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Spanish; Castilian Pages 414 [406] Year 2022
Elisenda Bernal Judit Freixa Sergi Torner (eds.) La neología del español Del uso al diccionario
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I bero Vol. 87
i n g ü í s t i c a
a m e r i c a n a
directores:
Mario Barra Jover, Université Paris VIII Ignacio Bosque Muñoz, Universidad Complutense de Madrid, Real Academia Española de la Lengua Antonio Briz Gómez, Universitat de València Guiomar Ciapuscio, Universidad de Buenos Aires Concepción Company Company, Universidad Nacional Autónoma de México Steven Dworkin, University of Michigan, Ann Arbor Rolf Eberenz, Université de Lausanne María Teresa Fuentes Morán, Universidad de Salamanca Daniel Jacob, Albert-Ludwigs-Universität, Freiburg im Breisgau Johannes Kabatek, Universität Zürich Eugenio R. Luján, Universidad Complutense de Madrid Ralph Penny, University of London
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La neología del español Del uso al di ccionario
eLisenda bernaL Judit freixa s e r g i t o r n e r ( EDs . )
I b e r o a m e r i c a n a · Ve r v u e r t · 2 0 2 2
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El presente volumen ha sido realizado dentro del proyecto «NEÓMETRO. La medición de la neologicidad y la diccionariabilidad de los neologismos del español», proyecto del Ministerio de Economía y Competitividad (ref. FFI2016-79129-P), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER).
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47). Reservados todos los derechos © Iberoamericana, 2022 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es © Vervuert, 2022 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISBN 978-84-9192-268-1 (Iberoamericana) ISBN 978-3-96869-268-5 (Vervuert) ISBN 978-3-96869-269-2 (ebook) Depósito legal: M-2920-2022 Diseño de la cubierta: Carlos Zamora Impreso en España Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico blanqueado sin cloro
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ÍNDICE
Introducción: una mirada comprehensiva a la neología............................. 9 1. FUNDAMENTOS DE NEOLOGÍA Panorama de la investigación de la neología en español........................... 17 Juan Manuel García Platero La vitalidad de las lenguas y el cambio léxico.......................................... 35 Mercè Lorente Casafont El proceso neológico................................................................................... 51 Judit Freixa Tendencias neológicas del español peninsular (2015-2019)...................... 73 Elisenda Bernal La percepción de la neología....................................................................... 105 Elisabet Llopart-Saumell 2. LA NEOLOGÍA EN LOS DICCIONARIOS La neología, entre el uso y la prescripción................................................ 129 Carlos Sánchez Lancis Neología general y especializada............................................................... 151 Rosa Estopà Bagot Selección del lemario en los diccionarios de lengua y diccionarización de la neología............................................................................................... 175 Sergi Torner La neología en los diccionarios del español............................................... 191 Gloria Guerrero Ramos
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ÍNDICE
3. LA NEOLOGÍA EN EL USO Neología y discurso: el caso de mobbing..................................................... 213 Carolina Figueras Bates Neología y registro: sobre lo coloquial, lo formal y lo especializado en medios de comunicación escritos............................................................. 233 Julia Sanmartín La variación geográfica de la neología en español y su representación lexicográfica................................................................................................ 259 Sabela Fernández-Silva Neología y contacto de lenguas. Análisis de préstamos de baja frecuencia en el español peninsular: los casos del árabe y del japonés... 283 Alba Milà-García y Aina Labèrnia Neología y transgresión morfológica: una aproximación a los compuestos cultos............................................................................... 307 Mar Campos Souto Neología y semántica: grados de neologicidad en el ámbito nominal....... 327 Andreina Adelstein Aspectos de la traducción de neologismos................................................. 347 Anna Aguilar-Amat Neologicidad y diccionariabilidad: análisis de los neologismos con ciber-...................................................................................................... 361 Judit Freixa y Juan Miguel Monterrubio Referencias bibliográficas........................................................................... 373 Sobre los autores......................................................................................... 411
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INTRODUCCIÓN: UNA MIRADA COMPREHENSIVA A LA NEOLOGÍA
La neología es un campo de interés creciente en la lingüística aplicada actual. Tanto en español como en otras lenguas, la aparición de nuevas unidades léxicas está siendo objeto de estudio recurrente; el interés en la neología, en un inicio de carácter eminentemente descriptivo, se ha ido acercando a la reflexión teórica desde distintos puntos de vista. Uno de ellos es la metalexicografía teórica, en la medida en que resulta necesario determinar los criterios que han de guiar al lexicógrafo en la toma de decisiones sobre la inclusión de nuevas palabras en los diccionarios. Por ello, son numerosos los trabajos de investigación que se han publicado en las últimas décadas en este ámbito. Sin embargo, todavía no existía una obra monográfica completa que se aproxime a la neología con una mirada comprehensiva y que proporcione a estudiantes, profesores e investigadores una descripción actualizada de este campo. El volumen La neología del español. Del uso al diccionario se propone llenar este vacío y ser una monografía que ofrece un estado de la cuestión actualizado sobre la investigación en neología del español, tanto en su descripción y caracterización en calidad de objeto lingüístico como en su relación con la lexicografía y el establecimiento de criterios para la diccionarización de formas y significados neológicos. Sus diversos capítulos, por ende, abordan la neología desde las distintas perspectivas que son de interés en el estado actual del conocimiento en el ámbito, desde el proceso de aparición y consolidación de las nuevas unidades léxicas en una lengua hasta su sanción en las obras lexicográficas. Para ello, el volumen se organiza en tres partes: 1) Fundamentos de neología; 2) La neología en los diccionarios; y 3) La neología en el uso. En la primera parte, se indagan los aspectos teóricos y metodológicos del estudio de la neología, y se examina asimismo el proceso que conduce desde la aparición esporádica de una nueva forma o significado en la lengua hasta su estabilización en el uso y su institucionalización. Se profundiza, pues, en los procesos cognitivos y sociales de la innovación léxica, enmarcados en una comprensión global del cambio en el componente léxico de las lenguas. Así, el capítulo que abre el volumen, de Juan Manuel García Platero (Universidad de Sevilla), “Panorama de la investigación
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en neología”, ofrece una revisión de las principales líneas de investigación en neología que se han sucedido en las últimas décadas, lo que permite identificar los polos de mayor influencia en la investigación en neología en lengua española, desde la neologicidad hasta los aspectos glosodidácticos, pasando por la traducción, los estudios de léxico disponible y otras visiones psico- y sociolingüísticas del léxico nuevo. Por su parte, Mercè Lorente (Universitat Pompeu Fabra), en “La vitalidad de las lenguas y el cambio léxico”, se aproxima a los procesos de creación y cambio que se producen en el componente léxico de las lenguas naturales para entender cómo este evoluciona a lo largo del tiempo, examinando los factores sociales, culturales y lingüísticos que influyen en el cambio léxico. A continuación, Judit Freixa (Universitat Pompeu Fabra) examina el proceso neológico entendido como aquel que media entre el nacimiento y el establecimiento o la desaparición de un neologismo. De dicho proceso describe características, fases y niveles a partir de diversos ejemplos actuales, lo cual permite observar cómo se produce desde el punto de vista social, estructural y cognitivo, con la institucionalización, la lexicalización y la hipostatización, respectivamente. Elisenda Bernal (Universitat Pompeu Fabra) presenta en “Tendencias neológicas del español peninsular (2015-2019)” un análisis de 9.000 neologismos lexicográficos recogidos por el Observatori de Neologia, en medios de amplia difusión, escritos y orales, durante los cinco años posteriores a la aparición de la última edición del DLE. El capítulo ofrece una descripción de cada proceso de formación de palabras que proporciona una fotografía actualizada de los caminos por los que avanzan los aspectos lexicogenéticos del español de nuestros días. La primera parte se cierra con el trabajo de Elisabet Llopart-Saumell (Universitat Pompeu Fabra), dedicado a “La percepción de la neología”, donde analiza la cualidad de neológico desde un punto de vista lingüístico-cognitivo mediante la identificación de los rasgos de las palabras que hacen que los hablantes las perciban como neologismos; entre ellos, además de la antigüedad de la primera documentación o la frecuencia de uso, se muestra cómo el proceso de formación o el carácter transgresor influyen en esta percepción. La segunda parte del volumen, “La neología en los diccionarios”, se centra en la relación entre neología y diccionario. Esta parte se abre con el capítulo de Carlos Sánchez Lancis (Universitat Autònoma de Barcelona), titulado “La neología, entre el uso y la prescripción”, donde examina tanto los criterios que definen los diccionarios para decidir sobre la inclusión de formas neológicas como la repercusión que en el uso de las formas neológicas tiene su sanción en los diccionarios, siempre en relación con el diccionario académico y con especial atención a los préstamos, para determinar hasta qué punto prescripción y uso caminan en una misma dirección.
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A continuación, Rosa Estopà (Universitat Pompeu Fabra) cuestiona en “Neología general y especializada” la pertinencia de seguir manteniendo estas dos nociones como contrapuestas, y plantea la relatividad de la condición de nuevo y de la condición de especializado de una unidad léxica. Así, analiza las diferentes situaciones comunicativas en las que aparecen los neologismos con valor especializado, sobre todo en los contextos más generales, y aborda la inclusión de términos nuevos en los diccionarios generales. Asimismo, aborda la dependencia del inglés a la hora de incorporar nuevas palabras de la ciencia y de la técnica y la necesidad de contar con políticas lingüísticas terminológicas que promocionen los neologismos especializados genuinos y establezcan criterios de adaptación de préstamos adecuados en concordancia con el sistema gramatical propio. Por su parte, Sergi Torner (Universitat Pompeu Fabra) analiza la tarea compleja de seleccionar el lemario en el diccionario, asociada a las decisiones que toman los lexicógrafos en su pretensión de describir una lengua. La nomenclatura de un diccionario es siempre resultado de un proceso de selección del léxico, en el que se toman en consideración tanto cuestiones relacionadas con el uso (fundamentalmente ligadas a la frecuencia) como cuestiones lexicológicas (formales y de significado), cuya comprensión ayuda a situar adecuadamente el debate acerca de la diccionarización de la neología. En “La neología en los diccionarios del español”, Gloria Guerrero (Universidad de Málaga) defiende la relación ineludible entre neologismo y diccionario, y analiza la actitud que ha tenido la lexicografía del español ante el neologismo, partiendo de Nebrija y Covarrubias, y con una atención especial al tratamiento que han recibido las palabras nuevas tanto en los discursos de los académicos como en los prólogos de los diccionarios desde Autoridades. La tercera parte, “La neología en el uso”, se adentra en la descripción de los principales aspectos relacionados con el uso de los neologismos, desde la vertiente discursiva, la relación que se establece entre neología y tipo de texto y entre neología y registro, así como la variación geográfica en neología y la conexión que existe entre neología y contacto de lenguas, con especial atención a la traducción. Carolina Figueras (Universitat de Barcelona) dedica el capítulo “Neología y discurso: el caso de mobbing” a identificar los significados contextuales desarrollados por determinados neologismos en el discurso, recurriendo, para ello, al marco metodológico del análisis del discurso. Con este objetivo, se presenta, en primer lugar, una breve revisión crítica del concepto de neologismo para pasar, a continuación, a considerar las tres perspectivas básicas de análisis del neologismo —la estructural, la sociopragmática y la cognitiva—, a partir del análisis de mobbing en la prensa digital española.
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En “Neología y registro: sobre lo coloquial, lo formal y lo especializado en medios de comunicación escritos”, Julia Sanmartín (Universitat de València) parte de la premisa de que las unidades neológicas surgen y se usan en diferentes géneros discursivos, vinculados a sus correspondientes ámbitos comunicativos. En ellos se identifican parámetros jerarquizados y simultáneos —como el tenor funcional y el marco de interacción, la temática abordada, el canal empleado y el grado de planificación, y el tono de formalidad y el tipo de vinculación interpersonal—, que permiten delimitar los consiguientes registros, que oscilan de lo transaccional a lo socializador, de lo especializado a lo cotidiano, de lo hablado a lo escrito, o de lo formal a lo informal. Estos parámetros posibilitan el reconocimiento del registro coloquial y se vinculan a determinados rasgos lingüísticos, lo que va formalizando una pragmagramática. Por su parte, Sabela Fernández-Silva (Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Chile), en “La variación geográfica de la neología en español y su representación lexicográfica”, se ocupa de la variación dialectal de una lengua como el español, con una gran extensión geográfica y hablada por más de 400 millones de hablantes en territorios que se extienden por varios continentes; analiza la variación dialectal en neología, para detectar también cómo afecta dicha variación al proceso de institucionalización de las palabras nuevas. Alba Milà-Garcia (Universitat de Barcelona y Universitat Pompeu Fabra) y Aina Labèrnia (Universitat Pompeu Fabra) son autoras de “Neología y contacto de lenguas. Análisis de préstamos de baja frecuencia en el español peninsular: los casos del árabe y del japonés”, donde dan cuenta de cómo en un mundo cada vez más globalizado, en el que los contactos entre lenguas se producen de forma muy recurrente, son muchas las influencias que unas lenguas tienen sobre las otras en el componente léxico. El contacto de lenguas presenta su cara más visible en la ingente cantidad de préstamos que nutren el repertorio léxico de las lenguas con nuevas palabras, pero se hace también manifiesto con la traducción literal de palabras de otras lenguas, tal como se analiza en esta aportación haciendo especial hincapié en los préstamos del árabe y del japonés. En “Neología y transgresión morfológica: una aproximación a los compuestos cultos”, Mar Campos Souto (Universidade de Santiago de Compostela) se centra en el análisis de los procesos morfológicos de la neología, sometidos a diversas restricciones lingüísticas que dependen de las propiedades morfosintácticas, fonológicas y semánticas de los formantes que intervienen en el proceso. En este contexto, se centra en neologismos formados con algunos formantes cultos que siguen caminos que en no pocas ocasiones transgreden las reglas de formación regular, con los consiguientes efectos expresivos que provocan en la voz neológi-
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ca, que afectan a su vez, de diverso modo, al sentimiento de neologicidad y a su proceso de institucionalización. Andreína Adelstein (Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina) aborda en “Neología y semántica: grados de neologicidad en el ámbito nominal” la neología desde la perspectiva semántica, a partir de dos cuestiones: por un lado, discute la noción de neología semántica y su alcance, i. e. la creación de nuevos sentidos en voces ya existentes que se lexicalizan, más allá del uso estilístico más o menos ocasional. Por el otro, analiza las configuraciones semánticas de las nuevas voces neológicas y sus grados de neologicidad: las formaciones neológicas pueden tener una mayor o menor transparencia semántica en función de aspectos relacionados con los rasgos formales, combinatorios o sociolingüísticos que las caracterizan. El proceso de traducción tampoco es ajeno a la creación neológica, tanto para adaptar a la lengua de llegada la neología de la lengua de partida como para resolver necesidades expresivas en el texto de llegada. En este contexto, Anna Aguilar-Amat (Universitat Autònoma de Barcelona) en “Aspectos de la traducción de neologismos” examina cómo los textos traducidos pueden convertirse en puerta de entrada para formas (denominaciones) y significados (conceptos) neológicos, por lo que la responsabilidad de traducir implica un cálculo complejo que respete el contenido y la expresividad: los idiomas no tienen el mismo número de conceptos ni se usan de la misma manera, por lo que la naturaleza del mensaje casi siempre se verá más o menos modificada debido a la traducción. Cierra el volumen el trabajo “Neologicidad y diccionariabilidad: análisis de los neologismos con ciber-”, de Judit Freixa (Universitat Pompeu Fabra) y Juan Miguel Monterrubio (Universitat de les Illes Balears), que estudia un corpus de 150 neologismos formados con ciber-, formante joven en la lengua, pero que se ha convertido en un elemento productivo. Los autores concluyen que ciber- se comporta como un elemento plenamente integrado en la lengua, si bien las unidades resultantes ofrecen distintos grados de neologicidad y diccionariabilidad. Buena parte de los avances que aquí se presentan tienen su origen en el proyecto “Neómetro. La medición de la neologicidad y la diccionariabilidad de los neologismos del español”, proyecto del Ministerio de Economía y Competitividad (ref. FFI2016-79129-P), financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER), en el que han participado los investigadores siguientes con capítulo en este volumen: Judit Freixa y Sergi Torner (investigadores principales), Andreina Adelstein, Anna Aguilar-Amat, Elisenda Bernal, Sabela Fernández-Silva, Carolina Figueras, Elisabet Llopart, Aina Labèrnia, Alba Milà-Garcia, Juan Miguel Monterrubio y Julia Sanmartín.
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Aunque los autores de los distintos capítulos de este libro pertenecen a una docena de universidades españolas y extranjeras, la mayoría de ellos proceden de la Universitat Pompeu Fabra, por ser la universidad que ha alojado al proyecto Neómetro, aunando la experiencia en lexicografía del grupo InfoLex con la experiencia en neología del Observatori de Neologia del grupo Iulaterm, ambos del Institut de Lingüística Aplicada. Los editores Barcelona, junio de 2021
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Juan Manuel García Platero Universidad de Sevilla PANORAMA DE LA INVESTIGACIÓN DE LA NEOLOGÍA EN ESPAÑOL
1. Introducción. La neología y los focos de investigación Es una obviedad que, salvo excepciones, se ha superado la concepción peyorativa del neologismo, originada, la mayor parte de las veces, de la identificación con las voces foráneas1, inicialmente galicismos, lo que provocó no pocos rechazos desde el siglo xviii, que continuaron, quizás con más acritud, en el xix2, en la búsqueda de una supuesta integridad de la lengua (Jiménez Ríos 2015). Y es que llegó a entenderse como una degradación del acto creativo3, entendido, inicialmente, como la creación de nuevas unidades, algo natural en la evolución del sistema y alejado, por lo tanto, del “vicio caprichoso”, “abuso” o “artificio” (Lliteras/Hernández 2008). Así, José Joaquín de Mora en el discurso que pronunció en 1848 con motivo de su admisión a la RAE4, afirmó que el neologismo, objeto de su disertación, era un mal que había que sentar, como si fuera un reo de profanación, en el banquillo del tribunal de la Academia. Sin embargo, las voces científicas 1 Cf. el clásico trabajo de Lázaro Carreter (1949). Esto no implica que no se adopte una posición más abierta a la hora de incorporar voces técnicas en el diccionario, como demuestra la ingente labor de desarrollada por Terreros (Azorín Fernández 2000), que encontró continuidad en las centurias posteriores, incluso en los repertorios académicos. Para las controvertidas relaciones entre los diccionarios y la terminología, cf., entre otros, los estudios de Cabré (1994b, 1995) y Battaner (1996). 2 Para profundizar en los neologismos en la lexicografía decimonónica, cf. Azorín Fernández (2007) y Clavería Nadal (2010). 3 Sin embargo, hay que comparar, ya en ese siglo, la actitud institucional, remisa a la hora de incorporar estas voces, con la de los repertorios extracadémicos, proclives, hasta cierto punto, a recoger piezas léxicas habitualizadas entre los hablantes (Azorín Fernández 2007). 4 En 2013 la RAE reeditó esta pequeña obra con el título El neologismo.
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siempre han tenido mejor consideración. Vale recordar cómo Esteban Terradas, en su correspondiente discurso, también de ingreso, ya en 1946, defendía, al aludir a las unidades terminológicas, que la exigencia de dar un nombre a cada cosa era “urgente e inaplazable”, a la vez que opinaba que el neologismo tiene, “suene bien o mal, sea adecuado o no, un valor de pedantería que satisface al vulgo, sugiriendo respeto” (Terradas 1946: 15). Poco a poco aparecieron trabajos que, desde puntos de vista muy diversos, abordaron la creación léxica de manera científica, una vez superadas displicencias, algunas de ellas presentes hasta bien avanzado el siglo xx. Dámaso Alonso observaba que, aunque durante mucho tiempo en el ámbito académico se ha atendido más a la tradición que de innovación, se podía notar un cambio, con una velocidad “que aumenta cada día” (1964: 391). En 1971 se hablaba en España de la necesidad de tener en cuenta la neología, considerada una “ciencia nueva y urgente” (Criado del Val 1971), fecha que coincidió con el primer coloquio sobre esta disciplina, que tuvo lugar en París, junto con la aparición de una revista esencial: La banque des mots. Revue de terminologie française, creada por Alain Guillermou5, y la publicación del artículo de Bernard Quemada, en Español Actual, “Para una política de la neología”6. Las aportaciones de este último autor, así como de otros estudiosos, fundamentalmente franceses, como Goosse (1975), Bastuji (1974, 1979), Rey (1975, 1976) y, muy especialmente, Guilbert (1974, 1975), que estableció los postulados taxonómicos de los procesos neológicos, influyeron, de manera considerable, en el tratamiento de la neología en los distintos estudios metalexicográficos del español7. Teniendo muy en cuenta la innegable importancia de las fuentes periodísticas escritas, en la medida en que, además de servir como base documental para la 5 En los dos primeros números dedicados a la neología, aparecidos el mismo año, se abordaron la tipología general de los neologismos, su presencia en los medios de comunicación y en la literatura, las voces científicas y técnicas o la actualización de los diccionarios, entre otros aspectos. 6 Se trata de una traducción del trabajo publicado en francés, ese mismo año, en La banque des mots. 7 Además de las múltiples investigaciones relacionadas con la productividad lexicogenésica (Bordonaba Zabalza 2018), los trabajos monográficos orientados estrictamente al neologismo se han ido sucediendo: Fernández-Sevilla (1982), Belot (1987), Guerrero Ramos (1995), Estornell Pons (2009), Méndez Santos (2011b), García Platero (2015), etc. Tampoco hay que olvidar las obras colectivas publicadas en actas de congresos o libros especializados, centrados en las relaciones con la morfología o las nuevas tecnologías, entre otros muchos aspectos. Cabe mencionar también los trabajos sobre nuevas perspectivas poco tratadas en el ámbito que nos ocupa, como la cognitiva. Si bien han visto la luz artículos de sumo interés (Trives 2000; Sanmartín 2009; Calvache Dulce et al. 2020; Ridruejo 2020), es destacable la reciente aparición de un volumen colectivo monográfico de investigaciones sobre neología cognitiva desde una perspectiva teórica o aplicada (Lavale-Ortiz 2020).
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detección de piezas léxicas de nueva creación, propician no pocas reflexiones al neólogo (Díaz Hormigo 2020), es imprescindible mencionar la creación, por parte de M. Teresa Cabré, en 1988, del Observatori de Neologia (OBNEO)8, incorporado como proyecto en el Institut de Lingüística Aplicada, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Gracias a un sistema de extracción automática se obtuvieron datos de gran interés, en los que se perciben con claridad el cambio metodológico en el tratamiento de las formas neológicas (Cabré/Estopà 2009b). En 2002 se constituyó la red Antenas Neológicas, coordinada por Judit Freixa, con el objetivo de crear un corpus de neologismos de considerable difusión sobre las distintas variedades del español, visibles en el banco de datos BOBNEO9, por lo que al nodo coordinador, el grupo IULATERM (“Léxico y tecnología”), fundado en 1994, se unieron inicialmente los de Argentina, Chile, Perú, Cuba y Uruguay, aunque en la actualidad permanecen los tres primeros, a los que se han unido Colombia y México10. Por otra parte, en 2004 se creó la red NEOROC (red de neología del español peninsular), centrada en las voces neológicas de las variedades del español peninsular a partir de un corpus periodístico (Guerrero Ramos/Pérez Lagos 2011), lo que dio lugar a diversos observatorios11 que han proporcionado frutos considerables, dadas las publicaciones metalexicográficas (Sánchez Manzanares/Azorín Fernández 2006) y la aparición de repertorios de voces nuevas12. En la línea metodológica de extracción de las piezas léxicas a partir de fuentes mediáticas, son destacables, entre otros, proyectos de investigación dirigidos por Para una visión global de la metodología seguida, cf. Domènech Bagaria (2008). No se ha descuidado la vertiente divulgativa. Así, en 2012 comenzó a publicarse telemáticamente “El neologismo del mes”, donde diversos investigadores comentaban vocablos no sancionadas académicamente (cf. una recopilación de estas voces en Adelstein et al. 2017). En 2015 se creó “Martes Neológico”, gracias a colaboración entre el Observatori de Neologia y el Centro Virtual del Instituto Cervantes, siguiendo pautas semejantes. Además, recientemente puede consultarse en Twitter “Diario de neologismos”, puesto en marcha por NEOROC, que incluye vocablos contextualizados y sin definir, no sancionados en los repertorios lexicográficos, pero empleados en la prensa escrita. 10 Un conocimiento genérico de la neología en el español de América, en la línea de estos focos de investigación, puede verse en Adelstein et al. (2010). 11 En las universidades Pompeu Fabra (dirigido por Estopà), Málaga (dirigido por Guerrero Ramos y Pérez Lagos) y Valencia (dirigido por Sanmartín) se constituyeron los primeros nodos, a los que se incorporaron los ubicados en Alicante (dirigido por Azorín Fernández), Cádiz (dirigido por Díaz Hormigo), Murcia (dirigido por Sánchez Manzanares), Salamanca (dirigido por García Palacios) y País Vasco (dirigido por Cundín y Olaeta). 12 Cabe señalar, asimismo, la importancia del proyecto NEOROM, coordinado por Cabré, en el que, junto con diversos grupos españoles, intervinieron otros extranjeros con la finalidad de establecer un análisis contrastivo de los neologismos en las diversas lenguas románicas. 8 9
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M. Teresa Cabré, como “Procesos de actualización del léxico español a partir de la prensa de la prensa editada en Cataluña” (2010-2012) y “Neologismos generales y neologismos especializados: análisis y contrastes desde el punto de vista de su producción, recepción y circulación social (2013-2016)”. Igualmente, en colaboración con NEOROC, es reseñable el proyecto “Mecanismos de generación neológica y actualización léxica del español a través del estudio de la prensa castellanoleonesa”, dirigido por García Palacios, desarrollado en el seno del grupo de investigación NeoUSAL (Neología y Terminología de la Universidad de Salamanca), en el que se analizan formas neológicas extraídas de la prensa diaria de Castilla y León. En cuanto a la sanción lexicográfica de las unidades neológicas, hay que mencionar el proyecto “Neómetro. La medición de la neologicidad y la diccionariabilidad de los neologismos del español”, bajo la dirección de Judit Freixa y Sergi Torner. Es evidente, en ese sentido, que la investigación neológica incide en la mejora de los diccionarios generales, por lo que también se hace eco de la actualización de los constituyentes lexicogenésicos, tanto aspectuales como no aspectuales (Díaz Hormigo 2015), lo que sin duda propicia el no pocas veces olvidado rol codificador de estos repertorios; de ahí que resulte reseñable la labor de NEOUCA (Nodo de Neología de la Universidad de Cádiz), integrado en NEOROC. Con respecto a la neología terminológica, es reseñable el proyecto NEURONEO, dirigido por García Palacios, centrado en el análisis neurocientífico, que parte de las primeras etapas de nacimiento de la pieza léxica, sin obviar su difusión y la dependencia del inglés (García Palacios et al. 2013). Se trata de una investigación de carácter multidisciplinar, de indudable interés para el traductor. Lo mismo ocurre con NeoLógica13 (González 2004), que nació con la finalidad de proporcionar nuevas unidades terminológicas de utilidad para los profesionales de la transcodificación textual14, teniendo en cuenta la documentación en catalogaciones de otros idiomas. Uno de los objetivos es establecer sustituciones de términos opacos por otros más transparentes y proponer la sanción académica de las piezas léxicas especializadas, pero que llegan a generalizarse.
Dependiente de la Célula de coordinación, calidad, terminología y documentación del Departamento español de la Dirección General de Traducción de la Comisión Europea. 14 Se partió de corpus de exclusión que no solo tenía en cuenta el DRAE, sino otros repertorios, como las ediciones vigentes del Diccionario del español actual, de Seco, Andrés y Ramos (1999), el Diccionario de uso del español, de María Moliner (1998), y el Vocabulario científico y técnico de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (1996). 13
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Al margen de estos focos de investigación, conviene citar observatorios específicos de anglicismos, aunque también aparezcan préstamos de otras lenguas. El más actual es el “Observatorio Lázaro: los anglicismos en la prensa española”15, creado por Álvarez Mellado (2020a, 2020b) en la Universidad de Brandeis, en Massachusetts, a partir de un corpus de textos periodísticos, con un procedimiento de detección automática. Los resultados pueden verse de forma paulatina en Twitter. Además, semanalmente se publican los diez anglicismos más frecuentes. Superados no pocos prejuicios y dogmas, la neología hispánica comienza a verse como índice de vitalidad cultural y lingüística (Giraldo Ortiz 2016), por lo que se puede decir que ha experimentado un avance considerable que afecta a diversos ámbitos disciplinares (Díaz Hormigo 2008; Freixa 2012). Así, la celebración de congresos específicos16, la publicación de monográficos en revistas de prestigio17, la defensa de distintas tesis doctorales, basadas en datos más fehacientes que intuitivos, y, por supuesto, la mencionada aparición de grupos y proyectos de investigación, que conformaron observatorios cooperantes, ponen de manifiesto la importancia de una materia que aúna las perspectivas teóricas con una multiplicidad de aplicaciones. Podemos decir que se ha dejado atrás la visión tradicional restringida al aspecto estrictamente lingüístico (no solamente léxico), para adentrarse en la vertiente cultural y política, teniendo, además, en cuenta las perspectivas de los usuarios, en un mundo global e intercultural; de ahí la importancia de la variación como eje de aproximación a estos estudios (Guerrero Ramos/Pérez Lagos 2019). Estas investigaciones se han abordado desde perspectivas muy diversas, dando lugar a visiones hasta el momento desconocidas que muestran que estamos ante una disciplina muy atenta a una realidad en continuo avance de la que no puede separarse y que refleja el vigor de una lengua (Cabré et al. 2002). 15 El título rememora la figura de Lázaro Carreter, autor de las conocidas columnas periodísticas en el que manifestaba su preocupación por determinados usos léxicos, nativos o foráneos. Sin embargo, en este caso no está presente la visión del conocido académico, sino que se parte, como en la mayoría de los proyectos actuales, de un acercamiento exclusivamente descriptivo a una realidad apreciable en los textos mediáticos. 16 Cabe destacar, por su trascendencia, congresos internacionales como CINEO, el primero de los cuales se celebró en Barcelona en 2008. 17 En la línea del mítico número monográfico de la revista Langages, que vio la luz en 1974, son, en el ámbito hispano, reseñables algunos casos como el de la Fundéu, que dedicó de forma monográfica su revista Donde dice… en diciembre de 2007 al neologismo. También hay que resaltar el volumen 12, publicado en 2009, de la Revista de Investigación Lingüística. Por supuesto, resulta fundamental la aparición en 2007 de la revista Neologica, donde se incluyen no pocos trabajos sobe la neología en español.
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2. Las catalogaciones de voces nuevas como fruto de la reflexión metalexicográfica Hay quienes han afirmado, no sin razón, que los diferentes estudios subestiman las posibilidades de los neologismos, más allá de las cuestiones teóricas basadas en la conceptualización y clasificación de las piezas léxicas (Díaz Hormigo 2007). Como se ha dicho más arriba, una de las funciones principales de los distintos grupos de investigación es el establecimiento de parámetros que ayuden a facilitar mejoras en los diccionarios generales, no solamente para la inclusión o no de los vocablos, sino para la actualización de la información microestructural. Las aportaciones metalexicográficas iniciales, tanto individuales como colectivas, que comenzaron a establecer las pautas primarias de la neologicidad de las unidades, evolucionaron a la constitución de puntos focales que han proporcionado acercamientos exhaustivos, pues se consiguen procesos de detección automática (Janssen 2009), por lo que han expandido sus objetivos y metodología, a tenor de las diferentes publicaciones aparecidas en los últimos años18. Y de la teoría a la práctica, ya que no son pocas las iniciativas, a veces con amparos institucionales, que han compilado creaciones de reciente documentación19, dado que los propios investigadores se marcaron como meta la labor de recabar lo que se refleja en los diferentes corpus con los que se trabajaba para hacerla pública en forma de diccionarios. En estas catalogaciones, tanto si nos remontamos a los repertorios en formato impreso, como si nos ceñimos a las compilaciones digitales actuales, nos encontramos con piezas léxicas o acepciones no recogidas en los catálogos generales más representativos, incluyendo, por supuesto, los académicos20. Es decir, sin dejar al margen otros parámetros, se valida el corpus de exclusión lexicográ18 Hay que destacar, entre otros, los procedimientos de extracción de las voces de un importante grado de neologicidad que tienen en cuenta las creaciones plurilexemáticas e incluso las novedades semánticas, las que mayor dificultad ofrecen para su detección, basados en métodos cuantitativos (Nazar/Vidal 2008). 19 Lógicamente, es discutible el establecimiento de parámetros temporales en los que cabe hablar de actualidad léxica. Si bien existe cierto consenso en acudir a los diez años como estándar de discreción, siempre se hablará de la complejidad de conseguir una delimitación cronológica, pues la consideración de “reciente” siempre será subjetiva (Álvarez de Miranda 2009). Además, incluso cuando hablamos de creación léxica atestiguada en un corpus representativo y delimitada en una supuesta cercanía temporal, no está exenta la obsolescencia, al margen de la sanción lexicográfica, sea o no académica, ya que en un mundo global como en el que vivimos podemos poner en entredicho el establecimiento de periodos que en otra época se consideraban especialmente prolongados (García Platero en prensa). 20 Sobre todo, si tenemos en cuenta los problemas que plantea la marcación diacrónica en los diccionarios generales y la práctica ausencia de etiquetajes de las llamadas unidades neológicas (Fajardo Aguirre 1997).
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fica. Pero el problema radica en que la ausencia macro- o microestructural en los repertorios genéricos no otorga, necesariamente, la neologicidad, al ser muchos los motivos que justifican que las exclusiones se identifiquen con un empleo novedoso. Lo contrario conllevaría una visión totalizadora alejada de la realidad, en la medida en que “ningún diccionario puede recoger la totalidad de las manifestaciones léxicas de la lengua, pues debería alcanzar unas dimensiones panfásicas, panestráticas y pantópicas que son imposibles de lograr” (Alvar Ezquerra 2007: 12). Por ello, no parece adecuado hablar de existencia o inexistencia de una voz en relación con su tratamiento lexicográfico21. Por otra parte, siempre permanecerá el referido problema del estatuto de la unidad neológica frente a la novedad léxica que no alcanza tal consideración22. Si ya resulta complejo establecer una taxonomía del neologismo (Cabré 2006), debido, en gran medida, a la propia imprecisión conceptual (Sablayrolles 2009), la selección de las piezas catalogables en un diccionario de este tipo conlleva no pocos problemas, ya que, por más que se sigan criterios que impliquen objetividad, que, en el fondo, pueden definirse como la adición de subjetividades, resulta cuestionable toda metodología que establezca el deslinde entre la creación reciente y lo estrictamente neológico. Así, se ha cuestionado, en varias ocasiones, si realmente nos encontramos con repertorios de voces neológicas o de usos novedosos, independientemente de que se consideren estrictamente formales o semánticos. Aceptada la realidad neológica y su análisis sin especiales prejuicios, se ha seguido manteniendo la diferencia entre la necesidad y no necesidad de piezas Si dejamos al margen las distintas variaciones sintópicas y el continuo sinstrático-sinfásico, que encuentran limitaciones de representatividad lexicográfica (dada la restricción de uso del vocablo al ubicarse en un lugar concreto o en un ámbito social), la transparencia significativa de las formas afijadas o compuestas puede ser también un criterio de no sanción lexicográfica, debido a su predictibilidad, sin que implique necesariamente una consideración neológica (Díaz Hormigo 2007). La excepción es que entre en conflicto con la función normativa que se le presupone a este tipo de obras, en la eterna pugna entre lo potencial y lo habitualizado (García Platero 2007), puesto que, desde la perspectiva de la sanción lexicográfica de la pieza léxica como única constatación de su existencia, el descarte de una voz deducible por razones de economía en una catalogación general tenida por prestigiosa llega a validar lo no consensuado por la mayoría de los hablantes, sin necesidad de que se incluya en la macroestructura. En todo caso, si presuponemos que nos encontramos con verdaderas formas neológicas detectables automáticamente, pueden ser dispensables por motivos de exclusión complementarios (Freixa/ Solé 2006), como ocurre con la indicada deducibilidad componencial. 22 En palabras de Vega Moreno y Llopart Saumell (2017: 1417), “la mayoría de estas investigaciones se dedica a listar un conjunto de vocablos, que, según sus propuestas de neologicidad, son candidatos a neologismo, sin dejar constancia de lo que consideran que es una unidad neológica y qué criterios siguen para detectar y determinar la neologicidad de una nueva voz”. 21
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léxicas23. Sin embargo, con el tiempo, también se ha puesto en entredicho la pertinencia de esta distinción, puesto que apunta a un prescriptivismo alejado de la realidad lingüística, que, llevado al límite, haría también superflua la existencia de los vocablos sinónimos, por muy consensuada que esté su actualización discursiva (García Platero 2009). Igualmente, se ha discutido sobre la delimitación estricta entre lo estilístico y lo denominativo, rasgo muy habitual en las clasificaciones neológicas (García Platero 1995-1996), dado que los propios hablantes recurren a determinadas creaciones en función, por ejemplo, de la economía lingüística, esencial en la consecución de la fluidez comunicativa (Llopart-Saumell 2019). Todos estos problemas se trasladan, en mayor o menor medida, a la confección de repertorios lexicográficos especializados en recabar voces de nueva creación. En ese sentido, el proyecto de investigación “Elaboración de un diccionario de neologismos del español”, iniciado a finales de los años ochenta en el seno del grupo de investigación “Lexicología y Lexicografía”, de la Universidad de Málaga, dirigido por Alvar Ezquerra, dio como resultado, junto con publicaciones de carácter metalexicográfico, el Diccionario de voces de uso actual (1994), basado en un corpus de textos periodísticos documentados entre 1989 y 1993. Las aproximadamente tres mil entradas registradas en este repertorio evolucionaron a más de doce mil en el Nuevo diccionario de voces de uso actual (2003), y se añadieron, además, fuentes mediáticas del español de América extraídas telemáticamente. Entre ambas compilaciones apareció la edición de 2001 del DLE, por lo que muchas voces recogidas en la primera catalogación fueron sancionadas por el diccionario oficial y, por ello, se eliminaron de la segunda, ya que el mencionado criterio lexicográfico, a partir de un corpus de exclusión académica, indica, al menos en teoría, una desneologización del vocablo o acepción, con la salvedad de que no podemos pensar en una mutación inmediata en la consideración de la voz cuando se diccionariza. En efecto, como observaron Guerrero Ramos y Pérez Lagos (2003: 347), “cuando una nueva edición léxica es recogida en un diccionario, esta no pierde su carácter neológico inmediatamente”, puesto que no es posible aludir a discreciones cuando el devenir temporal marca la constatación de los hechos, al igual que también se habla de neologismos lexicográficos, pues se sancionan voces ya validadas por la mayoría de los hablantes. Al margen de lo indicado, lo destacable es que, a partir de un proyecto de investigación explícito de neologismos, se elaboró un repertorio que los elude En 1991 se celebró un seminario organizado por la Agencia Efe titulado “El neologismo necesario”, cuyas actas se publicaron un año después (Reigosa 1992), donde, entre otros aspectos, se hacía hincapié en el empleo de voces foráneas. 23
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en el título, lo que se justifica por la propia complejidad de la consideración de las piezas léxicas recogidas. En todo caso, además de resultar útil para sanción académica de varios de los vocablos registrados, fue una fuente importante en las dos ediciones del Diccionario del español actual, de Manuel Seco y sus colaboradores (1999, 2011)24. Para la confección de esta obra en un principio se partió del llamado “sentimiento neológico” (Sablayrolles, 2003), con el fin de seleccionar las unidades candidatas a la catalogación25. Posteriormente, se acudió al filtro de no sanción en la edición académica vigente. Si a esto unimos que muchos de los vocablos estaban documentados varias veces en diversas fuentes mediáticas con dataciones distintas, se puede inferir que se aplicaron los parámetros a los que habitualmente se alude para discriminar las piezas léxicas neológicas: el estrictamente intuitivo (de carácter, por tanto, psicológico), el de inestabilidad, especialmente grafemática, el diacrónico y, obviamente, el lexicográfico (Cabré, 1993). Incluso se consideraron otros indicadores que los neólogos han reivindicado con posterioridad, como el de frecuencia y el de dispersión (Estornell Pons 2009; Méndez Santos 2011b; Sánchez Manzanares 2013; Freixa/Torner, 2020), por más que la selección de un criterio concreto para la sanción de las unidades obedezcan a motivos de coherencia interna del diccionario, por lo que puede diferir de otros (Bernal/Freixa/Torner 2020a). Sin embargo, lo destacable, cabe subrayarlo, es que no puede hablarse en todos los casos de neologismos, ni se pretende, como señaló el propio responsable del diccionario, tiempo después de la publicación de la primera edición (Alvar Ezquerra 1999: 40): Acabo de hablar del repertorio donde se recogieron las palabras agavilladas y que tenía como título el de Diccionario de voces de uso actual, no de neologismos, pues este otro título habría requerido que el contenido fuese muy distinto, y no sé si realmente es lo que sigo recogiendo.
Es innegable que el tiempo atempera las excesivas expectativas puestas en la perdurabilidad de una creación léxica26, por muy expresiva que pueda resultar, pues faltan consensos suficientemente atestiguados para la obtención del estatuto 24 Además, se ha utilizado, junto con otros repertorios, como referencia documental para el análisis de las novedades léxicas en diferentes focos de investigación neológica. 25 Los compiladores recababan inicialmente los datos mediante el rastreo manual de los medios impresos, en función de su criterio de novedad o alertados por el resalte tipográfico de la pieza léxica que, en ocasiones, muestra una inestabilidad grafemática. 26 Se trata de un proceso similar al empleado en la delimitación del carácter de neonimicidad de una pieza léxica, basado en la presencia de un corpus textual que posea difusión entre los potenciales especialistas (Narváez et al., 2014).
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neológico27. Incluso en alguna ocasión un compilador puede ser consciente de que estamos ante voces poco duraderas, también hápax, productos de la habilidad estilística del comunicador. Sin embargo, la creación queda registrada, a menudo como testimonio de un contexto específico cargado de expresividad, al que igual que ocurre con el neologismo literario (Senabre 1999). Continuando con los repertorios impresos de neologismos, cabe destacar el María Moliner, Neologismos del español actual (2013)28, con unos 1.200 vocablos, generalmente no sancionados académicamente, registrados entre 1989 y 201329, también empleado como documentación en los trabajos de neología. Sin embargo, son las catalogaciones en red las que predominan en los últimos años. Antes se hizo referencia a la creación de una serie de focos de investigación que también han dado lugar a la creación de diccionarios aprovechando las posibilidades que suponen las nuevas tecnologías30. Cabe destacar, en ese sentido, iniciativas como el Diccionario de neologismos online, coordinado por Judit Freixa, en colaboración con la editorial Larousse y elaborado en el seno de OBNEO, donde se recogen unos 4.000 vocablos definidos y contextualizados en textos mediáticos localizados entre 1989 y 2007. Más ambicioso es el Antenario, repertorio también coordinado por Judit Freixa, en este caso junto con Andreína Adelstein, e 27 La afirmación, tantas veces repetida, de que toda palabra ha sido neologismo alguna vez, implica, en el fondo, una referencia a lo duradero, fruto de la sociabilización de la pieza léxica en un periodo dado, es decir, en relación con la dimensión histórica dentro de la sustancia temporal (Alba de Diego 1973: 355), pues “la calidad de neológico es transitoria en la historia de la lengua y siempre supone un estado anterior respecto del cual el neologismo resulta nuevo y un estado posterior en que ya está asimilado y no destaca” (Alba de Diego 1973: 21-22). A este propósito, se ha hablado, incluso, de una competencia neológica común que justifica la aceptabilidad social de la creación (Spadi, 2015). 28 Menos repercusión han tenido las compilaciones de Martí Antonín (1998), de la editorial Larousse, o la de Gutiérrez Gutiérrez (2011), de la editorial Everest. Frente a lo que ocurre con la lexicografía francesa o anglosajona, no abunda en español este tipo de obras, aunque sí hay precedentes en de incorporación temprana de voces consideradas neológicas en algunos repertorios bilingües (Haensch/Omeñaca 2004: 99). 29 Como es consabido, la marca “María Moliner” ha dado lugar a posteriores ediciones del diccionario de la lexicógrafa aragonesa, ya no de su autoría. Si en la obra original, se daba “legitimidad” a los términos científicos, pero se seguía muy de cerca la selección macroestructural académica, en las indicadas posteriores ediciones no se ha escatimado en la inclusión de voces consideradas recientes, al margen de otras “novedades”, como las sintopías (Guerrero Ramos/Pérez Lagos 2003), por lo que resulta coherente que la editorial elaborara un repertorio específico que, en este caso, sí afirma contener “neologismos”. 30 Sí se publicó impreso el diccionario 1300 neologismos en la prensa argentina (Adelstein/ Kugel/Resnik 2008), realizado a partir de las premisas de BOBNEO, con fuentes periodísticas documentadas entre 2003 y 2005. Para el nodo de investigación argentino, cf., especialmente, Adelstein/Brandani/Kuguel/Resnik (2006).
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impulsado por la red Antenas Neológicas, en el que participan los grupos de neología de Argentina, Colombia, Chile, España, México y Perú, pues incluye vocablos no sancionados académicamente, con definiciones, contextos, generalmente periodísticos, y especificación del año de primera documentación, si bien pueden estar presentes en otros catálogos específicos de voces de nueva creación, vistos anteriormente, o generales de carácter descriptivo. En este caso, los datos están actualizados, pues se van añadiendo entradas continuamente. Por otra parte, en el seno de los nodos de NEOROC de Murcia y Alicante se elaboró NEOMA. Diccionario de neologismos del español actual, que se ocupó de las formas neológicas documentadas entre 2011 y 2014 en periódicos de considerable difusión en las provincias de Murcia y Alicante (Azorín Fernández/Sánchez Manzanares 2016). En todos estos casos hay que considerar, como acabamos de ver, el comportamiento de los diccionarios académicos, ya que con el paso del tiempo la institución también se hace eco de la nueva realidad, pues no solo considera el discurso literario, al abrir las puertas a otras fuentes, fundamentalmente mediáticas31, con una autoridad hasta el momento reservada a otro tipo de obras (Guerrero Salazar 2007). Por ello, los corpus de los que se extraen los datos contextualizan voces hasta el momento desestimadas. Esto afecta a la sanción de no pocas piezas léxicas restringidas inicialmente al ámbito científico o técnico32. El desarrollo de las nuevas tecnologías permite que las “palabras invasoras” (Alcántara Plá 2017) se divulguen asiduamente en los medios de comunicación (Cañete/Fernández-Silva/ Villena 2019) debido a la llamada banalización33, que conlleva, incluso, el uso generalizado de los constituyentes lexicogenésicos (Adelstein 1998; Guerrero Ramos/Pérez Lagos 2009). Se trata de una consecuencia de las tantas veces aludida continuidad entre lo neológico y lo neonímico, reflejada en los repertorios lexicográficos (Estopà 1998), en la que cabe diferenciar la perspectiva del hablante frente a la del oyente, dado que cuando hablamos de un neologismo percibido úni31 En octubre de 1985 tuvo lugar en Madrid la Primera reunión de Academias de la lengua española sobre el lenguaje y los medios de comunicación en que se abordó la influencia no solo de la prensa diaria, sino de los medios audiovisuales, incluida la publicidad, tanto en el español de europeo como en el de América, y se les otorgaba la función, para bien o para mal, de difusores del idioma. El contenido de estas reuniones se publicó dos años después (Comisión Permanente de la Asociación de Academias de la Lengua Española 1987). 32 La plataforma “Enclave de Ciencia”, creada recientemente por la RAE, ha supuesto un avance considerable en divulgación de los términos científicos y técnicos. 33 Si nos encontramos con una unidad léxica inicialmente especializada que se actualiza fuera de su hábitat, es decir, en una situación comunicativa restrictiva, se puede hablar de una banalización léxica, lo que ha de conllevar en los diccionarios su explicitación en las paráfrasis definitorias, pese a que en el devenir discursivo pueda retornar a su empleo restringido o, incluso, se vea afectada por la antes indicada obsolescencia (García Platero 2019).
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camente por el receptor ha de aludirse a un uso neológico, no de un neologismo propiamente dicho. Esto es, sin duda, extensible a los neologismos terminológicos34, “con las implicaciones pragmático-discursivas que ello conlleva” (Guerrero Ramos 2017: 1410). Sin duda, ya se ha subrayado, las fuentes mediáticas son imprescindibles para el conocimiento neológico, puesto que caracterizan las tendencias no solo lexicogenésicas del español, dada la heterogeneidad de códigos (García Platero 1999), al aunarse la función esencialmente denominativa con la voluntad expresiva, especialmente visible en las columnas de opinión (Romero Gualda 1994). Tampoco escasean en el discurso periodístico deportivo (Guerrero Salazar 2018), sin olvidar los no pocos hallazgos léxicos, quién sabe si duraderos, del discurso publicitario (Alonso de Rúffolo 1995-1998). También hay que destacar la importancia de los neologismos en los medios de comunicación orales, pues la espontaneidad favorece la creación léxica (Domènech Bagaria/Estopà 2009). En clara conexión con el discurso político, donde no faltan creaciones traslaticias o cruces léxicos tan expresivos como esporádicos, los textos periodísticos reflejan épocas de especial conflictividad (Rodríguez González 1991). Además, evidencian opciones discursivas generacionales, lo que queda patente en lo que se ha llamado “prensa marginal” (Gil Fernández 1986), dada la habitual tendencia en determinados sectores juveniles a actualizar vocablos procedentes de modalidades de lengua ubicadas en la contraculturalidad (Casado Velarde/Loureda Lamas 2012), en no pocas ocasiones como contrapartida “a un discurso oficial anónimo, impersonal y frío —incoloro, inodoro e insípido— una reacción posible consistente en afirmar la propia inhibición y repulsa con un idioma materialista, degradado y contundente” (Casado Verlarde 1991: 109), lo que ha dado lugar a no pocas investigaciones. Por otra parte, hay que incidir en el cambio experimentado en los últimos años en los hábitos informativos y comunicativos gracias a las redes sociales. El lector interactúa al expresar sus opiniones en una suerte de seudoformalidad en la que se entremezclan los resortes léxicos previsibles, al abordar un tema específico con rasgos de coloquialidad e incluso con empleos disfemísticos cuando se abordan temas especialmente polémicos. Se trata del cambio del habitual modelo de información unidireccional a otra bidireccional, lo que ocasiona, por otra parte, una integración de piezas léxicas no patrimoniales, sin olvidar las pertenecientes inicialmente a algún tecnolecto. Nos encontramos con la figura del ciberlector, con un nivel de exigencia informativa más acusada (Hernando Gar34 En relación con el desarrollo de vocabularios científicos y técnicos, son reseñables las investigaciones llevadas a cabo en el seno del proyecto ESLEE (“Estudios de los lenguajes especializados en español”), bajo la dirección de Gómez de Enterría (Gómez de Enterría/ Gallardo San Salvador 2004).
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cía-Cervigón 2008). En ese sentido, de nuevo, la consideración de la variable etaria resulta fundamental a la hora de catalogar la novedad, obsolescencia o pérdida léxicas. Ya Fernández-Sevilla (1982) destacó en su día la mayor permeabilidad de los vocablos recientes por parte de las nuevas generaciones, así como su tendencia a sociodifundirlos35. Años después, esta afirmación resulta más tangible en una era digital en la que los hablantes aportan en su interactividad voces inicialmente marcadas como pertenecientes a un ámbito restringido (Bonvin Faura 2012). Tampoco hay que olvidar en el proceder del neólogo el cambio de actitud de la Academia ante los extranjerismos36, muy presentes también en las redes, debido a las visibles discordancias en los paradigmas normativos, al subyacer la convivencia entre el deseo del Diccionario panhispánico37, coincidente con las opiniones de la Fundéu38, y la realidad reflejada en las distintas actualizaciones del DLE (Robles Ávila 2017; Fernández Bernárdez 2018), donde se percibe una moderada tendencia a considerar la frecuencia de uso por encima de preferencias más o menos razonables (Giménez Folqués 2019). Una nueva progresión, dentro de los cauces habitualmente aceptados por la institución, viene dada por el reciente portal lingüístico “Observatorio de palabras” incluido en la nueva página web de la RAE, en el que se registran pieza léxicas o acepciones no recogidas hasta el momento en el repertorio oficial. Entre ellas incorpora “neologismos recientes, extranjerismos, tecnicismos, regionalismos, etc.” y añade que la presencia de estas voces no implica la acepción académica. En todo caso, sería deseable que se especificará más el distingo académico entre lo neológico y lo foráneo, lo técnico e incluso lo marcado diatópicamente, que puede extenderse entre un número más extenso de hablantes. Parece prudente indicar que una constatación del uso de un vocablo no implica necesariamente su sanción. El tiempo dirimirá si hay suficiente documentación que justifique cierto
Gracias a las distintas investigaciones sobre el corpus oral hablado en Alicante, bajo la dirección de Dolores Azorín Fernández, se han obtenido interesantes datos sobre la creación léxica de los jóvenes. Cf. Marimón Llorca/Santamaría Pérez (2001). 36 Para una evolución del comportamiento académico con los anglicismos en las distintas ediciones, cf. Pedrero González (2003). Una visión global de la autorización y uso en el DLE de las distintas piezas léxicas, sean o no foránea, puede verse en Alcoba (2007a), especialmente en las páginas 29-37. 37 Un conato de la necesaria renovación del Diccionario panhispánico de dudas puede encontrarse en el glosario que acompaña al Libro de estilo de la lengua española según la norma hispánica (RAE 2018: 337-474). 38 Queda patente la relación entre la lejanía de las primeras documentaciones lexicográficas del extranjerismo y la menor percepción que posee el hablante del carácter foráneo de la pieza léxica, por lo que se habla de un proceso de integración que lleva a la consideración de préstamo léxico (Prat Sabater 2016). 35
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grado de consenso entre un número considerable de hablantes, pero en el listado incluido vuelve a hablarse de la invalidez o necesidad. Al margen de puntos de vistas discutidos y discutibles, lo que conviene señalar es que los diferentes observatorios de la neología tienen que considerar una nueva fuente, de indudable influencia, al sopesar las nuevas propuestas léxicas, pese a que las motivaciones sean distintas. En otro orden de cosas, hay que tener muy en cuenta a la hora de analizar las voces neológicas en un futuro la previsible aparición de un diccionario académico de nueva planta en formato digital. ¿Se podría desde ese momento hablar de sucesivas ediciones actualizadas o de un repertorio en constante transformación, más allá de las actuales modificaciones anuales?39 Si se opta por este nuevo proceder, especialmente adecuado al soporte elegido, supondría un cambio considerable en la investigación neológica, al no contar con un parámetro en teoría objetivo que, durante un tiempo más o menos delimitado, sirviera de referencia. En todo caso, habría que comprobar si los criterios académicos de sanción léxica obedecerán a motivos estrictamente científicos o meramente institucionales, incluidos los de la corrección política, lo que supondrá un reto para el neólogo, ya que ha de tener en cuenta unos indicadores suficientemente transparentes en su quehacer investigador40. 3. Otras aplicaciones de la neología No podemos ceñir la aplicación neológica de forma exclusiva a la elaboración de repertorios (Díaz Hormigo/Vega Moreno 2018). Hay usos justificados por razones extralingüísticas que han llamado la atención de los investigadores y que, generalmente, obtienen el beneplácito de los hablantes, al no interferir, en principio, intenciones manipuladoras, por más que tampoco en estos casos se pueda hablar de compartimentos estancos. Así, si entendemos que en la constante interacción entre el discurso político y el periodístico existe una clara función perlocutiva, al pretenderse que el destinatario del mensaje actúe de una manera determinada o, al menos, quede convencido de los aciertos de unos postulados ideológicos, la
En la última versión, la 23.4, que se puede consultar desde noviembre de 2020, se incluyen vocablos como coronavirus, COVID o desescalada, de indudable actualidad, frente a otros asentados desde hace tiempo, como vigorexia, videollamada o zumba. Para la introducción, supresión y enmiendas de las palabras en el repertorio académico, cf. Blecua (2020). 40 Es indudable que la idea de publicar anualmente una crónica académica que especifique la labor desarrollada y determine los mecanismos de inclusión confiere más transparencia a la labor institucional. Cf. la reciente Crónica de la lengua española, editada en 2020. 39
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estimación no es tan positiva. Esto implica un distanciamiento ante realidades incómodas y una constante búsqueda de la expresión pseudocientífica mediante el empleo de neologismos archisilábicos (Núñez Cabezas/Guerrero Salazar 2002), en una suerte de seducción (González Ruiz 2008) cercana a la publicitaria, sin olvidar los deslizamientos semánticos (Fernández Lagunilla 1999), con la finalidad de crear las correspondientes adhesiones. Se ha hablado, en relación con lo señalado, de “neologismos inducidos”, entendidos como creaciones no estrictamente institucionales, pues se adentran en las mutaciones sociales, en especial en los cambios de mentalidad ante realidades que resultan injustas por discriminatorias, como la minusvalía (Barrios Rodríguez 2017)41. Por otra parte, y ahondado en la orientación psicosociológica de la neología, si revisamos colecciones de piezas léxicas de nueva creación documentadas hace algunas décadas, nos encontramos con una cosmovisión sociocultural de una época; una suerte de “palabras testigo” (Matoré 1952) que manifiestan movimientos, modas y hábitos en gran parte superados y ya no reconocibles por una generación de hablantes, por más que muchas unidades hayan encontrado acomodo en repertorios generales de difusión, incluso académicos, sin ningún tipo de marcación. De este modo, la perspectiva psicosociológica resulta fundamental a la hora de analizar los procesos eufemísticos y disfemísticos42, así como la constatación de determinadas tendencias en relación con la variable genolectal. Más arriba se ha aludido a tendencias contraculturales, cercanas a la marginación, lo que da lugar a una suerte de antilenguaje juvenil (Rodríguez González 2002), que llega a activar recursos anticorteses como paradigmas de identidad, por más que se produzcan no pocos trasvasases de lo sociolectal a un lenguaje popular ajeno a diferenciación etaria, con la inestimable ayuda, como también se ha afirmado antes, de las redes sociales43. No hay que olvidar, de este modo, la
En palabras de Barrios Rodríguez (2017: 12), el neologismo inducido es “aquel que designa algo relacionado con las personas y su vida cotidiana en sociedad, promovido a instancias políticas: a) para sustituir una palabra existente con connotaciones negativas de las que se la quiere desvincular; o b) porque se ha producido un cambio o una novedad en el referente designado”, por lo que implica un alejamiento de las piezas léxicas que se actualizan con una finalidad manipuladora. 42 Como es consabido, en los últimos años, frente a la postura tradicional, se tiene muy en cuenta la visión estrictamente pragmática de los fenómenos eufemísticos y disfemísticos, pues son las circunstancias comunicativas las que permiten hablar de actualizaciones de las piezas léxicas con función meliorativa o peyorativa, según los casos; de ahí que no quepa hablar de voces eufemísticas y disfemísticas, sino de empleo eufemístico o disfemístico de estas unidades (Casas Gómez 2009). 43 En los casos de conversaciones escritas en internet son incluso patentes las innovaciones tipográficas (López Quero 2003, 2013) o las alteraciones grafemáticas (Sanmartín 2007). Para la importancia de Twitter en la conformación de un corpus neológico, cf. González Fernández (2017). 41
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tendencia al empleo aparentemente peyorativo y la recurrencia a extranjerismos en el lenguaje juvenil, que en la era telemática encuentra unas vías comunicativas especialmente potentes en los distintos foros y comunidades virtuales, donde no falta la transmisión de creaciones argóticas (Sanmartín 2013). Por ello, el neólogo ha de hacer frente a una realidad en continua transformación, más allá de los medios de comunicación tradicionales, al entrar factores de diversa índole, no solamente lingüísticos. Por otra parte, no son pocas las investigaciones centradas en los aspectos glosodidácticos de las unidades de nueva creación, ya que se ha reivindicado una revisión de los planteamientos iniciales basada en las necesidades del aprendiz de una segunda lengua (Torijano 2017). Al margen del conocimiento de determinadas voces referentes a hábitos o tendencias socioculturales de utilidad para la integración del discente en una realidad que le resulta ajena, reflejadas en los corpus periodísticos (Nauta 2020), sobre todo en los casos de inmersión total, los neologismos resultan útiles para la retentiva de los procedimientos lexicogenésicos de la lengua meta. Es obvio que si en las palabras inventadas (con fines lúdicos o como elementos integrantes de lenguas empleadas en ciertas distopías) se siguen manteniendo, salvo excepciones, los mecanismos habituales de la formación de palabras44; y no son pocas las propuestas orientadas al aprendizaje de la afijación apreciativa y no apreciativa a partir de estas creaciones (Serrano-Dolader 2019), con más razón los constituyentes afijales permanecen en las llamadas formas neológicas, se presuponen susceptibles de actualización discursiva. Por ello, las piezas léxicas compuestas o derivadas, donde no faltan nuevos valores afijales (Lang 1992), sin olvidar los acortamientos y siglas (Casado Velarde 1985; Sanmartín 2019b), no solo ayudan a entender tendencias o modas más o menos pasajeras, sino que motivan una reflexión metalingüística que permite que los alumnos comprendan la aplicación de los mecanismos más habituales en la creación de las unidades; de ahí la importancia didáctica de los repertorios de neologismos (García Platero 2001). En otras ocasiones el propio estudiante puede emplear voces en la lengua meta de acuerdo con la analogía del sistema, pero que la norma obstaculiza, sobre todo en el caso de las formaciones neológicas adjetivas (Bartos 1997), por más que sean fácilmente inteligibles para los hablantes nativos, lo que también motiva una reflexión metalingüística no exenta de eficacia en el aprendizaje (Pinilla Gómez 2006). En cuanto a los extranjerismos, especialmente recurrentes en los últimos años, tanto en usos genéricos como en determinados sociolectos (San Vicente 2001), la adaptación, recomendada o asumida, en función de las peculiaridades Tampoco hay que olvidar la importancia actual del género utópico en su dimensión virtual, donde no faltan las lenguas artificiales (Galán Rodríguez 2007). 44
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grafemáticas y fonéticas de la L2, conlleva, una vez más, la indicada reflexión metalingüística muy útil en el aula, lógicamente en un nivel de conocimiento adecuado. En esta misma línea, aunque los neologismos semánticos resulten más complejos, al incluir muchos de ellos procedimientos trópicos, como la metáfora o la metonimia (Sánchez Manzanares 2009a), y en la medida en que tanto los empleos traslaticios45 como las relaciones de contigüidad46 aminoran la opacidad significativa, es posible hablar de una motivación relativa que permite la retentiva del alumno (García Platero 2015b). Tampoco hay que obviar en los procesos de enseñanza y aprendizaje del español como segunda lengua las investigaciones sobre el léxico neológico disponible (Paredes García/Gallego 2019) ni las que se orientan a fines específicos (Romero Gualda 2010). Al margen de los usos didácticos, cabe destacar la importancia de la neología en la traducción, debido a la dificultad de transcodificar realidades no necesariamente formalizadas o matices no exentos de expresividad, tanto en los estándares léxicos como en los sectoriales, pues se trata de “un espacio de mestizaje, un espacio de confluencias y, por tanto, de complejidad. De la misma manera lo es el de la neología. Y el de la terminología” (García Palacios 2015: 353). Pese a los innegables conflictos en la traslación de las nuevas piezas léxicas (Verdegal Cerezo 2005), no abundan los trabajos de investigación, salvo excepciones, centradas, fundamentalmente, en el ámbito tecnolectal (González Pastor/Candel Mora 2018), en un terreno tan necesario como potencialmente fructífero. Finalmente, conviene considerar la inclusión de los neologismos en los estudios neurolingüísticos (Varo Varo/Díaz Hormigo/Paredes Duarte 2009), pues hay abonado un amplio campo de investigación aún por explorar. Por otra parte, frente a lo indicado más arriba, en el uso del hablante alienista sí es habitual hablar de neologismo, en un sentido diferente al que depende de cierto consenso social, ya que se restringe a las voces desfiguradas y desnaturalizadas (Morselli 2008; Álvarez/Peña 2008), como se percibe en las patologías glosolálicas, donde el paciente acude, con una continuidad similar al lenguaje infantil, a constantes invenciones ininteligibles. Por todo ello, el neologismo paranoico ofrece un campo fascinante de investigación, aunque se aleje de los intereses primarios del lexicólogo, que atiende, como se ha visto, a la consolidación de lo habitualizado, frente a la individualidad vesánica. Igualmente, hay que aludir a su presencia en las situaciones afásicas, que en los últimos años han dado lugar a estudios de gran interés, ubicados en la lingüística aplicada, ya que se entiende, generalmente, que la actualización discursiva de las piezas neológicas muestra la incapacidad de Una visión global de las figuraciones léxicas y el proceso creativo puede verse en Llamas Saíz (2005) y Battaner (2012). 46 Para la actuación metonímica y su tipología, véase Sánchez Manzanares (2009b). 45
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algunos hablantes para encontrar la palabra adecuada, en una suerte de compensación inconsciente del déficit comunicativo (Sánchez Bernardos 1990). 4. A modo de conclusión Con el tiempo se ha comprendido que el neologismo, lejos de considerarse un obstáculo que deslustra la supuesta pureza de las lenguas, es un reflejo de una necesaria vitalidad. Al margen del propio estatuto de la unidad léxica creada, discutido y discutible, la neología ha centrado sus esfuerzos en la mejora de las catalogaciones lexicográficas, pero también por su multidisciplinariedad ha extendido su aplicación a diversos aspectos sociológicos o glosodidácticos, sin olvidar los relacionados con las traslaciones idiomáticas o los problemas neuropsicológicos, entre otros. Los diferentes focos de investigación han desarrollado en las últimas décadas tareas investigadoras muy meritorias desde perspectivas diferentes. La nueva realidad se impone y constituye un reto para el neólogo. Es indudable que la aplicación de las nuevas tecnologías para la detección de las unidades neológicas, sean formales o semánticas, univerbales o pluriverbales, constituye un evidente progreso para la labor investigadora. También la digitalización de los repertorios, incluidos los académicos, considerados generalmente como corpus de exclusión, obliga a modificar planteamientos que tienen en cuenta parámetros lexicográficos. Asimismo, el auge de las redes sociales motiva que el periodo requerido para la consolidación neológica de una pieza léxica precise una profunda revisión. Los hablantes se sectorializan, al seleccionar entre una amplia oferta lo que se corresponde con sus distintos anhelos socioculturales, y, a la vez, globalizan hábitos y nuevas tendencias que obligan a estar muy atentos. En relación con lo señalado, la variable etaria cobra una importancia añadida y la oralidad va ganando terreno. Estos desafíos hacen, sin duda, más compleja la labor investigadora, pero constituyen, a su vez, un estímulo para que se profundice en el apasionante devenir de las palabras.
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1. El cambio lingüístico, indicador de vitalidad El cambio lingüístico es un fenómeno natural y universal que experimentan todas las lenguas vivas en cualquiera de sus variantes dialectales o discursivas. El cambio está inextricablemente vinculado al uso de las lenguas: si una lengua deja de usarse es evidente que no cambiará. Los estudios de lingüística diacrónica han podido demostrar que las lenguas comparten las mismas necesidades, los mismos mecanismos y las mismas tendencias de cambio (Bybee 2015: 10), aunque no siempre comparten el ritmo del cambio o los resultados. La comunicación verbal se va adaptando progresivamente al contexto y a las necesidades de sus interlocutores, mediante estrategias comunicativas cambiantes. Una de las características principales del cambio lingüístico es la relación que se establece entre la creatividad de los hablantes, la admisión de la innovación por parte de los receptores y la estabilización social del cambio (Lüdtke 1998: 11). El origen del cambio es individual o nace del consenso en comunidades lingüísticas restringidas. Pero para que el cambio sea efectivo es preciso que los destinatarios de los mensajes innovadores los acepten voluntariamente o por sumisión y los difundan a su vez. Este consenso social sobre un determinado cambio en una lengua, medible por su frecuencia y por su perdurabilidad, es condición necesaria para su estabilidad en el uso y para su posterior institucionalización, mediante gramáticas y diccionarios. Este trabajo forma parte del proyecto TERMMED. Evolución del conocimiento científico en medicina: el cambio léxico y semántico, de referencia FF12017-88100-P, financiado por la Agencia Estatal de Investigación (AEI) y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER). 1
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Las lenguas evolucionan en un equilibrio constante entre la búsqueda de la estabilidad y la inestabilidad que introducen las propuestas de cambio y las novedades. La variación lingüística es un fenómeno natural y universal de las lenguas, como el cambio lingüístico. Y, aunque puede haber variación sin cambio, el cambio siempre genera nueva variación. Las propuestas de cambio conviven con la variación ya existente y, como sucede con todos los organismos vivos, generan competencia entre variantes que ocupan un mismo espacio o que tienen una misma función. Un buen ejemplo de ello es la evolución en el sistema de pronombres personales de tratamiento, desde el tuteo en latín a la introducción del vos como fórmula protocolaria en la Edad Media, la adopción del usted a partir de finales del siglo xv, la desaparición del vos en el español peninsular o la drástica reducción del uso de usted entre los hablantes jóvenes. En cada etapa los pronombres coexistentes renuevan la distribución de funciones y valores pragmáticos. La introducción de una propuesta de cambio nunca sustituye del todo la variación preexistente. Se necesita un periodo de convivencia suficiente para la asunción y la estabilización del cambio, de manera que, en etapas en las que una propuesta de cambio ya ha sido asumida, podemos encontrar aún rastros de periodos anteriores, como el voseo en algunas variantes del español de América, por seguir con el ejemplo anterior: When we use language we are constantly doing pattern-matching, and in so doing we reinforce certain patterns. Also, we apply patterns in novel ways. These acts during language use can change the language. Change occurs when new patterns arise, when patterns change their distribution, or when they are lost (Bybee 2015: 10).
Los estudios sobre el cambio coinciden en considerar que las causas del cambio lingüístico pueden clasificarse en dos grandes bloques: los factores externos, que pueden referirse a variables sociológicas y sociolingüísticas, y los factores internos, que se relacionan con los actos de habla y con el sistema de cada lengua. Entre los factores externos de carácter sociológico podemos identificar variables económicas, socioculturales, ideológicas, generacionales, de género, profesionales o las relacionadas con los movimientos migratorios. Son factores de carácter sociolingüístico el contacto de lenguas, la imposición de la diglosia, el prestigio de lenguas y de variantes, el conflicto entre normas de uso y los procesos de estandarización, entre otros. Uno los factores externos que tiene una repercusión fundamental en la activación de factores internos es la configuración de comunidades lingüísticas específicas que sean impulsoras de cambio. En esta línea, el variacionismo social (Labov 1994, 2001) ha hecho aportaciones cruciales para entender el cambio lingüístico, como la noción de liderazgo, el rol del género,
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las variables socioeconómicas vinculadas a la educación o el reconocimiento de grupos sociales más innovadores que otros. Por su parte, los factores internos se refieren, por un lado, a los mecanismos de adaptación comunicativa que rigen los actos de habla y los usos discursivos y, por otro lado, a los ajustes que los hablantes van introduciendo en el propio sistema lingüístico para hacerlo más efectivo. Son ejemplos de los primeros la resolución de ambigüedades, la ampliación o la reducción de la distancia entre emisor y receptor, la compartición de implícitos, las inferencias a partir del contexto, la tipología textual o los géneros discursivos; y de los segundos, la compleción de paradigmas, la gramaticalización, la innovación léxica o la selección de formas que compiten entre sí (homofonía, homografía, sinonimia), entre otros. La temporalidad es uno de los parámetros fundamentales en el análisis del cambio lingüístico. En general, se asume que la mayoría de los cambios lingüísticos son lentos y graduales, y que los hablantes no los podemos observar directamente (Bloomfield 1984 [1933]: 347), lo que condiciona lógicamente la metodología de análisis de la lingüística diacrónica. La comparación de estadios de una lengua separados por diversos siglos (por ejemplo, el español medieval respecto del español moderno o del español contemporáneo) o la comparación entre lenguas emparentadas (por ejemplo, los cambios desde el latín a las lenguas románicas) son las orientaciones más habituales, con la incorporación de lo que Lüdtke (1998: 6) denomina “el cambio por relevos”, usando la metáfora de la carrera atlética, para identificar los puntos intermedios en que se dan cambios parciales previos al cambio definitivo. Si bien esta larga temporalidad se confirma en el análisis de cambios estructurales (fonológicos, morfológicos y sintácticos), actualmente se acepta que hay cambios de tipología diversa que pueden observarse directamente (Crowley/Bowern 2010: 18), entre generaciones de hablantes que coexisten o incluso en una misma generación. La innovación léxica y el cambio semántico son cambios de temporalidad menor. Otro de los parámetros del análisis del cambio es su direccionalidad. La unidireccionalidad o la imposibilidad de reversión se plantea como la hipótesis más fuerte para validar la robustez de un cambio. En esta línea, la gramaticalización se propone como una vía de cambio unidireccional, entendida como una tendencia y no como un principio teórico absoluto, ya que admite contraejemplos (Hopper/ Traugott 2003: 18-19). En contraste, entre los mecanismos de innovación léxica, hay algunos procesos de creación reversibles, como la incorporación de préstamos, y otros que se relacionan con la gramaticalización de morfemas y, por lo tanto, con la unidireccionalidad. El análisis del cambio lingüístico suele presentarse organizado por componentes de la gramática. Así, la mayoría de obras de referencia (Hock 1971; Crowley/ Bowern 2010; Bybee 2015) organizan la atención por el cambio en cuatro grandes
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áreas: fonética y fonología, morfología flexiva y léxica, sintaxis, y léxico y semántica. No obstante, hay un claro desequilibrio entre la atención que reciben habitualmente los tres primeros apartados (fonología, morfología, sintaxis), mucho más voluminosos, y el cuarto, siempre más reducido, que incluye la innovación léxica y el cambio semántico del léxico. Este desequilibrio se justifica porque los cambios estrictamente gramaticales afectan formas, estructuras y reglas, y por ende al sistema mismo de la lengua. Y lo hacen de manera unidireccional, con muy pocos contraejemplos de cambios reversos. Alternativamente, desde una posición netamente lexicalista, podemos considerar que el léxico actúa como nodo de enlace del resto de componentes de la gramática (Lorente 1998) y, por ello, la mayor parte de la ejemplificación de los cambios lingüísticos, sean del nivel que sean, se presenta mediante unidades léxicas: cambios de posición del acento (amáre lat. > amar esp.), disimilaciones (arbor lat. > árbol esp.), metátesis (casium lat. > *[kaiso] > queso esp.), analogía de desinencias (cedunt lat. > ceden esp.); gramaticalización de verbos auxiliares a sufijos flexivos (cantare habeo lat. > cantaré esp.), gramaticalización de verbos de movimiento en verbos auxiliares (andar vs. andar cambiando), cambios de categoría (frente sust. vs. frente prep.), gramaticalización de preposiciones y adverbios en prefijos (contraejemplo, entreguerras, sobreponer), entre muchos otros casos. En síntesis, el cambio en las lenguas en uso es imparable, aunque algunos cambios no los podamos observar directa y coetáneamente. Dado que las lenguas vivas están cambiando permanentemente en un aspecto o en otro, partimos de la idea de que el cambio lingüístico, en general, es un indicador de vitalidad. En los siguientes apartados nos referimos exclusivamente al cambio léxico, para observar sus principales características y ver el impacto que genera en las lenguas y en el lenguaje en general. 2. Cambio léxico y neología El cambio léxico se caracteriza por englobar una amplia tipología de fenómenos, la diversidad de resultados, la combinación de causas externas frecuentes con causas internas, una temporalidad más corta y patrones de direccionalidad propios, si lo comparamos con los cambios fonológicos o sintácticos. En este apartado, nos fijaremos en los tipos de cambio léxico y los pondremos en relación con las clasificaciones de neologismos. En los apartados siguientes, revisaremos las causas, la temporalidad y la direccionalidad. Sobre la diversidad de resultados del cambio léxico, simplemente queremos apuntar que, mientras que el cambio fonético y fonológico tiende mayoritariamen-
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te a la reducción, a causa de la relajación en la pronuncia (cum locare > colgar, cum sutura > costura), en los casos del léxico y de la morfología, como también sucede en la sintaxis, tenemos muchos ejemplos en los que el cambio no parece que lleve a la solución más sencilla posible. Destacamos la substitución de unidades simples y breves por unidades complejas y más extensas (auris > auricula > oreja) o la consolidación de perífrasis o de combinaciones (cur > per quid > porque) (Lüdtke 1998: 21-25). En esta misma línea de mayor complejidad, podríamos añadir también el aumento de la polisemia o la incorporación de nuevos morfemas de derivación. Sin embargo, estos resultados complejos conviven con mecanismos que tienden a soluciones más simples, como las reducciones léxicas. Si nos fijamos ahora en los tipos de cambio léxico, podemos comprobar que en los manuales de referencia sobre lingüística histórica, como Crowley y Bowern (2010), el cambio léxico se suele dividir en dos grandes líneas: el análisis del cambio semántico y el análisis de la innovación léxica. Los cuatro tipos básicos de cambio semántico que se han abordado desde la lingüística histórica son la ampliación de significado, la reducción o especificación de significado, la adquisición de un nuevo sentido y la substitución del significado original de una palabra por un nuevo significado. Algunos autores añaden también el cambio de connotación, de positiva a negativa o al revés. Estos cambios semánticos reciben la influencia de una serie de operadores que motivan los actos de habla y su difusión social, como son la metáfora, el eufemismo, la hipérbole y la interferencia. Otros elementos que favorecen cambios analógicos en el léxico son la etimología popular y la ultracorrección. La innovación léxica se aborda básicamente en lingüística histórica a través del análisis de las fuentes más comunes: el préstamo, los recursos propios de formación de palabras y las reducciones léxicas. Cabe destacar que, aunque cambio semántico e innovación léxica se planteen como líneas de análisis separadas, no son excluyentes entre sí. Por ejemplo, muy a menudo, la incorporación de préstamos léxicos van acompañados de un cambio de significado, como el ejemplo del neerlandés jacht (‘caza’) que se incorpora al inglés como yacht, con el significado de ‘velero rápido’ y que, más adelante, se nutre de la connotación de ‘lujo’, con la que llega a otras lenguas, como en el español yate. Más que líneas de análisis distintas, estamos ante dos perspectivas que observan el fenómeno del cambio desde puntos de vista distintos (Stolova 2015: 5-6): Lexical change takes places on two levels: on the level of form and on the level of meaning. Therefore, it is analyzed on two levels: on the level of onomasiology and on the level of semasiology […]. As Traugott & Dasher (2001: 25) put it, onomasiology focuses on “the development or restructuring of coded representations of
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a particular domain as color, intellect [etc.]”. […] The focus on semasiological research is on “the development of polysemies (or, where relevant, splits into homonymies)”.
Los estudios de neología actuales tienen un alcance similar; se ocupan prácticamente de los mismos temas, aunque lo hacen desde el análisis de unidades léxicas concretas identificadas como nuevas. Las clasificaciones de neologismos (Cabré 2006; Cabré/Domènech Bagaria/Solivellas Ugena en prensa; Sablayrolles 2015) incluyen como tipos de neologismos la creación ex nihilo (gas, acordeón), la formación de palabras complejas mediante los recursos morfológicos propios de cada lengua (metrosexual, prebiótico), la lexicalización de sintagmas (parche de nicotina, mal de montaña), el cambio semántico (ecológico -ca como ‘sin productos químicos’ en verdura ecológica; el virus en informática), la incorporación de préstamos (sushi, footing, mozzarella), y también los procesos de reducción de palabras (sida, micro, finde) o los de cambio de categoría (antidisturbios sust., microfonar v.) y de cambio de subcategoría, principalmente de género (azafato, gerenta) o de régimen verbal (ligar v. intr. en el sentido de ‘establecer relaciones’, contactar v. tr. frente al uso tradicional intr.). Además, la focalización de la neología en el componente léxico de las lenguas condiciona que también se integren en sus análisis elementos de cambio que, desde la lingüística histórica, se agrupan dentro de los cambios estructurales (variantes fonéticas, nuevos elementos afijales o modificaciones de reglas morfológicas, entre otros). Por lo tanto, no podemos identificar la neología con un único tipo de cambio del léxico, el denominado habitualmente de innovación léxica, sino con la agrupación de modelos de cambio variados que comparten la adición de nuevas unidades o de nuevas acepciones en el caudal léxico disponible. Así pues, lo que distingue las aproximaciones desde el estudio del cambio lingüístico o desde la neología son precisamente las distintas perspectivas o puntos de vista, la onomasiológica o la semasiológica. En la primera se parte de los fenómenos de cambio analizando las formas que los ponen en evidencia; en la semasiológica, se parte de los ítems léxicos explorando los mecanismos que los han generado para poder establecer generalizaciones. Esta segunda perspectiva es la propia de la neología. De todos modos, hay un tipo de cambio que no suele tratarse ni desde la lingüística histórica ni desde la neología, y es la desaparición de palabras del inventario léxico usual de una lengua2. No hay que confundir que una palabra Disciplinas como la historia de la ciencia o la terminología sí que suelen estar atentas a la desaparición de terminología, motivada por el factor externo de la evolución del conocimiento científico y de los métodos de trabajo. 2
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caiga en desuso con el hecho de que deje de formar parte de la nomenclatura de los diccionarios generales de lengua. La literatura y la historia precisan que la lexicografía sea conservadora en este sentido, para ayudar a descodificar palabras que habían sido de uso común y frecuente en etapas anteriores de la lengua y que han dejado de serlo. Piénsese en casos como escudilla, substituida por el anglicismo bol, el término pollita referido a las adolescentes o el préstamo diccionarizado living con el significado de ‘salón’, que ha dejado de utilizarse en los sectores de la vivienda o de la decoración, sobre todo en la variante del español peninsular. 3. Causas del cambio léxico La evolución de la ciencia y el desarrollo de la tecnología tienen un impacto directo en la neología, ya que prácticamente todas sus novedades acaban siendo codificadas en el léxico (covid, saliendoscopia, bioplástico, dron agrícola). Pero las invenciones y los descubrimientos no son exclusivos del ámbito científico, también los hay relacionados con el estilo de vida, las tendencias de consumo o el debate público (teletrabajo, uberización, erte, fooxing, veganismo). Cualquier novedad, incluso las que no lo son tanto, implican nuevas palabras, algunas de las cuales pueden ser efímeras pero la mayoría de las cuales llegan para ocupar una plaza estable en el inventario léxico de la lengua. Por lo tanto, los factores externos son los máximos responsables de la creación neológica, sea cual sea el mecanismo de formación de palabras utilizado. No obstante, los factores internos también intervienen en el cambio léxico, respondiendo a necesidades que se generan en los mismos actos de habla, como las siguientes: • El aumento de expresividad para impactar en el receptor; • La generación de variantes para adaptarse a nuevos contextos; • La compleción de paradigmas; • La lexicalización y la gramaticalización. El emisor de un mensaje reclama la atención del receptor mediante diversos recursos, siendo uno de ellos la selección del léxico. Utilizar un préstamo, sobre todo de lenguas de poder, con prestigio económico y social, aunque la lengua ya disponga de vocablos propios para denominar el mismo concepto tiene como función conseguir un mayor impacto o incluso marcar una distancia social entre emisor y receptor (party por fiesta, hall por vestíbulo, teenager por adolescente, muffin por magdalena). Como expone Llopart-Saumell (2016: 349-352), la
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dicotomía neología denominativa y neología estilística (Guilbert 1975) no tiene razón de ser desde el punto de vista tipológico. Como ya apuntaba Cabré (1989) la distinción es meramente funcional. Todos los neologismos hacen referencia a un concepto y pueden tener además otras funciones. Los conceptos de función estilística y de connotación tienen fronteras difusas, que no únicamente incluyen los estilos personales, sino también elementos emocionales, ideológicos, valorativos o identificadores. Los mediadores lingüísticos (periodistas, redactores, traductores, editores) pueden ser agentes de la introducción de variantes léxicas, más transparentes o más cercanas al receptor, cuando ejercen sus actividades de difusión de la información, que conviven con terminología más específica usada por los expertos, como por ejemplo la enfermedad de las vacas locas frente a encefalopatía espongiforme bovina o la enfermedad del beso para la mononucleosis infecciosa. La necesidad de encontrar denominaciones más comprensibles o más expresivas para los destinatarios es un buen ejemplo de adaptación del emisor a nuevos contextos comunicativos. Los eufemismos también son un recurso adaptativo, bien para mantener la expresividad de un texto sin utilizar construcciones consideradas malsonantes (ostras, jolín, córcholis, caca), o bien para eludir un estilo directo en pro de formas “políticamente correctas” (centro penitenciario por cárcel, tercera edad por vejez, reducción de plantilla por despidos, persona con capacidades distintas por discapacitado). La compleción de paradigmas es un fenómeno recurrente en los estudios referidos a la analogía, pero conviene recordar aquí que en lexicología nos encontramos con diversas clases de paradigmas. Tradicionalmente se ha asociado el concepto de paradigma léxico o semántico al de “clase léxica” de Coseriu, para designar el conjunto de palabras de la misma categoría que comparten rasgos semánticos. Así, coche, camión, autobús, moto, bicicleta, tren, avión y barco formarían parte del mismo paradigma de ‘vehículos de transporte’. Los cambios léxicos que afectan este tipo de paradigmas responden a factores externos, añadiendo neologismos como patinete eléctrico, o eliminando palabras obsoletas como diligencia. No obstante, cualquier modificación en un paradigma flexivo3, entendido como el modelo de flexión que siguen las unidades léxicas de una misma categoría, puede deberse a factores externos, como el contacto de lenguas, o bien a factores internos, como la necesidad de inserción de epéntesis o fenómenos de disimilación o de analogía. Del mismo modo, los cambios de los llamados para3 “A paradigm for a part of speech N in language L is a patterns P of inflectional realisation for all combinations of non-lexical-determined morphosyntactic properties associated with N such some member of N exemplifies P (i. e. displays all and only the realisations in P)” (Carstairs 1987: 48-49).
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digmas derivativos4 (Rifón 2001: 63-64) pueden estar motivados externamente (neologismos creados para designar nuevas realidades), pero muchas veces responden a la necesidad de disponer de unidades léxicas de categorías distintos y significados relacionados que comparten una misma raíz, como la formación del substantivo abstracto pigritia en latín a partir del adjetivo piger o como la formación del adjetivo perezoso en español a partir del substantivo abstracto pereza. La perspectiva paradigmática de la morfología (Bybee 1988) nos aporta también un cuarto tipo de paradigma, el que pone en relación el conjunto de unidades léxicas derivadas de una misma regla de formación de palabras y sus correspondientes restricciones, como los substantivos abstractos sufijados en -ez a partir de determinadas bases adjetivas, como en los ejemplos vejez, dejadez, aridez, testarudez (Camus 1998: 361-363). La motivación de cambio en este último tipo de paradigmas morfológicos hay que buscarla prioritariamente en el mismo sistema (analogía, selección de modelos): no parece que haya ningún factor externo que pueda explicar la preferencia de los hablantes por vejez frente a la forma en desuso vejedad, aunque sí que se podría postular una cierta motivación de carácter social para diferenciar el operario (‘obrero manual’) del operador que maneja tecnologías o servicios (operador de telefonía, operador de cámara, operador de vuelo, operador turístico). Por último, los procesos diacrónicos de lexicalización y de gramaticalización nos aportan ejemplos claros de motivación interna del cambio. La lexicalización es vista como una etiqueta general que engloba procesos lingüísticos diversos, que tienen en común la adopción de nuevas unidades en el componente léxico (Brinton/Traugott 2005; Buenafuentes 2007). Incluye, por lo tanto, la neología de formación sintagmática (ojo de pez, luna de miel), la transformación de onomatopeyas o de unidades gramaticales en palabras (hacer un clic, siempre plantea los peros), la formación de palabras a partir de combinaciones u oraciones (nomeolvides, sabelotodo), la pérdida de la significación de un afijo (sombrilla, sillón), la formación de compuestos no composicionales (chupatintas, aguafiestas), la creación de palabras a partir de siglas o acrónimos (sida, laser) o los mecanismos de conversión (ficción > ficcionar). En sentido estricto, y en contraste con la gramaticalización, la lexicalización se define como la transformación de unidades gramaticales o de combinaciones sintagmáticas en unidades léxicas y también el aumento de las condiciones léxicas para una misma palabra (tela de araña > 4 Rifón (2001: 70-74) distingue las series derivativas, conjunto de realizaciones resultantes de la aplicación de diversas reglas de formación de palabras a partir de una misma raíz (sombra, sombrear, ensombrecer, sombrilla, sombrillazo), de los paradigmas derivativos, que delimitan una secuencia de derivación ligada a un patrón semántico (sombrilla > sombrillazo, instrumento > golpe dado con un instrumento).
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telaraña). A partir de estas consideraciones, podemos afirmar que los procesos de lexicalización están motivados externamente cuando implican nuevas entradas (forma y significado) en el componente léxico y también internamente cuando suponen un cambio semántico o un cambio formal de una palabra preexistente. La gramaticalización también es observada en la lingüística actual a partir de dos orientaciones. La primera define la gramaticalización como el marco teórico que estudia las relaciones entre el material léxico, el construccional y el gramatical en el lenguaje, tanto desde el punto de vista diacrónico como sincrónico, en lenguas particulares o en contraste interlingüístico. La segunda definición, más estricta, describe la gramaticalización como “a term referring to the change whereby lexical items and constructions come in certain linguistic contexts to serve grammatical functions and, once grammaticalized, continue to develop new grammatical functions” (Hopper/Traugott 2003: 18). Son ejemplos de unidades gramaticalizadas substantivos que han pasado a funcionar como preposiciones (frente), adjetivos que se han utilizado como adverbios y, más adelante, como preposiciones (bajo), construcciones sintagmáticas que han dado lugar a adverbios por aglutinación (debajo), substantivos que funcionan como interjecciones (ostras), verbos que pasan a ser marcadores discursivos (o sea, es decir), verbos que pasan a usarse como verbos auxiliares (ir a salir) o como verbos de apoyo (dar un paseo), preposiciones que se transforman en prefijos ya en latín (entretiempo, bajoplato, sobreactuar, contradecir) o substantivos que, por reducción, se convierten en formas prefijadas para la composición (telebasura, autopista). Según Company (2003: 41-42) las principales causas de la gramaticalización son, además de la frecuencia de uso, la ambigüedad y la mala integración en el paradigma, que ejemplifica con la doble interpretación del pronombre cuyo, que conlleva el valor de posesión y la función de relativo. Otro ejemplo para mostrar la pérdida de carga léxica de ciertas unidades o morfemas nos lo ofrece el neologismo autosuicidarse, con una triple redundancia de la reflexividad: el prefijo latino sui- transformó la base verbal latina en un verbo reflexivo; cuando los hablantes ya no eran conscientes de esta significación prefijal generaron en las lenguas románicas la variante pronominal; y la nueva prefijación con auto- tiene la función de intensificar ese valor reflexivo (Lorente 2018: 373-374). El cambio semántico también se puede relacionar con causas externas y con causas internas. Muchas unidades léxicas persisten en el tiempo pero activan en cada época rasgos semánticos distintos. Así, por ejemplo, el insulto lechuguino, que el Diccionario de la lengua española (2014) define como ‘persona joven que se compone mucho y sigue rigurosamente la moda’ se habría ido desplazando hacia la acepción, más usual en la actualidad, de ‘joven que aparenta ser un hombre con experiencia pero que en realidad es incapaz y poco determinado’. Los rasgos semánticos sobre la moda han sido substituidos actualmente por an-
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glicismos como fashion addict, fashionaholic o fashionista. La competencia entre acepciones o la redistribución de sentidos entre variantes léxicas podrían explicar los ajustes que se dan dentro del inventario léxico, como consecuencia de iniciativas expresivas que se generan en actos de habla concretos. Los diccionarios se actualizan no solo con entradas nuevas, sino con modificaciones en la definición principal o con la incorporación de nuevas acepciones. Lo podemos ilustrar con la comparación de las definiciones de automóvil de las ediciones 1936-1992 del DRAE y de la edición actual en línea, en la que los carruajes han sido substituidos por los vehículos y en la que se ha introducido la posibilidad de motores eléctricos, en clara alusión a los cambios externos, tecnológicos y sociales.
En el caso de la obsolescencia léxica, consideramos que la desaparición en el uso de ciertas palabras o variantes se puede explicar a partir de tres escenarios posibles: • Desaparición del referente que designa una palabra, por causas externas. Este escenario explicaría la caída en desuso en el lenguaje común de unidades léxicas como refajo, lechería o diligencia, si no es para denominar realidades antiguas desde la literatura o el cine. • Pervivencia del concepto y substitución de la denominación. Este escenario daría cuenta de la pérdida de algunas denominaciones que en el contexto actual se considerarían indeseables, por estar marcadas socialmente de manera negativa (subnormal, moro) o como expresiones antiguas no pertinentes (escudilla, esquijama, enaguas, retrete). Como el concepto persiste, en este caso, las palabras moribundas, según la denominación de García Mouton y Grijelmo (2011), son substituidas por otras variantes no marcadas (discapacitado, magrebí, bol, pijama, falda de microfibra, váter). • Pervivencia del concepto y modificación de la denominación. En este marco podríamos ubicar palabras estabilizadas en el uso que no precisan ya de una denominación muy específica o descriptiva. Las reducciones o acortamientos de palabras son uno de los ejemplos más claros en este sentido. Así, en
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ciclismo o en automovilismo, actualmente se habla de la crono en vez de prueba cronometrada, como sucede en tantísimos casos de elipsis del núcleo de palabras de formación sintagmática: una exclusiva, el móvil, un adosado. En resumen, todos los tipos de cambio léxico y todos los tipos de neologismos, sea cual sea nuestra perspectiva de análisis, se producen tanto por causas de carácter extralingüístico (factores externos) como por necesidades generadas en los mismos actos de habla (factores internos). En cualquier caso, la creación de neologismos con recursos propios, la incorporación de préstamos, los cambios formales, los semánticos e incluso la progresiva desaparición de palabras obsoletas responden a necesidades denominativas o expresivas de los hablantes. El sistema en sí, y concretamente el componente léxico, lo único que necesita son adaptaciones y ajustes, y una cierta estabilidad en el tiempo para ir consolidando los cambios. 4. La periodicidad del cambio léxico Durante muchos años ha persistido la idea de que los cambios lingüísticos no pueden ser observados por las mismas generaciones de hablantes que los ponen en marcha. La autoridad de voces como la de Bloomfield (1984 [1933]) juntamente con la focalización de las gramáticas históricas en aspectos fonéticos y fonológicos, sintácticos y de morfología flexiva explicarían la persistencia de esta idea, que condiciona necesariamente la metodología de análisis comparativa entre periodos centenarios en una misma lengua o entre lenguas relacionadas genealógicamente. La reactivación de los estudios en lingüística histórica con una mirada más amplia, que contempla la creación de palabras, la entrada de préstamos y el cambio semántico, sobre todo en el marco cognitivista, a partir de finales de los años ochenta, hace cambiar la idea inicial: una parte muy importante de los cambios léxicos pueden ser vividos por una misma generación de hablantes u observados en el relevo de una generación a otra, que conviven. Una de las preguntas planteadas en la investigación de la neología y del cambio léxico es precisamente cuál debe ser el periodo mínimo para detectar un cambio de este tipo. De hecho, desde la neología se han constituido observatorios para muchas lenguas y para muchas de sus variantes dialectales que detectan las novedades léxicas que aparecen en textos escritos o en medios orales, de manera regular (diariamente, mensualmente o anualmente). Como muchos de estos centros tienen por objetivo apoyar la actividad lexicográfica, es una práctica habitual establecer un periodo mínimo de estabilización de un neologismo antes de defender su incorporación en diccionarios. En este periodo mínimo se pretende
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observar si el neologismo analizado es un hápax (una única ocurrencia y un único autor) o si su uso se ha estabilizado con ocurrencias sostenidas en el tiempo, en diversas fuentes y de autores distintos. En proyectos de medición de la diccionarización, como Garbell-NADIC 5 para el catalán del Observatori de Neologia de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, se establece un mínimo de dos años para analizar la estabilidad de los neologismos. Como puede observarse, es una medida aproximativa, ya que no podemos prever que un préstamo, por ejemplo, se introduzca en la prensa, refiriéndose a un concepto “de moda” o a una realidad cambiante, se difunda más allá de dos años seguidos y después desaparezca o entre en desuso. En el campo de la terminología científica, se han explorado también otras medidas de referencia para ponderar la estabilidad en el tiempo. A causa del cambio de paradigmas científicos que se dan a finales del siglo xviii, y aunque en algunas disciplinas, como la medicina, podamos realizar comparaciones entre la terminología usada en la Edad Media y épocas posteriores, no parece adecuado establecer contrastes tan distantes en el tiempo, porque una cosa es estudiar los cambios léxicos que se han dado en paradigmas ya superados y otra muy distinta es observar la evolución de la terminología dentro del paradigma científico actual (Lorente 2019: 177). Para establecer los periodos de análisis más adecuados para la terminología de la ciencia y de la técnica contemporáneas, se buscan hitos históricos comprobables documentalmente en cada campo de especialidad, como descubrimientos, nuevas metodologías, nuevos instrumentos, nuevos modelos teóricos o nuevos campos de aplicación. En el caso del proyecto TERMMED, la terminología analizada en español corresponde a la especialidad de la reproducción asistida dentro de las ciencias biomédicas y se han identificado documentalmente hitos históricos, como la introducción de las primeras técnicas, el primer nacimiento, la publicación de las leyes reguladoras, la incorporación de nuevas técnicas, o los nuevos objetivos de las mismas. Con estos datos la periodización que se ha propuesto para el análisis diacrónico ha sido de 7 a 10 años, con buenos resultados en la detección de neologismos, la creación de denominaciones más específicas, el uso de siglas y otras reducciones y la desaparición de unidades obsoletas. 5. La direccionalidad del cambio léxico Los estudios sobre el cambio lingüístico, sobre todos los que analizan contrastivamente diversas lenguas, han mostrado que algunos fenómenos siguen trayectorias Proyecto financiado por el Institut d’Estudis Catalans en su programa de investigación para el periodo 2018-2021. 5
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bien establecidas, algunas de las cuales son unidireccionales y no reversibles. La hipótesis de la unidireccionalidad se basa en la propuesta de trayectorias que pueden generalizarse entre dialectos de una misma lengua o entre lenguas vinculadas genealógicamente (Hopper/Traugott 2003: 17). Unidirectionality is a generalization derived from observation about language change in the same way that universals are derived from observations about language systems. Unidirectionality is in fact a widely attested characteristic of change.
Dentro del cambio léxico, la hipótesis de la unidireccionalidad se ha comprobado sobre todo para los procesos de gramaticalización, entendida como una tendencia y no como un principio absoluto, a causa de la existencia de contraejemplos (Hopper/Traugott 2003: 99-139; Lehmann 1995: 17-23). Algunas de las trayectorias no reversibles de la gramaticalización más establecidas son las siguientes: • categoría mayor (> categoría intermedia) > categoría menor; • verbo > verbo auxiliar > clítico verbal > afijo verbal; • unidad léxica > clítico > afijo. Algunos cambios semánticos se correlacionan con procesos de gramaticalización, por lo que siguen una misma trayectoria unidireccional. Parece que se puede generalizar también la trayectoria que aporta la metáfora desde dominios concretos a dominios más abstractos. Por otro lado, algunos de los cambios morfológicos que afectan morfemas siguen patrones o trayectorias similares entre lenguas. No obstante, la direccionalidad del resto de cambios que afectan el léxico es menos clara, por la diversidad de fuentes para los neologismos, de manera que el cambio léxico es menos predecible que otros cambios lingüísticos: “In lexical change, directionality is much less clear, probably due to the very creative (and sometimes conscious) ways that speakers use words” (Bybee 2015: 203). 6. A modo de conclusión Como hemos visto, el análisis del cambio léxico y el análisis de los neologismos de una lengua son dos perspectivas distintas para los mismos fenómenos lingüísticos. Consideramos que ambas perspectivas de análisis pueden enriquecerse mutuamente. La observación de los datos que nos ofrecen los observatorios de neología por parte de los estudiosos del cambio léxico es una puerta abierta a profundizar en los cambios formales y semánticos observables en periodos tem-
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porales más cortos, aun deficitarios. En la dirección opuesta, el análisis de la neología en una única lengua o para la comparación entre lenguas puede beneficiarse de los aportes realizados en lingüística diacrónica, sobre todo en la correlación de procesos de cambio formales y semánticos o en la distinción entre trayectorias de cambio y operadores de estos cambios. Ambas perspectivas tienen un asunto pendiente relacionado con la obsolescencia léxica, que hasta ahora solo ha sido abordada desde la lexicografía y en obras de divulgación, mientras que puede reivindicarse como un elemento explicativo de otros cambios (neologismos de sustitución, redistribución semántica). Hemos caracterizado el cambio léxico en sentido amplio, como la suma de cuatro tipos de cambio semántico, la incorporación de préstamos, la creación léxica con recursos propios, los fenómenos de reducción, más los procesos de gramaticalización y de lexicalización, que afectan no solo a las unidades léxicas formadas sino también a morfemas, unidades gramaticales y construcciones sintácticas. Todos estos tipos de cambio léxico comparten la combinación de causas externas (sociales y sociolingüísticas) y de causas internas (relacionadas con los actos de habla y con el discurso). Y, en muchos de los casos, también tienen en común el hecho de poder ser observados por las mismas generaciones que los han impulsado, cosa que nos permite distinguir el cambio léxico de otros cambios lingüísticos de carácter estructural. La necesidad de establecer una periodización para el análisis del cambio léxico de temporalidad más corta, lejos del establecimiento de grandes etapas históricas calculadas por siglos, nos conduce a documentar hitos externos que permitan explicar ciertas innovaciones léxicas y concretar las causas del cambio. Por el contrario, los distintos tipos de cambio léxico no coinciden en la direccionalidad del cambio, de manera que solo podemos predecir trayectorias unidireccionales de gramaticalización y de los cambios semánticos asociados a ellas. Con esta caracterización del cambio léxico es obligado plantearse hasta qué punto el cambio léxico puede ser considerado un cambio lingüístico del mismo nivel de impacto en la lengua que el resto de cambios lingüísticos que afectan elementos estructurales, como la fonología o la sintaxis. Si la delimitación del cambio léxico quedara reducida a la incorporación de préstamos, la creación de neologismos con recursos propios y la reducción de unidades léxicas preexistentes, entonces podríamos afirmar que el cambio léxico es simplemente un conjunto de procedimientos para innovar el inventario sin afectar las estructuras básicas. Pero un planteamiento lexicalista abierto contempla, tal como lo hace la neología, no únicamente el léxico como un simple inventario, sino el conjunto de unidades, morfemas, reglas de formación de palabras, relaciones (explicitados por distintos paradigmas) y además los espacios de frontera del léxico que incluyen elementos que no son léxicos que se lexicalizan y unidades léxicas que pierden contenido
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semántico y adquieren nuevas funciones gramaticales. En este sentido, el cambio léxico impacta en las estructuras, sigue tendencias unidireccionales y refleja ciertos universales interlingüísticos, aunque solo sea parcialmente. Si el cambio es natural, universal y solo se da en contextos de uso lingüístico real, evidentemente es un indicador de la vitalidad de una lengua. No obstante, debemos alejarnos de una concepción purista de la lengua y de una visión excesivamente delimitada del fenómeno de la neología para poder evaluar la salud de una lengua en todas sus dimensiones. Desde la perspectiva del cambio léxico o desde el punto de vista de la neología, se evita condenar el préstamo o la variación, elementos que han sido claramente denostados desde posiciones conservadoras en lexicología y en lexicografía. Para medir la vitalidad de una lengua, en el nivel léxico, necesitamos identificar qué mecanismos utilizan los hablantes en un periodo temporal determinado y qué mecanismos parece que ya no estén a su disposición, sin limitaciones, sea cual sea la fuente del cambio (Pinker 1995: 136): El mundo de las palabras es igual de atractivo que el de la sintaxis, o incluso más, ya que no solo somos tan creativos con las palabras como con los sintagmas y las oraciones, sino que el hecho mismo de aprender palabras de memoria requiere un virtuosismo muy particular.
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1. Introducción Llamamos proceso neológico al conjunto de fenómenos que tienen lugar en torno a una palabra desde su primera aparición hasta su pleno establecimiento en el uso o, en su caso, hasta su desaparición. Se trata de un proceso complejo durante el cual, como veremos, se producen cambios a nivel cognitivo, de uso y lingüístico. Algunos autores se han referido a este proceso desde perspectivas distintas, con objetivos distintos y con nombres también distintos, por lo que no tiene hasta ahora una denominación estable. Anula (2010: 173) lo llamó periodo neológico y lo definió como “[i]ntervalo temporal comprendido entre el surgimiento reciente de una UL y su fijación en la lengua”; Schmid (2008) se refería a él como establecimiento de las palabras nuevas1; y Renouf (2013), por su parte, lo llamó ciclo de vida de una palabra2. Nosotros mismos en trabajos anteriores nos hemos referido ampliamente a la neologicidad y a la diccionariabilidad de los neologismos (Freixa 2010; Bernal/Freixa/Torner 2020a y 2020b), ambas cualidades que, en realidad, se relacionan con su posición, siempre dinámica, dentro del proceso neológico. Que una unidad sea percibida como muy neológica —o con un elevado grado de neologicidad (Bernal/Freixa/Torner 2020b)— significa que se encuentra todavía en una fase inicial del proceso, y que una unidad sea percibida como muy diccionarizable suele significar que se encuentra en una fase muy avanzada del proceso. Por eso se ha defendido que ambas cualidades están en
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‘Establishment of new words’ (Schmid 2008: 2). ‘The ‘life-cycle’ of a word’ (Renouf 2013: 177).
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relación inversamente proporcional, pero no de manera totalmente directa, ya que en algunos casos puede suceder que un neologismo sea percibido como muy neológico y muy diccionarizable e, inversamente, poco neológico y poco diccionarizable3. En cualquier caso, no podemos perder de vista que, por lo general, cuando se reflexiona sobre el camino que recorre un neologismo en el uso de los hablantes, se toma la lengua como punto de referencia, es decir, el léxico social4 más o menos representado en los diccionarios monolingües de una lengua y se asume que la sociedad hablante está formada por una gran variedad de comunidades de hablantes que interseccionan entre sí en mayor o menor grado, de manera que algunos vocablos plenamente estabilizados en el uso de una comunidad pueden ser desconocidos por otras comunidades de hablantes. Nuestro objetivo en este trabajo es avanzar en la comprensión del fenómeno neológico. En primer lugar, haremos un repaso de la bibliografía que nos acompaña para establecer características, fases y niveles del proceso neológico y tomaremos a Schmid (2008) como fuente principal. Analizaremos su propuesta y trataremos de aplicarla a ejemplos del español actual, la mayoría procedentes de la base de datos de Neómetro5. Además, trataremos de identificar distintos comportamientos en el establecimiento de los neologismos que superan las fases más iniciales del proceso neológico. A lo largo del trabajo tendremos en cuenta las nociones de neologicidad y de diccionariabilidad y veremos de qué manera intervienen en dicho proceso. Para todo ello deberemos previamente tomar una posición en cuanto a la definición del concepto de neologismo, todavía tan discutida en algunos entornos. 2. El proceso neológico Ya Matoré en su pionero trabajo de 1952 planteaba implícitamente la existencia de un proceso con distintas posibilidades a partir de la primera atestación de una palabra nueva (Matoré 1952: 90): 3 En Bernal, Freixa y Torner (2020b) se confirma la hipótesis de la relación inversa entre diccionariabilidad y neologicidad y se proponen nuevos rasgos en la percepción de la neologicidad que pueden provocar que la relación no sea totalmente inversa. 4 Autores como Lipka, Handl y Falkner (2004) defienden que la institucionalización de un neologismo no pertenece al nivel de langue ni de parole, sino al nivel intermedio, el de la norma: “This can be best captured by the concept of norm introduced to linguistics in 1951 by Coseriu (1967: 11), as a third level of language, in between Saussure’s levels of langue and parole” (2004: 8). 5 .
