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La Historia de Salvación Guía de la Primera Unidad Segunda Etapa de la Misión Continental
Santo Domingo República Dominicana
Créditos Colaboradores: Comisión Nacional de Catequesis, Hna. Carol Gross y Comisión Diocesana de Baní, Comisión Nacional de la Misión Continental, Instituto Nacional de Pastoral, Pbro. Daniel Lorenzo Vargas Salazar Corrección: Alicia Guerra, isa Diagramación: Yoel S. Olivero Carrasco Arte final: Jesús Pérez Portadas: Werner Olmos Impresión: Editora Amigo del Hogar Manuel María Valencia #4 Santo Domingo, D. N. Tel.: 809.548.7594
La Historia de Salvación
Indice
Presentación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 Orientaciones para la realización de estos encuentros de las comunidades. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Primer Encuentro: Conozcamos la Biblia por dentro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 Segundo Encuentro: Conozcamos los libros de la Biblia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20 Tercer Encuentro: Dios Creador de todo con sabiduría y amor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25 Cuarto Encuentro: Por desobediencia perdimos la amistad con Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30 Quinto Encuentro: Convivencia de Comunidad “No nos abandonaste al poder de la muerte” La promesa de la Salvación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35 Sexto Encuentro: Dios inicia con Abraham el camino de la salvación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45 Séptimo Encuentro: La fe firme y decidida de Abraham, respuesta a la promesa de Dios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49 Octavo Encuentro: La promesa a Abraham se continúa en Isaac, Jacob y sus descendientes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
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Noveno Encuentro: Dios a través de José salva el cumplimiento de la promesa. . . . . . . . . . . . 56 Décimo Encuentro: Convivencia de Comunidad La fe de los padres y madres de Israel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61 Undécimo Encuentro: Dios libera a su pueblo de la esclavitud. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67 Duodécimo Encuentro: La Pascua, el paso del Señor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73 Decimotercer Encuentro: Dios hace una alianza con su pueblo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77 Decimocuarto Encuentro: El desierto, camino difícil hacia la Tierra Prometida . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83 Decimoquinto Encuentro: Convivencia de Comunidad La Alianza sellada para siempre. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 89 Decimosexto Encuentro: La conquista de la Tierra prometida. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 93 Decimoséptimo Encuentro: Los jueces, manifestación del amor misericordioso de Dios y de su fidelidad a la Alianza. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 99 Decimoctavo Encuentro: Sólo Dios es rey y los reyes sus representantes. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103 Decimonoveno Encuentro: El reino dividido, fruto de la infidelidad del pueblo a la Alianza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 110 Vigésimo Encuentro: Convivencia de Comunidad Por los profetas reiteraste tu Alianza con tu pueblo . . . . . . . . . . . . . . . . . 116
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Vigesimoprimer Encuentro: El Exilio a Babilonia, purificación de la infidelidad a la Alianza. . . . . . . . . 126 Vigesimosegundo Encuentro: Regreso del exilio y reconstrucción del Templo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134 Vigesimotercer Encuentro: El pueblo lucha por ser fiel a la Alianza con Dios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 139 Vigesimocuarto Encuentro: Los sabios de Israel, guías para ser fieles a la Alianza. . . . . . . . . . . . . . . 145 Vigesimoquinto Encuentro: Los pobres del Señor, fieles a la Alianza esperan la liberación de su pueblo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 150 Vigesimosexto Encuentro: Convivencia de la comunidad Las grandes lecciones del Antiguo Testamento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 154 Vigesimoséptimo Encuentro: Jesucristo, objetivo, centro y fin de la historia de la salvación . . . . . . . . . 166 Vigesimoctavo Encuentro: La Iglesia, continuadora de la historia de la salvación . . . . . . . . . . . . . . . 171 Vigesimonoveno Encuentro: La meta final: cielos nuevos y tierra nueva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 178 Retiro sobre la Historia Personal, Familiar y Comunitaria. . . . . . . . . . . . . 183 Anexo I Cena Pascual Judía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184 Bibiografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 192
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Presentación Después de haber sido impactado por el ANUNCIO DEL KERIGMA, en nuestras propias casas, en nuestras comunidades y en nuestra Iglesia Parroquial, como primera etapa de la Misión Continental, y después de habernos acercado más íntimamente a Jesucristo por medio de un encuentro personal y comunitario, queremos ofrecer el material para comenzar la SEGUNDA ETAPA DE LA INICIACIÓN CRISTIANA en su primer módulo que tratará sobre la HISTORIA DE SALVACION, realizada por el Señor con su pueblo elegido. Damos gracias a la Comisión Nacional de Catequesis (CONACA) y a la Comisión Nacional de la Misión Continental por la elaboración de estas catequesis. En primer lugar queremos señalar que la Biblia es el libro fundamental de esta historia de Salvación. Utilizaremos mucho la Biblia y profundizaremos en ella, conociéndola por dentro, analizando cómo está formada, cómo está estructurada y cómo se busca en ella. De ese modo, podemos entenderla e interpretarla mejor y así conocer a Dios que nos habla por medio de ella. La Iglesia encuentra sin cesar su alimento y su fuerza en la Sagrada Escritura, porque es realmente la Palabra de Dios. El Padre que está en el cielo sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos en los libros sagrados, para manifestarles su plan de salvación. Toda la Biblia es una historia viva del amor de Dios con la humanidad a través de la historia de un pueblo llamado Israel que El eligió para salvarla. En esa historia de Israel podemos ver como en un espejo el caminar de cada pueblo y de cada persona en sus esperanzas y en sus luchas, en sus éxitos y en sus fracasos y, sobre todo, en su relación con Dios. En segundo lugar queremos reflexionar sobre lo que es la historia de salvación: La Historia de Salvación es un largo proceso que Dios ha realizado y sigue realizando con su pueblo para regalarle la salvación. La historia de la salvación es la realización del plan de salvación que Dios quiso a
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favor de la humanidad, que tiene su realización perfecta en Jesús de Nazaret, que murió por nosotros y para nuestra salvación, Resucitó y subió al cielo, lugar de nuestro destino final. Nuestra salvación tiene una hermosa historia que tiene un pasado que comienza con la creación, se concreta en Abraham pasando por Moisés, por los reyes y profetas hasta el Juan Bautista. Todo este pasado narrado en el Antiguo Testamento conduce hacia Cristo, nuestro Salvador. El da cumplimiento a la promesa de salvación Esta obra salvadora tiene un presente, ya que Jesucristo la encomendó a la Iglesia que desde su inicio hasta hoy va anunciando este Evangelio de salvación, dando sus signos y comunicando a través del Espíritu Santo esta salvación obtenida por la muerte y resurrección de Cristo hasta que El vuelva glorioso a consumar su obra y a poner todo a los pies del Padre que es su futuro. En estas catequesis vamos vivir los pasos de esta Historia de Salvación: El primer paso dado por Dios fue la creación, cuya obra culminante fue la creación del hombre y de la mujer y la Biblia termina diciendo “y vio Dios que era muy bueno” El pecado vino a dañar el proyecto de Dios. Pero Dios sabio y rico en misericordia no lo abandonó al poder de la muerte sino que le promete la Salvación. El segundo paso es cuando Dios inicia con Abraham el camino de la salvación. La fe firme y decidida de Abraham, respuesta a la promesa de Dios. Esta promesa de salvación continúa en Isaac, Jacob y sus descendientes. El tercer paso se da cuando Dios libera a su pueblo de la esclavitud, manda celebrar la Pascua o el paso hacia la libertad y hace una alianza con su pueblo donde le promete su asistencia en el camino difícil hacia la Tierra Prometida. El cuarto paso se da ya en la Tierra Prometida cuando Dios le manda Jueces, que manifiestan el amor misericordioso de Dios y piden fidelidad a la Alianza. Los Reyes, que luego Dios elige, son sus representantes, pero para gozar del favor de Dios deben ser fieles a la Alianza y deben de manifestar que sólo Dios es rey. En esta historia de salvación Dios rechaza la infidelidad del pueblo a la Alianza, quitándole su favor, lo cual da como resultando que el reino se divide y el pueblo va al exilio, donde debe purificarse de la infidelidad.
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El quinto paso lo marca el regreso del exilio y la reconstrucción del Templo son signos de que Dios no les ha abandonado para siempre, y de que les ofrece otra oportunidad. La historia de Salvación durante el período del Antiguo Testamento nos deja claro que “Dios quiso santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados entre sí, sino constituirlos en un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera santamente” (LG 9). Dios nos quiere salvar en comunidad, en pueblo, en familia, en sociedad. La salvación consiste principalmente en que Dios nos libera del pecado para vivir “la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). Es con el pueblo que él hace su alianza hasta convertirlo en su pueblo, y él se convierte en su Dios, Padre y Protector. El sexto y definitivo paso es Jesucristo, quien es centro y fin de la historia de la salvación. Toda la historia de Israel se encaminaba hacia Cristo y se dirige hacia El. El Padre envió a su Hijo para que viviera entre ellos y les manifestara los secretos de Dios; Jesucristo, el Verbo hecho carne, con palabras y obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y resurrección lleva a cabo la obra de la salvación que el Padre le confió; y finalmente, con el envío del Espíritu completa la revelación y confirma con el testimonio divino que vive en Dios con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y resucitarnos a la vida eterna. El séptimo paso es la Iglesia, continuadora de la historia de la salvación, llevando a cabo la misión de Jesucristo en la tierra. Ella misma es Sacramento Salvación. Jesucristo ha formado un nuevo pueblo, el pueblo de la Nueva Alianza que llamamos Iglesia, de la que El es cabeza y Pastor. Este Nuevo Pueblo ha surgido del Antiguo Pueblo de Israel y como aquel antiguo pueblo, la Iglesia es peregrina en el desierto de este mundo, y como en el desierto de ayer ella camina entre caídas y levantadas, entre fidelidad e infidelidad, pero cuenta con la presencia del Espíritu Santo que hace presente a Jesús y nos hace caminar sin detenernos hacia la plenitud de Cristo. Siendo una, santa, católica y apostólica caminamos en la esperanza confiados en el Señor y realizando su misión de profeta, de sacerdote y de rey en medio de esta humanidad. Como pueblo sacerdotal la Iglesia hace presente a Jesucristo el Único Sacerdote quien a través de su Es-
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píritu continúa siendo el mediador entre el Padre y la humanidad. Como pueblo real la Iglesia se muestra servidora de toda la humanidad, especialmente de los pobres y abandonados. El octavo paso será la meta final de esta Historia de Salvación: los cielos nuevos y la tierra nueva. Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro, allí Dios enjugará toda lágrima de nuestros ojos, y no habrá ya muerte, ni habrá llanto, ni gritos, ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado. “Mira que hago un mundo nuevo”» (Apoc. 21,5). «Esta será la herencia del vencedor» (Ap. 21, 7). Ya no habrá noche ni tendremos necesidad de luz, de lámpara, ni de luz del sol, porque el Señor Dios nos alumbrará y reinaremos por los siglos de los siglos. (Cfr. Ap. 22,5). Todos debemos ir poniendo por obra día a día la salvación (cf. Fil 2,12). Hasta que el Señor vuelva. Nuestra vida está dentro de esa Historia de Salvación. Te invito a que en comunidad vivamos los pasos de esta historia y que en cada momento podamos decir: «Amén. Ven, Señor Jesús» (Ap. 22. 20).
Mons. José Grullón Estrella
Obispo de San Juan de la Maguana Presidente Comisión Nacional de la Misión Continental y de CATEQUESIS (CONACA)
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Orientaciones para la realización de estos encuentros de las comunidades Les presentamos algunas orientaciones para la realización de estos encuentros con la finalidad de que puedan ser vividos y aprovechados con gran eficacia. 1. La condición fundamental para estos encuentros es la Preparación del Encuentro, ya sea unos días antes o el día antes. Nunca el mismo día, o peor, horas antes del encuentro, porque en cada encuentro se necesitará preparar la decoración, los símbolos, la lectura, la asimilación del contenido que suponen tiempo. La preparación exige al menos 2 horas de trabajo en equipo y otros momentos para la elaboración de materiales de la decoración o de las dinámicas. 2. La siguiente condición es el Trabajo en Equipo tanto para la preparación como para el desarrollo del Encuentro se necesita un Equipo de cuatro a cinco personas. Como ya sabemos, la dinámica de acción de las comunidades es que cada semana un Equipo diferente prepara el encuentro. Estos Equipos se forman el día de la Convivencia celebrada cada mes. Recordamos lo que indica el libro del Anuncio del Kerygma: “Cada animador del Equipo de coordinación de la comunidad le corresponderá dirigir un Equipo para la preparación de los temas. Si son 5 animadores en el Equipo y son 20 personas las que participan en la comunidad a cada animador se le asignan cuatro. El animador con sus cuatro hermanos preparan el tema de la semana. Para la formación de esos Equipos de preparación se pueden utilizar varios métodos: se forman los Equipos combinando a los que saben leer y escribir con los que no saben; los que tienen más experiencia de la Iglesia y los que no la tienen. También, se puede hacer al azar, colocando los nombres en una funda y se van sacando hasta completar cada animador su Equipo. Una norma importante es que en el próximo encuentro se eligen de nuevo los Equipos con el criterio de que no se pueden repetir los Equipos, para que todos y todas aprendan a trabajar con todos y todas. Esta metodología combina la participación y el acompañamiento de
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otras personas más experimentadas. Esta propuesta implica que se crea en el Espíritu Santo que actúa en medio de su pueblo, que abre las mentes de los más sencillos y creer en su gente, seguros que ellos con la ayuda del Señor podrán salir adelante” (Capítulo Décimo). 3. La tercera condición es la Participación de todos los de la comunidad en el desarrollo del tema. No se trata de que uno solo o dos o tres sean los que hablen y actúen y los demás sólo oigan y reciban. Como ya lo decía el libro del Anuncio del Kerygma: “utilizaremos la metodología de la andragogía, que es la ciencia y el arte de la educación y el aprendizaje del adulto que se desarrolla a través de la participación y la horizontalidad; y cuyo proceso es orientado por el Facilitador del aprendizaje de modo que, permite incrementar el pensamiento, la autogestión, la calidad de vida y la creatividad del participante adulto, con el propósito de proporcionarle la oportunidad para que logre su auto-realización (idem). 4. La metodología utilizada en esta unidad es variada, pero con elementos comunes, siguiendo en mucho la estructura de la Lectio Divina o lectura orante de la Palabra con sus cuatro pasos: Lectura de la Palabra, Meditación, Oración y Contemplación. En general, los pasos de cada encuentro son los siguientes: Primer paso: Cantos de ambientación alusivos al tema a tratar y que crean el ambiente de oración. Muchas veces podrá pasar que no se conocen cantos que concuerden con el tema. Entonces, es importante crear cantos con música inventada y con letras que vayan con el tema a tratar. Puede ser una ocasión para ir creando cantos con un contenido bíblico con sabor a nuestra cultura. Segundo paso: Oración Inicial, que consiste en una invocación del Espíritu Santo unida en ocasiones a un Salmo o a otras oraciones. Tercer paso: Introducción al tema del encuentro que permite conocer lo que se tratará y dará pie para comenzar. Esta introducción puede partir de una mirada a la realidad de la vida y a la experiencia de los participantes. O, también, de algún relato de los datos históricos del tema a tratar. En alguna ocasión se partirá directamente de una lectura bíblica. Otras veces, será una indicación de la dinámica a seguir en el encuentro.
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De ahí, la necesidad de una preparación bien hecha, que nos permitirá conocer el modo propio de la introducción del tema. Cuarto paso: Desarrollo del tema del encuentro. Este paso es el momento central del encuentro, ya que es el tiempo del estudio del tema a tratar y en el que se realizan los primeros dos pasos de la Lectio Divina, es decir, la lectura y la meditación. Este desarrollo tendrá diferentes metodologías. Unas veces se nos dará una explicación general del tema que llevarán a descubrirlo en la Biblia y a profundizarlo y aplicarlo en la meditación. Otras veces, se partirá directamente de una lectura bíblica, desde la cual se explica el tema y se conduce a la meditación. En algunas ocasiones, el tema se desarrollará a través de una dinámica que va desenvolviendo el tema de manera vivencial y que llevará a la meditación. Quinto paso: Momento de oración, que incluye los otros dos pasos de la Lectio Divina: la oración y la contemplación que lleva a un encuentro profundo con el Señor y a un compromiso de vida a partir de la llamada que el Señor nos hace a partir del encuentro realizado. Siempre se presenta, de acuerdo al tema, unas indicaciones con acciones y símbolos para la oración. El momento de la contemplación es fundamental en el encuentro, por lo que es necesario darle el tiempo de silencio que amerita. Luego, se comparte el compromiso al que hemos sido invitados por el Señor a realizar en nuestra vida personal, familiar, comunitaria y social. Sexto paso: La tarea a realizar. Se nos proponen algunas tareas para realizar en la casa con la familia o con otras personas. En algunos encuentros, se nos presentan ejercicios concretos con cuadros a llenar y a completar. De ahí la necesidad de que cada uno y cada una de los que forman la comunidad puedan tener su libro para seguir mejor los diferentes encuentros en la comunidad y para desarrollar sus tareas adecuadamente. Utilizaremos los siguientes dibujos o iconos o símbolos que nos indicarán los diferentes momentos de cada encuentro. Ellos son: Utilizaremos los siguientes dibujos o iconos o símbolos que nos indicarán los diferentes momentos de cada encuentro. Ellos son:
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Estas estrellas indican las orientaciones para cada encuentro que deben ser tenidas muy en cuenta en la preparación y ejecución del tema. Esta Biblia abierta nos señala el desarrollo del tema del encuentro, que está centrado y basado en las Sagradas Escrituras.
Estas manos unidas en oración nos señalan el momento de oración a vivirse en el encuentro.
Este lápiz y esta hoja de papel nos refieren a una explicación importante a ser tenida en cuenta para entender mejor el tema de ese encuentro. Como se podrá notar y, luego, experimentar esta guía de la primera unidad de la Segunda Etapa de la Misión es muy rica de contenido, de metodologías y de dinámicas que nos llevarán a ir aprendiendo más de Dios, a orar más y mejor y a vivir esta Alianza con el Señor que se muestra en frutos abundantes de amor fraterno, de verdad, de justicia y de solidaridad entre nosotros. Así viviremos este proceso de la Historia de Salvación que nos toca recorrer en este tiempo y en esta tierra hasta que lleguemos con Cristo en comunidad a los cielos nuevos y la tierra nueva y definitiva.
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Primer Encuentro:
Conozcamos la Biblia por dentro Orientaciones para el encuentro de hoy: Se coloca un ambón o una mesa adornada con flores y luces para entronizar la Biblia. Se preparan cantos sobre la Biblia como: Tu Palabra me da vida, Dios ha Hablado, Viva la Biblia y otros conocidos. 1. Entronización de la Palabra • Uno del Equipo trae desde atrás la Biblia abierta y en alto, acompañada con una luz o vela y flores. • Todos se ponen de pie para recibirla entonando un canto sobre la Palabra. Por ejemplo: Tu palabra me da vida. • Al llegar al lugar donde será colocada la Biblia la muestra a todo el grupo reunido. • Luego, la coloca y dice una oración invocando al Espíritu Santo para penetrar en el sentido de las Escrituras que será el objetivo de este Curso: Padre bueno, te damos gracias porque has querido revelarte a nosotros dándonos a conocer quién eres y descubriéndonos tú voluntad sobre la humanidad entera. Gracias, porque en la Biblia podemos conocer tu Palabra de generación en generación. Envíanos tu Espíritu Santo para que al escuchar y estudiar tu Palabra descubramos más y más a Jesucristo, Palabra de vida eterna, de modo que crezca nuestra fe en Ti y en El; al creer aumente nuestra esperanza en Ti y al confiar más en Ti te amemos y amemos más a nuestros hermanos poniendo así en práctica todo lo que Tú nos des a conocer. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Palabra hecha carne, que contigo y con nosotros vive para siempre. Amén. •
El que lleva la luz dice: “Señor, colocamos esta luz cerca de tu Palabra como signo de que acogemos tu Palabra hecha carne, que es Jesucristo, luz de luz, que alumbra los pasos de nuestras vidas y de nuestra comunidad”.
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El que lleva las flores dice: “Para mostrarte que acogemos a Jesús, tu Palabra de vida eterna, colocamos estas flores como un homenaje de amor a Ti y a El y como signo de que tu Palabra nos alegra y da vida”
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Se concluye con un canto.
2. Iniciemos nuestro encuentro Hoy iniciamos la Segunda Etapa de la Iniciación Cristiana en su primer módulo que tratará sobre la historia de salvación que Dios que el Señor inició con su pueblo elegido, realizó con Jesucristo su Hijo y ahora sigue desarrollando a través de la Iglesia hasta la plenitud de los cielos nuevos y la tierra nueva. Esta historia de salvación la podemos conocer a través de la Biblia. Por eso, durante este primer tiempo utilizaremos mucho la Biblia y profundizaremos en ella. Y el primer paso que daremos es conocerla por dentro, analizando cómo está formada y cómo está estructurada así cómo se busca en ella. De ese modo, podemos entenderla e interpretarla mejor y así conocer a Dios que nos habla por medio de ella. Iniciemos contestando estas preguntas: • ¿Cómo te ha ayudado la Biblia para tu vida desde que entraste a la comunidad? ¿Qué significa para ti la Biblia hoy? 3. Conozcamos más la Biblia por dentro 3.1. En primer lugar, descubramos lo que nos dice la misma Biblia sobre ella misma, buscando y leyendo juntos estos textos y escribiendo en el cuadro lo que dice sobre la Biblia:
Cita Bíblica Is 55, 10-11 Mt 4,4 2 Pe 1,19 Lc 8,11 2 Tim 3,15-16 Heb 4, 12-13 Jn 1,1.14 16
La Palabra de Dios es…
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De ahí que “en la Sagrada Escritura, la Iglesia encuentra sin cesar su alimento y su fuerza (cf DV 24), porque, en ella, no recibe solamente una palabra humana, sino lo que es realmente; la Palabra de Dios (cf 1 Ts 2, 13). “En los libros sagrados, el Padre que está en el cielo sale amorosamente al encuentro de sus hijos para conversar con ellos” (DV 21). (CIC104) 3.2. ¿Para qué nos sirve esta Palabra de Dios escrita o la Biblia? La respuesta a esta pregunta se encuentra en los mismos textos bíblicos. Vamos a buscarlos y a escucharlos: • Juan 20, 30 • Romanos 15, 4 • 2 Pe 1,19-21 3.3. ¿Cómo aprendo a manejar la Biblia? Ahora vamos a explorar la Biblia. Sigamos estos pasos: Primer paso: Abramos la Biblia. Lo primero que descubrimos es que la Biblia tiene dos grandes partes: el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento o, en otras palabras, Antigua Alianza y Nueva Alianza. Segundo Paso: Busquemos donde comienza el Antiguo Testamento y donde acaba. Tercer paso: Busca el Índice, que es la lista de los libros que nos señala en qué página está cada libro. Busque en el índice, por ejemplo: el libro del Génesis. Luego otro busque el libro de Jeremías. Otra busca en el índice el Evangelio de Lucas. Otro busca en el índice donde está la Carta de San Pablo a los Gálatas. Cuarto paso: Abra su Biblia en el Evangelio de Lucas y busque Lucas 4, 16-18. Recuerde que los capítulos son los números grandes y los versículos son los números chiquitos. Otro busque Isaías 49, 1-2. Otra busque Hechos 15, 2-6. Quinto paso: Fijémonos bien que para citar un libro de la Biblia siempre se dice el nombre del libro. Luego se dice el capítulo que es el primer número después del libro. Luego se dice el versículo o versículos.
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Nota: Al principio los libros de la Biblia no estaban divididos en capítulos y versículos. Fue en el 1226, más de mil años después de terminar de escribirse la Biblia, que Esteban Langton, un Arzobispo inglés, tuvo la idea de dividir cada libro en capítulos numerados para encontrar más fácilmente las citas bíblicas. 300 años más tarde, en 1551 un impresor francés, Robert Etienne puso número a cada frase de los capítulos del Nuevo Testamento, llamándolos versículos. Luego, Teodoro de Beza, en el 1565, lo hizo con el Antiguo Testamento. Es importante notar que para distinguir el número del capítulo del número o de los números de los versículos se coloca una coma (,) entre el número del capítulo y el número del versículo. Si los versículos van de un número a otro, se le coloca un guión (-) que quiere decir, por ejemplo, 2-5 (del versículo 2 al versículo 5). Practiquemos: Juan 15, 10-15. Jeremías 6, 1-5. Éxodo 3, 2-8. 1 Juan 2,3-10. Sexto paso: Si de un capítulo sólo me interesa que se lea el versículo 4 y el 10, yo coloco un punto (.) entre los dos. Ese punto en el medio de los dos números quiere decir “y”. Practiquemos: Lucas 15, 1. 8; Efesios 2,3.5 Séptimo paso: Cuando se colocan varias citas del mismo libro o de varios libros se coloca un punto y coma (;). Por ejemplo: Josué 12,1-3; Marcos 2,5-7; 4,6-8; Hechos 15; 18,1-5. Octavo paso: Cuando se quiere citar un capítulo de un libro, que incluye todos sus versículos y, también, versículos del capítulo siguiente se procede así: se cita el libro y el capítulo donde comienza. Luego se indica el versículo donde se inicia y se le coloca un guión (-) que significa “al”. Luego del guión se escribe el otro capítulo donde pasa la cita y se le coloca una (,) y luego el número del versículo donde terminará la cita. Ejemplo: Romanos 7,24-8,4; que se lee así: Romanos capítulo 7, del versículo 24 hasta el capítulo 8, versículo 4. Noveno paso: Recordemos que los libros de la Biblia se citan con abreviatura para facilitar la escritura. Poco a poco se van conociendo. Cuando no sepamos a qué libro pertenece una abreviatura busquemos en el índice y allí lo sabremos. Décimo paso: Practiquemos uno a uno buscando estas citas: Jn 20,31; Isaías 55, 10-11; Mc 12,26; 7,2-5; Lucas 1, 1-4; Salmo 8, 2.3.8; 1 Cor 12,120; Tobías 3,16-4,8; Lc 1,39-41; Mt 25,31-41.
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4. Momento de oración a) Oremos: En este momento cantemos juntos o recitemos juntos este hermoso canto: Dios ha hablado con su pueblo, aleluya, Y su Palabra nos enseña, aleluya. (bis) 1. Abran sus oídos, pueblo querido, 2. Quien puede oír la voz del Señor, Abran sus oídos y escúchenle, quién puede oírle, escúchenle, Ábranlos ahora, pueblo amado, quién aprenderá el camino recto, Dios nos habla hoy. (bis) escucha al Señor. (bis) Se puede repetir dos veces. Luego, a partir de las palabras de esta canción que más le toque el corazón cada uno puede hacer una oración de alabanza, de acción de gracias y de petición. b) Contemplemos: Nos quedamos en silencio durante 10 minutos para contemplar a Dios con la Biblia abierta en las manos. Contemplemos el amor grande de Dios con nosotros que ha querido hablarnos de muchas maneras, especialmente, a través de sus Palabra escrita en la Biblia. c) Compartamos nuestra experiencia: Después de haber compartido y orado este tema sobre la Palabra, ¿qué he aprendido en este día? ¿Qué significa para mí tener una Biblia donde puedo leer la palabra de Dios? d) Compromiso: ¿A qué me compromete concretamente este encuentro con la Biblia? Ejemplo: Leer la Biblia todos los días. Adquirir el calendario litúrgico para leer las lecturas de la Eucaristía del día. Leer los libros y capítulos asignados en los encuentros del grupo.
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Segundo Encuentro:
Conozcamos los libros de la Biblia Orientaciones para el tema de hoy: Tener Biblias suficientes para que todos aprendan a manejarla y conocer su organización. Se dispone un lugar especial para la Biblia adornado con flores y luces y una imagen de Cristo así como el lema del año. Se preparan 73 tarjetas o papelitos que se colocan en una funda. En cada uno se escribe el nombre de un libro de la Biblia. Se preparan cantos sobre la Biblia como: Tu Palabra me da vida, Dios ha hablado, Viva la Biblia y otros conocidos. 1. Canto a la Palabra de Dios Tu Palabra me da vida. Tu tienes palabras, palabras de vida eterna. 2. Invocación del Espíritu Santo Señor, te damos gracias porque nos reúnes una vez más en tu presencia. Señor, tú nos pones frente a Tu Palabra, ayúdanos a acercarnos a ella con reverencia, con atención, con humildad. Envíanos tu espíritu para que podamos acogerla con verdad, con sencillez, para que ella transforme nuestra vida. Que tu Palabra penetre en nosotros como espada de dos filos; que nuestro corazón esté abierto, como el de María, madre tuya y madre nuestra. Y como en ella la Palabra se hizo carne, también en nosotros esta Palabra tuya se transforme en obras de vida según tu voluntad. 3. Conozcamos la Biblia Como ya sabemos la Biblia está integrada por dos grandes partes que son el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento. El Antiguo Testamento, formado por 46 libros, tiene como acontecimiento principal la Alianza de Dios con su pueblo escogido que se realizó durante el Éxodo del Pueblo de Dios de la esclavitud en Egipto. Por eso, podemos llamarlo, también, la Antigua Alianza.
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El Nuevo Testamento, formado por 27 libros, cuyo acontecimiento más importante es la Muerte y Resurrección de Jesucristo en la que Dios Padre a través de su Hijo sella la nueva y definitiva Alianza con toda la humanidad. Por eso, podemos llamarlo, también, la Nueva Alianza. En este encuentro de hoy pretendemos conocer más los libros de la Biblia y cómo ellos se agrupan de acuerdo a su contenido. Lo haremos en tres momentos. Primer momento: Los libros bíblicos que conozco son... Se invita a los participantes que digan los nombres de los libros bíblicos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento que conocen. Segundo momento: Veamos ahora cuáles son los libros del Antiguo Testamento y Nuevo Testamento. A cada uno se le entregará varias tarjetas o papelitos con el nombre de uno de los libros del Antiguo Testamento o del Nuevo Testamento. El animador del encuentro entrega las tarjetas. Les explica que cada uno representa uno de esos libros. Cuando él diga: revisando los Libros del Antiguo Testamento encontré que me falta Josué. El que tiene la tarjeta de Josué dice: Josué no falta el que falta es (dice un nombre de la Biblia). El que no responda rápido queda fuera del juego. Lo mismo hace sobre el Nuevo Testamento. Nota: La Biblia que usan los hermanos protestantes no tienen estos 7 libros del Antiguo Testamento: Tobías, Judit, I y II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico, Baruc, porque ellos siguiendo la Biblia Hebrea, la propia de los judíos, no los reconocen como inspirados por Dios. Tercer momento: Organicemos los libros bíblicos de acuerdo a su contenido. Los libros bíblicos del Antiguo Testamento se pueden organizar en históricos cuando narran hechos que pasaron en los que Dios les habló a través de palabras y a través de los acontecimientos. Los proféticos recogen las enseñanzas de los profetas. Los sapienciales o didácticos nos traen la sabiduría de Dios a través de la sabiduría humana y de las enseñanzas de Dios; nos presentan los libros poéticos. En el Nuevo Testamento se añade el apocalíptico, que trata del futuro definitivo de la humanidad. Se pondrá en una pizarra, pared o en el suelo las 4 clasificaciones: históricos, proféticos y sapienciales o didácticos, apocalíptico. El juego consis-
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te en que el facilitador pedirá que cada uno lea su tarjeta y coloque su libro debajo de la clasificación correspondiente. Históricos
Proféticos
Sapienciales/ Didácticos
Nuevo Testamento/ Evangelios
Hechos
Cartas
Apocalípticos
Luego verifican con la tabla siguiente cuáles son libros históricos, cuáles son los proféticos, cuáles sapienciales y cuáles son evangelios o cartas. Antiguo Testamento (46). 21 Libros Históricos: -Libros del Pentateuco o de la Ley (5): Génesis, Exodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, I y II Samuel, Rut, I y II Crónicas, I y II Reyes, Esdras, Nehemías, Tobías, Judit, Ester, I y II Macabeos. 7 Libros Didácticos o Sapienciales y poéticos: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés (Qohelet), Cantar, Sabiduría, Eclesiástico (Sirácides). 18 Libros Proféticos: Isaías, Jeremías, Lamentaciones, Baruc, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías. Nuevo Testamento (27). 4 Evangelios: Mateo, Marcos, Lucas, Juan. 1 libro histórico: Hechos de los Apóstoles. 21 Cartas: 13 de Pablo: Romanos, I y II Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, I y II Tesalonicenses, I y II Timoteo, Tito, Filemón. Hebreos (1). 7 Cartas -Católicas (7): Santiago, I y II de Pedro, I, II y III de Juan, Judas. 1 Libro Apocalíptico: Apocalipsis. Libros de la Biblia (73). Cuarto momento: Descubramos los pasos que se dieron para escribirse la Biblia. Es importante que sepamos que la Biblia completa tal como la hemos recibido no se escribió en un solo momento, sino que duró unos 1075 años aproximadamente. Eso indica que hay tres pasos que se dieron para escribir la Biblia:
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Primer paso: Los hechos y acontecimientos que sucedieron a lo largo del Antiguo Testamento durante mil ochocientos años y del Nuevo Testamento durante cien años.
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Segundo paso: La memoria del Pueblo de Dios que iba recordando y contando lo que Dios había hecho por su pueblo. Y, más todavía, iba interpretando estos acontecimientos desde la fe descubriendo con la ayuda del Espíritu Santo la presencia del Señor y su enseñanza a través de esos hechos.
Esta memoria del pueblo de Israel se fue expresando en pequeñas narraciones, a través de los cantos, de los salmos, del libro de las leyes, de las fiestas y de la sabiduría popular expresada en sentencias y refranes.
Entonces, podemos decir que la Biblia antes de ser escrita fue vivida, y después fue contada por los padres a los hijos, de generación en generación. Mira los Salmos 44, 2; 78, 3-4; 145, 4; Ex 10, 2. Este período, que duró aproximadamente 900 años, se llama Tradición Oral.
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Tercer paso: Las escrituras. Fue sólo en el 950 siglos antes de Cristo, durante el reinado de Salomón, que un grupo de escritores comenzaron a poner por escrito los hechos que habían sucedido y, sobre todo, lo que Dios le había enseñado a su pueblo a lo largo y ancho de su caminar durante siglos. De hecho, el Antiguo Testamento se terminó de escribir por el año 50 antes de Cristo.
Así pasó con el Nuevo Testamento: primero fueron los hechos y palabras de Jesucristo, que fueron comunicadas por los apóstoles y sus colaboradores a las comunidades cristianas y del año 50 al año 100 fueron puestas por escrito. Nota: Se pueden dramatizar estos tres pasos por tres personas. Uno hace de Don Hecho y explica el primer paso. Una hace de Doña Memoria explicando el segundo paso. Otro hace de Señor Escritor explicando el tercer paso.
Quinto momento: Conozcamos los escritores, los lugares y los idiomas de la Biblia. Los escritores de la Biblia son Dios y el pueblo, particularmente personas y grupos como historiadores, profetas, sabios, evangelistas, apóstoles, etc. Cada persona escribió desde su propia realidad con la inspiración de Dios.
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Como nos enseña el Vaticano II: “en la composición de los libros sagrados, Dios se valió de hombres elegidos, que usaban de todas sus facultades y talentos; de este modo, obrando Dios en ellos y por ellos, como verdaderos autores, pusieron por escrito todo y sólo lo que Dios quería” (Dei Verbum 11). Los lugares de la Biblia: Los del Antiguo Testamento son: Babilonia, Egipto, Palestina. Los del Nuevo Testamento son: Palestina, Grecia, Roma y Asia Menor. Esto nos da a conocer que los escritos de la Biblia están influenciados por las culturas de los pueblos en que se escribieron. Los idiomas de la Biblia: La mayor parte del Antiguo Testamento fue escrito en hebreo por ser el idioma propio de Palestina. Otra parte se escribió en arameo y griego. El Nuevo Testamento está escrito principalmente en griego, aunque aparece también el arameo.
4. Oremos con la Palabra: Se lee Lucas 1, 1-4 a) Oremos: Leamos Lucas 1, 1-4. Reflexionemos y contestemos: ¿Qué nos enseña San Lucas con estas palabras? ¿Cuáles son los pasos que se han seguido para escribir la Palabra? Después, demos gracias al Señor por la Biblia y por todo el proceso que se ha seguido hasta llegar a nosotros hoy día. b) Contemplemos al Señor en su Palabra: Nos quedamos en silencio durante 10 minutos para contemplar a Dios con la Biblia abierta en las manos. Contemplemos el amor grande de Dios que ha querido dejarnos por escrito su Palabra después de ese largo proceso. c) Compartamos nuestra experiencia: Después de haber compartido y orado este tema sobre la Palabra, ¿qué he aprendido en este día? d) Compromiso: ¿A qué me compromete concretamente este encuentro con la Biblia? e) Tarea: Cada uno practicará con otros cómo buscar en la Biblia y repasará este tema de hoy. 5. Canto a la Palabra
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Tercer Encuentro:
Dios Creador de todo con sabiduría y amor Orientaciones para este tema: El objetivo de este tema es conocer el Dios Creador y sus obras. Se puede ambientar con flores, plantas y mejor si se puede hacer en un ambiente natural lleno de vegetación. Tener flores o plantas para entregarlas a los participantes en el momento de la oración. Elegir cantos que hablen de la creación, por ejemplo: Hoy Señor te damos gracias, Bendigamos al Señor. 1. Invocación al Espíritu Santo Puede entonarse: Ven Espíritu Santo y renueva la faz de la tierra. O se reza: “Ven, Espíritu Creador, visita las mentes de los tuyos; llena de la gracia divina los corazones que tú has creado. Tú, llamado el Consolador, Don del Dios Altísimo; Fuente viva, Fuego, Caridad y espiritual Unción” (Del Himno Veni Creator Spiritus). 2. Iniciemos nuestro Encuentro Como hemos compartido en los encuentros anteriores la Biblia es un libro, o mejor dicho una colección de libros, que recogen en forma escrita la revelación de Dios, o sea, lo que Dios hizo y dijo para que lo conozcamos y para realizar su plan de salvación. Lo primero que Dios hizo fue la creación, cuya obra culminante fue la creación del hombre y de la mujer. Por eso, la Biblia comienza con el libro del Génesis, que quiere decir “origen”. Se llama así porque recoge las tradiciones del pueblo de Israel sobre el origen del universo y de la humanidad como obra de Dios. Siempre que conocemos una persona o una cosa nos surgen preguntas sobre sus orígenes. Aún más, cada persona busca responderse estas preguntas:
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¿De dónde vengo? ¿Cuál es nuestro origen? ¿De dónde viene todo? ¿Para dónde va todo lo que existe?
(Se deja un momento para que las personas contesten estas preguntas). 3. Escuchemos la voz del Señor: Génesis 1, 1-2,4 Para responder a esas preguntas la Biblia nos presenta dos relatos muy hermosos que están en Génesis, capítulos 1 y 2. En nuestro encuentro nos centraremos en el primer relato. a) Leamos: Génesis 1 al capítulo 2, 1-4. b) Volvamos a leer en silencio este texto. c) Descubramos cuáles son las palabras y frases que más se repiten (Se lee el verso donde aparecen esas palabras y frases). d) Fijémonos en Dios Creador y descubramos qué hace y cómo se presenta Dios en este texto (Se lee el verso donde aparecen esas palabras y frases). e) Fijémonos en el ser humano y descubramos cómo lo crea Dios, como se manifiesta el ser humano. (Se lee el verso donde aparecen esas palabras y frases). f) Lee la parte de este relato de la creación que más te impresionó. 4. Meditemos la Palabra del Señor En este momento, descubramos la enseñanza de esta Palabra respondiendo a estas preguntas: • ¿Qué es lo que más te impacta del mensaje de la creación? • ¿Cuándo miras la belleza de la naturaleza, cómo te sientes? • ¿Puedes encontrar a Dios en la naturaleza? • Cómo respondemos desde esta lectura a las más grandes y fundamentales preguntas de la vida que son: ¿De dónde venimos? ¿a dónde vamos? ¿Cuál es nuestro origen? ¿De dónde viene todo y adónde va todo lo que existe? • ¿Cómo tratamos esta hermosa creación que Dios nos ha regalado? Para profundizar en el tema de hoy: (Cada uno del Equipo que preparó puede leer uno de estos párrafos inspirados en el Catecismo de la Iglesia Católica nos. 279-301)
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La Biblia comienza con estas palabras solemnes: “En el principio, Dios creó el cielo y la tierra” (Gn 1, 1). Así lo confesamos en el Credo al llamar a Dios creador de todo lo creado, de todo lo visible y lo invisible. Esta afirmación de la Biblia nos lleva a reconocer que: a) Dios crea el Universo, cielo y tierra, del caos primitivo (1, 1) haciendo aparecer en él todo lo que forma su riqueza y su belleza. Es decir, Dios crea todo “de la nada” (2 Mac 7, 28); Dios es el origen de todo. No necesitaba material para crear todas las cosas. Todo viene de su poder y gratuidad. b) Dios crea, por sabiduría y por amor. La creación procede de la voluntad libre de Dios que manifiesta su amor por sus criaturas. Creemos que Dios creó al mundo según su sabiduría (Cf. Sb 9, 9) Este no es producto de una necesidad cualquiera, de un destino ciego o del azar. Creemos que procede de la voluntad libre de Dios que ha querido hacer participar a las criaturas de su ser, de su sabiduría y de su bondad: “Porque tú has creado todas las cosas; por tu voluntad lo que no existía fue creado” (Ap 4, 11). “¡Cuán numerosas son tu obras, Señor! Todas las has hecho con sabiduría (Sal 104, 24) “Bueno es el Señor para con todos, y sus ternuras sobre todas sus obras.” (Sal 145, 9) CIC 295). c) Dios crea un mundo ordenado y bueno. Dios es bueno por eso lo que hace es bueno. Toda la creación hecha por Dios es buena. El establece un hermoso orden en la creación: regularidad del movimiento de los astros, distinción de los reinos, leyes de la reproducción. Todo esto es obra del Creador que, sencillamente con su palabra, puso todo en su lugar (Sal 148, 5). “Tú, todo lo dispusiste con medida, número y peso” (Sab 11, 20). d) Dios trasciende la creación y está presente en ella. Dios es infinitamente más grande que todas sus obras: “Su majestad es más alta que los cielos” (Salmo 145,3). A la vez está presente en lo más íntimo de sus criaturas, porque El es la causa primera de todo lo que existe. Ninguna criatura es Dios, pero todas las criaturas existen en Dios: “En El vivimos, nos movemos y existimos” (Hch 17, 28). e) Dios mantiene y conduce la creación – Dios mantiene la creación en existencia y es fuente de su existencia. (CIC 295-301).
