3 agosto, ASV SS 248 (1899) II 46-51.
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LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
Estaba asimismo reciente lo sucedido en Bergen, como hemos recordado más arriba, y la inquietud de Nicolás II ante el intercambio de saludos entre Guillermo II y el presidente Emile Loubet, según hemos visto más arriba. Ratkovoski, un oficial de policía y otro de los informantes del nuncio, residente en París, aconsejó al gobierno francés que ofreciera seguridades a Rusia: nada había cambiado en la política que había seguido Gabriel Hanotaux. Prevista la visita para septiembre, los actos del Iphigénie la adelantaron. A los pocos días, tras conocerse la sentencia en la revisión del juicio de Rennes5, el general Fredericks, agregado militar ruso, abandonó París tras ser acusado el embajador Morenheim6. Había una cosa clara: Rusia aprobaba el acercamiento franco-alemán si se le incluía en un posible acuerdo. Todo era una conjetura, según Walkdeck-Rousseau. Los diplomáticos analizaron la situación. Si la noticia se confirmara, según León y Castillo, Italia saldría perjudicada, porque no podría guardar lo que hasta ese momento era el eje de su política europea: un equilibrio entre su amistad con Inglaterra y su alianza con Alemania. El embajador inglés, Edmund John Monson, creía que, en torno al viaje, había más rumores que verdades. Su país estaba tranquilo. Los conflictos con los franceses, aun siendo frecuentes, tenían solución, como lo probaba el acuerdo firmado el 21 de marzo7. Clausurada la Conferencia de La Haya, cuando el embajador alemán regresó a París, lo visitó el nuncio. Coincidiendo con Monson, el conde Münster le dijo que había sido un fracaso, pues ni siquiera en el tema del arbitraje se había logrado mucho8. El viaje de Delcassé buscaba ofrecer seguridades a Rusia respecto a la entente entre los dos países, cuando ese pacto no parecía beneficiar a Francia, y paliar los efectos que sobre las relaciones bilaterales había tenido el juicio de Rennes. No quiso comentar nada sobre una alianza con Alemania. Con todo, Münster decía que ese acto invalidaría el pacto franco-ruso9.
5 Como prueba de la gran movilización de la opinión, recordamos que Georges Méliès rodó ese mismo año el primer gran filme puesto en escena cuya proyección duró cerca de quince minutos: L’Affaire Dreyfus. 6 El viaje se habría adelantado sin que lo supiera Muraviev y a petición de Gorémkine, ministro del Interior ruso, 37 Lorenzelli-Rampolla, 19 agosto, ASV SS 248 (1899) II 66. 7 25 y 30 Lorenzelli-Rampolla, 4 y 11 agosto, ib. 37-39 y 53-54. 8 Estuvo mal preparada, su presidente no era la persona adecuada. La extensión de la convención de Ginebra de 1864 a la guerra naval no la habían firmado Alemania, Italia, Austria ni Inglaterra. Y quedaban en suspenso las deliberaciones iniciadas en la Conferencia de Bruselas, en 1892, sobre el uso de explosivos en la guerra. 9 Rusia se opondría a esa aproximación entre los dos vecinos, defendida por el general Gallifet y otros ministros. 28 Lorenzelli-Rampolla, 9 agosto, ib. II 164-168.
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Delcassé regresó contento de San Petersburgo. Siendo una visita normal, de cortesía y ya prevista, había servido para reforzar los lazos con Rusia. La situación interna de Francia era grave, aunque, salvo los socialistas, nadie deseaba una revolución10. Tal como le había comentado Lardy, ministro de Suiza, en París, Rusia no vetaba a un entendimiento con Alemania. A su favor estaban Ourousoff, el embajador en París. El ministro del interior se opuso y quiso que Nicolás II interviniera, argumentando que para la paz en Europa bastaba con la alianza ya establecida. Si eso era verdad, se negaba la información de que Delcassé había sido invitado por Muraviev. Se dijo que Nicolás II habló con Delcassé de que la alianza con Alemania se limitara a los asuntos extraeuropeos11. La inesperada visita de Delcassé a Rusia no extrañó a la opinión inglesa. Estaba segura de que ese acto no modificaría las relaciones de Inglaterra con Rusia y Alemania. Eso bastaba. Los ingleses son escépticos ante las alianzas. En agosto de 1899 habían mejorado las relaciones entre Inglaterra y Alemania. Ese dato revelaba otros muy importantes. ¿Existiría un acuerdo entre Alemania y Rusia, para propiciar una aproximación entre alemanes y franceses? ¿No tendría esta maniobra una finalidad hostil a Inglaterra? Por eso las buenas relaciones entre Berlín y Londres eran una prenda de que Europa se encaminaba hacia una etapa de paz. La política de Salisbury, paciente en la resolución de los problemas surgidos entre las diferentes potencias, había triunfado. El viaje que Guillermo II haría en noviembre de 1899 a Inglaterra para visitar a la Reina Victoria en Windsor confirmaría la mejora de relaciones entre los dos gobiernos. Si era cierta la existencia de un acuerdo entre Alemania y Rusia para acercar Berlín y París, el viaje revelaba que no había intenciones agresivas hacia Inglaterra. Todo eso reforzaba la política pacifista de Salisbury. Si a todas esas noticias se añadía la confirmación de una visita de Nicolás II a Inglaterra, los problemas pendientes podrían tener una justa solución. Las buenas relaciones de Inglaterra con Rusia y Alemania aumentarían su prestigio en el Sur de África y eso afectaba al gobierno de Transvaal, que debería aceptar que era imposible resistir a un vecino tan poderoso.
10 Delcassé dijo al nuncio que nadie le había pedido sacrificar los intereses de la Santa Sede y que jamás toleraría que se lesionara lo que consideraba “patrimonio moral de Francia. La conclusión del nuncio, pese a la discreción del ministro, fue que era probable un acuerdo con Alemania. Un resumen de esta conversación en el ministerio el día anterior, 34, 17 de agosto, ib. II 57-63. 11 La visita fue un éxito para el Zar. 40, 25 agosto, ib. 69-70.
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Desde Alemania las cosas no se veían con tanto optimismo. Mantendría su neutralidad en la guerra con los boers. Era una postura benévola hacia el Reino Unido, porque muchos alemanes juzgaban la guerra una agresión injusta12. La amistad entre Rusia y Alemania reforzaría además el prestigio inglés en el Sur de África. Los alemanes aconsejarían prudencia al gobierno del Transvaal13.
1. España y un proyecto de entente continental La dimisión de general García Polavieja abrió la crisis en el gobierno español14, que se remodeló el 2 de octubre. En el nuevo entraron Marcelo Azcárraga en Guerra, y en Gracia y Justicia el conde de Torreanaz, sustituyendo a Manuel Durán y Bas. Silvela mantuvo la dirección de la política exterior. La crisis le permitió desprenderse de tres ministros. Polavieja y el marqués de Pidal, ligados al partido clerical, y Durán y Bas, vinculado con el regionalismo catalán. Semanas antes, en el Congreso Católico celebrado en Burgos, integristas y carlistas atacaron las instituciones, anulando el esfuerzo de León XIII para atraerlos hacia las instituciones15. Otro punto de desencuentro fue el nombramiento de Vives y Tutó como cardenal, sin informar previamente a la Corona, que le negó la asignación prevista en el Concordato. La Reina tenía una percepción sobre las relaciones del Estado con la Iglesia más lúcida que muchos políticos. Las tensiones entre el clericalismo y las instituciones en España probaban la dificultad que entrañaba “la política de injerencia directa en los asuntos internos de los Estados, iniciada por León XIII”16 Esta neutralidad sería tan estricta, que Alemania declinó que su cónsul en Pretoria representase los intereses ingleses, cuando tuviera que retirarse su agente diplomático. 1498/575 Lanza-Visconti, 10 octubre, ASD DDS XXXIV/7 661. 13 645/294 y 658/299 Renzis-Visconti, 12 y 18 de agosto de 1899, ASD SP P 488 y ASD DDS XXXIV/7 639. 14 Carta de Fernández Villaverde al ministro de la Guerra e informe que este presentó en el consejo, AGP cajón 9/13 I-II. 15 El incidente más grave, consecuencia de este Congreso, en Vicente Cárcel Ortí, “El León XIII frente a los integristas españoles: el incidente Sancha-Spínola”, Miscellanea Historiae Pontificiae 50 (1983) 473-504. 16 670/224 y conf 671/225 Collobiano-Visconti, 5 y 6 de octubre de 1899. Sobre la dimisión de Durán y Bas, 715/237, 24 de octubre, ASD SP P 73 1899. El mensaje que dirigieron los obispos a la Reina revelaba las tendencias dominantes en el episcopado. Sn y 627/208 Collobiano-Visconti, 17 y 28 de septiembre, ib. 1899. Se equivoca el embajador italiano, porque 12
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Aunque se decía que el país estaba falto de cohesión, en crisis, parecía éste más un diagnóstico de ensimismados o de gentes de vanguardia17. España existía. Ni era un desierto ni necesitaba reconstruirse o dividirse desde la “invención”18. Lo reconocían así desde fuera negando esos empeños Por eso necesitaba una política exterior. En esas estaba Silvela. El 11 de agosto la Reina Regente recibió al embajador Reverseaux. Estaba dispuesta a mediar ante Guillermo II para que tuviera éxito el acercamiento franco-alemán. España estaría en ese pacto de Rusia, Alemania y Francia, si ésta entraba en él19. Muraviev, ministro ruso de Asuntos Exteriores, veraneaba en Biarritz. A sugerencia del embajador Schevitch, pidió audiencia a la Regente. La idea fue bien recibida por Silvela, entonces en San Sebastián. Tuvo lugar el 4 de octubre, dos días después de haberse resuelto la crisis, Silvela explicó que se trataba de confirmar la entente de España con Rusia y de ambas con Francia, es decir, “constater que cet accord pourrait au besoin se préciser si la France et la Russie en reconnaissait l’utilité”. Era la continuación de un intercambio de puntos de vista iniciado en abril20. Hubo gestos significativos: una audiencia bastante larga, comida con brindis, presentación del Rey y de las infantas al ministro ruso, diálogo con Silvela, a quien Muraviev aconsejó que España hiciera lo mismo que Rusia tras la guerra de Crimea: “recogerse”.
Pidal no salió del gobierno. Vid. José R. Urquijo, Gobiernos y ministros españoles (18082000), CSIC, Madrid 2001, 82-83 y 290-291. 17 “Por encima de la torpeza y cobardía general, aparece un ideal agrupador de regiones antagónicas y de clases en pugna, un ideal que extrae su fuerza del mutuo instinto de conservación y es el intelectual –no el poeta de ojos tristes, ni el guerrero del cuartel, ni el empleado deleznable, ni el negro sacerdote- quien señala orgulloso el camino”. Ramiro de Maeztu, “Solidaridad española”, Las Noticias, 29 septiembre, en Pedro Carlos González Cuevas, La tradición bloqueada. Tres ideas políticas en España: el primer Ramiro de Maeztu,Charles Maurras y Carl Smitt, Biblioteca Nueva, Madrid 2003, 12-13. 18 “Renan sostiene que el Estado moderno ha convertido la sociedad en un inmenso desierto, en el que no hay nada más que el gobierno que se levante en el centro de ese desierto como un monolito”. Este fenómeno remonta al jacobinismo de Robespierre, que opera como concentración del poder y centralización de todas sus funciones y conduce al disparate de querer inventar las naciones, olvidando la historia. Eso estaba sucediendo con el catalanismo. España moriría si se hacía trizas como nación, formando “pequeños Estados, que no podrían vivir por sí solos”. Luis Morote, La moral de la derrota (1900), edición de J.-S. Pérez Garzón, Madrid 1997, 120-121. Morote consideraba a los “bizkaitarras” “una extravagancia antipatriótica más que un partido”, ib. 135. 19 Secret y c 52 J.-B. Pasteur-Delcassé, 11 agosto, AAE NS Espagne 37 12. 20 63 Pasteur-Delcassé, 5 abril1899, ib. 24.
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El acto, aun negándole alcance político, fue altamente valorado, especialmente por las circunstancias en que se produjo, la más importante, el gran prestigio de Rusia entonces21. El Tiempo y La Época presentaron la visita de Muraviev como un acto de cortesía. Collobiano, el embajador de Italia en Madrid, recogió los rumores sobre alianzas. Uno de ellos apuntaba a un pacto que incluyera a Francia, Alemania, Rusia y España frente a Inglaterra22. La prensa, de modo unánime, desaconsejaba al gobierno que interviniera en la política europea. Las condiciones del país excluían cualquier paso en esa dirección23. En diciembre estuvo Gabriel Hanotaux cinco días en Madrid, camino de Argelia. Los embajadores de Rusia y Alemania tuvieron interés en quitar cualquier objetivo político a sus conversaciones. Se entrevistó con Silvela y Sagasta. Nadie supo el motivo de esos encuentros, pero no satisfacían las explicaciones que los reducían a una cortesía entre personas conocidas. Podría ser una prolongación de lo iniciado con la visita de Muraviev. Razones: la actividad de Schevitch y sus buenas relaciones con Silvela. Rusia quería atraerse a España a su entente con Francia y ésta podría proporcionar a Madrid la ayuda financiera para superar las consecuencias de la guerra. Podría tratarse de una campaña conjunta de las dos potencias aliadas24. Silvela desmintió que España tuviese intención de ceder Ceuta a Rusia. Aseguró que ni siquiera había recibido esa petición. La visita fue de cortesía25. A los pocos días, el 8 de octubre apareció en Le Figaro un artículo firmado por Valfrey, con el seudónimo de Whist, que era un portavoz oficioso del ministerio de Asuntos Exteriores. Aportaba datos sobre la alianza franco-rusa. Hubo una entente preliminar en agosto de 1891. Intervinieron el barón de Morenheim y Alexandre Ribot. La alianza se firmó en 1894, siendo ministros de Asuntos Exteriores Casimir Perier y Giers. En 1897, durante la visita de Felix Faure y de Hanotaux a San Petersburgo, la hizo pública Nico-
21 Conversación con el embajador ruso, Schevitch. 688/229 di Cariati-Visconti Venosta, 10 octubre 1899, ASD DDS XXXIV/7 671-672. 22 Terminó aceptando la explicación de su colega ruso, Schevitch que ratificaba la versión del gobierno Silvela. 669/233, L. Collobiano-Visconti Venosta, 5 octubre, ASD SP Spagna 73 y ASD DDS XXXIV/7 669. 23 Cuando unas semanas más tarde vino el Príncipe Alberto de Prusia, el gobierno italiano quiso conocer si tenía algún fin secreto esa visita. Creyó Cariati que se trataba de un acto de cortesía. Y expuso su convicción de que, dada su situación, España no podía contar en la vida internacional. Visconti Venosta no compartía esa conclusión. Riservato 747/151 CariatiVisconti, 7 de noviembre de 1899, ASD SP P 73 1899. 24 Conf 817/273 Cariati-Visconti, 15 de diciembre, ASD SP P 73 1899. 25 Traducción italiana de la respuesta de Silvela en el Congreso y conversación con Collobiano, 823/275 y r 836/177 Collobiano-Visconti, 18 y 20 de diciembre, ib. 1899.
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lás II en el brindis hecho en el Ponthuau. El texto era secreto, como era regla en ese tipo de pactos. Lo había hecho igual la Triple Alianza. Había dos omisiones. La acción conjunta de Francia con Alemania y Rusia en el conflicto chino-japonés en 1895, era el resultado de la alianza con ésta26. Lo tuvieron que declarar en el parlamento Hanotaux y Ribot. La segunda omisión: se había publicado el tratado entre Austria-Hungría y Alemania. Quizás el no mencionarlo era una forma de indicar que pensaba que el texto no era completo. Parece que la conclusión más importante de este escrito era poner de relieve que existía el compromiso de ayudarse en caso de que una de las dos aliadas fuera atacada por un tercero. Por eso Valfrey indicaba que el año anterior, cuando se produjo la crisis de Fachoda, Muraviev, entonces en París, dijo que si Francia se veía forzada por la situación, Rusia “ne nous abandonnerait pas à notre sort”. Con esta afirmación Delcassé, a través del periodista, quería defenderse de la acusación hecha por los radicales: la humillación sufrida por Francia revelaba que los vínculos con Rusia no eran tan fuertes. Por so habría que entender que la alianza franco-rusa no iba dirigida a contrapesar la Triple Alianza, sino que incluía la defensa respecto a otras potencias. Ed. Monson había acertado cuando la crisis de Fachoda. Salisbury aceptó la información de todos los embajadores ingleses, incluido el de San Petersburgo: un conflicto con Francia no sería considerado por Rusia un casus foederis. Esta ambigüedad exigía que los dos aliados hicieran algo para sacar de ese error al gobierno inglés. ¿Por qué Muraviev había dado garantías al embajador inglés en San Petersburgo? Había estado en París con Delcassé. Sabía que este había puesto como condición para seguir en el gobierno el que se evacuara Fachoda y Bar-el-Ghazal. Por eso estaba seguro de que no se llegaría a una guerra. Sus palabras ocultaban esa solidaridad frente a terceros27. El gobierno Silvela contaba ahora con dos datos: la integridad territorial de España estaba amenazada y no era posible seguir aislados. Se imponía una rectificación a la anterior política exterior. Silvela había tomado la iniciativa y se había dirigido a Francia y Rusia28 La visita del príncipe Alberto de Prusia, de apariencia meramente protocolaria, investir a Alfonso XIII como miembro de la Orden del Águila Ne-
26 En atención a la alianza, dijo Hanotaux entonces, Francia tuvo que unir sus barcos a los de Rusia y Alemania en los mares de China, impidiendo así que Japón obtuviese de su victoria más ventajas 27 2701/1224 y 2713/1232 Tornielli-Visconti Venosta, 20 y 21 octubre 1899, ASD DDS XXXIV/7 677-682. 28 Conf 812/269 Collobiano-Visconti, 8 diciembre, ib. 73.
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gra, inquietó a Visconti Venosta29. En diciembre, Italia estaba segura de que el gobierno español no había asumido compromisos ni había recibido garantías por parte de las dos potencias. De momento, la política española se centraba en Marruecos. Se retornaba a lo que había sido una orientación que tenía ya más de un tercio de siglo30. Semanas mas tarde y a requerimiento del ministro de Asuntos Exteriores, di Cariati tuvo que averiguar si se había hecho alguna propuesta a España para entrar en un pacto entre “algunas potencias continentales”, es decir, la entente franco-rusa más Alemania, en una operación que iría contra Inglaterra. La respuesta fue negativa. La razón: la decisión de todo el ministerio conservador de “rimanere scrupolosamente straneo a qualunque complicazione internazionale possa sorgere in Europa”. Desde Londres las cosas se veían de otro modo. Adam, encargado de negocios inglés en Madrid, leyó a Cariati dos documentos enviados por el Foreign Office. En el primero se decía que se habló abiertamente de la entrada de España en una alianza formada por Alemania, Rusia y Francia durante la conversación de Muraviev con Silvela, señalando que Alemania la apoyaba y que Francia tenía dudas, por temor a las consecuencias de una guerra naval con Inglaterra. Estaban decididos ya los alemanes y los rusos. Estos esperaban vencer el temor de sus aliados franceses al poder militar del Reino Unido. Si la situación en el Sur de África –aún no había estallado la guerra en el Transvaal– obligaba a los ingleses a concentrar allí parte de sus fuerzas, no sería difícil conseguir el acuerdo de Francia. Según ese documento, Silvela pidió tiempo para preparar la opinión mediante una campaña de la prensa oficiosa en la que se subrayara la conveniencia de que el país entrara en alianza con las grandes potencias militares, como la mejor salvaguardia frente a las amenazas inglesas31. El segundo documento era un informe confidencial de la cancillería rusa sobre la estancia de Muraviev en San Sebastián. Lo había enviado el embajador en San Petersburgo. Aseguraba que la iniciativa de conversaciones para un posible entendimiento de España con Rusia, Alemania y Francia había
48765/169 Visconti-Collobiano, 3 noviembre. El embajador no pudo averiguar nada desconocido: era un gesto de solidaridad monárquica, orientación que había seguido constantemente Guillermo II. R 747/251 Collobiano-Visconti, 7 noviembre, ib- 73. 121 PatenôtreDelcassé, 9 noviembre, AAE NS Espagne 37 33-42. España concedió el Toisón de Oro al príncipe imperial, 7, Patenôtre-Delcassé, 15 enero 1900, ib. 47-48. 30 Riservato 837/278 Collobiano-Visconti, 22 diciembre, ASD SP 73 1899. 31 Aunque Adam no se lo dijo, creía Cariati que el informante de los ingleses habría sido el embajador austriaco, que se dejaba arrastrar por su imaginación. 29
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partido de Silvela. Rusia habría prometido a España todo Marruecos, una vez vencida Inglaterra32. ¿Qué había sucedido en San Sebastián? Radowitz dijo que el canciller ruso expuso ante Silvela su visión sobre la situación en Europa, mostrando que el objetivo de la política de Rusia era el mantenimiento de la paz. Aconsejó a España que mantuviera buenas relaciones con Francia, puesto que existían muchos vínculos entre los dos vecinos. Confirmó el buen estado de las relaciones franco-rusas. En cuanto a Marruecos, no consentiría Rusia que se modificara el statu quo sin su consentimiento. Estuvo muy reservado en lo que concernía a Inglaterra y a su conflicto con los boers. Alabó la política económica de Silvela y dijo que Rusia jamás habría consentido que se hubiese causado daño a España. En resumen, Muraviev quiso favorecer a su aliada, sin que, dado el carácter imprevisto de la visita, hubiese hablado previamente con Francia. Eso significaba: posibilidad de un acuerdo franco-español si había dificultades con Inglaterra y si se producía algún cambio en Marruecos. Aunque Delcassé declaró que había que parar la expansión colonial, la construcción del ferrocarril transahariano podría urgir la necesidad de apoderarse de territorio marroquí. Para ese caso, deseaba tener a su lado a España, prometiéndole compensaciones. Todo en España tenía un color anti-británico. La actitud de Londres durante la guerra con Estados Unidos y, sobre todo, su conducta en relación con las fortificaciones en torno a Gibraltar habían creado un sentimiento de rencor. ¿Rompería el gobierno Silvela con una tradición que duraba todo el siglo XIX? El embajador de Italia pensaba que no. Continuaría, por tanto, absteniéndose de participar en la política general europea33. Radowitz, el embajador alemán en Madrid, resumió a su colega italiano el contenido de la entrevista de Muraviev con Silvela. Se analizó la situación europea. Deseos de paz, buenas relaciones con Francia, mantenimiento del statu quo en Marruecos y preocupación por la situación en el Sur de África. Y alabó la política presupuestaria del gobierno conservador. Rusia jamás consentiría que se lesionasen los derechos de España. Con estos datos, concluía que Muraviev habría querido ayudar a Francia propiciando una aproximación de España, allí donde los intereses de ambas
32 Sobre este documento opinaba Cariati que se trataba de una maniobra de Muraviev para engañar a Nicolás II, destacando el éxito de su gestión. Confirmaba su conclusión de que España a nada se había comprometido. Conf 810/267 y conf 812/269 Cariati-Visconti, 7 y 8 de diciembre, ASD SP P 73 1899. 810/267 y 812/269 di Cariati- Visconti Venosta, San Petersburgo 7 y 8 diciembre 1899, ASD DDS XXXIV/7 715-718. 33 R 837/278 Collobiano-Visconti, 22 de diciembre, ASD SP P 73 1899.
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coincidían, es decir, en Marruecos. Aquí, el ferrocarril transahariano y la rectificación de la frontera con Argelia eran asuntos en los que convenía a Delcassé tener a su lado a España. Esta podría dejarse arrastrar por la perspectiva de compensaciones territoriales, que curaran la sensación de humillación tras la guerra de 1898. Hacia Marruecos se dirigía la atención del gobierno español34. En octubre el conde Wedel inició su misión como embajador de Alemania en Roma. Era un general, agregado militar durante muchos años en Viena35. Parecía entonces inevitable la guerra en el Transvaal. Ni Alemania, pese a lo que decían sus diarios oficiosos, ni Francia, ni Rusia, sin intereses en África del Sur, auxiliarían a Kruger36. El alarde de fuerza militar del Reino Unido, especialmente la conversión de Gibraltar en una gran base naval, alarmó a algunas potencias europeas37. Para despejar esa inquietud, The Times publicó un comentario oficioso. Nadie iba a acudir en favor de la oligarquía que dominaba en el Transvaal. Francia tenía que pensar en la Exposición Universal. Rusia tenía sus propios asuntos. Alemania expresaba su amistad a Inglaterra, con el viaje de Guillermo II. Y lo más importante: la actividad militar inglesa se justificaba por la necesidad de proveer a las emergencias que pudiera sufrir un ejército que atraviesa el mar38. Con Alemania se firmó el acuerdo sobre Samoa esos días. Salisbury dijo el 9 de noviembre, en el banquete en honor del Lord Mayor de Londres, que así desaparecía un motivo de litigio con una nación, con la cual “hemos mantenido relaciones cordiales y amistosas”39.
34 Todas estas apreciaciones no suponían una rectificación en la política de abstención por parte de España en los asuntos europeos. L. di Collobiano-Visconti Venosta, 22 diciembre, ASD DDS XXXIV/7 733-734. 35 95 y 168 Benomar-Silvela, 8 junio y 22 octubre, AMAE H 1622. 36 779/286 Renzis-Visconti Venosta, 6 de octubre de 1899, ASD SP P 488. El apoyo del partido liberal, anunciado en el discurso de Lord Kimberley en la Cámara Alta, 309/306 Renzis-Visconti, 18 de octubre, ib. 488. El número de protocolo está equivocado. Debe ser el 809. 37 821/315 Renzis-Visconti, 23 de octubre, ib. 488. 38 827/320 Renzis-Visconti, 26 de octubre, ib. 488. 39 856/338, Renzis-Visconti, 9 de noviembre, ib. 488. Una valoración más discreta del alcance político de la visita de Guilermo II. 876/347, 22 de noviembre. La visita se mantuvo en el ámbito estrictamente familiar. 896/363, 30 de noviembre, ib. 488. La posición del gobierno, en el discurso de Balfour en el encuentro anual de la National Union of Conservative Associations, el 28 de noviembre. “Mr. Balfour on the War. Policy Justified. Boers’Bid for Empire”, The Daily Thelegraph, november 29, 1899. Discurso de Chamberlain en Floral Hall, de Leicester, “Mr Chamberlain on the Government’s Critics. Patriotic Speech”, The Daily Telegraph, november 30, 1899. La amenaza de Chamberlain en este discurso, según aclaró el Foreign Office, no iba contra el gobierno o el pueblo francés, sino contra los excesos de la prensa de este país.
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El ministro de Marina, el primer Lord del Almirantazgo, dijo que Inglaterra no ahorraría ni hombres ni dinero para vencer a los boers. G. J. Goschen estaba seguro de que el pueblo inglés sostenía ese empeño del gobierno40, que quiso que constara así en el discurso de la Corona, pronunciado el 30 de enero de 1900. Inglaterra rechazó cualquier propuesta de mediación. Una llegó a través del cónsul norteamericano en Pretoria. Los gobiernos de las dos repúblicas africanas pedían a Estados Unidos su intervención para conseguir un cese de hostilidades. Se hizo la misma gestión con otras potencias europeas. El presidente norteamericano se mostró dispuesto a cooperar en la restauración de la paz. Salisbury respondió a Hay, a través de White, encargado de negocios, que el Reino Unido no aceptaría la acción de ninguna potencia en los asuntos de África del Sur41. Tras las elecciones, Salisbury dejó clara su postura: guerra a fondo, inflexible y sin concesiones. No se reconocería a los boers ninguna forma de independencia. Habría que aplastarlos y hacer imposible que se renovara una resistencia, contraria a los intereses del Imperio británico42.
2. El valor real de las alianzas Ejemplo de la volatilidad de la situación internacional y la tensa vigilancia con que se observaba es que, mientras se hablaba de estos posibles pactos dirigidos contra Inglaterra, en Roma se prestó atención a una noticia, enviada por el cónsul italiano en Zanzíbar el 25 de septiembre: Alemania se quedaría con Marruecos con la aprobación del gobierno inglés. De eso iban a hablar la Reina Victoria y Guillermo II43. Italia era otro caso. Tenía intereses en el norte de África. Los otros gobiernos, incluidos sus aliados, no habían mantenido con energía la vigilancia necesaria para frenar las ambiciones de Francia, antes en Túnez y en 1899 en los hinterlands de Tripolitania. ¿Cómo estaban las cosas en octubre de 1899 tras los acuerdos del 21 de de marzo entre Francia y el Reino Unido? Según el embajador italiano en 922/375 Costa-Visconti, 19 de noviembre, ASD SP P 488. Respuesta de Balfour a Redmond en la Cámara de los Comunes, 195/120 Renzis-Visconti, 16 de marzo, ib. 489. 42 Declaraciones hechas el 6 de diciembre y recogidas en 860/417 Costa-Visconti, 7 de diciembre de 1900, ib 489. 43 Creyendo que era una noticia sin base, la comunicó. El subsecretario del ministerio de Exteriores la transmitió el 16 de octubre como despacho r y urgente a los embajadores en Berlín y Londres, DDD III/ 3, Roma 1962, 212 y 214-215. 40 41
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París, el gobierno francés declararía su “desinterés” respecto a la expansión de Italia en Tripolitania y Cirenaica a cambio de que aquella aceptara la de Francia en Marruecos. ¿Debería pagar tanto Italia? No. Bastaba de momento acabar con la preocupación constante que provocaba el temor a una iniciativa francesa en Tripolitania, porque eso “ci getterebbe improvvisamente in una guerra”. La política francesa sufría las exageraciones del nacionalismo excluyente e intransigente. No aceptaría concesiones en Tripolitania. Por eso ¿era importante que Italia se obligara a dejar manos libres a los franceses en Marruecos? Tornielli, que trabajaba desde hacía meses por un acuerdo, recordó que la defensa de la integridad territorial de Marruecos, especialmente de sus costas, era de más interés para otros países, que deberían tomar sus precauciones y medidas. La alusión a España y al Reino Unido era evidente. Estas palabras censuraban la conducta los dos socios de Italia que habían firmado con ella la declaración de marzo de 1887: se habían quedado siempre a medio camino, habían dejado en la estacada a Italia. Esta “vuole ed ha bisogno di pace sicura”44. ¿Podría Italia desengancharse de la política mediterránea seguida hasta entonces? Ese otoño, sobre Marruecos pendía la amenaza de una acción por parte de Alemania. Asustó a Sir Thomas Anderson la posibilidad de que Alemania se quedara con Marruecos, según le expuso el embajador Renzis. Inglaterra, con intereses comerciales en Marruecos, conocía la expansión comercial de Alemania en todo el mundo, también en Marruecos. No le consentiría, sin embargo, que pasara por encima de Francia, España, Rusia e Italia. No se aceptaría ninguna compensación alemana. Para Renzis este razonamiento además de justo era sincero, porque para los ingleses la seguridad en el Estrecho era vital. No renunciarían a ella, salvo después de un gran desastre militar. Celosa de su supremacía naval, Inglaterra no dejaría que nada la disminuyera y mucho menos a la entrada en el Mediterráneo45. Dos semanas más tarde, Tornielli aceptaba una moratoria en la urgencia de sus planes. Se desconocían los objetivos de cada potencia. Francia misma se hallaba sujeta a las obligaciones que le imponía su alianza con Rusia. Las cosas se complicaban ante la diversidad de frente de la política exterior de
44 Le urgían las instrucciones porque Delcassé podría plantear todo el asunto en una próxima conversación. Para Visconti Venosta el asunto era tan grave que necesitaba tiempo antes de responder. Riservatissimo 2718/1237 Tornielli-Viconti Venosta, 23 octubre 1899, y tc, a descifrar por el mismo embajador, Visconti-Tornielli, 28 octubre ASD CV 25/ 1 24 y 25 y DDI III/3 Roma 1962, 216-219. 45 831/323 Renzis-Visconti, Londres 28 octubre, DDI… 219-220.
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Guillermo II. Buscaba en Asia el apoyo de Rusia, en África, el de Inglaterra y en Europa deseaba conservar sólida la Triple Alianza. Estos datos, presentes en sus conversaciones con Delcassé, explicaban el cambio en su interlocutor. Posiblemente Camille Barrère había visto en el archivo de la embajada en Roma el testimonio de unos acuerdos entre Italia e Inglaterra sobre Marruecos. No era el momento de entablar conversaciones. A eso había que sumar el descenso del prestigio inglés tras sus percances en la guerra con los boers. Era mejor dejar las cosas como estaban46. El nuncio en París veía con más optimismo la posición internacional de Italia. Estaba unida a Alemania, que se había beneficiado de su neutralidad en la guerra del Transvaal, sacando ventaja en el reparto del archipiélago de Samoa. Sus buenas relaciones con Inglaterra desde 1859 le proporcionaban el apoyo de su marina en el Mediterráneo y garantizaban la unidad italiana. Esto era especialmente importante, porque Alemania no se habría opuesto años antes a una restauración de los Estados Pontificios. En África, el Reino Unido y Alemania habrían convenido el reparto de los dominios portugueses. La alianza Japón, Estados Unidos e Inglaterra frenaba a Francia en China. Si se restablecía el pacto entre los tres emperadores, tras las entrevista de Guillermo II y de Nicolás II en Postdam, Francia quedaba de nuevo aislada47. Si en el origen de la Triple Alianza estaba el miedo de Italia a las intenciones de Francia en el Mediterráneo, concretamente en Tripolitania48, la mejor manera de permitir a Visconti Venosta realizar su proyecto de liberar a su país de este pacto era entrar en conversaciones sobre Tripolitania. Eso le urgía tanto al ministro de Asuntos Exteriores que en septiembre escribió una extensa carta a Tornielli a fin de que propusiera a Delcassé abrir las conversaciones. Tornielli, conforme con esa apreciación, creía que el gobierno caería en el momento en que se abrieran las Cámaras. Era preferible esperar. La posición francesa había quedado expuesta por Delcassé: estaba dispuesto a comprometerse a hacer una declaración escrita dando libertad de acción a Italia en Tripolitania, si, al mismo tiempo, Italia reconocía eso mismo a Francia en Marruecos49. Lp Tornielli-Visconti, 13 noviembre, ib. 224-226. 94 Lorenzelli-Rampolla, 9 noviembre 1899. 227, 2 mayo 1900, 231 13 junio y 337, 5 julio, ASV SS 248 (1901) I 2-3, 32, 24 y 51-52. 48 Era esta una de las idea claves de Visconti Venosta. Barrère deseaba que antes de una posible dimisión de Visconti quedara constancia escrita de “le premier résultat d’un important échange d’idées amicales sur un terrain où l’Italie a cherché le prétexte et le mobile des ses alliances” 72, conf 83 y tc. 90 Barrère-Delcassé, 10 y 27 mayo y 20 junio 1900, AAE CP NS Italie 15 155-159 y 162-168. 49 La resistencia de Visconti Venosta a unir las dos cuestiones, R sn Barrère-Delcassé, 17 enero 1900, ib. 102-105. 46 47
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El problema era la sincronización. Tripolitania pertenecía al Imperio Otomano. Había un derecho europeo aprobado en el Congreso de Berlín, que garantizaba su integridad territorial. Eso convenía a Italia que necesitaba al menos 10 años de paz para superar los efectos de su guerra colonial y de su derrota en Adua. En Marruecos era previsible que la sucesión del Sultán se plantease antes. En ese caso, la opinión italiana pensaría que había perdido su parte en Marruecos sin recibir aún nada en Tripolitania. A la espera de la iniciativa de Visconti, Barrère se limitó a expresar la disposición francesa para llegar a un compromiso. Por informaciones de fuente inglesa o del embajador de Italia en Londres y del embajador inglés en Roma, había recibido Camille Barrère noticia de que Francia veía en dificultades al Reino Unido, entonces en guerra con los boers, y trataba de “acquérir dans la Méditerranée une situation prépondérante incompatible avec la sécurité de l’Italie”50. Estaba, pues, Italia en disposición de iniciar con Francia el diálogo sobre Tripolitania51. La llegada del ferrocarril de Aïu-Sefra al oasis de Moghar y la sumisión de Bou-Amema, uno de los instigadores de la rebelión de 1881, consolidaba las pretensiones que durante años había tenido Francia en la zona del Figuig, fuera de la soberanía del Sultán. ¿Podría anexionarse Marruecos en compensación por la expansión inglesa en el Transvaal? The Globe creía que sí, pero daba tres avisos a Francia: la conquista de Marruecos sería más difícil que la de Sahara; era un territorio de escasa utilidad y, finalmente, la flota inglesa no consentiría a los generales franceses llevar adelante ese proyecto. Sin replicar al diario inglés, el Petit Journal informaba que el país había concluido su preparación para consolidar su expansión al Sur de Orán. La operación para apoderarse del Figuig podría verificarse con eficacia y rapidez. Eso no fue posible unos pocos años antes52. El 11 de diciembre el gobernador general de Argelia pronunció un discurso en la apertura de las sesiones del consejo superior. Anunciaba la prolongación de la línea ferroviaria a Diemen Buregs, unos 30 kms. más al sur.
50 151 y 153 Barrère-Delcassé 11 noviembre 1899, ib. 73-76 y 78-82. Había conversado esos días con Visconti, que se mostró partidario de esperar acontecimientos, a la vista de que los dos gobiernos estaban a favor del statu quo en el Mediterráneo. Carta particular, 3 noviembre, copia ib. 77-78 51 Tc 126 Barrère-Delcassé, 20 noviembre, ib. 85. 52 2882/1306 G. Tornielli-Visconti Venosta, 13 noviembre, ASD DDS XL/11 19. Hubo una propuesta de A. Perié, en la sociedad geográfica de la ciudad de Argel, para que Francia ejerciera sobre Marruecos un protectorado similar al de Túnez mediante un tratado como el de Bardo. España no podrá aprobarlo y esa adquisición no compensaría a Francia por la enemistad de España, si tal hiciera. 3091/1408 G. Tornielli-Visconti Venosta, 8 diciembre, ib. 37.
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Las necesidades de policía en el Sahara obligaban a bajar tres grados al sur el límite estratégico y político. El ferrocarril desde Tlemcen a la frontera con Marruecos, entonces en estudio, tenía un fin claramente militar. El del Sur estaba en fase más adelantado. Todo eso suponía establecer tropas para reprimir las acciones de los bandidos53. Los franceses ocuparon I-n-Sallah. No hubo reacción en Marruecos. Aislado e impotente, en el Tuat dejaba la resistencia contra los franceses en manos de aquellas tribus54. España, ligada por lazos económicos y políticos con Francia, cuya amistad le aconsejaba cultivar Rusia, nada objetaría a esa expansión hacia Marruecos55. Respondiendo a una interpelación de Buenaventura Abarzuza, Silvela dijo en el Senado que España continuaba a favor del statu quo, política que no hallaría adversarios, pues todas las potencias europeas estaban de acuerdo en ella. Los movimientos militares franceses contaban con el asentimiento del Sultán. Ni lesionaban la independencia de Marruecos ni eran un peligro para las posesiones de España en el norte de África56. Théophile Delcassé, disgustado por los comentarios de la prensa inglesa, lamentó que se vinculara la ocupación de algunos oasis, necesaria para la seguridad del ferrocarril hacia Tombuctú, en el paralelo 17, junto al Níger, con la integridad de Marruecos. Los separaban varios centenares de kms. de I-n-Sallah y el Figuig. Si Francia quisiera atacar Marruecos había otros puntos más próximos para hacerlo desde Argelia57. Se habló de una rectificación de las fronteras recogida en un protocolo convenido por Francia y Marruecos, pero que el Sultán deseaba que tuviera como garantía la firma de las otras potencias. Salisbury se opuso, porque la consideraba inútil. Cuando una de las partes cree que puede violar un tratado en su beneficio, lo hace. Así lo demostró el acuerdo que existía entre tres potencias para asegurar la integridad del imperio turco58. No creía en la eficacia de las alianzas. 32230/1474 Tornielli-Visconti Venosta, 23 diciembre, ib. 39. sn Malmusi-Visconti Venosta, 2 febrero 1900, ib. 15. 55 L. di Collobiano-Visconti Venosta, 17 febrero, ib. 17. La vinculación entre la reacción española y su situación interna, 242/73 L. di Collobiano-Visconti Venosta, 5 abril, ib. 37. 56 201/77 L. di Collobiano-Visconti Venosta, 23 marzo, ib. 31. Confirmaba el encargado de negocios de Italia en Tánger que Marruecos nada objetaba a la acción del ejército francés, 89/17 G. Zanotti Bianco-Visconti Venosta, 25 marzo, ib. 35. 57 547/274 Tornielli-Visconti Venosta, 9 marzo, ib. 23. Sin embargo la posibilidad de un conflicto con Marruecos hizo que se acelerase la llegada de Révoil, nuevo ministro de Francia en Tánger. 654/31 Tornielli-Visconti, 23 abril, ib. 29 58 Lo confirmó Salisbury, diciendo al embajador de Italia que no le parecía bien que tuviera ese protocolo la ratificación de las demás potencias. T. de Renzis-Visconti Venosta, 25 abril, ib. 43. Salisbury no daba importancia al Tuat, por hallarse en el interior de Marruecos ni quería asumir compromiso alguno. Por eso se negaba a firmar en el protocolo entre Francia y Marruecos. T. y 321/189 de Renzis-Visconti Venosta, 26 y 27 abril, ib. 47 y 57. 53 54
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3. Cambios en la política europea Desde el 20 hasta el 28 de noviembre estuvo en Inglaterra Guillermo II. Hacía cuatro años que no acudía a visitar a la Reina Victoria. Inglaterra estaba en plena guerra con los boers. The Times dijo que existía amistad entre los gobiernos, pero no entre los dos pueblos. Frente a la hostilidad alemana, la calma inglesa. Su espíritu liberal le hizo optar por el libre comercio. Por eso no se sentían heridos los ingleses donde los otros pueblos veían un ataque a sus intereses comerciales. Los arreglos con Alemania nada tenían de alianza. El Reino Unido conservaba sus manos libres. Guillermo II había comprendido que necesitaba esos acuerdos para proseguir la expansión colonial alemana59. Con todo, su visita al Reino Unido era meramente familiar y sin significado político60. No parecía que los hechos confirmaran esa conclusión. Guillermo II se entrevistó con Balfour y Joseph Chamberlain, secretario de Colonial Office. Les planteó la necesidad de que no se repitieran los malentendidos del pasado. Chamberlain habló de una posible alianza entre el Reino Unido, Alemania y Estados Unidos61. El emperador alemán cambió de tema. Le interesaba manifestar su deseo de que se arreglaran los asuntos pendientes y de examinar con buena voluntad los que pudieran presentarse. Sobre alianzas solo podía hablarse con el premier y con el secretario del Foreign Office. Esta información, transmitida por Sir Frances Lascelles, embajador de Inglaterra en Berlín, podía representar un giro: Inglaterra saldría de su aislamiento. Hasta ese momento, le había costado poco las simpatías de las grandes potencias pero, gracias a él, había conseguido crear un imperio colonial62. Pese al silencio de Guillermo II, Joseph Chamberlain pronunció el 30 de noviembre de 1899 un discurso en Leicester. Dijo que existía una “alianza” entre alemanes y anglosajones en África del Sur. Mencionó la campaña de prensa francesa contra la Reina Victoria. Esta actitud podría tener serias consecuencias para los países vecinos. El contexto internacional de este acercamiento, 385 Noailles-Delcassé, 26 noviembre 1899, DDF I/16 París 1959, 18-20. Esos días, el príncipe Münster-Derneburg, embajador alemán en París dijo a Delcassé que la guerra de los boers demostraba que Inglaterra carecía de poder militar en tierra. Era exclusivamente una potencia naval. “Note du ministre, 1 décembre”, ib. 25-26. 60 295, 302 314 Paul Cambon-Delcassé, 21 y 23 noviembre y 1 diciembre, 1899, ib. 1013 y 29-31. 61 Un una carta al comité electoral del partido republicano, en Ohio, John Hay, secretario de Estado, desmintió que existiera una alianza con el Reino Unido. 630/244 Fava-Visconti, Washington 23 octubre 1899, ASD DDS XXXIV/7 659. 62 896/363 Costa-Visconti Venosta, Londres 30 noviembre 1899, ib. 731. 59
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Chamberlain tenía fama de atrevido en sus pronunciamientos. Había sobrepasado el límite cuando se trabajaba en una pacificación con Francia. Paul Cambon el embajador en Londres protestó ante el subsecretario de Estado. Delcassé, al debatirse el presupuesto de su ministerio, declaró el 24 de noviembre en la Cámara de Diputados: Un año después de Fachoda, el gobierno, que supo conservar la calma y resistir la presión de la opinión, había superado la crisis y nadie podría negar, sin faltar a la justicia, que Francia mantenía su prestigio exterior. En China y África del Sur, los dos lugares en que podrían crear problemas a Inglaterra, manifestaba Francia sentimientos de amistad hacia los ingleses. Chamberlain lanzó expresiones amenazantes para un país amigo en el peor momento. Paul Cambon protestaba, porque estaba seguro de que esas palabras tendrían repercusión en Francia. Negó Sir Thomas Henry Sanderson autoridad a Chamberlain. Sobre una alianza entre Alemania y el Reino Unido, no existía nada. La reacción de la prensa fue negativa. La Westminster Gazette dijo que era peligroso permitir a Chamberlain hablar de política exterior63. Ese tono tan desafortunado rompía la actitud de silencio del gabinete de Arthur James Balfour en África del Sur. Su empleo sólo servía para producir una respuesta desafiante de Francia64. En el Mediterráneo la demanda italiana sobre Tripolitania y Cirineica parecía estar negociándose con Turquía. Si era así, se modificaba uno de los ejes de la política exterior de Italia: actuar de acuerdo con Inglaterra y Francia. Conocida la influencia de Alemania ante el Sultán, la noticia tenía una punta anti-francesa. Sería un error destruir años de esfuerzos para rectificar una política exterior que subordinaba los intereses italianos a su aliado alemán y al amigo inglés. Esta orientación era juzgada “avventura contro la Francia”, anulando todo lo ganado en el terreno de la confianza recíproca. El
313 Paul Cambon-Delcassé, Londres 1 décembre 1899, DDF 1è série/XVI, París 1959, 26-28. La posición de los italianos a favor de Inglaterra en la guerra contra los boers, 185 Camille Barrère-Delcassé, Rome 31 décembre, ib. 64-65. 64 Palabras de Delcassé a Edmund J. Monson, embajador inglés en París, 836 DelcasséPaul Cambon, 7 diciembre 1899, ib. 37-39. Rudinì estaba convencido de que las palabras de Chamberlain presagiaban un posible ataque inglés, ante el cual Francia no debería quedar a la expectativa. Lp Barrère-Delcassé, Rome 31 décembre 1899, ib. 66. El general Kourapatkine, ministro ruso de la Guerra, creía que el fracaso podría llevar a los ingleses a buscar compensaciones a costa de Francia en Madagascar. Rusia se preparaba para hacer frente a un posible conflicto con el Reino Unido en el Extremo Oriente. Dos días más tarde, el conde Mouraviev dijo al embajador que no compartía los temores de París sobre un acercamiento entre Alemania e Inglaterra. No consideraba probable que Londres decidiese tomarse por mar una revancha de su fracaso contra los boers. Conf 10 y 11 Montebello-Delcassé, San Petersburgo 30 enero y 1 febrero 1900, ib. 92-95 y 97-99. 63
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procedimiento fue “mettere in giro la voce che la Turchia, nello spiegare un’azione al Sud della Tripolitania aveva ceduto agli eccitamenti promessi dalla Italia”. Si las cosas eran así, la negociación en París era una comedia65. El rumor coincidía con el debate sobre el presupuesto del ministerio de Asuntos Exteriores en la Cámara italiana. Destacaban dos rasgos: el cambio en el clima de las relaciones franco-italianas y la defensa del statu quo en el norte de África. Ni siquiera los adversarios declarados de Francia discutían el valor de la mejora de relaciones con Italia. El presidente de la comisión se hizo eco de unas declaraciones de Delcassé en el Senado. Mostraban “la cordialidad entre las dos naciones”. Nasi, un diputado del grupo de Crispi, habló de una Nota del gobierno italiano al francés desinteresándose del Norte de África. Visconti Venosta replicó que el gobierno se mantenía en la política de conservación del statu quo, con especial atención a la libertad de las rutas comerciales. En el Senado Visconti insistió en las buenas relaciones con el Reino Unido, sin que eso afectara a las de Italia con Francia66. En la guerra del Reino Unido con los boers, la opinión italiana se inclinó hacia éstos, mientras que Visconti Venosta se esforzaba por mantener en un plano de igualdad las relaciones de su país con los gobiernos inglés y francés. En un conflicto entre ambos, Italia sería neutral. Esto favorecía a Francia. Por eso la continuidad de Visconti Venosta “est donc pour nous, dans la crise que nous traversons, d’intérêt de premier ordre. Elle nous garantisse contre toute politique de surprise et d’aventure”. Enemigos de Francia eran Sidney Sonnino, sus seguidores y los restos del partido de Crispi67. Frente al Reino Unido, estaba el marqués di Rudinì, siempre duramente atacado por la prensa inglesa. Si se formara una escuadra alemana en el Mediterráneo y se incrementara el poder naval de Francia, para él estaba claro que a Italia le beneficiaba ponerse al lado de una coalición continental antiinglesa68. A su favor estaba la decepción que había en Italia ante las dificultades del Reino Unido para ganar la guerra en África del Sur, pese a que existía la imagen de que Inglaterra era invencible. Para acrecentar contradic65 Jamás hallaría en Francia Italia una disposición más favorable para un entendimiento en el Mediterráneo. Riservato 3089/1406 Tornielli-Visconti Venosta, 8 diciembre, DDI III/ 3 Roma 1962 220-233. 66 179 y 30Barrère-Delcassé, 20 diciembre 1899 y 15 febrero 1900, AAE CP NS Italie 10 88-94. 67 Vid. el excelente trabajo de Paolo Carusi, “I governi Pelloux, Sonnino e le elezioni del giugno 1900”, en Rassegna Storica del RisorgimentoXC/III (2003) 415-446. La noticia sobre el significado del nombramiento de Visconti Venosta, 419-442. 68 Sobre la posición de Rudinì y su conocimiento de la política francesa, Lp Barrère-Delcassé, 10 mayo 1900, DDF I/16, París 1959, 216-217.
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ciones, el enfrentamiento entre Alemania e Inglaterra, creaba a Italia problemas para ser amiga y aliada de dos naciones que entre sí eran enemigas. El problema era “comment rester en bons termes à la fois avec la Grande-Bretagne, la France et l’Allemagne et pratiquer en même temps une politique active?” Había que examinar también qué neutralidad servía mejor al interés nacional. Todo estaba abierto. Dependía de la solución parlamentaria que tuviera la crisis política69. Al acabar 1899, el balance político del año en España se resumía en dos apartados. Uno, de política interna, era a la vez un hecho y una condición. El primero: la nación estaba saliendo de la crisis tras la derrota con Estados Unidos. La segunda: había que avanzar en el camino de la “patriótica concordia”, de las medidas fiscales, que estaban mejorando la hacienda pública, y no favorecer el descontento en Cataluña y otras regiones. No se merecía el pueblo español tener que soportar la pesadilla de quienes amenazaban con la guerra civil en el parlamento, esperando beneficiarse de ella y haciendo pagar su costo a otros. En política exterior, el gobierno de Silvela había ganado prestigio. Se hablaba de España con respeto. No era una nación destinada a desparecer, según comentaban unos meses antes los diplomáticos acreditados en Madrid. Ahora la imagen era diferente. El país tenía recursos y su posición estaba muy valorada. El gobierno estaba revisando su “tradicional neutralidad”. Era una lección aprendida tras las guerras coloniales. Debía elegir aliados entre Alemania y Francia. Era más popular ésta, pero existía el temor de que Inglaterra llegara a un acuerdo con los países enemigos de Francia. El Reino Unido, para asegurarse en el Mediterráneo las comunicaciones con su Imperio, ponía en peligro la integridad territorial de España70. La decisión, como todo lo que trata de ser racional, tenía que hacerse en la incertidumbre. Para asumir los riesgos, para soportar las dificultades y ganar confianza ante los otros gobiernos, habría de ser una incertidumbre discutida y compartida por todos71. Y así fue, como veremos más adelante. Lp Barrère-Delcassé, 31 diciembre 1899, ib. 64-66. Informe del encargado de negocios de la Santa Sede. 2 Alessandro Bavone-Rampolla, 14 diciembre 1899, ASV SS 249 (1901) II 189-190. 71 “No veo en aquellas fuerzas que, por tener representación en el banco azul, por estar propensas a tenerla, por estar siempre bajo la responsabilidad inminente del día siguiente ser poder, una unidad de criterio ante un problema exterior, y cuando no hay unidad de criterio entre las fuerzas que pueden alternar en la gobernación del Estado, el problema forzoso, fatalmente, ha de liquidarse de manera negativa para el provecho y para el beneficio de la nación”. Indalecio Prieto, octubre 1921, Discursos parlamentarios sobre la guerra de Marruecos, Málaga Algazara 2003, 18. Como juicio, explicable por el debate político no es aceptable, pero sí como método. 69 70
V. AJUSTES EN LA POLÍTICA EXTERIOR DE EUROPA Y DE ESTADOS UNIDOS
Hubo de proseguir Estados Unidos la guerra de España contra quienes reclamaban en Filipinas la independencia. Heredó también parte de los problemas que España tuvo en Cuba. Algunos policías de La Habana cotizaban para los grupos que preparaban una nueva insurrección. Hacían lo mismo los tabaqueros de Cayo Hueso y Tampa. Había depósitos de armas y municiones. No sería suficiente la formación de un gobierno civil, porque los independistas lo tomarían como indicio de que se prolongaría la ocupación. Una sublevación podría decidir al Congreso norteamericano a aprobar la anexión, medida bien vista y hasta deseada por los españoles residentes en Cuba, convencidos de que tendría mayor seguridad1. En julio de 1900 el gobernador general de Cuba convocó a 31 delegados a un Congreso para redactar y aprobar una constitución. En ella, se fijarían, de acuerdo con Estados Unidos, las relaciones mutuas. Esa condición desencadenó una primera protesta, la del marqués de Santa Lucía, Salvador Cisneros. Lo hizo ante McKinley el 18 de agosto y en nombre de los “Veteranos de la Independencia”. Citaba la Joint Resolution, del 19 de abril de 1898. El derecho a la plena independencia de Cuba, allí sancionado, no era respetado. Por primera vez, en Estados Unidos, los cubanos con derecho a voto condicionaron las relaciones con Cuba. El anuncio de la asamblea constitucional, hecho antes de las elecciones presidenciales, buscaba su voto, especialmente en Nueva York. Allí estuvo la sede de la Delegación del Partido Revolucionario, dirigida por Tomás Estrada2. No consiguieron su fin. Los 1 El ministro en Washington daba por buena la noticia de que en España había una agencia cubana de reclutamiento. 105 Arcos-Silvela, 8 diciembre 1899, AMAE H 1481. 2 Sus actividades pueden seguirse en los cinco volúmenes de Correspondencia diplomática de la Delegación Cubana en Nueva York durante la guerra de la independencia de 1895 a 1898, La Habana 1943-1946, e Inventario General del Archivo de la Delegación del Partido Revolucionario Cubano en Nueva York, 1892-1898, La Habana 1955.
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cubanos veían en esa decisión un mensaje: Estados Unidos no se marcharía de Cuba3. Al acabar su segundo año tras el traspaso de soberanía en Cuba y Filipinas, McKinley, en su mensaje anual al Congreso, pidió que se elevara el contingente del ejército a 100000 hombres4. Las noticias servían para conjurar nostalgias. La derrota había librado a España de una guerra en Filipinas y de un proceso político, el de la autonomía de Cuba y Puerto Rico, que no era más que una solución pasajera. Habrían sido las dos Islas un elemento más en esa incógnita que amenazaba la recuperación financiera y la cohesión del sistema político, el descontento de las provincias. Cataluña, entre las reclamaciones fiscales, el “tancament des caixes” y la conquista moral de España5. Vizcaya, con esa nueva disidencia integrista del carlismo, el partido bizkaitarra de Sabino Arana, tan atractivo para un clero que deseaba el final de la “pesadilla” del liberalismo y de las instituciones del Estado constitucional6. El proyecto de Sabino Arana era una respuesta en un momento de ascenso del anticlericalismo7. Como era previsible, terminaría siendo un sustituto del catolicismo8. Su rechazo de la 3 Se criticaba la mala fe de los españoles residentes en la Isla, que querían una “anexión declarada y definitiva”. 123 Arcos-Aguilar de Campoó, 20 agosto 1900, AMAE H. 1481. 4 200 Arcos-Aguilar de Campoó, 4 diciembre, ib. 1481. 5 Esta perspectiva reduce el espacio social y cronológico del independentismo catalán, la monumental obra de Enric Ucelay Da Cal, El imperialismo catalán: Prat de la Riba, Cambó, D’ Ors y la conquista moral de España, Edhasa, Barcelona 2003. Los “nacionalismo periféricos” no son una reacción al nacionalismo español. Más bien se integran en una corriente que define como nación el “particularismo lingüístico, histórico, cultural, etnográfico e institucional”. Juan Pablo Fusi, La patria lejana. El nacionalismo en el siglo XX, Madrid, Taurus 2003, 41-45. 6 Fernando García de Cortázar, Política, nacionalidad e Iglesia en el País Vasco, San Sebastián 1988, 65. Aun matizando la posición del autor, nadie discutirá el valor intelectual que tiene la resistencia frente a la totalidad que quiere imponer estos años el nacionalismo vasco y sus “cooperantes” terroristas. Sobre la evolución hacia una identidad étnica, por encima de las instituciones forales, denunciada ya por Javier Pradera y Maeztu, Pedro Carlos González Cuevas, “Perfil ideológico de la derecha española (Teología política y orden social en la España contemporánea)”, tesis doctoral, Facultad de Geografía e Historia, UCM 1992, 115-115 y 290. Para el clero, Joaquín Perea, El modelo de Iglesia subyacente en la pastoral del clero vasco (1918-1936), Bilbao 1991 7 Manuel Suárez Cortina, “Democracia y anticlericalismo en la crisis de 1898” y Paul Aubert, “Luchar contra los poderes fácticos: el anticlericalismo”, Religión y sociedad en España (siglos XIX y XX), Actas reunidas y presentadas por Paul Aubert, Madrid, Casa de Velázquez, 2002, 179-253. 8 Un análisis de este fenómeno, Pedro Carlos González Cuevas, La tradición bloqueada. Tres ideas políticas en España: el primer Ramiro de Maeztu, Charles Maurras y Carl Smitt, Madrid, Biblioteca Nueva 2003, 12-13. He seguido la evolución de este proceso, José María de Urquijo e Ybarra. Opinión, religión y poder, CSIC, Madrid 1997.
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libertad, como también lo pronosticó entonces Luis Morote, llevaría a “la tiranía de la fuerza”9.
1. La opinión y los hechos sobre Marruecos y el Mediterráneo Fijada la política exterior, cuyo eje era mantener la integridad territorial del país, asegurando el statu quo en el Mediterráneo, algunos hubieran deseado una mayor flexibilidad para sacar ventaja de los cambios que se produjeron en las relaciones entre Francia e Inglaterra. Silvela se mantuvo firme. Lo censuró por eso León y Castillo. Marruecos entraba en una fase crítica. Era imposible dejar que el tiempo resolviera los problemas y diferir el momento de enfrentarse a ellos. Tuvo que seguir las instrucciones del gobierno conservador, que sólo le autorizó para “oír” a Delcassé. Situado en una “pasividad sin eficacia”, debía limitarse a asistir a una “especie de soliloquio” del ministro de Asuntos Exteriores francés. El error de Silvela en 1900, como el de Abárzuza luego, fue pensar que Inglaterra y Francia no se reconciliarían, tras su enfrentamiento en el verano de 1898. Entonces, León y Castillo advirtió que “la cuestión de Marruecos se iba a resolver de un momento a otro con nosotros o sin nosotros, y en este caso, contra nosotros”10. Quizás Silvela, entonces, como en 1903, esperaba a que esa reconciliación llegara, fuera realidad. La situación se aclaró en 1901, cuando ya el partido conservador no estaba en el poder. Es verdad que hubo movimientos en favor de la expansión de España en Marruecos, en los que participaron personas de todas las tendencias, pero todos creían que era un ideal que debería aplazarse. Hasta 1901, Delcassé no creyó llegado el momento de alterar ese statu quo Podría hacerse por la conquista o por el protectorado. Lo primero era una lucha de Estados contra pueblos, en la que éstos siempre salen victoriosos. Lo segundo suponía asumir parte de la soberanía y planteaba el problema de descubrir quien la poseía en Marruecos. Pese a estos dos obstáculos, Delcassé trazó su plan: desinteresar a Italia y a Alemania y firmar con España un tratado de conquista para el reparto de Marruecos. La solución convenía al Reino Unido, principal avalista del statu
9 “Sobre la libertad religiosa fúndase la libertad política, sobre la tiranía de la conciencia fúndase la tiranía de la fuerza”. Morote considera a los “bizkaitarras” más “una extravagancia antipatriótica que un partido”, La moral de la derrota (1900), edición de J.-S. Pérez Garzón, Madrid 1997, 92 y 135. 10 Memorias del embajador de España en París, recogido en José María Campoamor, La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900-1904), Madrid 1951, 128.
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quo. De ese modo quedaba resuelto para Europa el problema marroquí. A Italia se le dejaba Tripolitania. Quedaba pendiente que Alemania aceptara la propuesta11. Al hilo de estas palabras de Gabriel Maura en diciembre de 1912, se puede resumir el recorrido de la política exterior tras el 98: la garantía territorial y el reparto de Marruecos, los dos puntos, “intrínsecamente” unidos. La primera alcanzaría una solución aceptable en 1907 “después de muchos tanteos e indecisiones”. El reparto de Marruecos sería objeto de negociaciones y acuerdos que no se lograron hasta llegar al tratado ratificado el 2 de abril 191312. Varios hechos anunciaban que en Francia existía una opinión decidida a extender su protectorado a todos los territorios bajo soberanía del Sultán de Marruecos. Incluso se sostenía que en su corte esta solución era bien vista. El primero de ellos, la ocupación de I-n-Salah, en el Sahara, una etapa en ese camino, porque era un avance hacia el sur. Respondía a demandas de los colonos franceses, que alegaban la necesidad de protección frente a los ataques de unas poblaciones belicosas. No le convenía a Italia, recordaba su embajador en París, alinearse con quienes defendían la integridad territorial de Marruecos, especialmente en aquellas zonas de contactos con Argelia. Las dificultades de Inglaterra en África del Sur y el miedo a que el esfuerzo exigido por la guerra contra los boers no fuera aprobado por la opinión eran el segundo dato. Italia no podía guardar silencio. No lo entenderían en Francia. No era correcta la idea de que los italianos no tenían amigos que les ayudaran eficazmente para defender sus intereses13. Barrère aseguró, en sus palabras a la colonia francesa en Roma con motivo del año nuevo, que su gobierno había dado garantías al italiano tras la firma de los acuerdos del 21 de marzo de 1899. En octubre, antes de regresar a Roma, Barrère dijo a Tornielli que la cuestión de Tripolitania estaba ligada a la postura de Italia sobre Marruecos. Era normal que el gobierno necesitase tiempo para enviar instrucciones al embajador en París. Ese retraso había jugado contra Italia. Ahora existía un Gabriel Maura Gamazo, El convenio entre Francia y España relativo a Marruecos. Discurso pronunciado en el Congreso de los Diputados el día 12 de diciembre de 1912, Madrid 1912, 8-10. 12 Antonio Niño, “La superación del aislamiento español tras el “desastre”. 1898-1907”: Portugal y España en la crisis de entresiglos (1890-1918), Centro Asociado de la UNED, Mérida 2000, 209. 13 “…questa opinione che si è venuta formando intorno a noi, è la principale causa della nostra debolezza e della poca efficacia della nostra azione diplomatica”. 11
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hecho consumado: la ocupación de I-n-Salah. Podría Italia perder una buena ocasión para realizar sus planes en el norte de África14. No era fácil la situación del gobierno Louis Pelloux15. La incertidumbre política hizo que Visconti Venosta tardara en responder a la urgente demanda de instrucciones que le hizo Tornielli. El ministro justificaba así el ritmo de las conversaciones con Francia sobre Tripolitania y Marruecos. Camille Barrère dijo desde el primer momento que la negociación sobre el hinterland de Tripolitania, después de la convención anglo-francesa del 21 de marzo de 1899, se situaba no en un plazo inmediato, sino en el terreno de las previsiones. Los acuerdos sobre límites en el Mar Rojo dejaban abierta la vía para “otras cuestiones”, según le anunció entonces Barrère. Se pensaba que había tiempo por delante. Francia ofrecía garantías de paz: no suscitaría cuestiones que la pusieran en peligro. Esa declaración de intenciones se concretó en la aceptación de las demandas de Italia en el norte de África, pidiendo reciprocidad en cuanto a Marruecos. Italia no tenía aquí intereses. Francia deseaba extender su influencia allí, dejando a salvo Tánger y las posesiones españolas. Dejaba claro que, en caso de tener que intervenir en Marruecos para defender su frontera en Argelia, respetaría estas dos condiciones. En Tripolitania: libertad comercial en las rutas del interior, respeto del statu quo, incluyendo Cirineica, la región oriental de la actual Libia, y no oposición a una acción de Italia para asegurarse su influencia en estos territorios. La contrapartida, la no oposición de Italia a la acción de Francia para extender su influencia en Marruecos. La conversación, “cordiale e absolutamente segreta”, según Visconti Venosta, suponía que los intereses de los dos gobiernos no eran opuestos. La afirmación era un hecho nuevo en la política exterior italiana. Desde hacía años, formaba con España y el Reino Unido una entente frente a Francia. ¿Qué había sucedido? Las declaraciones de Francia suponían que sus planes sobre Marruecos no eran una etapa para controlar todo el sur del Mediterráneo, ganando una hegemonía que Italia juzgaba un peligro16. Ahora, decía 14
Riservato 75/34 Tornielli-Visconti, ASD CV 25/1 30-31 y DDI III/3 Roma 1962 234-
236. 15 Paolo Carusi, “I governi Pelloux, Sonnino e le elezioni del Giugno 1900”, Rassegna Storia del Risorgimento XC/III (2003) 415-446. 16 Visconti Venosta no menciona el otro factor de temor: el uso que Francia hacía de la cuestión romana, manteniendo, frente a quienes pedían lo contrario en el debate anual sobre el presupuesto de Asuntos Exteriores, la embajada ante la Santa Sede y unas relaciones privilegiadas con León XIII, sobre todo tras el nombramiento del cardenal Rampolla como Secretario de Estado. Vid. C. Crispolti y Gu. Aureli, La politica di Leone XIII da Luigi Galimberti
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Visconti Venosta, “la situazione muta d’aspetto”. Los intereses italianos en Marruecos, garantizada la ciudad de Tánger, eran menores. Marruecos era la compensación natural para Francia. ¿Iba muy allá la política italiana? No. Visconti Venosta aceptaba esta propuesta por dos motivos. Primero, por su contenido: a nada comprometía, porque afectaba al futuro. Como creían los ingleses, los amigos son para las ocasiones. No se necesitan antes. Segundo, por el procedimiento: era un acuerdo bilateral y secreto. Queriendo tranquilizar su posición, el ministro italiano creía entender que la “influencia francesa, con la mención expresa a Tánger, se limitaría al interior de Marruecos, dejando las cosas tal como estaban en las zonas de costa17. Sobre este punto había que recibir explicaciones de Francia y conocer la postura alemana18. Los dos datos permitían saber “il grado di libertà di azione que noi potremmo avere”19. Tras recibir esta respuesta, resumió de nuevo Tornielli la trayectoria de las relaciones con Francia. Había tres etapas: La primera se inicia en marzo de 1897. Había entonces dos asuntos pendientes. Uno, los límites en Eritrea. Francia se adhirió a lo convenido antes por Italia y el Reino Unido. Otro, Tripolitania y Cirenaica. La ocupación francesa pondría en marcha un casus foederis dentro de la Triple Alianza a favor de Italia, pero se limitaría a lo que era un vilayato otomano desde 1835, dejando fuera el hinterland, según quedó convenido en 1891. En unas circunstancias en que Alemania deseaba conservar relaciones tranquilas con Francia, una declaración franco-italiana iría necesariamente en la misma dirección. Abre la segunda fase la convención franco-inglesa, del 21 marzo 1899, con las concesiones que Londres hizo a Francia en el a Mariano Rampolla, Roma 1912. Esta orientación, puesta en crisis después de 1904, la reanudaría Benedicto XV, restableciendo las buenas relaciones con Francia. Lo previó Umberto Benigni en septiembre de 1914 con su el responsable de su organización en el sur de Italia, Gennaro Magi. ASV Fondo Benigni caja 39 documento 5405 p. 231. En un momento de tensión con Francia, la Santa Sede, a través de L’Osservatore Romano, se manifestó a favor de los boers y contra los ingleses. Una información sobre la reacción de la opinión inglesa y de los católicos ingleses, 100 De Renzis-Visconti Venosta, 28 febrero 1900, DDI III/3 Roma 1962, 257-258. 17 Barrère le dijo que sobre este punto desconocía los planes de su gobierno. Visconti Venosta respondió: entonces, ya seguiremos la conversación. Era lo mejor para Italia: mantener una puerta abierta sin formalizar compromisos. Porque “bisognerebbe che i fatti fossero tali da giustificare la decisione dell’Italia”. 18 Para Salisbury la costa de Marruecos era intangible. 331/187 F. de Renzis-Visconti Venosta, 1 mayo, DDS XL/11 59-60. Mantuvo Salisbury esa posición en la entrevista que tuvo con el embajador el 15 de mayo. 368/209 F. de Renzis-Visconti Venosta, 16 mayo, ib. 73. 19 Lp Visconti-Tornielli, 18 febrero y 8 marzo 1900, ASD CV 25/1 31 y DDI III/3... 254256 y 259-266.
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norte y en el este del lago Chad. Delcassé manifestó que se respetaba la integridad de Tripolitania y la libertad de las vías comerciales. Era una declaración que estaba dispuesto a hacer al gobierno italiano, pero que debería permanecer secreta. Meses más tarde, en octubre 1899, se entra en el tercer momento en Roma. Informó de ella Barrère a Tornielli en París antes de regresar a su puesto. Marruecos había recibido de Europa una garantía sobre su integridad territorial. Para Tornielli en nada atacaba a los compromisos de Italia con sus aliados el manifestar que no tenía intereses en Marruecos20. Además de los cambios producidos en la política internacional de Berlín, había que contar con el debilitamiento de la posición internacional de Inglaterra. Las vacilaciones de Italia llevaron a trasladar a Roma el escenario de la negociación. Delcassé no quería choques con el Reino Unido en África. Aunque la política exterior tiende a la continuidad, nada puede asegurar que su sucesor la prosiguiera. Sin entrar en el valor económico de Tripolitania, Tornielli afirmaba el impacto que tenía en la opinión la idea de que su posesión era una justa compensación por otros quebrantos que Italia venía sufriendo en África en los últimos años. A ello no se opondría Alemania, cuya política ya no era la de tiempos de Bismarck21. En lo que Tornielli considera un apéndice a su carta, comunicó a Visconti que las palabras de Barrère en Roma no se correspondían con lo que decía Delcassé en París. Este había afirmado que la acción de Francia en el Tuat no iría más allá de lo que era tolerable para las otras potencias. No debía olvidarse que, en la medida en que Francia iba hacia delante en sus planes, se rebajaba el valor de unos compromisos firmes con Italia. Eso afectaba directamente Tripolitania22. No había reciprocidad en una declaración mutua de desinterés. Mientras que Italia quedaba con las manos libres en Tripolitania, Francia tenía que verse en Marruecos con los intereses de Inglaterra, España y Alemania. Los beneficios para Francia quedaban sometidos a una serie de acuerdos aleatorios y previsiblemente difíciles. 20 El embajador, respondiendo a la invitación de Visconti Venosta: expresaba sus dudas sobre el cumplimiento de sus deberes por parte de los otros dos miembros de la Triple Alianza, en el casus foederis de que Francia ocupase Tripolitania. Como argumento: la diversificación de alianzas patrocinada por Guillermo II complicaba el planteamiento simple y claro de la política exterior de Bismarck 21 La respuesta Lp 33 Tornielli-Visconti, 8 marzo, ib. 33 y DDI III/3 259-266. 22 Los franceses se habían gastado mucho dinero en convertir Bizerta en una gran base militar. Habían errado los expertos ingleses no dando importancia a ese puerto. Lp TornielliVisconti, 10 abril 1900, ib. 269-270.
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La concesión de Tripolitania a Italia suponía dejar el flanco oriental de Argelia a merced de la Triple Alianza, en tanto que la presencia francesa en Marruecos no amenazaba a Italia. Con todo se aceptaba que Italia podría chocar con la resistencia de Turquía. Había además el riesgo de una reacción europea. Rusia se mantendría neutral. Para ganarse la inhibición de los imperios centrales y la de Reino Unido le bastaría reforzar sus lazos con la Triple Alianza y los que la unían a la política inglesa. La conclusión era poco alentadora para Francia. Todos estos hechos serían “un motif impérieux de persévérer, tout ou moins, dans des accords en dernier ressort, dirigés contre nous”23. Siendo razonable esta deducción, olvidaba que los ingleses presionaban en esos momentos en Roma contra Francia. Era necesario conservar el mismo grado de confianza y de buena voluntad que hasta entonces había presidido las relaciones entre los dos países24. Era normal asimismo que Visconti no deseara renunciar a Marruecos, pues era su prenda para buscar una compensación en Tripolitania25. La negociación se aplazó hasta diciembre26. ¿Era un buen arreglo dejar manos libres a Francia en Marruecos y para Italia, como prenda, Tripolitania? Si Francia se lanzase sobre Tripolitania, a Italia sólo le quedaba resignarse ante un ataque a sus derechos o entrar en guerra. Como había indicado en octubre de 1899, Tornielli creía que la política de alianzas no fijas hecha por Guillermo II convertía a Alemania en una incógnita. La nueva situación internacional no estaba prevista en los pactos de la Triple Alianza. Un elemento nuevo era la aparición en Asia de Estados Unidos y Japón como dos grandes potencias. Las relaciones de Francia con el Reino Unido se movían en la contradicción de mantener la paz y la necesidad de armarse para disuadir a los sectores de Inglaterra que no la querían. Tornielli creía que los conflictos coloniales se resolverían en una guerra europea. Italia ¿se inclinaría hacia Francia? ¿Seguiría al lado de Inglaterra como hasta entonces? La respuesta dependía de lo que se juzgase mejor en Marruecos. El embajador en París recordaba que “l’Italia ed i paesi che si valgono dei suoi porti mediterranei hanno un innegabile interesse a mantenere libere le bocche del nostro unico mare. Per noi questo interesse è da considerarvi come vitale”. No podían dejarse Suez y Gibraltar en manos de una misma potencia.
23 Notas del Director de Política del Ministerio, 24 enero y 11 febrero 1900, AAE CP NS Italie 15 107 y 120. 24 Tc 28 Barrère-Delcassé, 2 marzo, ib. 121. Sobre la atención con que se seguían en Italia las relaciones entre París y Londres, 46, 15 marzo, ib. 129-131. 25 Tc 106 y 109 Barrère-Delcassé, 15 y 17 julio, ib. 172 y 176. 26 Tc 180 Barrère-Delcassé, 29 diciembre, ib. 198.
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Así las cosas, había que considerar la demanda francesa de que Italia no insistiera en Berlín y Londres a favor de la integridad territorial de Marruecos. ¿Convenía un acuerdo secreto con Francia? Tornielli estaba a favor. Estos eran sus dos argumentos. El Reino Unido estaba desprestigiado e Italia nada había conseguido defendiendo la integridad territorial de Marruecos. Mirando hacia el futuro, la presencia italiana en Tripolitania tenía como precio la expansión francesa en África y era, a la vez, una compensación por ella. Se entraba en el examen de la libertad que tenía Italia respecto a la Triple Alianza y a Inglaterra. En todo caso, podía esperarse que la abstención italiana en relación con los planes franceses en Marruecos favoreciera sus aspiraciones en Tripolitania y supondría un reconocimiento expreso de su posición en Somalia. Era la hora de la verdad27.
2. La hora de la verdad En la primavera de 1900 llegaba la hora de la verdad para España: una crisis política, movimientos en las relaciones entre las potencias europea, inquietud por el futuro de Marruecos, donde se sospechaba que España había llegado a un acuerdo con Francia, que no consentirían el Reino Unido ni Italia, mientras ésta no viera satisfechas sus aspiraciones en Tripolitania y Cirineica. Los acuerdos del 21 de marzo habían creado al gobierno de Italia la necesidad de un arreglo con Francia. El 21 de febrero de 1900, el The Morning Post comentaba las acciones de Francia en Marruecos. Su estrategia de penetración discreta, similar a la de Rusia en el Turkestán, tocaba los intereses comerciales y políticos de Inglaterra. Los productos franceses irían sustituyendo a los ingleses. La penetración culminaría en una ocupación total. El diario anunciaba que Londres no consentiría una injerencia hostil ni que Rusia o Francia se apoderasen de Ceuta o de Tánger. Eso ponía en peligro “our power and influence in the Mediterranean”, controlado en su vertiente oriental por Rusia, y en la parte occidental por Francia. ¿Podrían entenderse estas observaciones como una forma de dejar manos libres a Francia en Marruecos, si aseguraba la libertad comercial y renunciaba a la posesión de Ceuta y de Tánger? 28. ¿Qué valor tendría para Había llegado a esa conclusión tras una conversación con Delcassé: los intereses de Francia en Marruecos afectaban a los de Italia en Tripolitania. 2330/1029 Tornielli-Visconti, 11 octubre 1900, ASD CV 25/1 44. 28 Radowitz, al día siguiente de firmarse el acuerdo franco-británico sobre Marruecos, el 9 de abril de 1904, comentó a Jules Cambon, su colega en Madrid, que Alemania sólo desea27
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Francia el dominio de Marruecos con esas dos limitaciones? De momento parecía deducirse que los franceses podrían seguir avanzando hacia Igli29. Esta conclusión la aprobaba la opinión francesa30. ¿Bastaba a España como garantía la tutela de Ceuta por el Reino Unido? Desde hacía años, quizás como alternativa al “pacto de familia”, el último firmado por Carlos III y Luis XV en 1761 y que pese a su fracaso presidió la política exterior de España en el último tercio del XVIII31, se creía que no convenía a España tener a Francia también en su frontera sur. En marzo, Joaquín Costa continuaba su campaña contra los políticos. Se necesitaba una revolución, que incrementara la riqueza del país y rebajara el coste de la vida, trajera una organización política y administrativa más simple, pagara a las clases “desvalidas y menesterosas” la deuda de sangre mediante instituciones nuevas, rebaja en los consumos, huertos comunales, supresión de la venta de las tierras concejiles, apertura de caminos rurales que dieran trabajo a los repatriados, previsión social y pensiones, y supresión del servicio militar obligatorio”. Había que llevar a la Gaceta “las obras de misericordia”. Era obligado acabar con el caciquismo asentando sólidamente la libertad ciudadana y terminar con lo que llamaba “la africanización”, renovando hasta la raíz las instituciones docentes, si se quería que España fuera un país europeo32.
ba la garantía de la libertad comercial “mais nous voulons avoir toute sûreté sur ce point”. 62 Jules Cambon-Delcssé, 9 abril 1904, DDF II/5, Imprimerie Nationale, París 1934, 5. 29 55 Paul Cambon-Delcassé, 22 febrero 1900, AAE CP NS Maroc 1 208-209 Para la reacción del Maghzen ante la ocupación de I-n-Salah, 31 M. de la Martinière-Delcassé, Tánger 5 abril, AAE CP NS Maroc 1 216-218. 30 Controlando Francia desde Túnez a Mogador, los ingleses sólo le exigirían que Tánger no cayera en manos de una gran Potencia, que pudiera controlar el acceso al Mediterráneo. Esta ciudad debería ser inglesa o española. Si la deseaba España, se tenía una buena base para un acuerdo. “An understanding with France”: Spectator, july 19, 1902, 73-74, una traducción de este artículo, AAE CP NS Maroc 2 174. El artículo fue resumido en “L’entente de l’Angleterre avec la France d’après le “Spectator””: Le Temps, 21 juillet. Delcassé quiso conocer el nombre del autor de este trabajo. Dadas las relacions de Edward Straskey, su director, con Joseph Chamberlain, podría deducirse que estas ideas no eran mal vistas por el secretario de Colonias. 201 Geoffray-Delcassé, 31 agosto, AAE CP NS Maroc 2 190-191. 31 José María Jover, España en la política internacional. Siglos XVIII-XX, Marcial Pons, Madrid 1999 106 y 135-136 y “La diplomacia de la Ilustración” (pp. 85-110), conferencia pronunciada en la Escuela Diplomática, 30 noviembre 1987, recogida en La monarquía española en la historia de las relaciones internacionales, Escuela Diplomática, Madrid 1988, 101-133. 32 Costa pedía una revolución “interior y exterior, sustantiva. Desde dentro y desde arriba”. “Quiénes deben gobernar después de la catástrofe nacional”, Reconstitución y europeización de España y otros escritos”, Madrid 1981, 215-219 y 241.
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Por esos días se dijo que los carlistas, en inteligencia con los catalanistas, preparaban un levantamiento. No estaba confirmada la adhesión de algunos militares. Tenía el partido el apoyo del clero, especialmente en Barcelona, donde contaba con el del obispo, José Morgades, que “si no hace, deja hacer a conciencia de lo que puede suceder”33. Los carlistas y los católicos que estaban con ellos mantenía su estrategia del mal mayor34: desde la anarquía hasta la victoria de Don Carlos. Su solución, “gobernar para el país y para la monarquía, sin hacer caso de los partidos, de los políticos, del Parlamento”35. Estas dos tomas de posición revelan un clima poco propicio para razonar sobre política exterior, un terreno siempre complejo y amenazante entonces. Cuando el gobierno de la República de Sudáfrica pidió la mediación amistosa de ocho potencias europeas y de los Estados Unidos, Guillermo II dejó caer en San Petersburgo su desconfianza hacia Francia, solicitando que esa mediación se realizara llegando antes a un acuerdo entre las potencias: respetar durante un tiempo la integridad de sus territorios. Era una demanda inoportuna. Nada tenía que ver con la mediación amistosa y proponía un asunto que debería tratarse en un congreso internacional. Ese gesto mostraba las intenciones de Berlín respecto a un acercamiento a Francia36. Incluso para Alemania era importante obtener una garantía territorial en Europa. No era un fantasma quien hacía temer por la de España. Silvela continuaba sus reformas administrativas y financieras, con una política de rigor presupuestario, aunque hubo de hacer algunas concesiones, que no la ponían en peligro. Consolidaba su autoridad dentro de los conservadores, donde nadie era capaz de impedir la realización de un plan financiero serio, bajo la dirección de Raimundo Fernández Villaverde, ministro de Hacienda37. La crisis del 18 de abril reforzó su posición como presidente 33 Sobre el obispo y su conflicto con el gobierno, “Santa Sede y catalanismo. El Vaticano y el obispo Morgades (1900)”, en Analecta Sacra Tarraconensia 60 (1987) 159-218 34 Se popularizó esta estrategia con la fórmula de Vicente Manterola, “Don Carlos o el Petróleo”. Vid. Vicente Garmendia, Vicente Manterola : canónigo, diputado y conspirador carlista... Institución “Sancho el Sabio”, Vitoria 1975. 35 En un informe, de L. S., mecanografiado, se menciona el peligro de contagio del regionalismo catalán en Baleares y Canarias, la cooperación de los industriales catalanes, que se entendían con los carlistas, la falta de sentido nacional de los obreros, influidos por el internacionalismo socialista. AGP 7/6. Informes sobre las actividades de Tirso Olazábal y su yerno Julio Urquijo en 1901 preparando una insurrección y distribuyendo armas en la zona fronteriza. AGP 13139/4. 36 Dc Delcassé-Noailles y dc Noailles-Delcassé, 26 y 29 mars 1900, DDF I/16, París 1959, 172-173 y 177. 37 Reivindicó el éxito de ese programa, “Los dos caminos”, El Diario de la Coruña, 1 agosto 1902, en Artículos, discursos, conferencias y cartas, notas de Félix de Llanos y Torri-
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del consejo. Asumió el ministerio de Marina. Suprimió el ministerio de Fomento y creó los de Instrucción Pública y Bellas Artes, confiado a Antonio García Alix, y el de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas, del que se encargó Rafael Gasset, director de El Imparcial. Nombró ministro de Estado a Ventura García Sancho, marqués de Aguilar de Campóo. Fue enérgico ante quienes no respetaban la ley, negándose a pagar los impuestos, Deseaba que nada deteriorara el crédito de España en el exterior38. El partido conservador iniciaba un rumbo nuevo. Era Silvela respetado dentro de su partido y temido en el liberal, que sufrió la disidencia de los seguidores de Germán Gamazo, numerosos en Andalucía. Maura pronunció un discurso en Sevilla. Crecía su figura frente a la de Moret39. Un acercamiento a Silvela tendría su lógica. Coincidía con él en la necesidad de hacer respetar la ley40, como lo hizo Silvela frente a la Unión Nacional, que buscaba derribar al gobierno conservador por una vía fuera de la ley y de los usos constitucionales41. Silvela era un liberal42. En crisis el gobierno italiano, presidido por el general Pelloux, con la perspectiva de una disolución de la Cámara, no podría negociarse con Visconti Venosta, ministro de Exteriores. En esos momentos Tornielli, informó a su gobierno que había buenas perspectivas en las relaciones con Francia a propósito de Tripolitania y de Marruecos. El embajador inglés en Roma buscaba estropear ese clima de confianza43. El diputado de la Sarthe, d’Estournelles de Constant, durante varios años destinado a la embajada en Londres, fue invitado esos días por los Lores Mayores de las ciudades principales del Reino Unido a un banquete que
glia, tomo III: comprende desde el final de la regencia hasta los primeros años de la mayoridad de Alfonso XIII), Madrid 1923, 199. 38 La admiración de Jules Patenôtre y de Pasteur hacia Silvela a lo largo de esta crisis, 50, 54 y 53 Patenôtre-Delcassé, 5, 19 y 27 abril, AAE NS Espagne 1 347-349, 351-354 y 355-357. 39 54 Patenôtre-Delcassé, 28 abril, ib. 358-361. 40 Sobre este momento en la biografía de Maura y su posterior acuerdo con Silvela, tras la muerte de Gamazo en 1901, Antonio Maura, un político liberal, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1995 109-142. 41 El embajador de Francia, cuya simpatía con Silvela era innegable e interesada, lo comentó. 60, 68, 72 y 78, Patenôtre-Delcassé, 11 de mayo y 1, 9 y 23 junio, AAE NS Espagne 1 363-365, 375-379, 380 y 390-391. 42 El embajador francés no quería que se engañara la opinión en su país por la declaración del estado de guerra ante la huelga promovida por la Unión Nacional. Recordaba que Sagasta fue mucho más severo para reprimir las manifestaciones tumultuosas que, casi a diario tenían lugar en Madrid 77 Patenôtre-Delcassé, 22 junio, AAE NS Espagne 1 388. 43 Lp Camille Barrère-Delcassé, Rome 30 mars 1900. Cinco días antes, en un telegrama, advertía que Londres vigilaba la política francesa en Marruecos, DDF I/16…-178-179.
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tuvo lugar en Londres el 30 de marzo. En sus palabras dijo que siempre habría problemas entre ingleses y franceses, porque los dos Estados tenían muchos puntos de contacto en todo el mundo. Los intereses a veces suelen chocar. Pero salvo los nacionalistas de uno y otro país, nadie tenía sentimientos hostiles hacia el otro. Este acto y las palabras pronunciadas en él revelaban que la distensión entre los dos países se consolidaba. Había, según Paul Cambon tres motivos. El primero, el cansancio por la guerra contra lo boers. No pensaba ceder Inglaterra. Pero esta guerra costosa quitaba las ganas de abrir un conflicto nuevo. El segundo, la convicción por parte de los hombres de negocios de ambos países. Un conflicto franco-inglés beneficiaría a los alemanes. Y finalmente, el efecto disuasorio de la decisión del gobierno francés de defender sus costas y sus colonias44. El 30 de marzo y el 5 de abril los franceses tuvieron noticias de la ocupación de In-Rahr, necesaria tras la de In-S-Alah, y de la ocupación de Igli. Una vez más Delcassé justificó la acción francesa asegurando que en nada afectaba a la integridad territorial de Marruecos. Ed. J. Monson, embajador inglés en París, estaba satisfecho de la orientación del ministerio francés, que aseguraba relaciones amistosas con su país. Fernando León y Castillo no tenía motivo para no aceptar como válida la versión según a cual la soberanía de Marruecos ni se extiende ni se extendió jamás a esos territorios ahora bajo control francés. El embajador español venía sosteniendo que la autoridad del Sultán era efectiva apenas en algunas ciudades. Pueden alegarse sus derechos, pero no tiene capacidad para ejercerlos y hacerlos respetar. Lo mismo que sucedía en el interior pasaba también en la región del Rif. Las reticencias de los gobiernos europeos a la expansión francesa en el centro de África y en el sur de Marruecos habían desaparecido. Todo parecía confirmar un comentario que apuntaba a un acuerdo entre Francia y España. Aunque no había pruebas, el modo de expresarse del embajador español parecía aludir a un posible reparto: el interior para Francia y para España las zonas circunstantes a sus posesiones en la costa45.
Viva aún la emoción por la humillación de Fachoda, Paul Cambon juzga esta postura enérgica el factor decisivo para modificar el comportamiento de los ingleses. “Sans nous montrer agressifs, sachons faire entendre qu’on trouverait à qui parler, si l’on prétendait nous imposer quelque nouvelle humiliation, et nous trouverons des égards auxquels nous avons droit”. 95 Paul Cambon-Delcassé, Londres 2 abril 1900, DDF I/16 180-182. 45 812/390 Tornielli-Visconti Venosta, 10 abril, ASD DDS XL/11 39-40. El apoyo de Italia a España en Marruecos, sobre la base de que ambas estaban por el statu quo, 17673/54 y 17676/13 Visconti Venosta-L. Collobiano y G. Malmusi, 28 abril, ib. 51 y 53. 44
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La prensa inglesa afirmó que existía un completo acuerdo entre España y Francia sobre Marruecos. Había preparativos militares que hacían sospechar que no se descartaba una guerra si Marruecos ofrecía resistencia a quienes habían violado sus fronteras46. El ministro de Estado juzgaba inevitable la ocupación de los oasis del Tuat y de Tidikelt. Si la inestabilidad en el Tafilet se lo permitía, los franceses podrían invadir también en aquella zona47. ¿Estaban adquiriendo las operaciones militares francesas en el norte e África un alcance que iba más allá de los objetivos del gobierno? Algunas gacetillas, escritas por oficiales que participaban en ellas se caracterizaban por la crítica a la falta de energía de los políticos en los asuntos de Marruecos. Las declaraciones de Delcassé no estaban siendo desmentidas por los hechos. Francia no atacaría Marruecos ni violaría su integridad territorial. El nuevo gobernador de Argelia había impuesto una pausa en las acciones militares en el sur de Orán, ganándose la antipatía de los que deseaban ocupar Figuig. Mientras se producía un relevo en las guarniciones, el general Servières fue atacado en Timimun por los beréberes. Hubo expediciones de represalia, pero el 15 de marzo se ordenó que las tropas regresaran y el gobierno por medio de la agencia Havas dijo que el fin de esas acciones fue proteger a las tribus argelinas atacadas por sus vecinas de Marruecos. Ni la opinión pública ni la decisión política sostendrían una incursión en Marruecos, especialmente costosa para Francia48. Marruecos era para Italia un asunto mediterráneo, donde tenía intereses importantes. Quiso el embajador en Londres saber de quién había partido la iniciativa de un acuerdo entre Francia y Marruecos que sancionara la ocupación del Tuat. Fue del gran visir, a quien Salisbuy respondió que su gobierno no estaba en condiciones de asumir en solitario el compromiso de asegurar el acuerdo. Salisbury afirmó que la costa de Marruecos era intangible, pero, según Francesco De Renzis, Francia estaba acostumbrada a no detenerse a medio camino. Existía el precedente de Túnez. No obstante, Salisbury ordenó a su ministro en Tánger que se mantuviera en contacto con sus colegas de España e Italia, pues las dos naciones compartían con Inglaterra el deseo de que todo siguiera igual en Marruecos. La actitud era de expectación vigilante. Los ingleses de momento nada harían49. 990/464 Tornielli-Visconti Venosta, 6 mayo, ib. 61. El marqués de Aguilar de Campóo, como su antecesor Silvela, parecían resignados. España nada podía hacer para evitar la acción de Francia 388/120 L. de Collobiano-Visconti Venosta, 22 mayo, ib. 69. 48 881/451 Tornielli-Visconti Venosta, 23 abril, ASD DDS XL/11 33-34. 49 331/187 F. de Renzis-Visconti Venosta, 1 mayo,ib. 59-60. Mantuvo Salisbury esa posición en la entrevista que tuvo con el embajador el 15 de mayo. 368/209 F. de Renzis-Visconti Venosta, 16 mayo, ib. 73. 46
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Buenaventura Abárzuza preguntó en el senado al ministro de Estado sobre la política española en Marruecos. Silvela dijo que la opinión era unánime en conservar el statu quo. Esta política no hallaba dificultades en ese momento. El movimiento del ejército francés en la frontera de Argelia con Marruecos se hacía con consentimiento del Sultán. No afectaba, pues, a la independencia de aquel Imperio. Los hechos no se relacionaban con los intereses de España en aquella zona50. Delcassé explicó al embajador de España en París las razones por las que su país había ocupado una serie de puntos, que asegurasen la protección del ferrocarril a Tombuctú, sin violar el territorio de Marruecos. Una campaña contra este país se haría desde el norte. Delcassé, al comentar esa explicación ante el embajador italianos el 9 de mayo, afirmó además que toda la política de su país en el Tuat era pública. La había expuesto ante los diputados franceses. Desmentía los rumores sobre un acuerdo con España. Lo mismo dijo León y Castillo a Tornielli. Esas coincidencias en cuanto al tono y el momento debían significar algo51. El gobierno español negó también la existencia de acuerdos secretos con Francia52. Italia aceptaba la versión de Delcassé. Había una crisis interior en Marruecos resuelta con la recuperación de la autoridad del Sultán y el funcionamiento de su administración sobre el territorio. El bloqueo parlamentario que sufría el ministerio de Pelloux y la división entre los ministros desencadenó la crisis parcial que se resolvió con la dimisión de Pelloux sustituido por G. Saracco, que mantuvo a Visconti Venosta53. En la respuesta al discurso de la Corona, la Cámara habló de la “eficacia delle nostre alleanze” y de tutela de los intereses nacionales “con quella fermezza e dignità che possono conciliarsi con la più oculata prudenza”. El Senado destacó que las alianzas proporcionan seguridad, “ma non possiamo restare impunemente fra essi inerti spettatori degli avvenimenti, sebbene dobbiamo partecipare all’opera loro, dovunque lo esiga l’impulso della civiltà congiunto coll’interesse nazionale”54
201/67 Collobiano-Visconti, 23 marzo 1900, ASD SP P 73. 1107/524 Tornielli-Visconti Venosta, 22 mayo 1900, ASD DDS XL/11 2102 75-76. 52 Silvela se lo dijo al embajador inglés. La Época publicó que estaba autorizada para desautorizar los rumores sobre ese acuerdo. t. y 499/162 Collobiano-Visconti Venosta, 4 y 6 junio 1900, ASD DDS XL/11 97 y 111. 53 72 77 y 83 Dupuy de Lome-marqués de Aguilar de Campóo , 14, 18 y 26 junio, AMAE H 1622 54 Camera dei Deputati 1-A. Risposta al discorso della Corona, Legislatura XXI, sessione 1900, seduta 1º luglio 1900. Senato del Regno,Indirizzo in rispota al Discorso della Corona, Legilastura XXI, 1ª sessione, 1-A, senza data. 50 51
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3. Alemania: nueva fase en su política exterior A finales de marzo de 1900, Visconti Venosta expresó al embajador francés su deseo de dar carácter oficial a la negociación sobre el norte de África y buscar en común la forma que debería adoptar ese compromiso. Delcassé se mostró conforme. El punto de partida podría ser la Convención del 21 de marzo de 189955. Podría presentarse el posible acuerdo con Italia mediante la respuesta del ministro de Exteriores francés a su embajador en Roma, declarando que la convención expresaba el criterio de su gobierno. Al mismo tiempo, se consignaría la voluntad de Francia de no interrumpir las relaciones comerciales de estas regiones con el Sur de África. Barrère lo notificaría al ministro de Exteriores italiano. Este, al responder a la carta del embajador, dejaría constancia de que los intereses italianos no se oponían a que Francia ejercitara en Marruecos los derechos inherentes a su vecindad. El procedimiento tenía dos ventajas: no implicaba obligación alguna y se ajustaba a los fines pacíficos de las dos partes, que estaban por el entendimiento y no por el antagonismo. Cuando Visconti quiso ir más adelante, previendo las contingencias que pudieran producirse en el Mediterráneo, Delcassé no lo siguió. Si Italia ocupara algún día Tripolitania, Francia mantendría intactos su derecho a oponerse. ¿Por qué esta reserva? Francia consentiría iniciar una acción en esa ribera del Mediterráneo a una potencia amiga, no ligada política y militarmente con otra que fuera enemiga suya. Pretendía así que Italia quedara libre en sus relaciones con Francia. Este era el punto crucial56. Visconti se limitó a insistir que en el Mediterráneo los intereses de ambos países eran conciliables57. La campaña sobre Tripolitania despertó sospechas en Londres. Los ingleses sabían que esa operación necesitaba un acuerdo con Francia. La Cirineica tenía una importancia estratégica para Egipto58.
55 En ella se fijaban los límites entre el África central y la Tripolitania y la frontera del Estado independiente del Congo. Texto francés e inglés como anexo a 61 Paul Cambon-Delcassé, 21 de marzo de 1898, DDF I/15, París 1959, 189-190. 56 Visconti “a compris que si l’Italie voulait s’engager dans une politique coloniale méditerranéenne, notre adhésion positive comportait de sa part l’assurance qu’elle éliminerait de ses alliances l’obligation d’être engagée contre nous à toute éventualité”. 57 Pocas semanas más tarde, el embajador en Roma transmitía una información sobre el compromiso adquirido por los firmantes de la Triple Alianza. Era defensiva. Italia y Alemania sólo actuarían juntas en caso de que las atacara Francia. Conf 90 Barrère-Delcassé, 8 junio 1900, ib. 258-259. 58 Visconti sabía que las alianzas no se rompen de un día para otro. Lp Barrère-Delcassé, 9 mai 1900, DDF I/16, 214-218.
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Visconti juzgaba necesario que Francia reconociera su “desinterés” respecto a Tripolitania. La convención del 21 de marzo del año anterior fijaba un límite de influencia para Francia, que estaba dispuesto a ampliar. No era mucho. En cuanto a la garantía pedida, Visconti subrayó que sólo sería posible el día en que todas las posiciones de cada una de las partes fueran amistosas. La Triple Alianza había cambiado de aspecto en los últimos años. La aproximación franco-italiana era otra novedad. “Mon désir profond est d’établir entre la France et l’Italie, dans la Méditerranée, un accord d’intérêt qui rende inutile la confirmation des assurances passées contre la France”. Si esta era la mejor solución, ¿por qué no avanzar hacia ella?59. Francia recelaba de su aliada. Rusia parecía acercarse a Alemania. La significativa presencia, con motivo de la mayoría de edad del Príncipe Imperial, de reyes y príncipes en Berlín, subrayaba su ausencia en la Exposición Universal de París. El gobierno francés lamentaba que nadie percibiera su oposición política frente al ascenso del nacionalismo60. Una de las consecuencias de las fiestas de Berlín fue cerrar la etapa anti-alemana del conde Thun. Francisco José y Guillermo II habían elogiado a Italia, el tercer socio. La prensa liberal de Viena y de Berlín había recogido esas palabras. No bastaban los gestos, si no mejoraba el tratamiento arancelario de los productos italianos. Muchos adversarios de la Triple Alianza en Italia argumentaban destacando las escasas ventajas económicas que proporcionaba. Si Nicolás II visitaba París, entonces la estancia del Emperador de Austria en Berlín tenía un alcance mayor61. El 14 de abril de 1900 Delcassé ordenaba a Montebello, el embajador en San Petersburgo, que informara al conde Muraviev que el viaje de Francisco José a Alemania tenía como objetivo renovar los acuerdos existentes desde 1879. Se incluiría como casus belli cualquier modificación en los Balcanes que fuera contra los intereses de Austria62.
59 Para el embajador francés en Roma esta reflexión suponía que la idea de unir el acuerdo en el Mediterráneo con el tema de las alianzas estaba ganando terreno. Lp Barrère-Delcassé, 21 mai, ib. 237-238. El relevo de Lanza di Busca en Berlín para colocarlo junto al nuevo rey reforzaría la Triple Alianza, très conf. 157 Noailles-Delcassé, 28 mayo ib. 247-248. 60 El embajador Tornielli subrayaba que las relaciones de Francia con Italia tenían el soporte de los grandes intereses. Por eso la confianza entre los dos gobiernos beneficiaba a las “instituciones italianas”, es decir, frenaba a los republicanos. R. 473 Tornielli-Visconti Venosta, 6 mayo 1900, DDI III/ 3 Roma 1962 278-279. 61 594/269 Costantino Nigra-Visconti Venosta, Viena 6 mayo, ib. 279-280. 62 T 44 Delcassé-Montebello, 14 avril 1900. Los objetivos de este viaje desde el punto de vista de la política interior de Viena, 34 Reverseaux-Delcassé, 13 abril 1900, DDF I/16 195 y 193-194.
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La visita, según Guillermo II, marcaba una nueva época. La obra de Bismarck estaba concluida63. La Triple Alianza se creó para “monter la garde autour du nouvel Empire”. Las cosas eran distintas ahora. Alemania había crecido. Su fuerza expansiva se proyectaba sobre todo el mundo. Había que revisar aquel pacto, rejuveneciéndolo. Eso implicaba ampliar su condición de alianza continental. Lo estaba haciendo el emperador alemán, actuando como amigo de Turquía frente a Grecia, y tendiendo la mano a los ingleses en su guerra con los boers. Se pasaba, pues, de una política defensiva, patrocinada por Bismarck, a otra expansiva. Para suplir la carencia de una marina militar que protegiera el comercio alemán, necesitaba tener buenas relaciones con Reino Unido. Deseaba contar con Francia para poder utilizar a cada una frente a la otra. Con algún contratiempo, ese diseño de Guillermo II avanzaba, especialmente su aproximación a los ingleses64. Bulow insistía en la opción pacífica de Berlín65. Esa afirmación no podía ocultar que se había tocado el equilibrio europeo, es decir, la situación creada por la Triple Alianza y la alianza franco-rusa y la existencia de un Reino Unido neutral66. Si éste se situaba junto a Alemania las cosas cambiaban. Esto afectaba seriamente a Francia. “Trafalgar et Sedan se donnent la main”. Una potencia continental se une a otra marítima. Una vez más, Francia tendría que reforzar las defensas de sus colonias67. 63 Guillermo II calificó de histórica y mundial la jornada del 6 de mayo de 1900. Se habían entrevistado los cancilleres Bülow y Goluchowski. 64 El marqués de Noailles, embajador en Berlín, recordaba que ya en 1896, recién llegado a se puesto, cuando parecía que Guillermo II tenía pésimas relaciones con Inglaterra, un personaje que conocía muy bien al emperador, le dijo que este prefería tener como amigos a los ingleses. Citaba su despacho 219, 18 octubre 1896. 65 Aunque las palabras parecían traslucir un objetivo diferente, no era así. Guillermo II, según Montebello, buscaba “se rendre de plus en plus impénétrable”. Y esa política defensiva, llevada adelante con ambigüedad calculada para sortear los riesgos de un compromiso, tenía especial importancia para Francia. Quería que esta temiese siempre un acuerdo suyo con los ingleses. Muraviev y el general Kouropatkine aconsejaban a los franceses que, bajo ninguna circunstancia, contaran con el concurso de los alemanes. 17 Montebello-Delcassé, 17 febrero, ib. 122-123. 66 Para Francia era muy importante mantener la amistad con Rusia. Quería defenderla de cualquier equívoco. Y era consciente de que sus enemigos buscaban crear motivos de recelo en San Petersburgo. Delcassé hizo una seria advertencia el embajador en Constantinopla, por un comentario de éste poco favorable a Rusia. T 23 Delcassé-Constant, 16 mars 1900, ib. 162. La información sobre las palabras de Constants, Lp Montbello-Delcassé, 3 mars, ib. 139. Constant lo desmintió, t 27, 17 mars, ib. 163. La preocupación y el interés de la Santa Sede para mantener el contrapeso de la alianza franco-rusa frente a la Triple Alianza, 91 Nisard-Delcassé, Rome 16 mai 1900, ib. 228-230. 67 “L’Afrique ne doit pas faire oublier l’Asie. L’action anglaise y est suspendue depuis la guerre du Transvaal. Elle y reprendra sans doute bientôt”. Conf 137 Noailles-Delcassé, 12 mai 1900, ib. 223-226.
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Así las cosas, Visconti Venosta habló con Nélidov, embajador ruso en Roma, sobre las relaciones franco-italianas. Habían mejorado e irían a más. “C’était d’ailleurs l’objetif principal de sa politique”. Superados los malentendidos, aproximados los intereses, las cosas eran ya muy distintas. Italia no debería repetir errores. Uno de ellos, su enfrentamiento con Francia. No aceptar la necesidad de unas buenas relaciones entre los dos países era negar la realidad. Persistían recelos sobre la postura de Francia en el Mediterráneo, que se remontaba a la anexión de Túnez y a la construcción de la base naval de Bizerta. Pasado el tiempo, Italia aceptó los hechos consumados, creyendo que sus intereses podrían conciliarse con los de su vecina. Confiaba Visconti en la capacidad política de los ministros franceses, que entenderían el deseo de Italia de extenderse por la ribera sur del Mediterráneo. Los dos Estados hallarían un terreno para el acuerdo sobre este punto. Por su parte, no asumiría compromisos internacionales que, aun no siendo agresivos, contradijeran la amistad con Francia. Comentó que la alianza franco-rusa fue positiva. Contribuyó y lo seguía haciendo al mantenimiento de la paz. La Triple Alianza había perdido su carácter primigenio. En el marco de las dos alianzas europeas, cabía una amistad franco-italiana68. El 27 de junio se firmaba el acuerdo Francia-España sobre delimitación de zonas de influencia en la costa occidental de África, el único que había entre los dos países. Venía a culminar, según la agencia Havas “l’extension rationnelle de notre domaine colonial”. España había reducido su petición en el golfo de Guinea de 1000 a 300 kms. Fue una larga negociación, que se remontaba a bastantes años atrás. León y Castillo dijo al embajador italiano en París que nada había en relación a Francia que no estuviera expresado en el acuerdo firmado. Al permitir que Francia consiguiese la continuidad territorial en sus dominios africanos, España ¿habría recibido a cambio la promesa de que se respetaría a Marruecos? ¿Había, por el contrario, un acuerdo secreto de reparto de este país?69. Joaquín Costa calificó los 10 puntos de este acuerdo como una “liquidación”, tal como sucedió en Asia tras la derrota de Cavite y en América con la
68 Esta explicación tuvo como marco la despedida de Nélidov, que regresaba a San Petersburgo. Deseaba Visconti Venosta que transmitiera a Nicolás II la posición de Italia. Y Nélidov comunicó el contenido de esta conversación con el ministro de Exteriores a su colega francés. Conf 83 C. Barrère-Delcassé, 26 mai 1900, DDF I/16 25-246. La preocupación y el interés de la Santa Sede para mantener el contrapeso de la alianza franco-rusa frente a la Triple Alianza, 91 Nisard-Delcassé, Rome 16 mai 1900, ib. 228-230 69 1646/745 Tornielli-Visconti Venosta, 23 julio DS XL/11 113-114.
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destrucción de la escuadra en Santiago de Cuba. El título de marqués de Río Muni, creado a favor del embajador en París, era una frivolidad: perpetuaba el fracaso de España como potencia colonial. España había renunciado a poseer un espacio colonial. No necesitaba ni un ministerio de Ultramar, ni escuadra, ni política exterior70.
4. El escenario asiático: China y Filipinas La mejor réplica a esta simplificación de la realidad internacional puede ser un extenso informe sobre Asia del Delegado Apostólico en las Indias Orientales escrito en Roma en julio de 1900. La guerra de 1894-1895 con Japón supuso para China una crisis. La clase más culta entendió que la victoria de sus enemigos se debía a la europeización. Fue surgiendo un partido progresista, que creció especialmente en la China meridional. No había que engañarse: China tiene ya bastantes contactos con los europeos. Es imposible que continúe anclada en sus tradiciones seculares. Esta crisis tuvo una expresión política. El partido conservador vio en peligro su existencia. No existía en China una conciencia nacional. Por eso la defensa de sus tradiciones y de su cultura debía entenderse en claves de lucha por el poder. No siendo China un Estado con una tradición militar, a diferencia de Japón, su población inteligente, con ingenio, sobria y ahorrativa, le capacitaba para convertirse en una potencia comercial. Una primera señal: su expansión en todas las costas del Pacífico. Los chinos hacían competencia a los trabajadores de la otra población. Algunos países habían tenido que legislar para frenar la emigración china, pero sin conseguirlo. Esa penetración demográfica se completaría, en no mucho tiempo, con una hegemonía comercial en las colonias europeas en Asia, en Australia y en la América occidental. Todas las cualidades del chino se desarrollan cuando se encuentra en una sociedad que protege su trabajo y le asegura gozar de sus ganancias. No es difícil adivinar los problemas que plantearía a las potencias europeas su presencia en China y la forma como habían fijado sus zonas de in-
70 Este comentario de Joaquín Costa, en Fernando María Castiella y José María de Areilza, Reivindicaciones de España, Madrid 1941, 258-259. Llama la atención la coincidencia de los autores con esta tesis. Confirma la suya, antes citada, de que España vivió sometida a Francia.
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fluencia, cercanas unas a otras. Su distribución será causa de conflictos y podría desencadenar una guerra entre ellas. En el Norte aprovechará China la rivalidad entre Alemania, Rusia e Inglaterra. En el Sur, se beneficiará de la que existe entre ésta y Francia en su disputa por derivar hacia sus propios puertos el comercio. Si se planteara el reparto de China, ambas desearían poseer Cantón. Sobre esta ciudad ejerce su fascinación Hong-Kong, con la libertad comercial que goza. Por eso sus habitantes miran con simpatía a los ingleses. En Filipinas, la salida de España había roto el equilibrio europeo en el Pacífico71. Había colonias francesas, holandesas, inglesas y unas pocas portuguesas, a las que se sumaban ahora la presencia de Estados Unidos y de Alemania. Esta, debido a su crecimiento económico, necesitaba colonias capaces de asumir sus excedentes, es decir, lo bastante desarrolladas como para necesitar sus productos industriales. En esos momentos competía con el comercio inglés en sus colonias. Su marina comercial había crecido enormemente en los últimos años. Filipinas, sobre todo la isla de Luzón, era un “punto strategico di somma importanza nell’economia di questo sistema coloniale”. Su posesión por España no creaba problemas. Nadie podía temer que buscara aumentar sus posesiones. Tras su salida, Estados Unidos tenía dificultades para controlar las Islas. Había dos posibilidades: que las abandonaran y ocuparan su lugar otras potencias o que se decidieran quedarse con ellas. La idea de unas Filipinas independientes “non merita neanchè di essere presa in considerazione”. Si Estados Unidos se marchara de Filipinas, que pasasen a manos de Francia sería lo más conveniente para la paz, pues no tenía sus miras puestas en Filipinas. Ni Inglaterra ni Alemania lo consentirían. A Inglaterra sí le interesa controlar Filipinas. Esa es la salida que patrocina una parte del partido revolucionario filipino. Pero en Londres no se arriesgan a enfrentarse con las otras potencias. Si pasasen al dominio alemán eso significaría la aparición de una nueva hegemonía colonial que implicaría, como ha sucedido siempre, un reajuste en el sistema vigente. Podría incluso aceptarse la tesis de quienes ven en la guerra hispano-norteamericana el inicio de la decadencia del imperio británico. Para Inglaterra era mejor que España siguiera en Filipinas por dos razones: para prevenir que sufriera una sacudida el equilibrio colonial en Asia, 71 “Per chiunque conosce più da vicino le circostance coloniali dell’Asia, non ci può essere dubbio che l’espulsione della Spagna delle Filippine, distruggendo l’equilibrio fin’ora esistente principia una epoca nuova mella storia coloniale delle nazioni europee e ci mette in presenza di un futuro gravido di consequenze”.
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pues ocupaba el primer puesto, y para evitar que apareciera una potencia colonial nueva que terminaría siendo un “antagonista formidable” suyo en Asia. ¿Por qué entonces apoyó a Estados Unidos? Porque comenzaba a sentir el peso de su aislamiento. Buscó de una forma poco razonada una alianza con ellos. Ese sentimiento se reforzó también con el deseo de ver humillada a una potencia católica. Poseían la India. Con sus 290 millones era un mercado deseable para cualquier nación con una fuerte producción industrial. La posición inglesa no pasaba por su mejor momento. Se beneficiaba la inexistencia de otra potencia que pudiera arrebatar ese dominio y de la desunión entre los soberanos de los diferentes Estados de la India. Por temor a Rusia habían fortificado los ingleses el norte. En la población india existía la imagen de que serían los rusos quienes expulsaran a los ingleses. Invulnerable por tierra sólo otra potencia naval podría arrojar de ella a los ingleses. Siendo evidente el predomino naval inglés, un choque con una potencia europea dividiría su flota. Pues las Islas necesitan esa defensa marítima que las asegurara frente a una invasión y al desabastecimiento. Esto obligaba a una parte de sus barcos a defender a su marina comercial. Pese a que los barcos franceses estaban mejor armados y equipados, los ingleses contaban con la ventaja de poseer Suez y las estaciones de carbón que les permiten abastecer sus buques desde Gibraltar a Hong-Kong72.
5. Asuntos pendientes En España, el nuevo ministro de Estado, marqués de Aguilar de Campóo, se interesó por la situación de los “frailes” en Filipinas. El problema afectaba ahora a las relaciones entre la Santa Sede y Estados Unidos, pero los religiosos eran españoles. Se creía que las órdenes religiosas poseían cuantiosos bienes, incrementados por una indebida aplicación de la Ley del registro de la propiedad en las islas. Todo eso facilitó la explotación de los nativos. La ocupación americana los habría inducido a colocar esos bienes en bancos de indios y chinos pero los religiosos concentrados en Manila vivían pobremente. Se discutía su repatriación. Para unos, su deber y las condiciones en que fueron enviados les obligaban a seguir en Filipinas. Otros estimaban muy 72 2455 Ladislao Michele Zaleski-Rampolla, Roma 10 julio 1900 ASV SS Spogli Cardinale Rampolla del Tindaro scatola 3 Portogallo. Sobre la situación de la Iglesia en Filipinas, vid. “Memorial elevado a Su Santidad el Papa por el pueblo filipino”, Manila 25 agosto 1900.
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útil para la sociedad y para la Iglesia su regreso. Cuanto antes se hiciera mayor era la posibilidad de que repatriaran con ellos sus riquezas. El gobierno examinaba si el retorno podría provocar trastornos. La Santa Sede defendía la permanencia. Los ultramontanos, enemigos de las instituciones, deseaban que volvieran73. En Cuba se eligieron en septiembre los delegados para la Convención, que se inauguraría en noviembre74. Falleció en septiembre el general Martínez Campos. Su carrera militar en Cuba y Marruecos puso a prueba su concepción de la milicia: servir a una política justa y hacerlo con honestidad. Ese recuerdo dejó75. Las palabras de Delcassé sobre el carácter de la expedición francesa al sur de Orán y la ocupación de los oasis las confirmó Silvela a L. di Collobiano: las acciones del ejército francés para asegurar las comunicaciones entre Argelia y Senegal no alteraban el statu quo en Marruecos. Había además algunos hechos significativos. La agencia Havas reprodujo un artículo del Réveil du Maroc, en el que se afirmaba que el ataque a un destacamento francés en la zona recién ocupada no modificaba la relación amistosa de Francia con Marruecos76. La protesta por la ocupación de I-n-Salah77 la reiteró Mohamed Torres el 19 de junio78. El gobierno español, tras consultar al inglés se limitó a responder a las dos notas con acuse de recibo79. Las cosas no podían ser de otro modo. No existía pacto alguno entre Italia, Reino Unido y España que garantizasen al Sultán la posesión de sus dominios. No podía apelarse a la nota firmada en marzo de 1887. Nadie había presentado quejas a Francia por su
73 El ministro de Estado, que mantenía una postura “bastante radical” y que se callaba por consideración a la “extrema bondad de S. M. la Reina y del Sr. Silvela”, pedía información al cónsul en Manila. Carta particular marqués de Aguilar de Campóo-Luis Marinas Lavaggi, 18 julio, AMAE H 2439. 74 Vid. el análisis de los resultados en los informes de los cónsules en Santiago de Cuba y en La Habana, 17 y 30 septiembre, AAE NS États-Unis 70 180-183 y 186-192. 75 “Contra su última voluntad” se le rindieron honores. Los había desdeñado siempre. Murió pobre y sin título nobiliario. Era la contrafigura otros generales. 111 J.-B. Pasteur-Delcassé, 25 septiembre 1900, AAE NS Espagne 1 409-411. 76 2163/964 Tornielli-Visconti Venosta, 24-9-00, DDS XL/11 141. 77 Sn G. Malmusi-Visconti Venosta, 16 abril, DDS XL/11 55. 78 La entrega de esa protesta ante los representantes extranjeros en Tánger, t. ZanottiVisconti Venosta, 19 junio, ib. 85. Texto de la protesta como anexo a 170/38 Zanotti-Visconti Venosta, 19 junio, ib. 2107 93bis-94. 79 t. del encargado de negocios en Madrid y 687/226 Cariati-Visconti Venosta, 9 y 10 octubre, ib. 2134 y 2137 145 y 151. Esa fue la conducta de Londres. Vid. el informe del encargado de negocios italiano, 689/336 Costa-Visconti Venosta, 29 septiembre, ib. 147. Alemania iba a hacer lo mismo. 1446/701 Lanza-Visconti Venosta, 29septiembre, ib. 149.
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acción en el Tuat80. El ministro de Asuntos Exteriores ordenó al representante de Italia en Tánger que su respuesta a la protesta del Sultán no fuera una invitación a resistir, pues desencadenaría mayores complicaciones81. En su primer año como presidente del consejo Silvela había restablecido las relaciones con Estados Unidos. Cónsules españoles en Manila, Santiago de Cuba y La Habana defendían los intereses de los españoles que, forzados, como los prisioneros de Aguinaldo, o libremente continuaban en lo que fueron dominios de España. Se abría en Estados Unidos un debate sobre su futuro en Asia, su continuidad en Filipinas y el significado que eso tenía en un área de competencia colonial entre las potencias de Europa y Japón. Los acuerdos de Francia con el Reino Unido, tras la crisis de Fachoda y el que España firmó con Francia en junio de 1900, enmarcan el acercamiento de España a la entente franco-rusa. Se buscaba asegurar la soberanía española sobre lo que se ha llamado eje Baleares-Canarias. Ceuta podría dejar de ser española. En Europa, vía Berlín, Rusia podría normalizar su relación con Austria, evitando así peligro en los Balcanes y en la Europa oriental. Turquía se sintió afectada por la convención franco-inglesa de marzo de 1899 y por los movimientos de Italia hacia Francia para hacer valer sus pretensiones sobre Tripolitania y Cirineica. Alemania dispuesta a acercarse a Francia, cerrando el período de Bismarck. Si fracasaba, la alternativa era un entendimiento con Inglaterra, situando a Francia entre “Trafalgar y Sedan”. Italia, entre la Triple Alianza y Francia, actuaba con una cautela impuesta por la complejidad de sus intereses. Francia la hacía sospechosa para sus dos aliados. Las relaciones amistosas de la Italia unitaria con el Reino Unido y su comunidad de intereses en el Mediterráneo frente a Francia la hacían poco fiable para la República. No fue una excepción la opinión española en el desvío, es decir en el desafecto y en el error, respecto a lo que se jugaba en la política europea. Ese hecho quizás explique también ese otro desvío, también desafecto y error, en la imagen que de sí mismos tenían los españoles “con opinión”.
80 Tornielli quería subrayar que la situación podría estar sirviendo a aquellos sectores que buscaban prolongar la desconfianza y la hostilidad entre las dos naciones. 2294/1013 Tornielli-Visconti Venosta 8 octubre, ib. 153-155. 81 Visconti respondió que Malmussi se limitara a decir que el gobierno de Roma estudiaba las dos protestas de Mohamed Torres. 43664/44 Visconti Venosta-Malmusi, 23 octubre, ib. 157. Sobre las consecuencias de exigir a Marruecos la aceptación de los hechos consumados en el Tuat, Tidikelt, Gurara e Igli, 471/103 Gianatelli Gentile-Prinetti, 13 junio, ib. 111-112.
VI. LAS POSIBILIDADES DE ESPAÑA EN EUROPA
Sucedió en Hacienda a Fernández Villaverde el 6 de julio de 1900 Manuel Allendesalazar, senador y alcalde de Madrid, propuesto por el ministro saliente. Restablecido el equilibrio presupuestario, arreglada la situación creada por la guerra con Estados Unidos, el nuevo ministro debería resistir la presión de sus colegas y frenar el gasto. No le sería fácil con el de Agricultura. Rafael Gasset era una persona ambiciosa. Había anunciado planes de regadíos y canalización y de mejora, que necesitaban dinero. Si se le negaba, podría abandonar el gobierno y emplear toda la fuerza que le daba su periódico, El Imparcial, para combatir a Silvela. Si el presidente no apoyaba a Allendesalazar provocaría la oposición de Fernández Villaverde. Para neutralizar ese riesgo, quiso que fuera presidente del Congreso. De este puesto saldría Alejandro Pidal, destinado a la embajada ante la Santa Sede, pero se negó. Villaverde podría pasarse al grupo del Duque de Tetuán. Si despachaba a Pidal, su hermano Luis y él podrían llevarse tras de sí al sector clerical del partido conservador1. La situación parlamentaria, insostenible. Silvela, cansado por todas estas dificultades, podría abandonar la presidencia en favor de Fernández Villaverde, que aspiraba a ese puesto2. La situación se aclaró cuando Alejandro Pidal renunció a la presidencia del Congreso por motivos de salud. Esa decisión aseguraba a Silvela el apoyo del grupo que seguía a los Pidal3. Este horizonte despejado duró pocos 1 Un análisis del ascenso del clericalismo en España a partir del 98 y de la responsabilidad de los partidos dinásticos, 163/36 y 174/42 Collobiano-Prinetti, 12 y 18 de febrero de 1901. Las medidas del nuevo gobierno liberal de Sagasta contra el clericalismo, 196/74 Collobiano-Prinetti, 24 de marzo, ASD SP P 73 1901. 2 699/230 di Cariati-Visconti, 13 de octubre de 1900, ASD SP P 73 1900. 3 Los nombramientos del general Linares para ministro de la Guerra, el de Azcárraga para presidente de Senado y el de García Polavieja para capitán general de Madrid, clarificaban la situación. Este dejaba de ser una amenaza política, aceptando un cargo que lo ponía a las órdenes del ministro de la Guerra. Las Cortes se convocaban a un período de sesiones para el 12 de noviembre, 707/233 di Cariati-Visconti, 17 de octubre, ib. 1900.
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días. El 22 de octubre dimitió Silvela y le sustituyó el general Azcárraga4. Fue una crisis de “camarilla”5. El nuevo ministro de Marina, vice-almirante Mozo se oponía a las reformas necesarias6. Jefe del departamento naval de Cádiz, se decía que no había pisado un barco desde 1868. A sus 73 años representaba a una generación de la marina propicia a las intrigas y al favoritismo de un restringido círculo de oficiales de dudoso mérito7. El diario Rossia comentó esos días la situación de España de cara a las alianzas que existían en Europa. La tesis, sostenida tantas veces por Francia, era que debía España salir de su aislamiento y aprovecharse de todas las ventajas que le proporcionaba su unión con ella y con Rusia. Estos eran sus argumentos. España necesitaba de los capitales franceses para ordenar sus finanzas, mejorar el equipamiento de su ejército y rehacer su marina. La alianza con rusos y franceses le garantizaba la integridad territorial y la posesión de sus islas frente a Inglaterra. Si se produjeran otros acontecimientos, hasta podría recuperar Gibraltar. Como compensación, España sólo tendría que pagar con la entrega de Ceuta a Francia. Tal como estaban las cosas, esa plaza carecía de valor militar, pero en manos de Francia, aliada de Rusia, dejaría inutilizado Gibraltar, que no sería ya la llave de Mediterráneo. Londres la devolvería entonces a los españoles. Este artículo fue resumido por el corresponsal del Standard en Odessa. Su importancia no radicaba en la novedad del análisis de la situación, sino en la respuesta unánime de la prensa: el gobierno no debía comprometerse en alianzas. Silvela fue categórico: España no cedería parte de su territorio. Aspiraba a vivir en buenas relaciones con las otras naciones. Concentraría
735/245 di Cariati-Visconti, 23 de octubre, ib. 1900. Era una corruptela más del sistema. En España los cambios en el partido gobernante se debían no a unas elecciones, sino a motivos extraparlamentarios y a manifestaciones de la opinión, traducida por la prensa. Comentario a propósito de la salida de los conservadores y del retorno de Sagasta. 235/58 Collobiano-Prinetti, 6 de marzo de 1901, ASD SP P 73. 6 Puso como condición para aceptar un incremento del presupuesto de Marina. Se opuso Azcárraga y durante una semana buscó sustituto. Fue el contraalmirante Ramos Izquierdo, 768/260 di Cariati-Visconti, 1 de noviembre, ib. 1900. Los conservadores terminaron renunciando a uno de los puntos más sugestivos de su programa político. 41/7 Collobiano-Visconti, 15 de enero, ib. 1901. 7 Silvela, pese a haber cometido el error de nombrar a Weyler capitán general de Madrid, continuaba mandando en el gobierno a través de su control sobre la mayoría parlamentaria, de la que dependía Azcárraga. Había dicho a Radowitz que todos los asuntos importantes los tratara con él. Conf 726/246 di Cariati-Visconti, 24 de octubre, ib. 1900. Sobre la situación parlamentaria, 826/280, 19 de noviembre, ib. 1900. La pervivencia de esta oposición a las reformas, 808/242 Berti-Prinetti, 26 de octubre, ib. 1901. El proyecto de ley del duque de Veragua, “Ministerio de Marina. Real Decreto autorizando la presentación del proyecto de Ley”, Gaceta de Madrid 300 (27 de octubre de 1901) 449-459. 4 5
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todos sus esfuerzos en la regeneración económica. Para eso necesitaba una etapa prolongada de paz. Un viaje de Joseph Chamberlain a Gibraltar ultimaría las labores para asegurar el dominio británico en el Mediterráneo, vital para comunicarse con sus dominios en Oriente y consolidar allí su influencia. Había un exceso de población maltesa y española en Gibraltar. Podría recurrir Chamberlain a la “buena amistad” de España para solucionarlo. En ese caso, no podría dejarse de lado que Ceuta y Gibraltar eran la puerta del Estrecho. Ceuta era un pequeño territorio entre dos grandes propietarios, Francia e Inglaterra. Para España lo mejor era entenderse con quien más le conviniera8. Se proponía claramente que España dejase Ceuta a quien la tasase más alto, pues era una posesión difícil de defender. Esa sugerencia carecía de lógica y ningún gobierno asumiría la responsabilidad de realizarla9. Dicho esto, no debería perderse de vista los esfuerzos de algunos desde hacía dos años para que España superara sus temores. El embajador ruso era una persona muy activa. Deseaba crear la sensación de que influía en el gobierno español. Nada estaba consiguiendo, pero la antipatía que desde el 98 había en España hacia Inglaterra favorecía sus miras. No desaprovechaba la ocasión de subrayar la hostilidad de los ingleses, con motivo de Gibraltar o usando el plan inglés de apoderarse de Canarias. Frente a eso, destacaba la simpatía de Nicolás II hacia España en 1899 con la visita del conde de Muraviev, su ministro de Asuntos Exteriores, a San Sebastián. En 1900, el homenaje de una nave de guerra rusa a los Reyes durante su viaje por el norte. Hechos anecdóticos, como la simpatía personal de la Reina hacia el embajador y el frecuente trato de Silvela con él en el verano de 1899, reforzaban la impresión de que Schevitch tenía un gran ascendiente. Como freno a su actividad, el buen sentido y la prudencia de su colega francés10. El 20 de octubre regresaba a su país Henry Drummond Wolff. Había sido embajador en Madrid ocho años. En ese tiempo, hubo una inflexión a partir de 1898 a causa de la actitud de su gobierno en la guerra hispano-norteamericana y del litigio por las fortificaciones en torno a Gibraltar. Quizás en este último asunto le faltó tacto.
“Consideraciones sobre un viaje”, La Correspondencia de España, 6 noviembre 1900, 1. El embajador francés juzgaba que lo publicado indicaba hacia dónde se encaminaría España si le faltara la amistad de Francia. 123 Jules Patenôtre-Delcassé, 7 noviembre, AAE NS Espagne 37 113-114. 10 721/237 Friozzi di Cariati-Visconti, 20 de octubre de 1900, ASD SP P 73. y DDI III/4 Roma 1979 242-244. 8
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Su sucesor, Mortimer Durand no hallaría un buen ambiente. No era diplomático. Había trabajado en la administración civil en las Indias Orientales y como ministro en Persia desde 189411.
1. Hacia dos grandes alianzas y otras “novedades” El acuerdo anglo-alemán del 16 de octubre sobre el Valle del Yang-Tse, firmado en Londres por Salisbury y el embajador alemán, conciliaba los intereses de cada país en China12. Delcassé se había pronunciado por la política de “puertas abiertas” en China y por su integridad soberana13. Este era el significado que Thomas Anderson le daba. Para Francia ese acto, aparentemente sin trascendencia, descubría que nada podría esperar de Alemania en caso de un conflicto con el Reino Unido. El acuerdo prolongaba los que habían hecho para África oriental y Samoa. En todos los puntos que pudieran desencadenar un conflicto entre alemanes e ingleses, ambos mostraban su deseo de alcanzar un arreglo14. El acercamiento del Reino Unido y Alemania había provocado un mayor entendimiento entre Francia y Rusia, al que se habría sumado Estados Unidos y hacia el cual gravitaba Japón. Esta versión de la situación aparecida en San Petersburgo, procedía del ministerio ruso de Asuntos Exteriores15. La crisis en China y la guerra en África del Sur preocupaban a Visconti Venosta, porque sus efectos en el Mediterráneo obligarían a Italia a realizar sus proyectos sobre Tripolitania para los que no estaba todavía preparada. Enemigo de todo lo que pudiera dividir a las potencias europeas, esperaba que el acuerdo anglo-alemán se limitara a China16. El asesinato del rey Humberto I en Monza abrió una tregua parlamentaria. Pasada la reacción, los partidos monárquicos seguían divididos, y se separaban según las circunstancias. Eso reforzaba a la izquierda no constitu-
722/238 di Cariati-Visconti, 21 de octubre de 1900, ASD SP P 73. El 21 de octubre el embajador Münster entregaba el texto al ministro Delcassé. Un comentario del encargado de negocios en Berlín, 307 Boutiron-Delcassé, 20 octubre 1900, DDF I/16, París 1959, 479-482. 13 T a los embajadores en San Petersburgo, Londres, Berlín, Roma, Viena y Washington y Tokio, 30 septiembre et 11 de octubre, ib. 454 y 471-472. 14 En China, Inglaterra había establecido una especie de protectorado sobre el Yang-Tse. 282 Paul Cambon-Delcassé, 24 octubre, ib. 486-488. 15 596/287 G. Calvi-Visconti, 8 noviembre 1900, ASD DDS XXXIV/9 93 16 Texto mecanografíalo, resumen de una entrevista Barrère-Visconti, 12 noviembre 1900, AAE CP NS Italie 10 101 bis-101 ter. 11 12
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cional, sobre todo a los socialistas, que se convertían en los árbitros en la Cámara, “impidiendo la marcha regular del régimen”17. En un momento en que resurgía el sentimiento irredentista en Italia, La Tribuna, órgano de Giolitti, polemizó con la Gazzette des Voss. El nuevo reinado se había inaugurado con un estado de opinión nuevo. Se decía que Víctor Manuel III era adversario de Austria y que la Reina lo era de Alemania18. ¿Se aprovecharían de esos sentimientos los enemigos de la Triple Alianza? El 2 de noviembre, “Il Messagero” denunció la represión del idioma italiano en Malta. Toda la prensa siguió con atención este asunto. “La Tribuna” apeló a las tradiciones liberales inglesas. Era un error provocar al irrendentismo en la isla y malgastar la amistad de hacía años entre Italia e Inglaterra. En ese contexto habló la prensa italiana de la hipótesis de un acuerdo con Francia. Italia tenía derecho a unirse con otras potencias para defender sus intereses comunes en el Mediterráneo. Hasta entonces los había defendido a través de una vinculación con el Reino Unido. Un pacto con Francia, denunciaba la Gazzette des Voss, iría dirigido contra el Reino Unido. Supondría un desvío respecto a la política seguida hasta entonces. Habría que preguntarse además si era compatible con la pertenencia a la Triple Alianza. La novedad, subrayaba el embajador Barrère, residía en que ya no se rehuía debatir sobre una entente franco-italiana en el Mediterráneo19. Víctor Manuel III recibió las credenciales de los embajadores al iniciar su reinado. ¿Seguiría Italia la misma política internacional? El embajador ruso en Roma conocía al nuevo rey. Sabía que admiraba a Nicolás II y que tenía escasa simpatía hacia Guillermo II, a pesar de elogiar su forma de gobernar. Era un “irredentista”. No se entendería con Austria. El Rey habría comentado a su cuñado, el duque Piet Nicolaievitch, que seguiría una política más libre e independiente con sus dos poderosos aliados. “Je ne veux plus de cette Triple Alliance; elle m’étouffe, j’en ai assez”20. Reaparecía la cam-
164 Dupuy de Lome-marqués de Aguilar de Campóo, 24 noviembre, AMAE H 1622. Sobre el retraso de una visita de Víctor Manuel III a Alemana y su deseo de no participar durante ella en maniobras militares, tc 190 y 197 Barrère-Delcassé, 22 y 25 junio 1902, AAE CP NS Italie 10 185 y 189. Aunque quiso Alemania quitar importancia al hecho de que la primera visita fuera a Nicolás II, había una clara intención política en esa elección. Conf 170, 10 julio, ib. 200-201. Quería afirmar “sa pleine indépendence”. 69 Montebello-Delcassé, San Petersburgo 18 julio, ib. 207. 19 151 Barrère-Delcassé, 12 noviembre 1900, AAE CP NS Italie 10 102-107. 20 Confirmaba esa confidencia un hecho: el Rey, tras jurar ante el parlamento, no quiso aceptar el texto de su discurso en un punto: la mención a la Triple Alianza. Ese rumor se confirmaba viendo que nada decía de ella el primer discurso de la Corona del nuevo reinado. 17 18
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paña de prensa contra Austria. Se deseaba arreglar con Francia los asuntos pendientes en el Mediterráneo21. La gestión de Camille Barrère había cumplido un gran objetivo: restablecer las relaciones entre Italia y Francia en términos de amistad mutua. Un pacto sobre los asuntos pendientes en el Mediterráneo pondría fin a la posible alianza italo-inglesa contra Francia. ¿Qué faltaba para acabar con todas las reticencias que aún persistían? El almirante Felice Napoleone Canevaro, anterior ministro de Asuntos Exteriores, estuvo con Delcassé en París. No tenía ninguna misión oficial, pero aquella conversación propició que el ministro expresara su descontento por lo que juzgaba una falta de reciprocidad. Entre los dos países, según el almirante italiano, se interponían dos problemas. El primero, la cuestión romana. Mientras León XIII era condescendiente con Francia, se mostraba intransigente con Italia. En Roma pensaban que esa actitud era alentada desde París. La segunda dificultad, el temor a la injerencia francesa en la política interior, alentando la democracia y el socialismo. Ese planteamiento era una necedad, según Barrère22. La versión francesa de sus relaciones con Italia establecía tres etapas entre 1898 y 1901. La primera, el acuerdo comercial del 21 noviembre de 1898. Cerraba diez años de guerra económica. Habían intervenido en las conversaciones, que se iniciaron en París en octubre, Delcassé y Luzzatti, ex ministro del Tesoro. El acuerdo normalizó el comercio entre Italia y Francia23. La segunda, las cartas secretas del 14 y del 16 de diciembre de 1900 a propósito de Tripolitania y de Marruecos. Los italianos seguían desconfiando convencidos de que Francia buscaba apoderarse de Tripolitania, después de haberse establecido en Túnez. La negociación la llevaron adelante Barrère y Visconti Venosta en Roma. Se reconocía a Francia derechos especiales en Marruecos por su proximidad para el caso de que tuviera que ejercerlos o salvaguardarlos24.
Lp C. Barrère-Delcassé, 12 novembre 1900, DDF I/16 París 1959, 521-523. Barrère estuvo con Canevaro, a quien advirtió que esos argumentos sólo servían para convencer a Delcassé de que no había nada que hacer con Italia. “La conclusion à tirer de tout ceci c’est que Canevaro est un imbécile. Il y a longtemps que je m’en suis aperçu”. En esos momentos, en crisis el gobierno presidido por Saracco, Barrère temía que Visconti dejara el ministerio de Exteriores y que le reemplazara Rudinì, una persona con salidas poco previsibles. Lp C. Barrère-Delcassé, 30 décembre 1900, DDF I/16, París 1959, 577-578. 23 Una de las ventajas de esta paz económica era proporcionar a Italia recursos financieros procedentes del ahorro francés. Vid. este comentario en “Politica estera e economica”, Il Popolo Romano, 5 febbraio 1902, 1. 24 El tratado de límites con Argelia entre Francia y Marruecos, firmado el 18 de marzo de 1845, fue citado por Francia en la Conferencia de Algeciras cuando se debatió sobre la orga21 22
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Italia no consideraría lesionados los suyos en el Mediterráneo. En el momento en que esa acción supusiera una modificación en el estado político territorial de Marruecos, Italia quedaba libre para desarrollar su influencia en Tripolitania. La tercera, la declaración del gobierno italiano a propósito de la renovación de la Triple Alianza, 25 junio 1901. Barrère insistió en que sería una ingenuidad que Francia abriera su mercado financiero a Italia sin tener la seguridad de que esta un día no se vería arrastrada a un conflicto contra Francia, que ni le concernía ni era para ella un peligro. En abril de 1901 la escuadra italiana fue enviada a Toulon para saludar al presidente Loubet. El acto fue muy aplaudido y Prinetti declaró a Barrère el 25 de junio: el gobierno italiano no renovaría la Triple Alianza antes de dos años, fecha en que se cumplía el plazo. Si se renovaba, en lo que concierne a Italia, no habría cláusula alguna que pudiera amenazar directa o indirectamente a Francia. Delcassé tomó nota de esas declaraciones hechas ante él por Tornielli25. Estaban cambiando las cosas. El Mediterráneo, piedra angular de la política italiana, fue el motivo de la entrada en la Triple Alianza dirigida contra Francia y de sus vínculos con el Reino Unido. Tripolitania, objeto de las aspiraciones italianas, parecía entrar en las miras francesas para controlar el sur del Mediterráneo, después de su establecimiento en Túnez. El reconocimiento del derecho de Italia debía ir acompañado de la aceptación de los derechos de Francia en Marruecos. Desde la firma de la convención anglo-francesa del 21 de marzo de 1899, como hemos visto, se trabajó en esa dirección. No era fácil convenir sobre realidades diferentes. Pero se llegó a un intercambio de comunicaciones, en la que se plasmaba esa voluntad política de disipar recelos entre las dos naciones en sus aspiraciones dentro del Mediterráneo. Barrère consideraba que el arreglo, dadas las circunstancias políticas y económicas de Italia, la dejaba en dependencia de Francia en el momento en que decidiera una ocupación efectiva de Tripolitania. Sobre la política europea, el acuerdo “rend...sans objet des coalitions méditerranéennes entre l’Italie et l’Angleterre”26. nización de la policía. El texto en Moulay Albdelhadi Alaoui, Le Maroc face aux convoitises européenes¨1830-1912, Salé, Imprimerie Beni Snassen. 2001 203-206. 25 “Note sur les rapports de la France et de l’Italie depuis 1898”, 28 agosto 1901, AAE CP NS Italie 16 229-232. Sobre la importancia de esta declaración, insistió meses más tarde el embajador en Roma, tc 78-79 Barrère-Delcassé, 23 febrero, ib 17 96-97. 26 Secret sn Barrère-Delcassé, 10 enero 1901, AAE CP NS Italie 16 6-9. El juicio del rey tras haberle explicado Visconti Venosta el contenido y el curso de la negociación, tc 56, 15 febrero, ib. 40.
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Hubo que esperar varios meses aún. El 30 de junio 1902, Barrère y Prinetti precisaban los compromisos que derivaban de las cartas intercambiadas el 14 y 16 de diciembre de 1900 por el embajador y Visconti Venosta sobre Marruecos y Tripolitania y Cirenaica27. Prinetti hacía, en nombre del gobierno italiano, una declaración28. Italia se comprometía a ser neutral en el caso de que Francia fuera atacada por una o varias potencias. Igualmente sería neutral si Francia, en su justo derecho de repeler una provocación, para defender su honor o su seguridad, tuviera que declarar la guerra a otra o varias potencias. Francia estaba obligada a avisar previamente a Italia. Esta no tenía ni tendría acuerdo alguno o protocolo militar que fuera contrario a esta declaración29. Añadía Prinetti que, salvo la interpretación de los intereses de las dos naciones en el Mediterráneo, definitivamente lacrados ya en 1900, la declaración de ahora estaba en armonía con los compromisos internacionales de Italia. Estos estarían en vigor hasta que su gobierno comunicara al de Francia que habían sido modificados. La respuesta de Barrère reflejaba la total reciprocidad con los compromisos asumidos por Italia30. Para España lo sucedido era importante. El tratado de comercio de 1898 cerraba una fase en la política mediterránea. La alianza de Italia, Reino Unido y España contra las pretensiones de Francia había concluido. En Roma habían tenido siempre en cuenta los problemas de la seguridad en el Estrecho y en el norte de Marruecos. Siendo una potencia naval, tenía Italia títulos para interesarse por lo que pasaba en esta entrada occidental. Pero, tras el fiasco de Túnez, su interés se centró en Tripolitania. Parecía haberse formalizado un acuerdo con Francia, gracias al cual Italia tenía manos libres en este territorio y en el Adriático. Austria frunció el ceño. Había en estas nuevas relaciones algo más que galanteo de su aliada con Francia. Bülow erraba al no dar importancia a estos acuerdos franco-italianos. Inglaterra guardó silencio. No le preocupaban los éxitos de Francia. Su adversario era ahora Alemania31
27 Las fronteras de este territorio estaban fijadas en el mapa anexo a la declaración anglofrancesa del 21 de marzo de 1899, que era un añadido a la convención firmada entre los dos gobiernos el 14 de junio de 1898. 28 El intercambio de notas tuvo lugar el 30 de junio, aunque se fechó luego el 1 de noviembre. Aunque errada en cuanto al destinatario de la carta -Pasetti, embajador de AustriaHungría en Roma, en lugar de Barrère-, quedaba certificado ese intercambio, DDI III/6 Roma 1985 427-428. 29 Sobre la oposición de la izquierda radical a los compromisos militares, G. Chiesi y R. Mirabelli, Militarismo, Triplice e Monarchia, Napoli 1901 y Il problema militare in Italia, Milano 1903. E. Chiesa, La Triplice Alleanza, no!, Roma 1913. 30 Prinetti-Barrère y Barrère-Prinetti, Roma 1 noviembre 1902, DDI III/6 428-430. 31 Gonzalo de Reparaz, Política de España en África, Madrid 1907, 361-362.
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2. La escasa importancia de la política exterior: la crisis de marzo de 1901 Regresemos al invierno de 1900. Desde hacía semanas se hablaba de un enfriamiento de las relaciones de Rusia con Francia. La prensa de oposición en Rusia y Francia hablaba de una crisis, que incluía un cambio de embajador en París. La noticia era falsa, según Delcassé. El embajador Urossov aseguró que no abandonaba su puesto y que ese año ni siquiera saldría de París por Pascua. Pese a esas afirmaciones, Tornielli creía que las cosas no marchaban como antes. Lo lamentaba, porque esa alianza ayudaba a mantener la tranquilidad en Europa32 Tras la dimisión de Silvela, formó gobierno el 23 de octubre Marcelo Azcárraga, que mantuvo en Estado al marqués de Aguilar de Campóo. Se iniciaba una transición. Era evidente la proximidad de un regreso de los liberales. La predijo Moret que calificó la situación de “embrollo parlamentario”. El partido liberal había quedado en situación falsa y ridícula. Sus previsiones: una clara victoria parlamentaria de los conservadores en “la comedia que en el Parlamento se representa”. Seguirán en el poder hasta aprobar el presupuesto, “con mayores o menores remiendos”. Luego, el poder a los liberales para preparar la jura del Rey33. En 1901 se estrenó Electra. La obra de teatro se convirtió en un símbolo: renacía combatiente España34. ¿Era así? Costa criticaba entonces a esos “pensadores de café”, que se imaginan que, si las Cortes no son “representación legítima del país”, es porque éste no quiere. Ese dictamen omite que esa demanda requiere “una voluntad muy madura, asistida por un entendi-
32 79/38 Tornielli-Visconti Venosta, 10 enero 1901, ASD DDS XXXIV/9 5. Pocas semanas después informaba de las frecuentes reuniones entre los jefes de Estado Mayor de Francia y Rusia. 416/221, 25 febrero, ib. 9. 33 Moret-Natalio Rivas, 11 enero 1901, RAH Archivo Natalio Rivas 11-8887. Erró sólo en la fecha. Anunciaba el cambio para octubre 34 “Yo contemplo en esa divina Electra el símbolo de la España rediviva y moderna. Ved como poco a poco la vieja patria retorna de su ensueño místico y va abriéndose a las grandes iniciativas del trabajo y de la ciencia, ved cómo poco a poco va del convento a la fábrica y del altar al yunque. Saludemos la nueva religión, Galdós es su profeta; el estruendo de los talleres, su himno; las llamaradas de las forjas, sus luminarias”. Juan Martínez Ruiz, “Instantánea”, El País, 31 enero 1901. Para entender el ambiente cultural de este momento, interesan los trabajos de Rafael Pérez de la Dehesa, especialmente, El grupo Germinal : una clave del 98, Madrid, Taurus1970. Paul Aubert, “Luchar contra los poderes fácticos: el anticlericalismo, Religión y sociedad en España (siglos XIX y XX), Actas reunidas y presentadas por Paul Aubert, Madrid, Casa de Velásquez 2002, 219-253.
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miento cultivado y por un cierto grado de independencia económica”. Nada de eso se improvisa35 ni se consiente36. A finales de febrero, hubo crisis ministerial. Las manifestaciones anticlericales de esos días estaban en su origen. ¿Carecían de base en la opinión? Eso esperaba el embajador de Francia. Creía que pronto retornaría la calma. Recordaba que las revoluciones habían sido obra del ejército, no del pueblo. Esa situación no había cambiado37. Se abrió una consulta. Recordó Germán Gamazo que las Cortes, al votar la respuesta al Mensaje de la Corona aprobaron una serie de reformas económicas y administrativas, que no tuvieron tiempo de realizar. Sin conflicto con el gobierno, disolver las Cortes sería un procedimiento violento, a pesar de que esa prerrogativa de la Corona no tiene condiciones ni límites. Desde 1896 se celebraron tres elecciones generales era previsible que al iniciarse el nuevo reinado, el monarca quisiera conocer la opinión. Eran muchas consultas a los ciudadanos en medio de un clima apasionado, en el que se había suscitado, por interés de partido, la cuestión religiosa y los socialistas levantaban bandera con “las pretensiones más absurdas y peligrosas”38. Unos y otros amenazaban la constitución. Los frecuentes cambios de gobierno paralizaban la administración y las consultas electorales hacían peligrar el orden público. ¿Para qué prolongar las Cortes? Estaban pendientes la ley presupuestaria, la reforma electoral, dos asuntos en los que las fuerzas monárquicas podrían ponerse de acuerdo. Bastaba un gobierno que “con la mayor diligencia y con la conveniente reserva procurara solución prudente y tranquilizadora a
35 Este comentario en Oligarquía y Caciquismo como la forma actual de gobierno de España: urgencia y modo de cambiarla, edición de Madrid 1902, 100, en Carlos Dardé, La aceptación del adversario. Política y políticos de la Restauración 1875-1900, Biblioteca Nueva, Madrid 2003, 288. 36 En 1901 Ángel Herrera, entonces estudiante, organizó un mitin en Valderredible (Santander) para defender los derechos de unos arrendatarios. Se hizo con el permiso del párroco, pero fue suspendido por la Guardia Civil Años más tarde, Herrera lo comentó con Maura, que le dijo: “¿Qué quiere, Herrera? Así son las fuerzas conservadoras españolas. Creen que el partido conservador y la guardia civil sólo existen para defender sus intereses”. Emilio Benavent, Prólogo a J. M. García Escudero, Conversaciones sobre Ángel Herrera, Madrid 1986, XIX. Se trataba de una acción concertada entre católicos y republicanos contra el caciquismo, ib. 72. 37 “La grande masse de la nation reste indifférente aux transformations politiques en tant que le pouvoir peut compter sur l’élément militaire, les manifestations de la rue ne peuvent guère dégénérer en courant révolutionnaire”. 17 y 19 Patenôtre-Delcassé, 14 y 20 febrero, AAE NS Espagne 2 18-23 y 27.30. 38 Unos gritarían “¡Viva la libertad! y ¡Abajo los frailes!. Otros, ¡Viva la religión! y ¡Abajo la masonería!
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la cuestión de las asociaciones religiosas”. Había que encargar la formación de ese ministerio a la persona menos sospechosa de clericalismo y que uniera más fuerzas parlamentarias39. Hizo Silvela balance del gobierno liberal conservador: sanear la hacienda, resolver los problemas tributarios, ratificar tratados y conducir negociaciones diplomáticas “notoriamente favorables para España”, emprender reformas en la organización militar y en las cuestiones sociales con “abnegación y espíritu de concordia” y, finalmente, prestar su voto al matrimonio de la Princesa de Asturias. El gobierno contaba con el apoyo parlamentario de su partido en todas las cuestiones de gabinete. Su conclusión: “Nada aconseja, ni aun explica, que se prescinda de esas mayorías y se forme un gobierno fuera de ellas”. En el horizonte estaba el inicio del nuevo reinado. Entonces podría dejarse paso a otro gobierno. El estado del partido liberal y la precipitación con que habrían de hacerse las elecciones obligarían al nuevo gobierno a extremar la presión sobre el partido, agrandando su fragmentación. Al dimitir, Azcárraga dio como motivo la necesidad de una concentración conservadora. La tarea era responsabilidad del jefe de los conservadores. El rechazo de Tetuán no era personal, ya que le había asegurado que negaría su apoyo a cualquier otra persona del partido conservador que recibiera el encargo. Abogaba por un gobierno de concentración parlamentaria40. Fracasó Azcárraga y no unió a todos los conservadores, pese al apoyo de los que estaban ya en la Unión Conservadora. Para Raimundo Fernández Villaverde, aunque abundaron los debates estrictamente políticos, la labor de las Cortes fue muy positiva, aprobando reformas que se discutieron con la calma que requieren las grandes cuestiones, como todas las relativas a la nivelación presupuestaria. El nuevo presupuesto mostraba que estaban, si no vencidas, al menos dominadas las dificultades financieras del Estado41. Ante el nuevo reinado era preciso “conjurar la formidable tempestad de opinión próxima a estallar sobre Silvela y sobre la Corona”, en caso de que continuara el silvelismo. Urgía prevenir el peligro de que el parlamento se 39 “Contribuir con la palabra y con los votos a la regeneración económica y al saneamiento político de la vida nacional es deber que a todos se impone. Participar de las responsabilidades del gobierno, a sabiendas de que el sacrificio será inútil, es cosa que lícitamente se puede rehuir, estando resuelto a seguir, fuera del poder, los dictados severos del patriotismo”. Gamazo-Reina, 1 de marzo de 1901, AGP 9/15 II. 40 Silvela-Reina, 27 de febrero de 1901, AGP 9/15 III. 41 Creía, en conciencia, que debería llamar a Silvela a forma gobierno con el programa que ya había presentado el partido. Estos eran los tres puntos de coincidencia: política financiera, reforma electoral y plaza a los conservadores para realizar su programa. VillaverdeReina, sf., ib. XIV.
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transformara en “un cráter revolucionario” o en una institución incompatible con una labor de gobierno. Habría que pacificar las pasiones y ganar fuerzas para la monarquía entre quienes ahora eran sus adversarios. Pedía además Joaquín Sánchez de Toca que la regencia continuara ejerciendo, en los seis primeros años del nuevo reinado, la función tutelar y directiva que la constitución recoge hasta los 16 años del nuevo Rey. El entonces ministro de Agricultura, Comercio, Industria y Obras Públicas denunció que Silvela desaprovechara la oportunidad de sostener a Azcárraga. Este llamó a formar gobierno a personas contrarias al jefe conservador, que, desde la presidencia del Congreso podría “iniciar, plantear, negociar y dirigir por sí mismo la obra de concordia” necesaria. Se equivocó al considerar el memorando y las consultas como “una conjura contra él”. Con eso la crisis había tomado un cariz negativo para Silvela, pero positivo para la Corona, ahora libre respecto a los partidos históricos. El jefe de la Unión Conservadora aparecía como el principal obstáculo para hacer la concentración de las fuerzas de ese signo político. Llamar a los liberales solo serviría para un “deslumbramiento efímero”. Faltaba a Azcáraga firmeza de carácter, por eso había que prolongar la consulta hasta que todos le señalaran imperiosamente como la persona apta para construir la concordia entre los conservadores. Propuso Sánchez de Toca renovar la confianza al ministerio y que este explicara en el parlamento que dimitió para unir a los tres grupos conservadores. No era previsible que el clima de conciliación creado por la consulta se rompiera y que los grupos parlamentarios crearan dificultades al gobierno. Silvela se mostraría menos incompatible con esta solución que con cualquier otra42. Para Sagasta era incuestionable la necesidad de un cambio. El partido liberal era el “único medio de llevar la pacificación a los espíritus, desgraciadamente harto conmovidos y desesperados”. Apremiaba recuperar la normalidad constitucional43. Los gabinetes conservadores no habían conseguido despertar esperanzas en la nación ni cumplir su misión pacificadora44. Documento manuscrito, sin firma, 3 de marzo de 191, Anotación que lo atribuye a Sánchez de Toca, AGP cajón 9/15 XVII. 43 Tan pronto como fuera posible y de “una vez para siempre (habría) que asentar sobre la firmísima base de la tolerancia y la libertad y la paz pública”. Sagasta-Reina, 28 de febrero de 1901, AGP 9/15 X. La urgencia de regenerar al país tras la crisis colonial del 98 pedía un gobierno fuerte. El partido liberal reunía mejores condiciones para alcanzar esa meta. Conversación telegráfica entre Montero Ríos y Alfonso Aguilar, secretario particular de la Reina, 1 de marzo, ib. XII. Los conservadores habían suscitado “la gravísima cuestión regional” y no habían resuelto los problemas pendientes. Marqués de la Vega de Armijo-Reina, 28 de febrero, ib. XVI. 44 José López Domínguez-Reina, 1 de marzo de 1901, AGP cajón 9/15 XIII. 42
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Había una crisis de legitimidad. Romero Robledo pedía que se restableciera la normalidad constitucional y aprobara el presupuesto para 1902. “Gobiernos que para ser obedecidos necesitan apoyarse en la disciplina del ejército son un desafío y una provocación al país y un peligro, quizás inminente, para la paz pública y aun pudieran serlo para las instituciones fundamentales”. Había que romper con el turno y dar paso a agrupaciones nuevas, que existían, pero estaban excluidas45. Según el duque de Tetuán había tres salidas. La primera, un Gobierno de la Unión Constitucional. Silvela levantó las aspiraciones regionales y las pasiones políticas y religiosas. Desatendió los problemas urgentes y graves. El encargo, “suscitaría recelos y enconos”. La anterior experiencia, aun siendo breve, desgastó a la Regencia “más que los catorce años anteriores”. No daría paz al país ni tendría estabilidad parlamentaria, desprestigiando además a la Corona. La segunda, llamar al partido liberal, pero estaba desprestigiado por la desgracia de haber presidido la liquidación colonial, de la cual no era el único responsable. Faltaba autoridad a Sagasta por ese motivo. Su presencia al frente del ministerio fortificaría a la opinión exaltada. Estaba el partido liberal debilitado por alguna escisión. Cabía como tercera solución un Gobierno de “amplia concentración monárquica”. Siendo la mejor, sería “aventurado esperar que le prestaran su concurso los jefes de la Unión Conservadora y del partido liberal”. Se inclinaba por un “Gabinete parlamentario”. No tendría carácter de partido y no sería solidario con “anteriores responsabilidades colectivas. Tendría su gestión un carácter limitado y se inspiraría “en criterio liberal”, para pacificar los ánimos y sumar fuerzas, que hoy niegan su concurso a los partidos históricos46. Llama la atención que, salvo Silvela, que destaca las negociaciones diplomáticas llevadas por él, los demás insisten en la pacificación de la política y, sólo Silvela, Gamazo y Fernández Villaverde piden continuidad en las reformas emprendidas por los dos gobiernos conservadores. En la crisis aparecían dos factores: la división de los conservadores en torno a Silvela y a Fernández Villaverde y la “influencia” de Weyler, capitán general de Madrid y la persona de mayor prestigio en el ejército tras la muerte de Martínez Campos. Sagasta lo hizo ministro de la Guerra47. “Un gobierno de profundas convicciones monárquicas, enemigo de insensatas y peligrosas reacciones, que sepa inspirar confianza a las fuerzas liberales y democráticas, es el único que... puede abrir las puertas al mejor porvenir”. Francisco Romero Robledo-Reina, 1 de marzo de 1901, AGP cajón 9/15 XV. 46 Exposición escrita de las razones que le expuso personalmente a la Reina, 1 de marzo de 1901, AGP 9/5. 47 El gobierno se ajustaba así a “l’opinione pubblica nel sentimento prevalente dopo l’ultima guerra, essere il migliore partito per la Spagna di tenerse appartata dalle grande questio45
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El día 6 de marzo Sagasta formó Gobierno. Tenía un vicio de origen. Había llegado por la presión de las manifestaciones anticlericales. Por eso “se trouve sans force morale et sans énergie suffisante pour combattre avec efficacité les progrès de l’anarchie, dont le système consiste, dans la pluralité des cas, à s’intituler anticléricalisme”48. ¿Se sobreestimaba ese peligro? ¿Estaba en juego la posibilidad de una convivencia en libertad? ¿Era viable una política liberal en España? No, según el embajador de Italia. Esa especie de fatalidad, que pesaba sobre las apuestas liberales, tenía raíces sociales y morales49. Volvía al ministerio de Estado el duque de Almodóvar del Río. En cuatro años había habido cuatro cambios en el ministerio de Estado: dos liberales y dos conservadores. Había continuidad en la política, porque, en el caso de Francia, ésta sólo se vio perturbada cuando circulaban rumores sobre sus ambiciones en Marruecos. Ahora esa etapa pertenecía al pasado50. Almodóvar del Río mantuvo en sus puestos a las personas nombradas por los conservadores. Comentó que, salvo Drummond Wolf, continuaban todos los embajadores que encontró en los meses que estuvo antes como ministro de Estado. Quería que fuera igual en la diplomacia española51.
3. Las alianzas no bastan En Italia esos mismos días se produjo la crisis del gobierno formado por G. Saracco el 24 de junio. Hubo una huelga en el puerto de Génova. Se presen-
ni che occupano l’Europa”. Av. di Collobiano-Giulio Prinetti, 6 marzo, DDI III/ 5 Roma 1979 49-50. 48 87 Paul Le Faivre-Delcassé, 20 julio, AAE NS Espagne 2 95-96. 49 “Una politica liberale nel senso moderno non si può attendere nell’attuali condizioni morale e sociali della Spagna. Se però si tornasse a lasciare il potere agli ultraclericali sarebbe da temersi una reazione violenta come già si manifestò. La cultura poco progresdita e le speciali condizioni sociali del paese lo spingono fatalmente agli eccessi nella questione religiosa- Il più cieco fanatismo nelle varie sue manifestazioni del carlismo e dell’integrismo provoca una reazione che in nome di principi di libertà e di affrancamento del clericalismo ricorre pure como gli avversari alla oppressione e alla violenza”. 378/98 A. di Collobiano-Giulio Prinetti, 25 abril. Insiste en ello 668/196 31 agosto, DDI III/ 5 149 y 425-426. 50 “Tant que nous serons d’accord avec l’Espagne pour le maintien du statu quo, tout fait supposer que sa politique, basée sur l’intérêt qu’elle a à conserver notre amitié, restera tel qu’elle est aujourd’hui quelque soit le parti qui arrive aux affaires”. Hay una nota marginal, escrita quizás por Delcassé : “Cela serait vrai si cet intérêt etait complètement le même sur tout le monde”. 19 Patenôtre -Delcassé, 20 febrero, AAE NS Espagne 2 30. 51 Comentó al embajador francés: “Tener sucesivamente, como ha sido nuestro caso, ocho representantes diplomáticos en doce años en un mismo país, da una mediocre idea de la política de una nación”. 21 Patenôtre-Delcassé, 14 marzo, AAE NS Espagne 2 52-55.
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tó una interpelación al gobierno. Votaron a su favor 102 diputados y 318 lo hicieron contra el gobierno. De estos, 164 diputados apoyaron antes al gobierno del general Pelloux. 41 diputados pidieron que la Corona diera el gobierno a la izquierda. Los seguidores de Sydney Sonnino y Giovanni Giolitti votaron con la izquierda republicana y socialista52. ¿Había crisis en los partidos o éstos no existían? En el bloque constitucional estaba de acuerdo en el estatuto albertino y la lealtad a los Saboya. Dentro de él, las facciones de Sonnino, Giolitti, Zanardelli, Di Rudinì, Baccelli, Prinetti, Fortis y otras ligadas a senadores vitalicios. Era también monárquica una izquierda Radical Democrática, pero que votaba a veces con los republicanos. El ministerio de Saracco trató de pacificar la política. La misma urgencia que en España. Tenía la amistosa neutralidad de los partidos revolucionarios, que se beneficiaban de la debilidad del gobierno y de los otros poderes públicos. La tregua se quebró cuando, tras el asesinato del Rey por un anarquista, se presentó en el Senado una ley de represión del anarquismo. Llovieron sobre el gobierno acusaciones: no gobernaba, carecía de un plan financiero que implantara reformas extremas para rebajar los impuestos y, permitía además a los partidos revolucionarios ganar terreno. El descontento entre las clases populares beneficiaba a los socialistas que estaban en ascenso. La abstención impuesta a los católicos por la Santa Sede quitaba “a los hombres de orden el apoyo de las masas que pudieran oponer al constante crecimiento de la revolución”. En el debate se había puesto de relieve el prestigio personal de Saracco a sus 82 años. La izquierda fue la única que alabó su gestión, pero votó en contra. Di Rudinì votó a favor, pero su discurso tuvo un tono que humilló al gobierno. Sonnino se reveló como el jefe del centro, la fracción más fuerte. La formación de una mayoría de afines corría el riesgo de que la izquierda eligiera la vía de la obstrucción parlamentaria. Unas nuevas elecciones perturbarían el orden público. La derecha estaba dividida por incompatibilidad entre sus jefes. Las izquierdas legales eran “coreadas” por las ilegales. Para conservar su apoyo, prometían reformas, con las que se pondrían a prueba ante el país. Cabía esperar que, ante la amenaza, se unieran los moderados. Las reformas necesitaban un amplio debate y eso daría tiempo de reaccionar antes de discutirlas y aprobarlas El 14 de febrero formó gobierno Giuseppe Zanardelli53. Giolitti estaba en Interior, Giulio Prinetti en Asuntos Exteriores. No se logró el concurso de 52 Tc y despacho 15 Dupuy de Lome-marqués de Aguilar de Campóo, 4, 6 y 7 febrero 1901, AMAE H 1622. 53 Sobre la decisión de Víctor Manuel III de llamar a Zanardelli, carta de Emidio Visconti Venosta a su hermano Giovanni, 24 febrero, DDI III/5 Roma 1979 30-31.
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la extrema izquierda, pero sí su tolerancia, dado el predominio de la izquierda constitucional. Prinetti era un hombre del marqués di Rudinì54. El nuevo ministro aseguró que mantendría la política de su antecesor. Avanzaría en la amistad con Francia. Esta declaración tendría que concretarse en pruebas y prendas creíbles y aceptables. Había sido adversario de la Triple Alianza y para evitar problemas había encargado al ministro de Baviera en Roma que dijese a los embajadores de Alemania y Austria que había renegado de su antiguo pecado de juventud. Casado con la marquesa de Ada, era un gran industrial lombardo. Había emparentado por su matrimonio con la gran aristocracia. Tenía muy buenas cualidades para ser titular de Obras Públicas y de Comercio. Había ocupado con éxito una de esas carteras en un gobierno de di Rudinì. Deseando ser ministro de Exteriores había dejado su partido y estaba dentro del ministerio Zanardelli-Giolitti como un desarraigado. Había pasado de la derecha conservadora a la extrema izquierda. Sus antiguos adversarios se habían convertido ahora en sus colegas. Sufría la desconfianza que acompaña a los tránsfugas. Su personalidad variable le privaba del prestigio necesario55. Unas semanas después modificó Barrère este primer juicio. Le parecían irreprochables las declaraciones del presidente Zanardelli y de Prinetti al New York Herald, en su edición de París del 25 de marzo. En ellas el primero afirmaba que las antiguas alianzas de Italia deberían levantar acta de la amistad con Francia56. La prensa alemana criticó estas afirmaciones de Zanaderlli y Prinetti. Pidió que fueran inmediatamente destituidos. Se acusó a franceses y rusos de querer atraerse al nuevo Rey57. En París, Giuseppe Tornielli explicó a Delcassé el significado de la Triple Alianza. Había proporcionado veinte años de paz a Europa. En los momentos de tensión entre Alemania e Inglaterra había inquietado a Italia. Siendo en 1901 buenas las relaciones entre Londres y Berlín, no le urgía a Italia modificar la relación con sus aliados. El debate en la prensa sería efímero. Sólo servía para revelar “che il miglioramento dei rapporti fra i nostri due governi si era esteso... al sentimento reciproco
54
15 Dupuy de Lome-marqués de Aguilar de Campóo, 7 febrero y tc 7 marzo, AMAE H
1622. Conf 38 Barrère-Delcassé, 10 febrero 1901, AAE CP NS Italie 16 48-52. Tc 104 y 77, 26 marzo 1 de abril, ib. 99 y 108-111. 57 El encargado de negocios en Berlín habló de una rectificación de la prensa alemana: el tratado dejaba a los firmantes libre su aportación militar. Negaban que los problemas financieros del gobierno italiano procedieran de su incorporación a la Triple Alianza. t 757/41 Mattioli Pasqualini-Giulio Prinetti., DDI III/ 5 Roma 1979 85-86. 55 56
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dei due popoli”58. En esa dirección había que entender la visita de la escuadra Italia a Toulon en homenaje al presidente Emile Loubet59. Las relaciones de Alemania y Austria se reforzaron con la visita del Príncipe Imperial a Viena. Se confirmaba así la impresión causada con la visita de Francisco José a Berlín el año anterior para las fiestas con motivo de la mayoría de edad del heredero de Guillermo II, según hemos comentado. No era un acto de cortesía. Rusia seguía interesada en lo Balcanes, pero no tenía una política clara. Eso fortalecía la Triple Alianza. Contaba Rusia con Bulgaria, Serbia, Montenegro y Rumanía. La revolución en Macedonia alimentaba los conflictos. Existía una amenaza de guerra en Oriente dada la debilidad de Turquía. Así las cosas, crecía el valor estratégico de Italia. Bülow se entrevistó con Zanardelli. Aunque interesada, importa la conclusión del nuncio en Viena: no era previsible una alianza de Italia con Francia60, pero el valor de Italia crecía dentro de la Triple Alianza61. Le convenía despejar dudas sobre su política exterior. Lo hizo semanas más tarde Prinetti62 La situación fue más compleja tras el viaje de Delcassé a San Petersburgo. ¿Se trataba sólo de favorecer su imagen ante Nicolás II? No cabían más que conjeturas63. Pudo tratarse de negociar un empréstito64.
58 Delcassé conocía los sentimientos cordiales de Zanardelli hacia Francia y Barrère había transmitido una excelente valoración de Prinetti. R. 720/372 Tornielli-Giulio Prinetti, 31 marzo, DDI III/ 5 Roma 1979 94-95. 59 La reacción de la prensa alemana, 610/206 Lanza-Giulio Prinetti, 10 abril, ib. 116117. 60 “Fra questi due statu non vi è , nè vi può essere di comune per ora se non lo spirito rivoluzionario il più radicalmente settario”. 1371/5341 Emidio Taliani-Rampolla, 17 abril, ASV SS 247 (1901) I 51-52. La Santa Sede se quedaría sin Francia, su aliado más fuerte. La situación se agravaba por las tensiones entre Rusia y Alemania en China 1341/5278 y 1403/6005, 7 marzo y 6 junio, ib. 187-188 y 196-196. 61 El discurso pronunciado por Agenor Goluchowski von Golochovo ante las delegaciones el 22 de mayo era una advertencia para Zanardelli, pero el valor de la aportación italiana a los otros dos aliados había subido de precio. 1396/5460 Emidio Taliani-Rampolla, 23 mayo, ib. 192-193. 62 La satisfacción por su intervención en la Cámara de Diputados, t 1616 Lanza-Giulio Prinetti, 17 junio, DDI III/ 5 Roma 1979 274. 63 Existía un secreto, fielmente guardado sobre el contenido, la índole y la extensión de la alianza franco-rusa. Si el viaje estaba relacionado con ella, la posición sería restringir y no ampliar los compromisos adquiridos. R. 772/400 Tornielli-Giulio Prinetti, 6 abril, DDI III/ 5 Roma 1979 109-111. 64 T 186/105 y 1176 Morra di Laviano-Giulio Prinetti, 27 abril y 10 mayo, ib. 155-156 y 182.
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4. Marruecos, una cuestión de seguridad para España En 1887 y 1888 trabajó Moret para conseguir un acuerdo entre las potencias acerca de la revisión de la convención de 1880 y de la neutralización o, al menos del desinterés de las potencias respecto a Marruecos. En aquella época Muley Hassan, deseoso de asegurar la integridad de sus estados, se mostró dispuesto a hacer concesiones comerciales y otorgar ventajas a los extranjeros residentes65. Francia se opuso entonces, porque tenía miras en el Tuat, Guerara, Tidikelt e Igli. Fracasada la conferencia, pudo desplegar una actividad creciente para conseguir su meta. Muley Hassan en 1893 organizó una costosa expedición al Tafilet para consolidar su autoridad. La crisis de Melilla fue una desgracia. Hubo de regresar a la ciudad de Marrakesh, donde recibió a Martínez Campos y, siguiendo el consejo de las otras potencias, se avino a un arreglo que suponía el pago de 20 millones de pesetas. Todas esas circunstancias influyeron en la salud del Sultán que murió al año siguiente. Ante los ministros del nuevo Sultán, Francia hizo una labor persuasiva. Los alejó de la influencia de Italia y comenzó a preparar su asalto a los oasis. Durante años el Sultán creyó que le beneficiaba las buenas relaciones con Francia, a quien apoyó para que consolidara su dominio en Argelia, reprimiendo y ejecutando a los sherifes de la frontera que no aceptaban estar sometidos a una potencia cristiana. Hubo entre 1870 y 1880 una etapa de amistad. Desconfiaba de la tibieza de Inglaterra a la hora de defender sus derechos y recordaba el Sultán que en 1859, tras animarle a que se opusiera a España, lo dejó abandonado a sus propias fuerzas. Entre 1885 y 1887 se acercó a Alemania e Italia, porque vio el comportamiento de los franceses en Túnez y de los ingleses en Egipto,. Desconfiaba de España, cuya ambición sobre Marruecos era difícil de ocultar. Hubo un cambio con la llegada del conde Franz von Tattenbach como ministro de Alemania en Tánger. Decía que su país sólo tenía intereses comerciales en el Imperio, pero se esforzaba en aumentar su influencia política a costa de la italiana. El fiasco de estas relaciones con las potencias europeas, hizo que la corte de Marruecos eligiese el retraimiento, favoreciendo de ese modo los planes franceses. A la muerte del gran visir, Did Ahmed ben Mussa, hubo una 65 Conférences de Madrid 1880. Droit de Protection au Maroc. 19 mai-3 juillet 1880, Madrid, Imprenta Nacional, 1880. La paralización de las reformas y el funcionamiento de las protecciones, Jean-Louis Miège, Le Maroc et l’Europe (1830-1894) tome IV. Vers la crise, Presses Universitaires de France, París 1963, 87, 153-155 y 355-359.
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serie de rivalidades entre los personajes influyentes, que no pudo evitar la escasa autoridad de Abd-El-Aziz y que alimentó el caid Maclean, instructor inglés del ejército marroquí al que el ministro inglés en Tánger Arthur Nicolson atribuía un poder que no tenía. Sobre la voluntad reformadora de Abd-ElAziz, dos ejemplos. Uno: el decreto del 16 de agosto de 1901estableciendo el Tertib, un impuesto único66 y la constitución que le presentó Mohammed AbdAllah-Bensa en 1901 ó 190267. A finales de 1902, podría hacerse un retrato del Sultán muy parecido al de un monarca constitucional68. El asesinato en el Rif de Pouzet, de un ciudadano francés, ocasionó una reclamación, sostenida con la presencia de dos barcos de guerra. La situación sirvió a Francia para distraer la atención de las potencias respecto al Tuat y al Figuig y rebajar el valor de las razones que iban a exponer los emisarios del Sultán en algunas capitales europeas. La situación era grave. Había un ultimátum. Si el gobierno de Marruecos cedía, su autoridad caería ante las tribus que resistían a los franceses, que habían entrado ya en el corazón del Tafilet. Si se oponía a la demanda francesa, entonces habría que atenerse a las consecuencias. Révoil dijo a sus colegas que los dos barcos servían para exigir con energía al Sultán que cumpliera sus obligaciones. Esta declaración “è sufficente motivo, parmi, di serie preoccupazioni per le potenze interessate al mantenimento dello statu quo territoriale del Marocco”69. La demostración naval iba dirigida también a Berlín y Londres, a donde se dirigía una embajada marroquí. Francia no toleraría acuerdos que pusieran en duda sus derechos en Marruecos. Tuvo éxito su expedición y elevó su prestigio en la Corte y entre las tribus del Sahara, sobre todo en las de la frontera con Argelia y entre la población de Rif, donde se halla la ensenada de Kebdana, en el mar de Alborán, que podría ser un excelente puerto militar. Lo que estaba perdiendo Inglaterra lo ganaba Francia. Era un hecho cargado de consecuencias, la primera y más importante, la presencia de Rusia en Marruecos al lado de Francia.
66 A. G. P. Martin, Quatre siècles d’histoire marocaine. Au Sahara e 1504 à 1902. Au Maroc, de 1894 à 1912, París, Felix Alcan 1923, Rabat, Éditions La Porte 1994. 67 Jacques Cagne, Nation et nationalisme au Maroc. Aux racines de la Nation Marocaine, Rabat, Publications de l’Intitut Universitaire de la Recherche Scientifique, 1988 496-500. Otro proyecto presentado después de la Conferencia de Algeciras, ib. 511. 68 Jerónimo Bécker González, Historia de Marruecos. Apuntes para la historia de la penetración europea y principalmente española en el norte de África, Madrid, Estudio Tipográfico de Jaime Ratés 1915, 433-436. 69 345/56 A. Gianatelli-Gentile a Prinetti, 16 mayo, DDS XL/11 63. Delcassé confirmó la explicación dada por Révoil. 1220/643 Tornielli-Prinetti, 10 junio, ib. 105-106. La solución del contencioso y su repercusión favorable a Francia, 477/107 Gianateli-Gentile a Prinetti, 15 junio, ib. 117.
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En medio de una Europa muy cambiada, podría haber llegado la hora de resolver de manera equitativa la cuestión marroquí. El gobierno del Sultán podría resignarse a reconocer las fronteras admitiendo la anexión del Tuat e Igli y comprometiéndose a asegurar el orden y la tranquilidad dentro de su territorio. Ese podría ser el objetivo y el mayor logro de la presencia de la embajada marroquí en Berlín y Londres. Un arreglo definitivo ahorraría problemas a Italia. Francia e Inglaterra no llegarían a un acuerdo a causa del estrecho de Gibraltar. Que aquélla se quedara con el resto de Marruecos mientras esta ocupaba Tánger y la costa hasta Rabat con su hinterland era una empresa costosa. Las fuerzas inglesas en aquella zona no podrían resistir una guerra con Francia, que tenía enormes recursos en Argelia desde hacía muchos años. No convenía a los ingleses la vecindad con los franceses, que estarían en mejores condiciones que ellos. Lo mismo le sucedería a España. Estaría a merced de Francia incluso en el caso de que el reparto se produjese contando con la aprobación de Londres. Debía preocupar a Italia que Marruecos cayese en manos de otra potencia por razones económicas. Por clima, cultivos y ganados, además de por su rico subsuelo, la economía marroquí sería concurrente con la de Italia y eso, en un momento en que se fortalecía el proteccionismo. La economía de Marruecos era un potente adversario también para España y hasta para Rusia, ya que podría competir con ella en el mercado de los cereales. Marruecos, por las condiciones de su población, llegaría a ser un lugar de destino de inversiones industriales. Sus gentes se adaptarían sin problemas a los usos y técnicas occidentales. Todos estos argumentos se completaban con una conclusión, que era, a la vez, una advertencia. Francia tenía capacidad económica y militar para conquistar Marruecos. Erraban los ingleses creyendo lo contrario. Esa empresa no debilitaría a la República. “La Francia, padrona di quest’Impero, diverrà dopo pochi lustri, più ricca, più potente che mai”70. En su número del 5 de febrero de 1901, René Pinon publicó en la Revue des deux Mondes un estudio sobre Marruecos y las potencias europeas. El 1 de marzo le replicaba Die Post71.
416/75 A. Gianatelli Gentile-Prinetti, 30 mayo, DDS XL/11 83-90. El ministro alabó el análisis hecho en este informe. “Le conclusoni di Lei implicano problemi che non solo toccano alla situazione interna del Marocco, ma hanno, altresì, inevitable riflesso sui rapporti d’indole ancora più generale”. 25011/21 Prinetti-Gianatelli-Gentile, 13 junio, ib. 99. Como complemento del informe del 30 de mayo, el 5 de junio envió otro extenso informe sobre la economía y los recursos, 448/90, ib. 101-103. 71 Para el marqués de Noailles, embajador en Berlín el diario reflejaba el pensamiento del gobierno alemán. 70
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El partido colonial acusaba a Delcassé de ser poco agresivo por tener demasiada consideración hacia las otras potencias72. Pinon era más suave. Francia debería ganarse al Sultán, mostrando la situación envidiable en que se hallaba el Bey de Túnez desde que se estableció el protectorado. El planteamiento olvidaba los intereses de Inglaterra y España, en primera línea, y también los de Alemania. Pinon abogaba por la neutralización de la costa de Marruecos, confiando su defensa a España y convirtiendo Tánger en un puerto franco73. Francia, gracias a su posición preponderante, era la única potencia capaz de asegurar el orden y la estabilidad necesarios para el incremento del comercio, pero Alemania ya era la principal nación exportadora. El partido colonial no había abandonado el sueño napoleónico de un imperio que incorporara el sur del Mediterráneo a Francia. Era un proyecto destinado al fracaso. Los acontecimientos lo habían derrumbado. El Reino Unido no consentiría que se cuestionara su posesión de Egipto. Aún, durante muchos años, Inglaterra y Francia se vigilarían mutuamente. Esa rivalidad aseguraba el statu quo mediterráneo, lo mejor que podría desear Alemania74. El ministro de Asuntos Exteriores italiano se extrañaba de que Francia no aprovechara las circunstancias para arreglar la cuestión de Marruecos en la forma más beneficiosa para sus intereses. Alemania no se oponía. Tánger era un asunto reservado. Las dificultades de Reino Unido en guerra con los boers no hacían temer que se opusiera75. Desde Madrid, el embajador francés insistía en la necesidad de dar una base más sólida a las relaciones de su gobierno con el español. Le preocupaba que España se entendiera con Inglaterra a cambio de posibles concesiones, como un arreglo Ceuta por Gibraltar, del que se habló en noviembre76. Había síntomas de que las cosas estarían moviéndose respecto a Marruecos. Inglaterra podría desear un mayor acuerdo con España, mientras crecían sus recelos ante la acción de Francia en su frontera con Marruecos. En ese contexto, el embajador inglés en Madrid quiso hablar con el ministro de 72 Stuart M. Persel, The French colonial lobby, 1889-1913, Stanford, Hoover Institution Press, 1983. 73 Sobre su posición, René Pinon, L’Empire de la Méditerranée. L’entente franco-italienne; la question marocaine; Figuig, le Tuat, la Tripolitaine; Bizerte; Malte; Gibraltar)(4), París 1912. 74 74 Noailles-Delcassé, 2 marzo 1901, AAE CP NS Maroc 2 167-170. 75 Tc 96 Barrère-Delcassé, 21 marzo 1901, AAE CP NS Italie 16 88. 76 Conf 45 Patenôtre-Delcassé, 12 abril, AAE NS Espagne 37 139-143. En julio informó de la existencia de una campaña de prensa a favor del Estados Unidos. Conf 79, 7 julio, ib. 161-166
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Estado. La posición de España era clara: todo lo que se hiciera sin su asentimiento afectaría a su seguridad como nación77. El 9 de mayo informaba el embajador de España en Londres de su conferencia con Lord Lansdowne. Inglaterra desea que siga el statu quo. No era previsible una acción de Francia, pero no le faltaban ganas de hacerlo. El duque de Mandas creía que Francia y el Reino Unido se repartirían Marruecos y dejarían a España unas migajas. La única esperanza era “la capacidad disuasoria” de las dificultades que ese acto suscitaría a los dos gobiernos las exigencias de su política interna y de su opinión78. En la corte del Sultán estaban asustados por los movimientos de tropas y la noticias de la prensa inglesa, hablando de un acuerdo Italia-Francia sobre Tripolitania y Cirineica y Marruecos. Se pensó pedir la protección de Londres79. No pasó nada, una vez dada la satisfacción por el asesinato Pouzet80. Llegó el 6 de junio a Inglaterra una embajada marroquí. Fue recibida por Eduardo VII en Saint-James. Su estancia pasó desapercibida. Su importancia era escasa. Tenían los franceses la imagen de que los ingleses ocultaban siempre sus intenciones. Se ajustaba más a la realidad el que éstos esperaban siempre los acontecimientos y reaccionaban ante ellos. Con todo, algunos pensaban en la posibilidad de conversaciones con Alemania a propósito de Marruecos. Era un sueño. Los ingleses vigilaban a Francia en Marruecos, pero su experiencia con Alemania, concretamente en China, no les había dejado buena impresión. Si se estaba pactando algo, el asunto se gestionaba entre pocas personas. Sería un secreto bien guardado. Era eso lo habitual. Por otra parte la posición inglesa era muy simple. Si alguna vez cambiaran las cosas en Marruecos, deberían recibir antes Tánger y las zonas vecinas a la ciudad81.
77 4 Almodóvar del Río-León y Castillo, 27 de abril de 1901, en José María Campoamor, La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900-1904), Madrid 1951, 302. 78 Mandas-Almodovar, 9 de mayo de 1901 y respuesta, 8, 18 de mayo, en José María Campoamor, l.c. 309-311. Pasados varios meses, Mandas informó al ministro Estado que Lansdowne le había comunicado que “si surgiese la cuestión marroquí, creo que Inglaterra sería la primera en pensar que España tiene derecho a que esta cuestión no se tratase sin que hiciera oír su voz”. No podría ser de otro modo. 3 Mandas-Buenaventura Abarzuza, 19 de diciembre de 1902, ib. 327. 79 T 1368 Agesilao Gianatelli-Gentile a Prinetti, Tánger 28 mayo, DDI III/ 5 Roma 1979 222. Un retrato de la corte del Sultán y el significado del regreso de Garrit al poder y su personalidad, 343/44 Gianatelli-Gentile-Prinetti, 15 de mayo de 1901, y 780/183 Malmusi-Prinetti, 14 de octubre de 1901, ASD SP P 207. 80 Bis 643 Tornielli-Prinetti, 10 junio, y Gianatelli-Gentile a Prinetti, 12 junio, DDI III/ 5 Roma 1979 254-255 y 261. 81 148 Paul Cambon-Delcassé, 11 junio 1901, AAE CP NS Maroc 2 28-32.
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Lord Lansdowne informó a Paul Cambon de las conversaciones con la embajada marroquí. Dos asuntos preocupaban: las incursiones de las tropas francesas para castigar a quienes atacaban a las poblaciones argelinas en la frontera y la cuestión de las protecciones. En todas ellas, el secretario del Foreign Office recordó que las autoridades marroquíes debían preservar la autoridad del Sultán dentro de su territorio y cumplir las obligaciones contraídas en la Conferencia de Madrid en julio de 188082. En Francia, el objetivo de la misión marroquí fue delimitar la frontera común con Argelia. Eso fue lo que dijo Paul Cambon a Lansdowne83. Tras la paz de París con Estados Unidos, todos los gobiernos españoles habían observado una perfecta neutralidad en política exterior. Era un principio compartido por todos los grupos políticos. ¿Qué factores explicaban esa orientación? La división entre los partidos, la poca fuerza moral de los gobiernos parlamentarios, la debilidad financiera y militar daban argumentos a favor de esa tendencia, exigida también por la opinión. Los gobiernos, pues, no tomaban partido y trataban de mantener relaciones iguales con todas las potencias. Con todo había corrientes de opinión y sentimientos de simpatías. España debería ir de acuerdo con Francia e Inglaterra. Eran cordiales las relaciones con la primera. Una amistad correspondida por la opinión francesa. Pese a las actitudes de superioridad hacia España, nadie dudaba que los dos pueblos fueran amigos. Por eso el ahorro francés se canalizaba hacia España: ferrocarriles, minas... Marruecos y el expansionismo francés en el norte de África generaban suspicacia. Gibraltar era una zona de contacto permanente con el Reino Unido. Existían inversiones de capitales ingleses en las minas. Pero los sentimientos no eran amistosos. Gibraltar era una amenaza para España. La actitud de sus políticos y de su prensa durante la guerra del 98 suscitó rencor y mala disposición hacia los ingleses. Además, estaba el problema de las defensas de Gibraltar. La opinión creía que el Reino Unido era hostil a España y tenía proyectos contra su integridad territorial amenazando las Canarias. La reacción ante la posibilidad de una alianza de Portugal con Inglaterra era otro signo: España se sentía insegura ante la presencia de los ingleses, también en su frontera occidental.
82 172 Cambon-Delcassé, 4 julio 1901, ib. 68-71. Coincidían las observaciones de Lansdowne con lo afirmado por Delcassé en el senado respondiendo a la pregunta de Chaumié el 5 de julio. 83 203 Cambon-Delcassé, 1 agosto, ib. 117-117.
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El embajador inglés, Mortimer Durand, se esforzaba en superar todas esas dificultades. No lo lograba, porque la prensa inglesa y su opinión eran muy sensibles a todo lo que afectaba a Gibraltar y a la noticia de una posible alianza de España con Rusia y Francia, en la que se incluía cesiones en Ceuta. ¿Qué había de verdad en todos esos comentarios? Parece que nada había cambiado desde diciembre de 1898. Francia, la más interesada en unir a España a su política, podía hacerlo sin necesidad de alianzas. Le bastaba la influencia que le proporcionaban sus inversiones y su poder en África. Rusia secundaba la política francesa. Italia, Austria-Hungría y Alemania mantenían relaciones amistosas con España. La única cuestión que, desde el punto de vista internacional, preocupaba a España era Marruecos, es decir, lo que pudiera ocurrir en el caso de que una intervención modificara el statu quo. Para evitar que eso sucediera, carecía de fuerza. Ese hecho era “un fattore di cui si deve tener conto per le future contingenze”84.
84
478/134 R. di Collobiano-Prinetti, Madrid 6 junio 1901, ASD DDS XXXIV/9 29-31
VII. EL MARCO EUROPEO Y MEDITERRÁNEO DE LA POLÍTICA EXTERIOR
En marzo de 1901, antes de dejar los conservadores el poder, se creó la Comisión de Reclamaciones prevista en el artículo VII del Tratado de París1. En Filipinas, por iniciativa de Placide Louis Chapelle, arzobispo de Nueva Orleáns y delegado de la Santa Sede, se formó una Comisión Civil. Reconociendo, sin embargo, que la conducta de Mc-Arthur era “excelente”2, la decisión de McKinley quería terminar con las arbitrariedades de la administración militar3. No lo consiguió. La Comisión Civil no corrigió los abusos4. Chapelle, que apelaba a su condición de ciudadano norteamericano, solicitando que los asuntos pasaran a depender del Congreso, mostró su buen sentido jurídico. La Corte Suprema resolvió sobre las tarifas aplicables a las importaciones de Puerto Rico, que la “constitución sigue a la bandera sólo por disposición del Congreso”, no ex proprio iure. Los territorios adquiridos por Tratado de cesión –no se contempla siquiera la posibilidad de que lo fueran por conquista– dejan de ser inmediatamente extranjeros, adquieren el carácter de dependencia de Estados Unidos, pero no forman parte de la nación, Su constitución y el texto de las reclamaciones presentadas, AMAE H 2439. Chapelle-McKinley, 22 enero. 3 El arzobispo escribió el 15 de enero a Elihu Root, secretario de Defensa: “La Comisión de Filipinas ha aprobado un acta confiriendo jurisdicción a un tribunal filipino jurisdicción que afecta a los derechos de los Estados Unidos sobre propiedades y dándole poderes para interpretar el Tratado de París…”. Chapelle protestaba, “como ciudadano americano”, porque esa medida buscaba “diferir indefinidamente la pacificación”. Pedía que, como sucedió en Cuba y Puerto Rico, el arreglo sobre los bienes de la Iglesia quedara en manos del Congreso. 4 La denuncia, Chapelle-Rampolla, despacho sin número ni fecha, recibido en el Vaticano el 21 de abril. El delegado recibió el 30 de mayo una carta del obispo de Jaro acusando a la comisión de ser hostil a la Iglesia. Todos estos documentos, ASV AES 347/954 69-80 y 349/954 34-36. 1 2
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según el espíritu de la constitución. Era potestad del Congreso aplicar toda la legislación o parte de ella o adoptar una legislación especial5. Se invitó a la Santa Sede a unirse con Estados Unidos, la potencia imperial emergente. Era su oportunidad. Debía mover sus piezas para conseguir ese objetivo. Eso suponía un relevo de Chapelle y la promoción de John Ireland. Debería hacerse cardenal al arzobispo de Saint Paul, amigo de McKinley y de otros políticos influyentes6 El 25 de febrero se aprobó la enmienda Platt. ¿Era una ley norteamericana que se convierte en ley cubana por imposición? ¿Era una garantía para que los esfuerzos de modernización y pacificación realizados durante los meses de administración de Estados Unidos no se frustraran? ¿Era una forma de subrogarse la exigencia de pedir al gobierno de la nueva nación independiente que cumpliera las obligaciones que, en nombre de Cuba, asumió en el Tratado de París el gobierno de Estados Unidos?7 No es fácil responder, sobre todo si se se tiene en cuenta esta última pregunta y además se lee el texto8. Sufrió McKinley un atentado en Buffalo (Estado de Nueva York). León Czolgosz, un anarquista, le disparó el 6 de septiembre de 1901. Murió ocho días después. El acontecimiento planteó el problema de la participación de los católicos en los actos fúnebres en memoria del presidente. En dos ocasiones anteriores, es decir en 1869 y 1881, los obispos norteamericanos no recibieron instrucciones. El 15 de septiembre se dijo al pro-delegado apostólico, Sebastiano Martinelli, que podrían participar en las ceremonias civiles, pero no en las religiosas, pues eso suponía una “communicatio in divinis”, no permitida. La esposa de Bellamy Storer, ministro de Estados Unidos en Madrid, escribió al cardenal Rampolla. Existía en Estados Unidos la idea de que los ca5 Esta sentencia sobre los “casos insulares” tenía una “importancia extraordinaria. Nunca se previó en la legislación americana una adquisición de territorios fuera del continente” 98 Arcos-Almodóvar del Río, 1 junio1901, AMAE H 1481 6 “Voilà l’occasion; elle est immense, par la place que les États-Unis occuperont dans le jeu de ce monde. Quand des puissances nouvelles se fondent le Saint-Siège, en ne froissant aucun principe, a l’habitude de donner une importance prépondérante aux question de conquête et d’influence”. El cardenal Ferrata, que fue nuncio en París, transmitió el 29 de abril unas notas enviadas por Monseñor Boeglin, tras conversa con el matrimonio Storer. Bellamy Storer había sido ministro de su país en Bruselas y luego fue destinado a Madrid. ASV AES 348/954 21-28. 7 Luis Álvarez Gutiérrez, “La Enmienda Platt y su valoración por la prensa cubana de la época”, Ibero-Americana Pragensia. Supplementum 9/2001 43-82. El texto avala más esta segunda, aunque Luis Álvarez no se pronuncia y recoge las dos posiciones. 8 Sobre la administración de Estados Unidos, H. Thomas, Cuba, la lucha por la libertad, volumen 1, Barcelona-México 1973, 539-611.
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tólicos jamás rezaban por sus parientes y amigos agonizantes o difuntos, si no eran católicos. Esa convicción arrastraba otros prejuicios: los católicos no sentían odio hacia los no-católicos. En esta percepción se hallaba parte de la dificultad para que hubiera relaciones entre el gobierno de los Estados Unidos y la Santa Sede. Por eso pedía que se autorizara en la misa una plegaria por la curación del presidente McKinley9. Cuando falleció, deseó la señora Storer que se rezara también por el nuevo presidente. Recordaba que lo era de una nación con más de veinte millones de católicos. Aunque la propuesta estaba inspirada en los mejores sentimientos, el cardenal Rampolla dijo que no se ajustaba a la doctrina católica. Podrían hacerse otros gestos que manifestaran a los buenos protestantes la simpatía y el interés de la Iglesia por ellos en un momento doloroso. Rampolla había enviado dos telegramas. Uno, al conocer el atentado, y otro dando el pésame al secretario de Estado John Hay10. Bellamy Storer era un gran amigo de Theodore Rooselvelt. Cuando la Santa Sede buscaba resolver la situación creada con la nueva administración en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, Ireland informó que el cambio en la presidencia no sería un obstáculo para conseguirlo, puesto que Rooselvelt, que tres semanas antes estuvo en Saint Paul (Minnesota), le había mostrado su amistad11. Hubo un incidente con la comunidad judía de Estados Unidos y Canadá. El Papa atribuía el asesinato de William McKinley a quienes seguían los principios del anarquismo, del judaísmo, del socialismo y de la masonería. Al menos así lo decía un despacho de agencia, procedente de Viena, publicado por los diarios norteamericanos. El presidente de la Unión de Comunidades Ortodoxas Hebreas de Estados Unidos y del Canadá pedía, en nombre de la verdad, de la justicia y de la fraternidad, en el nombre de Dios, que se corrigiera esa expresión. Los judíos no son anarquistas. Estaban siempre del lado de la ley y del orden. El
9 Este gesto tenía especial importancia de cara al futuro. Theodore Rooselvelt, el vicepresidente, era un nacionalista exagerado y una persona que tenía muchos prejuicios contra el Vaticano. Esta advertencia hizo que el cardenal Rampolla, confiando en las buenas relaciones de John Ireland con Rooselvelt, le pidiera que comunicara al nuevo presidente que el Papa invocaba la ayuda de Dios cuando iniciaba su mandato. 65523 Rampolla-Ireland, 19 de septiembre de 1901. Un retrato del nuevo presidente, s.n. Martinelli-Rampolla, 14 de septiembre, ASV SS 280 (1902) 3 19 y 21-22. 10 Tc Rampolla-Martinelli, 15 de septiembre de 1901. Mary Langwoth Storer-Rampolla, 12 y 14 de septiembre y Rampolla-Storer, 16 de septiembre, ib. 3 8 y 11-18. 11 J. Ireland-Rampolla, 18 de septiembre de 1901, ib. 27-27.
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Papa no debía consentir que se citara a la Iglesia católica para incitar a una xenofobia religiosa. Siendo falsa esa atribución, se autorizaba al pro-delegado apostólico en Washington a desmentirla. El cardenal Martinelli no lo juzgó oportuno, porque eso obligaría a repetir el acto cada vez que aparecieran noticias falsas o exageradas, algo frecuente en la prensa norteamericana12. Esta reacción revela su línea de conducta y explica que Storer hubiera pedido su relevo unas semanas antes. En este contexto interno tan complejo y un momento de incertidumbre internacional, asumió Theodore Roosevelt la presidencia. Hasta entonces su biografía le señalaba no sólo como nacionalista sino como partidario de defender a las otras repúblicas americanas de las injerencias europeas. El 2 de diciembre, en su primer mensaje al Congreso, recomendó la aprobación del tratado de reciprocidad entre Estados Unidos y Cuba. Quería señalar la dirección de Estados Unidos en sus relaciones con ellas y mostrar el sentido defensivo y no expansionista de la doctrina Monroe, a la que consideraba “the cardinal feature of the Foreign Policy of all Nations of two Americas as it is of the United States13. Esta declaración respondía de alguna manera a las presiones de quienes deseaban la anexión de Cuba. Quizás tendrían que conformarse con las ventajas arancelarias a las importaciones de la Isla14.
1. “Fidelidad a las alianzas y amistad con todos” Hubo un rumor sobre el proyecto de un protectorado inglés en Marruecos. Buscaba el Sultán evitar presiones más amenazantes. Se hablaba de una gestión inglesa ante el gobierno francés reclamando el mantenimiento del statu quo territorial en la costa africana15.
12 Carta a León XIII enviada por H. Pereira Mendes, presidente de la Unión de las Congregaciones Ortodoxas Judías de los Estados Unidos, New York 22 de octubre de 1901, traducción al italiano. 66468 Rampolla-Martinelli, 15 de noviembre y 1767 Martinelli-Rampolla, 29 de noviembre, ASV SS 280 (1902) 3 30-33. 13 “…we, the giant Republic of the North, should make all ours sisters Nations of the American Continent feel that, whenever they will permit it, we desire to show ourselves disinterestedly and effectively their friends”. Message of the President of the United States to the two Houses of Congress, Washington, December, the 2 1902, 9-10 y 28-29. 14 Comentario del encargado de negocios en Washington, 213 Juan Riaño-Almodóvar del Río, 4 diciembre, AMAE H 1481. 15 Cuando el ministro de Estado le preguntó sobre el significado de la embajadas de Marruecos a Londres, Berlín, París y San Petersburgo, Jules Cambon se limitó a decir que sería
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En Italia el gobierno Zanardelli fijaba su política exterior ante la Cámara. Prinetti respondió a varios diputados. Fue poco explícito en la valoración del acuerdo franco-británico sobre África de 189916. A comienzo de los años noventa, la Triple Alianza adquirió una apariencia que pervertía sus fines. Eso tuvo dos malas consecuencias para Italia: un esfuerzo económico excesivo en el terreno militar y tener que sufrir los daños derivados en las relaciones comerciales con Francia, que juzgaba una manifestación de enemistad política la pertenencia a ella17. Las cosas habían cambiado desde entonces. La pertenencia a la Triple Alianza permitía reducir los gastos militares. Sobre ese pacto de defensa mutua se habían asentado los tratados comerciales entre los aliados. La Triple Alianza no era incompatible con las relaciones amistosas con Francia. En 1901 sería difícil “il non riconoscere la solida base che la triplice alleanza ha dato alla politica italiana, e il contributo efficace che essa ha portato alla causa della pace in Europa”. Por lo demás, como sucedía en la orilla sur del Mediterráneo, Austria e Italia estaban de acuerdo en conservar el statu quo en las costas otomanas del Adriático. Esa era la política italiana en la “questione albanese”. El mismo interés tenía Italia en Tripolitania. Había garantías de que nada cambiaría allí18. La fidelidad a las alianzas y la amistad con todas las potencias eran la mejor prenda para Italia. Seguiría participando en el concierto europeo, trabajando por la armonía y la paz. Defendería los intereses italianos en todas partes. Los protegería siempre. Sostendría el sentimiento de “italianidad”.
de mera cortesía. Las cuestiones diplomáticas se trataban y se resolvían mejor en Tánger o en Fez. 5 Jules Cambon-Delcassé, 9 junio 1903, AAE NS Maroc 2 224-225. 16 “Nessun negoziato importante è intervenuto da tempo tra l’Italia e l’Inghilterra; ma le relazioni che esistono tra i due paesi autorizzano in noi il convencimento che, presentandosi l’ccasione, apparirebbero sempre saldi gli antichi rapporti di amicizia, basati sul rispetto equo e sincero dei reciproci interessi”. 17 La Patria publicó semanas más tarde y a propósito de la botadura del “Regina Elena” en Ancona, que había sido un error orientar toda la construcción naval italiana a la defensa frente a Francia, dejando de lado las costas del Adriático. Era preferible que Rusia se estableciera en Constantinopla a consentir que Alemania lo hiciera en Trieste. ¿Debería seguir Italia como aliada de Alemania, que le regateaba toda ventaja comercial y le alienaba la amistad con Francia a cambio de nada? Comentario y traducción en 241 Barrère-Delcassé, 11 noviembre 1901, AAE CP NS Italie 10 165-170. 18 “Non vi ha oggi...nessuna ragione per credere che lo statu quo del Mediterraneao possa subire modificazioni. Ma sono in grado di affermare che, per qualunche evento, l’Italia può attingere ormai e nelle sue alleanze e nelle sue amicizie la fede sicura che l’equilibrio non sarà più oltre turbato a suo danno in questo mare...”.
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Para esa política se precisaba el consenso de todo el país y la constancia de todos en conseguir esos propósitos19. El gobierno ganó el debate sobre el presupuesto del ministerio de Asuntos Exteriores por 29 votos. Atacaron a Giulio Prinetti, Antonio Starabba di Rudinì y Luigi Luzatti. Censuraban la persona del ministro, no una política, que ellos habían aprobado y que Prinetti continuaba, buscando ampliar las adhesiones, “tra quelli che a la triplice alleanza erano stato sempre avversi”.Una vez más la política interna prevalecía sobre la política exterior y la ignoraba20. Francia hizo una demostración de fuerza. En junio de 1901 sus flotas del Mediterráneo y del Atlántico se reunieron en el norte de África. Estas maniobras habían tenido lugar otras veces. Ahora la novedad era que el XIX cuerpo de ejército, una unidad formada por tropas dispersas, se concentraba en el sur de Orán para unas maniobras. Terminado el cable entre Tánger y Argel, las comunicaciones francesas desde Marruecos no tenían que transitar bajo control inglés. En esos momentos había en Gibraltar unas cuarenta naves y cerca de 25000 hombres entre soldados y marinos. Todos esos hechos harían pensar que se esperaba una acción de Francia sobre Marruecos. Lo desmintió Delcassé, pero quienes estaban persuadidos de que en París habían decidido un golpe de mano para declarar luego el protectorado, continuarían diciendo que la presencia de esas fuerzas en Gibraltar había tenido efectos disuasorios. ¿Qué había de verdad en lo que estaba sucediendo? El gobierno francés no deseaba novedades en el norte de África, pero la opinión le empujaba a no consentir la influencia de otra potencia en Marruecos. Esta situación era especialmente peligrosa en un país donde el gobierno no tenía ideas fijas y carecía de dirección política21. Para detener la presión de la opinión, habría
19 Texto impreso del discurso de Prinetti en la Cámara de Diputados, 14 junio 1901, y comentario del debate en 144 y 148 Barrère-Delcassé, 15 y 17 junio 1901, AAE CP NS Italie 10 115-139. La votación favorable sólo por nueve votos, procedentes de los diputados de la extrema izquierda, dejaba en una mala posición parlamentaria al ministro y al gobierno, 154, 21 junio, ib. 140-143. 20 Esperaba Prinetti que los dos aliados de Italia, percibiendo las dificultades, reconocieran que el ministro habló “con tutta la necessaria chiarezza… perchè la mia intenzione è ben ferma di mantenere , in quanto da me può dipendere, l’attuale indirizzo della politica italiana”. Lp Prinetti-Costantino Nigra, 30 junio, DDI III/5 298-300. 21 1340/707 Tornielli-Prinetti, 25 junio, ASD ASD DDS XL/11 121-122. Sobre la presencia de la escuadra inglesa de 42 barcos y mandada por el almirante Fisher, de maniobras, en aguas entre Ceuta y el Peñón de Vélez de la Gomara, 501/117 Gianatelli Gentile-Prinetti, 22 junio, ib. 123.
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que insistir en el coste financiero y en la desproporción entre éste y lo que podría alcanzarse. Estaba reciente la ocupación del Tuat22. El 3 de julio, en una entrevista con Tornielli, Delcassé, que acababa de estar con el embajador de España, dijo que las maniobras navales en el Mediterráneo nada tenían que ver con una acción en Marruecos. El embajador de Italia se limitó a recordar que había oído ya esas afirmaciones, las había transmitido a su gobierno y las creía. Deseaba Delcassé fijar la posición de Italia en las relaciones con Francia. Las informaciones transmitidas por Camille Barrère desde Roma se resumían en estos tres puntos: Italia ignora si renovará para 1903 su adhesión a la Triple Alianza. Dependerá de las circunstancias. En los dos años que faltaban no tomará la iniciativa. Si se renueva, “è fermo proposito del governo attuale italiano che essi (i trattati) abbiano a contenere nulla di agresivo e di cui la Francia possa legittimamente dolersi”23 Aunque los ejercicios navales franceses estaban previstos hacia meses, nadie conocía cuándo se tomó la decisión. Por eso la noticia produjo una reacción, sobre todo si se asociaban con las maniobras del XIX cuerpo de ejército. Este último dato fue desmentido por el ministro. Nadie había pensado en ello. No obstante la prensa hablaba de envíos de armas y municiones desde Marsella a Argelia. La escuadra inglesa estaba en la zona. Esas voces se acallarían cuando, concluidas las maniobras, los barcos regresaran a sus bases. Delcassé hizo el 5 de julio en el Senado una declaración formal sobre su política en Marruecos, respondiendo a una pregunta del ministerial Chaumié. La reacción de la prensa inglesa demostraba que acertó24. Días después, Prinetti dijo a Barrère que afianzaría el ambiente nuevo que estaba apareciendo en Italia el informar de la existencia de un acuerdo sobre Tripolitania. Se conocían las conversaciones amistosas entre los dos gobiernos. No se sabía a qué habían llegado. Por eso la noticia de su éxito evitaría toda desconfianza. Revelar su contenido, manteniendo secreto el texto dejaría claro que Túnez “est de fait un territoire français où l’Italie n’a plus rien à faire”.
Con el espantapájaros de la hegemonía inglesa en Marruecos, estaban algunos agitando la opinión, argumentando que un país que estaba rodeado por fronteras francesas no debería tener iniciativa internacional, sin el previo consentimiento de Francia. 1374/726 TornielliPrinetti, 27 junio, ib. 133-134. 23 Tornielli se negó a confirmar personalmente la exactitud de esas afirmaciones, porque en una materia tan grave “non debbono essere equivoci”. 1473/748 Tornielli-Giulio Prinetti, 3 julio, DDI III/5 306-307. 24 1518/773 Tornieli-Prinetti, 6 julio, ASD DDS XL/11 141-143. 22
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Se trataba de divulgar exclusivamente lo relativo a Tripolitania dejando en secreto lo convenido sobre Marruecos. La noticia crearía la sensación de que los dos gobiernos habían llegado a un pacto para repartirse equitativamente esa zona del Mediterráneo. Para evitar problemas diplomáticos, sugirió Barrère que se comunicara a Constantinopla que Francia había dicho a Italia que carecía de interés sobre Tripolitania. De ese modo, el gobierno turco apreciaría el gesto de amistad de Francia y vería en él una prueba de respeto a su integridad territorial. Esto debería ser conocido y aceptado antes por Prinetti25.
2. Marruecos: un análisis de Silvela y un debate parlamentario ¿Convenía a España tener alianzas o le beneficiaba esa situación que desde el inicio de la Restauración se formulaba en el Discurso de la Corona con las palabras “ninguna innovación en las relaciones amistosas con las demás potencias”? La ausencia de formales compromisos internacionales no debe confundirse con la carencia de una política exterior. En ese caso, no la habrían tenido ni el Reino Unido, ni Francia desde el Tratado de Frankfurt hasta los acuerdos con Rusia, ni Estados Unidos, que en esos años sólo firmó acuerdos comerciales. El general Weyler, ministro de la Guerra desde el 6 de marzo de 1901, y el subsecretario, el general Martínez, se manifestaron a favor de que España abandonara lo que hasta entonces se denominaba “manos libres”, que tampoco debería identificarse con el aislamiento, y que se asociara a alguna de las alianzas. ¿Tenía elección el gobierno? Parece que no, según el agregado militar francés en Madrid. Los contrapuestos intereses con Inglaterra forzaban una conclusión. Los franceses eran “les seuls à les vouloir réellement forts chez eux”26. Hubo una conversación de tono fuerte entre León y Castillo y Delcassé sobre las ambiciones de Francia en Marruecos y las maniobras navales en el Mediterráneo. No podía dudarse de las intenciones pacíficas del gobierno francés, pero había signos que negaban esa convicción. La opinión nada podía saber de la fecha en que el gobierno había decidido las maniobras, de las que venimos hablando y la presencia en Gibraltar de 40 barcos de guerra y 25000 hombres. Estaba reciente el contencioso sobre las defensas de Gibral-
180 Barrère-Delcassé, 21 julio 1901, AAE CP NS Italie 16 222-225. 199 Comandante Cornulier-Lucinière-general André, ministro de la Guerra, 30 junio, remitida a Delcassé el 18 julio, AAE NS Espagne 37 171-175 y 179. 25 26
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tar y aún no había pasado mucho tiempo desde el encuentro de franceses e ingleses en Fachoda. En tales circunstancias España se alegraba por las declaraciones de Balfour en los Comunes de que Inglaterra no convertiría a España en una encrucijada y, si se produjeran complicaciones en Europa, no saldría de su neutralidad27. Le recordó Delcassé que los gobiernos no deberían dar crédito a los rumores ni condicionar por ellos sus relaciones con los otros. Los buques regresarían a sus bases. Todas las sospechas se desvanecerían28. El gobierno formado por Sagasta el 6 de marzo obtuvo el decreto de disolución el 24 de abril. Se convocaron elecciones para el 19 de mayo. Se inauguraron las sesiones el 11 de junio. El 15 de julio Segismundo Moret dejó el ministerio de la Gobernación. Fue elegido presidente del Congreso, sustituyendo al marqués de la Vega de Armijo. Se situaba bien de cara a la sucesión de Sagasta. Esa previsión afectaba a la política europea de España. Moret era “l’âme de la campagne anglophile menée depuis plusieurs mois par la pluralité des journaux espagnols”. ¿Era lógica esa actitud en una persona vinculada, como presidente de consejos de administración y abogado, a sociedades industriales y financieras francesas?29. El debate sobre la respuesta al discurso de la Corona planteó las causas de la crisis, los problemas pendientes. Sólo Silvela habló de política exterior. Para el resto de los diputados parecían prioritarias otras cosas, como la cuestión religiosa y el regionalismo30. Como era costumbre en él, no se paró a debatir sobre cuestiones académicas, pero señaló la raíz de la situación política: la división entre “los liberales y los llamados políticos jacobinos o socialistas”. Estos no confiaban que la libertad permitiera llegar al éxito de la verdad “y al desenvolvimiento lógico y ordenado de la sociedad”. El silencio sobre política exterior era muy grave, porque suponía la convicción y el deseo de que “podríamos ser extraños” a lo que estaba sucedien-
27 En esos momentos, Prinetti, ministro de Exteriores, había declarado a Camille Barrè, embajador de Francia en Roma, que Italia no tomaría la iniciativa para renovar la Triple Alianza en 1903. Quería mejorar las relaciones con París. Un resumen de estas conversaciones, transmitido a Delcassé por el embajador italiano en París, 1473/749 Tornielli-Prinetti, 3 julio, DDI III/5, Roma 1979 306-307. 28 R 773 Tornielli-Prinetti, 6 julio 1901, DDI III/5 Roma 1979 313-315. Un resumen de las relaciones de Francia y España sobre Marruecos, julio 1911, AAE NS Maroc 97 65-72 29 Sus ingresos superaban los cien mil francos. Sobre la dimisión y la orientación de Moret hacia Inglaterra, 75 y 83 Paul de Faure-Delcassé, julio sin día y 19 julio, AAE NS Espagne 2 87 y 89-93. 30 El discurso con el que Sagasta cerró el debate trató de estos dos asuntos y otros de menor relieve. DS/C 32 (18 julio) 725-729. El 22 de julio el gobierno suspendió las sesiones.
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do en Europa y África31. Había una posición compartida: conservar el statu quo en Marruecos, pero esa solución era transitoria, provisional, hasta que España “no se encuentre en condiciones para intervenir en su variación”. Podría cometerse el error de creer que el statu quo suponía que Marruecos siguiera en su atraso, en su pobreza. Resignarse a eso sería aceptar que se lesionaran los intereses españoles, que no podrían beneficiarse del intercambio económico con una sociedad rica en su frontera sur32. Llamó la atención, y no de modo positivo, a Romero Robledo que hubiera sido Silvela el único diputado que habló de política exterior. Le sorprendió su interés en que Marruecos llegara a ser “un pueblo civilizado con el cambio de política, el desarrollo del comercio y la ventaja de vivir entre naciones que se encuentran en estado próspero”. Omitió el nombre de quien realizaría esa obra. Era un descuido en un asunto trascendental. La cuestión de Marruecos era un asunto internacional, donde “luchan las aspiraciones de Estados fuertes y poderosos y la oposición de otros”. No lo dijo Silvela, pero a su antiguo adversario político le convenía “traducir” sus palabras así: cualquier potencia europea que llegase a sentar sus reales en Marruecos, “so pretexto de civilizar”, era bienvenida. Esta conclusión era tan peligrosa, que incapacitaba a Silvela para volver a presidir el gobierno. Era su deber, y Silvela respondió. Los problemas internos de España no eran mayores que los de las demás naciones europeas. Sí lo eran en “las cuestiones exteriores”. La política exterior es “una de las cosas que más especialmente deben preocuparnos”, sobre todo en lo que afectaba a África y, concretamente a Marruecos. Esas cuestiones no deberían resolverse “en contra de España y sin España”33. En agosto de 1901 publicó Silvela un artículo sobre Marruecos34. España, una nación amiga e interesada más que nadie en la independencia de es31 “Nuestra situación en Europa cuando las cuestiones de África han adquirido la importancia que a los ojos de todos es notoria, cuando se puede preparar en el norte de aquel gran Continente soluciones a las cuales nosotros no podríamos ser extraños…” 32 Para España era “un verdadero sacrificio y una inferioridad europea”. Su discurso no era un ejercicio académico, sino un acto político. Por eso recordó que la única manera de hacer frente a los peligros y de obtener ventajas era “ser fuertes”. “Soyez forts”, dijo Bismarck a un diplomático español. DS/C 31 (17 julio 1901) 679-687, las citas, 680 y 686-687. 33 Debate Romero Robledo-Silvela, DS/C 32 (18 julio) 718 y 724. 34 Un Diputado a Cortes, “La cuestión de Marruecos”, La Lectura, agosto 1901, 177193. La redacción aclaró a sus lectores que se trataba de una persona que gozaba de “elevada posición política” y tenía “gran competencia”. Todo Madrid “supo enseguida que de Silvela” El texto en Artículos, discursos, conferencias y cartas, tomo III, notas de Félix de Llanos y Torriglia, Madrid 1923, 98-120. Comentario a este artículo en René Pinon en la Revue des Deux Mondes, 15 fevrier 1902. Intervención en la sesión de la R. A. de CC. MM. y PP. el 19 de enero de 1903 resumido por el Marqués de la Vega de Armijo, Marruecos y las potencias
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te país, tenía que conocer cómo la prensa se ocupaba en Francia e Inglaterra con frecuencia de la “cuestión de Marruecos”. No sucedía eso en España, donde parecía un acuerdo compartido, pero no sometido a crítica, el mantenimiento del statu quo. Mientras sucedía esto en Europa, el centro de la política española estaba en las interpretaciones de algunos artículos del concordato, por si de esta manera se podía favorecer o derribar a Moret o a Canalejas En el discurso de la Corona anunció el 11 de junio de 1901 el gobierno el propósito de definir el estatuto jurídico de las congregaciones y el de proceder a reajustes en el presupuesto de culto y clero que permitiera mejorar la dotación de los párrocos rurales. Se esperaba desde entonces en el Vaticano una propuesta del embajador español sobre la reforma del concordato. La Santa Sede volvería a su estrategia de reclamar por las violaciones cometidas por España, sobre todo en materia económica, capellanías y bienes eclesiásticos, y en la instrucción pública. Se necesitaba una interpretación del artículo 29 que no impidiera la implantación de otras congregaciones distintas de las que allí se mencionaban, el Oratorio y la Congregación de la Misión35. Se encargó un informe al jesuita García Villada, que lo entregó antes del quince de julio36. El concordato definía claramente el primer punto, tal como lo demostraba la práctica en los cincuenta años en que estaba vigente37. El gobierno no necesitaba acudir a la Santa Sede si quería aumentar la dotación destinada al clero rural38. europeas: Memoria de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas IX (1905) 312-319. Lo reproduce Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (18601912), tomo II: De la crisis de la política Africana (1898) al protectorado de Marruecos (1912), Madrid 1966, 53-62. 35 63861 Rampolla-Rinaldini, 17 de junio de 1901, ASV AES Spagna 345/950 16-17. 36 Sn Rinaldini-Rampolla, 18 de julio y “Estudio sobre el proyecto de negociar la reforma del Concordato”, 53-72. 37 Villada desarrolla toda la argumentación que se empleará después: la tercera orden necesaria, las palabras de Pío IX en la alocución del 5 de septiembre de 1851, aceptada esta interpretación como auténtica por el gobierno español en 1868. Villada añade un argumento externo. Siendo el fin de concordato arreglar todos los asuntos eclesiásticos importantes, debió dejar solucionado el de las corporaciones religiosas, parte integrante de la Iglesia. Había, especialmente a partir de 1876, unas 300 reales órdenes en las que se concedía la autorización para apertura de casas religiosas. Villada incluía una nota adicional, ib. 65-72. 38 En su exposición al gobierno, en septiembre de 1899, los obispos españoles lamentaban que el clero percibiera ingresos inferiores a la de un “peón caminero”. Sin entrar en las razones legales, había que establecer el contraste con las demás naciones que “cuidan con esmero de los ministros de sus religiones, porque en el honor y gloria de aquellos están el honor y la gloria de estas”. El gobierno de una nación católica no debe hacer lo que no hacen las naciones protestantes.
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Las violaciones del pacto eran “gravísimas y muy frecuentes”. La tolerancia religiosa no respetaba el artículo 1. Había además una aplicación sectaria de la legislación. Se dejaban en suspenso las leyes que protegían a la Iglesia, mientras que se hacían observar con celo aquellas que tutelaban a protestantes y librepensadores y a “los enemigos de toda religión”. Los obispos reunidos en Burgos en 1899, en su mensaje a la Reina Regente, se quejaron del “atrevimiento creciente de los protestantes en contra de la constitución”. Citaban el descuido en exigir la enseñanza conforme con la doctrina de la Iglesia y la autorización de escuelas laicas y protestantes. La circular del ministro José Luis Albareda, 3 de marzo de 1881, se actualizó en la que el 20 de marzo de 1901 expidió el ministerio de Instrucción Pública, estableciendo la libertad de cátedra. “Al mismo tiempo que tal licencia se autoriza contra el Concordato, se niega lo que pide el derecho canónico, reconocido en el mismo concordato”39. Silvela creía que las urgencias políticas eran otras. La situación internacional era de tregua y no de paz estable y duradera. Y en “las relaciones internacionales es precisamente donde la prudencia aconseja con más apremio tener pensado con tiempo un propósito y perseguirlo con la mayor constancia posible”. En esta operación de distracción sobre lo que eran las urgencias de la política, el artículo de Silvela, muy a tono con su inteligencia de lo que era gobernar, fue una sacudida, una llamada a cumplir el deber, a abandonar la inercia40. Se ponía en crisis el principio: amistad con todos, neutralidad estricta. Favorecía la existencia de un partido francés y de otro inglés en la política exterior española41. En Francia y en el Reino Unido cada día había comentarios sobre la situación y el futuro de Marruecos. Los españoles se mostraban indiferentes. 39 La polarización de la política interna en torno a la llamada cuestión religiosa incluía una reforma del artículo 11 de la constitución y una revisión del concordato para reajustar la organización diocesana, pero se centraba en una batalla contra las congregaciones y su extensa implantación en la enseñanza. Sobre esto, la clásica obra de José Andrés-Gallego, La política religiosa en España1899-1913, Editora Nacional, Madrid 1975. He tratado de esto, “Frente a la Supremacía del Estado. La Santa Sede y los católicos en la crisis de la Restauración” II, en Anthologica Annua 34, 36-38 (1987, 1989-1991)189-305, 319-490, 131-252 y 229-333. 40 Tras la declaración franco-inglesa sobre Marruecos, en una carta dirigida al duque de Almodóvar del Río, el 20 de junio de 1904, Silvela confesó que su objetivo fue “despertar un tanto la opinión del país acerca de un negocio tan grave y que a más andar se nos venía encima”, Tomás García Figueras, La acción africana de España…. 87 41 Su aparición creó dificultades a los representantes de España en Tánger y Londres. 16 y 17 Ojeda-Almodóvar del Río, 28 agosto y 4 septiembre 1901, y Duque de Mandas- Almodóvar, 30 agosto, en José María Campoamor, o.c. 267 y 313.
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Se conformaban con afirmar que les conviene el statu quo. Era una equivocación. Europa tenía un problema en Marruecos. A las expansiones territoriales, tendencia cada día más acentuada, podría sumarse una crisis interna provocada por la sucesión del Sultán o por un estado de anarquía. Bismarck advirtió ya que la cuestión de Marruecos desencadenaría una guerra europea. Y Salisbury, en un discurso pronunciado en Glasgow, anunció que causaría mayores dificultades que la llamada cuestión de Oriente. Un protectorado no sería viable. Lo impedía, entre otros factores, el “fanatismo religioso” de la población, más acentuado que en Argelia o Egipto42. Inglaterra no tenía intención de adquirir territorios en Marruecos, pero no permitiría que una potencia marítima se apoderara de Tánger, ni que extendiera su litoral desde las Chafarinas hasta Ceuta. La opinión inglesa no consentiría “disminución tan notoria de su poder y de su libertad en el Mediterráneo”. Italia, que recibió un golpe con la ocupación de Túnez y la creación de una base naval en Bizerta, no toleraría que Francia se instalara en Marruecos. Aunque no debería tomar iniciativas, si se prolongaba el equilibrio creado por los intereses de las potencias, España tendrá que desterrar la idea de que un Marruecos, cerrado al comercio, a la civilización, a la explotación de sus minas y de sus tierras, al aumento de su población, del consumo y del intercambio de productos, la beneficia y enriquecía. Le causaba más bien pobreza y estancamiento. “Nuestra situación en toda nuestra frontera Sur es semejante a la de un propietario, cuyos terrenos no tienen luz, ni aire ni comunicación por uno de los lados de su finca”. Si se abriera una calle, debería examinar si le perjudica y resistirse en caso de que así fuera, sin olvidar que también le perjudica la incomunicación.
42 La sumisión ante Dios, autor de todo, no extingue la esperanza en la restauración de la soberanía de su Enviado y de la independencia de los creyentes. Esta teología hace de los musulmanes sometidos unos “irredentistas”. Nunca serán asimilados por quien los domine, “car ils se regardent tous comme des opprimés en terre étrangère et leur foi ardente est qu’un jour plus ou moins prochain ils secoueront le joug et réintégreront le Dar-El-Islam, l’empire de l’Islam, libre et indépendant, dont l’ultime destinée est s’étendre sur toute la terre”. “ Et ce qui nous doit montrer la mondialité musulmane au dépit de notre conception de nations distinctes, c’est l’intercambiabilité de tous les musulmans… ”. La única integración es atraer individualmente a los musulmanes y hacerlos así ciudadanos. Mientras, sólo es posible la existencia de “deux cités superpostes”. Es un análisis publicado en 1923. A. G. P. Martin, Quatre siècles d’histoire marocaine. Au Sahara e 1504 à 1902. Au Maroc, de 1894 à 1912, París, Felix Alcan 1923, Rabat, Éditions La Porte 1994, 584-589.
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La mejor aliada de España, Francia. Consciente de que la empresa de ocupar Marruecos la supera y que sus aspiraciones no dificultarían “ni la posesión del Tuat, ni la libre comunicación de Argelia con el Senegal, y la prolongación de sus ferrocarriles y de su paso por el Adrar, pues aunque nos entregara voluntariamente esos territorios, es notorio que no contamos con fuerzas de expansión proporcionadas para utilizarlas, bastándonos las extensiones territoriales de Ceuta y Melilla y las fértiles llanuras de las orillas del Atlántico”. La renuncia a adquisiciones territoriales y el incremento de una activa influencia, que asegurase la apertura económica de Marruecos toparían con la debilidad del Sultán para imponer su autoridad. Exigirían la intervención europea, que desencadenaría la guerra santa y arriesgaría la seguridad de los capitales invertidos y de los trabajadores europeos allí establecidos. Si se consiguiera esa política de “puertas abiertas”, debería España concurrir a ella, aunque sólo fuera para encauzar la emigración. Era el momento de acabar con aquel modelo de “política caballeresca”, medievalizante, que justificó la guerra de 1859 para “reparar agravios”. Era la hora de cerrar la política de neutralidad seguida hasta entonces. La experiencia de lo sucedido en el 98 debería enseñar que, metidos del todo en la reconstitución interior del país, podría prepararse a los españoles otro “Tratado de París”43. Quedaría demostrada “la dudosa eficacia” de esa retórica que se entusiasmaba hablando de Isabel la Católica, Cortés, Pizarro... El artículo encara abiertamente la alternativa de que no se respetara el statu quo en Marruecos. Había dos posibilidades. Una, que lo rompiera Francia o que se hiciera mediante un acuerdo entre las potencias. Entre España y Francia había intereses comunes, que permitirían una expansión limitada en aquel imperio, sin la oposición de Inglaterra. Había que preparar a la opinión para que pudiera asistir al gobierno cuando hubiera de resolver sobre ese asunto. ¿Era este artículo el programa de los conservadores en política exterior? La prensa lo recibió con frialdad y La Época le quitó alcance. Era una llamada a la opinión no un proyecto. La opinión estaba pasiva ante la política internacional. No veía ventajas en comprometerse con alguna potencia. “Expulsados de América y Oceanía, si prescindiendo de nosotros, hubiéramos sido expulsados del África vecina, estábamos amenazados de serlo de Europa. Marruecos es para nosotros no sólo una cuestión de honor, sino una cuestión de frontera y de seguridad nacional. Apartar la vista de lo que pudiera ocurrir al otro lado del Estrecho, cediendo al encogimiento del espíritu público o inspirándose sólo en el Estado inerte de una opinión pública muerta, hubiera sido dejar pendiente sobre la vida de España la posibilidad de un nuevo Guadalete”. Declaraciones de Fernando León y Castillo a El Imparcial, en 1904, reproducidas por Tomás García Figueras o. c. 94. 43
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Era significativa, sin embargo, la invitación que hacía para llegar a un acuerdo con Francia sobre Marruecos. Era una novedad que el jefe de un partido ministerial expusiera con claridad sus ideas sobre un asunto de política exterior, que comportaría mayores inversiones en marina y guerra, cosa mal vista por los españoles44. No había que perder de vista los fuertes intereses económicos y financieros que unían a España con Francia, aunque no constara que hubiera algún pacto sobre Marruecos. El embajador ruso en Madrid, cada día más activo, aprovechaba cualquier oportunidad para invitar al gobierno español a “una política di stretto accordo colla Francia”45. Delcassé había declarado el interés singular de Francia por todo lo que afectara a Marruecos. Tanto franceses como españoles debían respetar al Sultán. Era evidente, como también lo era el riesgo de una crisis46. A la vista de la situación europea y de “la evolución cada día más poderosa de las expansiones territoriales, el problema marroquí se plantearía en el momento en que se produjera una crisis en la sucesión al trono o una situación de anarquía, relacionada con ella. El ferrocarril desde Orán a Figuit y el Tuat indicaban qué ruta seguiría Francia en esa zona de África. La situación internacional y el lugar de Francia en el norte de África apuntaban a la posibilidad de que todo el sur del Mediterráneo occidental quedara en sus manos, una extensión equivalente a las 4/5 de la metrópoli, rica en producción de cereales, minas... y su prolongación gracias al transahariano hasta el África tropical. Ese horizonte no era una quimera. Tenía mucho de posible y algo de necesario: legitimar la República, como lo fueron la dinastía restaurada y luego Luis Felipe con la conquista de Argelia y reparar, al mismo tiempo, el fracaso ante Inglaterra en Egipto. Siempre que los políticos y diplomáticos franceses han pensado en apoderarse de Marruecos han acudido a otras potencias europeas, todas ellas conformes en que nada podría hacerse sin España. Si Francia se anexionara Marruecos, crecería sobre Italia el peligro que se inició con el Tratado del Bardo y la construcción en Túnez del puerto militar de Bizerta. Si se alterara el statu quo y faltara un acuerdo internacional, la nación más favorable a España sería Francia. Así había sido hasta entonces. Si no hubiera que acudir al reparto territorial, bastaría la neutralidad de Marruecos
44 Compartía esa opinión Fernando León y Castillo. 634/187 L. di Collobiano-Prinetti, 26 agosto 1901, ASD DDS XL/11 163-164. 45 677/199 L. di Collobiano-Prinetti, 2 septiembre, ib. 169. 46 Silvela recuerda la afirmación de Bismarck: Marruecos será un día causa de una guerra europea. Salisbury dijo en su discurso en Glasgow que era una cuestión más difícil que la de Oriente.
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–el “desinterés” defendido por Inglaterra en 1887. Si se abriera a la civilización europea, la oposición sería tal que habría que proteger las inversiones de la misma manera que sucedió en Argelia con los franceses y en Asia central a los rusos. Cabría también la hipótesis de que la autoridad del Sultán pudiera sostener esta política de puertas abiertas47. Para afrontar cualquiera de estas posibilidades necesitaba un gobierno el sostén de su opinión pública. Sin ella, al plantearse la cuestión de Marruecos, sucedería lo mismo que en 1898, cuando hubo que dejar Cuba, Puerto Rico y Filipinas. Todo lo demás sería retórica, “de dudosa eficacia en las conferencias diplomáticas”48. El artículo de Silvela supuso un giro. Francia aparecía como el norte de la política exterior española49. Semanas más tarde en Alemania se dijo que España renunciaba a Fernando Poo. ¿Salía España del aislamiento o volvía a situarse en la duda, creando un dilema formulado en unos términos que suspendía cualquier decisión? Al reanudar sus sesiones las Cortes 16 de octubre, se discutió sobre la política general del gobierno. Santiago Alba dijo que España luchaba entre “el peligro de esas alianzas que pudieran comprometernos mucho y no darnos nada y el notorio desamparo de nuestra situación actual en el mundo”. Para él la respuesta era clara: era preferible “el último extremo de la disyuntiva”. Lo otro, lo que él llamaba “estimular la tendencia verdaderamente latina, meridional”, que descubría en el gobierno, en el ejército y en la marina, era “soñar”. No lo hacía Alba al pensar que, en el momento en que se encontraba Europa, especialmente en lo que afectaba a España, Marruecos y el Mediterráneo, bastaba con afirmar, desde el recogimiento, “sólidamente nuestra integridad territorial y económica”. La política exterior, para luego50. Habló Romero Robledo el 6 de noviembre. Se quebraba la política tradicional de ejercer influencia sobre el Sultán y considerar como amiga y aliada a Inglaterra. Preocupaba el futuro de Baleares, porque Inglaterra necesi-
47 El conde Wedel, su embajador alemán en Roma, declaró a Prinetti que su país sólo deseaba desarrollar su comercio en Marruecos, como lo trataba de hacer en todas partes. Ni pensaba adquirir territorio ni ganar influencia política en aquel Imperio, tc 87 Barrère-Delcassé, 16 marzo 1901, AAE CP NS Italie 16 74. 48 Un comentario al escrito de Silvela, 634/187 Collobiano-Prinetti, 26 de agosto de 1901, ASD SP P 207. La visión del encargado de negocios de Francia, 100 Paul de FaureDelcassé, 1 septiembre, AAE NS Espagne 37 178-180. 49 “Alianzas internacionales” y Gonzalo Reparaz, “La cuestión de Occidente. Sobre el tema de las alianzas, los dos El Imparcial, 26 septiembre, 1. M. Wals y Merino, “Las dos alianzas”, La Época, 26 septiembre. Un comentario, 107 Paul de Faure-Delcassé, 26 septiembre, AAE NS Espagne 2 191-199. 50 Santiago Alba, Política general del gobierno, DS/C 50 (2 noviembre 1901) 1193-1194.
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taba una escala entre Gibraltar y Malta51. En su discurso contra Silvela, lamentó “que, por nuestra desdicha, recorren hoy el mundo y a las veces aparecen en las columnas de la prensa europea, que suele comentarlas haciendo ya botín de nuestra debilidad”52. El tono y el contenido de sus palabras fueron juzgadas una irresponsabilidad53. Replicó Silvela a la acusación de ser partidario de una alianza con Francia y de arrastrar el país a aventuras internacionales. Aunque su artículo en La Lectura era una disquisición teórica, en el futuro, los avances de Francia en Marruecos y la situación de aquel Imperio permitían que los intereses de España fueran armónicos y con tanto mayor motivo cuando hay otras potencias, sobre todo Inglaterra, que carecían de pretensiones territoriales allí La situación en Marruecos no podrá prolongarse porque no puede mantenerse cerrado a la influencia de la civilización europea, como sucede en toda África. Cánovas ya dijo que el statu quo era provisional y relativo, pues existía la posibilidad de que en el futuro España tuviera que reclamar alguna indemnización territorial. Aunque no debían acometerse voluntariamente aventuras, tampoco podría consentirse en su frontera con África condiciones que la cerraran para España. Sería engañar a Marruecos –decía Silvela– darle la seguridad de que defenderemos su independencia frente a toda Europa, porque ni siquiera España estaba libre de posibles agresiones. Hay que decir a los españoles que la neutralidad será imposible en el futuro. Por eso hay que elegir entre estas opciones. La primera, continuar como hasta ahora y esperar a que nuestros puertos y nuestras islas sean ocupados por otros. La segunda, organizar por nuestra propia cuenta la defensa de nuestras costas gastando mucho y consiguiendo poco. La tercera, llegar a acuerdos de defensa mutua con otro gobierno hasta donde lo permitan nuestras fuerzas54. Sagasta dijo que era un problema muy difícil. Recurrió a la historia. Las alianzas les habían salido siempre mal a los españoles. Recordó Rocroi
51 Este comentario apareció en la Kölnischer Gazzette. 260 Prinet-Delcassé, 11 octubre 1901, AAE NS Espagne 37 208-210. 52 Este disidente del partido conservador dijo que Silvela era “jefe de una pare del sistema gobernante”, tan identificado con el otro, que no podría saberse “si (era) el mejor discípulo o si hermano gemelo en lo moral del Sr. Sagasta”, DS/C 45 (26 octubre 1901) 10411042.Comentario a esta intervención, 121 Patenôtre-Delcassé, 9 noviembre, AAE NS Espagne 37 214-219. El día anterior lo acusó de no hacer siquiera “un simulacro de oposición, ib. 44 (25 octubre) 1016. 53 Repuesta del conde de Romanones, ministro de Instrucción Pública, DS/C 45 (26 octubre 1901) 1047. 54 DS/C 53 (6 noviembre) 1270-1271. Comentario, Jules Patenôtre-Delcassé, 9 noviembre, AAE NS Espagne 37 214-219.
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(alianza con Austria), Trafalgar y la pérdida de América (alianza con Francia), pero omitió cualquier mención a Inglaterra55. Era una salida retórica. Maura evocó su paso por dos gobiernos, presididos por Sagasta, expuso su idea de lo que debería ser una estructuración diferente de la Marina durante el debate del presupuesto de este ministerio. Como buen liberal, alabando la gestión de la Liga Marítima y el valor de sus propuestas, lamentó que España sufriera “la calamidad de ser gobernada” en lugar de avanzar hacia el progreso y la riqueza. El “poder naval”, según la expresión de Maura, es una condición para la seguridad nacional. Sin él, el ejército pierde eficacia. Pero un programa naval “tiene que estar relacionado con las aspiraciones y la orientación de la política exterior”. Sus objetivos mínimos eran el respeto a los derechos de España, a su independencia, a su inviolabilidad, a su neutralidad, a su libertad de acción. Sin ella, una nación no puede ejercer dignamente “su personalidad” en el concierto internacional56.
3. Alianzas y paz: la Triple Alianza y una posible Triple entente Más previsores y prudentes que nadie, los que elegían la neutralidad debían juzgar “inmenso error” lo que esas mismas semanas hacían otros países. Alemania apoyó a Rusia en China en 1896 reanudando la política de Bismarck que, tras firmarse la Triple Alianza, convino con ella un acuerdo de no agresión57. Rusia no quería comprometer su relación con Alemania, aun después de haber firmado una “alianza” con Francia. Cuando Nicolás II aceptó asistir a las grandes maniobras militares en Francia, programó una entrevista previa con Guillermo II. Las relaciones no habían variado. Alemania y Rusia las mantenían cordiales y amistosas58. Francia deseaba retener como aliada a Rusia incluso cuando parecía haber desaparecido el peligro de una agresión alemana. Concedería un empréstito al gobierno ruso. Esa alianza, ¿sería eficaz? El gobierno francés sa-
841/263 Emmanuel Berti-Prinetti, 6 de noviembre de 1901, ASD SP P 73 1902. Maura, DS/C 78 (5 diciembre 1901) 2162-2167 y 2173-2174. 57 Luis Álvarez Gutiérrez, “El contexto internacional del 98”, en La nación soñada: Cuba, Puerto Rico y Filipinas antes del 98, Consuelo Naranjo, Migue Puig y Luis Miguel García Mora (editores), Doce Calles, Aranjuez 1996, 713-728. 58 Conf 1394/473 despacho del encargado de negocios, Imperiali-Giulio Prinetti, 21 agosto, DDI III/5 Roma 1979 402-403. Es verdad que influía la relación entre las dos dinastías. Conf 2083/708 Lanza-Giulio Prinetti, 13 diciembre, ib. 640-641. 55
56 Antonio
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bía que no podría contar con Rusia para su revancha contra Alemania, pero los franceses necesitaban saberse acompañados por una potencia respetada por los alemanes. Alemania había fracasado en China. El Reino Unido, en África del Sur. Los dos hechos podrían animar a Rusia a la expansión en Asia y Francia tendría una mayor libertad en África occidental59. La visita de Nicolás II a Francia, según el barón de Richthofen, sirvió para denunciar a los franceses nacionalistas y antirrepublicanos y para afirmar la paz. Con sus manifestaciones pacifistas evitó cualquier equívoco en la opinión francesa60. Fortaleció al ministerio presidido por Pierre-Marie-René WaldeckRousseau de cara a las elecciones de mayo de 1902. Era un gesto muy importante. El nuncio en París, que subrayaba ese efecto político, acusaba al gobierno de representar la revancha del judaísmo anticatólico y “dreyfusard”. Acudió Nicolás II a la casa Rotschild, que le prestó ayuda moral y pecuniaria. El acontecimientos fue una cita con la masonería, convirtiéndose en un “strumento della vendetta Waldeck-Rotschild contro il municipio (di Parigi) che li combatte”. Aunque no hubiese percibido esa manipulación política, sí lo sabía Witte, su ministro de Finanzas, otro hombre de la masonería. En sus brindis, el Zar quiso desautorizar a quienes denunciaban que el ejército francés estaba desorganizado61. Los esfuerzos de Italia por asegurarse una posición en la ribera sur del Mediterráneo no tenían un camino fácil. ¿Cómo reaccionaria Turquía? Giulio Prinetti dijo que el gobierno apoyaba la integridad territorial del Imperio Otomano. Esa declaración sería eficaz si contara con la accesión de los otros dos aliados y del Reino Unido. No podría dar un paso para establecerse en Tripolitania y Cirineica sin esa seguridad, porque, de otro modo, Francia y Rusia se moverían. Citando los intereses comunes de Italia con Inglaterra los años anteriores, pensarían que la instalación de aquella reforzaba la posición de esta en Egipto y acrecentaba el peso de los ingleses en el Mediterráneo oriental. Sería, pues, ese acto un obstáculo en la negociación para mejorar las relaciones con Francia.
59 Ese proyecto dependía del resultado de las elecciones en Francia R 1865/944 Tornielli-Giulio Prinetti, 23 agosto, DDI III/5… 472-474. 60 Transmitió este comentario de Richthofen 1634/554 Imperiali-Giulio Prinetti, 25 septiembre, ib. 478-479. 61 El ayuntamiento de París estaba bajo el control de una mayoría nacionalista y católica. Estas conclusiones no debían separarse del distanciamiento por parte del nuncio respecto a la orientación de León XIII: el “ralliement” había fracasado. No había conseguido la pacificación de la República con la Iglesia. Había servido para dar cobertura a la política anticatólica del gobierno. 895 Lorenzelli-Rampolla, ASV SS 248 (1901) I 111-114.
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No era fácil la posición de Turquía. No se dejaría arrastrar hacia la Triple Alianza por miedo a Rusia, la potencia a la que más temía. Su vinculación crearía un “casus belli”. Por si fuera poco, en Roma sabían que su aliado alemán vigilaba al gobierno Zanardelli. No consentirían que Turquía aceptara los hechos sancionados en el Tratado del Bardo que modificó el status de Túnez. Sospechaban que Rusia apoyaba a Francia y le inquietaban las buenas relaciones de Italia con ella62. Los aliados eran una prenda de paz para Europa. No deberían alterarse los vínculos entre ellos63 En noviembre Prinetti deseaba que se publicara el acuerdo sobre Marruecos y Tripolitania y Cirineica. Lo había comentado con el Rey a quien le pareció muy conveniente. Ahora su propuesta consistía en que Delcassé, aprovechando una interpelación parlamentaria, dijera que los dos gobiernos habían establecido “une concordance de leurs vues” sobre sus intereses en el Mediterráneo. Delcassé no lo juzgó oportuno. Había que buscar una fórmula. Prinetti podría revelar que, inmediatamente después de la convención franco-inglesa del 21 de mayo de 1899, el gobierno de la República había informado al de Italia que este documento marcaba los límites de la frontera oriental de sus posesiones en África64. Quedaba pendiente cómo confirmaría esa declaración el gobierno francés. Podría hacerse al debatir el presupuesto del ministerio de Asuntos Exteriores65. Así fue. La declaración de Prinetti tuvo gran eco y satisfizo a la opinión italiana, incluida la prensa crispina66. Los ingleses miraban con agrado todo lo que
62 R per la persona del ministro y c sn, Malaspina-Prinetti, Terapia 30 septiembre. Respuesta de Prinetti, c 803/264, 2 octubre. La reacción en Berlín, lp Imperiali-Prinetti, 2 octubre. La negociación con Francia, lp Tornielli-Prinetti, 8 octubre, ASD Cassette Verdi 25/2 1 bis, 2, 2 bis y 3 bis. 63 Durante una comida con el emperador y la emperatriz, Guillermo II habló de su encuentro con el Zar. Estaba “sempre più persuaso che nulla minacci `pace europea; questa sarà piena se la triplice alleanza procederà inalterata e salda accanto duplice nella via fino ora seguita con tanto successo”, t Lanza-Prinetti, 28 octubre, DDI III/5 536-537. 64 Cuando se produjo la declaración Prinetti, Lord Lansdowne manifestó a Pansa las reservas del Reino Unido respecto a Tripolitania. Así lo comentò Prinetti a Barrère, tc 286, 19 diciembre, AAE CP NS Italie 16 303. Las dudas sobre un acuerdo entre Italia y el Reino Unido sobre Tripolitania, tc 287 y très conf 287, incluyendo un fragmento de una carta particular, 20 diciembre, ib. 320-323. 65 Tc 254 y 257 Barrère-Delcassé y très conf 197 Delcassé-Barrère, 14, 17, 18 y 19 noviembre, ib. 258-263. Se necesitaron otros telegramas y varios días para llegar a una solución aceptable para las dos partes. Tc 267 y 265 Barrère-Delcassé, 1 y 3 diciembre, ib. 271-273. La puesta en escena del acuerdo, tc 272 y 273, 11 y 14 diciembre, ib. 282-283. 66 tc 277 y 283-284, conf 297 y 300 Barrère-Delcassé, 16, 19 y 30 diciembre, ib. 285, 304-315 y 344-358.
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contribuyera al equilibrio en el Mediterráneo. Su prensa alabó la gestión del ministro Delcassé y del embajador en Roma67. La reacción en Austria fue muy crítica. Cabía la posibilidad de que los embajadores, alemán y austriaco, en Roma tratasen de conseguir la dimisión del ministro68. Las relaciones entre el Reino Unido y Alemania eran otra pieza del marco europeo. Reaccionó la opinión inglesa a la vista de la hostilidad de los alemanes, tal como había aparecido con motivo de la guerra del Transvaal. Según la National Review este movimiento podría incluir el reconocimiento de que la posición rusa en los Balcanes no colisionaba con los intereses ingleses. Rusia se comprometería a no hacer nada que modificara la situación en Egipto. Inglaterra favorecería la construcción de un ferrocarril que uniera el Caspio con el Golfo Pérsico, a cambio de que Rusia respetara el statu quo en estas costas. Inglaterra aceptaría la libertad de acción de Rusia en Mongolia y Manchuria, conforme a unos probables acuerdos suyos con China. Tendría esa misma libertad en el Yangtzé. Las dos potencias reconocerían la extensión de la zona de influencia japonesa en Corea y se establecería el compromiso de actuar juntas las tres en la región. En Europa todo esto significaría una mayor simpatía de Inglaterra hacia los eslavos de Bohemia y amistad con Italia para conseguir que aplazara la reclamación de sus derechos cuando se produjera la disolución del imperio austro-húngaro, no consintiendo que ondeara la bandera alemana en Trieste. Una parte de este análisis lo compartían el embajador ruso en Londres y su colega francés. Los intereses rusos e ingleses no eran antagónicos en ninguna de las zonas en las que estaban en contacto. Paul Cambon veía que este reajuste, conciliable con la alianza franco-rusa, suponía un retorno a la entente cordiale69. El proyecto sería capaz de superar la desconfianza de los franceses hacia el Reino Unido70.
67 “M. Delcassé a su nous réconcilier avec notre voisine d’outre-mont et M. Barrère est un agent aussi actif que capable. Les temps son bien échangés”. 358 Paul Cambon-Delcassé, 19 diciembre, ib. 319. Un comentario más matizado de la reación inglesa, manifestada en un artículo del The Times, 301 Barrère-Delcassé, 31 diciembre, ib. 362-366. 68 142 Reversaux-Delcassé, Viena 18 diciembre, 332, 339-340 Marques de Noailles-Delcassé, Berlín 19 y 23 diciembre y tc 284 Barrère-Delcassé, 19 diciembre, ib. 296-301 y 316318 y 359-361 y 329-339. 69 Este artículo fue acogido por la prensa rusa con frialdad. Un resumen 1190/355 Pansa-Prinetti, Londres, 30 de noviembre, ASD SP P 489 y DDI III/5 620-624. Pansa decía que ese diseño necesitaba que, al menos en uno de los tres posibles aliados hubiera una persona de la talla de Bismarck. 70 Esta nueva “tríplice” sería aceptada. R 2864/1408 Tornielli-Prinetti, 12 diciembre, DDI III/5… 637-638.
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Se explica en este clima la reacción al discurso de Giulio Prinetti en la Cámara el 14 de diciembre. Respondía a Francesco Guicciardini. En Londres The Times comentó que supo justificar los acuerdos de Italia con Francia sobre el Mediterráneo. Esperaba que mantuviera Roma la vieja amistad con el Reino Unido y el valor que había tenido su ayuda. No había mudanza en la política exterior italiana. Quería dejar esto claro el ministro para rectificar algunos comentarios publicados en Francia. Esa aclaración era especialmente importante para los dos aliados71. Gustó al gobierno alemán el discurso de Giulio Prinetti, pero no agradó al de Viena. Goluchowski comentó a Nigra que era imposible negociar un tratado comercial entre Alemania y Austria y de éstas con Italia, si, antes de renovar la Triple Alianza, en Roma querían tener la certeza de que se renovarían también los acuerdos comerciales. Entre tanto, había que dejar correr el tiempo. Esa solución no era buena. Alimentaba la desconfianza y eso beneficiaba a los enemigos de la alianza. Ese estado de cosas lesionaba a todos, pero mucho más a los italianos72. En los primeros días de enero, la Fremden Blatt, de Viena, recogía en dos telegramas procedentes de Roma la pésima impresión causada por los comentarios de la prensa alemana y austriaca, que reflejaban su desconfianza hacia los italianos. El gobierno había llevado adelante esa negociación, porque la solución pacífica de los litigios con Francia había sido siempre aconsejada por los otros dos aliados. Estaba además en su derecho, porque lo convenido con Francia afectaba a intereses vitales de Italia y no pretendía obtener ventajas de cara a la renovación de la Triple Alianza. Si esta sufría alguna crisis su origen estaba en las complicaciones surgidas para conciliar sus intereses económicos, que no impedirían la renovación73. Los acuerdos de Italia con Francia no iban contra la Triple Alianza. Así lo declaró Bernhard von Bülow el 8 de enero en el Reichstag y lo reiteró el día 12 respondiendo a August Bebel74. Delcassé reconoció que las relaciones mutuas eran cordiales amistosas y de confianza75. 71
T 2882/112 Pansa-Prinetti, 18 diciembre, y 2695 Prinetti-Lanza, 16 diciembre. ib. 646
y 644. 72 2884/186 Lanza-Giulio Prinetti, 18 diciembre y lp Nigra-Prinetti, 31 diciembre, ib. 647 y 665-667. 73 Texto incluido en 43/22 Nigra-Prinetti y lp Prinetti-Nigra, 8 y 10 enero 1902, DDI III/6 Roma 1985 18-19 y 26-27. 74 Texto incluido en 98/21 y 89/30 Lanza-Prinetti, 9 y 12 enero, ib. 23-25 y 32-33. La reacción en Francia ante estas declaraciones, 98/48 Tornielli-Giulio Prinetti, 10 enero, ib. 27-29. 75 Las explicaciones sobre los respectivos intereses en el Mediterráneo cerraban “une très longue période d’inutile malentendus”. Un informe sobre esta intervención en la Cámara el 21 de enero, t 1125 Tornielli-Prinetti, 21 enero, ib. 52-53.