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Plusieurs possibilités se présentent, dès que le mot est “né”. 1. S’il ne répond pas à un besoin, le mot ne se diffusera pas. […] 2. Dans d’autres cas le mot qui apparaît est l’expression d’un besoin passager éprouvé collectivement dans un groupe social réduit. C’est ainsi que de nombreux mots du vocabulaire mondain ont vu leur diffusion limitée à un nombre très restreint d’individus. 3. Le mot qui apparaît isolément ne sera admis par un groupe social important que si celui-ci adopte collectivement le concept qui a donné naissance au mot.
Como veremos a continuación (§ 2.1), en los últimos años se ha tratado de distinguir etapas dentro de la evolución que vive un neologismo a partir de su nacimiento. Algunos autores han dado forma al proceso neológico mediante histogramas, es decir, con el dibujo de líneas de frecuencia de una unidad a lo largo de los años. Otros autores, como veremos también (§ 2.2), se han acercado al estudio del proceso neológico desde una perspectiva más teórica y compleja, tratando de explicar el conjunto de fenómenos que acompañan a los cambios de frecuencia. En el último apartado (§ 2.3) nos referiremos a los fenómenos que tienen lugar durante el proceso neológico: lexicalización, institucionalización e hipostatización. 2.1. Patrones de comportamiento neológico Nazar y Vidal (2008) dibujan la curva ascendente y con pendiente alta que seguiría un neologismo prototípico y, en su trabajo, comprueban que los neologismos que los hablantes consideran muy neológicos (“con alto grado de neologicidad”) siguen efectivamente esa curva. Aunque los autores consideran que este patrón es ideal, lo cierto es que es igualmente insostenible, ya que en algún momento el neologismo debe entrar en una fase de meseta que visualice la estabilización en el uso.
Figura 1. Evolución del neologismo ideal (Nazar/Vidal 2008: 5)
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Posteriormente, otros autores han estudiado la evolución de los neologismos y han tratado de identificar patrones de comportamiento neológico. Como ya hemos mencionado, Renouf (2013) llamó ciclo de vida (life-cycle) a la evolución de los neologismos en el uso, partiendo de la observación de su frecuencia. Siguiendo con la metáfora de la vida, esta autora identificó distintos estadios: nacimiento, crecimiento, establecimiento y muerte o resurgimiento (Renouf 2013: 182): The diachronic approach to the study of neologisms in text allows us to observe the existence of a measurable ‘life-cycle’ for each word. According to this metaphor, used by analogy with a human life-span, the life-cycle of a word is conceived as consisting of some or all of the following major stages: birth, or perhaps just first occurrence in text; possible increase in frequency and occurrence; productivity, creativity, settling down, assimilation and establishment in the language, obsolescence, possible death –and possible revival.
Siguiendo a Renouf, quien más tarde aclara que más que de un ciclo se trata de una trayectoria, Fischer (2014: 466) hizo una observación similar e identificó distintos patrones de frecuencia: en el primero, se produce un pico y una caída (peak-fall); en el segundo, se observa un ascenso (rise); en el tercero, un ascenso seguido de una caída (rise-fall); y el cuarto patrón está marcado por la estabilidad (stable). Cabe destacar que, en su estudio, Fischer va más allá y tiene en cuenta la complejidad del proceso neológico observando la transparencia y la productividad de la regla de formación de cada unidad analizada. En trabajos aún más recientes, Grieve, Nini y Guo (2016) se suman a esta línea de investigación combinando el análisis de big data para estudiar lo que los autores llaman lexical emergence, y lo hacen aplicando el coeficiente de correlación de Spearman y teniendo en cuenta modalizaciones matemáticas como las que se usan en biología para los estudios de crecimiento de población. Con ello consiguen identificar otros comportamientos neológicos, como podemos ver en la figura:
Figura 2. Comportamientos neológicos (Grieve/Nini/Guo 2016: 114)
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También en los trabajos del Observatori de Neologia6 de la Universitat Pompeu Fabra se ha trabajado en esta línea desde Cabré y Estopà (2009a), donde se propusieron grados de neologicidad para los neologismos según el cumplimiento de determinados filtros de neologicidad. Algunos de estos filtros son particulares para cada tipo de neologismos según el recurso de formación, pero la mayoría son generales para todos los tipos, y entre ellos se tiene en cuenta la frecuencia total, la distribución de la frecuencia por años y la antigüedad desde la primera documentación de cada unidad. En realidad, también tratan de observar los elementos que intervienen en el proceso neológico todos aquellos trabajos que estudian los criterios para la medición de la neologicidad y la diccionariabilidad de los neologismos que se han desarrollado en el proyecto Neómetro. En Bernal, Freixa y Torner (2020a), por ejemplo, se ofrece una revisión de los criterios para la diccionarización de neologismos y se ofrece una propuesta articulada en distintos bloques a partir de Adelstein y Freixa (2013). Estamos convencidos de que los distintos comportamientos neológicos mantienen una relación estrecha con el grado de neologicidad y de diccionariabilidad de los neologismos, ya que estos indican la posición determinada que un neologismo ocupa en el proceso neológico en un momento dado. Además, en Freixa y Torner (2020) pudimos comprobar que los neologismos considerados más neológicos en encuestas de percepción seguían un comportamiento de frecuencia diferente del que los que eran considerados menos neológicos. Pero el comportamiento neológico depende de una gran variedad de factores, entre los que se cuentan fenómenos extralingüísticos como los cambios de intereses que se producen en la sociedad. 2.2. La propuesta de Schmid (2008) Como ya manifestamos en Bueno y Freixa (2020: 3), el trabajo que a nuestro parecer ofrece una visión más completa del proceso neológico es el de Schmid (2008). En realidad, este autor consigue avanzar notablemente el debate abierto por Bauer (1983: 45-50), quien estableció tres etapas en la estabilización de una palabra nueva: la primera ocurrencia es el nonce; a continuación, se produce la institucionalización en el uso; y finalmente tiene lugar la lexicalización. Schmid ofrece una propuesta para lo que él llama evolución de una palabra nueva en la que también se distinguen tres etapas (columna de la izquierda), pero con un planteamiento muy distinto al de Bauer. En la primera se produce la crea-
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ción de la palabra, en la segunda la consolidación, y en la tercera se trata ya de su estabilización7.
Tabla 3. Propuesta de Schmid (2008: 3): “Three perspectives and three stages of the establishment of new words”
Lo más interesante de la propuesta no son los cortes del continuo, sino separar los tres procesos que tienen lugar para llegar al final del proceso: por un lado, en el nivel estructural se da la lexicalización, el proceso formal que va desde la creación de la palabra hasta su fijación; en el nivel sociopragmático se produce la difusión del neologismo entre los hablantes y su posible institucionalización; y, en el nivel cognitivo, se produce la hipostatización del concepto, cuando los hablantes incorporan la unidad lexicalizada en su léxico mental. Pero Schmid se lamenta de la simplificación que supone la representación del proceso en una tabla, ya que los distintos fenómenos se combinan de manera mucho más compleja: Unfortunately, the table suggests that the processes arranged in one horizontal line of cells always take place at the same time. This is not the case, however. For example, it is not unlikely that the process of hypostatization is temporally prior to and logically necessary for the spreading of a new word (Schmid 2008: 3).
Cabré (2015b: 134) también se ha referido a esta complejidad cuando afirma que los neologismos son objetos multidimensionales y que, dentro de una misma perspectiva despliegan distintas facetas de análisis, de manera que la condición de más o menos neológico puede afectar a la forma, el sentido o las condiciones sociopragmáticas. Schmid llama establishing a la tercera fase y establishment al proceso general. En español podemos traducirlo como estabilización y establecimiento, respectivamente. 7
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2.3. Lexicalización, institucionalización e hipostatización Lexicalizar es, según el DLE, ‘hacer que un elemento lingüístico pase a formar parte del sistema léxico de la lengua’. Sin embargo, el sentido que recibe en el estudio del establecimiento de los neologismos es bastante más específico y, como hemos indicado, Bauer consideraba que la lexicalización de una nueva palabra era el último estadio del proceso (Bauer 1983: 43): The final stage comes when, because of some change in the language system, the lexeme has, or takes on, a form which it could not have if it had arisen by the application of productive rules. At this stage the lexeme is lexicalized.
La lexicalización consiste pues en un proceso de fijación lingüística, de petrificación o solidificación (en palabras de Leech 1974), tanto en su vertiente formal como semántica (Anula 2010: 175) que confiere a la nueva palabra un sentido más preciso y una forma menos variable, con unas propiedades fonológicas, morfológicas, semánticas y sintácticas que requieren que dicha unidad tenga su propia entrada en el léxico de los hablantes (Schmid 2008: 2). Y precisamente por su carácter de proceso, la lexicalización no debe ser planteada como la etapa final de establecimiento, sino que, de acuerdo con Schmid, es algo que sucede a nivel estructural desde las primeras ocurrencias de un nuevo vocablo y que se va consolidando a medida que se difunde en el uso, es decir, durante su institucionalización. La lexicalización puede estudiarse empíricamente observando, por ejemplo, su variabilidad. Así, por ejemplo, en 1995, cuando apenas se hablaba de cambio climático, aparecía alternando con cambio del clima, y en el año 2000, el sintagma cambio climático ya era mucho más frecuente que cambio del clima (10 contra 626 ocurrencias en la prensa española, según Factiva), pero en 2015 la diferencia era mucho mayor (177 contra 31.731) y hoy en día la forma cambio del clima ya no se reconoce como una denominación posible para el sentido preciso que ha desarrollado la forma cambio climático, plenamente lexicalizada. La institucionalización, por su lado, puede estudiarse empíricamente observando su evolución en el uso, como hemos visto anteriormente. Para Bauer (1988: 67), la institucionalización era “their coming into general use in the society and so being listed in dictionaries”, pero esta afirmación ha sido discutida por distintos autores, ya que la institucionalización en el uso no siempre finaliza con su incorporación en el diccionario. Tomemos por ejemplo el adjetivo chavista, que apareció en el uso en 1999, cuando Hugo Chávez entró en el panorama político y militar de Venezuela y que no ha dejado de aumentar en su frecuencia de uso ni cuando ya se cumplen casi diez años de la muerte de quien lo inspiró. Actualmente el chavismo, según la Wikipedia, es un movimiento político e ideológico
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de orientación socialista, y ya no se refiere estrictamente a Hugo Chávez. Este neologismo, ya perfectamente institucionalizado, no aparece todavía en el diccionario académico, y en cambio sí aparece, por ejemplo, aporofobia, un término reciente (aunque fue acuñado por la filósofa Adela Cortinas en los años noventa, no empezó a institucionalizarse en el uso hasta 2015 y de muy baja8 presencia en la prensa de amplia difusión). Así pues, institucionalización y diccionarización tienen una relación compleja, como ya observaron Freixa y Torner (2020), y en el estudio del establecimiento de los neologismos lo que debemos tener en cuenta es la difusión social, porque la diccionarización obedece a criterios de diversas índoles que van más allá de su frecuencia de uso. En esta línea, Lipka et al. (2004: 112) definen institucionalización como la integración de un nuevo lexema en el léxico de los hablantes y dejan de lado la cuestión de su diccionarización9. Además, advierten que es un proceso reversible por distintos motivos (Lipka et al. 2004: 11): Of course, institutionalization is not a one-way phenomenon. The process by which a NU [naming unit] becomes familiar to (at least certain members of) a speech community can also be reversed when a category loses its noteworthiness, e.g. because an extralinguistic denotatum disappears or becomes unimportant.
En cualquier caso, lo que permanece inconcluso es cuán difundido debe estar un neologismo para ser considerado ya institucionalizado. En su trabajo de 2005, Hohenhaus se pregunta precisamente por las dimensiones que debe tener la comunidad de habla donde se conozca una palabra, ya que una comunidad de habla es ante todo un concepto teórico que puede englobar otras comunidades de habla en su seno. Dada esta indefinición, el análisis de histogramas de grandes corpus de textos de lengua general parece ser por el momento la solución más adecuada. Siguiendo la propuesta de Schmid que hemos visto más arriba (figura 3), a nivel cognitivo se produce la hipostatización del concepto paralelamente a la lexicalización y la institucionalización en los planos estructural y social. Según el autor, cuando un hablante se enfrenta a una nueva palabra, en primer lugar, analiza sus constituyentes morfológicos. Cuanto más transparente y menos ambigua sea la estructura morfológica de la palabra, más rápido será el proceso de comprensión y, según su nivel de transparencia semántica, la formación del nuevo concepto será más o menos fácil. Esta transparencia semántica está determinada 8 En 2015, se documentan solamente 195 ocurrencias de aporofobia, y en 2017, en el pico máximo, se documentan 1.126. Para chavista se han superado las mil ocurrencias durante los últimos 15 años y en 2019, con el pico máximo, se documentaron 20.195. 9 Lipka et al. (2004: 12): “the integration of a lexical item, with a particular form and meaning, into the existing stock of words as a generally acceptable and current lexeme”.
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por la frecuencia de los constituyentes, el número de lexemas existentes con dichos constituyentes y la relación semántica entre ellos. Además, la información proporcionada por el cotexto y el contexto influyen en el desarrollo del nuevo concepto. La lingüística cognitiva ofrece distintas metáforas para explicar el proceso de hipostatización de un concepto. Langacker (1987) se refiere al entrenchement, algo como el arraigo o afianzamiento, y también al scaffolding, entendido como el andamiaje durante la construcción de un edificio. En esta segunda metáfora, que nos parece más evocadora, los constituyentes morfológicos son el andamio que permite la construcción de la casa, algo que se retira cuando la nueva estructura ya está terminada. Algunos estudios neurocientíficos (Dumay/Gaskell 2007) demuestran que la hipostatización necesita un periodo de “incubación” que se asocia directamente al sueño, porque es cuando la información del hipocampo se transfiere a la memoria cortical de largo plazo10, y en otros trabajos, ya más antiguos y relacionados con la filosofía del lenguaje, se ha reflexionado sobre los estados mentales subjetivos que experimentan los hablantes cuando producen y comprenden las palabras desde que Leech (1981) se refirió al poder de las palabras para la formación de conceptos (Schmid 2008: 5): This notion [concept-forming power of the word] accounts for the naive but deeply ingrained impression that words stand for concepts. An even stronger claim is that the existence of a particular word creates the impression that there is a corresponding thing or entity to which the word refers. This effect is known as hypostatization.
Así pues, cuando una palabra aparece en el uso, los procesos de lexicalización, institucionalización e hipostatización se ponen en marcha y se alimentan unos de otros. La institucionalización a nivel social no podrá existir si la hipostatización no existe ya en el lexicón de algunos hablantes, de manera que la propuesta de Schmid trata de explicar un fenómeno complejo desde la perspectiva social pero también individual. 10 Dumay y Gaskell (2007: 35): “Here we show that although the mere acquisition of a spoken form is swift, its engagement in lexical competition requires an incubation-like period that is crucially associated with sleep. Words learned at 8 p.m. do not induce (inhibitory) competition effects immediately, but do so after a 12-hr interval including a night’s sleep, and continue to induce such effects after 24 hr. In contrast, words learned at 8 a.m. do not show such effects immediately or after 12 hr of wakefulness, but show the effects only after 24 hr, after sleep has occurred. This time-course dissociation is best accommodated by connectionist and neural models of learning in which sleep provides an opportunity for hippocampal information to be fed into long-term neocortical memory”.
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En realidad, se trata de un fenómeno más profundo todavía, porque son muchos los aspectos que no puede recoger la propuesta. Por un lado, en el establecimiento de un neologismo también interviene el valor especializado o general de una unidad, o su alcance de uso (coloquial o general). Por otro lado, los distintos procesos de formación o los distintos recursos de innovación del léxico también incidirán en su establecimiento. El proceso de hipostatización, por ejemplo, será distinto si se trata de un préstamo, de un neologismo semántico o de un neologismo morfológico, ya que en los dos primeros no puede realizarse la segmentación de elementos para su comprensión en las primeras ocurrencias; y, dentro de los neologismos morfológicos, un acrónimo tendrá también una dificultad de hipostatización superior a un prefijado. Igualmente, la lexicalización será menos costosa en aquellas unidades de más fácil descomposición. 3. Inicio del proceso neológico: el nonce En la bibliografía inglesa se llama nonce-formation, o simplemente nonce, a la primera ocurrencia de una palabra, la que pone en marcha el proceso neológico. A veces, ese proceso no avanza ni un solo paso, porque la palabra no vuelve a aparecer en el uso, como es el caso de los ocasionalismos, aquellas unidades creadas con una función claramente lúdica y que no pretenden rellenar un vacío denominativo sino llamar la atención del receptor. En el ejemplo siguiente, extraído de un artículo de prensa que versa sobre literatura, encontramos varios ejemplos de ocasionalismos, que no se han vuelto a documentar en los últimos 15 años: Umbral divide la española de estos últimos años entre neobercianos y angloaburridos: unos “los de la berza”, herederos del sociorealismo hispánico, otros, narradores anglosajonizados, de “prosa pálida y neutral”. [La Vanguardia (España), 16/01/1996]
Ya Matoré11 (1952) se refería a la existencia de este tipo de palabras que él llama hápax porque, ciertamente, tienen una sola ocurrencia, pero solamente están recibiendo la debida atención desde pocos años atrás. También Lehrer (2003), Hohenhaus (2007), Freixa (2010) y Bernal (2015), entre otros, observaron tendencias en los neologismos transgresores, pero ha sido en el contexto francés donde más se ha desarrollado esta línea de investigación (Sablayrolles 2015; Dal/Namer Matoré (1952: 90): “C’est le cas de ces hapax et de ces mots rarissimes qui constituaient jusqu’à date récente le gibier favori des lexicologues. Baroquerie, othellotiser, géographier, créés dans un but plaisant par Th. Gautier, n’ont probablement jamais été employés depuis”. 11
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2018) y aún más recientemente en el español (Bueno 2019 y 2020). En Bueno y Freixa (2020) nos preguntábamos si debían considerarse neologismos este tipo de unidades creadas conscientemente para llamar la atención y que no inician el camino hacia su estabilización, de manera que nunca llegan a formar parte del léxico mental individual ni del léxico social. Y concluíamos que no, que aunque suelan considerarse neologismos lexicográficos por el hecho de ser palabras nuevas en el uso que no aparecen en las obras lexicográficas de referencia, no son neologismos propiamente dichos porque a su carácter real y reciente no suman la característica de encontrarse en proceso de institucionalización en el uso. Debemos añadir que esa aparición ocasional tampoco permite que la forma se lexicalice ni que el concepto se hipostatice. La pandemia de COVID-19 trajo un gran número de palabras nuevas y, aunque algunas de ellas han realizado un proceso neológico acelerado y ya aparecen en el DLE (coronavirus, desescalada, desconfinamiento), otras están en el proceso todavía: nueva normalidad supera los diez millones de ocurrencias en Google, gel hidroalcohólico tiene tres millones, covidiota casi alcanza el millón y coronial y plandemia sobrepasan el medio millón. La lista de palabras de la pandemia es larga, y los medios de comunicación han dado buena de fe de ello. Algunas palabras claramente expresivas, como cuarenpena, vacunódromo, covidivorcio, menoscarilla, mascorbata, zoompleaños o coronabebé, formadas por deformación de otras palabras “pandémicas”, van sumando miles de ocurrencias en la red y otras palabras todavía más transgresoras, que podrían no haber superado el estadio inicial de nonce y mantenerse como ocasionalismos, se han podido difundir gracias al marco actual y suman centenas, como el verbo balconfinar, o decenas, como cochinamiento, vacuselfie y muchas otras. El proceso neológico que se inicia con el nonce tiende a superar la muerte súbita por la rapidez con que se difunde hoy en día cualquier creación. Desde el 21 de marzo de 2006, cuando Jack Dorsey lanzó el primer tuit, solo por mencionar una de les redes que más rápidamente difunden lo que un individuo escribe, han pasado 15 años. Hasta entonces, la difusión estaba en manos de los medios de comunicación y difícilmente se difundía una creación léxica como algunas que acabamos de mencionar (Bouzidi 2010)12. Ahora, en cambio, la enorme difusión de la información en tiempo casi real facilita que cualquier creación léxica pueda ser reproducida por otros hablantes de cualquier lugar del mundo. Bouzidi (2010: 31): “Un mot émis pour la première fois par un anonyme n’est pas comme un mot lancé par une célébrité, ou une autorité scientifique ou morale, qui aura beaucoup plus de chances de réussir, et rapidement”. 12
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4. El neologismo empieza el proceso pero se detiene: el neologismo efímero El día 2 de marzo de 2018 apareció por primera vez en la prensa española el neologismo basuraleza13. Varios medios de comunicación difundieron ese día la noticia sobre la palabra propuesta en español para evitar el anglicismo littering, con el que se denominaba hasta entonces los residuos en la naturaleza. Ese día, pues, nació en el uso del español un neologismo que nunca fue un ocasionalismo porque nació con voluntad denominativa. De hecho, según Factiva se documentó hasta 751 veces en la prensa española durante ese primer año y en 2019 su uso ascendió hasta 984 ocurrencias, pero en 2020 fueron 816, lo que indica que su crecimiento no ha seguido al alza y los datos de 2021 de momento no indican una tendencia clara (como podemos ver en la figura 4). Podría tratarse, pues, de un neologismo efímero cayendo en desuso tras una presencia bastante fugaz en la lengua. En la figura podemos ver también el histograma con la evolución del neologismo nomofobia (del inglés no mobile phobia) que, según la base de datos terminológica GDT14, es un término del ámbito de la psicología y las telecomunicaciones para referirse al estado emocional producido por la ausencia del teléfono móvil y que, según la Wikipedia, un estudio de 2011 demostró que lo padecía un 53 % de los usuarios de estos dispositivos. Después de unos primeros años de aparición en el uso, parece que en 2014 empieza un proceso claro de institucionalización, porque la frecuencia va creciendo hasta 2019, pero en realidad no es así si neutralizamos el sesgo del corpus (ver figura 5). En 2020 el uso del neologismo disminuyó a la mitad y no parece que en 2021 vaya a recuperarse. Eso no quiere decir que el concepto haya desaparecido ni que ahora se difunda bajo otra denominación, simplemente ha perdido la importancia que tuvo cuando se observaron los primeros trastornos de adicción al móvil. En palabras de Sheidlower (1995), ha perdido su crucialidad. Ambos histogramas dibujan la evolución de los neologismos efímeros: el primero, con un proceso más breve e intenso, y el segundo, más largo, pero de menor Unos animales perjudicados por el littering, el término usado hasta el momento para hablar de los residuos en la naturaleza. Sin embargo, la palabra tiene difícil traducción en otros idiomas e incluso en inglés, ya que también hace referencia a contextos de suciedad urbana o para aludir a la hojarasca y a los desechos orgánicos. Por este motivo, Libera, la iniciativa de SEO/BirdLife y Ecoembes, propone una palabra alternativa que ayude a concienciar y prevenir el littering: basuraleza. “Queremos intentar llegar a toda la ciudadanía, que comprenda la gravedad de esta problemática que ya está presente en cualquier ecosistema del planeta”, apunta la directora de Comunicación y Marketing de Ecoembes, Nieves Rey. [La Voz de Galicia (España), 2/03/2018] 14 Grand dictionnaire terminologique, del Office québécois de la langue française. . 13
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frecuencia, pero ambos en desaparición si no se revierte su tendencia. En el nivel cognitivo (individual), el concepto se ha hipostatizado en la mente de los usuarios que lo conocieron y usaron, que, por la frecuencia indicada en los histogramas, no fueron muchos. Ambos neologismos están desapareciendo antes de haberse hecho un lugar en la lengua. A nivel estructural, el proceso de lexicalización tampoco se ha completado y ambas palabras, transgresoras ya en su momento inicial, todavía resultan llamativas.
Figura 4. Histogramas de basuraleza y nomofobia (fuente: Factiva 2021)
Cabré (1989) llamó neologismos efímeros a estas unidades, en un artículo que fue precursor en esta línea. Situándose en la dicotomía entre neología denominativa y neología expresiva propuesta tradicionalmente en los trabajos de neología, y profundamente discutida en trabajos posteriores (Llopart-Saumell 2016), Cabré (1989: 43-44) afirmaba que los neologismos efímeros eran neologismos estilísticos, ya que no responden a necesidades objetivas de la sociedad sino a necesidades subjetivas de expresividad de un individuo o grupo social y que raramente se incorporan a la lengua general, ya que están destinados a sorprender y mueren de la misma manera que nacieron, totalmente aislados. Observamos, pues, que en su concepción de neologismo efímero, Cabré se refiere a todos los neologismos que no llegan a institucionalizarse, juntando los dos fenómenos que a día de hoy podemos claramente diferenciar partiendo de la propuesta de Schmid (2008): ocasionalismos y neologismos efímeros. Una característica propia de los neologismos efímeros es que su nacimiento puede producirse más de una vez o, dicho de otro modo, el neologismo que no llegó a institucionalizarse puede tener nuevas ocasiones para intentarlo. Coronavirus, por ejemplo, se documenta en la prensa de amplia difusión de forma muy puntual desde hace más de 20 años, pero tuvo una oportunidad de institucionalización en 2003, cuando alcanzó más de 1.000 ocurrencias debido a la epidemia del síndrome respiratorio agudo del sudeste asiático (SARS-CoV),
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pero la aparición del vocablo se volvió residual en apenas dos años; un nuevo intento tuvo lugar en 2015, con el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV), y aunque la punta de frecuencia elevada duró solamente un año, se mantuvo en el uso con unas 100 ocurrencias anuales hasta el año 2020 cuando, finalmente, se institucionalizó. Lo que sucede en realidad con este tipo de neologismos es que son términos perfectamente implantados en el uso especializado y que solamente llegan al público general cuando una circunstancia concreta lo hace necesario. Por otro lado, cabe subrayar que los medios de comunicación nos ofrecen un tipo específico de neologismos efímeros: los derivados, especialmente con los sufijos -ista e -ismo, de nombres propios referidos a todo tipo de personajes mediáticos, y muy específicamente a los políticos: ahora crece la curva de sanchismo y está ya desapareciendo la de marianismo15, y solamente permanecen los que llegaron a lexicalizarse con un significado propio que va más allá del personaje, como hemos visto en chavismo. Este tipo de neologismos efímeros es precisamente uno de los más de cuarenta tipos de neologismos que Algeo (1993) identifica en su conocido trabajo sobre neologismos que caen en desuso. 5. El establecimiento neológico En la actualización de diccionarios monolingües generales se toman en cuenta de manera preferente los neologismos que se encuentran en una fase muy avanzada del proceso neológico, objetivamente medible al menos en cuanto a su frecuencia de uso. En Freixa (en prensa)16 se proponen distintos criterios relacionados con el uso social para determinar cuáles son los mejores candidatos para la actualización del diccionario: actualidad (que el neologismo no se encuentre ya en un descenso que podría indicar desuso), estabilidad (superior a cuatro años de uso), extensión textual (presencia en distintos tipos de texto), frecuencia (más de diez ocurrencias) y extensión geolectal (presencia en tex15 Referidos a Pedro Sánchez, presidente del Gobierno de España desde 2018 y a Mariano Rajoy, también presidente entre 2011 y 2018. En ambos casos, las denominaciones ya eran existentes y siguen vigentes con el significado referido a Sancho Panza en sanchismo y a la Compañía de María, en marianismo. 16 Freixa (en prensa) presenta los 22 criterios tenidos en cuenta en el proyecto NADIC (Neologismes per a l’actualització del diccionari normatiu, PR2015-S04-FREIXA, 20152017, financiado por el Institut d’Estudis Catalans, ) para seleccionar los mil neologismos más adecuados para actualizar el diccionario normativo del catalán.
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tos de diferentes procedencias geolectales). Estos criterios aseguran que los neologismos seleccionados serán aquellos que están más institucionalizados y, como hemos visto, ello significa que se trata también de formas lexicalizadas con conceptos hipostatizados. Con unos criterios más o menos explícitos, en la actualización de los diccionarios de todas las lenguas se tienen en cuenta cada vez más los aspectos relacionados con la extensión, la diversidad y la frecuencia de uso a partir de grandes corpus de textos. Muy recientemente los han presentado Connor Martin (2020) para el inglés (en Oxford Dictionaries) y Nam (2021) para el coreano. Superada la fase inicial del nonce y cribados ya los ocasionalismos y los neologismos efímeros, los neologismos pueden seguir el proceso neológico de maneras distintas. No existe un patrón único de comportamiento y a continuación vamos a tratar de ofrecer los patrones de institucionalización más prototípicos a partir de la observación de datos del español y con el soporte bibliográfico que hemos presentado anteriormente (Renouf 2013; Fischer 2014; Grieve et al. 2016). Para ello partiremos de los histogramas que ofrece Factiva, teniendo en cuenta que para el español proporciona datos desde 1994 (por lo que a veces no es posible rastrear el inicio real del proceso neológio) y que la última barra está incompleta porque se refiere al año en curso17. Además, Factiva ha ido incrementando considerablemente su corpus textual, de manera que la lectura de los histogramas debe hacerse teniendo en cuenta la línea ascendente que dibuja cualquier palabra que no se encuentra en un proceso neológico, e interpretando las desviaciones respecto de ella. En la figura 5 podemos ver cuál sería un histograma neutro o de control, ejemplificado con las palabras ahora y cuando:
Figura 5. Histogramas de ahora y cuando (fuente: Factiva 2021) Este texto se terminó de redactar en mayo de 2021, por lo que los datos recogen solamente la frecuencia de menos de la mitad del año. 17
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5.1. El neologismo ideal: ascenso sostenido Un ascenso sostenido y elevado es, según Nazar y Vidal (2008), lo que caracteriza al neologismo ideal, que los mismos autores consideran teórico y prototípico. La observación de los datos nos lleva a pensar que más que ideal, se trata de la fase inicial del proceso neológico, cuando el neologismo lleva pocos años en el uso y todavía forma parte de algo nuevo y crucial para la sociedad. En su trabajo, Fischer (2014) identificó neologismos que siguen este patrón, que la autora llamó rise. En la figura siguiente mostramos dos ejemplos que podrían encontrarse en esta primera fase del proceso.
Figura 6. Histogramas de infoxicación y conspiranoico -ca (fuente: Factiva 2021)
Conspiranoico -ca es un adjetivo que lleva más de 20 años en el uso, si bien es cierto que solamente en los siete últimos años ha iniciado una ascensión notable y que, como observa Schmid (2008: 6)18, la hipostatización se da más fácilmente en nombres que en palabras de otras categorías. La curva de frecuencia se desvía claramente del histograma de control y, aunque en el año 2020 se produjo un pico muy marcado debido a la pandemia, que probablemente se mantendrá en 2021, es un ascenso sin descenso ni estabilización y habrá que esperar unos años para conocer el patrón que seguirá. El neologismo infoxicación, con menos años en uso y con una frecuencia menor, está experimentando una progresión similar, con un ascenso más abrupto que el que se observa en los histogramas de control. Ambos neologismos están en proceso de institucionalización, pero en un rango distinto de frecuencia y este es un aspecto que debe tenerse en cuenta: efecti18 Schmid (2008: 6): “Nouns have a stronger hypostatization potential than other parts of speech. This is due to the fact that nouns tend to profile conceptual content as ‘things’, as object-like entities with neat boundaries in space and a stable existence across time. This property of nouns makes them particularly good candidates for reification”.
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vamente, una frecuencia muy elevada indica una mayor institucionalización, pero un neologismo puede también institucionalizarse en un rango bajo de frecuencia por referirse a un concepto del que se habla menos19, o que es usado solamente por algún colectivo concreto. Por otro lado, infoxicación y conspiranoico -ca están formados por acronimia (blending), un proceso poco frecuente y a menudo transgresor en español y su lexicalización es necesariamente más costosa que la de derivados y compuestos (especialmente aquellos que responden a reglas transparentes y productivas). La transgresión en la formación de palabras es percibida por los hablantes como una rareza (Freixa 2010), pero ejemplos como mileurista, perfectamente lexicalizado, hipostatizado e institucionalizado (y ya diccionarizado) aun teniendo un carácter marcadamente transgresor por ser un sufijado con -ista sobre una base léxica improbable (el sintagma mil euros), demuestran que un neologismo puede concluir el proceso neológico si la sociedad lo necesita. 5.2. El neologismo lógico: ascenso y estabilización Hemos dicho que el ascenso sostenido del neologismo ideal debe ser la primera fase de la evolución de un neologismo que puede continuar de maneras distintas. Una de ellas, que hemos considerado lógica, sería la estabilización tras un periodo de ascenso. En la figura 7 ejemplificamos esta curva con un neologismo formado por prefijación y con un préstamo:
Figura 7. Histogramas de superalimento y smartphone (fuente: Factiva 2021)
Superalimento es un neologismo usado como estrategia de marketing aparecido en el cambio de milenio, aunque superfood ya estuviera en uso para el inglés Freixa y Torner (2020) relatan que en Factiva la palabra viernes tiene una frecuencia de uso un 35 % superior a sábado, lo que indica que, al menos en textos de prensa del español, se habla mucho más del viernes que del sábado. 19
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desde 1949. Como podemos ver en el histograma, su evolución se desvía de la que vemos en los histogramas de control por su ascenso leve en 2015 y muy marcado en 2016. Aunque el ascenso sigue hasta 2018, se vuelve a desviar de nuevo de la evolución neutra para estabilizarse en el uso aparentemente. Por su lado, smartphone ha tenido un ascenso y una estabilización todavía más marcados, y con una frecuencia mucho mayor. Los últimos cinco años smartphone está desviándose del ascenso continuado del histograma de control y parece estabilizado, aunque los próximos años nos dejarán ver si, en realidad, se encuentra en fase de descenso. Por su generalización en el uso de este tipo de teléfonos móviles que asumen distintas funciones, smartphone está dejando de ser una denominación necesaria y las palabras teléfono y móvil vuelven a ser denominaciones eficaces, con lo cual smartphone podría estar perdiendo vitalidad. Smartphone es claramente una unidad institucionalizada en el uso general de los hablantes; es también una unidad lexicalizada porque al tratarse de un préstamo, la lexicalización ya ha tenido lugar en la lengua original; y se refiere a un concepto ya hipostatizado en el lexicón de la mayoría de hablantes. Superalimento, en cambio, se encuentra también en el proceso de establecimiento pero, por su menor frecuencia de uso, podría necesitar un periodo más largo: la lexicalización y la hipostatización requerirán que el prefijo super- se precise con el sentido de ‘superior’ solamente en cuanto a la densidad nutricional y no en relación con otras características del alimento. 5.3. El neologismo realista: ascenso, descenso y estabilización En los estudios de Renouf (2013) y Fischer (2014) se identifica este patrón que hemos llamado neologismo realista: tras el ascenso que hemos visto en el neologismo ideal, se produce un descenso previo a la estabilización por la pérdida de crucialidad del concepto. Ilustramos esta evolución con un neologismo derivado y un compuesto:
Figura 8. Histogramas de recapitalización y micromachismo (fuente: Factiva 2021)
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Recapitalización no aparece en el diccionario, pero lleva más de dos décadas en la lengua. Hasta 2008 tenía unas 200 ocurrencias anuales, pero con la irrupción de la crisis económica aumentó considerablemente su uso (hasta 1.500 ocurrencias anuales) y en 2011 se produjo un pico muy marcado que rápidamente descendió. En los últimos años la frecuencia de uso se ha estabilizado en torno a las 2.000 ocurrencias anuales. Así pues, se trata de un neologismo que ya forma parte del léxico de la lengua y que ha completado las tres fases de Schmid (2008) en sus tres niveles. El marcado descenso después del pico pronunciado no es de ninguna manera indicativo de su desaparición, sino de una unidad más del léxico que no forma parte en los últimos años de los aspectos con más eco social. En un rango de frecuencias mucho más bajo, micromachismo parece estar haciendo un recorrido semejante, aunque es arriesgado afirmarlo por la falta de perspectiva. Parece haberse completado la fase inicial de emergencia léxica, pero el descenso podría continuar y, en ese caso, se trataría de un neologismo efímero. El tiempo que ha permanecido en la actualidad ha permitido iniciar la lexicalización de la forma a nivel estructural que conlleva la fijación formal y semántica con la que se hipostatizará en la mente de los hablantes. 5.4. El neologismo variable: ascensos y descensos Uno de los comportamientos neológicos que identifica Renouf (2013) es el que tiene distintos ascensos y descensos (several surges and drops), y que hemos llamado neologismo variable. En este caso hemos querido ilustrar la curva de evolución con dos neologismos poliléxicos: un compuesto y un sintagmático.
Figura 9. Histogramas de top manta y cinturón rojo (fuente: Factiva 2021)
En top manta (la venta ambulante en el suelo, sobre una manta) observamos una línea que se aleja completamente del histograma neutro: en este caso, el neologismo se mantiene en el uso desde el año 2001 pero de manera totalmen-
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te inestable. También cinturón rojo (normalmente referido a la parte sur de la Comunidad de Madrid, con tradición de voto socialista) observamos la misma inestabilidad de frecuencia, pero con un patrón general de ascenso que, de hecho, reproduce la tendencia del histograma neutro. Cuando un neologismo está introducido en el uso en un periodo largo (entre 20 y 25 años en estos ejemplos), aunque no pueda considerarse totalmente institucionalizado, sí que se encuentra en una fase avanzada del establecimiento, si bien tampoco habrá completado los procesos de lexicalización e hipostatización. La inestabilidad evolutiva no pone en peligro el proceso si la frecuencia se mantiene en un mínimo suficiente; simplemente demuestra que se trata de neologismos que denominan asuntos que se mantienen en la actualidad de manera irregular. Es decir, pierden la crucialidad pero no desaparecen, y vuelven a ser necesarios más adelante. Cabe subrayar que cuando nos referimos a la crucialidad (Sheidlower 1995), estamos adoptando la perspectiva de la necesidad social y hacemos énfasis en la necesidad que tiene la sociedad de determinadas palabras para hablar de determinados temas y que pueden ser más o menos duraderos. Desde la perspectiva de la lengua, se suele hablar de necesidad denominativa, y se considera innecesario (denominativamente) todo aquello que ya está denominado por otra palabra o que cubre necesidades de carácter expresivo. 6. Conclusiones En este trabajo hemos lanzado distintas propuestas: por un lado, hemos querido poner nombre al proceso neológico, que no es el que lleva una palabra a ser neológica sino el que la lleva a dejar de serlo. Porque la palabra nace neológica y podrá dejar de serlo si en su evolución consigue llegar al uso de la sociedad o, al menos, de una parte representativa de ella. Y esto solamente será posible si sus hablantes han incorporado en su léxico mental el concepto designado y lo han fijado con una forma lingüística que en adelante reconocerán con un significado propio y no por la suma de sus elementos. Con la institucionalización, la lexicalización y la hipostatización completadas, el neologismo estará establecido (Schmid 2008) y dejará de serlo. Al centrar nuestra atención en el proceso neológico hemos querido abrir una puerta distinta que permita avanzar en el estudio de los neologismos sin quedar detenidos en la definición del objeto, el neologismo. Situándonos en la perspectiva del proceso y, por lo tanto, con una aproximación más dinámica, concebimos el neologismo como una palabra de carácter reciente que se encuentra en el proceso de establecimiento en una lengua. Con esta definición, pretendemos excluir una
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parte de los llamados “neologismos lexicográficos”: por un lado, los ocasionalismos y, por otro, los neologismos ya establecidos aunque no estén diccionarizados. Hemos visto que durante el proceso neológico, el neologismo irá sumando rasgos que pueden llegar a hacerlo merecedor de su incorporación en el diccionario, aunque esto puede no llegar a suceder por motivos que nada tienen que ver con su evolución, sino con los criterios lexicográficos de los diccionarios. Al mismo tiempo, el neologismo irá perdiendo los rasgos que lo hacían neológico, porque irá dejando de ser desconocido, nuevo o extraño. Y de esta manera, la neologicidad y la diccionariabilidad, caminando siempre en sentidos opuestos, indicarán en todo momento la posición de un neologismo dentro del proceso neológico. Siguiendo las aportaciones bibliográficas que nos han precedido, hemos identificado distintos patrones de comportamiento neológico a partir de la observación de histogramas de neologismos del español y tratando de aplicar el análisis de tres niveles de Schmid (2008) a neologismos de diferentes tipos. En este caso, hemos identificado cinco patrones de comportamiento a los que también hemos tratado de dar nombre: neologismo efímero, neologismo ideal, neologismo lógico, neologismo realista y neologismo variable. La metáfora del ciclo de vida (Renouf 2013) para explicar lo que aquí llamamos el proceso neológico resulta claramente eficaz para explicar las distintas posibilidades de evolución que tiene un neologismo, los distintos patrones de comportamiento neológico. Algunas vidas son más estables que otras, y también pueden ser más largas que otras, ya sean vidas de palabras o vidas de seres vivos. Pero el paralelismo termina ahí porque las palabras no están indefectiblemente sujetas a la muerte y, si mueren, pueden revivir cuando los hablantes lo deseen.
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Elisenda Bernal Universitat Pompeu Fabra TENDENCIAS NEOLÓGICAS DEL ESPAÑOL PENINSULAR (2015-2019)
1. Introducción Desde la aparición en 2014 de la 23.ª edición del Diccionario de la lengua española (RAE/ASALE 2014), que supuso un incremento de 4.680 voces respecto a la edición anterior, han aparecido hasta la fecha1 cuatro actualizaciones en línea en las que se presentan enmiendas a algunas entradas pero también incorporan léxico nuevo al diccionario, que va conformando una nueva política lexicográfica: si hasta la 22.ª edición la servitud al espacio impuesta por el formato en papel avalaba no incluir todos los derivados de una palabra, en Bernal, Freixa y Torner (2020) se demuestra cómo las dos primeras actualizaciones dibujan un nuevo escenario en el que el objetivo de dotar de mayor coherencia interna al diccionario favorece la compleción de series derivativas presentes en él, a la vez que completa la cobertura de algunas áreas temáticas (hecho que se relaciona con la necesidad denominativa) o se mejora la sanción lexicográfica de voces del registro coloquial. A pesar de ello, la lengua española recurre a diario a palabras que no aparecen en el DLE: entre 2015 y 2019, el BOBNEO ha recogido 9.015 neologismos distintos2, sin repeticiones, procedentes del vaciado de prensa (escrita y oral), que se distribuyen entre los diversos procesos de formación de palabras, tal y como se recoge en la tabla 1. La redacción de este capítulo se cerró en mayo de 2021. En el recuento hemos omitido las diferencias de tipo formal, ya sea por la presencia o ausencia de guion o espacio (pre-producción – preproducción, boca-oreja – boca oreja) o por variaciones ortográficas (whatsapp – wasap – watsap – whatsap, postpartido – pospartido) o flexivas (multiservicio – multiservicios). Así mismo, los neologismos que aparecen documentados con dos categorías diferentes (antiojerasN – antiojerasA) han sido agrupados en este recuento. En todos los ejemplos y contextos reproducimos la forma documentada. 1 2
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ELISENDA BERNAL
proceso
total
%
préstamos
2.645
29,33
prefijación
1.855
20,58
sufijación
1.262
14,00
composición culta
774
8,59
neología semántica
733
8,13
composición sintagmática
637
7,06
composición patrimonial
618
6,86
conversión
153
1,70
abreviación
123
1,36
acronimia
81
0,90
lexicalización
69
0,77
neología sintáctica
30
0,33
siglación
26
0,29
variación
5
0,06
otros
4
0,04
total
9.015
100,00
Tabla 1. Clasificación de los neologismos (2015-2019) según el proceso de formación
Los datos que se presentan muestran cómo uno de cada tres neologismos detectados es un préstamo de otra lengua3, sobre todo del inglés, aunque la gran mayoría siguen siendo neologismos formados con los recursos propios del español, entre los que destacan los procesos derivativos (prefijación y sufijación), que son responsables de una tercera parte de las innovaciones léxicas, así como, ya en una franja intermedia, los procesos de composición (patrimonial, culta y sintagmática) y la neología semántica, esto es, significados que no se recogen en los diccionarios. A estos procesos siguen otros con una frecuencia mucho menor: la abreviación, la acronimia o la lexicalización, entre otros. La cantidad de datos es, sin duda alguna, ingente, y no podemos profundizar en el detalle de cada proceso, por lo que presentamos sucintamente en los próximos apartados cada uno de estos bloques de procesos y destacamos los aspectos más relevantes sobre ellos.
3
Véase capítulo de Milà-Garcia y Labèrnia en este mismo volumen.
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2. Los préstamos del inglés: entre la necesidad y el esnobismo Los préstamos de otras lenguas conforman un grupo cuantioso de palabras que se usan en el español actual. De los 2.645 préstamos distintos detectados en el periodo comprendido entre 2015 y 2019, más de la mitad —1.664 (62,91 %)— proceden del inglés, porque a pesar de la circunspección con la que opera la Real Academia Española en la introducción de neologismos, como apuntaba ya Alfaro (1948), el anglicismo tiene una presencia constante y recurrente en la prensa periódica y, de hecho, no parece dejar de crecer (Freixa 2017). La inmensa mayoría (96,33 %) son préstamos directos del inglés (crudos, según la terminología de la RAE), mientras que los préstamos que presentan algún tipo de adaptación son casi anecdóticos (3,67 %)4:5 anglicismos
n.º
no adaptados
1.603
ejemplos birdwatcher, caucus, clutch, curvy, fracking, lacrosse, lodge, queer, red carpet, seamless, staff, topping, zero waste
adaptados5
61
bitcóin, cátering, clúster, détox, flas [flash], hackatón, hípster, márketing – marketin [marketing], milenial, rali [rally], ránking [ranking] Tabla 2. Anglicismos (2015-2019)
Hay que destacar que se observa cierta vacilación en la forma gráfica que toman algunos anglicismos: en diversos casos se aprecian variaciones en la forma de presentarlos, incluso dentro de la misma fuente. La más frecuente es la presencia o ausencia de guion (check-in – check in), o el hecho de separar los componentes o aglutinarlos (start up – startup – start-up) —a las dudas fónicas o gráficas, pues, se añaden las tipográficas—: Desde sus food trucks que recorren toda la Comunidad ofrecen su plato estrella, el bagel, elaborado con productos naturales y biológicos, artesanales y km 0. [MG Magazine, 3/11/2019] Berta Pérez triunfa con una idea de foodtruck de comida ecológica y vegana certificada. [Europa Sur, 30/09/2017] La oferta musical se complementa con el MUWI Market, food-trucks, mercado, exposiciones y vino. [MG Magazine, 18/08/2019]
4 5
Para un análisis más detallado de los anglicismos, véase Battaner/Bernal (2020). Incluimos entre corchetes la forma registrada en el DLE, si la hay.
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Asimismo, se observan casos de variación formal entre anglicismos directos y adaptados: cluster y clúster (con adaptación ortográfica), goal average y golaveraje (con adaptación total del compuesto y aglutinación gráfica), millennial, millenial y milenial (de préstamo crudo a adaptación gráfica parcial, con la simplificación del grupo consonántico -nn-, pero mantenimiento de -ll-, a adaptación ortográfica total); además de casos adaptados de anglicismos ya incorporados en el DLE, como jevy (con la adaptación ortográfica de la primera sílaba), imput (con la adaptación ortográfica de la nasal ante la -p-, pero sin acentuar la sílaba tónica), marketin (que presenta la simplificación del grupo consonántico final) o márketing (que mantiene la -k- y añade la tilde), espot (con e- protética), etc.6 Como se puede observar, los anglicismos recogidos pertenecen a ámbitos muy diversos; de entre ellos —y que coinciden en gran medida con los que señala De Baere (2012: 34)7— destacan los siguientes: • tecnología – economía: business angel, cash flow, e-commerce, market, renting, etc.; – informática/comunicación: big data, cloud computing, fake news, gadget, etc. • ocio y entretenimiento – gastronomía: cupcake, finger food, foodie, lemon pie, muffin, etc.; – moda, vestidos y cosmética8: fashion victim, glitter, it-girl, outfit, nude, vintage, etc.; – deportes, lugares y juegos de ocio: fixie, lacrosse, pit lane, spa, etc.; – cine y televisión: biopic, blockbuster, cameo, cliffhanger, late night show, spoiler, star system, talent, etc.; – música: country, free jazz, indie, playlist, remix, soul, etc. Estos ejemplos pertenecen claramente a ámbitos característicos de la cultura contemporánea occidental: estos anglicismos se pueden encontrar en otras lenguas, con más o menos adaptación y más o menos frecuencia, si bien aventuramos Véase el capítulo de Sánchez Lancis en este volumen para más detalle sobre la adaptación de préstamos en el diccionario. 7 El trabajo de De Baere (2012) incluye un ámbito de “vida social”, en el que distingue entre “habla común” y “habla juvenil”, que no se ha tomado en cuenta en este listado, porque nuestra tipología de anglicismos procede de un registro formal medio-alto que no permite dilucidar si puede encajar en este bloque. Por otro lado, en el ámbito de ocio de “ocio y entretenimiento” hemos distinguido dos subtipos no previstos por De Baere, “cine y televisión” y “música”, frecuentes en el corpus de neologismos analizados. 8 Véase Estornell Pons (2012) para un análisis más detallado de los anglicismos en revistas de moda. 6
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que no les serán ajenos9. Ahora bien, la pregunta que se plantea es si son necesarios desde el punto de vista denominativo. Sin lugar a dudas, tomar préstamos léxicos de otras lenguas es un recurso legítimo para incrementar el caudal léxico de una lengua, pero es claramente innecesario desde el punto de vista lingüístico interno de esa lengua: la entrada y admisión indiscriminada de préstamos puede llegar a desdibujarla y poner en cuestión la capacidad de cubrir las necesidades denominativas y expresivas por medio de los recursos propios (Cabré 2002). En este sentido, se detectan anglicismos que no cubren ninguna necesidad denominativa específica, sino que se trata de usos estilísticos con los que el emisor pretende mostrarse de un modo determinado, bien para distanciarse o acercarse al receptor, bien para parecer más moderno, etc., como vemos en los ejemplos siguientes: En enero del 2014, cuando las relaciones entre Estados Unidos y Rusia eran solo tensas as usual, el secretario de Estado John Kerry le regaló al canciller ruso, Serguéi Lavrov, dos hermosas patatas de Idaho. [La Vanguardia, 13/05/2016] Un cheesecake especial: en este caso se trata de un dulce elaborado con queso de cabra, con cerezas, una fruta que está en su momento óptimo, y también con pistachos. [La Vanguardia, 3/06/2018] Como si replicaran los debates de nuestra Biennal del Pensament, en 15 días Zizek y Peterson discutirán face to face en un teatro de Toronto. [La Vanguardia, 3/04/2019] El actor Zac Efron, quien se hizo muy popular entre las teenagers de principios de siglo como protagonista de los telefilmes de Disney High School Musical, ha cambiado totalmente de registro. [Diario de León, 3/05/2019]
As usual, cheesecake, face to face o teenager no parecen aportar ningún matiz semántico distinto a las palabras y locuciones castellanas como siempre, pero no menos importante, pastel de queso, cara a cara o adolescente, respectivamente, por lo que la explicación es diversa: por un lado, no se puede obviar que el contacto con el inglés y, por ende, el conocimiento de esta lengua, ha vivido un incremento abrumador innegable en los últimos tiempos, con lo que su influencia lingüística alcanza todos los ámbitos de comunicación; por otro, esta influencia se manifiesta en razones pragmáticas y sociolingüísticas relacionadas con el prestigio que la comunidad de hablantes atribuye a determinados códigos lingüísticos, o quizás a determinados grupos sociales que utilizan estos préstamos. Esta idea De hecho, en BOBNEO se han documentado estos mismos anglicismos en catalán para el mismo periodo. 9
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se refuerza con algunos ejemplos tomados de fuentes orales, donde claramente los anglicismos utilizados no responden a una falta de denominación en español: Este señor que además tiene actitudes y body language mussoliniano —esto es cierto, no es chiste— de repente va a llegar a la Casa Blanca. [Hora 14 (Cadena Ser), 9/11/2016] Está también, naturalmente, but not least, la entrevista del rey con Patxi López, que he comentado, a las 20:15; y la falta de perspectivas de acuerdo que haga posible una investidura. [Herrera en COPE (COPE), 8/03/2016] ¿Cuáles son esos acuerdos a los que han llegado PSOE y Ciudadanos? A un acuerdo de legislatura, con el down to the facts debidamente realizado, es decir, con pormenorización de políticas de gobierno. [Herrera en COPE (COPE), 24/02/2016] Ahora mismo, en Hoy por Hoy, hecho histórico de nivel planetario: los dos últimos premios nacionales de periodismo cultural, Diego Manrique y Jaume Figueras, face to face. [Hoy por Hoy (Cadena Ser), 14/07/2016] Ser miembro de una alianza muy importante, muy fuerte, es no solamente tener derecho de acudir a los headquarters y pedir el apoyo, sino también mucha responsabilidad. [Herrera en COPE (COPE), 10/02/2016]
Sin embargo, en algunos casos se podría plantear que el uso del anglicismo se ve privilegiado porque representa una solución más sintética que el equivalente en español: Hay quien no quiere mandar un formulario o pasar por el call center, quieren hacerlo todo rápido y tener respuesta al momento. [El País, 27/11/2019] A 31 de diciembre de 2014, Aena contaba con un cash flow de 1.300 millones, frente a los 846 millones de 2013. [La Vanguardia, 28/03/2015] Apple tendrá que pagar 408 millones de euros por inflar los precios de los ebooks. [Diario de Cádiz, 11/04/2016] Este look divertido y perfecto para la noche se consigue dibujando la línea en la parte superior del párpado, en un solo trazo, con eyeliner en crema. [Fashion&Arts, 20/08/2017] Berta Pérez triunfa con una idea de foodtruck de comida ecológica y vegana certificada. [Europa Sur, 30/09/2017] El fracking y los avances tecnológicos parecían poner tope a los incrementos de precios, que incluso evolucionaban al margen de los conflictos geopolíticos. [El País, 11/09/2018]
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Los equivalentes en español para call center, cash flow, ebook, eyeliner, food truck y fracking son, respectivamente, centro de atención telefónica, flujo de caja, libro electrónico, perfilador de ojos, (camión de) comida sobre ruedas (o gastroneta, según la propuesta de la Fundéu) y fracturación hidráulica. En estos casos, la estructura de ambas lenguas, en la que el inglés tiende a la composición y la derivación, y el español a la sintagmación, favorece claramente la primera, que es y se percibe mucho más sintética y directa a pesar de que la forma gráfica (y en algunos casos también su pronunciación) es opaca desde el punto de vista de la lengua española. Los datos, pues, confirman que la globalización también es lingüística: el espacio comunicativo y de conocimiento tiene el inglés como referente denominativo y no solo sirve para nutrir la lengua de manera directa, sino que también, como veremos a continuación, influencia, de un modo más imperceptible y sutil, la formación de palabras patrimonial (Freixa/Freixas/Solivellas Ugena 2020). 3. La derivación La derivación es aparentemente el proceso más disponible para crear palabras nuevas, no solo en español sino en general en todas las lenguas románicas (Correia/ San Payo de Lemos 2005). En efecto, mediante la prefijación y la sufijación se construyen más de un tercio (34,58 %) de las palabras nuevas del periodo analizado. Presentamos a continuación sus características más relevantes. 3.1. La prefijación La prefijación es el mecanismo propio más productivo para la formación de palabras en español, con más del 20 % de neologismos del conjunto analizado. En parte se debe al hecho de que el español cuenta con un número de prefijos ingente, con los que se vehiculan diversos significados, más aún si se incorporan, como apunta la NGLE (§§ 10.1d y 10.1n), algunos prefijos considerados tradicionalmente (y en algunos casos, todavía lexicográficamente) como formantes: 10.1d La diferencia entre prefijo y base compositiva (o elemento compositivo) es insegura en un buen número de casos: auto-, hiper-, macro-, micro-, mono-, multi-, poli-, etc. De hecho, estas formas se consideran elementos compositivos en unos análisis y prefijos en otros. Ambas opciones están justificadas, ya que los límites entre composición y prefijación afectan precisamente a estas unidades. […] 10.1n A diferencia de los prefijos en los apartados anteriores, son muy productivos en español anti-, auto-, contra-, des-, ex-, hiper-, in-, inter-, macro-, meta-, micro-, multi-, neo-, pre-, pseudo- (o seudo-), semi-, sub- y super-. Como se ve, el hecho de que estos
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prefijos posean origen latino o griego no impide que permanezcan activos en la conciencia activa de los hablantes.
Si atendemos al significado, siguiendo la propuesta de la NGLE (§ 10.2g), los neologismos formados por prefijación se distribuyen de la manera siguiente: significado
n.º
%
espaciales
166
8,95
ejemplos interuniversitario -ria, metacomedia, subtropical
temporales
247
13,31
neogótico -ca, post-terremoto, precrisis
cuantificativos
120
6,47
monodosis, multisensorial, pluricentralidad
gradativos y escalares
668
36,01
hipererotización, microplástico, ultrasubjetivo -va
aspectuales
251
13,53
acevichar, autoinculparse, reenfocar
negativos
99
5,34
desestresar, inexistir, no-libertad
de orientación o disposición
304
16,39
antiácaros, contrapregón, propalestino -na
total
1.855
100,00
Tabla 3. Prefijos y significados (2015-2019)
A la vista de estos datos, parece que las palabras nuevas vehiculan especialmente la gradación, la opinión (en los prefijos de orientación o disposición) y el tiempo, que, juntamente con los prefijos aspectuales, conforman el 79,25 % de palabras prefijadas. Veamos el detalle en la tabla 410. En la tabla 4 queda reflejado que hay prefijos con los que difícilmente se crean palabras nuevas y, en cambio, destacan, como ya hemos apuntado, los prefijos gradativos y escalares, que, precisamente, son los que no se suele considerar que formen palabras con significados nuevos, sino que realzan algún aspecto de la palabra a la que se adjuntan, en búsqueda de una mayor expresividad (situándose, pues, al borde de la aspectualidad) y que acercan, en muchos casos, la palabra prefijada a la coloquialidad. En este contexto, super-, pero también micro- (que alterna a veces con mini-)11 y ultra- tienen un papel prominente: Esta tabla reproduce la propuesta de clasificación de la NGLE (§ 10.2g), modificada para incorporar prefijos o significados que no aparecen en ella, si bien se mencionan en otros apartados de la gramática, como se ha apuntado más arriba (las incorporaciones se marcan con un asterisco). Entre paréntesis se da el número de casos documentados dentro del periodo estudiado. 11 De hecho, en estos casos la intercambiabilidad de los prefijos es muy alta: encontramos otros pares, como macrofiesta – megafiesta, superconectar – hiperconectar, etc. Véase García Platero (2015a: 29). 10
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No es porque sí que la sueca Greta Thunberg fue a Nueva York, a la cumbre de la ONU, en un yate superchulo del Yatch Club de Mónaco. [MG Magazine, 13/10/2019] Esto es lo que dijo uno de los microtextos en su cadena de tuits sabatinos. [La Vanguardia, 27/05/2018] En esos minitextos defendía testarudamente la necesidad de escribir bien, derribaba en cada tuit el mito de la objetividad y elogiaba la profesionalidad de exponer los hechos sin tomar más partido del imprescindible como el valor más preciado del periodista. [El Periódico, 29/04/2017] Un segundo de pescado ultrafácil consistente en una especie de tataki de atún con otra especie de hummus de almendras. [El País, 13/11/2017] La ensaimada es una pieza de bollería hojaldrada que, a diferencia de otras como el cruasán, no es ultramegarecontradifícil. [El País, 3/10/2016] significado
espaciales (166)
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ejemplos interioridad
intra- (16): intrageneracional, endo- (0)
exterioridad
extra- (9): extrasolar, exo- (2): exopierna
inferioridad
sub- (18): subsótano, infra- (0)
superioridad
sobre- (1): sobre jersey, super- (0), epi*- (1): epigenética, supra-* (10): supramunicipal
posición intermedia
entre- (0), inter- (22): intertribal
posición delantera
ante- (0)
posición trasera
tras- (0), retro- (12): retroiluminado -da, re- (0)
posición lateral o cercana*
co-* (29): coescribir, cis-* (1): cisgénero, meta-* (16): metahistoria, para-* (9): parapolicial
movimiento o posición alrededor
circun- (0), peri- (2): periurbano -na
movimiento o posición a través
dia- (0), per- (0), tra(n)s (8): transuretral
movimiento hacia atrás
ana- (0), re- (0)
distancia
tele- (10): telemedicina
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temporales (247)
cuantificativos (120)
gradativos y escalares (668)
aspectuales (251)
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anterioridad
ante- (0), pre- (91): preemergencia, ex-12 (31): excúpula
posterioridad
pos(t)- (79): posgusto, neo-* (46): neopopulismo
indefinidos
multi- (57): multiplataforma, pluri- (6): plurifamiliar, poli- (14): poliamor, omni-* (2): omnicomprensivo -va, pan-* (5): pansexual
numerales
mono- (8): monovarietal, bi- (14): bizona, tri- (4): trifuncional, tetra- (2): tetracampeón tetracampeona, cuatri- (5): cuatripolarización, mili- (0), semi- (0), uni-* (3): uniprovincial
intensidad
re- (1): rechiflar, super- (107): superfeliz, archi(7): archirrival
grado máximo
extra- (8): extraancho -cha, hiper- (57): hiperpresencia, requete- (0), maxi*- (5): maxisuela
grado medio
semi- (51): semifeudal, entre- (1): entrevela, medio- (0)
grado inferior
sub- (21): subgerente, vice- (11): viceportavoz
exceso
sobre- (54): sobreinformación, super- (0), ultra*(60): ultrarraro -ra
insuficiencia
sub- (3): subalimentación, infra- (9): infracotizar, mal-* (4): malpensante
aproximación
cuasi- (6): cuasifascismo, (p)seudo-* (21): seudociencia
tamaño*
macro-* (65): macroreyerta, mega-* (49): megaproblema, micro-* (87): microconferencia, mini-* (41): minigira
reiteración
re- (83): rehidratar
causatividad / cambio de estado*
a-*13 (9): amoscatelar, en-* (7): enmarronar
reflexividad*
auto-* (152): autoparodia 1213
12 El prefijo ex- tiene una rentabilidad muy alta; el número que se indica responde al hecho de que, según la metodología utilizada en BOBNEO (2004), no se recogen los casos que tienen como base un cargo o una profesión. 13 Si bien los verbos del tipo [a[moscatel]ar] se clasifican como parasintéticas en diversos trabajos (Varela 1990, Serrano-Dolader 1995, entre otros, o, más recientmente, NGLE), en BOBNEO se consideran casos de prefijación recategorizadora, siguiendo a Cabré (1988 y 1994a). Del mismo modo, los verbos del tipo [perimetr[ar]] se tratan como conversión sintáctica en § 6, y no como sufijación.
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negativos (99)
de orientación o disposición (304)
83
negación
in- (16): inmatizable, des- (7): deslugar, dis- (1): disbiosis, a- (3): agénero, no-* (26): no ficción, sin-* (2): sindiós
acción contraria
des- (44): descrispar
privación
a- (0), an- (0)
oposición
anti- (222): antibombas, contra- (30): contrarrelato
posición favorable
pro- (52): procientífico -ca
Tabla 4. Significados de los neologismos formados por prefijación (2015-2019)
El segundo grupo de prefijos más productivos es el de significado de orientación o disposición, con él se vehiculan los posicionamientos y las opiniones, especialmente las negativas, puesto que el prefijo anti- es el más productivo de todos, así como también el más versátil, ya que se adjunta a cualquier tipo de base, adjetiva o nominal, sobre todo del ámbito de la política o la sociedad: simple (antiestrías) o compleja (antidiscriminación), siglada (anti-UE), prestada (antiestablishment), con nombres propios (anti-Cameron), etc. Esta ausencia de restricciones viene acompañada también de casos en los que se detectan, al menos, dos dificultades para el análisis, que se dan en formas como manifestaciones antiausteridad, sérum antiimperfecciones o propiedades antiirritación14: por un lado, desde el punto de vista sintáctico van precedidas de un sustantivo, de modo que categorialmente funcionan como adjetivos, y, por el otro, desde el punto de vista de la flexión, no siempre respetan la concordancia de número con el sustantivo plural al que acompañan. De hecho, la primera característica se manifiesta en algunos contextos donde alternan los derivados sobre la misma base, ya sea en forma sustantiva o adjetiva: La policía se manifiesta hoy en 90 ciudades bajo el lema “Stop al odio antipolicía”. [El País, 18/05/2016] A las pocas horas se descubrió que Anderson había colgado comentarios antisemíticos y antipoliciales en las redes sociales. [La Vanguardia, 13/12/2019] Las nuevas medidas antiviolencia contemplan incluso el cierre parcial de una grada por estos episodios. [La Vanguardia, 18/02/2015] 14 Ya Serrano-Dolader (2002) constataba que estas formaciones eran cada vez más frecuentes, y que, atendiendo las características que presenta anti-, se sitúan en una zona “periférica” difusa entre las preposiciones y los prefijos. Casi veinte años después, sigue siendo el prefijo más productivo del español actual, especialmente en la lengua oral y el lenguaje publicitario y periodístico. Véanse también Freixa (2010a) y Sanmartín (2020).
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[…] Una idea matriarcal antiviolenta en la que coincidimos Arca y yo. [La Vanguardia, 27/05/2018]
Por su lado, auto- es el segundo prefijo no gradativo más frecuente y combina tanto con sustantivos y adjetivos (autoodio, autoexculpatorio -ria) como con verbos (autoproclamarse). En este último caso no es extraño encontrar formas redundantes, como autoinmolarse o autoinculparse, si bien se acepta esta insistencia sobre la presencia del sujeto de la acción en casos en los que pueda haber ambigüedad. Finalmente, en cuanto a los prefijos temporales, tanto pre- como pos(t)- presentan unos porcentajes similares (4,91 % y 4,26 %, respectivamente), y ambos prefijos combinan con nombres (prepublicación, postcumbre) y adjetivos (prebélico -ca, postropical), y solo pre- también con verbos (preestrenar, prelavar). Asimismo, se documentan fácilmente pares de neologismos construidos sobre la misma base, como sucede con prevacacional y posvacacional, precrisis y poscrisis, o prefeminista y posfeminista, etc. En definitiva, de todos los significados que aportan los prefijos, los datos evidencian que los hablantes sobre todo recurren a los gradativos, especialmente los de grado máximo para expresar (¿exagerar?) su punto de vista, del mismo modo que pro- y, especialmente, anti- (en detrimento de contra-) muestran la posición que se toma. Por otro lado, destaca también la presencia de auto-, pre- y pos(t)-. Todo ello confirma lo que observaba Capanaga (2001): prefijos cultos, como hiper-, macro-, super-, etc., se han establecido en la lengua como intensificadores en el registro coloquial. 3.2. La sufijación La sufijación es el segundo proceso propio del español al que recurren los hablantes para crear palabras nuevas, con el 14 % del total de neologismos lexicográficos documentados en el periodo estudiado. Vale la pena incidir aquí en que, en muchos casos, se completan series derivativas, cuya ausencia en el diccionario, como apuntábamos al inicio, responde a criterios espaciales aplicados a las palabras de significado predictible y, por consiguiente, “prescindibles”. Es lo que sucede con palabras como acartonamiento (acartonarse aparece en el diccionario desde la edición de 1817), blanqueante (en el diccionario se registran blanqueación, blanqueada, blanqueador -ra, blanqueadura, blanqueamiento y blanquear), marginalizar (en el diccionario se encuentran marginal, marginalidad, marginalismo, marginalización y marginalmente), o plastificante y plastificador (frente a los ya registrados plastificar, plastificación y plastificado), por ejemplo. A estos casos hay que añadir, además, los que presentan variantes morfológicas alternativas, de igual significado a otras palabras ya existentes, como se observa en abarcante (en el diccionario ya hay abarcador -ra), desescalamiento (frente a desescalada)
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o absurdez (el DLE registra absurdidad)15. Sin embargo, también se documentan series derivativas “nuevas” completas: por ejemplo, el diccionario solo recoge el gentilicio japonés -sa, pero en el corpus se han encontrado japónico -ca, japonismo, japonización y japonizar, o sobre el sustantivo diccionarizado palíndromo se documentan palindrómico -ca, palindromismo y palindromista. Presentamos a continuación, organizados según la categoría gramatical de la palabra resultante, los neologismos formados por sufijación, y destacamos de cada grupo las características más relevantes. Empezamos por los sustantivos16, que constituyen el 51,19 % de los neologismos sufijados y se distribuyen de la manera siguiente: significado
acción y efecto (181)
cualidad, estado y condición (196)
persona, instrumento y lugar (251)
ejemplos -ción (114)
guetización, juguetización, subtitulación
-miento (21)
acartonamiento, desaliñamiento, sobredimensionamiento
-aje (10)
cerclaje, interinaje, patronaje
-azo (17)
microfonazo, tamayazo, trumpetazo
-eo (8)
famoseo, folleteo, moderneo
-ing* (6)
balconing, mamading, terrazing
-ón (5)
arreón, carrerón, paradón
-idad (43)
mineralidad, sartenidad, secuencialidad
-ez (7)
absurdez, hijoputez, pocholez
-ia (11)
emprendeduría, mentoría, perfilería
-ismo (111)
japonismo, miserabilismo, templagaitismo
-ada (19)
guarrindongada, marcianada, turistada
-era (5)
gasinera, palomitera, tripotera
-dor -ra (59)
comercializador, procrastinador, voluminizador
-ista (183)
comidista, cortoplacista, viñetista
-ería (5)
bacaladería, valvulería, vermutería
-erío (4)
facherío, laterío, roquerío
Véanse Bernal y DeCesaris (2010), Rifón (2011) y Martín García (2016), entre otros, para más detalle sobre la rivalidad de sufijos. 16 El sufijo -ista también forma adjetivos (de hecho, aparece en la NGLE en § 7.7, correspondiente a los adjetivos relacionales), pero lo tratamos en este apartado, juntamente con -ismo, con el que está estrechamente relacionado. Del mismo modo, tratamos aquí los derivados en -dor -ra, incluyendo los adjetivos de significado activo. 15
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especializados*17 (16)
otros (27)18
-ina (6)
gliadina, leptina, rodopsina
-ita (5)
kriptonita, peridotita, piroxenita
-ol (5)
bisfenol, lansoprazol, tramadol -ardo (1): pollardo, -ario (3): orquidario, -arra (1): motarra, -ata (2): negrata, -ato1 (2): merkelato, -ato2 (3): glifosato, -dora (2): recortadora, -ena (1): noventena, -eno (1): xileno, -esis (1): pauresis, -eta (1): fumeta, -eza (1): timideza, -illa (2): saravilla, -ncia (2): irradiancia, -oma (1): -osis (1): listerosis, -torio (1): moritorio, -urrio (1): mechurrio
Tabla 5. Neologismos nominales formados por sufijación (2015-2019)18
17
De los 673 sustantivos sufijados neológicos, 294 (43,68 %) están formados con -ismo e -ista, que evidencian una versatilidad máxima y una productividad muy alta para formar palabras. Ahora bien, una mirada atenta a las creaciones con estos sufijos desvelan que, más allá de palabras que designan ‘movimiento, tendencia, doctrina’, como se puede ver en ejemplos como confederalismo – confederalista, kemalismo – kemalista o supremacismo – supremacista, con este par de sufijos (si bien no siempre se documentan las dos formas), se forman sustantivos con bases que, a priori, estos sufijos no aceptan, como sustantivos concretos (corbatismo), pronombres (yoísmo), nombres propios complejos (peterpanismo), bases compuestas (templagaitismo), préstamos (trendingtopicsta) o sintagmas (buenrollismo), donde el significado es valorativo, y frecuentemente despectivo o irónico: El secreto de todo robinhoodismo falsario estriba en envolver en interés general (la redistribución, el castigo a los abusos de las élites, la ruptura del establishment obsoleto o corrupto) una codicia muy particular, el enriquecimiento propio ilícito. [El País, 19/04/2016] El compromiso del ministro griego venía envuelto en su prenda, compensación tradicional al descaro sincorbatista. [El País, 23/06/2015] Esto no es un alegato al cualquiercosismo ni al paleterío, sino una voz de alarma […]. [El País, 24/02/2017] Incluimos este grupo de sufijos de los ámbitos de la química (-ina y -ol) y la mineralogía (-ita), porque, si bien no están disponibles para la formación de palabras general, se han documentado diversos casos en los medios, que los divulgan y los hacen más próximos a los hablantes no expertos de los ámbitos en los que se usan. 18 Agrupamos bajo “otros” los casos de sufijos con los que se han documentado tres o menos neologismos. 17
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Estos ejemplos reflejan una transgresión de la regla a la hora de formar palabras con estos sufijos, que tienen un efecto en el lector o el oyente, que las puede decodificar sin problema y entiende el juego que tal transgresión provoca. El aumento progresivo de la productividad de -ismo e -ista se relaciona, pues, con la ampliación de la disponibilidad de tipos de base con las que combinan, que afecta además, en algunos casos, el registro y la expresividad. Así, al significado prototípico de ‘doctrina o movimiento’ se le suma uno de ‘tendencia de conducta (expresada por la base’), que se acerca al de ‘cualidad’ que aportan otros sufijos. Esta transgresión se observa también en otras formaciones: […] no ha disminuido ni un ápice su hijoputez ancestral […]. [El País, 24/02/2017] Si la economía del hogar es quien a la postre decide quién gobierna, no es extraño que muchos alemanes quieran prolongar el merkelato al menos cuatro años más, la duración de una legislatura. [La Vanguardia, 24/09/2017]
El primer ejemplo es transgresor porque la base es un sintagma, con la preposición elidida, cuando -ez se adjunta a adjetivos simples o complejos, pero no construidos. Con -ato, en cambio, se crea una palabra nueva a partir de un nombre propio para expresar la dignidad, cuando la regla prevé hacerlo sobre nombres comunes de cargo. Por otro lado, destaca la emergencia de la adopción de un sufijo del inglés, -ing, que, al usarlo en español, adquiere el significado de ‘actividad pretendidamente deportiva’, donde prevalece la intención irónica y humorística del hablante, propia del registro coloquial (Bernal 2022): Sin embargo, con los años esta práctica del edredoning se ha ido dejando de lado para pasar, directamente, a realizar cualquier tipo de acto íntimo públicamente y sin tapujos. [La Vanguardia, 23/06/2016] Basta ver las noticias de vez en cuando para darse cuenta que el balconing se mantiene como una práctica habitual de muchos turistas británicos jóvenes. [La Vanguardia, 23/07/2019] Repasamos los principales destinos turísticos en los que los jóvenes extranjeros viven su ‘rito de paso’ a la madurez a base de comas etílicos y mamading. [El País, 21/04/2016]
En cuanto a los adjetivos, que constituyen un 39,78 % de los neologismos sufijados, destaca sobre todo la creación de adjetivos relacionales, con -iano -na —formado mayoritariamente sobre nombres propios (incluso complejos, con el
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nombre y apellido, como en woodyalleniano -na o ritabarberiano -na) de cualquier ámbito temático (literario, político, deportivo, etc.)—, -ico -ca y -ero -ra, tal y como se muestra en la tabla 619: significado calificativo (15)
ejemplos -oso -sa (5)
dicaprioso, mollatoso, resacoso
-ón -na (4)
disfrutón, marzón, pujolón
-i* (6)
colorinchi, modernuqui, tengui -ense (5): colomense, -eño -ña (4): fuenlabreño, -és -sa (6): burkinés, -í (3): estambulí, -ino -na (8): balaguerino, -ita (4): monclovita
gentilicios (30)
relacional (312)
activo o pasivo (140) otros (5)
-al (16)
aspiracional, interseccional, vibracional
-ar (4)
dunar, micelar, montañar
-ico -ca (79)
cataclísmico, mamotétrico, sonambúlico
-iano -na (116)
clarkkentiano, episcopaliano, murakamiano
-esco -ca (12)
bolañesco, rockabillesco, vilamatesco
-torio -ria (6)
celebratorio, emancipatorio, regulatorio
-ero -ra (67)
sanferminero, terracero, vermutero
-il (6)
gansteril, novilleril, piojil
-ivo -va (6)
combinativo, eurovisivo, extractivo
-ble (63)
contrarrestable, querible, tarareable
-nte (77)
despigmentante, saciante, zozobrante -ido -da (3): tróspido, -ito -ta (1): triunfito, -uno -na (1): viejuno
Tabla 6. Neologismos adjetivales (2015-2019)
De los datos de la tabla destacamos la confirmación de la extensión del sufijo -al, por la influencia del inglés y del francés (Varela 2005; NGLE § 7.7ñ), así como el uso de -ero -ra para crear adjetivos, con cierto eco lúdico, formados sobre préstamos —harlero (sobre la base, truncada y deformada, de Harley-Davidson), startupero—. Asimismo, experimenta un incremento notable el sufijo -nte, que llega a crear dobletes de adjetivos documentados en el diccionario, sin que se observen diferencias de significado, como sucede con purificante (vs. purificador En diversos casos, las palabras documentadas oscilan entre el valor relacional y el calificativo. Por las restricciones de espacio no podemos entrar en detalle a analizarlos, por lo que la tabla refleja el valor general de cada sufijo. 19
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-ra), plastificante (vs. plastificador -ra), desmoralizante (vs. desmoralizador -ra). Finalmente, cabe señalar la aparición de un nuevo sufijo, -i, al límite de la aspectualidad, que se adjunta tanto a bases adjetivas como verbales, y que tiene un claro valor afectivo y coloquial, como se ve en los ejemplos siguientes: La euforia con Libra es más bien el producto del humo de una campaña de comunicación con palabras cuquis como blockchain o criptomoneda. [El País, 23/08/2019] Igual que sucede en internet, madres, padres, tíos y algunos abuelos ayudan a los pequeños. Como banda sonora, una repetitiva cantinela de si-les y no-les, de muchos tenguis y algunos faltis. [La Vanguardia, 27/05/2018] ¿Se puede sobrevivir como chica joven y modernuqui sin ver Girls? [El País, 3/02/2015]
Los verbos, en cambio, son mucho menos frecuentes, en general, no solo entre los neologismos formados por sufijación, sino también por otros procesos, como ya hemos apuntado en el apartado 3.1, y a los que hay que sumar los 28 verbos formados por conversión, que trataremos brevemente en el apartado 520. Centrándonos en la sufijación, el español se nutre básicamente de verbos formados con -izar, seguido a distancia por el sufijo -ear; el sufijo -ificar, marcado por su origen culto, es anecdótico y testimonial: significado
ejemplos
frecuentativo* (29)
-ear (29)
maratonear, siestear, versionear
causativo / cambio de estado* (60)
-izar (55)
estocolmizar, ficcionalizar, museizar
-ificar (5)
disneyficar, esferificar, nazificar
Tabla 7. Neologismos verbales
Una característica destacable es que tanto -ear como -izar toman como bases préstamos del inglés, si bien con funciones distintas: en el caso de -ear es el sufijo que se toma para adaptar el verbo inglés a la morfología del español, que no tiene ninguna marca morfológica específica, como vemos en googlear, samplear, shapear o spoilear, mientras que en el caso de -izar el sufijo actúa del mismo modo que con una base patrimonial y aporta el significado causativo, como se observa en hipsterizar, westernizar, crossoverizar, etc.: 20 Cabe decir, sin embargo, que en Bernal (2012) se analizaron los verbos neológicos del periodo 2001-2011 y, si bien se registraron más verbos en -izar, el número de casos parece bastante constante entre todos los procesos. También debe tenerse en cuenta que algunos de ellos entraron en la 23.ª edición del DLE y, por lo tanto, ahora ya no se consideran neologismos.
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Claro que él ni soñó con conectarse y mucho menos con googlear asunto alguno. [Fashion&Arts, 18/06/2017] Al fin y al cabo, su prosa, autorreferencial, sampleada, rítmica, con sentido del humor, ya debería habernos puesto sobre la pista. [Icon, 6/05/2017] ¿Teníamos delante nuestra una sopa de superalimentos a años luz de muchos que están de moda y no lo habíamos visto? ¿Hemos sido capaces de hipsterizarlo? [El País, 23/06/2016] Que el nacionalismo ruso se hooliganice a dos años de su Mundial es una señal más que inquietante. [El País, 13/06/2016]
Por otro lado, también se observa cierta tendencia a la redundancia y alargamiento silábico, con verbos que generan dobletes con verbos ya documentados en el diccionario y que no parecen aportar ningún matiz nuevo respecto del verbo atestado, como sucede con vitaminizar (frente a vitaminar) o marginalizar (frente a marginar, si bien el DLE ha incorporado ya marginalización, que remite a marginación): Los temas del gusto de la ultraderecha han sido marginalizados. [La Vanguardia, 17/04/2017] Este giro va a consolidar a Macron entre los dudosos, ante los que votarán a él, desde la derecha y la izquierda, tapándose la nariz, y sobre todo vitaminizará a aquellos que razonan en términos de “frente republicano” y de “todos menos Le Pen”, que son la mayoría de los franceses. [La Vanguardia, 2/05/2017]
Mediante sufijación, pues, se crean sobre todo palabras de categorías nominales, donde además de los significados predictibles de los diversos sufijos, se detectan usos expresivos que surgen en el momento que se transgreden las reglas de formación y se admiten bases no previstas a priori. Esto no ocurre en la formación de verbos: aunque también los sufijos verbalizadores parecen haber ampliado la tipología de bases con las que combinan, no se observa que se haga buscando un efecto expresivo. Asimismo, cabe destacar la tendencia a la estabilización que muestran dos sufijos nuevos, -ing e -i, ambos adscritos al registro coloquial. 4. La composición El tercer bloque de recursos productivos está formado por los diversos tipos de composición (patrimonial, culta y sintagmática) y la neología semántica (que tra-
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tamos en § 5), que globalmente suponen otro tercio del conjunto de neologismos (30,64 %)21. 4.1. La composición patrimonial Dentro de la composición patrimonial, destacan tres estructuras22: estructura
n.º
%
NN
493
79,77
ejemplos casa museo, efecto espejo, libro-objeto
AA
70
11,33
blanquiazul, democráticoliberal, pijo-cool
VN
46
7,44
quita-arena, portabebidas, salvaescaleras
otros
9
1,46
adelante-atrás, metesaca, patirrojo -ja, todocamino
total
618
100,00 Tabla 8. Compuestos patrimoniales
La presencia de compuestos NN es, sin duda alguna, la más numerosa y la que ha experimentado desde hace ya algunos años una productividad mayor, por la influencia del inglés, e incluye tanto los compuestos apositivos-atributivos (capital semilla, operación bikini, pantalón pitillo), que designan una entidad de la clase de las denotadas por el primer elemento, como los coordinados (chaqueta-sudadera, ciudad-estado, teatro cabaret), en los que el valor semántico del conjunto es igual a la suma de los elementos. En el caso de los compuestos apositivos-atributivos hay que tener en cuenta que algunos de ellos presentan unas características sintáctico-semánticas que los acercan a las unidades sintagmáticas del tipo NA o NSPrep, y, de hecho, en algunos casos la elisión de la preposición, no siempre atribuible a la coloquialidad, es muy clara, tal y como se observa en los siguientes ejemplos: Mecánicamente, el Mondeo Vignale está disponible con la gama más prestacional, como el motor gasolina EcoBoost 2.0 de 203 o 240 CV con cambio manual de seis velocidades. [La Vanguardia, 28/06/2015] 21 Hay que tener en cuenta que, excepto en el caso de la composición culta, la neología semántica, los compuestos sintagmáticos y, parcialmente, los compuestos patrimoniales solo se pueden detectar en el vaciado manual, con lo cual hay que asumir que hay casos que pasan desapercibidos. 22 A pesar de que solo incluimos en la tabla estructuras binarias, en cinco casos se documentan compuestos con tres elementos: a) sustantivos (bar-café-restaurante, hierba-grava-nieve); b) adjetivos (etílico-flirteante-cultural, público-privado-ciudadano); y c) verbos (tirar-comprar-tirar).
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Un paloselfie, un acantilado y un tropezón. [El País, 19/04/2016] Yo no tengo nada en contra de un matrimonio de La Haya al que se le ha ocurrido ofrecer su casa adosada, su bicicleta y su hospitalidad a cambio de mi ático con vista lateral a la Sagrada Família, el gato hijoputa del vecino que salta a la terraza y una biblioteca donde igual encuentran esas fotos de una novia cachonda en cueros que nunca recuerdo por dónde andan. [La Vanguardia, 18/02/2015]
A distancia les siguen los compuestos AA, que son los que se pueden considerar compuestos propios, en el sentido de que en español la sintaxis no genera estructuras de dos adjetivos situados en el mismo nivel, como en nacional-populista o gay-lésbico -ca, que equivalen a construcciones con dos adjetivos unidos por la conjunción copulativa y que algunos compuestos llevan incorporada (blanquiazul, fofisano -na), estableciendo, pues, una relación de adición, aunque a veces también hay implícita una idea de dirección como en [diálogo] árabe-israelí o [frontera] sirio-iraquí. En cuanto a la estructura VN suele tener un significado instrumental (calientabiberones, portalentillas) o agentivo (cazatendencias, robaplanos) y es más productivo en contextos coloquiales, que se alejan del tono estándar de los medios, si bien es una estructura relativamente frecuente dentro de la composición. En general, uno de los aspectos que destaca en los compuestos es el formal: es habitual encontrar el mismo compuesto con guion o sin, como en apio-nabo o apionabo, doble-doble o doble doble, idea-fuerza o idea fuerza, a pesar de que la ortografía académica (RAE/ASALE 2010: § 4.1.1.2.3.1) establece una pauta para la escritura con guion, si bien alude al factor temporal para establecer la necesidad del guion, hecho que puede favorecer esta variabilidad: 4.1.1.2.3.1. Formando unidades léxicas complejas […] En cambio, cuando estos compuestos [de dos sustantivos yuxtapuestos] son meramente ocasionales, fruto de creaciones particulares y a menudo limitados en vigencia y validez al contexto concreto en que aparecen, se utiliza el guion intermedio, a fin de que puedan ser identificados como unidades léxicas complejas por el lector […]. Cuando se trata de creaciones neológicas recientes, también suelen escribirse con guion intermedio durante un tiempo, hasta que se generalizan y asientan en el uso, momento en el que el guion desaparece; así ha sucedido, por ejemplo, con carril bici (‘en una vía pública, carril reservado para la circulación de bicicletas’), que hoy se escribe normalmente sin guion, aunque en sus primeros usos solía llevarlo.
Finalmente, todavía sobre la forma gráfica de los compuestos, se detecta un uso nuevo de la barra, que establece disyunción (ya sea oposición o alternancia, tal y como se observa en pacifismo/antimilitarismo) o distribución (riqueza/habi-
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tante) en vez del guion que corresponde a los compuestos coordinados, y que va ganando cierta presencia en los medios, como se ve en madre/mánager o cliente/ conductor: Desde mayo de 1968 y la invasión de Checoslovaquia, cientos de miles de jóvenes europeos nutrieron nuevos movimientos sociales —vinculados al pacifismo/antimilitarismo, al feminismo o a la ecología— que abandonaban el sueño revolucionario para defender una sociedad civil democrática, y que asumían formas de organización menos jerárquicas y centralizadas. [El País, 11/04/2017] La Administración del Estado cuenta con dos instrumentos, recogidos anualmente en los Presupuestos Generales del Estado (PGE), para corregir los desequilibrios regionales de riqueza/habitante en España: la inversión pública que realiza el propio Estado y el Fondo de Compensación Interterritorial (FCI), que el Estado transfiere a las comunidades autónomas que ellas realicen la inversión. [El País, 6/05/2017] Aun así, muchas niñas quieren ser modelos y, a ser posible, actrices, y buscan trabajos a tiempo parcial bajo el paraguas de su madre/mánager. [Fashion&Arts, 20/08/2017] ¿Son los millennials más propensos a este sistema que los clientes/conductores tradicionales? [El Periódico, 29/04/2017]
La composición patrimonial en español peninsular actual, pues, se concentra alrededor de la estructura NN. No hay que descartar, sin embargo, que otras estructuras, especialmente con respecto a VN, que tiene un uso notable en el registro coloquial, aparecen representadas parcialmente en los medios de comunicación, como tocapelotas, matapasiones o buscatesoros, a pesar de que constituye el esquema, al fin y al cabo, que se considera más productivo de los compuestos propios del español (NGLE § 11.8a). 4.2. La composición culta Bajo la etiqueta de composición culta se incluyen palabras formadas con al menos un formante culto del latín o el griego. Estrictamente, sin embargo, si se consideran compuestos cultos los que contienen dos formantes, uno inicial y otro final, el número de casos cae a 22 (sobre los 774 clasificados en esta categoría), que supone un 2,84 %: esto significa que el 97,16 % solo tiene un formante por lo que constituyen compuestos híbridos, ya que uno de los dos elementos es una palabra patrimonial. Esta característica, según Cabré (2002), indica que este tipo de formaciones no son cultismos, sino que se han formado adrede por imitación de los procesos de composición culta, con una finalidad expresiva y no tanto referencial.
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Aunque estamos de acuerdo con esta afirmación, creemos que debe matizarse, puesto que hay que separar la formación con elementos iniciales de la formación con elementos finales. Veámoslo con un poco más de detalle. Dentro del grupo de compuestos cultos con dos formantes, encontramos palabras de uso especializado, sobre todo del ámbito médico, como odontofobia, toracoscopia, antropoceno o biofilia. En el caso de los formantes iniciales, se observa una gran diversidad de ellos (más de 200), entre los que destacan algunos que reflejan claramente los ámbitos de interés de la sociedad actual (Estopà 2009a; Bernal 2010): a. medioambiente: agro- (agroganadero -ra), bio- (biofactoría), eco- (ecoedición); b. ciencia: ciber- (cibermoneda), geo- (geofinanciero -ra), tecno- (tecnopesadilla); c. medicina: neuro- (neurodesarrollo), psico- (psicoestética); d. política: euro- (eurodios eurodiosa); e. sociedad: hetero- (heteronormativo -va), homo- (homoerótico -ca), narco(narcotúnel), socio- (socioemocional). Estas palabras también dan cuenta de manera evidente de que los formantes cultos están integrados en la lengua y al alcance de los hablantes del mismo modo que los prefijos patrimoniales: los hablantes los reconocen, los interpretan adecuadamente y forman nuevas palabras que, aunque se alejan de los compuestos cultos estrictos, están bien formados e integrados en el discurso estándar. La alta frecuencia de al menos un grupo de formantes como los listados anteriormente se puede relacionar, probablemente, con la transparencia semántica y el nivel de formalidad que se les otorga por su origen, hecho que puede considerarse especialmente adecuado en contextos comunicativos formales, como son los medios de comunicación. En cuanto a los formantes sufijados, si bien son mucho menos numerosos —encontramos 22 distintos en 77 neologismos (10,23 % de los compuestos cultos híbridos)—, sí se entrevé mayor expresividad, con un valor positivo o negativo, que puede llegar a ser irónico, y con los que el juego es consciente y se busca llamar la atención del receptor (Guilbert 1975). Los hablantes juegan con ellos porque saben su significado y cómo se combinan, y este conocimiento es lo que permite transgredir la regla de formación de palabras; asimismo, existe la presuposición de que los receptores entenderán la transgresión y serán capaces de interpretarlos y entender la motivación que hay detrás de estas formaciones, gracias al mismo conocimiento que permite crearlos (Bernal/Sinner 2013; Bernal/Milà-Garcia 2021). Así se desprende de formaciones con forman-
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tes como -filia/-filo -la (tasafilia, berenjenófilo -la), -fobia/-fobo -ba (catalanófobo -ba, cochefobia), -metro (noviómetro), -cracia (dolarocracia) o -latra (perrólatra), en los que se observa cómo estos formantes finales se combinan con cualquier substantivo para crear palabras que, por lo menos, causan sorpresa, que se incrementa ante ejemplos donde la transgresión es mayor, porque el primer elemento es un nombre propio (ruzólogo ruzóloga, caravaggiomanía), siglas (LGTBfobia, lgtbifobia), préstamos (happycracia) o incluso sintagmas (chaleco-amarillología, malherbología)23. Estas formaciones son, en general, efímeras y probablemente no trascenderán el contexto y el registro en el que se han creado. Sin embargo, aunque muchos de estos casos son ocasionalismos (Bueno 2020), hay algunos que acaban gozando de cierta estabilización en el uso, como austericidio, implantología o seriéfilo -la, hecho que constituye un factor que hace que el efecto transgresor no sea tan prominente24. 4.3. La composición sintagmática La presencia de la composición sintagmática25 en el periodo estudiado es pareja a la de la composición patrimonial, en cuanto a casos distintos documentados, si bien se registran 19 casos más, por lo que alcanza el 7,06 % del total, que se distribuyen mayoritariamente alrededor de dos estructuras básicas: NA y NSPrep, tal y como se refleja en la tabla 9. estructura
n.º
%
NA
351
55,10
ejemplos bestia parda, comercio justo, sociedad líquida
AN
38
5,97
alta montaña, cuarta pared, nuevas tecnologías
NSPrep
154
24,18
día de la marmota, estatua de sal, superluna de sangre
SPrep
13
2,04
a medio gas, a rebufo, en b
SV
81
12,71
echar el freno de mano, hacer la cobra, mover ficha
total
637
100,00 Tabla 9. Compuestos sintagmáticos
Véase el capítulo de Campos Souto en este mismo volumen. Algunos casos análogos incluso han llegado a entrar en el diccionario, como meritocracia, beatlemanía o pulsómetro. 25 En la NGLE se reserva el nombre de composición sintagmática a los compuestos NN y AA, que hemos tratado en 4.1, siguiendo la clasificación adoptada en BOBNEO, y los compuestos que tratamos aquí se consideran compuestos sintácticos o locuciones nominales o verbales (NGLE §§ 11.1b, 12.9l y 12.9o). 23 24
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En este tipo de compuestos se reúnen dos fenómenos: la sintagmación propiamente dicha, como recurso formal del que dispone la lengua para construir sintagmas, y la lexicalización, que los fija formalmente y les atribuye un significado específico, que impide hasta cierto punto que su significado sea deducible a partir del de sus componentes, puesto que tienden a tener un significado global unitario y un referente único. Así, si un hablante (o aprendiente) de la lengua no ha incorporado este tipo de unidades en su vocabulario, no es capaz de interpretarlas correctamente ni de distinguirlas de los sintagmas libres del discurso ni de las colocaciones o solidaridades léxicas. Este tipo de compuestos se caracterizan por el hecho de que no pueden recibir modificadores o complementos con independencia del todo (*estatua de [sal gorda], *sociedad [muy líquida]), tienen un orden sintáctico fijo de los componentes (*invisible amigo) y no se pueden conmutar los elementos (*cuarto muro)26. Veamos unos cuantos ejemplos: Por el alargamiento de los veranos […], el aumento de la frecuencia de noches tropicales y fenómenos como las “islas de calor” en las ciudades, que elevan las temperaturas mínimas nocturnas. [MG Magazine, 18/08/2019] Lo mismo sucede con el techo de cristal, el 78 % de los encuestados considera que las mujeres están discriminadas en el acceso a puestos de responsabilidad en empresas. [El País, 6/03/2018] También es cierto que no te puedes pasar la vida escarbando y transitando por el lado oscuro. [Icon, 6/05/2017]
Destacan, asimismo, los sintagmas terminológicos, que aparecen en la prensa con relativa frecuencia, especialmente los que pertenecen al ámbito médico, económico o ambiental, por la incidencia y el interés social que tienen: El Consejo planea crear una vía verde de 57 kilómetros, siguiendo el curso de la antigua carretera romana. [El País, 27/02/2015] Por un lado, ha recibido el premio Momentum for Change por la transformación en biofactorías de tres plantas de tratamiento de aguas en Chile, un modelo basado en la economía circular. [El País Semanal, 22/09/2019] Los indicios de la nueva partícula han aparecido en el acelerador LHC del CERN, el mismo en el que se descubrió el bosón de Higgs hace cinco años. [La Vanguardia, 20/04/2017] Véase Varela (2005) y Contreras y Suñer (2004) para más detalle, y otras pruebas de tipo fonético y fonológico, morfológico, sintáctico, semántico y léxico, y pragmático. 26
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Porque, si bien puede ser un orgullo provocar el síndrome de Stendhal entre los viajeros, ningún destino quiere para sí el “síndrome de Venecia”: hordas de turistas que poco a poco van expulsando a los vecinos del lugar, que se convierte en una ciudad de cartón piedra. [MG Magazine, 9/07/2017]
La naturaleza poliléxica de los sintagmas favorece que sean las unidades más frecuentes en el lenguaje especializado, porque tienen una estructura clasificatoria, en la que la base del sintagma suele ser el núcleo (y, semánticamente, el hiperónimo), mientras que el complemento del sintagma suele corresponderse con la especificación de este núcleo, del que expresa una característica relevante (como la función, el tipo o el medio), como se observa en cangrejo azul, dieta blanda, emergencia climática u hospital de campaña. Fuera del lenguaje especializado, sin embargo, la composición sintagmática tiene una presencia notable, si bien el significado no es siempre composicional, como en choque de trenes, caja de los truenos, garganta profunda o tierra prometida. 5. La neología semántica La neología semántica, con 733 neologismos distintos, es el quinto proceso más productivo de los datos analizados y, como en el caso de los compuestos sintagmáticos, no es una posición nada desdeñable, teniendo en cuenta que se trata de unos neologismos que solo se pueden detectar manualmente y que dependen, pues, en buena parte del conocimiento lingüístico, la pericia y la intuición de la persona que se encarga del vaciado de los documentos. Así, la neología semántica puede incidir en el significado de una palabra de distintos modos, ya sea ampliándolo, reduciéndolo o bien cambiándolo, aunque las tres posibilidades son difíciles de delimitar27. En el corpus analizado, los neologismos semánticos detectados experimentan un cambio semántico respecto de los significados recogidos en el diccionario, en virtud de la intervención de metáforas que permiten conceptualizar unos dominios en términos de otros (Lakoff/Johnson 1980), tal y como se observa en los ejemplos siguientes: En Cataluña, el Gobierno de la Generalitat quiere, necesita, el apoyo de la CUP para los próximos presupuestos, así que anda repartiendo algunos caramelos. [Hoy por Hoy (Cadena Ser), 10/11/2016] 27 Véase Berri y Adelstein (2010) para una tipología de neologismos semánticos que da cuenta de una gradación de la modificación semántica en cinco tipos, de acuerdo con la información de la estructura de qualia afectada, siguiendo el modelo de Pustejovsky (1995, 2000). Véase también el capítulo de Adelstein en este mismo volumen.
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Macron se ha convertido en el mejor interlocutor de Trump en Europa una vez que la famosa relación especial con Londres parece no estar en su mejor momento y la química con Merkel nunca ha existido. [La Vanguardia, 24/04/2018] Guantánamo, esa cárcel para terroristas, actualmente tiene 91, llegó a tener 635 después de los atentados de las Torres Gemelas y el Pentágono, en un limbo legal, en condiciones muy discutibles, y el Congreso, al plan que ha presentado Obama, le llama ya el plan death on arrival, es decir, muerto al llegar. [Herrera en COPE (COPE), 24/02/2016]
Muchos de ellos, sin embargo, más que cambios semánticos internos del español son préstamos semánticos (Casado Velarde 201528), que pasan muy fácilmente desapercibidos y que se instalan en la lengua sin llamar la atención como sucede con los préstamos léxicos. Son casos como los de cosmético -ca ‘superficial’ o ejecutivo -va ‘directivo -va’ (ya recogidos en el DLE), pero también de los siguientes: El católico Sinn Féin ya ha evolucionado, haciendo campaña por la legalización del aborto, pero los dinosaurios protestantes se resisten a ceder a pesar de que la mayoría de sus propios votantes se lo pide. [La Vanguardia, 27/05/2018] En su oferta, recetas imaginativas, difíciles de encasillar, que bajo el paraguas de una atrevida fusión se abren con desparpajo a aderezos de cualquier parte del planeta. [El País, 8/04/2016] Pero el movimiento es un tsunami de libertad, igualdad y reformas. [La Vanguardia, 8/03/2019]
En estos casos, el uso metafórico se documenta en inglés desde hace mucho tiempo: para dinosaurio con el significado de ‘persona o institución que no se adapta a los cambios’ aparece en el Oxford English Dictionary (OED) con un primer ejemplo datado en 1952. Sucede lo mismo con paraguas, con el significado de ‘autoridad, protección’, datado en 1948, de la que el OED recoge, además, que con frecuencia aparece en la locución under the umbrella, lit. bajo el paraguas. O con tsunami, del que se indica que también se usa figuradamente y se incluye un contexto de 1972 que lo ejemplifica. Además de los neologismos semánticos de base metafórica, un porcentaje considerable, el 12,28 %, de los neologismos clasificados como neología semántica proceden de un nombre propio. A diferencia de los casos anteriores, en estos opera la metonimia, con la que se designa una cosa con el nombre de otra con la
Casado Velarde (2015: § 8.3) también los denomina neologismos semánticos alógenos.