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f) Esta obra creadora culmina en la creación del hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios, y que debe dominar el universo: “Dios creó al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó, hombre y mujer los creó” (Gn 1, 27). De todas las criaturas visibles sólo el hombre y la mujer son capaces de conocer y amar a su Creador y sólo ellos pueden participar en la vida de Dios. Dios creó todo para el hombre, pero el hombre fue creado por Dios para servirle, para amarle y para ofrecerle toda la creación (cfr CIC, 356-358). Dios ha puesto en las manos del hombre y la mujer toda la obra creadora. g) La creación es el fundamento de “todos los designios salvíficos de Dios”, “el comienzo de la historia de salvación” que culmina en Cristo, que es la luz decisiva del misterio de la creación, en cuya contemplación, lo vemos a El, artífice, modelo y fin de todas las cosas. (cfr CIC 280). Jesucristo estrechamente asociado al Padre en su actividad creadora, es «el único Señor por el que todo existe y por el que somos nosotros» (1Cor 8,6), el principio de las obras de Dios (Ap 3,14) y es desde los comienzos vida y luz en el universo (Jn 1, 3s). Siendo la sabiduría de Dios (1Cor 1, 24) «resplandor de su gloria e imagen de su substancia» (Heb 1, 3), «imagen del Dios invisible y primogénito de toda criatura» (Col 1, 15), es el que «sostiene el universo con su palabra poderosa» (Heb 1, 3), porque en él fueron creadas todas las cosas y en él subsisten (Col 1, 16s). Así la doctrina de la creación halla su remate en la contemplación del Hijo de Dios, por la que se ve en él el artífice, el modelo y el fin de todas las cosas, descubriendo así que desde el principio Dios preveía la gloria de la nueva creación en Cristo (cf Rom 8, 18-23). “Por esto, las lecturas de la Noche Pascual, celebración de la creación nueva en Cristo, comienzan con el relato de la creación” (CIC 281). 5. Oremos al Señor de la Creación a) Oremos: Se puede iniciar rezando el Salmo 104. Se puede leer en forma lenta el salmo y luego invitar a los participantes a repetir aquellas frases que más les impacten. Se puede dar gracias y alabar al Señor por su obra creadora.
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b) Contemplemos al Señor en la creación: Se entrega a cada persona una flor o una rama o planta. Se pide que contemplen al Señor a través de esta obra de sus manos. Hacemos 10 minutos de silencio para contemplar a Dios nuestro origen y nuestro fin. c) Compartamos nuestra experiencia: ¿Qué ha quedado en mí de esta reflexión y oración de hoy sobre la creación? ¿A qué me compromete? d) Compromiso personal y de la comunidad con la creación: ¿Qué cosa concreta podemos hacer para apreciar, conservar y defender la creación para mostrar nuestra gratitud a Dios por su creación? e) Una tarea para la semana: Leer Génesis 1 y 2. Rezar el Salmo 104 (103). f) Oración final, avisos y despedida.
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Cuarto Encuentro:
Por desobediencia perdimos la amistad con Dios Preparación del encuentro: Se colocan en el lugar del salón algunos nombres de los pecados actuales o un lienzo roto y sucio. Se preparan papelitos en los que se escribirán los nombres de algunos pecados que pueden ser tomados de las listas de pecado que presenta San Pablo: 1Cor 5,10s; 6,9s 2Cor 12,20 Gal 5,19-21 Rom 1,2931 Col 3,5-8 Ef 5,3 1Tim 1,9 Tit 3,3 2Tim 3,2-5. Se colocan en una funda y se entregarán al final para la oración. Elegir cantos sobre el pecado. 1. Invocación del Espíritu Santo “Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero” (De la secuencia de Pentecostés). 2. Para iniciar nuestro tema En el pasado encuentro hemos reflexionado sobre la creación del universo y del ser humano. Vimos que Dios vio que todo era bueno y al crear al ser humano vio que era muy bueno. El colocó a nuestros primeros padres en un hermoso jardín que llamamos paraíso. Pero, algo vino a dañar el proyecto de Dios por causa de lo que llamamos comúnmente pecado. Nuestro encuentro de hoy tratará sobre el pecado y sus consecuencias para nosotros. Iniciemos compartiendo estas preguntas: • ¿Qué es el pecado? • ¿Cuáles son los pecados más comunes entre nosotros? • Leamos y comparemos nuestra lista de pecados con la que encontramos en Marcos 7,20-23 y Gálatas 5, 19-21. • ¿Cuál es la raíz de todo pecado?
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3. Escuchemos la Palabra: Génesis 2 y 3 Para conocer la raíz del pecado es necesario partir del relato del pecado original, del cual nuestros pecados son continuación y desarrollo. a) Leamos Génesis 2 y 3. b) Descubramos la obra de Dios a favor del hombre y de la mujer (leer los versículos donde se manifiesta). c) Descubramos el mandato de Dios al hombre y a la mujer (leer los versículos donde se manifiesta). d) Fijémonos en la serpiente maligna: lo que hace y dice. e) Leamos las respuestas de Eva y lo que hicieron los dos. f) Descubramos qué pasó después de la desobediencia. 4. Meditemos la Palabra Después de escuchar esta Palabra hagámonos estas preguntas: • Según este relato, ¿qué es el pecado? • ¿Dónde está la maldad del pecado? • ¿Por qué se puede decir que el pecado es una mentira? • ¿A qué lleva el pecado? Para profundizar: “El capítulo 3º del Génesis nos narra un drama singular: la primera tentación y el primer pecado. En el paraíso en que Dios ha colocado al primer hombre y a la primera mujer aparece otro personaje hasta ahora desconocido: el tentador, en forma de serpiente. El autor sagrado quiere decirnos que el mal no proviene de Dios, que todo lo ha hecho bien, ni tampoco proviene sólo del hombre, que ha sido creado bueno por Dios: este personaje misterioso, adversario de los planes de Dios y enemigo de la felicidad del hombre, a quien la revelación posterior irá identificando como ser personal, con poder para el mal, «la gran serpiente, la serpiente antigua, el llamado diablo y Satanás» (Ap. 12,9), es el que instiga al hombre a pecar contra Dios y es la causa última de que haya entrado la muerte en el mundo (Sab. 2,24). Con admirable psicología presenta también el autor sagrado el proceso de la tentación como seducción y engaño. Aquel a quien San Juan denominará «mentiroso y padre de la mentira» (Jn 8,44) comienza insinuándose con una falsedad absoluta (comparar 3,1 con 2,16-17); en un segundo momento hace dudar a la mujer de la validez del mandato del
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Dios y, por tanto, de la intención del mismo Dios al establecer ese mandato (vv. 4-5); así, además de mentiroso, el tentador se manifiesta como el «homicida desde el principio» (Jn 8,44): en efecto, al engañar a la mujer («de ninguna manera morirán») con relación al mandato que Dios les había dado para vida («el día que comieres de él, morirás sin remedio»: 2,17), de hecho conduce a la muerte a la mujer y al hombre (cf 3,7). He ahí la tentación: una promesa falsa («serán como dioses»), pero que halaga, seduce y atrae (3,6), una seducción y engaño que hace ver como vida lo que de hecho conduce a la muerte; con ella ha sembrado además la desconfianza en Dios al presentar como enemigo del hombre al Dios fiel y lleno de amor. Vemos entonces en qué consiste el pecado: una falta grave de orgullo concretada en una enorme desobediencia al Señor. El mandato de Dios de no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal (2,16-17) expresa el hecho de que el hombre no es dueño absoluto de su propia vida, sino criatura limitada, dependiente radicalmente de Dios. Y el deseo de «ser como dioses» (3,5) indica justamente lo contrario: el querer tener capacidad de decidir el propio destino, ser ley para sí mismo sin condiciones impuestas desde fuera, el decidir por sí mimo lo que es bueno y lo que es malo... Por tanto, el pecado de querer «ser como dioses, conocedores del bien y del mal» es una reivindicación de autonomía moral, un renegar del estado de criatura invirtiendo el orden en que Dios estableció al hombre; es en el fondo una actitud de rebelión contra Dios: en vez de fiarse plenamente de Dios acatando su mandato como mandato de vida, el hombre duda de Dios y se fía de su propio juicio -engañado por el tentador- en actitud de autosuficiencia (cf. Is 14, 13s; Ez 28,2). El texto sagrado apunta también las consecuencias del pecado. El texto lo expresa con una fuerza insuperable: «se dieron cuenta de que estaban desnudos» (v. 7); la expresión constituye un contraste brutal con las halagadoras promesas de «ser como dioses», pues sugiere que al romper con Dios el hombre y su mujer experimentan con toda crudeza su situación de pobres criaturas, indefensas e inseguras, en total precariedad y faltos de protección. Es la hora de la verdad en que las mentiras y engaños del tentador salen a la luz y se manifiestan las trágicas consecuencias de muerte que llevaban encerradas. Se expresa así de manera sugerente la amargura, la decepción y frustración que conlleva todo pecado. Como dirá San Pablo «el salario del pecado es la muerte» (Rom 6, 23).
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- La primera consecuencia del pecado es la pérdida de la amistad con Dios, ya apuntada en el ocultarse de Él (3,8) y en el tener miedo (3,10) y expresada simbólicamente por la expulsión del paraíso (3, 2324), que indica el alejamiento de la presencia de Dios y de la comunión de vida con Él, la pérdida de la familiaridad con Él. - En contraste con la armonía e integridad en que vivían (2,25), ahora experimentan el desorden interior, introducido por el pecado en el corazón del hombre y delatado por la conciencia llena de vergüenza (3,7); es el despertar de la concupiscencia -tan bien expresada por San Pablo: Rom 7, 14-24- que esclaviza al hombre. - Se rompe la armonía entre el hombre y su mujer. El maravilloso proyecto de Dios de ser «una sola carne» es echado al traste: la mujer induce a su marido a pecar (3,6) contradiciendo la misión que Dios le había asignado de ser su ayuda (2,18); el hombre, en vez de asumir su propia culpa, acusa a la mujer que Dios le ha dado por compañera; la atracción entre los sexos, entre hombre y mujer, que Dios mismo había puesto, se transforma ahora en desordenada apetencia y ansiedad y en dominio (3,16). - Se produce también una ruptura con la naturaleza. Si el trabajo formaba parte de la condición del hombre (2,15), ahora la creación entera se le vuelve hostil (3, 17-19); el desorden introducido en el corazón del hombre hace que en lugar de «dominar» la naturaleza (1,28), de «labrarla y cuidarla» (2,15), la esclavice, la frustre, la someta a la vanidad (Rom 8,20). El don y la bendición de la fecundidad se convierten para la mujer en pesada carga (3,16). Y si la muerte es una condición natural del hombre como ser caduco que ha sido formado del polvo del suelo (2,7), el pecado hace que la muerte se vuelva insoportable al experimentar con fuerza la frustración de su tendencia a «vivir para siempre» (3,22), al saberse condenado a «volver al polvo» (3,19). En definitiva, el sufrimiento en todas sus formas pasa a formar parte de la condición humana”. Las palabras de San Pablo en Rom 5,12 («por un hombre entró el pecado en el mundo y por el pecado la muerte y así la muerte alcanzó a todos los hombres por cuanto todos pecaron») parecen tener delante de los ojos lo narrado en el Génesis. El primer pecado ha sido como una puerta abierta por la que se ha introducido la potencia maléfica del Pecado -San Pablo lo personifica- anegando todo y acarreando el daño y la destrucción (Sab 2,24). San Pablo establecerá claramente la doctrina de una culpa hereditaria, dada la solidaridad de todos en Adán. En efecto, los capítulos siguientes del Génesis presentan la perversa influencia del pecado en la humanidad, como una ola gigantesca que
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sumerge todo. Viene la rebelión del hombre contra el hombre como indica la historia de Caín que mató a su hermano Abel porque «era del Maligno» (1 Jn 3, 13). Luego, el relato del diluvio (6,5-9,17) aparece como el juicio de Dios sobre la humanidad pecadora, ya que «la maldad del hombre cundía en la tierra y todos los pensamientos que ideaba en su corazón eran puro mal de continuo» (Gn 6,5). Finalmente, el episodio de la torre de Babel (Gn 11,1-9) presenta una humanidad desgarrada, indicando una vez más que el pecado es el orgullo: la pretensión arrogante de construir un mundo, una sociedad, una civilización sin Dios (« una ciudad y una torre con la cúspide en los cielos»). que será necesariamente causa de dispersión” ( Julio Alonso Ampuero, Historia de la salvación, en www.gratisdate.org). 5. Oremos al Señor reconociendo nuestros pecados Se puede iniciar rezando el Salmo 51 (50). Se puede leer en forma lenta el salmo y luego invitar a los participantes a repetir aquellas frases que más les impacten. Se entrega a cada uno un papelito que tiene escrito uno de los pecados. Todos se ponen de rodillas y cada uno pide perdón por el pecado que está escrito en su papelito y todos dicen: Perdónanos, Señor. Se puede concluir rezando el “Yo confieso”. 6. Contemplemos al Señor En este momento, cada uno frente al Señor revisa su relación con El. Se deja llenar de su amor y de su misericordia. Se tienen 10 minutos de silencio para esta contemplación. Compartamos: Se conversa sobre lo que se ha conocido hoy del pecado. Se responde esta pregunta: ¿Qué he aprendido sobre el pecado? Compromiso personal y de la comunidad: ¿A qué me compromete esta Palabra? Una tarea para la semana: Leer Génesis 3 y sus textos paralelos: Romanos 5,12-21. Rezar el Salmo 51 (50). 7. Oración final, avisos y despedida
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Quinto Encuentro: Convivencia de Comunidad
“No nos abandonaste al poder de la muerte, sino que tendiste tu mano” La promesa de la Salvación 0. Orientaciones para la Convivencia: La convivencia es una hermosa ocasión para descansar, para orar, para compartir juntos, para comer juntos y conocerse más como una comunidad. Si son varias comunidades que hacen la Convivencia todos los de una misma comunidad se sientan juntos. Para eso, es bueno tener previsto el lugar de cada comunidad. Se tiene una mesa en la parte atrás para que coloquen la comida. Es importante que cada persona tenga su Biblia y si puede leer su cuaderno y su lapicero. Es bueno decorar el lugar con el título de la convivencia. El lugar elegido es conveniente que sea fuera del lugar donde se reúnen siempre. Puede ser el salón de una escuela, un club, un lugar del campo con buena sombra. Siempre es bueno que el lugar permita la integración de la comunidad, la oración y el compartir alegre. Es necesario tener un tema de reflexión. Se tendrá un buen Equipo de Animación con un sonido adecuado. Una parte de la convivencia será todas las comunidades juntas. La comida se hará por comunidad así como el momento de revisión de vida. 1. Llegada. Recibimiento. Un Equipo de acogida recibe y acomoda en su comunidad a los que van llegando. 2. Canciones de animación, según el tema de hoy. 3. Oración inicial: Laudes. Se sigue este orden.
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4. Invocación inicial. 5. Monición al Salmo. Canto o recitación del Salmo 104 (103). Breve silencio. 6. Monición al Cántico. Canto o recitación del Cántico: Daniel 3,52-90. Breve silencio. 7. Monición al Salmo. Canto o recitación del Salmo: Salmo 103 (102). 8. Monición a la lectura. Lectura: Génesis 3, 7-15. - Silencio de 20 minutos para leer la Palabra y meditarla. - Se comparte lo que el Señor le ha dicho a su propia vida con ese texto. - Luego el que preside dice la homilía. Se puede valer de esta meditación. En el pasado encuentro reflexionábamos sobre la triste realidad del pecado, que todavía nos envuelve. Cualquiera puede caer en la tentación de pensar que el pecado se ha adueñado del ser humano, de toda la humanidad y de la creación. Algunos caen en el pesimismo de que todo está perdido, de que este mundo no tiene arreglo ni solución. Pero, “tras la caída, el hombre no fue abandonado por Dios. Al contrario, Dios lo llama (cf. Gn 3,9) y le anuncia de modo misterioso la victoria sobre el mal y el levantamiento de su caída (cf. Gn 3,15). Este pasaje del Génesis ha sido llamado “Protoevangelio” (primer evangelio), por ser el primer anuncio del Mesías redentor, anuncio de un combate entre la serpiente y la Mujer, y de la victoria final de un descendiente de ésta” (CIC410). Es el anuncio de la victoria final del hombre en la lucha contra Satanás (Gen 3, 15). Dios promete que el tentador -simbolizado en la serpiente- que amenaza permanentemente al hombre, será finalmente «pisoteado» o «aplastado». Es verdad que se dibuja una lucha encarnizada (la serpiente intenta atacar, »acecha» el talón de la mujer); pero se trata de algo que intenta inútilmente, en vano: Dios, maldiciendo a la serpiente,
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se ha puesto decididamente al lado de la mujer y de su descendencia, que acabará venciendo definitivamente al Maligno. La revelación posterior mostrará que esta descendencia es Cristo. Él es el Nuevo Adán que ha restaurado lo que el primer Adán destruyó. A diferencia de Adán, Jesús vence a Satanás (Mc 1, 12-13). Por eso San Pablo podrá exclamar exultante: «Así como el delito de uno solo atrajo sobre todos los hombres la condenación, así también la obra de justicia de uno solo procura toda la justificación que da la vida... Donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» (Rom 5, 18-19). Con la venida de Cristo ha terminado el dominio tiránico del pecado (Rom 7, 24-25). Más aún, con su victoria sobre el pecado Cristo ha destruido también el muro de la muerte (1Cor 15, 20-26) y ha vuelto a abrir el paraíso (Lc 23, 39). De ahí también el grito desafiante de San Pablo: «¿Dónde está, muerte, tu victoria?» (1Cor 15, 54-57). Pero es significativo que esta victoria Jesús la ha logrado por el camino inverso al recorrido por Adán (Fil 2, 6-11): Siendo Dios «no retuvo ávidamente el ser como Dios»; siendo el Hijo, «se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz»; pero el resultado es también el contrario al de Adán: Jesús es constituido Señor y recibe en su humanidad el honor y la gloria propios de Dios. Se cumplen así las palabras dichas por Él mismo: «El que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido» (Lc 14, 11). El hecho de que Cristo ha vencido el pecado nos da la certeza de que en Él y con Él podemos vencer. Por eso la actitud correcta es la de abrirnos a Cristo por la fe y la esperanza para acoger la salvación que sólo de Él puede venir (Hch 4, 12). Por la misma razón es necesario el combate, el esfuerzo: hay que negarse a sí mismo (Mt 15, 24) y dar muerte a las tendencias desordenadas que hay en nosotros (Gal 5, 24; Col 3, 5-9), siendo muy conscientes a la vez de que sólo con las armas de Dios se puede vencer al diablo (Ef. 6, 10-20). Por otra parte, al indicar el Génesis que el pecado deteriora todo, está dando a entender que la liberación del pecado es la raíz para remediar todos los males. La renovación y transformación del corazón humano es el fundamento de todas las reformas -en el terreno social o en cualquier otro-; y al revés, mientras el hombre permanezca esclavo del pecado cualquier pretendida reforma sólo conducirá a nuevas y mayores esclavitudes. Por eso, podemos alabar al Padre con la Iglesia: Padre, “cuando el hombre por desobediencia perdió tu amistad no lo abandonaste en al poder de la muerte, sino que le tendiste la mano para que te encuentre el que te busca” (Plegaria Eucarística IV).
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9. Canto de alabanza a Jesucristo que nos libera del poder del pecado y de la muerte. 10. Cántico de Zacarías: Bendito sea el Señor Dios de Israel. 11. Oración de los fieles dando gracias por la salvación que nos regaló Cristo. 12. Padre Nuestro. 13. Oración final. 14. Cántico a María. 15. Receso: 25 minutos. 16. Cantos de animación 17. Tema del día: “La historia de la salvación” (Uno del Equipo de seguimiento de las comunidades desarrolla este tema) En la oración de hoy hemos escuchado ese primer Evangelio o Buena Noticia de Salvación que el Señor hizo después de la caída de Adán y Eva al decirles: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje; él te pisará la cabeza, mientras acechas tú su calcañar” (Gen 3,15). Desde ese momento se inició todo un proceso de salvación que le llamamos historia de salvación. Veamos cada uno de estos términos: ¿Qué quiere decir historia? La historia es el conjunto de hechos que realiza el ser humano y los pueblos en un tiempo y en un espacio determinado. Toda historia tiene un pasado, un presente y un futuro. ¿Qué quiere decir salvación? La palabra salvación en la Biblia tiene dos momentos. Por un lado es liberación de todos los peligros que amenazan la existencia humana en la tierra, especialmente del pecado que afecta lo más íntimo de la persona y de su relación con Dios, con los otros y con la creación. Es liberación de la gran enemiga del ser humano que es la muerte, concebida no sólo como final de la existencia terrena, sino como el sello a una situación en que el hombre se encontraría definitivamente solitario, ausente de Dios, alejado de él, aislado de los hombres y de las mujeres, sus hermanos y hermanas.
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Vista así la muerte es la máxima esclavitud, que produce el miedo existencial durante toda la vida (cf. Heb 2,15). Es liberación del mal, de sus raíces más hondas y de sus manifestaciones más exteriores. Pero, este primer momento, lleva a un momento más importante: a recuperar la comunión con Dios como Padre, con los otros como hermanos, con la creación como señores y consigo mismo en el desarrollo de una persona integrada y madura. De ahí que salvación es sinónimo de esta comunión que Dios estableció desde el principio en sus relaciones con el hombre y la mujer y de ellos entre sí así como con la creación y consigo mismo. ¿Qué es, entonces, la historia de salvación? La historia de la salvación es el largo proceso que Dios ha realizado y sigue realizando con su pueblo para regalarle la salvación. La historia de la salvación es la realización del plan de salvación que Dios quiso a favor de la humanidad, que tiene su realización perfecta en la existencia de Jesús de Nazaret, existencia que culmina con su muerte y resurrección. El constituye la plenitud de los tiempos (cf. Gal 4, 4; Ef 1, 10), la manifestación de Dios y de su plan salvador (cf. Jn 1, 1-18; Ef 1, 3-14). Así, nuestra salvación tiene una hermosa historia que tiene un pasado que comienza con la creación, se concreta en Abraham pasando por Moisés, por los reyes y profetas, por hechos grandes de liberación hasta el Juan Bautista. Todo este pasado narrado en el Antiguo Testamento conduce hacia Cristo, nuestro Salvador. El da cumplimiento a la promesa de salvación. Con San Pablo podemos decir: «Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo... por cuanto nos ha elegido en él antes de la creación del mundo... eligiéndonos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad para alabanza de la gloria de su gracia, con la que nos agració en el Amado. En El tenemos, por medio de su sangre, la redención, el perdón de los delitos, según la riqueza de su gracia que ha prodigado sobre nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad según el benévolo designio que en él se propuso de antemano, para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra» (Ef 1, 3-10; cf. Col 1, 13-201. Esta obra salvadora se la encomendó a la Iglesia que desde su inicio hasta hoy va anunciando este Evangelio de salvación, dando sus signos y comunicando a través del Espíritu Santo esta salvación obtenida por la muerte y resurrección de Cristo hasta que El vuelva glorioso a consumar su obra y a poner todo a los pies del Padre y broten. Si nos fijamos bien, toda la Biblia es una historia viva del amor de Dios con la humanidad a través de la historia de un pueblo llamado Israel que El eligió para salvarla. En esa historia de Israel podemos ver como
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en un espejo el caminar de cada pueblo y de cada persona en sus esperanzas y en sus luchas, en sus éxitos y en sus fracasos y, sobre todo, en su relación con Dios. Esta historia de salvación se va realizando poco a poco y por etapas. Las etapas son trece: son diez del Antiguo Testamento y 3 del Nuevo Testamento. Las 9 etapas del Antiguo Testamento son: 1. Los Patriarcas 2. Los Esclavos 3. Los Libertadores 4. Los Conquistadores 5. Los Reyes 6. Los Desterrados 7. Los Restauradores 8. Los Defensores de la Fe 9. Los sabios de Israel 10. Los que esperan al Mesías Salvador Las 3 etapas del Nuevo Testamento son: • Jesucristo. • La Iglesia. • Cielos nuevos, tierra nueva, Jerusalén celeste. 18. Trabajo en comunidades preparando la presentación de su Etapa de la Historia de Salvación. Ahora haremos una dinámica: A cada comunidad le vamos a entregar una de esas etapas. Siguiendo las instrucciones que les daremos cada una la estudiará y nos la presentará en la tarde. Puede ser con un canto, una poesía, un drama breve, gestos y dinámicas. En el momento que se les dirá cada comunidad presentará su etapa siguiendo este orden: • Nombre de la Etapa. • Breve explicación de lo que aconteció en esa etapa. • Presentación artística de esa etapa: canto, una poesía, un drama breve, gestos y dinámicas. Aquí tenemos los datos de cada etapa para ser presentados por cada comunidad. 1ª. Etapa: Los Patriarcas • Fechas: Aproximadamente va de los años 1800 aC. a 1650 dC. • Figuras principales: Los patriarcas: Abraham, Isaac, Jacob, y las doce cabezas o jefes de Tribu. José juega un papel importante y prepara el enlace con la siguiente etapa.
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• ¿Dónde está Dios?: Dios llama y promete Vida, un Pueblo y una Tierra, y bendice a los Patriarcas. • Lugares: Ur y Jarán en la Mesopotamia de donde parte la emigración o peregrinación. Las tierras de Canaán donde llegaron y que luego se llamará Palestina. Y finalmente, Egipto. • Libro que hablan de ellos: Génesis. • Cita bíblica: Éxodo 32,13. 2a. Etapa: Los Esclavos • Fechas: La Biblia nos cuenta que fueron unos 400 años. (Ex. 12,40). De 1650 a 1250 dC. • Figuras: Más que figuras encontramos un grito, un clamor del pueblo esclavo. • ¿Dónde está Dios?: Dios oye el clamor del pueblo, mira su opresión. • Lugar: En Egipto, a la orilla del Río Nilo. • Libros que hablan de ellos: Éxodo. • Cita bíblica: (Ex. 1,11-14). 3a. Etapa: Los Libertadores: El Éxodo, la salida de la esclavitud a la libertad. • Fecha aproximada: 1250 aC. a 1225 aC. • Figuras Principales: Moisés, su hermano Aarón y María hermana suya también, y los Jefes del Pueblo. • ¿Dónde está Dios?: Dios baja a liberar a su pueblo y camina con él. Nos da su Nombre: YAVÉ: “Yo soy”. • Lugar: En Egipto y luego por el desierto de Arabia. El Monte Sinaí. • Libros que hablan de ellos: Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio. • Cita bíblica: (Dt. 26,7-8). 4a. Etapa: Los Conquistadores de la Tierra Prometida • Fechas aproximadas: 1225 dC. a 1205 dC., o sea, unos 200 años de Confederación de Tribus. • Figuras principales: Moisés, Josué, las Tribus, los Jueces como Débora, Sansón, Gedeón y otros. • ¿Dónde está Dios?: Dios está con la fuerza de su Espíritu promoviendo su Proyecto y la Organización de su pueblo. • Lugar: Al principio al otro lado del Jordán. El paso del Río Jordán y de este lado del Río Jordán, sobre todo los lugares donde tenían santuarios y celebraban asambleas populares: Silo y Siquem. • Libros que hablan de ellos: Deuteronomio, Josué Y Jueces. • Cita bíblica: (Jos. 1, 2-3).
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5a. Etapa: Los Reyes • Fechas: Comienzo de la monarquía: 1025 dC. Caída de Samaría o Reino del Norte ante Asiria: Año 721 aC. Caída de Jerusalén, o Reino del Sur: ante Babilonia 587 dC. • Figuras principales: Los tres primeros reyes: Saúl, David, Salomón. Una lista larga de reyes. Entre ellos se destacan dos buenos: Ezequías y Josías. Varios profetas: Samuel, Elías, Eliseo, Isaías, Jeremías y otros. • ¿Dónde está Dios?: Dios deja que su pueblo tenga reyes. Rechaza el culto vacío y exige justicia. En la vida y voz de los profetas. • Lugares: Palestina, Samaría y Judea. • Libros que hablan de ellos: I y II Samuel; I Y II Reyes; I Y II Crónicas. • Cita bíblica: (I Sam. 8, 19-20). 6a. Etapa: Los Desterrados a Babilonia • Fechas: Del año 587 dC. hasta 539 dC. o sea 48 años de destierro. • Figuras principales: El Profeta Isaías Segundo, el pueblo pobre y sufriente, figura del Siervo de Yavé. El Profeta Ezequiel y Ciro, rey persa, que fue su liberador. • ¿Dónde está Dios?: Dios consuela, anima la fe y la esperanza de su Siervo. Por medio de sus mensajeros los profetas y de Ciro el extranjero Liberador. • Lugar: En Babilonia allá entre los ríos Éufrates y Tigris. • Libros que hablan de ellos: Isaías Segundo 40-56 Y Ezequiel. • Cita bíblica: (Sal. 137,1-4). 7a. Etapa: Los Restauradores del Templo y del Pueblo • Fechas: Del año 539 dC., en que cae Babilonia, al año 333 dC. Época de dominación Persa. • Figuras principales: Zorobabel, Nehemías, Esdras, el pueblo mismo. • ¿Dónde está Dios?: En el proceso de restauración del Pueblo, su Templo, sus Normas... Dios suscita gran esperanza. Se va revelando como Padre. • Lugar: Jerusalén, Palestina y también la Diáspora, o sea, lugares donde quedaron dispersos muchos judíos: Babilonia, Egipto, Asia Menor. • Libros que hablan de ellos: Nehemías y Esdras. • Cita bíblica: (Salmo 126, 1-2). 8a. Etapa: Los Defensores de La Fe • Fechas: Consideramos la dominación griega, o sea, del 333 dC. hasta 63 dC. Aunque hubo un fuerte levantamiento por el año 170 dC.
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• Figuras Principales: Macabeos: Matatías el papá y sus hijos Judas, Simón y Juan y los reyes Hasmoneos. • ¿Dónde está Dios?: Preparación de la venida ya próxima de su Hijo. • Lugar: Palestina. • Libros que hablan de ellos: I Y II Macabeos. • Cita bíblica: (I Macabeos 2, 42-44). 9ª. Etapa: Los Sabios de Israel • Fechas: 538-50 antes de Cristo. • Figuras Principales: Salomón, Qohelet, el Predicador, Ben Sirá. • ¿Dónde está Dios?: Desde la experiencia humana Dios habla a su pueblo. • Lugar: Palestina. • Libros que hablan de ellos: Eclesiástico, Proverbios, Eclesiastés, Sabiduría, Job. • Cita bíblica: (Proverbios 1,7). 10ª. Etapa: Los pobres de Yahveh que esperan en el Mesías • Fechas: 630 antes de Cristo hasta su venida. • Figuras Principales: Siervo de Yahvé, Jeremías, Sofonías, María, Simeón, Ana. • ¿Dónde está Dios? : Anima la fe de su pueblo y prepara la venida de su hijo. • Lugar: Palestina. • Libros que hablan de ellos: Daniel, Sofonías, Jeremías, Isaías. • Cita bíblica: (Sofonías 3, 12). 11ª. Etapa: Jesucristo • Figuras Principales: Jesucristo, los Apóstoles, los discípulos, María. • ¿Dónde está Dios?: La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. • Lugar: Palestina. • Libros que hablan de ellos: Evangelios, Cartas. • Cita bíblica: (Juan 14,6). 12ª. Etapa: La Iglesia • Figuras Principales: Apóstoles, Pedro, Pablo, comunidades cristianas. • ¿Dónde está Dios?: El Espíritu Santo anima la vida de la Iglesia Naciente. • Lugar: Palestina, Colonias griegas, Roma. • Libros que hablan de ellos: Hechos de los Apóstoles, Cartas. • Cita bíblica: (Hechos 2, 42-47).
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13ª. Etapa: Cielos nuevos y tierra nueva • Figuras Principales: El Padre, Jesucristo, la Iglesia, la humanidad. • ¿Dónde está Dios?: Recapitulando todo en su Hijo. • Lugar: todo el Universo. • Libros que hablan de ellos: Apocalipsis. • Cita bíblica: (Apoc 21, 1-2). (Tomado de Javier Saravia, El Poblado de la Biblia, con adaptaciones).
19. Comida - Receso. 20. Tarde alegre: Presentación artística de las diferentes etapas. 21. Revisión de vida por comunidades: Cada comunidad se reúne para hacer su revisión de vida mensual. Se sigue este orden: • Invocación del Espíritu Santo. • Cada uno responde esta pregunta desde su propia experiencia: ¿Cómo he experimentado en mi vida esta misericordia de Dios, su perdón y su salvación? • Luego se hace esta pregunta a la que responde cada uno: ¿Cómo me ha ido este mes en mi vida personal, familiar, de trabajo, de relación con Dios? ¿Cuáles han sido mis alegrías y tristezas? • Luego se hace esta pregunta y cada uno la va contestando: ¿Cómo me he sentido en la comunidad desde la última convivencia? Siempre se habla con nombres y apellidos tanto cuando se trata de sentimientos positivos o negativos. • Se hace una oración final y se dan el abrazo de la paz. 22. Encuentro final: Todas las comunidades se reúnen. Se dan los avisos y se tiene una oración final.
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Sexto Encuentro:
Dios inicia con Abraham el camino de la salvación Orientaciones para este tema: El objetivo de este encuentro es conocer la historia de Abraham, su relación con Dios y descubrir el inicio concreto de la historia de la salvación. Se trata de reconocer y de aprender la sencillez, la fe y la obediencia que son las cualidades más destacadas de este elegido de Dios. Se puede colocar unas sandalias junto con la Biblia en medio del grupo. Elegir cantos que hablen de Abraham, de la fe como por ejemplo: “Yo tengo fe”. Se podría conseguir una película sobre Abraham para presentarla en estos días a las comunidades en la Parroquia. 1. Invocación del Espíritu Santo Un miembro del grupo pide la presencia del Espíritu Santo en el encuentro de hoy. 2. Para iniciar nuestro encuentro Cada familia y cada pueblo tienen una persona que ha iniciado y guiado a ese pueblo en los orígenes. Recordemos ahora a las personas que han sido origen de nuestras familias, de nuestro pueblo y de nuestro país. Nos podemos servir de estas preguntas: • ¿Cómo se formó mi familia? ¿Quién fue o es el tronco principal de nuestra familia? ¿De dónde vinimos hasta llegar a donde vivimos? • ¿Quiénes fueron los primeros moradores de nuestro pueblo? ¿Se recuerda alguna persona que fue el origen de este pueblo? • ¿Cuáles son las personas que dieron origen a nuestra patria? 3. Nuestra historia de salvación tiene su inicio concreto en Abraham En el pasado encuentro contemplamos el amor de Dios que no nos abandonó el poder de la muerte, sino que en el momento oportuno inició un plan de salvación a través de su amigo Abraham a quien llama para que en él «sean bendecidas todas las familias de la tierra» (Gn
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12, 3). El Señor lo elige para hacer nacer de él su pueblo, con quien Dios realizó su obra de salvación en Cristo en un momento concreto de la historia de la humanidad. Recorramos la vida de Abraham paso a paso desde que Dios lo llamó hasta su muerte buscando descubrir el mensaje del Señor que su vida nos transmite. Uno del Equipo presenta a Abraham: Le presento a Abraham, quien primero se llamaba Abrán. Luego, Dios le cambió el nombre por el de “Abraham” que significa “padre de una muchedumbre.” Su padre se llamaba Teraj y provenía de Ur de los Caldeos (Gn 11,10-31) y se estableció en Jarán, en la tierra de Canaán. Se casó con Saray, que luego será llamada Sara. Abraham tenía una gran pena en su corazón: no tenía hijo ni tierra. En su tiempo el que no tenía hijos se sentía que no era bendecido por Dios y no tenía ilusiones de luchar y de trabajar porque no tendría a quién dejarle su herencia y su apellido. En estas circunstancias de su vida el Señor lo llamó y le dijo: “Sal de tu tierra y de tu parentela…. Yavé lo llama a salir de su país nativo para fundar un nuevo pueblo en una nueva tierra. Otro del equipo dice: Abraham marchó (Gn 12,4) como le había pedido el Señor. Así con Abraham comienza la historia del pueblo de Dios. A pesar de que ya es viejo, toma su esposa y sus rebaños y su gente y se marcha a un lugar y un futuro desconocido. El se decide a caminar siguiendo la promesa del Señor que se repite constantemente con la la frase: «yo daré»; Dios dará a Abraham una tierra (Gen 12,7; 13,15ss; 15,18) 17,8); lo colmará, lo hará extremadamente fecundo (Génesis 12,2 16,10 22,17). A decir verdad, las circunstancias parecen contrarias a estas promesas: Abraham es un nómada, es decir, que no tenía lugar fijo y andaba errante buscando un lugar adecuado para su ganado y para ganar el pan. Y Sara no está ya en edad de tener hijos. Pero, así se destaca todavía mejor que todo vendría de Dios y la gratuidad de las promesas divinas: el porvenir de Abraham depende completamente del poder y de la bondad de Dios. Así Abraham resume en sí mismo al pueblo de Dios, elegido sin mérito propio. Todo lo que se le pide es una fe atenta e intrépida, una acogida sin condiciones del plan de Dios.
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Otra del Equipo dice: Sin embargo, Abraham ve que Dios pasa tiempo sin aparecer, después que le había dicho que la tierra de Canaán sería suya. Y después de establecerse e ir por etapas trasladándose a esa tierra lo que vino fue una hambre terrible. Entonces Abraham en vez de permanecer en Canaán se fue a Egipto a buscar comida. No se quedó en la tierra, sino que dudó. Para estar bien en Egipto, Sara y Abraham hablan mentira y esa mentira se volverá contra ellos. El Faraón de Egipto se enamoró de Sara que se hizo pasar por hermana de Abraham. Por eso, tuvo que salir rápido de allí. Cuando se deja el plan de Dios y se duda de su promesa vienen todas las dificultades y los fracasos. Una del Equipo dice: Volvió de nuevo a Canaán donde era muy rico en ganado, plata y oro (Gn 13,1-4). De nuevo, el Señor le hace la promesa de la tierra y de tener hijos como el polvo de la tierra (Gn 13,14-18). Sin embargo, Abraham seguía con una tristeza grande por no tener un hijo a quien darle mi herencia. El Señor vuelve a repetirle la promesa de que su descendencia será grande como las estrellas del cielo y que le dará la posesión de una tierra. Y hace con él una alianza, un pacto con Abraham para siempre acompañada de una señal. Esa señal, que era común en un pacto o compromiso, consistía en pasar por el medio de un animal partido por la mitad para indicar que así debería pasarle al que no cumpliera con lo acordado. Sin embargo, sólo Dios pasa y quema las dos partes para indicar que la promesa y el cumplimiento eran suyos (Gn 15,1-21). Otro del Equipo: Otra vez viene la desobediencia. Al ver que el Señor tardaba en cumplir su promesa de que Abraham tendría un hijo, la misma Sara le dice a él que tome a su esclava Agar y tenga con ella un hijo. La esclava al verse encinta despreciaba a Sara, lo que le ocasionó celos contra ella hasta maltratarla y expulsara de su casa. Más tarde volvió Agar a la casa y dio a luz a Ismael (Gn 16). Uno del Equipo: Finalmente, Dios a pesar de que Abraham se había dejado guiar de Sara y desconfió de su promesa, Dios hace una nueva alianza con Abraham en la que El le repite la promesa hecha a Abraham de tener un hijo con Sara con quien se establecerá una alianza perpetua (Gn 17). Dios se hace amigo de Abraham y Abraham se convierte en amigo de Dios. Hasta le cambia el nombre de Abrán por Abraham que significa “padre de una muchedumbre”.