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Luigi Luzzatti, entonces presidente de la asociación de la prensa, publicó un artículo en La Perseveranza sobre la necesidad de que Italia revisara sus alianzas como consecuencia de su amistad con Francia76. Il Popolo Romano lo comentó77. Insistió Luzzatti semanas más tarde en una entrevista publicada en París78. Barrère consideraba poco oportuno que la prensa francesa, al hacerse eco, discutiera las relaciones de Italia con sus dos aliados. Había que dejar de alimentar la polémica que acababa de desencadenar su tradicional discurso de año nuevo con motivo de la recepción de la colonia francesa en Roma79. Esta situación nueva sirvió a la prensa inglesa para tachar a Alemania de arrogancia y de egoísmo, de los que aprovechó Delcassé, una persona paciente, prudente y con una visión de largo alcance80. Vino luego el discurso de Bülow81. El significado real de su declaración era un tácito reconocimiento de la pérdida de prestigio de la Triple Alianza y de su no compatibilidad con las relaciones amistosas de Italia con Francia, salvo que sus compromisos se mantuvieran en un terreno puramente retórico. Era la ocasión de reafirmar la solidez de las relaciones entre Roma y París82.
76 Este giro en la opinión respecto a la política exterior de Italia supopnía un aflojamiento de sus lazos con la Triple Alianza y un alejamiento de Inglaterra. Eso hizo que Sidney Sonnino, el hereddero de Crispi, diera la sensación de que reconocía el error de su partido. Así parecía deducirse de una conversación suya con Luzzatti. 13 Barrère-Delcassé, 21 enero 1902, AAE CP NS Italie 17 51-54. 77 El periódico, órgano de Sidney Sonnino, volvió sobre este mismo asunto al comentar el discurso de Delcassé. No había que engañarse. La mayoría de la prensa italiana no compartía ese planteamiento. Había que hacer un esfuerzo, pidiendo a la prensa francesa que lo comentara Tc. 32 y tc urgent 34 y 26 Barrère-Delcassé, 23 y 30 enero, ib. 59, 61 y 78. 78 Joseph Galtier, “Une conversation avec M. Luzzatti”, Le Temps, 17 avril 1902, 1. La posición de Luzzatti sobre la renovación de los acuerdos con Alemania y Austria, tc sn Barrère-Delcassè, AAE CP NS Italie 17 159. 79 Tc 8 Barrère-Dedlcasé, 8 enero ib. 22. El texto del discurso, ib. 6. Su comentario sobre el acto con la reacción de la prensa, 3, 9 enero, ib. 29-40. 80 Junto a esto, algunos periódicos subrayaban la defensa del statu quo en Balcanes. 12 Paul Cambon-Delcassé, 10 enero, ib. 42-43. 81 Su frase: “cuando un matrimonio va bien, al marido no le importa que su mujer baile con otro”, fue objeto de comentario y de alguna viñeta en la prensa italiana. Vid. 10 BarrèreDelcassé, 18 enero, ib. 48. Un comentario de Visconti Venosta a este discurso, conf 23 Barrère-Delcasé, 30 enero, ib. 76. 82 Tc 12 y 22 Barrère-Delcassé. 11 y 15 enero, ib. 44 y 47.
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4. Ofertas sobre Marruecos La confirmación de las declaraciones de Prinetti y el discurso de Delcassé en el senado durante el debate sobre el presupuesto de su ministerio levantaban acta de una situación nueva en el Mediterráneo. Consolidó esa opinión la decisión de hacer público el acuerdo existente sobre Tripolitania. La reacción favorable demostraba que era un acto necesario. Desde hacía 25 años un dato fundamental de la política europea fue la falta de inteligencia entre las dos potencias mediterráneas. El Reino Unido la había cuidadosamente sostenido, como base de sus planes contra Francia. Alemania halló en ella los elementos para formar una coalición anti-francesa. Al hacer balance desde el punto de vista francés, los resultados eran evidentes. El Reino Unido no podía contar con Italia para formar una coalición mediterránea contra Francia en Marruecos. No podría usar los puertos italianos. Y Bülow acababa de reconocer que la Triple Alianza había cambiado su razón de ser. Reforzaba esa conclusión la sensación que tenían en Viena de que la nueva situación mejoraba sus relaciones con Roma. La declaración fortaleció la posición política de Prinetti83. Vuelta hacia el Mediterráneo Occidental, Francia tendría que hablar con España. Delcassé presentaría al gobierno de Sagasta un plan de reparto de Marruecos, pero los españoles no se convencieron de la sinceridad de su ofrecimiento84. Los gobiernos de Madrid miraban hacia el Reino Unido, un vecino con el que había que evitar conflictos. Para garantizarse la libre circulación por el Estrecho tenían los ingleses dos opciones: apoderarse de Algeciras o conseguir de España el compromiso de no fortificar las alturas cercanas a Gibraltar. Intentó esto, pero chocó el Reino Unido con la negativa de Almodóvar del Río. Esa decisión enfrió las relaciones con Londres. En ese contexto llegó la propuesta de Delcassé a través de León y Castillo. El gobierno de Sagasta traspasó la responsabilidad al de Silvela, que no se fió de la ambigüedad de la fórmula “appui diplomatique” ofrecida por Delcassé. Silvela no deseaba un acuerdo con Francia sin el conocimiento de una “potencia amiga e interesada”, es decir, del gobierno inglés85.
Conf 21 Barrère-Delcassé, 30 enero 1902, AAE CP NS Italie 17 69-74. Cuando fue llamado Silvela, Buenaventura Abarzuza, en el ministerio de Estado, y Maura en Gobernación, amenazaron con dimitir, creyendo que ese acuerdo conduciría aun enfrentamiento con Inglaterra Sobre ellos pesaba el fantasma de Fachoda. José Manuel Allendesalazar, La diplomacia española y Marruecos, 1907-1909, Madrid 1990, 22-25. Los preliminares, Mariano Gómez González, La penetración en Marruecos (Política europea de 1904 a 1909), Madrid 1909, 123 y ss. 85 R. Gay de Montellá, Secretos de Historia contemporánea (1870)-1914), Barcelona 1944, 65-83. 83
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España no debería dejarse utilizar por Francia en sus deseos de desquite frente al Reino Unido en Marruecos. Saint René Taillandier, ministro de Francia en Tánger, comentó a su colega español que las reformas patrocinadas por los ingleses eran un pretexto para incrementar su poder en Marruecos. El crecimiento de su influencia financiera y política había servido en otros sitios como un paso previo para establecer en ellos su dominio. Había una total coincidencia entre la opinión francesa y su gobierno en otorgar la mayor importancia a cualquier desequilibrio “en la balanza de influencias” ante el Sultán. Ojeda le avisó que el Menebhi no tenía fuerza en Marruecos ni siquiera contaba con un verdadero valimiento ante el Sultán, cuyo carácter veleidoso se sumaba al escaso ascendiente entre sus súbditos. Era un caso de “fuego fatuo”, que no debería alarmar. Una mera advertencia sobre los peligros que amenazaban a su Imperio desde la frontera argelina bastaría para reequilibrar la situación. Avisó Ojeda a Arthur Nicolson sobre el riesgo que suponía la “indiscreta” actuación de algunos agentes subalternos ingleses. Ambos pensaban que habría que quitar a Francia cualquier pretexto para imponerse frente al Sultán, tomando la revancha por lo sucedido en Fachoda86. Siempre interesada en Marruecos, España “realizó los más constantes e inauditos esfuerzos para evitar en todo tiempo y ocasión que, a pretexto de la política europeo-marroquí, se llegara a una situación violenta para las potencias interesadas en el problema”. Para conseguirlo, luchó tratando de ahuyentar de allí las consecuencias del imperialismo, amenaza constante al statu quo en el norte de África. Era ésta la mejor solución para un país, que vivía bajo el síndrome del convaleciente tras la experiencia del 98. Ese fue su norte primero en 1902, cuando tuvo la oferta del Delcassé, que rechazó el gobierno de Silvela. Entró luego, a su pesar, en un acuerdo con Francia, tras la entente de esta con Inglaterra en 1904. En la Conferencia de Algeciras abogó en 1906 por el entendimiento entre las potencias, mediando entre ellas en aquellos temas que pudieran provocar la ruptura. Cuando se produjo una situación de anarquía, tras la muerte de Muley Hassan y la rebelión contra Abd-El-Azis, “las potencias europeas y singularmente las de intereses mediterráneos estimaron como peligrosos para el mantenimiento del equilibrio del mar latino, paOjeda creía que España debía realizar una “acción moderadora”. 28 Ojeda-Almodóvar del Río, 20 de enero de 1902. Cuando lo visitó el nuevo ministro, Bernardo de Cólogan, Saint René Taillandier dijo: “l’article premier de ses instructios était de marcher toujours d’accord avec l’Espagne”. Cólogan-Almodóvar, 7 de septiembre, en José María Campoamor, La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900-1904), Madrid 1951, 274-276 y 297. 86
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ra la libre expansión comercial necesaria a la prosperidad y progreso de la civilización europea y, por ende, para los intereses morales y materiales de todos los meridionales y occidentales del viejo mundo”. Luego hubo que acomodarse a la necesidad. Y ese fue el sentido del tratado de 1912. Tan a desgana se firmó, que la política española se mantuvo bajo mínimos, sin informar a la opinión de los compromisos adquiridos y mandando a las autoridades españolas que no ahorraran esfuerzos ni escatimaran renuncias, si fuera necesario, para que no se repitiera la experiencia del verano de 1909, aquella reacción de la opinión, que llevó a la destitución política de Maura. Fue la ignorancia de la opinión y hasta de los políticos la que pudo hacer pensar que España podría desentenderse de Marruecos. No podría, a la vista de la posición geoestratégica y de los efectos que la inestabilidad y la previsible pérdida de la independencia de Marruecos tendrían para el Mediterráneo occidental, Lo comprendió bien Francia con Delcassé. Negoció con Italia, Tripolitania; con Inglaterra, Egipto; con Alemania, 300 kms. cuadrados en África, y con España, el reparto de Marruecos. Conjuró el riesgo de una guerra que habría estallado si defendía aquí sus intereses sin el consentimiento previo de las potencias interesadas en el Mediterráneo87.
Juan de España (seudónimo), La actuación de España en Marruecos. Apuntes de historia y Estudios sobre la política hispano-marroquí, por... Madrid 1926, 11-13 y 24. 87
VIII. MARRUECOS: LA CITA DECISIVA DE LA POLÍTICA EXTERIOR
Heredaron de España los norteamericanos en Filipinas una insurrección. Crecían Aguinaldo y sus seguidores. La independencia exigía una reforma en la organización de la Iglesia. Eso suponía la expulsión de los frailes1. La pacificación se lograría con la aplicación de las leyes y del Tratado de París. Placide Louis Chapelle, delegado de la Santa Sede, pidió a Theodore Roosevelt eso cuando se entrevistó con él. El presidente prometió reembarcar a los pastores protestantes2. La cuestión de los frailes tenía una vertiente económica. El gobernador William Taft, persona de confianza de Elihu Root, secretario de Defensa, de quien dependía el archipiélago, quería comprar las haciendas. Estas no podían expropiarse, porque las protegía el Tratado de París3. Taft se desplazó a Roma para negociar con la Santa Sede4. En julio se llegó a un acuerdo5, que 1 En este punto como en otros relativos a la vida de los filipinos aporta datos muy esclarecedores la novela de José Rizal, Noli me tangere, publicada en 1886. 2 Chapelle debía redactar para enero de 1902 un memorando a petición del presidente de Estados Unidos. 3 Las grandes propiedades de los religiosos crearon problemas en la negociación y en la relación de estos con la Santa Sede. Toda esta negociación en ASV AES 369/975. Curiosamente, la intervención de la Iglesia a partir del siglo X a favor de la paz de Dios en Europa tiende a tutelar los bienes de los monasterios, de las iglesias y de quienes estaban a su servicio y bajo su protección, a quienes llamaba “los pobres del Señor”, argumentando que los clérigos no tienen otra defensa que el derecho, pues no pueden portar ni usar armas. Jean Flori, La guerra santa. La formación de la idea de cruzada en el Occidente Cristiano, Madrid y Granada, Editorial Trotta-Universidad de Granada 2003. 4 Era la persona más indicada. “Taft’sVisit to Rome”, Washington Post, the 14 April 1902. “To be settled at Rome”, The Evening Star, the 16 April. Las instrucciones a Taft y su discurso ante León XIII el 5 de junio, ASV AES 369/975 62-82. Taft fue nombrado juez del Tribunal Supremo y dejó su cargo en enero de 1903. 5 M. C. S. “Tratado entre la Santa Sede y los Estados Unidos sobre las comunidades religiosas de Filipinas”, La Cruz 2 (1902) 258-274 y 350-366.
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creaba una situación nueva para la Iglesia: se pasaba de una “protección absorbente” a una independencia plena, pero sin protección6. En España, del Rey para abajo, todos deseaban una “regeneración”. En previsión de los sucesos a que daría lugar la jura de Alfonso XIII, Moret advirtió que se necesitaba vitalizar las Cortes, en un momento en que los políticos carecían de fe en ellas. La única manera de evitar la revolución en la calle es hacerla en el gobierno7. Alfonso XIII dejó en su diario esta reflexión: en sus manos estaba si “ha de quedar en España la Monarquía Borbónica o la República”. Su visión era crítica. Sus palabras, parecidas a las de quienes pedían reformas profundas: “… me encuentro al país quebrantado por nuestras pasadas guerras, que anhela por un alguien que le saque de esa situación; la reforma social a favor de las clases necesitadas; el Ejército con una organización atrasada a los adelantos modernos; la Marina sin barcos; la bandera ultrajada; los gobernadores y alcaldes que no cumplen las leyes, etcétera”. Todos los servicios estaban desorganizados y mal atendidos. El dilema: ser un Rey que se llene de gloria regenerando a la Patria… o un Rey que no gobierne, que sea gobernado por sus ministros y, por fin, puesto en la frontera”8. En Italia se produjo estos años una situación parecida. En 1904 publicó Antonio Labriola, Riforme e rivoluzione sociale. Los socialistas reformistas habían traicionado el marxismo revolucionario. Marx sostenía, según Labriola, que la clase obrera terminaría con el capitalismo y el Estado. Para los reformistas esta posición era “anárquica”. Para ellos la revolución se limitaba a que los obreros votaran al partido socialista proporcionándole mayorías que les permitieran gobernar las instituciones obteniendo beneficios para ellos. En modo alguno pensaba en la destrucción del Estado. Labriola creía que la extensión del sindicalismo de oficio y la federación de todos ellos
6 Las instrucciones de la Santa Sede a su delegado Gianbattista Guidi, septiembre 1902, ASV AES 384/986 16-50. 7 “Vísperas sicilianas”, El Liberal 12 enero 1902. “Las amarguras del Sr. Moret”, El informal, 19 enero 1902. Los dos recortes en Real Academia de la Historia, Archivo Romanones 79/1 (4). Esos mismos días Moret manifestó su temor de que el partido liberal desapareciera. 8 Diario íntimo de Alfonso XIII, recogido y comentado por J. L. Castillo Puche, Biblioteca Nueva, Madrid 1960, 109-110. En las pláticas al Rey, el P. Coloma insistía en este aspecto, subrayando la poca categoría de los políticos y de los palaciegos, como cita Castillo Puche, ib. 111. Carlos Seco ha juzgado este texto una clave para entender todo el reinado desde su primera edición de su Alfonso XIII y la crisis de la Restauración, Ariel, Barcelona 1969, hasta su libro más reciente, La España de Alfonso XIII : el Estado, la política, los movimientos sociales, Espasa Calpe, D.L, Madrid 2002.
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conducirían a una mayoría capaz de regular la vida social de forma independiente del Estado. La otra vía sometía los intereses de los trabajadores a los del partido. Sustituía la lucha de clases por la colaboración con los otros partidos, la lucha en la empresa, por los acuerdos en la cúpula y por las reformas parlamentarias, sin poner en crisis la sociedad burguesa. Esta tendencia reformista fue criticada también por los nacionalistas. La acusaban de haber convertido la propaganda y la acción en un medio seguro de ganarse la vida. El socialismo se había transformado en una industria, con sus carreras, su burocracia. Nacionalistas y socialistas revolucionarios coincidieron en muchas ocasiones, como en la guerra de Libia y luego en la Gran Guerra y en el momento en que nació y triunfó el fascismo. Esta discordia concors tenía como punto común la crítica a la democracia liberal, que creaba una sociedad inorgánica, fundada en el individualismo9. En ese marco se sitúa “época de Giolitti”10.
1. La Triple Alianza y el Mediterráneo 1902 comienza en Italia con la renovación de la Triple Alianza, sin haber llegado a un acuerdo sobre los Tratados de Comercio11. Había que esperar para que la comunidad de intereses con Francia en el Mediterráneo se convirtiera en hechos concretos. El Sultán quiso hablar con Constans, el embajador francés en Constantinopla del acuerdo entre Francia e Italia sobre Tripolitania. El embajador pensaba responder que el gobierno francés se había limitado a afirmar que no tenía pretensión alguna sobre ese territorio.
Giuseppe Bedeschi, “La critica della democrazia nella cultura italiana della fine dell’ottocento e dei primi anni del novecento”, España e Italia en la Europa contemporánea: desde finales del siglo XIX a las dictaduras, Fernando García Sanz, editor, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 2002, 397-403. 10 El 20 de febrero de 1902, Víctor Manuel III daba por cerradas las jornadas difíciles vividas por Italia. La pacificación había llegado “mercè l’impero concorde della legge e della libertà”. En política internacional, hacer respetar el propio derecho y saber cumplir las obligaciones como país habían proporcionado a Italia prestigio. Había actuado como árbitro entre Brasil y el Reino Unido e intervino con las otras potencias en Oriente. “Discorso pronunziato da S. M. il Victtorio Emanuel III nello inaugurare la 2ª Sessione della XXI Legislatura del Parlamento Nazionale i 20 febbraio 1902. 11 T sn riservatissimo per lei solo Giulio Prinetti-Nigra, 18 enero, DDI III/6 Roma 1985 45. En su respuesta, Nigra dice que Goluchowski cree que debe desligarse de los Tratados de Comercio la renovación de la alianza, , T sn riservatissimo per lei solo, 19 enero, ib. 48. 9
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Tras la firma de la convención del 21 de marzo de 1899, Francia había declarado que no consentiría que nadie tocase el hinterland al sur de esta provincia del Imperio Otomano, pero Tripolitania no entraba dentro de lo pactado. Por eso Turquía “n’a rien à nous demander”12. En la audiencia, el Sultán tomó nota de una novedad. Hasta entonces a Francia parecía convenirle tener como vecino en el norte de África al Imperio Otomano. Había cambiado su neutralidad benevolente. Pese a la resistencia del embajador, el Sultán quiso saber si estaba equivocado en su apreciación del cambio de la política francesa. Quería la confirmación del ministro Delcassé. Según Constans, al presentar esta demanda, el Sultán sólo esperaba que el silencio del gobierno francés confirmara la existencia de ese acuerdo con Italia. Su respuesta fue: en sus conversaciones con las otras potencias, el gobierno de la República “s’est borné à assurer son respect de l’intégrité de l’Empire Ottoman, spécialement en ce qui touche la Tripolitaine”13. En Londres, el embajador Alberto Pansa, que antes fue ministro en Constantinopla, buscaba el apoyo inglés. Lansdowne le había manifestado que la declaración del 21 de marzo de 1899, no prejuzgaba los derechos de Italia en Tripolitania y Cirineica. El Reino Unido deseaba preservar su relación amistosa y muy antigua entre los dos países, le había dicho Eduardo VII. Con esos antecedentes, el secretario del Foreign Ofifice ordenó a Philips Currie, embajador en Roma que elaborara una declaración con todo lo que Inglaterra podría ofrecer a Italia. Fechada el 7 de marzo, se entregó el 11 y se envió a los embajadores en París y Londres al día siguiente14. Deseaban en Berlín que la renovación anticipada de la alianza se hiciera pronto15. El barón Richthofen preguntó al embajador Lanza si le habían llegado las instrucciones desde Roma. Quiso Giuseppe Zanardelli estudiar detenidamente las modificaciones que el ministerio de Asuntos Exteriores creía oportunas. No había mudanza en la política del gobier-
Tc 13 Constans-Delcassé, 21 enero 1904, respuesta de este, tc 7, 22 de enero, comunicada a Roma, tc 21, 22 enero, AAE CP NS Italie 17 55-56 y 58. 13 Très conf 18 Constans-Delcassè y Tc 12, 28 enero y 4 febrero, ib. 64-67 y 84. 14 187/79 Pansa-Prinetti, 19 febrero, texto inglés impreso, 7 marzo y su entrega al ministro Asuntos Exteriores, el día 11. Comunicación a Pansa y Tornielli, 12 de marzo. La gestión de Pansa agradeciendo al gobierno ese acto, 292/143, 21 marzo, ASD CV 25/2, documentos 18-21 y 23. 15 Los documentos se hallan en ASD CV 3/1. Los referidos a la Triple Alianza son 26, 28-23, 66, 68, 75, 80, 84, 8788-90, 95-98 y 101-102, que van desde el 29 marzo hasta 16 junio. Los relativos a la negociación comercial son 33-34, 40-41 46, 89 97-98 desde el 6 abril hasta 4 junio. 12
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no16. Era leal con los otros gobiernos europeos. Cada uno de los aliados debería poder responder ante ellos y ante sus respectivos parlamentos que nada había cambiado y “che l’alleanza permane nelle antiche pacifiche condizioni”. Con esa orientación se dictaron las instrucciones a los embajadores en Viena y Berlín17. Interpelado por Guicciardini, Prinetti explicó su política. Dijo a Lord Currie que no existía en los acuerdos con Francia nada que afectara a Marruecos. Italia carecía de planes y se desinteresaba de lo que se conviniera en este terreno. Parecía que esas palabras disipaban las sospechas inglesas. Prinetti juzgaba un éxito suyo haber obtenido del Reino Unido un desistimiento respecto a Tripolitania, que no lograron ni el almirante Canevaro ni Visconti Venosta18. Mientras el príncipe Radolin parecía trabajar en un acercamiento entre Francia y Alemania, sin duda obedeciendo instrucciones de su gobierno19, Bülow y Prinetti se encontraron en Venecia. Cada una de las partes quiso atribuir al otro la iniciativa. El ministro italiano quiso definirlo como un acto de cortesía20. Que Italia conversara con sus aliados sobre el pacto que los unía no preocupaba a Francia. Sólo le interesaba que se tomara nota del cambio entre Roma y París y de las consecuencias que eso tenía en los compromisos contraídos. Prinetti fue tajante. Como ministro jamás firmaría nada que contradijera las relaciones amistosas entre los dos países. La sinceridad de su postura quedaría expuesta ante el embajador de Francia y ante el parlamento italiano. Presionado por Barrère, prometió Prinetti enseñarle el texto del tratado si se modificaba. Con todo podría asegurar desde ese instante que tendría que cometer Francia un acto de locura para que se modificara la actitud de Italia hacia ella. A esa altura de la conversación, apuntó Prinetti a las actas anexas, como los documentos que preveían acciones contra Francia. Pero las cosas eran tan diferentes ahora que esos documentos se habían reducido a meras palabras “et ne visent que des conjonctures qui ne peuvent pas plus se produire”.
16 Riservatissimo sn Lanza-Prinetti, 12 febrero. T sn riservatrissimo per lei solo PrinettiLanza, 14 febrero. Lp Prinetti-Nigra, 23 febrero., DDI III/6 Roma 1985 101, 105, 125-126. 17 Lp Prinetti-Nigra y Lanza, 25 y 26 febrero, ib. 128-129 y 131-133. Acuse de recibo y su presentación al barón Richthofen, Lanza-Prinetti, 1 y 3 marzo, ib. 148 y 150. La decisión de Goluchowski, “nulla innovare”, en t riservatissimo Nigra-Prinetti, 4 marzo, ib. 154-155. 18 Barrére sospechaba que Londres no habría hecho esa declaración sin pedir algo a cambio. 69-70 Barrére-Delcassé, 21 marzo 1903, AAE CP NS Italie 17 121-125. 19 Noticia en r 947/397 Tornielli-Giulio Prinetti, 24 marzo, DDI III/6… 212-213. 20 El contenido de la entrevista lo resumió Prinetti en estos dos puntos: insistencia en el carácter pacífico de la Triple Alianza y los tratados de comercio pendientes. Bülow manifestó su satisfacción por las buenas relaciones franco-italianas. Tc urgent et conf 119 y conf 89 Barrère-Delcassé, 2 y 10 abril 1902, AAE CP NS Italie 17 147-151.
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Por ese motivo, era necesario que el gobierno francés, en el momento en que se produjera la renovación, pudiera manifestar que en los acuerdos no subsistía nada hostil contra su país. Detrás de este lance verbal, ¿qué había? La existencia de una obligación meramente defensiva. Italia y Alemania se unirían solo si Francia atacara a alguna de ellas. Prinetti dejó la impresión de que, si la agredida era Alemania, el gobierno de Roma se reservaba juzgar ese “casus belli”. Era evidente que las obligaciones militares de Italia de cara a Alemania se habían convertido así en letra muerta, según Barrère. Su ejército estaba únicamente en condiciones de mantener el orden interno. Una guerra desencadenaría una revolución21. Podría discutirse esta conclusión, que venía impuesta por los argumentos que el embajador de Francia en Roma usaba para resaltar el éxito de su gestión. Con todo era evidente, que las relaciones de Italia con Francia creaban un factor de incertidumbre en la Triple Alianza, necesaria para cada uno de sus miembros y para la paz. Jamás se negó los beneficios que reportaba la alianza en su política interna. Los tres países configuraban una identidad que deseaban que los demás gobiernos europeos reconocieran. Esos eran los objetivos que buscaban en la alianza22. El derecho de Italia a defender sus intereses en el Mediterráneo la había llevado a un acuerdo con un aliado de Rusia. Era normal la preocupación en Viena. Los dos miembros de esa doble entente tenían los mismos intereses en el Extremo Oriente. Francia había llegado a un acuerdo comercial con Italia mientras que Alemania y Austria, por su proteccionismo, no lo habían hecho aún23. Bülow nada temía de la aproximación de Italia a Francia, porque estaba conforme con los fines de la Triple Alianza. Su análisis: Rusia no avanzaría por los Balcanes hacia Constantinopla24 y se llegaría a armonizar los intere21 Très conf 73 Barrère-Delcassé, 26 marzo, ib. 131-142. La prensa publicó comentarios favorables a Francia con motivo de la entrevista de Venecia, Tc 116, 29 marzo, ib. 145. Vid. un documento clasificado “sécret”, 16 mayo, “Emploi des Forces italiennes en cas de guerre”, ib. 187-194. 22 “Leurs Majestés… fermement résolus d’assurer à leurs États la continuation des bienfaits que leur garantit au point de vue politique aussi bien qu’au point de vue monarchique et social le maintien de la Triplice Alliance”. T sn Lanza-Prinetti y respuesta, ambos 10 junio, DDI III/4 Roma 1972 III/6… 376-377. 23 Comentario de la Neue Freie Press, de Viena, que pedía que en la entrevista BülowPrinetti, el primer objetivo era mantener a Italia en la Triple Alianza. 504/260 Nigra-Giulio Prinetti, 27 marzo, DDI III/6 Roma 1985 214-216. 24 T riservatissimmo sn Prinetti-Lanza y Prinetti-Nigra, 29 y 31 marzo, ib. 221 y 223. Comunicación de Nigra a Goluchowski, que le dio seguridades sobre la renovación del acuerdo comercial, t sn riservatissimo per lei solo 2 abril, ib. 225. Las dificultades puestas en Berlín y Viena, t Nigra-Prinetti, 12 abril. La noticia de que la oposición venía de Austria, t sn PrinettiLanza, 12 abril, ib. 252. La insistencia de Bülow sobre la conducta de Rusia en los Balca-
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ses comerciales. Esto no fue así. Goluchowski dijo que no podía hacer más concesiones25. El encuentro de Giulio Prinetti y Bülow en Venecia fue comentado en la prensa francesa: renovada la Triple Alianza, se mantenían en ella las cláusulas dirigidas contra Francia26. Giulio Prinetti dijo que nada había que desmentir. La prensa reflejaba “esattamente lo stato delle cose”. Llegaría el día en que la noticia de la renovación de la Triple Alianza no provocaría esos temores27. A toda prisa, von Bülow pidió a Lanza que se procediera a la renovación. Había dos razones: los comentarios de la prensa y la urgencia de Goluchowski, que debía tener esto resuelto antes del 6 de mayo, fecha de apertura de las delegaciones de la doble monarquía. La urgencia de los otros dos aliados no debería limitar la libertad de acción a Italia28. Se pidió a Lanza que viajara a Roma29. Para Visconti Venosta las dos alianzas, la Triple y la Dúplice, eran sindicatos de intereses que agrupaban a dos grupos de naciones. Los dos tenían en común buscar la paz. En el futuro, como en el pasado, el objetivo de la Triple Alianza sería pacífico. No serían solidarias en una agresión a Italia ni a ninguna otra de las potencias que a ella pertenecía. Durante su gestión como ministro quiso ser honesto con los aliados de su país y mejorar las relaciones con Francia. La Triple Alianza había sufrido el efecto de los cambios políticos operados en Europa. Había intereses de cada uno de sus miembros que quedaban fuera de la alianza. Cada uno podría tener relaciones amistosas con otras naciones. Para Italia era bueno que se avanzara en el carácter pacífico y no exclusivo de la alianza30.
nes, t riservatissimo s.n. per lei solo Lanza-Giulio Prinetti, 14 abril, ib. 257-259. Las instrucciones enviadas a Lanza y a Nigra, sn 7 abril, ib. 229-233 y 233-235. La actitud de Francia, r 1114/481 Tornielli, Prinetti, 9 abril, ib. 239-240. 25 Promemoria confidenziale, 7 abril, entregada por Marius Pasetti von Friedenburg, embajador de Austria en Roma en una carta estrictamente personal y secreta, 27 abril, ib. 291-293. 26 Estos comentarios en 481 Tornielli-Prinetti, 9 abril 1902, ASD CV 3/1 55. 27 Prinetti se reservaba comentar este asunto en el encuentro que tendría con el embajador cuando este viajara a Italia 1990/432 Prinetti.Tornielli, DDI III/6 Roma 1985 271272. 28 t sn Lanza-Prinetti, 19 abril 1902, ib. 272. 29 Riservatissimo per lei solo, t. s.n. Prinetti-Lanza y Lanza-Prinetti, 25 y 23 abril 1902, ASD Cassette Verdi 3/1 60 y 65. 30 Los acuerdos mediterráneos con Francia no probaban ni la impaciencia ni la ambición de Italia. Tenía más que un alcance colonial o militar un valor político: constatar que los intereses italianos y franceses en el Mediterráneo eran compatibles. Maurice Leudet, “Une entrevue avec M. le marquis Visconti-Venosta”, Le Figaro, 21 avril 1902, 1.
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Tal como deseaba Alemania la negociación se aceleró. Se llegó a un acuerdo que satisfizo a su canciller. Se convino en firmar la renovación el 1 de julio31. En cuanto Goluchowski anunció que la alianza se renovaría, la prensa austriaca inició una campaña de “insidieuses félicitations” a Italia. Había que aclarar varios puntos. El primero, Francia jamás había limitado la libertad de Italia para seguir o no en la Triple Alianza. Por parte italiana, Visconti Venosta y Prinetti, expresaron espontáneamente al gobierno francés su voluntad de que el texto del pacto existente y su significado se ajustasen a la nueva situación creada por el acercamiento de su país a Francia. En segundo lugar, el texto de la alianza no mencionaba a Francia ni a ninguna otra potencia. Es verdad que había anexos, en los que se hablaba del Mediterráneo y de la cooperación militar entre Italia y Alemania32. Esos dos anexos no debería consentir Italia que se renovaran, porque iban dirigidos contra Francia. Los acuerdos con ella aseguraban que ni de forma directa ni indirecta cabía un ataque de una de ellas a la otra. Podía aceptarse dentro de la Triple Alianza un arreglo ítalo-francés similar al de Austria y Rusia respecto a los Balcanes. Sería un modo de dar carácter formal a la lealtad que se habían expresado los gobiernos de París y de Roma33. Este avance de un diario, que era oficioso del Ministerio de Asuntos Exteriores, dio lugar a la negociación de un “contra-tratado”34, que luego se redujo a la propuesta de un intercambio de comunicaciones entre el embajador francés y el ministro de Asuntos Exteriores italiano35, firmado el 30 de junio36, pero con la fecha del 1 y 2 de noviembre37.
31 T sn riservatissimo per lei solo Lanza-Prinetti, 13 mayo y conformidad de este, t sn riservatissimo per lei solo, 14 mayo, DDI III/6... 324 y 326. La firma de la renovación, Kart Wedel y Marius Pasetti-Prinetti, 15 y 17 mayo, ib. 327-329. 32 Sobre las convenciones militares de la Triple Alianza hablaron Prinetti y Barrère. Vid. un extenso informe con anexos, 182 Barrère-Delcassé, 29 julio, AAE CP NS Italie 17 294301, enviado a Berlín, San Petersburgo, Viena, Londres y Bucarest. 33 “L’Italie et la France”, Le Temps, 21 mai 1902, 1. 34 La expresión aparece en Tc 188 Barrère-Delcassé, 21 junio 1902. Un proyecto de texto, 24 junio, AAE CP NS Italie 17 238 y 243-246. Las modificaciones presentadas por Prinetti y la respuesta de Delcassé, tc 203 y 91, 28 junio, ib. 252-254. En la redacción ayudó a Barrére Luigi Luzzatti, Tc 209, 1 julio, ib. 259. 35 Tc 88 Delcassé-Barrère, 23 junio, ib. 241. 36 Tc 207 Barrère-Delcassé, 30 junio, ib. 256. 37 Nota de Archivo, ib. 349. El texto y una carta particular de Barrère, del 10 julio, y la copia de las dos cartas intercambiadas entre Barrère y Prinetti se guardaron en la Caja Fuerte de la Cámara fuerte, en caja roja destinada a Italia, nota de Archivo a la copia de la carta, ib. 279-284. Vid. también reservé 177, 20 julio, ib. 292-293.
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Delcassé intervino en la Cámara el 3 de junio señalado la importancia de ese acto38. La declaración, según Barrère reducía la renovación de la Triple Alianza “aux proportions modestes d’un acte négatif et discrédité”39. Se alegraba España del acuerdo entre París y Roma, aunque temía el duque de Almodóvar del Río que se hubiera tratado de Marruecos. El embajador italiano tenía instrucciones claras: afirmar que Italia respetaba el statu quo. Lo había declarado el ministro de Asuntos Exteriores en el Parlamento, aceptando que España tenía intereses en aquel país. Preocupaba a ésta que alguien ocupara territorios en frente de sus costas. El ministro de Estado habló expresamente de las que estaban frente a Canarias y al Estrecho. Era la primera vez que en Madrid se hablaba del pacto franco-italiano sobre el Mediterráneo. La explicación podría ser el rumor de que Italia se habría desentendido de lo que sucediera en Marruecos a cambio del acuerdo sobre la situación general en el Mediterráneo40. Quiso Prinetti hablar con el embajador de Austria sobre el acuerdo verbal de 1897 entre los dos países, que establecía el statu quo en los Balcanes. Si se alteraba, los dos gobiernos intercambiarían ideas para afrontar los hechos y mantenerlos bajo control. Se renunciaba a conquistas en la península balcánica y el futuro del Imperio otomano y de los Estrechos sería de “competencia internacional41. Quedaba pendiente ofrecer seguridades a Francia42. Así se hizo, aunque sin aceptar que Italia tuviera que confesar que, siendo la Triple Alianza defensiva, no atacaría a Francia43. Quiso Prinetti dar a su discurso del 23 de mayo en la Cámara el valor de una declaración. Por eso fue escueto y explícito. Tras el acuerdo franco-inglés de 1899, Italia había recibido garantías sobre los límites orienta38 Las palabras de Delcassé estuvieron provocadas por una intervención de Guillaume Chastenet. Séance de la Chambre des Députés du jeudi 3 juillet, Journal Officiel du vendredi 4 juillet 1902, recogido, ib. 266. 39 La impresiòn causada por esta dclaración, Tc 1-2 y 163, 4, -76 julio, ib. 264 y 269275. 40 202/57 L. di Collobiano-Prinetti 5 de marzo de 1902, ASD DDS XL/12 11. 41 “Appunto del Ministro degli Affari Esteri”, 10 mayo, ib. 318-319. 42 Se quejó el embajador en París de no tener noticias y verse obligado a funcionar con conjeturas y suposiciones, riservatissimo 1395/595 Tornielli-Prinetti y lp riservatissima, 7 y 19 mayo, ib. 303-308 u 329-331. 43 Esto último lo sugirió Tornielli. Prinetti le envió el discurso que pronunció en la Cámara el 23 de mayo, t sn riservato per lei solo, 1 junio, 352-353. La sugerencia de Tornielli y la negativa a hacerla, t sn riservatissimo per lei solo, 2 y 3 junio, ib. 354-357. La respuesta de Tornielli sobre el cumplimiento de las instrucciones recibidas, t 1067 y riservatissimo per lei solo 1691 /704 y 1692/705, ambos del 4 junio, ib. 358-364. Una conversación de Tornielli con Barrère, riservatissimo 1721/716, 7 junio, ib. 370-371.
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les de Tripolitania. Eso probaba la cordialidad de las relaciones con el Reino Unido. Vino luego el acuerdo con Austria respecto a las costas de Albania. El deseo de conservar el statu quo iba unido a la voluntad de los dos gobiernos de propiciar el desarrollo y el progreso del pueblo albanés44. Los tres gobiernos participantes habían manifestado su voluntad de llegar a una renovación de la Triple Alianza en el plazo señalado en los mismos acuerdos. Italia no podría ir contracorriente eligiendo el recogimiento. Todas las naciones buscaban reforzar los lazos entre ellas, renovar los existentes y crear otros nuevos. Hasta el Reino Unido había salido de su “splendid isolement”. El acuerdo con Francia habría rebajado la importancia de la pertenencia de Italia a la Triple Alianza. Esta proporcionaba seguridad a Italia en los Balcanes. Era una garantía para los intereses italianos en el Mediterráneo. Por eso la salida de la alianza, la no renovación, supondría un incremento en el presupuesto de defensa. La agrupación de las naciones europeas en dos grandes bloques, como lo probaba la experiencia histórica, fortalecía la paz en el continente y en todo el mundo. La renovación no enfriaría las relaciones con Francia. Las otras dos partes, a través de Bülow y de Goluchowski, habían afirmado que los fines pacíficos de la Alianza, no estorbaban las buenas relaciones de cada uno de sus miembros con otras naciones. La Triple Alianza nada tenía agresivo ni directa ni indirectamente contra Francia. No había protocolo o convención secreta que negara esta afirmación45. Por eso había sido posible examinar con Francia los intereses comunes en el Mediterráneo y buscar acuerdos sobre ellos. La política exterior debe tener presente las realidades económicas. Ninguna sirve mejor los intereses comerciales que la que se funda en relaciones políticas cordiales. Italia, aliada con los dos imperios centrales y en perfecto acuerdo con las dos grandes potencias del Mediterráneo, contribuía de este modo a la paz
44 En mayo de 1903, Prinetti, fuera ya del gobierno presidido por Zanardelli, se quejaba del coste que suponía para Italia su pertenencia a la Triple Alianza, sobre todo en cuanto a los Balcanes. Le beneficiaba más una alianza con Rusia. Très conf 78 Barrère-Delcassé, 10 mayo 1903, AAE CP NS Italie 10 249-252. 45 La dimensión pacífica de la Triple Alianza fue subrayada por las dos partes durante el viaje del rey Víctor Manuel II a Alemania en agosto de 1902, especialmente en los brindis de los soberanos el 28 de agosto.
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y a la tranquilidad y, desde esa “vigilante alerta” podía consagrarse a desarrollar sus recursos y su influencia46.
2. Marruecos un asunto de defensa nacional Marruecos iba a ser la cita decisiva de la política exterior. España quiso que permaneciera independiente47. Era una cuestión de defensa nacional. Ni siquiera “la forzosa convalecencia”, tras el esfuerzo “sobrehumano e inconsiderado” hecho en Cuba, permitía una pausa. En Marruecos podría perderse todo y para siempre48. Era su frontera sur. Si Francia lo ocupaba, amenazaría a España49. Hay que volver al verano de 1898. La guerra hispano-norteamericana acrecentó la importancia de Marruecos. En juego, el equilibrio en el Mediterráneo. Desorden, anarquía, dominio despótico no permitían a los Estados europeos proteger a sus ciudadanos residentes allí. La solución no era un dominio colonial. Quien controlase Marruecos adquiriría hegemonía en el Mediterráneo. Controlando el Estrecho de Gibraltar, podría hacer lo mismo con el canal de Suez. En sus manos quedaba una de las vías más importantes para el comercio mundial, especialmente el que se hacía con la India. 46 “Les déclarations de M. Prinetti sont telles que, pas plus à Berlin qu’à Vienne où a París, le moindre doute ne saurait sortir sur la loyauté et la correction de la politique étrangère de l’Italie et sur son idéal essentiellement modérateur et conciliant pour toutes les questions internationales”. Comentario y traducción francesa del discurso 131 y 133 Barrère-Delcassé, 25 y 28 mayo 1902, AAE CP NS Italie 10 171-182. 47 La defensa de la independencia de Marruecos fue constante en la política española. Cuando la consiguió, al acabar el protectorado, continuaba vigente la misma razón: “España no debe convertirse en un patio francés encuadrado entre los Pirineos y el Estrecho. Los verdaderos intereses de España... exigen que Marruecos sea independiente por completo...“ Indalecio Prieto, “España en el avispero” (8 de abril de 1956): Convulsiones de España, I, México 1967, 41. 48 Gonzalo de Reparaz, “En el buen camino”, Ilustración Española y Americana, 22 de octubre de 1898, recogido en Política de España en África, Madrid 1907, 7. 49 Lo había advertido ya Juan Donoso Cortés. El debate entre los que estaban a favor o en contra del statu quo, Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912), tomo I: De la paz de Wad-ras (1860) al Tratado de París (1898), Madrid 1966, 27 y 304-305. En 1891 Gonzalo de Reparaz advertía contra el riesgo de renunciar a tomar iniciativas en Marruecos, amparándose en el tópico de que no debía emprenderse “una política de aventuras”. Los que estaban por la primera eran tan pacifistas como los que abogaban por la abstención: el ministerio de España en Marruecos debía ser pacífico, civilizador. Su fórmula: statu quo político y progreso administrativo y social. G. de Reparaz, España en África, Madrid 1891.
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Las potencias interesadas en Marruecos, Inglaterra y Francia, lo estaban en Egipto por el canal de Suez. Por motivos económicos, políticos e históricos España, Italia y Portugal debían mirar a Marruecos. De las tres, sólo España podría considerarse concurrente con Francia e Inglaterra. Hasta 1898, dificultó el predominio de cualquiera de ellas. Se fijó así un equilibrio europeo. Se comprende pues, el interés de las potencias en todo lo relacionado con la situación marroquí y la posición internacional de España. Recordemos los precedentes inmediatos. Habían ido los gobiernos de la Restauración de acuerdo con Inglaterra y Francia sin inclinarse por alguna de ellas. Las diferencias de tipo económico habían frenado la predisposición favorable hacia ésta, debida a la vecindad y la comunidad de raza, cultura y religión. La guerra con Estados Unidos había modificado las cosas. Inglaterra se había puesto claramente al lado del adversario de España, buscando heredar la parte que le correspondía en el norte de África. A Francia, con muchos propietarios de títulos de valores españoles, le convenía el progreso de España y se puso a su lado en esta crisis. Los discursos de Salisbury y Joseph Chamberlain y el anuncio de la visita de George Joachim Goschen a Gibraltar en 1898 reforzaron el recelo de España hacia Inglaterra. El gobierno de Sagasta aumentó el número de soldados en los acuartelamientos de las ciudades cercanas a Marruecos y se pensaba mejorar las defensas de los puertos. Ninguno de esos actos podría juzgarse hostil hacia Gibraltar, salvo que se confirmara la existencia de una alianza anglosajona. Esta no existía más que en la cabeza de algunos políticos ingleses y norteamericanos50. En ese clima, España buscaría entenderse con Francia, sacrificando incluso sus intereses en Marruecos. Por esa razón continuó en 1898 León y Castillo en París y no se encargó del Ministerio de Estado. Nada se sabía en concreto, pero se decía que existía una unión con Francia que vinculaba a España también con Rusia. Era una Triple Alianza contra los ingleses. A cambio de apoyos financieros y diplomáticos, estaba dispuesta España a sostener la expansión de Francia hacia el Tuat y la costa del Mediterráneo hasta Melilla. Se convertiría Ceuta en un gran puerto militar abierto a Francia en caso de guerra. Se habló también de la cesión de las Filipinas a Francia51. Hasta aquí
50 Esta creencia, aun compartida en la historiografía, influyó en la interpretación del 98 como una expresión de la alianza, basada en la afinidad cultural, sobre todo racial y religiosa. Salisbury mantuvo una posición de abstención, en unos meses en los que la crisis de subsistencias en Europa no aconsejaba una guerra, que pusiera en peligro el comercio. 51 Esa operación podría consumarse si el Reino Unido abandonase la neutralidad y los norteamericanos decidiesen apoderarse de las Islas para cederlas luego a los ingleses. En ese caso, los alemanes deseaban dejar claro que no se quedarían pasivos ante esa expansión de la
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la información enviada por el embajador de Italia en Berlín. Roma pidió noticias al de Madrid sobre lo que le había informado el de Berlín. Su respuesta fue que en 1898 Sagasta temía más a Alemania e Inglaterra que a Francia. Aquella, sin desear mediar en la contienda, vigilaba a las otras potencias mirando a Filipinas, como publicaba su prensa oficiosa. Tenía tres poderosos barcos de guerra en Manila. Radowitz, el embajador alemán en Madrid, había dicho que jamás su país aceptaría que otra potencia se apoderase de aquel archipiélago. Era más fácil un acuerdo entre París y Madrid en el Mediterráneo y en Marruecos. España no deseaba desprenderse de territorios. Era poco probable, pues, que Francia se dejase arrastrar a aventuras militares sin una compensación. El ministro de Estado era escéptico. No confiaba que las potencias amigas pudieran, de forma aislada, auxiliaran a España. Drummond Wolff, el embajador inglés, le hizo en dos ocasiones una oferta de mediación, pero Almodóvar del Río parecía más preocupado por el mediador que por el enemigo. No siendo gratuita esa gestión, no convenía a Europa confiarla a una o dos potencias52. En cualquier caso era evidente que, en la cuestión marroquí, España se alineaba a partir de entonces al lado de Francia y contra Inglaterra. Una derrota de los españoles ante los norteamericanos tendría un peso enorme en la lucha por la hegemonía en el Mediterráneo y en las relaciones franco-británicas. París aprovecharía la situación para pedir al Sultán la cesión del Tuat. Entre las potencias concurrentes en el Mediterráneo, Inglaterra, con Gibraltar, Malta, Egipto y Chipre, había sido la más fuerte. Francia buscó alcanzar a los ingleses. Sus puertos mediterráneos habían incrementado su valor con la construcción de otros en Túnez y Argelia. En los últimos años, debido a la cuestión oriental, Rusia había fortalecido también su presencia en el Mediterráneo. Rivalizaba con Inglaterra por el control de la ruta hacia las Indias Orientales. Esta confrontación de intereses en Oriente se extendía a Egipto. Compartían los rusos en Abisinia un interés con Francia, que miraba con atención lo que sucedía al sur del Nilo. Les habían concedido los franceses un puerto fortificado en Túnez. Hecho este repaso, se entiende que las relaciones de España con Francia tenían un papel decisivo en el conjunto de los intereses en juego en el Mediterráneo. Para cercar a los ingleses en Gibraltar, los franceses contaban con
influencia de Francia e Inglaterra en las costas de China. 719/311 Lanza-Cappelli, Berlín 27 mayo 1898, ASD SP P 73 1898. 52 447/138 Renzis-Cappelli, Madrid 11 junio, ib. 1898. Sobre la situación en Filipinas, 448/139 y 474/145, 12 y 20 de junio, ASD SP P 73 1898.
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Argelia al sur y Marruecos al este. Eso explicaba su marcha hacia el Tuat, lenta pero bien planificada. Desde Tánger podría amenazarse a Gibraltar. Para recuperar su valor estratégico, lo habían convertido los ingleses en una base naval. Con todo, un ataque desde tierra por parte de los españoles ponía en grave peligro el control de esa entrada al Mediterráneo. Como posibles aliados de los ingleses en el Mediterráneo, Italia y, quizás, Austria-Hungría y Grecia. Evidentemente beneficiaba a Inglaterra más no modificar el statu quo mediterráneo que acogerse a las inciertas ganancias que podrían venirle de una alianza anglosajona53. Pero volvamos a 1902 y a los intereses de Francia, España y Reino Unido en Marruecos. Cuando Paul Cambon estuvo con lord Lansdowne, éste dijo que si se produjera el reparto habría que dar una porción a Guillermo II54. El Secretario del Foreign Office parecía desconocer la posición de Italia, con la que Francia acababa de firmar unos acuerdos. ¿Había hipotecado Londres su libertad de acción en Marruecos, llegando a un pacto con Berlín? Camille Barrère veía que ese entendimiento entre los dos gobiernos lo revelaba una serie de acontecimientos que contradecían la antipatía existente entre los dos pueblos. El inglés no había dudado en enfrentarse a la opinión de su país. ¿Estaba Lansdowne atrapado por compromisos del gobierno conservador anterior? ¿Explicaba eso que no pudiera atender una opinión que empujaba a un convenio con Francia?55. Los acuerdos de Italia con Francia, las nuevas relaciones entre los dos países tenían repercusiones en el Mediterráneo, muy importantes para España. Italia fue un aliado con el Reino Unido y con España para detener el incremento de la influencia francesa en Marruecos. Lo único que se sabía de ese acuerdo, como hemos visto, era una declaración negativa a favor de la zona de influencia de cada una de ellas en África. Si además se hubiese llegado a concertar una acción común para ejercer sus derechos o se hubiese convenido en fijar o esperar un acontecimiento para hacerlo e Italia hubiera llegado a esta situación con el consentimiento de Alemania y Austria, ese hecho tendría una “gravedad mucho mayor”.
53 Artículo aparecido en la Nazional Zeitung, 27 de mayo de 1898. He seguido la traducción italiana. anexo a 722/314 Lanza-Visconti, Berlín 28 mayo, ASD SP P 72. 54 En los tiempos en que fue ministro de Francia en Tánger, Révoil habló de un posible acuerdo entre Alemania e Inglaterra sobre Marruecos. 55 16 Barrère-Delcassé, 30 enero 1902, AAE NS Maroc 12 1-4. Al responder al embajador, se le adjuntaban los documentos con los informes enviados desde Londres y Madrid, 41 Delcassé-Barrère, 7 de febrero, ib. 92. y 48-52, 57-63, 73-75 y 82-86.
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¿Qué sucedería en ese caso? España, habiéndose quedado sola en la defensa del statu quo, tendría que elegir con cuál de las dos potencias con mayor interés en Marruecos se aliaba. Quedaba una baza: que Alemania, con grandes intereses comerciales en Marruecos y deseando poseer una estación de carboneo en el Estrecho, dejase manos libres a Francia. La debilidad de esta observación estaba en la Weltpolitik de Guillermo II. Su complejidad le podía llevar a cambiar de postura en Marruecos en provecho de sus intereses en otras partes. La política exterior española carecía de títulos en Asia. Había arreglado con Francia sus derechos en el Sahara occidental y en Guinea56. Confiaba sus relaciones con América al desarrollo pacífico de su economía y comercio. Marruecos era la única incertidumbre en ese panorama. Estaban en juego “las indispensables garantía de independencia nacional y el debido espacio para sus expansiones comerciales y políticas”. Porque el statu quo era una pausa “hasta que las circunstancias nos permitan hacer valer mejor nuestros derechos”. No podía consentirse que el problema se resolviera “sin nuestro concurso o en nuestro perjuicio”. Esto urgía mucho más cuando se fue confirmando el rumor de que Francia e Inglaterra, que parecían hasta entonces fomentar los recelos de una contra la otra, habían llegado a un acuerdo “sobre todas las cuestiones coloniales, incluso la de Marruecos”. Era creíble. El reparto podría hacerse, reservándose el Reino Unido las costas, y Francia, las ricas llanuras del interior. Tal solución “dejaría sacrificados los justos y vitales intereses de España”. Cada gobierno europeo acomodaría su estrategia mirando la estabilidad del Imperio y a las reformas que se introdujeran en él57. El ministro de Estado informaba sobre las negociaciones entre Francia e Inglaterra para arreglar sus litigios coloniales. Era una noticia confidencial recibida a través de un amigo italiano. Éste transmitió, también confidencialmente, al embajador en París, que había oído lo mismo como procedente de Berlín. Creyó León y Castillo que podría ser una intoxicación. Pensó luego que Delcassé le decía la verdad al desmentir la noticia, aunque reconocía al mismo tiempo que el ministro de Asuntos Exteriores “no participa de la hostilidad de muchos de sus compatriotas hacia Inglaterra”. Esa buena disposición contaría con el apoyo del partido colonial,
El texto del acuerdo, ratificado en París el 22 de marzo de 1901. Ramón de Dalmau y Olivart, Colección de los tratados, convenios y documentos internacionales…, Madrid 1911, 39. 57 Almodóvar del Río-embajador en Roma, 11 febrero 1902, AGA AEQ.L. “Marruecos Varios”. 56
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dispuesto a ceder ante los ingleses a cambio de resolver la cuestión de Marruecos58. El debate sobre el presupuesto del ministerio de Asuntos Exteriores francés, donde se discutió sobre la política en África y Asia, sirvió a Labra para advertir que Francia trataría de anexionarse Marruecos. Aunque Delcassé guardó silencio, todos los diputados fueron unánimes en aprobar ese plan. La cuestión de Marruecos tenía en Francia estas vertientes. La primera, controlar Tánger de acuerdo con las otras potencias hostiles a Inglaterra. La segunda, rectificar su frontera, avanzando hasta el Muluya. La tercera, extender su frontera hacia el Tuat y el Erg y llegar por el sur de Marruecos hasta el Atlántico. Había acuerdo en que se necesitaba una demostración militar no para ir al Tuat, sino para llegar directamente a Tafilet. El ministro de Estado, Almodóvar del Río, replicó que no había motivos para pensar que Marruecos perdiera su independencia. Los derechos de España eran indiscutibles y reconocidos. Contarían con ella para cualquier arreglo de la cuestión marroquí59. España estaba preocupada porque Italia ya no era la tenaz sostenedora del statu quo. En esos momentos Francia e Inglaterra luchaban por ganarse la influencia del Sultán60. Si se produjera un acuerdo entre ellas, quedaría aislada. Estas preocupaciones del gobierno de Madrid hicieron que Emilio de Ojeda hablara con Arthur Nicolson, ministro inglés en Tánger. Recibió seguridades sobre la lealtad de su gobierno. No había solicitado ventajas para las supuestas inversiones de capitalistas de su país en la construcción de ferrocarriles en Marruecos. Era un rumor sin fundamento. Al presentar sus credenciales, Nicolson, siguiendo las instrucciones de Salisbury, aconsejó al Sultán y al Majzén que prosiguiera las reformas administrativas y tributarias y su política de ampliar las facilidades para el comercio europeo61.
58 14 Almodóvar del Río-León y Castillo, 9 de febrero de 1902 y despachos s.n. de León y Castillo, 12 y 17 de febrero, y 5 y 21 de junio, en José María Campoamor, La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900-1904), Madrid 1951, 303-305. 59 Labra-Ministro de Estado, DS/S 117 (17 de febrero de 1902)2360-2366. 60 El recelo entre los dos países se puso de manifiesto cuando el gobierno francés fue presionado por el partido colonial y los nacionalistas para que actuara puesto que los ingleses habían enviado tres acorazados a algunos puertos poco importantes en las costas de Marruecos, al producirse algunos desórdenes. 3576/1505 G. Tornielli-Prinetti, 24 de noviembre de 1902, ASD DDS XL/12 29. 61 Para el ministro de Italia estas confidencias de Emilio de Ojeda demostraban la confianza que existía entre los tres ministros de las naciones amigas en Marruecos. Nicolson habría facilitado con sus consejos la buena acogida del Sultán al ministro de Francia, Saint Ré-
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Marruecos importaba a los españoles más que Ceuta o Mahón. Para muchos, una acción en Marruecos era el retorno a los años de la grandeza y prosperidad nacionales. La ocupación de los oasis del Tuat, las delegaciones del Sultán de Marruecos a Europa, la reforma administrativa en aquel Imperio, las obras públicas actualizaban esa pasión por actuar al sur de Gibraltar. Por necesidades de política interna, España quería ganar tiempo para mejorar su economía y reformar sus fuerzas armadas. Ese propósito no excluía que, en caso de complicaciones internacionales, que afectaran a Marruecos, tuviera que interesarse en la zona. Algunos políticos españoles lo habían dicho con claridad. Si llegara esa ocasión, los españoles no sufrirían, como les sucedió en Cuba o Filipinas62, el azote de la fiebre amarilla ni se sentirían lejos de la metrópoli. Su ejército de campaña había mejorado. Estaba bien armado y pronto modernizaría su artillería. Gibson Bowles, hablando de Gibraltar, dijo que la base de Algeciras hacía necesaria la amistad con España. Los ingleses lo sabían. Insinuaron a los españoles que Francia tenía pretensiones sobre Marruecos. En previsión de esta situación, en abril de 1901, se sugirió la posibilidad de ayudar a los españoles a fortificar algunos puntos estratégicos. Interesaba a Francia que se mantuvieran en manos de España Ceuta y Mahón. Los ingleses podían atacar los puertos de las Baleares, las Canarias, Ceuta, Cádiz, Algeciras y Vigo. Un año más tarde, el Reino Unido, pese a la guerra del Transvaal, estaba muy activo en el Extremo Oriente y quizás en Marruecos, pudiendo llegar a “quelque accord préventif”. Una vez más se recordaba la importancia de que, en caso de guerra, Francia no tuviera que inmovilizar un ejército en los Pirineos y pudiera abastecerse desde los puertos de España. Aun desechando una alianza, podría tener acuerdos de menor rango, pero muy útiles. Había una limitación: los ingleses tenían mayor poder naval que Francia. El uso de los submarinos en las maniobras navales permitía solucionar esa carencia de los franceses.
né de Taillandier. 93/18 G. Malmusi-Prinetti, 21 de febrero de 1902, ib. 9. Sobre la entrevista de Saint Réné de Taillandier con el Sultán en Rabat, 124/27 Malmusi-Prinetti, 14 de marzo, ib. 13. La lista de las reformas y la explicación de las mismas, 270/72 G. Gianatelli GentilePrinetti, 28 mayo, ib. 19-26. 62 En el senado español el conde de Peña Ramiro interpeló el 24 de enero de 1902 al gobierno, porque en la Cámara francesa alguien mencionó en términos despectivos al ejército español. Las palabras textuales del diputado francés fueron: “Si le ministre se fait l’homme d’un parti ou d’une coterie civile ou militaire, il pourra faire à l’armée un mal incalculable et introduire chez nous des habitudes analogues à celles de l’armée espagnole”. Sobre este incidente, Conf 9 Patenôtre-Delcassé, 28 janvier 1902, AAE NS Espagne 38 1-3.
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No había que desaprovechar el clima de aproximación y simpatía hacia Francia63. Días antes de iniciarse el nuevo reinado, entró José Canalejas en el gobierno de Sagasta como ministro de Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas. Había renunciado a sus planteamientos en la cuestión religiosa, a su programa anticlerical. Canalejas era partidario de un entendimiento con Francia en Marruecos, tal como preconizaba Silvela. Acusó a Moret de no favorecerlo64.
3. España y las primeras conversaciones Londres-París sobre Marruecos Al mes de iniciarse el nuevo reinado, Emilio de Ojeda escribía a Alfonso XIII dominar Marruecos significaba controlar el Estrecho. Y eso despertaba las ambiciones de todos. En este análisis del ministro de España en Tánger, el Reino Unido se conformaba con asegurar su posición en Gibraltar, sin aspirar a poseer Marruecos. Su actitud era defensiva. No era el caso de Francia que sí proyectaba apoderarse de Marruecos o someterlo. Por eso el mayor riesgo para España radicaba en un posible acuerdo entre Londres y París, dejando a un lado los intereses de España y de sus convecinos. Mirar a Marruecos era una exigencia patriótica, pero había que tener ante los ojos la “inmensa desproporción entre nuestras aspiraciones y nuestros recursos”. Se necesitaba una renovación de la vida política65, un saneamiento de la hacienda y de las fuerzas armadas. Mientras no se dieran estas condiciones, convenía a España dejar las cosas como estaban y favorecer, por tanto, la soberanía del Sultán. Eso situaba a España al lado de Reino Unido66.
63 Copia de un informe del comandante Cornulier-Lucinière, agregado militar de Francia en Madrid, 1 marzo 1902, ib. 6-20. 64 Para el embajador de Francia la información, sujeta a cautela, podría señalar que, si en Canalejas acrecentara su influencia en el partido liberal, esa podría ser su línea en política internacional. Conf 49 Patenôtre-Delcassé, 9 mai. Su entrada en el gobierno y su dimisión, 37 y 68 Patenôtre-de 8 abril y 20 junio, AAE NS Espagne 38 23-24 y AAE NS Espagne 2 154-156 y 160-164. 65 Ojeda pedirá al Rey que dirija la política exterior, “eliminando de ella el espíritu de partido que la oscurece y atrofia”. En su diario, el Rey había escrito: “Espero... regenerar a la Patria y hacerla, si no poderosa, al menos buscada, o sea, que la busquen como aliada”. 66 Emilio de Ojeda, Memoria sobre Asuntos de Marruecos, 19 junio 1902, AGP, personal, expediente 2633/4 y 1196/5. Documento citado por Javier Tusell y Genoveva G. Queipo de Llano, Alfonso XIII. El Rey Polémico, Taurus Historia, Madrid 2001, 111-113.
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Esos días el Daily Mail publicó un comentario sobre las miras expansionistas en el hinterland de Gibraltar. No hubo reacción en la prensa española, que, desde hacía algún tiempo no se preocupaba de las polémicas de sus colegas ingleses. El gobierno de Sagasta desmintió que tuviera planes militares en la ciudad de La Línea. Mortimer Durand tenía las mismas instrucciones: nada que pudiera complicar las relaciones con España, especialmente en un momento políticamente delicado. Esa postura tenía mayor mérito, si se considera que el gobierno de Londres estaba preocupado por la pérdida de valor estratégico que estaba experimentando la base de Gibraltar. Tras la paz en África del Sur, estaba más atento a la zona del Estrecho y a Marruecos. Por su parte, el gobierno de Madrid, fiel a la decisión tomada tras el 98, procuraba tener las mejores relaciones con Londres. Con todo, Gibraltar era una fuente de malentendidos y de interferencias entre ingleses y españoles67. La otra opción era ir con Francia. Había comentado Silvela en abril de 1899 su deseo de ir a una alianza con Francia, asociando a ella a Rusia68. En julio de 1902, recordó su posición. España era la aliada natural de Francia, con quien compartía intereses y temores, en clara alusión a Reino Unido. Aceptaban esta visión todos los políticos españoles, salvo Moret. La manifestaba alguien que esperaba presidir pronto el gobierno69. Para llevar adelante su plan deseaba someter a las Cortes un proyecto de reorganización de la escuadra. Se pediría un préstamo de 250 millones amortizable en varios años70. Temiendo que Inglaterra hiciera en Marruecos lo mismo que en Egipto, el ministro de Francia en Tánger advirtió a su gobierno. Por indicación de Delcassé, Paul Cambon avisó a Lord Lansdowne del riesgo de que algunos ingleses, como McLean y Harris, con influjo ante el Sultán pusieran en peligro el statu quo. No dudaban en París de la lealtad del gobierno inglés.
R 605/173 Collobiano-Prinetti, 27 de junio de 1902, ASD SP P 73. Para explicar la inclinación de Silvela hacia Francia se cita que su abuelo fue un afrancesado en 1808. Documentos reservados. Nota examinando la propuesta de Silvela, del 3 de marzo de 1903, texto mecanografiado, 16 de marzo, AAE NS Espagne 39 165. 69 Silvela subrayaba que el duque de Almodóvar del Río estaba a favor de esa posición dentro del partido liberal. El general José López Domínguez y Canalejas, que militaban en la tendencia democrática de este partido, eran favorables a la alianza con Francia. Contaría con Maura en Marina y con Fernández Villaverde en Hacienda. Los dos estaban de acuerdo con esa orientación en política exterior. Cuando en julio de 1903 sucedió a Silvela, Fernández Villaverde aseguró a Cambon que continuaría su política exterior de amistad con Francia. Tc Cambon-Delcassé, 25 juillet 1903, AAE NS Espagne 39 20. 70 Conf et R 76 Patenôtre-Delcassé, 7 juillet 1902, AAE NS Espagne 38 38-41. Texto impreso en DDF II/2 387. Una traducción, en Fernando María Castilla y José María de Areilza, Reivindicaciones de España, Madrid 19141, pp. 353-354. 67 68
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Había un asunto especial. Tánger era lo único que importaba a Inglaterra, pero Europa no permitiría que una misma potencia controlara las dos orillas de la entrada occidental del Mediterráneo. El Reino Unido tampoco permitiría que otra potencia se estableciera en la ciudad. La única solución era neutralizarla71. Como compensación, Inglaterra podría reconocer el derecho de Francia a su hegemonía y, en caso de necesidad, al ejercicio de una misión de policía en el sur. Para disipar malentendidos y evitar desconfianzas, Paul Cambon proponía abrir conversaciones entre los dos gobiernos. Arthur Balfour, el primer ministro, lo aprobó. Lo primero era saber si Delcassé compartía el deseo de preservar el statu quo colonial. Su política era conservadora. Por eso no existía razón alguna para que las dos naciones no marcharan juntas. En el orden comercial no existía concurrencia entre los productos ingleses y los franceses. La competencia venía al Reino Unido de Alemania y de Estados Unidos. A Delcassé sólo le preocupaban Marruecos y Siam, éste, por la vecindad de Indo-China. En Marruecos, por el riesgo que supondría para Argelia que otra potencia, de forma abierta o no, controlara lo que se consideraba una prolongación de Argelia y la puerta del imperio africano. No podría consentir Francia que escapara “à notre influence”. Era distinta la posición inglesa, si se exceptuaba Tánger. Ni era frontera colonial ni se hallaba en su zona de expansión. Francia ofrecía la neutralización o el apoyo a la negativa para que no se instalara en la ciudad otra potencia. La oferta económica se limitaba a conceder libertad de comercio durante cierto tiempo. Con estas garantías, a salvo sus intereses, Inglaterra nada tendría que temer de la expansión francesa en Marruecos Había que asociar a España, con intereses, tradiciones y pretensiones justificadas y respetables, y concederle un hinterland suficiente en torno a sus posesiones. Al sur de este, Francia tendría libertad de acción. Todo esto era una mera hipótesis, cuya realización no era deseable. Era preferible, y en ello trabajaba Delcassé, que la situación existente se prolongara durante varias generaciones72.
71 Sobre esta ciudad en los meses inmediatos, vid. Luis Álvarez Gutiérrez, “Tánger en la guerra hispano-norteamericana de 1898”, Boletín de la Real Academia de la Historia CXCV/I (1998) 81-131. Por el editor, interesa Enrique Escribano del Pino, Tánger y sus alrededores, Madrid, Imprenta del Ministerio de Marina 1908. 72 En esos momentos Delcassé negociaba con León y Castillo. Por eso no urgía una respuesta de Lansdowne. 191 Cambon-Delcassé, 9 agosto 1902, AAE NS Maroc 2 181-189.
IX. FRANCIA Y ESPAÑA, UNA VUELTA A EUROPA
Justificó el 1 de agosto de 1902 Silvela su política frente a la de Sagasta1. Fue una obra “progresiva, eficaz y reformista” y, por tanto, “necesariamente impopular”. Gobernar así desgasta. Si falta resolución, era mejor no emprender esa vía y “dilatar la siesta todo el tiempo que nuestros vecinos europeos y africanos nos quieran dejar dormir bajo la guardia de cualquier sobrino efectivo o espiritual del Sr. Sagasta”. De todos los aspectos necesitados de reforma, la política exterior era el más difícil. El país y la opinión estaban apartados de ella: “no han bastado las advertencias y escarmientos sufridos para que despierten de su pereza en el pensar y en el querer”. Lo que sucedió en 1898 podría repetirse en África y en el Mediterráneo, “donde estamos en estudio; pero en España no hay opinión sobre la política exterior; cualquiera inclinación que se adopte será censurada, cualquier sacrificio cuesta y es impopular y, si comprometido en un lado viene por ahí una desgracia, son la deshonra y la ignominia eterna para el que la impulsó. En cambio, si, no haciendo nada, viene el desastre, será la culpa del país y de la Providencia”. La pasividad condujo a la derrota en el verano de 1898. Sus consecuencias, “perder todo el imperio colonial y gravar nuestra Hacienda con una deuda que representa el retroceso de un siglo en la vida económica del país, y acabar con el prestigio militar de nuestro nombre y concluir con los principios de nuestra escuadra y sacrificar oscuramente algunos mártires de su deber en aquella absurda aventura; pero a los dos años el Sr. Sagasta era tan Presidente del Consejo como antes… y seguía siendo el jefe del partido más popular y prestigioso de cuantos ha habido en España”. 1 “Los dos caminos”, El Diario de la Coruña, 1 agosto 1902, en Artículos, discursos, conferencias y cartas, notas de Félix de Llanos y Torriglia, tomo III: comprende desde el final de la Regencia hasta los primeros años de la mayoridad de Alfonso XIII, Madrid 1923, 198-206.
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1. España cuenta Jules Cambon, hasta entonces en Estados Unidos, fue nombrado embajador en España en agosto de 1902. Según él, en el ministerio de Asuntos Exteriores francés consideraban entonces a España “la cléf de voûte du monde”2. Su nombramiento apuntaba a una política más activa de Francia y a un próximo entendimiento con España. Era un paso más en esa vía de gestos, que subrayaban la buena voluntad y la cordialidad con que el gobierno de París rodeaba todo lo relativo a España, especialmente, a la casa real. Jules Patenôtre no supo ganarse el prestigio que corresponde al embajador de una nación con tantos intereses en España. Cambon, además de sus conocimientos financieros y económicos, estaba ligado a los personajes más influyentes en la política francesa. Si algún día España se decidía a participar en la política europea, Francia podría atraerla a su lado. Tenía muchos factores a su favor. Entre ellos, el futuro de Marruecos. El avance francés en aquel país preocupaba a los políticos españoles. Las concesiones que Francia estuviera dispuesta a hacer a España en esta zona serían cruciales para poder alcanzar un pacto. En todo caso, España habría de contar con Inglaterra y eso moderaba la negociación y reducía el peso de los factores que la empujaban hacia Francia. Se explica así la novedad del artículo de Silvela, en el que se oponía a una “neutralidad absoluta” y se manifestaba favorable a un acuerdo con Francia sobre Marruecos3. Por esta orientación estaba el Reino Unido que deseaba llegar a una “détente” con Francia. Los ingleses no querían que su gobierno se aventurase a un conflicto, salvo en caso de “extremada urgencia”. El ministro de Estado creía que el acercamiento de Italia a Francia estaba pesando en ese abandono del “espléndido aislamiento”. Habría que estar atento a un posible acuerdo con Francia sobre Marruecos e incluso a una propuesta sobre Gibraltar, ya que su situación quedaría comprometida en caso de conflicto, si España no era neutral4. Utilizando uno de sus instrumentos diplomáticos, su marina, envió el gobierno francés al “Dupuy de Lôme” y al “Cassini” a Bilbao, con motivo de la inauguración del muelle exterior de aquel puerto.
2 Laurent Villate, La république des diplomates. Paul et Jules Cambon 1843-1935, París, Science Infuse, 2001, 204. 3 759/225 Collobiano-Prinetti, 14 de septiembre de 1902, ASD SP P 73. 4 41 Almodóvar del Río-duque de Mandas, 7 de agosto de 1902, en José María Campoamor, La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900-1904), Madrid 1951, 314315.
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Todo eso sucedía mientras Francia y el Reino Unido buscaban un arreglo sobre Marruecos. El embajador Jules Patenôtre fue informado de las conversaciones entre Paul Cambon y Lord Landsdwone. Se habló de neutralizar Tánger y sus alrededores. Pese a la confidencialidad, la Westminster Gazette proporcionó una información bastante correcta. En España interesaba un proyecto que permitía la neutralización del Estrecho de Gibraltar y la posible ampliación de territorio en torno a sus posesiones en el norte de África. Se debatió una vez más si beneficiaba a España una alianza más que la neutralidad. El Imparcial advertía que una alianza que diera el predominio a los latinos en el Mediterráneo occidental supondría consagrar la hegemonía de Francia. Los partidarios de Francia mantenían sus reservas para formalizar una alianza con ella. Temían el poder naval inglés, que dejaba a su alcance las indefensas costas de la península. Y esa sensación se reforzaba con un rumor. Las negociaciones entre París y Madrid se habían detenido, porque el gobierno francés negaba al español el auxilio de su escuadra. No difería mucho este análisis del que presentó en marzo el agregado militar de Francia en Madrid5. El 15 de octubre, el Diario de Barcelona, conservador, hostil a la Francia republicana y muy leído entre la burguesía, publicó un comentario. No podía concluirse, como estaba sucediendo, que todos los reveses sufridos por España se debían al aislamiento. Habría que preguntarse qué coste tienen los tratados. Pues estos se inspiran en el egoísmo de los intereses de cada parte6. Sin alianzas, España perdió Cuba, Puerto Rico y Filipinas, pero en una guerra corta, que habría proporcionado al país una situación que el economista Molinari definió con esta expresión: el que pierde gana. Las guerras coloniales casi siempre terminan en la independencia. Conservar aquellas posesiones gracias a una alianza significaba dejarlas al albur de los resultados de una guerra en Europa. España debía perseverar en su propósito de rechazar ambiciones y concentrar su esfuerzo en defender su independencia material y moral. Para eso necesitaba tener las manos libres y no ir a remolque de los otros. La política de las naciones débiles reposa sobre el equilibrio entre las grandes potencias. Tener una
94 Paul de Faure-Delcassé, 25 septiembre 1902, AAE NS E 38 106-108. Meses más tarde y para contrarrestar la imagen de Francia como una potencia naval de escasa importancia, el embajador en Madrid aconsejó a su gobierno que barcos de guerra franceses visitaran con mayor frecuencia los puertos españoles. 34 Cambon-Delcassé, 12 février 1905, ib. 40 36-37. 6 El diario catalán habla de la imposibilidad de que la Triple Alianza nos hubiera garantizado la posesión de las colonias, pues España no podía ofrecer contrapartidas que compensaran a sus posibles aliados. Y añadía su sospecha de que los compromisos existentes entre los aliados de la Triple y entre Francia Rusia no incluían la defensa de territorios extraeuropeos. 5
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política propia es la mejor manera de romper el aislamiento. No son precisas las alianzas. Tenía en el norte de África, al otro lado de su frontera sur, la porción que le correspondía en el reparto colonial. Sin recursos militares ni económicos para competir con las grandes potencias, su posición geográfica suponía para Francia, en una guerra con Alemania o con el Reino Unido, un peligro y, para sus enemigos, sería un auxiliar. Por este motivo, sólo con pactos concretos, España podría conseguir en Marruecos compensaciones. Con todo, si tuviera que elegir, le convenía Francia, que se contentaría con su neutralidad7. Atenta a los movimientos diplomáticos de quien era su principal auxilio frente a Italia, la Santa Sede observó también algunos gestos que apuntaban a una amistad comprometida de España con Francia. La presencia del marido de la princesa de Asturias en las maniobra militares cerca de Toulouse y el brindis hacían creíbles los rumores de que Madrid y París habían llegado a acuerdos en el Mediterráneo. Delcassé consideraba “buenísimas” las relaciones con España, que, hasta entonces, habría estado más cerca de Inglaterra y de Alemania. Francia estaba a favor de una alianza de las naciones latinas, que les permitiera una mayor influencia en el Mediterráneo. Lo impedía la cuestión romana, porque mientras no se resolviese, Italia necesitaba del Reino Unido y de Alemania. Otro gesto cargado de significado. Víctor Manuel III, en los discursos pronunciados durante su visita a Postdam, no subrayó la importancia de la Triple Alianza. Buscaba pacificar la situación dentro de Italia y eso facilitaba el acercamiento a Francia. Disentía el nuncio de este comentario de Delcassé, que le confesaba que nada había cedido ante Italia. No se había tratado de la cuestión romana, porque en política no le gustaba hablar más que de aquello sobre lo que hay que actuar. Lo demás, podía esperar su momento. No era así, pues Francia había modificado su postura sobre Tripolitania y Cirineica, había callado sobre el futuro de Roma y había facilitado a Italia sus relaciones con Rusia8. En Alemania se creía que era imposible un acuerdo franco-español sobre Marruecos que implicara la entrada de España en la alianza franco-rusa, porque eso contradecía las declaraciones de Sagasta. Con todo era innegable que Francia, buscaba “los servicios” de España, como probaba la acogida del presidente Loubet a la Reina Madre a su paso por París y la ya mencionada presencia del marido de la princesa de Asturias en Toulouse9.
7 El cónsul de Francia en Barcelona envió traducción de este artículo como anexo 5 Blanchard-Delcassé, 20 octobre 1902, AAE NS Espagne 38 110-115. 8 1418 Lorenzelli-Rampolla, 10 septiembre 1902, ASV SS 248 (1903) I 120-121. Sobre la mejora en las relaciones de Francia con Portugal, 1462, 15 octubre, ib. 144. 9 Estos comentarios de la prensa alemana, 191 Ángel Ruata-Almodóvar del Río, Berlín 13 septiembre, AMAE H 2470.
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Desde el 24 de octubre de 1902 hablaba la prensa de un acuerdo entre París y Londres. Prinetti quería saber si la noticia tenía fundamento10. Pansa, que había coincidido con Paul Cambon en Constantinopla y con quien tenía una gran amistad, respondió que no existía negociación alguna, pese a las informaciones de la prensa inglesa. Paul Cambon deseaba que se llegara a esa entente, pero los gobiernos no podían enfrentarse a sus respectivos partidos “coloniales”. Estaba seguro que Delcassé sería capaz de llevar a cabo esa misión, pero necesitaba al menos tres años. No había ningún litigio entre los dos países. Sectores de la opinión en cada uno de ellos se oponían a cesiones en beneficio de intereses mutuos. Pero no tendrían fuerza para torcer la decisión de sus gobiernos. Habían superado la crisis de Fachoda en 1898. El incidente demostró la habilidad de sus gobernantes para mantener la serenidad en momentos difíciles. Reconocía Paul Cambon que no estaba maduro un arreglo de todas las cuestiones pendientes. Lo impedía la fuerza que tenía el partido colonial en cada país. No podían desconocerla los gobiernos11. Respondieron a Giulio Prinetti los embajadores en París y Londres. Pansa aceptó la respuesta de Lansdowne a un diputado: no existía negociación. Del elenco de asuntos, habría que sacar dos: Egipto y Marruecos. El gobierno inglés consideraba resuelto el primero tras el acuerdo de marzo de 1899. Ese territorio no era previsible que, en los planes del Reino Unido, fuera una compensación para Francia Marruecos no era en ese momento algo que pudiera discutirse con otros. Las demás potencias tenían intereses que habría que considerar. No era un asunto bilateral franco-británico. La situación era buena, según había comentado Paul Cambon, gracias a las excelentes relaciones de los ministros de Francia y del Reino Unido en Tánger. Las cuestiones pendientes eran Siam, Terranova, Nuevas Hébridas, actual República de Vanuatu, en el Pacífico, Congo, fronteras de Nigeria y en algún otro punto de las colonias africanas de cada uno de los dos Estados. La conclusión de sus observaciones y de lo que conocía a través de su amigo y colega Paul Cambon, era que no existía ese proyecto, pero sí la voluntad de resolver uno a uno los litigios cuando surgieran12.
10 T riservatissimo personale sn y 1675 Giulio Prinetti-Pansa, 24 octubre, DDI III/7, Roma 2000, 118. 11 1260//547 Pansa-Prinetti, Londres 30 octubre 1902, ASD DDS XXXIV/9 19-20 y DDI III/7… 124-127. 1266/547 Pansa-Prinetti, 31 de octubre de 1902, ASD SP P 489. 12 T 1909 Prinetti-Pansa y Tornielli, 28 noviembre, y R 1370/612 Pansa-Prinetti, 3 diciembre, DDI III/7... 155 y 167 170.
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El 2 de diciembre, al responder a una pregunta de un diputado, el subsecretario del Foreign Office desmintió que existiese pacto con Francia. Según Pansa, podría haber negociación, pero llevada a cabo de modo que no dejara huellas. Si la hubiera, se habrían dejado fuera Egipto y Marruecos. La cuestión de Egipto quedó resuelta con la declaración hecha tras el incidente de Fachoda en 189913. En Marruecos, la situación no estaba madura para convenir sobre ella. Había además intereses de otras potencias, que no era posible ignorar. Paul Cambon le había dicho que no existía una “cuestión de Marruecos”, sino incidentes provocados por reacciones poco reflexivas de los agentes diplomáticos en Tánger. No se avistaba próximo un acuerdo por varios motivos. Además de la presión del partido colonial, Francia no se arriesgaría a pactar con Inglaterra, enfrentada a Rusia, echando sombras sobre su alianza con ella. El horizonte era negociar sobre los problemas con un ánimo conciliador, al menos mientras Delcassé fuera responsable de la diplomacia francesa14.
2. Una nueva etapa en la política exterior de Italia Los incidentes entre Italia y Francia en 1902, agravados por la reacción de la prensa15, obligaban a recordar el contexto en que se negoció el acuerdo de 1900 entre Visconti Venosta y Barrère. En la primavera de 1901 la escuadra italiana mandada por el duque de Génova visitó Toulon. Ese acto era el símbolo de un acercamiento fundado en los acuerdos comerciales, las negociaciones sobre Túnez, la delimitación de las posesiones de los dos países en el Mar Rojo y el acuerdo sobre Tripolitania y Marruecos. Aunque el texto de este protocolo era secreto, se sabía su existencia. Se cerraba una etapa de la política exterior italiana bajo la influencia de Crispi, una personalidad enérgica que sabía fijar sus objetivos y conseguirlos. Deseaba proteger su país contra la agresión de Francia. La Triple Alianza tenía un carácter ofensivo. Italia quería participar de ese modo en la victoria de Alemania en 1870. Debilitar a Francia era una manera de prevalecer
No pensaba así la prensa francesa a principios de 1900. Egipto era una cuestión europea, que no estaba cerrada y que debería plantearse una vez desaparecido el motivo que dio lugar a los asentamientos militares ingleses para defender el orden en el Valle del Nilo. R 323/161 Tornielli-Visconti, 8 de febrero de 1900, ib. 489. 14 R 1370/612 Pansa-Prinetti, 3 de diciembre de 1902, ib. 489 y DDI III/7... 167-170. 15 Vid. el informe del cónsul en Torino a propósito de la campaña de La Stampa, 10 febrero 1912. A ella se unió Il Corriere della Sera, tc 167-168 Barrére-Poincaré, 16 febrero, AAE CP NS Italie 22 42-43 y 48-49. 13
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sobre ella en el Mediterráneo y en cualquier otro sitio donde los intereses italianos fueran contrarios a los de Francia. En 1902 una convergencia de factores fortaleció la posición, inicialmente débil, del ministro Prinetti. A su lado estaban Luigi Luzzatti y Rattazi. Se benefició de la enemistad de Giuseppe Zanardelli con Austria. Giovanni Giolitti, ministro del Interior, lo apoyaba. Sonnino, por razones comerciales y financieras, aconsejó la amistad con Francia. Prinetti no podía modificar el tratado de la Triple Alianza, pero estaba dispuesto, como hemos visto, a dar garantías. Estas promesas proporcionarían a las relaciones entre los dos países “un long et fécond avenir”. En la entrevista de Venecia, Prinetti pidió a Bernhard von Bülow una modificación del tratado. No lo consiguió. Entonces buscó la vía de un acuerdo con Francia, negociado en Roma, porque Prinetti no confiaba en Tornielli, embajador de Italia en París. Para satisfacer al Rey, que no deseaba que el acuerdo tuviera la apariencia de un contra-tratado, se eligió la forma de intercambio de cartas con el embajador Barrère. Se retrasó la fecha de estos dos documentos, terminados el 30 de junio, para que no coincidieran con la renovación de la Triple Alianza. Era un texto muy cuidado. El intercambio se presentó como iniciativa de Italia y la aclaración sobre el significado de agresión directa o indirecta fue a petición de Francia. Por tanto la fidelidad de Italia a la alianza suponía mantener en secreto los acuerdos del 1 y 2 de noviembre, porque su publicación supondría violar el secreto de una parte de los acuerdos que la unían con Alemania y Austria. Aunque el documento no fue un “contra-tratado” era una “contrapartida” dada a Francia sobre la Triple Alianza. En ese equilibrio, cada una de las partes era muy sensible a que la revelación de los datos pudieran dejarla en mala posición. Italia no podría consentir que dijeran que había traicionado a sus aliados. Para Francia el acuerdo de 1902 tenía un gran valor. Estaría vigente mientras subsistiera la Triple Alianza tal como era. Si se modificara el tratado entre los tres aliados, no sería en daño de Francia. Italia sabía que ese cambio le alienaría la amistad de Francia. Quedaría entonces bajo el dominio de sus aliados, sin contrapeso alguno. Empeoraría su situación, porque antes contaba con Inglaterra. El acuerdo conservaba todo su valor hasta que Francia no hubiera establecido de forma plena su dominio en Marruecos16. El 18 de marzo de 1912 Poincaré, respondiendo a Barrère, recordó que estas notas negociadas por el embajador con Prinetti tenían un gran valor militar. Desde hacía 10 años la defensa de los Alpes sólo exigía medidas de
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95 Barrère-Poincaré, 10 marzo 1912, AAE CP NS Italie 22 60-66.
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precaución17. Indicaba que las explicaciones que el gobierno italiano ha podido proporcionar a sus aliados germánicos a propósito de estas negociaciones secretas “clandestines” con Francia estaban en un documento de cuya autenticidad no podría dudarse y que se le había mostrado recientemente. Ese acto le llevaba a preguntarse si las obligaciones suscritas con Prinetti en 1902 “méritent encore, de notre part, toute la confiance que nous pourrions leur attribuer”18.
3. Rumores sobre un acuerdo global Londres-París La incorporación de Maura a la Unión Conservadora de Silvela no sólo aportaba unos treinta votos en las Cortes. Como observaba Jules Patenôtre, valía mucho más la incorporación de un gran parlamentario. Aportaba al partido un tono liberal, “plus en harmonie avec las aspirations contemporaines”. A mitad de noviembre, Silvela atacó a Sagasta por ser insolvente. No podía resolver los problemas del país. Tenía que dejar paso a los conservadores. Producida una crisis, renovada la confianza en el partido liberal, Sagasta formó el 15 de noviembre un ministerio con cambios en Gracia y Justicia, Hacienda y Agricultura, Industria, Comercio y Obras Públicas. Pocos días después Alfonso XIII llamó a Silvela, que formó el 6 de diciembre un gobierno conservador-liberal” “dans des conditions plus favorables”19. ¿Qué efectos tendría la crisis ministerial en la política exterior? Gonzalo de Reparaz respondía en el Diario de Barcelona el 18 de noviembre de 1902. El 98 supuso un cambio. Los problemas internos no son los únicos. La política exterior no se reduce a conservar las colonias. Se abría paso una comprensión más racional de la posición de España en el mundo. Superadas las dificultades internas, era el momento de elaborar un proyecto de política exterior y de perseverar en él, sin marcha atrás ni dudas, sin contradicciones, si se quería que fuera adelante. ¿Con quién unirse? Una alianza con Francia carecía de sentido cuando la III República estaba aislada y España tenía colonias ambicionadas por
En respuesta a la carta citada en la nota siguiente, Barrère remitía un informe militar anexo a 137, 30 marzo, ib. 69-72. 18 Secret 274 Poincaré-Barrère, 18 marzo 1912, ib. 68. 19 Todo el proceso político, 104 Patenôtre-Delcassé, 8 noviembre, t y 112, 7 diciembre, AAE NS Espagne 2 180-181 y 192 y 194-196. La tendencia liberal la marcaban Maura y Buenaventura Abárzuza, ministro de Estado, 90, 7 diciembre, ib. 193. De éste decía el embajador de Italia que era una persona culta, que había vivido en Francia donde tenía lazos con políticos y financieros. 986/306 Collobiano-Prinetti, 7 de diciembre, ASD SP P 73 1902. 17
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otras naciones. El Reino Unido habría sido un adversario muy poderoso. Ahora las cosas habían cambiado20. Francia no estaba aislada. La tensión en Europa no era alta. Las dos alianzas existentes no se consideraban enemigas. Había una tendencia a concentrarse para neutralizar el dominio naval inglés, una amenaza para los intereses comerciales de los demás países. Por eso un acercamiento de España a Inglaterra comprometería su paz interior y su equilibrio económico, destruyendo todo el esfuerzo puesto en la “regeneración”. Esa opción desconocería la realidad de Europa. El ejército inglés contemplaría impasible una invasión de España por parte de Francia. Por eso la próxima crisis, con la entrada de Silvela, supondría un acercamiento a Francia, cuidando de no herir a Reino Unido21. Compartía esa conclusión el embajador francés. El regreso de Silvela era bueno para Francia22. Preocupaba en España la inestabilidad política de Marruecos. Se temía que las reformas causaran problemas al Sultán. Habría que ser cautos y no dar pretextos a sus enemigos. Se equivocaba Inglaterra, que, a favor de sus intereses, estaban precipitando los cambios. Si una crisis rompiera el statu quo internacional, Francia podría contar con España, pero no lo haría Inglaterra, que, bien colocada por su presencia en Gibraltar y por su poder naval, no necesitaba la cooperación española23. La desconfianza hacia los dos países más implicados en Marruecos se explica por la imagen de nación inerme que existía en la opinión española. Para ampliar la presión sobre el gabinete de Sagasta, políticamente muy debilitado, la prensa recogió los rumores sobre un posible acuerdo de Francia con el Reino Unido. La precipitación de Abd-El-Azis al introducir reformas provocó incidentes. Como el mismo Arthur Nicolson reconocía, el Reino Unido invitaba al Sultán a introducirlas, porque eran buenas para sus intereses, pero era una
El mismo 18 de noviembre, Jules Patenôtre comentaba a Delcassé que Silvela era un interlocutor más fiable que Sagasta. Texto impreso en DDF II/2 p. 613. Una traducción, en Fernando María Castilla y José María de Areilza, Reivindicaciones de España, Madrid 1941, 354. 21 El cónsul de Francia en Barcelona envió traducción de este artículo como anexo 6 Blanchard-Delcassé, 21 novembre 1902, AAE NS E 38 123-129. 22 Silvela era “celui de tous les hommes d’état espagnols qui nous a donné les gages le plus sérieux de son désir d’arriver avec nous à un complet accord politique et qui, dans les circonstances nouvelles où il se trouve placé, semble plus en mesure qu’aucun autre de réaliser ce programma d’entente pour le bien des deux pays”. 112 Patenôtre-Delcassé, 7 diciembre, AAE NS Espagne 2 196. 23 Se sabía que Fernando León y Castillo había hablado con Delcassé para hacer valer los derechos de España y los intereses que creaban sus posesiones en aquella costa. El ministro de Exteriores francés lo reconoció. 20
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vía muy arriesgada, como había dicho Almodóvar del Río, aún ministro de Estado, al embajador inglés. ¿Estaba España más cercana a Francia que al Reino Unido? Sí, porque los ingleses, con una poderosa flota y con Gibraltar bajo su control podrían atacarla y obstaculizar su acción. Esos mismos días, Delcassé habría aceptado que España tenía especiales intereses en Marruecos, aunque sin llegar a fijar la zona de influencia a cada una de las dos partes. Se hablaba también de que las tropas estacionadas en Gibraltar preparaban la ocupación de algunas ciudades españolas. Esa noticia quedó desmentida cuando la escuadra que estaba en Lisboa regresó a Inglaterra24.
4. Francia, Reino Unido, España y la crisis de Marruecos Delcassé temía las consecuencias que pudiera tener el estilo de vida del Sultán. Habían acudido a la corte una serie de personajes europeos que creaban rencillas entre los marroquíes. La habitual rebelión contra la autoridad del Sultán en el interior del país se había extendido ahora al litoral. Era un hecho nuevo25. Francia respetaría el estado de cosas existente, mientras lo hicieran las demás potencias europeas. Con todo era evidente que dos de ellas tenían especiales intereses en el Mediterráneo occidental: Francia e Inglaterra26. Cuando pusieron en graves apuros al Sultán las tropas del pretendiente27, que amenazaban Fez, se disparó la alerta28. Delcassé llamó a los embajadores de España y de Inglaterra29 y les aconsejó que, mientras no hubiera disturbios en las ciudades de la costa, no se hicieran demostraciones nava962/296 Avogadro di Collobiano-Prinetti, 1 diciembre 1902, ASD DDS XL/12 31. La noticia de una derrota de las tropas del Sultán y la posibilidad de que Fez cayera en manos del pretendiente, T 2365 Malmusi-Giulio Prinetti, 27 diciembre, DDI III/7…209. 26 Esta declaración al embajador de Italia en París fue espontánea. Sabía Tornielli que su colega francés en Londres Paul Cambon, iba a reiterar esas mismas ideas ante el Foreign Office. 3689/1551 Tornielli-Prinetti, 4 de diciembre de 1902, ASD DDS XL/12 35 y DDI III/7…175-176 27 Sobre Muley Mohamed y su derrota y ejecución en agosto de 1909, Jerónimo Bécker González, Historia de Marruecos. Apuntes para la historia de la penetración europea y principalmente española en el norte de África, Madrid, Estudio Tipográfico de Jaime Ratés 1915 436 y 503-505. José Manuel Allendesalazar, La diplomacia española en Marruecos, 19071909, Biblioteca Diplomática Española, Madrid 1990, 130-141 y 182. 28 Para la situación en Fez, 642/159 Malmusi-Prinetti, 28 de diciembre de 1902, ASD DDS XL/12 11-12. 29 La reacción de Lord Lansdowne tras la entrevista con Paul Cambon, tc 3 Pansa-Prinetti, 3 de enero de 1903, ib. 3. 24 25
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les30. Esta política de abstención había sido acordada por el consejo de ministros31. León y Castillo creía que la rebelión contaba con apoyo exterior32. No compartía esta apreciación Delcassé, que juzgaba que el factor desencadenante del conflicto fue el fanatismo religioso, enemigo de las innovaciones introducidas por el joven Sultán Abd-el-Hazis. Aunque existía la impresión de que la situación se estabilizaba en Marruecos y no serían necesarias medidas33, el 11 de enero el pretendiente volvía sobre Fez. Estaba a unos 30 kilómetros de la ciudad, donde faltaban víveres. Las tropas leales al Sultán estaban desmoralizadas. El Sultán podría retirase a Rabat34. El pretendiente fue capturado pocos días después. La prensa francesa informó de la presencia de tres buques ingleses en las costas de Marruecos y acusó a Delcassé de haber descuidado los intereses de Francia. El gobierno, pese al anuncio de economías en la marina, había dispuesto que se trasladaran tres acorazados al mando de un contra-almirante. Cuando la rebelión se desplazó al interior y mejoró la situación en la costa, los barcos ingleses la abandonaron. Se paró entonces la salida de los acorazados franceses. La situación era tan crítica que, al enterarse el almirante al mando de la flota inglesa anclada en el Tajo de las intenciones francesas, ordenó que una parte importante de la misma navegara hacia a Marruecos. Sin ir más allá, los sucesos revelaban “la diffidenza reciproca” entre Francia e Inglaterra, que se vigilaban “con occhio geloso”35. Mientras la revuelta no llegara a las poblaciones de la costa, los intereses extranjeros no se verían afectados. La abstención europea favorecía al joven Sultán Ald-El-Aziz. De momento, dos datos importantes: no parecía que hubiera un acuerdo previo entre Francia y España y no debería descartarse, según decía León y Castillo, que la rebelión hubiera recibido ayudas y armas de fuera36. Una vez más España veía con inquietud que algunas potencias se decidieran a intervenir. Buscaba el gobierno de Silvela mantener un equilibrio
30 Algunos pasos dados por España, Francia e Inglaterra al complicarse la situación, 1036/324 Collobiano-Prinetti, 30 de diciembre de 1902 y t 2 Tornielli-Prinetti, 3 de enero de 1903, ib. 7 y 5. 31 3932/1655 Tornielli-Prinetti, 30 de diciembre de 1902, ib. 15-17. 32 T 58 Tornielli-Prinetti, 30 de diciembre. Inglaterra tendría ocho naves de guerra en Gibraltar. T 8 Malmusi-Prinetti, 30 de diciembre, ib.41 y 43. 33 Esta impresión 79/24 Tornielli-Prinetti, 8 de enero de 1903, ib. 23. 34 T 3 y 4 Malmusi-Prinetti, 11 y 12 de enero de 1903, ib. 19 y 21. 35 3576/1505 Tornielli-Giulio Prinetti, 24 noviembre 1902, ASD DDS XL/12 29. Vid. su t 2387/58 de ese mismo día, y la respuesta del ministro Prinetti: Italia no tenía decidido enviar barcos de guerra, T 2120, 31 diciembre, DDI III/7 Roma 2000, 212 y 214. Según Lansdowne la situación no lo exigía, t 23/3 Pansa-Prinetti, 2 enero 1903, ib. 217. 36 T 58 Tornielli-Giulio Prinetti, 30 diciembre 1902, ASD DDS XL/12 41.
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entre ingleses y franceses que ni siquiera dejara la apariencia de estar más cerca de unos que de otros. La prensa oficiosa quería neutralizar la impresión de un artículo de Silvela a favor de un acuerdo con Francia. Había unanimidad en rechazar cualquier acción en Marruecos. El país no estaba en condiciones financieras adecuadas y la situación de su ejército y su marina tampoco le permitían aventuras37. El embajador León y Castillo no veía con claridad lo que estaba pasando en Marruecos. ¿Quién era su jefe? ¿Cómo se abastecían de municiones los rebeldes, que tenían en pie un ejército de 30000 hombres? La rebelión no procedía del sur, sino del interior y en una región próxima a la frontera con Argelia. Era conocida la intervención de Delcassé para asegurarse el control en el sur de Orán, donde la autoridad militar a veces actuaba con autonomía. Envió a Amédée-Paul Révoil, que estuvo antes de ministro en Tánger. Pero este actuó como agente del partido colonial francés, que no disimulaba su deseo de establecer un protectorado en Marruecos. Este partido, junto con los nacionalistas, trataba de echar del gobierno a Delcassé. Révoil en sus frecuentes viajes al sur de Argelia y a París insistía en el ascenso de la influencia inglesa en Fez. Estas dudas del embajador revelaban que no existía un acuerdo previo franco-español sobre el futuro de Marruecos38. Eran también la prueba de que compartían esa posición Inglaterra y Francia. Buenaventura Abárzuza puso como condición para aceptar el cargo de ministro de Estado que España se limitara a salvaguardar su posición en Marruecos y que jamás se comprometiera en una acción de conquista. Ningún beneficio sacaba el país de una alianza con Francia o con Inglaterra. No tenía en Marruecos más que posesiones. Sus intereses comerciales eran escasos. Esta orientación, según el embajador italiano, tenía el asentimiento unánime de la población39. El 30 de diciembre se publicó en Madrid la noticia de la derrota del Sultán. Eso ponía en peligro los presidios españoles en la costa y las ciudades de Ceuta y Melilla. El gobierno de Silvela puso en marcha la preparación de varios batallones y de tres naves. La Época, el diario que mejor analizaba la situación internacional, recomendó calma. La desintegración de Marruecos, la pérdida de su soberanía, no favorecía a España, que sólo recibiría del reparto lo que decidieran darle los más fuertes40. La derrota de Ald-El-Aziz acarrearía una crisis. 8/1 Collobiano-Prinetti, 3 de enero de 1903, AD DDS XL/12 13. 3932/1655 Tornielli-Prinetti, 30 de diciembre de 1902, ib. 15-17. 39 Abárzuza hizo estas declaraciones a Collobiano en su condición de representante de una potencia amiga e imparcial. 175/28 L. di Collobiano-Prinetti, 24 de enero de 1903, ib. 33. 40 10036/324 Avogadro di Collobiano-Prinetti, 30 diciembre 1902, ASD DDS XL/12 7. 37 38
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Así las cosas, en una conversación informal sobre la situación, Paul Cambon planteó a Lord Lansdowne la conveniencia de ponerse de acuerdo para evitar que las crisis afectaran los intereses de sus respectivos países. El secretario del Foreign Office se escudó en la situación provisional de los ministros en un régimen parlamentario. Nunca se sabe si los sucesores respetarán los acuerdos establecidos antes. La respuesta del embajador francés fue: “Sans contracter une convention formelle, nous pouvons nous livrer à un échange de vues qui sera consigné dans des dépêches et nous serons ainsi à l’abri des aventures”41. No estaban lejos esas “aventuras”. La crisis política interna llevó al consejo de ministros francés a tomar decisiones militares, como hemos visto. La escuadra del Mediterráneo y el XIX Cuerpo de Ejército estarían listos para movilizarse para salvaguardar el statu quo42. El 31 de diciembre, Cambon se entrevistó de nuevo con Lansdowne tal como se lo había ordenado Delcassé. Había una división naval inglesa dispuesta a acercarse a las costas de Marruecos. No lo había hecho, porque no deseaba excitar el fanatismo religioso musulmán. Delcassé y Landosdowne era contrarios a una injerencia en los asuntos internos. Había que limitarse a garantizar la vida y los bienes de los europeos. Junto a la no injerencia, compartían los dos el no a una acción unilateral. Paul Cambon planteó también la necesidad de actuar en común las tres potencias con intereses políticos en Marruecos. Analizando una a una y, pese a que Lansdowne tenía sus dudas sobre el “desinterés” de Italia, el peligro apuntaba a Alemania, concretamente, al estilo impulsivo de Guillermo II y a su protagonismo en la política internacional. Habría que prevenir que, en caso de peligro para los europeos, se convirtiera en “champion de l’humanité”. Los intentos de Alemania para establecerse en Marruecos, con el pretexto de una estación de carboneo43, debían alertar a Londres. Una ruptura del statu quo llevaría al reparto. Berlín no aceptaría quedar excluida44.
5. Nuevo gobierno en España y nuevo embajador de Francia La política de Delcassé pivota sobre Marruecos, el único estado independiente del norte de África. Ocupa una posición y cuenta con posibilida-
298 Paul Cambon-Delcassé, 17 diciembre 1o902, AAE NS M 12 48-52. 658 Delcassé-Cambon, 30 diciembre 1902, ib. 53-56. 43 Cuando fracasaron, Guillermo II quiso ayudar a establecer relaciones entre el Sultán de Fez y el de Constantinopla, usando como intermediario a España. 44 Lansdowne pidió tiempo. Tenía que consultar a Lord Arthur Balfour. 308 Paul Cambon-Delcassé, 31 diciembre 1902, ib. 57-63. 41 42
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des comerciales que atrae las ambiciones de las potencias europeas. La rivalidad franco-británica es evidente. Francia considera Marruecos una prolongación natural de sus posesiones en el norte de África. Sus tropas van entrando en el Sahara y en 1899 llegan a In-S-Alah, sin que el hecho provoque reacciones diplomáticas. Marruecos es un asunto tan complejo que todos abogan por el mantenimiento del statu quo. Fracasada la negociación con España, Delcassé se dirigió a Inglaterra al acabar el año 1902. Las instrucciones dadas a Jules Cambon mantenían un tono prudente. Había voluntad de pacto, pero el gobierno español se mostraba temeroso. Interesaba a Francia una entente en Madrid, pero no una alianza con una nación “dont les forces navales et militaires son complètement désorganisées”. Silvela comentó al nuevo embajador de Francia, que había muchos asuntos pendientes. España parecía oscilar entre una alianza con Inglaterra en Marruecos y un acuerdo con Rusia y Francia45. Jules Cambon, iniciaba su misión en Madrid en un momento propicio. A través de su persona, la República Francesa había rendido grandes servicios a España, sobre todo durante su estancia en Washington. Había en Marruecos una rebelión, con dimensiones de guerra civil. Aunque la posición al sur del Mediterráneo daba a Francia un lugar de primer orden, no olvidaba los intereses de España en el estrecho de Gibraltar. Era el momento de prevenir recelos fáciles de suscitar contra Francia y su política. En conversaciones frecuentes e íntimas, Delcassé y León y Castillo habían tratado de hallar un terreno de entendimiento y de recíprocas concesiones. Las dos naciones estaban por el statu quo, pero, aun teniendo esa base común, no habían llegado a un convenio. Después de Francia, España era la principal interesada en resolver el problema territorial que algún día se plantearía en Marruecos46. La clave de ese parón en la negociación fue el temor a que el Reino Unido atacara Baleares, Canarias o Algeciras, que España no estaba en condiciones de defender47. No quería ser el escenario de otro Fachoda: “tienen razón, pero han de aceptar una situación de hecho”. Ante la fuerza el derecho
45 Delcassé-Jules Cambon, 8 enero 1903, en Laurent Villate, La république des diplomates 256-257. El original en AAE NS Maroc 12 64-66. 46 Poco tiempo más tarde, en una audiencia, la Reina Madre dijo a Jules Cambon que se había desaprovechado la ocasión tres meses antes. Lamentaba la escasa capacidad de decisión de Silvela y la anglomanía de Buenaventura Abárzuza. Très conf 12 Cambon-Delcassé, 8 febrero 1903, AAE NS Maroc 12 94-95. 47 El temor de Silvela, transmitido al embajador Jules Cambon, enero 1903 texto impreso, Fernando María Castilla y José María de Areilza, Reivindicaciones e España, Instituto de Estudios Políticos, Madrid 1941, 357
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no sirve48. La opinión española había aprendido la lección en su guerra con Estados Unidos. Los disturbios en Marruecos parecían haber llevado al ministro de Estado a plantear un acuerdo con Francia, Inglaterra y Alemania para sostener el statu quo49. En cualquier caso, el embajador en Madrid debía quedar a la expectativa. Como era impensable que España renunciara a sus aspiraciones al sur del Estrecho, sus políticos necesitarían buscar la cooperación francesa y eso podría conducir a una alianza con un contenido más general. Silvela había dicho en varias ocasiones que se inclinaba por esa posibilidad, sobre todo, mirando a una acción conjunta en Marruecos50. El presidente del consejo, dijo que España no podía seguir aislada. Como norte de una nueva política internacional estaban los intereses comerciales. Siendo éstos tan importantes con Francia, la deducción era evidente. Se confirmaban así los rumores de una próxima alianza con ella. El ministro de Estado se mostró más reservado. Era un anglófilo. La Época publicaba diariamente comentarios a favor de un entendimiento con el Reino Unido en Marruecos. Alfonso XIII manifestó al embajador Cambon amistad y estima hacia Francia y Delcassé51. No hubo que esperar mucho tiempo52. Jules Cambon acudió a una entrevista con Silvela. Rusia había dicho que, antes de pronunciarse sobre la posibilidad de un acuerdo franco-español, deseaba conocer el parecer de Inglaterra. Quería, por tanto, Silvela que Francia actuara ante Londres y San Petersburgo. Se proponía proceder con absoluta confianza con el embajador53. La respuesta rusa fue afirmativa54. Mientras todo caminara de
48 Esta referencia a Fachoda, en Francisco Silvela. Artículos, discursos, conferencias y cartas… 250. 49 Delcassé adjuntaba a Jules Cambon la correspondencia intercambiada en diciembre con Paul Cambon, su hermano, embajador en Londres. 50 Las instrucciones terminaban aconsejando cordialidad con todos, pero discreción a toda prueba. Copia, 8 enero 1903, AAE NS Maroc 12 64-66. 51 Jules Cambon, tras presentar sus credenciales a Alfonso XIII, visitó a Silvela. Este cerró la entrevista con estas palabras: “Nous aurons beaucoup à faire ensemble et des choses qui importeront peut-être à l’avenir”. 5 Paul Cambon-Delcassé, 24 janvier 1903, AAE NS E 38 131. El mismo despacho, sn, AAE NS Espagne 2 203-204 52 Pocos días más tarde, el embajador Cambon transmitía la iniciativa de Silvela: preguntar a Schevitch si Rusia apoyaría una aproximaciòn de España a Francia. Tc Très conf 12 Cambon-Delcassé, 29 enero, AAE NS Maroc 12 70-71. 53 Schevitch se extrañó de que Silvela quisiera prevenir a Inglaterra. Tc. très conf y 8 Cambon-Delcassé, 30, 31 enero ib. 72-77. 54 “Vous pouvez parler à M. Silvela et lui exprimer le désir de la Russie de voir l’Espagne marcher d’accod avec la France en toutes circonstances”. Extracto de un despacho a Schevitch, anexo a 8 Cambon-Delcassé, 31 enero 1903, ib. 76.
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esta forma, se mantenía la posición decidida por Delcassé: en Marruecos sólo había tres potencias interesadas55. Las tres unidas, pero, según Silvela, “en meilleurs termes avec la France”56. Se había disipado el temor de que Silvela creyera que Francia se ponía de acuerdo con Reino Unido a espaldas de España, tal como aparecía en una noticia publicada en The Times el 2 de febrero57. Parecía que el gobierno anterior de Sagasta buscó un acuerdo con Francia sobre Marruecos. No se alcanzó y eso disgustó a Delcassé. El nuevo embajador en Madrid. Jules Cambon renovó las seguridades de siempre ratificadas por el propio ministro de Exteriores en la Cámara de Diputados: ningún cambio en Marruecos y atención de Francia a una zona donde tenía una posición privilegiada. Cambon había sido gobernador de Argelia. Insistía en los problemas que planteaba la seguridad en la frontera con Marruecos. Y pensaba en la necesidad que tenía su país de controlar las costas en caso de que se produjera una desmembración de aquel Imperio. Si eso sucediera, habría que neutralizar Tánger y, quizás, dejarla bajo el control de España. Que no se aliase con Inglaterra era una de las tareas de Jules Cambon, que no ahorraba halagos al gobierno de Madrid. La situación podría resumirse así. Cambon afirmaba que Francia tenía e Marruecos un interés exclusivo y principal. Buscaba que España e Inglaterra no se pusiesen de acuerdo a costa suya. ¿Cómo reaccionaba la opinión española? Postulando dos cosas: que continuara Marruecos como un imperio soberano y, si eso no era posible, llegar a un acuerdo entre todas las potencias. Si no se alcanzara, toda cautela sería poca antes de decidirse por alguna de las partes58. Fuera del poder, el 24 de enero de 1903, los liberales publicaron un “Manifiesto programa”. No faltaba en él, en su lenguaje y en sus conceptos, ninguno de los tópicos que habían inspirado su política exterior Su posición geográfica, “a un extremo del viejo continente” dejaba a salvo a España. Podía permitirse “abstenerse por ahora de toda intervención voluntaria en los conflictos europeos”. Y aún mayores ventajas. Esa decisión dejaba intactos “sus intereses al otro lado de las aguas mediterráneas”. 55 La comunicación a Rusia no rompía esa condición de negociar a tres. 9 Cambon-Delcassé, 1 febrero, ib. 82-86. 56 Tc 18 Cambon-Delcassé, 7 febrero, ib. 91. 57 Tc. 19 Cambon-Delcassé, Madrid 8 febrero, ib. 93. Las informaciones proporcionadas por Cambon fueron confirmadas al ministro de Estado por el embajador inglés Mortimer Durand. Con 16 Cambon-Delcassé, 14 febrero, ib. 98-101. 58 261/95 L. de Collobiano-Giulio Prinetti, 26 de marzo de 1903, SD DDS XL/12 43-44. Sobre los ministros europeos acreditados en Tánger, vid. informe 37 G. Saint-René Taillandier-Delcassé, 10 marzo 1903, AAE CP NS Maroc 2 227-234.
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Incluso en “esta vida de recogimiento” el gobierno de España debía proceder sin tardanza, aunque fuera con “onerosos sacrificios para la Hacienda”, a defender sus costas insulares y peninsulares, reorganizar el ejército, con un servicio militar obligatorio y “creando, en fin, una marina de guerra, por ahora de condiciones meramente defensivas”. Todo un programa, de la “misma coherencia” con la que llevaron su política religiosa en sus casi dos años de gobierno59.
6. Elegir grupo en Europa Para España era cuestión vital saber si podría sobrevivir como nación soberana desde el momento en que Marruecos se transformara en una dependencia europea, es decir, francesa. El Reino Unido y Francia comenzaban a entenderse. Sus intereses no eran antagónicos sino complementarios. Podían conciliarse. Desde ese instante, el statu quo era ya una sombra del pasado. La conclusión era clara: se iba a una solución del problema de Marruecos “con nosotros o sin nosotros y, en este caso, contra nosotros”, según la fórmula de Fernando León y Castillo. El restablecimiento de la amistad con Londres, dijo Delcassé en noviembre de 1898, era un objetivo de su gestión en el ministerio de Asuntos Exteriores. Eso significaba poner fin a la expansión colonial, que había fomentado desde hacía años la rivalidad con el Reino Unido y había requerido el concurso de las otras naciones de Europa. Esta opción situaba el Mediterráneo en el centro de la política exterior de la República y tornaba la mirada hacia Europa, teniendo presente el desquite pendiente tras Sedan60 Este deseo de concordia con Londres explica el ritmo de la negociación, que culminará en octubre de 1904. En 1902 no pudo realizarse esa amenaza, denunciada por León y Castillo, de que Francia e Inglaterra se entendieran a expensas de España. Los intereses ingleses y españoles en Marruecos eran complementarios. Lo sabían en París. Por eso la negociación avanzó con “gran espíritu de concordia” hasta el 3 de octubre de 190461. 59 La denuncia de Montero Ríos a Almodóvar del Río por la ruptura la continuidad en las buenas relaciones con la Santa Sede, la audiencia de León XIII a Moret, las “coquetteries” de Canalejas con altos dignatarios eclesiásticos las recogió el embajador de Francia en uno de sus primeros despachos. 17 Cambon-Delcassé, 14 febrero 1903, AAE NS Espagne 2 209210. 60 Gonzalo de Reparaz, Política de España en África, Madrid 1907, 355-357. 61 Gabriel Maura Gamazo, El convenio entre Francia y España relativo a Marruecos. Discurso pronunciado en el Congreso de los Diputados el día 12 de diciembre de 1912, Madrid 1912, 13.
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Pero volvamos a enero de 1903. El día 28 el embajador ruso en Madrid habló con Jules Cambon. Preocupaban a Schevitch los síntomas de un acercamiento de España al Reino Unido, que contradecían las declaraciones de Silvela y de su ministro de Estado, Buenaventura Abárzuza. Este había dicho que seguiría una neutralidad estricta. Silvela quería una aproximación a Francia, con el consentimiento de Rusia. Schevitch le pedía que la demanda fuera más explícita. Silvela le remitió un escrito, pasados unos días. En una segunda carta más detallada, fechada el 24 de enero, el presidente del consejo reiteraba el deseo de España de favorecer la paz. En caso de que esta se turbara, habría de elegir una aliada. El aislamiento perjudicaba al país en caso de un conflicto en Europa o África. Esta posición la compartían hasta los partidos antidinásticos. Con todo, juzgaba Silvela que la opinión española era pro-inglesa. En San Petersburgo se limitaron a transmitir que verían con agrado que España se uniera a Francia62. El 1 febrero 1903 Silvela llamó a Jules Cambon. No bastaba a España el apoyo diplomático de Francia para esquivar la amenaza inglesa. Quedaba más expuesta que Francia, que sólo prometía apoyo diplomático. Un acuerdo sobre Marruecos sin conocimiento de Inglaterra era una temeridad. Dejando inerme Gibraltar, podría tentar al Reino Unido a controlar toda la bahía de Algeciras63. Por este camino y como deseó Buenaventura Abárzuza en una operación centrada en Madrid, se desembocaba a lo que ya era un propósito del gobierno en el mes de febrero. Cambon quiso saber si el ministro de Estado había mencionado las conversaciones del embajador León y Castillo con Delcassé. Estas nunca tuvieron un carácter definitivo. La afinidad de puntos de vista entre los dos gobiernos tenía como base la libertad comercial y la neutralidad del Estrecho. Mientras, en Londres, las conversaciones Lansdowne-Paul Cambon no pasaron de ese estadio. Pretendían únicamente formular unos puntos de vista comunes para prevenir dificultades en Marruecos64. Silvela estaba aprendiendo de la experiencia de 1898 y 1899, cuando España, aislada y derrotada en su guerra con Estados Unidos, fue obligada a no
62 Podría ser toda esta iniciativa una acción de Silvela, que había dejado fuera al ministro de Estado. Tc Jules Cambon-Delcassé, 29 janvier 1903, AAE NS Espagne 38 137-138. Respuesta e informe al embajador en San Petersburgo, tc 21 y 20 et 20 bis, 13 y 14 febrero, ib. 139-140. También esta documentación en AAE NS Maroc 12 70-80. 63 Texto impreso en DDF II/3 recogido en Fernando María Castilla y José María de Areilza, Reivindicaciones de España, Madrid 1941, pp. 356-357. 64 Las informaciones proporcionadas por Cambon fueron confirmadas al ministro de Estado por el embajador inglés Mortimer Durand. Con 16 Cambon-Delcassé, 14 febrero, AAE NS Maroc 12 98-101.
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fortificar la bahía de Algeciras. Para reforzar su posición en Londres, Silvela deseaba presentarse con la compañía de Francia y Rusia. Marruecos y la neutralidad en el Estrecho de Gibraltar tenían para Francia la misma importancia que para España. Por eso autorizó Delcassé a Cambon a manifestar a Silvela que “admettiez volontiers comme adquis qu’un accord était possible entre l’Espagne et la France pour sauvegarder leurs intérêts respectifs, dans le cas où le statu quo marocain ne pouvait être maintenu”. Esta postura coincidía con lo que Nicolás II comunicó a Delcassé en 1899. Habría que abrir los brazos a España para que no se entregara en manos de Inglaterra65. Las bases del acuerdo, que incluiría a Rusia, las fijaba Silvela así: garantizar a España sus posesiones en el Mediterráneo y en África o conseguir, al menos, la neutralización de la costa africana del Estrecho de Gibraltar. España se comprometía a no establecer acuerdo con otra potencia sin previo aviso a Francia y Rusia. Si estas juzgasen que esta entente habría de transformarse en una alianza, con obligaciones militares, concederían a España un plazo66. Cambon valoraba así las tres propuestas de Silvela. Habría que inclinarse por la neutralización del Estrecho, porque un compromiso sobre las posesiones españolas en el Mediterráneo supondría complicaciones si se abría la cuestión de Marruecos. La garantía de las costas y de las posesiones españolas en el Mediterráneo no asegura el mantenimiento del statu quo en Baleares, que es lo que justifica una entente con España. El aviso previo sobre un futuro pacto de España con otra potencia, que dejaría en libertad a Francia y Rusia, tenía como mira salvaguardar Canarias. Schevitch juzgaba que habría que incluir estas islas en el acuerdo con España para evitar la injerencia de otra potencia. La duración podría ser diez años o dejarlo sin límites. El tercer punto era una exigencia constitucional. Una alianza debería ser aprobada por las Cortes. Por eso se solicitaba un plazo requerido por ese trámite parlamentario. Silvela dejaba a las otras dos partes la decisión sobre el secreto de lo convenido. España podría beneficiarse, según Jules Cambon, de la industria francesa para modernizar su marina y su ejército, teniendo como objetivo reforzar las defensas de Mahón y Ceuta67. Como subrayó el propio embajador, esta
65 Conversación del embajador Bompard con el conde Lamsdorff, ministro ruso de Asuntos Exteriores. Conf 27 M. Bompard-Delcassé, San Petersburgo 27 febrero, AAE NS Espagne 38 145-147. 66 Tc et conf Cambon-Delcassé, 11 marzo, ib. 156. La carta de Silvela, fechada el 3 de marzo, con esta nota, ib. 160-161. 67 El agregado militar de Francia en Madrid, en su informe del 25 de abril de 1901, destacó la importancia de estos dos puntos para la libre navegación de los barcos franceses. No-
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decisión contradecía los acuerdos con Drummond Wolff, cuyo objetivo era impedir las defensas de Algeciras y de las costas de la Península. Marruecos por Argelia y el Mediterráneo occidental por la Francia continental interesaban a la opinión francesa. En Marruecos, Ceuta, y Mahón en la ruta que conduce de Argel-Orán a Córcega y Toulon. Los dos puntos tenían tal importancia estratégica que su posesión por una potencia no amiga comportaría un casus belli. En Madrid había una lucha de influencias entre Alemania68, Austria e Inglaterra69, siendo esta la que tenía mayores posibilidades de controlar la situación y de salir victoriosa70. Sus barcos visitaban con frecuencia los puertos de la península y merodeaban por las Baleares. Había humillado a España impidiendo la construcción de fortificaciones en la bahía de Algeciras. Se editaban periódicos ingleses destinados a su difusión en las Canarias. La oferta de Silvela se limitaba a “une entente en vue d’éventualités possibles”. Dejaba fuera la cuestión de Marruecos con todas sus dificultades internacionales. Incluía sólo los puntos de interés común con Francia, comprometida con todo aquello que variara el equilibrio en el Mediterráneo. Siendo defensiva, aseguraba la libertad de navegación y la neutralidad en la frontera sur de Francia. Había otro aspecto: la entente rejuvenecía la alianza con Rusia, ampliando al Mediterráneo el compromiso existente en el Extremo Oriente, aun dejando fuera a Marruecos, cuestión de la que Rusia nada quería saber, pero sí del Estrecho de Gibraltar y del Mediterráneo, que no deseaba dejar bajo el control de Londres71. Era el momento de informar al embajador francés en San Petersburgo72. Había que aclarar qué compromisos asumía Rusia, que se sentía ajena a las te, 15 mayo 1903, ib. 185-186. En esta misma se recordaba el informe de Cornulier-Lucinière, del 1 de marzo de 1902. 68 Para ver las influencias alemanas en el Palacio Real y la oposición de Alfonso XIII, 192 Bihourd-Delcassé, 16 julio 1903, ib. 39 9. 69 Un informe detallado del juego de influencia en la política exterior española, destacando un aspecto tan interesante como el influjo negativo de las leyes anticongregacionistas entre las familias españolas, que enviarían sus hijos a colegios ingleses, très conf 97 CambonDelcassé, 4 agosto. Al día siguiente, en su despacho 98, comentaba el furor antifrancés de El Liberal diario republicano, ib. 27-32. 70 La prensa alemana lo subrayaba en mayo de 1903. Los ingleses podrían instalarse en Ceuta y situar sus capitales en las minas españolas. Die Post, un diario oficioso, advertía a Francia que si, al amparo de la insurrección existente en Marruecos, trataba de ampliar sus dominios, provocaría una acción de Inglaterra sobre Tánger. El Estrecho quedaría bajo control del Reino Unido. 126 Bihourd-Delcassé, Berlín 14 mayo 1903, AAE NS Espagne 38 184. 71 El segundo informe termina recordando el error de haber dejado a Italia entrar en la Triple Alianza. No debería repetirse rechazando la propuesta española. Documentos reservados. Notas examinando la propuesta de Silvela, texto mecanografiado, 16 de marzo, ib. 162-166. 72 Très conf 91 Delcassé-Bompard, 21 mars, ib. 168-169.
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cuestiones mediterráneas. Lo primero, definir la oferta de Silvela. No era una alianza, ni siquiera defensiva. Su objetivo: mantener el statu quo en el Mediterráneo occidental. Bompard se conformó con preguntar si Rusia estaría dispuesta a firmar con Francia una declaración diciendo que ésta respetaba los intereses de las dos potencias. Lamsdorff no se negó a estudiar esa posibilidad73. La situación aparecía ante Delcassé de este modo: vinculación de España a la Doble Alianza, neutralización del Estrecho y permanencia de las Baleares en manos amigas74. La reserva de Rusia se explicaba por la inestabilidad en los Balcanes. La retirada rusa fortalecía la posición de Francia, que exigía mayor precisión a Silvela. “Il ne saurait du reste entrer dans nos vues, et telle ne paraissait pas d’ailleurs être l’intention de M. Silvela, de rechercher avec l’Espagne une entente à laquelle ferait défaut le concours de notre alliée”. Desde 1899 Nicolás II deseaba que, en caso de crisis europea, España se alineara con Rusia y Francia75. Insistió el embajador francés en San Petersburgo sobre la propuesta de Silvela. Se trataba de las costas de la península y de las islas del Mediterráneo. Marruecos sólo entraba en la medida en que afectaba la libertad de navegación por el Estrecho de Gibraltar. No modificó su postura el conde Lamsdorff. Como argumento nuevo: España deseaba entrar en relación con la doble alianza. Por eso Silvela habló primero con Schevitch. ¿Habría que consentir que España, al no recibir acogida su iniciativa, buscara la protección de la Triple Alianza o del Reino Unido? Existía un antecedente. El acuerdo de Japón y el Reino Unido en Extremo Oriente tuvo una pronta réplica en la manifestación de Rusia y Francia hablando de la comunidad de sus intereses en China. ¿No podría hacerse ahora lo mismo? Podría, respondió Lamsdorff76. 73 Dada las alternativas que proponía Silvela, habría que precisar el contenido del punto uno y suavizar el término “garantir”, que parecía asustar al ministro de Exteriores ruso. 47 Bompard-Delcassé, 26 marzo, ib. 170-174. Respuesta, très conf 122 Delcassé-Bompard, 15 abril, ib. 180. La aclaración de las dificultades suscitadas por la nota de Silvela, conf 67 Cambon-Delcassé, 23 mayo, 209-212. Sobre las reticencias del conde Lamsdorff para comprometer a su país en los asuntos que afectaban a la Europa occidental, vid. R 107 Bompard-Delcassé, 17 julio, ib. 39 5-6. 74 El valor estratégico de estas islas fue puesto de relieve en “Péril des Baleares”, aparecido en el Journal des Sciences Militaires. Los comentarios preocupaban a Schevitch, 59 M. Margerie-Delcassé, 29 mars 1905, AAE NS Espagne 40 50-51. 75 50 Delcassé-Cambon, 6 abril 1903, ib. 176-179. El teniente coronel Cornulier-Lucinière, agregado militar en Madrid, subrayó la importancia de Rusia para frenar los manejos de Alemania en relación con el joven Rey. Alfonso XIII admiraba la organización del imperio ruso. Copia mecanografiada, 21 mayo, ib. 199. 76 Esta respuesta suponía animar la negociación entre Cambon y Silvela. Conf 82 Bompard-Delcassé, 22 mayo, ib. 200-202.
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Cambon propuso la idea a Silvela. El 4 de junio remitía el texto de esa declaración. En ella las tres naciones decían estar conformes en asegurar la libre navegación por el Mediterráneo y consideraban que la mejor forma de hacerlo era “maintenir pour les moyens que les circonstances leu conseilleront comme les plus efficaces, l’actuelle situation territoriale des côtes et des îles des puissances signataires de la déclaration”. La garantía territorial podría incluir territorios ajenos al Mediterráneo. Escrito el texto por Silvela, esta imprecisión se debía a su conocimiento del francés. El 2 de junio le entregó Cambon un texto en el que se insistía en el interés general de la libertad de navegación en el Mediterráneo occidental y que el statu quo de las costas y de las islas situadas en esa zona era una condición necesaria. Declaraban las tres potencias que verían con disgusto cualquier atentado a esa situación. “En conséquence les Puissances soussignées s’efforceront de maintenir ce principe d’un commun accord”. Para Silvela el texto de Cambon suponía una atenuación del suyo. Lo aceptó con gusto. La sustitución de “intérêt réciproque” por “intérêt général” destacaba el carácter pacífico y conservador de la declaración. Una enmienda: se garantizaban las islas y costas de las potencias firmantes. Pues en modo alguno se quería asegurar a los ingleses la posesión de Gibraltar. El texto final, tras la revisión de Silvela, quedaba listo77. Lo envió Cambon a Delcassé, consciente de que su país necesitaba esta entente y que le convenía que se realizara pronto. Sabía que los intereses de Francia y España eran más amplios e importantes que los que ambas compartían con Rusia. Como inmediatos, la fortificación de Mahón y Ceuta y la instalación de la prevista base submarina en Port Vendrés, en el departamento de los Pyrénées Orientales. Sobre el primer punto, estaba conforme Silvela, poniendo como reserva que Rusia estuviera informada de esa decisión. Este paso suponía que España abandonaba su aislamiento para “entrer dans un des groupements politiques qui se partagent l’Europe”78. Se
77 “La France, La Russie et l’Espagne, également convaincues qu’il est de l’intérêt général d’assurer la liberté de navigation dans le bassin ouest de la Méditerranée et dans le Dètroit de Gibraltar, et considérant que le statu quo territorial des côtes et d’îles situées dans ces regions et appartenant aux puissances cosignataires, en est la condition nécéssaire, déclarent qu’elles verraient avec défaveur toute mesure de nature à lui porter atteinte. En conséquence, les puissances soussignées s’efforceront de maintenir ce principe d’un commun accord (par les moyens que les circonstances leur conseilleront). La France, la Russie et l’Espagne maintiendront pendant une durée de dix ans leur entente en tout ce qui fait l’objet de la presente déclaration. Pour la même période de temps l’Espagne s’engage à ne consentir avec une autre puissance aucun arrangement que d’accod avec la France et la Russie”. 78 Très conf 71 Cambon-Delcassé, 5 junio, ib. 225-228. Al enviarle esta documentación a Bompard, Delcassé le advertía que no la entregara al conde Lamsdorff, que podría tener la
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esperaba una respuesta positiva del ministro ruso de Asuntos Exteriores79. La convención del 21 de marzo de 1899 y la permanencia de Delcassé en el gobierno desde la crisis que siguió al incidente de Fachoda centraron la orientación europea de la política exterior francesa: conversaciones en Londres, permanencia de la entente con Rusia en Europa y en Asia, apertura a la nueva línea del gobierno de Silvela en España, consolidación de las buenas relaciones logradas con Italia y acogida de los gestos de Guillermo II para cerrar el ascenso de nacionalistas y revanchistas… En ese conjunto, destaca la seguridad en el Mediterráneo occidental. Por eso era tan decisiva la aproximación a Italia80. El intercambio de cartas secretas entre los embajadores de Francia en Roma y el de Italia en París los días 14 y 16 diciembre 1900 fijaron los intereses de cada país en esa zona. Los deberes asumidos por Italia estaban en armonía con sus compromisos internacionales81. La negociación abierta en 1902, que dio lugar al intercambio de cartas entre Prinetti y Barrère, hacía previsible que durasen mucho tiempo82. La amistad con Francia no separaba a Italia de Austria en los Balcanes. Había llegado a un acuerdo con ella sobre Albania. Aceptó el gobierno Zanardelli el plan de Rusia y Austria sobre Macedonia. Estuvo al lado de las otras potencias para exigir, por medios pacíficos, al Sultán de Turquía que cumpliera los compromisos fijados en el Congreso de Berlín83. Aunque quería estar en pacíficas relaciones con todos, también Italia tenía que elegir. En mayo, al hacer balance de la política de Prinetti, di Rudinì dijo que se había separado de Austria sin tener contrapartidas. Setentación de introducir enmiendas. No lo hizo Francia cuando se elaboró la declaración conjunta sobre China. R 182 Delcassé-Bompard, 26 juin, ib. 260-261. 79 R 107 Bompard-Delcassé, 17 julio, ib. 39 5-6. 80 Un análisis de los momentos de máxima tensión entre los dos países, “Le ministère Crispi et la France en 1887, 1888 e 1889”, texto mecanografiado y manuscrito, 15 septiembre 1903 AAE CP NS Italie 18 184-208. 81 Texto mecanografiado, sin firma fechado 1 febrero 1903, ib. 116-119. 82 El temor a que Prinetti, entonces enfermo, fuera sustituido por Tornielli, que se había opuesto a las acuerdos y los desconocía y la dimisión de Prinetti y la situación en la que quedaba el gabinete presidido por Zanardelli, tc 36, 64, 79 y très conf 103 Barrère-Delcassé, 28 febrero, 25 abril 10 mayo y 10 junio 1903, ib. AAE CP NS Italie 18 28, 51-53, 56-57 y 119. La causa de la dimisión como consecuencia de las acusaciones de que Prinetti no había sabido guardar la confidencialidad exigida por su cargo, llevándose los documentos relativos a la Triple Alianza y los acuerdos con Francia, très conf 99, 8 junio, ib. 112-114. 83 Intervención de Enrico Morin en la Cámara. Asumía interinamente el cargo de ministro interino de Asuntos Exteriores por enfermedad de Prinetti. El embajador de España en Roma, subrayando que el gobierno italiano no tenía “grandes iniciativas”, reconocía su presencia, en forma de “constante apoyo” a las otras potencias en todo lo que afectaba a los intereses nacionales. 32 Cipriano del Mazo-Buenaventura Abárzuza, 24 febrero, AMAE H 1623.
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ría imposible seguir con un pie apoyado en Alemania y con otro en Francia. Habría que elegir. Si un día el gobierno italiano decidiera salir de la Triple Alianza no sería para encerrarse en el aislamiento, sino para cambiar de socios. En su valoración de la política de Prinetti defendió el acercamiento a Francia84.
7. La Santa Sede entre Italia y Francia Un viaje de Loubet a Roma escenificaría esta relación nueva. El presidente de la República sería el primer jefe de Estado de un país católico que visitara la ciudad después del 20 de septiembre de 1870. El proyecto de una visita del Rey de Italia a París era una manera de forzar una de Loubet a Roma. Aun guardando todas las consideraciones, si se producía una visita de Víctor Manuel III a Londres, era lógico que desease pasar por París85. El obstáculo para que todo eso pudiera suceder sin problemas era el Vaticano cuya postura se había endurecido. En esos momentos se negaba a recibir en audiencia a los soberanos no católicos que acudían al Quirinal. Barrère estaba seguro de que, llegado el caso, la Santa Sede no denunciaría el concordato. Habría una conmoción entre los católicos del mundo entero. Podría darse un giro hacia Alemania, dispuesta ahora a legalizar la presencia de los jesuitas en el Imperio. En ese caso, la amenaza de romper el concordato no impediría a la Santa Sede ese cambio de dirección. Otra alternativa sería que la visita, al rebajar el prestigio de la Santa Sede, propiciaría la conciliación con el Quirinal. Pero Barrére no dudaba en dictaminar que “la conciliation est un mirage et une illusion”. Había una cuestión de soberanía. Además la Santa Sede saldría perdiendo e Italia nada ganaría. La conciliación supondría una fisura en el mundo católico y la merma de los subsidios que recibía el Vaticano. La monarquía perdería apoyo popular. Los partidos la atacarían en el momento en que dejara de existir esa amenaza “negra”, clerical. Por eso “l’hostilité du Vatican vers l’unitè italienne est une condition nécessaire de son maintien”.
Très conf 78 Barrère-Delcassé, 10 mayo 1903, AAE CP NS Italie 10 254-255. Víctor Manuel III estaba decidido a viajar a las diferentes capitales europeas. Había estado en San Petersburgo y en Berlín. No fue a Viena como prueba de su disgusto por la humillación a la que Francisco José había sometido a la dinastía de Saboya negándose a ir a Roma. No era una cuestión de protocolo. Ese resentimiento, nacido del amor propio de los italianos, afectó a las relaciones con Austria y, de modo indirecto, a las relaciones con Alemania. Los italianos colocaban el honor por encima de los intereses materiales. 84
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¿Qué efectos tendría la visita? Un profundo eco en toda Italia. Recibiría el presidente el aplauso de todos los italianos. Uniría a monárquicos y republicanos en ese fervor, convencidos de que ahora Francia tomaba partido definitivamente por la Italia unitaria. De todos los prejuicios contra Francia este era el más fuerte y el más arraigado. Los italianos aún creían que había en Francia o en Europa algún partido deseoso de restaurar el poder temporal del Papa. Le atribuían una importancia excesiva. Lo culpaban de todos sus males. Por so la visita del jefe de la potencia católica más poderoso acabaría con todos su fantasmas. Repercutiría en la política interior, dando un impulso a la democracia. Los partidarios de la Triple Alianza, los enemigos de la amistad franco-italiana se inquietarían. Bajaría el prestigio de la Triple Alianza86. La visita, comentó Víctor Manuel III, “sera la plus grande marque d’amitié que la France puisse donner à l’Italie”87. El 16 de mayo el, almirante Morin, ministro de Asuntos Exteriores, anunció el viaje del Rey a Londres para la primera quincena de julio. Dijo formalmente que quería detenerse en París y visitar al presidente de la República, deseando que el presidente viajara más tarde a Roma. No era posible una negativa y fue aceptada la propuesta88, con algunas condiciones: que al anunciar ese acto no se diera por hecha la visita de Loubet a Roma. Las dos visitas debían mantener su carácter de libres y espontáneas. Morin las aceptó. Iría en el séquito oficial89. Se retrasó el viaje a Londres, porque tras la visita del presidente francés, Eduardo VII marcharía a Irlanda el 13 de julio. Era un grave contratiempo. Interesaba que, bajo ningún concepto, pudiera creerse que el retraso de varios meses se debía a Francia90. El viaje tenía una importancia excepcional. El marqués di Rudinì subrayó que con la visita de Loubet a Londres y la posibilidad de una entente franco-inglesa no habría fuerza humana capaz de retener a Italia en lo que quedaba de sus alianzas. Su punto de apoyo sería Francia reconciliada ahora con Reino Unido y manteniendo su alianza con Rusia. Se iba a un aislamiento de Alemania. “C’est votre première grande revanche” 91.
36 Barrère-Delcassé, 1 marzo 1903, AAE CP NS Italie 18 33-41. Había un clima nuevo en la opinión italiana respecto a Francia, conf 113, 30 junio, i, 139-142. 87 Tc 146 Barrère-Delcassé, 26 mayo, ib. 83 88 Tc conf 120-121 Barrère-Delcassé y 100 Delcassé-Barrère, 16 y 19 mayo, ib. 65-66 y 68. 89 Tc 127, 135-136 y 150 Barrère-Delcassé, 20, 23 y 27 mayo, ib. 72, 78-79 y 85. 90 Tc conf 152-153 y très conf 94Barrère-Delcassé, 29, 30 y 31 mayo, ib. 87-94. 91 Comentario del marqués di Rudinì, tc 155 Barrère-Delcassé, 31 mayo, ib. 95. 86
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Para L’Osservatore Romano la visita del Rey y del presidente francés a Londres y la de aquel a París suponían una reestructuración en la política europea92. El viaje quedaba previsto para el 16 de julio. En la segunda quincena de octubre visitaría Roma Nicolás II y Víctor Manuel III iría a Londres en noviembre93. La de Loubet a Roma quedaba aplazada hasta la primavera de 190494. La gravedad de la enfermedad del Papa aconsejaba retrasarla hasta después de la elección de su sucesor95.
92 Considerando justo, aunque incompleto el comentario de Journal de Débats, el diario oficioso de la Santa Sede consideraba que en él podría entreverse “un probabile e quasi diremmo fatale mutamento avvenire dell’orientamento delle Potenze Europee”. “La visita del Re Vittorio a Parigi”, L’Osservatore Romano, 10 giugno 1903, 1., anexo a 103 Nisard-delcassé, 15 junio, AAE NS Espagne NS Italie 18 128-130. 93 Tc 165 y 167Barrère-Delcassé, 5 y 7 junio, ib. 103 y 108. 94 Tc 172 Barrère-Delcassè, 9 junio, ib. 116 95 Tc 37 enviado desde Londres Delcassé-Barrère, 8 julio, ib. 148. El consejo de ministros lo aplazó sin fecha. Tc 206 Legrand-Delcassé y 16 Barrère-Delcassé, 9 julio, ib. 150 y 152.
X. ACUERDOS, PERO NO ALIANZAS: DE SILVELA A MAURA
Murió Sagasta el 5 de enero de 1903. No había pasado un mes desde que dejó el poder. Fue, según Emilia Pardo Bazán, un hombre tan feliz como se puede ser en este mundo, al menos, eso dicen los “datos visibles”. Basta compararlo con sus contemporáneos, incluyendo en primer lugar a quienes fueron sus correligionarios políticos como Calvo Asensio, Prim, Ruiz Zorrilla. Pensando en Cánovas, con quien alternó en el mando tras 1875, este necesitó doble esfuerzo y doble fatiga que él. Cánovas iba a contrapelo. Sagasta “estaba en el secreto”: sabía halagar. Y cuando había un problema, se retiraba. Daba tiempo a que se resolviese y luego regresaba. Jamás cambió esa táctica pues nunca le falló. Su trayectoria política tiene como nota la debilidad. Sólo luchaba en la oposición, como recordó esos días Miguel Moya. Al recibir el poder “se retiraba a la vida privada”, pues, una vez conseguido, “sólo encuentra placer en no hacer nada”. Eso explica, según el periodista que haya podido gobernar con Amadeo, con la República, con la Restauración, con la Regencia. España necesitaba otra cosa. La sociedad –o al menos quienes sentían hambre y sed de otra España- estaba cansada “de aplazamientos, habilidades, diabluras, chirigotas, contemporizaciones, vaguedades y demás artificios”1. 1 Emilia Pardo Bazán “Sagasta. La buena estrella”, 26 enero 1903, en La vida contemporánea (1896-1915), introducción y selección de Carmen Bravo-Villasante, Madrid, Editorial Magisterio Español 1972, 149-154. Sobre Sagasta, José Cepeda Adam, Sagasta en la Regencia de María Cristina: las horas amargas del “Desastre”, Madrid 1994. José Luis Ollero Valdés, El progresismo como proyecto político en el reinado de Isabel II: Práxedes Mateo Sagasta, 1854-1868. Logroño: Instituto de Estudios Riojanos, 1999 y la posterior obra de José Ramón Millán García, Sagasta o el arte de hacer política, Biblioteca Nueva, Madrid, 2001 y la bibliografía que estos autores citan. Parlamento y parlamentarios en la España liberal: Manuel de Orovio y Práxedes Mateo Sagasta, Miguel Gonzalo Capellán (editor), y Manuel de Orovio y Práxedes Mateo-Sagasta: discursos parlamentarios, editados también por él con José Miguel Delgado Idarreta, José Luis Ollero Vallés, las dos obras, Parlamento de La Rioja, Logroño 2000.
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El gobierno de Silvela convocó elecciones para el 26 de abril, tras disolver las Cortes el 26 de marzo. En el ministerio de la Gobernación estaba Antonio Maura, que acabó con los llamados “fondos de reptiles”. Esa decisión y la de terminar con la condescendencia hacia “les adversaires de marque” del gobierno a quienes se les reservaba su distrito, enfrentan a Maura con Rafael Gasset, ministro en el primer gobierno de Silvela, y director de El Imparcial. Al igual que Germán Gamazo, Maura no era popular, porque carecía de esa benevolencia flexible de todos los hombres públicos hacia el adversario político. Había roto con esa convención de los hombres de la Restauración: “las amistades políticas”. Esto le diferenciaba de otro personaje con futuro en el partido conservador, Eduardo Dato. Si hubiese sido este ministro de la Gobernación, el resultado de las elecciones a las Cortes habría sido otro2. Yerra Cambon en esta apreciación. Maura fue respetado por casi todos sus colegas en el Parlamento, en el gobierno y fuera de él, y en la vida privada3. Las elecciones de abril se prepararon en “des conditions d’honnetêté véritablement exceptionnelles en Espagne”4. El gobierno llegó a las elecciones con una primera crisis. La dimisión de Raimundo Fernández Villaverde, sustituido en Hacienda por Faustino Rodríguez San Pedro5. Quedaba aquel en reserva, como candidato de palacio para la sucesión de Silvela6. Este no aceptó la dimisión que le presentó Maura. No quería dar ese triunfo a Villaverde. Pero el asunto era de mayor envergadura: la falsificación de las elecciones era un juego peligroso, pero nadie parecía dispuesto a modificar esa política7. 53 Jules Cambon-Delcassé, 28 abril 1903 AAE NS Espagne 2 231-232. Una carta de Francisco Giner de los Ríos y otra de Vicente Blasco Ibáñez, muestran esa estima a su persona. Ambas se encuentra en AAM. 4 30 Jules Cambon-Delcassé, 4 marzo, AAE NS Espagne 2. 211-212. Sobre las costumbres electorales, 53, 28 abril, ib. 231-233. Maura, cuando llegó a presidir el gobierno conservador, trajo limpieza electoral y valor político. Ramiro de Maeztu, “La moraleja de las elecciones”, Alma Española, 15 noviembre 1903, en Pedro Carlos González Cuevas, La tradición bloqueada. Tres ideas políticas en España: el primer Ramiro de Maeztu, Charles Maurras y Carl Smitt, Biblioteca Nueva, Madrid 2003, 61. 5 Antonio Fontela Talín. Vida y tiempos de Fautisno Rodríguez San Pedro (1833-1925, Gijón, Fundación Alvargonzález 2005, 6 La crisis se debió a una disensión con Maura, que representaba la tendencia liberal frente al ultramontanismo de su colega, según el encargado de negocios de Francia 39 Paul Lefaivre-Delcassé, 26 marzo y 48 Jules Cambon-Delcassé, 24 abril, ib. 214-218 y 227.La simpatía del Rey y su entorno hacia Villaverde, 62 Jules Cambon-Delcassé, 19 mayo, ib. 244247. Silvela consideraba a Villaverde una persona ambiciosa y se alegraba de quedar en reserva, según comentó al embajador francés, 46, 16 abril, ib.- 224-226. 7 “…tous ces hommes distingués, qu’oils ne croient laissez aux adversaires des institutions qu’ils defendent que des apparences de succès, se rendent peu de compte du danger de leur jeu”, 53 y 54 Jules Cambon-Delcassé, 28 abril y 1 mayo, ib. 233-238. 2 3
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1. Hacia un acuerdo de Francia y del Reino Unido sobre Marruecos La agencia Havas repartió un artículo sobre Marruecos, aparecido el 20 de febrero de 1903 en The Standard, de Londres8. Su tesis: aunque el Sultán venciera la rebelión no conseguiría la pacificación. Varios Estados europeos tenían intereses en Marruecos. Los de Francia eran de un valor especial por su contigüidad territorial con Argelia. Delcassé no era partidario de aventuras. Todos conocían su postura a favor de “la idea del Mediterráneo”, siguiendo la política de su antecesor, Gabriel Hanotaux. Había en Francia un partido que empujaba a la creación de un gran Imperio en el Norte de África, que incluyera a Marruecos. El ministro de Asuntos Exteriores conocía que Inglaterra no consentiría nada que debilitara directa o indirectamente Gibraltar, fortificando la costa sur de esa entrada en el Mediterráneo. La noticia era que Delcassé había intervenido ante Lord Lansdowne para definir los intereses de cada uno de los dos países. La propuesta francesa era neutralizar esa zona hasta Ceuta, sin que pudiera levantarse en ese territorio ninguna construcción militar. Ese acuerdo no suponía un plan de reparto. A cambio de manos libres en Marruecos, ¿qué ofrecería Francia en Terranova o en el África occidental? Los contenciosos pendientes exigían una mejora de relaciones, hasta llegar a la amistad entre los dos gobiernos. El artículo no era importante en sí mismo, pero sí lo era la noticia de que el embajador francés en Londres había hablado ya dos veces con el secretario del Foreign Office sobre el porvenir de Marruecos. La base: el reconocimiento de las respectivas zonas de influencia. Lansdowne respondió a Paul Cambon que era prematuro plantear el asunto. Por eso tanto lo publicado en Londres y su difusión por la Havas en París buscaban promover un movimiento de una opinión bastante apagada. Como interrogante si Lord Lansdowne había participado en esta operación. No había que olvidar que Paul Cambon, desde sus tiempos de embajador en Madrid, era un experto en el reparto de Marruecos. ¿Había sido una iniciativa personal, sin la aprobación y quizás sin el conocimiento del ministro de Asuntos Exteriores? Conociendo la personalidad del embajador la respuesta parecía afirmativa. Thomas Sanderson, subsecretario del Foreign Office aseguró al embajador de Italia que Francia no tomaría iniciativa alguna sin ponerse previamente de acuerdo todas las potencias europeas. Dijo que no existía propues-
El autor podría ser Fairman, un corresponsal bien recibido en el ministerio de Asuntos Exteriores francés. 8
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ta alguna sobre zonas de influencia. Ni siquiera se trató de eso en privado. Sólo hubo un sincero intercambio de garantías sobre el statu quo. Cambon había hablado esos días en París con su hermano, el embajador en Madrid. Jules Cambon, buen conocedor del Norte de África, consideraba exageradas las noticias sobre la rebelión contra el Sultán. No podrían juzgarse los acontecimientos como si se tratase de un Estado organizado. Marruecos es una aglomeración de tribus que tienen al Califa como jefe religioso. Sobre un posible reparto, había una línea oblicua sudoeste-nordeste entre el Atlántico y el Mediterráneo. Y la vertiente que daba al Sahara estaba ya fuera del control del Sultán. Francia tenía una frontera con Marruecos de más de 1000 kms. No podría permitir que se estableciera una potencia que pudiera cercar sus posesiones en Argelia. Se planteaban dos cuestiones: la neutralización del Estrecho de Gibraltar y un posible condominio de España, Francia e Inglaterra sobre la administración de Marruecos. Esta ultima salida era improbable, pero no la primera. Ninguna potencia consentiría que Inglaterra se apoderase de la orilla sur ni ella consentiría a Francia o a otra potencia establecerse en algún punto de la costa de Marruecos en el Mediterráneo. Aludía Cambon a Alemania, que había proyectado tener una estación de carboneo primero en el Mediterráneo, es decir, en un puerto entre Ceuta y la frontera de Argelia, y luego en Mogador, en el Atlántico. Con Lansdowne sólo habría hablado Cambon sobre la decisión de las tres potencias más interesadas de no injerirse en los asuntos internos de Marruecos9. Los días 10 y 11 de marzo se debatió en la Cámara de Diputados francesa sobre Marruecos. Delafosse abogó por un protocolo de “desinterés”, que supusiera respeto al statu quo territorial, dejando a Francia como una potencia con interés preponderante. Otras intervenciones apuntaban a un protectorado francés, aunque no se pronunciara ese término. El partido colonial fue claro en advertir al gobierno que no ligara Marruecos con la cuestión de Egipto. Delcassé situó así el problema. En Marruecos había intereses que afectaban exclusivamente a Francia como metrópoli de territorios con población musulmana. Todo lo relacionado con la libertad de navegación por el Estrecho de Gibraltar afectaba a los países europeos. Por encima de todo lo que pudiese suceder en Marruecos, su costa era intangible. Pues esa libertad debe mantenerse íntegra en beneficio de todos. 9 Se sorprendió Delcassé cuando el embajador de Italia le comentó la publicación de The Standard. R 667/268 Tornielli-Morin, 24 de febrero de 1903, y conf Pansa-Morin, 21 de marzo, ASD SP P 208.
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La independencia de Marruecos era una garantía para Argelia. Francia no podría admitir que en las luchas internas de aquel imperio interviniese una potencia10. En la crisis de Marruecos de noviembre de 1902, Delcassé se mostró muy reservado con León y Castillo. Eso disipaba la expectativa de un acuerdo entre los dos gobiernos sobre Marruecos. Delcassé dijo en la Cámara francesa que Francia estaba a favor del statu quo, que aseguraba a Francia una posición privilegiada. Jules Cambon, que fue gobernador de Argelia, sostenía que Francia necesitaba asegurar su frontera con Marruecos. ¿Qué podría pasar si un día había un reparto de Marruecos? Cambon, destacando que esa eventualidad era remota, y hablando de las costas, creía que debería neutralizarse la orilla sur del Estrecho. Y la mejor solución sería asignar esa zona a España. Ese horizonte obligaba a Cambon a ganarse el favor de España y evitar que cayera en la órbita inglesa. Collobiano, el embajador de Italia en Madrid, creía que Silvela deseaba conservar la equidistancia. No se aproximaría a Inglaterra a costa de Francia. Su apreciación se fundaba en dos hechos: la insistencia de Francia en sus privilegios respecto a Marruecos y el interés de Inglaterra por asociar a España a las decisiones que lo afectaban, como sucedía con el empréstito11. A finales de marzo de 1903 fueron atacados cinco soldados franceses en Sar-El-Arzug, cerca del Figuig. La prensa francesa insistió en un tema que venía de años anteriores. Pedían una acción represiva. Exigían que el gobierno movilizara las fuerzas necesarias. Teniendo en cuenta que esa zona era de soberanía marroquí, como estaba recogido en el tratado con Francia de 1845, una acción en aquel territorio era una invasión. Siguieron los incidentes en la frontera con Argelia. Delcassé repitió dos puntos: el gobierno no deseaba que se modificara la situación en Marruecos, pero, según estaba estipulado en el tratado bilateral, Francia tenía derecho a perseguir a quienes violaban su frontera. Una columna francesa entró en el Figuig para castigar a los culpables12. El presidente del consejo, Emile Com-
10 Cuando Ribot quiso que el ministro se pronunciase sobre el reparto de Marruecos y sobre la ciudad de Fez, paso obligado de la ruta que, por el valle del Sebú, conducía de Argelia hasta el Atlántico, Delcassé guardó silencio. La conclusión era clara: “le opinioni dominanti nella Camera francese non sarebbero favoreboli ad intese diplomatiche che gli avvenimenti attuali non sembrano imperiosamente richiedere”. R Tornielli-Morin, 23 de marzo de 1903, ASD SP P 208. 11 261/95 Avogadro di Collobiano-Prinetti, 26 marzo 1903, ASD DDS XL/12 43-44. 12 1189/461 Tornielli-Morin, 5 de abril de 1903, 1705/663 Tornielli-Morin, 22 de mayo, y Nigra-Morin y Collobiano-Morin, Viena y Madrid, 6 de junio, ASD DDS XL/12 49 y 69-73.
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bes, el 4 de junio, respondiendo a una interpelación del diputado Firmin Faure, declaró en la Cámara que éste era el único objetivo de la expedición13. La expansión hacia el sur de Argelia ponía a las tropas francesas en contacto con poblaciones marroquíes sobre las cuales el Sultán no ejercía su autoridad. Las palabras de Combes parecían dirigidas a las potencias14. Las cosas habían cambiado esos últimos meses15. Pese al rumor de una negociación Inglaterra-Francia sobre Marruecos, Silvela estaba convencido de que aquella habría hecho oídos sordos a sugerencias francesas. Las noticias eran exageradas e inexactas en muchas de sus apreciaciones. Las medidas de seguridad adoptadas por Francia en el sur estaban lejos de las regiones afectadas por las revueltas contra el Sultán. Francia estaba actuando abiertamente, sin ocultar nada. Con todo, “il règne ici un état d’inquiétude à l’égard de l’Angleterre et de la France qu’il importe de dissiper les plus tôt possible”16. La expedición a la frontera de Argelia con Marruecos tenía un objetivo limitado, como hemos visto: castigar a las tribus del Figuig que hostigaban los puestos fronterizos franceses. La acción estaba amparada en el Tratado de 1845. Francia había informado al Sultán. Una comisión franco-marroquí estaba discutiendo los límites fronterizos. No había acabado aún su trabajo. La situación preocupaba a Abárzuza, ministro de Estado. Si no se llegaba a un acuerdo, Francia podría ocupar el Figuig y otros puntos en la frontera de Argelia17. La decisión de unir el sur de Orán con las posesiones francesas en África occidental daría lugar a enfrentamientos con las tribus que vivían bajo la soberanía del Sultán, pero no bajo su control. Era algo descontado y, por tanto, previsible. La persecución de los que atacaban a las columnas france-
El embajador Jules Cambon se lo comunicó al ministro de Estado español. Abárzuza, pese a las seguridades dadas, quedó preocupado por la situación. Temía que esa expedición fuera el prólogo a una conquista. 454/153 Collobiano-Morin, 6 de junio, ib. 77. 14 Hablando con el embajador de Italia en París, Delcassé dijo que, teniendo en cuenta que las tribus del Figuig no estaban sometidas al Sultán, la acción francesa venía a reforzar la autoridad de aquel. Pero la mejor garantía era la decisión del gobierno Combes de no emprender aventuras militares en África. 1864/710 Tornielli-Morin, 6 de junio de 903, ib. 79-80. 15 Bastaba ver la calma con que el gobierno inglés y la prensa de Londres habían recibido la noticia. 655/202 Pansa-Morin, 10 de junio, ib. 83. 16 57 Jules Cambon-Delcassé, 16 mayo 1903, AAE CP NS Maroc 2 238. 17 Una de las formas de asimilar esa situación podía ser que exigiera al Sultán la presencia de tropas bajo el mando de oficiales franceses. Se guardaba así la apariencia de respeto al statu quo. 454/153 Avogadro di Collobiano-Enrico Morin, 6 junio 1903, ASD DDS XL/12 77. 13
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sas no era fácil dadas las condiciones del terreno. Unos pensaban en el costo de las operaciones. Otros lo echaban a la cuenta del derecho de Francia y de las responsabilidades del Sultán. Las palabras de Delcassé excluían que el gobierno estuviera dispuesto a emprender una conquista violenta. ¿Resistiría esa resolución la presión de quienes deseaban lo contrario? Fuere cual fuere la respuesta a esta pregunta, habría que tener presente que la decisión de comunicar el sur de Argelia con el Atlántico continuaría creando problemas. Renunciar a esa línea, supondría para la opinión francesa el reconocimiento de una impotencia, que nadie aceptaría18.
2. La dimisión de Silvela, “una crisis gravísima”19 Silvela confesó a la Reina Madre que había entrado en el gobierno con “el propósito de estrechar nuestras relaciones con Francia y Rusia”, Creía esa entente beneficiosa para la monarquía y para la Nación. La negociación iba por buen camino. Habían surgido dificultades, que eran evitables. Citaba algunas: Alfonso XIII había enviado un retrato suyo a Strasbourg, molestando a Francia ese gesto. El rey Eduardo, en su visita a París, hizo comentarios sobre España y su futuro… Así las cosas, el embajador de Francia, por encargo de Delcassé, preguntó a Silvela si la escuadra francesa podría visitar un puerto en el Mediterráneo para rendir homenaje al Rey, al acabar las maniobras hacia finales de junio. Éste aceptó la idea. Se eligió Cartagena, puerto militar. Acompañaría al Rey el esposo de la princesa de Asturias. Cuando el embajador dio la conformidad de su gobierno, Alfonso XIII rectificó: no creía conveniente ese acto. Esa modificación de algo ya convenido sería considerada un desaire por parte del gobierno francés. Dejaba sin fuerza moral a Silvela para proseguir su política internacional, “la única que en conciencia puedo realizar”, dijo. Si el Rey no iba a Cartagena, dimitiría el 8 de junio y transmitiría al embajador la decisión del Rey. Procuraría dar otro motivo cualquiera, porque esta situación era una crisis gravísima, que no deseaba fuera conocida por el embajador. El valor real de la anécdota es que manifestaba que el Rey no tenía confianza en esta dirección de la política exterior. Había que estar a bien con Francia que podría fácilmente crear problemas a España con los carlistas, 3093/1185 Tornielli-Morin, 21 de septiembre de 1903, ib. 111-112. Carlos Seco Serrano, La España de Alfonso XIII: el Estado, la política y los movimientos sociales, Madrid, Espasa Calpe, 2002, 48. 18
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catalanistas, republicanos20, y con Marruecos. No era el momento de agraviar a su gobierno21. En el debate sobre la respuesta al Discurso de la Corona, Labra criticó al gobierno por permanecer aislado en la defensa de los intereses españoles en Marruecos. Había tres posibles caminos: el reparto entre las grandes potencias, del que España quedaría excluida; podría confiarse la administración de Marruecos a una potencia extranjera. Era difícil un acuerdo para fijar cuál debería ser la nación “protectora”. La tercera sería el mantenimiento del gobierno del Sultán, pero favoreciendo la “civilización” de Marruecos, con la garantía de un concierto internacional. Labra consideraba que el statu quo significaba consentir la guerra entre el Sultán y las tribus y de éstas entre sí. Esa situación abriría el camino a la intervención de una potencia, que se aprovecharía de la inestabilidad para dominar Marruecos. España quedaría fuera. El ministro de Estado respondió que sobre el statu quo estaban concordes Francia, el Reino Unido y España, cuyos derechos reconocían los otros dos gobiernos. Que nada cambiara en Marruecos era una forma de ganar tiempo. Mientras, España podría reconstruirse y, cuando hubiera de resolverse la cuestión de Marruecos, tendría un papel y un lugar importantes en el plano internacional. En esa hora, jugaría a favor de un equilibrio de fuerzas, porque eso era lo mejor para la paz en el Mediterráneo. El cuadro general de la política internacional del gobierno lo fijó su presidente en el discurso que pronunció en el Congreso el 17 de julio. Buenas relaciones con Francia, con la que existía el acuerdo de que todo siguiera igual en Marruecos. Los intereses de las dos naciones iban en la misma línea. La neutralidad obligaba a vivir con cordialidad hacia todos. ¿Qué había pasado? Se habló de un acuerdo franco-británico sobre Marruecos y las palabras de Silvela apuntaban a la promesa dada por Francia de que se respetarían los intereses españoles22.
20 Jules Cambon recordó a Delcassé lo que le había comentado varias veces Adolphe Thiers: Francia no debería ni animar ni desanimar ni a los carlistas ni a los republicanos. No interesaba a Francia, “par notre situation en Europe”, que se estableciera en España una República, porque eso supondría la guerra civil. Pero no era malo que los gobiernos de Madrid tuvieran este problema. 54 Cambon-Delcassé, 1 mayo 1903, AAE NS Espagne 2 237-238. 21 Silvela, reiterando sus excusas, se despedía diciendo que su decisión de abandonar el gobierno era irrevocable si Alfonso XIII mantenía su actitud. La carta estaba escrita el domingo 7 de junio, AGP 5/11-A. 22 Discursos pronunciados por los señores D. Francisco Silvela y D. Antonio Maura, al discutirse en el Congreso la contestación al mensaje de la Corona a las Cortes de 1903, Madrid 1903. Un resumen de este debate, 465/158 Collobiano-Morin, 10 de junio de 1903, ASD DDS XL/12 85.
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El discurso definía la posición española como abstención en las cuestiones europeas y compromiso con Francia en las que afectaban al norte de África. Eso significaba un mayor acercamiento a Francia, pero sin obligaciones o acuerdos formales23. Para conservar el statu quo aquí estaba obligado el gobierno a tener una amistad plena, una unidad de intereses y una armonía de pensamientos con “nuestra hermana por la raza, y que estaba vinculada a la nación española por una larga sucesión de intereses”. Estas palabras dieron lugar a comentarios sobre la existencia de una alianza, que tendría como base Marruecos, pero que abarcaría toda la política exterior de las dos naciones. Se aprobó la respuesta al discurso de la Corona por 183 votos contra 8924. En este escenario se explica el saludo de la escuadra francesa al Rey en Cartagena. No era un secreto que Silvela tenía que frenar inclinación de la Reina Madre hacia Alemania. Su proyecto de construcciones navales hubo de retrasarse por la política de nivelación presupuestaria de Fernández Villaverde25 Las dificultades de ese diseño de política internacional fueron la causa principal de la retirada política de Silvela26. La crisis de julio de 1903 no respondía a dificultades del gobierno en las Cortes. Nunca hubo una mayoría parlamentaria tan disciplinada. Y dentro del ministerio, ningún ministro gozó de mayor autoridad que Maura en el parlamento. Había que buscar su origen en otra parte. Y eso es lo que la hacía “intéressante et significative”. Algunos la atribuyeron a la oposición de Fernández Villaverde al programa naval de Joaquín Sánchez de Toca27.
23 Un resumen y el deseo de que Le Temps subrayase esa declaración, t.c. copia sin número y un resumen del debate, 84 y 90 Cambon-Delcassé, 18 y 22 julio, AAE NS Espagne 39 10-11 y 13-14 y 16-18. 24 Los alemanes comprendían que existiera un entendimiento, pero no una alianza. La primera era lógica, a la vista de los intereses de cada uno en Marruecos. Nadie amenazaba a España. Y en caso de guerra, un país debilitado y malamente preparado en el terreno militar aportaría pocos beneficios a Francia. La inquietud alemana se acentuaba por la celebración de un encuentro de Fernández Villaverde con los embajadores Cambon y León y Castillo, 216 Bihourd-Delcassé 31 julio, ib. 39 21-22. 25 Para Italia, según expuso Morin, este era un asunto que habría que seguir de cerca. T 17 y 579/201 Collobiano-Morin, 18 y 26 de julio y Morin-Collobiano, 31 de agosto, ASD DDS XL/12 95 y 101-103. 26 Las declaraciones del conde San Bernardo, nuevo ministro de Estado al embajador de Italia sobre las relaciones con Francia, 637/226 Collobiano-Morin, 29 de agosto, ib. 105. 27 Sobre las idea del ministro de Marina, Joaquín Sánchez de Toca, Del poder naval en España y su política económica para la nacionalidad iberoamericana, Madrid 1898. Discursos pronunciados en el Ateneo de Madrid durante las Conferencias Marítimas por los señores D. Damián Isern, D. Joaquín Sánchez de Toca y D. Antonio Maura, Madrid 1902.
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El verdadero motivo fue la desconfianza de la Corte hacia Maura, tras los resultados de las elecciones municipales28. La monarquía estaba por encima de la moralidad, por encima de “la reputation d’un Caton”, según dijo la Reina Madre. Faltaba a Silvela energía para detener esas presiones. Y a eso había que sumar el no de Maura a que entrara Rafael Gasset en el gobierno. Atado Silvela por las promesas que le había hecho y necesitado del sostén parlamentario de Maura, la única solución fue dimitir29. Así se cerraba una experiencia de “gobierno”30. Su relevo el 20 de julio por Fernández Villaverde no era una buena noticia para Francia, pese a que el sucesor no disgustaba a Jules Cambon31. Todo quedó paralizado tras la dimisión de Silvela. Se había perdido una buena ocasión. Se vería enseguida, cuando estalló el conflicto en el Extremo Oriente amenazando con una guerra en Europa32. En Marruecos mantuvo las buenas relaciones con el Reino Unido y Francia. Si en su discurso pronunciado en julio de 1903 subrayó las buenas relaciones con ésta, fue para contrarrestar las palabras de Moret, jefe de la oposición que habló de la amenaza francesa y de un simulacro de desembarco en Cartagena. Nada había cambiado. Lo ratificaría así el gobierno al abrirse las Cortes: la buena inteligencia con Francia no incluía alianzas. Sin
28 Los republicanos, en un manifiesto publicado el 22 de julio, denunciaron la crisis como un procedimiento para cerrar “en mala hora el paréntesis abierto por el Sr. Maura con aplauso de la opinión pública”. Eso significaba regresar a la “falsedad y al fraude” electorales. Con ello el régimen se establecía en “una interinidad arbitraria”, que reprobarían todos, salvo quienes eran sus autores o salían beneficiados. 29 Conf Cambon-Delcassé, 21 julio, AAE NS Espagne 2 263-265. Cambon indicaba también que Silvela no aceptaba la injerencia política de la Reina y el control que ejercía sobre su hijo. En eso se equivoca, porque, como hemos visto, Silvela no dudó en recurrir a ella para que influyera en una decisión que debía tomar Alfonso XIII. 30 Desde París escribió Buenaventura Abárzuza a Maura el 10 de octubre de 1902, que el Vaticano consideraba que la presencia de Sagasta en el poder creaba una situación de falta de gobierno. En esa misma carta consideraba un deber abandonar el partido liberal, porque, para defender las ideas liberales, había que “variar de nombre”. La gestión de Maura en Gobernación, la crisis y el papel de Maura, con documentación recogida en el Archivo de este, Antonio Maura, un político liberal, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid, Madrid 1995 129-152. 31 “…nous ne pourrions que perdre au départ de M. Silvela, et je me plais à espérer que nous l’aurons à la tête des affaires assez longtemps pour nouer avec lui des liens qui nous tiendrons attachés ses successeurs. À son départ, j’aimerais M. Villaverde. C’est un esprit libéral et un homme de volonté; il inspire confiance aux financiers européens et il apporterait dans l’exercice du pouvoir moins vues théoriques que M. Maura: enfin, il a des tendences françaises”. 54 Cambon-Delcassé, 1 mayo, AAE NS Espagne 2 237-238. Matizó luego su valoración de Villaverde. Su capacidad se limitaba a las finanzas. Conf 81, 15 julio, ib. 255. 32 Vid. este comentario en Delcassé-Cambon, 24 février 1904, ib. 39 123.
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dudar de la sinceridad de estas palabras, confirmadas en La Época, y, si Francia se lo proponía, conseguiría asociar a España a su política e Marruecos33. Fernández Villaverde cerró las Cortes hasta el 21 de octubre. Era “un evidente movimiento de retroceso en la dirección liberal iniciada en diciembre de 1902. Se abandonó el programa que permitió el pacto que unió a Maura y los suyos a Silvela34. Éste anunció su retirada a la vida privada35. En su “testamento”36, destacó la necesidad de que España estuviera en Europa al lado de Francia y del Reino Unido. Era de desear y habría que esperar que, aunque se olvidaran sus palabras, nadie se apartara de ese camino iniciado en esos escasos meses en que presidió en dos ocasiones el gobierno. Su salida se juzgaba, entre el reproche y la admiración, como la revelación de su estilo, de una persona, “qui a tant de puissance de séduction et une intelligence si souple, qui a une sorte de conscience intelllectuale qui le rend incapable de sacrifier à son parti les tendentes de son esprit”37.
3. Negociar con Francia contando con Inglaterra Publicó The Times una serie sobre España con un estilo agresivo. Mortimer Durand, embajador inglés, aceptó las quejas que le presentó el conde de San Bernardo, ministro de Estado. Estaba a punto de realizarse un viaje del presidente Emile Loubet a Londres, del que ya hemos dado noticia al hablar de las relaciones Italia-Francia. Sus resultados estaban condicionados por la presión del partido colonial 33 Conf. 580/202 Collobiano-Morin, 26 de julio de 1903, ASD SP P 208. El ministro de Estado explicó la política del gobierno presidido por Silvela, DS/S 148 y 163 (21 de marzo y 11 de 1904) 2642-2647 y 2885. 34 Esta denuncia en Buenaventura Abárzuza-Maura, 20 julio, AAM 1. 35 “La retirada del jefe de los conservadores”, El Imparcial, 19 septiembre. 36 “Luis Morote, “Testamento político de Silvela”, Heraldo de Madrid, 19 septiembre. Las entrevistas de Morote a los políticos en el verano de 1903 se recogieron en su obra El pulso de España, Madrid 1904. Las declaraciones de Silvela están también en Artículos, discursos, conferencias y cartas, tomo III: comprende desde el final de la regencia hasta los primeros años de la mayoridad de Alfonso XIII, notas de Félix de Llanos y Torriglia, Madrid 1923, 239-256. Comentario del nuncio, 354 Rinaldini-Rampolla, 20 septiembre, ASV SS 249 (1903) I 192-193. 37 Algunos de sus amigos lo consideraban una persona que “desorganizaba”, una especie de secesionista o “cismático”, que situaba los principios, las convicciones, los deberes, por encima de las “conveniencias”. Fue un monárquico que, como le sucedió también a Maura, no soportaba que el Rey –el Palacio o la Corte- dudara de él, lp autógrafa Cambon-Delcassé, 29 septiembre, AAE NS Espagne 2 279-280.
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sobre Delcassé. El ministro tuvo que mostrarse cauto en los asuntos de África y Terranova. La respuesta del Reino Unido fue adoptar una actitud reservada en los de Europa: la sucesión de Austria-Hungría y las aspiraciones franco-rusas en Extremo Oriente, donde no gustó la rapidez con la que Rusia y Francia firmaron una convención militar el 16 de marzo como réplica a la alianza anglo-japonesa del 30 de enero38. El embajador Jules Cambon quiso dejar claro que Delcassé, si se hablaba de Marruecos, no aceptaría nada que fuera contra los intereses de España. Y que manifestaría en esa ocasión toda la amistad que sentía hacia España. Esos días la prensa española presentaba a los dos gobiernos fraguando el despojo de España y de sus derechos seculares en Marruecos. Ese ambiente propiciaba que Alemania ganara en la opinión un afecto, que se le había negado hasta entonces. Empeoró la situación el que la marina inglesa, tomando como base puertos portugueses, hubiera hecho sus maniobras cuyo objetivo era impedir la unión de dos flotas enemigas, de países con costas en el Mediterráneo y en el Atlántico. Es decir, se basaban en la hipótesis de una alianza naval francoespañola. Era una advertencia del Almirantazgo: pasara lo que pasara en el terreno diplomático, estaban en disposición de responder militarmente39. A los pocos días, Cambon viajó desde San Sebastián a Madrid. Estaba citado por Fernández Villaverde para hablar de Marruecos. Deberían reanudarse las conversaciones de 1902, con algunas modificaciones. Quería prometer al Reino Unido libertad de comercio en Marruecos y la neutralización del Estrecho. Como Silvela, buscaba un acuerdo primero con Francia y luego con Inglaterra. La fórmula, un intercambio de notas, afirmando la voluntad de mantener el statu quo en torno al Estrecho, de “façon à l’assurer en ce qui concerne les Baléares et les Canaries”. En caso de que no pudiera mantenerse en Marruecos, la entente entre las tres potencias caería sobre lo que cada una de ellas reconocía a las otras como su parte legítima40. Marruecos y su futuro marcaban la política exterior española, no sólo en sus relaciones con Francia e Inglaterra ahora. Fueron antes un factor para llegar a los acuerdos mediterráneos con Italia. Afectaban estos años a sus relaciones con Portugal. La visita de Alfonso XIII a Lisboa en otoño de 1903
38 Análisis del nuncio en París, 1770 Lorenzelli-Rampolla, 14 julio, ASV SS 248 (1903) III 175-176. 39 102 Cambon-Delcassé, San Sebastián 27 agosto 1903, AAE NS Maroc 12 116-117. 40 Tc sn Cambon-Delcassé, 5 septiembre. El 11 de septiembre, Villaverde estaba dispuesto a aceptar lo convenido en París con León y Castillo sin modificación. Esta urgencia debilitaba la posición negociadora de España. Tc sn 11 septiembre, ib. 119-120 y 121.
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revivía el temor por su integridad territorial. Todos deseaban que las cosas marcharan bien durante la estancia del Rey de España. Pero la secular garantía que el Reino Unido prestaba a Portugal podría resultar inútil si a los ingleses les urgían otros intereses más importantes. Incluso si mantuviera su compromiso, las condiciones militares otorgaban a España una superioridad que no podría ser vencida organizando un ejército como lo hizo Wellington a comienzos del siglo XIX. Por eso Portugal deseaba tener buenas relaciones con España. Y ese era el cuadro en el que se insertaba la visita del Rey Carlos I a España y la de Alfonso XIII a Lisboa. Francia había afirmado en los últimos años su derecho a ejercer la hegemonía en Marruecos. Esa pretensión podría culminar con la anexión. Cuando se produjera, España buscaría compensaciones anexionándose Portugal, pudiendo mediar un acuerdo previo con Francia. Por eso sus éxitos en política exterior suscitaban miedo entre los políticos portugueses41. Nadie conseguiría enfrentar a Francia y España42. No cabía duda de que ingleses y portugueses tratarían de obtener ventajas políticas de una visita de cortesía43. Todos querían ganarse la simpatía del joven Rey y separarlo de la amistad con Francia44. Cordialidad en la recepción oficial, brindis protocolarios, escaso interés en la opinión española, pese a ser el primer viaje del Rey a un país extranje41 El Diario das Noticias, uno de los periódicos más influyentes de Lisboa, hablaba de dos amenazas para la paz en Europa. Por Oriente, Turquía, En Occidente, Marruecos, donde la bancarrota del Estado podría provocar la anarquía. España no podría acudir a sanear las finanzas marroquíes. España y Portugal no podían enfrentarse a las otras potencias en Marruecos. Pero España no debería consentir que una potencia asumiera en exclusiva el dominio de Marruecos. Portugal debería estar a su lado. El diario sugería una conferencia en Madrid. Francia, Italia e Inglaterra habían llegado a un entendimiento sobre Marruecos. No daba mucho valor a estos comentarios el ministro de Francia en Lisboa. 67 Ch. Rouvier-Delcassé, 21 octobre 1903, AAE NS Espagne 39 43-50. Este despacho se envió el 29 de octubre a Madrid, Londres y Tánger, ib. 56. Paul Cambon recordaba el proyecto Moret de una conferencia sobre Marruecos, que fracasó. Ese sistema de convertir Marruecos en un asunto europeo no beneficiaba a Francia. 308 Paul Cambon-Delcassé, Londres 10 diciembre, ib. 75. 42 Ese era el pensamiento del ministro de Exteriores. Vid. una minuta anulada, del 28 de octobre, ib. 54-55. 43 Una advertencia sobre el uso de Portugal por parte de Inglaterra para atraerse a España, 126 Cambon-Delcassé, 21 novembre, ib. 66-67. 44 Desde Londres se había lanzado la idea de una unión ibérica. El Rey Carlos podría servir de intermediario entre Alfonso XIII y Eduardo VI. El agregado militar de Francia en Madrid estuvo en las maniobras anglo-portuguesas. Su conclusión fue que Lagos no sería una base naval adecuada para que la flota inglesa impidiera la unión de las escuadras francesas en el Mediterráneo y el Atlántico. Reunía mejores condiciones Tánger. Gibraltar podría padecer las consecuencias de la hostilidad española. Por eso esa “mediación” no era una quimera. 120 Cambon-Delcassé, 13 de noviembre, ib. 59-60.
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ro eran el balance del viaje. Pervivía la antipatía entre los dos pueblos. Un diputado declaró que, si la visita significaba un acercamiento al Reino Unido, peor para quien la hubiera deseado45. Con todo, había que aprovechar la cordialidad en el recibimiento y la generosidad en las condecoraciones otorgadas a los dirigentes portugueses para incrementar comercio entre los dos países46. Desde el punto de vista internacional, los comentarios y las críticas al viaje había tenido un resultado no querido: elevar la popularidad del Reino Unido. Ese estado de ánimo favorecía sus planes de dominar una zona con abundantes puertos, islas y radas en las grandes rutas marítimas. Era también un modo de preservar la situación existente en Marruecos47. Cuando se firmen las notas intercambiadas el 16 de mayo de 1907 entre España y Francia y entre España y el Reino Unido, las perspectivas parecían haber cambiado. No existía ya una concurrencia excluyente entre Londres y París. Portugal no se sentía amenazada por España. Volvía a constituirse el bloque de las naciones occidentales48. Pero volvamos al otoño de 1903 y a Marruecos y los intereses comerciales de alemanes e ingleses. Ante los rumores de un reparto, la prensa alemana, escuchados los desmentidos de Madrid y de Londres, juzgaba urgente que su país reclamara algo más que la libertad de comercio al defender sus intereses. Se creía que Francia, en cuanto se convirtiera en dueña de Marruecos, cerraría a los productos alemanes ese mercado.
45 141 Cambon-Delcassé, 15 décembre. El ministro en Lisboa confirmaba la impresión del embajador en Madrid: un viaje sin contenido político. Tc. Reverseaux-Delcassé, 19 décembre, ib. 78-79. 46 Así lo comentaba La Época, el 18 de diciembre. En ese comentario, el órgano oficioso del gobierno conservador detallaba las razones que había para visitar todos los países europeos. La acogida dada al Rey con motivo de esos viajes en modo alguno debería explicarse por la existencia de alianzas con España. Y un aviso: tras la derrota de Sedan, Francia estuvo aislada varios años. Y eso no le había impedido alcanzar una posición internacional de prestigio. Todo eso había sido fruto de la estabilidad ministerial. Desde 1898 hasta febrero de 1904, hubo siete ministros de Estado. Fue esta situación el motivo del fracaso del proyecto Silvela de una alianza con Francia y Rusia. Delcassé-Cambon, 23 février 1904, ib. 39 123. 47 España no debería ilusionarse con esa posible alianza. Los ingleses jamás consentirían que se estableciera al sur del Estrecho la nación que ya estaba en su costa europea. 78 Ch. Rouvier-Delcassé, 19 décembre, ib. 83-94.El despacho contiene una crónica detallada de la estancia del Rey y reproduce traducido el texto de los brindis. 48 Cuando Francis Villiers, ministro inglés en Lisboa, transmitió el texto de las dos notas intercambiadas, explicó a Luciano Monteiro, ministro de Negocios Extranjeros, que ese acto era el complemento a la alianza de su país con Portugal. Monteiro dijo: “Ainsi se trouve complété le bloc des Puissances Occidentales”. Très conf 30 Saint René de Taillandier-Pichon, Lisboa 18 junio 1907, AAE NS Espagne 42 67.
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Sin embargo, el silencio de la prensa oficiosa y hasta su bienvenida a ese acuerdo franco-español, con el consentimiento de Londres, desconcertaba a los comerciantes alemanes. Temían que sus intercambios con Marruecos desaparecieran si se convertía en un protectorado francés49. La posibilidad de un protectorado francés asustó igualmente a los comerciantes ingleses, que celebraron reuniones en Manchester y Londres, pidiendo al gobierno que garantizase las condiciones de igualdad existentes en Marruecos, la vigencia de las tarifas aduaneras y que vetara cualquier medida legislativa o administrativa que perjudicara los intereses comerciales ingleses. Lansdowne rehusó entrar en el tema político, limitándose a asegurar que se respetarían50.
4. Marruecos y los contenciosos entre Francia y el Reino Unido El 5 de agosto de 1903, Paul Cambon presentó a Lord Lansdowne, secretario del Foreign Office, una pro-memoria con los asuntos pendientes. Tras comunicarla al consejo de ministros, Lansdowne respondió de forma no oficial el 1 de octubre. El día 7 Cambon repasaba con él todos los puntos con intereses comunes para los dos países. Sólo eran “questions vraiment importantes et délicates” las relativas a Egipto y Marruecos. La respuesta inglesa sobre el procedimiento para negociar en términos de reciprocidad no satisfacía a Delcassé. La razón era obvia. Mientras Lansdowne dejaba libertad de acción a Francia en Marruecos, donde Londres no poseía derecho alguno, se exigía a París que abandonara las suyas en Egipto. La posición de Cambon era clara, pero la expresaba como un sentimiento personal: “la question d’Egypte ne pourra se régler que moyennant des concessions progressives et des compensations équivalentes” Viajó el embajador a París donde estuvo del 14 al 20 de octubre. Coincidió con la visita de Víctor Manuel III y su esposa. No pudo hablar con Delcassé. Pese a eso, el 21 de octubre reiteró a Lansdowne que la opinión francesa no aceptaría una solución desigual en Egipto, porque no existía equivalencia entre lo que Francia recibía en Marruecos y la renuncia a los derechos adquiridos en aquel país51. Su renuncia debería ser progresiva y con compensaciones. 280 Bihourd-Delcassé, Berlín 9 octubre 1903, DDF II/4, París, Imprimerie Nationale, 1932, 6-8. 50 252 y 278 Paul Cambon-Delcassé, Londres 21 octubre y 9 noviembre 1903, 37-38 y 98. 51 La situación de los intereses franceses en Egipto, en el informe del encargado de la agencia consular en el Cairo, 109 de la Boulinière-Delcassé, 25 noviembre 1903, 136-141. 49
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El secretario de Foreign Office se veía urgido por la City, que necesitaba conocer en qué condiciones económicas se aceptaba el protectorado de Francia. Lansdowne parecía ocultar esa presión apelando a las necesidades financieras del Majzén52. Francia trataría de realizar en solitario el préstamo, conociendo ya el fracaso de la gestión de McLean en Londres53. Aceptando esas consideraciones, el 26 de octubre, Cambon enviaba a Lansdowne la nota remitida dos días antes por Delcassé54. El ministro era realista. Pasados 20 años, la ocupación en precario se había convertido en una posesión consolidada. Los ingleses no abandonarían Egipto salvo “comme la conséquence imposée d’une guerre malheureuse”. Los derechos franceses se habían convertido en meramente teóricos. Había una demanda: asegurar la libertad de navegación por el Estrecho de Gibraltar, comprometiéndose a no modificar el statu quo territorial en un radio de 500 millas55. Esta cláusula era una satisfacción para el gobierno español56 y un freno a la pretensión alemana de apoderarse de algún punto en la costa de Marruecos. España debería asociarse a lo convenido: libertad comercial y libre circulación por el Estrecho. La propuesta francesa partía de su derecho preferente en Marruecos debido a su extensa frontera con él. Para asegurar el orden, acometería reformas. Todas ellas garantizarían la libertad de comercio y la igualdad en las ta52 Très conf et secret 245 y confidentiel 258 Paul Cambon-Delcassé, Londres 11 y 22 octubre 1903, ib. 15-16 y 42-44. Un informe sobre las medidas del Majzén y su escasa importancia, t 1 y 1 bis Saint-René Taillandier-Delcassé, 1 enero 1904, ib. 215-216. 53 T 197 y 203 Delcassé-Cambon, 5 y 10 noviembre 1903, ib. 84 y 101-102. Cambon expuso las razones de la actitud de Francia, incluyendo la posibilidad de que el empréstito lo hicieran bancos privados franceses, pues se trataba de una cantidad a la que estos podrían hacer frente, très conf 284 Cambon-Delcassé, 11 noviembre, ib 103-105. Delcassé informó a SaintRené Tallandier, ministro en Tánger, t conf. 96, 12 noviembre, ib. 105. 54 Secret 447 Delcassé-Cambon, París 24 octubre 1903, y Lp et conf Cambon-Lansdowne, Londres 26 octubre, ib. 50-51 y 55-60. 55 Los dos gobiernos se comprometerían Este sería el compromiso adquirido por los dos gobiernos: “ne pas établir et ne pas permettre à aucune autre puissance d’établir des fortifications militaires ou maritimes sur la partie du littoral marocain comprise entre Melilla sur la Méditerranée et les hauteurs qui dominent la rive droite du Sebou”. E igualmente a “maintenir, sauf les conséquences du présent accord, le statu quo territorial dans un rayon de 500 milles autour du dit détroit” de Gibraltar. Lansdowne juzgó tan excesiva esta cifra que preguntó a Cambon si era una errata, cuando le entregó su respuesta fechada el 9 de noviembre. Vid. más abajo. 56 España tenía intereses políticos y territoriales en Marruecos por sus posesiones en las costas el sur del Mediterráneo. Londres y París le reconocían el derecho a partes del territorio marroquí adyacentes a las mismas. En concreto, la zona que bordea el mar desde Melilla a las alturas de la orilla derecha del Sebú. Francia y España se entenderán directamente para este asunto y para fijar qué zonas del Imperio Marroquí no podrían cederse a una tercera potencia.
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rifas aduaneras en los puertos y en el transporte ferroviario. Quedaban intactos los derechos que Inglaterra en Marruecos reconocidos desde el tratado del 9 diciembre 1856. Lansdowne juzgó excesiva la propuesta francesa. Cambon subrayó las concesiones que los franceses hacían en Egipto. Se lo daban a cambio de Marruecos. Era evidente que los ingleses salían ganando57. Varias semanas más tarde le respondió de forma confidencial y privada. De la misma manera adelantó Paul Cambon su impresión: algunas de las exigencias inglesas eran inadmisibles58. Una semana después, Delcassé quiso destacar como punto de mayor coincidencia la voluntad de los dos gobiernos de que el arreglo se basara en la reciprocidad y en la equivalencia de las concesiones mutuas. Melilla, según Lansdowne, debería ser el límite occidental en la orilla mediterránea de Marruecos. A partir de él podrían fijarse bases militares. En el Atlántico, Rabat, no Mazagán. Aunque la distancia entre ambos sitios no sobrepasaba las 20 millas, el cambio causaba graves problemas. Rabat era un puerto y posiblemente sería la cabecera de una línea que uniría el Atlántico con Argelia. Francia no podría encargar a otros la defensa de un lugar tan estratégico para sus futuros intereses. Las 500 millas de radio para mantener intacta la situación territorial era una forma de responder a las aprensiones manifestadas varias veces por Inglaterra respecto a las miras expansionistas de Alemania. Los derechos de aduana y las tarifas sobre el transporte en ferrocarril no atentaban contra la libertad de comercio. Los ingleses podrían seguir sin restricciones su comercio de cabotaje entre puertos marroquíes. El control sobre la construcción de ferrocarriles sería competencia del Estado. Eso no excluiría la participación de capitales extranjeros en las grandes empresas que se establecieran en Marruecos59. El marqués de Lansdowne informó al gabinete. Los ministros se oponían a que el límite estuviera en Rabat. No querían que hubiese un puerto fortificado y una base de submarinos a cien millas de Gibraltar. Esa exigencia limitaba la libertad de acción de Francia. Sólo quedaba ofrecer garantías de que Rabat no sería nunca una gran base militar y naval. Los consejeros de la Corona creyeron excesivo el radio de 500 millas en torno al estrecho de Gibraltar. Suponía incluir en el acuerdo parte de la peSecret 268 y 271 Cambon-Delcassé, 28 octubre y 4 noviembre, ib. 69 y 83-84. Un resumen en Secret 291 Cambon-Delcassé, 22 noviembre, ib. 127-131. 59 El embajador inglés transmitió el contenido y se limitó a comentar algunos aspectos secundarios 492 Delcassé-Paul Cambon y secret 312 Cambon-Delcassé, 6 y 10 diciembre, ib. 162-171. 57 58
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nínsula, las Baleares, parte de Argelia y del Sahara. Eso ampliaba el alcance del compromiso. En cuanto a puertos y ferrocarriles se aceptaba si había reciprocidad. Los ingleses garantizaban a los acreedores el pago de la deuda egipcia. Una comisión prepararía la fórmula. Esperaba el apoyo francés para que las otras potencias aprobaran el convenio, cuya duración debería ser fijada y para muchos años. Un asunto delicado era la neutralización del canal de Suez. Los ingleses querían acabar con esa forma de internacionalización. Aunque ese paso marítimo perteneciera a todas las naciones, Lansdowne consideraba poco práctico la propuesta francesa, porque eso abriría la puerta a una negociación con las otras potencias60. Mientras, Delcassé negociaba con el embajador de España. Fernando León y Castillo había declarado que su gobierno no insistiría en incluir a Fez en su esfera de influencia. Pedía a cambio Agadir. Pero Delcassé lo rechazó. España estaba perdiendo posiciones por esperar. Eso le había sucedido con Fez. Ahora si quería Agadir debería renunciar al Sus61. Las relaciones entre Francia y el Reino Unido habían mejorado y se notaba en la opinión pública de cada país. Había dos hechos: el monto de los intercambios comerciales, que ascendía a 2000 millones de francos al año, y la idea de que el arbitraje y no el conflicto era el mejor modo de resolver los problemas62.
5. La visita de los Reyes de Italia a París Como hemos visto, en octubre de 1903 visitaron París los Reyes de Italia. El acto culminaba una política iniciada en 1896, cuando el marqués Antonio Starabba di Rudinì sustituyó a Francesco Crispi como presidente del gobierno. El primer paso fue el arreglo comercial, después de cinco años de duras negociaciones. Delcassé reconocía que la política mediterránea de Francia había empujado a Italia a la Triple Alianza. Cuando ésta se renovó, el ministro de Asuntos Exteriores declaró el 3 de julio de 1902 en la Cámara de Diputados que esa decisión le preocupaba en la medida en que podría afectar a los intereses comunes y a la amistad entre los dos países.
Secret 312 Cambon-Delcassé, 11 diciembre, ib. 172-175. Note du département, 21 y 23 octubre 1903, 37 y 45. 62 2555/1347 Tornielli-Tittoni, 7 noviembre, ASD SP P 73. 60 61
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El gobierno italiano cuidó de aclarar al de París, según apuntamos, que sus alianzas no iban ni directa ni indirectamente contra Francia. Ni eran una amenaza, pues Italia no sería jamás un instrumento para una agresión contra Francia ni auxiliaría a quien la atacara. El viaje era la puesta en escena de ese clima cordial63. En ella se destacaba el fortalecimiento de la amistad entre los dos pueblos y la ya antigua fraternidad entre los dos ejércitos64. Días más tarde, mientras los reyes de Italia visitaban Inglaterra, un sector de la prensa destacaba que las relaciones con Londres habían mejorado gracias al nuevo clima existente entre Italia y Francia65. Hizo Tommaso Tittoni unas declaraciones afirmando la vigencia de la Triple Alianza y la fidelidad de Italia a sus compromisos en ella66. Inmediatamente, Giolitti y Luzzatti trataron de neutralizar el mal efecto, ofreciendo toda clase de garantías a Camille Barrère67. La discusión del presupuesto de su ministerio, sirvió para que el 23 de noviembre Delcassé hablara en la Cámara. De todas sus palabras, la prensa resaltó la manifestación de la conformidad de Rusia con la aproximación franco-italiana. Eso despejaba las dudas creadas por la suspensión de una visita de Nicolás II a Roma68. En Alemania la prensa dejó a un lado las referencias a la existencia de un acuerdo entre los dos países y a la aproximación entre ellos. Destacó las afirmaciones del Rey a la finalidad pacífica y pacificadora de la Triple Alianza. No hubo ni una palabra sobre las consecuencias que tenía la decla-
63 Tras la llegada de Giolitti, Tittoni, nuevo ministro de Asuntos Exteriores comentó que la visita había consagrado el restablecimiento de las relaciones de amistad entre los dos países. Para el ministro de Finanzas, Luzzatti, el apoyo de Francia era decisivo para asegurar la permanencia del nuevo ministerio, una vez abiertas las Cámaras. T 314 y 325-326 Legrand, encargado de negocios, Roma 7 y 17 noviembre 1903, DDF II/4 88 y 113-114. 64 Circular de Delcassé a los representantes de Francia en el exterior, 31 octubre 1903, ib. 75-77. El disgusto alemán podría deducirse de los comentarios adversos de la prensa liberal de Munich que, en política exterior, expresaba el criterio de Berlín. Sus dos socios en la Triple Alianza miraban con desconfianza a Italia. D’Aubigny-Delcassé, Munich 8 noviembre, ib. 95. Estos mismos recelos se repitieron cuando en noviembre los Reyes de Italia visitaron a Eduardo VII. 328 Prinet-Delcassé, Berlín, 22 noviembre, ib. 126-127. 65 174 Legrand-Delcassé, 19 noviembre, ib p 116-118. El comentario desde Londres, 290 Cambon-Delcassé, 22 noviembre, ib. 125-126 66 La satisfacción de Berlín, 328 Prinet-Delcassé, 22 noviembre, ib. 126-127. 67 T 331 y 332, 23 noviembre, ib. 131-132. 68 175 Legrand-Delcassé, Roma 29 noviembre, ib. 151-152. Sobre la influencia que tuvo esta suspensión en las relaciones con Rusia, 14 Luis Polo de Bernabé-marqués de Aguilar de Campóo, 30 enero 1905, AMAE H 1623.
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ración de Víctor Manuel III: la actitud de Italia favorable a la paz venía a descargar las armas que Bismarck preparó contra Francia. La reacción de la prensa italiana e inglesa hizo temer a algunos periódicos alemanes que Italia hubiera sido engatusada y se enfriara su pertenencia a la Triple Alianza. Los alemanes no podrían alegrarse del éxito completo de la visita de los reyes a París. Un dato significativo era el silencio del barón Richthofen en la recepción a los embajadores el 16 de octubre. En Viena se insistió en el compromiso de Italia con la Triple Alianza. La aproximación a Francia no afectaba al sistema de alianzas. Austria era un ejemplo. Sus buenas relaciones con Rusia no la habían alejado de su alianza con Alemania e Italia. Había además una baza a favor de quienes sostenían esta tesis. La anulación de la visita de Nicolás II a Roma era una advertencia o una “défaite” en la línea adoptada por el gobierno italiano. Parecía una desaprobación y un aviso: Italia debía seguir al lado de sus aliadas de siempre69. Al informar del estado de las relaciones con Italia, Delcassé, tras recoger las garantías recibidas, subrayó que se habían acabado los malentendidos entre los dos países. Los gestos, la recepción y los discursos probaban los buenos resultados logrados por la actitud pacífica y conciliadora, la buena voluntad y la perseverancia de tantos años. Francia mantenía su alianza con Rusia, pero sabía que eso no la ataba para buscar acuerdos con quienes tenían intereses semejantes a los suyos y acrecentar así su riqueza. Ese era el caso de Italia. Por eso la visita, además de sus aspectos afectivos y sentimentales, había tenido el mérito de ser “la preuve tangible et la consécration d’un nouvel état de choses”. Italia y Francia, en plena libertad para realizar su política, habían asentado sus relaciones en un clima de seguridad, que beneficiaba a cada una de ellas70. Para el Rey el viaje supuso descubrir una imagen diferente de Francia: riqueza, orden, un ejército magnífico, y una nación “puissante et pleine de vitalité”. Se habían caído todas sus prevenciones. Había que contar con la actitud del Vaticano ante la próxima visita de Émile Loubet a Roma. El Rey creía que una audiencia del presidente con el Papa fortalecía la monarquía, aunque reconocía que muchos italianos no compartían su opinión. Sería una mala noticia que el nuevo Papa, Pío X, mantuviera la misma intransigencia que León XIII. Con todo se lo pensaría antes de romper con el más poderoso de los Estados católicos. Si eso suce-
69 285 Bihourd-Delcassé y 125 Sohier de Vermandois, 18 y6 20 octubre 1903, AAE CP NS Italie 18 249-250 y 269-270. 70 Circular de Delcassé a los representantes de Francia en el extranjero, 31 octubre 103, ib. 18 313-314.
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diera, esa victoria del entorno del nuevo Papa sería una temeridad y una imprudencia increíbles71.
6. Francia y Rusia, “les arbitres de la paix” Estuvo también esos días de otoño en París el conde Lamsdorff, ministro ruso de Asuntos Exteriores. La visita, del 28 al 31 de octubre, tenía importancia para Londres, que deseaba conocer la posición de Nicolás II y de su gobierno en relación con el Extremo Oriente72. A su llegada a París, comunicó a Delcassé que Nicolás II estaba más que nunca deseoso de conservar la alianza con Francia. “Nous sommes les arbitres de la paix”. Eso lo sabían en Berlín. En San Petersburgo se veía bien el acercamiento de Francia a Inglaterra y a Italia. Había contribuido a un cambio en la postura inglesa hacia Rusia. Eran conscientes del papel jugado por París. En cuanto a Roma, la suspensión del viaje de Nicolás II era una forma de conservar las buenas relaciones. No podía el Zar arriesgarse a ser insultado durante su estancia. En este punto, Delcassé cumplió el ruego de Lansdowne. Inglaterra deseaba ayudar a Rusia. Para eso necesitaba argumentos y los esperaba de San Petersburgo73. Lamsdorff daría instrucciones al embajador ruso en Londres, esos días en París74. Todas estas noticias, con carácter confidencial y no oficial, las transmitió Paul Cambon a Lord Lansdowne75.
193 Barrère-Delcassé, Roma 21 diciembre, ib. 18 334-337 y DDF II/4… 196-198. Lord Lansdowne pidió a Paul Cambon que Delcassé aconsejara a su colega ruso que no mantuviera una posición tan cerrada hacia Londres, a donde acudían japoneses y chinos para quejarse de las acciones rusas en el Extremo Oriente. Conf. 264 Paul Cambon-Delcassé, Londres 27 octubre 1903, DDF II/4 66-67. 73 “Causez avec Lord Lansdowne, il est probable que bien de malentendus se dissiperont”. 74 Note du département, 28 octubre 1903. Comunicación a Paul Cambon, t conf 189, 30 octubre, y t très conf Delcassé-Boutiron, encargado de negocios en San Petersburgo, 4 noviembre ib. 68, 71-72 y 80. Sobre el primer encuentro del conde Benckendorff, embajador ruso, con Lansdowne y la impresión de este, conf 283 Cambon-Delcassé, 11 noviembre, ib. 103. 75 Cambon aprovechó su entrevista con el secretario del Foreign Office para destacar que la visita de Lamsdorff era una respuesta a los comentarios de la prensa alemana tras la visita de Nicolás II a Guillermo II. Conf. 269 Cambon-Delcassé, 4 noviembre 1903, ib. 81-83. Para el encuentro en Wiesbaden, 4 y 5 de noviembre, vid. 299 Prinet, encargado de negocios, Berlín 6 noviembre, ib. p 85-87. El contraste de la prensa rusa con la alemana, 161 Boutiron, encargado de negocios, San Petersburgo 7 noviembre, ib. 92-94. 71 72
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En Viena la visita de Lamsdorff a París se vio como un hecho normal. La mejora de relaciones de Francia con Italia e Inglaterra sólo afectaba al norte de África. No modificaban por tanto las relaciones de Francia con Rusia, cuyos intereses se hallaban sobre todo en el Extremo Oriente. Sin embargo, Lamsdorff y Delcassé habrían hablado de los Balcanes. Tanto Rusia como Austria-Hungría consideraban de gran interés el asentimiento de las potencias a su política allí76. El crecimiento de los intereses económicos y la creación de zonas de influencia eran la mejor forma de hallar un arreglo pacífico para los problemas internacionales77. Lamsdorff afirmó que Rusia apreciaba la aproximación de París a Italia y al Reino Unido “notamment en ce qui touche la consolidation et l’expansion des intérêts incontestables de la France dans la Méditerranée”78. Rusia se limitaba a pedir a Japón que reconociera sus intereses en el Norte de Corea. Si lo hiciera, todo quedaría solucionado79. No fue así80. No se llegó a un acuerdo en cuanto a las concesiones que gozaba Japón en Manchuria. Delcassé no quiso intervenir oficialmente81. Se limitó a recibir las declaraciones del embajador de Japón. Había una disposición a unir la neutralización de Corea con el arreglo en Manchuria. Para eso bastaba que Rusia garantizase sus intereses comerciales con una declaración de tipo general82. 76 En Viena se concedía trascendencia política a la entrevista Guillermo II-Nicolás II, a la que asistieron los dos ministros de Asuntos Exteriores. 132 y t 61 Sohier de Vermandois, encargado de negocios, Viena 7 y 15 noviembre 1903, ib. 94 y 112. Esta apreciación coincidía con lo que Lamsdorff dijo sobre su conversación con Bülow, t 140 Boutiron-Delcassé, 14 noviembre, ib. 10-111. Era un aviso. Turquía vería que Alemania apoyaba el proyecto austroruso. La influencia preponderante de Alemania en Turquía, copia de la carta de Constant, embajador en Constantinopla, a Émile Loubet, presidente de la república, sólo con la referencia 1903, ib. 205-214, la referencia a Alemania, ib. 207-209. 77 130 Sohier de Vermandois, encargado de negocios, Viena 1 noviembre 1903, ib. 77-78. 78 Un resumen del contenido de las conversaciones entre los dos ministros de Asuntos Exteriores, en la circular de Delcassé a los representantes de Francia en el exterior, 12 noviembre, ib. 106-108. 79 Expuso Motono, embajador de Japón en París, la buena disposición de su país. Rusia reconocía sus intereses económicos en Corea y se aceptaba por las dos partes que no se levantaran bases militares en las costas. En Manchuria, Rusia respetaba las concesiones hechas por China a Japón. Las negociaciones ruso-japonesas fueron seguidas de cerca por el embajador francés en San Petersburgo. 171 Bompard-Delcassé, 4 diciembre, ib. 160-161. Sobre la crisis ruso-japonesa y el riesgo de guerra, vid. t 374 Barrère-Delcassé, 25 diciembre, t 32 Harmand-Delcassé y 325 Paul Cambon-Delcassé, Tokio y Londres 29 diciembre, ib. p 200, 203-205. 80 T 1 Bompard-Delcassé, 7 enero 1903, ib. 223-224. 81 Negó que el gobierno inglés le hubiera solicitado sus buenos oficios ante Japón. t 2 Delcassé-Harmand, ministro en Tokio, 6 enero 1904, ib. 219. 82 Rusia tenía en Manchuria una extensa frontera con China y la necesidad de construir y dar seguridad a una vía férrea. La falta de acuerdo con Pekín y los desórdenes en Manchuria
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Deseaba Delcassé que esa noticia llegara a San Petersburgo como una manifestación de sus ideas pacifistas y de la importancia que tenía para él la alianza con Rusia83. Bompard estuvo con Lamsdorff el 14 de enero. La negociación continuaba84. Rusia juzgaba improcedente la conducta de Inglaterra85. En la medida en que se agravaba la crisis, fue una buena noticia que los asuntos del Extremo Oriente retornaran a Lamsdorff86. No había posibilidad de mediación, una iniciativa del gobierno de Estados Unidos, que rechazaba Japón87. El 5 de febrero quedaron rotas las negociaciones88. Japón consideraba que la independencia y la integridad territorial de Corea eran indispensables para su propia seguridad89. Para Lamsdorff esa decisión fue una sorpresa90. En el Reino Unido, recién acabada la guerra de los boers, la opinión estaba por la neutralidad91. El Tesoro no estaba en condiciones de asumir los gastos de una participación en ella92. Urgía limitar sus efectos y asegurar la neutralidad de China, con la que estaba conforme Japón93. Era la condición exigi-
le habían forzado a intervenir. Querían dejar patente que no pensaba impedir que las potencias, dentro de los límites de los tratados en vigor, gozaran de los derechos y ventajas que en ellos se les había otorgado. “Note de l’Ambassade Russe”, París 9 enero 1904, ib. 232-233. 83 T très urgente Delcassé-Cocordan, director de Asuntos políticos del ministerio de Asuntos Exteriores, Niza 6 enero, ib. 220-221. Este largo texto fue reexpedido a San Petersburgo el 7 de enero. La prensa alemana puso de relieve que la guerra con Japón beneficiaba a su país, incluso en el caso de que la ganara Rusia, porque debilitaba su alianza con Francia. 53 Bihourd-Delcassé, 12 febrero, ib. 348-349. 84 T 2 y 4 Bompard-Delcassé, 12 y 14 enero 1904, ib. p 239-242. Las gestiones de Delcassé con Motono en París, t 15-15 bis y 16 y 6 Delcassé-Cambon, 15 y 16 enero, ib. 254-255 y 258-259. 85 T 5, 7 y 4 Bompard-Delcassé, 13 enero, ib. 243-244 y 246-247. 86 Esa era la opinión de Lansdowne. 14 Paul Cambon-Delcassé, 24 enero, ib. p. 285. 87 T 26 y 17 Barrère-Delcassé y respuesta de este, 27 enero, ib. 297. El ministro de Japón en Italia comunicó a Tittoni el rechazo de su gobierno a esa mediación, tal como adelantó Delcassé. T très conf 29 Barrère-Delcassé, 31 enero, ib. 309. 88 En Rusia fue una sorpresa que Japón se atreviera a entrar en guerra. Sería una guerra larga. “La France et l’Angleterre peuvent empêcher beaucoup de mal, mais on ne peut répondre de rien et il faut se garder trop d’optimisme”. Conf 49 Paul Cambon-Delcassé, 18 febrero, ib. p 377-379. 89 Conf “Aide-mémoire de la légation du Japon”, con anexo “Note du ministro de Japon à Saint-Petersbourg”, 7 febrero 1904, ib. p. 321-322. 90 T 32-32 bis Bompard-Delcassé, 8 febrero, ib. 324-325. 91 Abiertas las hostilidades, esta fue también la actitud de Estados Unidos y Alemania T 50 y 27 Delcassé-Cambon y Bompard y 52 Bihourd-Delcassé, 10 y 12 febrero, ib. 336 y 347-348. 92 Conf 26 Cambon-Delcassé, 8 febrero, ib. 326-328. 93 T 45 Delcassé-Bompard, 9 febrero, ib. p. 332. Enviaba un telegrama recibido desde Washington. “Note de la Légation du Japon”, 11 febrero, ib. p. 342-343. Un informe sobre la conducta de Hay, secretario de Estado norteamericano, conf 12 Jusserand-Delcassé, 16 febrero, ib. 364-368.
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da por Rusia para hacer lo mismo94. Francia ponía como condición que se excluyera a Manchuria, porque eso beneficiaba a su aliada95. Hubo en España en 1903 un intento sólido de hacer una política exterior, que asegurara las ventajas de tener “amigos”, sin provocar recelos en un vecino tan poco deseado entonces como Inglaterra. Aquella propuesta decayó, por una crisis política poco clara: la que echó del poder a Silvela. Por segunda vez desde abril de 1898, prevalecieron los intereses dinásticos, entendidos sólo en claves internas. Duró aquello desde julio hasta diciembre, un recorrido temporal muy parecido al que tuvo en el 98. En Europa se movían las posiciones. Italia y el Reino Unido, con quienes España quiso mantener la independencia y la integridad de Marruecos frente a Francia desde 1880, se aproximaban a esta. Ese acercamiento se hizo visible en las visitas de Víctor Manuel III a París y de Loubet, a Londres, en la discreta renovación de la Triple Alianza, en el asentimiento de Rusia a esa maniobra diplomática de su aliada y en la ausencia de veto a Italia por parte de Austria y Alemania. En toda esa maniobra se debatían la seguridad en el Estrecho de Gibraltar y un arreglo en el norte de África. La alternativa al proyecto de Silvela, interrumpido en su primer ensayo y cerrado en 1903, con su retirada de la vida pública, fue silenciar la opinión, violentando los procesos electorales o pagando a una prensa, que había creado la imagen de que España era un “país de reptiles”96. La Corona, al no aceptar unos comicios honrados, al fraccionar a los dos partidos que hasta entonces habían sido gobierno, cada uno todo el tiempo que se lo permitía su cohesión parlamentaria, condicionó la designación de sus jefes e influyó también en la política exterior de los gobiernos. Eran otros tiempos.
T 55 Bompard-Delcassé, 12 febrero, ib. 346-347. T conf 15 y 18 de Delcassé a los ministros en Tokio y Pekín, 13 febrero, ib. 353. 96 Quienes aquel verano de 1898 abogaban por la guerra, ciegos para no entender que ni siquiera una victoria sería un suceso de fortuna, se olvidaban de que lo que más convenía a España era la paz. No la querían sus enemigos externos y sobre todo no la deseaban los de dentro, “aquellos que viven y medran en las ruinas que son el refugio de los reptiles”. Juan Mañé y Flaquer, “La paz”, en La Época, 20 junio 1898. 94 95
XI. “SIN ESPAÑA NI CONTRA ESPAÑA”. LOS ACUERDOS DE LONDRES
La política no es sólo ejercicio de decisiones. Es también previsión de hacia dónde se encamina una nación. Sin ella, quienes ejercen el poder público, si son honrados, se consagran al arbitrismo. Si su demencia les hace creerse “educadores” o “pedagogos” de su sociedad, establecen un régimen despótico… Siendo la honestidad cosa frágil, casi siempre, con cada una de esas soluciones, se arriba a la corrupción y la tiranía. En el cambio de siglo, se quiso responder a una crisis de de España con lo que llamaron regeneración, santo y seña de aquellas gentes que la sintieron. Fue una “crisis moral”, es decir, de identidad y de exigencias éticas, de petición de responsabilidades, a unos como culpables, y a todos, para poner remedio a los “males” de una sociedad que consideraban su “patria”. Aún era posible aquella España grande, como la denominaba un folleto escrito en Cataluña, que la situaba en aquellos tiempos en que era un Imperio1. Creyeron en el “alcázar del poder”, como retóricamente se designaba el sitio donde se decidía el acceso a él y su salida de él, que todo seguía igual. Que quienes urgían cambios lo hacían desde la enemistad o desde ese prurito de moralidad que tenía mucho de estético y nada de urgencia política. Erraban. Jules Cambon lamentó que el partido liberal, integrado por abogados, médicos y gentes de ciudad, siendo el más próximo a las clases populares, ignorara que las únicas fuerzas vivas eran el catolicismo y el socialismo. En política exterior, como apuntamos a propósito de su “manifiesto-programa”, su despiste era escandaloso2. 1 Enric Ucelay Da Cal, El imperialismo catalán: Prat de la Riba, Cambó, D’Ors y la conquista moral de España, Barcelona, Edhasa 2003. 2 “Mr. Montero Ríos, à qui seront confiées les destinée du cabinet libéral, espére en haut lieu parler en termes chaleureux de l’union intime avec le Portugal, alors qu’on connaît la situation internationale de Portugal et qu’on sait ce qu’il représente”. 132 Cambon-Delcassé, 27 noviembre, AAE NS Espagne 2 296-297
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1. Obtener la mejor solución para España en Marruecos En noviembre de 1903, a requerimiento de Melquíades Álvarez, Maura prometió apoyo parlamentario al gobierno conservador de Fernández Villaverde. Aquella sesión se convirtió en “un succès trop manifeste” de quien fue uno de los perdedores el 20 de julio. En un régimen de opinión, ser buen orador es una condición para saber, desde la acogida y desde el rechazo, pero siempre desde el debate, razonar la legitimidad de las medidas que se adoptan3. Para todos, desde los republicanos, que alabaron su imparcialidad en las elecciones, hasta el conde de San Bernardo, ministro de Estado entonces y persona con “relaciones íntimas” en el Palacio Real, Maura parecía una solución4. El debate, abierto por Moret a mitad de noviembre, permitió sacar conclusiones sobre lo que había sido la opción de Silvela. El país salía de su aislamiento tras la cuarentena a la que lo sometió Cánovas. Había una base sólida, aceptada por todos los partidos. Y eso era una seguridad para Francia5. Conocido el fracaso del gobierno de Marruecos para conseguir un empréstito en Londres y en París, el conde de San Bernardo expresó discretamente su decepción por las reservas de Francia con España6. Urgía el embajador Cambon a salir de un silencio expectante. Inglaterra había ganado una posición que hasta entonces jamás había tenido en España. Los amigos de Francia esperaban que las relaciones París-Londres llegaran a una seria entente.
3 Maura supo utilizar su condición de gran orador parlamentario en la defensa de lo que consideró justo en el asunto Nozaleda, cuyo nombramiento como arzobispo de Valencia, fue patrocinado por la Reina Regente, por Pidal y Joaquín Sánchez de Toca. Al comentar los discursos de Maura en el Congreso, Cambon dijo que no se habían escuchado otros iguales en muchos años de vida parlamentaria. 16 Jules Cambon-Delcassé, 31 enero, AAE NS SaintSiège 13 102-104. 4 131 Jules Cambon-Delcassé, 13 noviembre 1903, AAE NS Espagne 2 290. Se envió copia de este despacho a las embajadas en Londres, Lisboa y Berlín, y al ministro de Francia en Tánger. 5 “Pour moi, et toute mobile et fragile que soit l’opinion en ce pays, j’y vois la preuve, que le mouvement de sympathie, dont Mr Silvela avait été l’expression, et plus profonde que peut être ou n’aurait pu croire et je suis heureux de ces déclarations qui, venues des divers côtés de la Chambre, sont un avertissement pour ceux qui pourraient vouloir tourner les yeux vers d’autres amitiés que la nôtre. La politique extérieure de l’Espagne est liée a sa situation intérieure et une entente avec nous est la seule qui puisse faciliter le gouvernement ses relations avec les partis”. 123 Cambon-Delcassé, 17 noviembre 1903, AAE NS Espagne 39 61-64. 6 El comentario era de Schevitch, embajador ruso en Madrid. Procedía de una buena fuente.
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Alemania no tenía más oportunidades que las que le ofrecieran una decepción similar a la que hubo cuando fracasó el proyecto de Silvela de entrar en la alianza franco-rusa7. ¿Qué pasó entonces? Faltó al gobierno español tiempo y estabilidad. Silvela no llegó a precisar sus ideas, cuando se lo pidió el conde Lamsdorff. Cayó su gobierno. Y cada uno de los que le sucedieron quiso estudiar de nuevo el asunto, Eso alargó una negociación compleja y delicada que requería tiempo8. Abierta la crisis, Maura y Silvela aconsejaron la continuidad de Villaverde, pero a éste no obtuvo apoyo parlamentario más que para aprobar “las cuentas del Estado”. Renunció. Maura aceptó el encargo cediendo a la insistencia del Rey9. En la superficie todo parecía normal. No era así. Se auguraba una crisis del régimen10. ¿Se creaban expectativas que luego se defraudaban?11. Maura, un católico liberal, juzgado por Cambon “un catholique de l’école de Montalembert”, no quiso incluir en su gobierno a los amigos de Alejandro Pidal debido a su significación clerical12. A diferencia de Silvela en 1899, no cedió a esa exigencia. Deseaba gobernar con el Parlamento y durar, rasgos que le distinguían de todos sus antecesores. Pretendía tratar con Francia sobre Marruecos, el Mediterráneo y las relaciones comerciales, cuya dificultad conocía. Se proponía seguir la política exterior de Silvela. Lo haría sin “sestear”. No dejaría al paso del tiempo la solución de los asuntos pendientes. Los afrontaría, 7 Conf 129 y 131 Jules Cambon-Delcassé, Madrid 21 y 26 noviembre 1903, DDF II/4, Imprimerie Nationale, París 1932, 118 y 144-147. 8 Desde que Delcassé llegó al ministerio de Asuntos Exteriores en 1898 había tenido que negociar con siete ministros de Estado. sn y très conf Delcassé-Jules Cambon, 24 febrero, ib. 414-415. 9 Con agudeza, el embajador francés, informó que Maura en poco tiempo se había ganado la confianza, pero no “l’afection”, de la Corte, 24 Jules Cambon-Delcassé, 13 febrero 1904, AAE NS Espagne 2 319-320 10 “Cette crise, la façon dont elle a été dénoncée, les agitations qui l’ont amenée, les divisions qu’elle a laissé apercevoir dans tous les partis, tout cela n’est pas bonne augure et la monarchie ne peut que souffrir d’être entourée de dévouement si remplis des rancunes et d’amertumes”, 136 Cambon-Delcassé, 5 diciembre, ib. 302-303. 11 Villaverde habló contra Silvela y Maura. Hizo estas confidencias al embajador de Francia, con quien España estaba negociando entonces. 139 Cambon-Delcassé, 10n diciembre, ib. 306-307. 12 140 Cambon-Delcassé, 10 diciembre, ib. 308-309. La referencia a Montalembert, conf 87, 21 julio, ib. 263. Desconcertaba a Cambon la conducta liberal de Maura al mismo tiempo que mantenía firmes sus convicciones. Eso prueba mejor que cualquier otra cosa que Maura era un liberal. 135 y 143, 4 y 15 diciembre, ib. 300 y 311. Sus convicciones no eran una doctrina que se impone desde el poder. Esta es la conclusión más llamativa de Antonio Maura, un político liberal, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1995.
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porque la negociación sobre seguridad en el Mediterráneo occidental no estaba zanjada. Resolución para no aplazar decisiones y continuidad en la acción de los partidos revelaban una manera nueva de gobernar. Eso afectaba al futuro de la monarquía, a la que Maura atribuía la misión de dar solidez a la nación13. En cuanto a Marruecos, una novedad. La negociación con España estaba subordinada a la que se realizaba en Londres. De aquellos acuerdos dependerían los franco-españoles para el norte de África14. Sobre el Mediterráneo occidental, compartía Maura los puntos de vista de Silvela. Y estaba decidido a llegar a propuestas concretas. Persona liberal, uno de esos “libéraux impénitents” de los que habló Lacordaire, se proponía rehacer la marina y el ejército. Este era su argumento. “Il le faut, car si nous restons un objet de pitié et de dérision, notre amitié n’aura pas de valeur et nous souhaitons d’être assez forts pour qu’elle puisse vous être de quelque utilité, car peut-être, et je le souhaite, après l’entente avec vous irons-nous plus tard à l’alliance”15. Desde el principio, Maura recogió el planteamiento de Cánovas –ser fuertes para ser respetados primero y, luego, ser requeridos- y considerar que la política exterior suponía solidaridad con las instituciones. España, desde que se consolidaron las de la monarquía constitucional, debía buscar aliados que compartieran ese sistema de libertades y garantías. Eso fue la Cuádruple Alianza16. Maura la designará “alianza con las naciones occidentales”, Inglaterra, en primer término, y luego Francia. La geoestrategia era soporte de un modelo de sociedad y de una legitimidad política. De esa orientación guardó memoria y levantó acta unos años más tarde Gabriel Maura en el Congreso17. Durante el siglo XIX, cuando Francia y el 13 “…la monarchie, dans ce pays si détaché de son passé, si indiscipliné et si désorienté. Soit la seule institution qui représente quelque chose de solide. Elle serait très forte si le jeune Roi, comme jadis son père, entrait plus intimement en relation avec le public. On reproche à sa mère de le garder jalousement et on espère que lorsqu’il aura quelques années de plus il brisera avec une étiquette qui rappelle la Cour des derniers princes de la Maison d’Autriche, mai qui ne s’accorde pas avec la bonhomie et la familiarité coutumière en ce pays”. 143 Cambon-Delcassé, 15 diciembre, AAE Espagne 2 312 14 140 Jules Cambon-Delcassé, 10 diciembre, ib. 308-310. 15 Cambon advertía que los ataques a estos planes de Maura en la Bolsa de París desconocían que la industria francesa sería la que más se beneficiaría de ellos.142 Jules CambonDelcassé, 15 diciembre 1903, AAE NS Maroc 12 130-132. 16 La solidaridad entre las cuatro naciones occidentales con sistema constitucional ha sido estudiada por C. Robles Jaén, España y la Europa liberal ante la crisis institucional portuguesa (1846-1847), Servicio de Publicaciones de la Universidad de Murcia 2003. 17 Gabriel Maura Gamazo, El convenio entre Francia y España relativo a Marruecos. Discurso pronunciado en el Congreso de los Diputados el día 12 de diciembre de 1912, Madrid 1912, 47-49.
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Reino Unido fueron de acuerdo, la política española “vino a girar en la órbita de las potencias occidentales”. Moret lo dijo claramente: alianzas con Inglaterra o con Francia, no; con las dos, sí. Esa fórmula se cumplió. En cuanto hubo entendimiento entre Londres y París sobre Marruecos, España halló el modo de hacer compatibles sus intereses con los de Francia. Quedó confirmado en la conferencia de Algeciras y en la entrevista de Cartagena entre Eduardo VII y Alfonso XIII en 1907. Las tres naciones pactaron entonces la intangibilidad de la situación en el Mediterráneo y en el Atlántico, proporcionando así seguridad a Baleares y Canarias18. Aquellos compromisos modificaron un escenario, en donde actuaban dos bloques: la Triple Alianza, por un lado, y enfrente, Francia, Rusia e Inglaterra. España formando parte de la Triple Alianza podría ser una amenaza para el Reino Unido y Francia, pero “no resolvería sus cuestiones exteriores”. Ahora bien, “entendida con Francia e Inglaterra, resuelve su problema y, en caso de conflicto, es la retaguardia, porque por el Mediterráneo están delante Francia y Argelia, y por el Atlántico, están delante Francia y Reino Unido”. Para hacer valer los derechos, recogidos en esos documentos, era necesario construir una escuadra. Recién llegado al poder, el gobierno de Maura conoció la noticia, publicada en París, de una convención franco-española fijando las respectivas zonas de influencia en Marruecos. Fue desmentida inmediatamente. Desde 1902 venía negociando Fernando León y Castillo con Delcassé. Este se mostró entonces dispuesto a reconocer como zona española los territorios del Rif que rodean sus posesiones hasta Fez, si autorizaba España la construcción de un ferrocarril hasta la costa. No se admitió esta última condición y se rompió el acuerdo. Se decía ahora que Delcassé no deseaba reabrir la negociación. Jules Cambon ratificó la posición favorable a un cambio en Marruecos subrayando la situación especial y el interés predominante de su país. Un anticipo discreto. Si llegase a un acuerdo con Inglaterra, Francia, como lo había hecho antes con Italia, tendría en cuenta a España en lo que en él afectara a la situación en el Mediterráneo. Para entender esta postura, hay que tener presente que Jules Cambon creía que España carecía de recursos para llevar a cabo una expansión comercial en Marruecos. Se conformaría con un pequeño territorio, para satisfacer así su amor propio. La situación internacional de Francia había mejorado, tras su aproximación al Reino Unido e Italia. 18 Para alcanzar el pacto sobre Marruecos y luego sobre el Mediterráneo y el norte del Atlántico, hubo que contar con España, “porque ni Francia ni Inglaterra pueden resolver los dos problemas sin nosotros”.
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Marruecos sería ahora exclusivamente para Francia. La política española estaba varada. En un año, tres crisis con cambio del presidente del consejo y del ministro de Estado. Quien ocupara esta cartera tenía como lastre una opinión pública y unos partidos contrarios a asumir cualquier responsabilidad internacional19. Maura y su ministro de Estado, Faustino Rodríguez San Pedro, estaban a favor de que todo siguiera igual en Marruecos. Si eso fuera alguna vez imposible, esperaban que Francia e Inglaterra incluyeran a España en un futuro acuerdo. La opinión se movía. Según una expresión de Fullerton, corresponsal del The Times en Madrid, los españoles estaban saliendo de su “ceguera” respecto a Marruecos y a las intenciones de los gobiernos inglés y francés. Juan Pérez Caballero, persona de confianza de Moret, publicó una serie de artículos en el Diario Universal. Si Francia despreciaba los intereses y los derechos de España, ésta podría ofrecer sus puertos a Inglaterra o Alemania. En el reparto del territorio, España reclamaba una parte igual a Francia20. Labra, en su conferencia en la Unión Mercantil abogó por una intervención pacífica, pues la conquista era impensable. Su objetivo sería sustituir la administración marroquí y contrapesar de ese modo el dominio francés, otorgando seguridades a Inglaterra, Italia y Alemania. Estas ideas no eran aún compartidas por el mundo oficial. El Rey y su gobierno tendrían que hacerlas suyas el día en que vieran que España era tratada como una nación satélite. Eso planteaba a Francia cómo incorporarla al reparto de Marruecos sin herir su dignidad. Dejarla al margen afectaría durante años las relaciones franco-españolas 21. Nadie debía engañarse. Inglaterra no consentiría la exclusión de España22. Después de la visita de Alfonso XIII a Portugal, se habló de una posible entrevista con el rey Eduardo VII en Cádiz. La noticia no parecía confirmarse, porque Silvela se oponía. Pero era significativa. Se hablaba otra vez de unión ibérica. La idea fue siempre favorecida por los admiradores de Ingla-
19 3/1 Collobiano-Tittoni, 3 de enero de 1904. El desmentido de Delcassé, 52/28 Tornielli-Tittoni, 8 de enero, ASD DDS XL/12 1-3. 20 Pérez Caballero fijaba la zona española: Al norte, desde Melilla, comprendiendo Tánger, Rabat y Mazagán y todo el curso del Mulaya. Y al sur, Agadir y los territorios que llegan hasta cabo Bojador. Concedía a Francia el derecho de unir Argelia con el Atlántico, pero debería hacerlo por Senegal. 21 7 Jules Cambon-Delcassé, 17 enero 1904, DDF II/4, Imprimerie Nationale, París 1932, 267-270. 22 Lansdowne respondía al duque de Mandas, embajador en Londres, que había hablado con Paul Cambon sobre el futuro de Marruecos sin llegar a conclusiones, pero que “en tout cas nous ne ferions rien sans donner des satisfactions à l’Espagne”. Ese mismo lenguaje se usaba en París. Secret 16 Paul Cambon-Delcassé, 24 enero 1904, ib. 288.
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terra. Montero Ríos, que tenía la protección de la Reina, la aceptaba. Y Moret estaba de acuerdo con él. Ese proyecto lo sostenían las personas más influyentes en la carrera diplomática, como Emilio de Ojeda, ministro en Washington, y Juan Pérez Caballero. ¿Por qué la Reina Madre la apoyaba? Sospechaba que las conversaciones Lansdowne-Paul Cambon podrían estar fraguando un acuerdo sobre Marruecos que dejara fuera a España23. Marruecos era para ella un problema nacional. Estaba incompleta como nación, mientras no incluyera Portugal y Marruecos. Para incorporar al primero, relaciones comerciales, intercambios culturales, la conveniencia, el interés y el afecto, dejando al tiempo que madurara las cosas. En cuanto a Marruecos, el día en que Francia se instalara allí sería el “finis Hispaniae”. Se hablaba de una “liga europea”, integrada por Francia, Alemania, Austria-Hungría y Rusia, contra el Reino Unido, pero España no debería participar en ella. Siendo un país de costas, en ellas se hallaba su actividad comercial. Siendo una nación con islas, ponerse contra Inglaterra era arriesgar todo el litoral español. Se abriría luego la puerta a una invasión por Portugal. Por todas estas razones, el interés de España estaba al lado del Reino Unido, a donde iban el mineral, las frutas y productos de las huertas… Sus inversiones renovaban la industria. Habría que marchar a una alianza con ella “sin reservas ni distingos, sin esos misterios pueriles de nuestros hombres de Estado... No hay que olvidar que Inglaterra es la única que nos puede dar Marruecos”24.
2. Hacia Oriente, los Balcanes A finales de enero y por propia iniciativa el embajador austriaco en Roma confesó a Tittoni que la crisis macedonia no apartaría a su gobierno de la acción común con Rusia en los Balcanes, expresión de concierto europeo. Tittoni no se fiaba esa declaración y buscó ayuda en Francia para una amplia 23 La Reina preguntaba al embajador francés por esas conversaciones cada vez que se encontraba con él. 14 Paul Cambon-Delcassé, 30 enero, AAE NS Espagne 39 103-104. Sobre la posibilidad de un encuentro de Alfonso XIII con el rey Eduardo VII en Cádiz y con Guillermo II en Barcelona, aprovechando sus viajes por el Mediterráneo por motivos de salud, 27, 13 febrero, ib. 108-109. 24 “Con todo el mundo en guerra, y paz con Inglaterra”. “Cuestión de Alianzas. Lo que conviene más a España” Las Provincias, 2 de marzo de 1904, reproduce un texto firmado con el seudónimo Shiri (Juan Fernández Caballero?) y editado en el Diario Universal, de Madrid, en ese momento al servicio de Moret. El comentario a este clima de simpatía hacia Inglaterra, 47 Cambon-Delcassé, 4 marzo, AAE NS Espagne 39 128-129.
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entente. Dos semanas más tarde, el ministro fue más explícito. La guerra ruso-japonesa urgía la necesidad de una acción común franco-italiana apoyada por Inglaterra. Su objetivo no sería suplantar a Rusia en los Balcanes, sino equilibrar frente a Austria-Hungría su acción, disminuida ahora. Francia deseaba la paz en la zona, evitar un reparto y frenar la influencia austriaca en la medida en que fuera contra los intereses de Italia y Rusia25. Los italianos, según Lansdowne, habían sido siempre contrarios a encomendar los asuntos de Macedonia a rusos y austriacos26. Había además una orientación nueva en el gobierno italiano. Giolitti, según Rattazzi, su amigo íntimo, creía llegado el momento de romper amarras con los dos aliados27. Estaba a la espera de conocer la actitud de Francia28. Delcassé, conociendo la posición inglesa, recordó al embajador en Roma que coincidían los dos gobiernos en el mantenimiento del statu quo. Las reformas eran un medio para conseguirlo29. Había un malentendido en toda la correspondencia París-Roma. Italia estaba de acuerdo con Delcassé, que expresaba también la posición inglesa. Temía que el fracaso de las reformas, los disturbios que eso provocaría y la debilidad de Rusia incitaran a los austriacos a intervenir militarmente30. ¿Cómo afectaba esto a la política general europea? La prensa alemana insinuaba que Francia deseaba convertir la crisis de Macedonia en un asunto europeo y ponerse a la cabeza de las potencias que reemplazaran a Rusia31. Aunque era un error32, Delcassé no deseaba arriesgarse en esa dirección33.
25 T 30 y 52 Barrère-Delcassé, 31 enero y 14 febrero 1904, DDF II/5, Imprimerie Nationale, París 1932, 309-310 y 360. Delcassé confirmó las ideas expuestas por el embajador, añadiendo que Rusia no se había desinteresado de los asuntos de Macedonia. T 38, 34 Delcassé-Barrère y t 66 Barrère-Delcassé, 17 y 20 febrero, ib. 368, 388-389 y 387. 26 42 Paul Cambon-Delcassé, 18 febrero, ib. 375-376. 27 Había que aprovechar ese momento psicológico, la coincidencia en ideas y sentimientos del Rey y del gobierno. T 74-75 Barrère-Delcassé, 22 febrero, ib. 404-405. 28 T sn Barrère-Delcassé, 19 febrero, ib. 381. 29 T 44 Delcassé-Barrère, 22 febrero, ib. 403-404. 30 T 77 Barrère-Delcassé, 23 febrero, ib. 408. Ese mismo día informaba Delcassé al embajador en Londres. Urgent 81 Delcassé-Cambon, 23 febrero, ib. 409-410. 31 “Tout concourt donc ainsi à rapprocher l’Allemagne du coeur de la Russie et à en éloigner la France”. 66 Bihourd-Delcassé, 23 febrero, ib. 410-411. 32 Eso, al menos, pensaba el embajador francés en Moscú. Creía que la situación evolucionaba contra Alemania. La cooperación de Rusia con Austria en los Balcanes había creado “une véritable intimité et des relations confiantes” entre los dos gobiernos y los dos emperadores. 19 Bompard-Delcassé, 25 febrero, ib. 419-423. 33 T 47 Delcassé-Barrère, 24 febrero, ib. 413-414. Barrère estaba ocupado en convencer a Tittoni e incluso a Giolitti del riesgo que entrañaba su plan de intervenir en los Balcanes. Très conf 38 Barrère-Delcassé, 29 febrero, ib. 429-430.
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Su colega Tittoni estaba de acuerdo con él34. Esta postura era de gran valor pues las intenciones de Goluchowski eran pacíficas35, como lo eran las declaraciones del conde Lamsdorff36. Tittoni deseaba, pues, ampliar el acuerdo entre Francia e Italia, desde el Extremo Oriente a los Balcanes. La guerra ruso-japonesa podría otorgar a Austria una influencia dominante en esta zona que pusiera en peligro la paz. Había un partido militar que podría impulsar a Goluchowski a ir más allá de lo que era prudente. Mientras, Alemania guardaba silencio y se abstenía. Se extrañaban en Roma de la conducta de Berlín. En medio de dos “aliados”, no sabían a qué atenerse37. Había algo más que una conversación en este intercambio de ideas de Tittoni con Barrère. Era una propuesta seria para concertar la política exterior de las dos naciones. Quería advertir que el gobierno italiano, pese a su tono de izquierdas, bajo la presidencia de Giolitti, estaba muy lejos de practicar una política “aventurera”38. Sabemos que Tittoni manifestó su deseo de que los dos gobiernos intercambiaran sus puntos de vista “au fur et à mesure que les évènements le nécessiteront, et sur toutes les question de politique générale intéressant les deux pays”39. Iniciada la guerra ruso-japonesa, el general Linares, ministro de la Guerra en el nuevo gobierno de Maura, preparó un proyecto de fortificaciones para Canarias, la bahía de Algeciras y las zonas cercanas al Estrecho, Galicia y Baleares. La Reina Madre estaba convencida de que Inglaterra quería Canarias y deseaba que Portugal se quedara con Galicia. Estos planes militares incluían créditos extraordinarios, recogidos en la proposición de ley presentada por el gobierno el 3 de febrero en las Cortes. Fueron aconsejados por Inglaterra. Su objetivo era defender la neutralidad española en caso de guerra. El embajador ruso protestó, creyendo ver en esa iniciativa una acusación velada hacia su país, el único que, en esas circunstancias podría violar la neutralidad española. Los planes del gobierno conservador eran una buena oportunidad para la industria militar francesa40. 34 “M. Tittoni s’est déclaré profondément satisfait de l’identité de nos vues”. T 81-82 Barrère-Delcassé, 25 febrero, ib. p. 416. 35 30 Reverseaux-Delcassé, Viena 9 marzo, ib. 442. 36 T 52 Delcassé-Barrère, 26 febrero, y t 95 y 105 Bompard-Delcassé, San Petersburgo, 29 febrero y 6 marzo, ib. 426, 429 y 437. 37 Très conf 30 Barrére-Delcassé, 10 febrero 1904 AAE CP NS Italie 19 43-47. 38 Así se lo había confirmado Luigi Luzzatti, T.c. 74 y 75 Barrère-Delcassé, 22 febrero ib. 61-62. 39 Extracto de un telegrama, 7 agosto 1904, texto mecanografiado, ib. 259. 40 El embajador en Madrid pedía instrucciones para poder manifestar la satisfacción de su país por ese esfuerzo para dotar de más y mejores medios al ejército. 33 Jules CambonDelcassé, 18 febrero 1904, DDF II/4… 379-381.
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La decisión danesa de fortalecer su marina y su ejército con el mismo fin apuntaba también, según Jules Cambon, a sugerencias de Inglaterra, que deseaba asegurar los estrechos en el norte y en el sur de Europa. En esas circunstancias, pareció oportuno al embajador ruso recordar la propuesta de Henry Drummond Wolff, el 11 de agosto de 1898, cuyos términos, según hemos visto en su lugar, eran: España ayudaría al Reino Unido en caso de guerra. No construiría fortificaciones ni colocaría baterías a menos de 11 millas marinas de Gibraltar. Inglaterra podría reclutar como soldados a ciudadanos españoles. El Reino Unido ayudaría a España a defender la bahía de Algeciras y defendería con sus armas las Baleares y las Canarias. No lo aceptó entonces España, que se juzgaba capaz de defender su soberanía y su integridad. Pero hizo una contraoferta. España no atacaría Gibraltar ni permitiría que otra potencia lo hiciese. Inglaterra no realizaría operaciones militares en territorio español y auxiliaría a España en caso de que se le solicitase. Deseaba Londres un tratado formal en que quedase constancia de que España jamás colocaría cañones cuyo alcance de tiro llegase a la plaza de Gibraltar y a sus dependencias. Y consentiría que los oficiales de la marina inglesa vigilasen las obras que se hiciesen en esta zona. Todo quedó paralizado, porque España nada recibía a cambio de estas concesiones41. En plena la crisis del Extremo Oriente, Maura dijo, en los pasillos del Congreso, que había que tener cuidado con las “salpicaduras”. Estas palabras dieron lugar a especulaciones sobre una posible guerra entre Francia e Inglaterra. Había varios datos. El general Linares anunció el envío de dos baterías de montaña a Algeciras y de unos regimientos a Canarias, Ceuta, algunos puntos en torno al Estrecho, Mahón, Mallorca y las costas de Galicia. Las tropas mandadas a Galicia y Canarias señalaban que inquietaba al gobierno un posible golpe inglés, que entregara Galicia a Portugal y que se apoderara de Canarias. La Reina no dudaba de que esto pudiera suceder, como ya hemos visto. El 18 de febrero, El Liberal, diario republicano alineado con los ingleses, hablaba de una oferta de Londres: España debía estar en condiciones de asegurar su neutralidad en caso de una guerra en Europa. El gobierno inglés cooperaría con el español. Faustino Rodríguez San Pedro dijo al embajador
41 Aunque el desplazamiento de tropas hacia Algeciras y Vigo parecían apuntar a un previsible ataque inglés, las bolsas de Madrid, París y Barcelona sufrieron pérdidas por el miedo que suscitó la posible alianza española con el Reino Unido. Très conf sn Jules Cambon-Delcassé, 20 febrero, ib. 390-393. Una copia del despacho del despacho del embajador en Madrid, informando del resultado de las presiones inglesas sobre el gobierno de Sagasta, 141 Jules Patenôtre -Delcassé, 23 octubre 1898, AAE CP NS Maroc 1 125.
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francés que se tomaban las medidas necesarias para hacer respetar la neutralidad española42. Para Francia era la hora de lamentar el fracaso del proyecto Silvela de una entente entre España y la alianza franco-rusa, y el error del conde de Lamsdorff43. Desde que estalló la guerra ruso-japonesa, Guillermo II no dejó de manifestar su simpatía con Rusia. ¿Por qué motivos? Decepcionado y rechazado por Inglaterra, se volvía a Rusia. La prensa oficiosa destacó la amistad de franceses e ingleses. De ese modo buscaba crear desconfianza hacia Francia y mostrar que rusos y alemanes sufrían la hostilidad inglesa44. Tenían un enemigo común. Estaba convencido de la victoria rusa. Llegado ese momento, las buenas relaciones reportarían beneficios económicos. La guerra debilitaba a un vecino poderoso, rompía su alianza con Francia, acrecentaba el papel de Austria-Hungría en los Balcanes y dejaba a Alemania mayor libertad de acción en Turquía45.
3. El triángulo Francia, Reino Unido y Alemania Guillermo II hizo un crucero por el Mediterráneo, a su paso por Vigo, se entrevistó con Alfonso XIII. El 11 de marzo lo anunció Maura. La prensa acogió bien la noticia, con la excepción de El Liberal, que juzgaba el acto una ofensa a Inglaterra y a Francia. Había tenido gran interés la Reina María Cristiana en ese encuentro. Guillermo II quiso reducir su alcance a un acto de cortesía, pues el protocolo exigía que fuera el Rey de España quien acudiera antes a Berlín. 42 Atendiendo al interés de Francia en asegurar esa neutralidad, Cambon pidió autorización para poder comunicar al gobierno español la satisfacción de París por esas medidas defensivas. 33 Jules Cambon-Delcassé, 18 février 1904, AAE NS E 39 112-113. Un resumen de la negociación en torno a la defensa de la bahía de Algeciras en 1898, très conf sn, 20 febrero 1904, ib. 114-115. El ministro de Estado dijo el 9 de marzo en el senado que los créditos para Marina y Guerra solicitado por el gobierno tenían como fin asegurar y hacer respetar la neutralidad española. 43 La dimisión de Silvela bloqueó el plan. Delcassé se quejaba de la inestabilidad ministerial en España. Desde 1898 habían ocupado la cartera de Estado siete personas diferentes. Delcassé-Cambon, 23 febrero, ib. 39 123. 44 Para frenar esa maniobra, el gobierno inglés y Eduardo VII trataban de rebajar la tensión con Rusia para que el conflicto se mantuviera recluido en el Extremo Oriente. Una condición era que el Reino Unido no asumiera compromisos con nadie en relación a Macedonia. T sn Bompard-Delcassé, 27 febrero, DDF II/4, París 1932, 428-429. 45 “L’initiative allemande est certaine, continue, mais son succès est jusqu’à présent douteux”. 65 Bihourd-Delcassé, 22 febrero 1904, ib. 405-406.
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Hablaron sin testigos No podría descartarse que hubieran tratado de la situación en el Mediterráneo y en Marruecos. Según Radowitz, Guillermo II aconsejó al Rey que visitara París. Ese acto habría de ser “la base de l’attitude extérieure du nouveau régne”. Una de las consecuencias de esta entrevista en Vigo debería ser una visita de Alfonso XIII a las posesiones españolas en el norte de África. En esos momentos se comentó la existencia de acuerdos negociados en Londres sobre Marruecos. Esos rumores tratarían de sondear la reacción de las otras partes interesadas46. Había datos preocupantes. Era evidente que el emperador, consciente de sus deberes como soberano, trató de influir en el Rey de España, presentando de forma halagadora el papel que podría jugar en las diferentes combinaciones europeas. La prensa adoptó un tono ditirámbico. La entrevista ponía fin al aislamiento español. El Liberal, un diario republicano y filo-francés, recordó, sin embargo, que la base de la política exterior española era una amistad por igual con Inglaterra y Francia. Es verdad que el subsecretario de Estado, Castro y Casaleiz, aseguró a Jules Cambon que se trataba de un acto de cortesía y que la primera visita oficial del Rey a un jefe de Estado extranjero sería al presidente de la República Francesa. El embajador no dudaba de que el Mediterráneo y el norte de África fueran los dos asuntos más importantes en la conversación. Ninguno de ellos era indiferente para Francia. Radowitz aseguró a Jules Cambon que Guillermo II había aconsejado al Rey que conociera a sus pueblos de España, visitando sobre todo los grandes centros urbanos e industriales47. En política exterior, le había insistido en que buscara el apoyo de Francia48. Por eso su primera salida debería ser París. Luego vendrían Berlín y una estancia en Viena49. El carácter meramente personal del encuentro, al que no acudieron ni Maura ni Rodríguez San Pedro, fue el argumento utilizado por Fernando León y Castillo para explicar a Delcassé que la visita carecía de alcance po-
51 et 52 P. de Margerie-Delcassé, 17 et 20 mars 1904, AAE NS Espagne 39 135-143. El gobierno tenía aprobado el viaje del Rey a Cataluña y Baleares. Desde aquí marcharía a las posesiones españolas en el norte de África, deteniéndose en Ceuta y Melilla, prolongando de ese modo la visita a Andalucía. Le acompañarían Maura y el general Linares, ministro de la Guerra. ¿Había influido en esas decisiones la entrevista con Guillermo II? 48 A su regreso de España, León y Castillo comunicó al ministro de Asuntos Exteriores que Guillermo II había indicado al Rey de España: la geografía os señala que el principal aliado de España es Francia. Con ella debía entenderse en Marruecos. Coincidía con la declaración de Maura: “relaciones amistosas y cordiales con todos, íntimas, con Francia. T 20 Delcassé-Jules Cambon, 31 marzo, DDF II/4, 525. 49 51, 52 y 53 Jules Cambon-Delcassé, 17 y 20-21 marzo 1904, ib. 456-459 y 572-575. 46
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lítico50. Era evidente, sin embargo, que las relaciones germano-españolas eran “ostensiblement amicales”. Eso podría favorecer la intromisión de Berlín en los asuntos de Marruecos51. El príncipe Hugo Radolin, embajador alemán en París deseaba saber de forma clara qué pretendían Francia e Inglaterra. Lo dijo directamente al ministro de Asuntos Exteriores. Delcassé respondió que los dos gobiernos estaban hablando desde hacía tiempo. No había acuerdos. Francia, tal como había declarado en el senado y en la Cámara, quería que la situación existente en Marruecos perdurara. Prueba de ello fue la conducta del gobierno francés: no aprovechar las ocasiones para una legítima intervención en Marruecos. Con España, las relaciones eran amistosas y el gobierno de Madrid lo sabía. Como responsable de la política exterior francesa conocía los intereses españoles y sus aspiraciones52. Todo esto a menos de dos semanas de que se firmaran los acuerdos Francia-Reino Unido y unos días después de que hubiera ya un texto base del mismo Estuvo Guillermo II también en Italia. Lo que estaba pensado como visita privada alcanzó una dimensión política, como revelaban los brindis pronunciados en Nápoles. Para conseguirlo, Alemania logró que Tittoni, el ministro de Exteriores, acompañara al Rey Víctor Manuel III. A ambos se les obligó a que en ellos se elogiara a la Triple Alianza. De ese modo se comprometía el éxito del previsto viaje del presidente Loubet53. El embajador de Italia en Londres conocía la existencia de negociaciones entre Francia e Inglaterra. Los franceses tenían importantes intereses económicos y la opinión de los dos países le daba un “spontaneo assenso”. Eduardo VII viajó a París antes de que estallara la guerra ruso-japonesa. Aunque ingleses y franceses tenían compromisos con cada uno de los beligerantes, la negociación siguió adelante. El Reino Unido haría, según Pansa, una declaración de “desinterés” sobre Marruecos a favor de Francia, similar a la que los dos gobiernos hicieron a favor de Italia respecto a Tripolitania y
T 17 Delcassé-Jules Cambon, 21 marzo, ib. 474. En esos momentos la prensa alemana se conformaba con las declaraciones de Francia: no buscaba la ocupación de Marruecos, sino abrir el país a la civilización europea. Los intereses comerciales alemanes no corrían peligro. 93 Bihourd-Delcassé, 25 marzo, ib. 504-505. 52 T 40 y 40 bis Delcassé-Bihourd, 27 marzo, ib. 509-510. Cuando el acuerdo fue público, la Reina Madre quedó tan impresionada que deseaba ir a París y entrevistarse con el presidente Loubet. Jules Cambon aseguró al secretario de la Reina que Delcassé estaba decidido a poner en el asunto “l’esprit de la plus cordiale amitié à l’égard de l’Espagne”. T 22 Cambon-Delcassé, 12 abril, DDF II/5, París 1934, 13-14. 53 Barrère sólo quería frenar esa operación. Por eso reconocía que habían sido excesivas sus reclamaciones ante Tittoni 59 Barrère-Delcassè, 31 marzo 1904, AAE CP NS Italie 19 120-123. 50 51
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Cirineica. Se mantendría la libertad de comercio y de residencia. La noticia que envió a Roma anticipaba con exactitud lo que fue el acuerdo54. El 12 de marzo de 1904 se había convenido ya sobre la orilla derecha del Sebú como limite de la zona neutralizada. Estaba pendiente conocer las garantías que Inglaterra ofrecía a Francia sobre los asuntos pendientes en Egipto. Si no era posible tener un texto, incluso poniendo en ello la mayor diligencia, cabría sustituirlo por una declaración verbal antes de Pascua. Esta solución era muy delicada, pues Lansdowne quería que se mantuviera el secreto. Delcassé consideraba innegociable la libertad de acción en Marruecos para alejar los inconvenientes que pudiera crear la susceptibilidad de los marroquíes. “À ce dernier point de vue, partie de l’arrangement relative à l’Espagne sera un sérieux obstacle”55. Esos días La Época, del partido conservador en el poder, se extrañaba del silencio de la prensa española sobre los asuntos de Marruecos. Aunque fuera ya tarde, debía exigir España el derecho a ser oída56. El 20 de marzo había un texto base para cerrar la negociación. En Marruecos se establecía reciprocidad en derechos y deberes con los que Inglaterra aceptaba en Egipto. Hablaba de la libertad de navegación por el canal de Suez (art. V). En cuanto a la neutralización de la margen derecha del Sebú, debía quedar claro que el control sobre sus alturas quedaría en manos de quien tuviera el de su desembocadura (art. VI). La parte pública de la declaración concluía mencionando la negociación de un acuerdo franco-español, que se comunicaría a Inglaterra (art. VII). La parte secreta buscaba no herir el orgullo de marroquíes y españoles. Francia renunciaba a que las otras potencias aprobaran a lo pactado sobre Egipto, porque no pedía la de Londres para que aceptara lo convenido sobre Marruecos57. El 22 de marzo se reunieron Paul Cambon y Lansdowne y discutieron el proyecto58. Algunas filtraciones suscitaron comentarios, todos
54 “In seguito a questa promessa di desistenza dell’Inghilterra di fronte alla pacifica penetrazione politica della Francia lungo la frontiera del Marocco, spettarebbe alla Francia stessa di cercare un’intesa colla Spagna, per modo di dare a questa potenza la debita soddisfazione dei suoi speciali diretti e interessi”. 357/128 Pansa-Tittoni, 18 marzo 1904, ASD Politica 713, pacco 893 55 T 47 Delcassé-Paul Cambon, 12 marzo 1904, DDF II/4, París, Imprimerie Nationale, 1932, 452. 56 52 Jules Cambon-Delcassé, 20 marzo 1904, ib. 574. 57 El documento con las explicaciones a sus artículos, secret 130 Delcassé-Paul Cambon, 20 marzo, ib. 465-472. 58 Secret 85 Cambon-Delcassé, 23 marzo, ib. pp. 477-494, la parte relativa a Egipto y Marruecos, 480-488.