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que tiene algún vínculo, que puede ser de causa-efecto, de continente-contenido o, como encontramos en los datos analizados, el lugar de procedencia para designar un objeto que procede de ese lugar, como sucede con el cheddar (queso de la población homónima, en Somerset, Reino Unido) o zika (virus detectado por primera vez en el bosque de Zika, Uganda). Otro tipo de relación metonímica es la del autor por su obra. En el corpus se documentan especialmente pintores (cézanne, pissarro, van gogh), aunque también aparecen cantantes, escritores o deportistas (beatle, murakami, panenka) y nombres de personajes (carvalho, frankenstein, mickey): El actor Leonardo DiCaprio se detiene en los giacometti, picasso y murakami y las ventas se prevén espectaculares. [El País, 3/01/2016] Con una esposa guapa, dos docenas de warhol en las paredes de sus casas y casi seis mil millones de euros de cifra de negocios en 2014, Tommy Hilfiger ha toca el éxito con sus manos. [Código Único, 1/03/2016] Así, engancha tanto a chavales como a adultos y, aunque afirma que lo suyo “no es hacer crítica social y política”, continúa sacando punta a todo lo que le rodea a un ritmo de cuatro mortadelos al año, porque, añade, cuando acaba un álbum ya está pensando en el siguiente. [El Periódico, 29/04/2017]
Otro caso de metonimia se da con un tipo especial de nombre propio: las marcas registradas: a pesar de que las empresas velan por preservar los nombres de sus productos como exclusivos de la marca a la que representan, los hablantes se valen de ellos como de cualquier otro sustantivo, al margen de la vigencia geográfica y cronológica que puedan tener (Casado Velarde 2015). De hecho, en la edición actual del DLE se incluyen 167 acepciones procedentes de marcas registradas, como aspirina, bamba, faria, clínex (adaptado ortográficamente de kleenex), gillette, jacuzzi, pósit o post-it, o sonotone. Los datos recogidos por el Observatori de Neologia confirman que se sigue recurriendo a ellos: La Guardia Civil ya ha entregado su informe de 176 folios donde se recogen las anotaciones que el republicano Josep Maria Jové tomó en su moleskine, el informe Enfocats, más de un centenar de llamadas telefónicas pinchadas y las informaciones en prensa que confirman la tesis de los investigadores de que estamos ante una gran trama […]. [La Vanguardia, 19/02/2018] ¿Por qué el sugus de piña es azul? [El País, 19/04/2016] Este verano un decreto municipal limitó la circulación lúdica en patinetes eléctricos, segways y otros artilugios de alquiler a dos rutas. [La Vanguardia, 22/01/2018]
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La neología semántica es, en definitiva, más imperceptible porque no afecta la forma de las palabras, pero, como hemos visto con los procesos derivativos y compositivos, también manifiesta, al menos en los neologismos semánticos de base metafórica, cierta influencia del inglés. 6. Otros procesos El resto de procesos a los que recurre el español para actualizar el léxico tiene una representatividad baja en el periodo, tal como apuntábamos en la tabla 1, de la que reproducimos los datos que ahora nos ocupan: proceso
total
conversión
153
abreviación
123
acronimia
81
lexicalización
69
neología sintáctica
30
siglación
26
variación
5
otros
4
total
491
Tabla 10. Procesos menos frecuentes (2015-2019)
Estos siete procesos (más los cuatro casos clasificados en “otros”, donde se recogen onomatopeyas e interjecciones que no se ajustan a la clasificación, como catacrac, chof o alehop) constituyen un 5,45 % del total del periodo, y reflejan fenómenos muy diversos. Por un lado, los casos de conversiones sintácticas de categorías nominales (de sustantivo a adjetivo y viceversa) dan cuenta más de la decisión lexicográfica, que no siempre recoge el doble uso de determinadas palabras, que de novedad lingüística propiamente dicha, tal y como se observa en los ejemplos siguientes: ¿No es mejor proyecto para España ser una nación europeísta y plurilingüe, cívica e inclusiva, que ser un rancio Estado plurinacional compuesto por yuxtapuestas uniformidades etnolingüísticas mal avenidas? [El Periódico, 1/06/2018] Se comercializa el tráfico de personas en las aguas entre Libia y Túnez bajo la férula despiadada de las mafias de contrabandistas, de policías cómplices, de soldados gra-
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nujas y de las bandas asesinas de yihadistas, reunidos y aliados en la manipulación criminal de la desesperación de los inmigrantes. [El País, 18/05/2015] Para el crujiente de jamón, poner las lonchas entre dos hojas de papel vegetal y hornear a 150 ºC durante unos 10 minutos hasta que el jamón quede crujiente. [Sabor…, 1/06/2016] La directiva que se plantea proporcionaría protección a los alertadores que denuncien fraude, evasión de impuestos, violación de datos personales y otros delitos. [La Vanguardia, 24/04/2018]
En cambio, en el paso de nombre a verbo, es más notorio el proceso de creación de una palabra nueva. En esta situación, se pueden distinguir los casos de verbos formados sobre nombres deverbales y, por tanto, en cierta medida redundantes respecto de los verbos de los que proceden (Bernal 2012), como infusionar (de infusión, que proviene de infundir) o ficcionar (de ficción, que proviene de fingir), si bien se legitiman al tener un significado distintivo, y los que generan un verbo único, como perimetrar o topografiar: Nosotros lanzamos productos especiales para terrazas, como tés que se infusionan en frío para hacer gintónics. [El Periódico, 21/02/2017] Elvira Navarro ficciona los últimos días de la escritora Adelaida García Morales. [El País, 3/10/2016] Los bomberos han perimetrado ya el incendio en el municipio de Navalafuentes, pero han controlado el fuego a lo largo de varias horas. [La Ventana (Cadena SER), 3/07/2019] En el entorno de la localidad payoya hay contabilizadas, registradas y topografiadas 75 cuevas, cada una con su historia y sus misterios. [Diario de Cádiz, 11/04/2016]
Por su parte, en el grupo de palabras formadas por abreviación, tanto se recogen palabras (o en algún caso, sintagmas) a las que se han recortado sílabas, como expo, finde, ilu, paki, como abreviaciones de sintagmas de los que se ha elidido algún elemento (normalmente el primero), como sucede en renovable (de energía renovable), municipales (de elecciones municipales) o sincronizada (de natación sincronizada). De nuevo, se observan diferencias entre ambos grupos: en el primero las palabras resultantes cambian de registro y pasan del estándar al coloquial, que tiene una suerte errática en su representación lexicográfica; en el segundo, en cambio, se trata en ocasiones de estrategias discursi-
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vas para evitar repetir el sintagma y agilizar el texto, si bien algunas de ellas se van instalando en la lengua y dejan de ser anafóricas: Los 5 docus más extremos que vas a escuchar en la radio. [El País, 19/04/2016] Otras veces me llama por teléfono —como si hiciera falta— y me dice que no llegará a cenar porque se queda a tomar unas cerves con sus amigachas y eso me parece genial porque así desconecta y se esparce. [El País, 16/09/2017] En Shanghái, Sainz fue el único integrante de la parrilla que decidió tomar la salida con un coche calzado de neumáticos lisos. [El País, 10/04/2017] ¿No comenzó anoche la campaña electoral para las municipales y autonómicas? [La Vanguardia, 11/05/2015]
Por lo que respecta a las palabras formadas por acronimia, de nuevo se distinguen dos tipos de palabras: unas que buscan la expresividad y que constituyen ocasionalismos que no se repiten, como autonticidad (de autenticidad y tonto) o insoposible (de insoportable e [im]posible), y otras que cubren necesidades denominativas y que están más asentadas en la lengua, como electrolinera (de eléctrico y gasolinera) o conspiranoico -ca (de conspiranoia y paranoico): Expansionista en la sede central, austeritario en sus exámenes sobre el terreno. [El País, 3/07/2019] El último en llegar a la cosmecéutica es el ácido tranexámico, indicado tanto en tratamiento oral como tópico del melasma. [La Vanguardia, 13/10/2019]
En cuanto a las palabras formadas por lexicalización, predominan los casos de palabras con sufijos aspectuales (diminutivos y aumentativos) que han adquirido un significado que va más allá del matiz de la dimensionalidad y designan una realidad nueva (estatuilla, numerito, transportín), pero también hay casos de lexicalización de participios que se usan como sustantivos (internado -da, indignado -da, sentenciado -da): Combina el pan 6 cereales con gambones, aguacate y rúcula. [Sabor…, 1/06/2016] Desde el norte vienen los deportados, más de un millón en los últimos años. [XL Semanal, 16/04/2017]
La etiqueta de neología sintáctica sirve para clasificar los neologismos en los que se detecta un cambio de subcategoría gramatical, ya sea de género o número
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para los sustantivos, o de régimen verbal para los verbos. En el periodo estudiado, sobre todo se detectan cambios de género, no exentos de carga irónica o lúdica, y, esporádicamente, cambios de régimen verbal: ¿Cómo sabe que Trix era tiranosauria? Porque los huesos de las hembras, aquí en las piernas, eran más gruesos para poder almacenar calcio para los huevos que ponían. [La Vanguardia, 19/01/2018] “Es difícil que pueda terminar antes de, como mínimo, finales de abril o mayo”, dijo, en un correo electrónico antes de la votación de Iowa, Larry Sabato, director del Centro para la Política de la Universidad de Virginia y uno de los pitonisos electorales más afinados de EE UU. [El País, 3/02/2016] Pablo Iglesias empleó su primer turno para dejar en el diario de sesiones dos conceptos: el deber constitucional del Estado de garantizar unas pensiones actualizadas y su batería de propuestas para revertir la actual situación, derogando las reformas del 2011 y el 2013, que introdujeron el factor de sostenibilidad. [La Vanguardia, 15/03/2018]
Por lo que respecta a la siglación, cabe notar que solo se recogen aquellas que se escriben en minúscula y que, por tanto, han experimentado un grado de lexicalización mayor a las que todavía se escriben en mayúscula. Los ejemplos muestran como al lado de siglas muy habituales, como dvd (registrado en el DLE como DVD) o cedé, otras pertenecen a ámbitos especializados y resultan opacas, como sicav (de sociedad de inversión de capital variable) o eafi (de economista asesor financiero): Carter supo sacar su mejor perfil, ajustándolas a las exigencias tecnológicas de las pizarras de 78 rpm, con sus tres minutos por cara. [El País, 10/04/2017] El patrimonio de las sicavs aumenta un 30 % desde 2010. [El País, 13/05/2016] Eso, el interrogatorio, es lo primero que debe hacer un eafi. [La Vanguardia, 25/05/2015]
Finalmente, se dan algunos pocos casos que son modificaciones conscientes con el fin de provocar un efecto lúdico: “Para mí tiene la cosa ésa que los fisnos llaman drinkability y que significa que se bebe con facilidad”, afirma la experta en coctelería y bebercios varios de El Comidista y responsable del blog Una o dos copas. [El País, 23/01/2016] Esperemos que tengamos suerte con la democracia venezolana, ajolá. [Herrera en COPE (COPE), 4/12/2015]
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7. Conclusiones Cada actualización del diccionario es un paso más en la voluntad de reflejar la consolidación de un léxico que está en cambio continuo desde la edición anterior y de unos usos lingüísticos que atestiguan la evolución vital de la lengua y de sus hablantes (Bernal 2021). En este sentido, si bien el diccionario académico muestra signos de apertura y de agilización en la incorporación de palabras y significados nuevos, la sociedad siempre va por delante, y así lo atestiguan los neologismos de los cinco años analizados, posteriores a la aparición de la 23.ª edición. En algunas ocasiones, estas palabras completan lagunas lexicográficas, amplían registros y, por supuesto, plasman con palabras nuevas los cambios que experimenta el mundo. A la luz de los datos analizados podemos afirmar que el español peninsular actual goza de una vitalidad interna notable a la hora de crear o incorporar palabras nuevas, que se articulan en torno a un triple eje: la innovación y la necesidad denominativa, la redundancia (y a veces el sesquipedalismo del que ya advertía Alvar 1992) y la especialización de significados, y el juego y la necesidad expresiva, ligada muchas veces al ocasionalismo y a la obsolescencia. No obstante, también hay que tener en cuenta la influencia del inglés, ya no solo en la adopción de préstamos sino en la de patrones de construcción de palabras, por bien que en muchos casos la convergencia de patrones comunes permite analizar las palabras como propias y, probablemente, el hecho de que otras lenguas coincidan, refuerza el patrón. Los hablantes clasificamos y expresamos continuamente nuestros apegos y desapegos: eso se ve en el uso de algunos prefijos y formantes, como pro- y anti-, -filia, -manía y -fobia, o los -ismos, que se revelan como altamente productivos en el corpus analizado. Como sostiene García Platero (2015a: 141), la elección de ciertos formantes obedece “a un intento de subrayar la relación entre léxico y sociedad”. Aunque, quizás, más que un intento es el reflejo de cómo esa sociedad vive y se muestra.
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Elisabet Llopart-Saumell Universitat Pompeu Fabra LA PERCEPCIÓN DE LA NEOLOGÍA
1. Introducción Los neologismos o innovaciones léxicas de una lengua se suelen identificar a partir de los tres criterios identificados por Rey (1976): el criterio lexicográfico (o textual), basado en un corpus lexicográfico (o textual) de exclusión; el criterio temporal, de acuerdo con la fecha de primera aparición; y el criterio psicológico, que se apoya en la percepción de los hablantes. Aunque el criterio lexicográfico proporciona una metodología de trabajo coherente, presenta ciertas limitaciones, ya que los diccionarios no dan cuenta de todas las palabras que forman parte del léxico mental de los hablantes. En cuanto al criterio temporal, en muchos casos no es posible identificar el primer uso de una unidad léxica. Finalmente, en relación con el criterio psicológico, sabemos que lo que es nuevo para un hablante puede no serlo para otro. Por este motivo, los estudios que se han centrado en la percepción de la neología por parte de los hablantes (como, por ejemplo, Gardin et al. 1974; Sablayrolles 2000; Bernal 2015; Estopà 2015) apuntan que el grado de coincidencia entre los participantes a la hora de identificar las palabras neológicas es bajo. Estos resultados, junto con la dificultad añadida que atañe al análisis del criterio psicológico, explican por qué hasta la fecha la percepción de los hablantes ha sido poco estudiada en los trabajos en neología. De todos modos, algunas de las investigaciones que se han llevado a cabo en este ámbito apuntan a que existen varios factores que afectan la percepción de la cualidad de neológico de ciertas unidades léxicas (Sablayrolles 2000; Freixa 2010a, 2010b; Llopart-Saumell en prensa a). En este sentido, el uso ciertamente presenta un impacto directo en la percepción del neologismo. Además, estos estudios también ponen de manifiesto que entran en juego otros factores. En cuanto al uso, se puede dividir en varios parámetros. Este va desde la antigüedad de la unidad léxica, relativo a la primera
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documentación en un corpus textual; pasando por la frecuencia, en relación con el número de ocurrencias; así como a la correlación entre ambos aspectos, es decir, a la estabilidad de uso. En cuanto a otros aspectos que se deben tener en consideración se encuentra el factor morfosemántico, que tiene que ver con el proceso de formación, que incluye tanto el tipo de mecanismo de creación como también la productividad del proceso resultante respecto de la norma o la opacidad. Finalmente, consideramos que los factores pragmáticos y discursivos también afectan la percepción del neologismo, lo cual atañe al registro y al contexto de uso. En este sentido, se observa una correlación entre la transgresión de las reglas de formación y el efecto pragmático de estas unidades que se desvían de la norma (Llopart-Saumell/Freixa 2017). En resumen, con este capítulo se pretende profundizar en el estudio de los distintos factores que intervienen en la percepción del neologismo con la finalidad de avanzar en la definición de la cualidad de neológico y, por tanto, también en la del neologismo desde un punto de vista lingüístico-cognitivo. 2. Aspectos teóricos 2.1. Tipos de novedad La percepción de una unidad léxica como nueva o neológica está estrechamente ligada a diferentes parámetros de tipo lingüístico y extralingüístico, como acabamos de mencionar. En este sentido, en los estudios teóricos y aplicados sobre la definición e identificación del neologismo han tomado como base los aspectos relacionados con la novedad objetiva, y la novedad funcional o de juicio de novedad, de acuerdo con la propuesta de Rey (1976: 12-13). Respecto de la novedad objetiva, como el autor francés indica, está vinculada con la primera documentación. En el caso de la novedad funcional, se define en cuanto a un modelo de comunicación en que se debe tener presente el ámbito pragmático y el nivel sociolingüístico; en cambio, el sentimiento neológico está conectado al conocimiento de los juicios lingüísticos, un ámbito tratado por la sociolingüística, sobre todo a partir de Labov (Rey 1976: 14). De hecho, tal y como observa Sablayrolles (2009), la imprecisión que rodea el concepto de neologismo varía en función de diferentes parámetros, como la noción de novedad, el sentimiento neológico de los hablantes y el tipo de unidad léxica en cuestión. En esta línea, Freixa (2010a: 28-29) afirma que “la dificultad para definir el concepto de neologicidad proviene de la dificultad más antigua para definir el concepto de neologismo”, y propone relacionar la neologicidad con dos de las concepciones de novedad definidas por Rey (1976: 12-13), una objetiva y una subjetiva (Freixa 2010a: 28-29):
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Por un lado, la neologicidad se relaciona objetivamente con la novedad y, en ese caso, contamos con numerosos mecanismos para establecer esa novedad y para medirla. La novedad aquí se refiere a la certeza real y documentable de la primera aparición de una unidad, y no se refiere a la sensación de novedad del hablante. Por otro lado, la neologicidad se relacionaría con sentimientos subjetivos, algunos de ellos también objetivables y medibles.
Sobre el concepto objetivo de novedad, relacionado con el uso, se han llevado a cabo diversos estudios que han aplicado más criterios de exclusión lexicográfica y textual para afinar la selección de las unidades consideradas neológicas (Cabré/ Estopà 2009a; Vega Moreno 2015; Cañete 2016; Vega Moreno/Llopart-Saumell 2017). En cuanto a la aproximación subjetiva al concepto de novedad, se han realizado trabajos dirigidos a observar el grado de coincidencia entre los participantes a la hora de identificar los neologismos (Gardin et al. 1974; Sablayrolles 2003; Sánchez Manzanares 2013; Bernal 2015; Estopà 2015; Sánchez Ibáñez/ Maroto 2018), como también estudios centrados principalmente en los factores que intervienen en la percepción de la neología (Freixa 2010b; Varo Varo 2013; Llopart-Saumell en prensa b; Bernal/Freixa/Torner 2020b). Así pues, se observan algunas tendencias que permiten avanzar en la delimitación de los rasgos que caracterizan el neologismo. En este sentido, la percepción de los hablantes está ligada al llamado sentimiento neológico (Rey 1976), que hace referencia a la intuición lingüística que tienen los hablantes nativos de una lengua para determinar qué unidades léxicas o expresiones son nuevas o neológicas. Y es que, como veremos, hay estudios que han relacionado la rareza o la transgresión de las formas resultantes desde el punto de visto morfológico y semántico con las unidades consideradas neológicas porque no son esperables (Freixa 2010b; Bernal 2015; Estopà 2015; Cañete 2016; Vega Moreno/Llopart-Saumell 2017). 2.2. Parámetros de identificación de la novedad Los distintos parámetros descritos para identificar los neologismos y que, por tanto, influyen en la percepción de la neología se corresponden, principalmente, con parámetros cronológicos, respecto del rasgo temporal; de uso, en relación con la frecuencia; lingüísticos, es decir, teniendo en cuenta el mecanismo de creación de la palabra; pragmático-discursivos, en cuanto al contexto de uso; y cognitivos, respecto del concepto que designan. En lo concerniente al parámetro cronológico, de acuerdo con el criterio temporal de Rey (1976), se afirma que el hecho de que una palabra sea reciente influye en la percepción de novedad del hablante. En este sentido, si la unidad se ha originado hace poco, hay una probabilidad más alta de que el hablante la
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perciba como nueva porque desconoce la forma y el significado de la palabra en cuestión. Por este motivo, se tiene en consideración la antigüedad de la primera documentación de la unidad en un corpus determinado (Sablayrolles 2006; Freixa 2010b: 11; Bernal 2015: 59; Estopà 2015: 145). De todos modos, como indica Boulanger (2010: 43), no siempre es posible identificar el primer uso de una unidad y más si se da en la lengua oral. En contraposición con la cualidad de reciente, cuanto más “antigua” es una palabra, más posibilidades tiene de que ya no se perciba como neológica. En este sentido, el tiempo de circulación o de uso, entendido como el número de años de “antigüedad”, en relación con la primera documentación, también ha sido objeto de interés (Estornell Pons 2009, citado en Sánchez Manzanares 2013: 116; Bouzidi 2010: 28-29; Bernal 2015: 59; Estopà 2015: 145). De todas formas, como afirma Bouzidi (2010: 28), la duración o el tiempo en que una unidad sigue percibiéndose como nueva es relativo. Aunque algunos autores, como Wijnands (1985), han hecho una propuesta al respecto, afirmando que, hasta pasados 10 años de la primera documentación, una palabra sigue percibiéndose como nueva, no se puede hacer esta previsión porque dependerá de diferentes factores relativos al uso de la palabra (difusión, estabilidad, etc.). Respecto del uso, en relación con el número de ocurrencias, los autores que han trabajado en neología han identificado como parámetros influyentes en la percepción de la neología, la frecuencia de uso (Rey 1976; Cabré et al. 2004: 291; Sablayrolles 2006; Estopà 2009b: 45; Bouzidi 2010: 34; Freixa 2010a: 17, 2010b: 10; Antunes 2012: 216-217; Varo Varo 2013: 145; Cañete/Freixa 2014: 10; Bernal 2015: 49; Estopà 2015: 145) y, en menor grado, la estabilidad (Cabré et al. 2004: 291; Estopà 2009b: 47; Antunes 2012: 217; Freixa/Torner 2020). A diferencia del parámetro anterior, el temporal o cronológico, se ha observado que la frecuencia tiene un impacto más directo en la clasificación de una unidad léxica como neológica. En un extremo se situarían los hápax, es decir, aquellos neologismos que presentan solamente una ocurrencia en un corpus determinado y, en el otro, aquellas unidades que presentan un gran número de ocurrencias, independientemente de la fecha de la primera documentación. En este sentido, observamos que algunas unidades presentan un uso muy elevado en un periodo breve de tiempo debido a la actualidad o la moda, por ejemplo. Aun así, no todas estas unidades acabaran estabilizándose, porque, del mismo modo que han llegado a la lengua, pueden desaparecer si el concepto que designan ya ha pasado de moda o no es de actualidad. En cuanto al factor lingüístico, entran en juego varios parámetros, desde el mecanismo de formación (Sablayrolles 2003, 2006; Estornell Pons 2009: 64, citado en Bernal 2015: 50), la predictibilidad de la forma resultante y, por oposición, la transgresión de las reglas de formación de palabras (Cabré et al. 2004: 292; Freixa
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2010a: 20-21, 2010b: 12-13; Antunes 2012: 217; Varo Varo 2013: 145; Bernal 2015: 49; Estopà 2015: 137), la no pertenencia al código, es decir, los préstamos (Cabré 1990; García Platero 1995-1996, citado en Bernal 2015: 59; Cabré et al. 2004: 292; Estopà 2015: 145;) y la recurrencia o productividad de la unidad o de sus partes (Aronoff 1983: 166, citado en Bernal 2015: 52; Estopà 2015: 145). En cuanto al proceso de formación, Sablayrolles (2003) afirma que las fluctuaciones del sentimiento neológico varían en función de los procesos de producción que se perciben como neológicos. En este sentido, en su estudio hay unanimidad entre los participantes que no consideraron como neológicas las palabras formadas por prefijación, sufijación, derivación cero, parasíntesis y siglación. El otro único caso de unanimidad se corresponde con los neologismos formados por acronimia, que todos los participantes consideraron neológicos por su singularidad. Este hecho está estrechamente relacionado con la predictibilidad. De modo que, especialmente en el caso de la prefijación y la sufijación, la nueva unidad puede pasar desapercibida por los hablantes porque se ha creado de acuerdo con los procesos de formación previstos en la lengua y el prefijo o sufijo solamente añade un pequeño cambio de significado si la base del neologismo ya es conocida por los hablantes. En este caso, pues, existe “la posibilidad de entenderla sin haberla visto o usado antes” (Estopà 2015:145). Por el contrario, si la unidad resultante no es predictible porque presenta opacidad semántica, este hecho influirá en la percepción del neologismo, que será más fácilmente clasificado como neológico por desconocimiento del significado (Freixa 2010b: 13), aunque en algunos casos este criterio se ha clasificado como “poco objetivable” (Estopà 2015: 144). Finalmente, como se ha señalado, los préstamos no son transparentes si no se conoce la lengua o se desconoce la unidad en cuestión, de modo que este tipo de unidades también se acostumbran a clasificar más frecuentemente como neológicas. Por otro lado, sobre la transgresión de las reglas de formación de palabras desde el punto de vista morfosemántico, es más probable que la unidad sea considerada nueva porque se desvía de la norma conocida por los hablantes de la lengua y, por tanto, presenta una formación no previsible. Este fenómeno está estrechamente relacionado con los mecanismos de formación, el concepto de norma —no según los criterios de corrección, sino de uso (Coseriu 1952)—, productividad y también de analogía y recursividad. En cuanto a los aspectos pragmático-discursivos que influyen en la percepción de la neología, los autores han identificado parámetros como el ámbito temático (Estopà 2015: 145; Bouzidi 2010: 33) y, en algunos casos, también se ha vinculado el paso de los tecnolectos a la lengua general (Bouzidi 2010: 33). Así pues, por un lado, algunas unidades marcadas temáticamente pueden percibirse como nuevas porque pertenecen a un ámbito temático concreto, aunque estas unidades no hayan aparecido recientemente. En este sentido, pues,
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el público general desconoce estas denominaciones, pero los especialistas del ámbito hace tiempo que las usan. Se trata de una nueva aproximación al estudio de la percepción el neologismo denominado neologismo de receptor (Guerrero Ramos 2016b). Por el otro, también nos podemos encontrar con la determinologización de determinadas unidades especializadas. De modo que pasan a ser unidades conocidas por el gran público a raíz de la difusión en los medios de comunicación. Por este motivo, es importante tener en cuenta diferentes características de la situación comunicativa, como el canal de uso, entendido como el entorno determinado en que se produce este acto comunicativo (Estopà 2015: 145), el contexto sociocultural, la formación, profesión, edad, sexo, entre otras características del receptor (Antunes 2012: 228-229). Y, por último, también se ha hecho referencia a las connotaciones asociadas al neologismo (Cabré et al. 2004: 292) y a la aparición de sinónimos o variantes (Cabré et al. 2004: 292; Dury 2012: 81). Por este motivo, en relación con las connotaciones del neologismo desde la perspectiva pragmática, la unidad adquiere un tono más o menos expresivo o marcado. De nuevo, este tipo de unidades tienden a percibirse más frecuentemente como neológicas en comparación con las unidades percibidas como neutras desde el punto de vista del registro. Lo mismo ocurre con las variantes neológicas o sinónimas de las unidades ya documentadas en las obras de referencia. Con respecto al aspecto cognitivo, por un lado, se ha relacionado la novedad del concepto designado o en curso de conceptualización con la cualidad de neológico (Cabré et al. 2004: 287; Bouzidi 2010: 29; Sanmartín 2016b: 192) y, por otro, se ha indicado que esta cualidad está estrechamente ligada a la necesidad denominativa (Freixa 2010b: 13; Antunes 2012: 21; Sánchez Manzanares 2013: 120; Bernal 2015: 49). En este sentido, las unidades que vehiculan conceptos recientes pueden percibirse como neológicas por parte de los hablantes porque reconocen que el concepto al cual hacen referencia es de nueva creación o ha aparecido hace poco en nuestra sociedad. De entrada, en este caso los hablantes perciben como nuevo tanto la forma como el concepto. O puede ser que no perciban como nueva la denominación, porque desde el punto de vista morfosemántico es predictible, pero, en cambio, sí que identifiquen como nuevo el concepto designado. En esta línea, también puede darse el caso de que, aunque el concepto siga percibiéndose como nuevo o reciente, la denominación no se perciba como tal porque ha sido muy usada en poco tiempo. Esto ocurre sobre todo en relación con las nuevas tecnologías, la moda y la actualidad. Por este motivo, es relevante analizar el referente y no solamente la forma o denominación. En cuanto a la perspectiva cognitiva y funcional también entra el juego el hecho de que la unidad satisfaga una necesidad denominativa, es decir, por motivos objetivos, o una necesidad expresiva, por motivos subjetivos e individuales (Llopart-Saumell 2016). En el primer caso, aunque
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se trata de una denominación o concepto reciente, el hecho de que la unidad esté vehiculando una necesidad denominativa nos indica que el neologismo tiene más probabilidades de difundirse en el uso (Guilbert 1975; Cabré 1989) y, por tanto, que la forma sea conocida por los hablantes. En cambio, si el neologismo se ha creado con una motivación expresiva para satisfacer una necesidad subjetiva e individual, esta unidad tiene más probabilidades de mantenerse como hápax, por lo que, al ser un neologismo efímero, es más probable que la unidad sea desconocida y, por ende, se perciba como neológica. 3. Aspectos metodológicos El presente trabajo se propone medir los factores que afectan la percepción de la neologicidad por parte de los hablantes partiendo de un estudio empírico a partir de encuestas de percepción. Esta encuesta fue realizada por 337 participantes que debían clasificar 100 neologismos lexicográficos que se presentaban en contexto de acuerdo con las dos preguntas siguientes: a. ¿Entiendes la palabra en negrita? Escoge una sola respuesta de la gradación siguiente: a. Sí, ya la conocía. b. Sí, porque la palabra es transparente. c. Sí, pero solo gracias al contexto. d. No, no la entiendo. b. Selecciona las casillas que crees que caracterizan la palabra en negrita. Puedes escoger más de una opción. a. Reciente b. Frecuente c. Sorprendente o extraña d. Ámbito determinado e. Informal
Para cada una de las cinco opciones de la pregunta 2, se ofreció una breve descripción: • • • • •
Reciente: se ha creado hace poco tiempo. Frecuente: es corriente en el uso. Sorprendente o extraña: se considera rara o insólita. Ámbito determinado: pertenece a una materia concreta. Informal: se utiliza en un contexto familiar o espontáneo.
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En esta encuesta, que se realizó en el marco del proyecto Neómetro, se optó por incluir dos preguntas para recabar más información sobre el conocimiento de los neologismos lexicográficos y los rasgos relacionados con estas unidades. En cuanto a los 100 neologismos lexicográficos, estos procedían de textos de prensa en español obtenidos a partir del banco de neologismos del Observatori de Neologia (BOBNEO), de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona. Estas unidades no se seleccionaron de forma aleatoria, sino que fueron escogidas para que hubiera una representación equitativa de los neologismos en relación con el parámetro cronológico o temporal, de frecuencia de uso, lingüístico (tanto con respecto a los mecanismos de formación como a la transgresión de la norma) y pragmático-discursivo (de ámbito temático y registro)1. Concretamente, se tuvieron en cuenta los siguientes parámetros y criterios: • Antigüedad: primera documentación ▪ De 1991 a 1995 ▪ De 2003 a 2007 ▪ De 2015 a 2018 • Frecuencia de uso: número de ocurrencias ▪ 1 ocurrencia (hápax) ▪ De 4 a 10 ocurrencias ▪ 20 o más ocurrencias • Norma léxica: transgresión morfosemántica ▪ Sí. ▪ No • Ámbito temático ▪ General ▪ Específico • Registro ▪ Neutro ▪ Marcado
El hecho de controlar los datos anteriores nos permite correlacionar la percepción de los hablantes con los datos controlados de las unidades de estudio. De esta manera, es posible controlar las diferentes variables que pueden tener un impacto en la percepción de neológico. Por ejemplo, entre los 12 neologismos formados por sufijación que contiene la encuesta, cuatro se documentaron por primera vez entre 1991 y 1995, cinco entre 2003 y 2007, y los tres restantes, entre 2015 y
Para saber más sobre la metodología empleada, puede consultarse Llopart-Saumell (en prensa a). 1
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2018. En estos tres grupos, encontramos, como mínimo, una unidad con una sola ocurrencia (sensorización), otra con entre 4 y 10 ocurrencias (errejonista) y, finalmente, un neologismo con 20 o más ocurrencias (podemita). Lo mismo ocurre en el resto de los neologismos, formados por los diferentes procesos de formación (derivación, composición, sintagmación, truncación, conversión sintáctica, neología semántica y préstamos). 4. Análisis A continuación, presentamos el análisis de los resultados de la encuesta. Concretamente, en primer lugar, correlacionamos los datos de las dos preguntas del cuestionario. Acto seguido, comparamos los resultados de la pregunta 1 con los datos controlados de los neologismos lexicográficos de la lista. Y, finalmente, analizamos con más detalle aquellas unidades que se podrían considerar un tipo de patrón entre las palabras percibidas como neológicas. 4.1. Descripción de los resultados de percepción En relación con el conocimiento de los 100 neologismos lexicográficos que conforman la encuesta lingüística, en 52 casos, la mitad o más de los participantes indicaron que ya conocían la palabra (“sí, ya la conocía”). En los 48 casos restantes, seleccionaron una de las otras tres opciones para indicar que no conocían la palabra en cuestión de antemano, ya que o bien desconocían su significado (“no, no la entiendo”) o, en el caso de que comprendieran su significado, era gracias a que la unidad léxica presentaba una estructura predictible (“sí, porque la palabra es transparente”) o a la información contextual (“sí, pero solo gracias al contexto”). A partir de estos resultados y con el objetivo de estudiar los factores que intervienen en la percepción de la neología, hemos dividido los neologismos lexicográficos de la lista en unidades percibidas como neológicas y unidades percibidas como no neológicas según el criterio psicológico de Rey (1976). En este sentido, las palabras clasificadas como conocidas por, como mínimo, el 50 % de los participantes de la encuesta se consideran palabras no percibidas como neológicas; este es el caso de antiyihadista, low cost, marca blanca, pixelar o reinvención. En cambio, el resto de las unidades se consideran palabras percibidas como neológicas porque, de acuerdo con las otras tres respuestas posibles, los hablantes no conocían la unidad con anterioridad, como en el caso de cajal, jeltzale, mushing, socimi o tradicionear, aunque en algunos casos eran capaces reconstruir e inferir el significado, ya fuera gracias al contexto, como en abbioco, aloinjerto, graficleta, oro rojo o pushback, o porque la unidad fue considerada
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transparente, como en accidentología, catastrofitis, inclusivismo, instamodelo o tensionamiento. A partir de esta división, observamos cómo se clasificaron los neologismos lexicográficos de acuerdo con la pregunta 2 del cuestionario, dedicada a la caracterización de la unidad léxica a partir de cinco parámetros diferentes: a) reciente; b) frecuente; c) sorprendente o extraña; d) ámbito determinado; y e) informal. En concreto, en la tabla 1 se indica el promedio de participantes que clasificaron cada uno de los 100 neologismos lexicográficos de la lista con el parámetro en cuestión, siendo el 100 % el máximo posible y el 0 %, el mínimo. percepción
reciente
frecuente
neológicas (48 unidades)
26,51
6,69
no neológicas (52 unidades)
30,71
48,06
sorprendente o extraña
ámbito determinado
informal
37,72
39,74
18,82
8,81
36,86
17,44
Tabla 1. Correlación de los resultados de la pregunta 1 y la pregunta 2
Si comparamos las cualidades con las que los participantes han caracterizado las 52 unidades clasificadas como conocidas respecto de las 48 palabras percibidas como neológicas de acuerdo con el criterio psicológico, observamos diferencias significativas en dos de los cinco parámetros, el de frecuente y el de sorprendente o extraña. En concreto, vemos que, en relación con la frecuencia, el promedio de participantes que clasificaron las 48 unidades percibidas como neológicas como frecuentes es del 6,69 %, mientras que entre las unidades percibidas como no neológicas, esta cifra aumenta hasta el 48,06 %. Por otro lado, respecto de la condición de sorprendente o extraña, el 37,72 % de los participantes han caracterizado con estos dos adjetivos las unidades percibidas como neológicas según el criterio psicológico. En cambio, en el caso de las unidades no percibidas como neológicas esta cifra disminuye hasta el 8,81 %. También podemos destacar que, en lo tocante a la cualidad de reciente, aunque entre ambas categorías la diferencia es mínima, la cifra es ligeramente más alta entre las unidades percibidas como no neológicas (30,71 %) que entre las percibidas como neológicas (26,51 %), lo cual contradice la idea inicial de que las palabras percibidas como neológicas son palabras que han aparecido hace poco. En relación con el parámetro de frecuencia, observamos que entre las unidades percibidas como neológicas detectamos dos casos que no han sido considerados frecuentes por ninguno de los participantes; se trata de patanegroide y tradicionear. Ambos neologismos destacan por ser hápax y, por tanto, por considerarse ocasionalismos (Bueno/Freixa 2020), además de considerarse unidades transgre-
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soras desde el punto de visto morfosemántico y, por ende, no predictibles. Por otro lado, pertenecen a un registro marcado y presentan subjetividad, y es que patanegroide contiene el sufijo -oide, que ‘añade un matiz despectivo’ (DLE). Además, entre el 0 y el 2 % se sitúan ocho casos más. Se trata de graficleta (0,57 %), socimi (1,04 %), telenoticidio (1,04 %), aloinjerto (1,04 %), ecolo (1,14 %), cajal (1,56 %) y conillon (1,57 %). Entre estos neologismos destacan las unidades formados por truncación, ya sea por acronimia, como graficleta (de grafismo y bicicleta) y telenoticidio (de telenoticias y homicidio); abreviación, como ecolo (de ecológico -ca) y cajal (de las ayudas para contratos Ramón y Cajal2); y por siglación, como socimi (sociedad anónima cotizada de inversión mobiliaria). Además, tenemos un préstamo propio del argot en lengua francesa, conillon, que presenta una derivación fonética respecto de la palabra documentada en esta lengua (con ‘idiota’) y, por tanto, no difundido en español, y un compuesto culto, aloinjerto, en el cual el elemento culto alo-, que ‘indica variación o variante’ (DLE), presenta opacidad semántica para el público general. Se trata, efectivamente, de palabras poco frecuentes en el uso, pero presentan otras características que frenan su difusión, como el hecho de ser unidades transgresoras, de registro marcado o bien de un ámbito de especialidad muy concreto, además de servir para la expresión del momento, como ocurre con los acrónimos o algunas abreviaciones, que no acostumbran a estabilizarse en el uso. Por contra, entre las unidades percibidas como no neológicas no documentamos ningún caso con una cifra tan baja, ya que el promedio mínimo se sitúa entre el 15 y el 20 %. En esta franja, encontramos tres casos: crudivegano -na (15,63 %), sincro (16,23 %) y sociedad líquida (16,23 %), que son unidades pertenecientes a un ámbito temático concreto y, además, recientes. En relación con el parámetro de frecuencia, en la parte alta de la clasificación, entre las unidades percibidas como neológicas encontramos prorruso -sa (con un 30,29 %), que se aleja significativamente de los neologismos que van justo detrás, ya que se sitúan entre el 20 y el 15 %. Se trata de cuatro casos: tensionamiento (17,28 %), dicharachería (16,75 %), docuserie (15,18 %) e interoperabilidad (15,18 %). En el caso de las unidades clasificadas como no neológicas, esta cifra escala hasta el 80 %, con convocante (80 %), epicentro (82,20 %), reinvención (84 %) y zapping (84,90 %). En cuanto al parámetro de transgresión, entre las unidades percibidas como neológicas, el promedio más alto se sitúa entre el 65 y el 60 %, con cinco casos: conillon (65,97 %), graficleta (64,57 %), abbiocco (62,29 %), telenoticidio (61,98 %) y tradicionear (60,42 %). De nuevo, destacan los préstamos de lenguas diferentes al inglés que, además, no presentan difusión en el uso en la lengua Se trata de un programa del Ministerio de Ciencia e Innovación para incorporar talento y promover la empleabilidad en el ámbito de la investigación científica y técnica y de innovación, que recibe el nombre del médico y científico español Santiago Ramón y Cajal. 2
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de llegada: conillon, del francés, y abbiocco, del italiano, que de acuerdo con el contexto de uso designa “el sueñín que le embarga a uno después de una buena pitanza”. En cambio, entre las unidades percibidas como no neológicas el promedio más alto se sitúa entre el 40 y el 35 %, con dos casos: vivenciar (37,71 %) y recepcionar (35,60 %). Aunque ambas unidades se han clasificado como conocidas, producen sorpresa o extrañeza a más de una cuarta parte de los participantes. Ambos casos están formados por conversión, ya que a la base nominal vivencia y recepción, se le ha añadido la terminación verbal -ar. Por otro lado, ambas unidades se pueden considerar variantes de unidades ya documentadas, como son vivir y recibir, respectivamente, aunque recepcionar presenta precisión semántica en el ámbito del derecho administrativo, puesto que significa ‘recibir una entrega, comprobarla y registrar su aceptación’ (Cercaterm): (1) El Consell aún no ha recepcionado la obra del nuevo Palacio de Justicia de Santa Lucía. [La Verdad, 6/12/2011]
Si vamos a la parte baja de clasificación, entre las unidades neológicas destaca la palabra prorruso -sa, con un promedio del 9,14 %, seguido por interoperabilidad (12,57 %), errejonista (14,14 %), sensorización (14,58 %), docuserie (14,66 %) e inclusivismo (16,23 %). En este caso, se trata especialmente de neologismos predictibles creados por prefijación o sufijación, excepto el acrónimo docuserie. En el caso de las unidades no percibidas como neológicas, en cambio, violencia de género no fue considerada sorprendente o extraña por ningún participante, pues se trata de un sintagma descriptivo y con una frecuencia muy alta. Además, entre el 0 y el 2 % detectamos seis casos más. Se trata de ciberseguridad (0,52 %), clásico (0,52 %), transgénero (0,52 %), youtuber (1,05 %), reinvención (1,14 %) y reloj biológico (1,57 %). En este conjunto observamos unidades más o menos recientes, como youtuber, además de antiguas, como reinvención o reloj biológico, y diferentes tipos de formación, desde el préstamo, pasando por la prefijación, la sufijación, la composición culta, la sintagmación o el cambio semántico. Ahora bien, todas ellas destacan por ser unidades frecuentes que, además, forman parte de la actualidad. Respecto del parámetro de reciente, entre las unidades percibidas como neológicas documentamos cinco unidades consideradas recientes por más de la mitad de los participantes. Se trata de instamodelo (66,86 %), precariado (65,97 %), errejonista (62,83 %), docuserie (61,26 %) y agénero (59,16 %). Si observamos qué ocurre en el caso de las unidades percibidas como no neológicas, vemos que el número de unidades consideradas recientes sube a 11 unidades. Se trata de curvy (76,44 %), crudivegano -na (70,31 %), turismofobia (68,23 %), criptomoneda (65,45 %), youtuber (64,92 %), pobreza energética (58,12 %), transgénero
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(55,73 %), ciberseguridad (55,5 %), jardín vertical (54,45 %), low cost (54,17 %) y tarjeta black (53,40 %). De acuerdo con estos datos, podemos afirmar que las unidades consideradas recientes por la mayor parte de los participantes de la encuesta son palabras relacionadas con la actualidad, ya sea porque pertenecen al ámbito de las redes sociales, la comunicación, las nuevas tecnologías y la informática, como ciberseguridad, criptomoneda, docuserie, instamodelo o youtuber; la política, el comercio, la economía y el turismo, con errejonista, low cost, pobreza energética, precariado, tarjeta black y turismofobia; los cambios aparecidos en nuestra sociedad, como agénero y transgénero, en relación con el movimiento LGTB, curvy o crudivegano -na; o con referencia al medioambiente y el urbanismo, con jardín vertical. Si, por el contrario, nos centramos en la parte baja de la clasificación del parámetro de reciente, vemos que entre las unidades percibidas como neológicas encontramos siete unidades consideradas recientes por menos del 10 % de los participantes: anuak (6,29 %), jeltzale (6,77 %), dicharachería (6,81 %), aloinjerto (9,42 %), conillon (9,42 %), fatwa (9,95 %) y ortomolecular (9,95 %). En el caso de las unidades percibidas como no neológicas, esta cifra aumenta levemente hasta las nueve unidades y muestran también algunos porcentajes más bajos: reinvención (4 %), épica (5,21 %), clásico (5,76 %), marmitako (5,76 %), salvar los muebles (6,81 %), quiste (7,29 %), epicentro (7,33 %), teleñeco (8 %) y alta moda (9,42 %). A diferencia del grupo anterior, estos neologismos lexicográficos no destacan por formar parte de la actualidad, sino que se trata, por un lado, de unidades desconocidas porque son préstamos poco frecuentes y, en general, de lenguas diferentes del inglés, como anuak, un pueblo perteneciente a las lenguas nilóticas, en relación con el río Nilo, usadas entre Sudán del Sur y Tanzania; conillon, del francés; fatwa, del árabe; o jeltzale y marmitako, del vasco; y también unidades cultas del ámbito de la medicina, como aloinjerto o ortomolecular y, por tanto, no usadas en la lengua general. Por el otro, encontramos unidades ya conocidas, porque son antiguas, como teleñeco; transparentes, como dicharachería y reinvención; o unidades que presentan cambio semántico o sintáctico, pero cuyas formas forman parte del léxico mental de los hablantes, como clásico, épica, epicentro y quiste. Por este motivo, aunque en algunos casos se trate, efectivamente, de unidades que han aparecido en la lengua hace poco, el hablante no puede considerarlas recientes porque desconoce tanto la forma como el significado. Los datos y ejemplos observados ponen de relieve que las unidades percibidas como neológicas y las percibidas como no neológicas presentan diferencias especialmente en relación con la frecuencia, la sorpresa y extrañeza, y también en relación con la cualidad de reciente, pero, en este último caso, de forma diferente a la descrita en la bibliografía sobre neología.
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4.2. Correlación entre la percepción y los datos controlados Además de correlacionar los resultados sobre el conocimiento de los neologismos lexicográficos de la encuesta (pregunta 1) con la clasificación de acuerdo con los cinco parámetros propuestos (pregunta 2) como se muestra en la tabla 1, a continuación, comparamos las respuestas obtenidas en la pregunta 1 con los datos controlados de los neologismos. En este sentido, se ha realizado un análisis documental y lingüístico para cada una de las 100 unidades léxicas de la lista para observar si son recientes (primera documentación entre 2015 y 2018), frecuentes (20 o más ocurrencias), si presentan una transgresión morfosemántica respecto de la norma, si pertenecen a un ámbito temático determinado y si se consideran propias de un registro marcado y, por lo tanto, no neutro. percepción parámetros
Neológicas (48 unidades)
No neológicas (52 unidades)
n.º
%
n.º
%
Reciente
12
25,67
17
32,69
Frecuente
8
16,67
26
50,67
Transgresión
11
22,92
3
7,69
Ámbito temático
30
62,50
37
71,15
Registro marcado
12
25,00
7
13,46
Tabla 2. Correlación de los resultados de la pregunta 1 con los datos controlados
Como observábamos en la tabla 1, las diferencias más significativas se concentran en dos de los parámetros: frecuencia y transgresión. Entre las unidades percibidas como neológicas, el 16,67 % presentan una frecuencia alta (con 20 o más ocurrencias), mientras que en el caso de las unidades percibidas como no neológicas esta cifra se eleva hasta el 50 % del total. Si nos centramos en el parámetro de transgresión, entre las unidades percibidas como neológicas, el 22,92 % presenta esta característica, mientras que en las unidades percibidas como no neológicas representan el 7,69 % del total de casos. De todos modos, en los tres parámetros restantes las diferencias entre uno y otro bloque se incrementan en la tabla 2 respecto de los resultados de la tabla 1. En primer lugar, vemos que, en relación con la antigüedad, las unidades no percibidas como neológicas presentan un porcentaje ligeramente mayor de unidades que se documentaron por primera vez en el periodo estudiado más reciente, correspondiente a los años 2015-2018: de un 32,69 %, en el caso de las unidades no neológicas, res-
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pecto a un 25 %, en el caso de las unidades percibidas como neológicas. Estos resultados coinciden con los obtenidos en la tabla 1, puesto que el promedio de palabras clasificadas como recientes es ligeramente más alto entre las unidades percibidas como no neológicas (30,71 %) que en las percibidas como neológicas (26,51 %). Este dato nos lleva a pensar que la novedad objetiva de la palabra en cuestión es solamente uno de los motivos por los cuales una unidad es percibida como neológica, puesto que en algunos casos el desconocimiento de la palabra no se debe al hecho de que sea reciente, sino a aspectos de código, como en el caso de los préstamos, o a una determinada variedad lingüística (tecnolectos, idiolectos, sociolectos, cronolectos…). En cuanto al ámbito temático, entre las unidades percibidas como no neológicas encontramos más unidades pertenecientes a una materia concreta (un 71,15 %) que entre las unidades percibidas como neológicas (un 62,50 %). Finalmente, respecto del registro marcado, este rasgo está más presente entre las unidades percibidas como neológicas que entre las percibidas como no neológicas, con un 25 % y 13,46 %, respectivamente. A diferencia de los datos de la tabla 1, en que la diferencia respecto del registro informal era mínima (del 18,82 % en el caso de las unidades percibidas como neológicas y de un 17,44 % en las no neológicas). Estos datos nos permiten afirmar que los parámetros que presentan una relación más directa con la percepción de novedad del hablante son la frecuencia y la transgresión. En menor grado, también parece tener que ver con la percepción el registro al cual pertenece la unidad léxica, que parece que está estrechamente ligado a los hápax u ocasionalismos, que acostumbran a ser palabras de autor y, por tanto, con una motivación subjetiva; este tipo de unidades también destacan por pertenecer a un ámbito general y no a un ámbito temático concreto. Así pues, diríamos que la unidad neológica prototípica de acuerdo con el criterio psicológico presenta una frecuencia de uso baja o muy baja, y resulta sorprendente o extraña para el receptor porque es transgresora. En cambio, una unidad no percibida como neológica, aunque se trate de un neologismo lexicográfico, presenta una frecuencia de uso mediana-alta, no transgrede las normas de formación ni se trata de un préstamo desconocido o ininteligible. En definitiva, esta caracterización de las unidades neológicas y no neológicas según el criterio psicológico sitúa los casos prototípicos de uno y otro grupo en distintos extremos de un mismo eje, de modo que la línea que divide las unidades neológicas de la no neológicas de acuerdo con la percepción del hablante es borrosa y no se puede delimitar con claridad. Por extensión, dentro de cada grupo se encuentran unidades que no cumplen con cada uno de los criterios usados para caracterizar las unidades. No obstante, parece que, en cuanto a las palabras percibidas como neológicas, en un extremo de este eje se situarían las unidades que además de tener una frecuencia de uso muy baja o nula y ser transgresoras, pertenecen a un registro marcado (no neutro) y al ámbito general. Estas unidades se podrían considerar un tipo de patrón de la neologicidad.
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Como hemos visto, en esta caracterización de los neologismos desde el punto de vista psicológico del hablante no introducimos la variante antigüedad, puesto que, aunque de entrada los neologismos se consideran unidades recientes en el uso, vemos que esta variable no presenta diferencias significativas ni de acuerdo con la percepción del hablante (tabla 1) ni en relación con los parámetros objetivos estudiados (tabla 2). En este sentido, en ambos casos el número de unidades consideradas recientes es ligeramente más alto entre las unidades consideradas no neológicas. Concretamente, respecto de la relación entre neologismo y la cualidad de reciente, parece que se pueden extraer dos conclusiones. Por un lado, hay unidades que se pueden ubicar fácilmente como recientes porque se asocian a un determinado objeto o concepto originado hace poco, aunque la mayoría de estas unidades fueron clasificadas como palabras conocidas por los participantes de la encuesta porque forman parte de la actualidad. Esto ocurre porque, además de recientes, estas unidades presentan una frecuencia de uso media-alta. En este sentido, debido a su estrecha relación con la actualidad, el número de ocurrencias aumenta considerablemente en un periodo relativamente breve de tiempo. En lo concerniente al análisis de las características de las unidades percibidas como neológicas y las percibidas como no neológicas, se confirma de nuevo la relevancia de los parámetros de frecuencia y transgresión, pero también se observa un peso relevante, aunque menor que los dos anteriores, cuando estas unidades pertenecen a un registro marcado y, además, al ámbito general. 4.3. Análisis de un tipo de patrón de la neologicidad A continuación, observamos qué número de unidades, de entre las percibidas como neológicas (48 casos) y como no neológicas (52 casos) presentan los cuatro rasgos mencionados anteriormente para caracterizar los neologismos desde el punto de vista psicológico. Recordamos que se trata de: a) frecuencia baja; b) transgresión; c) registro marcado; y d) ámbito general. De acuerdo con la aplicación del filtro anterior, obtenemos los resultados siguientes: parámetros
neológicas
no neológicas
n.º
%
n.º
%
>0
15
31,25
27
51,92
>1
33
68,75
25
48,08
>1 >2 >3 >4
15 4 8 6
19,17 8,33 16,67 12,57
18 7 0 0
34,62 13,46 0,00 0,00
Tabla 3. Clasificación de las unidades según los parámetros considerados prototípicos
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De entre las unidades neológicas, observamos que el 68,75 % presenta uno de los cuatro rasgos mencionados y, en el caso de las unidades consideradas no neológicas, esto ocurre en el 48,08 %. Esta diferencia se amplía enormemente si, en vez de comprobar si presentan, como mínimo, uno de los rasgos descritos, nos centramos en los que presentan todas o casi todas las características descritas. Mientras que en el caso de las unidades percibidas como no neológicas no documentamos ningún caso que presente tres o cuatro parámetros, entre las percibidas como neológicas esta cifra se sitúa en el 29,17 % (14 casos). A continuación, vamos a analizar las unidades que se encuentran en la parte alta de esta clasificación, es decir, que presentan tres o cuatro de los parámetros anotados para la caracterización del neologismo. Respecto de las unidades neológicas que cumplen con los cuatro parámetros (frecuencia baja, transgresión, registro marcado y ámbito general), obtenemos seis unidades. neologismos
tipología
antigüedad frecuencia transgresión registro
ámbito
abucheómetro c. culta
2016
1
sí
marcado
general
bigotez
sufijación
1995
1
sí
marcado
general
borboneo
conversión
2005
1
sí
marcado
general
catastrofitis
c. culta
2007
1
sí
marcado
general
patanegroide
c. culta
1995
1
sí
marcado
general
tradicionear
sufijación
2004
1
sí
marcado
general
Tabla 4. Neologismos clasificados en cuatro de los cinco parámetros
Efectivamente, observamos que todos los casos son ocasionalismos, presentan cierta transgresión formal, se usan en contextos marcados y pertenecen al ámbito general. Respecto de la transgresión formal, abucheómetro es una falsa forma culta formada a partir de abucheo y -metro (Bernal/Milà-Garcia 2021). En bigotez, el sufijo -ez se ha unido a bigote. Sin embargo, este sufijo designa sustantivos abstractos femeninos para indicar ‘la cualidad expresada por el adjetivo del que deriva’ (DLE), como, por ejemplo, en altivez (de alto -ta) o lucidez (de lúcido -da). En cambio, bigote no es un adjetivo, sino un nombre masculino y concreto. En el caso de borboneo, a partir del contexto podemos intuir que la base de este neologismo parte del nombre propio Borbón, el cual es una conversión, ya que en sustantivos derivados de verbos en -ear, significa ‘acción y efecto’ (DLE), como en coqueteo o veraneo. Así pues, se desvía de la norma, ya que el verbo borbonear también es neológico. En cuanto a catastrofitis, a la base catástrofe se le ha adjunta el sufijo -itis, que indica ‘inflamación’ (DLE), como en otitis o conjun-
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tivitis, ya que, tradicionalmente, este formante se usa en el ámbito médico. Con este cambio de ámbito, del especializado a la lengua general, el significado de este formante se ha ampliado, puesto que se ha adjuntado a bases de ámbito general, como conspiración, en conspiracionitis; vasco, en vasquitis; o FC Barcelona, en barcelonitis. Finalmente, en patanegroide, el sufijo -oide se añade al sintagma pata negra. En este caso, hay que tener en cuenta que uno de los principios generales de las reglas de derivación es que la base debe ser una unidad preexistente, es decir, que funcione como una unidad lexicalizada (Cabré et al. 2002: 126). En cambio, pata negra no está diccionarizada con el sentido de ‘alta cualidad’. En cuanto al registro al cual pertenecen estas unidades, el hecho de ser unidades marcadas se observa tanto a partir de la transgresión de las reglas de formación de palabras como a través del contexto3 en el cual se han usado: (2) Pichetto se adjudicó la mejor marca del abucheómetro. Pero no está solo, aunque sea vanguardia extrema. [Página 12, 27/02/2016] (3) Inventor de los términos “putrefacto” y “carnuzo” para definir a un tipo de señor inmovilista y estatal, dado a la caspa en la hombrera y a la bigotez, un tipo, pues, que despedía el hedor de una España muerta, pero insepulta. [El País, 23/07/1995] (4) El pragmatismo y la determinación de la Fed se ha llevado buena parte del miedo reinante en el ambiente y aunque todo el mundo sabe que las cosas no se arreglan de un plumazo, la catastrofitis se ha evaporado. [La Vanguardia, 20/09/2007] (5) Con cirujanos de hierro, con borboneos y con Cortes Republicanas que todo lo querían cambiar. [El País, 13/09/2005] (6) Entre las cartas de Clos abundan las entradas gratis para ir al Fòrum, que hace las funciones de la cárcel en el Monopoly tradicioneando a la baja. [La Vanguardia, 25/12/2004]
Respecto de (2), el neologismo abucheómetro se usa en el ámbito de la política para indicar que un determinado político fue el que recibió más abucheos en el congreso por parte de la oposición. En el contexto se indica que “se adjudicó la mejor marca del abucheómetro”, como si se tratara de una competición deportiva, ya que crea un paralelismo con el hecho de que un atleta, ciclista o piloto se 3 En la encuesta de percepción los contextos originales de neologismo se revisaron para que fueran breves y sintéticos, y no presentaran nombres propios o expresiones que destacaran más que el neologismo en cuestión. No obstante, en este trabajo presentamos los contextos originales para analizar el uso de los neologismos en la situación comunicativa en la que se han producido.
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adjudique la mejor marca del circuito de acuerdo con los datos de cronómetro. En este paralelismo se observa, pues, que la información se presenta de forma irónica. En cuanto al ejemplo (3), en cambio, se presenta un tono despectivo, por el uso de adjetivos como putrefacto ‘podrido, corrompido’ (DLE) o carnuzo (de carnuza) ‘carne basta o excesiva, que produce hastío’ (DLE), entre otras unidades con connotaciones negativas como caspa o hedor y, por tanto, con carácter personal, ya que se expresa una opinión valorativa y con carga ideológica. Si pasamos al ejemplo (4), en el contexto de uso de catastrofitis se observan dos expresiones etiquetadas como coloquial en el DLE: de un plumazo y evaporarse. En cuanto al (5), que contiene el neologismo borboneo, se observa la expresión metafórica cirujano de hierro, acuñada por el político Joaquín Costa a principios del siglo xx; se trata de un fragmento de un artículo de opinión titulado “La nueva función del Rey”, que presenta una serie de anáforas con la preposición con. En este sentido, las diferentes figuras retóricas presentes en el texto se perciben como un recurso expresivo con toques pseudoliterarios (Guerrero Salazar 2006). Finalmente, tradicionear se desvía de las reglas de formación de palabras porque, aunque el sufijo -ear forma ‘verbos derivados de sustantivos o adjetivos’ (DLE), como humear (‘echar de sí humo’) o falsear (‘adulterar o corromper algo […]’) (DLE), no se acaba de comprender cuál es la acción designada por este verbo neológico en su contexto de uso en el ejemplo (6). Respecto de los neologismos que presentan tres de los cuatro parámetros antes descritos, obtenemos ocho unidades: neologismos
tipología
antigüedad frecuencia transgresión registro ámbito
conillon
préstamo francés
1995
1
no
marcado general
contraviaje iniciático
sintagmación
2004
1
sí
neutro
cuasimafioso -sa prefijación
2004
1
no
marcado general
bue
sufijación
1995
1
no
marcado general
ecolo
abreviación
1995
1
sí
marcado específico
oro rojo
sintagmación
2003
1
sí
neutro
poscomida
prefijación
1995
1
no
marcado general
rascatripas
semántico
1995
1
no
marcado general
general
general
Tabla 5. Neologismos clasificados en tres de los cinco parámetros
De nuevo, todas las unidades destacan por ser ocasionalismos mientras que, si observamos la columna de antigüedad, vemos que ninguno de los ocho neologismos es reciente. En cuanto a la temática, todos pertenecen al ámbito general,
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excepto ecolo, ya que se corresponde con la abreviación de ecológico -ca, del ámbito medioambiental. En la columna dedicada al registro, se observa que abundan las unidades marcadas, como dicharachería, cuya base, dicharachero -ra, está marcada como coloquial en el DLE, o ecolo, por el hecho de ser una forma abreviada, ya que este tipo de mecanismo de formación crea unidades de tipo informal, como profe (de profesor) o boli (de bolígrafo), también marcadas como coloquiales en el DLE. Además, si observamos el contexto de los neologismos considerados marcados, podemos identificar rasgos relacionados con la subjetividad y lo estilístico: (7) Se lo digo con humildad, señor presidente. Fui un imbécil (conillon), no lo haré nunca más. [La Vanguardia, 29/11/1995] (8) Aunque el patriotismo de partido suele favorecer siempre los cierres de filas cuasimafiosos dentro de las organizaciones cimentadas sobre el ejercicio o la expectativa del poder, la propuesta de Lamela como espejo de príncipes de los militantes populares sugerida por su presidente y su secretario general resulta escalofriante. [El País, 17/04/2005] (9) Segunda de crímenes poscomida. El escenario es una compañía de ballé clásico (con sus tutús y sus Giselles) y moderno (más cerca del circo), primero uno y luego el otro. Otra intriga para ampliar tragaderas. [El País, 27/11/1995] (10) Un rascatripas de esos que abundan en la Premier League peleado con la pelota, el público, los árbitros, las piernas contrarias y todo lo que pase a su alrededor. [El País, 27/11/1995]
El ejemplo (7), que contiene el préstamo del francés conillon como equivalente del español imbécil, está redactado en primera persona del singular, de modo que se aleja de la objetividad y neutralidad porque aparece el autor del texto. Respecto de (8), observamos una metáfora, ya que en este contexto la expresión espejo de príncipes no denomina un género literario de la Edad Media, sino que hace referencia a las instrucciones o protocolo sugerido por un político. Por este motivo, podemos afirmar que se trata de un contexto con aires pseudoliterarios. En el siguiente contexto (9), se observa la palabra coloquial tragaderas (DLE). Finalmente, (10) recoge el neologismo compuesto rascatripas —rascar(se) + tripa—, que en el contexto designa a alguien que “se rasca la tripa”, expresión que coloquialmente se usa para designar a una persona que no hace nada, es decir, que es poco trabajadora o perezosa; en este caso, en relación con un jugador de futbol. Si nos centramos en los neologismos que transgreden o se desvían de las reglas de formación de palabras, registramos cuatro unidades que presentan estas
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características. Se trata de contraviaje iniciático, ecolo y oro rojo. En cuanto a contraviaje iniciático, semánticamente transgrede la norma porque el prefijo contra significa ‘contrario’ (DLE), pero de acuerdo con el uso de este neologismo, no se observa este sentido de ‘oposición’, como se desprende de otras unidades como contrainsurgencia (‘operación militar o política opuesta a una insurgencia con el fin de sofocarla’), contranatural (‘contrario al orden de la naturaleza’) o contraargumentar (‘argumentar como respuesta a una argumentación anterior, especialmente para oponerse a ella’) (DLE): (11) En 1952, el joven Ernesto Guevara de la Serna emprendió, junto a su amigo Alberto Granados, algo así como un contraviaje iniciático. Y en lugar de orientar sus pasos hacia la mitificada Europa, se lanzó a los polvorientos senderos del subcontinente suramericano en lo que para él habría de revelarse como el auténtico viaje esclarecedor de su futuro. [El País, 8/10/2004]
Respecto de ecolo, que es una abreviación de ecológico -ca, tenemos en cuenta que, en los casos de composición culta, la abreviación acostumbra a mantener solamente el elemento culto, como ocurre en narco, de narcotraficante. En este sentido, la abreviación esperable sería eco: “una satírica aventura eco en las hermosas playas de la Polinesia”. En el caso de oro rojo, se trata de una metáfora referida a los fresones, como se observa en (12): (12) El cultivo de fresas, en distintos grados, fue increíblemente rentable, en especial en los años ochenta, hasta el punto de que se acuñó el término oro rojo para designar el fresón. [El País, 8/10/2004]
En definitiva, parece que la baja frecuencia de uso, ligado con otros factores, como la transgresión y, en menor grado, el registro y el ámbito de uso, son indicadores de neologicidad. Concretamente, los neologismos infrecuentes, transgresores, usados en un contexto marcado y pertenecientes al ámbito general representan uno de los tipos de patrones posibles entre las unidades percibidas como neológicas y, por tanto, consideradas neologismos. 5. Conclusiones Los resultados de la encuesta de percepción en neología aportan datos relevantes para avanzar en la caracterización del neologismo. En este sentido, desde el punto de vista metodológico hemos comprobado la utilidad de realizar más de una pregunta para disponer de la información necesaria para valorar el conocimiento del neologismo lexicográfico por parte del hablante. De acuerdo con las reglas de
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formación de palabras y el contexto, los hablantes pueden inferir el significado de una palabra, independientemente de que se trate de la primera vez que entran en contacto con dicha unidad léxica, de modo que preguntar directamente al interlocutor sobre el conocimiento del significado de la palabra mediante preguntas que apelen directamente a los pasos seguidos para inferir el significado de dicha unidad permite obtener respuestas más precisas a partir de las cuales estudiar el carácter neológico de las unidades que son objeto de estudio. Por otro lado, caracterizar los neologismos a partir de los parámetros que se han relacionado con la cualidad de neológico también aporta datos relevantes en relación con la percepción de neologicidad. Sobre este punto, hemos comprobado que las características que tienen un mayor peso son la frecuencia y la sorpresa o extrañeza. Además, es destacable observar que entre las unidades percibidas como no neológicas hay más unidades clasificadas como recientes que entre las percibidas como neológicas. Este resultado está condicionado por el conocimiento previo de la unidad y la comprensión del significado, que parece estar estrechamente ligado a la actualidad. Finalmente, de acuerdo con los datos controlados de los neologismos de la encuesta comprobamos que, aunque los parámetros más influyentes en la percepción de la neologicidad son la frecuencia de uso y la transgresión, asociada al efecto sorpresa y de extrañeza, el hecho de pertenecer a un registro marcado y al ámbito general también se posicionan como parámetros útiles para valorar la cualidad de neológico de una unidad léxica. De todas estas observaciones se desprende que estudiar el neologismo desde un punto de vista lingüístico-cognitivo es una labor compleja, porque se deben tener en cuenta múltiples variantes. Aun así, la identificación de los distintos parámetros y la realización de estudios psicolingüísticos permiten ir construyendo la base teórica para disponer de una caracterización completa y adecuada del neologismo más allá de la definición del neologismo desde el punto de vista lexicográfico.
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Carlos Sánchez Lancis1 Universitat Autònoma de Barcelona LA NEOLOGÍA, ENTRE EL USO Y LA PRESCRIPCIÓN
1. Introducción Uno de los cambios más importantes, y a la vez más visible, que sufre toda lengua natural a lo largo de su historia se corresponde con el léxico. Si bien el cambio lingüístico se caracteriza por ser inconsciente, ya que por lo general el hablante no lo realiza de forma voluntaria, cuando nos referimos al conjunto de vocablos que componen el idioma intervienen factores que propician, con mayor o menor consciencia, la participación de su usuario. Por ello, no es difícil constatar en toda lengua la pérdida de palabras que han dejado de desempeñar, por las razones que sean, la función por la que formaban parte de esta, así como la introducción de otras para designar nuevas realidades, ya sea mediante procedimientos morfológicos autóctonos o la simple incorporación de voces de otros idiomas. En este último caso, en el que los neologismos proceden de un origen no patrimonial, se produce durante un tiempo una situación interesante en la que el préstamo lingüístico es utilizado por los hablantes de forma más o menos mayoritaria hasta que finalmente, si adquiere un uso generalizado y afianzado en la lengua, es incorporado definitivamente a los diccionarios. Los compendios lexicográficos juegan hasta cierto punto un papel fundamental en el proceso de adopción de un préstamo, ya que son los encargados de sancionar la validez o no del uso de este neologismo por parte de los hablantes, y prescribir, en caso de aceptación, su escritura y pronunciación, además de su posible morfología flexiva. Sin embargo, la no aceptación de un préstamo por los diccionarios, principalmente los académicos, no repercute necesariamente en La presente investigación ha sido parcialmente financiada con una ayuda del MICINN (FFI2017-87140-C4-1-P) y de la Generalitat de Catalunya (2017 SGR 634). 1
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su menor empleo por los hablantes; y a la inversa, la inclusión, así como la prescripción gráfico-fonética y/o morfológica, de un determinado extranjerismo por los diccionarios (académicos) no implica su utilización. A pesar de todo esto, la relación entre neología y diccionario sigue siendo de vital importancia, porque, en definitiva, el hablante, en algún momento, al usar un registro formal, culto, necesitará saber si un determinado préstamo forma parte o no de su lengua, qué significado tiene, cómo debe escribirlo y pronunciarlo, o qué morfología flexiva posee. En el presente trabajo se estudia esta relación entre la neología y el diccionario desde dos puntos de vista: por un lado, los criterios que definen los diccionarios para decidir sobre la inclusión de formas neológicas; por otro, la repercusión que en el uso de las formas neológicas tiene su sanción en los diccionarios. Este capítulo examina esta doble perspectiva en el caso del español en relación con el diccionario académico y con especial atención a los préstamos para determinar, por una parte, si el diccionario normativo refleja y/o debe reflejar el uso real de los hablantes y, por otra parte, si el uso real sigue y/o debe seguir la norma establecida por el diccionario. En definitiva: hasta qué punto prescripción y uso caminan en una misma dirección. Para realizar este estudio, se parte principalmente del análisis del diccionario académico más reciente de 2014, el Diccionario de la lengua española (DLE) de la Real Academia Española (RAE) y la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), que se contrasta con las normas dadas también por ambas instituciones en la Ortografía de la lengua española de 2010. Ambas obras no se pueden entender por sí solas, ya que son el fruto de una evolución reciente realizada por la Academia con el cambio de siglo a partir de la publicación ya en 1999 de la Ortografía de la lengua española y sobre todo de la 22.ª edición del Diccionario de la lengua española (DRAE22) por parte de la RAE en 2001, a las que siguieron la publicación del Diccionario panhispánico de dudas (DPD) de la RAE y la ASALE en 2005, el Diccionario esencial de la lengua española (DELE) de la RAE en 2006 y el Diccionario del estudiante (DE2) de la RAE en 2011. Todas estas obras merecen la pena de ser tenidas en cuenta en el presente trabajo. Finalmente, los datos sobre el uso concreto de una serie de préstamos que se analizarán se extraerán principalmente de los siguientes corpus académicos: el Corpus del Español del Siglo xxi (CORPES XXI), que abarca desde el año 2001 hasta 2020, que se complementará con el Corpus de referencia del español actual (CREA), que comprende desde 1975 hasta 2004. Con el análisis de todos estos diccionarios, las obras sobre ortografía mencionadas y los anteriores bancos de datos académicos se podrá ofrecer una visión bastante fiel de la relación existente hoy día entre el uso y la prescripción en la neología del español actual.
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2. Prescripción y uso Prácticamente las primeras palabras que aparecen en la “Presentación” del DPD (RAE: XI) se refieren explícitamente al concepto de norma lingüística2 y a la competencia de fijarla para el mundo hispánico que tienen reconocida las Academias de la lengua española. Sin embargo, como se señala DPD (DPD: XI): La norma, que el Diccionario académico define como “conjunto de criterios lingüísticos que regulan el uso considerado recto”, no es algo decidido y arbitrariamente impuesto desde arriba: lo que las Academias hacen es registrar el consenso de la comunidad de los hispanohablantes y declarar norma, en el sentido de regla, lo que estos han convertido en hábito de corrección, siguiendo los modelos de la escritura o del habla considerados cultos.
Por consiguiente, la norma académica3 se debe entender entonces como “el conjunto de preferencias lingüísticas vigentes en una comunidad de hablantes, adoptadas por consenso implícito entre sus miembros y convertidas en modelos de buen uso” (DPD: XIII). De hecho, como se indica más adelante, no es más que un mecanismo de preservación de la comunicación entre los distintos hablantes de una misma lengua. Desde los inicios de la Academia la norma queda recogida en tres obras o códigos distintos, pero que se tienen que entender conjuntamente, de forma complementaria: la ortografía, la gramática y el diccionario. Y es en esta última, en el repertorio léxico, reconocido oficialmente, en donde se “exige la consolidación en el uso general de las nuevas palabras y acepciones, así como de las propuestas de adaptación de voces extranjeras, antes de incorporarlas y, cuando lo hace, se limita a registrar sus sentidos” (DPD: XI). Efectivamente, el diccionario académico debe servir, entre otras cosas, para disipar principalmente las dudas acerca de “la adopción de neologismos y extranjerismos, para que todo ello ocurra dentro de los moldes propios de nuestra lengua y, sobre todo, de forma unitaria en todo el ámbito hispánico” (DPD: XI-XII). En su “Preámbulo” del DRAE22 la Academia señalaba ya desde un buen principio cuál era su criterio a la hora de admitir nuevos vocablos en la lengua (DRAE22: IX-X): Con su reconocida autoridad en materia léxica, la Academia incorpora a su Diccionario no solo aquello que responde a lo que se ha llamado el genio de la lengua, sino, también, ajena Para la relación entre norma y diccionario, véase Garriga y Martínez (2005). El hecho de hablar de una única norma para toda la zona hispanohablante solo puede ser entendido si apelamos a la existencia de un común denominador, que recoja las características comunes propias de todo el conjunto de normas que constituye la lengua española: en definitiva, lo que podríamos llamar el español estándar, propio de un registro culto formal (véase DPD: XIV). 2 3
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a un purismo trasnochado, otro tipo de innovaciones y, siempre con cautela, extranjerismos a veces no acomodados a esa índole, pero ya asentados en la comunidad hispanohablante.
Según las palabras anteriores, se puede considerar que las reglas principales para aceptar un neologismo son, o que este provenga del “genio de la lengua”, es decir, los procedimientos autóctonos de formación de palabras, o, si se trata de un préstamo, demuestre que esté “asentado”, que sea de uso general por los hispanohablantes. Por último, llama la atención la referencia a ese “purismo trasnochado”, pues la Academia ha recibido en numerosas ocasiones el calificativo de purista4 a lo largo de su historia, por lo que da la impresión de que quiere demostrar, en esta nueva edición del diccionario, que los neologismos en general, y los préstamos en particular, ya no están estigmatizados si responden a un empleo vivo en la lengua. Para constatar su vitalidad, la RAE señala en el prólogo que ha recurrido por primera vez a la hora de confeccionar un diccionario al Banco de datos del español (CORDE y CREA en aquel momento), lo cual no había sido posible anteriormente dada su reciente existencia, desde 1998 (DRAE22: XXVII): El manejo de la información procedente del Banco de datos del español ha permitido trabajar en estas tareas con rapidez y, al mismo tiempo, con rigor filológico. Así, la base documental sobre la que se han incorporado a la nueva edición buena parte de las enmiendas y adiciones procede del repertorio actual de ese depósito electrónico, que recoge miles de textos representativos, de España y de los países de habla española, correspondientes a los últimos 25 años.
De esta forma, el empleo de los corpus ayuda a confirmar la supresión, la modificación o la inclusión de un determinado vocablo en el diccionario a partir de su menor o mayor presencia en la lengua. Este último aspecto es fundamental a la hora de admitir los préstamos: “Los extranjerismos cuya extensión de uso en nuestra lengua así lo recomienda se van incorporando a la nomenclatura de este Diccionario” (DRAE22: XXXV). También es cierto que la Academia, como señala el DPD (2005: XIX), siempre ha tenido muy en cuenta que la incorporación de los extranjerismos “responda en lo posible a nuevas necesidades expresivas y, sobre todo, que se haga de forma ordenada y unitaria, acomodándolos al máximo a los rasgos gráficos y morfológicos propios del español”. Es en este punto en donde la ortografía académica se convierte en una herramienta necesaria y complementaria del diccionario5. Una vez decididos los préstamos que deben pasar a formar parte del compendio lexicográfico, la Academia realiza una clara distinción entre las voces que por ‘Dicho de una persona: Que, al hablar o escribir, evita conscientemente los extranjerismos y neologismos que juzga innecesarios, o defiende esta actitud’ (DLE: s.v. purista). 5 Sobre la ortografía y el DRAE, véase Alcoba (2007b). 4
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su empleo presentan o no una forma adaptada a la escritura y a la pronunciación. En este caso, es la Ortografía de la lengua española de 1999, en un apartado titulado “Peculiaridades de las voces de otras lenguas y de los nombres propios”, la que señala los criterios que deben seguirse y que adoptará posteriormente el diccionario6 (RAE 1999: 29-30, § 2.12): Las voces de otros idiomas no adaptadas al español y utilizadas en nuestra lengua respetarán su ortografía original. En la escritura, es conveniente distinguirlas mediante el uso de procedimientos gráficos como las comillas, la letra cursiva, etc. Ejemplos: affaire, lady, whisky. […] Las palabras de origen extranjero adaptadas a la pronunciación y a la grafía española desde fecha más o menos antigua deben seguir todas las reglas ortográficas. Ejemplos: Basilea, brandi, Burdeos, chalé, Londres.
Este criterio, lógicamente, implica también que solo los extranjerismos adaptados seguirán las reglas de acentuación del español, por lo que, por ejemplo, una palabra incorporada a la lengua como búnker sí llevará tilde (y no se escribirá en cursiva ni con comillas), pero catering no al tratarse de un préstamo no adaptado (RAE 1999: 53, § 4.9). Este criterio, según la Ortografía de 1999, se aplica también a las voces y expresiones latinas utilizadas en español, por lo que se consideran también préstamos adaptados que se acentúan gráficamente en función de las reglas generales, como sucede, por ejemplo, con ítem, accésit, memorándum, alma máter7 (RAE 1999: 53, § 4.8). Así, el DRAE22 seguirá todas estas indicaciones en relación con la escritura, tanto de los extranjerismos en general como de los latinismos (DRAE22: XXXV): Se registran en su forma original, con letra redonda negrita, si su escritura o pronunciación se ajustan mínimamente a los usos del español, como es el caso de club, réflex o airbag —pronunciados, generalmente, como se escriben—; figuran en letra cursiva, por el contrario, cuando su representación gráfica o su pronunciación son ajenas a las convenciones de nuestra lengua, como es el caso de rock, pizza o blues —pronunciado generalmente este último como [blus]—. Los derivados españoles de palabras extranjeras, aunque estas presenten dificultades gráficas o de pronunciación, se representan en letra redonda. P. ej., pizzería, flaubertiano. […] Siguiendo la tradición académica, los latinismos empleados en español se recogen en letra redonda negrita: ex cáthedra, relata réfero particular. La Ortografía de la lengua española de 1999 dedica concretamente muy poca atención a la incorporación de los extranjerismos (§§ 2.12, 4.8 y 4.9, que apenas ocupan una página en total), a diferencia de la Ortografía de la lengua española de 2010, en donde este tema adquiere una gran importancia al pasar a ser todo un capítulo de la obra (cap. VI de la segunda parte, con 28 páginas). 7 Consideramos que un hablante del español con un nivel culto formal, consciente de que está usando a propósito latinismos, podría no entender o compartir esta norma. 6
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Con todo, resulta curioso que se prescriba la acentuación de voces y expresiones latinas, cuando en definitiva se trata de préstamos no adaptados, ya que se mantienen combinaciones de grafías (p. ej. th) o finales morfológicos (p. ej. -t, -m) que no son propios. Además, el DPD (2005: XIX-XX) realiza una clara distinción entre los extranjerismos denominados “superfluos o innecesarios”, porque poseen una forma equivalente en español con plena vitalidad (p. ej., abstract frente a resumen, extracto; back-up frente a copia de seguridad); y los extranjerismos “necesarios o muy extendidos”, porque o no tienen fácilmente un término equivalente en español o se trata de vocablos ya arraigados o muy generalizados. En este último caso, si el préstamo posee un uso internacional, se respeta su forma gráfica y su pronunciación originarias (p. ej., ballet, blues, jazz, software), por lo que se consideran extranjerismos crudos, ya que no se produce una correspondencia entre su pronunciación y su forma escrita; si no se da esta circunstancia, se intenta hacer una adaptación de la pronunciación o de la grafía originarias a las reglas del español mediante: a) la conservación de la grafía original, pero su pronunciación y acentuación gráfica sigue las reglas del español (p. ej., airbag, máster, set); b) el mantenimiento de la pronunciación original, pero con la adaptación del extranjerismo a las grafías del español (p. ej., paddle > pádel, choucroute > chucrut). A raíz de la publicación del DPD, un año más tarde, con la aparición del DELE, se producen cambios significativos en la forma en la que un diccionario académico registra los préstamos. Como explica en su “Presentación” (DELE 2006: XVII-XXI), este repertorio lexicográfico posee unas características particulares. Se trata de una obra menor, a caballo entre el DRAE22 y el DLE, semejante al diccionario manual académico, cuya función era la de adelantar los cambios de contenido de la siguiente edición del diccionario general. Ello implica que solo se recoge el léxico común y culto actual del compendio léxico usual a partir de los testimonios proporcionados por el Banco de datos académico (CORDE y CREA). De este modo, el DELE, por un lado, suprime las voces antiguas, desusadas y poco usadas, pero, por otro, incorpora las voces atestiguadas que forman parte del léxico hispánico general. Y es este último aspecto el que afecta de forma más novedosa a los extranjerismos, pues recoge las nuevas propuestas que había introducido el DPD, en claro contraste con algunas de las soluciones existentes en el DRAE22. Además, el DELE (2006: XIX-XX), a diferencia de los diccionarios académicos anteriores, una vez tenidas en cuenta las consideraciones realizadas por el DPD para cada extranjerismo concreto, ya no incluirá en el cuerpo del diccionario los préstamos considerados superfluos o los no adaptados fónica o morfológicamente, cuyo empleo sea estimado como no aceptable. Se trata de una de las grandes novedades, ya que se limita a recoger estos extranjerismos crudos en un apéndice aparte titulado “Voces extranjeras empleadas en español” (DELE 2006: 1583-1587), con
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el fin de señalar explícitamente su no pertenencia a la lengua española8. Esta clase de préstamos ya no forma parte de la nomenclatura general del DELE al corresponder a extranjerismos que o no poseen un equivalente en español (p. ej., ballet, pizza) o el término propuesto por el DPD no ha arraigado todavía (p. ej., buldócer); o simplemente son préstamos que pueden ser sustituidos fácilmente por formas equivalentes o adaptaciones documentadas ampliamente en español (p. ej., living por cuarto de estar, paddle por pádel). Se trata de un total de 194 vocablos, que se distribuyen del siguiente modo: 110 provienen del inglés (56,7 %); 36 del francés (18,6 %); 19 del italiano (9,8 %); 4 del alemán (2 %); 2 del euskera (1 %); 2 del japonés (1 %); 1 del chino mandarín (0,5 %); 1 del portugués (0,5 %); 1 del húngaro (0,5 %); 1 del afrikáans (0,5 %); y el resto, un total de 17 (8,9 %), corresponde a nombres propios adaptados como nombres comunes. De esta forma, el DELE, en su calidad de diccionario académico, al separar los extranjerismos considerados no necesarios, desempeña una clara función prescriptiva, ya que realiza la tarea de proponer y recomendar, cuando es posible, o bien un término patrimonial que permita sustituir el préstamo superfluo, o bien su equivalencia o adaptación a las grafías o a la pronunciación propias del español, siempre que exista una constatación de su empleo escrito en el Banco de datos que demuestre el uso de estos vocablos por los hablantes. Sin embargo, las propuestas del repertorio léxico no implican necesariamente su aceptación por los hablantes a pesar de su cierta presencia en los corpus. Como reconoce el DELE (2006: XX), aunque en algunas ocasiones las adaptaciones sugeridas ya poseen una cierta difusión en la lengua (p. ej., mercadotecnia por el término inglés marketing o fuagrás por la forma francesa foie-gras), otras más innovadoras no presentan el mismo tipo de arraigo (p. ej., buldócer por el vocablo inglés bulldozer)9. Posteriormente, con la publicación en 2010 de una nueva versión de la Ortografía de la lengua española se produce un cambio importante respecto a la edición de 199910. Por primera vez se trata de una ortografía conjunta, consensuada por la RAE y la ASALE, al igual que con el DPD, es decir, panhispánica, en donde se abordan, mediante su actualización y desarrollo, de forma extensa y pormenorizada, todos los problemas relacionados con la ortografía del espa8 El hecho de poner en un anexo aparte este tipo de extranjerismos no nos parece la solución más práctica, ya que el usuario deberá buscar en dos partes distintas del diccionario para conocer, por ejemplo, cuál es la forma léxica propuesta para sustituir un determinado préstamo. O incluso puede ser que desconozca la existencia de este apéndice. 9 En el apartado titulado “Uso y prescripción” analizaremos la difusión real de algunas de las propuestas de adaptación de préstamos dadas por la RAE y la ASALE a partir de su mayor o menor presencia en los Bancos de datos académicos del español actual (CREA y CORPES). 10 Para un estudio general sobre la ortografía y la norma lingüística en el diccionario, véase Buenafuentes y Sánchez Lancis (en prensa).
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ñol11. Este consenso se constata ya en su “Presentación” al expresarse la preocupación por el mantenimiento de la unidad de la lengua española a través de la ortografía como valor social (RAE/ASALE 2010: XL): […] la ortografía se ha convertido en un valor social de la mayor importancia. […] la ortografía representa el pilar fundamental de la unidad de la lengua. […] la ortografía es un código uniforme en el que todas las variables se diluyen. […] Su unidad y su vocación de permanencia convierten a la ortografía en un factor de unidad y de contención frente a una evolución descontrolada del idioma.
De este modo, la ortografía, por su carácter normativo, no solo permite la correcta escritura de la lengua, sino que, mediante las reglas ortográficas, que no son más que convenciones adoptadas por todos los hablantes de un mismo idioma, impide una variación que podría ocasionar la división de esta. Por ello, en los préstamos lingüísticos adquiere un papel fundamental, ya que en bastantes ocasiones estos presentan distintas posibilidades gráficas. Una de las funciones principales de la ortografía es establecer la forma gráfica de todos los lemas o los vocablos registrados en el diccionario (RAE/ASALE 2010: 13-14, § 2.4): En cumplimiento de esta voluntad de adecuación, las ortografías de las lenguas han de ofrecer pronta respuesta a las innovaciones, ya sean producto de la evolución de la misma lengua, ya sean debidas a la incorporación de palabras y expresiones foráneas con características fónicas y gráficas que a menudo chocan con las de la lengua que las adopta.
Según RAE y ASALE (2010: 34-35, § 3.2.1), uno de los criterios que opera con mayor fuerza en español, al tener un sistema ortográfico de naturaleza alfabética, es el fonológico o de adecuación entre grafía y pronunciación. Por consiguiente, existe la regla de que debe escribirse aquello que se pronuncia y debe pronunciarse aquello que se escribe. Así, en la incorporación de préstamos, se debe producir un ajuste entre grafía y pronunciación —p. ej., standard (ingl.) > estándar; spaghetti (it.) > espagueti—. En otras ocasiones, RAE y ASALE (2010: 36-37, § 3.2.2), para conservar la correspondencia biunívoca entre grafemas y fonemas, prescriben evitar, en la adaptación de los extranjerismos, el empleo de grafemas considerados superfluos por tener el mismo valor fonológico que los autóctonos —p. ej., folklore (ingl.) > folclore—. Sin embargo, el mantenimiento del uso, por parte de los hablantes, de las voces originarias en contra de la norma provoca a veces la persistencia de ambas formas, por lo que las dos variantes Por aportar un simple dato para ver la diferencia entre una y otra, la edición de 2010 posee un total de 745 páginas con un gran contenido de información frente a la de 1999 con 162 páginas con mucha menos. 11
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pasan a formar parte del repertorio léxico (p. ej., folclore/folklore, póquer/póker, biquini/bikini, etc.). Por otra parte, como indican RAE y ASALE (2010: 37, § 3.2.3), en español se ha aplicado también el criterio etimológico en la escritura de las palabras, de tal modo que se ha respetado en cierto modo la forma gráfica de los términos de los que derivan. Este criterio muchas veces es contradictorio con el fonológico, ya que no permite la adecuación entre grafía y pronunciación, por lo que será la causa de muchas excepciones, sobre todo en voces cultas, pero también en la adopción de préstamos que poseen fonemas que aceptan varias representaciones gráficas, por lo que se tenderá a respetar, en ocasiones, los grafemas etimológicos (p. ej., káiser, búnker o anorak). Por último, pero no menos importante, otro factor, relacionado con el anterior, a tener muy en cuenta en la escritura de los extranjerismos, es (RAE/ASALE 2010: 38, § 3.2.4): el criterio del uso constante, que avala la grafía consolidada a lo largo del tiempo por el uso mayoritario de los hablantes […]. El uso ha actuado como árbitro entre los otros dos referentes ortográficos principales, la pronunciación y la etimología, a la hora de fijar la escritura de muchas palabras: en unas ocasiones, el uso mayoritario se ha decantado por grafías fonológicas y, en otras, en menor medida, por grafías etimológicas.
En definitiva, en el caso de la incorporación de préstamos la relación que se establece entre prescripción y uso es determinante a la hora de fijar su escritura. Por ello, se verá más adelante cómo un cuarto criterio que proponemos aquí, el criterio temporal, es decir, si la prescripción se anticipa al uso o el uso a la prescripción, condiciona el resultado final en la adopción de un determinado extranjerismo. Además, la Ortografía de 2010 incluye por primera vez, dentro de una parte titulada “ortografía de expresiones que plantean dificultades específicas”, un capítulo concreto para “la ortografía de las expresiones procedentes de otras lenguas” (RAE/ASALE 2010: cap. VI, 595-622). En este capítulo se trata el préstamo lingüístico, la ortografía de extranjerismos y latinismos, así como la transcripción de voces que proceden de aquellas lenguas que no utilizan en su escritura el alfabeto latino. En la primera parte sobre el préstamo lingüístico (RAE/ASALE 2010: 596599), se realiza un análisis de las causas de la existencia de extranjerismos en las lenguas, cuyos resultados van a condicionar en gran medida la posterior toma de decisiones normativas. Así, la adopción de palabras de otros idiomas se considera un recurso de ampliación del léxico que posee toda lengua a lo largo de su historia. Los préstamos sirven para nombrar realidades nuevas no existentes en el propio idioma, aunque en bastantes ocasiones (RAE/ASALE 2010: 596): […] son simplemente fruto del mimetismo lingüístico hacia lenguas de gran prestigio e influencia cultural en un momento histórico dado; de ahí que muchos extranjerismos introducidos por un deseo de distinción no exento de esnobismo, por moda o por mera preferen-
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cia estilística entren en competencia con palabras de la propia lengua que poseen idéntico sentido, con las que coexisten o a las que incluso pueden acabar desbancando en el uso.
Por otra parte, se constata la tendencia general de los extranjerismos a acomodarse a los patrones lingüísticos del español: pronunciación y grafías según las pautas fonológicas, silábicas, prosódicas y ortográficas; flexión nominal y verbal según las pautas morfológicas12. Por tanto, las voces acomodadas se considerarán extranjerismos o préstamos adaptados, en oposición a las que mantienen su forma original, denominadas extranjerismos crudos o no adaptados. Sin embargo, a pesar de que la acomodación suele ser lo más habitual, resulta interesante la explicación que dan las Academias sobre la gran abundancia de préstamos no adaptados en español (RAE/ASALE 2010: 597-598): En la actualidad, el aumento del número de hablantes alfabetizados y la inclusión cada vez más generalizada en los programas educativos de la enseñanza de lenguas extranjeras […], junto con la influencia de los medios de comunicación en la difusión de los hábitos lingüísticos, al tiempo que dinamizan y estimulan los procesos de introducción de voces extranjeras, contribuyen a familiarizar entre los hablantes las grafías originales, lo que a menudo ralentiza o dificulta la integración plena de los préstamos en la propia lengua. Por ello, aunque muchos extranjerismos incorporados en época más o menos próxima se han adaptado plenamente al español […], abundan hoy los préstamos que se usan mayoritaria o exclusivamente con las grafías originales no adaptadas.
De esta forma, el criterio prescriptivo fonológico entraría en competición con el criterio del uso constante, debido a un mayor nivel de educación de los hablantes y a la influencia de los medios de comunicación, entre otras causas13. Ello provocará la coexistencia de formas adaptadas junto a préstamos crudos o incluso el predominio de estos últimos sobre los primeros. Sin embargo, este hecho tiene consecuencias importantes en el sistema ortográfico y fónico del español (RAE/ASALE 2010: 598): […] la proliferación indiscriminada de extranjerismos crudos o semiadaptados en textos españoles puede resultar un factor desestabilizador de nuestro sistema ortográfico, especialmente cuando se ponen en circulación grafías que se apartan del sistema de Para una relación pormenorizada de los procedimientos de acomodación de los extranjerismos en español, véase RAE y ASALE (2010: cap. I, § 6). 13 Las Academias señalan también que los extranjerismos presentan una mayor resistencia a la adaptación al emplearse (RAE/ASALE 2010: 598) “solo para nombrar realidades pertenecientes al ámbito propio de la lengua de origen; por el prestigio que confiere […] el uso de las grafías no adaptadas; por resultar las posibles adaptaciones en exceso chocantes o alejadas del original; por haberse popularizado el empleo del término con la grafía originaria, etc.”. 12
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correspondencias entre grafemas y fonemas propio de nuestra lengua. De ahí que [la Academias] […] procuren orientar los procesos de adopción de extranjerismos para que su incorporación responda, en lo posible, a nuevas necesidades expresivas y se produzca dentro de los moldes propios de nuestra lengua.
Por ello, las Academias asumen un papel prescriptivo para diferenciar, primero, los extranjerismos superfluos o no necesarios, al existir en español una forma equivalente, de los considerados necesarios o plenamente arraigados; y, segundo, para proponer la adaptación o formas equivalentes de estos últimos o simplemente sancionar los préstamos asentados con su grafía y pronunciación originarias. En los siguientes apartados de este capítulo, se proporcionan las normas para escribir correctamente tanto los extranjerismos crudos como los adaptados (RAE/ASALE 2010: 599-604, § 2.1), así como los latinismos crudos y adaptados (RAE/ASALE 2010: 605-614, §2.2), y para resolver el problema de las grafías ajenas al sistema ortográfico tradicional del español (RAE/ASALE 2010: 614-619, § 2.3). Finalmente, se dedica un apartado a las transcripciones de voces de otras lenguas de alfabeto no latino (RAE/ASALE 2010: 619-622, § 3)14. Un año más tarde de la aparición de la Ortografía de 2010, se publica en 2011 la segunda edición del Diccionario del estudiante de la RAE, elaborado para bachillerato y enseñanza secundaria. En su prólogo inicial (DE2: XVII-XXIV), este repertorio léxico se describe a sí mismo como un diccionario totalmente nuevo en comparación con el resto de compendios académicos, pues se ha redactado con una estructura diferente y un lenguaje acorde con los nuevos tiempos. Además, recoge el léxico actual de España e Hispanoamérica; se basa en el Banco de datos académico para confirmar la vigencia de los vocablos; es panhispánico (contiene los americanismos más usuales y extendidos); añade ejemplos vivos de uso real de los vocablos; e incorpora información abundante y detallada (ámbitos sociales y niveles de uso, aclaraciones sobre modos de empleo, pronunciación, adaptaciones recomendadas de préstamos, etc.). También se define como un diccionario normativo, ya que “incluye las normas básicas de corrección lingüística que debe conocer un estudiante de habla española” (DE2: XVII). Respecto a las voces extranjeras, en este mismo apartado (DE2: XIX), a diferencia del DELE, indica que incluye en el cuerpo de su repertorio léxico los préstamos más frecuentes que se emplean en español a partir de una selección de los que se encuentran en el DRAE22. Si no forman parte de la lengua española, estos aparecen en cursiva y al final del artículo, si es necesario, se añade información normativa acordada por todas las Academias (p. ej., en el caso del anglicismo camping se proporciona como Al no ser posible hacer aquí una revisión pormenorizada de todas las normas propuestas por las Academias, remitimos a su consulta en la Ortografía. 14
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adaptación recomendada campin, pl. cámpines). En relación con los latinismos, indica que incluye las palabras y las locuciones latinas más destacadas y de mayor empleo en el español. Sin embargo, a diferencia de los extranjerismos, se escriben en letra redonda y se les aplica las reglas de acentuación ortográficas como si fueran voces españolas (p. ej., alma máter, vox pópuli), como en el DRAE22. Este último aspecto se destaca de nuevo en un apéndice final sobre ortografía al hablar de los extranjerismos y latinismos adaptados, en donde el DE2 precisa que los considera vocablos del español de pleno derecho. Además, señala que “aquellos que no presentan problemas de adecuación a la ortografía española o que han modificado su grafía o su pronunciación originarias para adecuarse a las convenciones gráfico-fonológicas de nuestra lengua” (DE2: 1531) se deben escribir como el resto de las palabras del diccionario y, por consiguiente, deben seguir las reglas de acentuación gráfica propias del español (p. ej., pádel, cuórum). Finalmente, con la publicación en 2014 de la 23.ª edición del Diccionario de la lengua española por la RAE y la ASALE se llega a la versión más reciente en vigor del diccionario usual o común. Es la primera vez que este tipo de repertorio léxico se realiza de forma conjunta y consensuada por todas las Academias, en la línea del DPD y de la Ortografía de 2010. Como toda revisión y actualización del compendio léxico académico, se ha realizado la supresión, la enmienda y la incorporación de artículos y acepciones para reflejar el uso actual panhispánico del español15. Como señala el DLE, gran parte de los cambios efectuados se han tenido que realizar para homogeneizar el diccionario con las nuevas normas desarrolladas en la Ortografía de 2010, dado el valor normativo que posee el diccionario académico16 (DLE: X): Ello ha obligado a acometer los correspondientes procesos de armonización con esas obras: en el caso de la Ortografía la tarea ha alcanzado un desarrollo muy abarcador (sin que ello obste para que el Diccionario, en determinados casos, procure atender equilibradamente tanto al uso como a las opciones preferidas por aquella).
Por las palabras anteriores, las Academias asumen explícitamente el cambio de discurso que ya se encuentra en la Ortografía de 2010 sobre la relación existente entre prescripción y uso. Sin olvidar el valor normativo de sus propuestas, que se materializan a través del diccionario común, no se puede obviar la existencia de un uso general y arraigado por parte de los hablantes que, en ocasiones, no coincide plenamente con las reglas normativas. Por consiguiente, parece muy adecuado que la convivencia de ambas soluciones de forma “equilibrada” en el La 23.ª edición pasa de 88.431 entradas que tenía la 22.ª a 93.111, con un total de 195.439 acepciones, y además se han realizado 140.000 enmiendas, que han afectado a 49.000 artículos. 16 Sobre la información ortográfica y morfológica en el DLE, véase Buenafuentes (2017). 15
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diccionario, como se señala, sea la única manera de que este compendio léxico refleje realmente la lengua española actual. Este nuevo proceder de las Academias en relación con la prescripción y el uso tiene consecuencias directas en el tratamiento de los extranjerismos. El DLE, en contra de la propuesta del DELE, vuelve al incluir dentro del cuerpo del diccionario todos los préstamos, independientemente del tipo que sean. Sin embargo, para distinguir los extranjerismos crudos de los adaptados, recurrirá de nuevo a tipos de letras diferentes (cursiva y redonda respectivamente). Además, en el caso de los préstamos crudos y su correspondiente forma adaptada, el DLE tiene también en cuenta la frecuencia de empleo de ambas voces por parte de los hablantes para incluir o no las dos en el cuerpo del diccionario. De esta manera se valora acertadamente tanto la prescripción como el uso para reflejar fielmente el español actual, aunque se indique por supuesto la forma adaptada y las equivalencias léxicas como variantes preferidas desde un punto de vista normativo (DLE: XLVI): Cuando se documentan suficientemente en el uso formas crudas y formas adaptadas de un mismo préstamo, se han registrado ambas en el Diccionario, definiendo en la cruda por remisión a la adaptada: “vedete. (Del fr. vedette). f. 1. Artista principal en un espectáculo de variedades. […]”; “vedette. (Voz fr.). f. vedete”. Asimismo se consignan como formas preferidas determinadas equivalencias léxicas de algunos extranjerismos crudos: “spam. (Voz ingl.). m. Inform. correo basura”.
Por último, el DLE asume la acertada propuesta de la Ortografía de 2010 en el caso de las locuciones latinas, pues vuelven a ser consideradas como verdaderos préstamos crudos, por lo que tendrán el mismo tipo de letra que el resto de extranjerismos y, por consiguiente, no seguirán las normas ortográficas del español: “Como consecuencia de la armonización con la última Ortografía académica, las locuciones latinas aparecen ahora en letra cursiva y sin las tildes que podrían corresponderles: corpore insepulto en lugar de córpore insepulto” (DLE: XLVI). Como se ha podido constatar en este repaso de las diferentes obras académicas publicadas en los últimos veintidós años, los conceptos de prescripción y uso en relación con los préstamos lingüísticos han estado muy presentes en todas ellas como uno de los problemas principales. Además, se ha podido observar una evolución en su tratamiento, ya que, en cierto modo, se partía de un aparente mayor predominio de la prescripción sobre el uso en el caso de los extranjerismos para llegar en la actualidad a un declarado equilibrio entre ambos elementos según el más reciente repertorio léxico académico. A partir de ahora nos interesa saber si esto realmente ha sido y es así, y si el uso que hacen los hablantes de los préstamos se ha tenido en cuenta no solo para incluirlos en los diccionarios analizados sino también ha influido en las diferentes decisiones prescriptivas que se han ido tomando.
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3. Uso y prescripción La función más importante de todo diccionario del español es, sin lugar a duda, recoger el léxico actual desde una perspectiva panhispánica lo más amplia posible. Ello implica, por supuesto, la compilación del uso real del léxico que hacen los hablantes de la lengua. Y este uso conlleva, además, la inclusión de neologismos procedentes de otros idiomas. Nadie duda del carácter normativo de todas las obras académicas analizadas en el apartado anterior, pero también es cierto que se han producido cambios constantes, a veces incluso contradictorios, en las decisiones tomadas acerca de los extranjerismos por los diferentes repertorios académicos, al no tener suficientemente en cuenta su utilización real. En otras palabras, en el diccionario, unas veces ha triunfado la forma gráfica normativa propuesta para un préstamo concreto; otras, en cambio, ha sido el uso real el que ha determinado su escritura con la consiguiente sustitución de la anterior; y otras simplemente han quedado ambas como dos variantes de un mismo neologismo, como se verá a continuación. Si bien el estudio de la prescripción académica en este tipo de casos se ha podido realizar gracias al análisis de las ortografías y los repertorios léxicos, el estudio del uso que los hablantes hacen de esta clase de vocablos solo es posible a través de los testimonios que nos ofrece el Banco de datos académico. Ello nos permite constatar no solo la vitalidad actual sino también el proceso evolutivo reciente que han seguido algunos de estos extranjerismos mediante el análisis de los corpus académicos (CREA y CORPES) en contraste con su inclusión en los últimos diccionarios académicos. Este estudio, no exhaustivo, de algunos préstamos representativos nos permitirá tener un dato más acerca de la mayor o menor incidencia que haya podido tener en el diccionario tanto el criterio del uso constante como el criterio normativo gráfico-fónico; en definitiva, el resultado de la relación entre uso y prescripción. La primera vez que se toma en préstamo un vocablo de otro idioma, este acostumbra a conservar su grafía y pronunciación originarias, por lo que, como se ha indicado, hablamos de extranjerismos crudos. Se trata, por ejemplo, de casos como: adagio (it.), apartheid (afr.), baguette (fr.), ballet (fr.), best seller (ingl.), blues (ingl.), bourbon (ingl.), carpaccio (it.), catering (ingl.), collage (fr.), crack (ingl.), flash (ingl.), geisha (ingl. < jap.), gin-tonic (ingl.), hooligan (ingl.), jazz (ingl.), jogging (ingl.), kirsch (al.), lady (ingl.), leasing (ingl.), maître (fr.), miss (ingl.), offset (ingl.), paparazzi (it.), pizza (it.), ranking (ingl.), rock (ingl.), rugby (ingl.), sheriff (ingl.), software (ingl.), stop (ingl.), tsunami (jap.), vendetta (it.), windsurf o wind surf (ingl.).
En todos estos ejemplos se ha mantenido la forma de escritura original del préstamo debido a que, aparte de designar realidades que no existen en español, lo cual favorece su incorporación al léxico del hablante, se trata de la forma más
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difundida y arraigada internacionalmente, es decir, más utilizada. Como no han sufrido ningún tipo de adaptación desde su primera documentación, aparecen escritos en cursiva en el DLE: extranjerismo
1.ª doc.
país
base de datos
apartheid
1963
Argentina
CORDE
best seller
1963
Argentina
CORDE
catering
1990
España
CREA
flash
1947
España
CORDE
geisha
1944
España
CORDE
gin-tonic
1966
España
CORDE
jazz
1908
Perú
CORDE
lady
1786
España
CORDE
leasing
1980
España
CREA
paparazzi
1983
México
CREA
pizza
1951
Puerto Rico
CORDE
ranking
1964
Cuba
CORDE
sheriff
1877
España
CORDE
software
1974
España
CORDE
tsunami
1984
España
CREA
vendetta
1884
Argentina
CORDE
wind-surf
1984
España
CREA
Tabla 1. Primera documentación de extranjerismos crudos
A pesar de la gran antigüedad de algunos de estos préstamos, muchos de ellos no son incluidos en el diccionario académico hasta el DRAE22 (p. ej., apartheid, catering, geisha, gin-tonic, lady, leasing, paparazzi, ranking, sheriff, software, vendetta, wind-surf o wind surf). En el caso de tsunami, no se recoge por primera vez hasta el DELE en su apéndice, el DE2 y el DLE. Como se puede constatar, el criterio del uso constante junto con el criterio temporal son las causas fundamentales de su arraigo como préstamos crudos en la lengua17. Durante un tiempo, los diccionarios académicos introdujeron como forma adaptada al extranjerismo crudo jazz (ingl.) el vocablo yaz. Este se documenta en el DRAE19 de 1970, en el DRAE20 de 1984 y por último en el DRAE21 de 1992. En el CREA se halla un total de 13 casos en cinco documentos (tres casos en tres documentos orales de Argentina y España, y el resto todos en prensa escrita de España), frente a un total de 1.792 casos en 705 documentos del préstamo crudo en diferentes países en el mismo periodo. 17
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En otras ocasiones, se intenta evitar el empleo del extranjerismo crudo mediante la propuesta de una alternativa léxica de igual significado, que ya existe en la propia lengua y que hace innecesaria, en teoría, la incorporación del préstamo, como se puede ver en los siguientes ejemplos extraídos del DLE: affaire (fr.) → caso, asunto o escándalo, aventura (amorosa) o lío amateur (fr.) → aficionado best seller (ingl.) → superventas blue jean → pantalón vaquero boîte (fr.) → sala de fiestas o discoteca camping (ingl.) → campamento copyright (ingl.) → derecho de autor déshabillé (fr.) → salto de cama disc-jockey (ingl.) → pinchadiscos ferry (ingl.) → transbordador footing (fr. < ingl.) → aerobismo (parte de Am.) full time (ingl.) → a tiempo completo hall (ingl.) → vestíbulo hobby (ingl.) → afición living (ingl.) → cuarto de estar marketing (ingl.) → mercadotecnia overbooking (ingl.) → sobreventa ping-pong (ingl.) → tenis de mesa ring (ingl.) → cuadrilátero roulotte (fr.) → caravana short (ingl.) → pantalón corto souvenir (fr.) → recuerdo spam (ingl.) → correo basura sponsor (ingl.) → patrocinador top-model o top model (ingl.) → supermodelo tour (fr.) → gira voyeur (fr.) → voyerista
Si bien la propuesta normativa resulta la más coherente, a pesar de ello el uso del extranjerismo crudo acostumbra a veces a estar más arraigado que el de su opción patrimonial, por lo que el diccionario acaba incluyendo el préstamo original en cursiva y da como definición y remisión la alternativa del español. Como ya se ha señalado anteriormente, son muchas las razones que decantan en este caso la balanza hacia el uso frente a la prescripción (prestigio de la forma original, moda, especialización de su significado, etc.) o al revés. Por ejemplo, si se consulta en el CORPES la incidencia en el ámbito panhispánico de una y otra variante de algunos de estos ejemplos, se obtienen los siguientes resultados:
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extranjerismo best seller footing marketing overbooking voyeur disc-jockey sponsor top model
casos/documentos
voz patrimonial
375/301
superventas
110/76
aerobismo
5.405/2.619 49/41
mercadotecnia
casos/documentos 163/142 6/6 776/531
sobreventa
24/19
voyerista
38/36
47/33
pinchadiscos
87/76
129/100
patrocinador
1.892/1.410
48/33
supermodelo
99/81
217/172
Tabla 2. Frecuencia de uso de extranjerismos crudos y su equivalencia patrimonial
En definitiva, como se constata por los datos anteriores, el uso determina, por los motivos que sea, cuál es la variante preferida, si el préstamo crudo (best seller, footing, marketing, overbooking, voyeur) o la alternativa normativa (pinchadiscos, patrocinador, supermodelo)18. Otras veces el extranjerismo posee una estructura gráfica o fonética que permite fácilmente su adaptación a la ortografía y a la pronunciación del español sin excesivos cambios, aunque ello no impide que en ocasiones se conserven grupos consonánticos a final de palabra que no son patrimoniales. A continuación, se recogen algunos ejemplos de préstamos adaptados de distintos orígenes presentes en el DLE: airbag (del ingl. airbag, pl. airbags), anfetamina (del ingl. amphetamine), avalancha (del fr. avalanche), bádminton (del ingl badminton), béisbol (del ingl. baseball), bisturí (del fr. bistouri), boicot (del ingl. boycott), bulevar (del fr. boulevard), búmeran o bumerán (del ingl. boomerang), capuchino (del it. capuccino), champán (del fr. champagne), champú (del ingl. shampoo), chofer o chófer (del fr. chauffeur), chute o chut (del ingl. shoot), condón (del ingl. condom), cruasán (del fr. croissant), escáner (del ingl. scanner), esmoquin (del ingl. smoking), espagueti (del it. spaghetti), estándar (del ingl. standard), fútbol (del ingl. football), gánster (del ingl. gangster), gol (del ingl. goal), jersey (Esp.) o yérsey o yersi (Am.) (del ingl. jersey), jonrón (del ingl. home run), máster (del ingl. master), pádel (del ingl. paddle), peatón (del fr. piéton), pijama o piyama (del ingl. pyjamas), puzle (del ingl. puzzle), suéter (del ingl. sweater), tobogán (del ingl. toboggan), vodevil (del fr. vaudeville), yudo / judo (del ingl. < jap. judo) Sin embargo, en el caso de disc-jockey, su abreviatura DJ, pronunciada a partir de las letras que la componen como /diːˈdʒeɪ/, convertida en sigla lexicalizada o acrónimo, se ha generalizado en todo el ámbito panhispánico, ya que es la forma más utilizada en la actualidad, incluso que la alternativa patrimonial pinchadiscos. Así, en el CORPES, se hallan 1.350 casos en 737 documentos, con una presencia en todas las zonas lingüísticas mayor que la proporcionada por los datos de la tabla 2. 18
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La presencia de estas voces adaptadas no presenta ningún problema en el CORPES, aunque a veces se sigue produciendo la convivencia con la forma originaria, como ocurre, por ejemplo, en los siguientes casos:1920212223 voz adaptada
casos/documentos
extranjerismo
casos/documentos
cruasán19
106 (84 España)/66
croissant
97 (38 España, 20 Caribe continental)/72
escáner
747/450
scanner
109/81
esmoquin20
359 (237 España)/174
smoking
348 (94 Caribe continental, 44 Zona Chilena, 73 Río de la Plata)/190
espagueti
238 (147 España)/98
spaghetti21
179 (63 Río de la Plata)/99
estándar
4.817/2.735
standard
785/614
jersey (Esp.) o yérsey o yersi (Am.)