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Esta promesa le será repetida a través de la visita de tres hombres junto al encinar de Mambré (Gn 18, 1-15), aunque Sara sigue riéndose desconfiada de la promesa del Señor 4. Encontrémonos con Abraham en la Biblia: (Se pueden leer estas lecturas en todo el grupo o se pueden integrar en grupos de 3 y leer algunas de las lecturas compartiendo las enseñanzas aprendidas y luego presentarlas en el plenario). Leamos: Gen 12, 1-9; Génesis 15, 1-20; Génesis 16, 1-15; Génesis 17,127; Génesis 18, 1-15. 5. Contemplemos a Dios y a su amigo Abraham a) Oremos: Se colocan en círculo alrededor de las sandalias y la Biblia. Se recuerda al peregrino Abraham, que iba de un lugar a otro siguiendo al Señor. Se da gracias por Abraham, por su fe, por la propia llamada. Se pide fuerzas para el camino y permanecer firmes en la Alianza como Abraham. Si alguno se siente débil en su fe o agobiado por un problema todos pueden orar por esa persona imponiéndoles las manos. b) Contemplemos al Señor que inicia el proceso de nuestra salvación con Abraham: En este momento se dejan 10 minutos de silencio para contemplar a Dios y a Abraham en todo este relato que hemos seguido. Es bueno mirar su propia historia con Dios y la respuesta que se ha dado en cada circunstancia. Es importante reconocer las grandes necesidades que nos entristecen y nos pueden llevar a no creer en la promesa de Dios. Contemplar los momentos débiles de la propia fe. Mirar el amor y la paciencia de Dios conmigo y con toda la humanidad. c) Compartamos con los demás: ¿Con qué parte de la historia me reconozco yo? Mirando mi propia vida ¿dónde estoy ubicado yo en esta historia de Abraham? d) Nos comprometemos: Dar un paso de fe en aquello que necesito desarrollar como Abraham para responder al Señor en este momento de mi vida. e) Tarea: Leer Génesis 11, 10-32 y capítulos 12-25 en esta semana la historia de Abraham junto con otros de la comunidad o en mi familia.
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Séptimo Encuentro:
La fe firme y decidida de Abraham en la promesa de Dios Orientaciones para el tema: Se puede colocar los nombres de los padres y madres de Israel: Abraham, Sara, Isaac. Se puede colocar un retrato con los padres y abuelos de la familia. Se coloca en medio del grupo una vela o velón con buena mecha que se enciende junto a la Biblia; se puede colocar también una rama verde, preferible de pino, como signo de la fidelidad de Dios y de la fe de Abraham. Elegir cantos sobre la fe, sobre la historia de Abraham. 1. Invocación del Espíritu Santo: cantada o rezada 2. Para iniciar el tema En nuestro encuentro de hoy nos centraremos en la fe de Abraham para descubrir en su ejemplo de fe algunas enseñanzas prácticas para nuestra propia vida de fe. Dios le había prometido a su amigo Abraham que de su esposa Sara nacería un hijo que sería el inicio de una gran descendencia. Dios cumplió su promesa y nació el hijo esperado, a quien le pondrán por nombre Isaac que significa “Aquel con el que Dios reirá” o “Aquel que hará reír”, ya que esta promesa de Dios hizo reír a Sara (Gn 18, 12) y al mismo Abraham (17, 17). Pero, ellos descubrieron verdaderamente que nada hay imposible para Dios (Gn 18,14) y que El cumple sus promesas. Leamos: Génesis 21, 1-6. 3. La fe de Abraham y nuestra fe Una vez tenido el hijo vino una propuesta de Dios que conmovió la fe de Abraham. Dejemos que sea la Biblia que nos lo cuente. Primer momento: Un gran ejemplo de fe: Dios pide el sacrificio de Isaac
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Leamos: Génesis 22, 1-18. Descubramos juntos: ¿Qué pide Dios a Abraham? ¿Qué hace Abraham? ¿Qué hace Isaac? ¿Qué pasó? ¿Qué hace Dios? ¿Qué proveyó Dios para el sacrificio? ¿Cómo se relaciona este relato con Jesucristo? Para profundizar: San Pablo en Romanos 4 hace una hermosa reflexión de la fe de Abraham quien obedeció a Dios y esperó contra toda esperanza hasta que se cumplió la promesa de que tendría a su hijo Isaac. En El que no se miró a sí mismo, sino que miró a Dios tenemos un modelo de fe. El no miró su cuerpo estéril y cansado, sino que miró a Dios que todo lo puede y de lo imposible hace posible. Leamos este hermoso texto: Gálatas 4, 18-25 Esta fe de Abraham encuentra el momento más duro y decisivo, a la vez que la demostración más grande de su fe en la dolorosa, difícil y provocadora petición que le hace Dios de sacrificar a su hijo Isaac, en el que precisamente debía desarrollarse la promesa hecha por El (Gen 22,1s). Pero, Abraham se encaminó a sacrificar a su hijo (22,12.16). Es sabido que en los cultos cananeos se practicaban sacrificios de niños—; pero Dios libera a Isaac, asumiendo él mismo el cuidado de proveer el cordero para el sacrificio De este modo, Dios da a conocer que su voluntad no está ordenada a la muerte, sino a la vida. «No se regocija de la pérdida de los vivientes» (Sab 1,13 Dt 12,31 Jer 7,31). Con esta acción de Dios queda condenada esa práctica de sacrificar a los niños (Lv 18,21), que serán ofrecidos a Dios a quien pertenecen pero no serán sacrificados. La muerte será un día vencida; el «sacrificio de Issac» aparece entonces como una escena profética (Heb 11,19 2,14-17). Como había dicho Abraham a Isaac: “Dios provee”, en medio de la maleza apareció un “cordero”, un ovejo pequeño, que es símbolo del nuevo Cordero, Jesucristo, a quien el Padre no se reservó sino que lo entregó en la Cruz por todos nosotros (Rom 8,32). Dios le dejó la vida a Isaac, pero dejó morir su Hijo para nuestra salvación, aunque no lo dejó en la muerte, sino que lo levantó glorioso del sepulcro. 4. Contemplemos como Dios a Abraham a) Oremos: Se colocan en círculo alrededor de la Biblia y de la luz o rama verde, signos de fidelidad. Se lee despacio Eclesiástico 44,19-21. Recordemos a nuestro padre Abraham, que se mantuvo
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firme en la fe en Dios en quien había puesto su confianza. Oremos unos por otros para que nuestra fe sea firme como la de Abraham. b) Momento de silencio: En este momento se dejan 10 minutos de silencio para contemplar la fe de Abraham y nuestra propia fe, después de haber escuchado esta abundancia de la Palabra de Dios. Mirar la fe de Abraham que no se miró a sí mismo sino que miró a Dios. No miró su cuerpo ni el de Sara sino a Dios que tiene poder para cumplir lo que promete. f) Compartamos con los demás: Mirando la fe de Abraham y mi propia fe ¿cómo veo mi fe? ¿En qué momentos de mi vida ha crecido más mi fe? ¿Cuándo mi fe ha tenido momentos difíciles? ¿Cómo he respondido a Dios en ese momento? g) Nos comprometemos: Leer con su familia Génesis 22,1-18. Meditar Gálatas 4 y examinar nuevamente su fe. Descubrir personas que son fieles como Abraham y compartir con ellas su experiencia de fe. h) Tarea: Leer Génesis 22, 1-18 y Gálatas 4.
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Octavo Encuentro:
La promesa de Dios se continúa en Isaac, Jacob y sus descendientes Orientaciones para este encuentro: El objetivo de este encuentro es conocer y apreciar cómo la promesa y la bendición de Dios sobre Abraham se continúa en su hijo Isaac y su nieto Jacob y su descendencia. Se colocan los nombres de los padres y madres de Israel: Abraham, Sara, Isaac y Rebeca, Jacob, Lía y Raquel. Se puede colocar un lazo con 12 nudos recordando la sucesión familiar. O se puede pintar un árbol poniendo en las raíces a Abraham y Sara, en el tronco a Isaac y Rebeca y en las ramas a Jacob, Lía y Raquel con sus hijos e hijas. Se preparan papelitos en el que se escribe una de estas citas de Gen 26, 3-5; Gen 28,1-4; Gen 28, 10-15. Se les entregarán estos papelitos a los participantes, quienes de inmediato buscarán su Biblia y los marcarán para cuando se necesite. Los que dirigirán el tema uno presentará a Isaac o puede hacer de Isaac y otro presentará a Jacob. Cada uno tendrá que hacer Elegir cantos apropiados: Abraham tiene muchos hijos… 1. Invocación al Espíritu Santo Espíritu Santo, ven, ven…. 2. Para comenzar escuchemos las promesas hechas por Dios a Isaac y a Jacob En este encuentro reconoceremos cómo Dios permanece fiel a las promesas de Abraham, de las que participan su hijo Isaac y los hijos de Jacob, que luego la transmiten por herencia a sus descendientes, a su pueblo hasta llegar a Jesús el Cristo y por El a nosotros. Las promesas de Dios permanecen para siempre. 3. Les presentamos a Isaac, el hijo prometido Uno del Equipo o varios pueden presentar a Isaac con estas o con otras palabras. Se puede hacer con gestos, con una vestidura especial de manera que despierte interés.
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Isaac, ya lo sabemos, fue el hijo deseado y esperado por Abraham y Sara. Su nombre quiere decir. “Aquel con el que Dios reirá” o “Aquel que hará reír”, ya que esta promesa de Dios hizo reír a Sara (Gn 18, 12) y al mismo Abraham (17, 17) dada su ancianidad y de que Sara no podía tener hijos. Dios lo salvó de la muerte cuando Abraham lo iba a ofrecer en sacrificio. Abraham lo casó con Rebeca, una hija de Batuel, sobrino de Abraham, que con su amor lo consoló de la muerte de su madre (Gen 24,1-67). Rebeca era estéril pero el Señor escuchó la oración de Isaac y le regaló dos mellizos. Al primero que nació le pusieron por nombre Esaú, que quiere decir velludo, porque nació con mucho pelo en la piel. Y el otro, le llamaron Jacob, que quiere decir “el que toma por el calcañar o por el talón” o “el que suplanta a otro” (Gn 25,19-26). Dios lo bendijo con grandes bendiciones en los momentos de hambre haciendo fecunda la tierra que sembraba, le regaló rebaños de ovejas y ganado y mucha servidumbre y era envidiado por todos aquellos que veían su prosperidad hasta que llegaron a establecer un pacto con él. (Gn 26). El le regaló su bendición a Jacob, quien ayudado por su madre se hizo pasar por Esaú, el verdadero heredero (Gn 27). Murió a los ciento ochenta años anciano y lleno de días (Gen 35). 4. Les presentamos a Jacob, nombrado Israel por Dios, que continúa el cumplimiento de la promesa. Jacob fue hijo el segundo hijo de Isaac y nieto de Abraham. Tuvo 12 hijos que llegaron a ser los líderes de las 12 tribus de Israel. Jacob tenía un hermano mellizo llamado Esaú a quien le debería corresponder la herencia de todo lo de Isaac, porque según la ley, sólo el primer hijo recibía la bendición y la herencia de su padre. En este caso, le correspondía a Esaú, pero Jacob, con notable astucia por un plato de lentejas y pan, se la arrebató (Gn. 25,29-34; He. 12:16). Protegido por su madre, Jacob logró suplantar a su hermano y obtuvo con engaño la bendición paterna (Gn. 27:1.29). La historia de Jacob está llena de engaños y trampas. Sin embargo, Dios elige a Jacob tal como es y lo bendice a pesar de sus faltas. El Señor lo llevó con paciencia hasta que salió al encuentro en un sueño en el que Dios renueva su Alianza y Jacob se compromete con Dios. En otro momento tuvo un encuentro fuerte y decisivo con Dios con quien entabla una lucha desigual y cae en la cuenta de que su oponente ante todas sus mentiras es el mismo Dios. Sin embargo, Dios lo bendice y le cambia el nombre de Jacob a Israel, que quiere decir «el que lucha con
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Dios» (Gn. 32,24; Os 12,3- 4), nombre que se perpetuó en «los hijos de Israel» (Gn. 42,5; 45,21), y llegó a abarcar a todo el pueblo elegido de Dios. 5. Encontrémonos con Isaac y sus hijos Jacob y Esaú en la Biblia Leamos: Gen 26, 3-5; Gen 28, 10-22; Génesis 32,23-33. Para compartir: • ¿Qué les ha impacto más de esta historia de Isaac, Jacob y Esaú? • ¿Cómo me veo reflejado dentro de la historia de Isaac y Jacob? Para profundizar: Recordemos que para Abraham y muchos de sus descendientes, Yahvé era su único Dios. Pero, no tenían todavía la idea de un solo Dios, como les pasaba a sus vecinos que creían en muchos dioses también. Las prácticas de tener múltiples mujeres, la esclavitud, la venganza, el engaño para protegerse (por ejemplo en decir que la esposa bonita era hermana), las mentiras y trampas de Jacob etc. eran cosas aceptables en ese tiempo. Por eso, cuando leemos la Biblia, no podemos leerla desconectada del contexto del tiempo y la Biblia entera. De todo eso podemos aprender que Dios fue enseñando poco a poco y con gran paciencia quién era El y cuál era su plan. Será cuando vino Jesucristo quien puso claras todas las cosas. Pero, Dios fue caminando con su pueblo unos 1800 años hasta llegar a Cristo. También, podemos aprender que Dios saca bien hasta del mal y no detiene su proceso de salvación por nuestros pecados. En fin, Jacob es el padre del pueblo de Dios y será siempre un punto de referencia para todos después a lo largo de la historia del pueblo judío, como lo será también para los cristianos. Si bien su carácter astuto y engañoso está muy lejos de la personalidad y las virtudes propias del Evangelio, no obstante, su fe es uno de los pilares de la revelación bíblica. Es un ejemplo de cómo Dios transforma el mal en bien y se realiza lo que San Pablo descubrirá más tarde: “donde abunda el pecado, sobreabunda la gracia” (Rom 5,20). 6. Contemplemos al Señor a través de estas promesas hechas a Isaac y Jacob a) Oremos: Todos se colocan en círculo y damos gracias por su gran misericordia de mantener la promesa hecha a Abraham y que ha sido cumplida en Jesucristo. Nos felicitamos con un abrazo porque somos hijos de la promesa de Dios.
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b) Momento de silencio: En este momento se dejan 10 minutos de silencio para contemplar a Dios y sus promesas a Isaac y Jacob. Es bueno mirar su propia historia con Dios y la respuesta que les han dado en cada circunstancia. Mirar cómo Dios se vale de personas débiles y pecadoras para hacer su obra. Mirarse a sí mismo como elegido por Dios para continuar hoy su obra salvadora en su familia y en su ambiente en que vive. Mirar el amor y la paciencia de Dios conmigo y con toda la humanidad. c) Compartamos con los demás: En la vida de Isaac y de Jacob ¿cómo me veo reflejado? ¿Cómo me veo yo dentro de esas historias de Isaac y de Jacob? d) Nos comprometemos: Descubrir el paso de Dios en mi vida personal y familiar y tomar conciencia de cómo el Señor nos ha ido llevando. Durante la semana, ya sea con otros de la comunidad o en mi familia, leer la historia de Abraham en Génesis 25,19 hasta el capítulo 36. Caer en la cuenta de la historia de mi familia. e) Tarea: Buscar en Gen 35,26-27 los nombres de los hijos de Jacob y escribirlos en este cuadro. Hijos de Lía
Hijos de Raquel
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1.
2.
2.
3. 4.
Hijos de Bilhá
5.
1.
6.
2
Hijos de Zilpá 1. 2.
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Noveno Encuentro:
Dios a través de José salva el cumplimiento de la promesa Orientaciones para este encuentro: Se coloca el nombre de José en un lugar central junto a una imagen de Jesús. Se preparan cantos sobre el perdón, la fraternidad. Se prepara bien la ruta del viaje con José colocando letreros en cada estación y marcando bien donde se hará cada estación. Es importante que de estación a estación se tenga un canto. Todos lo que puedan deben tener sus Biblias. Si no hay luz suficiente en el lugar tener velas y focos disponibles. 1. Invocación del Espíritu Santo Ven, Espíritu Creador, llena de la divina gracia los corazones, que Tú mismo creaste. Tú eres el prometido del Padre; Tú, que pones en nuestros labios los tesoros de tu palabra. Enciende con tu luz nuestros sentidos; infunde tu amor en nuestros corazones; y, con tu perpetuo auxilio, fortalece nuestra débil carne. Por Ti conozcamos al Padre, y también al Hijo; y que Tú, Espíritu Santo nos guíes en todo tiempo, especialmente en los momentos difíciles de la vida. Danos la gracia de la perseverancia hasta el final. Amén. 2. Para comenzar Como ya hemos visto en el encuentro anterior, Abraham y Sara tuvieron un hijo llamado Isaac, quien con Rebeca tuvo dos hijos Esaú y Jacob. De Jacob, quien logró la bendición de su padre, nacieron 12 hijos. Uno de ellos, nacido de Raquel, llamado José le tocó salvar el cumplimiento de la promesa no sin antes pasar por los caminos de la traición de sus hermanos. Comencemos compartiendo entre nosotros: • ¿Quién conoce algo de la vida de José, el hijo de Jacob? • ¿Qué le hicieron sus hermanos? • ¿Qué pasó con él después en Egipto? • ¿Qué hizo por su familia?
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3. Compartamos con José su historia Para comprender el mensaje que nos enseña la vida de José es importante conocer su historia. En este encuentro haremos un viaje por la vida de José. Lo haremos tomando el autobús en Canaán e iremos a Egipto, volveremos a Canaán y nos quedaremos en Egipto por años largos. Primera estación: Todo el grupo se pone de pie y se reúne en un solo lugar. El que dirige dice: Les presento la familia de Jacob. Son doce hijos. Entre ellos se distingue el undécimo llamado José, cuyo nombre tiene dos significados “que Dios añada” o “Dios eleva” (Gen 30,23-24). Su padre Jacob lo amaba más que a los otros hijos y esto provocó la envidia de sus hermanos hasta quererlo matar. Al final lo vendieron a una caravana de mercaderes que se dirigía a Egipto, quienes a su vez lo vendieron a Putifar, oficial de la guardia del Faraón (Gn. 37).
Leamos: Gen 37,11-36. Descubramos juntos: • ¿Qué tramaron los hermanos contra José? • ¿Qué hicieron ellos con José? • ¿Cómo engañaron a su padre? • ¿Qué pasó con José? Segunda estación: José en la casa de Putifar. (Todo el grupo se mueve hacia otro lugar). Ya en la casa de su dueño, José tuvo más problemas. Veamos qué pasó leyendo Gen 39, 1-23. Comentemos entre todos lo que pasó a José. Tercera estación: Compartamos con José, el que interpreta los sueños. (Todo el grupo se mueve a otro lugar). Desde jovencito José se distinguió por interpretar los sueños (Gen 37,5-11). En la cárcel le interpretó los sueños del copero y el panadero del rey que estaban prisioneros (Gen 40). El faraón de Egipto dos sueños, que José supo interpretar. Leamos: Gen 41,15-37.
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Cuarta estación: José es nombrado primer funcionario de Egipto. (Todo el grupo se mueve a otro lugar y se levanta una corona). El faraón eligió a José para que fuera el primer ministro de Egipto y gobernara su pueblo. Leamos Gen 41, 38-57. Quinta estación: Los hermanos de José bajan a Egipto. Un encuentro difícil. (El grupo se divide en dos. Unos caminan hacia los otros imitando a los hermanos de José). El hambre atacó también en Canaán y no hubo más remedio que ir a comprar a Egipto. José los reconoció y les puso varias pruebas, aunque con su corazón herido. La primera prueba meterlos a la cárcel acusándolos de espías. Luego los soltó y dejó prisionero a Simeón como condición para que le trajeran a Benjamín. Después fue entrar en el saco de Benjamín su propia copa para hacerlos regresar.
Leamos Gen 44, 11-34. Sexta estación: El perdón de José y la llegada de la familia de Egipto. (Todo el grupo forma un círculo). Escuchemos esta conmovedora historia de perdón. Leamos Gen 45. Un momento de silencio para meditar. Luego, el que dirige rompe el silencio entonando la canción: “Perdona a tu pueblo, Señor”. José lleva a Jacob y a toda su familia a Egipto, que se estableció en la tierra de Gosén bajo la protección de Faraón y de José (Gn 46 y 47). Allí murió Jacob quien dio una bendición a cada hijo (Gn 48-49). Más tarde murió José y el faraón, pero el pueblo se multiplicaba. Séptima estación: Compartamos lo vivido al escuchar esta historia de José compartiendo las respuestas a estas preguntas: • •
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¿Qué nos enseña esta historia de José para nuestra vida cristiana? ¿En qué se pueden relacionar José y Jesucristo?
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Para profundizar: José es un reflejo del amor que Dios tiene a Israel. Es anuncio profético de Jesús, quien fue rechazado por sus hermanos, vendido por unas monedas, brindó su perdón y salvación a los que le habían traicionado. Así como el pecado de los hermanos sirvió para salvar del hambre a su familia para que se continuara la descendencia de la promesa de salvación así la derrota de Jesús en la cruz se convirtió en victoria y salvación para toda la humanidad. En ocasiones no podemos entender por qué nos suceden algunas situaciones en la vida, pero si permanecemos fieles al Señor un día brillará la luz y comprenderemos lo que Dios quería regalarnos. Ni los pecados pueden frustrar los planes de salvación que Dios tiene con su pueblo. Es lo que algunos llaman el “fracaso aparente”, es decir, que a veces parece que todo ya se acabó y que ya no hay esperanza de nada. Sin embargo, si permanecemos en el Señor vendrá la victoria y lo que parecía un fracaso era sólo apariencia de fracaso. 4. Contemplemos al Señor que realiza su plan a pesar de nuestros pecados a) Oremos: Todos se colocan en círculo y dan gracias porque siempre el Señor está presente en medio de su vida personal, familiar y de nuestro pueblo aún en los momentos difíciles de la vida. Es bueno en la oración dar detalles de la acción que Dios ha realizado en sus vidas a través de un fracaso o de un problema. Se ora por aquellos que están ahora en esas situaciones difíciles. b) Momento de silencio: En este momento se dejan 10 minutos de silencio para contemplar a Dios presente en esta historia de José. Ver en esta historia de José el anuncio profético de Jesucristo. Mirar en mi propia historia cómo Dios ha sacado bien del mal. c) Compartamos con los demás: En la vida de José ¿cómo me ves descrita tu propia vida? d) Nos comprometemos: Descubrir en la propia vida y en su propia familia el paso de Dios en medio de las dificultades. Leer con su familia la historia de José. Compartir con sus hijos los lugares donde nacieron sus padres, dónde vivieron ellos, dónde se estableció la
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familia, dónde se criaron, cómo llegaron a conocerse como pareja, dónde han vivido. e) Tarea: Escribir con los hijos su propio árbol genealógico, llenando estos cuadros, que presentará en el próximo encuentro. Nietas de mis sobrinos/as (Se coloca el nombre del sobrino)
Nietas de mis sobrinos/as (Se coloca el nombre del sobrino)
Nietos de mis hermanos/as y míos (Se coloca el nombre del hermano/a)
Nietas de mis hermanos/as y míos (Se coloca el nombre del hermano/a)
Hijos de mis hermanos/as y míos (Se coloca el nombre del hermano/a)
Hijas de mis hermanos/as y míos (Se coloca el nombre del hermano/a)
Hermanos
Hermanas
Papá
Mamá
Lugar donde vivían
Lugar donde vivían
Bisabuelos de parte del papá
Bisabuelos de parte de la mamá
Lugar donde vivían
Lugar donde vivían
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Décimo Encuentro: Convivencia de Comunidad
La fe de los padres y madres de Israel 0. Orientaciones para la Convivencia: La convivencia es una hermosa ocasión para descansar, para orar, para compartir juntos, para comer juntos y conocerse más como una comunidad. Si son varias comunidades que hacen la Convivencia todos los de una misma comunidad se sientan juntos. Para eso, es bueno tener previsto el lugar de cada comunidad. Se tiene una mesa en la parte atrás para que coloquen la comida. Es importante que cada persona tenga su Biblia y si puede leer su cuaderno y su lapicero. Es bueno decorar el lugar con el título de la convivencia. El lugar elegido es conveniente que sea fuera del lugar donde se reúnen siempre. Puede ser el salón de una escuela, un club, un lugar del campo con buena sombra. Siempre es bueno que el lugar permita la integración de la comunidad, la oración y el compartir alegre. Es necesario tener un tema de reflexión. Se tendrá un buen Equipo de Animación con un sonido adecuado. Una parte de la convivencia estarán todas las comunidades juntas. Tanto la comida como la revisión de vida la harán cada comunidad por separado. 1. Llegada. Recibimiento. Un Equipo de acogida recibe y acomoda en su comunidad a los que van llegando. 2. Canciones de animación, según el tema de hoy. 3. Oración inicial: Laudes. 4. Invocación inicial.
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5. Monición al Salmo. Canto o recitación del Salmo 47 (46). Breve silencio. 6. Monición al Cántico. Canto o recitación del Cántico: Deuteronomio 26, 5-10. Breve silencio. 7. Monición al Salmo 105 (104), 1-23. Canto o recitación del Salmo. 8. Monición a la lectura: Hebreos 11, 8-22. - Silencio de 20 minutos para leer la Palabra y meditarla buscando descubrir los personajes de esta lectura y cómo manifestaron la fe cada uno de ellos. - Se comparte lo que el Señor le ha dicho a su propia vida con ese texto. - Luego el que preside dice la homilía. Se puede valer de esta meditación. Durante estos encuentros pasados hemos compartido sobre la fe y la vida de nuestros padres y madres de la fe. Hoy dedicamos nuestra convivencia a meditar sobre esa fe vivida entre luchas y dificultades, caídas y levantadas, alegrías y penas, bondad y maldad. La introducción de la historia de la fe en la Carta a los Hebreos comienza con estos versos: “La fe es la garantía de lo que se espera; la prueba de lo que no se ve. Por ella fueron alabados nuestros antepasados” (Hebreos 11,1-2). Al estudiar la lectura de la promesa de la tierra y la descendencia a Abraham y sus hijos, vemos una fe en Dios que es fiel a sus promesas. Ellos siempre tenían pendiente la promesa de la tierra prometida. La época de espera de la promesa de su propia tierra se marcó por los padres y madres antiguos: Abrahán, Sara y Agar, Isaac y Rebeca, Jacob y Lía y Raquel, y sus descendientes que tuvieron que ir a Egipto en tiempo de hambre. De su vida y obras la memoria del pueblo guardó recuerdos muy borrosos, conservados por escrito en Génesis 12-50. Su experiencia de Dios se puede resumir en la frase: “el Dios de nuestros padres”. Es el Dios que camina con ellos, cuando plantaban sus carpas allí estaba El y cuando iban de viaje también El viajaba con ellos. Tomó más de 400 años para recibir su tierra pero nunca perdieron su fe en la promesa de Dios.
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Fue con Abraham que comenzó a caminar la historia de este pueblo, en la que van interviniendo otros personajes, principalmente Jacob, padre de los fundadores de las 12 tribus hijo de Isaac y nieto de Abraham. Todos sabemos la historia de su hijo José que fue vendido por celos y cómo Dios se sirvió de esa maldad de los hermanos para ayudarles en tiempos de dificultades cuando tuvieron que huir a Egipto por el hambre que padecían en su tierra. La historia de José da la respuesta de la pregunta de cómo el pueblo llegó a Egipto y prepara el escenario para la gran obra de Dios del Éxodo. También, nuestra fe está basada en una promesa de una nueva tierra y nuevos cielos, que es la plenitud del Reino de Dios iniciado por Jesucristo. Por eso ellos son para nosotros testimonio vivo para caminar con esperanza hacia esa nueva tierra prometida sin dejarnos engañar por las propuestas que van contra el Reino y que nos quieren desviar del camino. 9. Canto de alabanza a Jesucristo que nos libera del poder del pecado y de la muerte. 10. Cántico de Zacarías: Bendito sea el Señor Dios de Israel. 11. Oración de los fieles dando gracias por la salvación que nos regaló Cristo. 12. Padre Nuestro. 13. Oración final. 14. Cántico a María. 15. Receso: 25 minutos. 16. Cantos de animación. 18. Tema del día. 19. Canto de alabanza a Jesucristo que nos libera del poder del pecado y de la muerte: Cántico de Zacarías: Bendito sea el Señor Dios de Israel.
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20. Oración de los fieles dando gracias por la fe que nos ha regalado. a) Padre Nuestro b) Oración final c) Cántico a María. 21. Receso: 25 minutos. 22. Cantos de animación. 23. Tema del día: La historia de la fe de nuestros antiguos padres y madres y nuestra historia de fe. (Uno del Equipo tiene el tema del día) Como ya hemos dicho la historia es el conjunto de hechos que realiza el ser humano y los pueblos en un tiempo y en un espacio determinado. Toda historia tiene un pasado, un presente y un futuro. Nuestra salvación tiene una hermosa historia que tiene un ayer que comienza con Abraham hasta llegar a Jesucristo y su Iglesia naciente. Tiene un presente que es vida de la Iglesia hoy y tiene un futuro que son los cielos nuevos y la tierra nueva, el Reino eterno. Hoy queremos centrarnos en la historia de los padres y madres de Israel llamados Abraham y Sara, Isaac y Rebeca, Jacob, Lía y Raquel y sus 12 hijos. Es una hermosa historia muy parecida a la historia personal de cada uno de nosotros, de la historia de nuestras familias y de nuestro pueblo dominicano. Es una historia en la que la fe en Dios era la constante a pesar de las caídas y pecados que enturbian esa historia. Es una historia en la que Dios va caminando con su pueblo con paciencia y amor llevando adelante el cumplimiento de su promesa. Entre todos ellos, se destaca Abraham que es “padre”, no solamente de Isaac, ni del pueblo que un día va a ser Israel, sino de todos los que creen en un solo Dios altísimo. En nuestro día tres religiones lo proclaman “padre” de la fe; el judío, la cristiana, y el musulmán. Abraham representa la permanencia de la promesa de Dios y al mismo tiempo la verificación de su cumplimiento. Su fe lo convierte en ejemplar para todos. En él, descubrimos que todo viene de la gracia de Dios. En él, todos nos hacemos herederos de la promesa hecha por Dios: pertenecemos ciertamente a Cristo, pero – como dice el apóstol, si “somos de Cristo, también somos entonces descendencia de Abraham.” (Gal, 3,7).
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Pero, estudiando la historia de estos padres y madres de Israel nos choca la conducta de esos padres y madres de la fe que muchas veces no corresponde a lo que Dios quiere. Vemos cómo mienten, se emborrachan, pecan sexualmente y cometen toda clase de errores. Es impresionante que la Biblia nos cuente con tanta sinceridad todo esto, en vez de ocultarlo. Pero, más asombroso es Dios que se vale de personas pecadoras y marginadas para darnos su salvación y más admirable es su paciencia y amor para ir llevando a su pueblo a cumplir su voluntad. También, nos motiva que a pesar de los pecados estos padres y madres de nuestra fe nunca se olvidaron de la promesa de Dios y esperaron en ella. Y, es maravilloso, descubrir que Dios no vuelve atrás su plan y lo realiza aún sea atravesando esos pecados. Además podemos aprender de esta historia que Dios tiene un plan con todo lo que pasa sea bueno o malo. El saca bien hasta de lo malo. El saca vida hasta de la traición. Su obra salvadora no la detiene nadie. Lo que se necesita es fe para no volver atrás en aquellos momentos de nuestra vida que todo parece oscuridad y fracaso. Como José y, sobre todo como Jesús, lo importante es entregarse en las manos del Padre, confiar en El y seguir caminando sin mirar atrás. Y, en el momento menos esperado todo se vuelve luz, vida y salvación. Hoy es una buena ocasión para recordar a nuestros padres y madres en la fe de los que se valió para regalarnos su fe. Esas personas con nombre y apellido, con sus virtudes y defectos nos hicieron descubrir el amor de Dios. (En este momento se pide que algunos y algunas digan los nombres de esas personas, empezando por el que está dando el tema).
Hoy es una buena ocasión para recordar nuestra familia, la familia que Dios nos regaló. Recordar nuestra infancia con alegrías y penas. Mirar nuestra historia con los ojos de Dios descubriendo su presencia y reconociendo en sus momentos oscuros el plan de Dios nos alegra y libera. (Se puede pedir que se recuerden algunos momentos alegres y tristes de la infancia).
También, es una buena oportunidad recordar los fundadores de nuestra patria dominicana y nuestra historia como pueblo. También, en esa historia Dios ha caminado con nosotros y en ella hay luces y sombras, amor y odio, gente seria y gente corrupta y traidora. Hay de todo, pero, lo más importante es que Dios ha ido haciendo su historia de salvación con nosotros. (Se puede pedir que se recuerden algunos hechos de nuestra patria dominicana).
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24. Hagamos ahora una dinámica: A cada comunidad le vamos a entregar uno de estos padres y madres: Abraham, Sara, Ismael, Isaac, Rebeca, Esaú, Jacob, Lía, Raquel, y José. Siguiendo las instrucciones que les daremos cada una la estudiará y nos la presentará en la tarde. Recordar que pueden encontrar el relato de su vida en Génesis capítulo 12 al 50. Puede ser con un canto, una poesía, un drama breve, gestos y dinámicas. En el momento que se les dirá cada comunidad presentará su personaje siguiendo este orden: • Nombre del padre y de la madre, indicando en que capítulo y versículo se encuentra esta historia • Breve explicación de la vida de ese padre o madre. • Presentación artística de esa etapa: canto, una poesía, un drama breve, gestos y dinámicas. 25. Trabajo en comunidades preparando la presentación de su personaje. 26. Comida – Receso. 27. Tarde alegre: Presentación artística de los diferentes padres y madres de Israel. 28. Revisión de vida por comunidades: Cada comunidad se reúne para hacer su revisión de vida mensual. Se sigue este orden: • Invocación del Espíritu Santo. • Cada uno responde esta pregunta desde su propia experiencia: ¿A través de que personas he recibido la fe? ¿En qué momentos de tu vida has sentido que Dios tiene un plan contigo a pesar de los momentos difíciles? • Luego se hace esta pregunta a la que responde cada uno: ¿Cómo me ha ido este mes en mi vida personal, familiar, de trabajo, de relación con Dios? ¿Cuáles han sido mis alegrías y tristezas? • Luego se hace esta pregunta y cada uno la va contestando: ¿Cómo me he sentido en la comunidad desde la última convivencia? Siempre se habla con nombres y apellidos tanto cuando se trata de sentimientos positivos o negativos. • Se hace una oración final y se dan el abrazo de la paz. 29. Encuentro final: Todas las comunidades se reúnen. Se dan los avisos y se tiene una oración final.
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Undécimo Encuentro:
La liberación de la esclavitud de Egipto, hecho fundamental de la Antigua Alianza Orientaciones para el tema: El objetivo de este encuentro es descubrir la liberación que Dios hizo de las tribus de Israel de la esclavitud de Egipto como el acontecimiento fundamental en el que el pueblo tomó conciencia de ser constituido como pueblo y como pueblo de Dios. Se pueden colocar como ambientación: una cadena rota, alguna foto o imagen que exprese esclavitud y otra que exprese libertad. Se preparan cantos de esclavitud y liberación como: El pueblo gime de dolor, ven y sálvanos. Este encuentro lo viviremos en forma de un noticiero. En una mesa adornada donde se colocarán los reporteros y reporteras que de una manera dinámica nos presentarán la situación de esclavitud y la liberación realizada por Dios. Se preparan tres personas para que hagan de reporteros y otros que estarán en el público como reporteros desde el lugar de los hechos. 1. Invocación al Espíritu Santo Se invita a los que quieran que hagan una oración invocando al Señor. 2. Vivamos la experiencia de la esclavitud y la liberación vivida por el Pueblo de la promesa Uno que hace de reportero aparece en medio del grupo diciendo: ¡Noticia importante! ¡Noticia importante! ¡Noticia importante!: El pueblo de Israel que fue a vivir a Egipto llevado por José y que creció grandemente se encuentra esclavizado, ya que al nuevo faraón y a los egipcios les ha dado miedo aquella gran población extranjera decidieron reprimirlos y esclavizarlos para impedirles que tengan más hijos. Las medidas tomadas por el gobierno de Egipto son horribles y terribles. Para más detalles leamos (Éxodo 1, 1-22).
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Preguntémonos: ¿Por qué esa acción de los egipcios? ¿Cuáles fueron las medidas que se tomaron contra ellos? ¿Encontramos algún parecido de esa historia con nuestra realidad de hoy? 3. El pueblo clamó a su Dios y El lo escuchó Una que hace de reportera anuncia al grupo: La situación del pueblo de Israel continúa difícil. Pero, el pueblo no se ha quedado con las manos cruzadas. Ha comenzado a dirigirse a su Dios y por lo que sabemos Dios ha lanzado un comunicado a su favor. Esta historia hay que seguirla. Para más detalles lean Éxodo 2, 23-25. Éxodo 3, 7-9 (Se leen las lecturas). 4. Dios elige un líder para guiar al pueblo para su liberación Otra reportera informa al grupo: Lo de Dios a favor de su pueblo va en serio. Por fuentes muy confiables hemos sabido que Dios ha elegido a un hombre llamado Moisés, cuyo nombre quiere decir “salvado de las aguas”. Este nombre le vino porque su madre, una de las israelitas, lo colocó en una canasta y lo dejó entre los juncos a la orilla del río, cerca del lugar donde solía bañarse la hija del faraón. Es una historia interesante que merece leerse. Leamos Éxodo 2, 1-10. El que hace de reportero dice: Moisés fue agraciado y Dios lo fue preparando para la misión que le iba a tocar. Moisés fue criado en su familia hebrea y luego educado en el palacio del faraón como hijo adoptado de la hija del faraón. Pero, Moisés tuvo un fracaso ya que al ver que un egipcio golpeaba a uno de los israelitas lo mató y lo enterró en la arena del río creyendo que nadie lo veía. Al descubrir que la gente lo sabía huyó al país de Madián. Allí se casó con Séfora, y se dedicó a cuidar las ovejas de su suegro Jetró. Una reportera informa al grupo: ¡Atención! ¡Atención! Algo ha ocurrido en el desierto de Madián, donde Moisés pastoreaba el rebaño. El Señor se le ha aparecido en forma de una zarza ardiendo. Es decir, en forma de una planta llena de espinas que se dan en los lugares secos y áridos. Pero, no se consumía. Es Dios que se decidió a liberar a su pueblo y llama a Moisés para que encabece esta liberación. En este momento decisivo Dios se le ha dado a conocer como Yahveh, que quiere decir “Yo soy el que
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soy”, “el que es salvando”. “El que vive por sí mismo”. Con esto le quiere decir que El es alguien, una persona. Entre Dios y Moisés se ha entablado una fuerte conversación ya que Moisés está presentando dificultades. Si quieren tener más información de lo que está aconteciendo, de la zarza ardiendo y de la vocación de Moisés, ubíquese en Éxodo 3, 1-10. Otra reportera informa: Por los últimos reportajes Moisés le presenta dificultades a Dios. Desde Madián una reportera nos informa sobre la primera dificultad de Moisés y la respuesta de Dios. Leamos: Éxodo 3, 11- 22; Éxodo 4, 1-9. Continúa la reportera: Ahora Moisés expresa su último argumento. No se oye bien. Podrías contarnos lo que pasa. Lectora: Éxodo 4, 10-17. El reportero informa: Por fin, Moisés aceptó el llamado del Señor y regresó con toda su familia a Egipto. Su hermano Aarón le salió al encuentro y juntos dieron el primer paso que fue reunir a los dirigentes de los israelitas llamados los ancianos quienes creyeron en su palabra y bendijeron al Señor porque se había acordado de ellos (Ex 4,27-31). 5. Llegó la hora de la liberación Otra reportera: Ahora se encuentran reunidos con el faraón en su palacio pidiéndole que deje a su pueblo ir al desierto por tres días para ofrecer sacrificios al Señor. El diálogo ha terminado mal y las consecuencias para los esclavos ha sido muy terrible, ya que los oprimieron más con duros trabajos. Ellos acusan ahora a Moisés y Aarón de los que les está pasando (Éxodo 5). Moisés está triste y se queja ante el Señor, quien escucha su voz y se decide actuar. Otra reportera: En Egipto hay problemas. El faraón tiene endurecido el corazón y no quiere dejar salir al pueblo. Entonces, se han desatado unos fenómenos naturales que son para el pueblo israelita una verdadera intervención de Dios para liberar a su pueblo de la esclavitud, un verdadero milagro, ya que suceden en el momento y en la forma que ordena Moisés, portavoz. A Egipto le han caído todas las plagas juntas: el agua convertida en sangre, la plaga de las ranas, de los mosquitos, los grillos, la peste sobre el
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ganado, las úlceras y tumores en hombres y animales, la tormenta de granizos, la plaga de las langostas, las tinieblas y la última y peor es la muerte de todos los primeros hijos de hombres y animales. Hay muerte y desolación en todo Egipto menos donde viven los israelitas. Todo esto ha llevado a que el faraón deje ir a los hijos de Israel. Ya se están organizando para salir. Toda la gente de Egipto les está ayudando a salir porque pensaban que si seguían entre ellos morirían todos (ver Éxodo 7-12). El reportero informa: Llegó el momento de la liberación de la esclavitud. El Señor ha extendido su brazo con fuerza y ha liberado a su pueblo. Leamos Éxodo 14,1-31. 6. Meditemos sobre la liberación de la esclavitud de Egipto Al reflexionar en la liberación de los esclavos por Dios que los salvó y los acompañó, ahora compartamos entre nosotros: De todo lo escuchado y reflexionado, • ¿Qué se me ha quedado en la mente y en el corazón? • ¿Qué tiene que ver esto con mi vida y la vida de mi pueblo? • ¿Qué tiene que ver todo esto con Jesucristo y nuestra fe cristiana? • ¿A qué me invita el Señor frente a tantos problemas y dificultades que oprimen a nuestro pueblo? Para profundizar: Nos hallamos en el punto-manantial y fundamental de la historia de la salvación y de toda la revelación de Dios. Este hecho de la liberación de la esclavitud de Egipto es el corazón mismo de la Biblia, el núcleo fecundo y unificante de la revelación de Dios. Es la primera etapa de la experiencia de la salvación de Israel, que será parte de su memoria como aparece en sus fiestas, celebraciones, credos y en los Salmos. Así que el Éxodo es, literalmente, una obra capital; el libro cuyo conocimiento es indispensable para la inteligencia de todos los demás libros bíblicos. Si – por hipótesis – lo suprimimos del catálogo de los libros bíblicos, entonces la historia del Pueblo de Dios quedaría truncada, ignoraríamos su causa primordial. El edificio de la revelación bíblica quedaría sin base. Y gran parte de la Biblia sería enigmática o quedaría sin explicación suficiente. Numerosas referencias o alusiones bíblicas serían ininteligibles. (Jeremías 16, 14; Dt. 32, 9-10, 1 Corintios 10, 1-6, Mateo 3,3).