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eran unánimes al propiciar un entendimiento entre los dos gobiernos. Subrayaban las concesiones hechas a Francia, pero querían que el acuerdo “ne laisse ni d’un côté ni de l’autre le sentiment d’une injustice subie ou d’un mauvais marché accepté”59. Una dificultad imprevista fue la reacción de Arthur Balfour: el proyecto perjudicaba a Inglaterra. Ningún parlamento lo aprobaría. Faltaba el que Francia reconociera la ocupación de Egipto para que las otras potencias y el Sultán de Constantinopla la aceptaran Por esa razón Lansdowne juzgaba necesario introducir una enmienda: el gobierno francés reconocía que la ocupación temporal de Egipto se había convertido en permanente por la fuerza de las circunstancias. Pero esto no lo admitiría la opinión francesa. Bastaba el compromiso de no insistir en la fecha de la evacuación. La situación parlamentaria del gabinete Balfour no garantizaba la aprobación del acuerdo, salvo que se reconociera el derecho de Inglaterra a permanecer en Egipto. Sólo cabía pedir contrapartidas. Lansdowne quiso añadir un artículo VIII, recogiendo la voluntad de mantener el statu quo territorial en Marruecos y en “las islas adyacentes”. España podría asociarse a ese compromiso. Era una demanda ambigua. Podría significar asegurar los dos archipiélagos españoles frente a terceros o pedir su neutralización. Este punto era crucial: Francia no podría consentir que una potencia naval se estableciera en Baleares y Canarias. La independencia de estas subía de valor para Francia cuando ocupase Marruecos60. Delcassé juzgaba que la declaración conjunta suponía la renuncia de Francia a cualquier reclamación sobre la salida de las tropas inglesas estacionadas en el Valle del Nilo. Los dos gobiernos se hallaban sometidos a la presión de la opinión y de sus parlamentos. Una salida sería que Francia dijera que renunciaba a poner fecha al abandono de Egipto. En una nueva entrevista, Lansdowne declaró que entre las “islas adyacentes” estaban las Canarias. Paul Cambon se limitó a recordar que eran de soberanía española y que habría que negociar con Madrid una garantía sobre ellas o su neutralización. No parecía oportuno incluir este punto en el acuerdo. ¿Podría servir la apertura de este asunto para acelerar la negociación franco-española, teniendo en cuenta que el embajador León y Castillo era de Las Palmas? Aportó Delcassé dos reflexiones. La discusión sobre Canarias debería incluir las Baleares. Y la complejidad del asunto complicaría la negociación
59 60
87 Cambon-Delcassé, 24 marzo, ib. 497-499. Secret 88 Cambon-Delcassé, 25 marzo, ib. 501-504.
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a punto de concluir. El artículo VII hablaba del acuerdo con España61 y su redacción era inmodificable62.
4. Marruecos: una frontera, una cultura y un mercado para España Desde el 18 de marzo la prensa, española y extranjera, informaba sobre unos tratados entre Francia e Inglaterra. Alguno de ellos afectaba al futuro de Marruecos. En esta zona España se jugaba su propia independencia. Si cayese bajo un protectorado militar o pacífico de Francia, quedaría España sitiada. Parecía que esa cuestión se negociaba dejándola fuera. ¿Reconocía el gobierno de Maura que todo lo que sucediera en el Noroeste de África era de interés vital para España? A esta pregunta de Eugenio Montero Ríos, respondió el ministro de Estado en el senado el 21 de marzo. En este asunto habría que distinguir tres partes: la negociación, los acuerdos incluso sobre temas ajenos al interés español y sobre los que sí tocaban los intereses españoles. Era evidente que un acuerdo entre las dos naciones alejaba el riesgo de un conflicto en un momento en que la situación en el Extremo Oriente era grave. Un convenio que resolviera las cuestiones pendientes entre las dos potencias garantizaba la paz. Sobre un acuerdo en Marruecos que pudiera afectar a España, las noticias eran contradictorias. Con todo, las relaciones cordiales de Francia e Inglaterra con España hacían suponer que no se ignorarían sus derechos ni sus legítimos intereses. Rodríguez San Pedro, sin romper la confidencialidad ni la discreción con la que habían de tratarse estos asuntos, leyó un telegrama de la agencia Havas: “El Figaro y el Petit Parisien dan extensivos y precisos detalles de los acuerdos a que pronto llegarán Inglaterra y Francia en la cuestión colonial. A cambio de las concesiones de Francia respecto a Egipto, Inglaterra prescindirá de Marruecos. En esta última parte, ambas naciones tratarán de acuerdo con España”. Había “fundados motivos para entender que esto es así”63. 61 “Les deux gouvernement, s’inspirant de leurs sentiments sincèrement amicaux pour l’Espagne, prennent en particulière considération les intérêts qu’elle tient de sa position géographique et de ses possessions territoriales sur la côte marocaine de la Méditerranée et au sujet desquelles le Gouvernement français est disposé à se concerter avec le gouvernement espagnol”. 62 Secret 90 Cambon-Delcassé y 149 Delcassé-Cambon, 28 y 29 marzo, ib. 511-515 y 517-518. 63 Estas palabras del ministro de Estado confirmaban lo que ya se sabía: España había recibido garantías de Francia e Inglaterra de que nada acordarían a espaldas de ella. _¿Sacaría España ventajas de esas promesas? 184/61 Celesia-Tittoni, 22 de marzo de 1904, ASD SP P 208.
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La prensa sostenía dos versiones del acuerdo. Una, Inglaterra se desentendía de todo lo que no fueran los puertos de Marruecos en el Mediterráneo y el Atlántico. La segunda añadía que, en todo lo demás, Francia se pondría de acuerdo con España. El senador liberal juzgó conveniente recordar que Francia, desde hacía años estaba dominada por “la manía de la expansión colonial”. Y el partido que la sostenía abogaba por ampliar los dominios franceses en África y apuntaba a la necesidad de llegar desde Argelia hasta el Atlántico. Ese proyecto hería intereses ligados a la independencia de España De la intervención de Rodríguez San Pedro subrayó Jules Cambon que las buenas relaciones entre Francia e Inglaterra beneficiaban la paz. Habían conseguido que el conflicto ruso-japonés no se extendiera. Así era y lo puso de relieve la reacción de Rusia a la noticia del acuerdo entre ellas. La prensa rusa guardó silencio. Lamsdorff se felicitó, porque las buenas relaciones entre París y Londres favorecerían a Rusia en su conflicto con Japón. La prensa alemana juzgaba que ese acto beneficiaba la paz, al quitar un motivo de distanciamiento y recelo entre dos potencias europeas64. En cuanto al “intercambio de ideas sobre Marruecos”, habían convenido Londres y París tener en cuenta los derechos de España. La cuestión de Marruecos no se resolvería sin España ni contra España. Esas palabras, según Montero Ríos, contradecían las noticias, según las cuales, Londres dejaba manos libres a Francia en Marruecos. Buenaventura Abárzuza, ministro de Estado con Silvela, recordó que, en una situación más grave, en plena crisis en Marruecos, Delcassé había manifestado su voluntad de defender su independencia. Entonces como antes y como debería ser siempre, la política del gobierno Silvela fue marchar de acuerdo con Londres y París para poder intervenir en la solución de la cuestión marroquí. El statu quo en Marruecos era compatible con la penetración pacífica de Francia65. Dos días más tarde y también en el senado, hubo un debate entre Faustino Rodríguez San Pedro y Labra. Insistió aquel en la neutralidad de España. Apuntó las señales positivas. Una, la calma con que Francia e Inglaterra observaban la crisis en Extremo Oriente. El viaje de Guillermo II por el Medi-
64 145 Bompard-Delcassé y 97 Bihourd-Delcassé, San Petersburgo y Berlín, 31 marzo 1904, DDF II/4… 526-529. 65 Fue la España, el diario ligado a Maura, quien puso en alerta, avisando que Francia tenía la manía de acrecentar sin tregua sus dominios en África. Y que el Reino Unido jamás hacía concesiones gratis. Por eso buscaría o recibiría compensaciones. Y Francia estaba demostrando que sólo respetaba a los fuertes. Resumen en 54 Jules Cambon-Delcassé, 22 marzo 1904. DDF II/4… 475-477.
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terráneo era otro síntoma, reiterando la versión oficial: la entrevista con el Rey en Vigo fue un acto de cortesía sin alcance político. En pocos meses la definición del statu quo se había ajustado a lo que Labra66 pidió en el Senado en junio de 1903: abrir Marruecos a los beneficios de la civilización y hacerlo con el concurso de todas las potencias67. La entente entre Francia y el Reino Unido podría provocar sospechas sobre el futuro de Marruecos. Era lógico, pero también lo era esperar que no se prescindiera de los intereses de España, basados en la historia, en tratados internacionales y en su influencia en aquella sociedad. Marruecos no era sólo una frontera. Era una cultura y una salida para el comercio. Para ejercer derechos hay que poder hacerlos valer. España se preparaba para eso, mejorando la situación de sus posesiones en la zona68. Los acuerdos de Francia con Inglaterra eran necesarios y tenían su lógica. Francia estaba obligada a entenderse con Inglaterra en Marruecos, porque no podía alegar derecho alguno. Ni siquiera un gobierno belicoso, dispuesto a jugarse todo por el todo, emprendería una conquista a costa de una guerra con los marroquíes, a quienes auxiliarían los ingleses y les proporcionarían armas. Francia tendría además problemas en muchos lugares del mundo donde coincidía con ellos. Existía el precedente de Túnez. En aquella ocasión, Francia tuvo el asentimiento de Inglaterra y Alemania. Eso le ahorró el esfuerzo y el dinero que costaron antes la posesión de Argelia. Por eso la perspectiva abierta con el acuerdo del 8 de abril sería “la pénétration pacifique”69. El 3 de abril, en una carta a su hijo, comentaba Paul Cambon que no le fue fácil ajustarse a las instrucciones de una persona como Decalssé, un meridional, que “recule, parle, oublie le lendemain ce qu’il a dit la veille”. Lord
66 Un comentario a la intervención de Labra en el Senado y el agradecimiento del embajador al ministro de Estado, 56 y t 14 Jules Cambon-Delcassé, 29 marzo, DDF II/4… 475477 y 520-522. 67 Cuando se conoció produjo el acuerdo franco-inglés sobre Marruecos, el ministro de Estado dijo que su artículo 7, al impedir las fortificaciones, apostaba por una penetración pacífica, cuya meta sería el desarrollo de la cultura y de las industrias europeas en Marruecos. Esa había sido siempre la postura española. A ella se había sumado el gobierno francés. Delcassé estaba a favor una acción pacificadora y reformadora, que no causara quiebras dramáticas en las tradiciones de Marruecos. 243/80 A. Celesia-Tittoni, 15 de abril de 1904. Sobre la política de Delcassé hacia Marruecos, 1356/567 Tornielli-Tittoni, 12 de mayo, ASD DDS XL/12 11 y 33. 68 Estas declaraciones, que, el encargado de negocios de Italia, nada aportaban, defraudaron. 190/64 A. Celesia-Tittoni, 24 de marzo de 1904, ASD DDS XL/12 9. 69 Paul Cambon-Henri Cambon, 8 abril 1904, en Laurent Villate, La République des diplomates. Paul et Jules Cambon 1843-1935... 250.
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Lansdowne era su contrafigura: reservado y recto, de una sola palabra70. Por fin el 8 de abril se firma el acuerdo71. El 12 de abril Lansdowne depositaba en el parlamento el Blue Book con los documentos de la negociación72. Será ratificado en 1 de junio en los Comunes por unanimidad. Lo hará por una amplia mayoría la Cámara de Diputados francesa en noviembre. Era el comienzo de una “détente cordiale”, que arreglaba los contenciosos existentes. Francia renunciaba a Egipto y a los derechos de sus pescadores en Terranova. La firma anunciaba el deseo de los dos gobiernos de proceder de acuerdo en los asuntos internacionales. Eduardo VII creía que el acuerdo abría la puerta a un convenio similar con Rusia. La guerra ruso-japonesa será la primera prueba. Inglaterra era aliada de Japón, y Francia, de Rusia. Había que evitar que esa situación empujara a Nicolás II a buscar la alianza con Guillermo II73. Un acuerdo con Londres ofrecía a Francia mayores garantías, porque el riesgo de una alianza Berlín-Londres era casi nulo74. El acuerdo rompía el sistema de equilibrio entre fuerzas contrapuestas que permitió a Marruecos preservar su soberanía e independencia. ¿Se hizo con el “conocimiento previo y la aprobación de España”? ¿Fue ésta un “factor necesario” para concluirlo? Rodríguez San Pedro y Maura dejaron claro que el tratado franco-británico reconocía los derechos de España. Había cambiado en 1904 la situación que obligó al partido conservador en 1902 a abstenerse de aprobar lo convenido entre León y Castillo y Delcassé. Dos años más tarde sí marchaban de acuerdo el Reino Unido y Francia. Se cumplía, pues, el supuesto de Moret como guía de la política exterior de España respecto a las “potencias occidentales” de Europa75. 70 Paul Cambon comprende la retirada de los españoles de la negociación en 1902, desconcertados por la conducta maniobrera del ministro francés. En contrapartida, Paul Cambon reconoce en Delcassé “le goût des transactions”, que le capacita para las negociaciones complejas, sin que se eche atrás ante sus responsabilidades como ministro. 71 Vid. el texto francés, DDF II/4 529-543. Resumen y comentario, José María Campoamor, La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900-1904), Madrid 1951, 88-104. 72 Informe del encargado de negocios, 116 Geoffray-,Delcassé, 13 abril 1904, DDF II/5 París. Imprimerie Nationale, 1934, 20-22. El texto del acuerdo, A. G. P. Martin, Quatre siècles d’histoire marocaine. Au Sahara e 1504 à 1902. Au Maroc, de 1894 à 1912, Felix Alcan, París 1923, Éditions La Porte Rabat 1994, 414-418. 73 “Vous aller voir l’empereur (Nicolas II), dites-lui la verité. Nous voulons rester neutres et nous ne ferons rien contre vous”. Eduardo VII a Paul Cambon, palabras recogidas en la carta de este a su hijo Henri, 19 febrero 1904, en Laurent Villate, La République des diplomates… 252. 74 La conducta de las potencias coloniales revela su voluntad de reparto del mundo, sin contar con los pueblos afectados. En ese reparto entran territorio, ventajas económicas y equilibrios estratégicos, ib. 234-249. 75 Gonzalo de Reparaz, Política de España en África, Madrid 1907, 371-391.
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5. “...une vaste entente méditerranéenne” Con todo, la negociación España-Francia sobre Marruecos se “eternizaba” en torno al carácter público o confidencial del acuerdo. Delcassé no quería que tuviera la apariencia de que se trataba de un reparto. Por eso abogaba por mantenerlo secreto. Los españoles estaban por un acuerdo formal, que debería comunicarse a las Cortes. Había que tener paciencia, porque, según Paul Cambon, “nous ne pouvons nous dispenser de nous arranger avec eux sur le Maroc. Il serait très dangereux de les voir s’unir au Allemands pour nous chercher noise et qui sait? Les céder les Chafarines ou une de leurs présides”. ¿A qué resultado se llegó? A una fórmula ambigua: promesas de mantener el statu quo territorial y un plan de reparto. Delcassé había conseguido su objetivo: “une vaste entente méditerranéenne sur le Maroc”76. El mismo día en que se firmó el acuerdo, Paul Cambon dijo que España no se conformaría con las concesiones en el Norte de Marruecos. En la negociación convenida, Francia podría reconocer a España el incluir en su zona de influencia los territorios entre el cabo Bojador y el Draa. Instalada en Río de Oro, España juzgaba suya la costa que subía hasta Cabo Juby. Los mapas ingleses lo señalaban así. Los españoles tenían derecho al territorio situado frente a las Canarias, que, carecía de valor, pero les interesaba no dejar las Islas a merced de cualquier aventura. Por eso apreciarían “l’avantage d’obtenir de la France et de l’Angleterre une garantie pour cet Archipel”. Era una previsión nada desinteresada. “Si nous devons un jour ou l’autre nous installer complètement au Maroc, il est prudent de mettre les Canaries à l’abri des convoitises de quelque grande puissance maritime”77. Preocupaba a Alemania la situación de España después del 8 de abril. Es un dato importante. Tras la entrevista de Vigo 78, el embajador alemán en Laurent Villate, La République des diplomates... 255-267. Secret 107 Paul Cambon-Delcassé, 8 abril 1904, AAE NS Maroc 13 1-2 y DDF II/4 544-545. Las concesiones a España en Marrueco estaban recogidas en el n. III de los artículos secretos anexos a la convención del 8 de abril, Vid. su texto, ib. 3. El interés de Rodríguez San Pedro por las Canarias, Conf 87 Cambon-Delcassé, 30 abril, AAE NS Maroc 13 60-61. Para avanzar en la negociación con España habría que dejar en suspenso los derechos reconocidos al Reino Unido en su tratado con Marruecos del 13 de marzo de 1895. El 27 de abril Lord Lansdowne entregó a Paul Cambon un memorándum renunciando a invocar ese tratado. Anexo a 133 Paul Cambon-Delcassé, 1 mayo 1904, ib. 77-80. Se informó al embajador en adir del 6 de mayo, ib. 84. 78 Cuando hubo problemas para concluir el acuerdo con Francia, en julio de 1904, Jules Cambon creía que Radowitz no estaba detrás, pues estaba convencido de que en aquella entrevista, Guillermo II se mostró partidario de que España llegara a un acuerdo con Francia. Tc 110 Cambon-Delcassé, 10 de julio, AAE NS Maroc 14 13. 76 77
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Madrid preguntó a su colega francés sobre la negociación con el Reino Unido a propósito de Marruecos. Según Radowitz, una humillación a España tendría repercusiones dinásticas. La respuesta fue que Francia no había variado en su posición: statu quo en Marruecos y “entente cordiale” con España79. Alemania se conformaba con la libertad de comercio80. Para el Alfonso XIII, el acuerdo permitiría otro con España. De ese modo las cosas en Marruecos quedarían definitivamente arregladas. No habría que preocuparse ya de Alemania ni de Italia. El Rey y la Reina Madre deseaban un reparto inmediato de Marruecos. No compartían el deseo de conservar la soberanía del Sultán, mediante ayudas económicas y asesoramiento para mejorar la administración. Esperaban llegar a un pacto sobre la futura división81. Para acallar los rumores de que Alemania había sido dejada al margen de la negociación, Bihourd quiso dejar claro que estaba informada, después de la respuesta de Delcassé al príncipe Radolin, embajador en París82. ¿Qué se ocultaba en la aparente cordialidad con la cual Alemania aceptaba la aproximación franco-inglesa? ¿Era sincera? Francis Lascelles, el embajador inglés en Berlín, pensaba que el gobierno alemán ponía buena cara al mal tiempo, mientras esperaba la oportunidad de salir de un aislamiento, que hiere su amor propio, y estar entonces en condiciones de decir una palabra sobre Marruecos. Se equivocó al atribuir un valor meramente sentimental a la visita de Eduardo VII a Francia. ¿Dónde podrían tomar la revancha de tantos errores? En Marruecos. Lo haría Alemania con o sin el apoyo de España83. El 9 de abril se reunieron en Abbazia, cerca de Turín, los ministros de Asuntos Exteriores de Italia y de Austria. Los dos países tenían intereses en la Europa oriental. Muchas veces no eran compatibles. Se habían enfriado las relaciones. Algunos daban por “moralmente caducada” la Triple Alianza. El encuentro era importante en el diseño de la política exterior italiana, una potencia de segundo orden, igual que España. El cierre de la etapa de Crispi
79 Esta misma garantía la había dado el embajador inglés en Madrid al marqués de Aguilar, secretario de la Reina. Tc 22 Cambon-Delcassé, 12 abril 1904, AAE NS Maroc 13 6 80 Intervención del canciller Bülow en su intervención en el Reichstag el 12 de abril. 110 y 122 Bihourd-Delcassé, 13 y 15 abril, ib. 7-12. Una traducción rectificada de esta intervención, ib. 16-17. La presión parlamentaria a la que se veía sometido Bülow y su repercusión en la cuestión de Marruecos, tc 18 Bihourd-Delcassé, 18 abril, ib. 27. Todas estas noticias se enviaron al representante de Francia en Tánger, 32, 18 abril, ib. 30. Sobre las declaraciones de Radowitz a Cambon y la postura conciliadora de Alemania, Tc conf 211 Delcassé-Paul Cambon, 27 abril, ib. 57 81 Conf 62 Jules Cambon-Delcassé, 9 abril 1904, ib. 4-5. 82 T 17 Bihourd-Delcassé, 17 abril, DDF II/5 32. 83 108 Bihourd-Delcassé, 9 abril 1904, DDF II/5 1-2.
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fue una apuesta por una política exterior de paz con todos84. En los primeros meses de 1904 indicaban en esa dirección el brindis de Guillermo II en Nápoles, el encuentro en Abbazia, el proyectado viaje de Loubet a Roma y el de Nicolás II que se suspendió. En Abbazia quizás se habría llegado a un acuerdo sobre los Balcanes. En Oriente, reformas en Macedonia, paz entre Turquía y Bulgaria y despejar la situación en Serbia85. Semanas más tarde, mientras el canciller Goluchowski reconocía en Budapest que había un acuerdo con Italia en los Balcanes, Tommaso Tittoni, respondiendo a Santini, de Martino, Guicciardini, Mirabelli y a otros diputados, confirmó que su política era de amistad con todos, alianzas con quienes fuera posible, citando expresamente que la pertenencia la Triple Alianza era compatible con la entente establecida con Francia86. Conocida la noticia del acuerdo franco-británico sobre Marruecos, la prensa española, casi toda en oposición al gobierno Maura, por haber suprimido en 1903 los fondos que recibía del ministro de la Gobernación, sostuvo que España había sido excluida. La opinión francesa creía que se conformaría, como hizo que Italia cuando se planteó la crisis de Túnez. Unos cuantos kilómetros en torno a Ceuta y Melilla bastarían para satisfacer sus exigencias. A Inglaterra le bastaba con la neutralización del Estrecho y la obtención de concesiones en Egipto. Tittoni declaró el 17 de diciembre de 1903 que existía pleno acuerdo entre Italia, Francia e Inglaterra sobre el Mediterráneo. Las dificultades que pudieran quedar para la penetración francesa en Marruecos se resolverían con concesiones a Italia. Se aprobaría todo esto durante el viaje de Loubet a Roma87. Faustino Rodríguez San Pedro no pensaba eso. Las buenas relaciones de España con ambas potencias y el interés de Francia de que España estuviera a su lado hacían fiable el encargo dado por Londres de que en Marruecos ambas fueran de acuerdo.
84 Pretendían Tittoni y Goluchowski renovar la Triple Alianza “con más fuerza si cabe que en 1883, consolidar el rango adquirido entre las grandes potencias y estrechar las relaciones con Austria, Alemania y también con Inglaterra y con Francia, es desde hace tiempo, la aspiración constante de Italia y más aún desde que el fracasado viaje del Zar a esta corte perturbó en parte sus buenas relaciones con Rusia”. 85 Este comentario al encuentro, 46 y 56 Enrique Dupuy de Lôme-Rodríguez San Pedro, 13 y 30 abril, AMAE H 1623 86 61 Enrique Dupuy de Lôme-Rodríguez San Pedro, 19 mayo, ib. 1623. El embajador de España en Roma subrayaba unanimidad patriótica de los diputados en política internacional. 87 Juan Ranero y Rivas, “A propósito del Convenio Anglo-francés”, Diario Universal, 12 de abril, recogido en Trabajos parlamentarios en el Senado y artículos publicados en el Senado, Madrid, octubre de 191.
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Avalaba esa impresión una larga historia de relaciones entre las tres partes. Por eso era fácil entender las indicaciones del ministro sobre el inicio de conversaciones en París. Había una decisión de conservar la integridad territorial de Marruecos. La prohibición de construir fortificaciones abogaba a favor de la tesis española: una penetración pacífica, basada en el desarrollo de las formas de vida europeas y en la modernización económica88. Esos mismos días, Alfonso XIII fue a Cataluña. Lo acompañó Maura. El viaje fue un éxito. Eso consolidó al gobierno y dio a su presidente “une immense force”89, como reconocieron hasta sus mismos adversarios, destacando especialmente un comentario de El Imparcial. Era un paso más hacia la plena constitucionalización de la monarquía. Los ministros que acompañaban al Rey fueron quienes respondieron a los asuntos de su competencia planteados por las personas y sociedades recibidas por él. “Le monarchistes comptent qu’ils ont trouvé un nouveau Canovas et il règne dans le milieux politiques une sorte de sentiment de stabilité que je n’avais pas senti jusqu’ici”90. Las previsiones del embajador Cambon se quebrarían a los pocos meses, porque Maura no logró que la monarquía aceptara en los usos políticos una mayor autonomía del ejecutivo. Creía Maura y así lo dijo que, urgía que no se confundiera el uniforme de los ministros con el de los servidores palatinos. Mientras no fuera así, el gobierno no se sentiría apremiado para legitimarse en la opinión, manifestada en elecciones libres de diputados y senadores. El poder del gobierno no dimanaba de ellas, sino del encargo del Rey. El estilo de Maura de no aplazar lo que debía hacerse le llevó a preparar para agosto una inmediata visita del Rey a París. Radowitz recordó que se lo aconsejó Guillermo II en Vigo. Tras ese viaje, estaba previsto que, regresando unos días a San Sebastián, Alfonso XIII marchara en septiembre a Berlín. Esta fecha se cambió para no coincidir la estancia en Alemania con el ani88 Entrevista semanal del encargado de negocios, A. Celesia-Tittoni, 15 abril 1904, ASD DDS XL/12 11. 89 Durante el viaje del Rey a Barcelona, Lerroux en La Publicidad, y Blasco Ibáñez, en El Pueblo, anunciaron que Maura no moriría en su lecho. Se opuso el partido conservador a cualquier medida represiva, después de su atentado. Jules Cambon dijo entonces: “dans la pratique et dans ses idées politiques (Maura) est profondément libéral ; il ne croit qu’à l’action de la parole et il ne veut pas s’adresser qu’à l’opinion”. Era el hombre necesario, que había conseguido que incluso sus adversarios se inclinaran ante él. 67 Jules Cambon-Delcassé, 15 abril, ib. 333. El 26 de septiembre de 1924, al enviarle el original de su obra contra la dictadura, Blasco Ibáñez decía de Maura que era “la figura que me inspira mayor confianza y afecto”. Le confesaba su simpatía personal. Vid. esta carta y la respuesta de Maura, AAM 14, citado en Antonio Maura, un político liberal… 392-393 90 La información sobre el ambiente previo y el viaje, 53 Jules Cambon-Delcassé, 21 marzo, su éxito y sus efectos políticos, 65 y 66, 9 y 10 abril, AAE NS Espagne 2 233-235 y 326-327 y 328.
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versario de la derrota de Sedan. El Rey estaría esos días en Francia. Asistiría a las maniobras militares91. Se temió que los grupos radicales y de librepensadores, enemigos de Maura, malograran la buena impresión que el Rey pudiera traerse de París92. El viaje se aplazó y se proyectó para la segunda mitad de mayo de 190593. No puso dificultades Francia para que Alfonso XIII prosiguiera hasta Inglaterra y hubo que concertar la fecha con Eduardo VII, pues no podía ser antes del 5 de junio94. Cuatro meses después de su llegada al poder, Maura estaba en condiciones de resolver el problema más grave de la política exterior: Marruecos y el acuerdo de las potencias interesadas en el Mediterráneo. Contó a su favor con las decisiones que Italia y el Reino Unido tomaron en sus relaciones con Francia. Se benefició de la voluntad permanente de los gobiernos de Restauración de integrar Marruecos en los acuerdos para el Mediterráneo, desde Suez y los Estrechos hasta Gibraltar. Se recompensaba la lealtad de España a Italia y al Reino Unido rehusando siempre la propuesta francesa de tratar Marruecos como un asunto bilateral. Se premiaba también la lealtad a Francia por no asociarse a una política que extendiera hasta el Atlántico y el Mediterráneo el cerco que la Triple Alianza había puesto a la Francia continental. Había además otros dos resultados. El primero, el sistema de relaciones de las potencias europeas, especialmente de España y Francia, con Marruecos. Paul Cambon insistió en que el acuerdo apostaba por una penetración pacífica. Era la misma tesis que siempre sostuvo Maura95. El segundo, el reconocimiento de los especiales intereses y derechos de España en una clave que hubiera permitido unas relaciones de frontera basadas en la historia y en la cultura compartidas y en los beneficios que habría procurado, sobre todo a Marruecos, la libertad económica, tan propicia, es decir, favorable y cercana, a las otras libertades. Ambos se malograron cuando la anarquía interna facilitó el reparto.
91 Très conf 60 Cambon-Delcassé, 9 avril 1904, AAE NS Espagne 39 164-165. La preparación del viaje a Alemania, tc sn, 18 y 19 mayo, ib. 184 y 186. El detalle de que la primera visita fuera al presidente de la República, 154 y 163 Bihourd-Delcassé, Berlin 22 y 28 mayo, ib. 187 y 194. 92 122 Cambon-Delcassé, 17 junio, ib. 206-208. 93 tc 11 y 16 Cambon-Delcassé, 15, 30 enero y 1 febrero 1905, ib. 40 15-16 y 28-29. 94 tc conf 19 Cambon-Delcassé, 9 febrero, ib. 31 95 En el que quizás fue su primer ensayo político, la defendió públicamente, su hijo. Gabriel Maura Gamazo, La cuestión de Marruecos desde el punto de vista español, M. Romero, impresor, Madrid 1905. Fue traducido al francés por Henri Blanchard en 1911.
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Como apunté hace años, el giro en esta política sobre Marruecos, ideado fuera por quien luego sufrirá las consecuencias de ese error, fue la condición que Maura puso al partido liberal para poder seguir turnando con él. Esa fue también la causa de su exclusión en octubre de 1913. Esa misma orientación pesó decisivamente en su “ausencia” durante aquella jornada en que, rompiendo un uso político, el Rey intervino fijando la jefatura de un partido ministerial96. No andaba descaminado Jules Cambon al valorar las posibilidades que abría para el nuevo reinado una figura como la de Maura en parangón con la de Cánovas. También este quiso poner orden en la política exterior y dignidad en el ejercicio de sus funciones como presidente del ejecutivo. Volvamos al mes de abril de 1904 y a la negociación pendiente entre España y Francia. En aquella fecha estaban puestas las bases de una política que, en tiempos de riesgo, ponía a España en unas condiciones de seguridad, que llevarían a la Conferencia de Algeciras y la Declaración de Cartagena.
96 María Jesús González Hernández, El universo conservador de Antonio Maura: biografía y proyecto de Estado, Biblioteca Nueva, Madrid 1997. Dos años antes la expuse en Antonio Maura, un político liberal…
XII. UN PACTO “HECHO A LA FAZ DE EUROPA”
Una política exterior de “paz con todos” hizo, como hemos visto ya, que Italia abandonara la dirección seguida por Francesco Crispi. Los gobiernos presididos por Antonio Starabba di Rudiní, Luigi Napoleone Pelloux, Giuseppe Saracco, Giuseppe Zanardelli y Giovanni Giolitti, propiciaron una aproximación a Francia, mirando al Mediterráneo y a la actitud del Reino Unido. Tuvieron interés todos los ministros de Asuntos Exteriores en seguir una política de amistad con todos los gobiernos de Europa, compatible con la lealtad hacia quienes hasta entonces habían sido sus aliados. Tuvo dos logros. El primero, satisfizo a una opinión pacifista que buscaba “en su alianza o amistad con las demás naciones la salvaguardia de sus intereses en el Mediterráneo y la mayor preponderancia posible en Macedonia”. El segundo, Italia consolidó su rango de potencia europea, Trataba de llegar “por medio de la paz y de la amistad con los demás pueblos a un grado de progreso y bienestar que hoy es todavía más aparente que real”, pero que era la clave de su esfuerzo por forjar la unidad entre todos los gobiernos que pudieran ayudarle a conseguirlo. Sabían los italianos que eso les obligaba a tener un ejército y una marina, que “sin ser grandiosos”, no fueran despreciables1. Había además que asumir riesgos. Lo fue el viaje de Emile Loubet a Roma. Tuvo un efecto no esperado, la ruptura de relaciones de la Santa Sede con Francia y la aprobación de la Ley de Separación2. Ese conflicto beneficiaba a Italia. Acababa la protección de Francia a la Santa Sede tras el fraca-
1 56 Dupuy de Lôme-Rodríguez San Pedro, Roma 30 abril 1904. Un informe sobre el debate sobre losa presupuestos del ministerio de la guerra y sus vinculaciones con la política exterior, con atención especial a las relaciones con Austria-Hungría, 88 Pablo Soler-Rodríguez San Pedro, 22 junio. Sobre el irredentismo italiano creaba a las relaciones de Italia con Austria, 112 Soler-Rodríguez San pedro, 27 julio, AMAE H 1623. 2 He tratado de este asunto y citado la bibliografía, “En el corazón de la democracia. Del “ralliement” a la Separación”, Anthologica Annua 42 (Roma 1993) 247-455.
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so de la conciliación de León XIII y de su giro hacia Francia con el nombramiento de Mariano Rampolla como su secretario de Estado3. Cambiaba la vertiente internacional de la cuestión romana. En octubre de 1904, el encargado de negocios de la Santa Sede en París hablaba de la oposición de Maura a que Alfonso XIII viajara a París hasta que no se normalizaran las relaciones de Francia con el Vaticano. El mismo día en que dimitió Maura, El Liberal anunció que Alfonso XIII iría a París en febrero de 1905. Estas informaciones no eran exactas, como hemos visto en el capítulo anterior. En las razones para aplazarlo no entró la “cuestión romana”. Inglaterra nombraría embajador a Edmund John Monson, un ferviente católico, hasta entonces embajador en Roma4. La prensa alemana quitó importancia al viaje del presidente francés. Las manifestaciones populares habían sido iguales a las que recibió Guillermo II. Pero era imposible desconocer sus graves consecuencias políticas. Bastaba mirar los hechos. Guillermo II quiso subrayar en Nápoles la vitalidad de la Triple Alianza. La entrevista Goluchowsky-Tittoni en Abbazia trataba de reafirmar la solidez de los lazos entre los dos aliados. La visita de Loubet a Roma rebajaba el valor de estos gestos de Italia hacia sus aliados. Otra prueba indirecta del éxito de la política de Delcassé fue el pesimismo de la prensa alemana que habló del aislamiento de su país5. En Roma hubo algo especialmente significativo. El embajador alemán, conde Monts, urgió una entrevista con Tittoni. No pudiendo tenerla con éste ni con el presidente del consejo, habló con Luigi Luzzatti. Tras escuchar las quejas del canciller alemán por el trato a Loubet, el ministro italiano dijo que las razones que llevaron a su país a entrar en la Triple Alianza habían dejado de existir respecto a Francia. Si eso daba lugar a quejas por parte del gobierno alemán, sería mejor separarse amistosamente. Insistió luego Monts en que Tommaso Tittoni hiciera una declaración en la Cámara reafirmando la vigencia de las razones de Italia para seguir en la Triple Alianza. Cuando el ministro lo comentó con Víctor Manuel III, el Rey dijo que era una demanda inaceptable, como lo fue la petición de que el brindis del Rey en el Quirinal mencionara la Triple Alianza6. 3 Una obra bien documentada sobre el significado de esa orientación, C. Crispolti y Gu. Aureli, La politica di Leone XIII da Luigi Galimberti a Mariano Rampolla, Roma 1912. 4 El comentario sobre el viaje del Rey de España y el cambio de embajador del Reino Unido en París, sn Montagnini-Mery del Val, 1 y 13octubre y 15 de diciembre, ASV SS 248 (1904) II 77-78 y 94-95 y III 63. 5 130 Bihourd-Delcassé, 2 mayo 1904, AAE CP NS Italie 19 183-184 y DDF II/5, París, Imprimerie Nationale 1934, 97-98. La reacción de la prensa austriaca, 53 Reverseaux-Delcassé, 5 mayo, ib. 209-213 e ib. 111. 6 Tres conf t 200-201 Barrère-Delcassé, 3 mayo, AAE CP NS Italie 19 187-188 y DDF II/5 100-101.
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¿Qué alcance tenían los acontecimientos y la postura del Rey y de su gobierno? “De l’aveu de tous, partisans, indifférents ou adversaires, l’Italie cesse d’être une force militaire à l’usage des Puissances germaniques”. Si surgiera un conflicto entre Francia y Alemania, ningún gobierno de Roma incluiría en sus planes ni tendría fuerza para unirse a los enemigos de Francia, aunque esta fuera la agresora. En una palabra, Italia había salido de la órbita alemana. Sus aspiraciones e intereses la empujarían en esta vía nueva con una mayor rapidez y mucho más lejos de lo que pudiera pensarse7. En este contexto Lansdowne y Paul Cambon firman los acuerdos de abril. Durarían, porque eran justos. Francia cedió al Reino Unido lo que este necesitaba y recibió, a cambio, lo que a ella interesaba. Las dos partes podrían sentirse satisfechas, aunque Francia salía favorecida, pues tenía manos libres en Marruecos e Inglaterra estaba mediatizada en Egipto porque sus finanzas estaban controladas por un consorcio europeo. Fueron tres los pactos firmados: 1. Convención del 8 de abril sobre Terranova8, la frontera de la colonia inglesa en Gambia, la cesión a Francia de las islas Los, la delimitación de la línea al este del Níger, en subrogación de la se estableció el 14 junio 1898. 2. Declaración del 8 de abril, con 9 artículos, sobre Egipto y Marruecos y 3. Declaración de la misma fecha con tres artículos sobre Siam, Madagascar y las Nuevas Hébridas. Dos semanas antes de que se firmara, Delcassé ofreció a Hugo Radolin, embajador alemán, explicaciones y garantías. Francia no tenía intenciones hostiles hacia Alemania. Sus intereses comerciales en Marruecos ganarían gracias a la administración francesa. Esta comunicación no será suficiente, como se verá cuando estalle la crisis franco-alemana de 1905, abierta con las palabras de Guillermo II en Tánger. Francia sería generosa con España, cuyas aspiraciones tenían un tope en sus recursos económicos y militares. Delcassé habría querido ir más allá, pero no pudo. Su buena voluntad hacia la dinastía y hacia los gobiernos de Madrid quedó paralizada por los constantes cambios en el ministerio de Estado, que obligaba a reemprender la negociación. Eso explicaba que no se hubiera llegado antes a un acuerdo9.
7 Très conf 75 Barrère-Delcassé, 10 mayo 1904, AAE CP NS Italie 19 221-226 DDF II/5 132-134. 8 Las conversaciones para concretar ese acuerdo y los problemas que planteaban, 876/325, Pansa-Tittoni, 16 julio 1904, ASD DDS XXXIV/9 37. 9 Este resumen enviado por el nuncio en París, sobre la negociación y los acuerdos, así como sobre la política de paz de Delcassé, 2095 Benedetto Lorenzelli-Rafael Merry del Val, 20 abril 1904, ASV SS 248 (1904) I 79-80.
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Las negociaciones habían sido duras hasta el último momento. Paul Cambon hubo de viajar dos o tres veces a París. Una novedad fue la renuncia inglesa a sus reservas anteriores sobre una convención que asegurara la neutralidad del canal de Suez. Se habían cumplido las previsiones del embajador en 1902. En octubre de aquel año habló la prensa de un acuerdo entre París y Londres. Prinetti quería saber si la noticia tenía fundamento. Paul Cambon había asegurado a Pansa que no existía pleito alguno entre los dos países. Había sectores de opinión en cada uno de ellos opuestos a cesiones en beneficio de intereses mutuos. Pero no podrían torcer la decisión de sus gobiernos. La superación de la crisis de Fachoda en 1898 demostraba la serenidad de sus políticos en circunstancias difíciles. Paul Cambon reconocía que no estaba maduro un arreglo de todas las cuestiones pendientes. Lo impedía la fuerza del partido colonial en cada país. No podían desconocerla los gobiernos, pero la permanencia de Delcassé permitiría concluir un convenio que pusiera orden en todas las cuestiones10. Habían acelerado el acuerdo la iniciativa de Eduardo VII de firmar la convención sobre el arbitraje y la situación creada por la guerra ruso-japonesa. Urgía asegurar la neutralidad de los aliados de cada uno de los dos beligerantes. ¿Había cedido demasiado Inglaterra? Para responder a esa pregunta había que situarse en una perspectiva de alcance. El Reino Unido deseaba respetar los derechos y satisfacer los intereses de Francia, con quien quería mantener buenas relaciones. Para conseguir ese fin, tenía que dejar contenta a la opinión francesa. El centro de gravedad de todos estos acuerdos eran los relativos al Mediterráneo: Egipto y Marruecos. Una vez más, la política inglesa tenía continuidad: los liberales proyectaban reformas internas que ejecutaban los conservadores. Y un gobierno de tendencia imperialista firmaba unos acuerdos que eran “un grande atto de pacificazione internazionale”, y lo hacía al gusto de sus opositores liberales11. Eso auguraba su aprobación en los Comunes. El texto fue presentado por el subsecretario del Foreign Office, lord Percy, y Balfour pronunció un elocuente discurso. Fue aprobado unánimemente el 1 de junio12.
1260//547 Pansa-Prinetti, Londres 30 octubre 1902, ASD DDS XXXIV/9 19-20. El acuerdo había sido bien acogido en Rusia, pero no en Alemania. 458/177 Pansa-Tittoni, 12 abril 1904, ASD DDS XXXIV/9 3-5. 12 669/247, Pansa-Tittoni, 2 junio 1904, ib. 15. 10 11
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1. ¿Un acuerdo contra España? Regresemos al mes de abril. Cuando se conoció la noticia, la opinión española fue muy dura con el gobierno: España quedaba fuera. Dos datos descalificaban a los pesimistas. En el acuerdo, se encomendaba a Francia llegar a un entendimiento con España. Las relaciones entre las dos naciones eran buenas y que continuaran así beneficiaba a Francia. Lo convenido no fue una sorpresa, sino el desarrollo normal de anteriores intercambios de puntos de vista y se respetaban las garantías ofrecidas por una y otra parte a España. Se negociaría en París la ejecución del mandato recogido en el convenio. España esperaba las propuestas francesas13. No sería fácil la negociación. Las demandas españolas sólo se basaban en un “fantasma jurídico”: el testamento de Isabel la Católica. En relación a lo que se proyectó en 1902, la convención firmada con Inglaterra proporcionaba a Francia una hegemonía, a la que no pensaba renunciar. No se lo consentirían los diputados al ministro de Asuntos Exteriores. Un punto incómodo sería determinar lo que se entendía por hinterlands14. Fijada la posición francesa, se comunicó a Maura. Esperaba aprovechar la condición impuesta a Francia de entenderse con España. Tras pactar la cuestión territorial, se negociarían los otros puntos15. Una intervención de la Reina Madre pudo acelerar los trabajos16. El 18 de mayo Delcassé estaba dispuesto a conceder a España el territorio fijado por el curso del Mulaya. El 22 había ya acuerdo. Se respetarían los sentimientos del Sultán y de la población. “L’action de M. Maura a été ici prépondérante en faveur de l’accord”17. A comienzos de mayo la prensa francesa había anunciado que existía un principio de acuerdo. España reconocía que el firmado en abril daba a Fran13 Resumen de la entrevista con el encargado de negocios italiano. 243/80 A. Celesia-Tittoni, 15 de abril de 1904, ASD DDS XL/12 11. Este despacho fue enviado al embajador en París. 14 Había el rumor de que Tánger sería para España. Lo había exigido Inglaterra, mirando por la seguridad de Gibraltar. Un resumen de su conversación con Jules Cambon, 288/97 Silvestrelli-Tittoni, 3 de mayo de 1904, ib. 25. 15 Tc 41 Jules Cambon-Delcassé, 7 mayo, AAE NS Maroc 13 85-86. 16 Jules Cambon fue recibido en audiencia y hablaron de Marruecos. Quiso hacerle comprender la necesidad de ser realista y saber sacrificar un sentimiento de honor, que era anacrónico. Mencionó la Reina Madre el testamento de Isabel la Católica como argumento para fundar ahora unos derechos históricos jamás ejercidos. 91 Cambon-Delcassé, 7 mayo, ib. 87-88. 17 Tc 60 Cambon-Delcassé, 22 mayo, ib. 114. Pasados unos días parecía haber acuerdo sobre la no publicidad de lo pactado. Por eso se adoptó la fórmula de una convención para la parte que se mantendría en secreto, y de declaración para la que se publicara. Tc 83 y 88, 18 y 22 junio, ib. 148 y 160.
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cia el derecho de vigilar por la paz en Marruecos y de ayudar al Sultán a asegurarla. Londres renunciaba a influir en Madrid. Se había roto la trayectoria de los años anteriores, cuando existían los llamados “acuerdos mediterráneos” secretos con Italia que permitieron a la Regencia actuar con independencia respecto a la República Francesa18. Los acuerdos con Inglaterra permitían a Francia ejercer de hecho un protectorado exclusivo en Marruecos. Con el tiempo se extendería sobre todo el territorio. Su gobierno actuaba de forma discreta. Su dominio se ensancharía sin que nadie percibiera la radical transformación que iba operándose en la política interna de aquel Imperio. Italia no debería descuidarse, pues la nueva situación afectaba al equilibrio en el Mediterráneo y a los intereses comerciales de otras potencias19. Se aprobaron los acuerdos de Londres en la Asamblea Nacional, primero en la Cámara de Diputados y luego en el Senado de la República. Fue un voto casi unánime. Se consolidaba una situación de confianza entre los dos países. El embajador Paul Cambon presentó el texto a Lord Lansdowne. Recibida la noticia de desórdenes en Marruecos, la prensa inglesa instó al gobierno francés a restablecer la tranquilidad. Francia era responsable de la regeneración de aquel Imperio20. Este es el contenido de la “Declaración” el 8 de abril de 1904, que respetaba en Egipto y Marruecos los intereses comerciales y culturales de Francia y del Reino Unido. Francia no entorpecerá la ocupación de Egipto, ni reclamará una fecha para poner término a ella. Inglaterra reconocía a Francia su interés predominante en Marruecos en su condición de país vecino. Eso comportaba seguridad en las fronteras y supervisión de las reformas administrativas, económicas y financieras. La declaración se cerraba con dos artículos. El 8 afirmaba los sentimientos de amistad de los dos signatarios hacia España, a quien se reconocían los intereses derivados de su posición geográfica y de “ses possessions territoriales sur la côte marocaine de la Méditerranée et au sujet desquels le gouAl renunciar a ellos en 1895, España perdió el apoyo de la Triple Alianza, que le aseguraba un puesto adecuado en el concierto europeo. Francia había vencido en su empeño de tener a su lado a España. 1356/567 Tornielli-Tittoni, 12 de mayo, ASD DDS XL/12 11 y 3334. Sobre este episodio, “Entre Francia e Italia. El acuerdo verbal hispano-italiano de 1895”, Hispania 192 (1996) 291-322. 19 “Ma che l’accordo franco-britannico ponga innanzi noi questo delicato punto di questione di risolvere, non fa dubbio”. 1389/581 Tornielli-Prinetti, 15 de mayo. Alemania estaba preocupada por las consecuencias en su comercio con Marruecos. Y deseaba que Italia se uniera a ella para defender el interés recíproco. T 112 Lanza-Tittoni, 24 de junio, ASD DDS XL/12 35 y 41. 20 1474/555 Pansa-Tittoni, 8 de diciembre de 1904, ib. 101. 18
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vernement français se concertera avec le gouvernement espagnol”. Cuando ese compromiso se cumpliera, el acuerdo se comunicará al gobierno del Reino Unido21. Según el ministro italiano en Tánger, no necesitaba Francia que la incitaran a decidir lo que estuvo a punto de realizar en 1892. En aquella ocasión, enfrentada con Inglaterra, Francia trató de convencer a Muley Hassan de las ventajas de unirse a ella y a Turquía. Era un plan dirigido contra la supremacía inglesa en Egipto y en el Mediterráneo. Una de las razones que impidió ese plan fue la posibilidad de que el Sultán de Constantinopla se declarase protector de los marroquíes Ahora el proyecto era distinto. El nuevo sultán de Marruecos se convertiría en el jefe religioso de un gran Imperio, que se extendería hacia oriente, reemplazando el poder del Sultán de Turquía22. ¿Emprendería esa aventura Francia retando a las otras naciones con intereses en el Mediterráneo? ¿Se quedarían impasibles quienes creían que no eran tiempos de cambios y que el statu quo era lo mejor para todos? La convención anglo-francesa sobre Marruecos y Egipto la recibió la prensa española con un “estupor silencioso”. Pero inmediatamente empezaron las críticas. Había un sentimiento hostil a Francia y al Reino Unido. La prensa de oposición pidió el relevo del duque de Mandas en Londres y de León y Castillo, en París. El primero, por incompetencia. El segundo, por una excesiva complacencia hacia los gobiernos franceses. Hubo una excepción en el análisis frío de los sucesos. La España, diario conservador, editado en Madrid, recordaba que hasta entonces nada se había hecho en Marruecos. La emigración iba hacia Argelia y hacia América del Sur. A la vista de estas reacciones, Jules Cambon, comentó que los políticos españoles parecían poseídos de una “superstición territorial” Actuaban como los labradores. Parecía importarles sobre todo aumentar el territorio, sin reflexionar antes si podrían cultivarlo. Ignoraban, en cambio, esa especie de expropiación interna que entregaba los ferrocarriles y las empresas mineras y de gas y electricidad a capitales extranjeros. Sólo cuando las recuperaran, habría que hablar de expansión territorial. La prioridad de los españoles era ser dueños de sus propios recursos23. 21 El asunto interesaba a Italia. Sobre el debate y la Cámara de Diputados francesa, 3229/1394 Tornielli-Tittoni, 21 noviembre 1904, ASD Politica 713 y P. 983. La ratificación en Londres firmada por Paul Cambon y el marqués de Lansdowne, 11474/555 Pansa-Tittoni, 8 diciembre, ASD DDS XL/12 101-102 22 Abrir una rivalidad religiosa entre musulmanes no beneficiaba a Europa. Habría que confiar en que Abd-El-Aziz, defraudado respecto a Europa, no escuchara esa propuesta. 761/163 Malmusi-Tittoni, 21 de diciembre de 1904, ib. 127. 23 Resumen y valoración de esta reacción, conf 70 Jules Cambon-Delcassé, 17 abril 1904, AAN NS Maroc 13 19-25. El despacho fue enviado a Londres el 25 de abril, ib. 45.
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Montero Río dijo en El Liberal que los acuerdos convertían a España en prisionera de Francia. Libres para negociar sobre Marruecos, los dos países habían demostrado escasa sensibilidad. No habían sabido actuar como amigos de España. La postura del gobierno quedaba reflejada en un artículo de La Época24. Estaba inspirado desde esferas ajenas a la redacción, ya que se apartaba de su línea habitual en política internacional. ¿Había sido España dejada fuera de esta negociación? Ciertamente no había participado en ella, pero lo haría en una segunda parte. No era una suposición, sino una deducción razonable, si se miraba la reacción de la prensa inglesa y alemana y se leía con atención la carta que el secretario del Foreign Office había enviado a Edmund J. Monson, embajador en París, interpretando de forma autorizada el artículo VIII del acuerdo25. En él se hablaba de la “considération spéciale” que los dos gobiernos reconocían a España y que sería tenida en cuanta tanto en el procedimiento como en todo lo que tocara a sus intereses materiales. Estaba en la verdad La Época. En Londres Lord Lansdowne había preguntado a Paul Cambon si su gobierno había iniciado ya las conversaciones con España. En París Delcassé y León y Castillo hablaron el 18 y el 19 de abril. El ministro de Exteriores presentó una proposición concreta26. “El tratado franco-inglés sobe Marruecos ha constituido el mayor de los fracasos para nuestros hombres de gobierno”. Para asentar esta tesis, Heraldo de Madrid recurrió a lo que pasó en 1902. Pese a ser asunto de diplomacia secreta, se sabía que hubo, antes de que Francia se dirigiera a Londres, una negociación con España para realizar una penetración pacífica, que respetara las fronteras que cada una de las naciones tenía en aquel Imperio, los derechos comerciales y la libertad de navegación por el Estrecho, de modo que nadie pudiera objetar lo pactado.
“El convenio anglo-francés”, La Época, 16 abril 1904. “Los dos gobiernos, inspirándose en sentimientos amistosos hacia España, toman en particular consideración los intereses que ésta tiene por su posición geográfica y por sus posesiones en la costa de Marruecos en el Mediterráneo y acerca de las cuales el gobierno francés se concertará con el gobierno español. Se dará comunicación al gobierno de SMB del acuerdo que podrá recaer sobre este punto entre Francia y España”. 26 No era indiferente Londres a la urgencia con la que debían ponerse a negociar y pactar los gobiernos español y francés. Lansdowne se alegró de que Delcassé se hubiera puesto inmediatamente a negociar. Eduardo VII mostró también su agrado. Vid. la conversación con el secretario del Foreign Office el 20 de abril. Secret 125 Paul Cambon-Delcassé, 21 de abril, AAN NS Maroc 13 41. La propuesta hecha a León y Castillo, con los mapas de Marruecos, tc Delcassé-Paul Cambon, 23 abril, ib. 46. Estos mismos documentos y 126 Paul Cambon-Delcassé, 21 abril, DDF II/5, 54-56. 24
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Estando la negociación casi terminada, cayó en diciembre de aquel año el partido liberal. El nuevo ministro de Estado, Buenaventura Abárzuza, creyendo que se trataba de una conquista de Marruecos, paralizó la negociación. El diario denunciaba que “ya ejercía de dictador en aquel gabinete el Sr. Maura que no vio o no quiso ver el mal que con aquellos se producía a la Patria”. Fue un error que León y Castillo, un hombre del partido liberal, “se sometiera al criterio del gobierno conservador”. Era un aviso y han de tenerse como una clave estas conclusiones para comprender la postura del gobierno de Canalejas cuando se negocie el convenio franco-español de 1912. Tenía que reconocer, sin embargo, que España no había sido dejada al margen, aunque consideraba que, pese al artículo VIII, quedaba en condiciones de inferioridad27. Estaban mal informados Canalejas y Romanones o fantaseaban los datos en beneficio de su interés político. Silvela, que conocía la situación internacional mejor que ellos, quiso tener presente el posible descontento de Londres antes de firmar nada con Francia. Pidió a esta y a Rusia que le dejaran sitio en sus acuerdos mutuos28. España había estado en 1904 informada de la negociación. Lo declaró tajantemente el ministro de Estado. Los documentos que lo prueban son numerosos y extensos. “El convenio... al reconocer nuestra personalidad para tratar y resolver de acuerdo con Francia las cuestiones de Marruecos es el límite de cuanto razonablemente podríamos desear”. El futuro debería abrirse paso entre dos tendencias: el reparto o la penetración lenta y pacífica. Las dos salidas exigían sacrificios. La primera, una ocupación militar. La segunda, implicaría gastos, pues habría que facilitar al Sultán medios para asegurar la paz, mejorar las comunicaciones con caminos y puertos y desarrollar la actividad económica29. Rodríguez San Pedro declaraba el 24 de abril que en todo momento había conocido la negociación, ya que ninguno de los dos gobiernos había querido prescindir de España. Había sido un pacto “hecho a la faz de Europa, en el cual el Reino Unido renunciaba a sus aspiraciones sobre Marruecos 27 “La cuestión de Marruecos. Antecedentes de una negociación. Abandonos y responsabilidades. A las Cortes”, Heraldo de Madrid, 19 abril 1904. España habría pasado en unos días de la condición de acreedor preeminente a la de “poseedor de unas migajas en precario”. “El despojo de Marruecos”, Diario Universal, 22 abril. Una dura requisitoria contra Abárzuza, “La cuestión de Marruecos. Historia de un Tratado...” El Nacional, 22 de abril. 28 Vid. la conversación del embajador francés con Rodríguez San Pedro, que tenía en sus manos el telegrama enviado por Almodóvar del Río a León y Castillo autorizando la firma. Conf 87 Cambon-Delcassé, 30 abril, AAE NS Maroc 13 60-61. 29 El ministro de Estado avaló la buena gestión de León y Castillo. “Una “interview” con el ministro”, Diario Universal, 25 abril 1904.
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y, reconociendo la legitimidad de las nuestras, encarga a Francia que se entienda con nosotros, siempre con la condición de dar cuenta de lo que se convenga, como prenda y garantía del cumplimiento de aquel contrato”. Cinco días antes, el 19 de abril, el conde de Romanones, en un escrito dirigido al presidente de la Real Sociedad Geográfica, afirmaba que la declaración del 8 de abril era el final del statu quo, defendido hasta ese momento por Reino Unido. Se iniciaba una “hondísima y radical mudanza, en la cual corren tremendo riesgo de quedar anulados nuestros títulos históricos y definitivamente comprometido nuestro porvenir más allá del Estrecho”30. Tras esta retórica de Romanones, sólo había ignorancia, nada, o sectarismo. En este caso, lo que debería ser interés de todos se subordinaba a intereses políticos, que, aun siendo legítimos, serían efímeros. Los ligados a la política internacional, siendo permanentes, obligan a rectificaciones cuando se recibe el gobierno. Si no, residenciados esos intereses en la nada y en el sectarismo, se daña a los que son intereses nacionales. El artículo VII excluía a las posesiones españolas en la costa de Marruecos de la prohibición de construir fortificaciones entre Melilla y la orilla derecha del río Sebú. El artículo VIII negaba claramente, como hemos visto, que se hubiera relegado a España31. La rapidez con la que Delcassé quiso abrir la negociación con España tenía una explicación. Esperaban que Alemania, asegurada su libertad de comercio en Marruecos, se declarara desinteresada, como había dicho en Madrid Radowitz a Jules Cambon. El barón Richthofen pidió a Italia que no actuara sola ante Francia. Los intereses económicos y comerciales de los dos aliados eran idénticos en Marruecos. La sugerencia era innecesaria y la acción común tenía muchos inconvenientes32 La situación parlamentaria de Bernhard von Bülow y el deseo de recuperar su crédito político ante Guillermo II podrían arrastrarlo a seguir la corriente de la opinión alemana, contraria a la declaración del 8 de abril. Podrían además “encourager les prétentions de l’Espagne et ses résistances à 30 Texto reproducido por Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912), tomo II: De la crisis de la política Africana (1898) al protectorado de Marruecos (1912), Madrid Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1966, 75-77. La carta de Romanones, ib. 162-164. Las declaraciones del ministro de Estado, ib. 80. 31 El texto de los artículos VII y VIII del acuerdo llegó a Madrid el 10 de abril. Tc León y Castillo-Rodríguez San Pedro, 10 abril. El Livre Jaune, con los documentos de la negociación publicados por el gobierno francés, 184, 27 mayo, AMAE H 1634. 32 T Lanza-Tittoni y respuesta de Tittoni, 26 junio, ASD Politica 713 pacco 983 y ASD DDS XL 12 41 y 45. Los inconvenientes de la actuación conjunta, 711/264 Silvestrelli-Tittoni, 6 octubre, ASD DDS XL 12 83 bis. Se envió copia a Lanza el 15 de octubre, ib. 85.
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nos propositions d’entente” y a desmentir la sensación de impotencia que parecía ofrecer Alemania33. No se cumplió el pronóstico. Bülow defendió su actuación. Alemania no estaba alistada ni la entente franco-británica era una amenaza para ella. Era una valoración exacta de la situación34. La declaración del 8 de abril de 1904 creó también la esperanza de que Francia pudiera intervenir en el acercamiento entre Rusia y el Reino Unido. No había que hacerse ilusiones. Existían dos dificultades: la opinión rusa e inglesa y la incompatibilidad de los intereses de cada una de ellas en Asia. Delcassé lo sabía. No se embarcaría en un proyecto cuyo éxito era improbable. Eduardo VII comentó a Paul Cambon que no era el momento propicio para un acercamiento a Rusia. Dado el carácter personal de la política rusa, se presentaba el Rey como la persona más indicada para tomar una iniciativa. Se decía que había escrito a Nicolás II. Quizás la postura de Eduardo VII acabaría con la alianza de su país con Japón, una vez terminada la guerra35. La prensa rusa guardó silencio sobre el acuerdo franco-inglés. Lamsdorff se felicitó, porque las buenas relaciones entre París y Londres favorecerían a Rusia en su conflicto con Japón. La prensa alemana juzgaba que beneficiaba la paz, al quitar un motivo de distanciamiento y recelo entre dos potencias europeas36.
2. La negociación de España con Francia La negociación se desarrolló en París. Es un dato importante, El acuerdo con Inglaterra fortalecía a Francia. El partido colonial no permitiría a Delcassé hacer muchas concesiones. Si se confirmaba lo dicho por Jules Cambon, Tánger quedaría para España. Eso apuntaba a la existencia de un acuerdo secreto entre Francia y el Reino Unido para dejar bajo control español la costa enfrente de Gibraltar. Era otra razón para esperar que el hinterland de estas costas fuera un territorio pequeño37. El 19 de abril se entrevistaron Delcassé y León y Castillo38. La oferta probaba, según Delcassé, “nos sentiments amicaux pour l’Espagne”. FranT 32 Delcassé-Saint-René Taillandier, 18 abril 1904, AAE NS Maroc 13 37-38. Conf 118 y 126 Bihourd-Delcassé, 21 y 27 abril, ib. 50-53 y 77-79. 35 Lp Paul Cambon-Henri Cambon, 28 abril 1904, ib. 82-83. 36 145 Bompard-Delcassé y 97 Bihourd-Delcassé, San Petersburgo y Berlín, 31 marzo 1904, DDF II/4, París 1932, 526-529. 37 conf. y c. 295/97 Giuseppe Silvestrelli-Tittoni, 3 mayo 1904, ASD Politica 713 y P. 983. ASD DDS XL/ 12 25. 38 Conf 79 Cambon-Delcassé y t 27-28 Delcassé-Cambon, 17 y 18-19 abril 1904, DDF II/5… 34-35, 37 y 40-41. 33 34
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cia llegaba al máximo de sus posibilidades. Temía que el embajador español en París hubiera prometido o asegurado resultados imposibles39 La primera objeción política que presentó al gobierno francés el ministro de Estado fue la reducción de las concesiones conseguidas por Sagasta en 1902. La réplica fue fácil. Entonces las conversaciones fueron privadas, sin conocimiento oficial de los gobiernos. Ahora era una oferta firme, que iba más allá de lo que la opinión francesa podría aceptar, probando así la amistad de Delcassé hacia España. Junto al aspecto territorial, al que era más sensible la opinión, estaba el económico. Un tercio del capital extranjero en España era francés. Por eso su desarrollo económico beneficiaba a los ciudadanos franceses. Eso exigía que se mantuviera la circulación de moneda española en Marruecos para que su valor de cambio no bajara por un ascenso del valor del franco respecto a la peseta. Un argumento más sobre las ventajas de lo que ahora España conseguía era la actitud de Reino Unido. En 1902 no se conocía su reacción. Ahora había un compromiso público de aceptar lo que se acordara. La presión parlamentaria y la actitud poco favorable de la prensa hacia Francia urgían firmar antes del 20 de mayo, fecha en que se abrirían las sesiones de Cortes. Este giro, desde lo territorial a lo económico, auguraba un final inmediato. Ese horizonte era mucho más claro tras contar con la garantía de los ingleses. Para que pudiera presentarse en las Cortes el gobierno en posición de fuerza, habría que llegar al acuerdo antes del 2040. Francia podría hacer concesiones económicas, porque quedarían en letra muerta. Lo que de veras importaba era “fermer les avenues par lesquelles des tiers pourraient entrer dans les affaires marocaines et se placer entre eux et nous41. A su regreso del viaje con el Rey, Maura recibió a Jules Cambon. Hablaron media hora. La prensa dijo que había ya un arreglo. En realidad la conversación sirvió para recordar la posición del embajador: la generosidad de Francia, la buena voluntad de Delcassé y la conveniencia de que España no las desaprovechara. Maura no temía el debate. El ministro de Estado, Rodríguez San Pedro estaba obsesionado por la reapertura de las Cortes. Silvela tenía una visión más realista de la política exterior y del problema de Marruecos. No firmó los acuerdos ya convenidos en 1902 por miedo a la
39 Très urgent T 73-73 bis y 74-74bis Delcassé-Paul Cambon y t 29 Delcassé-Jules Cambon, 20 y 22 abril, ib. 44-45 y 57. 40 Era de temer la reacción de la vanidad de los españoles, que podría cegarlos para que no vieran lo que les convenía. Très conf 80 Jules Cambon-Delcassé, 23 abril, AAE NS Maroc 13 52-53 y DDF II/5, 62-64. 41 Conf 96 Jules Cambon-Delcassé, 23 mayo 1904, DDF II/5187-189.
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reacción de Reino Unido. Las cosas eran ahora diferentes en todos los planos. La prensa galófoba acentuaba el sentimiento de amor propio herido42. Al renunciar Inglaterra a los derechos que sobre el Drâa y Cabo Bojador le concedía su tratado con Marruecos firmado en 1859, dejó libre a Francia para disponer de ellos en su negociación con España. Pese a la oposición de los militares franceses, Jules Cambon reconocía que era de justicia que el Mulaya fuera la frontera de los territorios que correspondieran a España en el reparto. Sin esa satisfacción, “les négotiations risquent d’échouer”43. Esta opinión la tuvo en cuenta Delcassé. León y Castillo planteó la aceptación de la demanda española sobre el Mulaya como una condición para cerrar la negociación44 Aunque insistió en pedir más territorios, lo que preocupaba seriamente al ministro de Estado era el curso de la moneda española y la presencia de establecimientos españoles en Marruecos45. España cedería porque al gobierno le urgía ante la inmediata apertura de las Cortes46. El 11 de mayo todo estaba arreglado para la firma47, pero no pudo ser, porque España pedía compensaciones en otras zonas si no era posible entregarle las cimas del Mulaya. La buena disposición del ministro de Exteriores estaba condicionada por la aceptación de su oferta. Las variaciones eran aceptables así como la circulación de la moneda española y la participación del capital español en las empresas que se establecieran48. El 13 de mayo Silvestrelli, el embajador de Italia, envió a Roma un mapa publicado en la prensa de Madrid recogiendo lo que se juzgaba la zona de influencia española. De este a oeste, seguía el curso del Mulaya y del Ker, el Pequeño Atlas y llegaba hasta el Sebú en el Atlántico, partiendo en el nordeste desde Cabo Agua. Esa delimitación de zonas expresaba el deseo de la Sociedad Geográfica de España. No podía ser cierto, porque aún no se había convenido nada en París, según informó el Foreign Office49.
Conf 78 Jules Cambon-Delcassé, 30 abril 1904, DDF 2/5 88-90. Secret 133 Jules Cambon-Delcassé, 1 mayo 1904, ib, 92-95. Esta exigencia era compartida por el gobierno y por la Reina Madre. Su colega inglés había insistido en este punto. T 35 Jules Cambon-Delcassé, 5 mayo, ib. 110. 44 T 33 y 35 Delcassé-Jules Cambon, 5 mayo, ib. 108-109. 45 Cuando Rouvier, ministro de Finanzas, manifestó que no tenía inconveniente en que la moneda española fuera de curso legal en Marruecos. Tc. 85 Rouvier-Delcassé, 2 mayo, ib. 190. 46 Comentario de Maura el 6 de mayo. Tc 37 y 41 Jules Cambon-Delcassé, 7 mayo, DDF II/5 París 1934, 113-114 y 118. Un resumen, en 91, 7 mayo, ib. 122-124. 47 Tc 40 Delcassé-Jules Cambon, 11 mayo, ib. 136. 48 Tc 47 Jules Cambon-Delcassé y respuesta urgente 43 y Tc 45 de Delcassé, 14 y 16 mayo, ib. 146-148 y 151-152. 49 725/266 Pansa- Tittoni, 16 junio 1904, ASD Politica 713 y P. 983. ASD DDS XL/ 12 39. 42 43
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León y Castillo recibió instrucciones y poderes para firmar el acuerdo. Incluso para no oponerse a su prolongación hasta 30 años, tal como lo preveía el artículo IV del acuerdo anglo-francés. Debería mantenerse secreto, para evitar la irritación de Marruecos50, donde podría entenderse como un “acuerdo de reparto”51 Eso explica que, en su réplica al duque de Almodóvar del Ríos, en el debate del día 9 de junio, Maura negara que España hubiera pertenecido a la Triple Alianza52. Había sido una suerte, una especie de protección de la providencia, que no se aceptara el acuerdo en 1902. Con eso ponía a salvo su política ante el parlamento. Defendió a Abárzuza ministro de Estado en el gobierno de Silvela. Expresando su esperanza de que la negociación terminara enseguida, quitó a Rodríguez San Pedro el miedo a enfrentarse a las Cortes53. En la sesión del 7 de junio, reveló Romanones en el congreso la pertenencia de España a la Triple Alianza durante 5 años. Acusó a Buenaventura Abárzuza de haber frustrado las conversaciones que hubo con Francia en 1902, porque era anglófilo. En cuanto a Marruecos dijo que España debía poder penetrar hasta Fez y no conformarse con el Rif. Al comparar la actitud de Inglaterra y de Francia, consideraba que aquella había mostrado más simpatía hacia España y había tenido más franqueza con su gobierno. Criticó que hubiera concedido en 1903 que un cable francés de Tánger tocara Cádiz. Concluyó que debía negociarse con Francia, pero que se reservaba poder criticar el resultado54. Como lo hizo unas semanas antes Romanones, también Silvela recordó en su carta al duque de Almodóvar del Río que el statu quo tenía el grave inconveniente de ser “imposible”. La correspondencia entre ellos, publicada el 10 de junio, coincidía en la necesidad de negociar la zona de Marruecos que quedaría bajo la influencia española55.
T 68 y 72 Jules Cambon-Delcassé, 1 y 4 junio, DDF II/5 París 1934 203 y 211-212. Ese fue el comentario que le hizo Jules Cambon al embajador de Italia en Madrid 378/130 Silvestrelli-Tittoni, 9 junio, ASD Política 713, pacco 983. 52 Jules Cambon estaba mal informado sobre el alcance de los llamados acuerdos mediterráneos de España con Italia. No los denunció Cánovas en 1890, como sostiene él. Decayeron en 1895. Vid. 112 J. Cambon-Delcassé, 10 junio, ib. 243-244. 53 T 77 Cambon-Delcassé, 9 y 10 junio 1904, DDF II/5 París 1934 243. 54 En términos finos pero claros, acusaba el embajador al ex ministro de un lenguaje y una conducta cínicos. En la sesión del 9 de junio, Romanones criticó a la prensa francesa por situar a España en una posición subordinada. 110 y t 76 Jules Cambon-Delcassé, 9 y 10 junio 1904, DDF II/5 237-238 y 242-243. 55 Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912), tomo II… 86-93. 50
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Rodríguez San Pedro y Maura negaron que España se hubiera adherido a la Triple Alianza, respondiendo así a Romanones. Habían dicho a Cambon que existió un contacto con Italia, aunque él creía que fue una iniciativa de Moret y que la mediación fue de Alemania. La Época desmintió la afirmación de Romanones, aludiendo a un tratado defensivo, que no necesitaba la aprobación de las Cortes. Eso permitía deducir que algún compromiso debió haber56. Hubo una versión alemana sobre la participación de España en la Triple Alianza. El origen fue la conferencia de Madrid en 1880. Según la Dresdner Anzeiger, Segismundo Moret planteó que España actuara como mandataria de Europa en caso de una intervención en Marruecos. Esa propuesta fue combatida por Francia e Inglaterra. Obtuvo todo el apoyo de Bismarck en una etapa de hostilidad franco-alemana. Esa conducta del canciller se entendió en Madrid como sostén a su política en Marruecos. Luego, entró Italia en la alianza con Alemania y Austria-Hungría y buscó algunos acuerdos con España sobre las cuestiones mediterráneas. Fueron estas relaciones las que hicieron que Bismarck hablara de España como el “miembro silencioso de la Tríplice”. Esas relaciones perdieron importancia a partir de 1894. La cuestión del Extremo Oriente modificó la situación internacional. Prueba de que no existía tal alianza fue el aislamiento de España en su guerra con los Estados Unidos. Después de ella, Alemania favoreció el entendimiento de España con Francia en Marruecos. Le aconsejó que aceptara el acuerdo que Francia le ofreció en 1901. Estaba entonces el Reino Unido en guerra con los boers. Hubo una posibilidad en 1902, pero Silvela no quiso asumir compromisos, consciente de la debilidad de su país57. Llegó estos días el gobierno a un acuerdo concordatario, otro de los asuntos pendientes desde hacía varios años. Su contenido dejaba sin argumentos a la oposición, cuando se debatiera en el Senado58. Maura quiso en-
56 Una persona amiga de Romanones le dijo que hubo un acuerdo entre 1885 y 1890, pero que Cánovas no renovó este año. 112 Jules Cambon-Delcassé, 10 juin 1904, AAE NS Espagne 39 202-203. He tratado de estos acuerdos, en una serie de trabajos que recorren la posición española en los años noventa, ya citados. 57 Resumen de este artículo en la respuesta sobre la comunicación del embajador en Madrid. 191 Bihourd-Delcassé, 27 junio, ib. 215-216. 58 No llegó a aprobarse, porque cayó el gobierno antes de que lo hiciera el Congreso. Vid. José Andrés-Gallego, La política religiosa en España 1889-1913, Editora Nacional, Madrid 1975, 249-275. He seguido de cerca la posición vaticana, “Frente a la Supremacía del Estado. La Santa Sede y los católicos en la crisis de la Restauración” II, en Anthologica Annua 36 (1989) 317-490, especialmente 346-371. Un juicio sobre este acuerdo y su tramitación, 129, 134 y 217 Jules Cambon-Delcassé, 28 junio, 7 julio y 3 diciembre, AAE NS SaintSiège 13 107-114, 121-122 y 125-130.
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viar como embajador ante el Papa a una personalidad política de primer rango. En ese momento era un gesto hacia los católicos, tras la ruptura de relaciones de la Santa Sede con Francia. No pudo ser59. Aunque Maura ganó la partida en las Cortes, las dudas de Rodríguez San Pedro dieron pie a los rumores de que el embajador alemán, Radowitz, maniobraba para retardar la firma del acuerdo con Francia60. La redacción debería dejar claro que la declaración de abril otorgaba a Francia el predominio en Marruecos. Por eso el texto debería redactarse en París61. Si tuviera unos artículos secretos, era evidente que estos no podrían “derogar” los que hubieran de ser públicos62. El gobierno parecía negarse a que la convención tuviera una parte secreta, porque eso supondría su caída parlamentaria, pues ese acto sería inconstitucional. El 13 de junio escribía Jules Cambon a Maura. Quería ofrecerle su interpretación del artículo 55 de la constitución, que prohibía que hubiera artículos secretos en los tratados que derogaran los que eran públicos. Más que prohibir su existencia, los prevé. Quedaría, pues, expedita la vía a la existencia de cláusulas que ahorraran a los firmantes las consecuencias negativas de la publicidad63. Pero Delcassé replicó que Marruecos era un asunto que había que sacar de las interferencias de la política interna. Le extrañaba que hubiera modificado su posición el gobierno de Madrid64. Tras una conversación del embajador con el ministro de Estado, parecía que éste adoptaba una postura más flexible.
59 Fue nombrado embajador el conde de Tejada de Valdosera, hermano del conde de Andino, un general secretario particular del Rey. Informe del encargado de negocios de Francia en Madrid, sn M de la Margerie-Delcassé, 3 octubre, AAE NS Saint-Siège 13 123-124. 60 Lansdowne informó a Egerton que el embajador alemán en Londres le manifestó la preocupación del gobierno alemán por las repercusiones que pudiera tener sobre la monarquía en España una salida poco airosa en la negociación en curso sobre Balcanes. T 110 Cambon-Delcassé, 10 julio, DDF II/5 París 1934 309-310 61 Lp Jules Cambon-Delcassé y t 57 respuesta de Delcassé, 11 junio, ib. 249-252 y 254. 62 T 79 J. Cambon-Delcassé, 14 junio, ib. 261. 63 “Je ne pouvais comprendre comment l’Espagne aurait pu avoir une politique extérieure si... les conventions sécrètes avec les puissances étrangères lui étaient constitutionnellement interdites”. Cambon-Maura, 13 de junio de 1904. Pese a todo, Maura deseaba que en el texto público se evitaran “manifestaciones indiscretas o inoportunas”. Maura-Cambon, 15 de junio, en José María Campoamor, La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900-1904), Madrid 1951, 410-411. 64 t 60 Delcassé-J. Cambon y la comunicación del embajador al ministro de Estado, 83 Cambon-Delcassé, 16 y 18 junio, DDF II/5 París 1934 264-265 y 270.
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3. ¿Al lado de Francia? Si bien el acuerdo de abril obligaba a Francia a entenderse con España, suponía de hecho el reconocimiento inglés a un protectorado exclusivamente francés. Era una perspectiva segura, pero no próxima. Se respetaría los tiempos necesarios. Esta “pacifica, ma invidente penetrazione” afectaba a la estrategia italiana de mantener las cosas tal como estaban en el Mediterráneo. No era un asunto que pudiera descuidar su gobierno65. ¿Se ocupaba con retraso Alemania en los asuntos mediterráneos? El texto del acuerdo España-Francia sobre Marruecos estaba listo. Había algunas dificultades. Rodríguez San Pedro quería estudiarlo durante su estancia como ministro de jornada en San Sebastián. La prudencia del ministro de Estado intentaba frenar las prisas de Francia. Radowitz recordaba que los acuerdos de Londres violaban el statu quo en Marruecos. Exigía Alemania un reconocimiento del derecho de libre comercio a todas las potencias europeas, tal como existía en otros territorios africanos. Uno de los ejes de la política italiana en el Mediterráneo había cambiado. La culpa era de Alemania, que buscaba ahora en estas concesiones un alivio al resultado de su inacción. Francia ganaba una posición dominante y atraía a España a su influencia. Era el final de la idea de asociarla a las alianzas de Italia. Radowitz admitía el papel decisivo de Inglaterra en el fracaso de cualquier acuerdo a favor del equilibrio mediterráneo. Se habían equivocado en Berlín. La convención de Londres y la negociación entre Francia y España creaban una situación, casi imposible de cambiar. Solo cabía aplicarle paliativos. España caía del lado francés, “mentre già rese molto effimera l’accessione della Spagna alle nostre alleanze”66. No era tan fácil disociar la política exterior de la política interna. La presión de la opinión sobre esta marcaba el terreno en que aquella podría moverse. La controlaba por medio de la prensa. España sintió en 1898 dramáticamente sus consecuencias. Se fue a la guerra con Estados Unidos, aun sabiendo que era una locura, porque nadie pudo ponerse en contra de lo que se escribió en los periódicos67. La opinión, favorecida por la ausencia de un 1389/581 G. Tornieli-Tittoni, 15 mayo 1904, ASD DDS XL/12 35. “Sta il fatto che l’acordo ora prossimo a stipularsi abisognerà per la propia attuazione avvenire del beneplacito costante e continuo della Francia e metterà quindi sensa riserve la Spagna nell’orbita della política franceses”. Radowitz compartía este análisis, pero culpaba a Inglaterra de la ruptura del status quo mediterráneo. 495/182 Silvestrelli-Tittoni, 14 de julio de 1904. A la convención, según Delcassé, sólo le faltaba “la mettre sur pied”. Tornielli-Tittoni, 22 de julio, ASD DDS XL/12 59 y 61. 67 La fuerza de la prensa fue quizás más eficaz gracias a la debilidad de los partidos. Estos, sin programa y sin organización, vivían en torno a personalidades que, con disciplina, le 65 66
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proyecto, se impuso a las decisiones políticas y a la diplomacia68. Arrastró a la izquierda hacia el regionalismo. Sus partidos se asociaron, “par un défaut de réflexion”, a un movimiento de opinión que era “éminemment traditionaliste”69. ¿Existía ya un acuerdo entre Francia y España sobre Marruecos? La noticia la publicó la agencia Stefani el 12 de junio. El día anterior, el ministro respondía a Alejandro Groizard, ex ministro de Estado con Sagasta, que ni en 1902 ni ahora se llegó a un acuerdo secreto con Francia sobre Marruecos, pero que ahora estaba negociándose. No había un texto definitivo, pero sí consenso sobre su contenido70. Delcassé, una vez admitido que el acuerdo sería secreto, inició la redacción, pero subsistían los temores71. La firma se retrasaba por el carácter indeciso de Rodríguez San Pedro. Fez quedaría bajo la influencia francesa y Tánger sería para España72. No entendían los ministros españoles la realidad. Ignoraban las presiones del partido colonial a Delcassé y su resistencia a ellas. Estaba siendo generoso, ampliando lo que le concedía la convención firmada con Reino Unido. “Il ne otorgaban una cohesión que no tenía otra base que esa especie de caudillismo. 103 Jules Cambon-Delcassé, 4 junio, AAE NS Espagne 2 345-348. Volvió sobre estas mismas ideas cuando se produjo la llamada “crisis del papelito”. En este caso, la clave eran “les animosités personnelles”, 172 Jules Cambon-Léon Bourgeois, 4 diciembre 1906, AAE NS Espagne 3 264. 68 Esa tensión ha sido analizada con motivo del centenario del 98 casi siempre en claves de “corrección académica”, culpando al gobierno de Sagasta de decidir lo que todos le exigieron. Años antes de la efeméride, y fuera del circuito de lo conmemorativo, seguí día a día ese impulso hacia el desastre, viendo cómo un poder más irresponsable aún que el de un parlamento nacido de un sistema electoral deficiente, inutilizó los esfuerzos de la diplomacia por la paz. 1898: diplomacia y opinión, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1991. 69 104 Jules Cambon-Delcassé, 4 junio, AAE NS Espagne 2 349-351, Recogió el reproche de Alejandro Lerroux a Nicolás Salmerón, que pactó con el catalanismo, “de tous les partis espagnols un des plus rétrogrades”, 37 Cambon-Pichon, 4 marzo 1907, AAE NS Espagne 3 297. 70 Conversación con Delcassé el 1 de junio. 1605/677 Tornielli-Tittoni, 6 de junio de 1904. La negociación se realizaba en París, tal como estaba previsto en el convenio del 8 de abril. Eso significaba que Inglaterra no participaba. 725/266 Pansa-Tittoni, 16 de junio, ASD DDS XL/12 37 y 39. 71 123 Jules Cambon-Delcassé y 63 Delcassé-Cambon, 18 y 19 junio, DDF II/5 París 1934 271-273 y 275. La desconfianza del ministro de Estado, t 96-98, 2 julio, ib. 290-293. 72 Vid. estos comentarios del embajador alemán Radowitz. C 425/149 Silvestrelli-Tittoni, 23 de junio, ASD DDS XL/12 47. Hay varias notas de Radowitz sobre la posición favorable de Inglaterra hacia España en la cuestión de Tánger. En ellas, el embajador alemán afirma que la identidad de intereses dinásticos y navales de su país con España le aseguraban su apoyo frente a Francia. AGP cajón 4/62.
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faut pas me demander plus ni de compromettre notre oeuvre en ruinant du même coup l’avenir de l’Espagne” en Marruecos73. El ministro de Estado deseaba asegurar a España libertad de comercio en todo el territorio. Esa condición era vital para llevar a cabo la “penetración pacífica”. En esa demanda tendría el apoyo de las otras potencias europeas. No podría crearse en Marruecos una situación peor que la establecida en otros territorios de África. Roto el statu quo, las potencias exigirían además la prohibición de cualquier monopolio74. El 12 de julio, Delcassé creía cerrada la negociación. León y Castillo preveía una ruptura75 o una parada76. El tiempo corría a favor de Francia77. Estaba cansado Jules Cambon78. Las dificultades de España para aceptar el artículo VII de la declaración franco-británica sobre Marruecos, hizo sospechar que Alemania la estuviera empujando para rechazarla. No era así. El embajador inglés en Madrid, Edwin Egerton, requerido por Lord Lansdowne, respondió que Radowitz no lo hacía. Su colega en Londres había expresado a Lansdowne la inquietud de su gobierno por la incidencia que la cuestión de Marruecos pudiera tener en la solidez de la monarquía española79. 73 T. 70 Delcassé-Cambon, 3 julio, ib. 294-295. Edwin Egerton, embajador inglés en Madrid estaba dispuesto a insistir en los argumentos empleados por el ministro. T 101 CambonDelcassé, 5 julio, DDF II/5 París 1934 297. Cambon reiteró estas razones en su entrevista con el secretario de la Reina, conf 102, 6 julio, ib. 299-300. Lansdowne pidió a Egerton que apoyara la gestión de Cambon y que advirtiera al ministro de Estado que su gobierno no consentiría modificaciones del artículo VII de la convención anglo-francesa, que impedía a España alienar parte del territorio bajo su control en Marruecos. 146 y 148 Cambon-Delcassé, 9 agosto, ib. 357-361. 74 El barón Richthofen, embajador alemán en Roma transmitió al ministro de Asuntos Exteriores el deseo de su gobierno de proceder unidos en Marruecos respecto a todos los temas económicos. 36553/375 Tittoni-Silvestrelli, 27 de junio, ASD DDS XL/12 63. 75 Por motivos de salud iba a retirarse de París por cierto tiempo. A su regreso no quedaba más que firmar o constatar la imposibilidad de un acuerdo. Lansdowne, que conocía las concesiones francesas, las consideraba suficientes. T 76 Delcassé-Cambon y 118 CambonDelcassé, 12 18 julio, DDF II/5 París 1934 315 y 320-321. 76 La falta de sentido de la realidad y la prevención jurídica sobre la inconstitucionalidad de un acuerdo secreto estaban perjudicando a España, cuyo interés le urgía a aceptar la propuesta de Delcassé. Comentario de España Egerton al encargado de negocios en Madrid, conf 144 de Margerie-Delcassé y t 123 Cambon-Delcassé, Madrid y San Sebastián 29 julio y 1 de agosto, ib. 342 y 244-245. 77 T 82 Delcassé-Cambon, 4 agosto, ib. 346. 78 “... je crois qu’en présence d’une manque de clairvoyance du Gouvernement espagnol nous devrons le faire en tenant compte uniquement de nos intérêts particuliers”. Tc 125 Cambon-Delcassé, 6 agosto, ib. 348-349. 79 El secretario de la Reina, al despedirse de Cambon, le dijo que la actitud de Rodríguez San Pedro se debía a la indicación que le hizo el Rey en la audiencia del 7 de julio. Tc 110
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No se resignó el ministro de Estado a no poner objeciones. En su discusión con él, el embajador francés tuvo a su lado a Egerton, que recordó que Marruecos era un estado soberano, sobre el que nadie podría exigir derechos que no hubieran sido reconocidos por el Sultán80. De nuevo desde el Palacio Real llegaron indicaciones al ministro de Estado para que flexibilizara su postura, pues había riesgo de romper la negociación81. Fijado el texto el 27 de julio, se transmitió a Delcassé el 19 de septiembre. En vacaciones82 y pese a los consejos de Lansdowne, el gobierno español quiso estudiarlo con detenimiento83. Para superar el atasco cabía diferir a una posterior negociación el plazo de 15 años que se daba a España para ejercer su acción en la zona de influencia que se le asignaba84. En agosto se reunieron en San Sebastián León y Castillo, Rodríguez San Pedro y Jules Cambon. Los problemas planteados por las demandas españolas eran de fondo, no de redacción. Las garantías exigidas no las podía ofrecer Francia sin provocar una guerra en Marruecos. Por eso pedirlas sería insensato e injustificado. Francia tenía en su mano un argumento, que su embajador expuso al ministro de Estado y a Maura: si sucediese algo que obligase a intervenir en Marruecos y cambiaran las circunstancias, la oferta ventajosa de ahora no se repetiría. No estaba seguro de que con ese razonamiento los hubiera convencido85. Cambon-Delcassé, 10 juillet 1904, AAE NS Espagne 39 227-227. El ministro de Estado no tenía confianza en León y Castillo, embajador en París, Tc 123, San Sebastián 1 agosto, ib. 241. 80 ¿Estaba detrás de esta postura la presión de Radowitz? Egerton creía que no. Lansdowne aprobó la conducta de este con el ministro de Estado. Tc 98 y 101 Cambon-Delcassé, 2 y 5 julio, AAE NS Maroc 14 4 y 8. El acuerdo del secretario del Foreign Office con Delcassé, 192 Paul Cambon-Delcassé, 9 julio, ib. 12. 81 Tc 110 y 118 Cambon-Delcassé, 10 y 18 de julio, AAE NS Maroc 14 13-14 y 16. 82 Vid. la minuta y la notificación, AAE NS Maroc 14 22-27. 83 Tc 114 Delcassé-Paul Cambon, 31 julio, AAE NS Maroc 14. 32. Hay un dato más. Geoffrey, entonces en Londres, estaba seguro de que Villa Urrutia se habría entrevistado con Eduardo VII en Marienbad. El embajador de España en Viena. La visita fue iniciativa del Rey, que estimaba mucho al embajador. Eduardo VII no habría desaprovechado la ocasión “de faire sentir au gouvernement de Madrid combien il désire voir consolider par un accord entre la France et l’Espagne un arrangement diplomatique qu’il considère comme en grande partie son oeuvre personnelle”. Copia sn Reverseaux-Delcassé, Viena 29 agosto, y conf 255 Geoffray-Delcassé, Londres 7 septiembre, AAE NS Maroc 14 40 y 42-43. 84 Esta era la solución apuntaba por Egerton. Había que dejarlo a la iniciativa de España Tc 123 Cambon-Delcassé, 1 agosto, y tc 82 Delcassé-Cambon, 4 de agosto, AAE NS Maroc 14 34 y 36. 85 Confidencias de Jules Cambon al encargado de negocios italiano, 564/209 BosdariTittoni, 9 de agosto de 1904, ASD DDS XL/12 67.
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Hubo un incidente ese verano. El-Mehnebi, antiguo ministro de la guerra, presente en las misiones de Marruecos a diversas capitales europeas, que acababa de ser acogido como huésped del gobierno francés a su regreso de una peregrinación a la Meca, fue acusado de malversación. Y sus bienes fueron confiscados. No se adoptó medida alguna contra su persona por sugerencia de la legación francesa en Tánger86. En esas circunstancias, ausente Arthur Nicolson, White, encargado de negocios87, adujo ante el Majzén que El-Mehnebi era un protegido inglés88. El Majzén se negó a aceptar esa demanda, ni en su letra ni en su espíritu89. Así las cosas, Eldon Gorst, subsecretario adjunto del Foreign Office, escribió a Geoffray, encargado de negocios. Explicaba la conducta de la legación inglesa. Y destacaba dos cosas: se había prometido al Majzén investigar las acusaciones90 y se habían enviado instrucciones a White para que informara de todas su gestiones al ministro de Francia en Tánger91. Para rebajar el interés inglés en favor de su protegido se dijo que ni procedía de una familia notable en Marruecos ni había sido ministro de la Guerra. Se había limitado a aprovisionar al ejército del Sultán. Un desembarco de soldados ingleses para asegurar su vida sería, pues, una medida excesiva e inoportuna92. En Londres deseaban salir del lío creado por White93. Para avanzar por esa vía, no era oportuno asociarse a los ingleses, porque supon-
86 El compromiso para defender la libertad y la vida de El-Mehnebi, Tc 161 y 162 SaintRené Taillandier-Delcassé, 25 y 26 agosto 1904, AAE CP NS Maroc 13 149 y 151. 87 White, que residía en Marruecos desde hacía muchos años, era considerado un hombre del caid McLean. No había entendido l que significaban los acuerdos del 8 de abril de 1904. 88 La consideración de protegido había sido mediante un procedimiento puramente verbal, aunque conocido por Abdel-El-Aziz. Tc 155 y 155 bis Saint-René Taillandier-Delcassé, 16 agosto. Estos telegramas fueron enviado a Geoffrey, encargado de negocios en Londres. Tc 122, 17 agosto, ib. 130-132 y 134. La traducción francesa de los documentos árabes sobre la concesión de la protección, Tc 159 y conf 71 Saint-René Taillandier-Delcassé, 25 y 28 agosto, ib. 147 y 155-167. 89 La justificación de la conducta inglesa, señalando que la protección se le otorgó a instancia del Sultán, 231 Geoffray-Delcassé, 17 agosto, ib. 135. 90 Una de ellas, aportada por Ben Sliman, enemigo de El-Mehnebi, fue incitación a la rebelión. Tc 157 Saint-René Taillandier-Delcassé, 21 agosto, ib. 138. La postura de Abd-el-Kerin Ben Sliman en su carta a Lansdowne, como anexo a 73 Saint-René Taillandier-Delcassé, 7 septiembre, ib. 183-190. La respuesta a White, como anexo a 87 Saint-Aulaire-Delcassé, 30 septiembre, ib. 230-232. 91 229 Geoffray-Delcassé, 15 agosto 1904, ib. 128-129. 92 244 Paul Cambon-Delcassé, 26 agosto, ib. 152-153. 93 Tc 170 y 170 bis Saint-René Taillandier-Delcassé, 2 septiembre, ib. 176-177. Como sucede siempre, el gobierno inglés no aceptaría que El-Mehnebi no era protegido suyo. Iba contra su honor. 254 Geoffray-Delcassé, 7 septiembre, ib. 180. Fue enviado a Tánger.
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dría aprobar su tesis. Bastaba con influir sobre el Majzén, que sabía que Francia compartía su interés y su punto de vista94. Las concesiones obtenidas no podrían ser un estímulo para presentar otras nuevas95. El Majzén concedió 250000 francos a El-Mehnebi para instalarse en el extranjero96. Solucionado este incidente, en la negociación de París, la intervención de la Reina y las conversaciones de Maura con León y Castillo parecían haber dado fruto. La reflexión proporcionó un conocimiento más realista de la situación97. A mitad de agosto el gobierno español había redactado un texto que el duque de Mandas mostraría a Lord Lansdowne para conocer su criterio98. Era el último intento antes de llegar a la firma o a una discrepancia irremediable. Había dos puntos de interés: la reserva de un plazo de quince años para que España interviniera en su esfera de influencia y que Francia tuviera que ponerse de acuerdo con ella para cualquier medida que afectara a esa zona durante este período. Cambon pensaba que si se elegía una acción pacífica y diplomática se necesitaba el entendimiento con España. Pero si no se lograba, sería precisa una acción militar para someter la resistencia de los marroquíes y consagrar los derechos de Francia ante las otras potencias. Apostaba por la concentración de esfuerzos en el África del Norte. En Marruecos la cooperación o no de España daría a esa opción el carácter de una operación de policía o la convertiría en una verdadera conquista militar99. El 29 de agosto se enviaron instrucciones a Fernando León y Castillo100. A mitad de septiembre parecía reiniciarse la negociación. Esos días se publicó lo pactado el 2 de noviembre de 1902, que no llegó a convertirse en un acuerdo firme. Entonces se dejaba Tánger y sus alrededores fuera del reparto. Se desmintió el contenido de aquel documento101. Tc 172 Saint-René Taillandier-Delcassé, 6 septiembre, ib. 179. Resumen del t 125 enviado a Londres, 6 octubre, y 278-279 Paul Cambon-Delcassé, 6 y 7 octubre, ib AAE NS Espagne 39 237-243. 96 17 Saint-René Taillandier-Delcassé, Fez 20 marzo 1905, ib. 4 7-10. 97 Información recibida de Egerton, tras una audiencia con la Reina. 153 Margerie-Delcassé, San Sebastián 19 agosto, DDF II/5 París 1934 377-378. 98 La búsqueda de apoyo en Londres y, al mismo tiempo, el miedo a que existiera un pacto entre Inglaterra y Francia contra los intereses de España explicaba las vacilaciones en la política del gobierno de Maura. 157 Cambon-Delcassé, San Sebastián 30 agosto, ib. 391-392. 99 Conf s. n. Cambon-Delcassé, Chateau Chanvry, 23 agosto, ib. 381-383. 100 José María Campoamor, La actitud de España…383-387. 101 Estaba en lo cierto Tornielli creyendo en la existencia de ese pacto. Y creía inútiles los esfuerzos de España para conseguir lo que en él se le ofrecía, después que Inglaterra, desentendiéndose de Marruecos, lo había reducido a un protectorado de Francia. 2686/1148 Tornielli-Tittoni, 15 de septiembre, ASD DDS XL/12 81. 94 95
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El 3 de octubre de 1904 se firmaron la Declaración Hispano-Francesa acerca de Marruecos y el Convenio hispano-francés102. El 13 de octubre de 1904 se publicaron en la Gaceta de Madrid103. El gobierno español se limitó a enseñar el texto a los jefes de los grupos parlamentarios. Hubo una declaración para tranquilizar al Sultán Abd-ElAziz. España habría conseguido la libertad de comercio y quizás la conexión de sus puertos con los ferrocarriles que irían desde Argelia a Fez y Rabat. En el secreto de lo pactado, había que tener presente una advertencia publicada en The Times: si alguna vez España dejase los territorios que le habían sido asignados, nadie debería pensar que pasarían a Francia merced a una cláusula de preferencia. El convenio con España era la base para una solución equitativa de la cuestión marroquí. Hasta ese momento, Francia había respetado siempre las “gloriosas tradiciones de su vecina”, cuya opinión pública veía en el norte de Marruecos su zona de expansión. En París debían consentir que España ocupara la costa hasta Melilla, con dos condiciones: que jamás cediera esas posesiones a otra potencia y que respetara la libre circulación por el Estrecho 104. Eso podría confirmar existencia de un protocolo secreto franco-británico sobre la zona próxima a Gibraltar105. Era lógico, por tanto, concluir que el Reino Unido no se había desinteresado de la negociación franco-española. La inclusión de Tánger en la zona española servía para asegurar 102 Texto en. DDF II/5 428-432. La parte secreta fue editada en apéndice 3 DS/C 67 (18 de enero de 1912)1-6. Se comunicó al ministro de Francia en Tánger, 147 Delcassé-SaintAulaire, 6 octubre, DDF II/5 437. Está publicado en Jerónimo Bécker González, Historia de Marruecos. Apuntes para la historia de la penetración europea y principalmente española en el norte de África, Estudio Tipográfico de Jaime Ratés, Madrid 1915 557-560, y José María Campoamor o.c. 503-506 y en Tomás García Figueras, o.c. 98-102. Un resumen de los acuerdos sobre Marruecos desde 1904, Manuel González Hontoria, El protectorado francés en Marruecos y sus enseñanzas para la acción española, Residencia de Estudiantes, Madrid 1915, 11-27 y 245. 103 El 9 y 22 de octubre se debatió el Convenio en el Congreso. Intervinieron Villanueva y Ranero. Respondió el ministro de Estado. La satisfacción de los jefes de los diferentes partidos presentes en las Cortes, 168 Margerie-Delcassé, 8 octubre, DDF II/5 441-442. La explicación de la reacción de la prensa española, 177, 17 octubre, ib. 449-452. 104 Resumen de un artículo de René Pinon, en Marqués de la Vega de Armijo, Marruecos y las potencias europeas, Memoria de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas IX (1905) 309 y 312. Era costumbre del ex ministro de Estado convertir sus intervenciones en resumen de lo que otros habían dicho. Vid. el comentario de Azorín, Parlamentarismo español (1904-1916) (2), Madrid 1916, reeditado Parlamentarismo español, con un estudio preliminar de D. Juan Alcina... y notas históricas por D. Francisco L. Cardona, Bruguera, Barcelona 1968. 105 La noticia de ese acuerdo se la confirmó a Silvestrelli Edmund Egerton. 793/303, 27 octubre, ASD Política 713, pacco 983 y ASD DDS XL/12 99.
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Gibraltar106. El 13 de octubre el encargado de negocios de España en Roma entregaba copia del acuerdo al gobierno italiano107. Una vez conocido, se vio que iba más allá de lo previsto en el artículo VIII de la convención del 8 de abril. No se trataba sólo de reconocer los derechos de España por su historia y por sus posesiones en aquella costa. La entente franco-española tenía mayor amplitud. Era además un acto bilateral. Francia ganaba la adhesión de España a lo que había pactado con Inglaterra, es decir, esa especie de protectorado que la autorizaba a mantener el orden, vigilar las reformas administrativas, económicas, financieras y militares, y la obligaba a no cambiar durante treinta años el régimen de aduanas y de tarifas ferroviarias en Marruecos y a que las concesiones para carreteras, ferrocarriles y comunicaciones postales no mermaran la autoridad del Sultán. Aceptaba también el gobierno francés la prohibición de construir fortificaciones entre Melilla y la orilla derecha del Sebú. Como contrapartida, únicamente el compromiso de Francia de respetar la integridad de Marruecos y la soberanía del Sultán, como estaba recogido en el artículo II del tratado con Inglaterra. Siendo casi seguro que no se lograría la penetración pacífica, habría que suponer un pacto secreto, pero que no podría serlo para el gobierno inglés, a la vista del artículo III del acuerdo del 8 de abril108. Lord Lansdowne había apoyado a España. Durante la negociación se inclinó siempre hacia los intereses españoles109. ¿Tuvo que negociar España el acuerdo con Francia en 1904 forzada por las circunstancias creadas tras la entente franco-inglesa de abril de ese año, en una posición desigual? La respuesta afirmativa habla de una España aislada, mientras Francia se encontraba en una posición fuerte, tras obtener el consentimiento de Londres para ampliar su acción en Marruecos. Era notorio que si el gobierno español no aceptaba la oferta francesa, su rechazo no afectaría a la declaración anglo-francesa de abril110.
106 Silvestrelli creía que las dos partes signatarias deberían comunicar a Italia el contenido de este acuerdo. Y así fue. 730/276 y 737/279 Silvestrelli-Tittoni, 12 y 14 de octubre de 1904, ib. Política 713, pacco 983 y ASD DDS XL/12 87 y 89. 107 Pablo Soler-Tittoni, 13 de octubre, ib.91. 108 2853/1214 Tornielli-Tittoni, 10 de octubre de 1904, ASD DDS XL/12 95-97. 109 1474/555 Pansa-Tittoni, 8 de diciembre de 1904, ASD DDS XL/12 101. En esta conversación, el duque de Mandas, embajador de España en Londres, dijo que el tratado permanecía secreto para no soliviantar a las tribus de las costas frente a Canarias. 110 Silvela, el más activo de esos dirigentes, juzgó “demasiado extensa” la zona asignada a España en Marruecos en el acuerdo de 1902. Antonio Niño, “Política de alianzas y compromisos internacionales para la “regeneración” internacional de España, 1898-1914”, La política exterior de España en el siglo XX, Javier Tusell, Juan Avilés y Rosa Pardo (editores), Madrid 2000, 66.
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Esta conclusión olvida que el acuerdo de Londres obligaba a los franceses a entenderse con España y que esa decisión era una parte importante del mismo. La parte asignada a España podría reducirse respecto a lo convenido en 1902, pero no modificarse pues dejaba bajo su control el norte de Marruecos, la zona enfrente de Gibraltar. En política exterior importa mucho quién es el aliado y qué fuerza tienen los intereses que se defienden. La obligación de negociar con España se justificaba en el deseo inglés de que junto a Gibraltar, ni al otro lado ni en sus alrededores, hubiera una potencia que pudiera atacar la posición inglesa. Eso era evidente. Ni Lansdowne ni Arthur James Balfour representaban la actitud “filantrópica” de Gladstone en el partido liberal. El conservador, tras las declaraciones de Salisbury en mayo de 1898, no consentiría que el Reino Unido fuera una nación resignada ante el expansionismo agresivo de Francia en África, y de ésta y Rusia, en Asia. No toleró en 1898 que sus intercambios comerciales con Estados Unidos los pusiera en peligro España dando patentes de corso a quienes atacaran a los barcos. Paró los pies a Portugal en África. No dudó en sostener una guerra costosa con los boers en el Transvaal para ejercer su soberanía. En abril de 1904 se acordó también que Egipto permaneciera bajo control inglés. No salieron de allí a pesar de que en los años noventa Gladstone lo pidió, pues era una condición innegociable para mejorar las relaciones con Francia. En 1904 España no estaba sola. Ir con Francia y el Reino Unido cuando estos estaban de acuerdo, la elección hecha por los conservadores, primero con Cánovas, luego con Silvela y finalmente con Maura, había salido bien. Estaban de acuerdo las dos y una de ellas, Inglaterra, estaba a favor de España. Para garantizarse la libre circulación por el Estrecho el Reino Unido tenía este dilema: apoderarse de Algeciras o conseguir de España el compromiso de no fortificar las alturas cercanas a Gibraltar. Intentó esto último, pero chocó con la negativa de Almodóvar del Río. Con esa decisión se enfriaron las relaciones. Así las cosas, vino la propuesta de francesa de un tratado a través de León y Castillo. El gobierno de Sagasta traspasó la responsabilidad al de Silvela, que no se fió de la ambigüedad de la fórmula “appui diplomatique” propuesta por Delcassé. Silvela no deseaba un acuerdo con Francia sin el conocimiento de una “potencia amiga e interesada”, es decir, del gobierno inglés111. Se consiguió más, en el convenio del 8 de abril, al incluir a España en los compromisos de las dos partes. Rafael Gay de Montellá, Secretos de Historia contemporánea (1870)-1914), Barcelona 1944, 65-83. 111
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1904 supuso una novedad en las relaciones entre Portugal y España. Según Telo, España se benefició de la crisis de Marruecos. La guerra ruso-japonesa debilitó a Rusia. En esas circunstancias, Alemania deseaba poner el pie en Marruecos buscando sobre todo puertos en el Atlántico, que impidieran un bloqueo de su escuadra en el Mar del Norte. En una situación de equilibrio naval en el Mediterráneo entre las escuadras de la Triple Alianza, Austria e Italia, y las de Francia y el Reino Unido, la posición española en el Estrecho y el deseo de contar con ella en Marruecos para contener las miras alemanas son la clave de los acuerdos de 1904: se le concede una zona de expansión e Inglaterra acepta financiar y proporcionar técnicas para el programa naval de Maura. La crisis de 1911, que provocará incluso un plan de operaciones de las marinas inglesa y francesa, proporcionó a España la oportunidad de ampliar sus ventajas. En Portugal preocupaba la situación. Madrid parecía ganar en importancia a Portugal ante su tradicional aliado inglés. Eso llevaba a una pérdida de peso internacional, agravada por la resistencia de Londres a reconocer la República, y a un cambio en la situación hasta entonces vigente en la Península respecto a Inglaterra112. 1904 fue, por tanto, una fecha decisiva en la política exterior de España. Se abrió un horizonte de paz en el Mediterráneo y el Atlántico, de defensa de intereses y de principios. Los obstáculos que, en parte, lo malograron no deberían haber tenido entonces vigencia ni ganarse el futuro.
112 Antonio
José Telo e Hipólito de la Torre Gómez, Portugal e Espanha nos sistemas internacionais contemporâneos, Edicôes Cosmos, Lisboa 2000, 83-84.
XIII. LA OPOSICIÓN ALEMANA A LOS ACUERDOS DE 1904
El acuerdo del 3 de octubre, pieza fundamental de la política mediterránea de Francia, necesitaba completarse con uno que compensara a Alemania1. Veremos más adelante cómo. España reforzaba su posición. Siendo un compromiso de honor entre los dos gobiernos el mantenerlo secreto, nada podría saberse. Algún rumor apuntaba a la posición predominante de Francia en el caso de que España renunciara a algún punto de los que le correspondían en la costa mediterránea. E. Egerton, embajador inglés en Madrid, aseguró a Silvestrelli que no era verdad. Eso significaba que el Reino Unido no se había desentendido de sus intereses en el Mediterráneo occidental2. Mientras, la posición de Italia en la Triple Alianza se debilitaba por no poder conciliar sus intereses con los de Austria en los Balcanes y por el agravio que los italianos veían en el reciente acuerdo comercial entre los dos gobiernos3. El gobierno de Giolitti tenía que elegir: res-
1 Un primer paso fue el acuerdo para que se celebrara la conferencia de Algeciras, solicitada por el Sultán Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912), tomo II: De la crisis de la política Africana (1898) al protectorado de Marruecos (1912), Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1966, 98-102 y 107, 127-130. 2 793/303 Silvestrelli-Tittoni, 27 de octubre de 1904. La opinión de las colonias española e inglesa en Tánger, 767/159 Malmusi-Tittoni, 10 de diciembre, ASD DDS XL/12 99 y 107-109. 3 En el discurso de apertura del parlamento nacional, citado en la nota 9, el Rey subrayó que el proteccionismo dominante no impedía los acuerdos comerciales, si los gobiernos se inspiraban en la equidad y la solidaridad. Había que evitar la guerra aduanera entre los países. Era preferible un tratado de comercio, aunque no fuera ventajoso, que una guerra de tarifas. “Esposizione financiaría del Ministro del Tesoro, Luigi Luzzatti, fatta alla Camera dei Diputati nella tornata dell’8 dicembre 1904”, Roma 1904, 61 pagine, la referencia a los tratados de comercio, 25-31.
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taurar las buenas relaciones con Austria o consolidar su amistad con Alemania4. Las huelgas de los días 16 y 19 de septiembre de 1904, la demanda de la extrema izquierda de que se abriera el parlamento, el descontento del país por la violencia de los huelguistas y las buenas expectativas electorales llevaron al gobierno a convocar elecciones para el 6 de noviembre. En el programa del ministerio la única referencia a la política exterior fue el tratado de comercio con Austria5. Giolitti invitó a los italianos a elegir entre Constitución o Revolución. Venció a la extrema izquierda y a la oposición constitucional. Salieron elegidos socialistas reformistas. Se rechazaba el movimiento huelguístico de septiembre. La oposición constitucional fue castigada por querer aprovecharse de él, renegando de sus principios6. Giolitti obtuvo el 13 de noviembre en segunda vuelta 343 escaños. La oposición 140. De estos, 55 fueron para la oposición constitucional y los otros 85 se repartieron entre radicales, 37 escaños, socialistas, 27 escaños, y republicanos 21 escaños. En Roma acudieron muchos sacerdotes y seglares, “sin el consentimiento previo del Vaticano, resultando abolido de hecho el non expedit”7. Fue hábil Giolitti, porque su llamada a defender la constitución frente a la revolución movilizó a todos las fuerzas de orden. Era un primer paso para que los católicos votaran a los candidatos conservadores8. El gobierno tenía que enfrentarse al problema social, a las organizaciones obreras y a “las huelgas sistemáticas”. De eso habló Víctor Manuel III con el embajador Luis Polo de Bernabé en la audiencia de presentación de
4 “La Triple Alianza se va desvaneciendo sensiblemente no solo por aquella antipatía y hasta enemistad que se manifiesta todos los días entre italianos y austriacos, sino por tener ambos pueblos intereses encontrados” y no coincidir en las cuestiones pendientes. Comentario a la conferencia Giolitti-von Bülow en Homburg von der Hohe. 138 Pablo Soler-Rodríguez San Pedro, Roma 30 septiembre, AMAE H 1623. 5 “Lo scioglimento della Camera dei Deputati. La relazione al Re. Il Programmma del ministero”, La Tribuna 291 (19 ottobre) 1-2. 6 Una novedad fue la elección del marqués de Cornaggia y de Canetta, dos católicos. Se quebraba así, aunque discretamente, el veto de la Santa Sede a la acción política de los católicos. 142 Pablo Soler Rodríguez San Pedro, 13 octubre y 160 Polo de Bernabé-Rodríguez San Pedro, 7 noviembre, AMAE H 1623. 7 Sobre la decisión de la Santa Sede de vetar la acción política de los católicos –nè elettori nè eletti- hay una bibliografía casi inabarcable. Una obra reciente muy valiosa, aunque referida a una fecha anterior, Andrea Ciampini, Cattolici e liberali durante la trasformazione dei partiti. La “questione di Roma” tra politica nazionale e progetti vaticani (1876-1883), Istituto per la Storia del Risorgimento, Archivio Guido Izzi, Roma 2000. 8 Se estaba produciendo una aproximación de la Santa Sede a Italia. 166 Polo de Bernabé-Rodríguez San Pedro, 14 noviembre, AMAE H 1623.
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credenciales. La violencia y la represión no eran los medios adecuados. La estrategia era fomentar “el bienestar del obrero” e incorporar a las clases conservadoras, una clara alusión a los católicos que se abstenían en las elecciones políticas9. Estas ideas las recogió el programa del gobierno10. En Roma, Nápoles, Turín, Florencia y otras ciudades hubo manifestaciones contra la represión política en Rusia. Se consideró una ofensa para el país la suspensión de la visita de Nicolás II a Roma tras las declaraciones de los diputados socialistas contra el régimen ruso y por temor a que la población no lo acogiese con simpatía. Se deterioraban las relaciones, hasta entonces buenas, entre los dos gobiernos11. A eso se añadía la inquietud por la actitud de Austria, alarmada por la propaganda irredentista y los disturbios en Trieste. La Triple Alianza suponía lealtad entre Italia y Austria y el irredentismo la dejaba bajo sospecha. En su respuesta al senador marqués de Camporeale, el ministro Tommaso Tittoni destacó que ya no preocupaba en Viena el problema, porque se confiaba en las seguridades dadas por el gobierno italiano. En Oriente, había acuerdo sobre Macedonia y Albania. El crecimiento de los gastos militares era una exigencia para Austria si quería seguir siendo considerada una gran potencia. La “paz con todos” suponía actuar siempre de acuerdo con el Reino Unido y favorecer la aproximación de Alemania a Rusia, una aliada de Francia, “nostra amica”. Todo lo que contribuyera a las buenas relaciones de Viena con Rusia beneficiaba a Italia interesada en el mantenimiento de la paz en Macedonia12. El 5 de marzo dimitió Giolitti. El 12 el Rey encargó la formación de un gobierno a Alessandro Fortis. Fracasó. Tittoni compareció en el parlamento, como encargado interino de la Presidencia y de Interior. Respondió sobre la huelga ferroviaria y el proyecto de ley que provocó la caída de Giolitti. Dijo que aquella era intolerable y que la crisis había sido constitucional. Reclamó la confianza de la Cámara y la obtuvo con 281 votos frente a 160. En el de174 Polo de Bernabé-Rodríguez San Pedro, 28 noviembre, ib. 1623. “La nuova legislatura avrà innanzi a sè come compito principale la cura assidua delle clasi lavoratrici, intesa al fine di elevarne progressiamente il tenore di vita e di avviare ad eque e pacifiche resoluzioni i conflitti di interesse fra capitale e lavoro, con una sapiente legislazione che alla lotta infeconda sostituisca la cooperazione di tutte le clasi sociali” “Discorso pronunziato da S. M. Il Re Vittorio Emmanuele III nello inaugurare la 1ª Sessione della XXII Legislatura del Parlamento Nazionale il 30 novembre 1904”. 11 14 Polo de Bernabé-Wenceslao Fernández de Villaurrutia, 30 enero 1905, AMAE H 1623. 12 “Le relazioni tra l’Italia e l’Austria in Senato. Le dichiarazioni del Ministro degli Esteri”, La Tribuna, 9 febbraio 1905, 3. 9
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bate, Fortis se mostró solidario con Tittoni y propuso un programa muy aplaudido. El 28 de marzo, tal como era previsible, el Rey encomendó a Fortis la formación de un nuevo gobierno. Lo logró ahora. La mayoría de sus ministros pertenecían a la izquierda liberal. De centro, sólo Ferraris, el de Obras Públicas13. Italia comenzaba una fase de mayor integración en su política interna. Su política exterior seguía siendo de “paz con todos”. Llegado el momento, no se equivocó al elegir campo.
1. La dimisión de Maura En noviembre de 1904 un periódico italiano comentó el significado político de Maura. Garantizaba una etapa de estabilidad, sin la cual era inviable la prosperidad. Era un hombre de Estado. España había encontrado en él “il suo Bismarck, il suo Cavour”, pero Maura era “profondamente e pratticamente cristiano”. Su ideología conservadora no le impedía ser una persona de “grandissima fiducia nella libertà : il suo ideale è il trionfo della Verità”. No era eso un principio, sino una norma de conducta, que explicaba su respeto a las elecciones libres. La ventaja de los republicanos en Madrid, Barcelona y Valencia descubrió a la clase en el poder la realidad del país. En su camino había dos escollos: la obstrucción de los republicanos a sus reformas y la presión de la Corte para arrojarlo del poder. Sin Maura la derecha era una sombra. Con él, podría cerrarse una larga historia de pronunciamientos, de luchas “estériles y parricidas”. Su continuidad aseguraba, “su base salda, l’era di un lavoro ordinato, tranquillo proficuo di rigeneracione”14. El 16 de diciembre Maura dejaba el gobierno. Lo sustituía en la presidencia transitoriamente el general Marcelo Azcárraga. Con todo, hubo una amplia remodelación del gobierno, que volvería a hacerse el 27 de enero de 1905 cuando fue nombrado presidente Raimundo Fernández Villaverde15. Hubo en la dimisión de Maura un motivo conocido: el desacuerdo con el Rey sobre los nombramientos en el ejército. Alfonso XIII sabía que la solución no era Azcárraga. Llamó a Silvela, que mantuvo su palabra de no regresar a la política y algo más: se negó a opinar sobre la crisis y su solución.
13 Toda la gestión de la crisis y los primeros pasos del gobierno, en el que Tittoni continuó en Asuntos Exteriores, 44, 45 y 69, Polo de Bernabé- Wenceslao Fernández de Villaurrutia, 26 y 29 marzo y 20 abril 1905, AMAE H 1623. 14 “Cose di Spagna. Don Antonio Maura”, Il Giornale di Roma 32 (2 novembre 1904) 1-2. 15 Uno de los motivos para elegir a Villaverde fue la necesidad de mantener unida a la mayoría parlamentaria. 21 Jules Cambon-Delcassé, 28 enero 1905, AAE NS Espagne 3 17-20.
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Con respeto, pero con frialdad, según el comentario del embajador francés, Maura declinó el encargo. Antes de cumplir el tercer año después de iniciarse el nuevo reinado, Alfonso XIII cometió un error en su apreciación de las personas: creer que la ambición es la única guía de los hombres16. Esa era, más allá de las apariencias, la verdadera razón de la crisis. Aunque había más causas, la única que creaba incompatibilidad entre Maura y el Rey era el modo en el que cada uno de ellos entendía su deber desde su propia idea de lo que era un gobierno. Maura deseaba que fuera cada vez más parlamentario y menos “oriental”, por usar una calificación creada entonces. Había tenido, según Cambon, la crisis cinco causas. Una la presión de Maura sobre Alfonso XIII, incluso sobre sus aficiones “particulares”, como la pasión por los coches y la velocidad. Dos, la inclinación de la Corte hacia los liberales, tachando a Maura de ser ultramontano y clerical. Tres, el desacuerdo sobre el modelo de administración militar alemán, querido por el Rey. Cuatro, el nombramiento del general Francisco de Paula Loño. La quinta fue la declaración de Maura, la tarde del 15 de diciembre, cuando el Rey le renovó el encargo, al no aceptar Silvela: el gobierno es el mismo que estaba en funciones. Cuando regresara en 1907 volvió a nombrar al general Loño ministro de la Guerra. Quienes acusaban a Maura de no haber concedido tiempo al Rey y de haber actuado con precipitación, como el ministro de Hacienda, Guillermo Joaquín Osma, tuvieron que aceptar que se abría una etapa de inestabilidad17. Desde el 16 de diciembre de 1904 hasta el regreso de Maura 25 de enero de 1907, es decir en menos de 25 meses, hubo seis presidentes del consejo y ocho gobiernos18. Hablaba Azorín esos días de “la guerra sin tregua que los castellanos hacen al árbol”. Temía que se extendiera al agua. Sin esta y sin aquel, el paisa-
16 Considero importante unir el comentario citado en la nota anterior, con el informe que envió el embajador Cambon: “…Alphonse XIII a été victime de cette illusion si commune chez les Princes, de croire que les hommes ne se conduisent que par des vues d’ambition”. 21 Cambon-Delcassé, 28 enero 1905, AAE NS Espagne 3 18. 17 La vertiente parlamentaria de la crisis era evidente, pues “les plus exaspérés contre la Cour étaient les membres de cette majorité extraordinaire et disciplinée qui depuis un an fait front contre toutes les attaques pour soutenir le Cabinet, animée qu’elle est du sentiment que l’Espagne a surtout besoin d’un gouvernement qui dure. Jamais langage plus amer n’a été tenu que par les membres de cette majorité, soudain abandonnés et qui voient qu’on va rentrer dans la période des crisis fréquentes”, Jules Cambon-Delcassé, 17 diciembre 1904, AAE NS Espagne 2 389-394 18 Las repercusiones de la crisis en el parlamento y en la opinión, 222 y 225 Jules Cambon-Delcassé, 17 y 18 diciembre, ib. 395-396 y 401-402.
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je español expresaría la desolación de sus gentes, que se niegan a su propia renovación, a su propia vida. Mirando ahora a la Corte, se preguntaba: “¿Podéis tener idea de la situación dolorosa de un hombre de recta voluntad, inteligente, digno, emprendedor, que se encuentra en la cabeza del Gobierno y que ve que todos sus esfuerzos personales se estrellan, se disgregan y pierden en la inmensa masa cerrada sobre sí misma, que es el pueblo, en la otra masa, más elevada, pero no menos inteligente, no menos aferrada a la rutina, que a él, gobernante, más de cerca le comprime y ahoga?”19. Cuando la política exterior española estaba en un momento decisivo, una crisis interna la condicionó, iniciando un proceso que le dará el perfil que tendrá en los años siguientes: el papel del Rey, su postura ante los gobiernos, su inclinación primero por el partido liberal y luego por quienes eran más flexibles, “idóneos”, en cada uno de los dos partidos ministeriales, la marcha desde la penetración pacífica a la intervención militar en Marruecos… y la sospecha de que quienes “no dejaban gobernar” tenían, si no apoyos y estímulos, al menos, escasa resistencia en quien coronaba las instituciones políticas.
2. La crisis franco-alemana de la primavera En un artículo del Daily Thelegraph, recogido en la prensa española, se anunciaban las medidas que el ministro francés en Tánger había presentado al Sultán para iniciar la ejecución de los acuerdos de 1904. Entre ellas, carretera y telégrafo que uniera Tánger y Fez, establecimiento de la representación diplomática francesa en esta capital, derecho de los extranjeros a poseer inmuebles, creación de un banco de Estado y de emisión, que sería la base de las reformas financieras y militares que proyectaba Francia. Un banco de emisión franco-marroquí acababa con la exclusiva de la peseta española, única hasta entonces de curso legal. En crisis los cambios de esta con el exterior, eso suponía un problema más, “un desastre” según El Imparcial. Saint-René Taillandier estaba encontrando dificultades para negociar con el Majzén. No podría dudarse de que hubiera presentado exigencias, pero sin avalarlas con la amenaza de una intervención militar, como decía el periódico inglés. Estos actos eran preocupantes, porque el representante alemán había hecho una labor de oposición a Francia. Una nota del canciller Bülow a KühlAzorín, “Los árboles y el agua”, España, 14 noviembre 1904 , recogido en apéndice a Castilla, edición de Inman Fox, Madrid, Espasa Calpe, Colección Austral, 1999, 258-259. 19
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mann, encargado de negocios, decía taxativamente que Alemania defendería los intereses de sus nacionales en cualquier sitio, sin necesitar que se le ofreciera el concurso de otro país. Kühlmann repetía a todos que nada había cambiado, pues no se había notificado a su gobierno los acuerdos firmados en 190420. El del 8 de abril de 1904 imponía a Francia la obligación de asegurar el orden en Marruecos y una “obra de pacificación y de reformas progresivas. Quería hacerlo con una “entente étroite et cordiale” con el gobierno del Sultán. Así lo declaró Saint René Taillandier en la fiesta del 14 de julio de 1904. Los marroquíes no simpatizaban con los franceses. No les había pasado desapercibidas las consecuencias del convenio franco-británico para su independencia y su integridad territorial. La población se resistía a las formas de vida europeas, como se verá en los meses inmediatos, provocando una guerra civil y el destronamiento de Abd-El-Aziz21. ¿Bastarían los medios persuasivos para que Francia lograra su objetivo? Cuando gozaba de la confianza del Sultán, Inglaterra había patrocinado reformas tributarias y financieras, pero fracasó. Esta experiencia estaba detrás de su pacto con Francia22. La agresión a un ciudadano español en Larache planteó la conveniencia de enviar un barco de guerra, como habían en hecho en circunstancias similares Francia e Inglaterra23. Un nuevo foco de tensión fue la decisión del Sultán de despedir a todos los oficiales y empleados extranjeros en su corte. La reacción del ministro de Francia en Tánger fue aplazar su visita a Fez y retirar al cónsul y a todos los franceses residentes en la ciudad. Saint-René de Taillandier dijo a Mohamed Torres, delegado del Sultán para Asuntos Exteriores, que la misión militar francesa en Fez regresaría cuando lo decidiera su gobierno. Era una señal de que Francia no renunciaba a seguir controlando Marruecos. ¿Qué significaba ese paso? Posiblemente una rectificación en la estrategia de penetración lenta y pacífica24. 101/18 Malmusi-Tittoni, 5 de marzo de 1905, ASD DDS XL/12 11-12. Moulay Albdelhadi, Alaoui, Le Maroc face aux convoitises européennes¨1830-1912, Imprimerie Beni Snassen, Salé 2001 142-149. 22 674/137 Malmusi-Tittoni, 5 de octubre de 1904, ib. 83-84. 23 Conf Bernardo J. de Cólogan-Rodríguez San Pedro, 19 noviembre 1904. Un balance de las relaciones de España con Marruecos desde 1870 y un informe sobre la situación de Ceuta y Melilla, conf Bernardo J. de Cólogan- Rodríguez San Pedro, 24 noviembre 1904, copias AGP 15848/2. 24 795/164 Malmusi Tittoni, 26 diciembre 1904, ASD DDS XL/12 1-3, y con dos anexos: la notificación de Mohammed Ben el Arbi Torres a los ministros en Tánger, 17 diciembre, y la respuesta de Saint René de Taillandier. 20
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Delcassé juzgó la situación seria, pero no trágica, como había dicho un periódico. Esperaba que el Sultán continuara entendiéndose con Francia para proseguir la penetración pacífica. Harían todo lo que estuviera en sus manos para evitar el uso de fuerza pero “si fuera necesaria, la emplearían sin vacilar”, pues estaba resuelto el gobierno “a no retroceder ni a detenerse en el camino emprendido”. España, atendiendo al tratado, podría esperar el desarrollo de los acontecimientos y sacar partido de ellos25. Estaba pendiente que Alemania aceptara los acuerdos sobre Marruecos El 9 de marzo el gobierno francés mostró su disposición a confirmar por escrito sus garantías sobre la libertad de comercio26. El 1 de abril de 1905 Delcassé, respondiendo al diputado Decrois, citó el artículo II de la declaración del 8 de abril del año anterior: en ella se reconocía la libertad de comercio en Marruecos. La desconfianza de Alemania carecía de base. Había una tensión creciente entre Berlín y París, cuando visitó Guillermo II a Tánger y saludó a un Sultán soberano en un Marruecos libre y abierto a la concurrencia pacífica de todas las naciones, sin monopolios, ni exclusiones27. Le Temps juzgó estas palabras un hecho nuevo y un acto poco amistoso. La Norddeutsche Gazette replicó que el emperador reiteró una posición ya conocida. Lo acababa de recordar el 29 de marzo en el Reichstag el canciller Bülow. Alemania seguía afirmando la vigencia de lo aprobado en la conferencia de Madrid en 188028. En Italia se buscaba cohesionar la política interna. Con la mediación de Carlo di Rudinì, su padre el marqués di Rudinì y el presidente del consejo Fortis se entrevistaron. Consciente de las dificultades del ministerio, di Rudinì dijo que la derecha no le crearía problemas, aunque tendría que votar contra el gobierno. En política exterior, Di Rudinì optaba por ingresar en la entente de las potencias occidentales. Creía que existía un documento intercambiado entre Tittoni y Barrère en el momento en que se renovó la Triple Alianza. No lo conocía. Pensaba que Fortis debería pedir ese documento, T conf cifrado León y Castillo-marqués de Aguilar de Campóo 28 diciembre 1904, AGP 15599/2 26 Se recordó al embajador en Berlín todas las gestiones hechas para asegurar esta postura, 85 Delcassé-Bihourd, 13 febrero 1905, AAE NS Maroc 14 101-102 y 103. 27 Comentario a estas palabras, 114 Bihourd-Delcassé, 4 abril, ib. 111-112. La reacción en San Petersburgo, 33 Bompard-Delcassé, 8 abril, AAE NS Maroc 14 125-126. 28 El diario inspirado por el ministerio francés de Asuntos Exteriores, cometía varias contradicciones: la igualdad de todas las naciones con la posición especial de Francia, la condición europea de la cuestión de Marruecos, con un mandato a Francia por parte de las potencias, del que Alemania no tenía noticia. Un resumen de este artículo, publicado el 5 de abril, 116 Bihourd-Delcassé, 5 de abril, ib. 115. 25
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porque estaba seguro de que contenía la base en la que debía fijarse la política exterior italiana29. El ministro de Asuntos Exteriores Tommaso Tittoni la expuso ante la Cámara de Diputados el 12 de mayo. Tuvo que hablar del Mediterráneo a propósito de las alusiones a la posición del gobierno respecto a Tripolitania y a la existencia de un acuerdo con Francia reconociendo la “préférence” de Italia en esa zona. Quería dejar claro que el gobierno no preparaba su ocupación. Esta no debería llevarse a cabo salvo en caso de que fuera indispensable para el equilibrio en el Mediterráneo. La paz como objetivo y como tarea del gobierno no excluía la necesidad de poseer los medios necesarios para garantizar los intereses italianos. Nada cambiaría mientras se mantuviera las relaciones cordiales e íntimas con Turquía. Tomar la iniciativa para conquistar un territorio del Imperio Otomano era incentivar a quienes tenían prisa por su desintegración y su reparto. Un gobierno responsable debe, en política exterior, mantener la calma y respetar el derecho. No puede consentir que noticias falsas movilicen a la población. Cuando sea necesario, pedir explicaciones y poner sobre la mesa los intereses de Italia. Lo estaba haciendo así. Fortis dicho en el Senado que Italia iría en el norte de África de acuerdo con Francia, el Bey y el Sultán de Turquía. La acción de Italia en Tripolitania debería ser una obra de penetración lenta. En ella cabían el capital, los recursos del Estado y la iniciativa privada, pero subrayando que la influencia del país dependía de las energías de sus ciudadanos, de su espíritu de iniciativa y de la valentía de sus capitalistas30. La entrevista Fortis-di Rudinì se celebraba en un momento importante en la política interna italiana y en el de sus relaciones con la Triple Alianza, con el Reino Unido y Francia. Sabemos que Guillermo II manifestó, en su entrevista en Nápoles con el Rey de Italia, su indignación por la conducta de Francia en Marruecos. Dijo que había llegado Alemania a un acuerdo con Estados Unidos para frenar a los franceses. Advertía Tittoni a los embajadores Lanza y Tornielli, “i nostri rapporti colla Francia e la nostra alleanza colla Germania renndono delicata la nostra posizione”. Les pedía que extremaran sus esfuerzos en favor de la conciliación de las posturas del gobierno
29 Barrère creía en estas confidencias de Carlo di Rudinì, porque reflejaban ideas que le había expuesta en diversas ocasiones su padre. Y alababa el buen criterio de Fortis: contar con las personas más capaces para definir la política exterior. Très conf 61 y 80 Barrère-Delcassé y Albert Legrand-Delcassé, 7 abril y 16 mayo 1905, AAE CP NS Italie 11 11-21. 30 79 Luis Polo de Bernabé -Ramírez de Villaurrutia, Roma 14 mayo 1905, AMAE H 1623.
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ante el que estaban acreditados. Interesaba a Italia conocer la posición de Inglaterra, cuya prensa estaba del lado de Francia31. Lansdowne no temía un enfrentamiento. Esos días Barrère informó a Tittoni que Alemania quería una conferencia internacional sobre Marruecos. El conde Monts confirmó la noticia y pidió la adhesión de Italia. Pero en Roma esperaban conocer qué haría el gobierno Balfour32. A Rusia no le interesaba la propuesta. Goluchowski dijo que había que esperar y tener más datos. Estados Unidos no participaría. Lansdowne creía que no era necesaria. España sería fiel a los acuerdos con Francia y el Reino Unido. Intervendría en la conferencia si estas la aprobaban33. La colonia española en Tánger entendió las palabras del Emperador como una defensa de sus intereses. Eso contradecía la postura del Rey34, que mostró a Jules Cambon la solidaridad de España. El Reino Unido, en una promemoria, calificó de poco razonable la actitud alemana y ofreció a París la posibilidad de concertarse para oponerse a la demanda alemana de un puerto en la costa de Marruecos35. Tras una insinuación venida desde Roma36, Delcassé intervino para poner orden en lo que comenzaba a ser una crisis franco-alemana. Habló en la Cámara el 7 de abril. El gobierno había dado explicaciones “en amis, patiemment aussi, comme on convient à des voisins qui n’ont nul besoin de rechercher de solutions précipitées”37. 31 Minutas de los telegramas sn de Tittoni a los embajadores en Berlín, Lanza, París, Tornielli, Pasa, Londres, 6 abril 1905. A Tornielli se le comunicaba que Barrères estaba satisfecho ante la reacción de Guillermo, ASD Cassette Verdi 29/7 1-3. Sobre la conformidad de Estados Unidos a la propuesta de Alemania, no había más que la conformidad con un memorándum que se presentó en Washington. Tc personale Tittoni-Mayor y respuesta de este, 8 y 11 abril, ib. 6-7. 32 Esta noticia se envió el 12 de abril a Londres, San Petersburgo, Viena, Washington, Madrid, ib. 9, y a París, el día 16, ib. 17 33 Melegari-Tittoni, riservatissimo Avarna-Tittoni., riservato Mayor-Tittoni., conf 33 Pansa-Tittoni, todos del 13 abril, y riservartissimo 18 Silvestrelli-Tittoni, 14 abril, ib. 14-15. 34 Alfonso XIII expresó su solidaridad con Francia. Y comentó que Cólogan, el ministro de España en Tánger, era un fanático de Alemania. Rc conf 50 Jules Cambon-Delcassé, 6 abril, AAE NS Maroc 14 118. 35 Copia de este documento entregado por el embajador inglés en París, F. Bertie, el 24 de abril, ib. 162. Paul Cambon expresó a Lord Lansdowne el agradecimiento de Delcassé. 155, 3 mayo, ib. 185. 36 La conversación de Barrère con Tittoni, tc 107-108,7 de abril, ib. 120-121. A los dos días de presentar su dimisión, insistía Tittoni en que la crisis era consecuencia de la susceptibilidad alemana. Una manifestación de buena voluntad bastaría para superarla. Tc 136 Barrère-Delcassé, 23 abril, ib. 156. 37 Chambre des Députés, séance du vendredi 7 avril, 1251-1252. La sinceridad del comportamiento de Francia había quedado reflejada en el Livre Jaune. No cabía aceptar como origen de la campaña alemana un equívoco en la comunicación de los acuerdos con Inglaterra y con España. Tc Bihourd-Delcassé, 11 de abril, AAE NS Maroc 14 131-132.
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Francia tenía que resistir la presión. No lograría sus fines Alemania38. ¿Por qué el silencio de Bülow?39 ¿Qué había detrás de una intervención improvisada y poco oportuna de Guillermo II? Los intereses de la casa Krupp, según el embajador Lanza40. Delcassé habló con el príncipe de Radolin, embajador alemán en París, sobre esta altercado41. Había quizás una decisión política de alcance: tensar la situación para conseguir la convocatoria de una conferencia europea sobre Marruecos42. Para presionar más, el conde de Mülhberg había dicho que la diplomacia alemana mantendría su decisión de entenderse directamente con el Sultán en la defensa de sus intereses43. En esos momentos el conde Tattenbach, ministro en Tánger, se dirigía a Fez44. El primer logro alemán en esta crisis fue la dimisión de Delcassé el 21 de abril, que Pierre Rouvier no aceptó45. Tras sopesar las ventajas, Delcassé autorizó al embajador en Berlín para que dejara copia del resumen de su conversación con el príncipe de Radolin a quien había informado de la negociación con el Reino Unido el 23 de marzo del año anterior46. No se trataba de una comunicación oficial, porque nada estaba entonces aprobado. Era sólo una muestra de confianza. Una vez firmado el acuerdo el 8 de abril, el gobierno alemán pudo comprobar la exactitud de las referencias dadas el 23 de marzo. Fuera de los dos firmantes, Alemania era la primera en conocer su contenido. Ausente Radolin de París durante las vacaciones, Delcassé tuvo interés en que Bihourd comunicara 38 Esa era posición de Frank Cavendish Lascelles, embajador inglés en Berlín. Très conf Bihourd-Delcassé, 9 abril, ib. 128-129. Copia de este despacho a Londres, San Petersburgo, Washington, Berna, Viena, Roma Madrid. Lord Lansdowne creía igualmente que había que esperar a que los alemanes descubrieran sus planes. Delcassé había salido reforzado. 155 Paul Cambon-Delcassé, 3 mayo, ib. 185-186. 39 Tc 125 Bihourd-Delcassé, 11 abril, ib. 131-132. 40 Este comentario circulaba en Berlín. Lanza lo hizo en una reunión entre embajadores. 126 Bihourd-Delcassé, 12 abril, ib. 133. 41 Un resumen de lo tratado, tc 58 Delcassé-Bihourd, 14 abril, ib. 136-137. 42 Lanza creía que ese era el plan de la cancillería alemana. Tc 39 Bihourd-Delcassé, 15 abril, ib. 139. Esta propuesta la expresó abiertamente el conde Mülhberg el 25t de abril, tc. 52 Bihourd-Delcassé, 26 abril, ib. 165. 43 Tc 46 y 46 bis y conf 47, Bihourd-Delcassé, 19 y 20 abril, ib. 148-150. 44 Jules Cambon sugirió que, a través del gobierno inglés, se obtuviera de Guillermo II que Tattenbach suspendiera su misión. Lascelles dijo a Bihourd que sería inútil. Tc conf 50 Bihourd-Delcassé, 24 abril, ib. 157. 45 La carta de dimisión, las razones de la crisis y el desarrollo de la misma, con la declaración del ministro de Asuntos Exteriores, “M. Delcassé veut se retirer. Il remet sa démission à M. Rouvier, qui la refuse...” La Matin, 22 avril 1905. 46 Un resumen de lo tratado, tc 58 Delcassé-Bihourd, 14 abril, ib. 136-137. La entrega al conde Mülhberg, el 24 de abril, AAE NS Maroc 14 159-161.
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el acuerdo con España antes de su publicación oficial, dejando al barón Richthofen el texto, que le había leído47. Saint-René Taillandier había desmentido que hubiera dicho en Fez que Francia había recibido un “mandato de Europa”. Veremos más abajo este punto. Recordando sus palabras en la Cámara el 7 de abril, insistía Delcassé en disipar todo malentendido entre los dos gobiernos. Hubo un simple acuse de recibo de esta comunicación. Su silencio era lo que mejor cuadraba con la decisión alemana de no darse por enterada de las pretensiones de Francia, tras sus acuerdos con el Reino Unido y España. Desde el punto de vista de la política interna, el canciller y el emperador necesitaban demostrar que su país no estaba aislado. No lograrían humillarlo, pese a los éxitos de Francia y a los daños sufridos por la industria alemana en los últimos tratados de comercio firmados. Guillermo II no podía desatender el deseo de paz de Alemania. Algunos de sus consejeros, partidarios de la guerra, podrían sugerirle que tuviera en cuenta la derrota que la entente franco-rusa acababa de sufrir en Manchuria. La Triple Alianza tenía grietas. Lascelles no negó que existiera un ambiente de guerra. La alternativa de Francia era proseguir su acción en Marruecos o abrir negociaciones con Alemania. Había que dar a los alemanes la sensación de triunfo, pero midiendo la reacción de la opinión francesa. La negociación debería ser indirecta para evitar los malos gestos por parte alemana. Si la idea de una conferencia, a la vista de su mala acogida, se había transformado en un intercambio de puntos de vista entre las potencias que firmaron en 1880 el Acta de Madrid, Francia podría aceptarla. Había que ganarse la buena voluntad de la mayoría de las naciones participantes. Italia podría hacer de intermediaria. Había que ser cautos, teniendo presente que la política exterior alemana la fijaban Guillermo II, el canciller Bülow y dos o tres personas más48. El ministro italiano del Tesoro, Luigi Luzzatti, encaró directamente el asunto. Tenía una buena relación con el conde Monts, el embajador alemán en Roma. ¿Buscaba su país un pretexto para una guerra en Europa?49 La resEl embajador francés dijo a Goluchowski, tras recibir un telegrama de Delcassé, que se comunicó a Berlín antes de que fuera público el acuerdo. Lo hizo Delcassé al príncipe de Radolin en París, y el embajador Bihourd al barón Richthofen en Berlín, t 36 Avarna-San Giuliano, 8 abril 1905, ASD DDS XL/12 35. 48 146 Bihourd-Delcassé, 28 abril, AAE NS Maroc 14 168-171. A su regreso a Alemania, Guillermo II guardó silencio. Quizás esperaba el resultado de la misión Tattenbach a Fez, tc 60, 17 mayo, ib. 196. 49 Esa sensación de ultimátum se repitió cuando, tomando como pretexto una amenaza de intervención militar francesa en Marruecos, hecha por Saint-René Taillandier al Sultán, Alemania pidió a Tittoni que manifestara a Francia su voluntad de llegar a un arreglo. Tc 188191, todos del 4 de junio de 1905, y 192-194, todos del 5 junio, AAE NS Maroc 15 4-8. 47
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puesta fue negativa. Con todo, tal como había sospechado Bihourd, la derrota de Rusia frente a Japón había creado una situación nueva. Era el momento para clarificar las relaciones con Francia. Según Monts, Alemania necesitaba diez años de paz para desarrollar sus recursos y querían saber si Francia se los aseguraba. Todos los intentos de acercamiento por parte alemana habían sido rechazados en París, cuya política parecía tener como norte dejarlos aislados50. Ese temor se concretaba en la sospecha de que existía una alianza ofensiva-defensiva entre Francia y el Reino Unido51. Pasó luego Monts a los hechos concretos. El viaje a Tánger fue una iniciativa “privada” del Emperador. El discurso agresivo en Karlsruhe revelaba que Guillermo II había sentido la ofensa sufrida cuando Víctor Manuel III no acogió su petición de estar con él en Roma y saludar juntos al presidente Loubet52. El humor de Guillermo II no amenazaba la paz. Sus sentimientos eran pacíficos. Alemania no toleraría que las imprudencias del Emperador la llevaran a una guerra. Interesaba sobre todo la garantía francesa de que habrá paz entre los dos países. Marruecos era un medio para ese fin. Permitirá a los alemanes explicarse ante los franceses y cerrar un ciclo largo de desconfianza y hostilidad. Las relaciones pacíficas entre ellos dependían de estos.Monts estaba seguro de que Inglaterra no iría a una guerra por Francia. Luzzatti subrayó que se habían equivocado en Berlín al escoger Marruecos como medio para esa aproximación a Francia. Contra Alemania estaban todas las naciones mediterráneas y además Inglaterra y Estados Unidos. Habían atacado a Delcassé, una persona muy valorada en todos los países europeos y en América. Y habían errado en la imagen con la que se proyectaban: aparecían como la única potencia que deseaba la guerra. Se equivocaba quien creyera que el Reino Unido abandonaría a Francia. Una victoria alemana sería para los ingleses peor que la restauración del imperio napoleóni-
50 En una recepción, el embajador se acercó al capitán de navío, Sugny, agregado naval en Berlín. Y le dijo: “Au lieu de soigner votre Marine, vous avez depuis dix ans Ministres des Affaires Étrangères qui ne veulent pas entendre. Voyez-vous. Il vaux mieux être de mes amis que de mes ennemis; dites-le bien chez vous”. Tc 76 Bihourd-Rouvier, 1 junio 1905, AAE NS M 15 1. Dos semanas después dijo al comandante Laguiche, agregado militar: “La politique épouvantable (de Delcassé) conduisait la France à une catastrophe”. Tc 82 Bihourd-Rouvier, 12 junio, DDF II/7 París 1937, 52. 51 Conversación con F. Lascelles, embajador inglés en Berlín, Tc 81 Bihourd-Rouvier, 11 junio, AAE NS Maroc 15 22. 52 Una prueba del resentimiento de Guillermo II por lo que consideraba una humillación de Francia y su confesión de que las palabras en Tánger y la misión a Fez eran una respuesta a esa situación, su conversación el duque d’Andria, senador italianos, en el yate “Hohenzollern” el 30 de abril en Nápoles. Copia de la transcripción, ib. 14 190-192.
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co. Alemania no podía defender su marina mercante. La destruirían los ingleses, dando un golpe decisivo a toda su economía. Una victoria suya sería al mismo tiempo su derrota. Apremiaba abandonar ese callejón sin salida, y hacerlo sin lesionar el honor de ninguno de los dos gobiernos. Tendría Alemania que recuperar la relación con Delcassé. Su sucesor no podría librarse de ser tachado de haber sido impuesto por Alemania. Luzzatti fue claro. Monts, amigo de Bülow, Barrère, amigo de Delcassé. Monts y Barrère, amigos, ese capital de relaciones personales serviría para resolver la crisis53. Cuatro días después, Monts comentó a Luzzatti la reacción de Bülow. Compartía sus puntos de vista sobre la necesidad de entenderse directamente los dos países y la continuidad de Delcassé. Debían hablar los dos embajadores en Roma. Habría que esperar el resultado de la misión Tattenbach a Fez y la respuesta a la conferencia propuesta por Alemania54. La mejor garantía en esos momentos, según Luzzatti, era su amistad con el Reino Unido y con Italia55.
3. La respuesta alemana En su mejor momento político, intervino Bülow en la sesión del Reichstag. Había conseguido la aprobación de siete tratados de comercio. En su segunda y tercera intervención, habló de política exterior. Primero, de las relaciones con Rusia y Japón. En el Extremo Oriente, Alemania trataría con una estricta igualdad a cada uno de los dos Estados. Habló luego de Marruecos. Alemania defendería sus intereses comerciales. No era necesario decir más56. Eso significaba que no daría un paso atrás en la política de “puertas abiertas” al comercio de todos los países europeos57. En este debate, políticos, periodistas y personas autorizadas alemanas se habían hecho portavoces de los intereses privados en Marruecos. Esa apariencia no podía disimular que el comercio alemán era bastante inferior al 53 “Prémier entretien de M. Luzzatti avec le Comte Monts, ambassadeur d’Allemagne, 1er mai 1905”, ib. 177-184. 54 El tono general de la comunicación de Bülow y de las palabras de Monts revelaban voluntad de arreglo. “Second Entretien de M. Luzzatti avec le Comte Monts, 5 mai 1905”, ib. 188-189. 55 Tc conf 168 Legrand-Delcassé, Rome 13 mayo, ib. 194. 56 507/173 Lanza-Tittoni, 16 de marzo de 1905, ASD DDS XL/12 15. 57 Francia tendría que ofrecer explicaciones a Alemania sobre la misión de Saint René Taillandier en Fez. Con eso se disiparía la desconfianza. El ministro francés en Tánger dijo al Sultán que hablaba en nombre de Europa. Tc 64 Lanza-Tittoni, 30 de marzo, ib. 21.
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del Reino Unido. El anuncio de Bülow en el Reichstag58 y la visita de Guillermo II a Tánger eran dos piezas de esa promesa: la defensa de los intereses de Alemania. Intervino entonces la prensa inglesa. The Times dijo que el fracaso de la misión francesa en Fez había incrementado el peso de Alemania. Tras los convenios del 8 de abril del año anterior, el ministro de Francia se presentó ante el Sultán como representante de los europeos. Había sido desmentido eso, pero el conde Tattenbach dijo que su gobierno no tenía noticia oficial de que tal acuerdo existiese. Dejó claro que la integridad territorial y la soberanía de Marruecos eran intangibles. Era la ocasión de publicar lo que el Emperador había declarado al rey de España en Vigo: no buscaba ninguna ventaja territorial, pero Alemania se preparaba para que nadie rompiera en Marruecos la igualdad para todas las potencias. Y un aviso: el gobierno de Berlín no tenía noticia de que el Sultán hubiera aceptado compromiso alguno que le impidiera tratar de la misma forma a todas ellas. La presión de los grupos económicos que comerciaban con Marruecos fue acogida por el gobierno dispuesto a negociar con Francia. “La tutela di quegli interessi richiede che la Germania aspiri a veder conservata al sultanato di Marocco la sua independenza”59. No había que fiarse de Francia ni del Reino Unido. La libertad de comercio, establecida para lejanas tierras en África en el Congreso de Berlín en febrero de 1885, jamás se había aplicada en Egipto, Túnez y Argelia60. Ingleses y franceses actuaba igual. En Tánger, Guillermo II dijo saludar a un soberano independiente, bajo cuya soberanía esperaba que Marruecos progresase y continuase abierto a la concurrencia pacífica de todas las naciones, sin monopolios ni exclusiones61. 58 En sus servicios del 29 y 30 de marzo, la agencia Stefani reprodujo la declaración del canciller von Bülow en el debate sobre el presupuesto. Al día siguiente y el 1 de abril recogía la respuesta de Delcassé al diputado Decrais: Francia nada había hecho que lesionara derechos de Alemania, cuya nueva actitud carecía de justificación. 59 El barón Richthofen dijo que no había negociación con Francia. 555/187 Lanza-Tittoni, 22 de marzo de 1905, documento impreso ASD SP P 208 y DDS XL/12 18-20. 60 Conf 412/158 Silvestrelli-Tittoni, 14 de abril de 1905, ASD SP P 208. En esa demanda de open door y de equal opportunity Estados Unidos estaba al lado de Alemania. 925/279 Mayor-Tittoni, 2 de abril, ASD DDS XL/12 47. W. Taft, secretario de la Guerra, había recibido un memorándum alemán, explicando lo que su país entendía por libertad de comercio en Marruecos. 1034/316 y 1666/325 Mayor-Titoni, 12 y 13 de abril, ib. 57 y 61. 61 En una carta leída por el jefe de la misión extraordinaria, Abd-El-Malek, el Sultán recordaba la amistad de sus antepasados con Alemania. El emperador alemán respondió afirmando la de su país hacia Marrueco. Nota de la Agencia Stefani remitida desde París el 2 de abril. 157/24 Malmusi-Tittoni, 11 de abril, y Tc 67 Lanza-Tittoni, 4 de abril, ASD DDS XL/12 51-52 y 27.
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Esta visita ¿fue una humillación gratuita para Francia? ¿Actuaba así Guillermo II porque creía que ésta se hallaba sola? ¿Era una forma de expresar que Alemania ya no temía a Rusia?62 Más silencio que respuestas. Más que palabras, gestos63. Estando así las cosas, el Sultán comunicó a los ministros de las potencias en Tánger su deseo de reunir una conferencia para tratar de las reformas y de su financiación64. Era una de las posibles salidas a la crisis. Tensas las relaciones entre Alemania y Francia, se dijo que Italia podría intervenir como mediadora. Hemos visto que no fue así. Se trataba de emplear las relaciones personales, pero sólo eso. Con todo muchos políticos franceses creían que era verdad. En Le Matin del 11 de abril de 1905, apareció una entrevista en la que el ministro Tittoni hablaba de que hubo una acción personal del Rey Víctor Manuel III durante la visita de Guillermo II a Nápoles65. Las palabras de uno y otros en los brindis destacaron la vigencia de la Triple Alianza66. El silencio de Delcassé y del embajador Radolin parecía buscar un agravamiento de la tensión. Muchos pensaban que todo había sido un malentendido que no debería tener consecuencias en las relaciones entre los dos gobiernos. Francia tomó la iniciativa de hablar con Alemania. El resultado fue, como hemos visto, una declaración de Delcassé expresando su voluntad de resolver las dificultades planteadas por la acción que Francia, en virtud del acuerdo del 8 de abril de 1904, estaba ejerciendo en la corte del Sultán67. 62 El embajador francés en Washington no dudaba en atribuir a Guillermo II la responsabilidad de la guerra ruso-japonesa. Conf 932//284 Mayor-Tittoni, Washington 3 de abril, ASD SP P 208. 63 Ni Deslcassé ni Radolin quisieron comentar las palabras de Guillermo II en Tánger. Pero las flotas inglesa y francesa intercambiarían esos días visitas. 641/217 Lanza-Tittoni, 3 de abril y Tc 15 Tornielli-Tittoni y 69 Lanza-Tittoni, ambos del 5 de abril, DDS XL/12 33, 29 y 31. 64 Tc 7 y 247/43 Malmusi-Tittoni, 3 y 4 de junio, ASD SP P 208 y DDS XL/12 75 y 89-40. 65 En una entrevista con Tornielli, Rouvier presidente del consejo y que esos días asumió el ministerio de Exteriores, dijo al embajador de Italia que había sugerido a Delcassé que solicitase los buenos oficios de Italia. Pero creía que no había hecho nada. R 1732/694 Tornielli-Tittoni, 20 de junio de 1905, ASD SP P 208. 66 “Si perpetuano così e vieppiù si rinsaldano i reciproci vincoli di mutuo affetto che sono pure per i due popoli alleati pegno di pace e di propizio avvenire”. A estas palabras de Víctor Manuel III respondió el emperador alemán, que la Triple Alianza era una prenda segura de paz. Bajo su protección, los dos pueblos aliados avanzaban hacia un futuro de progreso constante. El embajador de España en Roma dijo que estas palabras fueron muy bien recibidas. Los italianos vieron en esa visita “un programa de paz beneficioso para ambas naciones”. 55 Polo de Bernabé –Wenceslao Fernández de Villaurrutia, 7 abril, AMAE H 1623. 67 Hubo un malentendido diplomático. Francia no comunicó el acuerdo del 8 d abril hasta que no se firmó el allí previsto con España y que funcionaba como una cláusula suspensiva del mismo. La explicación dada por Delcassé, Tc Avarna-Tittoni, Viena 8 de abril, ASD DDS XL/12 35.
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En ella Delcassé lamentaba los equívocos surgidos y el no haber mantenido unas relaciones más cordiales con Alemania68. Estaba dispuesto a dar explicaciones, pero los alemanes no respondieron a esta oferta. La situación se estancó. Ni un paso para desbloquearla, aunque por parte de París no se ahorraban gestos de buena voluntad69. Mientras, el Reino Unido y Francia subrayaban el buen momento de sus relaciones. El rey Eduardo VII sería saludado por el presidente Loubet a su paso por París hacia Marsella. Había que ser discretos. Bülow dijo en abril de 1904, inmediatamente después de firmarse los acuerdos franco-ingleses, que los intereses alemanes no quedaban afectados. Lansdwone sostenía que la misión francesa en Fez no los había perjudicado. Entre tanto, el conde de Metternich, embajador alemán en Londres, denunciaba la novedad de que Francia se hubiera atribuido la representación de Europa en Marruecos70. La dimisión de Delcassé abría una pausa71. Cuando se desencadena la crisis en 1905 hay dos posiciones. Rouvier y el embajador en Berlín, Georges Bihourd, piensan que hay que aceptar las exigencias alemanas y negociar con Berlín. Delcassé, los Cambon y Barrère juzgan que Alemania va de de farol y creen que hay que resistir, poniendo a prueba la red de amistades de Francia, tejida desde 1901, citando expresamente Paul Cambon los acuerdos con Inglaterra y España. En Madrid, Radowitz presiona al marqués de Villaurrutia, ministro de Estado. Alemania trabaja para reunir una conferencia sobre Marruecos. Jules Cambon recuerda que España bascula entre sus dos vecinas: Francia e Inglaterra. Cuando ambas están unidas, España no debería buscarse problemas en otras partes72.
4. Hacia una nueva conferencia sobre Marruecos En junio llegó al ministro italiano en Tánger una comunicación del gobierno marroquí para reunir en esa ciudad una conferencia que discutiera las reformas que podrían establecerse, ajustadas a las condiciones de aquel Im68 Tc 660 Tornielli-Tittoni, 11 de abril de 1905, y r 1265/639, 5 de mayo, ASD SP P 208. Un resumen de la crisis, 966/413 Tornielli-Tittoni, 6 de abril, ASD DDS XL/12 37-39. 69 1265/527 y 1420/580 Tornielli-Tittoni, 5 y 19 de mayo, ASD DDS XL/12 65-66 y 71-72. 70 La prensa inglesa sostenía unánimemente a Francia en este litigio con Alemania. 377/130 Pansa-Tittoni, 6 de abril, ASD DDS XL/12 41-43. 71 O un arreglo con Alemania o la celebración de la conferencia en Tánger. Goluchowski compartía esta opinión del embajador italiano en Berlín. Tc 115 Lanza-Tittoni, y 73 AvarnaTittoni, 7 y 8 de junio, ib. 208 y DDS XL/12 77 y 79. 72 Laurent Villate, La République des diplomates. Paul et Jules Cambon 1843-1935, Science Infuse, París 2001, 266-272.
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perio, y las medidas financieras que habría que adoptar para llevarlas a cabo. Detrás de esa iniciativa, Alemania, que había declarado su disposición a un acuerdo con Francia con la intervención de todas las potencias que estuvieron presentes en la conferencia de Madrid. Esa forma de presentar la demanda modificaba la situación. Habría que hacerlo notar así a Delcassé. Es decir, ya no partía de Berlín, sino del Sultán. E iba dirigida a las potencias interesadas en las reformas y que estaban dispuestas a cooperar en ellas73. La propuesta del Sultán, a sugerencia de Alemania, de celebrar una conferencia sobre Marruecos era la mejor vía para introducir las reformas. Esta posición alemana acababa con la “delegación” europea que Francia se atribuía. A su favor estaba el artículo 17 de la convención de Madrid. En 1880 todas las potencias firmantes obtuvieron el derecho a ser tratadas en Marruecos como naciones más favorecidas. Ninguna de ellas podría obtener privilegios sobre las otras. Si no se celebraba la conferencia o fracasaba, todo debía seguir según lo aprobado en Madrid, sin que nadie pudiera atribuirse el derecho a una acción unilateral. Marruecos era un asunto europeo74. Si no había conferencia, Alemania consideraría vigente la situación que existía en Marruecos, reservándose el hacer valer sus derechos. Lansdowne estaba a la expectativa, pero la prensa y la opinión creían necesario sostener a Francia. Era la única forma de que ésta confiara en el valor de los acuerdos firmados con el Reino Unido. Eduardo VII dijo al embajador italiano que la conferencia sobre Marruecos no tenía sentido. La insistencia alemana no podría con las potencias mediterráneas, si se presentaban unidas75. España no podría intervenir en la conferencia, si no lo hacían Inglaterra y Francia, con quienes tenía un acuerdo. Era además poco oportuno convocarla entonces. Radowitz era muy optimista sobre el futuro de esa iniciativa. No compartía esa esperanza su colega francés. Jules Cambon estaba seguro de que Francia, España e Inglaterra, las tres potencias más interesadas no la deseaban76. Por eso Berlín tendría que presionar a Marruecos, si quería obte73 Alemania hizo gestiones en Washington para lograr la adhesión de Estados Unidos a la conferencia. En Estados Unidos algunos creían que Guillermo II deseaba humillar a Francia y estaba decidido a ir a la guerra. Otros creían que era una forma de poner a prueba a Inglaterra y ver si estaba dispuesta a apoyar a Francia. Los norteamericanos no querían que esta dejara de ser una potencia fuerte, porque eso favorecía el equilibrio en Europa. 440/427 MayorTittoni, 14 de junio de 1905, y Tc 1316, 18 de junio, ASD SP P 208. 74 Más allá de estos aspectos jurídicos, estaba el derecho de cada potencia a no dejar que sus intereses fueran lesionados por las ventajas que obtuviera otra. Pro-Memoria del embajador alemán en Roma, remitida el 8 de junio de 1905. El embajador alemán envió un documento igual al canciller Goluchowski. Tc 79 Avarna-Tittoni, 11 de junio, ASD DDS XL/12 81 y 83. 75 La única condición de España e Inglaterra para ir a la conferencia sería la aceptación de Francia.599/210 conf Pansa-Titoni, 10 de junio, ASD SP P 208.
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ner las mismas ventajas recibidas por las otras tres potencias77. A comienzos de junio de 1905, el Sultán, aceptando las sugerencias de la misión alemana, rechazó las propuestas francesas. Así las cosas, Francia comunicó al Majzén que las potencias mediterráneas estaban contra una conferencia y eran concordes en rechazar la influencia alemana en Marruecos. Sin haber dicho nada oficial, hizo correr la noticia de que, si el Sultán persistiera en su actitud, ocuparía militarmente su territorio. Para Alemania ese acto sería un insulto y una provocación a la guerra. Estaban preparados para ella. Italia respondió a Alemania que su compromiso con Francia en Marruecos se limitaba a una declaración de “desinterés”. Ni París lo había pedido ni Roma había declarado jamás que se oponía a la influencia alemana. En ese punto muerto creado por la negativa del Sultán y por la postura francesa de no adoptar medidas de coacción militar, en previsión de los efectos negativos e incontrolables que pudieran desencadenar, la única salida era un arreglo que a nadie humillara. En esa encrucijada, Italia quería subrayar su condición de aliada de Alemania y de amiga sincera de Francia y su determinación de colaborar en una solución pacífica78. El 6 de junio Delcassé presentó su dimisión. Fue aceptada y Rouvier, presidente del gobierno, asumió la cartera de Exteriores79. Pese al cambio, Rouvier había leído ya la comunicación de Roma. La resumió en sus términos más escuetos: si Francia intervenía militarmente en Marruecos, habría guerra. Era una hipótesis gratuita. En Francia nadie estaba dispuesto a movilizar miles de hombres y a gastar miles de millones de francos en un conflicto con Marruecos. Por eso la amenaza no era preocupante. Desde hacía tiempo sabía el gobierno alemán que Francia no tenía intención de conquistar Ma76 En medio de la crisis franco-alemana, Montero Ríos negoció en mayo y se firmó en septiembre de 1905 un acuerdo secreto con Francia. Lo conoció Rodríguez San Pedro y felicitó a Montero Ríos. Dos años más tarde amenazó con publicarlo, según revelaba El Liberal el 13 de septiembre de 1907. Sobre esa posibilidad, que permitiría descubrir la parte secreta del convenio de octubre de 1904, 956/520 957/521 Silvestrelli-Tittoni, 15 y 17 de septiembre de 1907, ASD DDS XL/14 721 y 727. 77 Conversación con Villaurrutia, ministro de Estado. Conf 412/158 y 415/161 Silvestrelli-Tittoni, 14 y 15 de abril de 1905, ASD SP P 208 y ASD DDS XL/12 53-54. 78 Resumen del telegrama de Tittoni a Tornielli, 5 de junio 1905. Estas instrucciones las transmitió el ministro de Asuntos Exteriores a Camille Barrère, embajador de Francia en Roma. 79 Esa decisión estaba motivada porque se creyó que Alemania no estaba dispuesta a negociar mientras Delcassé permaneciera como ministro. Salvo ese motivo, todo lo demás seguía como antes en la política exterior. Nada cambiaba en las relaciones de Francia con Inglaterra, Italia y España.
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rruecos. Por eso el motivo real de esa reacción tan extrema, según Rouvier, estaba en la sospecha de que la entente franco-inglesa podía ir contra Alemania. Sobre la conferencia de Tánger, fue ambiguo Rouvier. El embajador de Italia tuvo la impresión de que prefería una negociación directa con Alemania80. Una conferencia que se abriera sin el deseo de Alemania y Francia de llegar a un acuerdo, sería inútil. En ese momento estaba seguro de que podría conseguirse sin conferencia y sin necesidad de la cooperación italiana81. Los alemanes siguieron apostando por la conferencia, confiando que todos la aceptarían una vez que se adhiriera Francia82. En esos momentos se negaba Inglaterra83. Pocos días más tarde, Francia parecía inclinarse a la celebración, con una condición: dejar fuera los acuerdos firmados con Inglaterra y España. No era pedir mucho. Podría aceptarse, indicando que se tomaba nota de lo que en ellos se decía sobre el mantenimiento del statu quo y de la política de puertas abiertas al comercio para todos los países. En el otro lado, el reconocimiento del interés predominante de aquello países confinantes con Marruecos a los que se otorgaba un mandato para garantizar y fomentar las reformas, que deberían estudiarse y aprobarse en la conferencia84. El 13 de junio, el ministro de Italia en Tánger respondió que su gobierno participaría en la conferencia si lo hacían las otras grandes potencias que estuvieron en la de Madrid. Rouvier sabía que Austria-Hungría había respondido lo mismo.
5. Hacia un bloque occidental La celeridad de los acontecimientos y la diversidad de opiniones publicadas en la prensa alemana, francesa e inglesa no permitían medir con exactitud el valor real de la amenaza de guerra. Rouvier estaba bien dispuesto hacia Ra-
80 Rouvier dijo que conocía la postura italiana de negarse ala conferencia. Tornielli quiso precisar que eso no era cierto. Los compromisos de su gobierno con Francia se limitaban a declarar su “desinterés” sobre Marruecos. 81 1952/639 Tornielli-Tittoni, 9 de junio de 1905, ASD SP P 208. 82 Tc 1277 Lanza-Tittoni, 13 de junio, ib. 208. 83 Vid. el telegrama de la Agenzia Stefani, desde París 15 de junio de 1905. Mientras Lowther hacía esa comunicación, el conde Tattenbach entregaba una nota al encargado del Sultán para los Asuntos Exteriores, diciendo que su país la aceptaba. Francis Barthie, embajador inglés en París, desmintió la noticia, diciendo que su gobierno se reservaba la decisión a tomar, R 1732/694 Tornielli-Tittoni, 20 de junio de 1905, ASD SP P 208 84 Existía el precedente de lo que había sucedido con Macedonia. El embajador en París esperaba instrucciones. Tc y conf 1329 Tornielli-Tittoni, 18 de junio, ib. 208.
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dolin el embajador alemán en París. Le inquietaba que, detrás de la solicitud de una conferencia, Alemania buscase algo más. Una conferencia debía sancionar acuerdos previamente fijados. No tenía éxito si los participantes entraban con diferencias. Eso estaba subrayado en la circular con la que Alemania comunicaba su aceptación de la conferencia, si no existía la oposición de uno solo de los invitados a ella. Las cosas se movían. Si Rouvier conseguía un acuerdo con Radolin, entonces no sería razonable oponerse. Lo era mucho menos colocar al borde de la guerra a dos grandes Estados por los problemas en un país con quien se tienen relaciones comerciales de escaso valor. ¿Qué se impedía un acercamiento entre alemanes y franceses sin pleitos que no pudiera arreglarse entre ellos mismos? La respuesta de Rouvier fue imputar el problema a la política equivocada de Delcassé. Sin embargo, tras su dimisión, no llegaba un apaciguamiento entre Berlín y París. Radolin compartía ese análisis, pero subrayaba los malentendidos y concluía que lo sucedido en Marruecos vino a colmarlos85. Inglaterra deseaba la paz. Así lo había comunicado el Rey Eduardo a Berlín y París86 ¿Estaría Inglaterra al lado de Francia? Sí, tal como estaba previsto en el artículo IX de los acuerdos del 8 de abril de 1904. ¿Por qué se había separado Alemania de la benevolencia con la que los acogió, según era evidente en el discurso del canciller von Bülow en el Reichstag? Para Arthur Nicolson, embajador inglés en Madrid, Alemania trataba ahora de romper la entente franco-británica. No lo conseguiría. La razón no podría ser Marruecos, donde el comercio alemán era muy poco importante. La dimisión de Delcassé fue un error y el aceptarla, una debilidad. El entendimiento entre el Reino Unido y Francia y las derrotas rusas en Oriente frente a Japón, habían modificado la situación en Europa. Las alianzas existentes se reajustaban. Dos grandes agrupaciones de potencias, una dominando el mar y otra la tierra firme. Italia no debería repetir el error de aislarse. Bastaba recordar lo que sucedió en 1878 en el Congreso de Berlín y luego en 1882, con Túnez87.
El embajador de Francia en Washington dijo a su colega italiano que Marruecos era un pretexto. Alemania querría aprovechar que en ese momento Rusia no podría auxiliar a Francia para repetir una guerra similar a la de 1870. No se conformaría con las concesiones que le hiciera Francia. Jusserand respondió que no declararían la guerra, para no provocar el casus foederis previsto en la Triple Alianza, pero no la rehusaría si Alemania la iniciaba. El embajador parecía contar con que Inglaterra se pondría al lado de Francia. 1607/470 Mayor-Tittoni, 26 de junio, ASD SP P 208. 86 R 1732/694 Tornielli-Tittoni, 20 de junio de 1905, ASD SP P 208. 87 “... e non è escluso che gli sforzi che da più lati si fanno per distaccarci dalla Triplice Alleanza mirino unicamente a conseguire il nostro isolamento politico”. R 690/283 Silvestrelli-Tittoni, 19 de junio de 1905, ib. 208. El texto citado va en cifra. 85
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La guerra ruso-japonesa y las derrotas rusas en ella planteaban un giro en su política internacional. Crecía la simpatía hacia los dos imperios centrales. Eso desplazaba la influencia de Francia. En el momento en que se firmó la alianza entre los dos gobiernos, nadie objetaba en Rusia la condición republicana de su aliado. En 1905, las demandas de reformas liberales hacían temer una influencia negativa en la política interior rusa. Francia parecía también darse cuenta de que en esa alianza caían de su lado los deberes y no los beneficios. La opinión comenzaba a cansarse. Dado el peso que tenía en la política internacional el Zar, podría preverse que en adelante Rusia marcharía de acuerdo con Austria-Hungría en los Balcanes. Así sería en los meses siguientes88 En sus relaciones con Italia, Rusia no podía olvidar el papel jugado por Cavour en la guerra de Crimea. En la opinión rusa, la Italia Risorgimentale era una creación revolucionaria. Su orientación hacia la libertad y el progreso la situaba siempre en el lado opuesto al de la autocracia rusa. Sólo un cambio de orientación en la política interna y en la opinión rusa podría permitir unos vínculos sólidos con las naciones latinas89. Italia, la tercera nación mediterránea, aun teniendo intereses en la Europa oriental, también se veía empujada hacia “occidente”. Los acuerdos firmados en octubre, estando Maura en el gobierno, iban a escenificarse en el viaje de Alfonso XIII a París y Londres para estrechar “les liens qui unissent les trois nations occidentales et que l’Espagne trouvera là les direction de sa politique extérieure future”90. No sería así. No se quedaría quieta Alemania91. Presente en Londres Alfonso XIII, acompañado por Villaurrutia, ministro de Estado, cabía la posibilidad de una declaración conjunta de los tres gobiernos signatarios de los acuerdos del año anterior sobre el proyecto de conferencia92. Eso significaba que la dimisión de Delcassé no rompía la lí-
88 La comunicación del nuevo ministro de Asuntos Exteriores, el barón de Aeherenthal al embajador italiano en San Petersburgo, 835/335 Melegari-Tittoni, 12 noviembre 1906, ASD DDS XXXIV/9 47-48 89 310-103 Melegari-Tittoni, 3 mayo 1905, ib. 39-40. La situación tras la derrota ante Japón, 590/229, 11 septiembre, ib. 73-74. 90 Comentario de Fernández Villaverde al embajador francés, 70 Jules Cambon-Delcassé, 21 abril, AAE NS Espagne 3 72. 91 Radowitz le dijo a Nicholson, su colega inglés, que el viaje no se realizaría. Cambon comentaba “on ne doit pas moins d’admirer l’esprit de prévision de l’ambassadeur d’Allemagne”. 81 Jules Cambon-Delcassé, 6 mayo, ib. 3 75. 92 Un balance de las relaciones hispano-inglesas, r 574/230 Silvestrelli-Tittoni, 18 de mayo de 1905, ASD SP P 208.
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nea política seguida hasta entonces. Tras la crisis de Fachoda en 1898, Francia había girado hacia el Reino Unido. Alemania se puso en guardia temiendo una alianza contra ella. Delcassé habría aprovechado las rivalidades comerciales de ingleses y de alemanes y habría fortificado ese proyecto recuperando la amistad con Italia. La debilidad de Rusia en 1905 fue la ocasión para pedir no la dimisión de Delcassé, sino el cambio en la política exterior de Francia. Rouvier no estaba convencido de que sucediera eso93. Se dijo que en la crisis sólo había un rechazo de Delcassé por parte del gobierno de Berlín. Había más. Se produjo acompañada de las amenazas alemanas y de una reacción de miedo en Francia.
93
1297/449 Lanza-Tittoni, 9 de julio, ib. 208.
XIV. ESPAÑA Y EL CONFLICTO ENTRE FRANCIA Y ALEMANIA
La política exterior europea pasaba en 1905 momentos críticos. Para España esa situación era un riesgo y una oportunidad para escapar de lo que hasta entonces había sido un tópico en el diagnóstico: la decadencia. Era normal que se pensase en el pronto retorno de Maura, la persona que había conseguido “poner orden”, como pidió Cánovas en 18961.
1. ¿Una nueva guerra franco-alemana? Especialmente interesada en forzar a Francia e Inglaterra a aceptar una conferencia sobre Marruecos, Alemania movió todas sus piezas. Acudió al presidente Roosevelt2 y al sultán de Turquía3. El 8 de junio el conde Monts, embajador en Roma, comentó a su colega francés que éste sería el mejor
1 “… yo, y como yo muchas personas que no tenemos nada que perder esperamos con impaciencia que… vuelva a gobernar España y enmiende los yerros, llevando al ministerio de Estado un hombre capaz y patriota que, bajo la constante dirección de Vd., se ocupe de cosas serias y de la política exterior tan descuidada… en estos momentos críticos en que nos solicitan las grandes potencias con motivo del casamiento del Rey y de la cuestión de Marruecos”. Conde de la Viñaza, embajador en Lisboa, a Maura, 12 mayo 1905, AAM 111. La referencia a Cánovas, “Triunfar en Washington”. España ante Baire”, en Anuario de Estudios Americanos XLIX (1992) 563-584. 2 Un resumen de esta gestión, Tc 72 y 75 Jusserand-Rouvier, 6 y 8 junio 1905, AAE NS Maroc 15 10-12. Una nueva intervención, personal de Guillermo II, ante el presidente norteamericano, Tc strictement conf 22, 15 junio, ib. 27-28. Una copia mecanografiada de toda la intervención del presidente Roosevelt, AAE NS M 16 99-112. 3 En su condición de jefe religioso de los musulmanes, debería pedir al sultán de Marruecos que rechazar las propuestas francesas. Texto de “source sure”, 8 junio, AAE NS Maroc 15 13.
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modo de dirimir las diferencias entre los dos países. La conferencia sería la puesta en escena de un acuerdo previo franco-alemán4. En París, Pierre Rouvier habló Radolin: Francia respetaría la soberanía del Sultán y la integridad territorial de Marruecos. Había un compromiso en cuanto al objetivo. Rouvier reclamaba para Francia una posición privilegiada por ser la única potencia de Europa que tenía una extensa frontera con aquel Imperio. Por eso consideraba vital que se mantuviera el orden. Había la impresión de que los alemanes estaban dispuestos a hacer fracasar todas las propuestas francesas. ¿Para qué ir a una conferencia? El príncipe de Radolin no se apartó de la posición de su gobierno. Si no se celebraba la conferencia, “il faut que vous sachiez que nous sommes derrière le Maroc avec toutes nos forces”5. Era más matizada la postura de Bülow: la conferencia serviría para fijar los derechos y los objetivos de las naciones europeas. Alemania no tenía fines ocultos6. Francis Lascelles, el embajador inglés en Berlín, no se oponía7. ¿Había un ritmo lento que desconcertaba a los franceses? Después de la retirada de Delcassé, a quien se culpaba de todo el conflicto, en Berlín no deseaban manifestar sus planes ni decir qué acuerdo buscaban ni cómo llegar a él. “Ils savent, à ne pas douter, que vous (Rouvier) êtes prêt à les écouter avec le désir d’arriver à une entente”8. La crisis franco-alemana, que provocó una remodelación en el gobierno francés, tenía como centro Marruecos, de donde Alemania no consentía ser excluida. El 1 de junio, el embajador alemán visitó a Tittoni. El conde Monts le informó que, a sugerencia de su país, el Sultán rechazó la propuesta francesa. Su ministro en Tánger había declarado que las potencias mediterráneas habían decidido dejar fuera de Marruecos a Alemania. Amenazaba con una intervención militar y con la ocupación. La situación era gravísima. Monts dijo que “al primo passagio della frontiera del Marocco da parte dei truppe francese, l’esercito germanico invaderebbe la Francia”. Por eso pedía al gobierno italiano explicaciones amistosas sobre la existencia de ese pacto mediterráneo contra su país. La respuesta fue asegurar que ni Francia le pidió ni Italia autorizó las afirmaciones hechas ante el Sultán. No existía más que una declaración de
Tc 199 y tres conf 96 Barrère-Rouvier, 9 y 10 junio, ib. 14 y 20-21. Resumen de esta conversación, 10 junio, ib. 15-19. 6 Bernhard von Bülow, La política alemana, Barcelona 1916. Spectator, Correspondencia secreta entre Bülow y Guillermo II, Madrid 1932 7 Conversación con F. Lascelles, embajador inglés en Berlín, Tc 81 y 180 Bihourd-Rouvier, 11 junio, AAE NS Maroc 15 22 y 24-26. 8 Tc 202 Très conf y 206-207 Barrère-Rouvier, 13 y 16 junio, ib. 23 y 30-32. 4 5
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“desistimiento” en Marruecos en correspondencia a la que Francia hacía respecto a Tripolitania y Cirineica. No entendieron en Berlín el significado de lo convenido por Italia y Francia. Lo explicaría semanas más tarde Delcassé9. Monts quiso conocer la reacción inglesa ante una guerra con Francia, pensando sobre todo en la vulnerabilidad del comercio alemán y de sus colonias. Los ingleses saldrían como garantes de Francia. Eso era seguro. Por eso la propuesta alemana de una conferencia de las potencias que firmaron los acuerdos de Madrid en 1880 era urgente. Tittoni pidió unos días para consultar a los embajadores en Londres y París y hablar con el de Francia en Roma, Camille Barrère. ¿Se alejaba Monts de las instrucciones de su gobierno o se ajustaba a ellas? Tittoni pedía a Lanza que le comunicara si Guillermo II mantenía la posición expresada dos meses antes. No podría hacer gestión alguna ante el gobierno francés, sin saber con exactitud cuál era la posición alemana. Inmediatamente Lanza visitó al canciller. Bülow confirmó que Monts seguía las instrucciones de su gobierno. Si el Sultán de Marruecos aceptara las condiciones francesas sería como el Bey de Túnez, un subordinado de Francia. Reconocía que la amenaza militar era sólo un rumor. Por eso Alemania, fiel a los tratados vigentes, quería que se respetara lo convenido en Madrid, aceptando las modificaciones necesarias, pero discutidas y aprobadas en una conferencia. No había voluntad de celebrarla. Pedía Bülow a Italia que favoreciera su convocatoria, porque ese gesto amistoso era “une conséquence nécessaire de l’Alliance”10. Tornielli vio a Rouvier. Nada había cambiado con la dimisión de Delcassé. Salió del gobierno, porque Alemania se negó a negociar con él y Francia necesitaba y quería hacerlo. La postura de su gobierno era aplazar su decisión sobre la Conferencia hasta que no se demostrara que era imposible un entendimiento con los alemanes en una negociación directa. Sería una locura recurrir a la guerra. Era Marruecos quien deseaba la conferencia, no Ale-
9 “Evidement, on peut soutenir que le Maroc ne touche pas directement l’Italie. Mais quel politique refusera de voir les raisons qui obligent l’Italie à se préoccuper de toute modification à l’équilibre des forces dans la Méditerranée? Des explications franches et complètes que nous avons échangées avec elle est sorti un accord qui sauvegardant pour l’avenir les intérêts essentiels des deux nations dans la Méditerranée ne laisse plus place désormais dans leurs rapports que pour une amitié réciproque et pour un mutuel bon vouloir”. Declaraciones de Delcassé en la Cámara de Diputados, 10 de noviembre de 1905, recogidas en 3230/1395 Tornielli-Tittoni, 21 de noviembre de 1905, ASD SP P 208. 10 Tc y r Tittoni-Lanza, 3 junio y Tc Lanza-Tittoni, 4 junio, ASD CV 29/7 20
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mania. Rouvier agradeció la oferta italiana de ejercer sus buenos oficios11. Lansdowne había escrito al ministro inglés en Tánger que la conferencia ni era imprescindible ni serviría para introducir reformas. El embajador alemán le había dicho que una negativa a la iniciativa de su gobierno se consideraría como un retorno a la situación previa a junio de 1880. El Reino Unido se daba tiempo para observar hacia dónde iba la política exterior francesa sin Delcassé12. En Berlín Lanza habló con el barón Oswald Richthofen el 9 de junio. La situación no era tan alarmante. Estaba el gobierno alemán dispuesto a una negociación directa, si recibía una oferta, pero creía que Marruecos no era un asunto bilateral, pues interesaba a todos los gobiernos presentes en la Conferencia de Madrid. A Italia le beneficiaba un acuerdo internacional, que se conciliaba perfectamente con las obligaciones recientes asumidas por su gobierno. Austria, el otro aliado, aceptaba la conferencia si todas las otras partes interesadas estaban conformes. Quería Goluchowski que hubiera unanimidad13. Tras esta comunicación hecha a Giuseppe Avarna di Gualtieri, comunicó Tittoni a Lanza que Alemania no podía pedir a Italia más que a Austria, que ni aceptaba ni rechazaba la conferencia. Italia actuó como moderadora en París y Londres, de la misma forma que actuaba el embajador alemán en Londres. Extrañado de la diferencia entre las palabras de éste y las de Monts en Roma, Tittoni dijo estar dispuesto a agradar a Alemania. Insistió Lanza en los argumentos expuestos por Richthofen, subrayando que la adhesión de Italia a la idea de una conferencia no perjudicaba a Francia, pues “specialmente, sulle contingenze presenti, tutto lascia credere che la questione del Marocco sarà risoluta in modo di cui la Germania possa essere sodisfatta”14. Olvidaba el embajador que para Francia había sido una obsesión sacar del concierto Europeo todo lo relacionado con Marruecos.
11 España e Italia eran entonces unas potencias intermedias, o secundarias, según Curato. Federico Curato, La questione marocchina e gli accordi mediterranei italo-spagnuoli del 1887 e del 1896, Volume secondo: Dal giugno 1888 all’agosto 1896, Milano 1964, 597. Para España, Rafael Olivar Bertrand, “Perfil Internacional de España de 1900 a 1909”, Cuadernos de Historia Diplomática 4 (1958) 7-54. Sobre la política exterior de estas naciones, C. Holbraad, Las potencias medias en la política internacional, México, Fondo de Cultura Económica, 1989. 12 Tc Tornielli-Tittoni y Pansa-Tittoni, 7 junio, ib. 22.23. Pansa comunicaba que Villaurrutia, presente en Londres acompañando a Alfonso XIII, propondría a Landowne el día 8 que España, Francia y el Reino Unido hicieran una declaración idéntica. 13 Conf 119 Lanza-Tittoni, Berlín 8 junio, ASD CV 29/7 24. 14 T conf sn Tittoni-Lanza y conf 121 Lanza-Tittoni, los tres del 10 junio, ib. 27, 28 y 30.
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Para presionar a Roma, el gobierno alemán puso en duda la validez de los acuerdos entre Francia e Italia. Había un defecto de forma: no los había comunicado Roma a sus aliados. Y otro de fondo: modificaban el statu quo en el Mediterráneo, asegurado en el tratado de la Triple Alianza15. Eran, pues, nulos, porque Italia no podía asumir ese compromiso. Negó esa conclusión Tittoni. La firmeza de Italia tenía que sostenerse en la solidez del acuerdo franco-británico16. Cogida entre su amistad con Francia y su alianza con Alemania, temía que ésta se transformara en una nueva potencia en el Mediterráneo. Sería un rival en lo que los italianos llamaban “Mare nostrum”. Los partidarios de Alemania –gentes a quienes la opinión consideraba pagadas por Berlín– veían en la crisis una posibilidad de que Marruecos quedara abierto al comercio italiano. Como seguidores “ocultos”, estaban los restos del partido de Crispi que, pese a aparentar otra cosa, seguían opuestos a la amistad con Francia17. Otro sector de la opinión se alineaba con Francia por antipatía hacia la “prepotenza tedesca”. Este sentimiento estaba propiciando un acerca-
15 España y el Mediterráneo, Rafael Gay Montellá, Diez años de política internacional en el Mediterráneo 1904-1914, Barcelona, Imp. Casa Provincial de Caridad, s.a. España ante el problema del Mediterráneo, prólogo de Federico Rahola, Barcelona, Bloud y Gay Editores 1917. Mediterranismo y atlantismo, Barcelona, Editorial Juventud 1943 y Valoración Hispánica del Mediterráneo, Madrid, Espasa-Calpe 1952. Federico Curato, La questione marocchina e gli accordi mediterranei italo-spagnuoli... Felix Ponteil, La Mediterranée et les Puissances, París 1964. Antonio Fernández García, “España y la Triple Alianza”, Boletín de la Real Academia de la Historia CLXXXV/1 (1988). 83-144. Fernando García Sanz, “El Mediterráneo: La época de la Restauración (1875-1902). Vol. I: Estado, Política e Islas de Ultramar”, Manuel Espadas Burgos, coordinador t. XXXVI, vol I de la Historia de España Menéndez Pidal. Espasa-Calpe. Madrid 2000. Sobre la posición fundamental central del Mediterráneo en la política exterior, Javier Rubio, “La crisis finisecular exterior de España: del Mediterráneo (1887) al Mediterráneo (1907)”, en Hipólito de la Torre y Juan Carlos Jiménez Redondo, eds.), Portugal y España en la crisis de entresiglos (1890-1918), Mérida. Centro Asociado de la UNED, 2000,171-202. Antonio Marquina y Hans Günter Brauch (eds.), The Mediterranean Space and Borders. Geography, Politics, Economics and Environment, Madrid, UNISCI, Mosbach, Afes-Press, 2001. Bibliografía 265-305. Antonio Marquina (ed.) Mutual Perceptions in the Mediterranean –Unity and Diversity, Madrid, UNISCI, París, Publisud, Mosbach, Afes-Press, 1998 y Antonio Marquina (ed), Elites and Changes in the Mediterranean, Madrid, UNISCI, 1997. Pueden verse Méditerranée occidentale (La): Quelles Stratégies pour l’avenir?, París, Publisud, 1994, Demain la Méditerranée, La parole aux riverains du sud. París, Publisud, 1995 ; Méditerranée. Le pacte à construire, París, Publisud, 1997 ; Méditerranée: les constantes géostratégiques, París, Publisud 1997 y Les États Unis et la Méditerranée, FMES (ed.) Toulon, FMES, 2000. 16 Tc 212-213 Barrère-Rouvier, 19 junio 1905, AAE NS Maroc 15 38-39. 17 Vid. la edición de las memorias de Francesco Crispi por su sobrino. T. Palamenghi Crispi, Questioni Internazionali, Treves 1913.
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miento a Austria-Hungría, que se manifestaba en la respuesta de Roma y Viena a la invitación del Sultán a la conferencia. En Berlín había extrañado esa coincidencia. Italia debería ser fiel a sus acuerdos con Francia e Inglaterra, porque l eran la base de su política mediterránea18. Alessandro Fortis, al frente de un gobierno de izquierdas desde finales de marzo, llamó a la concordia al cerrarse el parlamento19. Se le acusó en diciembre de hacer una política exterior ambigua. Habló de la Triple Alianza von Bülow y señaló la posibilidad de que Italia eludiera sus deberes con ella. Alemania tendría, en ese caso, que afrontar sola la situación internacional que surgiera. Hubo un encuentro con el canciller alemán, pero el compromiso de Italia con la Triple Alianza se dejó para una nota oficiosa. Se engañaba al pueblo italiano creando la sensación de que, en caso de guerra europea, el gobierno elegiría con quién estar. Estas ambigüedades ocultaban un hecho: existía un compromiso formal, escrito, renovado varias veces con Alemania y Austria, mientras que una alianza con franceses e ingleses era solamente una aspiración. Si se declarase una guerra, y se hundiese Austria, ¿impedirían los ingleses que Alemania se situase en Trieste? Si la guerra se iniciase con Austria, ¿surgiría un nuevo Napoleón III que vendría en ayuda de Italia, cuya frontera oriental estaba indefensa y eso lo sabían los austriacos? La política exterior exigía mayor seriedad. Había que saber que Italia continuaba en la Triple Alianza o se quedaba sola. El parlamento no se habría situado por encima de la desorientación del pueblo italiano. Había desperdiciado la herencia de Cavour. La Triple Alianza había demostrado su eficacia, especialmente después de 1882. Entonces fue una necesidad impuesta. Pudo ser la base de una política exterior, que diera fuerza y riqueza a Italia. En lugar de fortalecerla, los italianos la habían calumniado y debilitado... Todo eso había sucedido “per amore di Trieste”, es decir, por la demagogia del irredentismo. Las alianzas son siempre actos formales. Con Francia y el Reino Unido Italia no había firmado ningún compromiso escrito20. Entró en crisis el gobierno Fortis, que formó uno nuevo el 25 de diciembre. Antonino di San Giuliano sustituyó a Tittoni en Asuntos Exteriores, Era un experto en temas coloniales. Su trayectoria política le quitaba autoridad. Había estado ligado al irredentismo, aunque, dotado de una gran inteligencia, aparecía ahora coTrès conf 112 Barrère-Rouvier, 30 junio, ib. 91-96. 111 A. de Castro-Sánchez Román, 3 julio, AMAE H 1623. Los problemas de Fortis con su gobierno, su falta de unidad y su discurso en Nápoles el 18 de noviembre, 174 ArcosPío Gullón, 19 noviembre, ib. 1623. 20 “Una mortificazione”, Il Mattino 9-10 decembre 1905, 1. 18
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mo un moderado en política exterior. Al igual que el anterior, faltaba a este gobierno cohesión. Por eso no duraría mucho. Cayó el 1 de febrero de 1906, recibiendo el encargo Sydney Sonnino, que nombró a Luigi Luzzati ministro del Tesoro21.
2. De la hostilidad a la conciliación Regresemos al verano de 1905. El embajador Radolín, a su regreso de Berlín, dijo a Rouvier: conferencia o regreso a la situación previa a 1880. La respuesta: primero nos entendemos y luego vamos a la conferencia. Y una queja: antes se negaron a hablar con Delcassé y ahora tampoco lo quieren hacer conmigo. Esta conducta podría movilizar a la opinión francesa contra Alemania22. Recibidas estas informaciones, Tittoni comunicó a los embajadores en Berlín, París y Londres las instrucciones enviadas al ministro de Italia en Tánger: aceptaba la conferencia si participaban todas las potencias que firmaron la Convención de Madrid. Se transmitió en Roma esa decisión a los embajadores Monts y Barrère. A Carlo Lanza se le dijo que insistiera ante Bülow en que el retraso en la respuesta italiana se debía a las gestiones amistosas para persuadir a Francia y al Reino Unido. Italia se adhería en los mismos términos en que lo habían hecho Austria y Estados Unidos. A estas alturas, Francia seguía bloqueando la iniciativa de Marruecos, patrocinada por Alemania, pues la juzgaba inútil y peligrosa sin un acuerdo previo con Alemania. El Reino Unido se alineaba con Francia y Alemania no parecía dispuesta a entablar un litigio pues no ignoraba sus graves consecuencias23. Ausente Villaurrutia en Inglaterra acompañando al Rey, el embajador Radowitz visitó a diario a subsecretario Emilio de Ojeda. Alemania se oponía a la codicia de Francia en Marruecos. Dijo algo más grave: una vez conseguida la retirada de Delcassé, el canciller Bülow echaría a Villaurrutia. El motivo, unas declaraciones a la prensa francesa durante la estancia del Rey en París, que el ministro de Estado desmintió. En ellas reprochó al embajador haber concertado la entrevista de Vigo sin conocimiento previo de Al-
189 Arcos-Almodóvar del Río, 25 diciembre. Sobre la crisis y la designación de Sonnino, Tc 7 febrero 1906, AMAE H 1623. 22 Conf sn Tornielli-Tittoni, 12 junio, ASD CV 29/7 33. 23 Circular cifrada y secreta de Tittoni a Lanza, Pansa y Tornielli, 13 junio, lp c a Lanza, 14 junio, y conf Pansa-Tittoni, 15 junio, ib. 34-36. 21
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fonso XIII. Se reservó responder sobre la conferencia, cuando conociera la decisión de las potencias amigas de España. Jules Cambon confirmó que Francia estaba dispuesta a ir a ella si había antes un acuerdo previo con Alemania. Para alcanzarlo, Rouvier no sacrificaría la confianza recíproca que existía con el Reino Unido. La conferencia, concluyó el ministro, tal como había previsto Barrère, no tendría en sí misma valor24. Las cosas podrían arreglarse “dans un esprit de conciliation”25. En su respuesta a la nota francesa del 21 de junio, tras refutar todas las objeciones, Bülow subrayaba las ventajas que procurarían las reformas aprobadas por todos para Marruecos y para las otras naciones. Las mismas razones, pero un tono diferente26. Las amenazas se habían transformado en “des assurances presque amicales et des promesses apaisantes”27. Rusia prometió favorecer en Berlín la posición francesa28. El 17 de junio publicó Le Gaulois unas declaraciones del príncipe Henckel de Donnersmak, que parecían ser oficiosas. Se trataba de un personaje con buenas relaciones en Francia desde los tiempos de Léon Gambetta. Algunos pensaban que pertenecía a esa diplomacia secreta que el gobierno alemán continuaba utilizando. De hecho poco antes de la dimisión de Delcassé, tuvo varias entrevistas con Rouvier, a quien pudo expresar que la irritación de Guillermo II contra Francia se debía a la orientación de la política exterior francesa29. Mientras, Radolin consiguió persuadir al presidente del consejo de que la salida de Delcassé bastaría para disipar los malentendidos entre los dos países. En realidad se esperaba que ese acto acabase con la intimidad franco-inglesa, que podría desembocar en una alianza. La prensa alemana esos días hablaba abiertamente contra esa posibilidad. 24
Tc 138 y 141 Jules Cambon-Rouvier, 18 y 19 junio 1905, AAE NS Maroc 15 34-36 y
39. Secret 444 Rouvier-Bompard, 22 junio, ib. 44-45. Las reformas eran el argumento a favor de la tesis alemana. Estas podrían imponerse al Sultán bajo la amenaza militar francesa o ser objeto de un pacto entre todas las potencias firmantes del acuerdo de 1880. Ese argumento jurídico iba unido a otro político: la conferencia era el mejor instrumento de fijar un acuerdo que regulara los intereses políticos y comerciales de cada uno. Para Berlín la propuesta de París “parait viser une sorte de purification du Maroc en vue de l’exclusion de tout élément non français, ce que l’Allemagne ne saurait admettre”. Nota del embajador en San Petersburgo, anexa a su despacho del 27 de junio, ib. 80. 27 Tc 91 y 93 Bihourd-Rouvier, 26 y 27 junio, ib. 50-60 y 63. 28 Esa gestión debería permanecer secreta. Tc 248 y 251 Bompard-Rouvier, 27 y 28 junio, ib. 66 y 81. Más detalles sobre la actitud de Rusia, 67 Bompard-Rouvier, 1 julio, ib. 112114. La respuesta de Rouvier, 509, 20 julio, ib. 131-132. 29 En su conversación con Tornielli, comentando una comida entre Henckel, Rouvier y Étienne, Delcassé dijo que aquel acto fue un complot contra él. 25 26
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La lista de agravios alemanes fue recogida por todos aquellos que defendían sus intereses en Francia. Tornielli quiso saber qué respuesta tenía Delcassé a esas quejas. El ex ministro dijo que los motivos de su recusación se basaban en hechos poco importantes y casi todos falsos30. La campaña trataba de soliviantar a la opinión en los dos países. La razón verdadera era el temor a un pacto con Inglaterra, después de haber situado la entente existente en una base verdaderamente sólida. Eso no significaba un acto hostil hacia Alemania, con quien quiso tener relaciones amistosas. En ese cuadro general, Marruecos era un asunto pasado, a punto de quedar atrás. El verdadero objetivo era un cambio en la política exterior francesa, es decir, que se alinease con Alemania. Quien creyese eso viable desconocía lo qué sentían y expresaban los franceses31. La negociación entre Rouvier y Radolin se llevaba en secreto32. Richthofen sabía que Reino Unido y España se unirían a lo que sobre la conferencia se pactara en París. Austria también estaba dispuesta a aceptar la invitación del Sultán33. Francia manifestó que la igualdad de todas las potencias en sus relaciones comerciales con Marruecos y el respeto a su independencia habían sido los dos principios de su política. Ponía como condición para acudir a la conferencia que antes hubiera acuerdo sobre los temas a tratar34. En Madrid no estaban a favor de ella, pero, en cualquier caso estarían al lado de Francia y el Reino Unido. Éste, según Nicolson, no veía cómo esa 30 Uno de ellos que, a su paso por Berlín, camino de San Petersburgo no quiso entrevistarse con Guillermo. Nadie le habló de que el emperador desease ese encuentro. Bastaba recordar que el canciller Hohenlohe estuvo varias veces en París y no solicitó ser recibid por el presidente de la República, a pesar de haber sido antes embajador esta ciudad. Era igualmente falso que el gobierno francés hubiese objetado el viaje del príncipe imperial para ver a su prometida la princesa, que estuvo una larga temporada en Cannes. La tercera acusación era no haber respondido a una propuesta de construcción de un ferrocarril en África. Nadie le dijo nada sobre ese asunto. Pregunto el embajador de Italia por su intervención para que el capital francés no acudiera a la construcción del ferrocarril de Bagdad, una concesión del Sultán de Turquía a los alemanes. La respuesta que los capitalistas franceses exigieran una influencia proporcional a su aportación. No fue así, porque los alemanes coparon el consejo de administración de la compañía Era asimismo falso que en 1894 Alemania hubiese pedido a Francia una acción conjunta para frenar a Japón en Asia. 31 Riservatissimo 1775/710 Tornielli-Tittoni, 23 de junio de 1905 ASD SP P 208. 32 Richthofen comentó con el embajador de Italia en Berlín que Rouvier tenía una actitud conciliadora. Tc 131 Lanza-Tittoni, 21 de junio, ib. 107. 33 Tc 129 Lanza-Tittoni, 17 de junio, ASD DDS XL/12 99. La declaración de Goluchowski, 1142/575 y 1264/636 Avarna-Tittoni, 9 y 24 de junio, ib. 105-106. y 127-128. 34 En sus entrevista con el embajador de Italia, Rouvier rebatió una a una todas las reclamaciones alemanas. Tc 63 y 1789/719 Tornielli-Tittoni, 21 y 26 de junio, ib. 109 y 125-126.
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iniciativa podría beneficiar al Sultán. La dimisión de Delcassé creaba alguna dificultad a España. Durante las visitas de Alfonso XIII a París y Londres, Villaurrutia había dicho que compartía de forma plena los puntos de vista de los dos gobiernos. La prensa liberal comenzó a reclamar una revisión de los acuerdos del año anterior pidiendo mayores ventajas. ¿Cuál era la situación real? Por una parte las potencias no directamente implicadas estaban satisfechas porque el gesto de Guillermo II aseguraba esos dos principios, que todos decían compartir. En Marruecos se agradecía esa iniciativa del emperador. En Francia, como decía un artículo de Le Temps, la crisis se consideraba una pausa. Nadie podría impedir que se realizara lo pactado en 1904 sobre el futuro de Marruecos. El deseo de cumplir los pactos chocaba con la decisión alemana de anularlos. Esa era la clave de la negociación en curso entre los dos gobiernos. Era la impresión causada en Berlín por la respuesta de Rouvier. Había que seguir flexibles en la forma y duros en el contenido. Ese fue el tono de la respuesta alemana35. Y tuvo éxito36. No había sentimientos hostiles hacia Francia, sino un deber: la tutela de los intereses de sus ciudadanos. Nadie desconocía los de Francia especialmente en su frontera de Argelia. Con esas razones justas se mezclaban pretextos inadmisibles. Si un día Francia organizara su policía y su ejército, Marruecos se convertiría en un segundo Túnez37. Alemania transmitió a Italia su postura38. Se iba hacia un documento común, que se logró en pocos días39. Publicados los tres documentos firmados el 8 de julio40, la prensa alemana independiente quedó defraudada, pues esperaba más. Bastaba recordar lo firmado en Londres el 8 de abril de 1904: una penetración pacífica, respeto a los derechos de España, dejando en silencio los de Alemania, igualdad de trato fiscal al comercio inglés, pero sólo 35 686/281 Silvestrelli-Tittoni, 17 de junio, Tc 132, 133 y 134 Lanza-Tittoni, 23, 25 y 27 de junio, ib. 111-115 y 119. 36 “La situazione si è sensibelmente modificata. La nota tedesca presentanta qui ieri, permette al signor Rouvier di prevedere una intesa sulla base della riunione della conferenza”. Aceptada la propuesta, habría que hallar el modo de hacer público lo que Alemania había manifestado hasta ese momento de manera confidencial. Tc 67 Tornielli-Tittoni, 29 de junio, i. 129. 37 Esa era la posición de Radolin. Temían los alemanes que Rouvier continuara la política de Delcassé. 1788/718 Tornielli-Tittoni, 26 de junio, ib. 123. 38 “Memorándum (consegnato dal segretario dell’ambasciata di Germania in Roma, il 1 luglio 1905)”, ib. 131-133. La fecha de este documento es del 24 de junio. 39 Tc 74 y 138 Tornielli y Lanza-Tittoni, París y Berlín, 6 y 10 de julio, ib. 139 y 141. 40 Texto español, Jerónimo Bécker González, Historia de Marruecos. Apuntes para la historia de la penetración europea y principalmente española en el norte de África, Estudio Tipográfico de Jaime Ratés, Madrid 1915, 459-460.
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durante treinta años. Delcassé dijo que el gobierno de la República ayudaría al Sultán en la administración de su Imperio, le proporcionaría recursos financieros, cooperaría en la reorganización del ejército y en la derrota de la insurrección y prolongaría por territorio marroquí el ferrocarril Túnez-Orán. Se silenció que la limitación de construir fortificaciones se circunscribía a la costa... Pese a las crítica al resultado final de la negociación en París, todo lo logrado por Francia en Londres quedaba en nada, a cambio únicamente de reconocerle un derecho preferente en lo que afectaba a la frontera de Argelia. Los tres puntos básicos firmados eran: independencia y soberanía plena del Sultán, integridad de sus territorios y libertad de comercio. El programa de reformas debía justificarse como aplicación de estos tres principios41. Conocido su contenido y comunicado a los gobiernos, Italia aprobó la conferencia42. España, tras recibir las explicaciones de Francia, aceptó43. El senador Jean Dupuy tuvo varias entrevistas con el príncipe Radolin44. El procedimiento: aceptar la conferencia, declarando que el gobierno francés había podido resolver sus objeciones tras escuchar las explicaciones del embajador alemán. Enseguida, trabajo conjunto de los dos ministros en Marruecos45. ¿Por qué esta necesidad? La respuesta estaba en la entrevista de Bülow con el embajador francés en Berlín. Alemania no podía volverse atrás, porque había declarado al Sultán que Francia no era mandataria de Europa en Marruecos y le había prometido intervenir para defender su soberanía. La conferencia era una manera de liberar al gobierno de la palabra dada al Sultán46. Teniendo presentes las complicaciones económicas y militares del momento, según Bülow “ce serait pour nous et pour la France une folie de ne pas s’entendre”. Las reformas, esperaba el canciller, podrían propagarse desde Marruecos a Turquía. Una vez resuelto este asunto, Alemania negociaría con Francia sus propios intereses, entre los cuales Marruecos ocupa un lugar poco importante, pues, “amis aujourd’hui nous ne sommes pas libres”. Una pro-
1305/452 Lanza-Tittoni, 11 de julio, ib ASD DDS XL/12 145-147 Tc 1081 y 1091 Tittoni-Lanza y embajadores en Viena, París, Madrid, Londres y San Petersburgo, 16 y 18 de julio, ib. 149 151. 43 95/333 Silvestrelli-Tittoni, 21 de julio. La comunicación de Pablo Soler, encargado de negocios de España en Roma, 24 de julio, ib. 157 y 161. 44 Constancia de ellas en seis documentos entregados por el senador a Rouvier, 30 junio y 1 julio, AAE NS M 15 97-107. 45 “N.B.- Le Sultan demande avec instance la protection de l’Allemagne”. 46 “Les puissances, en effet, pourront nous dégager des obligations prises envers le Sultan auxquelles la politique de Monsieur Delcassé nous avait obligés”. 41 42
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mesa: no proponer en la conferencia nada que comprometiera el futuro de Francia en Marruecos. Y una prevención: que el Reino Unido no se hiciera fuerte en ambos lados del Estrecho. La pretensión de Alemania no atentaba contra la convención del 8 de abril de 190447. En ella, según las declaraciones del gobierno inglés, no se disponía de los derechos de los otros firmantes de 1880. Por eso que éstos desearan hacerlos valer “n’a rien à faire avec l’action anglo-française”. Rouvier debería librarse de la influencia de personas que buscaban introducirlo en un callejón sin salida48 y de quienes lo empujaban en esa dirección49. Una negociación directamente con el Sultán permitiría a los ingleses intrigar y adquirir una hegemonía sobre las otras potencias o daría al Sultán la ocasión de quemar a Francia y Alemania, jugando a enfrentarlas. No sería difícil defender ese acuerdo en el parlamento, pues podría decirse con verdad y justicia que Alemania no atentaba contra los intereses legítimos de Francia. No habría vencedores ni vencidos, ya que llegar a una entente había sido el objetivo de cada uno de los gobiernos. ¿Por qué Francia temía una conferencia donde la mayoría de los participantes le serían favorables? “Nous voulons profiter de cette occasion pour améliorer nos relations avec la France”. Esa meta se alcanza mejor en la conferencia 47 M. Aflalo, The Truth about Morocco. An indictment of the policy of the British Foreign Office with regard to the Anglo-French agreement, London 1904. En contra de la ocupación, Gabriel Maura, La cuestión de Marruecos desde el punto de vista español, Madrid, M. Romero, impresor, 1905. Fue traducido al francés por Henri Blanchard en 1911. Mariano Gómez González, La penetración en Marruecos (Política europea de 1904 a 1909. Tratado, compromisos de España con Francia e Inglaterra. Conferencia de Algeciras. Reconciliación franco-española), Zaragoza, Tipografía de Emiliano Casañal 1909. Un estudio reciente, Eloy Martín Corrales (ed.), Marruecos y el colonialismo español (1859-1912) De la guerra de África a la “penetración pacífica”, Barcelona, Edicions Bellaterra, 2002.Victor Berard, L’affaire maroccaine. Le Maroc. La France et le Maroc. L’accord franco-anglais. L’accord franco-espagnol. Le désaccord franco-allemand. Les réformes, París 1912. Un análisis más general, C. J. Bartlett, The Global Conflict. The international rivalry of the great powers, 1880-1970, London and New York, Longman 1984. C. Robles, “España y Marruecos: antecedentes de los acuerdos con Francia (1898-1904)”, en Ciencia y memoria de África. Actas de las III Jornadas sobre “Expediciones científicas y africanismo español, 1898-1998, Alejandro R. Díez (editor), Universidad de Alcalá 2002, 197-225. 48 “Je pense que Rouvier, sans le savoir et sans le vouloir, travaille comme il y a huit jours contre la conférence et je suis convaincu qu’en cédant à ses nouvelles influences la situation deviendrait plus graves qu’elle ne l’est aujourd’hui”, dijo Radolin el 1 de julio. 49 Tendría que transmitirse a los ministros europeos en Marruecos que la conferencia no anula la convención, sino que es “l’essai loyal de mettre ce traité en accord avec les intérêts justifiés des autres puissances qui font le commerce au Maroc. Elle maintiendrait la paix dans le monde”
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que en una negociación a tres, en la que el Reino Unido influiría en el Sultán50. Rouvier podría decir en la Cámara: tenemos importantes y serios indicios que nos hacen creer que Alemania desea tener buenas relaciones con Francia. Signatario de lo aprobado en Madrid, el gobierno alemán no podía aceptar que eso se modificara sin su consentimiento y contra su voluntad. Si no se aprobaban los cambios en una conferencia, se vería obligado a entenderse directamente con el Sultán, a quien tendría que sostener hasta que se celebrara. Se creaba una situación inquietante, que los dos gobiernos deseaban descartar, pues sus puntos de vista eran conciliables. Francia no quería tocar la integridad territorial de Marruecos ni la soberanía del Sultán, ni reformar los tratados comerciales, que no quedaban afectados por la convención franco-británica51. Alemania reconocía a Francia su preocupación por el mantenimiento del orden en Marruecos, con el que tiene una extensa frontera. Si se sancionaran las reformas necesarias que garantizaran todos esos intereses, se disiparían los malentendidos, sin renuncia a derechos e intereses legítimos ni sumisión alguna. “La France peut accepter la conférence parce que elle a reçu de l’Allemagne l’assurance que cette puissance ne soutiendra rien de contraire aux droits de la France”52. El 4 de julio había un texto que recogía el resultado de las conversaciones: Alemania no buscaba comprometer el futuro de Francia en Marruecos. Los tratados y compromisos que ésta tenía se ajustaban a esos principios: soberanía del Sultán, independencia e integridad de su imperio, libertad económica sin desigualdades, utilidad de las reformas de policía y financieras, cuya introducción se fijarán en una conferencia internacional, y reconocimiento de la situación de hecho de Francia en Marruecos, pues, teniendo frontera con él, le interesa más el mantenimiento del orden. “En conséquence le gouvernement de la République laisse tomber ses objections premières contre la conférence et accepte de s’y rendre”. El texto fue firmado el 8 de julio53. Las cosas no Radolin creía que los ingleses trabajaban para “exciter la France contre l’Allemagne”. Tendría que transmitirse a los ministros europeos en Marruecos que la conferencia no anula la convención, sino que es “l’essai loyal de mettre ce traité en accord avec les intérêts justifiés des autres puissances qui font le commerce au Maroc. Elle maintiendrait la paix dans le monde”. 52 El 1 de julio hubo una entrevista Rouvier-Radolin para resumir el intercambio de puntos de vista que el embajador tuvo con Jean Dupuy, ib. 108-111. 53 En un segundo texto del proyecto de carta de Rouvier a Radolin se omite la aceptación de la conferencia. El texto con las dos recomendaciones a los dos ministros, entonces en Fez, para que regresaran a Tánger y, de común acuerdo presentar al Sultán un programa para la conferencia ib. 115-123. 50 51
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iban a ser fáciles54. La conciliación cedería luego su puesto a la hostilidad55. En Francia se consideraba que había sido la situación más grave desde la guerra de 187056. Se dijo que Radowitz había preguntado al marqués de Villaurrutia si España tenía el compromiso de aportar a Francia 300000 hombres en caso de guerra. La respuesta fue no. Ese clima podría convenir a los dos gobiernos. A Bülow, para incrementar su prestigio. A Rouvier, para justificar las cesiones hechas. Marruecos era un pretexto. Nicolson, embajador inglés en Madrid lamentó que Francia no hubiera resistido, sabiendo que tenía a su lado a Inglaterra. Pero en París no se fiaban. No querían pagar “los platos rotos”57. El embajador Radolin entregó a Rouvier una nota, firmada el 26 de agosto, respuesta a la de éste del 6 de julio sobre el programa de la conferencia. En ella se analizaba la creación de la policía, la vigilancia y represión del contrabando de armas, las reformas financieras y comerciales. El gobierno alemán aceptaba el programa, dejando a salvo su libertad para aceptar las propuesta de otros participantes. Y se inclinaba porque la reunión se reuniera en Tánger, el lugar más adecuado para juzgar los asuntos a tratar58. Todo parecía encarrilado, pero seguían las dudas59. El recibimiento caluroso dado al los marinos franceses en Inglaterra, la actitud del rey Eduardo VII, el desmentido de su visita a Guillermo II podrían explicar la irritación del canciller alemán. Molestaba el acuerdo franco-inglés60.
54 Cuando en la Conferencia de Algeciras se planteó la creación de la policía en Marruecos y Alemania se opuso a que estuviera bajo el mando de oficiales españoles y franceses, Rouvier se entrevistó con varios embajadores. Al terminar su conversación con Fernando León y Castillo, el embajador de España le dijo: Los alemanes “veulent le statu quo, et le statu quo c’est le Maroc au Maghzen et aux Allemands au détriment de la France et de l’Espagne”, La conversación, el 23 de febrero de 1906, el resumen escrito, ib. 57-59. 55 Nicolás II no entendía la actitud de la delegación alemana en la conferencia de Algeciras. Tc conf 62 Bompard-Rouvier, 22 febrero 1906, ib. 16 61. 56 Una fuente importante para conocer este momento y sus antecedentes, Paul Cambon Correspondance, 1870-1924. 3 vs., París. Grasset. 1940-1946. Vid. también Giampiero Carocci, L’ età dell’imperialismo, 1870-1918, Bologna, Il Mulino 1989. 57 Tres conclusiones de la crisis: Francia temió la guerra, la actitud del gobierno Rouvier desagradó a Londres, París, incluso con la promesa de ayuda militar inglesa, no se sintió la suficientemente fuerte para enfrentarse a Alemania y, finalmente, la recién nacida alianza franco-inglesa no e mostró eficaz. Conf c y sn Silvestrelli-Tittoni, 6 de julio, ASD SP P 208. 58 Copia de este documento, 26 de agosto, ib. 163-166. 59 Como ejemplo, la tensa conversación de Bülow con el embajador de Francia el 4 de septiembre. En ella l canciller habló de la necesidad de ir a una conferencia donde quedaran a salvo la dignidad del emperador y la suya. Tc 135, 135 bis y 135 ter, Bihourd-Rouvier, 4 septiembre, ib. 177-179. 60 Tc 137 y 138 Bihourd-Rouvier, 5 7 septiembre, ib. 181 y 186.
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El 28 de septiembre Radolin y Rouvier firmaban y sellaban en París el proyecto de programa para la conferencia y se ofrecía a España que la conferencia tuviera lugar en Algeciras61. La posición de Rouvier de ser discreto y no llevar el acuerdo ni a la prensa ni a la tribuna parlamentaria no gustó a Bülow, que hizo unas declaraciones a la prensa francesa no muy aceptables y poco oportunas62. El tratado entre Inglaterra y Japón estaba vigente hasta el 29 de enero de 1907. Meses antes del plazo previsto para su denuncia, se renovaba, con alguna modificación. No se conocían los cambios, pero era previsible que afectasen a Corea, teniendo en cuenta las aspiraciones de Japón y su victoria sobre Rusia En el anterior se convino la independencia e integridad territorial de China y la libertad de comercio. Ese acuerdo reforzaba la paz y hacía imposible cualquier intento de conquista en China. La unión de las fuerzas militares y navales anglo-japonesas lo impedía63. La negociación Francia-Alemania tomó un tono más apaciguador vísperas de la Conferencia de Algeciras. Cuando el gobierno presentó en diciembre el Livre Jaune, Affaires du Maroc, 1901-1905, aún existía inquietud entre los franceses sobre las relaciones con Alemania. El gobierno Rouvier quería mantener un clima de confianza y de acuerdo previos a la futura Conferencia sobre Marruecos64. Una lectura del Livre Jaune hizo que Guillermo II ordenara que se enviaran a Radowitz instrucciones más conciliadoras. El emperador se interesaba poco por Marruecos. Le preocupaba más Rusia y el movimiento revolucionario en aquel país, que le parecía estar alentado por la prensa francesa. Esa conducta le inquietaba. Quizás terminarían pidiendo seguridades sobre este punto al gobierno francés65. 61 Texto mecanografiado oficial, ib. 207-208. La referencia a Algeciras, en la nota preparada para la prensa, ib. 210. 62 Rouvier comentó esto con Radolin el 18 de octubre. Y dijo claramente que si el conde Tattenbach iba a ser el representante alemán en la conferencia, no valía la pena asistir a ella. Comunicación a los embajadores en San Petersburgo, Londres, Berlín, Viena, Roma, Madrid, Washington y Munich, copia sin número, 20 octubre, ib 213-214. 63 880/307 y 901/316 Carignani-Tittoni, Londres 26 agosto y 1 septiembre 1905. El texto del tratado y el despacho del secretario del Foreign Office al embajador en San Petersburgo, como anexo a 1002/345, 25 septiembre. El despacho a Charles Hardinge manifestaba el interés de Inglaterra por asegurar a Rusia que el pacto no iba contra ella. ASD DDS XXXIV/9 65, 67 y 81-84. 64 La reacción de la Cámara de Diputados y, especialmente, la decisión de Delcassé de no intervenir abriendo un debate fue una prueba de sus buenas cualidades personales y de su patriotismo. R 3540/1394 Tornielli-Tittoni, 21 de diciembre de 1905, ib. 208. 65 Note, 20 diciembre 1905, DDF II/8 París Imprimerie Nationale 1938, 350-351. Esta observación contradecía una correspondencia de Alemania publicado en el Il Popolo Roma-
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3. Una oferta de garantía para las islas españolas En España, la debilidad parlamentaria obligó a Fernández Villaverde a presentar su dimisión el 20 de junio. Los conservadores estaban divididos. Había caído el candidato de Palacio a su jefatura. En la Corte tenían escaso aprecio a Maura y a Dato, “plus conservateurs et en même temps plus libéraux” que Villaverde. La diferencia de trato era evidente. El resultado previsible de esta falta de simpatía “qui va s’accentuant entre l’impérieux Mr. Maura et son Souverain aura dans l’avenir des conséquences peut-être graves sur le règne d’Alphonse XIII”66. El Rey llamó al partido liberal. Formó gobierno Eugenio Montero Ríos. Nombró ministro de Estado a Felipe Sánchez Román. Fue subsecretario Emilio de Ojeda, un experto en Marruecos y un diplomático “sur le quel l’influence de l’Angleterre pourra s’exercer utilement”67. El interés por las Islas españolas se mantenía invariable desde hacía varios siglos. Los ingleses tenían sus ojos puestos en las Baleares desde el siglo XVIII. Los americanos preparaban en 1898 una expedición a Canarias68. Mahón se hallaba en la ruta de Francia a Argelia. Que siguiera en manos de España era vital, según Jules Cambon, para “notre existence maritime dans la Méditerranée”. Otra vez había que lamentar que en 1903 no se llegara a firmar la entente propuesta por Silvela. Cuando en 1904 Paul Cambon y Lansdowne negociaron el acuerdo sobre Marruecos, aquel insinuó si no debía extenderse a toda la zona de influencia del Estrecho de Gibraltar69. No hizo caso Lansdowne, pero existía
no, de la que se hacía eco el embajador francés. Très conf 224 Barrère-Rouvier, 20 diciembre. Desde Copenhague confirmaba este impresión positiva el ministro de Francia. Tc 4 Philippe Crozier-Rouvier, 15 enero, AAE NS Maroc 16 3-6 y 19. 66 La preocupación por los efectos de esa crisis y el juicio sobre la situación de los conservadores, 92 y 98 Jules Cambon-Rouvier, 18 junio y 1 julio, AAE NS Espagne 3 90-91 y 100. 67 98 y conf 106 Jules Cambon-Rouvier, 1 y 3 julio, ib. 98 y 103-104. 68 Jules Cambon que negoció entonces el armisticio, afirma que aceleró su firma para evitar que los barcos norteamericanos desembarcaran en Canarias. 69 José María Jover Zamora, “Gibraltar en la crisis internacional del 98”, Política, diplomacia y Humanismo popular, Madrid, Turner 1976, 431-488. Sobre Gibraltar en la política exterior de España, Carlos Ibáñez de Ibero, Carlos (Marqués de Mulhacén), El Mediterráneo y la cuestión de Gibraltar, San Sebastián, Editorial España 1939, y España y el Estrecho de Gibraltar, Madrid 1958. Rosario de la Torre, “La seguridad del área del estrecho de Gibraltar como condicionante de la política exterior española en la crisis de 1898”, El Caribe y América Latina: el 98 en la coyuntura imperial, M.T. Cortés, Consuelo Naranjo y J.A. Uribe (coordinadores), Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1998, tomo 1, 47-73.
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un precedente. Drummond Wolff hizo una oferta similar, pero poniendo como condición que el gobierno español no fortificara Algeciras70. Ahora cambiaban las cosas. Guillermo II visitó Mahón. Un español estaba dispuesto a vender a Alemania, por persona interpuesta, su concesión de un depósito de carbón en las Canarias. Lo acababa de reconocer el marqués de Villaurrutia a Arthur Nicholson. Esos hechos iban convenciendo a Inglaterra de que a ella le convenía tanto como a Francia que los dos archipiélagos continuaran bajo soberanía española. Nicholson fue autorizado a ofrecer al gobierno español la misma garantía sobre ellas que la que contenía el artículo 7 del acuerdo secreto hispanofrancés del 3 de octubre de 1904. Expuso esa idea al Rey, a Montero Ríos y a Sánchez Román. Este se extrañó y los dos primeros acogieron bien la iniciativa. Habría que esperar a que culminara la conferencia sobre Marruecos para avanzar en ese proyecto. Este paso demostraba la previsión de Inglaterra para adelantarse a las necesidades y la facilidad con que abandonaba posiciones superadas por el tiempo. Francia e Inglaterra podrían ir juntas en el deseo de conservar la situación existente en el Mediterráneo occidental. Por eso habría que proseguir en esa vía, una vez resueltas las cuestiones en Marruecos71. Es un antecedente de lo que serán los acuerdos de 1907. El verano de 1905 el embajador Jules Cambon y Eugenio Montero Ríos, presidente del consejo, concretaron el acuerdo del 3 de octubre del año anterior. Habían tenido en cuenta la conferencia y su programa. Estos eran sus puntos: 1. Policía de puertos: Sus jefes y oficiales en Larache y Tetuán deberían ser españoles. Los de Casablanca y Rabat, franceses. Serían franceses y españoles los oficiales y jefes de la policía de Tánger72; 2. Vigilancia y represión del contrabando de armas: en tierra, la represión seria encargo de Francia en la frontera de Argelia y de España, en sus
70 Enrique Rosas Ledesma, “Las relaciones hispano-británicas a comienzos del siglo XX: los caminos del entendimiento”, Revista de Estudios Internacionales I/3 (1980) 231250. H. Hallmann, La Spagna e la rivalità anglo-francese nel Mediterraneo (1898-1907), Milano, ISPI, 1942, traducción de la ed. alemana de 1937. 71 Absolument conf 110 Cambon-Rouvier, 6 julio 1905, El despacho fue comunicado al embajador en Londres, 728 Rouvier-Paul Cambon, 18 julio AAE NS Espagne 40 142-147 y 157. 72 El control exclusivo de la policía por parte de Francia y España era un asunto irrenunciable. Y así trató de presentarlo el gobierno francés, acudiendo al apoyo de otros países. Vid. Tc strictement conf 70 y 77 très conf Révoil-Rouvier, Algeciras 15 y 17 febrero 1906, ib. 16 49 y 52. El rechazo por parte alemana podría hacer que la conferencia terminara con un portazo, como temía Tornielli. Texto conf. de una conversación con el embajador de Italia en París, 21 febrero, ib. 54.
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plazas y posesiones africanas. Por mar, sería labor de una división de barcos de guerra, mandada alternativamente por oficiales españoles y franceses; 3. Intereses económicos y financieros: las obras públicas y todo tipo de empresas podrán ser realizadas y dirigidas por españoles y franceses. Los dos gobiernos fomentarán la creación de empresas mixtas, cuyos derechos se fijarán en proporción al capital aportado. Procurarán por medios pacíficos conseguir las concesiones para sus ciudadanos. Cuando se cumpliera el plazo de 15 años previsto en el acuerdo del 3 de octubre, las obras públicas las realizará cada una de las partes en su zona de influencia. La condición jurídica de los ciudadanos y de los establecimientos y escuelas de cada uno de los dos países no se modificará. Sus mercancías tendrán idéntico tratamiento. Para conservar estas dos condiciones, las dos partes se comprometían a concertar su acción ante el Sultán y su gobierno. La moneda de plata española continuará siendo de curso legal. Se crearía un banco de Marruecos, con participación de capitales de los dos países y presidencia francesa, debido a que su aportación sería mayor. Se incrementaría el número de españoles y franceses en los servicios de aduanas, que servían de garantía al préstamo contratado recientemente con Francia y en el que había quedado integrado otro anterior español. 4. Este acuerdo se mantendría aun en el caso de que se extendiera lo estipulado en el artículo 17 de la conferencia de Madrid de 1880, a las cuestiones económicas y financieras. Y España estaba dispuesta a ir unida con Francia en la próxima conferencia en todo lo que afectaba al convenio de 1904. “Ils s’engagent enfin à se prêter réciproquement le concours pacifique les plus entier dans toutes les questions d’ordre général concernant le Maroc, ainsi que le comporte la cordiale et amicale entente qui existe entre eux par rapport aux affaires de l’empire chérifien”73. ¿Quedaba España reducida a potencia inferior tras este pacto? Eso pensaba el general García Polavieja, jefe del cuarto militar del Rey, sobre quien Copia del texto y de las cartas intercambiadas entre Montero Ríos y Jules Cambon el 2 de septiembre, AAE NS Maroc 15 167-175. Se comunicó a Londres, Berlín, San Petersburgo y Roma, Tc 5 septiembre, ib. 182. Montero Ríos hizo un resumen al encargado de negocios de Inglaterra, Tc 235 Jules Cambon-Rouvier, 7 septiembre, ib. 183. La comunicación hecha por Paul Cambon al marqués de Lansdowne, 6 septiembre, ib. 191-192. El secreto del acuerdo no fue guardado en Madrid. Emilio de Ojeda confesó a Jules Cambon que Radowitz conocía su contenido. Eso demostraba que en el ministerio de Estado había funcionarios opuestos al acercamiento de España a Francia. Tc Secret 8 Cambon-Rouvier, 6 enero 1906, ib. 16 1213. El texto de esta nota, Apéndice 3 al DS/C 67 (18 de enero 1912) 1-6, y texto sobre el programa Conferencia de Algeciras Jerónimo Bécker González, Historia de Marruecos… 561564. 73
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influía, favoreciendo la inclinación de Alfonso XIII a intervenir en asuntos militares. Se pronunciaba contra la alianza con Francia e Inglaterra. El acuerdo de abril de 1904 trató a España como si fuera Corea. Se le había concedido un territorio, en el que se incluía el Rif, “de difícil y caro dominio”, y pobre en recursos. Por distintos motivos, el Reino Unido y Francia deseaban que España fuera débil74. Se produjo entonces la crisis del gobierno de Montero Ríos. Fue nombrado ministro de Estado Pío Gullón75.
4. Hacia la Conferencia de Algeciras Publicado el programa de la conferencia, el Reino Unido estaba en una posición inmejorable. Si fracasaba, nada cambiaría en la política que venían propiciando y que llevó a los acuerdos con Francia. Si se celebraba con un programa poco preciso, habría que delegar en Francia la realización concreta de lo que se aprobara. Esta era la hipótesis contemplada en el acuerdo del 8 de abril76. Cuando el Sultán aceptó el programa, se fijó como sede Algeciras. Hubo problemas y se pensó trasladarla a Madrid 77, aunque Alemania no lo deseaba78. Al final, atendiendo a la demanda del Sultán, se eligió Algeciras79. Se dijo que Jules Cambon sería enviado a Berlín y le sustituiría Révoil como embajador en Madrid80 y delegado en la conferencia81. Estaba previsto que se iniciaran sus trabajos el 15 de diciembre82. Había que superar
74 Polavieja 7 septiembre 1905, AGP 15827/29, en Javier Tusell y Genoveva G. Queipo de Llano, Alfonso XIII. l Rey Polémico, Taurus Historia, Madrid 2001, 134. 75 Tc y 179 Jules Cambon-Rouvier, 30 octubre, AAE NS Espagne 3 131 y 135-137. 76 Arthur Nicholson comentaba irónicamente que este acto inútil había puesto en peligro la paz en Europa. Radowitz pensaba que el problema político estaba ya resuelto con los acuerdos de su gobierno con Francia. La conferencia se detendría en los aspectos técnicos. 1014/421 A. de Bosdari-Tittoni, 16 de octubre, ASD SP P 208 y ASD DDS XL/12 207. 77 Conf 1044/430, R 1257/535 y 1278/545 Silvestrelli-Tittoni, 22 de octubre y 15 y 20 de diciembre de 1905, ASD SP P 208 y ASD DDS XL/12 259 y 265. 78 Tc Lanza-Tittoni, 18 de diciembre, ib.208 y ASD DDS XL/12 263. 79 Tc 54 y 80 Silvestrelli y Malmusi-Tittoni, ambos del 27 de diciembre, ib. 208 y ASD DDS XL/12 275 y 277. 80 1104/465 Silvestrelli-Tittoni, 9 de noviembre, ib. 208. 81 Tc 215 Lanza-Tittoni, 23 de noviembre, ib. 208 y ASD DDS XL/12 233. 82 Vid. la comunicación hecha por el subsecretario del ministerio de Estado al embajador de Italia en Madrid. Tc 48 Silvestrelli-Tittoni, 18 de noviembre, ib. 208 y ASD DDS XL/12 223.
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algunos problemas de procedimiento83. Al final, en Algeciras y el 16 de enero84. Se avanzaba en los preparativos. Los ministros de Alemania y Francia en Tánger acudieron a Fez. A su regreso, el conde de Tattenbach y Saint-René Taillandier marcharon a informar a sus gobiernos. Gerard Lowether estaba en Tánger. Su presencia en Fez apuntaba a su posible labor de mediador entre sus dos colegas y el Sultán y el Majzén en un momento en que eran previsibles choques y tensiones. Creía Tattenbach que la conferencia y las reformas propuestas por su gobierno y el de Francia tendrían éxito, pues habían sido bien acogidas85. Tattenbach fue nombrado representante de Alemania. El nuevo ministro en Tánger era Rosen, que antes estuvo en París. Rouvier designó como delegado a Revoil. Ni Tattenbach ni él eran las personas que mejor podrían reflejar una mejora en las relaciones86. Al primero se le culpaba de la crisis de unos meses antes. Y Revoil no fue muy flexible con Radolin mientras se negociaba en París un arreglo. En Alemania, sin embargo, todos se esforzaban por mantener un tono prudente y salvar la orientación a una relación más amistosa con su vecino87. Hasta el gobierno largo de Maura, ninguno de los ministerios del nuevo reinado pasó de los diez meses. Tras los dos primeros de Sagasta, entre el 20 de julio de 1903 y el 23 de julio de 1905, hubo cuatro gobiernos conservadores. Vinieron luego los liberales. Desde el 23 de junio de 1905 hasta el 25 de enero de 1907, seis gobiernos con cuatro presidentes distintos. En cincuenta y seis meses, trece gobiernos, en los que hubo diez ministros de Estado. El 1 de diciembre de 1905, formaba gobierno Moret. Persona indecisa, terminaba cediendo a las presiones, según Jules Cambon88. Pese a sus dudas, 83 Un análisis desde el punto de vista del derecho internacional, 3266/1282 Tornielli-Tittoni, 19 de noviembre, ib. 208 y ASD DDS XL/12 237-238. 84 Comunicación del embajador de España, Arcos-di San Giuliano, 29 de diciembre, ib 208 y ASD DDS XL/12 279. 85 503/99 Malmusi-Tittoni, 29 de noviembre de 1905, ASD SP P 208. 86 Tattenbach se defendió de la acusación de que fuera hostil a Francia. Deseaba que Italia y su país fueran de acuerdo en la Conferencia. Tc 2509 Lanza-Tittoni, 13 de diciembre, ib. 208. 87 Conf 2279/814 Lanza-Tittoni, 30 de noviembre, ib. 208. La composición de la delegación alemana y de la italiana en la conferencia, urgente 1202/510 y 1227/520 Silvestrelli-Tittoni, 6 y 10 de diciembre, ib. 208. 88 “C’est un homme de beaucoup d’imagination et qui présente l’insécurité des hommes d’imagination. Il est agréable, éloquent, séduisant. Il est toujours affecté de dire qu’il n’était pas partisan pour l’Espagne d’une politique d’union intime avec la France seule ou l’Angleterre seule, il souhaite son entente avec la France et l’Angleterre unies. Il a fait à ce sujet des déclarations publiques au Parlement et j’ai plus d’une fois l’occasion d’entendre de sa bouche les assurances plus formelles à cet’ égard”.
UNA POLÍTICA MEDITERRÁNEA, OCCIDENTAL Y DE PAZ (1899-1905)
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aceptó la llamada ley de jurisdicciones89. Todo el mundo entendió que su ductilidad le hizo la persona adecuada para ese encargo90. En política exterior era firme. Deseaba presidir la conferencia de Algeciras. Creía que Alemania deseaba “envenenar” las relaciones franco-españolas91. Moret podría representar la garantía de que Alfonso XIII no se dejaría “seducir” por Guillermo II. Inquietaba a los embajadores francés e inglés la fascinación que pudiera ejercer sobre el Rey durante su visita ese otoño a Alemania. Arthur Nicholson se creyó obligado a aconsejarle cautela, sobre todo, en las conversaciones informales, porque sus palabras podrían ser publicadas luego con un carácter oficial. Nada sucedió que confirmara los temores. A su regreso a Madrid, Alfonso XIII dijo al embajador inglés: “Ont voulu m’étonner à Berlin et m’inspirer l’idée d’une grande force militaire, mais j’ai lu dans le jeu de l’Empereur et je reviens toujours persuadé de marcher dans un accord intime avec l’Angleterre et la France unies”92. Una semanas más tarde, Moret dijo a Nicholson que Guillermo II habló al Rey de un pacto secreto hecho con Alfonso XII en caso de guerra con Francia93. Pidió renovarlo. Pero el Rey dijo que era un monarca constitucional y que no podría asumir compromisos sin el consentimiento de su gobierno. E insistió en que los tiempos eran distintos. Moret comunicó al embajador francés que la delegación española en la conferencia de Algeciras estaría presidida por Montero Ríos. Le acompañaría Emilio de Ojeda, a quien consideraba amigo de Inglaterra94. Deseaba Francia que se iniciase y cerrase la conferencia cuanto antes. Marruecos debería perder su actualidad. La buena disposición de Alemania presagiaba un fácil acuerdo. La Conferencia no debía tener la osadía de creer que podría regular para siempre la cuestión de Marruecos, que Francia no proyectaba ni conquistar ni repartir. Quería que España saliera contenta por haber visto salvados sus intereses95. El Real decreto autorizando la presentación del proyecto de Ley y el texto aprobado, Gaceta de Madrid 14 y 114 (16 enero y 24 abril 1906) 179-180 y 317-318. 90 6 Jules Cambon-Rouvier, 6 enero 1906, AAE NS Espagne 3 157-159. 91 Este comentario y el texto citado en nota 77, 196 Jules Cambon-Rouvier, 2 diciembre AAE NS Espagne 3 153-154. 92 195 Cambon-Rouvier, 1 décembre 1905, AAE NS Espagne 40 278-279. 93 Sobre este punto, Javier Rubio El reinado de Alfonso XII: problemas iniciales y relaciones con la Santa Sede, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores 1998. 94 Moret informó que el rey rechazó un compromiso matrimonial con la princesa de Mecklenbourg. Copia del Tc Cambon-Rouvier, 23 décembre 1905, AAE NS Espagne 40 286. Tc Cambon-Rouvier, 23 décembre 1905, AAE NS Espagne 40 286. Ojeda era considerado partidario de Alemania y enemigo de Francia, conf 187 Margerie-Rouvier, 16 novembre, AAE NS Espagne 40 286. 267-269. 95 Conf 1292/552 Silvestrelli-Tittoni, 24 de diciembre, ASD SP P 208. 89
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LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
Cuando en enero de 1906 se abra la Conferencia de Algeciras, su presidente será Almodóvar del Río. A su muerte, el jefe de la delegación de Marruecos dijo que era un “buen cristiano”96. Visconti Venosta presidió la delegación italiana. Se ha dicho que “fu l’uomo di pace della politica estera italiana”. Por eso fue elegido. Italia se apartaba de las otras potencias que enviaron a sus embajadores en Madrid. Esperaba y quería el gobierno de Alessandro Fortis ejercer de mediador entre Inglaterra, Francia y Alemania, “aunque nadie se lo había pedido”97. Las relaciones de Europa con Marruecos habrían podido servir como alternativa a la política colonial. Marruecos fue para las potencias europeas zona de encuentro, es decir, de confrontación y negociación. Los intereses de cada una de ellas tuvieron que respetar los de las demás. La independencia y la integridad territorial de Marruecos beneficiaban a todos. Para asegurar esas dos condiciones, los firmantes de los acuerdos de Algeciras tendrían que sostener las reformas administrativas e invertir para que los marroquíes progresaran gracias a sus recursos y llegaran a enriquecerse y a ser así un mercado atractivo. Las dos conferencias en las que se buscaron los medios para lograrlo se celebraron en España. “La Conferencia de Algeciras –había escrito un periodista inglés anticolonialista– condenó a muerte al Marruecos independiente, dejando en manos de Francia y España la tarea de ejecutar la sentencia. A corto plazo era cierto; pero a largo, limitó la libertad de acción de las dos potencias coloniales en numerosos terrenos y permitió a Marruecos salvaguardar su personalidad y volver a ganar su independencia plena en un plazo menor y a un precio decididamente menos elevado que el pagado por otros muchos países”98. Así fue. Lo que sucede en Algeciras y lo que sigue a la Conferencia lo dejamos para segunda parte de este trabajo.
En mayo de 1906, Javier Betegón, de La Época, habló con Mohamed Torres, el ministro del Sultán en Tánger, que se interesó por la salud de Almodóvar del Río. Dijo de él: “Aquel cristiano es sabio”. El 22 de junio de 1906 moría este hombre “conciliador y de buen tacto”. Betegón publicó sus crónicas en La Conferencia de Algeciras. Diario de un testigo, Madrid 1906. 97 Fernando García Sanz, intervención en el coloquio con Manuel Espadas Burgos, “Del 98 a Annual: hombres, criterios y objetivos de la política exterior española”, España e Italia en la Europa contemporánea: desde finales del siglo XIX a las dictaduras, Fernando García Sanz editor, Madrid, CSIC 2002, 255. 98 Abdallah Laroui, Marruecos: Islam y nacionalismo. Ensayos. Madrid. Editorial Mapfre. 1994 103. 96
ÍNDICE ONOMÁSTICO (Realizado por Concepción Murillo Ballesteros)
ABARZUZA, Buenaventura, 26n, 107, 115, 127, 158n, 184n, 214n, 218 y n, 220n, 224, 229n, 238 y n, 242n, 243n, 273, 291 y n, ABD-ALLAH-BENSA, Mohammed, 155 ABD-EL-AZIZ, Muley, 155, 185, 215, 217, 218, 289n, 303n, 305, 315 ADA, Marquesa de, 152 ADAM, André, 100 y n. AFLALO, M, 344n AGUILAR, Alfonso, 48n, 148n. AGUILAR DE CAMPÓO, Marqués, Vid. Sancho e Ybarrondo, 151n, 152n, 251n, 277n, 316n, AGUINALDO, Emilio, 66n, 79, 80, 136, 187 AHMED BEN MOUSA, 154 ALAS, Jenaro, 55 ALBA, Santiago, 176 y n. ALBAREDA, José Luis, 172 ALBERTO DE PRUSIA, (Príncipe), 98n, 99. ALCALÁ ZAMORA, Niceto, 53n. ALCINA, Juan, 305n ALDANA, Francisco de, 67n ALEJANDRO III, 27, 28 ALFONSO XII, 353 y n ALFONSO XIII, 47n, 55n, 56, 60n, 63n, 97, 99, 124n, 145, 148, 151, 188y n, 204 y nn, 207n, 214, 221 y n, 226n, 227n, 234n, 239n, 240n, 241, 243nn, 244, 245 y n, 246nn, 259, 261, 262, 263n, 267, 268 y nn, 277, 279 y n, 280, 281, 284 y n, 285, 298n, 301n, 312, 313 y n, 314, 318 y n, 323, 330, 333n, 336n, 339, 340, 342, 348-350, 351 y n, 353 y n. ALGER, R. A., 80
ALLENDESALAZAR, José Manuel, 85n, 137, 184n, 261n ALMODÓVAR DEL RÍO, DUQUE, vid. Sánchez y Gutiérrez, 36n, 37n, 40 y n, 48n, 50, 51 y nn, 58, 65nn, 66n, 150, 158nn, 162n, 164n, 172nn, 184, 185n, 195, 199, 201n, 202 y n, 205n, 208n, 210n, 216, 223n, 291n, 296, 307n, 339n, 354 y n. ALONSO, Luis, 13n, ÁLVAREZ, Melquíades, 258n ÁLVAREZ GUTIERREZ, Luis, 162n, 178n, 206n. AMADEO DE SABOYA, 13n, 233 ANDERSON, Thomas, 104, 140 ANDINO, Conde de, 298n ANDRASSY, Gyula, 41 ANDRÉ, Louis Joseph Nicolas (ministro guerra francés), 74n, 168n. ANDRÉS-GALLEGO, José, 172n, 297n ANDRIA, Duque de, 321n ARANA, Sabino, 114 ARCOS, Duque de, 77 y n, 78n, 113n, 114nn, 162n, 338n, 339n, 352n AREILZA, José María, 21n, 132, 205n, 215n, 220n, 224n, ARÓSTEGUI, Julio, 14n, 73n ATKINSON, 79n AUBERT, Paul, 114n, 145n AURELI, Gu., 284n AVARNA DI GUALTIERI, Giuseppe, 318n, 320n, 324n, 325n, 326n, 336, 341n AVILÉS, Juan, 306n AZCÁRRAGA Y PALMERO, Marcelo, 46, 47, 96, 127n, 138 y nn, 145, 147, 148, 312
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LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
AZNAR, 55 AZORIN, 305n, 313, 314n, BACCELLI, Alfredo, 151 BACHRACHT, ministro ruso en Tánger, 44, 71, BALAGUER, Víctor, 13n BALFOUR, Arthur James, ministro, 102, 103n, 108, 109, 169, 206, 219n, 271, 286, 307, 318 BARRÈRE, Pierre-Eugène-Camille, 26, 27n, 33 y n, 41n, 43 y n, 63y n, 67, 68 y n, 70n, 75 y nn, 76n, 81nn, 82nn, 83n, 105 y nn, 106 y nn, 109nn, 110nn, 111n, 116, 117, 118n, 119, 120nn, 124n, 128 y nn, 129n, 131n, 140n, 141 y nn, 142 y nn, 143 y nn, 144 y nn, 152 y n, 153n, 157n, 165n, 166n, 167, 168 y n, 169n, 176 n, 180nn, 181nn, 183 y nn, 184n, 191 y nn, 192 y n, 194nn, 195y n, 196n, 197n, 200 y n, 212 y n, 213 y n, 214n, 229 y n, 230 y n, 231nn, 232 nn, 251, 253n, 254n, 255n, 264nn, 265 y nn, 269n, 284n, 285n, 316, 317nn, 318 y nn, 322, 325, 327n, 334nn, 335, 337n, 338n, 339, 340, 348n. BARRINGTON, E., 49n. BARRIOS, Mier, 55 BARTLETT, C.J., 344n. BASDARI, A. De, 351n BATES, D., 43n BAVONE, Alessandro, 111n. BEAU, 75n. BEBEL, August, 182 BÉCKER GONZÁLEZ, Jerónimo, 155n, 216n, 305n, 342n, 350n BEDESCHI, Giuseppe, 189n. BENAVENT, Emilio, 146n. BENCKENDORFF, Conde de, 253n, BENEDICTO XV, 118n. BENI, Umberto, 118 BENOMAR, Conde de, 82n, 83nn, 87, 88n, 87. BÉRARD, Víctor, 344n. BERTI, Emmanuel, 138n, 178n, BERTIE, Francis Leveson, 318n BETEGÓN, Javier, 354n BEY DE TÚNEZ, 335
BEY DE TURQUÍA, 317 BIHOURD, Georges, 226nn, 241n, 247n, 252n, 253n, 254, 255nn, 264n, 267n, 269nn, 273n, 277 y nn, 280n, 284n, 293n, 297n, 316nn, 318n, 319 y nn, 320nn, 321 y nn, 325, 334n, 340n, 346nn. BILLOT, Albert, 16n, 17n, 26, 43n. BISMARCK-SCHÖNHAUSEN, Herbert von, 36, 41, 42, 87, 119 y n, 130, 136, 170n, 173, 175n, 178, 252, 297, 312 BLANC, Alberto, 16n, 17n. BLANCHARD, Henri, 210n, 215n, 280n, 344n BLANCO, Juan Andrés, 14n BLASCO IBAÑEZ, Vicente, 67n, 234n, 279n BLONDEL, 75n BOCAGE, (coronel), 90 BOLAÑOS MEJÍA, Carmen, 13n BOMPARD, Louis, 225nn, 226n, 227 y nn, 228n, 229nn, 254nn, 255nn, 256n, 264n, 265n, 267n, 293n, 316n, 340nn, 346n BOSCH, (general), 66n. BOSDARI, Alessandro, 302n BOTTARO COSTA, Francesco, 17n, 19n, 20nn, 40n. BOULINIÈRE, 247n, BOURGEOIS, Léon-Victor-Auguste, 29, 300n, BOUTIRON, 140, 253nn, 254n BOWLES, Gibson, 203 BRAVO-VILLASANTE, Carmen, 233n. BRISSON, Eugène-Henri, 84 BROOKE, John R., 77, 78 BRUWAERT, 79n. BÜLOW, Bernhard von, 17 y n, 31n, 60, 68, 82, 83n, 130 y n, 144, 153, 182-184, 191 y n, 192 y n, 193, 196, 213, 254n, 277n, 292, 293, 310, 314, 316, 320, 322 y n, 323 y n, 325, 329, 334 y n, 336, 338, 339, 340, 343, 346n, 347 BURELL, Julio, 35 CAGNE, Jacques, 155n. CALLEJA, 46 CALVI, G. , 140n. CALVO ASENSIO, 233
ÍNDICE ONOMÁSTICO
CAMBÓ, Francisco, 257n CAMBÓ, 114n. CAMBON, Jules, 32 y nn, 39 y n, 48 y n, 77n, 78nn, 79nn, 80nn, 121n, 122n, 164n, 165n, 208 y n, 220 y nn, 221 y nn, 222 y nn, 223n, 224 y n, 225 y n, 226n, 227nn, 228 y n, 234 y nn, 236, 237, 238nn, 240n, 241nn, 242 y nn, 243n, 244 y nn, 246n, 257 y n, 258 y nn, 259 y nn, 260nn, 261n, 262n, 265n, 266 y n, 267nn, 268 y nn, 269nn, 270n, 273 y n, 274n, 276n, 279 y nn, 281, 287nn, 289 y n, 291n, 292, 293 y n, 294 y nn, 295 y nn, 296nn, 297 y nn, 298 y nn, 300nn, 301 y nn, 302 y nn, 304, 312n, 313 y nn, 318 y n, 319n, 325 y n, 326, 330nn, 340n, 348nn, 349 y n, 350nn, 351 y n, 352, 353nn. CAMBON, Pierre-Paul, 32n, 48n, 69, 70, 108n, 109 y nn, 122n, 125 y n, 128n, 140n, 158n, 159 y nn, 181 y n, 183n, 200, 205 y n, 206 y n, 208n, 209 y n, 211, 212, 216nn, 219 y nn, 221nn, 224 y n, 235, 236, 245nn, 246nn, 247 y n, 248 y nn, 249 y nn, 250n, 251n, 253 y nn, 254n, 255nn, 258, 262n, 263 y nn, 264nn, 270 y nn, 271 y nn, 272n, 274 y n, 275nn, 276 y n, 277nn, 280 y nn, 285, 286, 288, 289n, 290 y n, 293 y n, 294n, 302nn, 303n, 304n, 318n, 319n, 325 y n, 346n, 348, 349n, 350n CAMBON, Henri (hijo de Paul), 274n, 275n, 293n CAMPOAMOR, José María, 71n, 73n, 158nn, 172n, 185n, 202n, 208n, 275n, 298n, 304n, 305n, CAMPOREALE, 67n, 76, 311 CAMUS, Albert, 20n CANALEJAS, José, 55 y n, 59, 171, 204 y n, 205n, 223n, 291 CANALS, Jordi, 73n CANETTA, 310 CANEVARO, Felice Napoleone, 17n, 19nn, 39n, 40n, 44n, 46n, 50nn, 51nn, 60n, 61 y n, 63, 67, 70nn, 73n, 74 y n, 75 y nn, 76 y n, 77n, 81n, 82n, 83, 142 y n, 191 CÁNOVAS DEL CASTILLO, Antonio, 14y n, 21n, 38 y n, 44, 67 y n, 71, 89n, 177,
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233, 258, 260, 279, 281, 296n, 297n, 307, 333 y n CAPPELLI, Raffaele, 41, 42, 43 y n, 83, 199nn CARDONA, Francisco L, 305n CARIATI, Friozzi di, 90n, 98nn, 100 y n, 101n, 135n, 137nn, 138nn, 139n, 140n CARIGNANI, 347n CARLOS VII, 48, 73, 123 y n CARLOS I de Portugal, 245 y n CARLOS III, 122 CARMINE, 81 CARNOT, Marie-François-Sadi, 19 CAROCCI, Giampiero, 346n CARUSI, Paolo, 110n, 117n CASSINI, Conde, 208 CASTELAR, Emilio, 37nn, 38n, 39n, 47, 52n, 63 y n CASTIELLA, Fernando María, 21n, 132n, 205n, 215n, 220n, 224n CASTILLO PUCHE, J.L., 188n CASTRO Y CASALEIZ, A. de, 268, 338n CAVOUR, Camile, 312, 330, 338 CELESIA, 272, 274nn, 279n, 287n, CEPEDA ADAM, José, 233n CHAMBERLAIN, Joseph, 18, 35 y n, 36 y n, 37, 40, 52n, 65n, 66 y n, 102n, 108, 109 y n, 122n, 139, 198 CHAMBRUN, Marqués de, 76 CHAPELLE, Placide Louis, 161 y nn, 162, 187 y n CHASTENET, Guillaume, 195n CHAUMIÉ, Joseph, 159n CHIESI, G., 144n CHINAGLIA, Luigi, 81 CHINCHILLA, José, 47 CIALDINI, Enrico, 14n CIAMPINI, Andrea, 310n CICIRDAN, 255n CID, 54 CISNEROS, Salvador (Marqués de Sta. Lucía), 113 COCHIN, Denis, 27 COLLOBIANO, Avogadro di, 51nn, 73n, 74n, 77n, 88n, 89n, 90n, 91n, 96n, 98 y nn, 99n, 100nn, 101n, 102n, 107nn, 125n, 126n, 127nn 135, 137n, 138nn, 150nn, 166n, 175nn, 176n, 195n, 205n, 208n, 214n, 216n, 217n, 218nn, 222n,
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LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
237 y nn, 238nn, 240n, 241 nn, 243n, 262n, CÓLOGAN Y CÓLOGAN, Bernardo Jacinto, 185n, 315n, 318n, COLOMA, Gonzalo, 188n COMBES, Émile, 238 y n, CONDE ROMANONES, Vid. Figueroa, 291, 292 y n, 296 y n, 297 y n, CONSTANT, 130n, 189, 190 y nn, 254n CORNAGGIA, Marqués de, 310 CORNULIER-LUCINIÈRE, 74n, 168n, 204n, 226n, 227n CORREA Y GARCÍA, Miguel, 15n CORTÉS, Hernán, 174 CORTÉS, M.T., 348n COSTA, Joaquín, 50nn, 54 y n, 103nn, 122, 131, 132n, 135n, 145 COURCEL, Alphonse, 63n CRISPI, Francesco, 25, 27n, 68, 70, 74n, 81, 82, 83n, 110, 183n, 212, 229n, 250, 277, 284, 337 y n CRISPOLTI, C., 284n CROZIER, Philippe, 348n CURATO, Federico, 336n, 337n CURRIE, Philip Henry Woderhouse, sir, 75, 190, 191 CZOLGOSZ, León, 162 DALMAU Y OLIVART, Ramón, 201n DARDÉ, Carlos, 68n, 146n DATO IRADIER, Eduardo, 47n, 234, 348. D’AUBIGNY, 251n, DAVIS (senador), 38n DE MARTINO, Giacomo, 278 DECROIS, 316, 323 DELAFOSSE, Jules, 28, 236 DELCASSÉ, Théophile, 19, 43 y n, 44 y n, 45, 46n, 48n, 49nn, 51nn, 52n, 54n, 61, 63n, 65, 66nn, 68n, 69, 70 y n, 71nn, 72nn, 73n, 74 y nn, 75 y nn, 76nn, 77n, 78nn, 79nn, 80n, 81nn, 82nn, 83n, 8486, 87n, 90 n, 91, 93, 94, 95 y n, 97nn, 99, 100n, 101, 102, 104n, 105 y nn, 106nn, 107, 108nn, 109 y nn, 110nn, 111 n, 115, 119, 120nn, 121n, 122nn, 123n, 124nn, 125n, 126, 127, 128 y nn, 129 y n, 130nn, 131n, 135 y n, 139n, 140 y nn, 141nn, 142 y nn, 143nn, 145, 150nn, 152 y n, 153, 155n, 157 y nn,
158n, 159nn, 165nn, 166 y n, 167 , 168 y nn, 169 y nn, 175, 176nn, 177nn, 180 y nn, 181y nn, 182, 183 y nn, 184 y n, 185, 186, 190 y nn, 191nn, 192n, 194nn, 195 y n, 196n, 197n, 200n, 201, 202, 203n, 204n, 205nn, 206 y n, 209n, 210 y n, 211, 212, 214n, 215nn, 216218, 219 y nn, 220nn, 221 y nn, 222 y nn, 223 y n, 224 y nn, 225 y nn, 226nn, 227 y nn, 228 y n, 229 y nn, 230n, 231nn, 232nn, 234nn, 235, 236n, 237 y n, 238nn, 239, 240n, 241nn, 242nn, 243n, 244 y nn, 245nn, 246nn, 247 y nn, 248 y nn, 249 y nn, 250 y n, 251 y nn, 252 y nn, 253 y nn, 254 y nn, 255nn, 256nn, 257n, 258nn, 259nn, 260nn, 261, 262nn, 263nn, 264 y nn, 265nn, 266n, 267nn, 268 y nn, 269 y nn, 270 y nn, 271 y nn, 272n, 273 y nn, 274 y nn, 275 y nn, 276 y nn, 277 y nn, 279nn, 280nn, 284 y nn, 285 y nn, 286, 287 y nn, 289n, 290 y n, 291n, 292, 293 y nn, 294 y nn, 295 y nn, 296nn, 297nn, 298 y nn, 299n, 300 y nn, 301 y nn, 302 y nn, 303nn, 304nn, 305nn, 307, 312n, 313nn, 316 y nn, 317n, 318 y nn, 319 y nn, 320 y nn, 321, 322 y n, 323n, 324 y nn, 325, 326, 327 y n, 329, 330 y nn, 331, 334, 335 y n, 336, 339, 340 y n, 341, 342 y n, 343 y n, 347n. DELGADO IDARRETA, José Miguel, 233n DELONCLE, François, 27 DESCRAIS, Albert, 27 D’ESTOURNELLES DE CONSTANT, 124 DÍAZ MOREU, 55 DÍEZ, Alejandro R., 344n DOMINGO ACEBRÓN, Mª Dolores, 57n DONOSO CORTÉS, Tomás, 197n D’ORS, Eugenio, 114n, 257n DREYFUS, Alfred, 25, 93 DRUMMOND, Henry Wolff, 40n, 50, 65, 71, 72 y n, 90, 91, 139, 150, 199, 226, 266, 349 DUPUY, Jean, 343, 345n. DUPUY DE LÔME, Charles, 127n, 141n, 151n, 152n, 208, 278nn, 283n, DUQUE DE TETUÁN, Vid O’Donnell, 46, 47 DURÁN Y BAS, Manuel, 96 y n
ÍNDICE ONOMÁSTICO
DURAND, Mortimer, 140, 160, 205, 222n, 224n , 243 ECHÁVARRI, Luis, 20n EDUARDO VII, 158, 190, 231, 239, 245n, 261, 262, 263n, 269, 275 y n, 277, 280, 286, 290, 293, 302n, 325, 326, 329, 346. EGERTON, Edmund, 298n, 301 y nn, 302 y n, 305n, 309, ELIZALDE, María Dolores, 13n, 89n EL-MEHNEBI, 303 y nn, 304 ESCRIBANO DEL PINO, Enrique, 206n ESPADAS BURGOS, Manuel, 14n, 337n ESPAÑA, Juan de, 186n ESTRADA PALMA, Tomás, 113 ÉTIENNE, 340n. FAIRMAN, 235 FAURE, Félix, 26, 33n, 98 FAURE, Firmin, 238 FAURE, Paul de, 169n, 176nn, 209n FAVA, Saverio, 108n FERNÁNDEZ ALMAGRO, Melchor, 47n FERNÁNDEZ DE VILLAURRUTIA, Wenceslao, 311n, 312n, 324n FERNÁNDEZ GARCÍA, Antonio, 337n FERNÁNDEZ VILLAVERDE, Raimundo, 96n, 123, 137, 147 y n, 149, 205n, 234 y n, 241 y n, 242 y n, 243, 244n, 258, 259 y n, 312 y n, 330n, 348 FERRATA, Domenico, 162n FERRERO (General), 17n, 18n, 29n FERRI, 82n FERRY, Jules, 17n FLORI, Jean, 187n FONTELA TALÍN, Antonio, 234n FORTIS, Alessandro, 151, 311, 312, 316, 317 y n, 338 y n FOURNIER (Almirante), 82, 91 FRADERA, Josep Maria, 13n, FRANCISCO JOSÉ, 41n, 87, 129, 153, 230n FRASSATI, 41 FREDERICKS (Agregado militar ruso), 94 FULLERTON, 262 FUSI, Juan Pablo, 114n
359
GALIMBERTI, Luigi, 284n, GALLIFET, Gastón, 94n GALTIER, Joseph, 183n GAMAZO, Germán, 124 y n, 146, 147n, 149, 234 GAMBETTA, León, 43, 340. GANIVET, Ángel, 25n GARCÍA ALIX, Antonio, 124 GARCÍA DE CORTÁZAR, Fernando, 114n GARCÍA ESCUDERO, J. M. , 146n GARCÍA FIGUERAS, Tomás, 171n, 172n, 174n, 194n, 292n, 296n, 305n, 309n, GARCÍA MORA, Luis Miguel, 178n GARCÍA POLAVIEJA, Camilo, 46, 47, 52, 57, 96, 137n, 350, 351. GARCÍA SANCHO, Ventura, vid. Aguilar de Campóo, 114nn, 124, 126n, 127n, 134, 135n, 141n, 145 GARCÍA SANZ, Fernando, 189n, 337, 354n. GARCÍA VALDECASAS, Alonso, 21n GARMENDIA, Vicente, 123n GARRIT, Mohamet, 158n GASSET CHINCHILLA, Rafael, 66n, 124, 137, 234, 242 GAY DE MONTELLÁ, Rafael, 184n, 307n, 337 GÉNOVA, Duque de, 212 GENTILE, Gianatelli, 136n GEOFFRAY, Isidore, 49nn, 122n, 275n, 302n, 303 y nn GÉRARD, Auguste, 76n GIANATELLI-GENTILE, Agesilao, 155n, 156n, 158nn, 203n GIL BERGES, Joaquín, 55 GIL PECHARROMÁN, Julio, 53n GINER DE LOS RÍOS, Francisco, 234n GIOLITTI, Giovanni, 141, 151, 152, 213, 251 y n, 264, 265, 285, 309, 310 y n, 311, GIULIANO, Antonino di San, 320n, 338, 352n. GLADSTONE, William Edwart, 27y n, 37 y n, 45, 79, 307 GLOBET, René, 28 GOLUCHOWSKI VON GOLOCHOVO, Agenor, 17, 153n, 182, 189n, 191n, 192n, 193, 194, 196, 265, 278 y n, 284, 318, 320n, 325n, 326n, 336, 341n
360
LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
GÓMEZ, Máximo, 78 GÓMEZ GONZÁLEZ, Mariano, 184n, 344n GONZÁLEZ CALLEJA, Eduardo, 73n GONZÁLEZ CUEVAS, Pedro Carlos, 97n, 114nn, 234n GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, Mª Jesús, 281n GONZÁLEZ HONTORIA, Manuel, 305n, GONZALO CAPELLÁN, Miguel, 233n GORÉMKINE, 94n GORST, Eldon, 303 GOSCHEN, George Joachim, 39, 40n, 103, 198 GROIZARD, Alejandro, 300 GROUSSET, Pascal, 31 GUICCIARDINI, Francesco, 182, 191, 278 GUIDI, Gianbattista, 188n GUILLERMO II, 17y n, 31 y n, 36 y n, 37n, 45, 60, 82, 87, 90, 91, 94, 95, 97, 102 y n, 103, 105, 108, 119n, 123, 129, 130 y n, 141, 153, 178, 180n, 200, 201, 219 y n, 229, 253n, 254n, 263n, 267, 268 y nn, 269, 273, 275, 276n, 278, 279, 284, 285, 292, 316, 317, 318n, 319 y n, 320 y n, 321 y n, 323, 324 y nn, 326n, 333n, 334n, 335, 340, 341n, 342, 346348, 353 GULLÓN, Pío, 26n, 32n, 338n, 351 GÜNTER BRAUCH, Hans, 337n HALLMANN, Hans, 88n HANOTAUX, Gabriel, 17 y n, 18nn, 26, 27n, 28, 29, 30 y n, 31, 32 y nn, 33n, 34, 35, 37n, 39n, 40n, 41nn, 43 y nn, 44 y n, 48, 84, 94, 98, 99 y n, 235 HARDINGE, Charles, 347n. HARMAND, 254nn HARRIS, 205 HATZFELDT-WILDENBURG, Paul, 45 HAY, John Milton, 78n, 103, 108n, 163, 255 HENCKEL DE DONNERSMALE, Príncipe, 340 y n. HERRERA, Ángel, 146n HEVIA, 78n HICKS BEACH, Michael, 18 HOHENZOLLERN-SCHILLINGSFÜRST, Chlodowig, 341n HOLBRAAD, C., 336n
HOLSTEIN, Friedrich von, 16n IBAÑEZ DE IBERO, Carlos, (Marqués de Mulhacén), 348n. IMPERIALI DI FRANCAVILLA, Guglielmo, 178n, 179n IRELAND, John, 32, 38 y n, 76nn, 162, 163 y nn ISABEL LA CATÓLICA, 174, 287n, ISERN, Damián, 241n JACINI, Stefano, 27n JARAMILLO, 66n JIMÉNEZ CASTELLANOS, Adolfo, 77 JIMÉNEZ REDONDO, Juan Carlos, 337n JOVER ZAMORA, José María, 15n, 22nn, 38n, 49n, 61n, 122n, 348n. JULIÁ, Santos, 14n JUSSERAND, 255n, 329n, 333n KEANE, John Joseph, 76n KENNEDY, Paul, 14n KIMBERLEY (Lord), 102n KOURAPATKINE (General), 109n, 130n KRÜGER, Stephanus Johannes Paulus, 17, 102 KÜHLMANN, 315 LABRA, Rafael María de, 15n, 57, 202n, 240, 262, 273, 274 y n, LABRIOLA, Antonio, 188 LACORDAIRE, Henri, 260 LACROIX, Lucien, 93n LAÍN ENTRALGO, Pedro, 61n LAMSDORFF, Vladimir Nikolaevic, 215n, 227 y n, 228n, 253 y n, 254n, 255, 259, 265, 267, 273, 293 LANSDOWNE, Henry Charles Keith Pett Fitzmaurice, 19, 20, 158 y n, 159 y n, 180n, 190, 200, 205, 206n, 209, 211, 216n, 217n, 219 y n, 224, 235, 236, 247, 248 y nn, 249, 250, 253 y nn, 255n, 262n, 263, 264, 270, 271, 275, 276n, 285, 288, 289n, 290 y n, 298n, 301 y nn, 302 y n, 303n, 304, 306, 307, 318 y n, 319n, 325, 326, 336 y n, 348, 350n.