1.287 (1.063 España)/636; 8 (2 Caribe continental, 2 Río de la Plata)/8; 1 (España)/1
jersey
1.287 (1.063 España)/636
jonrón22
1.569/908 (1 caso en España)
home run
26/20
pádel
223/89
paddle
67/41
pijama o piyama
1.796 (973 España)/852; 286 (127 Caribe continental)/131
pyjamas
0/0
puzle
340 (309 España)/196
puzzle23
411 (259 España)/312
yudo o judo
45 (31 España)/33; 575 (166 Antillas, 125 España, 99 México y Centroamérica)/333
judo
575 (166 Antillas, 125 España, 99 México y Centroamérica)/333
Tabla 3. Frecuencia de uso de voces adaptadas y su extranjerismo crudo La voz adaptada cruasán sería más propia del español europeo frente al extranjerismo croissant, de similar frecuencia de empleo, pero con una mayor difusión panhispánica. 20 La voz adaptada esmoquin sería claramente la preferida en el español europeo, frente al extranjerismo crudo smoking, de amplia difusión en diferentes zonas del español americano. 21 La gran frecuencia de uso del extranjerismo spaghetti en la zona rioplatense tendría que ver obviamente con su origen italiano. 22 Resulta muy significativo que solo aparezca un único caso de la forma jonrón en un documento de España. 23 A pesar de que la forma adaptada puzle es mayoritaria en el español europeo, llama la atención la gran frecuencia de empleo también del extranjerismo puzzle, incluso a nivel general. 19
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Al ser identificadas como voces plenamente del español, su escritura no presenta un formato especial e incluso siguen las reglas ortográficas normales. Sin embargo, en otras ocasiones se observa una gran resistencia, desde el uso constante de los hablantes, a aceptar la forma adaptada propuesta por la normativa del diccionario. Se trata de una serie de extranjerismos en los que, al igual que sucedía básicamente en el grupo anterior, se ha adecuado su pronunciación a las grafías del español. El problema es que la forma originaria del préstamo crudo está tan arraigada en los hablantes que la voz resultante propuesta no se identifica ya con la anterior. Esto sucede, por ejemplo, en el DLE con:24 extranjerismo
casos/documentos
voz adaptada
casos/documentos
bypass (ingl.)
189/133
baipás
13/8
beige (fr.)
758/492
beis
133/77
blue jean o jean (ingl.)
41 (18 zona andina)/28; 428 (190 Río de la Plata)/260
bluyín24
63 (48 Caribe continental)/42
dossier (fr.)
575/380
dosier
68 (40 España)/38
foie-gras o foie gras (fr.)
220/104
fuagrás
50 (49 España)/8
hippie o hippy (ingl.)
776/506
jipi
50/29
ping-pong (ingl.)
211/145
pimpón
85 (62 España)/40
soufflé (fr.)
109/70
suflé
53 (35 España)/32
spray (ingl.)
481/308
espray
81 (55 España)/60
striptease (ingl.)
140/115
estriptis
21 (17 España)/18
topless o top-less (ingl.)
130/102
toples
5/4
vedette (fr.)
364/284
vedete
8/8
whisky (ingl. < gaélico)
4.868/1.546
güisqui
213 (115 España)/97
Tabla 4. Frecuencia de uso de extranjerismos crudos y sus voces adaptadas
Los datos del CORPES demuestran claramente la poca aceptación y difusión de las adaptaciones normativas, que incluso a veces han reducido su empleo prác-
Apenas se halla en el corpus uno o dos casos en el español europeo de la voz extranjera blue jean o jean e incluso de la forma adaptada bluyín. 24
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ticamente a una zona geográfica muy determinada, en detrimento de la unidad panhispánica de la lengua. Por último, con el tema de los latinismos, que no dejan de ser extranjerismos, aunque a veces, como se ha visto, no ha estado muy claro para la Academia, merece la pena señalar los cambios de criterio existentes sobre su escritura y acentuación en el diccionario académico. Por ejemplo, la locución latina alma mater, a pesar de conservar su grafía original, pasó de ser un término patrimonial con acentuación gráfica incluida (alma máter, en DRAE22, DPD y DELE) a un extranjerismo crudo en la actualidad (alma mater, en DLE). En el caso de los latinismos adaptados por su uso constante en español, se siguen las mismas reglas de adecuación gráfica y fonética que los préstamos anteriores —p. ej., accésit (del lat. accessit) y adenda (del lat. addenda)—, e incluso presentan dobletes léxicos con diferentes grados de adaptación morfológica en el DLE, aunque el diccionario prescribe la primera forma al ser la que contiene la definición: auditórium ~ auditorio, currículum ~ currículo, memorándum ~ memorando, pódium ~ podio, referéndum ~ referendo. De todos modos, en la mayoría de estos ejemplos, el uso de los hablantes, según los datos de CORPES, se decanta por la forma más acomodada al español, incluso en relación con el empleo todavía del latinismo crudo, a pesar de ser la variante adaptada más próxima al étimo latino la aconsejada normativamente25. latinismo
casos/doc.
voz adaptada
casos/doc.
voz adaptada
casos/doc.
auditorium
12/11
auditórium
48/26
auditorio
5.269/3.454
curriculum
457/312
currículum
2.010/1.242
currículo
2.109/1.015
memorandum
15/13
memorándum
243/157
memorando
349/232
podium
92/77
pódium
102/62
podio
2.633/1.865
referendum
25/23
referéndum
3.432/1.583
referendo
1.300/652
ultimatum
13/11
ultimátum
608/488
ultimato
1/1 Paraguay
Tabla 5. Frecuencia de uso de latinismos crudos y sus voces adaptadas
Se trata, en definitiva, de otro ejemplo más de relación entre uso y prescripción.
Sin embargo, en el caso de referéndum y ultimátum sí se preferiría la variante más cercana a la forma etimológica. 25
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4. Conclusiones El análisis de las diferentes soluciones aportadas por los distintos diccionarios académicos estudiados nos ha permitido constatar un continuo interés, tanto por parte de la Real Academia Española, en particular, como juntamente con la Asociación de Academias de la Lengua Española, por conseguir que los extranjerismos interfieran de la menor manera posible en la estructura de la lengua española. La incorporación de un préstamo lingüístico no solo puede incidir en el sistema gráfico, sino también en la estructura fónica e incluso en la morfológica de la lengua receptora. Por todo ello, es comprensible que las ortografías, en especial la Ortografía de la lengua española de 2010, a partir de su reflejo prescriptivo en el diccionario académico, intente minimizar con sus normas, en la medida de lo posible, las consecuencias de la continua incorporación de extranjerismos en español. A pesar de ello, resulta también comprensible que el hablante, mediante el uso constante de su propia lengua, tenga, en cierto modo, la capacidad de elegir, de manera más o menos consciente, la forma gráfica, además de la fónica y morfológica, de ese nuevo elemento léxico importado de una lengua distinta a la suya. Ello no implica en absoluto que uso y prescripción, o prescripción y uso, tengan que ir por caminos separados, sino todo lo contrario, pues ambos realizan una tarea complementaria. Sería deseable, hasta cierto punto, que todo nuevo préstamo lingüístico, antes de ser interiorizado y generalizado en su empleo por los hablantes, pudiera ser detectado para poder pasar un filtro normativo. Esta es, en cierto modo, la función que realiza un observatorio de neología. Es cierto que la nueva Ortografía de 2010 da suficientes reglas para poder determinar cuál debería ser la mejor adaptación de este neologismo, pero también lo es el hecho de que los hablantes, mayoritariamente, no consultan sus dudas en la ortografía sino en el diccionario. Este modo de actuar conlleva que el usuario de la lengua no acostumbra a encontrar, en estos casos, una respuesta inmediata que resuelva sus problemas lingüísticos (forma gráfica correcta, pronunciación más adecuada, terminaciones de género y número posibles, etc.), debido a que la publicación de las distintas ediciones del diccionario usual académico conlleva un periodo de tiempo bastante dilatado (p. ej., entre el DRAE22 de 2001 y el DLE de 2014 han pasado trece años), a pesar de la publicación de otros repertorios académicos durante este tiempo con igual valor normativo (DPD, DELE y DE2), pero de menor presencia e importancia desde el punto de vista de los hablantes en general. Esto ocasiona que, cuando se produce por fin la aparición de la nueva edición del diccionario usual, en aquellos casos en que ha predominado el criterio del uso constante junto con el criterio temporal en lugar del criterio normativo fonológico, sea muy difícil o imposible reconducir la forma gráfica (fónica y morfológica), con todas sus consecuencias, que ha adoptado un determinado extranjerismo.
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En conclusión, la solución pasa por mantener el máximo equilibrio entre prescripción y uso, como ha acabado admitiendo el DLE desde un punto de vista panhispánico. Por mucho que el diccionario prescriba una forma concreta de incorporación de un préstamo, ya sea por su adaptación gráfica o fonética o por establecer una alternativa léxica patrimonial, si el uso por parte de los hablantes ha fijado una forma diferente, solo esta última será la que tendrá una existencia real en la lengua. Por ello, es necesario que el diccionario académico, sin abandonar nunca su función prescriptiva, sea capaz, como así lo ha demostrado recientemente, de incorporar en su repertorio distintas alternativas que reflejen con toda su complejidad y en toda su plenitud el léxico del español actual.
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Rosa Estopà Bagot Universitat Pompeu Fabra NEOLOGÍA GENERAL Y ESPECIALIZADA
1. Introducción La neología es un fenómeno lingüístico considerado como uno de los universales lingüísticos de carácter atemporal: todas las lenguas del mundo activas actualizan permanentemente su léxico a través de nuevas palabras que denominamos neologismos léxicos o simplemente neologismos. Así, palabras como biberón, cinematógrafo, lavadora, nevera, penicilina, radar o televisor eran neologismos a principios del siglo pasado, y vocablos como bitcoin, big data, comercio justo, red social, roaming, runner, telemedicina, vehículo eléctrico, violencia de género o vía verde son neologismos actuales. Los neologismos son el resultado léxico de los cambios constantes que experimenta una sociedad. Más específicamente, los neologismos generales reflejan los cambios cotidianos de una sociedad y, en contraposición, los neologismos especializados son el reflejo de los cambios científico-técnicos y profesionales, es decir, de los cambios en ámbitos temáticamente especializados. Tradicionalmente, se ha distinguido la neología general, aquella que se ocupa del léxico de la lengua general, de la neología especializada —también denominada neonimia (Rondeau 1981; Humbley 2007), neología terminológica (Rondeau 1981; Cabré 1992; Humbley 2006, 2018) o simplemente términos nuevos (Sager 1990)—, aquella que trata de las unidades terminológicas nuevas. Para Rondeau (1981), el neologismo terminológico se distinguía del neologismo léxico de la lengua común, de la misma manera que el término se podía distinguir de la palabra. Así, palabras como biker, coronatón, desescalada, flipante, hijoputez, macrobotellón, policía de balcón, trolear, vermutería, etc., serían hoy consideradas neologismos generales y, en cambio, bitcoin, emergencia climática, euríbor, gestación subrogada, kitesurf, nanopartícula, plogging o start-up, podrían
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ser consideradas neologismos especializados o, lo que sería lo mismo, términos nuevos: palabras nuevas que usan los especialistas del ámbito de la economía, de los deportes, de la medicina, de la informática, etc. No obstante, no todo es tan sencillo: existen muchos términos nuevos (como alquiler social, app, bachillerato dual, bífidobacteria, centro de menores, détox, eurobono, fake news, geolocalización, residuo zero, roaming, gamer) que no solo usan los especialistas, sino que algunos hablantes no especialistas se los encuentran en sus actividades cotidianas y los usan en su vida corriente mirando la televisión, leyendo el periódico, viajando, conduciendo un coche e incluso comiendo un yogur. Es más, muchas veces la separación entre lo especializado y lo general no funciona porque existen palabras que, aun teniendo un significado claramente especializado, las conoce —aunque no siempre con el mismo nivel de profundidad semántica ni pragmática— cualquier persona. Por ejemplo, un hablante adulto contemporáneo del español conoce y sabe usar, en contextos (semi) especializados, palabras que todavía no están en los diccionarios generales, como EPI, coronavirus, telemedicina, ERTE o isquiotibial. Y, al contrario, también hay palabras generales que conocemos, pero no en su totalidad semántica, porque además del sentido original tienen sentidos especializados que desconocemos o no usamos con asiduidad: mariposa (enfermería), nicho (política y economía), trol (informática), tijeras (genética), corredor (transportes), husmeador (ciberseguridad), jardín (béisbol). Como ya explicaba Cassany (2001: 217) a principios de este siglo: Una vez elaborado y etiquetado, el conocimiento científico no permanece encerrado dentro de los discursos y los foros de los especialistas, sino que se propaga a otras esferas y ámbitos sociales que puedan tener interés en conocerlo o en aplicarlo a otras actividades y disciplinas. De este modo, nacen los procesos de divulgación o popularización de la ciencia que, en épocas de expansión de los medios de comunicación, de formación continuada de la ciudadanía y de profundización en la democracia, adquieren un protagonismo creciente.
La rica realidad discursiva de las situaciones comunicativas, tanto habituales como especializadas, muestra que las diferencias entre estas dos nociones —general y especializado— son poco nítidas y responden básicamente a condiciones pragmáticas y también extralingüísticas, más que a características lingüísticas. Es más, palabras como PCR o telemedicina, que para los especialistas en medicina y biomedicina tienen un valor terminológico, nos preguntamos si se pueden etiquetar en abstracto de nuevas, teniendo en cuenta que desde hace años forman parte de los diccionarios especializados y el caso de PCR incluso se recoge en el Diccionario de la lengua española (DLE) de la Real Academia Española (RAE)
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y de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). Por ejemplo, el Diccionario de medicina de la Real Academia Nacional de Medicina (2012) define reacción en cadena de la polimerasa como: Procedimiento que permite la amplificación exponencial de una secuencia de ADN in vitro, mediante ciclos sucesivos de apareamiento de oligonucleótidos específicos y de elongación con la ayuda de una ADN-polimerasa Taq. Es una técnica de gran utilidad para la investigación científica, el diagnóstico clínico y la medicina forense. También puede usarse para la amplificación de secuencias de ARN, si previamente se obtiene un ADN complementario mediante el uso de la transcriptasa inversa.
Y el DLE recoge el término PCR desde 2014 y lo remite a la subentrada reacción en cadena de la polimerasa, que a la vez depende de la entrada reacción con marca de especialidad: 1. f. Bioquím. Técnica de laboratorio que permite amplificar un fragmento de ADN.
En relación con telemedicina, se documenta en el ámbito de la medicina desde 1974 y el Diccionario de medicina (2012) la categoriza como: Disciplina científica, rama de la medicina, que se ocupa de la prestación de servicios médicos a distancia, a través de aplicaciones informáticas y redes de telecomunicación que permiten el envío de datos, registros, imágenes, etc., a distancia.
Sin embargo, telemedicina y PCR son dos palabras que la situación de la actual pandemia a causa de la COVID-19, en la que el mundo se ha visto inmerso sobre todo a partir del 2020, ha convertido en virales y ha propiciado que la sociedad general las conozca y las use habitualmente. Así pues, en la actualidad, PCR y telemedicina no serían neologismos para los especialistas, pero quizás sí para el público general porque son dos de las palabras que el público general ha incorporado a su léxico cotidiano recientemente. Y quizás con movimientos semánticos recategorizantes, pues, por ejemplo, para muchos hablantes PCR es sinónimo de una prueba diagnóstico para saber si hay presencia del coronavirus, cuando en realidad para un especialista se trata de una técnica (y no de una prueba) de laboratorio que tiene múltiples aplicaciones. Diversos lingüistas han escrito acerca de la dificultad de distinguir una barrera clara entre ambos tipos de neologismos (Sager 1993; García Palacios 2001; Guerrero Ramos 2017). En este trabajo, adoptamos el punto de vista de la teoría comunicativa de la terminología (TCT) de Cabré (1999, 2015a) —seguida por la Escuela de Barcelona (Cabré/Domènech Bagaria/Estopà 2018; Estopà 2010)— y sostenemos que no existen argumentos gramaticales para seguir manteniendo
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esta frontera. La diferencia es, principalmente, pragmática: son especializados —o no— en un contexto comunicativo determinado en el que las condiciones activarán —o no— un sentido especializado. Nuestra aproximación es, pues, rompedora con la tradición y, desde el punto de vista gramatical, diáfana, ya que parte de la idea de que no existen los neologismos especializados ni tampoco los neologismos generales, simplemente existen neologismos, y en el uso se activa la especificación de si su valor es general o especializado. Y en relación con la condición de neologismo, adoptaremos también la aproximación de Cabré (2015a, 2015b): no existen neologismos en un sentido abstracto, sino que la neologicidad de una unidad léxica se da siempre en relación con un corpus léxico delimitado o con una situación comunicativa determinada. 2. Noción de neologismo con valor especializado La noción de neologismo especializado se construye, pues, en el uso que se hace de una palabra nueva, de manera que podemos tener unidades léxicas nuevas que en algunos contextos comunicativos se estén utilizando como especializadas y, en cambio, en otros contextos su uso sea general. Por consiguiente, la peculiaridad de la neología especializada se sustenta en argumentos pragmáticos que responden a las siguientes cuestiones: ¿en qué situaciones se utiliza un neologismo especializado?, ¿cómo se usa?, ¿quién lo usa?, ¿con qué función?; y también por razones extralingüísticas, ¿en qué contextos nace?, ¿con qué frecuencia se utiliza? Así pues, un primer reto radica en plantearse si una unidad léxica es especializada, es decir, es un término. Nuestra respuesta es, como acabamos de argumentar, clara, pero no simple: depende; sí, todo depende del contexto de uso y de la finalidad comunicativa que se persiga cuando se use una unidad léxica. El verbo depender no es baladí, sino que cobra sentido dentro del marco teórico de la teoría comunicativa de la terminología postulada por Cabré (1999) y que asumimos. Desde la aproximación teórica en la que nos situamos, las palabras especializadas son “unidades léxicas, prototípicamente nombres, que activan un sentido preciso en un contexto especializado determinado” (Cabré/Domènech Bagaria/Estopà 2018: 76). Así, un término no es una unidad en sí misma, sino un valor asociado a todas las unidades del léxico, de manera que ninguna de ellas es por sí misma un término, sino que todas las palabras pueden ser unidades especializadas o no, según su uso particular en un contexto comunicativo determinado (Cabré 2011: 6). Esta conceptualización es muy relevante para etiquetar un neologismo de general o de especializado, duda que se resuelve con la misma lógica y que encuentra la respuesta en el depende del contexto comunicativo.
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A pesar de esta relatividad condicionada por la situación comunicativa, el contexto prototípico de creación y uso de un neologismo especializado es que sea creado y usado por especialistas en situaciones comunicativas especializadas, especialmente con una función denominativa. Sager (1993) explica que la creación de términos en un entorno concreto, como un laboratorio, un taller, una oficina, acompañando las innovaciones científicas y técnicas, es la más natural de las fases de terminologización o denominación de nociones especializadas. Pero, aunque sea la situación más inherente, no es la única. Al menos podemos establecer tres vastos escenarios comunicativos de creación y uso de términos nuevos bien diferenciados: a. Un especialista descubre o inventa una nueva entidad y necesita una palabra para referirse a ella. En este caso, el neologismo acompaña la innovación científica o tecnológica. b. Un traductor, un periodista o un profesional de la lengua —e incluso un especialista en situaciones formativas o divulgativas— se encuentra un término en un texto para el que no tiene ningún equivalente o, si lo tiene, no es adecuado. En esta situación, el proceso de creación neológica se sumerge en un proceso de mediación lingüística, ya sea entre lenguas o en una misma lengua, y el neologismo se ve condicionado por el término primero. c. Un hablante utiliza un neologismo con valor especializado en su uso corriente de la lengua. En estas circunstancias, se da un proceso de transferencia entre variedades diafásicas de una lengua en el que un término se convierte en nuevo en el entorno transferido de la lengua general. Otros autores han hecho aproximaciones parecidas, pero dejando fuera siempre al hablante lego. Así, Quemada (1971) —uno de los pioneros en tratar esta cuestión— planteaba la existencia de tres situaciones: los inventores, que designan un nuevo objeto o concepto; los transcodificadores, que designan, a partir de lenguas extranjeras o registros idiomáticos diferentes, una noción no denominada aún en su lengua; y los informantes, entre los que ocupan un lugar privilegiado los periodistas y publicistas. Sager (1993) y también Hermans (1994) y Hermans y Vansteelandt (1999) se han referido a los dos primeros escenarios como neología primaria y neología de traducción, respectivamente. Previamente, Rondeau (1981) estableció una distinción que denominó neonimia de origen (néonymie d’origine) la primera y neonimia complementaria (néonymie d’appoint) la segunda. La distinción entre estos dos procesos relacionados, donde el segundo depende del primero, está justificada. Los diferentes contextos sociolingüísticos en los que tienen lugar motivan, y a la vez influencian, la neología derivada y también el proceso en sí.
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En las dos primeras situaciones la creación es muy activa; en el tercer escenario, en cambio, la creación de neologismos especializados es mucho más escasa, aunque en este escenario de popularización a menudo se producen cambios semánticos de otra índole. Es interesante remarcar que un término sea nuevo en el tercer escenario no implica que lo sea en los dos primeros e incluso que si lo es en el segundo tampoco implica que todavía sea nuevo en el primero. Difícilmente una palabra especializada será utilizada con un valor neológico en los tres escenarios en el mismo periodo de tiempo. Basándonos en un trabajo anterior, Estopà (2010), veamos a continuación las características de los neologismos especializados en las dos primeras situaciones y dejaremos los aspectos del neologismo con valor especializado de uso cotidiano para el siguiente apartado. 2.1. Neologismos en una situación de innovación científico-técnica El proceso más natural de generación de neologismos con valor especializado corresponde, pues, al especialista y suele presentar las siguientes especificidades: a. Responde a una necesidad designativa de asociar un signo lingüístico a una noción nueva, a una nueva realidad. En consecuencia, se trata de un neologismo de carácter denominativo que viene a cubrir la necesidad de dar un nombre a un nuevo concepto. Hermans (1994) planteó este acto bautismal como una ceremonia social que comporta unos pasos ritualizados. b. El neologismo especializado primario es fruto de un acto natural y voluntario: existe un propósito, e incluso una necesidad, de querer dar un nombre a un nuevo concepto. c. Este neologismo suele crearse de manera puntual y aislada. Un buen ejemplo de estos tres aspectos es el reciente neologismo covid-19, nombre de la enfermedad pandémica que se descubrió a finales de 2019 —el primer paciente contagiado en China se remonta al 17 de noviembre de 2019— y que ha alterado el mundo en 2020. Resumiendo, el proceso de nacimiento de este neologismo es el siguiente: el 12 de enero de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) nombró al virus causante de la enfermedad de manera temporal con el término 2019-nCoV del inglés 2019-novel coronavirus (‘nuevo coronavirus’), mientras que a la enfermedad, infección por 2019-nCoV. Este término se usaba prioritariamente en documentos médicos, mientras que los medios de comunicación e internet preferían otros más impactantes y también más transparentes que permitían la relación con otras enfermedades conocidas por la sociedad (neumonía, gripe, SARS): SARS de Wuhan, neumonía de Wuhan,
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gripe de Wuhan e incluso el término connotado gripe china. El 30 de enero, la OMS recomendó que el nombre provisional de la enfermedad fuera enfermedad respiratoria aguda por 2019-nCoV. Una denominación más transparente y descriptiva, pero excesivamente larga. A pesar de esta recomendación, los medios de comunicación, y también la sociedad, seguían utilizando las otras denominaciones más económicas, sobre todo parecían descantarse por neumonía de Wuhan. Pero el 11 de febrero de 2020 la OMS anunció que el nombre oficial, que, a partir de esa fecha, constaría en la Clasificación Internacional de Enfermedades, sería COVID-19. El término es un acrónimo de coronavirus disease 2019 (‘enfermedad por coronavirus 2019’, en español). La OMS procuró conscientemente que el nombre no contuviera nombres de personas o referencias a ningún lugar, especie animal, tipo de comida, industria, cultura o grupo de personas —en línea con las recomendaciones internacionales… para evitar que hubiera cualquier tipo de estigmatización. a. A veces, también se da una necesidad de neología masiva (Hermans, 1994). Por ejemplo, el conocimiento del genoma humano revolucionó la conceptualización de los procesos biológicos y, consecuentemente, su terminología: el descubrimiento del ADN de doble hélice en 1953, su secuenciación por parte de Watson y Crick en 1977 y, finalmente, la materialización del Proyecto Genoma Humano entre 1990 y 2003 —año en el que se consigue secuenciar el 99 % del genoma humano— motivan una gran constelación de términos nuevos para referirse a esta nueva manera de mirar la realidad. b. El neologismo especializado se insiere en un sistema ontológico en el que se integra. Por eso, suele respetar las convenciones terminológicas de cada ámbito especializado. Cabré (1992) remarcaba esta característica específica de los neologismos especializados cuando los describía como neologismos que aprovechan rutinas de formación propias de cada campo específico. Por ejemplo, es sabido que en medicina los formantes cultos tienen un peso fundamental; no usarlos es actuar contra las leyes internas, es introducir ruido en la interpretación de los términos. Por eso, Gutiérrez (2004) denuncia la formación con nombres propios (los epónimos como enfermedad de Crohn, prueba de Suzuki, operación de Matas, etc.), porque suponen una rotura con la tradición médica de denominar las enfermedades o las técnicas. Para Hermans, un neologismo será aceptado por la comunidad científica si presenta formas y condiciones científicas internas de cada disciplina. Sager (1993) también profundiza en esta cuestión y afirma que los términos nuevos responden a una creación más o menos consciente y están influidos por las reglas de denominación propias de un campo temático. Sager habla de los modelos de
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denominación elaborados sobre la base sistemática de ciertas propiedades y características. c. El creador de los neologismos especializados primarios —el especialista— no suele tener preparación lingüística ni terminológica, y sus hábitos de formación están influenciados por la percepción y la observación directa. Además, se rige por empatía con otros términos, por la transparencia semántica, por similitud con otros conceptos, por parámetros que facilitan la relación ontológica. La excepción es de nuevo los epónimos, que son términos semánticamente opacos motivados a menudo por un afán de reconocimiento social (anillo de Cannon, efecto Doppler, efecto Joule, lámpara de Finsen, linfoma de Burkitt, motor Diesel, reflejo de Barraquer, tríada de Charcot, etc.). Sager (1993: 110) apunta que en los ámbitos especializados los epónimos combinan “los valores individualizadores de los nombres propios con la función clasificadora de los nombres comunes”. El caso del nuevo género Gaga recogido por Navarro (2019: 33) es un ejemplo prototipo del uso de epónimos también en la actualidad. Como explica este autor, antaño los investigadores se inspiraban en los héroes de la mitología clásica y ahora lo hacen en “héroes de la mitología moderna”: Uno de los mitos musicales homenajeados en la nomenclatura botánica ha sido la superestrella de pop Lady Gaga, que ha dado nombre a un nuevo género de helechos distribuidos por gran parte del Nuevo Continente, desde Arizona y Tejas hasta las selvas de Suramérica.
En 2012 un grupo de profesores de la Universidad Duke de Durham establece una relación entre la cantante Stephani Germanotta y los helechos, por la defensa explícita de la igualdad y la diversidad de expresiones individuales que suele hacer en sus conciertos, y decide denominar al género de estos helechos de la familia Pteridaceae con su nombre artístico género Gaga y a dos de sus 19 especies: Gaga germanotta y Gaga monstraparve (en relación con el apodo en latín con el que se conocen a sus fans little monsters, es decir, monstra parva). d. El especialista no suele ser consciente de lo que comporta dar nombre a una nueva noción, porque un error o un término inadecuado puede tener un efecto dominó en la transferencia a otras lenguas y dentro de la misma en la generación de cohipónimos o hipónimos que sigan un mismo patrón. e. El estado neológico de un término entre los especialistas es más breve que el de una palabra nueva de la lengua general, porque si el concepto es aceptado por la comunidad científica, el término asociado a este concepto se asimila rápidamente
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(García Palacios 2010). La aceptación puede depender del prestigio y del poder de difusión de los creadores. La circulación en las revistas de culto especializadas escritas en inglés que son autoridad de referencia para todos los científicos y la presentación de las nuevas ideas en macrocongresos reconocidos, ayuda a difundir la novedad de manera rápida y global. f. El neologismo creado en un laboratorio es mutante porque se suele ir repensando, lo que implica que en un periodo de tiempo corto puede redenominarse diversas veces. La tesis doctoral de Schneider (2020) muestra la alta variación que presentan los neologismos especializados en el campo de la medicina. Esta variación diacrónica responde muchas veces a una búsqueda de precisión y adecuación constante. El término leptina (Navarro 2007) también ilustra esta evolución de un término: Uno de los grandes hitos en la investigación de los factores genéticos que determinan la obesidad se produjo en 1950, cuando los científicos del Laboratorio Jackson en Bar Harbor (Maine, EE. UU.) obtuvieron de forma casual una colonia de ratones mutantes hiperfágicos, diabéticos y obesos, con un peso tres veces superior al de los ratones normales. Como más tarde se comprobó, estos ratones carecían de un gen, que los científicos dieron en llamar ‘gen ob’ o gen de la obesidad. En diciembre de 1994, el grupo de Jeffrey M. Friedman, del Laboratorio de Genética Molecular de la Universidad Rockefeller de Nueva York, anunció en Naturea que había conseguido clonar y secuenciar el gen ob murino y su equivalente humano, localizado en el cromosoma 7. De esta forma, pudieron identificar la hormona proteínica codificada por este gen. En los meses posteriores, este mismo grupo demostró que tal hormona era indispensable para mantener la lipostasia y evitar la obesidad, y que los ratones mutantes obesos adelgazaban cuando se les inyectaba la proteína OB. En la última línea de un artículo publicado el 28 de julio de 1995 en la revista Science, los científicos estadounidenses proponen ya un nuevo nombre para lo que hasta entonces habían venido llamado OB protein; y, como es habitual en medicina, recurren al griego para bautizarla leptin (del griego λεπτός, ‘delgado’), con lo que la traducción directa a otras lenguas quedaba garantizada.
Asimismo, el caso mencionado anteriormente de la covid-19 puede considerarse un ejemplo de poliredenominación modélico, ya que se produce en un periodo muy corto de unos escasos tres meses. g. Finalmente, la datación de un nuevo término es, en un principio, fácil y segura porque suele ser un acto explícito y público. La presentación del nuevo concepto a través de revistas especializadas de prestigio internacional o congresos de espe-
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cialistas, a veces incluso en ruedas de prensa de noticias científicas o tecnológicas, lo favorece. Por ejemplo, hoy sabemos que Robert Hook fue el científico que en el año 1665 acuñó el término célula en el sentido actual a partir de la imagen de las celdas de una colmena, y como este podríamos rastrear el nacimiento de muchos otros términos nuevos. 2.2. El neologismo con valor especializado en una situación de mediación Después de que un especialista haya bautizado una nueva realidad en su laboratorio, se inicia un proceso de comunicación científica interlingua y entre lenguas, seguido algunas veces de un proceso de divulgación científica que propicia el paso hacia el segundo y tercer escenarios; ambos procesos implicarán nuevas necesidades neológicas y a menudo darán lugar tanto a variantes del mismo término como a equivalentes en otras lenguas. Así, del laboratorio del especialista al texto del mediador, surgirá un neologismo de creación secundaria que está condicionado por la denominación de la lengua que lo creó por primera vez, como bien explica Sager (Sager 1993: 127): La formación de términos primaria y secundaria está regida por motivaciones e influencias diferentes. La diferencia fundamental entre los dos métodos yace en el hecho de que en la formación primaria de términos no existe un precedente lingüístico, aunque pueden existir normas más o menos estrictas para la formación de términos apropiados, mientras que en la formación secundaria de términos siempre existe un precedente de un término ya existente con su propia motivación primaria.
El neologismo especializado que se propone en un proceso de mediación lingüística entre lenguas diferentes —o en el seno de una misma lengua en un entorno divulgativo o formativo—, aunque también es un neologismo denominativo, presenta las siguientes especificidades: a. Surge siempre en intercambios comunicativos en los que hay cruzamiento de dos sistemas lingüísticos (entre lenguas distintas) o de dos variedades diafásicas de una misma lengua (entre registros especializados distintos). b. Es un neologismo inducido e influido por el neologismo de origen. Además, la rapidez de asimilación de neologismos primarios entre los especialistas de los diversos países añade una dificultad cuando se trata de proponer un equivalente genuino. Este hecho justifica en parte la entrada de préstamos y calcos masivos en una lengua.
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c. El neologismo en un proceso de mediación surge muchas veces rodeado de variantes denominativas que tientan suerte. El hecho de que diversos mediadores más o menos al mismo tiempo tengan la necesidad de buscar un equivalente para un término de una lengua de origen, fomenta la proliferación de equivalentes neológicos. La variación puede dispersarse en lenguas que no cuentan con organismos de normalización terminológicas o en lenguas minorizadas y/o minoritarias desde el punto de vista de la ciencia y la técnica. Uno de los muchos ejemplos posibles que ilustran estas tres propiedades es el caso de los equivalentes vacilantes en español del término gene drive. En el número 162 del boletín de los traductores del español de la Unión Europea PuntoyComa se destaca que a gene drive se le asocian hasta seis equivalentes en español desde que empezó a circular ese concepto (impulso genético, impulso génico, genética dirigida, modificación génica dirigida, manipulación génica dirigida, reacción genética en cadena), aunque con el uso y la búsqueda de la precisión unos acaban teniendo más éxito que otros: De actualidad tanto por su posible utilización para erradicar temibles enfermedades como por las cuestiones éticas que plantea, la genética dirigida (gene drive), técnica de ingeniería genética mediante la que se estimula una herencia predeterminada o sesgada de genes con el fin de producir alteraciones en poblaciones enteras, está siendo también fuente de vacilaciones terminológicas en su traducción al español. Tras consultar a Fernando Navarro, como especialista en lexicografía médica, acerca de dichas vacilaciones, cabe concluir lo siguiente. Aunque en un principio los términos más usados fueron los calcos impulso genético e impulso génico (término más correcto que el primero), parecen estar imponiéndose en el uso las formas genética dirigida, modificación génica dirigida y manipulación génica dirigida. Obsérvese que, en las dos últimas, los sustantivos modificación y manipulación (a los que se podrían añadir otros, como alteración o mejora) introducen importantes diferencias de matiz. Navarro menciona otra certera e ingeniosa traducción también documentada, reacción genética en cadena, pero esta no tiene visos de acabar imponiéndose.
d. El referente de un neologismo especializado en un proceso de mediación, sobre todo en las ciencias clásicas —medicina, biología, física, química, matemáticas, etc.—, suele existir tanto en la lengua de origen como en la lengua meta. En estos casos el problema es exclusivamente de significante, pues el significado suele ser el mismo. No obstante, también puede ocurrir que la realidad no exista en la lengua meta —más habitual en derecho, ciencias sociales y ciertos sectores profesionales—, por lo que la neología especializada comporta problemas de significado y de significante: se trata de los llamados neologismos culturales (Diki-kidiri 2008) en que el préstamo está justificado (Rull 2008): brexit brownie, calçotada,
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canarinha, capoeira, cúrling, gudari, hutong, jiujitsu, lehendekari, licorella, marmitako, miso, muay thai, patum, rooibos, etc. e. El neologismo que surge en un proceso de mediación acostumbra a ser también un neologismo dinámico que se va redenominando porque se va repensando desde esta actividad, buscando cada vez la manera más adecuada de designar en un contexto comunicativo determinado, ya sea un contexto altamente especializado como un artículo, un contexto formativo como una clase o un contexto divulgativo como un documental. Un ejemplo de este movimiento constante lo encontramos otra vez en la sección “Cabo suelto” de la revista PuntoyComa. En su número 164, Collazos (2019: 7) explica cómo han ido evolucionando los equivalentes en español del nuevo término stablecoin desde su casi traducción literal moneda estable, pasando por el compuesto criptomoneda estable hasta los recientes activos virtuales o criptoactivos en un plural lexicalizado: Este término se ha traducido normalmente al español como “moneda estable” o “criptomoneda estable”. Sin embargo, algunos responsables, de la elaboración de políticas en el ámbito financiero, al considerar que estas denominaciones pueden resultar equívocas, han manifestado su reticencia a utilizar esta traducción literal sin introducir además algún elemento que matice el calificativo de “estable” y advierta de algún modo de la volatilidad y los riesgos que, pese a tratarse de criptoactivos respaldados o controlados, presentan aún estas monedas virtuales. Aconsejan, pues, que se introduzca en el término alguna acotación que dé a entender que la estabilidad a la que se aspira con la introducción de estos instrumentos no está garantizada: “las llamadas monedas estables” o “las llamadas criptomonedas estables” son algunas de las traducciones propuestas. Por otra parte, también el término “moneda” puede resultar equivoco en este contexto, por lo que la denominación de estas “representaciones digitales de valor” […] ha evolucionado recientemente hacia “activos virtuales” o “criptoactivos”.
f. El neologismo secundario puede ser, incluso, un neologismo planificado (Cabré 2004). En algunas lenguas se ejerce una intervención autorizada para hacer frente a un alud de préstamos. De esta manera se descartan equivalentes considerados poco adecuados lingüística o sociolingüísticamente, que no responden a un determinado modelo de lengua. En estas situaciones incluso podemos hablar de una intervención de neología sistemática. En el caso de la lengua catalana las últimas incorporaciones a la Neoloteca o al Cercaterm del TERMCAT reflejan la actividad normalizadora que se lleva a término y se puede observar en qué ámbito concreto del conocimiento se está trabajando (por ejemplo, en octubre de 2020 eran nuevos los términos de los dispo-
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sitivos móviles y los términos relacionados con las criptomonedas). Otro ejemplo es el del Departamento de Lengua Española de la Delegación General de Traducción de la Comisión Europea, que en 2017 y 2018 trabajó el léxico neológico de la ciberseguridad por ser un ámbito en desarrollo y generó un glosario con propuestas neológicas como, por ejemplo: mitigación, resiliencia de la red, equipo azul, equipo rojo, rootkit, conciencia situacional, clave simétrica, puerta trasera, red zombi, ciberespionaje, ciberactivista, programa espía, etc. Un último caso: la Délégation générale à la langue française et aux langues de France (DGLFLF), en su marco de políticas de la lengua, trabaja para proponer términos franceses de los nuevos términos que surgen cada día, la mayoría en inglés. Así, el 8 de abril de 2020 se apresuró a proponer neologismos especializados relacionados con la salud y con la desinformación para poder comprender la crisis sanitaria: Cluster, comorbidité, téléconsultation, tracking: face à la profusion d’informations à propos du coronavirus, il semble plus que jamais nécessaire de comprendre en français, les notions médicales nouvelles qui font l’actualité. Cette situation inédite conduit à un déferlement d’informations et de désinformations via les réseaux sociaux (infox, phrase-choc, piège à clics, contre-attaque oratoire, façonnage de l’actualité). Retrouvez les deux listes de proposés par la Commission d’enrichissement de la langue française (CELF) publiés au Journal officiel (fecha de consulta: octubre de 2020).
g. Finalmente, como no puede ser de otra manera, el profesional que propone un equivalente de un neologismo primario tiene consciencia lingüística, una buena preparación lingüística y terminológica, lo que debería asegurar unas soluciones respetuosas con la lengua. 3. La neología con valor especializado en una situación de la vida común Hoy en día es un hecho que una gran parte de neologismos especializados son utilizados también por hablantes no especialistas, ya sea porque les llegan a través de los medios de comunicación, por el consumo de productos novedosos, a través de sus aficiones o por sus intereses personales. Como bien explicaba Cassany a principios de este siglo (Cassany 2001: 214): Debemos tener presente que el ciudadano de hoy tiene numerosos contactos con el paradigma científico: está al corriente de los avances más importantes de la investigación a través de los espacios cada día más relevantes de divulgación científica en los medios de comunicación; se preocupa por incrementar su bienestar con prácticas de medicina preventiva, control de la alimentación, interés por la sostenibilidad
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ecológica; utiliza tecnologías cada día más sofisticadas que exigen capacidades de comprensión de complejos manuales de instrucciones e incluso algún rudimento de conocimientos técnicos-científicos, o, en definitiva, se encuentra inmerso en un mundo de bombardeo informático, debate político o conflicto personal y social que, cada día más, busca ganar cientificidad con la utilización del razonamiento lógico, la objetividad o los datos empíricos.
En estos textos de reelaboración científica —tanto si son orales como escritos—, renacen términos. Son palabras que para un especialista ya no son nuevas, pero el ciudadano sí las siente como novedosas. También es cierto que existen muchas situaciones de divulgación del conocimiento en las que se utilizan términos que se han originado en un contexto hiperespecializado, pero que acaban formando parte del acervo del vocabulario de un hablante medio. En el instante en el que se difunden a través de los medios de comunicación se convierten en nuevos para la sociedad en general y en esos nuevos entornos seguramente activan solo parte de su significado especializado e incluso se reconceptualizan. Diversos experimentos realizados en un contexto académico (Estopà 2002; 2014) muestran que el valor especializado es discreto, pero, en cambio, la cantidad de conocimiento especializado que una unidad vehicula es gradual en función de la formación y especialización de cada individuo. Y esta característica hace que el significado que un individuo pueda tener de una misma unidad a lo largo de su vida sea dinámico, de manera que un niño que pensaba de manera intuitiva que ballena era un pez puede conceptualizarla, después de una intervención de una persona con más conocimiento sobre esa realidad —un padre, un abuelo, un maestro, un hermano mayor, etc.—, rápidamente como un mamífero y, cuando vaya creciendo, puede matizar que es un tipo de mamífero denominado cetáceo, pero solo cuando haya profundizado en el conocimiento de las ballenas sabrá, por ejemplo, que los balénidos, cuyo nombre científico es Balaenidae, son una especie que se categoriza dentro de la familia de los cetáceos misticetos que incluye a cuatro especies distintas. Y viceversa, una palabra como ictus que un especialista sabe que es una enfermedad cerebral aguda de origen vascular, bien isquémica, bien hemorrágica, que representa una de las causas principales de discapacidad y cuya incidencia aumenta con el envejecimiento, pero además sabe cómo se manifiesta, qué consecuencias fisiológicas deja en el cerebro, cómo hay que tratarla, etc., puede conocerla también cualquier persona que tenga un amigo que ha padecido un ictus; no obstante, en este caso su conocimiento puede reducirse a saber que se trata de una enfermedad grave que afecta el cerebro y que incapacita a la persona, y quizás no mucho más. Lo mismo con la mayoría de los términos que entran a formar parte de la vida cotidiana de los hablantes no especialistas (big data, bluetooth, cáncer, coronavirus, criptomoneda, isquiotibial, metanfetamina,
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PCR, residuo zero, shiatsu, etc.): los focos semánticos se activan solo en parte y se producen asociaciones semánticas diferentes de las que establecen los especialistas (Estopà 2016). Así, muchos neologismos con valor especializado tienen una segunda o tercera vida neológica al divulgarse entre los hablantes de una lengua. En un principio los estudios se refieren a estos procesos de difusión como banalización o divulgación terminológica. En los años noventa se empezó a hablar de desterminologización (Cabré 1992; Temmerman 1995; Meyer/Mackintosh 2000) para referirse a la migración de términos al léxico general. Adelstein (2017) y Adelstein, Badaracco y Kuguel (2007: 245) también utilizan este término; sin embargo, estas autoras ponen el énfasis en los aspectos pragmáticos: “proceso de generalización del uso de unidades o significados originados en la comunicación especializada de dominios científicos o técnicos”. Se trata de un proceso que conlleva modificaciones semánticas y a veces también formales. Además, las autoras consideran que estos cambios semánticos pueden considerarse neológicos (Adelstein/Badaracco/Kuguel 2017: 253): Desde nuestra perspectiva lo novedoso no reside en el pasaje mismo [de general a especializado], sino en las modificaciones semánticas o formales que se operan respecto del uso original de la unidad.
E incluso establecen cuatro niveles de contacto semántico entre valores especializados y no especializados de una misma unidad léxica y grados de semejanza formal entre variantes (Adelstein/Badaracco/Kuguel 2017: 253-254): Un primer grado de escasa distancia semántica lo constituyen los neologismos que siguen denotando el significado de origen; en estos casos resulta muy difícil trazar un límite entre el valor terminológico y el no terminológico (pubialgia, anillo vaginal). Un segundo grado, en el que, si bien hay indicios de modificación del significado, se mantiene el núcleo semántico terminológico (microemprendimiento). Las modificaciones formales como la abreviación y la reducción, que en general conllevan cambios semánticos, representan un grado mayor de distancia semántica (narco, deuda). El caso extremo de distancia se da cuando se trata de neologismos no originados en dominios de especialidad pero que por el hecho de estar formados según procesos altamente productivos en terminología tienen apariencia de términos (videocracia, secuestro exprés).
Y es que desde el momento en que estas unidades salen de la burbuja de los especialistas y se difunden en la sociedad, experimentan procesos de simplificación (cambios semánticos, gramaticales y pragmáticos) (Ciapuscio 1997; Cañete/ Fernández-Silva/Villena 2019; García Palacios 2001, 2010; Cassany et al. 2000).
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Alcíbar (2004) considera que se produce una recontextualización discursiva compleja como resultado del cambio en los emisores, destinatarios y objetivos de la comunicación, es decir, en el cambio de los elementos de una situación comunicativa nueva. Cuando, por ejemplo, en octubre de 2020 un médico dice al paciente: “Antes de entrar en el quirófano, le tendremos que hacer una PCR para descartar que tenga COVID”, la unidad PCR tiene un valor especializado, pero no es una unidad nueva para el emisor ni tampoco almacena la misma condensación de conocimiento especializado que cuando un paciente dice: “Me asusta que me tengan que hacer una PCR para saber si tengo COVID o no”. En este caso la unidad PCR tiene valor especializado, es relativamente nueva para el paciente —pues antes del 2020 puede ser que no la conociera, aunque figure en el DLE desde el 2014—, pero ni se categoriza ni se activa la misma cantidad de conocimiento especializado que en el caso del profesional. Muchos de estos neologismos con valor especializado (términos nuevos), paradójicamente, no son considerados ya neologismos entre los especialistas. Son solo percibidos como nuevos por los hablantes legos. Sin embargo, se trata de palabras especializadas que acaban siendo imprescindibles también para los no especialistas. Esta constatación respalda la idea de que la noción de novedad respecto a una unidad es diferente para el especialista que para el hablante general (Estopà 2016): la novedad es relativa al ámbito en la que se use cada unidad. Los criterios que suelen usarse para identificar palabras nuevas son básicamente dos: un criterio documental objetivable, y que integra el clásico criterio lexicográfico de Rey (1976); y otro lingüístico-cognitivo, mucho más difícil de objetivar y bastante coincidente con el criterio psicolingüístico de Rey. En relación con este último parámetro de referencia, diversos autores (Cabré 2015a, 2015b; Guerrero Ramos, 2008; Guerrero Ramos/Pérez Lagos 2012) distinguen entre el punto de vista del emisor y el del receptor (Cabré 2015b: 135): El principi del punt de vista o principi de la perspectiva vol assegurar que, atesa la naturalesa enunciativa dels neologismes, s’expliciti en cada descripció des de quin vessant del procés enunciatiu actuem: des de la producció de neologismes, des de la recepció o des de la transmissió. Només si tenim en compte aquest principi podem explicitar què entenem per “neologicitat” aplicada a una unitat concreta, o més encara, la noció de “graus de neologicitat”, que ens duu a dir que una unitat pot ser més neològica que una altra. Des de la producció la noció de neologicitat és discreta, tot i que pot ser conscient o inconscient, voluntària o involuntària. Des de la recepció la neologicitat és gradual perquè es tradueix en el grau d’impacte que una unitat nova té en el receptor.
Esta diferenciación permite que haya palabras que no sean nuevas para el emisor, pero sí para el receptor (Guerrero Ramos 2017: 1405):
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En realidad, pretendemos demostrar que el uso de léxico especializado en contextos banalizados, en fuentes de divulgación, como la prensa, es una variable que mide la neologicidad de las palabras. Partimos de la concepción de que el grado de neologicidad de una misma unidad puede variar según los usuarios del texto en que aparece. Así, una unidad léxica, que no es nueva en un texto entre especialistas, puede ser considerada por el receptor como una nueva unidad en un texto de aprendizaje o en un texto de divulgación dirigido al público en general. Dichas unidades, al igual que otras muchas, son percibidas como neológicas por el receptor porque las desconoce, aunque existan desde hace décadas en un circuito que no es el suyo, sea por motivos generacionales o culturales. De ahí que nuestra propuesta sea la de diferenciar entre neologismos de emisor y receptor, por un lado, y neologismos de receptor, por otro, lo que nos permitirá distinguir entre neologismos propiamente dichos y usos neológicos.
En esta segunda o tercera juventud algunos de estos nuevos términos resultarán imprescindibles para los hablantes de una lengua y acabarán diccionarizándose en los diccionarios de lengua de referencia, pero no será nunca una tarea fácil decidir cuáles sí deben tener un lugar en el diccionario y cuáles no. Esta perspectiva —los términos nuevos del receptor lego— tendría que ser, según nuestro punto de vista, la que se debería adaptar en la actualización del diccionario de lengua general. No obstante, calcular las necesidades equilibradas en relación con el conocimiento científico de un hablante medio en un momento concreto de la historia de una sociedad es objetivamente complicadísimo por no decir imposible (Béjoint 1988). 4. La neología con valor especializado en los diccionarios de lengua general La inclusión de términos en los diccionarios generales, que no es un fenómeno reciente, refleja la importancia que la sociedad otorga a la ciencia y a la tecnología. Nuestro mundo difumina cada vez más la frontera entre el léxico común y el léxico especializado o terminología. El hablante contemporáneo tiene la necesidad de usar y de entender terminología específica en situaciones comunicativas generales o semiespecializadas. Por eso, al lado del léxico común, un diccionario de lengua general también debe incluir léxico con valor especializado, es decir, unidades terminológicas. Actualmente, nadie pone en duda que los diccionarios de lengua general incluyan terminología. Sin embargo, lo que no parece sencillo de consensuar es el número de unidades terminológicas que debe almacenar y todavía menos qué unidades terminológicas deben formar parte del diccionario. Este dilema se repite cuando se trata de actualizar un diccionario general, lo que con los formatos digitalizados de los diccionarios sucede de manera casi permanente: en los últimos
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años la versión electrónica del Diccionario de la lengua española (DLE) de RAE y ASALE se suele actualizar anualmente y en cada actualización los neologismos especializados o términos nuevos representan un volumen importante de las nuevas incorporaciones: “el aumento de conocimiento lleva a que cada vez haya más conceptos y tecnicismos. El grado de instrucción de la sociedad es más elevado y lo hemos tenido en cuenta para estas incorporaciones”, precisó Paz Battaner, directora del DLE, en el acto de presentación de la actualización de la edición 23.2 del DLE en 2018. No obstante, desde el punto de vista metodológico, no existen unos criterios únicos ni unánimes para decidir el porcentaje de términos en relación con las unidades léxicas generales y la proporción ha ido cambiando a lo largo de la historia (Jessen 1996). A menudo, se han utilizado filtros poco objetivos para decidir qué términos formaban parte del diccionario de lengua general (Azorín Fernández 1992; Estopà 2019). Otro aspecto que tampoco tiene una respuesta fácil es la manera como se debería presentar este léxico especializado en el diccionario de lengua. La necesidad creciente de léxico especializado en el hablante medio plantea, pues, retos para el lexicógrafo con respecto al objeto principal del diccionario de lengua, que se correlacionan con: a) la selección de unidades terminológicas y b) la representación de las unidades terminológicas, en especial la elaboración de la definición. En un diccionario de lengua general interesa que estén representados todos los usos especializados y los usos generales de una palabra que un hablante medianamente culto (el hablante ideal) pueda necesitar en una comunicación de su cotidiano. En cambio, las unidades léxicas con sentidos especializados que se usan en ámbitos comunicativos profesionales muy restrictivos, no se deberían registrar en estas obras de uso general. Esto supone un verdadero desafío para el lexicógrafo que se plantea la elaboración o la actualización de un diccionario de lengua. La cuestión sigue siendo siempre la misma: ¿cuántas son las adecuadas y las suficientes? Si no hay una revisión de los campos de conocimiento de manera sistemática e interdisciplinaria, el diccionario tiene el peligro de crecer de manera anárquica y desequilibrada. Como apuntaba Fernando Pardos en la comunicación de la jornada organizada por SCATERM, la Asociación Catalana de Terminología, el 22 de octubre de 2020, un primer paso sería la realización de un estudio exhaustivo y cuantificado de la penetración de los términos en la sociedad. Este trabajo ayudaría a valorar la impregnación de la ciencia en la cultura del hablante medio y también permitiría hacer una estimación de los porcentajes de unidades terminológicas por ámbitos de conocimiento que respondiera a las necesidades reales de los hablantes. Asimismo, hay que tener en cuenta que las características formales de muchos términos no favorecen su diccionarización según los criterios canónicos de ela-
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boración de diccionarios de lengua general: alrededor del 80 % de los términos, y también de los términos nuevos, son poliléxicos porque reflejan la especificación y precisión del conocimiento especializado (Estopà 1999); por ejemplo, hasta octubre de 2020 no estaban en el DLE unidades como alarma social, bachillerato dual, burbuja inmobiliaria, injerto capilar, memoria histórica, renta variable, violencia de género, etc. Los diccionarios de lengua general, tradicionalmente, no conceden a las unidades sintagmáticas entradas independientes. Las unidades léxicas de estructura sintagmática que se consideran que tienen que formar parte de un diccionario de este tipo constituyen subentradas, normalmente del núcleo sintáctico de la unidad. Por eso, pie de atleta, pie quebrado, pie de burro, pie de imprenta, pie de león, pie forzado o pie derecho son subentradas de la entrada pie en el DLE. Otra estructura poco promovida en los diccionarios de lengua general por los criterios de confección son las abreviaciones. Es una realidad que las siglas son cada día más omnipresentes en las situaciones comunicativas especializadas: COVID-19, PCR, PET, TAC, opa, BTT, etc. No obstante, son muy pocas las que forman parte del diccionario (en el DLE, por ejemplo, las siglas están restringidas al ámbito biomédico: ADN, ARN, PCR, etc.), y sobre todo se suelen incorporar las siglas lexicalizadas que se escriben ya en minúsculas como radar, diu, uvi o sida. Asimismo, muchos términos son préstamos y los diccionarios de lengua, y más los que tienen un valor normativo, controlan con cautela la entrada en el diccionario de los extranjerismos. Por ejemplo, son préstamos especializados recientes que encontramos en la prensa frecuentemente, pero que no están en el DLE (octubre, 2020) —aunque sí en diccionarios terminológicos—: app, big data, biopic, brexit, briefing, ironman, kite, masterclass, plug-in, sexting, ultratrail, vending, webinar, zooming. Algunas de estas limitaciones dependen de los criterios de confección del diccionario y también de su ideología, pero otras, como la introducción de unidades poliléxicas en entradas independientes, podrían dejar de serlo con un formato de diccionario digital. Los diccionarios digitales son en este sentido más flexibles. El problema resurge cuando se plantea la actualización de una obra lexicográfica y se debe sospesar la incorporación de nuevos vocablos. Los términos nuevos constituyen un conjunto de unidades importante de la renovación de un diccionario, pues reflejan todo el potencial científico, tecnológico y profesional de una cultura a través de su lengua (Contreras 2008). Sin embargo, no todos los términos nuevos pueden ni deben incluirse en el diccionario general de lengua. Desde nuestro punto de vista, solo deberían incluirse aquellos que se usan de manera frecuente, que se difunden a través de los medios de comunicación, de museos o de foros de difusión diversos destinados al público general, es decir, los términos fundamentales.
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Otro aspecto muy importante es cómo se definen estas unidades léxicas especializadas en un diccionario general, pues el lexicógrafo no debería reproducir las definiciones terminológicas pensadas para los especialistas —como a menudo sucede (Bach/Martí, 2012)—; por lo contrario, debería adaptarlas a las necesidades cognitivas y pragmáticas de los usuarios generales. En este sentido, las marcas pragmáticas que orienten el uso de un sentido especializado son muy relevantes en los diccionarios generales y constituyen unos de los principales retos. Hasta ahora se limitan a marcas temáticas, expresadas en forma de abreviaciones o de fórmulas (Estopà 1996), pero quizás el mundo globalizado y transdisciplinario exige dar un paso cualitativo y aportar elementos pragmáticos que orienten los usos de los sentidos especializados de las palabras para que los diversos hablantes sientan que el diccionario es realmente una ayuda de sus actos comunicativos que conllevan palabras especializadas. Así, diversos autores como Gelpí (2003) y Bernal (2019) han trabajado sobre las nuevas posibilidades de planificar un diccionario digital, que es bien distinto que digitalizar un diccionario que ha sido pensado primero para ser editado en papel. En el campo de los diccionarios digitales de nueva generación, abogamos por una representación del significado en capas utilizando recursos gráficos y tecnológicos: un diccionario matrioshka (Estopà en prensa). Esta noción de diccionario matrioshka responde al principio de adecuación de la teoría comunicativa de la terminología (Cabré 1999), que sostiene que los diccionarios deberían siempre adecuarse a las necesidades de sus usuarios y a las situaciones sociocomunicativas en las que se necesiten usar. Si en la vida cotidiana estas situaciones son diversas, el diccionario tiene que prever una respuesta discursivamente estratificada. A principios de este siglo, García Palacios (2000) proponía una idea similar: tener muchos diccionarios en uno mismo, con niveles de definición distintos en función del grado de especialización de los usuarios. Este concepto de anidación impensable en el pasado, hoy gracias a las nuevas tecnologías está cada vez más cerca de materializarse. 5. Consideraciones finales: por una incorporación sana de términos nuevos en las lenguas La productividad de palabras especializadas es actualmente más elevada que en cualquier periodo anterior. El conocimiento especializado es hoy exponencialmente dinámico y comporta una auténtica avalancha de términos nuevos en todas las lenguas. Sin embargo, no todas las lenguas tienen la misma producción de neologismos especializados primarios, que son los que influencian a los neologismos de los otros escenarios.
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Si observamos los neologismos especializados recogidos en bases de datos generales como Neómetro o BOBNEO, o especializadas como IATE, FRANCETERM o CERCATERM, descubrimos que un porcentaje elevado son préstamos y la gran mayoría constatamos que son préstamos del inglés. Esta observación no es gratuita: el inglés es hoy en día la lengua de la ciencia y la técnica, en la que se escriben la mayoría de las revistas altamente especializadas donde se dan a conocer nuevos inventos, ideas y técnicas; es también la lengua de los congresos, la lengua franca de la mayoría de las tesis doctorales, la lengua de los intercambios económicos, etc. Las demás lenguas del mundo en relación con el inglés lengua franca se pueden considerar actualmente lenguas minorizadas en el campo de la ciencia y la técnica. En consecuencia, sus especialistas, mediadores lingüistas (traductores, intérpretes, redactores, periodistas, etc.), deben buscar continuamente equivalentes a los neologismos especializados primarios que han sido propuestos en inglés. Cierto es que no todas las lenguas están en la misma posición social, económica y política: no actúan igual las comunidades lingüísticas desarrolladas industrialmente que las que están en vías de industrialización, y dentro de las primeras las políticas son distintas entre las comunidades lingüísticas indoeuropeas y otras (Sager 1993). Sin embargo, en los ámbitos especializados, todas las lenguas están expuestas a préstamos directos, calcos, paráfrasis que son más o menos aceptables en la medida en que encuentran un equilibrio sistémico. Como señaló Sager (1993: 134-135): Las comunidades lingüísticas que importan el conocimiento científico y tecnológico tienden a preferir el empleo de recursos lingüísticos autóctonos para la creación de la terminología, incluso si durante un breve periodo de tiempo se da cierto número de préstamos directos. Los calcos se prefieren al préstamo adquirido directamente, pero ninguna de esas dos formas de creación de términos es aceptable si infringen las técnicas naturales de formación de palabras de una comunidad lingüística.
Y por lo tanto existen grados de dependencia del inglés en las unidades léxicas especializadas (Sánchez Ibáñez 2013; García Palacios/Humbley 2012; García Palacios/Sánchez Ibáñez 2012). Así, aunque lenguas como el español con millones de hablantes, con estados que lo refuerzan políticamente, con una salud general de hierro, no son del todo conscientes de que su salud especializada es débil. En cambio, las lenguas minorizadas, ya sean minoritarias o no, son normalmente más conscientes de su estado de salud de manera global y crean organismos para incentivar y normalizar terminología nueva: con el fin de que sus especialistas —y también mediadores y ciudadanía— dispongan en todas las situaciones de términos.
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La lengua española no es una lengua minoritaria ni minorizada en contextos generales: goza en la vida cotidiana de salud tanto por lo que se refiere a sus hablantes como por los contextos generales (medios de comunicación, escuela, administración, etc.). No obstante, como han estudiado algunos lingüistas (Sánchez Ibáñez 2013; García Palacios 2016), la lengua española puede considerarse minorizada en los contextos especializados sobre todo de las ciencias y las técnicas, e incluso minoritaria, porque en estos ámbitos hoy es totalmente dependiente del inglés. Son cada vez menos los contextos altamente especializados (laboratorios, revistas, congresos, tesis doctorales), en los que los especialistas españoles producen sus textos en español. Y es justo en estos ambientes en los que nacen los neologismos especializados, en los que se empiezan a usar y desde los que circulan a otros escenarios. Si los investigadores, los laboratorios, los congresistas piensan, hablan, enseñan y escriben en inglés, los neologismos especializados llegan al resto de lenguas en inglés. Y en esos instantes nuestros especialistas o bien adoptan el préstamo, que es lo más cómodo, o bien lo adaptan (a veces en duras traducciones literales); en algunas ocasiones intentan proponer alternativas que calcan el recurso de formación primario y solo muy pocas veces proponen alternativas totalmente genuinas despegadas del neologismo madre. En consecuencia, el primer paso para hacer frente a este proceso es adquirir consciencia sociolingüística: se debería ser muy consciente de que en la actualidad todas las lenguas, excepto el inglés, en materia de neología especializada son débiles. No solamente contabilizan los préstamos crudos, sino también los adaptados y todos los calcos (que son muchos y camuflados), sobre todo a nivel sintagmático y semántico. Si los organismos responsables de la política lingüística de una lengua fueran conscientes de ello, adoptarían e incentivarían proyectos como TERMINESP, propuestos por la Asociación Española de Terminología en 2005 y que desde el diseño inicial de M. Teresa Cabré (2008) ha pasado por difíciles etapas, como se explica en la página web de la Asociación . En este sentido, tesis como la que desarrolla Porras-Garzón sobre la variación de unidades léxicas en contextos de formación superior internacionalizados arrojarán luz a esta preocupación globalizadora (Porras-Garzón/Estopà, 2018). Gutiérrez (1998: 44) explica cómo siempre los préstamos de las culturas dominantes han sido relevantes en la historia del lenguaje científico: ya los primeros científicos romanos que escribían en latín utilizaban palabras griegas y los traductores españoles de la Escuela de Toledo se quejaban de los préstamos del árabe. A pesar de que sabemos que es un problema históricamente cíclico, los mediadores —y también los especialistas— tienen el poder de decidir si quieren alimentar la neología especializada de una lengua a base de préstamos o si, por el contrario, quieren optar por estimular la creatividad léxica. El préstamo a veces
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es una solución inevitable; otras, sin embargo, es la solución más fácil y rápida. Los préstamos se pueden justificar en la medida en que no desequilibren la neología genuina en un ámbito, que no sea una práctica sistemática, sino justificada. En la actualidad el vivero de los neologismos especializados es el inglés —como antaño lo fueron lenguas como el griego, el latín, el español o el árabe—, pero no por ello desestimaremos la oportunidad de promover siempre una neología con valor especializado respetuosa con cada una de las más de 6.000 lenguas del mundo.
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Sergi Torner Universitat Pompeu Fabra SELECCIÓN DEL LEMARIO EN LOS DICCIONARIOS DE LENGUA Y DICCIONARIZACIÓN DE LA NEOLOGÍA
1. Introducción En el célebre prólogo que escribiera en 1945 para el Diccionario general ilustrado de la lengua española, don Ramón Menéndez Pidal abogaba por un diccionario ideal que incluyera el total del caudal léxico de la lengua, esto es, “no un léxico tesoro, sino un léxico total, menos ambicioso de pureza normativa, más afanado en el acopio de todos los bienes, sean ricos, sean de escaso valor” (Menéndez Pidal 1945: XXI). Se proponía con ello dar respuesta a la necesidad que se despierta cada vez que nos hallamos ante una palabra desconocida que no recoge el diccionario, ya sea en textos actuales como en textos antiguos, por lo que concluía (Menéndez Pidal 1945: XXII): […] todo lo que literariamente se escribe, como no sea una aberración puramente individual y extravagante, todo lo que se habla por una agrupación de la sociedad no totalmente inculta, debiera ser recogido en el diccionario, ora venga de tiempos pasados.
No queremos caer en el error de hacer una lectura anacrónica de un texto escrito hace más de 75 años, cuando el conocimiento que las tecnologías actuales han proporcionado sobre el léxico no era siquiera una posibilidad teórica. Sin embargo, a la luz de lo que hoy sabemos gracias al desarrollo de los corpus lingüísticos y las herramientas de explotación y análisis cuantitativo de datos que se ha producido en años recientes, podemos afirmar que esta pretensión de totalidad de la cobertura de los diccionarios es una aspiración vana1. El texto de Menéndez De hecho, el mismo Menéndez Pidal ya apuntaba que “esa doble recolección de cuanto se escribe y cuanto se habla es prácticamente imposible en esa totalidad deseada” (1945: XVIII). 1
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Pidal sugería, ciertamente, mucho más que eso —implicaba una valoración de la lengua que “se habla”, una atención a la variación lingüística, una vindicación de un diccionario histórico, etc.—; no obstante, lo cierto es que, a tenor del conocimiento que tenemos en la actualidad sobre el componente léxico de las lenguas naturales, llegamos indefectiblemente a la conclusión de que los lemarios de los diccionarios son necesariamente selectivos. Es decir, ningún diccionario puede responder a la pretensión de exhaustividad en la representación del vocabulario de una lengua, sino que se ve obligado a ofrecer una selección del caudal léxico que la compone. Numerosos trabajos en el campo de la metalexicografía (cf. Haensch et al. 1982: cap. 9; Haensch 1982 y 1985; Porto Dapena 2002: 171-174, entre otros) señalan que la selección del léxico que atesora un diccionario opera en una doble dirección. En primer lugar, se produce una selección que se suele denominar externa o extralingüística, que responde a criterios como el tamaño o la finalidad de la obra; en segundo lugar, se produce una selección que dimana de criterios denominados internos o lingüísticos, que derivan de la naturaleza misma del componente léxico, y atienden a cuestiones como la frecuencia de uso, la variación lingüística o las propiedades morfológicas o lexicogenéticas del vocabulario. En este trabajo, nos vamos a centrar en los criterios selectivos internos o de orden lingüístico, pues el examen de algunas cuestiones que los atañen puede arrojar luz al objeto de reflexión de este volumen, esto es, la neología léxica, en la medida en que la reflexión sobre diccionarización de neologismos suele atender a cuestiones tales como la frecuencia o los recursos morfológicos de creación de las formas neológicas, criterios que no discurren al margen de aquellos que se emplean para la selección del vocabulario que compone la macroestructura de los diccionarios de lengua. Los criterios lingüísticos de selección de la nomenclatura comprenden un abanico de factores amplio, no siempre bien delimitados o descritos, que incluyen cuestiones como la extensión en el uso, la corrección normativa o la variación lingüística, por ejemplo. Estos factores se pueden agrupar en dos grandes conjuntos, que dan lugar a su vez a dos tipos de criterios de selección, a los que denominaremos criterios de uso y criterios lexicológicos. Los criterios de uso resultan en la inclusión o exclusión de determinadas unidades léxicas atendiendo a los patrones de uso que atestiguan en los textos, ya sea por su frecuencia, ya por su distribución en distintos tipos de texto según diversos ejes de variación —variación diastrática, diafásica o diatópica—. Estos criterios de selección tienen que ver, pues, con la variación inherente al componente léxico de las lenguas, la inestabilidad de este componente y la capacidad creativa del vocabulario. Frente a ello, los criterios lexicológicos atienden a ciertas propiedades formales de las unidades léxicas, a su origen o su proceso de creación, lo que lleva a incluir o excluir, por ejemplo,
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algunos derivados, formaciones sintagmáticas o formantes cultos. Estos criterios, pues, están relacionados con la técnica lexicográfica y el modo como se representan en los diccionarios los procesos morfológicos de creación del léxico y cómo se define el concepto mismo de unidad léxica. Entender de manera cabal los caminos por los que transita este doble proceso de selección permite situar adecuadamente el problema que supone para el lexicógrafo la sanción de la neología en los diccionarios, pues los criterios que se puedan establecer para incorporar neología no son ajenos a los criterios generales que se establezcan para la selección de la nomenclatura. Una primera cuestión que debe dilucidar el lexicógrafo, en efecto, es la de determinar si una forma neológica ha pasado a formar parte del caudal léxico del idioma, si ha superado las sucesivas fases de inestabilidad que comprenden el largo y complejo camino que debe recorrer antes de incorporarse al sistema como palabra con pleno derecho. Gran parte de la bibliografía sobre neología busca, por ello, hallar criterios para medir la desneologización (Cook 2010; Metcalf 2002; Ishikawa 2006). En un modelo ideal, se puede asumir que, cuando este proceso se ha producido en todas sus etapas y en todas sus dimensiones (Schmid 2008), los neologismos dejan de serlo, y se convierten por tanto en unidades léxicas, cuya sanción lexicográfica debe valorarse con los mismos criterios que el resto de unidades que componen el léxico. La diccionarización de la neología, pues, debería atender únicamente a los criterios que permiten medir la estabilización de las formas neológicas, pues una vez alcanzada esta estabilidad, los criterios para decidir sobre su inclusión en los diccionarios son los que rigen para cualquier unidad léxica. No obstante, la lengua, según sabemos, rara vez se deja encajonar en los modelos ideales, por lo que la pretensión del ideal de lengua es posiblemente tan vana como la de diccionario total por el que abogaba Menéndez Pidal hace hoy más de siete décadas. Este capítulo, así pues, pretende ahondar en los criterios lingüísticos de selección de la nomenclatura que rigen la confección de macroestructuras de los diccionarios de lengua. Estos criterios son también de aplicación en la selección de la neología, e interactúan con otros criterios que tienen que ver con la determinación del grado de neologicidad, en un complejo entramado de decisiones que se atenúan o se potencian mutuamente, pero que hallan en la teoría lexicográfica, en el conocimiento de la naturaleza del componente léxico y en la praxis lexicográfica consolidada un punto de referencia fundamental. 2. Los criterios de uso, o la dificultad de poner puertas al campo Los diccionarios generales de lengua deben buscar un equilibrio entre el afán de exhaustividad en la representación y la necesaria selección del léxico. En efecto,
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como apunta Haensch (1985: 227), estos diccionarios “constituyen una solución de compromiso entre el máximum deseable y el mínimo aceptable”. Con el reciente desarrollo de la lingüística de corpus (Hanks 2009; Kilgarrif 2013), la mejor herramienta de que dispone el lexicógrafo para medir la representatividad de léxico es la frecuencia de uso en los textos, a pesar de las limitaciones metodológicas que presentan los corpus. Cuando se aplica como herramienta metodológica para la selección del léxico de los diccionarios, la frecuencia es un criterio transversal, que actúa sobre unidades de naturaleza diversa, sobre las que se aplican otros criterios de selección específicos: desde un punto de vista teórico, ninguna unidad léxica debería entrar en un diccionario general si no tiene un uso extendido, lo que supone una frecuencia suficientemente elevada en los corpus, con una distribución equilibrada en tipos de texto distintos. La bibliografía especializada que ha abordado los problemas de selección de la nomenclatura ha solido fijar su atención en las cuestiones derivadas de la variación sincrónica —diafásica, diastrática y diatópica—, así como también en la neología. Así, por ejemplo, Castillo Carballo (2003: 97-99) trata conjuntamente bajo el mismo epígrafe la inclusión de neologismos, tecnicismos, regionalismos y americanismos. Sin embargo, los neologismos y la variación (sincrónica) son fenómenos de naturaleza distinta, pues la variación tiene que ver con la coexistencia de variantes distintas en un momento dado de la lengua, variantes que pueden concebirse a grandes rasgos como estables, mientras que la neología tiene que ver con la constante renovación del componente léxico, es decir, con la inestabilidad de dicho componente, con la variación diacrónica en su producirse. No obstante, desde el punto de vista lexicográfico variación sincrónica y neología se relacionan, en la medida en que ambas cuestionan la imagen del léxico como un bloque monolítico de límites precisos (véase el capítulo de M. Lorente en este mismo volumen); como problema lexicográfico, los fenómenos que derivan tanto de una como de otra se cifran en la selección de unidades léxicas que no forman parte del núcleo duro del componente léxico o, más precisamente, en la determinación de si forman parte de dicho núcleo duro ciertas unidades que se hallan en sus lindes. Por ello, tanto la neología como la variación han generado numerosas reflexiones en la bibliografía sobre lexicografía en relación con su sanción lexicográfica. En este sentido, la realidad de la lengua como “complejo dialectal” (García de Diego 1950; Borrego Nieto 1999) en que en un momento dado conviven diversas normas sociales supone un reto para la selección de la nomenclatura de los diccionarios generales de lengua, que deben hacer una fotografía fija para una realidad móvil y de límites difusos. Por ello, la metalexicografía ha fijado ampliamente su atención en la variación léxica como problema metodológico en la selección de la nomenclatura de los diccionarios (Sanmartín/Quilis Merín 2019). En español, el debate ha sido especialmente fructífero en relación con la variación
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dialectal (Ahumada Lara 2007; Álvarez de la Granja/González Seoane 2018), en concreto en lo que atañe a la representación del léxico americano (cf. Azorín Fernández 2008; Carriscondo Esquivel 2006; Fajardo Aguirre 2010; Fernández Gordillo 2014; entre muchos otros). También, aunque en una medida algo menor, en relación con la variación de registro o de nivel de lengua (cf., por ejemplo, Werner 2002; Alvar Ezquerra 2002; Borrego Nieto 2002). En todos estos casos, la preocupación fundamental es, en último término, metodológica: cómo hallar un criterio que permita una selección del repertorio que constituyen determinadas parcelas del léxico que sea representativa del conjunto. El objetivo a grandes rasgos compartido es el de poder identificar las variantes que tienen un uso frecuente y han pasado a formar parte de esa realidad difusa que se denomina lengua general; es decir, que han trascendido los límites del argot o lenguaje de especialidad, o son de uso generalizado en amplias regiones geográficas. Todo ello implica un criterio de selección basado en la frecuencia y en la distribución de las formas en los textos. En cuanto a la neología, remitimos a los diversos capítulos de este volumen para su discusión. Muy resumidamente, aquí interesa destacar que, junto con criterios de corte formal, lexicogenético o semántico, ocupan un lugar central en las decisiones sobre diccionarización de las formas neológicas los criterios de frecuencia, en el sentido de que la frecuencia es indicio de estabilidad. De hecho, según se aduce, no basta que la neología tenga una frecuencia elevada para poder ser diccionarizable (Cook 2010; Metcalf 2002; Ishikawa 2006), sino que se precisa que muestre estabilización en el tiempo, lo que muy sucintamente supone un uso estable en distintos cortes temporales, una distribución equilibrada en subcorpus por periodos temporales (véase el capítulo de Freixa en este mismo volumen). En este sentido, la decisión guarda un estrecho paralelismo con la que se debe tomar en relación con la variación en sincronía, para la cual se analiza la distribución equilibrada en distintos tipos de texto. Los fenómenos relacionados con la variación en sincronía y con la neología quedan, por ende, conectados para los intereses de la lexicografía en el problema metodológico del estudio de la frecuencia en corpus, en la medida en que se asume que la frecuencia informa sobre la extensión y consolidación en el uso de las unidades léxicas. De hecho, la frecuencia como criterio de selección trasciende estos fenómenos, ya que lleva a descartar léxico marginal —en el sentido de infrecuente— que no es necesariamente neológico o propio de una variante, o al menos que no se descarta por ello sino simplemente por infrecuente. Por eso, conviene una mirada atenta a la configuración estadística de los corpus (Rojo 2011, 2017), pues, aunque se trate de aspectos conocidos, puede arrojar luz al problema de la selección de las nomenclaturas de los diccionarios. Hay dos cuestiones que son fundamentales en este sentido. En primer lugar, la conocida
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como ley de Zipf, que fue formulada hacia los años cuarenta del siglo pasado. En su formulación primigenia, propone que se puede establecer una constante entre el rango que una unidad ocupa en una lista de frecuencias y su frecuencia de aparición en el corpus. De este modo, la unidad que ocupa el segundo lugar en el listado de frecuencias tiene una frecuencia aproximadamente equivalente a la mitad de la primera; la tercera unidad de la lista, una frecuencia de un tercio, y así sucesivamente. Numerosos estudios posteriores han demostrado que en rigor tal constante no se observa en la mayoría de las ocasiones (cf. Torruella/Capsada 2013), de modo que la relación rango/frecuencia varía enormemente en función de parámetros como la longitud del corpus o su riqueza léxica, pero en cualquier caso sí se observa de modo universal una marcada tendencia según la cual un número reducido de unidades léxicas supone un número muy elevado de las ocurrencias del corpus, mientras que existe un extensísimo número de unidades con una frecuencia baja o muy baja. A menudo, se habla de la denominada ley de Pareto o proporción 80/20, según la cual el 20 por ciento de las unidades del corpus suponen el 80 por ciento de las ocurrencias. De hecho, en el caso de los corpus lingüísticos, esta relación es mucho más pronunciada; así, como observa Rojo (en prensa), las 30 unidades gramaticales más frecuentes suponen el 40 % de las ocurrencias del CORPES XXI. La segunda cuestión es la relación que se establece entre la longitud del corpus (número de palabras o tokens) y el número de unidades distintas (o types) que contiene, tanto si se cuentan formas como si se cuentan lemas. Muy resumidamente, cuanto más extenso es el corpus, mayor es el número de unidades léxicas distintas que contiene, pero el incremento de unidades que conforman el corpus (tokens) y el incremento del número de unidades distintas que contiene (types) no es lineal. En este sentido, se dan dos tendencias que conviene señalar. Por un lado, se debe incrementar mucho el número de unidades del corpus para documentar una unidad nueva; Rojo (2017), por ejemplo, analizando el CORPES XXI muestra que, si se compara un corpus de 16 millones de formas con otro de 256 millones —esto es, un corpus 16 veces mayor que el primero—, el número de formas distintas (types) en el corpus más extenso es solo 3,8 veces el del corpus menor. Por otro, el incremento de unidades totales del corpus no redunda en una reducción del número de unidades con una frecuencia muy baja; el mismo Rojo (2017) aduce que, con independencia del tamaño del corpus, los hápax suponen siempre alrededor de un 40 % de los lemas que contiene. Todo ello tiene diversas consecuencias en relación con la confección de lemarios. La primera y más evidente es que se debe trabajar con corpus muy extensos; Hanks (2002), por ejemplo, propone que los corpus de 100 millones de palabras son fuentes documentales suficientes para la gran mayoría de léxico. Otros estudios (caso de Nazar en prensa) proponen emplear corpus mucho
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mayores, como por ejemplo EsTenTen (Kilgarriff/Renau 2013), que contiene 10.000 millones de palabras. La segunda es la dificultad de establecer un corte nítido en el continuo del léxico ordenado en un listado de frecuencia para identificar aquellas unidades que son representativas de la lengua. Parece evidente que la mera frecuencia no basta para determinar la inclusión de una palabra en el diccionario, sino que se requiere una distribución equilibrada en textos distintos, de distinta tipología. Para los intereses de la neología, es importante también retener que, con independencia de cuán extenso sea el corpus, el 40 % de las unidades que contendrá serán hápax. Como argumenta Rojo (2017), esta tendencia se mantiene también cuando se comparan subcorpus que organizan sus materiales cronológicamente de modo longitudinal; de este modo, si se incrementan cronológicamente los textos que contiene el corpus, de modo que se vayan sumando textos progresivamente más modernos a un corpus inicial de textos más antiguos, en todos los subcorpus temporales intermedios el número de hápax se mantiene constante en torno al 40 %. Los estudios consultados no cuantifican las palabras con frecuencia 2 o frecuencia 3, pero aun sin estos datos resulta evidente que la neología de muy baja frecuencia supone un porcentaje muy elevado de las palabras de un corpus, porcentaje que no llegará a cruzar jamás el umbral del uso esporádico. En otros términos, la neología mirada en su conjunto es mayoritariamente un conjunto de hápax o formas muy infrecuentes, de forma tal que es muy reducido el número de unidades que llega a incorporase al sistema de la lengua. Desde el punto de vista metodológico, sin embargo, la diccionarización de la neología halla su mayor dificultad no en estas numerosas formas de frecuencia muy baja, que constituyen la parte del león de la creación neológica, sino en las palabras de frecuencia baja, para las cuales el corpus no proporciona datos suficientes para atestiguar una extensión en el uso que justifique la inclusión de la voz en el diccionario general. Entre estas palabras de baja frecuencia se hallan formas nuevas —en el sentido de recientes—, pero también formas con uso consolidado pero no extendido, dialectalismos de alcance muy local, tecnicismos que no han trascendido el ámbito de la especialidad en que aparecieron, así como también tal vez documentaciones de tipos de lengua no suficientemente representados en el corpus, como por ejemplo la lengua coloquial. Los criterios específicos que se adopten para la neología seguramente deban atender a cuestiones propias de esta parcela del léxico, como la evolución temporal en el uso, pero desde el punto de vista metodológico el problema es parejo al de todo el léxico de baja frecuencia: discriminar lo infrecuente pero con distribución equilibrada en subcorpus distintos —cronológicos en el caso de la neología, por tipos de texto en los demás— de lo infrecuente y restringido a un tipo de texto, época o subcorpus específico.
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3. Los criterios lexicológicos, entre la redundancia y la información Decíamos más arriba que la selección de la nomenclatura de los diccionarios contempla en sus criterios lingüísticos, junto a las cuestiones de frecuencia y representatividad de las que nos ocupábamos en el apartado anterior, cuestiones de tipo lexicológico. Dichas cuestiones afectan a las palabras formadas mediante los procesos morfológicos de que dispone la propia lengua, de modo que al aplicarlos a la neología tienen sentido únicamente en relación con los neologismos formales, pero no, por ejemplo, en los préstamos o la neología semántica. Los criterios lexicológicos nacen en la encrucijada de la teoría lingüística con la praxis lexicográfica: cada tradición lexicográfica adopta convenciones distintas para representar las relaciones léxicas y los procesos morfológicos y gramaticales que operan dentro del componente léxico; a su vez, el concepto mismo de unidad léxica ha evolucionado con el tiempo, y con ello el modo como los diccionarios recogen ciertos tipos de unidades, como las unidades poliléxicas o determinadas unidades subléxicas, como los afijos o los formantes cultos. La reflexión metalexicográfica en español ofrece pocos estudios de conjunto sobre el tema, pero en cambio existe un muy elevado número de estudios parciales sobre aspectos específicos relacionados con él. A muy grandes rasgos, puede decirse que de la aplicación de estos criterios para la confección del lemario de un diccionario monolingüe general se dimana una incorporación selectiva de ciertos derivados, especialmente los apreciativos y otras formaciones de significado deducible, los adverbios en -mente, los nombres propios y los acortamientos, truncaciones y siglaciones (Haensch 1985; Pérez Lagos 1998; Bajo Pérez 2000; Castillo Carballo 2003). En todos estos casos, existe acuerdo generalizado en la bibliografía en que el diccionario debe recoger algunas de estas voces, pero no todas ellas, puesto que, según se argumenta, el diccionario no debe dar cuenta de formaciones regulares y de significado deducible, cuyo estudio corresponde a la gramática. El debate al respecto es extensísimo y rico en matices, por lo que aquí solo se esbozarán sus ideas principales. La línea maestra que articula la mayor parte de la discusión está muy vinculada a los diccionarios en papel, con sus inherentes restricciones de espacio, que llevan a excluir las entradas que se considera que no resultan informativas. De hecho, los principales argumentos que se aducen a favor de la aplicación de este tipo de criterios selectivos pierden gran parte de su sentido en los diccionarios digitales, pero los resumimos de todos modos aquí dado el peso que estas consideraciones tienen en la tradición lexicográfica del español. Gran parte de la discusión se ha centrado en la representación en el diccionario de las relaciones morfológicas, pues, por su estructura en artículos independientes, los diccionarios diseminan en múltiples entradas inconexas informaciones gramaticales relacionadas, especialmente aquellas que atañen a las familias de pa-
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labras y a las relaciones semánticas y gramaticales entre las bases de los procesos de formación de palabras y las palabras con ellas formadas. De hecho, la relación del diccionario con la morfología es altamente compleja, como ha mostrado Pena en numerosos trabajos (1994-1995, 2002, 2007, 2008). La principal dificultad se produce porque las formaciones morfológicas no son siempre regulares ni formal ni semánticamente, muy en especial por la coexistencia de procesos de formación patrimonial y de formación a partir de bases cultas (lechero vs. láctico, por ejemplo), de modo que las alternancias en los procesos de formación oscurecen algunas relaciones léxicas en el diccionario. A ello, debe sumarse la dificultad que supone el tratamiento lexicográfico de la creación de palabras a partir de formantes cultos (Torres Martínez 2008; Buenafuentes 2013), que añaden a los problemas propiamente morfológicos restricciones de uso ligadas a situaciones de comunicación propias de ámbitos especializados. Como señala García Platero (2000: 428), [p]ueden dejarse a un lado los seudoafijos en el momento en que se utilizan exclusivamente en la creación de estos vocablos sectoriales [de dominios de especialidad]. El problema viene cuando se emplean determinados elementos sufijales en dominios distintos de los que, en un principio se esperaba.
Excede los objetivos del presente capítulo la discusión de estas cuestiones, que solo interesan aquí en la medida en que las decisiones que se adopten afectan a la macroestructura del diccionario. Sucintamente, el criterio general se puede resumir en la idea, aceptada de modo más o menos implícito, de que los diccionarios generales solo deben incluir aquellas entradas que resulten informativas para el usuario —esto es, hablantes nativos adultos—, pero pueden suprimir en cambio aquellas que el usuario podría deducir a partir de su propio conocimiento de la lengua. Ello lleva a proponer, por ejemplo, eliminar todos aquellos derivados de significado deducible. Así, por ejemplo, García Pérez y Hoyos Puente (1997) proponen que solo se deberían incluir en los diccionarios los diminutivos lexicalizados; frente a ello, otros autores, como Moreno de Alba (1980-1981), abogan por incluir todos los derivados, aunque sean de significado deducible. Estas dos opciones suponen los extremos en un continuo que ha sido examinado, por ejemplo, en Díaz Hormigo (2009): la exclusión de algunas formas derivadas tiene el problema de generar vacíos en la cobertura del diccionario (Emsel 1992; González Pérez 2002; Bernal 2003, 2010), mientras que la inclusión de derivados regulares de significado deducible se considera redundante. De hecho, esta última consideración resulta en gran medida controvertida, dado que se basa en una visión en parte reduccionista de la función informativa del diccionario. Es cierto que, si se concibe el diccionario únicamente como
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una herramienta para la decodificación, su función es proporcionar buenas definiciones que satisfagan las necesidades de comprensión de palabras desconocidas que pueda tener un usuario potencial; en tal caso, ciertamente, las palabras de formación regular y significado deducible resultan superfluas. Sin embargo, el diccionario puede ser usado también con otras funciones, y proporcionar otras informaciones más allá de las definiciones. En este sentido, la inclusión de la voz en el diccionario puede responder a otras motivaciones. Por ejemplo, en el caso de la neología, la inclusión de una voz derivada de significado deducible puede informar al usuario de que esta formación está consolidada y tiene un uso extendido, a diferencia de otras formaciones regulares posibles pero de uso muy esporádico. Dicho en otros términos, si la frecuencia muestra que una palabra de significado es deducible es necesaria para los hablantes, incluirla en el diccionario sería informativo de este mismo hecho, tal como propone Freixa (2016). Algo similar ocurre con los adverbios en -mente (cf. Azipazu 1998-1999; Perdiguero 2006; Torner 2010, 2013). Muy resumidamente, el principal problema radica en la inclusión de adverbios con significado deducible, es decir, adverbios que actúan únicamente como modificadores del predicado verbal con el significado de ‘de modo + adjetivo’; en estos casos, la inclusión del adverbio parece innecesaria, si bien se ha argumentado que su mera inclusión muestra que el adverbio es posible en español, dado que no todos los adjetivos tienen capacidad para formar adverbios en -mente, lo que en sí es un dato informativo. En síntesis, los procesos de formación de palabras tienen una representación dispar en los diccionarios, con múltiples incoherencias en su aplicación, pero que muy sucintamente se cifra en la exclusión más o menos restrictiva de aquellas formaciones que, bien son producto de un proceso de formación regular y tienen un significado plenamente deducible, o bien tienen un uso claramente restringido a determinados registros especializados. Para que el diccionario no resulte por ello poco informativo, desde hace bastante tiempo existe un consenso generalizado en la oportunidad de incluir los afijos, pues, como propone Martín García (2000: 1086), “el tratamiento de los afijos como lemas permite dejar abierto el proceso de creación léxica, en cuanto que quedan recogidas las palabras potenciales de una lengua”. Una casuística algo distinta se presenta en el caso de los nombres propios, cuyo lugar natural se considera que lo constituyen las enciclopedias y no los diccionarios2. Como resume Herrero Ruiz de Loizaga (2002), se propone que solo se deberían incluir en el diccionario los nombres propios que se han le A pesar de que la visión que se ha tenido sobre ello ha evolucionado con el tiempo, tal como analiza Ariza Viguera (1993), y también Carriet Valiente (2019) en relación con los nombres patronímicos. 2
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xicalizado (como quijote, barrabás u olimpo), aquellos que se integran en la fraseología (como ponerse como el Quico) y aquellos nombres comunes que tienen acepciones como nombres propios (como sol o tierra). Sin embargo, no existe, que nosotros conozcamos, una reflexión suficiente sobre la inclusión en los diccionarios de derivados a partir de bases que constituyan nombres propios (Cabré et al. 2000), salvo en el caso de los gentilicios (García Padrón/Morera Pérez 2015), que suponen un problema de naturaleza muy similar al de la derivación de significado deducible. En el caso de los patronímicos, en cambio, las principales reflexiones se han producido desde el ámbito de la neología, en la descripción de los procesos neológicos del español, pues son muy frecuentes las formaciones con -ismo e -ista a partir de nombres propios de personajes relevantes en un momento dado (García Velasco 2015). A modo de síntesis, podemos concluir que los criterios lexicológicos que se aplican a la selección del léxico para la determinación de la nomenclatura del diccionario de lengua tratan de resolver la tensión que se produce entre redundancia e informatividad: como criterio general, solo las entradas que aporten algún tipo de información al usuario que las consulte deben ser incluidas en el diccionario. Los numerosos estudios publicados, fundamentalmente, no tratan de cuestionar este criterio general, sino que en relación con diversas subclases de palabras discuten qué entradas resultan informativas y cuáles no, qué se considera informativo y cuál es la información que se pierde al excluir determinadas voces de la macroestructura. La reflexión sobre la diccionarización de la neología, como ocurre con lo relativo a las cuestiones de frecuencia, también ha incidido en los criterios lexicológicos para la sanción en los diccionarios de las palabras y significados nuevos. Interesa contrastar las conclusiones a las que llega la bibliografía especializada en este sentido con los criterios rápidamente esbozados más arriba respecto de la selección de nomenclatura propuestos para el léxico general. Diversos trabajos sobre el tema, en efecto, han puesto su atención en las cuestiones semánticas y formales de la neología léxica como criterio para decidir sobre su inclusión en el diccionario. La lectura de estos trabajos revela que las cuestiones lexicológicas cumplen un papel doble en la discusión sobre la sanción lexicográfica de la neología. En primer lugar, estas cuestiones pueden orientar sobre las posibilidades de estabilización de las formaciones neológicas, lo cual incide en su diccionariabilidad. En concreto, las voces neológicas que presentan determinadas características tienen unas probabilidades de estabilización menores, lo cual hace poco recomendable su inclusión en los diccionarios. De este modo, los criterios de tipo lexicológico aplicados al análisis de la neología se toman aquí como condiciones que apuntan hacia la exclusión de determinadas formas neológicas del diccionario debido a su poca estabilización.
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Así, por ejemplo, tanto Estopà (2015) como Bernal (2015) aducen que la trasgresión de las reglas de formación de palabras, que se observa con mucha frecuencia en los ocasionalismos con efectos estilísticos o irónicos (Bernal/Milà-Garcia 2021), actúan como obstáculos para la estabilización de la neología. Por ello, se considera que la trasgresión morfológica suele tener como resultado una menor diccionarización de la neología (Freixa 2010a; Sánchez Manzanares 2013). En este mismo sentido, Adelstein y Freixa (2013: 8) constatan que “no suelen incorporarse al diccionario palabras formadas sobre nombres propios que, con los sufijos -ismo e -ista, forman palabras que designan corrientes ideológicas y sus seguidores”, así como tampoco sus posteriores derivados con los prefijos ultra- e contra-, pues estas formas generalmente experimentan una rápida obsolescencia, ya que su uso está muy ligado a situaciones coyunturales. En segundo lugar, los criterios de tipo lexicológico se han tenido en cuenta también en relación con las convenciones generales que rigen la confección de nomenclatura. Esto es, se analizan las formas neológicas en cuanto a palabras de la lengua, y como tales se les aplican los criterios de análisis lexicológico que se tienen en cuenta para la diccionarización de cualquier parcela de léxico. A este respecto, los diversos artículos publicados, de modo similar a lo que ocurre con los trabajos reseñados más arriba en este mismo apartado, tratan de hallar criterios específicos que permitan determinar en qué casos la introducción de la entrada en la macroestructura resultará informativa para el usuario y en cuáles la entrada resultará redundante, ya que aportará únicamente información deducible a partir del conocimiento que el usuario posee sobre las reglas morfológicas de formación de palabras. Adelstein y Freixa (2013) y Freixa (2016), por ejemplo, discuten la inclusión en los diccionarios de lengua de los derivados neológicos y proponen introducir todos aquellos que presenten algún grado de impredictibilidad (semántica, en la distribución geográfica de variantes o en las soluciones ortográficas), es decir, cuando su introducción en el diccionario aporta una información que el usuario no puede deducir a partir de su conocimiento del sistema lingüístico. Además, abogan por “incorporar la mayoría de las unidades formadas con reglas muy productivas y predictibles si forman parte del conjunto de unidades más frecuentes del uso de los hablantes” (Adelstein/Freixa 2013: 7). Asimismo, proponen excluir de la nomenclatura los derivados con prefijos apreciativos como archi-, hiper- o mega-, cuyo significado resulta deducible, puesto que suelen ser unidades que no se estabilizan en el uso. En esta misma línea, analizan las relaciones semánticas que se producen entre la base del proceso morfológico y la voz derivada para determinar en qué casos el significado del derivado es deducible, y, por lo tanto, su inclusión en el diccionario no es necesaria. Así pues, la consideración de las características lexicológicas de la neología se toma como criterio para su inclusión de la nomenclatura de los diccionarios en
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un doble sentido. Por un lado, se aplican al análisis de los neologismos en cuanto neologismos. Es decir, la sanción lexicográfica de la neología debe dilucidar en un primer momento si los candidatos a entrar en el diccionario se han estabilizado en su uso; para ello, se toman en consideración diversos factores, fundamentalmente relacionados con la frecuencia, pero entre ellos se cuentan asimismo las propiedades formales y semánticas de las formaciones neológicas, puesto que los neologismos que poseen determinadas propiedades presentan mayor resistencia a la estabilización, lo cual constituye un argumento en contra de su diccionarización. Por otro lado, los criterios lexicológicos se aplican también al análisis de los neologismos en cuanto palabras de la lengua. Es decir, la confección de las nomenclaturas se ciñe al principio de la informatividad, de modo tal que las entradas lexicográficas que únicamente aportan información deducible no suelen incluirse en los diccionarios de lengua; en las palabras creadas mediante recursos morfológicos de formación de palabras, la informatividad de la entrada depende en gran parte de las propiedades formales de la voz, dado que el significado de determinadas palabras se considera deducible a partir del conocimiento lingüístico de quien consulta el diccionario (como ocurre con los afijos apreciativos, por ejemplo). De este modo, los criterios lexicológicos aplicados a la neología tratan de desentrañar en qué casos su significado es deducible, de igual modo que se hace con cualquier palabra compleja de la lengua. 4. Representación e información Todo diccionario es un modelo sobre el conocimiento que los hablantes de una lengua tienen sobre su componente léxico. Como tal modelo, por tanto, no refleja el conocimiento real de ningún hablante, sino que es una abstracción sobre el conocimiento léxico compartido por una comunidad lingüística. En el proceso que conduce a dicha abstracción, el lexicógrafo lleva a cabo una selección del léxico que recoge el diccionario, de modo que el lemario resulta necesariamente de la aplicación de unos criterios que han priorizado unas voces y descartado otras. Este proceso de selección afecta a todo el léxico registrado en el diccionario, y afecta también, por tanto, al vocabulario neológico. La diccionarización de la neología, como consecuencia, debe examinarse a la luz de los criterios que se aplican de modo más general para la selección de la macroestructura de los diccionarios, ya que la sanción lexicográfica de la neología supone la concreción de los criterios de selección de lemas al aplicarlos a la parcela específica del léxico que constituyen las voces de aparición reciente. Tal como se ha visto más arriba, la confección de la nomenclatura de un diccionario supone un proceso de selección que tiene como objetivo identificar aque-
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llas voces que cumplen con determinados criterios de diccionariabilidad. En las páginas precedentes hemos examinado los criterios de tipo interno o lingüístico, que hemos agrupado en dos grandes conjuntos, los criterios de uso y los lexicológicos. La distinción entre unos y otros no es únicamente metodológica, como podría desprenderse de una primera lectura de los apartados precedentes, sino que ambos tipos de criterios desempeñan una función distinta en la confección de la macroestructura y responden, pues, a una motivación diferente. Los criterios de uso, por un lado, tienen como razón fundamental obtener una selección del vocabulario que resulte representativa del conjunto. De este modo, su objetivo fundamental se cifra en hallar herramientas metodológicas robustas para identificar de manera objetiva aquellas voces que forman parte del caudal léxico compartido por la gran mayoría de hablantes, lo que se suele denominar vocabulario general. Por lo tanto, el foco se pone en la capacidad de distinguir lo que forma parte del acervo común, lo que con las herramientas de lingüística de corpus al alcance hoy en día se cifra en determinar qué voces tienen un uso frecuente con una distribución homogénea en un número suficiente de textos. En este proceso, la selección se hace para eliminar lo anecdótico. Los criterios lexicológicos, a su vez, tienen como razón fundamental obtener una selección del vocabulario cuyas entradas proporcionen al usuario información que este no habría podido deducir a partir del conocimiento que tiene de la lengua. Así pues, el objetivo fundamental no es excluir voces que un usuario ideal no emplearía ni aparecerían en textos de uso general, sino excluir voces que dicho usuario podría emplear y podría también hallar en textos de uso general pero que se supone que no necesita buscar en los diccionarios porque puede deducir su significado a partir de su propio conocimiento de la lengua. En este proceso, por ende, la selección se hace para eliminar lo no informativo —o, en rigor, lo que se considera prescindible en una determinada concepción del diccionario cuando existen restricciones de espacio que no permiten una nomenclatura excesivamente larga—. En ambos casos, el diccionario se plantea para satisfacer las necesidades de un hablante ideal, que no corresponde cabalmente a ningún hablante real de la lengua. Dicho hablante no buscará en el diccionario léxico perteneciente a parcelas muy delimitadas de la lengua, ya que el modelo de hablante ideal hace abstracción de la variación lingüística muy específica. A su vez, se presupone que a dicho hablante ideal no debe proporcionársele información sobre voces cuyo significado puede deducir, habida cuenta de que el diccionario le proporciona la información suficiente para construir dicho significado, al incluir las bases derivativas y los principales afijos, por ejemplo, o si establece un sistema de remisiones internas que permita reconstruir relaciones léxicas y familias de palabras. Estos criterios se han planteado en la bibliografía especializada en relación fundamentalmente con los diccionarios en papel, que tienen fuertes restricciones
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de espacio que obligan a criterios mucho más selectivos que los diccionarios digitales (Gelpí 2003). Los diccionarios en soporte electrónico, frente a las obras en papel, no tienen restricciones de espacio en relación con la macroestructura3, por lo que pueden aplicar criterios menos restrictivos. Por ello, estos diccionarios pueden plantearse la incorporación de un número de voces mayor, de modo que pueden registrar en su macroestructura voces cuya entrada aporte información al usuario más allá de su significado deducible —aunque sea meramente su existencia como voces documentadas con frecuencia, y no solo como formas morfológicamente posibles—. Sin embargo, la nomenclatura de estos diccionarios resulta también de un proceso de selección del léxico, que en esencia no difiere del aquí presentado, aunque los límites para la inclusión de una voz puedan ser mucho más laxos. El proceso de selección de la nomenclatura del diccionario se debe aplicar a la selección de la neología, en la medida en que los neologismos son unidades léxicas susceptibles en principio de ser incorporadas al diccionario. Cuando se aplican a la neología, sin embargo, los criterios lingüísticos de selección de la macroestructura —tanto los de uso como los lexicológicos— operan en un doble nivel, o más precisamente, se aplican con una doble función. En primer lugar, se emplean para determinar la estabilización (real o potencial) de la neología, es decir, para medir su grado de neologicidad. De este modo, su frecuencia en los corpus debe dar muestras de estabilidad en el uso, y sus características formales y semánticas —y probablemente, también pragmáticas— deben responder a los patrones generales del léxico de la lengua. En segundo lugar, se emplean para determinar si los neologismos responden a los criterios con los que los diccionarios sancionan la inclusión del léxico general, es decir, para determinar si como unidades léxicas son diccionarizables. De este modo, los datos de frecuencia no solo han de mostrar consolidación en el uso, sino también distribución en tipos de texto diversos; además, su inclusión en el diccionario debe satisfacer el criterio de informatividad al que está sometido todo el léxico incluido en él. En este sentido, no obstante, la consolidación de una forma posible es en sí misma una información para el usuario, que puede tener dudas sobre la extensión del uso de cierta unidad. Así pues, la diccionarización de la neología considera los neologismos a la par como unidades neológicas y como unidades léxicas. En cuanto unidades neológicas, los neologismos son diccionarizables solo en la medida en que se han desneologizado. En este sentido, el grado de neología y el de diccionarización son propiedades inversamente proporcionales: cuanto más neológica es una voz, menos Sí tal vez en lo relativo a la microestructura cuando se diseñan para ser consultados desde teléfonos móviles. 3
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pertinente es su inclusión en el diccionario. En palabras de Sánchez Manzanares (2013: 112) “a mayor valor [de neologicidad], menor probabilidad de registro lexicográfico”. En cuanto unidades léxicas, en cambio, la diccionariabilidad de los neologismos es independiente de su grado de neologicidad, o es una capa añadida a ella. Así, un neologismo ya consolidado en el uso puede no ser diccionarizable por los mismos motivos que lo puede ser cualquier otra unidad léxica. De hecho, como muestran Bernal, Freixa y Torner (2020a), en la diccionarización de neologismos de uso ya consolidado intervienen sobre todo criterios de coherencia interna del diccionario, esto es, criterios lingüísticos de selección macroestructural como los examinados en este trabajo. El estudio para la sanción lexicográfica de la neología, así pues, debe atender a esta doble dimensión y observar las formas neológicas desde esta doble perspectiva. La diccionariabilidad de la neología es, pues, una propiedad dual, que actúa en un plano doble: el de la consolidación en el uso y el de los criterios que gobiernan la confección de diccionarios.
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1. Introducción No cabe duda de que entre neologismo y diccionario hay y ha habido siempre una relación ineludible. Al respecto, Manuel Alvar (1992: 51) decía: “Hace años que el problema de los neologismos está entre las preocupaciones cotidianas de los lingüistas. Unas veces se habla de palabras nuevas y se les dedican diccionarios, otras se suscitan problemas generales en una actividad que se llama neología”. El neologismo es la prueba evidente de la vitalidad de las lenguas. Pero, ¿cómo y quiénes crean esas palabras nuevas? Dependiendo de si se enmarcan en el ámbito de la llamada lengua común o en el ámbito de las temáticas especializadas se crearán más o menos espontáneamente y se priorizarán unos criterios de formación u otros. Será el diccionario la clave para determinar cómo y en qué ámbitos se han llevado a cabo tales creaciones. Debemos reconocer que, aún con las limitaciones a las que nos hemos referido ya en otras ocasiones (Guerrero Ramos 2015), es el criterio lexicográfico el que, al menos hasta el momento, permite medir con cierta objetividad la neologicidad de una voz. Ahora bien, es verdad que toda actividad humana es siempre un poco subjetiva y la inclusión de un neologismo en los diccionarios depende de la ideología y de la competencia lingüística del equipo que conforme la redacción del diccionario. Es cierto que los lexicógrafos han de mostrar mucha cautela ante la aceptación del neologismo. Una vez fijados los criterios de dicha aceptación, suelen mantenerlos en todas las palabras consideradas, lo que permite cierta homogeneidad, cierta objetividad en la selección. Por otra parte, hemos de tener en cuenta que el diccionario desde el punto de vista social es reconocido por una comunidad lingüística como institución, con lo que trasciende el carácter descriptivo de la lengua y se constituye en autoridad prescriptiva. En realidad, los diccionarios, se
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erigen, como han señalado no hace mucho Ten Hacken y Koliopoulou (2020), en “guardianes” que determinan lo que es aceptable y lo que no lo es. Influyen, por tanto, de forma determinante en la aceptación y difusión de los neologismos que en ellos se incluyan. Existe la sensación generalizada entre los hablantes de que al entrar una palabra en el diccionario adquiere carta de naturaleza. Sin embargo, hemos de reconocer que tal palabra es aceptada en el diccionario no de manera inmediata, sino que ha de ser usada durante un tiempo prudencial. Por otra parte, los medios de comunicación son muy eficaces a la hora de implantar un neologismo y, evidentemente, no son los mismos con los que contamos ahora que los que había en la época de Nebrija o en la de Covarrubias. Además, el hablante de una determinada época se encuentra con un estado de lengua ya de alguna manera normalizado y lo acepta, pero esas mismas palabras en un estado anterior debieron ser sometidas a un proceso de selección para su entrada en el diccionario. En dicho proceso se suelen priorizar aspectos de prestigio o necesidad. Somos conscientes de que es muy difícil que los lexicógrafos compartan una opinión unánime sobre qué neologismos se deben usar, entre otras cosas, porque no se suele coincidir a la hora de decidir qué se entiende por neologismos necesarios y qué por neologismos superfluos. Todas las palabras, incluidas las especializadas, han tenido un primer momento neológico. La neologicidad de una misma unidad puede variar según los usuarios del texto en que aparece, lo que nos lleva a considerar no un único receptor. Tal posición ha permitido que desde hace ya años vengamos defendiendo la distinción entre neologismos de emisor, por un lado y neologismos de receptor, por otro. Probablemente lo que para un receptor determinado sea neologismo no lo sea para el emisor, sencillamente porque no comparten el mismo canal comunicativo1. Es posible que una palabra originada en una especialidad concreta deje de ser neológica mucho antes de que lo sea para un receptor que desconoce dicha especialidad. Esta propuesta que hacemos ha sido compartida recientemente por Cabré (2015b), quien afirma que a dicha división hay que añadir la difusión del neologismo para su consideración como tal (Cabré 2015b: 128): Un parlant pot produir un neologisme per sorprendre, cridar l’atenció, reafirmar-se, adherir-se a algú o alguna tendència, transgredir conscientment la canonicitat lèxica, etc. Aquestes actituds s’han descrit en termes de funcions dels neologismes des de la producció. Paral·lelament, un individu pot sentir-se estranyat, intrigat, confús, etc., en tant que receptor de neologismes produïts per altri: són funcions dels neologismes des
No es lo mismo la creación que la recepción y, en definitiva, de lo que se trata, siguiendo las máximas de Grice, es de que la comunicación entre ambos sea efectiva, pero esto no es siempre así. 1
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de la recepció. Finalment, els neologismes poden tenir un relleu social més o menys gran en funció del tipus de neologisme i la situació en què es produeix: són funcions lligades a la situació o circulació dels neologismes.