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Esta experiencia de liberación hace experimentar al pueblo que Dios les ama y es el Dios de la libertad. Ellos salieron de Egipto, pasaron el mar y continuaron en un peregrinar de liberación junto a Dios, que caminaba en medio de ellos. (Ex. 13, 21 – 22) La presencia de Dios es el eje y la clave de todo lo que aconteció. Toda esta experiencia de Moisés y de su pueblo es para nosotros los cristianos, anuncio profético de Jesucristo. El mismo Moisés es figura de Jesús, es decir, que se parece a Jesús de manera imperfecta y anticipa en el tiempo lo que será él. Jesús será a plenitud el liberador no de la opresión de un gobernante sino liberador de la causa y opresión que es el pecado. El es el Profeta, el legislador y mediador completo y total. El nos ha hecho pasar por el mar rojo de su propia sangre en el Bautismo, en cuyas aguas El nos libera de la esclavitud del pecado, de la muerte y de toda cadena y nos da una nueva vida de comunión con Dios, la libertad de los hijos de Dios. Del mismo modo que a Moisés, el Señor nos llama a liberar a nuestro pueblo de las esclavitudes o cadenas que quieren destruirnos. Juntos podemos vencer la pobreza, los vicios, el narcotráfico, las estructuras de injusticia que no permiten que todos y todas puedan participar de los bienes que Dios ha dejado para todos y todas, el machismo, la destrucción del ambiente y tantos otros males que nos afligen. No podemos quedarnos con los brazos cruzados. Dios nos impulsa a la acción. 7. Contemplemos al Dios liberador Oración al Dios liberador: Hagamos nuestro este himno de los liberados a su Dios liberador. Busquemos Éxodo 15, 1-18. A cada dos versos respondemos: Mi fuerza y mi refugio es el Señor. El fue mi salvación. Luego se entona un canto de acción de gracias tocado con panderos y panderetas como hicieron María y todas las mujeres de Israel. a) Momento de silencio: Hacemos 10 minutos de silencio para contemplar a Dios que libera a su pueblo y nos sigue liberando de tantas cadenas. Se puede relacionar esta liberación de ayer con hechos concretos de los que nos ha liberado el Señor personalmente, a la familia y a nuestro país.
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b) Compartamos con los demás: ¿Qué experiencia ha dejado para mi vida esta liberación de la esclavitud de Egipto y la acción de Dios a través de Moisés? c) Compromiso: Leer Éxodo 1-18 junto a mi familia. Trabajar en unión con mi comunidad, con la Junta de Vecinos y de otras instituciones por la liberación de nuestro sector de lo que le impide liberarse. 8. Oración final Como signo de que formamos el pueblo liberado de esclavitud, todos rezamos el Padre Nuestro, el Ave María y nos damos la paz y bailamos un canto de liberación.
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Duodécimo Encuentro:
La Pascua, celebración de la liberación de la esclavitud Orientaciones para este tema: Se preparan mesas con manteles según el número de personas que componen la comunidad. Sobre ella se ponen panes ázimos o sin levaduras y vino. Se coloca un letrero con el título del tema. Todos se acomodan en las mesas al llegar. 1. Oración inicial Se reza el Salmo 106 (105) 1-12. Se puede tener un momento de alabanza al Señor e invocar el Espíritu Santo 2. Para empezar: Descubramos el sentido de la Pascua Uno del Equipo: Como ya hemos indicado la liberación de la esclavitud de Egipto es para Israel la experiencia que lo llevó a formarse como pueblo y lo marcó profundamente. Este hecho de liberación es el centro del Antiguo Testamento, que es recordado por los profetas y es cantado de generación en generación en los Salmos y hecho memoria viva y presente en la Cena de la Pascua. Antiguamente, la fiesta de la Pascua era una fiesta propia de los agricultores y de los pastores que celebraban la llegada de la primavera, después del largo invierno. Se hacía fiesta por este paso que daba la naturaleza, ya que la naturaleza volvía a la vida brotando de nuevo sus hojas verdes y las flores. Por eso, la llamaban Pascua o paso. Era una celebración familiar que se hacía de noche. Se acostumbraba ofrecerle a Dios un animal joven para atraer las bendiciones sobre el rebaño. Su sangre se ponía a la entrada de cada casa como signo de preservación del mal y su carne se comía de forma rápida. Pero, cuando ocurrió la liberación de la esclavitud de Egipto el pueblo entendió que su gran primavera fue aquella en que Dios lo sacó de la escla-
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vitud de Egipto. Desde entonces, la Pascua celebra el paso de la esclavitud a la libertad y se convirtió en la fiesta que conmemora el paso liberador de Dios a favor de su pueblo. La Pascua tiene dos significados: • paso del Señor que pasó de largo por las casas de los israelitas marcadas con la sangre del Cordero cuando la plaga de muerte azotaba a los egipcios. • Y es, también, el paso del pueblo por el Mar Rojo que inicia su liberación. Más tarde se le unió la fiesta de los Azimos o panes sin levadura que era fiesta primaveral y se le dio el nuevo significado de fiesta por la liberación de la esclavitud de Egipto. Para conocer más de cerca esta fiesta de la Pascua judía. Leamos: Exodo 12,1-27. Descubramos juntos: ¿Qué debía preparar cada familia para la Pascua? ¿Qué harían con la sangre del Cordero? ¿Qué haría el Señor esa noche? ¿Qué tipo de pan comerán? ¿Qué explicación darán a sus hijos de este rito? ¿Hasta cuándo deberán celebrar esta Pascua? 3. La Pascua judía, anuncio y anticipación de la Pascua cristiana Otra del Equipo: Hemos visto, como los judíos celebran esta hermosa fiesta de la Pascua por generaciones como “noche de las noches” en la que Dios liberó a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Como buen judío Jesús celebraba junto a los suyos esta fiesta de Pascua cada año en conmemoración de la salvación de su pueblo. La última vez que El celebró la Pascua, que nosotros la llamamos “Ultima Cena”, Jesús se despide de los apóstoles e instituye la nueva alianza que sellará con su paso por la muerte y su resurrección. Desde ese día y para siempre los cristianos celebramos la Eucaristía del Señor como nuestra Pascua, ya que celebramos la muerte y resurrección de Cristo que nos liberó del pecado, de la muerte y de toda opresión. De ahí que la Pascua judía es anuncio y anticipo de la nueva Pascua. El cordero es figura de Jesús, quien se ofreció a sí mismo como víctima y en cuya sangre nos hemos purificado y salvado a la vez que se nos da como alimento.
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Este paso por el Mar Rojo nos recuerda el paso de Jesús por el mar rojo de su propia sangre. Y es anuncio del Bautismo por el que Cristo haciéndonos pasar por las aguas del Bautismo participamos por vez primera de la Pascua de Cristo. Para nosotros los católicos la Pascua es más que un recuerdo celebrado en honor de Dios. La Eucaristía es al mismo tiempo sacrificio y banquete, rito y sacramento; entrega al Padre y banquete que nos une con El y entre nosotros. Jesús da sentido definitivo a la pascua judía y anticipa la pascua final de la historia en la gloria del Reino. Leamos: Marcos 14, 12-16 y 22-25; 1 Corintios 11, 23-26. Hagamos un cuadro comparativo de la Pascua Judía y la Eucaristía cristiana. Pascua Judía
Eucaristía
Los alimentos utilizados:
Los alimentos y bebidas utilizados:
Detalles propios del Cordero:
Detalles del Cordero:
Palabras para explicar a los hijos la Palabras de Jesús en la Cena: Pascua:
Motivo de celebrar la Pascua:
Motivo de celebrar la Eucaristía:
Momento de celebrar la Pascua:
Momento de celebrar la primera Eucaristía:
La Pascua hace memoria de:
La Eucaristía hace memoria de:
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4. Contemplemos al Señor de la Pascua a) Momento de silencio: Hacemos 10 minutos de silencio para contemplar a Dios que ha realizado la Pascua ayer en Egipto y ahora en Jesucristo. Descubramos los pasos del Señor en nuestras vidas, en nuestras familias y en nuestro pueblo. Descubramos cómo celebramos la Eucaristía como Pascua del Señor. b) Todos en su mesa oran dando gracias a Dios que nos libera de toda esclavitud. Se recuerda que el pan sin levadura es signo de aflicción, recuerdo de los trabajos duros de esclavo en Egipto y el vino, signo de alegría por la liberación de la esclavitud. Todos toman el pan y recuerdan las aflicciones de ayer y de hoy. El que quiera pide al Señor que nos libere de las diferentes esclavitudes. Luego se toma el vino y se levanta el vaso o copa y de pie se da gracias por la liberación de todas las esclavitudes, especialmente, la realizada por Jesucristo. Luego, comparten con alegría el pan y el vino. c) Compartamos con los demás: ¿Qué he aprendido hoy sobre el significado de la Pascua? ¿Qué pasos ha dado el Señor en mi vida? d) Compromiso: Leer despacio Éxodo 12, 1-18 y 13, 1-16 junto a mi familia. Trabajar en unión con mi comunidad, con la Junta de Vecinos y de otras instituciones por la liberación de nuestro sector de lo que le impide liberarse. Nota: Se puede preparar la Cena Pascual Judía que les ayudará a comprender y vivir esa hermosa Cena Pascual y relacionarla mejor con la Eucaristía. Ver anexo no. 1
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Décimotercer Encuentro:
La alianza de Dios con su pueblo: “Yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo” (Jer 31,31) Orientaciones para este tema: En este encuentro se tiene como objetivo conocer sobre la Alianza hecha por Dios con su pueblo a través de Moisés, como una expresión del deseo de Dios de llevarlo a una comunión con El, que se hará completa en la nueva y eterna Alianza hecha por Cristo y escrita en los corazones por el Espíritu Santo. Se escriben los 10 mandamientos en papel o en cartón formando dos tablas que se coloca en lugar visible. Se preparan tarjetitas cada uno con un mandamiento que se entregarán en el momento oportuno. Se pueden colocar dos anillos entrelazados, signo de la alianza. Elegir cantos relativos a la Alianza. 1. Invocación del Espíritu Santo Se puede hacer cantada o rezada. 2. Para empezar: Significado de la palabra alianza Tres meses después de la salida de Egipto, los israelitas llegaron al desierto del Sinaí y acamparon frente a la montaña (Ex 19,1). Moisés había cumplido la misión de liberar a Israel. Ahora quería saber cuál era el siguiente paso en el proyecto de Dios. Moisés subió al monte Sinaí. Allí escuchó la Palabra del Señor y después bajó a explicar su voluntad. El Señor había decidido hacer un trato o alianza con su pueblo. Es verdad, que los israelitas conocían las alianzas o tratos que se hacían entre los jefes de las tribus o entre los jefes de las naciones. Pero, eran tratos entre iguales. Lo que menos podía pensar el pueblo era que Dios, su liberador, iba a bajar para hacer un trato con ellos de igual a igual. Eso era demasiado amor y consideración de Dios.
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Pero antes de entrar a fondo en el tema, compartamos entre nosotros: • ¿Qué es una alianza? • ¿Qué conlleva una alianza? • Digamos 3 ejemplos de alianza que conocemos • ¿Has hecho alguna alianza con alguien? ¿Cuál? • ¿Quién ha hecho una alianza con Dios? ¿Cuál?
3. Descubramos juntos el significado y los compromisos de la Alianza de Dios con su pueblo Uno del Equipo: Como ya hemos dicho, la Biblia es una historia de amor, de amor entre Dios y su pueblo. Cada amor tiene sus palabras y sus ritos. En la Biblia, ese amor de Dios y su pueblo se expresa con la palabra Alianza y a través de los ritos de la Alianza. Por eso, la Alianza es el hilo conductor entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. Y su expresión más clara se encuentran en la Alianza del Sinaí (Éxodo) y en la Alianza definitiva en la Cruz (los Evangelios). La Alianza es, a pesar de los tiempos y de las culturas, la permanencia de un “Yo te amo” entre Dios y su pueblo. Un “Yo te amo” exigente, apasionado de parte de Dios, que lo acompaña con la promesa de amar siempre. Un “Yo te amo” difícil y consciente de sus límites de parte del pueblo. Como toda Alianza supone un compromiso entre las dos partes que la hacen. En este caso son dos: Dios y el pueblo de Israel. Veamos lo que le corresponderá a cada uno al sellar esta Alianza. Otra del Equipo: Veamos el compromiso del Señor. Antes que nada es importante aclarar que Dios escogió a Israel sin méritos de su parte, sino por puro amor (Deut 7,7-8). En esta Alianza, Dios se compromete con su pueblo a ser su Dios. Como lo resumió hermosamente Jeremías, el compromiso de la Alianza de Dios es: “yo seré su Dios y ustedes serán mi pueblo”. Habiéndolo separado de las naciones paganas, se lo reserva exclusivamente; Israel será su pueblo. Le garantiza ayuda y protección, la entrega de una tierra que mana leche y miel y de una ley de libertad. El se compromete a estar con su pueblo para siempre y a defenderlo de sus enemigos. Con la Alianza, El los ha hecho “un reino de sacerdotes, una nación santa”, un “pueblo de su propiedad”; un “pueblo suyo” para siempre.
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Uno/a del Equipo: El compromiso del pueblo es ser de Dios, ser pueblo de Dios. Esto implica que el pueblo se compromete a obedecerle como a su Dios y a tenerlo como único Dios. Para ser más concreto, Dios le da una Ley de la Alianza contenida en los capítulos 20-23,19, que está sintetizada en las 10 palabras o 10 mandamientos, en los que se enfatiza el amor total a un único Dios y el amor fraterno que permite formar una comunidad como Dios quiere. Otro/a del Equipo: Sin duda que la Alianza fue el centro y el fundamento permanente del pueblo de Israel, renovándola muchas veces en los más importantes de su vida como en Moab antes de entrar en la tierra prometida (Dt 28-32); en Siquem una vez conquistada la tierra (Jos 24); con ocasión de la reforma religiosa impulsada por Josías (2 Re 23) y al reedificar el templo (Neh 8-10). Los profetas centraron su predicación en el espíritu y en las exigencias de la Alianza. Pero, la tragedia de Israel fue su continua infidelidad a la Alianza, que le fue llevando al pueblo al fracaso porque no cumplía con su Dios. Poco a poco se fue descubriendo que la raíz del fracaso está en el corazón humano que se deja conquistar por el mal, que se ha pegado en lo más profundo de su ser. De ahí que Dios anuncia una Alianza nueva, que consiste en la renovación interior del ser humano, en el don de un corazón nuevo y en la efusión del Espíritu Santo dentro del corazón (Jer 31,31-33; ·z 36, 25-28). Jesús ha realizado efectivamente esta Nueva Alianza con su Muerte y Resurrección. El venció el mal, el pecado y la muerte y nos ha hecho entrar a toda la humanidad en una nueva alianza, que permite a todos los hombres y mujeres de este mundo a entrar en comunión con El. Jesucristo nos consiguió el perdón de los pecados y el don del Espíritu, que ha inscrito en nosotros la nueva ley del amor y que nos capacita para ser fieles a la Alianza. Esta nueva y eterna alianza con Dios la hacemos el día de nuestro bautismo; la renovamos y celebramos cada vez que celebramos la Eucaristía. 5. Vivamos con la Palabra la primera Alianza Leamos: Deuteronomio 7,7-8. Éxodo 19, 1-6. Ex 20, 1-21. Hebreos 10, 12-17. Ahora llenemos estos cuadros con los textos que hemos leído.
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La Historia de Salvación Compromiso de Dios con Compromiso del pueblo Símbolos utilizados para su pueblo. con su Dios. expresar esta Alianza. Deut 7, 7-8: Razón de Ex 20,1-21: Compromiso esta alianza. del pueblo con Dios.
Ex. 19, 1-6: Compromiso Compromiso del pueblo del Señor. en sus relaciones entre ellos.
Hebreos 10, 12-17: La Nueva Alianza.
6. Meditemos Después de estudiar estas lecturas, • ¿Qué significa para ti la Alianza de Dios con su pueblo? • ¿Cómo se relacionan la Antigua y la Nueva Alianza? • ¿Cómo sientes que estás viviendo tu Alianza con Dios? ¿Cómo la vive la comunidad? ¿Cómo la vivimos como Iglesia? 7. Contemplemos al Dios de la Alianza a) Oremos: A todos se les entrega uno de los mandamientos que están escritos en las tarjetitas. Forman un círculo y cada uno lee el mandamiento que le tocó. A partir de ese mandamiento renueva su Alianza con Dios. Luego se hace la renovación de las promesas del Bautismo: • ¿Renuncias al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios? • ¿Renuncias a Satanás, padre y príncipe del pecado?
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¿Renuncias a todos sus seducciones e invitaciones a lo malo? ¿CREES en Dios Padre Todopoderoso, creador del cielo y de la tierra? ¿CREES en Jesucristo, su Único Hijo, que nació por obra del Espíritu Santo del seno de la Virgen María, que por nosotros murió y resucitó y está sentado a la derecha del Padre? ¿CREES en el Espíritu Santo, en la santa Iglesia Católica, en la comunión de los santos, en el perdón de los pecados y en la resurrección de los muertos? Canto de gloria a Dios y de acción de gracias a Dios. b) Contemplemos: Hacemos 10 minutos de silencio para contemplar a Dios quien ha hecho su Alianza con el Israel de ayer y con el Israel de hoy que somos nosotros la Iglesia de Jesús. Reafirmemos nuestra fe en El. c) Comparta: ¿Cuál ha sido mi vivencia con este tema de la Alianza? ¿A qué me compromete? d) Compromiso: Memorizar los 10 Mandamientos – Reflexionar en lo que significa cada uno en tu vida de hoy. Compartir su compromiso sobre uno de los mandamientos. Leer en casa solo o con otros: Éxodo 19 – 24 y 31-34.
Nota: Como en este texto se habla de la prohibición de hacer esculturas de Dios y de adorarlas es importante aclarar lo siguiente: Israel era el único pueblo que creía en un solo Dios único. Todos los otros pueblos tenían muchos dioses y los representaban con imágenes a los que la Biblia llama ídolos, porque querían presentarlos como dioses sin serlo. El pueblo de Israel tenía muchas tentaciones de hacer pinturas o esculturas de Dios. Pero El se lo prohibió para salvarlos de la idolatría. Pero, el Señor permitió el uso de imágenes de ángeles para adornar el arca de la Alianza (Ex 25,10-22) o cofre donde se guardaban las tablas de la Ley y que se veneraba como algo sagrado y como signo de su presencia en medio del pueblo. También, Dios mandó a Moisés que hiciera unas serpientes de bronce para que quien las viera quedara curado de la picadura de la serpiente (Nm 21,8-9).
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Nosotros los católicos adoramos al Padre “en espíritu y en verdad” por medio de Jesucristo. Las imágenes de Jesús, de María y de los santos no las adoramos, sino que las colocamos como un recuerdo de esas personas y que al verlas nos unen con Dios. Un beso a una fotografía es una expresión de amor; unas flores al lado de una imagen expresan amor; una luz cerca de una imagen es recuerdo de Cristo, luz del mundo, que se ha manifestado grandemente en la vida de quienes aparecen en esas fotos. Otra cosa es el que haya personas que sin mandarlas la Iglesia usen esas imágenes sagradas para otros fines como cultos y acciones de brujería, colocándoles refresco rojo, ron, cigarros, etc. Eso es utilizar algo de Dios para cosas falsas y sin sentido. Pero, eso no se le enseña en la Iglesia.
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Decimocuarto Encuentro
El desierto, camino difícil hacia la Tierra Prometida Orientaciones para este tema: El objetivo de este encuentro es conocer de manera vivencial el duro camino del desierto y la dificultad de la perseverancia en la libertad que nos da seguir al Señor. Se busca relacionar la experiencia de Israel en el desierto con Cristo y nuestra vida. Se coloca un dibujo del desierto y el título del tema. Se puede hacer un camino con arena y con ramas secas para indicar el camino del desierto. 1. Invocación del Espíritu Santo Recemos el Salmo 95 (94). Se invoca luego el Espíritu Santo para que podamos escuchar siempre su voz. 2. Para empezar: La realidad del desierto El pueblo de Dios, libre de la esclavitud de Egipto en el 1250 antes de Cristo, caminó por el desierto durante cuarenta años hasta llegar a la tierra prometida. Es allí en el desierto donde nace como pueblo al unirse diferentes tribus y al ser constituido como tal al realizar la Alianza con Dios en el Sinaí. Pero, antes de entrar de lleno en el tema es importante que compartamos lo que conocemos sobre el desierto contestando estas preguntas: • ¿Qué es un desierto? • En la Biblia, ¿qué pasó en el desierto? • ¿Qué significa el desierto en la Biblia? • ¿Qué significa el desierto en la vida de Cristo? 3. Vivamos la experiencia del desierto Vamos a vivir esta experiencia del desierto usando este método: •
1. Leamos todo el tema de corrido, sin detenernos hasta el final.
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La dura prueba del desierto, la infidelidad del pueblo y el amor de Dios a su pueblo Sin duda que el desierto, es incómodo y difícil, pues se carece de todo. Allí es rara el agua, Gen 2,5, la vegetación raquítica, el vivir imposible Is 6,1. Viviendo esta dura realidad el pueblo se encuentra sin ayuda alguna, sin seguridad de ningún tipo. En este sentido el desierto es lugar de prueba, ocasión de fiarse de Yahveh cuando no se le ve, cuando aparecen las dificultades y se está al límite de las fuerzas (Dt. 8,2-6). En el desierto Israel es llamado a vivir en toda su profundidad la aventura de la fe. Pero, el camino del desierto no tenía nada comparable con la buena tierra de Egipto, en la que no faltaban alimento y seguridad; era el camino de la fe pura en el que guiaba a Israel. Ahora bien, desde las primeras etapas murmuran los hebreos contra la disposición del Señor: ni seguridad, ni agua, ni carne... El motivo es claro: se echa de menos la vida ordinaria; por penosa que fuera en Egipto, se la prefería a esta vida extraordinaria confiada únicamente al cuidado de Dios; vale más una vida de esclavos que la muerte que amenaza, el pan y la carne más que el insípido maná. El desierto revela así el corazón del hombre, incapaz de triunfar de la prueba a que se le somete. De hecho, el pecado de Israel en el desierto es la falta de fe («en su palabra no tuvieron fe»: Sal. 106,24). Por eso caen en murmuraciones de todo tipo contra Dios y contra Moisés: • se quejan de las dificultades del camino (Éx. 15,23-28) que Yahveh permite; • desesperan de la ayuda de su Dios en el desierto (Éx. 16,2-3), • le tientan (Éx. 17,1-4), dudan de Él; • se quedan en los hombres («ustedes nos han traído a este desierto»: Éx. 16,3; 17,3), cuando en realidad sólo son instrumentos de Dios (Éx. 16,8). • Más aún, llegarán a pensar que Dios los ha sacado de Egipto «por odio», para entregarlos en manos de los amorreos y destruirlos (Dt. 1,27), cuando en realidad toda la intervención de Yahveh en su favor está motivada por el amor (Dt. 4,37; 7,8). Y después de la alianza continuará la misma obstinación e indocilidad, como testimonia el episodio del becerro de oro (Éx. 32): en lugar de fiarse ciegamente de un Dios al que no ven, prefieren hacerse un ídolo visible; intentan controlar y manipular a Dios en vez de someterse
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a Él y dejarse conducir por Él a través de los misteriosos caminos de la fe. Las tablas de la ley rotas por Moisés al pie de la montaña son el signo de una alianza que ha fracasado por el pecado y la incredulidad de Israel. • Debido al pecado de Israel el desierto toma en la tradición bíblica también el sentido de castigo; toda la generación pecadora perecerá en el desierto (Núm. 14,26-35). Y el mismo Moisés sólo verá la tierra prometida de lejos momentos antes de su muerte (Dt. 1,37; 3,23-28; 34). • El sufrimiento del desierto acaba sirviendo de expiación por el pecado y purificación del mismo. Por eso, cada vez que a lo largo de su historia Israel vuelva a pecar y a apartarse de Yahveh deberá ser conducido de nuevo al desierto (Os. 2,16) para ser purificado y poder así entrar de nuevo en la intimidad de su Dios. • Sin embargo, en el desierto no todo es malo ya que en el desierto del Sinaí es donde los hebreos deben adorar a Dios Ex 3,17s=5,1ss; de hecho, en él reciben la ley y concluyen la alianza que hace de aquellos hombres errantes un verdadero pueblo de Dios: se lo puede incluso computar Num 1,1ss. Allí en todo momento Dios sale a su encuentro para salvar a su pueblo. Aunque si Dios deja perecer en el desierto a todos los que se han endurecido en su infidelidad y en su falta de confianza, no por eso abandona su designio, sino que saca bien del mal. Al pueblo que murmura le da un alimento y un agua maravillosos (Ex 16,9-16; 17, 4-7); si debe castigar a los pecadores, les ofrece también medios inesperados de salvación, como la serpiente de bronce Num 21,9. Es que Dios hace siempre resplandecer su santidad y su gloria Num 20,13. Ésta se mostrará sobre todo cuando con Josué entre en la tierra prometida un verdadero pueblo. Este triunfo final permite ver en el desierto no tanto la época de la infidelidad del pueblo cuanto el tiempo de la misericordiosa fidelidad de Dios, que previene siempre a los rebeldes y hace que prospere su designio. Y se mostrará más plenamente cuando llegue Jesús e inicie su reinado en el mundo. Jesús y el desierto y vida en nuestro desierto Jesús quiso revivir las diferentes etapas del pueblo de Dios. Así, como en otro tiempo los hebreos, es llevado por el Espíritu de Dios al desierto para ser allí sometido a la prueba Mt 4,1-11. Pero, a diferencia de sus padres, supera la prueba y permanece fiel a su Padre, prefiriendo la
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palabra de Dios al pan, la confianza al milagro maravilloso, el servicio de Dios a toda esperanza de dominación terrena. La prueba que había fracasado en los tiempos del éxodo, halla ahora su sentido: Jesús es el Hijo primogénito, en el que se cumple el destino de Israel. Es interesante destacar que para el desierto de nuestra vida personal y como pueblo de Dios, Jesús se presenta como quien realiza en su persona los dones maravillosos de otro tiempo. Es el agua viva, el pan del cielo, el camino y el guía, la luz en la noche, la serpiente que da la vida a todos los que la miran para ser salvos; es finalmente aquel en quien se realiza el conocimiento íntimo de Dios por la comunión de su carne y de su sangre. En El podemos superar la prueba, en él tenemos la comunión perfecta con Dios. Ahora ya el desierto como lugar y como tiempo se ha realizado en Jesús: la figura cede a la realidad. Pablo se sitúa en la misma perspectiva. Enseña que los acontecimientos que tuvieron lugar en otro tiempo se produjeron para nuestra instrucción, la instrucción de los que hemos llegado al fin de los tiempos 1Cor 10,1-13. Bautizados en la nube y en el mar, somos alimentados con el pan vivo y abrevados con el agua del Espíritu que brota de la roca; y esta roca es Cristo. Nada de ilusiones: vivimos todavía en el desierto, pero sacramentalmente. La figura del desierto es, pues, indispensable para comprender la naturaleza de la vida cristiana. Esta vida permanece bajo el signo de la prueba en tanto no hayamos entrado en el reposo de Dios Heb 4,1-12. Así, acordándonos de los acontecimientos de otro tiempo, no endurezcamos nuestros corazones; nuestro «hoy» está seguro del triunfo, porque somos «partícipes de Cristo» 3,14, que permaneció fiel en la prueba (Tomado de la palabra Desierto, en el Vocabulario Bíblico, de León Doufour).
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2. Luego de escuchado este texto, compartamos con esta pregunta: ¿Cuáles son las ideas más importantes sobre el desierto que descubro en este tema?
•
3. Se vuelve a leer el tema, pero se van anotando las lecturas que aparecen en el texto agrupadas en libros históricos, proféticos, Evangelios, Cartas, Hechos y Apocalipsis. Se designa a uno o una que escriba en este cuadro las citas de los libros históricos; a otro las de los proféticos; a otra las de los Evangelios y a otra las de Cartas, Hechos y Apocalipsis
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Citas de libros históricos
Citas de libros proféticos
Citas de los Evangelios
Citas de Cartas, Hechos y Apocalipsis
•
4. Se forman grupos de 3 a 5 personas. A un grupo le entregan las citas de los libros históricos; a otro grupo la de los proféticos; a otro grupo la de los Evangelios y a otro las de las Cartas, Hechos o Apocalipsis. Cada grupo lee las citas correspondientes y eligen una que pegue más con el tema del desierto.
•
5. Se hace un plenario en el que cada grupo lee la cita bíblica seleccionada.
Se medita respondiendo estas preguntas: - ¿Qué he aprendido sobre el desierto? - ¿Qué enseñanza deja en mí este tema del desierto? - ¿Qué momentos de la historia y de la vida de nuestro pueblo se ha experimentado este desierto? 4. Contemplemos con el Señor nuestro propio desierto y el desierto de nuestro pueblo a) Oremos: Recemos juntos el salmo 106 (105) 1-29. Luego, de rodillas pidamos perdón por nuestras murmuraciones contra el Señor y contra los que El pone al frente de su pueblo. Luego, de pie demos gracias por su misericordia al enviarnos a Jesucristo, nuestro salvador y por las veces que nos ha dado fuerzas en el desierto de nuestra vida y en el desierto de nuestro pueblo. b) Contemplemos: Hacemos 10 minutos de silencio para contemplar a Dios que a pesar de nuestras murmuraciones e infidelidades nos ha salvado en Cristo. Recordemos que todos hemos vivido duros
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momentos de desierto en el que a veces hemos sido infieles al Señor, pero, que por su misericordia, hemos salido victoriosos. c) Compartamos con los demás: De tres en tres o delante de toda la comunidad cada uno y cada una comparte su propia experiencia de desierto en su vida personal y cómo con la ayuda del Señor ha vencido y ha renovado su Alianza con El. También, se podría compartir los duros momentos de desierto de nuestro pueblo. d) Compromiso: Leer despacio en casa Números 11-12; 14 y 20; Lucas 4,1-13; 1 Cor 10, 1-13. Examinar sus propias murmuraciones contra Dios y los suyos. Reforzar su fe en el Señor. Luego llene este cuadro: Las tentaciones en el desierto para el pueblo de Israel
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Las tentaciones en el desierto para Jesús
Las tentaciones en el desierto para nosotros hoy
La Historia de Salvación
Decimoquinto Encuentro: Convivencia de Comunidad
La Alianza sellada para siempre 0. Orientaciones para la Convivencia: La convivencia es una hermosa ocasión para descansar, para orar, para compartir juntos, para comer juntos y conocerse más como una comunidad. Si son varias comunidades que hacen la Convivencia todos los de una misma comunidad se sientan juntos. Para eso, es bueno tener previsto el lugar de cada comunidad. Se tiene una mesa en la parte atrás para que coloquen la comida. Es importante que cada persona tenga su Biblia y si puede leer su cuaderno y su lapicero. Es bueno decorar el lugar con el título de la convivencia. El lugar elegido es conveniente que sea fuera del lugar donde se reúnen siempre. Puede ser el salón de una escuela, un club, un lugar del campo con buena sombra. Siempre es bueno que el lugar permita la integración de la comunidad, la oración y el compartir alegre. Es necesario tener un tema de reflexión. Se tendrá un buen Equipo de Animación con un sonido adecuado. Una parte de la convivencia será todas las comunidades juntas. La comida se hará por comunidad así como el momento de revisión de vida. 1. Llegada. Recibimiento. Un Equipo de acogida recibe y acomoda en su comunidad a los que van llegando. 2. Canciones de animación, según el tema de hoy. 3. Oración inicial: Laudes Se sigue este orden: a. Invocación inicial b. Monición al Salmo c. Canto o recitación del Salmo 105 (104) d. Breve silencio e. Monición al Cántico f. Canto o recitación del Cántico: Éxodo 15, 1-18 g. Breve silencio
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h. i. j. k.
Monición al Salmo Canto o recitación del Salmo 107 (106) Monición a la lectura Lectura: Éxodo 24, 1-18.
a) Silencio de 30 minutos para leer la Palabra y meditarla buscando descubrir los personajes de esta lectura, las palabras del pueblo y los símbolos utilizados para sellar esta Alianza. b) Se comparte lo que el Señor le ha dicho a su propia vida con ese texto. c) Homilía del que preside profundizando el tema. Se puede valer de esta meditación. Como vemos en este texto, Dios ha sellado para siempre la Alianza con su pueblo. Moisés, el mediador entre Dios y el pueblo, lee a toda la asamblea reunida las palabras de la Alianza. El pueblo hizo suya esta Alianza con el Señor diciendo: “Haremos todo lo que manda el Señor y obedeceremos” (3 b; 7b). Para que esta Alianza quede sellada, firmada y pactada se hace un rito o ceremonia en la que hay varios elementos importantes: a) El Altar que representa a Dios. Es importante destacar que esta alianza tiene una gran diferencia con las otras alianzas que se hacían en ese tiempo que consiste en que Dios es el principal contrayente, lo que le da un carácter de exclusividad. Nunca se había visto que la divinidad desempeñara el papel de contrayente. En ese tiempo las divinidades se les ponía de testigos y se esperaba que de ellas vinieran las bendiciones si se cumplían los compromisos y las maldiciones si no se cumplían. Pero, aquí es Dios mismo que hace los dos papeles de testigo y de pactante, lo cual es garantía de que por su parte jamás habrá infidelidad alguna a su compromiso de ser el Dios del pueblo. b) Las 12 estelas o piedras como memorial o recuerdo de la Alianza, cuyo número 12 hablan de las 12 tribus de Israel que son las que hacen el compromiso con el Señor.
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c) La sangre representa la vida para los israelitas. Esta sangre derramada sobre el altar, que simboliza a Dios, y rociada sobre el pueblo indica la comunión de vida que la Alianza ha establecido entre el Señor y su pueblo. Es signo de que este compromiso es pactado con sangre o muerte, sellado con la propia vida, un compromiso para siempre. Desde ese momento se creó entre las dos partes un parentesco especial, una familiaridad, que los profetas comparaban con el lazo matrimonial. d) El banquete de comunión: los animales sacrificados se consumen como signo de la relación que se establece entre Dios a quien se ofrecieron esos animales y del pueblo que comparte este mismo alimento de Dios. Todo habla de compromiso para siempre. Y todo anuncia la nueva y definitiva Alianza sellada con la sangre del mismo Hijo de Dios en la Cruz que El hizo su altar. El la derramó para la salvación de todos, para hacernos hijos de su Padre y reconciliarnos entre nosotros (Mt 26, 28; Hebreos 9,12-16. Esa Alianza la sellamos cada uno y cada una y unidos al nuevo pueblo de Dios el día de nuestro Bautismo en el que nos comprometimos con Dios para siempre a ser sus hijos y Dios se comprometió a ser nuestro Padre (Efesios 6,3-11). En este día al recordar la Antigua Alianza renovemos el compromiso que hicimos el día de nuestra Alianza con Cristo en el Bautismo. d) Canto de alabanza a Jesucristo, en quien el Padre ha cumplido las promesas hechas en la Antigua Alianza: Cántico de Zacarías: Bendito sea el Señor Dios de Israel. (Lucas 1, 68-79). a. b. c. d.
Oración de los fieles dando gracias por la fe que nos ha regalado Padre Nuestro Oración final Cántico a María.
4. Receso: 25 minutos 5. Cantos de animación 6. Trabajo en comunidades preparando la presentación de los diferentes elementos de la Alianza, su renovación, la nueva y eterna alianza. A
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los grupos se le entregarán estas citas bíblicas sobre la Alianza: Éxodo 19. Exodo 20. Exodo 24.Salmos 78; 105; 136. Sabiduría 10, 15-22; 14, 1-12. Isaías 41; 43.Hebreos 11, 23-29.Deuteronomio 1-11; 27-32. Josué 24 Jeremías 31, 27-37.Ezequiel 36, 16-38.Hebreos 8, 6 - 10,18
Cada comunidad la presentará de modo artístico, ya sea con canciones, dramas, poemas, dinámicas.
7. Comida – Receso. 8. Tarde alegre: Presentación artística sobre la Alianza. 9. Revisión de vida por comunidades: Cada comunidad se reúne para hacer su revisión de vida mensual.
Se sigue este orden: • Invocación del Espíritu Santo. • Cada uno responde esta pregunta desde su propia experiencia: • Luego se hace esta pregunta a la que responde cada uno: ¿Cómo he vivido la Alianza con Dios que sellé con El al ser bautizado. • Luego se hace esta pregunta y cada uno la va contestando: ¿Cómo me he sentido en la comunidad desde la última convivencia? Siempre se habla con nombres y apellidos tanto cuando se trata de sentimientos positivos o negativos. • Se hace una oración final y se dan el abrazo de la paz.
10. Encuentro final: Todas las comunidades se reúnen. Se dan los avisos y se tiene una oración final.
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Decimosexto Encuentro:
La conquista de la Tierra prometida Orientaciones para este tema: El objetivo de este encuentro es conocer de manera vivencial el desenlace de la liberación de Egipto y la entrada en la tierra prometida y descubrir la presencia de Dios junto a su pueblo. Conoceremos a Josué, el sucesor de Moisés y apreciaremos la organización del pueblo y su lucha para ser fiel a la alianza con Dios. Relacionaremos la conquista de la Tierra Prometida con nuestra realidad de peregrinos hacia la tierra prometida definitiva y eterna. Se coloca un mapa de Canaán y los 12 nombres de las tribus en que se distribuyeron. Se preparan 12 papelitos; cada uno con una cita bíblica que aparecen en el punto 3, letra C. Cantos sugeridos: El Señor es mi fuerza, Hombres nuevos, Hoy Señor te damos gracias. 1. Invocación del Espíritu Santo Ven Espíritu Santo, Ven y abre nuestro interior a la Palabra de Dios. Revélanos la voz de Dios en los textos y déjanos escuchar cómo nos habla al corazón. Permítenos acoger el mensaje obedientemente y fortalécenos para poder hacer vida el mensaje con que nos encontraremos. Ven Espíritu Santo. 2. Para empezar: Todos queremos tener una tierra Toda persona y todo pueblo quiere tener una tierra donde habitar. Aún más, entre tierra, la persona y un pueblo se establece una relación íntima hasta llamarla tierra madre, tierra mujer, patria. También en la historia de la salvación la tierra está asociada al ser humano desde sus orígenes hasta la realización del reino venidero. Antes de comenzar nuestro encuentro de hoy en el que trataremos de la conquista de la tierra prometida conversemos sobre nuestro vínculo con la tierra: • ¿Cómo se llama nuestra tierra de origen, el lugar donde nací? • ¿Cómo consiguieron mis padres la tierra donde nacimos? • ¿Tienes una tierra propia? ¿Cómo estás unida a ella? • ¿Qué esfuerzo tuvieron o tuviste para conseguirla? • ¿Has participado en alguna lucha por la tierra?