ÍNDICE ONOMÁSTICO
LANZA DI BUSCA, Carlo, 16nn, 17n, 31n, 83n, 96, 129n, 135n, 153nn, 178n, 180n, 182nn, 190, 191nn, 192nn, 93 y nn, 194n, 199n, 200n, 288n, 292n, 317, 318n, 319 y nn, 322nn, 323nn, 324n, 325n, 328n, 331n, 335 y n, 336 y nn, 339nn, 341nn, 342nn, 343nn, 351nn, 352nn. LARDY, 95 LAROUI, Abdallah, 354n. LASCELLES, Frank Cavendish, 108, 277, 319nn, 320, 321n, 334 y n LE FAIVRE, Paul, 150n, 234n LEE, F., 38, 48 LEGRAND, Albert, 232n, 251nn, 317n, 322n LEÓN XIII, 31, 32 y n, 48, 69, 76n, 96 y n, 117 n, 142, 164n, 179n, 187n, 223n, 232, 252, 284 y n LEÓN Y CASTILLO, Fernando, 25n, 30, 32n, 33, 34, 37n, 51n, 65 y n, 73 y n, 80n, 94, 115, 125, 127, 158n, 168, 174n, 175n, 184, 198, 201, 202n, 206n, 215n, 217, 218, 220, 223, 224, 237, 241n, 244n, 250, 261, 268 y n, 271, 275, 289, 290 y n, 291 y nn, 292n, 293, 295, 296, 301, 302 y n, 304, 307, 316n, 346n LERROUX, Alejandro, 279n, 300n LEUDET, Maurice, 193n LEVESON BERTIE, Francis, 49n LINARES RIVAS, Aureliano, 57, 59n, 137n, 265, 266, 268n LINCOLN, Abraham, 80 LLANOS Y TORRIAGLIA, Félix de, 123n, 170n, 207n, 243 LLUHÍ RISSECH, Joaquín, 64n LODGE, 39 LOGHLIND, Lawrence, 79 LOÑO PÉREZ, Francisco, 66n, 313 LÓPEZ, Narciso, 77 LÓPEZ DOMÍNGUEZ, José, 46, 47, 148n, 205n LÓPEZ MORILLA, Juan, 15n, 47n LORENZELLI, Benedetto, 93nn, 94nn, 105n, 179n, 210n, 244n, 285n LOUBET, Émile, 19, 94, 143, 153, 210, 230, 232, 243, 252, 254n, 256, 269 y n, 278, 283, 284, 321, 325
361
LOURIDO, Ramón, 61n LOWETHER, Gerard, 328n, 352. LUDLOW, Gobernador, 77n LUIS FELIPE, 175 LUIS XV, 122 LUZZATTI, Luigi, 81, 82, 86, 142, 166, 183nn, 194n, 213, 251 y n, 265n, 284, 309n, 320, 321, 322 y nn, 339 MACEDO, Conde de, 90 MACLEAN, 155, 205 MAEZTU, R., 97n, 114n, 234n MALASPINA DI CARBONARA, Obizzo, 180n MALMUSI, Giulio, 45n, 125n, 107n, 136n, 135n, 158n, 216nn, 217n, 289n, 309n, 315nn, 323n, 324n, 351n, 352n MANCINI, Pasquale Stanislao, 89n MANDAS, Duque de, 158 y n, 172n, 208n, 262n, 289, 302, 306n MANTEROLA, Vicente, 123n MAÑÉ Y FLAQUER, Juan, 256n MARCEL, León, 49n MARCHAND, Jean-Baptiste, 18 MARGARIE, M., 227n MARGARIE, P. de, 268n, 298n, 301n, 304n, 305n, 353n MARINAS SALVAGGI, Luis, 66n, 80n, 135n MARQUINA, Antonio, 337n MARSHALL VON BIEBERSTEIN, Adolf, 17 MARTÍN, Luis, 48n, 77n MARTÍN, A.G.P., 86n, 155 y n, 173n, 275n, MARTÍN CORRALES, Eloy, 344n. MARTINELLI, Sebastiano, 162, 163nn, 164 yn MARTÍNEZ CAMPOS, Arsenio, 46, 47, 135, 149, 154, 168 MARTÍNEZ RUIZ, Juan, 145n MARTINIÈRE, M. de la, 122n MARTINO, Giacomo de, 83n MARX, Karl, 188 MAURA, Antonio, 20 y n, 47, 52n, 55n, 57, 124 y n, 146n, 178 y n, 184n, 186, 205n, 214n, 234 y nn, 240n, 241 y n, 242 y nn, 243 y nn, 258 y n, 259 y nn, 260 y n, 261, 262, 265, 266, 267, 268 y nn, 272, 273n, 275, 278, 279 y n, 280,
362
LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
281 y n, 284, 287, 291, 294, 295n, 296, 297, 298 y n, 302, 304 y n, 307, 308, 312 y n, 313, 333 y n, 348, 352 MAURA GAMAZO, Gabriel, 116 y n, 223n, 260 y n, 280n, 344n MAURRAS, Charles, 97n, 114n, 234n MAYOR DES PLANCHES, Edmondo, 318nn, 323n, 324n, 326n, 329n MAZA MIQUEL, Manuel P., 77n MAZO Y GHERARDI, Cipriano, 229n MC KINLEY, William, 38, 46, 48, 76, 77, 78 y n, 79 y n, 80n, 113, 114, 161y n, 162, 163 MC-ARTHUR, 161 MCLEAN, 248, 303n MECKLENBOURG, Princesa de, 353n. MELEGARI, Giulio, 91n, 318n, 330nn MELÉNDEZ, Leonor, 21n, 38n MÉLIÈS, Georges, 94n MÉLINE, Félix, 27, 28, 84 MÉNDEZ VIGO, Felipe, 48n, 65n MENÉNDEZ PIDAL, Ramón, 14n, 337n MÉROU, H., 32n, 39n MERRY DEL VAL. Vid. Conde de Benomar, Rafael, 48n, 284n, 285n, METTERNICH, Conde de, 325 MICHELE ZALESKI, Ladislao, 134n MIÈGE, Jean-Louis, 154 MILLÁN GARCÍA, José Ramón, 233n MILLERAND, Étienne, 28 MIRABELLI, R., 144n, 278 MISSAGGIA, Maria Giovanna, 27n MOLINARI, 209 MONDADORI, Arnoldo, 40n MONROE, James, 32, 39 MONSON, Edmund John, 45 y n, 69, 70, 94, 99, 109n, 125, 284, 290 MONTALEMBERT, Carlo, 259 y n MONTEBELLO, Charles, 49n, 51n, 109n, 129n, 130n, 141n MONTEIRO, Luciano, 246n MONTERO RÍOS, Eugenio, 46, 47, 63n, 64n, 148n, 223n, 257n, 263, 272, 273, 290, 327n, 348, 349, 350nn, 351, 353 MONTOJO, Florencio, 33 MONTS, Conde, 284, 318, 320, 321, 322 y nn, 333, 334, 335, 336, 339 MORENHEIM, Barón de, 94, 98 MORENO JEREZ, Luis, 66n
MORET Y PRENDERGATS, Segismundo, 28n, 67n, 71n, 124, 145 y n, 154, 169 y n, 171, 188 y n, 205, 223n, 242, 245n, 258, 261, 262, 263 y n, 275, 297, 352, 353 y n. MORGADES, José, 123 y n MORGAN, 39 MORIN, Costantino Enrico (ministro Marina y AE), 229n, 231, 236n, 237n, 238nn, 239n, 240n, 241nn, 243n MOROTE, Luis, 15n, 97n, 115 y n, 243n MORRA DI LAVRIANO E DELLA MONTÀ, Roberto, 153n MOTONO, 254n, 255n MOULAY ALBDELHADI, Alaoui, 143n, 315 MOYA, Miguel, 233 MOZO, Manuel, 138 MULEY, Hassan (Sultán), 154-157, 158 y n, 159, 185, 289 MULEY, Mohamed, 216 y nn MÜLHBERG, Otto von, 319nn, MÜNSTER-DERNEBURG, 94, 108n, 140n MURAVIEV, Mikail Nicolaevic, 49, 51n, 65, 74, 93, 94n, 95, 97-100, 101 y n, 109n, 129, 130n, 139 NARANJO, Consuelo, 178n, 348n. NASI, Nunzio, 61, 110 NAVARRO REVERTER, Juan, 55 NELIDOV, Aleksandr Ivanovic, 131 y n NICOLÁS II, 19, 42, 83n, 93, 94, 95y n, 98, 101n, 105, 129, 131n, 139, 141 y n, 153, 178, 179, 180n, 225, 227, 232, 251, 252, 253 y n, 254n, 275, 278 y n, 293, 311, 330, 346n NICOLSON, Arthur, 155, 185, 202 y n, 215, 303, 329, 330n, 341, 346, 349, 351n, 353. NIGRA, Costantino, 17n, 31n, 129n, 166n, 182 y nn, 189n, 191nn, 192nn, 193n, 237n NIÑO, Antonio, 116n, 306n NISARD, Armand, 93 y n, 130n, 131n, 232n NOAILLES, Emmanuel-Henri, 108n, 129n, 130nn, 156n, 157n, 181n NOCEDAL, Ramón, 47 NOZALEDA, Bernardino, 258
ÍNDICE ONOMÁSTICO
OJEDA Y PERPIÑÁN, Emilio de, 71y n, 185 y n, 202 y n, 204 y nn, 263, 339, 348, 350n, 353 y n OLAZÁBAL, Tirso, 123n OLIVAR BERTRAND, Rafael, 336n OLLERO VALLÉS, José Luis, 233n OLNEY, R., 44 OROVIO, Manuel de, 233n OSMA, Guillermo Joaquín, 313 OTIS, 66n OUROUSOFF, 95 PABÓN, Jesús, 15n, 49n, 52n PALAMENGHI CRISPI, T., 337n PANSA, Alberto, 20n, 75n, 180n, 181n, 182n, 190 y n, 211 y n, 212 y n, 216n, 217n, 236n, 238n, 269, 270n, 285n, 286nn, 288n, 289n, 295n, 300n, 306n, 325n, 326n, 336n, 339n PARDO, Rosa, 306n PARDO BAZÁN, Emilia, 233 y n PASCUAL SASTRE, María Isabel, 13n PASETTI VON FRIEDENBURG, Marius, 144n, 193n, 194n PASQUALINI, Mattioli, 152n PASTEUR, Jean Baptiste, 51nn, 52n, 97nn, 124n, 135n PASTOR BEDOYA, Manuel, 80n PATENÔTRE, Jules, 32n, 33n, 40n, 49nn, 51 y nn, 54n, 66nn, 71n, 72nn, 73n, 74 y n, 76n, 80n, 87n, 90n, 100n, 124nn, 139n, 150nn, 157n, 177nn, 203n, 204n, 205n, 208, 209, 214 y n, 215nn, 266n PAUNCEFOTE OF PRESTON, Julián, 38 PELLOUX, Luigi Girolamo, 61, 63n, 67n, 81, 82n, 92, 110n, 117 y n, 124, 127, 283 PEÑA RAMIRO, Conde, 203n PEREA, Joaquín, 114n PERCY, Lord, 286 PEREIRA MENDES, H., 164n PÉREZ CABALLERO, Juan (seudónimo Shiri), 262 y n, 263 y n PÉREZ DE LA DEHESA, Rafael, 145n PÉREZ GALDÓS, Benito, 145n PÉREZ GARZÓN, Sisinio, 97n PERIÉ, A., 106n PERIER Y GIERS, Casimir, 98 PEROJO Y FIGUERAS, José del, 56
363
PERSEL, Stuart M., 157n PETIT, Philip, 20n PICHON, Stéphen-Jean-Marie, 246n, 300n PIDAL, Alejandro, 46, 89n, 137, 258n, 259 PIDAL, Luis, 89, 137 PIDAL, Marqués de, 96 y n PIET NICOLAIEVITCH, Duque, 141 PINON, René, 156, 157 y n, 170n, 305n, PÍO IX, 171n PÍO X, 252, 253 PION, René, 85n PIQUERAS ARENAS, José A., 13n PIZARRO, Francisco, 174 POINCARÉ, Raymond, 212n, 213 y n, 214n POLO DE BERNABÉ, Luis, 38n, 251n, 310 y nn, 311nn, 312n, 317n, 324n PORTER, R.P., 78 POUZET, 158 PRADERA Y MAEZTU, Javier, 114n PRAT DE LA RIBA, Enric, 114n, 257n PRIETO, Indalecio, 52n, 111n, 197n PRIM, 233 PRINCESA DE ASTURIAS, 147 PRINETTI, Giulio, 20n, 136n, 137n, 138nn, 143, 144 y n, 150nn, 151, 152 y n, 153 y nn, 155n, 156n, 158nn, 160n, 165, 166 y nn, 167 y nn, 168, 169nn, 175nn, 176 nn, 177n, 178nn, 179 y nn, 180 y nn, 181nn, 182 y nn, 184, 189n, 190n, 191 y nn, 192 y nn, 193 y nn, 194 y nn, 195 y nn, 196n, 197n, 202n, 203 n, 205n, 208n, 211 y n, 212n, 213, 214 y n, 216nn, 217nn, 218nn, 222n, 229 y nn, 230, 237n, 251nn, 253n, 286 y n, 288n PUIG, Miguel, 178n QUEIPO DE LLANO, Genoveva, 204n RADOLIN, Hugo, 191, 269, 277, 285, 319, 320n, 324 y n, 329, 334, 339, 340, 341, 342n, 343, 344n, 345nn, 346, 347 y n, 352 RADOWITZ, Joseph von, 101, 121n, 138n, 199, 276n, 277 y n, 279, 292, 299 y n, 300n, 302n, 325, 326, 330n, 338, 346, 347, 350n, 351n
364
LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
RAMÍREZ DE VILLAURRUTIA, Wenceslao, (Marqués de Villaurrutia), 317n, 325, 327n, 330, 336n, 339, 346, 349 RAMOS IZQUIERDO (Contraalmirante), 138 RAMPOLLA DEL TINDARO, Mariano, 38n, 41, 48, 76n, 93nn, 94nn, 105n, 111n, 117n, 134n, 153nn, 161n, 162, 163 y nn, 164n, 171nn, 179n, 210n, 243n, 244n, 284n RANERO Y RIVAS, Juan, 278n, 305n RASCÓN, Juan Antonio de, 36n, 39nn RATAZZI, 82, 213, 264 RATÉS, Jaime, 216n REDMOND, 103n REINA REGENTE, REINA MADRE, (María Cristina), 48 y n, 51n, 63, 76n, 87, 90, 96 y n, 97, 135n, 139, 141, 147nn, 148nn, 149nn, 172, 210, 220n, 233n, 239, 241, 242, 258n, 263 y n, 265, 266, 267, 269n, 277n, 287 y n, 295n, 301n, 304 y n RENAN, 97 RENOUVIN, Pierre, 44n RENZIS, Francesco de, 18, 19nn, 50nn, 51 y n, 70n, 74n, 75n, 76n, 81 y n, 89 y n, 96n, 102nn, 103n, 104 y n, 107n, 118nn, 126 y n, 199n REPARAZ, Gonzalo, 52n, 63n, 144n, 176n, 197nn, 214, 223n, 275n REVERSEAUX DE ROUVRAY, JacquesMarie Fernand, 51n, 129, 181n, 246n, 265n, 284n, 302n RÉVOIL, Amédée-Paul, 107n, 155 y n, 200n, 218, 349n, 351, 352 RIAÑO, Juan, 164n RIBOT, Alexandre, 98, 237n RICHTHOFEN, Oswald, 179 y n, 190, 191n, 252, 292, 301n, 320 y n, 323n, 343 y n RICOEUR, Paul, 24n RINALDINI, 171nn, 243n RINGROSE, D.R., 25n, 53, 54n RÍO DE MUNI, Marqués de, 132 RIVAS, Natalio, 145n RIZAL, José, 187n ROBESPIERRE, 97n ROBILANT, Carlo Felice Nicolis, 41, 42 ROBLES JAÉN, Cristóbal, 260n
RODRÍGUEZ SAN PEDRO, Faustino, 59n, 234 y n, 262, 266, 268, 272, 273, 275, 276n, 278 y nn, 283n, 291 y n, 292, 294, 296, 297, 298, 299, 300, 301n, 302, 310nn, 311n, 315n, 327n ROLDÁN DE MONTAUD, Inés, 14n, 57n ROMANONES, Conde de, 52n, 177n ROMERO ROBLEDO, Francisco, 37, 44n, 46, 47, 55, 149 y n, 170 y n, 176 ROOSELVELT, Theodore, 76, 80 y n, 163 y n, 164, 187, 333 y n ROOT, Elihu, 161n, 187 ROSAS LEDESMA, Enrique, 349n. ROTSCHILD, 179 ROUVIER, Pierre, 44, 245n, 246n, 295n, 319 y n, 321nn, 324n, 325, 327, 328 y n, 329, 331, 333n, 334 y nn, 335, 336, 338n, 339, 340 y nn, 341 y nn, 342 y n, 343n, 344 y n, 345 y nn, 346 y nn, 347 y n, 348nn, 349nn, 350nn, 351n, 352, 353nn. RUATA, Ángel, 210n RUBIO, Javier, 337n, 353. RUDINÌ, Antonio Starabba di, 41, 28n, 81, 109n, 110 y n, 142n, 151, 152, 166, 229, 231 y n, 250, 283, 316 RUDINÌ, Carlo di, 316, 317 y n, RUIZ ZORRILLA, , 233 SAGASTA, Práxedes Mateo, 33, 37, 47, 49, 50, 51n, 55 y n, 57n, 58n, 68, 91, 124n, 137n, 138n, 148 y n, 149, 150, 169 y n, 177 y n, 178, 184, 198, 199, 204, 207, 210, 214, 215 y n, 222, 233 y n, 242n, 266n, 294, 300 y n, 307, 352 SAINT RENÉ-TAILLANDIER, Joseph-Georges, 185 y n, 202n, 222n, 246n, 248n, 293n, 303nn, 304nn, 314, 315 y n, 320 y n, 322n, 352 SAINT-AULAIRE, 303n, 305n, SALISBURY, MARQUÉS Y PRIMER CONDE, Robert Arthur Talbot Gascoyne-Cecil, 17, 20, 27 y n, 29, 35-37, 40, 49 y n, 52n, 62n, 64 y nn, 69, 70, 72, 76, 81 y n, 95, 99, 102 103, 107 y n, 118n, 126 y n, 140, 173, 175n, 198 y n, 202, 307 SALMERÓN, Nicolás, 47, 55, 300n, SALOM, Julio, 38n
ÍNDICE ONOMÁSTICO
SALVAGO RAGGI, Giuseppe, 83nn SAMPSON, W.T., 80 SAN BERNARDO, Conde de, 241n, 243, 258 SANCHA, Ciriaco María, 96n SÁNCHEZ DE TOCA, Joaquín, 15n, 148 y n, 241 y n, 258n SÁNCHEZ ROMÁN, Felipe, 338n, 348, 349. SÁNCHEZ Y GUTIÉRREZ DE CASTRO, Juan Manuel duque de Almodóvar del Río, SANDERSON, Thomas Henry, 109, 235 SANGUILY, Manuel, 56 SARACCO, Giuseppe, 283 SCHEVITCH, 90, 97, 98n, 139, 221nn, 224, 225, 227 y n, 258n SECO SERRANO, Carlos, 38n, 47n, 52n, 60n, 61n, 188n, 239n SEGURA, 66n SERRANO, Carlos, 14n, SERRANO GARCÍA, Rafael, 13n, 24n SERVIÈRES (General), 126 SIGSBEE, Ch.D., 80 SILVA GOTAY, Samuel, 78n SILVELA, Francisco, 20, 38n, 46 y n, 47, 52, 55, 56n, 58nn, 66 y n, 71, 72 y n, 73 y n, 74 y n, 77nn, 78n, 80 y nn, 81, 82n, 83nn, 88 y n, 89, 90, 91n, 92, 96, 97, 98 y n, 99-101, 102n, 111, 113, 115, 123, 124 y nn, 126n, 127 y n, 135 y n, 136, 137, 138 y n, 139, 145, 147 y nn, 148, 149, 168, 169, 170 y nn, 172 y n, 175n, 176 y n, 177 y n, 184n, 185, 204, 205 y n, 207, 208, 214, 215 y nn, 217, 218, 220 y nn, 221 y nn, 222, 224 y n, 225 y n, 226 y n, 227 y nn, 228, 229, 234 y n, 237-239, 240 y nn, 241, 242 y nn, 243 y n, 244, 246n, 256, 258, 259 y n, 260, 262, 267 y n, 273, 291, 296, 297, 306n, 307, 312, 313, 348 SILVESTRELLI, Giuseppe, 292n, 293n, 295, 296n, 299n, 300n, 301n, 305n, 306n, 309 y n, 318n, 323n, 327nn, 330n, 342n, 343n, 346n, 351nn, 352n, 353n SMITT, Carl, 114n, 234n SOHIER DE VERMANDONS, 252n, 254nn SOLER, Pablo, 283, 306n, 310nn, 343n.
365
SONNINO, Sidney, 81, 82, 110 y n, 117n, 151, 183nn, 213, 339 SORREL, Christian, 93n SOVERAL, 90 SPADOLINI, Giovanni, 40n SPINOLA, 96n STORER, Bellamy, 76 y n, 77n, 162 y n, 164 STORER, Mary Langwoth, 163 y n STRASKY, Edward, 122n SUÁREZ CORTINA, Manuel, 24n, 114n, SUÁREZ INCLÁN, 66n SUGNY, 321n SULTÁN, 106, 107, 109, 125, 135, 136, 173-176, 189, 190, 199, 202 (n. 61), 204 , 205, 215, 219, 235, 236, 238 y n, 240, 287, 288, 291, 302, 303 y n, 306, 314, 316, 319, 320n, 322n, 323, 324, 326, 327, 328n, 334, 335, 340n, 341344, 345 y n, 350-352, 354n TAFT, William Howard, 78, 187 y n TALIANI, Emidio, 153nn TATTENBACH, Franz, 154, 347n, 352 y n. TEJADA DE VALDOSERA, Conde de, 298n, 319 y n, 320n, 322, 323, 328n TELO, José Antonio, 308 y n TETUÁN, Duque de, 137, 147, 149 THIERS, Adolphe, 240n THOMAS, H., 162n THUM, Conde, 129 TITTONI, Tommaso, 250n, 251 y n, 254n, 262n, 263, 264n, 265 y n, 269 y n, 270n, 272n, 274nn, 278 y n, 279n, 284, 285n, 286nn, 287n, 288nn, 289nn, 292n, 293n, 295n, 296n, 299nn, 300nn, 301n, 302n, 304n, 306nn, 309n, 311, 312 y n, 315nn, 316, 317, 318 y nn, 320n, 322nn, 323nn, 324 y nn, 325nn, 326nn, 327nn, 328nn, 329nn, 330nn, 331n, 334, 335 y nn, 336 y nn, 337, 338, 339 y nn, 341nn, 342nn, 343nn, 346n, 347nn, 351nn, 352nn, 353n. TORNIELLI-BRUSATI DI VERGANO, Giuseppe, 18nn, 19n, 26 y n, 28n, 29n, 30 y nn, 31, 32n, 34n, 35 y n, 36n, 44n, 45n, 46n, 61 y n, 69, 70n, 75 y n, 81n, 83, 84n 85, 86nn, 87n, 91n, 99n, 104 y n, 105 y n, 106n, 107nn, 110n, 116, 117
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LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
y n, 118 y n, 119 y n, 120, 121n, 124, 125n, 126nn, 127 y n. 51, 129n, 131n, 135n, 136n, 143, 145 y n, 152, 153nn, 155n, 158n, 166n, 167y nn, 169nn, 179n, 180n, 181n, 182nn, 190n, 191n, 193nn, 195nn, 202n, 211n, 212n, 213, 216n, 217nn, 218n, 229n, 236n, 237nn, 238n, 239n, 250n, 262n, 274n, 288nn, 289n, 299nn, 300n, 304n, 306n, 317, 318n, 324nn, 325nn, 327n, 328nn, 329n, 335 y n, 336n, 339nn, 340n, 341 y nn, 342nn, 347n, 349n, 352n TORRE, Hipólito de la, 308n, 337n TORRE, Rosario de la, 15n, 35n, 49nn, 348n. TORREARANAZ, Conde de, 80n, 96 TORRES, Hadje Mohammed ben El Harbi, 44, 135, 136n, 315 y n, 354n TOSTA GARCÍA, F., 80 TROBIAND, Denys de, 32n TUSELL, Javier, 204n, 306n, 351n. UCELAY DA CAL, Enric, 114n, 257n UMBERTO I, 26, 140 UNAMUNO, Miguel de, 25n, 26 URIBE, J.A., 348n. URQUIJO, Julio, 123n URQUIJO E YBARRA, José María de, 55n, 114n URQUIJO GOITIA, José Ramón, 97n VEGA DE ARMIJO, Marqués de, 46, 47, 148n, 169, 170n, 305n VERAGUA, Duque de, 138n VERGANO, Brusati di, 18n VÍCTOR MANUEL II, 14n, 196n VÍCTOR MANUEL III, 81 y n, 82, 141 y nn, 151n, 152, 180, 189, 210, 213, 230 y n, 231, 232, 247, 251, 252, 256, 269, 284, 309n, 310, 311n, 312, 317, 321, 324 y n, VICTORIA, duquesa de la, 52n VICTORIA (Reina de Inglaterra), 95, 103, 108 VILAR, Juan Bautista, 61n
VILLALÓN, 78n VILLANUEVA GÓMEZ, Miguel, 57, 305n VILLATE, Laurent, 32n, 48n, 208n, 220n, 274n, 275n, 276n, 325n VILLIERS, Francis, 246n VINCKE, Johannes, 38n VIÑAZA, Conde de la, 333n VISCONTI VENOSTA, Emidio, 16n, 17n, 18nn, 19nn, 26n, 29nn, 30nn, 31nn, 32n, 34n, 35n, 36n, 40, 41, 43, 45n, 61, 81 y n, 82 , 83 y nn, 85, 86 y nn, 87 y n, 88n, 89nn, 90n, 91nn, 96nn, 98nn, 99nn, 100 y nn, 101nn, 102nn, 103nn, 104nn, 105nn, 106 y nn, 107nn, 108nn, 110 y nn, 117y n, 118 y nn, 119 y nn, 120 , 121n, 124, 125n, 126nn, 127 y nn, 128 y nn, 129 y nn, 131 y nn, 135nn, 136n, 137nn, 138nn, 139n, 140 y nn, 142 y n, 143n, 144, 145n, 151n, 183n, 191, 193 y n, 194, 212 y n, 354 VISCONTI VENOSTA, Giovanni, 151n VITTELLESCHI, 67n WALDECK-ROUSSEAU, Pierre-Marie-René, 93 y n, 94, 179 WALFREY, 28, 29, 98, 99 WALS Y MERINO, 176n WASHINGTON, George, 80 WEDEL, Karl, 102, 176n, 194n WEYLER Y NICOLAU, Valeriano, 15n, 46, 47, 138n, 149, 168 WHIST (seudónimo de Walfrey), 28, 98 WHITE, 103, 303 y nn WILLIERS, 50n, 51 y n WITTE, Sergej Julevic, 179 YLLÁN CALDERÓN, Esperanza, 21n, ZANARDELLI, Giuseppe, 40, 81, 151 y n, 152, 153 y nn, 165, 179, 190, 196n, 213, 229 y n, 283 ZANOTTI BIANCO, 107n, 135n ZOAGLI (Conde), 82n
ESTE LIBRO FUE IMPRESO EN LOS TALLERES DE R.B. EN MADRID, DÁNDOSE POR TERMINADO EL DÍA 21 DE JULIO DEL AÑO 2006, FESTIVIDAD DE SAN LORENZO
LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA 2. JUNTO A LAS NACIONES OCCIDENTALES (1905-1914)
BIBLIOTECA DE HISTORIA: 59 Colección dirigida por: MANUEL ESPADAS BURGOS CARLOS ESTEPA DÍEZ
CRISTÓBAL ROBLES MUÑOZ
LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA: 2. JUNTO A LAS NACIONES OCCIDENTALES (1905-1914)
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS MADRID, 2006
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© CSIC © Cristóbal Robles Muñoz NIPO: 653-06-019-9 ISBN: 84-00-08417-9 (Obra completa) ISBN: 84-00-08419-5 (Volumen 2) Depósito legal: M. 30.647-2006 Impreso en España. Printed in Spain R.B. Servicios Editoriales, S.A.
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS
ÍNDICE SIGLAS ...............................................................................................
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I.
MARRUECOS, UN PRETEXTO ........................................... 1. Los buenos oficios de Italia .................................................... 2. De las amenazas a las garantías amistosas y pacíficas ........... 3. La declaración del 8 de julio y España .................................. 4. La sede y el orden del día de la Conferencia ......................... 5. Entre los acuerdos de octubre y la Conferencia .....................
13 14 17 18 22 29
II.
“EL MAYOR PELIGRO PARA LA PAZ EN EUROPA” .... 1. Preliminares de la Conferencia de Algeciras ......................... 2. La costa de Marruecos, una frontera para España ................. 3. Delegados y expectativas ....................................................... 4. Europa y la continuidad del statu quo en Marruecos ............. 5. El escenario de la Conferencia ...............................................
35 37 43 46 53 56
III.
NEGOCIAR SIN PRISAS ....................................................... 1. La inauguración de la Conferencia ........................................ 2. El debate en la prensa ............................................................. 3. Un primer balance .................................................................. 4. Momentos difíciles ................................................................. 5. El desencuentro franco-alemán ..............................................
61 61 64 66 73 80
IV.
¿PODRÍA FRACASAR LA CONFERENCIA? .................... 1. La crisis .................................................................................. 2. Francia: “paz y dignidad” ...................................................... 3. Acuerdo completo franco-alemán .......................................... 4. La “Declaración relativa a la organización de la policía” ......
89 91 93 95 98
V.
LAS REFORMAS ACORDADAS .......................................... 1. Vigilancia y represión del contrabando de armas ................... 2. Creación de un Banco de Estado ............................................
111 111 115
8
VI.
LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
3. Ordenar los impuestos y adjudicar las obras públicas ........... 4. Otras demandas y propuestas ................................................. 5. Impresiones antes de la clausura ............................................
119 125 128
DESPUÉS DE LA CONFERENCIA DE ALGECIRAS ....... 1. Una operación de entendimiento entre naciones .................... 2. Unos resultados justos y honrosos para todas las partes ........ 3. Un compromiso para España, una oportunidad para Portugal .. 4. Una política exterior de paz, pero difícil de explicar ............. 5. Marruecos y el Mediterráneo ................................................. 6. La crisis en Tánger ................................................................. 7. Entre el aislamiento forzoso y la leyenda militar y guerrera .
133 136 138 140 144 151 156 160
VII. UN PROGRAMA INTERNACIONAL DE INDUDABLE INTERÉS .................................................................................. 1. Jules Cambon y el gobierno de Maura ................................... 2. La búsqueda de un acuerdo político: el encuentro de Cartagena ........................................................................................ 3. Las notas del 16 de mayo ....................................................... 4. La reanudación de la solidaridad con las naciones liberales ..
167 168 175 182 189
VIII. COMBINACIONES EN TORNO AL MEDITERRÁNEO . 1. Cambios en Rusia y sus relaciones con las otras potencias ... 2. Casablanca, banco de prueba para el Acta de Algeciras ........ 3. La distensión entre Francia y Alemania.................................. 4. No a las aventuras en Marruecos ........................................... 5. La visita de Pichon a Madrid .................................................
193 195 199 203 207 211
IX.
ESPAÑA Y LA ENTENTE CORDIALE ............................... 1. Muley Hafiz, el nuevo Sultán ................................................. 2. Dudas sobre la lealtad al Acta de Algeciras ........................... 3. Hacia una Alianza Francia-Rusia-Reino Unido ..................... 4. La crisis de Marruecos en este contexto europeo ...................
215 217 220 225 228
X.
UNA PAZ PRECARIA ............................................................ 1. El otro encuentro en Reval y el de Friedrichshof ................... 2. Reconocimiento de Muley Hafiz ........................................... 3. De Algeciras al acuerdo franco-alemán de febrero de 1909 .. 4. La diplomacia de Eduardo VII ............................................... 5. La crisis entre Rusia y Austria-Hungría ................................. 6. España y el acuerdo franco-alemán .......................................
237 237 241 246 250 252 255
ÍNDICE
XI.
9
MAURA, EL PARTIDO LIBERAL Y MARRUECOS ........ 1. El norte de África y la defensa de España ............................. 2. Rusia y la paz en Europa ........................................................ 3. Los sucesos de Melilla ........................................................... 4. Ni agresores ni conquistadores: los sucesos de julio ............. 5. La dimensión real de la crisis .................................................
259 260 262 266 272 277
XII. UN FUTURO DE PAZ EN EUROPA ..................................... 1. La destitución de Maura ......................................................... 2. El gobierno liberal y Marruecos ............................................. 3. La Triple Alianza y la situación en los Balcanes ................... 4. Alemania y la crisis entre Francia y Marruecos .....................
281 283 287 293 297
XIII. ¿UNA DIPLOMACIA DE GESTOS? .................................... 1. El convenio de España con Marruecos .................................. 2. Alemania y Rusia: el encuentro de Postdam .......................... 3. “La política del Rey” .............................................................. 4. La crisis de Fez ......................................................................
301 303 310 315 318
XIV. MARRUECOS Y LAS RELACIONES DE ESPAÑA CON FRANCIA Y EL REINO UNIDO ........................................... 1. La negociación franco-española y Agadir .............................. 2. Los riesgos de la acción de España en Marruecos ................. 3. “El imperio de Francia en el Magreb” y España .................... 4. España entre Francia y Alemania ...........................................
329 331 337 340 347
XV. DE LA CONVENCIÓN FRANCO-ALEMANA AL PROTECTORADO .......................................................................... 1. El acuerdo franco-alemán, Ifni y las Canarias ....................... 2. Un momento de incertidumbre .............................................. 3. Francia-España: Proyecto de convención sobre Marruecos ... 4. La insurrección de Fez ........................................................... 5. La situación en Tánger y la Unión Magrebí ...........................
353 354 358 361 373 377
XVI. UNA NACIÓN RESPETABLE ............................................... 1. El ejemplo de Italia ................................................................ 2. España y el juego de alianzas en Europa ............................... 3. Los límites de España para su acción en Marruecos .............. 4. La hora de elegir socios ......................................................... 5. El viaje del Rey a París .......................................................... 6. “La obsesión portuguesa” de Alfonso XIII ............................
381 383 386 389 393 396 399
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LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
XVII.VÍSPERAS DE LA GUERRA ................................................ 1. Asegurar el equilibrio en el Mediterráneo .............................. 2. Los riesgos de las alianzas ..................................................... 3. La intervención de España y Francia en Marruecos ..............
403 404 406 409
ALGUNAS CONCLUSIONES .........................................................
417
BIBLIOGRAFÍA ................................................................................
425
SIGLAS
AAE NS AAM AGA AGP AMAE H ASD CV:
ASD DDS
ASD SP ASV AES
ASV N ASV SS DDF DDI DS/C DS/C AS DS/S MCRR
Archives Diplomatiques, Archive Ministère des Affaires Étrangères, Paris, Nouvelle Série, país, volumen y páginas. Archivo de la Fundación Antonio Maura, Madrid. Archivo General de la Administración, Alcalá de Henares, Madrid. Archivo General del palacio Real, Madrid, cajón o caja, expediente y documento. Archivo Ministerio Asuntos Exteriores, serie histórica, Madrid, legajo. Archivio Storico Diplomatico, cassette verdi, Roma, nombre que recibe el Archivio Riservato del Segretario Generale e del Gabinetto, busta, fascicolo e numero, Roma. Archivio Storico Diplomatico, Roma, Documenti Diplomatici a Stampa, todos bajo la rubrica “confidenziale”, serie, volumen y páginas. Archivio Storico Diplomatico, Roma, Serie Politica, país y caja. Archivio Segreto Vaticano, Congregación para los Asuntos. Eclesiásticos Extraordinarios, Ciudad del Vaticano, fascículo, posición y páginas. Archivio Segreto Vaticano, Ciudad del Vaticano, Nunziatura, país o ciudad, clasificación usada en cada una de ellas. Archivio Segreto Vaticano, Ciudad del Vaticano, Segretaria di Stato, fascículo, año y folios. Documents Diplomatiques Français serie y volumen. Documenti Diplomatici Italiani, serie y volumen. Diario de las Sesiones de las Cortes, Congreso. Diario de las Sesiones de las Cortes, Congreso. Actas Secretas. Diario de las Sesiones de las Cortes, Senado. Museo Centrale del Risorgimento Roma, caja expediente y número del documento.
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RAH c conf dc lp sf sn r t
LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
Real Academia de la Historia, Madrid, cifrado, chiffré, cifrato. confidencial, confidentiel, connfidenziale. despacho cifrado. lettre particulière, lettera particolare. sin fecha. sin número. reservado, réservé, riservato. telegrama, télégramme, telegrama.
I. MARRUECOS, UN PRETEXTO
La crisis franco-alemana, que provocó una remodelación en el gobierno francés, tenía como centro Marruecos, de donde Alemania no consentía ser excluida. El 1 de junio de 1905, el embajador alemán en Roma visitó a Tommaso Tittoni, ministro de Asuntos Exteriores1. El conde Monts le informó que, a sugerencia de su país, el Sultán rechazó la propuesta francesa. Su ministro en Tánger había declarado que las potencias mediterráneas habían decidido dejar fuera de Marruecos a Alemania y amenazaba con una intervención militar y con la ocupación. La situación era gravísima. Monts dijo que “al primo passagio della frontiera del Marocco da parte di truppe francese, l’esercito germanico invaderebbe la Francia”. Por eso pedía al gobierno italiano explicaciones amistosas sobre la existencia de ese acuerdo mediterráneo contra su país. La respuesta fue asegurar que ni Francia le pidió, ni Italia autorizó las afirmaciones hechas al Sultán. No existía más que una declaración de “desistimiento” en cuanto a Marruecos en correspondencia a la que ella le hacía respecto a Tripolitania y Cirineica2.
El papel y la posición internacional de Italia, Enrico Decleva, Da Adua a Sarajevo: la politica estera italiana e la Francia, 1896-1914, Bari, Laterza, 1971. L’Italia e la politica internazionale dal 1870 al 1914:l’ultima fra le grandi potenze, Milano , Mursia 1974. L’incerto alleato : ricerche sugli orientamenti internazionali dell’Italia unita, Milano, F. Angeli,1987. 2 René Pinon, L’Empire de la Méditerranée. (L’entente franco-italienne; la question marocaine; Figuit, le Touat, la Tripolitaine; Bizerte; Malte; Gibraltar, 4e édition, Paris 1912. Pierre Guillen, L’Allemagne et le Maroc de 1870 à 1905, Paris. Presses Universirtaires de France 1967. M. Pastore, “Una questione di fondo nel riavvicinamento italofrancese: l’hinterland tripolino”, Rivista di Studi Politici Internazionali, XXVII/2 (1960) 270-281. 1
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LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
1. Los buenos oficios de Italia Tras un breve gobierno Azcárraga, el sucesor de Maura fue Raimundo Fernández Villaverde. El nuevo ministro de Estado fue Wenceslao Ramírez Villaurrutia3 Ausente, ministro de Estado, el embajador alemán en Madrid, Joseph von Radowitz esos días de junio de 1905 visitó a diario a subsecretario Emilio de Ojeda. Alemania se oponía a los planes de Francia en Marruecos. Dijo algo más peligroso: conseguida la retirada de Théophile Delcassé, Bülow echaría a Villaurrutia. Se le atribuían unas declaraciones a la prensa francesa durante la estancia del Rey en París, que Villaurrutia desmintió. Reprochó al embajador su comportamiento, concertando la entrevista de Vigo sin conocimiento previo de Alfonso XIII. En cuanto a la conferencia, se reservó responder cuando conociera la decisión de las potencias amigas de España. Jules Cambon, embajador de Francia en España, comunicó que su país estaba dispuesto a ir a la conferencia si había antes un acuerdo previo con Alemania. Para alcanzarlo, Pierre Rouvier, presidente del gobierno y ministro de Asuntos Exteriores, no sacrificaría la confianza recíproca que existía con el Reino Unido. La conferencia, concluyó el ministro, tal como había previsto Camille Barrère, el embajador francés en Roma, no tendría en sí misma valor4. Henry Charles Keith Pett Lansdowne, secretario del Foreign Office había escrito al ministro inglés en Marruecos que la conferencia ni era imprescindible ni serviría para introducir reformas5. El embajador alemán le había dicho que un no a la iniciativa de su gobierno se consideraría como un regreso a la situación previa a junio de 1880. Sus 128 artículos regulaban el derecho de protección y de naturalización. Nada salió en beneficio de las reformas ni se restringió los abusos 3 Su paso por el ministerio fue de breve. Sobre su gestión posterior como embajador de España, vid. Ramírez Villaurrutia, Wenceslao (Marqués de Villaurrutia), Cartas al Ministro de Estado (1907-1909), edición, introducción y notas de José Manuel Allendesalazar, Madrid, Real Academia de la Historia, 1994. 4 Tc 138 Jules Cambon-Rouvier, 18 junio 1905, AAE NS Maroc 15 34-36. Sobre Paul Cambon, Un Diplomate, Paul Cambon Ambassadeur de France (1893-1924) Paris, Libraire Plon 1937. Sobre los hermanos Paul y Jules Cambon, Laurent Villate, La république des diplomates. Paul et Jules Cambon 1843-1935, Paris, Science Infuse 2001. Una visión general, Frederic Le Moal, “Diplomates et diplomatie en France entre 1900 et 1914. Étude des mémoires de diplomates français”, Revue d’Histoire Diplomatique 114 (2000) 288-230. 5 Un estudio sobre la acción de las potencias en Marruecos estos años, Victor Berard, L’affaire maroccaine. Le Maroc. La France et le Maroc. L’accord franco-anglais. L’accord franco-espagnol. Le désaccord franco-allemand. Les réformes, Paris 1912. Alaoui, Moulay Albdelhadi, Le Maroc face aux convoitises européenes¨1830-1912, Salé, Imprimerie Beni Snassen 2001. A. G. P. Martin, Quatre siècles d’histoire marocaine. Au Sahara e 1504 à 1902. Au Maroc, de 1894 à 1912, Paris, Felix Alcan 1923, Rabat, Éditions La Porte 1994.
JUNTO A LAS NACIONES OCCIDENTALES (1905-1914)
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creados por las protecciones. El Majzén podría cobrar impuestos a los protegidos, pero debería reconocer a los extranjeros el derecho a adquirir propiedades. Los asuntos de Marruecos habían salido de su soberanía para ser discutidos y resueltos por otras naciones. Ninguna medida podría adoptar Marruecos sin la aprobación de los representantes de las potencias, que se sintieran afectadas por ella6. El Reino Unido se daba tiempo para observar hacia dónde iba la política exterior francesa sin Delcassé7. El 8 de junio el conde Monts, embajador en Roma, comentó a su colega francés que éste sería el mejor modo de dirimir las diferencias entre los dos países. La conferencia sería la puesta en escena de un acuerdo previo francoalemán8. Así las cosas, Tommaso Tittoni, ministro de Asuntos Exteriores, quiso conocer la posición oficial de Alemania y la respuesta de Francia, Austria y el Reino Unido9. Recibida la información, Tittoni comunicó a los embajadores en Berlín, París y Londres las instrucciones enviadas al ministro de Italia en Tánger: se aceptaba la conferencia si participaban todas las potencias que firmaron la Convención de Madrid. Se transmitió esa decisión a los embajadores Monts y Barrère. A Carlo Lanza, embajador en Berlín, se le dijo que insistiera ante Bülow en que el retraso en la decisión italiana se debía a las gestiones amistosas para persuadir a Francia y al Reino Unido. Italia se adhería en los mismos términos que Austria y Estados Unidos. A estas alturas, Francia seguía bloqueando la iniciativa de Marruecos, patrocinada por Alemania. La juzgaba inútil y peligrosa sin un acuerdo pre-
6 Mohamed Vargas estaba convencido de que la Conferencia fue una derrota para su país, cuyo porvenir quedaba comprometido. Inglaterra veía que sus planes quedaban igualmente afectados. Hay era el otro vencido. Francia salía reforzada. Había recibido el apoyo de Alemania y de Austria. La influencia francesa en Marruecos salía fortalecida, en un momento en que la III República avanzaba en su expansión colonial, especialmente por el Sahara hacia el OesteJean-Louis Miège, Le Maroc et l’Europe (1830-1894). Tome III. Les difficultés, Paris, PUF 1962, 204-205 y 277-292. Sobre los intentos anteriores de introducir reformas en Marruecos, ib. 171-173 y 202. 7 Tc Tornielli-Tittoni y Pansa-Tittoni, 7 junio, ASD CV 29/7 23. Pansa comunicaba que Wenceslao Ramírez de Villaurrutia, ministro de Estado, presente en Londres acompañando a Alfonso XIII, propondría a Lansdowne el día 8 que España, Francia y el Reino Unido hicieran una declaración idéntica. Sobre el papel del Rey en la política exterior, la síntesis de José María Jover Zamora, “Después del 98. La diplomacia de Alfonso XIII”, introducción al tomo XXXVIII-I de Historia de España. Menéndez Pidal, Espasa-Calpe, Madrid 1995, CXXIIICLIV. Vid. Algunos de los trabajos recogidos en Carlos Seco Serrano, Estudios sobre el Reinado de Alfonso XIII, Madrid, Real Academia de la Historia 1998. 8 Tc 199 y tres conf 96 Barrère-Rouvier, 9 y 10 junio, AAE NS Maroc 15 14 y 20-21. 9 Vid. cap. 14 del tomo anterior.
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LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
vio con Alemania. El Reino Unido se alineaba con Francia. Alemania no parecía dispuesta a plantear un litigio de consecuencias imprevisibles10. El embajador francés en San Petersburgo informó unas semanas más tarde confidencialmente a Charles Hardinge, su colega inglés, que uno de los temas tratados en la reunión Guillermo II-Nicolás II fue el acuerdo franco-británico sobre Marruecos. Guillermo II opinaba que estaba dirigido contra Alemania11. Esperaba que Rusia no se asociara a una política cuyo objetivo era dejarla sola. Nicolás II le dijo que esa política sería contraria a los intereses de su país12. En Francia se consideraba la situación como la más grave desde la guerra de 187013. Se dijo que Radowitz había preguntado al marqués de Villaurrutia si España tenía el compromiso de aportar a Francia 300000 hombres en caso de guerra. La respuesta fue no. Ese clima podría convenir a los dos gobiernos. Al canciller alemán, Bernhard von Bülow, para incrementar su prestigio. A Pierre Rouvier, para justificar las cesiones hechas. Marruecos era un pretexto. Arthur Nicolson, embajador inglés en Madrid14, lamentó que Francia no hubiera resistido, sabiendo que tenía a su lado a Inglaterra. Pero en París no se fiaban y temían tener que pagar “los platos rotos”15. Cuando el gobierno presentó en diciembre de 1905 el Livre Jaune, Affaires du Maroc, 1901-1905, aún existía inquietud entre los franceses sobre las relaciones con Alemania, que el gobierno Rouvier quería mantener en la confianza mutua y con acuerdos previos en la futura Conferencia sobre Marruecos16. 10 Circular cifrada y secreta de Tittoni a Lanza, Pansa y Tornielli, 13 junio, lp c a Lanza, 14 junio, y conf Pansa-Tittoni, 15 junio ib. 15 34-36. 11 A.J.P Taylor, “British Policy in Morocco. 1886-1902”, English Historical Review LXVI (1951) 342-374. 12 Copia de esta nota con el proyecto de orden del día, texto mecanografiado de 16 páginas, PRO Foreign Office 99/435 199-205. 13 Una fuente importante para conocer este momento y sus antecedentes, Paul Cambon, Correspondance, 1870-1924. 3 vs., Paris. Grasset. 1940-1946. Vid. también Giampiero Carocci, L’ età dell’imperialismo, 1870-1918, Bologna, Il Mulino 1989. 14 Nicolson personificó en la Conferencia de Algeciras la lealtad del Reino Unido a lo que firmó en 1904. No la inició él, pero la secundó, siguiendo con exactitud las órdenes de su gobierno. “Un ancien ministre d’Angleterre au Maroc. Sir Arthur Nicolson”, La Depêche Marocaine, 10 juillet 1910. 15 Tres conclusiones de la crisis: Francia temió la guerra, la actitud del gobierno Rouvier desagradó a Londres, París, incluso con la promesa de ayuda militar inglesa, no se sintió lo suficientemente fuerte para enfrentarse a Alemania y, finalmente, la recién nacida alianza franco-inglesa no se mostró eficaz. Conf c.s. Silvestrelli-Tittoni, 6 de julio, ASD SP P 208. 16 La reacción de la Cámara de Diputados y, especialmente, la decisión de Delcassé de no intervenir abriendo un debate fue una prueba de sus buenas cualidades personales y de su patriotismo. R 3540/1394 Tornielli-Tittoni, 21 de diciembre de 1905, ib. 208.
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2. De las amenazas a las garantías amistosas y pacíficas Rouvier llamó al embajador alemán, Hugo von Radolin. Francia respetaría la soberanía del Sultán y la integridad territorial de Marruecos, pero reclamaba una posición privilegiada por ser la única potencia de Europa que tenía una extensa frontera con aquel Imperio17. Existía un acuerdo con el Sultán18. ¿Para qué una conferencia? El príncipe Radolin no se apartó de la posición de su gobierno. Si no se celebraba la conferencia, “il faut que vous sachiez que nous sommes derrière le Maroc avec toutes nos forces”19. El canciller Bülow creía que la conferencia sirviera para fijar los derechos y los objetivos de las naciones europeas. Alemania no tenía fines ocultos. Francis Lascelles, el embajador inglés, no se oponía20. El gobierno Rouvier estaba inquieto y le desconcertaba la lentitud con la que respondían en Berlín. Delcassé ya no era ministro, quizás su dimisión no la esperaban en Alemania o no deseaban después de ella mostrar sus planes sobre qué acuerdo buscaban y cómo llegar a él. No había que impacientarse, avisaba Barrère. “Ils savent, à ne pas douter, que vous (Rouvier) êtes prêt à les écouter avec le désir d’arriver à une entente”21. Se producía algunas señales en Berlín22, que el ministro aceptó23. En su respuesta a la nota francesa del 21 de junio, tras refutar todas las objeciones, Bülow subrayaba las ventajas que procurarían las reformas aprobadas en ella tanto para Marruecos como para las otras naciones. Las
17 Sobre Marruecos y Europa, la excepcional obra de Jean-Louis Miège, Le Maroc et l’Europe (1830-1894). Tome premier. Sources et Bibliographie, Paris Presses Universitaires de France, 1961. Le Maroc et l’Europe (1830-1894). Tome II. L’ouverture, Paris 1961; Le Maroc et l’Europe (1830-1894). Tome III. Les difficultés, Paris 1962; Le Maroc et l’Europe (1830-1894). Tome IV. Vers la crise, Paris 1963; Documents d’Histoire Economique et Sociale Marocaine au XIXe siècle, Paris. Centre Nationale de la Recherche Scientifique 1969 y Expansion européenne et décolonisation de 1870 á nos jours, Paris, Presses Universitaires de France 1973. 18 Texto francés y árabe, del tratado del 18 marzo 1845, Jacques Cagne, Nation et nationalisme au Maroc. À les racines de la Nation Marocaine, Rabat, Publications de l’Institut Universitaire de la Recherche Scientifique, 1988 623-626. 19 Resumen de esta conversación, 10 junio, AAE NS M 16 15-19. 20 Conversación con Francis Lascelles, embajador inglés en Berlín, Tc 81 y 180 Bihourd-Rouvier, 11 junio, ib. 22 y 24-26. 21 Tc 202 Très conf y 206-207 Barrère-Rouvier, 13 y 16 junio, ib. 23 y 30-32. 22 Conversación de Jules Cambon con Radowitz. Tc 141 Cambon-Rouvier, 19 junio, ib. 39. 23 Las cosas podrían arreglarse “dans un esprit de conciliation” Secret 444 RouvierBompard, 22 junio, ib. 44-45.
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mismas razones, pero un tono diferente24. Las amenazas se habían transformado en “des assurances presque amicales et des promesses apaissantes”25. Rusia prometió favorecer en Berlín la posición francesa26. Rouvier debería librarse de la influencia de personas que buscaban introducirlo en una vía sin salida27. Una negociación directa con el Sultán permitiría a los ingleses intrigar y adquirir una hegemonía sobre las otras potencias o le daría la ocasión de quemar a Francia y Alemania, jugando a enfrentarlas.
3. La declaración del 8 de julio y España El 4 de julio la negociación había conseguido un texto que recogía el fruto de estas conversaciones: Alemania no buscaba condicionar el futuro de Francia en Marruecos. Los tratados y compromisos de aquella se ajustaban a esos principios: soberanía e independencia del Sultán, integridad de su imperio, libertad económica sin desigualdades, utilidad la creación de una policía y de las reformas financieras, cuya introducción se fijarán en una conferencia internacional, y reconocimiento de la situación de hecho de Francia en Marruecos, con quien es limítrofe y a quien más afecta el mantenimiento del orden en este país. “En conséquence le gouvernement de la République laisse tomber ses objections premières contre la conférence et accepte de s’y rendre”. El texto fue firmado el 8 de julio28. Las cosas no iban a ser fáciles,
24 Las reformas eran el argumento a favor de la tesis alemana. Estas podrían imponerse al Sultán bajo la amenaza militar francesa o ser objeto de un pacto entre todas las potencias firmantes del acuerdo de 1880. Ese argumento jurídico iba unido a otro político: la conferencia era el mejor instrumento de fijar un acuerdo que regulara los intereses políticos y comerciales de cada uno. Para Berlín la propuesta de París “parait viser une sorte de purification du Maroc en vue de l’exclusion de tout élement non français, ce que l’Allemagne ne saurait admettre”. Nota del embajador en San Petersburgo, anexa a su despacho del 27 de junio, ib. 80. 25 Tc 91 y 93 Bihourd-Rouvier, 26 y 27 junio, ib. 50-60 y 63. 26 Esa gestión debería permanecer secreta. Tc 248 y 251 Bompard-Rouvier, 27 y 28 junio, ib. 66 y 81. Más detalles sobre la actitud de Rusia, 67 Bompard-Rouvier, 1 julio, ib. 112114. La respuesta de Rouvier, 509, 20 julio, ib. 131-132. 27 “Je pense que Rouvier, sans le savoir et sans le vouloir, travaille comme il y a huit jours contre la conférence et je suis convaincu qu’en cédant à ses nouvelles influences la situation deviendrait plus graves qu’elle ne l’est aujourdhui”, dijo Radolin el 1 de julio. 28 En un segundo texto del proyecto de carta de Rouvier a Radolin se omite la aceptación de la conferencia. El texto con las dos recomendaciones a los dos ministros, entonces en Fez, para que regresaran a Tánger y, de común acuerdo presentaran al Sultán un programa para la conferencia ib. 115-123.
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como se verá enseguida29. La conciliación parecerá ceder su puesto a la hostilidad cuando se reúna la Conferencia de Algeciras30. Lo veremos luego. En la mañana del 1 de julio, antes de que hubiera un texto definitivo, Paul Cambon, embajador de Francia en Londres, entregó a Lansdowne un resumen con los acuerdos entre Rouvier y Radolin fijando el orden del día de la conferencia. Alemania no pretendía prejuzgar el futuro de Francia en Marruecos ni ir contra sus intereses. Había otros dos puntos. Uno, el Sultán podrá hacer propuestas a Francia y Alemania para determinar el programa de la Conferencia. Dos, la mención al acuerdo existente entre Francia y el Reino Unido debería hacerse manifestando que “the policy of both France and Great Britain had been in favour of maintaining the independence and integrity of Morocco and preservating commercial quality”31. Mientras se negociaba en París una solución a la crisis, en los mismos días en que se produce el acuerdo, Jules Cambon creyó necesario comentar a su gobierno el interés de los dos archipiélagos españoles. No habían perdido el valor que tenía para Francia desde hacía mucho tiempo. Los ingleses tenían sus ojos puestos en las Baleares desde el siglo XVIII. Los americanos preparaban en 1898 una expedición a Canarias32. Menorca se hallaba en la ruta de Francia a Argelia. Que siguiera en manos de España era vital para “notre existence maritime dans la Méditerranée”. Otra vez había que lamentar que en 1903 no se llegara a firmar la entente propuesta por Silvela33.
29 Cuando en la Conferencia de Algeciras se planteó la creación de la policía en Marruecos y Alemania se opuso a que estuviera bajo el mando de oficiales españoles y franceses, Rouvier se entrevistó con varios embajadores. Al terminar su conversación con Fernando León y Castillo, el embajador de España le dijo: Los alemanes “veulent le statu quo, et le statu quo c’est le Maroc au Majzén et aux Allemands au détriment de la France et de l’Espagne”, La conversación, el 23 de febrero de 1906, el resumen escrito, ib. 57-59. Marruecos como foco de confrontación entre las potencias, Albdelhadi Alaoui, Le Maroc face aux convoitises européenes¨… 30 Nicolás II no entenderá la actitud de la delegación alemana en la conferencia de Algeciras. Tc conf 62 Bompard-Rouvier, 22 febrero, AAE CP NS Maroc 15, 16 16 61. 31 Draft conf. 436 Lansdowne-Francis Bertie, 1 julio 1907, PRO Foreign Office 99/435 1-3. 32 Jules Cambon, entonces ministro de Francia en Washington, negoció el armisticio. Dijo que aceleró su firma para evitar que los barcos norteamericanos desembarcaran en Canarias. Francisco Javier Ponce Marrero, “Canarias en la política española tras el 98: la senda hacia Cartagena”, La historia de las relaciones internacionales. Una visión desde España, Madrid, Comisión Española de Historia de las Relaciones Internacionales 1996, 473-495. 33 Antonio Niño, “Política de alianzas y compromisos internacionales para la “regeneración” internacional de España, 1898-1914”, La política exterior de España en el siglo XX, Javier Tusell, Juan Avilés y Rosa Pardo (editores), Madrid, Biblioteca Nueva-Uned 2000, 31-
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Producida la crisis en España, Eugenio Montero Ríos formó un gobierno del partido liberal el 23 de junio. El nuevo ministro de Estado, Felipe Sánchez Román, estuvo en la tarde del 6 de julio con Nicolson y le comentó que se conocía la decisión de celebrar una Conferencia sobre Marruecos, pero se desconocían su objetivo y los temas. El gobierno español no estaba dispuesto a firmar lo acordado por las dos potencias y, en la defensa leal de sus intereses, deseaba preservar su libertad de acción. Le aseguró Nicolson que, en cuanto terminara la negociación con Alemania, el gobierno francés comunicaría a España su resultado. Deseaba saber Sánchez Román la opinión de Lansdowne sobre los asuntos a tratar. Nicolson calculaba que la conferencia no se reuniría antes del otoño34. El programa de la Conferencia se redactaría recogiendo las aportaciones del Sultán, que indicaría las reformas que deberían hacerse y el modo de llevarlas a cabo. La Conferencia debería servir, según Emilio Ojeda, subsecretario de Estado, para que entre España y el Reino Unido prosiguiera el intercambio de puntos de vista “as well as a cordial and frank understanding between the two countries”, porque el gobierno presidido por Montero Ríos interpretaría el acuerdo franco-español en un sentido lo más limitado posible35. El 11 de julio Jules Cambon había recibido instrucciones de su gobierno para que comunicara el acuerdo Rouvier-Radolin al gobierno español. Preveía Nicolson que le preguntarían por la actitud del gobierno inglés. Se creía en Madrid que el programa se fijaría en Fez, a donde acudirían los ministros de Francia y Alemania en Tánger. La propuesta de Montero Ríos sería aceptar la Conferencia manteniendo reservas sobre el orden del día. Un diario, no citado, al que se considera oficioso, había indicado que España y el Reino Unido no habían sido tenidos en cuenta y que los temas se habían fijado sin consultarles. Aconsejaba al gobierno español que llegara a un acuerdo con Inglaterra36.
94. “La superación del aislamiento español tras el “desastre”. 1898-1907”, en Hipólito de la Torre y Juan Carlos Jiménez Redondo, eds.), Portugal y España en la crisis de entre siglos (1890-1918), Mérida. Centro Asociado de la UNED, 2000203-259. Nogué, J. y Vilanova, J. L. (Coordinadores), España en Marruecos. 34 T 50 y 130 Nicolson-Lansdowne, 7 julio 1907, PRO Foreign Office 99/435 17-19. 35 T 51, 131 y conf 132 Nicolson-Lansdowne, 9 julio 1907, PRO Foreign Office 99/435 26-30. Emilio de Ojeda comentó que Montero Ríos y Sánchez Román estaban ansiosos porque no querían que, ante la próxima visita de Alfonso XIII a Alemania, hubiera algún acto que hiriera los sentimientos de Berlín. 36 T 52 Nicolson-Lansdowne, 11 julio 1907, PRO Foreign Office 99/435 38-39. Hay dos textos, uno impreso y otro mecanografiado habiendo una pequeña diferencia entre ambos.
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El 11 de julio, Paul Cambon informó a Lansdowne del acuerdo RadolinRouvier La Conferencia examinará las reformas en Marruecos. El orden del día se presentaba como una respuesta a la invitación del Sultán. Le entregó tres documentos, copia de la correspondencia intercambiada entre Francia y Alemania. La necesidad y urgencia de las reformas internas era un punto aceptado desde hacía tiempo para dar estabilidad al gobierno del Sultán y seguridad a los intereses de todos los extranjeros con negocios en aquel país37. No estaban aseguradas la vida y las propiedades ni siquiera en los alrededores de Tánger. Los recursos del Estado se malgastaban para reprimir una insurrección provocada sobre todo por el continuo desgobierno. Por eso era evidente la conveniencia para todas las naciones interesadas en el bienestar y la prosperidad del noroeste de África de que ese estado de cosas mejorase. Cuando se propuso la idea de una Conferencia, el gobierno inglés dudó del método para conseguir ese objetivo. Una Conferencia es un procedimiento dilatorio que, en su opinión, se alargaría aún más invitando a gobiernos sin intereses en Marruecos. Inglaterra, por evidentes razones geográficas, reconoció que Francia, potencia con una amplia frontera, gozaba de una posición privilegiada para asegurar el éxito de las reformas, pensando que eso ni era una injusticia hacia las otras potencias ni las obligaba a desinteresarse de Marruecos La declaración de abril de 1904 dejaba claro que no se deseaba modificar el estatuto político de Marruecos y que los dos gobiernos aceptaban el principio de libertad comercial aquí y en Egipto. Quedaban intactos los derechos de quienes tenían un trato de nación más favorecida. No los disminuiría Francia en Marruecos ni el Reino Unido en Egipto. Al día siguiente, nueva entrevista de Lansdowne con Paul Cambon. Rouvier deseaba dejar constancia de que ahora era más fuerte que nunca la amistad entre los dos gobiernos y la necesidad de actuar con total confianza entre ellos, discutiendo previamente todos los asuntos, especialmente en los que afectaran a las relaciones con Alemania. Su actitud en las últimas semanas le había abierto los ojos sobre la política y los planes de Berlín. La retirada de Delcassé no calmó la irritación contra Francia. Estaba desengañado. Esperaba ahora el leal concurso de su aliada y amiga. Lansdowne creía que la dimisión de Delcassé fue una equivocación, pues no había evitado ulteriores complicaciones. En los aspectos prácticos, se inclinaba porque la Conferencia se celebrara en España y quería que el 37 El punto de vista de un a nacionalista marroquí sobre el fracaso del impulso reformador, en tiempos de Abd-El-Aziz, por parte de una burguesía formada por comerciantes y clérigos, Jacques Cagne, Nation et nationalisme au Maroc… 631-632.
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gobierno francés se pusiera de acuerdo con ellos y con el de Madrid antes de que se aprobara el programa definitivo38.
4. La sede y el orden del día de la Conferencia El gobierno francés creía que Tánger no era el mejor lugar para sede de la Conferencia. Se prestaba a las intrigas de Alemania y Marruecos y además no reunía condiciones para una estancia confortable de las delegaciones. Se descartó Madrid por razones de clima y se pensó en San Sebastián. Lansdowne juzgaba que la decisión de celebrarla en España agradaría al gobierno de Montero Ríos. El 12 de julio Felipe Sánchez Román dijo a Arthur Nicolson, que no creía bueno que la Conferencia se celebrara en Tánger. La posibilidad de que tuviera lugar en Suiza tenía el inconveniente de que este país no había firmado los acuerdos de la Conferencia de Madrid y no tenía representante en Marruecos39. Francia reducía el programa de la Conferencia. Debía limitar su orden del día a la policía y las finanzas, tomando como base las propuestas hechas al Sultán por el ministro de Francia en Tánger, Saint-René Taillandier40. Quería conocer Rouvier la opinión del gobierno inglés. Hablaría luego con el de España antes de responder a Berlín. Lansdowne pidió un resumen de la posición francesa. Juzgaba que las propuestas deberían ser sencillas e indiscutibles. El gobierno francés, respondió Cambon, había presentado un esquema de reorganización militar, con instructores franceses durante dos o tres años, duración previsible de esta tarea. En realidad, como aclaró a Lansdowne, se trataba de una fuerza militar encargada simplemente del mantenimiento del orden. En materia financiera, creación de un Banco de Marruecos y de unos almacenes generales en los puertos. En el capital fundacional del banco podrían participar otras potencias41.
38 Draft conf. 436 y 463 Lansdowne-Bertie, PRO Foreign Office 11 y 12 de julio, PRO Foreign Office 99/435 31-34 y 58-60. Habló con el embajador de España sobre este asunto. Se comprometieron a compartir la información sobre la preparación de la Conferencia. Draft 84 Lansdowne-Nicolson, 12 julio, ib. 62. 39 Conf. 463 Lansdowne-Bertie y 133 Nicolson-Lansdwone, ambos del 12 de julio, ib. 59-60 y 69. 40 Joseph-George Saint-René Taillandier, Les origines du Maroc français. Récit d’une mission, 1901-1906, Paris, Plon, 1930. 41 Draft conf. 469 Lansdowne-Bertie 13 de Julio 1905, PRO Foreign Office 99/435 72-73.
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El 19 de julio de 1905, Gerard Lowether, en nombre de su gobierno, respondió a las cartas que le había enviado Hadje Mohammed ben El Harbi Torres el 30 de mayo y el 21 de junio. En ellas se presentaba el acuerdo francoalemán coincidente con el deseo del Sultán: convocar una Conferencia que pusiera las bases para las reformas en Marruecos42. El gobierno inglés, con intereses en Marruecos, deseaba conocer el orden del día, la fecha y el lugar43. Los embajadores de Alemania en Madrid y en Londres se manifestaron a favor de Tánger el 18 y el 19 de julio. En Madrid, Radowitz actuaba “pertinaciously pressing”. En Londres, su colega exponía estas razones: mantener la dimensión local y poder contar con expertos en los temas a tratar. Le replicó Lansdowne: la Conferencia discutiría lo que previamente hubieran aprobado los representantes de las potencias. Para el embajador era evidente, sin embargo, que el orden del día lo había fijado el Sultán. Unos días más tarde, el gobierno francés pedía a su representante en Fez datos sobre la posición del Sultán ante el programa de la Conferencia para abrir una negociación que sería larga44. Sánchez Román, convencido de que los preliminares estarían listos para septiembre, creía que Madrid era la sede ideal. En esas fechas el clima de la ciudad era excelente45. En la segunda mitad de julio de 1905 había ya un proyecto de programa con los puntos a tratar en cada uno de los dos temas. La organización de la policía, “hors de la région frontière, cést-à-dire, hors des districts où elle est réglée par un accord franco-marocain”, incluía su establecimiento en Tánger, Larache, Rabat y Casablanca. Se encargaría de la vigilancia y represión del contrabando de armas. El Banco de Estado recibiría ayuda financiera para su creación. Tendría el privilegio de emisión de moneda y funciones de tesorería y de acuñación, revertiendo los beneficios al Majzén. Procedería a un saneamiento moneta-
42 Mohamed Omar El-Hajooui, Histoire Diplomatique du Maroc (1900-1912), P.G.P. Maisonneuve Établissements 1937. 43 187 Lowther-Lansdwone, 31 julio, y Lowther-Mohammed Torres, 19 de julio, ambos desde Fez y texto impreso, PRO Foreign Office 99/435 132. 44 La noticia la transmitía a Lansdowne Wyldbore Smith desde Tánger. El encargado de negocios francés le dijo también que el gobierno francés había pedido a su representante que actuara de acuerdo con Tattenbach. Tc impreso y clasificado como “Confidential”, 23 julio 1905, PRO Foreign Office 99/435 118. 45 174 Lansdowne-Whitehead encargado de negocios en Berlín en lugar de Lascelles, y 140 Nicolson-Lansdowne, ambos 19 de julio 1905, ib. 99/435 90 y 98. El embajador de España en París comunicó que Italia no se oponía a esa propuesta alemana. Podrían seguirla otras naciones invitadas.
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rio. Los créditos dados al Majzén estarían destinados al equipamiento, pago de los salarios de la policía y obras públicas urgentes, especialmente la mejora de los puertos y de sus instalaciones. El Majzén no entregaría la gestión de los servicios públicos a particulares y adjudicaría las obras públicas sin exclusiones por motivos de nacionalidad y contando con la aprobación previa de los representantes de las potencias. Este documento se lo entregó a Montero Ríos en San Sebastián el encargado de negocios de Francia el 27 de julio. Lo aceptaban el presidente del consejo y el ministro de Estado, salvo la reforma monetaria, porque podría perjudicar a los españoles con intereses en Marruecos. Lo explicaremos luego. Nicolson creía que era mejor aceptarlo y discutir luego esos detalles en la Conferencia. Era posible solucionar el problema monetario de Marruecos. Sánchez Román citó el contrabando por mar. Era un asunto difícil por los inconvenientes que acarreaba el derecho de visita y de confiscación. Sin embargo era capital para restablecer el orden. Por eso era previsible que se convirtiera en la cuestión central en la Conferencia. Era igualmente importante y arduo el tema de los oficiales instructores y mandos de la policía. ¿A qué nación se le encomendaría? Sánchez Román apuntó a un reparto. En cuanto a la Banca, el consejo de administración ¿sería internacional o participarían sólo las naciones interesadas? El 1 de agosto, según lo convenido, Rouvier enviaba a Radolin el proyecto de programa para la Conferencia, que se ajustaba a lo aprobado el 8 de julio y a lo expuesto por el Sultán en su invitación a las potencias. Sabía el gobierno francés que ni el Sultán ni los notables consultados ni los delegados designados por él para discutirlo habían puesto objeciones a ese proyecto. Suponía un avance, porque insistía en los medios para asegurar el orden y la seguridad, la mejora de las finanzas, y para regular los recursos y fomentar la prosperidad económica. Era un texto sumario. Dejando a salvo lo dicho el 8 de julio sobre la parte que Francia se reservaba en la ejecución de las reformas, Rouvier destacaba que el programa no quería atar las manos a los delegados en la Conferencia. Un documento breve propiciaría más fácilmente el entendimiento sobre los consejos que deberían darse al Sultán. Rouvier exponía las razones de Francia en cada uno de los puntos propuestos. Para garantizar el orden y la seguridad, el Majzén era el más interesado en disponer de una fuerza regular, seria, permanente, cuya presencia en determinados puntos garantizaba su autoridad y el pago de los impuestos. Esa fuerza no lesionaba la soberanía del Sultán ni la independencia de Marruecos y era necesaria para dar a los extranjeros una confianza a la que tienen derecho.
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Para tasar el esfuerzo que requería eso, se comenzaría con los puertos de Tánger, Casablanca, Larache y Rabat, pues sería más fácil extender luego esa policía hacia el interior. La policía sería marroquí en sus efectivos y mandos inferiores. Serían extranjeros únicamente los instructores. Rouvier insistía en “la necessité d’assurer la régularité de la solde”. Esta ayuda extranjera tan limitada buscaba incrementar la autoridad del Majzén Otro punto capital era la facilidad con que los marroquíes conseguían armas. Era una de las causas de los desórdenes y de “l’anarchie en quelque sorte constitutionnelle” en la que vivía el país. Urgía perseguir eficazmente el contrabando de armas, que burlaba cualquier legislación en esta materia. Para mejorar la situación financiera, los empréstitos del Majzén habían sido subrogados por un consorcio bancario francés. El pago de esa deuda consumía casi todos sus ingresos regulares. Era evidente además que el gobierno estaba empeñado por deudas con personas privadas. El exceso de circulación monetaria y las malas cosechas empeoraban las condiciones de vida, porque elevaban los precios. Francia había indicado ya al Sultán las medidas más urgentes. La Conferencia debería proponer otras eficaces y viables. Una buena policía aseguraría el cobro de los impuestos y eso ayudaría al desarrollo económico, doblando el crecimiento de las rentas del Estado. Pero sólo sería posible, asegurando que esas fuerzas de policía puedan ser pagadas por el gobierno. Para que así fuera, debería crearse un Banco de Estado que fuese también el banco emisor. Era un compromiso adquirido en el momento de obtener el empréstito del capital francés. Tendría además el monopolio de la acuñación de moneda. Esta se había deteriorado a causa del descenso de las exportaciones debido a las malas cosechas. Podría encargarse asimismo de las funciones de caja y tesorería del Estado, adelantando a éste lo necesario para emprender actividades que mejoraran la economía del país, usando como medios la fidelidad de una policía pagada a su tiempo y la mejora en los puertos y el utillaje -lo que hoy llaman infraestructuras- económico del país. La Banca beneficiaría los intereses económicos y comerciales de cada país y ese objetivo se tendría en cuenta a la hora de distribuir la participación en su capital. Gozaba Francia de una libertad de comercio recogida en los acuerdos del 8 de julio. Su propuesta de que se mantuviera había sido ya hecha al Sultán. Este no enajenaría a particulares los servicios públicos manteniendo el principio de igualdad entre las naciones interesadas, pues eso no afectaba a su independencia. Había que establecer los mismos principios que hay en las otras naciones para adjudicar la ejecución de las obras públicas: la competencia fundada en la libertad económica.
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Un instrumento fundamental era la puesta en marcha de una administración que permitiera al país todo progreso compatible con su condición social. Rouvier decía que Alemania y Francia se comprometían a que el Sultán aceptara este programa. El gobierno alemán creyó mejor para conseguir este fin convocar una Conferencia. Los dos gobiernos, por tanto, se encargarían de presentar sus conclusiones al Sultán. Para que ese paso fuera eficaz, era preciso que Alemania y Francia fueran completamente de acuerdo. Eso implicaba, tras las gestiones de esos meses y la Conferencia, que en adelante cada uno de los dos gobiernos se abstuviera de “toute négociation particulière”. Rouvier aprovechaba para denunciar de nuevo, como había hechos en sus cartas a Radolin del 29 y 31 de julio, que la conducta de Franz von Tattenbach, el ministro alemán en Tánger, no era correcta, porque buscaba obtener ventajas en sus tratos con el Majzén, al que forzaba a tomar decisiones que deseaba aplazar para después de la Conferencia. La acción concertada de Tattenbach y del ministro de Francia en Fez conseguiría la adhesión del Sultán y la Conferencia podría reunirse enseguida46. Las cosas iban de prisa. El 1 de agosto Nicolson, ya en San Sebastián, comunicó al gobierno español que el suyo aceptaba el programa propuesto por Francia. Eugenio Montero Ríos, ministro de jornada, mostró su deseo de que los tres gobiernos se pusieran de acuerdo en los puntos más importantes47. El mismo día Montero Ríos dijo a Nicolson que Francia no se opondría a que la Conferencia se celebrara en España, si así lo deseaba su gobierno. La sede podría ser Madrid o San Sebastián. En modo alguno quería Francia que fuera Tánger. Para lograr su propósito respecto a la sede, el príncipe Radolin habló con Rouvier, que se reservó la opinión. Había sugerido al gobierno español Madrid o San Sebastián, según dijo Paul Cambon, a Lansdowne el 3 de agosto. Esa mañana el embajador entregó a Lansdowne una copia de la nota Rouvier-Radolin. Faltaban los impuestos que deberían pagar los extranjeros. Este asunto se incluiría en el debate sobre reformas financieras. El secretario de Exteriores manifestó que no quería que se pudiera sospechar que los gobiernos inglés o francés deseaban el fracaso de la Conferencia48. Confidencial y secreto 138 Hardinge-Lansdwone, 3 agosto 1905, texto impreso, PRO Foreign Office 99/435 195. 47 Texto francés, sin fecha, calificado de “personnel et confidentiel” PRO Foreign Office 99/435 108. El comentario t. 58 y 144 Nicolson-Lansdowne, 28 julio, ib. 153-158. T. 62 147 Nicolson-Lansdowne, 1 agosto, ib. 182-186. 48 Draft 528 Lansdowne-Lister, encargado de negocios en París, 4 agosto, PRO Foreign Office 99/435 196-198. Tc 62 y 147 Nicolson-Lansdowne, 1 agosto, ib. 182-183 y 185. Draft 528 Lansdowne-Lister, encargado de negocios en París, 4 agosto, ib. 196-198. 46
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Jules Cambon, y Montero Ríos convinieron en San Sebastián una nota verbal hecha a petición del embajador. El subsecretario de Estado, Emilio de Ojeda, la entregó en Madrid el 7 de agosto a los embajadores de Francia y Alemania y al encargado de negocios inglés. Los desórdenes entre las tribus de sus alrededores y a la incapacidad de las autoridades para acabar con esa situación impedirían la libertad de acción y de debate a los delegados, si la Conferencia se reuniera en Tánger. Era deseable que la sede fuera un lugar cercano a Marruecos para asegurar a sus delegados una fácil comunicación con el Sultán, y a los demás delegados un alojamiento adecuado y un clima de libertad. Por eso España ofrecía una ciudad de Andalucía, Málaga, Cádiz o Algeciras. La Nota recordaba que la Conferencia de Tánger en 1879 fue un fracaso. La de Madrid en 1880 fue un éxito y aprobó una convención sobre el derecho de protección49. Era innegable y manifiesto el interés de que la Conferencia se celebrara en España50. Hablaron Radowitz y Jules Cambon. En Francia extrañaba el cambio de actitud de Alemania en los asuntos de Marruecos. Tres meses antes tenía prisa Berlín en resolver las dificultades en una Conferencia, porque no había tiempo que perder. Atendió Francia esa demanda con espíritu de conciliación. Envió un programa a Berlín. La respuesta, silencio. Mientras, el conde Tattenbach continuaba su actividad en Fez. Esta aparente deslealtad había irritado a la opinión francesa, cuyo gobierno se sentía engañado por el alemán. Juzgaba necesario advertir que las potencias especialmente interesadas en Marruecos revisarían en la Conferencia las concesiones obtenidas por Alemania51. El embajador Radowitz atribuyó el retraso a que Guillermo II y el canciller estaban fuera de Berlín en verano. Esa era la explicación. En una conversación con él, Montero Ríos le dijo que estaba de acuerdo. De repente y de manera confidencial le manifestó la difícil posición española: era demasiado débil para actuar por si misma y por eso se había puesto y continuaba al lado de Francia y del Reino Unido, pero le dolía y humillaba la forma có49 Este aspecto de la cuestión de Marruecos, Mohamed Kembid, Les protégés: contribution à l’histoire contemporaine du Maroc, Rabat, Facultés des Lettres, 1996, 389 Para este período, Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912), tomo II: De la crisis de la política Africana (1898) al protectorado de Marruecos (1912), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1966. M. Fernández Rodríguez, España y Marruecos en los primeros años de la Restauración (1875-1894), Madrid 1985. 50 T. 65 y 149 Carwright-Lansdowne, 8 agosto, PRO Foreign Office 99/435 213-217. 51 Guenane Djemal, Les relations franco-allemandes et les affaires marocaines de 1901 à 1911, Alger 1975.
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mo se había comenzado tratar Alemania al discutir sobre la sede de la Conferencia. Había asuntos de mayor entidad. Tánger y la costa norte de Marruecos estaban en la zona de influencia de España. Residían allí muchos españoles y tenía grandes intereses económicos. Contra ellos estaba actuando también Alemania, consiguiendo contratos para sus empresas. Montero Ríos dijo que España permaneció callada ante lo que juzgaba una serie de provocaciones. Francia debería ser el portavoz de sus otros dos amigos en Marruecos. Estaba totalmente seguro de que Francia no toleraría que Alemania fuera más lejos. La impresión de Jules Cambon es que, debajo de una aparente calma, España estaba profundamente disgustada -deeply incensed- con el gobierno de Berlín52. En su respuesta a Rouvier, aceptando el programa de la Conferencia, pedía Radolin que, conforme al deseo del Sultán, la sede fuera Tánger. Francia lo rechazó. Los argumentos, los mismos de la nota verbal franco-española y el mismo recuerdo de 1879. Dados los asuntos a debatir y las decisiones a tomar, las influencias locales disminuían las posibilidades de éxito. El gobierno alemán se refirió a la Conferencia de Madrid, cuando propuso una nueva. En Madrid pudieron tener una buena información los delegados del Sultán. No se cumplieron los malos augurios. Todas estas razones abogaban por la “hospitalité que l’Espagne peut revendiquer presque comme une tradition”. Los desórdenes en las proximidades Tánger eran motivo suficiente para que la Conferencia no se celebrara allí. La prudencia aconsejaba que hubiera “éléments de protections”, es decir, barcos de guerra, que podrían suscitar una reacción del fanatismo y poner en peligro a los delegados y a los residentes extranjeros en Tánger y en el resto de Marruecos. “En conséquence nous proposons pour lieu de la réunion de la conférence Madrid ou telle ville espagnole, qui semblerait mieux par sa proximité plus grande du Maroc”. Era lo que esperaba Montero Ríos53. Lansdowne envió un telegrama al encargado de negocios en San Sebastián para que le expresara que el Reino Unido estaba a favor de que la Conferencia se celebrara en España54.
T. 65 y 149 Carwright-Lansdowne, 8 agosto, PRO Foreign Office 99/435 249-251 Radolin-Rouvier, 25 agosto 1905, respuesta de Rouvier, 30 agosto, copias, PRO Foreign Office 99/435, copias, PRO Foreign Office 99/435 267 y 272. Tc 70 y conf 159 CartwrightLansdowne, San Sebastián 4 y 5septiembre, ib. 277-281. Una conversación Radowitz-Jules Cambon sobre este asunto, 73 Cartwright-Lansdowne, San Sebastián 7 septiembre, ib. 294. 54 Montero Ríos estaba en Madrid ese día. 173Cartwright-Lansdowne, San Sebastián 15 septiembre, PRO Foreign Office 99/435 308. 52 53
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A finales de septiembre, el gobierno francés creía que Alemania no aceptaría Madrid, pero Geoffray esperaba que consintiera que la sede fuera Algeciras55.
5. Entre los acuerdos de octubre y la Conferencia Esos mismos días, meses antes del plazo previsto para su denuncia, se renovó el tratado entre Inglaterra y Japón, vigente hasta el 29 de enero de 1907. Se introdujo alguna modificación. No se conocían los cambios, pero era previsible que afectasen a Corea, teniendo en cuenta las aspiraciones de Japón y su reciente victoria sobre Rusia56. En el anterior se convino la independencia e integridad territorial de China y la libertad de comercio, lo mismo que se pedía para Marruecos. El acuerdo reforzaba la paz y hacía imposible cualquier intento de conquista en China. La unión de las fuerzas militares y navales anglo-japonesas lo impediría57. Respondió el príncipe Radolin a la carta de Rouvier, del 1 de agosto de 1905 y del 25 de ese mes. Su gobierno aceptaba el programa de la Conferencia. Compartía también el deseo de que se evitara entrar en detalles, que prejuzgaran las deliberaciones de los delegados. Quedaba pendiente ponerse de acuerdo sobre el papel que Francia se atribuía en la ejecución de las reformas que se aprobaran. La policía era un excelente medio para asegurar la paz y el orden en Marruecos. Su organización en la frontera con Argelia estaba regulada desde hacía cincuenta años. Así lo reconocía el gobierno alemán, pero habría que ver si la administración de esa policía marroquí debería someterse a un acuerdo internacional, teniendo en cuenta que habría que asegurar su financiación, como sucedía con todas las reformas que se aprobaran. No se olvidaba la especial situación de Francia. Por eso, en su frontera con Marruecos, la policía sería organizada por ella. Se proporcionaba así a 637 Lansdowne-Francis Bertie, 27 septiembre, ib 314 El tratado de paz entre Japón y Rusia, firmado en Portsmouth el 5 de septiembre de 1905, en Documentos Básico sobre Historia de las Relaciones Internacionales 1815-1991, Juan Carlos Pereira Castañares y Pedro Antonio Martínez-Lillo, editores, Madrid, Editorial Complutense 1995, 140-143. 57 880/307 y 901/316 Carignani-Tittoni, Londres 26 agosto y 1 septiembre 1905, ASD DDS XXXIV/9 65 y 67. El texto del tratado y el despacho del secretario del Foreing Office al embajador en San Petersburgo, como anexo a 1002/345, 25 septiembre, ib. 81-84. El despacho a Charles Hardinge manifestaba el interés de Inglaterra por asegurar a Rusia que el pacto no iba contra ella. 55
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Francia una base internacionalmente reconocida para la seguridad de su frontera. La vigilancia y represión del contrabando de armas, que el gobierno de Marruecos no podía garantizar, quería Alemania que se ampliara al contrabando por tierra y por mar. Aceptado el programa financiero, pedía Alemania que el capital fundacional del Banco de Estado fuera internacional. Al lado del Sultán, Alemania deseaba que la sede fuera Tánger. Restaba sólo asegurar de nuevo que el gobierno de Berlín no buscaba ventajas económicas antes de la Conferencia. Con eso quedaba explicada su postura en relación con la conducta de Franz von Tattenbach. Rouvier puntualizó esta respuesta del embajador. Las normas que estableciera la Conferencia para la organización de la policía tendrían la autoridad que le proporcionaba su origen: un acuerdo internacional, pero no podrían trabar la libertad de acción en un terreno, en el que el interés internacional estaba salvaguardado, por los principios de integridad territorial y de independencia de Marruecos y de soberanía del Sultán, a los cuales Francia había dado no sólo su adhesión, sino también unas prendas ya históricas. Aceptaba que se suprimiera la mención a los lugares en los que se establecería la policía. “En résumé, l’accord complet sur le projet de programma ne tient plus désormais entre les deux gouvernements qu’au maintien dans le paragraphe relatif aux droits spéciaux de la France en ce qui concerne la police de frontière… Rien ne semble donc plus s’opposer à ce qui nous prescrivions sans délai à nos représentants de procéder en commun aux démarches nécessaires pour faire accepter par le Sultan le projet de programme”, cuyo texto se adjuntaba. Las observaciones sobre vigilancia del contrabando de armas se aceptaban con la reserva de que en la región fronteriza ese reglamento sería un asunto exclusivo de Francia y Marruecos. Había acuerdo sobre las reformas financieras y comerciales. La regulación de la Banca de Estado se decidiría en la Conferencia. Aceptaba Francia que se incluyera en el programa las medidas que mejoraran el sistema fiscal, pero sin condicionar a esto otras reformas. Al finalizar su respuesta, Rouvier pedía que Alemania dejara sin efecto las concesiones obtenidas por Tattenbach para las obras públicas en el puerto de Tánger y las de los bancos alemanes para un empréstitos a Marruecos58.
Radolin-Rouvier, 25 agosto 1905, respuesta de Rouvier, 30 agosto, copias, AAE NS M 15 163-166 y PRO Foreign Office 99/435 266-268 y 270-274. 58
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Se entregó al gobierno inglés un resumen del programa. Estos eran los tres puntos I. Organización de la policía, salvo en la región fronteriza, donde seguirá siendo regulada por una entente directa entre Francia y Marruecos. Se negociaría la creación de un cuerpo de tropas integrada por marroquíes y el reglamento para la vigilancia y represión del contrabando de armas. II. Reforma financiera: ayuda al Majzén para crear un Banco de Estado con el privilegio de emisión, encargado de las operaciones de tesorería, acuñación de moneda, y cuyos beneficios pertenecerían al Majzén. El Banco de Estado sanaría la situación monetaria. Los créditos concedidos al Majzén se emplearían en el equipamiento y salario de la policía y en obras públicas, especialmente para mejorar los puertos y sus instalaciones. III. El Majzén se obligaba a no enajenar ningún servicio público en beneficio de intereses privados. La adjudicación de las obras públicas se haría sin discriminación de nacionalidad59. El embajador Jules Cambon y Montero Ríos concretaron ahora lo convenido en octubre del año anterior. Habían tenido en cuenta la conferencia y su programa. Y estos eran los acuerdos: 1. Policía de puertos: Sus jefes y oficiales en Larache y Tetuán deberían ser españoles. Los de Casablanca y Rabat, franceses. Serían franco-españoles los oficiales y jefes de la policía de Tánger60; 2. Vigilancia y represión del contrabando de armas: en tierra, la represión seria encargo de Francia en la frontera de Argelia y de España, en sus plazas y posesiones africanas. Por mar, sería labor de una división de barcos de guerra, mandada alternativamente por oficiales españoles y franceses; 3. Intereses económicos y financieros: las obras públicas y todo tipo de empresas podrán ser realizadas y dirigidas por españoles y franceses. Los dos gobiernos fomentarán la creación de empresas mixtas, cuyos derechos se fijarán en proporción al capital aportado. Procurarán también por medios pacíficos conseguir las concesiones para sus ciudadanos. Cuando se cumpla Rouvier-Radolin-Rouvier, 30 agosto 1905, respuesta a Radolin, 25 agosto, copia, PRO Foreign Office 99/435 274. La importancia de estas dos notas fue subrayada por de la Margerie, encargado de negocios de Francia a su colega inglés, conf 159 Cartwright-Lansdowne, San Sebastián 5septiembre, ib. 278-281. El 9 de septiembre, desde Berreen (Irlanda) Lansdowne agradecía a Paul Cambon la copia de las cartas entre Rouvier y Radolin, ib. 300. 60 El control exclusivo de la policía por parte de Francia y España era un asunto irrenunciable. Y así trató de presentarlo el gobierno francés, acudiendo al apoyo de otros países. Vid. Tc strictement conf 70 y 77 très conf Révoil-Rouvier, Algeciras 15 y 17 febrero 1906, AAE NS M 16 49 y 52. El rechazo por parte alemana podría hacer que la conferencia terminara con un portazo, como temía Tornielli. Texto conf. de una conversación con el embajador de Italia en París, 21 febrero, ib. 54. 59
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el plazo de 15 años previsto en el acuerdo del 3 de octubre, las obras públicas las realizará cada una de las partes en su zona de influencia. 4. La condición jurídica de los ciudadanos y de los establecimientos y escuelas de cada uno de los dos países no se modificará. Sus mercancías tendrán idéntico tratamiento. Para conservar estas dos condiciones, las dos partes se comprometen a concertar su acción ante el Sultán y su gobierno. La moneda de plata española continuará siendo de curso legal. 5. Se crearía un Banco de Marruecos, con participación de capitales de los dos países y presidencia francesa, pues su aportación sería mayor. 6. Se incrementaría el número de españoles y franceses en los servicios de aduanas, que servían de garantía al préstamo contratado recientemente con Francia y en el que había quedado integrado otro anterior español. Este acuerdo se mantendría aun en el caso de que se extendiera lo estipulado en el art. 17 de la conferencia de Madrid de 1880, a las cuestiones económicas y financieras. España estaba dispuesta a ir de acuerdo con Francia en la próxima conferencia en todo lo que afectaba al acuerdo de 1904. “Ils s’engagent enfin à se prêter réciproquement le concours pacifique les plus entier dans toutes les questions d’ordre général concernant le Maroc, ainsi que le comporte la cordiale et amicale entente qui existe entre eux par rapport aux affaires de l’empire chérifien”61. Todo parecía encarrilado, pero no era así, pues pervivía un sentimiento de recelo62. El recibimiento caluroso dado a los marinos franceses en Inglaterra, la actitud del rey Eduardo VII y el desmentido de su visita a Guillermo II eran los hechos que podrían explicar la irritación del canciller alemán, molesto por el acuerdo franco-inglés63.
61 Copia del texto y de las cartas intercambiadas entre Montero Ríos y Jules Cambon el 2 de septiembre, AAE NS M 15 167-175. Se comunicó a Londres, Berlín, San Petersburgo y Roma, tc 5 septiembre, ib. 182. Montero Ríos hizo un resumen al encargado de negocios de Inglaterra, tc 235 Jules Cambon-Rouvier, 7 septiembre, ib. 183. La comunicación hecha por Paul Cambon al marqués de Lansdowne, 6 septiembre, ib. 191-192. El secreto del acuerdo no fue guardado en Madrid. E. de Ojeda confesó a Jules Cambon que Radowitz conocía su contenido. Eso demostraba que en el ministerio de Estado había funcionarios opuestos al acercamiento de España a Francia. Tc Secret 8 Cambon-Rouvier, 6 enero 1906, ib. 16 12-13. Draft Lansdowne-Lister, 30 agosto 1905, PRO Foreign Office 99/535 258-259 62 Como ejemplo, la tensa conversación de Bülow con el embajador de Francia el 4 de septiembre. En ella l canciller habló de la necesidad de ir a una conferencia donde quedaran a salvo la dignidad del emperador y la suya. Tc 135, 135 bis y 135 ter, Bihourd-Rouvier, 4 septiembre, AAE NS M 15 177-179 63 tc 137 y 138 Bihourd-Rouvier, 5 y 7 septiembre, ib. 181 y 186. Un planteamiento general, Paul Kennedy, The rise of the Anglo-German Antagonism 1860-1914. London, George Allen and Unwin, 1982.
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El 28 de septiembre Radolin y Rouvier firmaban y sellaban en París el proyecto de programa y la oferta a España de que la conferencia tuviera lugar en Algeciras64. La posición de Rouvier de ser discreto y no llevar el acuerdo ni a la prensa ni a la tribuna parlamentaria no gustó a Bülow, que hizo unas declaraciones a la prensa francesa, poco aceptables y bastante inoportunas65. En resumen, cuando el verano de 1905 se abrió una crisis en las relaciones franco-alemanas a causa de Marruecos, el gobierno alemán dijo estar dispuesto a una negociación directa, si recibía una proposición. Creía que Marruecos era un asunto que afectaba a todos los gobiernos presentes en la Conferencia de Madrid. Francia, en cambio, quiso que Marruecos dejara de ser un tema europeo. Alemania buscaba salir de su aislamiento. Según Delcassé, la crisis era una forma de reclamar una alianza con Francia, que la alejara del Reino Unido. Si eso fracasaba, la conferencia podría ser al menos la puesta en escena de un acuerdo previo franco-alemán, que, según los alemanes, versaría sobre las reformas necesarias. Las amenazas se convertían así en garantías amistosas y promesas pacificadoras. Alemania necesitaba y quería salvar su prestigio manteniendo la promesa hecha al Sultán. Además las reformas aprobadas podrían extenderse a Turquía. Erraba Alemania en sus cálculos. España e Italia hallaban seguridad en la solidez del acuerdo franco-británico, cada día más fuerte, como quiso dejar patente Rouvier ante el gobierno inglés. Para romperlo no podría contar con ellas. España tenía un interés añadido: la defensa de sus islas en el Mediterráneo y el Atlántico. Era el momento de que los dos aliados, Francia y el Reino Unido, pensaran en reanudar una negociación pendiente desde 1899 que las garantizara. Por esa vía se llegará a los acuerdos de 1907. Aprobada la celebración de la Conferencia, el gobierno inglés dudaba de que fuera el procedimiento mejor para lograr unos objetivos indiscutibles. Conocido el programa, Montero Ríos y Cambon concretaron los puntos en los que los irían de acuerdo.
64 Texto mecanografiado oficial, ib. 207-208. La referencia a Algeciras, en la nota preparada para la prensa, AAE NS M 15 210. 65 Rouvier se lo comentó a Radolin el 18 de octubre. Y dijo claramente que si el conde Tattenbach iba a ser el representante alemán en la conferencia, no valía la pena asistir a ella. Comunicación a los embajadores en San Petersburgo, Londres, Berlín, Viena, Roma, Madrid, Washington y Munich, copia sin número, 20 octubre, ib. 213-214.
II. “EL MAYOR PELIGRO PARA LA PAZ EN EUROPA”1
El 7 de septiembre de 1905 el general Camilo García Polavieja, jefe de su cuarto militar, presentó un informe a Alfonso XIII. Unas semanas antes salieron del poder los conservadores. En política exterior se pronunciaba contra la alianza con Francia e Inglaterra. El reciente acuerdo entre ambas asignaba a España en Marruecos el Rif, “de difícil y caro dominio” y pobre en recursos. Por distintos motivos, en Londres y París deseaban que España fuera débil. La habían tratado como una potencia de rango inferior, “como a Corea”2. Jules Cambon confirmó lo que había dicho Carrwright, el encargado de negocios inglés a su colega de la Margerie el 4 de septiembre3. Había una novedad, Montero Ríos le había dado una carta afirmando que el gobierno de España se mantenía fiel a los compromisos adquiridos con Francia e Inglaterra en 1904. Daría un apoyo sin condiciones, “unqualified support”, a los delegados franceses e ingleses. Eso despejaba las dudas del embajador sobre la postura española y la presión que sobre ella pudiera ejercer Alemania, a donde probablemente iría el Rey antes de que la conferencia se reuniera4. 1 La cuestión marroquí constituía para la paz en Europa un peligro mayor que la de los Balcanes. En la Conferencia habría que armonizar los intereses recíprocos de las potencias europeas y la soberanía del Sultán. Al concluir sus trabajos, el presidente de la conferencia subrayó el espíritu de conciliación de los participantes. Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras. Diario de un testigo, Madrid 1906, 21-22, 28 y 343. 2 Camilo García Polavieja 7 septiembre 1905, AGP 15827/29 en Javier Tusell y Genoveva G. Queipo de Llano, Alfonso XIII. El Rey Polémico, Madrid, Taurus Historia 2001, 134. 3 Conf 159 Cartwright-Lansdowne, San Sebastián 5 septiembre, PRO Foreign Office 99/435 278-281. 4 Cambon le pidió que se mantuviera en secreto la noticia de la carta que le había enviado Montero Ríos. Radowitz se había marcha de permiso a Alemania. Tc 70 impreso, Cartwright-Lansdowne, San Sebastián 7 septiembre, ib. 290.
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En los días siguientes al intercambio de notas entre Radolin y Rouvier se bloqueó la negociación. La causa, la policía en la frontera de Marruecos con Argelia. Francia tenía derechos reconocidos desde 1845. El 8 de julio de 1905 Alemania aceptó la especial posición de Francia en Marruecos, que respetaba la soberanía del Sultán y la integridad territorial de su Imperio. Esas dos condiciones eran suficiente garantía internacional para que las dos partes reglamentasen la vigilancia en la frontera común. Los esfuerzos de Radolin, Rosen y Rouvier lograron un borrador, que dejaba el primer punto así: “L’organisation, par voie d’accord international de la police hors de la région frontière” 5. El 28 de septiembre, Le Temps publicaba la nota oficial: había acuerdo sobre el programa, subrayando la omisión en él de la policía en la frontera. El gobierno de España daba su conformidad para que la sede fuera Algeciras. Las misiones de Francia y Alemania en Fez saldrían de la ciudad en cuanto presentaran el documento al Sultán. La prensa acogió con satisfacción la Nota6. El 3 de octubre de 1905, la legación de Francia en Lisboa comunicaba a Villaça, ministro de Asuntos Exteriores, el acuerdo franco-alemán sobre el programa para una Conferencia sobre Marruecos. Los ministros de los dos países en Tánger lo presentaron al Sultán en Fez, que aceptó la iniciativa y la sede7. El gobierno de Lisboa deseaba saber si el Reino Unido participaría en ella, ahora que estaba convocada por el Sultán. El 15 de noviembre respondía Lansdowne asintiendo a la invitación y al programa. Esperaba que los dos gobiernos actuaran juntos8. Tras su misión en Fez, el conde Tattenbach y Saint-René Taillandier marcharon a informar a sus gobiernos. La presencia de Gerard Lowether, el ministro del Reino Unido en Tánger, indicaba que fue a Fez como mediador entre sus dos colegas, por una parte, y el Sultán y el Majzén por otra, en un El informe de la negociación en París y Berlín para llegar a un borrador de programa y fijar la sede, Draft 637 Lansdowne-Francis Bertie, 27 septiembre, ib. 311-314. Se hizo copia para el Rey, el Príncipe de Gales, Arthur James Balfour y para las embajadas y el ministro en Tánger. 6 357 Embajador en París-Lansdowne, 28 septiembre, PRO Foreign Office 99/435 327. 7 Nota de la legación de Francia en Lisboa, 4 marzo 1906, a Antonio Eduardo Villaça, 3 octubre 1905, AMNE 3 P A 22 M 457 104. Lo mismo hizo la legación de Alemania, 29 octubre, ib. 115. La aceptación del Sultán, comunicación de legación de Francia en Lisboa, 30 octubre, ib. 114. Lo mismo hizo la legación de Alemania, 29 octubre, ib. 115. La aceptación del Sultán, comunicación de legación de Francia en Lisboa, 30 octubre, ib. 114. 8 Tc de Antonio Eduardo Villaça a la embajada de Portugal en Londres, 9 noviembre 1905. La respuesta de J. da Camara Manuel, con la respuesta inglesa, 20 noviembre, AMNE 3 P A 22 M 457 116 y 122 A. 5
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momento en que eran previsibles choques y tensiones. Según Tattenbach la conferencia tenía muchas posibilidades de éxito y las reformas propuestas por su gobierno y el de Francia habían sido bien acogidas9. Al iniciarse el s. XX hay en Marruecos voluntad de independencia frente a las ambiciones de las potencias y deseos de reformas. Para lo primero, resistencia armada. Para lo segundo, dos modelos, el tradicional y el “modernista”. Este movimiento reformador se acentúa entre 1905 y 1908. Marruecos es una nación islámica, gobernada por un Chérif-califa, descendiente del profeta y con un Majzén flexible y diversificado. Como nación islámica une la aportación que viene de Oriente con la tradición mediterránea y africana10. El Sultán es el “emir de los creyentes, “garant de cette légitimité nationale, pôle indefectible, arbitre suprême”. La bay’a es, a la vez, investidura del Sultán y pacto entre él y su pueblo. Vertebra así un sistema descentralizado adoptado a la sociedad. A este sistema institucional se suma como soporte la lengua, las tradiciones, un pasado compartido y una ordenación territorial. La diversificación en el interior del Majzén permite y garantiza al mismo tiempo una reforma del Estado para que sea más tutelar. Controla su poder una asamblea legislativa que sale del pueblo. La crisis provocada por la abdicación de Abd-El-Aziz permitió a una burguesía formada por comerciantes y clérigos medir sus fuerzas. Hafiz logró neutralizarla. La etapa del protectorado remató esta derrota11.
1. Preliminares de la Conferencia de Algeciras Publicado el programa, el Reino Unido tenía una posición inmejorable. Si la conferencia fracasaba, nada cambiaría en la política que venía propiciando y que llevó a los acuerdos con Francia. Si se celebraba con un programa poco preciso, habría que delegar en Francia la realización de lo que
503/99 Malmusi-Tittoni, 29 de noviembre de 1905, ASD SP P 208. Ha destacado esta misma tendencia a unir el encuentro de Oriente con el Mediterráneo y África en Túnez Alfonso de la Serna, Imágenes de Túnez, Madrid, Instituto Hispano-árabe de Cultura 1979. 11 El nacionalismo, en su acepción moderna, nacerá en 1925. Cagne reconoce la existencia de “la force et la pérennité du sentiment qui attache le marocain à son iman, à son terroir et à toute région –aussi excentrique soit-elle dans l’obéissance de amïr al-munim”. Jacques.Cagne, Nation et nationalisme au Maroc. À les racines de la Nation Marocaine, Rabat, Publications de l’Institut Universitaire de la Recherche Scientifique, 1988, 631-632. 9
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en ella se aprobara. Esta era la hipótesis contemplada en el acuerdo del 8 de abril12. Se comentó esos días que Jules Cambon sería enviado a la embajada en Berlín y le sustituiría Révoil como embajador en Madrid13 y delegado en la Conferencia14. Estaba previsto que iniciara ésta sus trabajos el 15 de diciembre15. Hubo problemas y se pensó trasladarla a Madrid16, aunque Alemania no lo deseaba17. Elegir como sede Algeciras, Cádiz o Málaga fue idea de Eugenio Montero Ríos. Algeciras era “um lugarejo sem recursos de nenhuna especie”, donde sólo había un hotel en condiciones de ofrecer alojamiento digno a los delegados. Más que una Conferencia Internacional parecía un cónclave, con las mismas o peores “celdas”, clausura y aislamiento. La única diferencia perjudicaba a los delegados, porque el de Algeciras duraría más, no menos de dos meses. La distribución de los delegados crearía malestar. ¿A quiénes tocaría la mejor parte? Arthur Nicolson, el embajador inglés, demostrando sentido práctico, reservó cuatro habitaciones y alquiló un coche en Gibraltar, porque en Algeciras no lo había. Era mucho más grave la elección de algunos delegados como Franz von Tattenbach. Su sucesor en Tánger era Rosen que estuvo antes en París. Rouvier designó delegado a Révoil. Ni Tattenbach ni él eran las personas más adecuadas para reflejar una mejora en las relaciones franco-alemanas18. Al primero se le culpaba de la crisis de unos meses antes. Révoil no fue muy flexible con Radolin mientras se negociaba en París un arreglo. En Alemania, sin embargo, todos se esforzaban por mostrar un tono prudente y preservar una actitud amistosa hacia sus vecinos19. 12 Arthur Nicolson comentaba irónicamente que este acto inútil había puesto en peligro la paz en Europa. Radowitz pensaba que el problema político estaba ya resuelto con los acuerdos de su gobierno con Francia. La conferencia se detendría en los aspectos técnicos. 1014/421 A. de Bosdari-Tittoni, 16 de octubre, ASD SP P 208 y ASD DDS XL/12 207. 13 1104/465 Silvestrelli-Tittoni, 9 de noviembre, ib. 208. 14 Tc 215 Lanza-Tittoni, 23 de noviembre, ib. 208 y ASD DDS XL/12 233. 15 Vid. la comunicación hecha por el subsecretario del ministerio de Estado al embajador de Italia en Madrid. Tc 48 Silvestrelli-Tittoni, 18 de noviembre, ASD SP P 208 y ASD DDS XL/12 223. 16 Conf 1044/430, R 1257/535 y 1278/545 Silvestrelli-Tittoni, 22 de octubre y 15 y 20 de diciembre de 1905, ASD SP P 208 y ASD DDS XL/12 259 y 265. 17 Tc Lanza-Tittoni, 18 de diciembre, ASD SP P 208 y ASD DDS XL/12 263. 18 Tattenbach se defendió de la acusación de que fuera hostil a Francia. Deseaba que Italia y su país fueran de acuerdo en la Conferencia. Tc 2509 Lanza-Tittoni, 13 de diciembre, ASD SP P 208. 19 Conf 2279/814 Lanza-Tittoni, 30 de noviembre, ib. 208. La composición de la delegación alemana y de la italiana en la conferencia, urgente 1202/510 y 1227/520 Silvestrelli-Tittoni, 6 y 10 de diciembre, ib. 208.
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Ferdinand von Stumm, encargado de negocios en Madrid, aseguró que su país acudía a la Conferencia con espíritu conciliador. Erraban los periodistas. Sería mucho menos complicada que lo que imaginaban. Todo lo que pareciera negar eso era retórica política y ocultaba la realidad20. La publicación del Livre Jaune francés acabó con el malestar de Alemania. A eso se sumaba las muestras de simpatía de los alemanes hacia los ingleses. La Conferencia de Algeciras iba a ser un debate entre Marruecos y las naciones europeas. En juego, los derechos soberanos del Sultán frente a los planes de injerencia de los europeos. Para medir el resultado debería tenerse en cuenta la situación interna: la escasa influencia de Abd-El-Aziz y la guerra que desde hacía cuatro años le hacía su hermano Muley Mohamed, El Roghi21. Habría que contar también con El Raisuli. Era especialmente importante conocer la voluntad de resistencia en un pueblo que preparaba sus armas para defenderse de una penetración extranjera no deseada. “Los delegados del Sultán, que son astutos, tratarán de reírse una vez más de la diplomacia europea; y si así no fuera, si los arrinconaran tanto que les obligaran a hacer algunas concesiones, el pueblo marroquí negará lo que el Sultán ofrezca”. Lo hará con medios pacíficos o recurriendo a la violencia, pero lo hará22. Morir en guerra contra el infiel era ganar el paraíso23. Después de leer el Libre Jaune, editado por el ministerio de Asuntos Exteriores francés, Guillermo II ordenó que se enviaran a Joseph von Radowitz, jefe de la delegación, instrucciones más conciliadoras. El Emperador se interesa-
20 Reservado 8 Tovar-Antonio Eduardo Villaça, 19 diciembre 1905, AMNE 3 P A 22 M 457 149. 21 E. Al-Khallaoufi, Bouhmara, du jihad à la compromission. L Maroc oriental et le Rif de 1900 à 1909. Textes et Documents, Rabat 1993. 22 Guillermo Sánchez Cabeza, “Ante la Conferencia”, ABC, 7 enero 1906, 1. Volvió sobre esta resistencia de la sociedad marroquí a las reformas, citando expresamente que el Sultán no consentiría la creación del Banco de Estado, ib. 14 enero 1. 23 Felipe Ovilo, “Sobre la Conferencia”, ABC 23 enero, 4. Sobre el Sultán como Rey y como emir de los creyentes y el papel de El Roghi, vid. Su comentario, ib. 27 enero, 14. Sobre aspectos culturales y religiosos de Marruecos, George Spillmann, Esquisse d’histoire religieuse du Maroc; confréries et zaouias. Paris. Peyronnet. 1951. Sobre las influencias entre Islam e identidad, religión y sociedad, Anouar Abdel-Malek, La pensée politique arabe contemporaine. La longue marche arabe. Nation et révolution. La reconquête de l’identité. Islam et les masses. Vers le socialisme. La résistance palestine et l’avenir, Paris, Seuil, 1970, 373. Edmund Burke, “Pan-Islam and Moroccan Resistence to French Colonial Penetration, 19001912”, Journal of African History XIII/1 (1972) 97-118. Abdallah Laroui, Marruecos: Islam y nacionalismo. Ensayos. Madrid. Editorial Mapfre. 1994, 232; Islamisme, Modernisme, Libéralisme: esquisses critiques, Casablanca, Centre de Culture Arabe 1997, 234 e Islam et modernité (2 édition), Casablanca, Centre de Culture Arabe 2001, 179.
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ba poco por Marruecos. Le preocupaba más Rusia y el movimiento revolucionario en aquel país, que juzgaba tener la aprobación de la prensa francesa. Era esa conducta la que verdaderamente le inquietaba. Quizás terminaría pidiendo garantías sobre este punto al gobierno francés24. Lo mismo pensaba Witte, presidente del consejo de ministros ruso. Estaba convencido de que no surgirían incidentes en la Conferencia. Guillermo II seguía una política exterior de paz. No había que creer los rumores den un enfrentamiento con Francia25. Se mantuvo la sede26, pese a algunos inconvenientes, apuntados por el embajador portugués en Madrid. Ahora el conde de Tovar decía que el Hotel Cristina era el mejor de la ciudad y le habían comentado que era “o melhor de toda a Hespanha”. Se propuso a la dirección 2000 ptas. diarias. Era una oferta corta, porque en los días en que estaba prevista la Conferencia había muchos extranjeros ricos en la ciudad. Con algo de humor, comentaba que el deseo de ahorrar unos francos por parte de los gobiernos podría hacer fracasar una reunión de la que, no hacía tanto, parecía depender la paz o la guerra en Europa. El embajador inglés obedecía a su gobierno, pero lo hacía convencido de que de nada serviría. Para resolver la cuestión marroquí bastaba controlar el contrabando de armas y municiones. En esos momentos había una situación revolucionaria en Rusia, Finlandia y Polonia. En Austria podrían desestabilizarse sus instituciones. Francia sufría una crisis política. Se había hecho una demostración naval en aguas turcas. Noruega se había separado de Suecia… todos esos hechos eran un argumento para aplazar una reunión que sería una mera formalidad inútil y que podría generar complicaciones no previstas27. Segismundo Moret tenía que resolver el problema con los militares que pedían llevar ante su jurisdicción los ataques contra la patria, la bandera y el ejército28. Estaba dispuesto a aprobar una legislación, pero no a ampliar la jurisdicción militar. Con esa postura estaban de acuerdo todos, desde Antonio Maura a Nicolás Salmerón. Quería iniciar el debate en el Senado, donde
24 Note, 20 diciembre 1905, DDF 2e série/VIII, Paris 1938, 350-351. Esta observación contradecía una correspondencia de Alemania publicado en el Popolo Romano, de la que se hacía eco el embajador francés. Très conf 224 Barrère-Rouvier, 20 diciembre, AAE NS M 16 3-6. Desde Copenhague confirmaba esta impresión positiva el ministro de Francia. Tc 4 Philippe Crozier-Rouvier, 15 enero, ib. 19. 25 “Marruecos”, El Resumen 8 enero, 2. 26 Tc 54 y 80 Silvestrelli y Malmusi-Tittoni, ambos del 27 de diciembre, ASD SP P 208 y ASD DDS XL/12 275 y 277. 27 Reservado 6 Tovar-Antonio Eduardo Villaça 13 noviembre 1905, AMNE 3 P A 22 M 457 120. 28 Durante el tiempo que duró la Conferencia, ocupó el primer puesto en la prensa de Madrid la tramitación y debate de la llamad Ley de Jurisdicciones.
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estaban los Capitanes Generales. ¿Lo conseguiría? Le inquietaban las dudas de Alfonso XIII y su conducta desde 1902. Si triunfara la pretensión del ejército se crearía un precedente para intervenir en política teniendo al Rey a su lado, por temor o por que lo quería. El único beneficio que veía Moret: la opinión se desentendía de la Conferencia de Algeciras. “Nous pouvons nous en feliciter”, dijo al embajador francés29. Había que superar todavía algunos problemas de procedimiento30. Resueltos, al final, en Algeciras y el 16 de enero31. Deseaba Francia que se iniciase y cerrase la conferencia cuanto antes. Marruecos debería perder actualidad. La buena disposición de Alemania presagiaba un fácil acuerdo. La Conferencia no debería tener la osadía de querer arreglar para siempre la cuestión de Marruecos. Francia no proyectaba conquistarlo ni repartirlo. Quería que España saliera contenta por haber visto salvados sus intereses32. Habló de la Triple Alianza von Bülow en el Reichstag los días 9 y 10 de noviembre y señaló la posibilidad de que Italia eludiera sus compromisos. Alemania debería, en ese caso, afrontar sola cualquier emergencia internacional. Hubo un encuentro entre Giolitti y el canciller alemán, pero el compromiso de Italia con la Triple Alianza se dejó para una nota oficiosa. Italia cerraba la era de Crispi. Se confirmaba la orientación tomada años antes por el marqués Antonio Starabba di Rudinì. Se engañaba al pueblo italiano creando la sensación de que, en caso de guerra europea, el gobierno elegiría con quién estar. Esta ambigüedad ocultaba un hecho: existía un compromiso formal, escrito, renovado varias veces con Alemania y Austria, mientras que una alianza con franceses e ingleses era aún una aspiración. Si se declarase una guerra y se hundiese Austria, ¿impedirían los ingleses que Alemania se situase en Trieste? Si la guerra se iniciase con Austria, ¿surgiría un nuevo Napoleón III que viniera en ayuda de Italia, cuya frontera oriental estaba indefensa y lo sabían los austriacos? La política exterior exigía más seriedad. Había que saber que Italia o continuaba en la Triple Alianza o se quedaba sola. El parlamento no había 29 Las vacilaciones del Rey ponían en crisis el sistema. “Toute l’oeuvre d’Alphonse XII et de Canovas lors de la Restauration fut de briser les traditions du particularisme dans l’État, qui étaient celles de l’armée. Si le Roi revenait à un passé néfaste, m’a dit Moret, il serait perdu tôt ou tard ». Los militares impusieron sus exigencias. 6 y 19 Cambon-Rouvier, 6 27 enero 1906, AAE NS E 3, 157-159 y 174-175. Era un mal augurio. 30 Un análisis desde el punto de vista del derecho internacional, 3266/1282 Tornielli-Tittoni, 19 de noviembre, ib. 208 y ASD DDS XL/12 237-238. 31 Comunicación del embajador de España, Arco-di San Giuliano, 29 de diciembre, ib 208 y ASD DDS XL/12 279. 32 Conf 1292/552 Silvestrelli-Tittoni, 24 de diciembre, ib. 208.
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sabido situarse por encima de la desorientación del pueblo italiano. Había derrochado la herencia de Camille Cavour. La Triple Alianza había demostrado su eficacia, especialmente después de 1882. En aquellas condiciones, fue una necesidad impuesta. Pudo ser la base de una política exterior, que diera fuerza y riqueza a Italia. En lugar de fortalecerla, los italianos la habían calumniado y debilitado... Todo eso había sucedido “per amore di Trieste”, es decir, por la demagogia del irredentismo. Las alianzas son siempre actos formales. Con Francia y el Reino Unido Italia no había firmado ningún compromiso escrito33. Fuera ya del gobierno, Théophile Delcassé podría sentirse satisfecho de lo que había logrado en sus años como ministro de Asuntos Exteriores. El mismo día en que von Bülow hablaba sobre Italia y su posición en la Triple Alianza, subrayaba en la Cámara de Diputados la sólida base en que se asentaban las relaciones franco-italianas34. España seguía al lado de Francia y del Reino Unido. Preocupaba a sus embajadores en Madrid la fascinación que habría podido tener Guillermo II sobre Alfonso XIII durante su visita ese otoño a Alemania. Arthur Nicholson se creyó obligado a aconsejar al Rey cautela, sobre todo en las conversaciones informales, porque sus palabras podrían ser publicadas luego con un carácter oficial. Nada sucedió que pudiera confirmar los temores. A su regreso a Madrid, Alfonso XIII dijo al embajador inglés: “Ont voulu m’étonner à Berlin et m’inspirer l’idée d’une grande force militaire, mais j’ai lu dans le jeu de l’Empereur et je reviens toujours persuadé de marcher dans un accord intime avec l’Angleterre et la France unies”35. Una semanas más tarde, Moret, presidente del consejo, informó a Nicholson que Guillermo II habló al Rey de un pacto secreto con Alfonso XII en caso de guerra con Francia36. Pidió renovarlo. Pero el Rey dijo que era un “Una mortificazione”, Il Mattino 9-10 decembre 1905, 1. “Evidement, on peut soutenir que le Maroc ne touche pas directement l’Italie. Mais quel politique refusera de voir les raisons qui obligent l’Italie à se préoccuper de toute modification à l’équilibre des forces dans la Méditerranée? Des explications franches et complètes que nous avons échangées avec elle est sorti un accord qui sauvegardant pour l’avenir les intérêts essentiels des deux nations dans la Méditerranée ne laisse plus place désormais dans leurs rapports que pour une amitié réciproque et pour un mutuel bon vouloir”. Declaraciones de Delcassé en la Cámara de Diputados, 10 de noviembre de 1905, recogidas en 3230/1395 Tornielli-Tittoni, 21 de noviembre de 1905, ASD SP P 208 35 195 Cambon-Rouvier, 1 décembre 1905, AAE NS E 40 278-279. 36 Ingrid Schulze Schneider, “La diplomacia personal de Alfonso XII. Una proyectada alianza del Imperio Alemán”, Boletín de la Real Academia de la Historia, CLXXXII/III (1985) 471-501. Javier Rubio, El reinado de Alfonso XII: problemas iniciales y relaciones con la Santa Sede, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores 1998. 33
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monarca constitucional y que no podría asumir compromisos sin el consentimiento de su gobierno. E insistió en que los tiempos eran distintos37.
2. La costa de Marruecos, una frontera para España Con la Conferencia de Algeciras a la vista, examinó La Época, diario de los conservadores, la gestión del gabinete liberal anterior. Acusó de frivolidad a su presidente, Eugenio Montero Ríos. No había medido el alcance de lo que iba a discutirse en ella. Por eso, una vez abandonado el poder, sería una equivocación ceder a su deseo de presidirla. Mientras Franz von Tattenbach, Rosen, Amadée-Paul Révoil, Jules Cambon y Arthur Nicolson conocían perfectamente el problema a debatir, el jefe de la delegación española sabía algo de él pero había demostrado tener un criterio poco exacto de los intereses de su país. Para completar ese error, se había pensado en Bernardo Jacinto Cólogan, entonces en Washington, como miembro de la delegación. El diplomático sostenía una postura diferente a la de Montero Ríos. Era impensable que Moret y el duque de Almodóvar del Río ignoraran estas cosas. No tendrían la tentación de suponer que unas instrucciones detalladas bastaran para que Montero Ríos hiciera un buen papel. En la conferencia habría que discutir. Eso exigía tener iniciativa y conocimientos para defender la propia postura y hacerlo con acierto38. El 12 de diciembre debatieron en el Congreso Maura y el duque de Almodóvar del Río. Este sostuvo que Marruecos interesaba sobre todo a quienes tenían fronteras con él. Esa dimensión territorial era la primera. Había también intereses comerciales que afectaban a todas las naciones. El más grave era la libre navegación por el Estrecho de Gibraltar. Maura creyó conveniente añadir: “existe el interés, existe el derecho que nosotros tenemos, el derecho que nos asiste antes y que ahora tiene título jurídico, nuestro derecho incontestable a que la costa marroquí, situada enfrente de la nuestra, se considere como una frontera de España, porque ello importa a nuestra independencia y a nuestra seguridad; porque es la única posibilidad de soportar nosotros el presupuesto de nuestra seguridad y nues-
37 Moret informó que el rey rechazó un compromiso matrimonial con la princesa de Mecklenbourg. Copia del tc Cambon-Rouvier, 23 décembre 1905, AAE NS E 40 286. 38 “La Conferencia de Algeciras. Camino del fracaso”, La Época, 11 de diciembre de 1905, 1. El embajador de Italia creía que ese comentario subordinaba los intereses del Estado a los del partido conservador. Montero Ríos estaba al frente de los asuntos cuando se planteó la conferencia y su temario. No podría decirse que no sabía de qué iba a tratarse en Algeciras.1234/526 Silvestrelli-Tittoni, 12 de diciembre, ASD SP P 208.
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tra vida. Por eso la situación de España respecto a Marruecos es una situación que no difiere de la situación fronteriza que Francia ha hecho valer por razón de su línea argelina (El Sr. Villanueva, ex ministro de Hacienda, “superior, porque Argelia, al fin, es una colonia de Francia”)… para mí es el interés supremo de España el que, a todo trance, hay que sacar a salvo en la Conferencia de Algeciras y en cualesquiera incidencias de la política internacional… “…digo en suma que en toda la costa de Marruecos, desde el Mulaya hasta más allá de Tánger, no podemos consentir que un solo grano de arena deje de ser marroquí, sin que pase a ser español”. Almodóvar del Río respondió que así entendía el asunto, cuando lo llamaba “cuestión territorial” y la apuntaba como la primera de todas39. La Conferencia se reunía tras unas complicadas negociaciones previas, que sembraron la inquietud en la opinión, como subrayaba el ministro de Negocios Extranjeros portugués. Había la esperanza de un arreglo unánime y definitivo para los “complicados problemas de que tem de ocupar-se”. Portugal se comprometía a no regatear esfuerzo para que esa esperanza se realizara. El programa estaba trazado en el acuerdo del 28 de septiembre RouvierRadolin. Había temas, pero no propuestas. No había pasado eso en la Conferencia de Madrid de 1880. Las circunstancias eran distintas. Bastaba recordar las diferencias surgidas los meses anteriores. Alemania no aceptó los acuerdos de de 1904. Marruecos era un asunto en el que tenían intereses otras potencias. Eso les daba derecho a intervenir en lo que afectara a su statu quo. Era necesario, por tanto, como apuntó Francia, que la Conferencia fuera precedida de un acuerdo. Se logró sólo sobre el orden del día o el programa. Siendo Portugal un país cuyos intereses no estaban amenazados, era previsible que su delegación no tuviera dificultades. Sí tenía muchos e importantes intereses el Reino Unido, con quien el gobierno portugués cooperaría amistosamente, pero dejando siempre a salvo los intereses nacionales. Francia y Alemania eran las más implicadas en todo lo que debía negociarse y aprobarse en Algeciras. España tenía en Marruecos intereses y una presencia histórica. Se pedía al conde de Tovar que, antes de cualquier medida o acuerdo, solicitara instrucciones a su gobierno, por telégrafo o correo normal, según su urgencia o importancia. La Conferencia no modificaba la posición internacional del país, pero no quería el gobierno ser excluido de las ventajas que recibiesen los demás40.
39 DS/C 42 (12 de diciembre) 1214-1217. Textos enviados a Lisboa, 126 Tovar-Antonio Eduardo Villaça 12diciembre 1905, AMNE 3 P A 22 M 457 136. 40 Texto manuscrito en AMNE 3 P A 22 M 457 sin fecha ni número.
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Portugal debería tener en cuenta a tres naciones. A España, su vecina, con quien no tenía conflictos de intereses en Marruecos. Nada impedía alegrarse por su engrandecimiento y apoyar sus justas reivindicaciones. Había pasado el tiempo de la competencia y del recelo entre los dos pueblos. A Francia, su frontera y la historia de sus relaciones con Marruecos le otorgaban un papel principal, que hasta Alemania le reconocía ¿Cómo actuar en la Conferencia para no perjudicar los intereses de Inglaterra, su aliada? Ésta, igual que Alemania, tenía grandes intereses comerciales. Había que estar a su lado para esquivar conflictos y prevenirlos 41.Vísperas de la Conferencia de Algeciras, Edward Grey secretario del Foreing Office veía que a Francia no le faltaría el apoyo de Inglaterra, España e Italia que, a pesar de ser también aliada de Alemania, era amiga de los ingleses. Una mejora en las relaciones de Londres con los alemanes era bien vista en Roma. En el verano de 1905 se dijo que Inglaterra deseaba un enfrentamiento en el continente. Era falso. El movimiento de opinión a favor de la paz entre las dos naciones preparaba el clima para que Berlín comprendiera que los ingleses debían mantenerse fieles a sus compromisos con Francia. Por eso sería vital la actitud de Alemania42. Había que destacar dos cosas. Lord Lansdowne no buscó un enfrentamiento con Alemania y su sucesor, Edward Grey, continuaba la misma política. Pese al incidente sobre Marruecos, continuaban los esfuerzos para llegar a una entente. La Conferencia era la ocasión de lograrlo Antes, una aproximación habría podido interpretarla Francia como una depreciación de los acuerdos firmados con ella. Ahora el imperio inglés estaba saturado territorialmente. No tenía necesidad de nuevas expansiones. Esa realidad simplificaba la política exterior inglesa y la libraba de riesgos. Londres había adquirido garantías en Asia, mediante su acuerdo con Japón, y en África, con el de abril de 1904. A eso se sumaba la relación amistosa con Estados Unidos, fruto de un trabajo de más de 20 años. Sería esta “la base immanente della politica internazionale dell’Impero britannico”43. Eduardo VII había comentado recientemente a un político francés: nadie Observaciones de José Luciano a las instrucciones para la Conferencia, sin fecha, 177 AMNE 3 P A 22 M 956. 42 A concluir la conferencia de Algeciras, Lord Fitzmaurice, subsecretario de Estado, subrayó que el acuerdo con Francia había servido para abrir paso a la entrada de la civilización en el sur del Mediterráneo. Su cumplimiento beneficiaría a la paz. 424/114 Tittoni-Guiciardini, 9 de abril de 1906, ASD SP P 209 y ASD DDS XL/13 35. 43 1396/477 Pansa-di San Giuliano, 28 de diciembre de 1906, ASD SP P 209 y ASD DDS XL/13 7bis-8bis. 41
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amenaza la paz en Europa. En el Reino Unido, el ministerio liberal presidido por Henry Campbell Bannerman, formado ese año y que duró hasta 1908, mantendrá las buenas relaciones con Francia. Buscará además disipar malentendidos con Rusia, continuando la aproximación entre los dos gobiernos44.
3. Delegados y expectativas La Conferencia de Algeciras ¿fue un error del Gobierno liberal? Eso pensaba Alfredo Vicenti. Faltando acuerdo entre las naciones, se ponía en peligro las posesiones españolas en el norte de Marruecos y las islas Canarias45. Nadie llamaba a España a participar en esa aventura, a tomar iniciativa alguna. Los últimos gobiernos habían mezclado insensatez y petulancia. En ese camino de los errores estaba también la elección de Algeciras como sede. España se había convertido en “mesonero forzoso” de la Conferencia teniendo además que pagar la estancia de los huéspedes. Pedida por Alemania y no deseada por Francia, Inglaterra había soltado amarras. El nuevo ministerio inglés presidido por Campbell-Bannerman deseaba la paz con todos. A diferencia de Balfour, no secundaría a Francia en Marruecos. Por ese motivo, Alemania comenzó a hablar de una reconciliación con el Reino Unido. El Liberal acusaba a la embajada de España en París de actuar más como un ministerio francés que como representación de los intereses nacionales46. Había que acudir a la Conferencia “no entregados, sino prevenidos”. De ella podría salir un desacuerdo que a la larga generara una ruptura. España no tenía deber alguno que le llevara a alinearse con alguna de las partes47. No convenía a España ni echarse a los pies de Francia ni que otra nación la usara como arma arrojadiza contra ella48.
“Habla el Rey de Inglaterra”, ABC, 1 enero 1906, 13. Se recogía el rumor de que Alemania, una vez fracasado su plan de tener en Madeira una escansión naval miraba hacia las Canarias 46 Víctor Morales Lezcano, León y Castillo, embajador (1887-1918). Un estudio sobre la política exterior de España (2), Las Palmas 1998. “La embajada de España en París durante las misiones diplomáticas de Fernando León y Castillo”, Historia Contemporánea 15 (1996) 77-88. Las memorias del embajador, Fernando León y Castillo, Marqués de Muni, Mis tiempos. 2 tomos, Ediciones del Exmo. Cabildo Insular de Gran Canaria 1978. 47 “La Conferencia”, El Liberal 2 enero 1906, 1. Volvió sobre la mala situación en la que llegaba España, “Cambio de Cuadrante”, ib. 10 enero, 1. 48 Alfredo Vicenti, “La Conferencia. Una premisa”, El Liberal, 21 enero, 1. 44 45
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Estaba previsto, como hemos visto, que Montero Ríos presidiera la delegación española. Se opuso a ello el diputado Eugenio Silvela, que calificó una “desgracia nacional” que eso se consintiera. La crisis del partido liberal, la crítica a la gestión del anterior ministerio…lo impidieron49. Defendió Moret a su antecesor el 26 de diciembre en el Congreso50. Se lo agradeció Montero Ríos al día siguiente. En su carta a Moret recordaba su presencia en la negociación de París en el otoño de 1898. Diariamente lo censuraron y ultrajaron en su país, mientras que los delegados norteamericanos le mostraron respeto y consideración. “La difamación impaciente ha pasado por encima de los intereses de la Patria para continuar ensañándose en mi modesta persona”. No quería revivir la amargura de aquellos días del 9851. Pedía que no se firmara la plenipotencia a su nombre, porque su labor quedaría quebrantada por el ultraje y la difamación. La política interna exigió ofrecer esta “compensación” a quien acababa de dejar la presidencia del gobierno. No era la persona adecuada, porque no sabía francés y eso le crearía problemas para dirigir unos debates en esta lengua. La elección de Almodóvar del Río encomendaba esa función a una persona inteligente, bien preparada, de excelente trato y don de gentes, que hablaba perfectamente inglés y francés52. A su lado, como decano por edad y oficio, estuvo Visconti Venosta, que “fu l’uomo di pace della politica estera italiana”. Con una representación de alto rango, Italia se apartaba de las otras potencias que enviaron a sus embajadores en Madrid. Podría mediar entre Inglaterra, Francia y Alemania, “aunque nadie se lo había pedido” 53. Lo esperaba así el ministro de Estado54. Su designación para presidir la Conferencia fue un acierto. Pertenecía a una generación reivindicada en 1906 por Armando Palacio Valdés55. Léon Bourgeois ministro de Asuntos Exteriores agradeció en su discurso ante la Cámara 49 130 Tovar-Antonio Eduardo Villaça, 27 y 28 diciembre, AMNE 3 P A 22 M 457 148, 150 y 153. 50 DS/C 57 (26 diciembre 1905) 1680-1684. 51 La defensa de su actuación, Eugenio Montero Ríos, El Tratado de París, Madrid 1904. 52 La carta fue publicada en la prensa el 28 de diciembre. Un comentario en 132 TovarAntonio Eduardo Villaça, 29 diciembre, AMNE 3 P A 22 M 457 151. 53 Fernando García Sanz, intervención en el coloquio tras Manuel Espadas Burgos, “Del 98 a Annual: hombres, criterios y objetivos de la política exterior española”, España e Italia en la Europa contemporánea: desde finales del siglo XIX a las dictaduras, Fernando García Sanz, editor, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 2002, p. 255. 54 Almodóvar del Río creía que Visconti Venosta, a pesar de sus años y de su estado de salud, sería “an efficient mediator if a crisis should arise”. Tc 10 y 25 conf Cartwright-Edward Grey, Madrid 31 enero y 1 de febrero 1906, PRO Foreign Office 185/1029, sin paginar. 55 Hablando de Ramón Escudero, tío de Tristán Aldama, destaca Germán Reynoso en él sus cualidades como hombre de acción. Como argumento recuerda su conducta en 1898.
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de Diputados el 12 de abril de 1906 la buena labor del Duque de Almodóvar del Río56. Le acompañaron en la delegación Juan Pérez Caballero57, Ramón Piña, Cristóbal Fernández Vallín. Manuel González Hontoria58, Santiago Méndez Vigo, Jaime de Ojeda y José María Gamoneda y Llabería y Antonio Gamoneda y Llabería, entonces ministro de España en Tánger59. En la delegación de Italia asistía a Visconti Venosta60 Giulio Malmusi, ministro de su país en Tánger y decano del cuerpo diplomático. Francia, con Amédée-Paul Révoil. Alemania, con Joseph von Radowitz61 y Franz von Tattenbach.
“acababa de estallar la guerra con los Estados Unidos. El pánico se había apoderado de los hombres de negocios: por la Bolsa, por todos los círculos financieros soplaba un viento helado de muerte, los más audaces huían; los más valientes se apresuraban a poner a salvo su dinero; a las puertas del Banco de España se acumulaba la muchedumbre para cambiar por plata los billetes. En aquel día memorable, he visto a tu tío en la bolsa hecho un héroe, la actitud tranquila, los ojos brillantes, la voz sonora, lanzando con arrojo todo su capital a la especulación. “¡Compro!”, ¡compro!”, gritaba... No contento con esto hizo poner en los balcones de su casa un cartel que decía: se cambian los billetes del banco de España con prima”. Para Palacio Valdés se trataba de una locura sublime... Tristán o el pesimismo (1906), Narcea S.A.Ediciones, Madrid 1971, c. II, pp. 110-111. 56 “…l’élévation des vues et la haute impartialité de son président, et souci de tous les droits en présence, qui a constamment animé les diverses puissances appelées à Algésiras comme a une sorte du conseil d’arbitrage et qui, dans les diverses phases de la Conférence, a suggéré d’heureuses formules de conciliation, notamment aux délégués de l’Italie, des ÉtatsUnis et de l’Autriche-Hongrie, la confiance qui n’a cessé d’unir l’Espagne à la France, en fin.... l’inébranlable fermeté avec la quelle notre constante allié, la Russie et la Angleterre, notre amie également fidèle, n’ont cessé de soutenir la légitimité et la modération de notre cause”. Ministère des Affaires Étrangères, Documents Diplomatiques. 1906. Fascicule nº 1. Affaires du Maroc. II. Protocoles et comptes rendus de la Conférence d’Algésiras pour faire suite à “Affaires du Maroc 1901-1905”, Paris, Imprimerie Nationale 1906, 293. 57 Ministro de España en Bruselas, era considerado “una gran autoridad en la cuestión de Marruecos”. Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras…32 58 Fue ministro de Estado en el gobierno formado por Maura el 15 de abril de 1919. Volvió a serlo en el último que presidió Maura, formado el 14 de agosto de 1921. 59 La Delegación Española estaba llevando a cabo “un trabajo verdaderamente abrumador…lleva la iniciativa en todas las cuestiones, realizándolo con todo el tacto necesario para no suscitar dificultades”. Los otros delegados dejaban a sus colegas españoles que propusieran los temas y cuestionarios ib. 82 y 84. 60 Fue designado en sustitución de Silvestrelli. Noticia en “la Conferencia de Algeciras”, El Liberal 5 enero, 1. El 7 de febrero se conoció en Algeciras que Fortis le había ofrecido la cartera de Asuntos Exteriores. La crisis se resolvió encargado Víctor Manuel III a Sydney Sonnino la formación de un ministerio que duró hasta e3l 29 de mayo. Giolitti formó un ministerio a cuyo frente estuvo hasta el 10 de diciembre de 1909. Una semblanza de Visconti Venosta, Guillermo Sánchez Cabeza, “Ante la Conferencia”, ABC, 14 enero 1906, 1. 61 Radowitz enfermó y se suspendió la sesión del 23 de marzo por ese motivo J. Betegón, o.c. 317-318.
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En la delegación de Marruecos, Hadje Mohammed ben El-Harbi Torres, una persona de “ánimo plácido”62, Abderraman El-Bennis63 y Mohamed ben Abdelsselam El-Mokri64. Causará este una excelente impresión al abrirse el debate sobre la represión el contrabando de armas. Tomaba nota de lo que decían los otros delegados. Aceptaba sus puntos de vista y sus intervenciones eran clarividentes65. Según el corresponsal de The Times en Argel, era una persona inteligente. Facilitaría los trabajos. La delegación de Marruecos no crearía dificultades. El fracaso de la Conferencia supondría “el desmembramiento del país y la ruina de su Hacienda” El Sultán aceptaría los acuerdos. Al final de la Conferencia se trasladaría a Fez una comisión alemana para que se admitieran las reformas. Los problemas vendrían en el momento de cometerlas. La Agencia Havas informó el 2 de enero que el Sultán había aceptado que la Conferencia de Algeciras se inaugurase el 16 de enero, como lo había propuesto el gobierno español. En Londres creían que el mejor modo de proceder sería iniciar los trabajos con la discusión del régimen de “puerta abierta” en todos los puertos. Luego, la represión del contrabando, el Banco de Estado, dejando para el final el tema más delicado: la policía. Alemania parecía partidaria de organizarla por sectores, como se hizo en Creta y Macedonia. En ese caso se reservaría Mogador. En esta ciudad, además de organizar la policía, abriría escuelas y usaría todos los medios para “germanizar” la región66. Había estos primeros días de enero más incógnitas que certezas. Al menos esa era la impresión en algunos diarios españoles. Las palabras de Guillermo II en Tánger el año anterior habían acabado con el clima de 62 Con “modales de un fraile místico”, todos le reconocen talla de estadista y una “acrisolada honradez” Guillermo Sánchez Cabeza, “Ante la Conferencia”, ABC, 14 enero, 1. 63 El-Bennis y El-Mokri gozaban del favor de la población de Algeciras ib. 156. 64 “Un diplomático sagaz y muy hábil”, como probó aceptando que se debatiera el informe sobre contrabando de armas y se protocolizara el acuerdo, dejando a salvo el voto del Majzén, ib. 53. 65 José Rocamora, “Conferencia de Algeciras” Heraldo de Madrid, 20 enero, 4. Rocamora explicaba que los moros estaban acostumbrados a negociar sin prisas. La lentitud de los debates hacía pensar en el fracaso de la Conferencia. Con el ejemplo de las resistencias a los deseos de cambio del Zar Nicolás II y con el ejemplo de Turquía, opinaba que la delegación de Marruecos no escondía intenciones contrarias a un arreglo. Actuaba así porqués es el estilo de los “poderes caducos”. El resultado de la Conferencia no estaba predeterminado. Había que vencer el malhumor por los retraso, “Prematura impaciencia” Heraldo de Madrid, 25 enero, 4. 66 “La conferencia de Algeciras”, ABC 3 enero 1906, 10. Una propuesta de Rusia, a la que se asociaron Révoil y Juan Pérez Caballero, la descartaron. Vid. “la Conferencia de Algeciras”, ABC 6 marzo, 8.
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confianza creado por los acuerdos de 1904. La postura de Alemania demostró que Delcassé había fracasado. Se dijo que el gobierno francés ordenó tener todo listo en sus arsenales ante la posibilidad de una guerra. Era una noticia exagerada, pero la prensa francesa, dos semanas antes de la Conferencia, insistía en mantener las pretensiones de su país. No era previsible que Alemania las aceptara. Tras las palabras de Guillermo II no se consentiría nada que lesionase la soberanía del Sultán y la independencia de Marruecos. Si Francia reclamara su derecho exclusivo a organizar la policía, tendría en su manos “la dirección política” de Marruecos. Acabaría así el régimen de “puerta abierta”. Si se empeñara Francia en su deseo de reservarse esa atribución, Alemania abandonaría la Conferencia. Libertad de comercio y paz eran los dos objetivos de Estados Unidos. El secretario de Estado creía que la Conferencia no afectaba a los intereses de su país. Su delegación tenía instrucciones de defender la libertad de comercio, sin entrar en otros asuntos, reservar su influencia a favor de la paz y fortalecer la entente franco-inglesa67. La perspectiva no era buena, pero algo podría salvarse, dejando a un lado legítimos intereses y trabajando en beneficio de todas las potencias participantes. España cooperaría lealmente en ese objetivo, que respetaba sus derechos y sus grandes intereses68. Radowitz comentó a su colega portugués su pesimismo por la situación previa a la Conferencia. Había una creciente voluntad de paz entre los gobiernos, pero la prensa parecía empeñada en aterrorizar a la opinión69. Al recibir a los generales alemanes con motivo del 1 de enero, Guillermo II había comentado que Alemania encaraba un año muy complicado, según un comentario publicado por The Observer. Esa interpretación quedó desmentida. Aquel día Guillermo II se limitó a hablar de asuntos de servicio70. Asombraba la quietud e indiferencia de la opinión española. Para los alemanes, Marruecos era una cuestión nacional. Era igualmente llamativo que, “estemos disputando por cuestiones menudas y carezcamos en absoluto de política internacional”. A la vista de los comentarios de la prensa inglesa, francesa y alemana, “la reunión de Algeciras despierta en el mundo tanta o más expectación que
67 Tc 7 Copia del telegrama del embajador de Washington, a Grey, 14 enero 1906, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar. 68 “Marruecos y las potencias” y “Pretensiones de Alemania”, El Resumen 2 y 9 enero 1 y 2. 69 150/ Legaçao de Portugal -Luiz de Magalhaes, 3 enero 1906, AMNE 3 P A 22 M 956 70 “Marruecos”, El Resumen 8 y 9 enero, 2.
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la Conferencia de La Haya y se estima, con rara unanimidad, como un signo de progreso el que los Estados entreguen la solución del conflicto de Occidente a una Asamblea y no a los cañones”71. En unas declaraciones al corresponsal de La Tribuna en Madrid, Moret manifestó su seguridad de que Francia y Alemania llegarían a un acuerdo en Algeciras. La Conferencia sería un éxito. Duraría seis o siete semanas72. Libraría a Europa del peligro de una guerra73. ¿Se respetaría el orden del día? Austria presentaría una propuesta para mejorar la condición de los católicos en Marruecos74. La policía estaría integrada por marroquíes y mandada por oficiales marroquíes, pero bajo el control de la potencia que se designara. Sobre una base similar se organizaría el ejército. A la entrada de las ciudades se establecerían unos puestos militares en los que los marroquíes dejarían sus armas en depósito. Estos mismos puestos protegerían gradualmente las rutas comerciales. La gestión de las aduanas quedaría subordinada a las condiciones del empréstito francés. El Banco de Estado debería contar con los fondos necesarios para constituirse, Lo previsto en Madrid en 1880 sobre el pago de una tasa por los residentes europeos se pondría en vigor cuando el Sultán pudiera garantizar sus vidas y sus bienes. La represión del contrabando de armas exigirá la colaboración entre las autoridades extranjeras y el Majzén. Tal como estaba convenido entre Alemania y Francia, las obras públicas se otorgarán mediante subasta75. En España, la oposición republicana acusó al partido liberal de ligereza, por aceptar la Conferencia, Su celebración era, en principio, una derogación de los tratados de 1904. La presencia de España fue una decisión tomada a ciegas por el gobierno de Moret. Eso quedó manifiesto en la respuesta dada a Labra en el Senado. La delegación española debería sacar partido de las rivalidades franco-alemanas y de los deseos de paz del gobierno liberal in“En Algeciras”, Heraldo de Madrid, 2 enero 1906, 1. Un estudio, María Dolores López-Cordón, “España en las conferencias de La Haya de 1899 y 1907”, Revista de Estudios Internacionales III/3 (1982) 703-756. 72 En una entrevista, Almodóvar del Río creía que la Conferencia se alargaría más de lo previsto. Guillermo Sánchez Cabeza, “Interviú con Almodóvar”, ABC 5 febrero, 1. 73 “La conferencia de Algeciras”, ABC 3 enero 1906, 9-10. la vinculación entre la conferencia y la paz en Europa, Luis París, “Desde Algeciras”, ABC 19 enero, 1. 74 Para no tratar de temas no recogidos en la agenda aprobada, el delegado de Austria renunció a plantear el asunto. Ventura, “Los cristianos y los hebreos en Marruecos”, El Resumen 25 enero, 1. 75 “Marruecos”, El Resumen 5 enero, 3. 71
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glés. No existía entre los monárquicos gente capaz de salir con éxito en esa empresa76. “…Hemos sido en la política marroquí un adjetivo de Francia. Hemos pactado secretamente con ésta para desenvolverla en común” con poco apoyo. España tenía intereses y derechos que daban legitimidad a sus pretensiones. En esos momentos, cuando aún se ignoraba la respuesta alemana rectificando el Livre Jaune francés, había que esperar su tono y su contenido para conocer su actitud. Otro problema importante era la penetración pacífica en Marruecos. No podría hacerse sin un gran esfuerzo militar que convertiría el Magreb en un cuartel europeo. Había también que cambiar el régimen “islámico-alcoránico”, en el vocabulario de entonces. Esto último supondría “la disolución del Imperio Marroquí”77. Las informaciones en París señalaban que Alemania no estaba dispuesta a conceder a Francia un mandato de policía fuera de la frontera con Argelia. En ese punto, las instrucciones de actuar con espíritu de conciliación no bastaban para aproximar posturas. La unanimidad con la que debían aprobarse las resoluciones situaba a Francia en una posición difícil, porque se negaba a admitir que la policía fuera una competencia internacional. Había que afrontar este asunto, porque sin organizar la policía era imposible el orden interno y sus efectos negativos sobre la seguridad y la libertad de comercio serían inmediatos. Podría establecerse un período transitorio. Después de cincos años, Francia podría ver atendida su demanda. En todo caso, Alemania no deseaba que se acercara a la costa atlántica. La esperanza de acuerdo estaba en manos de Guillermo II y de Rouvier. Ambos querían la paz78. Había que aguardar las propuestas de cada delegación79. Apareció entonces el Libro Blanco de Alemania sobre Marruecos, un texto 37 páginas y 27 documentos, desde el 5 enero hasta el 4 de octubre 190580. Se inicia con la declaración hecha en Fez el 21 de febrero de 1905 por el cónsul: Francia carece de un mandato dado por las otras potencias. Al menos Alemania, no lo conoce. Importa sobre todo la posición enérgica de
“En Vísperas de la Conferencia”, El País, 4 enero, 1. “Ante la conferencia”, Heraldo de Madrid, 7 enero 1906, 1. Sobre el sistema de Congresos y Conferencias como instrumentos de negociación entre naciones, Vid. Práxedes Zancada, “Conferencias y Congresos internacionales”, ib. 8 enero, 1. 78 Richard, “la Conferencia de Algeciras”, El Liberal 7 enero 1906, 1. 79 “la Conferencia de Algeciras”, El Liberal 15 enero 2. 80 Texto oficial anexo a un despacho enviado desde Berlín el 10 de enero, AMNE 3 P A 22 M 956, 174. 76 77
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von Bülow reclamando una conferencia donde queden garantizados los derechos de todos81.
4. Europa y la continuidad del statu quo en Marruecos La Conferencia de Algeciras será una reunión de gentes interesadas en repartirse la herencia de un moribundo. Eso sentenciaba ABC el 12 de enero. Ese es el estado en que se halla Marruecos. El Mokri ha recordado que nadie posee derechos legítimos sobre su país, que es un estado soberano. Pero si alguien los tuviera, sería España. Inglaterra habla de las exigencias de neutralidad que impone la libre navegación por el Estrecho de Gibraltar. Los franceses recuerdan que Argelia es frontera con Marruecos. Italia lo considera un asunto mediterráneo. Estados Unidos apoya sus derechos en haber sido el primero en abolir la esclavitud y en los tratados que firmó con las naciones ibéricas. España tiene en Marruecos la colonia extranjera más numerosa, en la que destaca la presencia de los franciscanos y la acción educativa y caritativa que allí ejercen82. El español es el idioma que más se habla. Los españoles son los verdaderos vecinos, que protegen al resto de los europeos, Sus intereses comerciales son mayores. Hay además una afinidad que tiene raíces étnicas, tanto raciales como culturales. Toda la obra de España en Marruecos era altruista. Nada cobraba por los servicios prestados. Como ejemplo, la comisión militar establecida en Tánger. Francia procuraba destruir la influencia española, sin detenerse en los medios. Había que ver si los delegados españoles sabrían defender los derechos y los legítimos intereses de su país83. No compartía este pesimismo el ministro de Estado. En unas declaraciones aparecidas el 8 de enero en Le Matin, Almodóvar del Río dijo: “Estamos firmemente persuadidos de que la Conferencia pondrá fin a la tensión de espíritus… y que llevará a Marruecos la prosperidad y la tranquilidad defendiendo los intereses de los distintos países”. Los delegados debatirían con plena libertad todas las proposiciones que se presentaran. Podrían modificarlas y, llegado el momento final, aceptarlas o rechazarlas.
Un resumen, “El Libro Blanco de Alemania” y la reacción de la prensa alemana, inglesa y francesa, “La Conferencia de Algeciras” ABC, 9 y 10 enero 1906, 10. “Marruecos. El Libro Blanco”, El Resumen 9 enero, 2. 82 Ramón Lourido, (coord.), Marruecos y el P. Lerchundi, Madrid, Mapfre 1996. 83 Guillermo Sánchez Cabeza, “Ante la Conferencia”, ABC, 12 enero 1906, 1. 81
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España respetaba lo firmado con Francia en octubre de 1904. En ese acuerdo no estaba incluido el reparto de Marruecos84. Alemania era garante de la soberanía del Sultán y de la integridad e independencia de Marruecos. El canciller von Bülow había manifestado al represente inglés en Berlín que Alemania miraba con satisfacción que la Conferencia fuera pacífica y satisficiera a todas las partes implicadas. La única dificultad: el mandato para organizar la policía. No consentiría Alemania que se otorgara a Francia, porque eso pondría en sus manos el control de Marruecos. Había una promesa de Rouvier para que no fuera así85. Rosen, el nuevo ministro de Alemania en Tánger, recordó a su colega inglés que, tras la visita de Guillermo II a la ciudad el año anterior y la postura enérgica de su gobierno en Fez, era imposible que su país abandonara al Sultán ahora, pero en el futuro quizás cambiara su política y sería menos enérgica en Marruecos86. ¿Favorecía eso a España? El mantenimiento del statu quo era una de las tres hipótesis. Otra, conseguir ampliar los pactos hechos desde abril de 1904, Francia-Reino Unido, España-Francia y Francia-Alemania87. La tercera, un fracaso de la Conferencia que llevara a una guerra europea. España no debía equivocarse. El statu quo ya no era viable. No debía confundir su necesidad de reposo tras la crisis colonial del 98 con la realidad internacional existente en 1906. Probaba que las cosas eran distintas la celebración de la Conferencia. Sobraría ese encuentro si todos estuvieran dispuestos a honrar la independencia y soberanía de Marruecos. Sobraban igualmente todos los actos y gestos que habían precedido a la decisión de celebrarla. Descartada la idea de una guerra, que no se limitaría a dos naciones, había que concluir que el resultado más razonable sería llegar a “una inteligencia seria, sustantiva, fundamental” sin que ninguna de las doce naciones participantes se sintiera derrotada. Si Alemania vencía a Francia e Inglaterra o si éstas triunfaban sobre aquélla, el porvenir sería la guerra. “Intervius con el ministro de Estado y con el presidente del consejo”, ABC, 12 enero 1906, 10. 85 tc 4 de Ed. Grey repitiendo el tc cifrado procedente de Berlín 12 y 15 enero 1906, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar86 14 Gerard Lorther-Grey, Tánger 17 enero, ib. sin paginar. 87 El texto del primero, Documentos Básico sobre Historia de las Relaciones Internacionales 1815-1991, Juan Carlos Pereira Castañares y Pedro Antonio Martínez-Lillo, editores, Madrid, Editorial Complutense 1995, 136-138. Un resumen del Convenio-franco español, Javier Ramiro de la Mata, Origen y dinámica del colonialismo español en Marruecos, Ciudad Autónoma de Ceuta, Archivo Central 2001 113-115. La negociación, AGA “África. Marruecos” 44. 84
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La mejor solución, “confiar a España en primer término, con la ayuda de las demás potencias… el difícil encargo de organizar la Policía, la Hacienda, la Administración”. España debería aceptar esa oferta, que procuraría a sus ciudadanos y a su ejército un “ideal digno”, librándola de “las altas fiebres” que la tenían postrada como nación88. El 13 de enero Edward Grey ordenó que se enviara a Nicolson el telegrama cifrado, recibido el día anterior desde Berlín. Friedrich von Holstein, secretario de Exteriores, temía que Francia, si no conseguía sus pretensiones en la Conferencia, podría, contando con el apoyo de Inglaterra, invadir Marruecos, creando un hecho consumado. Pensaba que ese riesgo se evitaría, si el gobierno del Reino Unido advertía a Francia que era dudoso que la opinión pública inglesa sostuviera esa empresa. Grey esperaba que eso no sucediera. En todo caso, esa posibilidad de ayuda militar no estaba recogida en los acuerdos de 190489. Guillermo II ansiaba conseguir un arreglo de la cuestión de Marruecos. Quería una conciliación con Francia. Estaba preocupado por la suerte de la dinastía rusa. Tenía miedo, pero Tattenbach no supo explicar al encargado de negocios inglés por qué motivo había prometido intervenir militarmente en Rusia, si Nicolás II se viera precisado a recibir esa ayuda. Existía además la posibilidad de que se disolviera el Imperio austro-húngaro. Cada uno de estos dos problemas urgía a Guillermo II a buscar un arreglo en Marruecos y explicaba que “the Kaiser was most desirous that the Conference should close the Morocco Question at least for few years to come”. Una incógnita en el horizonte era si Edward Grey permitiría a Francia que, valiéndose del apoyo inglés, hiciera reclamaciones que no pudieran aceptarse. La conclusión es que la clave de la Conferencia estaba en Londres. Grey tenía una gran influencia en París. La situación en Marruecos se mantenía sin empeorar desde hacía diez años. La única modificación era que el Sultán tenía ahora una pequeña fuerza militar para hacer cumplir sus órdenes y cobrar los impuestos, pero no era eficaz para evitar la resistencia y la aparición de un Pretendiente frente a él. La Tesorería en Fez estaba vacía. El Sultán no se opondría a las medidas que le permitieran mejorar sus finanzas. El restablecimiento del orden costaría más de dos millones y medio de libras. Pero antes había que idear un cuerpo de policía. Este sería el punto más complicado y por eso no sería fácil llegar a un acuerdo entre los delegados. Se lograría en la policía destina“El problema africano”, Heraldo de Madrid, 13 enero, 1. tc 2 Grey-Nicolson y tc Grey-Cartwright, 14 enero 1906, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar. 88
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da a los puertos, pero no en las zonas del interior. El Sultán no consentiría que la policía tuviera instructores de cada potencia. Eso hacía pensar que no estaba admitida del todo la idea, expuesta por Bülow a Lascelles de confiar el mando a una nación neutral: Suiza, Suecia o Bélgica. La Conferencia dependía de “an immediate détente between certain Powers in Europe”90. Días mas tarde, invitado por su colega alemán, Ferdinand von Stumm, recibió Cartwright confidencialmente confirmación de lo que le había dicho Tattenbach: las perspectivas de la conferencia eran buenas. Alemania deseaba desentenderse de Marruecos, “to be rid of de Morocco Question”. Guillermo II quería la paz y le preocupaba más la situación en Rusia, por las repercusiones que tendría en Austria y en la parte de Polonia bajo control de Prusia. La cuestión de la policía podría hallar una vía de solución si se delimitaban las zonas y la duración de la presencia de instructores extranjeros. Sugería que fuese de cinco años. Los derechos de algunas naciones podrían discutirse en una nueva Conferencia. Esas palabras revelaban, según Jules Cambon, que en Berlín tenía varios proyectos sobre la organización de la policía. Viajaría a París para recibir las instrucciones de Rouvier91. Salió de Madrid el 1 de febrero.
5. El escenario de la Conferencia En enero de 1906 tenía la ciudad de Algeciras 22.000 habitantes. Su alcalde, Emilio Santacana, la preparó para acoger la Conferencia. El presupuesto ascendía a 35.000 pesetas. El gobierno había enviado hasta el 15 enero sólo 4.000. Los visitantes la veían como un pueblo “medio dormido, con calles tan silenciosas que parece mentira que puedan latir corazones… en esas casitas tan blancas”. Les extrañaba la ausencia de los hombres. No todos salían al mar. Algunos trabajaban en La Línea o en los pueblos cercanos. Las mujeres se ocultaban, incluso en las iglesias, y se veían sólo unas pocas. Había animación en el mercado. Sus precios eran buenos comparados con los de Madrid. La otra ciudad, la que giraba en torno a la Conferencia, estaba en el “Hotel Cristina”, situado en un alto, con vistas al mar y a la Roca, rodeado de jardines. Delegados y corresponsales de prensa madrugaban poco. Los huéspedes, 90 Conversación con Franz von Tattenbach en París, de regreso hacia Madrid Copy 11 conf. Cartwright-Edward Grey, Madrid 15 enero 1906, PRO Foreign Office 185/1029, sin paginar. 91 21 conf. Cartwright-Edward Grey, Madrid 27 enero 1906, ib. sin paginar.
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cuando la Conferencia no celebraba sesiones, salían de excursión o dejaban su tarjeta de visita. Con ropa de etiqueta, sombrero de copa y levita, se movían en unos malos coches. Después de la comida, el Hotel se transformaba en un salón diplomático, del que se ausentaba casi siempre Arthur Nicolson, el jefe de la delegación inglesa, que se retiraba a su Villa en Gibraltar. En el “Hotel Anglo-Hispano”, de ambiente más sencillo, residían los gobernadores civiles y militares, el capitán general… A ellos les preocupaba la duración de la Conferencia. De noche, recorrían el camino “largo, triste, a orillas del mar” e iban hasta el “Hotel Cristina” para saber cuándo acabaría. Los telegrafistas y los periodistas españoles, que no eran muchos, se juntaban en el “Café la Plata”92. La oposición de Alemania a que la Conferencia se celebrar en España fue un argumento para que Moret no aprobara la decisión de Almodóvar del Río de mediar entre ella y Francia cuando la las dos partes no se ponían de acuerdo. En la segunda mitad de febrero de 1906, quedaron bloqueadas en el debate sobre la organización de la policía93. Los gobiernos de Francia y Alemania dejaban a España fijar la fecha para iniciar los trabajos, aunque el embajador Radowitz manifestó que su gobierno no quería que se empezase antes del 15 de diciembre. Inglaterra asentirá a todo. Así lo publicaba la prensa de Madrid, recogiendo la información del Diario Universal. En ese momento, Pío Gullón, ministro de Estado estaba con el Rey en Alemania.. Montero Ríos dimitió antes del 15 de diciembre. El 1 de diciembre formaba gobierno Moret con Almodóvar del Río como ministro de Estado. Dando por hecho que esa fecha la aceptaría, el Sultán, comenzó a ganar tiempo, invitando ya a los gobiernos y pidiendo datos sobre la delegación que pensaban enviar a Algeciras, apuntando que no fuera numerosa, porque había pocos alojamientos disponibles. El rango de los delegados y el hecho de que se celebrase en Algeciras y fuera presidida por un español era una satisfacción moral para España. Elegir la sede de la Conferencia en Algeciras, Cádiz o Málaga, una idea de Eugenio Montero Ríos estaba creando problemas. La decisión de que se celebrara en Algeciras, “um lugarejo sem recursos de nenhuna especie”, donde no había más que un hotel en condiciones de ofrecer un alojamiento digno a los delegados. Más que una Conferencia internacional parecía un cónclave, con las mismas o peores “celdas”, clausura y aislamiento. La única diferencia, la duración, porque el de Algeciras se prolongaría no menos de dos meses. Ventura, “Algeciras”, El Resumen, 20 enero, 1 Conf 16 12 Cartwright-Edward Grey, 22 de febrero 1906, PRO Foreign Office 185/1029, sin paginar. 92
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El repartir a los delegados crearía malestar. ¿A quiénes tocaría la mejor parte? Nicolson, el embajador inglés en Madrid, demostrando sentido práctico, reservó cuatro habitaciones y alquiló un coche en Gibraltar, porque en Algeciras no lo hay. Estaba previsto el comienzo de los trabajos el 6 de enero. Se habían olvidado que el día 12 se casaba la infanta María Teresa, hermana del Rey y que el 23 era el onomástico de Alfonso XIII. En las dos fechas debían estar en Madrid lo embajadores y jefes de misión acreditados en España. Casi todos eran delegados para la Conferencia. Es verdad que podrían desplazarse desde Algeciras. La duración del viaje ida-vuelta, cuarenta y ocho horas, con dos transbordos, uno en Córdoba a las cinco de la madrugada. Era una razón disuasoria. Quedaban sin nada que hacer los delegados que no tuvieran que desplazarse a la Corte94. El 16 de diciembre la falta de capacidad hotelera de la ciudad hizo que se pensara en Madrid como sede. Uno de los hoteles tenía 40 habitaciones con el que se hizo un contrato: España, Francia, Inglaterra y Alemania pagaban 2000 ptas. diarias desde el 1 de diciembre. El otro tenía 20 habitaciones. Pero había más de 70 solicitudes. Alemania y Austria insistieron en que se celebrase en Algeciras, si se resolvía el problema de la docena de plazas que faltaban95. Los problemas que presentaba Algeciras para ser la sede de la Conferencia hicieron que el Sultán ofreciera de nuevo Tánger. El gobierno de Moret prefería Madrid. No fue necesario, porque el 28 de diciembre, Almodóvar del Río estuvo con los embajadores de Alemania, Inglaterra, Italia, Rusia y Austria y los ministros de Estados Unidos y Holanda. Se habló del 16 de enero como fecha de inauguración, salvando así la presencia de los jefes de delegación en las fiestas con motivo de la boda de la Infanta. La idea la defendió con calor Radowitz, quizás porque el novio era el príncipe Fernando de Baviera, pero eso hizo sospechar al embajador francés, ausente en la reunión, con quien se encontraron a la salida del ministerio de Estado. Dijo que debía consultar a su gobierno. El 30 de diciembre se ordenó a los representantes de España que comunicara a los gobiernos invitados que la Conferencia tendría lugar en Algeciras, “accediendo a los insistentes deseos de S. M. el Sultán”96. Tovar-Villaça, 14 diciembre 1905, AMNE 3 P A 22 M 457 145. 110 y 116 Tovar-Eduardo Antonio Villaça 16 y 28 noviembre 1905, AMNE 3 P A 22 M 457 126 y 129. El problema del alojamiento, reservado 8 Tovar-Antonio Eduardo Villaça, 19 diciembre, ib. 149. 96 Tc Maertens Ferrâo-Antonio Eduardo Villaça, enviado desde Tánger y recibido el 26 diciembre 1905, y tc Tovar-Villaça 27 diciembre, comunicando la nota recibida del ministro de Estado el día anterior, y 130 Tovar-Villaça, 27 y 28 diciembre, AMNE 3 P A 22 M 457 148, 150 y 153. 94 95
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La Conferencia de Algeciras parecía una señal del avance en la resolución pacífica de los conflictos. Las potencias fueron invitadas por el Sultán. Se respetaba así uno de los principios que había que salvar: el reconocimiento de su soberanía. Se reunirían para `proponer reformas que aseguraran además la integridad territorial de Marruecos y la igualdad de trato comercial para todas las partes La persona elegida para presidirla fue Almodóvar del Río. Lo hizo bien y recibió el reconocimiento de todos. Días antes, debatiendo con Maura, estuvo de acuerdo con él en que Marruecos era una “cuestión territorial” para España, la “primera de todas”. En las fechas inmediatas al inicio de sus trabajos había más incertidumbres que certezas. De las primeras se hacían un eco ampliado los periódicos europeos. De la segunda, los gobiernos. Entre ellos, el de Londres, con los liberales en el poder y con Eduardo VII trabajando por resolver todos los recelos que obstruían los esfuerzo para responder a los deseos de paz. Todos tendrían argumentos y razones para hallar en ella el modo mejor de defender sus derechos y tutelar sus intereses.
III. NEGOCIAR SIN PRISAS
Antes del 16 de enero, acudieron a la ciudad “periodistas de todas las naciones”. A falta de información los primeros días, se la inventaban, sobre todo los corresponsales de prensa y agencias internacionales. Betegón dice que había aparecido el infundio. Seguían llegando seis días después de la inauguración de la Conferencia “más y más corresponsales y aficionados, que hacen cada días más difícil saber la verdad de lo que pasa aquí”. De Madrid fueron Alfredo Vicenti, de El Liberal, Eduardo Muñoz, de El Imparcial, Juan Cadenas, Guillermo Ritwagen y Hamlet, de La Correspondencia de España, José Rocamora, de Heraldo de Madrid, Ventura, de El Resumen1, Luis París, de ABC, y Javier Betegón, de La Época. Le Temps, Il Corriere di Napoli, La Tribuna y Neue Freie Press, de Viena2 enviaron corresponsales3. Estaba el propietario y director de la Agencia Mencheta, Paco Mencheta, “tan valiente y trabajador como el más joven”.
1. La inauguración de la Conferencia Existía una buena disposición de Francia y Alemania4. Sus delegados se mostraron “favorables a la defensa de la integridad territorial de Marruecos”. Los del Sultán estaban satisfechos5. La sesión inaugural se abrió con el 1 A partir del 19 de enero, Ventura enviaba unos breves comentarios sobre la Conferencia, que se insertaban antes de los telegramas. Casi nunca comentaba las noticias. 2 Javier Betegón, crónica del 22 de enero, La Conferencia de Algeciras. Diario de un testigo, Madrid 1906, 52 3 Ventura, “Algeciras”, El Resumen 20 enero, 1. 4 “La actitud de los delegados franceses y alemanes, favorable a la integridad del territorio marroquí, ha producido excelente efecto, y se cree que de los trabajos de la Conferencia resultarán soluciones favorables a la paz y armonía entre las naciones europeas”, J. Betegón, l.c 24. 5 “Gracias a España, a Alemania y a Francia; gracias a todos por el reconocimiento que han dado en la primera sesión de los derechos de mi Señor y de la integridad de mi Patria”.
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conde von Tattenbach en la presidencia. Cedió su asiento al duque de Almodóvar del Río, que saludó a los delegados. Como presidente, su tarea sería fortalecer “el espíritu de conciliación”, que a todos animaba. Los participantes deben hacer respetar sus derechos y armonizar sus intereses con la integridad de Marruecos y la soberanía del Sultán. Había expectación en la opinión mundial, cada vez más deseosa de que se estableciera una solidaridad universal. Que la Conferencia de Algeciras refuerce los lazos de buena amistad entre los participantes y contribuya al mantenimiento de la paz, al bienestar y al progreso del mundo6. “(Las potencias) han mostrado claramente el interés que atribuyen a que el orden, la paz y la prosperidad reinen en Marruecos. Ese fin es tan deseable en sí mismo para el Sultán como ventajoso para los otros Gobiernos, en razón de la influencia que ejercerá sobre el desarrollo del comercio y sobre las relaciones de las Naciones con el Moghreb. Las potencias están igualmente de acuerdo en reconocer que tan precioso fin no podría alcanzarse, sino mediante la introducción de reformas en el Imperio, basadas en el triple principio de la soberanía del Sultán, la integridad de sus Estado y la igualdad de trato en materia comercial; es decir, la ‘puerta abierta’”7. La Conferencia de Algeciras tenía unos fines limitados, porque carecía de autoridad para elaborar un “plan completo para la transformación administrativa de Marruecos”. Se trataba de buscar el modo de aplicar de inmediato las medidas más urgentes empezando por las que eran más fáciles”. Entre ellas, la organización de la Policía, la represión del contrabando de armas, las obras públicas, mejorando los puertos, restablecimiento de la tranquilidad pública que proporcionara seguridad para las transacciones comerciales. Con esas medidas se conseguiría la aceptación popular de las reformas que el Sultán fuera introduciendo. Punto de partida y horizonte eran la paz, primero por “la confianza que todos tenemos en la influencia civilizadora de la paz y del comercio” y luego para responder a la expectativas cada día crecientes hacia “una solidaridad universal” que exige “soluciones de concordia”. Este discurso y las palabras del jefe de la delegación del Sultán, Hadje Mohammed ben El-Harbi Torres, al concluir la sesión, agradaron a los dele-
6 Anexo a la sesión del 24 de enero Conférence Internationale d’Algeciras, s.l., 1906 3738. El texto del discurso de Almodóvar del Río, ib. 4-5. 7 La puerta abierta no era solamente una condición favorable a las exportaciones a Marruecos en beneficio de los Estados europeos. Estos deseaban importar productos de Marruecos, siendo los cereales un producto especialmente en épocas de malas cosechas. Las restricciones a este comercio desde Marruecos venían impuestas por la Sharia. Se trata de una relación bilateral., no de una decisión impuesta a favor de los productos europeos.
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gados. El ambiente pasaba “de un pesimismo lleno de exageraciones a una confianza prematura, exagerada también”. La Conferencia no se proponía una transformación de la administración de Marruecos Se limitaba a presentar medidas urgentes y fáciles de introducir. Debajo: la certeza de que la paz y el comercio tienen efectos civilizadores. Se esperaba eso mediante la organización de la policía allí donde fuera necesario, el control del contrabando de armas, recursos para los servicios públicos, mejoras en las instalaciones de los puertos… todo esto haría que los intercambios comerciales fueran más fáciles y que la población comprobara las ventajas de la paz. Otra señal de buen clima fue el argumento dado a El-Mokri, miembro de la comisión encargada de redactar el texto sobre contrabando de armas. No era necesario esperar la respuesta al informe enviado al Sultán, que estaba en Fez. No beneficiaba a Marruecos la dilación, pues no estaba frente a las potencias. Se hallaba “entre amigos, deseosos de no perjudicarlo”8, dijo Radowitz a El-Mokri. El presidente propuso como secretarios a Ramón Piña y Pierre de la Margerie y como sus adjuntos a Manuel González Hontoria y Jaime de Ojeda9. Paul Révoil, al asociarse a las palabras de Almodóvar del Río, destacó que, en materia económica, las obras públicas deberían adjudicarse de modo que no se produjera una entrega de los servicios a intereses particulares. Fijado el orden de discusión y aceptada la propuesta de Arthur Nicolson de que los delegados pudieran introducir propuestas incidentales, y fijadas las diez de la mañana para iniciar los trabajos, se levantó la sesión10. Las preocupaciones de Guillermo II por los sucesos den Rusia y Austria le hacían desear que la Conferencia terminara con un acuerdo provisional, que proporcionara una tregua para arreglar las cuestiones más adelante. Jules Cambon creía que ese final sería favorable a Francia. Sus intereses correrían peligro si Alemania se empeñara en un acuerdo, aunque sólo fuera en el papel, sobre la cuestión de la policía en el interior de Marruecos. Sería mejor dejar este asunto sin decidir, porque Francia podría extender más tarde la acción de la policía desde su frontera de Argelia hacia el interior11. Javier Betegón, o.c. 27-28 y 33. Perduraba ese buen ambiente en la segunda y tercera sesión, celebradas el 19 y 22. ib. 42, 53 y 57. 9 Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras… 25-26. La cita anterior, ib. 30 10 Conférence Internationale d’Algeciras, 1-6 11 Tc 1 Cartwright-Grey, 19 enero 1906, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar. 8
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2. El debate en la prensa Se publicó en París La Conference d’Algesiras, sin autor, que recogía documentos. No era un libro “doctrinal como el de Gabriel Maura”12. Francia poseía mayores intereses que el resto de las potencias, no sólo por su frontera con Marruecos, sino también por el volumen de su comercio. Alemania, en cambio, carecía de arraigo13. No andaban desencaminados quienes hablaban de un acuerdo para respetar la autoridad del Sultán, restablecerla, y respetar igualmente la religión musulmana14. Europa no representaría la civilización si atentara contra el Islam en Marruecos. Una guerra religiosa sería una desgracia irreparable. “Todo lo que no sea confiar en la obra lenta de la civilización y en el apoderamiento del alma de Marruecos, es perjudicial y contraproducente; es la guerra entre el Magreb y Europa”. La Conferencia de Algeciras comenzaba siendo una esperanza firme de paz15. El Socialista nada dijo de la Conferencia de Algeciras. El País informó con una llamativa falta de conocimiento y un sectarismo brillante. El día de la inauguración afirmaba que la Conferencia supondría un acto más en el dominio de los pueblos civilizados frente a los otros. Hay un engaño en ese planteamiento. Turquía y Marruecos, decía, son más tolerantes en religión que los pueblos europeos16. Por lo visto su corresponsal no había leído nada sobre la condición de hebreos y cristianos en Marruecos. “La fuerza al servicio del capitalismo europeo y americano, plaga desconocida en los países que orgullosamente calificamos de bárbaros, es la que empieza hoy a deliberar en Algeciras; el derecho y la civilización no tienen hoy representantes en esa junta de rabadanes”. La Conferencia se mueve entre el bandidaje disfrazado de penetración pacífica y de protectorado, el bandidaje franco y sin máscara de El Raisuli. España acudía en un momento de debilidad, cuando el separatismo catalán crecía y amenazaba descomponer la nación. Los intereses de Europa en Marruecos necesitaban un guardián. “Esa nación gendarme podría ser España”. No debería aceptar esa misión, que haría recaer sobre ella el odio 12 Gabriel Maura Gamazo, La cuestión de Marruecos desde el punto de vista español, Madrid, M. Romero, impresor, 1905. Fue traducido al francés por Henri Blanchard en 1911. 13 Noticia y comentario, “Estudiando la Conferencia”, Heraldo de Madrid, 29 enero, 1. 14 Las formas religiosas populares del Islam, George Spillmann, Esquisse d’histoire religieuse du Maroc; confréries et zaouias. Paris. Peyronnet. 1951. 15 “Intervención en Marruecos”, Heraldo de Madrid, 16 enero, 1. 16 El ejemplo, la tolerancia hacia los judíos. El diario republicano y anticlerical no puede estar más equivocado en el caso de Marruecos. Los judíos sufrían una clarísima discriminación social.
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de los marroquíes. El diario recordaba que lo mejor para España era el statu quo. Cerrar España ante el mundo, haciendo de una derrota un destino permanente, una tragedia convertida en programa, parecía ser la ruta política a seguir. La indiferencia con que la opinión miraba la Conferencia era lógica. España tuvo una historia colonial, que acabó en derrota. Carecía de densidad demográfica para enviar españoles a otras tierras. Sus excedentes comerciales no necesitaba nuevos mercados, pues con los que tenía en Europa y América les sobraba, porque a veces era incapaz de atender esas demandas. La conclusión de quienes esto creían era “más nos valiera consagrar el esfuerzo que en cuentos y fantasías coloniales desperdiciamos en poblar y cultivar nuestra inmensa estepa, en explotar nuestras minas, en construir nuestros ferrocarriles, en fomentar nuestra navegación, en arbolar los montes, en aprovechar las aguas, en multiplicar los ganados y en atraer capitales e inmigrantes extranjeros infundiéndoles confianza en nuestra buena administración y con un régimen de libertad, de tolerancia y de progreso”17. Veían en Marruecos una puerta de entrada en África. De eso se trataba en Algeciras: consolidar el dominio europeo en ese continente. Su fin primero y principal no es civilizar Marruecos, sino evitar que las grandes potencias se muerdan al disputarse su control. No cabía arreglo, pues Marruecos no era un imperio. La autoridad del Sultán nada garantizaba. Aunque se reforzara, seguirán sublevándose contra ella. Convenía a Europa fomentar el estado de rebeldía. Porque la descomposición que eso generaba favorecía sus planes de conquista. “La Conferencia de Algeciras debería tener como resumen y final el siguiente acuerdo: Europa declara que no tiene nada que hacer en Marruecos”. Eso daría tranquilidad a la opinión en todas las naciones representadas en la Conferencia. Sin el temor a una intervención extranjera, podrían los marroquíes dar mayores facilidades al comercio. Las reformas deberían centrarse en censurar y corregir los abusos que cada una de ellas comete en sus dominios africanos. Debería ordenarse a España que acabase con “los inmundos presidios y los sustituyera por puertos comerciales” En resumen, “con evitar una guerra brutal entre las potencias que se creen cultas y con civilizar a los civilizadores de África, habrían hecho los conferenciantes mucho más que con mantener la autoridad del Sultán, que no es mejor que El Raisuli”18. 17 “¿Los gendarmes de Europa?” y “La cuestión catalana”, El País, 16, 18 y 31 enero, 1. “El debate sobre el Catalanismo” y “El regionalismo republicano”, El País 7 y 9 febrero, 1. 18 “El mejor acuerdo”, El País 6 febrero, 1.
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No lo dejaba en mal lugar su otro colega republicano. La Conferencia era un duelo entre Francia y Alemania. Las otras diez naciones presentes eran espectadoras de la contienda. En la delegación alemana estaban repartidos los papeles. Radowitz representaba la actitud flexible. Tattenbach, con un papel capital, llegado el momento, echaría a la cuerda triple nudo19. Siendo Radowitz la persona de mayor representación en la delegación alemana, Tattenbach era “el alma condenada de la Conferencia” que tenía la plena confianza de su gobierno. Se le llamaba “diable boileux”, por su figura mefistofélica. Todos sabían que era la persona que mejor conocía Marruecos. Desde la guerra franco-prusiana, donde fue herido, había demostrado que practicaba la religión del deber. En modo alguno, sin apartarse de sus instrucciones, se prestaría a hacer daño a otro, salvo por necesidad. Era una pieza clave en el éxito de la conferencia, “porque Tattenbach, aparte de su talento y de sus condiciones naturales, era persona de mucha suerte”20.
3. Un primer balance Pese a la buena impresión causada por El-Mokri, según apuntamos más arriba, se acusó a la delegación de Marruecos de maniobras dilatorias, que las otras delegaciones no consintieron. Podría consultar al Sultán, pero la Conferencia proseguiría sus trabajos21. En la sesión del 22 de enero, El-Mokri, que había regresado de Tánger el día anterior, se dirigió a los delegados: el programa debía ser modernización y reformas, solvencia de la hacienda, orden interno, pero respetando los “usos y costumbres de la sociedad y la integridad del Estado22. 19 Alfredo
Vicenti, “La Conferencia. Sic vos, non vobis”, El Liberal, 20 enero, 1. Este comentario recogido de un periódico italiano, que no se cita, Felipe Ovilo, “Sobre la Conferencia”, ABC 10 febrero, 4. 21 Luis París, “Desde Algeciras”, ABC 21 enero, 1. 22 “Mi Señor, lejos de rechazar la civilización la considera como un beneficio venido del cielo, y estima que, para implantarla en su imperio, es muy conveniente el apoyo de las naciones amigas, con el cual podrá reconstituirse la Hacienda, darse término a las luchas que provocan rebeldías no justificadas, y lograrse, con la paz, los beneficios y adelantos que ésta proporciona. Únicamente desea mi Señor que, al ayudarle a conseguir esto, las naciones amigas respeten los usos y costumbres del pueblo del Moghreb y la integridad de su Imperio”, Este resumen, reproducido como literal del discurso, fue más amplio. El-Mokri se refirió a la organización de la Policía, la situación financiera del Majzén, el contrabando, con especial atención al de armas, el saneamiento de la moneda, impuestos en la agricultura, Banco de Estado, aplicación del convenio de protección (1880) y medios para que el Majzén asuma la dirección y el saneamiento de los puertos. J. Betegón, La Conferencia de Algeciras… 57-58 y 74-75 y 81. 20
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Ese día se aprobó que asistieran a las sesiones los secretarios de cada delegación y que los textos árabes fueran traducidos al francés por los intérpretes de las delegaciones, de modo que la traducción fuera controlada. Se leyeron los telegramas de los presidentes del Congreso y del Senado y la respuesta de Visconti Venosta a los dos textos leídos por Piña. Tras varias intervenciones, Radowitz propuso que la Conferencia felicitara al Rey Alfonso XIII por su onomástica23. Había dos interrogantes: ¿qué zona de acuerdo podría establecerse entre Francia y Alemania? ¿Aceptaría el Sultán las reformas? Sobre el primero era evidente que Alemania reconocería los derechos especiales de Francia en la frontera argelina. Fuera de eso, todo lo demás debería ser un asunto internacional, para que, incluso contra la voluntad de los gobierno de la República, Marruecos no se transformara en un protectorado como sucedió en Túnez. Abd-El-Aziz había dicho a Tattenbach en Fez que aceptaría las reformas, porque favorecían el progreso de su país y su acercamiento a Europa, pero con la condición de que se mantuviera la independencia y soberanía de Marruecos. En esa apertura, según había manifestado El-Mokri, el Sultán estaba dispuesto a aceptar la presencia de funcionarios europeos, pero reservándose la elección de las personas24. El-Mokri era el ministro de Gastos de Marruecos. Intervino el 24 de enero. Transmitió la posición del Sultán. Este consultaría a sus consejeros y a los notables acerca de las reformas y los medios para obtener los recursos necesarios para llevarlas adelante, “en los límites consentidos por la independencia de Marruecos, las leyes religiosas y las costumbres locales”. Esto último era una barrera infranqueable. Por eso el discurso de El-Mokri parecía una sonda lanzada a la Conferencia: no había que hacerse falsas ilusiones. Sacó también el asunto de las protecciones, pues los acogidos a ellas deberían pagar el impuesto sobre productos agrícolas. Eso suponía revisar lo acordado en la Conferencia de Madrid en 1880. En ella se estableció una compensación entre el pago de impuestos por parte de extranjeros y protegidos y el derecho de aquellos para adquirir bienes, con autorización del Majzén. Ninguna de las partes cumplió lo pactado en Madrid. Una Hacienda eficaz suponía que todos pagaran impuestos25. Esa lógica demanda de los delegados del Sultán encontró el 30 de enero la oposición de sus colegas, que exigían que nada se estableciese contrario a lo recogido en los tratados firmados con Marruecos por cada uno de los parConférence Internationale d’Algeciras, s.l., 1906, 10 y 18. Felipe Ovilo, “Sobre la Conferencia”, ABC 24 enero, 4. 25 José Rocamora, “Problema de Marruecos”, Heraldo de Madrid, 26 enero, 1. 23 24
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ticipantes. No lograron los marroquíes romper la unidad de los delegados europeos26. En la sesión del 1 de febrero obtuvieron que los europeos pudieran adquirir libremente propiedades en las ciudades en un radio de doce kilómetros. Esa concesión era con condiciones. Recogida en el artículo 2, Rocamora la juzgaba el mayor y más valioso logro de la Conferencia hasta ese momento. Sobre ellas habría un impuesto, pero su aprobación vendría “ulteriormente”. Eso significaba que primero habría que cumplir el artículo 2. Era previsible que esos impuestos fueran municipales y entraran en vigor cuando el cuerpo diplomático lo juzgara oportuno. En materia fiscal la Conferencia estaba remitiendo todo al futuro. En concreto: 1. La cantidad que debe retenerse de lo recaudado por los cónsules en virtud del régimen del tertib27. 2. La fijación del impuesto sobre propiedades urbanas, su recaudación y la parte que debe aplicarse a la mejora de las ciudades y pueblos. 3. Los problemas de arriendo de fincas. En la mañana del 22 de enero de 1906, Cartwright, el encargado de negocios inglés en Madrid, estuvo con Emilio de Ojeda, en funciones de ministro de Estado Le preguntó si, antes de de que se abriera la Conferencia, Alemania había hecho propuesta al gobierno español sobre los asuntos a tratar. La respuesta fue: silencio absoluto de Alemania hacia España. Había un dato. Radowitz tenía el acuerdo secreto firmado por Montero Ríos y Jules Cambon en San Sebastián, del que informó Cartwright el 4 de septiembre. Francia no quería que hubiera policía en la costa atlántica para impedir que Alemania se encargara de instruir y mandar la de de Mogador y se instalara allí. El embajador francés desconfiaba de Ojeda, porque creía que había entregado el texto del acuerdo secreto franco-español de octubre de 1904. Y habría hecho ahora lo mismo con el de septiembre de 190528. José Rocamora, “Conferencia de Algeciras” Heraldo de Madrid, 31 enero y “Marruecos frente a Europa, 1 febrero, 4 y 1. 27 Sobre esta reforma fiscal aprobada en Marruecos el 16 de agosto de 1901, A. G. P. Martin, Quatre siècles d’histoire marocaine. Au Sahara e 1504 à 1902. Au Maroc, de 1894 à 1912, Paris, Felix Alcan 1923, Rabat, Éditions La Porte 1994. 28 El embajador de Austria en San Petersburgo, a su regreso de Viena, pasó por Berlín. Dijo a su colega francés que en los círculos oficiales de Alemania se hablaba de que existía un acuerdo entre Francia y España para dividir Marruecos en dos zonas. Tc 8 conf. Cartwright-Edward Grey, Madrid continuación del n. 5 del 22 enero 1906, PRO Foreign Office 185/1029, sin paginar. España se preparaba ante la posibilidad de que le encomendara junto con Francia la organización de la policía, tc 10, 31 enero, ib. sin paginar. 26
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Jules Cambon opinaba que, dado el número de españoles en Tánger, la policía debería confiarse a España. En este punto existía otra discrepancia con Ojeda. No convenía que el mando estuviera compartido por dos o más naciones y por turnos. Era un fracaso. Emilio de Ojeda se aprovechó de la ingenuidad de Montero Ríos para proponer la formación de un escuadrón naval mixto franco-español. Consideraba una gran responsabilidad política y financiera el organizar la policía en los puertos atlánticos. Tendría que pensarlo bien el gobierno aunque Francia y Alemania no vieran mal esa solución. En la conversación se habló de los temas previstos en el programa. Había dos observaciones de interés. No era el momento de organizar la policía en el interior del país. Sería inútil precipitarse. Podría trazarse un ferrocarril que abriera la ciudad de Fez al exterior y la conectara con algún puerto29. Habían llegado al gobierno francés rumores sobre la idea de Alemania de proponer la neutralización de Marruecos. Eso sería “absolutely inacceptable”. En la primera reclamación que pudiera presentarse a Marruecos surgirían desórdenes. No la admitiría España porque eso atentaba contra su historia y sus aspiraciones. Moret dijo que la neutralización era una solución para naciones civilizadas, “but not a barbarian one”. España se mantendría fiel a sus amigos y a los acuerdos firmados con ellos en 1904. Moret garantizó a Cambon y le convenció de que “Spanish Government would not allow themselves to be seduced by any offers which Germany might make”30. Una anécdota revela la fragilidad de los acuerdos existentes. Una intervención de Visconti Venosta sobre el texto del artículo 18 de la comisión de represión del contrabando de armas, que figura en el acta final con el número 30, motivó la aparición de dudas, no justificadas, según Betegón. Quedaban reconocidos los derechos de España31. No opinaba así otro periodista, que hacia una grave imputación a los gobiernos españoles. La Conferencia de Algeciras “es un Rubicón que Europa, por lo que se ve, está decidida a cruzar”32. Tc 1 y 18 conf. Cartwright-Edward Grey, Madrid 22 enero 1906, ib. sin paginar. Tc 3 y 9 Cartwright-Edward Grey, Madrid 23 y 26 enero 1906, PRO Foreign Office 185/1029, sin paginar. 31 La conducta de España “está determinada por los pactos que nos unen a Inglaterra y a Francia, y estimo que estas tres naciones han venido a la Conferencia dispuestas a cumplir lealmente el pacto que las une, siendo, por lo tanto, inútil la labor que viene observándose… y cuyo objeto no es otro que el de crear recelos y suspicacias”. Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras…77-79. 32 “La cuestión de Marruecos, que es para nosotros el desarrollo de su comercio, de su industria, de un sentimiento de ambición, es para nosotros de vida o muerte; por eso nuestros 29
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El verdadero objetivo de la Conferencia era “sanar as desintelligencias internacionaes”. Las reformas en Marruecos eran un pretexto. Esa realidad obligaba a ser prudentes a las naciones que, como Portugal, no deseaban servir al juego de las grandes Potencias. Eso significaba que la delegación portuguesa se limitaría a votar al lado del Reino Unido, sin intervenir en el debate. Porque sus argumentos no influirían y sólo serviría para comprometer su posición ante las otras potencias enemigas de Inglaterra y que mañana podrían ser sus nuevos aliados o amigos33. El artículo 18 del Acta sobre represión del contrabando de armas restablecía para España la libertad de acción que, según Vicenti, había perdido con el tratado de octubre de 1904. En él se reconocía a Francia un predominio, que perdía ahora. Eso beneficiaba a España. Era para ella una emancipación de la tutela francesa. Debía el gobierno español inaugurar un modelo colonial fundado en la penetración pacífica, abandonando todo lo que impidiera “la iniciativa de los particulares”34. El 29 de enero Le Temps se mostraba pesimista. Las noticias que llegaban desde Algeciras confirmaban ese estado de ánimo. La Conferencia podría acabar en “a complete fiasco”. El encargado de negocios inglés juzgaba las palabras de Ojeda en la tarde del 31 de enero como “gloomy views”. El ministro de Estado en funciones le leyó varias comunicaciones de Almodóvar del Río y del segundo delegado español. Su impresión era que había que preparase para una ruptura. Parecía que Alemania hacía todo lo posible para eliminar la influencia de España y Francia en Marruecos proponiendo la internacionalización de toda reforma introducida en Marruecos con la intención de ir hacia la neutralización de ese país. Esa idea era “most distateful to Spain”. Otro punto de desacuerdo era el confiar la policía a una pequeña nación. En cuanto al Banco de Estado, consideraba Almodóvar del Río juzgaba insuficiente que España sólo pudiera participar con un 20% en el capital35. Alemania se encontraba aislada. Le interesaba Marruecos como un mercado para sus productos, pero dejando a salvo su independencia e integridad territorial. Cedería, pero manifestando su oposición a una organización inhombres de Estado… acusados hasta por sus amigos de poco patriotas, hicieron en silencio cuanto les fue posible para conservar el statu quo marroquí, como dique a peligros que nos librara de grandes sacrificios”. Felipe Ovilo, “Sobre la Conferencia”, ABC 24 enero, 4. 33 7 conf. Conde de Tovar-Eduardo Villaça, m28 enero 1906, AMNE 3 P A 22 M 956 456. 34 Alfredo Vicenti, “La Conferencia. En franquía”, El Liberal, 27 enero, 1. 35 Tc 10 y 25 conf Cartwright-Edward Grey, Madrid 31enero y 1 de febrero 1906, PRO Foreign Office 185/1029, sin paginar.
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ternacional de la policía. Se reservaba participar en la organización de la policía en el interior del país y en el control del Banco de Estado. Tras las primeras jornadas, podría concluirse que para Alemania el régimen de “puerta abierta” no se limitaba a igualdad de trato en las aduanas, sino que se extendía al Banco de Estado y a la policía que asegurase la libertad de comercio y el orden interno36. ¿Beneficiaba esto a España? “El fin oculto de los que manejan el cotarro consiste en arrebatar a Francia el predominio en Marruecos y en anular los dos Convenios de 1904, por los cuales Inglaterra y España se avinieron” a él. Interesaba a España liberarse de la “coyunda” de Francia que aceptó en octubre de 1904. En cuanto al mantenimiento del orden, a la organización de la policía, España saldría bien, porque no se llegaría a un acuerdo decisivo. Finalmente, el Banco de Estado era una seria amenaza a sus intereses económicos. Frente a esa valoración., estaba la de quienes pensaban que el panorama no abonaba el pesimismo. Suceda lo que suceda, nadie echará de Marruecos a España. Sus posesiones en el norte de África le permitían tener voz y voto en la Conferencia de Algeciras, albergar a las naciones más poderosas y volver a ser “lo que no éramos desde 1898”37, esa fecha que aún pesaba sobre España y los españoles38. “Tenemos aquí la impresión de que no se da la opinión pública completa cuenta del alcance del trabajo técnico realizado en la Conferencia. Esta, que ha sido convocada para establecer reformas en Marruecos, con un vastísimo programa económico, será un completo monumento de reformas y la base en el presente y, especialmente, en el porvenir, de cuantas mejoras permitan las circunstancias introducir progresivamente”39. Estamos ante dos visiones contrapuestas de lo que sucedía. ¿Cómo estaba informando la prensa española sobre la Conferencia? Mal. Creían que había perdido actualidad a los pocos días de su inauguración. Pensaban que los asuntos pendientes eran de escasa importancia. Un diplomático comentó a Betegón que quedaba por tratar la creación de un Banco de Estado, la orgaFelipe Ovilo, “Sobre la Conferencia”, ABC 2, 10 febrero, 4 y 2 marzo 6. Vicenti, “La Conferencia. Ni pesimistas ni ilusos”, El Liberal, 2 febrero, 1. 38 Cuando White dijo que la recaudación de impuestos hecha para los consulados tuviera un carácter provisional, para no dejar prejuzgada la autoridad del Sultán, Pérez Caballero replicó que esa enmienda era poco realista. Hizo un comentario privado que se oyó en la sala. Entonces, White la retiró. Tovar comenta que el delegado de Estados Unidos actuaba siempre al lado de Francia. No le parecía correcta esa conducta, estando aún recientes los sucesos del 98. 9 conf. Conde de Tovar-Antonio Eduardo Villaça, 2 febrero 1906, AMNE 3 P A 22 M 956 208. 39 Fabra, “ La Conferencia de Algeciras”, El Resumen, 6 febrero, 1. 36
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nización de la policía… y añadía que España tenía “derechos que todos hemos reconocido”, bien defendidos por sus delegados, mientras que “la opinión hace gala de una indiferencia lamentable”. Eso nada tenía que ver con la petición hecha a los periodistas para que fueran discretos en sus informaciones. De esa conducta fueron un ejemplo los delegados tras salir de la sesión del 7 de febrero40. Con todo era innegable que la Conferencia estaba siendo una oportunidad. Marruecos se había abierto a España gracias a ella41. Nadie debería hacerse ilusiones sobre los cambios en aquella sociedad. No los consentiría una población que el Majzén no controlaba. Marruecos volverá la espalda al Sultán “cuando este acate las órdenes, con disfraz de acto libre, de los países civilizados”. Los habitantes de Marruecos, los súbditos del Sultán, se ajustan a ese principio de que las leyes carecen de eficacia cuando no se consultó la voluntad de quienes deben cumplirlas42. Todos los pasos de la Conferencia confirmaban el criterio impuesto por Alemania: las reformas deberían hacerse con el consentimiento del Sultán y respetando la independencia de Marruecos. Eso suponía consagrar el principio de “internacionalización” en los impuestos, las aduanas y la hacienda. Lo defenderán sus delegados en todos los asuntos, especialmente en el de la policía, no aceptando que Francia se encargara de su organización. El Sultán se mostraba contrario a la injerencia de las potencias. Recurriría a medios dilatorios para no llevar adelante las reformas43. En la sesión del 10 de febrero hubo un enfrentamiento de Regnault con los alemanes. Su delegación se había reservado responder sobre el reparto de la policía cuando le llegaran instrucciones desde Berlín. Eso podría entenderse “com uma recusa”. A esas alturas, incluso Visconti Venosta “tamben se me mostrou muito aborrecido com as delongas de Allemahna”. Esa actitud les perjudicaba. El desacuerdo con Francia tomaba una dimensión Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras...111-129 y 145-148 y 153-155. “..políticos y escritores que no conocían sino por el mapa el territorio del Mogreb, lo han visto de cerca, lo han expiado y han sentido la atracción singular, el incontrastable poder sugestivo que ejerce el África septentrional en las almas españolas” Alfredo Vicenti, “La Conferencia. Entre dos sesiones”, El Liberal, 5 febrero, 1.Un balance de la presencia de España en Marruecos Alfredo Vicenti, “La Conferencia. O dentro o fuera”, ib. febrero 9, 1. Para la presencia francesa en Tánger, “La conferencia. Energías individuales”, ib. 12 febrero, 1. 42 En una conversación con tres moros, juzga Rocamora haber visto “el estado espiritual de Marruecos”. Tras escucharles, concluye: “Sobre las bravas tribus del Bled-el-Siba no tiene poder el Sultán. Sobre las que ocupan el Bled-El-Majzén se la merman las rebeliones presentes. Transigir con Cristo es negar a Mahoma. Acceder a lo que quieren los extranjeros es prescindir de las leyes coránicas José Rocamora, “Hablando con moros” y “Cándor Mogrebí” Heraldo de Madrid, 8 febrero y 19 marzo, 1. 43 Ventura, “Alemania triunfante” y “La actitud del Sultán”, El Resumen 3 y 5 febrero, 1. 40 41
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mayor porque ahora se producía en el marco de una Conferencia internacional. El contraste era también mayor, porque la delegación francesa se mostraba conciliadora y sabía negociar y ceder en el momento oportuno. Rouvier ordenó Révoil “ceder sempre que isso fosse necesario para evitar um conflicto”44. Las cosas se decantaban en contra de Alemania45. El gobierno francés esperaba que la Conferencia arreglara el contencioso entre los dos países46.
4. Momentos difíciles Hubo cambio de gobierno en Italia. A comienzos de febrero de 1906 se forma uno, que durará hasta el 29 de mayo, fecha en que regresará Giovanni Giolitti. Lo presidía Sydney Sonnino. Era ministro de Asuntos Exteriores Guicciardini. En la coalición se hallaba “casi toda la escala de colores políticos”. Ocupó la cartera del Tesoro Luigi Luzzatti. En las Cámaras no había una mayoría clara, sino varias fracciones. Era más fácil derribar gobiernos que sostenerlos. Los diputados fieles a Giolitti formaban el grupo más fuerte. De él dependía Sonnino. Se repetía la situación de su antecesor Alessandro Fortis. Sonnino centró su programa en medidas económicas y en la mejora de la administración, especialmente de los ferrocarriles que se encontraban en un estado lamentable47. De esa manera se ganó el voto de los diputados de distritos tradicionalmente antiministeriales48. El nuevo ministro de Asuntos Exteriores, que había destacado siempre en los debates parlamentarios, tenía fijada su posición. El 10 de febrero de 1906, Il Popolo Romano reprodujo un discurso pronunciado por él el 21 mayo 1902. Aun no siendo tan necesaria en 1902 como lo fue antes, la Triple 13 conf. Conde de Tovar-Antonio Eduardo Villaça, 10 febrero 1906, AMNE 3 P A 22 M 956 220. Nicolson tenía instrucciones de asociarse a Francia apoyando todas las propuestas que asegurasen el éxito. Así se lo dijo a Tovar, 17 conf, 16 febrero, ib. 230. 45 Sobre la relación de fuerzas y el papel decisivo de Italia en el comienzo de la Conferencia de Algeciras, vid. très secret 4 Jules Cambon-Rouvier, 3 enero 1906, AAE NS M 16 8-11. 46 Conf 22 Paul Cambon-Rouvier, Londres 27 enero, ib. 20-21. 47 Atti Parlamentari. Camera dei Deputati, “Relazione dellla Commissione su dissegno di Legge presnetato dal Ministro dei Lavori Pubblici (Carlo Ferraris) di concerto col Ministero del Tesoro (Carcano) nella seduta del 17 giugno 1905”, 225-B. Sobre los ferrocarriles, “Disposizioni relñative alle strade ferrate esercitate dalla Società per le Strade Ferrate Meridionali. Relazione della Giuna Generale del Bilancio e del Ministro del Tesoro (Carcano) nella sedutadel 28 giugno 1905. Atorizzaione al Parlamento delle somme al favore delle Società Ferroviarie Aadriatica, Mediterreanea e Sicula”, ib. 252-A. 48 27 Arcos-Almodóvar del Río, 10 de marzo 1906, AMAE H 1623. 44
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Alianza se había convertido en un “istituto di pubblica utilità internazionale”. Había generado la Dúplice Entente. Con el ejemplo de ambas, vino después la alianza anglo-japonesa del 30 de enero de 1902, el acuerdo anglo-ruso en los Balcanes, le entente franco-italiana para el equilibrio en el Mediterráneo. Se trataba de un sistema de alianzas y acuerdo que “è fondamento e guarentigia della pace in Europa”. Este sistema era delicado y estaba lleno de riesgos modificarlo. Por eso sería una grave responsabilidad para un gobierno italiano hacer que el país pasase de una a otra alianza. Otros pensaban que los intereses de Italia en el Mediterráneo y en la parte occidental de los Balcanes quedaban mejor defendidos con una alianza con Rusia y Francia. No lo creía así el ministro de Asuntos Exteriores, porque la amistad de Italia con el Reino Unido era vital para el equilibrio mediterráneo. En los Balcanes, contaba Italia con Austria. Con ella, los italianos sólo pueden ser amigos o adversarios. Lo primero favorece un arreglo mejor en las cuestiones que surjan. Necesitaba, como todo lo humano, la Triple Alianza adaptaciones. Debería reconocer que los tiempos habían cambiado. Una de las circunstancias nuevas, “la istaurata amicizia colla Francia”49. Volvamos ahora a la Conferencia de Algeciras. El 11 de febrero, tras haber recibido el día anterior la respuesta del Sultán sobre el contrabando de armas, creció el malestar y se temió por el éxito de la Conferencia. El comentario de Betegón expresa la ambigüedad del Sultán y del Majzén. Por una parte veían en ella un medio de asegurar la independencia e integridad de Marruecos. Por otra, las reformas y el control de las potencias sobre ellas, en beneficio de sus intereses, les hacían mirar con recelo el que tuviera un éxito completo. Si no se alcanzaban los objetivos, para España tan importantes para mantener sus derechos seculares, “será de ver la burlona carcajada con que Mohamed Torres, El Mokri. Mohamed Seffard y sidi Abderraman Bennis darán cuenta a S. M. Jeriffiana de los trabajos de la más inútil de todas las Conferencias internacionales celebradas hasta hoy”. La decisión de introducir reformas estaba limitada por el alcance de la autoridad del Sultán, incapaz de acabar con la anarquía. A ello se sumaban los obstáculos religiosos. Los jerifes con sus doctrinas y las cofradías con sus fieles ayudaban “al feudalismo marroquí”, que, al igual que la organización política y administrativa eran consecuencia de la teocracia is49 Anexo a 35 Barrère-Rouvier, 10 febrero 1906, AAE CP NS Italia 11 55-57. Al poco tiempo, Guicciardini cesó. Barrère dijo que era la persona más mediocre e incompetente de cuantas había conocido al frente de la Consulta, 112, 29 mayo, ib. 58-61.
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lámica50. Conociendo todos esos factores, el compás de espera en el que se hallaba la conferencia el 11 de febrero mostraba el deseo de ir con cuidado, sin dar pasos en falso. El 12 de febrero el embajador Hugo von Radolin pidió una entrevista con Rouvier. Era el momento de poner en marcha esa estrategia. Mientras estuvieran reunidos los delegados, Francia se negaba a discutir con Alemania. A todas las cuestiones planteadas, la respuesta fue “je ne me prêterai pas à reprendre la conversation à deux”51. Funcionaba la entente franco-británica. Contra ella nada podrían las maniobras alemanas52. Tattenbach pidió a Nicolson que interviniera para que Francia aceptara los puntos de vista alemanes. Pero eso sería apartarse del espíritu de la entente cordial y de la letra de los acuerdos firmado con ella. Cualquier acción de Nicolson debía estar dentro de los límites de las declaraciones hecha en abril de 1904. Fijada claramente la lealtad del Reino Unido con Francia, Grey juzgaba poco razonable la conducta de Alemania. Francia estaba dispuesta a respetar la soberanía del Sultán y la independencia de Marruecos. Si querían tener seguridad, primero en los puertos, era evidente que el mejor medio para ese fin era confiar a España y Francia, las únicas naciones con experiencia en Marruecos, el organizar la policía en ellos. En segundo lugar se buscaba salvaguardar los intereses económicos de todos con libertad de comercio, con la “puerta abierta”. Francia había dicho que respetaba también ese principio. Alemania tiene en Marruecos sólo intereses económicos. Grey confesaba estar sorprendido de que Alemania no hiciera propuestas para reforzar los dos principios en lugar de crear “little difficulty” que impidiera un acuerdo unánime. Era injusto culpar a la política del gobierno inglés de obstruir la marcha de la Conferencia53. 50 Betegón menciona la obra ya citada de Gabriel Maura Gamazo, que sostiene como clave para interpretar la situación y decidir la política a seguir que no existe un Estado en Marruecos, porque el Sultán no controla ni la población ni el territorio. “Ha hecho…un estudio completo, detenido y sumamente minucioso, porque tiene exacto conocimiento del problema en lo que con España se relaciona, y a su claro talento no se han ocultado las ventajas e inconvenientes de determinadas actitudes por parte nuestra y, con una lógica irrefutable las ha puesto de manifiesto dando la voz de alarma para evitar peligros, después irremediables”. La Conferencia de Algeciras…174-175. 51 L’Allemagne et la France son allées à la Conférence pour soumettre à l’arbitrage de l’Europe les difficultés qui peuvent les diviser sur la question marocaine, et pour que les aidât à trouver un terrain de conciliation”. Esa fue la respuesta del presidente del consejo francés. Resumen de la conversación, 13 de febrero, ib. 38-45. Para precisar las ideas expuestas, Rouvier entregó al príncipe Radolin una nota el 14 de febrero, AAE NS M 16 49-48. 52 Conf 50 Paul Cambon-Rouvier, 27 febrero, ib. 65-66. 53 10 Grey-Nicolson, 13 febrero 1906, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar.
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En Londres, la mañana del 13 de febrero, Paul Cambon acudió al Foreign Office para desmentir ante Grey algunas noticias publicadas por las agencias de prensa. Révoil no había modificado el programa de la Conferencia planteando la cuestión de la policía antes que la del Banco de Estado. Révoil y Radowitz habían hablado en privado sobre los dos temas y de manera semi-oficial. Era igualmente falso que Rouvier hubiera retirado su demanda de tener el control de la policía en Marruecos a cambio de que se reconociera su derecho sobre ella en la frontera de Argelia, ya reconocido por un acuerdo anterior con el Sultán. Eso había quedado recogido en el Livre Jaune y Alemania no había protestado. Rouvier jamás habló de un mandato general, sino de una fuerza policial en las ciudades de la costa, reservándose los puertos de Tánger, Larache. Rabat y Casablanca, en el Atlántico. La mención a Fez formaba parte de un acuerdo anterior con el Sultán, que se extendía a Uxda, pero no incluía la organización de la policía, sino el poner las tropas del Sultán en condiciones de resistir al Pretendiente Muley Hafiz Quedaba claro el significado de la expresión “mandato general”. El gobierno francés había declarado siempre que la policía tenía como misión la seguridad de los extranjeros. La prensa alemana dijo también que el organizar la policía daba hegemonía a Francia en materia económica, violando el principio de puerta abierta. No era así. Francia había reconocido la libertad de comercio en igualdad de condiciones para todos. Uno de los fines de la policía era salvaguardarla en beneficio de todos. Confiar su organización a Francia y España daba mayores garantías. Francia sólo deseaba que la Conferencia llegara a una solución satisfactoria para todas las potencias54. Si fracasara, no se iría a la guerra, pero no se volvería a la situación anterior. “El statu quo marroquí, que tanto trabajo ha costado mantener, por el que tantos sacrificios ha hecho España, ha recibido una herida mortal, de la que no puede levantarse, y solo, a base de infinitos cuidados, tirará hasta que en breve plazo, de una u otra suerte, arreglen sus diferencias los poderosos”55. 99 Grey-F. Bertie, 13 febrero 1906, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar. Felipe Ovilo, “Sobre la Conferencia”, ABC 14 febrero, 4. Este optimismo de Ovilo resalta más, pues se hablaba entonces de que Francia y Alemania habían llegado al límite de las concesiones que podrían hacerse, sin haber alcanzado un acuerno. “La Conferencia de Algeciras “, ABC 16 febrero, 10. Ese mismo día, celebraron una reunión nocturna los delegados de Italia, Francia Alemania e Inglaterra. Se separaron convencidos de que era imposible una solución, vista la intransigencia de las dos naciones que estaban en el origen de la Conferencia de Algeciras. Guillermo Sánchez Cabeza, “Desde Algeciras”, ib. 18 febrero, 1. 54 55
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El conde Metternich, embajador de Alemania en Londres, lamentó ante Grey que la Conferencia no avanzara en la cuestión de la policía. En los otros puntos se había progresado. Alemania creía que su organización debería ser competencia del Sultán y los instructores deberían ser de pequeñas potencias y tener como inspector jefe a un oficial designado por el cuerpo diplomático de Tánger. Grey, dejando completamente aparte sus acuerdos con Francia, juzgaba de sentido común que las naciones mejor cualificadas para esa misión eran Francia y España. Recordó a Metternich, el embajador alemán, que Francia había declarado su respeto a la soberanía del Sultán y a la integridad e independencia de Marruecos. El Reino Unido estaba de acuerdo. Sus intereses eran: el primero, el mantenimiento del orden, fundamental para el comercio, y la seguridad de los ciudadanos. El segundo, la libertad comercial en igualdad de condiciones para todos que se había conseguido por bastante años en la declaración de abril de 1904. Los delegados ingleses apoyarían las demandas de Francia, que le parecían “most moderate and reasonable”. El objetivo del gobierno alemán, replicó Metternich, había sido y era todavía, evitar que Francia se hiciera con un monopolio o consiguiera unas ventajas excepcionales en Marruecos mediante el control de la policía. Ese temor era infundado para Grey, pues España estaría asociada con Francia. En cuanto al Banco de Estado, Inglaterra defendería sus intereses con espíritu conciliador. Las razones de Grey no convencieron a su interlocutor. Francia buscaba tener en Marruecos no posición lesiva para los derechos de las otras naciones. Sólo quedaba, a la vista de esta diferencia, pedir cortesía en los debates, como estaba sucediendo hasta el momento, y llegar a algunos buenos resultados. El embajador observó que estaba cambiando el tono de la prensa francesa, quizás por instigación de Révoil o alguna fuente oficiosa en París. Eso apuntaba en una dirección: Francia quería que la Conferencia se malograra. Nada tenía que reprochar Grey al delegado francés, que estaba actuando con mucha moderación. La cuestión de la policía era especialmente importante para Francia, vecina de Marruecos. Sus intereses económicos eran mayores y, por eso mismo, le afectaban más todos los factores que pusieran en peligro el comercio. Esa sería la razón de la inquietud en la prensa francesa. Al contrario de lo que concluía Metternich, creía que los más interesados en el final feliz eran los franceses. Llegado a este punto, el embajador dijo que Alemania no podía ceder más que en consentir que la policía estuviera bajo mando francés en la frontera de Argelia, pero Francia no había cedido en otros puntos. La propuesta alemana, inspirada en el modelo establecido en Macedonia, no había hallado eco en las otras delegaciones, que aceptaban que la policía en los puertos se
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encomendara a España y Francia. ¿Era mejor una internacionalización de la policía en estos lugares? Eso creía Metternich. Estaba equivocado. Su gobierno había objetado la pretensión de Francia y España, porque consideraba que sus intereses comerciales eran tan importantes como los de cada una de ellas y además tenía más necesidad de exportar que otras naciones como España e Italia. Marruecos era un mercado con “great possibilities and great future”. Era vital para Alemania. A la lucha por la influencia política en Marruecos se subordinaban los intereses comerciales. Esa era la verdadera clave para comprender lo que estaba pasando en Algeciras. Había que trabajar para hacer algún avance. Días más tarde, el 19 de febrero, Metternich comunicaba a Grey las instrucciones enviadas a Radowitz. El embajador alemán pensaba que se había llegado a un punto muerto. Grey respondió que la policía podría limitarse a la protección de los extranjeros sólo en los puertos, no en el interior. Así las cosas, ¿cómo podría eso perjudicar los intereses comerciales de Alemania? En resumen, España y Francia cuentan con personal y experiencia par organizar la policía. Francia estaba en contra de la internacionalización de Marruecos. Sus intereses políticos eran mayores. Estaba obligada más que nadie a evitar el desorden para que no se extendiera a sus posesiones. Lo más importante para Inglaterra era separar de los intereses económicos la disputa por la influencia política. Las otras naciones presentes podrían presentar sus propuestas de modo que fueran aceptables para Francia. Si fracasara la reunión de Algeciras por la oposición alemana, se retrasaría una mejora en las relaciones entre Alemania y el Reino Unido. La conversación fue tensa. Metternich dijo que, si el gobierno inglés utilizaba siempre contra su país la entente con Francia, Alemania consideraría a Inglaterra como su enemigo. Grey replicó que, desde que existía la entente, no había más que una diferencia en el asunto de Marruecos y en muchos otros Alemania y el Reino Unido habían logrado un arreglo definitivo. El gobierno inglés juzgaba sumamente, “exceedengly”, moderada y razonable la posición francesa. Era imposible para Londres no sostenerla dentro del acuerdo existente entre los dos gobiernos. Cuando se resolviera la cuestión de Marruecos de modo satisfactorio, deseaban demostrar que jamás se había usado contra Alemania su entente con Francia. No era baladí esta aclaración. Alemania no quería una guerra con Francia. Esta afirmación era la respuesta de su embajador a la pregunta sobre lo que sucedería si la Conferencia fracasara. Con todo, esa perspectiva inquie-
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taba a los ingleses “and that was why I was so anxious to find a possible solution”, dijo Grey. Lamentó Metternich, en este momento de la conversación, la hostilidad de la prensa inglesa en contraste con las manifestaciones de amistad de los alemanes. La Conferencia era una buena oportunidad para que las cosas cambiaran, si tenían éxito sus trabajos. Si no era así, sería muy difícil continuar esa dirección56. Al día siguiente, Grey urgía a Nicolson a llegar a un arreglo. Si tenía alguna idea, debería comunicarla a su colega francés y ponerse de acuerdo con él. Se pedía lo mismo al encargado de negocios en Madrid57. El Ministro de Asuntos Exteriores portugués ordenó a su delegado que estuviera al lado de Inglaterra, pero de forma discreta, sin subrayar ese apoyo con declaraciones que podrían ser peligrosas. El método de la Conferencia evitaba las votaciones. Almodóvar del Río leía el texto a debatir. Si callan todos, se aprueba. Si alguien sugiere modificación, pero no hay debate, se aprueba retirando o aceptando la enmienda. Si alguien se opone y nadie replica, se suprime el artículo leído. El procedimiento no era casual. No se votaba todavía, porque los acuerdos debían tomarse por unanimidad. ¿Cabría abstenerse? Tovar no lo creía oportuno. Portugal no debería mostrarse neutral respecto a los intereses de Francia, Inglaterra y España, que eran los suyos. No debería favorecer que Alemania se instalara en la costa atlántica, consiguiendo la organización de la policía en alguno de los puertos allí abiertos, porque supondría una “uma amenaça e uma visinhança perigosa”58. Moret manifestaba al encargado de negocios del Reino Unido en Madrid su pesimismo sobre la Conferencia. Ojeda le dijo que Alemania no deseaba sino “get out of the Conference with as much dignity as possible”, pues sabía que la opinión europea estaba a favor de Francia. Si eso sucedía, la cuestión de Marruecos quedaría en suspenso durante un tiempo. Apostaba por la solución que se adoptaría al final: Francia organizaría la policía en su frontera con Marruecos y algunas ciudades de la costa y España se encargaría de hacerlo en las ciudades cercanas a sus posesiones y quizás en Tánger. De no
Se daban instrucciones a F. Lascelles para que utilizara este lenguaje en Berlín. 67 y 75 Grey-Lascelles, 14 y 19 febrero 1906, enviado a Nicolson el 15 de febrero, PRO Foreign Office 185/1024 sin paginar. 57 Tc 19 y 20 Grey-Nicolson y Cartwright, ambos del 20 febrero, PRO Foreign Office 185/1024 sin paginar. 58 16 conf. Conde de Tovar-Antonio Eduardo Villaça, 15 febrero 1906, AMNE 3 P A 22 M 956 229. La respuesta del Eduardo Antonio Villaça reiterando las instrucciones, tel. conf. 22 febrero, ib. 243. 56
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ser así, el Sultán, al elegir entre los oficiales europeos, se inclinaría por los alemanes59. Si la Conferencia de Algeciras se cerrara sin resultado, dejando en vigor los acuerdos de 1904, sería ese fracaso, según Alfredo Vicenti, un desastre para España, sometida a Francia en Marruecos.
5. El desencuentro franco-alemán En medio de esta crisis, una vez más la prensa republicana erraba en su apreciación. Era normal, porque mantenía su primer juicio sobre la Conferencia. Sostenía que la opinión la seguía de lejos60. Nada pasaría si fracasaba, porque eso no conduciría a la guerra. Ni Alemania ni Francia la querían, pero “suponemos que el gobierno vivirá sobre aviso y que España cortará las amarras (caso que las hubiere) en el momento oportuno”. No tendría fuerza lo aprobado en ella para modificar la sociedad marroquí, Nada supondría, porque lo que se presagiaba como exultado ya existía: la barbarie y la anarquía mantenidas con el consentimiento de Europa. Con todo, “creo que obedecerá (la opinión española) a un instinto suicida si, después de la dispersión del Cónclave, no pone en el Norte de Marruecos todas sus miras y todas sus actividades”. . Los intereses de España habían estado bien defendidos. La falta de acuerdo en la Conferencia anularía de hecho los firmados en 1904, porque Francia no podría llevarlos adelante. Se regresaría entonces al statu quo de 1880. Por esta razón, se alegrarían todos, excepto “algunos personajes que, tomando por prenda el convenio anglo-francés de abril, creían en la eficacia del acuerdo franco-español de octubre”61. Como la de su colega El País, la desorientación de El Liberal era clamorosa. No se enteraban uno y otro de lo que estaba en juego ni conocían la po-
59 Tc 11 Cartwright-Edward Grey, Madrid 16 febrero 1906, PRO Foreign Office 185/1029, sin paginar. 60 Emile Temine, “L’opinion publique espagnole devant les rivalités coloniales en Afrique (1880-1914)”, Opinion publique et politique extérieure, I, École Française de Rome, 1981, 385-396. Como se pone de manifiesto en las colaboraciones en esta obra, existe un consenso en que los asuntos de política exterior están mejor fuera del debate público, incluidos los parlamentos. Más allá de la corrección política e ideológica de este hecho, parece demostrado que esta “ausencia” de la opinión actúa como poderoso factor de “salud pública” y de decencia intelectual. Cuando se mueven las “emociones” y se moviliza a la opinión, la tendencia a la manipulación, al engaño y a la simplificación crece sin freno y no hay límite ético que la frene. 61 Alfredo Vicenti, “La Conferencia. Ni pena ni gloria” y “La Conferencia y los Tratados”, El Liberal, 16 y 27 febrero, 1.
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sición de cada una de las partes. Parece que quienes denunciaron la ausencia de respeto al derecho en 1898, ahora pensaban que la fidelidad a lo libremente pactado no obliga. El conformismo optimista y rodeado de alguna incertidumbre del corresponsal del diario republicano contrastaba con el clima de temor y de susceptibilidad en los ambientes diplomáticos, como revelaba esos mismos días la reacción ante la posibilidad de que Holanda marchara al lado de Alemania. El gobierno de La Haya desmintió la noticia aparecida en algunos periódicos europeos. Holanda mantendría su política exterior, sin cambiarla por razones de “haute politique”. Era una potencia comercial, pero carecía de intereses económicos en la costa del noroeste de África. Se limitaría a cuidar sus derechos tal como en 1880 quedaron recogidos en el Acta de Madrid, de la cual era signataria. Se esforzaría en Algeciras por promover la unanimidad. En diciembre de 1905, el gobierno holandés dijo en el Senado que su política exterior era “discreet and independent”62. El 17 de febrero se despejaba la situación. En Berlín, el subsecretario de Asuntos Exteriores, en ausencia de su superior, comunicó al representante portugués que su gobierno no creía que el fracaso de la Conferencia de Algeciras supusiera un riesgo de guerra. Esperaba siempre las contrapropuestas francesas para llegar a un acuerdo. El problema de Marruecos no podía resolverse en unos días. Bastaba recordar la duración de la llamada “cuestión de Oriente”. En Algeciras Almodóvar del Río dijo al conde de Tovar que Francia estaba dispuesta a ceder el mando de la policía una tercera potencia. Tovar consideraba mejor dejar el asunto en manos del cuerpo diplomático, porque otra solución, además de una cesión más ante Alemania, podría hacer que la nación elegida fuera “hechura” suya”63. La situación no era buena. El desacuerdo entre las delegaciones y la intransigencia de algunas de ellas servían de pretexto para que Marruecos tuviera menos razones para llevar adelante las reformas. Si las diferencias eran irreductibles, según comentaba un diplomático a Javier Betegón, hubiera sido mejor no convocar la Conferencia. Los asuntos sometidos a su decisión no habían sido estudiados antes. El método era desconcertante. Todo se aprobaba ad referéndum. Había que esperar las instrucciones de los gobiernos. ¿Qué había oculto en estas maniobras dilatorias? ¿Que la policía fuera internacional? Ese era el punto que dividía a los tres grandes interesados: Conf 14 Henri Howard-Grey, La Haya 117 febrero 1906, una copia, 22 Grey-Nicolson, 24 febrero, PRO Foreign Office 185/1024 sin paginar. 63 Copia de un telegrama enviado a Antonio Eduardo Villaça y 17 y 18 conf. Conde de Tovar-Antonio Eduardo Villaça, 11 y 16 y 17 febrero 1906 y AMNE 3 P A 22 M 956 233 y 230-231. 62
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Alemania, Francia y España. Si no alcanzaban un acuerdo, habría que apelar al arbitraje de las otras naciones. No se avanzaba. Los deseos de concordia de España, su lealtad a los compromisos con Francia, su disposición a ceder en lo que no lesionara sus justos derechos, eran su programa. El único límite era, si un día desaparecía la soberanía del Sultán, que ninguna nación que no fuera ella ocupara un palmo de terreno en la costa frente a Gibraltar. Esa afirmación de Antonio Cánovas del Castillo, repetida por Maura, como hemos visto en el capítulo anterior, era aplicable a las costas del Atlántico frente a Canarias. La respuesta que entregó Radowitz a Révoil, rechazando la presentada por este, pudo acabar con la Conferencia. Lo evitó Almodóvar del Río, que pidió a los delegados que siguieran hablando del Banco de Estado. Urgía mantener la vía de la negociación, porque no era una quimera la amenaza de guerra. Sin juzgarla inminente, había que tomarla en serio y no desaprovechar la oportunidad de que los otros delegados pudieran mediar entre sus colegas alemanes y franceses. El papel de Almodóvar del Río era cada día más importante. Acudió en su ayuda el viaje de los Reyes de Portugal. Como ministro de Estado debería desplazarse a Madrid. Se suspendían las sesiones. Eso permitía ganar tiempo64. En caso de que Alemania y Francia no llegaran a un acuerdo sobre policía, Jules Cambon creía que debería proponerse a la Conferencia la fórmula de Rusia, pero podría pensar que era una victoria moral de Francia. Si se le dejara los puertos de la costa occidental, dada su posición delicada, España no votaría a favor y Estados Unidos, aun considerando la proposición razonable, se abstendría por respeto a Francia. El resultado final de cualquier iniciativa que se presentara era imprevisible. La Conferencia se hallaba en un estancamiento que afectaba a la dignidad de los gobiernos participantes y de sus delegados. Mientras, Francia y Alemania negociaban en secreto. Visconti Venosta pensaba que había que hacerlo en las sesiones. A punto de cumplir los ochenta años bien llevados, el político italiano deseaba tener un papel más importante65. Se recurrió a la influencia de Almodóvar del Río, como presidente, para tratar de mover a los alemanes a trabajar por un acuerdo. El gobierno de
Javier Betegón, o.c. 173-175, 188-191 y 199-200 y 209-211. y 219-220. Betegón mantuvo la tesis de que Marruecos acudió a Algeciras buscando que fracasara la Conferencia, porque el majzén no quería reformas, ib. 329 y 332. 65 20 conf. Conde de Tovar-Antonio Eduardo Villaça, 19 febrero 1906, AMNE 3 P A 22 M 956 237. 64
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Moret estaba en la misma dirección que Francia y el Reino Unido66. Jules Cambon informó a Cartwright que Almodóvar del Río creía llegado el momento de ofrecer a las dos partes la mediación de España. Era una apuesta muy peligrosa, según Moret. Bastaba recordar las dificultades para conciliar las posturas cuando se trató de la sede la Conferencia en España. Había otro problema. Nadie debería dudar que el gobierno y el Rey estuvieran decididos a cumplir los compromisos existentes con Francia y el Reino Unido67. Tovar dijo a Pierre de la Margerie, secretario de la Conferencia, que faltaba a la lógica que, en Algeciras, siguieran Francia y Alemania el tête-á-tête Rouvier-Radolin iniciado el año anterior. Citó a Visconti Venosta. Añadió que la situación era más humillante para las pequeñas potencias, a quienes no se comunica siquiera lo que los delegados alemanes y franceses transmitía los corresponsales de cada uno de sus países, hasta el punto de que el 18 de febrero Le Temps publicó este comentario de su corresponsal: debería ponerse en el ayuntamiento de la ciudad, sede de las sesiones, este cartel “Il est défendu à Messieurs les Délègues à la Conférence d’interviewer les journalistes”68. Nicolás II recibió esos días al embajador de Francia. Rusia haría todo lo que estuviera en su mano para superar esta situación desesperada, como dijo Lamsdorff al embajador de Austria. Alemania se sentía cargada de razones. Ponía a todas las demás naciones como testigos de su rectitud. Por eso era de esperar que ahora no interrumpiera los trabajos, pues se consideraría un acto hostil inaceptable. La proximidad de las elecciones en Francia lo desaconsejaba porque fortalecería a los nacionalistas. Lamsdorff creía que todos los delegados debían unirse frente a los alemanes, ofreciendo así una vía: cedían ante los deseos de Europa y, a cambio, se revisarían los acuerdos, pasado un tiempo “and reserving her rights” 69. Si no se conseguía acuerdo, la Conferencia podría ser “suspendida” pero no disuelta70. Grey agradecía esa buena disposición. Tc 18 y 19 Grey-Cartwright, 24 febrero, ib. Conf y cifrado 14 Cartwright-Grey, 21 de febrero 1906, Se envió a Nicolson, PRO Foreign Office 185/1029, sin paginar. Ojeda le dijo que se había ordenado a Almodóvar del Río no mediara, tc conf 17 y conf 35, ambos del 22 febrero, ib. 68 23 conf. Conde de Tovar-Antonio Eduardo Villaça, 23 febrero 1906, AMNE 3 P A 22 M 956 248. “Bulletin de l’Étranger. La réponse de la France”, Le Temps, 18 février. 69 Copia de los tc del representante del Reino Unido en San Petersburgo, 24 y 25 febrero, PRO Foreign Office 185/1029, sin paginar. 70 La pésima impresión de Goluchowski y su conversación con el embajador de Francia, así como la noticia de que había discutido estos puntos con Italia y Estados Unidos, copia del tc 27, Viena 24 febrero, ib. 66 67
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Había otro signo esperanzador. Guillermo II se había mostrado muy cordial con el barón de Courcel, el embajador francés, pero ni una palabra sobre Marruecos, “avoided allusions to Morocco Question”. Bülow estuvo menos contenido, pero sin salir de las generalidades y de las concesiones que podría hacer Francia. Todo seguía igual en Algeciras, según comunicaba Paul Cambon a Grey, pero Visconti Venosta y su colega austriaco algo hacían71. Había dos señales buenas. La primera, en una entrevista a la Neue Freie Press, de Viena, Visconti Venosta dijo que esperaba llegar a un acuerdo sobre el Banco de Estado. Si la Conferencia fracasara, no habría guerra, pero si se produciría una grave crisis internacional. La segunda, Wiener Allgemeine Zeitung informaba que Austria había dicho a su aliado alemán que cediera ante la demanda de Francia72. Lamsdorff tenía ya una fórmula que incluía lo previsto unos días antes: que pudiera ser aceptada con reservas y ser revisada pasados uno años. Pese a mirarla con escepticismo, el embajador francés la apoyaba. De ese modo se planteaba ante toda Europa el problema para un arbitraje según la Convención de La Haya. Nicolás II estaba dispuesto a intervenir personalmente, pero su gobierno era reacio, porque temía un rechazo alemán73. Grey resumió la postura inglesa: negociar era más importante que votar. Eso suponía no cansarse de debatir libremente la postura de cada uno. La Conferencia no podría cerrarse dejando la impresión, por pequeña que fuera, de que había posibilidad de una ruptura entre algunas naciones. Por eso era mejor suspenderla, alegando que los delegados necesitaban regresar a sus países e informar a sus gobiernos74. La Conferencia había ido avanzando siempre dejando a un lado los puntos conflictivos. Se reservaban para el comité de redacción. Con humor comentaba Tovar que se hablaba de la “compañía dos reservistas”75. Su comandante general era Tattenbach, siempre firme frente a su colega Regnault, pero errando a veces en sus intervenciones, según el delegado portugués. En cualquier caso, las sesiones, sin ser un divertimento, mantuvieron la cordialidad y en todos hubo deseos de conciliación y de disipar incertidumbres.
tc y conf 19 Grey-Cartwright, 27 febrero 1906, PRO Foreign Office 185/1029, sin paginar. Hay palabras sin descifrar. 72 José Rocamora, “Algeciras”, Heraldo de Madrid, 25 febrero, 4. 73 Copia tc 33, 28 febrero, PRO Foreign Office 185/1029, sin paginar. 74 Tc conf 41 Grey-Nicolson(¿), 5 marzo 1906, PRO Foreign Office 185/1024 sin paginar. 75 “Continua toudo o que importa, reservado, e sò camnha o que pouco vale. Assim è”. No se cumplió el presagio de Tovar. Habría acuerdo. 71
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Tattenbach pidió calma a los delegados. La Conferencia era una negociación, por eso no estaba dispuesto a tratar las cosas a prisa, para satisfacer políticamente a alguno76. El ambiente de las sesiones plenarias en nada se parecía a los debates de un parlamento. Primaban las conversaciones, los diálogos privados. Si alguien se levantaba era para dejar constancia de su nombre en el acta. Duraban unas tres horas. La delegación marroquí exigía que se tradujera todo al árabe, aunque entendían bien el francés. Eso retrasaba el ritmo de trabajos. Había malestar porque se sentía que la Conferencia iba para largo. Sus portavoces eran de la Margerie, en francés, y Piña en español. Almodóvar del Río se detenía a veces a la salida de las sesiones y comentaba detalles interesantes con los periodistas. Cuando el tiempo se precipitaba sin conseguir acuerdos, y ante el bloqueo entre Alemania y Francia a cuenta de la policía, se dijo que se tomaran los acuerdos ad referéndum, dejando al cuerpo diplomático en Tánger la ejecución práctica y a los países no avenidos la apertura de una negociación directa entre ellos77. Los delegados tuvieron reconocer que carecían de preparación técnica, especialmente en temas fiscales. No se conocían los datos, salvo los relativos a aduanas, porque sus ingresos eran la garantía del empréstito concedido por un grupo de bancos franceses en 1904. Por eso, como sugirió Visconti Venosta, debería centrarse en fijar los objetivos. Se explica así que todo o casi todo el programa de reformas se dejaba en manos del cuerpo diplomático que debería concretar las medidas de acuerdo con un representante del Majzén78. La crisis provocada por el desacuerdo entre Francia y Alemania sobre la organización de la policía creó una fuerte tensión en la semana entre el 18 y 25 de febrero. Al reanudarse las sesiones el lunes 26, los delegados alemanes, para calmar los ánimos, dijeron que la Conferencia podría fracasar o aplazar indefinidamente sus sesiones, sin que ninguna de estas dos circunstancias pusiera en peligro la paz. Si eso sucediera, “Francia y Alemania podrían seguir sus negociaciones directamente para llegar a un acuerdo mediante concesiones mutuas en la política africana”79.
Sn, Tovar-Wenceslau de Lima, 2 marzo 1906, AMNE 3 P A 22 M 456 260. Ventura, “La Conferencia de Algeciras” y “Terminando la Conferencia”, El Resumen 30 enero y 1 febrero y 8 febrero, 1. 78 8 y 11 conf. Conde de Tovar-Antonio Eduardo Villaça, 30 enero y 6 febrero 1906, AMNE 3 P A 22 M 956 204 y 217. 79 Ventura, “Impresiones tranquilizadoras”, El Resumen 26 febrero, 1. 76 77
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Un personaje clave fue Paul Amadée Révoil. Resumía las conversaciones y las ordenaba. Lo hacía bien, porque era abogado. Fue ministro de su país en Tánger y gobernador general de Argelia. Con esa experiencia sabía hallar siempre la mejor fórmula, la que expresaba de manera más nítida y precisa la idea emitida. Arthur Nicolson estaba convencido de que el trabajo era inútil. No se pondrían en marcha las reformas en Marruecos, donde se daba crédito a la ficción de que existía un Sultán, un Majzén y un país. Lo que había en era la existencia una serie de tribus, independientes, unas veces en paz y otras en guerra entre ellas o con el Sultán, cuya autoridad en Tánger se acababa fuera de las puertas de la ciudad. Todas esas tribus eran hostiles a las reformas. Estos datos explicaban el giro en la política inglesa, plasmado en los acuerdos del 8 de abril de 1904. Con ellos reconocía el Reino Unido que únicamente Francia, por su proximidad, por los intereses que tenía y por la decisión política de gastar todo lo necesario, estaba en condiciones de hacer algo. Por eso la apoyaba. Hasta ese momento, según Nicolson, los delegados alemanes guardaban una reserva, que impedía a los demás conocer los que buscaban en Algeciras. Sólo había una persona optimista: el duque de Almodóvar del Río80. A estas alturas, habría que recordar que el orden el día fijado por las potencias revelaba, según Almodóvar del Río, su interés por conservar la paz y la prosperidad en Marruecos. Era un objetivo compartido por el Sultán, que beneficiará el comercio de las naciones con su Imperio. Esto suponía reformas, que respetaran su soberanía, la integridad de sus estados y la igualdad de trato en las relaciones económicas. Los participantes respetarían sus derechos, conciliarían sus intereses con la integridad de Marruecos y la soberanía del Sultán. La Conferencia debería proporcionar al menos una tregua en una hora dramática en Rusia. Debería demostrar respeto a la religión ya las costumbres del pueblo de Marruecos, pues la marcha de la civilización es lenta. Algunos se preguntaron si Marruecos había sido un pretexto para alcanzar acuerdos en otros puntos, modificando el sistema de alianzas o entendimientos existentes en ese momento. Otros creían que la Conferencia abría el camino para una situación nueva, de signo colonial en el sur del Mediterráneo. Si era así, podría tratarse de un “Rubicón”, que todo lo ponía en crisis, o el comienzo de una lenta penetración en Marruecos hecha por “la iniciati-
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7 conf. Conde de Tovar-Eduardo Villaça, 28 enero 1906, AMNE 3 P A 22 M 956 456.
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va de los particulares”. Nicolson sostenía que Marruecos era una “ficción” creada por los europeos, tal como hemos visto que sostuvo Gabriel Maura un año antes. En manos de Francia quedaba el implantar una administración y en poner en marcha unas reformas, arriesgándose a una guerra con sus habitantes. Sus intereses compensaban el coste de toda la operación.
IV. ¿PODRÍA FRACASAR LA CONFERENCIA?
Nadie esperaba que, si naufragaba la Conferencia de Algeciras, se fuera a una guerra inmediata, pero no podría desconocerse que lo sería en breve plazo. El viernes 2 de marzo de 1906 existía una ruptura entre Francia y Alemania. Esta se conformaba con mantener Marruecos como mercado abierto, poner en el norte de África un pie y conseguir un puerto en el Atlántico, que la situara en una frontera con Francia. Ese proyecto supondría al final la conquista de Marruecos, empresa nada fácil. De momento Guillermo II se conformaba con que ninguna nación tuviese una posición dominante en el noroeste de África. Se conformaba con utilizar Marruecos como pieza decisiva en el juego diplomático. La actuación de Alemania en 1905 podía resumirse así: supuesta la no alianza de Francia con el Reino Unido, buscaba ganarse la confianza del Sultán, traer a todas las potencias a una conferencia, donde las primeras semanas se hizo siempre lo que ella quiso. Había sucedido esto cuando la crisis húngara había acabado con la alianza que, desde 1867, unían en el Emperador Francisco José tenían las dos coronas, y mientras en Londres guardaban “un elocuente silencio”. Para la sesión del sábado 3 de marzo, se esperaba que cediera Alemania, porque se había quedado sola. Francia también, pero no tanto, porque lo había sabido ceder hasta ese momento. Nada se avanzó ese día. Podría suceder lo mismo el jueves, día 8. Había que esperar a que Rusia jugara su baza. A ella menos que a nadie le convenía una guerra después de su derrota ante Japón. Necesitaba dinero para su reconstrucción. Una guerra generalizada se lo impediría. Austria tenía que resolver la cuestión con Hungría. Italia quería la paz. Lo demostraban las palabras de sus políticos y la labor de Visconti Venosta en Algeciras. La fortaleza de Alemania sólo podría mantenerse en los primeros meses. Si se llegara a la guerra perdería simpatía su causa. El Reino Unido no la temía, pero no la quería. A España, siendo imposible el statu quo, le beneficia-
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ba que Marruecos se modernizara, aunque sólo fuera en la parte frecuentada por los europeos. Si Marruecos fuere el pretexto de la guerra, su escenario sería su territorio y el de los vecinos1. El jueves 8 sería, pues, una fecha decisiva. Alemania debería pactar la organización de la policía. ¿Hubo una gestión de Eduardo VII ante Guillermo II? Eso decía Le Petit Parisien de aquel día. Jules Cambon fue recibido en audiencia por Alfonso XIII. Estaba el Rey entusiasmado con la idea de un ferrocarril Tánger-Freetown, para incrementar el comercio de España con las Repúblicas de América del Sur. Esa genialidad la propuso en un momento en que el embajador temía el fracaso de la Conferencia y pedía a España que, si eso sucediera, se volviera al statu quo, mediante un convenio España-Francia. Si la Conferencia se cerraba sin aprobar nada, urgía a su país y al Reino Unido, según Cambon, entregar una nota al gobierno de Madrid asegurando que las cosas seguían como antes, estando vigentes los compromisos adquiridos. Esta nota y la respuesta de España serían publicadas. Cartwright y Jules Cambon insistieron ante Emilio de Ojeda: Almodóvar del Río no podía abandonar Algeciras para venir a Madrid estando las cosas así. Debía renunciar a participar en los actos con motivo de la visita de los Reyes de Portugal a España2. Moret se lo ordenó3. El 6 de marzo hablaron Mortitz William Ernest Bunsen y Paul Cambon, que no temía un mal final de la Conferencia. Habían acudido a ella los delegados marroquíes y de algunas otras potencias y actuaban luego siguiendo la cuerda de Alemania. Se habían equivocados. Estaban casi aislados. Necesitaban informar al Sultán. En adelante éste y su gobierno no escucharían a Alemania. Por eso, según le informaban unos banqueros franceses y holandeses que venían de Algeciras, Franz von Tattenbach juzgaba ahora que la obstinación de su gobierno por reunirla había sido un error.
1 Felipe Ovilo, “Sobre la Conferencia”, ABC 2 y 7 marzo. La paz de Rusia con Japón y el papel del dinero para su reconstrucción de Rusia, Felipe Ovilo, “Sobre la Conferencia”, ABC 11 marzo, 4. El Tratado de Paz ruso-japonés, firmado en Portsmouth, el 5 de septiembre de 1905, Documentos Básico sobre Historia de las Relaciones Internacionales 1815-1991, Juan Carlos Pereira Castañares y Pedro Antonio Martínez-Lillo, editores, Madrid, Editorial Complutense 1995, 140-143. 2 Tc 20 y 21 Cartwright-Grey, 2 y 5 1906, enviado a Nicolson, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar. Ojeda comentó a Bunsen que el statu quo no podría significar lo mismo que antes de la Conferencia. Tc 23 Bunsen-Grey, 6 marzo, enviado a Nicolson, ib. 3 Tc conf 24 Cartwright-Grey, 6 marzo 1906, y una información más extensa, despacho 42 conf Bunsen-Grey, 7 marzo, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar, ambos enviados a Nicolson.