A todo ello hay que añadir que los diccionarios no pueden recoger absolutamente todo por muchas razones incluidas también las económicas que han impuesto las editoriales de las que, como ha puesto de manifiesto García-Macho (1994), es ya partícipe el propio Nebrija cuando él mismo en su obra lexicográfica dice (García-Macho 1994: 242): Estrechemos esso mesmo el volumen debaxo de una maravillosa brevedad, porque la grandeza del precio no espantasse alos pobres de lo comprar, ni la frente alta del libro alos ricos bastiosos de lo leer, y tan bien porque más ligero se pudiesse traer de un lugar a otro en la mano y seno so el braço.
Pero, en definitiva, el hecho de que una voz nueva sea recogida en el diccionario es una señal, como venimos afirmando, de garantía y de prestigio, sobre todo, si el diccionario es el académico. Por tanto, la difusión, aceptación y pervivencia de los neologismos está estrechamente ligada al diccionario. 2. Historia de la neología en los diccionarios del español desde Nebrija hasta el DLE Como muy bien dice Gloria Clavería Nadal (2010: 198), tal como señalan “Blecua […] y Gutiérrez Cuadrado […], los estudios sobre las características diacrónicas, diatópicas o diastráticas del uso del léxico en el pasado se encuentran en buena medida limitados por los conocimientos actuales de la historia del léxico”. Añade esta autora (Clavería Nadal 2010: 198) que “resulta dificultoso en ocasiones interpretar si la selección de una palabra en una obra determinada conlleva su uso como arcaísmo o como neologismo desde la perspectiva de la lengua de la época; por ello, adquieren un valor inestimable las apreciaciones de los lexicógrafos sobre el uso de las palabras en su tiempo”. Analizaremos lo que ha supuesto la recogida de neologismos fundamentalmente en Nebrija y en la Academia, aunque nos detendremos brevemente también en Covarrubias. Comenzamos, lógicamente, por el que consideramos primer diccionario de nuestra lengua y que permite tal denominación, el de Elio Antonio de Nebrija, diccionario bilingüe concebido desde el español. Consideraremos, por supuesto, el también primer diccionario monolingüe del español, el de Sebastián de Covarrubias y acabaremos nuestro recorrido en la Academia. Para ello queremos observar la actitud de los académicos ante el neologismo tanto a través de
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sus discursos de entrada en la institución como de los prólogos de las distintas ediciones del diccionario académico. 2.1. Actitud de Nebrija ante los neologismos En los diccionarios de Nebrija, como ya señalara García-Macho (1995: 200) refiriéndose a la primera edición del Vocabulario español-latino, encontramos una gran riqueza léxica “tanto por lo que se refiere a los cultismos, arcaísmos, tecnicismos, neologismos y extranjerismos, como a las formaciones derivadas y sinónimas”. No obstante, como era de esperar, es un autor muy cauto a la hora de introducir neologismos. En sus diccionarios no se recoge, por supuesto ni la palabra neología ni la palabra neologismo. Tampoco nuevo. Sin embargo, él mismo en el prólogo del Diccionario latino-español (1492) dice de los neologismos: Nuevas son las palabras que los autores mui aprovados osaron sacar a luz no aviendo las en antes: por aquella notable regla de oracio. Fue lícito y siempre sera sacar nombre del cuño que se usa. […] puede se escusar: por que ningun nombre latino hallo por el cual diesse a entender lo que queria: no siendo aquella cosa entre los antiguos. Assi io mesmo enesta parte ose muchas cosas: delas cuales entre tanto me parece que deven usar: hasta que por otros se hallen otras mejores.
De tales palabras se deduce que nuestro autor solo acepta las nuevas palabras cuando son estrictamente necesarias porque sirven para nombrar conceptos inexistentes anteriormente, porque no encuentra ningún nombre latino y además deben ser aprobadas por las autoridades. No debemos olvidar que “aunque Nebrija bebe de las obras clásicas, necesita léxico que no está en el latín clásico para describir las nuevas realidades de su época. Es por esto que crea formas castellanas, pero también añade a sus obras formas latinas siguiendo modelos que ya existían. Nebrija concibe el latín de su época como una lengua dinámica con capacidad creativa a partir de reglas de prestigio. Esta es una visión constructiva y abierta de la lengua latina, la cual a buen seguro influyó de manera decisiva en su concepción del castellano y en particular en lo que afecta a la neología” (López Cal 2016: 3). Debemos tener en cuenta que Nebrija tiene bien presente que, como decía Monlau (1863: 23), “las flores del idioma castellano en el siglo xvi nacieron del tallo del romance de la Edad Media, así como este tallo tuvo por raíces el Latín”. Ante tal panorama nos resultaba difícil encontrar neologismos en su obra, pero, como era de esperar, no descuidaría este aspecto. En realidad, Nebrija mantuvo, como ha señalado Morcillo León (2009: 134),
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con relación a los nova verba una postura prudente y ecléctica empleando, cuando la necesidad lo imponía, neologismos o verba peregrina para designar las nuevas realidades que no tenían correspondencia en la terminología latina clásica. Así, lejos de ser un servil imitador de la terminología historiográfica latina clásica y de latinizar absolutamente todo, Nebrija, perfecto conocedor de la gramática y consumado lexicógrafo, se sitúa en la línea innovadora iniciada por los humanistas italianos Biondo Flavio y Lorenzo Valla.
Para comprobar qué representación tienen los neologismos en la obra de Nebrija, hemos llevado a cabo un vaciado del léxico contenido en el Diccionario latino-español (1492) y en el Vocabulario español-latino (¿1495?). En el primero hemos recogido un total de setenta y una entradas en latín tachadas por Nebrija de nuevas, a las cuales, efectivamente, como él mismo indica en el prólogo, les da el calificativo de nouum, que se reducen a sesenta y cuatro si les damos la vuelta para considerarlas desde el español y no desde el latín. En el segundo, sin embargo, que sí parte desde el español, el número de entradas es mayor: ochenta y seis. Tales neologismos son los siguientes2: abilitar, acítara, agraz, agujeta, agujetero, ahijado -da, andarraia, antruejo o indroido, aspa, aspar, atacar, axenuz, bachiller, bendezir, bendicion, berengena, bissiesto, boleo, brial, cabeçon de camisa, cabildo, cadillo, cagon o cagona, calaboço, calçada, calças, candela, candelero, cañafistola, capelo, capítulo, caravela cárabo, cardenal, cardenaladgo, carnal, carnes tollenda, carnaval, casi fistula, cofrade, compadre, compadradgo, consul, contar, contador, coroça, cabon, cedo o presto, quantocyus, certificar, cincuesma, citola, cuaresma, dama, damicela, dar palmada, dean, decreto, descomulgar, descomunion, devanaderas, ducado, duque, escribe falsia, echacuervo, echacorveria, embudo, empanada, empeine, encarcelar, endibia, empeorar, engeño, escaviosa, espelta, estremadura, gallocresta, gato, granada, í, halcon, hornazo, jueves, Inglaterra, ingles o inglesa, legitimar, legitimacion, madrugar, marques, marquesa, missa, mozo, nacimiento, ni, Nuruega, olmedo, padrino, papel, particular, particularmente, passion, penitenciario, pereza, pompa, presentar, prestamo, primicerio, protonotario, rendajo, repicar, repique, resistencia, rezma, sacabuche, saia, sedadera, ser mesmo, peinar, serviente, setiembre, titulo de colorado, tuerto, Ubeda, union, valor, zebratana. Lo cierto es que en su obra hay muchos más neologismos, pero no son reconocidos por él como tales, es decir, no aparecen con la marca nouum, y a nosotros nos interesa solo lo sancionado como nuevo por su parte, para saber su grado de consciencia. Pensemos por ejemplo en canoa, primer americanismo del español recogido por primera vez en español en el Vocabulario español-latino. Son El estudio pormenorizado puede verse en Guerrero Ramos (en prensa).
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muchas las voces que suponen la primera documentación en español en una u otra obra de Nebrija o en los dos diccionarios nebrisenses tal como pusimos de manifiesto en Guerrero Ramos (1995: 157-169). Algunos ejemplos de esa primera documentación son acicalar, acetrería, albriciar, bretón, corrillo, esgambete, trefedad, trinchante, trinchete, entre otros. El número de neologismos recogidos como tales por Nebrija demuestra una vez más que, como ha dicho Hinojo Andrés (2006: 125), “como en otros campos de la lingüística, Nebrija se adelantó a nuevos postulados e ideas sobre el lenguaje. Pero apelaba a la prudencia y a la moderación en este terreno y, por ello, insistía en la necesidad de comprobar que no hubiera ningún término antiguo que fuera válido para expresar ese instrumento, esa institución o ese concepto”. En realidad, esta muestra de su actitud ante tales palabras es la que ha habido a lo largo de la historia y es un precedente de la de todos los lexicógrafos posteriores, especialmente la de los académicos ante los mismos, salvo contadas excepciones. 2.2. Actitud de Covarrubias ante los neologismos Antes de hablar de la labor académica debemos mencionar el Tesoro de la lengua castellana o española (1611), principal precedente del diccionario académico, tal como se reconoce en el prólogo del Diccionario de Autoridades (tomo I, pág. 1), donde se dice lo siguiente: porque hallandose el Orbe literário enriquecido con el copioso número de Diccionarios, que en los Idiómas, ò Lénguas extrangéras se han publicado de un siglo à esta parte, la Léngua Españóla, siendo tan rica y poderosa de palabras y locuciones, quedaba en la mayor obscuridád, pobreza è ignoráncia, aun de los próprios que la manejan por estúdio, y remóta enteramente à los extrangéros, sin tener otro recurso, que el libro del Thesoro de la Léngua Castellana, ò Españóla, que sacó à luz el año de 1611. Don Sebastian de Covarrubias, y despues reimprimió Gabriel de Leon en el año de 1672. añadido de algunas voces y notas por el Padre Benito Remigio Noidens de los Clerigos Regulares Menores. 2 Es evidente que à este Autór se le debe la glória de haver dado princípio à obra tan grande, que ha servido à la Académia de clara luz en la confusa obscuridád de empressa tan insigne; pero à este sabio Escritor no le fué facil agotar el dilatado Océano de la Léngua Españóla, por la multitud de sus voces: y assi quedó aquella obra, aunque loable, defectuosa, por faltarla crecido número de palabras.
Hemos de tener en cuenta que Covarrubias tiene el reto de hacer un tesoro de la lengua española a la altura de los que ya se habían hecho para otras lenguas. Pese a las posibles limitaciones que se le han querido achacar, como la que acabamos de aportar procedente de Autoridades, hemos de reconocer, como también
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se dice allí mismo, que acometió una gran empresa él solo. En realidad el Tesoro es una obra de cuya riqueza nadie duda. Sus aportaciones son innegables en muy distintos ámbitos y en el de la neología también3, como era de esperar. Tal como ha demostrado Clavería Nadal (2010), las aportaciones de Covarrubias al ámbito de la neología del español, como en tantos otros, son fundamentales para un mejor conocimiento de nuestra lengua. Covarrubias afirma en la carta al lector que los seres humanos son ante todo sociables: “Entre otras muchas cosas con que el hombre, animal racional, se diferencia de los demás, que carecen de razón, es ser sociable, calidad propia suya”. En consecuencia es consciente de que el lenguaje, medio de comunicación entre los seres humanos, no puede avanzar si la sociedad no avanza. Decide, por tanto, acoger en su obra los neologismos que respondan a las necesidades del momento en el que se originan. Sabe que ante las nuevas realidades de cada día, la lengua solo tiene una salida: incorporar un elemento léxico en su sistema que dé cuenta de cada concepto, bien mediante la creación de un nuevo término (neologismo formal), bien mediante la adopción o adaptación de una forma extranjera (préstamo) o bien mediante la aplicación significativa de dicho concepto a una forma ya existente (neologismo semántico). En su obra, no obstante, no hay marcas neológicas pero sí indica cuándo estamos ante un neologismo recurriendo a una serie de explicaciones que le permiten catalogar dichas voces como tales. Son los mismos procedimientos que utiliza para indicar que estamos ante préstamos o palabras especializadas, como ya tuvimos ocasión de demostrar en otra ocasión4. Covarrubias, como era habitual en la época se ve en la necesidad de justificar la introducción de palabras nuevas en su obra y como ha indicado Clavería Nadal (2010: 200-201), se refiere más frecuentemente a los procesos de préstamo que a las palabras derivadas. De hecho, en la entrada lengua justifica así la aceptación de préstamos: “hanse ayuntado algunos otros vocablos italianos, franceses, alemanes y de otras naciones, aunque estos son pocos, y los más han venido con las mercaderías y cosas que se han traído a España, conservándoles sus propios nombres”. La verdad es que se muestra muy comedido ante las palabras nuevas tanto cuando se trata de préstamos como de palabras derivadas. Solo reconoce palabras nuevas, de manera explícita, en tres ocasiones: cariacontecido registrada como voz nueva en la entrada acontecer, mitra scelerata recogida en la entrada coroza y lacayo. A compadre la considera palabra nueva y bárbara. Sin embargo, parece que le resulta más fácil justificar el préstamo: al fin y al cabo se trata de nombrar algo traído de fuera. El contacto con las nuevas lenguas Un buen estudio sobre los neologismos en este autor puede verse en Clavería Nadal (2010). Véase al respecto Guerrero Ramos (1990, 2016a).
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le permite acudir a ellas para utilizar o tomar prestadas también las palabras con las que se designan los nuevos conceptos. Lo cierto es que, como demostramos en 2013, fueron muchos los préstamos recogidos por Covarrubias en el Tesoro, ya que como ha señalado Bustos Tovar (2012: 158), “aunque Covarrubias se sitúa entre los que hoy llamaríamos defensores del ‘genio del idioma’, es decir, de lo propio y genuino, no por eso fue enemigo de incorporar términos nuevos, bien procedentes del latín, bien de otras lenguas europeas, especialmente del italiano”. 2.3. Actitud de la Academia ante los neologismos Si atendemos a la obra lexicográfica académica hemos de decir que el Diccionario de la lengua española empieza en 1780, con la aparición —en un solo tomo para facilitar su consulta— de una nueva versión, ya sin citas de autores, del primer diccionario de la institución, el llamado Diccionario de Autoridades (1726-1739). El de 1780 fue, por tanto, el precedente de la serie de diccionarios usuales que llega hasta hoy. Como se sabe, desde entonces, se han publicado veintitrés ediciones de la obra. La más reciente, la 23.ª, salió de imprenta en octubre de 2014. La Academia nace en 1713 con el propósito de apoyar y defender la lengua y literatura españolas. El marqués de Villena crea la institución con el fin de trabajar para que nuestra lengua conserve el esplendor que ha alcanzado, tal como se afirma en el Discurso proemial sobre el origen de la lengua castellana: “hasta que en estos dos últimos siglos ha llegado à la perfección en que oy se halla, y para cuya estabilidád y permanéncia se dedican los trabájos y estúdios de la Académia, en medio de que reconóce que nada es estable en las cosas humanas” [i.XLVIII]. De entre esos trabajos y estudios que debe abordar la Academia, quizá uno de los principales sea el Diccionario de Autoridades, elaborado entre 1726 y 1739. 2.3.1. Actitud de la Academia ante el neologismo a través de los prólogos Si partimos de los prólogos, desde la planta se muestra la intención de desterrar las voces nuevas inventadas sin prudente elección5. Sin mostrar excesivo entusiasmo, la actitud hacia el vocabulario especializado parece más permisiva y, progresivamente en las sucesivas ediciones, los académicos se ven obligados, aunque con reticencias, a ir admitiendo el léxico nuevo procedente de los avances científicos y técnicos. Todo ello porque, aunque en los estatutos, prometen la Un estudio diacrónico sobre los neologismos en los diccionarios académicos puede verse en Berdugo Almellones (2013). 5
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realización de un diccionario de voces de artes y oficios y vocabulario científico y técnico, este nunca vio la luz. En dichos estatutos también se menciona junto a otros muchos proyectos un diccionario de neologismos, que tampoco se llevó a cabo6. En el prólogo de Autoridades se explica cómo se han de cumplir una serie de normas relacionadas con los tecnicismos, los arcaísmos, neologismos, etc. En lo que a los neologismos se refiere se dice que son objeto de censura junto con algunas otras palabras: “y solo dá censúra à las que por antiquadas, nuevas, supérfluas, ò bárbaras la necessítan”7. Tal actitud reticente cambia desde la edición de 1956 en cuyo preámbulo ya de una manera abierta confiesan que han introducido muchas voces que corresponden al vocabulario puesto en circulación por las técnicas modernas en medicina, automovilismo, deportes, radio, física nuclear, etc., para dar “satisfacción a importantes sectores de opinión que desean hallar en el DICCIONARIO, no solo las voces de nuestro patrimonio tradicional, sino también la explicación de esos neologismos, que de poco tiempo a esta parte, han arraigado y tiene amplia difusión en el lenguaje; como antibiótico, genocidio, cromosoma, deuterio, poliomielitis, cibernética, etc.”. En la edición de 1970, de nuevo en el preámbulo, podemos leer: Se ha aumentado un número importante de voces y acepciones con el criterio, ya iniciado antes, de incorporar las que, como consecuencia del rápido progreso que se observa en las ciencias y en las técnicas, y merced a la gran eficacia de los medios de difusión de los que hoy se dispone, pasan diariamente de la nomenclatura especializada al lenguaje culto general e incluso al dominio común.
Este es el criterio que la Academia mantiene hasta el momento con respecto al vocabulario especializado, dando cabida a aquellos términos que sufren un proceso de desterminologizacón o banalización. Sin embargo, cuando se trata de voces nuevas consideradas no necesarias la situación es distinta. De hecho, en el prólogo de la edición de 1832 se reconoce abiertamente que: La Academia ha sido severa en esta calificación; y lejos de adoptar fácilmente y sin mucho examen voces y locuciones nuevas, ha desechado todas aquellas que no se hallan autorizadas por ejemplo de nuestros escritores clásicos ó por el uso claramente reconocido como general y constante. Muchas veces ha diferido la admisión, dando tiempo a que prescriban voces bien formadas, que empiezan á introducirse, y suenan Véase al respecto Azorín Fernández (2018: 57) y Fries (1989: 70). Prólogo al Diccionario de Autoridades (p. 13). Si bien se equiparan las palabras anticuadas con las nuevas, superfluas o bárbaras, a lo largo de dicho prólogo se deduce que los arcaísmos reciben mejor trato y, tanto si continúan en uso como si no, se recogen. 6 7
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ya con alguna aceptación entre las demás del lenguaje. Así que ha excluido los nombres caprichosos y pasageros de trajes y modas que hoy se emplean y mañana desaparecen para no volverse á oir nunca.
Podríamos decir, pues, que los neologismos no siempre han sido aceptados, sino que ese menosprecio al que venimos aludiendo está presente a lo largo de la historia de la Academia. Así, neologismo como palabra no se registra en el ya Diccionario de la lengua española (DRAE) hasta la edición de 1843 como un neologismo procedente del francés y en su definición se percibe esa actitud despectiva a la que venimos aludiendo: “vicio que consiste en introducir voces nuevas en un idioma”. Dicha actitud se ve reforzada en el prólogo: Este es el objeto primordial del Diccionario: dar á conocer las palabras propias y adoptivas de la lengua castellana, sancionadas por el uso de los buenos escritores; pero muchos no lo entienden así; y cuando no encuentran en el Diccionario una voz que les es desconocida, en vez de inferir que no es legítima y de buena ley, lo que infieren es que el Diccionario está diminuto.
Sin embargo, ya antes en 1825, Núñez de Taboada recoge en su diccionario no solo la voz neologismo sino también neología 8, que no ha sido admitida en el diccionario de la Academia hasta esta última edición: NEOLOGÍA, s. f. Invención ó creación de voces nuevas en una lengua. NEOLÓGICO, CA, s. m. f. Que pertenece á las voces y locuciones nuevas. NEOLOGISMO, s. m. La afectación y estudio de introducir voces nuevas en una lengua. NEÓLOGO, s. m. Dícese del que afecta y estudia el uso de voces nuevas.
En el prólogo de la edición académica de 1852, sin mencionar la voz neologismo se dice: “sin variar el plan de la obra ha procurado mejorarla, no solo enriqueciéndola con voces y locuciones que, ó desde antes le faltaban, ó modernamente introducidas se han generalizado en el uso”. Si seguimos ahondando en la historia de nuestra lexicografía observaremos que, en 1853, en el Diccionario nacional ó Gran diccionario clásico de la lengua española de Ramón Joaquín Domínguez, quinta edición de Mellado, adelantándose también a la Academia encontramos:
8 La voz neología no ha sido admitida hasta la publicación del Diccionario esencial de la lengua española (2006) y ahora en esta última edición del diccionario académico, como propia de un ámbito especializado, la lingüística: 1. f. Ling. Proceso de formación de neologismos. 2. f. Ling. Estudio de los neologismos.
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Neológico, ca. adj. Perteneciente á la neología ó al neologismo. Neologismo, s.m. Vicio que consiste en emplear voces nuevas en un idioma, sin necesidad y con frecuencia. Neologista, s. El que comete neologismos. Neólogo, ga. s. La persona que usa muy frecuentemente palabras nuevas y estrañas al idioma.
En 1869 la institución desechó la definición que citábamos más arriba y propuso la que con ligeras matizaciones sigue manteniéndose hoy en día: “vocablo, acepción o giro nuevo en una lengua. Generalmente se dice de los que se introducen sin necesidad”. Dicha actitud, se puede observar también en el prólogo, donde podemos leer: “se ha mantenido en su firme decisión de no sancionar más palabras nuevas que las indispensables, de recta formación, é incorporadas en el Castellano por el uso de las personas doctas”. No será hasta la edición académica de 1884 cuando se recoja la palabra neologismo en el prólogo, donde se dice: “Varias de las palabras admitidas recientemente son neologismos que se han creído necesarios para designar cosas faltas de denominación castiza, ó que por su frecuente y universal empleo ejercían ya en nuestra lengua dominio incontrastable”. En la edición de 1925 la actitud ante los neologismos tanto generales como especializados es muy distinta. En el prólogo se nos advierte de que […] se han añadido gran número de acepciones y voces nuevas que por olvido u otras causas no se habían incorporado a las ediciones anteriores. Primeramente se han incluído muchas voces técnicas, en especial las que tienen alguna difusión fuera del círculo de los profesionales, y se ha procurado en este punto poner el Diccionario al nivel del estado actual de las ciencias y las artes. Después la Academia atendió con preferencia incorporar al Diccionario la mayor parte del habla común de las personas ilustradas. Claro es que desde que entre ellas surge una voz o acepción nueva, hasta que la academia la acoge en su léxico, han de pasar bastantes años, los que se necesitan para que el uso se generalice, afirme y depure. Mas preciso es confesar que la Academia retrasó, a veces con extremada prudencia, la sanción debida al neologismo aceptable. Esta XV edición es más condescendiente con el uso; ha atendido más solícitamente que las anteriores a la lengua moderna comúnmente hablada y escrita en los países de lengua española por personas cultas y por las que con estas más íntimamente se relacionan.
No obstante, y pese a dicho aperturismo, se publica en 1927 el Diccionario manual e ilustrado de la lengua española donde se recogen una serie de voces “comunes o técnicas, que no hay motivo para censurar, pero que la Academia no quiere acoger en su Diccionario general, fundada, las más veces, en que son voces demasiado recientes y no puede presumirse si llegarán a arraigar en el idioma”.
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En la edición de 1947 que, tal como se dice en el prólogo, se ha decidido “reimprimir el cuerpo de la obra según se halla en la edición 16.ª, añadiéndole, en un copioso suplemento, las novedades más importantes que se deducen de las recientes aportaciones y de los estudios ya efectuados”, encontramos por primera vez en su índice de abreviaturas la marca abreviada (Neol.) para neologismo9. Las fórmulas para indicar que estamos ante un neologismo son varias, tal como ocurre en la lexicografía precedente. Encontramos: “modernamente o nuevamente introducido”, “tomada de” seguida en ocasiones de “sin necesidad”, “utilizada o introducida de poco tiempo a esta parte o poco tiempo ha”, “es voz moderna o nueva”, “es de uso reciente o moderno”, “hoy”, etc. Con la edición de 1992, la Academia quiere contribuir a la celebración del V Centenario del descubrimiento de América, en cuyo prólogo se dice que “objeto de atención especial ha sido la incorporación de neologismos puestos en curso por los hallazgos de la ciencia y los progresos de la técnica”. La 22.ª edición del Diccionario de la lengua española, aparece en 2001 y desde 2001 contó también con una versión de consulta electrónica que fue actualizada en la red en cinco ocasiones. Las modificaciones, realizadas en los años 2004, 2005, 2007, 2010 y 2012 pasaron a formar parte de la 23.ª edición del diccionario, publicada en octubre de 2014. En 2001 no se dice explícitamente nada acerca de los neologismos sino simplemente que Al tratarse de un diccionario general de lengua, no puede registrar todo el léxico del español, sino que, por fuerza, debe contentarse con acoger una selección de nuestro código verbal. Esta selección, en algunos casos, será lo más completa que los medios a nuestro alcance permitan —especialmente en lo que se refiere al léxico de la lengua culta y común de nuestros días—, mientras que en otros aspectos —dialectalismos españoles, americanos y filipinos, tecnicismos, vulgarismos y coloquialismos, arcaísmos, etc.— se limitará a incorporar una representación de los usos más extendidos o característicos.
La última edición, conocida como edición del tricentenario de la Academia es fruto de la colaboración de las veintidós corporaciones integradas en la Asociación de Academias de la Lengua Española. Refleja, tal como se dice en el preámbulo, la idea de la que partían en su aportación y es que “la realidad cambia o deja de hacerlo en función de sus propios condicionamientos y de su interna dinámica; cuando cambia, se va modificando también, a su propio ritmo, la lengua que es 9 Para ver la evolución de las marcas diacrónicas en el DRAE, véase Azorín Fernández (2018: 59-60), donde afirma que, según Jiménez Ríos (2001: 138), la marca neologismo aparece por primera vez en lo que denomina cuarta etapa en la 17.ª edición de 1947 y se mantiene hasta la 21.ª edición de 1992.
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reflejo de ella; y es finalmente el diccionario —en la culminación del proceso, no como su desencadenante— el que en su debido momento ha de reflejar tales cambios”. 2.3.2. Actitud de los académicos ante el neologismo a través de los discursos de entrada en la RAE Parece estar claro que neologismo siempre se ha relacionado con purismo, es decir, con cierto rechazo no ya solo a lo nuevo sino, sobre todo, a lo extraño, a lo extranjero, por una actitud conservadora, marcadamente purista ante las lenguas. De ahí que nosotros hayamos querido observar cómo la actitud ante la neología y los neologismos ha ido cambiando gracias a la evolución que la sociedad ha sufrido a lo largo de la historia. Para ello hemos acudido también a ver lo que los académicos opinan a través de los discursos pronunciados con motivo de su entrada en la Academia. Ellos nos pueden aportar un fiel reflejo de los cambios producidos. Hemos tenido en cuenta aquellos en cuyo título reza cierta mención a los neologismos y aquellos otros que, sin hacer referencia en el título a esta cuestión, sí la abordan a lo largo de la disertación por unas razones u otras. También hemos atendido y de manera especial, porque lo consideramos todo un tratado teórico, un discurso escrito por Pedro Felipe Monlau dedicado a los neologismos y arcaísmos, leído para solemnizar el aniversario de su fundación, en cumplimiento del art. XXVIII de sus estatutos el día 27 de septiembre de 1863: Del arcaísmo y el neologismo. ¿Cuándo se debe considerar fijada una lengua? El primero de los seleccionados es el de José Joaquín de Mora, dedicado al neologismo. Para este académico, según podemos leer en su discurso de entrada el 10 de diciembre de 1848 en la RAE, el neologismo es un mal “que invade aceleradamente los dominios del raciocinio, de la imaginación y de la ciencia, facilitando la usurpación que en ellos ejercen el sofisma, la extravagancia y la pedantería; este mal, que despoja al estro poético de sus galas, a la elocuencia de su vigor, al debate científico de su dignidad, a la plática familiar de su franqueza, de su originalidad y de sus gracias, este mal es el neologismo”. De nuevo, antes de la fecha de publicación del primer discurso que hemos seleccionado, en 1846, Salvá en su diccionario10, al igual que Núñez de Taboda, recoge tanto neologismo como neología: NEOLOGÍA. f. La creación ó introducción de voces ó locuciones nuevas en una lengua. NEOLÓGICO, CA. adj. Lo que pertenece á la neología. Un buen estudio sobre los neologismos en Salvá es el de Azorín Fernández (2003).
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NEOLOGISMO. m. Vicio que consiste en introduces voces [ú locuciones] nuevas en un idioma. NEÓLOGO, GA. m. y f. El que afecta el uso de voces ó locuciones nuevas.
Sin embargo, que el neologismo ha sido objeto de interés por parte de la institución académica es innegable11. Una prueba importante de ello es la disertación de Antonio María de Segovia, secretario de la Academia cuando tiene que informar sobre cómo “[d]eterminar los límites lexicográficos del arcaísmo y del neologismo” de un Diccionario de neologismos que la Academia debía elaborar y en realidad es un catálogo elaborado por Pedro Felipe Monlau que parece ser el Diccionario de neologismos que publicaría en 1863 en su Discurso sobre el arcaísmo y el neologismo. Segovia, en dicha disertación, se refiere al neologismo con mucha cautela, asegurando que “[t]oda voz bárbara y que por su estructura repugna a la índole de nuestra lengua, debe omitirse inexorablemente”. No obstante, considera que cuando la voz sea indisputable y el uso predomine notoriamente, se debe incluir en el diccionario calificándola de nueva e indicando la manera en que se la podría sustituir. Tras enumerar todos los casos en que han de evitarse nuevas formaciones, concluye que el objeto del Diccionario de neologismos decretado por la Academia “debe tratar a fondo del vicio llamado Neologismo; catalogar las voces y locuciones nuevamente introducidas; historiarlas; clasificarlas de admisibles o innecesarias; aconsejar la formación de las primeras; explicar la oportuna sustitución de las últimas, etc., etc., etc.”. Con el arcaísmo, sin embargo, parece más plausible, afirmando que solo se deben excluir del diccionario usual lo rematadamente arcaico. En definitiva y antes de concluir aconsejando que esta obra se titule Tratado del neologismo en vez de Diccionario distingue entre los neologismos naturales, forzosos y admisibles de los innecesarios y merecedores de anatema. En 1863 Monlau en su discurso Del arcaísmo y el neologismo afirma lo siguiente: “las lenguas habladas son organismos vivientes, y la vida es el movimiento, y el movimiento orgánico supone pérdidas y reparaciones incesantes. Las funciones que en los animales y en las plantas componen la nutrición, toman en los organismos lingüísticos las denominaciones de arcaísmo y neologismo”. 11 En la edición académica de 1843, en la de 1852 y en la de 1869 se recoge solo la voz neologismo con la misma definición despectiva en las dos primeras: “Vicio que consiste en introducir voces nuevas en un idioma” y con cierto menosprecio en la tercera: “Vocablo ó giro nuevo en una lengua. Generalmente se dice de los que se introducen sin necesidad”. A partir de la edición de 1884 se recoge en todas neológico, neologismo y neólogo excepto en 2006 que no se registra neólogo y desde 2006, como hemos indicado más arriba, también la voz neología. Desde la edición de 1884 se abandona asimismo esa definición despectiva con la que surge la voz neologismo en la de 1843.
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Este autor, que establece tres tipos de lengua: vulgar, técnica y literaria, considera que es el lenguaje técnico, representante de los progresos, el que no puede ser arcaico y que el lenguaje literario en los idiomas modernos es menos arcaico y menos conservador de lo que debiera. Reconoce que “[p]aralelo al movimiento de decadencia y descomposicion, verifícase en las lenguas vivas, y fijadas ya, un movimiento de reparacion ó recomposicion: el caudal que se gasta se repone con un caudal nuevo que se adquiere; al arcaismo sirve de compensador el neologismo”. Es respetuoso con el arcaísmo. Es más, considera que “[e]n Lingüística, como en todo, el que ignora de donde viene no sabe, no puede saber, adónde va. El arcaísmo orgánico es la fuerza conservadora, y hasta el flúido regenerador, de los idiomas”. Con el neologismo, sin embargo, no es tan generoso. De hecho, asegura que “[p]alabras nuevas, en el sentido rigoroso de este adjetivo, no las hay, no son ya posibles”. Advierte a los neólogos que “no hay palabras verdaderamente nuevas, y que las llamadas tales no aumentan el caudal efectivo de una lengua ya adulta, ántes bien, por poco anti-analógicas que sean, por poco mal formadas que estén, ocasionan una congestión peligrosa, una plétora ficticia, que desnaturaliza el temperamento, y compromete el vigor nativo, del mismo idioma al cual pretenden locamente enriquecer”. Es transigente con las novedades que de manera natural se producen en el lenguaje vulgar porque son las que la gente verdaderamente asimila, en cambio las producidas en el técnico siempre serán consideradas nomenclaturas. Afirma además que los científicos y técnicos deben dedicarse a lo suyo y dejar a los entendidos en cuestiones lingüísticas la formación de la nuevas palabras necesarias para dar nombre a sus descubrimientos, evitando así errores y neologismos áridos, artificiales y forzados. Dice que “no sólo la Química, sino la Física, la Historia Natural, la Medicina, todas las ciencias físicas, y hasta las filosóficas modernas, están plagadas de voces bárbaras, híbridas, mal formadas, y expresivas de contrasentidos. Al ver ese aluvión y esa anarquía lexiológica, algunos observadores sensatos han empezado ya á clamar porque se ponga coto al daño, dejando á los sabios la tarea de hacer lea descubrimientos, y encargando la denominación de estos á las Academias ó Cuerpos literarios competentes”. Acepta y diferencia ya claramente entre neología y neologismos: “Una cosa es, en efecto, la neología, arte de formar analógicamente las palabras indispensables para significar las ideas nuevas, ó mal expresadas, y otra cosa es el neologismo, manía caprichosa de trastornar el vocabulario de la lengua sin necesidad, sin gusto y por ignorancia. La neología nutre y engruesa el idioma; el neologismo no hace más que inflarle, entumecerle. ¿Qué nutrimento ha de sacar el Castellano de banal, concurrencia, debutar, financiero, y otros mil neologismos de todo punto innecesarios?”. Pero en conclusión se puede resumir su teoría con el recordatorio que hace a Castilla:
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No rechace enteramente el neologismo, porque éste es inevitable en toda lengua que se habla ó tiene un porvenir, pero defienda á la par, y valerosamente, el arcaismo, porque este es una necesidad en toda lengua que tiene historia. Téngase presente que el neologismo es jóven, puede correr muchas eventualidades peligrosas, su valor es indeterminado aún, miéntras que el arcaismo tiene ya un valor positivo, incontestable, histórico cuando ménos, suele ser de correcta formación, y en muchos casos no hay razón conocida (como no sea la ignorancia) para que haya dejado de usarse tal vocablo ó tal frase.
En 1899, Daniel de Cortázar afirma, en su discurso de ingreso en la RAE, que para el desarrollo y riqueza de una lengua es preciso dotarla de las voces que pidan las necesidades diarias y que el caudal de las lenguas vivas se aumenta con las palabras nuevas procedentes de las ciencias puras y aplicadas. Esta apreciación pone de manifiesto la necesidad de adaptar la lengua a la evolución que sufre la sociedad con especial hincapié en que ahora han de ser las ciencias las que proporcionen el aumento de caudal léxico de las lenguas vivas. Será Esteban Terradas, en su disertación Neologismos, arcaísmos y sinónimos en plática de ingenieros, leída el 13 de octubre de 1946 con motivo también de su entrada en la RAE, quien proponga que sean los especialistas las autoridades encargadas de sancionar los neologismos mediante la creación de asociaciones técnicas que celebren reuniones anuales o Congresos “para llegar a conclusiones sobre el lenguaje y propuestas de adopción de neologismos necesarios”. Estamos ya ante la figura del especialista como el único capaz de producir términos nuevos y, por tanto, ante la estrecha relación entre neología y terminología. Julián Marías en 1965 opina que la vida de la lengua es una constante eliminación de elementos inertes y una suscitación o llamada de otros nuevos que se incorporan. La acción individual ensaya y tantea, inicia formas, construcciones, giros, modulaciones fonéticas; la mayoría son abortos que se extinguen en el mismo momento en que se ensayan; el cuerpo total de la lengua como sistema de vigencias coherentes los expulsa, y no alcanzan ninguna realidad excedente de la mera acción del individuo: no llegan a ser usos. Pero algunos, por su fidelidad a los rasgos radicales de ese sistema, por un caso apremiante de necesidad —algunos neologismos—, por el prestigio social de sus creadores, o por el azar —gran motor de la historia—, se insertan en el sistema existente de los usos, se implantan en la “matriz” social que juntos componen, y logran tener vigencia: forman parte de la lengua.
Es consciente de que “nuestra época, de innovación constante, en que los impactos de todo orden se acumulan sobre todos y cada uno de los individuos, hace imposible el estatismo de la lengua. Nuevas realidades, noticias, acciones, aspectos de las cosas irrumpen cada día en el área lingüística; el reposo, el estado
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quiescente de la lengua es imposible, no es un término real de nuestra alternativa”, justificando así que el lema de la Academia y sobre todo el verbo limpiar hay que entenderlo en el sentido no de eliminar, proscribir, vedar, sino de depurar, distinguir, aclarar. Es cierto que, como venimos viendo, la mayoría de los académicos han sido partidarios de dejar en manos de los científicos la creación de neologismos especializados. Sin embargo, otros como Antonio López Colino ya en 1972 advertía de la banalización de los términos y de los trasvases que se producen entre los distintos discursos favoreciendo dicha banalización, cuando nos decía en su discurso de entrada en la RAE que “el neologismo ya no se origina madurándose dentro de un ambiente científico, seguido quizás de una lenta penetración en el lenguaje vulgar, sino que surge en la noticia o en la información periodística y pronto se transforma en lenguaje común por la virtualidad de su uso”. Rafael Alvarado en 1982 afirma que ya los helenistas de Leipzig asesoraron a sus colegas zoólogos en la invención de los neologismos, que desde entonces enriquecen el lenguaje biológico. Reconoce que en el trasiego de voces técnicas de la biología y en el de nombres vulgares de animales “se ha producido el olvido de muchos términos castizos por otros que son meros barbarismos”. Sin embargo, admite que “siempre que se haga con prudencia, gusto y adecuados asesoramientos, no puede haber empacho en enriquecer nuestra terminología científica con neologismos y préstamos de otras lenguas”. Pero en realidad considera que ante esos neologismos necesarios debemos “continuar esa tradición de flexibilidad, sin aceptar una copia servil de lo extranjero”. Poco a poco la evolución cronológica de los discursos y de los prólogos nos está permitiendo observar cómo, aunque siempre con cierto recelo, la actitud de los académicos ante el neologismo va cambiando, puesto que son una fuente de enriquecimiento, fundamentalmente léxico, inagotable. Pero será García Yebra, quien, en 1985, de una manera clara se manifieste a favor de la aceptación del neologismo, afirmando que este se da gracias al contacto lingüístico, especialmente en el marco de la traducción: “Si el traductor tiende a extranjerizar su lengua acercándola lo más posible a la del original, introducirá en la lengua de la traducción frecuentes préstamos y calcos, neologismos léxicos y fraseológicos, que, en la medida en que sean aceptados por los lectores, enriquecerán la lengua de éstos, acrecentando en ella la capacidad expresiva; el traductor facilitará así la tarea de los escritores que van a servirse de la lengua como instrumento para sus creaciones”. Contrariamente a lo que opina la mayoría de los académicos, García Yebra defiende que una lengua “sólo puede florecer y desarrollar plenamente su propia fuerza a través de los más variados contactos con el extranjero”. De manera muy clara García Yebra considera que “para que una lengua conserve y acreciente su vigor y su pujanza necesita elementos nuevos. Y los elemen-
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tos nuevos en una lengua tienen un nombre; se llaman neologismos. El neologismo es por esencia el elemento renovador y enriquecedor de una lengua […]”. Reconoce que “el español es actualmente poco acogedor para el neologismo. Y es lástima, porque esta tendencia restrictiva, como toda tendencia autárquica, puede ser empobrecedora […]”. Nos advierte del hecho de que “no puede contentarse el español con sus posibilidades internas de derivación y, más restringidas aún, de composición. Debe adoptar una actitud abierta y acogedora para el préstamo y el calco. Por derivación y composición se pueden formar palabras nuevas sin establecer contacto con ninguna lengua extranjera […]. El préstamo y el calco, los otros dos recursos que completan las posibilidades de desarrollo neológico de una lengua, son privativos de la traducción implícita o explícita […]”. Y, para él, “la traducción, implícita o explícita, es el cauce principal del neologismo”. Hemos de reconocer que en la actualidad el préstamo es uno de los principales procedimientos de creación en todas las temáticas sean estas especializadas o no. Dicho procedimiento se ve favorecido, como bien dice García Yebra, por la traducción, por el intercambio de ideas, costumbres, modas, etc. que propicia la globalización. En este sentido nosotros vamos más allá y pensamos que no es solo la traducción de una lengua a otra el cauce para la entrada de neologismos, sino cualquier trasvase que se produzca en las lenguas, estamos hablando, por tanto, también de préstamos intralingüísticos, es decir, de los trasvases que se producen de los lenguajes especializados a la lengua común y viceversa o los trasvases que se producen de los dialectos a la lengua denominada estándar. En definitiva, son los distintos tipos de variación: social, geográfica, etc., los que nos permiten explicar el préstamo como principal fenómeno de creación en todas las lenguas del mundo. Parece, pues, tras todo lo expuesto, que ahora la Academia sí está dando a los neologismos la consideración que merecen y con el fin de que no se retrase la inclusión de nuevas palabras y acepciones ni la modificación de las ya incorporadas que necesiten enmienda, se hacen actualizaciones continuamente. La última actualización ha sido llevada a cabo en la edición digital, precisamente, en noviembre de 2020 con la incorporación de nuevas palabras, tales como COVID, intifada, faláfel, etc. 3. A modo de conclusión Es innegable que los neologismos son la prueba evidente de que las lenguas evolucionan a medida que lo hace la sociedad. También es innegable que, aunque todos, en algún momento dado, creamos palabras nuevas, no todo estamos preparados, como ya dijera García Yebra (1985), para ello. Sí es cierto, como hemos visto a
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lo largo de esta exposición, que los lexicógrafos dudan a la hora de actuar ante el neologismo. Pero la verdad es que estos siempre han sido objeto de su atención, como hemos visto desde Nebrija con su actitud en el primer diccionario con el que consta nuestra lengua hasta la última edición de la Academia. También es verdad que los hablantes, pese a ser creativos y usar palabras nuevas tanto por creación autóctona como por importación de préstamos, solo nos sentimos seguros si el neologismo está recogido en el diccionario, especialmente si su recogida es en el académico. De ahí, pues, que pensemos que el diccionario es esencial a la hora de decidir si estamos ante un neologismos o no. Todo ello sin olvidar que cuando la nueva palabra se incorpora al diccionario pierde ya carga neológica. En definitiva reivindicamos el diccionario como corpus de exclusión a la hora de sancionar los neologismos porque, de alguna manera, se convierte en una herramienta que garantiza la objetividad ante los mismos y la posibilidad de que, quienes nos dedicamos a su estudio, trabajemos con cierto rigor científico.
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1. Introducción Entendida como proceso, la neología supone la aparición de formas nuevas a partir del cambio lingüístico; su producto específico es el neologismo (Guerrero Ramos 1995). De acuerdo con Schmid (2016), los neologismos pueden examinarse desde tres enfoques distintos: el estructural, el sociopragmático y el cognitivo. El primero aborda la estructura interna de las palabras —su forma, significado y contexto de dependencia (Bauer 1983)—; el segundo, el uso de los neologismos en la comunidad de habla, sus funciones y significados contextuales (Würschinger et al. 2016); y el tercero, la representación del neologismo en la mente de los hablantes, prestando especial atención a su estatuto conceptual y a su organización en el lexicón (Kemmer 2003; Lavale-Ortiz 2019). La necesidad de acuñar nuevas voces coloca en primer plano la dimensión social del lenguaje. Con cada neologismo que se incorpora en el léxico no solo se procede a describir una nueva “realidad” que se comparte con otros, sino que también se contribuye a construirla conceptualmente y a consensuar los medios para hablar de ella. Las ciencias sociales son frecuentemente el campo de producción de terminología novedosa. Los neologismos creados por los científicos sociales representan los mecanismos lingüísticos para reconocer y dar entidad cognitiva a fenómenos sociales complejos que, aparentemente, no han sido todavía definidos. Las nuevas voces son posteriormente convertidas por periodistas, políticos y por el público en general en etiquetas o consignas asociadas a una determinada perspectiva o ideología con la que evaluar y dar sentido a la realidad (Hiscott 2005). Sobre esta base, el presente capítulo se centra en la descripción pragmático-discursiva del neologismo mobbing. Mobbing proviene de mob, una expresión que tiene asociada en inglés una connotación peyorativa. Como sustantivo, mob
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significa, de acuerdo con el diccionario Merriam-Webster, ‘a large and disorderly crowd of people’; en particular, ‘one bent on riotous or destructive action’. Como verbo, to mob equivale a ‘to crowd about and attack or annoy’1. Hasta el momento, no parece que se haya procedido a una identificación lexicográfica de mobbing como una palabra inglesa (Orts 2005: 54). En español, en cambio, y aunque no está recogida en el Diccionario de la lengua española (DLE), sí aparece incluida en el diccionario de uso Clave, que la define como ‘acoso psicológico en el trabajo que es ejercido por una persona o por un grupo hacia otra, de forma sistemática y durante un tiempo prolongado’, y la ilustra con el siguiente ejemplo: “El mobbing es una situación producida por la actitud hostil y agresiva hacia un trabajador”. En la entrada léxica, se señala, sin embargo, que, por tratarse de un extranjerismo, debe escribirse con mayúscula, o diferenciarse con algún otro recurso gráfico. También se apunta que “su uso es innecesario y puede sustituirse por acoso laboral, acoso moral o acoso psicológico” (Diccionario Clave en línea). De modo similar, la Fundación del Español Urgente (Fundéu) aboga por el uso de la voz española acoso como alternativa preferible a los anglicismos bullying y mobbing, acompañada de los adjetivos escolar o laboral, o moral, psicológico, sexual, en caso de que la especificación de la conducta sea necesaria para completar la información contextual2. Con todo, Fundéu reconoce la alta frecuencia de la voz inglesa en la prensa española. En contraste con el español, este contenido más especializado de mobbing todavía resulta poco familiar para un gran número de anglohablantes (Molé 2012: 5). Los usos alternativos en inglés para el concepto de violencia en el lugar de trabajo incluyen workplace bullying, emotional abuse, general workplace harassment y status-blind harassment (Molé 2012). Por consiguiente, la palabra mobbing no refleja en español lo que significa primariamente en la lengua de origen. Resulta paradójico que el término en cuestión, que aún hoy en día carece de un contenido bien definido en la lengua inglesa, se haya asentado de modo tan generalizado en la prensa, hasta el punto de convertirse en una palabra de conocimiento común para los hablantes Merriam-Webster Dictionary, versión en línea en . 2 . El DLE, por su parte, solo admite acoso, y distingue entre: acoso escolar (‘en centros de enseñanza, acoso que uno o varios alumnos ejercen sobre otro con el fin de denigrarlo y vejarlo ante los demás’); acoso laboral (‘práctica ejercida en el ámbito del trabajo y consistente en someter a un empleado a presión psicológica para provocar su marginación’); acoso moral o psicológico (‘práctica ejercida en las relaciones personales, consistente en dispensar un trato vejatorio y descalificador a una persona con el fin de desestabilizarla psíquicamente’); y acoso sexual (‘acoso que tiene por objeto obtener los favores sexuales de una persona cuando quien lo realiza abusa de su posición de superioridad sobre quien lo sufre’). 1
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españoles. Su uso tan extendido justifica su caracterización léxica como “falso préstamo” (Orts 2005). De acuerdo con Orts (2005), un falso préstamo no constituye realmente un préstamo, sino el resultado de la influencia y del prestigio de una lengua internacional como el inglés. Los falsos préstamos consisten en la asimilación errónea en la lengua meta (en este caso, el español), de una unidad léxica que no existe como tal en la lengua de procedencia (el inglés), pero cuyo origen morfológico y fonético se origina en esta como lengua franca (Orts 2005: 52). Este proceso se observa de modo ocasional en el español legal, tal y como atestigua mobbing. El fenómeno del mobbing adquiere relevancia en los medios de comunicación españoles a partir de los distintos procesos judiciales iniciados a principios de la década del 2000. En los periódicos empieza a aparecer la etiqueta de mobbing, representada tanto en su dimensión psicológica (definición del fenómeno, perfiles psicológicos de las personas implicadas, acciones del agresor, reacciones de la víctima y guías para identificar una situación de mobbing) como sociológica (estudios sobre el número de afectados por mobbing, prevalencia, factores de riesgo, consecuencias económicas, efectos en la salud de los trabajadores, etc.). El aspecto jurídico es poco tratado en esas primeras noticias de prensa, salvo para indicar que el problema no había sido objeto de atención legal hasta el momento (Rojo/ Cervera 2005). Uno de los primeros artículos periodísticos dedicados al mobbing fue publicado en el diario El País (12 de abril de 2001), bajo el título “La lenta y silenciosa alternativa al despido”. La prensa también informó del auto de 10 de julio de 2002, dictado por el juzgado de instrucción número 17 de Barcelona, y que fue considerado como el primero que se emitía por un asunto de mobbing. A partir de su aparición en las primeras sentencias judiciales, la discusión planteada en los medios de comunicación giró en torno a las dificultades para su tipificación legal. Al mismo tiempo, la prensa recogía la información de diversas asociaciones de afectados o grupos de estudio del fenómeno, que dedicaban su labor a divulgar información para prevenir las actividades de mobbing en las empresas, y a prestar asesoramiento legal a los afectados. Este sería el cénit mediático del concepto, de acuerdo con Rojo y Cervera (2005). A partir de estos datos, el propósito del presente trabajo es examinar de qué modo se construye el concepto o conceptos comunicados con el término mobbing en la prensa escrita española. Para ello, adoptamos una perspectiva sociopragmática en el estudio del neologismo, lo que nos permitirá examinar las funciones y el significado contextual de mobbing en dos medios de comunicación generalistas: El País y El Mundo. La premisa de partida es el supuesto de que el análisis discursivo de los neologismos ofrece la posibilidad de observar los sucesivos estadios de estabilización en su uso, así como las distintas funciones comunicativas aso-
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ciadas a su empleo. Entendemos, asimismo, que es en la esfera mediática, en particular, donde las nuevas palabras adquieren expresividad y contenido ideológico. Adoptando neologismos y préstamos, los medios popularizan y difunden nuevos conceptos, así como nuevos marcos de pensamiento. Por ello, precisamente, y como han señalado diversos autores, los medios de comunicación se erigen en el observatorio ideal para registrar la aparición y propagación de neologismos y préstamos (Alvar Ezquerra 1998, 2007; Ortega 2001; Perdiguero 2003; Romero Gualda 1999). Prueba de ello son los numerosos estudios que han documentado la amplia presencia de voces y expresiones procedentes del inglés en la prensa en lengua española (cf. Diéguez 2004; Esteban 2008; Gerding Salas/Cañete/Adam 2018; Gerding Salas et al. 2012, 2014; Guerrero Ramos 2013; Morin 2006). 2. Metodología Para la selección del corpus se procedió a la búsqueda del término mobbing en los archivos digitales de los periódicos El País y El Mundo. El ítem léxico mobbing se introdujo en los propios buscadores que cada medio ofrece. Se seleccionaron 41 artículos publicados en El País (39.066 palabras) y 52 piezas informativas procedentes de El Mundo (40.720 palabras). El ámbito temporal comprendía el periodo desde el año 2001 hasta el 2020. Una vez acotado el corpus, se acometió la tarea de categorización de los campos nocionales constitutivos del significado de mobbing. Se prestó especial atención a las definiciones que se proporcionaban de mobbing en las primeras noticias, y a cómo evolucionaba la representación del fenómeno a medida que el término se popularizaba y el concepto se tipificaba legamente. En concreto, se examinó longitudinalmente de qué modo se categorizaba el mobbing (como situación, actividad, fenómeno, etc.), qué elementos (participantes, acciones, efectos, relaciones, roles sociales) lo conformaban, y a qué ámbitos se circunscribía (laboral, inmobiliario, escolar, político, etc.). El análisis de los significados pragmático-discursivos de mobbing se llevó a cabo aplicando los postulados de la pragmática léxica desarrollada en el seno de la teoría de la relevancia (TR) de Sperber y Wilson (1995 [1986]) (Carston 2002, 2010, 2019; Carston/Powell 2006; Kolaiti/Wilson 2014; Wilson 2004; Wilson/Carston 2007; Wilson/Kolaiti 2017) en conjunción con la teoría del encuadre en las noticias (Entman 1993; Reese 2001; Scheufele 2004). La TR resulta un marco idóneo para dar cuenta de la naturaleza de los procesos pragmáticos involucrados en la creación y el uso de neologismos y otras acuñaciones léxicas, dado el reciente interés en el desarrollo de una pragmática léxica cuyo objetivo es explicar “how linguistically specified (‘literal’) word meanings
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are modified in use” (Wilson 2004: 343)3. El punto de partida de la pragmática léxica es la constatación de que las palabras se usan a menudo en modos que se apartan de los significados codificados (esto es, de aquellos asignados en la gramática). En efecto, es frecuente que se tomen préstamos de otras lenguas, que se creen neologismos, que se pierdan y se adquieran nuevos significados asociados a los ítems léxicos. Solo recientemente los pragmatistas han prestado atención de modo sistemático a los principios y mecanismos que operan en el nivel de las palabras o frases, más que en el enunciado en conjunto. De ese interés surge la pragmática léxica (Wilson/Kolaiti 2017). Los ejemplos más estudiados de tales procesos de modificación del significado de las palabras en su uso incluyen la reducción léxica (beber usado para expresar ‘beber alcohol’), la aproximación (redondo para describir ‘más o menos circular’) y la extensión metafórica (bruja con el significado de ‘mujer malvada o desagradable’) (Wilson 2004; Kolaiti/Wilson 2014; Sperber/Wilson 2008)4. Para los relevantistas, un concepto léxicamente codificado desencadena un proceso pragmático por medio del cual el concepto léxico se reduce o se amplía. Los conceptos, por tanto, no están lingüísticamente determinados, sino que se construyen ad hoc en el curso de la interpretación, de acuerdo con el criterio de consistencia con el principio de relevancia (Carston 2002; Wilson 2004; Wilson/Carston 2007). La noción de encuadre (framing), por su parte, se ha empleado como paradigma para investigar la comunicación desde distintas perspectivas: psicología, estudios de la comunicación, decisión y negociación en organizaciones, economía, comunicación en salud, y discurso político, entre otros (para una revisión, cf. Hallahan 1999). En el campo específico del discurso mediático, el análisis de los encuadres noticiosos pone al descubierto los mecanismos con que los medios presentan, organizan y tratan la información relativa a problemas sociales complejos. Las noticias proporcionan el contexto para la discusión pública de esas cuestiones sociales (priming), identifican qué aspectos son los más importantes para la audiencia (dictan la agenda de cuestiones que hay que discutir) y seleccionan y dan sentido a la realidad para que sea interpretada por parte de los consumidores de noticias de una determinada manera (framing) (Scheufele 2004). Encuadrar algún aspecto de la realidad social comporta adoptar una perspectiva concreta e
Si bien se ha escrito mucho desde la perspectiva teórica de la TR sobre la diferencia entre el uso literal y el indirecto, todavía son muy escasos los trabajos dedicados a la categoría de los neologismos y otros procesos de creación léxica, con la excepción de Schröder (2017). 4 En el campo de la lexicología y la neología, estos procesos de evolución del significado son abordados desde el punto de vista de la semántica y de la morfología con conceptos tales como neologismo sintáctico por cambio de subcategorización, ampliación o reducción semántica, metaforización, metonimia, etc. 3
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imponer un cierto enfoque en la forma de entenderlo y transmitirlo a la audiencia. El framing o encuadre forma parte, por tanto, de los procesos de construcción social de los problemas. Supone seleccionar “some aspects of perceived reality and make them more salient in the communicating text, in such a way as to promote a particular problem definition, causal interpretation, moral evaluation and/or treatment recommendation for the item described” (Entman 1993: 52). Los encuadres actúan, por tanto, como principios organizadores de los significados atribuidos a los fenómenos sociales (cf. Reese 2001): la interpretación de la historia encuadrada en la noticia limita o constriñe su interpretación por parte de la audiencia (Hallahan 1999). 3. Los conceptos comunicados por mobbing De acuerdo con los postulados de la TR, las palabras codifican conceptos mentales. Los conceptos codificados son relativamente estables, están vinculados a ciertas estructuras mentales, y son más bien atomísticos y no composicionales. No se definen en términos de rasgos composicionales necesarios y suficientes, ni están estructurados en torno a prototipos o estereotipos. El significado de las palabras, sin embargo, puede asociarse a representaciones conceptuales estructurales que están parcialmente determinadas composicionalmente. Este sería el caso, por ejemplo, de las frases (Carston 2002). Incorporar un nuevo vocablo supone necesariamente aprender a vincularlo al concepto correspondiente. La palabra en cuestión hereda la semántica del concepto (Carston 2002: 363). Desde esta perspectiva fodoriana, un concepto constituye en el modelo de la relevancia una dirección en la memoria que proporciona acceso a distintos tipos de información mentalmente representada. En la TR se postulan tres tipos de entradas para los ítems léxicos: lógica, enciclopédica y léxica. La entrada lógica puede entenderse como el conjunto de propiedades lógicas que definen el concepto y que lo relacionan con otros conceptos (Wałaszewska 2011). La entrada enciclopédica, por su parte, contiene información relativa a la denotación del concepto. Puede incluir “expert and lay assumptions, cultural beliefs and personal experiences stored in the form of propositional representations, assumption schemas, prototypes, scenarios or scripts and mental images” (Wałaszewska 2011: 316). La entrada léxica, por último, integra las propiedades léxicas, tales como la estructura fonética y los rasgos gramaticales de la palabra que corresponden al concepto (cf. Carston 2002)5. El concepto de GATO tiene acceso a estas tres entradas. En primer lugar, se vincula al concepto ANIMAL, de modo que la información ‘animal de un cierto tipo’ se incorpora como la propiedad lógica del concepto GATO. En la entrada enciclopédica, los hablantes almacenan 5
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Para los relevantistas, el concepto codificado por la palabra seleccionada por el emisor se concibe como una pista o indicador del concepto que este quiere comunicar. Prácticamente toda palabra con contenido, incluso tratándose de términos no ambiguos, puede usarse para comunicar un rango amplio de significados en distintos contextos (Sperber/Wilson 1997; Carston/Powell 2006). De ahí que la interpretación de la palabra comporte la construcción de un concepto ad hoc en el que se combinen las entradas lógicas y enciclopédicas del concepto codificado léxicamente, junto con la información contextual y el principio de relevancia (Wałaszewska 2011: 317). Los conceptos ad hoc son, pues, el resultado de un proceso pragmático cuyo resultado es un nuevo concepto más restrictivo, o más amplio, que el concepto léxico original. Tales conceptos no están lingüísticamente determinados, sino que se derivan por inferencia durante el proceso de interpretación “in response to specific expectations of relevance raised in specific contexts” (Carston 2002: 322). En relación con los neologismos, en particular, y como señala Schröder (2017), estos no empiezan simplemente a existir por sí mismos, sino que son el producto de procesos complejos de creación, expansión y asentamiento en la comunidad de hablantes. Desde la primera vez que alguien adopta un nuevo vocablo, hasta que este alcanza una aceptación generalizada, hay siempre un proceso que da lugar a la construcción y a la transmisión de nuevos supuestos fácticos. En función de la naturaleza del concepto denotado por el neologismo, y del contexto en el que tal concepto debe procesarse, habrá distintas maneras de presentarlo ante la audiencia para que esta sea capaz de representárselo mentalmente. A este respecto, Schröder (2017) puntualiza que tal representación será menos costosa en términos procedimentales si la nueva entrada léxica está referida a una entidad concreta, y si, además, la función y propósito de esta resulta directamente accesible. Si, en cambio, la nueva entrada léxica apunta a un concepto abstracto, se trata de una noción culturalmente ajena o el término novedoso se usa sin más explicación o introducción en el discurso, el proceso de adquisición del concepto se dificulta. En tales casos, el oyente/lector debe configurar una dirección conceptual específica para el término en la que deduzca un conjunto de supuestos enciclopédicos sobre los que plantear una hipótesis factible del significado conceptual pretendido por el emisor. Un mecanismo muy productivo de lexicalización de una idea nueva consiste en tomar una palabra ya existente en la lengua y extender su significado. Este ha la información de que los gatos son juguetones, independientes, cariñosos (cuando quieren), perezosos y muy limpios. En la entrada léxica, por último, se especifica cómo se pronuncia la palabra gato, así como las propiedades gramaticales relativas a sus rasgos morfológicos y sintácticos.
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sido, precisamente, el proceso que explica la evolución semántica de mobbing. La palabra tiene su origen en la etiología. Konrad Lorenz la acuña en 1966 para referirse al ataque de un animal solitario por parte de un grupo de animales gregarios de menor tamaño. En los años setenta, el médico sueco Heinemann toma prestado el término mobbing de Lorenz y lo usa por primera vez para caracterizar el comportamiento destructivo de un grupo de niños hacia otro niño. En la década de los ochenta, el significado de mobbing se expande, gracias a los trabajos del psicólogo alemán asentado en Suecia Heinz Leyman, para abarcar las conductas violentas y de acoso en el entorno laboral. Cuando, como ocurre con mobbing, un término conocido extiende su denotación para incluir un nuevo concepto, algunas de las propiedades del significado de la palabra original se traspasan a la nueva denominación. Es decir, se procede a una ampliación de la denotación lingüísticamente especificada (Wilson/Carston 2007: 234). El resultado es un concepto ad hoc construido más allá de los límites del concepto léxicamente codificado (Carston 2002; Wilson 2004; Wilson/Carston 2007). Para el neologismo mobbing, las propiedades relativamente periféricas que formaban parte de la entrada enciclopédica de mob, tales como ‘violencia’, ‘agresión’ o ‘actividad de grupo’, pasaron a formar parte del contenido descriptivo del neologismo. El significado codificado por mobbing parece ser, pues, el resultado de una extensión metafórica (Carston 2002). Para su interpretación, los hablantes nativos debían establecer paralelismos entre el contenido conceptual de la unidad léxica original y el del neologismo. Por una parte, los comportamientos grupales, así como la acción agresiva, asociados al concepto MOB se amplían para pasar a predicarse de animales; y, posteriormente, se restringen para denotar únicamente las acciones de hostigamiento de una o varias personas hacia una tercera en el lugar de trabajo. Ambos procesos, ampliación y restricción, se combinan para crear el concepto ad hoc MOBBING*. Dado el carácter de préstamo del término, para los hablantes españoles no era posible en principio ajustar conceptualmente el contenido de mobbing, de modo que se hizo necesario proporcionar la información lógica y enciclopédica relevante para la construcción del concepto comunicado por la palabra. El análisis pragmático de las primeras noticias en las que aparece mencionado el fenómeno arroja luz sobre las estrategias desplegadas en la prensa para introducir el anglicismo, y los mecanismos discursivos para construir el concepto ad hoc MOBBING*. En sus primeras menciones, el mobbing se define a partir de ejemplos concretos que constituyen la base sobre la que introducir el concepto denotado por la expresión en cuestión, pero sin definirlo formalmente, tal y como puede comprobarse examinando la primera noticia dedicada a este problema laboral en el corpus (“La lenta y silenciosa alternativa al despido”, El País, 12 de abril de 2001):
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(1) Luz llevaba diez años trabajando como secretaria de alta dirección. Entonces hubo un cambio de jefa, y la nueva fue relegándola poco a poco de sus funciones. En paralelo, las compañeras comenzaron a eludirla en las conversaciones y a las horas de comer. En un clima de desdén, no faltaron los apodos que aludían incluso a su defecto físico al andar. A los cuatro meses, Luz se había quedado sin ocupaciones y había perdido la comunicación con su entorno. Nunca obtuvo explicaciones por parte de su jefa. Por el contrario, fue recriminada como culpable de su extraña actitud. Con síntomas de abatimiento, insomnio, pérdida de memoria y accesos de llanto incontrolados, Luz recurrió a un psicólogo. Fue diagnosticada de estrés postraumático (propio de las personas que han vivido una gran catástrofe, violación o graves accidentes) y dada de baja. A los nueve meses consiguió un despido improcedente visto que su puesto había sido ocupado por otra. Hoy, tres años después, Luz no se ha recuperado y dice sentirse incapaz de trabajar como secretaria. Tiene 37 años. Luz es una víctima de lo que se ha dado en llamar ‘acoso moral en el trabajo’. Los británicos lo denominan mobbing (algo así como ‘acoso colectivo’) y los norteamericanos bullying (intimidación). También hay quien lo llama psicoterror.
El artículo introduce el fenómeno recurriendo al encuadre del interés humano, con el que, de acuerdo con Semetko y Valdenburg (2000: 95), se proporciona “a human face or an emotional angle to the presentation of an event, issue, or problem”. La historia de Luz busca capturar y retener desde el principio la atención y el interés de la audiencia. Al focalizarse en una experiencia personal, se proporciona un contexto accesible para el lector, compuesto por supuestos que contienen información práctica y concreta sobre el entorno laboral. Este encuadre episódico, que supone describir eventos concretos y casos particulares para ilustrar y explicar un problema social complejo (Aarøe 2011), permite la construcción de un contexto relevante en el que procesar la definición más abstracta de mobbing que se proporciona unas líneas más adelante, y que se reproduce en (2): (2) La táctica, propia de los países ricos, consiste en ir desgastando psicológicamente al empleado hasta conseguir que se autoexcluya. Se trata de una técnica de intimidación propia de empresas que no quieren o no pueden proceder al despido (la Administración pública tiene el mayor número de casos) por la cual el hostigador utiliza su cargo superior para ir arrinconando y aislando al trabajador elegido hasta acabar por inutilizarlo, después de un lento proceso de desgaste del que, a diferencia del acoso sexual o la violencia física, no quedan huellas aparentes. La víctima, que según los psicólogos queda sumida en la confusión porque se ve como culpable o responsable —‘Algo hago mal, no sirvo para nada…’— va deteriorándose profesional y psicológicamente hasta perder su capacidad de autoestima: primer paso para caer, en algunos casos y cuando la situación se prolonga por encima de los seis meses, en la depresión, enfermedades psicosomáticas (úlce-
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ras de duodeno, crisis cardiacas, algunos psicólogos hablan hasta de determinados tipos de cáncer relacionados con el estrés mantenido), el insomnio, el alcoholismo e incluso el suicidio.
En el fragmento de (2) se generalizan los componentes del mobbing con los que se ha caracterizado el caso único de Luz. Como elementos constitutivos (o propiedades) del mobbing se apuntan los siguientes: su naturaleza estratégica (es una “táctica” o “técnica”); su carácter agentivo, expresado a través de una serie de acciones de un “hostigador” sobre una “víctima” (“ir desgastando psicológicamente al empleado”; “ir arrinconando y aislando al trabajador”); su desarrollo secuencial en el tiempo (“proceso lento”); su intencionalidad, nunca abierta ni manifiesta, dirigida a la satisfacción de un único objetivo (”[que el empleado] se autoexcluya”); y sus consecuencias psicológicas negativas para la víctima. En varios artículos publicados a lo largo del año 2002 tanto en el periódico El País como en El Mundo, se proporcionan definiciones de mobbing que contienen las propiedades enumeradas en este primer artículo. El fenómeno se restringe exclusivamente, por lo menos en la fase inicial (2001-2003), al ámbito laboral. Tanto en El País como en El Mundo, se presenta traducido al español como “acoso moral”, “acoso psicológico” o “acoso laboral”. Desde esta conexión con el concepto lexicalizado ACOSO, las primeras noticias dedicadas al mobbing en El Mundo lo describen como un conjunto de “comportamientos negativos”, que incluyen “el aislamiento de la víctima en su centro de trabajo, a quien se le niega la comunicación, se ataca el desempeño de sus tareas, puede dejársele sin hacer nada o sobrecargarle de trabajo para luego acusarle de no terminar nada y se difunden rumores sobre él” (El Mundo, 21 de febrero de 2002). En seis de los artículos publicados en El Mundo entre los años 2002 y 2003, la palabra mobbing aparece reiteradamente asociada al binomio “hostigador”/“víctima” en el “centro de trabajo”. Los “hostigadores” se califican de “psicópatas organizacionales”, o “personalidades narcisistas” (El Mundo, 21 de febrero de 2002; 16 de julio de 2002; 16 de agosto de 2003), cuyo objetivo es ‘“eliminar’ trabajadores que juzgan competitivos o ‘altamente peligrosos, porque deciden no participar en comportamientos fraudulentos, o incluso los denuncian’”. Las “víctimas”, por su parte, se describen como “personas que se distinguen en su entorno laboral. Así, pueden ser trabajadores que destaquen por su brillantez profesional y ‘generan las envidias de los otros’” (El Mundo, 11 de julio de 2002). En esta representación discursiva del mobbing, las etiquetas de “hostigador” y “víctima” están ostensivamente connotadas, por lo que transmiten un determinado posicionamiento en relación con la conceptualización del problema, al tiempo que manifiestan una específica orientación ideológica en el modo como abordarlo socialmente. En concreto, el mobbing laboral se encuadra en un marco
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de atribución de responsabilidad en el que se concibe como un problema entre individuos con determinados perfiles psicológicos claramente identificables. Para hacerlo comprensible a la audiencia, el fenómeno se “psiquiatriza”. Las categorías de “hostigador/acosador” y de “víctima” se presentan como antagónicas e interdependientes. El hostigador es etiquetado como el “otro negativo” al que se le atribuye poder, dominio, agentividad y posición (Olstead 2002). Sus acciones se encuadran en el ámbito de lo penal y sus emociones carecen de contexto. La víctima, por su parte, es desprovista de toda capacidad de reacción contra la agresión, y es finalmente reducida al estatuto de enfermo mental. De este retrato se deriva que, para interpretar el concepto ad hoc MOBBING*, el lector se ve impelido a acceder a supuestos fácticos sobre crímenes violentos y salud mental. Además de estos atributos, la construcción del concepto ad hoc MOBBING* está también constreñida por las metáforas empleadas en los dos medios estudiados para dar sentido al fenómeno. Como han señalado diversos autores, las metáforas constituyen mecanismos muy eficaces para encuadrar problemas sociales complejos (como ocurre, por ejemplo, con las enfermedades; cf. Demjén/Semino 2016; Semino 2008; Semino/Demjén/Demmen 2018). De este modo, el periódico El País califica inicialmente el mobbing de “virus fatal” (El País, 14 de julio de 2002) o de “nueva enfermedad” (El País, 28 de octubre de 2003) que se propaga, sobre todo, en el ámbito de la Administración pública. Es una perspectiva alarmista, sensacionalista, que pone el énfasis en las consecuencias económicas de esta práctica intimidatoria: el mobbing, se informa en El País, “supone a las empresas un coste mínimo de entre 20.000 y 30.000 euros, lo que significa una caída en la productividad de entre el 1 y el 2 %” (El País, 28 de octubre de 2003). En este caso, el problema se presenta en un encuadre económico centrado en las consecuencias sobre las organizaciones (cf. An/Grower 2009). En contraste con El País, para El Mundo, el mobbing “no es una enfermedad, sino un riesgo laboral” (El Mundo, 5 de junio de 2003); o, más específicamente, un “riesgo psicosocial” que “puede desembocar en una verdadera patología psiquiátrica de larga duración, que, a veces, llega a producir una incapacidad o, incluso, el suicidio en casos muy extremos” (El Mundo, 21 de abril de 2004). En este caso, el concepto ad hoc MOBBING*, comunicado por mobbing, se vincula al concepto RIESGO, lo que induce al lector a inferir la proximidad de un daño para la víctima. De ello se deriva que, a diferencia de El País, que en ocasiones sitúa el mobbing en el nivel de las estructuras organizativas, El Mundo tiende a relegarlo al nivel de los individuos involucrados. Ahora bien, en el encuadre del nivel de responsabilidad (Semetko/Valkenburg 2000) generalmente adoptado en la prensa examinada, la causa y la solución del problema social de la violencia en el trabajo suele recaer casi exclusivamente en las personas, y no tanto en la propia estructura de la organización en la que se ejerce el mobbing, o en la sociedad en general.
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En cualquier caso, el encuadre general desde el que se conceptualiza mobbing en ambos periódicos es siempre de valencia negativa, y refleja los juicios de cada medio (Hallahan 1999). Con los diversos encuadres que constriñen el contenido de mobbing, el emisor pretende desencadenar en el lector los procesos inferenciales necesarios para incorporar las propiedades de carácter enciclopédico que se asignan al nuevo concepto ad hoc MOBBING*. A través de la progresiva comprensión y aceptación general del anglicismo, tanto la entrada léxica como el concepto codificado se han integrado en el “lexicón público” de los hablantes españoles (cf. Schröder 2017: 270). Una vez asentado el término, y el concepto codificado por este, las sucesivas referencias ya no requieren de una introducción tan detallada. Un punto de inflexión puede establecerse a partir de 2010, cuando en el Código Penal español se recoge el acoso laboral o mobbing dentro de los delitos de torturas y contra la integridad moral, a través de la Ley Orgánica 5/2010, de 22 de junio, por la que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre. A partir del momento en el que el acoso laboral o mobbing se define legalmente, la descripción del fenómeno se sustenta en la mención de los documentos emitidos en los juicios correspondientes (sean informes periciales, sentencias judiciales, etc.). Se incorpora, por consiguiente, un componente metarrepresentacional en la definición de mobbing en la prensa, que generalmente incluye la tipificación específica de acciones que se reconocen como manifestación incontestable de una serie de comportamientos calificados ya de delito, y la argumentación jurídica que sustenta el fallo judicial. Son ejemplos de esta construcción discursiva del concepto ad hoc MOBBING* los dos fragmentos siguientes, extraídos, respectivamente, de El País y de El Mundo: (3) La titular del juzgado central 5 de lo Contencioso-Administrativo, Emilia Peraile, considera demostrada la inactividad de Nicolás durante año y medio. Pero coincide con el argumento de la fiscalía de que eso por sí solo no es acoso laboral. Señala que la jurisprudencia califica como mobbing “toda conducta abusiva o de violencia psicológica que se realice de forma sistemática sobre una persona en el ámbito laboral, manifestada especialmente a través de reiterados comportamientos, palabras o actitudes que lesionen la dignidad o integridad psíquica del trabajador y que pongan en peligro o degraden sus condiciones de trabajo”. [El País, 23 de febrero de 2014] (4) El ‘mobbing’ consistió en “la no convocatoria a reuniones en las que su presencia era lógica, su relación a través de subalternos y no directamente con la gerente, las limitaciones en el uso de los medios públicos como el teléfono o los automóviles, la comunicación por notas, la postergación en actos públicos… Datos que por su reiteración y análisis global solo tienen un sentido, cual es la existencia de un
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acoso personal que ya fue apreciado en el año 2002 […]. Tales datos, unidos a la comúnmente conocida situación de maltrato y dirigirse a él reiteradamente a gritos no permiten entender que tal situación pueda ser calificada de manera diferente a la de acoso laboral o ‘mobbing’”, puntualizan los magistrados. [El Mundo, 19 de abril de 2012]
En total, 17 noticias dedicadas al mobbing, restringido al ámbito laboral, fueron contabilizadas en el subcorpus de noticias procedentes del periódico El País, en contraste con las 33 piezas informativas incluidas en el subcorpus de El Mundo. A estas habría que sumar seis noticias referentes a denuncias de mobbing en el mundo político, publicadas en El País; y nueve, en El Mundo. Las estrategias discursivas desplegadas por cada publicación para informar sobre el mobbing se agrupan en dos encuadres temáticos distintos: el episódico y el temático. Ambos proporcionan un contexto evaluativo diferente en el que procesar los supuestos facilitados en el texto de la noticia para construir el concepto ad hoc MOBBING*. En el encuadre temático, la descripción y presentación de los problemas sociales se lleva a cabo recurriendo a información sobre sus causas sistémicas, tendencias y consecuencias (Iyengar 1991). El tema se inserta en un contexto apropiado, de carácter histórico, geográfico o político. En apariencia, el encuadre temático “takes the form of a backgrounder report featuring a series of people talking” (Iyengar 1996: 62). El encuadre episódico, por su parte, se focaliza en acontecimientos aislados e historias personales, lo que puede conducir al público a centrarse únicamente en casos individuales y en soluciones particulares, sin considerar la dimensión social y la responsabilidad de las instituciones para abordar el problema (Zhang/Jin 2017). En general, las noticias combinan ambos encuadres, aunque existen tendencias en el uso de uno u otro en función del tipo de asunto social tratado (cf. Zhang y Jin 2017). En relación con los dos periódicos incluidos en el presente estudio, el análisis del corpus revela un elevado número de noticias dedicadas a experiencias individuales de mobbing en ambos medios. En la mayoría de los casos, se trata de informaciones relativas a las resoluciones de los procesos judiciales en curso, tanto de ciudadanos de a pie como de representantes políticos o de personajes famosos (deportistas, por ejemplo). Los casos más interesantes para analizar desde un punto de vista pragmático-discursivo son aquellos en los que la noticia incluye la narración de una experiencia personal, como se observaba en el primer ejemplo propuesto en el presente capítulo. En comparación con El Mundo, el periódico El País exhibe una mayor tendencia a insertar en sus artículos sobre el mobbing historias individuales que sirven como anécdotas representativas del fenómeno. La narración, como subraya Hallahan (1999), representa la forma más compleja de encuadre, puesto que comporta la selección de temas claves o ideas relevan-
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tes para formar el núcleo principal del mensaje, así como la incorporación de una gran variedad de técnicas narrativas para sustentar el tema planteado. Además, las historias personales añaden un componente emotivo a la noticia. En este punto, y como han señalado diversos autores, los encuadres episódicos proporcionan detalles de interés humano con los que el emisor espera provocar reacciones emocionales específicas en la audiencia (cf. Druckman/McDermott 2008; Gross 2008; Gross/D’Ambrosio 2004). Los encuadres temáticos, por el contrario, presentan los problemas sociales con información abstracta e impersonal, de modo que no parecen despertar el mismo tipo de respuesta emocional en el lector de la noticia6. Dado que no incluyen una multiplicidad de figuras humanas a las que los lectores puedan dirigir sus reacciones emocionales, “the focal point of the receivers’ emotional reactions should be more diffuse and external to the specific content of the thematic frame itself” (Aarøe 2011: 210). Desde la perspectiva relevantista, las emociones y sentimientos inducidos intencionalmente por el emisor al insertar estas historias personales serían también parte del contenido del concepto ad hoc MOBBING* que el lector debe construir para procesar la noticia. A este respecto, y como argumentan Wilson y Carston (2019), el resultado del proceso de comprensión va más allá de la recuperación de proposiciones e incluye imágenes, sentimientos y estados mentales. Al igual que con las proposiciones, en el nivel léxico media también una distancia entre lenguaje y pensamiento. Los conceptos ad hoc vienen a cubrir esa distancia entre el contenido codificado léxicamente y el inferido en el curso de la interpretación. En concreto, los conceptos ad hoc son susceptibles de incorporar las diferencias sutiles en percepción, acción y emoción que los significados codificados por la palabra no pueden expresar. Tales contenidos perceptivos y emocionales son intencionalmente transmitidos por el emisor, pero deben ser deducidos como parte del procesamiento; no están, pues, léxicamente codificados por la expresión lingüística en cuestión (Blakemore 2011; Wilson/Carston 2019). En el caso de las noticias de carácter temático sobre el mobbing en las que, como en el ejemplo de (1), se insertan historias personales, estas contribuyen a la comunicación de una serie de representaciones emocionales que el emisor espera que la audiencia asocie al concepto ad hoc MOBBING*. La construcción de tales representaciones afectivas depende críticamente de un abanico de supuestos con Como concluye Aarøe (2011: 216) en su estudio empírico contrastando la fuerza de marcos temáticos y episódicos, “episodic frames in the current study generated stronger compassion, pity, anger, and disgust than the thematic frames and the baseline condition. Moreover, my results also suggest that the use of thematic frames could possibly lower people’s emotional involvement compared to a situation where no frame is provided. Accordingly, the rhetoric in a frame apparently makes a substantial difference for the emotional state of the receivers”. 6
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textuales sobre el emisor, la situación y los individuos y acciones mencionados, así como de la relación que se establece entre el emisor y esos objetos, individuos y entidades. Con la progresiva asociación que en la prensa se induce entre determinados sentimientos y emociones y el concepto ad hoc MOBBING*, cabe suponer que la expresión lingüística mobbing desencadenará con el tiempo un conjunto de procedimientos cognitivos que resulten en la representación de ciertos estados emocionales (cf. Wharton 2009). Al usar mobbing, lo que se comunica es, siguiendo a Wilson y Carston (2019), un conjunto de efectos no proposicionales, caracterizados, entre otros rasgos, por la posibilidad abierta de diferentes paráfrasis por parte de diferentes audiencias, lo que supone la activación de determinados mecanismos perceptuales, emocionales o sensomotores. De ahí que pueda plantearse que mobbing, tras su incorporación al lexicón público de los hablantes españoles, induce significados expresivos, además de los conceptuales. Una vez aceptado y asimilado el término, es posible establecer una evolución en la construcción del concepto ad hoc MOBBING* desde las primeras menciones de la voz mobbing en la prensa hasta las más recientes. El análisis de las ocurrencias de mobbing en el corpus permite comprobar que, en los 20 años de uso del término en la prensa española, se han venido acuñando nuevas expresiones descriptivas con este ítem léxico. En todas ellas, mobbing se combina con adjetivos relacionales: “mobbing inmobiliario” y “mobbing maternal” son las más destacadas. En El País, la primera noticia relativa al “mobbing inmobiliario” es un extenso texto informativo fechado el 8 de julio de 2003, en tanto que, en El Mundo, no se hace referencia a esta práctica hasta el año 2007. En cuanto a la expresión “mobbing maternal”, El País publicó el 25 de marzo de 2008 un detallado artículo dedicado a este tipo específico de discriminación laboral. En El Mundo, en cambio, la primera mención no se produce hasta el año 20147. Para explicar el significado de estas construcciones léxicas, es preciso recordar que, como se establece en la TR, la entrada enciclopédica del concepto es abierta, está en constante cambio y evolución y varía entre hablantes y a lo largo del tiempo (Wałaszewska 2011). Por ello, resulta comprensible y natural que mobbing empiece a combinarse con otros elementos léxicos para aludir a ideas nuevas. De acuerdo con las predicciones de la pragmática léxica relevantista, las dos variedades principales de construcción del concepto ad hoc son la reducción de un concepto léxicamente codificado, y su extensión o ampliación (Carston 2002; Wilson 2004; Sperber/Wilson 2008; Wilson/Carston 2006, 2007). En el caso de la reducción, la palabra se emplea para transmitir un significado más específico del En el corpus examinado se han contabilizado dos artículos en El País, y seis en El Mundo, dedicados al mobbing maternal. En cuanto al mobbing inmobiliario, el corpus incluye 16 artículos procedentes de El País, y cuatro de El Mundo. 7
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que tiene codificado, lo que comporta una restricción en su denotación (Wilson 2004: 344). Aplicando este análisis a la expresión “mobbing maternal”, la denotación del concepto comunicado con esta construcción es una subparte de la propia denotación del concepto MOBBING codificado léxicamente (cf. Carston/Powell 2006; Wałaszewska 2011). Esta conclusión se fundamenta en la caracterización que la prensa estudiada ofrece del mobbing maternal en definiciones como las de (5), incluida en el primer artículo dedicado a este fenómeno en el periódico El País: (5) El mobbing maternal, o acoso moral, o maltrato psicológico. En román paladino: hacerle la vida imposible a la embarazada o madre y lograr, en ocasiones, que se vaya de la empresa es una lacra latente. […] “Es el menos divulgado de los tipos de maltrato laboral y tiene una particularidad respecto al resto: no se hace para destruir moralmente a la trabajadora, aunque también se consigue, sino que tiene vocación ejemplarizante. Se utiliza para disuadir al resto de empleadas de tener más hijos. Y lo consiguen, por eso España tiene una tasa de natalidad en mínimos”. Lo explica Iñaki Piñuel, psicólogo del Trabajo y autor del Informe Cisneros de 2006. [El País, 25 de marzo de 2008]
En la reducción, el significado literal de una palabra se preserva, puesto que no se ha perdido ninguna de las propiedades lógicas del concepto lexicalizado: mobbing laboral y mobbing maternal vienen a ser distintos tipos de mobbing, tal y como se plantea en el fragmento de (5), cuando se afirma que el mobbing maternal equivale a “acoso moral” y, más adelante, se incluye en la categoría de “los tipos de maltrato laboral”. Con el añadido del adjetivo relacional maternal, el concepto comunicado se hace más específico que la contrapartida léxica codificada mobbing. La especificidad, en este caso, viene dada por el blanco del maltrato —la mujer embarazada—, y por el objetivo de las acciones emprendidas: “no se hace para destruir moralmente a la trabajadora […], sino que […] se utiliza para disuadir al resto de empleadas de tener más hijos”. En contraste con el contenido comunicado con “mobbing maternal”, en la interpretación de “mobbing inmobiliario” parece producirse una extensión de la categoría. En términos de Sperber y Wilson (2008: 91), esta ampliación “involves extending a word with a relatively precise sense to a range of items that clearly fall outside its linguistically specified denotation”, así como la proyección de “defining, or at least characteristic, properties of the encoded concept onto a broader category” (Sperber/Wilson 2008: 94). Un ejemplo típico de extensión de la categoría es el uso de los nombres de marcas conocidas (como Kleenex) para referirse a entidades que no son parte, estrictamente, de la clase denotada por el nombre (Sperber/Wilson 2008). Con la ampliación, la literalidad no se mantiene (p. ej., una servilleta de papel no es, en rigor, un Kleenex), pero el ítem al que se aplica la
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denominación comparte algunas propiedades contextualmente relevantes con los elementos que sí se incluyen legítimamente en la categoría. Centrándonos en la construcción “mobbing inmobiliario”, el concepto comunicado con esta expresión comparte alguna propiedad con mobbing, como el hecho de ser una actividad intencional continuada dirigida contra un blanco (la víctima), que busca un beneficio y que se sustenta en una serie de actuaciones caracterizadas como acoso o asedio, tal y como se desprende de los fragmentos de (6) y (7): (6) Todas las asociaciones de consumidores tienen constancia de casos de mobbing inmobiliario, una práctica que consiste en asediar a arrendatarios, generalmente de avanzada edad, para que abandonen la vivienda de renta antigua y destinarla a fines especulativos. [El País, 7 de septiembre de 2007] (7) ‘Espantaviejas’, acoso inmobiliario, ‘mobbing’… Muchos son los términos que, nacidos de la mano del ‘boom’ del ladrillo, se han utilizado para definir el fenómeno por el que el propietario de una vivienda ‘invita’ a abandonarla a sus inquilinos por las buenas, al principio, y si es necesario, por las malas. [El Mundo, 11 de julio de 2008]
A diferencia de mobbing (laboral), que se define consistentemente como “conjunto de comportamientos o conductas” individuales de un acosador hacia una víctima8, el mobbing inmobiliario tiende a ser calificado de “práctica”, sobre todo en el periódico El País (se han contabilizado hasta 15 ocurrencias de este sustantivo)9. Consiguientemente, el emisor induce al lector a construir un concepto ad hoc MOBBING INMOBILIARIO* que incluya la propiedad lógica de ser un ‘uso continuado, costumbre o estilo de algo’, tal y como se define práctica en el DLE. Entendido como práctica, además, el mobbing inmobiliario se vincula a una serie de acciones de naturaleza distinta a las reconocidas para el mobbing (laboral), entre las que se incluyen las listadas en (8): (8) “los dueños aplican mecanismos legales como rescindir los contratos de menos de cinco años; luego intentan echar a los inquilinos con contratos indefinidos con 8 En las definiciones del mobbing se han contabilizado cinco ocurrencias de “comportamiento” y cuatro de “conducta” en El País, frente a ocho y 15, respectivamente, registradas en el corpus del periódico El Mundo. 9 Es interesante señalar que el periódico El Mundo circunscribe el mobbing inmobiliario a casos particulares de propietarios individuales, mientras que El País tiende a atribuirlo a fondos de inversión que operan en las grandes ciudades y que adquieren edificios enteros para “vaciarlos de vecinos” y “reformarlos y alquilarlos por un precio más elevado” (El País, 28 de marzo de 2019). Ello explica que El Mundo opte por definir el mobbing inmobiliario como un tipo de conducta y El País, en cambio, lo entienda como una práctica de carácter sistémico.
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todo tipo de artimañas; llegan a contratar detectives para que controlen si pasan noches fuera, si tienen segundas residencias… auténticas intrusiones en la vida privada”. “Y si todo esto no funciona”, remacha, “comienzan con los clásicos del mobbing: no cobrar el alquiler, no reparar goteras, dejar que la escalera se caiga a trozos, cortar los suministros, apuntalar, comenzar obras eternas…”. [El País, 15 de febrero de 2008]
La idiosincrasia del mobbing inmobiliario, frente al resto de tipos de mobbing, queda patente con su definición jurídica, tal y como recoge el periódico El Mundo en uno de sus artículos, en el que se informa de la nueva “ley de reforma del Código Penal de 1995” en la que se “tipifican como delito las ‘conductas acosadoras en el ámbito de la vivienda, dada su proliferación en la última década’” (El Mundo, 23 de diciembre de 2010). Las propiedades enciclopédicas particulares del concepto comunicado por la expresión “mobbing inmobiliario” permiten concluir, por tanto, que con tal construcción se comunica un nuevo concepto, distinguible del mobbing delimitado en el ámbito laboral. 4. Conclusiones Los neologismos son elementos singulares que despuntan en el discurso puesto que, como argumenta Lavale-Ortiz (2019: 223), “reclaman de manera automática e inconsciente la atención del receptor”. Son unidades nuevas para los usuarios, por lo que, en principio, no codifican un concepto lexicalizado. Los hablantes no disponen de una representación de la entidad denotada en la memoria a largo plazo. Sin embargo, la TR predice adecuadamente que su procesamiento se lleva a cabo de la misma manera que con otros elementos léxicos cuya interpretación requiere enriquecimiento inferencial, como ocurre con las metáforas, los usos aproximados o las extensiones o reducciones de la categoría. En el caso de los neologismos, el hecho de que se trate de ítems desconocidos para el destinatario justifica, precisamente, la necesidad de asignarles un significado contextual específico. En términos relevantistas, la comprensión del neologismo requiere de la construcción de un concepto ad hoc a través de un proceso inferencial complejo (y costoso, desde el punto de vista del esfuerzo de procesamiento) de ajuste mutuo del contenido explícito e implícito (Sperber/Wilson 2008). En el presente capítulo, hemos centrado el análisis en el elemento léxico mobbing y su representación discursiva en la prensa española. Desde las primeras menciones del término, la definición del fenómeno en las dos publicaciones examinadas ha requerido la introducción de supuestos contextuales con los que el lector pudiera formarse el concepto ad hoc MOBBING*. Tales supuestos con-
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tenían información sobre personas, procesos, eventos, escenarios y acciones con las que deducir el concepto ad hoc comunicado. A este respecto, el examen de los encuadres (temático/episódico) adoptados en El País y en El Mundo para informar sobre el mobbing revela que los contenidos proporcionados para construir ese concepto ad hoc incluían tanto información proposicional (factual) como no proposicional (emocional). Progresivamente, y a medida que la palabra mobbing iba vinculándose a una realidad conocida y aceptada por la audiencia, el término actuaba como un “anclaje discursivo”, en palabras de Lavale-Ortiz (2019), que desencadenaba la activación de otros conceptos en la memoria con los que el concepto ad hoc MOBBING* se ponía en relación. Una vez asentado el significado más estable asociado a mobbing, el contenido codificado léxicamente servía entonces como base para proceder a extensiones y/o reducciones de la categoría. De ahí las construcciones “mobbing maternal” y “mobbing inmobiliario”, identificadas en los dos periódicos estudiados. La primera, como hemos argumentado, supone una reducción de la categoría denotada por mobbing, en tanto que la segunda constituye una ampliación que da lugar a un nuevo concepto. Con un estudio como el desarrollado en este capítulo se muestra la viabilidad y utilidad explicativa de un enfoque pragmático-discursivo para dar cuenta del contenido y evolución de préstamos y neologismos. En este sentido, y como concluye Lavale-Ortiz (2019), un acercamiento cognitivo al neologismo pone de relieve el papel central que ejerce el criterio psicológico en el estudio de los fenómenos de innovación léxica. Por consiguiente, parece necesario atender a la contextualización del significado cognoscitivo de las nuevas expresiones léxicas, a fin de complementar los criterios de frecuencia y lexicográfico en el estudio de la neología.
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Julia Sanmartín Universitat de Vàlencia NEOLOGÍA Y REGISTRO: SOBRE LO COLOQUIAL, LO FORMAL Y LO ESPECIALIZADO EN MEDIOS DE COMUNICACIÓN ESCRITOS
1. A modo de preámbulo: fines del estudio En este capítulo se parte de la premisa de que las unidades neológicas surgen y se usan en diferentes géneros discursivos, vinculados a sus correspondientes ámbitos comunicativos: del escenario político a la interacción cotidiana. En cada uno de estos ámbitos de comunicación se combinan una serie de parámetros situacionales, como el tenor funcional o el tipo de vinculación interpersonal, que permiten delimitar los consiguientes registros lingüísticos. Estos oscilan de lo especializado a lo cotidiano, o de lo formal a lo coloquial. Los registros se concretan a su vez en la elección de determinados rasgos lingüísticos, que van formalizando una pragmagramática, en la que se inserta también el léxico. Este capítulo aborda la relación que mantienen los neologismos detectados en medios de comunicación, como prensa o revistas, con los diferentes registros. Y, para ello, en los tres primeros apartados del capítulo, se delimita, por una parte, la tipología de registros a partir de las aportaciones de los estudios pragmáticos; por otra, se comprueba si los diccionarios han incorporado de algún modo la noción de registro en la caracterización de las unidades léxicas lematizadas. Y, en tercer lugar, se describe cómo los periódicos y las revistas recurren al empleo de una heterogeneidad léxica vinculada a los distintos registros para poder configurar un estilo discursivo. Finalmente, en un cuarto apartado, se lleva a cabo el análisis de un corpus de 300 neologismos extraídos de medios de comunicación escritos y procedentes de BOBNEO, con la finalidad de adscribir estas voces a sus correspondientes registros.
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2. El registro desde la pragmática: la variación diafásica y su incidencia en el léxico Los neologismos emergen y se emplean en distintos ámbitos comunicativos y discursos, como son los periódicos y revistas publicados en soporte escrito o digital; los chats y blogs editados a través del medio digital; o las series de televisión retransmitidas en canales audiovisuales. Si la identificación de estos discursos es relativamente sencilla para los hablantes de una comunidad lingüística, el reconocimiento de a qué registro, estilo, variedad diafásica o funcional1 se vinculan, deviene más complejo. Para abordar esta cuestión y como punto de inicio, en este estudio se considera que el registro es una modalidad lingüística determinada por la situación, es decir, son los rasgos lingüísticos condicionados por el contexto comunicativo, frente a otras variedades lingüísticas establecidas por la pertenencia del sujeto a un nivel sociocultural o a un grupo humano2 (sociolecto) o a una zona geográfica (dialecto). La delimitación de estas variedades conlleva cierta complejidad, puesto que se produce un claro entrecruzamiento entre todas ellas (Casas Gómez/Escoriza 2009). Para poder establecer cuáles son los diferentes registros del español y los neologismos que a ellos se adscriben, cabe precisar la relación de parámetros situacionales que perfilan esos registros. A continuación, se presenta una reformulación sintética de la propuesta clasificatoria de rasgos de naturaleza gradual 3, formulada por Briz Gómez (2001, 2010) y el Grupo Val.Es.Co: • La actividad comunicativa, el tenor funcional y la temática. Los ámbitos comunicativos se erigen como unos escenarios, con su localización y su desarrollo temporal, en los que se encuentran los participantes o actores que desempeñan un papel y llevan a cabo una acción con un propósito o tenor funcional. Los escenarios fluctúan entre aquellos en los que los participantes asumen 1 La noción de registro lingüístico, considerado como lenguaje en situación ya ha sido esbozada, entre otros, desde los trabajos clásicos de Gregory y Carroll o el de Halliday, publicados en 1978, al de Biber en 1994. El término registro es polisémico, ya que posee diferentes sentidos en función de los autores y corrientes, y a su vez presenta, entre otras, las variantes denominativas ya indicadas en el texto. 2 El argot o jerga de grupo es un tipo de léxico que sirve para cohesionar a los integrantes del grupo y nombrar sus realidades más cercanas, está vinculado a lo oral y a lo coloquial: así, por ejemplo, el argot de la delincuencia, el argot de los homosexuales, el argot de los camioneros, etc. 3 Como apunta Briz Gómez (2010: 125): “La variación lingüística tiene carácter gradual. Los registros, los sociolectos, los dialectos, los géneros, los medios de producción-recepción son modalidades, realizaciones, estilos comunicativos, formatos y modos de transmisión escalares. Y esta escala es única, si bien su distribución no es lineal”.
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un tenor transaccional y los que se vinculan a un tenor socializador, esto es, hablar por hablar. Lo socializador se suele desarrollar en espacios cotidianos (como el domicilio familiar), gira en torno a los temas de cada día, el hablante solo asume el papel de establecer contacto social y la conversación se formaliza como el género discursivo más prototípico. En cambio, lo transaccional (como transmitir conocimientos científicos) implica que el emisor asume un papel funcional (conferenciante), en un espacio marcado (sala de reuniones), y su discurso se enmarca en una temática vinculada a unos campos más o menos especializados (como la lingüística o la medicina) y se formaliza en una estructura textual (como la conferencia o el artículo de investigación). • El grado de mayor o menor formalidad o informalidad. En función del tenor interpersonal, esto es, de la relación de proximidad o distancia que se establece o se desea establecer entre los interlocutores; de las relaciones funcionales simétricas o asimétricas que se contraen entre ellos; de sus vivencias compartidas o no y de su posición social, se desarrollará un discurso más o menos formal: de la conversación coloquial a la conferencia sobre gramaticalización dirigida a especialistas o el artículo de investigación. • El grado de mayor o menor elaboración. Según el tipo de planificación discursiva, en el aquí y en el ahora (síncrono) o con ausencia de simultaneidad entre emisión-recepción (asíncrono), se llevará a cabo una planificación sobre la marcha (en lo hablado) o una mayor elaboración del discurso (en lo escrito). • El tipo de canal y soporte. Se diferencia el canal gráfico del fónico. Es el único parámetro dicotómico (es gráfico o fónico), aunque también se reconocen diversas opciones como el texto impreso leído (al oralizar un texto en una conferencia) o el soporte audiovisual con subtítulos. La combinación de estos cuatro parámetros situacionales se produce en cada interacción comunicativa y cristaliza en un discurso, en el que se puede reconocer un prototipo coloquial (+socializador con temática cotidiana, +tono informal, +planificación sobre la marcha, +fónico) con su correspondiente género discursivo (la conversación); y un prototipo de lo formal (+transaccional con temática especializada y espacio marcado, +tono formal, +planificación, +gráfico) con su género discursivo asociado, ya sea un texto legal, como es la Constitución, o un texto científico, como es un artículo de investigación (Briz Gómez 2010). Además, estos parámetros situacionales determinan unos rasgos lingüísticos específicos: fónicos y prosódicos, morfosintácticos o léxicos4. Desde la perspecti Así, la descripción del registro coloquial y de sus correspondientes rasgos ha sido realizada, entre otros, en los diferentes trabajos del Grupo Val.Es.Co (Briz Gómez 2001; Briz Gómez/Grupo Val.Es.Co 2000). 4
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va del léxico (y de la neología), se constata una singularidad vinculada sobre todo a dos situaciones comunicativas: el léxico de especialidad y el léxico coloquial. En relación con el primer foco de singularidad y creación léxica5, la especialidad, si la actividad transaccional implica un ámbito de actuación con un conocimiento especializado (científico, técnico, etc.), adquirido mediante aprendizaje, surgirá un léxico de especialidad (terminología médica, jurídica o lingüística), agrupado en torno a diferentes áreas conceptuales y activado en un discurso de especialidad, cuya complejidad y densidad terminológica dependerá del tipo de ámbito y del receptor al que vaya dirigido. Se trata de ámbitos vinculados generalmente a lo formal. En cualquier caso, el uso activo de este léxico queda restringido a la comunidad de especialistas (Cabré 1993) y, en cierto modo, se puede considerar que lo diafásico se entrecruza con lo diastrático o con la exigencia de una competencia socioprofesional del sujeto. Por su parte, la conexión con el registro formal dependerá del tipo de profesión o técnica6: así pues, el léxico del sector profesional de la peluquería se difunde no solo en revistas especializadas, sino también en interacciones orales profesional-cliente con un tono de formalidad neutro o incluso con cierta coloquialidad. En relación con el segundo polo de creación léxica, lo coloquial, en una interacción socializadora y con un marcado tono de informalidad y búsqueda de proximidad entre los interlocutores, podrá surgir un léxico coloquial (también denominado jerga urbana o argot común), considerado como un modo de estrechar los lazos de unión entre los sujetos: hacer un simpa o irse de finde. En principio, también resultaría sencillo identificar este léxico coloquial (Sanmartín 2016a): uso frecuente en conversaciones coloquiales y, en la actualidad, en algunas intervenciones en redes sociales y conversaciones digitales a través del ordenador o del teléfono; empleo de ciertos procedimientos de creación léxica y sus connotaciones humorísticas, afectivas o transgresoras: acortamientos como zapas (de zapatillas); cambios de sentido como marujo; derivaciones con diminutivos lexicalizados como manitas o formantes cultos (papitis, fachódromo o pijolandia), préstamos connotativos como money; o compuestos como pagafantas o asaltacunas; y adscripción a campos léxicos genéricos como el ser humano y su tipología, acciones habituales (como morir, comer o tener relaciones sexuales), la ropa, el dinero o el transporte. Se entiende por creación léxica o innovación léxica cualquier mecanismo para incrementar el léxico de una lengua, ya sea por procedimientos internos al sistema (formales o semánticos), ya sea por procedimientos externos (préstamos). 6 Sanmartín (2019a: 460-462) describe la variación y diversidad del léxico de especialidad: de la ciencia a la técnica, de la actividad deportiva al léxico de algunas profesiones o grupos humanos. 5
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Cualquier hablante puede utilizar el léxico coloquial en sus interacciones cotidianas, si bien es cierto que, en función de la adscripción sociocultural7 y de la edad o incluso de su procedencia geográfica, su riqueza léxica y uso variará notablemente. Si se deja al margen ese léxico del registro coloquial y el léxico de especialidad, el resto de voces se adscribiría a registros que comprenderían de lo neutro a lo más formal. La cuestión es si resulta posible diferenciar un registro neutro y otro formal con voces distintas. Al estudiar la variación sinonímica, Regueiro (2010) señala diversas voces en relación con la muerte (palmarla, diñarla, estirar la pata, espicharla / morir, fallecer / expirar, fenecer, finar). Parece que sería posible adscribir estas voces a distintos registros más o menos formales (y también a distintos sociolectos). E incluso sería posible ampliar esta relación con voces de diferentes dialectos del español, como tistearse, ñampiar(se) o panquear(se), restringidas a algunos países del español de América. Dicho de otro modo, cuando se revisa el léxico de voces que presentan cierta sinonimia se percibe con mayor nitidez que existen diferencias de registros y/o sociolectos. 3. La noción de registro en los diccionarios: el parámetro lexicográfico para describir el léxico Los lexicógrafos son los que se han visto más abocados a clasificar las voces de una lengua a partir de su incorporación al lemario de un diccionario, ya que deben asignar las distintas marcas lexicográficas con el objetivo de vincular estas voces a una zona geográfica (marcas diatópicas), a un ámbito del saber o especialidad (marcas diatécnicas), a un periodo determinado (marcas cronológicas) y a un grupo social o situación comunicativa: marcas diastráticas (de nivel) o diafásicas (de registro); estas dos últimas también englobadas con la etiqueta de marcas de uso. De este modo, el análisis de los criterios utilizados por los lexicógrafos al registrar el léxico podría constituir el punto de partida para establecer la conexión de los neologismos con el registro. En relación con las marcas de uso, recientemente Garriga (2019: 30) ha indicado que en la versión de 2014 del Diccionario de la lengua española (DLE) se marca prioritariamente lo coloquial (14.522) y el resto de marcas apenas alcanza recurrencias significativas: marcas de nivel, rural (572), vulgar (379), germanía 7 En esta línea, Fernández y Escoriza (2004) han comprobado la correlación entre léxico de diferente nivel de formalidad, la adecuación textual y tres variables sociales (sexo, edad y nivel sociocultural de los hablantes): el nivel sociocultural más bajo no selecciona apenas las variantes formales y emplea más las informales con independencia de su adecuación textual.