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• •
Nuestra tierra dominicana, ¿cómo está distribuida? ¿Es una distribución justa? ¿Cómo has sentido la presencia y acción de Dios para conseguir esa tierra?
3. Conozcamos la historia de la conquista de la tierra prometida Uno del Equipo: Josué continúa la misión de Moisés Moisés llevó al pueblo hasta las llanuras de Moab, al otro lado del Jordán. El no pudo guiar al pueblo a la tierra prometida porque tuvo un momento de duda del Señor al dar dos golpes a la roca con el bastón (Num 20,11-12). Entonces, el Señor elige a Josué, que había sido su asistente en el desierto para dirigir a su pueblo a la tierra de la promesa. Como vemos, los hombres pasan, pero la historia de la salvación continúa. Moisés ya no está, ha muerto; pero el Señor, que «es el mismo ayer hoy y siempre» (cfr.Heb. 13,8), permanece con su pueblo. Él es el protagonista de toda intervención salvadora y por eso lleva adelante su plan de salvación. Si los instrumentos cambian o desaparecen, Él permanece. El mismo que eligió a Moisés y actuó a través de él (Éx. 3,12), ahora elige a Josué para seguir actuando su plan de salvación a través de él: «Lo mismo que estuve con Moisés estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré... Tú vas a dar a este pueblo la posesión del país que juré dar a sus padres.» (Jos. 1,5-6). Josué fue capitán del ejército israelita durante la primera batalla contra los amalecitas (Ex 17,8-15) y después se convirtió en ayudante de Moisés. Dios ordenó a Moisés para que lo preparara para introdujera al pueblo en la tierra prometida. Su primera misión fue explorar a Canaán. Al enviarlo a esta tarea, Moisés le cambió el nombre de Oseas por el de Josué, que quiere decir “Dios salva”, igual que el nombre de Jesús. Luego, Moisés lo declaró su sucesor y lo presentó a la comunidad (Dt 31,1-8). Dios prometió ayudarlo y así lo hizo (Jos 3,7) y él guió a su pueblo en la última etapa de su peregrinar al reposo de la tierra prometida. Por eso, es figura, es decir, imagen anticipada e imperfecta de Jesús, que nos conduce ahora a la patria eterna. Leamos Josué 1, 1-9. Respondamos: ¿Qué mensaje nos deja este texto?
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Otra del Equipo: Dios guía su pueblo hacia la posesión de la tierra Esta conquista de la tierra de Canaán ocurrida hacia el siglo trece antes de Jesucristo no fue de un golpe, como imaginamos, como si todo el ejército avanzó un día para vencer a los pueblos que lo habitaban. Entraron poco a poco; se van asentando a lo largo de un par de generaciones. Ellos vivieron en paz con sus vecinos, pero luego dentro se lanzan a conquistar todas las ciudades hasta ocupar todo el país. El libro de Josué quiere dejar claro que El mismo Dios que había liberado a su pueblo de la esclavitud de Egipto es el mismo que lo guiará y estará presente en la conquista y repartición de la tierra de la promesa. Es Dios mismo que le regala su tierra. Es el Señor quien le ha dado en herencia el país que había prometido a Abraham, Isaac y Jacob. Y, quiere acentuar, que sólo si permanecen firmes en la Alianza les irá bien y serán un pueblo grande: «Ustedes han visto todo lo que Yahveh su Dios ha hecho en atención a ustedes con todos estos pueblos; pues Yahveh su Dios era el que combatía por ustedes.» (Jos. 23,3). Leamos cómo se dio el paso del Jordán: Josué 3,14-17 y 4,16-24. Respondamos: • ¿Qué pasó en el Jordán? • ¿Quiénes iban delante del pueblo? • ¿Qué llevaban? • ¿Qué nos enseña este hecho? Otro del Equipo: Descubramos la repartición de la tierra Llegados a la tierra viene la distribución de la misma. Es importante destacar que en esta repartición de la tierra Dios la entrega como totalidad al pueblo entero, es decir, que el pueblo entero tiene derecho a poseer la tierra y a vivir en ella. En el plan de Dios la tierra es para todos los hombres y mujeres capaces de generar instituciones económicas, políticas, sociales, legislativas, judiciales y religiosas para hacerla producir y para repartir sus beneficios para todo ese pueblo. La propiedad es repartida entre todas las familias o grupos de familias de Israel que formaban una tribu, que llevaban el nombre del cabeza de esa tribu que era uno de los hijos de Jacob. A todas se les dio una parte. Sólo a
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la familia de Leví, el Señor no le concedió herencia porque El mismo es su herencia por lo que se debían dedicar al Templo y a su servicio (Num 18,2032; Jos 13,14).
Leamos: Josué 14, 1-5. Dinámica para conocer las diferentes tribus de Israel. Se formarán doce grupos de 2 o 3 personas. Si son pocos se distribuyen dos tribus por grupo. Si son muy pocos lo hacen juntos. A cada grupo se le entregará una cita bíblica donde se cuenta la repartición de la tierra a esa tribu. Luego, cada grupo llena el cuadro siguiente y lo expone en el plenario. 1ª. Cita: Jos 14,4 y Jos 16. 2ª. Cita: Jos 13,14; Jos 14,4; Jos 21,41-42. 3ª. Cita: Jos 15, 1-13. 4ª. Cita: Jos 18, 11 y 21-28. 5ª. Cita: Jos 13, 24-28. 6ª. Cita: Jos 19, 1-9. 7ª. Cita: Jos 19, 10-16. 8ª. Cita: Jos 19, 17-23. 9ª. Cita: Jos 19,24-31. 10. Cita: Jos 19, 32-39. 11ª. Cita: Jos 19, 40-48. 12ª. Cita: Josué 13,15-23. Nombre de la Tribu
Parte de la tierra que se le entregó
Reflexionemos juntos: • ¿Qué enseñan estas citas bíblicas a nuestro mundo de hoy? • ¿Cómo está distribuida la tierra en nuestro país? • ¿Corresponde al plan de Dios esa distribución nuestra? ¿Por qué?
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Otra del Equipo: La renovación de la Alianza Lo que queda en pie por encima de todo en el recorrido del desierto y en la conquista de la Tierra es la absoluta fidelidad de Yahveh a la palabra dada y a las promesas hechas: «Reconozcan con todo su corazón y con toda su alma que, de todas las promesas que Yahveh su Dios había hecho en su favor, no ha fallado ni una sola: todas se las han cumplido. Ni una sola ha fallado.» (Jos. 23,14). Y esta fidelidad es ratificada una vez más con la renovación de la alianza ya en posesión de la Tierra prometida (Jos. 24), que es el momento culminante de esta etapa. En esta renovación de la Alianza nace Israel como pueblo. En ella Dios renueva su compromiso y el pueblo se compromete servir a su Dios. Servir a Dios que quiere decir fidelidad a la fe, culto a Dios y cumplimiento de sus mandamientos.
Leamos Josué 24, 1 y 14-27. Compartamos nuestra reflexión: • ¿Qué pide Dios a su pueblo a través de Josué? • ¿Cuál es la respuesta del pueblo? • En este texto aparece 14 veces la palabra servir: ¿puedes encontrarla en este texto? ¿qué significa servir en este texto? • ¿Qué nos enseña a cada uno y como pueblo? Peregrinos hacia la Tierra Prometida definitiva y eterna Como cristianos estamos plenamente convencidos de que «todo aquello acontecía en figura y fue escrito para aviso de los que hemos llegado a la plenitud de los tiempos» (1Cor. 10,11). Liberado de la esclavitud del pecado a través de las aguas del bautismo, el cristiano pasa a servir al Dios vivo y verdadero (1Tes. 1,9). Entrando en la Nueva alianza, sigue a Cristo, que -como nuevo Josué- conduce al nuevo pueblo de Dios hacia la Tierra prometida, hacia la Patria del cielo, a través del desierto de este mundo. El cristiano es por definición «extranjero y forastero» (1Pe. 2,11) en este mundo; se encuentra en él como en un destierro (1Pe. 1,17). En efecto, el cristiano es constitutivamente «ciudadano del cielo» (Fil. 3,20). Por eso tiende inconteniblemente a «las cosas de arriba» (Col. 3,1-2). Aspira a «una patria mejor, la celestial» (Heb. 11,16). Por eso es esencialmente peregrino, está de paso y no se instala en las realidades pasajeras de aquí abajo. Vive todo con profundo sentido de provisionalidad (1Cor. 7,29-31).
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Mientras peregrina por este mundo experimenta, como el pueblo de Israel, el cansancio, las dificultades, la tentación. Pero en el mismo desierto en que Israel fue tentado y pecó, Jesús es tentado y vence (Mt. 4,1-11). Y ahora Jesús es Jefe que lleva a la vida (Hech. 3,15) guía que conduce a la salvación (Heb. 2,10). A través del desierto de este mundo guía a los suyos alimentándolos con el maná de la Eucaristía y abrevándolos con el agua del Espíritu hasta conducirlos a la Casa del Padre. En medio de la pruebas y tentaciones Él mismo los cuida y protege como Buen Pastor (cfr. Sal. 23). Israel fue experimentando que la Tierra de Canaán no era el verdadero descanso, pues las guerras y los enemigos turbaban su reposo y su felicidad. Por eso, los antiguos «murieron sin haber conseguido el objeto de las promesas, viéndolas y saludándolas desde lejos» (Heb. 11,13). A nosotros se nos ofrece «un cielo nuevo y una tierra nueva» en la que «ya no habrá muerte, ni llanto, ni gritos, ni fatigas» (Ap. 21,1-2). Las condiciones para entrar en este perfecto y definitivo «descanso» son la fe viva en Cristo, el mantenerse firmes hasta el fin y el obedecer dócilmente a Cristo, el guía que nos conduce a ese descanso de la salvación plena y para siempre. (Heb. 3,7 - 4,11). 4. Contemplemos al Señor que nos guía hacia los nuevos cielos y la nueva tierra a) Momento de silencio: Hacemos 10 minutos de silencio para contemplar a Dios, que a través de su Hijo Jesucristo, nos guía hacia los cielos nuevos y tierra nueva. Dejemos que el Señor encienda en nosotros el deseo de trabajar por una repartición justa de los bienes de la tierra, en especial de nuestro país. b) Oremos juntos a partir de este tema de hoy, según la Palabra que el Señor le ha dirigido. Cada uno dice: El Señor me ha dicho en este encuentro……. Y luego hace una oración a partir de esa Palabra. Se concluye con el Padre Nuestro, Ave María, Gloria y abrazo de paz. c) Compromiso: Leer despacio en casa este tema con sus citas. Compartir con otros la necesidad de organizarnos como pueblo para trabajar por una mejor repartición de la tierra y para que cada familia tenga su lugar para vivir en paz y alegría. Se puede hacer una encuesta en el Sector para conocer quiénes son propietarios de la tierra y quiénes no tienen tierra o solar.
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Decimoséptimo Encuentro:
Los jueces, manifestación del amor misericordioso de Dios por su pueblo Orientaciones para este tema: El objetivo de este encuentro es conocer de manera vivencial la misericordia de Dios, siempre fiel a la alianza, aunque el pueblo se olvidara de su compromiso. Conoceremos algunos de los jueces que Dios eligió para salvar a su pueblo de modo que se continuara la historia de la salvación. Se colocan los nombres de los jueces que conoceremos en este encuentro: Otoniel, Débora, Gedeón y Sansón. Cantos sugeridos: Hombres nuevos, Yo tengo fe que todo cambiará. 1. Invocación del Espíritu Santo Se entona una invocación del Espíritu Santo: Ven Espíritu Santo y renueva la faz de la tierra. Se puede rezar el salmo 70 (69). 2. Para empezar Uno del Equipo: Como hemos compartido en el encuentro anterior, la tierra prometida fue entregada a las tribus de Israel que estaban formadas por los descendientes de uno de los hijos de Jacob. Cada una de las tribus administraba sus propios asuntos. Pero, cuando surgía una grave amenaza todas las tribus se reunían como un solo pueblo y el Señor hacía surgir un caudillo, a quien se le llamó JUEZ. No era uno que sólo hacía justicia en los conflictos, sino que era como un comandante en jefe porque el juez era el responsable de los asuntos militares y de gobierno durante la crisis. El libro de los Jueces relata una situación de crisis y destaca sobre todo la tendencia del pueblo hacia la idolatría. La idolatría es más que la simple práctica de rito religiosos extraños a la fe en el Señor. Es la práctica de un estilo de vida lejano a la Alianza.
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Pasaba que el pueblo se daba un proceso de alianza cultural con los pueblos vecinos, que tenían muchos dioses y otro estilo de vida, muchas veces, contrario a lo que el Señor le pedía a su pueblo. El deterioro de las relaciones entre las tribus, la corrupción de los líderes y la fuerza de los pueblos vecinos ponen en grave peligro la identidad del pueblo. El pueblo busca acomodarse a la nueva situación para sobrevivir. Entonces, los jueces son líderes locales que surgen en los tiempos fuertes para proteger y guiar el pueblo para que regresen a la alianza con el Señor. Acerquémonos a este interesante libro para que descubramos a estos hombres y mujeres elegidos por Dios para continuar la historia de salvación manifestando su fidelidad a su Alianza con el pueblo y para exigir esta fidelidad. Los jueces, solución de Dios a la crisis del pueblo Otra del Equipo: Como dijimos antes el problema que tenía el pueblo era que comenzaron adoptar otra cultura y otros dioses, y a olvidarse de Yahvé. Este período que duró más de 200 años, como nos presenta el libro de los Jueces, se daba la siguiente situación: o Los israelitas olvidaron a Yahvé y entraron en alianzas con sus pueblos vecinos y sirvieron sus dioses o A causa de eso, cayeron en las manos de sus enemigos que los oprimieron o Los israelitas reconocen sus errores, se arrepienten y gritan a Yahvé para salvarlos o Yahvé proclama a un libertador, un “juez”, hombre o mujer carismática que libera al pueblo de sus enemigos y renueva la alianza con Yavé. (Jueces 2, 10-23). Vamos ahora a integrarnos en pequeños grupos para que veamos cómo se dan estos 4 momentos en la historia de 4 de los jueces principales de los 12 que hubo en Israel. Cada grupo llena el cuadro siguiente con los datos extraídos del libro de los Jueces
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Juez
Texto bíblico: Jueces
Otoniel, primer juez
3,7-11
Débora, juez, profetisa, guerrera
4-5
Gedeón, hombre fuerte y valiente
6-8
Sansón, fuerte, torpe y desobediente
13-16
Comportamiento Del pueblo
Enemigo que los oprimió
Cómo gritaba el pueblo al Señor
Respuesta de Dios
3. Meditemos sobre la enseñanza de estos acontecimientos Otro/a del Equipo: Después de estudiar estos textos, compartamos entre nosotros a partir de estas preguntas: • ¿Qué quiere Dios de nosotros o nosotras según lo que hemos escuchado en estas lecturas? • ¿En qué se nota que cuando los hombres nos alejamos de Dios nos vienen muchos problemas y dificultades y sufrimos muchos males? • ¿Qué nos enseña el pueblo Israel cada vez que caemos en el pecado? • ¿En qué se nota la misericordia de Dios en estos textos? • ¿Qué tiene que ver con Jesucristo esta historia de los Jueces? Otro/a del Equipo concluye con esta reflexión: Jesucristo, la respuesta misericordiosa de Dios para todos los pueblos. El Padre Dios ha hecho surgir un JUEZ verdadero y perfecto que viene a salvarnos de las opresiones a que nos llevan nuestros pecados. Ese nuevo juez es su Hijo Jesucristo, nuestro hermano, que por nosotros y por
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nuestra salvación entregó su propia vida para rescatarnos del pecado, de la muerte y de toda opresión. Por eso, estos relatos del libro de los Jueces tienen interés para nosotros los cristianos, por el hecho de que las grandes crisis históricas del pueblo de Dios nos muestran algo de nuestra propia historia y nuestro propio desarrollo como cristianos. La crisis de idolatría que tuvo que afrontar Israel se trataba de aceptar a un ídolo del mundo o a los dioses de su ambiente. Tenemos la misma crisis en la vida cristiana. Muchas veces no escogemos al verdadero Dios como es, sino que servimos al dios que hacemos con nuestras propias manos e ideas o nos apartamos de El para seguir los caminos del placer, del poder y del tener. 4. Contemplemos al Señor que siempre es misericordioso con nosotros a) Oremos: En este momento de oración, se puede tener un momento de petición de perdón por nuestras infidelidades al Señor. Se puede pedir al Señor que envíe líderes verdaderos para liberar a su pueblo. Se da gracias por la salvación que Cristo nos regaló y nos sigue regalando. Se puede rezar el Salmo 71 (70), respondiendo: Señor, apresúrate a socorrerme. b) Contemplación: Hacemos 10 minutos de silencio para contemplar a Dios. Dios siempre es fiel. Nosotros o nosotras nos desviamos pero El siempre nos busca y nos mandó a Jesucristo para salvarnos de nuestras ideas falsas de Dios y de nuestras idolatrías. c) Comparta: ¿De cuáles males me ha liberado Dios? ¿Cómo he respondido a ese amor? d) Compromiso: Leer despacio en casa el libro de los Jueces en las citas que se le han propuesto. Desprenderse de cualquier cosa que me aparta de Dios. Se puede hacer una lista de las nuevas idolatrías que hay entre nosotros, es decir, ¿qué cosas ponemos primero que Dios, o antes que Dios o contra Dios en nuestra vida diaria?
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Decimoctavo Encuentro:
Sólo Dios es rey y los reyes sus representantes Orientaciones para este encuentro: El objetivo es conocer el tiempo de los reyes en la Biblia y la actuación de Dios con su pueblo en este camino de la historia de la salvación que culminará en Jesús, descendiente de David, que reinará para siempre. Se coloca una corona en medio del grupo con la Biblia abierta. Se pueden cantar cantos sobre el rey David, Que alegría cuando me dijeron, Hoy Señor te damos Gracias. 1. Invocación del Espíritu Santo Ven, Ven, Ven Espíritu Divino. Se puede rezar el Salmo 72 (71). 2. Para empezar Uno/a del Equipo introduce el tema: En el pasado encuentro compartimos sobre los jueces y juezas de Israel quienes eran una manifestación de la misericordia de Dios que perdonando los pecados de su pueblo los liberaba a través de estos líderes que unían a todos las tribus en un solo pueblo. En este encuentro siguiendo los 2 libros de Samuel y el Primer libro de los Reyes descubriremos a Dios como Único Rey del pueblo y conoceremos acerca de los reyes que actuarán en su nombre como representantes suyos al servicio del pueblo. El último de los jueces fue Samuel quien era al mismo tiempo sacerdote y profeta. El realizó estas tareas de modo admirable, poniendo las bases para un futuro reino. Cuando ya estaba viejo él nombró a sus hijos como jueces, pero éstos no se comportaron cómo debían cometiendo injusticias y sobornos que disgustaron al pueblo que pidieron que les diera un rey como tenían los otros pueblos. Además de esta situación interna, había una amenaza y presión de fuera que eran los filisteos. Este pueblo llegado a Palestina poco después de los hebreos e instalados en la franja costera suroccidental, pretende ha-
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cerse dueño del territorio ocupado por las tribus israelitas. Ante la presencia de este enemigo, superior en fuerza y en técnica guerrera, las tribus quieren unirse bajo una cabeza común. Junto a esto, al pueblo de Israel le pasaba lo que pasa a todos, que se dejaba llevar de lo que veían a su alrededor y lo que otros tenían él también lo quería. Como veían que otros pueblos tenían reyes que los gobernaban, también ellos pidieron a Samuel que les concediera un rey, en vez de ser gobernados por un juez. Leamos 1 Samuel 8 Una aclaración muy importante: Dios es el Único Rey de Israel y el rey será sólo su representante. Varios salmos (ver 93, 96, 97, 99) aclaman a Yahveh como rey. Con su profundo sentido religioso el pueblo de Israel estaba convencido de que ellos eran un pueblo santo, un reino de sacerdotes (Éx. 19,6) y que el Señor era su único Soberano. Por eso se entienden las resistencias a tener un rey humano. Cuando al ver las campañas realizadas en favor del pueblo, los israelitas quieren proclamar rey a Gedeón, este responde: «No seré yo el que reine sobre ustedes ni mi hijo; Yahveh será su rey» (Jue. 8,23). Y cuando a Samuel anciano le piden un rey para ser como los demás pueblos, Dios mismo le dice: «no te han rechazado a ti, me han rechazado a mí, para que no reine sobre ellos» (1Sam. 8,7). Sin embargo, el propio Samuel acaba entendiendo que las circunstancias históricas piden una nueva organización del pueblo y que en ellas se manifiesta la voluntad de Yahveh. Unge rey a Saúl, a quien Yahveh mismo ha elegido (1Sam. 9), quedando como persona consagrada, instrumento y representante personal del Señor. Y después de él, David y los demás reyes de Israel serán también ungidos y constituidos representantes de Yahveh. Los reyes de Israel tendrán no sólo el poder militar y el gobierno, sino también el judicial (la primera cualidad de un rey es ser justo: Sal. 72,1-2; Prov. 16,12) e incluso será responsable del culto (2Sam. 24,25) y llegará a realizar actos sacerdotales (2Re. 16,12-15). Pero, está muy claro que Yahvé sigue siendo el Único Rey de Israel y su Único Dios. A diferencia de lo que ocurría en otros pueblos vecinos en que el rey era divinizado -el ejemplo más claro es Egipto-, la religión de Israel con su fe en Yahveh, Dios personal, único y trascendente, hacía imposible toda divinización del rey. El rey era representante personal de Yahveh: nada menos, pero nada más.
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Era Dios que lo elegía y lo establecía como rey a través de la unción, que lo engrandece y lo llena de su poder. Esta unción era realizada derramando sobre el elegido un cuerno de buey lleno de aceite, que significaba que Dios lo hacía propiedad suya para una misión; le daba su autoridad y energía para luchar. Por tanto, dependía de Dios, el único Rey. Cuando un rey humano pretenda usurpar el lugar de Dios y deje de respetar los derechos de Dios será duramente juzgado, pues aunque es persona sagrada no es intocable: según su fidelidad a la alianza, los profetas se encargarán de realizar ese juicio. Tres reyes destacados de Israel: Saúl, David y Salomón Una/ uno del Equipo: Los reyes de Israel fueron unos cuarenta. Aquí, vamos a descubrir la vida y misión de los que más se destacaron. Ellos son Saúl, David y Salomón, fijándonos de manera especial en David. Vamos a integrarnos en tres grupos. Cada grupo estudiará en la Biblia a ese rey, contestará las preguntas que les proponemos y luego cada grupo presentará su rey en el plenario. Saúl: Saúl no fue un rey bueno; era ambicioso y egoísta, quería el poder para sí mismo y no utilizaba ese poder que Dios le había dado como un servicio al pueblo. Por eso Saúl tuvo que ser sustituido por otro rey. Descúbrelo. • ¿Cómo fue su elección y su unción? 1 Samuel 9, 1-27 y 10, 1. • ¿Cómo realizó su trabajo? 1 Samuel 14,47-52 • ¿Cuáles fueron sus pecados? 1 Samuel 13, 1-15; 1 Samuel 15,1-35 • ¿Cómo terminó Saúl? 1 Samuel 31, 1-10 David: David fue un rey bueno. Su nombre significa “el amado”. Se fajó por su pueblo, venció a los enemigos que se presentaban, principalmente los filisteos, y reinó por muchos años. Unificó las doce tribus y estableció a Jerusalén como capital. Su poder y su largo reinado fueron como un premio por su fidelidad a Dios. Era amigo de Dios, un amigo tan cercano que oraba con frecuencia y se comunicaba con El. Oraba a Dios para darle gracias, bendecirlo, pedirle perdón. Esas oraciones están contenidas en el libro de los salmos. El pecó gravemente contra Dios, pero supo pedir perdón al Señor. David recibió la gran promesa de que su reino sería para siempre, que Dios mantuvo a pesar de su pecado y que cumplió con Jesús, uno de sus descendientes. Llegó a ser el símbolo del rey ideal y del Mesías. Descubramos juntos a David.
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¿Cómo fue su elección y su unción? 1 Samuel 16, 1-13 ¿Cómo realizó su trabajo? 1 Samuel 17, 31-54; 2 Samuel 5, 6-12; 2 Samuel 6, 11-19. ¿Cuál es la promesa del Señor a David? 2 Samuel 7,1-17 ¿Qué importancia tiene para nosotros esta promesa? ¿Cuáles fueron sus pecados? 2 Samuel 11 ¿Cómo se comportó ante la corrección del profeta Natán? ¿Cómo terminó David? 1 Reyes 2, 10-12.
Salomón: A David le sucedió su hijo Salomón, a quien Dios le regaló el don de la sabiduría para discernir entre el bien y el mal. Fue un gobernante capaz, buen organizador, inteligente y el constructor del primer Templo de Jerusalén. Pero no fue fiel a Dios porque su gobierno estuvo marcado por la explotación a los campesinos, impuso fuertes impuestos al pueblo, centralización del poder en el templo y en la corte y cayó en la idolatría casándose con mujeres extranjeras. Este estilo de gobierno llevó a la ruptura de la unidad del Reino. Sus hijos dividieron el reinado en norte y sur con reyes, que con pocas excepciones, eran infieles a Dios. Descúbrelo. • ¿Cómo fue su elección y su unción? 1 Reyes 1,22-40 • ¿Cómo realizó su trabajo? 1 Reyes 3, 5-14; 1 Reyes 5,1-14; 1 Reyes 8, 17-21; 1 Reyes 7, 1-2. • ¿Cuáles fueron sus éxitos? • ¿Cuáles fueron sus pecados? 1 Reyes 11,1-10 • ¿Cómo terminó Salomón? 1 Reyes 11, 11-13. Ahora cada grupo llena este cuadro. Rey
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Su elección y unción
Cómo realizó su trabajo
Cuáles fueron Cuáles fueron sus éxitos sus pecados
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3. Plenario: Descubramos las enseñanzas del Señor Cada grupo expone lo propio del rey que estudió. Luego entre todos se responden estas preguntas: • Después de haber escuchado estos relatos de estos tres reyes, ¿qué sentimientos quedan en mi corazón? • ¿Qué enseñanza me queda para mi vida de cristiano? • ¿Qué relación encuentro con Jesucristo y esta historia de los reyes? Para profundizar: Se lee despacio este comentario. Después de escuchar estos relatos de los primeros reyes de Israel pueden surgir muchas interrogantes y muchas enseñanzas. Primero: Dios acepta la petición de su pueblo de tener un rey, pero dejando claro que El es el Único Rey de Israel y que los reyes son seres humanos consagrados por El para representarle y para servir a su pueblo (cfr Salmo 72 (71)). Segundo: Dios escoge a los pequeños para hacer grandes obras: a Saúl que era el último y el más pequeño de la última tribu de Israel (1 Samuel 9,21); a David que era el más pequeño (1 Samuel 16,11-12) y a Salomón, signo del perdón de Dios por el pecado de David y quien se sabe pequeño y sin experiencia para realizar su obra (1 Reyes 3,7-9). Tercero: Dios da su Espíritu de fortaleza y de sabiduría para gobernar a su pueblo. A través de la unción Dios comunica su poder y su sabiduría a los tres reyes que ha hecho propiedad suya. Cuarto: Sólo pide una condición y es que le sean fieles a El, obedeciendo sus mandatos ya que El sólo se complace con la obediencia a su Palabra (1 Samuel 15, 22). Al que no le obedece El le quita su poder y lo pasa a otro. Quinto: Dios realiza su obra salvadora a través de personas débiles y pecadoras. A cualquiera de nosotros nos puede extrañar y hasta confundir esta historia llena de tantas luchas, intrigas, muertes, envidias, adulterios, traiciones asesinatos, rechazo de la Ley del Señor. Pero, en medio de todo esto se descubre a Dios, siempre fiel a su Alianza, a pesar de nuestros pecados. Toda esta historia se desarrolla bajo el signo de esta Alianza de Dios con su pueblo y su decisión de salvar a toda la humanidad desde la misma humanidad. Por eso, a lo largo de esta historia está presente el perdón de Dios y la conversión de su pueblo. Esa fidelidad de Dios desborda y abarca la
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fidelidad del pueblo. Signo de esto, que ni los pecados de los reyes ni los del pueblo pueden destruir la historia de salvación que continúa. Sexto: El rey David, como hombre y como rey, tiene un lugar especial en la historia del pueblo de Dios de Israel y de nosotros como cristianos. David, el humilde servidor, ora y alaba a Yavéh quien ha dado tanto a su familia. Por su reinado, ha sido un héroe de Israel (1 Samuel, 17, 40-51) y una esperanza mesiánica del Salvador (2 Samuel 7, 12-16) Dios, presente en Israel, le guía y le mantiene en la unidad por la dinastía de David. Mateo comienza su evangelio llamando a Cristo “Hijo de David” (Mateo 1,1) David sabe que no merece todo. Es un pecador. (ej. 2 Samuel, 11) A pesar de todo, Dios está con David y su familia y David da gloria y alabanza a Dios por todo lo que hace. Séptimo: A través del profeta Natán la alianza de Yahveh con todo el pueblo se concreta en alianza con David y su descendencia (2 Sam. 7). La promesa, que inmediatamente se refiere a un hijo concreto de David, su sucesor Salomón, tiene una amplitud incomparable: «Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí y tu trono estará firme eternamente» (cfr. Sal. 89; 1Cron.17). Tanto los profetas (Is. 7,14-17; 9,1ss; 11,1ss; Ez.34, etc.) como los salmos reales (Sal. 2; 72; 110;) apuntan a un Rey, Sacerdote e Hijo de Dios, que establecerá un reinado eterno y universal realizando la restauración de todo. Esta expectativa, que se fue intensificando con el paso de los siglos, se ha cumplido en Jesús. Él es el hijo de David (Mt. 1,1.20; Lc. 1, 27.32) y como tal es reconocido por el pueblo sencillo (Mt. 2,1-6; 21,9); sin embargo, a la vez que hijo, es Señor de David (Mc. 12,35-37). Él es el Ungido (= Mesías = Cristo), sobre el que reposa en plenitud el Espíritu de Dios (Mc. 1,10; Lc. 4,18) hasta el punto de poder bautizar a todos con Espíritu Santo (Mc. 1,8). Él es plenamente Rey, aunque ciertamente su reino no es de este mundo (Jn. 18,33-37); no se realiza por el dominio despótico y tiránico sobre los demás, sino mediante el servicio y el don sacrificado de la propia vida (Mc. 10, 41-45). Si Jesús rechaza el título de Rey, de Mesías, de hijo de David, durante su vida en condición terrena es por las implicaciones político-nacionalistas que suponía. En cambio, después de su muerte, resurrección y ascensión Jesús es entronizado y exaltado por Dios a su derecha como Rey (Hech. 2,22-36; Fil. 2,6-11); ahora puede ser proclamado abiertamente Rey, aunque su reino sólo alcanzará su consumación plena al final de los tiempos cuando
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Dios sea todo en todos y reine poniendo a todos sus enemigos bajo sus pies (1Cor. 15, 23ss; Col. 3,1; Ap. 22,4-5.16). 4. Contemplemos a nuestro Único Rey, siempre fiel a su Alianza a) Oremos: Se coloca el grupo en círculo alrededor de la Corona. En este momento de oración, podemos valernos de los Salmos para proclamar a Dios como nuestro Rey. Compartir un salmo preferido, en grupos de 4 personas. Terminar la oración con un salmo de alabanza, el Salmo 98 (97) respondiendo: ¡Aclama al Señor, tierra entera, con gritos de alegría! Se ora por nuestros gobernantes. b) Contemplación: Hacemos 10 minutos de silencio para contemplar a Dios como nuestro Único Rey y miremos desde Dios a los que tienen poder del “rey” del gobierno – nacional, provincial, municipal y familiar. c) Comparta: ¿Cómo experimentas a Dios como tu Único Rey? ¿Cómo reflejan nuestros gobernantes a Dios? ¿En qué son sus verdaderos representantes para el pueblo? ¿En qué no? ¿Qué estamos llamados a realizar para que gobiernen como Dios quiere? d) Compromiso: Leer despacio los libros de 1 y 2 Samuel y 1 Reyes. Descubrir más de cerca el comportamiento de estos reyes. Como comunidad y unidos a otras organizaciones trabajemos para que nuestros gobernantes sirvan de verdad a Dios y a nuestro pueblo. Se puede tener una visita al Ayuntamiento o a las oficinas del Gobierno para presentar alguna situación del Sector.
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Décimonoveno Encuentro:
El reino dividido por infidelidad a la Alianza Orientaciones para este encuentro: Se puede colocar un mapa de Palestina divido en los dos reinos. Se puede colocar una tela partida en dos como signo de esa división. Se preparan cantos sobre la unidad en contra de la división. 1. Invocación del Espíritu Santo Ven, Ven, Ven Espíritu Divino. 2. Para empezar: Uno del Equipo: En el pasado encuentro conocimos sobre la historia de los tres primeros reyes del único pueblo de Dios que duró solamente cien años. Tristemente, la historia de Salomón acabó mal dejando todo preparado para que se dividiera el reino en dos, cumpliéndose así lo que le había dicho el Señor. En este encuentro seguiremos de cerca esta separación o cisma del pueblo de Dios , sus consecuencias políticas y religiosas asó como la respuesta de Dios a través de sus profetas. Iniciemos compartiendo nuestra propia experiencia sobre estas divisiones, con estas preguntas: • ¿Has conocido alguna división de una familia? ¿Qué pasó? ¿Por qué pasó? ¿Qué consecuencias trajo? • ¿Has conocido alguna división de un grupo o del país? ¿Qué pasó? ¿Por qué pasó? ¿Qué consecuencias trajo esa división? 3. La división del reino: el hecho, causas y consecuencias (Los del Equipo se reparten cada una de las partes de esta presentación sobre la división del Reino para exponerla) El hecho de la división La historia de la división del Reino viene de los últimos años del reinado de Salomón, quien se había desviado de la verdadera fe entregándose a las
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religiones de sus esposas extranjeras. Como vimos en el encuentro anterior (1 Reyes 11). Además de este pecado de idolatría, Salomón había oprimido con muchos impuestos a las diez tribus del Norte en beneficio de su propia tribu de Judá. Pero, a las tribus de Judá no les ponía impuestos, a pesar que era el territorio que más se beneficiaba con las grandes construcciones. También vendió veinte ciudades del Norte al rey fenicio Hiram. Todo esto había creado un gran malestar que el pueblo creyó que se resolvería con el nuevo rey Roboam, hijo de Salomón. Pero, el asunto se complicó. Leamos 1 Reyes 12, 1-15.
La primera consecuencia: la división política Ante la actitud insensata de Roboam el reino se dividió en dos, formándose el reino del Norte y el Reino del Sur. El reino del Norte: estaba conformado por 10 tribus, cuya capital fue Samaria, dirigida en un primer momento por Jeroboán y luego por unos 16 reyes. El reino del Sur formado por la tribu de Judá, cuya capital fue Jerusalén, dirigida en un primer momento por Roboam y luego por unos 19 reyes. La segunda consecuencia: la división religiosa Después de esta división política viene el cisma religioso, que viene a reforzar la desunión de los dos pueblos. Jeroboán construyó primero su palacio y luego construyó dos santuarios el de Dan y el de Betel, ligados en la historia al tiempo de los jueces el primero y el otro a Abraham para que así su gente no fueran al santuario de Jerusalén. En ambos centros erigió un becerro de oro, elige sacerdotes sin seguir la tradición levítica y declara un gran fiesta popular en otoño. La tercera consecuencia: reyes muy débiles e infieles al Señor Estos 17 reyes de Israel y los 20 de Judá, con pocas excepciones, no quedaron muy bien parados, por su infidelidad al Señor a la que conducían también al pueblo. Entre ellos se destacan Acab, Ocozías, Jehú, la reina Atalía, Manasés, Joaquim. Pero, en medio de esas tinieblas aparece una luz encendida por Asá, por Ezequías y por Josías.
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La cuarta consecuencia: destrucción de Israel y destrucción de Judá Un reino dividido no va muy lejos. De por sí el reino unido era pequeño y desunido se hizo mucho más débil y pequeño. Era tiempo de grandes imperios que buscaban crecer y ambicionaban esa tierra que le servía de puerta y de salida de un imperio al otro. Además, durante cien años, entre mediados del siglo nueve y mediados del siglo ocho antes de Cristo, Judá e Israel vivieron en continua lucha, lo que redujo la estabilidad y el poder de ambas naciones. El primero en caer fue Israel en el año 721 antes de Cristo en manos de los reyes asirios que capturaron sus ciudades, destruyeron sus ciudades y muchos de sus habitantes fueron destruidos. El segundo en ser destruido fue el reino de Judá hacia el año 586 antes de Cristo, Nabucodonosor destruyó a Jerusalén y deportó hacia Babilonia los mejores hombres y mujeres de Judá. Aunque de muchas maneras a través de los profetas Dios les había llamado la atención a ambas naciones sobre su idolatría, con su consiguiente inmoralidad e injusticia, ellos no hicieron caso y les llegó la ruina. La respuesta de Dios a través del celoso Elías y su discípulo Eliseo Ante esta realidad el Señor actúa y no abandona a su pueblo hace surgir a Elías y luego a su discípulo Eliseo. El mismo nombre Elías que significa: “Mi Dios es Yahveh” es como un grito de guerra de este «profeta de fuego» (Sir. 48,1), que enfrenta la idolatría apoyada por Acab y su esposa Jezabel que introdujeron el culto a Baal, el dios cananeo y proclama que Dios es Uno solo y que no hay otro y reclama que se viva de acuerdo a la Alianza hecha con Dios. También, enfrenta el lujo y la injusticia de los poderosos para con los pobres ya que por hacer crecer su fortuna cometieron injusticias y crímenes horrendos. Después de Elías actúa su discípulo Eliseo; (2 Re. 2-13), quien se destaca por sus muchos milagros y enfrenta como Elías a los reyes, repite la acción de su maestro y lleva a cabo lo que quedó pendiente a Elías como ungir a Jehú como rey de Israel y al futuro rey de Aram un pueblo vecino. Dinámica de estudio: Se unen en grupos de tres junto a uno del Equipo y leen estos textos descubriendo las consecuencias de esta división y llenando el cuadro siguiente: Leamos: 1 Reyes 12, 16-24; 1 Reyes 12, 25-33; 1 Reyes 14, 21-24; 1 Reyes 16, 1-4. 2 Reyes 17,1-18; 2 Reyes 25, 1-11; 1 Reyes 18, 16-49. 1 Reyes 21.
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La Historia de Salvación ¿Cómo se manifestó la división política?
¿Cómo se manifestó la división religiosa?
¿Qué pasaba con los reyes?
¿Qué pasó con…
¿Cuál fue la respuesta de Dios?
Reino de Israel
Reino de Judá
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4.