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¿Por qué había accedido Rouvier a la demanda alemana? Bunsen, que se entrevistó con él en Paris pocos días antes, le había oído las razones. Europa necesitaba una etapa de paz. Eso permitiría la recuperación económica de Rusia, derrotada por Japón. Llegado a este punto, Bunsen señaló que el gobierno francés estaba dispuesto a hacer concesiones en Marruecos para conseguir ese objetivo. Eso significaba que la policía se formara sin instructores ni oficiales europeos, una propuesta que suponía la unanimidad de todos los delegados. Todo antes de que la Conferencia fracasara. Esta posición de Rouvier no era desconocida para Jules Cambon, pero le impresionaba más la opinión de los banqueros. Por eso juzgaba muy importante su propuesta de una declaración de las tres partes con mayores intereses en Marruecos. España, superadas sus dudas, estaba ahora al lado de Inglaterra y Francia. Grey quiso poner orden en la situación: primero adhesión del Reino Unido a Francia en el asunto de la policía. Segundo, que España hiciera lo mismo. Tercero, si la Conferencia no acababa con un acuerdo, el futuro de Marruecos “require careful consideration between the three Powers”4.
1. La crisis Goluchowski, el canciller austriaco, intervino personalmente ante Alemania para pedirle una postura conciliadora en el caso de que Francia estuviera dispuesta a hacer concesiones en la organización de la policía. Pero el gobierno alemán estaba “quite intractable”. El canciller, según informaban desde Roma, habría ofrecido a Francia la policía de un puerto a su elección. Las propuestas francesas sobre el Banco eran excesivas. El gobierno Rouvier había lesionado los intereses de Austria-Hungría5. Corrió el rumor de que, si fracasaba la Conferencia, el gobierno de Marruecos había prometido a Alemania la concesión para construir un puerto en Mogador y organizar en él la policía. Jules Cambon lo había oído, pero Ojeda lo desconocía6. El Journal des Debats anunciaba la formalización de una alianza ofensiva-defensiva entre España y el Reino Unido. Sería la prolongación política
4 Conf 41 Bunsen-Grey, 7 marzo y tc 24 Grey-Bunsen, 8 marzo, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar, ambos enviados a Nicolson. 5 Tc 38 enviado desde Viena y desde 2 y 4 marzo 1906 PRO Foreign Office 185/1024 sin paginar. Como indicaba el embajador en Roma, el Rey y su gobierno habían estado fuertemente presionados por Alemania la semana anterior, Conferencia 40, también del 4 de marzo. 6 Tc conf 22 Cartwright-Grey, 5 marzo 1906, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar.
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del matrimonio del Rey con Victoria de Battenberg. Esto permitiría a España gozar de tranquilidad suficiente para disponer de su riqueza agrícola y minera asegurando la integridad de su territorio en todo y para todos7. La opinión tenía que despertar. España no se jugaba en Marruecos su porvenir, sino su presente. En el Atlántico se iniciaba un engarce de territorios que iban desde Canarias, las Chafarinas, Ceuta y Melilla. Era una pieza clave en la seguridad de Baleares y, por tanto, de los territorios peninsulares8. En la embajada de Austria en Berlín, presentes los embajadores de Francia e Inglaterra, el 6 de marzo, el anfitrión dijo que había hablado con el canciller alemán. Estaba convencido de que se le habrían abierto los ojos, tras ver cómo votaban los otros delegados. Georges Bihourd, su colega francés, esperaba un acuerdo que dejara a salvo el honor de Alemania. Mientras, Visconti Venosta lamentaba la intransigencia de Francia en el asunto de la organización de la policía en Casablanca. Se corría el riesgo de no llegar a un acuerdo. Algunos errores, como la iniciativa de Austria de presentar un proyecto de policía sin convenirlo antes con otra delegación, enrarecían el ambiente. Rusia trataba de mediar, pero chocaba con el temor de la delegación francesa a la reacción de su opinión pública9. La delegación rusa trabajaba para que la francesa aceptara las posiciones razonables de Alemania. Creía en un arreglo. Lo aprobado en la Conferencia sería presentado al Sultán en Fez. Lo haría Giulio Malmusi, el ministro de Italia, decano del cuerpo diplomático en Tánger”10. Un periódico de Nueva York había lanzado esta hipótesis. Alemania cedería en Algeciras, a cambio de que se reconocieran los derechos de una nación poderosa sobre sus vecinos. Eso significaba que se los reservaba respecto a Holanda ahora y sobre Austria para más tarde. Si se escuchaban sus pretensiones debería el gobierno alemán ver cómo ese principio del derecho preferente de los poderosos se aplicaba en Abisinia y en todas las cuestiones pendientes en Asia y África en contra de Inglaterra, Francia e Italia. No lo consentiría el Reino Unido11. “Echémonos a temblar. Alianza Hispano-Inglesa”, El Siglo Futuro, 8 marzo, 2. Había aparecido en Heraldo de Madrid un comentario, atribuido a Canalejas, Que recordaba todo esto. Felipe Ovilo, “Sobre la Conferencia”, ABC 7 marzo, 4. 9 Textos descifrados de un telegrama recibido de Berlín, 8 marzo, y dos de Algeciras, el 9 de marzo, AMNE 3 P A 22 M 956 274 y 274A-275. Sobre la actitud de Austria, reservado 11Conde de Parats-Wenceslau de Lima, Viena, 16 marzo, ib. 285. El embajador de Italia en Berlín informó a su colega portugués que su país trabajaba a favor de un acuerdo Alemania.Francia en Algeciras, tc y conf 17 marzo, ib. 288. 10 T. reservado Tovar-Wenceslau de Lima, recibido en Lisboa el 9 marzo 1906, AMNE 3 P A 22 M 456 270. 11 Felipe Ovilo, “Sobre la Conferencia”, ABC 11 marzo, 4. 7 8
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En un despacho enviado por Lowether desde Tánger, se avisaba de que probablemente el Sultán no aceptaría las reformas aprobadas en la Conferencia, si contaba con el apoyo de alguna potencia. Grey quería conocer si Francia estaba dispuesta a incluir una cláusula en el Acta, designando una delegación para que, en nombre de todos, le presentara los acuerdos, de modo que, con ese acto, se consiguiera vencer su resistencia a los cambios12. Pierre Rouvier, antes de abandonar el gobierno el 13 de marzo, estaba dispuesto a consentir modificaciones en el punto de la policía, si Alemania las aceptaba para evitar que la Conferencia se clausurara sin llegar a un resultado. En cuanto a Casablanca, los instructores estarían en las mismas condiciones que en los otros siete puertos encomendados a España y Francia El inspector general sería un ciudadano de un país neutral, con derecho de inspección en los ocho puertos, mandaría a los instructores españoles y franceses e informaría al Sultán y no al cuerpo diplomático en Tánger. El inspector general podría ser suizo u holandés.
2. Francia: “paz y dignidad” El 14 de marzo celebró su primera reunión el nuevo ministerio formado por Jean-Marie Ferdinand Sarrien. Ocupaba la cartera de Exteriores Léon Bourgeois, que informó de la Conferencia de Algeciras a los diputados. Ese mismo día, la Cámara aprobó la confianza a la declaración del gobierno. Este se comprometía a mantener la política exterior, que había recibido pocos días antes la aprobación del parlamento en lo que respecta al norte de África. El ejercicio de los derechos de Francia y el desarrollo normal de sus intereses podrían quedar asegurados sin dañar los de otra potencia. Sería fiel a su alianza con Rusia. Mantendría la “entente cordiale” con el Reino Unido. Respetaría su acuerdo con España en Marruecos y con Italia en el Mediterráneo. Esperaba que las relaciones con Alemania fueran las que debe haber entre dos naciones vecinas. Quería que, además de correctas, pudieran ser cordiales. Con Austria-Hungría, buenas relaciones políticas y mejorar las comerciales. “Notre pays veut… être bien avec tous, mieux avec quelques-uns”. Dos palabras resumía su objetivo: paz y dignidad13. 12 Tc 51 Grey- a Nicolson o Bunsen, 12 marzo 19906, PRO Foreign Office 185/1024 sin paginar. 13 Chambre des Députés, séance ordinaire de 1906, Journal Officiel, 15 mars 1906, 1289-1290. “El nuevo gobierno francés”, El Siglo Futuro, 15 marzo, 2.
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El borrador de Austria sobre la policía, pactado con Alemania, pretendía crear fricciones entre Francia y España14. Habría que aceptar que el inspector general fuera suizo. Casablanca era un puerto menor. De ese modo se salvaba el prestigio de Alemania, que había cedido en otros puntos. El 14 de marzo Metternich dijo a Grey que esto era innegociable para su país. Para Francia era inaceptable ceder Casablanca15. Con graves dificultades para avanzar en sus debates, pese a la buena voluntad del duque de Almodóvar del Río, la Conferencia parecía abocada al fracaso. Si sucedía, Francia y el Reino Unido harían una declaración al gobierno español, afirmando que consideraban que sus acuerdos sobre Marruecos tenían pleno valor. De ese modo se establecía una garantía importante, tanto que juzgaba el embajador francés en Madrid que debería hacerse aun en el caso de que todo terminara bien. Porque la Conferencia no conseguiría un arreglo definitivo. En Marruecos siempre habría un equilibrio inestable. Cuando este se rompiera, Francia tendría a su lado a otras dos potencias16. En un diálogo con Hamete, un moro de Tánger, Javier Betegón recogía la opinión que un sector de la población tenía sobre Abd-El-Aziz. Su legitimidad era dudosa, porque nadie, salvo, Ba Hamed, el jefe del Palacio, podía testificar que Muley-El-Hasán lo designó en el momento de su muerte, dejando fuera a su otro hijo, Muley Mohamed El-Qebir, que había desempeñado las funciones de Jalifa. Abd-El-Aziz era un juguete de los franceses. Se entretenía con la fotografía, los automóviles…Carecía de capacidad para enfrentarse a El-Raisuli y acabar con la guerra civil. Cada día estaba más lejos de su pueblo17. 14 Rouvier no quería que el inspector general fuera holandés. Tc 50 Grey, París 11 marzo 1906, PRO Foreign Office 185/1024 sin paginar. Jules Cambon creía que la propuesta austriaca sería rechazada. Tc de sn, continuación del n. 35 Bunsen-Grey, 12 marzo, ib. 15 Conversación Grey-Paul Cambon y Grey-Cambon, tc 52 y 53 Grey-Bunsen, 12 y 13 marzo, ib. Tc Grey-Nicolson y 161 Grey-Bertie, los dos del 14 marzo, PRO Foreign Office 185/1024 sin paginar. 16 La propuesta de declaración venía de Edward Grey. Y esa misma iniciativa desmentía los rumores de un enfriamiento en las relaciones con Francia y la hacía más oportuna fuere cual fuere la suerte de la Conferencia. Secret 49 Jules Cambon-Léon Bourgeois, 15 marzo 1906, AAE NS M 16 82-85. 17 “…nos despedimos Hamete y yo, entrando él en Tánger y continuando yo mi paseo, sin apartar de mi la idea de lo difícil que es europeizar a un país que así piensa”. Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras. Diario de un testigo con notas de viajes a Gibraltar, Ceuta Tánger y el Protocolo oficial, Madrid, Imprenta Hijos de J. A. García 1906 285-288. La lista ascendente de los sultanes de Marruecos desde Muley Solimán hasta llegar al profeta, Ali Bey, Viajes por Marruecos, edición preparada por Salvador Barberá, Madrid, Editora Nacional, 1984, 339-340.
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Siendo una potencia mediterránea, debía seguir España en Marruecos al lado de Francia e Inglaterra y contar con ésta para sus relaciones con Portugal. No habiendo nada que contrapusiera sus intereses con los de Francia y el Reino Unido, estaba en una posición favorable para anudar vínculos con ella, sin necesidad de firmar tratados formales. Más allá de la simpatía del pueblo inglés hacia España tras el 98 y del afecto personal de Eduardo VII hacia Alfonso XIII, tenía más valor la existencia de una dirección occidental en política exterior. En el nuevo clima de relaciones entre los gobiernos español y británico pesaban además de estas relaciones personales, “las circunstancias de nuestra situación, de nuestro comercio, de nuestra política exterior, de nuestras necesidades evidentes”18. Había llegado con este análisis la hora de la lucidez. Paul Cambon acudió al Foreign Office. Leyó el 17 de marzo a Charles Hardinge un telegrama enviado por Léon Bourgeois, resumiendo su conversación con el conde Khevenhüller, embajador de Austria-Hungría. Su gobierno no podía aceptar que el mando de la policía recayera en un oficial que no fuera francés o español19. Esta respuesta tan categórica hizo que el embajador retirase su demanda y preguntara si Francia estaba dispuesta a hacer concesiones en la organización de la Banca “in order to satisfy the amourpropre of Germany”. No se oponía Bourgeois, que distinguía entre la policía de los puertos, un asunto político, y la organización del Banco, una materia económica. Se reservaba responder después de haberlo estudiado. Convinieron discutirlo juntos. El delegado austriaco en la Conferencia recibió instrucciones para que hiciera alguna propuesta aceptable para Francia y Alemania20.
3. Acuerdo completo franco-alemán. A dos meses desde el inicio de los trabajos, la impresión pesimista apuntaba a un final de la Conferencia con un acuerdo fruto del cansancio de los delegados. Eso produciría una gran decepción en la opinión. Lo imprevisto sumado al miedo a asumir la responsabilidad de las importantes decisiones Carlos del Río, “Ni alianza ni tratados”, El Liberal 15 marzo, 3. Grey se alineó con esta posición. Y así lo comunicó al embajador de Austria. Tc 60 Grey-Bunsen o Nicolson, 21 marzo. Bourgeois dijo al embajador de España y al de Estados Unidos lo mismo. Tc 61, respuesta al 30 llegado desde París el 22 de marzo, PRO Foreign Office 185/1024 sin paginar. 20 Tc 64 Grey-Nicolson o Bunsen, 23 marzo. Moret comunicó a Bunsen lo que le decía el embajador de España en París sobre este asunto. 37 Bunsen-Grey, 19 marzo, en respuesta al tc 70, de la misma fecha, ib. 18
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que habrían de tomarse fueron las causas del bloqueo. En el haber, lo avanzado en la superación de los recelos, en suavizar las asperezas. No era poco. Porque el fin principal de la reunión era establecer la concordia entre dos Potencias, “que tienen que sacrificar para ello sus vanidades y su amor propio”. Se trabajaba intensamente para lograrlo por medio de contactos privados entre los delegados. Esos mismos días, Méville, corresponsal en Algeciras de L’Echo de Paris envió un telegrama anunciando un “Convenio Mediterráneo entre las Naciones Latinas”, Italia, Francia, España y Portugal. Ese tratado “completaba recíprocos compromisos con Inglaterra”. No era verdad la noticia. Italia, cuando en 1901 llegó al poder Giuseppe Zanardelli, se encontró con que existía un acuerdo con Francia sobre el Mediterráneo21. Se trataba sólo de un recíproco desinterés de Francia respecto a Tripolitania y de Italia sobre Marruecos. Obtuvo el apoyo de Inglaterra, que se manifestó a favor del statu quo, pero reconociendo los derechos de Italia sobre Tripolitania, si éste variaba. Cuando se renovó por diez años la Triple Alianza, los dos socios de Italia aceptaron su acuerdo con Francia. Cuando Víctor Manuel III visitó Alemania, se presentó el acuerdo franco-italiano como un complemento que perfeccionada la Triple Alianza. Por eso hasta 1912 nada podría cambiar en el sistema de pactos22. Había acuerdo el 22 de marzo. Así se lo comunicó a Grey el encargado de negocios de Estados Unidos. La responsabilidad de la policía quedaba en manos de España y Francia. Urgía establecer las bases, pero evitando que el mando fuera conjunto, “to be mixed in dual organization”, en cada puerto. Pedía Grey que explicara al secretario de Estado, Elihu Root, que la fórmula era irrealizable23. El embajador Paul Cambon subrayó que la decisión de Austria indicaba que Berlín no presionaría en lo de Casablanca24. Cuando los delegados volvieron a reunirse, las previsiones eran claras. Rusia debía intervenir. Austria habría de dar buenos consejos. Italia ejercería sus buenos oficios. Alemania se daría cuenta de su aislamiento. No había conseguido separar a Francia e Inglaterra. Estaban ahora más unidas que an21 Sobre Zanardelli, R. Cambria, “Alle origini del ministero Zanardelli-Giolitti”, Nuova Rivista Storica 73 (1989) 67-132 y 609-656. y 74 (1990) 25-100. C. Vallauri, La politica liberale di Giuseppe Zanardelli dal 1876 al 1878, Milano, Giuffrè 1967. 22 F. Franchi, “El Convenio Mediterráneo entre la Naciones Latinas”. ABC 26 marzo 1906, 1. 23 Tc 62 en respuesta al tc 23 enviado desde Washington, 22 marzo, ib. La posición española, respuesta al tc 39 enviado desde Londres, Bunsen-Grey, 23 marzo, ib. Sobre la posibilidad de que Estados Unidos ejerciera una mediación y las dificultades, tc 66-6724 y 26 de marzo, PRO Foreign Office 185/1024 sin paginar 24 171 Grey-Bertie, 17 marzo 1906, ib.
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tes. Se aproximaban a ellas Portugal y España. No pasaría tiempo sin que se asociara a las cuatro “una gran potencia cuyos intereses mediterráneos son iguales a los de aquellos pueblos”. Todo lo que era razonable conseguir, vistas estas circunstancias y las instrucciones que reducían su libertad, lo habían obtenido ya Radowitz y Tattenbach. Quizás los errores de cálculo podrían convertir a Bülow en la segunda víctima de la crisis de 1905. La primera fue Delcassé25. “No hay pueblo en el mundo que a Marruecos se asemeje: es un conjunto heterogéneo de agrupaciones de gentes de diversas procedencias, casi imposible de gobernar; por necesidad viven reunidos y tienen como punto de contacto el fanatismo religioso, que tan bien cuadra con su carácter. Desde muy niños se les enseña a despreciar esta vida y se les acostumbra a pensar en las delicias que siguen a la muerte, basadas no en goces espirituales, sino en placeres sensuales, cuya narración exaltaría los nervios del hombre más indiferente y frío. Aman sobre todo su independencia y, en cuatro quintas partes del país, sólo obedecen al Sultán como jefe religioso y en cuanto no se oponga a lo ordenado por el Corán… se le negará esa obediencia en cuanto disponga algo que atente contra sus tradiciones y sus costumbres y mucho más si en ello se mezclan los infieles”26. A esta fisonomía de Marruecos se sumaba esta conclusión: la Conferencia suponía el final del statu quo. No bastan, una vez concluida, que se respete la autoridad del Sultán y esforzarse porque lo habitantes de Marruecos entiendan que las innovaciones son beneficiosas, que respetan su independencia y su libertad, sus creencias y costumbres y se reconocía la legitimidad de sus autoridades, con cuya aprobación se pondrían en marcha las reformas. Si faltan personas adecuadas para esa tarea, si el Sultán se pone al lado de los europeos frente a su pueblo o sigue al lado de éste frente a las potencias, era previsible una crisis que llevaría a Marruecos a la anarquía. Urge que nada aparezca como imposición e injerencia extrañas. Esta vía estaba confirmada por la historia de Marruecos: “nadie les ha conquistado por la fuerza; con la bondad, con la dulzura y con maña es co-
25 Ovilo insistió en que era más importante el cómo que el qué hacer. Eso significaba dejar en manos del cuerpo diplomático en Tánger la reglamentación de los acuerdos “para no verse obligados a una guerra de conquista o al descrédito de nombre europeo en aquel país tan refractario a lo que no sea su tradición y sus costumbre”. “Sobre la Conferencia”, ABC 27 marzo, 1. 26 Felipe Ovilo, “Sobre la Conferencia”, ABC 29marzo, 4
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mo se han sometido, pero siempre con la más absoluta independencia en sus respectivas kábilas”. Si se desencadenara una guerra, la situación volvería a ser la misma que había antes de Algeciras. El problema, ¿quién se encarga de la pacificación?27. El apoyo de España a Francia en la Conferencia de Algeciras y los servicios que le había prestado anunciaba la formación de una alianza franco-española, que se sumaría a las que Francia tenía con Rusia, Italia y el Reino Unido28. Una seria dificultad política era la situación del gobierno francés, pendiente de unas elecciones generales. Cualquier cesión sería aprovechada por sus adversarios políticos. A partir del 26 de marzo las cosas cambiaron. Se produjo un acelerón. A las once de la noche del 30 de marzo Révoil y Tattenbach comunicaban que existía completo acuerdo entre las dos delegaciones. Estaba previsto que la Conferencia terminara el 31 de marzo. Faltaba sólo que una comisión especial redactara el Acta General. Se encomendó a Pérez Caballero, Regnault y a Klementh, de la delegación alemana. El texto fue sometido a votación la tarde del 2 de abril29. Vamos a analizarlo ahora antes de hacer balance general.
4. La “Declaración relativa a la organización de la policía” El 27 de enero la impresión sobre la Conferencia podría resumirse así. Las reformas de impuestos y aduana y las medidas contra el contrabando serán inútiles mientras que el Majzén carezca de medios eficaces. Los delegados de Marruecos y los de las potencias no harían mucho caso de lo aprobado en junio de 1880 en Madrid, sobre todo en cuestión de impuestos. La policía era el asunto más delicado. Révoil y Radowitz habían hablado de él, reanudando los encuentros bilaterales entre los dos gobiernos, comos se hizo en septiembre de 1905 en Paris entre Rouvier y Rosen30.
Felipe Ovilo, “Sobre la Conferencia”, ABC 29 marzo, 4. “La Conferencia”, El Siglo Futuro, 30 marzo, 1. 29 Conversación con un diplomático, 16 marzo. Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras. Diario de un testigo con notas de viajes a Gibraltar, Ceuta Tánger y el Protocolo oficial, Madrid, Imprenta Hijos de J. A. García 1906 263-267. El desbloqueo de la conferencia, ib. 323 y 331-347. La versión española del Acta General, Documentos Básico sobre Historia de las Relaciones Internacionales 1815-1991, Juan Carlos Pereira Castañares y Pedro Antonio Martínez-Lillo, editores, Madrid, Editorial Complutense 1995, 143-164. 30 Ventura, “Los impuestos, el Banco marroquí, la policía”, El Resumen 27 enero, 3. 27 28
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Capítulo primero del Acta General, la organización de la policía fue el aspecto político más conflictivo. Sus 12 artículos exigieron una paciente negociación. Así se reconoció desde el inicio de la Conferencia. En 1905 se presentó a Abd-El-Aziz un proyecto. El Sultán no aceptó las dos condiciones: que los instructores no se retirarían antes de que Marruecos pudiese asegurar el servicio y que debería pagar su salario. Cuando Marruecos pidió que ese acuerdo tuviera la garantía de las potencias, Francia dijo que ella no necesitaba fiadores. En julio de 1905 Rouvier no halló oposición en el príncipe Radolin, embajador en París, cuando habló de la internacionalización de la policía. El silencio se juzgó asentimiento. Costó mucho que Francia consiguiera poder vigilar la zona de su frontera argelina. Alemania pidió que se fijasen sus límites. Révoil dijo que se extendiera hasta las zonas en que acampaban las tribus marroquíes. Era un límite impreciso31. El canciller von Bülow había manifestado al represente inglés en Berlín que Alemania miraba con satisfacción que la Conferencia fuera transcurriendo pacíficamente y satisficiera a todas las partes implicadas. La única dificultad, el mandato para organizar la policía. No consentiría Alemania que se otorgara a Francia, porque eso pondría en sus manos el control de Marruecos. Había una promesa hecha por Rouvier32. Rosen, el ministro de Alemania en Tánger, recordó a su colega inglés que, tras la visita de Guillermo II a la ciudad el año anterior y la postura enérgica de su gobierno en Fez, era imposible que su país abandonara al Sultán ahora, pero en el futuro quizás hubiera un cambio en la política alemana, que sería menos enérgica en Marruecos33. España debería poseer su propia policía en las zonas que limitaban con sus territorios, como lo había conseguido Francia en la frontera de Marruecos con Argelia años antes. Francia e Inglaterra esperaban que Alemania no insistiera en la internacionalización de la policía. Había un buen ambiente. La delegación alemana abundaba entonces en expresiones cordiales hacia sus colegas ingleses y franceses. Sería un éxito que se reservara para España el organizarla en todo el norte de Marruecos y en Fez y Mequínez34. Una fórmula era delimitar las zonas en que habría instructores extranjeros y fijar la duración de su presencia, que podría ser de cinco años. Los derechos de algunas naciones podrían discutirse en una nueva Conferencia. Esas palaHabía que tener presente los antecedentes relativos al Tuat y al Figuig. tc 4 de Ed. Grey repitiendo el tc cifrado procedente de Berlín 12 y 15 enero 1906, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar. 33 14 Gerard Lowether-Grey, Tánger 17 enero, ib. sin paginar. 34 Luis París, “Desde Algeciras”, ABC 21 enero, 1. 31 32
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bras de Ferdinand von Stumm revelaban, según Jules Cambon, que en Berlín tenían varios proyectos sobre la organización de la policía. Viajaría a París para recibir las instrucciones de Rouvier35. Salió de Madrid el 1 de febrero. El fracaso en este punto dejaría en suspenso importantes reformas. “Los delegados comprenden que es urgente comprender y decidirse bien por la internacionalización, preconizada por Alemania, o bien por el mandato general confiado a una sola potencia, que reclama Francia, la cual se funda en que no ha dado resultados prácticos en ningún país el régimen internacional o de concierto europeo, ni aun en el mismo Marruecos para la ejecución del Convenio de Madrid”. El desacuerdo en este punto dejaba en el alero el resultado final36. Rouvier dijo a Alemania que nada debía temer de la Conferencia, porque las decisiones se tomarían por unanimidad, también en la organización de la policía. Alemania no transigía con que Francia recibiese un mandato internacional, porque eso le daría un predominio económico y político37. Frente a la opinión de un diario inglés, que juzgaba un acto hostil a España la posición alemana a favor de un control internacional de la policía en Marruecos, El País lo consideraba un favor. España era una potencia de tercer orden. No necesita predominio político ni compromisos militares en Marruecos, porque no le conviene ser reconocida como nación con interés preferente allí. Si hubiese una política respecto a Marruecos, Almodóvar del Río debería “abandonar a los extranjeros todo lo que significase injerencia o predominio administrativo y militar, procurando reservar a España los beneficios comerciales industriales”38. La noticia sobre la propuesta de organizar la policía recogida en 12 artículos aparecía publicada el 7 de febrero en la prensa de Madrid. Sugerían que se empleara a musulmanes de Turquía, Siria y Egipto. Fue desmentida, pero podría proponer eso el gobierno de Marruecos instigado por una potencia europea, según Emilio de Ojeda39.
35 21 conf. Cartwright-Edward Grey, Madrid 27 enero 1906, PRO Foreign Office 185/1024 sin paginar. 36 Ventura, “La cuestión de la policía”, “Alemania y el resultado de la Conferencia”, El Resumen, 7 y 9 febrero, 1. 37 José Rocamora, “Dos Etapas” y “Sigue la Conferencia”, Heraldo de Madrid, 14 y 16 febrero, 1. Sobre las cesiones mutuas entre Francia y Alemania, “Algeciras”, 17 febrero 4. Francia ofreció garantías para mantener la igualdad de trato en las relaciones comerciales. José Rocamora, “Algeciras”, Heraldo de Madrid, 26 febrero, 4. 38 “España en Marruecos”, El País 26 febrero, 1. 39 Rouvier dijo a Bunsen el 1 de marzo de 1906 que España había propuesto a Francia la creación de la policía sin oficiales europeos, pagada por el Banco de Marruecos. Tc sin GreyCartwright, 5 marzo 1906, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar.
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España ignoraba las intenciones de Alemania. Stumm no comentaba nada. Estaban negociando. Moret quería evitar una crisis ministerial mientras estuviera abierta la Conferencia. Las conversaciones de las delegaciones francesas y alemana no llegaban a un acuerdo. Stumm temía que la Conferencia fracasara. Habría que volver a una negociación directa entre los dos gobiernos, como sucedió el año anterior40. La situación estaba estancada. Según Ojeda no se daría un paso si cada parte no estaba dispuesta a hacer concesiones. Que fuera internacional la policía o bajo el mando de una pequeña potencia no lo aceptarían ni España ni otras naciones presentes en la Conferencia. La disposición alemana, según Ojeda, había variado porque sospechaba que existía un acuerdo secreto entre Francia y España. Una salida podría ser poner fecha a la presencia oficiales e instructores41. Se negoció en privado. Se sabía que los delegados franceses no habían recibido nuevas instrucciones. Se esperaban un acuerdo y todos deseaban que acabara la tensión entre Francia y Alemania42. Se ordenó a los delegados alemanes defender que la policía quedara bajo el control del Sultán. Para modificar esa postura, los delegados buscaban cómo compensar a Alemania en otros puntos incluidos en el Acta43. Habría que esperar ahora una actitud diferente, cuando llegaran nuevas instrucciones desde Berlín, respondiendo a la nota que Révoil entregó a Radowitz. Las cosas podrían llegar a buen puerto en la semana que se iniciaba el 19 de febrero. No fue así. El martes, 20 de febrero, Alemania se negaba incluso a considerar la posibilidad de que Francia compartiera con España la organización de la policía. Los delegados de Italia, Inglaterra y Estados Unidos trataban de favorecer un acercamiento, pero la impresión era muy pesimista44. Cuando estaban así las cosas, se dijo que Marruecos haría una propuesta que conciliara las posturas, sin obligar a ninguna de las dos partes a sentir que había cedido ante la otra45. Había que contar con Marruecos en un asunto que afectaba a la soberanía. Se conoció confidencialmente su proposición el 7 de febrero. Veamos cómo quedaron recogidas sus demandas en el Acta General. En su artículo 1 40 Tc 7, conf 29 y tc 8 Cartwright-Edward Grey, Madrid 7 y 10 de febrero 1906, ib. sin paginar 41 9 Cartwright-Arthur Nicolson, Madrid 12 de febrero 1906, ib.. 42 Ventura, “La cuestión de la policía”, “Gestionando la armonía entre Alemania y Francia”El Resumen 12 y 13 febrero, 1 43 Ventura, “Insistencia de Alemania” y “La policía”, El Resumen 14 y 16 febrero, 1. 44 Ventura, “Pretensiones de Alemania”, “Nuevas dificultades”, “Opiniones partidistas” y “Francia y Alemania”, El Resumen 20-22 y 24 febrero, 1. 45 “Francia y Alemania en la Conferencia”, El Resumen 28 febrero, 1.
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se incluyeron los números 1 y 6: el Sultán reconoce la necesidad de reorganizar la policía y pide tiempo para hacerlo por sí mismo y que los extranjeros “sean únicamente instructores, el ministro y los Gobernadores generales serán marroquíes”. En los artículos 3-5 se modificó lo previsto: los instructores no serán franceses e ingleses (artículo 5), sino franceses y españoles, distribuidos según el artículo 12 del Acta General. Habrá un “inspector general” de nacionalidad suiza, cuyas funciones y contrato se fijan en los artículos 7-11. Quedaron fuera el derecho del Sultán de encargar la policía a los extranjeros elegidos por él (n. 2), el estatuto de estos instructores como funcionarios del Majzén y su dependencia de funcionarios instruidos, de religión musulmana, “turcos, egipcios y sirios, los cuales tienen cultura europea” (nn. 3-7). La fórmula prevista para nombrar gobernadores, sería “según la legislación egipcia”. En cada ciudad o región habrá “distritos y en cada uno de ellos un Comisario de Policía”, que podría ser extranjero en una primera fase, pero teniendo como adjunto a un marroquí (nn. 8-10). Con mandos extranjeros, se creará en Fez una Escuela de Instrucción (n. 11) y los gobernadores generales tendrán inspectores de policía con la misión de cuidar la ejecución de las reformas. Estos inspectores serían en la primera etapa extranjeros, luego extranjeros y marroquíes y finalmente, sólo marroquíes (n. 12) Almodóvar del Río calificó esta noticia como “fantástica”. La prudencia del ministro de Estado se explica porque ésta era “la cuestión magna, la cuestión más peligrosa”, en la que no había acuerdo entre Francia y Alemania. ¿Qué datos eran importantes para España? Uno, reconocer las consecuencias que tuvo para ella aceptar la ocupación de Argelia en 1830. Eso creó derechos a Francia por su vecindad con Marruecos. España también los tenía por esa misma razón y por ser los españoles el grupo más numeroso de los extranjeros residentes. Dos, que el “mandato” de la nueva policía lo ejerciera sólo Francia justificaría los recelos de Alemania Si esa función la compartían Francia y España, desaparecía el problema46. En Berlín no podrían desconocer ese hecho, que no era fruto de una conjura contra Alemania. España tenía compromisos “a los que no podía faltar”. Tres, junto con las aduanas y el Banco de Estado, era este un asunto capital. Francia y España tenían intereses especiales, mayores facilidades… Para disipar el temor de Alemania, habría que establecer que el fin persegui46 Así quedará recogido en el artículo 12 del Acta General: los franceses en Rabat y en los otros tres puertos, los españoles en Tetuán y Larache y oficiales los dos países en Casablanca y Tánger.
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do con la organización de la policía era “la conservación del orden”, pero no la “ocupación del país” ni el derecho a injerirse en los asuntos internos. Por eso era decisivo que en ese asunto, se hablara sólo de la policía de los puertos, “dejando los intereses económicos de las Naciones representadas en la Conferencia completamente a salvo”. Pedido por Nicolson, Gerard Lowether le envió desde Tánger un informe sobre los ataques a las vidas y propiedades de los europeos residentes en Marruecos en 1905. Los agentes consulares se habían habituado a este estado crónico de inseguridad, que había empeorado en los últimos años y habían omitido informar de todos. La lista podría ser muy amplia47. La delegación alemana esperaba instrucciones de su gobierno y pidió una pausa en las reuniones de redactores y ponentes el 28 de febrero. El 1 de marzo se debatió sobre el Banco de Estado. Los delegados alemanes parecían querer ganar tiempo para que hubiera antes un acuerdo sobre la policía 48 . Querían “sacar la parte del león” en estos dos asuntos 49. El 19 de febrero, Francia propuso a Alemania que la policía la organizara el Sultán, pero que sus mandos fueran españoles y franceses. Era una proposición conciliadora, que sacaba del atasco a la Conferencia. Francia no aceptaba que la policía quedara bajo mando internacional. En caso de que Alemania y Francia no llegaran a un acuerdo, Jules Cambon creía que debería aceptarse la fórmula de Rusia, pero Alemania podría pensar que era una victoria moral de Francia. Si se le dejara a Alemania los puertos de la costa occidental, España no votaría a favor y Estados Unidos, aun considerando razonable la proposición, se abstendría por respeto a Francia. Cualquier iniciativa presentaba incógnitas. Había una batalla por ganarse a la opinión. Alemania quería dejar en este punto aislada a Francia, que no podría consentirlo. Había llegado desde Berlín noticia del malestar de Guillermo II y de Bülow por la conducta de los delegados españoles, que actuaban amistosamente con todos, menos con sus colegas alemanes. Stumm dijo que Révoil parecía seguir en Algeciras las instrucciones de Delcassé, en quien se personificaban todos los motivos de conflicto con Alemania. Pedía gestos de buena voluntad, citando la nueva tarifa que afectaba a los intereses comerciales de su país. Moret lamentaba las presiones de Berlín. Querían fijar la
Informe sin número, Tánger, 27 febrero 1906, PRO Foreign Office 185/1024 sin paginar. José Rocamora, “Hacia el fracaso” Heraldo de Madrid, 1 marzo, 4. 49 “Mirando a Algeciras”, Heraldo de Madrid, 2 marzo, 1. 47
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visita del Emperador a Madrid, sabiendo que eso no sería posible hasta después de la clausura de la Conferencia50. El 21 de febrero Jules Cambon informó a Cartwright que Almodóvar del Río creía llegado el momento de ofrecer a las dos partes la mediación de España. Era una apuesta muy peligrosa, según Moret. Bastaba recordar las dificultades para conciliar las posturas cuando se trató de la sede la Conferencia en España. Había otro problema. Nadie debería dudar de que el gobierno y el Rey estuvieran decididos a cumplir los compromisos con Francia y el Reino Unido51. El acuerdo sobre el Banco se vinculaba al que se lograra en el de la policía. Eso opinaba White, el delegado norteamericano, optimista sobre el resultado. Con él coincidía Nicolson en la apreciación de que los dos asuntos deberían aprobarse juntos y en negociarlos en sesión y no en “conciliábulos”52. Ese mismo día se transmitía a Tovar que Portugal participaría en el capital del Banco de Estado”53. El sábado 3 de marzo, al reunirse los delegados en la sesión décima, bloqueado el debate sobre el Banco de Estado, Nicolson propuso seguir la deliberación sobre la policía. Pidió votación Almodóvar del Río. Lo hicieron a favor, Italia, Francia, Rusia, Portugal. Bélgica y España. Se adhirió Suecia. En contra, Alemania, Austria y Marruecos. Bacheracht, ministro ruso en Tánger desde hacía más de ocho años, recordando el fracaso del consejo sanitario de la ciudad, dijo que internacionalizar la policía era una equivocación. Añadió un argumento nuevo a favor de que la organización de la policía fuera responsabilidad de Francia y España: las dos disponían de suboficiales argelinos y rifeños, musulmanes y árabes54. Se opuso Radowitz pues, dijo una vez más, esa concesión ponía en peligro la igualdad en las relaciones económicas de las otras potencias con Ma-
Jules Cambon consideraba que este asunto era muy importante, que había que tratarlo con cuidado y deseaba conocer los puntos de vistas de Nicolson. Tc 12 Cartwright-Edward Grey y very conf 13 Cartwright-Nicolson, ambos del 19 de febrero 1906, PRO Foreign Office 185/1029, sin paginar. Sobre la visita de Guillermo II, tc 15, 21 febrero. Un informe más detallado, most Confidencial 34, 21 febrero, ib. 51 Conf y cifrado 14 Cartwright-Grey, 21 de febrero 1906, Se envió a Nicolson, ib. Ojeda le dijo que se había ordenado a Almodóvar del Río no mediara, tc conf 17 y conf 35, ambos del 22 febrero, ib. 52 Sn, Tovar-Antonio Eduardo Villaça, 2 marzo 1906 y telegrama recibido el 3 de marzo. En la misma fecha, se informa oficialmente, mencionando esta comunicación particular y autógrafa, 21 reservado, AMNE 3 P A 22 M 956 260, 263 y 261. 53 T. reservado Antonio Eduardo Villaça-Tovar, 2 marzo 1906, AMNE 3 P A 22 M 456 262. 54 Comentario a la proposición presentada por el segundo delegado ruso Bacheracht, 26 conf Tovar-Wenceslau de Lima, 6 marzo 1906, marzo 1906, AMNE 3 P A 22 M 456 264 A. 50
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rruecos. Intervino Révoil con una propuesta muy concreta: 2000 efectivos, repartidos según la importancia de la colonia extranjera residente en los ocho puertos. A su mando habría como máximo 16 oficiales y 32 suboficiales. Los oficiales se considerarían funcionarios del Sultán, a quien se le atribuía la facultad de aprobar o rechazar a los candidatos presentados. Juan Pérez Caballero recordó que a todas las potencias interesaba el orden y la tranquilidad en Marruecos, pero especialmente a Francia y España. Que se encargaran de la formación de la policía en nada lesionaría la libertad comercial de las otras potencias, pues se hacía bajo la autoridad del Sultán. Suspendida la sesión los delegados quedaron citados para el jueves. El día 8 de marzo las cosas parecían más claras. Alemania, ¿cedería a cambio de que una de sus aliadas en la Triple Alianza se encargara de la inspección general? Podría ser Austria, que se consideraba una potencia musulmana por incluir Bosnia. Se esperaba que los franceses replicaran completando lo expuesto tres días antes por Révoil: policía compuesta por musulmanes y marroquíes, con instructores franceses y españoles y para los ocho puertos, tal como deseaba el Sultán. El número de efectivos, entre 2000 y 2500. Sus sueldos serían adelantados por el Banco de Estado de Marruecos. En cada puerto habría entre 200 y 500 policías. Pasados tres años, el número máximo de oficiales y suboficiales, sería de 16 y 32. Radowitz, se reservó hasta el lunes responder a Révoil. Dijo sí a la propuesta, añadiendo “en esos ocho puertos abiertos al comercio y bajo garantías suficientes para asegurar la libertad económica”. Habló entonces el delegado austriaco, conde de Welsersheimb. Su proyecto constaba de ocho puntos55: 1. El Sultán tiene el mando supremo de la policía. 2. Encomienda a oficiales franceses la organización en Tánger, Saffi, Rabat y Tetuán; 3. Oficiales españoles lo harían en Mogador, Larache y Mazagán. 4. Nombrará un oficial para la policía en Casablanca, que será inspector general. El Sultán lo elegirá entre tres nombres que presentará Suiza o los Países Bajos, con el asentimiento de las potencias signatarias. 5. El grueso de la policía será marroquí. 6. Pagarán su sueldo empleados europeos, con fondos puestos a su disposición por el Banco de Estado. 55 Un resumen del proyecto austriaco, que trataba de desbloquear la situación. Días más tarde, el delegado de Estados Unidos presentó unas enmiendas a los artículos 7-8 dando atribuciones al cuerpo diplomático acreditado en Tánger, las recibieron ad referéndum los delegados franceses y alemanes. “La Conferencia”, El Siglo Futuro, 23 y 28 marzo, 1.
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7. El inspector general dará cuenta de sus servicios al cuerpo diplomático en Tánger, que supervisará la ejecución de este acuerdo. 8. La organización será de ensayo y durará cinco años. La elección del Inspector General, sus funciones y su procedencia se fundan en criterios de competencia y aptitudes, que la delegación española creía haber dejado asegurada en su intervención del 5 de marzo. Por eso no se necesitaba esa figura. El día cuatro, la intransigencia de Tattenbach hizo temer de nuevo un fracaso de la Conferencia56. Pérez Caballero presentó dos observaciones. Una sobre los nombramientos: parecía lógico que los oficiales fueran propuestos por sus respectivos gobiernos. Otra, sobre su distribución: debería tener en cuenta los lugares en los que los intereses económicos y otros títulos hicieran más eficaz su presencia. No a una internacionalización de la policía. Eso crearía una “igualdad artificial” entre las potencias, pero sería en detrimento de la unidad, de la cohesión en la organización, sin conseguir el buscado equilibrio de las influencias políticas en Marruecos. El interés común de todas las naciones presentes en la Conferencia era asegurar la paz y el orden para que pudiera crecer económicamente el país y desarrollarse las relaciones comerciales. Había que incluir entre los objetivos la seguridad de las colonias extranjeras. Alemania había reconocido en varias ocasiones la paridad de Francia y España, pero juzgaba “el derecho de tratar directamente con S. M. Jerifiana las cuestiones relativas a la Policía en las regiones fronterizas sólo una garantía incompleta”. La defensa de la integridad de todos los Estados de Marruecos supone aceptar su unidad. Citó la situación creada desde hacía dos años en torno a Melilla a causa de la rebelión de El Roghi. No había razones para temer que dejar la organización en manos de Francia y España fuera un riesgo para la libertad económica. Había que distinguir entre organización y legislación sobre policía. Sólo ésta podría influir en la libertad de comercio. La organización se limitaba a crear un instrumento, cuyas funciones dependían de la autoridad soberana del Sultán. A ella deberían reclamar las potencias el respeto de la igualdad económica57. Nicolson dijo el sábado día 10 que no convenía acumular funciones. Por eso no debería ser el Inspector General también comandante de Casablanca. José Rocamora, “Algeciras”” Heraldo de Madrid, 3 y 5 marzo, 4. Texto recogido en “La policía marroquí. Declaración del Sr. Pérez Caballero”, Heraldo de Madrid, 7 marzo, 1. La reserva de organizar la policía en las zonas fronterizas con las plazas española, hecha por Pérez Caballero en la sesión del 26, fue aceptada. 56 57
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En los cuatro días siguientes se fue avanzando sobre el Banco y la policía, sin poder superar la gran dificultad: el escaso margen de decisión de los delegados, que tenían que aguardar las instrucciones de sus gobiernos. Francia podría ceder en el mando de la policía en Casablanca a cambio de que Alemania le concediera una participación mayor en el Banco58. Esta impresión, atribuida a Almodóvar del Río, era desmentida desde Berlín. Francia no aceptaría negociar su presencia en Casablanca. Inglaterra haría lo posible para que se negociara, pero, en todo, caso según su embajador en Alemania, permanecería al lado de Francia59. La intervención de Arthur Nicolson se quedó corta. Además de rechazar la propuesta sobre Casablanca, Edward Grey, en su circular a los representantes ingleses, señalaba que su gobierno estaba sin reservas al lado de Francia. De ese modo el secretario del Foreign Office demostraba que no estaba sola. Se confirmaba, pues, la continuidad de las relaciones entre París y Londres tras el cambio en el gobierno en Francia60. El 20 de marzo la situación no había cambiado. Había dos proyectos sobre la Policía. Los rumores hablaron de una propuesta alemana que retiraba lo dicho sobre Casablanca en la de Austria y reduciendo a cuatro los puertos en los que habría policía. Se avanzaba en la definición de las funciones del Inspector General. Se exigía que sus informes al Sultán se entregaran igualmente al cuerpo diplomático acreditado en Tánger. La sesión plenaria prevista para la tarde del jueves 22 de marzo se aplazó hasta el lunes 26. White había hecho una propuesta, bien vista por Alemania y Austria. No era, sin embargo, viable el proyecto de que en dos puertos de Marruecos, la policía estuviera mandada por franceses y españoles61. La situación se quedó parada de nuevo unos días62. Cuando parecía superado el problema sobre Casablanca, Alemania podría pedir que en cada puerto la policía fuera mandada por oficiales de Francia y España, que lo rechazarían,
T. reservado Tovar- Wenceslau de Lima 13 marzo 1906, AMNE 3 P A 22 M 456 280 Texto descifrado del telegrama recibido de Berlín, 16 marzo, ib. 286. 60 Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras...160-163 y 177-186 y 223-241. Ventura, “Sesión de hoy”, Un resumen de la nota oficiosa, distribuido por Fabra, El Resumen 5 y 6 marzo, 1. “El término de la Conferencia”, El Resumen 7 marzo, 1. “La cuestión de policía”, El Resumen 8 marzo, 1. Fabra, “Aspectos de la Conferencia”, El Resumen, 15 marzo, 1.Ventura, “Esperando la solución. Francia intransigente”, El Resumen, 16 marzo, 1. “La próxima reunión”, El Resumen 19 marzo, 1. Fabra, “Actitud de Inglaterra”, y “La cuestión de la policía. Nuevos planes de Alemania y Austria” El Resumen, 20 y 21 marzo, 1. 61 Ventura, “Trabajos de conciliación”, El Resumen 24 marzo, 1. 62 Texto descifrado del telegrama recibido de Algeciras, 23 marzo, AMNE 3 P A 22 M 456 292. 58 59
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si Austria lo presentaba. Se comentó que White lo apoyaría. Austria nada dijo de policía bajo el mando conjunto de oficiales españoles y franceses, pero sí Estados Unidos, que lo había acordado con Alemania. El día 23 había acuerdo sobre el Inspector General, que residiría en Tánger y no en Casablanca y recibiría 25000 francos. Para lograr su objetivo en la policía, Francia estaba dispuesta a concesiones a Alemania en el Banco de Estado. Mantuvo la delegación española en una declaración su posición sobre la represión del contrabando: derechos especiales de las dos naciones con territorios contiguos a Marruecos. Austria retiró sus demandas sobre Casablanca y el mando del Inspector General sobre la policía en algún puerto. Alemania se unió a Austria. Se pasó entonces al examen de los nueve primeros artículos. En la sesión del lunes 26 de marzo estaba listo un proyecto de reglamento de policía. En la del 6 de marzo, Révoil y Walsersheimb, en nombre de Austria-Hungría, convinieron que el proyecto presentado por cada uno de ellos fuera enviado al comité de redacción. Tenía once artículos. Ahora, antes de empezar el debate, Austria retiraba su propuesta de que el jefe de Casablanca fuera inspector general. La primera afirmación del proyecto era que la policía estaba bajo la autoridad soberana del Sultán. La reclutaría su gobierno y sus miembros serían musulmanes marroquíes. Sus caídes, también marroquíes. Se desplegarían en los ocho puertos comerciales de Marruecos. Pérez Caballero quiso que se aplicara al reglamento de policía el mismo criterio que al de la represión del contrabando de armas y municiones y al de aduanas: España, como sucedía con Francia en su frontera de Argelia, tenía intereses especiales que le daban derecho a entenderse directamente con el Sultán, que contaría con la ayuda de oficiales y suboficiales españoles y franceses para organizar la policía. Los oficiales propuestos como instructores serían aprobados por él. Lo pidió Tattenbach como señal de respeto a la soberanía de Marruecos. Los cambios en este personal se harían respetando las condiciones pactadas y con el consentimiento del Majzén, según propuso Pérez Caballero. Las condiciones de contrato de estos instructores estaban recogidas en el artículo tres. Los efectivos de la policía se fijaban en un mínimo de 200 y un máximo de 2500. El artículo cuatro diseñaba su despliegue en cada uno de los puertos y el número de mandos y el cinco establecía la financiación. Un inspector suizo o de los Países Bajos, sin mando y sin funciones de instructor, informaría de los logros de la policía en el mantenimiento del orden y de la seguridad. Redactaría, decía el artículo seis, un informe anual, que entregaría al representante del Sultán en Tánger, el cual remitiría copia a los ministros acreditados en Marruecos. Como pasaba siempre, en la discusión reaparecieron los recelos de Alemania y Austria. Francia se apresuró a
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decir que la organización de la policía y su funcionamiento dejarían intactas la soberanía del Sultán y la libertad de comercio. Por eso Révoil estaba por dejar al cuerpo diplomático y al inspector que cada uno cumpliera su misión. La de éste, elegido de un país sin intereses directos en Marruecos, era alejar cualquier sospecha sobre el trato igual a los ciudadanos de todas las potencias. Austria quiso que la decisión sobre los puertos en los que oficiales franceses y españoles estuvieran al mando de la policía debiera fijarse en la Conferencia. Francia y España creían mejor dejar eso para que lo acordara el Sultán con las dos potencias interesadas. En la tarde del 27, en la sesión XIV siguió el debate. Fijadas sus funciones, se aprobó ofrecer el cargo de inspector general al gobierno suizo, un país sin intereses comerciales en Marruecos63. Se discutió el texto articulado. Los periodistas comenzaron a abandonar Algeciras. En la discusión del día 27 quedó en suspenso si la presencia de instructores debía durar cinco años o reducirse a tres. Nicolson creyó que Suiza era el país más adecuado para hacerse cargo de la inspección de policía, pues ni siquiera había suscrito los acuerdos de Madrid en 1880. Ninguna otra nación tenían un “parfait désinteréssement” como ella. Révoil se adhirió. Jonkheer H. Testa, en nombre de Holanda, dijo que dejaba la decisión a la Conferencia. Austria y Alemania creían que era mejor que el Sultán pudiese elegir entre dos naciones. Al acabar la sesión sólo quedaba pendiente el artículo once: la distribución de los puertos entre España y Francia. El día 28 las delegaciones presentaron sus enmiendas a un texto con nueve artículos. El domingo 25 empezó un fuerte temporal de lluvia y viento que duraba ya cuatro días. Si las sesiones acababan en la mañana del 29, se imprimiría el texto en Madrid. Una vez recibido, se celebraría la sesión de clausura y se firmaría el Acta General. Sobre la distribución de los instructores, el 31 de marzo Bacheracht, el delgado ruso, leyó una declaración. Existía ya un acuerdo entre Francia y Marruecos sobre Tánger, y Rabat. Francia quería hacerlo valer para Casablanca. No insistía en éste último, por eso quedaban tres puertos para ella y tres para España, que reclamaba participar también en la organización de la policía en Tánger. Se aprobó entonces que en Tetuán y Larache estuvieran oficiales españoles. En Tánger y Casablanca, españoles y franceses, y éstos en Rabat y los otros tres puertos64.
Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras... 251-255., 313-321, 323-329. Sesiones del 26, 27 y 31 marzo 1906 y anexos 1, Conférence d’Algesiras, 151-164, 170-177 y 212-213. 63
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En la tarde quedó aprobada la propuesta rusa. La policía estaría mandada en Tetuán y Larache por oficiales y suboficiales españoles. En Tánger y Casablanca, el mando sería mixto, y en el resto de los puertos, Francia65 El acuerdo sobre policía negociado por Révoil y Tattenbach fue una obra maestra de habilidad66. La opinión española debía percatarse de que España se jugaba en Marruecos su porvenir y su presente. En el Atlántico se iniciaba un engarce de territorios que, desde Canarias, pasando por las Chafarinas, Ceuta y Melilla, llegaba hasta Baleares. De la seguridad en ese eje pendía la los territorios peninsulares. Desde 1899 la política exterior, sobre todo con los gobiernos conservadores, había ido ampliando los vínculos de España. Estando en Algeciras, al lado de Francia, abría la posibilidad de llegar a una alianza con ella y, a través de ella, se sumaría a la entente que unía a la República con Rusia, Italia y el Reino Unido. Eso superaba el horizonte de una posible Unión de las Naciones Latinas.
“Última sesión. Nota oficiosa”, El Resumen 2 abril, 1. Esa negociación se habría hecho el sábado 31 de marzo, aniversario de la visita de Guillermo II a Tánger. “Resultados de la Conferencia”, El Resumen, 7 abril, 1. 65
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V. LAS REFORMAS ACORDADAS
El Sultán estaba decidido a introducir reformas graduales para bienestar de sus súbditos y de los extranjeros en Marruecos. Enfrentado a una insurrección, debía hacer un esfuerzo financiero muy grande. Por eso pedía que se estudiaran la introducción de reformas y los medios para financiarlas. Haría suyas las reformas aprobadas en Algeciras el gobierno de Marruecos, “après avis de S. M. Chérifienne”. Las materias sobre las que solicitaba la opinión de la Conferencia eran la organización de la policía, la mejora de las finanzas, con un nuevo sistema de impuestos y la creación de una Banca de Estado, la represión contrabando de armas, especialmente de guerra y caza, la creación de una moneda de curso legal semejante a las de Europa, los impuestos sobre productos agrarios y sobre animales, de súbditos marroquíes y de protegidos, el examen del tratado de Madrid (1880) para aplicarlo y las obras públicas en los puertos. Todas las meditas deberían dejar intactas la independencia y la libertad de Marruecos1.
1. Vigilancia y represión del contrabando de armas “Deseando las altas partes contratantes asegurar la pacificación y mantener el orden en el Imperio Jerifiano, éstas han resuelto, de acuerdo, elaborar en común una serie de medidas destinadas a prohibir totalmente la venta y exportación de armas de sus respectivos países destinadas a Marruecos, y la importación de dichas armas y municiones en el Imperio jerifiano”2. Con es-
1 Declaración de El-Mokri, nexo a la sesión del 24 de enero Conférence d’Algeciras, s.l., 1906 37-38. 2 Sobre este asunto, Francesco Correale, “Échange et contrebande d’armes au Maroc et dans a région Saharo-Mauritainienne entre 1912 et 1918”, Thèse d’Histoire pour l’obtention de grade de Docterur de l’Université, Université de Provence, 2003, 4 vls. 724 folios, v. I: desde finales de siglo hasta 1914, 34-105.
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te preámbulo, redactado el 22 de enero de 1906, enlaza el segundo capítulo del Acta General con los objetivos de la Conferencia3. Se preveía entonces un texto de 15 ó 16 artículos, con medidas de prevención y represión del contrabando, idénticas a las vigentes en los Estados signatarios. Sería competencia de los administradores de aduana y las penas, graves, tendrían “carácter internacional”. No sería fácil aplicarlas y estaban relacionadas con las relativas a la organización de la policía de costas y fronteras, asunto de “importancia excepcional y que debe ser tratado con exquisito tacto, si de esta reunión diplomática ha de salir algo práctico. Habrían de evitarse los peligros que para la paz de Europa podrían traer los proyectos interesados de determinadas potencias”4. El proyecto de reglamento sobre contrabando de armas y municiones fue el primer texto discutido. El Foreign Office tenía preparado un Memorando sobre la exportación de armas, prohibidas por la “Exportation of Arms Act 1900”. A la vista de la situación en algunos países, suponiendo que el gobierno de Marruecos deseaba establecer leyes impidiendo la importación, la propuesta inglesa era: prohibición de la exportación desde Gibraltar a Marruecos; obligación de las leyes prohibitivas de Marruecos para los británicos, según la norma establecida en 1889; voluntad de cooperar con los barcos de Marruecos en la inspección de otros barcos, obtenida previamente la autorización de las otras potencias para inspeccionar los de sus ciudadanos, y delegación a favor de los soldados ingleses para registrar en alta mar barcos que navegan con pabellón extranjero, algo muy difícil de obtener5. Abierta la Conferencia el 16 de enero, tras una jornada de descanso y de forma inesperada para la prensa y los delegados, Almodóvar del Río convocó la segunda sesión de la Conferencia para el día 18 de enero. La iniciativa era de los españoles. Había un clima de suspicacias. Eso presagiaba que los temas decisivos se aplazarían. Alemania guardaba suma discreción. Igual, Francia. El contrabando de armas, hecho con total impunidad en las fronteras de Marruecos, fomentaba la inseguridad de las personas y de sus bienes. Almodóvar del Río pidió que se aprobaran unas normas y que se aplicaran. La mejor manera de salvaguardar la soberanía del Sultán era impedir que, dada
3 Acte Général de la Conférence Internationale d’Algeciras, texto impreso, AGP cajón 16 expediente 11. 4 Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras, Diario de un testigo con notas de viajes a Gibraltar, Ceuta Tánger y el Protocolo oficial, Madrid, Imprenta Hijos de J.A. García 1906, 55 y 57. 5 PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar.
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la facilidad para adquirirlas, llegaran a los que se alzaban contra su autoridad. Deberían vigilarse las fronteras terrestres y marítimas6. El debate proporcionó a España una excelente base para afirmar su posición en Marruecos, idéntica a la de los franceses. En esa policía de frontera, aunque no se extendiera hasta Tánger la zona asignada a España y fuera sólo el Rif hasta Ceuta, era suficiente. Una vez conseguido el dominio sobre Mar Pequeña, frente a Canarias7, interesaba a España “hincar el pie en aquella parte de la costa del Atlántico, que pertenece a la gravitación de Lanzarote y Fuerteventura”8. Se creyó que había empezado el trabajo por este asunto debido a una noticia, que luego resultó falsa: el crucero Río de la Plata había sido atacado en aguas de la costa de Mar Chica. La única noticia verdadera es que el crucero francés Lalande, con oficiales marroquíes había ido a inspeccionar lo sucedido en aquella zona esos días. Encontró con una factoría, con pabellón belga. Según las instrucciones dadas a Hadje Mohammed ben El-Harbi Torres sobre la venta de armas, el jefe de la delegación de Marruecos, pediría que se conociera la identidad del vendedor y del comprador. En esta segunda sesión, Pérez Caballero dijo que España se reservaba el derecho de reprimir el contrabando de armas en sus plazas y posesiones, como hacía Francia en Argelia9. Se formó una ponencia de cinco miembros para la vigilancia en los puertos y en las costas. La integraban El-Mokri, Tattenbach, Giulio Malmusi, Regnault y Pérez Caballero. Su texto fue discutido en la tercera sesión. Se trabajaba con “la rigurosa consigna de absoluto silencio”10. Pidieron Tattenbach y Nicolson que la enumeración de las materias prohibidas, recogida en el artículo uno debía acomodarse a la lista de otros tratados. No era una buena razón, porque la Conferencia de Algeciras sería José Rocamora, “Conferencia de Algeciras” y “Armas y moros”, Heraldo de Madrid, 18 y 19 enero, 1. 7 El texto, de 15 artículos, tenía que dar cumplimiento del tratado 8 de Wad-Ras sobre la posesión por parte de España de Santa Cruz de Agadir o la Mar Pequeña (Ifni). Eso debería resolverse junto con la cuestión de la policía de puertos y fronteras, “una cuestión batallona”, la más completa de las de la Conferencia. Quedó reconocido en el artículo 30 del Acta de Algeciras diciendo que la aplicación del reglamento sería competencia de España en el Rif “y, en general, las regiones fronterizas de las posesiones de España”, añadiendo que Marruecos compartía esa exclusiva con ella. 8 Alfredo Vicenti, “La Conferencia. ¿Y después?”, El Liberal, 24 enero, 1. 9 Alemania había dado su apoyo a las pretensiones de España de ejercer sus derechos de soberanía en estas ciudades y plazas. Se igualaba así su posición con la de Francia respecto a Argelia 10 Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras…37-43 y 55. 6
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ratificada por cada gobierno. En esos tratados bilaterales, que seguirían a la ratificación, era posible introducir en los vigentes las modificaciones necesarias. Era el primer desacuerdo entre Francia y Alemania. Para armonizar las posiciones, Juan Pérez Caballero recordó que el reglamento tendría que ser aprobado por medio de un protocolo, firmado por todas las potencias. Eso daba al Acta una fuerza legal igual a la de los tratados11. Había un argumento jurídico, pero insuficiente, porque Tattenbach y Révoil, conformes en que la Conferencia no debería quedar limitada por los acuerdos previos de cada potencia con Marruecos, disentían en el modo de conseguir ese objetivo. Tattenbach juzgaba mejor acomodar los reglamentos de Algeciras a aquellos y Révoil pensaba que las decisiones de la Conferencia debían estar por encima de ellos. Se aprobó sin más el artículo dos y, con pequeñas correcciones de redacción, el tres. En el cuatro se destacó el papel del cuerpo diplomático acreditado en Tánger en la aprobación del reglamentó elaborado por Marruecos12. El debate incluyó dos puntos: el momento en qué debería ponerse en vigor el reglamento y si era o no necesaria la aprobación unánime de los ministros plenipotenciarios”13. En la sesión del 22 de enero se aprobaron los cinco primeros artículos. Aunque no cabían ilusiones sobre el ritmo de los debates, en la sesión día 24 quedó aprobado el texto. La discusión parecía “una tramontana”14. Ese mismo día la comisión de redacción convirtió en siete los cinco primeros artículos, que quedaron aprobados. Lo mismo sucedió con el ocho y nueve. El décimo, con una reserva de los delegados de Marruecos a la consideración de la ocultación de armas como delito. Leídos los artículos once, doce y trece, fueron aprobados. El catorce trataba de la destrucción de las armas y municiones confiscadas. Además del plazo -un mes en el texto- la Conferencia escuchó a los delegados de Marruecos: no había que destruir nada, sino entregarlo al Majzén15, pero Trataron de la compatibilidad del Acta de Algeciras con los tratados y con la legislación interna los delegados de Suecia y Bélgica, Sager y Joostens en la sesión del 29 de marzo, Conférence d’Algesiras, 186-187. 12 Joostens, en nombre del gobierno belga, pidió que no se pusieran trabas a la libertad en el comercio de armas, porque eso lesionaba a las industrias de ese sector en su país. España veía también con preocupación que se restringiera a Tánger la apertura de establecimiento autorizados para la venta de armas. 13 Sesión del 18 enero, el texto completo del reglamento a discutir y la proposición belga, Conférence d’Algesiras, el texto La proposición belga, 10-24. 14 Al salir de la sesión Radowitz dijo, “frunciendo el ceño”: “esto va para largo, para muy largo”, Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras… 60. 15 La traducción de la nota de los delegados de Marruecos se leyó en la sesión del 2 de febrero, ib. 73-74. En ella quedó zanjada la cuestión. Visconti Venosta propuso que se reservara el uso de las armas confiscada, pero con la condición que no venderlas a sus súbditos. 11
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Révoil les pidió que esperaran las instrucciones del Sultán y que le expusieran antes los motivos para pedir la no destrucción. Tras una enmienda de Pérez Caballero quedó aprobado junto con los artículos quince, dieciséis y diecisiete. Gracias a intervención de Visconti Venosta, al discutirse el artículo dieciocho, quedó España equiparada a Francia para aplicar este reglamento en las regiones fronterizas a sus posesiones16. La prensa republicana en España estaba en contra de cualquier compromiso en Marruecos. Anunciaba que si el gobierno español aceptara el encargo de reprimir el contrabando de armas, asumiría una de las tareas más arduas que pudieran aprobarse. Carecía de medios para vigilar las costas del Rif y del Sahara. No debería comprometerse a ejercer la función del Cristo que redima de sus pecados al Sultán17. Este comentario deja constancia, una vez más, de lo que significaba para la opinión republicana la política exterior y su visión de los deberes que impone en nombre del derecho internacional. El 10 de febrero se conoció la respuesta del Sultán. Aceptaba el texto y pedía aclaraciones: que quedaran las armas incautadas bajo el control del Majzén y no fueran destruidas. Podrían ser re-exportadas en beneficio del Tesoro. Se aprobó modificar el artículo 3 para que el Sultán pudiera comprar libremente armas, pero no se aceptó, porque el artículo 15 del Acta final pone condiciones18.
2. Creación de un Banco de Estado El capítulo III del Acta General recoge en 28 artículos el acuerdo sobre la creación de un Banco de Estado en Marruecos. Redactaron el proyecto Tattenbach y Regnault. Se sabía ya el 10 de febrero que no habría un director francés y otro alemán, sino un consejo de administración, de diferentes naciones y según el capital aportado. Expuso Francia sus argumentos. Callaron Alemania y las otras delegaciones. La presidencia redactaría una síntesis con las propuestas alemana y francesa. Tovar, el jefe de la delegación portuguesa, consideraba grave la siSesión del 24, Conférence d’Algesiras, 10-18 y 28-36. “… en el primer paso de la Conferencia de Algeciras ya nos hemos caído”. Se aceptaba una tarea difícil “en nombre de una penetración europea que ha de favorecer exclusivamente el comercio de las grandes potencias, porque el nuestro es un comercio de ochavos morunos”. “Haciendo el Cristo”, El País, 27 enero, 1. 18 Al salir de la sesión Radowitz dijo, “frunciendo el ceño”: “esto va para largo, para muy largo”, Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras…170 y Conférence d’Algesiras, 232-236. 16 17
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tuación y pedía instrucciones por si interesaba a su gobierno o a la banca de su país participar. Juzgaba la propuesta inicial inaceptable19. El 22 de febrero, Révoil manifestó el deseo de Francia, de que Portugal y las potencias amigas participasen en el capital del Banco de Estado20. Siendo la moneda española la única que circulaba, la creación de un banco nacional de emisión supondría un golpe a la influencia comercial de España. Retornarían a ella unos cien millones de pesetas en plata, cuyo valor real sería menos de la mitad de su valor nominal. La relación de la peseta con el franco y la libra se deterioraría. Para defender en este punto sus intereses España estaba aislada. La crisis financiera provocada en Marruecos por la imposibilidad de pagar la deuda, contraída para hacer frente a la rebelión contra el Sultán, y sus intereses, hizo inevitable la creación del Banco de Estado. Sobre ese punto existía pleno acuerdo entre Inglaterra, Francia y Alemania. En resumen: esperaba una ardua tarea a los delegados españoles, si querían impedirlo, y las decisiones de la Conferencia incidirían, al menos indirectamente en la economía española21. En este momento crítico, había que recordar que el Banco de Estado fue uno de los tres asuntos importantes para España, junto con la intervención de las Aduanas y la organización de la policía. El Banco ordenaría la situación monetaria. Había que lograr que la moneda española continuara circulando en Marruecos. Eso significaba asegurarse una participación en su capital fundacional y tener peso en su consejo de administración. Si se aprobara que las reservas de ese Banco fueran en oro, quedaría en mala posición, dada su escasez en España. Había que ir al patrón plata. Con la Conferencia en “agonía”22, se reanudaron las sesiones el 3 de marzo. Habían estado interrumpidas desde el 17 de febrero. Juan Pérez Caballero consiguió que el saneamiento de la moneda no se hiciera contra la circulación de la española, que debía conservar su fuerza liberatoria. Hizo sus reservas sobre la circulación el delegado alemán, pero Pérez Caballero recordó que era un hecho aceptado. La Conferencia no venía a “legislar sobre el pasado”, atacando derechos consolidados23. 19 Tel. conf Conde de Tovar-Antonio Eduardo Villaça y conf , reservado y urgente, 20 y 22 febrero 1906. Un extenso informe sobre la sesión de este día, conf. 21, AMNE 3 P A 22 M 956 239 245y 240. 20 Tel. y conf , reservado y urgente y conf 22 y 23, Tovar-Antonio Eduardo Villaça, 22 23 febrero 1906, AMNE 3 P A 22 M 956 241, 242 y 248. 21 “Ante la Conferencia”, ABC, 9 enero 1906, 4. 22 Se confiaba en una intervención de Visconti Venosta, cuya autoridad era aceptada por todos, AMNE 3 P A 22 M 956 216. 23 Un informe sobre la evolución de la moneda en Marruecos, José Rocamora, “Conferencia de Algeciras”, Heraldo de Madrid, 11 febrero, 4.
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Muley Hassan y Abd-El-Aziz habían dado garantías de que el Banco de Marruecos sería Banco de Estado. No existía, pues, oferta alguna para abrir bancos privados24. Como hemos visto antes, el acuerdo estaba vinculado al que se lograra en la organización de la policía. Eso opinaba White, el delegado norteamericano. Se mostraba optimista. Con él coincidía Nicolson en la apreciación de que los dos asuntos deberían aprobarse juntos y, mientras, que se negociasen en sesión y no en conciliábulos”25. Ese mismo día se transmitía a Tovar que Portugal participaría en el capital del Banco de Estado”26. Francia podría ceder en el mando de la policía en Casablanca a cambio de que Alemania le concediera una participación mayor en el Banco27. Esta impresión, atribuida a Almodóvar del Río, quedaba desmentida desde Berlín. Francia no aceptaría negociar su presencia en Casablanca. Inglaterra haría lo posible para que lo hiciera, pero, pasara lo que pasara, estaría a su lado28. La situación quedó bloqueada unos días29. Roto el consenso sobre la policía, Franz von Tattenbach endureció su posición sobre el Banco de Estado. Eso impedía un acuerdo sobre participación en el capital, jurisdicción y censores. En los otros asuntos, se marchaba rápido. Estaban aprobados el 2 de marzo veinte de los veinticinco artículos del proyecto. Había un compromiso sobre estos puntos: 1. Nombre: Banco de Estado de Marruecos. Su concesión sería de cuarenta años; 2. Un comité especial de delegados, designados por los suscriptores, fijará el capital fundacional; 3. Este mismo comité presentará a los accionistas los Estatutos del Banco en el plazo de doce meses después de la firma del contrato y quedará constituido como sociedad; 4. Su capital no será menor de 15 millones de francos ni superior a veinte. Estará formado por monedas de oro y suscripciones de 50 francos, que se Conf 34 ministro en Tánger-Grey, 1 marzo 1906, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar. La oposición de un representante del grupo que hizo el préstamos a Marruecos en 1904, 59 Very Conf. Fairfax L. Cartwright-Grey, 5 marzo, ib. 25 Sn, Tovar-Antonio Eduardo Villaça, 2 marzo 1906 y telegrama recibido el 3 de marzo. En la misma fecha, se informa oficialmente, mencionando esta comunicación particular y autógrafa, 21 reservado, AMNE 3 P A 22 M 956 260, 263 y 261. 26 T. reservado Antonio Eduardo Villaça-Tovar, 2 marzo 1906, AMNE 3 P A 22 M 456 262. 27 T. reservado Tovar- Wenceslau de Lima 13 marzo 1906, AMNE 3 P A 22 M 456 280. 28 Texto descifrado del telegrama recibido de Berlín, 16 marzo, ib. 286. 29 Texto descifrado del telegrama recibido de Algeciras, 23 marzo, ib. 292. 24
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cobrarán en monedas de oro en un plazo fijado en los estatutos. La asamblea de accionistas podrá acordar una ampliación de capital. Sobre estas nuevas suscripciones tendrán opción los socios fundadores; 5 El capital inicial se dividirá en tantas partes como naciones están representadas en la Conferencia. Cada una de ellas designará el Banco que ejerza su derecho de suscripción y el de designación de los administradores; 6. Los estatutos serán modificados por mayoría de accionistas después de haberse entendido con el consejo de administración y con los censores; 7. El Banco ejercerá todas las operaciones propias de las funciones anejas a una sociedad bancaria; 8. Tendrá el privilegio de la emisión de billetes y sus inmuebles y su papel financiero estarán libres de impuestos; 9. Será dirigido por un consejo de administración, compuesto de tantos miembros cuantas sean las partes en que se haya dividido su capital. Serán nombrados por la Asamblea de Accionistas, a prorrata y por partes enteras poseídas por los diferentes grupos; 10. El consejo nombrará al director y a la Comisión de Notables de Tánger; 11. La vigilancia la ejercen los tres censores y un funcionario marroquí en nombre de su gobierno; El 3 de marzo, en su sesión décima, la Conferencia inició el estudio de estos puntos. La Banca del Estado de Marruecos tendría el privilegio exclusivo de emisión de billetes al portador y la función de tesorero-pagador del Estado. Eso significaba que en ella ingresaría la recaudación de aduanas y de la tasa especial. El actuar como agente financiero del gobierno no impedía que éste recurriera a otras entidades para satisfacer sus necesidades de dinero. Tendría la exclusiva de la emisión de Bonos del Tesoro, que podría negociar libremente, pero dejando a salvo los derechos del consorcio bancario que firmó en 1904 el préstamo a Marruecos. Se aprobó rápidamente el reglamento. El debate sirvió para recordar que en el origen de la Conferencia estaba el acuerdo franco-alemán de 1905. Lo hizo Révoil: en este como en los demás asuntos del orden del día, no debería buscar nadie ventajas políticas ni administrativas. E inmediatamente señaló que el crédito de Marruecos estaba apoyado en el mercado financiero francés. El empréstito fue un acto de soberanía decidido por el Sultán. En su negociación se contrajeron obligaciones, que deberían quedar recogidas ahora. De ahí derivaba esa mención al derecho de preferencia para el consorcio que lo otorgó. En síntesis: los intereses franceses habían surgido del libre ejercicio de su soberanía por parte del Sultán. Se volvió sobre el tema en la sesiones del 8 y 10 de marzo. Uno de los objetivos de la Banca de Estado era sanear la situación monetaria. Debía ha-
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cerlo sin lesionar la circulación de la moneda española ni su valor como instrumento de pago. Ambas cosas estaban reconocidas en el tratado de Alemania con Marruecos. Lo recordó Tattenbach el 8 de marzo al explicar la enmienda al artículo ocho del proyecto. Su objetivo: que la decisión de tener una moneda sana no hallara en ese derecho de España un obstáculo. Pedía que el comité de redacción encontrara una fórmula satisfactoria para todos. En esta sesión se insistió en que el derecho de acuñación reservado para el Banco del Estado de Marruecos no recortaba la soberanía del Sultán. Era una condición para que la moneda no perdiera valor, como estaba sucediendo porque había demasiadas en circulación30. El 27 de marzo, en un clima propicio a los acuerdos, tras conseguirlo en el capítulo de la policía, se redujo a tres el número de censores. Nicolson propuso que fueran un alemán, un francés y un español. Era previsible que se aceptara. La delegación de Marruecos trataba de reducir la injerencia del cuerpo diplomático31. El 31 de marzo se presentó una escueta redacción, aprobada por todos: la banca tomaría medidas para sanear la moneda. La moneda española “continuará, sin embargo, siendo admitida en circulación con fuerza liberadora”. A esa solución se opuso la delegación de Marruecos, porque la moneda española era la causa de la depreciación de la marroquí. Se negaban a aceptar que el origen de esa caída de valor estaba en las leyes económicas: el exceso de acuñación lo pagaban los marroquíes con la pérdida de confianza. Mejorarla era uno de los objetivos del Banco de Estado. Como en otras ocasiones, los delegados de Marruecos dijeron que se trataba de una competencia del Majzén32.
3. Ordenar los impuestos y adjudicar las obras públicas “Declaración relativa al mejor rendimiento de los impuestos y la creación de impuestos nuevos” es el capítulo IV del Acta General (artículos 5976). Había en Marruecos tres tipos de impuestos: religiosos, de tribu y suelo y administrativos. Los religiosos eran el Ez-zekat, que gravaba con el 2,5% sobre el capital, el Achur, un 10% sobre el capital. Hadia, un donativo voluntario que se en-
30 Sesiones 1 y 8 marzo 1906 y 8 marzo y anexo con el proyecto de creación de la Banca, Conférence d’Algesiras, 107-127, 129-135 y 137-149. En la sesión del 29 de marzo, algunos delegados manifestaron que las penas señaladas en los ocho y nueve se oponían a la legislación de sus países, ib. 186-187. 31 Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras… 180-182 y 216-218, 327-329. 32 Sesiones 8 y 31 marzo 1906, Conférence d’Algesiras, 140-141y 208-209.
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trega al imán, jefe de los creyente y el llamado Heydia, que se entregaba en las tres grandes fiestas religiosas. Los impuestos sobre tribu y suelo eran cinco: Hacha, una contribución militar. Los otros cuatro eran Gherana, reembolsos, Daría, multas, Sokhra, comisiones, y Muna, los víveres dados al viajero por orden del Sultán33. Los impuestos administrativos eran tres: Helas, sobre las ferias, Bnynles sobre mercancías y almacenaje y Neks, es decir, aduanas y consumos. En las tierras bajo el control del Majzén, había dos impuestos: Naiba, para la redención del servicio militar, y el Driss, que era el servicio militar obligatorio. En este apartado se incluían los tributos derivados del derecho de soberanía. La comisión española presentó a los delegados un cuestionario de 21 preguntas. El primer impuesto que se discute es el agrícola, conocido como Tertib, que afectaba también a los propietarios extranjeros34. Había un reglamento del Sultán, de 1901. Fue aprobado por los ministros de las potencias en Tánger en 1903. Abolía el Achur, 10% sobre el capital, fijado en el Corán, y el Zekat, que era una limosna, entregada voluntariamente. Se reformaba el que existía desde 1881. Tomaba como base las yuntas de bueyes. No tuvo eficacia la reforma y quienes dejaron de pagar los dos suprimidos no pagaron el nuevo. Se sugirió que, siendo un impuesto justo, había que buscar formas de cobrarlo. Se creó una comisión formada por Buisseret, ministro de Bélgica en Tánger, Bacheracht, su colega ruso, y Sidi-Abderraman Ben-Nis. Se propuso no reformar la administración fiscal y limitarse a enunciar principios, sin reglamentarlos35. 33 Este impuesto formaba parte de los deberes de la hospitalidad, como comprobaron Betegón y Mencheta el 27 de enero en su entrevista con dos hermanos que mandaban un grupo de unos 400 hombres armados y que operaban como defensa de los “moros pobres” en la zona entre Ceuta y Tetuán, Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras… 95-104. 34 Nicolson, ministro del Reino Unido en Tánger, propuso que se ampliaran las facilidades para que los extranjeros pudiera adquirir tierras, pero El-Mokri que esa medida sería un error, mientras no se creara la Policía y se modificaran las costumbres de los marroquíes. Aunque estaba previsto en el artículo 11 de la Convención de Madrid, junio 1880, no existía un registro de la propiedad y eso podría ocasionar situaciones como el que vendieran tierras quienes no eran sus propietarios, que no se pagaran o que se vendieran tierras que eran de Majzén. Nicolson y los otros diplomáticos acreditados en Tánger se opusieron a que se aplicara el Tertib, pero cedieron. 35 La necesidad de proceder así se acentuó durante el debate sobre los impuestos. La proposición de Marruecos fue desechada. La ponencia encargada de redactar un texto aceptable dejó ociosos a los delegados los días 30 y 31 de octubre. Muchos de ellos creía que los reglamentos deberían hacerlos técnicos y que la instancia más apta para esa tarea eran las legaciones de las potencias en Tánger. J. Betegón, La Conferencia de Algeciras… 122-123.
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El 28 de enero los delegados de Marruecos presentaron ante el comité una propuesta. La Conferencia de Algeciras aprobó que se imprimiera ese proyecto y se distribuyera a las delegaciones. El sentimiento general era que el Sultán quería que el incremento de los ingresos fiscales corriera a cargo de las potencias europeas, porque las mayores subidas se aplicaban a los derechos de aduana y a las actividades y propiedades de los extranjeros. Lo denunciaron claramente Radowitz, Tattenbach y Nicolson. Aceptar lo que Betegón llama “habilidades marroquíes” era romper con el criterio de “la puerta abierta”, defendido desde el primer momento por las delegaciones36. La del Sultán quería cerrarla, haciendo imposibles los intercambios económicos, especialmente los de las potencias con intereses en Marruecos. Había un impuesto sobre los correos extranjeros, gestionados, en el caso de Francia, Alemania, Inglaterra y España, por cada una, sin intervención del Sultán. ¿Por qué ese cambio tan poco razonable y nada rentable solicitado por los delegados de Marruecos? Parece que se debía a elementos extraños, que apuntaban a emisarios de Turquía. Se hablaba de una nación interesada en apoyar a Marruecos, “por los lazos que con ella la ligan la religión y las costumbres”. El debate fue especialmente duro en la sesión del día 29. El incremento de los derechos de aduanas se justificaba, según El-Mokri, por la obligación que las potencias impusieron a Marruecos de mejorar sus puertos y de hacer reformas. La delegación española replicó que, antes de subirlos, había que mejorar la recaudación. Del impuesto sobre la agricultura llegaba al Sultán sólo el 30%. Cedería el Majzén en las cuestiones de Hacienda, porque necesitaba otro empréstito37. Sólo se aprobó la creación de un impuesto de Timbre y unos derechos del 5% sobre transmisiones patrimoniales. Los ponentes de este apartado trabajaron el 30 y 31 de enero. En la sesión del día siguiente, quedaron aprobados siete artículos del proyecto que correspondían a los números 59-64 del texto final. Hubo cambios en la redacción pero no en el contenido. La cuestión de los impuestos y del aumento de los ingresos son asuntos técnicos y difíciles. Muchos delegados dijeron que no habían venido a ocuparse de esos pormenores que deberían dejarse a expertos, que conocieran también la situación de Marruecos. Debería encomendarse a los ministros Sobre la prohibición coránica de comerciar con los cristianos, vid. el comentario hecho a la predicación del alfaquí del Sultán en la mezquita de Tánger, en 1803, Ali Bey, Viajes por Marruecos, edición preparada por Salvador Barberá, Madrid, Editora Nacional, 1984, 171 nota 18. Para el sistema de impuestos, ib. 236. 37 Ventura, “El cuestionario español. Anuncio de empréstito”, El Resumen 29 enero, 1. 36
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en Tánger. La Conferencia no autorizaría la creación de nuevos impuestos, aun estando de acuerdo en aumentar los ingresos del Sultán38. El 1 de febrero corrió el rumor de que los delegados del Sultán se retiraban. Era falso. Permanecieron en Algeciras, sin trasladarse a Tánger a celebrar la fiesta del cordero. Comenzó el debate sobre el texto. El Comité de redacción tuvo en cuenta las propuestas de la delegación de Marruecos y un proyecto de declaración de las otras delegaciones con ocho puntos. El tertib, una vez generalizado en todo el territorio, lo aplicarían a sus dependientes marroquíes los representantes de las potencias, pero no a los residentes extranjeros. Por recaudarlo cobrarían un tanto por ciento, fijando su cuantía de acuerdo con el Majzén. White quiso que este primer punto se redactara de modo que dejara claro que se trataba de una solución provisional, hasta que la administración de Marruecos estuviera en condiciones de ejercer ese derecho. Pérez Caballero recordó que el tertib de 1903 reconocía a las autoridades consulares el derecho de cobrar a los extranjeros el impuesto agrícola. Révoil dijo que era una situación excepcional y que debería terminar en Marruecos. Tras un intercambio de ideas, White retiró su propuesta. El segundo punto recogía el derecho de los extranjeros a adquirir propiedades, aprobado en Madrid en junio de 1880. El tercero, una tasa obligatoria, especial, para marroquíes y extranjeros destinada a mejorar los servicios de las ciudades39. Los otros artículos trataban de impuestos sobre comercios40, industrias, profesiones, derecho de timbre en los contratos, de transmisión de bienes inmobiliarios, derecho de estadística y pesaje, de pasaporte sobre súbditos marroquíes, y derechos de muelle y de faros para mejorar los puertos. No aceptó la Conferencia la demanda marroquí sobre correos, teléfonos y telégrafos. En la sesión del 3 de febrero, los delegados de Marruecos solicitaron que los derechos de aduanas fueran del 20% para todas las mercancías y del 40% para las bebidas. La Conferencia admitió la elevación de algunos céntimos, que deberían contabilizarse aparte, porque irían destinados a la mejora de los puertos y de su equipamiento y maquinarias. 38 Fabra, “La Conferencia de Algeciras. Los derechos de Aduanas”, Ventura, “La cuestión de los impuestos” El Resumen, 31 enero y 1 febrero 1. 39 Sobre la imposición fiscal a los extranjeros, José Rocamora, “La declaración”, Heraldo de Madrid, 4 febrero, 1. La nota oficial de lo acordado sobre impuesto, “Algeciras, ib. 7 febrero, 4. No se tocaban los impuestos religiosos, Vicenti-Maldonado, “la Conferencia de Algeciras”, El Liberal, 26 enero, 1. 40 Un informe del “Board of Trade, Comercial Department” con las observaciones sobre la propuesta francesa sobre impuestos sobre mercancías, Copia mecanografiada 2 febrero 1906, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar.
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El 7 de febrero prosiguió la discusión. Se aplazó la decisión sobre el incremento de un 25% en los impuestos hasta que se redactara el proyecto de una Caja especial a donde ingresarlos (n. 66 del Acta). Se convino, a petición de Marruecos, la redacción de un artículo aparte para las exportaciones de garbanzos, maíz, cebada y trigo (artículo 67) y se aumentó de 6000 a 10000 el límite de las importaciones de cabezas de ganado bovino por parte de cada potencia (artículo 68). Bacheracht, delegado ruso, dijo que su país tenía en Marruecos un competidor en el mercado internacional de cereales. Por eso se oponía a una reducción de los derechos de exportación sobre ellos. Los delegados de Marruecos vinieron en su ayuda, al recordar que la Conferencia tenía como fin incrementar los ingresos del Majzén. Eso era imposible reduciendo la tasa sobre las exportaciones. No estaba la propuesta hecha por las otras delegaciones en el programa de la Conferencia. Ni siquiera se sentían obligados a informar de ella al Sultán. Aumentar la cantidad de ganado y de cereales y trigo podría crear carestía en algunas regiones de Marruecos. Se trató también del transporte marítimo de mercancía, del cabotaje, de las tarifas por uso de puertos, de fondeadero y almacenaje, (números 69-71) y del monopolio del opio y del kiff41 (n. 72) y los delegados de Marruecos pidieron el del tabaco42. Se volvió sobre la Caja especial en la sesión del 10 de febrero y se creó un comité. La Conferencia admitió que sus fondos podrían ser entregados al Banco de Estado. Las obras financiadas con sus recursos para mejora de puertos y maquinaria en interés del comercio, se subastarán, pudiendo concurrir todas las naciones, y el plan de obras públicas sería supervisado por el cuerpo diplomático43. El 29 de marzo las delegaciones alemana e inglesa propusieron un método para establecer las tarifas, que, una vez fijadas, se comunicarían al cuerpo diplomático en Tánger. Los delegados de Marruecos declararon en la sesión del día 31 que su gobierno no podría aceptar la formación de un comité de aduanas, porque eso atentaba contra la soberanía, pues era una injerencia en la administración interna44. En el reglamento de impuestos se establecía la creación de
41 Una descripción del cultivo del kiff en los campos de Fez, Ali Bey, Viajes por Marruecos… 220. 42 Sesiones del 1, 7 y 10 febrero 1906 y anexos 1 y 2 y 5 a la del 7 febrero, Conférence d’Algesiras, 41-51 y 53-70. 43 Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras... c 111-129, 143-144 Y 170-172. 44 10 febrero 1906 y anexos 7 y 8 a la sesión del 29 de marzo Conférence d’Algesiras, 86-92 201-203, sesión del 31 marzo, ib. 207.
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una tasa especial, de carácter temporal, destinada a las mejoras en los puertos. El orden en que deberían realizarse éstas lo determinaría, con la aprobación del Majzén, el cuerpo diplomático en Tánger, estudiando los proyectos y sus presupuestos. Ese fondo se depositaría en el Banco de Estado. Un reglamento regularía el procedimiento de adjudicación, que sería competencia de una oficina, integrada por tres representantes del cuerpo diplomático, un funcionario marroquí y un ingeniero45. La tasa especial para las obras públicas entró en el estudio de la Conferencia cuando el 14 de febrero Almodóvar del Río recordó que era un punto pendiente. Ese mismo día Révoil avisó que había que tratar también del derecho de expropiación, porque sin él era imposible la realización de obras públicas. La expropiación, recordó El-Mokri, incluso con indemnización, era contraria a la ley musulmana. Por eso los delegados de Marruecos no podrían aceptarla. Nicolson recordó que esa figura existía en Turquía y Egipto, dos países islámicos. En Marruecos se había utilizado para edificar la iglesia anglicana en Tánger. Bolesta-Koziebrodzki, de la delegación de Austria, informó que también entre los musulmanes de Bosnia-Herzegovina estaba establecido. Pérez Caballero dijo que el texto propuesto reconocía que los bienes de los establecimientos religiosos serían tratados según la ley islámica Esa aclaración no modificó la postura de El-Mokri El 29 de marzo se volvió sobre la tasa especial. Révoil subrayó que las aduanas eran la garantía del empréstito a Marruecos en 1904. Había que tener en cuenta los derechos de los que lo suscribieron. Tattenbach propuso que se encargara de tutelarlos un funcionario de la Banca de Estado. Nicolson indicó la conveniencia de que se notara en la mejora de los almacenes de aduanas y en la conservación de las mercancías en ellas depositadas46. La delegación alemana presentó este mismo día una proposición sobre servicios y obras públicas. Los primeros no podrían enajenarse a particulares. Las obras públicas, salvo lo que se disponía en el artículo ocho del reglamento de impuestos47, se adjudicarían en concurso público sin acepción 45 14 y 17 febrero 1906, Conférence d’Algesiras, 92, 96-103, 185-186. Una propuesta sobre Obras Públicas, presentadas por Alemania y Austria-Hungría, 29 de marzo, anexos 5 y 6, 197 y 199. Insistió el 31 de marzo en la tutela de los derechos de los suscriptores del préstamo el conde Bolesta-Kiziebrodzki. Para evitar ambigüedad, Révoil propuso que esa sobretasa, se denominara tasa especial, ib. 213-214. 46 14 y 17 febrero 1906 y anexos 1y 2 a esta última, sesión del 29 de marzo, Conférence d’Algesiras, 92, 96-103, 185-186. Una propuesta sobre Obras Públicas, presentadas por Alemania y Austria-Hungría, 29 de marzo, anexos 5 y 6, 197 y 199. 47 El 17 de febrero el comité de redacción hizo una propuesta estableciendo el modo de adjudicación de las obras públicas. Anexo 1, aprobado el 2 de abril y convertido en el artícu-
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de nacionalidad. Esta adjudicación se ajustaría al reglamento que fijará el Majzén con la asistencia del cuerpo diplomático. Se elegirá la oferta que, cumpliendo el pliego de condiciones, ofrezca mayores ventajas. Habrá una consulta previa a una comisión del cuerpo diplomático, compuesta por tres miembros, elegidos para un año. Había una indicación sobre los ferrocarriles. Cada uno de ellos debería integrarse en un proyecto de una red, que tuviera en cuenta el fomento del comercio internacional. Alemania insistía en que la adjudicación se hiciera siempre respetando la libertad económica. Por eso el Majzén, en ningún caso, podría dar derechos preferenciales a ningún Estado ni a sus empleados para la construcción, explotación o tarifas en los servicios públicos48.
4. Otras demandas y propuestas El 1 de febrero, cuando se discutió el número dos de los ocho puntos de un proyecto de declaración de las delegaciones, se habló del derecho de los extranjeros para adquirir propiedades y construir en Marruecos. Para eso el Majzén designaría en cada una de las ciudades portuarias y en tres localidades del interior, Arzila, Ksar-el-Kibir (Alcazarquivir) y Azemmour, un Cadí para que reconociera la legitimidad de los títulos de propiedad según la ley islámica. Los delegados de Marruecos manifestaron sus reservas sobre los puertos. El 29 de marzo se presentó la traducción de una carta enviada por AbdEl-Aziz a los delegados de Marruecos. En ella decía que el reconocimiento de los derechos de los extranjeros para la adquisición y construcción de inmuebles en Marruecos demostró las buenas relaciones que hubo con las naciones con las que firmó tratados. El Sultán solicitaba, a la vista de los inconvenientes que esa concesión generaba, que, sin modificar la situación de hecho, pues nadie quiso hacer efectivo ese derecho hasta entonces, se limitara a los puertos francos y a las tres ciudades citadas y en un radio de diez kilómetros en los dos casos. Las reformas financieras y de policía aprobadas ya en la Conferencia crearían unas condiciones de bienestar que removerían los obstáculos actuales49. lo 66 del Acta de Algeciras, Conférence d’Algesiras, 101, 243 y 389-390. La proposición alemana y austriaca, anexos 5 y 6, ib. 197-199. Almodóvar del Río propuso el 2 de abril la construcción de un ferrocarril, que fuera desde Marruecos hasta el punto más corto entre la costa de África y la de Brasil, ib. 228. 48 La declaración sobre servicios públicos y obras públicas está recogida en el capítulo VI del Acta General, artículos 105-119, Conférence d’Algesiras... 397-399. 49 Sesión del 1 febrero 1906, Conférence d’Algesiras, 43-44 y copie d’une Lettre Chérifienne, sesión del 29 marzo 1906, 189-190.
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Nicolson envió a Almodóvar del Río el 24 de marzo una carta, pidiendo que el cuerpo diplomático acreditado en Tánger deliberara sobre el modo de impedir o hacer disminuir el consumo de bebidas alcohólicas en Marruecos, que había crecido mucho. Fue entregada a Giulio Malmusi, decano del cuerpo diplomático en Tánger50. Hubo otros dos asuntos importantes: la pervivencia de la esclavitud y el trato recibido por los judíos. El 4 de diciembre de 1905 el Comité de la British and Foreign Anti-Slavery Society, comunicaba Lansdowne una noticia aparecida el 28 de octubre en el Al Moghreb Al Aksa hablando de esclavos vendidos en Tánger. Pedía al secretario del Foreign Office información sobre las protestas del gobierno inglés contra el tráfico de esclavos. Había un precedente. John Drummond Hay, que fue ministro en Tánger, protestó hacia veinte años. Su eficaz influencia consiguió que el Sultán prohibiera la venta de esclavos en la ciudad y la venta pública en las otras ciudades de la costa51. William Kirby Green, continuó esa labor. Parecía que en Tánger se había vuelto a vender a muchachos y muchachas. Travers Buxton, secretario de la sociedad, pedía a Lansdowne que le informara de lo estaba haciéndose ante esos hechos. La respuesta fue que existía una venta privada de esclavos en las ciudades de la costa. En Tánger eran vendidos por las casas, pero no en la vía pública52. El 25 de enero de 1906 se enviaba a Nicolson unos documentos relativos a la esclavitud en Marruecos. Era un asunto no incluido en la agenda. Lord Fitzmaurice sugería que podría plantearse a propósito de otro, como el de una eficaz organización de la policía o al tratar de las reformas. Era todo lo que podía hacerse. Buxton quedó satisfecho53. Nicolson pidió que el Sultán tomara las medidas oportunas para limitar la esclavitud e ir hacia su abolición gradual. Que se prohibiera la venta pública de esclavos en las ciudades de Marruecos. Manifestó su deseo de que se mejoraran las condiciones de las cárceles54. White, apelando a la amistad de Estados Unidos con Marruecos, recordando la trayectoria de su país en defensa del progreso de las ideas humani50 Sesión del 29 marzo con la moción con el anexo 4, Conférence d’Algesiras. 1906, 184-185 y 195. 51 Vid. John Drummond Hay, , A memoirs, London, Murray 1896. 52 Copy 300 Ministro de Inglaterra en Tánger-Grey, 18 diciembre 1905, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar. 53 4 Th. Campbell-Nicolson, 25 enero 1906, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar. 54 Nicolson, al que se asociaron todos los demás delegados, añadiendo Révoil dos observaciones: la conducta de Francia en las regiones subsaharianas y sudanesas y la existencia del acta de la Conferencia anti-esclavitud de Bruselas. Conférence d’Algesiras… 226-227.
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tarias, de la libertad de creencias y de la libertad religiosa, pidió que la Conferencia se asociara a su voto a favor de los judíos en Marruecos. Admitía que había mejorado con Muley Hasan. Con todo, en las zonas alejadas del poder del Majzén, no se respetaban los sentimientos de tolerancia y de igualdad que animaban al Sultán55, cuya política debía proseguirse, de modo que todos sus súbditos fueran tratados con equidad y justicia56. La nota errática fue el comentario aparecido en un diario español de orientación integrista, con un enfoque claramente antisemita. Marruecos no era Argelia. Allí los musulmanes conservaban su fe religiosa, que les obligaba a resistir frente al infiel. A eso se sumaba su percepción del judío y de su emancipación. Los marroquíes sabían que la dominación francesa en Argelia era un mito: los verdaderos dueños eran los judíos. El árabe odia al judío y lo desprecia. No se someterían dócilmente a quienes consideran sus siervos y esclavos hoy. Ni los aceptarían como señores, explotadores y verdugos. Europa tendría que sacar sus consecuencias57. Los cien mil judío de Marruecos vivían como una “raza oprimida, envilecida y despreciada, pero cuya influencia social era grande, debido a su arte singularísimo para junta dinero”. Su condición había mejorado en los últimos 20 años. Su influjo fue creciendo en la medida en que penetraban en Marruecos la civilización y se desarrollaba el comercio. Los franceses procuraron ganarse para su causa a los judíos. España no supo sacar partido de que el español era la lengua de la mayoría de ellos58. Antes de clausurarse la Conferencia, el conde Bolesta-Kuziebrodzki, propuso el 2 de abril la confección de una estadística en la que se consignara el origen de las mercancías intercambiadas con Marruecos. Hasta ese momento se anotaban teniendo en cuenta sólo el pabellón del barco que las transportaba. Para precisar más, se pedía que los cónsules certificaran que la procedencia era exacta. Esa medida podría ponerse en práctica desde enero de 1907. Los delegados de Marruecos la aceptaron59.
55 Sobre la permanencia de esta cultura de la discriminación hacia los hebreos en Marruecos, hay que recordar el incidente recogido por Ángel Cabrera unos pocos años más tarde. Helena de Felipe, “Perfiles coloniales: la “penetración pacífica” de Ángel Cabrera”, Ángel Cabrera: ciencia y proyecto colonial en Marruecos, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones científicas, Estudios Árabes e Islámicos: monografías 7, 2004, 181-186. 56 Se asociaron Nicolson, Radowitz, Révoil, Visconti Venosta, Almodóvar del Río, Joostens, Jonkheer H. Testa. Los delegados marroquíes aseguraron que Abd-El-Aziz proseguiría la política de su padre. Conférence d’Algesiras, 225-227. 57 Nemo “Cartas de África. Los marroquíes en el problema marroquí”, El Siglo Futuro, 22 marzo, 1. 58 Gonzalo de Reparaz, Política de España en África, Madrid 1907, 69-71. 59 Sesión del 2 abril 1906, Conférence d’Algesiras, 227-228.
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5. Impresiones antes de la clausura En Algeciras y Tánger, la opinión creía que la Conferencia había conseguido “conjurar por algún tiempo el conflicto entre Francia y Alemania60, pero “quedaba una cuestión gravísima: el descontento de los delegados marroquíes y el del Sultán”. Se quejaban estos de que, siendo los principales interesados en los temas de la Conferencia, no habían sido suficientemente consultados, ni se habían tenido en cuenta sus demandas. Eso ponía en duda la viabilidad de lo aprobado61. Tuvieron un papel decisivo España y Francia en el acuerdo alcanzado. El Reino Unido se beneficiaba. Por eso todos los partidos y la prensa estaban a favor de que Francia viera sus derechos reconocidos. El resultado tenía mucho que ver con la entente anglo-francesa. The Spectator dijo que el verdadero objetivo de Alemania en la Conferencia fue comprobar la solidez de las relaciones Londres-París y conocer el alcance de los acuerdos existentes, que no amenazaban la paz. The Times reconoció que la actitud conciliadora de Alemania en los últimos días había permitido que la Conferencia concluyera bien. Para cerrar el círculo de las alianzas de Inglaterra sólo faltaba una entente con Rusia62. Era un deber patriótico aprovechar la corriente de simpatía hacia España generada en la Conferencia. “Unirnos a Francia e Inglaterra por algo más que por lazos efímeros…era un sueño que parecía irrealizable. Y sin embargo el sueño se ha cumplido, y allá vamos, a Marruecos, en compañía de la gran democracia francesa, de una república avanzada y radical”. A esa oferta de amistad política no debe responderse con hostilidad económica. El Arancel publicado en la Gaceta de Madrid el 31 de marzo era una inoportuna guerra de tarifas. “La Conferencia de Algeciras nos impone altos deberes y entre ellos el capitalísimo de acercarnos a Europa, ya que Europa se acerca a nosotros. No hay otra manera de obedecer esas saludables imposiciones que gobernar liberalmente, haciéndonos dignos de ser aliados de la republicana Francia y de la democrática Inglaterra”63.
60 Era este el resultado más importante de la Conferencia. “España en Marruecos”, El Resumen 3 abril, 1 61 Ventura, “El principio del fin. Descontento de los marroquíes”, El Resumen, 30 marzo, 1. 62 W. A. C. “Inglaterra y la Conferencia de Algeciras”, ABC 7 abril, 4. 63 “La Conferencia y el Arancel”, Heraldo de Madrid, 1 abril 1906, 1. El reconocimiento a Almodóvar del Río y España por parte de los delegados extranjeros, “Satisfacción general”, Heraldo de Madrid, 4 abril, 1.
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El papel asignado a España en la Conferencia se debía a la disputa Francia-Alemania. Esta había conseguido que Francia no triunfase del todo, obligando a que contara con España en Marruecos. Berlín no había tenido en cuenta que la diplomacia española operaba al servicio de Francia e Inglaterra. En realidad España quedaba en Marruecos como compañera de Francia, para ejercer funciones que ésta podría llevar a cabo sola. Encomendar a Francia y España la ejecución de las reformas no era un regalo. Para que pudieran implantarse era necesaria la aceptación de Marruecos Sus delegados no salían de la Conferencia contentos. Una vez más, El País abogaba por una empresa de colonización interior, dejando a otros la aventura de Marruecos64. Era evidente que España había conseguido el reconocimiento de algunas ventajas y derechos, que hasta entonces se habían puesto a veces en duda. Pero no había que dejarse impresionar por las apariencias. “Años y siglos llevamos establecidos en el Norte de África; años y siglos en los que nada hemos hecho para llevar el progreso a Marruecos, para aumentar nuestra influencia en el país, ni para ganar, como parecía lógico, sus mercados”. Necesitaba España superar una situación de incultura y abandono. Le urgía, pues otros países estaban despiertos y activos, mientras ella seguía en esa quietud que “nos consume y nos agota” “Pobres, míseros, atrasado el comercio, incipiente la industria, rutinaria la agricultura, despoblado el territorio nacional, con todo por rehacer y organizar, ¿qué beneficios inmediatos podremos obtener con que nos hayan reservado la acción policíaca en determinadas ciudades del Imperio?”. Sin alentar el pesimismo, el país no estaba para repetir aventuras “que tan dolorosos y terribles desengaños nos han traído”.
64 En las estepas de La Mancha esperaban a los pañoles que se mueren de hambre, para hacer allí una penetración pacífica, agrícola y forestal. “La aventura de África”, El País, 3 abril, 1. Tres años antes, el 25 de febrero de 1903, escribía Azorín en Infantes, Ciudad Real, Impresionaba el aspecto de Infantes. Un pueblo sin árboles. Las cosas, siempre con las ventanas cerradas. “El odio al árbol y a la luz”. Mientras suena una larga y grave campanada, Azorín recuerda el comentario de un viejo esa mañana: “Esta es la agonía; es la agonía de la muerte”. Inmediatamente después de la salida de Maura, en diciembre de 1904, en la metáfora del odio al árbol y con el temor de que se traslade al agua, insistía que, sin esta y sin aquel, el paisaje español expresará la desolación de sus gentes. Son estas las que se niegan su propia renovación, su propia vida. Textos recogidos en apéndice a Castilla, edición de Inman Fox, Colección Austral, Madrid 1999, 239-242 y 258-259. Incluso con esta imagen, se hizo una política exterior digna.
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España tendría que ir al lado de Francia, llegando a pactos con ella, porque la obligarían a hacerlos. La incógnita sobre el futuro era si el Sultán estaba dispuesto a ejecutar sus acuerdos y si el pueblo aceptaría las reformas. Esta última debería despejarse antes de emprenderlas65. El ministro de Asuntos Exteriores de Marruecos afirmó que la Conferencia no aseguró al Majzén los recursos financieros para sostenerse como una administración eficaz: ejército, tributos, orden… De las reformas necesarias para que funcionara la administración, nada. El Majzén no podía proteger los intereses europeos. Tampoco lo podría hacer la policía en los puertos. Los desórdenes y la anarquía irían a más. Todo eso abrirá paso, decía Abd-El-Krim ben Sliman, a la dominación extranjera66. Pendiente la firma de los delegados de Marruecos en el Acta General, el representante de Italia pediría audiencia a Abd-El-Aziz. Si no conseguía la firma, Giulio Malmusi transmitiría la noticia al gobierno español para que informara a potencias signatarias. En Algeciras quedó reflejada la situación política europea, surgida de la rivalidad entre Alemania e Inglaterra. Aquella había ido ganando mercados y había construido una gran flota de guerra. Ese proceso no dejaba indiferente al Reino Unido. Para frenarlo, Lansdowne, conservador, y luego Grey, liberal, hicieron la misma política exterior: entente con Francia, enemiga de Alemania, y aproximación a Rusia por el mismo motivo. La política de Guillermo II en Marruecos, dificultando la libertad de acción de Francia empujó a la república a llegar a acuerdos con Inglaterra. Alemania reaccionó ante ese aislamiento. El resultado fue la crisis y los acuerdos con Francia en 1905, consiguiendo Alemania la dimisión de Delcassé. “Se mantiene en Marruecos el principio de la internacionalización, que exigía Alemania, y Francia tendrá que compartir con España en la policía y con Inglaterra, España y Alemania en la Hacienda del Estado, los privilegios que para sí pretendía. Aun así, se le han reconocido importantes derechos”. El balance era muy positivo: España podría canalizar sus energías y recursos hacia el norte de Marruecos, compensándose de la pérdida de las colonias. Ganaba prestigio. Había contado con la intervención del Reino Unido a su favor para conseguir que Francia aceptara el reparto de influencias. Ojeda creía, además, que la Conferencia había rendido un gran servicio a la paz en Europa a costa de reconocer a Alemania un derecho de intervención en Marruecos, que un día podría ser intolerable para Francia. Moret “España en Marruecos”, El Resumen, 3 abril, 1. José Manuel Allendesalazar, La diplomacia española en Marruecos, 1907-1909, Biblioteca Diplomática Española, Madrid 1990, 32 y 61. 65
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manifestaba a Bunsen su temor de que Alemania tuviera el proyecto de ofrecer a Francia que se quedara sola en Marruecos. Había dicho a Jules Cambon que era aconsejable para crear seguridad el anunciar la existencia de un acuerdo entre Francia, España y el Reino Unido relativo a Marruecos67. El conde Bülow habló en el Reichstag el 5 de abril. Alemania no estaba decidida a ir a una guerra por Marruecos, porque no tenía intereses políticos ni aspiraciones directas allí. Sin un pasado naval como España ni una extensa frontera como Francia. Alemania tenía intereses económicos, garantizados por un convenio internacional que le daba una condición de nación más favorecida. Dejando eso a salvo y claro, Alemania no quería oponerse a las pretensiones históricamente fundadas de España y Francia. El gobierno quiso preservar la dignidad de Alemania, que no podría ser tratada como un “factor sin valor”, forzado a consentir unos acuerdos como los de 1904 que tocaban a tratados internacionales en vigor. Bülow dijo que, a veces, en las negociaciones diplomáticas como sucede en las privadas, se discute mucho sobre asuntos que no son importantes. En cuanto a la policía, era normal que se encargaran de su organización Francia y España, dos naciones vecinas. Francia supo responder en este punto al ánimo conciliador de Alemania. Esa fue la clave del acuerdo. En resumen: la Conferencia había terminado cumpliendo las expectativas y satisfaciendo las demandas de las potencias que participaron en ella. ¿Podrían estar todos satisfechos? Sí, respondía Jerónimo Bécker, porque evitó una guerra, “pero no se había resuelto ni el problema internacional ni el problema marroquí”, que, ese año, era aún asunto secundario. Desde el punto de vista internacional, Alemania no logró romper el acuerdo Francia-Reino Unido y se quedó aislada. Francia no obtuvo el control exclusivo sobre Marruecos y se le obligó a contar con España. El Reino Unido consiguió aislar a Alemania y obligar a Francia a negociar con Londres. España, pese al prestigio de Almodóvar del Río y de Juan Pérez Caballero llegó a la Conferencia hipotecada por las notas del 1 de septiembre de 1905, que dejaba a la delegación española el papel de ser un mero auxiliar de Francia. “La conferencia no fue una solución; fue un mero expediente para salvar el conflicto del momento y lo salvó, porque nadie quería ir a la guerra en aquellas circunstancias”68.
Conf 63 Bunsen-Grey, 4 abril 1906, PRO Foreign Office 185/1029 sin paginar. Una prueba de que la Conferencia de Algeciras no consiguió nada permanente fue que el mandato a Francia y España era para cinco años. En 1911, Francia y Alemania tuvieron que negociar un nuevo acuerdo, que firmaron en noviembre. Jerónimo Bécker González, Historia de Marruecos. Apuntes para la historia de la penetración europea y principalmente española en el norte de África, Madrid, Estudio Tipográfico de Jaime Ratés 1915, 465-477. 67 68
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Los objetivos manifiestos de la Conferencia de Algeciras y del Acta General no se cumplieron en los años posteriores, pues “au lieu de maintenir le Maroc dans un état régulier, ces deux pays (l’Espagne et la France) le plongèrent dans une anarchie grandissante”. A los marroquíes les quedó “affronter le danger dans le combat national…orienté par un tenace désir d’unité et d’indépendance”69, frente a lo que se consagró en Algeciras: la intervención, cada vez más abierta70. En la clausura del 7 de abril intervinieron Visconti Venosta71 y Almodóvar del Río: la Conferencia había sido un ejercicio de buena voluntad por parte de los delegados y una apuesta incansable de su presidente por lograr el acuerdo. Creyeron ambos en los procedimientos conciliadores, una de las actitudes y de las palabras que revelaban en uno y otro, ya en el ocaso de su vida, el sentido de su larga actividad pública72.
69 Moulay Albdelhadi Alaoui, Le Maroc face aux convoitises européenes¨1830-1912, Salé, Imprimerie Beni Snassen. 2001 199-200. 70 “L’Acte d’Algesiras consacre l’ingérence des puissances contractantes dans les affaires politiques, fiscales et financières du Maroc par l’intermédiaire du Corps Diplomatique de Tanger”. Los mecanismos son el control de la policía en los puertos, los consulados en las ciudades, la tasa del 2,5% para las obras públicas, la participación en el capital del Banco de Marruecos y diversas comisiones, como la de Obras Públicas. A. G. P. Martin, Quatre siècles d’histoire marocaine. Au Sahara e 1504 à 1902. Au Maroc, de 1894 à 1912, Paris, Felix Alcan 1923, Rabat, Éditions La Porte 1994, 424-425. 71 Los informes enviados por el Visconti Venosta a Tittoni a lo largo de la Conferencia, ASD SP P 210. 72 Sesiones del 31 marzo y 7 abril 1906, Conférence d’Algesiras, 214 y 255-261.
VI. DESPUÉS DE LA CONFERENCIA DE ALGECIRAS
El sistema trazado por Delcassé se puso a prueba en la conferencia de Algeciras1. Alemania trató de romper “las amistades francesas”2. Jules Cambon previno a Segismundo Moret, presidente del gobierno español, de que lo que en ella se tratara no pondría en cuestión lo convenido en octubre de 1904. El funcionamiento de la entente franco-inglesa mantenía la fidelidad de España e Italia a ella. Cuando se clausura el 7 de abril, aparentemente había conseguido Alemania sus objetivos: integridad de Marruecos y libertad económica. Francia logró que se reconociera su hegemonía, compartida con España, en virtud de los acuerdos ya firmados. Aunque se hubiera “internacionalizado” la cuestión de Marruecos, las ventajas de Francia en la Banca y el control francoespañol de la policía daban vía libre a una penetración pacífica3. El acuerdo unánime de las potencias sobre las reformas que habrían de introducirse en Marruecos era “la mejor garantía del desarrollo” y del “man1 Resulta significativo el título de la edición de los trabajos de la Conferencia de Algeciras, que se situaba en la evolución de la política francesa desde 1901. Ministère des Affaires Étrangères, Documents Diplomatiques. 1906. Fascicule nº 1. Affaires du Maroc. II. Protocoles et comptes rendus de la Conférence d’Algésiras pour faire suite à “Affaires du Maroc 1901-1905”, Paris Imprimerie Nationale 1906, 296 pgs. Contiene la convocatoria, la sesión de apertura y las 18 sesiones de trabajo, el acta general y el protocolo adicional, las credenciales para la misión de Giulio Malmusi a Fez y la adhesión del gobierno marroquí al acta general de la conferencia. La documentación en España, AGP 15621/16. 2 Con la conferencia quiso Berlín romper la “entente cordiale” y separar de ella a España. No consiguió ese resultado. Madrid se avino a internacionalizar Tánger, que estaba dentro de su esfera. R. Gay de Montellá, Secretos de Historia contemporánea (1870)-1914), Barcelona 1944, 116., Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (18601912), tomo II: De la crisis de la política Africana (1898) al protectorado de Marruecos (1912), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1966, 122-138. 3 Laurent Villate, La république des diplomates. Paul et Jules Cambon 1843-1935, Paris, Science Infuse 2001, 276-277.
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tenimiento del triple principio de la soberanía del Sultán, de la integridad de su territorio y de la libertad económica, sin ninguna desigualdad para ningún Estado”4. Existían además seis acuerdos recogidos en Acta General. Con ellos se pretendían salvar el statu quo en Marruecos: su integridad territorial y la autoridad del Sultán. ¿Se confirmó ese propósito? A partir de 1906 se aceleró “la captura del país y de sus recursos por las potencias europeas”. Francia y España, con su tutela, lo harían legitimadas jurídicamente. Las otras, Alemania, Italia y el Reino Unido con sus demandas comerciales, en un régimen de puertas abiertas y de igualdad para todos5. La Conferencia de Algeciras -había escrito un periodista inglés anticolonialista- condenó a muerte al Marruecos independiente, dejando en manos de Francia y España la tarea de ejecutar la sentencia. A corto plazo era cierto; pero a largo, limitó la libertad de acción de las dos potencias coloniales en numerosos terrenos y permitió a Marruecos salvaguardar su personalidad y volver a ganar su independencia plena en un plazo menor y a un precio decididamente menos elevado que el pagado por otros muchos países”6. El 2 de abril de 1906 la delegación marroquí dijo que no podía firmar el Acta General. Las potencias europeas convinieron en que Giulio Malmusi, ministro de Italia en Tánger, llamara la atención del Sultán sobre los beneficios que los acuerdos suponían para su Imperio. Malmusi iría sólo, pero representando a todos7. En la sesión final de la Conferencia mostraron sus reservas los delegados de Estados Unidos y de Suecia. Este, Robert Sager, dijo que su país no se comprometía nada más que a los asuntos relacionados con la libertad de comercio, la “porte ouverte”. Henry White recordó las normas constitucionales de su país y explicó el significado de la Conferencia para Estados Unidos. Habían ido a Algeciras con estos dos objetivos: contribuir a una igualdad de trato en Marruecos para todas las naciones y facilitar la introducción
4 Discurso de Clausura pronunciado por el Duque de Almodóvar del Río, recogido en Javier Betegón, La Conferencia de Algeciras. Diario de un testigo…345. y Juan Ranero y Rivas, Trabajos parlamentarios en el Senado y artículos publicados, Madrid, octubre de 1911, 276-323. 5 Víctor Morales Lezcano, El colonialismo hispanofrancés en Marruecos (1898-1927), Madrid 1976, 53. 6 Abdallah Laroui, Marruecos: Islam y nacionalismo. Ensayos, Madrid, Editorial Mapfre 1994, 103. 7 Tc 77 y 78 Visconti Venosta-Guicciardini, 2 y 3 de abril de 1906. La aceptación por parte del gobierno de Roma fue comunicada a los representantes en La Haya, Berlín, Bruselas, Londres, Madrid, París, San Petersburgo, Estocolmo y Viena el 5 de abril, ASD SP P 209 y ASD DDS XL/13 21, 23 y 41.
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de reformas, que permitieran un bienestar general de la población, unas relaciones cordiales con los otros Estados y una eficaz administración interna8. Terminada la Conferencia quedaba presentar los acuerdos al Sultán. Como decano del cuerpo diplomático acreditado en Tánger, el ministro de Italia acudirá ante Abd-El-Aziz para conseguir su adhesión a lo aprobado9. Informó primero al visir para los Asuntos Exteriores del acuerdo y de su intención de viajar a Fez, de donde recibió una respuesta positiva10. El día 24 de mayo partió la misión. Todos sus colegas en Tánger le habían ofrecido su cooperación11. Llegó a Fez el 3 de junio y fue recibido por el Sultán dos días después. En su discurso, palabras protocolarias y una escueta referencia a su misión: “Dell’adozione integrale dell’atto deriverà grande onore a Vostra Maestà Scheriffiana ed inestimabile vantaggio ne traerrà il vostro regno”. El Sultán esperaba recibir el acta y las explicaciones necesarias para poner en marcha las reformas12. Las primeras impresiones fueron muy positivas y el 18 de junio se le entregó el decreto imperial aceptando el Acta General13. Quiso el Sultán introducir correcciones y observaciones, pero, finalmente, aceptó que eso no era posible. Con todo escribió una carta a Malmusi expresando sus deseos. El decreto recogía la iniciativa del Sultán en la convocatoria y los tres puntos en que se articulaban las reformas: soberanía del Sultán, independencia de su Imperio y libertad económica en la contratación de obras públicas14. Semanas más tarde, el gobierno marroquí pidió aclaraciones sobre algunos de los artículos del Acta y explicó la dificultades que tenía para poner en
Sager y White, 7 abril 1906 Conférence d’Algesiras, 258 Carta a Malmusi del Duque de Almodóvar del Río, presidente de la conferencia, 7 de abril de 1906. Malmusi escribió al visir el 12 de abril de 1906 ASD SP P 209 y ASD DDS XL/13 96 y 87-88. 10 Comunicación a los gobiernos participantes y respuesta de los mismos y respuesta de los mismos, mayo de 1906, ib. 209 y ASD DDS XL/13 7-83, 89-91. 11 382/79 Malmusi-Tittoni, y tc 13 A. Gianatelli Gentile-Tittoni, 22 y 24 de mayo, ib. 209 y XL/13 107 y 103. 12 440/103 Malmusi-Tittoni, 5 de junio, ib. 209 y XL/13 121-122. 13 Tc 16 y 18 Malmusi-Tittoni, 18 y 21 de junio. EL texto de último telegrama se envió al día siguiente a los representantes italianos ante los gobiernos que participaron en la conferencia, t. 1411 del subsecretario de Estado para Asuntos Exteriores, ib. 209 y L/13 123, 129 y 131. 14 Informe sobre la negociación, texto del decreto, del 18 de junio, y despedida de la misión para regresar a Tánger, 493/126 y 296/129 Malmusi-Tittoni, 19 y 27 de junio, ib. 209 y XL/13 135-137. El diario del viaje de la misión, 543/142 Malmusi-Tittoni, 12 de julio, ib. 210. La copia del decreto se envió a todos los gobiernos el 24 de julio, ib. 209 y 153. España, país que presidió a conferencia lo envió en agosto. 8 9
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practica los resuelto en Algeciras sobre la esclavitud15. Lo primero era una manera de tratar de modificarla a lo que se opuso Malmusi cuando estuvo en Fez. La respuesta de Francia e Inglaterra fue inmediata. No admitirían enmiendas16.
1. Una operación de entendimiento entre naciones Regresemos a Algeciras. En la clausura de la Conferencia el 7 de abril, como decano en edad de todas las delegaciones, Visconti Venosta quiso expresar en nombre de ellas su “caluroso agradecimiento” al duque de Almodóvar del Río. Alabó su sabiduría. Con ella dio seguridad a los debates y supo siempre acoger las aportaciones de todos. Su inquebrantable confianza en el éxito de los trabajos sostuvo la de los delegados. Su espíritu de conciliación fue ejemplo y guía para todos. Por eso se alegraba de poder reconocerle un papel decisivo para el buen resultado de “l’oeuvre d’entente internationale que nous avons entreprise en commun”. A este elogio se sumó El-Mokri, que agradeció la hospitalidad de España. La unánime voluntad de conciliación fue la clave de los trabajos y de los acuerdos logrados. Todos pusieron cortesía, buena voluntad y esfuerzo para que la reunión acabara bien. Las relaciones oficiales con que iniciaron su tarea en enero se habían convertido en amistad cordial entre todos. Los delegados habían cumplido el encargo recibido. Supieron tratar en Algeciras, “cette ville, dont le nom demeurera désormais associé dans l’histoire à la Conférence”, asuntos que suscitaban aprensión en la opinión internacional. Al terminar, “chacun de nous emporte la conviction d’avoir collaborer à une œuvre de paix et de justice, dont l’importance et la portée seront considérables”. Comunicación del visir Abd-El-Krim Ben Sliman a Malmusi, 22 de julio. No entendiendo el contenido de la propuesta de los ministros en Tánger -prohibir la venta pública de esclavos- el visir apelaba a que las leyes islámicas son inmodificables. Este documento como anexo a 635/172 Malmusi-Tittoni, 19 de agosto. Hubo una nueva firmada por todos los ministros el 17 de septiembre. El documento del Majzén, anexo al despacho del 5 de agosto, ib. 209 y XL/13 163-166 y 179. Una traducción italiana, en 740/200 Malmusi-Tittoni, 12 de octubre, ib. 210 y XL/13 217-218. 16 Memorando de Lord Acton a Pío Gullón 5 de septiembre, anexo a 1368/414 A. di San Giuliano-Tittoni, 5 de octubre, ib. 209 y XL/13 199. El 26 de diciembre Mohammed Ben ElArbi Torres entregó a J. LLavería, ministro de España en Tánger un memorando con las “aclaraciones” que pedía el Majzén. La respuesta del gobierno italiano fue no consentir una modificación del acta de Algeciras. 4550/6 Tittoni-Silvestrelli, 24 de enero. La propuesta franco-española de nota respondiendo al ese memorando, entregada a Tittoni el 27 de enero, ib. XL/14 27-29, 45 y 53 bis. 15
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Pendiente la entrega del Acta, podría asegurarse al Sultán que la unanimidad de las potencias era la mejor garantía para el progreso de su Imperio y el mantenimiento de su soberanía, integridad territorial de Marruecos y “liberté économique sans aucune inégalité pour tous les États”. El ministro de Estado subrayó el deseo unánime de conciliación, la cortesía, las constantes pruebas de buena voluntad17. Hasta los menos enterados de la política exterior y los más escépticos sobre la Conferencia reconocieron su éxito, aunque no modificaron su posición previa. Con ella, acababa en Francia la pesadilla provocada un año antes con las declaraciones de Guillermo II en Tánger. Todos salían satisfechos, convencidos de que nadie había vencido y nadie había sido derrotado. Esa sensación de calma no era real, pues olvidaba que los delegados del Sultán no habían firmado el Acta General. Además la Conferencia se había celebrado en mal momento, cuando la autoridad de Abd-El-Aziz estaba siendo atacada por los musulmanes más fanáticos. Las circunstancias no favorecían la implantación de reformas, que chocaban con las tradiciones y con la ley islámica18. “Es posible que Europa sufra algún desencanto en sus ilusiones de penetración pacífica”. La paz en Europa no había sido violada, pero nadie debería olvidar que el conflicto entre Alemania y Francia permanecía. La reciente Conferencia de La Haya no evitó la guerra ruso-japonesa19.
17 Discurso de Visconti Venosta y respuesta de Almodóvar del Río, 7 abril 1906 Conférence d’Algesiras, 258-261. La imagen de Almodóvar del Río era compartida por todos los delegados. Así se lo dijo a Betegón un diplomático, 16 marzo. Mohamed Torres, al interesarse por la salud del Ministro de Estado, comentó el 9 de mayo a Betegón: aquel cristiano es sabio, La Conferencia de Algeciras.... 323 y 331-347. 18 Fez con 150000 habitantes, Tetuán y Casablanca con 20000, las ciudades tienen una casba o ciudadela, una mela, o barrio judío, una y otra aislada de la medina o ciudad propiamente dicha. Con casas sin vistas a la calle y con azoteas, calles estrechas y sucias. Casi todas estaban amuralladas, aunque no constituyen un elemento eficaz de defensa. Se oponen al comercio las exacciones de la administración del majzén, la inseguridad y las malas vías de comunicación. Estaba además prohibida la exportación de algunos producto. Gonzalo de Reparaz, Política de España en África, Madrid 1907, 92-93. 19 Habría que desear que la Conferencia hubiera evitado una guerra, pues “no vale Marruecos la sangre y el oro que habría de costar”. Aunque esa razón no era suficiente, porque menos valía La Manchuria, y Rusia y Japón fueron a la guerra por ella. “Frutos de la Conferencia”, El País, 7 abril, 1.
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2. Unos resultados justos y honrosos para todas las partes En Francia, el nuevo ministro de Asuntos Exteriores, Léon Bourgeois hizo balance al día siguiente de la clausura20. Había manifestado el 4 de abril esos mismos sentimientos al embajador de Italia en París21. Recordó a la Cámara de Diputados el día 12 que aprobó el 16 de diciembre de 1905 la política seguida por Rouvier en Marruecos. El nuevo gobierno inició su gestión declarando su convicción de que la defensa de los derechos e intereses de Francia, realizada con equidad y dignidad, no menoscaba los de otras potencias. Los acuerdos con Alemania del 8 de julio y del 28 de septiembre se basaban en la declaración de que cada potencia tenía sus tratados con Marruecos y con ellos y más allá de su texto derechos e intereses que, con justicia, podría hacer valer. Francia tenía una frontera común y se entendería con el Sultán exclusivamente en caso de conflictos o de problemas en esos 1200 kms. Era además una potencia musulmana en el sur del Mediterráneo. En Argelia había seis millones de habitantes con lengua, religión y raza que los aproximaban a sus vecinos marroquíes. La principal consecuencia de este hecho es que la seguridad en Argelia dependía también de la paz interna en Marruecos. Por eso el gobierno de la República no podía renunciar a dar al Sultán los consejos necesarios para garantizarla. El comercio entre Francia y Marruecos y los capitales invertidos en este país colocaban a Francia en la primera posición desde el punto de vista económico. Nunca su política, común con la de otras naciones, trató de perjudicar a terceros. Sus objetivos quedaron recogidos en los convenios firmados el 8 de abril y el 3 de octubre de 1904 y en los convenios firmados con Alemania el 8 de julio y 28 de septiembre de 1905. Con estos antecedentes los resultados de la Conferencia de Algeciras podrían considerarse justos y honrosos para todas las partes. Los capitales invertidos se beneficiarían de las medidas contra el contrabando y el fraude, la reforma de las tarifas de aduanas, la mejora en los puertos y en el funcionamiento de los servicios públicos... Estos se adjudicarían por procedimientos reglados, que permitirían a las industrias francesas competir e incrementar su presencia en Marruecos. 20 “Au moment où le travail de la conférence se termine, je vous prie d’exprimer nos remerciements au gouvernement italien pour l’appui que nous a prêté sa diplomatie et qui a si heureusement contribué à l’entente définitive, en affirmant la solidarité des intérêts de la France et de l’Italie dans les questions méditerranéennes”. Léon Bourgeois-Camille Barrère, 8 de abril de 1906, ASD SP P 209 y ASD DDS X/13 27. El embajador lo entregó ese mismo día a Guicciardini, ministro de Asuntos Exteriores. 21 934/413 Tornielli-Guicciardini, 6 de abril, ib. 209 y 31.
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La creación de un Banco de Estado daba crédito del gobierno, hasta entonces sostenido por el ahorro francés. Se había concertado uno en 1904. La libertad económica, aceptada por el gobierno de Francia, debía dejar a salvo los contratos del Majzén con los ciudadanos franceses. Esto suponía su participación en la entidad que reordenaría las finanzas del país para hacer posibles las reformas necesarias. Se justificaba así la preocupación del gobierno francés. Las ventajas que solicitaba en la constitución de este Banco de Estado venían ligadas al deber de mantener el orden y la seguridad en Marruecos, un elemento fundamental para la solidez del imperio de Francia en África. Organizarían la policía marroquí Francia y España, “notre amie et notre voisine”. Ninguna otra potencia podría aspirar a un puesto semejante al de ellas. Para conseguir ese fin hubo que compensarlas en la participación en el Banco de Estado y aceptar un inspector general de la policía que perteneciera un país neutral. En resumen, subrayó Léon Bourgeois, hay dos cosas: el reconocimiento de la posición especial de Francia, con quien asociaba a España en la creación de la policía, y el contar con la aprobación de todos los otros gobiernos. El canciller von Bülow acababa de afirmar en el Reichstag que españoles y franceses, por historia y por derecho propio, tenían un papel peculiar en el futuro de Marruecos. Francia había comprobado la firmeza de sus alianzas. Salía fuerte para servir a la civilización, a la justicia y a la paz22. El 29 de mayo regresaba al poder en Italia Giovanni Giolitti. Había sido sustituido por Alessandro Fortis en marzo del año anterior. Ni él ni Sydney Sonnino consiguieron cohesionar unos gobiernos heterogéneos. Derrotado en el parlamento, Sonnino presentó la dimisión23. Había recibido el apoyo de la derecha y de los ex republicanos. Los socialistas creyeron en sus promesas de reformas liberales, los decepcionó la conducta del gobierno ante las huelgas de esas semanas.
22 “En parvenant à s’accorder, après si longs et si difficiles débats, sur les termes d’une transaction honorable pour tous, fondée sur la raison et l’équité, toutes les puissances présentes ont manifesté leur volonté de subordonner leurs vies particulières aux nécessités de la bonne entente générale et d’assurer pour l’avenir au monde ce calme et cette confiance que donne l’état normal des relations internationales”. Bourgeois agradecía la buena labor del presidente de la Conferencia, Duque de Almodóvar del Río. Ministère des Affaires Étrangères, Documents Diplomatiques. 1906. Fascicule nº 1. Affaires du Maroc. II. Protocoles et comptes rendus de la Conférence d’Algésiras pour faire suite à “Affaires du Maroc 1901-1905”, Paris, Imprimerie Nationale 1906, 288-294. 23 Pier Luigi, Ballini, (a cura di), Sidney Sonnino e il suo tempo, Biblioteca Storica Toscana, Leo S. Olschki, Firenze 2000, 402. Paolo Carusi, “I governi Pelloux, Sonnino e le elezioni del giugno 1900”, Rassegna Storica del Risorgimento XC/III (2003) 415-446.
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Vivió el gobierno los tres meses que duró gracias a la benevolencia de Giolitti. Cuando se la retiró, se produjo la crisis y recibió el encargo de formar gobierno. Quería un ministerio de concentración. Cuando rehusó Antonio Starabba di Rudinì el ministerio de Asuntos Exteriores llamó a Tittoni, entonces en la embajada de Londres24. Acababa de presentar sus credenciales. Le pareció una descortesía el abandonar el puesto en esas circunstancias. Pero lo necesitaba para obtener el apoyo de la derecha, a donde se habría desplazado Giolitti, cambio que nadie podría extrañar, conocido su eclecticismo. Desde la huelga de 1904, la izquierda no se fiaba de él. Pese a su programa conservador, Rudiní y su grupo se mantendrían neutrales. Tittoni le aportaba fuerzas en el parlamento y mantendría invariable la política exterior25.
3. Un compromiso para España y una oportunidad para Portugal Una de las conclusiones de la Conferencia fue que Alemania que aceptó que, junto con Francia, España tenía unos especiales derechos históricos sobre Marruecos. Podría estar satisfecha la opinión española. Sus delegados habían negociado con talento y habilidad. Había que prever ahora los gastos para hacer efectivo lo logrado. Eran necesarias inversiones porque Marruecos entraría en una fase nueva de prosperidad económica que se repartiría en proporción a la parte que se tuviera en esa empresa. El Heraldo de Madrid hacia una llamada especial a los jefes de la banca26. Había dos aspectos. Uno, visible, la convención firmada por los delegados. Otro, de futuro, un método nuevo para encarar los litigios entre naciones. La fórmula, aunque pareciera brutal, era: “nadie podrá cometer un des24 M. Belardinelli, Un esperimento liberal-conservatore: i governi di Rudinì (18961898), Roma Kappa 1993, primera edición en Elia 1976. 25 La crisis ponía de manifiesto la ausencia de partidos modernos y organizados. Las Cámaras las formaban fracciones que se coaligaban para derrumbar gobiernos. No tenían convicciones políticas ni programas. 66 y 69 Arcos- Almodóvar del Río y Ojeda, interino, 19 de mayo y 4 de junio, AMAE H 1627. En su Storia d’Italia, Croce dice que Giolitti era muy perspicaz, un magnífico parlamentario, y gran patriota. Tenía sentido de Estado y era un excelente administrador. Era casi natural en él la compasión hacia las clases desposeídas y le repugnaba el egoísmo de los ricos y de los plutócratas. Quería ampliar la participación política y le urgía llamar poco a poco a nuevos sectores sociales para que entraran en la vida pública” Massimo L. Salvadori, “Legittimazione politica e storiografia italiana”, Due Nazioni. Legittimazione e delegittimazione nella storia dell’Italia contemporanea, Bologna. Il Mulino 2003 205. Fernando Manzotti, I Partiti politici italiani dal 1861 al 1918: Nuove questioni di Storia del Risorgimento e dell’Unità, Milano 1976, 147-208. 26 “La obra futura”, Heraldo de Madrid 8 abril, 1.
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mán contra otro sin el consentimiento de todos”. No podría malgastarse, apelando a la guerra, el resultado de tanto esfuerzo para desarrollar los recursos de cada país e incrementar su industria. Había que acabar con el peso de unos presupuestos militares excesivos y crecientes. Se habían abiertos surcos para sembrar “los principios del nuevo y progresivo derecho” internacional. Cada delegado podrá decir: defendí los intereses de mi país con la misma fuerza con la que contribuí a los de la paz. Esta beneficiaba a todos y era la única forma de que cada país encarara los desafíos que le surgían en su política interna. “Conseguido el mantenimiento de la paz y promulgado el nuevo derecho internacional, todo es pequeño”, sin interés para las grandes potencias. Para ejecutar las reformas, había que elegir el camino de la persuasión, descartando la fuerza. Era preciso robustecer la autoridad del Sultán y no amparar, como se había hecho hasta entonces, reclamaciones de aventureros que buscaban explotar el país con malas mañas. El sistema fiscal aprobado secularizaba los impuestos. Esta novedad constituía “la mayor revolución desde arriba que se haya tratado de hacer en ningún pueblo”. Cambiaban también las leyes que regulan la propiedad en Marruecos. Para España lo aprobado era un gran compromiso. Era la garante de las demás potencias frente a “cualquier ambicioso que atentara, en su propio provecho, contra lo que el derecho internacional moderno acaba de promulgar en Algeciras”. Si en esa misión fracasara, España debería prepararse para “sufrir la suerte de los pueblos decadentes y ruines”27. ¿No hubo ni vencedores ni vencidos? Esa pregunta tiene sentido si se reduce a lo conseguido por Francia y Alemania. La Conferencia se limitaba “a un duello entre essas duas Potencias”, según el conde Tovar, embajador de Portugal en Madrid, en una pro-memoria valorando los resultados. Francia tenía bien definidos sus planes en Marruecos tras sus acuerdos con Italia, Inglaterra y España. En el número dos de la declaración del 8 de abril de 1904, se asignaba a Francia el derecho de mantener en Marruecos el orden interno y ayudar a las reformas administrativas, económicas, financieras y militares precisas. Esto parecía asegurarle un derecho exclusivo en Marruecos, salvo unas pocas concesiones a España, como recomendaba el punto octavo de aquella declaración. Las cosas se le complicaron a Francia en 1905, tras la visita de Guillermo II a Tánger el 31 de marzo de ese año. Alemania consiguió luego la dimisión de Delcassé y la convocatoria de la Conferencia de Algeciras. Se
27
Felipe Ovilo, “Mirando al porvenir”, ABC, 10 abril, 4.
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desmoronó la “tunisificaçao” de Marruecos28. La nueva situación suponía una especie de protectorado internacional. Le había salido mal el negocio a la República. Lo conseguido, pagando un gran precio al Reino Unido en Terranova, Egipto… se le esfumaba. ¿Qué había obtenido Francia en la Conferencia? Dejando fuera la aceptación de su especial situación en su frontera de Argelia, ya admitida por Alemania y ahora concedida a España, no sacó ventaja alguna en los diversos puntos regulados en el Acta General, salvo estas dos: dejar a Alemania sin intervención directa en Marruecos y conservar sin fractura el bloque de sus alianzas, aislando a su rival. Se quedó corto el embajador Tovar, considerando poco importantes esos logros franceses. Cada uno de ellos había sido pieza clave en la trayectoria de la política exterior de Francia desde 1880. Sigamos con su informe sobre la Conferencia Quizás Alemania deseaba tener un puerto en Marruecos, pero jamás lo manifestó. Era inimaginable que en Berlín creyesen posible conseguir apartar de Francia a Rusia, a Italia y al Reino Unido. La solidaridad con Francia de estas dos últimas en el Mediterráneo tenía el apoyo de la opinión. Rusia dependía del ahorro francés y eso limitaba a su delegación la capacidad de maniobra en la Conferencia. ¿Salió Francia robustecida y la Triple Alianza debilitada? Con el tiempo, Francia podría mejorar la posición en la que había quedado después del 7 de abril, si hacía concesiones como sucedió en 1904 en los acuerdos con el Reino Unido. Eso no entraba en los fines de la Conferencia. Alemania había acabado, en cambio, con la hegemonía francesa en Marruecos, sustituida ahora por un “protectorado internacional” que dejaba asegurados sus intereses industriales y comerciales. Había demostrado que nadie podría modificar la situación internacional sin contar con ella. En síntesis, decía Tovar: la Conferencia ha sido el mayor triunfo de la fuerza en los tiempos modernos. Añadía, “Da força e tambem da habilidade”. Quizás y sin quererlo, de esta forma, reconocía que en ambas residían las posibilidades de cada país a la hora de llevar adelante en la esfera internacional la defensa de sus legítimos derechos y de sus aspiraciones. Teniendo intereses menores y menos derechos que Francia e Inglaterra, usando el precedente de la Conferencia de Madrid en 1880, arrastró Alema28 Sobre el significado de la acción de Francia, sancionada 12 de mayo de 1881, cuando el bey regente firmó el Tratado de Kasser Said (conocido como el Tratado de Bardo), estableciendo el protectorado francés, Narcisse Faucon, La Tunissie avant et depuis l’occupation française. Histoire et colonisation. Lettre-préface de M. Jules Ferry, Paris, Agustin Challamet, 1893. Jean Ganiage, Les origines du protectorat français en Tunisie (1861-1881). Paris, PUF, 1959. J.-F. Martin, Histoire de la Tunisie contemporaine, de Ferry a Bourguiba, 18811956. Paris. L’Harmattan. 1993.
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nia a Francia, que, con toda razón, no quería la Conferencia y a la que acudió por lealtad “e como padrinho”. Los otros gobiernos se vieron obligados a ir a Algeciras. Lo hizo con gusto sólo Austria y fue con indiferencia Estados Unidos. Todos se acomodaron, con pequeñas enmiendas, a las propuestas de Alemania. Como efecto no ganado ni buscado, Portugal salía reforzado en sus intereses materiales. Ahora el cuerpo diplomático en Tánger, gracias a la Conferencia, tenía una función directiva en la gestión de los intereses de los europeos en Marruecos. Todos gozaban de un trato igual. La delegación portuguesa tenía sus instrucciones29. Una de ellas, estar al lado de Inglaterra, que lo estaba de Francia. Con todo, el valor del voto era escaso. Siendo necesaria la unanimidad, no hacía falta votar, como advertía Visconti Venosta. Por eso, beneficiaba a Portugal abstenerse en el debate. Un aspecto particular de Portugal fue su exclusión en la designación de un inspector general de la policía. Se habló de Holanda y de Suiza. Portugal parecía con mayor derecho histórico. Es verdad. Esas cosas pueden decirse en los parlamentos, en actos académicos, en libros, pero no en una Conferencia. El gobierno no le había enviado instrucciones para que su delegación presentara la candidatura a ese puesto. Si alguien lo dudaba, le bastaba leer el artículo nueve de la declaración del 8 de abril: había que tener en cuenta a España debido a “sa position géographique” y sus “possessions territoriales” en las costas marroquíes del Mediterráneo. Fue un acierto mantenerse al margen, ahorrándose Portugal peligros y la humillación de ser rechazado como sucedió a Holanda. Francia, España e Inglaterra agradecieron esta conducta. Como algo obvio, decía que el principal beneficio para Portugal había sido que España viese reconocido sus derechos e intereses en Marruecos30. En las relaciones hispano-portuguesas hay que tener en cuenta que, en el período que va desde 1898 a 1914, varió de forma importante la posición internacional de España, como señala Hipólito de la Torre. España era un imperio residual, desaparecido tras su derrota frente a Estados Unidos. Temió luego por su integridad territorial. Fue invitada a integrarse con las potencias occidentales a cambio de garantizar su territorio y asegurarle una parte en
29 La minuta de las instrucciones, texto manuscrito, 15 enero y las observaciones de Jose Luciano, texto mecanografiado, sin fecha, AMNE 3 P A 22 M 956, sin número, 7 páginas, e ib. n. 177. 30 37 conf. Conde de Tovar-Wenceslau de Lima, 14 abril 1906, ib. 331. Un extenso despacho mecanografiado de 17 páginas. El agradecimiento de España a Portugal por su conducta en la Conferencia, tc 9 abril, ib. 328 y despacho del embajador en Lisboa, marqués de Güell, al ministro De Lima, 9 de abril, ib. 327.
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Marruecos. El proceso concluirá en 1907. Desde esa fecha, se inició una política más reivindicativa, estimulada por el debilitamiento relativo del Reino Unido frente a Alemania y también por algunos éxitos de su política interna, de signo reformista. A todo ello hay que sumar como factor más decisivo la modificación del equilibrio peninsular, que jugó a su favor. No hay que olvidar que la crisis portuguesa se agranda a partir de 1907. Eso aumentó el peso de España en el escenario internacional. Londres se mostró comprensivo hacia la “política portuguesa” de Madrid. España gozó entonces de una “preeminencia peninsular”. Se avanzó hacia una hispanización de este espacio geoestratégico. Era este objetivo parte de lo que Hipólito de la Torre llama el “revisionismo de la diplomacia española” y su tendencia cada vez más activa. El auxilio español en caso de guerra en Europa era altamente valorado por la entente. El regeneracionismo interno cobró un aire iberista, usando como argumento la precariedad de las instituciones portuguesas y su influjo negativo en la vida interna española. Es obvio que esta situación invertía “el tradicional equilibrio peninsular” 31.
4. Una política exterior de paz, pero difícil de explicar El 12 de junio hubo elecciones legislativas en Francia. El presidente del consejo declaró que continuaría una política exterior sin enfrentamientos, sin gestos de hostilidad. Defendería los derechos de Francia con sentido de la justicia y espíritu pacífico. Jean Sarrien, en la declaración más extensa desde que llegó al poder, dijo que estos principios habían inspirado, “notamment, dans la question du Maroc”, la acción de su gobierno. Subrayaba: “nous avons eu la satisfaction de voir reconnaître par tous notre loyauté, notre sentiment des droits et de devoirs réciproques des nations. Nous comptons ne pas nous écarter de cette politique dont l’heureuse solution de la Conférence d’Algesiras, honorable pour tous, a démontré la sagesse”32. No se apartarían de esa vía. Aprobada el Acta General, sería criminal alimentar la sospecha y el rencor entre Italia y Francia. Esta situación inexplicable, paradójica, había durado quince años. Demasiado tiempo. Pertenecía al pasado. En ningún sitio se hallaban en conflicto los intereses de cada pueblo. Al contra31 Hipólito de la Torre, El Imperio del Rey. Alfonso XIII, Portugal y los ingleses (19071916), Editora Regional Extremeña, Mérida 2002, pp. 11-13 y 33. 32 El texto de la declaración fue distribuido por la Agencia Havas. El comentario, 268 Juan Riaño-Almodóvar del Río, 12 junio 1906, AMAE H 1535.
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rio, casi en todas partes eran coincidentes. “La Méditerranée qui naguère nous divisait, est une des bases de notre entente”. Era una realidad querida por Víctor Manuel III desde que llegó al trono. Había desaparecido la idea de que Italia formaba parte de “combinaciones” dirigidas contra Francia. A nadie debía inquietar la política francesa, porque a nadie amenazaba. Lo mismo sucedía con España. Alfonso XIII estaba a favor de la armonía entre las dos naciones, con una misión compartida en Marruecos. Todos estos nuevos vínculos se habían concretado en un acuerdo33. Murió Almodóvar del Río el 23 de junio. Moret nombró a Juan Pérez Caballero ministro de Estado el 30 de junio. Cesó, cuando Moret fue sustituido por el general López Domínguez seis días más tarde34. Por sexta vez desde la caída de Maura en diciembre de 1904, hubo cambio de gobierno. En poco más de un año, cinco gobiernos del partido liberal. Cuando se forma el gobierno presidido por López Domínguez, Jules Cambon explica la exclusión de Maura. Aún habría tres efímeros gobiernos liberales hasta que el Rey lo llamara el 25 de enero de 190735. Junto a ese cambio generacional, comenzaba un giro en la política interna. La Regencia quiso incorporar a los carlistas en las instituciones. Tuvo el apoyo de León XIII. El partido liberal había introducido en la política las cuestiones religiosas, imitando a Francia, según su embajador en Madrid. Era una operación arriesgada, pues la monarquía podría perder algunos de sus más sólidos soportes. En esa apuesta estaba el Rey. El partido liberal caminaba buscando establecerse “sur le terrain même du parti républicain”. Lo hacía bajo la guía de Moret. En la mañana del 5 de julio, Moret explicó al embajador de Francia que Maura estaba en el origen de su salida del gobierno. Era el obstáculo para forjar un partido liberal fuerte. Para eso emplearon dos medios: favorecer la división de los liberales y amenazar al Rey con el retraimiento. Alfonso XIII
33 Et. Pichon, en unas declaraciones a la Neue Wiener Tageblatt, traducción francesa como anexo a 840 León y Castillo-Pérez Caballero, 22 diciembre, AMAE H 1535. Sobre Pichon, reservado 616, 24 octubre, ib. 34 Jules Cambon presentó a Pérez Caballero como un negociador duro. Confiaba en la promesa que le hizo de unión con Francia, no obstante su “assez médiocre inclination pour la France”. Era un cambio generacional, que afectaba a toda Europa. Los nuevos políticos tenían menos simpatías hacia Francia. 98 Jules Cambon-Léon Bourgeois, 30 junio, AAE NS Espagne 3 225-226. 35“ Maura… est surtout un orgueilleux et le Roi ne l’aime point, parce qu’il sent dans ce monarchiste des résistances. Qu’il ne rencontre point chez les libéraux. Si M, Maura était un théologien, il est de ceux dont on dirait qu’il a une âme de hérésiarque”. 100 Cambon-Léon Bourgeois, 5 julio 1906, ib. 230-231
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rechazó el programa de Moret36. Le presionó la Reina. Mantuvo, sin embargo, su confianza en los liberales y no llamó a los conservadores. Jules Cambon no se conformó con las razones de Moret. Sospechaba que hubiera utilizado el programa anticlerical como un argumento para salir del poder y atraerse a republicanos, como Miguel Moya, director de El Liberal. El embajador no descartaba la aparición de una fase de inestabilidad política, resultado de la intervención del gobierno en los asuntos religiosos37. López Domínguez haría una política de mínimos. Con todo no pudo evitar la crisis provocada tras la pastoral del obispo de Tuy atacando a Romanones, ministro de Gracia y Justicia38. Se presagiaba ya en septiembre el inmediato regreso de los conservadores39. El rey no podría soportar la influencia de su entorno. Sería más fuerte que su espíritu liberal40. ¿Cómo resumir lo conseguido en la Conferencia? ¿Había que alegrarse porque las reformas, si bien limitadas, serían eficaces? Eso creía el ministro de Estado. Lo dijo en el discurso del 16 de enero de 190641. 36 “El programa liberal”, ABC 7 julio, 3. Discurso de Moret en el último consejo de ministros. Moret se proponía reformar la confesionalidad del Estado, convertir en electivo el Senado y controlar a los religiosos extranjeros establecidos en España tras la crisis de Francia con la Santa Sede. 37 El embajador describía así el “ralliement” español: “Toute la politique de la Régence a eu pour but rallier les carlistes. Le Pape Léon XIII a prêté sur ce point tout son concours à la Mère du Roi”. La inició Rampolla en su etapa de nuncio en Madrid. Desde el inicio de su reinado, “le jeune Alphonse XIII, cédant à un certain esprit libéral qui le caracterise… pourra ouvrir des nouveaux horizons à l’Espagne, mais non sans s’exposer à des serieueses tempêtes”. 100-101 Jules Cambon-Léon Bourgeois, 5 julio, AAE NS Espagne 3 231-235. 38 “L’Espagne s’insurge contre le Vatican”, Le Matin 4 septembre, 2. Comenta unas declaraciones de Romanones. La moderación del Vaticano debido a la situación de sus relaciones con Francia, Eugène Lautier, “Le cas de l’évêrque de Tuy”, Le Figaro, 21 septiembre, 2 39 “Bulletin de l’Étranger. L’Espagne et la question religieuse”, Le Temps, 19 septiembre, 1. 40 Vista desde Francia era una crisis provocada por la mala voluntad del Vaticano. No se habían tomado medidas legislativas. Se trataba de reducir a su posición legítima el puesto que la Iglesia ocupaba en la sociedad española, conforme a la constitución, por eso, “tous ceux qui désirent voir l’Espagne entrer dans les voies parallèles du libéralisme et de la prospérité ont appris avec joie que le jeune Roi, malgré les influences que l’on a fait agir sur lui, s’était décidé à soutenir le Cabinet López Domínguez”. “La politique anticléricale de l’Espagne”, Le Temps 1 septiembre, 2. He estudiado este conflicto en “Frente a la Supremacía del Estado. La Santa Sede y los católicos en la crisis de la Restauración” III, en Anthologica Annua 37 y 38 (Roma 1990 y 191) 131-252 y 229-333. Para Francia, “En el corazón de la democracia. León XIII y Francia” y En el corazón de la democracia. Del “ralliement” a la separación” en Anthologica Annua 39 40 (Roma 1992 y 1993) 247-455 y 169-321. 41 “La confianza que todos tenemos en la influencia civilizadora de la paz y del comercio nos autoriza a esperar que (las reformas), aunque su alcance pueda parecer a primera vista limitado, serían también las más eficaces” Conférence Internationale d’Algeciras, sesión de apertura, 16 de enero, edición provisional, s.l. 1906, 1-5.
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Era una convicción compartida esos años por quienes seguían de cerca los asuntos de Marruecos. Cuando se produjo la declaración del 8 de abril de 1904, la Real Sociedad Geográfica de Madrid dirigió el 30 de ese mes una exposición a Maura, presidente del Consejo. En ella insistía en que “el principal factor civilizador para Marruecos es el comercio y que, si toca al gobierno favorecerlo y fomentarlo, corresponde al mercader iniciarlo y establecerlo. En las modernas obras expansivas, la acción del comercio precede generalmente a la acción del Estado. A las clases mercantiles corresponde una influencia importantísima e insustituible en cuanto se refiere a nuestro porvenir en Marruecos”. A comienzos de 1907, los Centros Comerciales Hispano-Marroquíes celebraron su primer Congreso42. Los de Barcelona, Madrid, Ceuta y Tánger, publicaron un escrito el 8 de octubre de ese mismo: había que poner en marcha una política de penetración comercial43. Las cosas habían cambiado. Había que cambiar también la percepción de ellas. Los generales españoles creían que la guerra en Cuba era una insurrección, que podría derrotarse enviando tropas a la manigua, pero se trataba del prólogo a una “guerra marítima y exterior”, para la cual lo primero y casi lo único que se necesitaba era una escuadra poderosa y una política exterior astuta y diligente. Aun aceptando la hipótesis de los militares, se precisaba un ejército colonial, una red de ferrocarriles y haber saneado la Isla, extirpando el famoso vómito. Nada de estas tres cosas se hizo. No había que repetir el mismo error en Marruecos44. El 26 de octubre de 1906 la Gaceta de Madrid publicó el proyecto de ley del ministerio de Estado pidiendo que las Cortes aprobaran el Acta General, pues en ella se modificaba el tratado con Marruecos del 20 de noviembre de 186145. Había además una razón política: todas las demás potencias europeas habían pedido a sus parlamentos que la aprobaran. En el caso español, había un tercer motivo. El documento consagraba los derechos de España en aquella región tal como siempre fueron mantenidos por todos los gobiernos españoles. 42 Primer Congreso Africanista. Documentación, reseña de las sesiones y acuerdos tomados, celebrado en el Salón de Actos del Ateneo de Madrid, en los días 9, 10 y 11 de enero de 1907, Barcelona 1907. 43 Textos en Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (18601912), tomo II: De la crisis de la política Africana (1898) al protectorado de Marruecos (1912), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1966, 134, 171, 189. 44 Gonzalo de Reparaz, Política de España en África, Madrid 1907, 296. 45 Aunque el Acta General no abolía los tratados bilaterales existentes, establecía que prevalecería sobre ellos en caso de conflicto (art. 123).
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El contexto internacional en el que se prepara y celebra la Conferencia de Algeciras podría explicar la idea de que nada había resuelto. En Marruecos continuaba la anarquía y, en Europa, Inglaterra, Francia y España estaban pendientes de la actitud de Berlín: si aceptaba o no los acuerdos de 1904. La respuesta llegará con los firmados por Francia y Alemania en febrero de 1909. El significado era evidente. Con ellos cesaba el veto alemán sobre lo pactado entre Londres, París y Madrid cinco años antes. Desde entonces, España habría entrado en la órbita de la política europea, mediante la doble entente cordiale de 1907, teniendo en 1909 la perspectiva de una alianza con Inglaterra. Fue entonces, cuando el gobierno Maura emprendió la campaña del Rif, a sabiendas de lo que Europa pensaba. Para llevar adelante esa decisión, necesitó el gobierno suplir la ausencia de opinión y el desinterés de la sociedad46. No salieron las cosas. La intervención de julio de 1909 fue una operación de “policía”, en una zona en la que, dando una interpretación no literal, sino extensiva a los acuerdos, España estaba encargada de organizar la policía. Fue eso y nada más que eso. Las movilizaciones y las protestas, como ha sucedido en otros momentos, fueron una herramienta para obtener el poder47. Unos meses más tarde, Gabriel Maura insistió en la dimensión europea de la Conferencia. No consiguió Alemania separar al “grupo de potencias occidentales”, integrado por Reino Unido, Francia y España, que se mantuvieron fieles a lo convenido entre ellas y salieron de la conferencia más “enlazadas en la política internacional”. Fracasó también el propósito alemán 46 Mariano Gómez González, La penetración en Marruecos (Política europea de 1904 a 1909), Madrid 1909, 11-15. 47 Sobre este asunto, María Jesús González, El universo conservador de Antonio Maura. Biografía y proyecto de Estado, Biblioteca Nueva y Fundación Antonio Maura, Madrid 1997, 215, 363, 354 y 357 y 348-349, 365-366. Con lealtad lo expuso a Canalejas en 1911. Ni él, ni Romanones ni Dato “opusieron una resistencia seria a las campañas” en Marruecos (384). Con toda justicia atribuye la autora a este aspecto de su obra una “novedad documental e interpretativa” (4 y 300-313). Desde 1905, cuando aparece el libro de su hijo Gabriel sobre Marruecos, tuvo claro Maura la inviabilidad de una acción militar. Fue en 1909 coherente con esa conclusión, como lo prueba su correspondencia con Alfonso XIII en el mes de julio. No la cita María Jesús González, porque quizás no estaba localizable cuando ella consultó el archivo de la fundación, pues procede del Archivo General de Palacio. Como en ocasiones anteriores, el envío de tropas se reducía a una operación de policía, que terminaría afirmando la autoridad del Sultán. Un antecedente de estas manifestaciones, bastante silenciado, fueron las octubre de 1906 por el procesamiento de Ferrer y José Nakens, a acusa del atentado del 31 de mayo en Madrid. Presidía el gobierno López Domínguez, con Romanones en Gracia y Justicia. Sobre las protestas de republicanos, anarquistas y librepensadores en Roma, hay varios despachos del embajador en Roma, 117, 127, 131, 138 y 141, Arcos-Gullón, 15 y 31 de octubre, 5, 6 y 20 de noviembre y 3 de diciembre, AMAE H 1623.
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de internacionalizar el problema de Marruecos. España encaraba una situación nueva respecto a 1904. Recibió de Europa un mandato concreto, aunque limitado: la formación de la policía en Larache y Tetuán y el mando compartido con Francia en la de Tánger y Casablanca48. De esto, más adelante. Ahora volvamos a 1906. Dentro de las “naciones occidentales”, ¿caminaba España hacia una relación más estrecha con el Reino Unido? Inglaterra estaba de moda en España tras el matrimonio del Rey con una nieta de la Reina Victoria celebrado el 31 de mayo. Varios ingenieros ingleses estuvieron en La Coruña y Ferrol para alquilar aquellos astilleros y construir en ellos las naves de guerra que el gobierno español habría encargado a empresas inglesas. ¿Qué pensar de esa aproximación que reforzaba la relación entre los dos países? Los franceses no deberían olvidar que los españoles se sentían ante ellos como un pariente pobre. Por eso la amistad con los ingleses permitiría que su buen sentido aconsejara siempre a los políticos españoles el permanecer al lado de Francia, pero Jules Cambon recordaba: “C’est donc l’amitié de l’Angleterre qui nous fait le garant de celle de l’Espagne”. Alfonso XIII tenía una inclinación manifiesta hacia Francia. Sus recuerdos de París y la simpatía del presidente de la República pesaban en su idea de ir a una “grande politique”. Jules Cambon quiso volver sobre una idea que había tratado en otras ocasiones en su información al ministro de Exteriores: un grupo de naciones, Francia, Inglaterra, y España, a la que, sin duda, se sumaría Italia, que se convertirán en una prenda de paz. Sería “‘union permanente des Puissances maritimes et libérales du monde”49. Estamos ante un antecedente de la declaración firmada el 16 de mayo de 1907 en París y Londres50. Coincidiendo con el encuentro entre Guillermo II y Nicolás II en aguas de Finlandia, un grupo de diputados de la Duma visitaron Inglaterra. Era un acto programado antes para dar más relieve a la presencia del Zar en Cowes, en la isla de Wight. De ese modo se acentuaba la buena relación entre rusos e ingleses, que tan poca gracia hacia a los alemanes. Teniendo presente la actitud del Zar contraria a la intervención de los diputados, su presencia en Londres sería más bien negativa. Nicolás II impuso
48 Gabriel Maura Gamazo, El convenio entre Francia y España relativo a Marruecos. Discurso pronunciado en el Congreso de los Diputados el día 12 de diciembre de 1912, Madrid 1912, 19. 49 Conf 74 Paul Cambon-Rouvier, 19 mai 1906, AAE NS E 41 24-26. Años más tarde, Maura hablaría de las potencias occidentales, a las que identificaba, como sucedió en los años cuarenta del siglo XIX, con las instituciones constitucionales y liberales. 50 Laurent Villate, La république des diplomates… 278.
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una orientación conservadora al gobierno de Piotr Arkádievich Stolypin, ministro del Interior desde mayo, y luego presidente del gobierno. Frenaba la simpatía de Iswolsky hacia Inglaterra51. Stolypin disolvió en 1907 la Duma, que se oponía a sus reformas. El encuentro de los dos emperadores no despejó los recelos y allanó las diferencias. Por otra parte el reciente acuerdo franco-ruso-británico era un edificio poco sólido. Si rusos e ingleses querían actuar en común en los Balcanes, no era por un pacto expreso, sino por la conjunción de sus intereses en ese momento. Era fruto de un tercero, el conde de Aehrenthal. La mala fe y la falta de respeto a las formas diplomáticas en que se inspiraba la política del ministro austriaco y hasta la amenaza de publicar documentos secretos que podrían perjudicar a Rusia, iban más allá de los sentimientos personales y afectaban al fondo52. Por eso no bastaban las explicaciones. La declaración oficial señalaba que no había divergencia en la valoración de todos los asuntos internacionales. Era un estereotipo, que no respondía a la verdad, sobre todo después del apoyo alemán a Viena, que tanto había perjudicado a Rusia, asunto que debió ser el centro de las conversaciones. El dato más significativo fue la insistencia por parte de cada uno de los emperadores en los vínculos dinásticos que los unían. El pueblo quedaba fuera. Era normal, a la vista de la reacción de la opinión rusa favorable a los hermanos eslavos de los Balcanes. Existía un factor de política interna. Nicolás II temía intentonas revolucionarias. La amistad de su poderoso vecino era una necesidad. A esa situación tendría que plegarse Iswolsky. La entente entre los rusos, franceses e ingleses debería perder la significación antialemana, que deseaba darle Londres. No estaba previsto un encuentro entre Nicolás II y Francisco José53. Días más tarde, en julio, al inaugurar la Conferencia Interparlamentaria de Londres, Henry Campbell Bannerman, entonces primer ministro liberal, Esta previsión y el giro del gobierno hacia la derecha, 629/233 y 693/334 MelegariTittoni, 11 de junio, ASD DDS CXII 61 y 61 bis. 52 El 1 de octubre la Österreichische Rundschau publicó un artículo de Henrich Friedjung, una persona cercana a Aehrenthal. En él revelaba que el general Kuropatkin, ministro de la Guerra cuando estalló el conflicto con Japón, quiso asegurarse la neutralidad de Austria. El barón de Beck, entonces jefe del ejército austriaco, respondió que su país no tenía ambiciones territoriales, pero quería ejercer influencia económica en una zona comprendida en una línea perpendicular que iba desde Vidin (Bulgaria) en el Danubio, hasta el Egeo. La respuesta de Kuropatkin fue que Rusia no tenía intereses en Macedonia ni en Serbia. 2365/1085 Avarna-Tittoni, 20 de octubre de 1909, ib. 85. 53 729 y 739/249 Melegari-Tittoni, 25 de junio, ib. 63-67. 51
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habló de Rusia y de sus relaciones con Francia54. Ésta se beneficiaba de una entente Rusia-Reino Unido, porque le ahorraba tener que elegir entre ambas y la ponía a cubierto de un posible entendimiento de las dos con Alemania. Aun debilitada tras su derrota ante Japón, Rusia era un factor muy valioso para la defensa de la República Francesa, sobre todo si, según Campbell Bannerman, estaba también a su lado la primera potencia naval. Deseaba, siguiendo los pasos de su antecesor Gladstone, que las instituciones parlamentarias y las libertades se consolidaran en Rusia, para evitar que la opinión pública y los parlamentarios de los otros dos países crearan dificultades a los dos gobiernos amigos y empujaran a Nicolás II a repetir la alianza de los tres emperadores55. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Alexander Iswolsky, viajó en otoño a París y Berlín. Una crisis de gobierno llevó a la presidencia a Georges Clemenceau. Stéphen Pichon, su colega francés, le aseguró que una de las condiciones que tuvo que aceptar fue mantener la continuidad en la política exterior de Francia. Esta afirmación se veía confirmada con la actitud que halló en Berlín. El gobierno alemán no miraba con recelo el cambio en Francia ni la posición radical del nuevo presidente del consejo. Iswolsky había hallado comprensión hacia Rusia. Se conocía su realidad y se confiaba en las intenciones pacificadoras y en las tendencias reformadoras del nuevo gobierno ruso56.
5. Marruecos y el Mediterráneo ¿Había sido la Conferencia de Algeciras una victoria de Francia? Para responder afirmativamente había que tener presentes algunos datos. En el origen estaba una sugerencia de Alemania al Sultán. Vinieron luego las presiones sobre Francia, la dimisión de Delcassé y la negociación de Rouvier con el príncipe Radolin. La conferencia se reúne con un programa aprobado por ellos. Abd-El-Aziz había conseguido volver a convertir en un asunto europeo la garantía sobre Marruecos y su soberanía. Las cláusulas aprobadas eran “vane parole non destinate ad avere effetto”. Alemania había aumentado su
54 Una síntesis del momento político en que se produce la dimisión de Balfour y el regreso de los liberales al poder, Roy Jenkins, Churchill, I, edición especial para ABC, Madrid 2003, 115-137, la edición original inglesa es del 2001. 55 El embajador de España en Francia comentaba que estas palabras `podrían haber disgustado al gobierno ruso. 398 León y Castillo-Pío Gullón, 26 julio 1906, AMAE H 1535. 56 828/320 Melegari-Tittoni, 7 noviembre 1906, ASD DDS XXXIV/9 45.
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prestigio y tenía medios para impedir y obstruir la acción de Francia. Nadie sabía de qué había hablado en Fez el ministro alemán. Se dijo incluso que ofreció una alianza religiosa, subrayando las coincidencias entre el protestantismo y el Islam57. Al presentar su dictamen sobre el proyecto de ley para la aprobación del Acta de la Conferencia de Algeciras, en nombre de la comisión de Exteriores, el diputado Lucien Hubert sostuvo que el documento era una especie de Carta Otorgada, en la que se recogían los principios sostenidos por Rouvier y Bourgeois: soberanía e independencia del Sultán, integridad territorial y libertad económica para todos sin discriminación ni privilegios. Francia era vecina de Marruecos en Argelia. Había dos series de hechos: La primera, la inestabilidad política de Marruecos, que parecía retornar con la sublevación o, al menos la libertad de acción de los virreyes del Sultán en las diversas regiones del Imperio. La segunda, la rivalidad que, durante tres siglos, sostuvieron Inglaterra y Francia así como la influencia que en esa zona del Mediterráneo hizo sentir siempre España. Desde hacía sesenta años Francia tenía con Marruecos una frontera de 1200 kilómetros. La había respetado. Eso testificaba la honestidad de sus propósitos y la seguridad de Marruecos en sus relaciones con ella. Desde 1870, tras la guerra franco-prusiana y la apertura del Canal de Suez, quedó internacionalizado todo lo que pudiera modificar el statu quo en el Mediterráneo. Expresión de esa realidad nueva, el congreso de Berlín en el verano de 1878 y la Conferencia de Madrid en junio de 1880. Se internacionalizó la cuestión de Marruecos. ¿Qué objetivos tuvo Francia esos años? Ofrecer a Marruecos una amistad “relativement désintéressée” hasta 1903, para impedir que se consolidaran otras influencias, que han sido y son una amenaza permanente e insostenible para la conservación del imperio francés en África. Una declaración de “desinterés” por parte de las potencias habría dado a Francia el título de defensora de la integridad de Marruecos, sin que eso comportara lesionar otros derechos e intereses y sin que fuera dirigido contra terceros58. Pese a eso, los acuerdos con Inglaterra y con España disgustaron a otras potencias, acostumbradas ya a juzgar Marruecos un asunto internacional. Y, aunque aparentemente contradictorio, en nombre de ese principio, Alemania hubo que llegar a un acuerdo con Francia antes de la Conferencia de Algeciras. La ratificación de lo aprobado en ella consagraba para el futuro un prin57 Conversación con Lowether, ministro de Inglaterra en Tánger, 1697/519 San GiulianoTittoni, 26 de noviembre, ASD SP P 210 y ASD DDS XL/13 275. 58 Francia podía afirmar que “nos prétentions modérées n’ont dissimulé aucune espèce de pensée désobligeante vis-à-vis de ce qui que soit”.
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cipio para el que Francia trabajó esos años: que nadie se interpusiera entre ella y España en su acción en Marruecos. Ahora habían conseguido que las demás les encargaran el restablecimiento del orden y la creación de un cuerpo de policía para asegurar su mantenimiento59. Había comenzado a cambiar la posición de España. Había que tomar nota de que, desde 1870, el Mediterráneo acrecentó su valor estratégico y comercial. Los franceses supieron instalarse en Túnez, ganando un lugar de capital importancia en el control de las vías entre Oriente y Occidente. Los ingleses se apoderaron de Chipre y Egipto. Italia se transformó en una potencia naval en el Mediterráneo occidental, en una zona donde se hallaban Barcelona y las Baleares. La política española ni registra estas innovaciones ni se halla en ella rastro de lo que implicaban60. Italia, la aliada mediterránea de las “naciones occidentales”, fijaba su política exterior antes de acabar 1906. Giolitti había restablecido la calma política y había un ambiente de prosperidad económica. Fue un éxito la conversión de la deuda. Lo había planificado Luigi Luzzatti61. El ministro del Tesoro, Majorana, en un discurso electoral, anunció que la conversión de la deuda, reduciendo los costes financieros del Estado, permitiría una rebaja de impuestos62. En política exterior, Italia quería evitar un conflicto con Austria, pero no era posible acabar con el irredentismo, que tenía arraigo popular. La visita del secretario de Asuntos Exteriores alemán, Tschirski hizo correr comentarios nada fiables. En su entrevista con TommasoTittoni se trató de la renovación de la Triple Alianza, para no quedarse Italia sola ante Austria. Esa conclusión era demasiado larga. Probablemente el viaje se propuso mediar entre los dos aliados63. 59 Annexe au procès-verbal de la 2e. Séance du 30 novembre 1906: Chambre des Députés, Neuvième Législature, session extraordinaire de 1906, Nº 495 1-5. 60 Gonzalo Reparaz, o.c. 236-237 y 252. 61 Ministro del Tesoro en el gobierno de Sonnino. Presentó el proyecto de Ley el 29 de junio. Se pasaba del 5% al 4%. Lo hizo con sorpresa, buscando no perturbar la Bolsa. Había confianza en la solvencia de Italia. 83 Arcos-Pérez Caballero, 2 julio, AMAE H 1623. El perfil intelectual de Luzzatti y la bibliografía más reciente sobre él, Sandro G. Franchini (a cura di), -a cura di, Chiesa, fede e libertà religiosa in un carteggio di inizio novecento: Luigi Luzzatti e Paul Sabatier, Introduzione di Annibale Zambarbieri, Venezia, Istituto Veneto di Scienze, Lettere ed Arti, 2004, LIV-164. Luigi Luzzatti e il suo tempo. Atti del Convegno internazionale di studio promosso dall’ Istituto veneto di scienze, lettere ed arti, Venezia, 7 - 9 novembre 1991, raccolti da Pier Luigi Ballini e Paolo Pecorari. Presentazione di Feliciano Benvenuti, Venezia, presso l’Istituto, 1994. 62 Tittoni agradeció al presidente de la República Francesa el favor con que fue acogida esta operación por parte de los poseedores de títulos italianos. “Parlamento Nazionale, Discorso del Ministro degli Affari Esteri, Camera dei Deputati, 19 dicembre 1906”, Il Popolo Romano, 19 diciembre, 4. 63 128 Arcos-Gullón, 1 noviembre 1906, AMAE H 1623.
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El 18 de diciembre Tittoni pronunció un discurso en la Cámara de Diputados. Quiso dejar en claro la continuidad, despejando dudas sobre sus antecedentes políticos64. La Triple Alianza seguiría siendo la base de la política exterior italiana. Sería un miembro fiel a sus obligaciones y leal con sus aliados. Su carácter pacífico había quedado demostrado de forma más evidente desde el momento en que sus miembros podían sostener relaciones amistosas con quienes no estaba dentro de ella. Había proporcionado una larga paz a Europa. Había ahorrado al pueblo italiano las sorpresas sufridas por otras naciones por estar aisladas. Sus tres años al frente de Asuntos Exteriores lo habían convencido de que la pertenencia a la Triple Alianza daba independencia a la diplomacia italiana. Aunque se dijo más de una vez, jamás fue verdad que Alemania interfiriera en la política exterior italiana. La última ocasión fue la Conferencia de Algeciras. El príncipe von Bülow había expresado que los compromisos de Italia con Francia en modo alguno eran contradictorios con su pertenencia a la Triple Alianza. “Avec l’Allemagne nos rapports d’alliance sont, donc, sur le pied d’une égalité absolue et des plus grand égards réciproques”. Lo mismo sucedía con Austria. Había quienes temían por Italia, en caso de un enfrentamiento entre Alemania y el Reino Unido. Era una hipótesis impensable. Lo había dicho rotundamente von Bülow: no había más que motivos para que los dos países marcharan de acuerdo. Como testimonio de la sinceridad había que añadir las palabras de Tschirski: en Berlín veían con muy buenos ojos la amistad de Austria y de Italia con el Reino Unido. Ni Edward Grey ahora en el gobierno con los liberales ni antes Arthur Balfour creía probable un conflicto con Alemania. La prensa se equivocaba al avivar la hostilidad entre las dos naciones. Los políticos no compartían ni su análisis ni sus posiciones. Bülow echaba la culpa a los periodistas de cada país. La prensa patriótica, había comentado Winston Churchill, entonces subsecretario de Colonias, falseando la realidad, presentaba a las dos naciones prontas a lanzarse una sobre otra. Era mentira. Parecía que los periodistas habían encontrado en esa actitud beligerante y alarmista un modo de ganar lectores. Con Austria había que diferenciar entre la logomaquia de la prensa de cada país, y la actitud de sus políticos. Para que la prensa fuera capaz de transmitir a la opinión la verdadera dirección de la política exterior tenía que renunciar al sensacionalismo y a todo lo que desfiguraba la realidad. 64 “…tutti quanti possono confidare sulla continuità della nostra politica estera, pocihè essa sopravive alle nostre vicende parlamentarie interne; poichè essa è independente dall’altanarsi al potere di uomini diversi... È questa una grande forza per un paese, un elenmento essenziale per la serietà el pel successo della sua azione”.
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La verdad era que en Viena y Roma se trabajaba para favorecer todo lo que unía a los dos gobiernos y resolver lo que pudiera separarlos o crear desconfianza entre ellos 65. Resultaba superflua una condena del irredentismo66. En cuanto a los Balcanes, habían acordado Goluchowski y Tittoni el mantenimiento del statu quo. Si esto no era del todo posible, deberían ponerse de acuerdo sobre la base del principio de nacionalidad, que había permitido a Italia realizar su unidad67. Esta opción tenía una doble ventaja: era aceptable para el gobierno otomano y proporcionaba a Italia y Austria la confianza de los estados balcánicos, a quienes se les reconocía su nacionalidad. Tras examinar las relaciones con su aliada en todo lo concerniente a los Balcanes y Macedonia68, al conflicto greco-rumano69 y a Isla de Creta, habló Tittoni de la negociación comercial con Rusia. Pasó luego a las relaciones con Francia y el Reino Unido. Con Francia, “i nostri rapporti sono amichevoli e cordiali”. Se había demostrado que la fidelidad a la Triple Alianza permite mantener las amistades con otras naciones y contribuir a la paz. Era una elección compleja, pero no distinta a la hecha por otros países. Estaba en juego el futuro de Europa. Si estallara una guerra, el resultado sería “il fallimento generale” del continente. Desde hacía dos años, la Cámara conocía su programa político: fidelidad a la Triple Alianza y amistad con Francia y el Reino Unido70. Esta posición
65 L’opera dei governi italiano ed austro-ungarico per perfezzzionare il loro acordó e porlo su basi durevoli debe essere di promuovere tutto ciò che può ravvicinare le due nazioni ed evitare tutto ciò che tra esse può destare ire, suscettibilità, diffidenze... promuovere un largo e sicuro consenso di pubblica opinione che conduca i due popoli a comprendersi a vicenda”. 66 En la isla de Susak (Croacia) habían asaltado el consulado italiano. 67 Stanislao P. Mancini, que fue ministro de Asuntos Exteriores con Agostino Depretis, desde el 19 de mayo de 1881 hasta el 29 de junio de 1885, publicó La nazionalità come fondamento del diritto delle genti, razonando los fundamentos jurídicos de este principio. Hay una edición en español, de Antonio Enrique Pérez Luño, Sobre la nacionalidad, Madrid, Editorial Tecnos 1985 68 Viena y Roma estaban de acuerdo en respetar lo acordado en el Congreso de Berlín: ni reparto ni estímulos a la ocupación austriaca, más allá de lo que entonces se aprobó. Esa conducta era bien vista por Turquía. 69 Un comentario sobre la actitud de Italia hacia Grecia, 32 Arcos-Manuel Allendesalazar, Roma 20 marzo 1907, AMAE H 1623. Comenta la visita de Víctor Manuel III. 70 Al año siguiente, cuando se debatió el presupuesto de su ministerio, Tittoni subrayó el 15 de mayo de 1907 que su política era clara, definida y segura de sí misma, derecha y de amplio alcance. No eran quienes la juzgaban improvisada y en zig-zag. Vid. este subrayado del discurso en la Cámara, 125 Barrère-Pichon, 20 mayo, AAE CP NS Italie 11 116.
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se había mantenido en las relaciones con París y Londres. La convención sobre Abisinia y sobre el tráfico de armas en África probaba la capacidad de los tres gobiernos para conciliar sus intereses. La primera se firmó el 13 de diciembre71. Se debatió en la Cámara en marzo. El acuerdo con el Reino Unido “sarà per noi promettente o sterile secondo che la nostra azione sarà solerte o neglitosa. Ma io credo di poter affermare che, se sapremo agire, noi potremo preparare un avvenire politico e commerciale alle nostre due colonie”72 . Italia renunció a sus antiguos protocolos con Etiopía, de escaso valor efectivo. Fue una sabia decisión73 La modernización del ejército era una condición para preservar la paz, no una amenaza. Aunque pudiera parecer teóricamente una paradoja, los políticos no discuten sobre supuestos. Hablan de realidades y sobre ellas operan. En resumen “mantenere e consolidare la Triplice Alleanza, mantenere e consolidare l’amicizia colla Francia e coll’Inghilterra”. Estaba convencido Tittoni de que esa línea correcta tendría éxito, con una condición: las relaciones de Italia con Francia y con Alemania debían asentarse en la mayor sinceridad y en la mayor lealtad74.
6. La crisis en Tánger En el otoño se produjo una sublevación en Arcila, en la costa atlántica de Marruecos. La situación era difícil. Se temía un levantamiento en Tánger y la autoridad marroquí dijo que no podía desplazar tropas para proteger a sus habitantes. En el puerto estaban un barco francés y otro español.
71 “Accordo concernente all’Etiopia tra Italia, Inghilterra e Francia, firmato a Londra il 13 dicembre 1906, presentante alla Camera dei Deputati dal Ministro degli Affari Esteri, seduta del 18 de diciembre de 1906”, Atti Parlamentari XLV. Camera dei Deputati, Legislatura XXII, sessione 1904-1906. 72 “Il ministro degli Esteri”, Giornale d’Italia, 16 marzo 1907, 3. 73 “Ha demostrado Italia, una vez más, al someterse a lo inevitable y al sacar el mejor partido posible de las circunstancias del momento, su ya probado sentido práctico”. 28 Arcos-Allendesalazar, 18 de marzo 1907, AMAE H 1623. Una copia de este despacho se envió al embajador en París el 3 de abril. 74 Texto francés del discurso de Tittoni ante la Cámara de Diputados, el 18 diciembre 1906, a 245 Barrère-Pichon, 19 diciembre, AAE CP NS Italie 11 77-94. El texto se imprimió para enviarlo a Londres, Madrid, Berlín, San Petersburgo, Washington, Constantinopla y Viena el 20 de diciembre, ib. 95. El embajador de España envió un extenso resumen, 150 ArcosPérez Caballero, 20 diciembre, AMAE H 1623. El embajador subrayó la posición crítica respecto al irrendentismo, como una opción por la sensatez frente a lo sentimientos y al sensacionalismo.
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Se anunciaba la llegada de más barcos de estos dos países 75. Semanas más tarde el ministro de Marina español ordenó preparativos en Cádiz para que España pudiera cumplir la misión que le había asignado la Conferencia de Algeciras. Ese hecho, que iba más allá de lo que exigía la situación en Tánger, podría revelar un acuerdo con Francia y el Reino Unido76, es decir, “che il fermento musulmano contro l’ingerenza europea avrebbe assunto al Marocco prorporzioni allarmanti” 77. Francia estaba segura de que la situación urgía ejecutar las disposiciones de Algeciras sobre policía 78. Mientras, españoles y franceses podrían desembarcar unos 700 hombres79. Ante esa comunicación de Camille Barrère, embajador francés en Roma, Tittoni quiso conocer la opinión de los gobiernos de Berlín, Londres, San Petersburgo y Viena. Dio la noticia a los embajadores en Madrid y París y al ministro en Tánger80. Alemania, aceptando que las medidas de España y Francia no eran censurables, creía que la situación en Tánger no las justificaba81. Iba más allá el
75 Tc 29 y 31 Malmusi-Tittoni, 25 y 30 de octubre, ASD SP P 209 y ASD DDS XL/13 231-233. 76 Había al menos una especie de carta en blanco. El subsecretario del Foreign Office, Charles Hardinge, dijo que su gobierno dejaba al criterio de españoles y franceses el modo de asegurar la calma en Tánger. Apoyaría a los dos gobiernos si otra potencia se opusiera a lo que ellos decidieran. Tc 28 San Giuliano-Tittoni, 29 de noviembre, ib. 210 y XL/13 273. 77 No estaba seguro el embajador italiano en Madrid de este último aspecto, porque la prensa tendía a alarmar a la opinión. 1294/638 y 1299/641 Silvestrelli-Tittoni, 21 y 23 de noviembre, ib. 210 y XL/13 249. La respuesta de Alvarado, ministro de Marina, al conde de San Luis, DS/C 138 (21 de noviembre de 1906) 4045. 78 Había dos motivos de malestar: el sentimiento más que anti-extranjero, anticristiano de la población y la escasa prudencia de los franceses que actuaban como si fueran los dueños de Marruecos, molestando a marroquíes y europeos. Conversación con Lowether, ministro de Inglaterra en Tánger, 1697/519 San Giuliano-Tittoni, 26 de noviembre, ib. 209 y XL/13 275-276. 79 Esta medida preventiva quería explicarla el gobierno francés a los otros firmantes del acta de Algeciras. Los soldados franceses no desembarcarían, salvo en caso de graves desórdenes en Tánger. Declaración de Pichon a Tornielli, tc 141 y 147 Tornielli-Tittoni, 28 y 29 de noviembre, ib. 209 y XL/13 261 y 171. 80 Tc 2564 y 2567, 28 de noviembre, ib. 209 y XL/13 255 y 257. 81 En esa apreciación estaba también el ministro de Estado español. Así lo dijo respondiendo a Faustino Rodríguez San Pedro. DS/S 142 (23 de noviembre de 1906) 2088-2090. España no había adquirido compromisos que la obligaran a realiza actos que no dependieran exclusivamente de la voluntad de su gobierno. La trayectoria política del que fue ministro de Estado con Maura, Antonio Fíntela Talín, Vida y tiempos de Faustino Rodríguez San Pedro (1833-1925), Gijón, Fundación Alvargonzález 2005.
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embajador en Madrid: el Acta de Algeciras, al encargar la instrucción de un cuerpo de policía en Tánger no autorizaba a Francia y a España a intervenir con sus tropas82. Podrían hacerlo si antes lo aprobaba el cuerpo diplomático residente en Tánger83. La intervención agudizaría la xenofobia de los marroquíes. Las reformas aprobadas en la Conferencia de Algeciras no tienen otro valor que el de “voti teorici delle potenze”. El día que quieran ponerse en práctica, sería necesario emplear la fuerza. Eso contradecía el objetivo de la Conferencia: preservar el statu quo territorial y la independencia84. Los gobiernos español y francés llegaron a un acuerdo que comunicaron a las otras potencias. En Tánger ya no estaban seguros los extranjeros. La situación empeoraba85. Había que establecer inmediatamente una fuerza de policía. Para acelerar su formación, los dos gobiernos habían enviado fuerzas navales a la ciudad. Los ministros español y francés, previo acuerdo con sus colegas, podrían solicitar a los comandantes el desembarco de los destacamentos necesarios para conservar el orden en la ciudad y sus alrededores. De este modo el Majzén podría tener una cobertura para crear la policía del país. Las fuerzas reembarcarían lo antes posible86. Se 82 Se lo preguntó el secretario de Estado alemán al embajador francés. Bihaud dijo que no podría responder sin consultar a su gobierno. Tc 244 Lanza-Tittoni, 3 de diciembre, ib. 209 y XL/13 277. Algunas dudas sobre el acta de Algeciras, que afectaban a la policía. Comunicación e Mohammed Ben El-Arbi Torres a J. LLavería, ministro de España en Tánger, 26 de diciembre, ib. XL/14 27-29. 83 Esa postura la transmitió Iswolsky al embajador de Italia en San Petersburgo. Rusia apoyaría a los gobiernos francés y español, porque juzgaba que así estaba aprobado en Algeciras. Tc 75 Melegari-Tittoni, 4 de diciembre, ib. 209 y XL/13 279. 84 Los efectos de esa situación, provocada por la injerencia de franceses y españoles, sobre la política europea general afectaba a todos, incluso a las potencias sin intereses en Marruecos. La postura de Alemania, tc 241 Lanza-Tittoni, 28 de noviembre. Los comentarios sobre la presencia de tropas y de barcos, 1301/643 Silvestrelli-Tittoni, 24 de noviembre, ib. 209 y XL/13 259 y 265 85 El 24 de noviembre el cuerpo diplomático acreditado en Tánger remitió una nota al visir Abd-El-Krim ben Sliman quejándose del trato que el Raisuli daba a los extranjeros y e la inseguridad en Tánger y sus alrededores. Anexo a 831/220 Gianatelli Gentile-Tittoni, 1 de diciembre. El 19 de noviembre el cuerpo diplomático exigió la retirada del Raisuli y el restablecimiento de la autoridad del gobernador de Tánger. Tc 35 Gianatelli Gentile-Tittoni, 19 de diciembre. La respuesta de Ab-El-Krim ben Slimen, 11 de diciembre, ib. 209 y XL/13 307308, 339 y 349. 86 Las naves españolas y francesas llegadas a Tánger, 855/240 Gianatelli Gentile-Tittoni, 9 de diciembre, ib. 209 y XL/13 335 bis. El envío de otros 1000 hombres por parte de España, respondiendo a una petición de refuerzos, 1381/700 y 1393/710 Silvestrelli-Tittoni, 20 y 22 de diciembre, ASD SP P 210. Sobre la inseguridad existente en el interior del país y el riesgo de un panislamismo xenófobo, 30/13 Gianatelli Gentile-Tittoni, 5 de enero de 1907, ASD DDS XL/14 25-26.
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mantendría la autoridad del Sultán y en todos los edificios oficiales sólo sería izada su bandera87. La nota satisfizo a Alemania88 y a las demás potencias89. Marruecos continuaba siendo un asunto europeo90, pero España y Francia habían puesto de manifiesto su posición política privilegiada en Marruecos91. El 11 de diciembre el Majzén anunciaba el envío de dos expediciones militares a Tánger para asegurar el orden e iniciar la formación de la policía. Habían llegado ya a Alcazarquivir el 14 de diciembre. El Raisuni sabía que iban contra él. Dijo que pediría que se detuvieran a 30 kms. de Tánger. Si no lo hacían, lucharía para impedir su avance. Si se produjera ese enfrentamiento, entonces desembarcarían las fuerzas francesas y españolas. La reacción podría ser una movilización contra los invasores cristianos92. No se cumplió esa previsión. La mehalla del Sultán no fue atacada. Eso descartaba un desembarco hispano-francés en Tánger. En los primeros días de enero, podrían iniciar su labor los oficiales españoles y franceses encargados de formar la policía marroquí. Se reunirían en Lyon el 2 de enero93. Hacia el 22 de diciembre se situó a dos horas de Tánger la columna mandaba por el ministro de la Guerra, Sidi Mohammed Gaab-
87 El documento garantizaba que se respetaría el espíritu y la letra del acta de Algeciras. Antes de ejecutarlas, informaría de todas iniciativas a los gobiernos que la firmaron. Nota entregada por los embajadores de Francia y de España en Roma, 6 de diciembre de 1906, ib. 209 y XL/13 289 y 291. Las explicaciones de Pichon, 3320/1371 Tornielli-Tittoni, 4 de diciembre, ib. 210 y XL/13 309-311. 88 Tc 247 Lanza-Tittoni, 6 de diciembre, ib. 209 y XL/13 297. 89 Circular de Juan Pérez Caballero a los representantes de España ante los gobiernos signatarios del Acta de Algeciras, 4 de diciembre de 1906, texto en Tomás García Figueras, La acción africana de España…289-290. En el Congreso y en el Senado, el gobierno obtuvo el 6 de diciembre la aprobación de todos los grupos. En el senado, Juan Pérez Caballero, ministro de Estado, dijo que todas las potencias habían acogido bien la nota de los dos gobiernos. 1336/669 y 1337/670 SilvestrelliTittoni, ambos del 17 de diciembre, ib. 209 y ASD DDS XL/13 323 y 325. 90 Comentario a las declaraciones del ministro francés de Asuntos Exteriores en la Cámara de Diputado, tc 148 Tornielli-Tittoni, 6 de diciembre, ib. 209 y XL/13 299. 91 Comentario de Bunsen, embajador inglés en Madrid, 1348/677 Silvestrelli-Tittoni, 9 de diciembre, ib. 209 y XL/13 329. 92 Sobre esta perspectiva y la preocupación de los extranjeros, 869/248 Gianatelli-Gentile-Tittoni, 14 de diciembre. La respuesta de Abd-El-Krim ben Slimen, 11 de diciembre, como anexo a 877/251 Gianatelli Gentile-Tittoni, 17 de diciembre, ib. 210. El 19 de diciembre los diplomáticos europeos pidieron al Sultán que alejara a El Raisuli, que permanecía aún a las puertas de Tánger, 892/254 Gianatelli Gentile-Tittoni, 19 de diciembre, ib. 210 y XL/13 345346 y 359-361. 93 “La cuestión de Marruecos. Declaraciones del ministro de Estado”, El Imparcial, 27 de diciembre de 1906.
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bas, integrada por una 3000 hombres. Dos días después ocuparon los puntos estratégicos de la ciudad para impedir que escaparan los seguidores de El Raissuni. Inmediatamente, su lugarteniente, Ben Mansur, se rindió94. El éxito de las fuerzas del Sultán permitía a España y Francia, que no deseaban complicaciones, retirar sus barcos, sin que sus tropas bajaran a tierra95. Marruecos había decidido poner remedio a las causas que creaban inseguridad en la ciudad. Y estaban dispuestas las dos naciones responsables de la formación de un cuerpo de policía a prestar su apoyo al Majzén96.
7. Entre el aislamiento forzoso y la leyenda militar y guerrera La entrega de los instrumentos de ratificación del Acta General por todos los participantes tuvo lugar el 31 de diciembre de 1906 en Madrid97. Cuando los delegados fueron llamados a entregarla, el de Estados Unidos en Madrid quiso dejar constancia que, habiendo sido convocada la Conferencia para evitar la guerra, su país había contribuido a ese objetivo. Esta interpretación no era exacta, según el representante de Portugal en Madrid. La Conferencia se convocó a petición del Sultán que deseaba contar con el consejo de los países invitados para decidir las reformas necesarias en Marruecos, tal como lo señalaba la nota enviada por la legación de España en Lisboa al ministro de Asuntos Exteriores vísperas de la Conferencia98. 94 904/2258 Gianatelli-Gentile-Tittoni, 31 de diciembre de 1906. Las operaciones contra Raissuni, 95/27, 24 de enero, ASD DDS XL/14 15-16 y 67. 95 54/21 Silvestrelli-Tittoni, 15 de enero de 1907. El Raisuli huyó y las tribus rebeldes se sometieron. 59/20 Gianatelli Gentile-Tittoni, 17 de enero, ib. XL/14 33 y 49. 96 Nota de los gobierno español y francés, entregada a Tittoni por el embajador de España y Francia el 22 y 23 de enero, y de los dos gobiernos al Majzén, 92/25 Gianatelli GentileTittoni, 23 de enero, ib. XL/14 41-43 y 63. 97 Texto en francés, ASD DDS XL/14 7-8. La ratificación de Estado Unidos fue posterior. Fue aprobada por el senado el 12 de diciembre y firmada por el presidente el día 14. 411/106 Mayor-Tittoni, 12 de febrero, ib. 139. Luego, R. S. Gummeré, su ministro en Tánger entregó una nota al su colega portugués, Martens Ferrâo, decano del cuerpo diplomático, en la que declaraba su gobierno no tener interés en el futuro de las reformas. Su compromiso se limitaba a la libertad de comercio y a la seguridad de sus ciudadanos. Anexo a 270/102 Gianatelli Gentile-Tittoni, 11 de marzo, ib. 189. 98 150/A Legaçao de Portugal -Luiz de Magalhaes, 1 enero 1907, AMNE 3 P A 22 M 956. La nota de la legación, ib. 167.
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En 1907 lamentaba Gonzalo de Reparaz que los políticos de la Restauración cuidaran sólo de “vigilar los cuarteles donde trabaja la conspiración zorrillesca; legislar caminando hacia los principios de la revolución de septiembre; reformas ultramarinas. Todo ello mezclado con algunos intentos de normalización administrativa; arreglo (las más de las veces con escasa fortuna) de la Hacienda; conatos de colonización en Cuba y Filipinas, de poca importancia en sí mismos, pero señales elocuentes de un singular espíritu de perseverancia en el error”. Hasta 1881 la gran cuestión: integrar al partido liberal. Con ellos, la Regencia pudo vivir en esa “ilusión infantil” de que la revolución había quedado desarmada. Esa tranquila certeza de que todo se había cumplido se extendía también a la seguridad exterior. La más pavorosa aventura que un pueblo puede correr es “es encerrarse en su concha haciendo el muerto, porque en la sociedad internacional los muertos estorban y sin miramiento alguno se los entierra, repartiéndose los enterradores la herencia 99. Esta denuncia es atendible cuando España tenía la oportunidad de consolidar los pasos dados desde 1899 por Silvela y seguidos por Maura100. Al terminar la Conferencia, presidía el gobierno Segismundo Moret, quizás el único político del partido liberal que entendió la importancia de que la Restauración contara con una política exterior activa, rompiendo realmente lo que se entiende como aislamiento internacional. “Cuando hablamos del aislamiento de España nos estamos refiriendo a que carecía de acuerdos de carácter propiamente políticos que implicaban una alianza formal o una garantía territorial, cuando menos para el caso de una agresión exterior”. Ese es el significado habitual que tiene en la historia de las relaciones internacionales. Así las cosas, “resulta evidente que España estuvo aislada internacionalmente en el lapso intersecular”, aunque se quiso, a partir de 1898 salir de esa situación no deseada. ¿En qué medida lo logró con los canjes de notas de 1907 con Inglaterra y Francia?101 Según Rubio, los acuerdos hispano-italia-
99 “Esta postura no era otra cosa que “la filosofía de la impotencia”, Gonzalo de Reparaz, Política de España en África…236-237 y 252. 100 “España y Marruecos: antecedentes de los acuerdos con Francia (1898-1904)”, en Ciencia y memoria de África. Actas de las III Jornadas sobre “Expediciones científicas y africanismo español, 1898-1998, Alejandro R. Díez (editor), Universidad de Alcalá 2002, 197-225. 101 Entiendo que la respuesta es afirmativa, porque en los acuerdos de 1907 hay un compromiso de salvar la integridad territorial entre las tres partes. Volveremos sobre este punto.
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nos de 1887 y 1891 no tenían alcance político, pese a que ese fue el deseo del gobierno español102. Por eso el aislamiento fue “forzoso”103. En el primer cuarto del siglo XX, subraya Carlos Seco, el sistema sufrió cinco crisis. La de 1906 comprometió las bases civilistas y democráticas. La de 1909 destrozó el pacto del turno bipartidista. La de 1913, convirtió la alternancia en “ficción”. En 1917 acabó la paz social, a la que aspiraba el sistema. Finalmente, en 1921, ante la alternativa revolución o dictadura, aisló del ejército al Rey. Las tres primeras afectan a la política interna y giran en torno al 1898. Las dos últimas, reflejan en España los efectos de la Gran Guerra. El 19 de febrero de 1919 el conde de Romanones respondió al diputado Felipe Rodés. Italia era un ejemplo de clarividencia en política exterior. Supo elegir sus aliados104. Cuando el 7 de diciembre de 1922 García Prieto formó el último gobierno presidido por un civil, España se enfrentaba a tres problemas: el social, especialmente grave en Cataluña, el nacionalismo de la Esquerra y el problema de Marruecos105. 102 Sobre la política exterior en estos años, he escrito algunos trabajos”España y el equilibrio mediterráneo (1890-1891)”, Hispania 208 (2001) 149-183. “Il confronto europeo en el Mediterraneo occidentale” Rivista Storica Italiana CXII/II (2000) 703-741; “España e Italia y la crisis de 1891 en Portugal y el Mediterráneo occidental” Rassegna Storica del Risorgimento LXXXVIII/IV (2000) 470-504, “Guerra de Melilla y reajustes en Europa (1893-1894), Hispania 203 (1999) 1033-1061 y “El Mediterráneo y la diplomacia secreta. España e Italia en 1894”, Rassegna Storica del Risorgimento LXXXIV/III (1997) 487-528. 103 Javier Rubio, “La crisis finisecular exterior de España: del Mediterráneo (1887) al Mediterráneo (1907)”: Portugal y España en la crisis de entre siglos (1890-1918), Mérida. Centro Asociado de la UNED, 2000, 171-202, pp. citadas 180-181. Sobre el la no renovación en 1895, El final de la era de Cánovas. Los preliminares del “desastre” de 1898, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, Biblioteca Diplomática Española, 2004, 779-802. Sobre la imposibilidad de incluir garantía alguna sobre Cuba, hablé en “Entre Francia e Italia. El acuerdo verbal hispano-italiano de 1895”, Hispania 192 (1996) 291-322. 104 “…Italia tuvo al mismo tiempo dos políticas que podían compadecerse perfectamente, la una con la Triple Alianza para los asuntos continentales, la otra con Inglaterra. Con la que se entendió siempre para cuanto afectaba al Mediterráneo, como lo prueba que cuando el Rey Eduardo vino a Cartagena en 1907, ¿para dónde puso rumbo la nave que le conducía? Para Italia. En la rada de Gaeta, celebró una conferencia con el Rey de Italia muy parecida, quizás idéntica, a la que había celebrado en Cartagena…De modo que estas dos políticas se compadecía: esa ha sido una de las grandes pruebas de clarividencia que tuvo Italia y que, si no la hubiera tenido, quizás se hubiera hallado en una situación bien difícil y apurada”, DS/C 126 (19 febrero 1919) 5129-5142, recogido en Francisco Gómez-Jordana Sousa, La tramoya de nuestra actuación en Marruecos, Madrid, Editora Nacional, 1976, 298. Importa más aquí que sea citado por un alto comisario en Marruecos que las palabras del político. 105 Carlos Seco Serrano, La España de Alfonso XIII. El Estado, la política, los movimientos sociales, Madrid, Espasa-Forum 2002, 359 y 680, 691, 725, 731 y 820-821.
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Aquella fractura, que malogró tantas esperanzas, queda expresada en las memorias de quien era en julio de 1936 el patriarca de los republicanos. Marruecos significaba una aventura para España. Todo parecía cambiado de signo. Ahora sostenía Lerroux que fue valiente el ejército al enfrentarse, desde la oposición al gobierno, a la “estupidez republicana y a la demagogia socialista”, sosteniendo la causa de España en Marruecos. Eso permitió que en julio de 1936 “la Patria tuviese caudillos, mandos, cuadros de Estado mayor, unidades aguerridas y espíritu de heroísmo militar”106. Hay que regresar desde la tragedia a la labor de quienes aquellos años se dieron cuenta de lo que, en aquella España, era posible en política exterior. La decisión alemana de asegurar su hegemonía no solo en el continente sino en el mar, obligó al Reino Unido a salir de su aislamiento. Esta nueva realidad sacó a España de su posición periférica, marginal. Esto tenía un precio. Había que tasar su valor. En aquellos momentos, como recordará Maura en 1916, España no podía dejar de ser una nación “occidental”107. Lo era geográficamente desde siempre. Lo había sido en su historia. Lo había decidido con sus instituciones parlamentarias, desde que, para defenderlas, se formó la Cuádruple Alianza en los años treinta108. La España liberal forma parte de ese cuadrilátero: Londres, París, Lisboa y Madrid. En el sur hay unos intereses comunes: el eje Azores-Canarias, Estrecho, Ceuta y Melilla, Baleares y el eje Marsella-Argel. Más al sur, Marruecos, donde tienen intereses Francia, el Reino Unido y España. En un sistema donde hay una desigualdad: dos grandes potencias que ejercen su influencia sobre cada una de las otras dos. Estas mantienen pacíficas relaciones, que se conservan incluso en la crisis 1846-1847, cuando entra un ejército expedicionario español para asegurar a María II en el trono y garantizar a quienes se agrupan en torno a la Junta de Oporto el mantenimiento de las instituciones parlamentarias y de un gobierno sometido a la ley.
106 Alejandro Lerroux, La pequeña historia. Apuntes para una historia grande vivido y redactados por el autor, Buenos Aires 1945, 600. 107 Situación de España , discurso pronunciado por el Excmo. Sr. D. Antonio Maura y Montaner en la Plaza de Toros de Madrid en la mañana del día 29 de Abril de 1917. Madrid, Tip. Eduardo Arias 1917. 108 La Cuádruple revelaba la dimensión internacional del conflicto existente en la Península. El 3 de agosto de 1834 el conde de Toreno dijo en el Estamento de los Procuradores: “Una de las cosas que más deben contribuir es consolidar el Gobierno actual, es las relaciones con los extranjeros... (pues) de la misma manera que Don Carlos representa un sistema, las naciones ahora aliadas nuestras representan otro que, en la actualidad, es el mismo que el nuestro... y cuanto más se estrechen los vínculos de las naciones del Mediodía, tanto más se consolidará este sistema que tratamos”.
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La base, pues, de las relaciones entre los dos Estados peninsulares se remontan a ese acuerdo, que tiene esa doble vertiente interna e internacional. La alianza, que va más allá de los compromisos, supuso un “acuerdo” y se prolonga en la aproximación española a la entente franco-británica, por los acuerdos de 1904, las declaraciones de Cartagena y la neutralidad española en 1914109. La posibilidad de que aquella España liberal, constitucional y atlántica, girase hacia Alemania era una quimera. España se hallaba mejor defendida al lado de la entente. Para ella era vital que nada cambiara en el eje atlántico-mediterráneo, que pasaba por el Estrecho de Gibraltar. Desde 1904 esa posición estaba definida. Culminó en 1907. Y en esa fecha, “la crisis portuguesa y el desvío a favor de España de los intereses de la Entente” hicieron subir el peso de Madrid110. Cuando el gobierno marroquí pidió aclaraciones sobre el Acta General Algeciras111, cometió una imprecisión, afirmando que Giulio Malmusi habría prometido a Abd-El-Krim ben Sliman examinar las dudas que presentase el documento aprobado. El “apunte” que le entregó Malmusi se limitaba a pedir que recomendase a su gobierno esos “deseos” presentados en Fez. No podría haber prometido otra cosa, pues la única potencia que podría responder a las dudas presentadas por Marruecos era España112. Volvieron a insistir los delegados marroquíes en su reunión del 12 de marzo con los representantes de las potencias: el Sultán tenía derecho a una respuesta a sus dudas, pues las había consignado en una pro-memoria entregada al ministro de Italia en su condición de representante de todas las otras naciones113. En la etapa abierta esos años había que tener en cuenta dos cosas: colonizar ahora nada tenía que ver con la vieja experiencia hispana. Una política
109 José María Jover, Introducción a “La Era Isabelina y el sexenio democrático”: Historia de España, tomo XXXIV, Espasa Calpe, Madrid 1981, recogido en La civilización española a mediados del siglo XIX, Espasa Calpe, Madrid 1991, 253-256 y 274-275. Sobre la intervención en la crisis de 1846, C. Robles Jaén, España y la Europa liberal ante la crisis institucional portuguesa (1846-1847), Universidad de Murcia 2003. Es una modélica monografía dirigida por J.-B. Vilar. Vid. Además sus otros cuatro extensos artículos citados en la bibliografía de esta obra. 110 Hipólito de la Torre, El Imperio del Rey... 14, 28 y 33. 111 Pro-memoria enviada al ministro de España en Tánger por Mohamed Ben El-Arbi Torres el 26 de diciembre, ASD DDS XL/14 27-28. 112 99/29 Malmusi-Tittoni, El Cairo, 16 de febrero de 1907, ASD DDS XL/14 127. Las aclaraciones dadas por los representantes de las potencias en Tánger a las preguntas del Sultán, anexo a 264/97 y 967/99 Gianatelli Gentile-Tittoni, 8 y de marzo, ib. 181-183 y 187. 113 293/115 y anexos a 299/117 Gianatelli Gentile-Tittoni y 17324/60 Tittoni-Gianatelli Gentile, 14, 17 y 30 de marzo, ib. 199, 205 y 227.
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exterior exige gastos en defensa para poder contar con esa lealtad de los fuertes, que es una parte esencial en las relaciones internacionales. La política audaz de Francia en África, hacia el Este y el Oeste, le trajo conflictos, como el de Fachoda con Inglaterra. Si hubiera logrado la III República “que Marruecos se convirtiera en una prolongación de Argelia”, España hubiera quedado reducida a ser una especia de pasillo entre la Francia europea y la Francia africana. Había que crear opinión sobre las posibilidades que había en el Norte de África, “diciendo de una vez a España que hay que abandonar el viejo ideal colonizador de nuestra raza... aquella leyenda militar y guerrera que tanto daño nos ha causado en el sistema colonizador seguido por España y que, de una vez, pasemos al predominio de la influencia legítima a que nos da derecho nuestra historia en África, conseguido por medios pacíficos, por la influencia de los medios económicos, por la influencia de los medios comerciales, por la influencia de los medios financieros, por la influencia de los medios docentes, por la influencia de los medios artísticos”. Ni dominio territorial, ni imposición de creencias religiosas, de idioma o costumbres. Nada de lo que “se entendía antes por el sistema colonizador de la anexión y de la imposición absoluta”114. La Conferencia de Algeciras garantizaba a España la intervención en Marruecos, cerrando el paso a la pretensión de exclusiva que tenía Francia. Pero para que ese éxito internacional se concretara, necesitaba ejército y marina. Era una medida previsora y adecuada el programa del gobierno conservador, unánimemente aprobado por las Cortes: la ley de reconstrucción de la escuadra115. Las conferencias de Madrid (1880) y la de Algeciras en 1906 habían servido para que España demostrara a Marruecos su amistad, concretada en la protección que había dado a los derechos e intereses de “aquella sociedad desgraciada y desvalida”. Gracias a la intervención española en esos dos foros internacionales “Marruecos no se ha disuelto y sigue en pie”. Su situaDiscurso de José Roig y Bergedá en la sesión de clausura Primer Congreso Africanista… 45, 53-58 y 110-111. 115 Nicasio Bande, La cuestión del día. Desenlace del problema norte-africano y el porvenir de España, Barcelona 1909, 270-271 y 319-320. Sobre este aspecto de la política exterior hay que leer los trabajos de Ramón Agustín Rodríguez González, los más recientes, “Cánovas y la política naval de la Restauración”, Cánovas y la vertebración de España, Madrid 1998; Costa y la política naval de la Restauración”, Aragón y la crisis colonial de 1898, Departamento de Educación y Cultura del Gobierno de Aragón, Zaragoza 1999; -”Poder naval y crisis nacionales en la España del siglo XIX”, Aportes 42 (1999) 21-40. Para los años inmediatos, Joaquín Sánchez de Toca, Del poder naval en España y su política económica para la nacionalidad iberoamericana, Madrid 1898. 114
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ción interna poco estable, donde la autoridad del Sultán no podía vencer las resistencias a las reformas, exigía que cualquier innovación necesaria para fomentar el comercio tuviera que ser reforzada internacionalmente. A obtener ese resultado, de un modo más o menos encubierto, miró la Conferencia de Algeciras116.
116 Discurso inaugural de Eduardo Saavedra y ponencia de Mariano S. Muniesa de la sección 30, Banco y Moneda, Primer Congreso Africanista... 16 y 55 Un resumen sobre los antecedentes y objetivos de la reunión de las potencias en Algeciras, Tomás Maestre, conferencia pronunciada en el Ateneo Mercantil de Valencia, Tercer Congreso Africanista. Documentación, reseña de las sesiones, conclusiones adoptadas, fiesta escolar, comunicaciones, celebrado en el Salón de Actos de la Exposición Regional de Valencia en los días 9, 10 11, 13 y 15 de diciembre de 1909, Barcelona 1909, CIX-CXV
VII. UN PROGRAMA INTERNACIONAL DE INDUDABLE INTERÉS
Pese a sus maniobras, contó Alemania con pocos apoyos en Algeciras. No los necesitaba, porque los acuerdos debían ser unánimes. Le importaba obtener concesiones por parte de Francia y conseguir una garantía para su política en Marruecos. Moret declaró en las Cortes que España marcharía al lado de Francia, de Inglaterra e Italia. Esta, aliada con Alemania, iba a su aire, queriendo ejercer una función de “amigable componedora”. Rusia estaba junto a Francia. Estados Unidos no estaba dispuesto a alinearse con Guillermo II, a quien sólo quedaban dos amigos: Austria y Marruecos. Berlín había propuesto la conferencia para presentarse como el mejor abogado de los intereses de todas las naciones en Marruecos. Estas acudieron con desagrado y fruncido el ceño. En Algeciras se hizo patente el aislamiento alemán y la amistad franco-inglesa. Era una victoria, que obtuvo Delcassé tras abandonar su puesto como ministro de Asuntos Exteriores. Las dos cuestiones que se plantearon fueron si Marruecos era un problema hispano-francés o debía ser un asunto internacional. Para desistir de esto último, que era su pretensión, pensaba Alemania exigir como contrapartida la ruptura de la amistad entre Francia e Inglaterra. El resultado de la conferencia se resume así: nada resolvió y se limitó a aplazar el conflicto. Ni Alemania ni Francia obtuvieron todo lo que deseaban, por esa razón, “lo pactado más tiene de tregua que de paz”. Sí obtuvo ganancias España, a quien se reconoció sus derechos. Esta conclusión venía a ser una censura a quienes creían que Reino Unido se desengancharía de los acuerdos firmados en 1904. España salía de su aislamiento. Regresaba al concierto internacional y entraba con identidad y método en él. Conseguía un espacio vital para ella en Marruecos, sin tener que pasar por el trance de una guerra con
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Francia. “Hemos conseguido resolver el problema en paz y de manera satisfactoria1. España cumpliría sus compromisos. No los cambiaría Maura al llegar al poder en enero de 1907. Lo dejó claro el ministro de Estado en el Senado. El 22 de octubre el senador Felipe Sánchez Román, ministro de Estado con Montero Ríos, le preguntó sobre la política del gobierno en Marruecos. Allendesalazar le dijo que cumpliría España sus compromisos, tal como habían sido definidos en el Acta General de la Conferencia. Las divergencias con Francia se resolverían, como estaba sucediendo hasta ese momento: los dos gobiernos querían marchar unidos. La visita del Rey a París y Londres no modificaba la política española en Marruecos.
1. Jules Cambon y el gobierno de Maura A comienzos de 1907 se planteó la posibilidad de un compromiso recíproco entre Francia, España e Inglaterra para mantener el statu quo territorial. De ello hablaron Stéphen Pichon y Jules Cambon en París. El ministro autorizó al embajador para conversar con Juan Pérez Caballero, ministro de Estado en el gobierno de Moret. El embajador en Londres, Paul Cambon, abordaría el asunto con Edward Grey2. Mortitz William Ernest Bunsen, embajador inglés en Madrid, era totalmente favorable. Pérez Caballero, percibiendo las ventajas, pidió a Jules Cambon que lo estudiaran a fondo. Redactó éste una nota, que pudiera discutirse en las tres capitales entre los ministros de Exteriores y los embajadores respectivos. El íter se completaba con la fórmula. Bastaba, tras los acuerdos firmados en 1904 y 1905, una nota que comprometiera a las tres naciones. No comenzaría a
1 Gonzalo de Reparaz, Política de España en África, Madrid 1907, 393-424 y 430 y 454. Canalejas reconoció el peso de Marruecos en la política radical de los liberales. La política liberal en España. s. l. y s.a. , 1-30. Hay una edición de 1912, en Madrid, editorial Renacimiento. 2 Francis Bertie advirtió a Paul Cambon que Grey acogería la idea, pero que no recibiría el apoyo de sus colegas de Gabinete, recelosos ante todo lo que implicara compromisos. Cuando empezaba Churchill a ser un político influyente, Hugh Cecil le escribía el 18 de diciembre de 1905: su forma que hasta ese momento se asentaba en “fuegos artificiales” requería ahora basarse en la “de (ser) buen administrador, funcionario hábil y laborioso”; el tipo de fama que tiene Edward Grey”, que acababa de regresar con Campbell Bannermann al gobierno con el partido liberal y era Secretario del Foreign Office. Roy Jenkins, Churchill, edición preparada para ABC, Madrid 2003, 137.
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debatirla con Pérez Caballero hasta que no hubiera acuerdo entre París y Londres. En interés de la paz y del equilibrio europeo, las tres naciones se comprometían a mantener intangibles sus posesiones marítimas respectivas en el Mediterráneo y la zona del Atlántico que baña las costas de Europa y África. Por tanto, no cederían a una tercera potencia, bajo ningún concepto, ni islas, ni puertos ni puntos de sus costas. Si una tercera potencia pretendiera la cesión de una parte de esos territorios o su ocupación permanente, se comprometen a comunicarlo a las otras dos partes, que se obligan a prestar su apoyo diplomático para conservar el statu quo territorial3. Grey acogió la idea. Desde la visita de Alfonso XIII a Londres, en junio de 1905, el gobierno inglés deseaba garantizar a España las Canarias y las Baleares. Luego, estando los conservadores en el poder, hablaron Villaurrutia y Lansdowne, secretario del Foreign Office, de un proyecto, que obligaba a España a no ceder a otra potencia parte de las costas de Marruecos sometidas a su influencia a cambio de esa garantía sobre los dos archipiélagos. Se informaría a Francia. El cese de Villaurrutia en el ministerio de Estado paralizó la negociación. Ese recordatorio confirmaba, según Grey, que el proyecto patrocinado por Francia entraba en las miras de Inglaterra. Eduardo VII, que recordaba lo hablado en 1905, aconsejó a Paul Cambon que el acuerdo se redujera a una declaración. Los ministros ingleses no deseaban adquirir obligaciones4. El premier, Campbell Bannermann, pidió al primer secretario del Foreing Office que esperase a la resolución de la crisis política en España5. Las noticias de Madrid eran muy positivas. El embajador Villaurrutia Pérez Caballero, estaban satisfechos. El ministro de Estado juzgaba oportuno que la “entente cordiale” entre las tres potencias, confiada a conversaciones y, por tanto, susceptible de interpretaciones diversas, se recogiera por escrito. Si la crisis política suponía el regreso de Maura y de Rodríguez San Pedro al ministerio de Estado, la situación empeoraría. El 25 de enero de 1907 formó gobierno Maura6. Era el sexto que se formaba desde diciembre de 1904. En poco más de un año, cinco gobiernos del partido liberal. Cuando se forma el presidido por López Domínguez, Jules Cambon comentó por qué se excluyó a Maura. Aún habría tres efímeros go-
Secret 2 Cambon-Pichon, 2 enero 1907, AAE NS E 41 67-70. Secret 10 Paul Cambon-Pichon, Londres 10 enero, ib. 71-72. 5 Tc 6 Paul Cambon-Pichon, 19 enero, ib. 73. 6 “M. Maura… est surtout un orgeilleux et le Roi ne l’aime point, parce qu’il sent dans ce monarchiste des résistances. Qu’il ne rencontre point chez les libéraux. Si M, Maura était un théologien, il est de ceux dont on dirait qu’il a une âme de hérésiarque”. 100 Cambon-Léon Bourgeois, 5 julio 1906, AAE NS Espagne 3 230-231. 3 4
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biernos liberales hasta que el Rey lo llamara el 25 de enero de 1907. Era una crisis que necesitaba explicación. Lo haría Maura en las Cortes. Cualquier hipótesis cabía. Nadie debería dudar de que, tras lo sucedido el 16 de diciembre de 1904, no era previsible que regresara una persona que había hecho valer su condición de presidente del consejo, “qui a assuré d’être le maître”. Los cortesanos no le perdonarían su estilo. Sólo le llamarían en caso de que surgiera “un danger pressant”. Se cerraba entonces una etapa, que el embajador francés lamentaba: un político liberal, una persona de autoridad, un excelente parlamentario, había sido neutralizado por quienes eran un poder irresponsable7. ¿Llegaba ahora sin un programa? Eso pensaba Jules Cambon, pues, según unas palabras de Maura, el regreso de los conservadores permitiría la reconstrucción del partido liberal. Desconocía el embajador las prácticas políticas en España. Cada uno de los partidos turnantes en el poder se recuperaba de sus crisis en la oposición. Maura pensaba presidir el gobierno no más de tres años. No necesitaba programa, porque lo tenía: el que la crisis de diciembre de 1904 dejó en suspenso. Lo comprobaría enseguida Jules Cambon8. La personalidad de Maura era difícil de entender. Su gran talento le hacía parecer una persona de mando. Su rectitud y su sentido religioso confundieron a algunos que lo tacharon de reaccionario, aunque fue quizás el político más liberal de la Restauración, como lo prueban personas como Francisco Giner de los Ríos, Alejandro Lerroux y Vicente Blasco Ibáñez y queda manifiesta en su cortesía hacia todo el que se acercaba a él. Su rectitud le creó enemigos: los que vivían de la manipulación electoral y de los fondos de reptiles, lo que deseaban disfrutar del poder, sin tener que dar cuenta y razón de sus decisiones9. Cambon fue taxativo: “il n’y a pas d’opi7 221 Jules Cambon-Delcassé, 17 de diciembre 1904, AAE NS Espagne 2 394. Las consecuencias negativas de esta falta de sintonía entre Alfonso XIII y Maura, 104 Cambon-Rouvier, 3 julio 1905, AAE NS Espagne 3 100. Maura no se plegaba a los deseos del Rey, como hacían los jefes del partido liberal, 100 Cambon-Bourgeois, 5 julio 1906, ib. 230-231. 8 18, 19 y 20 y 21 Cambon-Pichon , 26 y 28 de enero, ib. 284-288. Maura le reiteró estos propósitos, al comentar el embajador que en la mañana del 5 de febrero estuvo con Canalejas buscando que se reconciliara con Moret, 27, 5 febrero 1907, ib. 292. 9 “¿Podéis tener idea de la situación dolorosa de un hombre de recta voluntad, inteligente, digno, emprendedor, que se encuentra en la cabeza del Gobierno y que ve que todos sus esfuerzos personales se estrellan, se disgregan y pierden en la inmensa masa cerrada sobre sí misma, que es el pueblo, en la otra masa, más elevada, pero no menos in-inteligente, no menos aferrada a la rutina, que a él, gobernante, más de cerca le comprime y ahoga?” Será, concluye, todo inútil, “si antes no se atiende a la escuela”. Azorín, “Los árboles y el agua”, España, 14 noviembre 1904, recogido en apéndice a Castilla, edición de Inman Fox, Colección Austral, Madrid 1999, 258-259.
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nion publique en Espagne”. Esa carencia urgía más el que las elecciones fueran limpias, tal como deseaba Maura10 El cambio fue recibido con satisfacción en Londres. Charles Hardinge, subsecretario del Foreign Office lo comentó el 7 de febrero a G. Geoffray, encargado de negocios de Francia. Maura no sería un presidente “efímero”. Podría contarse con él para los asuntos de Marruecos, en un momento en que la presión alemana sobre el Sultán era evidente11. Maura podría terminar con una política exterior que ganó para España la imagen de un país “veleidoso e informal”. Un acuerdo sobre el statu quo en el Mediterráneo había sido objeto de los esfuerzo del Marqués de Villaurrutia desde 1905. Embajador en Londres, trabajaba en ello. El 13 de marzo de 1907 se entrevistó con Edward Grey, que aceptaba la idea, pero creía necesario que fuera un plan “tripartito”, es decir, que incluyera a Francia. Un acuerdo de las “potencias occidentales” contribuiría a la paz con mayor eficacia que la Conferencia de La Haya12. Eso supondría una reducción de los gastos militares y navales. Charles Hardinge creía conveniente conocer los puntos de vista de Madrid. Podría hablar sobre ellos con Maura y Allendesalazar con motivo de la entrevista de los dos monarcas en Cartagena13. El nuevo ministro de Estado, Manuel Allendesalazar fue informado por su predecesor, Pérez Caballero. Compartía el deseo de un acuerdo. Ese acto, que comprometía seriamente la política exterior del país, debería ser estudiado por el gobierno, que comunicaría sus conclusiones a los jefes del partido liberal14. 10 Sobre el sentido realista y moderado de Maura, 21, 28 enero, AAE NS Espagne 2 289. Sobre su personalidad política tan compleja, 19, 26 enero, ib. 285. Sobre la necesidad de un ejercicio limpio del sufragio, 62 Daeschner-Pichon, 20 abril , ib. 307-309. 11 37 Geoffray- Pichon, 8 febrero 1907, ib. 3 294. Se envió este comentario en una circular clasificada como “Confidentiel”, a los embajadores en Madrid, Roma, Berlín, y San Petersburgo, y al ministro en Tánger, febrero 1907, AAE NS E 41 44. 12 El Acta final y el Convenio para el arreglo pacífico de los conflictos internacionales, firmados en La Haya el 18 de octubre de 1907, Documentos Básico sobre Historia de las Relaciones Internacionales 1815-1991, Juan Carlos Pereira Castañares y Pedro Antonio Martínez-Lillo, editores, Madrid, Editorial Complutense 1995, 164-177. 13 Un resumen, en un extensor documento, AAM 391/3. Villaurrutia-Manuel Allendesalazar, 13 marzo 1907, Marqués de Villaurrutia, Cartas al Ministro de Estado (1907-1909), edición, introducción y notas de José Manuel Allendesalazar, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores 1995, 26-27 y 29. Javier Tusell, “Relaciones hispano-francesas en el gobierno largo de Maura: el archivo de D. Manuel Allendesalazar como fuente (1907-1909)”, Españoles y franceses en la primera mitad del siglo XX, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1986 51-64 14 Habría que confiar en la gestión de Villaurrutia, si continuaba en Londres, en la intervención del Rey, a quien informó aquel antes de regresar a su embajada. Tc secret 22 et 34 Cambon-Pichon, Madrid 23 et 31 enero, AAE NS E 41 74 y 76.
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Maura estaba decidido a que España ocupara su lugar en Europa. El aislamiento tuvo su precio en 1898. Como primeras medidas: reconstruir la escuadra y modernizar su organización, fortificar los puertos, de modo que pudieran prestar un apoyo de primer orden a las naciones aliadas. La posición geoestratégica era la principal aportación que España podría hacerles. En cuanto a la nota redactada por él, el embajador francés quiso subrayar su valor diplomático y su sentido conservador y pacífico. Una vez aprobada, se adheriría a ella Italia. Maura esperaba recibir informes de Villaurrutia, donde llegó como embajador en febrero 15. Deseaba que el asunto estuviera concluido antes de que Jules Cambon marchara a su nuevo destino en Berlín16. Dos días más tarde, tuvo entrevista con Grey. Había que recoger las cosas donde quedaron en 1905: se trataba de vincular a Inglaterra con España en la defensa de sus intereses en Gibraltar. El contenido de la declaración: garantía a España respecto a Baleares, Canarias y Fernando Poo a cambio de que ella no cediera territorio alguno en Europa y África y diera a Inglaterra garantías contra cualquier intento de atacar Gibraltar desde tierra. Este acuerdo podría ser bilateral y previo al que vinculara a los dos países con Francia. Esa oferta continuaba la línea trazada por Silvela. Al día siguiente Grey resumió en un escrito su postura. El embajador español juzgó innecesario el acuerdo previo hispano-británico, pues en el proyecto de Jules Cambon quedaba garantizado Gibraltar, pues hablaba de todas las posesiones de las tres potencias, incluidas las que estaban en la costa atlántica entre África y Europa17. Los ministros ingleses objetaban cualquier proyecto que pudiera implicar a su país en una guerra entre Alemania y Francia. España no podía eludir lo que significaba Gibraltar para sus ciudadanos18.
La conversación tuvo lugar el 4 de febrero. Maura era una persona fiel a sus ideas y perseverante en sus propósitos. Y ese carácter personal y ese estilo político acrecentaba el valor de sus palabras. Tc secret s.n Cambon-Pichon, 5 de febrero, ib. 78 16 En 1911 Guillermo II se quejaba del nombramiento de Jules Cambon para la embajada en Berlín. No quería mantener relaciones personales con él. Lo asociaba con su hermano Paul, a quien culpaba de haber cooperado “servilmente” en toda la crisis de Marruecos. Laurent Villate, La république des diplomates. Paul et Jules Cambon 1843-1935, Paris, Science Infuse, 2001, 281. Sobre su gestión en Berlín entre 1907-1914, ib. 279-320. 17 La explicación de la nueva posición inglesa era negar alcance político al acuerdo. Lo tendría si era entre tres, mientras que nadie podría negar al gobierno de Londres que buscara asegurar Gibraltar. Francia podría quedar tranquila, porque el acuerdo entre el Reino Unido y España aseguraba las Baleares y las Canarias. Así se lo dijo Charles Hardinge a Paul Cambon el 13 de febrero. 18 Secret 55 Paul Cambon-Pichon, Londres 15 febrero, AAE NS E 41 80-83. 15
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“Cambon, antes de su marcha, ha hablado de modo estrictamente confidencial y como proyecto personal suyo, aunque patrocinado por su gobierno, de un acuerdo entre España, Francia e Inglaterra, y acaso también Italia, comprometiéndose las tres (o las cuatro) naciones a no ceder a nadie islas, puertos, puntos de las costas, derechos de pesca o autorizaciones que lleven consigo el derecho de ocupación permanente, en la cuenca del Mediterráneo o en la parte del Atlántico, que baña tierras europeas y africanas, y darse recíproco conocimiento y apoyo diplomático en caso de pretender alguien concesiones del genero antes aludido. Tanto el presidente del Consejo como yo expresamos a Cambon que acogíamos la idea con la simpatía que nos inspira cuanto tienda a afianzar la inteligencia entre los gabinetes europeos occidentales; pero que necesitábamos estudiar maduradamente el proyecto y consultar al jefe o jefes del Partido Liberal, llamados mañana a poner en práctica lo que nosotros estipulásemos”. Habría que averiguar si era una iniciativa suya o tenía el respaldo de su gobierno. La respuesta fue que lo tenía. En Londres recordaron que fue Lord Landsowne quien tuvo esa idea en 1905. Ahora cambiadas las circunstancias, era necesario contar con Francia. La pax britannica suponía buscar el mayor número de amigos y aliados19. España estaba dispuesta a entrar en la negociación20. Faltaba por salvar la mención de Gibraltar como “posesión inglesa”. Se descartó mencionarlo expresamente, escogiendo las fórmulas “las posesiones marítimas respectivas”. Estando los ingleses a favor de que el texto fuera general y poco comprometedor, las correcciones españolas fueron aceptadas21. El ministro de Estado no se explicaba la posición de Grey. Dos convenciones, una con Francia, y otra con el Reino Unido, era una fórmula que conducía al fracaso el objetivo propuesto por Francia y aceptado por el anterior gobierno español. Ahora Maura y el ministro de Estado pedían tiempo. Estaban pendientes las elecciones legislativas22. Convenido que la negociación se desarrollara en Londres, Maura ordenó a su ministro de Estado que enviara instrucciones a Villaurrutia. Estaba convencido de que la política exterior española pasaba necesariamente por la amistad con Francia. Si se 19 Estaba a punto de concluir en San Petersburgo Sir Arthur Nicolson las negociaciones para un acuerdo con Rusia en Asia y Oriente. 20 Estrictamente secreta, Allendesalazar-Villaurrutia, 20 de marzo de 1907. España no deseaba que el pacto tuviera carácter “ofensivo”, por eso cuidó mucho que en la redacción del acuerdo quedara eso claro. 21 Manuel Allendesalazar-León y Castillo, 17 febrero 1907, José Manuel Allendesalazar, La diplomacia española y Marruecos, 1907-1909, Biblioteca Diplomática Española, Madrid 1990, 52-62. 22 Tc secret 44 y 51 Cambon-Pichon, 24 febrero y 1 marzo, AAE NS E 41 84 y 86.
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llegaba al acuerdo en Londres y se adhería a él Italia, la suerte del Mediterráneo quedaba fijada23. Esta sensación se reforzaba en un momento en que España no se veía obligada a oscilar entre Francia e Inglaterra, como había tenido que hacer cuando se hallaban en malas relaciones. Para asentar esa idea, había que recordar que Moret había sostenido la misma posición las Cortes. El ministro de Estado dijo abiertamente que estaba el gobierno decidido a entrar en esa entente de Francia y el Reino Unido24. A mitad de marzo, el embajador Bunsen informó a Jules Cambon que la visita del Rey Eduardo a Cartagena tendría lugar el 8 de abril25. Ambos estaban de acuerdo en insistir ante el ministro de Estado para que diera instrucciones a Villaurrutia sobre el acuerdo pendiente. Con el Rey Eduardo iría Charles Hardinge. Cambon y Bunsen insistirían ante Alfonso XIII para que le acompañara Maura26. Estaba avisado el embajador en Londres. Hardinge deseaba conocer cuanto ante los puntos de vista del gobierno conservador27. En menos de cinco días llegarían las instrucciones a Villaurrutia. España deseaba extender el acuerdo a todas sus costas en el Atlántico. El embajador en Londres participaría en las conversaciones entre el ministro de Estado y Hardinge en Cartagena28. Allendesalazar no acababa de encauzar las cosas. Habló el 23 marzo de nuevas instrucciones verbales al embajador español cuando viniera a España. Se sospechó esos mismos días que era posible un acuerdo entre Francia y Alemania en Marruecos, que dejara al margen a España, como creían que sucedió con el firmado entre Inglaterra y Francia en el verano de 1905. En el mejor de los casos, habría que temer que los intereses de España en MarrueTc secret 56 Cambon-Pichon, 8 marzo, ib. 90. Resumen de su entrevista con el ministro de Estado, tc secret 60 Cambon-Pichon, 12 marzo, ib. 97-98. 25 Hipólito de la Torre ha destacado este interés de Londres y París por esta iniciativa. Para Madrid ese acuerdo suponía asegurar la integridad territorial de España. Era un asunto vital para la estabilidad interna. Quedaba garantizada en su punto más sensible: el sur. La aportación española era su capital estratégico. Urgía que no cayera en manos de Alemania. Un primer paso fue exigir a Madrid el compromiso de que no enajenara parte alguna del territorio que le correspondiera en Marruecos. De ese modo la Entente conservaba su hegemonía naval en un área tan sensible. Hipólito de la Torre, El Imperio del Rey. Alfonso XIII, Portugal y los ingleses (1907-1916), Editora Regional Extremeña, Mérida 2002, 28-29. 26 Tc secret 66 Cambon-Pichon, 14 marzo. Se pasó esta información a los embajadores en Berlín, Londres, San Petersburgo y Roma, AAE NS E 41 102-103. 27 Hardinge aprobaba completamente el plan de Cambon y Bunsen en Madrid. Secret 87 Paul Cambon-Pichon, Londres 15 marzo, ib. 105. 28 Conversación de Cambon con el ministro de Estado, tc secret 69 Cambon-Pichon, 17 marzo, ib. 107. 23 24
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cos parecieran concesiones de París y no el resultado de lo convenido en Algeciras el año anterior29. La aproximación franco-alemana esas semanas alertó al gobierno de España. El acuerdo París-Berlín podría hacerse a costa de los intereses españoles en Marruecos. En esos momentos había malentendidos con Francia. Esa situación urgía a un acuerdo con el Reino Unido y le daba mayor valor. Inglaterra estaba llamada a ejercer un papel moderador, “amparando nuestra debilidad y poniendo coto a desmanes y desaguisados” de alemanes y franceses30.
2. La búsqueda de un acuerdo político: el encuentro de Cartagena Las buenas relaciones París-Londres era un hecho reciente. Conviene recordar los pasos dados desde 1902. En octubre de este año se hablaba ya en la prensa de un acuerdo entre París y Londres. Prinetti quería saber si la noticia tenía fundamento. Cambon había asegurado a Pansa en Londres que no había litigio alguno entre los dos países. Existían sectores de opinión en cada uno de ellos opuestos a cesiones en beneficio de los intereses mutuos. Pero no tendrían fuerza para torcer la decisión de sus gobiernos. Habían superado la crisis de Fachoda en 1898. Era un antecedente que demostraba la habilidad de los políticos franceses e ingleses para mantener la serenidad en momentos difíciles. Paul Cambon reconocía que no estaba maduro un arreglo de todas las cuestiones pendientes. Lo impedía la fuerza del partido colonial en cada país. No podían desconocerla sus gobiernos, Cambon fue tajante: la permanencia de Delcassé al menos tres años, permitiría concluir un convenio que pusiera orden en todas las cuestiones31. 29 “Me preocupa lo que usted me dice sobre un acuerdo posible entre Alemania y Francia en la cuestión de Marruecos, y no porque tengamos el menor interés en ver continuada la rivalidad entre ambas grandes naciones, sino que -muy reservadamente se lo diré a usted- temo que Francia pretenda siempre (pese a la leal cordialidad de sus disposiciones hacia España) que Alemania no se entienda sobre dicho problema más que con ella, de modo que nuestros derechos en el imperio mogrebita resulten, no del reconocimiento directo de las naciones interesadas, sino de la concesión del Gabinete de París”. 8 Allendesalazar-Luis Polo de Bernabé, 24 de marzo de 1907, en José Manuel Allendesalazar, La diplomacia española.. 50. 30 Villaurrutia-Manuel Allendesalazar, 29 abril 1907, Marqués de Villa-Urrutia, Cartas al Ministro de Estado…33-34. Cuando esa aproximación franco-alemana, que culminó en los acuerdos de 1909, siguió adelante, E. Grey insistió en la conveniencia de romper la cordialidad en las relaciones con Francia. Para el embajador español, era evidente que Londres no dejaría a España desamparada ante las pretensiones francesas en Marruecos. VillaurrutiaAllendesalazar, 7 febrero 1908, ib. 119. 31 1260//547 Pansa-Prinetti, Londres 30 octubre 1902, ASD DDS XXXIV/9 19-20.
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Habían corrido rumores sobre un entendimiento de España con el Reino Unido. Interesaba a Silvela aclarar la posición de su gobierno. El 24 de enero de 1903 escribió a Schewitch, embajador ruso en Madrid. Necesitaba España mantener relaciones cordiales con todos. Era eso además un deber para que nada cambiara en su frontera, es decir, a uno y otro lado del Estrecho de Gibraltar. En ese objetivo, Inglaterra nada había solicitado de España. Las buenas relaciones y las conversaciones con Francia y Rusia sobre Marruecos, su paz interior, su integridad territorial… buscaban exclusivamente asegurar los intereses españoles. La opinión española entendía esa política y la apoyaba: buscaba la paz. Si se turbara esta, España estaría al lado de Francia, si “(elle) était appuyée alors par l’aide effective de la Russie”. Esa contingencia era improbable, pero un país tenía la obligación de hacer sus previsiones. En esa dirección de alianza con Francia y con Rusia había un acuerdo unánime de la nación, convencida de que el aislamiento comportaba graves peligros en caso de un conflicto europeo o africano. Si esta inclinación a la entente franco-rusa no hallaba acogida, “l’opinion se porterait sans aucun doute et de toute façon tout à fait irrésistible du côté de l’Angleterre, malgré tous les dangers que cela entraînerait pour notre avenir et notre indépendance effective”. En marzo de 1903, Silvela propuso a Jules Cambon un proyecto de acuerdo tripartito. Era una salida al fracaso de la negociación sobre Marruecos. Aparcada esta, porque exigía un pacto o al menos el consentimiento de Londres, y teniendo en cuenta los sucesos de 189932, el gobierno de Silvela pedía ahora una garantía para las posesiones atlánticas, mediterráneas y africanas de España, similar a la que ofreció Salisbury en marzo de 1899. Ceuta, frente a Gibraltar y Mahón, en el centro de las rutas que unen Toulon y Córcega con Argel y Orán, no podrían caer en manos de “una potencia marítima seria”, es decir de Inglaterra33. No era ilusoria la pretensión de Silvela, porque ese asunto interesaba a Francia, como lo hizo notar su ministro de Asuntos Exteriores esos mismos 32 Las ofertas que en aquel momento recibió Silvela exigían, como recordaba Jules Cambon, “la previa indefensión de Algeciras y el desarme de sus costas”. Informe militar sin firma y 2 planos de la plaza, AGP Cajón 8/10 I y II. Estrictamente confidencial y reservado. Silvela-Drummond y respuesta, 15 y 17 de marzo de 1899. Drummond informa confidencial y secretamente que Salisbury acoge las amistosas garantías -friendly assurances. Le presenta las del gobierno inglés, que carece de toda ambición territorial. Inglaterra estará preparada, si se presenta la ocasión “to give their military and naval asssitence for preventing any hostile landing on the coast of the Bay of Algesiras or any attack by sea on that coast”, copia AGP cajón 8/10. 33 La defensa de estas posiciones era importante para Francia, hasta el punto de que Jules Cambon consideraba 16 marzo 1903, que una modificación en ese statu quo, sería para Francia “casus belli”. DDF II/III, 165-166.
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días34. El acuerdo del Reino Unido y Francia, un año más tarde, permitió el de España con ésta35. Cuando Eduardo VII viajó a París en abril de 1903. Temió que el acercamiento entre Francia y el Reino Unido afectara a la situación en Marruecos. El 1 de junio propuso el embajador francés de declaración conjunta de las dos naciones con Rusia, en defensa de la libertad de navegación en el Mediterráneo, que comportaba “el mantenimiento por los medios que las circunstancias aconsejen ser los más eficaces, de la actual situación territorial de las costas y de las islas de las potencias signatarias”. La propuesta se precisó posteriormente. Afectaba a la “cuenca oeste del Mediterráneo y al estrecho de Gibraltar”. El compromiso se reducía a “mantener este principio de común acuerdo”: conservar el statu quo, viendo “avec défaveur” cualquier medida que lo alterara. Alfonso XIII visitó la escuadra francesa en Cartagena. El 17 de julio, a los pocos días, Silvela hizo una declaración en el Congreso, hablando de una “amistad completa” y de una “unión íntima” con Francia en defensa de de la integridad e independencia de Marruecos. El proyecto naufragó cuando dimitió Silvela y fue sustituido por Fernández Villaverde. Su plan para asegurar las costas e islas españolas mediante una alianza con la entente ruso-francesa fue un precedente, que sería recordado cuando se firmaron los acuerdos de Cartagena. En 1905 el viaje de Guillermo II por el Mediterráneo y su intervención en Tánger a favor de la soberanía de Marruecos reforzó el valor de un acuerdo de garantía territorial que impidiera a Alemania situarse en el Mediterráneo. En 1904 no pudo ser, porque Delcassé no quiso que eso interfiriera en 34 Los días 10 y 11 de marzo, Delcassé en un debate ante la Cámara, defendió la intangibilidad de las costas de Marruecos frente a quienes pedían que Francia hiciese una declaración de “desinterés”. Delafosse abogó por un protocolo de “desinterés”, que supusiera respeto al statu quo territorial, dejando a Francia como una potencia con interés preponderante. Otras intervenciones y apuntaban hacia un protectorado francés, aunque sin usar esa palabra. El partido colonial fue claro en advertir al gobierno que no ligara Marruecos con la cuestión de Egipto. Delcassé recordó que la libertad de navegación por el Estrecho de Gibraltar era un asunto europeo. La costa de Marruecos era intangible. Cuando Ribot quiso que el ministro se pronunciase sobre el reparto de Marruecos y sobre la ciudad de Fez, paso obligado de la ruta que, por el valle del Sebú, conducía de Argelia hasta el Atlántico, Delcassé guardó silencio. La conclusión era clara: “le opinioni dominanti nella Camera francese non sarebbero favoreboli ad intese diplomatiche che gli avvenimenti attuali non sembrano imperiosamente richiedere”. R Tornielli-Morin, 23 de marzo de 1903, ASD SP P 208. 35 Sobre este punto, Fernando María Castilla y José María de Areilza, Reivindicaciones de España, Madrid 1941, p. 358-365. Pese a su beligerancia contra la Restauración y sus políticos, los dos autores tienen que recoger el hecho, que juzgan como la evidencia de que las dos potencias consideraban a España “país susceptible de tutela”, ib. 384.
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los acuerdos sobre Marruecos, incluyendo las Canarias en la exigencia de que España no enajenara la parte que se le asignaba en el norte de Marruecos36. Los ingleses querían que cualquier negociación sobre el Mediterráneo contara con la presencia y anuencia de Francia37. Tras este recordatorio, regresamos a la primavera de 1907. Prevista la entrevista con Alfonso XIII para el 8 de abril, Eduardo VII no descendería a tierra. En Cartagena se hallaría toda la flota inglesa en el Mediterráneo38. Las conversaciones tendrían carácter oficial. Acompañarían al Rey Maura y los ministros de Estado y de Marina39. El encuentro se desarrolló con gran cordialidad. Eduardo VII insistió en que estuviera la Reina Madre. Los brindis fueron los habituales. Alfonso XIII insistió en la labor del Rey de Inglaterra en favor de la paz y su éxito. Eduardo VII fue el primer soberano que devolvió su visita a Alfonso XIII. Lo hizo con un alarde del poder naval inglés. Con eso halagó a los españoles, orgullosos de ver que una nación tan poderosa buscaba su amistad. El embajador Bunsen había sabido tratar al gobierno Maura como si se viviera aún en los tiempos de Carlos V40. El 11 de abril el embajador inglés en París envió al presidente del consejo, ausente el ministro de Asuntos Exteriores, el texto-base, en francés e inglés, de las notas que intercambiarían los gobiernos de Madrid y Londres41. Recogía en líneas generales el primer texto de Jules Cambon, añadiendo a la integridad territorial la expresión “et droits nationaux”. El objetivo era conservar el buen entendimiento entre las dos naciones, resultado de una amistad secular (ancient friendship) y de una comunidad de intereses. Su política en el Mediterráneo y en las costas del Atlántico que bañan Europa y África, 36 Antonio Niño, “La superación del aislamiento español tras el “desastre”. 1898-1907”: Portugal y España en la crisis de entre siglos (1890-1918), Mérida. Centro Asociado de la UNED, 2000, 223-236 y 240. 37 Conversación del embajador en Londres con Ed. Grey. 5 Villaurrutia-Allendesalazar, 13-3-07. Marqués de Villaurrutia (Wenceslao Rodríguez de Villa-Urrutia), Cartas al ministro de Estado…27. En una conversación con el embajador Villlaurrutia, Eduardo VII fue tajante: “En Marruecos tienen ustedes que ir con los franceses y entenderse con ellos”. Carta del 8-907, no recogida en esta colección y citada en Manuel Allendesalazar, La diplomacia española…106. Nada más terminar el encuentro de Cartagena, se envió el 19 de abril un telegrama cifrado a Fernando León y Castillo, embajador en París. Se deseaba que el acuerdo incluyera a Francia y había una buena disposición a aceptar lo que se designaba como “propuesta inglesa”. AMAE H 1536. 38 Tc secret 66 Cambon-Pichon, 14 marzo, AAE NS E 41 102. 39 Conf 54 Daeschner-Pichon, 6 abril, ib. 112-114. 40 60 Daeschner-Pichon, 20 abril, ib. 144-145. Documentación sobre este encuentro, Archivo de la Fundación Maura, Madrid, 391/4 y 341/B. 41 Vid. las dos copias y una de ellas con enmiendas, AAE NS E 41 123-128.
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era conservar el statu quo territorial y los derechos nacionales sobre esas posesiones insulares y marítimas. Si una tercera potencia tomara medidas o amenazara tomarlas para modificarlo, las dos partes se pondrán de acuerdo, “to concert, if desired, by mutual agreement, para “the course of action which the two Powers shall adopt in common”42. Allendesalazar estaba satisfecho del encuentro en Cartagena43. Quedaba esperar la respuesta de Francia a algunas preguntas planteadas por Inglaterra y la comunicación de este acuerdo, por parte española, a los jefes del partido liberal. Había que confirmar la expectativa de Maura: obtener en las elecciones legislativas una mayoría que reforzara su autoridad ante el país. Conformes en la idea de un acuerdo, no lo estaban en la fórmula. Francia quería una convención. Paul Cambon trataría de convencer a los ingleses44. El procedimiento sería documentos idénticos pero separados, para evitar cualquier sensación de coalición entre los tres países45. Pero así podría ocultarse el deseo español e inglés de entenderse en un terreno más amplio entre los dos gobiernos. “J’ai lieu de croire, en effet, que les conversations ont porté également sur des question de coopération éventuelle et sur des évaluations d’effectifs”46. Había acuerdo pese a todo47. Y el modo de firmar-
42 El texto fue preparado por Hardinge en Londres. Las dudas entre Allendesalazar y Hardinge fueron resultas por intervención de los dos reyes y de Maura. Tc secret 89 Daeschner-Pichon, 13 abril, ib. 133. Hardinge dio la noticia a Barrère en Roma. tc 130 Barrère-Pichon, 19 abril, ib. 141. 43 Años más tarde, en una nota mecanografiada, firmada el 20 de febrero de 1913, se afirmaba: “Les premières bases de l’accord anglo-espagnol relatif au maintien du statu quo dans le bassin de la Méditerranée... furent poseés dasn ces entretiens”, AAE NS E 42 286. Sabemos que se redactó a petición del presidente de la comisión de la Cámara francesa que estudiaba la aprobación del tratado sobre Marruecos, vid. ib. 66 85. 44 “Si no se aceptara el procedimiento, tengo seguro se acepta el propuesto por Inglaterra”. El embajador se lo comentó a Pichon: para España el valor del acuerdo era el mismo, importando menos la fórmula. Dos telegrama cifrados, uno con el aviso “Descifre por V.E. mismo”, León y Castillo-Allendesalazar, 17 y 19l, AMAE H 1536. 45 Edward Grey prefería esa fórmula porque le resultaría más fácil defenderlo en el parlamento, pues el acuerdo se justificaba por los intereses en Gibraltar. Tc- secret 28 et 41 Paul Cambon-Pichon, 19 et 22 avril, AAE NS E 41 140 y 147. Sobre la necesidad de comunicar al parlamento ese acto, secret 143 Cambon-Pichon, 24 abril, ib. 151-152. Fue Francia la que no quiso que la nota fuera firmada por las tres potencias. 147 Secret et tc secret 45 Cambon-Pichon, 25 abril et 4 mayo, ib. 157-158 y 170. 46 Tc secret s.n. Daeschner-Pichon, 13 abril, ib. 132. Camille Barrère, embajador en Roma, y Paul Cambon, estaban contra ese intento de una nota separadas por los dos y no por los tres estados interesados Tc 120 et 138 Barrère-Pichon, Rome 14 et 23 abril, ib. 134 y 148. 47 El embajador alemán en Roma dijo que un acuerdo entre España e Inglaterra era imposible, porque iba contra los intereses de todos. Texto sacado de 125 Barrère-Pichon, 18 abril, ib. 139.
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lo proporcionaba a Francia la ventaja de mantener secreta su adhesión a él48. Importaba sobre todo que las tres partes estuvieran, en expresión de Grey, conformes “to act together”49. Outlook comentó el 17 de abril la situación de España. Se acabaron las locas aventuras. Los españoles habían cambiado la imagen de sí mismos y de su suelo. Había una voluntad de organizar sus recursos económicos y abandonar la idea de buscar fortuna fuera de sus fronteras. España se convierte en “la aliada natural y deseable” de Inglaterra. Aliada natural, porque la extensión de sus costas le obliga a tener buenas relaciones con la primera potencia naval. Aliada deseable, porque su posición geográfica entre el Mediterráneo y el Atlántico le da un gran valor estratégico. Con Francia existían relaciones amistosas. Si un día se rompieran, tenían en los Pirineos una cadena de murallas que la defendían frente a una agresión. La amistad con Francia e Inglaterra la salvaguardaban del riesgo de embarcarse en una aventura en el Norte de África, decisión que sería impopular. Todos los españoles querían buenas relaciones con estos dos países y un largo período de paz que permitiera al país explotar sus muchos recursos50. Francia apostaba por la estabilidad de España. Seguía con interés todo lo relacionado con ella51. Camille Barrère, el embajador en Roma, en una conversación privada, habló del acuerdo en curso. Añadió que se invitaría a Italia a asociarse. Si no lo hacía, habría de asumir sus riesgos. Estas palabras fueron comunicadas inmediatamente a Tittoni. ¿Cómo podría firmarse un acuerdo sobre el Mediterráneo dejando fuera a Italia? ¿Por qué humillarla, marginándola de la negociación y forzando luego su adhesión a lo convenido? Barrère había sido siempre partidario de contar con Italia en todo aquello que afectaba a la seguridad y al equilibrio en el Mediterráneo. Eso explicaba la multiplicidad de acuerdos. Los había entre Italia y Francia, por un
Secret 70 Jules Cambon-Pichon, Berlín 28 abril, ib. 164-164. Tc 42 Paul Cambon-Pichon, 1 mayo, ib. 166. 50 Traducción mimeocopiada de este comentario, AAE NS E 41 115-116. 51 Cuando Aristide Rinaldini nuncio en Madrid dejó su puesto, Jules Cambon alabó su gestión. Había sido el último nuncio de León XIII en España. Su sucesor, designado por Merry del Val no continuaría esa línea. Ese cambio “ne saurait nous être indifférent dans l’état actuel de nos relations”. 72 Cambon-Pichon, 10 de mayo, AAE NS Saint-Siège 13 173174. Sobre el peso político del carlismo, “Note”, Rome 28 junio1907, ib. 177. Antonio Vico, hasta entonces nuncio en Bruselas, no será bien visto por sus conexiones con quienes no reconocían las instituciones. He recogido estas tensiones en Antonio Maura, un político liberal, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1995 y José María de Urquijo e Ybarra. Opinión, religión y poder Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1997. 48 49
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lado, y entre Inglaterra e Italia sobre Tripolitania. Sobre Marruecos tenían un acuerdo Inglaterra, Francia y España que afectaba a las costas vecinas a España. Todos ellos estaban abiertos y podrían adherirse las demás potencias. Era clara la preocupación inglesa por salvaguardar Gibraltar. Nada se sabía de las conversaciones de Eduardo VII con Alfonso XIII y con Víctor Manuel III52. Las relaciones Francia e Italia no pasaban ahora por su mejor momento vistas desde Londres. El debate de los ministros de las potencias en Tánger para ejecutar lo aprobado en Algeciras ofreció la oportunidad de verificar el compromiso entre Italia y Francia tras la firma de los acuerdos sobre Tripolitania y Marruecos. Paul Cambon creía que el gobierno de Roma tenía que apoyar al suyo en Marruecos. No compartía esa interpretación Antonino di San Giuliano, el embajador italiano en Londres: la letra del pacto decía claramente que se obligaban a no oponerse a la acción de la otra parte en Marruecos o en Tripolitania53. Algunos diarios de Londres publicaron que existía una alianza naval España-Inglaterra y una entente de las dos con Francia e Italia para el mantenimiento del statu quo en el Mediterráneo. Inmediatamente el Foreing Office, a través de un diario oficio, desmintió la noticia. Con ella se reanimaba el sentimiento anglófobo, desencadenado tras el matrimonio del Rey con la princesa Victoria Eugenia de Battenberg. Una alianza en el Mediterráneo que excluyera a Austria-Hungría ocasionaría a Inglaterra “serious discord”, pues en Viena lo juzgaría “an insult and a provocation”. Ese hecho negaría las buenas relaciones que existían entre las dos monarquías. En Berlín lo entenderían como un atentado contra un miembro de la Triple Alianza54. La Conferencia de Algeciras probaba la fragilidad de una alianza exclusiva para una acción común55. En mayo de 1907
La noticia podría supone que en el ministerio de Asuntos Exteriores de Roma conocían la clave de las comunicaciones entre París y su embajada en Italia. El encargado de negocios de Italia en Londres, conde Bosdari, habló de este asunto en el Foreign Office. Secret 144 Cambon-Pichon, Londres 24 abril 1907. Comunicado a Barrère, este desmintió que hubiera hablado del asunto salvo con su colega inglés. Tc 100 Pichon-Barrère et 141 Barrère-Pichon, 25 et 26 abril, AAE NS E 41 153-154, 155 y 159. 53 803/310 A. di San Giuliano-Tittoni, Londres 27 de mayo de 1907, ASD DDS XL/14 433. 54 Este razonamiento, que situaba a Austria-Hungría en el centro del argumento para negar el hecho, mencionaba el papel de la Reina madre en la política española. Nadie debería olvidar que era una archiduquesa austriaca. “A Phanton League”, Daily Graphic, april the 26, 1907. 55 El embajador en Londres envió el texto de este desmentido. 149 Cambon-Pichon, 26 abril 1907, AAE NS E 41 161. 52
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se hablaba de un acuerdo franco-noruego. Eduardo VII no buscaba el enfrentamiento con Alemania. Su objetivo era mantener la paz, coincidiendo con el gabinete liberal que gobernaba en esos momentos en Londres56.