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(350), culto (202); marcas de registro, poético (279), etc. Así pues, el diccionario incorpora como marcadas voces por debajo de un nivel considerado como neutro. En cambio, lo formal apenas se proyecta en los lemas presentes a lo largo de las diferentes ediciones. Se entiende que se incluiría en un nivel más formal aquello considerado como poético, o lo vinculado con el nivel culto. Si bien tanto en estos casos como en el resto de marcas, el propio diccionario no define con precisión8 cuándo emplea estas restricciones de uso (Garriga 2019); así, culto se define como lema en DLE: ‘dotado de las calidades que provienen de la cultura o instrucción’; o poético como ‘propio o característico de la poesía, o apto o conveniente para ella’. A continuación, se ha procedido a revisar algunas de las voces marcadas como cultas y poéticas en DLE (2019) con el propósito de analizar qué voces configuran el léxico que se encontraría más cercano a lo considerado como registro formal. No se han analizado las voces marcadas como coloquiales9, porque de este léxico ya se han realizado diferentes estudios (Cundín 2001; Sanmartín 2016a) y su reconocimiento es más sencillo a partir de los rasgos mencionados en párrafos precedentes. Se han detectado, en primer lugar, las voces marcadas como cultas10: a. Voces definidas por cierta remisión sinonímica, en cuyo caso es más sencillo contrastar con un sinónimo neutro: acribia. cult. exactitud, minuciosidad; amical. cult. amistoso; ambientalismo. cult. ecologismo; bosticar. cult. decir; dubitante. cult. dubitativo; fatuhm. cult. hado; morar. cult. habitar o residir habitualmente en un lugar; promisor. cult. prometedor; nigérrimo. sup. cult. De negro; ósculo. cult. beso; rutilar. cult. brillar; retropróximo. cult. Anterior; tartufismo. cult. hipocresía y falsedad; etc. b. Voces definidas mediante paráfrasis de tipo morfosemántico: apenumbrar. cult. poner en penumbra algo, especialmente un lugar; avisaje. cult. contratación de avisos (‖ anuncios); desaduanar. cult. retirar efectos y mercancías de una aduana, previo pago de los derechos arancelarios; dialógico. cult. perteneciente o relativo al diálogo; itifálico. cult. que tiene el falo erecto; madrigalizar. cult. componer madrigales; táurico. cult. perteneciente o relativo al toro y a los mitos y rituales relacionados con él; etc. 8 Sobre esta cuestión, véase Escoriza (2017) y la propuesta de pruebas léxicas que se ha diseñado: unas pruebas de variación léxica contextualizada, cuyos resultados podrían emplearse en la marcación lexicográfica. 9 Además, existen diferentes diccionarios de argot que también incluyen con mayor exhaustividad las voces coloquiales y de argot de grupo. En cambio, no hay diccionarios que recojan el léxico formal al entenderse que ya están presentes en el diccionario general. 10 De todos ellos, solo fatum y ethos se consideran como cultismos o latinismos no adaptados al indicarse en cursiva.
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c. Voces definidas mediante paráfrasis léxica o de tipo relacional: calendarizar. cult. fijar anticipadamente las fechas de ciertas actividades a lo largo de un periodo; ethos. cult. conjunto de rasgos y modos de comportamiento que conforman el carácter o la identidad de una persona o una comunidad; iridiscencia. cult. reflejo de colores distintos, generalmente como los del arco iris; reminiscente. cult. que evoca o recuerda a alguien o algo anterior en el tiempo; ucronía. cult. reconstrucción de la historia sobre datos hipotéticos; etc.
En numerosos casos se añaden marcas diatópicas en relación con el español de América11 (para voces como ambientalismo, retropróximo, bosticar, calendarizar, desaduanar, avisaje); en otros quizá sería necesario modificar la marca del culto por la de lingüística o literatura como disciplinas (en dialógico, madrigalizar); en otras ocasiones no se percibe con nitidez esa adscripción a lo culto (como en apenumbrar) y cabría plantearse por qué otras voces como nefelibata no se marcan como cultas: nefelibata Formación culta del gr. νεφέλη nephélē ‘nube’ y -βάτης -bátēs ‘que anda’, y este der. de βαίνειν baínein ‘andar1’. 1. adj. Dicho de una persona: Soñadora, que no se apercibe de la realidad.
En suma, un conjunto heterogéneo de voces consideradas cultas o utilizadas únicamente por usuarios de un nivel sociocultural alto, cuya diferencia respecto a lo no marcado solo se percibe con nitidez cuando se ofrecen definiciones sinonímicas y se contrasta con el supuesto léxico neutro. En el caso de las voces marcadas como poéticas, los resultados han sido muy similares, si bien por limitaciones de espacio no se han reproducido las voces (entre otras, alígero, cuadrupedante, flébil, filomela, etc.) ni el análisis de las definiciones. Se ha llevado a cabo una prueba contrastiva12 complementaria para corroborar la consistencia de estas marcas y averiguar si otros diccionarios establecen las mismas marcas. Para ello, se han comparado las voces anteriores del DLE con el lemario del Diccionario del español actual [DEA], de Seco et al. (1999). A diferencia del DLE, se trata de un diccionario que integra una documentación textual a modo de ejemplos, lo que permite que las marcas se ajusten con mayor precisión a unos usos reales y, además, se explican las marcas en la introducción, aunque no se explicitan ni en DEA ni en DLE cuáles han sido los criterios concretos para marcar o no las voces. 11 Las voces del español de América marcadas como cultas resultan muy numerosas: franelógrafo, desinteligencia, financista, ladinización, mapear, sobalevismo, etc. 12 Un estudio similar fue llevado a cabo por el sociolingüista Borrego Nieto (2002), quien también partió, en una primera etapa, de una revisión de los parámetros que delimitaban las escalas de formalidad.
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El DEA prescinde de la marca de culto y solo asigna la marcación lit a las voces más propias de la lengua escrita. Se podría añadir que quizá esa marca se asociaría con un registro más formal. Por otro lado, este diccionario no incluye las voces del español de América y, por ello, no se integran las voces así marcadas en DLE (como ambientalismo o desaduanar). La marca cult del DLE se convierte en lit en DEA (como en amical o dubitante). Solo tres voces quedan sin marcas: apenumbrar (raro), iridiscencia, reminiscente. Y dos voces no se documentan: acribia e itifálico. Por el contrario, el lema nefelibata se considera como lit, y de las voces etiquetadas como poét en DLE, el DEA las marca también como lit (alígero, ra lit; flébil lit), no las marca (cuadrupedante raro) o no las documenta (como filomena). Así pues, el DEA opta por una simplificación de las marcas, ya que solo reconoce lo lit como etiqueta por encima de lo neutro, en la que convergerían en cierto modo con el nivel sociocultural alto (aunque no se dice expresamente) y con el registro más formal (no necesariamente escrito). Desde una perspectiva global, se puede indicar que el DEA incorpora más voces marcadas como lit, ya que han revisado las 100 primeras páginas del diccionario y se han detectado 70 acepciones marcadas, lo que supondría que en 4.610 páginas del diccionario (con 75.000 entradas) se podrían documentar alrededor de 3.300 acepciones marcadas. En cambio, en DLE (con 93.111 entradas) solo se documentan unas 500 voces marcadas como cultas o poéticas. Es más, de las 70 acepciones documentadas como lit en DEA, solo tres se recogen como cultas en DLE: ablucionar, abscóndito o acceso (carnal). Las 67 acepciones restantes no se registran o no aparecen marcadas (como acíbar ‘amargura’, acerbo ‘áspero’ o acervo ‘conjunto’). Esto confirma que, hasta la fecha, los lexicógrafos no se ponen de acuerdo en la asignación de estas marcas. De hecho, los diccionarios no coinciden al registrar los sinónimos relacionados con la muerte: finar, fenecer y expirar no se consideran ni formales ni cultas en DLE; y, en cambio, en DEA finar y fenecer sí presentan la marca lit. Así pues, el léxico del español por encima de lo formal apenas se señala como tal en el diccionario, especialmente, en el diccionario académico. Por el contrario, en DLE aparecen 74 abreviaturas, todas ellas relacionadas con las marcas temáticas, entre las que destacan botánica (2.404 acepciones), zoología (1.819), medicina (1.588), etc. (Salgado/Costa 2019). Las marcas temáticas o diatécnicas de los diccionarios se interpretan, entre otros, bien como especificaciones para que el usuario sepa que el empleo de esa voz o acepción todavía se restringe a la competencia de los especialistas, bien para indicar que esa voz o acepción se utiliza en el marco de un ámbito de especialidad determinado (Salgado/Costa 2019). Al igual que en las marcas de uso, los diccionarios tampoco coinciden en la asignación de las marcas temáticas y no explicitan los criterios que han seguido
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para etiquetar las voces. Tan solo en DEA (1999: XVI) se indica: “solo empleamos las etiquetas de ámbitos especiales cuando el término en cuestión pertenece primordialmente a los especialistas y únicamente en escasa medida ha pasado al dominio general de los no especialistas”. El problema es que no se indica cómo se determina el paso a un dominio general: ¿se trata de una cuantificación en textos dirigidos a legos? 4. El léxico en medios de comunicación escritos desde la perspectiva del registro La prensa se erige como el medio esencial de transmisión y consolidación de los neologismos en la lengua (Estornell Pons 2009; Méndez Santos 2011a; Casado Velarde 2015; Díaz Hormigo 2020) y también se reconoce como una fuente de innovación léxica incesante (Guerrero Salazar 2007); por ello, casi todos los estudios que abordan el léxico en medios de comunicación se centran en describir estos procedimientos de creación. Pero ¿qué registro y qué tipo de léxico utilizan estos medios de comunicación escritos? Un medio de comunicación, como el periodístico, emplea un canal gráfico y manifiesta una elevada planificación textual, tal y como se aprecia en el nivel sintáctico. Pretende, en principio, informar (tenor funcional) a los lectores con cierta objetividad y con un tono de distancia o neutralidad respecto a esa audiencia, si bien la pretendida retórica de la objetividad ha sido tema de discusión (Palau 2005). La prensa se configura como una especie de género soporte (o macrogénero), en cuyo interior aparecen diferentes secciones (nacional, internacional, economía, sucesos, deporte, salud, ciencia, etc.) y géneros concretos, tanto de información (como la noticia), como de opinión (editorial, artículos, columnas o cartas al director); o híbridos (como el reportaje, la entrevista o la crónica) (Hernando 1994; Esteban 2008); o incluso anuncios publicitarios, información del horóscopo, cartelera, entre otros. Esta heterogeneidad textual13 presenta una incidencia en la selección del léxico en una doble orientación: de lo formal (literario, culto) a lo coloquial, de lo general a lo especializado. Además, cabe tener presente que el estilo de cada periódico implica unos rasgos lingüísticos específicos muy dispares: de la prensa gratuita 20Minutos a El País, de Las Provincias a Le Monde diplomatique. En este sentido, Méndez Santos señala (2011b: 31): “El lenguaje empleado en el periodismo escrito es tan heterogéneo como la tipología de sus textos y más, incluso, si tomásemos en cuenta las nuevas modalidades presentes en la lengua escrita de los diarios electrónicos”. 13
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Desde la perspectiva de la formalidad, los géneros de información presentan un tono de cierta distancia con la audiencia y un léxico que se podría considerar como no marcado (ni coloquial ni literario-culto-formal). Es lo que Hernando (1994: 150) denominaba como “estándar culto”. En el caso de los géneros de opinión, como las columnas de autor, se puede observar mayor libertad estilística y el empleo esporádico de un tono más culto o literario o incluso coloquial para llamar la atención o persuadir al lector (Méndez Santos 2011a; Casado Velarde 2015). Tanto lo literario-culto como lo coloquial configuran un léxico singular o marcado. En el caso del léxico coloquial, también en el titular de las noticias (género de información) se comprueba el uso de voces informales como una forma de apelar al lector, especialmente en la prensa digital (Mancera 2009, 2011, 2014) y en medios de comunicación virtual, como algunas redes sociales (Díaz Pérez 2014). Así se constata en los siguientes titulares del periódico de distribución gratuita, con formato papel y digital, 20Minutos, caracterizado por el empleo de voces coloquiales14: mojarse, en “Ronaldo se moja sobre la marcha de Messi del FC Barcelona”; también en periódicos digitales, como Libertad digital, aparece peluco en el titular —“El posado y el peluco de Irene Montero”—; en cambio, en la noticia se busca una alternativa léxica: “Anda la extrema izquierda desatada tratando de desmentir que Irene Montero luzca un reloj de la marca suiza Rolex […]”; o en Vozpópuli, en el titular de un artículo se documenta hincharse las pelotas en “A Pablo se le hincharon las pelotas”, en el que se comenta la entrevista a la exportavoz del Partido Popular, Cayetana de Toledo. Nótese que en los titulares anteriores se podría haber utilizado voces equivalentes más neutras (implicarse, reloj o enfadarse). Por el contrario, en el titular de una noticia del periódico El Levante, “El Gobierno concederá hasta 3.000 euros a jóvenes ‘ninis’ que emprendan un negocio”, no existe un equivalente lexicalizado en el español más neutro, tal y como se comprueba en el interior de la noticia: “La medida está dirigida a personas de entre 16 y 30 años que no estudien y carezcan de trabajo”. De ese modo, voces surgidas inicialmente en un contexto coloquial (como botellón o gorrilla) se tienen que utilizar en cualquier género discursivo al no contar con un equivalente lexicalizado15 en el español más general. Como orientación opuesta a lo coloquial, Hurtado (2003: 189) alude al empleo de ciertos pseudocultismos como problemática, coyuntura, decantarse por Estas voces se documentan en DLE (2019), como coloquial (mojarse), jergal (peluco) y vulgar (pelotas). 15 El DLE (2019) los incluye como coloquiales y los define por paráfrasis léxicas: gorrilla ‘persona que avisa de la existencia de una plaza libre para aparcar a cambio de una propina’ y botellón ‘reunión al aire libre de jóvenes, ruidosa y generalmente nocturna, en la que se consumen en abundancia bebidas alcohólicas’. 14
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o climatología, en lugar de problemas, momento, decidirse y clima. Nótese, por un lado, que se parte en todos los casos de una comparación sinonímica con un léxico considerado como menos formal; por otro lado, ninguna de las voces se marca como lit en el DEA, es decir, no se considerarían estrictamente como voces del registro más formal. Sin embargo, en la prensa se podrán registrar otras voces etiquetadas como formales en los diccionarios16: así, pitanza ‘comida o alimento’ (en DEA, lit.) o antinomia ‘oposición o contradicción’ (en DEA, lit.), documentadas en cotextos con una intención de recreación literaria (y extraídos de los cotextos en lo que se han analizado los neologismos del apartado posterior): La italiana abbiocco es el sueñín que le embarga a uno después de una buena pitanza. [El País] Pero si tuviera que resumir su carácter, jugaría a las antinomias de Kant: difícil y fácil, emotivo y frío, seguro e inseguro, divertido y serio, fusilable y abrazable. [La Vanguardia]
Desde la perspectiva de lo general o especializado, la prensa generalista incluye diversas secciones en las que se incorpora el léxico de las diferentes áreas del conocimiento o ámbitos del saber: economía, salud, informática, tecnología, ciencia o deportes, entre otros. Como ya se ha indicado, algunas de estas voces se incorporan a los diccionarios con las marcas diatécnicas de sus respectivos ámbitos (Estopà 1998). En relación con las revistas se podría reproducir lo dicho respecto a la prensa. Las revistas se constituyen como textos gráficos y planificados, pero presentan un léxico muy heterogéneo en función de su temática (motor, caza, gastronomía, turismo, moda, etc.) y destinatario. Así, por ejemplo, la revista El Jueves incorpora numerosos neologismos adscritos a un registro coloquial, tal y como ya apuntó hace dos décadas Rebollo (1998): la revista de humor busca una complicidad con
De hecho, si se considerara como más formal aquello que no se integra en la competencia léxica de un hablante de un sociolecto bajo y medio y no es habitual en registros neutros, como un noticiario, muchas voces se considerarían como “formales”, tal y como se constata en este ejemplo: “Lo juzgado extraño o heterodoxo en el relato canónico de la historia es barrido discretamente bajo la alfombra y el cultural de la España de Aznar se acerca cada vez más, pese a las incongruentes invocaciones a Azaña, a un nacional-catolicismo aggiornato y al más rancio y sobado esencialismo noventayochista” [El País, 5/06/2001]. Las tres voces en negrita aparecen sin marcas en DEA, lo que incide de nuevo en la dificultad de considerar algunas voces como formales (y de sociolectos altos). Esencialismo se documenta como fil en el DEA. 16
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los lectores a partir del empleo de un léxico utilizado mayoritariamente en conversaciones coloquiales o textos digitales de redes sociales y con procedimientos lexicogenéticos más específicos del registro coloquial (Briz Gómez/Grupo Val. Es.Co 2000), como los acortamientos, las sufijaciones singulares o las metáforas lúdicas en un cotexto con rasgos morfosintácticos también enmarcados en lo coloquial y con aspectos gráficos que imitan la oralidad: francolandia; ¡Que nos vamos a petarlo cara al sol!; ¡cagondiós! ¿qué hacen aquí dos picoletos?; siempre antifa; Por cierto, sería mucho pedir que salieses fumando un porrete (El Jueves, n.º 2135). 5. Los neologismos en prensa y revistas desde la perspectiva del registro Tal y como se avanzó en el preámbulo, en este capítulo se pretende abordar la relación entre registro y neologismos a partir del análisis de una muestra de voces procedentes de prensa y revistas. Por ello, tras las reflexiones sobre el registro (de carácter pragmático, lexicográfico y discursivo) de los apartados anteriores a modo de planteamiento inicial, se procede a continuación a comprobar si algunos de los neologismos detectados por BOBNEO se pueden adscribir a un registro determinado como si de una marca lexicográfica se tratara: el grado de formalidad y su adscripción a un área de especialidad. El corpus de neologismos de BOBNEO se elabora17 a partir del vaciado de periódicos y, de un modo secundario, de revistas, y emplea un criterio de exclusión lexicográfica: las voces o sentidos detectados en los medios de comunicación no deben hallarse lematizados en dos diccionarios: Lema y DLE. Como doble hipótesis inicial de este estudio, se considera que los periódicos y revistas que forman los documentos de referencia de BOBNEO: a. Desde la perspectiva de la formalidad, presentan un registro neutro (no marcado), habitual en textos escritos periodísticos, en el que solo aparecerá el léxico coloquial neológico (marcado) como un elemento esporádico para llamar la atención del lector o dotar de un estilo singular al discurso; y será compleja la detección de neologismos pertenecientes a un registro formal (marcado); b. y, desde la perspectiva de la especialidad, la diversidad temática de las revistas y las secciones temáticas de los periódicos posibilitarán distinguir neologismos adscritos a los distintos ámbitos de especialidad. La información detallada sobre cómo se han extraído estos neologismos se encuentra en la página web . 17
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Se ha analizado una muestra de 300 neologismos de BOBNEO. En concreto, estos 300 neologismos ya se han caracterizado en el marco del proyecto de investigación Neómetro18 con el objetivo, entre otros, de determinar su neologicidad y su diccionariabilidad (calidad de más o menos pertinente para el diccionario). Para ello, se ha elaborado y rellenado una ficha descriptiva de cada neologismo en la que se han incluido tres tipos de parámetros: un primer análisis lingüístico (tipo de neologismo según su procedimiento de creación, significado transparente, formación transgresora, etc.); un segundo análisis de uso (primera ocurrencia, tipo de texto, frecuencia periodo y total, área temática específica —como tecnología— o general, y registro); y un tercer análisis documental (su sanción en diversos diccionarios de uso como DEA, Clave y DUE; diccionarios de otras lenguas y diccionarios de neologismos; y recurrencia en otros corpus como CREA, CORPES, Google Books y Factiva). En un primer momento, en esta ficha descriptiva se habían diferenciado tres modalidades de registro: neutro, informal y formal. No obstante, para comprobar la adscripción de los neologismos al consiguiente registro, es necesario añadir a la ficha anterior unos parámetros específicos para reconocer el grado de formalidad y de especialidad. En principio, la propuesta de indicadores del grado de formalidad19 y especialidad de los neologismos, formulada en este estudio es la siguiente: I. Anclaje discursivo y cotextual 1. Delimitación del género discursivo en su marco enunciativo (géneros informativos, géneros de opinión, etc.) y tenor funcional 2. Caracterización del cotexto discursivo: rasgos lingüísticos del propio cotexto y determinación de su registro (± elaborado y formal) 3. Ubicación en el texto periodístico: titular o cuerpo II. Análisis del procedimiento de creación léxica 4. Descripción del procedimiento de formación léxica: acortamientos bisílabos como zapas, sufijos como -eras en guaperas o incluso -itis en papitis, préstamos del argot de grupo como choni, etc. favorecen la adscripción a un registro coloquial; cultismos y formantes como -oma o bio- posibilitan la adscripción a un registro formal 5. Reconocimiento de connotaciones lúdicas a partir del juego y de la transgresión lingüística (semántica o formal)
La descripción del proyecto se encuentra en . 19 Estos parámetros coinciden grosso modo con las dimensiones que planteaba Borrego (2002: 143-145) para caracterizar el léxico y sus correspondientes marcas de uso, más allá de la principal que sería la estadística: tipo de género, inclusión en un texto elaborado escrito o no, y en un campo de especialidad o no, el grado de formalidad, la actitud social (especialmente la negativa) y el tono pragmático (sobre todo, el humor). 18
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III. Determinación del área temática y sinónimos 6. Comprobación de la existencia de voces sinonímicas (necesidad denominativa o función estilística) 7. Pertenencia a una temática específica o a un campo léxico general: el registro coloquial surge en torno a la denominación de tipos humanos, realidades y acciones más primarias (de la comida al sexo), adjetivación, etc. IV. Revisión documental: diccionarios y corpus 8. Documentación en diccionarios especializados20, como Dicciomed.EUSAL, Agulló (2003) o Grupo Cometval (2016) 9. Documentación en diccionarios de argot21, como el de Sanmartín (2006), y si corresponde, en otros descriptivos dialectales como el Diccionario de americanismos (DA) y similares 10. Documentación en corpus generales (neutros), como Google o CORPES XXI, o diccionarios generales, como Clave o DEA 11. Documentación en corpus digitales (coloquiales)22, como el Corpus del español de Mark Davies 12. Documentación en fuentes especializadas, como los textos de Dicciomed.EUSAL Tabla 1. Indicadores de formalidad y especialidad
5.1. Los neologismos y lo informal-coloquial202122 Al aplicar los indicadores anteriores a los 300 neologismos, solo se han detectado 26 neologismos como posibles voces coloquiales, lo que supone un 8,6 % del total. De estos 26, siete voces (alonsodependiente, asino, asustafuncionarios, bigotez, botijoman, brangelina, alfonsinazo) presentan una única recurrencia en los diferentes corpus revisados, lo que indica que se trata de creaciones léxicas de autor23 (Estornell Pons 2009). He aquí tres cotextos: “¿Es ahora un GP menos 20 El léxico de especialidad puede constituirse como neologismo en la lengua general al no estar incorporado a los diccionarios generales y no ser de uso frecuente, aunque no sea un neologismo (o neónimo) en la lengua de especialidad. 21 Para la detección de neologismos de BOBNEO no se han tenido en cuenta diccionarios de argot común o español coloquial (Sanmartín 2016a), por lo que se a veces se etiquetan como neologismos voces que circulan desde hace años en nuestra lengua. 22 Los cuatro corpus de contraste utilizados para cotejar frecuencia y funcionamiento en Neómetro no integran de un modo mayoritario el léxico coloquial. Sin embargo, se podría utilizar este parámetro en sentido inverso: su documentación en corpus escritos (neutros o formales) supone un indicio de formalidad. 23 Algo similar sucedería con aznarato, formado por sufijación. Sin embargo, aznarato posee cierta frecuencia: 11 recurrencias en BOBNEO, en CORPES, cinco, y 11 en el Corpus del español. Supone una formación humorística al adjuntarse el sufijo -ato al nombre propio, Aznar.
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alonsodependiente?” [La Vanguardia], “En efecto el cavallino ha dejado de ser el asino de los últimos años, ha encontrado la buena línea de la mano de la minirrevolución técnica de esa F-1 más aerodinámica” [La Vanguardia], y “Puigdemont califica a la Fiscalía de asustafuncionarios” [El País]. Se trata de creaciones léxicas esporádicas, transgresoras y con una clara función lúdica y de juego lingüístico. Los 20 neologismos restantes, con mayor recurrencia, presentan cotextos con un elevado grado de planificación (con reflejo en la estructura sintáctica) y con un tono neutro desde la perspectiva de la distancia comunicativa (con reflejo en la morfología y en la selección léxica): son textos escritos publicados en medios de comunicación; y, como se ha indicado, pertenecen al discurso periodístico, especialmente a El País, La Vanguardia, El Periódico (los tres de ámbito nacional, España) y Página 12, La Nación y Clarín (de Argentina), es decir, el periodista pretende informar u opinar con cierta distancia respecto a la audiencia lectora. Sin embargo, cabe matizar que los cotextos que a continuación se reproducen se enmarcan en discursos con un estilo narrativo, como sucede en el reportaje, en el artículo de opinión o en la crónica (Hernando 1994): en estos discursos se detecta un enfoque más bien personal casi cercano a lo literario, en el que el periodista se permite metáforas creativas, inclusión de voces de otros sujetos, preguntas al lector, etc. En síntesis, son textos periodísticos con un estilo discursivo más personal, lo que explicaría la inclusión de estas voces. A continuación, se reproducen algunos neologismos24, con su cotexto: Al abortaje: el problema del aborto no es tanto el origen sagrado de la vida como la sacralización de los clérigos de semejante asunto). [El País] Pichetto se adjudicó la mejor marca del abucheómetro. [Página 12] Y ahí al lado —donde termina una playa demasiado parecida a esa postal baldía que acaba de llegarnos de Marte— el acalambrante mar es siempre caldo de tiburones que parece que sonríen, pero que en realidad no hacen otra cosa que enseñar los dientes. [Página 12] Su nuevo buque lleva un rumbo claro: los buenos siempre podemos ser malos; los cuerdos, locos, y la cámara, ¡alehop!, acaba enfocando algo que no parecía estar ahí. [El País] ¿Cuántas amienemigas ha sorteado? [El País] El año nuevo del antiprogre. [El País] Los cinco neologismos restantes serían aznarato, bestia parda, bigotez, brasa y british.
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Pusieron canteros antimanteros: ahora los corren y ocupan igual las veredas. [La Nación] Es un asunto de conductas poco éticas que no afectan a un ministro o a un consejero, sino a alguien que había sido el líder político, el ideólogo, el cartel electoral, quien decía qué estaba bien y mal… y los efectos son atómicos. [El País] ¿Es muy bacano (increíble) que incluyan personalidades para tener más alcance en el fútbol? [El País] “No se necesita comprar dos kilos de azúcar para vivir y quien lo haga es un bachaquero [contrabandista]”, agregó Osorio. [El País] Así que no tardó en forjar una cierta imagen de bad boy, como en tiempos lo hicieron James Cagney y después Marlon Brando, o como lo ha hecho Sean Penn […]. [El Periódico] Quizás ya tendrán en el punto de mira puesto a un hombrecillo que camina o corre, que ellos conocen como el bad guy, el tipo malo. [La Vanguardia] Durante una de sus rondas de contactos telefónicos, Trump amenazó al presidente de México, Enrique Peña Nieto, con enviar al Ejército a territorio mexicano para parar a “los bad hombres allí abajo”. [El Periódico] Ella, hermosa y vulnerable, divina y frágil, ¿existió, la soñamos o se la inventaron las revistas?, que fue una fashion victim con bulimia incluida, una barbie incómoda pero desafiante. [La Vanguardia] Esa frase me guió a comprobar en una fría medianoche de sábado si una fiesta con música dark puede convivir con un evento de bondage, disciplina, dominación y sumisión. [Clarín]
A diferencia de lo que sucede en una conversación coloquial, en la que afloran rasgos lingüísticos morfosintácticos, fónicos o pragmáticos vinculados al registro coloquial, en estos cotextos periodísticos solo se documentarían algunas voces coloquiales esporádicas, ya que el resto de léxico y rasgos lingüísticos se ajustan a los habituales de un registro neutro. Nótese de nuevo la diferencia respecto a la revista El Jueves, en cuyo discurso se constatan rasgos coloquiales diversos y no solo léxicos. Algunas de estas voces son americanismos que aparecen en la prensa de España al incluir noticias de Hispanoamérica, con las consiguientes palabras de esta zona. En estos casos, cabría tratarlas de un modo distinto en el análisis y compro-
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bar en diccionarios del español de América y corpus en qué registro se emplean, tal y como sucede con bacano o barchero, en cuyos cotextos el periodista suele incluir su significado, ya que es desconocido para el hablante peninsular. Téngase presente también que muchas de estas voces giran, como es habitual en el léxico coloquial, en torno al ser humano y lo transforman en tópico del discurso: de bacano a bad boy, de antiprogre a amienemigo, de barbies a bachaquero, de antimantero a (ser alguien) atómico. Solo la mitad de ellas cuentan con equivalentes en cierto modo sinonímicos en español más general: acalambrante (sorprendente), bacano (increíble), bachaquero (contrabandista), bad boy, bad guy, bad hombre (tipo malo), atómico (genial) o antiprogre (antiprogresista). Una parte de estas voces se crea por una especie de juego lingüístico transgresor: al abortaje (por imitación de al abordaje), abucheómetro (por compuesto como si los abucheos se midiesen con un aparato), en amienemigo (por acronimia de dos voces dispares, amigo y enemigo), barbie (por cambio semántico a partir del nombre de una muñeca), atómico (por cambio semántico especialmente cuando se refiere a una persona), antiprogre (se toma como base un acortamiento coloquial progre frente a progresista), bad boy, bad guy o bad hombre (anglicismos connotativos). Emplear estas voces en el cuerpo de la noticia o del reportaje supone una forma de recrear un ambiente o reproducir las palabras del sujeto entrevistado; y en el titular es un modo de llamar la atención, especialmente, cuando se cuenta con equivalentes léxicos en español general. Solo se han registrado al abortaje y antimantero en el titular. En caso de no contar con equivalentes, las voces se utilizan por necesidad denominativa (tal y como se constata con voces no neológicas como botellón o gorrilla) y acaban con mayor facilidad incorporadas a los diccionarios con la marca coloquial. Dicha marca puede dejar de ser pertinente con el paso del tiempo, ya que aparecen en cualquier género textual, especialmente, en noticias con un tenor informativo objetivo. Esto es lo que sucederá con antimantero o amienemigo. La base mantero mantera no se registra ni en DLE ni en Lema, aunque ya se documenta en diccionarios de argot (Sanmartín 2006) y en diccionarios generales como Clave, en el que se considera coloquial y se define por hiperonimia, ya que no cuenta con un equivalente lexicalizado en español: ‘persona que vende en la calle y que tiene los productos colocados sobre mantas en el suelo’. Por ello, será más fácil que acabe integrado en un español más neutro y pierda dicha marca. De hecho, no aparece en el Corpus del español, de Davies (del subcorpus denominado, Web y dialectos, integrado por textos de páginas web, con cierto tono coloquial), pero una búsqueda en Google permite comprobar su elevada recurrencia en los titulares de las noticias, acompañando al sustantivo operativo o plan.
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Cabe insistir de nuevo en que estos 20 neologismos no se podrían etiquetar estrictamente como informales si no aparecen en discursos prototípicos coloquiales, ya sean conversacionales o digitales. Como prueba del procedimiento aplicado, se revisan otros seis neologismos en el Corpus del español. Amienemigo, ga aparece en el Corpus del español en 16 contextos, voz difundida por la traducción de una película de Disney Channel, Frenemies; y en Google se registra en numerosos textos, muchos de ellos con un tono informal, pero también periodísticos: “Ciudadanos y Vox: ‘ami-enemigos’ necesarios” (Madrid Diario, 2020); o de economía: “‘Ami-enemigos’ financieros: ¿Qué te hace gastar más?” (). El neologismo y anglicismo, bondage, se usa en el argot del sadomasoquismo y se registra en diccionarios de argot (Sanmartín 2006). No cuenta con equivalente en español general y, por ello, puede percibirse como una unidad denominativa no coloquial, tal y como documenta ya el DEA. En el Corpus del español se registran más de 184 ejemplos, prueba de su recurrencia en textos digitales de carácter coloquial. Barbie se documenta en más de 7.000 contextos en dicho corpus al coincidir con el nombre propio de la muñeca. Esta última voz ya se registra en diccionarios de argot (Sanmartín 2006), presenta numerosas recurrencias en CORPES XXI (más de 600 casos, en 200 documentos) y también se ha incorporado a DA, aunque sin marca de restricción de registro y sin la connotación más despectiva del español peninsular: barbi. (Del ingl. Barbie doll®). I. 1. f. Gu, Ho, ES, Ni, CR, Pa, Co, Ch, Py, Ur. Mujer muy bonita, alta y delgada. (Barbie; Barby).
Barbie no cuenta con un equivalente lexicalizado en español general, pero parece difícil que pierda su consideración de coloquial al tratarse de una voz formada por un cambio semántico con la adición de unas notas despectivas vinculadas al ser humano. Otras dos voces, atómico y antiprogre, en cambio, cuentan con equivalentes más neutros por lo que difícilmente podrán perder el carácter coloquial. Ambas voces se documentan en el Corpus del español, con más de 17 recurrencias. Atómico -ca solo se registra en diccionarios generales, como Clave con la marca coloquial: ‘estupendo, muy bueno o espectacular’; y en diccionarios de argot (Sanmartín 2006); y antiprogre se forma sobre la base progre, considerada en los diccionarios generales (DLE o Lema) como voz coloquial y también se registra en diccionarios de argot (Sanmartín 2006). Al contar ambas voces con
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equivalentes sinonímicos neutros resulta más complejo que pierdan su marca coloquial. 5.2. Los neologismos y lo especializado Al revisar el resto de neologismos, se han considerado adscritos a un registro neutro y en la ficha ya mencionada del proyecto Neómetro se les ha asignado un Área temática general o específica: • Área general: a rebufo, abrazable, abretarros, abucheómetro, acalambrante, acelerante, aeronavegante, affaire, afrentado, agendar, aggionarto, aita, alabatorio, alehop, altavoz, amigo invisible, animalista, apoyapiés, asistencialista, autoconocimiento, autoelogio, autoexamen, autofoto, banco de alimentos, etc. • Áreas específicas ▪ agricultura: agroalimento, agroecólogo ▪ alimentación: armagnac ▪ automoción: 4 × 4, bicuerpo ▪ cine: alfombra roja ▪ cosmética: 8 free, blush, antidurezas, beauty ▪ deportes: ademarista, alonsista, alpinístico, alta competición, aquagym, arreón, average, baseball ▪ derecho: alto tribunal, autotutela ▪ economía: agroexportación, agroexportador, agronegocio, alquiler social, asiento contable, austericidio ▪ educación: ampa ▪ gastronomía: alta cocina, bacaladería, bagel, bartender ▪ historia: antropoceno ▪ informática: 3.0, agregador, app, aplicación, banner ▪ literatura: autoarte ▪ industria: acerera ▪ moda: alta moda, básico ▪ medicina: acupresión, artoplastia, aloinjerto, aloprótesis, ayurveda ▪ música: afrobeat, alboranista, alt folk, armoniquista, bajo-barítono, balletómano ▪ política: altermundismo, autoexiliarse, baltarismo ▪ psicología: autoimagen ▪ sociedad: abortaje, afrodescendiente, alarma social, anarcofeminista, antidesahucios, anti-apartheid
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sexualidad: agénero tecnología: 3D, agrocombustible, agroenergía, antifracking turismo: bed&breakfast urbanismo: área verde
A nuestro entender, su pertenencia a un área temática específica no implica que se deba considerar como un neologismo de uso restringido únicamente a la competencia socioprofesional del experto, ya que, en la sociedad del conocimiento actual, muchas voces enmarcadas en temáticas de ámbitos de especialidad se difunden entre amplios sectores de la población; o sencillamente estas voces pertenecen a un campo léxico común al especialista y al profano en la materia (como sucede con las denominaciones de las partes del cuerpo humano o de las enfermedades habituales que cualquier hablante pueda usar y comparte con el médico especialista): por supuesto, el concepto de estas voces que posee el especialista y el lego es notablemente distinto. De este modo, voces relacionadas con el derecho, la medicina o la lingüística pertenecen a estas áreas temáticas, pero su uso no estará necesariamente restringido al usuario especialista. Por ello, aparecen sin marcas temáticas restrictivas en los diccionarios generales. En cambio, otras voces sí llevan marcas porque todavía no son de un empleo tan frecuente entre los legos: así, por ejemplo, en el DLE, llevan marca temática Der. los compuestos sentencia firme, sentencia definitiva o sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada y carece de marca la voz simple: sentencia. En principio, al analizar neologismos en diarios y revistas sería importante precisar la recurrencia de estas voces en textos dirigidos al profano y la comprobación de su inserción en géneros discursivos solo emitidos y recibidos por especialistas. Esta documentación permitiría determinar si el neologismo es de uso exclusivo/preferente entre especialistas o no. Así sucede, por ejemplo, con el neologismo acupresión que pertenece al campo léxico de las técnicas de curación, pero no es exclusivo de la especialidad médica; con el neologismo app o aplicación del campo léxico de la informática; o con la voz básico del campo de la moda. En suma, no se puede confundir áreas temáticas específicas con léxico de especialidad. Véanse los dos cotextos de acupresión: el primero es de una revista en la que se habla de tú al potencial cliente: Tu viaje sensorial spa puede ser un éxtasis continuo: masajes aromáticos corporales a cuatro manos, con piedras, reflexología facial mediante acupresión (para la autocuración del cuerpo) […]. [D’noche] Derivan de ella el shiatsu, la reflexoterapia y la acupresión. [El País]
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A veces, en el mismo contexto conviven dos neologismos sinonímicos, uno más conocidos entre los hablantes (araña vascular) y el otro con una clara adscripción al ámbito de especialidad (telangiectasias): Las varices, al igual que las telangiectasias o arañas vasculares, son una manifestación de insuficiencia venosa. [El Periódico] Aproximadamente un 60 % de mujeres de más de 35-40 años tienen algún tipo de varices en cualquiera de sus formas de presentación: arañas vasculares o varices grandes. [Sabor…]
El léxico de especialidad25 se puede integrar como neologismo en la lengua general (Guerrero Ramos 2008) y documentarse en textos periodísticos, aunque el léxico de especialidad aparece en una proporción menor que en un texto de especialidad y suele ir acompañado de una estrategia reformulativa (Cañete/Fernández-Silva/Villena 2019: 140). Cuando el léxico de especialidad se integra en el diccionario general se añade una marca diatécnica en el caso de que su uso no sea frecuente entre los legos26: se definiría como una banalización del término (Díaz Hormigo 2020: 14). Se trataría, de nuevo, de comprobar estadísticamente la frecuencia léxica de estas voces en discursos dirigidos a los no expertos y el tipo de género discursivo prototípico en el que aparece para considerar si requiere de una marca temática restrictiva, lo cual resulta bastante complejo: Se han analizado seis neologismos como ejemplo: los términos del ámbito médico artroplastia, aloinjerto y aloprótesis; los anglicismos del ámbito del turismo, Cañete, Fernández-Siva y Villena (2019) han analizado los neologismos de BOBNEO de El País, entre 2003 y 2013, en tres secciones de especialidad y han extraído 824 neologismos terminológicos de estas secciones: 310 son de deportes, 221 de economía y 293 de tecnología. Finalmente han comprobado su inserción en DLE: de los 135 neologismos terminológicos incorporados, 45 son de tecnología, 34 de economía y 28 de deporte; y solo 83 vienen acompañados de marcas temáticas (la más frecuente es la de informática, con 27, como spam, sitio web o intranet), “que refleja su carácter todavía terminológico o, al menos, su adscripción a un área temática específica” (Cañete/Fernández-Siva/Villena 2019: 19). Parece acertada la matización realizada por estas autoras, “al menos”, ya que los neologismos citados del área informática ya no son de uso exclusivo de los expertos, tal y como las propias autoras consideran: “Por otro lado, los ejemplos de la tabla anterior muestran que, bajo la etiqueta de marca temática, se incluyen términos especializados de uso restringido a los especialistas (jarosita, anatocismo) y otros de uso mucho más extendido en la lengua general, sobre todo en el caso de informática (spam, intranet, emoticono) o deporte (banquillo, regateador)”. 26 Se parte de una perspectiva comunicativa de la terminología, en la que se contempla que el emisor debe ser experto, pero el receptor puede ser experto, experto en formación o lego, entre otros (Cabré 1993). Esto afecta a la tipología de géneros discursivos y a su caracterización léxica. De igual modo, los discursos de especialidad, como ya se ha indicado, son heterogéneos y diversos. 25
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bed&breakfast, y del ámbito deportivo, aquagym; y el derivado por sufijación del ámbito de la informática, agregador. En los medios de comunicación aparecen en diferentes secciones (de sociedad a ciencia) y géneros periodísticos (de noticias a reportajes) y su cotexto es neutro: En junio de 2011 el Rey se realizó una artroplastia en su rodilla derecha. [La Vanguardia] Una vez resecado el tumor se construye la zona con prótesis, aloinjertos (tejido procedente de cadáver) o aloprótesis (una combinación de ambos). [El País] A pesar de su potencial y de su actual auge, la ausencia de hoteles, compensada con algunos bed&breakfast y pensiones, hace que a Harlem le quede aún mucho camino que recorrer como gran destino turístico. [La Vanguardia] Los deportes más adecuados para tener unas piernas perfectas son la natación, el aquagym, ir en bicicleta, el golf y, por supuesto, andar. [Sabor…] El auge de los blogs en catalán genera nuevas necesidades, de ahí que sean cada vez más frecuentes los agregadores, que contribuyen a unir blogs no sólo a partir de los temas o las ideologías, sino también de territorios o de los intereses de sus autores. [El País]
Artroplastia, aloinjerto y aloprótesis son términos formados por composición culta del ámbito de la medicina: los dos primeros se registran en diccionarios médicos, como Dicciomed, en el que se remite a la inserción de estas dos voces en documentación compuesta por artículos de investigación, libros científicos, etc. Son géneros discursivos con un elevado grado de formalidad. Por su parte, aloprótesis todavía no aparece en este diccionario, si bien una búsqueda en Google permite comprobar que también es habitual en la bibliografía médica especializada (como artículos de investigación). En cuanto a artroplastia, aparece en una noticia de prensa porque es el término técnico exigido para nombrar ese tipo de intervención quirúrgica. En la prensa se suelen utilizar términos médicos para aludir a intervenciones y dolencias, en especial, en noticias deportivas para referirse a la salud de los jugadores27; y también cuando se dan a conocer avances científicos relacionados con la salud. De las Véase como ejemplo: “El capitán ademarista, que resultó lesionado en los últimos minutos del encuentro ante el Guadalajara, sufre, tras la resonancia magnética realizada esta mañana, un ‘síndrome femoro-rotuliano izquierdo agudo, unido a una parameniscitis en el menisco interno’ de la rodilla izquierda” [La Vanguardia, 2/03/2015]. Del mismo modo, en textos sobre moda aparece léxico de la temática de la sexualidad, agénero: “La pasarela de Milán ha confirmado que las tendencias masculinas para la temporada de otoño-invierno 2017-2018 van a ser una celebración total del momento agénero” [La Vanguardia, 26/02/2017]. 27
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tres voces analizadas solo aloinjerto ya figura en algunos diccionarios generales (como Clave) con la marca de medicina. La consideración de su grado de especialidad incide tanto en aloinjerto como en aloprótesis al incorporar una paráfrasis explicativa o reformulación en el propio cotexto periodístico. En el caso de artroplastia, la reformulación se halla en otra noticia de El Mundo: Un artículo publicado hoy en The New England Journal of Medicine compara la cirugía tradicional con la mínimamente invasiva para llevar a cabo una artroplastia (sustitución de la rodilla deteriorada por una prótesis) […] [CORPES XXI].
Por su parte, bed&breakfast se incluye en diccionarios de turismo, como el del Grupo Cometval (2014), en el que se remite a su documentación en páginas web de promoción de alojamientos turísticos, con un tono neutro. Lo mismo sucedería con aquagym, incorporado a diccionarios deportivos (Agulló 2003) y documentado en las páginas web de gimnasio, y con agregador, cuya extensión en el uso (con 43 recurrencias en CORPES XXI, especialmente en blogs y divulgación) ya ha favorecido su incorporación al diccionario general Clave (sin marca de especialidad): ‘aplicación informática que permite suscribirse a las novedades o modificaciones que se producen en varios sitios web de noticias’. Se emplea sobre todo en textos informativos sobre redes sociales o económicos: “Bankia habilita un agregador financiero para empresas” (Noticias Bancarias). Tanto el procedimiento de formación, como su área temática y el tipo de géneros discursivos prototípicos originarios nos permiten decidir que en artroplastia, aloinjerto y aloprótesis se indicaría la marca medicina porque pertenece en mayor medida al discurso de los especialistas y, de un modo secundario, la marca más formal por el tipo de registro del género discursivo originario. En cambio, bed&breakfast, surgido en el discurso del turismo, aquagym o agregador no precisan ni marca temática ni se adscriben a un discurso formal, ya que predomina en textos de promoción dirigidos al turista o al cliente del gimnasio. Nótese, además, que todas estas voces surgen por una exigencia denominativa, ya que no se cuenta en español con otro término lexicalizado, es decir, no existe un equivalente neutro. 5.3. Los neologismos, lo no marcado y lo formal De este modo, si se eliminan la veintena de neologismos coloquiales y otra veintena de neologismos que podrían pertenecer a un léxico de especialidad28 (y En principio, se podrían citar los siguientes candidatos que deberían ser confirmados con un cotejo en corpus de especialidad y general: artroplastia, aloinjerto, aloprótesis, antibioresis28
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algunos de ellos resultan frecuentes en géneros discursivos originarios con un registro de mayor formalidad, como el artículo de investigación), los 234 neologismos revisados no se pueden adscribir a un nivel considerado como formal. Pertenecerían a un nivel caracterizado como neutro: del antinudismo al animalista, del antisistema al autoelogio, de la autofoto a la beca comedor o a la bicicletada. 6. A modo de epígrafe: las conclusiones del estudio La descripción de los registros lingüísticos se debería abordar desde una perspectiva no discreta: los parámetros situacionales que delimitan la variación diafásica se presentan de un modo simultáneo y gradual (una mayor o menor distancia comunicativa, por ejemplo), lo que da lugar a que en un discurso se pueda reconocer un registro más o menos formal y más o menos especializado, con una clara interrelación entre las modalidades resultantes de los registros (lo especializado se vincula por ejemplo con lo formal) y con otras variedades lingüísticas: el léxico considerado como +formal solo es gran medida competencia de un nivel sociocultural alto. Los registros lingüísticos, a su vez, se concretan en determinados formatos textuales o géneros discursivos, y en unas constantes pragmalingüísticas, entre las que se hallan unas preferencias o restricciones de usos léxicos. Desde la perspectiva neológica se puede entender que existen voces que se pueden adscribir a un registro más o menos formal, y más o menos especializado a partir del establecimiento de diversos parámetros de reconocimiento, como son el género textual y el tenor funcional implicado (así, la noticia informativa o la columna de opinión) en el que se localiza y el estilo discursivo del cotexto inmediato; el tipo de procedimiento de creación léxica implicado; el área temática a la que se adscribe; y la existencia de sinónimos ya lexicalizados. Además, será pertinente también determinar y revisar los géneros discursivos en los que dichos neologismos se originan y utilizan, es decir, se considera que la prensa y las revistas se convierten en transmisores y difusores de neologismos, muchos de los cuales surgen en otros contextos discursivos, ya sean coloquiales o especializados. tencia, antijuricidad, antiquark, antropoceno, art brut, asiento contable, autoarte, autoficción, autotutela, azelaico, bajo-barítono, ballena jorobada, benzopireno, bibliodiversidad, big air, bioacumulación, biobanco, biodescodificación, biodisponibilidad, (cardiología) biointervencionista, biomarcador, bioneuroemoción, bis in dem, blockchain, etc.
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De este modo, la consideración de que un léxico se puede etiquetar como informal debe verificarse en un corpus de conversación coloquial (no siempre accesible) o en redes sociales, ya que su aparición en prensa, por ejemplo, suele obedecer a una estrategia periodística para llamar la atención del lector en los titulares o como una recreación estilística en textos periodísticos más subjetivos, especialmente, cuando se cuenta con equivalentes léxicos en un español más general. Estos neologismos coloquiales se suelen documentar en diccionarios de español coloquial; y, acaban finalmente incorporados a los diccionarios generales con la marca de uso coloquial, especialmente, cuando no cuentan con equivalentes lexicalizados (como sucede con gorrilla). Por su parte, la adscripción de los neologismos de prensa y revistas, como pertenecientes a un registro (más) formal, presenta un escollo mayor que su reconocimiento coloquial, ya que deviene más problemático decidir qué voces pueden ser consideradas como singulares de este extremo del registro. Por ello, tampoco en los diccionarios generales se suelen marcar las voces o acepciones específicas del registro formal —en cambio lo coloquial sí suele marcarse— y, además, los diccionarios tampoco coinciden en la marcación lexicográfica asignada, lo que confirma el escollo del lexicógrafo para reconocer estas voces. Por otro lado, existen numerosos estudios sobre la creación léxica en medios de comunicación, pero no se suele abordar con tanta profusión el análisis del registro en relación con el léxico y cuando surgen estos estudios lingüísticos se centran, como era esperable, en el léxico coloquial. Asimismo, cuando el investigador debe decidir si un neologismo detectado en prensa general pertenece a un ámbito de especialidad deberá acudir a los géneros originarios, ya que en la prensa solo aparecen términos de especialidad al divulgar información científica (como lo acontecido en la actualidad en relación con los virus) o en determinadas secciones como las crónicas deportivas (para aludir a las dolencias de los deportistas). Estos neologismos son usados inicialmente por los especialistas en sus correspondientes géneros discursivos, como los artículos de investigación o las sentencias, se registran en diccionarios de especialidad, giran en torno a ejes temáticos relativos a cada ámbito de especialidad (como los tipos de enfermedades), no suelen contar con equivalentes lexicalizados en la lengua general y pueden estar generados por formantes cultos. Cuando traspasan el ámbito de especialidad y se detectan en textos dirigidos al profano pueden acabar en los diccionarios generales con sus pertinentes marcas diatécnicas. Es consabido que algunos de estos neologismos de especialidad surgen en textos con cierta formalidad y, desde esta perspectiva, se podría tener en cuenta su pertenencia a un registro (más) formal (y a un nivel sociocultural alto). Ahora bien, cabría precisar el grado de formalidad de estos géneros discursivos: del ámbito deportivo al ámbito médico.
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En suma, la dificultad para establecer lo más formal frente a lo neutro en el plano léxico explica que en los diccionarios generales aparezca con preferencia la marca de uso coloquial y la marca temática de especialidad; o que en el diccionario María Moliner. Neologismos del español actual solo se indique lo informal y las marcas temáticas. En el análisis de los 300 neologismos revisados en este estudio ha acontecido algo similar: solo se han detectado 26 neologismos coloquiales y 20 neologismos de especialidad (y algunos con mayor formalidad), pero no se han podido identificar neologismos específicos y solo vinculados a un registro más formal.
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Sabela Fernández-Silva Pontificia Universidad Católica de Valparaíso LA VARIACIÓN GEOGRÁFICA DE LA NEOLOGÍA EN ESPAÑOL Y SU REPRESENTACIÓN LEXICOGRÁFICA
1. Introducción La neología es uno de los fenómenos donde se manifiesta de manera más evidente la dinamicidad del lenguaje y, por tanto, es un material de estudio muy fecundo para analizar la variación geográfica, social o funcional del léxico. En una lengua como la española, hablada por más de 400 millones de hablantes en territorios que se extienden por varios continentes y que, a su vez, conviven con otras culturas y lenguas, la variación geográfica deja una huella muy importante en la dinámica de la neología. Así, encontramos unidades neológicas comunes a las distintas variedades, unidades que denotan significados equivalentes mediante soluciones formales distintas y neología exclusiva de algunas zonas geográficas. La neología del español oscila entre la homogeneización, propiciada por la globalización, y la diversificación asociada a los procesos sociales, políticos, culturales propios de cada país. Por otro lado, el registro de la variación diatópica en los diccionarios presenta varios desafíos, ya que su tratamiento lexicográfico está sujeto a condicionantes teórico-lingüísticos, metodológicos, semánticos, ideológicos, políticos e identitarios. La tradición lexicográfica española e hispanoamericana ha estado presidida por una ideología monocéntrica, que sitúa al español del centro peninsular como variedad estándar de referencia y al resto de variedades españolas y americanas como subsidiarias o marcadas. Esto se aprecia no solo en una mayor y abrumadora presencia de diccionarios diferenciales, que recogen las voces exclusivas de estas variedades “marcadas”, sino también en la escasa o inadecuada representación de los usos americanos en los diccionarios panhispánicos, si bien actualmente esta tendencia se está intentando revertir a través de la participación conjunta de las academias de la lengua española en la actualización de dicciona-
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rios de referencia, como por ejemplo, el Diccionario de la lengua española (RAE, 2014). En lo que respecta a los diccionarios de neologismos, el tratamiento de la variación diatópica tampoco ha sido una prioridad, al reflejar los usos diferentes entre variedades de manera poco sistemática o rigurosa. Este capítulo explora la variación geolectal en la neología del español y su representación lexicográfica a través de, por un lado, el análisis de una muestra de neologismos aparecidos en la prensa entre 2015 y 2019 en seis países de habla hispana —España, Chile, Argentina, Colombia, México y Perú— y, por otro, del análisis del diccionario en línea Antenario (Adelstein/Freixa, 2018), que registra voces neológicas de las seis variedades nacionales antes mencionadas. Tanto la base de datos de neologismos de la cual extraemos los datos para nuestro análisis como el Antenario son productos de la red Antenas Neológicas, que aglutina una serie de equipos de investigación sobre neología en distintos países de habla hispana1. En primer lugar, realizamos una comparación cuantitativa general de la producción neológica en los distintos países, con objeto de identificar similitudes entre variedades. En segundo lugar, analizamos cualitativamente el grupo de neologismos panhispánicos, documentados en las seis variedades, y el grupo de neologismos exclusivos, que solo fueron registrados en un país, en lo que respecta a los procedimientos de formación, áreas temáticas y posibles motivaciones para su aparición. Finalmente, examinamos la macroestructura y la microestructura del Antenario para describir de qué manera la orientación pluricéntrica declarada por las directoras del diccionario se refleja en el tratamiento lexicográfico de la variación geolectal. 2. Marco teórico 2.1. La innovación léxica en las distintas variedades del español Las numerosas investigaciones sobre la neología del español han demostrado que es esta una lengua con una gran vitalidad que renueva continuamente su léxico (Cabré/Freixa/Solé 2002; Sánchez Manzanares/Azorín Fernández 2016; Lavale-Ortiz 2020). Además, al tratarse de una lengua de expansión histórica y geográfica tan amplia, la variación lingüística en el eje diatópico es un fenómeno que debe tomarse en cuenta a la hora de estudiar la innovación léxica, pues es evidente que la ubicación geográfica, unida a las características sociales de los hablantes o La información sobre la red está disponible en su página web: . 1
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la situación de comunicación tienen un impacto en la producción neológica, los procedimientos de formación empleados o las motivaciones para la incorporación de neologismos. Si nos centramos en la variación diatópica, tema de esta investigación, la conformación de las distintas variedades del español de España e Hispanoamérica estuvieron marcadas por las dinámicas de expansión del reino de Castilla, primero por la península ibérica y después por la colonización del continente americano. A pesar del centralismo de la política lingüística del español, que empleó la lengua como un instrumento unificador, son evidentes las diferencias en la pronunciación, en la entonación, en los usos morfosintácticos y en el léxico entre los distintos territorios de habla hispana. En lo que respecta al español hablado en América, el sustrato indígena y el contacto con lenguas autóctonas habladas en la actualidad son factores que explican en parte estas diferencias entre variedades (Bravo 2005: 1). En una investigación sobre la innovación léxica en la historia del español americano, Bravo (2017) identifica cuatro periodos en el desarrollo del léxico americano, que se correlacionan con la expansión geográfica y cronológica de la lengua española, y a los que se asocian mecanismos de creación morfológicos y léxicos específicos. Como señala Bravo (2017: 522): El asentamiento en el nuevo mundo requería una definitud de nuevos objetos y conceptos etnológicos; en ese contexto, las novedades americanas ponen a prueba la capacidad expresiva del idioma, y los mecanismos morfológicos y léxicos se activan con alta exigencia para dar respuesta a las necesidades designativas.
Estos mecanismos combinaron el recurso al préstamo indígena con mecanismos de extensión semántica y creación morfológica patrimoniales. Con respecto a la incorporación de voces indígenas, en el primer periodo Caribe (1492-1570), se incorporan los “americanismos históricos”, que se expanden por todo el continente y perviven hasta nuestros días (por ej. canoa, maíz); en el segundo periodo Continental, iniciado a partir de la conquista de México (1520-1560), se integran numerosos préstamos de otras lenguas indígenas, que en algunos casos son sinónimos de los préstamos incluidos en la etapa anterior (por ej. chile, voz náhuatl que entra en distribución sinonímica con el préstamo taíno ají). En el tercer periodo de Consolidación (1560-1800), se difunden y estabilizan procedimientos y formas a medida que se extiende el español hacia el sur y la zona andina. Así, se activa un proceso de selección de préstamos indígenas cuasisinónimos, estabilizando el uso de determinadas formas (por ej. iguana se consolida en detrimento del préstamo cuauhcuetzpali) y, en ocasiones, remplazando definitivamente la voz patrimonial (por ej. coyote se estabiliza frente a zorro o lobo). Finalmente, en el periodo de
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Independencia (a partir del siglo xix), adquiere mayor relevancia el contacto con lenguas modernas y decae el recurso al préstamo indígena. En resumen, este interesante estudio pone de relieve la importancia de considerar de manera conjunta la dimensión cronológica y geográfica en el estudio de la creación léxica. La innovación léxica del español actual se mueve en una tensión entre la homogeneización lingüística y cultural, propiciada por la globalización, y la diversificación asociada a los procesos sociales, políticos, culturales, y a los espacios de contacto lingüístico genuinos de cada país. En este sentido, los estudios sobre neología llevados a cabo por la red Antenas Neológicas, que aglutina grupos de investigación de seis países hispanohablantes (Argentina, Chile, Colombia, España, México y Perú) bajo una metodología común, han permitido identificar y describir procedimientos de producción neológica comunes o propios de distintas variedades diatópicas. Si bien la mayoría se centra en una sola variedad (Luna/ Soriano 2010; Pozzi/Morett/Benítez 2010; Suárez de la Torre et al. 2011; Gerding Salas/Fuentes/Kotz Grabole 2012; Adelstein 2017; Cañete 2017; Cañete/Fernández-Silva/Villena 2019), hay otros estudios contrastivos que han examinado la diatopía como factor de variación. Por ejemplo, Gerding Salas, Fuentes y Kotz Grabole (2012) realizan un estudio contrastivo sobre los préstamos neológicos documentados en prensa entre 2003 y 2010 en seis variedades del español. Las autoras constataron que el grupo más numeroso de préstamos en todas las variedades correspondían a anglicismos no adaptados y que, con respecto a los anglicismos más frecuentes, detectaron algunas variaciones en el grado de adaptación ortográfica o morfológica entre países. Por otro lado, también identificaron préstamos procedentes de las distintas lenguas amerindias en contacto en cada país americano y del catalán en el caso del español peninsular, pero en menor medida de lo que habían anticipado. 2.2. La representación de la variación diatópica en los diccionarios del español En este apartado analizamos el tratamiento que ha recibido la variación diatópica del español en los diccionarios en general y en los diccionarios de neologismos en particular, con el fin de identificar criterios relevantes para la representación lexicográfica de este fenómeno en un diccionario de neología. En primer lugar, es preciso aclarar que la manera de representar lexicográficamente las variedades diatópicamente restringidas no solo obedece a razones metodológicas, sino también teórico-lingüísticas, semánticas, ideológicas, políticas e identitarias (Zimmerman 2018: 121). En este sentido, la tradición lexicográfica española e la hispanoamericana han estado enormemente influidas por la política lingüística proyectada por la Real Academia Española y su recepción por parte de las distintas academias de la lengua de los países del continente americano. De
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manera simplificada, podemos decir que la variación dialectal de la lengua española se ha representado mediante tres tipos de obras lexicográficas: a. Diccionarios generales de orientación panhispánica, que recogen en una única obra los distintos usos dialectales del español, tanto de sus variedades dialectales peninsulares como de las variedades americanas; este sería el caso del Diccionario de la lengua española [DLE] (RAE 2014). b. Diccionarios diferenciales, que registran únicamente las voces y acepciones que son exclusivas de una determinada variedad diatópicamente restringida y dejan fuera las unidades que, a pesar de que también se usan en esa variedad, son de uso compartido con otras variedades. Dentro de este grupo estaría el Diccionario de americanismos [DA] (ASALE 2010), que recoge las voces propias de América; los diccionarios de variedades nacionales hispanoamericanas como el Nuevo diccionario ejemplificado de chilenismos [NDECH] (Morales Pettorino 2006) o el Diccionario de peruanismos [DiPerú] (Calvo 2015); y los diccionarios de variedades regionales peninsulares, como el Diccionario diferencial del español de Canarias [DDEC] (Corrales/Corbella/ Álvarez 1996). c. Diccionarios integrales, que recogen todas las voces empleadas en una determinada variedad diatópica nacional o regional, con independencia de que algunas de ellas sean compartidas por otras variedades; como el Diccionario del español de México [DEM] (Lara 2010) o el Diccionario integral del español de la Argentina [DIEA] (Plager 2008). En la tradición lexicográfica española e hispanoamericana ha prevalecido la tendencia a elaborar diccionarios diferenciales para registrar las unidades léxicas de variedades diatópicamente restringidas (Zimmerman 2018: 124). Esta práctica, según varios especialistas (Zimmerman 2018; Lara 2012; Sita Farias 2018), refleja una visión monocéntrica del español y a ella subyace una ideología neocolonial que construye “la variedad española como superior y las otras como inferiores” (Zimmerman 2018: 124). En efecto, cuando se elabora un diccionario diferencial se toman una o varias variedades como referente y, mediante la comparación, se establece qué vocabulario es exclusivo de la variedad que se pretende describir en el diccionario. En el caso de los diccionarios diferenciales del español, la variedad de referencia ha sido siempre el español del centro de España, generando así un desequilibrio entre esta y el resto de variedades periféricas y americanas que se presentan como infravaloradas (Fajardo Aguirre 2018: 82). Como afirma Zimmerman (2018: 135), la política lingüística monocéntrica aplicada a la lengua española desde su expansión geográfica por la península y por sus colonias americanas y africanas, ha tenido como objetivo mantener y
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promover la unidad y uniformidad de la lengua, proclamando una determinada variedad como estándar: El monocentrismo no niega la existencia de variación, pero anhela aniquilarla, reducirla o alcanzar el reconocimiento de una variedad socialmente superior como medio de comunicación abarcador. En el caso del diasistema de la lengua española, el monocentrismo tuvo la particularidad de que se proclamó como variedad estándar la variedad de la capital de la antigua metrópoli del imperio colonial, Madrid.
Más allá de las motivaciones ideológicas y políticas, los diccionarios diferenciales obstaculizan el establecimiento de las variedades estándares nacionales y limitan las funciones de dichas obras para los usuarios de estas variedades. Al no contar la mayoría de las variedades americanas con diccionarios integrales que recojan todas las voces empleadas por sus hablantes (a excepción del DEM y el DIEA), los hablantes deben acudir a diccionarios panhispánicos (como el DLE) para las consultas habituales al diccionario, los cuales no representan ni adecuada ni completamente las voces y usos de su variedad. Esto obliga a que los hablantes busquen modelos de corrección foráneos para satisfacer su “anhelo normativo” (Sita Farias 2018: 353). Por otro lado, los diccionarios diferenciales son obras especializadas que desempeñan una función científica, pues sirven para estudiar las particularidades y diferencias entre variedades y están destinados primordialmente a filólogos o lingüistas. Sin embargo, no desempeñan la función social de “instrumento de consulta y memoria semántica para los hablantes de la variedad descrita” (Zimmerman 2018: 131) que, por el contrario, sí desempeña un diccionario integral que registra sin restricción el léxico de la variedad definida. Como señala Huisa (2018: 258), el carácter policéntrico actual del español “no se corresponde con una lexicografía que se preocupaba por marcar los usos distintos frente a la exmetrópoli, en muchos casos para prescribirlos y en otros para señalar y celebrar su propia peculiaridad”. La política monocéntrica ejercida por la RAE —y reflejada en la práctica lexicográfica—, según la cual se asocia el estándar del español con el de la variedad central peninsular, ha sido cada vez más cuestionada. En su lugar se ha propuesto una política lingüística pluricéntrica, que tome como estándar la variedad culta de cada país, creando así una “cultura lingüística diferente, que otorga dignidad de lengua/variedad nacional al diasistema de las variedades de cada país” (Zimmerman 2018: 135). De hecho, la Nueva política lingüística panhispánica (RAE/ ASALE 2004), documento que establece la política lingüística académica de la RAE y la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), establece explícitamente un compromiso con el pluricentrismo (Moreno Fernández 2010; Sita Farias 2018), ya que pretende hacer compatible “la unidad del idioma con
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el reconocimiento de sus variedades internas y de su evolución” (RAE/ASALE 2004: 3). En este nuevo modelo de estandarización, los diccionarios integrales, que recogen la integridad del léxico de los países hispanohablantes, ejercen un papel fundamental, ya que son uno de los instrumentos de descripción y codificación del estándar de cada variedad. Sin embargo, en los diccionarios creados en el marco de la Nueva política lingüística panhispánica todavía pervive una orientación monocéntrica, tal y como señalan diversos especialistas. Por ejemplo, Méndez (2012) analiza el Diccionario panhispánico de dudas [DPD] (RAE/ASALE 2005) y observa una distorsión entre la orientación pluricéntrica que se declara en el prólogo, que reconoce “las divergencias entre la norma española y la norma americana” y considera “en pie de igualdad y plenamente legítimos los diferentes usos regionales, a condición de que estén generalizados entre los hablantes cultos de su área” (RAE/ASALE 2005: XV), y el tratamiento metalingüístico que le otorga a los usos no peninsulares en los artículos del diccionario. Así, no solo la norma del español de España está cuantitativamente más representada, sino que “sigue siendo referencia y medida para la variación, pues lo particular, o lo menos frecuente, o la condescendencia normativa ante un uso […] suele hacerse corresponder con empleos americanos” (Méndez 2012: 291). También es frecuente la crítica de monocentrismo hacia el DLE, que toma como referencia el español peninsular y lo opone a otras variedades peninsulares y americanas (Fajardo Aguirre 2018: 82). Por ejemplo, Sita Farias (2018) observa que algunos usos americanos no están debidamente señalados mediante marcas diasistémicas y solo se les atribuyen marcas diafásicas (por ej. en la primera acepción de pendejo, ja “1. adj. coloq. Tonto, estúpido”, se omite que se trata de un uso mexicano). Por otro lado, la autora reconoce que la incorporación de la marca Esp. en algunos usos privativos del español constituye un avance importante, pues “implica ya no reconocer los usos particulares de España como panhispánicos, sino como pertenecientes a un estándar nacional/regional” (Sita Farias 2018: 355). Sin embargo, la autora señala que esta incorporación es todavía incipiente y perviven numerosos españolismos sin marca diatópica, como molar “1. intr. coloq. Gustar, resultar agradable o estupendo”. Finalmente, el DA no logra llevar totalmente a la práctica la perspectiva pluricéntrica declarada por sus autores (Lara 2012; Lauria 2017). Lara (2012: 352), por ejemplo, cuestiona el enfoque diferencial, pues “supone que el vocabulario del español general corresponde, en su mayor parte, al peninsular” y que los americanismos constituyen “un vocabulario periférico, todavía marcado” y objeto de necesaria corrección. Con respecto a la representación de la variación lingüística, el DA combina marcas geográficas, sociolingüísticas y pragmáticas, lo cual proporciona una
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cantidad profusa de información sobre las características geográficas, sociales y culturales del uso de las voces y acepciones registradas. Con respecto a las marcas diatópicas, estas se ordenan de acuerdo a la ubicación geográfica de los países (de norte a sur y de oeste a este), lo cual facilita la observación de las isoglosas léxicas (Fajardo Aguirre 2018; Ueda/Ruiz 2018). Sin embargo, el criterio de frecuencia aplicado para ordenar las acepciones de una palabra, basado en la cifra de hispanohablantes en cada país americano y no en la frecuencia real de uso de esta palabra o su dispersión territorial, hace que registren en los primeros lugares de la entrada acepciones menos usuales por el simple hecho de que aparecieron documentadas en un país que cuenta con un gran número de hablantes, como México, Argentina o Colombia (Lara 2012: 353). En cuanto a los diccionarios de neologismos en español, se observan distintos tratamientos de la variación diatópica. Así, el diccionario 1300 neologismos en la prensa argentina (Adelstein/Kuguel/Resnik 2008) posee una orientación integral, pues registra tanto neología privativa de la variedad argentina (por ej. cargo testigo), como voces de distribución geográfica más amplia (p. ej. mensaje de texto); ambos tipos de voces tienen un tratamiento similar, de manera que no hay marcas diatópicas que señalen un uso restringido a la variedad nacional argentina u otra variedad regional del país. Por otro lado, el Diccionario de neologismos del español actual [NEOMA] (Sánchez Manzanares/Azorín Fernández 2016), recoge voces neológicas registradas en la prensa de Murcia y Alicante entre 2011 y 2014. En la presentación del diccionario declaran que su orientación es diferencial, puesto que “además de los usos neológicos del español peninsular, se presentan voces usadas en las provincias de Murcia y Alicante de forma diferencial con respecto a otras variedades del español” (Sánchez Manzanares/Azorín Fernández 2016: s. p.). Sin embargo, no explicitan la metodología adoptada para determinar los usos exclusivos de las dos variedades regionales (por ej. contraste con diccionarios regionales u otros corpus representativos de dichas variedades) ni, por consiguiente, el procedimiento de marcaje diatópico de las voces neológicas en el diccionario. Por último, el Diccionario de neologismos online [DNOL] (Freixa 2007), recoge neologismos publicados entre 1989 y 2007, procedentes en su mayoría de prensa escrita. Según se declara en la presentación, su última actualización incluye voces de otras variedades americanas del español integrantes del proyecto Antenas Neológicas. Sin embargo, la única información sobre la distribución geográfica se muestra en los contextos de uso que ejemplifican cada entrada, ya que no hay marcas diatópicas ni ninguna otra información que permita al usuario identificar si una determinada acepción es exclusiva de un país o tiene una distribución geográfica más amplia. Con respecto a la nomenclatura, se observa que algunos neologismos exclusivos de la variante española sí están incluidos (carril
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bici, bicing, casteller -ra), pero no así los de otras variedades americanas. Como señalan Adelstein y Boschiroli (2020: 300-301), este tratamiento unificador de las variantes diatópicas puede dar la falsa impresión de que existe un español único en todo el territorio hispanohablante. 3. Datos y metodología En este apartado, se presentan los aspectos metodológicos del estudio. En primer lugar, describimos el corpus de neologismos empleados en el análisis y su proceso de selección; en segundo lugar, presentamos el Antenario, obra elegida para analizar la representación lexicográfica de la variación diatópica en neología. 3.1. Selección del corpus de neologismos de seis variedades diatópicas del español Nuestro análisis se centró en los datos de la red Antenas Neológicas, que desde el 2003 recopila neologismos de seis variedades diatópicas nacionales del español de España y América aparecidos en la prensa escrita de circulación nacional y regional de seis países: Argentina, Colombia, Chile (regiones de Bío Bío y Valparaíso), España (Cataluña), México y Perú. La metodología y herramientas de detección y registro de la neología son las mismas que se emplean en BOBNEO (2004), nodo coordinador de la red. Se aplica el criterio lexicográfico para la detección de los neologismos, según el cual se considera neologismo a aquella unidad que no aparece documentada en un corpus lexicográfico de exclusión. Este corpus lexicográfico está conformado por dos diccionarios panhispánicos comunes a todas las variedades —Diccionario de uso del español de América y España [VOXUSO] y Diccionario de la lengua española [DLE]2— y por 14 diccionarios diferenciales que emplean los distintos países para excluir el vocabulario propio de su variedad diatópica3. Con respecto a la metodología de detección, se combina el método manual y el semiautomático mediante la herramienta Buscaneo (extractor de neología formal que trabaja con las versiones online de algunos diarios), y los datos se registran en BOBNEO en formato de fichas lexicográficas. Es importante señalar que el cotejo con el DLE se realiza a partir de la actualización de la versión online disponible en el año en el que se detecta el neologismo. Por lo tanto, es posible que este listado considere neologismos a unidades que actualmente ya se encuentran registradas en el DLE. 3 En la web del proyecto Antenas Neológicas se pueden consultar los diccionarios de exclusión empleados por cada variedad dialectal: . 2
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Es preciso señalar que el proyecto Antenas Neológicas y, por extensión, la presente investigación, considera como variedad diatópica cada una de las variedades estándar nacionales que se hablan en un determinado país, y que cuentan con el respaldo de sus respectivas academias de la lengua; por lo tanto, no se contemplan las divisiones dialectales establecidas tradicionalmente por la dialectología del español. Para este estudio, se acotó la búsqueda a la neología registrada entre enero de 2015 y diciembre de 2019. En la tabla 1 se muestra la cantidad de fichas neológicas registradas por cada país en el periodo considerado (tokens), y la cantidad de neologismos distintos (types) a los que corresponden —obtenidos tras eliminar las repeticiones de un mismo neologismo—. Se debe precisar que, para calcular los tipos, no se tuvo en cuenta la variación gráfica, de manera que dos unidades que se diferencian por un carácter gráfico se consideraron neologismos distintos (por ej. millenial, milennial y milenial). La tabla 1 también muestra la frecuencia media de ocurrencia de los neologismos en la base de datos por país. Como se puede observar, esta frecuencia media es baja, ya que oscila entre 1,51 en Chile y 2,00 en Colombia. Para interpretar correctamente este dato se debe tener en cuenta que la metodología empleada en el proyecto privilegia el registro de types por encima del de tokens, ya que establece que solo se ha de registrar una ocurrencia de cada neologismo por fuente analizada. types
tokens
frec. media
Argentina
3.422
5.382
1,57
Chile
6.349
9.580
1,51
Colombia
3.862
7.729
2,00
España
7.299
13.086
1,79
México
2.765
4.567
1,65
Perú
2.911
6.190
2,13
total
26.608
46.534
1,75
Tabla 1. Corpus de neologismos empleados en el análisis por país
3.2. Representación de la variación diatópica en el Antenario El diccionario seleccionado para el análisis es el Antenario. Diccionario en línea de neologismos de las variedades del español (Adelstein/Freixa 2018). Se trata de un diccionario en línea de acceso abierto desarrollado por la red Antenas Neológicas. La nomenclatura y el contenido de las entradas están basados en los datos de neología en prensa registrados por la red desde 2003. Desde su lanzamiento, en septiembre de 2018, publica 20 entradas mensuales; en diciembre de 2020 su nomenclatura ascendía a 609 entradas.
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En palabras de Adelstein y Boschiroli (2020: 304), el Antenario “es el único diccionario de neologismos en español cuyo principal propósito es representar las variedades geolectales desde la perspectiva de la creación léxica, y está diseñado para subrayar el carácter pluricéntrico de nuestra lengua”4. Para reflejar la naturaleza pluricéntrica del español, que cuenta con distintas variedades estándar nacionales promulgadas por las veintitrés academias de la lengua española, es necesario adoptar una serie de estrategias de representación lexicográfica que aseguren la representación equitativa y equilibrada de las distintas variedades, como por ejemplo incluir en la nomenclatura neologismos comunes a las distintas variedades pero también exclusivos de cada variedad geolectal, con el fin de “registrar la diversidad no solo como fenómeno global sino también dentro de la especificidad de cada variedad” (Adelstein/Boschiroli 2020: 307). Además, el Antenario está pensado como un diccionario dinámico, a fin de adaptarse a la alta variabilidad del vocabulario que registra. Por un lado, la nomenclatura no es definitiva porque se agregan 20 entradas mensualmente y se revisan las existentes. Por otro lado, el contenido de las entradas también se revisa y actualiza a fin de reflejar la evolución cronológica y geográfica de las unidades. Esta metodología es especialmente relevante para un diccionario de neologismos, pues son unidades de una gran inestabilidad que evolucionan a gran velocidad. Por último, es conveniente destacar una serie de restricciones que presenta el diccionario a causa de los datos en los que se basa para su elaboración, procedentes de BOBNEO. En relación con la variación diatópica del español, el Antenario incluye neologismos detectados en seis países de habla hispana que, aunque cubren una amplia diversidad regional, no representan la variabilidad geográfica del español en su conjunto. Con respecto a la variación diafásica, dado que los datos de BOBNEO provienen de la prensa escrita y los registros orales o coloquiales no están documentados, el diccionario representa la variedad estándar de la lengua (Adelstein/Boschiroli 2020: 300). 4. Resultados 4.1. Comparación de la producción neológica entre las variedades del español En primer lugar, examinamos el grado de similitud de la producción neológica en las distintas variedades. Para ello, comparamos el número de neologismos (types) En inglés en el original. La traducción de esta y de las siguientes citas del artículo es nuestra. 4
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con frecuencia superior a uno coincidentes entre las seis variedades, primero para todo el periodo 2015-2019 y, a continuación, para cada año. En la figura 1 se muestra un dendrograma que expresa la distancia entre las variedades estudiadas en cuanto a su repertorio neológico. La altura de las líneas expresa la distancia entre ellas con arreglo a una escala que oscila entre 0 y 1. Cuanto más se acerca a 1, mayor es la distancia entre variedades y, por tanto, menos neologismos comparten. Por otro lado, las cajitas reflejan las agrupaciones entre las variedades, en este caso, expresan la similitud de las variedades en cuanto a número de neologismos compartidos entre sí.
Figura 1. Distancia entre variedades con respecto a su producción neológica (periodo 2015-2019)
La primera observación es que la distancia entre las variedades es muy alta (superior a 0,85 puntos en todos los casos). Por lo tanto, la coincidencia entre los repertorios neológicos de los distintos países es muy baja, es decir, que los neologismos que genera cada país son notablemente distintos entre sí, ya que ninguna variedad comparte más del 12 % de su producción neológica con ninguna otra. A pesar de esta distancia, podemos identificar subconjuntos entre los que se da mayor coincidencia: un primer conjunto formado por España y Chile; un segundo conjunto formado por Colombia, Perú y Argentina; y por último, México, que es el país que menos neologismos comparte con las otras variedades. Este dato es llamativo porque no coincide con la similitud entre las variedades diatópicas identificadas tradicionalmente en la dialectología del español (Moreno Fernández 1993; Quesada 2016; Ueda/Ruiz 2018) ni con la cercanía geográfica. Por ejemplo,
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sería más esperable una mayor cercanía entre las variantes chilena y argentina, entre la chilena y la peruana, o un mayor distanciamiento del español de España con respecto a otras variedades americanas. Cabe señalar que este cálculo se hizo también con una muestra aleatoria equilibrada de neologismos por país y que los resultados fueron similares, de modo que esta diferencia no obedece a la disparidad en el volumen de neologismos disponibles para cada nodo en la muestra analizada (ver tabla 1). No obstante, a pesar de que todos los nodos siguen una metodología unificada de vaciado, podría haber disparidades en su aplicación que influyan en el repertorio de neologismos recogido por cada nodo, lo cual sería una variable que incidiría en estas diferencias. Si comparamos la producción neológica entre países por cada uno de los años, advertimos cierta variación, pero también identificamos algunas tendencias similares a las del periodo en su conjunto (figura 2):
Figura 2. Distancia entre variedades con respecto a su producción neológica por año (de arriba abajo y de izquierda a derecha: 2015, 2016, 2017, 2018, 2019)
Así, en el 2015 se vuelve a dar la agrupación entre Argentina y Perú, por un lado, Chile y España por otro, y una mayor distancia de la variante mexicana; sin embargo, Colombia se aproxima al grupo de Chile y España. El año 2016 la agrupación Argentina y Perú se asimila más a la de España y Chile, y por el contrario Colombia y México se distancian notablemente. En 2017 volvemos a encontrar el grupo formado por Argentina y Perú por un lado, y España y Chile por otro, pero en este año México y Colombia se aproximan más a las
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otras variedades. En 2018 se vuelve a dar un patrón parecido al del periodo en su conjunto: Perú y Argentina constituyen la agrupación más similar; Chile y España forman un segundo subconjunto; Colombia se sitúa a mayor distancia y México sigue siendo la variedad más alejada. Finalmente, en 2019, volvemos a encontrar la agrupación entre Argentina, Perú y Colombia por un lado, y entre España y Chile por otro (México no registra neologismos para ese año en la base de datos). De este análisis se desprenden algunas observaciones interesantes. En primer lugar, destaca la baja coincidencia de la producción neológica de los distintos países, lo cual sugiere que cada variedad genera sus propios neologismos de manera autónoma sin que se dé una aparente dependencia de unas variedades con respecto de otras. En segundo lugar, resulta llamativo que los grupos entre los que se da una mayor similitud en cuanto al repertorio de neologismos no respondan necesariamente a una cercanía geográfica, a excepción quizás de la distancia de México con respecto al resto de países. Finalmente, Argentina y Perú, por un lado, y España y Chile, por otro, son los países que más se parecen entre sí en cuanto a su producción neológica. 4.2. Caracterización de los neologismos panhispánicos A continuación, presentamos el análisis de los neologismos panhispánicos, aquellos que fueron registrados en las seis variedades diatópicas nacionales. Como se muestra en la tabla 2, estos neologismos constituyen un subconjunto reducido, de apenas 93 unidades, lo cual representa apenas el 0,35 % de la muestra analizada. De hecho, el 66,83 % de los 26.608 neologismos son exclusivos de un país, y el 95,23 % aparecen en uno o dos países. Este dato confirma la gran dispersión neológica presente en la muestra analizada, a la que ya nos habíamos referido en el apartado anterior. cantidad
porcentaje
neologismos documentados en 1 país
17.781
66,83 %
neologismos documentados en 2 países
7.559
28,41 %
neologismos documentados en 3 países
661
2,48 %
neologismos documentados en 4 países
340
1,28 %
neologismos documentados en 5 países
174
0,65 %
93
0,35 %
26.608
100 %
neologismos documentados en 6 países total
Tabla 2. Cantidad de neologismos documentados según cantidad de países
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Asimismo, tal y como era esperable, la frecuencia media de ocurrencia de los neologismos panhispánicos (que se obtiene al dividir el número de tokens por el número de types) es de 53,7, una cifra considerable. Sin embargo, también hay que destacar que hay una elevada variabilidad interna, ya que hay neologismos muy frecuentes, como smartphone (315 ocurrencias), app (284) o selfie (223), y otros que se han registrado menos de 10 veces entre los seis países en el periodo 2015-2019, como red carpet (nueve ocurrencias), socioemocional (siete) o autoelogio (ocho). Un análisis cualitativo de las áreas temáticas, procedimientos de formación y motivaciones para la incorporación de este conjunto de 93 neologismos panhispánicos nos permitió identificar los siguientes grupos: • El grupo mayoritario se corresponde con préstamos del inglés pertenecientes al área de la tecnología. Algunos designan productos o fenómenos de aparición reciente o todavía percibidos como novedosos (app, smartwatch, streaming, gamer); en otros casos, se trata de préstamos que llevan en nuestra lengua más tiempo y su carácter neológico desde el punto de vista psicolingüístico es discutible. No obstante, su inclusión en la base de datos se puede deber al criterio lexicográfico, ya que los diccionarios de exclusión se resisten a registrar estas unidades, ya sea por tratarse de préstamos no adaptados (online, malware, post, hashtag) o por estar asociados a una marca o empresa específica (youtuber, tweet, photoshop). En algunos casos, los diccionarios han registrado una forma adaptada (por ej. tableta, selfi o dron en el DLE), de manera que el préstamo puro (tablet, selfie, drone) sigue siendo neológico desde el punto de vista lexicográfico. • También hemos identificado otro grupo menor de préstamos que compiten con formas vernáculas incluidas en el diccionario, por lo que no necesariamente representan conceptos nuevos. Son, por tanto, propuestas formales no registradas en los diccionarios, que se incorporaron a la lengua por motivaciones estilísticas, como outfit (frente a atuendo), running (frente a footing), bullying (frente a acoso escolar) o play-off (frente a eliminatoria). • Otro grupo importante de unidades representa nuevos fenómenos globales relacionados con el modo de vida actual en distintos ámbitos sociales, como por ejemplo gentrificación, estevia, millenial, ciberacoso, fashionista, outlet o networking. En este grupo, los procedimientos de formación son más variados, aunque siguen abundando los préstamos o calcos del inglés, ya sea en su forma plena o como raíz de otras unidades derivadas5. Cabe señalar que en este grupo se encuentran los cinco neologismos de la muestra que han sido incluidos en la última actualización del DLE (2019): islamofobia, posverdad, viralizar, brunch y meme. 5
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• Otro subconjunto numeroso está formado por unidades formadas por prefijación (antimonopolio, intrafamiliar, preventa, postemporada, ultramaratón, precandidatura, posconflicto, megaproyecto, sobrecosto) o por composición (socioemocional, centroderecha, centroizquierda). En algunos casos, denominan fenómenos nuevos o de mayor presencia hoy en día por su relevancia social (socioambiental, coescribir, reinventarse), pero en otros casos su uso está ampliamente extendido. Creemos que estos últimos todavía no se han incluido en el diccionario porque su significado es composicional y, por ende, deducible a partir de la lectura de sus constituyentes (como es el caso de los compuestos centroizquierda o centroderecha o los neologismos prefijados antimonopolio, preventa o posconflicto). • Finalmente, otro grupo menos numeroso corresponde a unidades terminológicas, en su mayoría del ámbito de la salud, formadas por diversos procedimientos, como la composición culta, patrimonial, derivación o préstamo. En este caso, su carácter neológico se valora no solo en función de la novedad del descubrimiento o avance científico, sino también del grado de difusión o banalización del término en la lengua general. Así, conviven unidades documentadas en BOBNEO desde hace dos décadas, como antirretroviral o superbacteria, con otras de aparición reciente pero ampliamente extendidas, como zika o nanopartícula, y con otras menos frecuentes y menos conocidas para el público general (glisofato, croma). 4.3. Caracterización de los neologismos exclusivos de cada país Como se mostraba en la tabla 2, los neologismos que solo se registran en un país son el conjunto más numeroso, con 17.781 unidades, lo cual representa el 66,83 % de la muestra. Como es de esperar, la frecuencia media de ocurrencia es mucho más baja, de apenas 1,29 ocurrencias por neologismo. De hecho, 15.374 neologismos (86,46 %) tienen una frecuencia de 1, y 17.569 (98,81 %) una frecuencia igual o menor a 5. Sin embargo, también encontramos unidades registradas más de 30 veces en la base de datos, como seremi en Chile (39 ocurrencias), bacrim (31) o parapolítica (30) en Colombia, y conseller consellera (41) o sobrecoste (33) en España. En todo caso, la frecuencia de registro en la base de datos no necesariamente se asocia con la frecuencia de uso real por parte de los hablantes, por lo que consideramos que no hay que desestimar estos neologismos poco frecuentes. Desde el punto de vista de las temáticas, procesos de formación y motivaciones para su incorporación, este conjunto es mucho más heterogéneo, por lo que resulta más difícil identificar grupos con comportamientos similares. Sin embargo, hemos observado algunas tendencias que resultan interesantes:
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• En este grupo se encuentran los neologismos que designan conceptos o realidades propios de la cultura de cada país, que no tienen equivalente en otras variedades diatópicas nacionales. Destacan cuantitativamente los neologismos relativos a la política, formados a partir de nombres propios de personalidades o partidos políticos, como cristinismo, massista y sciolismo (Arg.), bacheletista y concertacionista (Chi.), eleno (Col.), errejonista o cupaire (Esp.), calderonato o lopezobradorista (Méx.), y fujiaprista o keikista (Per.). En menor medida, también encontramos neologismos relativos al deporte, como nombres de hinchas de equipos (cruzado, colocolino en Chile, camotero en México, arequipeño en Perú); o neología relativa a instituciones o grupos sociales propios de cada país (seremi o isapre en Chile, mosso o kale borroka en España, paraco en Colombia, camporista en Argentina), etc. • Otro grupo importante está constituido por neologismos que representan conceptos compartidos con otras variedades, pero cuya solución concreta es exclusiva de (o está más extendida en) una determinada variedad, y por tanto podrían constituir variantes léxicas diatópicas en distribución complementaria con otras unidades léxicas empleadas en otros países. Así, encontramos gatillar ‘dar inicio o pie a algo’ o sala cuna ‘lugar donde se cuida a las niñas y niños menores de 2 años’ en la variante chilena; alicoramiento ‘ebriedad’ o candidatizar ‘presentarse como candidato’ en Colombia; entradera ‘asalto a personas mientras están entrando en su domicilio’ o interbloque ‘coalición de partidos políticos’ en Argentina; carril bici ‘carril para la circulación de bicicletas’ o megacausa ‘causa judicial de grandes dimensiones’ en España; prestanombres ‘testaferro’ o desabasto ‘falta de productos en un establecimiento o población’ en México; o fotopapeleta ‘multa que se aplica a un vehículo mediante fotografía o radares’ o pulpín ‘aburrido, tonto o inexperto’ en Perú. • Hemos identificado también un conjunto de neologismos denominativos genuinos, que designan conceptos o realidades nuevos de alcance global pero todavía poco frecuentes y cuya aparición en una determinada variedad se podría calificar de casualidad. Por lo tanto, existe la posibilidad de que estas unidades no terminen de consolidarse en la lengua y mantengan una frecuencia de aparición baja o que, por el contrario, paulatinamente su uso se vaya extendiendo y se documenten también en otras variedades diatópicas. Ejemplos de este grupo serían cisexismo, crossfiter, docuconcierto, fanfic, lesbofeminista o uberizar. • También encontramos abundantes neologismos que podrían ser calificados de estilísticos o creativos, de baja productividad (una o dos ocurrencias), altamente dependientes del contexto y que desempeñan una función lúdica o expresiva. Muchos de estos casos podrían tratarse de neología efímera (Cabré
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1979) u ocasionalismos (Dressler 1993), ya que no inician el proceso de institucionalización (Bueno 2020: 338) o consolidación en el uso por parte de la comunidad de hablantes y, por lo mismo, no pueden atribuirse a una determinada variedad diatópica. Algunos ejemplos son sincericidio, abucheómetro, cloacalizar, izquierdistonto -ta o esclavócrata. 4.4. La representación lexicográfica de la variación diatópica: el Antenario En este apartado analizamos la representación de la variación diatópica en el diccionario de neologismos Antenario. En primer lugar, nos referiremos a aspectos relacionados con la macroestructura y, a continuación, nos centraremos en el análisis de la microestructura. Con respecto a la macroestructura, se puede observar que la nomenclatura incluye una diversidad de unidades desde el punto de vista de su procedimiento de formación, distribución geográfica y neologicidad, y que la diversidad diatópica que habíamos identificado en los apartados 4.2 y 4.3 se encuentra representada. Así, encontramos neologismos de amplia distribución geográfica que denotan fenómenos sociales o avances tecnológicos globales (app, post, photoshop) con grados de neologicidad variable, pues algunos aparecen documentados desde los inicios del proyecto (por ej. gastropub en 2004) y otros son de aparición reciente (por ej. pañuelazo en 2018). También encontramos neologismos que denotan conceptos o realidades propios de un país, relacionados con la política (kirchnerismo) el deporte (acerero -ra), u otras instituciones sociales (paraco, isapre). Finalmente, también se incluyen formas diferenciales de uno o varios países que se hallan en distribución complementaria con otras formas, ya sean estas neológicas (y, por tanto, también registradas en el diccionario, como fotopapeleta empleada en Perú como sinónimo de fotomulta, empleada en Argentina, Colombia y México), o documentadas en los diarios de exclusión (como acordeonero, empleada en Colombia como sinónimo de acordeonista, registrada en el DLE). Como veremos cuando nos refiramos con más detalle a la microestructura, el diccionario marca estas diferencias de distribución geográfica mediante distintos recursos, como etiquetas, notas de uso o mediante el contorno de la propia definición. Por otro lado, como ya señalamos en el apartado 3.2, la nomenclatura del diccionario está construida a partir de los datos procedentes del vaciado de prensa escrita realizado por la red Antenas Neológicas. Esta decisión metodológica tiene repercusiones evidentes en el tipo de variación diatópica que está representada, ya que los usos más coloquiales u orales, que es en muchos casos donde más se evidencia la variación geográfica, no están recogidos. Sin embargo, como bien señalan Adelstein y Boschiroli (2020: 313), la ventaja
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de esta limitación es que recoge una muestra representativa del registro culto, que es el que generalmente se toma como referencia en los diccionarios generales. Otro elemento relevante de la macroestructura es que todas las variantes se registran en entradas independientes. Esta decisión de otorgarle el mismo estatus a todas las variantes, con independencia de sus diferencias formales, de distribución geográfica, grado de neologicidad o frecuencia, responde a la voluntad explícita de capturar la naturaleza pluricéntrica del español, ya que de esta manera se asegura que todas las variedades geolectales quedan igualmente representadas. En nuestra opinión, esta decisión tiene ventajas e inconvenientes para una adecuada representación de la variación diatópica. Una de las ventajas, además de la ya mencionada de tratar de manera equitativa a todas las variedades diatópicas, es que permite “institucionalizar” algunos usos dialectales que podrían ser percibidos como no estándar o errores con respecto a otras variantes más extendidas, como es el caso con muchas variantes morfológicas empleadas en las variedades americanas (por ejemplo, desabasto, usada en México en vez de la variante más extendida desabastecimiento; o volcamiento, empleada en Chile y Colombia en vez de vuelco) (Adelstein/Boschiroli 2020: 312). Sin embargo, esta representación, al no tener en cuenta la frecuencia de uso, no permite apreciar cuál es la distribución real del uso de las variantes en los distintos países, pues otorga el mismo estatus a variantes usadas con mucha frecuencia o de manera ocasional en un determinado país. Por ejemplo, al consultar las entradas de los sinónimos crowdfunding, micromecenazgo y micromecenaje, empleadas en España, se podría interpretar que las tres variantes están igualmente extendidas, cuando los datos de BOBNEO y una búsqueda simple en la web muestran que el uso micromecenaje (dos ocurrencias en BOBNEO) es notablemente inferior al de micromecenazgo (22) o crowdfunding (28). Por último, las variantes gráficas se registran de dos maneras (figura 3): a) en entradas independientes con remisiones internas en el caso de variantes con cambio de grafema (como bullying y bulling); y b) bajo una misma entrada, con las variantes separadas por barras en el campo del lema cuando el cambio gráfico involucra guiones, escritura separada o tildación (como baby-boom/baby boom/babyboom). Consideramos que la segunda opción sería más adecuada para todas las variantes gráficas, ya que los neologismos y, en especial, los préstamos, presentan una gran vacilación ortográfica que obedece a su naturaleza inestable y a los procesos de adaptación ortográfica de voces de otros sistemas lingüísticos, pero las variantes gráficas no suelen presentar diferencias de distribución geográfica o funcional que sea preciso consignar mediante entradas independientes. Con respecto a la microestructura, se observa que la variación diatópica se representa mediante cuatro elementos: las marcas geográficas, las notas de uso,
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Figura 3. Entradas de bullying y baby boom, baby-boom y babyboom en el Antenario
las definiciones y los contextos de uso. Las marcas geográficas se asignan a la entrada completa cuando el lema ha sido documentado por alguno de los nodos de cada país: ARG (Argentina), CHL (Chile), COL (Colombia), ESP (España), MEX (México) y PER (Perú). Así, en función de las etiquetas asociadas a las distintas variantes sinonímicas, se puede apreciar la diversidad en la distribución geográfica de las variantes. Volviendo al ejemplo de crowdfunding, esta variante aparece documentada en los seis países, mientras que micromecenazgo aparece documentada en España y México y micromecenaje, solo en España. Si bien este etiquetado es informativo y cumple con el propósito de representar la variación geolectal, creemos que para las entradas polisémicas sería más conveniente que las marcas estuvieran asociadas a las acepciones y no a la entrada completa, ya
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que en algunos casos los usos diferenciales están vinculados a una determinada acepción, y no a todos los significados de lema. Como ejemplo, véase la entrada de acerero acerera (figura 4). Las dos primeras acepciones refieren a un equipo de fútbol chileno y su uso se documenta exclusivamente en Chile (171 registros en BOBNEO); sin embargo, la acepción 3 se documenta en Chile, Colombia, España y México, aunque con una frecuencia mucho más baja: siete registros en BOBNEO).
Figura 4. Entrada de acerero acerera en el Antenario
Por otro lado, el criterio de inclusión de la marca geográfica para un neologismo es que este haya sido documentado por el nodo del país, independientemente de la frecuencia con que se registró. Esto también puede inducir a una cierta confusión sobre el uso real de las variantes en dos sentidos: a. En el caso de que varias variantes se empleen en un mismo país, no se puede saber si alguna está más extendida que otra (recuérdese el ejemplo de crowdfunding/micromecenazgo/micromecenaje para la variedad española). b. En el caso de que una variante se emplee en un determinado país, pero haya aparecido ocasionalmente en otro país (como ocurre con muchos neologismos que representan realidades culturales exclusivas de un país), la informa-
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ción proporcionada por las marcas geográficas no permite discriminar estas diferencias de uso. Por ejemplo, la entrada de chuzada (figura 5) aparece marcada con las etiquetas de Colombia y España; sin embargo, de los 17 registros de esta unidad en BOBNEO, 16 corresponden a diarios colombianos y solo uno a un diario español. Además, en el contexto de uso español la unidad aparece acompañada de una definición, por lo que se deduce que el redactor de la noticia asumía que es una palabra desconocida para los lectores de España.
Figura 5. Entrada de chuzada en el Antenario
Como señalábamos más arriba, el Antenario emplea, además de las marcas geográficas, otros elementos de la microestructura para representar la variación diatópica, de tal manera que el usuario del diccionario puede obtener una representación más completa sobre el origen o la distribución geográfica de los neologismos al combinar las informaciones de los siguientes campos: • Mediante el contorno definicional, tal como se muestra en las entradas de acerero -ra (fig. 4) y chuzada (fig. 5), se especifica cuando un neologismo es propio de un determinado país, independientemente de que pueda emplearse ocasionalmente en otros países. • Las notas en ocasiones también se emplean para proporcionar información sobre la variación diatópica o sobre los referentes específicos a los que remite un determinado neologismo en función del país en el que se emplea. Por ejemplo, en la entrada de app, que aparece categorizada como sustantivo femenino o masculino y documentada en los seis países, la nota informa que el
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género masculino se ha registrado exclusivamente en Perú. Por otro lado, en la entrada de petista, cuya definición es ‘la persona que es seguidora o partidaria de los partidos políticos cuyas siglas son PT’, la nota especifica que los partidos a los que se refiere documentados en las antenas son el Partido del Trabajo (México) y el Partido de los Trabajadores (Brasil). • Los contextos de uso también permiten representar la distribución geográfica de las variantes, pues como declaran Adelstein y Boschiroli (2020: 308), el principal criterio para seleccionar qué citas de los diarios registradas en BOBNEO van a ejemplificar la entrada es el de la representatividad geográfica. Además, se persigue una representación equilibrada de los países no solo dentro de cada entrada, sino “a través de las entradas, para evitar la sobre- o la infrarrepresentación generalizada de una variedad”. Por último, nos gustaría mencionar que otra fuente de información relevante para conocer la variación geolectal es el enlace que algunas entradas proporcionan a los artículos del Martes Neológico o del Neologismo del mes, donde se ofrecen análisis detallados de distintos aspectos gramaticales, semánticos o de uso del neologismo. En estos textos, aunque no de manera sistemática, podemos encontrar una descripción pormenorizada de la distribución geográfica de un determinado neologismo y sus variantes diatópicas, como en la entrada de carril bici, donde se analizan comparativamente los procedimientos de formación, variaciones de significado y distribución geográfica de esta unidad, usada en España, y las variantes geolectales americanas bicisenda (Argentina), ciclopista, ciclorruta (México y Colombia) y ciclovía (Perú y Chile). En síntesis, creemos que, a pesar de las pequeñas observaciones de mejora, este diccionario sabe aprovechar de manera óptima los recursos y sortear las restricciones que presenta el formato lexicográfico para la representación de la variación diatópica. Destacamos la voluntad de representar de manera equilibrada las distintas variedades del español, y consideramos que el diccionario logra reflejar el carácter pluricéntrico de esta lengua, sin supeditar unas variedades a otras, como ocurre con otros diccionarios españoles e hispanoamericanos. La mayor objeción tiene que ver con la dificultad para incorporar la frecuencia de uso en la distribución de las variantes, pero creemos que esto se debe a una característica de la base de neologismos de BOBNEO de la que extrae sus datos el diccionario, ya que como decíamos en apartados anteriores, privilegia la diversidad de tipos distintos sobre el registro de su frecuencia. De todos modos, el carácter flexible de este proyecto lexicográfico, que revisa y actualiza los contenidos y criterios de inclusión de las entradas cada año (Adelstein/Boschiroli 2020: 304), permite ir modificando las informaciones del diccionario y de esta manera ajustarse al comportamiento dinámico y cambiante de la neología léxica en las distintas variedades del español.
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5. Conclusión En este capítulo nos hemos aproximado al fenómeno de la variación diatópica en la neología a través de la caracterización de las unidades neológicas aparecidas en la prensa de seis países hispanohablantes en el periodo 2015-2019, y del análisis de la representación lexicográfica de la variación en un diccionario de neología. De nuestro análisis se desprende una serie de conclusiones que plasmamos en este apartado. En primer lugar, nos gustaría destacar la importancia de considerar la variable geográfica y cronológica de manera simultánea a la hora de describir la innovación léxica en español. La amplia distribución geográfica y el carácter pluricéntrico de esta lengua, que cuenta con numerosas variedades diatópicas que tienen su propio estándar y evolucionan de manera independiente, aunque interconectada, hace necesario que se profundice en los procesos, mecanismos y factores de creación léxica propios de cada país para describir de manera completa y adecuada la neología del español. En nuestro análisis pudimos ver que la proporción de neologismos que coincide entre las seis variedades estudiadas es muy baja, de manera que sería un error tratar la neología en español como un único fenómeno homogéneo. Por lo mismo, es necesario realizar más estudios contrastivos sobre neología en las distintas variedades diatópicas para identificar elementos de convergencia y divergencia entre variedades. Por otro lado, el análisis realizado sobre el Antenario nos ha permitido identificar los desafíos que implica representar lexicográficamente un fenómeno tan complejo y dinámico como la variación geográfica de la neología. Proporcionar información en un diccionario sobre el uso geográfico de un vocabulario que es inherentemente inestable y del cual disponemos a menudo de datos incompletos no es una tarea sencilla, y se hace necesario revisar y actualizar periódicamente esta información porque no es definitiva. A esto se suma el peso de una tradición lexicográfica monocéntrica que no ha prestado suficiente atención a la descripción de las distintas variedades americanas del español, de modo que son escasas las obras lexicográficas que sirvan de modelo o de fuente de documentación para la tarea de elaboración de un diccionario que represente de manera equilibrada las distintas variedades diatópicas del español. En este sentido, creemos que el Antenario es un diccionario necesario y muy útil, ya que se proyecta como una obra de orientación pluricéntrica, que describe en un plano de igualdad la neología en seis variedades del español. Esperamos que esta obra continúe ampliando su nomenclatura y actualizando la información sobre el uso geográfico de los neologismos, a fin de proporcionar información de utilidad no solo para los usuarios de la lengua, sino para cualquier persona que quiera estudiar la variación diatópica en neología.