Meditación: Busquemos las enseñanzas de esta triste historia de división
En este momento descubramos el significado que hay detrás de este triste acontecimiento. Compartamos nuestra propia reflexión: • ¿Qué nos enseña esta división del reino? • ¿Qué hay detrás de toda esta división? • ¿Cuál es la llamada del Señor en medio de esta triste situación? Para profundizar Para el escritor sagrado está clara la causa de esta destrucción sobrevenida por haberse olvidado del Señor y de su Alianza comenzando desde Salomón, los diferentes reyes y todo el pueblo que se dejaba atraer por otros dioses y un estilo de vida que era contraria a los mandatos del Señor. Así lo reflexiona con profundidad el sabio en Eclesiástico 47, 19-21 recriminando a Salomón, a su hijo y a Jeroboán: “Pero entregaste tu cuerpo a las mujeres, y te dejaste dominar en tu cuerpo. Pusiste así tacha a tu gloria, y profanaste tu linaje, acarreando la ira sobre tus hijos y llenándoles de aflicción por tu locura, hasta quedar partida en dos la dinastía y surgir de Efraím un reino apóstata. Descansó Salomón con sus padres, y después de él dejó a uno de su linaje, lo más loco del pueblo, falto de inteligencia, Roboam, que apartó de su cordura al pueblo. Y Jeroboam, hijo de Nabat, fue el que hizo pecar a Israel, y señaló a Efraím el camino del pecado. Desde entonces se multiplicaron sus pecados tanto que expulsaron al pueblo de su tierra. Toda clase de maldades frecuentaron, hasta que vino sobre ellos el castigo”. El destino final del que se aparta del Señor es la ruina y la muerte como pasó con el Reino del Norte y el propio Reino de Judá: “Con todo esto, el pueblo no se arrepintió, ni de sus pecados se apartaron, hasta que fueron deportados de la tierra y esparcidos por el mundo entero. Sólo quedó un pueblo reducido, con un príncipe de la casa de David” (Eclo. 48,15). “Porque abandonaron la ley del Altísimo, los reyes de Judá fueron abandonados. Pues entregaron a otros su cuerno, y su gloria a una nación extraña. Prendieron fuego a la elegida ciudad del santuario, dejaron desiertas sus calles” (Eclo. 49, 4-6). Pero, estas cosas pasaron como una lección para el pueblo de Dios de ayer y de hoy para que estemos atentos a nuestros pasos y a nuestra vivencia de la Alianza ahora más fuerte y sólida a través de Jesucristo,
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quien vino a reunir a los dos pueblos en uno solo (Efesios 2,14) y que pone la unidad como condición para que el mundo crea en El (Jn 17,21). De hecho, lo que la Biblia llama castigo, quien se lo da y se lo gana es quien se aparta de su Alianza. Ya que en medio de todo esto Dios no abandonó a su pueblo, ya que su voz resonó en medio de su pueblo a través de sus profetas, como Elías y Eliseo que contrarrestaron la idolatría y la maldad de los reyes y del pueblo e hicieron señales para que el pueblo se convirtiera. También, hizo surgir reyes fieles a la Alianza como Ezequías y Josías. Como concluye el autor sagrado: “el Señor no renuncia jamás a su misericordia, no deja que se pierdan sus palabras ni que se borre la descendencia de su elegido, el linaje de quien le amó no extirpa” (Eclo. 47, 24). 5. Contemplemos a nuestro Dios, que se complace en la unidad de su pueblo a) Oremos: Se coloca el grupo en círculo alrededor de la tela dividida en dos. A partir de los textos escuchados y meditados, pidamos al Señor por las familias divididas, las comunidades divididas, los pueblos divididos. Pidamos perdón y misericordia por ellos para que reconociendo sus pecados se reconcilien. Si alguno o alguna está dividido o dividida de alguien o está en una situación de división pida al Señor su Espíritu para que le dé fuerza para la reconciliación. Recordemos a los que se dejan conquistar de la idolatría del dinero, de los placeres y del afán de poder así como los que recurren a creencias de brujería y prácticas satánicas buscando respuesta a sus problemas. b) Contemplación: Hacemos 10 minutos de silencio para contemplar a Dios, siempre fiel a la Alianza y que se complace con la unidad de su pueblo. Dejemos que nos reconcilie con El y con los demás y que quite lo que en nosotros es causa de división, Reafirmemos con Elías y Eliseo nuestra fe en un único Dios vivo y verdadero que se nos ha manifestado plenamente por medio de su Hijo Jesucristo, c) Compartamos: ¿Cómo te has sentido en este encuentro? ¿Cómo ser persona de unidad y de reconciliación en tu casa, en tu sector, en tu trabajo y en el país? d) Compromiso: Si tengo alguna división con alguien o con otros y otras buscar caminos de reconciliación. Si hay división a mi alrededor buscar que se unan.
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Vigésimo Encuentro: Convivencia de Comunidad
Por los profetas Dios reitera la Alianza con su pueblo 0. Orientaciones para la Convivencia: La convivencia de hoy la dedicaremos a los profetas, que fueron voz de Dios para su pueblo recordándole y llamándole a vivir la Alianza sellada con Dios. Es importante que cada persona lleve su Biblia y si puede leer su cuaderno y su lapicero. Decorar el lugar con el título de la convivencia. Se tendrá un buen Equipo de Animación con un sonido adecuado y que prepare canciones sobre los profetas como: el Profeta; Tengo que gritar, Testigo soy; Dios Ha Hablado y otros. También, adornar el lugar con los nombres de los profetas: Isaías, Jeremías, Ezequiel, Amós, Oseas, Daniel, Eliseo, Elías, Joel, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías, Malaquías, Juan Bautista y en el centro un letrero grande que diga JESUCRISTO. También se pueden colocar láminas y fotos de las injusticias en el mundo de hoy. Tener materiales como cartulinas, crayones, telas, vestidos y otros materiales que podrían utilizar los personajes para la representación de los profetas. Animación: Canto: Tu Palabra me Da Vida etc. 1. Llegada. Recibimiento. Un Equipo de acogida recibe y acomoda en su comunidad a los que van llegando. 2. Canciones de animación, según el tema de los profetas. 3. Oración inicial: Se canta una invocación del Espíritu Santo. Luego se concluye con esta oración:
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Padre Bueno, tú que a través de los profetas del Antiguo Testamento fuiste guiando a tu pueblo recordándole tu Alianza con ellos y de ellos contigo te pedimos que envíes tu santo Espíritu sobre nosotros para que conociendo su vida y su misión descubramos al gran profeta que es Jesucristo y realicemos con El nuestra misión de pueblo de profetas en medio de nuestro mundo de hoy. Por Jesús, tu Gran Profeta. Amén. 4. Introducción al día de hoy: Los profetas, voz de Dios para reiterar su Alianza a su pueblo. 4.1. El día de hoy lo dedicaremos a conocer más a los profetas que el Señor hizo surgir en medio de su pueblo. Pero, lo primero es que compartamos sobre lo que ya sabemos de los profetas. Iniciemos escuchando el relato de la vocación de los profetas Jeremías, Isaías y Amós. Lector 1: Jeremías 1,4-10 Canto: El Profeta. Lector 2: Isaías 6, 1- 13 Canto: Testigo soy. Lector 3: Amós 7, 10-17 Canto: Tú has venido a la orilla. • • • • • •
¿Qué es un profeta? ¿Qué hacían los profetas? ¿Qué es lo que distinguía a los profetas? Digan algunos nombres de los profetas que conocemos ¿Quién es nuestro gran Profeta a quien anunciaban los profetas? ¿Nosotros somos profetas? ¿Desde cuándo? ¿Cuándo?
4.2. Leamos despacio cada uno de estos puntos de la vida y misión del profeta. Mucha gente piensa que el profeta es un adivino del futuro, alguien que anuncia el futuro. Pero, no es así. La palabra profeta en el idioma griego quiere decir “uno que habla en lugar de otro”. Pero, en el idioma
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hebreo, profeta quiere decir “llamado”. Por eso, el profeta es alguien que habla en nombre de Dios, porque ha sido llamado, ha sido introducido en el proyecto de Dios (Am 3,7) y en adelante ve todo con la mirada de Dios. El profeta es esencialmente la «boca de Yahveh» (v. Jer. 15, 19; Is. 30,2), instrumento a través del cual Dios manifiesta a los hombres su palabra. Lo mismo si anuncia el futuro que si realiza cualquier otro anuncio, lo decisivo es que Dios mismo pone sus palabras en la boca del profeta (Jer.1, 9; Éx. 4,12). Ellos son los portavoces de Yahveh en medio de las circunstancias en que les toca vivir, iluminando, denunciando, suscitando esperanza... Tienen conciencia de que su mensaje no proviene de sí mismos, sino de que ellos son simple y escuetamente «la boca de Yahveh», el instrumento a través del cual el Dios de la alianza no deja de hablar a su pueblo. El punto de partida de la misión del profeta es la llamada de Dios. A diferencia de los falsos profetas, que hablan por iniciativa propia (Jer. 23,21) y por eso sólo dicen falsedades que extravían al pueblo (Jer, 23,32), el profeta auténtico surge por iniciativa de Yahveh. Apoyados en esta iniciativa y llamada de Dios, los profetas claman denunciando el culto hipócrita y formalista, la idolatría, las injusticias sociales, el lujo, la corrupción de las costumbres. Defensores de los derechos de Dios exigen fidelidad a la alianza y reclaman la conversión de un pueblo reiteradamente infiel. Defienden los derechos de los pobres porque la injusticia cometida con ellos ofende al mismo Yahveh. Anuncian el juicio de Dios y amenazan con los castigos divinos, que en realidad son consecuencia de los propios pecados del pueblo y de los cuales, por otra parte, se sirve Yahveh para provocar la conversión y reconducir al pueblo a sí mismo. Son portadores de la promesa de salvación y restauración para el pueblo de Dios, cuando se abre sinceramente a su Dios. Así van preparando el camino para la venida del Mesías. La fidelidad al Señor y a la palabra recibida de Él les acarreará sufrimientos incontables. Jeremías será acusado de conspirar contra el rey y conducido a prisión (Jer 20,2; 37,15-16); también Miqueas será encarcelado (1Re. 22,26-27). La certeza de haber recibido un mensaje del Señor les impide callarlo o disimularlo. Particularmente significativa es, conocida por sus propias «confesiones», la «pasión» de Jeremías, el drama por él sufrido a causa de su fidelidad a la palabra de Yahveh (Jer. 15,10-21; 20,7-13).
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Heraldos de Dios, los profetas son luces encendidas en medio de la historia. Arrojan en la aparente ambigüedad de los acontecimientos la potente luz de Dios. Con su fe vigorosa en un Dios que actúa en la naturaleza y en la historia interpretan los sucesos contemporáneos. Inspirados por el Espíritu, sacan también enseñanzas de los acontecimientos de la historia pasada y proyectan la luz de Dios hacia el porvenir. Así, se convierten en guías del pueblo de Dios, aunque a menudo incomprendidos por sus contemporáneos. Su enseñanza luminosa, el testimonio de su fe y su esperanza, su energía indomable frente al pecado en cualquiera de sus formas... sigue siendo una referencia fundamental también para nosotros cristianos. Es interesante descubrir que los profetas descubren ese llamado de Dios en la realidad que está aconteciendo, en lo que se está viviendo el pueblo. Por eso, no podemos entender lo que dice un profeta si no sabemos lo que está pasando en ese momento que El habla en nombre de Dios. A lo largo de la historia de la salvación los profetas han desempeñado un papel fundamental. En la Antigua alianza ellos son un punto de referencia decisivo para el pueblo de Dios en las épocas más difíciles de su historia; se sitúan entre el siglo ocho y el siglo dos antes de Cristo., aunque las figuras más representativas viven entre el siglo siete y el siglo quinto antes de Cristo. Como vimos en el último encuentro en el Reino del Norte la mayoría de los reyes “tomaron el mal camino” e hicieron alianzas con los reyes vecinos para satisfacer sus deseos de poder y de grandeza. Dios hizo surgir los profetas para denunciar las injusticias e idolatrías. Elías y Eliseo, Amós y Óseas. En el Reino del Sur también la mayoría de sus reyes hicieron el mal ante los ojos de Dios, con excepción de Exequias y Josías quienes apoyaron a los profetas que impulsaron una reforma religiosa y política. Los profetas que más se distinguieron en el Reino del Sur fueron: Isaías, Miqueas, Jeremías, Habacuc y Sofonías entre otros. El profetismo del Antiguo Testamento termina con Juan el Bautista quien preparó el camino para Jesucristo (Juan 1, 13-17) (Tomado de Julio Alonso Ampuero, La historia de la Salvación). 4.3. Oración: Luego en plenario se pide que algunos compartan con todo el grupo lo que les ha impresionado de estos textos. Se termina con una oración de alabanza, acción de gracias y peticiones inspirados en esta reflexión sobre los profetas. Se concluye con un canto. 5. Receso: 20 minutos.
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6. Conozcamos y compartamos con los profetas. En este momento, se le entregará a cada comunidad o a grupos de las comunidades uno de los profetas para que conozca su nombre, el momento histórico que le tocó vivir, su mensaje principal y las lecturas más significativas. El orden de este estudio es el siguiente: Se lee la presentación de cada profeta Se contestan las preguntas después de leer las citas de cada profeta. Luego, cada comunidad las presentará de modo artístico, ya sea con canciones, dramas, poemas, dinámicas. 7. Isaías: 3 en uno. Con el nombre de Isaías, que significa “Yahvé salva” o “Yahvé ayuda”, se titula el libro profético más extenso de la Biblia. Según los estudiosos más que un solo profeta fueron tres profetas que vivieron en tres momentos diferentes desde el año 740 a 300 antes de Cristo como se puede notar en los temas y en el lenguaje utiliza. Por eso, estudiaremos en 3 grupos este profeta. Comunidad o grupo 1: Isaías 1-39. Isaías hombre culto y de familia relevante de la casa de Judá ejerce su ministerio en Jerusalén a partir del año 740. Su predicación arranca de una fuerte experiencia de la santidad de Yahveh (Is. 6), que reclama también la santidad de los creyentes, sobre todo en lo referente a la justicia y a la rectitud interior, sin las cuales el culto se reduce a unos cuantos ritos vacíos de sentido (Is. 1, 10-23). Isaías es además el profeta de la fe que exige depositar toda la confianza en sólo Dios (Is. 26, 2-5; 30, 15) rechazando el apoyarse en alianzas políticas que entrañan múltiples contactos religiosos que hacen peligrar la pureza de la fe en Yahveh y que son inútiles (Is. 30, 1-5; 31, 1-3; 8, 12-13). Predice también el castigo que vendría como consecuencia de los pecados de Israel, pero también afirma poderosamente la perseverancia y la fidelidad de algunos, el «resto de Israel» (Is. 10, 20-23). Finalmente son célebres sus profecías mesiánicas, especialmente las del «libro del Emmanuel» (7, 10-17; 9, 1-6; 11, 1-9). • • • •
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¿Qué critica el profeta? (Isaías 1, 10-15; Isaías 3, 12-26; Isaías 10, 1-4? ¿A qué invita el profeta? (Isaías 1, 16-20; 26, 2-5; 30, 15) ¿Qué profecías de Isaías la vemos referidas a Jesús? (Isaías 7, 10-16; 9, 5-6; 2, 1-5) ¿Qué nos enseña este profeta?
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Comunidad o grupo 2: Segundo Isaías /Deutero Isaías o el portador de buenas noticias (Isaías 40-55) Este profeta habría vivido en el exilio durante el reinado de Ciro del 553539 antes de Cristo. Su mensaje esencial es de consolación a su pueblo desterrado y el anuncio de un Siervo del Señor que es valiente, inocente, paciente, expía los pecados de otros y que salvará a su pueblo. Busca que el pueblo desterrado descubra que su situación es similar a la que pasó el pueblo en Egipto, pero Dios actuará a su favor y les hará volver a su patria con una liberación mayor y más gloriosa que la del Éxodo. • • • •
¿Cómo se sentía el pueblo en este momento? (Isaías 41, 10 y 14-17; 42. 18-25; 48, 1-8; 49, 14) ¿Qué mensaje de esperanza y de consuelo da al pueblo abatido? (Isaías 40, 1-11; 49, 15-19; 51, 11-17). ¿Cómo es el siervo de Yahvé que El hace surgir en medio de su pueblo? (Isaías 50, 7-10; 50, 4-6; 53, 1-11) ¿Qué semejanzas encuentras entre este siervo de Yahvé y Jesucristo?
Comunidad o grupo 3: El tercer Isaías o Trito-Isaías o el que levanta el ánimo (Isaías 56-66) Este grupo de profecías parecen pertenecer a varios profetas que siguiendo a su maestro realizan su misión desde el final del exilio y el tiempo de restauración de Israel dirigida por Nehemías después de volver del destierro. Al volver del destierro y no cumplirse de inmediato las promesas del Profeta viene el desencanto, decae la fidelidad al Señor y se forman grupos opuestos entre sí. A estos profetas les tocará mantener vivas las esperanzas, haciendo mirar hacia el futuro, hacia la futura Jerusalén y a su Mesías. • • • •
¿Cuál es la misión del profeta? (Isaías 61, 1-3) ¿Qué culto pide el Señor a su pueblo? (Isaías 56, 1-2; 58, 5-10? ¿Qué anuncia el profeta a su pueblo? (Isaías 60, 1-5; 61, 4-11; 62, 1-5; 65, 17-25) ¿Qué relación tienen estas profecías con Jesucristo?
Comunidad o grupo 4: Jeremías, el profeta sufriente La época en que vive Jeremías, del 626 al 580 aC, es un momento trágico para Judá. Babilonia surge como una gran potencia después de la desaparición de Asiria y va dominando las tierras que encuentra a su paso. Egipto teme la amenaza babilónica y procura utilizar a Judá como un tapón
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que ayude a bloquear la invasión de Babilonia sobre su territorio. Judá es un torbellino político. Y en esas circunstancias surge la voz del profeta Jeremías, que ejerce su servicio en tiempos de Josías, Joaquín y Sedecías. A pesar de que insistió en no aliarse con Egipto no se le hizo caso y tuvo que ser testigo de la destrucción de Jerusalén por los babilonios. • • • • •
¿Cuál es la situación del pueblo? (Jeremías 11, 6-8; 17, 1-6) ¿Qué denuncias hizo Jeremías? (Jeremías 22,13-23; 23,1-2 y 11-14; 25,3-11) ¿Cómo se sentía el profeta? (Jeremías 20,7-18 ¿Qué anuncio de esperanza hizo Jeremías? (Jeremías 30,17-22; 31,31-34) ¿Qué podemos aprender de Jeremías los cristianos de hoy?
Comunidad o grupo 5: Oseas, el profeta del amor fiel. Oseas predicó en el reino del Norte antes de la invasión asiria, durante la segunda mitad del siglo ocho antes de Cristo. Era una época de bienestar económico por el comercio y los impuestos pagados por los comerciantes extranjeros. Pero, las culturas de los pueblos vecinos influían negativamente en la moral y en el culto de los israelitas. Sus reyes y las clases poderosas practicaban la idolatría, usaban el poder para enriquecerse oprimiendo y abusando de los pobres. Entonces, la Alianza con Dios hecha en el Sinaí pasó a segundo plano. Esta alianza la presenta Oseas como un matrimonio y la idolatría como un adulterio. Dios ordenó casarse con una prostituta y tuviera hijos con ella, que le fue infiel. Sin embargo, Oseas permaneció con Gomer, para mostrar la fidelidad de Dios, aunque el pueblo se haya vuelto infiel. • • • •
¿Cuál era la situación del pueblo? (Oseas 4, 1-5 y 11-14; 6, 8-12) ¿Qué manda el Señor al profeta y qué indican los nombres de los hijos? (Oseas 1, 1-9 y 2, 1-3; 3, 1-5) ¿Cuál es la actitud del Señor hacia su pueblo? (Oseas 2,16-25; Oseas 11, 1-11) ¿Qué tienen que ver estas profecías con Jesucristo? (Efesios 5, 21-32).
Comunidad o grupo 6: Amós el profeta campesino, el profeta de la justicia social. Amós cuidaba ganado y cultivaba higueras cerca de Jerusalén y Dios lo envió a profetizar al otro Reino, el del Norte que estaba en un momento
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de progreso. Había un pequeño grupo enriquecido por la explotación en el trabajo, en la tierra y en el comercio, que contrastaba con una multitud empobrecida y despojada. Amós resistió fuertemente el lujo, la ambición, el culto hipócrita y las injusticias de los poderosos a costa de los más pobres. Profetiza la caída del Reino de Israel. • • • • • •
¿Cómo cuenta Amós su vocación? (Amós 7, 10-17) ¿Cuáles fueron las denuncias principales que hizo Amós? (Amós 5, 10-13; Amós 5, 21-25) Amós 6, 1-7; Amós 8, 4-7; Amós 4, 1-3). ¿Qué llamadas a la conversión les hizo? (Amós 5,14-15) ¿Qué le espera a ese pueblo? (Amós 8,1- -3 y 8-34) ¿Cuál es la promesa del Señor para el grupo fiel a El? (Amós 9,11-15) ¿Qué nos enseña este profeta a nosotros los cristianos?
8. Inicio de la presentación de los profetas: Algunas de las comunidades o grupos presentan el profeta asignado. Se interrumpen las presentaciones a la 1pm para la comida. 9. Comida – Receso. 10. Continuación de la Presentación de los profetas. 11. Meditación: Jesús, es el profeta por excelencia. Se inicia este momento con esta pregunta: • ¿Qué ha provocado en nosotros la vida y misión de los profetas? • Luego se lee: Hebreos 1, 1-4. • Se tiene la siguiente meditación. En los últimos siglos del judaísmo desaparecen los profetas; el Salmo 74,9 lamenta este hecho (cfr. Lam. 2,9; Sal. 77,9). Sin embargo, los judíos de la época del Nuevo Testamento esperan la llegada de un profeta, del gran profeta de los últimos tiempos anunciado por Moisés (Dt. 18,15-18). De hecho Juan Bautista fue saludado con entusiasmo por el pueblo judío como profeta (Mt. 11,9). También la predicación de Jesús produjo un fuerte impacto y fue considerado como profeta (Lc. 7,16; 24,19), más aún, como el profeta esperado, el que tenía que venir en los últimos tiempos (Jn. 5,14; 7,40).
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En muchos aspectos Jesús actúa como un profeta: como ellos denuncia los pecados, llama a la conversión y anuncia el Reino de Dios, como ellos es perseguido y rechazado por su pueblo... Jesús mismo expresa su conciencia de ser profeta (Lc. 13,33), pero a la vez se considera superior a todos los profetas (ver, por ejemplo, en la parábola de los viñadores homicidas el contraste entre «los siervos» y «el hijo»: Mt. 21,33-41) y manifiesta que ha venido a dar perfección y cumplimiento a lo enseñado por los antiguos profetas (Mt. 5,17). En realidad, Jesús es «más que profeta», pues no sólo transmite las palabras de Dios, sino que Él mismo es la Palabra personal del Padre (Jn. 1,1-18); mientras que antes Dios había hablado en diversas ocasiones y por diversos medios a través de los profetas, ahora, en los últimos tiempos, ha hablado en el Hijo (Heb. 1,1-2). En el Nuevo Testamento encontramos testimonios de la existencia del carisma de profecía en la Iglesia primitiva (Hech. 11, 17ss; 13, 1; 21, 9-11; 1Cor. 13, 8; 14, 1-5). Pero lo más interesante es que la novedad traída por Cristo ha hecho que todos los cristianos sean profetas: el día de Pentecostés Pedro constata (Hech. 2, 14-21) que se ha cumplido la profecía de Joel («Derramaré mi Espíritu sobre toda carne y profetizarán sus hijos y sus hijas»: Jl. 3, 1-2). Se ha cumplido el deseo de Moisés (“¡ojalá todo el pueblo de Dios fuera profeta!”: Núm. 11, 29): la Iglesia es un pueblo profético. Así nos lo recuerda el Concilio Vaticano II cuando dice: “El Pueblo Santo de Dios participa también de la función profética de Cristo, difundiendo su testimonio vivo, sobre todo con la vida de fe y caridad, y ofreciendo a Dios el sacrificio de alabanza, que es fruto de los labios que confiesan su nombre” (Lumen Gentium 12). “Los cristianos que están incorporados a Cristo por el bautismo, que forman el pueblo de Dios y participan de las funciones de Cristo; sacerdote, profeta y rey. Ellos realizan, según su condición, la misión de todo el pueblo cristiano en la Iglesia y en el mundo. (Lumen Gentium 31.). Y Puebla nos lo dice de esta manera, hablando de los laicos: son “hombres de la Iglesia en el corazón del mundo, y hombres del mundo en el corazón de la Iglesia” (Puebla 786). Sólo resta que cada uno de sus miembros actúe y ejercite ese don y esa misión profética en la docilidad al Espíritu; esto es lo que han realizado de manera eminente los santos, que al estar abiertos a la acción y al impulso del Espíritu han sido instrumento de renovación en la Iglesia en cada una de sus épocas.
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Un testimonio vivo lo tenemos en Fray Antón de Montesinos. El predicó el 21 de diciembre 1511 el famoso sermón de Adviento en nombre de los dominicos de su comunidad. El denunció el tratamiento injusto que recibían los indios por los españoles de su tiempo. El les dijo: “Para dárselo a conocer me he subido aquí, yo que soy voz de Cristo en el desierto de esta isla… Esta voz, que todos están en pecado mortal y en él viven y mueren, por la crueldad y tiranía que usan con estas inocentes gentes. Digan, ¿con qué derecho y con qué justicia tienen en tan cruel y horrible servidumbre a estos indios?” Animémonos a realizar nuestra vocación profética de modo que con nuestras palabras, testimonio y actividad contribuyamos a la transformación de las realidades y la creación de estructuras justas según los criterios del Evangelio. (Ver Aparecida 209-210). 12. Revisión de vida por comunidades: Cada comunidad se reúne para hacer su revisión de vida mensual mirando cómo realiza su vocación de ser profeta denunciando el mal y anunciando el Reino de Dios. Se sigue este orden: • Invocación del Espíritu Santo. • Luego se hace esta pregunta a la que responde cada uno: ¿En qué y cómo he sido profeta del Señor en mi familia, en mi sector, en mi trabajo y donde quiera que yo me muevo? ¿Cuándo he denunciado el mal y anunciado el Reino de Dios? ¿Me he quedado callado ante las cosas malas? ¿He propuesto el plan de Dios y su ley de amor a los demás? • Luego se hace esta pregunta y cada uno la va contestando: ¿Qué deberíamos denunciar en el sector que vivimos? Planificar algo concreto como: convocar una reunión, hacer afiches, hacer una marcha o una oración en que se invita a los vecinos etc. • Después se contesta esta pregunta: ¿Cómo me he sentido en la comunidad desde la última convivencia? Siempre se habla con nombres y apellidos tanto cuando se trata de sentimientos positivos o negativos. • Se hace una oración final y se dan el abrazo de la paz. • Tarea: Leer un libro entero de uno de los profetas y descubrir: ¿Cuáles son los denuncias y anuncios del profeta? ¿Cuál fue la experiencia de Dios que él vivió? 13. Momento final: Todas las comunidades se reúnen. Se dan los avisos y se tiene una oración final.
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Vigesimoprimer Encuentro:
El Exilio a Babilonia, purificación de la infidelidad a la Alianza Orientaciones para este tema: El objetivo de nuestro tema es contemplar la dura experiencia del destierro a Babilonia como una oportunidad de purificación de la infidelidad del pueblo de la Alianza, del fortalecimiento de su fe y el reconocimiento de la misericordia de Dios en los tiempos fuertes y en la vivencia de la esperanza de parte de quienes permanecen fieles a Dios. Se pueden colocar ramos secos y ramas verdes. Se puede colocar paños de luto y dolor. Cantos posibles: A Tí levanto mis ojos; el auxilio me viene del Señor. 1. Invocación del Espíritu Santo Un miembro del grupo pide la presencia del Espíritu Santo para experimentar la vivencia del Pueblo de Dios en el destierro. Se puede rezar el Salmo 137 (136). 2. Para empezar: Recordemos los hechos Uno del Equipo: Como ya hemos visto en los encuentros anteriores como fruto del pecado, es decir, del abandono de la Alianza con Dios, el reino único se dividió en dos: el reino de Israel y el reino de Judá. A los pocos años el reino de Israel fue derrotado y conquistado por Asiría. El reino de Judá siguió sólo por 200 años más ya que también fue destruido por Babilonia. Recordemos que en el reinado de Ezequías (2 Reyes 18, 1-3) hubo la invasión de Senaquerib y Judá fue dominado por Asiría. Con la excepción de Josías (2 Reyes 22 y 23) que hizo una reforma de breve duración los reyes de Judá llevaron al pueblo a un camino de corrupción, injusticia e idolatría. (Ver lista de ellos en el libro 2 Reyes (2 Reyes 21, 1-4; 23, 31-32; 24, 8-9). En el reino de Joaquín, ocurrió el primer exilio de las elites del pueblo; jefes y notables del país y a los técnicos y artesanos. Al caer la ciudad, el destierro fue más general aunque dejaron a algunos pobres para servir como esclavos para trabajar en la tierra.
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El pueblo ha perdido todo lo que constituía su vida: • La tierra – Para los judíos, la tierra prometida era el resultado de la fe de Abraham, el éxodo de Moisés y la conquista de Josué. La tierra era más que un lugar para vivir. Era la prueba de su posición favorecida y su alianza con su Dios. • El rey – El rey era la garantía de la unidad del pueblo y su representante ante Dios. Sin él, ellos no tenían un punto de unión como pueblo • El templo – Desde el tiempo de Salomón, que lo construyó, el templo era el centro de culto de Yahvéh, su Dios. Ellos pensaban que hasta habían perdido incluso a su Dios, porque en ese tiempo se creía que cuando un pueblo era vencido por otro era porque el dios del triunfador había derrotado al dios del pueblo vencido. Por eso ellos sentían que Yahvéh los había abandonado y se había dejado derrotar del dios de Babilonia. Entonces, no podían poner su fe en un dios vencido. Por eso, el pueblo de Dios en Babilonia sufrió un choque psicológico y moral terrible ya que se quedaron sin tierra, sin rey y sin templo. Es un pueblo cautivo y en el exilio. Sus sufrimientos eran muchos (Salmo 137) “al borde de los canales que pasaron por Babilonia”. Poco a poco se acostumbraron a su destierro y muchos adoptaron la cultura de Babilonia con mucha facilidad. Pero, un grupo permaneció fiel a su fe y a su cultura. Sería bueno ahora compartir nuestros momentos de crisis, de destierro, de oscuridad. Respondamos estas preguntas: • ¿Hay tiempos en nuestra historia como pueblo que hemos sufrido mucho y nos ha parecido que Dios nos ha abandonado? • ¿Has tenido experiencia de un tiempo de crisis, de oscuridad que te hacía pensar que no tenías esperanza y que Dios se había apartado de ti? ¿Cómo saliste de esa situación? ¿Quién te ayudó a salir de esa pena? ¿De qué te sirvió? 3. Dios hace un milagro: del mal del destierro Dios hace brotar un pueblo fiel y renovado Otro/a del Equipo: Como ya dijimos el pueblo estaba lleno de tristeza y cundía el desaliento: «Andan diciendo -toda la casa de Israel-: se han secado nuestros huesos, se ha desvanecido nuestra esperanza, todo ha acabado para nosotros» (Ez. 37,11).
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Sin embargo, esta gran crisis va a ser la ocasión de una profunda renovación en el pueblo de Israel. Al desaparecer sus seguridades humanas y quedar derribado su orgullo nacional, los israelitas se vuelven a Yahveh. El gran milagro del destierro es que esta catástrofe, en lugar de ser la ruina de la fe de Israel, provoca una exaltación de esa misma fe y la purifica. Providencialmente, Dios mismo hace surgir unos guías que orienten al pueblo en estas circunstancias tan difíciles. Entre ellos se destacan los profetas, que ayudan una vez más a leer e interpretar los acontecimientos desde la fe: Uno/a del Equipo: + Jeremías. Aunque no fue deportado a Babilonia, él fue el primer guía religioso de los exiliados: les escribe desde Jerusalén después de la primera deportación invitándoles a escuchar la palabra de Yahveh sin hacerse ilusiones acerca de una liberación inminente (Jer 29). Los grandes temas de su predicación (conversión, esperanza, nueva alianza, religión interior) serán meditados por los exiliados (los mismos que antes le habían rechazado). Otra/o del Equipo + Ezequiel. Sacerdote -como Jeremías- fue conducido a Babilonia en el 598 con el primer grupo de exiliados. Comienza anunciando la ruina de Jerusalén como castigo a las faltas de Israel (Ez. 4-12), pero tras la desolación de la ciudad en el 587 se convierte en el profeta de la esperanza. Durante más de 20 años reanimó la fe y la esperanza de sus compatriotas, infundiéndoles la certeza de que Yahveh salvaría a su pueblo para santificar su nombre y manifestar su gloria (Ez. 36,22-25). Particularmente impresionante es la visión de los huesos secos, en que profetiza una auténtica resurrección de Israel (Ez. 37,1-14). Como Jeremías, anuncia una alianza nueva en la que Dios mismo purificará y renovará los corazones (Ez. 36,25-28). Otro/a del Equipo: + Segundo Isaías. Este lejano discípulo de Isaías anuncia el consuelo a Israel (Is. 40,1-2). Ante las victorias de Ciro sobre los pueblos de oriente, el segundo Isaías las presenta como el instrumento del que Dios se servirá para realizar su designio (Is. 41,1-4; 45,1-6.12-13) y liberar a su pueblo como en un nuevo éxodo (Is. 40,3; 43,16 19). Este profeta -tan cercano al Nuevo Testamento- presenta también unas perspectivas universalistas: a la comunidad de exiliados encerrados en sí mismos les habla de un Dios que ofrece la salvación a todos los hombres (Is. 45, 20-22).
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Finalmente anuncia a un misterioso «Siervo de Yahveh» (Is. 42,1-7; 49,1-6; 50,4-9; 52,13-53,12), un justo que sufre y expía los pecados de los demás, sucediendo tras su muerte una glorificación y una grandiosa fecundidad espiritual. Además de la ayuda de los profetas está también la de los sacerdotes. Y además al marchar al destierro los exiliados llevan consigo la ley divina, las antiguas tradiciones de la historia del pueblo escogido, las profecías y los primeros salmos recopilados; es la palabra de Yahveh que les va a acompañar en su aflicción y ellos ahora están en mejor disposición de espíritu para escucharla. Estos hacen que el pueblo repase sus tradiciones para descubrir en ellas un fundamento a su esperanza. Juntos, inventarán así una nueva forma más espiritual, de vivir su fe. ¿No hay ya templo ni sacrificios? ¡Pues se reunirán el sábado para celebrar a Dios y meditar su palabra! ¿No hay ya rey? ¡Pues Dios será el único verdadero rey de Israel! ¿No hay ya tierra? ¡Pues la circuncisión en la carne dibujará un reino de dimensiones espirituales!...Así, en el destierro, se inaugurará lo que se llama el Judaísmo, es decir, una forma de vivir la religión judía que será la del tiempo de Jesús y la del nuestro. (Para. Leer el Antiguo Testamento p. 64). Leamos Ezequiel 37, 1-14 y Ezequiel 36, 24-28 Compartamos: ¿Qué indican estos huesos secos? ¿En qué estamos secos como personas y como pueblo ¿cuál es la esperanza que Dios quiere dar a su pueblo a través de este anuncio del Profeta? ¿Qué enseñanza le da el Señor a su pueblo con esta dura experiencia del destierro? ¿Qué podemos aprender nosotros para nuestra vida de esta experiencia del destierro? Para profundizar leamos juntos esta reflexión: He aquí, pues, lo que el pueblo de Dios aprende de los acontecimientos del exilio: a) En primer lugar, es la ocasión para un profundo examen de conciencia. En él Israel reconoce ante todo que ha pecado, que ha fallado a su Señor, que ha sido infiel a la alianza. Y ahora entiende que el exilio es la consecuencia inevitable de sus pecados, que las innumerables infidelidades a la alianza estaban exigiendo una purificación (Jer. 3,25).
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Este examen de conciencia -que aparece reflejado, por ejemplo, en el libro de las Lamentaciones y en la última redacción de los libros de los Reyes- les conduce al arrepentimiento.
b) A pesar del castigo merecido, Dios no abandona a su pueblo. En una impresionante visión Ezequiel contempla cómo la gloria de Yahveh abandona el templo y va a instalarse en el lugar donde moran los desterrados (comparar Ez. 10,18ss con 11,16). En cierto modo Yahveh se ha desterrado con los desterrados. Y esta nueva presencia -sin templo visible- de Yahveh en medio de su pueblo es la garantía y fundamento de su esperanza para el futuro. c) Por eso el exilio se convierte en un tiempo precioso de purificación. El pueblo de Israel es llevado de nuevo al desierto -según la terminología de los profetas: Os. 2,16, al lugar donde se carece de todo y el hombre es purificado. En consecuencia Dios le retira esos dones -la tierra, el templo... todo- para que vuelvan al autor de ellos que es El. Así el exilio es un tiempo de purificación que conduce al pueblo a una religión más auténtica, a una piedad más sincera, a una fe más viva, a una conversión más interior. En definitiva, el exilio formaba parte del plan de Dios, que de los males sabe sacar bienes inmensamente mayores. d) El exilio da un más profundo conocimiento del corazón del hombre y del corazón de Dios. Por un lado, el fracaso de la primera alianza -con las repetidas y continuas infidelidades- pone de relieve la dureza del corazón humano y su obstinación en el mal. Es la experiencia de un pueblo en que todos son «sabios para lo malo e ignorantes para el bien» (Jer. 4,22) lo que conduce al clamor humilde: «Conviértenos a tí oh Yahveh, y nos convertiremos» (Lam. 5,21): sólo Dios puede cambiar el corazón del hombre. Por otro lado, en medio del fracaso y la impotencia del pueblo Dios va a manifestar más esplendorosamente aquello de lo que es capaz realizando un nuevo éxodo con prodigios que eclipsarán los del primer éxodo (Is. 43,16-21), creando algo enteramente nuevo (Is. 65,17), realizando una auténtica resurrección de su pueblo (Ez.37,114), estableciendo una nueva alianza que consistirá en el perdón de los pecados, en el verdadero conocimiento de Dios y en el don de un corazón nuevo y de un espíritu nuevo -el Espíritu mismo de Dios- que
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transformará al hombre por dentro y le dará la fuerza para adherirse a la voluntad de Dios (Jer.31,31-34; Ez.36,25-28). e) Esta experiencia les hace entender también el valor positivo del sufrimiento. Dios se manifiesta como misericordioso, pues «no quiere la muerte del malvado, sino que se convierta de su conducta y viva» (Ez. 18,23.32; 33,11); pero esta misericordia, para ser eficaz, necesita usar la amarga medicina del sufrimiento: como la plata y el oro necesitan pasar por fuego para desechar la escoria, Israel necesita pasar por el crisol del sufrimiento para ser purificado y renovado (Ez. 22,1722; Is. 48,10); así Israel aprenderá que «Yahveh reprende a aquel que ama, como un padre al hijo querido» (Prov. 3,12). Más aún, los cánticos del Siervo ya mencionados apuntan a un sufrimiento redentor: el Israel purificado va a convertirse, precisamente en virtud de su sufrimiento, en instrumento de salvación para muchedumbres; así el pueblo de la antigua alianza atisba la eficacia y fecundidad del dolor, que alcanzará su pleno cumplimiento en el sacrificio de Cristo. f) Finalmente, al contacto con otros pueblos Israel descubre la misión universal de su vocación; frente al particularismo y nacionalismo en que se había encerrado, ahora va comprendiendo que si han sido objeto de una predilección especial de Dios, que les ha manifestado su voluntad y sus planes, es para que estos dones los transmitan y comuniquen a otros pueblos (Is. 45,18-23; 42,10-12); así serán convertidos en «luz de las gentes» (Is. 42,6). La experiencia del exilio y nosotros: También nos enseña a nosotros, en primer lugar, a conocer más la misericordia de Dios, que sabe sacar bienes incluso de los males: «sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman» (Rom. 8,28) y «donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia» (Rom. 5,20). Para nosotros, cristianos, a la luz de la cruz de Cristo se hace más patente el valor salvífico del sufrimiento. Si ya el salmista podía afirmar: «me estuvo bien el sufrir, así aprendí tus justos mandamientos» (Sal. 119,71.67) mucho más podemos decirlo nosotros con San Pablo: «me alegro de sufrir por ustedes; así completo lo que en mi carne falta a la pasión de Cristo en favor de su Cuerpo que es la Iglesia» (Col. 1,24).
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También, para nosotros -como Iglesia y como individuos- se repite la tentación del pueblo de Israel de buscar seguridades en lo humano (estado, leyes, instituciones, privilegios, dinero, sabiduría, prestigio, medios, etc.) en vez de confiar y apoyarnos exclusivamente en Dios. Cuando se cae en esa tentación Dios no tiene más remedio -porque quiere nuestro verdadero bien- que retirarnos esas seguridades falsas y esos apoyos inconsistentes. Es entonces cuando vienen las crisis -a nivel personal o comunitario-; toda crisis indica que había una falsa seguridad y que ésta ha caído, y por eso toda crisis es una ocasión de gracia, una oportunidad de cimentar realmente nuestra vida en Dios y sólo en Él. Para apoyarse verdaderamente en Dios es necesario experimentar que todo lo demás se hunde, que es inconsistente y no da fundamento sólido a la vida del hombre. (Tomado de Julio Alonso Ampuero, Historia de la Salvación).
4. Contemplemos al Señor, que nos purifica del mal para nuestro bien a) Oremos: Se coloca el grupo en círculo. A cada participante se le entrega una rama seca. Contempla esta rama seca. Mírate por dentro y mira a nuestro pueblo. Descubre que esta rama está seca porque se ha desprendido de su tronco. Exprésale en voz alta al Señor tu situación interior, o familiar, o de la sociedad. Pídele al Señor que te purifique y te llene de su misericordia. Pídele que el sufrimiento tuyo o de tu pueblo se convierta en camino de salvación para ti y para los demás. Luego se pasa una rama verde y viva. Da gracias al Señor porque te revive y nos renueva como pueblo. Alábalo por su cercanía aunque no se sienta, por su misericordia y por la posibilidad de descubrir su gracia en medio de la noche de nuestras vidas. Al terminar todos colocan los ramos en un florero para formar un adorno nuevo y bonito. b) Contemplación: Hacemos 10 minutos de silencio para contemplar a Dios, que del mal saca bien; que del sufrimiento hace brotar vida y salvación y quien siempre nos acompaña en tiempos difíciles. Deja que te renueve y nos renueve como su pueblo y nos haga crecer en la esperanza. Deja que El renueve su Alianza con nosotros. c) Compartamos: ¿Cómo te has sentido en este encuentro? ¿Qué te ha creado alegría y esperanza de cara al futuro? ¿Qué tengo que hacer para vivir en fe y esperanza en tiempos difíciles?