3. Las notas del 16 de mayo El 14 de mayo existía ya un texto definitivo para la nota hispano-francesa, convenido en Londres “Animé du désir de contribuer par tous les moyens possibles à la conservation de la paix et convaincu que le maintien du statu quo territorial et des droits de la France et de l’Espagne dans le Méditerranée et dans la partie Atlantique qui baigne les côtes de l’Europe et de l’Afrique doit servir efficacement à atteindre ce but, tout en étant profitable aux deux nations qu’unissent d’ailleurs les liens d’un amitié séculaire et la communauté des intérêts: Le gouvernement de la République désire porter à la connaissance du gouvernement de Sa Majesté Catholique la déclaration dont la teneur suivant avec le ferme espoir qu’elle contribuera non seulement à affermir la bonne entente qui existe si heureusement entre les deux gouvernements, mais aussi à servir la cause de la paix. La politique générale du gouvernement de la République Française, dans les régions sus indiquées, a pour objet le maintien du statu quo territorial, et, conformément à cette politique, ce gouvernement est fermement résolu à conserver intacts les droits de la France sur ses possessions insulaires et maritimes situées dans les dites régions. Dans les cas où se produiraient des nouvelles circonstances qui, selon l’opinion du gouvernement de la République française, seraient de nature à modifier le statu quo territorial actuel, ce gouvernement entrera en communication avec le gouvernement de Sa Majesté Catholique afin de mettre les deux gouvernements en état de se concerter s’il es jugé désirable, sur les mesures à prendre en commun”57.
El gobierno inglés deseaba publicarlo. En Madrid temían que Alemania creyera que iba contra ella. Para obviar ese sentimiento, podría comunicarse a Berlín el contenido de esas dos notas antes de que se publicaran. La suge14 Villaurrutia-Allendesalazar, mayo 1907, Cartas al ministro de Estado…42-43. Anexo a secret 166 Cambon-Pichon, 14 mayo, AAE NS E 41 191-192. Texto enviado a León y Castillo, ib. 199. Una copia, ib. 67 71. La forma de rúbrica y el procedimiento para comunicarlo así como la declaración de Cartagena (15 de mayo de 1907). José Manuel Allendesalazar, La diplomacia española y Marruecos… 52-60. 56 57
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rencia de Paul Cambon fue aceptada en París y en Londres, aunque Hardinge creía que debía hacerse también esa notificación a Italia y Austria-Hungría58. La comunicación de Grey a los embajadores de Inglaterra estaba concebida en los mismos términos59. De ese modo se invalidaba lo que pretendía evitarse con la firma de dos notas distintas: la sensación de haberse formado una alianza formal. Esa decisión podría afectar al contenido de la nota franco-británica60. Quedaba tiempo hasta agosto, pues Grey sólo publicaría el documento en caso de que se lo exigieran los Comunes61. El intercambio de notas tendría lugar al mismo tiempo en París y Londres el 16 de mayo62. Debería comunicarse a Austria e Italia, potencias mediterráneas. Y pasadas 24 horas, se informaría a Berlín y San Petersburgo63. 58 Tc 106 Pichon-Cambon et tc 51 Cambon-Pichon, 13 y 14 mayo, AAE NS E 41 183 y 186. Las sugerencias para ese acto, ib. 189-190. Parece que se opuso el Rey Eduardo. Toda una señal de la desconfianza de la corte hacia Berlín, secret 176 Cambon-Pichon, 17 mayo, ib. 210-211. La indiscreción del diario Messidor, reproduciendo de una correspondencia de Roma, sobre una “véritable alliance défensive” entre las tres naciones, fue desmentida, Circular a Berlín, Roma y San Petersburgo. Texto impreso, ib. 307 y DDF II/XI, París 1950, 45. La reacción provocada por la publicación hecha en el diario francés, ib. 42, 10-11. El desmentido del ministro de Estado a la noticia del diario, telegrama cifrado a León y Castillo. 14 de junio, AMAE H 1536 59 Tc secret 76 Cambon-Pichon, 8 junio, AAE NS E 41 264-265. 60 Tc 97 et 98 Pichon-Paul Cambon, 4 et 5 mayo, ib. 172 y 174. Todo esto ¿era una maniobra de León y Castillo? Tc 46 et 47 Paul Cambon-Pichon, 6 mayo, ib. 175-176. 61 Podría tener lugar esa demanda durante el debate del presupuesto del Foreign Office a finales de julio. Tc secret 48 Cambon-Pichon, 9 mayo, ib. 180. 62 El texto está publicado por Rafael Gay de Montellá, Secretos de Historia contemporánea (1870)-1914), Barcelona 1944, 197-199. Texto ha sido editado en DDF II/X, n. 498, British Documents VII, nn. 39-40. Texto español en Antonio Niño, “Política de alianzas y compromisos internacionales para la “regeneración” internacional de España, 1898-1914”, La política exterior de España en el siglo XX, Javier Tusell, Juan Avilés y Rosa Pardo (editores), Madrid 2000, 492. Tc 55 et secret 168 Cambon-Pichon, 16 mayo, AAE NS E 41 196 y 201. Texto en español firmado por Villaurrutia y texto inglés, ib. 198 y 202. La “Aide-mémoire” de Grey y Paul Cambon, ib. 204-206. La explicación de esta fórmula, secret 176 Cambon-Pichon, 17 mayo, ib. 210-211. Allendesalazar habría preferido que el acto se celebrara en Madrid. Secret 75 Daeschner-Pichon, 17 mayo, ib. 209. Pasados unos días mostró su apetencia de comunicarlo a las Cortes, Tc conf 120 Daeschner-Pichon, 15 junio, ib. 42 1. 63 Esa fue la opinión de Charles Hardinge, acogiendo la iniciativa francesa de adelantarse a posibles indiscreciones. Tc 119-120 Pichon-Cambon, 27 mayo, y respuesta tc secret 59 et 60 et 60 bis Cambon-Pichon, 27 et 28 mayo, ib. 216-218 y 220-221. La posibilidad de que León y Castillo rompiera el secreto, tc secret 111 Daeschner-Pichon, 29 mayo, ib. 225. Bunsen creía que esa acusación procedía de su colega en París. Secret 82 Daeschner-Pichon, 1 junio, ib. 236. La postura española, comunicación simultánea a las cuatro potencias y hecha por los embajadores de los tres signatarios. Tc secret 63 Cambon-Pichon, 30 mayo, ib. 228.
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Tras varias alternativas, se decidió en Londres que los tres gobiernos comunicaran a las potencias copia de las notas firmadas, pero manteniendo su carácter confidencial. Ese acto debería celebrarse el 15 de junio. En cuanto a Alemania e Italia, se subrayaría que estos acuerdos no afectaban al statu quo territorial. Los ingleses dejaban manos libres a Francia para comunicar el acuerdo a Rusia de la forma que juzgara mejor64. El 6 de junio enviaba Pichon una circular a los representantes diplomáticos de Francia en Viena, San Petersburgo, Roma, Berlín, Washington, Tokio65 y Lisboa66. Había algo más. Este acuerdo estaba ligado a los firmados en 1904 y 1905. Francia podría estar segura del apoyo de Inglaterra en caso de que Alemania adoptara, como hizo entonces, un tono amenazante67. La comunicación de la nota a las dos potencias interesadas en el Mediterráneo se hizo el 12 de junio “con carácter oficial”, pero sin autorizar su publicación. Francia la entregó a Rusia con “carácter oficioso y secreto”. Iswolsky, ministro ruso de Asuntos Exteriores, temía que este tejido de convenciones, creado en los últimos tiempos, aun teniendo como objetivo la paz, la hiciera imposible. Pues apenas dejaban lugar a que alguna potencia quedara fuera de cualquier conflicto localizado. Fuere como fuere, pequeño o grande, pondría en marcha una cadena de solidaridad. Lo consideraba una especie de sindicatos de naciones. La mejor respuesta a esta objeción, el recuerdo de las dos alianzas que constituían el sistema de paz en Europa. España, tal como había indicado de una manera un tanto enfática Allendesalazar, servía entre vínculo entre las otras dos partes signatarias68. 64 Tc secret 69 Cambon-Pichon, 5 junio, ib. 242. El gobierno francés no estaba a favor de la publicidad del acto del 16 de mayo. La comunicación a las potencias se hacía para frenar el deseo de Grey de entregar el documento al parlamento inglés. Tccopia s.n. Pichon-Cambon, 7 junio, ib. 259. 65 El ministro ruso de Exteriores no entendía por qué se comunicaba esto a Japón. No quería que supusiera una intromisión de aquel imperio en los asuntos europeos. 54 BompardPichon, 15 junio 1907, AAE NS E 42 18. 66 Minuta y texto mecanografiado, ib. 242-252, con las advertencias para Berlín, Roma y San Petersburgo. Texto impreso, ib. 257-257. Texto editado en DDF 2e série/XI, París 1950, 28-30. La de Grey a los embajadores de Inglaterra estaba concebida en los mismos términos. Tc secret 76 Cambon-Pichon, 8 junio, b. 264-265. 67 Grey, a preguntas del embajador Cambon, dijo “que les nouveaux accords n’étaient pas que le compliment des conventions de 1904, que les engagements pris pour le Maroc s’appliquaient aux arrangements actuels et que la Gouvernement britannique se considérait comme lié avec nous au même temps qu’avec l’Espagne”. Tc secret, copia s.n. Cambon-Pichon, 8 junio, ib. 266. Esta misma posición se la confirmó al ministro el embajador inglés en París, Francis Bertie. Tc copia s.n. Pichon-Cambon, 22 de junio, ib. 42 98-99. 68 54 Bompard-Pichon, 15 junio 1907, AAE NS E 42 18-19. Se envió copia a Londres, Berlín, Viena, Roma y Madrid. En la siguiente entrevista, Iswolsky llamó a los acuerdos “cette nouvelle alliance”, cuya utilidad no estaba clara. 61 Bompard-Pichon, 27 de junio, ib. 114.
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A Italia se le pedía que, si Alemania preguntara por el alcance del acuerdo, respondiera: Francia aseguraba sus comunicaciones con Argelia y Senegal; el Reino Unido, con Gibraltar, y España, el mantenimiento de sus posesiones en el Mediterráneo y el Atlántico tal como están69. Fue eso lo único que dijo el ministro de Estado, al debatirse el Discurso de la Corona en el Congreso y en el Senado70. Tittoni lo comunicó así a los embajadores en Berlín, Constantinopla, Londres, Madrid, Paris, San Petersburgo, Tokio, Viena y Washington que los embajadores de Francia y del Reino Unido y el encargado de negocios de España le habían informado del intercambio de notas del 16 de mayo: se comprometían a garantizar sus posesiones en el Mediterráneo y en el Atlántico71. En Berlín, el subsecretario de Asuntos Exteriores, von Muhlberg, destacaba que la nota no establecía una garantía recíproca, sino un compromiso de cada una de las partes sobre el statu quo territorial existente. Francis Lascelles destacó el valor moral que tenía el acuerdo. Las posesiones inglesas no necesitaban ser defendidas por España, pero se conseguía que aceptara la presencia de los ingleses en Gibraltar72. Ese comentario hacía sospechar que la iniciativa había venido de Londres y no de Madrid. Jules Cambon creía que el acuerdo había sido el resultado del encuentro de Alfonso XIII y Eduardo VII en Cartagena. Era evidente para el embajador francés en Berlín el interés de su país para no quedar fuera de ese acuerdo. Paul Cambon mencionó la defensa de Canarias como uno de los objetivos de España73. Se había elegido este momento para comunicar las notas, porque no existía conflicto alguno en el Mediterráneo y eso favorecía la confianza sobre las intenciones de los signatarios74. 69 Allendesalazar- León y Castillo, 6 y 10 de junio. Esta misma comunicación descifrada y con la indicación “descifre Vuecencia” se envió a Viena, Berlín y San Petersburgo…Un resumen del acuerdo también cifrado, 12 de junio. La comunicación se amplió luego a Alemania, Austria-Hungría, Estados Unidos y Japón, AMAE H 1536. 70 Cada parte contratante está dispuesta a conservar el statu quo y se obliga a “comunicarse con los otros, si las circunstancias lo exigiesen, para tomar en común las disposiciones precisas”. Respuesta a los diputados Garay y Vega Seoane y al senador Esteban Collantes. Tc a León y Castillo y al encargado de negocios en Londres, 17 de junio, AMAE H 1536. Traducción del telegrama enviado a León y Castillo, 17 de junio, y tc 122 Daeschner-Pichon, 18 junio, AAE NS E 42 40-41 y 56. 71 T. 1000 Tittoni, Roma 16 junio1907, ASD DDS XXXIV/10 181. El texto en español, francés e inglés, ib. 185-187. El mismo 16 de junio, se le entregaba el texto al embajador de Italia en Madrid. 625/343 G. Silvestrelli-Tittoni, ib. 189. 72 Una mención a Gibraltar y a la exigencia patriótica de no pactar nada que suponga reconocer la soberanía inglesa, intervención de Miguel Villanueva Gómez, ex ministro de Marina con Montero Ríos, DS/C 41( 3 julio 1907) 890-893 73 910/351 Pansa-Tittoni, 17 junio, ASD DDS XXXIV/10 191-192. 74 646/357 Silvestrelli-Tittoni, 22 junio, ib. 193.
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¿Qué significaba que Alemania hubiera quedado fuera? La prensa nacionalista lo valoraba como paso más en el deseo de aislar a su país. No era así. Jules Cambon aseguró a von Muhlberg que Francia había entrado en el acuerdo, porque afectaba a una zona de importancia vital para ella75. Para este, las circunstancias en que se había publicado el texto daba argumentos a quienes veían segundas intenciones. Por eso habría que haber procedido de otro modo. Estas observaciones revelaban, según Pansa, que Alemania no podía quedarse indiferente ante un acto que se sumaba al pacto anglo-japonés del año anterior. Se había formado una “nueva tríplice alianza occidental”, para seguir aislando a Alemania76. Faltando a la discreción, Polo de Bernabé, entonces embajador en Berlín, recordó que en 1898, durante la guerra hispano-norteamericana, y siendo subsecretario de Estado, a las órdenes del duque de Almodóvar del Río, Drummond Wolff propuso un pacto garantizando el statu quo territorial. Para España significaba ahorrarse la preocupación por la defensa de Canarias y Estrecho, y para el Reino Unido, el reconocimiento español de su presencia en Gibraltar. Ese dato quitaba al acuerdo cualquier referencia hostil para Alemania. Para Polo de Bernabé era ahora el mejor momento, ya que nadie amenazaba ahora las Canarias77. En Austria, el barón de Aehrenthal no veía las razones para ese acuerdo. Nadie amenazaba a España en el Mediterráneo y los acuerdos de la Conferencia de Algeciras, estableciendo el principio de puertas abiertas, había fijado la posición de cada potencia en Marruecos y todas estaban dispuestas a cumplir sus deberes. Estaba convencido de que ese acto miraba hacia Alemania y eso explica la reacción de su opinión78. Había que publicar los documentos para evitar exageraciones79. La decisión era inevitable después de la noticia aparecida en Messidor80. ¿Cómo es-
75 Pichon, también quiso tranquilizar a Alemania, que pensaba que se ocultaba algo, porque ese acuerdo era innecesario después de los que se firmaron en abril de 1904. 76 Esa fue la interpretación de la prensa de Estados Unidos. 1707/461 G. C. MontagnaTittoni, Washington 24 junio, ib. 203. 77 939/370 Pansa-Tittoni, 22 junio, ib. 195-196. 78 El embajador alemán en Viena, conde Wedel, creía que el acuerdo era ambiguo en cuanto a sus fines y resultado un gesto poco amistoso hacia su país. Veía también un intento de separar a Italia de sus dos aliados. No era una política que favoreciera la paz. 1395/637 Avarna-Tittoni, 22 junio, ib. 198-198. 79 La decisión de hacerlo el 24 de junio la comunicó el embajador inglés en París a Stéphen Pichon el día 20, AAE NS E 42 85. 80 Esa era la opinión del conde Mühlberg, subsecretario de Estado para Asuntos Exteriores de Alemania. Tc 86 et 118 Jules Cambon-Pichon, 16 junio, ib. 42 20 y 34.
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taba reaccionando Alemania?81 ¿Le urgía saber quién había tomado la iniciativa? Pansa, el embajador de Italia en Berlín, dijo al conde Mühlberg, subsecretario de Estado para Asuntos Exteriores, que sin duda habría sido España. Mühlberg destacaba que los ingleses habían conseguido que España aceptase abandonar Gibraltar a su dominio. Había dos cosas importantes en este comentario. La primera latente, las ganas de Alemania de no quedarse fuera de los acuerdos entre las potencias82. Acogería bien una propuesta de Francia. La segunda, el argumento que utilizarían en Madrid los enemigos del acuerdo83. Tras estas primeras reacciones, en Berlín vieron la situación con más calma. Bülow comentó a Francis Lascelles, embajador inglés: los franceses desean que Inglaterra tenga las mejores relaciones con Alemania. Lascelles replicó: Inglaterra desea que Alemania esté en las mejores relaciones con Francia84. En Madrid, el ministro de Estado reveló el contenido del acuerdo respondiendo el 17 de junio a Garay y Vega Seoane en el Congreso y al senador conde de Esteban Collantes La impresión del discurso de Allendesalazar fue excelente85. El 17 de junio, aparecían unas declaraciones del ministro Stéphen Pichon y del embajador Fernando León y Castillo. Aquel entregó el texto de las instrucciones contenidas en su circular del 6 de junio. León y Castillo recordaba que los de 1904 y 1905 demostraron la posibilidad de lle-
81 La prensa norteamericana juzgaba que lo convenido iba dirigido contra Alemania. Y aceptaba el concepto de Triple Alianza, acuñado por el Messidor. Alemania quedaba aislada. “Treaties aimed at Germany... French Foreign Minister and Spanish Ambassador, in Interviews, give details of Triple Alliance: june, the 17 1907”. Un resumen, 74 Jusserand-Pichon, 18 junio1907, AAE NS E 42 71. 82 La Bolsa de Berlín tuvo el 22 de junio una caída cuando un artículo de la Kölner Gazette, que recibía su inspiración de la Cancillería, subrayó que los acuerdos, aun no yendo contra Alemania, como había dicho la prensa norteamericana, se habían hecho sin ella. Tc 101 Cambon-Pichon, 22 de junio, ib. 94. El conde de Mühlberg dijo al ministro holandés en Berlín que le preocupaba más el secreto y el espíritu que el contenido de los acuerdos. 132 Cambon-Pichon, 23 de junio, ib. 102. 83 Tc 93 et 124 Jules Cambon-Pichon, 17 junio, ib. 36 y 54-55. 84 Tc 98 Cambon-Pichon, 19 de junio, ib. 42 74. El canciller “affectait pour le moment de ne pas y vouloir voir (dans les ententes espagnoles) autre chose que ce que nous déclarons y être: une assurance pacifique”. Tc Croizer-Pichon, Viena 21 de junio, ib. 88. Esta comunicación se transmitió ese mismo día a Londres, San Petersburgo, Berlín, Roma, Madrid y Washington, ib. 90-91. 85 DS/C 28 (17 junio 1907) 544-45. Comentario en Tc 122 Daeschner-Pichon, 18 junio, ib. 57. Este despacho se envió el 19 de junio a Londres, Viena, Berlín, Roma y San Petersburgo, ib. 76. Cuando el 25 de junio, tal como estaba pactado, el ministro presentó los documentos en las Cortes, todos se alegraron por lo conseguido. 99 Révoil-Pichon, 29 junio, ib. 125127.
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gar a acuerdos en todos los puntos en que habían intereses comunes. Por eso lo convenido en mayo era una manera de “généraliser cette entente”86. El 5 de julio Stéphen Pichon expuso en la Cámara, respondiendo al diputado Denys Cochin, detalles de la negociación, contenido de los acuerdos y comunicación hecha a los gobiernos extranjeros87. Pasadas unas semanas, Pichon, de visita en Madrid, manifestaba su seguridad de que los acuerdos se ejecutarían sin problemas. Con Maura habían hablado de Marruecos. Los ministros de los dos países en Tánger cooperarían, pues los intereses y los puntos de vista de los dos gobiernos eran idénticos88. ¿Era una situación grave este pacto que forjaba un bloque occidental o se trataba de una aprensión de Alemania?89 Alfonso XIII había comentado al agregado militar de España en París que el Reino Unido se había comprometido a desembarcar en Francia 200000 soldados en caso de guerra. Eso descubría la existencia de una entente militar entre los dos países. España aportaría sus bases navales y su ejército90. Por eso se comprometió a mejorar sus puertos y arsenales y a construir una escuadra. Maura lograría que las Cortes votaran el 7 de enero de 1908 su proyecto de ley de Reformas Navales91. Lo convenido en Cartagena introducía a España en la “política imperialista y resueltamente anti-alemana de Eduardo VII”. Esa era la conclusión
86 Georges Villiers, “Propos diplomatiques”, Le Temps, 17 junio 1907, 1. Henry de Jouvenel, “Des garanties nouvelles pour la France”, Le Matin, 17 junio 1907, 1. Todo esto sucedía al hilo de la revelación hecha en Messidor. Para Jules Cambon ese acto venía a contradecir las instrucciones que habían recibido los agentes de Francia en el extranjero. Era lamentable. 121 Cambon-Pichon, 17 junio, AAE NS E 42 53. 87 Un dossier, resumen de la negociación, texto mecanografiado, 10 abril 1912, AAE NS E 42 202-203. 88 El viaje, que iba a prolongar dos días más de lo previsto, confirmaba la línea seguida antes por Jules Cambon y continuada por Révoil. El Rey deseba que hubiera una comunicación fluida entre los dos presidentes del consejo. Tc s.n. la copia, Pichon-Président du Conseil, Madrid 9 enero 1908, AAE NS E 42 204-205 89 Las declaraciones de Manuel Allendesalazar, ministro de Estado, en el debate que tuvo lugar en el Congreso el 3 de julio, revelaban que todo se reducía a dos “notas anodinas”. 707/389 Silvestrelli-Tittoni, 5 julio, ib. 201. 90 El encargado de negocios en París aportaba un elemento nuevo: de momento Alemania no tenía posesiones en el Mediterráneo, sino sólo intereses comerciales. Por eso ahora le preocupaba más el acuerdo entre Inglaterra y Japón. A largo plazo la situación podría ser muy diferente. 1843/769 C. Aliotti-Tittoni, Paris 26 junio, ASD DDS XXXIV/10 199-200. 91 A partir de agosto se inician una serie de gestiones para que el contrato se otorgue a un grupo francés, que estaría dispuestos a “una sociedad española”, si se le exigiese esa condición. Révoil expuso dos razones: la exclusión de Francia molestaría a la opinión de su país y quedando solo el Reino Unido, sus condiciones serían más duras. En noviembre intervinieron el presidente del consejo y el presidente de la República. Las comunicaciones de León y Castillo con el ministro de Estado, 19 agosto, 11, 17 y 24 de noviembre, AMAE H 1536.
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que sacaba la prensa alemana. El Reino Unido era aliado de Japón en Asia. Tenía una alianza con Francia y un acuerdo con Rusia. Estaba unido a Italia y a España, a la que estaba ayudando a construir una flota. Todas esas maniobras, descartando como posible enemigo a Estados Unidos, no podían dirigirse más que contra Alemania, que se hallaba entonces sin acuerdo alguno con España, Japón, Estados Unidos, Francia o Rusia. Maura reconoció en 1915 que lo acordado en Cartagena era “el reflejo de... un conjunto de realidades incoercibles, imperativas, evidentes”92. Frente a quienes creían en la existencia de una convención militar, el senador Díaz Moreu manifestó el 10 de julio que la situación militar de España descubría el verdadero alcance de los acuerdos: Francia e Inglaterra se comprometían a protegerla. El ministro de la Guerra reconoció las deficiencias de la defensa española. Maura y Allendesalazar se limitaron a confirmar que no existían acuerdos secretos. Todo estaba contenido en las notas publicadas.
4. La reanudación de la solidaridad con las naciones liberales Hechas las elecciones el 21 de abril de 1907 e inauguradas las sesiones el 13 de mayo, el gobierno presentó un programa de reformas. Las más importantes, la de la ley electoral y la de la administración local. Anunció una reorganización de la Marina. Guillermo de Osma, ministro de Hacienda, incluía en los nuevos presupuestos también una serie de medidas. El de Gracia y Justicia, Juan Armad y Losada, marqués de Figueroa, presentaba su reforma de la justicia municipal93. El gobierno se presentaba en las Cortes con una importante decisión, que daba continuidad a lo que el año anterior había supuesto la Conferencia de Algeciras y la actuación solidaria en ella de los firmantes de los acuerdos de 1904. Las notas intercambiadas unas semanas antes, siendo formalmente de menor rango, aseguraban mancomunadamente “el mantenimiento del statu quo territorial y de los derechos de España, de la Gran Bretaña en el Mediterráneo y en la parte del Atlántico que baña las costas de Europa y de África”94.
Rafael Gay de Montellá, Secretos de Historia contemporánea…128-135. La buena acogida por parte de la opinión, 92 Daerschner-Pichon, 10 de junio, AAE NS Espagne 3 319-321. 94 José María Jover, “La percepción española de los conflictos europeos” en España y la política internacional. Siglos XVIII-XX, Madrid 1999, 249. 92
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En abril de 1915, Romanones pronunció un discurso en Mallorca. Recordó la decisión del gobierno presidido por Maura en 1907. Su objetivo, defender la permanencia de Baleares y Canarias bajo el la soberanía de España. Cuando en 1913 hubo una revista naval en Cartagena, como cierre de la visita del Presidente de la República Francesa a España y de Alfonso XIII a París, el entonces presidente del consejo, quiso ratificar lo que se hizo seis años antes y en el mismo sitio. El Mediterráneo orientaba la política exterior de España y marcaba sus necesidades militares y navales. España debía poseer el norte de Marruecos. El acuerdo entre los dos partidos ministeriales, mantenido desde 1904 “revelaba una voluntad política de entendimiento con Inglaterra y Francia”. Días más tarde, Maura, en su discurso en el Teatro Real, recordaba la buena acogida de los acuerdos de Cartagena. La razón: “no fueron una teoría; no necesitaban ser un deseo; eran el reflejo de unas realidades, de un conjunto de realidades incoercibles, imperativas, evidentes”. Por su posición, en el Mediterráneo occidental, España tenía una comunidad de intereses con esos dos países95. En menos de diez años se había pasado de la “moral de la derrota”, de la amenaza de que se consumara un “finis Hispaniae”96, a una alianza que, más allá del carácter del documento en que se formalizaba, implicaba una garantía territorial. Era el final del aislamiento, cumpliendo las condiciones señaladas, según hemos visto ya, por Javier Rubio y ha apuntado Jover. Los acuerdos de Cartagena cierran la etapa de inseguridad desencadenada por la redistribución colonial abierta en 1898 y el contencioso con el Reino Unido por las fortificaciones frente a Gibraltar. Normalizaron “la situación de España en su contexto europeo”, cerrando un siglo, que denunciaba la inexistencia de auténticos hombres públicos, de una opinión pública, ilus-
95 Los antecedentes y los acuerdos así como la situación naval y militar en el Mediterráneo, R. Gay Montella, Valoración Hispánica del Mediterráneo, Madrid 1952, 164-230 y 273278. 96 Rosario de la Torre, Inglaterra y España en 1898, prólogo de José María Jover, Madrid , Eudema 1988. “Los acuerdos anglo-hispano-franceses de 1907: una larga negociación en la estela del 98”, Cuadernos de la Escuela Diplomática 1 (1988) 81-104. “La crisis internacional de 1898: aproximación historiográfica y estado de la cuestión”, Portugal y España en la crisis de en tres siglos (1890-1918), Hipólito de la Torre y Juan Carlos Pereira (editores), Centro Asociado de la UNED, Mérida, 2000, 139-155. “La seguridad del área del estrecho de Gibraltar como condicionante de la política exterior española en la crisis de 1898”, El Caribe y América Latina: el 98 en la coyuntura imperial, M. T. Cortés, Consuelo Naranjo y J. A. Uribe (coordinadores), Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, 1998, tomo 1, 47-73.
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trada y consciente, y de una sociedad insuficientemente desarrollada e injusta en el reparto de la riqueza. En Cartagena, el Reino Unido, Francia y España se comprometen a garantizar el statu quo en la región del Estrecho. Para preservar la dignidad de España, evitando cualquier apariencia de tutela, se convino “no enajenar soberanía”. Si eso sucediera, las otras partes intervendrían para evitar ese cambio. Si sucediera una pérdida de territorio por agresión ajena, las firmantes se comprometían a auxiliarse frente al agresor. Los acuerdos de Cartagena cierran el paréntesis que supuso, por motivos dinásticos, la orientación de España hacia la Triple Alianza. Posiblemente fue esta otra manifestación más de la independencia de Maura para elegir lo que juzgaba mejor para España. A menos de diez años pudo comprobarse la coherencia de su posición ante la guerra con Estados Unidos. Eso benefició igualmente a la Corona. Resultado de esta opción fue que la figura de Alfonso XIII apareciera en Europa, ligada a Francia, por los acuerdos en Marruecos, y al Reino Unido por su matrimonio, por la simpatía a hacia sus formas de vida, y, en el plano institucional, por “la necesidad ineludible de que sea la marina británica la que defienda el considerable potencial estratégico de unas costas, unas islas y unas plazas de soberanía que carecen, en sí mismas, de medios de defensa”. Fue este el primer aspecto de “la diplomacia de Alfonso XIII”. Estaba el rey seguro de la capacidad defensiva de España en el espacio terrestre para sostener su neutralidad. Por eso no consideraba indispensable un acuerdo a tres que incluyera a Francia. Hacerlo duplicaría las posibilidades de que el país se viera envuelto en una contienda que le fuera ajena. Su proyecto se resume así: que Inglaterra pueda utilizar los puertos y arsenales españoles en tiempos de guerra a cambio de la defensa de sus costas frente a los ataques de otras potencias. Si se incluye en el triángulo occidental al Reino Unido, Alemania y Francia, según el rey, le bastaba a España la marina de guerra inglesa para asegurar su integridad territorial en el eje Canarias-Baleares. En Marruecos estaba unida a Francia, como asociada y competidora. Con Alemania era suficiente una relación bilateral, atenta a que Berlín no consiguiera “separar a España de la Entente”. Este análisis deja resuelta la opción a tomar: alianza con Inglaterra impuesta por su poderío naval. Su marina sería su defensa mientras se ejecutara la reconstrucción de la Escuadra y fuera capaz de “colaborar” en la defensa de las costas españolas. “El neutralismo de Alfonso XIII tiene, pues, unas fronteras muy claras: no a un compromiso continental, recogiendo una orientación surgida tras la guerra de independencia. La defensa de las costas y territorios extra-penin-
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sulares con la alianza inglesa. En Marruecos, reparto (1904) y firma de los acuerdos de Algeciras que contradicen lo pactado dos años antes. En Portugal, una intervención en caso de que hubiera que frenar la revolución, dejando abierta la puerta a una posible unidad ibérica97. Pienso que el Acta General de Algeciras no contradijo los acuerdos de 1904. Les proporcionó legitimidad internacional y hubiera librado a España de la guerra en Marruecos, si lo que allí se aprobó se hubiera respetado y el Sultán hubiera sido capaz de mantener su soberanía, asegurando a las naciones signatarias de aquel compromiso que Marruecos seguiría como Estado independiente. Cumplía Maura los propósitos de Silvela. Ante las nuevas Cortes, podía decir que “había cubierto un programa internacional de indudable interés”. Su puesta en escena, la entrevista en Cartagena de Alfonso XIII con Eduardo VII, fortalecía un acuerdo político, “prenda de garantía y seguridad para una España indefensa navalmente desde el Desastre”. Seguridad e integridad territorial, ejes de la política exterior, fueron un punto de consenso entre conservadores y liberales, entre dinásticos y antidinásticos. La ejecución de lo acordado en Cartagena tendrá su proyección legislativa en “Ley de Organizaciones Marítimas y Armamentos Navales”, aprobada el 27 de noviembre. Aquella “sesión gloriosa”, “marca, posiblemente, la culminación política de Maura. La mayoría conservadora estaba agrupada en torno al “programa regenerador” del presidente del consejo. La perspectiva de una larga etapa conservadora serviría para animar los esfuerzos dentro de los liberales, que culminaría en el bloque de izquierdas98.
97 José María Jover, “Caracteres de la política exterior de España” y “Después del 98. La diplomacia de Alfonso XIII”, España y la política internacional. Siglos XVIII-XX, Madrid 1999, 115, 119, 171, 191-198 y 202-210. Sobre la declaración, Enrique Rosas, “Las declaraciones de Cartagena (1907): significación en la política exterior de España y repercusiones internacionales”, Cuadernos de Historia Contemporánea 2 (1981) 231-250 y “Las relaciones hispano-británicas a comienzos del siglo XX: los caminos del entendimiento”, Revista de Estudios Internacionales I/3 (1980) 231-250 y el trabajo de Rosario de la Torre”Los acuerdos anglo-hispano-franceses de 1907: una larga negociación en la estela del 98”, Cuadernos de la Escuela Diplomática 1 (1988) 81-104. 98 Carlos Seco Serrano, La España de Alfonso XIII. El Estado, la política, los movimientos sociales, Madrid, Espasa-Forum 2002, 248-252, 118 y 136-137. La sesión de la aprobación de la Ley, DS/C 104 (27 noviembre 1907) 2977-2979.
VIII. COMBINACIONES EN TORNO AL MEDITERRÁNEO
La acogida dada a la Declaración de Cartagena no fue calurosa, pero tampoco crítica. El acuerdo, más el plan de reconstrucción de la Marina, buscaba “respetabilidad internacional”, con una condición: ni aventura militar ni guerra colonial que recordara la derrota de 1898. Aquellos años, para ser una potencia respetable, había que asumir compromisos. Cuando no bastaron los modos pacíficos para ser bien considerados, como sucedió en 1909, el apoyo de la opinión, el consenso de los partidos, saltó hecho añicos1. “La gran extensión de las cosas francesas y de las costas españolas, tanto en el Mediterráneo como en la parte del Atlántico que baña el litoral de Europa y África; la importancia de las posesiones insulares de España en estas regiones y la de nuestros dominios africanos han dado lugar (a los dos gobiernos) a considerar la importancia de una entente sobre los intereses comunes… El acuerdo logrado tiene por objeto no sólo el mantenimiento de un statu quo que, dada la proximidad de las posesiones respectivas, no podía ser modificado sin lesionar intereses especiales de las dos potencias, sino sobre todo, en lo que concierne más en concreto a Francia, afianzar la seguridad de nuestras comunicaciones con nuestras posesiones africanas del Mediterráneo y del Atlántico”2. De esta forma justificaba Stéphen Pichon la declaración del 16 de mayo. Presentado en la Cámara de Diputados el Livre Jaune sobre los acuerdos con España y el Reino Unido, la sensación era de tranquilidad. Nada habría que temer. Se trataba de una garantía recíproca sobre los respectivos territoJosé Manuel Allendesalazar, La diplomacia española en Marruecos, 1907-1909, Biblioteca Diplomática Española, Madrid 1990, 51-60. 2 Livre Jaune. Espagne 1907, Paris, Imprimerie Nationale 1907, doc. 1. Vid. Fernando María Castiella y José María de Areilza, Reivindicaciones de España, Madrid. Instituto de Estudios Políticos, 1941, 295. 1
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rios en e Mediterráneo occidental y en el Atlántico. “Esse non sono difafti che un complemento delle intese, già stabilite tra la Francia e l’Inghilterra e tra l’Italia e l’Inghilterra, allo scopo di definire la zona d’interessi tra le dette Potenze, che per la loro situazione svolgono un’azione costante e permanente sulle coste del Mediterraneo”. Faltaba un acuerdo con España, al que no se había podido llegar a causa de los cambios en su política interna. Vista la índole de los firmados con ella, no cabían recelos. Todos ellos tienen como fin mantener el equilibrio en el Mediterráneo conservando el statu quo territorial. Lo había entendido así Alemania. El acuerdo se consideraba en Berlín “un regolamento di pacifica convivenza tra gli Stati mediterranei in contatto”. Tratando de evitar equívocos y confrontaciones, servía a la paz3. Francia y España convenían “no sólo mantener un statu quo que, en razón de la proximidad de nuestras posesiones respectivas no podría ser modificado sin quedar lesionados los intereses esenciales de las dos potencias, sino, sobre todo, en lo que más particularmente concierne, aseguran nuestras comunicaciones con nuestras posesiones africanas del Mediterráneo y del Atlántico”4. El 31 de marzo se reunieron en Rapallo, cerca de Génova, Tittoni y el canciller Bülow. Había sido aplazada la entrevista dos veces. Había completo acuerdo entre los dos aliados en los temas internacionales del momento: la situación de la Triple Alianza, la Conferencia de La Haya y la situación en Marruecos y su relación con la política europea. La Triple Alianza había sido beneficiosa para las tres aliadas, facilitando las relaciones de Italia con Austria. En cuanto a la reducción de armamentos, querida por Alemania, Tittoni era escéptico sobre la eficacia de los pactos internacionales. En Marruecos, Italia no deseaba intervenir, salvo si se lo exigía su condición de signataria del Acta General de Algeciras5. Al hilo de los acuerdos de mayo de 1907, Austria tenía que plantearse la utilidad del suyo con Alemania. Según el embajador francés en Viena, existía entre los dos Imperios un pacto para que la flota alemana actuara en el Medi-
“Il Libro Giallo sull’accordo franco-spagnuolo”, Il Popolo Romano, 26 giugno 1907. Nota Circular del ministro de Estado, Manuel Allendesalazar, a los representantes de España ante los gobiernos signatarios del Acta de Algeciras, 16 de junio de 1907, texto en Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912), tomo II: De la crisis de la política Africana (1898) al protectorado de Marruecos (1912), Madrid 1966, 291. 5 36 Embajador en Roma-Allendesalazar, 1 abril 1907. Se envió copia confidencial al embajador en Berlín, 25 abril. La posición de España sobre el desarme, tc Allendesalazar al embajador en Roma, 5 abril, AMAE H 1623. 3 4
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terráneo junto a la de Austria-Hungría en caso de una guerra de ésta con Italia. Este dato era desconocido, pero Crozier juzgaba fiable la fuente que se lo había proporcionado6. La prensa alemana quiso presentar los acuerdos entre España, Francia y el Reino Unido como lesivos a sus derechos y una humillación a su condición de potencia mediterránea. Estos eran un “heureux complément” de los que existían entre Italia, Francia e Inglaterra7. Pasados unos días, quizás por indicación de Berlín, el barón de Aerenthal se sintió inquieto por lo pactado por España con Francia y con el Reino Unido. “La pierre lancée contre la maison de l’Allemagne est retombée dans le jardin de l’Autriche-Hongrie”. Necesitaba que Italia le ofreciera garantías. Estaba próxima una visita de Tittoni a Austria-Hungría8. Sería recibido por el Emperador en Ischl. Francia no tenía más que reiterar las explicaciones y seguridades ofrecidas a todos respecto al significado y alcance de esos documentos firmados el 16 de mayo9. Nadie debería engañarse. Los intereses de Italia y Austria en el Mediterráneo eran antagónicos. No era pensable un acercamiento austriaco a Francia, Inglaterra, España e Italia10.
1. Cambios en Rusia y sus relaciones con las otras potencias Uno de los pilares del equilibrio europeo, aceptado incluso por Alemania, la alianza Francia-Rusia, parecía entrar en crisis. La Nowoe Wremia, el periódico más leído en Rusia y portavoz a las clases más conservadoras, valoró críticamente la situación interna en Francia. Revelaba el deterioro en las relaciones entre las dos potencias aliadas, iniciado en 1906. Si hubiera un gobierno en Rusia capaz de romper la entente con la República Francesa, lo haría, pero era difícil ver qué ventajas le reportaría a su país. La raíz del Très conf 77 Crozier-Pichon, 20 de junio de 1907, AAE NS E 42 86. Tc 212 Camille Barrère-Pichon, 24 de junio, ib. 106. 8 El encuentro testificó la “amistad cordialísima” entre los dos gobiernos, que coincidían en el mantenimiento del equilibrio y del statu quo en Europa. La oposición crítico que se celebrara fuera de Roma. Tc Juan Pérez-Caballero-Allendesalazar, 16 julio 1907, AMAE H 1623. La actitud de la oposición puede explicarse por la susceptibilidad ante todo aquello que significara la no aceptación de que Roma era la capital del Reino de Italia. Era otro efecto de la cuestión romana. 9 85 y 85 (quizás errado en la numeración) Crozier-Pichon, Viena 2 y 4 de julio, tc 198 Pichon-Crozier, 11 de julio, AAE NS E 42 128 y 130. 10 En una conversación privada, Alfonso XIII creyó que sería bueno alejar a AustriaHungría de Alemania, atrayéndola a la esfera de las potencias con acuerdos en el Mediterráneo. Pensaba hablar de ello con el emperador Francisco José durante su viaje a Viena. El embajador francés creyó oportuno recordar que italianos y austriacos tenía intereses poco conciliables. Très conf 137 Révoil-Pichon, 20 de septiembre de 1907, ib. 42 149-150. 6 7
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acuerdo era el déficit financiero. Rusia necesitaba ahora más dinero para poder enfrentarse a la revolución interna y poner en marcha las reformas militares. Francia parecía no responder a esa demanda de nuevos créditos. Se abría la posibilidad de que Rusia se echara en manos de aquella potencia que la auxiliara para superar la crisis financiera. La Nowoe Wremia deseaba que fuera Alemania. Los banqueros alemanes eran muy prudentes y conocían la situación en Rusia. No se arriesgarían a entrar en una nación que parecía una “insaciable devoradora” del dinero que no tenía11. A pesar de que oficialmente las cosas no habían variado, porque el artículo no era oficioso, sin embargo, según el embajador de España en París, “parece evidente que hay disentimientos y displicencias… entre las dos naciones amigas y aliadas”. Veía la mano de Alemania. Por eso, aunque no era previsible una próxima ruptura, la alianza lleva “du plomb dans l’aile”12. Como había sucedido otros veranos Guillermo II y Nicolás II se vieron. Esta vez en Swinemünde, en la isla de Usedom o Uznam, en el Báltico, entre Polonia y Alemania, en la desembocadura del Oder. Asistieron al encuentro Alexander Iswolsky y Bülow. Fue iniciativa de Guillermo II dar carácter político a esta visita de cortesía. ¿Por qué aceptó eso el gobierno ruso? Para responder, bastaban dos hechos: la guerra ruso-japonesa y el movimiento revolucionario. Rusia firmó en agosto un acuerdo político con Japón para armonizar sus intereses en Asia. Alexander Iswolsky, ministro de Asuntos Exteriores, temía los ataques de los chauvinistas rusos. El acuerdo se comunicaría a las demás potencias13. La amenaza revolucionaria, influiría necesariamente en la política exterior rusa. El encuentro disgustó al Reino Unido y a Francia. En esos momentos estaba en San Petersburgo el general Lebrun, jefe del alto estado mayor francés. No debería descartarse que esa aproximación a Berlín tuviera consecuencias en el futuro14. El 18/31 de agosto de 1907 se firmó una convención entre el Reino Unido y Rusia. Su objetivo, prevenir cualquier malentendido en sus relacio11 488/173 G. Melegari-Tittoni, 12 de julio de 1907, DDS CXII 7. El anexo con la traducción italiana del artículo de Nowoe Wreemia, ib. 8-13. 12 440 León y Castillo- Allendesalazar, 25 de julio de 1907, AMAE H 1536. Aquí puede encontrarse una traducción del artículo, en Reservado 94 Conde de la Viñaza-Allendesalazar, 23 junio, y la Real Orden Circular 46, del 11 de julio. 13 T 68 Torretta-Tittoni, 14 agosto 1907 ASD DDS XXXIV/10 221. 14 Aunque desde el punto de vista de los dos gobiernos la cuestión polaca era un asunto interno, no convenía a Alemania que se llegara a un arreglo beneficioso para los nacionalistas polacos. 543/188 G. Melegari-Tittoni 1 agosto 1907, ASD DDS XXXIV/10 223-224.
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nes15. El texto firmado por Alexander Iswolsky y Arthur Nicolson, en San Petersburgo, se refería a Persia16, Afganistán y al Tibet17. Eduardo VII tuvo un papel decisivo. La opinión inglesa lo acogió con satisfacción. Era un acto dirigido, aunque de forma indirecta, contra Alemania. Londres quitaba a Rusia razones para acercarse a Alemania. Esa mejora de relaciones con Nicolás II reforzaba igualmente la alianza franco-rusa y proporcionaba a Inglaterra mayor libertad de acción en Europa y en el Oriente Próximo. Cuando se publicó el 26 de septiembre, la opinión inglesa se dividió. Los liberales temían que beneficiara al ala dura de la política rusa, en contra de los que buscaban reformas. Otros aseguraban que Rusia no cumpliría lo pactado. Había sucedido otras veces. Ganaba tiempo para fortalecerse. Las convenciones firmadas no habían servido. Los que estaban a favor recordaban que, pese a la derrota frente a Japón, el ejército ruso había demostrado su valor en la guerra con Persia. La zona de la que ambas se habían desinteresado podría pasar al control alemán, aunque sólo fuera en su condición de concesionaria del ferrocarril de Bagdad18. Era un acontecimiento anunciado ya en el discurso que Edward Grey pronunció en City en octubre de 1905, semanas antes de que regresara el partido liberal al gobierno. Dijo entonces que urgía y era deseable volver a una amistad recíproca entre los dos Estados. Los motivos de litigio pertenecían al pasado. Rusia debería recuperar su posición en Europa. Esta perspectiva se reforzó tras la derrota rusa frente a Japón. Convenía a Inglaterra concretarla en un acuerdo, a la vista de lo que había supuesto en 15 Texto francés, firmado por Alexander Iswolsky, ministro de Asuntos Exteriores ruso, y Arthur Nicolson, embajador inglés en San Petersburgo, DDS CXII 23-27. El texto fue entregado por los embajadores de Rusia y del Reino Unido en Roma, al ministro de Asuntos Exteriores Italiano el 24 de septiembre. Se regulaban en él los intereses en Persia, Afganistán y el Tíbet. Enviaba el texto de los tres acuerdos y su valoración del mismo el encargado de negocios en San Petersburgo, 673/233 Torretta-Tittoni, 30 de septiembre de 1907, ib. 37-38. 16 En Persia el conflicto interno amenazaba con la desintegración del país y, como efecto lógico, la pérdida de la independencia. Por eso la convención despejaba la sospecha de que una de las dos potencias se aprovechara en su exclusivo beneficio. El gobierno persa, que conoció el texto antes de su ratificación oficial, lo vio bien. El acuerdo y las explicaciones que lo acompañan, reconociendo el Golfo Pérsico como zona de influencia rusa, dejando libertad comercial en la zona, suponía, al mismo tiempo, la ausencia de bases militares y la posible construcción de un ferrocarril que lo uniera con la frontera rusa. Sería esto un gesto poco amistoso. 17 Copia del texto francés, ASD DDS XXXIV/10 233-237. 18 Una vez más, la eficacia del acuerdo dependerá del resultado de la lucha por el poder en Rusia. Si ganaban los reaccionarios e imperialistas, se acercarían a Alemania. Por eso erraban los liberales ingleses. Ese acto beneficiaba a los reformistas rusos. 1481/587 A. San Giuliano- Tittoni, 23 septiembre 1907, ASD DDS XXXIV/10 243-244.
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Marruecos el eclipse de la influencia de Rusia en Europa. Sobre este punto había unanimidad. Lo había deseado Lord Salisbury. Lo intentó Lord Lansdowne. La convención demostraba que la política exterior era un asunto nacional en el que los partidos no se oponían. Londres miraba a Europa. San Petersburgo, por necesidad de política interna, tenía que darse una pausa en Asia. Muchos deseaban que el país se recogiera y dejara la expansión en Asia19. Todas estas razones empujaron al acuerdo anglo-ruso. Si se tenía en cuenta el acuerdo franco-japonés y ruso japonés20, el que acababa de firmarse era un complemento de la alianza franco-rusa y un reforzamiento de la entente cordiale. Se incrementaba la importancia práctica y la influencia política de estas dos últimas combinaciones diplomáticas. La situación había quedado así: acuerdos franco-rusos, entente cordiale de Inglaterra con Francia, acuerdo político ruso-japonés de 1907 y este mismo año los acuerdos anglo-rusos21. Era una incógnita la reacción de Alemania. Muchos recordaban las declaraciones de Bülow y sus garantías, pero las dadas para Marruecos en 1904 no se mantuvieron. En pocos años, Eduardo VII había modificado la posición internacional del Reino Unido. Estaba antes aislado y en enemistad con Francia y Rusia. En 1907 sólo quedaba pendiente arreglar las relaciones con Alemania. Si en Berlín no abandonaban sus prejuicios contra la política inglesa, decía el Morning Post el 26 de septiembre que habría que estar listos para aguantar esa oposición y prepararse militarmente por si no bastaba la diplomacia22.
19 La oposición a los créditos para reconstruir la marina de guerra, 58/24 G. MelegariTittoni, 13 de enero de 1908, ib. 7-6. El rechazo de estos créditos mientras no se reformara la administración naval. En ese rechazo, la oposición habría podido actuar siguiendo instrucciones secretas del presidente del gobierno. Stolypin deseaba reformar la administración del ejército y de la marina, 548/201 y 561/208, 11 y 17 de junio, ib. 31-33. La pervivencia de ese conflicto, 934/339, 13 de noviembre, ib. 49. Ante la III Duma, el ministro Iswolsky dijo que Rusia mantendría sus buenas relaciones con Japón, tras el tratado firmado con él. Las declaraciones, hechas el 11 de marzo, tranquilizaron a la opinión. La oposición apoyó sin reservas esa política exterior. 255/94 Melegari-Tittoni, 12 de marzo, ib. 13-14. 20 Sobre este acuerdo, comentario del embajador de Italia en Tokio, 371/114 G. GallinaTittoni, 20 de septiembre de 1907, ib. 39-40. 21 En Austria-Hungría el acuerdo evitaba motivos de conflicto en Asia, que, en el futuro, podrían turbar la paz en Europa. 2042/949 Avarna-Tittoni, 4 octubre 1907, ASD DDS XXXIV/10 261. 22 1503/599 A. di San Giuliano-Tittoni, 26 de septiembre de 1907, DDS CXII 31-36.
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Arthur Nicolson no ocultaba sus sentimientos anti-germánico. Daba la impresión de querer que todos supieran que el principal objetivo de su misión en San Petersburgo era combatir a Alemania23.
2. Casablanca, banco de prueba para el Acta General Algeciras Así las cosas en Europa, varios extranjeros, españoles, franceses e italianos, fueron asesinados en Casablanca durante unos motines24. Este hecho complicaba la ejecución del Acta General de Algeciras. Las dificultades en la costa atlántica se añadían a las que existían en el Mediterráneo. La situación afectaba a las dos ciudades españolas, sobre todo a Melilla. El gobierno español había llamado la atención del Majzén, recordando que podría recurrir a medidas enérgicas, “de conformidad con los derechos que se reservó en Algeciras, en especial en la sesión 13, sobre policía de las regiones fronterizas”25. Los gobiernos de Francia y España decidieron enviar algunas naves a Casablanca para restablecer el orden26. El francés entregó a Tittoni el 5 de agosto una nota en la que, informando que los sucesos habían superado las previsiones y habían demostrado la incapacidad del gobierno marroquí para hacerse obedecer por sus ciudadanos y asegurar los intereses y la vida de los extranjeros27. Urgía organizar inmediatamente la policía en los puertos. Estaba en juego el prestigio y la autoridad del Sultán. Con estos argumentos, Francia anunciaba medidas que, respetando la integridad de Marruecos y la soberanía del Sultán, garantizasen la libertad en las transacciones comerciales y un castigo ejemplar para los responsables de los asesinatos cometidos 28. De momento sería una operación 23 Aunque existía un ascenso de las tendencias filo-inglesas en Rusia, sus vínculos con Alemania y Austria-Hungría estaban muy arraigados. 196/79 G. Melegari-Tittoni, 27 de febrero de 1908, ib. 11. 24 “Sucesos graves. Asesinatos en Marruecos”, La Correspondencia de España, 1 de agosto de 1907, 1. 25 Nota verbal del encargado de negocios de España en Roma, 26 de julio, ASD DDS XL/14 561. 26 Las medidas adoptadas respecto a los italianos, tc 63 Nerazzini-Tittoni, 10 de agosto ib. XL/14 625. 27 Informes sobre los daños sufridos por los italianos en Casablanca, tc 62 Nerazzini-Tittoni, 9 de agosto, ib. 617. 28 “Ces opérations seront accompagnées de l’organisation immédiate d’une police de la ville et de la banlieue, de concert avec le gouvernement espagnol”. La Nota del encargado de negocios francés y la noticia de la información transmitida por el embajador de España fueron enviadas a los representantes en Madrid, París, Berlín, Londres, San Petersburgo, Viena y Tánger, tc 1285 y 1295, 8 y 9 de agosto, ASD SP P 213 y ASD DDS XL /14 615 y 623.
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de policía29. Podrían complicarse las cosas30 e ir la intervención francesa más allá de lo deseable. Ni España ni Francia habían asumido la defensa de los intereses europeos31. Pichon dijo que no había intención de penetrar en el interior de Marruecos ni de realizar conquista alguna. Todo se ajustaría a lo convenido en Algeciras. Junto a esas declaraciones había además dos datos. Los preparativos militares y la presión de la opinión francesa en Argelia: no se alcanzaría la paz sin una expedición al interior, porque los marroquíes no se reconocerían vencidos hasta que no lo fueran en el campo de batalla. Un repliegue no era una derrota. Esos días The Standard escribía que los sucesos y el momento internacional permitían no aplazar lo que la Conferencia de Algeciras había logrado retrasar un tiempo: poner Marruecos bajo la tutela de Francia, a la que había que otorgar plenos poderes la comunidad internacional. El modelo, lo hecho por Inglaterra en Egipto. Se contaría con la cooperación de España, que cumpliría sus deberes. Como se convino en Algeciras, organizaría con Francia la policía en Casablanca. De momento enviaba el “Álvaro de Bazán” para que protegiera a los españoles. Bastaba con esto. Un paso más requería el asentimiento de quienes firmaron el Acta General y “madura reflexión entre España y Francia”, porque era indispensable “proceder del más absoluto acuerdo”32. Ese mismo día, 6 de agosto de 1907, León y Castillo enviaba al ministro de Estado la nota que el gobierno francés dirigió a los embajadores de las potencias signatarias del Acta de Algeciras: había que garantizar la vida y los bienes de los europeos, pues las autoridades marroquíes no podían. Los hechos urgían a poner en marcha la policía en los puertos de Marruecos. Con su intervención, Francia en modo alguna ponía en duda la soberanía del Sultán y la independencia de su imperio33. 29 Así lo afirmó el ministro de Estado, Manuel Allendesalazar. Las fuerzas conducidas en el “Álvaro Bazán” habían desembarcado en Casablanca. No se excluía que, junto con las francesas, ocuparan algunos otros puertos. 834/446 Silvestrelli-Tittoni, Zaráuz, 9 de agosto, ib. XL/14 629. 30 En esos momentos se comentaba que Francia estaba dispuesta a desembarcar soldados en Tánger asumiendo ella sola la tarea que compartía con España, a la vista del que la opinión pública española era contraria a comprometerse en Marruecos. En ese caso, 3000 soldados británicos saldrían de Gibraltar hacia Tánger. Tc 66 y 1043/444 Nerazzini-Tittoni, 17 y 12 de agosto, ib. 635 y 637-638.La gravedad de la situación en Tánger, tc Nerazzini-Tittoni, 30 de agosto, ib. 657. 31 Tc 1381 Tittoni-Nerazzini y 69 Nerazzini-Tittoni, 21 y 22 de agosto, ib. 645 y 647. 32 Tc Allendesalazar-Arcos, 6 agosto, AMAE H 1623. 33 León y Castillo-Allendesalazar, 6 de agosto de 1907. La circular del ministro de Estado a los representantes de España, 8 de agosto, textos en Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98…298-299.
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Alemania se opondría a revisar el Acta General de la Conferencia de Algeciras y a la ocupación permanente de alguna parte de Marruecos. Las concesiones francesas financieras y la participación en el ferrocarril de Bagdad tenían ahora otro valor. La situación económica no era tan buena. Inglaterra estaba interesada en participar en el ferrocarril de Bagdad y Rusia se oponía a cualquier concesión. Se regresaba a la situación de 1905. El gobierno de la República nada haría en Marruecos sin el consentimiento de Alemania. El partido colonial y el ejército, animados por la prensa inglesa, deseaban forzarlo para que, sin tener asegurado a su país frente a los riesgos de esa aventura internacional, se embarcara en la de conquistar Marruecos. El 20 de agosto se reunieron con el ministro de Asuntos Exteriores Jules Cambon, embajador en Berlín, y Regnault, ministro en Tánger. Alemania no se opondría a una ocupación temporal, si la exigiera el estado de anarquía en Marruecos34. España se hallaba aprisionada entre su casi repugnancia a enviar tropas a Marruecos y la advertencia que le envió The Standard: la abstención de Francia la excluyó de Egipto en 1882. Por otra parte, Casablanca se hallaba fuera de la zona de influencia española. Una mayoría parecía estar a favor de que el país no quedara fuera de Marruecos. “La Spagna non s’è mai dimostrata una potenza trattabile ed arrendevole”35. Jules Cambon, buen conocedor de la situación por haber sido gobernador en Argelia y embajador en Madrid, afirmaba que había que tener presente que no puede tratarse al gobierno de Marruecos como si ejerciera su autoridad de una forma regular y firme. Se explicaba así su incapacidad para prevenir los disturbios y mantener la paz interior. Este dato lo juzgaba Antonio Maura crucial para entender el problema. Nada de obligaciones. En los asuntos de Marruecos había que modificar “los procedimientos mentales a que venimos habituados”, porque allí faltaba solidaridad estable entre las diversas partes. No era un “vertebrado político”, sino una “singular colección de kábilas, razas, fanatismos e intereses sin vínculo interior que les unifique”. Esa incoherencia era la causa de la supervivencia de “aquel originalísimo feudalismo anárquico”. Allí sólo era posible tener aquello que se ocupa36. 34 Otra vez se complicaba la situación internacional. Un sector de la opinión francesa creía inevitable una guerra entre Inglaterra y Alemania. Y aquella empujaba a Francia contra Alemania, que tomaría por rehén a su vecina, si los ingleses destrozasen su flota. El gabinete presidido por Georges Clémenceau actuaría con prudencia. 2246/937 y 2272/947 C. AliottiTittoni, Paris 17 y 21 de agosto, ASD DDS XL /14 651-652 y 653-654. 35 88/477 Sivestrelli-Tittoni, Zaráuz 21 de agosto, ib. XL/14 655 36 En Casablanca “mismo se ha de contar con la subsistencia de los móviles de la reciente agresión, avivados por la sed de venganza... aun sin los incentivos del fanatismo religioso y el universal estímulo del amor a la independencia”. Renacerían los disturbios. Maura-Allen-
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Al responder a la carta de Maura del día 15, el ministro de Estado resumía la trayectoria de los gobiernos conservadores en política exterior. España sostenía que sus intereses en Marruecos eran, junto con los de Francia, predominantes. Las dos debían marchar de acuerdo con el apoyo de Inglaterra. La presencia de Guillermo II en Tánger durante su viaje por el Mediterráneo en mayo de 1905 modificó la situación. Hubo entonces que pasar por el trance de Algeciras”, discutiendo con las otras potencias de Europa un asunto que debería haber permanecido en la esfera de las dos naciones vecinas. La anarquía en Marruecos y la postura de Alemania más condescendiente hacia Francia permitían retornar a lo que se había conseguido en 1904: “un Marruecos en la esfera de influencia hispano-francesa”. Era el momento de ver “si la situación exterior, la de Marruecos y nuestros propios recursos consienten en pasar de ciertos límites”. Podría España ocupar Larache y Tetuán. En ambos casos nada habría que deliberar con Francia, aunque sí respecto a Tánger. Hablar con los franceses era fundamental. El silencio y el no ver no detendrían su acción en Marruecos. El resultado sería marginar a España. Había otro dato nuevo. Inglaterra no deseaba usar Marruecos para que Francia y España llegaran a un conflicto con Alemania. Eduardo VII y la prensa británica trataban de atraerse a Guillermo II y a la opinión alemana. España no podría asumir los riesgos que se permitía correr Francia37. Se beneficiaba España, pese a su debilidad, del “egoísmo y de la permanente necesidad” de Inglaterra, Alemania y otras potencias, de evitar que las costas marroquíes del Mediterráneo, “en la proximidad a su desembocadura, cayeran en poder de Francia”. La conclusión de Maura era clara: “España no podría (y esto me dispensa de decir no debería) asociarse a la empresa conquistadora de Francia”, aunque todas las partes signatarias del acta de Algeciras desistieran de exigir el cumplimiento de lo aprobado. En el mejor de los casos, el conservar la zona de influencia exigiría enfrentarse a “dificultades indefinidas con los rifeños y con todas la kábilas cercanas a nuestra línea, y necesitaríamos también vivir armados al otro lado del Estrecho, con abrumadora carga militar y con
desalazar, 15 de agosto de 1907, Manuel Allendesalazar, La diplomacia española y Marruecos, 1907-1909, Madrid 1990, 80-81. 37 La crisis de autoridad en Marruecos no debería, según el gobierno de Maura modificar la orientación, a no ser que se quisiera ir a un enfrentamiento con Francia e Inglaterra. Basta con conseguir una presencia en el Norte de Marruecos indispensable para evitar la de otro país europeo. Con todo, habría que preguntarse si la opción del gobierno fuera “cuanto menos se haga (en Marruecos), mejor”, ib. 186.
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escasa pujanza económica y social para inyectar nuestra zona con viva civilización, que apresurase y consolidase el esfuerzo militar” El 1 de agosto de 1907 las tropas españolas sufrieron una de las mayores derrotas que un ejército europeo habría soportado hasta entonces en una guerra colonial. En esos momentos se tambaleaba la situación interior y parecía caer toda la obra del gobierno. Resuelta la crisis en octubre, “Maura volvió a formar gobiernos, aunque nunca ya con el impresionante y ambicioso programa que traía en 190738. Los sucesos de Casablanca provocaron “una sangrienta operación, montada por los franceses”39.
3. La distensión entre Francia y Alemania Estaba persuadido Cambon de que los incidentes no se habrían producido si detrás no hubiera alguna potencia que animara a los marroquíes. En cuanto a España, la opinión era contradictoria Si el gobierno se movía, era acusado de arrastrar al país a una guerra. Si permanecía inactivo, se le tachaba de no saber defender los derechos de la nación40 A finales de agosto el embajador francés en Berlín visitó a Bülow en Norderney, una de las Islas Frisias La entrevista parecía rutinaria. Los alemanes quisieron quitarle importancia. Pero la tenía, dado el momento en que se celebró. La diplomacia de los gestos tenía un valor cada vez mayor. El de Jules Cambon tuvo el de expresar al canciller que su gobierno no pensaba conquistar Marruecos. Su acción tras los sucesos de Casablanca, se li-
38 Allendesalazar-Maura, 25 de agosto de 1907, ib. 92-94. Los efectos de la derrota militar y la crisis del gobierno, ib. 225, 231-232 y 259. Tras la intervención en el verano de 1909, se mantuvo es decisión: “continuar como hasta aquí, teniendo paciencia, marchando de acuerdo con Francia, observando estrictamente los Tratados y no persiguiendo sino intereses legítimos”. Se aceptaba la oferta que el embajador Paul Révoil había hecho: marchar en Marruecos las dos naciones “la main dans la main”. Allendesalazar-León y Castillo, 28 de septiembre de 1909, ib. 250. 39 Maura los juzgó “una acción políticamente desacertada”, pues los franceses no conocían Marruecos y aplicaron su modelo colonial, que juzgaban válido en todas partes, ib. 6684. Moulay Albdelhadi, Alaoui, Le Maroc face aux convoitises européennes (1830-1912), Salé, Imprimerie Beni Snassen. 2001 157-195.y Jerónimo Bécker González, Historia de Marruecos. Apuntes para la historia de la penetración europea y principalmente española en el norte de África, Madrid, Estudio Tipográfico de Jaime Ratés 1915, 487, 494. José Manuel Allendesalazar, La diplomacia española en Marruecos84 y 113. 40 Conf 1219/473 g. di Martino-Tittoni, Berlín 9 de agosto de 1907, ASD SP P 213. Tras un consejo de ministros celebrado el 5 de agosto, al día siguiente se advertía al gobierno que no entrara en “el avispero marroquí”. “La cuestión de Marruecos. Intervención, no”, La Correspondencia de España, 6 de agosto, 1.
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mitaba a cumplir lo previsto en el Acta General de Algeciras. En ese objetivo, tenía el apoyo moral de Alemania, según Bülow. La principal conclusión de ese encuentro era que las relaciones bilaterales entraban en una fase de “détente”, aunque Cambon dijo: “ce n’est pas un mariage”. ¿Qué importancia tenía ese encuentro? Bülow, antes de abandonar Berlín, invitó a todos los embajadores a su casa en Nordeney. Cambon regresó muy satisfecho. Habían hablado de varios asuntos entendiéndose en todos41. En España, la prensa tomó nota de algunos gestos. En Casablanca los franceses actuaban como si fueran a quedarse en la ciudad42. Algunos sectores de opinión hablaron de ese encuentro von Bülow-Cambon como el preludio de una alianza franco-alemana. Mientras, la situación interna de Marruecos se complicaba. Parecía confirmarse el rumor de que Muley Hafiz había sido proclamado Sultán43. Abd-El-Aziz había sido depuesto44. Francia comunicó a las potencias europeas el envío de más tropas a Marruecos. Alemania estaba conforme45, aunque mirando con cautela si se respetaba la letra del Acta de Algeciras46. Italia tenía la misma posición47. Según el embajador de España en Berlín, los acontecimientos habían superado las previsiones sobre las que se fundaban los acuerdos firmados en Al41 Las palabras de Cambon fueron confirmadas por von Tschirschky, secretario de Estado para Asuntos Exteriores. 1290/512 G. di Martino-Tittoni 27 de agosto, ASD DDS XL/14 659-660 y ASD DDS XXXIV10 225-226. 42 La prensa alemana juzgó que el desembarco francés fue una decisión precipitada, que estaba deteriorando las relaciones con Francia. 1268/503 y 1376/545 G. di Martino-Tittoni, 22 de agosto y 11 de septiembre, ASD SP P 213 y ASD DDS XL /14 705. 43 898/486 y 902/490 Silvestrelli-Tittoni, 30 y 31 de agosto, ASD DDS XL /14 663 y 667. Jerónimo Bécker González, Historia de Marruecos. Apuntes para la historia de la penetración europea y principalmente española en el norte de África, Madrid, Estudio Tipográfico de Jaime Ratés 1915, 487, 494. José Manuel Allendesalazar, La diplomacia española en Marruecos, 84 y 113 y Moulay Albdelhadi Alaoui, Le Maroc face aux convoitises…157-195 44 A. G. P. Martin, Quatre siècles d’histoire marocaine. Au Sahara e 1504 à 1902. Au Maroc, de 1894 à 1912, Paris, Felix Alcan 1923, Rabat, Éditions La Porte 1994 451-455 45 Este refuerzo de las tropas iría acompañado de la puesta en marcha de la policía en los puertos, si el Majzén disponía de hombres. El gobierno marroquí respondió negativamente. La consecuencia, tendrían que proceder los gobiernos francés y español a actuar con sus propias fuerzas para asegurar el orden. Notificación a los gobiernos firmantes del acta, incluida en el t. 1519 Tittoni-embajadores y representante de Italia en Berlín, Londres, París, Madrid, San Petersburgo, Viena y Washington, 13 de septiembre, ASD DDS XL/14 691. 46 El gobierno alemán recordaba en su respuesta a Francia y España que, según su representante en Tánger, la presencia de tropas extranjeras en la ciudad podría provocar un ataque de las tribus de las montañas. Austria insistiría en que esas medidas eran provisionales 1369/541 y tc 125 G. di Martino y Avarna-Tittoni, 10 y 14 de septiembre, ib. XL/14 699 y 701. 47 Así quiso Tittoni que se transmitiera al barón Aehrenthal Tc Tittoni-Averna y tc sin número Averna-Tittoni, 18 y 19 de septiembre, ib. XL/14 719 y 723.
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geciras, aunque había que respetarlos y conseguir que las cosas retornaran a la situación anterior. Algunos diarios alemanes publicaban que en su país se contemplaba con desconfianza la acción francesa en Casablanca, aunque quizás detrás de ese cambio de actitud hubiera una indicación del gobierno48. Inglaterra envió instrucciones a su embajador en Madrid para que trabajase en favor del acuerdo entre España y Francia y exigiese que se cumpliese lo pactado por los dos países: mantener el orden en los puertos y en las costas de Marruecos. Maura, por motivos políticos y financieros, no quería que España se implicase en Marruecos. Tuvo que ceder ante las consideraciones de Allendesalazar, su ministro de Estado y por la presión de la prensa. En esos momentos Tánger había quedado abandonada. Habían salido las autoridades y las tropas, que no recibían su paga. La ciudad quedaba a merced del Raisuli. Había que esperar que actuara con moderación. Tánger estaba en la zona de influencia española según los acuerdos de 190449. La situación revelaba el eje permanente sobre el que giraba la política exterior inglesa: statu quo, cuando le beneficia, y pacto para sostenerlo. Si se modifica, los actos carecen de valor vinculante. En Marruecos el statu quo significaba consolidar una situación comercial favorable y rodear de seguridad Gibraltar. No tendría otro objetivo lo pactado el 16 de mayo entre España, Francia e Inglaterra, esa nueva “Triple Alianza”, que pretendía englobar todas las cuestiones del Mediterráneo50. El 5 de septiembre se comunicó al embajador en París que Maura y el ministro de Estado irían a San Sebastián y querían hablar con él51. Se reunieron Maura, Allendesalazar, León Castillo y Révoil. Había que tomar una decisión. Maura y el jefe del Estado Mayor del ejército no querían una intervención. Deseaban una posición más activa los ministros de Estado y el de la Guerra. La situación en Tánger jugó a favor de estos. Había planes en París en previsión de que las tropas tuvieran que permanecer durante el invierno en Casablanca. Su puerto no reunía condiciones para que permanecieran en él los barcos si el estado del mar no era bueno. Al discutir sobre las medidas a adoptar en Tánger, Révoil insistió que había que ajustarse al Acta de Algeciras, que estaba por encima de los acuer1325/529 y 1339/536 G. di Martino-Tittoni, 5 y 8 de septiembre, ib. 681-682 y 689. Rumores sobre la ocupación de Tánger y Tetuán y una entrevista de Regnault, ministro de Francia en Tánger, con Allendesalazar y Maura, 933/501 Silvestrelli-Tittoni, 7 de septiembre, ib. XL/14 687. 50 Bunsen daba a entender que Inglaterra deseaba que funcionase la relación hispanofrancesa y que los acuerdos de Algeciras se interpretasen y aplicasen en un sentido favorable a las dos naciones. 927/498 Silvestrelli-Tittoni, 6 de septiembre ib. XL/14 693-684. 51 Tc Allendesalazar-León y Castillo y respuesta de éste anunciando su viaje a San Sebastián, 5 y 6 septiembre 1907, AMAE H 1537. 48 49
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dos de octubre de 1904. Por eso no correspondía a España la tutela de Tánger, sino que la defensa de la seguridad y del orden era responsabilidad de Francia y España en esta ciudad y en Casablanca. Esa acción conjunta crearía problemas. La exigencia francesa fortalecía la posición de Maura, opuesta a un compromiso en Marruecos. Como sucedió en la crisis cubana, sobre todo en 1898, tuvo que oponerse otra vez Maura a las presiones de una prensa desorientada. Esta vez, los diarios ministeriales confesaban que el Acta de Algeciras encomendaba a España la misión de frenar las ambiciones de Francia. Siendo Marruecos una zona de peligro para la seguridad nacional, creían que había que incrementar los riesgos buscando querellas con Francia. Tenían el atrevimiento de los ignorantes. El Liberal publicó el 14 de septiembre que Eugenio Montero Ríos iba a publicar el pacto secreto sobre Marruecos entre España y Francia, firmado en mayo 1905, en plena crisis entre Alemania y Francia, previo al acuerdo que condujo a la Conferencia de Algeciras52. Las cosas volvían a su cauce. Francia y España reconocían a Abd-ElAziz. Tenían por usurpador a Muley Hafid 53. Se formaría la policía, tal como estaba previsto, salvo en Casablanca. No habría desembarcos. Este resultado complacía a Londres54. España tomaba la iniciativa para ahorrar complicaciones y evitar provocaciones. Habría conseguido convencer a Francia de que ese era el camino adecuado. El 22 de septiembre, haciendo suya la tesis de Maura, La Correspondencia de España decía que Marruecos era un país inconquistable. Una guerra debilitaría a Francia. Era un deber de amistad por parte de España y del Reino Unido aconsejarle que no la iniciara55. 52 La izquierda se alineaba con el partido militar y colonial y simpatizaba con la “giovane immaginazione” de Alfonso XIII. En Francia George Clémenceau adoptaba la misma actitud que Maura: ocupar Marruecos supondría desplazar 100000 hombres. Y sería hacer el juego a los rivales. 2526/1043 Tornielli-Tittoni, 18 de septiembre, ASD DDSLX/14 743-744. 53 Este representaba, para ganarse el apoyo popular, se presentó como el sostenedor del partido fanático. Tc Nerazzini-Tittoni, 6 de octubre, ib. XL/14 797. Sus enviados no fueron recibidos en Londres ni en Berlín. Tc 139 y 115 San Giuliano y Pansa-Tittoni, 15 y 17 de octubre, ib. 819 y 825 54 Regnault, durante su entrevista con Maura y Allendesalazar aseguró que no era necesario penetrar en Marruecos. Bastaba vigilar las costas. 938/504 y 949/513 Silvestrelli-Tittoni, 9 y 13 de septiembre, ASD DDS XL/14 697 y 707-708. 55 Para el embajador de Italia en Madrid este comentario significaba que el gobierno Maura hacía suya la tesis sostenida durante años por Berlín: modificar el status quo en Marruecos beneficiaba a Francia, que buscaría extender a él su dominio. España no seguiría a Francia el día n que en París decidiera ir más allá de lo aprobado en Algeciras, aunque dijeran otra cosa los acuerdos secretos existentes entre los dos gobiernos. 967/528 Silvestrelli-Tittoni, 23 de septiembre, ib. XL/14 757.
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¿Se trataba sólo de un caso de inexperiencia colonial, que convertía a España en una nación “débil y pudorosa”, incapaz de proceder por hechos consumados, creados por la fuerza o gracias a la pasividad de los otros? Responde afirmativamente José María Campoamor, alabando la actitud resuelta de José Canalejas en 1911. Maura, cuando se produjeron los desórdenes en Casablanca en 1907, se limitó a ordenar que las tropas españolas se mantuvieran dentro de la ciudad, dejando que las francesas avanzaran solas por la Chauia y el Drâa. Más tarde, en 1909, envió tropas a defender Melilla, sin que hubiera en los planes del gobierno la menor idea de “conquista”. Para Maura bastaba con que todo siguiera sin cambios en la costa del Estrecho. Era consciente de la debilidad del país y de la desorientación de la opinión, como se lo probarían las protestas de la semana final de julio en 1909 y las dificultades para restablecer el honor de España tras el desastre del Barranco del Lobo56. No esa mi conclusión. Volveremos más abajo.
4. No a las aventuras en Marruecos El viaje de los Reyes a Austria creaba dificultades con Italia57. Los incidentes entre españoles y franceses en Marruecos modificaron el tono de la prensa francesa. Contra esa actitud protestó Fernando León y Castillo, en una entrevista publicada en Le Temps. Crecía cada día la convicción de que las cosas no marchaban bien entre los dos gobiernos, tras el desembarco en Casablanca. Molestó el recibimiento que el Sultán hizo a Regnault, el ministro de Francia en Tánger. El gobierno francés parecía actuar como tutor de Marruecos. No habría que engañarse. No existía comunidad de intereses entre las dos naciones. Francia deseaba precipitar los acontecimientos para modificar la situación. España estaba a favor del statu quo y del cumplimiento estricto de lo que aprobó la Conferencia de Algeciras58. 56 Años
más tarde se censuró a Maura porque no hizo lo que siempre estuvo lejos de su intención: una política colonial en Marruecos. Para él lo esencial era garantizar la seguridad nacional -las puertas abiertas- amenazada por las grandes potencias con intereses contrapuestos en la zona. Su preocupación fue que nada cambiase en el Estrecho y en Canarias La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (1900-1904), Madrid 1951, 171-172 y 220-223. 57 Juan Pérez Caballero comenta su entrevista con Tittoni. Se temían manifestaciones, porque se acusaba el gobierno italiano de negociar con el Vaticano y de ceder ante Austria en los Balcanes. Si los reyes pasaban por Italia y no se entrevistaban con Víctor Manuel III la opinión lo juzgaría otro fracaso diplomático de Giolitti. Tc Dirigidos a Manuel Allendesalazar, 10 octubre 1907, AMAE H 1623. 58 1054/571 Ruspoli-Tittoni, 19 de octubre de 1907, ASD SP P 213.
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El 22 de octubre el senador Sánchez Román preguntó al ministro de Estado sobre la política del gobierno en Marruecos. Allendesalazar fue claro: cumpliría España sus compromisos, tal como habían sido definidos en el Acta de la Conferencia de Algeciras. Las divergencias con Francia se resolverían, como estaba sucediendo hasta ese momento: los dos gobiernos querían marchar unidos. Tal como anunció, el senador del partido liberal interpelo al gobierno el 10-12(?) de noviembre. Ahora introducía un elemento nuevo: la visita del Rey a París y Londres, ¿modificaba la política española en Marruecos? No, permanecía invariable, respondió el ministro de Estado59. El 30 de octubre de 1907 el embajador de Italia en Londres transmitía un comentario de su colega inglés. Maurice Bunsen dijo a Antonino di San Giuliano que España no era partidaria de una política de expansión en Marruecos ni de establecer relaciones íntimas con Francia. Esto último se debía a la presión de la Santa Sede, entonces enfrentada con la III República. Francia era para ese sector de españoles un Estado anticlerical y perseguidor del catolicismo. La influencia clerical, según Bunsen, era más fuerte que nunca. Maura, el más opuesto de todos los políticos a la empresa colonial en Marruecos, representaba mejor que todos ellos el sentir de la nación60. Así las cosas Stéphen Pichon declaró ante la Cámara de Diputados que Francia había actuado siempre de acuerdo con España. La puesta en escena de esa conducta fue el viaje de los Reyes a París. Francia no quiso “meterse en aventuras”. La acción en Marruecos imponía “paciencia y perseverancia”61. Por una abrumadora mayoría la Cámara de Diputados aprobó un orden del día otorgando su confianza a la política del gobierno para asegurar los derechos de Francia en Marruecos. El tono de los discursos fue pedir prudencia: ninguna aventura militar y autonomía respecto a quienes la deseaban para acrecer sus beneficios económicos y en pro de sus intereses privados. El partido colonial, donde se situaban Etienne y Thomson, entonces ministro de Marina, fue varias veces citado. Algunos gestos de Georges Clemenceau durante el debate revelaban que su influencia, tan perjudicial en muchas ocasiones, había cesado. Alexandre Ribot defendió a Delcassé, alabó la actitud de Inglaterra e Italia y se alegró de la aproximación franco-italiana. En ese momento, la Cá-
59 DS/S 75 y 90-91 (22 de octubre y 11-12 noviembre de 1907) 1467-1471, 1476-1484 y 1757-1779. 60 1700/686 A. di San Giuliano-Tittoni, 30 de octubre de 1907. Esta noticia se transmitió a los embajadores en Madrid y en París el 9 de noviembre, ASD SP P 213. 61 Las palabras de Pichon, en las sesiones del 13 de noviembre y del 6 de diciembre fueron comentadas por León y Castillo en sus tc de esas fechas, AMAE H 1536.
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mara lo aplaudió. Elogió igualmente la gestión de Rouvier y los resultados de la Conferencia de Algeciras. Logró además que el presidente del consejo, en una interrupción, dijese que Francia se abstendría de apoyar a uno de los bandos contendientes en Marruecos. Consiguió además que asintiese a su afirmación de que Francia no estaba en condiciones de emprender una acción militar. En este terreno, ni siquiera debería preguntarse sobre esa posibilidad a las otras potencias. Como conclusión de este debate, persistía el recelo hacia Alemania, que no permitiría una intervención francesa en Marruecos. El desembarco en Casablanca fue “obligado” por las circunstancias62. Prometía el gobierno actuar según los deseos expresados en el parlamento, contrarios a asumir compromisos que comportaran una acción militar de importancia63. Alemania no había desistido en su interés por Marruecos. Era un asunto presente en sus relaciones con el Reino Unido. Las relaciones entre los dos gobiernos estaban afectadas por este punto, juzgado como un litigio entre ellos. La visita oficial de Guillermo II a Inglaterra y su entrevista en Windsor con el rey Eduardo VII podría suavizar las asperezas, aunque se mantuviera enfrentados los intereses. La visita de Guillermo II y su esposa era familiar y no política, pero no podría olvidarse que Marruecos era un asunto pendiente entre los dos gobiernos. Había motivos de rivalidad entre ellos. Eduardo VII pidió en su brindis que Guillermo II tuviera un reinado glorioso y pacífico, como había sucedido hasta entonces. Esas palabras se cambiaron en la versión oficial: “no sólo hacía votos por la prosperidad y dicha de la gran nación de que era Soberano, sino también por el mantenimiento de la paz”64. El 13 de noviembre de 1907, Eduardo VII pronunció unas palabras en el Guildhall. Recordaba que hacía dieciséis años, en ese mismo sitio y ante sir Joseph Satory había manifestado que toda su labor se encaminaría a conservar la paz. Sería su objetivo. Esperaba que la historia reconociera que jamás se había apartado de él. La base para conseguirlo era la amistad con Alemania y sabía que esa convicción y ese mismo sentimiento era compartido los
62 En una entrevista con el embajador de Inglaterra en Madrid, Georges Clémenceau dijo a Maurice Bunsen que no desembarcaría más tropas en otros puertos, salvo que se produjera una matanza de europeos. 1700/686 A. di San Giuliano-Tittoni, 30 de octubre de 1907, ASD SP P 213. 63 2967/1199 Tornielli-Tittoni, 14 de noviembre de 1907, ASD DDS XL/14 893-894. 64 Villaurrutia-Manuel Allendesalazar, 13 noviembre 1907, Marqués de Villa-Urrutia, Cartas al Ministro de Estado (1907-1909), edición, introducción y notas de José Manuel Allendesalazar, M. 1995, 83. Sobre el resultado positivo de la entrevista de Grey con el ministro de Exteriores alemán, s.,n. Villaurrutia-Allendesalazar, 12 diciembre 1907, ib. 93.
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ingleses. Al pronunciar esas palabras, según recordó en agosto de 1908, la prensa alemana, el Emperador expresaba los sentimientos de su pueblo. En Friedrichshof Guillermo II le recordó este discurso a Charles Hardinge. La prensa alemana las reprodujo esos días poniéndolas como contrapunto a los discursos de Churchill y de Lloyd George, poniendo n claro que la política naval de Alemania no iba contra Inglaterra. Nada había cambiado en el programa que Guillermo II se fijó65. Se inició el 27 de noviembre en Madrid en el debate del “Proyecto de Ley de Organizaciones Marítimas y Armamentos Navales”. Intervino Maura, que consiguió la unanimidad del Congreso66. Moret subrayó la importancia del programa de construcciones navales para la “entente mediterránea”. Coincidían las palabras de Maura con las que Pichon pronunció en la Cámara francesa67. Fue más allá del ministro de Asuntos Exteriores. El 5 de diciembre Pichon, respondiendo al diputado Vaillant, dijo que la unión de intereses con España era al mismo tiempo una necesidad y un honor para Francia. Era una relación ciertamente muy delicada, observaba el embajador de Italia en París, pero las previsibles dificultades entre las dos naciones se situaban en un contexto bien distinto. No creaban peligro alguno de enfrentamiento68. El embajador de Francia subrayó la fortaleza del gobierno y la cohesión de su mayoría. Eran una buena noticia para Francia69. En París querían que los dos gobiernos fueron los únicos garantes del empréstito al Sultán, para evitar injerencias. Había base legal en el Acta General de Algeciras70. Marruecos vivía en un estado de “mansa anarquía endémica, según las palabras del Secretario del Foreign Office. Eso daba más importancia al acuerdo firResumen en 1567/669 Orsini-Tittoni, 18 agosto 1908, ASD DDS XXXIV/10 61. DS/C 104 (27 noviembre 1907) 2977-2979. 67 El embajador, a quien visitó Maura el mismo 28 de noviembre, se felicitaba por esta victoria parlamentaria, porque subrayaba con firmeza “que nos deux pays (mots passés por el encargado de la cifra) ont de leurs droits et de leurs devoirs au Maroc une notion assi concordante et un sentiment aussi vif”. Tc 253 Amédée-Paul Révoil-Pichon, 28 noviembre, AAE NS Espagne 3 346. 68 3317/1351 G. Tornielli-Tittoni, 20 de dicimbre de 1907, ASD SP P 213. 69 La respuesta de la prensa al debate parlamentario revelaba “la solidité d’un ministère auquel ne peut être opposé pour l’instant aucun autre personnel gouvernemental sérieusement constitué et discipliné. Pour notre part, nous ne pouvons que nous féliciter que le Ministère actuel ait remporté ce succès retentissant sur un programme de politique extérieure élargi et répondant mieux aux nécessités de la mission commune qui incombe à la France et à l’Espagne ainsi qu’à l’esprit des arrangements conclus entre les deux pays » 179 Révoil-Pichon, 29 noviembre, ib. 3 349-350 70 Tc León y Castillo-Allendesalazar, 10 de diciembre, AMAE H 1536. 65 66
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mado en 1904 entre España y Francia. Sólo habría que esperar que fuera un pacto respetado en el momento en que hubiera que ejecutarlo71. Informaciones llegadas desde Alger hablaban de posibles planes de expansión francesa en Marruecos. Había un ambiente favorable a una conquista y a la marcha del general Louis Hubert Gonzalve Lyautey hacia la frontera con Marruecos72. Contradecían las palabras pronunciadas en la Cámara de Diputados y el orden del día aprobado en las sesiones de 13 y del 14 de noviembre. Dentro del partido colonial, el grupo argelino propugnaba la penetración pacífica. Aguardaban a que las circunstancias favorecieran sus planes. Los choques serían inevitables desde que la frontera argelina llegó hasta aquellos lugares donde habitaban tribus que vivían fuera del control del Majzén. Por eso guardaban silencio en la Asamblea Nacional francesa. Hubo incidentes en los últimos días. El gobierno no quería dejarse arrastrar por las circunstancias ni por la presión de un sector del país, pero tenía que defender los intereses de sus ciudadanos, la seguridad del territorio argelino y sus derechos en Marruecos. Había cambiado de tono el debate que tuvo lugar en a Cámara el 5 de diciembre73. Las acciones de Francia en Marruecos ponían en peligro su acuerdo con España74.
5. La visita de Pichon a Madrid Pasadas unas semanas, el ministro Stéphen Pichon, de visita en Madrid, manifestaba su seguridad de que los acuerdos se ejecutarían sin problemas. Con Maura habían hablado de Marruecos. Los ministros de los dos países en Tánger cooperarían. Los intereses y los puntos de vista de los dos gobiernos eran idénticos. La audiencia de Pichon con Alfonso XIII duró tres cuartos de hora75. Hablaron también de Marruecos. En Algeciras los dos países habían defen71 Comentario de Edward Grey a Villaurrutia el 11 de diciembre de 1907. Villaurrutia-Manuel Allendesalazar, 12 diciembre 1907, Marqués de Villa-Urrutia, Cartas al Ministro de Estado (1907-1909), edición, introducción y notas de José Manuel Allendesalazar, M. 1995, 93. 72 3914/552 y 3946/561 M. Modica-Tittoni Alger 29 de noviembre y 3 de diciembre, ASD DDS XL/14 901-902 y 911. 73 3170/1267 Tornielli-Tittoni, 6 de diciembre, ib. 817-918. El regente del consulado italiano en Argel pensaba que los preparativos y la movilización de fuerza, pese a las declaraciones de Pichon, eran más propios de una expedición de conquista que de una operación de represión. 4093/578 y 4207/596 M. Modica-Tittoni, 13 y 25 de diciembre, ib. 925-926 y 943. 74 126/666 Silvestrelli-Tittoni, 22 de diciembre, ib. XL/14 937. 75 El Rey habló de las relaciones franco rusas. Creía su deber transmitir al ministro las confidencias hechas por Eduardo VII sobre la campaña de Guillermo II ante el Zar, tratando de convencerlo de que no necesitaba la alianza con Francia.
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dido juntos sus intereses, sin que Alemania se opusiera. Con escasa discreción76, Alfonso XIII dijo al ministro: si alguna vez estallara la guerra entre Francia y Alemania, aunque no existía una alianza entre París y Londres, el Reino Unido apoyaría a los franceses con su ejército y su marina. Estaba preparando al gobierno inglés para esa eventualidad. “L’Espagne, par son côté, ne pourrait assister impassible et indifférente à une pareille lutte”. Si Francia lo pedía, él mismo, se pondría a la cabeza de sus tropas para traspasar los Pirineos 77. En Marruecos, dijo el ministro al Rey, existía una comunidad de intereses entre los dos pueblos: acción común, decisión de no precipitar nada y tomar precauciones para garantizar la posición privilegiada que, queriendo o no, habían aceptado las otras potencias de Europa78 La intervención francesa en Casablanca era la razón del viaje. Deseaba actuar en buena inteligencia con Madrid. “Gli affari di Marocco sono la quasi sola preoccupazione di questo governo, che sembra annetter ben carsa importanza a tutte le alre quistioni aperte in questo momento”79. ¿Pretendía este viaje modificar la política de Maura, aceptada por todos los españoles en ese momento?80 Según Bunsen, embajador inglés en Madrid, el objetivo era bien modesto: que España no pusiese dificultades a la acción de Francia. No buscaba que el gobierno de Madrid asumiese obligaciones militares. La conferencia de Algeciras había cambiado el horizonte previsto en los acuerdos de octubre de 1904. La situación que se garantizaba en su Acta General convenía a España más que la posesión de una franja costera, que, por otra parte, nada ponía en peligro, pues In-
76 Alfonso XIII dijo que Guillermo II era incapaz de hablar de política. Era poco valiente y sería incapaz de llevar Alemania a la guerra. 77 La valoración de esta promesa, pasados unos años: siendo limitados los recursos militares de España, cualquier veleidad no debe tomarse en consideración, texto mecanografiado s.f., pero de 1911, AAE NS E 65 161 78 El viaje, que iba a prolongar dos días más de lo previsto, confirmaba la línea seguida antes por Jules Cambon y continuada por Révoil. El Rey deseaba que hubiera una comunicación fluida entre los dos presidentes del consejo. Tc s.n. la copia, Pichon-Georges Clémenceau, Président du Conseil, Madrid 9 janvier 1908, AAE NS E 42 204-205. La conversación con el Rey, ib. 206-212. 79 36/22 Tornielli-Tittoni, 6 enero 1908, ASD DDS XL/15 7. El contexto en que se produce: la proclamación de Muley Hafiz en Fez y la anarquía existente. Francia justificaba su acción, porque era imposible organizar una fuerza de policía marroquí. Los riesgos de una intervención europea, a iniciativa de Francia y en favor de Abd-El-Aziz, T 10 Tornielli-Tittoni, 14 enero, y comunicación de un despacho del ministro italiano e Tánger, transmitida por Tittoni a los embajadores en Berlín, Londres, Madrid y París, t 100, 14 enero, ib. 27 y 29. 80 El 10 de enero, La Época publicaba un artículo: “Estamos donde estábamos”. Era la respuesta a las insinuaciones de quienes creían que Pichon modificaría la postura de Maura.
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glaterra jamás consentiría que Francia ocupase la costa enfrente de Gibraltar81. La visita marcaba una orientación en la política exterior. Al lado de Francia y de Reino Unido, pero sin alianzas que supusieran compromisos militares. Bastaba a Francia que España no le creara dificultades en caso de que tuviera que tomar iniciativas militares en Europa. Maura dejó claro que deseaba que la acción de España en Marruecos mantuviera un carácter limitado. El viaje tuvo una puesta en escena: a las recepciones oficiales sólo acudieron los embajadores del Reino Unido y de Rusia. “España parecía alinearse con una de las alianzas existentes en Europa”. Molestaba al gobierno español la “prepotencia” francesa82. Londres era un recurso frente a esas pretensiones. Había actuado en abril de 1904 como “garante” de los derechos españoles en la zona. Podía recurrirse al Reino Unido en los litigios con Francia. En este contexto se sitúan gestos como el título de “Grande España” dado el duque de Wellington con motivo del centenario de la Guerra de la Independencia83. España tenía entonces el proyecto de reconstrucción naval. Interesaba a Francia y al Reino Unido participar en su financiación. Se decía que los dos países tenían una posición muy benevolente para la reconversión de la deuda española. Como base, el saneamiento de las finanzas públicas, gracias a la política de los gobiernos conservadores. Se habló esos días de enero de una posible visita de Edward Grey a Madrid. Tendría un sentido diferente. España estaba abierta a un compromiso mayor con el Reino Unido. Pero las alianzas no formaban parte de los hábitos de la diplomacia inglesa. Londres, con sus reservas, había dejado sin eficacia los acuerdos de 1904 sobre Marruecos84. Ni siquiera en plena crisis por la proclamación de Muley Hafiz, el gobierno inglés se dejaría arrastrar a asumir riesgos, aunque mantendría su apoyo a la acción de Francia85. Allendesalazar, tras entrevistarse de nuevo con Pichon a su paso por Madrid y camino de París, creía que, si el nuevo Sultán aceptaba el Acta de AlLa prensa española negaba que la visita de Pichon tuviera un alcance político. 26/16 y 32/19 Silvestrelli-Tittoni, Madrid 7 y 8 enero, ib. 9 y 15. Los acuerdos firmados en Algeciras se ajustaban perfectamente a los intereses españoles. 679/421 Silvestrelli-Tittoni, 16 de junio, ib. 399. 82 Era algo que venía de atrás. Basta leer los despachos de León y Castillo informando de la negociación que culminaría en 1904. 83 Javier Tusell y Genoveva G. Queipo de Llano, Alfonso XIII. El Rey Polémico, Madrid, Taurus Historia 2001, 151. 84 45/31 Tornielli-Tittoni, 11 enero 1908, ASD DDS XL/15 41-42. Bunsen desmintió que el secretario del Foreign Office pesase visitar Madrid, 50/34, 12 enero, ib. 51 85 74/33 di San Giuliano-Tittoni, Londres 10 enero, ib. 67. 81
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geciras, nada se opondría España a su reconocimiento oficial86. Esperaba que las tropas francesas no penetrasen en el interior para sostener a Abd-ElAziz87. El acuerdo “perfecto” existente entre los dos gobiernos dependía de que el francés actuara con moderación88. Alemania quedó satisfecha de la respuesta de Pichon a Delcassé en la Cámara francesa: el gobierno respetaría el Acta General de Algeciras89. Italia compartía con Reino Unido el criterio de que la lucha entre los dos Sultanes era un asunto interno. Las otras potencias deberían respetar y aceptar como legítimo aquel que lo fuera por la mayoría de los marroquíes90.
El presidente del consejo francés, Georges Clémenceau, recordó que las condiciones impuestas a Muley Hafiz suponía el rechazo al compromiso suscrito en Algeciras en 1906. 143/79 Tornielli-Tittoni, 20 enero, ib. 85-86. 87 65/42 y 16 enero, ib. 69. Los recelos de España hacia Francia por su abierta inclinación hacia Abd-El-Aziz, 83/53 y 94/60 21 y 25 enero, ib. 89 y 99. El ministro de Asuntos Exteriores transmitió esta posición de Allendesalazar, t6267/21 Tittoni-Nerazzini, 1 febrero, ib. 105. 88 127/81 Silvestrelli-Tittoni, 30 enero, ib. 117. 89 Información sobre el debate, 256/115 Tornielli-Tittoni, 30 enero, ib. 125-127. La satisfacción en Berlín 209/92 Pansa-Tittoni, 29 enero, ib. 115. 90 T 171 Tittoni-Nerazzini, 20 enero. Esta comunicación se envió a los embajadores en Berlín, Madrid Paris, Londres San Petersburgo y Washington, 176, 21 enero, ib. 75 y 77. Von Schön, el secretario de Estado alemán, manifestó que su gobierno estaba a la espera de los acontecimientos. 175/81 Pansa-Tittoni, 24 enero, ib. 95-96. 86
IX. ESPAÑA Y LA ENTENTE CORDIALE
Se inició el 27 de noviembre en Madrid en el debate del “Proyecto de Ley de Organizaciones Marítimas y Armamentos Navales”. Intervino Maura, que consiguió la unanimidad del Congreso1. Moret subrayó la importancia del programa de construcciones navales para la “entente mediterránea”. Coincidían las palabras de Maura con las que Pichon pronunció en la Cámara francesa2. El embajador de Francia subrayó la fortaleza del gobierno y la cohesión de su mayoría como una buena noticia para su país3. Las relaciones de España con Francia suponían un giro en la política exterior de la Regencia. Las razones permanecían idénticas: motivos económico-financieros y asegurar la estabilidad de la monarquía. La economía española dependía cada vez más de las finanzas francesas. Las contradicciones de la política francesa en Marruecos preocupaban en Madrid. Había síntomas de desconfianza, especialmente tras la intervención militar en Casablanca. Con todo, los lazos entre los dos países eran de tal índole que, si se produjera una orientación nueva, sería provisional y breve4. La
DS/C 104 (27 noviembre 1907) 2977-2979. El embajador, a quien visitó Maura el mismo 28 de noviembre, se felicitaba por esta victoria parlamentaria, porque subrayaba con firmeza « que nos deux pays (mots passés por el encargado de la cifra) ont de leurs droits et de leurs devoirs au Maroc une notion assi concordante et un sentiment aussi vif”. Tc 253 Amédée-Paul Révoil-Pichon, 28 noviembre, AAE NS Espagne 3 346. 3 La respuesta de la prensa al debate parlamentario revelaba “la solidité d’un ministère auquel ne peut être opposé pour l’instant aucun autre personnel gouvernemental sérieusement constitué et discipliné. Pour notre part, nous ne pouvons que nous féliciter que le Ministère actuel ait remporté ce succès retentissant sur un programme de politique extérieure élargi et répondant mieux aux nécessités de la mission commune qui incombe à la France et à l’Espagne ainsi qu’à l’esprit des arrangements conclus entre les deux pays”. 179 Révoil-Pichon, 29 noviembre, ib. 3 349-350 4 903/394 Tornielli-Tittoni, Paris 2 abril 1908, ASD DDS XL/15 277. 1 2
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acción mancomunada con Francia en Marruecos sobreviviría a las fases de desconfianza5. El asesinato de Carlos I de Portugal y del Príncipe heredero Luis Felipe impresionó a la opinión en España. La prensa liberal comparó a Maura con João Franco. En esta ocasión como en las anteriores, desde que retornaron al poder en el 6 de marzo de 1902, viviendo aún Sagasta y con tres crisis en ocho meses, se imponían en el partido liberal los menos reflexivos. Era el efecto más destructivo de su falta de programa y de cohesión. Moret era incapaz de dirigirlo, porque “il est fatigué de les commander”. En estas fechas iniciales de 1908, antes que se produjeran los sucesos de julio de 1909 y antes de que Maura fuera un “presidente cesado”, era perceptible la crisis del partido liberal. Estaba dejando de ser un partido de gobierno, un contrapeso y una alternativa a los conservadores. Iba a la deriva, en manos de los radicales. Moret lo sabía, pero cedió ante quienes creían que no debía darse tregua al gobierno. Révoil formulaba entonces la hipótesis de que un fracaso de Maura abriría una etapa inquietante6. El más consciente de esto era el propio Maura. Dialogaba con la oposición y quería evitar la obstrucción a sus proyectos. Hay un testimonio de esto en una carta a Alfonso XIII: no escatimaría tiempo en el debate parlamentario de la Ley de Reforma de la Administración Local, porque sólo así tenían las Cortes una superior legitimidad7. Pese a eso, la situación se agravó en las semanas siguientes, El verano de 1908 dos leyes, la de represión del terrorismo y la de reforma de la administración local unen a liberales, demócratas radicales y socialistas en lo que el embajador francés denomina “una campaña sin respiro” contra el gobierno. Con paciencia, Maura estaba consintiendo que la oposición discutiera la reforma de la administración local palabra por palabra en cada artículo. Creyó el gobierno que la ley de represión del terrorismo acabaría con esa obstrucción. Alfonso XIII dijo a Révoil que había sido discutida por una comisión formada por los dos partidos gubernamentales antes de su presentación a las Cortes. Hubo mutuas concesiones8.
5 Cuando se planteó el problema del reconocimiento de Muley Hafiz, Silvestrelli estaba seguro de que los dos gobiernos actuarían juntos. 680/422 Silvestrelli-Tittoni, 17 junio, ib. 403. 6 60 y 62 Révoil-Pichon, 14 y 19 de febrero 1908, AAE NS Espagne 4 7-10 y 11-14. 7 Vid. Antonio Maura, un político liberal, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1995. 8 196 Révoil-Pichon, 27 junio 1908, AAE NS Espagne 4 48-51.
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1. Muley Hafiz, el nuevo Sultán En noviembre de 1907 presentó el nuevo ministro de España sus credenciales ante Abd-El Aziz, destituido el 5 de enero de 19089, el mismo día en que Muley Hafiz recibía el homenaje y reconocimiento, la Béïa en Fez10. ¿Era creíble esta noticia? La Época advertía que las condiciones políticas de Marruecos no eran comparables con las de las naciones europeas. El Sultán derrocado podría seguir ejerciendo en precario su autoridad, como había sucedido en otras ocasiones. No debería, por tanto, darse su causa por perdida. Había una tradición secular de sublevaciones. La sufrida por AbdEl-Aziz no era la primera. Había que esperar11. Una vez proclamado el 11 de enero de 1908 Muley Hafiz en Fez, no debería autorizarse a Francia el envío de tropas para apoyar a Abd-ElAziz, porque, según la jurisprudencia interna, había dejado de ser sultán. Había que ser muy prudentes. Una injerencia provocaría una respuesta que pondría en peligro la vida y los bienes de los europeos12. Su efecto, según lo aprobado en el Acta de Algeciras, sería la presencia permanente de tropas francesas13. Tras entrevistarse con Pichon, que pasaba por Madrid de regreso de Andalucía, el ministro de Estado, Manuel Allendesalazar, creía que no podía reconocerse a Muley Hafiz, porque todo el Majzén era fiel a Abd-El-Aziz. España reconocería a Muley Hafiz cuando su poder estuviera aceptado en todo Marruecos y declarase su respeto a los acuerdos firmados con las potencias europeas. No deseaba una intervención francesa e iba a limitarse a cumplir, con lentitud y paciencia, lo previsto en el Acta de Algeciras en relación con los puertos14. La postura de Inglaterra era favorable a Abd-El-Aziz, 9 José Manuel Allendesalazar, La diplomacia española en Marruecos, 1907-1909, Biblioteca Diplomática Española, Madrid 1990, 113-126. Jerónimo Bécker González, Historia de Marruecos. Apuntes para la historia de la penetración europea y principalmente española en el norte de África, Madrid, Estudio Tipográfico de Jaime Ratés 1915 489. 10 Moulay Albdelhadi, Alaoui, Le Maroc face aux convoitises européennes¨ 1830-1912, Salé, Imprimerie Beni Snassen. 2001, 226-227. 11 “Conviene no dejarse llevar de impresiones; esperar con calma, aunque con vigilante atención, el desarrollo de los sucesos y no imaginar a cada momento y por el más mínimo incidente cambios de orientación en la política adoptada...”. Respuesta a El Liberal, “Marruecos. Tema eterno” La Época, 113 enero 1908. 12 En muchos marroquíes amigos de los europeos estaba produciéndose un “sentimento di diffidenza” hacia el Acta de Algeciras. Tc 1311 Nerazzini-Tommaso Tittoni, 4 febrero 1908, ASD P Marocco 214. 13 Tc 76 y 92 Nerazzini-Tommaso Tittoni, 11 12 enero, ib. 214. 14 El embajador francés en Madrid creía también que un apoyo de su país a Abd-El-Aziz perjudicaría sus intereses. Tc 125 Silvestrelli-Tommaso Tittoni, 19 enero 1908, ASD P Ma-
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porque creía que su adversario interrumpiría las reformas y no respetaría los acuerdos firmados15. Thomas Sanderson, ex subsecretario del Foreign Office, insistía en la necesidad de ser pacientes. Los marroquíes son orientales. No aman las prisas ni aceptan las soluciones preconcebidas. Hay que esperar mucho del paso del tiempo y de las circunstancias. Esta posición era la misma que la de Charles Hardinge, el sucesor de Sanderson. “Spectator”, una publicación de gran prestigio, francófila, admiraba la “paciencia vigilante” y “la inacción inteligente” de Francia. La mejor política consiste en esperar las ocasiones. Se equivocaban quienes las forzaban16. Francia debía huir como de la peste de las operaciones brillantes, cuyo éxito es siempre incierto. En Francia, con la excepción de Le Temps17, la prensa tendía al “aventurismo”. Nadie defendía a los políticos que estaban a favor de la moderación y de la espera paciente. Aunque el gobierno llevaba una dirección política acertada, la prensa dificultaba que fuera comprendida en el extranjero18. España no debía hacerse la ilusión de que podría tener a su lado a los ingleses en caso de que se enfrentara a Francia en Marruecos. La entente cordiale había hecho de los dos gobiernos, antes rivales, aliados en Marruecos. Se temía entonces que un empréstito de Francia al Sultán pondría en peligro su soberanía. Marruecos habría quedaba bajo la tutela de Francia, creando una situación similar a la Túnez y Turquía19. Bunsen, el embajador inglés en Madrid, se entrevistó con Charles Hardinge. De sus palabras al embajador y de su conversación del día siguiente con rocco 214. El gobierno francés se negó a pagar a las tropas de Abd-El-Aziz, residente entonces en Rabat, porque juzgaba que ese acto podría interpretarse como una intervención a su favor que rompería la imparcialidad de Francia Tc 125 Tornielli-Tommaso Tittoni, 15 enero, ib. 214. Tommaso Tittoni informó de la posición española al embajador en Paris, 6241/24, 1 febrero, ib. 214. 15 Conversación de Hardinge, tc A. di San Giuliano-Tommaso Tittoni, 17 enero, ib. 214. 16 Una prueba de que esta era la actitud aceptaba fue el éxito de Lord Cromer en Egipto frente al Mahdí. 17 Este diario era considerado en el extranjero como un órgano oficioso del ministerio de Asuntos Exteriores. 414 Paul Cambon-Stephen Pichon, 22 octubre 1908, AAE CP NS Maroc 4 261. 18 21 Paul Cambon-Pichon, 18 enero 1908, ib. 159-160. 19 Esa fue la conclusión de Villaurrutia tras una entrevista con Charles Hardinge. Villaurrutia-Manuel Allendesalazar, 19 enero 1908. El acuerdo anglo -ruso en Oriente reforzaba la “entente cordiale”, Villaurrutia-Allendesalazar, 7 febrero, Marqués de Villaurrutia (Wenceslao Rodríguez de Villa-Urrutia), Cartas al Ministro de Estado (1907-1909), edición, introducción y notas de José Manuel Allendesalazar, Madrid 1995, 103-104 y 121.
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Paul Cambon, Villaurrutia concluía: “ha de sernos muy difícil contar con el apoyo de Inglaterra para contrariar los planes de Francia en Marruecos”. La entente cordiale había convertido al gobierno inglés en el mejor aliado de Francia20. Los ingleses querían que España evitara cualquier tentación de entenderse con Alemania, en detrimento de lo convenido con Francia. Edward Grey fue tajante: si los franceses se quedaban solos en Marruecos, no era seguro que alcanzaran sus propósitos, pero sí lo era que España no lograría realizar el suyo, si verdaderamente no coincidía con el recogido en el pacto con los franceses. Si se permitía entrar a otras potencias, las rivalidades entre ellas actuarían en daño de los intereses de España. La Conferencia de Algeciras no habría servido para nada. Grey subrayó que el apoyo inglés era “más desinteresado y más barato” que el que podría prestar Alemania. Con cierta ambigüedad, podría deducirse que Londres no dejaría a España a merced de los franceses, pero no habría que equivocarse: los ingleses no quebrarían lanzas cada día en favor de los españoles. “Nuestra política exterior puede decirse que está hoy reducida al problema marroquí y es justo que a él consagremos toda la atención y toda la actividad de nuestra diplomacia; pero las grandes Potencias, con política mundial, como Inglaterra, tienen muchos cabos que atar y muchas cosas que pesar en la balanza”. Eso explicaría concesiones que aparentemente inexplicables o injustificables21. Después de un largo silencio como hombre público, intervino Delcassé el 30 de enero de 1908 en la Cámara de Diputados para analizar la crisis de Marruecos. El gobierno francés no podía consentir la anarquía. Debía restablecer el orden en las costas y en la frontera con Argelia. Si no lo hacía, dejaría paso libre a otra potencia. Toda la prensa inglesa recogió el debate, en el que intervino Pichon. Sólo The Tribune, liberal, tachó las palabras del ex ministro, servir para reabrir las rivalidades franco-germanas. Los aplausos a Delcassé podrían interpretarse como un apoyo al gobierno, a su política de moderación y su energía para defender los derechos otorgados en la Conferencia de Algeciras y los deberes que Francia había aceptado22. 20 Villaurrutia-Allendesalazar, 19 enero 1908, ib. 103. El acuerdo anglo-ruso tenía los mismos efectos en Asia. 3, 7-2-08, ib. 121. El viaje de Fallières a Londres cobraba su verdadero alcance tras ese acuerdo entre Londres y San Petersburgo. Así se lo comentó el embajador. 16, 29 mayo 1908, ib. 188. 21 3 Villaurrutia-Allendesalazar, 7 febrero, ib. 118-119. Cuando Fallières, presidente de la República, visitó Londres, Pichon dijo a Villaurrutia que los incidentes provocados por “unos soldados borrachos” no podrían turbar las relaciones entre amigos y aliados, “porque aliados somos en Marruecos”. 16, 29 de mayo, ib. 189. 22 21 Paul Cambon-Pichon, 30 enero 1908, AAE CP NS Maroc 4 161-162.
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2. Dudas sobre la lealtad al Acta de Algeciras En plena crisis interna en Marruecos, pocos días bastaron para que españoles y franceses comenzaran a ocupar puntos en la costa. “L’opera poco brillante d’Algesiras si va così sgrettolando, dopo un’esistenza delle più efimere”23. Los dos bandos presentaron ante Alemania sus quejas por el comportamiento de Francia. En Berlín respondieron que deberían dirigirse a todas las potencias signatarias del Acta General de Algeciras24. Esta respuesta revelaba dos cosas: que Alemania aceptaría los hechos consumados y no se enfrentaría con Francia por Marruecos. Quizás en Berlín estaba viva aún la experiencia de 1905: la energía desplegada en aquella ocasión, aparte la dimisión de Delcassé, no fue rentable25. ¿Había un doble juego por parte del gobierno francés? Así lo creía Nerazzini y lo denunciaba. En París, Pichon hacía declaraciones en la Cámara de Diputados y daba explicaciones a las potencias: no se apartaría del Acta de Algeciras. No lo parecía, pues el gobierno francés estaba realizando un programa, calculado, con el cual buscaba, por todos los medios, complicar su situación interna, pretexto para justificar una conquista26. El general Amade llevaba a cabo operaciones para impedir a Muley Hafiz comunicarse con el interior, especialmente con Fez. El 10 de febrero Jean Jaurès, diputado socialista, preguntó por la actitud de Alemania. El ministro de Exteriores la calificó de correcta y cortés. Georges Clemenceau había asegurado que su gobierno respetaría las estipulaciones internacionales firmadas por Francia y, a la vez, recordó con patriotismo los vínculos que unían la Alsacia y la Lorena con Francia. Todos los indicios señalaban que, en ese momento, en Berlín, pese a sus oscilaciones en las relaciones con Francia, existía también una actitud conciliadora27. Se explicaba así la reacción ante el envío de 3500 soldados franceses28. Nadie sospe113/75 Silvestrelli-Tittoni, 28 enero, ASD DDS XL/15 109. La protesta de Muley Hafiz por la intervención de Francia, t 11 Nerazzini-Tittoni, 15 febrero, ib. 141. El ministro telegrafió esta comunicación al embajador en París. T 398 y 399 Tittoni-Tornielli y a los embajadores en Berlín, Madrid y Londres, 18 febrero, ib. 145-147. La reacción alemana, 330/148 Pansa-Tittoni, 14 febrero, ib. 151. 25 Conversación con Radowitz. Sospechaba el embajador italiano que en Berlín esperaban que Marruecos terminara separando a Francia y España, como Túnez hizo años antes con Italia y Francia. Eso favorecía el aislamiento de sus antiguos enemigos. 162/24 SilvestrelliTittoni, 9 febrero, ib. 137. 26 87/21 Nerazzini-Tittoni, Tánger 13 febrero ib. 161. El cónsul de Italia en Alger decía que la penetración en Marruecos estaba siendo “più metódica, meno costosa e più sicura”. 742/96 Modica-Tittoni, 26 febrero, ib. 187. 27 475/201 Tornielli-Tittoni, 20 febrero, ib. 171-172. 28 La actitud de Alemania, 499/224 Pansa-Tittoni, 11 marzo, ib. 241-243. 23 24
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chaba de las intenciones del gobierno Georges Clemenceau, pero se temía la influencia del partido colonial franco-argelino29. Le Gaulois, en un artículo titulado “Une nouvelle politique”, apuntaba a un cambio en la posición del gobierno en Marruecos. La oficiosa agencia Havas se apresuró a desmentirlo. ¿Se trataba de una maniobra del partido colonial alemán para crear dificultades al gobierno francés? Jules Cambon, el embajador en Berlín, tenía sus sospechas30. Desde hacía algún tiempo la política alemana parecía bajo mínimos y aletargada. La posibilidad de una intervención militar de Francia en Marruecos había cerrado esa fase. En sus declaraciones el secretario de Estado para Asuntos Exteriores parecía mirar con benevolencia la conducta de los franceses. El embajador de Italia en Berlín decía que el gobierno alemán confiaba que Francia respetara el Acta de Algeciras. Esa tolerancia, ¿era prudencia o debilidad? Parece lo segundo, a la vista de la situación política general dirigida por von Bülow, que había desaprovechado la oportunidad que le ofreció en 1906 la caída de Delcassé31. Este análisis era rectificado en el informe que enviaba Nerazzini desde Tánger. Había polémica en la prensa de Francia y Alemania. Pichon había avisado de los peligros de una intervención francesa. En Rabat el Sultán habría pedido al vicecónsul Neudorfer la intervención de Guillermo II para evitar que Francia enviara fuerzas de ocupación. Esa iniciativa de Abd-El-Aziz era mucho más significativa, teniendo en cuenta que sus consejeros le habían dicho que necesitaba la ayuda francesa para conservar el poder. El Sultán no los escuchó, porque sentía escrúpulos religiosos: que la tierra del Islam fuese ocupada por infieles. Una gestión idéntica acababa de hacer Muley Hafiz ante el ministro alemán. Rosen envió las dos peticiones al canciller Bülow. El gobierno alemán respondió por escrito a la petición verbal del Sultán Abd-El-Aziz. Parece que el contenido de ese memorando se había transmitido al gobierno francés por medio de la embajada en París. Mientras, Marruecos sentía que el apoyo alemán sobrepasaba el sentido de su comunicación al vicecónsul en Rabat. No querían la intervención de T 40 Pansa-Tittoni, 9 marzo, ib. 217. Sobre el ambiente favorable a una ocupación de Marruecos, 890/114 A. Modica-Tittoni, Alger 9 marzo, ib. 239. Sobre los excesos de este partido, 514/116 Gianatelli Gentile-Tittoni, Tánger 19 agosto 1908, ib. 535-536. 30 554/248 Pansa-Tittoni, 19 marzo, ib. 255. 31 Pansa no hacía pronóstico y recordaba la posición difícil del canciller, debido a la constitución política del Reich. La dirección estaba en manos de Guillermo II y sus decisiones escapaban a toda previsión y sólo se conocen como hechos consumados. R. 292/1130 Pansa-Tommaso Tittoni, 10 febrero 1908, ASD SP Marocco 214. 29
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nadie en sus relaciones con Francia. Sólo faltaba que algún periódico francés se alegrase por este chasco de la diplomacia alemana32. El ministro de Estado pidió al embajador en París que informara que España ocuparía La Restinga, al sur de Melilla, porque por ella se aprovisionaban de armas los partidarios del pretendiente. Con eso, España cumplía lo aprobado en el Acta General de Algeciras sobre el contrabando de armas33. La ocupación española de Cabo del Agua y de La Restinga no suscitó recelo alguno en Londres34. A Inglaterra sólo le preocupaba “el que nos entendamos con los franceses y el que no se metan allí los alemanes”. Paul Cambon dijo a Villaurrutia: “Occupez provisoirement et restez définitivement”. Ese comentario podría revelar la intención de los de París: quedarse en Casablanca y “pacificar manu militari a las vecinas tribus”35. Alemania promovía entonces un acuerdo sobre el Báltico. La iniciativa había partido de Rusia. Se buscaba la adhesión de Suecia. Era un intento similar al llevado a cabo por Francia, Reino Unido y España. La cuestión de fondo era otra: Guillermo II trataba de excluir a Inglaterra y Francia, entendiéndose directamente con Rusia, la aliada de Francia. En Berlín olvidaron que el Reino Unido y Francia garantizaban la integridad de Suecia, que nada haría contra sus protectoras36. Las tropas al mando del general Amade llegaron a Casablanca el 19 de febrero. Entre ellas y la ciudad, se habían situado miles de marroquíes. Amade se proponía impedir el avance de Muley Hafiz hacia Fez. La situación de las tropas era insegura y su número insuficiente. La población estaba asustada37. Estas operaciones para impedir a Muley Hafiz comunicarse con
32 Riservatissimo 96/24 Nerazzini-Tommaso Tittoni, 16 febrero 1908. Esta información se transmitió a los embajadores en París, Londres, Tánger y Madrid, ib. 214. Toda esta información de Nerazzini la confirmaba Pansa desde Berlín, 418/1813, 29 de febrero. 33 Lo comunicaría a todas las naciones signatarias del Acta. Pichon entendió las razones de España y asintió a lo que le expuso el embajador. León y Castillo-Allendesalazar, 13 y 14 febrero 1908, AMAE H 1536. 34 La correspondencia del ministro de Estado con los embajadores sobre este asunto en 1908, en José Manuel Allendesalazar, La diplomacia española y Marruecos, 1907-1909, Madrid 1990, 129-189. 35 Villaurrutia-Manuel Allendesalazar, 24 abril 1908, Marqués de Villaurrutia, Cartas al Ministro de Estado (1907-1909)… 174-175. 36 8 Villaurrutia-Allendesalazar, 1 abril 1908, Cartas al ministro de Estado...147. Las repercusiones del acuerdo con Francia y el Reino Unido, en el acuerdo que Guillermo II intentó con Nicolás II en el Báltico, 14 Villaurrutia-Allendesalazar, 24-abril, ib. 174-175. 37 Tc 442 Nerazzini-Tommaso Tittoni, 19 febrero 1908, ASD P Marocco 214. El ataque a las tres columnas francesas, tc 495, 22 de febrero. Un informe sobre las relaciones de Amade con Muley Hafiz, recibido a través de la carta que un italiano envió a Nerazzini, desde Casablanca el 18 de marzo, Riservatissimo 186/136, 213 marzo, ASD P Marocco 214.
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el interior de Marruecos, especialmente con Fez, la ciudad santa, podrían considerarse una injerencia en la política interna. La conclusión para España era que había durado poco la vigencia del Acta de Algeciras, que le otorgó los mismos derechos que a Francia. Aunque los ingleses miraran con disgusto una conquista francesa, nadie se hacía ilusiones de que se opusieran a ella. Bunsen creía que la ocupación española de Mar Chica era vista con buenos ojos en París. De este modo el gobierno español se sentía compensado. Era imposible que penetrase en el territorio que estaba detrás de Melilla y de Mar Chica. Se lo impedían fuerzas leales a Muley Hafiz. Sospechas y celos entre las dos potencias “encargadas de pacificar Marruecos”: esa era la situación38. Dos semanas más tarde, La Época tenía que responder a sus otros colegas. Se invitaba a España a proclamar su protectorado sobre la región del Rif, puesto que la acción francesa dejaba sin vigencia el Acta de Algeciras. No era la conducta correcta. Había que ser prudentes. Alemania tenía una postura reservada. Pero nadie podía dudar de que Londres seguía al lado de Francia39. El debate en la Cámara obligó a intervenir al presidente del consejo y a pedir un voto de confianza, que recibió 105 votos en contra. La ampliación de las operaciones militares en Marruecos era mal vista por los franceses. Más allá de la cuestión marroquí, la oposición trataba de derribar el ministerio. Esa afirmación de Pichon no quitaba importancia al asunto. El gobierno, pese a que Amade no había pedido refuerzos, tenía que tomar precauciones, porque un imprevisto aumentaría la protesta. La oficiosa agencia Havas había revelado la existencia de una circular del ministerio de Asuntos Exteriores afirmando que la misión de Regnault y Liautey no modificaba el carácter temporal de la presencia de tropas francesas en Marruecos40. El sultán Muley Hafiz envió a todas las legaciones extranjeras en Tánger una nota desmintiendo que fuera a llamar a la guerra santa. Había hecho esa declaración para calmar a la población, irritada por la presencia de tropas extranjeras. No atacaría a los europeos41. 260/165 Silvestrelli-Tittoni, 20 febrero 1908, ASD DDS XL/15 189. La cena privada de los Reyes, acompañado sólo por el ministro de Estado, en la embajada inglesa tendría como fin asegurar al rey Eduardo la amistad preferente de España con Inglaterra, vísperas de una visita de la escuadra austro-húngara, y calmar a la opinión española. Ese acto no tenía precedentes. 295/189 Silvestrelli-Tittoni, 7 marzo, ib. 221. 40 Riservato 6131//288 Tornielli-Tommaso Tittoni, 7 marzo 1908, ASD P Marocco 214. 41 Suelto aparecido en La Época, 24 febrero 1908. Las comunicaciones de Muley Hafiz a los ministros acreditados en Tánger, con fechas 20, 21 de febrero y una de un comité de notables de Fez, anexas a 177/135 Nerazzini-Tommaso Tittoni, 20 marzo, ASD P Marocco 214. 38 39
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La acción de Francia en Marruecos se consideraba una aplicación del Acta de Algeciras. Alemania aceptaba ese planteamiento. La intervención era una condición previa para crear la policía marroquí en las ciudades portuarias. Su lógica la había llevado a un punto que no podía traspasarse. Si juzgara necesario hacerlo, Francia debería dirigirse a las potencias y presentarle sus propuestas con concesiones adecuadas a la nueva situación. ¿Significaba esta observación que en Berlín querían repetir la situación de 1905 con Rouvier? Entonces, como hemos dicho, dimitió Delcassé y Alemania buscó ventajas a cambio de tolerar a Francia una mayor libertad de acción en Marruecos. Von Schön reiteró a Pansa, el embajador italiano, que para Berlín la única exigencia era la igualdad comercial de todas las potencias. No consentiría la política de “exclusión económica” implantada en Túnez. Tras la firma del Acta de Algeciras quedaba pendiente extender la igualdad a las obras públicas, minas, puentes y vías de comunicación. Las palabras del Secretario de Estado de Asuntos Exteriores revelaban la preocupación por la ampliación de la esfera de acción francesa que podría incrementar su control sobre Marruecos. Habría que esperar que las operaciones emprendidas por el general Amade fueran un éxito y, conseguida la pacificación, Francia retirase sus tropas y se normalizase la situación42. No reaccionaba de la misma forma la opinión alemana. Cuando se distribuyó en el Reichstag el “Libro Blanco” sobre Marruecos, la prensa alemana concluyó que la conferencia de Algeciras había sido una maniobra para dar cobertura a la penetración francesa. Su integridad territorial, la soberanía del Sultán, la igualdad comercial, todo lo aprobado en 1906, eran agua pasada. Los documentos publicados por el gobierno alemán eran recibidos por una opinión pública que preguntaba qué beneficios había sacado su país con esa política conciliadora hacia Francia43. Pichon y Georges Clemenceau estaban preocupados por las dudas que su intervención en Marruecos estaba creando en las otras potencias. Aseguraban que no deseaban conquistar, sino pacificar44. La presión sobre la fron499/244 Pansa-Tittoni, 11 marzo 1908, ASD DDS XL/15 241-243. 848/376 Orsini-Tittoni, Berlín 4 de mayo, ib. 309. Bülow, necesitado del grupo liberal, tenía que cuidar su sentimiento nacionalista para no perder sus votos. Su buena disposición estaba condicionada por aquel. Si se juzgase débil su actitud hacia Francia, toda su política exterior se derrumbaría ante el empuje de la política interna. Vid. Este comentario, t 190 Orsini-Tittoni, 9 septiembre, ib. 651. El ministro transmitió el telegrama a los representantes de su país en Londres Madrid, París, San Petersburgo, Viena y Tánger, 2400 10 septiembre, ib. 655. 44 Pichon dijo que su gobierno estaba dispuesto a cooperar en una reconciliación entre los dos bandos enfrentados. La participación alemana en esa empresa sería bien acogida en París. Enviados de Muley Hafiz se dirigían a Berlín en esos momentos. 1225/536 Aliotti-Tittoni, 6 mayo, ib. 317. La actitud alemana, 846/375 Orsini-Tittoni, 4 mayo, ib. 305. 42 43
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tera argelina, excluida expresamente del Acta de Algeciras, podría mover a la opinión a exigir una acción más eficaz para reprimir las incursiones de las tribus marroquíes45. En el Senado español, el 21 de mayo el teniente general Ochando interpeló al gobierno. No podía seguir la situación que el día 20 de mayo había denunciado el senador Díaz Moreu. Respondiendo al duque de Mandas, Allendesalazar dijo el 23 de mayo que los incidentes como el de Casablanca se resolvía entre Estados civilizados con criterios de justicia y legalidad. Al gobierno le bastaba con defender los intereses de España en cualquier circunstancia46.
3. Hacia una Alianza Francia-Rusia-Reino Unido El anuncio de una entrevista entre Nicolás II y Eduardo VII fue acogido con entusiasmo por la prensa rusa. Venía a consagrar el acercamiento producido tras la firma de la convención el año anterior. Contaba además la política austriaca en los Balcanes. Podría decirse que en la aproximación había influido más el rencor contra este imperio que la simpatía hacia los ingleses. Durante mucho tiempo el entendimiento austro-ruso en los Balcanes fue impopular en Rusia. Al final se impuso a la diplomacia la solidaridad con aquellas poblaciones. El apoyo inglés a las reformas en Macedonia, tan bien acogidas en Serbia y Bulgaria, habían elevado el prestigio de Inglaterra. El encuentro de Reval, nombre alemán de Tallín, la capital de Estonia, con la presencia de Charles Hardinge y Alexander Iswolsky, tenía en esas circunstancias una gran trascendencia47. Crecía la hostilidad de los rusos hacia Alemania, a la que culpaban de sostener a Austria en los Balcanes. Olvidaban el apoyo recibido de los alemanes durante la crisis política de los años anteriores. Pasaban por alto la responsabilidad de Inglaterra en la guerra con Japón. La explicación era étnica, el antagonismo racial entre eslavos y germanos. Cada vez que surgía nacionalismo eslavo se borraba el recuerdo de los muchos años de amistad con los Hohenzollern y renacía la aversión hacia Alemania. Por eso, al dar la 1056/ 454 C. Aliotti-Tittoni, París 21 abril, ib. 293. Para la presión del partido colonial sobre el gobierno, 1201/525, 4 mayo, ib. 313-315. 46 Emilio Díaz Moreu-Allendesalazar, 20 mayo DS/S 213 (20 mayo 1908 4495-4501. Las intervenciones del general Federico Orlando y del duque de Mandas, ib. 214 y 216 (21 y 23 de mayo). 4516-4518 y 216 (23 mayo) 4531-4542. Vid. “Españoles y franceses. El incidente de Casablanca” “La verdad de lo ocurrido”, La Correspondencia de España, 19 y 21 mayo 1908. 47 502/182 G. Melegari-Tittoni, 25 de mayo de 1908, DDS CXII 25-26. 45
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bienvenida a Eduardo VII, Rossia, que expresaba la opinión oficial, se encargaba de indicar que Rusia mantenía cordiales relaciones con otros países, especialmente con Alemania, con la que existían numerosos y antiguos lazos. Se rechazaba abiertamente los intentos de empujar a un enfrentamiento entre las dos naciones. Esa opinión y ese sentimiento eran reprobables48. El viaje de Eduardo VII a Rusia y la visita del presidente Fallières a Londres subrayaban que se iniciaba “unas nueva Triple Alianza, aunque se contente con el nombre de entente cordiale”. Esa visita prolongaba el acuerdo anglo-ruso en Asia49. La entente entre el Reino Unido y Francia tendía, pues, a hacerse permanente y transformase en una alianza. Los datos: la frecuencia de estos gestos de amistad y la creciente participación de cada vez más sectores de la sociedad, incluso cabían la posibilidad de un acuerdo comercial entre las dos naciones, superando la reticencia de los capitalistas ingleses. Todo eso sucedía en el momento en que habían mejorado las relaciones entre Rusia y el Reino Unido. Podría caminarse a un acuerdo entre las tres potencias. Había intereses desiguales. A Londres le bastaba un aliado como Francia en el continente. Francia, en cambio, si se produjera un conflicto, sabía que la escuadra inglesa no alejaría de su frontera oriental a los ejércitos enemigos. No se había borrado el recuerdo de Sedan después de treinta y ocho años50. Por primera vez, desde 1883, había la posibilidad de una alianza de Francia, Reino Unido y Rusia, que fuera la otra “Triple Alianza. “Las bases estaban ya puestas”51. La visita de Eduardo VII a Nicolás II en Reval fue una iniciativa inglesa. Edward Grey había anunciado en un discurso a la City, pronunciado en 1905, que urgía que Rusia recuperara peso en el concierto europeo. Hubo debate sobre ella en los Comunes. Grey la justificó frente a los ataques de laboristas y de nacionalistas irlandeses, que denunciaban ese apoyo del gobierno liberal a la autocracia rusa. El jefe de la oposición aprobó la conducta del gobierno. Grey se ganó a los liberales moderados y a los conservadores52. Iswolsky quería que Rusia mantuviera una política exterior más realista, atenta a sus verdaderos intereses económicos y políticos53. Ese era el objeti540/197 G. Melegari-Tittoni, 9 de junio de 1908, ASD DDS CXII 27-28. 29 mayo 1908, Marqués de Villaurrutia, Cartas al Ministro de Estado… 188. 50 Le Temps pidió que se aplazase la firma de una alianza hasta que el otro socio modificase su sistema defensivo y crease un ejército capaz de luchar en el continente. 51 275 León y Castillo-Allendesalazar, 29 mayo 1898, AMAE H 1536. 52 1010/106 A. di San Giuliano-Tittoni, 6 junio 1908, ASD DDS XXXIV/10 3. 53 Iswolsky confesó al embajador de Italia que su objetivo supremo era mantener la paz. T. 115 Malegari-Tittoni, 31 julio. Este telegrama se remitió a los embajadores en Berlín, Constantinopla, Vena. Londres y París el 1 de agosto, ib. 31-33 48
49 Villaurrutia-Manuel Allendesalazar,
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vo del encuentro de Reval. Lo mismo que los acuerdos firmados esos años, estaba inspirado en el amor a la paz54. Esta posición era creíble, incluso para los austriacos. Aerenthal y Schäsky creían que en Reval se habló de los Balcanes. Reconocían el papel de Eduardo VII en este giro de la política exterior inglesa. Había acabado con el aislamiento. Juzgaban buena la amistad entre Rusia y el Reino Unido. Como contrapeso a esa aproximación y garantía para Alemania estaba Nicolás II. Por eso, la amistad no había llevado a un compromiso formal55. Era así. Cuando la prensa rusa reavivó los sentimientos hostiles hacia Alemania56, Rossia, periódico oficioso del Ministerio de Asuntos Exteriores, insistió en que era un error fomentar lo que enfrentara a los rusos con los alemanes. Esa actitud sacudía las bases de la convivencia pacífica entre las dos naciones. No respetaba derechos e intereses inviolables de cada uno de ellos. Erraban quienes la sostenían en la explicación dada a la visita de Eduardo VII57. Los datos para entender ese encuentro eran el buen funcionamiento de los acuerdos firmados entre los dos gobiernos y el cambio en la opinión inglesa sobre la situación interna rusa58. Estaba funcionando el sistema constitucional puesto en marcha. No era aún conveniente firmar alianzas. Estaba Alemania por medio. A todos convenía no favorecer el nacionalismo alemán. Era claro que la amistad anglo-rusa fortalecía la entente cordiale entre Francia e Inglaterra. Era la clave de toda su política internacional. A ella subordinaba cualquier problema con Rusia. Porque le beneficiaba claramente la posibilidad de que al pacto con Francia se sumara a una futura “cooperación militar” anglo-francesa59. En Alemania aceptaban que el sistema creado por Bismarck había desaparecido. Los nacionalistas lo rechazaban. Lo atribuían a la mala política del canciller. Olvidaban que los derechos e intereses alemanes eran respetados en todas partes. El gobierno no compartía esos sentimientos de decadencia y de agresión de todos contra su país. Estaba convencido de que en Reval no 532/193 Melegari-Tittoni, 6 junio, ib. 5. 1170/637 y t. 169 Avarna-Tittoni, 4 y 10 junio, ib. 5bis-7. El gobierno austriaco lamentaba que la prensa alemana sostuviera con su agresividad la de la prensa rusa y francesa. T. 174 Avarna-Tittoni, 17 junio, ib. 11. Sobre la prensa austriaca y alemana ante el encuentro de Reval, 1371/754 Avarna-Tittoni, 26 junio, ib. 25. 56 Se acusaba a Berlín de inspirar y sostener la política de Austria-Hungría en los Balcanes. 517/212 Melegari-Tittoni, 19 junio, ib. 23. 57 540/197 Melegari-Tittoni, 9 junio, ib. 9. 58 En Viena creían que la presencia de Eduardo VII en Rusia podría fortalecer a los grupos liberales de la Duma. 1246/682 Avarna,-Tittoni, 13 junio, ib. 17-18. 59 C. Alliotti-Tittoni, Paris 9 junio, ib. 15. 54
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se había aprobado nada en contra de Alemania60. El argumento en que se basaba esta conclusión era la contraposición de intereses entre Rusia y el Reino Unido en Turquía. Los rusos no tolerarían que una escuadra y mucho menos la inglesa entrase en el Mar Negro. Los ingleses no permitirían a los rusos asentarse en Constantinopla61. El 12 de agosto, en el encuentro de Ischl, Eduardo VII habría querido atraer a Austria-Hungría a la órbita de la amistad con Rusia en los Balcanes en un momento en que los Jóvenes Turcos habían impuesto al Sultán la restauración de la constitución y abrían la posibilidad de introducir reformas. Fue una visita de cortesía que contrapesaba el encuentro de Reval y el malestar que provocó en Viena. Austria dejaba en claro su lealtad a la Triple Alianza62. Inglaterra, por su parte, expresaba que su política exterior no buscaba enfrentar las dos alianzas continentales, provocando tensiones entre ellas. Por debajo de las apariencias, el encargado de negocios de Italia en Viena tenía la impresión de que el encuentro de Reval era una amenaza para Alemania y para la posición de Austria en los Balcanes, por eso reforzaba la alianza entre los dos emperadores. Si había alguna nube, “la politica anglorussa si è incaricata di dissiparla. E il convegno di Ischl ne ha permesso la costatazione”63.
4. La crisis de Marruecos en este contexto europeo Francia optaba “pour la paix et la conciliation”. Así resumía la política exterior Stéphen Pichon en su discurso ante la “Alliance Républicaine Démocratique” el 16 de junio. La alianza con Rusia se había fortalecido con “amistades estrechas y sólidas”. No había planes agresivos contra nadie en
1120/487 Pansa-Tittoni, 16 junio 1908, ib. 19-20. Era obvio que la pacificación beneficiaba al Reino Unido. Sus buenas relaciones con Austria-Hungría evitaba que viene se entregase a Alemania. Un análisis de esta política exterior, expuesta por Lord George Nathaniel Curzon, 1161/390 A. di San Giuliano-Tittoni, 7 julio, ib. 27-30. 61 Estas realidades eran más importantes que la retórica de cada una de las partes. Guillermo II había pronunciado un discurso durante las maniobras militares. La prensa pangermanista lo usó en provecho propio. Hugo von Radolin, el embajador en Francia, comentó que esa otra Triple Alianza no modificaría la posición del Káiser y de su gobierno a favor de la paz. 306 León y Castillo-Allendesalazar, 18 junio 1908, AMAE H 1536. 62 Los encuentros que tuvieron el barón de Aehrenthal y von Schoen en Berchtesgaden (Baviera) y de Tittoni con Aehrenthal en septiembre ponía de manifiesto la cohesión de la alianza, capaz de superar los nuevos acontecimientos en Turquía y en Marruecos en beneficio de la paz. 1717/737 Orsini-Tittoni, 9 septiembre, ASD DDS XXXIV/10 81-82. 63 1731/960 Tommasin-Tittoni, 19 agosto, ib. 63-66. 60
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esa aproximación de Inglaterra y Rusia. Todos los pasos llevaban a la consolidar la paz. En cuanto a Marruecos, la acción militar estaba justificada por la necesidad de defender derechos de los franceses, cumplir deberes internacionales y preservar la autoridad y la dignidad como gobierno y la seguridad de sus posesiones en el norte de África. Esta intervención provisional en Marruecos no les hacía olvidar sus obligaciones con las otras potencias europeas. Francia era un República respetada64. La imagen del pretendiente era muy negativa. Mientras Abd-El-Aziz, heredero legítimo de Muley Hassan, era inteligente y acogía los consejos de las potencias europeas para modernizar su país, los seguidores del pretendiente eran musulmanes fanáticos, xenófobos, alzados en armas contra las medidas previstas en el Acta de Algeciras. Incluso cuando buscaba la neutralidad de Francia, tuvo que atacar a sus tropas para satisfacer a sus secuaces. Al no obtener apoyo de Francia, usando como argumento la protección militar que estaba dando a un Sultán, que ya no era reconocido por sus súbditos, se dirigía a Alemania65. El gobierno francés no modificó su línea de conducta. Continuaba al lado de Abd-El Aziz. El 14 de mayo, el secretario de la legación alemana en Tánger recibió a los enviados de Muley Hafiz. En carta autógrafa se presentaba como el Sultán legítimo conforme a los preceptos del Corán, el criterio de los ulemas y las costumbres de Marruecos. Estaba dispuesto a cumplir lo firmado en Algeciras: igualdad de trato a todas las potencias. Cuando se retiraran las tropas francesas, cesaría la lucha. Con la paz, se reactivaría el comercio con las potencias. El barón Langwerth escuchó estas declaraciones. Estaba autorizado sólo a manifestar de nuevo el deseo de que se restableciera el orden cesando la lucha por el poder. Los hechos confirmaban lo que von Bülow había dicho al embajador Pansa el día anterior: no quería que hubiera la menor sospecha de que Ale-
64 “Les plus grandes et les plus anciennes monarchies de l’Europe ont reconnues en elle une puissance qui trouve dans son patriotisme assez des raisons pour conserver et augmenter sa force, assez d’expérience pour garantir la durée et la stabilité de ses conceptions et qui sent trop bien ses devoirs vis-à-vis d´elle-même et vis-à-vis de l’humanité pour essayer de troubler la paix, qui lui est particulièrement nécessaire en même temps qu’elle constitue la conciliation première du bien-être et de l’existence de tous les peuples ». Anexo a 303 León y Castillo-Allendesalazar, 16 junio 1908, AMAE H 1536 y C. Alliotti-Tittoni, 18 junio 1908, ASD DDS XXXIV/10 21. 65 Le Temps, el 27 de abril y el 2 de mayo, retrataba a Muley Hafiz y juzgaba la recepción de sus emisarios un acto contrario a las normas de derecho internacional y a los intereses europeos en Marruecos. Con él se rompería la neutralidad internacional a favor de un rebelde y se favorecería a quien predica a guerra santa contra los infieles.
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mania obstruía la acción de Francia en Marruecos. Jules Cambon estaba satisfecho con la actitud alemana66. Su gobierno tendría que resistir el apremio de los sectores nacionalistas y de quienes tenían intereses en Marruecos. Ambos querían que se mostrase hostil a la acción francesa67. En París, la prensa acusaba a Alemania de estimular la rebelión y el fanatismo y fomentar la anarquía. A ello contribuían la recepción oficiosa de los emisarios de Muley Hafiz y los artículos que acogían en la prensa la opinión y los intereses del partido colonial alemán68. La comunicación de Jules Cambon a von Schöen sobre las instrucciones dadas al general Amade, fue juzgada por Radowitz, el embajador alemán en Madrid una prueba de moderación. La explicación estaba en la presión de los franceses cansados de aventuras coloniales y en el fracaso para obtener que fuera reconocido de nuevo como sultán Abd-El-Aziz. Según Radowitz, pensaron Regnault, el ministro francés en Tánger, y el general Amade que frenarían a Muley Hafiz. No pudieron conseguir que se impusiera su protegido69. Los éxitos del pretendiente lo colocaban fuera del alcance de una acción francesa contra él70. ¿Podría reproducirse la situación de 1905, previa a la Conferencia de Algeciras? Algunos lo temían. Guillermo II sospechaba del acercamiento franco-británico y de la visita del Rey Eduardo a Nicolás II. En medio de esta tensión, esos dos hechos aseguraban el equilibrio entre los acuerdos internacionales en vigor71. A su regreso de París, Jules Cambon aseguraba en Berlín que el gobierno francés se preparaba para retirar de Marruecos sus tropas y hacerlo pronto, pero gradualmente, para que pudiesen ser reemplazadas por las fuerzas 906/401 Pansa-Tittoni, 14 mayo 1908, ASD DDS XL/15 329-331. Jules Cambon había viajado a París para poder aportar garantías que permitieran al canciller Bülow proseguir su política hacia Francia. 946/419 Pansa-Tittoni, 20 mayo, ib. 341342. 68 1349/583 C. Aliotti-Tittoni, 15 mayo, ib. 345. 69 R 6136/1394 y 6137/1395 Silvestrelli-Tommaso Tittoni, los dos del 5 junio 1908, ASD P Marocco 214. Las instrucciones al general Amade, anexo al 6136/1394. 70 Sobre el riesgo creado por la obstinación con que Francia sostenía a Abd-El Aziz, t 39 Nerazzini-Tittoni, Tánger 15 de junio. Copia a Paris, Berlín, Londres y Madrid, t 1678 16 junio, ib. 381-385. La decisión francesa de proseguir en su auxilio a Abd-El-Aziz desmentía las declaraciones hechas en la Cámara de Diputados francesa por Pichon y Clémenceau y las garantías ofrecidas a las otras potencias. La expedición del Sultán era “in sostanza una nuova spedizione francese” 791/497 Silvestrelli-Tittoni, 14 julio, ib. 423. Los avances de los partidarios de Abd-El-Aziz en el sur, 474/99 y 489/102 Gianatelli Gentile-Tittoni, 6 y 10 agosto, ib. 477-478 y 485-486. 71 Comentarios del corresponsal del Times al encargado de negocios italiano 1307/604 Aliotti-Tittoni, 21 mayo, ib. 349. 66
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de policía previstas en el Acta de Algeciras72. Esa decisión dependía de estas condiciones: pacificación y existencia de un gobierno marroquí, que la asegure y mantenga el orden. Las dos dependían, a su vez, de un conjunto de acontecimientos poco controlables73. Jules Cambon dijo a von Schoen que su gobierno evacuaría gradualmente de Casablanca sus tropas74. El canciller von Bülow comentó a Pansa que Alemania no crearía dificultades75. Parte de la opinión francesa creía que esa comunicación había sido una cesión ante las presiones alemanas76. El gobierno italiano transmitió a sus embajadores las instrucciones dadas por Francia al general Amade, entregadas por su embajador en Roma el 19 de mayo77. Había corrido el rumor de que las fuerzas francesas de Casablanca iban a entrar en Rabat para poner bajo su protección a Abd-El-Aziz78. No era así. Francia respetaba el deseo del gobierno alemán de que se mantuviera neutral en la guerra civil79. Pese a estas seguridades, se supo que el general Amade dejaba guarniciones en puntos pacificados de la Chauia. Ese hecho las negaba80. En Casablanca había también un contingente español. Se pidió su retirada. El gobierno de Maura no podía hacerlo, porque eso supondría faltar a un compromiso y enfrentarse a Francia81. Nadie podría negar la prudencia del gobierno82. 72 996/433 y 1007/440 Pansa-Tittoni, 26 y 28 mayo, ib. 361-362 y 367 y ASD P Marocco 214. La comunicación de Cambon a von Schön sobre la retirada francesa fue transmitida al embajador Radowitz. Este consideraba la decisión resultado del malestar de la opinión francesa y al fracaso de su apoyo a Abd-El Aziz. 636/394 y 637/395 Silvestrelli-Tittoni, Madrid 5 junio, ib. 371 y 373. Ese juicio era rectificado por la reacción de la prensa ante la noticia de la entrevista con Schon-Cambon, aparecida el 28 de mayo en la Norddeutsche Allgemeine Zeitung. 1541/670 Tornielli-Tittoni, París 2 de junio, ib. 375-376. 73 Se explica de este modo la aprensión del gobierno de París. 1577/690 C. Aliotti-Tittoni, 5 junio, ib. 377. 74 Así lo comunicó Pichon a Aliotti, el embajador italiano en París, tc 10 junio, ASD P. Marocco 214. 75 996/41313 y 1007/440 Pansa-Tommaso Tittoni, 26 y 28 mayo 1908, ib. 214. 76 R. 547/670 Aliotti-Tommaso Tittoni, 2 junio, ib. 214. 77 Los telegramas a los embajadores y ministros en Berlín, Londres, Madrid, París, San Petersburgo, Viena y Tánger, 14 junio, ib. 381. Era una información confidencial. Se entregaron a todas las potencias presentes en la Conferencia de Algeciras. 78 666/4113 Silvestrelli-Tommaso Tittoni, 113 junio, ib. 214. 79 “El ministro de Negocios Extranjeros de Alemania y Mr. Cambon”, La Época, 27 mayo. 80 665/412 Silvestrelli-Tommaso Tittoni, 13 junio 1908, ASD P Marocco 214. 81 647/401 Silvestrelli-Tommaso Tittoni, 8 junio, ib. 214. 82 “Como el gobierno cumple con sus deberes es preciso que el país tenga confianza en él”, porque no dejará de “sostener en todo caso la dignidad del país”. A estas palabras de Allendesalazar respondió Romero Robledo reconociendo que su interpelación nada tenía de censura, porque el ministerio estaba actuando con “admirable prudencia y circunspección” DS/C 217 (27 mayo 1908) 6736-6740.
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¿Qué estaba pasando en Casablanca? Había choques entre los españoles y los argelinos del contingente francés. Se dijo que éstos eran remplazados con frecuencia para que participaran en el botín83. Había dos heridos entre ellos84. La mejor solución era sacar urgentemente a las tropas españolas 85, aun chocando con la idea de los franceses. No podía hablarse de una “próxima retirada”86. Se trabajaba para llegar a un acuerdo entre las potencias europeas signatarias del Acta de Algeciras y reconocer a Muley Hafiz87. Las tropas fieles a Abd-El-Aziz desertaban. ¿Iba a seguir Francia apoyándole?88. En esos momentos Pichon recordaba que, según lo convenido, mientras España y Francia aseguraran el orden interno en Marruecos, ninguna otra potencia debería intervenir89. Edward Grey respondió a Maurice Ashley que el Reino Unido no se apartaba de lo dicho por Pichon en la Cámara francesa90. Este respondía a los diputados Gervais, Deschanel y Jaurés. A petición de éste, leyó las instrucciones dadas a los generales Amade y Liautey, jefes del
83 Soriano intervino para testificar en esa misma sesión lo que había visto Casablanca cuando visitó el campamento de las fuerzas españolas en agosto de 1907. Un comentario de este debate, 612/1378 Silvestrelli-Tommaso Tittoni, 28 mayo, ASD SP Marocco 214. 84 El argelino que acuchilló a un rifeño, alistado con los españoles, fue sometido a un consejo sumario y los que le ayudaron condenados a penas que van desde los 130 a los 60 días de cárcel. “Buena actitud del gobierno francés”, La Época, 27 mayo. 85 “Nuestros soldados están dando pruebas repetidísimas de disciplina, corrección y prudencia”. No podía abusarse además de su paciencia. “Españoles y Franceses. Lo de Casablanca”, Correspondencia de España, 6 junio. La noticia sobre los incidentes, “De Casablanca”, Correspondencia de España, 13 junio, “El último incidente en Casablanca”, El Imparcial, 4 junio. 86 Así lo comunicó al embajador de Italia el director general de asuntos políticos en el ministerio de Asuntos Exteriores, r 1577/690 Aliotti-Tommaso Tittoni, 5 junio, ib. 214. 87 Había entrado en Fez, y había sido proclamado en Tetuán. Eso creaba una situación muy grave. Empezó a hablarse de una nueva conferencia sobre Marruecos. 687/428 Silvestrelli-Tommaso Tittoni, 18 junio 1908, ASD P Marocco 214. La iniciativa debería partir de Francia y esta quería negociar antes con Alemania 689/4131 Silvestrelli-Tommaso Tittoni, 20 junio 1908, ib. 214. 88 La opinión francesa no estaba a favor de un despliegue mayor de fuerzas en Marruecos. Y las potencias firmantes del Acta de Algeciras se comprometían a asegurar la vida y los bienes de sus nacionales en Marruecos. Tc Nerazzini-Tommaso Tittoni, 15 junio, ib. 214. 89 El embajador en Madrid hablaba de “l’elasticità così sorprendente” de esos acuerdos. Conf y en cifra 690/4131, 698/4139, con un resumen de prensa, y r 715/450 Silvestrelli-Tommaso Tittoni, 20 y 25 junio 1908, ib. 214. Debate en las Cortes, DS con intervenciones del ministro Estado, Manuel Allendesalazar, y Romero Robledo, DS/C 240 (25 junio 1908) 7474-7478. 90 Inglaterra iba a secundar a Francia en Marruecos 1095/1378 A. di San Giuliano-Tommaso Tittoni, 24 junio, ib.
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cuerpo expedicionario en Casablanca: se retirarían y serían sustituidas las fuerzas francesas por las marroquíes en cuanto se restableciera el orden91. Pese a las palabras de Georges Clemenceau y de Pichon, la acción de las tropas de Amade en Marruecos tenía como objetivo restablecer en el poder a Abd-El-Aziz. Las fuerzas que le seguían no eran otra cosa sino “una nuova spedizione francese”. Se habló de proporcionarle armamento para unos 10000 hombres92. Por su parte España había enviado naves de guerra al puerto de Tánger. La situación era inquietante. El gobierno español aguardaba la decisión de Francia93. Estaba a favor de reconocer a Muley Hafiz, porque un Sultán con autoridad beneficiaba más los intereses españoles94. Francia, según Jules Cambon, no tenía hacia el Abd-El-Aziz, heredero de Muley Hassan, más obligación que la que derivaba del Acta de Algeciras95. Allendesalazar juzgaba necesario un acuerdo entre los Estados signatarios del Acta de Algeciras para proceder al reconocimiento de Muley Hafiz. Eso suponía que antes éste se hubiera adherido a los acuerdos sancionados en ella. No bastaba el uso internacional de que todos los nuevos soberanos aceptan las obligaciones contraídas por los anteriores con otros países. El ministro de Estado recordó que Marruecos era un caso especial y que la conferencia de Algeciras fue una “intervención efectiva en las funciones del gobierno” marroquí96. El 25 de julio, Sid Aissa ben Omar, ministro de Asuntos Exteriores de Muley Hafiz enviaba una carta al ministro plenipotenciario de Italia en Tánger. El nuevo Sultán aceptaba el Acta de Algeciras, con todos sus artículos, mientras siguieran de acuerdo quienes la firmaron97. El 23 de agosto, Muley Hafiz fue proclamado Sultán en Tánger, con el acuerdo unánime del Majzén y del pueblo, sin atender el ruego del ministro de Francia que deseaba dar tiempo a Abd-El-Aziz para llegar a Zettat, un
91 El ministro de Estado confirmó a los embajadores de Italia y Alemania las palabras de su colega francés 679/421 Silvestrelli-Tommaso Tittoni, 16 junio, ib. 214. Debate en las Cortes, DS/C 240 (25 junio 1908) 7474-7478. 92 Vid. el comentario de Silvestrelli a las noticias aparecidas en la prensa española y en Le Temps. 7613/4813 y 791/497, 8 y 14 julio, ASD SP Marocco 215. 93 Tc Silvestrelli-Tommaso Tittoni, 17 y 19 junio, ib. 214. 94 696/4137 Silvestrelli-Tommaso Tittoni, 22 junio, ib. 95 Tc Pansa-Tommaso Tittoni, 17 junio, ib. 214. 96 723/458 Silvestrelli-Tittoni, 26 junio 1908, ASD DDS XL/15 419. Por cortesía, las demás potencias dejarían a España y Francia la iniciativa del reconocimiento de Muley Hafiz. 1977/87 Aliotti-Tittoni, 18 julio, ib. 434. 97 Anexo a 472/98 Gianatelli Gentile-Tittoni, 4 agosto, ib. 469-470. Conocía la noticia Allendesalazar. 879/545 Silvestrelli-Tittoni, 8 agosto, ib. 475-476.
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puesto militar francés, y abdicar98. No pudo hacerse, porque no lo consintieron las tribus de las montañas vecinas a la ciudad99. El 27 de agosto, dos altos funcionarios del Majzén, Mohamed Torres y Mohamed Gabbas, comunicaron oficialmente al decano del cuerpo diplomático acreditado en Tánger la proclamación del Sultán. Todos los funcionarios continuaban en sus puestos100. Los dos aseguraron que Muley Hafiz respetaba lo acordado en Algeciras. Esa declaración hizo que España se planteara la oportunidad de reconocerlo101 A finales de agosto, en Berlín juzgaba conveniente que cuanto antes los marroquíes pudieran quedar tranquilos respecto a la política de Francia. En París sólo exigirían al nuevo Sultán lealtad a los compromisos adquiridos y pruebas de que era capaz de mantener el orden102. España lo reconocería a la vez que Francia. Pichon creía mejor esperar103. Según el órgano oficioso de la cancillería alemana, Francia había dejado caer a Abd-El-Aziz104. Cada potencia quedaba libre para reconocer el nuevo Sultán. Ni Francia ni España habían recibido encargo alguno en Algeciras que permitiese deducir que la iniciativa correspondía a sus gobiernos105. Alemania ordenó a sus representantes ante los firmantes del Acta que invitasen a los gobiernos a reflexionar y a tomar una decisión cuanto antes, para que cesaran los perjuicios que la situación de incertidumbre creaba a 98 Los últimos días de la guerra entre el pretendiente y el Sultán, 612/141 Gianatelli Gentile-Tittoni, 14 septiembre, ib. 751-754. 99 T 2274 Tittoni a los embajadores en París, Madrid, Viena, Berlín, San Petersburgo y Londres, 24 agosto, ib. 515. 100 T 63 Gentile-Tittoni, Tánger 28 agosto, ib. 557. La comunicación oficial de Torres y Gabbas, anexo II 571/125 Gianatelli Gentile-Tittoni, 3 septiembre, ib. 664-665. La confirmación de los principales funcionarios, 620/144, 15 septiembre, ib. 761. 101 Nota verbal del encargado de negocios de España en Roma, transmitida en 2341 Tittoni-Orsini y 2342 Tittoni-embajadores en Viena, Madrid, San Petersburgo, París y ministro en Tánger, 2 septiembre, ib. 581 y 583. Tittoni deseaba conocer la posición de Londres y París. T 2347, 2 septiembre, ib. 585. 102 T 2295 Tittoni a los embajadores en Londres, Madrid, San Petersburgo y Viena y al ministro en Tánger, y otro a París y Berlín, 27 agosto, ib. 539 y 545 y 541-543. 103 La concentración de fuerzas francesas en la frontera con Marruecos y las intenciones sobre el Tafilet preocupaban al gobierno de Maura. 917/566 Silvestrelli-Tittoni, 25 agosto, ib. 549. El ambiente en Argelia 2740/355 M. Modica-Tittoni, 25 agosto,, ib. 567-569. 104 Una información sobre su derrota, 551/122 Gianatelli Gentile-Tittoni, 27 agosto, ib. 635-637. 105 Así lo creía Edward Grey. T 143 Antonino di San Giuliano-Tittoni, 3 septiembre ib. 589. Era idéntica la postura del barón de Ärenthal. Así lo transmitió el embajador en Viena. la comunicación de Avarna se transmitió a Berlín, t 2367 Tittoni-Orsini, 5 septiembre, ib. 609. Rusia compartía el mismo criterio. Vid. t 2380 Tittoni-embajadores en Berlín, París, Londres Madrid y Viena y ministro en Tánger, 7 septiembre, ib. 623.
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sus ciudadanos en Marruecos106. Estaba satisfecha de haber dado un paso que permitía despejar incógnitas y conocer qué pedía Francia para aceptar la nueva situación107, que quizás ella misma había creado108. Francia juzgaba prematuro el reconocimiento y quería antes que el Sultán le asegurase su frontera con Argelia, amenazada por tribus belicosas109. En París, Pichon y León y Castillo discutían las condiciones110. A las antes dichas, se añadiría el pago de los gastos ocasionados por la expedición a Casablanca y la indemnización a los que sufrieron daños durante los desórdenes en la ciudad111. ¿Había más? Parece que Francia esperaba conseguir con su retraso varias ventajas: la más importante de todas hacer ver al nuevo Sultán el peso que tenía en las decisiones de las otras potencias. A eso se sumaban la oportunidad de golpear a los beréberes del Tafilet y varias reclamaciones económicas, que podrían ascender a cien millones 112. Con todo eso, pretendería obligar a Muley Hafiz a mantener los acuerdos secretos entre Francia y el anterior Sultán, concluidos después de la Conferencia de Algeciras113. El 11 de noviembre Iswolsky comentó al embajador italiano en San Petersburgo que el incidente de Casablanca era una puesta en escena de un plan de Guillermo II, cuyo objetivo era, además de separar de Francia al Reino Unido, reforzar su posición ante el parlamento alemán. Para conseguir lo primero, quiso movilizar y alarmar a la opinión inglesa con una en-
106 Estos comentarios aparecieron en la Suddeustche Reichskorrespondenz el 29 de agosto, anexo a 1640/701 y t 175 Orsini-Tittoni, 29 agosto y 1 septiembre, ib. 573 y 577. 107 T 184 Orsini-Tittoni, 5 septiembre, ib. 611. El telegrama fue enviado a Londres, Madrid, Paris, San Petersburgo, Viena y Tánger, t 2375, Roma 6 septiembre, ib. 613. Un informe más extenso, 1682/718 Orsini-Tittoni, 4 septiembre, ib. 627-629. 108 Apreciación del encargado de negocios alemán en Londres. Para von Stumm en Inglaterra se reaccionaba como si Marruecos fuese ya una colonia francesa. 1424/492 A di San Giuliano-Tittoni, 9 septiembre, ib. 703. El embajador italiano veía razonables las exigencias francesas. 109 T 109 y 24301036 Gallina-Tittoni y 145 San Giuliano-Tittoni, París y Londres 4 septiembre ib. 601 y 639 y 599. 110 948/586 Silvestrelli-Tittoni, 4 septiembre, ib. 643. 111 Francia sabía que las tribus de la frontera con Argelia no estaban sometidas al Sultán. Exigirle que las controlara era una excusa para aplazar el reconocimiento y una justificación para la campaña que planeaba en el Tafilet. 944/583 Silvestrelli-Tittoni, 3 septiembre, ib. 619. 112 La concentración de tropas en esta zona, 2881/373 M. Modica-Tittoni, Alger 4 septiembre, ib. 667-668. 113 Informe del encargado de negocios en Tánger, recogiendo las confidencias de una personalidad marroquí. T sin número Gianatelli Gentile-Tittoni, 9 septiembre, ib. 653.
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trevista y provocar a Francia. No le salió bien lo primero y fue imposible, por tanto, obtener lo segundo114.
114 R. 930/336 Melegari-Tittoni, 11 noviembre 1908, ASD P Marocco 216. Un informe sobre los asuntos de Marruecos, intervención de von Schoën en la sesión del Reichstag, 10 diciembre 1909, recogida en 2144/887 Pansa-Tittoni, 12 diciembre, ib. 216.
X. UNA PAZ PRECARIA
El verano de 1908 dos leyes, la de represión del terrorismo y la de reforma de la administración local, unen a liberales, demócratas radicales y socialistas en lo que el embajador francés denomina “una campaña sin respiro” contra el gobierno. Con paciencia, Maura estaba consintiendo que la oposición discutiera la reforma de la administración local palabra por palabra en cada artículo. Creyó el gobierno que la ley de represión del terrorismo acabaría con esa obstrucción. Alfonso XIII dijo a Révoil que había sido discutida por una comisión formada por los dos partidos gubernamentales antes de su presentación a las Cortes. Ambos se hicieron concesiones. Esta situación reforzaba la convicción de que el partido liberal, al que Moret no era capaz de dirigir, se apartaba de sus tradiciones, de su anterior conducta. Perdía su condición de “contrapeso necesario”, mientras se preparaba para suceder al gobierno. Si no cambiaba su deriva, dejaría de poder alternar con el conservador. Se derrumbaba ese equilibrio necesario, que había funcionado en la Restauración y cuya base era “une commune fidelité aux institutions actuelles du pays”. Su ruptura dañaría la libertad, pues abriría las disensiones que legitimaron la insurrección en forma de pronunciamientos y de guerras, desencadenando un movimiento ofensivo por parte de quienes abiertamente no creían en las instituciones liberales1. La crisis en las relaciones entre los dos partidos es, pues, anterior a la protesta por el fusilamiento de Francisco Ferrer.
1. El otro encuentro en Reval y el de Friedrichshof Fallières y Nicolás II reafirmaron en Reval (Tallín) la voluntad de paz de los dos países y la amistad entre ambos. Rusia trataba de superar las conse-
1
196 Révoil-Pichon, 27 junio 1908, AAE NS Espagne 4 48-51.
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cuencias de la guerra con Japón, consolidando sus instituciones internas y sus finanzas. Era evidente la orientación pacifista de sus gobernantes. El anhelo por evitar conflictos internacionales lo compartían también los políticos franceses. Edward Grey había insistido de nuevo en los Comunes en la línea del gobierno liberal en política exterior: voluntad de acuerdo con Rusia en Macedonia, satisfacción por la entente cordiale con Francia y desmentido a la idea de que el Reino Unido deseara aislar a Alemania. Inglaterra se reservaba el derecho a firmar acuerdo, sin que eso justificara los recelos de terceros. En Londres también existía una actitud pacífica y conciliadora. En Alemania habían guardado reserva ante los comentarios agresivos de una parte de la prensa internacional. ¿Estaba el horizonte despejado? No. Le Temps comentaba el 28 de julio de 1908 que Francia, Rusia e Inglaterra no deberían conformarse con el equilibrio militar existente. Deberían incrementar sin pausa las fuerzas militares necesarias para mantenerlo y asegurar la paz2. Ese comentario causó sorpresa en Alemania3. Aunque se aclaró que la llamada al rearme se refería a Rusia y Francia, todos recordaban que en mayo había pedido a los ingleses una participación militar más efectiva en la alianza franco-rusa. El diario, ante el silencio del gobierno de París, el 5 de agosto, al hablar de las fuerzas militares de la alianza, no mencionó a Inglaterra. Pero el objetivo era claro: frenar las pretensiones diplomáticas alemanas. En ese ir y venir podría descubrirse la convicción de los dos gobiernos aliados de que sus fuerzas eran suficientes, pero su seguridad sería mayor contando con las inglesas. La paz estaba asentada sobre un cálculo de riesgos, que disuadía a cada una de las partes. Una manifestación de este estado de cosas era la conducta del gobierno de Georges Clemenceau en Marruecos. Francia no podía abusar de la mejoría en su posición europea. Tenía que ser prudente. Por eso había comenzado esos días a retirar de Casablanca sus tropas. Desde el punto de vista del Reino Unido, la entente franco-rusa y la enemistad franco-alemana eran una garantía para los ingleses. Todos estos elementos conformaban el equilibrio que permitía conservar la paz4. La visita de Fallières a Rusia había demostrado que su alianza era un contrapeso positivo a la Triple Alianza. Nada se modificó en los pactos exis2087/918 C. Alliotti-Tittoni, 28 julio 1908, ASD DDS XXXIV/10 35. La réplica por parte alemana apareció en la Nordeutsche Allgemeine Zeitung el 16 de agosto: no podía pensarse siquiera en el proyecto de una convención militar franco-inglesa. 1544/657 Orsini-Tittoni, 16 agosto, ib. 57. 4 2169/950 C. Alliotti-Tittoni, 6 agosto 1908, ib. 39-41. 2 3
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tentes. Rusia necesitaba para sanear sus finanzas capitales franceses. Era un pacto o una amistad de conveniencia, porque no permitía otra cosa la diferencia de instituciones y de ideas políticas entre los dos aliados5. El encuentro del presidente Fallières y del Zar en Reval fue un éxito. Iswolsky subrayó la identidad de puntos de vista y la valoración de la alianza franco-rusa como un instrumento adecuado a la situación internacional y apto para conservar la paz. No se necesitaba otra combinación política. Bastaba con la que ya existía. Esa declaración era oportuna, porque la visita había inquietado a Europa. La alianza representaba, junto con la Tríplice, un elemento de equilibrio y una garantía para paz. Había que conservarla tal como estaba sin añadidos ni cambios. Esa convicción casi unánime, se reforzaba por la necesidad de recurrir a nuevos empréstitos franceses. Esta amistad o pacto de conveniencia tenía la solidez de los intereses, pero no la de los afectos. La diferencia entre los dos sistemas políticos era innegable. No podía disimularse6. El 10 de agosto de 1908 se entrevistaron en Friedrichshof el rey Eduardo VII y Guillermo II. Una conversación amistosa deseada por los dos soberanos. Cada uno de los sus imperios tenía una misión en el sistema mundial. Por eso había que evitar que la cizaña enturbiara las relaciones entre los dos pueblos y entre sus gobernantes. El comentario de la oficiosa Nordeutsche Allgemeine Zeitung reflejaba la actitud del gobierno alemán, iniciada en el momento en que se produjo un giro en la opinión a favor de una mejora de relaciones con el Reino Unido7. La situación parecía ir por buen camino8, aunque todo no era según parecía en Berlín9. De buena fuente y confidencialmente, San Giuliano supo que Charles Hardinge, subsecretario del Foreign Office, había propuesto en Friedrichshot a Rücker Jenisch un acuerdo sobre rearme naval, que tranquilizara a la
708/265 Melegari-Tittoni, 8 agosto, ib. 53. T. 115 y 708/265 Melegari-Tittoni, 31 de julio y 8 de agosto de 1908, ASD DDS CXII 39 y 41. El recurso a los capitales franceses y la reacción de la Duma. 934/339 y 976/357, 13 y 26 de noviembre, ib. 49-51. 7 1501/635 Orsini-Tittoni, Berlín 11 agosto 1908, ASD DDS XXXIV/10 49-50 8 Tittoni envió a los embajadores en Londres, París, San Petersburgo y Viena la noticia recibida desde Berlín: había una buena disposición entre Alemania y el Reino Unido y Guillermo II se anunciaba una posible visita de este a Nicolás II. T 2209, 15 agosto, ib. 51. 9 Una crítica al optimismo manifestado por Orsini desde Berlín, 1345/459 A. di San Giuliano-Tittoni, 13 agosto 1908, ib. 55-56. El 16 de agosto la Nordeutsche Allgemeine Zeitung subrayaba que el encuentro de Friedrichshof demostraba que no había problemas insuperables en relación a los intereses vitales de Alemania y del Reino Unido. 1548/659 Orsini-Tittoni, 17 agosto, ib. 59-60. 5 6
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opinión inglesa10. Jenisch dijo que eso no era ya posible, después de que el programa naval había sido votado en el Reichstag11. La propuesta inglesa tuvo una fría acogida. Criterios técnicos habían presidido la decisión del gobierno alemán. Necesitaban una marina de guerra que protegiera su comercio exterior. No podrían someter esos intereses a limitaciones fijadas en pactos internacionales. Vistas así las cosas, Alemania tenía un proyecto más claro de rearme naval. El Reino Unido dependía del criterio fijado, “two Powers Standard”. No estaba en condiciones de afrontar los gastos extraordinarios que pudiera exigir un cambio en la situación internacional12. A esa conclusión llegaba también Orsini. El embajador inglés en Berlín no había encontrado una actitud abierta hacia la oferta de Charles Hardinge. Era previsible, cuando se supo que von Schoen no estaría en Friedrichshof, a pesar de haberse anunciado su presencia. Guillermo II dijo en Estrasburgo que su país, animado de intenciones pacíficas, no renunciaba a su programa de rearme naval y terrestre. Era una conducta lógica, si en Berlín querían evitar la sensación de que cedían ante las presiones inglesas, conclusión inevitable si, tras la visita de Eduardo VII, se paralizaba un programa aprobado por una ley13. El canciller von Bülow no creía llegado aún el momento de poner en marcha un acercamiento al Reino Unido. Se lo impedían razones de política internacional y de política parlamentaria14. Había que actuar con calma, sin precipitarse15.
10 En el presupuesto de 1909-1910, el dinero destinado a la marina por el gobierno inglés ascendía a treinta y seis millones de libras. Suponía un gran incremento. Estaba prevista la construcción de seis acorazados. Esto dato y los comentarios irónicos de su autor, Roy Jenkins, Churchill, I, edición especial para ABC, Madrid 2003, 186-187 11 T 318 San Giuliano-Tittoni, 26 agosto 1908, ASD DDS XXXIV/10 69. Se envió a los embajadores en Berlín, Viena, San Petersburgo y París, t. 2300 27 agosto, ib. 71. 12 La acogida de la propuesta de Charles Hardinge revelaría que Alemania dejaba al paso del tiempo la decisión de mantener buenas relaciones con Inglaterra. No la aceleraría renunciando a sus intereses. 1390/475 A. di San Giuliano-Tittoni, 26 agosto, ib. 75-76. 13 Cuando en febrero de 1909 los reyes de Inglaterra visitaron Berlín, el barón de Aehrenthal comentó que ese hecho no produciría una mejora en las relaciones mutuas. 455/161 Avarna-Tittoni, 11 febrero 1909, ib. 19. 14 1733/747 Orsini-Tittoni, 11 septiembre, ib. 85-86. 15 Como prueba el efecto contraproducente de una entrevista de Guillermo II al corresponsal del Daily Telegraph, Bashford, aparecida a finales de octubre. 2061/868 Pansa-Tittoni, 1 noviembre, ib. 97-98.
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2. Reconocimiento de Muley Hafiz A mitad de agosto de 1908 Muley Hafiz había vencido16. Pichon quiso dejar claro que Francia no había tomado partido por ninguno de los contendientes. Las tropas francesas trataron a Abd-El-Aziz como soberano mientras lo fue. Muley Hafiz pasó, con una pequeña escolta junto a las tropas francesas. Pudieron prenderlo, pero lo dejaron seguir sin molestarlo. Cuando obtuvo el consentimiento de la población marroquí, Francia no se opuso a su reconocimiento, sino que consideró mejor esperar a que ofreciera garantías a las naciones europeas. En cuanto esto pareció posible, Francia junto con España se apresuró a proponer a las demás potencias el reconocimiento. En la Nota se recogía la indemnización a ciudadanos franceses perjudicados, porque era un derecho al que podrían acogerse las otras naciones. La declaración de Muley Hafiz contra la guerra santa era también un requerimiento que beneficiaba a todos los europeos residentes en Marruecos, expuestos a los ataques del fanatismo religioso. En síntesis: no había en Francia segundas intenciones. Su gobierno quería que la cuestión de Marruecos se arreglara, porque condicionaba su política exterior e interior. No deseaba extender sus dominios. Sus tropas saldrían lo antes posible17. Negociada en París, la nota hispano-francesa sobre el reconocimiento de Muley Hafiz, fue enviada el 6 de septiembre a todos los gobiernos que firmaron el Acta de Algeciras. Según el embajador alemán, las exigencias de que el Sultán reconociese los acuerdos posteriores a ella y los empréstitos contraídos por su antecesor, quedaban como asunto francés. ¿Era una buena solución? ¿Dejaba a Francia abierta la oportunidad para, aprovechando que se desatendían sus intereses, prolongar su presencia militar en Marruecos?18. Radowitz no veía así las cosas. Creía en la lealtad de Francia19.
16 “Los dos Sultanes. Hafiz triunfante” y “Lo del día. Hafiz proclamado en Tánger” La Correspondencia de España, 23 y 24 agosto. “La caída de un Sultán”, Heraldo de Madrid, 23 de agosto. El informe del representante de Italia en Tánger, R 529/118 21 agosto, ASD SP Marocco 215. 17 Quería que Tittoni estuviera persuadido de todo lo que estaba diciendo al embajador en París. 2536/1080 G. Gallina-Tittoni, 18 septiembre, ASD DDS XL/15 775-776. 18 La invasión del Tafilet, que se consideraba un hecho consumado, la ocupación permanente de Uxda y los 15000 soldados franceses en Casablanca dejaban vacía de contenido el Acta de Algeciras. Y ese “fracaso” creaba un precedente: dejar sin valor los tratados internacionales demostraría que eran superfluos. 977/599 Silvestrelli-Tittoni, 11 septiembre, ib. 677. 19 965/595 Silvestrelli-Tittoni, 7 septiembre 1908, ASD DDS XL/15 657. Berlín no parecía comprometerse en Marruecos. Sus gestos tenían como destinatario al partido colonial alemán.
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El 14 de septiembre las embajadas de España y Francia en Roma entregaban al ministro de Asuntos Exteriores el texto aprobado20. Como primer dato: la renuncia de Abd-El-Aziz. Segunda afirmación: Francia y España se sentían encargadas por las otras potencias de asegurar el cumplimiento de los acuerdos. Estaban especialmente interesadas en Marruecos por tener fronteras con él. Se había creado un gobierno de hecho. La primera exigencia que cada una de las potencias subordinaran el reconocimiento del mismo a la “l’obtention de garanties et de satisfactions communes à tous les intérêts étrangers”. Los dos gobiernos fijaban estas garantías: adhesión del nuevo Sultán al Acta de Algeciras y a los reglamentos y comisiones en ella previstos21 y confirmación de los derechos de Francia y España, con la aprobación de las otras potencias, para reprimir el contrabando de armas por vía marítima. Debería respetar todos los demás tratados en vigor, los convenios hechos con el cuerpo diplomático y los contratos con los particulares, las deudas contraídas por Abd-El-Aziz. La comisión internacional existente continuará el arreglo de las indemnizaciones por los incidentes de Casablanca. El Sultán confirmará las atribuciones y asumirá las decisiones de la comisión22. Frente a la xenofobia, el Sultán manifestará públicamente ante su pueblo la voluntad de mantener con los otros gobiernos y con sus ciudadanos relaciones fundadas en el derecho de gentes. Eso implicaba desautorizar y frenar las llamadas a la guerra santa. Se comprometería a asegurar la libre comunicación y la seguridad en los puertos y en las principales rutas del interior. El reconocimiento no implicaba renuncia por parte de ninguna de las potencias a proseguir la negociación de las reclamaciones pendientes. Finalmente, debería aceptar un arreglo “honorable” para la situación personal de Abd-El-Aziz y de los funcionarios que le fueron leales23. Enviada esta Nota ese mismo día, el ministro Tittoni deseaba conocer qué planes tenían las otras potencias24. Inglaterra la aceptaba25. Bülow necesitaba estudiarla. Presionaba sobre él la prensa nacionalista26. Aerenthal teLas dos comunicaciones idénticas, ib. 673-676. “On ne saurait oublier, en effet, que si cet acte constitue la consécration internationale de l’indépendance de l’empire jérifien, il assure, en même temps, la sauvegarde des intérêts étrangers au Maroc”. 22 La adhesión del gobierno inglés a esta condición, nota de J. Laroche, su encargado de negocios de Francia en Roma, comunicando esa decisión de E. Grey, 14 septiembre ib. 705. 23 Pichon subrayó que todas estas condiciones son de “utilidad internacional”. Comunicó al nuevo embajador italiano en París que las tropas francesas abandonarían enseguida la Chauia. T 17 Gallina-Tittoni, 17 septiembre, ib. 707. 24 T 2438 a los representantes de Italia en Madrid, París, Tánger, Washington, Berlín, Londres, San Petersburgo y Viena, 14 septiembre, ib. 689-691. 25 Comunicación de Charles Hardinge, t 153 Sn Giuliano-Tittoni, 18 septiembre, ib. 713. 26 T 201 Pansa-Tittoni, 18 septiembre, b. 715. Las reacciones de la prensa, 1770/758 Orsini-Tittoni, 16 septiembre, ib. 745-746. 20 21
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nía buena impresión27. Italia juzgaba aceptables todas las condiciones, salvo las relativas las deudas personales del Sultán derrotado. Todas las circunstancias aconsejaban no crear mayores dificultades a Muley Hafiz, cuya carta al decano del cuerpo diplomático en Tánger manifestaba su voluntad de entendimiento con las potencias europeas28. Menebbi y Gabbas, bajo influencia francesa e inglesa, aconsejarían a Muley Hafiz que la aceptara29. La Nota suponía la aceptación de todas las operaciones de españoles y franceses en Marruecos en los meses anteriores. Eso significaba la exigencia de que Muley Hafiz pagara su coste30. La nota recoge tres aspectos. El internacional, que afecta a todas las potencias signatarias del Acta de Algeciras y reconoce los especiales intereses de España y Francia en Marruecos. El bilateral: cada potencia queda libre para negociar con Muley Hafiz sus intereses. El interno: que se respete al Sultán depuesto, se le asigne una pensión honrosa y no se tomen represalias contra los funcionarios que le sirvieron31. ¿Qué suponía esto para España? Un éxito. Con paciencia había logrado que Francia admitiera sus derechos sobre la costa del Rif. Se consagraba, gracias a ese acuerdo, la acción militar de Francia en Marruecos, en la Chauia, Uxda y en la zona de Tafilet. Según Silvestrelli había llegado el momento de que Alemania, si lo deseaba realmente, exigiera que cesara la situación existente en Marruecos, porque se pedía ahora a Francia que aceptara solemnemente el Acta General32. Entre las potencias firmantes, Alemania era la que, tras Francia y España, tenía mayores intereses en Marruecos33. Fijada la solidaridad entre las potencias europeas, el gobierno italiano juzgaba importante que el nuevo Sultán contara con la comprensión de todas ellas para facilitar el esfuerzo que le exigía la situación interna y de este modo pudiera respetar los compromisos internacionales adquiridos por su ante-
T 290 Avarna-Tittoni, 18 septiembre, ib. 717. T 2511 y 2512 Tittoni a Avarna y a los representantes en Berlín, Londres, Madrid, París y San Petersburgo, 20 septiembre, ib. 733-735. El texto de la carta el nuevo Sultán, anexo i a 614/142 Gianatelli Gentile-Tittoni, 14 septiembre, ib. 755-757. 29 T 76 Gianatelli-Gentile, 19 septiembre, ib. 727. 30 1004/620 Silvestrelli-Tittoni, 18 septiembre, ib. 759. 31 Un resumen de las reacciones en la prensa europea ante lo que se aseguraba que iba a pedir la Nota, “Marruecos”, La Época, 4 septiembre 1908, 32 R. 977/599 y 985/605 Silvestrelli-Tittoni, San Sebastián 11 y 15 septiembre 1908, ASD P Marocco 215. 33 Un comentario de la Suddeustche RecihsKorrespondenz urgía, por este motivo el reconocimiento de Muley Hafiz. Anexo a 17130/744 Orsini-Tittoni, Berlín 10 septiembre. El clima en la prensa francesa y alemana, 1690/721, 5 septiembre, ib. 215. 27 28
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cesor34. Austria juzgaba necesaria la firmeza para obligar a Muley Hafiz a aceptar el Acta de Algeciras35, condición que consignó Tittoni en su respuesta a los encargados de negocios de Francia y España en Roma36. La nota alemana mereció un comentario elogioso de los embajadores franceses en Madrid y Londres37. El gobierno de Berlín quiso que el reconocimiento se hiciera de manera conjunta, a través del decano del cuerpo diplomático en Tánger. Ese gesto expresaba que todas las potencias estaban en la misma situación y con idénticos derechos. Era un aviso a Francia, que tendía a considerar que su posición era privilegiada en virtud de una delegación recibida de las otras potencias. Dejando las cosas claras, el mandato recibido por Francia se reducía a asegurar el orden creando una fuerza de policía y a reprimir el contrabando por mar. Eran dos casos transitorios, que no creaban un derecho permanente. Alemania tenía interés en fijar que las obligaciones de Abd-El-Aziz se referían a las que contrajo siendo Sultán. Francia no podría alegar derechos sobre algunas concesiones otorgadas a ella después del mes de junio. Eran exigencias moderadas y presentadas en términos conciliadores38. Cabía esperar que en esta ocasión no llegara tan lejos como en 1905. Se trataba sólo de dar ahora una satisfacción al partido colonial. Poniendo en primer plano la aceptación del Acta de Algeciras invitaba a Francia y a España a atenerse a lo que en ella se aprobó, sin sobrepasar el encargo recibido cuando estalló la crisis interna de Marruecos. Había que cerrar esa situación anormal39. No se pediría que el nuevo Sultán condenara la guerra santa, sino que asegurase la integridad de los europeos y de sus bienes40. 34 Alemania comunicó a Italia que en la adhesión a la nota franco-española quedara constancia de esa condición, que en Roma habían juzgado ya necesario incluir. T 2557 y 2566 Tittoni-Avarna, 24 y 25 septiembre 1908, ASD DDS XL/15 777 y 779. 35 Conversación con el barón de Aerenthal. T 305 Avarna-Tittoni, 25 septiembre, ib. 781. La posición de Viena, 1922/1081, 10 septiembre, ib. 791-792. 36 3472, 26 septiembre, ib. 783. El texto se remitió a los representantes de Italia en San Petersburgo, Paris, Londres, Berlín y Madrid y al encargado de negocios en Tánger. t 2594, 28 septiembre, ib. 807-809. 37 1025/635 Silvestrelli-Tittoni y t 161 San Giuliano-Tittoni, 25 y 26 septiembre, ib. 819 y 785. 38 Nota del gobierno alemán anexo a 1823-/782 Pansa-Tittoni, 24 septiembre, ib. 813-817. 39 1041/644 Silvestrelli-Tittoni, 28 septiembre ib. 833. Tras entrevistarse con Pichon, su colega francés, Manuel Allendesalazar, ministro de Estado, estaba satisfecho del arreglo y miraba con optimismo la situación de Marruecos. 109011/670 V. di Carrobio-Tittoni, 12 octubre, ib. 847. 40 1063/651 V. di Carrobio-Tittoni, San Sebastián 2 octubre, ib. 841. Sobre la actitud del nuevo Sultán, frenando a los ulemas y a los intransigentes y explicando la necesidad de respetarlos derechos reconocidos a los europeos, 705/173 A. Gianatelli Gentile-Tittoni, 11 octubre, ib. 851-853.
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El texto pareció a Tittoni “accetabile... e redatto in forma conciliante e moderata”. Una objeción: España y Francia se reservaban pedir una indemnización por su campaña militar41. Italia se adhirió al documento42. La respuesta de Muley Hafiz a la comunicación hecha por el decano del cuerpo diplomático fue satisfactoria43. Después de esto, se procedió a reconocerlo como sultán44. La Agencia Havas se había hecho eco de una nota oficiosa italiana explicando el retraso de las tres potencias de la Triple Alianza para responder a la comunicación de Francia y España. Dos motivos: esperar la reacción de Alemania y dejar libre a Italia en una cuestión que es “absolutamente mediterránea”. Por eso ese retraso no debería entenderse, según Havas, como “una aceptación sin condiciones del punto de vista alemán”45. El 26 de septiembre el gobierno italiano aceptaba el contenido de la nota franco-española, insistiendo en la importancia de una de ellas ya cumplida por Muley Hafiz: aceptar el Acta de Algeciras46, citando expresamente las facultades reconocidas a España y Francia en relación con el contrabando de armas. Creía oportuno también el ministerio recordar las dificultades que el nuevo Majzén tendría para cumplir sus deberes internacionales. Francia y España, como potencias más comprometidas en Marruecos, deberían prestarle su ayuda47. A principios de octubre hubo incidentes cerca de Melilla. Obreros españoles que trabajaban en una mina en Beni Buifrur fueron atacados por una 41 T 2821 Tittoni a los representantes en Berlín, Londres, Viena, Madrid, París u Tánger, 19 octubre 1908, ib. 859-861. 42 T 2848 Tittoni a los representantes en Berlín, Londres, Viena, Madrid, París u Tánger, 21 octubre, ib. 869. La nota entregada por el decano del cuerpo diplomático a Muley Hafiz, texto francés y español, octubre 1908, ib. 855-858. La autorización a Gianatelli Gentile, t 2933, 27 octubre, ib. 883. 43 El texto fue enviado el18 de octubre. Un resumen de la comunicación de Muley Hafiz, 788/207 y t 95 Gianatelli Gentile- Tittoni, 21 noviembre y 5 diciembre 931 y 941. Texto completo, ib. 957-958. 44 Texto francés y español de la Nota, 17 diciembre, ib. 961 y 963. 45 “Nota oficiosa italiana”, La Correspondencia de España, 213 septiembre 1908. Sivestrelli desconocía si la noticia era verdadera o no.1019/6131 Silvestrelli-Tittoni, San Sebastián 24 septiembre, ASD P Marocco 215. 46 Texto árabe de la nota del nuevo Sultán, enviada al ministro de Bélgica, decano del cuerpo diplomático en Tánger, conde de Buiseret, anexo a 619/1413 Gianatelli Gentili-Tittoni, 15 septiembre, ib. 215 47 Texto mecanografiado, 26 septiembre, ib. 215. La nota había ido redactada por Bollati, secretario general del ministerio, siguiendo las instrucciones telegráficas de Tittoni. Vid la carta Bollati-Tittoni, 213 septiembre, ib. 215. La posición oficiosa de Francia quedaba reflejada en “La note franco-espagnole”, La Dépêche Marocaine, 17 septiembre.
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kábila. No hubo ni muertos ni heridos. El incidente carecía de importancia, según el ministro de Estado48. La situación en sí misma era de escaso relieve, pero todo indicaba que sobre el gobierno de Madrid comenzaban a influir grupos de negociantes. Eso explicaba su interés por permanecer en la Restinga y en Cabo Agua y descubría el fin del dinero entregado a Bu-Hamara. En proporciones menores, era la misma conducta que Francia siguió con Abd-El-Aziz. Además de abandono de los compromisos adquiridos en Algeciras suponía enconar las relaciones con Francia49. El 17 de enero de 1909 el ministro de Portugal en Tánger, Martens Ferrâo, decano del cuerpo diplomático, envió a Taleb Mohamed Guebbas, representante del Sultán, en nombre de todos sus colegas una nota reconociendo a Muley Hafiz como soberano legítimo, tras haber recibido respuesta a su nota del 18 de noviembre de 1908. En ella, el nuevo Sultán subrayaba su deseo de mantener relaciones amistosas y de confianza con las potencias que firmaron el Acta de Algeciras50.
3. De Algeciras al acuerdo franco-alemán de febrero de 1909 Recordemos la situación anterior a mayo de 1905. Marruecos sólo tenía valor para Francia y España. Se le dio dimensión internacional tras las declaraciones de Guillermo II en Tánger. Fue un pretexto para expresar su disgusto por la entente anglo-francesa de 1904. Resultado de esa intervención fue la conferencia de Algeciras, que quiso satisfacer el amor propio alemán. Se entiende así escaso valor de los asuntos tratados. “Tôt ou tard la question marocaine sera remise à son rang: c’est une affaire coloniale et africaine dont la plupart des puissances se préoccupent de moins en moins puisqu’en réalité elles n’y sont pas sérieusement intéressées”. Nada tenía que ver con el conflicto de los Balcanes, donde entraban razas y creencias junto a grandes intereses económicos y financieros. De su solución sí pendía el desarrollo de las grandes potencias europeas. Francia podía quedar al margen. En la medida en que los Balcanes exigieran la atención y los recursos de los dos Imperios, Francia ganaría en libertad de acción en Marruecos. Los buenos resultados aquí pedían actuar con discreción. La crisis en Oriente beneficiaría a Francia “à la condition que nous 1090/670 V. di Carrobio-Tittoni, 12 octubre 1908, ASD DDS XL/15 847. 712/176 Gianatelli Gentile-Tittoni, 14 octubre, ib. 873. La situación en el Rif era de semi-anarquía. 1120/684 V. di Carrobio-Tittoni, 24 octubre, ib. 889. 50 Documento traducido al francés como anexo a 40/11 Gianatelli Gentile-Tittoni, 17 de enero de 1909, ASD DDS XL/16 39-40. 48
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sachions attendre et garder silence sur nos projets” Eran el examen de la situación y la propuesta del embajador en Londres51. La divergencia entre París y Berlín las resumía así a su hermano Jules: Marruecos era un asunto bilateral franco-español, que no interesaba a Europa. Alemania había querido crear problemas a Francia tratando de que Marruecos fuera objeto de un acuerdo europeo. El embajador en Berlín opinaba que no era así. Alemania no utilizaba Marruecos como pretexto, porque tenía intereses económicos muy poderosos. Deseaba una cooperación franco-alemana en este terreno, con empresas mixtas. En París debían ser prudentes. Alemania se acercaba a Austria En un momento en que Rusia, España y el Reino Unido buscaban el apoyo francés en los Balcanes. Por eso cualquier gesto de Francia hacia Berlín podría inquietar a estos dos amigos de Francia52. En febrero de 1909, Jules Cambon, que había viajado a París, preparaba una declaración sobre las intenciones de Francia en Marruecos. En ella se consignaría el respeto absoluto a lo aprobado en la Conferencia de Algeciras en abril de 1906. De ese modo se pretendía tranquilizar a la opinión alemana. Convenido el texto, se pediría la adhesión de España. Luego se transmitiría a los aliados de cada uno de los dos países. El 9 de febrero fue publicado53. La fecha era del día 1054. “Les gouvernement de la république française et le gouvernement impérial allemand, animés d’un égal désir de faciliter l’exécution de l’Acte d’Algeciras, sont convenus de préciser la portée qu’ils attachent à ses clauses en vue d’éviter toute cause de malentendus entre eux dans l’avenir”. Los compromisos adquiridos por Francia no afectaban a la integridad e independencia de Marruecos y a la libertad económica no poniendo obstáculos a los intereses económicos alemanes, los únicos que tenía el gobierno imperial. Este reconocía que los intereses políticos propios de Francia estaban ligados al mantenimiento de la paz y del orden interno y se obligaba a no poner trabas en relación con ellos. Declaraban su voluntad de paz con las otras naciones y concluían la declaración: “ils chercheront à associer leurs nationaux dans les affaires dont ceux-ci pourront obtenir l’entreprise”55.
414 Paul Cambon-Stéphen Pichon, 22 octubre 1908, AAE CP NS Maroc 4 262-265. Laurent Villate, La république des diplomates. Paul et Jules Cambon 1843-1935, Paris, Science Infuse, 2001, 285-286 y 290. 53 Tc 20 y 21 Pansa-Tittoni, 8 y 9 de febrero de 1909, ASD DDS XL/16 49 y 51. 54 Suscrita en Berlín por von Schoen y Jules Cambon, 10 febrero, texto francés como anexo a 296/108 Pansa-Tittoni, 11 febrero, ASD DDS XXXIV/10 15-17 55 Texto incluido en 296/108 Pansa-Tittoni 11 de febrero, ib. L/16 97-99. 51 52
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Dos días antes, el ministro de Estado, ante el rumor de que iba a producirse ese acuerdo, quiso que el embajador en París dejara constancia de la “completa inteligencia de España y Francia en el asunto Marruecos”. Cuando se publicó la declaración pidió que se respetaran los derechos de España56. En una audiencia al embajador de Francia, Alfonso XIII se quejó de que no se hubiera hablado con España antes de llegar a un acuerdo con Alemania sobre Marruecos. Faltaba reciprocidad. Había una especie de promesa de actuar los dos gobiernos juntos. Ahora, al presidido por Maura le tocaba ir a remolque de Francia. Habían consentido el papel poco airoso que Francia dejó a España en la crisis de Casablanca. Maura estaba haciendo todo lo que estaba en sus manos para contentar a Francia. El Rey se atribuía el cambio de orientación en la política exterior española57. Había dos razones. La primera: que así convenía a los intereses españoles. La segunda, su simpatía hacia Francia. Creía Alfonso XIII que esa aproximación había sido útil para acercar a los franceses al Reino Unido. Esa opción había supuesto un cambio en la política exterior de la Regencia, al alejarse de Alemania y de Austria-Hungría58. Por eso el Rey se quejó de que ahora Francia llegara a un acuerdo con Alemania a costa de España. Para Révoil, el único argumento capaz de explicar la actitud de su gobierno eran las reticencias de Maura a comprometerse militarmente en Marruecos. Para el embajador se trataba de “une susceptibilité injustifiée”. En ello insistió, subrayando que esa desconfianza dañaba más a España que a Francia. Para acentuar más su razonamiento, dijo al Rey que “il était, en Espagne, un peu près notre seul ami”59. ¿Había sido este acuerdo franco-alemán una sorpresa? Parece más bien que fue una decisión madurada, que se encomendó a Jules Cambon, la persona que abogó por él estando aún en Madrid. Cuando Juan Pérez Caballero Tc Allendesalazar-León y Castillo, 7 y 9 de febrero, AMAE H 1537. En un clima de irritación por la actitud de la prensa francesa respecto a España. A propósito de una representación teatral sobre la muerte de Ferrer en París, abrió ABC una campaña en defensa de España. Su director escribió a sus colegas de los otros diarios europeos. Luego insertó en sus columnas las adhesiones de sus lectores, censurando a la prensa extranjera. El 4 de diciembre el gobierno secuestró el número de ABC. Con ese motivo, al día siguiente La Época advertía que en España los radicales eran los peores enemigos de la amistad con Francia. Estos comentarios en 348 W. Martin-Pichon, 4 y 5 diciembre 1909, AAE NS E 64 143-144. 58 P. Levesque, capitán, agregado militar en Berlín, comunicó al ministro de la guerra su conversación con el mayor Roig de Lluis, su colega en Berlín. El Rey le había encomendado decir a Guillermo II que su política en Marruecos, junto a Francia, en nada disminuía la admiración y la amistad que sentía hacia el emperador. Copia, sin fecha, pero de agosto 1909, ib. 112. 59 Très conf 41 Révoil-Stéphen Pichon, 12 febrero 1909, ib. 84-89. 56 57
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fue nombrado ministro de Estado otorgó a la madre de Almodóvar del Río el título de Duquesa de Algeciras. Consideraba entonces el Acta un triunfo de España. Tres años más tarde parecía evidente un acto desgraciado y ya sin vigor, a pesar de las apariencias. Pérez Caballero había tenido un papel fundamental en la vinculación de España a la política francesa. Por eso le costaba reconocer esa realidad. Solía ponerse antes de acuerdo con el embajador de Francia para hablar con Italia. Era más correcto el análisis del embajador inglés en Madrid: el Acta de Algeciras era el final de las ilusiones españolas de mantener el statu quo en Marruecos. Eso era incuestionable. España debería aceptarlo y resignarse. En el terreno económico se notaba el temor a que sus capitales no pudieran invertirse ya en Marruecos, como lo habían hecho siempre60. El acuerdo lesionaba la posición de Italia en el Mediterráneo que, de hecho, sino de derecho, quedaba bajo el control francés, porque controlaba su ribera sur desde Túnez a Marruecos. Lo firmado por Francia y Alemania era muy importante61.Jules Cambon señaló que recogía algo ya conocido. La prensa oficiosa alemana advirtió que se limitaba al terreno económico en un territorio muy preciso. Es verdad que ese acto tenía un valor moral: las dos naciones habían firmado un convenio. Cambon había conseguido cumplir uno de los encargos recibidos de su gobierno, al acoger el deseo que le expresó von Schön. La negociación se hizo en secreto. En París ningún embajador tuvo noticia de ella. La reacción entre los diplomáticos fue muy positiva. Se alejaba el peligro de guerra en Europa a causa del antagonismo entre Francia y Alemania en Marruecos. España se sentía marginada y protestó ante Pichon el 10 de febrero. Habría que conseguir su adhesión62. No sería fácil contentarla, pues el objetivo no era Marruecos, sino manifestar el acercamiento de Alemania y Francia, y eso no afectaba directamente a España63, aunque no podría dejarse a un lado
Conf. 452/Sivestrelli-Tittoni, 16 febrero 1909, ASD P Marocco 216. El ministro Tittoni pidió más información a los embajadores en Berlín y París. Tc 354 Tittoni-Pansa y Gallina, 9 de febrero, ASD DDS XL/16 53 y 55. 62 Tc 15 Gallina-Tittoni, 11 de febrero, y 395 Tittoni a los embajadores en Madrid, París y Viena, 12 de febrero. El tc de Gallina fue remitido a los embajadores en Berlín, Londres, Madrid, San Petersburgo y Viena, 397, 12 de febrero, ASD DDS XL/16 63, 71 y 73. La mala posición en que quedaba España y el mal humor de Allendesalazar, tc 20 Silvestrelli-Tittoni, 12 de febrero. Esta información se remitió a Berlín, Londres, París, San Petersburgo y Viena, tc 420, 13 de febrero, ib. XL/16 77 y 87. 63 El embajador español en Berlín había dijo a su colega italiano que quizás su gobierno renunciaría a esa adhesión de España al acuerdo. Tc 31 Pansa-Tittoni, 14 de febrero. Copia a Madrid y París, tc 439, 15 de febrero, ib XL/16 89 y 91. 60 61
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que las inversiones conjuntas de capital francés y alemán podrían lesionar los intereses de los empresarios españoles64. El silencio en la prensa y la aparente indiferencia con que la noticia fue comentada en las Cortes probaban el disgusto del gobierno español65. Se sospechaba que ese texto permitía a Francia satisfacer su ambición en Marruecos. El mismo embajador alemán no ocultaba que en el horizonte estaba su anexión, más o menos disfrazada, por parte de Francia66. Alemania, con esta declaración, dejaba Marruecos en sus manos67. Quedaría para España una línea de costa gracias a Inglaterra, que no toleraría un rival poderoso en la entrada al Mediterráneo occidental68. Ni siquiera podría beneficiarse del comercio, pues los ferrocarriles proyectados por los franceses lo dirigirían hacia Argelia. La única esperanza para España estaba en la resistencia que hallaría Francia cuando decidiera conquistar Marruecos69. 4. La diplomacia de Eduardo VII El canciller von Bülow y von Schön estaban satisfechos por la acogida que había tenido la declaración franco-alemana. Charles Hardinge, subsecretario del Foreign Office, confiaba que el acuerdo reforzara el efecto de la visita de Eduardo VII a Berlín. En Francia existía la impresión de que la alianza con Inglaterra abría la amenaza de un enfrentamiento con Alemania70. 64 Comunicación del embajador español en Madrid. Tc 440 Tittoni-Pansa, 15 de febrero. La buena disposición del ministro de Asuntos Exteriores francés, tc 18 Gallina-Tittoni, 18 de febrero, ib. XL/16 93 y 105. 65 Debate en el Senado en el que intervinieron el 11 de febrero Montero Ríos, Labra y Allendesalazar, DS/S 82 (11 febrero 1909 1745-1747. 66 Al valorar ese acuerdo, el primero entre los dos países desde el Tratado de Frankfurt en 1871, el embajador alemán dijo que los acuerdos de Algeciras ya no tenían valor. Aquella conferencia no fue oportuna. Y España se equivocó creyendo que en ella se solucionaba el problema de Marruecos. 450/172 Silvestrelli-Tittoni 15 de febrero, ASD DDS XL/16 107. 67 Alemania reconocía que Francia tenía mayores intereses que las demás potencias. Aunque el acuerdo revisaba el acta de Algeciras, según el canciller Aerenthal, su alcance político iba más lejos. 485/176 Avarna-Tittoni, 12 de febrero, ib. XL/16 111. 68 Era esto, más que la cuestión de forma, lo que preocupaba al gobierno de Maura. 510/194 Silvestrelli-Tittoni, 21 de febrero, ib. XL/16 115. 69 La posición de los embajadores de Alemania, Inglaterra y Rusia en Madrid, 428/164 Silvestrelli-Tittoni, 12 de febrero, ASD DDS XL/16 101-102. Silvestrelli también incluía el texto de la declaración franco-alemana. 70 T 23 y 24 Pansa-Tittoni, ambos del 10 de febrero, ib. XL/16 57 y 59. El acuerdo también mal recibido en la colonia española en Marruecos. Tc 13 Nerazzini-Tittoni, 11 de febrero, ib. XL/16 61. Copia del tc 24 fue enviada a los embajadores en Londres, Madrid, París, San Petersburgo y Viena, tc 387, 11 de febrero. El telegrama de Nerazzini fue remitido a Berlín, París y Madrid, 396, 12 de febrero, ib. 65 y 69.
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La visita del Rey de Inglaterra no era protocolaria. Además del acuerdo negociado entre Cambon y von Schön estaban los acontecimientos en el cercano Oriente. Tras varios fracasos, el viaje de Eduardo VII a Berlín podría inaugurar una etapa nueva en as relaciones con Alemania, una vez desaparecido los motivos de desconfianza que generaban los posibles planes de Francia en Marruecos71. En Londres daban la impresión de querer que Francia tuviera allí las manos libres, yendo más allá de la letra de los convenios firmados en Algeciras. En 1909 Francia tenía con Alemania una convención muy similar a la que logró con Inglaterra en abril de 1904. Si había actuado libremente, se podría esperar que la aplicase con amplitud. Eso, unido al encuentro entre Guillermo II y Eduardo VII suponía la solución de un problema que ponía en peligro la paz en Europa. Mantenerla era “un interesse supremo per la Gran Bretagna desiderosa di pace, e forse incapace ed impreparata a fare la guerra”72. Rusia temía que ese acercamiento de Francia a Alemania dejara a esta mayor libertad de acción en Oriente, donde contaría con el apoyo de Austria-Hungría73. En Austria tomaban nota de la nueva situación, sobre todo en lo que afectaba a las relaciones entre Alemania e Inglaterra. Y no quiso pronunciarse sobre las consecuencias que tendría en el imperio otomano, tal como se había subrayado en San Petersburgo74. En España, el gobierno de Maura salió al paso de las críticas de la oposición sosteniendo que el Acta de Algeciras continuaba vigente75. Las relaciones Alemania-Reino Unido, a comienzos de 1909 estaban así: enfriamiento en las relaciones Berlín-Londres, problemas de los austriacos con los ingleses por la cuestión de los Balcanes y una visita de Eduardo VII a Francisco José I. ¿Servía para algo esta diplomacia de los soberanos? Las dudas sobre su utilidad se despejaron con el viaje del monarca inglés a 71 El embajador alemán en Madrid confesó que la declaración habría sido una exigencia de Inglaterra, “la quale aveva lasciato chiaramente intendere che per migliorare i rapporti reciproci conveniva cominciare da Parigi”. 450/172 y 510/194 Silvestrelli-Tittoni 15 de febrero, ib. XL/16 107 y 115. 72 Con todo entre los dos países continuaban los recelos. Como ejemplo la pobre acogida que había tenido la iniciativa de Charles Hardinge sobre reducción de armamentos navales propuesta a Alemania. 216/80 y tc A di Bosdari-Tittoni, Londres 10 y 12 de febrero de 1909, ib. XL/16 75 y 75 bis. 73 Esa fue la reacción de Iswolsky. Tc Melegari-Tittoni, 12 de febrero, ib. XL/16 67. Las informaciones de Bosdari y de Melegari fueron transmitidas al embajador en Viena, tc 416, 13 de febrero, ib. 79. El de Melegari se transmitió a Berlín y Londres, tc 417 y 418, ambos del 13 de febrero, ib. 81 y 83. Y este mismo telegrama y la referencia a la visita de Eduardo VII a Berlín, tc 419 Tittoni-Gallina, 13 de febrero, ib. 85. 74 485/176 y tc sin número, Avarna-Tittoni, 12 y 15 de febrero, ib. XL/16 111 y 95. 75 698/296 Silvestrelli-Tittoni, 24 de marzo, ib. XL/16 133.
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Berlín cuando las relaciones de Alemania con Francia eran tensas a causa de Marruecos, que era también un punto conflictivo entre Alemania e Inglaterra. Esa mejora en las relaciones se reflejaba en las palabras de von Bülow y de von Schoen, que estaban muy satisfechos de sus conversaciones con Charles Hardinge. Mientras se esperaba la celebración de una conferencia sobre la situación en Oriente, los dos gobiernos estaban de acuerdo en mantener el statu quo76. Esos días estaban los reyes de Inglaterra en Berlín77. Al terminar esta breve visita, mostraba su satisfacción von Bülow por el resultado político de sus entrevistas con sus colegas ingleses. Salían fortalecidas la confianza mutua y el entendimiento en temas políticos. En los Balcanes, mantener la paz y marchar de acuerdo en sus relaciones con el nuevo régimen establecido en Turquía, tras la llegada de los Jóvenes Turcos al poder y la formación del Partido de la Unión y del Progreso. Esperaba el canciller que esa buena relación entre los dos gobiernos se reflejara en la opinión de cada país. Este balance positivo lo confirmaba Edward Goschen, el embajador inglés. Aceptaba este la posición de Schoen sobre el programa naval alemán78 No eran buenas las relaciones de Austria con el Reino Unido. Al acabar 1908, se habían deteriorado después de la anexión de Bosnia-Herzegovina. En Viena creían que habían presionado a Alexander Iswolsky para que Rusia no la aceptara. Creían que todos sus problemas tenían su origen en la acción del gobierno inglés, que también habría inspirado el cambio de actitud de Turquía. La situación dio lugar a un incidente entre el barón von Aehrenthal y el nuevo embajador inglés sir Fairfax Cartwright. Se negó a que el embajador hablara, a iniciativa suya, con Francisco José sobre la pro-memoria que le había entregado. Este cambio en las relaciones cordiales entre los dos gobiernos y entre Eduardo VII y el emperador se juzgaba en Viena resultado de la lucha sin tregua de Inglaterra contra Alemania79. 5. La crisis entre Rusia y Austria-Hungría La anexión de Bosnia-Herzegovina en 1908 puso fin al entendimiento con Rusia. Inglaterra firmó el año anterior su acuerdo con ella. Alemania Copia del telegrama enviado por Pansa y remitido por Tittoni a los embajadores en Londres, Constantinopla, París, San Petersburgo y Viena, 14 febrero 1909, ASD DDS XXXIV/10 7. 77 Informes sobre la visita, 281/100 y 309/110 Pansa-Tittoni, 9 y 12 febrero, ib. 9 y 11-12. 78 1317/113 bis Pansa-Tittoni, 13 febrero 1909, ib. 10 21-22 79 2683/1468 Tommasini-Tittoni, 31 diciembre 1908, ib. 10 (1909) 1-3. Una mejora en la situación tras la visita de los reyes de Inglaterra a Berlín, t s.n. Avarna-Tittoni, 15 febrero 1909, ib. 13. 76
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buscaba mejorar sus relaciones con el Reino Unido y se aproximó a Francia, una vez resuelta la intervención de tropas francesas en Marruecos y reconocido el nuevo Sultán. Austria se quedó sola. En un consejo de ministros presidido por el Zar, debatidas todas las alternativas, los argumentos técnicos del ministro de la Guerra, y las razones económicas del titular de Finanzas, inclinaron a Nicolás II a desestimar la propuesta de Iswolsky: movilizar a cuatro cuerpos de ejército y ponerlos en la frontera con Austria. No se podría consentir el hecho consumado de la anexión. Sin conocer esa decisión, la opinión eslavófila se puso en contra del ministro de Asuntos Exteriores. No quiso acudir Iswolsky a las demás potencias. Hubiera sido forzar una situación que ponía en serio peligro la paz. Prefirió cargar con el peso político de aparecer como el responsable del fracaso de Rusia a la hora de proteger a Serbia frente a Austria. La opinión conservadora culpaba al ministro de haber ofendido a Alemania, firmando el acuerdo con el Reino Unido. Guillermo II habría consentido entonces a Austria lo que, sin ese acto, jamás habría permitido. Esa exigencia de recuperar la amistad con Alemania estaba teniendo a su favor la buena acogida que encontraban en las bolsas alemanas las obligaciones de los ferrocarriles rusos80. Iswolsky era un buen amigo de Italia. Su dimisión perjudicaría las relaciones entre los dos Estados. Desde Berlín se decía que Goremykine podría ser el sucesor. Iswolsky seguía en su cargo porque Nicolás II no quería que se reprodujera en Rusia otro caso Delcassé81. El rumor podría ser obra de la camarilla reaccionaria que deseaba la dimisión de Piotr Arkádievich Stolipin y de sus ministros, especialmente del titular de Exteriores. Tenía agentes en Viena y Berlín, donde el nombramiento de Goremykine sería bien acogido82. Pese a las impresiones pesimistas del propio Iswolsky, Stolipin permaneció al frente al gobierno83. Días más tarde parecía segura la salida de Iswolsky y su sustitución por Goremikine, que recibiría el título de canciller del imperio, desaparecido con la muerte de Gortchakow. Nicolás II era contrario a la intervención de la Duma en la política exterior. El nuevo titular limitaría los lazos con Fran-
465/133 G. Melegari-Tittoni, 11 de abril de 1909, DDS CXII 33-34. T. 1137 Tittoni-Melegari, 20 de abril, ib. 37. 82 Quería advertir a Tittoni que el corresponsal en San Petersburgo del Daily Telegraph favorecía esas informaciones tendenciosas, que hallaban eco en la prensa italiana. 513/159 Melegari-Tittoni, 27 de abril, ib. 39-40. 83 574/178, 11 de mayo de 1909, 45-46. 80 81
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cia84. Mantendría lo pactado con Inglaterra, pero no les daría mayor alcance para evitar cualquier apariencia de que iba contra Alemania. Se abstendría de intervenir en los asuntos internos de cualquiera de las naciones de los Balcanes, buscando llegar a modus vivendi con Austria85. Nicolás II confirmó a Iswolsky en su cargo. La orientación predominante en el gabinete habría de ser conservadora, dejando a un lado las veleidades liberales y reformistas. Esto frenó las preferencias del ministro hacia Inglaterra86. La opinión rusa rechazaba la línea seguida por Iswolsky y crecía la hostilidad hacia Austria-Hungría y Alemania. El apoyo de ésta a su aliada presentaba la crisis como un conflicto germanismo-eslavismo. La cuestión nacional, que podía descomponer el imperio austro-húngaro y la cuestión polaca, que afectaba a Alemania daban buenas bazas a Rusia. Si se consolidaba un régimen liberal, actuaría como polo de atracción. Aunque no fuera así, el potente movimiento paneslavista que fomentaba un grupo de diputados de la Duma bajo la impronta del conde Bobrinsky, tenía fuerza suficiente para entablar esa batalla con el pangermanismo. Un futuro acuerdo por tanto entre Austria-Hungría y Rusia sobre los Balcanes sería una mera combinación política y diplomática, pero sin apoyo popular87. El paneslavismo era anti-alemán. Ese hecho era especialmente preocupante para la doble monarquía, donde convivían las dos razas. La división entre los mismos eslavos tranquilizaba un poco al gobierno de Viena. Algún diputado eslavo había pedido un acercamiento a Rusia, aunque eso supusiera una distancia respecto a Alemania. La crisis reciente había cerrado esa puerta88. En Italia, otra potencia con intereses en la zona, las elecciones habían fortalecido al ministerio de Giolitti. Las ganancias de la extrema izquierda las había pagado la oposición constitucional. En Roma Bissolati había ganado por sus cualidades personales y por la escasa categoría de sus adversa-
84 Los problemas entre San Petersburgo y París se basaban en una contradicción entre los dos sistemas políticos, pero ese hecho se agravaba con la actitud de los dos embajadores anteriores, Bompard y el almirante Touchard. El gobierno de Clemenceau deseaba un diplomático de carrera, que fuera verdaderamente republicano. Eligió a Geoges Louis. 691/232 Melegari-Tittoni, 10 de junio, ib. 59-60. 85 629/202 Melegari-Tittoni, 24 de mayo de 1909, ib. 49-50. 86 629/233 Melegari-Tittoni, 11 de junio, ib. 61. 87 575/179 G. Melegari-Tittoni, 12 de mayo de 1909, DDS CXII 4-48. Alemania quiso aclarar que su advertencia sobre la movilización de tropas rusas en la frontera con motivo de la anexión de Bosnia, no contenían una amenaza. 1026/394 Pansa-Tittoni, 31 de mayo, ib. 53-54. 88 1381/601 Avarna-Tittoni, Viena 4 de junio de 1909, ib. 57-58.
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rios. Mazza contó para su victoria con la ayuda de la masonería y la distorsión de lo que significaba el partido clerical. Este partido en su vertiente militante, expansiva, perdía fuerza con el paso del tiempo. Como iba sucediendo con el socialismo, el clericalismo tendría que adaptarse a la realidad. En la política italiana, eso significaba aceptar el “constitucionalismo liberal”. Si no lo hacían, serán dos partidos de “protesta”, pero ineficaces. Ese tipo de partido no tiene futuro en Italia. Suspendido el non expedit en muchos colegios89, la entrada de los electores católicos tuvo escasa eficacia, perjudicando en algunos casos a los candidatos a los que se deseaba favorecer. “Il vero partito clerical non è molto numeroso nè molto potente... Vi sono bensì molti cattolici che votorano, votanno e voteranno con o senza non expedit”. El gesto el Vaticano demostraba prudencia. Nadie seguiría a un partido que busca la destrucción del sistema constitucional y de la unidad italiana. La restauración del poder temporal sería un error, que terminaría perjudicando a la misma Iglesia90. La continuidad del apoyo parlamentario al gobierno liberal y democrático daba tiempo al desarrollo de la política pacífica y democrática. Con ella tanto socialistas y radicales como el partido clerical pueden realizar su lenta evolución. Ese “statu quo” que habían sancionado los electores permitía además una política internacional más firme y sin esfuerzo para mejorar la defensa nacional91.
6. España y el acuerdo franco-alemán España y Francia, como hemos visto, habían enviado a todas las potencias firmantes del Acta de Algeciras una comunicación diciendo que, a la vista de las respuestas satisfactorias recibidas de Muley Hafiz, lo reconocían como Sultán. El procedimiento sería una carta enviada por el decano del cuerpo diplomático en Tánger92.
“La sospensione del “non expedit”, Corriere della Sera, 8 marzo, 2. “... piuttosto dilasciare che i sovversivi scendan a utare regime costituzional e a bandire la guerra contro la Chiesa e la religione, si persuadeno che sarà meglio mantenere la costituzione liberale, con la quale al meno la Chiesa è separata dallo Stato, ma ha per sè libertà di culto e di coscienza”. 91 “Statu quo”, La Tribuna, 10 marzo 1909. 1. 92 Noticia transmitida por la Stefani, 18 diciembre 1908, texto mecanografiado. Era un resumen casi literal de la nota, fechada el día anterior. ASD P Marocco 215. El proyecto de nota entregado por los embajadores de Francia y España en Roma, con fecha 19 octubre, texto impreso, ib. 215. 89 90
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A la vista de la carta del general Marina, gobernador militar de Melilla, con fecha del 18 de diciembre, había que examinar la situación. Tras la retirada del Roghi y sin estar restablecida la autoridad de Muley Hafiz, la seguridad de la ciudad española no podía quedar en manos de las promesas y buenas palabras de las kábilas próximas. Ese estado de cosas asfixiaba la vida civil y comercial de Melilla. Mientras el Sultán no estuviera en condiciones de cumplir las obligaciones que le imponían los tratados en vigor, cabía la posibilidad de que España tutelase de modo transitorio los intereses de sus ciudadanos por sus propios medios. La otra vía sería trabajar para que el Sultán acelerase el envío de fuerzas a los alrededores. En cualquier caso, la acción de España debería evitar hasta la apariencia de que agredía o se entremetía en el área de las competencias de las autoridades marroquíes. “Por grande que sea nuestra repugnancia a emprender avances apoyados por nuestras propias armas y por viva que sea nuestra preferencia por la consolidación en paz de los destacamentos instalados en la Restinga y Cabo de Agua, la seguridad misma de estas dos posiciones y el porvenir de todas las expansiones de Melilla fuera de su campo actual, para decirlo de una vez, todos los intereses españoles en lo futuro, sobre la margen izquierda del Mulaya, nos impondrían imperiosamente el empleo de los medios indispensables para salvar el prestigio de España a todo trance... Es decir, que mientras hacemos la gestión cerca de Hafiz y guardamos la circunspección indicada ya, no podemos reputar firmes las seguridades verbales de los kabileños... y hemos de permanecer prevenidos para acudir a las estrictas necesidades que el curso de los sucesos pueda suscitar delante de nosotros”93. En esas circunstancias, situamos ahora la declaración franco-alemana. Desde Londres, a finales de enero de 1909, el embajador de Francia comunicaba que Eduardo VII le había prevenido sobre un posible acuerdo francoalemán en Marruecos94 Había un proyecto de declaración conjunta. Se limitaba a decir que los dos gobiernos deseaban ejecutar el Acta de la Conferencia de Algeciras y a impedir que ninguna potencia obtuviera venta-
93 Maura-Marina, 23 de diciembre de 1908, texto en Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912), tomo II: De la crisis de la política Africana (1898) al protectorado de Marruecos (1912), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1966, 314-316. 94 El embajador nada sabía. Creía que esos rumores los alimentaba la prensa alemana para introducir malestar en las relaciones de Inglaterra con Francia. Secret 27 Paul Cambon-Pichon, 27 enero 1909, AAE NS M 16 133-135.
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jas económicas, mientras se obligaban a asociarse a sus nacionales en los negocios que pudieran hacer en Marruecos95. En Berlín, Polo de Bernabé, embajador de España, preguntó a Jules Cambon. Se dirigió también al secretario de Estado para Asuntos Exteriores. von Schoen respondió que jamás los alemanes habían pensado en aprobar nada que pudiera perjudicar a España. Uno y otro creían que, una vez firmado el acuerdo, sus dos gobiernos deberían pedir la adhesión del español96. La propuesta alemana pareció a Charles Hardinge “une plus heureuse formule”, porque reconocía todos los derechos de Francia en Marruecos. La única razón de ese paso estaba en las necesidades de la política interior alemana. Se atribuyó a Bülow el fracaso de su país en la Conferencia de Algeciras. Tenía problemas en el parlamento del Imperio, el Reichstag. Parecía haber perdido la confianza de Guillermo II. Con su propuesta a Francia podría presentarse ante todos inocente respecto a la acusación de que era un factor de desconfianza en Europa97. Schoen, al recibir la notificación de que el gobierno francés aceptaba la propuesta de declaración expresó su alegría, porque, desde que ocupaba ese puesto, su mayor interés había sido llegar a un arreglo amistoso de la cuestión de Marruecos. El acuerdo se firmó en la mañana del 9 de febrero98. Era un texto perfecto, aunque podría suscitar problemas en el parlamento y en la prensa99. Alemania no suscribiría un acuerdo similar con España100. Ni siquiera pensaba notificárselo, aunque luego se decidió hacerlo a todos los gobiernos firmantes del Acta de Algeciras101.
95 Había una concesión, recogida en el proyecto de nota del embajador alemán al ministro Pichon: en la asociación entre alemanes y franceses, “il sera tenu compte, dans la mesure du possible, du fait que les intérêts français au Maroc sont plus importants que les intérêts allemands”. Copia mecanografiada de los dos documentos, con fecha 2 de febrero, ib. 136137. 96 Information réservée s.n. Cambon-Pichon, Berlin 3 febrero, ib. 139-141. Se envió noticia a Madrid y Londres, 49 y 104 Conf Pichon-Révoil y Paul Cambon, 4 febrero, ib. 143144. 97 Secret 34 Paul Cambon-Pichon, 6 febrero, ib. 145-146. 98 Information réservée 41 T. de Berckheim-Pichon y tc secret 46 Jules Cambon-Pichon, 9 febrero, Berlin 7 febrero, ib. 147 y 149. El texto en francés y alemán, copia certificada, ib. 150 y copia 153-155, incluyendo las cartas intercambiadas entre Cambon y Schoen. Las prisas para firmar se debían a que siendo inminente la visita de Eduardo VII a Berlín, no quisieron dejar la impresión de que el rey había influido en ese acto, tc 63 Jules Cambon-Pichon, 11 febrero, ib. 162. 99 Esta opinión de E. Grey, tc 24 y secret 49 Paul Cambon-Pichon, 9 y 11 febrero, ib. 156 y 166-168. 100 Las consecuencias para España, tc 25 Révoil-Pichon, 10 febrero, y secret 49 Jules Cambon-Pichon, 10 febrero, ib. 157 y 160-161. Tc 32 Révoil-Pichon, 13 febrero, ib. 174. 101 66 Cambon-Pichon, 12 febrero, ib. 170.
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Hubo una posibilidad de un acuerdo a tres, en el que España estuviera incluida, pero un error de Tattenbach, comunicando que España concedía a Alemania un cable entre Marruecos y las Canarias lo hizo naufragar102. En 1909, René Pinon publicó L’Empire de la Méditerranée. El examen de los intereses de cada nación y de sus posición geográfica, llevaban a concluir que existía una relación inseparable entre la posesión de Gibraltar y Marruecos. Ninguna potencia, con intereses en que su flota pudiese navegar por el Mediterráneo podría aceptar que Inglaterra controlara el lado sur del Estrecho de Gibraltar. Por la misma razón, los ingleses no consentirían que una “gran potencia marítima tomase posiciones frente a Gibraltar y que Tánger, de donde la guarnición inglesa sacaba cada día sus subsistencias, perteneciese a una nación rival, porque esto sería abdicar del imperio que pretende ejercer sobre los mares”103. Por eso, si Francia consiguiera establecerse en Marruecos, España se convertiría en un departamento de aquella nación. Perdería su condición de nación independiente. Ese suceso sería “la mayor calamidad” que pudiera sobrevenirle104. Marruecos había ido cobrando una dimensión internacional más amplia. Cuando se plantea la campaña de 1909, la Real Sociedad Geográfica de Madrid publica su posición. La defensa del statu quo tuvo sentido mientras Marruecos era un asunto que afectaba a España, Francia e Inglaterra. En los últimos años, la cuestión había experimentado una radical modificación. “Ya no es un problema exclusivamente español, como lo era hace cien años, ni un problema hispano-franco-inglés, como lo era hace medio siglo; hoy es un problema que afecta a muchas naciones en general y de un modo especial a las tres citadas, a Alemania y a Italia; y, aunque todas proclaman aquel mismo principio del statu quo, lo cierto es que, en el fondo todas sueñan con el reparto del Imperio, y todas aspiran, cuando menos, a asegurar la libertad de su comercio”105. Así era.
Très conf et réservé 106 Révoil-Pichon 29 abril, y ib. 184-secret 150 Jules CambonPichon 3 mayo, ib. 184-189. 103 Rafael Gay Montella, Valoración Hispánica del Mediterráneo, Madrid 1952, Madrid 1952, 370-372. 104 Nicasio Bande, La cuestión del día. Desenlace del problema norte-africano y el porvenir de España, Barcelona 1909, 160 y 198. 105 Texto publicado en 1909 en la Revista de Geografía Colonial y Mercantil y recogido por Tomás García Figueras, La acción africana de España… 355. 102
XI. MAURA, EL PARTIDO LIBERAL Y MARRUECOS
En noviembre de 1908, Moret pronunció un discurso en Zaragoza. Habló del bloque de izquierdas y recordó la revolución de 1868. De ella dijo que fue una victoria sobre la reacción clerical. Tras la etapa de tolerancia iniciada en la Restauración y continuada en la Regencia, resucitaba de nuevo el clericalismo, aprovechando la división, el escepticismo y la falta de confianza de los liberales en sus ideas. La libertad de conciencia era la bandera de la izquierda. La libertad de cultos, dijo Moret, no iba contra la Iglesia. Era el rescate de sus propias prerrogativas, que el Estado tenía el deber de hacer. El concordato no servía ya para resolver la cuestión clerical. Maura replicó que convertirla en el centro del programa del partido liberal era prueba evidente de su debilidad y de su agotamiento político. Había que acoger las aspiraciones obreras. Salvo la atención a esta nueva demanda, las preocupaciones del partido liberal se situaban en el pasado, en los “asuntos pendientes” ahora importantes, pero dejados al margen por puro oportunismo. En el programa: matrimonio civil, registro civil, educación rescatada de manos de las congregaciones, las únicas que atendían a la gran masa de alumnos en las ciudades y en las zonas industriales… Los republicanos debían asociarse a los liberales para conseguir el triunfo de la libertad civil. ¿Qué podría explicar ese giro, que tuvo su puesta en escena en la manifestación contra Maura en Madrid? Sobre el terreno y con la mirada puesta en un país que podría ser una ayuda o un obstáculo para Francia, su embajador hacía dos afirmaciones. El discurso de Moret trataba de imantar en beneficio de su partido y del bloque de izquierdas el malestar causado en el ejército y la marina por las reformas del gobierno. Maura, decía Révoil, no estaba utilizando la ayuda que podría proporcionarle Alfonso XIII para moderar las presiones y demandas de los militares y de la Iglesia. Corría el riesgo de que el sindicato de los agraviados se echara en manos del partido liberal. Que volvieran los años oscuros en que los cambios políticos venían gracias a que una parte de los mandos del ejército y de la marina traicionaban su juramento y quebraban la disciplina.
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¿Quería Maura atraerse a los sectores conservadores de la sociedad, incluidos los católicos integristas y los adheridos al carlismo? No. Es la única respuesta que permite la abrumadora documentación que hay en su archivo. Es la única conclusión que cabe de sus intervenciones en las Cortes. Hay más: pensaba que el regionalismo carecía de un amplio apoyo social. Así lo entendió desde que acompañó al Rey a Barcelona en 19041.
1. El norte de África y la defensa de España El gobierno francés hizo esos mismos días una gestión para conseguir que se adjudicara a una empresa francesa el contrato para la construcción de la escuadra. El presidente del consejo de ministros entregó una nota al embajador español en París, con argumentos para forzar la decisión de Maura. Según la ley, el gobierno se reservaba la última palabra. Por tanto, “il est absolument maître de faire à l’industrie française la part à laquelle elle peut légitiment pretender”. A esta razón jurídica se sumaba una de carácter político, la que derivaba de “notre accord méditerranéen avec l’Espagne”. Había además una tradición: desde hacía más de cincuenta años, la industria naval francesa era casi el único proveedor de la marina española. Se habló en Londres de una inteligencia entre las industria navales de los dos socios de España desde 1907. Era la mejor solución, dada la amistad de Francia y del Reino Unido con España. La nota lamentaba que el grupo
1 La posición de Maura como liberal y católico, Antonio Maura, un político liberal, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1995. La evolución del anticlericalismo como réplica a la politización antiliberal y también una batalla por la hegemonía, “Libertad religiosa, libertad de los católicos”, Anthologica Annua 44 (Roma 1997) 23-204; “Política y secularización después de 1876”, Anthologica Annua 43 (Roma 1996) 11-105; “Tolerancia y secularización. Los católicos españoles y la constitución de 1876”, Anthologica Annua 42 (Roma 1995) 350-518; “Catolicismo antiliberal y Restauración”, Hispania Sacra XLV (1993) 707-737; “Frente a la Supremacía del Estado. La Santa Sede y los católicos en la crisis de la Restauración” IV, Anthologica Annua 38 (1991) 229-333; “Frente a la Supremacía del Estado. La Santa Sede y los católicos en la crisis de la Restauración” III, Anthologica Annua 37 (1990) 131-252; “Frente a la Supremacía del Estado. La Santa Sede y los católicos en la crisis de la Restauración” II, Anthologica Annua 36 (1989) 317-490 y “Frente a la Supremacía del Estado. La Santa Sede y los católicos en la crisis de la Restauración” I, Anthologica Annua 34 (1987) 189-305. Para las relaciones de los católicos con la III República en Francia, “En el corazón de la democracia. Del “ralliement” a la Separación” Anthologica Annua 42 (Roma 1993) pp. 247455 “En el corazón de la democracia. León XIII y Francia” Anthologica Annua 42 (Roma 1992) pp. 169-321. Todos estos trabajos han sido posibles gracias al Instituto Español de Historia Eclesiástica, de la Iglesia Nacional Española en Roma.
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español creado con el asentimiento del gobierno, negociara sólo con los ingleses. Había además este aviso: excluir a Francia causaría pésimo efecto en la opinión y repercutiría, por tanto en las relaciones de su gobierno con el del Reino Unido y el de España. Por eso, “la France attache le plus grand prix à une participation, qui est légitime, qui est de l’intérêt politique et économique de l’Espagne et que le Gouvernement Espagnol à le pouvoir d’assurer”2. Para completar estas referencias hay que añadir la respuesta de Maura a Cambó. Los gastos en defensa tienen como mira el norte de África. Esta área se “integra en la defensa nacional”. Están dentro de los límites de la capacidad del Estado. España no cuenta con recursos para formar un ejército capaz de enfrentarse al de otro pueblo europeo. Esta convicción explica su neutralidad en 1914. ¿Qué objetivos tenía España en África? Uno puramente defensivo. Lo dijo taxativamente: “la independencia nacional y su porvenir, y no más que eso y, dentro de esa idea, está todo”3. El 30 de octubre de 1907 el embajador en Londres transmitía un comentario de su colega inglés en Madrid. Maurice Bunsen dijo a Antonino di San Giuliano que España no era partidaria de una política de expansión en Marruecos ni de establecer relaciones íntimas con Francia. Esto último se debía a la presión de la Santa Sede, entonces enfrentada con la III República. Francia era para muchos católicos españoles un Estado anticlerical y perseguidor. La influencia clerical, según Bunsen, era más fuerte que nunca. Maura, el más opuesto de todos los políticos a una empresa colonial en Marruecos, representaba mejor que ellos a la nación4. No era suficiente garantía la honestidad con la que Maura resistía a las presiones de Francia, que, discreta, pero contundentemente, recortaba al gobierno español lo que reconocía el Acta General de Algeciras al Majzén. No bastaban las declaraciones de Maura sobre los límites, es decir, las carencias y el escenario, de la política exterior de España. En esa vía, seguida por Moret, parecían hallar aliento quienes se manifestaron en Madrid en la primavera de 1909 contra Maura, que pensó dimitir. Lo disuadió Alfonso XIII. ¿Qué papel tuvo Moret en ese acto del Rey? Parece que le llegó un aviso de “Pala523 León y Castillo-Allendesalazar, 18 noviembre 1908, AMAE H 1536. “El gobierno en África no persigue más que… la seguridad nacional en el porvenir de la Nación española; por lo cual ello es intrínsecamente homogéneo a lo que podamos hacer en el Pirineo o en la frontera Oeste; para nosotros idéntico, porque lleva el mismo fin y el mismo espíritu y, por esta razón, cae dentro del concepto (de ejército defensivo) que de una vez he enunciado”. Debate sobre el presupuesto de guerra, DS/C 36 (25 noviembre 1908) 1056. 4 1700/686 A. di San Giuliano-Tittoni, 30 de octubre de 1907. Esta noticia se transmitió a los embajadores en Madrid y en París el 9 de noviembre, ASD SP P 213. 2 3
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cio” para que manifestara que no aceptaría el encargo. Las razones: Maura mantenía unida a la mayoría y el partido liberal no le impedía seguir, porque no obstruía la iniciativa del gobierno en las Cortes. Parece que algo había aprendido Moret en 1906. Llegó entonces para gestionar lo que otros habían decidido. Ahora se sentía obligado con un programa, sobre el que no logró convencer al embajador francés5. ¿Resistiría Maura la presión de sus adversarios? ¿Era viable su proyecto? ¿Era el momento de ponerlo en marcha? La revolución desde arriba, ¿era algo más que un recurso jurídico, que dejaba intactas las costumbres políticas y la realidad social? De todo esto hablaron Maura y Révoil en la embajada inglesa. Atacaban la reforma de la administración local, porque quería “acabar con los abusos de la política electoral comunes en todas partes a todos los partidos. Esa es –dijo– la verdadera razón, aunque los adversarios dan a su hostilidad pretextos más nobles para calmar su conciencia”. Sabía que tendría efectos perturbadores6. Fijaba la duración de su plena entrada en vigor en diez o doce años. Luego alcanzaría vigencia social. Podrían “arrastrarme políticamente”, comentó, pero estaba dispuesto a arrostrar ese riesgo. Formaba parte de sus creencias la previsión de los sacrificios que impone cumplir en política con el propio deber. ¿Cómo definir a una persona que pensaba y actuaba así? Révoil respondía: Maura era y se consideraba a sí mismo un apóstol y un jurista. Algunos reducían a soberbia su elevación de miras. Siendo una persona religiosa, practicante, coherente hasta parecer ciego ante las maniobras de quienes no lo eran, sabía trabajar por sus objetivos con paciencia y método, tenacidad y constancia, separándose de la versatilidad e inconstancia de sus colegas y de sus conciudadanos7.
2. Rusia y la paz en Europa El 17 de junio de 1909 volverían a reunirse en Biorko Guillermo II y Nicolás II. El encuentro fue una iniciativa presentada por Nicolás II en enero. Sobre el programa, dijo Révoil: “Espérons dans l’intérêt même de ce pays que ce ne sont pas là des illusions comme tant d’indices permettraient de la craindre”. 103 Révoil-Pichon, 16 abril 1909, AAE NS Espagne 4 76. 6 “Es una revolución”, dijo a Révoil, que le replicó, quizás sólo “una revolución jurídica”. Comentó este diálogo: “Illusion respectable que de croire à l’efficacité d’une législation aussi complexe et de digestion aussi longue pour guérir l’administration et la politique espagnole de ses maux invétérés”. 7 R. 107 Révoil-Pichon, 30 abril 1909, AAE NS Espagne 4 80-82. 5
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Guillermo II respondió enseguida: estaba dispuesto a encontrarse en aguas rusas en el lugar y en la fecha que fijase el Zar. Quería que fuera antes de la entrevista de Nicolás II con el presidente Fallières. El barón von Aehrenthal lo valoraba como una prueba de las buenas relaciones entre Alemania y Rusia y suponía una garantía de paz. No modificaba la situación europea, pero confirmaba las expectativas8. No hubo sorpresas. Ni el emperador ni el zar se proponían modificar las alianzas existentes. Alemania había intervenido buscando un arreglo en los problemas que tenía Rusia con Austria-Hungría a propósito de la BosniaHerzegovina9. El gesto del Zar iba a contracorriente de la opinión rusa, que no deseaba esa aproximación a Alemania. Ni se esperaban ni se deseaban cambios en la política exterior rusa10. No podía haber una aproximación política11. No lo permitía la opinión de cada país, especialmente la rusa, hostil a Alemania12. En el encuentro de Guillermo II y Nicolás II se habló en términos generales y con el deseo recíproco de hacer todo lo posible en beneficio de la paz. Iswolsky aseguró que los acuerdos de Rusia con Inglaterra nada tenían contra Alemania, porque se limitaban a concordar los intereses comunes en Asia. No podía, pues, hablarse de una Triple Entente frente a la Triple Alianza13. Un punto en el que no podía avanzarse eran las relaciones de Rusia con Austria-Hungría. Podía más la opinión rusa. El gobierno no era capaz de in8 T. 278 y 296 Avarna-Tittoni, 19 junio y 2 julio 1909, ASD DDS XXXIV/10 29 y 47. Iswolsky dijo a von Schoen que la causa de esa hostilidad era el apoyo de Alemania a la política austriaca en los Balcanes. 9 Nada más ser nombrado canciller, von Bethmann-Hollweg viajó a Viena. Uno de los asuntos a tratar: la situación en los Balcanes. T. 224 Orsini-Tittoni, 17 septiembre, ib. 69 y 379 Avarna-Tittoni, 23 septiembre, ib. 71. La política alemana se basaba en la Triple Alianza y en el statu quo en los Balcanes. Esos eran sus dos ejes. La noticia, t 2599 Tittoni-Melegari y Pansa, 24 septiembre, ib. 73. 10 1133/433 Pansa-Tittoni, 15 junio 1909, ib. 31-32. 11 Confirmando las impresiones de sobre el favor de Alemania a Francisco José, la prensa austriaca, al comentar el encuentro, decían que Austria-Hungría había estado presente porque Guillermo II es el más fiel e íntimo amigo de su Emperador. 1465/638 Avarna-Tittoni, 20 junio, ib. 43. 12 Las informaciones procedentes de Viena y Berlín, las confirmaba Iswolsky a Melegari. Iswolsky dijo a von Schoen que la causa de esa hostilidad era el apoyo de Alemania a la política austriaca en los Balcanes. T. 102, 21 junio, ib. 33. Tittoni remitió a los embajadores en San Petersburgo y en Berlín las informaciones que le envió Avarna. T. 1624, 21 junio, ib. 35. Información a los embajadores en Londres, Berlín, París y Viena, t. 1633, 22 junio, ib. 37. La reacción de la prensa rusa, 729/248 Melegari-Tittoni, 25 junio, ib. 49-51. 13 Fue uno de los aspectos destacados en la prensa sueca. Rusia quiso demostrar que su inteligencia con Inglaterra y Francia no le quitaba libertad de acción. 216/141 Costa-Tittoni, 19 junio, ib. 45.
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fluir en ella. Había un factor personal: el desacuerdo de Iswolsky con von Aehrenthal, a quien aquel acusaba de mala fe14. Se desmintieron los rumores de un encuentro de Nicolás II y el emperador Francisco José. Su celebración podría ser “un gesto de reconciliación”. Recordando que Austria-Hungría había salido victoriosa en la última confrontación con Rusia, ese paso no supondría menoscabo a su dignidad. Habría que estar atento a cualquier oportunidad de que ese encuentro se celebrara15. Ese mismo verano visitó Londres un grupo de parlamentarios rusos. De sus conversaciones con los diputados, el embajador de Italia concluía: que juzgaban imposible un retorno a la autocracia; que el eslavismo tenía un freno en la antipatía de los polacos hacia los rusos, que Iswolsky había vuelto a estar firme en su cargo; que el acuerdo con Inglaterra estaba bien visto por el pueblo; que la crisis de los Balcanes había creado resentimiento contra Austria y frialdad hacia Alemania y que ni la Duma, ni el gobierno ni la sociedad deseaban asumir compromisos16. Durante su estancia en el Reino Unido habría que neutralizar dos problemas. Que hubiera expresiones de oposición a Alemania, y se neutralizara el efecto de la entrevista de Biorko. Que se subrayara la nota liberal, criticando la política que se hacía en Rusia y produciendo una mala impresión en el Zar. Iswolsky quitó carácter oficial al viaje. Antes de partir él y Stolipin recibieron a los diputados y les aconsejaron moderación y prudencia. Obedecieron. Los diputados dijeron que eran la oposición de su Majestad, no la oposición a su Majestad. La opinión alabó la conducta, con la excepción del llamado “partido del pueblo ruso”, que se guiaba sólo por criterios dinásticos y antirrevolucionarios y condenaba a Inglaterra por sus instituciones liberales. Parece que no se logró el deseo de no molestar a Alemania. Es verdad que nada se dijo. Ni se mencionó a Alemania. Había, sin embargo, un hecho que contrastaba con lo que sucedió en Biorko: el pueblo ruso estaba al lado de sus parlamentarios. Ese dato no escaparía a la perspicacia del gobierno y del pueblo alemán. La alianza franco-rusa era igualmente popular17. El encuentro de Fallières y Nicolás II en Cherbourg el 31 de julio, los brindis que se hicieron, eran unas “fanfarronadas”, sin consecuencias polítiT. 149 Pansa-Tittoni, Berlín, 23 junio, ib. 39-40. 730/249 Melegari-Tittoni, 25 junio, ib. 58. 16 956/361 Di San Giuliano-Tittoni, Londres 5 de julio de 1909, ASD DDS CXII 69. 17 784/272 Melegari-Tittoni, 13 de julio, ib. 71-72. Cuando una representación de la Asamblea Nacional francesa visitó Rusia, el rango de la misión y el recibimiento que tuvo que se había enfriado la relación entre los dos aliados. 224/71 Melegari-Guicciardini, 11 de marzo de 1910, ib. 31. 14 15
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cas. Esa apreciación de von Schoen, el secretario de Estado alemán, brotaba del deseo general de paz y calma en Europa. Nicolás II había dicho lo mismo que en Biorko: la alianza con Francia y los acuerdos con el Reino Unido eran compatibles con las buenas relaciones con Alemania. Esa era la política que mejor servía los intereses rusos. Ese hecho era el mejor argumento para creer en ella18. El encuentro de Nicolás II con Eduardo VII en Cowes confirmó todo lo anterior. El acercamiento entre los dos gobiernos contaba con el fervor popular. Era la mayor novedad que había sucedido en la política internacional de Rusia. Podría influir en la política interna. A diferencia de Francia, una república gobernada en esos momentos por partido extremos, Inglaterra era una monarquía, cuyos partidos defendían un liberalismo templado por tendencias conservadoras. Con todo, el Zar no permitiría que esa “fascinación” se transformara en proselitismo y llegara a concretarse en instituciones. Creía que las de los países occidentales no eran aptas para Rusia. El ascendiente de Guillermo II sobre él era cada vez mayor, desde los sucesos revolucionarios que conoció Rusia en 1905 y 190719. Los viajes del Zar por distintas naciones europeas servían para manifestar la orientación de la política exterior rusa. En su encuentro con Eduardo VII en Cowes, los que protestaban contra su presencia eran una minoría. Los liberales destacaron la alusión a la Duma en los discursos. Las reformas políticas en Rusia servían para justificar el aprecio a una orientación internacional que los ingleses veían como la más adecuada para su tranquilidad y para la paz en Europa. Se entraba en una fase de tregua, de apaciguamiento de los conflictos. Estaba funcionando una “triple entente”. Edward Grey mantuvo una larga audiencia con el Zar. Era lógico que hubieran hablado de temas políticos20. Los encuentros de Cherbourg y Cowes nada habían innovado, pero reforzaban una línea. Tras estas dos visitas, de regreso a Rusia, Nicolás II se paró en Alemania y se encontró con Guillermo II en el canal Kaiser Wilhelm. Hubo un clima cordial. Las relaciones personales expresaban el buen momento en el plano político. Lo subrayaba así la oficiosa Nordeutsche Allgemeine Zeitung. Las relaciones bilaterales germano-rusas afectaban a toda Europa. Había una decisión compartida: defender la paz. Para los alemanes 1427/572 Orsini-Tittoni, 4 agosto 1909, ASD DDS XXXIV/10 59. No habría que hacerse ilusiones ni sobre los efectos políticos ni sobre la consolidación de las buenas relaciones en una alianza ruso-británica. 867/297 Melegari-Tittoni, 9 e agosto, ASD DDS CXII 75-76. 20 1122/425 A. di San Giuliano-Tittoni, 4 agosto 1909, ASD ASD DDS XXXIV/10 61-62. 18 19
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era una gran noticia el comprobar que la alianza de Rusia disuadía a Francia de cualquier aventura guerrera21. La conferencia Iswolsky-Pichon en Cherbourg el 31 de julio se había limitado a un repaso de las cuestiones políticas de interés mutuo. Ninguna novedad. Europa, por primera vez después de mucho tiempo, asistía a estos acontecimientos sin inquietud. Eran el desarrollo de una política que a nadie amenazaba. Esa conclusión era común en Francia, Alemania y el Reino Unido.
3. Los sucesos de Melilla Iniciado el verano, Moret y Maura se vieron. Le manifestó “su absoluta conformidad respecto de los asuntos de Marruecos”22. Por su parte, no desmentía lo que dijo a Cambó en noviembre del año anterior. La acción del ejército y su labor de policía que protegía la construcción de los ferrocarriles de la Compañía Norteafricana y de la Compañía de Minas del Rif, probaba que servía de medida “a nuestra acción militar”. Se reducía a cumplir con la necesidad estricta de “reprimir desmanes anárquicos, no dando nosotros paso que pueda ser tachado de agresión o de ambición conquistadora durante las conversaciones de Fez y Madrid”23. Había que localizar la intervención militar en la zona próxima a Melilla. Si se sobrepasara ese límite, Muley Hafiz podría marchar contra las dos ciudades españolas en aquellas costas. No había que salir de la zona de Rif. Lo había dicho el ministro de Estado ya el 29 de junio al embajador en París. Lo recordaba a ahora, el 6 de octubre: bastaba con “afianzar el orden y la tranquilidad”. La ocupación del territorio era una garantía para un acuerdo con el Majzén. No marcharía el ejército español hacia el sur. Quería conocer la postura de Francia sobre la situación e intercambiar “cordialmente” ideas con su gobierno24. Era una “operación de policía. Su alcance se limitaba a rechazar una agresión ilegítima y suplir las deficiencias del Sultán. No implicaba, ni de 1469/591 Orsini-Tittoni, 9 agosto 1909, ASD DDS XXXIV/10 63-64. En el tono amistoso y cordial que refleja toda su correspondencia con Dato, le comentaba: “…tuve el gusto de hallarlo, aun antes de su partida para Suiza, tan recobrado de salud y de ánimo, que no puedo si no tener la mejor confianza en que regrese con plena posesión de sus habituales medios para la brega política. Dios lo quiera. No advertí mengua de su fortaleza y… me pareció alentado y dispuesto”. Maura-Dato, El Sardinero (Santander), ARAH Archivo Eduardo Dato, Presidentes del Consejo 5/244. 23 Maura-Alfonso XIII, 3 de julio 1909, AGP 15622/10. 24 Tc Allendesalazar-León y Castillo, 29 de junio, 3 y 6 de octubre, este último “muy reservado”, AMAE H 1537. 21 22
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cerca ni de lejos, un rompimiento entre España y Marruecos. Lo prueba la permanencia en Madrid del emisario de Muley Hafiz, continuando la negociación entre las dos partes sobre Mar Chica y Cabo de Agua25. La situación interna de Marruecos, inestable y con escasas posibilidades de que Muley Hafiz fuera capaz de imponer su autoridad, preocupaba a los franceses. Tenían que cumplir los compromisos adquiridos en Algeciras26. Los ataques sufridos por los españoles abrían paso a una intervención llena de riesgos. Veremos más abajo la versión de esta crisis dada por El Guebbas a Nerazzini. Existían precedentes. Habían secuestrado a un grupo de jóvenes españoles en 1901. ¿Qué podría hacer España para lograr su liberación? Habría que presionar con algún acto, pero midiendo su alcance, de modo que el statu quo apenas quedara afectado. En cualquier caso, el gobierno debería convencerse que “si no es hoy será mañana, cuando habremos de ser fatalmente arrastrados por las leyes de la historia y por el instinto incontrastable de nuestra propia conservación, a imponer al Sultán los respetos y las consideraciones que hoy no nos guardan y a afirmar ante Europa que entendemos asimismo hacer respetar nuestro derecho indiscutible a intervenir en las cuestiones de Marruecos y a hacerlo con toda la eficacia que nos permitan nuestros medios de acción. España tiene la ineludible obligación de irse preparando en vista de un objetivo verdaderamente nacional...”27. El ministro de España, negociando aspectos fronterizos, dijo al Sultán que Marruecos podría recibir de España bienes o males. Esa indicación de Merry del Val ofendió a Muley Hafiz28. El 11 de mayo, el ministro de Estado manifestó en el Congreso la ruptura de las negociaciones. Las condiciones impuestas por franceses y españoles eran inaceptables para el nuevo Sultán. España pedía que se evacuase Cabo de Aguas y Mar ChiJerónimo Bécker González, Historia de Marruecos…517. 2333/873 G. Gallina-Tittoni, 11 agosto 1909, ASD DDS XXXIV/10 65-67. 27 Confidencial y reservada, 21 Ojeda-Almodóvar del Río, 25 de septiembre de 1901. Las dificultades para una acción eficaz, 32 Ojeda-Almodóvar del Río, 20 de marzo de 1902, en José María Campoamor, La actitud de España ante la cuestión de Marruecos (19001904), Madrid 1951, 269-270 y 282. 28 Maurice Bunsen dijo a Silvestrelli que Merry de Val fue más duro que su colega Regnault. Merry del Val hizo unas declaraciones al director de El Imparcial, López Ballesteros. Decía que Muley Hafiz era una persona sin preparación y de escasa cortesía. No tenía sentido político. Al mismo día 4 en que aparecieron en el este diario, el diputado Villanueva interpeló al gobierno. El ministro de Fomento dijo que esperaba hasta tener datos oficiales. Y el 5 de junio El Imparcial escribía que la presencia de Merry del Val en Tánger lesionaba los intereses de España. Sobre las demandas del ministro de España en Fez, Jerónimo Bécker González, Historia de Marruecos…497-499. José Manuel Allendesalazar, La diplomacia española en Marrueco…205-216. 25 26
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ca. El Sultán no podía ceder, porque eso significaba exponerse a correr la misma suerte que Abd-El-Aziz, siendo como éste víctima el fanatismo religioso y xenófobo. Convenía a España dejar los territorios ocupados en el Rif. Eso reforzaría la autoridad de Muley Hafiz. Francia habría de evacuar la Sciauia. Pero el Acta de Algeciras dejaba sola a España con Francia, pues las otras potencias se habían desinteresado de Marruecos. Una actitud enérgica por parte de Madrid precipitaría los acontecimientos en favor de Francia29. La negociación se reanudaría en París y en Madrid. El 19 de mayo la delegación marroquí viajó en un barco de guerra francés. La presidía El-Mokri, ministro de Finanzas. Su objetivo, obtener un préstamo para hacer frente a las obligaciones económicas del Majzén30. En la segunda mitad de junio, las tropas del pretendiente sitiaron Fez. Parecía inminente la derrota de Muley Hafiz. Tenía pocos soldados y desmoralizados por las recientes derrotas sufridas. El modo de gobernar de Sultán había decepcionado a quienes le apoyaron contra su hermano. Su caída desencadenaría la anarquía. Sería necesario “un vigoroso intervento” de las potencias31. En España la reacción fue moderada. Se había exagerado la crisis en Fez32. Alemania temía que se repitiera la situación creada el año anterior con los incidentes de Casablanca. Preocupaba a von Schön que Marruecos volviera a ser un motivo de desacuerdo con Francia, aunque confiaba que el gobierno de París no iniciara una “política agresiva”, que no esperaba por parte de España33. Estaba claro que el objetivo de la concentración de tropas a orillas del río Duad-el-Jelú, al nordeste de Fez, era marchar hacia el Rif para afirmar la soberanía del Sultán entre las tribus de aquella zona. Se habían repartido fusiles Remington entre aquellas gentes. Ese acto se amparaba en la tolerancia existente sobre el comercio de armas. Se atribuía a comerciantes franceses,
29 Tc 24 Nerazzini-Tittoni, 11 de mayo de 1909. 945/427 y 958/434 Silvestrelli-Tittoni 12 y 14 de mayo, ASD DDS XL/16 155 y 165 y 167. 30 321/73 Nerazzini-Tittoni, 19 de mayo, ib 171. 31 Tc Nerazzini-Tittoni, 23 de junio. El telegrama se envió ese mismo día a los embajadores en Berlín, Londres, Madrid y París, ib. 199 y 201. 32 Así lo subrayaba La Época. El ministro de Estado Manuel Allendesalazar estaba fuera de Madrid. 1146-549 Silvestrelli-Tittoni, 26 de junio, ib. XL/16 211.El diagnóstico de diario conservador fue acertado. El Sultán se reconcilió con las tribus del Sur. Tc 29 Nerazzini-Tittoni, 1 de julio, ib. XL/16 215. 33 Tc 153 y 11194/466 Pansa-Tittoni, 25 y 27 de junio, ib. 203 y 217-218. Francia sentía la misma inquietud por las repercusiones internacionales de la situación interna de Marruecos, 2333/873 G. Gallina-Tittoni, 11 de agosto, ib. XL/16 319bis-319ter.