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Alba Milà-García Universitat de Barcelona/Universitat Pompeu Fabra Aina Labèrnia Universitat Pompeu Fabra NEOLOGÍA Y CONTACTO DE LENGUAS. ANÁLISIS DE PRÉSTAMOS DE BAJA FRECUENCIA EN EL ESPAÑOL PENINSULAR: LOS CASOS DEL ÁRABE Y DEL JAPONÉS
1. Introducción Actualmente, la globalización y el crecimiento de los movimientos migratorios han promovido que en las sociedades occidentales convivan más personas de culturas diferentes. Si a esta situación se le suman las facilidades que da hoy en día la tecnología a la hora de ofrecer nuevas vías de comunicación, se observa que son muchas las influencias que unas lenguas tienen sobre las otras en el componente léxico. Una de las caras más visibles de esta influencia es la ingente cantidad de préstamos que nutre el repertorio léxico de las lenguas con palabras nuevas, que en el caso del español resultan de distintas situaciones de contacto de lenguas. En este sentido, y en primer lugar, el inglés tiene desde hace años un papel destacado como lengua de comunicación internacional, y los préstamos que llegan de esta lengua al español son cada vez más notorios, no solo los pertenecientes a ámbitos especializados, sino también en contextos más cotidianos y sociales, debido a las redes sociales y a la influencia del entretenimiento basado en la industria cinematográfica, mayoritariamente anglófona (películas de Hollywood, servicios de streaming por suscripción como Netflix, etc.), entre otros. En segundo lugar, están las lenguas con las que el español tiene contacto por su proximidad geográfica, aunque actualmente no tengan quizás un grado tan alto de influencia como el inglés: sería el caso del francés, el italiano o el catalán, pero también destaca el árabe, cuya presencia durante siglos influyó
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significativamente en la configuración del español actual y cuyos hablantes hoy en día constituyen una parte importante de la sociedad española. Por último, un tercer caso de contacto de lenguas distinto a los dos anteriores es el de lenguas orientales más alejadas geográficamente del español peninsular, como el japonés, el coreano o el chino. De modo más concreto, el aumento de la llegada de préstamos del japonés en los últimos años demuestra el interés creciente que ha suscitado la cultura japonesa en los hablantes de español peninsular. Este interés se refleja en la naturaleza de los préstamos detectados, que en su mayoría designan conceptos intrínsecamente culturales, es decir, realidades, aspectos u objetos que en la cultura de llegada española no existen y para los que es muy difícil encontrar una denominación propia. Este tipo de préstamos se denominan xenismos o extranjerismos. Por consiguiente, este trabajo se centra en el análisis de la presencia de préstamos del árabe y el japonés. Dichos préstamos tienen una presencia en el español nada menospreciable, aunque no han recibido tanta atención como los préstamos del inglés u otras lenguas indoeuropeas. El japonés y el árabe son lenguas no indoeuropeas muy distintas, cuyos conceptos culturales se han introducido en la lengua española, por lo que resulta de interés el estudio de estos xenismos, de las causas de esta permeabilidad y de la adscripción de estas formas a ámbitos temáticos determinados. Además, se tiene en cuenta que estas lenguas tienen alfabetos diferentes, por lo que se analiza su adaptación gráfica y la presencia de marcas tipográficas determinadas. 2. Préstamos y neología En este apartado se estudian los préstamos neológicos, entendidos como un elemento léxico ya formado, proveniente de otra lengua viva o muerta transferido a una lengua meta pero que no se ha incorporado todavía a su repertorio lexicográfico. Este es uno de los tres tipos de neología establecidos por Auger y Rousseau (2003) y recogidos por Guerrero Ramos (2013), que ofrece una panorámica completa sobre el concepto de préstamo y su consideración como procedimiento de creación neológica. Desde esta perspectiva, los hablantes se limitan a extraer unidades de un sistema ajeno para incorporarlas al suyo propio, sin tener una participación activa en el proceso (Cabré 1994a), es decir, sin llevar a cabo ningún proceso más complejo como la derivación o la composición. Los préstamos tradicionalmente se estudian desde distintos puntos de vista, lo que da lugar a diferentes definiciones para el fenómeno, más o menos precisas. Por ejemplo, desde el estudio del contacto de lenguas, Haugen define los préstamos como el “intento de reproducción en una lengua de patrones
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encontrados previamente en otra” (1950: 212; traducción propia), definición pertinente en ese ámbito, pero demasiado específica para englobar todos los casos que se tratan en este capítulo. Hope (1962) ya reflexiona sobre el hecho de que los múltiples enfoques de estudio de los préstamos (en este caso, no entendidos como neológicos) emergen de los objetivos y los datos que se investigan en cada caso, y pone de manifiesto los problemas que se daban en los primeros estudios de préstamos, que adoptaban un enfoque estrictamente diacrónico. En su momento, este autor reivindicó la necesidad de estudiar los préstamos en sí mismos, como objeto de interés principal, ya que “los préstamos son unidades léxicas y también elementos culturales” (Hope 1962: 115; traducción propia). En este sentido, la denominación préstamo cultural es usada por varios autores: Gómez Capuz (2004) opone los préstamos culturales (que pueden ser tanto históricos como contemporáneos) a la división de Bloomfield (1983) entre préstamos íntimos y dialectales, mientras que Haspelmath (2008) recupera la dicotomía de Myers-Scotton (2002 y 2006) entre préstamos culturales y préstamos de base. Sin embargo, la tradición española y francesa tiene una denominación específica para los préstamos léxicos que designan conceptos culturales de una realidad extranjera: son xenismos, o, de forma más neutra, extranjerismos. En estos casos, se adopta un referente ligado a una forma, en lugar de coger solo una forma como pasa con otros préstamos para los que ya existe un referente en la lengua de llegada (Freixa/Solé/Cabré 1998). Los xenismos siguen siendo ajenos a la lengua meta, y se mantienen en un primer estadio de adopción que les permite mantener el exotismo y que añade color local a los enunciados (Freixa/Solé/ Cabré 1998; Jones/Singh 2005). Esta otredad se da porque difícilmente pueden ser traducidos, de modo que a menudo aparecen acompañados de una paráfrasis que los define. La clasificación de los préstamos en unas categorías u otras se corresponde de forma bastante directa con la motivación que lleva a los hablantes a tomar prestada esa palabra de otra lengua. Cabré (1994a) habla de motivos socioculturales y socioeconómicos de forma general y ejemplifica algunas cuestiones en las que se materializan, mientras que Rull (2008) enumera seis motivos concretos para el catalán, que tienen cabida directa en las dos macrocategorías establecidas por Cabré (1994a): a. la simple necesidad (relacionada por ejemplo con la producción tecnológica); b. el contacto de lenguas; c. la moda o el esnobismo (que lleva a los hablantes a querer identificarse con ciertos grupos de prestigio);
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d. la intencionalidad (en la búsqueda de originalidad expresiva); e. el multilingüismo y la internacionalización de las sociedades; f. la negligencia, el descuido o la ignorancia. En este capítulo nos centramos en el estudio de neologismos cuya presencia en el español peninsular a priori responde a motivaciones muy distintas. Por un lado, el árabe se podría situar en el punto b, contacto de lenguas, ya que la realidad social y lingüística actual en el Estado español refleja la convivencia de estas dos comunidades, y en el punto e, multilingüismo e internacionalización de las sociedades, puesto que la globalización influye directamente en la presencia de préstamos del árabe en el español. Por otro lado, los préstamos del japonés son xenismos que llegan como consecuencia directa de la internacionalización de las sociedades, un proceso que se ha denominado globalización o mundialización, y en términos generales se encontrarían en el apartado e, de acuerdo con la clasificación de Rull (2008). El mismo autor relaciona este proceso de internacionalización con el acceso a la información y a la movilidad de la población mundial actual: “en un mundo cada vez más pequeño e interconectado, es previsible que haya, cada vez más, trasvases de todo tipo: humanos, culturales, económicos… y también lingüísticos” (Rull 2008: 28; traducción propia). Por su parte, Freixa (2019) habla de una doble cara de la mundialización en su estudio de los préstamos en catalán: una cara más neutra, en la que se encontrarían todos los préstamos que remiten a referentes culturales inexistentes en la sociedad que los adopta (xenimos) y que, por lo tanto, no tiene un equivalente para ellos; y una cara negativa, en la que se sitúan los préstamos que responden al poder de sistemas económicos y sociales que tienen una influencia más fuerte que los términos propios, que se superponen cultural y lingüísticamente a ellos y que imponen una visión concreta del mundo. Dada la naturaleza de los préstamos estudiados en este capítulo, nos situamos en la cara más neutra de la mundialización, para la que intentaremos buscar la motivación que ha llevado a la llegada de estos préstamos culturales concretos. Asimismo, se procederá a relacionar los motivos que apunta Rull (2008) con los ámbitos temáticos donde aparecen los préstamos, para analizar las distintas correlaciones que puede haber. 3. Metodología Para estudiar los préstamos del árabe y del japonés en el español peninsular, partimos de los neologismos recogidos en la base de datos del Observatori de Neologia (BOBNEO), que forma parte del Institut de Lingüística Aplicada, Centre específic de recerca de la Universitat Pompeu Fabra, y cuyos proyectos están financiados
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por el Institut d’Estudis Catalans y el Centro Virtual Cervantes. El Observatori de Neologia se dedica a la extracción, el análisis y la difusión de neologismos en español y catalán. Estos neologismos son lexicográficos: se consideran como tales porque no aparecen recogidos en el diccionario de referencia de la lengua española, el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española (DLE), ni en el Diccionario de uso del español de América y España (VOXUSO). BOBNEO cuenta con más de 60.000 ocurrencias en español procedentes de textos escritos y orales de los medios de comunicación (Observatori de Neologia 2004: iii). Los neologismos de la base de datos provienen de fuentes de distintos territorios de habla española, que presentan diferencias y especificidades como consecuencia de las realidades lingüísticas diferenciadas, por lo que en este capítulo se ha optado por estudiar la situación en el Estado español por separado. La lista completa de neologismos obtenida para este estudio corresponde al periodo de 2015 a 2019 y suma un total de 9.015 lemas distintos, con un total de 17.176 ocurrencias, puesto que algunos neologismos son muy recurrentes. A partir de esta lista, que permite clasificar los neologismos por tipo (entre otras opciones), se ha obtenido la lista completa de préstamos de todas las lenguas, con el interés puesto en el japonés y el árabe. Junto con la información que ya proveía la base de datos (fecha de aparición, fuente en la que se publicó, contexto en el que aparece, marcas tipográficas del neologismo, número de repeticiones, etc.), se ha completado la ficha de cada préstamo con información concreta sobre su significado, lo que ha permitido asignar un ámbito temático a cada lema. Dado que el número de apariciones de cada préstamo suele ser ligeramente bajo, como se comentará en el análisis, se ha considerado conveniente contrastar la presencia de estos préstamos con Factiva de Dow Jones, una base de datos comercial muy amplia que compila textos periodísticos, corporativos y comerciales. Su información procede de unas 35.000 fuentes de noticias, de más de doscientos países en veintiséis lenguas. Permite realizar búsquedas de palabras, pero no identificar propiamente préstamos de otras lenguas; por ello la búsqueda en Factiva ha consistido en la identificación de los japonesismos y arabismos encontrados en BOBNEO, para poder contrastar su respectivo ámbito temático y frecuencia de aparición en más fuentes. Para que los resultados fueran comparables, hemos restringido la búsqueda de los préstamos al español peninsular. 4. Análisis y discusión En este apartado se presentan, en primer lugar, los datos recogidos por el Observatori de Neologia referentes a la presencia de préstamos en la lengua española entre
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2015 a 2019 (véase el apartado 4.1). A continuación, se lleva a cabo un análisis detenido de los préstamos del japonés (véase el apartado 4.2) y del árabe (véase el apartado 4.3). 4.1. Préstamos en la lengua española Entre los 9.058 neologismos distintos extraídos por el Observatori de Neologia entre 2015 y 2019, se hallan 2.645 préstamos, lo que corresponde a un 29,3 % del total. El préstamo es, de hecho, el segundo tipo de neologismo más recurrente en este corpus (véase Bernal en este volumen), justo por detrás de los neologismos formados por derivación (prefijación y sufijación) y por delante, con un margen importante, de los préstamos formados por composición culta. La mayor parte de estos préstamos, sin embargo, son del inglés, como se observa en la tabla 1. lengua
total
%
inglés
1.678
63,4
otras lenguas
399
15,1
francés
210
7,9
catalán
148
5,6
italiano
122
4,6
latín
88
3,3
total
2.645
100,0
Tabla 1. Lenguas de origen de los préstamos en español peninsular
La tabla 1 muestra el dominio evidente del inglés como lengua de origen de los préstamos, una situación que en español se ha estudiado con detalle en diferentes momentos, contextos y variedades (Herrera Soler 1993; Gómez Capuz 2004; Estornell Pons 2012; Fernández de Molina 2014, para citar algunos ejemplos). Por debajo del inglés, se encuentran el francés, el catalán (cuya presencia destacable se debe al hecho de que la prensa que configura el corpus está editada en Barcelona) y el italiano, lenguas con notable representación, aunque se ven superadas por la categoría “otras lenguas”, en la que se recogen las lenguas con una presencia de neologismos menor (inferior a 75) pero en su conjunto destacable, y a la que pertenecen las dos lenguas objeto de estudio. En cuanto al latín, es relevante mencionar que, aunque no se trata propiamente de neologismos, se recogen porque no aparecen en los diccionarios de referencia. Dichas lenguas se desglosan en la tabla 2, en la que, por motivos de claridad, se han creado dos
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categorías específicas para las lenguas que solo presentan uno o dos neologismos, dado que su presencia se corresponde a menos del 1 % del total de la categoría de “otras lenguas”). lengua
total
%
japonés
53
13,3
alemán
46
11,5
árabe
39
9,8
vasco
27
6,8
portugués
24
6,0
chino
15
3,8
griego
14
3,5
sánscrito
12
3,0
ruso
12
3,0
hindi
11
2,8
islandés
7
2,1
gallego
6
1,5
hebreo
6
1,5
neerlandés
6
1,5
sueco
6
1,5
persa
5
1,3
quechua
4
1,0
tailandés
4
1,0
amárico
3
0,8
bengalí
3
0,8
berebere
3
0,8
coreano
3
0,8
hawaiano
3
0,8
lengua amerindia indeter.
3
0,8
wólof
3
0,8
yidis
3
0,8
lenguas con 1 neologismo
60
4,7
lenguas con 2 neologismos
16
0,5
total
339
Tabla 2. Lenguas de origen dentro de la categoría de “otras lenguas”
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En la tabla 2 se observa que, aunque hay lenguas con una presencia destacada, también se hallan muchas que solo aportan entre uno y cuatro préstamos: en total, se trata de 78 lenguas distintas que suman 108 lemas distintos (un 27,4 %). Es un grueso importante, que permite entender la necesidad de una etiqueta como la de “otras lenguas” en la base de datos. Sin embargo, los datos también muestran que hay lenguas más prolíficas que otras. En el tramo central, con seis o siete neologismos, se encuentran el sueco (flygskam, ‘miedo a volar’), el neerlandés (oranje, ‘la selección holandesa’), el hebreo (mitzvá, ‘mandamiento’), el gallego (percebeiro percebeira, ‘persona que se dedica a recolectar percebes’) y el islandés (drakkar, ‘barco usado por los escandinavos y los vikingos’). En la parte alta de la tabla, con más de diez neologismos, encontramos las siguientes lenguas, ordenadas de menos a más prolíficas: • hindi (11): del total de neologismos, seis pertenecen al ámbito de la gastronomía, como basmati (‘tipo de arroz largo y aromático’) o samosa (‘empanadilla frita’); • ruso (12): los préstamos de esta lengua son muy diversos, con términos relacionados con la indumentaria y confección (kosovorotka, ‘camisa típica rusa’) o la sociedad (babushka’, ‘mujer mayor’, ‘abuela’); • sánscrito (12): la mayoría de los neologismos del sánscrito están relacionados con el yoga, la relajación y el espiritismo, como savasana (‘postura de yoga’) o pranayama (‘ejercicio para controlar la respiración’); • griego (13): los neologismos corresponden a conceptos culturales, como los guardias del Parlamento (evzones) o platos típicos (tzaziki o musaka); • chino (15): como se verá más adelante para el japonés, la mayoría de los préstamos de esta lengua son conceptos marcadamente culturales para los que no existe un equivalente en español y con un claro dominio de la gastronomía, como xiaolongbao (‘bola de masa rellena’) o dim sum (‘conjunto de platos típicos para desayunar o almorzar’). Finalmente, las lenguas con más préstamos en español en esta categoría son el japonés (53 lemas, 13,3 %), el alemán (46 lemas, 11,5 %), el árabe (39 lemas, 9,8 %), el vasco (27 lemas, 6,8 %) y el portugués (24 lemas, 6 %). El contacto del español con el vasco se evidencia con la convivencia de ambas lenguas en un mismo territorio y ha dado lugar al uso de préstamos como abertzale (‘nacionalista’). Por otro lado, el portugués y el alemán no comparten territorio con el español, pero son igualmente cercanos geográficamente, y esa proximidad se evidencia en préstamos como pousada (‘posada’) en el caso de la primera, y diktat (‘mandato’) o lager (‘tipo de cerveza’) en la segunda. Por lo tanto, este capítulo se centra en las dos lenguas no indoeuropeas más
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frecuentes en número de préstamos que provienen de culturas más lejanas al español peninsular. Antes de entrar en más detalle, es relevante presentar los ámbitos temáticos a los que pertenecen estos préstamos tan variados en la tabla 3, tanto para proporcionar una imagen global del tipo de préstamos analizados como para compararlos más adelante con los ámbitos específicos de los préstamos del japonés y del árabe. ámbito
total
%
gastronomía
109
27,3
sociedad
95
23,8
política
31
7,8
naturaleza
26
6,5
indumentaria y confección
22
5,5
arte, música y literatura
17
4,3
deportes
16
4,0
religión y espiritualidad
16
4,0
urbanismo
15
3,8
salud y medicina
14
3,5
ocio, espectáculos y turismo
10
2,5
lengua
7
1,8
economía
5
1,3
transporte
5
1,3
veterinaria
3
0,8
derecho
2
0,5
filosofía
2
0,5
comunicación
1
0,3
cosmética
1
0,3
educación
1
0,3
ingeniería
1
0,3
total
399
Tabla 3. Ámbitos temáticos dentro de la categoría de “otras lenguas”
De la tabla 3 se desprende que hay dos ámbitos que dominan claramente por encima de los demás, ya que juntos suman la mitad de neologismos de este grupo: la gastronomía (27,3) % y la sociedad (23,8 %). Van seguidos de un número destacable de neologismos de política (7,8 %), la naturaleza (6,5 %) o la indu-
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mentaria y la confección (5,5 %). El hecho de que el ámbito más numeroso sea el gastronómico no es sorprendente, ya que se trata de préstamos que designan platos y bebidas muy específicos de culturas concretas que difícilmente se podrán nombrar en español, si no es con una paráfrasis o algún tipo de hiperónimo que sitúe a quien desconoce esas palabras: sopa, empanadilla, comida típica, bocadillo, etc. Como se trata de préstamos claramente culturales, es fácil identificarlos como neologismos denominativos (o de necesidad, ya que designan conceptos o realidades nuevos, en este caso por ser extranjeros), conclusión recogida también por Barrera et al. (2015) y Freixa (2019) en sus estudios de préstamos en catalán. Una vez finalizada la panorámica de los préstamos de otras lenguas, se presentan por separado los análisis de las dos lenguas no indoeuropeas con más presencia, el japonés y el árabe. 4.2. Préstamos del japonés Desde principios del siglo xxi ha habido un interés creciente por el estudio de los japonesismos o préstamos del japonés en distintas lenguas, ya que su presencia ha aumentado de forma significativa en todo el mundo. Doi (2013) se lamenta de que este interés normalmente se traduce en estudios puramente descriptivos, pero reconoce que es innegable que es una tendencia evidente. Es importante recalcar que en la mayoría de los casos no se trata de estudios que se sitúen en el ámbito de la neología, sino que parten del repertorio lexicográfico de las lenguas y buscan los japonesismos que ya han sido incorporados en los diccionarios de referencia. Una de las lenguas en las que más investigación se ha realizado es el inglés, con estudios como los de Cannon (1981 y 1994) y Doi (2013 y 2014). El primer autor se basa en un repertorio variado de diccionarios, y el segundo, en el OED. El francés también se ha interesado por estos préstamos, con estudios como el de Honoré (1994), que se centra en los estereotipos que refleja el uso de los japonesismos, o el de Sarale (2008), que analiza el proceso de lexicalización de estas palabras. También hay investigaciones sobre el rumano (Sion 2016) o el chino mandarín (Hsieh/Hsu 2006). Finalmente, el español peninsular cuenta, por un lado, con los trabajos panorámicos de préstamos del japonés de Reyes Díaz (2004) y Cid Lucas (2009), y, por el otro, con el estudio lexicográfico exhaustivo de Fernández Mata, que se concreta en una tesis (Fernández Mata 2016) y varios artículos temáticos (Fernández Mata 2017, 2018a, 2018b, 2019). Históricamente, la lengua española refleja un interés puntual por la cultura japonesa, de forma paralela a la que describe Sarale (2008) para el francés. Aunque a finales del siglo xix Japón ya era una fuente de inspiración para artistas europeos y españoles, la incorporación de préstamos del japonés aumenta des-
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pués de la Segunda Guerra Mundial y más tarde en los años ochenta y noventa. En Occidente, Japón era una de las potencias tecnológicas del mundo, pero en ese momento se añade otro foco de interés, su cultura, que se populariza mayormente mediante sus productos audiovisuales: las series y películas de anime (y también los manga de los que parten) y los videojuegos (Iwabuchi 2002). Este auge de la cultura japonesa en Occidente, junto con la expansión de su gastronomía, consiguen que a principios del siglo xxi Japón se convierta en uno de los mayores exportadores de productos culturales (Constantopoulou 2016). En este sentido, es interesante ver que los distintos japonesismos han llegado a través de los distintos grupos sociales que están familiarizados con ellos (Cid Lucas 2009). Antes de empezar el análisis, es necesario abordar la cuestión de la adaptación gráfica a la que deben someterse los préstamos del japonés para poder ser leídos en español. En ese sentido, nos remitimos al minucioso trabajo de Fernández Mata (2016 y 2018), que expone la preferencia por el estilo Hepburn, centrado en representar la fonética del japonés y basado en los grafemas de las vocales italianas y las consonantes del inglés. Fernández Mata (2018b) observa que este último detalle hace que las formas que se han adoptado en español tengan una forma gráfica que les es extraña. Además, la separación entre lo que dicta el sistema Hepburn y lo que es propio del sistema gráfico español también explicaría por qué en los medios se siguen usando formas como katana o yudoca, cuando el DLE ya ha incorporado catana y yudoca. Por otro lado, hay que tener en cuenta que los japonesismos recogidos en la base de datos provienen de los medios de comunicación, de modo que no se puede saber hasta qué punto se han seguido las convenciones de transcripción que establece este sistema, lo que explicaría por qué se ha recogido vacilación en formas como uasabi/wasabi y nigiri/niguiri. El hecho de mantener la k y la w iniciales y elidir la u de nigiri contribuye a hacer más evidente el exotismo de las palabras (Jones/Singh 2005). Si a ese exotismo gráfico le añadimos la opacidad que tienen estas formas, se refuerzan todavía más su extrañeza y su firma japonesa (Sarale 2008). Por otro lado, Freixa, Solé y Cabré observan que estas vacilaciones gráficas y ortográficas en la forma de los xenismos “responden al proceso de incorporación y estabilización del préstamo en la lengua de llegada” (1998: 96; traducción propia), pero son variaciones formales que se dan con menos frecuencia que para otros tipos de neologismos. Finalmente, resulta interesante contrastar la ausencia de estos préstamos en el DLE con los diccionarios de referencia de tres otras lenguas. Para el inglés, el OED recoge 38 de estos japonesismos (un 72 %), una cifra elevada que demostraría que se trata de palabras de uso frecuente o con significación entre los hablantes. El francés y el italiano, en cambio, incluyen algunas palabras japonesas, pero no tantas como en inglés: hay 16 japonesismos de los recogidos en el análisis en
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Le Grand Robert (un 30 %), mientras que en Lo Zingarelli en su edición de 2019 en papel se encuentran 12 japonesismos (un 22,6 %). Una vez realizadas estas consideraciones preliminares, en la tabla 4 presentamos la distribución de japonesismos por ámbitos temáticos hallados en la base de datos para el periodo 2015-2019. En total se han recogido 53 lemas distintos: ámbito
total
%
gastronomía
24
45,3
naturaleza
5
9,4
arte, música y literatura
4
7,5
filosofía
4
7,5
ocio, espectáculos y turismo
3
5,7
salud y medicina
3
5,7
sociedad
3
5,7
deportes
2
3,8
urbanismo
2
3,8
comunicación
1
1,9
religión y espiritualidad
1
1,9
indumentaria y confección
1
1,9
total
53
Tabla 4. Ámbitos temáticos de los préstamos del japonés
En relación con la tabla 4, hay que tener en cuenta el número de ocurrencias de cada japonesismo: los 53 lemas se materializan en 94 ocurrencias, ya que algunos lemas han aparecido más de una vez. Así, destaca con diferencia la palabra emoji (25,5 %)1, seguida de nikkei (4,3 %) y wasabi/uasabi (4,3 %, pero con vacilación en la forma). A continuación, se incluyen tres ejemplos de la base de datos que muestran el tipo de ocurrencias recuperadas, que reflejan también la variación tipográfica que se da en la escritura de estas formas en la prensa: Rebelión contra los “emoji”: al universo de emoticonos de Apple se le acusa de varias carencias, sobre todo en lo racial. [El País, 23/02/2015] En cuanto al préstamo emoji, resulta interesante reflexionar brevemente acerca de su origen, ya que, aunque proceda del japonés, es posible que haya llegado al español a través del inglés. Sin embargo, se ha dado preferencia a la lengua en la que fue creada la palabra. 1
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Carla Gannis y Edurne Herrán firmaron sendas reinterpretaciones, entre la puesta al día iconográfica y la provocación hipermoderna, de El jardín de las delicias de El Bosco utilizando el lenguaje visual de los emojis. [Fashion&Arts, 18/06/2017] La hija del también actor Stephen Baldwin, hermano de Alec, ha respondido a la citada publicación con un breve comentario junto a un emoji de corazón. [La Vanguardia, 13/11/2019]
Con un 45,3 % del total de neologismos, la gastronomía es de forma clara el ámbito más prolífico. Aquí se encuentran los nombres de platos ya conocidos de forma generalizada, como dorayaki (‘pastelito relleno de pasta de judías rojas’, popularizado por la serie de dibujos animados Doraemon), gyozas (‘empanadilla’), nig(u)iri (‘tipo de sushi que consiste en un bloque de arroz cubierto por un trozo de pescado’) o ramen (‘fideos japoneses servidos con caldo y varios ingredientes’); de bebidas, como matcha (‘té verde’), y de ingredientes más específicos, como dashi (‘caldo de pescado’), panko (‘pan rallado grueso’) o tsukemono (‘encurtido de verduras’). Rull (2008) observa que algunos nombres de platos se podrían traducir, pero achaca la reticencia a hacerlo en parte al esnobismo y en parte a la tradición establecida en el ámbito gastronómico de mantener la denominación original del plato. La superioridad evidente de los préstamos gastronómicos se puede atribuir a la globalización culinaria, que se describe como la expansión de productos culinarios y cocinas llevada a cabo por corporaciones, comerciantes, migrantes y otros actores, cuyas recetas, ingredientes y aspectos sociales relacionados suelen adaptarse al paladar de la cultura local. Para la cocina japonesa, Farrer et al. (2019) destacan el incremento notable del número de restaurantes en el mundo en once años: de 24.000 en 2006 a 117.568 en 2017. Los autores explican que la llegada y el auge de la cocina japonesa en Europa y Estados Unidos son muy parecidos: primero esta cocina era propia de las comunidades japonesas inmigrantes, hasta que fue descubierta por élites urbanas y personalidades influentes; a partir de ahí, se llevó a cabo una localización culinaria que abarató y “normalizó” los ingredientes, lo que dio lugar a la popularización masiva de los productos. Es probable que todas las cocinas extranjeras pasen por un proceso más o menos parecido, que puede desembocar en un estatus final más o menos popular. En el Estado español, parece que los restaurantes japoneses empezaron el ascenso de popularidad en 2009 (Salas 2018). Además, en el caso de la comida japonesa hay dos factores muy importantes que Kessler (2012) observa en el caso de Alemania y que se reproducen en la península: el boom del sushi en todo el mundo (en gran parte debido a la adaptación realizada en Estados Unidos) y la visión de la comida japonesa como sana y cosmopolita.
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En cuanto al resto de ámbitos temáticos, destacan especialmente tres, ya que para el resto de los ámbitos, como se ha visto en la tabla 3, hay pocos casos: • Naturaleza (9,4 %): la mayoría de los préstamos de este ámbito están relacionados con las flores, como sakura (‘flor del cerezo’) o hanatsubaki (‘flor de la camelia’). • Filosofía (7,5 %): dentro de esta categoría se encuentran los préstamos referidos a conceptos por los que se rige la cultura japonesa o que imperan en ella. Está kaizen (‘mejora continua’) o omotenashi (‘hospitalidad’). • Arte, música y literatura (7,5 %): en este ámbito se clasifican palabras referidas a instrumentos como el taiko (‘tambor’) o materiales específicos para creaciones artísticas, como el washi (‘tipo de papel tradicional’, usado, por ejemplo, para el origami). Si se comparan estos datos con los ámbitos temáticos establecidos por Fernández Mata (2017), que se basa en un corpus constituido a partir de varias obras lexicográficas del español y también de búsquedas en línea más generales, hay una coincidencia en la importancia de la gastronomía, aunque el grupo más numeroso en su estudio son los deportes, y concretamente las artes marciales, para los que en este estudio solo se han recogido dos préstamos: kata e ippon. Esta diferencia puede deberse al origen de ambas listas de neologismos: en el estudio actual se estudian los neologismos, así que no tiene cabida ningún lema que ya esté recogido en el DLE, pero el DLE es precisamente uno de los corpus de Fernández Mata (2017). Por otro lado, coincide también la incidencia de las artes y del ocio. La descripción de los datos desarrollada hasta este punto se centra en los datos recogidos en BOBNEO, que permiten realizar una identificación y clasificación de los préstamos muy precisa a nivel cualitativo, pero no tanto a nivel cuantitativo, por lo que se han contrastado los resultados con la base de datos de Factiva, que es mucho más amplia. No obstante, este gran tamaño comporta que haya mucho más ruido, es decir, resultados mal clasificados que no se pueden pulir porque la plataforma no lo permite. En este sentido, se han descartado los resultados obtenidos para varios japonesismos porque formaban parte de nombres de personas y empresas (p. ej., kami, nikkei o udon) o porque eran homógrafos con formas verbales de otras lenguas o del mismo español (como en anime y animé, del verbo animar). También hay casos en los que no se ha encontrado ningún resultado para los japonesismos, como ha sucedido con hanatsubaki o robatayaki, entre otros. Teniendo en cuenta estas consideraciones, en la tabla 5 se muestran los resultados de la búsqueda en Factiva para el periodo 2015-2019 de los 20 japonesismos con
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más ocurrencias, y se ha coloreado la celda en la que hay el número más alto en cada neologismo. 2015
2016
2017
2018
2019
total
ámbito
kata
461
736
811
1.518
1.852
6.619
deportes
emoji
305
835
2.413
950
581
5.174
comunicación
wasabi/uasabi
594
546
864
550
553
4.389
gastronomía
reiki
232
507
385
525
337
3.348
medicina y salud
tataki
281
464
537
545
610
2.866
gastronomía
wagyu
179
229
307
881
294
2.163
gastronomía
umami
85
139
378
272
343
1.442
gastronomía
ramen
107
160
311
372
338
1.411
gastronomía
ippon
101
299
145
220
175
1.407
deportes
nigiri/niguiri
118
145
217
250
214
1.249
gastronomía
shiatsu
66
73
148
69
74
917
medicina y salud
matcha
58
97
184
251
172
839
gastronomía
butoh
92
76
51
114
83
809
ocio, espectáculos y turismo
yakuza
79
68
127
102
96
791
sociedad
seitán
61
103
144
100
163
691
gastronomía
taiko
40
37
76
107
87
566
ocio, espectáculos y turismo
dashi
43
67
103
122
68
535
gastronomía
kombucha
1
22
90
168
245
534
gastronomía
edamame
15
52
111
76
82
361
gastronomía
gyoza
18
37
74
98
88
346
gastronomía
Tabla 5. Los 20 japonesismos con más ocurrencias en Factiva
Como se observa, el japonesismo más frecuente en las fuentes de Factiva es kata (‘ejercicio de estilo de un arte marcial practicado individualmente o en grupo’), que ha tenido una aparición creciente a lo largo de los años, igual que tataki. Por otro lado, si se pone el foco en la frecuencia de neologismos por año, se puede observar que el 2018 es cuando se han recogido más casos para la mayoría de los neologismos, ya que nueve de ellos obtienen resultados más altos, y el resto prácticamente se reparten entre 2017 y 2019. Este hecho refleja una tendencia al alza en la presencia de neologismos desde 2015. También es interesante destacar la evolución de japonesismos como emoji o wasabi/uasabi,
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que en la tabla despuntan en un año concreto. Ello puede ser debido a un auge de moda puntual. Si comparamos los resultados de Factiva con los préstamos del japonés más frecuentes de BOBNEO, vemos que en la mayoría de los casos los neologismos más frecuentes en Factiva solo aparecen en un contexto en la otra base de datos, por lo que se reafirma la necesidad de comparar los resultados entre ambas. Finalmente, en cuanto a los ámbitos temáticos, 12 de los 20 japonesismos más frecuentes son gastronómicos, de modo que se confirma que este tipo de préstamos son muy frecuentes en los medios de comunicación del español peninsular, y se confirma también que los préstamos del japonés son claramente culturales. 4.3. Préstamos del árabe El árabe ha tenido una gran influencia en la lengua española peninsular debido a la conquista árabe-musulmana de la península ibérica en el año 711. La presencia arabófona se frenó con la conquista de Granada, el descubrimiento de América y el auge del humanismo renacentista (González Sopeña 2019: 60), y culminó en el año 1613, con la expulsión de los moriscos. Dicha presencia conllevó la incorporación en el español de arabismos, especialmente del ámbito agrícola o referidos a objetos lujosos (González Sopeña 2019: 56). La influencia de esta lengua en el español actual ha sido de vital importancia para su configuración, como afirman varios autores (Corriente 2004: 67, 2018: 14; Quintana/Mora 2002: 705). Así se explica, pues, que mayoritariamente los trabajos académicos centren el estudio de la influencia del árabe en la lengua española en esta etapa (por ejemplo, Fasla Fernández 1999-2000 o González Sopeña 2019). Aunque en la actualidad su incidencia es mucho menor a la que había en los tiempos de al-Ándalus, la lengua árabe tiene una influencia nada menospreciable en el español peninsular y presta léxico al español actual, por lo que estos préstamos en el español de hoy en día son merecedores de atención, tal y como reclaman algunos autores (Corriente 2018: 12; Gómez Capuz 2004: 23; Abdel Latif 2018). Una de las causas detrás de la presencia notable de arabismos son las migraciones procedentes sobre todo del norte de África, pues dichas migraciones y evoluciones demográficas conllevan un contacto entre culturas (y por ende un contacto de lenguas) que conducen a la necesidad de préstamos culturales. Así, al examinar los flujos migratorios producidos recientemente, se observa que hasta 1985 las personas que migraban al Estado español lo hacían en una proporción muy pequeña y mayoritariamente desde Europa (65 %), Latinoamérica (18 %) y Norteamérica (7 %); de hecho, los inmigrantes procedentes de África y Asia apenas llegaban al 10 %. Ahora bien, en 1985, con la entrada del Estado español en la Comunidad Económica Europea, aumentaron considerablemente los porcentajes
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de migraciones procedentes del norte de África (especialmente Marruecos), Europa del Este y Asia, por motivos socioeconómicos. Del año 2000 a la actualidad, el Estado español pasó de ser uno de los Estados europeos con menor número de migrantes a ser el segundo Estado con mayor número de migrantes, superado solo por Alemania. El Estado español es, además, la vía de entrada de los inmigrantes y refugiados que llegan a Europa a través del Mediterráneo. De hecho, si se analiza la procedencia de los inmigrantes, se observa que, según datos de la estadística del padrón continuo (Instituto Nacional de España, INE), en 2018 el mayor número llegaba del norte de África, concretamente, de Marruecos (con 825.674 personas), donde el árabe es la lengua oficial, junto con el amazige. Queda con diferencia por delante de Rumanía (con 593.532) y de países latinoamericanos como Ecuador (404.414), Colombia (394.431), Argentina (256.071) y Venezuela (255.071), detrás de los cuales se sitúan Reino Unido (248.824) y Francia (203.556). En la misma línea, los datos de la Encuesta sobre la Participación de la Población Adulta en las Actividades de Aprendizaje del Instituto Nacional de Estadística (2016) reflejan que el árabe es, junto al inglés, la primera lengua extranjera con mayor presencia en el Estado español (2,2 %), seguida del francés (1,6 %) y el rumano (1,6 %). Esa gran presencia del árabe como lengua extranjera en el Estado español suscita ciertas actitudes en los hablantes de la lengua española hacia los arabismos del español actual. Abdel Latif (2018: 30) deja entrever que estos préstamos “tienen la función de marcar la cultura árabe como lejana, distante, distinta y antagónica”. Así, a diferencia de la cultura japonesa, el contacto de lenguas en el caso del árabe no origina tanta fascinación como en el del japonés, sino que se entremezclan el rechazo a lo árabe promovido por la Inquisición y los siglos de presencia árabe en la península (Corriente 2018: 12), con la actitud hacia la inmigración del norte de África, que a menudo realiza trabajos menos cualificados. Además, los atentados del 11-S en 2001 hicieron que Occidente empezara a fijarse en el mundo árabe de otro modo, ya que los medios de comunicación se vieron envueltos en una vorágine de noticias para reflejar una serie de realidades culturales con un enfoque más bien político acerca de la vivencia árabe. Estos factores negativos resultan determinantes para el análisis lingüístico, que apunta, siguiendo la clasificación de Rull (2008), que la frecuencia elevada de préstamos del árabe en la lengua española peninsular se debe, en gran parte, al contacto de lenguas. Sin embargo, al analizar con detalle los tipos de préstamos, se encuentran también préstamos que designan realidades distintas, lo que podría dar lugar a pensar que algunos de ellos llegan al español por motivos de multilingüismo e internacionalización de sociedades (Rull 2008) y a la necesidad de reflejar realidades sociales nuevas, por lo que es necesario ahondar en la distribución de préstamos según ámbitos temáticos para relacionarlos con más detalle con sus principales razones de existencia.
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Finalmente, se ha contrastado la ausencia de los préstamos en el diccionario de referencia del español (DLE) con los diccionarios de referencia del inglés (OED), que recoge 20 de estos préstamos, un 51,3 %; del francés (Le Grand Robert), con 18 arabismos (46,2 %); y el italiano (Lo Zingarelli), con 10 préstamos (un 25,6 %). De este modo, se confirma que el inglés vuelve a ser más receptivo con la incorporación de préstamos en las obras de referencia, aunque también destaca la incorporación de préstamos del árabe por parte del francés, con mucho contacto de lenguas debido a las migraciones y el colonialismo. En ambos casos, al compararlos con la incorporación de préstamos del japonés a estas tres lenguas, la tendencia a la incorporación de préstamos procedentes del árabe es inferior, lo que se podría atribuir a la identificación de determinados grupos de prestigio lingüístico e incluso al esnobismo. Si se analizan los datos del Observatori de Neologia entre los años 2015 y 2019, se detectan 39 lemas de préstamos procedentes del árabe, que representan un 9,8 % de préstamos de la categoría “otras lenguas” (lenguas con una presencia igual o inferior a 75 préstamos; para más información acerca de esta categoría, véase el apartado 4 de este capítulo), con un total de 63 ocurrencias de préstamos del árabe. El árabe representa así la octava lengua con mayor presencia de neologismos en el español peninsular (véanse las tablas 1 y 2) y la tercera dentro de la categoría “otras lenguas” (véase la tabla 2). En cuanto a la distribución de dichos préstamos según los ámbitos temáticos, se recogen en la tabla 6: ámbito
total
%
sociedad
9
23,1
gastronomía
8
20,5
religión y espiritualidad
5
12,8
indumentaria y confección
5
12,8
política
3
7,7
urbanismo
3
7,7
naturaleza
2
5,1
arte, música, literatura
1
2,6
cosmética
1
2,6
derecho
1
2,6
medicina, salud
1
2,6
total
39
Tabla 6. Ámbitos temáticos de los préstamos del árabe
Como se observa, el mayor número de préstamos se incluyen en la categoría de sociedad (23,1 %), con 10 lemas y 21 ocurrencias. Entre ellos destacan con
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mayor frecuencia especialmente la voz hutí, un grupo armado de Yemen, con nueve ocurrencias —una de las cuales adopta la forma huzí—. Se trata, pues, de préstamos que sirven para designar realidades que en la cultura de la lengua española no existen. El segundo ámbito temático más frecuente es el de la gastronomía (20,5 %), con ocho lemas y un total de nueve ocurrencias. Como en el caso anterior, dichos préstamos son préstamos culturales y constituyen neologismos denominativos. Los otros dos ámbitos temáticos que destacan en frecuencia de préstamos son el perteneciente a la indumentaria y confección (12,8 %) y el relativo a la religión y la espiritualidad (12,8 %), con voces como niqab (‘velo integral’, con 10 ocurrencias) o abaya (‘túnica parecida a una bata’, con dos ocurrencias), en el primer caso, o taquiya (‘en la tradición islámica, acto de disimular las propias creencias e incluso negarlas, si se encuentra en peligro por ser musulmán’) y yazidí (‘religión monoteísta sintética predominantemente de origen kurdo, que no practica la taquiya’), en el segundo. Al ahondar en la distribución por ámbitos temáticos de estos préstamos del árabe en el español, se puede observar que el contacto de lenguas producido por las migraciones explica principalmente la necesidad de estos xenismos. Los ámbitos de la gastronomía pueden atribuirse, como en el caso de los japonesismos, a la internacionalización y la globalización culinaria (aunque en el caso del árabe hay mayor proximidad geográfica), mientras que los ámbitos de sociedad, religión y espiritualidad, indumentaria y confección o política pueden estar también presentes por la atención de los medios de comunicación acerca de la realidad árabe, por motivaciones sobre todo políticas. Los préstamos del ámbito del urbanismo (7,7 %), como hammam (también denominado baño árabe, ‘baño de vapor para limpiar el cuerpo y relajarse’) o riad (‘tipo de casa o palacio tradicional árabe con un jardín o patio interior’) pueden atribuirse a motivos históricos, por la presencia árabe durante siglos en la península y la existencia en la actualidad de dichos edificios históricos en la península. Asimismo, también pueden deberse a la voluntad de mantener el aire exótico de estas formas. En relación con la adaptación gráfica de estos préstamos, cabe decir que el uso de un alfabeto distinto al latino obliga necesariamente a una adaptación. El sistema de romanización del árabe al español a menudo se ha basado en los sistemas establecidos por la Escuela de Estudios Árabes de Granada y la ISO, aunque Fundéu (2011) reivindica para los medios de comunicación una transcripción que posibilite la pronunciación de la voz original, tomando de base la forma original. Esta transcripción regida por la fonética fue la misma por la que abogó el Manual de español urgente (Agencia EFE 1989: 76), que también puso de relieve las influencias del inglés y el francés en la transcripción. Ello da lugar a que pueda aparecer una misma voz con varias grafías, correspondientes a las distintas lenguas intermediarias. Esto se nota especialmente en los medios de comunicación, mapas
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o libros. Por otro lado, en el sistema de transcripción del árabe al español, también hay que tener en consideración que el árabe tiene tres variantes principales, con diferencias importantes en su pronunciación: la clásica, la estándar y la local, que pueden coincidir en un mismo Estado. Ello conlleva que la pirámide se pueda denominar Guiza en un dialecto egipcio y Yiza en árabe estándar y en otro dialecto egipcio. En español, “como norma general, se da preferencia a la forma estándar, reconocible en principio en todo el mundo árabe” (Fundéu 2018: 5). En el análisis de los datos del Observatori de Neologia, destaca esta vacilación de formas, con voces como hutí (ocho ocurrencias)/huzí (una ocurrencia). Asimismo, voces como sharía —que se ha descartado, puesto que aparece en el DLE— conviven con sus equivalentes españoles (ley islámica) y configuran una alternancia léxica. Como señala Abdel Latif (2018: 3), se trata de un proceso de relevo léxico gradual que se explica porque, según Seco (2007: 20), la evolución de las lenguas ya contempla que surjan nuevas voces para designar nuevas realidades, así como que desaparezcan voces referidas a realidades que ya no existen. Siguiendo la clasificación de Gómez Capuz (2005: 15-27) la adopción de nuevas voces pasa por tres etapas: transferencia (p. ej., niqab, palabra limitada al ámbito al que pertenece, con un uso individual y esporádico), asimilación (p. ej., halal, adaptada y recogida por el DLE), y explotación, madurez y creatividad (p. ej., yihadista, explotación de palabras para generar nuevos elementos). Según Abdel Latif (2018: 6), la mayoría de las voces del árabe se podrían encontrar en la primera etapa, en la cual se hallan en un impasse en el que pueden imponerse en esta lengua o bien ser sustituidas por sus equivalentes españoles; se trata de palabras que tienen un uso individual, esporádico y limitado al lenguaje técnico del que provienen (Gómez Capuz 2005: 28). En cuanto a la presentación tipográfica de los arabismos, que se muestra en los ejemplos siguientes extraídos de BOBNEO, se percibe la misma vacilación que para los japonesisos, con la diferencia de que es necesario mencionar el uso de los paréntesis. Estos elementos reflejan la necesidad, apuntada por varios autores (véase, por ejemplo, Abdel Latif 2018: 5), de explicar el significado de estos préstamos mediante paráfrasis, sinónimos o explicaciones, tal y como se desprende de los siguientes contextos: El menú que sirvió ayer, inspirado en el libro, estuvo compuesto por patatas fritas con chutney de cilantro, samosas vegetales, dip de chili verde y aguacate, baba ganoush (un puré de berenjenas), hummus, chapatis de zanahoria y cebolla, kofta kebab, un guiso de ternera y berenjenas, dolma iraquí, arroz verde, curry de pollo y coco, masala de berenjenas, ensalada shirazi, tabbuleh, pastel de fruta caramelizada, hojaldres, un pastel tradicional ruso y té de menta y de jengibre. [La Vanguardia, 21/09/2018] Los talibés, los niños mendigos, del barrio de Pikine, en la ciudad senegalesa de Saint Louis, se enfrentan en el campo de fútbol. [El País, 3/07/2019]
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Tal y como se ha realizado para el análisis de los préstamos del japonés, para los préstamos del árabe también se han contrastado los datos de BOBNEO con la base de datos de Factiva, para poder observar la frecuencia de aparición y el ámbito temático de los neologismos detectados en BOBNEO en una base de datos mucho más amplia, aunque con limitaciones en la búsqueda y la clasificación. De este modo, los resultados de la búsqueda en Factiva para el periodo 2015-2019 de los 39 préstamos del árabe estudiados se presentan en la tabla 8, en la que se han recogido los 20 casos con más ocurrencias: 2015
2016
2017
2018
2019
total
ámbito
abaya
15
59
55
45
24
198
indumentaria y confección
fesh-fesh
27
21
29
52
107
236
naturaleza
hammam
152
168
210
138
183
851
urbanismo
haram
37
41
66
54
33
231
religión y espiritualidad
harira
28
352
478
441
594
1.893
gastronomía
hisba
7
10
6
9
9
41
sociedad
hutí/huzí
16
5
19
43
26
109
sociedad
jebel
46
73
149
107
158
533
naturaleza
kafir
13
10
80
12
1
116
sociedad
meze
6
23
3
8
1
41
gastronomía
niqab
135
260
257
134
180
966
indumentaria y confección
oud
96
101
111
130
75
513
música
qubba
64
23
19
27
48
181
urbanismo
rasul
18
48
59
15
17
157
cosmética
riad
956
1.608
1.631
3.065
1.294
8.554
urbanismo
shahid
35
50
43
19
45
192
sociedad
tabulé/ tabbuleh
56
104
73
73
51
357
gastronomía
40
5
2
13
60
sociedad
talibé yazidí
75
141
153
148
108
625
religión y espiritualidad
salaam
21
13
25
2
10
71
religión y espiritualidad
Tabla 8. Los 20 arabismos con más ocurrencias en Factiva
Cabe resaltar que los cinco neologismos más frecuentes son riad (‘casa tradicional árabe con patio interior’, urbanismo, con 8.554 resultados), harira (‘sopa tradicional marroquí’, gastronomía, con 1.893 resultados), niqab (indumentaria y confección, con 513 resultados), hammam (‘baño de vapor para limpiar el cuerpo
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y relajarse’, urbanismo, con 851 resultados) y yazidí. Resulta destacable la diversidad de ámbitos temáticos en estos préstamos, que puede explicarse porque los motivos de introducción de estas voces pueden ser variados: tal y como se ha desprendido del análisis para los datos de BOBNEO (2015-2019), en este caso los neologismos referidos a urbanismo pueden deberse a la influencia de la ocupación árabe de antaño, mientras que los pertenecientes a las áreas de religión y espiritualidad, sociedad, o indumentaria y confección pueden atribuirse a un contacto de lenguas, promovido por las migraciones especialmente de este siglo; finalmente, los neologismos del ámbito de la gastronomía pueden atribuirse tanto al contacto de lenguas como a la globalización culinaria. Además, cabe mencionar que, al igual que para el japonés, los datos de Factiva no pueden filtrarse de forma tan minuciosa, por lo que hay mucho ruido. Un ejemplo de ello es que el neologismo riad es de hecho un neologismo que convive con el nombre propio de la capital de Arabia Saudita. Por otro lado, Factiva también sirve para confirmar tendencias, como que la forma hutí presenta más ocurrencias que la forma huzí. Mientras que en BOBNEO tenía ocho ocurrencias, en Factiva obtiene 80 huzí, en cambio, en el Observatori se halló una sola ocurrencia, y en Factiva, 29. Si se analiza la frecuencia de neologismos por año, se observa que el año con más casos para la mayoría de los neologismos es el 2018, al igual que en el caso del análisis del japonés, aunque la distribución es similar en estos últimos años para todos los neologismos. Finalmente, al comparar los resultados de Factiva con los préstamos del árabe más frecuentes de la base de datos del Observatori de Neologia, destaca que tanto niqab (10 ocurrencias) como hutí/huzí (nueve), yazidí (cuatro), abaya (dos) o hammam (dos), los cinco neologismos más frecuentes en BOBNEO, aparecen también en la base de datos de Factiva con una frecuencia elevada. En cuanto a los ámbitos temáticos, en ambas bases de datos destaca la diversidad, a diferencia de los resultados para el japonés, en que están más concentrados. Sin embargo, los préstamos del árabe son préstamos culturales y tienen, así, difícil traducción, aspecto con el que se asemejan a los préstamos del japonés. 5. Conclusiones En términos generales este capítulo ha puesto el foco en distintos modos en que los préstamos lingüísticos —entendidos como un tipo de contacto de lenguas— se introducen en el español peninsular, concretamente, se ha estudiado la presencia de xenismos del árabe y del japonés en el español peninsular, de acuerdo con la frecuencia, el ámbito temático, los motivos de introducción y la presencia o ausencia de marcas tipográficas de los japonesismos y los arabismos extraídos de
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la base de datos de BOBNEO, que se han comparado, posteriormente, con la base de datos Factiva y contrastado su presencia en los diccionarios de referencia del inglés, el francés y el italiano. Como recoge la bibliografía de estudios anteriores del español y de otras lenguas, los préstamos del japonés y del árabe conservan el exotismo y son de difícil traducción: se trata de neologismos denominativos que se refieren a conceptos culturales. Las razones de incorporación de dichos préstamos, siguiendo la clasificación de Rull (2008), confirman que responden a la internacionalización de las sociedades y al multilingüismo derivado de la convivencia en un mismo territorio y la proximidad geográfica. En el caso del japonés, se trata claramente de la internacionalización de las sociedades, como muestra el gran número de préstamos del ámbito gastronómico (que tradicionalmente no se adaptan a las lenguas receptoras): la llegada y expansión de la cocina japonesa en el Estado español, un ejemplo de globalización culinaria, ha convertido estos platos e ingredientes en elementos conocidos. En cambio, el árabe responde a una realidad más compleja, en la que se juntan, por un lado, la internacionalización detectada en ámbitos como el gastronómico, y, por otro, una realidad lingüística en la que se sitúa como la primera lengua extranjera más hablada (junto con el inglés) en el Estado español, lo que explica que los ámbitos de sociedad, religión y espiritualidad, indumentaria o política sean destacados, también debido a la atención que reciben de los medios de comunicación por motivos principalmente políticos. De este modo, se producen dos realidades sociolingüísticas distintas: en el árabe el contacto de lenguas mayormente se produce en tanto que la población de habla árabe vive en el Estado español, mientras que en el japonés el contacto de lenguas es de distinta naturaleza. A partir del estudio de estos dos grupos de xenismos surgen dos cuestiones con repercusión lexicográfica que es importante tener en cuenta. Por un lado, encontramos vacilaciones en la forma causadas por el proceso de transcripción de alfabetos distintos (p. ej., en neologismos como hutí/huzí o uasabi/wasabi). El tiempo determinará si la vacilación se mantiene o si terminan fijándose en el uso de una de las dos grafías, sea la normativa, adaptada a las características del español, o la que mantiene caracteres que no son propios del español y que, por lo tanto, mantienen el exotismo de los préstamos. Por otro lado, es pertinente reflexionar brevemente acerca de la necesidad de incluir estos préstamos tan intrínsecamente culturales en los diccionarios, ya que representan un 2 % en el caso del japonés y un 1,5 % en el caso del árabe del total de préstamos recogidos en la base de datos entre 2015-2019. Como se ha visto en el análisis, hay lenguas como el inglés que optan por incorporarlos: el OED recoge un 72 % de los japonesismos analizados y un 51,3 % de los arabismos. En el otro extremo se sitúan el francés y el italiano, que los incorporan de forma más limitada (recogen entre un 22,6 y
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un 30 % de los préstamos estudiados), con la notable y pertinente excepción de los arabismos en francés, para el que un 46,2 % de préstamos ya aparecen en el diccionario de referencia como consecuencia de la realidad cultural y lingüística de Francia. Eso demuestra que en este caso la diccionariabilidad está relacionada directamente con motivos socioculturales. En el caso del español, por lo tanto, habrá que ver qué criterios se podrían seguir para decidir si se deben incorporar estos neologismos que provienen de lenguas más lejanas de las que normalmente proveen los préstamos que se introducen en las obras de referencia, los cuales mayormente responden a conceptos inherentemente culturales y son un resultado de la internacionalización o de la realidad sociolingüística del español peninsular.
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Mar Campos Souto Universidade de Santiago de Compostela NEOLOGÍA Y TRANGRESIÓN MORFOLÓGICA: UNA APROXIMACIÓN A LOS COMPUESTOS CULTOS
1. Introducción Los procedimientos de formación de palabras constituyen uno de los recursos más fecundos para la ampliación del léxico de una lengua, por lo que el estudio de la neología se vincula estrechamente a la creación de nuevas voces mediante estos procesos, así como a su mayor o menor productividad en un momento determinado. Por otra parte, la institucionalización de los neologismos y, en particular, su entrada en los diccionarios generales monolingües de referencia no es ajena a las características de estos mecanismos y a las restricciones, formales y semánticas, que imponen. No obstante, diferentes estudios han mostrado que algunos derivados, que obedecen fielmente las pautas dictadas por las reglas de construcción de palabras, hallan obstáculos casi insalvables para su acomodo en las páginas de los repertorios lexicográficos1. Sin obviar la mención a los neologismos morfológicamente regulares, en las siguientes páginas se prestará una atención preferente a algunas formaciones que muestran una mayor reticencia a seguir esas pautas; para ello, nos serviremos de los ricos datos acopiados en el proyecto Neómetro2. Ese carácter transgresor (que se torna más evidente y habitual en procesos como la composición culta) provocará, por lo general, una menor estabilización de las voces nuevas y una Véanse, por ejemplo, los estudios de Adelstein y Freixa (2013), Bernal (2021), Freixa (2016) y Bernal, Freixa y Torner (2020a). 2 Como se indica en la presentación del proyecto, el objetivo fundamental de Neómetro radica en elaborar una base de datos de neologismos “documentados en textos escritos y orales del español desde el año 2000”. Agradezco a los responsables e investigadores de Neómetro su generosidad al permitirme acceder a los datos contenidos en este valioso recurso. 1
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notable reserva sobre su incorporación a los diccionarios generales del español, prevención que tampoco es ajena a la baja frecuencia de uso de algunos de estos vocablos, que constituyen, en algunos casos, acuñaciones ocasionales o personales de un autor. En las próximas páginas se analizarán algunos neologismos formados mediante el mecanismo de la composición culta o neoclásica con el fin de intentar fijar los límites de la transgresión y la predictibilidad; tras unas observaciones de alcance general, se ofrecerá un estudio más detallado de compuestos formados con el tema de origen griego -teca y con el tema variable de procedencia latina -cidio / -cida. Para efectuar este estudio, necesariamente parcial y tentativo, partiremos de un inventario de compuestos cultos caracterizados como formaciones transgresoras en Neómetro; este primer inventario se completa con la consulta del CORPES XXI y de BOBNEO, así como mediante el recurso a algunos estudios monográficos, operación que permite profundizar en las pautas observadas en la generación de este tipo de vocablos desde principios del siglo xxi. Posteriormente, se determina si los compuestos detectados pueden caracterizarse como neológicos en función de dos criterios: a) el primer testimonio del vocablo no puede ser anterior al año 20013; b) la voz no debe figurar en el lemario del DLE (versión 23.4, de diciembre de 2020). Por último, a partir de la presentación del patrón lexicogenésico prototípico, se presentan las transgresiones que manifiestan, tanto en el plano formal como en el semántico, las voces analizadas. 2. La escala de la transgresión en la composición culta Alrededor de los conceptos de neologicidad y sentimiento neológico, Freixa ha reivindicado la noción de rareza, entendida como “la qualitat de transgressió de la regla amb què està formada una paraula” (2010b: 8). La transgresión debe entenderse como una noción gradual, pues, como también indica esta investigadora, dentro de los vocablos derivados, los prefijados suelen juzgarse como “els neologismes menys neològics” (2010b: 8), debido a la elevada productividad de las reglas de prefijación, así como a su mayor transparencia semántica y regularidad formal. En su estudio sobre un centenar de neologismos prefijados, Freixa concluye que, en general, los informantes se muestran unánimes al cali3 Para establecer la datación se consultan, en primera instancia, los corpus académicos, aunque se recurre en segunda instancia a recursos como BOBNEO, así como a bibliotecas y hemerotecas digitales. Si no se indica lo contrario, la fecha que acompaña cada palabra se basa en el CORPES XXI.
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ficar como raros los neologismos prefijados más próximos a un uso expresivo o lúdico (como, en catalán, impaís o multidia, caracterizados, además, por su opacidad semántica). En consecuencia, el carácter transgresor de un derivado puede convertirse en un notable obstáculo para su asentamiento en el uso y su diccionarización (Bernal/Freixa/Torner 2020a: 597-598). Como se ha indicado previamente, la mayor adecuación a las restricciones formales y semánticas impuestas por las reglas de formación de palabras no desemboca necesariamente en la incorporación de los derivados neológicos a los diccionarios; de hecho, diversos trabajos han mostrado la resistencia de los repertorios lexicográficos a acoger los derivados con sufijos como -ista e -ismo (formados, en muchas ocasiones, a partir de nombres propios), adjetivos deverbales derivados con -ble o palabras construidas con los prefijos ex-, vice- o sub- (Adelstein/Freixa 2013). La composición culta, circunscrita en principio al campo de las terminologías científico-técnicas, ha experimentado un notable auge gracias a su expansión a otros ámbitos y a la productividad de algunos de los temas que participan en ella (como -fobia, -fobo -ba, -filia, -filo -la; -logía, -logo -ga)4. Esa extensión se debe, en varios casos, a la ruptura de un patrón lexicogenésico, vulneración que puede ser ocasional o dar lugar a una nueva regla. Algunos estudios han mostrado que la innovación puede consistir en una modificación de las restricciones categoriales o de las restricciones categoriales y semánticas impuestas al primer elemento del compuesto, hecho que puede desembocar en una ampliación de una regla, o bien, cuando la transgresión alcanza un nivel de regularidad notable, en la creación de un nuevo patrón (Cabré/Freixa/Solé 2001: 204-206). El análisis diacrónico de la composición culta permite inferir la existencia de tres periodos en la introducción o formación de este tipo de voces en español —y, en general, en otras lenguas, como el francés o el inglés (Iglesias Cancela 2018: 131-133)—. En una primera etapa el léxico del español se incrementa mediante compuestos, tomados del griego o del latín, formados por dos temas, como astronomía u homicidio. La incorporación de este tipo de vocablos permite que sus
4 En este estudio se seguirá la definición de la composición (culta o neoclásica) realizada por Pena (2000: 248), así como sus observaciones sobre la diferencia entre composición y blending (2020); sobre la noción de tema de palabra o tema de palabra inexistente, véase también Pena (1999: 4317-4318) e Iglesias Cancela (2018: 44-64). En lugar de otras denominaciones, como acronimia o cruce léxico, se opta en este trabajo por la denominación blending para el proceso y blend para el resultado de ese mecanismo (véase Pena 2020: 366-374). Para la importancia de la composición culta en la creación de neologismos véase Guerrero Ramos y Pérez Lagos (2012).
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constituyentes (es decir, algunos temas) se habiliten como formantes susceptibles de participar en la construcción de nuevas palabras, ya sea en neolatín o en diferentes lenguas modernas, que seguirán también la estructura “modificador + núcleo” (como farmacología o acondroplasia). Hacia la segunda mitad del siglo xix este procedimiento experimentará un notable auge debido a la creación de compuestos híbridos (con la combinación de palabras y temas, como musicología), hasta el momento en que, probablemente ya avanzado el siglo xx, se creen nuevos vocablos mediante la unión de un tema acortado y una palabra (como bioalimento). Indudablemente, los temas que han gozado de un mayor grado de productividad a lo largo de la historia (y, en particular, en los últimos años) permiten comprobar la diversidad de pautas formales y la riqueza de significados asociados a distintos patrones lexicogenésicos. Una incursión inicial en alguno de los temas más productivos puede servir para extraer algunas conclusiones preliminares. Val Álvaro (1999: 4801-4802) recuerda que, entre los temas variables de origen griego, quizá sean -logía y -logo -ga los que han conocido una mayor expansión; de este modo, los compuestos cultos formados con -logía podrían clasificarse en dos grandes grupos: • Vocablos que designan disciplinas científicas o técnicas, formados por dos temas, en el que primer constituyente designa el objeto de estudio (arqueología, histología, etc.). • Palabras que designan conjuntos de estudios o nuevos campos del saber, formadas generalmente por una palabra (un sustantivo) y un tema (flamencología o accidentología). Debe resaltarse que, en estos casos, el primer elemento del compuesto puede corresponder a un nombre propio (cristología, kremlinología), a una sigla (ETAlogía) o a sustantivos procedentes de adjetivos (toxicología)5. Además, en vocablos como cosmetología el análisis sincrónico ha de presuponer la creación de un tema a partir de la elisión de un sufijo (Val Álvaro 1999: 4802), o bien, si se prefiere, la existencia de un blend no prototípico, dado que ese primer tema acortado no parece ser recurrente (Iglesias Cancela 2018: 77, 169). Por su parte, los compuestos con -logo -ga suelen designar al estudioso o experto en ciertos temas o al especialista de algunas disciplinas; debe notarse que este tema muestra una mayor productividad que -logía adjuntándose a nombres propios (azañólogo, pekinólogo), así como a sustantivos provenientes de adjeti Val Álvaro (1999: 4801) advierte que esos nombres propios (o comunes) se refieren “a entes concebidos como únicos”. 5
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vos (comunistólogo). La presencia de bases acortadas como primer constituyente se percibe en voces registradas ya a finales del siglo xx, como opinólogo, así como en el neologismo declinólogo, vinculado al declinismo, y consignado en Neómetro6. Los formaciones con -logía y -logo -ga menos susceptibles de diccionarización son aquellas que poseen como primer constituyente una sigla (ETAlogía), un sintagma o un nombre propio7; si exceptuamos vocablos de larga trayectoria en español, vinculados al ámbito de la religión o la teología (como cristología o mariología), únicamente kremlinología y kremlinólogo figuran en la nomenclatura del RDA. (con la salvedad, además, de que kremlin se considera un nombre común: ‘recinto amurallado de las antiguas ciudades rusas y, por antonom., el de Moscú’). Ni siquiera vaticanólogo (cuyos primeros testimonios se remontan a 1971) y vaticanología han conseguido seguir la estela de kremlinólogo, probablemente porque, a sus particularidades formales, se suma su alejamiento del significado originario (‘disciplina técnica o científica’)8. Méndez Santos (2011a: 322) recoge, en textos periodísticos, un amplio inventario de palabras de este tipo, como felipólogo, hitleriólogo, juancarlólogo o maradonólogo. Es evidente que estos vocablos surgen, fundamentalmente, en el ámbito de la prensa y que destacan por su carácter irónico, humorístico o por constituir un recurso estilístico, por lo que no suelen consolidarse en el uso, afianzamiento que resulta aún más difícil cuando el primer integrante del compuesto es un sintagma (como, por ejemplo, en familiarrealólogo; Méndez Santos 2011a: 323). La proliferación de -logos contrasta con las escasas formaciones concurrentes en -logía, que solo se crean de manera regular en el caso de la aparición de nuevos campos del saber (que dan lugar, a su vez, a la creación del sustantivo que designa a los correspondientes expertos).
En opiniólogo y opiniología interviene la haplología para evitar la concatenación de dos segmentos semejantes (*opinionología). En BOBNEO se consigna también el adjetivo opinático -ca. A su vez, la estructura de declinismo se justifica perfectamente atendiendo a su etimología: “Declinismo (del francés déclin: declive, decadencia) es ese malestar que comprende asco, hastío, cabreo y decepción que nos invade. Normalmente va acompañado de melancolía […] y deja al cuerpo político propuesto a respuestas demagógicas, xenófobas y radicales. […] Los franceses, que todo lo intelectualizan, tienen declinismo de derechas, de izquierdas, declinólogos y un gran corpus teórico desde hace décadas” [I. Gil, “El año en que el declinismo llegó a España”, El Mundo (Madrid), 14/12/2014]. 7 Otro indicio del carácter poco prototípico de ETAlogía radica en el hecho de que el primer constituyente no adopta la forma en -o-. 8 Presentan una frecuencia de uso inferior compuestos como monclología (de Moncloa; se atestigua al menos desde 1980) y monclólogo (que data de 2013) o zarzuelogía (2014; del Palacio de la Zarzuela). 6
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Mayores obstáculos experimentan aún los compuestos construidos con un extranjerismo (anglicismo) crudo, como happylogía o happylogo, que, por otra parte, no parecen haber gozado de gran difusión9. 2.1. -teca El tema invariable -teca, habilitado como segundo constituyente de compuestos nominales endocéntricos, puede adjuntarse a otros temas nominales (biblioteca, litoteca, ludoteca) o a palabras (en concreto, sustantivos: discoteca) y aporta el significado ‘lugar donde se guarda o deposita algo’ (Iglesias Cancela 2018: 296). Aquello que se preserva (y que designa el primer constituyente) generalmente, como indica Val Álvaro (1999: 4800), es un conjunto de objetos ordenado. Por otro lado, varios compuestos muestran la coexistencia —e, incluso, la preeminencia— del significado colectivo y el locativo10. Se encuadran en este grupo, además de tiestoteca (2016), vocablos como cintoteca (1986; CDH), cintateca (1996; CDH), devedeteca (2006), deuvedeteca (2006), dvdteca (2007) y bluerayteca (2014)11. No parece necesario subrayar el carácter excepcional de los 9 “Las dudas fundadas sobre el PBI, como medida de felicidad de las naciones ha hecho surgir un tsunami de estudios y encuestas en los Estados Unidos y la Gran Bretaña sobre la felicidad nacional (the happiness of the nations) que están creando una suerte de nueva disciplina, que he llamado happylogía, y que intenta detectar los factores que hacen felices a la personas en los países. Esta happylogía vuelve a confirmar que tener ingresos suficientes es importante para ser feliz, pero también lo es la estabilidad familiar, y ahora, sobre todo, la capacidad para adaptarse a la crisis económica. […] Según los happylogos americanos, lo que hace infeliz a los nuevos pobres en los Estados Unidos, no es la crisis en sí misma, sino la incertidumbre sobre su futuro personal” [O. de Riwero, “Más de dos siglos buscando la felicidad (1)”, Le Monde Diplomatique, 08/2020]. 10 Así, por ejemplo, cartoteca presenta dos acepciones en el DLE: ‘local en que se guardan y conservan mapas ordenados para su consulta’ y ‘colección de mapas’. Véanse también discoteca, filmoteca, fonoteca, gliptoteca, mediateca o videoteca, entre otros. 11 Tiestoteca, voz escasamente atestiguada, designa una sala especial de un museo: “Con un guión museográfico actualizado, que incluye una nueva selección de piezas, una sala táctil para personas con discapacidad visual y una tiestoteca: una sala-taller que difunde del arte precolombino a través del estudio de fragmentos de piezas” [G. Flores, “El Museo Weilbauer reabre sus puertas al público”, El Comercio (Quito), 07/04/2016; CORPES XXI]. Mayor diversidad formal presentan los derivados de DVD (en consonancia con la de la propia sigla): “La biblioteca escolar, por lo tanto, debe contener una fonoteca —un espacio para las grabaciones sonoras—, una videoteca o ‘deuvedeteca’ —un espacio para las grabaciones audiovisuales—, así como un espacio para los documentos en soporte CD-ROM […]” [E. Yáguez, Guía práctica para el desarrollo y dinamización de la Biblioteca Escolar en Secundaria, 2006: 85]. Méndez Santos (2011a: 336) registra devedeteca también en
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compuestos cultos que seleccionan como base una sigla (y, en especial, siglas no lexicalizadas) o bases foráneas (el anglicismo Blu-ray)12. 2.1.1. ‘Colección de x’ Precisamente el valor colectivo explica la acuñación ocasional de compuestos como frutoteca (2016), horroroteca (2001), raroteca (2004) y recuerdoteca (2006), entre otros, en que el primer miembro es una palabra. Frutoteca, además, presenta un significado peculiar, puesto que se emplea para denominar una colección de etiquetas de diversas frutas; retomaremos esta palabra un poco más adelante. Horroroteca muestra la singularidad de construirse con sustantivo no contable que, por otro lado, no designa, en su sentido recto, un objeto coleccionable (debe reinterpretarse como ‘colección de seres o cosas que causan repulsión o miedo’)13; algo semejante sucede con recuerdoteca, en que se pretende salvaguardar un conjunto de imágenes o de hechos de situaciones pasadas y registradas en la memoria14. Raroteca, a su vez, incluye un adjetivo como primer constituyente (signo palpable de la rareza de este vocablo)15. Son formaciones de naturaleza 2006. Dvdteca se atestigua en 2007 (“Quién revise los estantes de su biblioteca […] podrá comprobar hasta qué punto Luis Carlos pertenecía a esa especie de hombres exquisitos a los que les gusta programar su vida a la medida de las artes. […] debería seguir buscando hasta localizar la obra que dio origen al testamento: en la “dvdteca” encontrará a buen seguro una divertidísima película dirigida por Ernst Lubitsch en 1932: Si yo tuviera un millón” [Hola (Madrid), 16/01/2007]. 12 “También gusto de obras oscuras, serias y reflexivas como Trainspotting, El club de la pelea y Snatch que forman parte importante de mi bluerayteca” [Página Siete. Revista Miradas (La Paz), 10/08/2014; CORPES XXI]. 13 “Ser una mujer. Nadie me advirtió lo difícil de la empresa. Para que se informen quienes aspiran a semejante puesto: una mujer no puede (Ser mujer se define por los “no puede”) sentarse sola en un parque sin que la hostigue una horroroteca de tipos más feos que el déficit cambiario” [A. Istarú, Hombres en escabeche, 2001; CORPES XXI]. 14 “Había oído que los ciegos pierden la memoria visual, que progresivamente se olvidan de las líneas, de las sombras y las profundidades. […] Conservar en la memoria todas las imágenes posibles, construir una recuerdoteca, era hacer un homenaje de mí misma, algo como la caja que mi madre guardaba con las fotos de su despampanante juventud” [G. Nettel, El huésped, 2006; CORPES XXI]. 15 “Por otro lado, se ofrece una colección de datos curiosos, hechos raros, cuestiones extrañas y peculiares en diversos ámbitos, que nos ayudan a descubrir facetas increíbles de la vida. Explora el mundo de la naturaleza y revela secretos que dejan la piel de gallina, se introduce en las líneas escondidas de la historia para sacar a relucir excentricidades de grandes personajes y husmea aspectos insospechados del mundo en general que completan una raroteca fascinante” [“Datos por montones”, El Tiempo (Bogotá), 16/10/2004; CORPES XXI].
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hapáctica (con una presencia ocasional en los textos) en cuyo nacimiento suele estar presente la función lúdica del lenguaje. En el dominio de la terminología se atestiguan, para denominar colecciones menores integradas en un herbario, antoteca (2007), carpoteca (2007) o palinoteca (2007); estos vocablos, constituidos por dos temas de origen griego, no figuran en el DLE16. 2.1.2. ¿Hacia la creación de nuevos temas? En un artículo de 1991 se anuncia la creación de la bebeteca, “un singular servicio de préstamo de libros para niños a partir de 10 meses” (Cuadernos de Literatura Infantil y Juvenil, 1991, 32, 78); en pocos años la prensa muestra la proliferación de esta sección o tipo especial de biblioteca, que se caracteriza también por ofrecer actividades de animación a la lectura o de un tipo de ocio alternativo para este sector de la población. A un público de edad reducida se dirigen también las pequetecas (2008), voz construida sobre un acortamiento —“Las ludotecas, pequetecas y bebetecas municipales de la localidad madrileña de Rivas Vaciamadrid abrirán hoy el plazo de inscripción para el segundo trimestre de 2008” [Europa Press (Madrid), 24/03/2008]—. Bomberoteca (2004), que se define en algunos textos como ‘biblioteca de bomberos’, designa, a su vez, una biblioteca (y un archivo) especializada en la historia de este colectivo y en cuestiones técnicas sobre la extinción de incendios17. Por otra parte, en el CORPES XXI se atestiguan vocablos poco frecuentes que se refieren a una sección de una biblioteca (una colección de libros); sobre nombres (o apodos) propios de autores se forman gaboteca (2011) o quevedoteca (2011), en tanto que titanoteca (Titanic; 2011) selecciona un nombre propio para referirse a la materia de que trata un conjunto de obras; estos tres vocablos figuran en el artículo de L. Guerrero titulado “La huella de los libros” y publicado en El País (Madrid) (CORPES XXI). Algo similar sucede con dinoteca (2009), con un acortamiento, dino (de dinosaurio), como primer integrante del compuesto. “Las demás colecciones del herbario se encuentran dentro de la categoría de colecciones menores y corresponden a: […] Antoteca (muestras de flores en preservante líquido). Carpoteca (frutos y semillas). […] Palinoteca (muestras de polen)” [“Reseña histórica, desarrollo y actualidad del herbario de la Pontificia Universidad Javeriana”, Universitas Scientiarum, 2007, 12, 121]. Cuentan con documentación previa al siglo xxi micoteca y xiloteca. 17 “La construcción se desplegará hacia el exterior como una simple caja elevada y recibirá al público en general que desee visitar la bomberoteca, donde habrá un acervo histórico y otros documentos sobre la trayectoria y labor que realizan los bomberos” [El Universal (Ciudad de México), 1/12/2006]. 16
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Previamente se registra egoteca18. Todas ellas son susceptibles de caracterizarse como monotecas (2005), voz que podría considerarse un caso de blending (a partir del adjetivo monográfico y biblioteca)19. E incluso se conforman, en algunos hoteles, olvidotecas (2008), con los libros olvidados por los clientes20. Mayor fortuna han tenido otros vocablos, como comiteca (de cómic, 2011), en que se elide la consonante final del sustantivo21. Las múltiples funciones que han ido asumiendo las bibliotecas explican la formación de vocablos, muy poco frecuentes, que se refieren a diferentes espacios de estos edificios, como estudioteca e interneteca22. Finalmente, en burroteca (2007) el primer constituyente se refiere al medio de transporte en que se instala una biblioteca móvil (a la manera del bibliobús)23. 18 “En cambio, hay una parte de la biblioteca de un escritor que sí se va rehaciendo, y es aquella en que junta las distintas ediciones de sus propias obras, así como sus traducciones a diversas lenguas, y otros oropeles. Algo que podría llamarse la egoteca. (Siempre aparecen nuevas ediciones o algún amigo trae un ejemplar muy anotado y arrugadito, hallado en una librería de viejo)” [M. Benedetti, “Memorias de la egoteca”, El País (Madrid), 23/04/1986]. 19 “Leñero, un hombre que coleccionaba únicamente ejemplares de La divina comedia. Lo emocionante para mí, si eso es emocionante, era pensar en aquel tipo sentado en el centro de una biblioteca con tres mil ejemplares del mismo texto en diferentes idiomas y ediciones. Una monoteca” [E. Rentería, Los delirios de Adrián, 2005; CORPES XXI]. 20 “Las prisas por llegar a tiempo al aeropuerto o a la estación hacen que muchos viajeros olviden sus libros en la habitación de un hotel, circunstancia que ha aprovechado el Conde Duque de Madrid para crear una “olvidoteca” con unos 250 volúmenes escritos en más de diez idiomas” [El Confidencial (Madrid), 11/12/2008]. 21 “Construida sobre los cimientos de un antiguo edificio abandonado que fue demolido, esta biblioteca dispone de una superficie total de 3.700 metros cuadrados, más de 5.000 volúmenes de préstamos, suscripción a 100 revistas y periódicos, una comiteca de más de 2.000 volúmenes […]” [M. Amado, “Aguirre inaugura la primera biblioteca de última generación de la Comunidad”, ABC (Madrid), 22/07/2008]. 22 “El Área de Cultura del Ayuntamiento de VilaUOC dispone de una biblioteca pública cerca del parque Ferrater. La biblioteca tiene como prioridad permitir la consulta y préstamo de material como libros, vídeos, CD y DVD. Sin embargo, también ofrece espacios para estudiar, reunirse y consultar Internet gratuitamente. Por este motivo, dispone de espacios diferenciados como la biblioteca, la estudioteca, la Interneteca y la encuentroteca” [L. Anaya Torres, Tecnologías de la información: Casos prácticos sistemas informáticos, Barcelona, UOC, 2010]. 23 “Una tarde estaba sentado con las muchachas en la parte de afuera de la cabaña donde dormía y contestando a sus miles de preguntas, cuando a lo lejos divisé la figura de un hombre inclinado que traía un burro cargado con dos estanterías de madera a los lados. No reconocí lo que había en los dos armatostes de madera, pero Inés dijo sonriendo y agitando los brazos en el aire: —¡Es la burroteca!” [M. Mendoza Zambrano, Los hombres invisibles, 2007: 265].
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Esta enumeración parece apuntar hacia el nacimiento de un nuevo tema acortado -teca, a partir de biblioteca; este posible nuevo formante, que parece disfrutar de cierta vitalidad, no consigue generar un número considerable de vocablos que se asienten en los diccionarios, probablemente porque a su naturaleza transgresora (origen, quizá, de un nuevo patrón), ha de unir en varios casos su carácter ocasional, su baja frecuencia y su adscripción a un área geográfica determinada (como en bebeteca o bomberoteca). No obstante, en el DLE se consigna xeroteca, explicada como un caso de blending (“Acrón. de xerocopia y -teca”)24. Una descripción similar podría aplicarse a un subconjunto de voces relacionadas con discoteca. Salsoteca, voz registrada en 1997 según el CDH, se define en el DA (donde se marca como voz propia de Chile y Ecuador) como una ‘discoteca donde se bailan preferentemente salsa y otros ritmos tropicales’. Viejoteca, a su vez, es una discoteca con música de tiempos pasados (aunque también se indica que es una discoteca para personas de edad avanzada o, simplemente, no jóvenes); posteriormente designa también la fiesta o celebración masiva que se realiza en ese lugar25. En el DLE, miniteca se considera un ejemplo de entrecruzamiento26. El significado ‘fiesta o evento multitudinario con música en el que se consume alcohol’ es el que sustenta la voz chiquiteca, aunque en los primeros testimonios está vivo también el valor de lugar o establecimiento en que se realizan esas reuniones27; a diferencia de chicoteca (2012; BOBNEO), el sustantivo chico se altera para adoptar una -i-, anómala en compuestos cultos con temas griegos. Por fin, cristoteca (con un nombre propio como primer elemento del compuesto) designa Para los procesos de banalización que conducen a la creación de nuevos temas a partir de compuestos cultos, véase Adelstein (1998). 25 “Tremenda sorpresa se llevaron las autoridades en Cali luego de que hallaran en una discoteca a más de 400 adultos que se encontraban aglomerados, incumpliendo las medidas de bioseguridad en esta ciudad para hacerle frente al coronavirus. Por lo tanto, el lugar donde se llevaba a cabo una viejoteca, fue cerrado” [“Cierran viejoteca con más de 400 adultos aglomerados en Cali”, Semana (Bogotá), 11/09/2020]. 26 “miniteca (De mini- y la t. de discoteca.) 1. f. Ven. Grupo de personas cuyo trabajo consiste en amenizar una fiesta con música grabada. 2. f. Ven. Conjunto de aparatos de sonido, casetes, discos y luces que utilizan los integrantes de la miniteca”. En el Diccionario de americanismos, además de añadir la marca correspondiente a Colombia a las dos acepciones mencionadas, se incorpora una nueva: “Co. Fiesta juvenil en la que se baila y utilizan todos los elementos de la miniteca”. El primer testimonio del CDH remite a 1989 (“[…] la iluminación y la música estarán a cargo de la Miniteca New York People”). 27 “El balance que deja hasta ahora la lucha contra estos negocios, según las autoridades, es alentador. Desde enero y hasta el pasado 23 de septiembre, 83 ‘chiquitecas’ fueron selladas temporalmente (entre 7 y 60 días) y contra ellas ya se iniciaron procesos judiciales para lograr su cierre definitivo” [“Así se libra la guerra contra las “chiquitecas” de Bogotá”, El Tiempo (Bogotá), 30/09/2006]. Véase también Méndez Santos (2011a: 336). 24
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un tipo de discoteca que se concibe como una alternativa de ocio afín a los principios cristianos28. 2.1.3. Extensiones locativas Como ya mostró Méndez Santos (2011a: 336), varios neologismos atestiguados a principios del siglo xxi muestran un significado parcialmente diferente: ‘lugar donde se guarda y vende algo’. En enoteca y vinoteca parece hallarse el punto de arranque de esta pauta, vigente en voces no incorporadas al DLE, como oleoteca o tragoteca (2001), sinónimo de cantina29; los ejemplos acopiados revelan que el primer integrante del compuesto puede ser tanto un tema como una palabra. Vinacoteca, voz documentada ya en 1944, es un ejemplo de blending (de vino y pinacoteca). Del mismo modo, Méndez Santos advierte que algunos neologismos en -teca presentan un significado diferente del originario, “equivalente a un mero valor locativo” (2011a: 336), sentido que identifica en chiquiteca. No es improbable que, al menos en el plano semántico, estas palabras sigan el modelo de ludoteca (y juegoteca, atestiguada desde 2006 en el CORPES XXI). Surgen así voces como diverteca (2004), jubiloteca (2010; BOBNEO), frutoteca (2015) y berryteca30; el tema “Música ‘house’, tecno y gospel al ritmo de imágenes proyectadas en varias pantallas gigantes. En la cabina un ‘dj’, y no muy lejos de allí, una barra donde se sirven refrescantes bebidas. A primera vista parece una discoteca al uso, una de tantas abiertas en verano en los pueblos turísticos italianos. Pero esta discoteca es algo diferente porque se trata de una ‘cristoteca’, un lugar de entretenimiento donde difundir los valores del cristianismo. Las ‘cristotecas’ nacieron en las playas de Río de Janeiro, pero este verano la moda ha llegado a Italia y se está extendiendo con gran éxito por todo el país” [S. Melguizo, “Las cristotecas llegan a Italia”, El Mundo (Madrid), 22/08/2012]. 29 “Luego se comenta sobre los lugares en donde se va a tomar trago y lo que ocurre en ellos. […] Lucho menciona con asombro el descubrimiento de que en las tragotecas la gente se malogra, es decir, se droga […]” [S. de los Heros Díez Canseco, Discurso, identidad y género en el castellano peruano, Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2001: 146]. Por su parte, oleoteca comienza a registrarse en la prensa española en 1981 para referirse a la creación de una colección de muestras de aceite —de más de medio millón de litros— para controlar los efectos del denominado síndrome del aceite tóxico (o enfermedad de la colza); sin embargo, en 1997 ya se emplea en referencia a una serie de tiendas, en aquel momento de moda en Estados Unidos, en que se vende aceite de oliva. 30 “La consejera de Educación y Universidades, María Isabel Sánchez-Mora, y el presidente de Proexport, Juan Marín, presentaron este martes el proyecto divulgativo de la ‘Frutoteca: centro de interpretación de frutas y hortalizas’, que visitará cuatro centros educativos de la Región de Murcia durante esta semana con el objetivo de concienciar a los alumnos de la importancia de comer fruta y verdura” [“La ‘Frutoteca’ visita cuatro centros de la Región”, La Verdad (Murcia), 17/11/2005]. En berryteca, a su vez, -teca se emplea tanto para referirse a un 28
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-teca se usa para referirse a un lugar donde se presta un servicio o se realiza una actividad, generalmente formativa o lúdica. La heterogeneidad formal en el primer elemento del compuesto resulta manifiesta: acortamientos o bases acortadas (díver y jubilo-, de jubilado, lo que induce a pensar que jubiloteca podría considerarse un blend no prototípico), anglicismos (berry) y una palabra (fruta). En banderoteca (2014) y ciberoteca —donde ciber(o)- se considera un tema acortado—, el significado únicamente locativo es evidente31; sin embargo, parecen ser vocablos acuñados intencionalmente y usados solo en un área geográfica muy concreta. 2.1.4. -teca: recapitulación Las formaciones prototípicas con el tema -teca seleccionan, como primer constituyente, un tema culto o un sustantivo y poseen el significado ‘lugar donde se guarda algo, generalmente un conjunto ordenado de objetos’. A medida que aumenta su productividad, se crean nuevas palabras con un significado básicamente colectivo o únicamente locativo y, al tiempo, a partir de voces como biblioteca y discoteca, parecen desgajarse nuevos temas (acortados), origen de nuevos compuestos; esos temas acortados, además, imponen menores restricciones categoriales a las bases con las que se combinan. En el camino desde la composición culta a la generación de temas acortados se observa la creación ocasional de blends (como vinacoteca). 2.2. -cidio (y -cida) En los compuestos nominales con temas de origen grecolatino, es frecuente la existencia de pares de temas variables en que uno de ellos remite a la noción de
centro de investigación como a un espacio lúdico: “Además del carácter técnico-investigador, esta nueva finca servirá como sede de la berryteca de Onubafruit. Es un espacio lúdico pensado para acercar los berries a los alumnos de primaria que quieran conocer de primera mano cómo son estas frutas, cómo se cultivan y cuáles son sus beneficios para la salud” [A. Fernández del Castillejo, “El gran objetivo es la obtención de nuevas variedades de berries”, Diario de Sevilla, 3/05/2016]. 31 “Es el caso de la ciberoteca móvil de Bancaixa, un autobús antiguo remodelado cuyo interior está dotado de la más alta tecnología: ordenadores con conexión a internet de banda ancha (ADSL) vía satélite. […] Además de la ciberoteca móvil, se incluyen las becas y premios escolares, las seis ciberotecas fijas, que permiten acceder gratuitamente a internet y las siete aulas de informática, para impartir clases a los sectores menos favorecidos” [M. Ruiz, “Una ciberoteca sobre ruedas”, El País (Madrid), 3/09/2002]. “En el marco de un proyecto de revalorización de la zona que implicó la construcción de una senda peatonal y una banderoteca, el artista junto a 8 de sus alumnos trabajaron en 8 obras” [“Esculturas en madera se abren paso en la Región”, El Día (La Plata), 27/12/2014; CORPES XXI].
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acción o actividad (-cidio) y otro al agente (-cida), instrumento o resultado de esa actividad (Val Álvaro 1999: 4800). Como ha señalado Val Álvaro (1999: 4803), el primer elemento del compuesto puede ser tanto un tema culto como un sustantivo que designa a la persona o al ser (deicidio) que sufre la muerte, generalmente violenta. Frente a otros temas variables, -cidio y -cida no siempre muestran formaciones paralelas, dada la mayor productividad de -cida, que da lugar a adjetivos y sustantivos (y, en particular, a sustantivos que designan productos o sustancias, como fungicida) y no presenta, de manera sistemática, el rasgo ‘acción criminal de matar’ intrínseco a las formaciones con -cidio con una trayectoria más dilatada en español, como homicidio, parricidio o fratricidio (véase también Iglesias Cancela 2018: 144-145, 265). Estos patrones conviven con lo que Val Álvaro (1999: 4803) denomina “neologismos intencionados como en el arboricidio de Vietnam o humorísticos (Acabas de cometer un bactericidio)”. 2.2.1. De ‘muerte dada [a una persona]’ a ‘destrucción violenta [de algo]’ La mayor parte de los vocablos consignados en el DLE en los que participa -cidio se ajustan al modelo descrito previamente; pueden considerarse raros, en cambio, aquellos compuestos que seleccionan como primer elemento un nombre propio, como barneycidio (registrado en 2014); un precedente de este tipo de formación es nixonicidio, voz acuñada por Pablo Neruda (Incitación al nixonicidio y alabanza de la revolución chilena, 1973). Otras palabras, atestiguadas en la primera década del siglo xxi, muestran otros rasgos anómalos: hermanicidio (2009), voz ajustada a las pautas formales y semánticas del patrón, es, sin embargo, menos prototípica que su sinónimo fratricidio32; por su parte, pianisticidio (2002) resulta rara por la selección de una palabra derivada (con -ista) como primer elemento del vocablo. A partir de la institucionalización de formaciones como femicidio y feminicidio (incorporadas al lemario del DLE) se explica la acuñación de transfeminicidio (2016), neologismo que muestra un claro asentamiento en el uso, al igual que transfemicidio33. Hermanicido figura también en el título de un artículo publicado en El Celayense (Celaya) el 26 de marzo de 2018 (“Hermanicidio en Juan Martín”; en esta pieza se menciona “la captura de un sujeto señalado como presunto responsable del delito de homicidio. […] El presunto responsable […] fue reconocido como hermano del occiso”). 33 Transfemicidio se registra también en 2016, en un artículo de S. Rosagel publicado en Sin Embargo (Ciudad de México): “Si esto no se reconoce como emergencia seguirán ocurriendo los crímenes de odio. Requerimos de protocolos, hablar de feminicidio nos ha costado una lucha, pero ahorita tenemos que hablar del transfemicidio […], dijo [Yindira Sandoval]” (10/10/2016). La consulta de Google noticias muestra la extensión de transfemicidio y transfeminicidio en los últimos años, hecho que debería desembocar en su inclusión en los diccionarios del español (y, en particular, en el DLE). 32
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Esa estabilización parece también evidente, en el ámbito del derecho, en neonaticidio (2003), que sigue la estela de voces como filicidio o feticicio34. La consulta del CORPES XXI nos sitúa ante otro pequeño grupo de palabras que muestran cierto nivel de transgresión semántica, dado que el primer elemento del compuesto se refiere a un animal: alimañicidio (2007), felicidio (2002), penquicidio (2001) y puerquicidio (2008). Con frecuencia, como demuestra alimañicidio, se percibe una evidente voluntad creadora en la acuñación de estos vocablos, así como una intención irónica o humorística (e, incluso, ofensiva)35; el alejamiento del patrón que está en la base de homicidio se trasluce también en el hecho de que el primer constituyente es una voz patrimonial (alimañicidio, puerquicidio) o, incluso, un segmento que nace de la identificación errónea de un tema o de una palabra (icticidio, felicidio). La hipérbole y la ironía están en la raíz del neologismo icticidio, voz con la que se hace referencia al intento de eliminación de tres peces de una pecera36; este vocablo (y los anteriores) denuncian igualmente, como se ha apuntado, la más que probable influencia de homicidio como modelo para estas formaciones. Conviene subrayar que estos vocablos no ofrecen, en la actualidad, un paralelo en -cida37. La motivación hiperbólica y la intención humorística o irónica explican la combinación de -cidio (con el valor de ‘destrucción o eliminación sistemática [de algo]’) con palabras que designan diferentes objetos, como en pianicidio (2010; NDHE)38.
34 “Filicidio y neonaticidio: una revisión”, de D. González Trijueque y Marina Muñoz Rivas [Psicopatología Clínica y Legal, 3/2, 2003: 91-106]. 35 La alimaña que se pretende matar (y que da nombre al cuento de R. de Vallbona) es una recién nacida, a la que se denomina también bestezuela: “Hasta hacían bromas y reían mientras decidían quién se haría cargo del ‘alimañicidio’ (esta palabreja la inventaron en medio de la hilaridad, mientras la madre inconsciente yacía en estado de coma). […] ¿Y el método? Una fuerte dosis de anestésico para que la bestezuela ni chistara” [R. de Vallbona, “La alimaña”, A la deriva del tiempo y de la historia, 2007; CORPES XXI]. 36 “También había una pecera con tres peces dorados. Uno de los adolescentes, durante el robo, miró al acuario y dijo: ‘No podemos dejar testigos’. Cuando los dueños de casa regresaron fue para encontrar la pecera contaminada con salsa tabasco, mostaza, kétchup y especias varias; lo que empezó como icticidio estuvo a punto de convertirse en cocina gourmet, pero no: ahí estaban los tres peces dorados flotando panza arriba” [Página12 Radar (Rosario), 27/02/2011; CORPES XXI]. 37 Aunque icticida (e ictiocida) se registran ya en el siglo xx, responden a una regla de formación de palabras diferente, puesto que se emplea para generar vocablos que denominan sustancias que matan peces. 38 En este testimonio de 2019 se percibe claramente el significado: “En el Conservatorio Superior de Música de Vigo han roto un piano. […] El eje central del ‘pianicidio’ fue la interpretación durante toda la jornada de las Vexations, del compositor francés Erik Satie. […] Por la mañana fue cuando varios alumnos destruyeron el piano, que en realidad ya estaba para el desguace” [J. Lamas, “Destrozan un piano en el Conservatorio Superior de Vigo”, La Voz de Galicia, 4/04/2019].
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Desde la mayor prototipicidad formal (compuestos formados por dos temas cultos) y semántica (primer elemento del compuesto referido a una persona) a la menor (compuestos formados por una base acortada o por un primer constituyente que designa objetos) se avanza en la ruptura progresiva de las reglas, sin que, por los escasos testimonios acopiados, se pueda hablar de la aparición de una nueva pauta, sino de voces de carácter hapáctico. 2.2.2. De ‘eliminación o exterminio sistemático [de un grupo de personas]’ a ‘ataque, destrucción o eliminación sistemática [de algo]’ Presumiblemente a partir de genocidio se crea el patrón ‘destrucción sistemática o aniquilación [de lo designado por el nombre base]’, origen de compuestos como etnocidio o los más recientes arboricidio y ecocidio, en que el primer elemento (generalmente, un tema, culto o acortado, aunque también puede ser una palabra) designa comunidades humanas (genocidio y etnocidio), conjuntos de otros seres vivos (arboricidio, biocidio) o sistemas biológicos (ecocidio). En este grupo se integran asimismo zificidio (registrado en 2006), generocidio (2005), especicidio (2005) —cuyo primer elemento, especie, se refiere a uno de los niveles de clasificación de los seres vivos— y ballenicidio (registrado, según el NDHE, en 2017)39. Todas estas voces presentan la formación paralela en -cida40. Se sube asimismo un grado más en la escala de la transgresión cuando el primer elemento del compuesto no se ciñe a estas restricciones; de carácter excep En un artículo de 2016 publicado en Infobae se registra especiecidio [“Por su parte, la bióloga Olivia Judson apoya lo que llama el ‘especiecidio’ de 30 tipos de mosquitos”, 29/01/2016]. Cf. inglés speciescide. El significado y origen último de generocidio se explica en el artículo de M. A. Veras Pola publicado en Primera Plana (Santo Domingo) y recogido en el CORPES XXI: “Antes de 1990, el término ‘Generocidio’ había sido acuñado por Mary Anne Warren en su obra ‘Gendercide: The implications of Sex Selection’ […], quien lo describe como ‘la exterminación deliberada de personas de un sexo (o género) en particular’”. Sexocidio, a su vez, se atestigua ya desde los años ochenta del siglo xx para referirse a la matanza de las brujas en la Edad Media. 40 Biocida, término propio del dominio de la química, renace en el siglo xxi con un nuevo significado: “Los diputados de la Asamblea Nacional aprobaron ayer disposiciones particulares de la Ley de Protección Animal […], como la creación de un nuevo delito, denominado ‘biocidio’, es decir, la matanza injustificada de un animal doméstico o silvestre domesticado, el cual acarrearía una pena para el ‘biocida’” [“Ley de protección animal establece el biocidio”, El Nuevo Diario (Managua), 17/11/2010]. Tanto biocidio como biocida se emplean en códigos legales para referirse la muerte injustificada de un animal. Biocidio se atestigua, en 1984, en relación con la destrucción de la naturaleza o de diversos seres vivos: “En ese ámbito local los efectos inmediatos de la destrucción de la población (genocidio) y de la naturaleza (biocidio) están producidos por tres tipos de energía […]” [F. Urbina, La guerra nuclear; CDH]. 39
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cional son los compuestos construidos con topónimos o con adjetivos étnicos, como argentinicidio, españicidio o ibericidio (2011); todos poseen su correlato en -cida41. En estos vocablos, raros, ese topónimo podría referirse, metonímicamente, a un colectivo humano, pero ese rasgo está ausente de voces como memoricidio (no neológica), en que -cidio adquiere el valor de ‘ataque grave [a algo]; destrucción o eliminación sistemática [de algo]’42. En los dos últimos decenios del siglo xx se registran otras palabras que se integran en esa misma pauta, también con su paralelo en -cida, como culturicidio (documentada en 1996, según el CDH), percepticidio (1985), democraticidio (1992), economicidio e industricidio (con un primer testimonio en el CDH de 1992)43. Politicidio y sociecidio se registran, en 2005, en un artículo de M. Á. 41 “Antes de esta decepción inmensa (no oír una opinión ‘nacional’ sobre ibericidio en los mismos años 50 al cobijo del Régimen), las memorias de Ruano clarifican un ancho tramo de literatura y periodismo españoles, que eran oficios que se hacían en el café, el ateneo y las aceras de la Gran Vía” [“Mi medio siglo se confiesa a medias, de César González-Runano”, Lector Mal-herido, 19/04/2011]. Españicidio figura, en 2006, en un artículo de F. Jiménez Losantos publicado en Libertad Digital (Madrid). En argentinicidio hemos de presuponer que el primer elemento es el adjetivo argentino, -na, a la luz su primer testimonio: “Su consecuencia más escalofriante tratada por el medio en su columna institucional fue la cantidad de víctimas, cuyo número nos permite hablar de un argentinicidio” [C. Díaz y M. Jiménez, 2005, “Las víctimas de las violaciones a los Derechos Humanos en la Argentina: del golpe a la guerra de Malvinas, según el Herald”, X Jornadas Interescuelas, Rosario, Universidad Nacional del Rosario-Universidad Nacional del Litoral]. 42 Según se indica en una reseña publicada en la revista Memoria y Civilización: Anuario de Historia (Pamplona), la voz memoricidio debe su acuñación al historiador croata M. Grmek, quien “en 1991 […] utilizó en sus conferencias el término […] para calificar la destrucción de bienes culturales durante la guerra en la ex-Yugoslavia. Aquellos hechos junto con otros especialmente crueles e inhumanos, no tenían otro fin sino acabar con la ‘memoria’ del otro. El término quedó definido finalmente por las Naciones Unidas, como ‘la destrucción intencional de bienes culturales que no se puede justificar por la necesidad militar’” [Usunáriz, J. M. (2017): “Reseña de Filippov, Igor & Flocel Sabaté (eds.), Identity and Loss of Historical Memory. The Destruction of Archives, Bern: Peter Lang, 2017: 20, 409]. Los primeros testimonios en español se remontan a la última década del siglo xx [J. Goytisolo, “El memoricidio (5)”, El País (Madrid), 27/08/1993]: “El espectáculo de mayor desolación lo ofrece la célebre biblioteca de Sarajevo. En verdad […] dicho crimen no puede ser definido cabalmente sino como memoricidio. Puesto que toda huella islámica debe ser extirpada del territorio de la Gran Serbia, la biblioteca, memoria colectiva del pueblo musulmán bosnio, estaba condenada a priori a desaparecer en las llamas de la vengadora purificación”). 43 El origen de economicidio, en cambio, parece remontarse a una traducción de una obra de Dominique Temple (Estructura comunitaria y reciprocidad: el quid pro-quo histórico al economicidio), publicada en 1989, en que el economicidio se concibe como la destrucción de la economía de reciprocidad en favor de la del librecambio. Industricidio parece haberse
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Bastenier publicado en El País (Madrid); en ese texto, politicidio, término propio de las ciencias políticas, remite a la destrucción deliberada de una entidad política o social (en este caso, el estado de Israel), aunque también se usa para referirse al exterminio de un grupo de personas de una misma ideología o agrupación política44. En este grupo se integra el neologismo epistemicidio (2014), entendido como la aniquilación de cierto tipo de conocimientos45. Y a la destrucción de la ciencia (o, mejor, del sistema científico) se denomina cientificidio (2019; BOBNEO). Además de la novedad en el significado, algunas de estas voces muestran peculiaridades formales, dado que se construyen sobre bases o temas acortados, o sobre siglas, como pymecidio (2019; BOBNEO). Estos ejemplos permiten inferir la creación de una nueva regla, en la que -cidio remite a la destrucción sistemática de lo designado por el primer elemento del compuesto, una palabra o un segmento de ella (sociecidio) que se refiere fundamentalmente a conjuntos o sistemas de conocimientos, sectores productivos o bienes de diverso tipo. La vigencia de este patrón se manifiesta en la existencia, en la mayor parte de los casos, del adjetivo correspondiente en -cida. 2.2.3. Austericidio: ¿un nuevo patrón? La infracción de las restricciones formales y semánticas alcanza un nivel notable en el neologismo austericidio (2012), cuyo primer constituyente parece corresreintroducido en el uso, a juzgar por la publicación “Industricidio, neologismo válido” de FundéuRAE fechada el 4 de octubre de 2019: “La voz industricidio es un neologismo válido para designar la destrucción de una industria o un conjunto de industrias. […] Se usa para referirse a la destrucción o el daño grave producidos en una industria, un conjunto de industrias o el sector industrial de un país, generalmente como resultado de la aplicación de políticas económicas que obstaculizan o atentan contra su subsistencia y desarrollo”. Por su parte, percepticido se usa, con referencia al Holocausto judío o a las desapariciones provocadas por la dictadura militar en Argentina, para denominar la destrucción de la percepción, pues la población contempla a diario escenas violentas que debe ignorar u olvidar inmediatamente [ver y no ver; véase J. C. Kusnetzoff, “¿Qué tiene el holocausto que ver conmigo? Una contribución al percepticidio”, Revista de Psicoanálisis, 42 (2): 321-333]. 44 “[…] el politicidio, término acuñado por Gurr y Harf para señalar el carácter político de los grupos destruidos, es un subtipo de genocidio” [O. H. Samper, “Genocidio o politicidio. Reflexiones sobre el terrorismo de Estado en Argentina”, IV Jornadas de Sociología de la UNLP, 23 al 24 de noviembre de 2005, La Plata, Universidad de La Plata, 2005: 1]. No se registran, en cambio, politicida y sociecida. 45 De hecho, en el primer testimonio del CORPES XXI el término se concibe como “el aniquilamiento de los conocimientos en su forma plural” y, en particular, el de diferentes pueblos o grupos humanos [R. Ramírez Gallegos, La virtud de los comunes. De los paraísos fiscales al paraíso de los conocimientos abiertos, 2014].
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ponder al adjetivo austero (aunque, en realidad, el significado induce a pensar que es un tema acortado, procedente de austeridad)46; como ha indicado Solivellas Ugena (2018), ya en el primer testimonio del vocablo, que se remonta a 2012, se advierte que “no significa ‘matar la austeridad’, sino, más bien, ‘muerte por austeridad’ o ‘muerte por políticas austeras’”, un cambio de significado que también está presente, según este autor, en memoricidio o sincericidio (2009), puesto que en los tres vocablos se advierte un sentido metafórico, dado que “la muerte no es real”. Podrían apuntarse algunas diferencias formales (añadidas a las semánticas, anotadas previamente), dado que las características del primer elemento no son idénticas: el sustantivo memoria en el primer caso y la dualidad entre adjetivo (austero, sincero) o segmento truncado de un sustantivo derivado (austeridad, sinceridad) en el segundo. Consiguientemente, el significado de -cidio se ciñe a la pauta ‘daño o perjuicio grave producido por [algo]’, presente en otros vocablos documentados previamente, como liberticidio47. Los adjetivos correspondientes (austericida y sincericida) parecen reforzar la hipótesis del surgimiento de un nuevo patrón48. 2.2.4. -cidio (y -cida): recapitulación Los primeros compuestos en -cidio atestiguados en español se construyen con dos temas (nominales) y obedecen a la pauta semántica ‘muerte (violenta) de x (una persona o un ser)’. La expansión del tema da lugar a formaciones híbridas (con Ese carácter anómalo se percibe en la recomendación que hace la Fundéu sobre posibles alternativas: “La palabra austericidio está bien formada, se refiere a ‘matar la austeridad’ y, por lo tanto, no es adecuado emplearla con el sentido de ‘matar por exceso de austeridad’. […] El Diccionario de la Real Academia Española define el elemento compositivo -cidio como la ‘acción de matar’; pero, como se puede comprobar en las palabras que lo incluyen, se añade a aquello que se mata, de modo que infanticidio es dar muerte a niños y tiranicidio es dársela a los tiranos. El hecho de que por su formación tenga el sentido opuesto del que se pretende expresar hace aconsejable que se evite su uso y en su lugar se empleen alternativas como, por ejemplo, austeridazo, austeridad suicida, austeridad homicida, austeridad letal u otras similares, en función del sentido preciso que se le quiera dar” [“Austericidio se refiere a matar la austeridad”, 16/01/2015]. 47 Registrado, en el año 1992, en el Mensaje del Presidente de la República Argentina, Carlos Saúl Menem, ante la Asamblea Legislativa. Apertura de las 100.º sesiones del Congreso (1 de mayo de 1992): “Nadie propicia un liberticidio salvaje, que fragmente nuestra sociedad en mitades o tercios. […] No creemos ni en la omnipotencia del Estado ni en la omnipotencia del mercado”. Liberticida se registra en español al menos desde el siglo xix, pero su significado (‘que mata o destruye la libertad’) no se acomoda a esta pauta. 48 Sincericida se atestigua, en 2010, en el diario deportivo Olé (Buenos Aires), en tanto que el adjetivo austericida figura en un artículo de Público (Madrid) de abril de 2013. 46
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sustantivos como primeros constituyentes del compuesto). El influjo de homicidio permite crear varios vocablos, de carácter hapáctico, en que -cidio se une a bases que designan otro tipo de seres o incluso objetos, con lo que se percibe un cambio de significado. Ya en el siglo xx, probablemente a partir de genocidio, este tema se emplea, en la prensa y en el ámbito de las ciencias sociales, para referirse a la destrucción sistemática de algo, al tiempo que amplía sustancialmente el tipo de elementos que pueden figurar como primer elemento del compuesto (como, por ejemplo, sustantivos abstractos). En el siglo xxi voces como austericidio parecen proclamar el nacimiento de un nuevo patrón, en que -cidio adquiere el valor ‘daño o perjuicio grave producido por [algo]’. 3. Cierre Los temas de palabras inexistentes que participan en la composición culta imponen una serie de restricciones formales y semánticas a aquellos temas o palabras con que se combinan. La reutilización de estos temas fuera de su primer entorno de uso (la terminología científico-técnica) favorece la transgresión de esos límites originarios, una vulneración que puede producirse en el plano formal y categorial o en el semántico. El análisis de las formaciones neológicas permite atisbar el establecimiento de nuevos patrones y la aparición, quizás embrionaria, de nuevos temas. El carácter ocasional de algunos de estos compuestos muestra las zonas de contacto (o conflicto) entre la composición y el blending, así como las dificultades para detectar el nacimiento de temas acortados procedentes de compuestos cultos. Los diccionarios generales se muestran reacios a incorporar en su lemario estos neologismos, acaso por una prevención ante el incierto éxito y el afianzamiento de esos nuevos formantes y patrones. Mientras tanto, los hablantes continúan recurriendo a estos elementos para crear nuevos vocablos, ya sea con intención lúdica (y, por tanto, con una promesa de vida efímera), ya sea como recurso para expresar nuevos conceptos o realidades, especialmente en el ámbito periodístico y en el dominio de las ciencias sociales.