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d) Compromiso: Animar a personas o grupos que se sienten desalentados y desanimados como hicieron Ezequiel y los otros profetas. Lee con ellos Ezequiel 37, 1-14. e) Tarea: Leer Isaías 40-55 y llenar este cuadro:
Características del Siervo de Yahvé
Misión del Siervo de Yahvé
Descripción de los sufrimientos delSiervo de Yahvé
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Vigesimosegundo Encuentro:
La reconstrucción del Templo y de la ciudad, signos de la continuidad de la Alianza Orientaciones para este encuentro: El objetivo de este encuentro es apreciar la presencia de Dios con su pueblo en sus intentos de vivir la Alianza, el cumplimiento de sus promesas y la continuación de su proyecto de salvación. Se puede decorar el lugar de reunión con una Biblia puesta en un lugar destacado adornada con flores y luces. O se puede colocar un manuscrito enrollado, signo del Libro de la Ley, que fue el fundamento de la reconstrucción de Jerusalén. Cantos posibles: ¡Que alegría cuando me dijeron! (Salmo 121); A Ti levanto mis ojos, (Salmo 122), En Dios pongo mi esperanza (Salmo 129); Caminaré en presencia del Señor (141); Tu Palabra me da vida… 1. Invocación del Espíritu Santo Se puede entonar algún himno del Espíritu que hable del poder de Dios. Se reza el Salmo 126 (127). 2. Volvamos con el pueblo fiel a reconstruir a Jerusalén Como ya habíamos indicado en el pasado encuentro un grupo del pueblo de Judá en Palestina siguió siendo fiel al Señor y con ellos El fue preparando cuidadosamente un «resto de Israel» que cuando regresara a Palestina fuera portador de una fe más profunda y de una religión más espiritual. El exilio, que parecía una desgracia irreparable, se ha convertido en una gracia incalculable, que llevará hacia la plenitud que acontecerá en la persona de Cristo. Para vivir esta experiencia vamos a realizar el camino de regreso junto al pueblo fiel, siguiendo la ruta de los reconstructores. (El que guía va dirigiendo la caminata indicando el título de cada paso y lo que le toca hacer al grupo).
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Pongámonos en camino: El Edicto de Ciro. (Todos de pie) Uno/a del grupo: Para entender todo esto, veamos los acontecimientos de este periodo que comprende desde el 537 hasta el 333 a.C. Cuando Ciro, el rey persa triunfó sobre el ejército de Babilonia en el 539 antes de Cristo, al siguiente año, el 1538 dio un decreto con el cual permitía a los judíos regresar a Judá y reconstruir el templo y su ciudad. Escuchemos el decreto. Uno vestido como mensajero lee: Esdras 1,1-4. (Aplausos, gritos de alegría, gritos de libertad) Segundo paso: El primer grupo de salida: Sebasar y el pequeño grupo fiel Otro del grupo: Muchos de los judíos se quedaron en Babilonia ya que estaban bien establecidos allá y estaban ya hechos al lugar con tierras y posesiones. Pero un resto del pueblo fiel al Señor, “todos aquellos cuyo espíritu había despertado Dios se dispusieron a subir a Jerusalén para reconstruir el Templo de Jerusalén” (Esdras 1,5). El regreso a su tierra fue hecho poco a poco a lo largo de un siglo que duró la reconstrucción civil y religiosa. Leamos: Esdras 1.8-11 (Todos salen cantando: ¡Que alegría cuando me dijeron!) Llegada a Jerusalén El primer grupo llegó hacia el 538 antes de Cristo encabezados por Sebasar, miembro de la familia real de Sebasar Lo que encontraron era una ciudad en ruinas sin templo y sin una organización política. Entonces, Josué y Zorobabel comenzaron la obra diez y ocho años después del regreso (2 Reyes 25,27-30). Leamos: Esdras 3, 8-13. (Todos comienzan a moverse de un lado al otro haciendo mímicas de reconstrucción y cantando el salmo 136 (135). Los problemas llegan y surge el desaliento. Los samaritanos se opusieron a la construcción del Templo y crearon dificultades que impidieron la construcción.
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Leamos: Esdras 4, 1-5 y 17-24. (Unos y unas grupo ataca a los otros del grupo y le impiden seguir el trabajo) Los profetas en acción (Aparecen 2 hombres representando a Ageo y Zacarías) Sólo bajo el impulso de los profetas Ageo (520) y Zacarías (520-518) se culmina dicha reconstrucción. Por otra parte, Zacarías centra la promesa sobre el Sumo Sacerdote Josué dando predominio a la dimensión religiosa sobre la político-nacional. Leamos: Esdras 5, 1-2 y 16. (Los que hacen de profetas animan al pueblo) La Dedicación del Templo En 515 antes de Cristo el templo se terminó de reconstruir y fue dedicado al Señor con una gran fiesta. Ese año los judíos celebraron la Pascua por primera vez después de setenta años de exilio. Leamos: Esdras 6, 14-22. (Todo el grupo hace fiesta, alaban al Señor y danzan con alegría) Llegan Esdras y Nehemías a Jerusalén (Aparece uno que hace de Esdras y otro de Nehemías) Después de los 50 años de la reconstrucción del Templo Dios envía a Esdras para que renueve la fe del pueblo. El era sacerdote y muy conocedor de la Ley de Dios y fue encargado por el rey persa Artajerjes para averiguar cómo iban las cosas en Judea. Allí se dedicó a enseñar al pueblo la ley de Dios e introdujo reformas religiosas y civiles para asegurar que estaban cumpliendo las leyes de Dios. Se convirtió en el líder de la comunidad. Esdras puso como eje de la reconstrucción a la ley (Nehemías 8) La ley puede llegar mucho más fácil a donde están los judíos que los judíos al templo. Así se empezó a formar el judaísmo como religión basado en la experiencia del destierro, basada en la Palabra, el culto y la ley. Más tarde llegó Nehemías. El era el copero del rey, y, por lo tanto, ocupaba una posición importante, pidió permiso para regresar a su patria, porque recibió la noticia de que los muros de Jerusalén estaban en ruinas a pesar de que los primeros judíos tenían cien años de haber llegado a su patria. La ciudad estaba desprotegida de sus enemigos y él quería proteger-
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la. Llegó el 445 antes de Cristo, con autorización del rey para emplear los recursos del imperio y con una custodia armada. Tuvo muchas oposiciones pero cumplió con su meta de reconstruir las murallas, símbolo de unidad y garantía de paz. Como gobernador de su patria promovió reformas económicas y sociales y con el apoyo de Esdras renovó la alianza. Leamos: Esdras 7, 1-10. Nehemías 2,1-11 y 6,15-16. (Todo el grupo aplaude y vitorea a Esdras y Nehemías) Los cuatro valores que movieron al pueblo (4 llevan un letrero con cada uno de los valores y los levanta cuando se mencionen) Como hemos visto este tiempo fue una época de reconstrucción en el que se integraron un sistema de valores basado en la experiencia espiritual del destierro aplicada a la nueva realidad y que se fundamenta en cuatro elementos: • Jerusalén recupera su valor de Ciudad de David, ciudad santa y mesiánica • El templo reconstruido, símbolo de la presencia permanente de Dios en su pueblo, retoma su importancia • La asamblea reunida en el culto a Dios se convierte en el centro de la identidad del pueblo, espacio de reafirmación de ser del pueblo de Dios. • La Ley como Palabra de Dios adquiere un lugar central en las celebraciones cultuales y un papel vivificante del pueblo. La renovación de la Alianza fue vista como el cumplimiento de las promesas de los profetas antes y después del destierro. Fue una época de nueva esperanza, pues el pueblo había reconocido sus pecados y emprendido su camino a la conversión y a la fidelidad a Dios. Contemplemos al Señor que libera a su pueblo y renueva su Alianza a) Oremos: Se lee despacio el texto de Nehemías 8, 1-6. Luego se canta: Tu Palabra me da vida… Después se invita a que cada uno renueve su alianza con el Señor y todo el grupo responde Amén, Amén, Amén. Todos al final nos postramos en tierra y adoramos al Señor diciéndole: Amén, Amén, Amén y Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Amén, Amén, Amén.
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b) Contemplemos al Señor: Durante 10 minutos en silencio contemplemos al Señor que libera a su pueblo y lo hace renovarse y reconstruirse. Miremos a nuestro pueblo que necesita reconstrucción espiritual y material. Mirémonos a nosotros para ver en qué necesitamos ser reconstruidos por el Señor. c) Compartamos nuestra experiencia: ¿Qué hemos aprendido de esta experiencia del pueblo de Israel? ¿Qué nos presenta para nuestras vidas esta experiencia? ¿Qué aprendemos para la renovación de nuestro pueblo? d) Compromiso: Se puede poner la hora de cada día cuando va a leer y estudiar la Biblia y orar con ella. e) Tarea: Leer el libro de Esdras o de Nehemías.
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Vigesimotercer Encuentro:
El pueblo lucha por ser fiel a la Alianza con Dios Orientaciones para este encuentro: El objetivo de este encuentro es explorar la influencia de la cultura en la fe. Se puede colocar un letrero grande que diga FE y se preparan palmas como signo de victoria de la fe. Cantos posibles sobre la fe: La caravana; Hay fuerza en Jesús. 1. Invocación del Espíritu Santo Nos ponemos en la presencia de Dios para que abra nuestra mente y corazón a esta palabra. Que nos revele su mensaje, que nos hable de El y nosotros le conozcamos y, al mismo tiempo, conozcamos su voluntad. Que su Espíritu Santo ilumine, disponga, fecunde, prepare nuestro interior para que seamos capaces de luchar como los Macabeos para ser fieles al Señor. Ven Espíritu Santo. 2. Para comenzar: Otra vez llega la opresión y la lucha por ser fieles a la Alianza Uno del Equipo hace esta presentación de los hechos: Como ya hemos visto en el encuentro pasado estaba bajo el poder persa. Pero también al imperio persa le llegaría su fin con la conquista relámpago de Alejandro Magno (340-326), quien constituye el Imperio Griego. Pero, a los diez años, cuando muere Alejandro Magno le deja su imperio a su hijo Alejandro. Como éste era muy joven sus cuatro generales se dividieron entre ellos el Imperio. Tolomeo y Seleuco se disputaron el poder sobre Israel. Tolomeo heredó Egipto y luego a Asia que incluía a Israel. Los tolomeos respetan la autonomía religiosa de Israel como había hecho Alejandro. Pero, los de Seleuco peleaban con los tolomeos quienes querían conquistar a Israel por su condición de lugar de paso. Así pasó que después de un siglo de pacífico dominio egipcio, Judá queda bajo el control de los seléucidas de Siria.
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Estos seléucidas se proponen imponer el humanismo griego, que valoraba el ser humano por encima de Dios. Era como decir que sus costumbres y su Dios no valían y que la verdadera religión y las buenas costumbres venían de Grecia. Esto trajo fuertes conflictos religiosos y culturales, que llegaron a su momento más difícil en el reinado de Antíoco IV Epífanes quien reconstruyó a Jerusalén al estilo de una ciudad griega; prohibió cumplir la ley, circuncidarse, guardar el sábado y otras observancias de la ley. Todavía peor, necesitado, de recursos económicos, saquea el templo de Jerusalén llevándose sus tesoros y objetos sagrados Más aún colocó la imagen de Zeus – dios griego – en el templo de los judíos. Esto creó un enfrentamiento entre la comunidad judía y la cultura griega que llevó al martirio a muchos de ellos que prefirieron la muerte antes que traicionar sus creencias en Dios. Se inició una la rebelión armada encabezada por los Macabeos. Matatías era el padre de los Macabeos, que junto a sus cinco hijos: Judas, Juan, Simón, Eleazar y Jonatan se levantaron e hicieron la guerra a Antíoco. Poco a poco se fueron uniendo otros grupos de gente valiente y piadosa, por ejemplo los Assidín (de aquí saldrán los fariseos y esenios). Hubo mucha represión y martirio, era una lucha desigual pero la mística y coraje fueron más fuertes, que el ejército de Antíoco. (2 Macabeos 10, 1-3) 3. Escuchemos el testimonio de los hombres y mujeres fieles al Señor Otro/a del Equipo: El testimonio de estos hombres y mujeres lo encontramos en dos hermosos libros llamados 1 y 2 de los Macabeos. En el primer libro se trata de alentar a los judíos afirmando que Dios sigue activo en su historia, a pesar de sus pecados, y que su independencia depende de su fidelidad a Dios respetando sus valores religiosos y culturales. El Segundo libro busca mantener viva la esperanza del pueblo con el testimonio de la resistencia en la persecución. Destaca el valor del templo, de la ley, del martirio de los justos y la retribución de los justos después de la muerte. Insiste en la fidelidad a Dios, pues El siempre hace justicia. Leamos: 1 Macabeos 1, 54 - 59 y 1 Mac. 2, 15-22; 2 Macabeos 7, 20-47. Compartamos: • ¿Cuáles son los problemas mayores que tuvieron los Macabeos? • ¿Cómo respondieron a esos problemas?
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• •
¿Qué hicieron los Macabeos? ¿Cómo actuó Dios en esta época?
4. Aprendamos a ser fieles al Dios de nuestros padres Meditemos sobre este hermoso testimonio recibido de los que fueron fieles al Señor. Contestemos estas preguntas: • ¿Qué aprendemos de este testimonio de los Macabeos? • ¿Cómo se relaciona este testimonio de los Macabeos con Jesucristo? • La Republica Dominicana tiene muchas personas mártires de la patria que lucharon en el tiempo de las tiranías por los valores de la fe y la dignidad humana. ¿Quiénes son algunos y algunas de ellos y ellas? ¿Cómo se parecen a los Macabeos? • Los defensores de la fe dieron sus vidas para purificar el templo y regresar a la religiosidad del pueblo de Dios. ¿Por cuáles cosas estás listo o lista para dar su vida? • ¿En qué se parece nuestro país al pueblo bíblico en relación a la cultura globalizada? • ¿Hasta qué punto podemos aceptar esta cultura de afuera o extranjera? Para profundizar leamos entre todos: También, entre nosotros hoy nuestra fe y nuestra cultura están amenazadas por nuevas corrientes de pensamiento y cierto estilo de vida que quieren dañar la fe. Recordemos que la cultura, en su comprensión más extensa, representa el modo particular con el cual las personas y los pueblos cultivan su relación con la naturaleza y con sus hermanos y hermanas con ellos o ellas mismos y con Dios, a fin de lograr una existencia plenamente humana. En cuanto tal, es patrimonio común de cada pueblo. La V Conferencia de Obispos en Aparecida mira positivamente y con verdadera empatía las distintas formas de cultura presentes en nuestro continente. La fe sólo es adecuadamente profesada, entendida y vivida, cuando penetra profundamente en el substrato cultural de un pueblo (Juan Pablo II). El encuentro de la fe con las culturas las purifica, permite que desarrollen sus virtualidades, las enriquece. Pues todas ellas buscan en última instancia la verdad, que es Cristo (Jn. 14, 6) (Aparecida – 476-477).
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Esta cultura nuestra que está impregnada por la fe en Cristo se ve amenazada por la nueva cultura globalizada, que, aunque tiene muchos elementos positivos, no podemos dejar que nos confunda con el individualismo, el relativismo ético, el consumismo, la desintegración familiar, la imposición de una cultura única. Como dice Aparecida: “Llos cristianos necesitamos recomenzar desde Cristo, desde la contemplación de quien nos ha revelado en su misterio la plenitud del cumplimiento de la vocación humana y de su sentido. Necesitamos hacernos discípulos dóciles, para aprender de Él, en su seguimiento, la dignidad y plenitud de la vida. Y necesitamos, al mismo tiempo, que nos consuma el celo misionero para llevar al corazón de la cultura de nuestro tiempo, aquel sentido unitario y completo de la vida humana que ni la ciencia, ni la política, ni la economía ni los medios de comunicación podrán proporcionarle. En Cristo Palabra, Sabiduría de Dios (cf. 1 Cor 1, 30), la cultura puede volver a encontrar su centro y su profundidad, desde donde se puede mirar la realidad en el conjunto de todos sus factores, discerniéndolos a la luz del Evangelio y dando a cada uno su sitio y su dimensión adecuada” (no. 41). O como insiste Aparecida: “Muchos católicos se encuentran desorientados frente a este cambio cultural. Compete a la Iglesia denunciar claramente “estos modelos antropológicos incompatibles con la naturaleza y dignidad del hombre”. …. La fe cristiana nos muestra a Jesucristo como la verdad última del ser humano (GS 22), el modelo en el que el ser hombre se despliega en todo su esplendor ontológico y existencial. Anunciarlo integralmente en nuestros días exige coraje y espíritu profético. Contrarrestar la cultura de muerte con la cultura cristiana de la solidaridad es un imperativo que nos toca a todos y que fue un objetivo constante de la enseñanza social de la Iglesia. Sin embargo, el anuncio del Evangelio no puede prescindir de la cultura actual. Ésta debe ser conocida, evaluada y en cierto sentido asumida por la Iglesia, con un lenguaje comprendido por nuestros contemporáneos. Solamente así la fe cristiana podrá aparecer como realidad pertinente y significativa de salvación. Pero, esta misma fe deberá engendrar modelos culturales alternativos para la sociedad actual. Los cristianos, con los talentos que han recibido, talentos apropiados deberán ser creativos en sus campos de actuación: el mundo de la cultura, de la política, de la opinión pública, del arte y de la ciencia” (no. 480).
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Contemplemos al Señor siempre fiel que nos da fuerzas para ser fieles
a) Oremos: Todos se colocan en un círculo. Se traen las ramas de palma que se irán pasando de uno en uno como signo de la victoria de la fe sobre el mal y las persecuciones. Se invita a que demos gracias por las personas que han sido fieles a pesar de tantas obstáculos que se les atraviesan. Se pide al Señor que nos dé fuerzas -para ser fieles. Se reza por nuestro país católico con sus valores culturales. • Para que pueda crecer en solidaridad con los más necesitados. • Para que nuestro país pueda vivir en justicia y paz. • Para que los lideres trabajen por el bien común. • Para que las familias sean fuertes y unidas. (Se añaden otras peticiones) Se concluye con esta oración: Oh Dios, te damos gracias por nuestro país dominicano y los valores que compartimos. Ayúdanos a seguir creciendo en la fe y la responsabilidad. Te pedimos en el nombre de nuestro Señor Jesucristo que vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos, Amén. b) Contemplemos al Señor: Durante 10 minutos en silencio contemplemos al Señor que permanece fiel a su pueblo y nos fortalece para ser fieles a El. Descubramos en qué somos fieles y en qué tenemos tentación de ser infieles. Renovemos nuestra fe, recibida de generación en generación. c) Compartamos nuestra experiencia: ¿Qué hemos aprendido de este testimonio del pueblo judío? d) Compromiso: Compartir con jóvenes y adolescentes sobre nuestra cultura y la fe presente en ella. e) Tarea: Leer 1 y 2 Macabeos y destacar los testimonios de fidelidad que encuentras en ellos. Nota: Es importante saber que: El canon de la Biblia es la lista de los libros y partes de libros que son reconocidos como inspirados por Dios. Como los cristianos leían la Biblia en griego, adoptaron el canon de los judíos de Alejandría que hicieron una traducción al griego.
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Cuando la Reforma, en el siglo XVI, los protestantes imprimiendo al final de sus Biblias (de donde acabaron por desaparecer en el siglo XIX) los libros discutidos; los llamaron apócrifos (ocultos, mantenidos en secreto). Los católicos, en el Concilio de Trento, reconocieron esos libros como inspirados con el mismo título que los demás, llamándolos deuterocanónicos (admitidos en el canon en segundo lugar). Se trata de los libros de Judit, Tobías, 1 y 2 Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico, algunos pasajes griegos de Ester, Baruc y la carta de Jeremías. Los libros de Macabeos tienen una teología que era usada por los fariseos y los saduceos del tiempo de Jesucristo. Ante tanta muerte de gente mártir, el pueblo buscó una explicación y descubrieron la resurrección, porque la vida de esta gente debía que tener una recompensa. Los que caen en una guerra justa y los mártires que mueren en la persecución pueden esperar la resurrección (1 Mac. 7, 9.23). La oración de intercesión propicia el contacto entre el cielo y la tierra, Dios y los seres humanos, porque aun los antepasados santos imploran a Dios a favor de Israel (2 Macabeos 15, 12-16). Aun más allá, podemos orar por los hermanos y hermanas que murieron y ofrecer sacrificio por ellos.
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Vigesimocuarto Encuentro:
Los sabios de Israel, guías para ser fieles a la Alianza Orientaciones para este encuentro: Colocar el título de este encuentro en un lugar visible. Colocar la Biblia en un lugar visible, adornada con flores y luces. Detrás puede estar un cuadro de Jesucristo. 1. Invocación del Espíritu de Sabiduría Invoquemos el don de la Sabiduría con Sabiduría 9, 1.6. 2. Para comenzar: Los sabios en nuestra vida Uno/a del Equipo dice: En nuestro encuentro pasado vimos como aquel grupo de hombres y mujeres fieles al Señor expusieron su vida ante las dificultades de los poderosos. Hoy, nos centraremos en la enseñanza de los sabios a quienes Dios le comunicó su sabiduría para instruir a su pueblo de modo que caminaran según su Alianza. Iniciemos nuestro encuentro compartiendo con estas preguntas: • ¿Qué es un sabio? • ¿Qué cualidades tiene un hombre o mujer sabio o sabia? • ¿Conoces algún hombre sabio o una mujer sabia? • ¿En qué nos ayudan los sabios? 3. Los sabios de Israel como guías espirituales para ser fieles a la Alianza Otro/a del Equipo: Después del exilio además de los sacerdotes y escribas, encontramos a los sabios como guías espirituales del pueblo de Dios. En Israel la sabiduría aparece con la monarquía –el prototipo de sabio es Salomón, de quien se dice: «La sabiduría de Salomón fue mayor que la de todos los orientales y que toda la de Egipto» (1Re. 5,9-14). Pero, es en esta época cuando llega a su esplendor. Sabios ha habido en muchos pueblos de la antigüedad, destacando sobre todo en Egipto, Babilonia y Grecia. Su sabiduría era de orden prácti-
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co, arrancando de la experiencia y de la reflexión sobre el mundo y sobre la conducta humana y orientada a formar individuos capaces de comportarse correctamente en la vida. La sabiduría bíblica absorbió sin duda ciertos elementos de la sabiduría extranjera, pero tiene una fisonomía propia y distinta por el hecho de arrancar de la fe en Yahveh y contener una moral profundamente religiosa. El sabio israelita es un hombre prudente y reflexivo, interesado por la educación del pueblo y de la juventud y despuntando como consejero (Jer. 18,18). El sabio no impone sus enseñanzas, sino que las propone suavemente con objeto de persuadir y de convertir la enseñanza en convicción personal; dirige sus consejos a quienes los solicitan o los aceptan y suele hacerlo de manera impersonal, a veces interrogativa, para avivar la curiosidad del interlocutor obligándole a la reflexión. Uno/a del Equipo: El sabio es el experto del arte de bien vivir. Lanza al mundo que le rodea una mirada lúcida y sin ilusión; conoce sus taras, lo cual no quiere decir que las apruebe (Prov 13,7 Eclo 13,21ss). Como psicólogo que es, sabe lo que se oculta en el corazón humano, lo que es para él causa de gozo o de pena (Prov 13,12 14,13 Eclo 7,2-6). Pero no se confina en este papel de observador. Educador nato, traza reglas para sus discípulos: prudencia, moderación en los deseos, trabajo, humildad, ponderación, mesura, lealtad de lenguaje, etc. Toda la moral del Decálogo está contenida en estos consejos prácticos. Da recomendaciones sobre la limosna Eclo 7,32ss Tob 4,7-11, el respeto de la justicia Prov 11,1 17,15, el amor de los pobres Prov 14,31 17,5 Eclo 4,1-10. Otra/o del Equipo: Los sabios tienen una fe viva en el Dios que lo sabe todo y lo puede todo. Por eso, destacan que la sabiduría del hombre tiene una fuente divina. Dios puede comunicarla a quien le place porque él mismo es el sabio por excelencia. Así pues, los autores sagrados contemplan en Dios esta sabiduría, de la que dimana la suya. Es una realidad divina que existe desde siempre y para siempre Prov 8,22-26 Eclo 24,9. Habiendo brotado de la boca del Altísimo como su hálito o su palabra Eclo 24,3, es «un soplo del poder divino, una efusión de la gloria del todopoderoso, un reflejo de la luz eterna, un espejo de la actividad de Dios, una imagen de su excelencia» Sab 7,25s. Habita en el cielo Eclo 24,4, comparte el trono de Dios Sab 9,4, vive en su intimidad 8,3.
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Por eso, además de la experiencia, medita día y noche la ley del Señor (Sal. 1,2) y se esfuerza en descubrir la sabiduría divina manifestada en la creación y en la historia del pueblo de Dios (Sab. 10-19). La clave y fuente de toda sabiduría está en el temor del Señor, es decir, la honra de Yahveh (Eclo. 1,1-10; Sab. 9,1-18; Prov. 2,5-8). (5 lectores leen cada punto). Los principales escritos de los sabios en estos períodos son cinco. Lector 1: Proverbios. La palabra proverbios quiere decir reglamentar, porque los proverbios son reglas de vida. Es la colección de textos sapienciales más antiguos. Recibe este nombre por las numerosas sentencias que contiene y que suponen muchos siglos de tradición; fue recopilado el 480 a.C. por un autor anónimo que escribió un magnífico prólogo doctrinal sobre la sabiduría (c.1-9). El libro enuncia los medios para conseguir la felicidad, que depende esencialmente de la rectitud moral y de la correcta relación del hombre con Dios (el «temor del Señor», es decir, respeto religioso, sumisión a Dios y obediencia a sus mandatos). Lector 2: Job. Este libro, escrito hacia el 450 a.C. plantea el problema del sufrimiento del justo. Un hombre de excepcional bondad, del cual dice el mismo Yahveh que «no hay otro como él en la tierra» (1,8), se ve sumido en la desgracia total. Se pone en tela de juicio el principio de la retribución temporal, según el cual al justo le va bien en este mundo. Después de una serie de diálogos que ponen de relieve lo desconcertante del misterio para la inteligencia humana, el libro llega a la conclusión de que el hombre, incapaz de comprender las maravillas de la naturaleza, impotente para penetrar las sendas de Dios, debe someterse y adorar la sabiduría divina. El sufrimiento humano es un misterio que Dios conoce pero que el hombre no alcanza; el dolor tiene un sentido -desconocido para el hombre- que no contradice la infinita bondad y justicia de Dios. Lector 3: Eclesiastés (Qohélet). Hacia el 250 a.C. un hombre con experiencia escribe el fruto de sus reflexiones. Afirma de manera absolutamente clara y tajante que no ha encontrado la felicidad en nada de este mundo y atestigua la vanidad de los placeres, de las riquezas, de la ciencia y de los esfuerzos humanos (1,2-3).
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No es que menosprecie las alegrías honestas, pero las juzga incapaces de satisfacer las más profundas aspiraciones del corazón humano. Al subrayar lo precario e insatisfactorio de todo lo terreno está preparando la revelación de la existencia del más allá. Lector 4: Eclesiástico. (Sirácida). Hacia el 190 a.C. Jesús Ben Sirá, convencido de que la auténtica Sabiduría radica en Israel, compone una especie de «manual de conducta moral» capaz de hacer atractiva la ley judía para el pueblo griego que se dejaban seducir por el refinamiento de la civilización pagana. El libro contiene dos partes, la primera con consejos de moral y pecados que han de evitarse (c. 1-42), la segunda un elogio de las obras del Señor y de los justos de Israel (c. 42-50). Lector 5: Sabiduría. Este libro, escrito en griego, probablemente en Alejandría, entre el 100 y el 50 a.C., afirma claramente la inmortalidad del alma (Sab. 3,1-8; cfr. Dan. 12,2-3; 2Mac. 7,9). A la vez pretende demostrar la superioridad de la sabiduría israelita, revelada por Dios, sobre la filosofía pagana. Otro/a del Equipo: Jesucristo: el verdadero sabio. Los sabios presentan a la sabiduría como personificada e incluso preexistente junto a Dios (Prov. 1-2; Eclo. 24; Sab. 6-9), espejo de la actividad de Dios, imagen de su excelencia» Sab 7,25s que habita en el cielo Eclo 24,4, comparte el trono de Dios Sab 9,4, vive en su intimidad 8,3. De este modo, preparan el camino a la revelación de Cristo; en efecto, Jesús no sólo aparecerá lleno de sabiduría (Mt. 12,42) sino que Él mismo es la Sabiduría (1Cor. 1,24), la Palabra que estaba junto al Padre y se nos manifestó (Jn.1). Esta sabiduría personal estaba en otro tiempo oculta en Dios, aun cuando gobernaba el universo, dirigía la historia, se manifestaba indirectamente en la ley y en la enseñanza de los sabios. Ahora se ha revelado en Jesucristo. Así todos los textos sapienciales del Antiguo Testamento adquieren en él su alcance definitivo. 4. Dejémonos enseñar por los sabios En este momento vamos abrir el libro de los Proverbios y de la Sabiduría: Nos vamos a integrar en varios grupos de 3. A cada grupo se le asigna unos capítulos de estos libros; lo leen y luego traen al plenario los textos más le impactaron.
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Grupo 1: Proverbios 1-3 Grupo 2: Proverbios 4-6 Grupo 3: Proverbios 8-10 Grupo 4: Sabiduría 3-5 Grupo 5: Eclesiastés (Qohelet) 1-3 Grupo 6: Eclesiástico (Sirácida) 1-3 5. Contemplemos al Señor, la Sabiduría plena a) Oremos: En este momento, todos se ponen en círculo alrededor de la Palabra de Dios. Se da gracias y se alaba al Señor por su Sabiduría que El nos ha comunicado a través de su Hijo Jesucristo y por su Palabra escrita. Luego, se van pasando la Biblia que se coloca abierta sobre la cabeza de cada uno mientras se pide la Sabiduría de Dios para que encamine nuestros pasos hacia El. Se puede entonar un canto sobre la Sabiduría de Dios. b) Contemplemos a Jesucristo, Sabiduría del Padre: Durante 10 minutos de silencio dejamos que la Sabiduría se renueve en nosotros y se derrame sobre nosotros. c) Compartamos entre nosotros: ¿Qué ha quedado para tu vida de este encuentro de hoy? ¿Cultivas la Sabiduría en ti? ¿Cómo? ¿A qué nos compromete como comunidad y como pueblo este tema de hoy? d) Compromiso: Recoger los refranes populares de nuestros ancianos con el significado que ellos le daban y compartirlo con los demás de mi casa haciendo una noche o un rato de refranes. e) Tarea: Leer uno de estos libros de los sabios de Israel: Proverbios, Eclesiatés, Job, Sabiduría y Eclesiástico.
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Vigesimoquinto Encuentro:
Los pobres del Señor claman por la llegada del Mesías Orientaciones para este tema: Se colocan fotos de gente pobre alrededor de un cuadro de María. Se pueden colocar frases que digan: Ven Señor, Ven Señor. Se preparan cantos de esperanza, cantos de Adviento. 1. Invocación del Espíritu Santo Se hace esta invocación al Espíritu Santo: Ven, Espíritu Santo, y envía desde el Cielo un rayo de tu luz. Ven, Padre de los pobres, ven a darnos tus dones, ven a darnos tu luz. Consolador lleno de bondad, dulce huésped del alma, suave alivio para el hombre. Descanso en el trabajo, templanza en las pasiones, alegría en nuestro llanto. Penetra con tu santa luz en lo más íntimo del corazón de tus fieles. Luego se reza con Jesús el texto de Mateo 11, 25. 2. Para comenzar: la situación de fracaso hace esperar en el Señor Uno/a del Equipo: Como ya vimos antes en el pueblo de Israel ante la desilusión causada por los reyes políticos, se refuerza en Israel la esperanza de un rey mesiánico, como soberano ideal, quien restaurará el reino de David y lo consolidará sobre la equidad y la justicia, desde ahora y siempre (Is 9, 3-4). El será “Maravilla del Consejero” Dios Fuerte” “Siempre Padre” y “Príncipe de la Paz” (Is 9, 5), y cuyo reino describe como una utopía del paraíso terrenal: “Justicia será el ceñidor de su cintura, verdad el cinturón de sus flancos. Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito (Is 11, 5-6). Nadie hará daño, nadie hará mal porque la tierra estará llena de conocimiento del Señor como cubren las aguas el mar” (Is 11, 9). Esta esperanza renace con fuerza cuando una vez reconstruida la ciudad de Jerusalén y su Templo el pueblo volvió a sufrir la ocupación de Alejandro Magno quien quiso destruir la fe del pueblo de Dios.
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Todavía más cuando, con la oposición del pueblo comandado por los Macabeos que logran liberar a su pueblo, la alegría duró poco ya que una nueva amenaza surgió en el horizonte. Era el Imperio Romano que logró ocupar a Jerusalén en el año 63 antes de Cristo. Israel aparecía abocado a su desaparición. Ante todo esto crece el anhelo de que sea Dios quien se haga cargo de la situación y haga surgir un Mesías Salvador que venga a liberar a Israel de sus opresores, coloque a Israel por encima de las naciones y establezca la justicia, la paz y la dignidad. En otras palabras, se pide a Dios que se haga Rey de su pueblo. “Y será el Señor rey sobre toda la tierra: ¡el día aquel será único el Señor y único su nombre!” (Zac 14, 9). Otro/a del Equipo: Es en este momento que unos escritores sorprendentes hacen oir el grito angustiado del pueblo oprimido. Ellos lograron mantener viva la esperanza ardiente de Israel. Se les llama escritores apocalípticos porque comunican al pueblo la “revelación” o apokalypsis. Esta literatura surge con fuerza a comienzos del siglo II antes de Cristo y no desaparece hasta después del siglo I después de Cristo. Uno de los escritos apocalípticos más famosos es el libro de Daniel, quien ha conocido los planes profundos de Dios por medio de sueños y visiones e ilumina la situación que vive el pueblo. Este escrito aparecido durante la brutal persecución de Antíoco IV Epífanes (168-164 a. C.) presenta claro que la opresión desbordaba ya todo lo imaginable. El poder del mal era superior a todas las fuerzas humanas. El mundo está corrompido por el mal. La creación entera está contaminada. Según Daniel, los reinos opresores son bestias salvajes que destruyen al pueblo de Dios. Se va a entablar un combate violento y definitivo entre las fuerzas del mal y las del bien, entre el poder de la luz y el de las tinieblas. Dios se verá obligado a destruir este mundo por medio de una catástrofe cósmica para crear “unos nuevos cielos y una nueva tierra”. Esta era tenebrosa de desconcierto que vive el pueblo cesará para dar paso a otra nueva de paz y bendición. Vendrá un reino humano. Dios quitará el poder a los reinos opresores y se lo entregará a Israel (Daniel 7). Daniel nos habla de un “hijo de hombre” que restablecerá la soberanía de Dios sobre el mal y apuntan hacia una soberanía total aún después de la muerte. Otra/o del Equipo: En medio del pueblo, Dios tiene un grupo que viven de esta esperanza en El y le son fieles. Son los llamados anawim o pobres de Yahveh, el resto
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fiel del Señor. Ellos, aunque las legiones romanas han ocupado la tierra prometida, ellos gritan así: “Señor, solo tú eres nuestro rey por siempre jamás”. Para Sofonías, hacia el 630 a.C., (Sof. 2,3; 3,11-13) identifica al pobre con el humilde y la pobreza con la apertura a Dios, el ansia de Dios, la confianza en Él, la fidelidad a su alianza. Según esto, los pobres de Yahveh, esa comunidad forjada en la miseria y en el sufrimiento que fue el origen de la restauración y renovación religiosa de Israel (cfr. también Sal. 22; 35; 55; Eclo. 51,1-12; Lam. 3,1-66) tienen estas características: • Primero, son realmente pobres, es decir, no tienen medios económicos, sufren enfermedad, persecución, orfandad, destierro; no tienen capacidad para salir de su situación y se encuentra aplastado bajo el peso del dolor. • Segundo, son personas humildes y sencillas que sólo tienen a Dios a quien acuden confiados en busca de auxilio. Sus ojos están puestos en el Señor. • Tercero, son personas conscientes de que delante del Señor son pecadores. Por eso, piden reconociendo primero sus culpas y suplicando misericordia. • Cuarto, los pobres son solidarios unos con otros, compartiendo con todos aquellos que sufren pruebas semejantes. Uno/a del Equipo: Desprendido de sí mismo, la persona se encuentra con Dios y es su amigo. Por eso, no es extraño que en este contexto germinase la expectativa mesiánica más pura: se espera un Mesías humilde (Zac. 9,9), amigo de los pequeños (Is. 11,4), que anunciará a los pobres la buena nueva de la salvación (Is 61,1-3). Esta corriente empalma con el Nuevo Testamento y penetra en él. Pobres de Yahveh son el anciano Simeón, la profetisa Ana, Juan el Bautista... Sobre todo María, que resume en su corazón la inmensa espera de los pobres de Yahvéh y su enorme deseo de acoger a Dios plenamente; ella recoge todos sus anhelos y aspiraciones y los manifiesta en el Magníficat, expresión perfecta del alma de los pobres de Yahveh. 3. Descubramos esta esperanza de los pobres de Yahvé Se distribuyen entre los participantes estos textos bíblicos, que lo leerán para todos y todas: Daniel 3,18-47; Daniel 12,1-13; Daniel 7. 9-14; Sofonías 3,12-20.
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Luego, se comparte entre todos: • ¿Qué esperanza da el libro de Daniel a su pueblo? • ¿Cómo se ha cumplido esta promesa? • ¿Qué nos dice Sofonías sobre los pobres que esperan en el Señor? • ¿Qué nos enseña a nosotros hoy como cristianos en la realidad actual? 4. Contemplemos al Señor, Dios de los pobres, que confían en El a) Oremos al Señor: Todos se colocan en círculo. Todos tienen abierta su Biblia en Lucas 1, 46-55. Se van turnando por versículo de uno en uno. Luego, cada uno elige uno de los versículos de este himno de María, pobre de Yahvéh por excelencia, y partiendo de esas palabras hace su alabanza y acción de gracias. Se expresa la esperanza sobre la situación actual. b) Contemplación: Durante 10 minutos abandonémonos en las manos del Padre y confiemos la situación de nuestro pueblo en estos momentos de su historia. Dejémonos llenar de la esperanza en El para seguir haciendo visible el Reino de Dios. c) Compartamos: ¿Qué ha creado en mí esta reflexión de hoy? ¿ A qué me anima? ¿En qué me compromete? d) Compromiso: Valorar la fe y la esperanza de los humildes. Recoger expresiones de la fe profunda de nuestro pueblo. Llenar de esperanza a los demás para que sigamos trabajando por el Reino de Dios.
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Vigesimosexto Encuentro: Convivencia de la comunidad
Las grandes lecciones del Antiguo Testamento 0. Orientaciones para la Convivencia: La convivencia es una hermosa ocasión para descansar, para orar, para compartir juntos, para comer juntos y conocerse más como una comunidad. Si son varias comunidades que hacen la Convivencia todos los de una misma comunidad se sientan juntos. Para eso, es bueno tener previsto el lugar de cada comunidad. Se tiene una mesa en la parte atrás para que coloquen la comida. Es importante que cada persona tenga su Biblia y si puede leer su cuaderno y su lapicero. Para la ambientación vamos a colocar 10 estaciones siguiendo el no. 19 de esta convivencia. Se coloca el nombre de la estación, el símbolo y la cita bíblica. Es necesario preparar bien esta dinámica para que ayude a vivir el proceso de la historia. Lo mismo hay que hacer con la caravana bíblica para que sea una vivencia alegre de todo este plan de Dios realizado en la historia. Se tendrá un buen Equipo de Animación con un sonido adecuado. Una parte de la convivencia será todas las comunidades juntas. La comida se hará por comunidad así como el momento de revisión de vida. 1. Llegada. Recibimiento. Un Equipo de acogida recibe y acomoda en su comunidad a los que van llegando. 2. Canciones de animación, según el tema de hoy, que muevan a caminar hacia el proyecto de Dios. 3. Oración inicial: Laudes Se sigue este orden:
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4. Invocación inicial. 5. Monición al Salmo. 6. Canto o recitación del Salmo 136 (135). 7. Breve silencio. 8. Monición al Cántico Canto o recitación del Cántico: Éxodo 15, 1-18. 9. Breve silencio. 10. Monición al Salmo Canto o recitación del Salmo 106 (107). 11. Monición a la lectura.