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partidarios de una modificación territorial en la zona. Antonio García Alix preguntó al ministro de Estado sobre estos puntos34. El gobierno pidió un crédito especial de tres millones de pesetas para reforzar las guarniciones de las posesiones españolas en la costa del norte de África. Una de las razones, invitar al gobierno de Francia para una próxima campaña contra Marruecos. Esa era la tesis de a La Correspondencia Militar. España ocuparía Tetuán y los montes Bullones a espaldas de Ceuta. Lo desmintieron la prensa oficiosa y una nota del gobierno. Podría ser igualmente una invitación a Francia para que protegiera la espalda de Melilla, donde operaba una compañía minera, “Norte de África”, nominalmente española, pero con mayoría de capital francés. La rebelión de las tribus rifeñas había suspendido los trabajos. El gobierno de París pidió que se pacificara la zona, que caía bajo control español. Podría ser este gesto una advertencia hacia Muley Hafiz. Fracasada la misión en Fez, la fortificación de las guarniciones y la decisión de mantener a Merry del Val significaban que el gobierno estaba de acuerdo con su ministro en Tánger. Maura habría cedido a las presiones del Rey y del ejército, aunque manteniendo su política de no iniciar la ocupación de Marruecos. La observación del embajador de Italia en Madrid importa mucho para entender la evolución de las relaciones entre el Rey y Maura. Los refuerzos previstos en el Real Decreto firmado el 13 de junio, ascenderían a tres brigadas mixtas. Se buscaría penetrar en el hinterland de Melilla para permitir a la “Norte de África” continuar su labor35. Todo lo demás eran fantasías, salvo la sospecha de que había desacuerdo entre Alfonso XIII y Maura, que podría suponer su relevo por el general Marcelo Azcárraga. Maura, desde que asumió el poder en 1907, se opuso a una aventura militar en Marruecos36. El statu quo estaba garantizado por el Acta de Algeciras. Cambiarlo provocaría una respuesta en Marruecos37. A finales de junio, ha-
34 En su respuesta, el marqués de la Vega de Armijo, confirmó lo que había dicho el ministro de la Guerra, el general Chinchilla: se conocía el movimiento de tropas y su objetivo. Nada podría hacerse, pues se trataba de un acto de soberanía. DS/C 7 y 8 (22 y 24 de junio de 1889) 145-146 y 172. Volvió a preguntar sobre la situación militar en Ceuta y sobre el cumplimiento del tratado de Wad-Ras por parte de Marruecos, a los ministros de Estado y Guerra, ib. 17 (5 de julio) 459. 35 Maurice Bunsen, embajador inglés en Madrid, confinaba esa teoría que el diputado liberal Villanueva había expuesto a Silvestrelli: uno pocos kilómetros de penetración en el territorio controlado por Bu Amara (El Roghi) y garantías a Francia sobre el carácter limitado de a una operación militar. 1109/528 Silvestrelli-Tittoni, 18 de junio de 1909, ASD DDS XL/16 197. 36 1085/512 y 1090/515 Silvestrelli-Tittoni, 12 y 15 de junio de 1909, ib. XL/16 193-195. 37 Tc 26 Nerazzini-Tittoni, 14 de junio de 1909, ib. 187.
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bía dejado sólo 25 soldados en Casablanca. Y suspendió el envío de las tres brigadas mixtas. Era un freno a los que buscaban una guerra38. El posterior enfrentamiento con la kábilas el Rif y el cerco a Melilla, ¿qué respuesta iba a tener por parte de quienes estuvieron en la Conferencia de Algeciras? Al menos Francia estaba comprometida en asegurar la paz y los intereses de los europeos39. Eso sucedía mientras llegaba a Cádiz la embajada marroquí, presidida por El-Mokri y viajaba hasta Madrid, donde fue recibida por el ministro de Estado el 8 de julio. Aún se hablaba de que la campaña sería limitada40. El 11 de julio embarcaron en Barcelona los refuerzos para Melilla41. El crucero Doña María de Molina bombardeó poblaciones inermes en la desembocadura del río Kert. Las tropas españolas hicieron el 14 de julio disparos de cañón sobre fuerzas rifeñas atrincheradas. Al día siguiente embarcó en Cádiz un regimiento de cazadores. El gobierno dijo a la misión marroquí presente en Madrid que la ocupación de algunos puntos era provisional. Se mantendría mientras fuera necesaria para conservar el orden42. Cuando se llamó a la quinta de 1903, comenzó la protesta en Madrid. La iniciaron los socialistas. Salvo ellos, según el embajador Silvestrelli, todos comprendían que estaba en juego el honor del país, que “non offre almeno in questo momento critico lo spettacolo della debolezza e della discordia”43. .Crecían los preparativos militares “a dismisura”44, aunque el gobierno español reiteraba su posición de siempre45. Tras los primeros combates y examinando los errores cometidos, no se emprenderían nuevas operaciones sin contar en Melilla con al menos 35000 hombres. Se entraba en una fase de prudencia y de calma46. Durante el mes de septiembre se encauzó la guerra a favor de España. 1162/261 Silvestrelli-Tittoni, 30 de junio, ib. XL/16 225-226. Se dijo que Alemania abogaba por una intervención internacional. tc 31 Nerazzini-Tittoni, 10 de julio, ib. XL/16 231. Para el embajador en Madrid, había quedado atrás el tiempo de las intervenciones internacionales en Marruecos. 1281/624 Silvestrelli-Tittoni, 20 de julio, ib. XL/116 269. 40 1210/587, 1219/591 y 1224/593 Silvestrelli-Tittoni, 10, 11 y 12 de julio, i. XL/16 237, 239 y 241. 41 1239/599 Silvestrelli-Tittoni, 14 de julio, ib. XL/16 251. 42 1259/610 y 1267/615 Silvestrelli-Tittoni, 14 y 16 de julio, ib. XL/16 257 y 263. 43 1309/644 Silvestrelli-Tittoni, San Sebastiano 25 de julio, ib. XL/16 287. 44 1289/628 y 1299/635 Silvestrelli-Tittoni, 21 y 23 de julio, ib. XL/16 275 y 277. 45 “El gobierno persevera en la política que viene practicando, encaminada a tener y acrecentar. tanto cuanto pueda extenderse y afianzarse, la amistad no solamente con el Sultán de Marruecos, sino también con la kábilas y los aduares de la zona a que alcanza la natural influencia de nuestras posesiones norteafricanas”. Nota verbal entregada por el consejero de la embajada española en Roma, 28 de julio, ib. XL/16 283. 46 1500/738 Silvestrelli-Tittoni, San Sebastiano 2 de septiembre, ib. XL/16 345. 38 39
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El gobierno Maura, pese a los sucesos de Barcelona, estuvo a la altura de las circunstancias. El país, con la excepción de la extrema izquierda, se puso a su lado. De nada había que avergonzarse. Todos cumplieron su deber47. Pero el horizonte político estaba ya definido: Cortes y dimisión del gobierno Maura. Este levantó la suspensión de garantías constitucionales el 27 de septiembre48. Los dirigentes de todos los partidos españoles lo censuraban por haber cerrado las Cortes y pedido créditos sin haber llegado antes a un acuerdo con los jefes de la oposición, llamada a sucederle en el gobierno. Nadie negaba al gobierno el deber de defender el honor de España y la seguridad de sus posesiones en África. Debía hacerse sin una demostración de fuerzas y sin pensar siquiera en conquistas, que lanzarían al país a una aventura, decía el general José López Domínguez. Sería una desgracia, según Gumersindo de Azcárate. A unos y otros se unió Canalejas: se estaba produciendo una profunda rectificación en la política de España en Marruecos. Juan Vázquez de Mella juzgaba que los incidentes no eran el verdadero problema, sino las relaciones de las naciones europeas con Marruecos. Creía Romanones que la clave de los sucesos estaba en la existencia de acuerdos secretos firmados en la Conferencia de Algeciras. Días antes de la crisis de Barcelona, que provocaron un cambio político en el otoño con la caída de Maura, Romanones estaba de acuerdo con lo que aquel escribió al Rey para explicar la política del gobierno: “una operación de policía para acabar con la anarquía en el Rif49. José Ortega y Munilla consideraban Marruecos el problema que más preocupaba a la opinión. Las noticias sobre la situación eran confusas y contradictorias. Él mismo se encontraba desorientado50.
“...colla repressione energica, pronta e completa dei disordini di Barcellona, la Spagna ha dato una lezione a molti governi europei ed è da augurarsi che all’evenienza ne sappiano aproffitare... In questi tempi di meschine e inconsulte lotte di parte che abbassono ogni ideale è confortatante l’esempio della Spagna che gelosamente conserva le sue tradizioni militari, l’onore nazionale ed il patriottismo”. 48 “Ma quando pure ciò avvenga nessuno potrà contrastare a don Antonio Maura ed agli egregi sui collaboratori la lode d’aver tenuto alto il concetto dell’esercito e del governo”. 1616/789 y 1724/796 Silvestrelli-Tittoni, 26 y 28 de septiembre, ib. XL/16 401 y 403. 49 “Le différand hispano-marrocain. Quelques opinions d’hommes politique espagnols”, Le Matin, 14 juin 1909, en RAH Archivo Romanones 79/11 (5). Sobre los créditos, “”Les crédits pour l’action militaire au Maroc sont accordés”, Echo de Paris, 13 octobre 1909, ib. (10). 50 Ortega-Moret, 18 junio 1909, RAH Archivo Natalio Rivas 11-8888. Escribe como vicepresidente de la Sociedad Editorial de España. 47
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4. Ni agresores ni conquistadores: los sucesos de julio Teniendo en cuenta la expedición francesa a Casablanca y en la Sciuaia, la firma del acuerdo del 9 de febrero de 1909 con Francia, en el que Alemania manifiesta que su no-interés en Marruecos, como el conde Tattenbach dijo confidencialmente a Silvestrelli, extrañaba que en Berlín von Schoen hablara del Acta de Algeciras, del mandato otorgado a España y Francia, del carácter internacional de los intereses europeos en Marruecos y de la inquietud que podría causar en Alemania nuevas empresas militares allí. Había que recordar que desde 1905 las diferentes notas del gobierno alemán al italiano habían sido más precisas y categóricas que las enviadas al francés. En texto cifrado, continuaba Silvestrelli que quizás la pacificación franco-alemana revelaba la razón de las contradicciones de Berlín en su política durante la Conferencia de Algeciras. En aquella ocasión Radowitz dijo a Silvestrelli que el resultado de Algeciras era bueno. No había ni vencedores ni vencidos. No compartía esa conclusión Silvestrelli: en Algeciras salió vencida Italia. Alemania, afirmando que Francia y España actuaban en Marruecos como mandatarias de las otras potencias, dejaba fuera el acuerdo franco-italiano sobre Trípoli, un acuerdo que Alemania jamás vio bien51. En el ministerio de Asuntos Exteriores creían que el acuerdo de Tittoni, por el cual Italia abandonaba sus intereses en Marruecos a cambio de Tripolitania, había sido un mal negocio. Un político italiano comentó al secretario de la embajada en francesa en Roma que los “coloniales” de la Consulta lamentaban esa decisión. Tripolitania no sería italiana. No lo consentiría el nuevo nacionalismo de la Joven Turquía. Había una visión irreal por parte de quienes así pensaban. En Marruecos existía una concurrencia de intereses entre Francia, Alemania, Inglaterra y España52. Regresemos a los primeros días del verano de 1909. Maura estuvo con Moret, que le manifestó “su absoluta conformidad respecto de los asuntos de Marruecos”53. Maura no rectificaba lo dicho a Cambó en noviembre del R y c. 1225/594 Silvestrelli-Tittoni, 12 julio 1909, ASD P Marocco 216. Estaría funcionando un acuerdo entre las dos potencias menores de la Triple Alianza, con el fin de ahorrar algunos de los inconvenientes en que los coloca su situación entre Alemania y las potencias occidentales.271-272 Laroche-Pichon, 29 septiembre 1909, AAE NS Maroc 5 102-104. 53 En el tono amistoso y cordial que refleja toda su correspondencia con Dato, le comentaba: “…tuve el gusto de hallarlo, aun antes de su partida para Suiza, tan recobrado de salud y de ánimo, que no puedo si no tener la mejor confianza en que regrese con plena posesión de sus habituales medios para la brega política. Dios lo quiera. No advertí mengua de su fortaleza y… me pareció alentado y dispuesto”. Maura-Dato, El Sardinero (Santander), Real Academia de la Historia, Archivo Eduardo Dato, Presidentes del Consejo 5/244. 51 52
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año anterior. Se lo manifestaba así al Rey. La acción del ejército y su labor de policía que protegía la construcción de los ferrocarriles de la Compañía Norteafricana y de la Compañía de Minas del Rif, probaba que servía de medida “a nuestra acción militar”. Se reducía a cumplir con la necesidad estricta de “reprimir desmanes anárquicos, no dando nosotros paso que pueda ser tachado de agresión o de ambición conquistadora durante las conversaciones de Fez y Madrid”54. El-Guebbas, representante del Sultán en Tánger, quiso hablar con Nerazzini, entonces provisionalmente por ausencia de Regnault, decano del cuerpo diplomático. La situación, según Marruecos, estaba así. Con el sultán anterior, España quiso ampliar el hinterland de Melilla, privilegios mineros en el Rif, concesión de una carretera entre Ceuta y Tetuán, dos faros en la costa del Rif y concesiones para convertir Ceuta en un puerto internacional, la cesión temporal de la Restinga y Cabo de Agua y el monopolio de la instalación de electricidad y teléfono en varias ciudades... Insistió el ministro de España en su visita a Rabat en 1907. Llabería coincidió allí con Regnault. El general Marina, entonces gobernador de Melilla, viajó a Tánger con la misma misión. El Majzén replicó siempre que esas demandas se oponían al Acta de Algeciras. Todo siguió igual hasta la llegada de Muley Hafiz. Aprovechando los problemas que hubo entonces, quiso conseguir sus propósitos contando con la ayuda de Bu-Hamara. Se reunió Marina con los jefes rifeños y los animó a seguir la política de España, porque el Sultán era demasiado débil para oponerse a ellos. No se doblegaron los rifeños, que acababan de reconocer a Muley Hafiz. Serían fieles a su juramento. Esperarían sus órdenes. Se acordó un plazo de dos meses para esperar la respuesta. Marina los llamó otra vez para decirles que no podía darles ese tiempo. Se reanudaría el trabajo en las minas con la protección de los soldados españoles. Después de manifestarse amigos de España, los jefes rifeños dijeron que no podían consentir la invasión de su territorio. Marina no les hizo caso. Vino luego un pequeño incidente entre los rifeños y los mineros. Cuatro españoles salieron heridos. Muley Hafiz se enfrentó a Bu-Hamara, acusado de ser el culpable de todos los problemas en el Rif. Al mismo tiempo hizo valer sus derechos ante España, que justificó su acción diciendo que los rifeños le habían pedido protección para mantener el orden. Cuando Merry del Val fue a Fez, el Sultán resistió a sus pretensiones recurriendo al Acta de Algeciras. Ante su insistencia, Muley Hafiz dijo que no
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Maura-Alfonso XIII, 3 de julio 1909, AGP 15622/10.
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continuaría las conversaciones hasta que los españoles evacuaran los territorios ocupados. Anunció que había enviado una misión a Madrid para arreglar la situación. Mientras, pedía que los españoles suspendieran su trabajo en las minas y la construcción de la carretera a Tetuán. Estando Alfonso XIII de viaje, los enviados del Sultán no podrían ser recibidos. Cuando estalló el conflicto, Marruecos recordó que había tratado de evitarlo pidiendo que se suspendieran los trabajos. En esos momentos, ordenó a todos los jefes rifeños que no atacaran a los españoles y envió una misión para calmar a las tribus. Había informado de todo esto a España y se había abstenido, mientras tanto, de comunicarlo a las potencias que firmaron el Acta de Algeciras. A esta pro-memoria del 16 de agosto, Nerazzini añadía su comentario55. La situación se complicó. Muley Hafiz envió a todos los firmantes del Acta de Algeciras el documento que de forma confidencial se había adelantado a Nerazzini, redactado con un lenguaje nada agresivo. Pedían que intervinieran para salvar la integridad territorial de Marruecos56 En España, los opositores a la acción de represalia en Marruecos advirtieron que la campaña desencadenaría la revolución. “¿A qué vamos a Marruecos? ¿A defender intereses comerciales? Pues si eso se dice, eso es mentira. Y es mentira, porque nosotros no tenemos comercio en el sentido de expansión. Contra un país es imposible luchar. Y España no quiere oír hablar de Marruecos... nadie desea ni aventuras ni provocaciones, ni ocupaciones innecesarias ni expedición fuera de tiempo y lugar”. Estaba maniobrándose para conseguir que un agravio provocado desencadenara un movimiento de opinión, que reclamara una satisfacción por la ofensa. Hasta ese momento, 9 de junio, no se había hallado el pretexto. Ir a Marruecos, deberían saberlo el Rey y su gobierno, significaba la revolución57.
55 Al gobierno español le faltaban la lealtad y el respeto al derecho ajeno. En los dos últimos años su política, haciendo una apelación diaria e hipócrita al Acta de Algeciras, que consagra la integridad de Marruecos y las mismas condiciones económicas para todas las naciones, se dedica a enriquecerse con el despojo del país y a conseguir silenciosamente privilegios no autorizados y concesiones ilegales. Riservatissimo e personale 571/142 Nerazzini-Tittoni, 24 agosto 1909, ASD P Marocco 216. 56 Tc 3173 y R 638/156 Nerazzini-Tittoni, 21 y 23 septiembre, ib. 217. 57 Juan de Aragón (Leopoldo Romeo), “Ir a Marruecos es ir a la revolución”, La Correspondencia de España, 9 de junio de 1909. Sobre la campaña, Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912), tomo II: De la crisis de la política Africana (1898) al protectorado de Marruecos (1912), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1966, 317-360.
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¿Pudo hacer el gobierno otra cosa? ¿Pudo actuar de otro modo? Hablando en West Park con el embajador de España, Eduardo VII comentó que se trataba de una guerra de guerrillas, “más penosa que lucida”, a la que habría que poner pronto final de modo satisfactorio para España, para quien era un deber mantener con las armas su prestigio en su zona de influencia. No podría negociarse con los kábilas, sin castigar antes a los que habían atacado a los españoles. Así habían actuado los franceses. El Rey estaba de acuerdo con Villaurrutia58. Maura no estaba informando, decía Celleruelo a Moret. El gobierno, en un callejón sin salida, irá a donde lo lleven los acontecimientos. Carecía de rumbo. La intervención en Marruecos afecta seriamente a la economía y desequilibrará los buenos resultados y un “presupuesto equilibrado”. ¿Qué base tiene la acusación de que el gobierno no informaba? ¿No olvida la “espontaneidad” de la revuelta en Barcelona y lo poco que duró? ¿Podrían darse noticias sobre lo que estaba pasando o sobre lo que estaba sometido a la jurisdicción militar, tal como había decidido en 1906 que así fuera un gobierno presidido por Moret? El significado político de la intervención militar era evidente para Andrés Mellado: hay una coalición política contra el gobierno. Si la intervención es un éxito, Maura saldrá reforzado con el apoyo del ejército. Si fracasa, disculpará su error imputando al partido liberal de no haberle dejado acabar su obra. El regreso de los liberales al gobierno sería “la suprema desdicha para nosotros” y una inmensa responsabilidad59. No era justo decir esto en esa fecha. Ni Moret, ni Maura, ni el Rey ni los demás políticos modificaron sus planes de verano. Nadie sospechaba que los sucesos, en sí mismos poco importantes, tuvieran luego un efecto político tan inesperado: un cambio de gobierno que debe calificarse al menos como desconcertante. Lo fue, porque quien sucedió a Maura estuvo en la presidencia menos de cuatro meses. La primera manifestación pública contra Maura fue la de Montero Ríos. Se quejaba en agosto de 1909 de la desorientación de Maura respecto a Marruecos. El partido conservador se había apartado de la posición de Cánovas, que era ya una política secular: España debía mantener su hegemonía en el norte de África, porque era “el más apropiado, por no decir, único, medio de expansión”. El ex presidente del consejo citaba a Isabel la Católica y recor70 Villaurrutia-Allendesalazar, 27-7-09, Marqués de Villa-Urrutia (Wenceslao Rodríguez de Villa-Urrutia), Cartas al ministro de Estado (1907-1909), edición de José Manuel Allendesalazar, Madrid. Ministerio de Asuntos Exteriores, 1994, 263. 59 José M Celleruelo, diputado por Oviedo, 31 julio 1909, Andrés Mellado-Moret, 24 septiembre, Real Academia de la Historia, Archivo Natalio Rivas 11-8888/2. 58
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daba a Fernando VII que consintió en 1830 que esa política fuera burlada, al establecerse Francia en Argelia. Cuando Cánovas vio que Francia no había conseguido “ni cimentar siquiera su pretendido Imperio” en esa zona, comenzó a hablar de statu quo en la conferencia celebrada en 188060. El mismo día Antonio López Muñoz decía que el gobierno estaba muerto para resolver la crisis provocada en Barcelona por el envío de tropas a Melilla. Hacía suyos todos los tópicos, que se usarían luego61 Comenzó el gobierno a defender su política. El ministro de Estado pidió al embajador francés que la agencia Havas desmintiera los comentarios pesimistas publicados en la prensa francesa a propósito de la semana final de julio de 1909 en Barcelona y de los sucesos de Melilla. Habían querido Maura y su gobierno ser respetuosos hasta el extremo. No se permitió que se acercara un barco a Barcelona por si hubiera sido necesario proteger a los ciudadanos franceses. Mandó salir de Melilla un trasatlántico, porque su presencia no gustaba a las autoridades españolas. Las dos medidas, “inspiradas por el amistoso deseo de evitar que la presencia de barcos extranjeros en uno y otro puerto suscitase interpretaciones exageradas sobre el alcance de los acontecimientos”. Allendesalazar dijo a Révoil en San Sebastián que el orden había quedado restablecido. No era necesario que un buque repatriara a los franceses residentes en la ciudad. Consultó el embajador sobre la cooperación de la Cruz Roja francesa con la española en la atención a los heridos en la guerra. Le dijo que los sucesos nada prejuzgaban sobre el futuro de Marruecos62.
“Desde Lourizán. Habla Montero Ríos”, Heraldo de Madrid, 4 agosto 1909. “No tiene esta guerra finalidad, el pueblo no la comprende; pero, aunque la tuviera, no se ha cuidado el gobierno de preparar para ella el espíritu público, antes bien lo ha desviado de esa idea una y otra vez, llevándolo al engaño, el cual no perdonan los pueblos jamás, cuando están de por medio su dinero y su sangre... la opinión no ve, a través de sus sacrificios más que la defensa de intereses mineros, no ve tampoco en el gobierno más que un aspecto de la plutocracia imperante, un nuevo Canal de Isabel II, una nueva edición del concurso para la Escuadra, un nuevo negocio, en fin... de ahí el desastre doloroso fuera y el tumulto espantoso dentro”Antonio López Muñoz (senador?)-Moret, 4 agosto 1909, RAH Archivo Natalio Rivas 11-8888. 62 Sobre el envío de los barcos, tc Allendesalazar-León y Castillo, sin fecha la minuta y 31 de julio. Sobre la situación en Barcelona, respuesta del Ministro de Estado al Encargado de Negocios, William Martin, 10 agosto, AMAE H 1537. Como prueba de la eficacia con que el ministerio de Exteriores y el del Interior habían aconsejado a la prensa francesa basta comparar su tono y sus contenidos con la de Alemania. 264 Stéphen Pichon-W. Martin, 8 agosto 1909, AAE NS E 42 238-239. Hay una copia, ib. 64 190a-109b. Respuesta del encargado de negocios, 229 Martin-Pichon, 14 agosto, ib. 120. Insistió Pichon en un despacho s.n., 14 de agosto, enviado a W. Martin, encargado de negocios, ib. 114-115. 60 61
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¿Tenían carácter diplomático los ataques contra los españoles en los alrededores de Melilla? Esa parecía ser la interpretación de algunos liberales. Sería engañar a la opinión presentar la intervención militar como algo fácil y lo mejor para defender las plazas españolas. Faltaban las condiciones adecuadas. Moret había manifestado en una carta pública su preocupación por unas declaraciones del ministro de Estado, apostando por el ejército y renunciando a la diplomacia63. A comienzos de septiembre, estaba ya funcionando la campaña contra España en Francia. Se había formado un “Comité de Defensa de las Víctimas de la represión, al que el ministro de Estado acusaba de calumniar a la policía, a los tribunales y a las instituciones de España. La respuesta de Aristide Briand ante la queja de León y Castillo fue: en Francia se han hecho campaña contra las instituciones de todos los países, sus tribunales, su ejército y hasta sus jefes de Estado. Había que acostumbrarse y los gobiernos no deberían modificar sus decisiones ni darles importancia a esos ataques64. Sí la tenían, porque cargaban de razones a quienes deseaban que Maura se alejara de lo que había sido siempre su posición política y capitaneara a los que odiaban la libertad65. No lo consiguieron. 5. La dimensión real de la crisis Respondiendo a una carta de Dato, remitida desde San Sebastián el 2 de septiembre de 1909, Maura comenta la situación política. Habla de Moret y la relación entre el gobierno y la oposición a raíz de la semana trágica y de 63 Juan Alvarado-Moret, El Espinar 20 (agosto o septiembre?) 1909, Real Academia de la Historia, Archivo Natalio Rivas 11-8888/2. 64 Tc entre Allendesalazar y León y Castillo, 6 de septiembre 1909. Hay otros, todos con el mismo contenido. Copias en AAM 381. Un cuadro general de las relaciones con Francia en este período, Rosario de la Torre, “Las relaciones hispano-francesas en el gobierno largo de Maura: el archivo de D. Manuel Allendesalazar como fuente (1907-1909), Españoles y franceses en la primera mitad del siglo XX, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Madrid 1986. 65 ”España será siempre un país rico y próspero: España no necesita sino que desaparezcan las libertades que engendran la división entre sus hijos y matan la fe y el patriotismo”. Acababa de notarse en la campaña que contra la orientación del gobierno Maura habían llevado “los partidos socialistas y radicales y anarquistas, que jamás han tenido ni sombra de patriotismo”. Habían preferido “que los rifeños insulten, pisoteen y esclavicen nuestra bandera nacional, a que el Gobierno español pida una satisfacción a ese insulto, mediante la guerra”, que era el único recurso que tenía en sus manos. Nicasio Bande, La cuestión del día. Desenlace del problema norte-africano y el porvenir de España, Barcelona 1909, 220. Esta campaña era un timbre de gloria del gobierno de Maura, que había sabido localizar el sitio donde estaba el “verdadero porvenir de España”, ib. 249.
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la intervención militar que estaba en su origen66. Deseaba que acertara la oposición en el caso de que el gobierno errara. No sería una novedad “hostilizarnos sin razón; si prevaleciesen sin tenerla, sería por no resultar el gobierno suficientemente apoyado. Ya sabe usted mi constante novena; espero que no flaquearé en cumplir mis obligaciones a todo evento y, no acusándome de deserción la propia conciencia, la mayor o menor inminencia de dejar el poder, no puede desvelarme”67. Este texto revela que Maura veía la posibilidad de una crisis al reanudarse las sesiones de las Cortes. Apuntaba dos posibles causas: la actitud no razonable de la oposición y la desconfianza del Rey. En todo caso, como era habitual en él –“mi constante novena”– le bastaba seguir confortablemente instalado en lo que llamó “la casa solariega de su conciencia”68. Esto en cuanto a la política interna. En su dimensión externa, había que estar atentos a Marruecos, un país independiente y soberano, como quedó establecido internacionalmente en la Conferencia de Algeciras. Ese principio seguía vigente, tras el reconocimiento de Muley Hafiz por las naciones que participaron en ella.
66 Sobre estos acontecimientos Joan Connelly Ullman, La semana trágica: Estudio sobre las causas socioeconómicas del anticlericalismo en España (1898-1912), Barcelona, Ariel 1972. Sobre el ambiente de Barcelona esos años, Joaquín Romero Maura, La rosa de fuego: el obrerismo barcelonés de 1899 a 1909, Madrid, Alianza, D.L. 1989. La edición primera, La rosa de fuego: republicanos y anarquistas. La política de los obreros barceloneses entre el desastre colonial y la semana trágica, 1899-1909, Barcelona, Grijalbo, 1975. José Álvarez Junco, El emperador del Paralelo: Lerroux y la demagogia populista, Madrid, Alianza, D.L. 1990; La ideología política del anarquismo español, 1868-1910, Madrid, Siglo XXI de España Editores, 1976 y 1991. Para Francia y estos acontecimientos, Carlos Serrano, 1898. La tour du peuple. Crise nationale, mouvements populaires et populisme en Espagne, 18901910. Madrid, Casa de Velásquez 1987, edición española, El turno del pueblo. Crisis nacional, movimientos populares y populismo en España, 1890-1910, Barcelona, Península 2000. Para Italia, Fernando García Sanz, Historia de las relaciones entre España e Italia. Imágenes, comercio y política exterior (1890-1914), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1994, 328-377 y “Tra strumentalizazione e difesa del liberopensiero: il caso Ferrer nella opinione pubblica italiana e nei rapporti Madrid/Roma”, Stato Chiesa e Società in Italia, Francia, Belgio e Spagna nei secoli XIX-XX, Foggia 1993, 251-286. 67 Citado por Carlos Seco Serrano, La España de Alfonso XIII. El Estado, la política, los movimientos sociales, Madrid, Espasa-Forum 2002, 164. Páginas adelante, Seco, al comentar la crisis afirma: “Moret no pareció percibir la hondura del abismo que acababa de abrir”. Su apertura a las izquierdas marginales al sistema, habían sido un “ariete contra la estructura ideológica del canovismo”, ib. 172. Los estudios sobre el sistema de Cánovas, De los tiempos de Cánovas, Madrid, Real Academia de la Historia 2004. 68 Sobre este aspecto de la personalidad de Maura, Antonio Maura, un político liberal, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1995 389-423.
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Estos mismos días el Sultán presentó al cuerpo diplomático acreditado en Tánger una pro-memoria69. Con tono mesurado y amistoso, pero preciso, apelaba a las potencias firmantes del Acta de Algeciras para que defendieran sus derechos. Declinaba toda responsabilidad en el enfrentamiento entre los españoles y los rifeños, manifestando sus reservas hacia una posible demanda de indemnización. España hizo estas observaciones. Los efectivos enviados a Melilla eran inferiores a los señalados en ese documento. El objetivo de España era castigar a quienes habían asesinado a ciudadanos españoles y restablecer la paz en los alrededores de sus posesiones africanas. El Sultán habría podido presentar sus quejas por medio de su embajada extraordinaria en Madrid, sin tener que acudir a otras potencias. Además de otros acuerdos existentes y confirmados por ella, el Acta de Algeciras (artículos 30, 66 y 103) pedía que las cuestiones que surgieran en el Rif fueran resueltas mediante un entendimiento mutuo70. Francia apoyó la posición española, pero Alemania e Italia esperaron a tener el texto oficial de la pro-memoria71. De momento, el conflicto habría impedido cerrar la negociación de un préstamo para pagar las indemnizaciones acordadas a los extranjeros que sufrieron daños con motivo de los disturbios del año anterior72. La intervención militar había que localizarla en la zona próxima a Melilla. Si se sobrepasara ese límite, Muley Hafiz podría marchar contra Ceuta y Melilla. No había que salir del Rif. Lo había dicho el ministro de Estado ya el 29 de junio al embajador en París. Lo recordaba ahora, el 6 de octubre: bastaba con “afianzar el orden y la tranquilidad”. La ocupación del territorio era una garantía para un acuerdo con el Majzén. No marcharía el ejército español hacia el sur. Quería conocer la postura de Francia sobre la situación e intercambiar “cordialmente” ideas con su gobierno73. El de España no se deAnexos el documento y con la carta del representante del Sultán a Regnault, decano del cuerpo diplomático, 638/156 Nerazzini-Tittoni, 23 de septiembre de 1909, ASD DDS XL/16 407-412. 70 Entrevista de Juan Pérez Caballero con el secretario general del ministerio de Asuntos Exteriores y tc45 Nerazzini-Tittoni, 21 de septiembre, enviados por tc 2581 y 2581 a los embajadores en Berlín, Londres, París, San Petersburgo y Viena, y Madrid 22 de septiembre, ib. XL/16 371 y 373. Se informó igualmente al ministro en Tánger, tc 2595 Tittoni-Nerazzini, 23 de septiembre, ib. XL/16 377. 71 Tc y 2684/1035 Gallina-Tittoni, ambos del 23 de septiembre, y tc 239 Orsini-Tittoni, 25 de septiembre ib. XL/16 385, 393 y 391. 72 Tc 250 Pansa-Tittoni, 6 de octubre, enviado por tc 2709 Tittoni-Embajadores en Londres, París y Madrid, ese mismo día, ib. XL/16 421 y 423. 73 Tc Allendesalazar-León y Castillo, 29 de junio, 3 y 6 de octubre, este último “muy reservado”, AMAE H 1537. 69
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jaba arrastrar a una aventura. No le quitaba lucidez la presión de quienes consideraban que el Rif debía ser el desquite tras la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas74. Esa resistencia de Maura para no hacer nada que afectase a la independencia y la integridad territorial de Marruecos, cumpliendo las obligaciones internacionalmente reconocidas, no podría vencer una imagen forjada con argumentos usados para legitimar la crisis de octubre entonces y para explicarla después.
74 ”...deseamos una España rica y fuerte, una España grande, digna de su asombrosa e incomparable historia, que en vano pretendieron difuminar los Enciclopedistas franceses, por envidia, mas que por hechos reales... hemos venido laborando y laboramos sin demora para formar corrientes de opinión sobre las cuales se entronizara un ideal que es como el alma de los pueblos, un ideal que llevara a la conciencia pública el convencimiento de que, terminada nuestra soberanía en América, el porvenir de España estaba en África, junto a nuestras costas, en el Rif, en Marruecos”. Memoria presentada por Adolfo Alegret, Tercer Congreso Africanista. Documentación, reseña de las sesiones, conclusiones adoptadas, fiesta escolar, comunicaciones, Valencia 9-15 de diciembre de 1909, Barcelona 1909 39-40.
XII. UN FUTURO DE PAZ EN EUROPA
Se ha dicho muchas veces que la crisis de octubre de 1909 es un punto clave en el proceso de disolución del sistema de la Restauración. Seco Serrano cree que debe situarse en una “cadena de crisis”. Consolidado en 1890, con “la inflexión democrática” hecha durante el gobierno largo de Sagasta, el “desmoronamiento” se inicia en 1906 con la Ley de Jurisdicciones: los sables volvían a intervenir en política, se consagraba un fuero especial, rompiendo la unidad jurisdiccional. Para esa operación se encontró a Moret. En 1909 se aplicó la Ley de Jurisdicciones y la justicia militar juzgó a los encausados por los sucesos de julio. Se convirtió la lucha ideológica en delito común. Era un exceso que desencadenaría la ofensiva contra Maura. La implicación del partido liberal supuso “la ruptura del Pacto de El Pardo”. ¿Es lucha ideológica estar detrás de actos contra la vida y la propiedad? ¿Alguien ha censurado la condena de los dirigentes de la revolución de 1934, aunque no participaron en los hechos? En este asunto conviene distinguir entre el procedimiento –sumarísimo– la jurisdicción –militar– y la condena. Los dos primeros aspectos eran legales desde 1906. En la “implacable hostilidad” contra Maura se puso de manifiesto la entrega de Moret al bloque republicano-socialista. La consecuencia más importante fue la crisis en los partidos liberal y conservador. Se quebró el “bipartidismo”1. No pasaron muchos meses y Unamuno denunció los sucesos de julio y sus efectos políticos. La reacción contra la movilización y envío de tropas a Melilla y en sus efectos fue una “singular ceguera”, cargada de riesgos. La acción de España en África no era “un ensueño loco o una empresa de intereses privados. Españoles que amenazan con huelgas y motines, si se persiste en reconquistar en África la independencia nacional española”. Unos, por pasiones políticas, y otros, por fanatismo, fomentaban “la campaña de caCarlos Seco Serrano, La España de Alfonso XIII. El Estado, la política, los movimientos sociales, Madrid, Espasa-Forum 2002, 299-300. 1
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lumnias y embustes” que desfigura el nombre y la realidad de “uno de los pueblos más libres hoy y uno de aquellos en que menos se persigue al pensamiento”2. Tras el encuentro entre los rifeños y el ejército español el 30 de septiembre, el ministro de Estado, Manuel Allendesalazar, dijo al encargado de negocios italiano, que las operaciones en el Rif habían terminado y habían terminado bien. Era un diagnóstico optimista. Nacía más de la necesidad que tenía el gobierno Maura de poder presentarse ante el país y las Cortes con el problema resuelto. La táctica de dispersarse para atacar luego por sorpresa beneficiaba a los rifeños. Faltaba al gobierno un plan claro a causa de la dificultad que entrañaba la campaña militar. Creían otros que el gobierno había tomado ya su decisión de controlar la zona asignada en el convenio con Francia. Los gastos de esa operación de conquista se compensaban con la riqueza de la región y con la realización de un proyecto bien visto por una parte de la sociedad española3. Los objetivos de España en Marruecos deberían, según los africanistas españoles, justificarse con estos tres argumentos. Uno, “necesidad de ensanchar el mercado económico de nuestra Patria”; dos, “necesidad de asegurar la independencia económica y territorial de España” y tres, “necesidad de mantener el prestigio de España por razones históricas y por razones de compenetración de la vida pública, como factor de la civilización universal y como nación transmisora de la civilización del mundo”4.
2 Miguel de Unamuno, discurso pronunciado en Cádiz el 14 de septiembre de 1910, centenario de las Cortes, en Diego Sevilla Andrés, África en la política española del siglo XIX, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1960, 15-16. 3 Este dato era importante. El canciller austriaco temía que los problemas en Marruecos pusieran en peligro a la monarquía. Aerenthal advertía a Avarna, el embajador italiano, que las potencias de la Triple Alianza n podrían consentir que una derrota en Marruecos derribara la monarquía. Un acuerdo secreto entre Francia, Inglaterra y España podrían haber dejado a ésta manos libres para ocupar los territorios que juzgara necesarios para defender sus posesiones en aquellas costas. Estaba en cuestión si continuaba en vigor el Acta de Algeciras. 9247/1134 Avarna-Tittoni, 2 de noviembre, ASD DDS XL/16 481. 4 Discurso de Rafael María de Labra, Tercer Congreso Africanista. Documentación, reseña de las sesiones, conclusiones adoptadas, fiesta escolar, comunicaciones, celebrado en el Salón de Actos de la Exposición Regional de Valencia en los días 9, 10 11, 13 y 15 de diciembre de 1909, Barcelona 1909 63 y 65. En 1910, Rafael Gasset recordaba la vinculación existente entre la situación interna y la acción de España en Marruecos. Citando su propia experiencia como diputado, reafirmaba la posición regeneracionista de Costa, aceptando, sin embargo, que “el problema de nuestro influjo en Marruecos se ha agudizado de modo... que no podemos excusarlo”, Cuarto Congreso Africanista. Documentación, reseña de las sesiones, conclusiones adoptadas, fiesta escolar, comunicaciones, Barcelona 1910, 193-210.
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1. La destitución de Maura Moret, atento a despejar cualquier duda sobre sus relaciones con Francia, solía entrevistarse con su embajador en Madrid. Lo hizo el 16 de octubre. En esa conversación analizó la situación política. Maura había enfrentado a España con toda Europa. No era el momento para llamar al partido liberal. No había presupuesto del Estado y las nuevas Cortes no iniciarían sus sesiones antes de junio de 1910. Veía al Rey rodeado de un ambiente muy clerical y muy seguro de la adhesión del ejército, pero había un sector que miraba con simpatía a D. Jaime. Abiertas las Cortes, la sesión del 15 de octubre fue muy accidentada. No le daba importancia a eso Moret. Quería ser una oposición “parlamentaria” y frenaría a la extrema izquierda de su partido. ¿Cómo hacerlo? Moret denunciaba a Maura: había cortado todos los puentes con la oposición. Responsabilizaría al gobierno de los sucesos, militares y políticos, de las últimas semanas. Con estas ideas, su intervención parlamentaria era una puesta en escena: quitar argumentos a los extremistas, pero sin reclamar la dimisión de Maura. Révoil aporta un dato: fue el Rey quien dijo a Moret que iba a despedir a Maura. La dureza de su discurso y su negativa a votar los créditos necesarios tendrían así una explicación5. Su discurso fue duro, pero no ofreció una alternativa. Además no fue parco en elogios al Estado Mayor del ejército. Acusó al gobierno de no haber informado al país y de haber mantenido cerradas las Cortes mientras se enviaban 40000 hombres a la guerra. No había sido una operación de policía, como aseguraban Maura y sus ministros6. El Rey fue informado del debate de Juan de la Cierva con Soriano y Melquíades Álvarez en el Congreso. Una entrevista de Maura con Dato avaló los rumores de crisis, que circulaban en la tarde del 18 de octubre entre los militares. Si Maura dimitía, la explicación sería que se habían impuesto algunos elementos del ejército, opuestos a que en las Cortes se tratara del asunto Ferrer. Se creía que el 19 dimitiría el ministro de la Guerra. Lo más grave sería cómo cerrar las Cortes7. Hay otros detalles importantes en las inR. y conf. 295, tc s.n. y 313 Révoil-Pichon, 17, 17 de octubre y 8 de noviembre, AAE NS E 4 100-103 y 124. 6 Este último comentario se lo había hecho el conde de Tattenbach, antiguo ministro alemán en Tánger y ahora embajador en Madrid. 1705/840 y 1707/843 G.C. Montagna-Tittoni, 19 y 24 de octubre de 1909, ASD DDS XL/16 441-442 y 463-465. 7 El informante anónimo destacaba que la conducta de Maura dejaba libre al Rey y de ese modo nadie podría responsabilizarle de la situación. Texto mecanografiado sin firma, 1819 octubre, AGP cajón 5/22. 5
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formaciones confidenciales de aquellas jornadas. Maura creía que el Rey le renovaría su confianza. Después, cerraría las Cortes y renovaría la suspensión de garantías. Moret hizo saber en Palacio que era una decisión muy arriesgada. La Reina Madre intervino entonces ante Alfonso XIII. Maura fue a verle. El Rey habló de la dimisión del ministro de la Gobernación. Maura presentó entonces la dimisión. ¿Creía Maura que no podía seguir después del discurso de Juan de la Cierva? Quizás, a la vista de la conducta de la oposición después de la sesión del Congreso. El Rey podría renovar su confianza a los conservadores encomendando la presidencia del gobierno a Marcelo Azcárraga o a Dato. Podía haber acudido a un gobierno de concentración dinástica. Se lo impidió la oposición que exigía un gobierno liberal. Moret comentó que Maura “llevaba al Rey a los abismos”8. Había posiciones más críticas. Polo de Bernabé, entonces embajador en Berlín, comentó que la intransigencia de la izquierda había provocado un golpe de Estado9. ¿Había además una presión alemana contra Alfonso XIII? La pregunta lleva la crisis al terreno de la rivalidad franco-alemana. El nuncio en Lisboa comentó a Baudrillartd, Rector del Instituto Católico de París, que podría caer Alfonso XIII, sin que eso llevara a una supresión de la monarquía. Alemania intrigaba secretamente, como lo hizo con la candidatura Hohenzollern10. Era regresar a la situación creada en 1870: una monarquía en busca de un Rey11. Tras escuchar el discurso de Maura a las mayorías al día siguiente de formarse el gobierno de Moret, Révoil criticaba su gestión. Este era su balance: una reforma de la administración no lograda, había mantenido el orden a costa de las libertades, no supo prever la crisis de Marruecos y había llevado mal la campaña y, finalmente, no había solucionado el problema de Cataluña. Todo eso probaba que no habían errado quienes juzgaban que el “absolutismo doctrinario de Maura, su desdén de las tradiciones del partido monárquico estaban exponiendo al régimen a gravísimo peligros y al país, a
8 El embajador de Francia defendía el comportamiento del Rey. Había que reconocerle “su espíritu liberal, su corrección constitucional y su sabiduría”. 192 y 198 Révoil-Pichon, 21 y 24 octubre, AAE NS E 4 104 y 106. 9 Noticia transmitida por el encargado de negocios de Francia en Berlín, 476 Th. Berckheim-Pichon, 25 octubre, ib. 107. 10 Javier Rubio, España y la guerra de 1870: historia de la política exterior de España en la época contemporánea, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, d.l. 1989, tres volúmenes. 11 Como prueba de que también en la diplomacia vaticana caben personas indiscretas y un tanto desleales, el nuncio dijo que la Santa Sede estaba totalmente al lado de esa iniciativa alemana, porque eso le permitía acrecentar su autoridad en España. Nota mecanografiada, 24 octubre, AAE NS E 4 217.
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las peores convulsiones”. ¿Podría hallar el partido conservador con otro dirigente la vía correcta? Maura hablaba de Dios y Patria, “entre uno y otra cabía mejor D. Jaime que un Rey constitucional”. Maura quiso agrupar a los conservadores y reformar la administración y ganarse así a la opinión. La conclusión del embajador casa mal con la personalidad de Maura: aceptó el concurso de fuerzas que le tutelaban. La consecuencia de eso: no era clara su lealtad a la dinastía. Era esta marcha hacia un partido conservador no dinástico lo más preocupante del discurso de Maura, según el embajador francés12. Révoil imputaba también a Maura de la crisis del partido liberal: lo dejaba a merced del asalto de la extrema izquierda13. En marzo de 1911, cuando se volvió sobre el asunto Ferrer, El Liberal recordó que entró “a contrapié” en el debate parlamentario. José Canalejas, entonces el sustituto de Maura in pectore, comentó Allendesalazar no pudo entrar a fondo. Había utilizado el proceso y la ejecución como armas de oposición al gobierno. Ahora, siendo presidente del consejo, decía que los militares no pudieron actuar de otro modo. Heraldo de Madrid no discutió la legalidad del procedimiento y de la condena. Eso importaba menos. Convirtió una ejecución en un símbolo, en torno al cual estaban enfrentadas las dos Españas. En aquella España, de la que levantó acta en 1914 Ortega y Gasset, la de “la vieja política”, nadie debía interponerse entre una de ellas y la otra, la que creía en la violencia, en el atajo para eludir cumplir las leyes… convencida de que aquellos contra los que iban se quedarían quietos. Incluso, cuando ese impulso cuenta con fuerzas mayores, casi siempre olvidan sus protagonistas que quienes las tienen legítimamente, pueden imponer la razón de las armas cuando las de la ley no se atienden14. Había un trasfondo internacional: los intereses del Reino Unido y de Francia en Marruecos. Frente a esta versión francesa de la crisis, estaba la de Italia. Las dificultades de Marruecos con Francia jugaban a favor de España15. La cuestión
12 Unos días más tarde Moret le dijo que Maura estaba formando un bloque conservador. 313 Révoil-Pichon, 8 noviembre, ib. 123. 13 308 Révoil-Pichon, 30 octubre, ib. 118-122. El despacho fue enviado a Lisboa, Tánger, Londres, Berlín, Roma y San Petersburgo. 14 Estaba entonces de nuncio en España Antonio Vico. La conocía de la Regencia porque había sido secretario de la nunciatura en los años noventa. Venía de Bruselas y conocía la experiencia de un catolicismo social y políticamente activo. Su análisis de la situación tras el primer año del gobierno de Canalejas, 646 Vico-Merry del Val, 31 de marzo de 1911, ASV SS 249 (1911) I 126-128. 15 Pichon ministro francés de Asuntos Exteriores se quejó de la actitud de Abd-el-Hafiz en su discurso del 23 de noviembre en la Cámara de Diputados. Tc s.n. G. Gallina-Tittoni, 26 de noviembre, ASD DDS XL/16 493.
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del Rif estaba camino de una solución pacífica. Un enviado del Sultán negociaba. Había en la zona de Melilla un armisticio. Las condiciones de España: libertad para explotar las minas y garantías de que no se repitieran los ataques y una indemnización por los daños sufridos durante la campaña militar. Eran las condiciones expuestas por Maura al responder a Moret en el Congreso16. La destitución de Maura por decisión del Rey17 fue, según el embajador de Italia en Madrid, un acto injusto. Tenía el gobierno el apoyo de la mayoría del Congreso. Y la obstrucción anunciada por los liberales no era motivo suficiente. Pesaron en la decisión de Alfonso XIII su amor a la popularidad y los consejos de Eduardo VII18. Subordinó a esas dos condiciones una campaña militar que reportó a España indudables ventajas19. El Rey navegó con brújula, pero quizás erró el destino y el rumbo20. Moret no pudo formar un gobierno de concentración con las diferentes fracciones de su partido. Faltaban Montero Ríos, López Domínguez, Romanones, Canalejas, el duque de Veragua, Urzáiz, García Prieto... Tendría que aceptar el apoyo de los “partidos subversivos”. Ni un cambio: la misma política en el Rif y el levantamiento de la suspensión de garantías lo hubiera hecho también Maura. Al hacerlo Moret, tras haber llegado al poder en esas especiales circunstancias, más que una decisión legal parecía una victoria política de Lerroux y de Sol y Ortega. No podrían convocarse elecciones hasta que no pasara un año. Se creaba entonces una situación peculiar: un partido liberal gobernada sin el parlamento y con el aplauso de los partidos radicales a su política anticlerical. Esta contradicción no podría ser vista con agrado por quienes conocen el régimen constitucional y desean su permanencia21.
16 Tc 32 G.C. Montagna-Tittoni, 31 de octubre de 1909, ASD DDS XL/16 449. Sobre las tensiones entre la legación de Francia en Tánger y el gobierno marroquí, tc 168 G. GallinaTittoni, Paris 3 de noviembre, ib. 459. 17 El 29 de octubre se sabía que “la corona non vi sia stato estranea, ció che è, del resto, nelle cosuetudini in questo paese”. 18 Se le denomina “un potente monarca, assai ascoltato in questa corte e che favorisce nel suo paese ed altrove l’evoluzione radicale”. 19 “La campagna di Melilla ha avuto tuttavia una grande importanza per la risolutezza dimostrata dal governo di fronte alle prime difficoltà, non esitando ad inviare le truppe necessarie e reprimendo vigorosamente i disordini suscitati all’interno dai partiti sovversivi. Tal energia del gabinetto Maura ed il valore incontestabile dell’esercito hanno rialzato materialmente e moralmente la Spagna in Europa”. 1988/975 Silvestrelli-Tittoni, 24 de diciembre, ib. XL/16 519. 20 Rectifico en este caso la fórmula empleada para explicar que el Rey carecía de un instrumento constitucional que le permitiera ejercer con garantía sus funciones. Ángeles Lario, El rey, piloto sin brújula. La Corona y el sistema político de la Restauración, Madrid, Biblioteca Nueva 1999. 21 1836/902 G. Silvestrelli-Tittoni, 29 de noviembre, ib. XL/16 501.
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Para atraerse a la izquierda, Moret había esbozado ya en 1904 un programa: anticlericalismo radical y reforma de la constitución. Fracasó en 1906. La crisis de 1909 le abrió una nueva oportunidad. Ese intento tenía como precio “una ruptura total con la derecha”, sin que consiguiera, como contrapartida, su objetivo. Su fracaso “superó toda previsión”. La izquierda giró hacia una conjunción republicano-socialista. Dentro de su partido, ni Montero Ríos ni Manuel García Prieto estaban de acuerdo con esa dirección y se desvincularon de la ofensiva parlamentaria de octubre contra Maura22. García Prieto denunció lo que llamaba “acercamientos impuros e ilícitos”. Tampoco le seguían Romanones ni Canalejas. Fue este el único, con un programa “de altura”, cuyo norte era democratizar la monarquía, usando para ello la apertura a lo social mediante una política intervencionista, “socialista”, según los conceptos de la época. Cuando inició su gestión al frente del gobierno, lo calificó como “liberal y democrático”. Defendería esa orientación, pues llegaba al poder con el deseo de tener “vida muy larga”. Además de la política social, una aplicación de la constitución, que no pensaba reformar, y una revisión del concordato, una ley de asociaciones, un Real Decreto sobre aplicación del artículo 11 de la constitución- y atención a lo que llamaba la frontera sur con Francia: Marruecos23.
2. El gobierno liberal y Marruecos El gobierno de Moret iba a tener que enfrentarse a una oposición dura por parte de los conservadores, cuando Francia negociaba un préstamo a Marruecos y parecía tener el apoyo de Alemania, aunque en Berlín dijera que Alemania era neutral24. Ocupada Aït Lahsene (Atlaten) que dominaba la península del cabo Tres Forcas, la campaña quedó concluida, según el ministro de la Guerra. En los primeros días de diciembre se supo que tropas francesas habían salido de Oujda (Uxda) y habían ocupado Aiun Sidi Melluk. Francia se situaba a la espalda del Rif. Si esta noticia se confirmaba, su significado era claro: el gobierno de París no consentiría que España se in-
22 Manuel García Prieto, Marqués de Alhucemas, 1859-1938: actuación política e intervenciones parlamentarias Manuel Sainz de Vicuña y García-Prieto, responsable de la edición, Madrid, Secretaría General del Senado 2004. 23 “Moret no pareció percibir la hondura del abismo que acababa de abrir”. Su apertura a las izquierdas marginales al sistema, habían sido un “ariete contra la estructura ideológica del canovismo”, Carlos Seco Serrano, La España de Alfonso XIII...172-173 y 180-182. 24 1724/850 G.C. Montagna-Tittoni, 1 de noviembre, ASD DDS XL/16 475-476.
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terpusiera en el camino que llevaba desde Argel a Fez y Rabat a través de Taza25 Mientras, se repatriaban los soldados enviados a Melilla. Quedarían unos 30000. La cantidad destinada por el ministerio de Fomento para promover la expansión comercial en Marruecos era meramente testimonial26. ¿Qué se hacía en Marruecos desde 1909? ¿Una parodia de Cuba? Eso pensaba Ortega en 1914. “Marruecos se presenta como un síntoma ejemplar de cosas que ocurrieron en la Restauración: generales que van y vienen; victorias que no lo son, pero que a algunos les parecen derrotas; una lluvia áurea de recompensas que el cordón de cierta real orden trae y lleva de lo más alto al último sargento”. ¿Se puede colonizar en esas condiciones? Si se concluye la guerra, los españoles deben saber por qué. Declarar los motivos para hacerla es quizás más benéfico y útil para España que la conquista de medio continente”. Se equivocaba Ortega creyendo que Maura estuvo en 1909 a favor de la intervención en Marruecos. Por eso no encuentra más explicación a su actitud en 1911, opuesta a la guerra, que “un asunto particular”, aun reconociendo que no estaba lejos de la opinión que en aquella fecha estaba en contra de la guerra, tal como se manifestó en las jornadas de julio en Barcelona27. “Si en España se hubiera comprendido desde 1909 que no podía hacerse la guerra en Marruecos, sin prohibir que en la Península se desmoralizara a nuestras tropas, ni habría ocurrido después nada. Quizás el primer desacierto fuera el del señor Maura, por imaginarse que podía empezar la campaña de Melilla en silencio y sin preparar a la opinión pública. Más importante que el fusil del soldado son las ideas que tiene en la cabeza y las de sus padres y las de sus amigos”28. “Nosotros queremos y necesitamos destruirlo todo”. Esta dimensión nihilista, confesada por Francisco Ferrer, con la que se identificó entonces Lerroux, es, según Jesús Pabón, la clave de los sucesos de julio de 1909. Esa realidad se impondría a otras interpretaciones29. Joan Connelly Ullman, ade-
25 1823/894, 1831/899 1902/929 Silvestrelli-Tittoni, 27 y 28 de noviembre y 12 de diciembre, ib. XL/16 495-497 y 507. 26 Eran 30000 pesetas destinadas a centros hispano-marroquíes de Madrid y Barcelona. No se había confirmado la expedición militar francesa, pero sí se dijo que desde Oujda habían salido tropas de reconocimiento. 1988/975 Silvestrelli-Tittoni, 24 de diciembre, ib. XL/16 519. 27 “Vieja y nueva política”, conferencia en el Teatro de la Comedia, 23 marzo 1914, 1909) y “Meditaciones del Quijote”, julio 1914, Obras Completas. Tomo I (1902-1916), (7) Madrid, Revista de Occidente 1966, pp. 295-298. 28 Ramiro de Maeztu, “Responsabilidades”, Frente a la República, Madrid 1956, 255. Escrito el 29 de abril de 1934. 29 Carlos Seco Serrano, o.c. 153-154.
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más de la posible teoría, rechazada por Seco, de una maniobra de Lerroux, insiste en su obra en el conflicto entre la enseñanza congregacional y la otra para ganarse los ambientes populares de la ciudad. Los radicales querían utilizar el presupuesto municipal para ese fin30. El 8 de noviembre Alfonso XIII se quejó de la campaña contra España a raíz del proceso y de la ejecución de Ferrer, juzgado por un tribunal competente y por jueces imparciales31. No se explicaba la reacción en Francia. Echaba en falta las disculpas de su gobierno. Para explicar esa conducta de la opinión francesa, Révoil aludió al impacto del “affaire Dreyfus”, que aún perduraba. En cuanto a los sucesos de Melilla, pensaba sacar conclusiones respecto a la organización del ejército, cuyos efectivos iban a elevarse de 80000 a 115000. En Marruecos quiso el embajador dejar claro que los intereses de los dos países eran conciliables. Francia los respetaba y fomentaba todo aquello que permitía su desarrollo32. A propósito de la entrevista de Moret con Révoil, Jules Cambon se mostraba partidario de no oponerse a las reivindicaciones territoriales -una zona de seguridad en torno a Melilla- que España pondría como condición para retirar a sus tropas33. La acción en el Rif había conseguido una sumisión de las kábilas cuyo primer efecto fue que se recibiera a los emisarios del Sultán y se leyeran en los zocos las cartas de las que eran portadores. Se había restablecido la autoridad legítima allí donde siempre fue desconocida34.
30 El mismo Seco cita a Romero Maura para ver la conexión de los sucesos con el tema escolar, aunque, creo que lo desenfoca, al situar el anticlericalismo como un fenómeno de rencor -”el monopolio sobre la enseñanza de las clases medias y de la alta burguesía”. Estadísticamente, en Barcelona fueron más importantes los colegios congregaciones en ambientes populares. Y hay que notar que los otros colegios, los de las clases medias y altas, sufrieron menos daños. 31 Negó este hecho Moret en una entrevista con el encargado de negocios francés, W. Martin. El proceso no guardó las exigencias formales. Y la instrucción fue hecha por un auditor militar “clerical y fanático”. Resumen de la conversación con el presidente del consejo, 27 noviembre 1909, AAE NS E 46 138. 32 R et très conf 315 Révoil-Pichon, 9 de noviembre 1909, Ib. 128-132. En una audiencia, pocos días más tarde, el embajador culpó de las manifestaciones al error del conviene que no supo explicar su postura. “”Je crois en effet que nous avons eu tort sur ce point”, respondió el Rey. R et très conf 323, recibido el 15 de noviembre, ib. 133-134. 33 514 Jules Cambon-Pichon, 15 noviembre 1909, AAE CP NS M 5 112. 34 Sobre el aspecto militar de la campaña, vid. Estado Mayor Central del Ejército, Organización de las fuerzas del ejército de operaciones en Melilla, de las preparadas en la Península y de los servicios administrativos y sanitarios, con expresión del material, Madrid 1909, y Comando del Corpo di Stato Maggiore. Scacchiere Ocicdentale, Riassunto delle operazioni militari compiute dalla Spagna nel Riff (Marocco) ino al 30 novembre, Roma 1909.
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Juan Pérez Caballero hizo notar al embajador de Marruecos las ventajas que tendría para el Majzén que las tropas españolas continuaran ocupando los territorios bajo su control. Se había acabado el dominio de El-Rogui en aquella zona. Continuaban las negociaciones, iniciadas por Merry del Val en Fez y que no tuvieron entonces éxito. Los incidentes de Melilla y la campaña posterior impidieron que se iniciase la negociación con la embajada del Sultán que estaba ya en Madrid. El gobierno Moret no se apartó entonces de lo que había sido la línea de Maura: la intervención española sólo pretendía restablecer la autoridad del Sultán y facilitarle el cumplimiento de los acuerdos internacionales. No se atentaba contra la integridad territorial de Marruecos. Pérez Caballero quiso rentabilizar el esfuerzo militar, diciendo que, gracias a él, la situación de España en Marruecos nunca había sido mejor. La política española por primera vez prestaba la atención merecida a los asuntos de Marruecos. La crisis del 98 no había debilitado a España, que gozaba en 1909 de una posición internacional superior, porque antes “nuestras colonias eran una sangría suelta por donde se deslizaban las energías nacionales”. Marruecos junto con Abisinia eran los dos únicos Estado independientes “fuera de la órbita civilizadora del espíritu moderno”. Todos los otros se hallaban bajo la soberanía de las grandes potencias o bajo su protectorado, como sucedía con Egipto. Francia había sabido mantener la política iniciada en 1830 en el norte de África. Se mantuvo idéntica con los diferentes sistemas políticos y ni siquiera la quebró la derrota de 187035. Con tal euforia, Pérez Caballero, el fugaz ministro de Estado, se atrevía a sostener que, si España hubiese empleado sus esfuerzos en África, ahora Túnez y Argelia no serían franceses. Si peligraba la independencia de Marruecos, España, como había sostenido Maura, tenía el derecho de que ninguna nación se apoderase de él, porque ese acto atentaba contra la integridad de la nación española. La estrategia era incrementar la penetración pacífica de España por medio del comercio, de las escuelas y de las misiones científicas. Había que preparar el terreno, porque los políticos, si son demócratas, nada pueden hacer contra la opinión popular36. La campaña de Melilla, origen de la “Semana Trágica”, tuvo un efecto positivo. En 1910, Henri Rochefort, un periodista de gran prestigio en la izquierda francesa, comentó a Llorens, la sorpresa de sus compatriotas al 35 En esta cabalgada histórica, el ministro de Estado censuraba a Bismarck haber cometido el error de no frenar la expansión colonial de Francia. 36 “España en Marruecos. Declaraciones del ministro de Estado”, El Imparcial 10 diciembre 1909.
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comprobar la capacidad de España para movilizar 50000 soldados y gastar 100 millones de pesetas en la guerra. Eso no ocultaba la decisión francesa de que España no conservase los territorios ocupados. El gobierno había dado dinero a El-Mokri, a quien había comisionado para que comunicar a Muley Hafiz que exigiera a España desalojar sus posiciones. Estaban los franceses convencidos de que Inglaterra compartía su demanda. El aislamiento internacional de España, según Rochefort, se agravaba por el comportamiento de las Cortes ante los discursos de Pablo Iglesias y Alejandro Lerroux, amenazando, en caso de guerra, con la desobediencia de los soldados a sus mandos y al gobierno. El 13 de septiembre de 1910, Canalejas se reunió con Rafael Gasset y con Ortega y Munilla. Les expuso la gravedad de la situación en Marruecos. El presidente del consejo no juzgaba posible regresar a la situación anterior a los incidentes del verano de 1909. El Sultán hallaba apoyo a sus pretensiones en los discursos de Pablo Iglesias y Lerroux37. La coincidencia de intereses no armónicos de España con Inglaterra y Francia en Tánger anunciaba una batalla por el control de la ciudad. Aparte de su posición estratégica era la vía de entrada en Marruecos En ella había judíos y católicos españoles, el núcleo más numeroso entre los extranjeros. Habría que unirla a España a través de un ferrocarril que llegara hasta el puerto de Tarifa, punto que distaba únicamente 16 millas de Tánger. De ese modo quedaría comunicada la ciudad marroquí con Madrid38. La crisis de 1909 reveló que la idea de una penetración pacífica, sostenida hasta entonces por Maura, había fracasado. Uno de sus soportes, la capacidad empresarial, comercial y técnica, no había funcionado. No fue su causa el “militarismo”. Marruecos era visto en Europa como un avispero, que no invitaba a entrar en él. Como había indicado Gabriel Maura, en 1905, Marruecos no era una colonia “cómoda y barata”. Esto era especialmente importante para una nación “desangrada, reducida a la pobreza por antiguos despilfarros y desórdenes administrativos”, aún en “vía de restablecimiento físico y económico”. 37 Carlos Seco Serrano, “Las relaciones España-Francia en vísperas de la Primera Guerra Mundial”, Boletín de la Real Academia de la Historia, CLXXXIV/I (1987) 129-163, incluido en Estudios sobre el reinado de Alfonso XIII”, Madrid, Real Academia de la Historia 1998, 133-136. 38 Carta de Ivo Bosch a Eduardo Saavedra, París 8 de diciembre de 1910, Cuarto Congreso Africanista. Documentación, reseña de las sesiones, conclusiones adoptadas, fiesta escolar, comunicaciones, celebrado en el Salón de Actos del Ateneo Científico-Literario-Artístico de Madrid en los días 12, 14, 15, 16 y 17 de diciembre de 1910, Barcelona 1910 43-44. Más cauto en cuanto a los resultados y claramente en favor del acuerdo para llegar a la paz se mostró Rafael María de Labra en su discurso, ib. 92-93.
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La repatriación de capitales desde las Antillas, la previsible pérdida del mercado colonial y la reactivación económica, a partir de 1908, animaron a catalanes, vascos y a círculos financieros de Madrid para invertir en Marruecos, como lo hicieron en alguna otra provincia, aprovechando, en el primer caso, el status de Protectorado y acudiendo a subvenciones del Estado39. El 7 de febrero de 1910 se produjo la crisis y Moret dejó paso a José Canalejas. La decisión del Rey de negarle el decreto de disolución fue el motivo formal. Las razones fueron políticas. El gobierno formado en octubre no contó con la presencia de los jefes del partido liberal. Según comentó Alfonso XIII el 10 de febrero en una audiencia al embajador de Francia, Moret estaba sometido al “Trust”, era su prisionero. Se había comprometido demasiado con los republicanos. Le negó el decreto, porque carecía de energía para asegurarse una mayoría liberal y realizar un programa de “política civil”, poniendo en marcha medidas secularizadoras, y de progreso social. Canalejas sí era la persona adecuada. Sobre este punto, Révoil destacó que la campaña con motivo del juicio y la condena de Ferrer había irritado al Rey, pero “l’a éclairé sur l’urgent nécessité de faire entrer son pays dans la voie de réformes et de l’émancipation religieuse sagement graduée”. El embajador se sumaba a quienes creían en la inspiración reformadora, “regeneracionista” del Rey, subrayada por Seco Serrano. Por lo demás importaba que este duro revés para los intereses españoles quedase oculto, presentando ante la opinión que la crisis confirmaba la orientación liberal de Alfonso XIII. Reconocía el Rey a Maura una gran inteligencia y capacidad de trabajo, pero estaba “trop haut et trop loin des réalités”. No conocía Europa. Nada le importaba la opinión ni los sentimientos de los de fuera. Tenía el Rey necesidad de confesar su conversión. “J’ai été très réactionnaire… au moment où mes idées se formaient, mai depuis j’ai voyagé, j’ai vu les choses de mon temps, je suis persuadé de la nécessité d’accomplir en Espagne une œuvre du progrès dans l’ordre social et civile”. Los retrasos en este camino eran los que provocaban los prejuicios que estaban en el origen de las manifestaciones contra España en toda Europa40.
39 Víctor
Morales Lezcano, El colonialismo hispano-francés en Marruecos (1898-1923), Madrid 1976, 45-46 y 68. 40 Tc 25 y 45 R. et très confidentiel Révoil-Pichon, 10 febrero 1901, AAE NS E 4 152 y 157-158. La explicación de Moret, R. 46, 10 febrero, in. 161-1162. Sobre la inclinación del Rey a los liberales, très confidentiel 38, 4 febrero, ib. 149-150.
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El nuevo ministro de Estado era Manuel García Prieto41. Pertenecía a la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación, de la que fue presidente y conocía la realidad de Marruecos42. 3. La Triple Alianza y la situación en los Balcanes El 10 de diciembre de 1909, el barón von Schön, secretario de Estado de Asuntos Exteriores, expuso la política del gobierno alemán en Marruecos. Sobre las indemnizaciones a los ciudadanos alemanes, que alcanzaban la cantidad de un millón de marcos, dijo que habría que esperar a que el Sultán obtuviese un préstamo. En la solución de estas dos cuestiones se vería la eficacia que tenía la entente franco-germana firmada en febrero de 190943. Hubo una crisis política en Italia. Ferdinando Martini explicó al embajador francés en Roma, Camille Barrère, algunos datos que explicaban su significado y la presencia de Sydney Sonnino a la cabeza del gobierno. Martini era un diputado de prestigio. Fue gobernador de Eritrea. Le habían propuesto ser ministro de Instrucción Pública, pero pidió la cartera de Exteriores. Esperaba serlo en un gobierno presidido por Giolitti. Sonnino era partidario de la Triple Alianza. Firmaría su renovación. En eso era fiel a sus convicciones “crispinas”. Si eso se produjera, sería un acto de mala fe política. Italia sabía que no cumpliría sus obligaciones militares dentro de la alianza. Austria y Alemania lo conocían, pero mantendrían sus estipulaciones irrealizables44. 41 “Era don Manuel García Prieto cumplido caballero, estudioso, laborioso, óptimamente bien intencionado; de tan intachable honradez personal como Sánchez Guerra, pero también, como él, de muy corta visión intelectual, cultural y aun política. Aparte del casuismo parlamentario o el administrativo (respecto de Alhucemas se debía añadir el forense), apenas se emplazaba alguno de entrambos ante cualquier horizonte más vasto perdía, sin remedio, los papeles, el rumbo y hasta el habla”. Duque de Maura y Melchor Fernández Almagro, Por qué cayó Alfonso XIII?, Madrid 1948 365. 42 Vid. Expansión comercial de España en Marruecos: informes de la Real Sociedad Geográfica, Cámaras de Comercio, Madrid, Hijos de M. G. Hernández, 1906. Manuel García Prieto, Marqués de Alhucemas, 1859-1938: actuación política e intervenciones parlamentarias, Manuel Sainz de Vicuña y García-Prieto, Madrid, Secretaría General del Senado, Dirección de Estudios y Documentación, Departamento de Publicaciones, 2004. 43 A estas declaraciones de von Schöen en el Reichstag habría que añadir las del embajador de Francia en Berlín: las autoridades alemanas estaban ejecutando interpretando el acuerdo de una forma correcta, que satisfacía plenamente a París. Habían quedado eliminados, según Cambon, los malentendidos y desencuentros entre los dos países 2144/887 Pansa-Tittoni, 12 de diciembre de 1909 ASD DDS XL/16 509-512. 44 Barrère lamentaba los elogios de la prensa francesa a Sonnino y a su ministro de Asuntos Exteriores, poco amigos de Francia. Conf 355 Barrère-Pichon, 18 diciembre 1909, AAE CP NS Italie 21 263-264.
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Un hecho nuevo fue el nombramiento de San Giuliano nuevo embajador en París. Era la persona mejor para suceder al conde Gallina. Amigo personal de Sonnino, se separó de él cuando se formó el gobierno Fortis, porque dudaba que Sonnino contara con él para la cartera de Asuntos Exteriores. Le llamaron “Giuliano l’apostata”. Era injusta esa apreciación. En Italia muchos políticos habían evolucionado honestamente hacia ideas más liberales. San Giuliano era una persona de mundo. Cultivaría la literatura, los estudios y las conferencias. Trataría más con la colonia italiana. No se mostraría hostil al acercamiento franco-italiano, una obra “à laquelle la diplomatie française a donné tant de soins”45. Preocupaban “il perdurante marcato antagonismo fra l’Austria-Ungheria e la Russia (che) costituisce indubbiamente il punto più oscuro su presente orizzonte politico”. Para resolverlo no servía el regreso del concierto europeo. Francia podría intervenir en el inicio de un movimiento de conciliación entre las dos partes. No era fácil46. Habría que ir al menos a una suspensión de hostilidades, que permitiera normalizar las relaciones. No obstante, la política del conde de Aehrenthal había dejado casi un abismo y un sentimiento de rencor que podría durar mucho tiempo. A Rusia le convenía que las dos potencias interesadas en los Balcanes debatieran los problemas sin necesidad de intrigas e insidias, en las que Aehrenthal era superior a Iswolsky, que cometía la ingenuidad de creer que, en un momento dado, el concierto europeo haría valer su influencia47. El conde Aehrenthal dijo al embajador italiano en Berlín que no se necesitaba ni mediación ni acudir a fórmula alguna para reanudar las relaciones con Rusia. Bastaba superar los malentendidos como sucedió en 1909 con Inglaterra48. Turquía veía con recelo que rusos y austriaco negociaran un acuerdo sobre los Balcanes. Charles Hardinge aseguró a Tevfik pascià que Inglaterra no aceptaría un acuerdo que lesionara los derechos de Sultán49.
45 Conf et reservé 10 Barrère-Pichon, 10 enero 1910, AAE CP NS Italie 22 268. Será nombrado ministro de Asuntos Exteriores en el gobierno presidido Luigi Luzzatti, que se formó en mayo Très conf 149 Barrère-Pichon, 19 mayo 1910, AAE CP NS Italie 11 153-154. 46 37/7 Melegari-Guicciardini, 16 de enero de 1910, DDS CXII 3. 47 Para Italia esa aproximación, en la medida en que aseguraba la paz, confirmaba la orientación de su política exterior: status quo en los Balcanes y paz en Oriente. Excluida la posibilidad de un acuerdo similar al de Mürsteg, Italia no volvería a quedar aislada como entonces. La solución del litigio beneficiaba a Italia que era amiga de una de las dos partes y aliada de la otra. 84/28 Melegari-Guicciardini, 27 de enero, ib. 5bis-6bis. 48 T. 28 Panza-Guicciardini, 23 de febrero de 1910. El ministro envió el texto a los embajadores en Viena y San Petersburgo, ib. 13-15. 49 245/92 A. Martin-Franklin-Guicciardini ; 19 de febrero, ib. 11.
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En San Petersburgo el conde Berchtold e Iswolsky negociaban un comunicado sobre la política de los dos países en los Balcanes50. El ministro ruo de Asuntos Exteriores nada hizo para que las conversaciones tuvieran éxito51. Cuando se publicó el comunicado, hubo una acogida fría por parte de Alemania. No podía ocultar la escasa simpatía de Iswolsky hacia Aehrenthal52. Austria quiso dejar claro que se opuso a una comunicación a las potencias, porque eso supondría la existencia de un acuerdo secreto con Rusia, que implicaba que las dos naciones tenían una posición especial en los Balcanes53. El embajador de Turquía en Londres, Tevfik, creía que la aproximación entre San Petersburgo y Viena perturbaría la situación. No se limitaba despejar malentendidos y serenar las relaciones entre Rusia y Austria-Hungría. Había experiencias que obligaban a los turcos a mirar con recelo las declaraciones tranquilizadoras de Aehrenthal e Iswolsky. Charles Hardinge había respondido a Tevfik que su gobierno nada sabía. Le aseguró que Inglaterra no aceptaría proposición alguna que lesionara los intereses turcos54. El barón von Aehrenthal no creía necesario llegar a un acuerdo formal. Bastaba con dejar resueltas las cuestiones pendientes y aclaradas las posturas de los dos gobiernos. Se restablecería así la confianza mutua55. En febrero de 1910 el barón Aeherenthal visitó Berlín. En el comunicado oficial se mencionaba de forma clara y precisa la Triple Alianza. El canciller von Berthmann-Hollweg compartía con su colega la convicción de que
50 Iswolsky quería que la declaración se reservara a los gobiernos europeos. Berchtold pensaba que era mejor entregarla a la prensa. T. 30 Pansa-Guicciardini 27 de febrero de 1910, ib. 17. Iswolsky remitió una pro-memoria con los documentos relativos a las conversaciones con Austria. T. 881, Melegari-Guicciardini, 20 de marzo, ib. 35. 51 Se lo echaba en cara el embajador italiano en San Petersburgo, a pesar de que Melegari estimaba la labor que el ministro ruso había realizado en beneficio de las relaciones rusoitalianas. 222/69 Melegari-Guicciardini, 11 de marzo de 1910, ib. 25-27. Iswolsky no contaba con el apoyo de la Duma. Eso marcaba la diferencia con su colega austriaco, que tenía detrás de sí a gran parte de la opinión pública. 238/78 Melegari-Guicciardini, 16 de marzo, ib. 33. 52 T. 45 Orsini-Guicciardini , 23 de marzo 1910, ib. 32. Fue transmitido por Guicciardini a los representantes de Italia en Berlín, Constantinopla, Londres, París y San Petersburgo. T. 740, 24 de marzo, ib. 47. 53 Esta explicación dada por el encargado de negocios de Austria-Hungría en Roma, fue transmitida por Guicciardini a los representantes de Italia en Berlín, Constantinopla, Londres, París y San Petersburgo. T. 735, 24 de marzo de 1910, ib. 45. 54 245/92 A. Martin-Franklin, encargado de negocios, a Guicciardini 19 febrero 1910, ASD DDS XXXIV/11 1. 55 t. 28 Pansa-Guicciardini , 23 febrero, ib. 3. El telegrama fue enviad a Viena y San Petersburgo, 516, 21 febrero, ib. 5.
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debía mantenerse el statu quo en los Balcanes y se alegraban de que la situación interna de Turquía volviese a la tranquilidad. La perspectiva de paz daba confianza a los dos gobiernos, que la fundaban “sull’alleanza di due Stati coll’Italia” y sobre las relaciones de Alemania y Austria-Hungría con las otras potencias. El gobierno italiano ordenó a sus embajadores en Berlín y Viena que manifestaran su compromiso en reforzar el papel de la alianza a favor de la paz en Europa, especialmente en los Balcanes56. La visita del conde Aerenthal a Berlín y su entrevista con el canciller Bethmann-Hollweg era una práctica habitual para intercambiar puntos de vista sobre la situación internacional. Reflejaba las buenas relaciones entre Berlín y Viena. En Europa y, concretamente en la Europa oriental, no existía motivo de intranquilidad. La alianza entre los Imperios e Italia y las relaciones de los aliados con otras potencias habían contribuido al mantenimiento de la concordia entre ellas favoreciendo la paz57. La aproximación de Austria-Hungría a Rusia tenía un valor, si servía para tender un puente entre esta y la triple alianza58. El acuerdo entre Austria y Rusia era un factor de paz. Las conversaciones entre los Imperios para despejar malentendidos tenían para Iswolsky un alcance europeo. Trataba de convencer a Aeherenthal de que el acuerdo se comunicara a las otras potencias europeas. Se regresa al “concierto europeo” como método para prevenir conflictos. La postura del ministro ruso revelaba la preocupación con la que su gobierno miraba la situación en los Balcanes59. Días después, Iswolky había conseguido su propósito y enviaba una promemoria con los siete documentos en los que se recogía el resultado de las conversaciones60. La fórmula revelaba que sobrevivía la antipatía personal entre los dos políticos61. En palabras de von Schoen, todo tenía el aire de “una re-pacificación muy poco amistosa”62.
56 T 540 Guiciardini-Pansa y Avarna, 27 febrero 1910, ASD DDS XXXIV/11 7. El contexto pedía esa afirmación de la Triple Alianza. T 56 Avarna-Guicciardini , 1 marzo, ib. 11. La traducción italiana del comunicado, aparecido en la Nordeutsche Allgemeine Zeitung, anexo a 327/150 Pansa-Guicciardini , 27 febrero, ib. 13-14. 57 Resumen de la comunicación oficial de la entrevista en Lp Pansa-Guicciardini, 26 febrero 1910, ASD DDS XXXIV/11 13-14. 58 Avanar-Guicciardin, Viena 4 marzo, ib. 17. 59 T 32 G. Melegari-Guicciardini , 4 marzo 1910, ASD DDS XXXIV/11 15. 60 T 881 G. Melegari-Guicciardini, 20 marzo. Telegrama de este a los embajadores en Berlín, Constantinopla, Viena, París y Londres, 703, 21 marzo, ib. 23-25. 61 Vid. este comentario en la comunicación del encargado de negocios en Londres, 401/150 A. Martin-Franklin, 16 marzo, ib. 27. 62 T 45 Orsini-Guicciardini , 23 marzo, ib. 29.
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4. Alemania y la crisis entre Francia y Marruecos El 18 de enero de 1910 el gobierno alemán presentó en el Reichstag un libro blanco relativo a las concesiones mineras que habían obtenido los hermanos Mannesman en Marruecos. Esa colección documental permitía subrayar la tesis alemana sostenida en Algeciras y en otros momentos: la igualdad de derechos de todas las potencias europeas en Marruecos. Coherente con ese principio y con su conducta no quiso amparar reclamaciones que se referían a concesiones anteriores a la ley sobre minas, aprobada con el consenso de las potencias y que trataban de impedir los monopolios. Fue ese acuerdo entre las cuatro potencias más interesadas una iniciativa de Alemania. Sostuvo ya el barón von Schön esta posición en el Reichstag el 10 de diciembre de 190963. La oposición de los nacionalistas a esta política de conciliación preocupaba al embajador Jules Cambon. Detrás de estos manejos estaban los Mannesman y sus socios. Se repetía la situación creada dos años antes. El gobierno alemán deseaba el reconocimiento de Muley Hafiz, a quien apoyaba todo el pueblo. Con estas informaciones, que enviaban a los diarios alemanes, se deseaba consolidar las concesiones hechas o prometidas por el pretendiente. Muley Hafiz se negó a ratificar el empréstito francés, que llevaba incluido el compromiso de fijar la frontera con Argelia. Así las cosas, Francia decidió retirar de Fez a su cónsul y a la misión militar. Amenazó con tomar las aduanas de Casablanca, Rabat y Azemmour, al sur de Casablanca. La gravedad de la situación podría conducir a una intervención de gobierno francés pero no limitada ya a reprimir los desórdenes, sino contra el propio Majzén. Alemania tenía atadas las manos tras el acuerdo de febrero de 1909. Esta tesis la aceptaba von Schön, aunque con dos salvedades: que estuviera la intervención justificada en las provocaciones del Sultán y que respetara los acuerdos de Algeciras. En cualquier caso, con ese acto consolidaría Francia su predominio. Las relaciones franco-alemanas eran mejores que antes. Eso garantizaba la paz. No había que hacerse ilusiones, porque, a diferencia de lo que había sucedido entre Londres y París, con Berlín no era posible una entente, bastaba una détente. Hasta esto parecía excesivo a sectores franceses que lamen116/55 Pansa-Guicciardini , 19 enero 1910, ASD DDS XL/17 7-8. El Reichstag se ocupó en tres sesiones del caso Mannesmann. Se aprobó una proposición encomendando al ministerio de Asuntos Extranjeros la protección de los intereses de los ciudadanos alemanes en el sector minero. 403/187 bis, 12 marzo, ib. 85-86. Un nuevo debate, al discutirse el presupuesto del ministerio de Asuntos Exteriores, 435/203, 17 marzo, ib. 89. 63
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taban que pudiera caer en el olvido la mutilación que sufrió su país por el tratado de Frankfurt64. A mitad de febrero, Francia rompió sus relaciones con Marruecos65. Era un gesto de firmeza, que Alemania comprendía, aunque consideraba que debería negociarse la presencia de naves de guerra francesas en las costas marroquíes66. El ultimátum que, según Crozier, embajador francés en Viena, su gobierno había dado al Sultán, ponía en peligro la integridad y la independencia de Marruecos67. El embajador Révoil se entrevistó en Madrid en dos ocasiones con el ministro de Estado. Para Manuel García Prieto la situación no era tan grave. En el peor de los casos, se limitaría Fez. La impresión era que en Madrid examinaría con prudencia las cosas y no secundarían esta vez a Francia. García Prieto dijo a Bunsen, embajador inglés, que si el Sultán no respondiera al ultimátum francés, por prudencia, retiraría al cónsul y la colonia española. La negociación en curso con el Sultán aconsejaba al gobierno de Canalejas actuar con prudencia68. El 22 de febrero existía un acuerdo ad referéndum69. Incluía el nombramiento del comandante Mangin como inspector jefe de todas las tropas del Sultán; un empréstito y la liquidación de deudas; la intervención en los impuestos como garantía del empréstito; el control de Oujda y de la región fronteriza; la formación de una comisión liquidadora para las reclamaciones y deudas; el cumplimiento de los acuerdos de 1901 y 1902 para formar una comisión que se entendiera con el comandante francés en la frontera argelina; la destitución de todos los gobernadores culpables de atropellos o de exacciones contra protegidos franceses y pronta solución de los litigios pendientes70; una escolta marroquí para
237/107 Pansa-Guicciardini , 14 febrero 1910, ASD DDS XL/17 29-30. Comunicación hecha por el embajador de Francia e Roma, t 477 Guiciardini a los embajadores en Berlín, Londres, Madrid y París, 19 febrero, ib. 35. 66 T 23 Pansa-Guicciardini , 20 febrero, ib. 37. Sobre estos límites, t 497 Guicciardini a los embajadores en Berlín, París y Londres, 21 febrero, ib. 57. 67 Ese riesgo preocupaba al barón de Aerenthal. Inglaterra esperaba que Muley Hafiz aceptara las reclamaciones francesas. T 73 Avarna-Guicciardini y t 39 Martin-Guicciardini, 21 febrero, 21 febrero, ib. 49 y 51. El gobierno francés, según Pichon, no tenía previstas medidas coercitivas. Y así lo comunicó el embajador italiano en París, ib. 61. 68 Bunsen acertó en sus dos previsiones: no a una intervención militar francesa que favoreciera una de los españoles sobre Tetuán, y la decisión del Sultán de aceptar la demanda francesa. 231/126 Silvestrelli-Guiciardini, 20 febrero, ib. 67. La primera conclusión la juzgaba Silvestrelli una necesidad de Londres más que una visión realista de la situación. 336/183, 11 marzo, ib. 81. 69 T 61 di San Giuliano-Guicciardini, 23 febrero, ib. 63. Este éxito preocupaba a España. 309/164 Silvestrelli-Guicciardini, 5 marzo, ib. 79. 70 Sobre la situación del sistema de protección, 893/189 Gianatelli-San Giuliano, 14 octubre 1910, ASD P Marocco 217. 64 65
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las caravanas entre Tafilet y Argelia y otros puntos que reforzaban el poder de Francia en Marruecos. Existía la impresión de que, además de esta afirmación de su hegemonía, Francia estaba consiguiendo extender su posesión en Argelia. No estaba de más, según la prensa de Madrid, que se le pidieran explicaciones y se las dieran a la opinión española para disipar dudas y algunos temores. Este acuerdo, visto con cierta envidia en España, serviría luego para arreglar algunos de los asuntos pendientes tras la guerra del Rif71. La llegada al poder de Muley Hafiz planteaba las relaciones de las potencias con Marruecos en un plano diferente. La renuncia de la misión militar francesa ante la actitud del Sultán y el crecimiento del movimiento xenófobo crearon tal tensión que Francia decidió romper sus relaciones con Fez. El Sultán había declarado que Francia se engañaba si creía que era un imbécil como Abd-El-Aziz, que firmó el Acta de Algeciras. La legación de Francia en Tánger confirmaba esa noticia. Era previsible que tomara hacia Marruecos las medidas apuntadas por Pichon en su discurso en la Cámara para resolver las cuestiones pendientes, aunque lo hiciera con cautelas72. Alemania reconocía que Francia necesitaba dar una prueba de firmeza ante el Sultán. Todas las potencias se hallaban, decía von Schöen, en esa misma necesidad. Había pensado en una acción colectiva, pero en ese momento era mejor dejar la iniciativa a Francia73. España meditaría si le convenía secundar a Francia74. Esta apostaba por la firmeza, pero con prudencia. Pichon aseguró que no se dejaría el gobierno arrastrar a una aventura75. Aunque Bunsen no creía posible una marcha de los españoles sobre Tetuán a raíz de la crisis franco-marroquí de febrero, habló de eso con Canalejas. Le advirtió que Tetuán estaba muy cerca de Tánger. Una intervención en aquella podría desencadenar disturbios en ésta, donde el Reino Unido y otras naciones tenían intereses. Révoil se había desplazado a Sevilla, donde estaba el Rey. Quería despejar recelos sobre el reciente acuerdo de su gobierno con Muley Hafiz y di71 Vid. la nota embajador Manuel García Prieto al embajador de España en Roma, 20 octubre, copia en ASD P Marocco 217. 72 Tc 476 Guicciardini-Nerazzini y 499 Nerazzini-Guicciardini, 10 y 11 febrero 1910, ASD P Marocco 217. 73 Tc 599 Pansa-Guicciardini, 20 febrero, ib. 217. Viena dejaba en libertad de Francia para defender sus intereses. Tc 489 Guicciadini-Pansa, 20 febrero, ib. 217. 74 Tc 609 Silvestrelli-Guicciardini, 20 febrero, ib. 217. 75 Tánger A. di San Giuliano-Guicciardini, 22 febrero, ib. 217 En la inauguración de un monumento Chalons-sur-Saône, Pichon dijo el 21 de agosto de 1910 que una operación militar, cuando no viene impuesta por los acontecimiento, es siempre condenable.
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suadir de cualquier propósito de marchar sobre Tetuán. Esta posibilidad la desmintió Canalejas en una entrevista periodística76. El ministro británico en Tánger visitó Tetuán, coincidiendo con la presencia de una nave de guerra inglesa en la desembocadura del río Martil77. Esos mismos días, se aprobó la construcción de una carretera que uniera Ceuta y Tetuán. Se aplazó su ejecución, pese a que el representante español en el Comité Internacional prometió que España la financiaría78. Bunsen advirtió a García Prieto que este organismo estaba en su derecho y que su país no aceptaría una injerencia española. Fue necesario plantearlo en este organismo, porque el Majzén negó su consentimiento. El disgusto del gobierno de Madrid era evidente. Su fracaso contrastaba con la serie de éxitos que estaba consiguiendo Francia en esos meses79. Desde Madrid se enviaron instrucciones al ministro en Tánger para que aclarase que la propuesta española no tenía carácter provocativo, ni anunciaba nuevas expediciones militares. La presencia de las tropas acuarteladas en Ceuta respondía a una medida ordinaria80. Se aplazó la idea de hacer la carretera81.
76 231/126 y 354/195 Silvestrelli-Guiciardini, 20 febrero y 14 marzo 1910, ASD DDS XL/17 67 y 87. 77 482/269 Silvestrelli-Guicciardini, 10 abril, ib. 101. 78 Era un mal momento para presentar esa iniciativa. T Nerazzini-Guiciardini, Tánger 28 abril, ib. 109. La nota del Comité Especial para las Obras Públicas, 1 abril, anexo a 360/60 Nerazzini-di San Giuliano, 10 mayo, ib. 147-148. 79 549/308 Silvestrelli-Guicciardini, 22 abril, ib. 103. Tyrrel, jefe del gabinete de Grey, comentó al encargado de negocios italianos que la diplomacia francesa en Marruecos era “excessfull”. 400/49 A. Martin-Guicciardini, 16 marzo, ib. 93. 80 Una vez más el recurso a una interpretación jurídica. La carretera en los alrededores de Ceuta exigía un acuerdo hispano-marroquí, mientras que su construcción en el hinterland de Tetuán era competencia de la comisión internacional, según estaba previsto en el Acta de Algeciras. T 12 Nerazzini-A. di San Giuliano, Guicciardini, 30 abril, Este telegrama se envía al embajador en París, 1 mayo, ib. 113-115. 81 La satisfacción de Pichon, t 124 Tittoni-A. di San Giuliano, t 14 Nerazzini-A. di San Giuliano y 649/375 G. Silvestrelli-di San Giuliano, 4, 6 y 9 mayo, ib. 121, 131 y 139.
XIII. ¿UNA DIPLOMACIA DE GESTOS?
Pocas semanas después de formarse en Italia un gobierno presidido por Sidney Sonnino, el Rey encargó en mayo de 1910 a Luigi Luzzatti la formación de un nuevo ministerio, en el que ocupó la cartera de Asuntos Exteriores Antonino di San Giuliano. Era una persona de gran inteligencia, extensa cultura, trato agradable, franqueza y decisión. Había puesto en marcha la burocracia del ministerio, tras los años de apatía e indolencia durante la etapa de Tittoni. La política exterior italiana ganaría prestigio1. Los esfuerzos de los años anteriores no habían disipado en Europa un clima de sospechas. Cada movimiento tenía una intención oculta, que había que descifrar. Los funerales del rey Eduardo VII permitieron una entrevista entre Pichon y Guillermo II. ¿Había un acuerdo que afectaba a las relaciones entre los dos países? La imaginación originó una serie de rumores. Le Matin llegó a hablar de una confederación europea. Berliner Tageblatt mencionó un acuerdo franco-alemán. Los dos interlocutores hablaron entonces de cooperar para garantizar la paz en Europa, pero nada se concretó. No existían acuerdos secretos entre Alemania y Francia ni eran necesarios. Bastaba con que las relaciones mutuas fueran satisfactorias para cada parte2. Marruecos y la Triple Alianza eran dos áreas de intervención de quienes habían ampliado a tres la entente franco-rusa de los años noventa. La aproximación franco-italiana buscaba debilitar la adhesión de Italia a sus dos aliados. Había un punto de enlace en esa pretensión: la lucha contra Austria en los años sesenta. El irredentismo estaba vivo.
Très conf 149 Barrère-Pichon, 19 mayo 1910, AAE CP NS Italie 11 153-154. Una rectificación de este primer juicio positivo, conf 220 Barrère-Selves, 10 julio 1911, ib. 168-171. Un comentario sobre di San Giuliano, con motivo de su nombramiento para la embajada de París, Conf et reservé 10 Barrère-Pichon, 10 enero 1910, AAE CP NS Italie 22 268. 2 850/356 Pansa-Guicciardini, 26 mayo 1910, ASD DDS XXXIV/11 35-36. 1
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En sus relaciones con Reino Unido, jugaba la necesidad del gobierno de Nicolás II de recuperar el prestigio perdido en Asia tras su derrota ante el Japón. Por ese objetivo apostó su ministro de Finanzas. Kokowszov, que había sido ministro de Finanzas ruso seis años, ponía como ejemplo de una conducta sensata la de Italia tras la derrota de Adua: no dejarse arrastrar a aventuras. Los hombres de Estado italianos se resignaron entonces a una “modesta política de recogimiento” y de estabilidad financiera, para reconstruir la base de la instituciones políticas sobre la estabilidad financiera, oponiéndose a cualquier iniciativa que la pusiera en peligro. Rusia tenía, después de esos seis años de esfuerzos, reservas en el tesoro, había descendido la deuda y, con esa situación, cabía emprender reformas, sin temer el déficit público. En 1911 era Kokowszov quien frenaba a los que deseaban un aumento de los gastos militares para hacer frente a la situación creada por Austria con la anexión de Bosnia-Herzegovina3. Una etapa de buenas cosechas y el saneamiento financiero habían permitido un equilibrio presupuestario, reservas, y descenso de la deuda, que habían creado la base para, sin volver al déficit, emprender las grandes obras que necesitaba Rusia y poner en marcha la reforma del ejército. Esa política olvidaba dos hechos: la impaciencia y la frustración de quienes llevaban años esperando las reformas y la humillación que supuso para Rusia la anexión de Bosnia-Herzegovina4. No pudo hacer nada, porque se lo impidió Alemania. Kokowszov había conseguido imponerse a quienes deseaban una política más decidida en los Balcanes. Piotr Arkádievich Stolipin declaró nada más superar la crisis revolucionaria que Rusia necesitaba veinte años de orden interno y de paz exterior para poder realizar las reformas pendientes, aunque podría acortarse el plazo. La cuestión más grave era la situación del ejército y de la marina. No bastaba con invertir en su modernización. Había que acabar con la corrupción. Para tener éxito en esa empresa se necesitaría otro Pedro el Grande. Si no se lograba, los políticos austriacos podrían tener la tentación de aprovecharse para conseguir la hegemonía en los Balcanes. Se repetiría en su frontera occidental lo que sucedió en Asía en 1904 con Japón5. Para superar la pérdida de Alsacia y Lorena, tras el tratado de Frankfurt en 1871, Francia tenía ahora dos instrumentos: un ejército, reforzado con la dotación de globos dirigibles y aeroplanos, y el volumen del ahorro francés que daba a su país el carácter de banquero al que recurrían todos los demás G. Melegari-San Giualiano, San Petesburgo, 9 julio 1911, ASD DDS XXXIV/11 133. Aehrenthal decidió en 1908 la anexión confiando en la debilidad militar rusa. Era otra humillación sumada a la derrota frente a Japón. 5 573/170 G. Melegari-A. di San Giuliano, 9 julio 1911, ASD DDS XXXIV/11 133-134. 3 4
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Estados necesitados de ayuda financiera. Francia les pondría ahora condiciones políticas. No había que equivocarse. Pervivía en la opinión francesa el revanchismo frente a Alemania6. En ese ambiente se explica la interpretación recogida por Juan Pérez Caballero sobre la entrevista de Nicolás II con Guillermo II el 5 de noviembre7. No fueron así las cosas. Alemania y Rusia trataron de fijar con claridad sus respectivas zonas de influencia. Francia apoyó a Rusia. Alemania trató de reconciliar a Austria con Rusia. La solidez de la alianza París-San Petersburgo quedó patente en la visita que en diciembre de 1910 hizo a París Sasanov, el ministro ruso de Asuntos Exteriores8 1. El convenio de España con Marruecos En España, la llegada de Canalejas puso a Marruecos en el primer plano de la política exterior. Hasta la crisis del verano de 1909, Alfonso XIII no le había prestado atención. No lo hizo porque Maura sólo deseaba en Melilla una operación de “policía”, sin alcance militar Canalejas inició la ocupación del territorio de la zona asignada a España como protectorado. Ese camino se prosiguió por lo que Romanones llamó “nuestro honor” y nuestra personalidad al otro lado del Estrecho. El Rey se habría limitado a aceptar esa política9. Otros sitúan “el sarampión intervencionista” del Rey en octubre de 1910, con la proclamación de la República en Portugal10. Preocupaba a Al427 Pérez Caballero-García Prieto, París 4 octubre 1910, AMAE H 1537. “Los partidarios de la aproximación ruso-alemana fundan grandes esperanzas en esta entrevista y llegan hasta adelantar la idea de una orientación nueva en su política. La prensa rusa considera llegada la hora de una unión estrecha de las monarquías actuales para defenderse contra la revolución” en vista de los sucesos de Portugal. La prensa francesa quitaba importancia al encuentro del Zar y el Emperador. Rusia no se desviaría de su alianza con Francia. 468 Pérez Caballero-García Prieto, 1 noviembre, AMAE H 1537. 8 500 y 754 Pérez Caballero-García Prieto, 15 noviembre de 1910 y 18 diciembre 1911, AMAE H 1537. 9 Javier Tusell y Genoveva G. Queipo de Llano, Alfonso XIII. El Rey Polémico, Madrid, Taurus Historia 2001, 225 y 245. 10 La posición del Rey se remontaba a los tiempos en que Maura estaba en el poder. En “los primeros meses de 1909, Alfonso XIII planteó la posibilidad de una intervención en Portugal en caso de que su situación interna lo exigiese. España contaría con Europa. El embajador francés comunicó el contenido de esa conversación y redactó una nota resumiéndola. Pichon, el ministro de Asuntos Exteriores, la aprobó. Este documento se entregó al Rey en agosto de este año. Vid. El texto, DDF II/XII p. 939 reproducido en Hipólito de la Torre, El imperio del Rey. Alfonso XIII y Portugal (1907-1916), Mérida, Editora Regional de Extremadura 2002, 165-166. 6 7
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fonso XIII la continuidad de la monarquía. Comentó con el embajador inglés en Lisboa en qué condiciones podría lograrse11. Canalejas, según Bunsen, el embajador del Reino Unido en Madrid, pudo contagiarse, aunque razones de política interna e internacional lo desaconsejaban. Se opuso entonces Maura a los planes del Rey12. Su apoyo a Canalejas salvó la paz entre los dos pueblos ibéricos 13. El presidente del consejo reconoció la acogida que “estas actitudes” intervencionistas habían tenido en el Palacio Real14. Encaró las dificultades y el 9 y 13 septiembre de 1911 escribió a Maura que había llegado el momento de reconocer a la República Portuguesa en cuanto España fuera invitada por el Reino Unido, Alemania, Bélgica y Austria. Estaba dispuesto a que se observaran las normas del derecho internacional15, impidiendo que se organizasen desde España actividades armadas contra el régimen de Lisboa16. Los valedores de la causa monárquica portuguesa formaban un triángulo, cuyos vértices estaban en Madrid, Galicia y Lisboa17. Francia había dado a León y Castillo seguridades sobre los movimientos de tropas hacia Taza, un territorio que consideraba dentro de su zona de influencia, pues se encontraba en el camino hacia Fez. El reciente tratado, del que hemos hablado en el capítulo anterior, había incrementado su influencia en Marruecos, sobre todo, porque le otorgaba el control financiero. Eso po11 Los comentarios de Alfonso XIII dieron lugar a un “Memorandum respecting the attitude to be observed by His Majesty’s Government in the event of a republic being set up in Portugal, and third Power intervening to restore the Monarchy”, abril 1910, reproducido en Hipólito de la Torre, o.c. 193-195. Private and confidential Villiers-Hardinge, Lisbon, 9 febrero 1910. La conversación tuvo lugar durante la audiencia concedida a Villiers a finales de enero. Texto reproducido por H. De la Torre, o.c. 167-160. La minuta para Grey, ib. 170. 12 Canalejas lo reconoció en una conversación con el embajador francés. DDF II/XIV doc. N. 207 13 Estaban convencidos del papel jugado por Maura los gobernantes de Lisboa, tal como recogía el informe anual sobre Portugal en 1911, PRO FO 371/1463. 14 Duque de Maura y Melchor Fernández Almagro, ¿Por qué cayó Alfonso XIIII? (2) Madrid 1948, 189. 15 A finales de marzo de 1912, Augusto Vasconcellos, ministro de Negocios Extranjeros, denunciaba ante Canalejas la impunidad con la que se movían en Galicia los enemigos de la República portuguesa, AMAE H. 2640, en H. De la Torre, o.c. 182-186. Vasconcellos enviaba a Teixeira Gomes, su representante en Londres, un memorando en que se quejaba del desprecio y permanente del gobierno español a las leyes internacionales, consistiendo la actividad de los monárquicos. Era un asunto internacional. Por eso pedía la ayuda de un gobierno amigo. Lisboa, 30 marzo 1912, ib. 187-190. Londres respondió que nada podía hacer. Conf 27 Grey-Hardinge, 24 abril 1912, ib. 191-192. 16 Canalejas mencionaba a Maura el artículo de su hijo Gabriel, publicado en ABC el 11 de enero de 1911. Duque de Maura y M. Fernández Almagro, o.c. 188-191 y 459-460. 17 Hipólito de la Torre, El imperio del Rey… 80-81.
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dría conducir a un derrocamiento de Muley Hafiz y a la restauración de Abd-El-Aziz. De ese modo se establecería un protectorado de hecho. El embajador inglés comentaba a Silvestrelli, su colega italiano, que España tendría que conformarse con la costa del Rif. No podría hacer valer sus pretensiones porque carecía de fuerza. No eran distintas las declaraciones recientes de Canalejas: no hay política exterior sin ejército y sin marina. Según Bunsen, el reglamento de las explotaciones mineras se había hecho a la medida de los intereses de los hermanos Mannesman. Poco quedaba para las otras naciones18. Los movimientos de tropas francesas en la carretera de Taza preocupaban en Madrid. Se consideraba que si aquella vía quedaba bajo control francés se limitaban las posibilidades de una expansión comercial de las posesiones españolas en el Rif19. En esos momentos Muley Hafiz estaba convencido de que le convenía mantener las buenas relaciones con Francia20. El 14 de julio el Sultán nombró ministro de Asuntos Exteriores a ElMokri, subrayando que había tomado esa decisión por ser una persona conciliadora21. Mientras se negociaba con España el arreglo de las cuestiones pendientes22, se habló de la ocupación española de Tetuán y de algunos puntos cercanos a la ciudad. Tensas las relaciones, el Sultán ordenó a El-Mokri que viajara a Madrid para arreglar la indemnización y todos los asuntos pendientes23. El gobierno de Canalejas respondió positivamente24. La presencia de El-Mokri en la negociación tenía un doble significado: acuerdo sobre las reclamaciones, tal como decía Canalejas, o su rechazo, se18 conf. 829/469 Silvestrelli-A. di San Giuliano, 14 junio 1910, ASD P Marocco 217. Sobre la carretera de Oujda a Taza y Fez, 987/553, 18 julio, ib. 217 19 987/553 Sivestrelli-di San Giuliano, 18 julio 1910, ASD DDS XL/17 175. 20 Comentario del encargado de negocios italianos en Tánger a propósito del viaje de Hagi Mohamed El-Mokri, ministro de Finanzas del Majzén a París, 620/117 Gianatelli Gentile-di San Giuliano, 26 julio, ib. 181. La condiciones del préstamo otorgado por Francia en mayo de este año, anexo a 647/126, 4 agosto, ib. 185. 21 Era ya ministro de Obras Públicas y de Finanzas. Y en los dos cargos lo confirmaba Muley Hafiz. Su decisión confirmaba que “si afferma sempre più al Marocco l’influenza franceses”. Estas impresiones las confirmaban las declaraciones del nuevo ministro La Dépêche Marocaine, publicadas el 24 de agosto, 657/131 y 720/146 Gianatelli Gentile-di San Giuliano, 6 y 25 agosto, ib. 189-190 y 199. 22 Una de ellas la indemnización de seis millones de pesetas por la presencia de tropas en Casablanca y de barcos de guerra en las costas de Marruecos. El-Mokri recordó que Merry del Val había pedido sólo un millón y medio. 23 Muley Hafiz no deseaba escuchar las reclamaciones de España. Creía el encargad de negocios de Italia que había pedido apoyo a Francia en este litigio. 744/153 Gianatelli-Gentile-di San Giuliano, 8 septiembre ib. 207. 24 T 33 y 34 Gianatelli Gentile-di San Giuliano, 12 y 15 septiembre, ib. 203 y 205.
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gún anunciaba Le Temps, en unas declaraciones luego desmentidas por el ministro marroquí25. El 24 de septiembre, a bordo de un barco de guerra español, salía ElMokri de Tánger hacia Cádiz. Para Canalejas la negociación era un asunto de gran importancia, el más grave en ese momento26. Esos días dos diarios subvencionados por la legación francesa regalaron a sus lectores un mapa de África, que modificaba el elaborado en 1848 en París por el capitán Baudomin. En él se incluía ahora como territorios pertenecientes al imperio francés en África la región de Tafilet, en el Atlas, cuna de la dinastía reinante en Marruecos, y otros territorios, al este y al sur, que Marruecos siempre consideró suyos27. Al examinar las relaciones Francia-Marruecos, se observaba que cuando eran tensas surgían dificultades en la estabilidad de este Imperio: aparecían pretendientes, rebeliones de algunas tribus contra el Majzén, cuya represión por parte de este ocasionaba gastos, que empobrecían el tesoro del Sultán. Si las relaciones eran amistosas, es decir, si el Majzén se doblegaba a los planes y reclamaciones de París, se calmaba la situación interna28. Cuando Muley Hafiz se acogió a la protección alemana, Francia sostuvo a Abd-El-Aziz. Vinieron luego los acuerdos franco-alemanes. Berlín aceptó la posición privilegiada de Francia, se firmaron varios préstamos con Francia fijando mecanismos de control sobre Marruecos como contrapartida... Ahora el nuevo Sultán sabía que las potencias, salvo en el terreno económico, habían dejado su Imperio en la zona de influencia de Francia y España. Las dos tenían manos libres, pero Muley Hafiz se puso al lado de Francia y Marruecos recuperó la paz interna29. 25 1275/717 y 1289/720 Serra-di San Giuliano y Bonin-di San Giuliano, Madrid 17 y 20 septiembre, ib. 211 y 215. Desde Tánger, el encargado de negocios aseguraba que esas declaraciones ahora desmentidas, habían sido hechas. 812/164 Gianatelli Gentile-di San Giuliano, 23 septiembre, ib. 217-218. 26 1324/743 Bonin San Giuliano, 28 septiembre, ib. 227. 27 Los dos diarios eran la La Dépêche Marocaine y Es-Saada, en su edición del 3 de octubre. No cabe duda de que eso se hacía con el consentimiento de la dirección de asuntos indígenas. Las ambiciones de Francia sobre el Tafilet, 3739/252 M. Modica-di San Giuliano, Alger 18 octubre, ASD DDS XL/17 253. 28 Como ejemplos, la rebelión beréber de Bu-Hamara en 1901-1902, en plena hegemonía inglesa. Cuando esta fue sustituida por la alemana, que culminó con la visita de Guillermo II a Tánger, nuevos movimientos revolucionarios. Al reunirse la Conferencia de Algeciras, inició su conspiración Muley Hafiz, para suplantar a su hermano Abd-El-Aziz, entonces amigo de Alemania. Mientras duró esa situación, no hubo tranquilidad. No cesaron las revueltas. 29 “Sultano, ministri, tutti quanti i funzionarii del governo marocchino, hanno ormai acquista la convinzione che la Franca fino a tanto che surerà l’attuale situazione internazional europea, specialmente fino a tato durerà l’intesa cordiale fra Inghilterra e Francia, questa po-
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El Acta de Algeciras era una garantía internacional, pero en el poco tiempo transcurrido desde su firma se había convertido en el mejor ejemplo de que “sul rispetto dei trattati non possono fare assegnamento i deboli”30. Hubo rumores de guerra hispano-marroquí. Pichon iba a llamar al embajador de España para recomendar moderación y prudencia: no debería pedir a Marruecos una indemnización de guerra que pesara demasiado sobre las finanzas del Majzén31. A pesar de la buena intención y de la actitud conciliadora de El-Mokri, la negociación marchaba con dificultades32 y la distancia entre las dos partes era grande33. El gobierno marroquí no podía pagar la cantidad exigida por España. Los rumores sobre proyectos belicistas del gobierno español eran una insensatez34. Como compensación, se dijo que García Prieto exigió a El-Mokri un territorio de 50 kilómetros desde Ceuta hacia el Sur que incluía Tetuán35. El 16 de noviembre se alcanzó un acuerdo entre España y Marruecos sobre regiones limítrofes a Ceuta y Melilla36. Según la nota entregada por García Prieto, ministro de Estado, se convinieron estos puntos: 1. Régimen en la zona del Rif, de acuerdo con las autoridades del Sultán y de España, cuyas tropas se retirarían conforme fuera organizándose la policía marroquí.
tenza sarà, malgrado l’atto general d’Algeciras, l’arbitra de destini del Marocco, salvo per le regione del Nord dell’impero riservate all’influenza della Spagna; la quale per la realiizzazione delle sue mire in Africa, ha ben profitato delle grav difficoltà in cui si dibattevano e Muley Adb-El-Aziz e Muley Hafiz”. 30 861/177 y 850/175 Gianatelli Gentile-di San Giuliano, 4 octubre y 30 septiembre, ib. 237 y 233-235. 31 T 297 Tittoni-di San giuliano, 20 octubre 1910, ASD DDS XL/17 243. Se envió el texto a Madrid, pidiendo información, t 2871 di San Giuliano-Bonin 21 octubre, ib. 245. La idea de que Francia no apoyaba a España en esta negociación, comentario de Polo de Bernabé a su colega italiano en Berlín, 1889/799 Pansa-di San Giuliano, 5 noviembre, ib. 261. 32 1376/759 Bonin-di San Giuliano, 19 octubre, ib. 249. 33 Una información sobre el estado de la negociación, transmitida por el embajador de España el ministro italiano de Asuntos Exteriores, fue comunicada a los representantes de Italia en Berlín, París, Londres y Madrid, 2882, 22 octubre, ib. 247. Estos problemas llegaron a la prensa. Y el gobierno desmintió la noticia, t 63 Bonin-Sa Giuliano, 23 octubre, ib. 251. 34 Bastaba recordar lo que había pasado en julio de 1909 y estaban reciente los sucesos de Portugal. Nadie iba a modificar la línea de extensión pacífica por la región de Tetuán, dejando fuera de esa posible expansión el hinterland de Melilla. 1395/760 Bonin-di San Giuliano, 23 octubre, ib. 255. 35 1462/785 Serra-di San Giuliano, Madrid 8 noviembre, ib. 271. 36 Texto en Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (18601912), tomo II: De la crisis de la política Africana (1898) al protectorado de Marruecos (1912), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1966, 283-288.
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2. Neutralizar Ceuta. El Sultán se compromete a no fortificar los puntos que rodean esta plaza de soberanía. Se nombrará a los caídes previo acuerdo con las autoridades españolas. La policía que vigilará la zona será instruida por oficiales españoles y se establecerá una aduana si España lo pide. 3. El pago de los 65 millones se hará en 75 años, teniendo como garantía el 50% de los ingresos del Sultán sobre las minas y 4. Se nombrará un comisario marroquí para entregar Santa Cruz de la Mar Pequeña. Aunque el texto íntegro estaba bajo secreto hasta que fuera entregado al Sultán, la prensa de Madrid lo juzgaba muy similar al firmado con Francia el 4 de marzo37. Fue comunicado al Senado nada más ser aceptado por el Sultán. Todos los grupos y la prensa de la oposición se asociaron al éxito de Canalejas. El obispo de Madrid, Salvador y Barrera, senador, lo hizo en nombre del episcopado. Un resumen: “España lo mismo que Francia”, pues el ejército español mantendría las posiciones en las que estaba y se aseguraba la ciudad de Ceuta38. Ese fue el resultado de la ocupación de Larache, Arcila y Alcazarquivir. Había valido la pena la intervención en Marruecos y la defensa de los derechos de España. Se equivocaron los que gritaron “Guerra a la Guerra”. Las naciones no guerrean “por mero capricho, sino por su cuenta y razón y ambas, en el caso de Marruecos, son de vida o muerte para España”39. Considera Seco Serrano que la iniciativa de Canalejas supuso una reconstrucción del sistema de “turno” entre los dos partidos dinásticos. Canalejas “demuestra siempre altura de auténtico estadista, que le capacita para sostener con energía e independencia su acción de gobierno, sobreponiéndose a presiones de partido o de secta, en una soledad que engrandece, en la lejanía del tiempo, su figura política”. Maura examinó y apoyó esa acción de Canalejas con realismo y dignidad. Los diarios españoles consideraban el acuerdo un éxito diplomático del ministro de Estado y de Canalejas. Había que ser más cautos, porque su contenido hacía previsibles conflictos entre los dos países. 1489/794 Serra-di San Giuliano, Madrid 17 noviembre 1910, SD DDS XL/17 281. 38 “El convenio hispano-marroquí”, El Imparcial, 17 noviembre 1910. El texto fue leído en el Congreso por el ministro de Estado el sábado 19 de noviembre. Lo publicó la prensa. Se envió copia a las embajadas de España, destacando el García Prieto el reconocimiento de los derechos especiales de España en la zona que rodea Ceuta. 39 Memoria del Secretario general del Congreso, Adolfo Alegret, Cuarto Congreso Africanista. Documentación, reseña de las sesiones, conclusiones adoptadas, fiesta escolar, comunicaciones, celebrado en el Salón de Actos del Ateneo Científico-Literario-Artístico de Madrid en los días 12, 14, 15, 16 y 17 de diciembre de 1910, Barcelona 1910 43-44. Más cauto en cuanto a los resultados y claramente en favor del acuerdo para llegar a la paz se mostró Rafael María de Labra en su discurso, ib. 63. 37
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España había pagado la factura satisfecha por Francia a Alemania en la zona Camerún-Congo, aceptando una nueva reducción de la zona que se le había asignado en Marruecos. La acción española en réplica a la de Francia sobre Fez hizo posible que conservara sus derechos. El gobierno francés creía que nada haría Canalejas ante el temor del gobierno de Madrid a los movimientos revolucionarios de protesta contra la intervención en Marruecos. Erró en ese análisis. Falló su expectativa. Por eso puede concluirse que sólo “los hechos consumados, tras la acción militar española sobre Larache y Alcazarquivir y Arcila, pudieron salvar definitivamente la “zona española”, aunque restringida respecto a lo que se pactó entre París y Madrid en 1902 y 1904”40. El 29 de noviembre tocó el puerto de Agadir el crucero francés Du Chayla. Lo hacía con el permiso del Majzén. La noticia se difundió como una ocupación. Fue desmentida por la agencia Havas, que publicó el informe del comandante Senes, jefe de la división naval francesa. Con todo el hecho inquietó en Berlín. Si se trataba de abrir ese puerto, decisión que era competencia exclusiva del Sultán, habría que evitar “cualquier preferencia” entre las potencias signatarias del acuerdo de Algeciras41. El objetivo de la visita fue reprimir el contrabando de armas42. El viaje de Alfonso XIII a Melilla tuvo como fin visitar las zonas conquistadas por España en el Rif. Acudió una nave de guerra francesa. Más que un gesto de cortesía internacional fue un signo de la satisfacción de Francia porque la acción militar española suponía reciprocidad. Los dos gobiernos estaban por un reparto de Marruecos, hecho de forma gradual, aunque se cubriera como un despliegue para garantizar el pago de las indemnizaciones. La integridad territorial de Marruecos, tutelada por el Acta de Algeciras, se ponía en crisis. ¿Podría hacerse algo para salvar aquellos compromisos? Respondía el ministro italiano en Tánger que a las demás potencias signatarias de aquel pacto no les quedaba más que asistir como espectadoras a los “cambios radicales” que iban a producirse en Marruecos43. El
40 Carlos Seco Serrano, La España de Alfonso XIII. El Estado, la política, los movimientos sociales, Madrid, Espasa-Forum 2002, 292-293. El enfoque del problema, ib. 235-296. 41 2075/885 Orsini-di San Giuliano, Berlín 7 de diciembre 1901, ASD DDS XL/17 301. Los recelos de Alemania, comentados por el embajador español en Berlín, Polo de Bernabé, t 240, 11 noviembre, ib. 295. Las declaraciones de Kiderlen Wächter n e Reichstag el 10 de diciembre, 2111/903 y 2119/907, 11 y 14 diciembre, ib. 311-313. 42 1085/246 Gianatelli Gentile-di San Giuliano, 12 diciembre, ib. 319. 43 T 1 Nerazzini-di San Giuliano, 3 enero 1911, ASD DDS XL/17 1. La sensación de que España había conquistado esa zona bajo su control y el entusiasmo con que lo presentaba la prensa monárquica distorsionaban los hechos y subrayaba, al mismo tiempo, la buena voluntad de Francia, superando los recelos hacia ella suscitados durante la negociación, 15/10 y 32/21 Bonin-di San Giuliano, 5 y 9 enero, ib. 7 y 11.
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14 de enero de 1911 García Prieto recibía el titulo de marqués de Alhucemas.
2. Alemania y Rusia: el encuentro de Postdam El encuentro de Nicolás II y Guillermo II en Postdam creó inquietud. Un acercamiento Rusia-Alemania, sin haberse resuelto antes las dificultades entre Viena y San Petersburgo podría dar la sensación de que se enfriaban las buenas relaciones de los alemanes con Viena. Convenía al gobierno austriaco recuperar la armonía con Rusia, sacrificando incluso la continuidad de Aehrenthal al frente del ministerio de Asuntos Exteriores. La situación interna en Turquía podría abrir una crisis internacional, aprovechando que, según el embajador alemán en Viena, Tschirschky, Francisco José I y el Zar estaban interesados, por razones personales y monárquicas, en acabar con la desconfianza. No había problemas reales, sino un clima emocional que impedía la amistad44. El 4 de enero de 1911, el barón Aehrenthal dijo que bastaba que las relaciones entre Austria y Rusia fueran normales. La retirada de Iswolsky las había hecho buenas. Todas las grandes potencias aprobaban la política internacional rusa. No era necesaria una aproximación. Las dificultades entre los dos gobiernos eran las mismas que afectaban a las que tenía con Italia en la frontera con ella. Se refería a la propaganda entre las poblaciones eslavas, pero no culpaba de ello al gobierno ruso45. En 1911 Guillermo II se quejaba de Jules Cambon, el embajador francés en Alemania. No quería mantener relaciones personales con él. Lo asociaba con su hermano Paul, a quien culpaba de haber actuado “servilmente” en la última crisis de Marruecos46.
2736/1188 Tommasini-A. di San Giuliano, 26 diciembre 1910, ASD DDS XXXIV/11 1911 1-3. En realidad lo más importante de este encuentro fue un acuerdo sobre el ferrocarril Bagdad y su posible conexión con las líneas que los rusos construyeran en Persia. Eso facilitaba a Alemania su negociación con los ingleses, que tendrían que mostrarse más flexibles. T 5 Pansa-A. di San Giuliano, y de Mayor-A. di San Giuliano, Pera, 13 y 14 enero, ib. 9 y 11. T 6 G. Melgari-A. di San Giuliano, 19 enero, ib. 17. Copia de este telegrama, 196 A. di San Giuliano-embajadores en Berlín, Londres, París y Viena, 20 enero, ib. 19. 45 Aehrenthal se alegraba del acercamiento de los ruso a Alemania, porque eso evitaba que su gobierno se metiera en aventuras exteriores, en un momento en que su ejército estaba reformándose y la situación interna no era estable. 14/7 Tommasini-A. di San Giuliano, 4 enero, ib. 5. El peso de la opinión rusa en las relaciones con Austria-Hungría, 20/7 G. Melgari-A. di San Giuliano, 12 enero, ib. 13. 46 Laurent Villate, La république des diplomates. Paul et Jules Cambon 1843-1935, Paris, Science Infuse 2001, 281. Sobre su gestión en Berlín entre 1907-1914, ib. 279-320. 44
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Liberales y radicales ingleses creían que el acuerdo de Postdam demostraba que no funcionaba la triple entente. Por eso el gobierno debía desligarse y buscar un pacto con Alemania que incluyera una pausa en la carrera de armamentos. Los unionistas y los imperialistas lamentaban el aislamiento de su país. La entente debía transformarse en una verdadera alianza. Eso exigía mejorar las “miserables condiciones” en que se hallaba el ejército, de modo que pudiera prestar ayuda a sus aliados en caso de una guerra en el continente. Eso comportaba servicio militar obligatorio y rearme. El acuerdo de Postdam había obligado a los ingleses ampliar su preocupación exclusivamente centrada en la política interior47. Esos días de enero de 1911 parecía avanzarse hacia un entendimiento de Alemania e Inglaterra sobre el ferrocarril de Bagdad. Ese paso era bien visto por el gobierno francés. Había capitales franceses invertidos en esa empresa. Existían dos escollos de tipo personal: el carácter difícil del director del Deutsche Bank y los métodos agresivos de Kiderlen Wächter48. En Postdam se confirmó una de las líneas seguidas por la política exterior alemana: buenas relaciones con Rusia. Las concesiones hechas a los rusos en Persia habían tenido sus repercusiones en París y Londres, donde creían que los compromisos entre los tres se extendían también a Asia. Para quien conociera la diplomacia rusa, estos gestos de independencia no resultaban insólitos. Ese era el caso de Paul Cambon, el veterano embajador de Francia en Londres49. En Francia querían dar la sensación de que todo seguía igual. Existía como precedente la oferta hecha por Iswolsky a von Bülow en relación al statu quo y a la promesa mutua de no agresión. Lo único nuevo en el encuentro Bethmann-Hollweg con Sazonov fue el acuerdo sobre Persia y la prolongación del ferrocarril Bagdad-Kanikin50. En un debate sobre política militar y aumento de armamentos, Edward Grey habló de las relaciones de Inglaterra con Francia y con Rusia. El encuentro de Postdam no modificaba la amistad con Rusia, con Francia y las demás potencias. El repaso de las relaciones con Austria, Alemania e Italia destacaba 47 En política exterior, Edward Grey no se separaba mucho de Lord Lansdowne, el jefe de los conservadores. Arthur Nicolson gozaba de la confianza del secretario del Foreign Office y del primer ministro. 94/31 Imperiali-A. di San Giuliano, 17 enero 1911, ASD DDS XXXIV/11 49-51. 48 T 29 Imperiali-A. di San Giuliano, 28 enero, ib. 63. Texto enviado a Berlín, Constantinopla, París, San Petersburgo y Viena, 29 enero, ib. 67. 49 Pansa-di San Giuliano, 21 enero 1911, ASD DDS XXXIV/11 39-42. 50 Tittoni-di San Giuliano, 25 enero, ib. 65-66. Iswolsky se mostraba esos días menos optimista sobre el acuerdo con A., Telegrama Tittoni-di San Giuliano, 31 enero, ib. 71.
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el buen momento en que se hallaba la política exterior inglesa. Esta no tenía como meta romper la cordialidad con Alemania. En sus negociaciones con los otros no ponía el gobierno liberal más que esta condición para la amistad: ir acompañados de quienes ya eran amigos del Reino Unido51. En Inglaterra se desataron los rumores sobre un acuerdo formal ruso-alemán. El Evening Times llegó a publicar un texto. La noticia pudo salir de San Petersburgo. Las informaciones eran conjeturas. Sazonov anunció que cuando el acuerdo estuviera aprobado se haría público. Alemania nada objetaría. En Inglaterra afirmaban que ese acuerdo no interfería su política exterior. Uno de sus objetivos era llegar a un entendimiento con Alemania, a pesar de las divergencias con uno de los puntos del acuerdo: el ferrocarril de Bagdad. Era otro dato significativo. Alemania revalidaba su voluntad de llevar adelante esa obra, aun careciendo, según los ingleses, de medios financieros. En Londres y París entendían que Rusia se hubiera apartado de un pacto tácito que obligaba a las tres a concertarse en todas las cuestiones de Asia52. ¿Qué podría pasar? Inglaterra se sentiría ahora con las manos libres para buscar su propio acuerdo con Alemania, donde esperaban eso mismo. “Terminaremos entendiéndonos con los ingleses”. Había que esperar53. En Postdam se aprobó no consentir cambios en el statu quo europeo. Esa era también la voluntad de Austria, que veía con satisfacción la aproximación entre Berlín y San Petersburgo, pues propiciaría la de Austria-Hungría a Rusia. Este paso no habría aflojado los que unían a los países de la triple entente, aunque el tiempo mostraría que la nueva situación tendría sus efectos. Sazonov habría informado a sus colegas francés e inglés de lo hablado en Postdam54. El barón Ahrenthal consideraba positivo el acercamiento ruso-alemán. Había eliminado un factor de malestar en Europa. Lo aprobado en Postdam, no modificar la situación en los Balcanes, era también el objetivo de Viena.
Imperiali-di San Giuliano, 14 marzo 1911, ASD DDS XXXIV/11 121. Los recelos de Japón hacia Alemania y su reacción ante el acuerdo ruso-alemán, 43/23 Guiccioli-A. di San Iuliano, 15 enero, ib. 79. 53 115/42 Pansa-A.di San Giuliano, 21 enero 1911, ASD DDS XXXIV/11 39-42. La noticia de un acuerdo anglo-alemán sobre el ferrocarril de Bagdad, transmitida por Avarna, t 269 A. di San Giuliano-embajadores en Londres, París, Berlín y San Petersburgo, 26 enero, ib. 47. 54 Comentarios del conde Aerenthal. Confirmación de esta apreciación, fue el discurso de Pichon ante los diputados franceses, expresando la posición del gobierno en relación al encuentro de Postdam. Avarna-di San Giuliano, 23 enero 1911, ASD DDS XXXIV/11 25 y 29 y 31 y despacho 18 enero 1911, ib. 35. Copia de estos telegramas se remitieron a Berlín, París, Londres y San Petersburgo, 26 enero, ib. 45. 51 52
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Por lo demás todo seguía igual en las relaciones de Rusia con Inglaterra y Francia55. Sin embargo algo podría estar cambiando. Había tres ausencias en la política europea: Eduardo VII, Iswolsky y Arthur Nicolson. Los tres forjaron la entente anglo-rusa. La impresión de Aehrenthal era compartida por la opinión pública, salvo en algunos sectores eslavos, que hubieran preferido que el acercamiento de Rusia hubiera sido con Austria-Hungría, porque no simpatizaban con Alemania. La afirmación del statu quo ¿iba contra Austria-Hungría, a la que Rusia atribuiría intenciones expansionistas? Para responder hay que indicar que en la declaración afirmaban los firmantes que se opondrían a cualquier cambio. Había que recordar que en el verano de 1910, en su visita a Viena, el canciller von Bettman-Holweg coincidió con su colega. Este hecho fue comentando con Sazonov, para disipar los recelos rusos hacia Austria-Hungría. La convicción en Viena de que la alianza con Alemania era la base de toda su política europea permitía entender el que nadie sospechaba que los acuerdos de Postdam pudieran lesionar los intereses austriacos. Para que ese clima afectase a las relaciones de éstos con los rusos se necesitaba tiempo. Los frecuentes incidentes fronterizos no consentían avanzar aprisa. Había que trabajar para que en Rusia creyeran en la buena fe de los austriacos antes de dar otros pasos. La declaración mutua de que ninguna de las dos participaría en iniciativas que fueran contra alguna de ellas tenía un impacto en Europa. Eso significaba que Rusia no estaría en ninguna maniobra para aislar a Alemania, una de las metas que perseguía la política de Eduardo VII. Rusia se deshipotecaba respecto a sus aliados y amigos. El malestar en la opinión francesa e inglesa estaba justificado. Sazonov no había informado del encuentro de Postdam a sus colegas de París y Londres. La importancia de lo sucedido el año anterior quedaba aún más clara tras las palabras de von Bettman-Hollweg en el Reichstag el 10 de diciembre: había concordancia de miras con Rusia ya antes. Ahora habían recibido un nuevo impulso. Esas palabras las confirmó Tchirschky, el embajador ruso en Viena. Desde hacía varios años, Rusia había asegurado a los alemanes que su alianza con Francia no tenía carácter ofensivo contra ellos56. Los precedentes se remontaban al convenio de Reval. Iswolsky informó a los alemanes. Los acuerdos no afectaban a las relaciones mutuas. Como Pichon en su discurso replicando al diputado Delafosse, trattó con mucha habilidad de disipar efecto que había podido producir el encuentro de Postdam. 56 165/74 y 163/72 y t. 19 y 22 Avarna-A.di San Giuliano, 18 y 19 y 23 enero 1911, ASD DDS XXXIV/11 35-38 y 25 y 29 Los telegramas de Avarna fueron enviado a Berlín, Londres, París y San Petersburgo, 263, 26 enero, ib. 45. 55
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prueba, dijo entonces a von Bülow que estaban dispuestos a un pacto similar. El canciller no rechazó esa oferta. El punto sobre el que podría versar la antes citada conexión del ferrocarril de Bagdad con los ferrocarriles persas sería Kanikin. A cambio, Iswolsky pedía que Alemania reconociera el interés preferente de Rusia en el norte de Persia y el “desinterés” alemán en aquel país. De acuerdo con la primera, von Bülow creyó que la opinión no aceptaría la segunda, a pesar de que no había intereses alemanes allí. Recordemos la rivalidad entre Rusia y el Reino Unido en esta zona. La primera había incrementado su influencia en Irán desde 1902. Ese proceso fue a más tras el fracaso en 1911 de las reformas financieras que la Asamblea Nacional (Majlis) encargó al norteamericano William Morgan Schuster. Vino luego la crisis por la anexión austriaca de Bosnia-Herzegovina. Iswolsky y Bülow volvieron a negociar. Todo quedó luego parado, hasta que Bettman-Hollweg y Sazonov volvieron sobre la propuesta. Había algunas novedades. El consejo de ministros ruso se reservó construir la conexión ferroviaria y que Alemania expresara su desistimiento en Persia57. Eso iba a crear dificultades58. ¿Había alguna maniobra en todos estos movimientos? Quizás Rusia quería reconciliarse con Austria. Conseguido esto, se aproximaría a la Triple Alianza y, gracias a este giro, buscaría con su aliado alemán acaparar los mercados de Oriente. El resultado de las elecciones inglesas parecía ir en esta dirección. El gobierno inglés podría acabar con la apariencia de su entente con Rusia y Francia, forjada como contrapeso a la Triple Alianza. Si se confirmaba esa tendencia, Alemania sabía que contaba con la benevolencia del Reino Unido59. En ese contexto se produjo en marzo una crisis de gobierno en Francia. Regresó Delcassé como ministro de Marina. La salida del Aristide Briand y el ese hecho planteaban algunos interrogantes, incluso entre quienes, como Arthur Nicolson, creían que el nuevo gobierno no duraría mucho. Delcassé diseñó en su etapa de ministro de Asuntos Exteriores una política internacional de alianza con Inglaterra para dejar aislada a Alemania. Forzó una reacción de ésta que le obligó a dimitir. Debería tener ahora presente que las circunstancias eran distintas. Los ingleses y los franceses estaban en contra de una política que provocara complicaciones. Delcassé no te-
57 Impresiones y noticias tras una conversación con los embajadores de Rusia y Alemania en París, Iswolsky y von Schön. 213/93 Tittoni-A. di San Giuliano, 25 enero 1911, ASD DDS XXXIV/11 65-66. 58 Noticia transmitida por Iswolsky, t. 31 Tittoni-A. di San Giuliano, 30 enero. Texto enviado a Berlín y San Petersburgo ese mismo día, ib. 71 y 73. 59 6 Pérez Caballero-García Prieto, 1 enero 1911, AMAE H 1537.
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nía ahora motivos para hacer una política agresiva. El Reino Unido no entraría en ningún arreglo dirigido contra Alemania60. Más bien la posición de Londres iba en una dirección opuesta61. Edward Grey manifestó el 13 de marzo, que veía con buenos ojos la amistad de Alemania con Rusia y mantenía la validez de la triple entente. En ese panorama de amistad y buenas relaciones estaba también Italia, tal como había declarado Asquith, el primer ministro inglés. Compartía Grey el deseo del barón von Aehrenthal de volver a la tradicional amistad con AustriaHungría. Estas fueron sus palabras: “deseamos que nuestras relaciones con cualquier potencia sean tales que no hagan imposibles las relaciones cordiales con Alemania”. Cualquier pacto firmado por Inglaterra suponía que con ella irían sus amigos. En resumen: la política del Reino Unido consistía en permanecer leales, firmes y fieles a los compromisos adquiridos, promoviendo relaciones cordiales con todos62. Había dudas sobre el significado del regreso de Delcassé al gobierno, sobre todo respecto a las relaciones de Francia con Alemania. No podría tomarse la revancha por lo sucedido en 1905, porque la mayoría parlamentaria estaba contra cualquier complicación en el exterior. Estaba más del lado de Briand que de Delcassé. En cualquier caso, según el Daily News, Inglaterra no participaría en ninguna operación hostil hacia Alemania63. Esta guardó un “significativo silencio” que unido al ministerio encargado al ex ministro de Asuntos Exteriores hacían pensar en la existencia de una convención militar secreta entre Francia y el Reino Unido. Alemania esperaba “terminar sus armamentos navales antes de afrontar circunstancias graves”64.
3. “La política del Rey” La solución a la crisis entre España y Marruecos sirvió para comprobar la eficacia del entendimiento iniciado en 1904. Stéphen Pichon destacó el 13 de enero de 1911 ante la Cámara de Diputados que Francia, junto con el T. 70 Imperiali-A. di San Giuliano, 2 marzo 1911, ASD DDS XXXIV/11 109. La posición conciliadora del gobierno y de la opinión pública permitían en esos momentos un acuerdo sobre el ferrocarril de Bagdad, que incluyera también a Turquía. Si esa actitud fuera correspondida por los alemanes y su gobierno aceptase que eso no obligaba a los ingleses a modificar sus relaciones amistosas con Francia y Rusia, el acuerdo sobre Bagdad tendría una positiva influencia en la política europea. 310/101 Imperiali-A. di San Giuliano, 25 febrero, ib. 113-116. 62 T. 85 Imperiali-A. di San Giuliano, 14 marzo, ib. 121. 63 Imperiali-di San Giuliano, 2 marzo 1911, ASD DDS XXXIV/11 1109. 64 206 Pérez Caballero-García Prieto, 15 marzo 1911, AMAE H 1537. 60 61
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Reino Unido, facilitó el acuerdo entre las dos partes. Canalejas pudo contar con “el amistoso concurso” de Francia. Analizó la situación tras los movimientos habidos en los últimos días. La aproximación germano-rusa en nada cambiaba la alianza de Francia con Rusia. Jamás había sido “tan íntima”. La política exterior de la República se resumía en esta alianza, en la entente con el Reino Unido, en los acuerdos pacíficos con España y en las relaciones amistosas con Italia. Francia contaba en el concierto europeo. Para mantener esta posición, necesitaba adecuar su fuerza militar y su posición diplomática65. Con motivo de la onomástica del Rey, pronunció un discurso de Eugenio Montero Ríos, presidente del Senado y suegro de Manuel García Prieto, ministro de Estado. Sus palabras apuntaban hacia una expansión mayor en Marruecos. Si este fuera el pensamiento del gobierno, podrían inquietar sus palabras a las potencias interesadas en el mantenimiento del statu quo. No fue así, como se desprende de la respuesta prudente del Rey. En todo caso, para el embajador de Italia era un gesto inoportuno y hasta poco elegante. Quería hacer olvidar que fue presidente de la comisión española cuando se negoció la paz en 189866. La situación interna en Marruecos era pacífica. Había problemas en la frontera de la Sciauia, pero la causa era la carestía provocada por la mala cosecha de cereales en 1910. Una emboscada que costó la vida al teniente Marchand y a dos hombres de su pequeña columna debía juzgarse como un delito de salteadores. El incidente tuvo lugar en la región de los zaïr, que estaban inquietos y buscarían la alianza con las otras tribus limítrofes de la Sciuaia para combatir a las tropas francesas. En esta región el cuerpo expedicionario francés se reforzaría con otros 3000 hombres. No había noticias suficientes para prever la postura de los marroquíes ante la penetración de las “dos potencias predominantes”. Era ya evidente el control de la legación francesa en Tánger. Las misiones militares francesas habían extendido su influencia desde la creación de la policía a la formación de un ejército regular. La prevista acción concorde, paralela, de España y Francia en Marruecos no estaba funcionando, debido quizás también a la personalidad de los jefes de cada legación. Merry del Val era intransigente en lo que consideraba intereses de su país. Por eso se habló de que Francia había pedido su relevo. Destinado a Bruselas, lo sustituía el marqués de Villasinda. 65 66
6 Pérez Caballero-García Prieto, 17 enero 1911, AMAE H 1537. 77 /44 Bonin-di San Giuliano, 25 enero 1911, ASD DDS XL/17 27.
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La creciente influencia francesa tenía su mejor explicación en el desinterés de las otras potencias europeas y en el clima iniciado por el acuerdo franco-alemán de 190967. El empréstito contratado por El-Mokri en París puso nervioso al gobierno español68. Su objetivo era financiar la mehalla cherifiana, bajo el mando de instructores franceses69. Querían en Madrid enviar una misión militar española y modificar los acuerdos de 1904, por creerlos poco favorables a sus intereses. Eso explicaría la actividad de Juan Pérez Caballero, entonces embajador en París, casi toda ella dedicada a los asuntos de Marruecos. Pichon se oponía a renegociar aquel acuerdo, tal como deseaba Canalejas. Su argumento era que los acuerdos de 1904 se hicieron con el consentimiento de Inglaterra, que debería participar ahora en su revisión. Esta podría suscitar los asuntos que quedaron silenciados en Algeciras en 1906, cuya Acta General no reconocía la existencia de una zona española y otra francesa en Marruecos. ¿Qué había detrás de estos comentarios? Era un indicio más de las tendencias del gobierno español, “il quale sta sempre vagheggiando in cuor suo voui verso il Marocco, voui verso il Portogallo una politica attiva che è certo nei desideri del Re, e che dando soddisfazione all’amor proprio nazionale potrebbbe giovare a spianare le difficoltà della situazione intera”70. El 11 de marzo se firmó un acuerdo financiero España-Marruecos71.
67 211/38 Carignan-di San Giuliano, Tánger 24 febrero 1911, ASD DDS XL/17 33-35. Sobre la influencia de este acuerdo, habló Juan Pérez Caballero, que lamentaba que Alemania hubiera dejado fuera a España. Ese error permitía a Francia acrecentar su poder en Marruecos. T 115 Tittoni-di San Giuliano, 16 marzo, ib. 59. Las desconfianzas del embajador español, pese a las declaraciones de Gruppi, ministro de Asuntos Exteriores francés, t 1085 al embajador Bonin, 22 marzo, recogiendo el que ese mismo día había enviado Tittoni desde Madrid, ib. 69. 68 Las inversiones francesas en Marruecos fueron criticadas por Jean Jaurès en un discurso pronunciado en la Cámara el 24 de marzo. El embajador italiano juzgó que su denuncia de la piratería de estos grupos financieros fue de una “superba eloquenza”. T 130 Tittoni-di San Giuliano, 24 marzo, ib. 79. El texto de este acuerdo financiero, fechado el 28 febrero, lo entregó Camille Barrère a di San Giuliano el 25 de marzo, ib. 85-88. 69 Sobre las preocupaciones del gobierno de Canalejas sobre este acuerdo, vid la conversación del encargado de negocios de España en Roma con el ministro de Asuntos Exteriores. T 1085 A. di San Giuliano-Tittoni, 22 marzo, ib. 71. 70 El embajador Geoffray prefería que España tuviese libertad de acción en su zona. 210/93 Bonin-di San Giuliano, 4 marzo 1911, ib. 39-40. 71 Texto AAE NS Maroc 97 4-8.
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4. La crisis de Fez El 24 de marzo intervino en la Cámara francesa el diputado Denys Cochin. Actuó como portavoz del partido expansionista. Pidió a los ministros que no retrocedieran ante las pretensiones españolas. ¿Cuáles eran estas? Según Gruppi: la igualdad absoluta con Francia en el control de las finanzas y en la organización del ejército del Sultán. No lo aceptaba París, porque ese encargo era competencia de Muley Hafiz. Nada decía sobre este punto el Acta de Algeciras. Pérez Caballero insistía en que, en caso de que Francia no se aviniera a un acuerdo, España solicitaría una nueva conferencia sobre Marruecos72. La preocupación española, recogida en la prensa, tuvo eco en el Senado. Portuondo suscitó la intervención de García Prieto. Lo que más inquietaba era el acuerdo relativo a la reorganización de la mehalla del Sultán y la construcción del ferrocarril Tánger-Alcazarquivir, como un ramal de una línea que uniría Tánger y Fez. Quien la controlara tendría la llave de Marruecos. Aparte de la cuestión de contenido, estaba el procedimiento: Francia nada había comunicado al gobierno español. Entregó el acuerdo al embajador Pérez Caballero casi dos semanas después de que estuviera firmado. Había una idea equivocada de los acuerdos secretos de 1904. Estos tenían en cuenta una posible disolución del Imperio marroquí y su posible reparto. Pero esa hipótesis y el proyecto que en ella se sustenta carecían de valor ante las naciones europeas y ante el Sultán, que cuenta, en cambio, con las garantías aprobadas en Algeciras dos años más tarde. A esa falta de base jurídica se unía la postura de Alemania y del Reino Unido. Este se desinteresaba de Marruecos salvo en lo que afectaba a la costa mediterránea enfrente de Gibraltar. La política de Londres era muy complaciente hacia Francia. Alemania, muy cercana a ella por la negociación el ferrocarril de Bagdad, nada haría en favor de España en caso de que litigara con París73. Todos esos datos los sabían las personas que conocían en Madrid la situación europea. Habría que resistir los impulsos megalómanos de la opinión. Cuando El-Mokri buscaba ayuda financiera no la halló en España, quizás más por exceso de prudencia que por falta de recursos. Tuvo que acudir entonces a Francia. Siendo exacta la conclusión sobre su importancia estratégica del ferrocarril Tánger-Fez, se exageraba creyendo que la nación que
72 T 130 Tittoni-di San Giuliano, 24 marzo, ib. 79. La reacción de la opinión española y la actitud dolida del gobierno de Canalejas, t 33 Bonin-di San Giuliano, recibido el 25 marzo, ib. 83. Los dos telegramas fueron enviados a Berlín, Londres y Tánger, t 1168, 28 marzo, ib. 93. 73 Ni Polo de Bernabé. el embajador español en Berlín había hecho gestión alguna, ni, según las palabras de Kiderlen-Wächter, el gobierno alemán había cambiado la política seguida desde 1909. 477/185 Pansa-di San Giuliano, 25 marzo, ib. 105.
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construyera su primer tramo lo terminaría. Una vez más habría que saber distinguir entre amor propio e intereses y derechos74. El 24 de marzo de 1911, García Prieto quiso conversar sobre Marruecos en la audiencia semanal con el embajador de Italia. No se quejaba del contenido del acuerdo, sino de la forma en que fue negociado. Esperaba que Gruppi, al día siguiente, en su discurso en la Cámara mostrara una postura conciliadora75. La crisis y la formación el 2 de enero de un nuevo gobierno Canalejas no afectaban a la posición de España respecto a Marruecos. García Prieto siguió en el ministerio de Estado para dar continuidad a la negociación con Francia. No le faltarían gestos corteses y buenas palabras, pero no recibiría nada más que eso. Esa era la conclusión de Bonin tras hablar con su colega Geoffray. Su gobierno no consentiría el envío de una misión militar a Marruecos. Esta propuesta era “carrément refusée”. La misma suerte correría el deseo de que se publicaran los acuerdos de 1904. Ese acto podría molestar al Majzén y a las otras potencias europeas. Francia era un rival serio para las ambiciones de España. La petición de una nueva conferencia para ganar el apoyo de las otras naciones europeas era quimérica. El príncipe de Ratibor, embajador alemán en Madrid, no dejaba dudas sobre la actitud de su gobierno: el acuerdo financiero se ajustaba al Acta de Algeciras. En Berlín, dijo a García Prieto, ignoraban los acuerdos franco-españoles previos a la conferencia de 190676. El gobierno alemán no había recibido solicitud alguna para una nueva conferencia ni pensaba modificar su política en Marruecos77. Problemas en Fez, cercada por algunas kábilas78, hicieron previsible una acción de Francia para proteger a los europeos79. Para Madrid esa perspecti74 286/118 Bonin-di San Giuliano, 24 marzo, ib. 101-103. Los embajadores de Alemania e Inglaterra no creían que el acuerdo franco-marroquí infringiera el Acta de Algeciras, t 36, 31 marzo, ib. 115. 75 Este fue tal como lo esperaba el ministro de Estado, que negó que El-Mokri hubiera solicitado un préstamo a España en noviembre, 288/119 Bonin-di San Giuliano, 25 marzo, y 350/63Carignani-di San Giuliano, 27 marzo, ib. 107-108 y 129-130. 76 Maurice Bunsen, el embajador inglés, tuvo un lenguaje muy similar. 322/135 Bonin-di San Giuliano y 385/68 Carignani-di San Giuliano, 3 y 2 abril 1911, ASD DDS XL/17 135136 y 149. 77 77 Pansa-di San Giuliano, 13 abril, ib. 171. 78 Un informe sobre la situación en Fez, 359/66 Carignani-di San Giuliano, 29 marzo 1911, ASD DDS XL/17 135 bis.Vid. A. G. P. Martin, Quatre siècles d’histoire marocaine. Au Sahara e 1504 à 1902. Au Maroc, de 1894 à 1912, Paris, Felix Alcan 1923, Rabat, Éditions La Porte 1994 566-571. Moulay Albdelhadi, Alaoui, Le Maroc face aux convoitises européennes¨1830-1912, Salé, Imprimerie Beni Snassen. 2001. 176-179. 79 Así lo comunicó Barrère al ministro de Asuntos Exteriores, t 1327 di San GiulianoTittoni, 8 abril, ib 139.
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va era muy alarmante80. El gobierno pidió y obtuvo el apoyo de todos los grupos, salvo del partido socialista81. Alemania quiso dejar claro que las fuerzas de intervención deberían ser internacionales82. Esta opinión de la Nazional Zeitung no expresaba correctamente la posición oficial83. Las noticias de Fez fueron más tranquilizadoras. Los rebeldes no terminaban de unirse y no habían conseguido cortar las comunicaciones con la ciudad84. Quedaba en suspenso la expedición francesa. El gobierno alemán prefería dar tiempo al Sultán para acabar con la rebelión85. Siendo la intervención francesa provisional y de absoluta necesidad para asegurar la vida de un centenar de europeos86, Jules Cambon quiso, mediante un intercambio de notas, dejar constancia de lo que había hablado con von Kiderlen Wächter. Sería una acción similar a la expedición Seymour, del año anterior, cuyo objetivo fue liberar las legaciones en Pekín asediadas por los boxers. Mientras en Berlín aceptaban esta conducta conciliadora, en Madrid parecían desear la destrucción del poder del Sultán para quedarse con una parte de Marruecos87 Cuando se preparó una mehalla de socorro a Fez, organizada bajo la dirección del general Moinier, el gobierno español temió que detrás marcharan tropas francesas. En caso de que la situación se agravase, España actuaría más allá de la zona de influencia de Ceuta y Melilla. Se dirigiría desde Larache hacia Alcazarquivir88. Lo haría después de que iniciara su acción Francia89. Mientras mejoraba la situación en Fez y se alejaba la necesidad de una intervención francesa, en Madrid se creía que Francia habría recibido alguna advertencia alemana. Esa noticia, transmitida a Bonin por el ministro de 80 Las notas españolas sobre esa intervención, texto en francés de la nota del 6 y del 28 de abril, AAE NS Maroc 97 9-12 y 14. 81 T 44 y 45 Bonin-di San Giuliano, 7 y 9 abril, ASD DDS XL/17 137 y 145. El debate en el congreso y el senado, 350/135, 10 abril, ib. 179-180. 82 T 142 Ruspoli-di San Giuliano, París 8 abril, ib. 143. 83 Cuando el embajador Cambon habló de ello con Kiderlen Wächter, este recomendó prudencia, subrayando que la opinión pública alemana podría colocar al gobierno en dificultades. T 74 Orsini-di San Giuliano, 10 abril, ib. 153. 84 Los europeos habían salido de ella. T 8 Carignani-di San Giuliano, 10 abril, ib. 157. 85 Comentarios de Jean Cruppi a von Schön y comunicación de Cambon a subsecretario de Asuntos Exteriores, t 75 y 77 Orsini y Pansa-di San Giuliano, 11 y 13 abril, ib. 165 y 171. obre la acción de Muley Hafiz, 413/70 Carignani-di San Giuliano, 7 abril, ib. 175-176. 86 Este argumento fue utilizado por Crozier, embajador de Francia en Viena, en su entrevista con el marqués de Palavicini. 994/456 Avarna-di san Giuliano, 24 abril, ib. 265. 87 606/229 Pansa-di San Giuliano, 15 abril, ib. 213-214. 88 T 49 Bonin-di San Giuliano, 21 abril, ib. 201. La confirmación de esta noticia en declaraciones de Canalejas a la prensa, t 50, 25 abril, ib. 219. 89 376/150 Bonin-di San Giuliano, 20 abril, ib. 233. La opinión española, más serena, miró con más realismo la situación. 393/155, 26 abril, ib. 267.
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Asuntos Exteriores no concordaba con la conducta del príncipe de Ratibor, embajador en Madrid, que manifestó no haber recibido instrucciones que rectificaran la línea seguida hasta entonces. No era razonable esperar una modificación a la vista de la postura española con los alemanes con intereses mineros en la zona cerca a las posesiones españoles en el norte de África90. La evolución de los acontecimientos inquietó a la prensa alemana, incluida la moderada. Una marcha sobre Fez creaba una situación de hecho, que escapaba al control del gobierno francés91. Por eso Alemania deseaba dejar claro que el principio de libertad de comercio y de igualdad de derechos en este terreno y en el económico era intangible92. No bastaba la buena fe del gobierno francés. La ocupación de Fez desencadenaría el fanatismo xenófobo de los marroquíes. La evacuación sería irrealizable. Estas palabras de Kiderlen Wächter se reforzaban con un comentario de la Norddeutsche Allgemeine Zeitung, un diario oficioso: la intervención, incluso forzada por los acontecimientos, violaba el Acta de Algeciras. Eso devolvía a las potencias signatarias su libertad de acción. Las consecuencias eran imprevisibles93. Pensaba lo mismo Edward Grey94. Mucho más duro era el juicio de Tommaso Tittoni, embajador en París. El proyecto de Francia era ocupar Marruecos. Anunciaba que lo haría. Para eso diría que su acción era provisional. Dejaría luego correr el tiempo, hasta que se consolidase. Solamente Alemania podría desbaratar ese plan. ¿Sería el gobierno capaz de resistir la presión para que emprendiera esa aventura? No95, pese a las frases estereotipadas de Gruppi. Los embajadores de España y Alemania en Francia analizaban así las circunstancias. Los indígenas habían sentido herido su sentimiento religioso al ver a oficiales franceses al mando de las tropas del Sultán. La diplomacia y la prensa francesas exageraban lo que estaba sucediendo en Fez. Con ello creaban las razones para justificar la ocupación de la ciudad y quedarse en
90 Bonin se refiere a os consejos de prudencia que dieron a Cambon en Berlín. 358/141 Bonin-di San Giuliano, 15 abril 1911, ASD DDS XL/17 189. 91 Constituiría un protectorado de Francia sobre Marruecos. Esta conclusión de Canalejas, t 52 Bonin-di San Giuliano, 28 abril. El telegrama fue enviado a Berlín, París, Londres y Tánger, 1567, 29 abril, ib. 247 y 249. 92 T 74 Pansa-di San Giuliano, 26 abril, ib. 229. El telegrama fue envido a Madrid, 1545, Roma 27 abril, ib. 241. 93 T 80 Pansa-di San Giuliano, 30 abril, ib. 253. Enviado a París, t 1585, Roma 1 mayo, ib. 259. Sobre este artículo llamó la atención el embajador en Constantinopla, t 432 Mayor-di San Giuliano, recibido 3 mayo, ib. 273. 94 El secretario del Foreign Office creía en la sinceridad del gobierno francés. Imperialidi San Giuliano, 3 mayo, ib. 277. 95 T 168 Tittoni-di San Giuliano, 30 abril, ib. 255.
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ella. Von Schön pensaba que su gobierno dejaría actuar a Francia, sin tener en cuenta las quejas de España. Tenía dos dudas: ¿cómo asegurar los intereses económicos de los alemanes? y ¿qué reacción tendría la opinión de su país? ¿Seguiría siendo tolerante o empujaría a su gobierno a detener a Francia en Marruecos? Pérez Caballero acusaba de deslealtad al gobierno francés. Había abandonado la conducta de Briand y Pichon para iniciar la ocupación de Marruecos. Eso forzaba a España a ocupar su zona de influencia, pues no consentiría que la dominara Francia a través de un Sultán convertido en instrumento suyo96. El avance de una columna ligera francesa hacia Fez, capital de Marruecos preocupaba a la opinión española. ABC, en su edición del 29 de abril de 1911 criticaba a Francia. Era una potencia conquistadora, pero no colonizadora. Podría repetir en Marruecos lo que hizo en Túnez: quedarse con el país y llamar luego a trabajar en él a colonos españoles. La argumentación a favor de una conducta más enérgica no era compartida más que por los sectores más reaccionarios del partido conservador. La sociedad española no quería aventuras militares. Hasta ese momento, según García Prieto, el gobierno se limitaba vigilar la acción francesa, pero sin tomar decisiones. Geoffray creía que Canalejas no deseaba verse obligado a emprender una acción en Marruecos, que superaba, en esos momentos, según le dijo el propio presidente del consejo, los recursos financieros del Estado97. Estas expansiones coloquiales de Canalejas no impedían que la opinión siguiera con inquietud las operaciones militares francesas. Existía el ejemplo de Egipto98, donde terminaron quedándose los ingleses. Mientras, París, según comentaba Bunsen, había asegurado al Reino Unido que sus tropas no entrarían en Fez. Se detendrían en las afueras de la ciudad. Dejarían la ocupación de la capital a las fuerzas del Sultán. Para inquietar más a los españoles, la actitud reservada de Alemania parecía ocultar compensaciones hasta entonces desconocidas99. Las intenciones del gobierno francés estaban con-
96 El embajador español confiaba que el día en que España probara que se había violado el Acta de Algeciras y pidiera una nueva conferencia, la opinión alemana obligaría a su gobierno a intervenir. Pérez Caballero estaba a favor de una política enérgica con Francia y activa en Marruecos. T 169 Tittoni-di San Giuliano, 30 abril, ib. 257. Enviado a los embajadores en Londres y Berlín, t 1590, 2 mayo, ib. 269 y 271-272. 97 408/161 Bonin-di San Giuliano, 29 abril 1911, ASD DDS XL/17 279. 98 Había en España casi unanimidad en la convicción de que estas operaciones militares terminarían con la ocupación de Marruecos por parte de Francia. Esta no habría emprendido un esfuerzo militar tan grade y costoso, si no pensase establecer un protectorado de facto. Con eso se violaba el Acta de Algeciras y los acuerdos bilaterales con España. 419/164 Bonin-di San Giuliano, 3 mayo, ib. 323-324. 99 T 55 Bonin-di San Giuliano, 3 mayo, ib. 283.
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signadas en una nota verbal entregada al ministro de Asuntos Exteriores100. Estas declaraciones, aparecidas en la agencia Havas, fueron distribuidas a todos los diarios101. En Berlín aseguraban que no habían mudado su actitud102. No pensaba así el gobierno de Canalejas103. Sabemos que esos días había ya un acuerdo entre Madrid y París para proceder en común, si la situación exigiera ir más allá de lo previsto y que había sido comunicado a las otras potencias. Para el 7 de mayo estaba clara la necesidad de ocupar Fez104. El embajador von Schön descartaba que su país lo aceptara105. Si Alemania consintiera esa violación del Acta de Algeciras, malgastaría su prestigio de gran potencia. Nada podría indemnizarla por esa pérdida106. Jules Cambon quiso asegurar al gobierno alemán que Francia mantenía la promesa hecha107. Lo repetiría llegado el momento de
100 T 1619 di San Giuliano a los representantes de Italia en Londres, Madrid, París, Berlín y Tánger, 4 mayo, ib. 285. E. Grey creía en la palabra dada por el gobierno francés. T 1633 A. di San Giuliano-representantes en París, Berlín y Tánger, 5 mayo, ib. 287. Se incluía la comunicación de los embajadores en Londres, recibida ese mismo días, y en Madrid, recibida e 3 de mayo. 101 Tittoni juzgaba que eran el resultado de las presiones de Alemania y de la resistencia de Juan Pérez Caballero, embajador español en París. T 183 y 184 Tittoni-di San Giuliano, 6 mayo, ib. 297 y 299. 102 T 82 Pansa-di San Giuliano, 6 mayo, ib. 295. 103 Nota confidencial española manifestando sus quejas por el modo como entiende Francia el cumplimiento de estos acuerdos existentes, Texto en francés, AAE NS Maroc 97 15-21. 104 Un informe sobre los movimientos de tropas, 535/86 Carignani-di San Giuliano, Tánger 5 mayo, ASD DDS XL/17 361-362. Francia anunció a Italia que se veía obligaba a ocupar Fez. T 1684 A. di San Giuliano-representantes de Italia en Berlín, Londres, Madrid, París, San Petersburgo Tánger Viena y Washington, 8 mayo, ib. 319. Uno de los motivos: el Sultán no podía pagar a sus tropas. Y eso anunciaba un estado de anarquía. Así se lo comunicó Crozier a Pallavicini, t 167 y 172 Avarna-di San Giuliano, Viena 12 y 17mayo, ib. 357 y 395. 105 El embajador alemán dijo al gobierno francés que un Sultán, sostenido por las bayonetas francesas no sería independiente. En esas condiciones se traicionaba lo aprobado en la Conferencia de Algeciras. Noticia transmitida por el embajador Tittoni y enviada a los embajadores en Berlín, Madrid y Londres, 1683, ib. 317. Sobre el clima chauviniste y los ataques de la prensa francesa a su gobierno, por creerle que actuaba con poca firmeza, t 188 Tittoni-di San Giuliano, 9 mayo, ib. 327. 106 Así se lo había dicho su colega español en Londres. T 130 Imperiali-di San Giuliano, 7 mayo, ib. 305. Las complicaciones en Marruecos, t 186 Tittoni-di San Giuliano, 7 mayo, ib. 311. Tittoni recoge un comentario de L’Éclair: Canalejas quiere poner a España respecto a Francia en la misma postura en que Crispi situó a Italia. El telegrama de Imperiali se transmitió a los embajadores en Madrid, Berlín y París, 1680, 8 mayo, ib. 315. 107 Cambon estaba seguro de que habría una respuesta alemana a la ocupación francesa. Por eso no la aprobaba. T 83 Pansa-Tittoni, 9 mayo, ib. 329. Las dudas del gobierno español, 427/166 Bonin-di San Giuliano, 6 mayo, ib. 345. Arthur Nicolson dijo al embajador italiano que prefería espera acontecimientos, t 130 Imperiali-di Sa Giuliano, 11 mayo, ib. 347.
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justificar la acción sobre Fez108. Si Alemania recuperaba su libertad de acción, una vez denunciado de hecho lo pactado en Algeciras, podría perderse todo lo conseguido desde 1909109. El mismo 8 de mayo, el embajador de España en Roma comunicaba las medidas tomadas por el gobernador general de Ceuta, para defender la seguridad en el comercio y evitar robos110. Como ya había adelantado el embajador a von Schön, Francia tendría que enfrentarse a la oposición de los firmantes del Acta de Algeciras, si deseaba controlar Marruecos, poniendo como tapadera de su poder la figura del Sultán. España, a la que los acuerdos de 1904 reconocían una zona de influencia, respetaría la soberanía de Muley Hafiz en ella, mientras pudiera actuar como un verdadero soberano111. Francia no parecía dispuesta a negociar con España112, pero cambió de actitud113. Comunicó el 15 de mayo a las potencias presentes en la Conferencia de Algeciras la necesidad de ocupar Fez, manteniendo intactos los principios convenidos por todas ellas en 1906: integridad de Marruecos, soberanía del Sultán y libertad de comercio114. Estaba previsto que la columna francesa llegara a Fez el 22 de mayo. El 24 publicó la prensa que habían entrado en la ciudad115. No era una buena noticia. Para Iswolsky, la decisión fue un error116. Francia se metía en un engranaje del que no le sería fácil salir. ¿Cómo fijar T 87 Pansa-di San Giuliano, 15 mayo, ib. 381. Comentario de Geoffray al embajador italiano. 481/185 Bonin-di san Giuliano, 20 mayo, ib. 457. El partido colonial francés había empujado al gobierno, según su embajador en Madrid, a una situación carga de riesgos y llena de contradicciones. 110 Texto oficial de esta comunicación del marqués de Valdeterrazo, 7 mayo, ib. 359-360. T 1685 A. di San Giuliano-representantes de Italia en Berlín, Londres, París y Tánger, 8 mayo, ib. 321. Francia no se habría opuesto y estaba dispuesta a estudiar con España la realización de lo convenido en 1904, a la vista de la evolución de los acontecimientos en Marruecos. Así se lo había comunicado Geoffray a García Prieto. T 59 Bonin-di San Giuliano, 9 mayo, ib. 333. 111 Esta era la tesis de Pérez Caballero. T 19 Tittoni-di San Giuliano, 9 mayo, ib. 331. 112 Conversación con Geoffray, t 61 Bonin-di San Giuliano, 13 mayo, ib. 367. Sabemos que E. Grey pidió a Francia que se entendiera con España en los asuntos de Marruecos. Así se lo dijo Pérez Caballero, t 191 Tittoni-di San Giuliano, 11 mayo, ib. 349. Iswolsky, embajador de Rusia, invitaba a Jean Cruppi a negociar, t 194, 13 mayo, ib. 369. 113 Así se lo dijo Gruppi, ministro de Asuntos Exteriores., t 199 Tittoni-di San Giuliano, 17 mayo, ib. 399. 114 La comunicación de Camille Barrère el 16 de mayo, t 1802 di San Giuliano-Pansa, 18 mayo, ib. 405. La situación en Marruecos, 584/89 Carignani-di San Giuliano, 10 mayo, ib. 4131-414 115 Un relato, 595/99, 603/100 y 617/100 Carignani-di an Giuliano, 26 y 30 mayo y 2 junio, ib. 498-491, 525-526 y 529. 116 El embajador ruso recordaba que él mismo envió las tropas rusas a Irán, peor no consintió que entraran en Teherán. T 216 Tittoni-di San Giuliano, 24 mayo, ib. 443. Grey opina108
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que el orden ha quedado asegurado y la autoridad del Sultán, restablecida?117 Le recordarían que las promesas deben cumplirse118. No parecían ir por buen camino las cosas119. El-Mokri, el ministro más poderoso del Majzén, era tenido como portavoz del gobierno francés120. La primera complicación fue que tropas españolas desembarcaron en Larache121. Días más tarde, agravada la situación en las cercanías de Alcazarquivir, el gobierno anunció el envío de algunas cañoneras a Larache122. Protestó el embajador Geoffray. La prensa condenó el gesto de España y atacó a Inglaterra, a quien se culpaba de haber permitido ese acto123, que, según Jean Cruppi advertía a Pérez Caballero, debería ser examinado por las poba que Marruecos era siempre un problema amenazante. La mejor garantía de que la acción francesa no crearía complicaciones: que Alemania dejara tiempo para que la misión se cerrara con éxito. T 155 Imperiali-di San Giuliano, 26 mayo, ib. 451. 117 Imagen usada por el embajador Geoffray. 481/185 Bonin-di San Giuliano, 20 mayo, ib. 457. 118 Esa era la reacción del gobierno alemán. T 93 Pansa-di San Giuliano, 28 mayo, ib. 459. 119 Le Matin anunciaba el 28 de mayo que Muley Hafiz había pedido el protectorado de Francia. Esa salida desacreditaba al ministro Jean Cruppi. Podía ser una maniobra de Regnault, el ministro de Francia en Tánger, puesta en escena previo acuerdo con El-Mokri, que se apresuró a desmentir la noticia. T 227 y 230 Tittoni-di San Giuliano, 28 y 30 mayo, ib. 461 y 469. Era igualmente falso que el Sultán hubiese solicitado la permanencia de las tropas francesas, t 69 Bonin-di San Giuliano, 2 junio, ib. 483. 120 1379/627 Tittoni-di San Giuliano, 3 junio, ib. 515. Sobre el predominio francés en la corte de Muley Hafiz, 797/144 Carignani-di San Giuliano, 2 julio, ib. 893. 121 El motivo, el asesinato de un protegido de España y de sus dos hijos, mientras estaban en el puerto de Larache dos barcos españoles. No podía dejar el gobierno español la impresión de no cumplir sus deberes. La acción se limitaba a que desembarcara la tripulación. Respetaba el Acta de Algeciras. Su objetivo era reforzar el escaso tabor de policía. Esa era la versión dada por el gobierno español. 671/113 Carignani-di San Giuliano, 12 junio, ib. 613ter-614. Un resumen de la nota entregada al gobierno italiano, t 2121 y 2145 di San Giuliano a los embajadores en Berlín, Viena, Londres, París, Madrid Tánger, 12 y 13 junio, ib. 539 y 541 y 553. La declaración del desembarco como operación de policía. El embajador en Roma dijo que España procuraba conservar la buena amistad con Francia y respetaba los compromisos firmados en Algeciras, t 2169 di San Giuliano-representantes en Londres, Berlín Madrid, París y Tánger, 15 junio, ib. 583. 122 Un informe sobre estos hechos, 555/213 Bonin-di San Giuliano, 12 junio, ib. 585586. Las explicaciones por parte española, en la nota enviada por el marqués de Villasinda, ministro en Tánger, 10 de junio, como anexo a 674/116 Carignani-di San Giuliano, 13 junio, ib. 613-614b. 123 T 74 y 259 Bonin y Tittoni-di San Giuliano, 11 de junio,, 535-537. Marruecos apeló al Acta de Algeciras. Vid. un resumen de la nota del Sultán, t 2154 a los embajadores de San Petersburgo y Viena, 13 junio, ib. 557 Grey dio que no quería hablar sobre Marruecos, aunque consideraba que podría convertirse en un grave problema. Podrían contribuir a que fuera así acciones como la de España en Larache, t 179 Imperiali-di San Giuliano, 14 junio, ib. 573.
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tencias signatarias del Acta General de Algeciras. Un primer dato: Alemania aprobaba la conducta del gobierno de Canalejas124. Abiertas las Cortes, el 8 de mayo se debatió en el Senado y en el Congreso la situación de Marruecos. En el Congreso, Pablo Iglesia y Canalejas. En el Senado, García Prieto quiso diferir la discusión mencionando negociaciones en curso con Francia. El gobierno español había entregado a Geoffray dos notas indicando que se daban las circunstancias previstas en los acuerdos de 1904: Marruecos estaba en crisis y había un estado de anarquía y descomposición de su unidad. Jean Cruppi autorizó al embajador a iniciar conversaciones con el ministro de Estado, en el marco de los acuerdos de 1904, incluidos los existentes con el Reino Unido, y del Acta de Algeciras. Todo esto había sucedido hasta el 30 de abril. Desde entonces, nada. Eso revelaba la incertidumbre del gobierno español. No sabía qué hacer. Parecía haber dejado satisfecha a la opinión con las medidas adoptadas en torno a Ceuta125. En un discurso pronunciado en el Congreso el 16 de mayo, Gumersindo de Azcárate pidió al gobierno claridad. Debería dejar de estar al albur de lo que Francia hiciera. Canalejas, sin precisar nada, aseguró que España no emprendería una misión de conquista, pero no consentiría que sus posesiones quedaran bloqueadas126. Es decir: prudencia, pero sin descartar que hubiera que complicarse en una acción más amplia que la que acababa de realizarse en torno a Ceuta. ¿Qué había en realidad? Una decisión de no tomar iniciativas, pero si se viera forzada a ellos, España marcharía hacia Tetuán, porque esa empresa no sería impopular. Con todo, el gobierno sabía que esa expedición sería utilizada contra la dinastía. Frente a esa amenaza subversiva, la advertencia de Canalejas: no se tolerarán manifestaciones ilegales contra la política del gobierno en Marruecos. El 22 de mayo las tropas españolas se apoderaron del monte Negrón, entre Ceuta y Tetuán. No existía la intención de ocupar la ciudad. Era una operación de policía 127. España quería Tetuán. Canalejas dijo
Un resumen con el telegrama de París, 2155 di San Giuliano-embajadores en Londres, Madrid y Berlín, 14 junio, ib. 565-567. En esos momentos El-Mokri se hallaba en París. 125 Esta actitud pacificadora y conciliante era compartida por el gobierno de Berlín, según comunicó a su colega italiano el Príncipe de Ratibor, embajador alemán en Madrid. 445/170 Bonin-di San Giuliano, 10 mayo 1911, ASD DDS XL/17 389-390. 126 Reiteró esas mismas afirmaciones el 8 de junio. 127 Nada más conocerse la noticia, los republicanos de Cáceres convocaron un mitin. 473/181 Bonin-di San Giuliano, 17 mayo, ib. 423. 124
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que fue uno de los puntos tratados en las conversaciones con el embajador francés128. Presentada por España la propuesta de negociar con Francia y paralizada desde el 30 de abril, el ministro de Estado entregó dos semanas más tarde al embajador una lista de cuestiones: revisión de los acuerdos de 1904, reglamento minero, empréstito, ferrocarril Alcázar-Tánger... Geoffray juzgaba que se trataba de conversar, no de negociar, por eso aceptó sin más el extenso documento que le presentaron. En las conversaciones, García Prieto se mostraba desconfiado. Se endureció el lenguaje de algunos diarios que el embajador consideraba oficiosos. Citaba a El Imparcial129. Si pensaba España que Muley Hafiz era un instrumento de Francia, era normal que se opusiese a las medidas del Sultán en su zona de influencia y exigiera que cualquier decisión de este tuviera previamente su aprobación. París no aceptaba la hipótesis y afirmaba que la soberanía de Muley Hafiz era plena130. Así estaban las cosas. Los diputados del partido republicano radical firmaron un manifiesto explicando su posición en el debate: contra la guerra, pero no por la abstención. España no podía negar su presencia en todas las conferencias internacionales sobre Marruecos ni los vínculos de “intimidad” que la unían con este pueblo131.
128 Aunque Moret consideraba que toda empresa que nos e limitara a defender las posesiones españolas sería una “colosal imprudencia”, se sabía que al Rey no le disgustaba la ocupación de Tetuán. 506/197 Bonin-di San Giuliano, 29 mayo, ib. 481. 129 459/177 481/185 Bonin-di San Giuliano, 15 y 20 mayo 1911, ASD DDS XL/17 435 y 457. 130 Así las cosas, Pérez Caballero manifestó que solo la intervención de Alemania podría permitir a España exigir sus derechos frente a Francia. T 232 Tittoni-di San Giuliano, 30 mayo, ib. 471. Las gestiones de Polo de Bernabé en Berlín, t 100 Pansa-di San Giuliano, 6 junio, ib. 501. 131 “Nuestro voto en el asunto de Marruecos ha estado con el de los enemigos de la guerra y, principalmente, con el de los enemigos de la insensatez”, que es la única explicación de lo que sucedió el 27 de julio de 1909 en el Barranco del Lobo. Octavio Ruiz Manjón, El Partido Republicano Radical 1908-1936), Madrid 1976, 94.
XIV. MARRUECOS Y LAS RELACIONES DE ESPAÑA CON FRANCIA Y EL REINO UNIDO
Ignorancia y distancia respecto a Marruecos denunció Ortega en los políticos españoles. Se opuso Merry del Val, ministro de España en Tánger, a que Ambrosio Huici Miranda, un arabista ilustre1, le acompañara en su visita a Fez. Era un signo de la “inepcia triunfante” de quien ignoraba que en el Rif y en general en Marruecos casi se habla español, hay más españoles que de cualquier otra nación europea, y cien mil judíos hermanos conservan la lengua española. Cunningham Graham, un inglés estilista, demócrata y viajero, tuvo que explicar a Silvela dónde estaba Santa Cruz de la Mar Pequeña, hoy conocida como Ifni, para diferenciarla de Mar Chica2. Nunca dejó como mera espectadora a Alemania la acción francesa en Marruecos. No dudaba von Schoen de la buena fe y de la honestidad del ministro Gruppi, pero por encima de él había influencias más poderosas. En realidad Francia había establecido en Marruecos un verdadero protectorado, aun dejando a salvo las apariencias de soberanía del Sultán. Se equivocó Alemania cuando no se opuso a que las tropas del Sultán fueran entrenadas por instructores franceses. Eso violaba el Acta de Algeciras, que sólo permitía que hubiera instructores para formar la policía. Creía von Schoen que fue un error no incluir en el acuerdo de 1909 a España, tal como solicitaba el gobierno de Madrid3. Las intenciones intervencionistas del gobierno las denunció el diputado Miguel Villanueva Gómez. El ex ministro de Marina dijo que ni los acuer-
1 El año anterior Huici publicó Los estudios árabes y el africanismo español, Madrid, G. P. Maisonneuve et Larouse, 1910. 2 José Ortega y Gasset, “ Libros de andar y ver”, publicado en El Imparcial, 31 mayo 1911, en Obras Completas I (1902-1916), séptima edición, Revista de Occidente, Madrid 1966, pp. 172-173 3 1400/641 Tittoni-di San Giuliano, 6 junio 1911, AD DDS XL/17 519. Von Schön ignoraba las intenciones de su gobierno. T 251 Tittoni-di San Giuliano, 12 junio, ib. 549.
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dos de 1904 ni el Acta de Algeciras autorizaban a España a seguir la conducta de Francia. Su razonamiento, el de siempre: tenía el país muchos problemas pendientes, incluido el dinástico, que no le consentían asumir riesgos. Desagradó esta advertencia a todos los partidarios de la expansión en Marruecos, los militares, los conservadores, los carlistas y algunos que estaban en el partido liberal. En su respuesta, Canalejas, como siempre, estuvo difuso, sin precisar sus intenciones. Repitió que no deseaba lanzarse a aventuras guerreras, pero que defendería los intereses españoles en Marruecos y no olvidaría los deberes asumidos por España en tratados que estaban en vigor. Siendo indiscutible la importancia de Marruecos para España, la mejor solución era que todo siguiera igual, hasta que el país estuviera preparado para intervenir con ventaja en una modificación del statu quo. Mientras, si algo ocurría que pudiera cambiarlo, y una potencia desease beneficiarse a costa suya, necesitaba España que otra lo impidiese. Desde el punto de vista de derecho internacional, tenía dos factores en contra. Primero, los acuerdos de 1904, resultado del artículo VIII de los firmados entre Inglaterra y Francia, situaban a España en inferioridad frente a Francia. La diplomacia española tenía ahí su talón de Aquiles. El segundo, la oposición entre aquellos acuerdos y el Acta de Algeciras a la cual apelaban los diarios franceses para oponerse a las pretensiones de Madrid. Para evitar que argumentasen contra ella con estos mismos argumentos, Francia invocó para su acción en Fez el derecho de cada país a defender la vida y los bienes de sus nacionales. El gobierno alentaba la publicación de noticias alarmantes sobre la seguridad de 19 españoles residentes en Alcazarquivir, cosa que desmentía el gobierno francés4. Que la intervención española se basara en razones de política interna y no contara con el apoyo de otra potencia era la mejor señal, según Arthur Nicolson5. Los diputados del partido republicano radical firmaron un manifiesto explicando su posición en el debate: estaban contra la guerra, pero no por la abstención. España no podía negar su presencia en todas las conferencias internacionales sobre Marruecos ni los vínculos de “intimidad” que la unían
4 El embajador italiano dudaba de la fortaleza de Canalejas para resistir la presión de los militares. Terminaría desembarcando las tropas en Larache, sin tener en cuenta las carencias en su ejército, en su economía y el clima moral necesario para una empresa como esa. 551/211 Bonin-di San Giuliano, 9 junio 1911, ASD DDS XL/17 561-563. La situación en la ciudad era tranquila, ha dicho Geoffray a García Prieto, t 75 Bonin-di San Giuliano, 14 junio, ib. 579. 5 T 181 Imperiali-di San Giuliano, 16 junio, ib. 595.
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con este pueblo6. Pensaba igual Ortega y Gasset. “La política de Marruecos, de la manera que don Julián Ribera, por ejemplo, la formuló en 1901 –véase La Lectura de aquel año–, sigue siendo posible. Lo que es imposible y además absurdo y luego irritante y, sobre todo, necio, es la guerra de Marruecos en gran parte ni en pequeña”. Muchos hombres públicos españoles creyeron que el problema se resolvió en Algeciras. Olvidaban que la política internacional “es, a lo sumo, un mecanismo de precauciones para que la política verdadera, la activa, la constructora, la eminentemente histórica, no sea imposible”. Debería hablarse de Marruecos en todos los ministerios, menos en el de la Guerra y Marina7.
1. La negociación franco-española y Agadir La protesta de Francia por la acción de España en Larache se encauzaba. Jean Cruppi prefería hablar con Pérez Caballero antes de recurrir a las potencias signatarias del Acta de Algeciras. No era fácil el entendimiento, pues cada parte usaba argumentos jurídicos, que remitían a convenios diferentes. Francia a los de 1904, España al Acta de Algeciras. Para justificar en ella la intervención española, se necesitaba el consentimiento del Sultán. Este no la había pedido y había protestado por ella8. Como una salida, Inglaterra propuso que España conservase Larache y se marchase de Alcazarquivir. No fue aceptada. Había una decisión de fondo: seguros de que el Sultán no cumpliría sus obligaciones financieras con España, Pérez Caballero confesaba que, al menos, se quedarían con Larache y Alcazarquivir Abandonar sería un suicidio9. 6 “Nuestro voto en el asunto de Marruecos ha estado con el de los enemigos de la guerra y, principalmente, con el de los enemigos de la insensatez”, que es la única explicación de lo que sucedió el 27 de julio de 1909 en el Barranco del Lobo. Octavio Ruiz Manjón, El Partido Republicano Radical (1908-1936), Madrid 1976, 94. 7 José Ortega y Gasset, “Una descripción de la política internacional”, publicado en El Imparcial, 14 junio 1911, en Obras Completas I (1902-1916), séptima edición, Revista de Occidente, Madrid 1966, pp. 181. 8 Un resumen de las conversaciones, 568/217 Bonin-di San Giuliano, 15 junio, ASD DDS XL/17 613bis-614bis. Texto de la protesta, fechada el 12 de junio, como anexo a 672/114 Carignani-di San Giuliano, 13 junio, ib. 614 quater-614bis. 9 Si los españoles no hubieran entrado en Alcazaquivir, lo habrían hecho los francesas. Esta convicción de Canalejas era compartida por el embajador de Italia en Madrid, t 2190 di San Giuliano-representantes en Berlín, Londres, París, San Petersburgo, Viena y Tánger, 17 junio 1911, ib. 599. Mientas se negociaba en Berlín entre Alemana y Francia, España desembarcó más tropas con artillería y munición. T 32 Carignani-di San Giuliano, 13 julio, ib. 823.
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Ese estancamiento, sostenido en términos correctos, sólo tenía una objeción: cualquier incidente podría agravar las cosas10. ¿Era una prenda de cara a un próximo reparto de Marruecos? Ese pensaba el embajador Geoffray. Pese a la indicación de Edward Grey al marqués de Villaurrutia, España tardó en declarar que su presencia era temporal. Cuando lo hizo, usó los mismos términos que Francia para explicar su ocupación de Fez11. Días antes Canalejas había asegurado que España respetaba los tratados y desmentido que pensara ampliar su ocupación del territorio en Marruecos12. Estaban suspendidas las conversaciones entre Madrid y París13. Arthur Nicolson se manifestó en desacuerdo con la nota española, porque las condiciones que había que cumplir para que salieran de los puertos ocupados eran muy difíciles14. La negociación iniciada entre España y Francia quedó detenida tras la acción alemana sobre Agadir y la conversación abierta entre Jules Cambon y Kiderlen Wächter en Berlín. Solucionar ese incidente era previo a la negociación hispano-francesa15. ¿Se limitaría a asuntos bilaterales o afectaría lo convenido entre París y Berlín a los intereses españoles? Quedaba un mal recuerdo de lo sucedido en febrero de 1909. La opinión española era muy susceptible. Veía en todo una forma de incrementar las ventajas de Francia y Alemania a costa de España16.
T 254 y 259 Tittoni-di San Giuliano, 16 junio, ib. 593 y 597. T 83 Bonin-di San Giuliano, 20 junio, ib. 613. La información de Polo de Bernabé a Kiderlen Wächter, t 110 Pansa-di San Giuliano, 21 junio, ib. 615. Comunicación del embajador en Roma, 2328 di San Giuliano-representantes en Madrid, París, Viena Berlín, Londres y Tánger, 24 junio, ib. 629-633. 12 570/219 Bonin-di San Giuliano, 18 junio, ib. 625 ter. Por eso el marqués de Villasinda respondió que a protesta de Mohamed El Ghebbas “manquent de fondement”, anexos a 689/120 Carignani-di San Giuliano, 19 junio, ib. 641-642. 13 T 2265 di San Giuliano-representantes en Londres, Berlín, París, Viena y Tánger, 22 junio, ib. 619-621. 14 T 193 Imperiali-di San Giuliano, 27 junio, ib. 643 15 Jean-Claude Allain, Agadir 1911, Paris Publications de la Sorbonne 1976 Allal Elakhdimi, “La crise d’Agadir (1911) et les relations germano-marocaines”, Les Actes du Grand Colloque d’Agadir, Agadir Faculté de Lettres 1990. Vincent Cloarec, “Raymond Poincaré et la diplomatie française en Méditerranée orientale à la veille de la première guerre mondiale: une préfiguration de la politique mandataire?”, Revue d’Histoire Diplomatique 114 (2000) 25-52. El testimonio de dos protagonistas en esta crisis, Raymond Poincaré, Le lendemain d’Agadir 1912, Paris Plon-Nourrit et Cie, 1926.. Otras referencias, Au service de la France: neuf années de souvenirs, Paris,: Plon 1945, 10 v. Joseph Caillaux, Mes mémoires, Paris, 1943. Pierre Albin, La guerre allemande: d’Agadir, a Sarajevo 1911-1914, Paris, Félix Alcan, 1915. La querelle franco-allemande: le “Coup” d’Agadir, Paris, Félix Alcan, 1912. André Tardieu, Le mystère d’Agadir, Paris, Calmann-Lévy 1912. 16 El Imparcial, propiedad del ministro de Fomento, invitaba a hacer inversiones en aquella zona. 652/523 Bonin-di San Giuliano, 14 julio, ib. 865-866. 10 11
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Era evidente que España no abandonaría Alcazarquivir. Canalejas habló de 50000 soldados para defender su posesión. No saldría de la ciudad, aunque Francia evacuara Fez. Estaba dispuesto Canalejas a negociar. Deseaba que estuvieran presentes las cuatro potencias interesadas, Francia, el Reino Unido. Alemania y España, y que se respetaran la dignidad y los intereses españoles17. A mitad de julio había un proyecto de declaración. Días más tarde había un borrador de acuerdo y de convención franco-española, redactado en sus veinte artículos el 1 de julio18. Con motivo de los incidentes de Agadir el embajador alemán en Roma entregó al ministerio de Asuntos Exteriores una pro-memoria. Ni dio ni se le dieron explicaciones. El marqués de San Giuliano parecía desear comunicar a Alemania la existencia de un acuerdo con Francia. Encargó al embajador Tittoni que se presentara en el ministerio de Asuntos Exteriores. Confiaba San Giuliano que el incidente se resolviera de modo satisfactorio para todos. El barco alemán tenía una tripulación de 125 hombres. Nadie había hablado de desembarco19. Tittoni consultó a Casimir de Selves, el ministro de Asuntos Exteriores, si era oportuno comunicar a Alemania la existencia de los acuerdos de 1902 sobre Tripolitania y Marruecos20. La respuesta fue negativa por parte del ministerio francés y de su embajador en Roma. En Berlín debían saber que Italia, además de su compromiso con la Triple Alianza, tenía otro con Francia. El marqués de San Giuliano dijo que ese dato explicaría a Berlín la conducta de Italia en Marruecos21. Legrand, encargado de negocios, en ausencia de Barrère que estaba en Camaldoli, consideró que las referencias al acuerdo hechas varias veces en el parlamento de cada uno de los dos países, eran suficientes. Además implicaba menos riesgos. “La suggestion italienne doit donc être repoussée sans réserve”22.
17 Canalejas confirmó que la paz estuvo en peligro. Grey dijo a Villaurrutia que la acción alemana podría desembocar en una guerra. T 104 Bonin-di San Giuliano, 18 julio, enviado al ministro en Tánger, 2724, 19 julio, ASD DDS XL/17 879 y 883, 18 Texto en francés, AAE NS Maroc 97 34-37, 39-42, 45-53 y 54-63 y 81-96. Un documento con el resumen de las relaciones España-Francia sobre Marruecos, ib. 65-72. 19 Tc 247 Legrand, encargado de negocios, 2 julio 1911, AAE CP NS Italie 21 341. 20 La frase que podría comunicarse de forma confidencial y oficiosa era: “Chacune des deux Puissances pourra librement développer s sphère d’influence dans les régions susmentionnées au moment qu’elles jugeront opportun et sans que ‘action de ‘une d’elles soit nécessairement subordonné à celle de l’autre”. 21 Comunicación secret 363 Maurice Herbette-Barrère, Paris 2 julio, ib. 340. 22 Tc 1 y 251 Barrère-Herbette y Legrand Herbette, Camaldoli y Roma 4 julio, ib. 343344.
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El ministro de Asuntos Exteriores italiano dijo a Barrère que, como consecuencia de lo que estaba pasando en Marruecos, era inevitable una intervención de Italia a Tripolitania. Eso provocaría reacciones en la opinión. Otra razón, según él, para comunicar a los diplomáticos italianos la noticia23. Los temores de Edward Grey se confirmaban. Las acciones de España y Francia propiciarían iniciativas similares por parte de otras potencias. Lo confirmaba la presencia del Panther en Agadir a petición de algunos comerciantes alemanes, residentes en aquel puerto. Hasta que no volviera la tranquilidad, no saldría del puerto el barco24. A esta explicación oficial, Jagow, embajador alemán en Roma, añadió que la situación en Agadir era más grave que la de Fez. En aquella ocasión, su país no protestó ni se opuso. Francia había ido sobrepasando los encargos recibidos en Algeciras. Los acuerdos allí tomados eran una quimera. Donde no había fuerzas españolas o francesas, existía inseguridad. Dudaba que volviera a restablecerse la calma. Por eso la permanencia del barco alemán en Agadir podría durar. Era probable un desembarco. Y lo más importante: en Berlín estaban dispuestos a negociar un arreglo definitivo de la cuestión de Marruecos. Italia respetaría sus acuerdos con Francia respecto a Tripolitania. A esa lealtad subordinaba la cooperación que podría ofrecer a una iniciativa alemana en este terreno25. Ese gesto estaba destinado también a la opinión alemana. Se rompía así la sensación de que el gobierno estaba impasible ante los sucesos en Marruecos26. Ese acto fue una sorpresa para Francia. Caillaux pidió calma a la prensa. Le Temps acusó a Berlín de haber violado el acuerdo de 190927. La cortesía en las palabras no ocultaba el dramatismo de los hechos. Schön dijo a De Selves: las ocupaciones efectuadas por Francia y España habían inducido a Alemania a tutelar sus intereses en la zona no ocupada. En la conversación 218 Barrère-Selves, 10 julio, ib. 345-346. Se trataba de la cañonera Panther, con 500 marineros a bordo. Sería relevada por el crucero Berlín, con 400 tripulantes a bordo. Sobre la actitud del Sultán, de extrañeza por el hecho, pero de satisfacción porque lo realizara Alemania, vid. un resumen del telegrama de Carignani en t 2596 A. di San Giuliano-Bonin, 10 julio 1911, Un relato, 796/143 Carignanidi San Giuliano, 12 julio, ASD DDS XL/18 765 y 889-891. 25 Pro-memoria entregada por el embajador de Alemania en Roma y t 2433 al embajador en París y a los representantes de Italia en Berlín, Londres, Madrid, San Petersburgo, Washington y Tánger, 1 julio 1911, ib. 651-655. La comunicación alemana al Sultán, t 23 Carignani-di San Giuliano, 1 julio, ib. 657. Las tropas alemanas no habían desembarcado. 832/155 Carignani-di San Giuliano, 20 julio, ib. 1005-1006. 26 T 117 Pansa-di San Giuliano, 2 julio, ib. 659. 27 El debate en la prensa y la condena contra Regnault, a quien se acusaba de defender más los intereses de Marruecos que los de Francia, t 312 Tittoni-di San Giuliano, 3 julio, ASD DDS XL/18 679. 23
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con él, Caillaux reconoció al embajador que la independencia del Sultán era aparente. Estaba bajo la tutela de Francia28. ¿Era esa decisión alemana una forma de conseguir que España y Francia se retiraran de Fez y de Larache y Alcazarquivir?29 ¿Era una discreta, pero inteligible, amenaza a Francia, a pesar de que el príncipe de Ratibor aseguraba que no existía un acuerdo con España?30 La decisión afectaría negativamente a las relaciones entre Alemania y el Reino Unido31. Para despejar dudas, Grey respondió a la notificación de Alemania: sus intereses nacionales exigían al gobierno inglés estar presente en cualquier negociación sobre Marruecos. Había cuatro potencias afectadas. Eso incluía a España32. La estrategia del gobierno se mantenía en la línea trazada hasta entonces: statu quo ante y respeto al Acta de Algeciras. No era fácil conseguir ese objetivo después de todo lo que había pasado en los meses anteriores. Un reparto de Marruecos provocaría complicaciones muy peligrosas. A las pretensiones de España y Francia habría que sumar las del Reino Unido sobre Tánger y quizás sobre Tetuán. Sin entrar en las propuestas que Jules Cambon traería de París, la postura alemana era la de siempre: igualdad entre todas las potencias. Eso afectaba ahora a la construcción del ferrocarril Tánger-Fez33. Para Inglaterra, desde el punto de vista diplomático, las cosas seguían igual: respetaba sus acuerdos con Francia. No había girado hacia Alemania. Creía que el asentamiento de la marina alemana en un puerto sobre el Atlántico era un riesgo. Podría convertirse en una base para operaciones militares34. 28 Cruppi se había engañado creyendo que la cortesía en las formas rebajaba el valor de las reservas con las que Alemania reaccionaba a la actividad de Francia en Marruecos. T 305 Tittoni-di San Giuliano, 3 julio, ib. 667. 29 Esa era la opinión del conde Aerenthal, t 275 Avarna-di San Giuliano, 2 julio, ib. 669. 30 Eso pensaba el ministro de España en Tánger, t 24 y 94 Carignani y Bonin-di San Giuliano, 3 julio, ib. 673 y 675. Agadir estaba en la zona de influencia asignada a Francia por el tratado de 1904. Pérez Caballero, al señalar ese dato, sospechaba que hubiera un acuerdo entre Berlín y París a costa de España. El embajador von Schön lo desmintió. T 314 y 318 Tittoni-di San Giuliano, 4 y 6 julio, ib. 683 y 707. 31 Este comentario del conde de Ärenthal, t 776 Avarna-di San Giuliano, 7 diciembre, ib. 1579. 32 T 121 Pansa-di San Giuliano, 6 julio, ib. 709. 33 Echaba ahora en falta el gobierno alemán a Théophile Delcassé, porque era una persona con autoridad para poder negociar seriamente con Francia. T 119 Pansa-di San Giuliano, 4 julio, ib. 681-682. Todas estas informaciones, dada la gravedad de la situación, fueron enviadas el 5 de julio a los embajadores italianos y al ministro en Tánger, t 2476 y 2489, ib. 685696 y 697-704. 34 En esa continuidad de los liberales con la política conservadora, habría que tener presente el acento pacifista que había tenido siempre su política internacional, t 210 Imperiali-di San Giuliano, 5 julio, ib. 705.
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Las cosas habían cambiado. Grey juzgaba prematura una negociación, pero reconocía que los acuerdos con Francia quedaban superados. Si Berlín deseaba revisar lo convenido respecto a Marruecos, se equivocó de camino35. Podría haber aprovechado la buena disposición inglesa y haber pedido abiertamente una negociación. Ahora se esperaba el Reino Unido que las propuestas alemanas no lesionaran sus intereses. Eso significaba: que Agadir no se convirtiera en una base naval36. García Prieto se apuntaba a la posibilidad de arreglar la cuestión de Marruecos. Juzgaba oportuno que Italia o Rusia mediaran37. La evacuación de Fez no restablecería el statu quo ante38. Agadir estaba próxima a las Canarias y a Santa Cruz de la Mar Chica, Ifni39. Aunque Italia, en virtud de sus acuerdos con Francia, no se opondría a su acción en Marruecos, sin embargo, dadas las consecuencias para ella una modificación del escenario, se consideraba con derecho a participar en una negociación que fijara los nuevos términos en que se establecía el equilibrio en el Mediterráneo40. La situación se desbordaba y afectaba a la seguridad en Europa. Kiderlen Wächter justificaba la acción en Agadir como una respuesta a actos realizados por Francia en Marruecos. La suma de todos ellos conducía a ponerlo bajo el control de Francia41. Inglaterra se comprometía guardar sus compromisos con Francia42. En Londres pensaba que, la intervención de Alemania en Agadir, echaba por 35 Para Edward Grey la actitud de Alemania en Marruecos era intolerable. Dos señales: su irritación y la postura del Times, que engrandecía las dificultades. Se quejaba el conde Metternicht de que un diario ministerial no tuviese un tono más sereno y no fuera más equitativo en sus juicios. T 231 Imperiali-di San Giuliano, 21 julio, ib. 915. 36 T 216 Imperiali-di San Giuliano, 6 julio, ib. 713. Comunicado a París, t 2526, 7 julio, ib. 717. Alemania y Franca estaban a la espera e lo que la otra parte pudiera ofrecer, t 323 y 122 Tittoni y Pansa-di San Giuliano, 7 julio, ib. 727 y 731. Estados Unidos habría advertido que no deseaba que se estableciera una estación naval alemana en el Atlántico. 652/523 Bonin-di San Giuliano, 14 julio, ib. 865. 37 Neratov dijo a Melegari que Rusia estaba obligada a sostener la política francesa. Aunque no tenía intereses en Marruecos, Francia era su aliada. T 88 Melegari-di San Giuliano, 14 julio, iib. 839. Fue transmitido a Londres, 2676, 16 julio, ib. 861. 38 Para la situación en la ciudad y en sus alrededores, 798/145 Carignani-di San Giuliano, 13 julio, ib. 895-896. 39 625/241, t 97 y 629/243 Bonin-di San Giuliano, 5, 6 y 7 julio, ib. 767-768, 725 y 797-798. 40 T 2546 A. di San Giuliano-representantes en Berlín, Londres Madrid, Paris, San Petersburgo y Viena, 8 julio, ib. 733. 41 T 123 Pansa-di San Giuliano, 9 julio. Ni en Berlín ni en París tenían claro sobre qué negociar y qué propuesta presentar a la otra parte. T 329 Tittoni-di San Giuliano, 8 julio, ib. 741-743. 42 Si con su acción en Agadir, Alemania quiso quebrar el buen entendimiento entre Londres y París, había fracasado. Por el contrario, se había fortalecido la identidad de intereses entre las dos partes. T 222 Imperiali-di San Giuliano, 14 julio, ASD DDS XL/18 837.
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tierra los esfuerzos para mejorar las relaciones bilaterales. Con todo, parecía que el gobierno podría alejarse de la tradición pacifista del partido liberal. En Madrid creían que Alemania no se conformaría con garantías económicas. Exigiría compensaciones territoriales en Marruecos o en Camerún. España, si nada lo impedía, reclamaría un territorio a cambio de la hegemonía alcanzada por Francia y para afirmar la suya en su zona de influencia43. Inglaterra trataba de conciliar sus obligaciones con la libertad de acción para defender sus intereses44. Su prensa compartía la tesis de Kinderlen Wächter: Su iniciativa era una respuesta a las acciones previas emprendidas por España y Francia45. Si se deterioraran las relaciones con Alemania y ésta reforzase su poder naval, Inglaterra tendría que incrementarlo también46.
2. Los riesgos de la acción de España en Marruecos ¿Había sido el envío de un barco Agadir una forma de presionar a Francia para avanzar en la negociación sobre la construcción del ferrocarril, las minas y quizás alguna rectificación de frontera en las posesiones alemanas de Togo y Camerún? En cualquier caso, si no se ocupaban territorios en Marruecos47, quedaba intacta el Acta de Algeciras48. 43 T 2526 A. di San Giuliano-embajadores en Berlín, Madrid, San Petersburgo y Viena, 7 julio, y t 98 Bonin-di San Giuliano, 8 julio ib. 715 y 737. La información sobre la situación, t 2576 A. di San Giuliano-embajadores en Berlín, Madrid, San Petersburgo, Londres y Viena, 7 julio, ib. 749-578. La prensa española y la opinión temían que España no fuera admitida en la negociación pendiente entre Francia y Alemania, t 99 Bonin-di San Giuliano, 10 julio, ib. 773. 44 Paul Cambon embajador de Francia en Londres resumió en estos cuatro puntos la posición del gobierno liberal: 1. fidelidad a los compromisos contraídos con Francia; 2. no a que Alemania establezca una base naval en Agadir; 3. No al reparto de Marruecos y 4. Derecho a intervenir en la discusión sobre el futuro e Marruecos, al lado de Alemania, Francia y España. E. Grey transmitió al conde de Metternich estos puntos, objeto de un acuerdo del gabinete. La preocupación inglesa ante la perspectiva de una base naval en Agadir y la opinión en Tánger, t 30 Carignani-di San Giuliano, 11 julio, ib. 771. 45 Según el embajador de España en Londres había además otro objetivo: sondeara la reacción inglesa ante una posible ocupación alemana en Marruecos. Si esta se oponía, acudiría entonces a pedir compensaciones en el Congo o Guinea. Lo “conquistado” en Marruecos era una baza en las futuras negociaciones. T 218 Imperiali-di San Giuliano, 11 julio, ib. 791. 46 Imperiali juzgaba la actitud inglesa similar a la de Italia: no desinteresarse de Marruecos y tratar de sacar ventajas económicas y políticas en el Mediterráneo. T 217 Imperiali-di San Giuliano, 10 julio, ib 759-760. 47 Un informe sobre la situación, 1082/378 Pansa-di San Giuliano, 10 julio, ib. 817-821. 48 En la negociación entre Paul Cambon y Kiderlen Wächter no participaban los embajadores de España e Inglaterra. Se les tendría informados. T 126 Pansa-di San Giuliano, 11 julio, ib. 793. Francia no representaba a Inglaterra en la negociación. Una vez ultimados los
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Tras regresar de París, el primer contacto de Jules Cambon con Kiderlen Wächter fue cordial49. En Berlín creían que lo aprobado en Algeciras consintió a Francia actuar como lo había hecho en Marruecos50. No pediría Alemania territorios en Marruecos, pero le interesaba mantener la duda51. La única ventaja, obtener más territorio en otras colonias africanas. Eso y una mejor cooperación económica en Marruecos, prevista en el acuerdo de 1909, serán sus dos logros52. Cuando Kiderlen Wächter dijo a su interlocutor que Alemania quería el Congo, puso sobre la mesa la primera proposición concreta sobre la que discutir53. Era además un argumento para obligar a Francia a cumplir el Acta de Algeciras. Eso suponía retirarse de Fez54 y de la Chauia y que la instrucción del ejército marroquí se encomendara a oficiales de todas las naciones signatarias. Así las cosas, bajó la confianza en un arreglo pacífico. La actitud de Inglaterra lo complicaba55.
acuerdos, se le comunicarían. Así se lo dijo el conde de Metternicht, t 220 Imperiali-di San Giuliano, 12 julio, ib. 799. El barón von Schön insistió en el carácter bilateral, t 347 Tittoni-di San Giuliano, 15 julio, ib. 843. La negociación franco-española quedó suspendida hasta que no concluyera la de Cambon y Kiderlen Wächter. T 101 Bonin-di San Giuliano, 12 julio, 803. Los alemanes no habían ofrecido garantías España, t 339 Tittoni-di San Giuliano, 13 julio, ib. 805. 49 Se trataba de conversaciones. No se negociaba nada, según E. Grey. T 222 Imperiali-di San Giuliano, 14 julio, ib. 837. La satisfacción del ministro de Exteriores Francés, t 354 Tittoni-di San Giuliano, 15 julio, ib. 853. La cordialidad no acortaría el tiempo. Las conversaciones se prolongarían. T 129 Pansa-di San Giuliano, 16 julio, ib. 863. La hostilidad de la prensa francesa, t 354 Tittoni-di San Giuliano, 17 julio, ib. 867. 50 Comentario del barón Aerenthal, t 305 Avarna-di San Giuliano, 12 julio, ib. 801. Información a los representantes en Berlín, San Petersburgo, Viena, Londres, París y Madrid, 2649, 14 julio, ib. 827-835. 51 De Selves y von Schön reconocían que el diálogo Cambon-Kiderlen Wächter se realizaba en término imprecisos, sin propuestas concretas. Noticia en t 2737 A di San GiulianoPansa y Bonin, 20 julio. Esta impresión la confirmaba el embajador en Berlín, t 132 Pansa-d San Giuliano, 20 julio, ib. 907 y 909. 52 En el plano económico no podría obtener privilegios, porque eso contradecía el principio de puerta abierta e igualdad para todas las potencias. Bastaba con que los capitales alemanes participaran en las inversiones en ferrocarriles, minas, obras públicas... t 348 Tittoni-di San Giuliano, 15 julio, ib. 845. Un examen de la situación política en que se entabla la negociación, 1131/396 Pansa-di San Giuliano, 19 julio, ib. 929-930. 53 La noticia en t 378 Tittoni-di San Giuliano, 26 julio, ib. 941. 54 En Fez permanecían a finales de julio mil soldados franceses. 848/159 Carignani-di San Giuliano, 28 julio, ib. 1025-1027. 55 T 378 y 381 Tittoni-di San Giuliano, 26 julio, ib. 941 y 947. El impacto de este nuevo clima en Inglaterra, t 239 y 242 Imperiali-di San Giuliano y 139 Pansa-di San Giuliano, 27 julio, ib. 953, 957 y 981. Sobre la mejora de la situación, según Herbet Henry Asquith, 244 Imperiali-di San Giuliano 27 julio, 965.
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Inglaterra, dijo el 21 de junio Lloyd George, “haría grandes sacrificios para preservar la paz”, pero ni se rendiría, ni se resignaría a sufrir una “humillación intolerable”56. Las declaraciones de Lloyd George, ministro de Hacienda en el gabinete liberal presidido por Asquith, calificadas como una imprudencia, habrían abierto los ojos a Alemania57. El gobierno inglés envió un comunicado a la agencia Reuter y Herbet Henry Asquith hizo una declaración en los Comunes despejando las vagas amenazas anunciadas por Lloyd George58. No bastaron, porque el canciller alemán tuvo que replicar que su país tampoco toleraría una humillación. Lo veremos en el capítulo siguiente. Moret aseguró que la expedición a Alcazarquivir fue una decisión entre el Rey y Canalejas, que no pasó por el consejo de ministros. Se emplearon sólo fuerzas de la marina, porque pensaban que el ministro de la Guerra no compartía el plan. No se llegó hasta Tetuán para no disgustar a Inglaterra. Ese paso desmentía todas las declaraciones anteriores del presidente del consejo sobre su renuncia a adquisiciones territoriales. Las consecuencias serían malas relaciones con Francia, una advertencia de Grey a Villaurrutia y la aprobación expresa de la gestión de Maurice Bunsen en Madrid. Hecha la expedición sin una inteligencia previa, España quedaba aislada. Su situación será aun más débil cuando alemanes y franceses firmen su acuerdo. ¿Qué pasará cuando, después de éste, Francia desaloje Fez y exija a España que haga lo mismo en Alcazarquivir? La alternativa era ceder, perdiendo prestigio y demostrando que había sido una equivocación, o resistir, asumiendo enormes riesgos. ¿Qué consecuencias tendría un incidente entre las tropas españolas y las del Sultán, mandadas por oficiales franceses? 59 56 “…si se produjera una situación en la que la paz sólo pudiera preservarse mediante la rendición de la gran y benéfica posesión que Gran Bretaña ha logrado a través de siglos de heroísmos y de logros, permitiendo que Gran Bretaña sea tratada donde sus intereses se vieran afectados vitalmente como si careciera de importancia en el concierto de las naciones, entonces, digo con énfasis, que la paz a ese precio sería una humillación intolerable para un gran país como el nuestro”. Roy Jenkins, Churchill, edición especial para ABC, Madrid 2003 234-236. 57 Las declaraciones en la Mansión House, a los financieros de la City el 21 de julio y el juicio sobre su inoportunidad, t 323 Imperiali-di San Giuliano y 139 Pansa-di San Giuliano, 22 y 27 julio, ASD DDS XL/18 923 y 961. Su utilidad, según Arthur Nicolson, en un telegrama de Imperiali, recogido en 2869 A. di San Giuliano-Tittoni, 28 julio, ib. 977. 58 T 387 Tittoni-di San Giuliano, 28 julio, ib. 985. 59 Este era el punto más delicado en las relaciones entre os dos países, 658/256 Bonin-di San Giuliano, 16 julio 1911, ASD DDS XL/18 911-912. La falta de sentido diplomático del coronel Silvestre y la escasa categoría de los oficiales franceses al mando de la mehalla propiciaba incidentes, que herían el amor propio de los españoles, t 108 y 683/264 Bonin-di San
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El envío de más tropas desencadenaría la oposición de republicanos y socialistas. Tendrían el apoyo del gobierno francés. Y a todo esto, graves dificultades financieras, agravadas por los gastos extraordinarios para la guerra. El déficit quedaría al descubierto en cuanto se abrieran las Cortes. Era superior a los sesenta millones. La política de Canalejas, según Moret, era “assai imprudente e foriera per la Spagna non solo di pericoli internazionali ma anche di gravi perturbazioni interne”60. El contencioso con Francia sobre Marruecos provocó huelgas en España. Las de Barcelona y Zaragoza fueron muy importantes. Estaban contra la intervención los republicanos, radicales y socialistas. Hablaron contra la guerra, Azcárate, Soriano, Lerroux y Pablo Iglesias. El nuncio en Madrid comenta que se pensó en la dimisión de Canalejas para encargar a un militar la formación de un nuevo ministerio61.
3. “El imperio de Francia en el Magreb” y España Hemos visto el acuerdo franco-alemán de 1909 reconociendo los derechos especiales de Francia en Marruecos. Dos años después, Jules Cambon y Kiderlen-Wätcher negociaron cómo concretar esa declaración en el terreno de la ocupación militar y de la organización económica y financiera de Marruecos. Alemania, como venía diciendo desde hacía años, sólo buscaba defender sus intereses económicos. Dejando a salvo el derecho a explotar las minas de hierro y a exportar sus productos, “l’Allemagne vous laissera constituer cet empire de l’Afrique du Nord, qui est votre grand objectif”. Tomó nota el embajador de esas palabras. Pocos días más tarde tenía redactado un proyecto de acuerdo secreto y una declaración conjunta62. Giuliano, 22 y 23 julio, ib. 925 y 949-950. Villa Urrutia acusaba a los agentes franceses de haber provocado los incidentes de esos días en Alcazarquivir, t 236 Imperiali-di San Giuliano, 26 julio, ib. 945. Un modus vivendi entre franceses y españoles estableció que las tropas no podían traspasar el río Lukos y que los españoles no enrolarían a los desertores de la mehalla, sino que los entregarían a sus mandos. T 111 Bonin-di San Giuliano, 28 julio, ib. 989. Se trataba de un acuerdo verbal, que no fue eficaz. Continuaron los incidentes, 712/157 y 753/289, 29 julio y 8 agosto, ib. 1115-1116 y 1091. 60 Este análisis de Moret parecía pesimista en un punto: el interés de Francia en humillar a España y favorecer una crisis política interna. Y no hacía justicia a Canalejas, pues su gobierno no podía quedarse indiferente ante ese protectorado de facto que estaba estableciendo Franca en Marruecos. 654/254 Bonin-di San Giuliano, 14 julio 1911, ib 897-898. 61 El nuncio destacaba que la presión de estas circunstancias había dejado en segundo plano la cuestión religiosa. 727 Antonio Vico-Rafael Merry del Val, 23 julio 1911, Archivo Secreto Vaticano, Secretaría de Estado 349 (1911) III 2-3. 62 Secret 348 y 358 Jules Cambon-Selves, 24 julio 2 agosto, 1911, AAE NS M 97 98-99.
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El acuerdo planteaba la vigencia o no del acta de Algeciras. Para tratar de hacer compatible esa situación nueva con los derechos de España se presentaban tres hipótesis: mantener el acta de Algeciras, modificarla o denunciarla La primera, mantener el Acta General. España, ocupando Larache, Alcazarquivir y la región de Tetuán la había violado atentando contra la soberanía y la integridad de Marruecos. Ese acto debería tener carácter provisional. No existía paralelismo con la acción francesa en Rabat. Esta se hizo a petición del Sultán y para restablecer las relaciones comerciales entre Fez y la costa y, además, restaurar el orden interno. En esos momentos trataba Francia de conseguir esos objetivos en el plazo más corto. Las tropas españolas no parecían estar para hacer valer la autoridad de Muley Hafiz. Actuaban como fuerzas invasoras. Por ese motivo el gobierno de Canalejas no podría negar que había violado el Acta. No era admisible que España invocara la paridad de derechos pues los de Francia eran superiores a los suyos, tal como estaba recogido en los tratados existentes. La equiparación hecha en Algeciras se limitaba a la represión de contrabando de armas y a la realización de obras públicas. La segunda hipótesis era modificar el Acta de Algeciras. Invocando la necesidad de acelerar el desarrollo de Marruecos podría pedirse una reducción del tiempo fijado para mantener la igualdad económica de todos los firmantes del Acta. En esta no se había fijado un plazo. Era de 30 años en la declaración franco-británica del 8 de abril de 1904. Se podría introducir en el acuerdo pendiente con Alemania la fecha de 1934 para que Francia quedara liberada de toda obligación en este sentido. Esta propuesta beneficiaba a España. Desde el punto de vista político, el acuerdo con Berlín supondría de hecho la “suppression plus ou moins avoué de la souveraineté du Sultan et de l’intégrité du territoire”. Las ventajas obtenidas en este acuerdo habría que realizarlas inmediatamente, si no, se perderían La denuncia del Acta de Algeciras era la tercera hipótesis. Si el acuerdo con Alemania reconocía a Francia plena libertad para modificar la situación política de Marruecos, ¿qué postura habría que tener con España? ¿Mantener todos sus derechos? ¿Debería pagar Francia el precio de levantar la hipoteca alemana sobre Marruecos? Habría que negociarlo con España y hacerlo sin longanimidad, pues podría interpretarse como una prueba de debilidad. Las cosas habían cambiado desde 1904. España podría recibir la parte de Marruecos allí asignada, no en virtud de aquel pacto, sino de una situación internacional nueva. “L’Espagne doit donc supporter sa part des frais effectués pour le succès de l’opération”. Para disuadir a Madrid de una ocupación de Tetuán y Tánger, había que hablar con el Reino Unido, insistiendo en las garantías dadas y en la protec-
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ción del Estrecho de Gibraltar. Se reconocería a España el Rif y una zona que uniera Tetuán con Ceuta y con el Rif, a cambio de su renuncia a la región entre Tánger, Larache y Alcazarquivir. Tánger estaba previsto en los acuerdos de 1904 que tuviera un carácter internacional, que debería extenderse a toda la costa atlántica cercana al Estrecho. Con todas esas garantías, Francia demostraría en Londres que no buscaba territorios, sino asegurar la paz y la libre navegación. En esta costa atlántica, Francia debería conseguir de España el abandono de sus pretensiones sobre Ifni. En compensación de las concesiones territoriales hechas por Francia esta debería lograr una ampliación de la frontera con Argelia hasta el Mulaya inferior. Si esta propuesta era aceptaba por el Reino Unido, Francia debería hacérsela aceptar a España y al Sultán, que quedaría bajo el protectorado de Francia como jefe religioso y soberano político. Las consideraciones con él redundarían en beneficio de Francia, a cuyo servicio se pondría el prestigio de Muley Hafiz. “La question marocaine, si elle peut présenter encore pendant quelques années des difficultés au point de vue intérieur, cessera d’être inquiétante, au point de vue extérieur, du jour seulement où, après nous être entendu avec l’Allemagne, nous aurons réglé le contracte d’association qui nous lie a l’Espagne”. Esta no podría resistir la presión conjunta de ingleses y franceses y terminaría aceptando la reducción territorial impuesta63. Las cosas eran muy complicadas. Al embajador de Francia en Madrid se le planteaban muchas preguntas. Podría llegarse incluso a una solución militar, enviando Francia dos acorazados a Larache para obligar a los españoles a que la abandonaran. ¿Cómo reaccionaría la opinión inglesa? El compromiso alemán afectaba a Marruecos, pero no a sus relaciones con España. ¿Se quedaría quieto Berlín en caso de una guerra franco-española? La solución era reconocer los derechos recogidos en el artículo III del acuerdo de octubre de 190464. Dejar bien claro que subsistía el Imperio marroquí supondría obligar a España a administrar su zona de influencia con los mismos criterios que los franceses actuaban en la suya. Marruecos quedaría dividido en dos regiones, con un mismo soberano y dos administraciones65.
Note pour le Ministre, 5 agosto 1911, ib. 100-124. La buena disposición de Francia manifestada a Rusia, copia s.n. Louis-Selves, 10 de julio de 1911, ib. 206. Fue Kiderlen quien puso más fuerza en ofrecer a España la certeza de que sus derechos no quedarían lesionados. Vid. la postura diferente de Jules Cambon, 337 y copia s.n. 10 y 12 julio, ib. 207-208. 65 Secret 197 Geoffray-Selves, 9 agosto, ib. 128-131. 63 64
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Había en el gobierno francés dos tendencias, la más conciliadora, del ministro de Asuntos Exteriores, De Selves, y la intransigente sostenida por Cailloux. Mientras, las relaciones entre Alemania e Inglaterra pasaban por un mal momento. Se creía que el acto de Agadir, diseñado por Kiderlen Wächter, estaba aprobado por Guillermo II antes de que éste viajara a Londres 66. El gobierno de Asquitt quería que Francia no saliera humillada en la negociación que se desarrollaba en Berlín. Por eso las declaraciones de Lloyd George fueron un aviso: su gobierno no iba a echarse atrás a la hora de cumplir sus compromisos internacionales67. Contaba para ello con el apoyo de la opinión inglesa, incluido algún periódico que en los meses anteriores habían estado a favor de la mejora de relaciones con Alemania68. Las cosas avanzaron en Berlín. Tres días después, el 1 de agosto había una base de acuerdo. Kiderlen Wächter recuperaba la confianza en Londres. Arthur Nicolson también era optimista y Geoffray creía que el acuerdo estaba próximo. Alemania aseguró que no perjudicara intereses de España69. Aún habría que seguir hablando, según De Selves70. Juan Pérez Caballero sostenía la tesis de que el acuerdo franco-alemán no podría dejar fuera a España e Inglaterra. Estaba vigente el de 1907, por el cual, junto con Francia, se garantizaban las tres mutuamente sus posesiones territoriales. Eso incluía los territorios que tenían costas en el Atlántico, en Europa y en África71. La comunicación a Pérez Caballero de que iban a iniciarse la conversaciones con España indicaba claramente que existía ya un pacto en Berlín72. Alemania recibiría en el hinterland de Camerún un territorio con seis millones de 66 El efecto que tuvo esa decisión en todo el proceso de aproximación entre Alemania e Inglaterra, según Maurice Bunsen, 729/283 Bonin-di San Giuliano, 4 agosto, ib. 1069-1070. 67 T 387 y 345 Tittoni e Imperiali-di San Giuliano, 28 julio, ASD DDS XL/18 985-987. 68 Se trata del Daily Chronicle, 1278/365 Imperiali-di San Giuliano, 28 julio, ib. 10071009. 69 T 148, 248 y 112 Pansa, Imperiali y Bonin-di San Giuliano, 1 y 2 agosto, ib. 10131017. Confidencia del embajador español, t 151 Pansa-di San Giuliano, 3 agosto, ib. 1035. La confianza de los círculos financieros de la City, 250 Imperiali-di San Giuliano, 3 agosto, ib. 1031. 70 Francia no quería ceder territorio alguno en el Congo, ni siquiera a cambio de compensaciones en Togo, t 394 Tittoni-di San Giuliano, 3 agosto, 1033. Francia podría ceder Tahití, en el Pacífico, 153 Pansa-di San Giuliano, 5 agosto, ib. 1061. La prensa francesa hablaba de las perspectivas de arreglo. Y la alemana publicó un comunicado oficioso señalando la aproximación de las dos partes. T 398 y 152 Tittoni y Pansa-di San Giuliano, 4 y 5 agosto, ib. 1051-1053. 71 T 397 Tittoni-di San Giuliano, 4 agosto, ib. 1049. 72 T 114 Bonin-di San Giuliano, 7 agosto, ib. 1065.
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habitantes. Las compensaciones alemanas podrían crear dificultades para concluir el pacto73. En Londres sospechaban que Kiderlen Wächter necesitaba tiempo para calmar la opinión y presentar como razonable un acuerdo que no llenaba sus expectativas74. Las presiones de la prensa nacionalista influirían en él75, como sucedió76. Se habló incluso de una ruptura77. Esos mismos días Villaurrutia, embajador español en Londres, creía que Francia aceptaría las demandas alemanas a cambio de que se reconociera su derecho a un protectorado en Marruecos78. ¿Había un acuerdo entre Alemania y España sobre Marruecos? La noticia procedía de San Petersburgo. Georges Louis, el embajador francés, había recibido una confidencia de un ministro ruso. No la juzgaba creíble el embajador en Madrid. Si existiera, ¿qué interés tendría España en asociarse al acuerdo franco-alemán de julio de ese año? Había que repasar lo sucedido desde 1904. Alemania, viendo que el Reino Unido y Francia se entendían, quiso romper esa “entente cordiale”. Para eso había elegido Marruecos. España, un país con poca claridad sobre sus intereses, le parecía una buena pieza en su juego. ¿Acertó la opinión francesa y había sido justa su política desde 1904? Poco a poco se fue abriendo paso la idea de un Marruecos unido, poderoso y reconstruido, donde no había sitio para España. Esa labor la había hecho Francia utilizando como pantalla el Majzén. Todo estaba bien. Hubo un descuido: no tener presente la situación internacional. En Marruecos no podía hacerse lo mismo que en Túnez. La situación no era igual. Varias potencias europeas no habían mostrado su desinterés por Marruecos, entre ellas, Espa-
73 Si Alemania tuviera que entregar Togo, el acuerdo no sería bien recibido por el partido colonial. T 155 Pansa-di San Giuliano, 9 agosto, ib. 1075. Sobre el problema de Togo, vid. t 405 y 157 Tittoni y Pansa-di San Giuliano, 13 agosto, ib. 1095 y 1099. Kiderlen dijo que esa entrega no era negociable. L negociaciones se aplazarían, 158 y 159 Pansa-di San Giuliano, 15 agosto, ib. 1105 y 1107. 74 T 401 Tittoni-di San Giuliano, 9 agosto, ib. 1077. El comentario de Edward Grey sobre la lentitud de Alemana para firmar el acuerdo, t 256 Imperiali-di San Giuliano, 12 agosto, ib. 1093. Sobre el método del Secretario de Estado alemán, presentar propuestas, modificarlas, retirarlas.... y la queja de Jules Cambon, 1343/468 Pansa-di San Giuliano, 19 agosto, ib. 1145-1148. 75 Esa era la sensación de Paul Cambon. T 258 Imperiali-di San Giuliano, 16 agosto, ib. 1113. 76 T 160 y 162 Pansa-di San Giuliano, 17 agosto, ib. 1119 y 1123. Para la reacción de la opinión y del gobiernos español, 793/303 Bonin-di San Giuliano, 19 agoto, 1137. 77 Vid. el telegrama de encargado de negocios, 169 A. Martin-Franklin-di san Giuliano, 23 agosto, ib. 1151. 78 Esa solución lesionaría gravemente los intereses españoles. T 269 Imperiali-di San Giuliano, 26 agosto, ib. 1163.
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ña y Alemania. Por eso no necesitaban un compromiso formal para ir juntas: las unían sus intereses. “L’Espagne poussée au bout, est très capable de se jeter dans les bras de l’Allemagne, sans spécifier de conditions, sans réclamer d’avantages, et même en étant prête à faire tous les sacrifices qu’on lui demanderait”. Esto podría parecer una locura, “mais les fous sont des gens dangereux”79. Parece que se trataba del acuerdo sobre un derecho de compra de la Guinea española80. Pero ese rumor fue desmentido por Canalejas81. Había movimiento en la opinión española. Muchos no conocían el significado de un acuerdo con Alemania, pero se trabajaba en favor de un acercamiento a Berlín. El gobierno resistía esa presión. El ministro de Estado, García Prieto, dijo que nada había cambiado en la orientación internacional de España: estaba al lado de Francia y de Inglaterra82. Aplazada la negociación del acuerdo franco-alemán, un grupo de oficiales franceses ultrajó la bandera alemana en Aix-les Bains. Creía Canalejas que el incidente no traspasaría su escasa dimensión real83. Estas palabras no agradaron al embajador francés, que las explicó como una prueba de su personalidad nerviosa, irreflexiva y desprovista de tacto y de ponderación. Así lo notificó a su gobierno84. El “retraso” en la negociación entre Alemania y Francia y entre esta y España habría provocado la decisión de negociar con el Sultán la ocupación de Ifni. Era una manera de revelar que el acuerdo Berlín-París iba a hacerse a espaldas de España. Esto supondría la renovación de aquella política de Canalejas que le había llevado a ocupar Larache y Alcazarquivir. No habría que descartar que Alemania empujara, bajo cuerda, a España. ¿No habría Très conf 198 Geoffray-Selves, 12 agosto, ib. 132-135. En el Foreign Office nada sabían. Tc 237 Paul Cambon-Selves, 18 agosto, ib. 138. 80 Sobre esta posesión española, vid. Juan Bautista Vilar, “Guinea y Sahara Atlántico, objetivo colonial sustitutorio de Cuba antes y después del 98”. Castilla y el 98. UNED. Zamora 2000 El convenio franco-español de 1900 en los orígenes de la República de Guinea Ecuatorial”, Anales de la Universidad de Murcia XXIX/3-4 (1970-1971) 44-95. 81 Tc conf 212 y 207 Geoffray-Selves, 20 agosto, ib. 151-152. La noticia se confirmaba desde Berlín. Berkheim-Selves, 22 agosto, ib. 160. 82 Esa afirmación la confirmaban en Londres. El motivo: el gobierno español sabía que “nous en serions extrêmement mécontents”, según el Foreign Office. Tc 240 Daeschner-Selves, 22 agosto, ib. 154. 83 “La Jornada Regia... Interesantes declaraciones del Sr. Canalejas”, El Pueblo Vasco, 19 agosto 1911. 84 Era un modo de asentar la tesis que había anunciado en un despacho anterior: E. podría sacrificar sus intereses reales, improvisando una solución. Por eso habría que temer que Canalejas cediera a una opinión que le empujara a asociarse con Alemania frente a Francia. Conf 206 Geoffray-Selves, 18 agosto, AAE NS M 97 139-10. 79
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forma de probarle que Francia no desconocería los derechos recogidos en el acuerdo de 1904?85. Existía un proyecto aceptable, en líneas generales, para España. Al menos esa era la opinión de Maurice Bunsen86. Se abría la posibilidad de una negociación entre las tres naciones implicadas en los acuerdos de 190487. Alfonso XIII estaba extrañado de que se marginara a España. Geoffray se esforzó en presentar las conversaciones con Alemania como un requisito previo para negociar con España88 a la que convenía negociar directamente con Francia, cuya intención era mejorar la situación conseguida en 190489. Pendiente de que se cerrara la negociación en Berlín, De Selves pidió a Geoffray que averiguara los deseos de España para establecer un nuevo acuerdo sobre Marruecos. El principal escollo era la intransigencia del partido colonial francés. Uno de sus personajes era Regnault, ministro de Francia en Tánger, entonces en París. Según el embajador francés, España tenía una buena base en los acuerdos de 1904 para exigir que se le concedieran en la zona atribuida a ella los mismos derechos políticos que Alemania reconociera a Francia90.
85 Tc 213-214 y conf 208 Geoffray-Selves, 22 y 25 agosto, ib. 161-162 y 191-192. Una conversación de Geoffray con el ministro de Estado, tc 219-220, 26 agosto, ib. 199-200. 86 Copia mecanografiada, sin fecha, pero antes del 24 agosto, ib. 178-186 y DDF 2e série/XIV, Paris 1945, 278-281. Bunsen creía que el artículo 4, que concedía derecho de paso entre Tánger y Fez a los oficiales franceses al servicio del gobierno de Marruecos y los convoyes de avituallamiento destinados a las tropas del Sultán. Tc 217 Geoffray-Selves, 24 agosto, ib. 187. La dificultad de que los propietarios de títulos marroquíes aceptaran que Tánger fuera un puerto franco, pues su aduana era la garantía que tenían, 297 Paul Cambon-Selves, 25 agosto, ib. 197-198. La aprobación del estatuto previsto para Tánger por parte de E. Grey, la notificó Bunsen a Geoffray, R 239, 30 septiembre, ib. 98 108-109. 87 221 Geoffray-Selves, 28 agosto, ib. 203. 88 Tc Conf 222 Geoffray-Selves, 30 agosto, ib. 218. Esta misma queja del embajador de España en Londres, tc 246 Daeschner-Selves, 31 agosto, ib. 234. La confianza del Rey en un acuerdo, tc 247 Geoffray-Selves, 10 octubre, ib. 116. 89 200 Selves-Geoffray, 29 agosto, y R 213 Geoffray-Selves, 1 septiembre, ib. 225-226 y 242-243. El 2 de septiembre se redactó una nota de estudio sobre la ejecución del tratado de 1904, ib. 248-251. 90 Francia podría presentar esa propuesta, pero deseaba pactarla antes con Inglaterra. Habría que resolver el futuro de Tánger. Aunque estaba incluida la ciudad en la zona española, su estatuto debería ser internacional. T 124 Bonin-di San Giuliano, 26 agosto 1911, ASD DDS XL/18 1169. La reacción española ante la suspensión de la negociación franco-alemana, 807/308 Bonin-di San Giuliano, 226 agosto, ib. 1171. Esos días el Giornale d’Italia anunció que Roma, concluido el acuerdo franco-alemán, saldría de su reserva respecto a Tripolitania. La reacción en la prensa de París, t 429 Tittoni-di San Giuliano, 30 agosto, ib. 1193.
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4. España entre Francia y Alemania El partido colonial francés no debía ignorar que, si hubiera de modificarse lo convenido en Algeciras y Francia se negase a esa concesión, España se echaría en manos de Alemania. Francia se alienaría la simpatía de quienes desean que nada turbe la paz en Europa. “Ma questo ragionamento semplice e logico non sembra essere molto apprezzato dai coloniali francesi”. La negociación sería, pues, larga y difícil. Esos días Canalejas confirmó que España ocuparía Ifni, tras haber llegado a un convenio con el Sultán91. Ahora estaba claro que Alcazarquivir era una prenda en esa negociación. No saldría de allí España, pues todos los partidos, salvo un sector de los republicanos, apoyaban a Canalejas. No podría pensarse que Francia se lo exigiese con la fuerza. Eso ponía en juego la monarquía y desencadenaría la solidaridad con España de todas las potencias que deseaban defenderla92. ¿Se fortificaba la posición de España? Eso parecía. El embajador alemán en París juzgaba que su país no debería dejarla inerme pues sería sustituida por Inglaterra en la tutela de los intereses españoles93. España estaba dispuesta a ceder Guinea a los alemanes a cambio de que estos defendiesen sus intereses en Marruecos frente a Francia94. La negociación con París sería fácil. Los franceses habían aprendido. A España le presentarían una propuesta precisa, modificando los acuerdos de 1904, aunque basada en ellos. Eso suponía, como algo indispensable, que Inglaterra diese previamente su visto bueno. Además de Tánger, estaba pendiente definir cómo iba a concluirse el ferrocarril que unía esta ciudad con Fez. Existía también en España un partido colonial que presionaba para que el gobierno no desalojara las posiciones ocupadas, sin que regatear dinero para ese objetivo. A todo eso se añadía un problema jurídico: definir las competencias de España y Francia en cada una de sus zonas y el modo cómo el Sultán continuaría ejerciendo las suyas95. Según lo anunciado, al iniciarse la negociación hispano-francesa, Ifni se convirtió en el primer escollo, pues caía en la zona francesa. No consentiría 91 Geoffray dijo que la retrocesión de ese territorio sería una de las demandas francesas en su negociación con España. Esta confidencias y un comentario a la protesta de la prensa francesa, a la que replicó un comunicado de Manuel García Prieto, t 127, 129 y 854/322 Bonin-di San Giuliano, 1 y 4 septiembre, ib. 1207, 1227 y 1255-1256. 92 776/296 Bonin-di San Giuliano, 13 agosto, ib. 1117-1118. Esta sensación de riesgo, 418/191 G. Catalani-di San Giuliano, La Haya 12 agosto, ib. 1133. 93 T 422 Tittoni-di San Giuliano, 26 agosto, ib. 1167. 94 2095/933 Tittoni-di San Giuliano, 28 agosto, ib. 1201. El desmentido de Polo de Bernabé, A. Martin-Franklin-di San Giuliano, 29 agosto, ib. 1221. 95 838/316 Bonin-di San Giuliano, 28 agosto, ib. 1211-1212.
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que fuera un enclave en ella. España tendría en la suya los mismos derechos que Francia en la suya. Dejaría pasar por Alcazarquivir los convoyes desarmados. Se haría una pequeña rectificación en el límite del Lukos96. Estaba dividido el gobierno español, aunque la mayoría estaba a favor de las concesiones97. La posición francesa no era justificable. De Selves había cedido a las presiones del partido colonial, cuyo poder era mayor que su voluntad de conciliación y de paz. Ifni habría pertenecido a España desde el siglo XV98. El ministro de Exteriores, sin negar los derechos españoles, pedía al embajador Pérez Caballero que se suspendiera la ocupación hasta que se calmara la opinión francesa99. Con ello se ganaba tiempo. Una vez que Alemania reconociera los derechos de Francia en su zona de influencia, esta los reconocería iguales a España en la suya. Lo que se daba a Alemania, se lo cobraría Francia a España con la renuncia a Ifni100. La negociación se atascaba. Las ofertas francesas podrían retirarse101. Cuando se cerrara un acuerdo en Berlín, el partido colonial francés trataría de cobrarse a su costa las pérdidas sufridas en favor de Alemania, que también podría exigir a España algo. No sucedió así. El príncipe de Ratibor, embajador alemán, y el ministro de Estado confirmaron que Alemania se conformaba con “garantías económicas”102. Interesaba a Madrid conseguir que
96 T 132 y 863/326 Bonin-di San Giuliano, 7 y 8 septiembre, ib. 1251 y 1261-1262. Sobre la situación ras los primeros encuentros, 133, recibido el 12 septiembre, ib. 1263. 97 El gobierno alemán, según le dijo el ministro de Estado, había aconsejado a España que no ocupara Ifni, pues ese acto era inoportuno, T 134 y 135 Bonin-di San Giuliano, 15 y 16 septiembre, ib. 1273 y 1279. La resistencia de Hontoria, jefe del gabinete del ministro de Estado a hacer concesiones a Francia, 869/329, 13 septiembre, ib. 1291-1293. 98 Su posesión fue reconocida a España en los Tratados de 1767, 1860 y 1910. 99 El giro de la opinión francesa desde junio hasta octubre había sido espectacular. Cuando se produjo el incidente de Agadir, se quería evitar la guerra. Ahora, segura la nación de sus derechos, estaba dispuesto a defenderlo pagando incluso con la ruptura de hostilidades. Kiderlen Wächter había errado al alargar la negociación. 2517/1121 Tittoni-di San Giuliano, ib. 1383-1384. 100 Esa postura era claramente abusiva. España, según su embajador en París, no había comisionado a Francia para negociar con Alemania en nombre suyo. No podría, pues, adquirir compromisos a cambio de compensaciones por parte española. 2280/1018 Tittoni-di San Giuliano, 13 septiembre ib. 1307-1308. 101 Esta posición de Geoffray, 136 Bonin-San Giuliano, 18 septiembre, ib. 1313. Esta misma impresión sobre el endurecimiento de la posición francesa, 986/374 Bonin-San Giuliano, 22 octubre, ib. 1429-1430. 102 T 166 Bonin-di San Giuliano, 4 noviembre, ib. 1451. Alemania se desinteresaba en la ejecución de los acuerdos de 1904. Así se lo había dicho en Berlín a Polo de Bernabé, 1841bis/615 Pansa-di San Giuliano, 5 noviembre, ib. 1493.
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en la negociación quedara claro que el gobierno alemán se desinteresaba plenamente de cualquier arreglo territorial en Marruecos103. Para ejecutar lo pactado en 1904, había seis puntos especialmente difíciles. 1. Ifni y el Sous. El acuerdo reconocía a España una zona de influencia no sólo en el norte sino en la costa Atlántica, desde el Sur de Agadir a la frontera meridional de Marruecos. Ahora se pedía que renunciara, para que Francia dominara todo el centro y el sur sin enclaves de otra potencia y poder justificar sus concesiones ante Alemania. 2. Tánger, aun estando dentro de la zona española, no podría incluirse en su protectorado. No lo consentiría Inglaterra Debería establecerse en ella una administración internacional. Eso exigía fijar el territorio. Los españoles tratarían de reducirlo al mínimo. 3. El paso de los convoyes franceses por la vía Tánger-AlcazarquivirFez era un asunto delicado por las previsibles complicaciones, pero que en sí mismo carecía de importancia. Francia construiría una vía para unir Argelia con Marruecos a través del valle del Mulaya. 4. La construcción del ferrocarril Tánger-Alcazarquivir-Fez quedó reservada al capital francés. Esa condición, pactada en París por El-Mokri, era inaceptable para España. Se discutía de hecho la orientación de los productos marroquíes: hacia Tánger o hacia los puertos argelinos o atlánticos bajo control francés104. 5. Aunque fuera de manera nominal, debería la soberanía del Sultán conservarse bajo el régimen de protectorado. Estando en manos de Francia, el Sultán no le crearía dificultades, pero sí a España. Una salida sería que el Sultán delegara sus funciones en un alto funcionario, de la confianza de España. 6. La frontera en el norte debería sufrir variaciones respecto a la prevista en 1904. Había además una condición: España no podría fortificar los puertos que quedaran en su zona105. Era esto una exigencia inglesa. España afirmó, en cambio, su decisión de no evacuar Larache ni Alcazarquivir106. Eso no lo 879/334 Bonin-di San Giuliano, 17 septiembre, ib. 1327. La animosidad hacia Francia de la opinión española quedaba reflejada en una entrevista de Alfonso XIII para Novoie Wreemia. Todas las dificultades del país tenían su origen en la mala voluntad del vecino, 883/336, 18 septiembre, ib. 1343-1344. 104 Esa condición no la ignoraba el ministro de Estado. García Prieto lo comentó con el embajador italiano, 1090/421 Bonin-di San Giuliano, 25 noviembre, ib. 1555. 105 897/341 903/343 Bonin-San Giuliano, 22 y 28 septiembre, ib. 1347-1349 y 13531354. La urgencia de que la negociación terminara podría llevar a ceder Ifni. 106 Así se lo dijo Manuel García Prieto, ministro de Estado, t 163 Bonin-di San Giuliano, 28 octubre, ib. 1435. El retraso en la apertura de la negociación indicaba que el gobierno francés no exigiría al español el abandono de Larache y Alcazarquivir, 1035/387 y t 177 Bo103
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aceptaba ni siquiera la prensa más moderada que, admitiendo que España debió comunicar esas operaciones a Francia, tenía como excusa que ésta jamás lo hizo a España107. Francia pedía que salieran las tropas españolas de las dos ciudades porque eran la llave de Tánger. Cuando ésta dejara de ser “internacional”, caería del lado de quienes poseyeran aquellas108. La situación creada por el acuerdo franco-alemán109 debilitaba a España, que tendría que conformarse con las migajas110. Alemania entregaba a Francia todo el Marruecos111. España suspendió su adhesión al acuerdo, hasta que no se garantizaran los derechos políticos que en él se le reconocían112. El 8 de noviembre Caillaux, contando con el consentimiento de Espa113 ña , anunció en la Asamblea Nacional que presentaría el texto del acuerdo de 1904. Al día siguiente apareció en Le Matin114. Frente a la prensa colonialista francesa partidaria de revisar el acuerdo, porque España lo había violado, Londres lo consideraba vigente, si bien juzgaba equitativo que Francia recibiera alguna compensación115. Las instrucnin-di San Giuliano, 8 y 14 noviembre, ib. 1507 y 1511. Cuando Edward Grey exigió al embajador en Londres que transmitiera el deseo de que España evacuara las dos ciudades, Villa Urrutia respondió que dimitiría para consentir que su gobierno nombrara a un embajador capaz de hacer esa comunicación. 1059/409 Bonin-di San Giuliano, 16 noviembre, ib. 1539. 107 Sería una ironía, comentaba el embajador italiano, que se concediera a España territorios que sólo tuviera como acceso el Rif. 1006/384 Bonin-di San Giuliano, 26 octubre, ib. 1443-1444. 108 Esta era la opinión de González Hontoria, subsecretario de Estado, 1024/391 Bonindi San Giuliano, 1 noviembre, ib, 1469-1470. 109 Vid. el original francés, ib. 1457-1460. 110 Esa apreciación de la prensa francesa quedaba desmentida por Arthur Nicolson: se llegaría a un acuerdo, que dejaría contentos a los españoles, t 511 Imperiali-di San Giuliano, 15 noviembre, ib. 1517. 111 Esa era la tesis de la prensa colonial francesa, que se consideraba oficiosa del ministerio de Asuntos Exteriores, 2700/1192 Tittoni-di San Giuliano, 28 octubre, ib. 1445. 112 Nota verbal de la embajada de España, 7 noviembre. El ministro lo transmitió a los embajadores en Berlín, Londres, Madrid, París, San Petersburgo, Viena y Washington, 4913, 8 noviembre, ib. 1477-1479. La rápida adhesión de las otras potencias dejaba aislada a España. T 175 y 1041/401 Bonin-di San Giuliano, 10 y 11 noviembre, ib. 1499 y 1519-1520. 113 Así se lo dijo el ministro de Estado al embajador italiano, t 175 Bonin-di San Giuliano 10 noviembre, ib. 1499. 114 Juan Pérez Caballero dijo a su colega italiano que el texto era exacto. Y que la filtración era de una fuente francesa, t 675 Tittoni-di San Giuliano, 9 de noviembre, ib. 1485. En el debate, la postura del ministro De Selves contradecía lo pactado en 1905: se daría al acuerdo del año anterior “l’interprétation la plus large et la plus amicale”, 687, 10 noviembre, ib. 1501. 115 Era evidente que tanto Francia como España lo habían violado, pero aquella lo hizo antes. La condición de actuar “d’un commun accord” suponía que las relaciones cordiales existentes en 1904 no se interrumpirían ni sufrirían crisis.
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ciones dadas al embajador inglés en París, Francis Bertie, partían de esa tesis. ¿Cómo evolucionarían las cosas? España tendría que ceder en el sur a cambio de ganar territorio en el norte de Marruecos116. La negociación hispano-francesa comenzaría a finales de noviembre. Geoffray viajó a París. El gobierno de Canalejas estaba urgido por la necesidad de abrir las Cortes117. Su mejor baza, el favor de Inglaterra, a quien no interesaba, pese a la entente cordiale, que Francia tuviera una posición fuerte en el norte de Marruecos118. Cuando la prensa francesa publicó el texto secreto del acuerdo, fue patente que las demandas presentadas hasta entonces por el ministerio de Asuntos Exteriores lo desconocían119. En Londres se trabajaba para elaborar una propuesta aceptable que fuera bien acogida por la opinión francesa120. Había ya algunos elementos: la soberanía del Sultán en las dos zonas y la internacionalización del ferrocarril Tánger-Fez121. El panorama quedaba despejado, según aseguraba Canalejas. La negociación sería breve y se cerraría con éxito122. Nada más regresar de París, Geoffray presentó un proyecto que dejaba a España toda la zona de Larache y Alcazarquivir a cambio del Sur de Marruecos. Estaba autorizado a dejar Ifni y su hinterland, aunque dando a Francia el derecho de poder adquirir esta zona y Río de Oro. El ferrocarril Tánger-Fez se dejaba como competencia del Sultán, que podría concederlo a una compañía en la que podría participar el capital español. Habría un alto comisario, representante del Majzén, aceptado por España y con residencia en Tetuán123. 116 En esta conversación con un político destacado, que participó en la negociación de 1904 y con Maurice Bunsen, embajador inglés, este preveía que, más bien tarde que pronto, Alemania compraría a España sus posesiones en el golfo de Guinea. 1055/408 Bonin-di San Giuliano, 14 noviembre, ib. 1533-1534. Sobre los cambios introducidos en 1904 a la propuesta del año anterior, siendo presidente del consejo Sagasta, que no llegó a convertirse en pacto, 2937/1286 Tittoni-di San Giuliano, 22 noviembre, ib. 1547. 117 En cambio, el gobierno Cailloux necesitaba que el parlamento francés aprobara el convenio con Alemania antes de negociar con España. 1090/421 Bonin-di San Giuliano, 25 noviembre, ib. 1555. 118 Estas observaciones y el ambiente de la prensa de Madrid, 1059/409 y 1073/414 Bonin-di San Giuliano, 16 y 21 noviembre, ib. 1539 y 1545-1546. Londres “non potrebbe che favorire i desideri della Spagna”, t 187, 29 noviembre, ib. 1559. 119 T 746 Tittoni-di San Giuliano, 25 noviembre, ib. 1549 120 Esa impresión de Villa Urrutia, t 559 y 575 Imperiali-di San Giuliano, 30 noviembre y 4 diciembre, 1563 y 1569. 121 No tendría España que abandonar Larache ni Alcazarquivir, t 790 Tittoni-di San Giuliano, 6 diciembre, ib. 1573. 122 1097/427 Bonin-di San Giuliano, 29 noviembre, ib. 1575-1576. 123 Tres datos: la gestión personal de Geoffray en París, la presencia de Bunsen en la negociación y el temor del gobierno español de que Alemania pidiera compensaciones, 1120/432 y t 194 Bonin-di san Giuliano, 5 y 8 diciembre, ib. 1585-1586 y 1581.
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La propuesta superaba la expectativa del gobierno de Canalejas124, que, a mitad del verano de 1911, se hallaba sometido a la presión de las huelgas y a la campaña de quienes, desde su izquierda, se oponían a la intervención en Marruecos. Desde el mundo católico tuvo que sufrir la de la Santa Sede que utilizó la designación de un legado del Papa para el Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en Madrid y que fue una demostración del arraigo social y de la fuerza del catolicismo125 . ¿Giraba Canalejas en su política interna? Todos alabaron su conducta en relación con la organización y celebración del Congreso Eucarístico. Las denuncias contra las intromisiones clericales eran “completamente fantásticas”. Este apaciguamiento no debería desaprovecharse. Tendría que ser duradero. Se lo dijo a Canalejas una personalidad del movimiento social católico: tenía la colaboración de los católicos sociales. No debía confundirse al elegir aliados126. Desde el pesimismo, Juan de la Cierva juzgaba la situación, señalando los vínculos entre la política interior y la proyección internacional de España en la crisis de Marruecos. Sostenía la tesis de los conservadores desde los tiempos de Silvela: la mejor garantía de paz residía en el entendimiento entre el Reino Unido y Francia127.
T 196 Bonin-di San Giuliano, 10 diciembre, ib. 1589. “Frente a la Supremacía del Estado. La Santa Sede y los católicos en la crisis de la Restauración” IV, Anthologica Annua 38 (Roma 1991) 229-333. Esos días se decidió la edición de El Debate y la creación de la Editorial Católica, José María de Urquijo e Ybarra. Opinión, religión y poder, Madrid Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1997, 306314. 126 “…es bueno que sepa el Sr. Canalejas una cosa y es que para llevar a la práctica cuanto hay de sanamente democrático, de rectamente liberal y de prudentemente socialista en su programa, acaso pudiera hallar eficaces y entusiastas colaboradores donde esperaría oposición feroz y violenta y tal vez encuentre dificultades sin cuento allí donde su ingenuo romanticismo le hizo soñar apoyo decidido y fecundo”. Maximiliano Arboleda Martínez, La paz religiosa y el Sr. Canalejas”, ABC, 18 agosto 1911, 5. El nuncio remitió este trabajo a Roma. 738 Vico-Merry del Val, 15 agosto, ASV SS 249 (1911) IV 123. 127 “Si Inglaterra apoya a Francia, como parece, será difícil por ahora la guerra y las consecuencias, con ella o sin ella, para nosotros no pueden ser buenas. Es la condición triste de los débiles y de los que no viven bien: la salud de los otros los destruye”.Juan de la CiervaAntonio Maura, 29 agosto 1911, AAM 29. 124
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XV. DE LA CONVENCIÓN FRANCO-ALEMANA AL PROTECTORADO
Mientras se negociaba un acuerdo entre Francia y Alemania, esos mismos días, en septiembre de 1911, en una carta a Maura, Canalejas, consciente de los intereses de España y del impacto que en ellos tenía la revolución portuguesa, manifestaba: “no puedo, por múltiples consideraciones... y ateniéndome a reglas de Derecho Internacional y previsiones de un porvenir no remoto, tolerar que en la forma descarada de organización de fuerzas militares y constituyendo aquí arsenales de armas, se prepare en territorio español la contrarrevolución y la guerra civil”. Esa opción había sido censurada por integristas, carlistas, conservadores y algunos liberales, apuntando que “no han dejado de encontrar eco esas actitudes en alguna región elevada y hasta cierto día a punto estuve de retirarme del gobierno- No puedo cambiar ni cambiaré de actitud1. La respuesta española a la ocupación francesa de Fez desconcertó a a la opinión francesa, incluido Joseph Cailloux. El movimiento de tropas sobre Larache, Alcazarquivir y Arcila y la presencia del Panther en Agadir era para Francia un contratiempo. Canalejas se apresuró a asegurar que no había variado la política de España en Marruecos, tal como Maura la había formulado: lealtad con las potencias de la entente, sin permitirse siquiera el “coqueteo” con Alemania. Canalejas quería dejar claro que la iniciativa española no estaba “sincronizada” con la alemana. Había caído bajo sospecha ante los alemanes, convencidos de que había un acuerdo con Francia, que pensaba lo mismo en relación con Alemania. Canalejas, sin el apoyo unánime de su partido, quiso reservarse la responsabilidad, dejando fuera al Rey, que compartía esta orientación y sus decisiones.
Duque de Maura y Melchor Fernández Almagro, Por qué cayó Alfonso XIII, Madrid 1948, 188-189. 1
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Moret estaba seguro de que la conducta de Alemania había sido provocada por Canalejas. Se creaba así la apariencia de un acuerdo, que resucitaba el fantasma de 18702, pero con la amenaza de que esta vez la República Francesa no dejaría en paz a España si volviera a ser derrotada como entonces. Maura, en cambio, miraba con mayor realismo la crisis. Tenía confianza en que España saldría indemne. Había una amenaza de guerra, que podría empeorar mucho la situación de España. Seco Serrano consideró acertada la política de Canalejas en esta crisis. La toma de Fez por parte de Francia era una prueba de fuerza para los tratados de 19043. Francia había calculado el riesgo de un enfrentamiento con Alemania y lo había aceptado. Por eso concluye que sólo “los hechos consumados” tras la acción española en Larache y Alcazaquivir “pudieron salvar definitivamente la ‘zona española’, aunque restringida” respecto a lo pactado en 1904”4.