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1. Introducción La información semántica no se corresponde con un componente específico del conocimiento lingüístico sino que es transversal a ellos, de allí que la dimensión semántica de la innovación léxica no solo atañe a la creación de nuevos sentidos de voces ya existentes, como el sentido de ‘jugada en el futbol para engañar’ de bicicleta o el de ‘grupo conformado por tres personas que juegan en posición de ataque’ de tridente, sino que impacta en los distintos procesos neológicos. Tal es así que diversas clasificaciones de neologismos basadas en procesos incluyan dentro de la denominada neología semántica fenómenos sintácticos y morfosintácticos. En este marco cabe distinguir, entonces, la neología semántica propiamente dicha (es decir, la creación de sentidos nuevos para formas léxicas existentes sin cambio estructural) de la dimensión semántica en la innovación léxica en general. En este capítulo nos ocuparemos únicamente de la neología semántica propiamente dicha en el ámbito nominal. Los trabajos de Guilbert (1975) y Bastuji (1974) constituyen las primeras aproximaciones a la neología semántica. Guilbert (1975: 64) la define por oposición a la neología fonológica, como “la aparición de una significación nueva en el marco de un mismo segmento fonológico”. Bastuji (1974: 6), por su parte, define la neología semántica basándose en la polisemia léxica: “la neología semántica es un caso particular de la polisemia, con un rasgo diacrónico de novedad en el empleo, y por lo tanto en el sentido”. Las explicaciones más específicas acerca de los procesos semánticos se topan con dos escollos ya desde los inicios de la neología como disciplina. Por un lado,
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los procesos de neología semántica se identifican con los mismos recursos tropológicos reconocidos como explicativos del cambio semántico, con la consiguiente desventaja de no contar con una explicación propia desde el campo neológico (cf. Adelstein 2015). Por ejemplo, Sablayrolles (1997) incluye en su tipología la metáfora, la metonimia, la restricción y la extensión de sentido. Cabré (2006) señala como casos de resemantización la reducción de significado, la ampliación del significado y el cambio de significado. Torres Rivera (2020) también considera los recursos tropológicos para la extracción automática de neología semántica (para el relevamiento de otros autores, cf. Díaz Hormigo 2020). En ciertos casos, incluso, la neología semántica se reduce a un solo tipo de procedimiento creativo, como la transferencia semántica (Rey 1976) o la metáfora (Guerrero Ramos 1995). Por otro lado, el segundo escollo reside en la dificultad para distinguir procesos estrictamente semánticos de procesos formales, al menos sin establecer con nitidez la dimensión semántica involucrada. En diversas clasificaciones se registran o estudian como semánticos recursos que gramáticos y morfólogos reclamarían como propios, como la conversión (Pottier Navarro 1979, apud Díaz Hormigo 2020; Guerrero Ramos 1995). En uno de los trabajos pioneros de la disciplina, Rey (1976) ya señala que en todo proceso de creatividad léxica hay neología semántica. Consideramos que es preciso contar con categorías de análisis específicas de esta dimensión que contribuyan a explicar la creatividad semántica, tanto en su interfaz con otros procesos como en los casos estrictos de resemantización. Desde hace unos diez años ha habido un avance creciente de los estudios de la neología semántica. Respecto del español, se pueden mencionar las siguientes temáticas entre las más relevantes: la extracción automática o semiautomática de neologismos semánticos (Nazar/Vidal 2010; Nazar 2011; Cabré/Nazar 2012; Santamaría 2013; Torres Rivera 2020), la tipologización de procesos específicos y clasificaciones de neologismos semánticos (Sánchez Manzanares 2009; Berri/ Adelstein 2010; Freixa/Luna/Suárez de la Torre 2010; Pozzi 2013; Díaz Hormigo 2020, entre otros), la interacción con otros procesos (por ejemplo, Steffens y Baiwir 2009 analizan los límites entre neología semántica y los acortamientos; Díaz Hormigo 2020 trata la relación con la conversión), la neología semántica en ámbitos especializados específicos o neonimia semántica —Estornell Pons y Soto Nieto (2016) estudian recursos en el dominio de la gastronomía; Ramacciotti (2008, 2012), Straccia y Bregant (2010) en el de la economía; Adelstein y Berri (2012) y Berri (2013) indagan sobre casos propios del ámbito de la bolsa y de las finanzas—. Una dimensión de los estudios sobre neología actualmente en auge es la discusión teórica y aplicada en torno a criterios de neologicidad (es decir, la propiedad léxica de novedad) y criterios para diccionarizar neologismos (es decir, para ac-
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tualizar la macroestructura de los diccionarios con la incorporación de neologismos) (cf. Adelstein/Boschiroli 2020; Bernal/Freixa/Torner 2020a, 2020b; Freixa/ Torner 2020). El propósito general del capítulo es continuar la línea de trabajo iniciada en Adelstein (2019) para contribuir a la descripción de la neologicidad semántica y a la elaboración de criterios que permitan confirmar su carácter escalar. En particular, me propongo estudiar qué variables resultan adecuadas para ponderar la gradación de la neología semántica propiamente dicha, a partir del análisis de neologismos del español. La hipótesis que sostengo es que la gradación de la neologicidad en neologismos semánticos propiamente dichos puede ponderarse a partir de una serie de variables enunciadas según categorías de la semántica léxica, entre las que resulta esencial el tipo de configuración del nuevo sentido, el tipo semántico al que corresponde y el tipo de referencia, además del grado de lexicalización que se observe en la frecuencia de uso. En primer lugar, ofreceré un breve panorama de los estudios actuales sobre neologicidad, en especial respecto del parámetro de procesos de creación léxica. En segundo lugar, presentaré como antecedentes una serie de trabajos sobre el español en los que se puede inferir la gradación como rasgo característico de la neología semántica. En tercer lugar, presentaré algunos elementos del marco teórico y una breve descripción de la metodología empleada. Luego, haré un análisis de neologismos semánticos nominales simples con el objetivo de indagar sobre variables relevantes para el establecimiento de grados de neologicidad en la neología semántica propiamente dicha. Por último, presentaré las reflexiones finales. 2. La neologicidad en semántica: antecedentes y estudios sobre el español La neologicidad, entendida como la propiedad de un ítem léxico de ser nuevo, constituye una categoría postulada más recientemente en el campo que la dupla neología/neologismo (entre otros, Sablayrolles 2003, 2006; Estopà 2009; Bouzidi 2010; Cabré 2015a, 2016; Cañete/Freixa 2014), aun cuando fuera esbozada en los trabajos clásicos de Gardin et al. (1974), Guilbert (1975) y Rey (1976). Los desarrollos más recientes coinciden en señalar que se trata de una propiedad no discreta, escalar, graduable según distintos parámetros, en consonancia con el carácter relativo de toda pieza neológica1. Los principales parámetros sugeridos para En la bibliografía se observa, no obstante, que en cuanto se pretende precisar en qué consiste la novedad de un ítem léxico la definición teórica de neologicidad se solapa con la delimitación de criterios metodológicos para la detección de neologismos concretos. 1
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definir tal gradualidad son la temporalidad (Estopà 2009; Anula 2010; Bouzidi 2010; Sánchez Manzanares 2013; Cabré 2016), la percepción de los hablantes (Sablayrolles 2003; Freixa 2010a, 2010b; Antunes 2012; Bernal 2015; Bernal/ Freixa/Torner 2020b; Estopà 2015; Llopart-Saumell en prensa), la frecuencia de uso (Sablayrolles 2003; Freixa 2010b; Anula 2010) y el tipo de recurso de creación léxica (Cabré/Estopà 2009; Varo Varo 2013; Estopà 2015). Para una revisión más amplia de este panorama, cf. Freixa (en este volumen), Adelstein (2019) y Adelstein/Boschiroli (2020). De algunos trabajos se pueden extraer propuestas más o menos explícitas de determinados grados de neologicidad: Anula (2010) propone fases del periodo neológico (inicio, continuidad y fin) que pueden pensarse como tres grados decrecientes de neologicidad; Antunes (2012) plantea medir grados de novedad en una escala de tres niveles basada en el sentimiento neológico de los hablantes; Sánchez Manzanares (2013) sugiere la noción gradual de valor neológico, basándose en la combinación de los cuatro criterios habitualmente empleados para detectar neologismos (lexicográfico, cronológico, psicológico e inestabilidad formal). Otros trabajos (Cabré et al. 2004; Estopá 2009; Cañete/Freixa 2014) proponen diversos filtros de neologicidad para aplicar a los resultados de los observatorios, complementarios de la aplicación del criterio lexicográfico de detección neológica. Se infieren, así, grados de neologicidad que se corresponden con la cantidad de filtros que un ítem léxico “pasa” para comprobar si es neológico: en estos casos la discusión acerca de la neologicidad no alude a la propiedad del ítem léxico, sino a la dimensión metodológica de su detección. El parámetro relativo a los recursos de innovación léxica suele presentarse en relación con el del sentimiento neológico de los hablantes y referirse a procesos morfosintácticos. Los autores coinciden en señalar que, si bien la percepción de los hablantes resulta una perspectiva individual y subjetiva, ciertos tipos de recursos de innovación constituyen razones objetivas para justificar que determinados ítems léxicos sean percibidos como más o menos neológico que otros. En el trabajo precursor de Gardin et al. (1974) ya se señala que ciertos recursos formales determinan la detección por parte de los encuestados. Es decir, si bien son conclusiones respecto de la valoración de la neologicidad, funcionan como datos para establecer una gradación de esta propiedad: a. los neologismos formales (derivación, composición) son los más detectados y ante los que los encuestados dudan menos; b. los detectados generalmente van acompañados de marcas metadiscursivas y tipográficas; c. ciertas estructuras sintácticas contribuyen a señalar una unidad como neológica (por ejemplo, el uso de determinantes).
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Más recientemente se ha señalado para el francés que los derivados son percibidos como menos neológicos que los acrónimos (Sablayrolles 2003). Con datos del catalán, Freixa (2010b) propone el concepto de rareza, entendida como la transgresión en las reglas de formación de neologismos, y analiza sus hipótesis en casos de prefijación. Así, las rarezas hacen a transgresiones en las restricciones de las reglas de formación, pero también en las restricciones del resultado. En el primer caso, señala transgresiones semánticas (por ejemplo, neologismos que no cumplen con la restricción de clase semántica de la base), transgresiones pragmáticas (como rupturas de isotopía, hipérboles) y transgresiones por analogía. Las rarezas relativas al resultado hacen al hecho de que se trata de palabras innecesarias o palabras con opacidad semántica. En cuanto al español, del trabajo de Varo Varo (2013) se desprende que se puede determinar el grado de neologicidad según el mayor o menor costo de procesamiento léxico de los candidatos neológicos, y la necesidad de recurrir al contexto para comprender sus significados. Pareciera que el menor esfuerzo de procesamiento de neologismos se relaciona con lo que en los otros trabajos son menos sentidos como neológicos: los neologismos formados por derivación, por ejemplo. Esta autora también señala que las palabras derivadas de afijos poco polisémicos son percibidas como poco neológicas. Los recursos de neología semántica resultan más complejos de considerar en virtud de la ausencia de evidencia formal y del carácter difuso del significado léxico, que dificultan la delimitación de diferentes estatutos de configuraciones semánticas. La complejidad es mayor si se considera el carácter transversal de la creatividad semántica mencionado más arriba. Sin embargo, Bernal (2015) afirma que en su trabajo los neologismos semánticos tienden a pasar desapercibidos por parte de los hablantes. Existen pocos trabajos que aborden la gradación de la neologicidad en el ámbito semántico (Adelstein/Freixa 2013; Adelstein 2019)2, sin embargo, una serie de trabajos ofrecen reflexiones interesantes que podrían orientar la indagación acerca de posibles grados de neologicidad semántica. Las categorías empleadas en estos trabajos que, a mi juicio, pueden resultar relevantes o insumos útiles son los siguientes: la distancia semántica, los procesos tropológicos y los tipos de polisemia. Consideraré a continuación trabajos que estudian la neología semántica del español en el ámbito nominal, ya que se vinculan más directamente con el análisis que presentaré en la sección 4. 2 Molina Salinas (2013) estudia diacrónicamente la neología a partir de la incorporación de neologismos históricos en los diccionarios académicos, y establece un procedimiento que resulta eficiente para evaluar la neología semántica y esbozar respuestas a la pregunta acerca de cuánto tiempo sería necesario considerar para asegurar que un neologismo ha dejado de serlo, es decir, ofrece elementos para vincular la diccionarización con la neologicidad.
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2.1. Distancia semántica Diversos trabajos se ocupan de analizar la relación entre el significado novedoso y el establecido3, ya sea como tema en sí mismo o como recurso explicativo de clasificación de neologismos semánticos. Basados en el Léxico Generativo, en Adelstein y Berri (2012), Berri (2013), Berri y Adelstein (2010), Straccia y Bregant (2010) se postulan tipologías de neologismos basadas en la contrastación de información de las estructuras de qualia de las configuraciones de los sentidos4 neológico y no neológico del ítem léxico. En Berri y Adelstein (2010), por ejemplo, la tipología da cuenta de una gradación de la modificación semántica que distingue cinco tipos de acuerdo con la información de la estructura de qualia (EQ) afectada. Gerding Salas y Kotz Grabole (2016) aplican esta tipología a datos del español chileno y analizan grados de distancia semántica. En Berri y Straccia (2015) se propone una escala de tres grados de distancia semántica y se analiza el rol que desempeña el contexto cuando aparece un sentido novedoso. Estos análisis demuestran que la distancia semántica y el tipo de neología dependen del tipo de valor que se mantiene en determinados qualia, en especial el quale formal. Los análisis permiten distinguir más finamente nociones poco precisas utilizadas en la lingüística, tales como desplazamiento semántico, restricción o ampliación de significado, entre otros. Pozzi (2013) propone un tipo de neologismo semántico que denomina “indirecto”, cuya creación (y posterior comprensión) requiere de dos o más etapas, de las que al menos una implica conocimiento extralingüístico cultural y local (por ejemplo, funebrero en la Argentina denomina al simpatizante del equipo de fútbol Chacarita Juniors5). Este tipo de creación ofrecería un grado más alto de neologicidad. Torres Rivera (2020: 53-54), por su parte, plantea para su estudio de extracción automática un primer acercamiento a partir de la noción de medida de similitud. Consideró un sistema “que tomaba como entrada una lista de palabras candidatas a neologismos semánticos (NS) y utilizaba medidas de similitud para comparar —simultáneamente— sus contextos de aparición o concordancias, las acepciones de los diccionarios de referencia y un campo semántico que delimitaba un campo 3 Cruse (2004) define sentido establecido como el sentido por defecto, es decir, aquel significado que nos viene inmediatamente a la mente en ausencia de cualquier información contextual. 4 En este trabajo utilizo sentido y significado como sinónimos. Por su parte, el término configuración semántica (o configuración de sentido) resulta útil para el análisis, pues no establece distinciones de estatus y permite abarcar ambas nociones. 5 El Club Atlético Chacarita Juniors, de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, tiene su sede social en el mismo barrio en donde se encuentra el cementerio más grande de la ciudad, el Cementerio de la Chacarita; de allí la denominación de funebrero.
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del conocimiento especializado. El resultado esperado de esta comparación era determinar si una palabra es candidata a NS en función de la similitud que puede tener su contexto de aparición. Más allá del modelo teórico empleado para establecer la relación entre sentidos establecidos y neológicos o de las categorías explicativas para medir la distancia, la mayor o menor distancia semántica (i. e. cantidad y tipo de información semántica compartida) —que evidentemente es variable— puede impactar en el grado de neologicidad. Esta dimensión habilita la consideración de “grados” de modo estrictamente lingüístico, independientemente de aspectos sociolingüísticos o de la intuición del hablante. 2.2. Procedimientos tropológicos Como ya se mencionó, desde hace tiempo la neología semántica y el cambio semántico se han explicado a partir de procesos tropológicos, incluso según modelos más o menos formalizables. Varios de los trabajos mencionados en la sección anterior vinculan el tipo de modificación de la estructura de qualia del sentido neológico con recursos trópicos, en especial la metáfora y la metonimia (Berri 2013; Sánchez Manzanares 2009; Adelstein 2015). Los tipos con mayor distancia semántica se asocian con procesos metafóricos y metonímicos, mientras que los de menor distancia, con la generalización y la especificación. Así, se podría inferir que, de acuerdo con el tipo de información de la estructura semántica afectada, los procesos metafóricos pueden resultar de un grado más alto de neologicidad que, por ejemplo, la especialización o la generalización (cf. Adelstein 2015). Sánchez Manzanares (2009), por su parte, clasifica tipos de metonimia en neologismos, contribuyendo así al estudio de la relación entre procesos tropológicos y tipología de neología semántica. Ofrece evidencia de que existen regularidades en los patrones de procesos metonímicos según las relaciones de contigüidad (marcos estáticos y marcos dinámicos). Estornell Pons y Soto Nieto (2016) analizan desde la perspectiva cognitiva la neología semántica en el ámbito de la gastronomía. El análisis destaca que en este ámbito la metonimia y la metáfora aparecen como estrategias cognitivas eficaces para denominar y representar los diferentes productos. 2.3. Tipos de polisemia En cuanto a los estudios relativos a la polisemia, cabe destacar aquellos que analizan tipos de polisemia regular y el comportamiento polisémico de distintas clases de nombres en los que intervienen sentidos neológicos. Por ejemplo, Berri (2014) sugiere un mapa de polisemias regulares de nombres con sentidos locativos, desde
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la perspectiva del Léxico Generativo (Pustejovsky 1995): propone trece alternancias y tres polisemias que involucran a más de dos sentidos, con ejemplos neológicos basados en corpus. En Berri y Adelstein (2012) se plantean parámetros para la tipologización de polisemias en el ámbito nominal, que permiten establecer los tipos de relaciones entre los sentidos de una alternancia y la distancia semántica que se establece entre ellos. Otros trabajos estudian la regularidad de la polisemia en nombres colectivos (Adelstein/Berri 2008a, 2010), en nombres concretos y en nombres concretos relacionales (Adelstein/Berri 2008b). Evidentemente los ejes temáticos de los trabajos reseñados corresponden a dimensiones analíticas que se entrecruzan: se observa mayor distancia semántica entre sentidos creados por procesos metafóricos que en los creados por metonimia, por ejemplo. La explicación por separado de cada una de estas dimensiones o categorías —así como su explicación de manera combinada— puede arrojar luz para establecer variables e índices de neologicidad. En el análisis que presentamos en la sección 4 me propongo avanzar en este sentido. 3. Elementos teóricos y metodológicos El estudio sobre la gradación de la neologicidad en neologismos semánticos propiamente dichos que presento en la sección 4 considera una serie de variables enunciadas según categorías de la semántica léxica y toma como objeto de análisis la categoría nominal. A continuación, se sintetizan los fundamentos teóricos y los elementos metodológicos. 3.1. Elementos teóricos Si bien se alejan de la perspectiva de los sentidos netamente delimitados, tan necesaria en lexicografía y neología, los modelos de semántica léxica que asumen el carácter difuso del significado léxico y la generación de sentidos polisémicos en contexto resultan útiles para explicar la neología semántica: el Léxico Generativo de Pustejovsky (1995, 2000), el de polisemia dinámica de Victorri (1996, 1997), el enfoque de construcción dinámica de Cruse (2004), la teoría de las normas y explotaciones de Hanks (2013), tal como queda demostrado en los trabajos mencionados en la sección anterior. La neología semántica suscita una tensión entre información semántica codificada (infraespecificada), que presupone la generación, explotación o activación de los significados en tanto algo “previsto”, por un lado, y la idea de un sentido nuevo claramente delimitado, como presuponen las definiciones de neología
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semántica citadas en la introducción, por otro. El análisis de los datos pone en evidencia la necesidad de considerar diferentes estatutos de configuraciones semánticas, frente al carácter difuso del significado; de lo contrario resulta muy dificultoso determinar el carácter neológico de un sentido que requiere delimitarse lo más claramente posible respecto de otros ya existentes. Así, las nociones de tipos de configuraciones de Cruse (2000a, 2000b, 2004) y Croft y Cruse (2008) pueden contribuir a resolver esta tensión desde la propia perspectiva de generación del sentido léxico. En efecto, las propuestas de estos autores conjugan categorías de análisis que se enmarcan en la explicación de la polisemia con categorías que permiten precisar la definición clásica de neologismo semántico como un nuevo significado o sentido de un ítem léxico de la lengua. Cruse (2004) señala que respecto de la variación contextual en la semántica de una palabra suele hacerse una distinción neta entre ‟un significado” y “muchos significados”, entre monosemia y polisemia. Sin embargo, esto resulta inadecuado, pues existen muchos grados de distintividad (distinctness): esta perspectiva gradual resulta útil para analizar la gradualidad de la neologicidad. Justamente, para la reflexión acerca de en qué reside la neologicidad semántica, cabe preguntarse qué porción y qué tipo de información semántica debe presentar el nuevo significado respecto de los existentes de un ítem léxico como para ser considerado neológico y en qué grado. En otras palabras, qué granularidad de la polisemia debe considerarse para ser calificada como neología semántica. La noción de configuración semántica alude a las diferentes maneras de conceptualizar los límites de unidades de sentido léxico (Croft/Cruse 2008). Los criterios que los autores emplean para establecer los distintos tipos de configuraciones semánticas parten de la noción reelaborada de Cruse (2004) de autonomía, es decir, el carácter discreto de un sentido respecto de otro y del que no precisa para su decodificación. Según el tipo y grado de autonomía que las configuraciones de un mismo ítem léxico tengan podrá afirmarse si se trata de sentidos plenos, facetas, microsentidos o modulaciones contextuales (Croft/Cruse 2008: 152)6: Por autonomía se entiende la capacidad de una unidad para comportarse de forma independiente con respecto a otras unidades que podrían ser conceptualizadas en el mismo contexto.
Se distinguen tres tipos de autonomía: atencional (o antagonismo, en términos de Cruse 2004), relacional y composicional. Dos sentidos o configuraciones semánticas presentan autonomía atencional cuando se excluyen mutuamente como En este trabajo consideraré solo estas; téngase en cuenta que los autores proponen también los modos de ver y las perspectivas. 6
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focos de atención. En la interpretación de un contexto “compiten” y solo queda una de las lecturas posibles, y el resto del enunciado se interpreta según la lectura seleccionada. Por ejemplo, presentan este tipo de autonomía los sentidos de ‘institución financiera’ y ‘asiento’ de la forma banco. La autonomía relacional es un grado menor de autonomía y refiere a los casos en que dos configuraciones semánticas poseen diferentes conjuntos de relaciones de sentido (por ejemplo, que tienen sinónimos diferentes o cohipónimos diferentes). Por ejemplo, banco con el sentido de ‘institución financiera’ es cohipónimo de caja de ahorro y con el sentido ‘asiento’ es cohipónimo de silla y sillón. La autonomía composicional hace referencia a la composicionalidad del significado en contextos y constituye el grado más débil de autonomía. La presentan todas las configuraciones, pero resulta clave en aquellas cuya lectura depende fuertemente del contexto. Por ejemplo, un lindo libro puede tener dos lecturas, cada una de ellas depende del modo en que el adjetivo lindo opera sobre la estructura semántica de libro (si se trata de un lindo contenido o de una tapa linda); lo mismo ocurre en un buen banco, que significará ‘una institución sólida’ o ‘un asiento cómodo’ según el caso. En la tabla 1 presentamos una reelaboración de las propiedades de las distintas configuraciones propuestas en Cruse (2000a, b, 2004) y Croft y Cruse (2008), en la que hemos agregado la variable del tipo de referencia que estas presentan. configuración semántica
referencia
autonomía atencional (antagonismo)
autonomía relacional
autonomía composicional
presión contextual/ unificación
sentidos plenos (banco)
cada sentido, un referente específico
+
+
+
no se unifican
facetas (libro)
referencia compleja, de tipos distintos
+
+
+
se pueden unificar
microsentidos (cuchillo)
referentes de una misma clase
–
+
+
se pueden unificar en el hiperónimo
modulación contextual (estudiante)
referencia variable
–
–
+
conceptualización aportada por el contexto
Tabla 1. Tipos de configuraciones semánticas (adaptación de Cruse 2004; Croft/Cruse 2008)
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3.1. Elementos metodológicos En cuanto al análisis se consideraron neologismos nominales registrados en BOBNEO por los nodos de las Antenas Neológicas entre noviembre 2015 y noviembre 2020 y los registrados por el proyecto Neómetro. Con el propósito de limitarme a la neología semántica propiamente dicha se analizan nombres simples; no se tuvieron en cuenta aquellos neologismos tipologizados como semánticos en BOBNEO en los que intervienen otros procesos de innovación léxica, y que reservo para un futuro análisis7: • conversiones de subcategoría nominal, de nombre propio a nombre común (cajal, caterpillar, cavallino, barbie, beatle, benjamín, bluetooth, arduino, autotune, chiquipark, goya), • derivados con otro sentido del afijo polisémico (por ejemplo, chorizada), • derivados de otro sentido de la misma base polisémica o en los que la base se ha resemantizado (por ejemplo, comunero, conversión, encaje, derrape, derrumbe), • lexicalizaciones de adjetivos con valor nominal (por ejemplo, clásico), • resultantes de acortamientos (por ejemplo, técnico). El análisis parte de los resultados de Adelstein (2019) y tiene el propósito de aislar variables o parámetros que resulten útiles para trazar grados de neologicidad de la neología semántica estricta. Para ello, además de los tipos de configuraciones semánticas, se evalúan otras categorías de la semántica léxica, como el tipo de significado (descriptivo y no descriptivo; cf. Cruse 2004; Leech 1977), el tipo de variación semántica (homonimia, distintos tipos de polisemia), el proceso tropológico operado en la estructura semántica. El estudio analiza la contrastación entre el sentido establecido y el registrado como semántico en BOBNEO, ya que, si bien los modelos de generación de sentido suponen una única estructura semántica infraespecificada para cada ítem léxico, el recurso contrastivo asegura una base semántica compartida que permite describir con mayor granularidad las diferencias. A modo exploratorio, para constatar la lexicalización de los sentidos neológicos se tuvo en cuenta la frecuencia de uso en el Corpus del español News on the Web [NOW]8, que registra textos de los mismos Tampoco consideraré en el análisis los neologismos que en la base registran un solo contexto, dado que no es evidente la posible lexicalización: por ejemplo, canguro, castañazo, chinazo, cordada, credencial, epílogo, especiero, aserejé, abrelatas, adalimumab, edad de oro, cuchillón, geometría, quiste, rascatripas, mentalismo. 8 El Corpus del español (News on the Web, ), creado por el prof. Mark Davies (Brigham Young University, EE. UU.) contiene aproximada7
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géneros que BOBNEO pero se basa en una mayor cantidad de fuentes de prensa de países de habla hispana. 4. Análisis De acuerdo con los datos, los neologismos del corpus se pueden agrupar, en principio, en cuatro considerando el tipo de configuración y su relación respecto del sentido establecido: sentidos plenos homónimos, sentidos plenos polisémicos, microsentidos y modulaciones contextuales. 4.1. Sentidos plenos homónimos Un primer grupo corresponde a aquellos neologismos que no comparten aparentemente información con el sentido establecido. El nuevo sentido se basa en información extralingüística, que no está codificada en la estructura semántica del ítem léxico, sino que forma parte del conocimiento enciclopédico9. Por ejemplo, unicornio, con el sentido de ‘empresa emergente que cuesta más de un billón de dólares’, elefante con el de ‘miembro del Partido Conservador y Unionista inglés’ —también registrado en NOW con el de ‘Partido Republicano de EE. UU.’— o troyano, con el sentido de ‘tipo de software malicioso que se camufla como software legítimo’. Se trata de sentidos que presentan los tres tipos de autonomía y por ello corresponden claramente a sentidos plenos. El proceso de innovación es metafórico y existe un cambio de referente, de denotación. La metáfora se basa en significados connotados (en términos de Leech 1997) o en información semántica connotada del ítem léxico y no en significados descriptivos. Por ejemplo, en unicornio la base de la metáfora es la información cultural de ‘mundo de la ilusión’, ‘lo inalcanzable’ asociada al referente del sentido descriptivo de la voz. El tipo semántico del nuevo sentido no coincide con el del sentido establecido. Por otra parte, la relación entre los neologismos y los sentidos establecidos correspondientes es de homonimia. El carácter neológico de estas configuraciones semánticas reside en que presentan información no codificada en la estructura semántica de la forma léxica. Como se observa en los contextos siguientes, no hay piezas léxicas que ejerzan algún tipo de coerción contextual sobre la información mente 7,2 mil millones de palabras () de periódicos y revistas basados en la web desde 2012 hasta 2019. Permite analizar frecuencias y cambios de frecuencia en los distintos años, colocaciones, entre otras posibilidades. 9 Incluso, en la mayoría de los casos se trata de calcos, con lo cual la información extralingüística puede resultar más ajena aún para un hablante del español.
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semántica de la estructura; más bien es el dominio temático el que inhabilita la lectura no neológica: Los incentivos son, desde el sector público, a la multiplicación de unicornios, firmas innovadoras con más de 1000 millones de dólares de valuación. [La Nación (Argentina), 10/01/2016] Una start up que será en breve un nuevo unicornio argentino. [Clarín (Argentina), 8/04/2018] “Por el momento los criminales distribuyen ‘adware’, pero es solo una cuestión de tiempo para que empiecen a distribuir programas maliciosos más agresivos como troyanos bancarios, ‘bots’ o troyanos SMS que pueden robar dinero directamente de las víctimas”, explicó Roberto Martínez, analista de seguridad. [El Tiempo (Colombia), 27/01/2015] El troyano es capaz de realizar capturas de imagen de la pantalla de la víctima y enviarlas al cibercriminal. [El Tiempo (Colombia), 7/03/2015] Ella eligió vestirse de colorado, probablemente para convencer a los elefantes de su partido que dudan de sus credenciales de gauche, una pequeña cadena de oro con un brillante mínimo y maquillaje de novia. [Clarín (Argentina), 12/02/2007] El favorito del partido de los elefantes Mitt Romney está empezando a sentir los golpes de sus rivales. [El Comercio (Perú), 22/01/2012]
La búsqueda de unicornio + empresa en NOW arroja 61 colocaciones; la de troyano + software, 26, y la de elefante + partido, 26, lo que confirma el afianzamiento de los sentidos neológicos entre 2012 y 2019. En suma, a partir de que se trata de sentidos plenos (con las propiedades que ello implica), que no comparten información con el sentido establecido (o que incorporan a la estructura semántica del ítem léxico “nueva” información a codificar) y que guardan una relación homonímica, se podría afirmar que este tipo de neologismo presenta un grado alto de neologicidad. 4.2. Sentidos plenos polisémicos Un segundo grupo corresponde a neologismos que también presentan una importante distancia semántica con el sentido establecido y cuya decodificación también parece requerir de cierta información extralingüística. Sin embargo, en estos casos los procesos tropológicos pueden ser la metáfora (escarabajo, muro) o la metonimia (trapito) y se basan en rasgos no esenciales del significado descriptivo,
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por lo cual la relación entre el sentido nuevo y el establecido es de polisemia lineal (Cruse 2004). De la información codificada en la estructura semántica, se mantiene alguna información: en el caso de muro, con el sentido de ‘parte principal de Facebook’, que surge del calco wall, entendido como ‘lugar donde poner información o un mensaje que el público puede ver’. En el caso de escarabajo, con el sentido de ‘auto Volkswagen’, mantienen información relativa a la forma del coleóptero. Pero en todos los casos el tipo semántico es diferente. En trapito, con el sentido de ‘persona que colabora para estacionar los autos en la calle’ la información de la estructura semántica es heredada en el lugar del argumento del evento del quale télico. La brutal agresión a un joven de la localidad bonaerense de San Martín por negarse a pagarle a unos trapitos o cuidacoches ha reavivado un tema que sigue ocasionando inconvenientes en distintos puntos del país. [La Nación (Argentina), 13/02/2016] De hecho, no es posible no ver que el discurso explícito de Cambiemos, el que apostaba al diálogo, la alegría y la unidad de todos los argentinos, estaba plagado de gestos, guiños, términos (trapitos, choriplaneros, etc.). [Página 12 (Argentina), 17/02/2016] Actualmente, los videos en el muro que usuarios y marcas postean se reproducen automáticamente sin que se haga clic para ello. [El Tiempo (Colombia), 7/09/2015] Desde el 6 de junio no hay noticias nuevas en su muro; la ex participante de Master Chef 2 perdió el beneficio otorgado por la Corte de Apelaciones y volvió a cumplir su condena de 10 años en el centro de Detención Preventiva de Vallenar. [Las Últimas Noticias (Chile), 9/09/2016] Conduciendo su viejo escarabajo azul celeste llegó José Mujica, expresidente de Uruguay, a su segunda entrevista con Jordi Évole para Salvados (en la primera, todavía era #UnPresidenteDiferente). [El Periódico (España), 29/11/2015] El capo mafioso Mario Luciano Romito viajaba en un escarabajo negro conducido por su cuñado Matteo de Palma cuando, a la altura del municipio de San Marco in Lamis, se aproximó un furgón desde el que abrieron fuego con fusiles “kalashnikov” y escopetas de caza. [The Clinic (Chile), 11/08/2017]
Como se observa en los contextos, no es obligatoria la presencia de piezas léxicas que ejerzan algún tipo de coerción. Sin embargo, hay elementos que corresponden al ámbito discursivo que desambiguan el sentido, como usuarios, postean, en el caso de muro, o conduciendo y viajaba en el de escarabajo. En estos casos también los sentidos plenos presentarían un grado alto de neologicidad al
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haber mínima información compartida, y una polisemia lineal entre sentido establecido y nuevo10. 4.3. Microsentidos Un tercer grupo corresponde a sentidos en los que la modificación semántica respecto del sentido establecido es mínima. Se trata de casos en los que se restringe la extensión de la referencia. El proceso tropológico operado es el de especificación y se apoya en una gran cantidad de rasgos del significado descriptivo. El tipo semántico del nuevo sentido parece corresponder al mismo que el del significado establecido. En autorretrato, por ejemplo, se especifica la información correspondiente al instrumento del evento (el celular). Véanse los ejemplos siguientes y la definición del sentido establecido según el DLE: Escogido por el medio digital especializado en tecnología Xataka como el rey de los selfies, el Huawei Ascend P7 presenta una increíble cámara frontal de 8 megapíxeles que cuenta con múltiples alternativas para registrar los mejores autorretratos. [El Tiempo (Colombia), 7/03/2015] En plena moda por los autorretratos, Asus presentó también la semana pasada en Taipéi un móvil, el ZenFone Selfie, que en su nombre ya apunta su orientación. [La Vanguardia (España), 8/06/2015] autorretrato De auto- y retrato. 1. m. Retrato de una persona hecho por ella misma. [DLE]
En cuanto al tipo de configuración semántica, se trata de microsentidos (Croft/ Cruse 2008; Cruse 2000b) o subsentidos (Cruse 2004): distintas configuraciones de un ítem léxico que designan referentes de una misma clase pero que son incompatibles entre sí en un mismo contexto. El ejemplo clásico es el de cuchillo, que presenta, entre otros, los sentidos de ‘arma’, ‘utensilio’ en contextos como Llevo cuchillo y tenedor al campamento y Lo atacaron con un cuchillo, respectivamente. No obstante, pueden unificarse en un sentido hiperonímico. Así, los sentidos ‘autofoto’ y ‘retrato hecho por el propio artista’ de autorretrato se unifican en el hiperónimo ‘retrato de una persona realizado por ella misma’. El neologismo corresponde, entonces, a un nuevo microsentido relacionado con la técnica o el instrumento empleado. En el caso de seguidor seguidora, el nuevo microsentido En cuanto a la lexicalización, no cabe duda de que muro es el que se ha fijado desde hace largo tiempo en las distintas variedades del español: la búsqueda muro + Facebook arrojó en NOW 4.431 contextos entre 2012 y 2019. 10
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se vincula con la especificación de aquello que se sigue (las redes sociales). Véanse los ejemplos siguientes y la entrada en el DLE: Se hicieron conocidos hace unos años, cuando impusieron la curaduría de bodegones y la llevaron a límites insospechados con programa de radio, reseñas en su página web con más de 50.000 visitas mensuales, 80 mil seguidores en Facebook, 18.000 en Instagram, otros 10 mil en Twitter. [Clarín (Argentina), 8/04/2018] Los hay que venderían su alma por un retuiteo, un “me gusta” o un nuevo seguidor en las redes sociales. [La Vanguardia (España), 15/02/2016]. seguidor, ra 1. adj. Que sigue algo o a alguien. Apl. a pers., u. t. c. s. 2. m. desus. seguidero. [DLE]
Desde una posición estrictamente lexicográfica, podría afirmarse que la información semántica en estos casos no bastaría para afirmar que las configuraciones son neológicas. De hecho, como se observa en las entradas de diccionario, las definiciones del DLE en estos casos contemplan los microsentidos. Sin embargo, la lexicalización de la especificación de la referencia, tal como se desprende de la frecuencia de uso (NOW ofrece 106 contextos en singular para la colocación seguidor + red y 431.056 en plural) permite considerar la lexicalización como sentido pleno a largo plazo. Tal es así que en el diccionario de neologismos Antenario, seguidor seguidora figura como tal: seguidor seguidora m y f. Persona que sigue a una persona, una empresa o cualquier otro tipo de titular de una cuenta en una red social. [Antenario]
En suma, las propiedades de los microsentidos y la extensión de la referencia podrían contribuir a señalar que se trata de neologismos con un grado más bajo de neologicidad. 4.4. Modulaciones contextuales Un último grupo corresponde a nombres en los que los sentidos detectados como neológicos son sentidos abstractos, que surgen de considerar información esencial del significado descriptivo. Por ejemplo, cortocircuito (con el sentido de ‘disonancia u oposición brusca’), locomotora (con el de ‘algo que arrastra a otra cosa’), termómetro y termostato (con el sentido de ‘algo que mide o evalúa algo’) o epicentro (con el de ‘punto de mayor intensidad’). La mayoría de los neologismos del Neómetro corresponden a este grupo (entre otros, altavoz, arena, argamasa, brújula, epicentro, artillería, agujero negro, antesala, bucle, cortafuegos, corto-
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circuito, espina dorsal, filtro, brecha, derrumbe, gramaje, hemorragia, hoja de ruta, locomotora, oxígeno). En cuanto al proceso tropológico, parecen corresponder siempre a metáforas y en su mayoría son sentidos hiperbólicos, de carácter apreciativo. La decisión de Putin ha detenido la hemorragia del ejército sirio y le ha permitido pasar de la defensiva a la ofensiva. [La Vanguardia (España), 15/02/2016] Será difícil la supervivencia de la Unión confrontada a constantes situaciones extremas para detener la hemorragia de antieuropeísmo que por razones diversas surge en la mayoría de países. [La Vanguardia (España), 1/04/2017] Claramente, Quilpué no es un epicentro de la producción vitivinícola, pero Beau se ha dado maña para hacer vino casi sin moverse. [El Mercurio (Chile), 18/01/2016] Y allí, en el epicentro de Palau, la fuente con Sant Jordi a caballo se convirtió en un improvisado altar, con las rosas de los visitantes. [La Vanguardia (España), 24/04/2018] Es el termómetro del que se sirven los mercados para evaluar periódicamente la salud de las cuentas públicas españolas. [La Vanguardia (España), 1/05/2015] En el salón del automóvil de Ginebra, que es el primer termómetro del año que mide la temperatura del sector de la automoción europeo, se ha vivido esta pasada semana un clima de optimismo. [La Vanguardia (España), 9/03/2015] El viceprimer ministro declaró que los gobernantes no deben “aumentar sin fin la financiación de innovaciones” sino que son las empresas las que deben convertirse en la locomotora de la actividad innovadora. [Clarín (Argentina), 1/11/2011] La locomotora del grupo sigue siendo México, que aportó 2090 millones, un 9,1 % más. [La Vanguardia (España), 4/02/2016]
En cuanto a la referencia, se observa una ampliación de la extensión de los posibles referentes. Prácticamente el nuevo sentido se corresponde con una escasa información infraespecificada de la estructura semántica de cada ítem léxico (para una explicación detallada y basada en el Léxico Generativo, cf. Adelstein y Straccia 2019). Se observa, en realidad, una gran variabilidad de los posibles referentes, que corresponden a muy diversos tipos semánticos. Es decir, no se observa una referencia estable, ni una especificación ontológica determinada. La referencia variable y la decodificación del sentido se relacionan con la presencia de sintagmas con determinante como modificadores (epicentro de la producción/ hemorragia de antieuropeísmo; locomotora de la actividad innovadora) o con la pre-
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sencia de adjetivos o subordinadas que permiten fijar la referencia u orientar la decodificación (locomotora económica, locomotora zurda, en otros ejemplos del corpus). Respecto del tipo de configuración, se trataría de lo que Croft y Cruse (2008) denominan modulación contextual o modulación del sentido, según Cruse (2004). Las configuraciones de este tipo requieren precisar la referencia en el contexto lingüístico, si no, darían lugar a indeterminación o vaguedad semántica. La pregunta que surge es si en todos los casos se trata claramente de un nuevo sentido lexicalizado o de metáforas discursivas, correspondientes a un comportamiento regular en la generación de nombres abstractos. En general, los sentidos de este tipo no se diccionarizan y en algunos casos son claramente neología de autor. No obstante, según el caso, cabría considerar si se trata de un nuevo significado pleno que deba registrarse como muy abstracto y de referencia general. Es decir, pensar si podría postularse que se trata de la creación de sentidos de alto grado de abstracción, según el caso, ya que cuanto más inespecífico, más abstracto resulta. Estos sentidos conjugarían una intensión mínima (escasa determinación del contenido) con una extensión máxima (gran capacidad de denotación), siguiendo a Koch y Oesterreicher (2007). Otros casos de sentidos consignados como neologismos semánticos cuya referencia también es variable son el empleo de nombres de color para referir a jugadores o seguidores de clubes de futbol. Por ejemplo, azul que, a diferencia de los neologismos mostrados al inicio de esta sección, el nuevo sentido se genera por metonimia; no son sentidos abstractos y corresponden a un mismo tipo semántico. Si bien cabría considerarlos como otro grupo diferente, se trata también de modulaciones contextuales. Véase, por ejemplo, cómo resuelve la representación de la referencia variable el diccionario Antenario: azul m y f y adj 2 Relativo a los clubes de fútbol cuyas camisetas tienen el color azul. Nota También es sustantivo cuando se refiere a personas. Los clubes documentados por las Antenas son el Chelsea FC (Inglaterra), el Club Malvín de Basquetbol (Uruguay), el Club Alianza (Lima) y el equipo de fútbol de la Universidad de Chile.
Pareciera inferirse que en las modulaciones contextuales, más allá de las diferencias planteadas con este último caso, al tratarse de configuraciones infraespecificadas y de referencia variable, el grado de neologicidad es muy bajo. 5. Conclusiones Bajo la asunción de que entre los sentidos polisémicos de una forma léxica existen distintos tipos de configuraciones semánticas, el análisis presentado contribuye
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tanto a precisar qué es un neologismo semántico como a delimitar grados de la neologicidad en los procesos de creatividad léxica. Para los procesos semánticos se requiere elaborar parámetros específicos para la neología semántica propiamente dicha y considerar si se requiere de otros para la neología semántica involucrada en procesos formales. En este capítulo he intentado contribuir a distinguir variables pertinentes para la dimensión estrictamente semántica de la neología de sentido. Si bien cada grupo de neologismos se correspondería con un grado distinto de neologicidad, cabría más bien considerar qué incidencia tienen las distintas variables al conjugarse entre sí. La agrupación presentada podría “afinarse” y considerarse algunos distintos casos al constatar alguna diferencia en la conjugación de las variables. Por ejemplo, como observamos en el cuarto grupo, el caso de los nombres de color o nombres como caladero que tienen el mismo tipo semántico que el sentido establecido, permitirían evaluar si la conjugación de las variables da como resultado diferencias de neologicidad entre los nombres de un mismo grupo. En el cuadro 2 sintetizamos las variables semánticas y cómo se expresan en los neologismos analizados. Podría suponerse que las variables que resultan pertinentes para determinar grados altos de neologicidad son el sentido pleno, la relación homonímica, el tipo semántico diferente y la referencia no variable. A su vez, es esencial considerar complementariamente el criterio de lexicalización. A modo exploratorio, en este capítulo la tuvimos en cuenta al señalar la frecuencia que los neologismos registran en el Corpus del español NOW. Sin embargo, cabe reflexionar a futuro cuál es el modo más adecuado de ponderar la lexicalización para establecer grados de neologicidad. El análisis presentado también pone en consideración los límites entre el comportamiento regular de los nombres de usarse tropológicamente como figuras de sentido en el discurso, comportamiento que evidencia la flexibilidad en la referencia, por un lado, y la lexicalización del sentido neológico detectado como un significado abstracto de carácter muy general. Finalmente, del análisis también se desprende que es preciso revisar el condicionamiento lexicográfico para decidir si el nuevo sentido es un nuevo significado pleno, o un uso discursivo o un sentido que debe registrarse como muy abstracto y general.
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Anna Aguilar-Amat Universitat Autònoma de Barcelona ASPECTOS DE LA TRADUCCIÓN DE NEOLOGISMOS
1. Introducción El papel del traductor es clave en los procesos neológicos, ya que muchos neologismos que proceden de otros sistemas lingüísticos son fruto del trabajo de los traductores, y solo después de que hayan sido traducidos (o adaptados o tomados prestados) los comités de planificación lingüística o los académicos de la lengua debatirán sobre su pertinencia en el idioma. Quedan fuera de este texto los neologismos que se originan dentro del idioma mismo, y nos centraremos en los que proceden de otros sistemas lingüísticos. A estos conceptos la tradición española viene llamándolos extranjerismos (Pratt 1980; Medina López 2004), en convivencia con otras variaciones denominaciones, a saber: barbarismo —o préstamo integral— para el que mantiene su grafía y pronunciación de origen (i. e. wifi) o préstamos adaptados a la grafomorfología del idioma receptor (i. e. fútbol). Por cuestión de espacio no vamos a entrar en la terminología clasificatoria de los fenómenos neológicos según sus funciones (cf. Dubuc 1992), ya que es muy extensa y variada porque lo son los ejemplos en los que se basa, sino que nos centraremos únicamente en algunos ejemplos de préstamos substituidos, es decir, traducidos, priorizando los que se encuentran en la base de datos de Neómetro. Queda para otra ocasión la adaptación al campo del léxico de los estudios de Newmark (1988) sobre los tipos de texto (informativos, expresivos y vocativos), las técnicas de traducción propuestas por Molina y Hurtado (2002) y Vinay y Dalbernet (2002) que, en general, como viene sucediendo en los estudios traductológicos, se refieren al neologismo de manera bastante soslayada. En los estudios de traducción se ha dado tradicionalmente prioridad a la función textual, la cual posibilita lo que se denomina teoría del skopos o escopo, presentada por Hans J. Vermeer (1989). Skopos es una palabra griega que significa ‘propósito’ y
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define aquí la adecuación del traductor a la intención del autor y la recepción por el lector. El receptor va a usar el texto para una determinada función según sus propias expectativas, necesidades, bagaje general y condiciones situacionales y, en un caso ideal, gracias a la ecuación entre intención y función que realiza el traductor, la intención del emisor encuentra la expectativa del receptor. En palabras de Reiss y Vermeer (1996), el texto meta debe cumplir la exigencia de “coherencia intratextual”, lo que implica que sea comprensible y significativo para el receptor meta. El funcionalismo tiene siempre en cuenta el encargo de traducción, y a partir de él la regla de la coherencia exige que una traducción sea aceptable desde la situación receptiva. De alguna manera que podríamos definir como fractal, lo que sucede a nivel textual es una proyección de lo que sucede en el nivel del léxico, los sistemas conceptuales son tejidos que se construyen a partir de sus “átomos” o “células”. 2. Neologismos producidos por traducción En la base de datos desarrollada por el proyecto Neómetro de neologismos del español que contiene algo más de 6.000 lemas, existen unos 1.735 vocablos (en el momento de la redacción de este artículo) que proceden de otros sistemas lingüísticos, de los cuales 100 han sido adaptados morfosintácticamente. Como era de suponer, la lengua que más préstamos aporta al español en la muestra es el inglés (1.166), seguido del francés (124), el catalán —se trata de prensa en castellano editada en Barcelona— (79), el latín (51), el alemán (32), el italiano (74), el griego (4), el ruso (9) y 205 vocablos están agrupados bajo la etiqueta ‘otras procedencias’, que se refiere al japonés, el chino, el persa, el hebreo, algunas lenguas africanas, etc.
Préstamos de otras lenguas 1200 1000 800 600 400 200 0
Inglés Francés Italiano Catalán Lan Alemán Griego Otros Figura 1. Préstamos de otras lenguas en la muestra
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Préstamos adaptados 40 35 30 25 20 15 10 5 0
Inglés Francés Italiano Catalán Lan Alemán Ruso Griego Otros Figura 2. Préstamos adaptados en la muestra
Muchos de estos préstamos están en proceso de incorporación y que hayan sido observados y recogidos no significa que vayan a ser reconocidos por las “instituciones” que velan por la salud del idioma, a saber: los comités de planificación, los medios de comunicación y el sentido común de los hablantes. Por ejemplo, un neologismo por préstamo del inglés como cross country es muy probable que sea espontáneamente traducido por ciclismo de montaña una vez superada la excitación novedosa del incremento de la afición por este deporte. Otros préstamos pasarán por la reflexión de los planificadores lingüísticos y los académicos de la lengua que determinarán su pertinencia, de manera que anti-glare se convertirá en antibrillo, antirreflejo o antirreflectante, mientras que términos ya adaptados y extendidos como blinblineo del inglés bling-bling (‘nuevo rico de la cultura hip-hop que hace sonar o brillar sus joyas’) es posible que pasen a formar parte del diccionario después de un análisis de diccionaribilidad por los expertos. El usuario (muchas veces el comerciante) determinará la colocación para cada ámbito, de manera que antibrillo se combinará con toallitas, cremas para el rostro, etc., y pasará a ubicarse dentro de la cosmética, mientras que antirreflejo y antirreflectante se ubicarán de manera natural en los dominios de la informática (pantalla antirreflejo) y la óptica (gafas antirreflectantes). Sin embargo, del total de neologismos detectados y recogidos en la muestra, como ya se ha dicho, los que nos ocupan en este artículo son aquellos que son objeto de traducción. Es en estos casos donde el mediador lingüístico desarrolla su competencia y debe actuar con responsabilidad, ya que de él depende, no solo
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la correcta comprensión del concepto sino también el equilibrio del sistema lingüístico de la lengua de llegada. Paradójicamente, los préstamos traducidos (o sustituidos) son difíciles de detectar en la base de datos porque, si la traducción es adecuada, quedan integrados manteniendo la naturalidad del idioma, por lo que resulta arduo reconocer su origen a simple vista. Como ocurre en otras disciplinas, el fenómeno se estudia desde las patologías o los casos que plantean dudas sobre el éxito de la traducción. Tomemos como ejemplo de lo anterior uno de los neologismos descritos en Neómetro1, el banco malo. Obviamente, banco malo es una traducción literal de bad bank, basada en la traducción más frecuente de bad = malo, pero si atendemos a su definición, i. e. ‘entidad que compra activos tóxicos, contabilizados por encima de su valor real de mercado, a fin de evitar la quiebra y salvar el sistema financiero’2, vemos que el concepto de malo no se aplica al banco en sí, sino a los activos que compra, por lo que una traducción mucho más frecuente y pertinente de bad bank sería banco tóxico3 (también se usa banco defectuoso, con el inconveniente de que es una denominación con más sílabas). La ventaja de banco tóxico frente a banco malo es que respeta el eje antónimo del idioma tóxico/sano, y este se corresponde mejor con el concepto que el eje de malo/bueno. Otro ejemplo de traducción “fácil” (la traducción literal por el significado más estándar, o más usado) podría ser el de edificio enfermo, que procede del identificado como (ingl.) sick building syndrome, (fr.) syndrome des bâtiments malades. En el contexto del confinamiento por pandemia mundial, se denomina síndrome del edificio enfermo a un conjunto de sintomatologías originadas o estimuladas por la contaminación del aire en los espacios cerrados, pero que también se puede ver agravado por las condiciones de estrés propias del trabajo, el uso de materiales sintéticos o la electricidad estática. Según la OMS, los edificios enfermos tienen una serie de características comunes: ventilación forzada y recirculación parcial del aire, son de construcción ligera y poco costosa, las superficies están recubiertas con material textil, las ventanas no pueden abrirse…4 Sin embargo, en el nivel de la denominación vemos que se produce una metonimia un tanto forzada, ya que son las personas quien se enferman, y no se trata de un edificio con “patologías” —como la aluminosis, por ejemplo—. Por ese motivo la traducción podría haber
Como método de trabajo se considera neologismo un vocablo que no está descrito en el diccionario, cf. Observatori de Neologia 2004. 2 . 3 . 4 Instituto Nacional de la Salud, NTP 289: Síndrome del edificio enfermo: factores de riesgo . 1
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sido un poco más consciente y haberlo resuelto como edificio nocivo, edificio perjudicial o edificio dañino, o edificio poco sano. Queda claro, pues, que el traductor debe tener en cuenta la distribución semántica y los ejes antónimos, así como mecanismos analógicos (metáforas, metonimias) usuales en la creación neológica. Aunque el público usuario opte por banco malo, el mediador, siempre que pueda, propondrá la opción más coherente. Más difícil es contradecir a las instituciones. Existen otros muchos factores o indicios que determinan la pertinencia de una traducción, entendiendo por pertinencia que el objetivo de la comunicación se cumpla perdiéndose el mínimo de contenido y de autenticidad, así como respetando el idioma. El traductor debe tener en cuenta cuestiones fonológicas, etimológicas, semánticas, combinatorias, sociológicas, de registro, culturales, comerciales, nomenclaturales, políticas, ideológicas, etc., y debe construir un algoritmo para cada caso atendiendo al grado de pertenencia a cada paradigma, lo que le inclinará hacia la opción más idónea. Hay que considerar que el hecho de tener en cuenta un criterio, como este del eje antónimo, no debe llevarnos a un obligado dogmatismo, sino que hay que considerarlo siempre en aras de una comunicación óptima. Un ejemplo de esta afirmación sería el caso de dry cough/wet cough, que en la publicidad de los jarabes para la tos vemos traducido como tos seca/tos productiva: las traducciones más literales de tos húmeda, tos mojada, tos con flemas o tos con mocos resultan más desagradables y menos publicitarias. Aunque los profesionales de la medicina tengan su propio argot, la fuerza de la comunicación “amable” podría revertir también en una modificación de sus nomenclaturas. Es así como los diferentes agentes sociales y los hablantes en cooperación hacen evolucionar el idioma. 3. Algoritmos traductológicos Al contrario de lo que muchos piensan, traducir no consiste en el hecho simple de sustituir una palabra por su equivalente en otro idioma, creencia esta que se sostiene sobre dos falsos supuestos, a saber: a) existen diccionarios o glosarios que recogen todas las equivalencias, y b) todas las palabras del idioma de partida tienen un equivalente exacto en el idioma de llegada. Nada más lejos de la realidad: los idiomas no tienen el mismo número de conceptos ni estos se especifican ni se usan de la misma manera, por lo que la naturaleza del mensaje casi siempre se verá más o menos modificada debido a la traducción. Lo que denominamos conceptos son entes abstractos que se forman en la relación entre el código lingüístico, la cultura y la mente de cada individuo, por lo que no es sencillo establecer el consenso útil para cada colectivo. La plas-
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ticidad cerebral, la aptitud de nuestro cerebro para adaptar la realidad a nuestras necesidades y expectativas, tiene el efecto secundario de dificultar la descripción sistemática diccionarizable del léxico de un idioma. De esta plasticidad se desprende que a menudo coexisten variaciones denominativas para un mismo concepto y estas, a veces, son fruto de procesos de traducción distintos. En el caso de la neología especializada o neología terminológica, la presencia de variación denominativa ha sido considerada indeseable, puesto que la comunicación entre expertos exige el mínimo de ambigüedad y el máximo de precisión. A pesar de que en una etapa reciente los terminólogos han acabado por aceptar que la variación denominativa no solo es inevitable, sino que a veces es necesaria (Freixa 2013) y que el concepto puede quedar mejor acotado gracias a ella, es patente que el traductor tiene la obligación de evitarla para no provocar ambigüedad, o, mejor dicho, debe evitar que su traducción aumente la variación denominativa indeseada por estéril. 3.1. Traducción de neologismos especializados Un vocablo especializado o término se caracteriza por su especificidad. Pero a veces los términos no alcanzan la felicidad deseada y, ya sea por ambigüedad en el referente, el concepto o la denominación, o de la equivalencia, sufren un equilibrio identitario frágil. En un experimento en el marco del proyecto TRACE5 del grupo Tradumàtica de la FTI-UAB, una treintena de estudiantes de traducción tradujeron el mismo texto de medicina. Uno de los puntos ricos o puntos de interés fue la traducción de hand device, término que se refería a un instrumento diagnóstico de primeros auxilios y que produjo quince traducciones distintas (una productividad del 6,25 %): inglés
español
hand device
dispositivo portátil / dispositivo manual / dispositivo de mano / dispositivo de bolsillo / dispositivo / aparato portátil / aparato manual / recurso informático / recurso médico / programa clínico / pequeño dispositivo / equipo médico / equipo portátil / dispositivo móvil / dispositivo táctil Tabla 1. Multiplicación de traducciones para hand device
Es obvio que, si esto sucede con un solo concepto, enfrentados a un texto entero, la explosión de resultados en cuanto a variación denominativa y de pérdida de TRACE: Traducción Asistida, Calidad y Evaluación (MEC, n.º de ref. HUM2006-04349 / FIL2006-2009). 5
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eficacia comunicativa es grande. La práctica extendida de contar las ocurrencias en internet para cada traducción puede ayudar a escoger una, pero si no se especifica que el dominio es médico, el término hand device puede aparecer en muchas áreas de aplicación y la confusión puede aumentar. Para reducir la ambigüedad y el exceso de variación en el caso de hand device, se observó que ciertas reflexiones referidas al modificador y al núcleo de la colocación disminuían la variación que pasaba de 16 posibilidades a 2 gracias: a. Convenía rechazar los modificadores manual (en eje antónimo con automático), portátil (muy vinculado a los ordenadores), móvil (muy vinculado a los teléfonos) y táctil (relacionado con un tipo de pantalla), quedando como válidos de mano o de bolsillo. b. Si el traductor reconstruía la parte omitida del término, el adjetivo médico (ingl. medical) que se había elidido por contexto, quedaban invalidadas las colocaciones que contenían aparato o equipo (que podría referirse al personal), y también recurso o programa (que podría referirse a un documento), quedando como núcleo válido únicamente dispositivo. (ingl.) medical hand device ➙ (es) dispositivo médico de mano / dispositivo médico de bolsillo Por otro lado, es preciso tener en cuenta la manera en que denomina el objeto el personal que lo emplea. En el caso de un dispositivo médico desgraciadamente puesto en boga por la pandemia de COVID-19, ha aparecido otra posible variación denominativa funcional, kit, que se sigue de una sigla en inglés: kit PCR (polymerase chain reaction ‘reacción en cadena de la polimerasa’), que ha ganado protagonismo debido a las circunstancias. En todo caso, otro de los criterios clave en el algoritmo traductológico es la reconstrucción de las colocaciones o ligazones sintagmáticas que han quedado truncadas por elisión (anáfora o catáfora) de una de las partes (normalmente el modificador), la cual es sobrentendida por apoyarse en el contexto. La entidad denominativa precisa de dos componentes: el nombre genérico y el especificador. La naturaleza binomial de las denominaciones que debe respetarse en aras de una traducción inequívoca también suele ser referida en la bibliografía como n-gram, porque, aunque con menos frecuencia, pueden ser combinaciones de más de dos palabras. No ocurre solo en los lenguajes de especialidad, como ilustra el ejemplo de secreto ibérico, i. e. ‘pieza de carne del cerdo situada en la zona de la axila, entre la paletilla y la panceta’. La idiomaticidad del vocablo se hace patente
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porque es imposible traducirlo al inglés de manera literal como *Iberian secret, debiendo optarse por los genéricos Iberian pork o pork loin, y el origen del nombre tal vez no está injustificado porque se trata de una pieza escondida del animal, pero en todo caso en ningún momento vamos a referirnos a secreto sin que peligre la traducción correcta, sobre todo en la traducción automática (TA). Lo mismo pasaría si omitimos el adjetivo de copa menstrual, por ejemplo. Por eso, aunque pareciere una obviedad, el traductor deberá optar por especificar copa de vino, copa de cava, etc., siempre que pueda, ya que demasiadas veces se producen irregularidades insospechadas: (esp.) vaso ➙ (ingl.) glass, pero (esp.) vaso de plástico ➙ (ingl.) plastic cup (no podría ser *plastic glass por la contradicción de las materias primas). 3.2. Traducción de neologismos de consumo El concepto de concepto es necesario para traducir, y se refiere a un lugar mental donde la comunicación, el match o coincidencia, se hace posible. La docencia de la traducción se centra a menudo en la tipología de problemas que salen al encuentro y las posibles soluciones: compensación, explicitación, modulación, adaptación, etc. (Molina/Hurtado 2002; Vinay/Dalbernet 2002), pero a menudo se olvida que el léxico es el pilar fundamental donde se sostiene el sistema de conceptos de un idioma, que las cuestiones referentes a la metodología para la descripción del léxico no son triviales. Si bien la tradición lexicográfica recoge las palabras y aporta distintas definiciones según los diferentes usos de los hablantes (método semasiológico), el traductor opta por procedimientos que le ayuden a describir las ideas y vincular a ellas las distintas palabras de los diferentes idiomas que pretende describir y que permiten comunicar esas ideas (método onomasiológico). Aunque esta polaridad de métodos se viene refiriendo principalmente al léxico especializado (terminología), se podría decir que en general el proceso de trasvase de un idioma a otro es siempre onomasiológico. En el caso de los neologismos no especializados, o lo que hemos llamado en el marco de este artículo neología de consumo, los criterios en juego se multiplican exponencialmente por el número de hablantes, aunque, por suerte para el lingüista o el mediador, los grupos sociales se esfuerzan en mantener cierto consenso. Es inevitable que se produzcan malentendidos en ciertos casos, sobre todo desde que la traducción automática ha tomado riendas en el asunto, porque, aunque gracias al aumento de corpus y la colaboración de los usuarios la TA mejora diariamente, siempre va a ir a la zaga de la realidad lingüística cotidiana. Ilustraremos esta última cuestión: hasta hace poco tiempo el traductor de Google traducía baby doll por muñeca bebé, cuando la realidad es que se refiere a un tipo de lencería o camisón corto —reconstruido sería (ingl.) baby-doll pajamas—, lo que en español se denomina picardías. También se usa para referirse a la mujer por analogía (my baby doll ‘mi muñeca’).
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El caso es que fijar una traducción para un concepto nuevo no es nada trivial porque muchas veces la cantidad de información conectada que se omite puede ser ingente. El caso de donut puede ser un buen ejemplo de esto. La tendencia general es denominar a este bollo con el nombre de la marca que lo comercializa con éxito: Donuts® (a pesar de los inconvenientes legales). El vocablo se origina en inglés por la unión de dos palabras (ingl.) dough ➙ (esp.) masa y (ingl.) nut ➙ (esp.) nuez, o sea bola del tamaño de una nuez, claramente referido al pedazo de masa antes de ser frito en grasa. Pero el vocablo nut tiene mucha extensión en inglés y muchos significados posibles. En plural (ingl.) nuts ➙ (esp.) loco, es muy frecuente en el inglés hablado, y por eso resulta en una denominación muy cotidiana, un caso donde la ambigüedad es la clave del éxito: Inglés nut n
Español (hard fruit)
nuez nf fruto seco loc nom m
nut n
(screw)
tuerca nf
nut n, adj
figurative, slang (crazy person) (informal)
tarado, tarada nm, nf, adj loco de atar, loca de atar loc nm, loc nf, adj chiflado, chiflada nm, nf, adj flipado, flipada nm, nf chalado, chalada nm, nf, adj
nut n
nut, nuts npl
informal, as suffix (person: fan, enthusiast) (voz inglesa)
fan n común
(coloquial, figurado)
loco, loca nm, nf
(coloquial, figurado)
enfermo, enferma nm, nf
figurative, slang (testicles) (vulgar)
huevos nmpl bolas nfpl
nuts! interj
slang (frustration, disappointment)
¡diablos! interj ¡diantres! interj
nut n
figurative, slang (head) (figurado, coloquial)
coco nm
(figurado, coloquial, AR, UY)
mate nm
nut n
UK (piece of coal)
trozo de carbón nm + loc adj
nut n
(violin: bow)
cejilla nf
nut n
(violin: fingerboard)
diapasón nm
Figura 3. Significados de (ingl.) nut a partir de Wordreference
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El éxito de este bollo de masa frita y azucarada debe mucho al acierto de su nombre y a su divertida polisemia, así como a las distintas posibilidades metafóricas, lo que constituye la motivación del hablante del inglés y su posterior popularización. El préstamo no sustituido deviene opaco para el hablante de español que achaca la popularidad del bollo a su valor gastronómico en lugar de a su nombre. (Un ejemplo nacional de éxito parecido sería el del español Chupa-Chups, marca que también debe parte de su éxito internacional a la sonoridad de su nombre, aunque por cuestiones legales no se pueda traducir al inglés por *Licky-Licks.) Puesto que utilizar el nombre de la marca registrada Donuts puede ser ilegal (o una publicidad no remunerada), han aparecido otras denominaciones posibles en español alternativas a donut. La adaptación fonológica, en Latinoamérica se ha producido dona (como se escucha), y en el centro de España donus (como se lee). La adaptación morfológica permite el uso en plural y en singular (el/los donus, la/las donas), pero el traductor debe decidir si usar el nombre de la marca extendido u optar por opciones más enraizadas en nuestra cultura como rosquilla, buñuelo o berlina. La dificultad es que la tradición gastronómica para la rosquilla produce un bollo no tan esponjoso y más pequeño, el buñuelo suele dar en una bola del tamaño de una nuez (nut) no tan grande y sin agujero, y la berlina (que alude al tamaño de coches grandes usados en Berlín en el siglo pasado) es una especie de buñuelo grande, también sin agujero. Es importante notar que el agujero del donut no es indispensable como característica constituyente, por lo que hay donuts sin agujero y donuts con agujero que en inglés se llaman precisamente (ingl.) doughnut holes: “it’s 9.30 on a wintry Saturday morning, and we’re sipping coffee and eating doughnut holes”6. Existe mucha ironía sobre comer “agujeros” en las series policíacas americanas, donde los agentes comen donuts y hablan sobre ellos a modo de latiguillo estereotipado del género. Con esto queda claro que la contrastividad cultural afecta las denominaciones y que el traductor consciente no puede obviar el vacío del precipicio que sortea con cada decisión que toma. A veces hay que apretar los dientes y seguir. 4. Analogías neológicas Así como el sustrato del entramado léxico de un idioma es importante para la comunicación eficiente y satisfactoria, en la traducción tendremos que dar un paso
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CSI: Miami, temporada 10, episodio 2.
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más allá para establecer conexiones entre los sustratos semánticos de los distintos idiomas y valorar si se está enriqueciendo expresivamente o limitando las capacidades comunicativas del lenguaje en el proceso. Puesto que cada sistema lingüístico desarrolla un sistema semántico diferente, la felicidad de una traducción no ya literal, sino conceptual, se ve a menudo truncada al sopesar todo lo que se va a perder por el camino. Soluciones que pueden ser muy brillantes tienen poco futuro o digamos que empiezan con mal pie. Sería el caso de diamante, un término descrito en la base de datos de Neómetro: “El Español (equipo de fútbol) tiene un nuevo diamante [jugador diamante]”. El concepto nuevo o neologismo semántico de diamante como ‘jugador estrella’ (otra metáfora, pero quizá menos relacionada con meter goles) tiene un agudizado carácter simbólico (dureza, brillo, precio y aprecio) y por ese motivo se usa en este contexto para referirse a un deportista competitivo. Existe otro significado analógico (metonímico) de diamante que se refiere al instrumento que utilizan los vidrieros para cortar el cristal, pero es esta una ambigüedad soportable por el idioma por el hecho de ser usos de dominios alejados. Y, sin embargo, cabe preguntarse si en la contrastividad con el inglés resultará poco fructífero, ya que en ese idioma se denomina diamond (baseball)7 al nombre del campo o cuadrilátero de béisbol, y hay que tener en cuenta también que (ingl.) diamante, como préstamo del español en el idioma inglés, significa ‘diamante de imitación’. El buen traductor invierte tiempo en documentarse e investigar en la lengua de origen antes de aproximarse a la lengua de llegada, puesto que el universo conceptual no se forma en los idiomas solamente a partir de los significados referenciales, sino que las connotaciones y analogías forman un magma en el subsuelo a veces tan grande como la parte sumergida de un iceberg, y lo que puede parecer un hallazgo acertado puede tener un futuro corto y por eso, ser poco diccionarizable. 5. Reversibilidad traductológica de neologismos En la misma línea, otro aspecto que hay que tener en cuenta es la relación biyectiva de las equivalencias en su traducción directa (cuando el traductor trasvasa contenidos desde una lengua extranjera a la propia o materna) y su traducción inversa (cuando el traductor traduce desde su lengua materna a una lengua extranjera). La traducción inversa de neologismos propios no está exenta de interés, ya que permite exportar la expresividad de nuestro idioma, que se comprenda el mensaje correctamente e incluso que se valore la capacidad de crear o matizar
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conceptos (cf. Burgués/Aguilar-Amat 2019). Dado el carácter del volumen en el que se enmarca este artículo, nos hemos centrado en la traducción directa de neologismos, pero ¿funciona siempre una opción neológica en su traducción inversa? García Palacios (2015: 353) señala que el espacio general que se plantea en los intercambios lingüísticos entre el inglés y las lenguas neolatinas es un espacio de asimetrías puesto que no se desarrolla de la misma manera en los dos sentidos: una lengua es la dominante y las otras son lenguas dominadas […]. Este espacio asimétrico respecto del inglés condiciona la dirección de la traducción, así como las características de la neología terminológica.
Tomemos como ejemplo el caso de un concepto reciente de gran impacto que se usa en distintos ámbitos: crowd-sourcing (también crowdsourcing). Se trata del aporte de información por parte de los usuarios digitales con fines diversos (algunos de gran utilidad como en el caso de la ciencia ciudadana). Las distintas traducciones encontradas en la base de datos de traducciones humanas Linguee.es para el español son las siguientes: inglés
español
crowd-sourcing; crowdsourcing
colaboración del público / aportaciones / fuente múltiple / grupo mediático / trabajo hecho por multitud de personas / multitud de fuentes / trabajo masivo…
Tabla 2. Multiplicación de traducciones para crowd-sourcing
Ninguna de estas traducciones coincide con la propuesta para el español de Wikipedia: colaboración abierta distribuida o externalización abierta de tareas. A pesar de desear el consenso, ante tanta disensión el mediador lingüístico puede optar por una solución de acuño propio, por ejemplo, aportación colectiva o colaboración colectiva. Las colocaciones N+A (nombre y adjetivo) son un recurso natural del idioma más frecuente y que sufre menos ambigüedad que los modificadores introducidos por de (N+SPrep). El adjetivo colectivo tiene la ventaja de eludir público (ente más receptivo que participativo), y también multitud o masa (las aportaciones son individuales). Cabe señalar que ni colaboración abierta distribuida ni aportación colectiva, ni externalización abierta de tareas nos devuelven al crowdsourcing de partida en la traducción inversa automática, por lo que el término tiene todavía que arraigarse y puede que lo haga de otra manera distinta. En muchas ocasiones el neologismo aparece en la lengua extranjera formando parte de un paradigma, y a pesar de que las redes paradigmáticas son convenientes
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(safety belt ➙ cinturón de seguridad, safety cushion ➙ cojín de seguridad, etc.), no siempre es posible mantenerlas: por ejemplo, cuando la aportación colectiva es económica (crowdfunding) se ha empleado un cultismo prefijado (en lugar de una colocación): micromecenazgo o microfinanciación. Se podría decir que desde el punto de vista de la traducción un neologismo ha arraigado en el idioma (y por tanto ha dejado de serlo), no solo cuando está ya presente en el diccionario monolingüe o bilingüe, sino cuando en algún lugar de la sociedad de la información está clara la correspondencia entre ese concepto y su equivalente en el idioma que lo originó según una función biyectiva: concepto en la lengua de partida crowdfunding
dirección de la traducción ←
→
concepto en la lengua de llegada micromecenazgo
Tabla 3. Biyección lograda de la traducción directa e inversa
Al final es la estadística la que va a decidir, por lo que las vacilaciones colaboran a que el término en inglés permanezca mucho más tiempo del aconsejado como préstamo integral o que se adapte una forma que no es descriptora etimológicamente del concepto. Nada de esto es deseable para la comunicación monolingüe por ir en contra de la transparencia. Cuando se pierde la relación entre la denominación y el referente se puede decir que la colonización conceptual ha ganado otro punto por gol en portería propia. A modo de conclusión se puede decir que el trabajo del lexicógrafo y el del traductor son complementarios como puedan serlo las cuerdas y los trastes en una guitarra. Se trata de que —ampliando la metáfora— la música del idioma esté afinada, de manera que las denominaciones —las notas— mantengan la correcta proporción entre ellas y con los conceptos —sonidos— que representan. El mediador lingüístico es el responsable de armonizar el resultado, y para ello debe tener en cuenta muchos factores además de la calidad de la cuerda y de la correcta posición de los dedos, a saber, el resto de la pieza, el tipo de orquesta, la acústica del local, el sentimiento del compositor y el momento del público. La toma de decisiones, el hecho de escoger una palabra u otra, calma o encrespa las relaciones sociales, y no hay ninguna información (etimológica, fonética, semántica), por insignificante que parezca, que deba ser tratada negligentemente. Esta conciencia del idioma tal vez es uno de los casos en los que “menos no es más”.
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Judit Freixa Universitat Pompeu Fabra Juan Miguel Monterrubio Universitat de les Illes Balears NEOLOGICIDAD Y DICCIONARIABILIDAD: ANÁLISIS DE LOS NEOLOGISMOS CON CIBER-
1. Introducción Según los datos del Observatori de Neologia (BOBNEO), el texto siguiente, aparecido en el periódico El País el 23 de octubre de 1991, atestigua la primera aparición del neologismo ciberespacio y, al mismo tiempo, la primera voz con ciber- en la prensa de amplia difusión en español1: “Todo ello al servicio de una idea argumental de fin de milenio: la nueva frontera del ciberespacio, la fabulosa dimensión creada por la red mundial de ordenadores”. Diez años más tarde, al iniciarse el nuevo milenio, en BOBNEO ya se habían documentado más de 50 neologismos distintos con ciber- y en 2019 ascienden a casi 200, lo que permite afirmar que ciber- se ha convertido en dos décadas en un elemento con elevada productividad (comparable a la de eco- o a la de macro-). La unidad ciber- tiene su origen en la lengua inglesa moderna, ya que los neologismos documentados en español formados con este elemento aparecieron en inglés con una considerable antelación: ciberespacio aparece en 1991, pero cyberspace lo hizo en 1982 según el OED2; cibercafé aparece en 2001, pero cyber En la base de datos Factiva, la primera aparición es en 1995: “‘El cielo sobre el puerto era de color televisor, un televisor que sintonizase un canal sin señal’. Así empezaba Neuromancer, de William Gibson, la novela de ciencia ficción de 1984 que utilizó por primera vez el término ciberespacio, y que ahora se considera un clásico del género cyberpunk” [El País, 4/06/1995]. 2 “I knew every chip in Bobby’s simulator by heart; it looked like your workaday Ono-Sendai VII, the ‘Cyberspace Seven’” [W. Gibson, 1982, Omni 72/2]. 1
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JUDIT FREIXA / JUAN MIGUEL MONTERRUBIO
café lo hizo en inglés en 1994; ciberataque aparece en 2002, pero cyber-attack en 1996; ciberseguridad aparece en 2010, pero cyber security en 1989; cibercrimen aparece en 2006, pero cybercrime lo hizo en 1991; etc. Sin embargo, la elevada productividad que alcanzó el elemento ciber- en muy pocos años provocó que los hablantes lo incorporaran en su catálogo de formantes y que adquiriera autonomía respecto del inglés, como lo demuestra el hecho de que muchos de los neologismos con ciber- documentados en español no se documentan (o no se documentan con anterioridad) en inglés. En este trabajo nos proponemos identificar las principales tendencias que se perciben en el uso de neologismos con ciber- y evaluar los conceptos de neologicidad y diccionariabilidad en relación con las formaciones con ciber-3. 2. Datos y metodología Los vocablos formados con ciber- que se analizan en este artículo proceden básicamente de la base de datos del Observatori de Neologia4 (BOBNEO) de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona, donde se analizan textos escritos (prensa de amplia difusión y revistas no especializadas) y orales (espacios radiofónicos) desde el año 1989 y se extraen los neologismos lexicográficos, es decir, aquellas palabras nuevas que no se documentan en los diccionarios establecidos como corpus de exclusión (DLE y VOXUSO). Cabe señalar que se recogen como neologismos tanto las palabras con función denominativa que pueden acabar presentando una cierta frecuencia de uso como las unidades más expresivas fruto de una necesidad discursiva que tal vez no aparecerán de nuevo. Los datos de análisis se refieren al periodo 1991-2018 porque, como hemos mencionado al inicio del trabajo, no se documentan neologismos con ciber- antes de 1991. En total, se han recogido 150 unidades distintas, de las que dos tercios (exactamente 103 neologismos) tienen la frecuencia mínima de una ocurrencia entre los textos vaciados, y poco más de un 10 % tienen una frecuencia mínima de cinco ocurrencias (concretamente, las 16 unidades siguientes: ciberacosador, ciberacoso, ciberactivismo, ciberactivista, ciberataque, cibercafé, cibercrimen, cibercriminal, ciberdelincuente, ciberespacial, ciberespacio, ciberespía, ciberespionaje, ciberguerra, cibernauta, ciberpirata, ciberseguridad, cibersexo y ciberterrorismo). Este trabajo es complementario al de Freixa y Monterrubio (en prensa) donde el elemento ciber- se analiza como unidad lingüística y en las formaciones en las que interviene. 4 . 3
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Para poder ofrecer unos resultados más globales de la frecuencia y estabilidad en el uso se han consultado también los datos proporcionados por Factiva, hoy por hoy la mayor base de datos de prensa del mundo. 3. Análisis y resultados En este apartado se evalúa el uso de las formaciones con ciber-, se examinan los rasgos neológicos de las palabras en las que interviene y, finalmente, se aborda la cuestión de la diccionariabilidad del nuevo léxico a que da lugar esta unidad. 3.1. Sobre la neologicidad y la diccionariabilidad El estudio de la neologicidad se originó hace ya varias décadas en el contexto francófono bajo el nombre de sentiment néologique, primero con Gardin et al. (1974) y más tarde con Sablayrolles (2003), Ben Hariz (2009) y Bouzidi (2010), aunque ha tomado un gran impulso en España en los últimos años con Estornell Pons (2010), Varo Varo (2013), Sánchez Manzanares (2013) y más concretamente en Cataluña con los trabajos de Cabré et al. (2004), Estopà (2009 y 2015), Freixa (2010), Bernal (2015) y muy recientemente los de Bernal, Freixa y Torner (2020a y 2020b). Por su lado, la reflexión sobre la diccionariabilidad de los neologismos ha formado parte de la práctica lexicográfica desde sus orígenes, pero desde unos años atrás existe también como línea de investigación teórica en sí misma con Barnhart (1985), Algeo (1993), Metcalf (2002), Ishikawa (2006), O’Donovan y O’Neill (2008), aunque una primera propuesta articulada de criterios de diccionarización no se encuentra hasta 2013, en el trabajo de Adelstein y Freixa, y con otros trabajos posteriores (Freixa 2016 y en prensa), gracias a lo cual se han ido identificando criterios para establecer qué unidades son más pertinentes para la actualización de los diccionarios generales. En el mundo anglófono ha recibido mayor atención la institucionalización de los neologismos (Lipka/Handl/Falkner 1994; Hohenhaus 2005; Schmid 2008; Fischer 2014, entre otros), con un significado cercano pero distinto al de diccionarización: la institucionalización se refiere a la implantación en el uso social, mientras que la diccionarización sería la institucionalización oficial que alcanzan solamente algunas de las unidades previamente institucionalizadas en el uso (Freixa/Torner 2020). Siguiendo a Bernal, Freixa y Torner (2020b) definimos neologicidad como una condición variable y cuantificable de los neologismos relativa a su carácter más o menos novedoso y diccionariabilidad también como una condición va-
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riable y cuantificable de los neologismos relativa a su carácter de más o menos diccionarizable. En el primer caso deberemos aclarar que novedoso no es sinónimo de nuevo, sino que se define como ‘que implica novedad’ (DLE) y, como veremos a continuación, la novedad referida a las palabras se puede establecer con distintos parámetros y el carácter reciente (es decir, nuevo) es solamente uno de ellos. Por otro lado, los neologismos son más o menos diccionarizables según si cumplen o no determinadas características que fijan las empresas lexicográficas para ser incorporados en el diccionario, de acuerdo con el objetivo que deba satisfacer el diccionario que se está elaborando o actualizando. Al intentar establecer las características de la neologicidad y la diccionariabilidad se observa un gran solapamiento a la inversa: lo que es más neológico es menos diccionarizable y lo que es menos neológico es más diccionarizable. Esta relación inversa ya fue apuntada por Sánchez Manzanares (2013) y comprobada empíricamente por Bernal, Freixa y Torner (2020b), cuyos estudios mostraron que las excepciones a la relación inversa muestran el camino a seguir para avanzar en la identificación de los parámetros que intervienen en el concepto de neologicidad. En Bernal, Freixa y Torner (2020b) se recoge una amplia revisión bibliográfica de los criterios de diccionarización, partiendo de la propuesta articulada por Adelstein y Freixa (2013). Como resumimos a continuación, se tienen en cuenta criterios relacionados con la frecuencia, con la formación lingüística y con su aparición con diccionarios anteriores. En primer lugar, atendemos a la frecuencia, sobre la cual hay un consenso general en considerarla un criterio fundamental —y a veces el único, como afirma Ishikawa (2006)—, aunque Freixa (2016) sugiere que debe ser un primer filtro de diccionarización: todos los neologismos que ingresan en un diccionario tienen que ser frecuentes. Sin embargo, no necesariamente todos los neologismos frecuentes deben entrar en el diccionario; entre los frecuentes, tendrán entrada en los diccionarios solo aquellos neologismos que cumplan otros criterios de diccionariabilidad. En la bibliografía se observa que la frecuencia es un criterio complejo que debe subdividirse en cinco criterios: la frecuencia total de uso; la extensión de uso, es decir, su aparición en distintos tipos de textos; la estabilidad en el uso para evitar la incorporación en el diccionario de neologismos muy frecuentes en un periodo muy corto; la extensión geográfica del uso; y el cambio longitudinal en la frecuencia, ya que un incremento en el uso indica una mayor necesidad de la palabra por parte de los hablantes. En segundo lugar, se tienen en cuenta criterios lingüísticos, ya sean formales o semánticos. En el primer caso se observa la conformidad a las reglas de formación de palabras de la lengua. Desde la perspectiva de la neologicidad se ha postulado que el carácter transgresor de un neologismo es un factor que con-
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tribuye a aumentar el sentimiento neológico (Freixa 2010), lo cual afecta a sus posibilidades de estabilización en el uso, pero también es cierto que las unidades más impredictibles requieren mayor diccionarización para los hablantes. Dentro de los aspectos semánticos, se observa la impredictibilidad semántica y la necesidad denominativa. Finalmente, se toman en consideración criterios documentales, puesto que cuantos más diccionarios (ya sean generales o de neologismos, descriptivos o prescriptivos, de la lengua o de otras lenguas, etc.) hayan incorporado ya el neologismo, más consenso lexicográfico se percibe en la necesidad de diccionarizarlo en otras fuentes. 3.2. Análisis de uso de los neologismos con ciberComo hemos expresado en la introducción, en los 20 años transcurridos entre 1990 y 2010, ciber- pasó de ser un elemento inexistente en español a ser un elemento frecuente para la formación de palabras, y en la década siguiente se ha consolidado como tal. En este apartado vamos a analizar algunas tendencias que se perciben en el uso de los neologismos con ciber- y para ello nos fijaremos en aspectos como la temática y la novedad, la frecuencia, la estabilidad y su función en el discurso. Para empezar vamos a observar este crecimiento general con el siguiente gráfico donde la línea inferior se refiere al número exacto5 anual de formas con ciber- nuevas y distintas (es decir, sin acumulación anual de neologismos ni ocurrencias) y la línea superior muestra la cantidad anual de ocurrencias de formas con ciber-.
80 60 40 20
new type
-1 8
6
17 20
15 -1
20
13 -1 4
20
0
11 -1 2
20
09 -1
-0 8
20
6
07 20
05 -0
20
2
03 -0 4
20
01 -0
20
99 -0 0
-9 8
19
97
19
95 -9 6
4
19
93 -9
19
19
91 -9 2
0
all token
Gráfico 1. Evolución de neologismos con ciber-
Según la base de datos BOBNEO ().
5
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Ambas líneas muestran un crecimiento parecido: partiendo de cero, los neologismos con ciber- aumentan durante casi 20 años, superando el descenso producido en 2001 con la actualización del diccionario académico DLE6, y luego se inicia un descenso, todavía dinámico, en la última década, en el que también debemos tener en cuenta la aparición de la edición 23.a del diccionario. Ciberespacio fue, en 1991, la primera palabra con ciber- que conoció la prensa española, la traducción del cyberespace inglés, y los neologismos que lo acompañaron esos primeros años fueron todos referidos al ciberespacio: ciberespacial, cibernauta, cibernario, cibernavegante, entre otros, pero no tardaron en aparecer los vocablos con ciber- referidos a la ciberdelincuencia y la ciberseguridad, el ámbito temático que más neologismos ha producido a lo largo de los años: ciberguerra, ciberespía, ciberterrorismo, ciberpolicía, cibercriminalidad, ciberataque, ciberterrorista, ciberdelincuente, ciberdefensa, ciberpirata, ciberdelito, ciberrobo y muchos más, todos ellos caracterizados por un fuerte carácter denominativo y por estabilidad en el uso. Un tercer bloque de neologismos formados con ciberempieza a aparecer también muy tempranamente relacionado con la cultura y la comunicación, un tema más amplio que agrupa neologismos con características dispares en cuanto a su frecuencia y estabilidad: cibercultura, cibercharla, cibercómic, ciberpunk, cibertexto, ciberperiodismo, ciberbiblioteca, ciberpelícula, ciberconferencia, ciberentrada, ciberenciclopedia, ciberdiario, cibermoda, ciberlibro, etc. Y con la llegada del nuevo milenio entran en escena neologismos que se refieren a relaciones entre cibernautas, especialmente de orden amoroso y sexual: cibersexo, ciberpareja, cibernovio cibernovia, cibercita, ciberamante, ciberrelación, ciberflechazo, ciberaffaire, cibercuerno, ciberamigo ciberamiga, cibersexoadicto cibersexoadicta, entre otros. Aunque a día de hoy casi cualquier palabra es susceptible de convertirse en neologismo con la mera adjunción del elemento ciber-, se observa que los temas más ciberespaciales son los mencionados además de otros igualmente importantes pero que no han producido tanta variedad neológica. Por un lado, se ofrecen todo tipo de servicios por la red (cibertienda, ciberveterinario, cibercanguro, ciberprostitución), pero también se habla de ideología (ciberfeminista, cibercolonialismo, ciberactivista, cibercampaña, cibermanifestación, ciberpolítica) y
Dado que el DLE se utiliza como corpus de exclusión, cada nueva voz que incorpora este diccionario deja de considerarse neológica y ya no aparece en el cómputo (porque deja de recogerse en la base de datos) pero puede aparecer en el análisis porque en su momento fue un neologismo. Así, por ejemplo, actualmente no se consideran neológicas las siguientes palabras con ciber- por estar ya incorporadas en el diccionario: ciberarte, ciberartista, cibercafé, cibercultura, ciberespacial, ciberespacio, cibernética y cibernético -ca (además del elemento ciber-, que cuenta también con entrada propia en el diccionario). 6
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de los peligros del mundo virtual (ciberbullying, ciberacoso, ciberdepredador, ciberacosador). En cuanto a la novedad de los neologismos con ciber- debemos subrayar que todos los ejemplos pueden considerarse todavía recientes, porque los hablantes tienen incorporado en su léxico mental el elemento ciber- como una pieza reciente para formar palabras nuevas y no tradicional como la mayoría de elementos (ya sean compuestos o derivados). Aun así, algunos “ciberneologismos” cuentan ya con casi 30 años de vida en español y otros acaban de aparecer, con lo cual sí podemos considerarlos más o menos nuevos, dentro de estos márgenes. Reproducimos a continuación los primeros ejemplos documentados en la prensa española (además de la primera ocurrencia de ciberespacio de 1991 con la que hemos iniciado el artículo): ¿En los ciberhogares del futuro, gobernará la televisión o el ordenador? ¿Desaparecerá uno u otro? [La Vanguardia, 15/09/1995] En Singapur se ha abierto un cibercafé que permite acceder a Internet mientras se toma un refresco. [La Vanguardia, 15/09/1995] Mick Jagger mantuvo hace unos días una cibercharla con sus admiradores. [La Vanguardia, 11/12/1995]
Si contrastamos estos ejemplos con los más recientes, en este caso los del año 2018, observamos que el elemento ciber- ha aumentado su productividad, ya que documentamos nueve neologismos distintos que suman un total de 19 ocurrencias, y solamente son totalmente recientes (no documentados antes de 2018) los tres siguientes, que sugieren un cierto desencanto hacia las posibilidades que abría el ciberespacio 30 años atrás: Los tiempos del ciber-desencanto: quizás las redes sean como la energía eléctrica, valen tanto para calentar una cocina como una silla mortal. [El País, 13/11/2018] Kim Jong-un apunta a su ciberejército al robo de divisas y criptomonedas. [El País, 13/01/2018] Tuitepistolarios y cibercartas. Es importante empezar a conservar y archivar la correspondencia virtual para las investigaciones literarias del futuro. [El País, 13/01/2018]
Siguiendo con el análisis de uso de los neologismos con ciber-, vamos a observar ahora qué tendencias se pueden percibir en cuanto a su frecuencia y estabilidad, lo cual nos permitirá también caracterizarlos desde el punto de vista
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de su función en el discurso. Según BOBNEO, los neologismos con ciber- que alcanzan la mayor frecuencia son tres: ciberataque (con 50 ocurrencias), ciberespacio (con 49 ocurrrencias) y cibercafé (con 39 ocurrencias). Para poder analizar la estabilidad de estas unidades hemos recurrido a Factiva, en cuya base de datos encontramos miles de ocurrencias para las tres unidades y donde podemos ver también cuál es su evolución en cuanto a frecuencia. Para interpretar correctamente los tres histogramas debemos tener en cuenta que el corpus de textos de Factiva ha ido aumentando año tras año, de manera que un resultado ascendente está en la base de los textos y por este motivo hemos añadido un el histograma de porqué, una unidad estable en el uso y que tomamos como histograma de control:
Figura 1. Histogramas de neologismos con ciber- (fuente: Factiva 2021)
Los histogramas permiten afirmar que las tres unidades se han estabilizado en el uso, aunque han tenido distintas curvas de frecuencia: ciberataque parece estar recuperando su estabilidad tras un pico muy pronunciado en 2017; ciberespacio es el ejemplo que muestra mayor estabilidad y frecuencia anual, además de tener un mayor recorrido y cibercafé se ha estabilizado en una frecuencia muy menor que la que tuvo en su pico de 2007. También presentan una elevada frecuencia, antigüedad y estabilidad en el uso la mayoría de las unidades relacionadas con la ciberseguridad y el cibercrimen
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citadas en el análisis temático, y otras como ciberactivista, ciberpunk, cibersexo, cibernauta, ciberacoso, ciberdelincuente, cibercrimen, cibercriminal, ciberguerra, ciberespionaje, ciberterrorismo y ciberterrorista. Lógicamente, los resultados obtenidos se correlacionan con la función claramente denominativa de estas unidades, pero si observamos los ejemplos siguientes, los resultados serán bien distintos: Un cracker (pirata de la cibertontería) le tendió una trampa: en vez de cal blanca colocó coca. [La Vanguardia, 7/09/1997] […] se ponen ciberguarrindongos con un cibercomando que se viste como desean que vistiese su primera novia. [La Vanguardia, 17/12/1998] Las ciberperipecias de Salander ilustran en qué medida son vulnerables los ordenadores conectados a internet. [La Vanguardia, 25/01/2009] Responden con un monosílabo y siguen machacando a las ciberminorías étnicas con ciberbazocas. [La Vanguardia, 17/12/1998]
Efectivamente, estos ejemplos son poco frecuentes, poco estables y su presencia en los textos suelen responder a necesidades discursivas de carácter expresivo, ya sea irónico, lúdico o crítico, y no a una necesidad denominativa. Siguiendo con la idea de proceso neológico propuesto por Freixa en este mismo volumen, una vez los hablantes han interiorizado la existencia y el funcionamiento del elemento ciber- ya pueden segmentar los nuevos neologismos con mayor velocidad. Algunos de ellos, ya menos neológicos y más diccionarizables, se han institucionalizado en el uso, se han lexicalizado formalmente y responden a un concepto ya hispostatizado (Schmid 2008), mientras que otros, más neológicos aún poco diccionarizables, simplemente han iniciado el proceso. Finalmente, algunos de los ejemplos que hemos mostrado seguirán siendo neológicos y no diccionarizables porque el proceso neológico no va a avanzar, pues se trata de ocasionalismos, unidades que aparecieron para dar respuesta a una necesidad puntual y expresiva (Bueno/Freixa 2020). 3.3. La neologicidad y la diccionariabilidad de los neologismos con ciberEn la tabla 1 podemos ver cuáles son los neologismos con ciber- que han recibido una mayor atención por parte de los diccionarios españoles para poder, a continuación, ver qué relación guardan diccionariabilidad y neologicidad. Dado que todas las unidades que analizamos son neológicas desde el punto de vista lexicográfico porque no aparecen en el DLE ni en el VOXUSO, en la tabla se recogen
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las que han sido diccionarizadas en más repertorios lexicográficos, organizados de más antiguo a más actual (de izquierda a derecha) y los neologismos de más a menos aparición en los diccionarios (de arriba a abajo). Las columnas sombreadas se refieren a los diccionarios de neologismos y las no sombreadas a los diccionarios generales del español siguientes: Alvar2 2003
DNOL 2007
Clave 2012
DEA 2016
NEOMA 2016
cibercafé
x
x
x
x
x
ciberataque
x
x
x
Alvar1 1994
x
DUE4 2017 6 x
5
ciberespacio
x
x
x
x
x
5
cibernauta
x
x
x
x
x
5
ciberpunk
x
x
x
x
x
5
x
x
x
5
x
x
5
x
4
x
4
x
4
ciberterrorismo ciberespacial
x
x
x
x
x
cibersexo
x
x
ciberdelincuencia
x
x
x
ciberdelincuente
x
x
x
ciberokupa
x
x
x
10
5
9
4
x
x 7
4
4 9
Tabla 1. Neologismos con ciber- más diccionarizados
Como podemos ver, ningún neologismo con ciber- aparece en las siete fuentes consultadas y solamente una (cibercafé) aparece en todas menos Alvar17. Podemos ver también que los neologismos más diccionarizados aparecen en cinco o en cuatro de las siete fuentes (y los demás neologismos, que ya no aparecen en esta tabla, se recogen en menos diccionarios o en ninguno). El diccionario de neologismos Alvar2 (publicado en 2003) es el que más neologismos con ciber- ha recogido y le siguen diccionarios generales mucho más actuales: Clave (de 2012) y DUE4 (de 2017). En cambio, el diccionario de neologismos NEOMA recoge muy pocos neologismos con ciber- aun siendo tan actual, porque es una obra de dimensiones más reducidas, igual que el diccionario de neologismos DNOL. Si nos remitimos al apartado anterior, observamos que la mayoría de los neologismos que tenían mayor frecuencia y antigüedad coinciden con los más diccionarizados, lo cual confirma la hipótesis de la relación inversa entre dic Lo cual no resulta sorprendente porque en nuestro corpus de prensa la primera ocurrencia de cibercafé aparece en 2001 y el diccionario Alvar1 se publicó en 1994. 7
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cionariabilidad y neologicidad que mencionamos en la introducción porque los neologismos más frecuentes y más antiguos se consideran menos neológicos (si además son de registro neutro, se mantienen estables en el uso, no contravienen las reglas de formación de palabras, etc.). Ahora bien, en la tabla no aparecen otros neologismos que también se contaban entre los menos neológicos. Ciberacoso y ciberterrorista, por ejemplo, solo aparecen en dos fuentes; cibercrimen, cibercriminal, ciberguerra y ciberactivista únicamente se documentan en una (normalmente Alvar2); y ciberactivismo y ciberespionaje, en ninguna. Esto nos demuestra que, efectivamente, los neologismos más diccionarizados se encuentran entre los menos neológicos (aunque algunos de los menos neológicos no sean tan diccionarizados) y que los neologismos más neológicos no aparecen en los diccionarios: cibertontería, cibersimpatizante, ciberreceta, ciberpolítica, ciberpelícula, ciberpareja, cibermuralla, ciberintimidad y un largo etcétera de “ciberneologismos” tienen las características de mayor neologicidad y no suelen ser diccionarizables. 4. Síntesis y conclusiones El análisis de los distintos aspectos de uso nos ha mostrado que el elemento ciberestá experimentando un proceso de estabilización evidente. Aunque todavía aparecen anualmente formas nuevas con ciber-, el auge de las dos décadas anteriores parece superado y funciona como un elemento más del español. Temáticamente tiene una fuerte especialización hacia todo aquello relacionado con la ciberdelincuencia, pero lo cierto es que hoy en día casi cualquier unidad puede adjuntarse a ciber-. De igual manera que los neologismos formados con otras reglas, los “ciberneologismos” presentan variabilidad en cuanto a la frecuencia, la estabilidad, la novedad y la función comunicativa. Algunos, poco diccionarizables, tienen una o varias características de neologicidad, y otros, más diccionarizables, son a su vez menos neológicos porque presentan estabilidad en el uso, frecuencia no ocasional y ya no se pueden considerar nuevos. El análisis de histogramas e ingreso lexicográfico en distintos diccionarios del español de algunos de los neologismos más diccionarizables nos ha permitido visualizar el camino de los neologismos desde su carácter más neológico a su carácter más diccionarizable.
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SOBRE LOS AUTORES
Andreína Adelstein es licenciada en Letras por la Universidad de Buenos Aires y doctora en Lingüística por la Universitat Pompeu Fabra. Actualmente es investigadora independiente del CONICET e investigadora-docente asociada regular del Área de Ciencias del Lenguaje en la Universidad Nacional de General Sarmiento. También es profesora adjunta regular de Lingüística y Teoría Léxica en la Universidad de Buenos Aires. Dirige el Programa de Estudios del Léxico (Universidad Nacional de General Sarmiento) y el nodo argentino de la red Antenas Neológicas () del Observatori de Neologia del Institut de Lingüística Aplicada (Universitat Pompeu Fabra). Desde 2020 es la coordinadora de la red. Sus temas actuales de investigación son la semántica léxica nominal y aspectos aplicados de neología y lexicografía, en especial del español de la Argentina. Anna Aguilar-Amat es profesora titular de Terminología en el Departamento de Traducción, Interpretación y Estudios de Asia Oriental de la Universitat Autònoma de Barcelona. Sus principales líneas de investigación son la terminología, la semántica léxica, la traducción automática y las lenguas minorizadas. Miembro del grupo de investigación Tradumàtica, ha contribuido en varios proyectos de investigación financiados sobre traducción automática: EUROTRA y MULTEXT (UB), ATLAS-FUJITSU (UPC), ProjecTA y ProjecTA-U (UAB). Elisenda Bernal es licenciada en Filología Catalana por la Universitat de Barcelona y doctora en Lingüística por la Universitat Pompeu Fabra. Actualmente es profesora agregada Serra Húnter del Departamento de Traducción y Ciencias del Lenguaje, miembro de InfoLex y del Observatori de Neologia de la Universitat Pompeu Fabra. Su investigación se centra en el estudio del léxico desde aspectos diversos, especialmente la formación de palabras, la neología y la lexicografía. Mar Campos Souto es licenciada y doctora en Filología Hispánica por la Universidade da Coruña. En la actualidad es profesora titular del Área de Lengua
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SOBRE LOS AUTORES
Española en la Universidade de Santiago de Compostela. La lexicografía y la morfología han centrado sus investigaciones en los últimos años. Rosa Estopà Bagot es licenciada en Filología Catalana por la Universitat de Barcelona, máster en Logopedia y Ciencias de la Audición por la Universitat Autònoma de Barcelona y doctora en Lingüística por la Universitat Pompeu Fabra. Actualmente es profesora titular del Departamento de Traducción y Ciencias del Lenguaje, coordinadora del máster online en Terminología e investigadora del grupo IULATERM y del Observatori de Neologia del IULA de la UPF. Su investigación se centra en el estudio del léxico general y especializado, desde aspectos diversos (formación de palabras, neología, lexicografía escolar), especialmente en el área de la medicina y la comunicación especializada en salud. Sabela Fernández-Silva es licenciada en Traducción e Interpretación por la Universidad de Salamanca y doctora en Lingüística Aplicada por la Universitat Pompeu Fabra. Actualmente es profesora adjunta en el Instituto de Literatura y Ciencias del Lenguaje de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso y coordinadora de la Antena de Neología de Valparaíso, que forma parte de la red internacional de investigación sobre neología del español Antenas Neológicas. Sus intereses de investigación abarcan la terminología, la neología y la traducción especializada desde una perspectiva cognitiva. Carolina Figueras Bates es profesora titular de Lengua Española del Departamento de Filología Hispánica, Teoría de la Literatura y Comunicación de la Universitat de Barcelona. Es autora del libro Pragmática de la puntuación (Octaedro, 2001), y ha coordinado, junto con Adrián Cabedo, el volumen Evidentiality in Spanish. Explorations across Genres (John Benjamins, 2019). Su investigación se centra en la evidencialidad lingüística, su relación con la atenuación y la evaluación, actos de habla y argumentación, y la construcción de la identidad y del conocimiento experto en narrativas de enfermedad. Judit Freixa es licenciada en Filología Catalana por la Universitat de Barcelona y doctora en Filología por la misma universidad. Es profesora titular del Departamento de Traducción y Ciencias del Lenguaje, directora del Observatori de Neologia de la Universitat Pompeu Fabra e investigadora del grupo IULATERM. Su investigación se centra en aspectos sociolingüísticos, morfológicos, semánticos y lexicográficos de la neología y la terminología. Juan Manuel García Platero es licenciado en Filosofía y Letras y doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Málaga. En la actualidad es profesor
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SOBRE LOS AUTORES
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titular en la Facultad de Filología de la Universidad de Sevilla. Es miembro del grupo de investigación Interléxico. Su investigación se centra en la lexicografía sincrónica y diacrónica, así como en la lexicología, en especial en la formación de palabras, el discurso periodístico y la neología. Gloria Guerrero Ramos es licenciada y doctora en Filología Hispánica por la Universidad de Málaga. Premio extraordinario de licenciatura y premio internacional Elio Antonio de Nebrija por su tesis doctoral. Actualmente es profesora titular de Lingüística General en la Universidad de Málaga. Forma parte del grupo de investigación VUM y es miembro de la red de neología NEOROC. Su investigación se centra en el ámbito de la terminología, la lexicografía y la neología. Aina Labèrnia es licenciada en Traducción e Interpretación por la Universitat Pompeu Fabra y doctora en Comunicación Lingüística y Mediación Multilingüe por esta misma universidad. Actualmente colabora con InfoLex, de la UPF. Sus investigaciones se centran en el estudio de la planificación lingüística (especialmente la normativa lingüística), la sociolingüística, el léxico, y el aprendizaje y la evaluación de lenguas. Elisabet Llopart-Saumell, licenciada en Traducción e Interpretación y doctora en Comunicación Multilingüe y Mediación Lingüística por la Universitat Pompeu Fabra, actualmente es profesora asociada en esta misma universidad y profesora colaboradora de la Universitat Oberta de Catalunya y la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Además, es miembro del grupo IULATERM (Léxico y Tecnología) y del Observatori de Neologia del Institut de Lingüística Aplicada (IULA) de la UPF; también forma parte del grupo de investigación ISIC-IVITRA de la Universidad de Alicante. Sus líneas de investigación se centran en el estudio del léxico, especialmente en neología, terminología, formación de palabras y lexicografía. Mercè Lorente Casafont es doctora en Filología Catalana por la Universitat de Barcelona. Desde 1994 es profesora titular de la Universitat Pompeu Fabra. Actualmente dirige el Institut de Lingüística Aplicada (IULA) y es la investigadora principal del grupo IULATERM (Léxico y Tecnología). Su investigación se centra en los aspectos gramaticales del léxico, la terminología y la neología, así como en campos aplicados como la lexicografía y la recuperación de información. Desde 2016 es miembro numerario del Institut d’Estudis Catalans (academia de la lengua catalana). Alba Milà-García es licenciada en Traducción e Interpretación y doctora en Traducción y Ciencias del Lenguaje por la Universitat Pompeu Fabra. Actualmen-
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SOBRE LOS AUTORES
te es profesora asociada del Departamento de Traducción y Ciencias del Lenguaje de la UPF, miembro de InfoLex y del Grup d’Estudis de Pragmàtica i Anàlisi del Discurs de la Universitat de Barcelona. Su investigación se centra, entre otras cuestiones, en el estudio del léxico desde la perspectiva de la pragmática, especialmente en lo que concierne a la neología. Juan Miguel Monterrubio Prieto es profesor titular de Lengua Española de la Universitat de les Illes Balears y miembro fundador del Institut d’Estudis Hispànics en la Modernitat. Su investigación se ha centrado en la formación de palabras, la neología del español, la didáctica de la lengua y la edición y estudio lingüístico de los Comentarios de erudición, de Bartolomé Jiménez Patón. Ha sido coordinador del Grupo CORDE de la citada universidad para la digitalización y etiquetado de textos destinados a este banco de datos elaborado por la Real Academia Española, y ha sido investigador, entre otros, del proyecto Neómetro, promovido por los grupos IULATERM e INFOLEX de la Universitat Pompeu Fabra. Carlos Sánchez Lancis es licenciado en Filología Hispánica y doctor en Lengua Española por la Universitat Autònoma de Barcelona. Actualmente es catedrático de Lengua Española del Departamento de Filología Española y miembro del Centre de Lingüística Teòrica de la UAB. Su investigación se centra en el estudio de la variación gramatical, tanto diatópica como diacrónica, del español y la información morfológica presente en la lexicografía del español, principalmente la lexicografía académica. Julia Sanmartín, profesora titular de Lengua Española del Departamento de Filología Española de la Universitat de València desde 2001, pertenece al Grupo VALESCO (Valencia Español Coloquial), dirige el proyecto COMETVAL (Corpus Multilingüe de Turismo) y coordina el nodo de neología de la Universitat de València (Red NEOROC). Su labor investigadora se ha centrado en el análisis lexicológico (argot, neología o léxico del turismo) y en la descripción de algunos cibergéneros desde una perspectiva pragmalingüística. Además, ha participado en la elaboración de diversos diccionarios y corpus. Sergi Torner es licenciado en Filología Hispánica por la Universitat Autònoma de Barcelona y doctor en Lingüística Aplicada (Léxico) por la Universitat Pompeu Fabra. Es profesor titular en el Departamento de Traducción y Ciencias del Lenguaje de la UPF; es el investigador principal del grupo de investigación consolidado InfoLex. Su investigación se centra en el léxico del español, en dos grandes áreas: la semántica léxica y la relación entre semántica y gramática, y la lexicografía, con especial atención a la lexicografía de aprendizaje.
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