1. El acuerdo franco-alemán, Ifni y las Canarias Suspendidas las negociaciones entre Francia y Alemania, Jules Cambon viajó a París en agosto de 1911. Iba a recoger una oferta precisa aunque discutible. No sería una última palabra, sino una base más seria, que evitara las improvisaciones y los retrocesos5. Casimir de Selves, ministro de Asuntos Exteriores, presentó a von Schön, embajador alemán, estas propuestas: a. Cesión del Congo desde el norte de Lai hasta el río Oubangui, bajando por este hasta Mombal y siguiendo desde aquí el curso del Nkolosanga hasta que este río alcanza de nuevo el territorio alemán;
Javier Rubio, España y la guerra de 1870: historia de la política exterior de España en la época contemporánea, Madrid, Ministerio de Asuntos Exteriores, d.l. 1989, tres volúmenes. 3 Vid. Albdelhadi Alaoui, Le Maroc face aux convoitises européennes¨1830-1912, Salé, Imprimerie Beni Snassen. 2001 y Le Maroc, du Traité de Fès à la Libération, 1912-1956, Rabat Éditions de la Porte 1994, 290. En torno a esta crisis y sus efectos, Jacques Hubert, Les journées sanglantes de Fès 17-18-19 avril 1912, Paris, Librairie Chapelot 1913, 362, y Fez Pleux & Truchi 1926, 288. 4 Carlos Seco Serrano, “Las relaciones España-Francia en vísperas de la Primera Guerra Mundial”, Boletín de la Real Academia de la Historia, CLXXXIV/I (1987) 129-163, incluido en Estudios sobre el reinado de Alfonso XIII”, Real Academia de la Historia, Madrid, 1998, 143-149. 5 Información del encargado de negocios en Berlín, t 173 A. Martin-Franklin-di San Giuliano, 26 agosto 1911, ASD DS XL/18 1165. 2
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b. Alemania daría a Francia el llamado Bec de Canard en el nordeste del Camerún. En Gabón, Francia sólo entregaría un paso que partiría del norte de Libreville. De este modo, Alemania recibiría la bahía de Corisco, muy buena para construir un puerto, y alcanzaría el Nkolosanga, siguiendo paralela a la frontera de Camerún. Se aceptó lo primero, pero se juzgaba insuficiente lo segundo, porque era una frontera totalmente artificial6. Tendrían que ceder en Berlín para no arriesgarse a que la Asamblea Nacional francesa lo rechazar7. Creían en Alemania que el problema se planteaba en Marruecos: ¿cómo iba a funcionar la libertad de comercio?8. Con esta oferta, Jules Cambon regresó a Berlín con pocas esperanzas9, no obstante las buenas palabras de su ministro10. Alemania analizaba así la situación. Inglaterra había sido una mala consejera de Francia, a la que había empujado a enfrenarse con Alemania, tensando las relaciones, pero sin querer forzar la ruptura. Inglaterra era el verdadero enemigo de Alemania, según la Neue Freie Press. En Londres no consentirían que Alemania o Francia se establecieran en el norte de Marruecos. No aceptaron la posible mediación de Rusia. Creyeron que la actitud de España creaba complicaciones a Alemania en su negociación con Francia11. El 2 de septiembre se reunieron García Prieto, Bunsen y Geoffray. Este les comunicó que había un proyecto, pero no lo había recibido aún. Hablaron también sobre Ifni, cuya pretensión España debería abandonar. Este era un punto innegociable. García Prieto fijó como tesis: modificado el statu
6 De Selves dijo que para ampliar las concesiones, habría que ir a una crisis ministerial. Lebrun, ministro de colonias, se había comprometido con varios diputados a no ceder nada más en Gabón. Detrás de estos, financieros franceses con intereses y concesiones en Gabón. El 2 de agosto todos los diarios franceses se mostraban optimistas. Le Matin, inspirado por el ministerio de Asuntos Exteriores, informaba de la resistencia alemana a aceptar la oferta francesa. 7 T 426 Titttoni-di San Giuliano, recibido el 30 agosto 1911, ib. 1183. La respuesta enérgica del gobierno francés, presentaba al presidente Fallières, 454, 13 septiembre, ib. 1265. El texto de estas contrapropuestas francesas se lo enseñó el embajador alemán, barón von Schön, 461, recibido el 19 septiembre, ib. 1321. 8 t 175 A. Martin-Franklin-di San Giuliano, 29 agosto, ib. 1185. Para Rusia las pretensiones económicas alemanas eran excesivas. Así se lo dijo Neratov, t 115 Melegari-di Sa Giuliano, 14 septiembre, ib. 1267. Alemania decía que sus exigencias eran también una garantía para las demás potencias, 459 Tittoni-di San Giuliano, 17 septiembre, ib. 1305. 9 Sobre la intransigencia en las dos capitales, vid. su conversación con Pérez Caballero, t 428 Tittoni-di San Giuliano, 30 agosto, ib. 1191. 10 De Selves dijo a los embajadores el 30 de agosto que las negociaciones continuaban “en condiciones normales”, t 433 Tittoni-di San Giuliano, 31 agosto, ib. 1195. 11 850/321 Bonin-San Giuliano, 2 septiembre, ib. 1245-1246.
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quo en Marruecos, había que poner en marcha lo previsto en el artículo III del acuerdo de 1904. España podría entrar de lleno en la posesión de su zona de influencia. Eso no era admisible para Geoffray. Lo nuevo era la intervención alemana. Francia había adquirido su abandono en Marruecos. Pagando ese precio compraba también los derechos para España, que debería aportar su parte a los “gastos” hechos. Los dos gobiernos estaban sometidos al control de la opinión. El de España, sabiendo el escaso valor que tenía Ifni, no podía prescindir de lo que significaba tener frente a Canarias otra potencia12. El 3 de septiembre las tropas españolas, pese a la promesa hecha al embajador francés, ocuparon Ifni13. Le Temps, diario oficioso del Quai d’Orsay, juzgó ese acto uno más en la cadena de los que durante los últimos meses habían supuesto un desprecio al Majzén14. La reacción francesa pareció al ministro de Estado un ultimátum. No lo era, pero el embajador recordó que las concesiones hechas daban derecho a su país a presentar algunas demandas15. Paul Cambon vino en ayuda de la posición del gobierno de Canalejas. La negociación hispano-francesa no tenía otra justificación que concretar lo que ya estaba previsto en 1904. Por eso no cabía apelar a lo que Francia había tenido que dar a Alemania. Los derechos españoles a Ifni tenían su base en un tratado de 1860. No habían caducado. Estaban además recogidos en el artículo IV de la convención de 1904. Esta había supuesto para Francia una doble ventaja: la entente con el Reino Unido y reducir la ambición de España a una zona menos extensa y rica que la que Francia se había reservado. Informó que el embajador español en Londres había comunicado a Edward Grey que no abandonarían Ifni. Cuando conoció las instrucciones enviadas por Selves a Geoffray, Villaurrutia dijo: “c’est-à-dire que ne voulez pas negocier avec nous”16.
12 Antes
de despedirse, Geoffray insistió en el efecto negativo que tendría en Francia una ocupación militar española de Ifni. 216 Geoffray-Selves, 2 setiembre, AAE NS Maroc 97 263-268. Un resumen de la posición española, tc 235-236 7 septiembre, ib. 98, 40-41. 13 Tc s.n. Geoffray-Selves, 3 septiembre, ib. 273. 14 “Bulletin de l’Étranger. Les espagnols à Ifni”, Le Temps, 3 septembre 1911. 15 El diálogo de Geoffray con Canalejas y García Prieto, tc 228-229, 5 septiembre, AAE NS Maroc 97 98 2-3. Bunsen, en una conversación privada con Alfonso XIII también rechazó la palabra ultimátum, para insistir que se trataba de una demanda. Tc très conf 230, 6 septiembre, ib. 9-10. Se entrevistó el Rey con el embajador ruso. Y también este transmitió el contenido de la conversación a su colega francés. 233, 6 septiembre, ib. 12. 16 309 Paul Cambon- Selves, 6 septiembre, ib. 13-15. Insistió en este razonamiento, 312 y 340 Paul Cambon-Selves, 9 septiembre y 5 octubre, ib. 62-65 y 111-113. En Rusia preocupaba que Francia dirigiera a España un ultimátum a propósito de Ifni, Urgent 336 Georges Louis-Selves, 7 septiembre, ib. 42.
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Se entrevistó Moret con Bunsen y le expuso su tesis: dejar Marruecos a su destino. España debía renunciar a las ventajas territoriales que le daba el convenio de 1904. Recibiría a cambio en propiedad la región desde el Mulaya hasta Tetuán, incluida esta ciudad17. Había expuesto esta idea a Georges Clemenceau y otros políticos franceses en septiembre, a su paso por París. Dijo lo mismo a Geoffray. Advirtió que la negociación dejaría descontentas a las dos partes. España podría acudir a Berlín, donde sería bien acogida18. El 15 de septiembre Jules Cambon entregó la oferta de su país. Kiderlen Wächter dijo que la examinaría con deseos de conciliar los intereses en litigio19. Francia garantizaba la libertad de comercio en Marruecos. Sólo quería plena libertad de acción política. Buscaba que todas las naciones firmantes del Acta de Algeciras se la reconocieran, a cambio de esta igualdad de derechos económicos20. Logrado el acuerdo en esto, podría decirse que se cerraba la negociación. El último punto, las compensaciones territoriales21 suscitó alguna complicación22. A finales de octubre había un texto23. Pocos días después, se transmitía a las potencias signatarias del Acta de Algeciras para “demander l’accession”, tal como estaba previsto en su artículo 14. La opinión francesa lo acogió con satisfacción24.
17 Esta propuesta terminó pareciendo la mejor a Bunsen y Geoffray porque evitaba futuros problemas. Tc 249 Geoffray-Selves, 21 octubre 1911, AAE NS Maroc 98 144. 18 Secret 247 et R 254 Geoffray-Selves, 6 y 13 octubre, ib. 114-115 y 127-128. 19 Cambon creía que eso era un síntoma de una pronta solución, t 192 Pansa-di San Giuliano, 16 septiembre, ASD DS XL/18 1277. El barón von Schön juzgaba excesiva la alarma creada. No existía peligro de guerra. T 458 Titton-di San Giuliani, 17 septiembre, ib. 1303. El avance en la negociación, t 198 y 468 Pansa y Tittoni-di San Giuliano, 21 septiembre, ib. 1333 y 1339. 20 T 467 Tittoni-di San Giuliano, 20 septiembre, ib. 1329. 21 Conversación con De Selves y von Schön, t 550 Tittoni-di San Giuliano, 9 octubre, ib. 1361 y t 227 Pansa-di San Giuliano, 11 octubre, ib. 1369. Las pretensiones alemanas en el Congo, t 579 Tittoni-di San Giuliano, 19 octubre, ib. 1393. La propuesta, 590, 23 octubre, i. 1413. 22 T 564 y 235 Tittoni y Pansa-di San Giuliano, recibido el 14 octubre y 16 octubre, ib. 1375 y 1379. Sobre el pesimismo francés, t 574 Tittoni-di San Giuliano, 18 octubre, ib. 1387. Esa impresión la negaba Jules Cambon, t 248 Pansa-di San Giuliano, 20 octubre, ib. 1399. La confirmación desde París, en una nota oficiosa de Caillaux, publicada en Le Matin de ese día, t 586 Tittoni-di San Giuliano, 21 octubre, ib. 1401. La confirmación de esa buena impresión, transmitida por el conde Ärenthal, 589 Avarna-di San Giuliano, 25 octubre, ib. 1425. 23 Jagow, embajador alemán en Roma se lo notificó al ministro de Asuntos Exteriores, t 4604 A. di San Giuliano-Tittoni, 29 octubre, ib. 1441. 24 Vid. el original francés, ib. 1457-1460. T 658 TIttoni-di San Giuliano, 5 noviembre, ib. 1461. Un resumen y comentario y debate parlamentario sobre él, 1841bis/615 y 1918/633 Pansa-di San Giuliano, 5 y 11 noviembre, ib. 1489-1493 y 1531-1532.
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2. Un momento de incertidumbre El convenio acababa con los principios capitales del Acta de Algeciras. La integridad territorial era negada por el derecho reconocido a Francia de que sus ejércitos pudieran ocupar Marruecos, y la soberanía del Sultán, por la facultad de representar a su gobierno ante los otros Estados, reservada a Francia. La plena libertad de acción que Alemania le reconocía valía más que los territorios que debió ceder en el África ecuatorial. El acuerdo tuvo un fuerte impacto negativo en la opinión pública española25. Creían que Alemania no puso límite alguno a la acción del gobierno francés en Marruecos. En él se ignoraron los derechos de España. Era un hecho irrebatible Cuando se produjo la ocupación italiana de Tripolitania, Camille Barrère, embajador francés en Roma, dijo que Francia no intervendría, si no lo pedía Italia. Ese gesto confirmaba su éxito en los trabajos hechos para consolidar la amistad entre los dos gobiernos26. La opinión alemana no disimulaba su malestar por la iniciativa de su aliada. Contrastaba esa actitud con la de Francia. La situación creada treinta años antes a propósito de Túnez había cambiado radicalmente. Ahora la acción italiana reforzaba la amistad con Francia. Era una muestra más de que la política de “encerclement” de Francia hacia Alemania proseguía. Avanzaba en su propósito de separar de la Triple Alianza a Italia. Eso fortalecía a Francia en el Mediterráneo y forjaba “su formidable red de alianzas y acuerdos”. El acuerdo afectaba a España, según Juan Pérez Caballero, su embajador en París. La opinión francesa era unánime: había que conquistar Marruecos. Se ponía en tela de juicio la presencia de España. Detrás de ese movimiento actuaba una minoría “amparada por la alta Banca”, que se había ganado a la opinión en beneficio de su política colonial27. Todas estas circunstancias explican la reacción ante la presencia del Panther en Agadir y el acuerdo franco-alemán. Jerónimo Bécker González, Historia de Marruecos. Apuntes para la historia de la penetración europea y principalmente española en el norte de África, Madrid, Estudio Tipográfico de Jaime Ratés 1915 529-539. Texto en Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912), tomo II: De la crisis de la política Africana (1898) al protectorado de Marruecos (1912), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1966, 263-266. 26 Un resumen de las relaciones Italia-Francia sobre Marruecos desde el acuerdo del 21 de noviembre de 1898 “Premières négociations en vue d’une action de la France au Maroc. La France l’Italie et le Maroc”, 25 diciembre 1911, AAE CP NS Maroc 5 213-215. 27 “El partido colonial ha conquistado para sus emperlas al gobierno francés, porque antes había triunfado en la opinión por medio de la prensa”. 25
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La posición del Reino Unido era una incógnita. Si se alineaba con Francia, “Alemania, que ni ha querido la guerra ni a ella estaba dispuesta todavía, habría de retroceder. Sin Inglaterra, cambiaba absolutamente el problema a favor del Imperio Germano”. Si había accedido a un convenio con Francia, eso significaba que el Reino Unido estaba con Francia. Todo quedaba claro. El balance es que en el norte de África se fundaba un gran imperio francés y se dejaba a Alemania hacer lo mismo en África central. El resultado: se buscará que España abandone Marruecos. ¿Permitiría eso el Reino Unido? Esta pregunta revelaba que España pasaba por momentos críticos, porque sus “enemigos no desperdiciaban la ocasión de preparar a la opinión para que se aprobara ese proyecto colonial desde hacía varios meses y lo habían logrado28. Estaba en la lógica, como reconoció en Saint Calais (Loire) Cailloux comentando el 5 de noviembre el convenio con Alemania29. Argelia quedaba asegurada, completando la operación iniciada en Túnez, cuando el 12 de mayo de 1881, el bey regente firmó el Tratado de Kasser Said (conocido como el Tratado de Bardo) por el cual Túnez pasaba a estar bajo protectorado francés30. La idea de que Alemania había tenido que ceder y que el convenio era una victoria de Francia quedaba patente en los discursos pronunciados en el Reichstag. Francia había superado la crisis de Agadir. Había salido de ella “fortalecida, orgullosa de sus aliados que tan brillantemente la han sostenido, pero con un nuevo resentimiento alemán que, al otro lado del Rhin, murmura sus amenazas y espera el desquite” por la humillación sufrida31. La convención franco-alemana del 4 de noviembre de 1911 no necesitaba la sanción del Reichstag. Con todo se debatió. Seguros de que nada influirían sus palabras, todos se pronunciaron, subrayando sus insuficiencias. Con todo, el balance era positivo. Esa impresión se afianzaba en la medida en que los diputados y la prensa franceses atacaban el convenio. El rasgo más destacado de toda la discusión fue la hostilidad contra Inglaterra. Kiderlen Wächter fue acusado de no haber mostrado energía frente 28 “La conquista de Marruecos es idea ya arraigada en Francia y… todos, con variación de matices, trabajan por ella discutiendo nuestra presencia Sobre este punto, 296 y 336 Pérez Caballero-García Prieto, 1 y 15 mayo 1911, AMAE H 1537. 29 “Nous avons jugé avant tout, par dessus tout, qu’en aucun cas et sous quelque forme que ce fût, la France ne pouvait admettre la présence au Maroc d’une des grandes Puissances européennes » Había que alejar a Alemania y no consentir privilegio comerciales, porque esa vía llevaba a una dominación más completa. « Un grand discours politique de M. Caillaux », La Petite République 6 novembre 1911, 1. 30 624 Pérez Caballero-García Prieto, 2 noviembre 1911, AAME H 1537. 31 653 Pérez Caballero-García Prieto, 15 noviembre 1911, ib. 1537.
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a la “insolente intervención” inglesa, mencionando expresamente las amenazas de Edward Grey. ¿Hubo riesgo de una guerra entre las dos naciones? Para responder a esta pregunta, se publicó la documentación relativa a la negociación así como la reacción del gobierno de Asquith. Para completar la versión alemana, intervino en los Comunes el secretario del Foreign Office el 27 de noviembre. Sus palabras fueron amistosas. Había dos puntos que no agradaron a la opinión alemana: las explicaciones dadas sobre el envío de un buque de guerra a Agadir no disiparon las sospechas que existían en las relaciones entre los dos países. Era lógico que el gobierno inglés tomara medidas cautelares para poder defender sus derechos. El efecto de esta declaración fue cada día más negativo. Antes de cerrar el período de sesiones intervino el canciller para poner calma. Alemania no había informado más a Inglaterra, creyendo que lo hacía Francia. Era evidente que las demandas alemanas no afectaban a los intereses británicos. Lo contrario habría sido rechazado por su aliado francés. El canciller von Bethmann hizo suyas las palabras de Lloyd George: el día que se tomaran decisiones tocantes a los intereses alemanes sin tener en cuenta a su gobierno, Alemania habría dejado de ser una gran potencia. Establecido ese principio, el canciller dijo que deseaba mantener la paz y la amistad con los ingleses. Los alemanes deberían, tras conocer el peligro, mantener fortaleza y sangre fría, una visión de largo alcance, sin caer ni en el temor ni en la arrogancia32. La situación se iría normalizando. Alemania ordenó a sus buques salir de Agadir33. El tratado franco-alemán fue aprobado con una mayoría de 350 votos el 20 de diciembre34. El acuerdo, ratificado el día 12 de marzo, fue publicado el día 16 de 191235. “Alemania, como si no le interesase en lo más mínimo la cuestión del Estrecho, como si no le afectase, ni indirectamente siquiera lo relativo a la costa norte-africana, como si le fuese por completo indiferente la situación
32 Pese a estas palabras y a su buen efecto, el embajador inglés en Berlín reconocía que en los tres meses anteriores se había perdido todo lo conseguido en varios años. 2072/682 Pansa-di San Giuliano, 6 diciembre 1911, ASD DDS XL/18 1591-1594. E. Grey reconocía que el incidente de Agadir había abierto el recelo en las relaciones franco-alemanas y en las de Berlín con Londres, t 623 Imperiali-di San Giuliano, 22 diciembre, ib. 1635. 33 El 5 de diciembre llegaron a Tánger desde Agadir Casablanca el crucero Berlin y la cañonera Aber. Su dotación era de 460 hombres. Partirían hacia Kiel. 1386/259 Gianatelli Gentile-di San Giuliano, Tánger 13 diciembre, ib. 1643. 34 El debate entre Caillaux y Albert de Mun y Jean Jaurès, 3279/1460 Tittoni-di San Giuliano, 28 diciembre, ASD DS XL/18 1659. 35 Texto francés de la convención, anexo a Ruspoli-di San Giuliano, 21 marzo, ASD DS XL/19 189-196.
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de España en el Zagreb, no creyó necesario poner a la acción francesa cortapisa alguna”. No sucedió así en 1904, pues el Reino Unido exigió a Francia negociar con España, cuyos derechos fueron tomados en cuenta, porque eran “innegables”. En resumen, “el gobierno imperial prescindía absolutamente de nosotros, nos dejaba entregados por completo a Francia, precisamente en momentos en que las relaciones entre los gabinetes de París y de Madrid estaban lejos de ser cordiales” Francia continuaba prescindiendo de España, como lo hizo ya con el acuerdo negociado con Alemania el 9 febrero de 190936. Esa conducta revelaba que lo pactado con el Reino Unido en 1904 lo entendía Francia de una forma diferente: en ellos Marruecos era para Francia37.
3. Francia-España: Proyecto de convención sobre Marruecos En un clima emocional tenso, tras los problemas con Francia, se habló de un acuerdo hispano-británico sobre las costas de Marruecos. Parece que el informante del ministro de Asuntos Exteriores los confundía con las notas intercambiadas en mayo de 1907 sobre el statu quo en el Mediterráneo occidental y en las costas del Atlántico que bañan África y Europa38. En la prensa inglesa, francesa y alemana se comentó el interés de Inglaterra por la firma de un acuerdo hispano-francés sobre Marruecos. España arrendaría Rio Muni a Alemania, que estaba en Camerún. Francia cedería a Alemania una franja territorial a lo largo de la frontera con Camerún. Faltaba que Alemania obtuviera Fernando Poo. La indemnización a España la pagaría Francia39. Semanas antes, como hemos apuntado más arriba, el embajador de España en París había lamentado que Francia no quisiera negociar con España. Para restablecer la verdad, el ministro de Asuntos Exteriores hizo un relato de los hechos desde el mes de mayo. La nueva oferta, que ampliaba lo reconocido en 1904, era sólo eso. Si los españoles querían el cumplimiento del acuerdo de 1904, Francia no se opondría. Hasta ahora, sin un texto sobre el 36 Manuel González Hontoria, El protectorado francés en Marruecos y sus enseñanzas para la acción española, Madrid, Residencia de Estudiantes 1915, 239. 37 Esta política la sostuvieron de Cruppi, en el gobierno presidido por Monis, y De Selves, en el presidido por Joseph Caillaux, J. Bécker, Historia de Marruecos…537-537 y 543. 38 Tc conf 262 Geoffray-Selves, 5 noviembre, AAE NS M 98 155. 39 “Marruecos: negociaciones franco-españolas”, Ejército y Armada, 16 noviembre 1911.
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que discutir, se trataba de un intercambio de ideas, preliminar a la negociación40. Sería este un argumento a emplear por el ministro de Asuntos Exteriores cuando tuviera que presentar lo pactado al parlamento41. Esta nueva actitud, transmitida desde París por el embajador Pérez Caballero, recordaba el ministro, dio lugar a un segundo encuentro de García Prieto con Maurice Bunsen y Geoffray el 9 de septiembre. No se avanzó un paso. Sirvió en cambio para subrayar que no había prisa por parte de Selves y que se trataba de intercambio previo a la negociación formal42. Poco a poco el gobierno español se mostró dispuesto a compartir el precio pagado por Francia a Alemania43. No habría que olvidar la posibilidad de que los españoles se acercaran a ésta44. El ministro de Estado, que se reunía casi a diario con Maurice Bunsen y Geoffray, cometió la indiscreción de decir que el gobierno estaba dividido, aunque la mayoría apostaba por hacer concesiones45. El 3 de noviembre Geoffray comunicó oficialmente a García Prieto el acuerdo franco-alemán. España mostró sus reservas sobre los derechos reconocidos en el convenio de 1904. No podría adherirse hasta que no recibiera seguridad de que estaban garantizados46. El ministro de Estado desmintió que España estuviera haciendo gestiones ante otros gobiernos para pedirles que no se adhirieran47. El 30 de noviembre había ya un texto para una convención hispano-francesa. Partía de la afirmación de la integridad territorial de Marruecos. Los dos gobiernos en sus respectivas zonas prestarán toda su asistencia al Majzén. En la suya, el gobierno español era responsable del orden y de la segu-
40 727bis Selves-Paul Cambon, 8 septiembre, ib. 52-54 y DDF 2e série/XIV, Paris 1955, 374-375. Este despacho fue enviado también a San Petersburgo. La comunicación del embajador a Nératoff, encargado del ministerio de Asuntos Exteriores, Très conf 339 Georges Louis-Selves, ib. 55. La respuesta de Londres, 312 Paul Cambon-Selves, 9 septiembre, ib. 6265. 41 Vid. una “Note pour le Ministre, 18 novembre 1911, AAE NS Maroc 97 208-209. Hay un informe de Louis Renault diciendo que esa convención no tiene que pasar por las Cámaras para ser ratificada por el presidente de la República. Informe jurídico, 20 noviembre, ib. 211213. 42 R et conf 219 Geoffray-Selves, 9 septiembre, ib. 66-68. 43 Así lo dijeron a Maurice Bunsen el Rey y el ministro de Estado. Tc 238 Geoffray-Selves, 12 septiembre, ib. 77. 44 Tc 239 Geoffray-Selves, 13 septiembre, ib. 84-85. 45 R 226 Geoffray-Selves, 15 septiembre, ib. 95-96. 46 Tc 259 et 263 Geoffray-Selves, 3 y 6 noviembre, ib. 150 y 160. 47 Esta acusación, tc Selves a los embajadores en La Haya, Viena. Bruselas, Estocolmo, Washington y Lisboa, 13 de noviembre, ib. 163 y 166. La negativa del ministro de Estado, 264 Geoffray-Selves, 6 noviembre, ib. 161.
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ridad...48. El Reino Unido estaba dispuesto a prestar sus buenos oficios49. El acuerdo de 1904 “reste notre guide”50. La negociación revelaba una actitud amistosa51. El 6 de diciembre Geoffray entregó a García Prieto el texto del proyecto. El gobierno inglés quería que, como base de la negociación, quedara claro que el gobierno español no estaba obligado a compensar a Alemania, y que el gobierno francés sostendría esa posición52. Así sería, porque el acuerdo con Alemania afectaba a todo Marruecos y ese acuerdo exigía que se mantuviera fuera de cualquier otro entre Francia y España. Esta era libre de hacer con Alemania las concesiones que quisiera53. Era un gesto innecesario, pues las hechas a Alemania el 4 de noviembre afectaban a todo el territorio de Marruecos, también a la zona española54. La negociación fue lenta55. El 22 de diciembre García Prieto presentó un contra-proyecto56. En el debate habría que tener presente dos principios: la unidad e integridad del Imperio marroquí y el respeto a los derechos otorgados a terceros, instituciones, sociedades o particulares57. Se temió que se hubiera enfriado la “entente cordiale”, al conocerse las cláusulas secretas del convenio de 1904. El partido colonial temió que les faltara el apoyo inglés en sus pretensiones sobre Marruecos. La prensa colonialista siguió su campaña contra España. La opinión comenzó a cambiar a Texto mecanografiado, 30 noviembre 1911, AAE NS M 99 28-32. Tc con 360 Paul Cambon-Selves, 1 diciembre 1911, ib. 33. García Prieto deseaba que Bunsen asistiera a la negociación. c 282 William Martin-Selves, 4 diciembre, ib. 59. En París no veían ningún inconveniente. Paul Cambon se lo comunicó a Arthur Nicholson, tc 365 Cambon-Selves, 6 diciembre, ib. 75. 50 Palabras de Cambon a E. Grey. 436 Paul Cambon-Selves, 2 diciembre, ib. 51-52. 51 “D’une manière générale vous vous attacherez à montrer au gouvernement de S. M. C. que le gouvernement de la République, en établissant le présent projet, a été uniquement animé du désir de ménager à l’Espagne des satisfactions équitables et de lui donner ainsi une fois plus, la preuve de l’intérêt que nous attachons à nos bons rapports avec elle”. Instrucciones al embajador en Madrid, 8 diciembre, ib. 53-58. 52 Tc 284 Geoffray-Selves, 6 diciembre, y pro-memoria de Francis Bertie en su conversación con Selves, 6 diciembre, ib. 78-79. 53 Tc 431 Selves-Geoffray, 7 diciembre, ib. 84. 54 Vid. un informe jurídico, 21 diciembre, ib. 177-178. 55 El procedimiento sería minucioso. Tc 288 Geoffray-Selves, 11 diciembre, ib. 102. Una valoración política de ese estilo de negociación, tc 302 Geoffray-Selves, 25 diciembre, ib. 189. El contexto general en que se producía la negociación, en dos notas para el ministro, 25 diciembre, ib. 197-222. 56 Vid los textos, español y francés, ib. 169-175 y 135-140. Mecanografiado y con correcciones, ib. 141-146. La primera reacción, tc 297 y 298-199 conf Geoffray-Selves, 20 diciembre, ib. 178-162 y 163-167. 57 Note del 23 de diciembre analizando el texto español, ib. 180-183 48 49
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mitad de diciembre. Había una actitud más favorable a España. Se esperaba que a la antigua amistad entre los dos países se sumaran ahora nuevos argumentos que la consolidaran. Todo esto sucedía al mismo tiempo que el ministro ruso de Asuntos Exteriores visitaba París. Sasonov trató de los Dardanelos y de Persia. El gobierno ruso deseaba que el Mar Negro estuviera abierto a la marina mercante de todos los países. Juzgaba que el bloqueo por parte de Turquía violaría el artículo 3 de Tratado de Londres, del 13 de marzo de 1871. En Persia coincidían los intereses franceses y rusos58. La red de alianzas de Francia seguía intacta. Podía mirar confiada el porvenir59. En el arranque de la negociación, renunció Francia a la evacuación de Larache y Alcazarquivir y a la revisión del tratado de 1904. Había varias concesiones importantes: España tendría la representación diplomática de los marroquíes residentes en su territorio y libertad plena para administrar su zona, con dos limitaciones: hacer frente a la deuda pública y respetar las obligaciones económicas contraídas por Francia en su convención con Alemania. En cuanto al ferrocarril Tánger-Fez, se desechaba la idea de neutralizar su trazado. Eso hubiera dividido en dos la zona española. Se encomendada a una compañía internacional la gestión de la creada por el Sultán y Francia y en la que podrían participar capitales españoles. Esta compañía podría tener puestos de policía a lo largo de su recorrido, pero quedaba intacta la soberanía española hasta el Lukos. Otro escollo salvado fue la soberanía del Sultán. En la zona española se ejercería por medio de un delegado suyo, que debería ser aceptado por España, y tendría todos los poderes del Majzén. Las concesiones hechas por España fueron abandonar el sur, aunque podría seguir en Ifni con un hinterland, pero obligada a no ceder ese territorio ni Río de Oro a otra potencia. Esta oferta mejorada fue posible gracias a la intervención de Geoffray. Durante su estancia en París había sabido vencer al partido colonial, evitando de este modo una ruptura con España. Las fuentes gubernamentales españolas guardaban silencio, pero admitían que la negociación sería ahora muy breve. Estuvo presente el embajador inglés, Maurice Bunsen, en la entrevis-
58 Se disipaba el temor de un pacto ruso-alemán, tras la entrevista que los dos ministros de Asuntos Exteriores tuvieron en Postdam. 555 Pérez Caballero-García Prieto, 15 diciembre 1910 y 70 F. Reynoso, encargado de negocios, 31 enero 1911. El debate en la prensa francesa sobre este movimiento de Rusia hacia Alemania, 106 Pérez Caballero-García Prieto, 15 febrero 1911, AMAE H 1537. 59 754 Pérez Caballero-García Prieto, 18 diciembre 1911, ib. 1537.
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ta Geoffray-García Prieto. Había recibido el texto de la propuesta francesa. La única incógnita era la actitud alemana. No se sabía si pediría alguna compensación60. El primer encuentro fue una sorpresa. García Prieto rechazó la oferta. No se admitían pequeñas rectificaciones en el norte ni el abandono del sur de Marruecos Se bloqueó la buena perspectiva inicial61. El gobierno español presentó un contra-proyecto. Había una desproporción entre la parte que recibía Francia y la que se daba a España. Por eso era normal que el gobierno de Canalejas desease que, al menos, las condiciones políticas reconocidas a ella fuesen idénticas a las conseguidas por aquella. Si el Sultán y la capital de su Imperio quedaban en su zona, era difícil que Francia no extendiera su acción a la zona española. Estaba previsto resolver el problema con el nombramiento de un delegado del Sultán, pero, probablemente, el gobierno español subrayaba esta dificultad para recibir más territorio en el sur. Una razón aceptable para justificar esa insistencia sería asegurar Canarias. Lo habían dicho Moret, García Prieto y Canalejas esos días. Cada una de las partes ponía un precio distinto a la región del Sous, al norte de Ifni. Francia decía que eran arenas desiertas. España aseguraba que se trataba de la región más rica. En esta reclamación, no contaría con el apoyo inglés62. García Prieto entregó a Geoffray el 18 de diciembre el texto del proyecto español. Su primera impresión fue negativa63. La estrategia española seguía el ejemplo francés: fijar primero las condiciones y luego hablar de territorio64. Pasaba a primer plano la organización del protectorado. El 30 de diciembre Geoffray respondió a García Prieto65. El ambiente era ahora más hostil e intransigente66.
1123/434 Bonin-di San Giuliano, 9 diciembre, ASD DD XL/18 1797-1599. T 198 y 202 Bonin-di San Giuliano, 12 y 16 diciembre, ib. 1601 y 1607. 62 1156/443 Bonin-di San Giuliano, 17 diciemre, ib. 1639-1640. 63 Esos días la prensa española atacaba a Francia, a quien acusaba de instigar la rebelión en el Rif. T 206, 209 y 213 Bonin-di San Giuliano, 24, 26 19 diciembre, ib. 1645-1647 y 1655. Sobre la reanudación de la rebelión en el Rif, 1188/451, 29 diciembre, ASD DDS XL/19 3-4. 64 Comentario del embajador Villa Urrutia, t 635 Imperiali-di San Giuliano, 27 diciembre, ib. 1653. 65 3268/1449 y t 214 Tittoni y Bonin-di San Giuliano, 27 diciembre, ib, 1657 y 1663. 66 Geoffray decía que en el ministerio de Asuntos Exteriores francés se negaban a reconocer a España incluso lo aprobado en 1904, 7/4 y t 1-2 Bonin-di San Giuliano, 3, 4 y 6 enero 1912, ASD DDS XL/19 13-14, 5 y 11. Sobre la crisis en el gobierno francés y la postura de la prensa de Madrid, 24/15, 11 enero, ib. 35-36. 60 61
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Poco a poco se avanzaba en la negociación. Se despejaba el horizonte en torno a los dos asuntos pendiente. Las propuestas eran menos intransigentes67. Geoffray viajó a París. Regresó con unas ofertas más aceptables. Continuaron las conversaciones el 12 de febrero, asistiendo a ellas Bunsen. Un paso adelante fue dejar el asunto de las aduanas a la comisión técnica que se reuniría dentro de un año68. Poincaré era más flexible que Caillaux. Se convino que España se subrogase las obligaciones respecto a la deuda a cambio de administrar las aduanas de su zona. Había un tono nuevo en la política francesa. Como ejemplo, el discurso de Pichon en el Senado69. La posición francesa dejaba a España como arrendatario o feudatario suyo en Marruecos. Querían ahora hacer pagar a España las concesiones hechas a Alemania en el Congo. La prensa inglesa denunció la injusticia de ese intento. Era además una burla al tratado de 1904, garantizado por el que firmaron en abril de ese año Londres y París. La debilidad española no permitía hacer alardes, Pero estaban a su lado otras potencias. El Reino Unido se hallaba “en consonancia perfecta con nuestra conveniencia”. Ese apoyo era mucho más eficaz que las voces que, en defensa de los derechos de España, se habían alzado entre los políticos franceses, primero Jean Jaurès, y luego Gabriel Hanotaux. En esos momentos se produjo la crisis ministerial en Francia. Cayó el gabinete Cailloux. Este era una persona brusca, ultranacionalista, que actuaba bajo la inspiración de Delcassé. La imposición alemana a las pretensiones de este ministerio lo obligó a ceder un rico territorio en el Congo. A cambio los alemanes le ofrecieron lo que no era suyo: Marruecos. Esa negociación era una nueva derrota de Francia ante su enemigo. Cualquier gabinete que se formara mejoraría las relaciones con España, sobre todo si el gobierno inglés exigía el cumplimiento de los acuerdos de 1904. Incluso si, levantado el veto alemán contra él, lo presidiera Delcassé, habría de respetar lo que él firmó aquel año70. Un gabinete moderado, influido por Gabriel Hanotaux, aseguraría a la amistad entre los dos países. Si se girara a la izquierda, no podría desoír a Jean Jaurès, que acababa e acusar al
T 8 y 52/28 Bonin-di San Giuliano, 19 y 20 enero, ib. 37 y 39-40. 161/67 Bonin-di San Giuliano, 21 febrero, ib. 79-81. 69 Las conversaciones serían laboriosas y larga, t 19, 24 y 26 y despacho s.n. Bonin-di San Giuliano, 12, 17 y 19 y 13 febrero, ib. 53, 63 y 71 y 69-70. 70 Hablando con el agregado militar de Francia en Madrid, teniente coronel Tillion, el Rey dijo que desde hacía 10 años venía trabajando en favor de las buenas relaciones con Francia. “M. Delcassé et moi sommes les seuls qui ayons juqu’ici pris au coeur cette question”. Informe fechado el 22 de marzo de 1913, AAE NS E 66 100. 67 68
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gobierno Caillaux de envilecer a Francia, contagiándola de ese espíritu de despojo que parecía haberse apoderado de Europa71. Fue elegido presidente del consejo Raimond Poincaré72. Las dos cuestiones pendientes en torno al protectorado mismo eran que el Majzén tuviera facultad para elaborar los reglamento y la administración de las aduanas. La primera supondría que España ejerciera un protectorado subordinado a Francia. Las aduanas eran administradas por los franceses, que exigían que eso no se tocase. Lo justificaban en dos razones: mantener la unidad del Imperio y conservar inalterable lo que había servido de fianza para los poseedores de títulos de la deuda de Marruecos73. Una vez resuelto el problema de las aduanas y de los reglamentos del Majzén, se empezó a hablar de territorio74. Las conversaciones sobre Tánger habían llevado a Londres a la misma conclusión en la que se fundaba la postura española: el Majzén sería un instrumento de Francia. España no cedería Cabo de Agua, situado frente a las Chafarinas. Podría tratarse de una baza en la negociación para pedir otra cosa, pero quizás fuera una fórmula para evitar presencia española cerca de Taza y Fez75. Se renunció a Cabo de Agua y se pidió el Valle del Uerga. Era una decisión de Poincaré76. Estas demandas habían roto la expectativa de caminar con rapidez en las cuestiones territoriales. Poincaré las pedía ahora insistentemente. No lo había hecho su predecesor77. 71 Había dicho el ex ministro de Asuntos Exteriores que si en Europa, una España enemiga sería un serio peligro, ¿cómo negar la utilidad de que en Marruecos fuera una vecina satisfecha? “Fases de la negociación. La gallardía francesa y M. De actualidad. La crisis francesa”, El Noroeste, 11 y 12 de enero de 1912. El diario se editaba en la Coruña y era conservador. En una audiencia al agregado militar en Madrid, Alfonso XIII explicó la posición española en la negociación, subrayando la buena voluntad del gobierno de Canalejas. Vid. el informe del comandante Paris, 11 octubre 1912, AAE NS E 66 70-72. 72 Rafael Gay Montella, Valoración Hispánica del Mediterráneo, Madrid 1952, 231-245. y Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912), tomo II: De la crisis de la política Africana (1898) al protectorado de Marruecos (1912), Madrid Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1966, 280-281. 73 Cada una de las partes tenía razón en uno de los puntos pendientes. España, en su negativa a admitir que se regulase desde un gobierno situado en la zona francesa la administración de la suya. Y Francia, en la defensa de los propietarios de títulos. 18/11 Bonin-di San Giuliano, 8 enero, ib. 27-28. Villa Urrutia informó a su colega italiano sobre los dos puntos conflictivos, 361/69 Imperiali-di San Giuliano, 30 enero ib. 49-50. 74 Sobre la reunión de la comisión paritaria hispano-francesa y sus trabajos, 196/76 y t 36 Bonin-di San Giuliano, 3 y 14 marzo, AAE NS E 66 95-96 y 123. 75 165/68 Bonin-di San Giuliano, 24 febrero 1912, ASD DDS XL/19 77-78. 76 T 30 Bonin-di San Giuliano, 28 febrero, ib. 83. 77 Informe del encargado de negocios en París 703/307 Ruspoli-di San Giuliano, 7 marzo, ib. 151-152.
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Este cambio convertían en un error la decisión del gobierno de Canalejas de no aceptar en septiembre del año anterior la propuesta de De Selves: dejar el sur salvo Ifni y recibir el norte, tal como estaba recogido en los pactos de 1904. Se agrandaba el cometido por Silvela en 1902, cuando no aceptó lo negociado entre Delcassé y León y Castillo, por temor a disgustar a Inglaterra. El gobierno no presentaría en el parlamento un convenio que reducía lo conseguido en 1904. En cambio, para Francia se trataba sólo de cumplir su palabra. La negociación se atascaba de nuevo78. García Prieto presentó una contrapropuesta79. Se dejaba la orilla derecha del Uerga a cambio de concesiones en el Mulaya. Considerada por Geoffray inaceptable, era el máximo que podría ofrecer el ministro de Estado80. El embajador francés atenuó el rechazo de su gobierno y pidió una proposición nueva, que se le entregó inmediatamente81. En ella había pocas novedades. Se ofrecía a Francia una parte del litoral al norte de Ifni, que le daba salida al Atlántico por el sur de Marruecos. En el norte, quedaba todo como estaba. Era previsible una ruptura, pues Poincaré no estaba dispuesto ni siquiera a discutir concesiones en el Mulaya. Con todo, una conversación de éste con Pérez Caballero permitía ver las cosas de otra forma. Geoffray envió el texto a París. Había dos motivos en este cambio de actitud. Primero, los consejos del gobierno inglés, transmitidos por Paul Cambon que había viajado a París. Segundo, las malas noticias que llegaban de Marruecos: aunque el Sultán lo aceptara, no toleraría la población el protectorado. Para poderlo asentar, convenía a Francia un acuerdo con España. El Sultán convocó a los ulemas para pedir su consejo. No debería apartarse de lo firmado en Algeciras. La población culta de Fez no participó en el recibimiento de la misión francesa82. En Tánger, según Villaurrutia, sería fácil el acuerdo83. En Londres trataban de armonizar el apoyo a España y las buenas relaciones con Francia, a quien exigían mayor flexibilidad84.
187/74 y t 31 Bonin-di San Giuliano, 28 febrero y 7 marzo, ib. 91-93. T 32 y 205/84 Bonin-di San Giuliano, 8 y 9 marzo, ib. 97 y 119-120. 80 T 39 y 239/94 Bonin-di San Giuliano, recibido el 16 marzo y 17 marzo, ib. 129 y 183184. Bunsen esperaba que no se rompiera la negociación, t 40, 17 marzo, ib. 145. 81 T 42 y 43Bonin-di San Giuliano, 19 21 marzo, ib. 163 y 175.. 82 252/100 Bonin-di San Giuliano, 23 marzo, ib. 197-198. Sobre el ambiente en Fez, t 18 y 19 A. Depretis-di San Giuliano, 28 de marzo ib. 199-201. 83 T 61 Imperiali-di San Giuliano, 29 febrero, ib. 85. 84 T 71 Imperiali-di San Giuliano, 16 marzo, ASD DDS XL/19 137. El 18 de marzo Paul Cambon viajó desde Londres a París con ese encargo, 72, 19 marzo, ib. 157. 78 79
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El 30 de marzo de 1912 Muley Hafiz firmó el tratado de protectorado85. Para Canalejas las cosas tampoco se ponían fáciles. La situación militar en el Rif no era buena. La negociación no cumplía las previsiones. El gobierno inglés no aceptaba la fórmula francesa sobre el estatuto de la ciudad de Tánger86. Para España, la amistad con el Sultán, ya desde tiempos de Floridablanca, estaba ligada a la necesidad de tener una vía segura para el comercio y la navegación en el Mediterráneo. Desde Nelson, Tánger no podía ser más que inglesa, si alguna vez dejaba de ser un dominio del Sultán. Tras la guerra de 1859, Buchanan, el embajador inglés en Madrid, dijo a Calderón Collantes, ministro de Estado, que, si se ocupara Tánger, para exigir el pago de la indemnización de guerra, el control español de la ciudad habría de ser temporal87. Londres no admitiría una ocupación permanente. Para los ingleses, Marruecos era la ribera meridional del Estrecho. Por eso en el acuerdo, no firmado de 1902, España y Francia declaraban que las provincias de Tánger y Tetuán serían neutrales. Jamás consentirían los ingleses que la ciudad y su zona cayeran en manos de Francia88. A los pocos días, Francia aceptaba que España mantuviera su enclave en la costa sur del Draa e Ifni. Renunciaba a Cabo de Agua y mantenía solo su 85 T 22 Depretis-San Giuliano, 4 abril, ib. 227. Texto anexo a 338/61 Depretis-San Giuliano, 10 abril, ib. 253-254. El texto, Moulay Albdelhadi Alaoui, Le Maroc face aux convoitises européennes¨…228-230 86 T 47 y 48 Bonin-di San Giuliano, 29 y 31 marzo, ib. 207 y 211. Sobre la campaña en el Rif, 264/105, 26 marzo, ib. 217-218. José Luis González Hidalgo, Tánger y la diplomacia española, Madrid, Asociación Española de Africanistas, 1997. Cercanos a este período, Antonio Martínez Pajares, La zona española Norte de Marruecos, y el problema de Tánger, Madrid, R. Velasco 1920. Jerónimo Becker y González, Los derechos de España en Marruecos y la cuestión de Tánger: conferencia leída en la sesión pública de la Real Sociedad Geográfica el día 7 de abril de 1919, Madrid, Imprenta del Patronato de Huérfanos de Intendencia e Intervención Militar, 1919. Charles Maurras, Kiel et Tanger: 1895-1905 La république française devant L`Europe, Paris, Nouvelle Librairie Nationale, 1910, reeditada en 1920. 87 Pedro Antonio de Alarcón, Diario de un testigo de la guerra de África, edición, introducción y notas de María del Pilar Palomo, Sevilla, Fundación José Manuel Lara 2005. Pedro Antonio de Alarcón y la Guerra de África: del entusiasmo romántico a la compulsión colonial, José Antonio González Alcantud (ed.), Rubí, Barcelona, Anthropos, 2004. Juan Bautista Vilar Ramírez, La religiosidad de los sefardíes de Marruecos, según los cronistas españoles de la “Guerra de Africa” (1859-1860), Universidad de Granada 1977. Tomás García Figueras, Recuerdos centenarios de una guerra romántica: la guerra de Africa de nuestros abuelos (1859-60), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1961. 88 Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912), tomo II: De la crisis de la política Africana (1898) al protectorado de Marruecos (1912), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1966, 394-400.
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demanda sobre el Valle del Uerga89. En la prensa francesa y española se habló de grandes concesiones. La información fue desmentida. Había en Madrid cierto optimismo. Se esperaba que todo hubiera concluido a finales de abril. Las Cortes se abrirían entonces90. Cuando Poincaré anunció que la propuesta española era inaceptable, Bunsen planteó recurrir a la mediación inglesa. Grey pedía a Francia que se conformara con la orilla izquierda del Uerga y a España, que no reclamara compensaciones en el Mulaya91. Los disturbios de Fez el 17 y 18 de abril demostraban la necesidad que tenía Francia de controlar todo el valle del Uerga para que no sirviera de refugio a los descontentos con el protectorado 92. Seguro de la ayuda inglesa, el gobierno español no lo aceptó93. Nueva parada en la negociación 94 y nueva propuesta, esta vez definitiva: el Valle del Uerga, pero trazando la divisoria por una zona más al sur95. ¿Bastaría una compensación económica a cambio de todos los territorios que superaban lo pactado en 1904? Eso pensaba Pérez Caballero96. Al no aceptar la propuesta transmitida por Bunsen, hubo otro estancamiento97. España aceptaría la propuesta francesa, si se aseguraba la comunicación entre Larache y el Rif98. A principios de junio, presentaba esta fórmula que se aceptó: 1. La divisoria se establece en las alturas más próximas a la orilla derecha del Uerga; 2. Respeto a la integridad de la kábilas: que ninguna de ellas quede dividida, sino que cada una permanezca en la misma zona y 3. Dejar libres las comunicaciones con Larache99. T 50 y 299/117 Bonin-di San Giuliano, 2 abril, ASD DDS XL/19 221 y 231-233. 996/441 y 306/118 Ruspoli y Bonin-di San Giuliano, 5 y 7 abril, ib. 235-338. 91 Nadie estaba dispuesto a asumir el coste de la ruptura de las negociaciones. T 59 y 61 Bonin-di San Giuliano, 16 y 19 abril, ib. 241 y 263. La confianza de Canalejas en esa gestión de Grey, 388/153, 28 abril, ib. 355 92 T 63 y 377/149 Bonin-di San Giuliano, 23 abril, ib. 295 y 331-332. 93 T 64-65 y 387/152 Bonin-di San Giuliano, 25-26 y 27 abril, ib 315, 319 y 391-392. 94 T 75 y 423/171 Bonin-di San Giuliano, 9 y 11 mayo, ib. 455 y 493-494. Sobre las dificultades de la mediación de Arthur Nicolson, t 132 Imperiali-di San Giuliano, 14 mayo, ib. 487. 95 77 Bonin-di San Giuliano, 16 mayo, ib. 491. 96 T 262 Tittoni-di San Giuliano, 18 mayo, ib. 505 97 T 79 Bonin-di San Giuliano, 18 mayo, ib. 507 98 T 81 y 462/192 Bonin-di San Giuliano, 24 y 25 mayo, ib. 547 y 585-586. 99 T 85 y 507/209 Bonin-di San Giuliano, 5 y 9 junio, ib. 615 y 655-656, y 89, 12 junio, ib 647. El encargado de negocios hizo un resumen de la situación, 273/224 Livio Borghese-di San Giuliano, 29 junio, ib. 705-706. 89 90
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Poco a poco fueron perfilándose más puntos de encuentro. Sobre Tánger había una diferencia entre España e Inglaterra. Esta proponía que la zona neutral en torno a la ciudad fuera de 18 kms., mientras que España pedía que fuera sólo de seis. La distancia era mayor entre franceses e ingleses en torno a la administración de la ciudad y las cuestiones financieras100. No se descartaba una ruptura, aunque quizás fuera sólo un retraso para acabar la negociación101. Esta se complicó cuando Alemania se opuso a que se creara una aduana entre la zona española y la francesa, porque, según ella, eso negaba la libertad de comercio, recogida en la convención de noviembre102. En Madrid aceptaban esta reclamación 103. El gobierno inglés la juzgaba justa104. Francia presentó enseguida un proyecto de reglamento aduanero. Había quedado aislada y hubo de plegarse ante Alemania105. A finales de agosto todo estaba ultimado, salvo el estatuto de Tánger106. Podría firmarse el texto antes del 20 de septiembre107. En esos momentos se interpuso la decisión de Poincaré de que el gobierno español enviara instrucciones a sus cónsules en Mogador y Mazagán, para que cooperasen con las autoridades francesas108. Al final cedió España, retirándolos, pero sin admitir que hubiera nada ilegal en su actuación109.
603/240 y 630/249 Livio Borghese-di San Giuliano, 7 y 15 julio, ib. 731 y 741-742. T 101 y 661/258, t 104 678/266 y Bonin-di San Giuliano, 3, 7 y 9 agosto, ib. 765, 787-789, 785 y 821-823. el viaje de Poincaré a Rusia supondría un retraso en la negociación. García Prieto confiaba en que se firmara el acuerdo tras el retorno de su colega francés, t 106 12 agosto, ib. 817. 102 T 110 y 178 y Bonin y Martin Franklin-di San Giuliano, 23 y 26 agosto, ib. 875 y 883. 103 723/286 y t 113 Bonin-di San Giuliano, 24 y 27 agosto, ib. 907-908 y 891. 104 Trataría de convencer amistosamente a París de que las aceptara, t 220 Imperiali-di San Giuliano, 30 agosto, ib. 913. 105 750/298 Bonin-di San Giuliano, 3 septiembre, ib. 971-972. 106 Así lo comunicó E. Grey a Imperiali, t 3415 A. di San Giuliano a los representantes de Italia en Berlín, París, Madrid y Tánger, 29 agosto, ib. 901. 107 756/300 Bonin-di San Giuliano, 7 septiembre, ib. 983-984. 108 Hubo un incidente respecto a la condición de protegido español de El-Triahi, un caid reclamado por las autoridades francesas que lo consideraban un agitador, y el judío Abraham Sicsu, 756/300 768/306 y 769/310 Bonin-di San Giuliano 7, 12 y 14 septiembre, ib. 983-984, 999 y 1003. Poincaré no deseaba presentar el acuerdo así poder decir que también quedaba resuelto aquel conflicto. García Prieto se quejó de la actitud de su colega, t 123 y 792/317 y 795/318, 18 y 21 septiembre, ib. 1005 y 1017-1019. Los dos protegidos españoles fueron juzgados como instigadores de la rebelión y condenados a muerte por un tribunal militar, 1027/212 Depretis-di San Giuliano, 7 noviembre, ib. 1069. 109 T 431 y 124 Tittoni y Bonin-di San Giuliano, 20 septiembre, ib. 1009-1011. 100
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Nuevas exigencias francesas, esta vez en el Mulaya, retrasaron el cierre de la negociación, previsto para mitad de octubre 110. Dejando este punto al dictamen de una comisión de límites, todo quedaba listo ya para la firma, que se hizo de manera provisional en Madrid el 14 de noviembre y luego definitiva el día 27. La negociación empezó en agosto del año anterior111. Alemania veía satisfechas sus demandas y protegidos sus intereses112. El estatuto de la ciudad de Tánger tendrían que negociarlo ingleses y franceses. Estos deseaban que continuara bajo el control del Majzén. En Londres querían que fuera un estatuto internacional, que la dejara fuera del protectorado francés. Este asunto establecía una coincidencia de intereses entre Inglaterra y España. En cualquier caso, la negociación beneficiaba a España. La solución que se adoptara en Tánger podría servir para fijar las condiciones políticas en las que los españoles recibirían su zona113. El gobierno inglés contaría con España114. En 1912, el mismo año en que se aprobó en las Cortes el acuerdo con Francia sobre protectorado, se constituyó la Liga Africanista Española, iniciativa impulsada por Juan Antonio Güell junto con Emilio Bonelli, gerente de la sociedad “Electra Hispano-Marroquí”, propietaria de la fábrica de electricidad de Tánger115. La Liga fue presidida por Joaquín Sánchez de Toca, un personaje vinculado desde 1901 a la Liga Marítima Española, donde
110 808/327 y 828/339, t 133 y 839/345 Bonin di San Giuliano, 28 septiembre y 10, 12 y 13 octubre, ib. 1029, 1039, 1035 y 1047. Sobre la cuestión del Mulaya, pidió García Prieto algunas aclaraciones, t 136 18 octubre ib. 1045. 111 T 140 y 144 Bonin y Livio Borghese-di San Giuliano, 25 octubre y 14 noviembre, y 148 Auriti-di San Giuliano, 27 noviembre, ib. 1055, 1065 y 1077. 112 Así lo manifestó el subsecretario de Estado, Zimmmermann, en el Reichstag el 3 de diciembre, 3694/774 Pansa-di San Giuliano, 4 diciembre, ib. 1089. 113 Comentario entre Maurice Bunsen y su colega italiano. T 4 y 18/11 Bonin-di San Giuliano, 8 enero 1912, ASD DDS XL/19 17 y 28. Según Pérez Caballero, Francia quería dividir la ciudad por zonas, como se había hecho en Shangay y en Tientsin. Eso no era posible, porque en Tánger la población extranjera estaba asentada ya y vivía mezclada, t 24 Tittoni-di Sn Giuliano, 11 enero, ib. 21. Sobre la dificultad para definir el estatuto, 165/68 Bonin-di San Giuliano, 24 febrero, ib. 77-78 114 T 5 Bonin-di San Giuliano, 13 enero, ib. 31. 115 Estatutos, Madrid, Imprenta Alemana 1912. Liga Africanista Española: asociación oficial, sus antecedentes, estudios y gestiones, Madrid, Imprenta Grag. Excelsior 1916. Resumen de sus estatutos, elección de sus órganos de gobierno así como el texto de la carta al presidente del consejo y su memorando al ministro de Estado, en enero de 1913, Tomás García Figueras, La acción africana de España en torno al 98 (1860-1912), tomo II: De la crisis de la política Africana (1898) al protectorado de Marruecos (1912), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 1966, 412-420 y 391-392
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coincidió con el segundo marqués de Comillas116. La presencia de Sánchez de Toca reflejaba “la existencia de un grupo parlamentario africanista”, protector de los intereses españoles en el norte de África. Barcelona continuaría en Marruecos su papel de representantes de los intereses coloniales, tal como lo había hecho antes en Cuba, Puerto Rico y Filipinas. La intervención del grupo Comillas no fue casual. El llamado “buque insignia” del grupo colonialista catalán, “punta de lanza del colonialismo”, supo unir sus intereses navieros con los de los exportadores. Todos llegaron a la convicción de que el porvenir de España estaba entre el Sous y el Mulaya. Lo sostenían así desde los años ochenta, advirtiendo de la necesidad de que nadie se adelantara117.
4. La insurrección de Fez Cuando Francia iba a presentarle el tratado de protectorado118, Muley Hafiz percibió que se había equivocado al consentir la entrada de tropas francesas en Fez. No se habían retirado una vez restablecido el orden. Antes de suscribir un tratado semejante al del Bardo, renunciaría al trono y se exiliaría. En ese estado de ánimo iba a encontrar Regnault al Sultán. Habían vuelto a enfrentarse con las tropas francesas algunas tribus cercanas a Fez, Mequinez y Rabat. Habían llegado al puerto de Casablanca barcos franceses con mil seiscientos hombres119. A mitad de abril, el gobierno francés comunicaba su intención de asumir las responsabilidades que le imponía la nueva situación. Se justificaba el protectorado en la inseguridad, la independencia secular de una parte de Ma116 Acción ibérica como factor de la política europea en África, 3ª edición, Madrid, Imprenta de Isidoro Perales 1913. En 1917 se publicó su discurso, pronunciado el 1 de enero de aquel año, Cuestiones Nacionales: la “Liga Africanista” y la acción de España en Marruecos, Madrid, Imprenta de Isidoro Perales. 117 Martín Rodrigo y Alharilla, “Una avanzadilla española en África: el grupo empresarial Comillas”, Marruecos y el colonialismo español (1859-1912). e la guerra de África a la “penetración pacífica”, Eloy Martín Corrales editor, Barcelona, Edicions Bellaterra, 2002, 153 y 157-157.La realidad obliga a revisar una historiografía que desligaba a Cataluña de la empresa colonial en Marruecos. Eloy Martín Corrales, “El nacionalismo catalán y la expansión colonial española en Marruecos: de la guerra de África a la entrada en vigor del protectorado (1860-1912), ib. 172, 176 y 195. 118 El embajador francés en Roma entregó el texto el 25 diciembre, Camille Barrère-A. di San Giuliano, 25 diciembre, ASD DDS XL/19 1119-1120. 119 A Regnault lo acompañaría el general Moinier. 32/2 Gianatelli Gentile-di San Giuliano, Casablanca, 9 marzo, ASD DDS XL/19 185.
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rruecos respecto al Majzén, la desorganización de la administración y su falta de medios, por una parte, y por otra, el incremento de los intereses económicos europeos ante la perspectiva de la modernización del país, que anunciaba grandes beneficios. Ese conjunto de cosas creaba inestabilidad, cargada de riesgos. Reconocido el protectorado se procedería a una reorganización, larga y difícil, que aún no podría considerarse garantía suficientes para iniciar actividades en el interior. Quienes no se atuvieran a esta información sobre las circunstancias existentes, correrían con los daños y peligros120. El 17 de abril hubo un levantamiento en Fez. Las tropas indígenas se unieron a los rebeldes. Asaltaron la oficina de telégrafos. Mataron a cuatro empleados franceses. Saquearon la Banca del Estado. El Sultán estaba protegido por tropas francesas en su palacio, a donde se había refugiado la embajada francesa presidida por Regnault. Había motivos para el pesimismo121. El 20 de abril llegaba a la ciudad una columna al mando del general Moinier. Se restableció la calma. El general decretó el estado de guerra122. Preocupaba al gobierno de Canalejas que esta rebelión contagiara a otros lugares de Marruecos123. En el asalto a su barrio, fueron asesinados un centenar de judíos. Entre los franceses hubo 68 civiles heridos y murieron varios oficiales, suboficiales y soldados y 13 civiles. Había deserciones en el tabor y en la policía124. A finales de abril el general Liautey fue designado comisario general residente, concentrando, bajo la soberanía del Sultán todos los poderes civiles y militares. Inmediatamente se transfirieron a Fez todas las funciones de la 120 Se anunciaba una serie de normas y restricciones que durarían hasta que mejorara la situación. Pro-Memoria de la embajada de Francia en Roma, 15 abril 1912, ib. 239. El debate sobre el Tratado de Protectorado, 2008/867 Tittoni-di San Giuliano, 6 julio, ib. 727-728. 121 T 27-28 y 30 Depretis-di San Giuliano, 18-19 abril 1912, ASD DDS XL/19 251, 255 y 261. Un relato de los sucesos, t 33 y 35, 23 y 22 abril, ib. 283 y 287. El malestar provocado por el tratado de protectorado, A. Gianatelli Gentile-di San Giuliano, Casablanca, 24 mayo, ib. 627. 122 Aunque no estaba confirmada, se decía que habían sido asesinados 23 oficiales franceses. T 31 y 179 Depretis y Tittoni-di San Giuliano, 20 abril, ib. 271 y 273. Había una censura francesa sobre los sucesos en Fez, t 36-37, 224 abril, ib. 299 y 309.Un relato detallado, enviado por Campini desde Fez, como anexos a 406/73 Depretis-di San Giuliano, 26 abril, ib. 413-417. 123 Juzgaba el gobierno español que los sucesos eran resultado de la improvisación con que se había iniciado el protectorado, t 62 Bonin-di San Giuliano, 21 abril, ib. 279. la ausencia de Regnault durante un año en París podría explicar el desconocimiento del estado real de la población de Marruecos y su reacción contra los franceses. 456/80 y457/81 Depretis-di San Giuliano, 14 mayo, ib. 523 y 531. 124 La sublevación revelaba el descontento de la población por el trato de los oficiales franceses a los soldados marroquíes. No respetaban sus creencias religiosas ni sus costumbres. Con esa conducta alimentaban el descontento existente contra el protectorado, t 38-39 Depretis-di San Giuliano, 25-26 abril, ib. 313 y 317.
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legación francesa en Tánger125. El nombramiento no respetaba que aún se negociaba en Madrid para definir los derechos de España126. El 2 de mayo llegaron al puerto de Tánger los acorazados Gloire y Condé127. Muley Hafiz quería abdicar en un hijo de ocho años que quedaba bajo la tutela de El-Mokri128. Las tropas francesas no podían asegurarle un viaje sin peligro hasta Rabat. Liautey llegó a Tánger a bordo del Ferry el 12 de mayo. Saldría hacia Rabat y Fez el 19 de mayo. Había que confiar en su experiencia en política colonial y en su capacidad como militar129. Entretanto, se producían fusilamientos sin juicio previo130. La población se resistía a pagar impuestos para indemnizar a los franceses ni a tomar las armas contra las kábilas. La situación empeoraba131. Liautey hubo de prometer tener en cuenta las reclamaciones del Sultán para que este continuara en Fez hasta su llegada132. Era una situación dramática. Por eso extrañaba la desorientación de la opinión y del gobierno de España133. Las tribus atacaron Fez y penetraron en la ciudad134. Liautey comenzó a tratar con los rebeldes, prometiendo restaurar la autoridad de Majzén135. El 125 T 1856 Antonino di Sa Giuliano-Depretis, 30 abril, y Depretis-di San Giuliano, 1 mayo, ib. 335 y 341. La comunicación al ministro de Estado, t 68 Bonin-di San Giuliano, 1 mayo, ib. 343. La reacción de los gobiernos europeos, hizo que se mantuviera la legación en Tánger, según informaba el embajador en Berlín, t 91 Pansa-di San Giuliano, 5 mayo, ib. 419. Se dijo que la relación entre el ministro en Tánger y el general Liautey era un asunto interno, que no afectaba a la relaciones de aquel con sus colegas en Tánger, t 243 Tittoni-di San Giuliano, 9 mayo, ib. 449. 126 La reacción del ministro de Estado, t 69 y 72 y 404/160 Bonin-di San Giuliano, 2 y 4 mayo, ib. 349, 387 y 561-562. 127 T 44 Depretis-di San Giuliano, 3 mayo, ib. 373. 128 T 42, 45 y 48 Depretis-di San Giuliano, 2, 4 y 7 mayo, ib. 345, 389 y 433. 129 459/82 Depretis-di San Giuliano, 23 mayo, ib. 549. 130 El 23 de mayo fueron fusilados 48 soldados indígenas, esta vez ejecutando la sentencia de un consejo de guerra, t 55 Depretis-di San Giuliano, 24 mayo, ib. 543. 131 T 49, 51 y 53 y 490/91 Depretis-di San Giuliano, 11, 18 y 22 y 22 mayo, ib. 475, 501 y 533 y 583. 132 54 y 459/82 Depretis-di San Giuliano, 23 mayo, ib. 535. El gobierno francés aparentaba no conocer la gravedad de los sucesos de Marruecos, t 273 y 277 Tittoni-di San Giuliano, 24-25 mayo, ib. 549 y 555. 133 “La gran preocupación es la situación de Fez y de todo Marruecos, que de rechazo nos afecta a nosotros. Y hay que confesar que tampoco aquí hay opinión ni Gobierno”, Moret-Rivas, 31 mayo 1912, RAH Archivo Natalio Rivas 11-8887. 134 T 57-58 y 59-61 y 82 Depretis y Bonin-di San Giuliano, 26-27 y 29 mayo, ASD DDS XL/19 561-565 y 577 y 587 y 82 y 84 Depretis y Bonin-di San Giuliano, 29 y 31 mayo, 581 y 597. Crónica de los sucesos, anexos a 544/101 y548/102 Depretis-di San Giuliano, 10 y 1 junio, ib. 665-668. 135 64-65 Depretis-di San Giuliano, 31 mayo y 1 junio, ib. 595 y 603. En Madrid, la prensa subrayaba que el movimiento no va contra los europeos, sino contra los franceses, 483/197 Bonin-di San Giuliano, 1 junio, ib. 613.
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residente general iniciaba bien su gestión. Pocos días después de los sucesos de mayo, Regnault y Muley Hafiz pudieron salir de Fez y se disolvió la Harka que asediaba la ciudad136. Cabía la posibilidad de que el sucesor de Muley Hafiz fuera su hermano, el anterior sultán, Abd-El-Aziz137. La decisión del primero de abdicar era firme138, aunque eso no disminuiría las dificultades de los franceses. A principios de julio Liautey levantó el estado de guerra139. En los días siguientes la situación empeoró en el Sur. Había un levantamiento de signo “mahdista”. Existían además otros focos de resistencia a los europeos140. El pretendiente Muley Hiba contaba ya con unos 20000 hombres141. Puso su residencia en la Casba de Agadir142. Entró en Marrakesh y lo soldados del Tabor se unieron a sus tropas y saquearon las casas de los cónsules de Inglaterra y España143. Estos hechos se repitieron cuando las tropas enviadas a combatir a Muley Hiba se pasaron a su lado144. Tuvieron que acudir a la ciudad soldados franceses, que pusieron en fuga al pretendiente y liberaron a los rehenes145.
136 543/100 Depretis-di San Giuliano, 10 junio, ib. 663. Una crónica, anexo a 573/108, 17 junio, ib. 689-690. 137 El propio encargado de negocios de Italia en Tánger comentó esa posibilidad con Abd-El-Aziz en una conversación privada celebrada el 10 de junio, s.n. A. Depretis-di San Giuliano, 11 junio, ib. 669. Cuando se dijo que Liautey aceptaba la abdicación, volvió a hablase de Abd-El-Aziz. Así se lo transmitía Campini a Depretis, t 79, 29 junio, ib. 695. 138 T 292 Tittoni-di San Giuliano, 9 julio, ib. 72. 139 656/125 A. Depretis-di San Giuliano, 7 julio, ib. 739-740. 140 693/134 y t 86 A. Depretis-di San Giuliano, 19 y 29 julio, ib. 749-751. 649/253 Livio Borghese, 26 julio, ib. 757-758 141 T 89 Depretis-di San Giuliano 1 agosto, ib. 759 142 Sobre la situación en todo Marruecos, 736/146 Depretis-di San Giuliano, 4 agosto, ib. 837-838. 143 T 105 Depretis-di San Giuliano, 23 agosto, ib. 873. 144 “Se trouver aussi bloqué dans sa capitale par ses propres sujets révoltés, voilà, donc, le seul résultat obtenu en quatre années d’efforts et de russes par le Sultan, qui a tenté le redressement national ! Le redressement national !, Après les quatorze années de détraquement général de décomposition totale, auxquelles a présidé le « Sultan mahboul », c’est l’impossible redressement ». No acertaron quienes le llamaron « Le Sultan de l’effort ». A. G. P. Martin, Quatre siècles d’histoire marocaine. Au Sahara e 1504 à 1902. Au Maroc, de 1894 à 1912, Paris, Felix Alcan 1923, Rabat, Éditions La Porte 1994, 545 y 564. Mahboul signmifica « extravagante », « loco ». 836/169 Depretis-di San Giuliano, 27 agosto, ASD DDS XL/19 955. 145 T 112 Depretis-di San Giuliano, 9 septiembre, ib. 977. La normalización de la ciudad la comunicó el encargado de negocios en Tánger a su colega italiano l 5 de octubre, anexo a 961/194 Depretis-di San Giuliano, 16 octubre, ib. 1053.
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5. La situación en Tánger y la Unión Magrebí Muley Hafiz se embarcó para Europa. Pudo entenderse que ese acto significaba su abdicación, pero no había en París información oficial. No se había cumplido la expectativa de que retornara Abd-El-Aziz146. El 14 de agosto fue proclamado nuevo Sultán su hermano, Mulay Jusuf. El acto se celebró en la Casba y no en la Gran Mezquita de Rabat. Sólo asistieron funcionarios del Majzén. La gente juzgaba a Mulay Jussuf ligado a Francia. Se burlaba de él. Podría haber represalias contra los franceses147. El nuevo Sultán sería una “comparsa” en sus manos148. Si el pueblo se convenciera de que Muley Hafiz habría abdicado en desacuerdo con Francia, se rehabilitaría y dejaría de ser tenido por un traidor149. El nuevo Sultán era una persona leal, prudente y ponderada en sus juicios, vivía como un buen musulmán. No chocaría su estilo de vida con las creencias y costumbres de los marroquíes. Todas esas cualidades influyeron para que se inclinaran por él tanto Muley Hafiz como Francia. No podría sacarse muchas conclusiones de la indiferencia con la que había sido recibida su proclamación150. Esas esperanzas comenzaron a cumplirse a las pocas semanas151. El anuncio de la proclamación lo hizo a los representantes diplomáticos en Tánger el residente general francés152. Ese acto fue considerado irregular por Alemania, ya que el protectorado francés ni había sido establecido oficialmente ni se había comunicado a las potencias153.
146 Sobre la abdicación, Moulay Albdelhadi, Alaoui, Le Maroc face aux convoitises européennes¨ 185-195. A. G. P. Martin, Quatre siècles d’histoire marocaine... 574-576. La postura del general Liautey, Manuel González Hontoria, El protectorado francés en Marruecos… 63-77. 147 T 388 y 99 Tittoni y Depretis-di San Giuliano, 14 agosto1912. ASD DDS XL/19 831, 827. Según comunicó el encargado de negocios francés en Roma, Muley Hafiz había anunciado a Liautey su decisión y señalaba a Muley Jussuf como sucesor, 3248 A. di San Giuliano a los representantes en Berlín, Londres, Paris, San Petersburgo y Viena, 18 agosto, y 3285 a los representantes en Madrid y Tánger, 20 agosto, ib. 849 y 865. 148 En Madrid creían que ese acto traería problemas a Francia. Eso explicaba su deseo de que Muley Hafiz no abdicara, t 108 y 708/279 Bonin-di San Giuliano, 17 agosto, 843 y 859 149 Este comentario y un relato de los sucesos, 762/154 A. Depretis-di San Giuliano, 12 agosto, ib. 867. 150 796/164 y 813/166 Depretis-di San Giuliano, 20 y 24 agosto, ib. 905-906 y 943. 151 907/184 y 973/196 Depretis-di San Giuliano, 27 septiembre y 19 octubre, ib. 10411042 y 1057-1058. 152 T 108 Depretis-di San Giuliano, 1 septiembre ib. 925. El texto, 109, 3 septiembre, ib. 945. No llegó la comunicación al ministro de España, t 120 Bonin-di San Giuliano, 6 septiembre, ib. 961. 153 T 186 Martin di San Giuliano, 5 septiembre ib. 953.
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El temor de que la influencia europea se apoderara de la vida de Tánger provocó una reacción. Se creó una asociación para defender el carácter marroquí y musulmán de la ciudad. Hubo aportaciones económicas importantes. Tenían a su favor “Hakk”, una publicación árabe, sostenida por la Legación española y dirigida por Rifaat Ahmed, un agente de la Unión Magrebí154. Aunque declaraba en sus estatutos que era una institución de beneficencia, no tenía actividades asistenciales. A través de Bou Bekr, casado con una alemana, estaba vinculado a El-Mokri en los tiempos en que servía a los intereses alemanes. Podría pensarse que había una vinculación entre éste y la asociación. Hacía menos de un año el grupo, integrado por musulmanes marroquíes, egipcios y turcos, no pasaba de cincuenta. Eran ya un millar. Enviaban emisarios por todo Marruecos, especialmente a la zona francesa. No eran ajenos a las revueltas como la de Fez. El análisis de los miembros y de la línea seguida permitía concluir que se trataba de una alianza de intereses unidos en contra de Francia. La Unión Magrebí, establecida en Alejandría, de tinte nacionalista, considerando traidor a Muley Haziz, pretendía restaurar un imperio islámico en el norte de África155. El 25 de agosto de 1912, el Hakk afirmaba que el nuevo Sultán Muley Yussef era ilegítimo156. Estamos ante una corriente de opinión, no articulada aún como movimiento político, pero la guerra italo-turca y la revuelta de Fez mostraban que el panislamismo tenía cada día más fuerza157. En un extenso examen, el embajador de Francia en Londres consideraba esta situación resultado del 154 Francia se quejó de que la Legación de España apoyara un periódico que era antieuropea. Vid. la gestión ante García Prieto, 238 Geoffray-Briand, San Sebastián 16 agosto 1912. Se dijo que Rifaat iba recibir la nacionalidad española como recompensa a los servicios que había prestado. 123 Henri Martin-Briand, Tánger 20 agosto, y 83 Liautey-Poincaré, 30 agosto, AAE CP NS Maroc 6 72, 76 y 86. Un informe de Louis Regnault, ex ministro de Francia en Tánger, sobre el estatuto de Rifaat, un egipcio, establecido en Marruecos, “Note sur la situation de Rifaat”, 3 y 4 septiembre 1912, ib. 99-100 y 108. 155 Sobre el movimiento en Egipto y el posible intento de fortificarlo por parte del ex Sultán, tras su peregrinación a La Meca, vid. el informe 378 del gerente de la agencia diplomática en El Cairo, 30 agosto, ib. 87-88. Una descripción de las actividades y de los fines de la Unión Magrebí, X. “Lettre d’Egypte. Le panislamisme et la France”, Le Temps, 2 novembre 1912. 156 Vid. este artículo como anexo a 143 Martin-Poincaré, 2 septiembre, ib. 94. 157 104 Informe del agente de Francia en Tánger a Aristide Briand, ministro de Asuntos Exteriores, 3 agosto 1912, ib. 51-55. Sobre la colaboración de Si Bou Bekr ben Abdel Ouahab en el “Hakk”, 112 Martin-Briand, 8 agosto, y 395 y conf 399 Fouchet-Poincaré, El Cairo 11 y 16 septiembre, ib. 65-66, 147 y 156.
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acuerdo con Inglaterra sobre Egipto. Londres no podía mirar a otro lado ignorando las actividades de la Unión Magrebí en un territorio sometido a sus leyes. Tenía recursos. Los debería emplear si se consideraba obligado hacia una nación amiga158. El 20 de agosto Geoffray envió un escrito al ministro de Estado, exponiendo las quejas de su gobierno contra el Hakk y su director, a quienes atribuían el crecimiento de la xenofobia antieuropea. Le contestó García Prieto pidiendo reciprocidad. Francia debía frenar la hostilidad de La Depêche Marocaine y de Es Saada contra España. El único resultado de la gestión de Geoffray fue frenar la concesión de la nacionalidad inglesa a Rifaat, abriendo un expediente para verificar las acusaciones contra él159. Este, en la instrucción de su causa, confesó que la orientación política del Hakk era dictada por la legación española160. Rifaat fue detenido por orden del gran Visir y conducido de Tánger a Rabat, una vez que la legación inglesa dijo que declinaba toda jurisdicción sobre él. La legación española no protestó. El-Mokri, gran visir, le dejó en manos de un tribunal militar. Había un clima de insurrección en todo Marruecos161. La renuncia de Muley Hafiz se presentó en la comunicación de su sucesor, Muley Yusuf, como cumplimiento de la voluntad de Dios en los acontecimientos y en sus consecuencias. La sumisión resignación ante Dios, autor de todo, no extingue la esperanza en la restauración de la soberanía de su Enviado y de la independencia de los creyentes. Esta teología hace de los musulmanes sometidos unos “irredentistas”. Nunca será asimilados por quien los domine, “car ils se regardent tous comme des oprimés en terre étrangère et leur foi ardente est qu’un jour plus ou moins prochain ils secoueront le joug et réintégreront le Dar-El-Islam, l’empire de l’Islam, libre et indepéndent, dont l’ultime destinée est s’étendre sur toute la terre”. “Et ce qui nous doit montrer la mondialité musulmane au dépit de notre conception de nations distinctes, c’est l’intercambiabilité de tous les musulmans…”. Llegado el momento, Dios designará su elegido como sucesor del Profeta, su Califa. Mientras llega ese día, hay que devolver a los cristianos todo el mal que han hecho a los fieles de Alá.
158 416 Paul Cambon-Poincaré, Londres 4 octubre 174-177. Poincaré compartía este análisis. 159 Los dos documentos van anexos a 259 Geoffray-Poincaré, 5 septiembre, ib. 116-121. 160 Anexo a 122 Liautey-Poincaré, Rabat 26 octubre, ib. 211-214. 161 146 y 147 Martin-Poincaré, 5 septiembre. La carta de El-Mokri al general Liautey, 26 septiembre, anexo a 100 Liautey-Poincaré, 28 septiembre, ib. 122-127 y 170-172.
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Se explica así la facilidad con la que emergen los nacionalismos entre los musulmanes. Porque, si se asimilaran, sentirían que han sido expulsados de Dar-El –Islam. La única integración es atraer individualmente a los musulmanes y hacerlos así ciudadanos. Mientras, sólo es posible la existencia de “deux cités superposées”162.
162
A. G. P. Martin, Quatre siècles d’histoire marocaine... 584-589.
XVI. UNA NACIÓN RESPETABLE
Resumir los ejes de la política exterior de España en el cambio de siglo es una tarea sencilla. Toda ella gira en torno a la garantía de las fronteras, a vencer la amenaza del finis Hispaniae. A ella estaba “intrínsecamente” unido el reparto de Marruecos1. En 1912 España, cumpliendo parte de sus compromisos con quienes firmó la declaración de Cartagena, tenía ya una marina respetable. En diciembre de 1912 el almirantazgo reconocía que, pese a no haberse recuperado de las pérdidas sufridas en 1898, poseía seis cruceros bastante modernos, tres de ellos blindados. Con ellos podría mantener sus costas libres de “cruceros enemigos”. Esa seguridad era vital para el Reino Unido, dado el gran volumen de barcos que transitaban desde el cabo de Gata hasta el cabo Milano, en el Golfo de Vizcaya2. La existencia de una política exterior clara en su objetivo y en sus aliados y la recuperación que permitió tener un instrumento para hacerse respetar pasaron desapercibidos para quienes se “imaginaron” otra España. Paradójicamente, la que fue tachada de artificio era la España más real3. 1 “La primera alcanzaría una solución aceptable en 1907 después de muchos tanteos e indecisiones”. El reparto de Marruecos sería objeto de los acuerdos y negociaciones que tuvieron lugar hasta el tratado de 1912 Antonio Niño, “La superación del aislamiento español tras el “desastre”. 1898-1907”, Portugal y España en la crisis de entre siglos (1890-1918), Mérida. Centro Asociado de la UNED, 2000, 209. 2 Hipólito de la Torre, El imperio del Rey. Alfonso XIII y Portugal (1907-1916), Editora Regional de Extremadura, Mérida 2002, pp. 117 y 122. El informe sobre la marina, “Spain and the Triple Entente”, Admiralty War Staff, 24 octubre 1912, PRO FO 371/1753, reproducido, o.c. 219-224. 3 En 1876 denunció Galdós a la “nación oficial”, esa masa de funcionarios: civiles y militares, que incluía desde el alcalde y el juez hasta el gobierno. Era la “nación aparente”, dueña de la “fuerza material”, una “nación ficticia que firma al pie de los decretos y pronuncia discursos y hace una farsa de gobierno, y una farsa de autoridad y una farsa de todo”. Y víctima de esa nación, la real, que “calla, paga y sufre”. Comentario de Doña Perfecta sobre su sobrino José Rey, en quien personifica esa realidad ficticia del país, creada “por una serie de fa-
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Para proceder more historico, permaneciendo en el pasado, hay que indicar que la sociedad se modernizó más que sus dirigentes4. En dos aspectos, que marcan el potencial de un Estado, su respetabilidad en la esfera internacional y su solvencia económica. España, al acabar el 98, era un país digno. Los “casticistas”, los insularistas, los partidarios de echar la llave, se la inventaron, empeorándola, negando sus “avances” en todos los terrenos. Como ejemplo, lo sucedido con el modernismo5 y con la valoración del “desastre”6. Gestionó la respuesta a la derrota ante Estados Unidos Francisco Silvela. Primero desde el 4 de marzo de 1899 hasta el 23 de octubre de 1900. Luego, desde el 6 de diciembre de 1902 hasta el 20 de julio del año siguiente. En eso pocos meses, pese a las intrigas y a la interrupción de su obra, marcó un rumbo en lo político y en lo personal. Acertó en lo primero porque, como otros políticos de aquella España, tenía esa convicción liberal que hace del deber religión, asunto de conciencia, casa solariega, patrimonio innegociable. Dejó, al abandonar el poder, una mayoría parlamentaria, que Maura calificó de “incólume”, forjada en no torno a vínculos personales, ni a los zurcidos del interés y “ni por los galeotes de las ambiciones, sino por las ideas”7.
talidades, que son otras tantas pruebas de los males pasajeros que a veces permite Dios para nuestro castigo”. Benito Pérez Galdós, “Doña Perfecta” (1876), Obras Completas IV, 7ª edición, Madrid 1969, 491. ¿Es justo ese diagnóstico? ¿Se explica por la fecha? Un país ¿se reduce a eso? ¿No seria más exacto que incluyera también y en primer plano a esa zona de silencio en la que parecen recluirse quienes “callan, pagan y sufren”? 4 La reciente edición de las crónicas de Ramón J. Sénder sobre los sucesos de Casas Viejas revelan que los campesinos eran más “modernos” que quienes “diseñaron” aquellas reducciones, pues no otra cosa era el obligarlos a no emigrar se su término municipal para ganar su sustento. En la conducta, fueron más civilizados que las fuerzas de asalto. 5 “Renacimiento en la acepción azoriniana de la palabra, fue el Modernismo, y como en su día señalaron Juan Ramón Jiménez y Federico de Onís, lo fue también por su analogía con el período histórico así llamado. El error de particularizar lo general considerando fenómeno castizo lo acontecido en tantas partes ha impedido observar afinidades de fondo y exaltado diferencias de superficie. Y no solamente en los críticos, sino también en los creadores”. Ricardo Gullón, La invención del 98 y otros ensayos; Madrid 1969, 12-13. 6“1898: ¿Desastre nacional o impulso modernizador?”, María Dolores Elizalde, presentadora, Revista de Occidente 202-203, mayo 1998. Remito al importante estudio de Elizalde, “El 98 ante una perspectiva normalizadora. Reflexión historiográfica de un centenario”, Hispania 208 (2001) 355-284. 7 Como homenaje a Gamazo y Silvela, recordó Maura que fueron jefes, porque encarnaban ideas, a las que se puede obedecer sin merma de la dignidad porque eran “mandato de la conciencia y del civismo”. “Esa impersonalidad, ese desinterés, esa falta de codicia, eso que a la pasión individual se le antoja despego, esa es la cualidad suprema, la rara cualidad que perdemos con la ausencia del señor Silvela”, DS/C 70 (11 de noviembre de 1903) 1793.
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Habría que incluir en la valoración que de su persona hicieron, según recoge Romanones8, lo que Platón dijo del justo, aplastado por el dominio de las apariencias9. Se retiró a su hora. Cuando creyó que le era imposible cumplir con una representación -fue diputado más de treinta años- a la que sinceramente no podía asentir. No fue ni falta de voluntad, pues tenía ya sesenta años, ni pose intelectual10.
1. El ejemplo de Italia Construir la Italia no hecha, contradiciendo la afirmación de Massimo d’Azeglio, fue la tarea que, con altibajos, se realizó desde la unificación hasta 1914. Durante esos años se crearon las condiciones necesarias para un desarrollo económico más seguro y amplio. En él jugó la industria un papel principal, pero, al mismo tiempo, se amplió la distancia entre las zonas fuertes y las débiles del país. Por eso puede hablarse de una “unificación difícil”11. En 1912 Paul Cambon hacía un examen de lo que había sucedido en los últimos años en la Triple Alianza. Era una retrospectiva y una prospectiva de
8 Silvela fue un hombre con quien la fama no fue justa, “pues no alimentó ni otro odio, ni otra malquerencia que la producida por el instintivo horror que le inspiraba todo lo que era vulgar, todo aquello moral o materialmente antiestético”. Cuando dejó la política, sus motivos fueron tan sinceros que muy pocos pudieran explicarse pasados varios años y menos aún juzgaron su gesto digno de ser imitado 9 “…dirán que el justo en esas circunstancias será atormentado, flagelado, encadenado y que después de esto, lo crucificarán”, Politeia II 361e-362ª, Prólogo, versión directa del original griego y notas por Manuel Briceño Jáuregui; Estudio preliminar e introducciones por Ignacio Restrepo Abondano, Bogotá, Instituto Caro y Cuervo 1989. 10 Estas son las palabras de Romanones en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. “Tuvo en todo momento la clara, la clarísima, noción de su deber, y simultáneamente del de sus afines y hasta de sus contrarios. Era definidor casi dogmático en las alturas del poder, y crítico implacable frente a los hombres y a los Gobiernos que censuraba y combatía… El exceso de las ideas aminora la voluntad; el espíritu analítico es indeciso; la razón conocedora de la totalidad y de los pormenores de las cosas, flexible a las influencias del medio ambiente... Alma de la crítica desengañada, no sirve aquella filosofía (melancólica y resignada) para hacer programas de vida nueva... no tiene el poder creador de las energías ni la fuerza que aviva el deseo y enciende las voluntades...”. Lo he encontrado “Siluetas”, El Eco de la Loma 14 (1913), de Úbeda, un recorte en RAH Archivo Romanones 79/2 (1). 11 Giovanni Montroni, La società italiana dall’Unificazione alla Grande Guerra, RomaBari, Laterza, 2002. Nazione, nazionalismo ed Europa nell’opera di Federico Chabod. Atti del Convegno (Aosta 5-6 maggio 2000), a cura di M. Herling e P. G. Zunino, Casa Editrice Leo. S. Olschki, Firenze 2002. Alberto M.. Banti, La nazione del Risorgimento. Parentela, santità e onore alle origini dell’Italia unita, Giulio Einaudi, Torino 2000.
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lo que había sido y era la pesadilla de la III República. No compartía la estrategia de su colega en Roma: sacar a Italia de ella. Camille Barrère fue muchos años embajador en Roma y gozaba de gran autoridad en los asuntos italianos. Pensaba su colega en Londres que, dentro de la Triple Alianza, Italia era una aliada más molesta que útil para sus dos socios, por su hostilidad latente contra Austria. Francia podría pensar que, en un conflicto con Alemania, quedaría Italia a la expectativa y luego tomaría partido según lo aconsejaran los acontecimientos. Así pasó en 191512. Liberada de la Triple Alianza y asociada a la Triple Entente, se mostraría Roma agresiva con Austria y “nous obligerait à épouser sa querelle”. Acertaba, por tanto, el Reino Unido al mantenerse reservado hacia Italia. Sabía que dependía de él por ser una península con dos grandes islas. Era fácil conseguir su bloqueo naval. Ressman, que fue embajador de Italia en París, había dicho a Paul Cambon: “Nous resterons dans la triple alliance tant que l’Angleterre ne nous dira pas d’en sortir”. Había un cambio, propiciado por Arthur Nicolson, antiguo ministro de Reino Unido en Tánger y luego embajador en Madrid. Temía que, situada Italia en Tripolitania, Guillermo II tuviera una base en el Mediterráneo, cosa que llevaba años buscando. Por eso urgía ahora sacar a Italia de la Triple Alianza. Edward Grey quiso consultar esa propuesta con el resto del Gabinete. Grey fue el autor de la entente con Rusia cuando se formó el gobierno liberal. Era una persona indispensable. Los radicales lo acusaban de haber metido al país en una política que precisaba de un esfuerzo militar grande. El 17 de febrero, Barrère urgía, citando a su colega inglés Rennell Rodd, a imitar a Italia definiendo su postura a la vista de la nueva situación que en el Mediterráneo. Para reforzar su posición, enviaba a Poincaré copia del informe que remitió a Pichon el 10 de enero de 191113. Con Barrère estaba de acuerdo el embajador en Viena14. Había que esperar, porque el gobierno inglés no había tomado resolución alguna 15. Paul Cambon reconocía el riesgo que suponía que un miembro de la Triple Alianza se estableciera en el sur del Mediterráneo, sobre todo si se renovaba el
Una síntesis de sus trabajos sobre este tema, Brunello Vigezzi, L’Italia neutrale, Milano-Napolo, R. Ricciardi 1966 y su reciente trabajo “L’Italia e la Prima guerra mondiale. Fra storia e memoria”, Gli Storici si raccontanop. Tre generazioni tra revisioni e revisionismi”, a cura di Angelo d’Orsi, Manifestolibri.it. 2005 13 29 Paul Cambon-Poincaré, y tc 169 y 58 Barrère-Poincaré, 25 enero y 17 y 21 febrero 1912, AAE CP NS Italie 11 175-180 y 182-185. 14 93 Crozier-Poincaré, 18 abril, ib. 188-189. 15 Eso fue lo que le dijo Rodd a Barrère. 256 Barrère-Poincaré, 31 mayo, ib. 191-192. 12
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pacto con Alemania y Austria, incluyendo condiciones para Tripolitania. Grey creía que bastaba proponer a Italia, una vez terminada la guerra, un acuerdo con garantías para el statu quo en Tripolitania, Egipto y Túnez16. El marqués de San Giuliano declaró que el carácter defensivo de la Triple Alianza permitió firmar con Francia el acuerdo de 1902, que, al igual que el existente con Inglaterra, no estaba en contradicción con la alianza. Todo lo que contribuyera a reforzar los lazos amistosos con otros países “ne peut que favoriser la tranquillité générale et est, par conséquent, en harmonie avec l’esprit pacifique de nos alliances”17. Si se produjera un conflicto entre Alemania y Francia, Italia no estaría forzada a intervenir. Cuando semanas más tarde se renovó la Triple Alianza, San Giuliano reiteró: los acuerdos de 1902 conservaban el mismo valor que antes18. Así lo declararía durante el debate parlamentario sobre el presupuesto de su ministerio19. En el camino iniciado los años anteriores sería un avance formalizar la relación de España con la Triple Entente. El agregado naval de España en Holanda acudió a Copenhague a contemplar los barcos rusos e ingleses que en esos momentos estaban en aquel puerto. Según informaba el agregado militar de Francia en los países escandinavos, el objetivo era mostrar al gobierno de Madrid el poderío naval de las dos potencias de cara al posible ingreso de España en la Triple Entente20. Este dato completaba lo dicho por Sasonov hacía poco en París21: Alfonso XIII había manifestado al gobierno ruso su deseo de formar parte de la Entente, tras la firma del acuerdo con Francia sobre Marruecos. Estas mismas indicaciones habían llegado a París, aunque de forma más velada. Existía el antecedente de las conversaciones de Silvela con Rusia y Francia.
16 244 Paul Cambon-Poincare, 13 junio, ib. 198-199. El embajador en Constantinopla señalaba los problemas para ese posible acuerdo. 343 Bompard-Poincaré, 14 junio, ib. 201. Copia de este despacho fue enviada el 19 de junio a Londres, Roma y Madrid, ib. 209. 17 Secreto 443 Laoche-Poincaré, 20 septiembre 1912, AAE CP NS Italie 23 118-119. 18 Tc Barrère-Poincaré, 10 diciembre, ib. 202-203 19 “... la Triple Alliance a été renouvelée sans aucune modification et... les accords franco-italiens de 1902 sont aujourd’hui en vigueur et ont la même valeur pour l’Italie que par le passé”. Tc trés conf 74 Barrère-Doumergue, 1 marzo 1914, ib. 329. 20 Esta indicación, se decía al embajador en Madrid, era continuación lo que había sugerido en el despacho que le envió el 27 de septiembre. 21 El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sasonov, dijo el 4 de octubre a Poincaré que Alfonso XIII había tanteado con Nicolás II la posibilidad de una incorporación de España a la Triple Entente. El Zar había anotado en el despacho: “à prendre en considération”. Notas de Poincaré a 416 Paul Cambon-Poincaré, Londres 4 noviembre, AAE CP NS Maroc 6 177. Se pidió al embajador en Rusia que informara sobre los intercambios de puntos de vista en torno a esa sugerencia del Rey al Zar.
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Poincaré había manifestado: “je verrais de réels avantages pour la Russie et pour la France à un accord politique avec l’Espagne qui compléterait nos accords maritimes et assurerait d’un manière plus efficace notre liberté d’action commune dans la Méditerranée”. El embajador en Londres ya había visto el interés de este asunto22. F. Geoffray, que se mostró circunspecto respecto a posibles compromisos con España23, apostaba ahora por el acuerdo. Añadía a las razones diplomáticas, las ventajas comerciales. Los intercambios entre los dos países se beneficiarían de una mejora en las relaciones políticas entre ellos 24. Había además razones militares: el servicio que las tropas españolas podrían para defender los Alpes, dejando libres a las destinadas a la de Lyon reforzando el frente Este25.
2. España y el juego de alianzas en Europa Asesinado Canalejas, fue nombrado el 14 de noviembre presidente del consejo el Conde de Romanones, que lo era del Congreso de los Diputados. El 31 de diciembre, aprobado el tratado franco-español sobre Marruecos, Manuel García Prieto dejó el ministerio de Estado y fue sustituido por Juan Navarro Reverter26. Era la hora del balance. Lo hizo Gabriel Maura27. Durante el siglo XIX, cuando Francia y el Reino Unido fueron de acuerdo, la política exterior es22 Secret. Poincaré a los embajadores en Madrid, Londres, San Petersburgo y Berlín, 9 de octubre de 1912, AAE NS E 66 65-66. El embajador en Berlín se le pedía estricta confidencialidad sobre esta noticia. 23 Tuvo que justificar su gestión, insistiendo en que no deseaba comprometer a su país ni ante Alemania, a la que habría que dar cuenta del acuerdo sobre Marruecos, ni ante el espíritu aventurero de los políticos españoles. 24 Très conf 304 Geoffray-Poincaré, 11 de octubre. Los razonamientos del embajador tuvieron tanta fuerza, que Poincaré envió el 25 de octubre copia del despacho a las embajadas en San Petersburgo, Berlín, Viena, Londres y Roma, ib. 67-69 y 74. 25 592 Jules Cambon-Poincaré, Berlin, 22 diciembre. Copia a los embajadores en Madrid, San Petersburgo y Londres, y al ministro de la Guerra, ib. 78-79 26 Ramón Canosa, Juan Navarro Reverter: ingeniero, literato, ministro (1842-1824), Madrid, Blass Tip. 1954. Sobre su vertiente como literato, fue miembro de la Real Academia Española, puede verse Páginas Escogidas, una colección en las se incluyen escritos de Enrique Gómez Carrillo, Conrado Solsona y José Echegaray, París, Garnier Hos, 1913, edición de Manuel Sainz de Vicuña y García Prieto. 27 “…un Tratado que no lesiona ningún derecho sustancial de la nación española, ningún interés vital… porque, en efecto, la frontera política de España es una cadena de montañas por el sur y, desde el establecimiento de Ifni y desde la zona de influencia del sur podemos vigilar y defender las Canarias, aunque no tan bien como si todo hubiera sido nuestro. Pero es-
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pañola “vino a girar en la órbita de las potencias occidentales”. Moret lo dijo claramente: alianzas con Inglaterra o con Francia, no; con Inglaterra y con Francia, sí. Esa fórmula se había visto cumplida en el momento en que se entendieron ambas sobre Marruecos. España halló el modo de hacer compatibles sus intereses con los de Francia confirmados en la Conferencia de Algeciras y en la entrevista de Cartagena entre el Rey de Inglaterra y Alfonso XIII en 1907. Las tres naciones pactaron la continuidad del statu quo en el Mediterráneo y en el Atlántico Norte, proporcionando seguridad a Baleares y Canarias28. Esos compromisos habían modificado una situación donde existían dos bloques: la Triple Alianza, por un lado, y enfrente, Francia, Rusia e Inglaterra. España, formando parte de la Triple Alianza podría ser una amenaza para Inglaterra y Francia, pero “no resolvería sus cuestiones exteriores”. Pero “entendida con Francia e Inglaterra, resuelve su problema y, en caso de conflicto, es la retaguardia, porque por el Mediterráneo están delante Francia y Argelia, y por el Atlántico, están delante Francia e Inglaterra”. Para poder hacer valer los derechos recogidos en esos documentos era necesario construir una escuadra29. El encargado de negocios de Italia en Madrid hizo este recuento. Tras la guerra de Cuba España entró en una crisis. Tenía que definir sus objetivos nacionales. La reforma de la administración, la regeneración del país, la puesta en marcha de todos sus recursos fueron algunas de las propuestas. Estaba pendiente el resarcirse de las perdidas territoriales. Uno de los componentes de su identidad en crisis fue la memoria de la guerra de África en tiempo de O’Donnell. Marruecos podría ser un foco de atracción de emigrantes y de capitales. En 1902 se inició la negociación, que culminaría con el texto firmado a finales de noviembre. Vino luego el acuerdo franco-español de 1904, las de-
te tratado recorta todos nuestros derechos y no da entera satisfacción a ninguno de nuestros intereses, recortados o mal satisfechos, es un peligro y un rozamiento y un conflicto para el mañana”. Jerónimo Bécker González, Historia de Marruecos. Apuntes para la historia de la penetración europea y principalmente española en el norte de África, Madrid, Estudio Tipográfico de Jaime Ratés 1915, 543-552 y 565-580, texto citado, 551. El acuerdo fue rubricado el 2 de abril de 1913 y publicado en la Gaceta de Madrid al día siguiente. Lo publica Bécker, o.c. 565-580. 28 Para alcanzar el pacto sobre el Mediterráneo y el norte del Atlántico, hubo que contar con España, “porque ni Francia ni Inglaterra pueden resolver los dos problemas sin nosotros”. 29 Gabriel Maura Gamazo, El convenio entre Francia y España relativo Marruecos. Discurso pronunciado en el Congreso de los Diputados el día 12 de diciembre de 1912, Madrid 1912, 47-49.
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claraciones comunes con Reino Unido y Francia en 1907, la campaña en el Rif y la entrada de tropas españolas en Larache y Alcazarquivir en 1911. El incidente de Agadir desembocó en una nueva negociación franco-alemana, que terminaría en la convención de noviembre de 1911. Alemania reconocía plenos derechos políticos a Francia en Marruecos a cambio de mantener la libertad de comercio y de recibir compensaciones territoriales en el Congo. Para sacar provecho a esta convención y ejecutar el tratado de 1904, abrió Francia una larga negociación con España. El gobierno francés buscaba cobrarse en ella el precio pagado a Alemania. No lo consiguió. El gobierno de Canalejas logró sus tres demandas respecto a los derechos políticos en su zona, el territorio que lo integraba y la gestión de las aduanas. La decisión de éste y la caída del ministerio Caillaux, tan sometido al partido colonial, explican el resultado. El final de la negociación tendría dos efectos inmediatos: restablecer la confianza entre dos naciones amigas y relanzar los negocios de franceses y españoles. Pendiente quedaba el éxito de la política colonial española en Marruecos: se había comprometido a lanzar allí los intereses materiales y morales y mejorar las condiciones de vida de aquella población. Eso suponía invertir y esperar a recoger los beneficios. Para hacerlo se enfrentaba a un presupuesto deficitario. Era este punto el que conectaba Marruecos con la política interna. El Estado, escaso de recursos, no podía incrementar los impuestos, si no quería dañar la industria y el comercio. Se planteaba la necesidad de hacer una distribución correcta de los recursos. Eso explicaba la perplejidad de los españoles, entre la esperanza y el temor, mientras aguardaban a que el debate parlamentario pudiera justificar el esfuerzo negociador y asegurar las ventajas que el país recibiría gracias a él30. Los acuerdos franco-alemanes facilitaron la adhesión de Alemania al tratado de protectorado sobre Marruecos, pese a las reservas del Reino Unido31. Lo hizo enseguida el gobierno ruso32. Italia esperó más33. En enero de 1913 quedaban aún suspendidas las negociaciones entre España, Francia y el Reino Unido sobre el estatuto de Tánger34. A comienzos de febrero, exis935/389 Autiri-di San Giuliano, 11 diciembre. La discusión y votación en el senado el 23 de diciembre, 961/398 Bonin-di San Giuliano, 25 diciembre, ASD DDS XL/19 1103-1105 y 1123-1124. 31 Así se lo dijo Zimmermann, subsecretario de Estado, al embajador italiano en Berlín, 29 Pansa-di San Giuliano, 11 enero 1913, ASD DDS XL/20 61. 32 T 20 Torretta-di San Giuliano, 13 enero, ib. 65. 33 7424/56 Antonino di San Giuliano-C. Barrère, 12 febrero, ib. 111. 34 T 3 Bonin-di San Giuliano, 8 enero de 1913, ASD DDS XL/20 39. 30
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tía un acuerdo entre Francia y e Inglaterra35. Una vez logrado, se iniciaba la negociación con España a fin de fijar el estatuto de Tánger. Según González Hontoria, subsecretario de Estado, Francia había conseguido que Londres aceptara sus puntos de vista. Con eso la “internacionalización” de la ciudad quedaba en nada. El problema estaba en el sistema de elección de los concejales. Las potencias se reservaban 12 de los 35 puestos. Se otorgaba representación a los judíos, que estaban totalmente ligados a Francia. Se frustraba así la intención de sustraer la ciudad a la influencia de cualquiera de las dos naciones que ejercían el protectorado36. Romanones tenía intención de extender su zona de ocupación en el Norte de Marruecos. Lo estaba haciendo ya el general Alfau en el territorio de los angheras. Era un primer paso para ocupar Tetuán37. El gobierno español publicó un decreto sobre el protectorado en su zona de Marruecos. El rasgo más saliente era la transferencia de poder a los civiles, salvo las relativas al gobierno de Ceuta y a la organización militar del protectorado. Junto al general Felipe Alfau Mendoza había tres secretarios, uno para las relaciones con los indígenas y servicios de administración de justicia e interior, otro para las obras públicas y el tercero, para las finanzas38. En un discurso pronunciado por Romanones el 14 de marzo ante el consejo de ministros presidido por el Rey, habló del acuerdo con Francia sobre Marruecos beneficioso para España, de los planes de penetración pacífica, como acababa de suceder con la ocupación de Tetuán39. 3. Los límites de España para su acción en Marruecos El marqués di San Giuliano afirmó en la Cámara italiana el 22 de febrero: Italia haría frente a la potencia que deseara dominar el Mediterráneo. EsT 16 y 150 Bonin e Imperiali-di San Giuliano, 9 y 11 febrero, ib. 99 y 107. Faltaban algunos detalles, t 71 Tittoni-di San Giuliano, 12 febrero, ib. 115. 36 127/52 Bonin-A. di San Giuliano, 11 febrero 1911, ASD DDS XL/20 135. Sobre la postura inglesa a favor de que Tánger fuera una ciudad internacional, t 82 Tittoni-di San Giuliano, 20 febrero, ib. 145. Esta comunicación se envió a París, Londres, Madrid y Tánger, t 1108, 20 febrero, ib. 149. 37 58/20 Bonin-di San Giuliano, 22 enero 1913, ASD DDS XL/20 93. 38 174/69 Bonin-di San Giuliano, 1 marzo 1913, ib. 195. El 3 de abril se publicó el nombramiento de Alfaro como alto comisario. La comunicación al gobierno italiano, Pina-di San Giuliano, 29 abril, ib. 303. 39 “Discurso de Romanones en el Consejo de Palacio bajo presidencia del Rey”. Un análisis de los problemas que suscita el protectorado en Marruecos, “”Problemas internacionales”, ambos en La Prensa, 14 marzo 1913. Sobre los enfrentamientos de las tropas españolas con los marroquíes en Tetuán, “España en África. Asunto Mannersmann”, La Nación, 5 diciembre 1913. 35
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tas palabras daban a su discurso un aire nada cordial hacia los franceses. En Berlín y en Viena dijeron abiertamente que el ministro de Asuntos Exteriores apuntaba a la República francesa. Tittoni advirtió a su ministro que se había equivocado en el tono. Se excusó ante el embajador en Roma, remitiendo a las palabras que en el texto oficial hablaban de las buenas relaciones franco-italianas en el norte de África y en el Mediterráneo. Apostar por el equilibrio en este mar no podría ser mal visto por los franceses, que compartían ese punto de vista. Habló el ministro de Asuntos Exteriores de reforzar las relaciones con España. No comportaba nada más que una situación similar a la sancionada en octubre de 1912 entre Poincaré y Tittoni40. La prensa madrileña, argumentando como siempre con el valor estratégico de un país que tenía extensas costas y las Baleares, consideraba lógico que Italia quisiera completar sus acuerdos sobre el Mediterráneo con uno firmado con España. Era el momento de la autocomplacencia. Todo ministro de Estado, estaba convencido de que la amistad con España beneficiaba a las dos alianzas que se disputaban su amistad. Según Juan Navarro Reverter, a todos interesaba, especialmente Alemania, con quien podría colaborar en Marruecos41. ¿Deseaba Alfonso XIII esa alianza con Italia? Eso opinaba el encargado de negocio francés. Navarro Reverter y el conde de Romanones desmintieron inmediatamente la noticia42. Cuando se presentó en la Cámara francesa el tratado sobre Marruecos, Noulens dijo que Francia se reservaba la exclusiva de representar a Marruecos en las relaciones exteriores. Eso violaba el principio de que cada una de las dos naciones tuviera plena igualdad en sus zonas respectivas. España pidió amigablemente explicaciones. Gabriel Maura expresó en La Época sus dudas sobre las declaraciones del gobierno. Exigió a Navarro Reverter que dijese claramente si se había aceptado algún compromiso que rompiese esa igualdad. Geoffray y su gobierno afirmaron tajantemente que la afirmación de Noulens no era correcta.
40
Tc conf 45-47 Barrère-Jonnart, 1 y 2 marzo 1913, DDF III/V, Paris 1933 587-588 y
600. 41 Una síntesis de los esfuerzos alemanes estos años en sus relaciones con España, Luis Álvarez Gutiérrez, “Intentos alemanes para contrarrestar la influencia francesa sobre la opinión española en los años precedentes a la Primera Guerra mundial”, Españoles y franceses en la primera mitad del siglo XX, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1986, 1-21. 42 Estos comentarios en sus despachos 89 y 92 al ministro Jonnart, 25 febrero 1913, AAE NS E 66 89-91.
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Este punto estaba regulado en los artículos 5-6 del tratado franco-marroquí y por los artículos 1.6 y 22 del tratado franco-español. Maura Gamazo estaba en lo cierto. Francia adquiría una posición privilegiada. Entre otros motivos, porque en la zona francesa estaba la sede del Majzén. Francia tenía la representación diplomática del Sultán, que conservaba la soberanía. En la zona española, el Califa, representante del Sultán, no tendría relación con los representantes extranjeros. Por eso en la práctica, este asunto carecía de interés para los negociadores españoles que lo aceptaron sin más43. La ratificación del tratado y la entrega de la misma por cada una de las partes se efectuaron el 2 de abril44. Eso suponía la adhesión de España al tratado franco-alemán y al tratado franco-marroquí de protectorado. Se nombró una comisión mixta para fijar la frontera entre las dos zonas, se reuniría en Larache. Las serias dificultades creadas a España por la rebelión en su zona tendrán como primer efecto la necesidad de conservar la amistad con Francia. La situación la forzaba a no retirarse si no quería que Alemania recogiese los frutos y los españoles se hubiesen sacrificado en vano45. Esta era la opinión de Gabriel Maura. En las regiones del Gharb y de Tetuán, las tropas españolas avanzaban hasta sus objetivos. Pero una vez conseguidos, eran atacadas por los marroquíes. Había un clima de guerra santa, dirigida exclusivamente contra los españoles, para no tener conflictos con las otras naciones europeas. A las pérdidas, muchas de ellas de oficiales, habría que sumar el coste económico. Ni el tesoro ni la opinión estaban para aguantar un esfuerzo militar prolongado. La guerra en Marruecos se aceptaba como un “mal crónico”. Nada bueno se esperaba. Si crecía el malestar popular, los revolucionarios lo aprovecharían. Acusaban al gobierno de actuar sin un plan claro. No era verdad. Se buscaba salir del Gharb y alcanzar el Rif, consiguiendo de este modo pacificar 239/95 Bonin-di San Giuliano, 19 marzo 1913, ASD DDS/XL 20 247-248. Camille Barrère, embajador de Francia en Roma, y su colega español, R. Piña y Millet, lo notificaron el 12 de abril al ministro de Exteriores italiano, tal como estaba previsto en el artículo 29 del Acta de Algeciras, ib. 277 y 279. 45 Esos días El-Raisuli había sido admitido como protegido de Alemania. En Berlín se dijo que se había consultado antes al marqués de Villasinda, quien nada opuso. T 565 Bollatidi San Giuliano, 11 julio 1913, ASD DDS XL/20 459. La opinión española consideró ese acto una manifestación de mala voluntad, 618/243 Cambiagio-di San Giuliano, 15 julio, ib. 463-464. Las pruebas aportadas sobre su implicación en la insurrección contra España llevaron al ministro de Alemania en Tánger a rechazar la solicitud del Raisuli, t 35 y 517 Marin Franklin-di San Giuliano, 27 y 28 julio, ib. 465 y 467. Villanueva, entonces presidente del Congreso, visitó la zona española. A su regreso, manifestó al embajador italiano que el Raisuli era el alma de la rebelión, 747/302 Bonin-di San Giuliano, Sa Sebastián 28 agosto, ib. 485-486. 43 44
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la costa mediterránea. Por eso pidieron en la negociación quedarse con la vertiente norte del Uerga. Ese proyecto era desproporcionado para los recursos disponibles. Por eso se redujo a unir Tetuán-Larache para operar desde aquí, dejando al este el Rif y estableciendo una cadena de posiciones, siguiendo de cerca la línea de costa. Pero este plan más reducido podría no superar los medios disponibles46. En pocos días quedaban fijadas las posturas. El gobierno juzgaba la suspensión de las operaciones un signo de debilidad. La protesta popular comenzaba a manifestarse en los mítines contra la guerra47. Las condiciones sanitarias e higiénicas no eran adecuadas, según informaba la prensa. Los soldados que se enviaban no tenían experiencia, desconocían el terreno y estaban en inferioridad ante su enemigo. El tesoro público, sin recursos, con un déficit de cerca de 100 millones y sin posibilidad de aumentar los impuestos. Si el coste no se financiaba acudiendo al ahorro privado, habría que recurrir, como sucedió cuando la guerra cubana, al Banco de España. Eso comportaría un incremento en el cambio de la moneda. La situación era grave. La guerra podría traer la ruina económica y la revolución. Había un argumento que el pueblo entendía: siendo la zona española pobre, el esfuerzo de la nación no consentiría que se establecieran en ella emigrantes. Serviría únicamente para asegurar a los capitalistas la explotación de sus recursos48. Sin tener siquiera el apoyo de su partido, insistiendo los conservadores en la pacificación y el recogimiento, el conde de Romanones se hallaba solo ante el conflicto. Había además rumores de descontento entre los jefes militares. Se dijo que el general Dámaso Berenguer, organizador de las fuerzas indígenas, y el general Alfau, comandante de Ceuta y alto comisario, iban a dimitir. Se hablaba de que el sucesor de Alfau sería el general Marina, en quien confiaba el gobierno, pero era odiado por los indígenas49. Todo apuntaba que el error estaba en la ocupación militar de Tetuán, sin haber tenido antes gestos políticos hacia los marroquíes para que pudieran aceptarla.
586/232 Bonin-di San Giuliano,6 julio, ib. 461-462. Una comisión de padres de reclutas de cuota, se entrevistó con el ministro de la Guerra para protestar porque sus hijos eran enviado a Marruecos con sus batallones. En Zaragoza y Burgos hubo incidentes. Ningún entusiasmo en la despedida de los soldados. 757/307 Bonindi San Giuliano, San Sebastián 3 septiembre, ib. 487-488. 48 Una de las consecuencias del desgaste de la guerra en Marruecos sería apartar a España del escenario internacional. 630/248 Cambiasio-di Sa Giuliano, 21 julio, ib. 469-471. El contingente español era de 60000 hombres. 49 El relevo de Alfau por Marina, 716/288 y 723/291 Bonin-di San Giuliano, San Sebastián 16 y 19 agosto, ib. 479-481. 46 47
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Las relaciones con Francia no pasaban por un buen momento50. Un sector de la prensa española recordaba que Marruecos había sido para España una necesidad ineludible, una vez que los franceses provocaron un cambio en la situación conquistando Fez51. Había ya 70000 soldados españoles, pero las noticias no eran buenas52. El gobierno nombró embajador en París a Wenceslao Ramírez de Villaurrutia, un buen amigo de Francia53.
4. La hora de elegir socios La crisis en Oriente planteaba dudas a las naciones que hasta ese momento no tenían vínculos con ninguna de las dos alianzas existentes sobre las que se asentaba el equilibrio europeo. ¿Podrían seguir al margen, manteniendo su aislamiento y su libertad respecto a las grandes potencias o se verían envueltas en los problemas generales que afectaban a Europa? ¿Convenía a sus intereses unirse a alguna de ellas? En el caso de España, los principales diarios trataban este asunto. El aislamiento, seguido hasta ese momento en política exterior podría ser peligroso para el país. Algunos le atribuían la pérdida de las Antillas y de Filipinas. Un argumento a favor de una rectificación fue el modo justo en que se había resuelto la difícil negociación sobre Marruecos54. A España interesaba en el equilibrio del Mediterráneo, tanto por sus posesiones antiguas como por su nueva posición en el norte de Marruecos. Te-
50 El presidente Poincaré iba a visitar España acompañado del general Liautey. Esto confirmaba el deseo de incrementar la cooperación político-militar, el principal objetivo del acercamiento de Romanones a Francia. 804/325 y t 134 y 136 Bonin-di San Giuliano, 28, 27 y 30 septiembre, ib. 501-502, 493 y 495. 51 701/280 y 739/299 Bonin-di San Giuliano, San Sebastián 12 y 23 agosto, ib. 477-478 y 483-484. 52 El conde de Romanones, entonces en San Sebastián, estaba desanimado por la falta de resultados. 771/313 Bonin-di San Giuliano, 9 septiembre, ib. 489. 53 “...a toujours pratiqué une politique d’entennte avec notre pays et s’est déclaré l’adversaire décidé d’un rapprochement ave l’Allemagne”. En 1905, en el breve período en que fue ministro de Estado, acompañó al Rey en su primera visita a París. Paul Cambon-Jonnart, Londres 3 marzo 1913, AAE NS E 66 93-94 et DDF III/V, Paris 1933, 608. La presentación de credenciales ante Poincaré tuvo lugar el 5 de abril. “Partie Officielle”, Journal Officiel de la République Française, 5 avril 1913, 3037-3038. 54 En el brindis del 7 de mayo, con motivo del viaje de Alfonso XIII a París, el presidente R. Poincaré dijo: “Les longues et courtoises négociations qui ont abouti au récentes conventions auraient, s’il en avait été besoin, préparé l’Espagne t la France à mieux se connaître et à s’estimer davantage”. Un resumen de las conversaciones entre el Rey y el presidente de la República, AAE NS E 67 37-38.
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nía la sociedad que plantearse un problema que, hasta entonces, sólo trataban los políticos. Otro argumento en favor de un cambio era la necesidad de ocupar en Europa el lugar al que le daban derecho el relanzamiento de su economía, su poderío militar y naval. España tenía ya una escuadra y proyectaba construir otra. Era la hora de ingresar en alguna de las dos grandes alianzas europeas. Era el momento de elegir. Había partidarios de adherirse a la Triple Alianza. Casi todo ellos se alineaban en posiciones conservadoras. Leyendo La Época, se saca la impresión de que el partido conservador prefería no salir de la reserva en que España se había mantenido durante los últimos años en la esfera internacional. El diario, con su posición germanófila, parecía querer provocar en la opinión una reacción a favor de que las cosas continuaran como hasta entonces. Los partidarios de ingresar en la Triple Entente juzgaban que esa opción se ajustaba mejor a los intereses económicos de España, a sus tradiciones políticas y a sus legítimas expectativas de futuro. Alemania, lejos de España, no podía ser ni una garantía ni una amenaza para ella. Si se produjera un conflicto general en Europa, las flotas francesa e inglesa no permitirían a la alemana circular libremente por los mares. Se reducía así la posibilidad de un ataque a las costas españolas. Entrar en la Triple Alianza era asumir un compromiso global. Eso supondría para España cargas militares y navales superiores a sus intereses. Sería un mal negocio. Para los que estaban a favor de la Triple Entente, era evidente que la posición geográfica y los intereses económicos respondían con claridad a la cuestión. España era vecina de Francia también en Marruecos. Con ella tenía que cooperar para mantener el equilibrio en el Mediterráneo. Una política de desarrollo económico, de equilibrio y de paz convertía a España en solidaria con Francia y sus dos aliadas. Había ya un paso en ese camino: los acuerdos del 16 de mayo de 1907. En ellos las tres potencias se habían comprometido a conservar el statu quo en el Mediterráneo y en las costas de África y Europa que baña el Atlántico. Este debate se abrió vísperas de un viaje de Alfonso XIII a París. Salió para París el 6 de mayo de 1913. Monarca constitucional, aceptaría la decisión de sus ministros, pero no dejaría de sondear el sentimiento de su pueblo. En este sentido las declaraciones de Melquíades Álvarez tenían un gran valor. Había que esperar correspondencia por parte del pueblo francés. Más que nunca, la base de las relaciones políticas eran los intercambios comerciales. A uno y otro lado de los Pirineos, gobiernos, cámaras de comercio, asociaciones comerciales e instituciones presididas por personas cualificadas venían trabajando desde
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hacía 20 años en favor de un resultado feliz. Alfonso XIII también había estado presente en ese esfuerzo por resolver las cuestiones comerciales. Estas últimas habían oscilado todo ese período entre dos tendencias: el proteccionismo de los industriales españoles y los deseos de los viticultores de que se fijaran aranceles bajos para sus exportaciones a Francia tras la crisis generada por la filoxera. Recuperados los viñedos franceses, habían subido las tasas de aduana en 1906. Para frenar el impacto, se reunieron en San Sebastián ese año representantes de los dos países. Consiguieron una transacción aceptable en muchos puntos. El gobierno español no pudo aceptar la propuesta. Se optó por prolongar el modus vivendi. Hubo nuevas conversaciones en 1910 a petición del gobierno español. En ellas pesaron los intereses económicos de los argelinos. Aunque no se consiguió una rebaja de los derechos aduaneros, la reducción de las compañías ferroviarias en los costes de transporte atenuó sus efectos en los exportadores españoles y permitió obtener “beneficios considerables”. En la primavera de 1913 convenía a las dos partes negociar de nuevo. A los españoles para estabilizar sus exportaciones y a los franceses para aumentar las suyas, sobre las que había pesado negativamente la tarifa de 1906 y su revisión en 1911. Para evitar un fracaso, había que dejar fuera las condiciones sobre las exportaciones de vinos. Cuando la cosecha es buena en Francia, es imposible que los españoles vendan sus vinos. Cuando es mala, los derechos de aduana no impiden la importación de vinos españoles55. La crisis de Portugal empujó a Alfonso XIII en 1913 a un acercamiento a la Entente para que le dejara manos libres. La decisión estuvo precedida por una gestión ante Nicolás II, a quien solicitó su cooperación para que España llegase a un “acuerdo positivo” con la Entente, según hemos visto en el capítulo anterior. En abril, respondiendo a una encuesta de El Mundo, Gabriel Maura consideraba que, entre el aislamiento y las alianzas, existía un término medio: la neutralidad armada. Esta era posible a España. Existía un interés común en el Mediterráneo con Italia, Francia y el Reino Unido. Los problemas del continente no le afectaban. No entenderlo así fue un error, del que sólo se libró Felipe II. Maura no creía que las alianzas reportaran beneficios econóMinuta de un informe sin firma, pero con fecha 3 marzo 1913, AAE NS E 67 6-12. Hubo un despacho, el 171 Geoffray-Pichon, 22 abril 1913, analizando la situación general y su impacto hablando expresamente del papel de España en el Mediterráneo. No lo he encontrado, pero sí la decisión de enviarlo a todas las representaciones de Francia en Europa, ib. 63. 55
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micos. No compartía con Melquíades Álvarez la idea de que las obligaciones internacionales influyeran en la política interna56. En 1913 “la conciencia aislacionista” continuaba siendo una pieza clave en la psicología colectiva de los españoles. No veían beneficios que justificaran que España entrara en un conflicto o participara en las complicaciones europeas. Si se habló de una posible alianza con Alemania fue para presionar sobre Francia en Marruecos57.
5. El viaje del Rey a París En mayo de 1913 el conde de Romanones acompañó a Alfonso XIII en su visita a Francia. El presidente del consejo aseguró que, en caso de guerra, España estaría del lado de Francia. El 8 de mayo, Alfonso XIII, seguro de que era inevitable por culpa del militarismo alemán y de las ambiciones de Guillermo II, ofreció a Poincaré las Baleares para las operaciones navales y el paso por España de las tropas estacionadas en el norte de África. Al preguntarle Poincaré qué pedía a cambio, la respuesta de Alfonso XIII fue: “L’annexion du Portugal”. El presidente francés recordó que el Reino Unido jamás lo consentiría. La independencia de Portugal era innegociable. El general Joffre dio escaso valor a la oferta. Las tropas franceses en África podrían ser trasladadas en barcos, pues la marina francesa era la “maîtrisse absolue de la Méditerranée occidentale”. El general, reconociendo el valor de los soldados españoles, juzgaba poco útil la presencia de dos cuerpos de ejército, porque su instrucción militar era escasa y su armamento distinto al del francés58. Iniciado con temor incluso entre los ambientes y personas más cercanas al Rey, el viaje concluyó con un gran éxito. Mantuvo su compromiso de ir a
56 Juan Pujol, “España y Europa. Habla D. Gabriel Maura. El tema de las alianzas”, El Mundo, 26 abril 1913. El 31 de marzo había pronunciado una conferencia Gabriel Maura en Zaragoza, invitado por los conservadores de aquella ciudad. El juicio del embajador francés, que lo respetaba como una persona inteligente, fue tajante: “aussi ai-je lu avec un certain étonnement ces tissu ‘enfantillages”. La crisis del partido conservador “a singulièrement faussé le jugement de l’entourage du chef de ce parti”. 138 Geoffray-Pichon. 3 abril 1913, AAE NS E 66 110-111. 57 Hipólito de la Torre, El imperio del Rey… 128. 58 No compartía este juicio Paul Cambon, que rechazaba la compensación solicitada por el Rey de España. Texto tomado de Maurice Paléologue, Au Quai d’Orsay à la vielle de la tourmente. Journal 1913-1914, 1er Janvier 1913 – 28 juin 1914, Libraire Le Plon, Paris1947, 125-129, en Hipólito de la Torre, El imperio del Rey... 225-228.
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Paris, pues la Reina Victoria Eugenia insistió en que debía cumplir con la palabra dada pese al temor a un atentado o a manifestaciones. El regreso fue triunfal. Estaba Alfonso XIII convencido del éxito de su misión. Su tenacidad, su sentido político y su simpatía personal habían contribuido59. Había algo más: una nueva coyuntura en la que intervenía Inglaterra: la amistad entre España y Francia era bien vista en Londres60. El Rey y el presidente de la República hablaron de la cooperación de España en caso de una guerra de Francia con Alemania, repitiendo Alfonso XIII las palabras dichas a Geoffray61. Quiso conocer aquel la actitud de Rusia y del Reino Unido sobre la adhesión de España a la Triple Entente. Hablaron entonces de un acuerdo militar y naval entre los dos países62. Mientras Alfonso XIII se hallaba en París, las relaciones bilaterales estaban así. Se debatía sobre la conveniencia de salir del aislamiento y elegir qué alianza. La declaraciones del marqués de San Giuliano en la Cámara italiana el 22 de febrero, proponiendo que los dos países se respetaran su situación respectiva en Libia y Marruecos había concluido en la firma de un acuerdo Esos contactos apuntaban hacia una alianza italo-española. La opinión española estaba dividida. Entre los conservadores, salvo los que estaban en el partido de Maura y Dato, eran favorables a la Triple Alianza63. Apostaba La Época por la continuidad de la situación existente, que definía como una neutralidad armada. Los partidarios del ingreso en la Triple Entente tenían eco en el Rey, que deseaba el reforzamiento de los lazos con Francia. El ministro de Estado, Navarro Reverter, compartía la posición del Rey64. Très conf 210 Viangué-Pichon, 11 mayo 1913, AAE NS E 67 56-57. la traducción de un resumen del Times, “La visite d’Alphonse XIII en France”, Le Matin, 12 mai 1913. 61 Este dato fue publicado en la correspondencia del 11 de mayo que recibió desde Madrid un diario francés. R. d’A. “Le Roi Alphonse XIII et l’Entente franco-espagnole”, Le Gaulois, 12 mai 1913. La resonancia de este artículo, Juan de Becón, “España y las alianzas”, La Época, 13 mayo 1913. Volvió Alfonso XIII a reiterar esa seguridad: había dicho en sus entrevistas en Baviera que, en caso de guerra estaría al lado de Francia y del Reino Unido. Un resumen, de esta conversación con el presidente de la República durante la comida del 11 de diciembre de 1913, AAE NS E 67 230 62 Uno de los temas de conversación, el viernes 9 de mayo fue la recuperación de la unidad peninsular, que Alfonso XIII designaba su ideal como jefe de Estado. Poincaré fue prudente en su respuesta. Fue este el asunto que ocupó más la atención en el resumen secreto de estos diálogos, ib. 37-38. 63 El primer día de estancia del Rey en Francia, apareció un artículo que podría refleja la actitud de los galófobos. “De lesa Patria. La verdad sobre el tratado con Francia”, La Gaceta del Norte, Bilbao 7 de mayo de 1913. 64 Un resumen de la posición de la prensa española con motivo del viaje del Rey, en un dossier en francés, AAE NS E 67 21-25 y 42-55. El ABC mantuvo su germanofilia, pese al éxito del viaje del Rey 59
60 Vid.
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F. Geoffray aconsejaba a su gobierno que no se mostrara abiertamente a favor de unas relaciones más íntimas con España. Les beneficiaba la reserva de París. No era necesaria una alianza. Bastaba con extender a los intereses mutuos los principios que inspiraron la declaración de 1907 y el acuerdo sobre Marruecos65. De todo lo hablado por el Rey, el gobierno francés se propuso estudiar la oportunidad de una entente diplomática y estratégica con España. Quería saber cual era la posición de Sazonov y de Edward Grey66. Rusia se alegraba, pues eso permitía a su aliada llevar más fuerzas a su frontera este. Y Sazonov subrayó la utilidad que la cooperación española tendría en el Mediterráneo67. Grey juzgaba que las relaciones de España con Portugal no habían mejorado. Eran malas. No era viable, por tanto, una posible alianza entre los dos países. Las palabras de Alfonso XIII al presidente francés era una “breach of neutrality”68 . Maurice Bunsen comentó la visita de Poincaré a Madrid. España no aceptó firmar una convención militar. Las buenas relaciones entre ambos no necesitaban la sanción de un tratado. Antonio López Muñoz, ministro de Estado desde el 13 de junio, veía que las notas de 1907 sobre la preservación del statu quo habían alargado un tanto su alcance desde aquella fecha y de forma automática, “and that might now be understood that in the event of European complications, Spain would stand side by side with France and England in preserving the naval superiority of the Entente Powers in the Mediterranean”69. En octubre devolvió la visita el presidente Poincaré, Desembarcó en Cartagena, donde se hallaba un buque de guerra inglés, viajando desde aquel puerto hasta Madrid. A finales de este año, fue de nuevo Alfonso XIII a París, visitando además Londres y Viena, pero no Berlín. En sus conversaciones con Poincaré, Alfonso XIII puso sobre el tapete las ventajas de una vinculación, que permitía a Francia desguarnecer su frontera en los Pirineos y usar puertos españoles para trasladar al XIX cuerpo de ejército estacionado en Argelia, en caso de una guerra con Alemania70. Note pour le ministre, 8 mayo 1913, AAE NS E 67 31-32. Despacho a los embajadores en San Petersburgo y Londres, la copia a Delcassé, entonces en Rusia, 352, 21 mayo 1913, ib. 76-77. 67 Secret 123 Delcassé-Pichon, 4 julio 1913, ib. 84 68 Western Europe. Secret Series. 107 Grey-Rennie, 17 septiembre 1913, PRO FO 371/1754 en El imperio del Rey…231-232 69 En esos momentos continuaba el programa de modernización de la armada. Western Europe Confidential 159 Bunsen-Grey, 13 octubre 1913, PRO FO 371/1754 en Hipólito de la Torre, El imperio del Rey... 233-235. 70 El Consejo Superior de Defensa francés estimó que el transporte del XIX cuerpo de ejército por ferrocarril sería “lento y precario”. 65
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6. “La obsesión portuguesa” de Alfonso XIII Carlos Seco juzga estas maniobras un efecto de lo que llama “la obsesión portuguesa” de Alfonso XIII. En cualquier caso, la intervención en Portugal sólo tendría lugar si la situación se degradaba hasta el punto de ser un peligro para España. En su visita a Viena, en su conversación con el conde Berchtold, Alfonso XIII se limitó a decir que España estaba con la Triple Entente “únicamente para el Mediterráneo y Marruecos”. Admitió, sin embargo, que la construcción de una segunda escuadra tenía como fin “garantizar nuestra independencia y asegurar el puesto que nos corresponde en el mundo”71. No rompía eso el “equilibrio mediterráneo”, como indicó Berchtold. Se trataba de equiparar el número de barcos con los que contaba la Triple Alianza. El gobierno de Romanones miró con desconfianza la iniciativa del Rey. Esos tanteos terminarían dando razones al gobierno de Dato para elegir la neutralidad. La fórmula que utilizaría el presidente del consejo en una entrevista Die Zeit, a comienzos de 1914 fue: neutralidad, pero teniendo en cuenta que la presencia española en Marruecos implicaba “relaciones más asiduas con las naciones de la Triple Entente”72. Meses antes, en plena crisis portuguesa, Canalejas comentó a Bunsen, que era casi inevitable “la absorción de una u otra forma” de Portugal por España. Eso haría necesaria la intervención. El modelo sería un sistema federal, que dejaría en manos de Lisboa una serie de competencias y suprimiría las aduanas entre los dos países. Romanones, sucesor de Canalejas, instó al Rey a que, en sus viajes a Paris y Londres, hablara “acerca de las soluciones internacionales” posibles para el día en que la situación portuguesa dejara de ser viable. Más tarde, el 6 de diciembre, siendo Dato presidente del consejo, escribió a Alfonso XIII que sus conversaciones en Viena con el canciller Berchtold podría ser muy útiles “para el porvenir, si las circunstancias fuesen favorables a una intervención en Portugal”73. El acuerdo franco-español sobre Marruecos, ratificado en 1913, abría la necesidad de un horizonte nuevo para Portugal. Había varias salidas. El rear71 “... el día que España tenga su escuadra y sus divisiones de infantería a la moderna, y resuelto el problema social, que pronto esperamos estar a la cabeza por las leyes que pensamos presentar en las Cortes, entonces... tout le monde nous fera la cour”. 72 Carlos Seco Serrano,”Alfonso XIII y la revolución portuguesa”, en Estudios sobre el reinado de Alfonso XIII”, Madrid, Real Academia de la Historia 1998, 111-119. Para la posición de Canalejas, opuesto a una intervención en Portugal, “Las relaciones España-Francia en vísperas de la Primera Guerra Mundial”, ib. 151-160, publicado antes en Boletín de la Real Academia de la Historia, CLXXXIV/I (1987) 129-163. 73 Hipólito de la Torre, El imperio del Rey… 87-88.
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me era costoso y no permitiría a Lisboa ir muy lejos. Una aproximación a España hasta llegar a un a alianza que complementara la existente con Londres, recreando una especie de Cuádruple Alianza, podría satisfacer a todos. Era probable que atrajera a Italia74. A fines de 1912, Augusto Vasconcellos había comentado a Hardinge que, en caso de guerra, Portugal no podría permanecer al margen, porque España entraría en ella al lado de la Entente75. En esa ocasión el ministro de Negocios Extranjeros habló de una alianza hispano-portuguesa, “complemento de la alianza histórica” con Inglaterra76. El 6 de julio de 1914 el ministro de Negocios Extranjeros quería que las relaciones con España fueran íntimas y amistosas. Sospechaba que algunos políticos españoles tenían planes sobre Portugal. Esa actitud agresiva alentaba algunos movimientos monárquicos en la frontera entre los dos países. ¿No tenía España problemas suficientes para buscar otros nuevos con una acción en Portugal? Esta observación de Lancelot D. Carnegie justificaba los planes del gobierno portugués de una alianza con España, cuyo primer paso era un tratado comercial. Era un dato significativo las declaraciones del ministro de Estado en las Cortes españolas77. Sus palabras fueron cordiales y conciliadoras78. López Muñoz, habló con Geoffray en San Sebastián sobre la crisis en Portugal. Hizo mención a las palabras del Rey a Poincaré el 9 de mayo de 1913 en París. Había que garantizar la vida de los extranjeros residentes en Portugal. España estaba dispuesta a intervenir en nombre de las otras poten-
74 Como precedente, la crisis de 1891, “España e Italia y la crisis de 1891 en Portugal y el Mediterráneo Occidental” Rassegna Storica del Risorgimento LXXXVIII/IV (2000) 470-504 . 75 Confidential 159 Arthur Hardinge-Grey, 9 diciembre 1912, PRO FO 371/1463, en H. de la Torre, o.c. 237-239. Un análisis de la situación portuguesa ante la guerra, The War Confidential. 178 Carnegie-Grey, 3 septiembre 1914, PRO FO 371/2105, Hipólito de la Torre, El imperio del Rey… 347-352. 76 Alfonso Costa, presidente del gobierno, y José Relvas, representante de Portugal en Madrid, estaban a favor de esa operación. H. De la Torre, o.c. pp. 128 y 134-135. El análisis de la situación y el juicio del Rey sobre Costa, Western Europe Confidential 47 HardingeGrey, Lisboa, 12 abril 1913, PRO FO 371/1740, ib. 240-242. 77 La buena disposición de España la conocían en Londres. Grey habló de ellas en su respuesta a Carnegie, citado en la nota siguiente. 78 Freire d’Andrade reconocía que a la política exterior portuguesa le faltaba dirección a causa de la inexperiencia de los republicanos y de la inestabilidad de los gobiernos. Esperaba cambiar esa situación, fijando en su ministerio unas líneas definidas. Carnegie confiaba que el sucesor d’Andrade las siguiera, porque la permanencia de aquel en el cargo no duraría mucho. Western Europe Confidential. 113 Carnegie-Grey, 6 julio 1914, y respuesta de Grey, 165, 5 agosto, PRO FO 371/2088. La respuesta, Confidential 133, 16 agosto, ib. 371/2115 en Hipólito de la Torre, El imperio del Rey…243-246 y 265-266.
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cias. Para terminar de arreglar esta declaración, continuó hablando el ministro español de las ventajas de la Unión Ibérica. El embajador francés se limitó a recordar las dificultades que planteaba una ocupación militar, en un momento en que parte del ejército estaba de operaciones en Marruecos79. Todos los partidos portugueses se unirían contra la presencia de un ejército extranjero. La oposición republicana española no se quedaría quieta. Si alguna vez Francia considerara necesaria una intervención, no lo haría sin el consentimiento del Reino Unido, que mantenía una especial alianza con Portugal. En su conversación con Maurice Bunsen, López Muñoz estuvo más discreto. Estaba el Rey en esa línea. Por eso habría que preparar la respuesta, que podría formularse así: “Nous sommes prêts à vous laisser aller au Portugal, si les Anglais y consentent”80. Semanas más tarde, el ministro de Asuntos Exteriores desmintió ante el representante portugués que Francia y España hubieran llegado a un acuerdo que permitiera a esta intervenir en Portugal81. A su regreso de un viaje a Baviera, estuvo Alfonso XIII comiendo en París con el presidente Poincaré. Le comunicó que había hablado con el conde Berchtold, ministro de Asuntos Exteriores de Austria-Hungría sobre la situación interna de Portugal y el riesgo de anarquía. También recordó que el Reino Unido se cruzaría de brazos en caso de una intervención82. España tenía que atenerse en Marruecos a los compromisos adquiridos en los acuerdos de noviembre de 1912. Para coordinar la acción con Francia hubo una visita del Residente Francés, general Louis H. Gonzalve Liautey a Madrid. Coincidió con el general Marina, Alto Comisario de España. Esta se concentraría en el control de la región del Kert, facilitando de ese modo el de Francia sobre su zona, hasta asegurar las comunicaciones entre el Atlántico y Argelia.
79 Los problemas que estaba planteando la política en Marruecos y la situación militar, donde se hallaban dos tercios del ejército y aún pedían refuerzos, inquietaba al Rey. Vid. un resumen de la audiencia y otras entrevistas concedidas entre el 6 y el 9 de octubre al General Liautey, comisario residente general de Francia en Rabat. El informe de Liautey fechado en Rabat el 9 de noviembre, AAE NS E 67 222-227. 80 Copia mecanografiada de Lp Geoffray-Pichon, 25 julio 1913, ib. 67 94-96. Sobre las dudas en la política en Marruecos, 350, 1 agosto, ib. 98-99. 81 El último de los 8 puntos aprobados en Cartagena con motivo de la visita de Poincaré, era el siguiente: “In the case of events rendering European Intervention necessary in Portugal the geographical situation of Spain would be taken into account”. “Bases of Understanding” 199. 82 Un resumen, de esta conversación con el presidente de la República durante la comida del 11 de octubre. Correspondent, Daily Telegraph, October, the 11 1913. El desmentido en la carta a Pichon, 18 octubre de 1913, AAE NS E 67 231.
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El Rey, gobernando Dato, estuvo en diciembre de 1913 en las capitales de los dos bloques existentes. Las dos cuestiones a resolver eran la necesidad de una intervención consentida en Portugal y la ampliación de las posesiones españolas en África. Los dos asuntos requerían un acuerdo con Londres y París. Este año marcó, sobre todo con las visitas de Alfonso XIII a Francia y la del presidente Raymond Poincaré a Madrid, en mayo y octubre, “la máxima aproximación de España a la Triple Entente”83.
Carlos Seco Serrano, La España de Alfonso XIII. El Estado, la política, los movimientos sociales, Madrid, Espasa-Forum 2002, 332-335. 83
XVII. VÍSPERAS DE LA GUERRA
En el verano de 1913 tuvo lugar el encuentro de Guillermo II y Víctor Manuel III en Kiel. Aunque en su origen estaba la amistad personal entre ellos, la presencia del Canciller y del secretario de Estado y la del ministro de Asuntos Exteriores italiano le daban una dimensión política, especialmente importante en los momentos críticos en que tuvo lugar. A este encuentro se hallaba asociada Austria-Hungría. Para los tres aliados este pacto era el eje de su política internacional. El encuentro de Kiel era un gesto que reforzaba la paz en Europa1. El dato más destacado fue la vigencia y la fortaleza de la Triple Alianza. Había unas relaciones de confianza entre los aliados y signos y pruebas evidentes de sus objetivos pacíficos como había quedado demostrado en la crisis de los Balcanes2. La guerra iniciada allí el 18 de octubre de 1912 duró hasta el armisticio del 3 de diciembre, a petición de Turquía. No puso fin a las hostilidades. Fue necesaria una negociación en Londres, concluida con éxito en enero de 1913. Las concesiones hechas por Turquía provocaron un golpe de estado dado por los nacionalistas. Prosiguió la guerra. En abril y mayo se repitió el armisticio y una nueva reunión en Londres. El tratado se firmó aquí el 30 de mayo. Vino luego la guerra de Bulgaria con Serbia y Grecia, sus antiguos aliados contra Turquía. La llamada II Guerra Balcánica concluyó con el Tratado firmado en Bucarest el 10 de agosto3. “La triplice alleanza è compatta e forte e a nulla valgono gli attentati per intaccarla. Il suo supremo intento è il mantenimento della pace”. Resumen de la reacción de la prensa austriaca, Avarna-di San Giuliano, 3 julio 1913, ASD DDS XXXIV/11 5-6. 2 Sobre los antecedentes y la posición de Italia, Pia G. Celozzi Baldelli, L’Italia e la crisis Balcanica (1876-1879), Pubblicazioni dell’Università degli Studi di Lecce, Galatina, Mario Congedo Editore 2000. 3 El Tratado de Amistad y Alianza entre Serbia y Bulgaria, firmado en Sofía 29 de febrero 1912; los tratados de Londres y Bucarest del 30 de mayo y 10 de agosto de 1913, Documentos Básico sobre Historia de las Relaciones Internacionales 1815-1991, Juan Carlos Pereira Castañares y Pedro Antonio Martínez-Lillo, editores, Madrid, Editorial Complutense 1995, 183-189. 1
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1. Asegurar el equilibrio en el Mediterráneo En un discurso pronunciado en la Cámara de Comercio de Birminghan, Asquith analizó la situación posterior a la guerra de los cuatro aliados contra Turquía tras la paz firmada en la conferencia de Londres. La resistencia turca a aceptar lo convenido podría tener consecuencias graves, porque no tendría a su lado a las potencias europeas cuando surgieran problemas en sus territorios en Asia. Debía, por tanto, aceptar la línea Enos-Midia, como su frontera con Europa4. El 5 de agosto de 1913 tuvo lugar un debate en la Cámara de los Lores sobre la política naval. Según Lord Selborne y Lord Lansdowne, los planes del almirantazgo dejaban a la flota inglesa en clara inferioridad respecto a la que formarían unidas la de Italia y Austria-Hungría. Lo aceptó en su respuesta el vizconde Haldane. En el debate se habló de la situación de la marina inglesa en el Mediterráneo5. El lord del Almirantazgo admitió que era un disparate pensar que Inglaterra tenía fuerzas suficientes para igualar por sí sola a las de las dos escuadras unidas de Austria-Hungría e Italia. Recordó que en 1912 la flota francesa del norte se trasladó al Mediterráneo. Siendo verdad lo dicho por el ministro, no era tranquilizador, sobre todo para los conservadores, que Inglaterra tuviera que confiar de una forma tan significativa en la marina francesa6. A fines de septiembre de 1913, San Giuliano comunicó a Tittoni la intención del gobierno francés de negociar un acuerdo sobre el Mediterráneo. El 21 de octubre precisaba esta información. Barrère le habría dicho, a título personal, que podría consistir en no variar el statu quo territorial sin haberse puesto antes de acuerdo los dos gobiernos. El encargado de negocios de Italia en París avanzó que el compromiso estaría abierto a otras potencias. Todas ellas se obligaban a tomar una serie de medidas en el caso en que alguna lo perturbara. En esos términos, para San Giuliano, el acuerdo sería una verdadera alianza. Proponía que los dos gobiernos manifestaran su resolución de seguir una política que preservara el statu quo territorial. Como ya lo habían hecho Italia
2082/509 Imperiali- Antonino di San Giuliano, 22 julio 1913, ASD DDS XXXIV/11 7. Sobre el papel de la Marina y los planes para mantener la hegemonía del Reino Unido en el contexto de la aproximación a Alemania, vid. Las notas de Haldane sobre su entrevista en Berlín con Guillermo II y el canciller alemán, Bethmann-Holweg, 8 febrero 1912, Documentos Básicos sobre Historia de las Relaciones Internacionales 1815-1991, Juan Carlos Pereira Castañares y Pedro Antonio Martínez-Lillo, editores, Madrid, Editorial Complutense 1995, 179-183. 6 Imperiali-di San Giuliano, 12 agosto 1913, ASD DDS XXXIV/11 9-11. 4 5
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y Alemania, los dos gobiernos indicarían en qué zonas de Turquía y de Asia no pondría trabas a las actividades económicas de la otra parte. El conde Berchtold, ministro de Asuntos Exteriores de Austria, comentó con el duque d’Avarna, embajador de Italia en Viena, estos asuntos. El acuerdo olvidaba lo que ya existía en la Triple Alianza respecto a “Oriente”, que garantizaba el statu quo en el norte de África: Cireneica, Tripolitania y Túnez, y el protocolo 2 anexo a un tratado que abarcaba a Marruecos. Había dos datos nuevos en este comentario: la confesión de que se tuvo en cuenta un conflicto con Francia y, cuando se renovó la alianza, se estipuló una convención naval “ayant le même objet”. Por eso una declaración o convenio entre Francia e Italia que tuviera ese objetivo sembraría la desconfianza en los dos aliados de Italia y debilitaría la Triple Alianza, dejando sin valor la convención sobre el Mediterráneo. El acuerdo sería mal visto en Alemania. Provocaría una reacción frente a lo que juzgaban expresión del chauvinisme francés. El gobierno de Berlín lo dejaría pasar por alto esa decisión y la tendría en cuenta. El subsecretario de Relaciones Exteriores alemanes no sabía a qué podría referirse el objeto de ese acuerdo. ¿No acababan de modificar el statu quo territorial Francia e Italia? ¿Se trataba de la neutralización de África del Norte? Eso sería una operación lesiva para Italia que, en caso de una guerra victoriosa contra Francia, podría quedarse con Túnez. El convenio con Francia se lo impediría. Zimmermann era partidario de una alianza de Italia con Inglaterra y de otra con Rusia. A la primera podría acceder Francia. Esta reacción alemana extrañó en Roma. A Italia le beneficiaba el mantenimiento del statu quo en el Mediterráneo. En cambio juzgaba incompatible con el texto de la Triple Alianza y los intereses italianos la neutralización del Mediterráneo y del norte de África. Vistas estas dificultades, Tittoni se manifestó a favor de alargar la negociación, para no enfriar las relaciones con Francia a causa de un rechazo. Como medio para lograr ese objetivo apuntaba a hablar de las fronteras en Albania, en las Islas del Egeo. En esos momentos había un dilema: aprobar una fórmula vaga, que carecería de valor práctico, o adoptar una precisa, que entraría en contradicción con la Triple Alianza. Por eso se mostraba partidario de hablar sobre Asia Menor. Pensaba que un acuerdo sobre esta área no tendría la oposición de Alemania y Austria. Avarna recordó que la amistad de los Estados signatarios y sus acuerdos con otros países tenían un límite: que no fueran contradictorios con los fines de la Triple Alianza. En Roma sabían que el gobierno alemán era muy susceptible. Por eso añadía a la propuesta de Tittoni, que el acuerdo en Asia Menor tuviera estas condiciones:
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1. Fijar zonas de Turquía y Asia donde ninguna de las dos se pondrían dificultades económicas; 2. Informar a Alemania que el acuerdo tendría sólo un objetivo económico 3. Que Alemania dijera si en esas zonas había alguna a la cual quisiera ella extender su acción y 4. Arreglar previamente con Austria las esferas recíprocas, las suyas y las italianas. Nada se opondría así a la conclusión de un acuerdo franco-italiano. Si no se consiguiera esto, Italia podría llegar a un convenio con Inglaterra, al que podría adherirse Francia. Imperiali, embajador en Londres coincidía con Tittoni. No era el momento de presentar iniciativas a Francia, pero si ésta lo hacía tampoco era posible rechazarlas. Urgía, según él, rebajar la tensión en las relaciones con Francia, porque, si continuaban empeorando, afectaría ese hecho a las de Italia con Inglaterra y Rusia. Los acuerdos de 1902 fueron un error en su forma, pero un acierto en su contenido. Gracias a ellos, Italia pudo anexionarse Libia. Eso hubiera sido imposible, pues ni Austria ni Alemania le habría ayudado, en caso de que Francia e Inglaterra se hubieran opuesto. San Giuliano, en abril de 1914, comentó con el embajador inglés el dilema en que se hallaba: Grey le aconsejaba entenderse con Francia y eso le creaba problemas con Alemania. Pedía a Londres que aconsejara mayor flexibilidad a París, especialmente en las capitulaciones sobre Marruecos. Grey aconsejó a Imperiali que informara de la negociación a Paul Cambon y que ésta se parara hasta que hubiera un acuerdo de Roma con Viena y Berlín. Mientras, según Imperiali, bastaba con avanzar en la sumisión y en la civilización de los nativos en sus posesiones africanas y prometerse tratar con espíritu conciliador y amistoso loas asuntos relativos a su política colonial7.
2. Los riesgos de las alianzas El viaje de Poincaré a España, en devolución de la visita del Rey, fue la ocasión de plantear el problema de las alianzas. Abrió el debate El Liberal, invitando a los otros diarios. Un elemento nuevo: la aparición de Grecia como nueva potencia naval8.
Secret. Note, Paris 29 junio 1914, AAE CP NS Italie 23 350-355. un resumen del artículo de El Liberal, agencia Havas, 14 septiembre 1913, y un resumen de la reacción de la prensa española, tomado de Le Matin, 20 septiembre, copia AAE NS E 67 136-138. 7
8 Vid.
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Durante la estancia del presidente de la República en octubre de 1913, el conde de Romanones y el ministro de Estado conversaron en varias ocasiones con el embajador francés sobre la actitud de Grecia una vez que se firmara la paz en los Balcanes. La entrada de este país en la Triple Entente estaba siendo explotada por los enemigos de un acuerdo con Francia. La conversación revelaba que la decisión de Alfonso XIII no era compartida por los políticos dinásticos. No estaban por ella algunos ministros del gabinete. Estos eran más sensibles a los riesgos y estaban preocupados por la reacción de Berlín. La política exterior alemana era experta en conseguir con amenazas disuadir a los otros gobiernos o crearles problemas. Francia había tenido la experiencia unos pocos años antes, después de su aproximación al Reino Unido, como se puso de manifiesto en la crisis de 1905, causa de la dimisión de Delcassé y de la cesión de Francia a la convocatoria de la Conferencia de Algeciras. La manera de salir al paso a esas maniobras era poner de relieve, desde el punto de vista de la política interna y de su acción en Marruecos, las ventajas para España de un acercamiento a la Triple Entente, cuyo fin era pacífico, como quedó demostrado en la crisis de los Balcanes9. El gobierno francés por una parte y la prensa de ese país por otra trataban de crear dificultades a la Triple Alianza. La noticia de que el archiduque heredero del Imperio visitaría París era un intento más de sembrar desconfianzas entre los tres aliados10. Uno de los recursos usados por la prensa francesa fue señalar que Alemania no era solidaria con sus otros dos aliados. Invitaba a Italia a firmar un acuerdo con Francia en el Mediterráneo11. Todas esas ofertas, también dirigidas a Austria-Hungría, iban acompañadas de denuncias sobre la escasa lealtad de los alemanes. En Berlín creían que el gobierno francés no debería estimular esa estrategia, en la que estaban hasta los periódicos serios, algunos de ellos inspirados desde el ministerio de Asuntos Exteriores. La presencia de un crucero inglés en Cartagena, durante la visita de Poincaré, había tenido una gran importancia política. Trés conf 458 Geoffray-Pichon, 16 octubre 1913. El despacho se transmitió el 23 a Berlín, Londres, Roma, Viena, San Petersburgo y Atenas, AAE NS E 67 196-198. Una apreciación semejante, recogida en la prensa italiana, 366 Barrère-Pichon, 21 octubre, ib. 201-202. 10 Austria-Hungría necesitaba dinero francés. Por eso en sus relaciones con Francia no deberían entenderse más que en ese contexto. 11 Comentando las perspectivas de la visita de los reyes de Inglaterra a París, Tittoni informaba que muchos creían que la entente no proporcionaba a Francia la seguridad que deseaba. Por eso quería que se convirtiera en un acuerdo formal, que fijara las obligaciones mutuas. T 216, 22 abril 1914, ASD DDS XXXIV/11. 9
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En Alemania, sólo una parte de la prensa pangermanista atacaba con violencia a Francia. La mayoría se limitaba a lamentar ese estado de cosas que fomentaba el odio entre los dos pueblos. La actitud del Ministerio de Asuntos Exteriores en estas campañas era un error. Había un fuerte sentimiento nacionalista en Francia, que inquietaba en Alemania, porque conducía a crear tensiones en Europa, poniendo en peligro la paz. La prensa alemana acusaba a sus colegas franceses de falta de lealtad hacia el gobierno italiano, cuyo comportamiento era correcto. Buscaban crearle problemas con Inglaterra, Turquía, Grecia y Serbia en el Mediterráneo para debilitar, a través de Italia, a la Triple Alianza12. La tensión entre Austria-Hungría y Rusia había crecido en los últimos meses. El motivo, los rumores sobre acuerdos entre Grecia, Serbia y Rumanía, patrocinados por Rusia en perjuicio de los intereses y del prestigio de aquélla. Aparte otros incidentes menos graves, los rumores sobre la movilización de fuerzas rusas y el refuerzo de las estacionadas en la frontera. Según el Pester Lloid, Rusia había mantenido en servicio activo a 450000 hombres que deberían haber sido licenciados en el otoño. La política de rearme rusa inquietaba a los mandos del ejército austro-húngaro. Se observaba, según el embajador de Italia, una contradicción total en la política de cada uno de los dos gobiernos13. Las relaciones entre los gobiernos de la Triple Entente no marchaban bien. Sazonov habría propuesto la formación en Londres de una comisión integrada por el secretario de Foreing Office y los embajadores ruso y francés. Esta noticia aparecida en Novoe Wremia, fijaba como objetivo de la comisión coordinar la política, unificarla en caso de divergencias, ahorrando de ese modo tiempo y dinero. ¿Era necesario ese organismo? No. La Triple Alianza, que aparece unida, no lo tenía. Por eso urgía más la claridad de fines y el acuerdo en su realización. Ese organismo no defendería adecuadamente los intereses rusos ni sería conforme a su dignidad como gobierno. En la Petersburger Zeitung se recordaba que el descenso en los desacuerdos entre las dos alianzas existentes permitió a Inglaterra y a Alemania actuar de mediadoras en la crisis de oriente. Si esa “oficina” de Londres hiciera difícil y hasta imposible esa función tan importante habría que deplorar su creación14. Informe del encargado de negocios en Berlín, Martin-Franklin-di San Giuliano, 18 noviembre 1913, ASD DDS XXXIV/11 13. T 843 y 3153/763 Martin-Franklin-A. di San Giuliano, 20 y 18 noviembre 1913, ib. 11-14. 13 307/159 Avarna- Antonino di San Giuliano, 15 febrero 1914, ASD DDS XXXIV/11 7-8. 14 El objetivo de esta comisión era: crear la unidad de miras y de negociaciones entre las potencias en aquellas cuestiones, sometidas a la consideración de todas las potencias en Londres y tomar decisiones en función de las mismas. 483/181 A. Carlotti- Antonino di San Giuliano, 1 marzo 1914, ib. 9-10. 12
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Víctor Manuel III y Francisco José I se encontraron en Venecia. Como sucedió en el de Viena, la Triple Alianza salía fortalecida. Al menos esa era la conclusión de la prensa alemana. La presencia del ministro de Asuntos Exteriores italiano daba relieve político al acontecimiento. Había una solidaridad de intereses fuerte y capaz de superar las diferencias en puntos no esenciales. En las dos ciudades se habrían examinado todos los problemas internacionales buscando un arreglo pacífico favorable a los dos aliados. Esta apreciación global estaba por encima de un rumor sin fundamento sobre la posibilidad de una alianza franco-alemana-rusa15. La Triple Entente estaba bien de salud, según el ministro ruso de Asuntos Exteriores, como lo ponía de manifiesto el viaje de los reyes de Inglaterra a París. Esa situación ayudaba a mantener el equilibrio europeo. Era una prenda de paz. Con esas palabras justificaba Sazonov la oposición a que la Entente derivaba hacia una alianza. Había creído conveniente que se formara una comisión en Londres para superar los problemas, tal como se había comentado hacía unas semanas en la prensa de San Petersburgo16. Semanas después, con motivo de la visita del presidente Poincaré a San Petersburgo, en los discursos pronunciados, el presidente el Zar calificaron las relaciones con el Reino Unido como “amistad preciosa” y “amistad común”. Nada más17. La prensa rusa destacó el objetivo pacífico de la Triple Entente. Su supremacía militar y naval ponía en sus manos la garantía de la paz18.
3. La intervención de España y Francia en Marruecos El 23 de octubre de 1913 Eduardo Dato formó gobierno. Alfonso XIII llamó a los conservadores, pero no a Maura19. Hubo palabras de elogio hacia 15 T. 271 R. Bollati-, Berlín 25 marzo 1914, ib. 11. El buen estado de la Triple Alianza, discurso del secretario de Estado, Jagow, en la comisión del presupuesto del Reichstag, 28 abril, 332 R. Bollati- Antonino di San Giuliano, 29 abril, ib. 15. 16 El embajador en San Petersburgo confirmaba la apreciación hecha por Tittoni: ni Rusia ni el Reino Unido accederían a la pretensión francesa de llegar a una alianza formal. T 297 A. Carlotti- Antonino di San Giuliano, 29 abril 1914, ib. 17. 17 T. 444 y 445 A. Carlotti- Antonino di San Giuliano, 20 y 21 julio, ib. 25 y 27. 18 Esta orientación parecía responder a una consigna. A. Carlotti-di San Giuliano, San Petersburgo, 210 julio 1914, ib. 25. 19 María Jesús González, El universo conservador de Antonio Maura. Biografía y proyecto de Estado, Madrid, Biblioteca Nueva y Fundación Antonio Maura, 1997. Carlos Seco Serrano, La España de Alfonso XIII: el Estado, la política, los movimientos sociales, Madrid, Espasa Calpe D.L. 2002. Javier Tusell Gómez y Genoveva G. Queipo de Llano, Alfonso XIII:
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el nuevo gobierno, aparecidas en Le Temps, un diario influido por el ministerio de Asuntos Exteriores. Unas declaraciones de Dato a Le Figaro transmitieron tranquilidad a la opinión francesa. El Rey dijo al ministro de Noruega, Barón de Wedel: la política exterior la dirijo yo. El marqués de Lema, ministro de Estado, envió la embajada de Francia una nota comunicando que había dado instrucciones al embajador de España en París: el nuevo gobierno continuará inspirándose en los mismos principios de amistad y buena inteligencia” que guiaron al anterior20. Todos esperaban que el nombramiento del general Marina como comandante en jefe y alto comisario en Marruecos supusiera un impulso a las operaciones militares. No sucedió así, aunque se construyeron block-houses y se acondicionaron las fortificaciones en torno a Tetuán, que iba a ser la base de las operaciones. Había dos motivos para ese retraso. El primero, político, era la crisis de gobierno y la formación de un ministerio conservador, que contaría con una solidez parlamentaria que le faltaba a Romanones. El segundo, militar: el general Marina se había encontrado con una deficiente intendencia. No podía hacer otra cosa que mantener el buen espíritu de sus tropas y esperar hasta mejorar su logística21. El 1 de febrero de 1914 tuvo lugar una operación en los alrededores de Tetuán. Intervinieron las tropas indígenas mandadas por Dámaso Berenguer y una división del cuerpo expedicionario al mando el general Torres. Los españoles tuvieron que replegarse y murieron varios oficiales. Los mandos revelaban valor y, al mismo tiempo, se puso de manifiesto la impericia o falta de espíritu combativo de los soldados bajo su mando. La población recibía las noticias sin entusiasmo. Los políticos, incluidos los republicanos, estaban convencidos de que “il governo non può fare la politica che vuole, ma quella che le circostanze, da esso non determinate, gli impongono”22. La cooperación franco-española en Marruecos marcharía mejor, si se cumplía la expectativa creada por la visita del general Liautey a Madrid. Allí se encontraría con el general Marina, alto comisario en Marruecos23.
el Rey polémico, Madrid, Grupo Santillana 2001. Javier Tusell, Antonio Maura: una biografía politica, Madrid Alianza Editorial 1994. 20 482 y 484 Viengué-Pichon, 1 y 5 noviembre 1913, AAE NS E 67 216-218. 21 874/185 P. de Parente-di San Giuliano, Tánger 2 noviembre 1913, ASD DDS XL/20 525. 22 104/36 Bonin-di San Giuliano, 4 febrero 1914, ASD DDS XL/20 27. 23 Sobre su actividad, Louis Hubert Liautey, Paroles d’action, Madagascar-Sud-Oranais-Oran-Maroc (1900-1926) (4). Paris, Armand Colin 1944.
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Liautey, que gozaba de la estima del Rey, llegó el 10 de marzo. Marina lo hizo el día anterior. Tuvieron varias conferencias. Fue recibido Liautey en audiencia varias veces por Alfonso XIII, que dio un banquete en su honor y lo invitó a una jura de bandera. El marqués de Lema, ministro de Estado, redujo el encuentro entre los dos generales a un intercambio de puntos de vista para armonizar la acción de cada nación en su zona de protectorado. España no había asumido nuevos compromisos. Fuera de esa explicación oficial, podría creerse que la visita pretendía allanar las dificultades en Marruecos, un asunto que enturbiaba las relaciones franco-españolas24. En marzo atribuyó Gabriel Maura a las ambiciones de los militares la política seguida allí desde 1909. Le replicó en término duros el general Burguete, comandante de una brigada destinada en Marruecos. El gobierno, argumentando que las Cortes no estaban constituidas, juzgó que la respuesta del militar no ofendía al parlamento. Maura era solo diputado electo, pero no había tomado posesión. Los socialistas y republicanos en sus mítines contra la guerra recogían los argumentos de Maura. Sólo el Rey y los militares y capitalistas deseaban que siguiera porque tenían intereses en Marruecos. Se anunció que los reclutas de cuota serían repatriados. La guerra la hacían los pobres. La gente estaba harta y no comprendía para qué se luchaba en Marruecos25. En el debate para responder al Discurso de la Corona, intervino Gabriel Maura. Censuró la política del gobierno Romanones en Marruecos, continuada por el ministerio Dato. Después de él, todos los grupos del Congreso tomaron la palabra. El tema central: la historia sangrienta de la presencia española. Eran excesivos los sacrificios impuestos a la nación. No tenía futuro lo que allí estaban haciendo sus soldados. El diputado Rodés pidió la evacuación y el regreso a la posición anterior: la defensa de las plazas de soberanía y de los presidios españoles. Para muchos, Marruecos era una pesada cadena que, por la fuerza de las cosas, por una fatalidad, ataba a España, obstruyendo su camino hacia una reconstrucción política y económica. Incluso los que sostenía esta tesis, como Melquíades Álvarez, en un discurso
24 Tánger. Liautey era una persona muy escuchada en París y contaba con la amistad el Rey de España. 174/60, t 25 y 203/72 y 207/74, Bonin-di San Giuliano, 5, 11, 16-17 marzo 1914, ASD DDS XL/ 20 49, 51, 53-56. 25 “... questa guerra, non ota si può dire da alcun governo, ma imposta alla Spagna da ineluttabili circostanz, è impopolare non solo fra gli elementi proletari ma in tutte le classi sociali, el il modo onde viene condotta, senza cha mai si veda avvicinarsi un azione rsiolutiva, contribuirse a snervare l’opinione pubblica, che non è nemmeno più sorretta dalla speranza dei gloriosi fatti d’armi”. 247/81 Bonin-di San Giuliano, 30 marzo 1914, ASD DDS XL/20 55 bis-56bis.
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muy importante , sabían que tendrían que pasar años para que el país pudiera librarse de ese lazo26. Antonio Maura intervino el 22 de mayo por primera vez tras sus problemas con la Corona y con la mayoría conservadora. Ahora, requerido por otros diputados, tuvo que explicar su política en 190927. Su tesis fue: hay que permanecer en Marruecos pero con una acción civil y no militar 28. La autoridad del protectorado deber estar en el Califa. Dato calificó al día siguiente esa propuesta de imposible, dada la anarquía que existía en algunas zonas29. Todo lo dicho esos días reveló que no existía en el país un proyecto de expansión fuera de sus fronteras. Hasta los partidarios de la intervención en Marruecos la presentaban como una dolorosa necesidad, no como una decisión, que fuera un paso en el camino de una política colonial. Esto suponía entrar en un círculo cerrado. Ni marcha atrás ni incremento de los medios necesarios para pacificar de manera eficaz el protectorado. “Queste inestricabili difficoltà sono il frutto di errori antichi”. El embajador italiano venía a recoger la tesis de Maura. Marruecos no era una prolongación de la “reconquista”. Debía ser una empresa civilizadora y no militar, que soslayara de ese modo la hostilidad de los marroquíes. El último error al que condujo esa estrategia militar fue la ocupación de Tetuán. No encontraron resistencia, pero la ciudad se convirtió en una plaza asediada en la que los españoles quedaron cercados30. Siguiendo el ejemplo de Italia que, siendo neutral, ocupó Vallona en la costa oriental del Adriático, España debería hacer lo mismo con Tánger. Esa era la conclusión de Gabriel Maura en un artículo que publicó en enero de 1915. A ella se sumaba Manuel González Hontoria, que había sido subsecretario de Estado, y uno de los diplomáticos españoles con mayor futuro. Para 26 Las intervenciones de Felipe Rodés, DS/C 27 y 28 (13 y 14 mayo 1914) 656-662 y 676-687; DS/C 33 y 34 (23 y 25 mayo) 834-838 y 862-867. Las de Gabriel Maura, DS/C 25 y 26 (11 y 12 de mayo) 592-606 y 621-635. La breve intervención de Melquiades Álvarez, DS/C 41 (2 junio) 1056-1057. 27 Discurso sobre la campaña de Marruecos pronunciado por el Excmo. Sr. D. Antonio Maura y Montaner en la sesión del Congreso de los Diputados el viernes 22 de mayo de 1914, Madrid, s,n, 1914. DS/C (22 mayo 1914) 797-804. Respuesta de Dato, ib. 33 (23 mayo) 826. 28 El éxito de este sistema aplicado por el general Liautey en la zona francesa, 1199/265 Lago-Sonnino, Tánger 31 agosto 1915, ASD DDS XL/21 171-176. José Luis Villanova, “La pugna entre militares y civiles por el control de la actividad interventora en el protectorado español en Marruecos (1912-1956)”, Hispania 220 (2005) 683-716. 29 Según Bonin, el debate sólo había servido para reforzar la posición de Dato tras ese primer enfrentamiento con Maura 30 380/130 Bonin-di san Giuliano, 24 mayo 1914, ASD DDS XL/20 73-75.
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acallar ese ambiente La Época negó que hubiera el menor paralelismo entre Vallona y Tánger. Tánger era una ciudad que aparecía siempre en la zona española en todos los proyectos anteriores al tratado de 1912. La población europea era en su mayoría española. La solución que se le dio en 1914 la convertía en un “enclave” dentro del protectorado español. El interés inglés por mantener la ciudad fuera del control español respondía a tradiciones políticas, sin peso real. Si España no aspiraba a controlar Gibraltar y Portugal, entonces ¿qué problema suponía que Tánger fuera española? De hecho el gobierno de Dato había consultado al francés, pero la respuesta no fue muy estimulante, porque los ingleses no tolerarían que se modificara el carácter internacional de Tánger31. El gobierno español mantuvo la neutralidad, pero la opinión española era contraria a las potencias occidentales. Esa situación no permitía que Francia y el Reino Unido aceptaran la pretensión sobre Tánger32. Los acontecimientos en el Mediterráneo oriental, en los Balcanes, inquietaban en España en la primavera de 1915. Las circunstancias de la guerra podrían afectar a su integridad territorial. Esos temores y las expectativas de poder beneficiarse en Gibraltar, Portugal o Marruecos dependían de la “Triple Entente”. Los alemanes trataban de aprovecharse de un clima de incertidumbre. La ocupación de Tánger era un objetivo modesto y realista. De él hablaba Romanones. Se dijo que había unos 30000 hombres estacionados en Andalucía para efectuar esa operación. Contra ella estaban los franceses a causa de la inclinación de los españoles a favor de Alemania. No podría hacerse sin el consentimiento francés. Porque sin él, habría que acudir a una nueva movilización de tropas, que acarrearía actos de protesta contra el gobierno. España tenía grandes intereses en Marruecos, que fueron escasamente tenidos en cuenta en los acuerdos de 1912. Por eso era razonable, según El Imparcial, que la guerra proporcionara la oportunidad de mejorarlos, sin que eso supusiera un gran sacrificio para el Reino Unido, que nada debería temer de una expansión española al otro lado del Estrecho. Francia había conseguido ampliar tanto sus puertos en el Atlántico, una expansión que la compensaba de sobra el que España se estableciera en Tánger33.
T 104 Imperiali-Sonnino, 19 enero, ib. 9. Las reacciones en Tánger, 40/7 P. de Perente-Sonnino, 9 enero, ASD DDS XL/21 11-13 32 T 6 y 23/8 Bonin-Sonnino, 7 13 enero 1915, ib. 1 y 5-6. El telegrama fue enviado a los embajadores en Berlín, Londres y París, 11,9 enero, ib. 3. 33 197/66 Bonin-Sonnino, 21 marzo 1915, ASD DDS XL/21 45-46. 31
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Pese a lo dicho en la prensa, el gobierno, según declaró el marqués de Lema, respetaría sus acuerdos con Francia y el Reino Unido34. Vinieron luego los discursos de Romanones y Maura, exponiendo las aspiraciones españolas sobre Tánger35, a las que se opondría el general Liautey, cuya influencia en el gobierno de París era decisiva y cuyo prestigio entre los marroquíes iba en ascenso36. El Raisuli, acosado por los propios indígenas, envió a Ali Akalai, uno de sus lugartenientes, a Tánger. Se entrevistó con el secretario del general Marina. Le dieron una gran suma de dinero. Cuando regresaba, fue asesinado. Su cadáver apareció junto al río Mharbar. Los franceses creían que, detrás de ese asesinato, estaba el general Silvestre37. Este suceso produjo un desacuerdo entre el general Marina, alto comisario en Marruecos, y el general Silvestre, comandante general de Melilla. El gobierno relevó a ambos, porque el general Silvestre estaba protegido por Alfonso XIII, que lo nombró su ayudante militar38. Pudieron intervenir en esta decisión del gobierno las malas relaciones entre los generales Marina y Liautey39. Su sucesor, el general Jordana, proseguiría la política de Marina: pacificar la zona española llegando a acuerdos con El Raisuli40. Al mismo tiempo Jordana se desplazó a Rabat para entrevistarse con Liautey. En el brindis del banquete oficial, expresó su voluntad de reprimir a quienes turbaran desde la zona española la acción del residente francés, cuya política elogió. Hubo promesas de leal cooperación en la pacificación de Marruecos41. Ese clima cordial se repitió cuando el general Liautey viajó a Tetuán para devolverle la visita42.
T 95 y 511/117 Bonin y Lago -Sonnino, Madrid 14 y Tánger 26 abril 1915, ib. 59 y 87. La reacción en la ciudad, especialmente entre los franceses y los judíos, 511/117 Lago-Sonnino, 26 abril 1915, ib. 87. 36 537/124 Lago-Sonnino, 29 abril 1915, ib. 105. Sobre las preocupaciones del residente general francés por la política española en Marruecos y su viaje a Francia, t 40 Lago-Sonnino, 25 junio ib. 117. 37 620/151 Lago-Sonnino, 20 mayo 1915, ASD DDS XL/21 113. 38 T 43 y 932/216 Lago-Sonnino, 11 julio 1915, ib. 131, 139-140. 39 612/151 Bonin-Sonnino, 12 julio, ib. 143-144. 40 Sobre el recelo de los franceses ante esa decisión, que favorecía al Raisuli, a quien juzgaban al servicio de los alemanes, 1205/268 Lago-Sonnino, 1 septiembre, ib. 179. 41 Jordana era una persona de energía, competente y amplias muras. Informe del vicecónsul italiano en Tánger, 1292/285 Archetti-Sonnino, 26 septiembre, ib. 193. 42 1521/323 Lago-Sonnino, 12 diciembre, ib. 207. Ricardo Ruiz Orsatti La enseñanza en Marruecos: memoria presentada al Excmo. Sr. D. Francisco Gómez Jordana... Tánger, s.n. 1917 229 h. Una defensa de su actuación, en la obra de su hijo, Francisco Gómez-Jordana Sousa, La tramoya de nuestra actuación en Marruecos, Madrid, Editora Nacional, 1976. 34
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Cuando se inicia la Gran Guerra, Portugal estaba a punto de perder su imperio43. El Reino Unido estaba dispuesto a sacrificar a su antiguo aliado para alcanzar un acuerdo con Berlín44. El valor de Portugal descendía en la medida en que España se vinculaba con las potencias occidentales45. En aquella circunstancia no consiguieron que Londres confirmara su alianza y firmara un acuerdo de cooperación militar. Con todo, la base de aquellos acuerdos entre España, Francia y el Reino Unido garantizaba la existencia de Portugal frente a cualquier intervención46, sin que ese aviso supusiera negar la constatación de que el alcance de lo aprobado en 1907 se había ampliado47. España contribuiría a la preservación de la hegemonía naval franco-inglesa en el Mediterráneo gracias a “los nuevos y poderosos barcos que estaba añadiendo a su marina”48. La declaración de Cartagena y los acuerdos que la siguieron modificaban el valor de cada uno de los Estados peninsulares a favor de España. Por eso, al iniciarse la Gran Guerra, Londres se preguntó si no convenía más a sus intereses “sustituir su tradicional política de alianza con los portugueses por la importante amistad española, aunque hubiera que pagar algún tributo a las aspiraciones iberistas de Madrid”49. El 5 de octubre de 1914 el embajador de Alemania visitó al ministro de Es43 Las garantías que los tratados vigentes entre los dos países otorgaban estaban sujetas lo que el gobierno inglés juzgara conveniente. Memorandum “Treaty Obligations of Great Britain to Defend Portuguese Territory against Aggression”, 30 julio 1913, PRO FO 371/1741, en H. De la Torre, o.c. 196-198. 44 En 1913, el encargado de negocios inglés, siguiendo las instrucciones de su gobierno, pidió al ministro de Negocios Extranjeros que confirmase las seguridades dadas anteriormente de no otorgar facilidades en los puertos portugueses atlánticos ni en las Azores o en cualquier otra posesión portuguesa a “ninguna potencia extranjera”. Macieira aceptó esa demanda, que consideraba “la lógica consecuencia de la alianza entre Portugal y Gran Bretaña y (que) coincidía completamente con el interés de ambos países”. 45 En 1907, aún con la monarquía, los gobiernos portugueses examinaban con preocupación esa orientación del gobierno de Maura, que condujo a la declaración de Cartagena y los acuerdos posteriores. 46 En agosto de 1912, Edward Grey, secretario del Foreign Office recordó a Alfonso XIII que Portugal se beneficiaba del compromiso de mantener el statu quo en la zona mediterráneo-atlántica. Se lo comunicó Grey a Bunsen, 10 agosto 1912, PRO FO 371/1463. El documento en H. De la Torre, o.c. 171. 47 El 31 de julio de 1913, tras una comida en la embajada de España, Grey conversó con Alfonso XIII. Para este la situación en Portugal era “intolerable”. El secretario del Foreign Office advirtió sobre los riesgos de una intervención española. En cualquier caso, Londres no lo haría, “and would oppose to intervention of any other European Power except Spain”, Grey-Renny, 31 julio 1913, documento reproducido en H. De la Torre, o.c. 175-176. 48 159 Bunsen-Grey, 13 octubre 1913, PRO FO 371/1745. Un informe de Alemania Kelly, agregado naval, sobre la situación de la marina portuguesa, en 1913, ib. 209-218. 49 Hipólito de la Torre, El imperio del Rey…109-116, 121-126, 133-134 y 143.
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tado. En Berlín sabían que Portugal entraría en la guerra al lado de los aliados. Así las cosas, sabiendo que los submarinos alemanes iban a destruir el poder naval inglés, España quedaba con las manos libres respecto a Portugal y Gibraltar. El marqués de Lema, tras escuchar la traducción de la nota alemana hecha por su embajador, le aseguró que informaría al gobierno, pero podría adelantarle que “preveía que (ese acto) en nada modificaría esa deliberada actitud” de neutralidad50. Ratibor se entrevistó también con Dato. El 14 de octubre, el marqués de Lema aseguró que no afectaba a España la actitud que esos días se atribuía a Portugal. El gobierno se mantendría fiel al “voto unánime” de los españoles que deseaban que su país no entrara en guerra51. “Marruecos se presenta como un síntoma ejemplar de cosas que ocurrieron en la Restauración: generales que van y vienen; victorias que no lo son, pero que a algunos les parecen derrotas; una lluvia áurea de recompensas que el cordón de cierta real orden trae y lleva de lo más alto al último sargento”. Recuerda a Cuba. Hay que decir lo mismo respecto a Marruecos. ¿Se puede colonizar en esas condiciones? Si se concluye la guerra los españoles deben saber por qué. Declarar los motivos para hacerla es quizás más benéfico y útil para España que la conquista de medio continente. Ortega creía que Maura estuvo en 1909 a favor de la intervención en Marruecos. Por eso no encuentra más explicación a su oposición a la guerra en 1911 que “un asunto particular”. Le reconoció que su gobierno no estaba lejos de la opinión que en aquella fecha estaba en contra de la guerra, tal como se manifestó en las jornadas de julio en Barcelona52. Iniciado el conflicto en Europa, España no estaba obligada a alinearse. Su política exterior estaba condicionada por Marruecos y Gibraltar, pues el Mediterráneo era su marco de acción. Al terminar la guerra, Marruecos sería de nuevo la vía de comunicación de España con las potencias europeas, sobre todo con Francia53. 50 El marqués de Lema había ofrecido seguridades sobre la no intervención de España en Portugal en una conversación que tuvo con Arthur Hardinge. 136 Hardinge-Grey, Zaráuz, 12 agosto 1914, en Hipólito de la Torre, l.c. 259-264. 51 Nota manuscrita, sin fecha ni firma, pero atribuible al marqués de Lema, AMAE H 3055, l.c. pp. 257-258. Un análisis de la posición portuguesa ante la guerra, The War Confidential. 178 Carnegie-Grey, 3 septiembre 1914, PRO FO 371/2105, l.c. 347-352. 52 “Vieja y nueva política”, conferencia en el Teatro de la Comedia, 23 marzo 1914, y “Meditaciones del Quijote”, julio 1914, Obras Completas. Tomo I (1902-1916), (7) Madrid, Revista de Occidente 1966, pp. 295-298. 53 Manuel Espadas Burgos, “Del 98 a Annual: hombres, criterios y objetivos de la política exterior española”, España e Italia en la Europa contemporánea: desde finales del siglo XIX a las dictaduras, Fernando García Sanz editor, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas 2002, 251.
ALGUNAS CONCLUSIONES
Toda la política exterior de España en el cambio de siglo gira en torno a la garantía de las fronteras, a vencer la amenaza del finis Hispaniae. A ella estaba “intrínsecamente” unido el reparto de Marruecos. Esa política clara en su objetivo y en sus aliados y la recuperación tras la derrota de 1898 permitieron tener un instrumento para hacerse respetar. Estas realidades pasaron desapercibidos para quienes se “imaginaron” otra España. Paradójicamente, la que fue tachada de artificio era la España más real La crisis de mayo de 1905 abrió en Europa un período de negociación que culminaría en la Conferencia de Algeciras. Despejadas las dudas y los recelos entre Alemania y Francia, las otras naciones apostaron por la unanimidad: aceptaran todos los interesados su celebración, su temario y las medidas para desarrollar el programa expuesto en él. Francia actuó con lealtad hacia el Reino Unido y España, con las que firmó acuerdos en 1904. Esa conducta no evitó el malestar y la prevención. Había que negociar. Tánger y la costa norte de Marruecos estaban en la zona de influencia de España. Residían allí muchos españoles y tenía grandes intereses económicos. España seguía al lado de Francia y del Reino Unido. No lograría Guillermo II influir en Alfonso XIII para modificar esa orientación. La Conferencia quiso respetar los tres principios sobre los que se habían construido las relaciones de todas las partes con Marruecos: independencia e integridad de su territorio, soberanía del Sultán y libertad económica, que garantice igualdad de trato para todos Desde el punto de vista de la política exterior, Alemania equivocó sus cálculos. España e Italia hallaban seguridad en la solidez del acuerdo franco-británico, cada día más fuerte. Para romperlo no podría contar con ellas. España tenía un interés añadido: la defensa de sus islas en el Mediterráneo y el Atlántico. Era el momento de que los dos aliados, Francia y el Reino Unido, pensaran en reanudar una negociación pendiente desde 1899 que las garantizara. No pasaría mucho tiempo. Se haría en mayo de 1907.
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Vísperas de la Conferencia de Algeciras, en Italia había un debate sobre la Triple Alianza. Según el gobierno alemán, pudo ser la base de una política exterior, que diera fuerza y riqueza a Italia. En lugar de fortalecerla, los italianos la habrían calumniado y debilitado, per amore di Trieste”, por la demagogia del irredentismo. Con Francia y el Reino Unido Italia no había firmado ningún compromiso escrito. Théophile Delcassé podría sentirse satisfecho de lo logrado como ministro de Asuntos Exteriores. Las relaciones franco-italianas tenían una sólida base. En el Reino Unido la opinión era favorable de la paz entre las dos naciones. Alemania tenía que comprender los compromisos adquiridos con Francia. Cuando eso sucediera, el deseable acercamiento entre los dos gobiernos sería posible. La renovación anticipada del acuerdo con Japón y la amistad con Estados Unidos despejaban cualquier riesgo en una política exterior que no buscaba ampliar el imperio británico. El gobierno liberal ingles buscaba pacificar sus relaciones con Rusia. Para la prensa española, la Conferencia se abría con más incógnitas que certezas. Algún delegado pensó que la creciente voluntad de paz entre los gobiernos podría frustrarse por la labor de una prensa que parecía empeñada en aterrorizar a la opinión. La Conferencia de Algeciras parecía un avance en la resolución pacífica de los conflictos. Las potencias fueron invitadas por el Sultán. Se respetaba así uno de los principios que había que salvar: el reconocimiento de su soberanía. Se reunirían para `proponer reformas que aseguraran además la integridad territorial de Marruecos y la igualdad de trato comercial para todas las partes. La opinión debía percatarse de que España se jugaba en Marruecos su porvenir y su presente. En el Atlántico se iniciaba un engarce de territorios que, desde Canarias, pasando por las Chafarinas, Ceuta y Melilla, llegaba hasta Baleares. De la seguridad en ese eje pendía la de los territorios peninsulares. La Conferencia no se propuso transformar la administración de Marruecos Se limitó a presentar medidas urgentes y fáciles de introducir, con la certeza de que la paz y el comercio tienen efectos civilizadores. Era un voto a lo que se llamó “la obra lenta de la civilización”. La delegación de Marruecos aceptó un programa que suponía modernización y reformas, solvencia de la Hacienda, orden interno, respetando los “usos y costumbres de la sociedad y la integridad del Estado. En la Conferencia se vio que funcionaba la entente franco-británica. Contra ella nada pudieron las maniobras alemanas. Quiso negociar sin prisa y también sin pausa, porque, cuando fue necesario aparcó los puntos conflictivos, suspendiendo las sesiones públicas para que los delegados buscaran acuerdos que aprobaron por unanimidad.
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El resultado tenía mucho que ver con la entente anglo-francesa, cuya solidez pudo comprobarse. España estuvo junto a Francia y el Reino Unido. Para España la Conferencia hacía inaplazable una presencia más activa entre las naciones de Europa. Muchos vieron que eso imponía exigencias en la política interna. A la oferta de Francia y del Reino Unido había que responder haciendo que las instituciones políticas fueran más democráticas. El sistema trazado por Delcassé pasó la prueba. Alemania no logró trabar el funcionamiento de la entente franco-inglesa y la fidelidad de España e Italia al sistema de relaciones entre las naciones europeas que ponía en marcha. Los acuerdos unánimemente aprobados eran un programa de reformas que garantizaban la modernización económica y mantenían el triple principio de la soberanía del Sultán, de la integridad de su territorio y de la libertad económica que aseguraba un trato igual para todas las naciones. La euforia con la que se concluyó la Conferencia de Algeciras no debía olvidar que las circunstancias internas en Marruecos no favorecían la implantación de reformas, que chocaban con sus tradiciones y con la ley islámica. La paz en Europa no había sido violada, pero nadie debería olvidar que el conflicto entre Alemania y Francia permanecía. Aquella aceptará los acuerdos de 1904 cuando firmó uno en febrero de 1909, cesando así el veto alemán. La Conferencia cobraba de este modo una dimensión europea. Cuando se produzca el reparto, lo aprobado en la Conferencia de Algeciras pondrá límites a España y Francia, que deberán aceptar la fórmula de jurídica del “protectorado”. Para España, la etapa abierta tras la Conferencia, le proporcionó una “preeminencia” en la Península, favorecida por la precariedad de las instituciones políticas portuguesas estos años. La Conferencia de Algeciras garantizaba a España la intervención en Marruecos, cerrando el paso a la pretensión de exclusiva que tenía Francia. Pero para que ese éxito internacional se concretara, necesitaba ejército y marina. Era una medida previsora y adecuada el programa del gobierno conservador, unánimemente aprobado por las Cortes: la ley de reconstrucción de la escuadra. Italia, la aliada mediterránea de las “naciones occidentales”, fijaba su política exterior antes de acabar 1906. Quería evitar un conflicto con Austria. Fue esta una de las razones para renovar la Triple Alianza, que seguiría siendo la base de la política exterior italiana. Uno de los pilares del equilibrio europeo, aceptado incluso por Alemania, la alianza Francia-Rusia, parecía entrar en crisis, en el verano de 1907. Se sospechó de Alemania, tras el encuentro entre Guillermo II y Nicolás II. La convención entre Rusia y el Reino Unido sobre Persia, Afganistán y el Tibet, firmada en agosto, establecía un clima nuevo y quitaba al Zar argumentos para aproximarse a Alemania. En pocos años, Eduardo VII había modificado la posición internacional del Reino Unido. Estaba antes aislado
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y en enemistad con Francia y Rusia. En 1907 sólo quedaba pendiente arreglar las relaciones con Alemania. España salía de su aislamiento. Regresaba al concierto internacional y entraba con identidad y método en él. Conseguía un espacio vital para ella en Marruecos, sin tener que pasar por el trance de una guerra con Francia. España cumpliría sus compromisos. Los acuerdos de Cartagena cierran el paréntesis que supuso, por motivos dinásticos, la orientación de España hacia la Triple Alianza. Posiblemente fue esta otra manifestación más de la independencia de Maura para elegir lo que juzgaba mejor para España. A menos de diez años pudo comprobarse la coherencia de su posición ante la guerra con Estados Unidos. Eso benefició igualmente a la Corona. Resultado de esta opción fue que la figura de Alfonso XIII apareciera en Europa, ligada a Francia, por los acuerdos en Marruecos, y al Reino Unido por su matrimonio, por la simpatía hacia sus formas de vida, y, en el plano institucional, por “la necesidad ineludible de que sea la marina británica la que defienda el considerable potencial estratégico de unas costas, unas islas y unas plazas de soberanía que carecen, en sí mismas, de medios de defensa”. Fue el primer acto de “la diplomacia del Rey”. En Marruecos, el gobierno de Maura respetó lo convenido en la Conferencia de Algeciras. Maura, cuando se produjeron los desórdenes en Casablanca en 1907, se limitó a ordenar que las tropas españolas se mantuvieran dentro de la ciudad. Le bastaba con que todo siguiera sin cambios en la costa del Estrecho. Era consciente de la debilidad del país y de la desorientación de la opinión. Francia, temiendo una reacción alemana, reconoció que el desembarco en Casablanca fue “obligado” por las circunstancias. Lo dijo el gobierno ante el parlamento, contrario a los compromisos que comportaran una acción militar de importancia. La proclamación del nuevo Sultán y la incertidumbre que ese hecho creaba, con la perspectiva de una intervención francesa a favor del Sultán derrotado, pusieron a prueba las posibilidades de España en Marruecos la actitud del Reino Unido. No habría que equivocarse: los ingleses no quebrarían lanzas cada día en favor de los españoles. La entente entre el Reino Unido y Francia tendía a hacerse permanente y transformarse en una alianza Convenía a España seguir marchando de acuerdo con Francia. No debía cambiar de campo, en un momento en que se abría de nuevo la tensión entre Alemania y Francia. Quedó en España la sensación de que la Conferencia de Algeciras había sido una maniobra para dar cobertura a la penetración francesa. Su integridad territorial, la soberanía del Sultán, la igualdad comercial, todo lo aprobado en 1906, eran agua pasada. Lo mismo sentían los alemanes. Conocidos los documentos publicados por su gobierno la opinión pública se preguntaba qué beneficios había sacado su país con esa política conciliadora hacia Francia.
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La paz estaba asentada sobre un cálculo de riesgos, que disuadía a cada una de las partes, como podía verse por la conducta del gobierno de Clemenceau en Marruecos. Francia no podía abusar de la mejoría en su posición europea. Tenía que ser prudente. Por eso había comenzado esos días a retirar de Casablanca sus tropas. Para el Reino Unido, la entente franco-rusa y la enemistad franco-alemana eran una garantía. Marruecos fue cobrando una dimensión internacional más amplia. La defensa del statu quo tuvo sentido mientras Marruecos era un asunto que afectaba a España, Francia e Inglaterra. La cuestión había adquirido en 1909 una radical modificación. Había llegado la hora del reparto del Imperio o, al menos, de asegurar en Marruecos la libertad de comercio de cada potencia. En el otoño de 1910 Alemania y Rusia trataron de fijar con claridad sus respectivas zonas de influencia. Francia apoyó a Rusia. Alemania trató de reconciliar a Austria con Rusia. La solidez de la alianza París-San Petersburgo era patente. El 16 de noviembre se alcanzó un acuerdo entre España y Marruecos sobre regiones limítrofes a Ceuta y Melilla, que, más allá de su literalidad, llevaba a la afirmación: “España lo mismo que Francia”, Ese fue el resultado de la ocupación de Larache, Arcila y Alcazarquivir. Los dos gobiernos estaban por un reparto de Marruecos, hecho de forma gradual, aunque se cubriera como un despliegue para garantizar el pago de las indemnizaciones. La integridad territorial de Marruecos, tutelada por el Acta de Algeciras, se ponía en crisis. Canalejas en el Congreso aseguró que España no emprendería una misión de conquista, pero no consentiría que sus posesiones quedaran bloqueadas. La protesta de Francia por la acción de España en Larache se encauzaba sin necesidad de recurrir a las potencias signatarias del Acta de Algeciras. Cada parte usó como argumentos jurídicos convenios diferentes. Francia a los de 1904, España al Acta de Algeciras, pero, para justificar en ella la intervención española, debía consentirla el Sultán, que había protestado por ella. La insistencia de España por conservar Larache y Alcazarquivir pudo provocar un incidente. Era un riesgo, que se compensaba si esa decisión proporcionaba al gobierno de Canalejas una prenda ante un próximo reparto de Marruecos. La acción alemana en Agadir podría ser una discreta, pero inteligible, amenaza a Francia, incluso negando que hubiera un acuerdo con España. La situación creada pudo afectar negativamente a las relaciones entre Alemania y el Reino Unido. Siendo imposible restablecer la situación anterior, un reparto de Marruecos provocaría complicaciones muy peligrosas. A las pretensiones de España y Francia habría que sumar las del Reino Unido sobre Tánger y quizás sobre Tetuán. Alemania defendía la igualdad entre todas las potencias. Eso afectaba ahora a la construcción del ferrocarril Tánger-Fez. Esos meses hubo que recor-
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dar los vínculos entre la política interior y la proyección internacional de España en la crisis de Marruecos y la línea fijada por Silvela: la mejor garantía de paz residía en el entendimiento entre el Reino Unido y Francia El acuerdo franco-alemán del 4 de noviembre de 1911 acabó con los principios capitales del Acta de Algeciras. La integridad territorial era negada por el derecho reconocido a Francia de que sus ejércitos pudieran ocupar Marruecos, y la soberanía del Sultán, por la facultad de representar a su gobierno ante los otros Estados, reservada a Francia. La plena libertad de acción que Alemania le reconocía valía más que los territorios que debió ceder en el África ecuatorial. Tuvo un fuerte impacto negativo en la opinión pública española, pues parecía que Alemania no ponía límites a la acción del gobierno francés en Marruecos y se ignoraban los derechos de España. Esto sucedía cuando en Francia había unanimidad respecto a la necesidad de conquistar Marruecos. España y Francia firmaron una convención, que aseguraba la integridad territorial de Marruecos. Los dos gobiernos en sus respectivas zonas prestarán toda su asistencia al Majzén. En la suya, el gobierno español era responsable del orden y de la seguridad... España obtuvo concesiones importantes a cambio de abandonar el sur de Marruecos, con excepción de Ifni. España halló el modo de hacer compatibles sus intereses con los de Francia confirmados en la Conferencia de Algeciras, en la entrevista de Cartagena entre el Rey de Inglaterra y Alfonso XIII y en la declaración de mayo en 1907. Las tres naciones pactaron la continuidad del statu quo en el Mediterráneo y en el Atlántico Norte, proporcionando seguridad a Baleares y Canarias. Esos compromisos habían modificado una situación donde existían dos bloques: la Triple Alianza, por un lado, y enfrente, Francia. Rusia e Inglaterra. España, formando parte de la Triple Alianza podría ser una amenaza para Inglaterra y Francia, pero no resolvería sus cuestiones exteriores. Entendida con Francia e Inglaterra, resuelve su problema y, en caso de conflicto, es la retaguardia, porque por el Mediterráneo están delante Francia y Argelia, y por el Atlántico, están delante Francia e Inglaterra. Para hacer valer los derechos recogidos en esos documentos era necesario construir una escuadra. Un argumento a favor de una política exterior más activa de España fue el modo justo en que se había resuelto la difícil negociación sobre Marruecos. Además le interesaba en el equilibrio del Mediterráneo, por sus posesiones antiguas y por su nueva posición en el norte de Marruecos. Tenía la sociedad que plantearse un problema que, hasta entonces, sólo trataban los políticos. A favor de un cambio estaba también la necesidad de ocupar en Europa el lugar al que le daban derecho el relanzamiento de su economía, su poderío militar y naval. España tenía ya una escuadra y proyectaba construir
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otra. Podría ingresar en alguna de las dos grandes alianzas europeas. Sobre este se abrió un debate vísperas de un viaje de Alfonso XIII a París en marzo de 1913. La crisis de Portugal empujó a Alfonso XIII a un acercamiento a la Entente para que le dejara manos libres. Hubo una gestión ante Nicolás II, a quien solicitó su cooperación para que España llegase a un “acuerdo positivo” con la Entente. En 1907, en la posición internacional de España se ha cerrado “la angustiosa inseguridad” posterior a 1898. Hay ya “nuevos empeños y preocupaciones prioritarios”. Eso queda plasmado en los “Acuerdos de Cartagena. Su eje: el mantenimiento de la situación territorial en el Mediterráneo, donde ocupan un puesto decisivo Gibraltar y Marruecos. No podía ser de otro modo. La política exterior de los gobiernos de la Restauración tenían que respetar esta realidad: la “estratégica posición de España en las grandes vías de comunicación de las potencias imperiales europeas”. La declaración de mayo no fue incompatible con la neutralidad, como quedó probado en 1914. La decisión española coincidió con el interés de los otras dos partes: España no tenía que intervenir en una guerra cuyo escenario estaba alejado del Mediterráneo occidental y del Atlántico que baña las costas de África, expresamente mencionadas en el acuerdo.
BIBLIOGRAFÍA
Salvo escasas excepciones, no he citado en el texto bibliografía posterior al 2000, pues la empleada anterior a esta fecha en este trabajo queda recogida en los que se citan en las notas 19 y 20 de la introducción. He omitido algunos autores citados en el texto para abreviar esta ya excesiva lista. Se encontrarán en el índice de nombres ABD AL-HADI AL TAZI, Les relations internationales du Royaume du Maroc, abrége de l’ouvrage en 10 tomes intitulé Histoire diplomatique du Maroc des origines à nos jours, Rabat 1985. ADAM, André, Casablanca. Essai sur la transformation de la société marocaine au contact avec l’Occident, 2 tomos, Paris 1963. AFLALO, M. The Truth about Morocco. An indictment of the policy of the British Foreign Office with regard to the Anglo-French agreement, London 1904. AGERON, Charles Robert, Politiques coloniales au Maghreb, Paris, PUF 1972. ALAOUI, Moulay Albdelhadi, Le Maroc face aux convoitises européenes¨1830-1912, Salé, Imprimerie Beni Snassen. 2001. — Le Maroc, du Traité de Fès à la Libération, 1912-1956, Rabat, Éditions de la Porte 1994, 290. ALAOUI, Mohamed El, Allal El Farsi, patriarche du nationalisme marocain. Biographie, Rabat, Imprimerie Arrissala 1972. ALEXANDRE, Valentín, “A política colonial em finais de Oitocentos, Portugal e o sacraliçao do Imperio” Los 98 ibéricos y el mar. ts I a V. Congreso En Torre de Tombo (Lisboa), 27-29 de abril de 1998. Luis Miguel Enciso Recio, Comisario General de España. Sociedad Estatal Lisboa ’98. Madrid 1998. AL-KHALLAOUFI, E., Bouhmara, du jihad à la compromission. L Maroc oriental et le Rif de 1900 à 1909. Textes et Documents, Rabat 1993, 231. ALLOUCHE, (I.S.) « Documents relatifs à Raisoûnî », Hesperis 3-4 (1951) 327-353.
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ÍNDICE ONOMÁSTICO (Realizado por Concepción Murillo Ballesteros)
ABDEL KRIM BEN SLIMA, 130, 136n, 158n, 159n, 164 ABD-EL-AZIZ, Muley, 21n, 37, 39, 62, 94, 99, 117, 125, 127n, 130, 135, 137, 151, 202, 206, 212n, 214 y n, 217 u n. 221, 229, 230n, 231 y n, 232-234, 240, 242, 246, 268, 285n, 299, 305, 306 y n, 307n, 376 y n, 377, 418, 420-422 ABDERRAMAN EL-BENNIS, 49 y n, 74 ACTON, Lord, 136n AEHRENTHAL, Alois, 150, 186, 195, 204n, 227, 228n, 240n, 242, 244n, 250n, 252, 263, 264, 282n, 294-296, 298n, 302n, 310 y n, 312 y n, 313, 315, 335nn, 338n AISSA BEN OMAR, 233 ALARCÓN, Pedro Antonio, 369n ALBIN, Pierre, 332n ALCAN, Félix, 332n ALDANA, Tristán, 47n, ALEGRET, Adolfo, 280n, 308n ALFAU MENDOZA, Felipe, 389, 392 y n ALFONSO XII, 42 y n, 169, 170 y n, 171n, 174 y n, 177, 178, 181, 185, 188, 189, 191, 192 y n ALFONSO XIII, 14, 15n, 20n, 35 y n, 41 y n, 42, 57, 58, 62, 83, 90, 92, 95, 145, 146n, 148n, 149, 162n, 195n, 206n, 211, 212 y n, 216, 237, 248 y n, 259260, 266n, 273n, 274, 275, 278, 281n, 282 y n, 284 y n, 286, 289, 291n, 292 y n, 293n, 299, 301, 303 y nn, 304 y nn, 309 y n, 315, 316, 327n, 339, 346 y n, 349n, 353n, 354n, 367n, 385, 387, 393n, 394-402, 406, 407, 409-411, 414, 415n, 417, 420, 423 ALGECIRAS, Duquesa de, 249
ALI BEY, 94n, 123n, ALIOTTI, 188n, 201n, 224n, 225n, 228n, 229n, 230nn, 231nn, 232, 233n, 238nn ALLAIN, Jean-Claude, 332n ALLENDESALAZAR, José Manuel, 14n, 130n, 155n, 156n, 168, 171 y n, 173nn, 175nn, 178n, 179 y nn, 182nn, 184, 185n, 187, 188n, 189, 193n, 194nn, 196n, 200nn, 202n, 203nn, 204n, 205 y nn, 207n, 208, 209n, 210n, 211n, 212, 214n, 217 y n, 218n, 219n, 220, 222nn, 225 y n, 226nn, 228n, 229n, 2231n, 232n, 233 y n, 244n, 248, 249n,259n, 261n, 266n, 267n, 268n, 275n, 276n, 277n, 279n, 282, 285 ALMODÓVAR DEL RÍO, duque, 40, 43, 44, 47 y n, 48, 51n, 53, 57-59, 62 y n, 63, 70, 73n, 79, 81, 82, 83n, 85, 86, 90, 94, 100, 102, 104 y n, 106, 112, 117, 124, 125n, 126, 127n, 128n, 131, 132, 134n, 135n, 136, 137, 139n, 140n, 144n, 145, 249, 267n ALVARADO, 157n ÁLVAREZ, Melquíades, 283, 394, 396, 411, 412n ÁLVAREZ GUTIERREZ, Luis, 390n ÁLVAREZ JUNCO, José, 278n AMÉDÉE, Albert d’, 210n, 215 221, 222 y n, 223, 230n, 231, 232 ANDRADE, Freire d’, 400n ANOUAR ABDEL-MALEK, 39n, ARCO, 41n, ARCOS, Duque de, 73n, 140n, 148n, 153nn, 155n, 156n, 200n AREILZA, José María, 177n ARKÁDIEVICH STOLYPIN, Piotr, 150
468
LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
ARMAD Y LOSADA, Juan (marqués de Figueroa), 189 ASHLEY, Maurice, 232 ASQUITH, Herbet Henry, 315, 338n, 339, 343, 404 AVARNA DI GUALTIERI, Giuseppe, 186n, 198n, 204nn, 227nn, 240n, 243n, 244nn, 250n, 251n, 252n, 254n, 263nn, 282n, 296nn, 298n, 312nn, 313, 320n, 323n, 335n, 338n, 405, 408n AVILÉS, Juan, 19n, 183n AZCÁRATE, Gumersindo de, 271, 326 AZCÁRRAGA Y PALMERO, Marcelo, 14, 269, 284, 340 AZEGLIO, Massimo d’, 393 AZORÍN, 128n BA HAMED, 94 BACHERACHT, Basile, ministro ruso en Tánger, 104 y n, 109, 120, 123 BALFOUR, Arthur James, 36n, 46, 151n, 154 BALLINI, Pier Luigi, 139n, 153n BANDE, Nicasio, 165n, 258n, 277n BANNERMAN, 46 BANTI, Alberto M., 83n BARBERÁ, Salvador, 94n, 121n BARRÈRE, Pierre-Eugène-Camille, 15 y n, 17 y n, 40n, 74, 138n, 155n, 156n, 157, 179nn, 180, 181n, 195n, 293 y n, 294n, 310n, 317n, 319n, 333 y nn, 334 y n, 358, 373n, 384, 385nn, 388n, 404, 407n BAUDOMIN, Capitán, 306 BECK, Barón de, 150n BÉCKER GONZÁLEZ, Jerónimo, 131 y n, 203n, 204n, 217n, 267n, 358n, 361n, 369n, 387n BELARDINELLI, M., 140n BEN MANSUR, 160 BENTHAM, Jeremy, 263n BENVENUTI, 153n BÉRARD, Víctor, 14n, BERCHLOTD, Pierre-Eugène-Marcellin, 295 y n, 399, 401, 405 BERCKHEIM, 257n, 284n, 345n BERENGUER, Dámaso, 392, 410 BERTHMANN-HOLLWEG, Canciller von, 295, 296, 311, 313, 314, 360, 404n
BERTIE, Francis Leveson, 19n, 22nn, 29n, 36n, 76n, 94n, 96n, 168n, 184n, 351 BETEGÓN, Javier ,35n, 48nn, 61 y nn, 63nn, 66n, 69 y n, 71, 72n, 74, 75n, 82n, 94 y n, 98n, 107n, 108n, 112n, 113n, 114n, 115n, 119n, 120nn, 121, 123n, 134n, 137n BIHOURD, Georges, 17n, 18n, 32nn, 92, 158n BISMARCK-SCHÖNHAUSEN, Herbert von, 227, 290 BISSOLATI, Leonida, 254 BLANCHARD, Henri, 64n BLASCO IBAÑEZ, Vicente, 170 BOLESTA-KOZIEBRODZKI, Léopold, 124 y n, 127 BOLLATI, 245n BOMPARD, Louis, 17n, 18n, 19n, 184nn, 254n BONELLI, Emilio, 372 BONIN 317N, 319 y nn, 320 y n, 321nn, 322nn, 323n, 325nn, 326n, 327nn, 330n, 331n, 332n, 333n, 335n, 336, 337n, 339n, 340nn, 343nn, 344n, 346n, 347nn, 348nn, 349nn, 350nn, 351nn, 352n, 355n, 365nn, 366nn, 367 y nn, 372nn, 377n, 388n, 410n, 411n BORGHESE, Livio, 371n, 372n BOSCH, (general), 291n BOSDARI, Alessandro, 38n, 181n, 251n BOTTARO COSTA, Francesco, 263n BOU BEKR, 378 y n BOUDRILLARTD, Alfred, 284 BOURGEOIS, Léon-Victor-Auguste, 47, 93, 94n, 95 y n, 138 y n, 139n, 145nn, 146n, 152, 169n, 170n BRIAND, Aristide, 277, 314, 315, 322, 378nn BROBRINSKY, Conde, 254 BU-HAMARA, 246, 273 BUISSERET, Conrad, 245n BÜLOW, Bernhard von, 14-17, 32n, 33, 41, 42, 53, 54, 56, 82, 84, 97, 98, 103, 131, 139, 154, 187, 194, 196, 198, 203, 204, 221, 224n, 229, 231, 240, 242, 250, 252, 257, 311, 314 BUNSEN, Maurice, 205n, 208, 209n, 212, 213n, 261, 267n, 269n, 304, 305, 319n, 322, 339, 343n, 346 y n, 351n, 355, 356
ÍNDICE ONOMÁSTICO
y nn, 357 y n, 362, 363n, 364, 366, 372n, 398, 399, 401, 415n BURGUETE, 411 BURKE, Edmund, 39n, BUSEN, Mortitz William Ernest, 168, 174, 178, 218, 223, 298 y n, 299, 300 CABRERA, Ángel, 127n CADENAS, Juan, 61 CAGNE, Jacques,17n, 21n, 37n, CAILLOUX, Joseph 332n, 334, 335, 343, 350, 351n, 353, 360n, 361n, 366, 388 CALDERÓN Y COLLANTES, 369 CAMBÓ, Francisco, 261, 266, 272 CAMBON, Jules, 14 y n, 17n, 19 y n, 20, 27, 28 y n, 31, 33, 35 y n, 38, 41n, 42n, 43 y n, 56, 63, 68, 69, 73n, 82, 83 y n, 90, 91, 94nn, 95, 100, 103, 104 y n, 131, 133 y n, 145 y nn, 146 y n, 149, 168, 169, 170 y nn, 172 y n, 173 y n, 174 y nn, 176 y nn, 178, 180nn, 183, 186 y n, 187nn, 188nn, 201, 203, 204 y n, 212n, 221, 230 y n, 231n, 247 y n, 248-250, 257 y nn, 258n, 289 y n, 293n, 297, 310 y n, 320 y nn, 321n, 323 y n, 332, 335, 338 y nn, 340 y n, 342n, 344n, 354, 355, 357n CAMBON, Pierre-Paul, 14n, 16n, 19, 21, 26, 31n, 32n, 73n, 75n, 76, 84, 94n, 96, 133n, 149n, 168 y n, 169 y nn, 171n, 172nn, 174nn, 175n, 178n, 179 y nn, 180n, 181 y nn, 182n, 183 y nn, 184nn, 185, 218nn, 219 y n, 222, 233, 247nn, 256n, 257nn, 310 y n, 311, 337nn, 344n, 345n, 346n, 355, 356n, 363nn, 368 y n, 383, 383, 393n, 396n, 406 CAMBRIA, R., 96n CAMPBELL-BANNERMAN, Henri, 46, 126n, 150, 151, 168n, 169 CAMPOAMOR, José María, 207, 267n CANALEJAS, José, 92n, 148n, 168n, 170n, 207, 271, 285 y n, 286, 287, 291, 292, 298, 299, 300, 303, 304 y nn, 305, 306, 308 y n, 309, 316, 317 y n, 318n, 319, 320n, 321n, 322, 323, 326, 330 y n, 331n, 332, 333 y nn, 339, 340, 341, 345 y nn, 347, 351, 352 y n, 353, 354, 356n, 357n, 365, 367n, 368, 369, 370n, 379n, 386, 388, 399, 421, 422
469
CANIAGE, Jean, 142n CÁNOVAS DEL CASTILLO, Antonio, 41n, 82, 165n, 275, 276, 278n CARIGNANI, 29n, 317n, 319n, 320nn, 323n, 324nn, 325nn, 331nn, 332n, 334nn, 335n, 336n, 337n, 338n CARLOS I DE PORTUGAL, 216 CARLOS V, 178 CAROCCI, Giampiero, 16n, CARRUBIO, V. di, 244n CARTWRIGHT, 28nn, 31n, 35 y nn, 47n, 55n, 56 y n, 57 y nn, 57n, 63n, 68 y n, 69nn, 70n, 79n, 80n, 83 y nn, 84n, 90 y nn, 91n, 100n, 101nn, 104 y nn, 117n, 252 CARUSI, Paolo, 139n CASTIELLA, Fernando María, 177n, 193n CATALANI, Tommasso, 347n CAVOUR, 42 CECIL, Hugh, 168n CHALLAMET, 142n CHINCHILLA, José 269n CHURCHILL, Winston, 151n, 154, 168n, 210, 240n, 339n CIERVA, Juan de la, 283, 284, 352 yn CLEMENCEAU, Georges, 151n, 154, 201n, 206n, 208, 209n, 212n, 214n, 220, 221,224, 230, 233, 254n, 357, 421 CLOAREC, Vincent, 332n COCHIN, Denis, 188, 318 COLLANTES, Esteban, 185n, 187 CÓLOGAN Y CÓLOGAN, Bernardo Jacinto, 43 CONNELLY ULLMAN, Joan, 278n, 288 CORREALE, Francesco, 111 CORTÉS, M.T., 190n COSTA, Alfonso, 400n COSTA, Joaquín, 165n, 282n COURCEL, Alphonse, 84 CRISPI, Francesco, 41, 323n CROCE, 140n CROMER, Lord, 218n CROZIER, Philippe, 40n, 187n, 195 y nn, 298, 320n, 323n CRUPPI, Jean, 317-319, 320n, 321, 324nn, 325 y n, 326, 329, 331, 335n CUNNINGHAM, Graham, 329
470
LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
DAESCHNER, 171n, 178nn, 179nn, 183nn, 185n, 187n, 189n, 345n, 346n DATO IRADIER, Eduardo, 148n, 266n, 272n, 283, 284, 397, 399, 402, 409-413, 416 DECLEVA, Enrico, 13n, DELAFOSSE, Jules, 177n, 313 DELCASSÉ, Théophile, 14, 15, 16n, 17, 21, 33, 42 y n, 50, 82, 97, 130, 133, 141, 151, 167, 170n, 175, 177 y n, 208, 214, 219-221, 224, 253, 314, 315, 335n, 366 y n, 368, 398n, 407, 418, 419 DEPRETIS, Agostino, 155n DESCHANEL, Paul, 232 DÍAZ MOREU, 189, 225 y n DÍEZ, Alejandro R., 161n DRUMMOND, Henry Wolf, 176n, 186 DRUMMOND HAY, John, 126 y n EDUARDO VII, 32, 45, 46n, 59, 90, 95, 162n, 169, 174, 177, 178, 181, 182, 183n, 185, 188, 192, 197, 198, 202, 209, 211n, 223n, 225, 226, 227 y n, 230, 239, 240, 250-252, 256, 257n, 265, 275, 286, 301, 313, 387, 420, 423 EL MOKRI, Mohamed ben Abdelsselam, 49 y n, 53, 63, 66 y n, 67, 74, 111, 113, 120n, 121, 124, 136, 268, 270, 291, 305 y nn, 306, 307, 317, 318, 319n, 325 y n, 326n, 349 EL RAISULI, 39, 64, 65, 94, 158n, 159 y n, 160 y n EL ROGHI, Muley Mohamed, 39 y n, 106, 256, 290 EL-HAJOOUI, Mohamed Omar, 23n, ELIZALDE, María Dolores, 382n ESCUDERO, Ramón, 47n, ESPADAS BURGOS, Manuel, 47n, 416n FABRA, 71n, 107n, 122n FALLIÈRES, 219, 226, 237-239, 263, 264 FELIPE, Helena de, 127n FERDINAND SARRIEN, Jean-Marie, 93 FERNÁNDEZ ALMAGRO, Melchor, 293n, 304nn, 353n, 356nn FERNÁNDEZ VALLÍN, Cristóbal, 48 FERNÁNDEZ VILLAVERDE, Raimundo, 14, 177
FERNANDO DE BAVIERA, 40, 58 FERRER, Francisco, 148n, 232, 248, 283, 285, 288, 289, 292 FERRY, Jules 142n FIGUEROA TORRES ÁLVARO DE , vid Conde de Romanones FINTELA TALÍN, Antonio, 157n FITZMAURICE, Lord, 45n, 126 FORTIS, Alessandro, 48n, 73, 139, 294 FRANCHI, F., 96n FRANCHINI, Sandra G., 153n FRANCISCO JOSÉ I, 89, 150, 195n, 251, 252, 310, 409 FRANCO, Luis Felipe Joao, 216 FRANKLIN, 294n, 295n, 296n, 344n, 347n FRIEDJUNG, Henrich, 150n GABBAS, Mohammed, 234 y n, 243 GALLINA, Giovanni, 198n, 235n, 240n, 242, 249nn, 250n, 251n, 267n, 268n, 279n, 285n, 286n, 294 GAMAZO, Germán, 382n GAMONEDA Y LLABERÍA, Antonio, 48 GAMONEDA Y LLABERÍA, José Mª, 48 GARAY, 185n, 187 GARCÍA ALIX, Antonio, 269 GARCÍA FIGUERAS, Tomás, 147n, 159n, 194n, 200n, 256n, 258n, 274n, 307n, 358n, 369nn, 372n GARCÍA POLAVIEJA, Camilo, 35 y n, GARCÍA PRIETO, Manuel, (Marqués de Alhucemas), 162, 286, 287 y n, 293 y n, 298, 299n, 300, 303nn, 307-310, 314n, 315n, 316 y n, 318, 319, 322, 324n, 326, 327, 330n, 336, 345, 347n, 349nn, 355, 359nn, 362, 363 y n, 364nn, 365, 368, 371n, 378n, 379, 386 GARCÍA SANZ, Fernando, 47n, 278n, 416n GASSET CHINCHILLA, Rafael, 282n, 291 GAY DE MONTELLÁ, Rafael, 133n, 183n, 189n, 190, 258n, 367n GENTILE GIANATELLI, 243nn, 244n, 245nn, 246nn GEOFFRAY, Isidoro, 29, 171 y n, 317n, 319, 322, 324nn, 325 y n, 326, 327, 330n, 332, 342n, 345nn, 346 y nn, 347, 348n, 351 y n, 255, 256 y nn, 237nn, 360n, 361n, 362-364, 365 y n, 366, 368,
ÍNDICE ONOMÁSTICO
374n, 379 y n, 386, 390, 395n, 396n, 397, 398, 407n, GERVAIS, 232 GIANATELLI-GENTILE, Agesilao, 135n, 158nn, 159n, 160nn, 164nn, 221n, 230n, 233n, 234nn, 235n, 298n, 305nn, 306n, 307n, 309n, 360n, 373n GINER DE LOS RÍOS, Francisco, 170 GIOLITTI, Giovanni, 41, 48n, 73, 139, 140 y n, 153, 207n, 254, 293 GLADSTONE, William Edwart, 151 GOLUCHOWSKI VON GOLOCHOVO, Agenor, 83n, 91, 155 GÓMEZ GONZÁLEZ, Mariano, 148n GÓMEZ JORDANA, Francisco, 162n, 414 yn GONZÁLEZ, Mª Jesús, 409n GONZÁLEZ ALCANTUD, Juan Antonio, 369n GONZÁLEZ HERNÁNDEZ, Mª Jesús, 148n GONZÁLEZ HIDALGO, Luis, 369n GONZÁLEZ HONTORIA, Manuel, 48, 63, 348n, 350n, 361n, 377n, 389, 412 GONZALVE LYAUTEY, Louis Hubert, 211, 223, 232, 374, 375 y n, 377n, 379nn, 393n, 401 y n, 410, 411, 414 GORÉMKINE, 253 GOSCHEN, George Joachim, 252 GREY, Edward, 45, 47n, 50n, 54nn, 55 y n, 56n, 57n, 63n, 68n, 69nn, 70n, 75 y n, 76 y n, 77, 78, 79 y nn, 80n, 81n, 83nn, 84 y nn, 90nn, 91 y nn, 93 y n, 94 y nn, 95nn, 96 y n, 99nn, 100nn, 101n, 104nn, 107, 117n, 126n, 130, 131, 154, 168170, 172, 173, 175n, 178n, 179n, 180, 183 y n, 184nn, 197, 209n, 211n, 213, 219, 232, 234n, 238, 242n, 257n, 265, 304n, 311 y n, 315, 321, 323, 324n, 325n, 332, 333n, 334, 335, 336 y n, 337n, 338n, 339, 344n, 346n, 350n, 356, 360n, 362nn, 370 y n, 371n, 406, 415n GUEBBAS, Toleb Mohamed, 246, 267, 273, 332n GÜELL, Juan Antonio, (Marqués de),143n, 372, 398 GUICCIARDINI, Francesco, 45n, 78n, 134n, 138n, 264n, 294nn, 295nn, 296nn, 297n, 298nn, 299nn, 300nn, 301n
471
GUICCIOLI, 312n GUILLÉN, Pierre, 13n, GUILLERMO II, 16, 27, 32, 39, 40, 42, 49, 50, 52, 54, 55, 56, 63, 82, 83 y nn, 84, 89, 90, 99, 103, 104n, 110n, 130, 137, 141, 149, 167, 172n, 177, 221, 222 y n, 228n, 230, 235, 239 y n, 240n, 246, 248n, 251, 253, 257, 262, 263 y n, 265, 301, 303, 306, 310, 343, 384, 403, 404n, 417, 419 GULLÓN, Pío, 57, 136n, 148n, 151n, 153n, 382n, 396 GUMMERÉ, Samuel L., 160n HAFIZ, Muley, 37, 76, 266, 267n, 268, 269, 273, 274, 278, 279 HAMETE, 94 y n HANOTAUX, Gabriel, 366 HARDINGE, Charles, 16, 26n, 29n, 95, 157n, 171, 172n, 174 y n, 179n, 183, 210, 218 y nn, 225, 239, 240 y n, 242n, 250, 251n, 252, 257, 294, 295, 304 nn, 400 y n HAY, John Milton, 15n HERBETTE, Maurice, 333n HOLLWEG, 311 HOLSTEIN, Friedrich von, 55 HOWARD, Henri, 81n HUBERT, Jacques, 354n HUBERT, Lucien, 152 HUICI MIRANDA, Ambrosio, 329 y n IGLESIAS, Pablo, 291, 326n, 340 IMPERIALI DI FRANCAVILLA, Guglielmo, 311, 312, 313nn, 323n, 325nn, 330n, 332n, 335n, 336nn, 337nn, 338nn, 339n, 340n, 343n, 344nn, 350n, 351n, 360nn, 367n, 368nn, 370nn, 389n ISWOLSKY, Alexander, 150, 151, 184 y n, 196, 197 y n, 198n, 225, 226 y n, 233, 251n, 252n, 253, 254, 263 y n, 264, 266, 294, 295 y n, 296, 310, 311, 313, 314 y n, 324 y n JAGOW, 334 JAIME DE BORBÓN, 283, 285 JAURÈS, Jean, 220, 232, 235, 317, 366, 406 JENISCH, Rücker, 239, 240 y n
472
LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
JENKINS, Roy, 151n, 158n, 168n, 339n JIMÉNEZ, Juan Ramón, 382n JIMÉNEZ REDONDO, Juan Carlos, 20n JOOSTENS , Maurice, 114nn, 127n JOUVENEL, Henry de, 188n JOVER ZAMORA, José María, 15n, 164n, 189n, 190 y n, 192n JUSSERAND, 187n KENNEDY, Paul, 32n KHEVENHÜLLER, Conde de, 95 KIDERLEN WÄCHTER, 309n, 318n, 320 y n, 321, 332 y n, 336, 337 y n, 338 y nn, 340, 342, 343, 344, 348n, 357, 359 KIRBY GREEN, William, 126 KLEMENTH, 98 KOKOWSOZ, 302 KUROPATKIN, General, 150n LABRA, Rafael María de, 51, 250n, 282n, 291n, 308n LAMSDORFF, Vladimir Nikolaevic, 83 LANGWERTH, Barón, 229 LANSDOWNE, Henry Charles Keith Pett Fitzmaurice, 14, 15n, 19 y n, 20 y nn, 21, 22 y nn, 23 y nn, 26 y nn, 28 y nn, 29n, 31, 32n, 35nn, 36nn, 45, 126, 130, 169, 173, 198, 311n, 404 LANZA DI BUSCA, Carlo, 38nn, 158nn, 159n LAROUI, Abdallah, 39n, 134n LASCELLES, Frank Cavendish, 17 y n, 23n, 56, 79n, 185, 187 LAUTIER, Eugène, 146n LE MOAL, Frederic, 14n LEBRUN, General, 196, 355n LEGRAND, Albert, 333 y nn LEMA, Marqués de, 411, 416 y n LEÓN XIII, 145, 146nn, 180n, 260n LEÓN Y CASTILLO, Fernando, 19n, 46n, 145n, 151n, 173n, 178n, 179n, 183nn, 185nn, 187, 188n, 196n, 200 y n, 203n, 205 y n, 207, 208n, 210n, 213n, 226n, 228, 229n, 235, 248n, 261n, 266n, 276n, 277n, 279n, 304, 368 LERCHUNDI, P., 53n LERROUX, Alejandro, 163 y n, 170, 286, 288, 289, 291, 340
LEVESQUE, P., 248n LIAUTEY, vid Gonzalve Liautey LIMA, Wenceslau de, 85n, 92nn, 104n, 107n, 117n, 143n LISTER, 26n, 32n, LLABERÍA, J., 136n, 273 LLORENS, 290 LLOYD GEORGE, David, 210, 339, 343, 360 LÓPEZ CORDÓN, Mª Dolores, 51n LÓPEZ DOMÍNGUEZ, José, 145, 146 y n, 148n, 271, 286 LÓPEZ MUÑOZ, Antonio, 276n, 398, 400, 401 LORTHER, Gerard, 54n LOUIS, Georges, 254n, 342n, 344, 356n, 362n LOURIDO, Ramón, 53n LOWETHER, Gerard, 36, 93, 99n, 103, 152n, 157n LUCIANO, José, 45n, 143n LUZZATTI, Luigi, 73, 153 y n, 301 MAERTENS FERRAO, 40n, 58n,160n, 246 MAESTRE, Tomás, 166n MAEZTU, Ramiro de, 288n MAGALHAES, Luiz de, 50n, 160n MALDONADO, Vicente, 122n MALMUSI, Giulio, 37n, 40n, 48, 92, 113, 116, 130, 133n, 134, 135 y nn, 136 y n, 157n MANCINI, Pasquale Stanislao, 155n MANDAS, Duque de, 225 y n MANGIN, Comandant,e 298 MANNESMAN, (Hermanos), 297 y n, 305 MANZATTI, Fernando, 140n MARCHAND, Jean-Baptiste, 316 MARGARIE, Pierre de la, 31n, 35, 63, 83, 85 MARTÍN, A.G.P., 14n, 68n, 132n, 204n, 294n, 295n, 296n, 298n, 300n, 319n, 344n, 347n, 376n, 377n, 380n MARTÍN, Ferdinando, 293 MARTÍN, S.F., 142n MARTÍN, William, 248n, 276n, 289n, 363n MARTÍN CORRALES, Eloy, 373n MARTÍNEZ LILLO, Pedro Antonio, 29n, 54n, 90n, 98n, 171n, 403n MARTÍNEZ PAJARES, Antonio, 369n, 377n
ÍNDICE ONOMÁSTICO
MARTINO, Giacomo de, 203n, 204nn, 205n MAURA GAMAZO, Gabriel, (Duque de Maura), 64 y n, 75n, 87, 148 y n, 149n, 293n, 304nn, 353n, 386, 387n, 390, 391, 395, 396n, 411, 412 MAURA MONTANER, Antonio, 14, 40, 43, 48n, 82, 129, 145 y n, 147, 148n, 149n, 157n, 161, 163 y n, 168, 169 y n, 170 y nn, 171 y n, 172 y n, 173, 174, 178, 179 y n, 180n, 188-190, 192, 201 y n, 202 y n, 203 y nn, 205, 206, 207 y n, 208, 210 y n, 211, 212 y n, 213, 215 y n, 216 y n, 213, 234n, 232, 248, 250n, 251, 256n, 259, 260nn, 261, 262, 266 y n, 271, 272, 273n, 275, 277 y n, 278 y n, 280, 281, 282, 283 y n, 284, 285 y n, 286 y n, 287, 288, 290, 291, 303 y n, 304 y nn, 308, 352n, 353, 354, 382 y n, 397 409, 411, 412, 414, 420 MAURRAS, Charles, 369n MAYOR DES PLANCHES, Edmondo, 160n, 310n, 321n MECKLENBOURG, Princesa de, 43n, MEJORANA, 153 MELEGARI, Giulio, 150nn, 151n, 158n, 196nn, 198, 199, 225n, 226n, 227nn, 236n, 239nn, 251nn, 253nn, 254nn, 263n, 264nn, 265n, 294n, 295nn, 296nn, 302nn, 310n, 336n MELLADO, Andrés, 275 MENCHETA, Francisco, 61, 120n MÉNDEZ VIGO, Santiago, 48 MENEBBI, 243 MERRY DEL VAL. Vid. conde de Benomar, Rafael, 180n, 267, 269, 273, 285n, 290, 305n, 316, 329, 340n, 352n METTERNICH, Conde de, 77-79, 94, 336n, 337n, 338n MÉVILLE, 96 MIÈGE, Jean-Louis, 15n, 17n, MODICA, A., 211nn, 220n, 221n, 234, 235n, 306n MOINIER, General, 320 MONTAGNA, 186n, 283n, 286n,287n MONTERO RÍOS, Eugenio, 20 y n, 22, 24, 26-28, 31, 32n, 35, 38, 43 y n, 47 y n, 57, 68, 69, 250n, 275, 286, 287, 316 MONTS, Conde, 13, 15,
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MORALES LEZCANO, Víctor, 46n, 134n, 292n MORET Y PRENDERGATS, Segismundo, 40, 41 y n, 42, 43 y n, 47, 51, 57, 58, 69, 79, 82, 83, 90, 95n, 100, 103, 130, 133, 145, 146 y n, 161, 167, 168, 170n, 174, 210, 215, 216, 237, 259, 261, 262, 266, 271n, 272, 275, 277 y n, 278n, 281, 283, 284, 285n, 286, 287 y n, 289 y n, 290, 292 y n, 327n, 339, 340 y n, 354, 357, 375n, 387 MORGAN SCHUSTER, William, 314 MORIN, Costantino Enrico, 177n MORTITZ, William, 90 MOULAY ALBDELHADI, Alaoui, 14n, 19n, 203n, 204n, 217, 319n, 354n, 369n, 377n MOYA, Miguel, 146 MÜHLBERG, Otto von, 185, 186 y n, 187 MULEY HAFIZ, 204, 206, 212n, 213, 214n, 216n, 217, 220 y n, 221, 222 y n, 223 y n, 224n, 229 y n, 230, 233 y n, 235, 241, 243 y n, 244, 245 y n, 246, 255, 256, 267 y n, 291, 297, 298n, 299, 305 y nn, 306 y n, 307n, 318, 320n, 324, 325nn, 327, 341, 342, 364, 368, 369, 374, 375, 377 y n, 378, 379 MULEY HIBA, 376 MULEY JUSSUF o JUSSEF, 377-379 MULEY MOHAMED EL QEBIR, 94 MULEY SOLIMÁN, 94n MULEY-EL-HASÁN, 94, 127, 229, 232, 233 MUNI, Marqués de, 46n, MUNIESA, Mariano S., 166 MUNILLA, 291 MUÑOZ, Eduardo, 61 NAKENS, José, 148n NAPOLEÓN III, 41 NARANJO, Consuelo, 190n NATHANIEL CURZON, Lord George, 228n NAVARRO REVERTER, Juan, 386, 390 NERATOV, 336n NERAZZINI, Cesare, 199nn, 200nn, 206n, 214nn, 217nn, 220 y nn, 221, 222nn, 223n, 230n, 232n, 250n, 267, 268nn, 269n, 270n, 274 y nn, 279nn, 299n, 300nn, 309n
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LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
NEUDORFER, 221 NICOLÁS II, 16, 18n, 49n, 56, 83, 84, 85n, 86, 149-151, 225, 230, 237, 239n, 253, 254, 262-265, 302, 303, 310, 385n, 395, 397, 409, 420, 423 NICOLSON, Arthur, 16 y n, 20 y nn, 22 y nn, 23n, 24, 26 y nn, 38n, 42, 43, 55, 55n, 57, 58, 63, 73n, 75 y n, 79 y nn, 81n, 83nn, 84n, 87, 90nn, 93n, 94n, 95nn, 101n, 103, 104 y nn, 106, 107, 109, 113, 117, 119, 120n, 121, 124, 126 y nn, 127n, 173n, 311n, 313, 314, 323, 330, 332, 339n, 343, 350n, 370n, 384 NIÑO, Antonio, 19n, 178n, 183n, 381n NOGUÉ, J., 20n OCHANDO, Federico, 225 y n OJEDA, Jaime, 48, 267n OJEDA Y PERPIÑÁN, Emilio de, 14, 20 y n, 27, 32n, 63, 68-70, 79, 83n, 90 y n, 91, 100, 101, 130, 140n ONÍS, Federico de, 382n ORSINI, 210n, 224nn, 228n, 234nn, 235n, 238n, 239nn, 240 y n, 243n, 263n, 265n, 266n, 295n, 296n, 309n, 320n ORTEGA Y GASSET, José, 285, 286, 288, 291, 329 y n, 331n, 416 ORTEGA Y MUNILLA, José, 271 y n OSMA, Guillermo Joaquín, 189 OVILO, Felipe, 39n, 66n, 67n, 70n, 71n, 76n, 90n, 92nn, 97nn, 98n, 141n PABÓN, Jesús, 288 PALACIO VALDÉS, Armando, 47, 48n PALAVIECINI, Marqués de, 320n, 323n PALOMO, María del Pilar, 369n PANSA, Alberto, 16n, 45n, 175 y n, 185n, 186 y n, 187, 206n, 214n, 220nn, 221nn, 222n, 224 y n, 228n, 229, 230nn, 231 y nn, 233n, 236n, 240n, 242n, 244n, 247nn, 249nn, 250nn, 252nn, 254n, 263n, 264n, 279n, 293n, 294n, 295nn, 296nn, 297n, 298nn, 299n, 301, 307n, 310n, 311n, 312n, 318n, 319, 321nn, 324nn, 325n, 327n, 332n, 334n, 335nn, 336nn, 337nn, 338nn, 339n, 343nn, 344nn, 348n, 357nn, 388n
PARDO, Rosa, 19n, 183n PARIS, Luis, 51n, 61, 66n, 99n PASTORE, M., 13n, PECARI, Paolo, 153n PEDRO EL GRANDE, 302 PELLOUX, Luigi Girolamo, 139n PEREIRA CASTAÑARES, J. Carlos, 29n, 54n, 90n, 98n, 113, 171n, 190n, 403n PÉREZ CABALLERO, Juan (seudónimo Shiri), 48, 49n, 71n, 98, 105, 106 y nn, 108, 115, 116, 122, 124, 131, 145 y nn, 153n, 156n, 159n, 168, 169, 171, 195n, 207n, 248, 249, 279n, 290, 303 y nn, 314n, 315n, 316n, 317 y n, 318, 322 y n, 324nn, 325, 327, 331, 335n, 343, 348, 350n, 358, 359nn, 360, 362, 364nn, 368, 370, 372n, 375n PÉREZ GALDÓS, Benito, 381n, 382n PÉREZ LUÑO, Antonio, 155n PICHON, Stéphen-Jean-Marie, 151, 155n, 156n, 157n, 159, 168, 169nn, 170n, 171nn, 172nn, 173n, 174nn, 178nn, 179nn, 180nn, 181nn, 182n, 183nn, 184 y nn, 185n, 186nn, 187 y nn, 188 y nn, 189n, 193, 195nn, 200, 208 y n, 210 y nn, 211 y n, 212nn, 213 y n, 214, 215 y nn, 216nn, 217, 218nn, 219 y nn, 220, 222n, 223, 224 y n, 228, 230n, 231n, 232, 234, 235, 237n, 242n, 247n, 248nn, 249, 256n, 257nn, 258n, 262nn, 266, 272n, 276n, 283n, 284, 285nn, 289nn, 292n, 293n, 294n, 298n, 299 y n, 300n, 301 y n, 303n, 307, 312n, 313n, 315, 317, 322, 323n, 366, 384, 395n, 397n, 401n PINON, René, 13n, 258 PIÑA, Ramón, 48, 63, 67, 85 POINCARE, Raymond, 332n, 366-368, 370, 371nn, 378n, 379nn, 384, 385nn, 386 y nn, 390, 393nn, 396, 397n, 398, 401 y n, 402, 406 POLO DE BERNABÉ, Luis, 175n, 186, 252, 284nn, 307n, 309n, 318n, 327n, 332n, 347n, 348n PONCE MARRERO, Francisco Javier, 19n, PORTUONDO, 318 PRATS, Conde de, 92n PRINCIPE DE GALES, 36n PRINETTI, Giulio, 175 y n
ÍNDICE ONOMÁSTICO
QUEIPO DE LLANO, Genoveva G., 35n, 213n, 303n, 409n RADOLIN, Hugo, 17, 18nn, 19-21, 24, 26, 28 y n, 29, 30n, 31n, 33 y n, 36, 38, 44, 75 yn, 76, 83, 99, 151, 228n, RADOWITZ, Joseph von, 14, 16, 17n, 23, 27, 32n, 35n, 38n, 39, 48 y n, 50, 57, 58, 63, 66-68, 78, 82, 97, 98, 101, 104, 105, 114n, 115n, 121, 127n, 220n, 230, 231n, 241, 272 RAMÍREZ VILLAURRUTIA, Wescelao, (Marqués de Villaurrutia), 14 y n, 15n, 16, 275, 356, 365n, 367n, 368, 393 RAMIRO DE LA MATA, Javier, 54n RAMPOLLA DEL TINDARO, Mariano, 146n RANERO Y RIVAS, Juan, 134n RATIBOR, Príncipe, 319, 321, 326n, 333, 348, 416 REGNAULT, 72, 84, 92, 113, 115, 201, 205n, 206n, 207, 223, 230, 267n, 273, 279n, 325n, 334n, 346, 373 y n, 374, 376 REINA REGENTE, REINA MADRE (María Cristina), 284 REINOSO, Germán, 47n RELVAS, José, 400n REPARAZ, Gonzalo, 127n, 137n, 147n, 153n, 161 y n, 168n RÉVOIL, Amédée-Paul, 31n, 38, 43, 48, 49n, 63, 73, 76, 77, 82, 86, 98, 99, 101, 104, 105, 108-110, 114, 115, 116, 118, 122, 124 y n, 126n, 127n, 187n, 188nn, 195n, 203n, 205, 210nn, 212n, 215nn, 216 y nn, 237 y n, 248 y n, 257nn, 258n, 259, 262 y n, 276, 283 y n, 284 y n, 285 y nn, 289 y n, 292 y n, 298, 299 REYNOSO, F., 364n RIAÑO, Juan ,144n RIBERA, Julián, 331 RIBOT, Alexandre, 177n, 208 RICHARD, 52n RIFAAT AHMED, 378 y n, 379 RINALDINI, Aristide, 180n RÍO, Carlos del, 95n RITWAGEN Y HAMLET, Guillermo, 61 RIVAS, Natalio, 375n ROBLES JAÉN, Cristóbal, 164n
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ROCAMORA, José, 49n, 61, 62, 67n, 68 y nn, 72n, 84n, 100n, 103n, 106n, 113n, 116n, 122N ROCHEFORT, Henri, 290, 291 RODD, Rennell, 384 RODÉS, Felipe, 162, 411, 412 RODRÍGUEZ GONZÁLEZ, Ramón Agustín, 165n RODRÍGUEZ SAN PEDRO, Faustino, 157n RODRÍGUEZ Y ALHARILLA, Martín, 373n ROIG Y BERGEDÁ, José, 165n, 248n ROMANONES, Conde de, 40n, 146, 148n, 162, 190, 271, 286, 287, 303, 383 y n, 389, 390, 392, 396, 399, 407, 410, 411, 414 ROMERO MAURA, Joaquín, 278n, 289n ROMERO ROBLEDO, Francisco, 213, 232n ROOT, Elihu, 96 ROSAS LEDESMA, Enrique, 192n ROSEN, 36, 38, 43, 54, 98, 99, 221 ROUVIER, Pierre, 14 y n, 15n, 16 y n, 17 y nn, 18 y nn, 19 y nn, 20-22, 24-26, 28 y n, 29, 30 y n, 31nn, 32nn, 33 y n, 36, 38, 40nn, 41n, 42n, 43n, 44, 52, 54, 56, 73 y nn, 74n, 75 y nn, 76, 83, 91, 94n, 98, 99, 100 y n, 138, 149n, 151, 152, 170n, 224 RUBIO, Javier, 42n, 161, 162n, 190, 284n, 354n RUDINÌ, Antonio Starabba di, 41, 140 y n RUIZ MANJÓN, Octavio 327n, 331n RUSPOLI, 207n, 320n, 360n, 370n SAAVEDRA, Eduardo, 166n, 291n SABATIER, Paul, 153n SAGASTA, Práxedes Mateo, 216, 261, 351n SAGER, Robert, 114, 134, 135n SAINT RENÉ-TAILLANDIER, Joseph-Georges, 22 y n, 36 SAINZ DE VICUÑA, 287n, 293n SALISBURY, marqués y primer conde, Robert Arthur Talbot Gascoyne-Cecil, 176 y n, 198 SALMERÓN, Nicolás, 40 SALVADOR Y BARRERA, 308 SALVADORI, Massimo L., 140n SAN GIULIANO, A. de, 41n, 45n,136n, 152n, 157n, 181 y n, 197n, 206n, 208 y
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LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
n, 209n, 213n, 218n, 226n, 228n, 232n, 234n, 235nn, 239 y nn, 240nn, 241nn, 242 y nn, 243nn, 244 y nnn, 245 y nn, 246nn, 247nn, 249nn, 250nn, 251nn, 252nn, 253nn, 254nn, 261 y n, 294, 298nn, 299n, 300nn, 301 y n, 302nn, 305nn, 306n, 307nn, 308n, 309nn, 310nn, 311nn, 312nn, 313n, 314nn, 315mm, 316m, 317nn, 318nn, 319nn, 320nn, 321nn, 322nn, 323nn, 324nn, 325nn, 326nn, 327nn, 329n, 330nn, 331nn, 332nn, 333 y n, 334nn, 335nn, 336nn, 337nn, 338nn, 339nn, 340nn, 343nn, 344nn, 346n, 347nn, 348nn, 349nn, 350nn, 351nn, 352n, 354n, 355n, 357nn, 360nn, 365nn, 366nn, 367nn, 368nn, 369nn, 370nn, 371nn, 372nn, 373nn, 374nn, 375nn, 376nn, 377nn, 385, 388nn, 389 y nn, 391nn, 392nn, 393nn, 397, 403, 404 y nn, 406, 408nn, 410nn, 411nn SAN LUIS, Conde de, 157n SÁNCHEZ CABEZA, Guillermo, 39n, 48n, 51n, 53n, 76n SÁNCHEZ DE TOCA, Joaquín, 165n, 372, 373 SÁNCHEZ GUERRA, José, 293n SÁNCHEZ ROMÁN, Felipe, 20 y n, 22-24, 168, 208 SANDERSON, Thomas Henry, 218 SANTACANA, Emilio, 56 SARRIEN, Jean, 144 SASONOV, 303, 311-314, 364, 385, 398, 408, 409 SCHÄSKY, 227 SCHÖEN, 224, 230, 231 y n, 236n, 263n, 265, 268, 272, 293 y n, 296, 297, 299, 314n, 320n, 322-324, 329 y n, 334, 335n, 338nn, 357n SCHULZE SCHENEIDER, Ingrid, 42n, 176 SECO SERRANO, Carlos 192n, 278n, 281 y n, 287n, 288n, 289 y n, 291n, 297, 308, 309n, 354n, 399, 409n SEFFARD, Mohamed, 74 SELBORNE, Lord, 404 SELVES, Casimir de, 301, 333, 334 y n, 338n, 340n, 342nn, 343, 345nn, 346 y nn, 348, 350n, 354, 355nn, 356 y nn, 361n, 362nn, 368, 382, 402n
SENDER, Ramón J., 382n SENES, Comandante, 309 SERRA, Enrico, 306n, 307n, 308n SERRANO, Carlos, 278n SEVILLA ANDRÉS, Diego, 282n SEYMOUR, 320 SIDI MOHAMMED GOOBBAS, 159 SIDI-ABDERRAMAN BEN-NIS, 120 SILVELA, Eugenio, 47 SILVELA, Francisco, 19, 161, 176 y n, 177, 192, 329, 352, 368, 385 SILVESTRE, Coronel, 339n SILVESTRELLI, Giuseppe, 16n, 38nn, 40n, 41n, 43n, 48n, 136n, 157n, 158nn, 159nn, 160n, 185nn, 188n, 200n, 210n, 204n, 205nn, 206nn, 211n, 213n, 214n, 216n, 217n, 220nn, 223nn, 230nn, 231nn, 232nn, 233nn, 234n, 235n, 241nn, 243 y nn, 244n, 249nn, 250nn, 251nn, 267n, 269nn, 270nn, 271n, 272n, 286nn, 288nn, 298nn, 299n, 300nn, 305 y nn SONNINO, Sydney, 48n, 73, 139 y n, 153n, 293 y n, 294, 301, 412nn, 413nn SORIANO, 232, 283, 340 SOUSA, Jordana, 162n SPILLMANN, George, 39n, 64n STOLYPIN, Piotr Arkádievich, 198n, 264, 302 STUMM, Ferdinand von, 39, 56, 82, 100, 101, 235n SULTÁN, 13, 17, 18 y nn, 20-26, 28, 30, 35n, 36 y n, 37, 39nn, 40, 49, 54, 57-59, 61, 63-67, 71n, 72, 74, 75 y n, 76, 77, 80, 86, 90, 92, 93, 97, 101-103, 105, 108, 109, 111, 112, 115, 119, 120, 121 y n, 122, 123, 134, 135, 137, 138, 141, 148, 151, 152, 159n, 160, 164 yn, 166, 171, 192, 199, 207, 210, 224, 228, 235, 289-291, 293, 294, 297, 298 y n, 307, 308, 320-322, 323nn, 324, 329, 331, 334nn, 339, 341, 342, 345-347, 349 TATTENBACH, Franz von, 23n, 26, 27, 30, 33n, 36, 37, 38 y n, 43, 48, 55, 56 y n, 62, 66, 67, 75, 84, 85, 90, 97, 98, 106, 108, 110, 113-115, 117, 118, 121, 124, 258, 272, 283n TAYLOR, A.J.P., 16n
ÍNDICE ONOMÁSTICO
TEIXERA GOMES, 304n TERESA DE BORBÓN, 58 TERMINE, Emilio, 80n TESTA, Jonkheer H., 109, 127n THOMSON, 208 TITTONI, Tommaso, 13, 15 y n, 16nn, 29n, 37n, 38nn, 40n, 41nn, 42n, 43n, 45n, 132n, 135nn, 136nn, 140, 150nn, 151n, 152n, 153 y n, 154, 155 y n, 156 y n, 157 y nn, 158nn, 159nn, 160nn, 164nn, 180, 181nn, 185 y nn, 186nn, 188nn, 194, 195, 196nn, 197nn, 198nn, 199 y nn, 200nn, 201nn, 203n, 204nn, 205nn, 206nn, 207nn, 208n, 209nn, 210nn, 211nn, 212n, 213nn, 214nn, 215n, 216n, 217nn, 218n, 220nn, 221nn, 222nn, 223nn, 224nn, 225n, 226nn, 227nn, 228nn, 230nn, 231nn, 232nn, 233nn, 234nn, 235nn, 261n, 263n, 264n, 265n, 266n, 268nn, 269nn, 270nn, 271n, 272n, 274nn, 279nn, 282n, 283n, 285n, 286n, 287n, 288n, 293n, 300n, 301, 307n, 311nn, 314nn, 317nn, 318n, 319n, 321 y n, 322n, 323nn, 324nn, 325nn, 327n, 329n, 332n, 333, 334n, 335nn, 336nn, 338nn, 339nn, 343nn, 344nn, 346n, 347nn, 348nn, 350nn, 351nn, 355nn, 357nn, 365n, 371n, 374nn, 375n, 376n, 377n, 382n, 383n, 389n, 390, 404-406, 407, 422 TOMMASINI, 229n, 252n, 310nn TORENO, Conde de, 163n TORNIELLI-BRUSATI DI VERGANO, Giuseppe, 15n, 16nn, 31n, 41n, 42n, 138n, 157n, 159nn, 177n, 206n, 209n, 210n, 211n, 212n, 213n, 214n, 215n, 218n, 220n, 223n, 231n TORRE, Hipólito de la, 20n, 143, 144 y n, 164n, 174n, 190n, 303, 304nn, 381n, 396n, 398n, 399n, 400n, 415nn, 416n TORRE, Rosario de la, 190n, 192n, 377n TORRES, Hadje Mohammed ben El Harbi, 23 y n, 49, 113, 136n, 137n, 158n, 164n, 234 TORRETA, 196n, 197n TOVAR, Conde de, 38n, 39n, 40 y n, 44 y n, 47nn, 58nn, 70n, 71n, 73n, 79 y n, 81 y n, 82n, 83n, 84 y n, 85nn, 92n, 104 y
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nn, 107n, 115, 116n, 117 y nn, 141, 142, 143n TRAVERS BUXTON, 126 TSCHIRSKY, 153, 154, 204n, 310, 313 TUSELL, Javier, 19n, 171n, 183n, 213n, 303n, 381n, 409n, 410n UNAMUNO, Miguel de, 281, 282n URIBE, J.A., 190n URQUIJO E YBARRA, José María de, 180n, 352n URZÁIZ, 286 VAILLANT, 210 VALDETERRAZO, Marqués de, 324n VARGAS, Mohamed, 15n, VASCONCELLOS, Augusto, 304n, 400 VAZQUEZ DE MELLA, Juan, 271 VEGA DE ARMIJO, Marqués de, 269n VEGA SEOANE 185N, 187 VENTURA, 51n, 58n, 61 y nn, 72n, 85n, 86n, 98n, 100n, 101nn, 107nn, 121n, 122n, 128n VERAGUA, Duque de, 286 VICENTI, Alfredo, 46 y n, 61, 66n, 70 y n, 71n, 72n, 80 y n, 113 VICO, Antonio, 180n, 285n, 340n, 352n VICTOR MANUEL III, 48n, 96, 145, 155n, 181, 207n, 403, 409 VICTORIA, Reina, 149 VICTORIA DE BATTENBERG, 92, 181, 397 VIGEZZI, Brunillo, 384n VILANOVA, J., 20n, VILAR RAMÍREZ, Juan Bautista, 164n, 345n, 369n VILLAÇA, Antonio Eduardo, 36 y nn, 38n, 39n, 40n, 44n, 47nn, 58nn, 70n, 71n, 73n, 79n, 81n, 82n, 83n, 85n, 86n, 104nn, 116nn, 117nn VILLANUEVA GÓMEZ, Miguel, 14, 185n, 267n, 329 VILLASINDA, Marqués de, 316, 325n, 332n VILLATE, Laurent, 14n, 133n, 149n, 172n, 247n, 310n VILLAURRUTIA, Marqués de, 169, 171 y nn, 172, 173 y n, 174, 175n, 178n, 182n, 183n, 209nn, 211n, 218n, 219 y
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LA POLÍTICA EXTERIOR DE ESPAÑA
n, 222 y nn, 226n, 332, 333n, 339, 340n, 344, 350n, 351n VILLIERS, Francis, 188n, 304n VIÑAZA, Conde de la, 196n VISCONTI VENOSTA, Emidio, 47 y n, 48 y n, 67, 72, 82-85, 89, 92, 114n, 115, 116n, 127n, 132 y n, 134n, 136, 137n, 143 WEDEL, Karl, 186n WELLINGTON, 213
WELSERSHEIMB, Conde de, 105, 108 WHITE, Henry, 71n, 104, 107, 108, 117, 122, 126, 134, 135n WHITEHEAD, 23n WITTE, Sergej Julevic, 40 WYLDBORE SMITH, 23n ZAMBARBIERI, Annibale, 153n ZANARDELLI, Giuseppe, 96 y n ZANCADA, Práxedes, 52n
ESTE LIBRO FUE IMPRESO EN LOS TALLERES DE R.B. EN MADRID, DÁNDOSE POR TERMINADO EL DÍA 21 DE JULIO DEL AÑO 2006, FESTIVIDAD DE SAN LORENZO