Lectura: Romanos 15, 4-13. 12. Silencio de 30 minutos para leer la Palabra y meditarla buscando descubrir lo que hemos aprendido durante este tiempo de estudio y de oración del caminar del Pueblo de Dios del Antiguo Testamento. Pueden ayudar estas preguntas: •
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¿Qué más te impresionó de todo lo que hemos compartido a lo largo de estos encuentros sobre el Antiguo Testamento de la Biblia? ¿Qué has aprendido de Dios? ¿Qué has aprendido del Pueblo de Dios del Antiguo Testamento? ¿Qué tiene que decirnos a nosotros los cristianos lo que vivió ese pueblo con Dios y Dios con su pueblo?
13. Se comparte lo que el Señor le ha dicho a su propia vida con ese texto. 14. Homilía del que preside profundizando el tema. Se puede leer entre todos esta meditación.
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A lo largo de estos meses en nuestros encuentros comunitarios hemos ido caminando con Dios que para salvarnos eligió un pueblo concreto llamado Israel. Como indica San Pablo: “todo cuanto fue escrito en el pasado, se escribió para enseñanza nuestra, para que con la paciencia y el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza” (Rom 15, 4); “estas cosas sucedieron para ejemplo nuestro…Todo esto les acontecía en figura, y fue escrito para aviso de los que hemos llegado a la plenitud de los tiempos” (1 Cor 10,6.11). Son muchas las lecciones que podemos obtener del Antiguo Testamento. Citamos algunas que son centrales: La primera lección es que “Dios quiso santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados entre sí, sino constituirlos en un pueblo que le conociera en la verdad y le sirviera santamente” (LG 9). Dios nos quiere salvar en comunidad, en pueblo, en familia, en sociedad. La salvación consiste principalmente en que Dios nos libera del pecado para vivir “la íntima unión con Dios y de la unidad de todo el género humano” (LG 1). La lección principal que encontramos en esta historia del pueblo es la Alianza de Dios que Dios realiza con su pueblo y el Pueblo con su Dios. Esta Alianza cubre toda la Biblia desde el Antiguo Testamento al Nuevo Testamento. Es una relación de amor y de fidelidad que se establece para siempre. Como hermosamente dice el Concilio Vaticano II: Eligió como pueblo suyo el pueblo de Israel, con quien estableció una alianza, y a quien instruyo gradualmente manifestándole a Sí mismo y sus divinos designios a través de su historia, y santificándolo para Sí. Pero todo esto lo realizó como preparación y figura de la nueva alianza, perfecta que había de efectuarse en Cristo, y de la plena revelación que había de hacer por el mismo Verbo de Dios hecho carne…. Nueva alianza que estableció Cristo, es decir, el Nuevo Testamento en su sangre (cf. 1Cor., 11,25), convocando un pueblo de entre los judíos y los gentiles que se condensara en unidad no según la carne, sino en el Espíritu, y constituyera un nuevo Pueblo de Dios” (LG 9). Otra lección unida a la Alianza es que Dios es Uno solo y no hay otro. La afirmación fundamental del Antiguo Testamento sobre Dios es que éste es único. La norma principal del documento de la alianza lo dice claramente: «No tendrás ningún otro Dios junto a mí» (Ex 20,3). Esta verdad no era una cosa tan clara ni tan obvia para los antiguos israelitas. Ellos vivían entre otros pueblos, que tenían sus dioses protectores, y los israelitas lo sabían. De ahí que en Israel se tuvo que lu-
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char constantemente contra los falsos dioses. De ahí que un tema recurrente en esta historia es el celo de Dios por amor de su pueblo y la consiguiente prohibición de toda idolatría, que es vista como traición a la Alianza y como adulterio al Esposo. Otra lección es el reconocimiento de que Dios es santo: Esto quiere decir que Dios no se identifica ni se confunde con nada de lo que pasa en el espacio y el tiempo, con nada de este mundo, nada de lo que ocurre en la historia. De ahí que la característica esencial de Yahvé es su santidad. Dios es «totalmente distinto», imposible de comparar con el mundo y con el hombre. Dios y el mundo no pueden ponerse en un mismo plano. Por lo tanto, no se puede manipular ni encerrar en una imagen. El Dios de la Biblia trasciende el espacio, es decir, no se puede identificar con nada de lo que se localiza en algún lugar. Por eso Dios podía incluso destruir el templo, que se consideraba el lugar de la presencia de Yahvé. Por eso también Dios no está ligado al cosmos. El Dios de la Biblia trasciende también el tiempo. Por eso es el creador de todo desde el comienzo. Por eso, Dios es el «primero y el último», porque es el Dios de la «eternidad». Otra lección importante es que Dios es siempre fiel, por encima de todo y a pesar de todo. Para hablar de Dios la Biblia utiliza dos palabras: Dios es misericordioso (hesed), y Dios es fiel (emet). De ahí que estos dos términos se unen frecuentemente en la Biblia al hablar de Dios. Misericordia y fidelidad son características esenciales de Dios. Pero si Dios es siempre fiel, el hombre no siempre lo es. Apenas establecida la alianza, el pueblo se aparta de Yahvé y adora el becerro de oro. Ésta fue la primera gran caída del pueblo en la infidelidad. Después, con el paso del tiempo, las infidelidades se repitieron, de tal manera que todos los desastres nacionales se atribuyen a la falta de fidelidad del pueblo ante su Dios. Y sin embargo, la fidelidad de Yahvé permanece. Dios no se cansa y es siempre fiel, a pesar de todo. Por eso Dios renueva la alianza con su pueblo, como si nada hubiera pasado. La fidelidad de Dios no tiene límites. Por muchos que sean los pecados y las maldades del hombre, Dios es siempre fiel a su promesa y su alianza con el pueblo. De tal manera que la historia santa se puede resumir diciendo que fue una historia de infidelidades de Israel ante su Dios. Pero, también, una historia de la fidelidad eterna e incansable de Dios para con su pueblo. Otra lección que podemos aprender es que Dios es justo. La «justicia» de Yahvé se manifiesta constantemente en acciones salvíficas para
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su pueblo. Hasta el punto de que «justicia» viene a ser equivalente de «salvación» o acción salvífica. Por eso la justicia no es una amenaza, sino un don gratuito, un regalo de Dios a su pueblo. Y como los más débiles son los que más necesitan de esa ayuda y de ese don gratuito, por eso la justicia viene a ser equivalente de «defender eficazmente al que por sí mismo no puede defenderse». Ésta es la razón por la que los oprimidos por la injusticia se vuelven hacia el «Dios de la justicia», para que les ayude a salvaguardar sus derechos. Y ésa es también la razón por la que Yahvé impone al rey, de un modo especial, la tarea de velar por los débiles y defender a los oprimidos. Otra lección que podemos aprender es que Dios siempre está cerca de los pobres y de los que sufren. El elige a personas débiles, pobres, últimas para realizar sus grandes maravillas. El está cerca de los pobres y abatidos. Otra lección que podemos aprender es que toda la historia de la salvación gira alrededor de una promesa unida a la Alianza. Es un pueblo que camina detrás de una promesa de Dios que El realizará en el momento oportuno de acuerdo a su plan. La esperanza en esa promesa es la que estimula a caminar. Cuando se pierde esa confianza en Dios viene el desaliento y el abandono del camino. Otra lección importante es que sólo cuando se vive la Alianza el pueblo crece, adelanta y es feliz. Cuando se olvida o se incumple la alianza viene la tristeza, el desánimo, el fracaso y la destrucción. El pueblo de Dios vivió en carne propia esta situación de infidelidad que lo llevó a la división en dos reinos, al destierro en Babilonia y a las opresiones de los imperios. Otra lección es que Dios realiza su obra como el gran protagonista, pero siempre cuenta con hombres y mujeres de su pueblo, a quienes elige y consagra para realizar su misión. Hombres y mujeres débiles, con deficiencias y hasta con pecados pero que El les da fuerzas, los santifica y los prepara para la misión a realizar. Nos suenan nombres como Abraham, Moisés, Josué, Samuel, Débora, David, Salomón, Elías, Eliseo, Isaías, Jeremías, Ezequiel, los Macabeos, Daniel, Juan Bautista y una lista grande de personas que respondieron a la llamada de Dios y con El fueron promotores de salvación para su pueblo. Otra lección muy importante para nosotros los cristianos es que todo apunta hacia Cristo. Todo prepara, lleva y anuncia a Jesucristo. Por eso, encontramos en el Antiguo Testamento personas y hechos que son figura de Cristo Jesús. De ahí, que hay una relación estrecha con el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento.
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15. Canto de alabanza a Jesucristo que nos libera del poder del pecado y de la muerte: Cántico de Zacarías: Bendito sea el Señor Dios de Israel.´ 16. Oración de los fieles dando gracias por la fe que nos ha regalado a) Padre Nuestro b) Oración final c) Cántico a María. 17. Receso: 25 minutos. 18. Cantos de animación.
19. Tema del día: El tema lo vamos a dar entre todos. En cada uno de los letreros y símbolos que están a lo largo del camino habrá 3 personas que explicarán lo que significa esa estación de la Historia de la Salvación. Una persona lee el nombre de la lección, una segunda muestra el símbolo, una tercera lee la necesidad de la humanidad o el pueblo, una cuatro persona lee la acción de Dios. Es un recorrido rápido de las lecciones del Antiguo Testamento. Primera Estación: La creación – una planta o flores Génesis 1, 27 – 2-4. La humanidad necesita un hogar. Dios creó el mundo Segunda Estación: El Dios de Abraham y La promesa de Abraham, Isaac y Jacob. – bastón. Génesis 15, 1-6. La humanidad está lista para conocer su creador y hacer un pueblo Dios hace una alianza con Abraham, y con sus descendentes Isaac y Jacob Tercera Estación: La liberación de los esclavos, Moisés y La Alianza del Sinaí, Pueblo de Dios – cadena que se rompió – Tablas de 10 Mandamientos. Éxodo 20, 1-20. El pueblo está esclavizado. Dios salva a su pueblo de la esclavitud. El pueblo esta listo para una relación con Dios. Dios hace una alianza con el pueblo. “Vas a ser mi pueblo y voy a ser tu Dios”. Cuarta Estación: La conquista de Canaán, Josué y los jueces: modelo del arca.
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Josué 24, 14-18. El pueblo necesita un lugar. Dios da el pueblo la tierra prometida. Quinta Estación: Sólo Dios es Rey. La monarquía: corona 2 Samuel 5, 1-12. El pueblo necesita unidad. Dios da al pueblo, el rey que piden. Sexta Estación: Profetismo y Dios habla a su pueblo: Fotos y láminas de las injusticias de hoy. Jeremías 1, 4-10. El pueblo se aleja de Dios. Dios es fiel a su pueblo a pesar de su infidelidad y le manda a los profetas. Séptima Estación: Infidelidad del pueblo y Regreso del exilio, Esdras y Nehemías: manuscrito enrollado. Nehemías 8, 5-8. Exilio a Babilonia. El pueblo infiel es llevado fuera de su tierra. Dios acompaña al pueblo en su exilio y manda a un siervo del pueblo para salvarlo. Novena Estación: Lucha por la identidad del pueblo, Los Macabeos: corazón con flecha 1 Macabeos 1, 54-59. El pueblo está asaltado por las culturas ajenas. Dios ayuda a su pueblo cuando su fe, cultura y alianza están amenazadas Décima estación: Jesucristo, objetivo, centro y fin de la historia de la salvación. Una imagen de Jesús. Hebreos 1, 1-4. El pueblo necesitaba un Mesías Salvador de su pueblo. Dios envía su Único Hijo. 20. Comida – Receso. 21. Tarde alegre: Hoy en vez de los cantos acostumbrados vamos a realizar esta Caravana Bíblica. Dispongámonos a participar. Canto de fondo: La caravana. A todos los participantes se les invita a participar en este viaje por la Biblia realizando los 9 pasos. Habrá un guía que llevará un bastón.
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Se inicia todo el grupo afuera en el salón: Una del grupo dice: Iniciamos nuestro viaje por la historia de la Biblia en medio de la creación que fue la primera Palabra que Dios pronunció sobre la tierra y el Universo tal como nos cuenta el libro del Génesis. Alabemos al Señor por su obra creadora. Bendigamos a Dios…. Ahora vengan delante las parejas presentes. Una pareja: Dios nos creó como hombre y mujer, creados a su imagen y semejanza en un paraíso. (Aplausos a Dios). Una (todos se agachan y caminan así): Pero tristemente, la fiesta se dañó con la desobediencia de Adán y Eva, que trajeron la explusión del sepulcro, lo de Caín y Abel, lo del diluvio y lo de la torre de Babel. Pero, El nos prometió un Salvador. Una pareja que hace de Abraham y Sarah: (Todos se ponen derechos): Pero, Dios no se dejó ganar en generosidad. Me eligió a mí, Abraham y a mi esposa Sara para comenzar una nueva historia de salvación. Nosotros no teníamos hijos, pero El nos regaló uno, del que ha salido una multitud. Vengan Isaac y Rebeca. Vengan Esaú y Jacob, los nietos con sus mujeres. Vengan los 12 hijos de Jacob con sus mujeres e hijos. Con razón, a mi Abraham, Isaac y Jacob nos llaman los patriarcas. (Todos comienzan a caminar). Uno que hace de José: Bueno, llegó el hambre a Canáan (todos se ponen la mano en el estómago) y tuvimos que irnos a Egipto. Gracias a Dios que yo era de los jefes allá, aunque me vendieron mis hermanos a unos comerciantes. Allá nos fuimos todos (todos alegres vocean: Egipto, y curiosean). Uno que hace de Moisés: La cosa iba muy buena hasta que se murió José. A los egipcios les entró miedo de nosotros y decidieron esclavizarnos (Todos se ponen la mano en el yugo y caminan abajados gritando: Señor, sálvanos, libéranos). Fueron duros esos tiempos. Pero Dios oyó el grito del pueblo y me eligió para que guiara su liberación. Fue una lucha terrible. Pero logra-
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mos salir una noche de Pascua pasamos por el Mar Rojo (tira el bastón y todos lo brincan). Así llegamos al desierto de la libertad (todos vocean: libertad, libertad…). Una que hace de María, hermana de Moisés: No fue fácil esa marcha por el desierto. Nos dio hambre, sed, cansancio y dolor. (Todos gritan: comida, agua, nos morimos). Criticamos a Moisés y a Dios y sufrimos castigos. Pero, Dios intervenía a nuestro favor y nos ayudaba. Uno que haga de Josué con el bastón en la mano: (Todos siguen caminando): Moisés antes de morir me entregó la guía de este pueblo de Dios. Me tocó entrar a la tierra prometida, repartir la tierra y conquistar aquellas tierras (se van distribuyendo en 12 grupos). Unos hombres y mujeres fuertes: Somos los jueces del nuevo pueblo. Somos elegidos por Dios para defender a nuestros pueblos de los ataques de los enemigos. Vengan todas las tribus y unámonos. Uno que haga de David con una corona: Bueno, las cosas se fueron complicando y decidimos unir todas las tribus en un solo reino para enfrentar los graves ataques de los pueblos vecinos. El primer rey fue Saúl, le seguí yo, David, y luego vino Salomón y muchos otros. Tristemente empezábamos siempre bien, pero acabábamos mal desviándonos de Yahvé y olvidándonos del pueblo hasta llegar a oprimirlos. La mitad del grupo se separa del otro y uno dice: Por eso, llegó un momento que nos cansamos de tantos impuestos y opresiones. Le pedimos un cambio al rey Roboam y él lo que hizo fue oprimirnos. Entonces diez tribus nos dividimos de él y formamos el Reino del Norte o Israel cuya capital fue Samaria. Uno de la otra mitad del grupo dice: Nosotros las tribus de Judá y de Simeón nos quedamos con el reino formando el reino de Judá y siguió Jerusalén como capital. Una persona adulta: Y como dice el refrán: “reino dividido, reino vencido”, en poco tiempo Israel fue ocupado por Asiria y años más tarde Babilonia deportó a su país a lo mejor de Judá.
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Todo el grupo camina abajado y con la mano en el cuello: Otra vez nos tocó probar la humillación de un Imperio. Probamos de nuevo el duro trago de estar bajo la opresión de un pueblo extranjero. Quedamos sin patria, sin templo, sin sacerdotes. Sólo nos quedó Dios, aunque la fe se nos fue abajo. Todo el grupo se levanta: Pero, Dios se acordó de nosotros y pudimos volver a nuestra patria. Esdras y Nehemías nos guiaron y restauramos nuestro Templo y nuestra ciudad (todos gritan alegres: Jerusalén, Jerusalén). Todo el grupo vuelve a caminar abajado y tristes y uno dice: Todo iba caminando cuando vino otra invasión. Ahora eran los griegos que ocuparon nuestra tierra y quisieron imponernos su cultura y su religión. Muchos cayeron en el gancho, pero les resistimos en la fe. (Todos gritan: Nuestra fe no nos la quita nadie. Viva Yahvé, Viva Yahvé). Todo el grupo se levanta, pero vuelve a caminar abajado: Salimos de Grecia, pero caimos en mano de Roma que derrotó a Grecia. No salíamos de una. Estos romanos venían con la suya. Nos oprimieron igual. Nos resistimos y entonces fue peor. Muchos de los nuestros se aliaron con el poder, pero en medio de esta situación nuestra fe creció. Más que nunca descubrimos que sólo en Dios estaba nuestra esperanza y el grupo fiel empezamos a gritarle al Señor que nos mandará un Mesías, Salvador (todos cantan: Ven, Salvador, ven sin tardar)… Uno del grupo hace de Jesús que aparece y uno hace de Juan Bautista que dice: He aquí a Jesucristo, el cumplimiento de las promesas del Padre. El es el Mesías Salvador, la Palabra hecha carne, el que tenía que venir, la respuesta de Dios a nuestros clamores. Escuchen su voz. Todos se agrupan alrededor de Jesús y dicen: “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Tú eres nuestro Rey y Señor, nuestro Salvador y Pastor! Tú eres el Reino de Dios realizado, eres el Camino, la verdad y la vida. Jesús dice: “Conviértanse y crean en el Evangelio”. El Reino de Dios ha llegado a ustedes, está dentro de ustedes. Por ustedes he muerto y he resucitado
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para que tengan vida y vida en abundancia, vida eterna. Ustedes son luz del mundo, sal de la tierra, levadura en la mesa como portadores de ese Reino de amor, de verdad, de justicia, de libertad y de paz. Todos cantan un himno a Jesucristo. Jesús dice: “Vayan y anuncien el Evangelio a toda criatura”, realicen mi Reino hasta que vuelva. Sean mis testigos. Les enviaré mi Espíritu que les alegrará y fortalecerá. Vivan siempre unidos en un verdadero amor. Se toca una tambora o se hace ruido. Todo el grupo se asombra. Todos dicen: ¿Qué pasa? Nuestro corazón se llena de gozo y valentía. Uno del grupo dice: A qué tú no sabes lo que en la Iglesia pasó. Fue el Espíritu Santo que en la Iglesia se derramó. (Todos cantan). Suena una voz en penumbra y todos se agrupan: “Soy el Espíritu de Jesús que ha sido derramado en sus corazones como El les había prometido. Ustedes junto conmigo harán presente a Jesucristo y su Reino en medio del mundo. Yo les recordaré todo lo que hizo y enseño Jesús; les daré fuerzas para su misión. Todos a una voz con las manos juntas: Somos la Iglesia del Señor, el grupo que lo sigue, lo ama y le sirve. Somos semilla de su Reino, proclamando su Palabra, celebrando su Presencia, viviendo en comunidades y sirviendo con generosidad a todos, especialmente, a los más pobres... Somos pueblo en peregrinación hacia los cielos nuevos y la tierra nueva. Uno dice: Ven Señor Jesús! Ven realiza los cielos nuevos y la tierra nueva. Ven Señor Jesús.
22. Revisión de vida por comunidades: Cada comunidad se reúne para hacer su revisión de vida mensual. Se sigue este orden: • Invocación del Espíritu Santo.
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Luego se hace esta pregunta a la que responde cada uno: ¿Qué ha hecho en mi vida este tiempo de estudio de la Historia de la Salvación? ¿En qué he visto que Dios me ha hablado y de qué me hablado?
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Luego se hace esta pregunta y cada uno la va contestando: ¿Cómo me he sentido en la comunidad desde la última convivencia? Siempre se habla con nombres y apellidos tanto cuando se trata de sentimientos positivos o negativos.
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Se hace una oración final y se dan el abrazo de la paz.
23. Encuentro final: Todas las comunidades se reúnen. Se dan los avisos y se tiene una oración final. Se recuerda el Retiro: La comunidad tendrá su Retiro para culminar esta Primera Unidad de la Segunda Etapa. Son 3 días: empezando el Viernes en la Noche, 6pm9pm; el Sábado entero y Domingo entero.
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Vigesimoséptimo Encuentro:
Jesucristo, objetivo, centro y fin de la historia de la salvación Orientaciones para este tema: Se coloca en un lugar adecuado una imagen de Jesucristo y una flecha que diga Antigua Alianza y del otro lado otra que diga: Nueva Alianza. 1. Oración inicial Abramos nuestras Biblias en Efesios 1, 3-14 y recemos este himno que nos habla de Cristo. Después de rezarlo, cada uno puede fijarse en uno de los versos y hacer oración desde ese verso invocando al Espíritu para conocer, amar y seguir a Jesucristo. 2. Para empezar: El puesto de Jesucristo en la historia de la Salvación Uno/a del Equipo: Como hemos venido insistiendo en cada uno de los momentos de la Historia de la Salvación, todas las grandes intervenciones de Dios en la antigua alianza estaban orientadas a la intervención definitiva y plena de Dios, hacia «aquel que había de venir» hacia el Mesías que establecería el Reino de Dios en el mundo. Este momento -la plenitud de los tiempos- aconteció cuando «Dios envió a su Hijo nacido de una mujer» (Gál. 4,4-5). Es decir, que toda la historia de Israel se encaminaba hacia Cristo y se dirige hacia El. Todo lo anterior desde la creación hasta su venida a la tierra preparaba hacia esta revelación de Dios en su Hijo y todo lo que sigue desde su muerte, resurrección y ascensión es un camino abierto y dinámico hacia su plena revelación, hacia los cielos nuevos y la tierra nueva. Así lo hizo comprender a los primeros cristianos el Espíritu Santo que les hizo descubrir que todo lo que se vivió en el Antiguo Testamento era figura, anuncio y preparación de la ven ida de Jesucristo (cfr 1 Cor 10,11).
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Otro/a del Equipo: Como explica el Concilio Vaticano II: “La economía del Antiguo Testamento estaba ordenada, sobre todo, para preparar, anunciar proféticamente y significar con diversas figuras la venida de Cristo redentor universal y la del Reino Mesiánico” (DV 16). “Dios, creándolo todo y conservándolo por su Verbo, da a los hombres testimonio perenne de sí en las cosas creadas, y, queriendo abrir el camino de la salvación sobrenatural, se manifestó, además, personalmente a nuestros primeros padres ya desde el principio. Después de su caída alentó en ellos la esperanza de la salvación, con la promesa de la redención, y tuvo incesante cuidado del género humano, para dar la vida eterna a todos los que buscan la salvación con la perseverancia en las buenas obras. En su tiempo llamó a Abraham para hacerlo padre de un gran pueblo, al que luego instruyó por los Patriarcas, por Moisés y por los Profetas para que lo reconocieran Dios único, vivo y verdadero, Padre providente y justo juez, y para que esperaran al Salvador prometido, y de esta forma, a través de los siglos, fue preparando el camino del Evangelio” (3). Después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los Profetas, “últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo”. Pues envió a su Hijo, es decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre ellos y les manifestara los secretos de Dios; Jesucristo, pues, el Verbo hecho carne, “hombre enviado, a los hombres”, “habla palabras de Dios” y lleva a cabo la obra de la salvación que el Padre le confió. Por tanto, Jesucristo-ver al cual es ver al Padre-, con su total presencia y manifestación personal, con palabras y obras, señales y milagros, y, sobre todo, con su muerte y resurrección gloriosa de entre los muertos; finalmente, con el envío del Espíritu de verdad, completa la revelación y confirma con el testimonio divino que vive en Dios con nosotros para librarnos de las tinieblas del pecado y de la muerte y resucitarnos a la vida eterna” (DV 4). Escuchemos el testimonio de las Escrituras sobre Jesús Abramos nuestra Biblia y leamos Hechos 13,15-41. También se puede leer Hechos 7,1-53. Después de la lectura se puede compartir sobre lo que dicen estas lecturas. Se puede contestar estas preguntas: ¿Cómo presentan estas lecturas que Jesucristo es el centro, el objetivo y el fin de toda la historia de Israel?
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3. Contemplemos a Jesucristo, Señor y Salvador, en quien se cumplen las promesas a) Oremos: Todos se colocan delante de la Imagen del Señor. Se lee Colosenses 1, 15-20. A partir de este himno se tiene un momento de alabanza y de acción de gracias a Jesucristo, en quien se cumplen las promesas del Padre. A cada reflexión sobre Jesucristo todos responden: Jesucristo, tú eres el centro y la meta de la historia de salvación. Jesucristo, Tú eres el centro del plan de Dios (Ef. 1, 3-19; 3, 1-12). Contigo han llegado los «últimos tiempos» (Heb. 1,2), el «tiempo de la salvación» (2Cor. 6, 2). “Todo fue creado por Ti y para Ti, eres anterior a todo y todo se mantiene en Ti” (cfr. Col 1, 17). Tú eres El es quien con su muerte realiza la victoria de Dios sobre el mal y sobre Satanás (Jn. 12, 31; 16, 11; cfr Gn 3, 15). Tú eres El es el hijo de Abraham en quien se cumplen las promesas que se le hicieron. Tú eres el nuevo José que salva a sus hermanos. Tú eres el nuevo Moisés que guía al nuevo Pueblo de Israel. Tu eres quien estableces la nueva Ley de las Bienaventuranzas del Reino. En Ti el Padre realiza la alianza nueva y eterna (Mc. 14, 22-23). Tú eres el hijo de David que hace que su reino no tenga fin. Tú eres el Rey eterno y verdadero que rige a las personas y a los pueblos según la voluntad del Padre. Tú eres el nuevo y definitivo profeta de su Padre que anuncia el Reino y denuncia toda clase de mal. Tú eres el Siervo de Yahvé que cumple hasta dar la vida con la voluntad del Padre. Tú eres el pobre de Yahveh que confía en el Padre hasta la Cruz. Tú eres el Sumo y Eterno Sacerdote, el Único y verdadero Mediador entre Dios y los hombres y los hombres y Dios. Tú eres el Mesías Salvador esperado por Israel y por todas las naciones. Tú eres el Hijo del Dios vivo que nos ha salvado. Tú eres quien abre el paraíso, tanto tiempo cerrado (Lc. 23, 42-43) e inicia un nuevo pueblo, una nueva Alianza y el Reino definitivo que comienza en esta tierra y cuya plenitud la viviremos en la eternidad.
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Por Ti se nos da el Espíritu, que transforma el hombre dándole la nueva vida y realizando la nueva creación (Jn. 19, 30-34; 20, 22; 3, 5; 7, 37-39). Tú eres el centro de la historia, “el Principio y el Fin”, “el Alfa y la Omega” (Ap. 22, 13). Tú eres “el mismo ayer, hoy y siempre” (Heb. 13, 8), “el que era y es y viene” (Ap. 1, 8). Tú continúas presente en tu Iglesia «No se nos ha dado otro nombre en el que podamos ser salvos» (Hech. 4, 12) que no seas Tú, Jesucristo. Se pueden entonar algunos cantos de alabanza a Jesucristo. b) Contemplemos al Señor Jesús: Se dejan 10 minutos de silencio, dirigiendo la mirada hacia la imagen de Jesús y dejándose llevar por el Espíritu Santo para que reafirme nuestra fe decidida en Jesús y nos comprometa con su Reino. c) Compartamos: ¿Qué sentimientos han brotado en mi interior esta reflexión de hoy? ¿A que me compromete? d) Compromiso: Compartir con alguna persona mi experiencia de fe en Jesucristo, lo que ha significado en mi vida, en mi familia y en todo lo que yo hago. Tener un momento de oración en la familia sobre este tema. e) Tarea: Leer de nuevo Hechos 13,15-41 y Hechos 7, 1-53. Luego ir buscando los paralelos o citas que están al lado para ir comprendiendo más el mensaje. Escribir la síntesis de lo que ha captado y vivido con esa Palabra.
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Escribe quien es Jesucristo para ti. Jesucristo para mí es:
Aviso: La comunidad tendrá su Retiro para culminar esta Primera Unidad de la Segunda Etapa. Son 3 días: empezando el Viernes en la Noche, 6pm-9pm; el Sábado entero y Domingo entero.
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Vigesimoctavo Encuentro:
La Iglesia, continuadora de la historia de la salvación Orientaciones para este tema: Se coloca en lugar visible un dibujo o foto de una comunidad cristiana reunida en el nombre del Señor. Se puede colocar el título de este tema. Se preparan cantos sobre la Iglesia. Se puede preparar un brindis de fraternidad para celebrar que somos la Iglesia del Señor. 1. Invocación del Espíritu Santo 2. Para comenzar: la Iglesia, continuadora de la misión de Jesucristo en la tierra Como hemos visto en el tema anterior, Jesucristo es el objetivo, el centro y el fin de toda la historia de la salvación. Ahora con El se ha iniciado una nueva etapa que culminará con la manifestación completa y total de su salvación que se realizará en su segunda venida gloriosa, en la que podremos contemplar a Dios tal cual y su gloria lo llenará todo. Para realizar esta nueva etapa de la historia, Jesucristo ha formado un nuevo pueblo, el pueblo de la Nueva Alianza que llamamos Iglesia, de la que El es cabeza y Pastor. Este Nuevo Pueblo ha surgido del Antiguo Pueblo de Israel y como aquel antiguo pueblo, la Iglesia es peregrina en el desierto de este mundo hacia los cielos y tierra nueva, donde todo será luz, amor, vida y alegría. Como en el desierto de ayer Ella camina entre caídas y levantadas, entre fidelidad e infidelidad, pero cuenta con la presencia del Espíritu Santo que hace presente a Jesús y nos hace caminar sin detenernos. Son más de dos mil años de caminar hacia la plenitud de Cristo hasta que El ponga todo a sus pies y entregue todo al Padre. Siendo una, santa, católica y apostólica caminamos en la esperanza confiados en el Señor y realizando su misión de profeta, de sacerdote y de rey en medio de esta humanidad. Como pueblo de profetas la Iglesia será voz del Profeta Cristo para anunciar el Reino y para denunciar el antirreino compuesto de maldad, in-
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justicias, opresiones y corrupción de todo tipo en las personas y en las estructuras sociales. Como pueblo sacerdotal la Iglesia hace presente a Jesucristo el Único Sacerdote quien a través de su Espíritu continúa siendo el mediador del Padre y la humanidad, la humanidad y el Padre. Como pueblo real la Iglesia se muestra servidora de toda la humanidad, especialmente de los pobres y abandonados, con múltiples ministerios que expresar el amor de Dios en la verdad. En otras palabras, con su vida y su acción la Iglesia promueve y hace visible el Reino de Dios a través de la Palabra, de la Liturgia, de la comunión y del servicio a los demás, especialmente, a los más pobres. Vamos a vivir un momento especial conociendo por dentro nuestra Iglesia a través de las Escrituras siguiendo un método de estudio de la Palabra. 3. Conozcamos más de nuestro ser Iglesia y de nuestra misión como Iglesia a través de las Escrituras 3.1. Leamos de corrido este texto sobre la Iglesia “La Iglesia, sacramento de la salvación” Jesucristo al terminar su misión en la tierra encomienda a la Iglesia, su cuerpo, el Nuevo pueblo de Dios, su misión aquí en la tierra hasta que El vuelva, haciéndola signo e instrumento de salvación. Jesús tiene conciencia de que antes de la instauración gloriosa del reino de Dios tiene que pasar un tiempo, hay un período de siembra, de germinación y de crecimiento del reino antes de que legue la siega (cf. Mc 4, 26-29; Mt 13, 24-31). Por eso, desde el principio busca congregar en torno a sí un grupo, una comunidad santa o iglesia (cf. Mt 16, 18), un rebaño (Mc 14, 27 par.; Jn 10, 1-18), una viña (cf. Mt 21, 33-46), una plantación (cf. Mt 13, 47; 15,13), a recoger a los hombres en una red (cf. Mt 13, 47), a construir el edificio de Dios (cf. Mt 16, 18; cf. Hech 4,11; Ef 2, 20; 1 Cor 3, 9-11), la ciudad de Dios (cf. Mt 5,14), a establecer la alianza con los hombres en su sangre (cf. Mc 14, 24 par.), a congregar la familia de Dios (cf. Mc 10, 9 s.; Mt 23, 9; 10, 25; Mc 3, 34 par.), que participa en su banquete (cf. Mc 2, 15-17; 6, 34-42 par.; 8, 1-10; 14, 22-25). De hecho existe desde el comienzo en torno a él un grupo: primero, de simpatizantes (cf. Jn 1, 35-51); más tarde, de discípulos. De entre ellos Jesús elige a algunos, los doce, que, dejándolo todo, le acompañan y a quienes envía como mensajeros suyos, con especiales poderes (cf. Mc
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1, 16-20; 3, 13-15). Con ellos, y otros más, Jesús forma una verdadera comunidad, compartiendo vida, fatigas, angustias, doctrina, poderes (cf. Mc. 8, 31-33; Mt 10; 13, 10-23; Le 17, 34). Con la pasión y muerte de Jesús el grupo se disuelve y parece llamado a desaparecer (cf. Mt 26, 31; Lc 24, 13. 21). Sin embargo, la dispersión no se consuma, pues Jesús resucitado lo vuelve a congregar en torno a sí (cf. Mc 16,7; Hech 1, 6. 12-15). Reunidos en Jerusalén, con los doce, con María, la Madre de Jesús, dedicados a la oración, reciben una efusión del Espíritu Santo, que los congrega definitivamente, inseparablemente, en torno al Resucitado y entre sí (cf. Hech 2, 1-4). A este grupo inicial, y debido al testimonio de la palabra de los apóstoles, y al poder del Espíritu, que en ellos se manifiesta, se van agregando otros muchos (cf. Hech 2, 41; 4, 4; 5, 14; 6, 1. 7). La agregación se realiza por la fe en Jesús como Cristo y Señor (cf. Hech 2, 36-38; 3, 19-20; 4, 2-3. 8-12; 8, 37) y mediante el bautismo de agua en su nombre (cf. Hech 2, 38), por el que se les concede el perdón de los pecados y se hacen acreedores a la recepción del Espíritu (cf. Hech 2, 38). La comunidad tiene desde el primer momento una profunda inquietud misionera. «En el templo y en las casas no cesaban de enseñar y anunciar a Cristo Jesús»(Hech 5, 42). Algunos pagan pronto con su vida el cello desplegado (cf. 7, 7-8. 60). Otros, y debido precisamente a la persecución, huyen, y su huida es ocasión para el anuncio del mensaje (Hech 8, 4; 11, 19). A la expansión va a contribuir, como el que más, uno de los perseguidores, Saulo de Tarso, que se ha encontrado con el Señor resucitado cuando iba camino de Damasco con orden de detención para los seguidores de Jesús (cf. Hech 9). A través de la Iglesia, Dios sigue interviniendo en el mundo de la historia y de los hombres de múltiples maneras. Como cuerpo de Cristo, la Iglesia prolonga en el mundo su acción salvífica. Es el sacramento —signo que significa y realiza— de la salvación obtenida por Cristo. La Iglesia continúa la obra de glorificación del Padre llevada a cabo por Cristo. El es el perfecto glorificador de Dios. Toda otra glorificación pasa por él (cf. Rm 16, 25. 27; 1 Cor 1, 4 s.; 2 Cor 1, 3 s.; Ef 1, 3 s.; Pil 4, 18-20). La Iglesia da gloria a Dios de múltiples maneras: pregonando sus excelencias (1 Pe 2, 9), ofreciendo sacrificios espirituales (cf. v. 6). La misión primera de la Iglesia es difundir la buena noticia de la salvación en Cristo, que provoca la alabanza, la acción de gracias al Padre (cf. Jn 14, 26-27; 16, 14-15; Hech 13, 48; 4, 21; 11, 18; 21, 20; Rom 15, 6;2 Cor 4, 13-15). Provoca además la aceptación de esa salvación, con
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lo cual el hombre se somete al plan de Dios, y en este sometimiento se cumple la glorificación del Padre (cf. 2 Tes 3, 1; 1 Tes 1,2-2,16; 2 Tes 1, 3-12; 1 Cor 1, 4-9; 2 Cor 3-4). Los sacrificios espirituales designan toda la existencia en cuanto es una vida en el Espíritu, ofrecida como homenaje al Padre por Jesucristo (cf. 1 Cor 10, 31), y que provoca la admiración y la glorificación de Dios en quien la contempla (1 Pe 2, 11-12). Sacrificio espiritual es también la oración (cf. Ef 5, 18-20; Col 3,1617); la celebración de la cena del Señor, que anuncia su muerte salvadora, y es la perfecta «acción de gracias» (cf. 1 Cor 11, 24); la unión de los creyentes y su amor mutuo, con todas sus manifestaciones concretas (cf. Rom 15, 5-7; Fil 1, 9-11; 2 Cor 9, 10-14; Heb 15, 16). Lo es la lucha constante contra el pecado, que es como una constante oblación de sí mismo a Dios (cf. Rom 12,1 ss.; 1 Cor 6, 20; Ef 4, 5). Y lo es, y precisamente como su máxima expresión, la aceptación de la muerte, en unión con la muerte de Cristo, especialmente cuando es ofrecida como testimonio al Evangelio (cf. Jn 21, 18-19; Apoc 12, 11). Esta tarea glorificadora del Padre que la Iglesia realiza es, en realidad, por todo lo que entraña por parte del creyente, una manifestación de la salvación obrada en él. Y al propio tiempo le salva, porque lo pone al abrigo del pecado y de la muerte al ser fruto del sometimiento perfecto al plan de Dios manifestado en Cristo Jesús. La Iglesia continúa también la misión profética de Cristo. El anuncio de la buena nueva de la liberación de los oprimidos es la primera tarea encomendada a la Iglesia. Para ello elige Jesús a doce (cf. Mc 3, 14; Lc 6, 13), y para ello los envía (Mt 5, 12; Lc 10, 1-12). Esta misión la autentifica Jesús resucitado en virtud del poder que le ha sido conferido (cf. Mt 28, 18-19; Mc 16, 15-18; Lc 24, 45-49). San Pablo tiene conciencia de la urgencia de esta tarea (cf. 1 Cor 9, 16; Rom 10,9. 12-14; 15, 14-24; Ef 3, 1-13). El centro del anuncio en la Iglesia no es ya el reinado de Dios, sino la salvación realizada en Cristo (cf. Hech 2, 32-36; 10, 34-43; 13, 27-37; Rom 1, 1-7. 16; 1 Cor 1-2; Ef 1, 1-20; Col 1, 13-29). Este anuncio de la liberación no es una palabra vacía. Como verdadera palabra de Dios que es (cf. Hech 6, 7; 1 Tes 2, 13), es palabra con poder. En ella, y por su medio, Dios realiza la liberación que anuncia (cf. 1 Cor 2, 4-5; 1 Tes 1, 5; 2 Cor 5, 18-21), como manifiestan los signos que acompañan a la palabra, en que aparece visiblemente la eficacia invisible de la palabra (cf. Hech 4, 9-10. 12; Me 16, 20; Le 9,1-2; 10, 17-19).
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Para el desempeño de esta delicada misión, la de anunciar la salvación de los hombres, en y sólo por Jesucristo, para que la comunidad se mantenga fiel (cf. 1 Cor 4, 1-2), para que no ponga como salvador a ninguno otro, ni a sí misma, peligro que la acecha constantemente (cf. 2 Cor 4, 5; Gal 1, 6-7), para que no evacué la cruz de Cristo (cf. 1 Cor 1, 17), para que no ponga otro fundamento distinto del que ha sido puesto (1 Cor 3, 11), la comunidad cuenta con varias garantías: la presencia del mismo Jesús (cf. Mt 28, 20;Jn 14,18-21); la presencia del Espíritu, que tiene como cometido recordar y ayudar a comprender todo el misterio de la revelación de Jesús (cf. Jn 14, 16-17. 26; 16, 13-15). Como garantías visibles se halla la tradición, esa cadena de creyentes que se van entregando en fidelidad el tesoro evangélico que ellos recibieron a su vez, y que se remonta hasta el mismo Jesús y los Apóstoles (cf. 1 Cor 4, 1-2; 11, 23; 15, 12), y del que son testigos cualificados los responsables de la comunidad (cf. 2 Tim 2, 1-2; 4, 1-5; Tit 1, 5-9). Esta tradición ha adquirido una forma fija en algunos libros —la Sagrada Escritura—, y, por tanto, a ella debe interrogar constantemente la Iglesia en busca de fidelidad (cf. 2 Tim 3, 14-15; 2 Pe 1, 16-20). Continúa también la misión sacerdotal de Cristo como Salvador y Santificador de los hombres, es decir, por ella y en ella Dios salva verdaderamente hoy al hombre. En verdad el único Salvador ha sido, es y será siempre y sólo Cristo. «En ningún otro hay salvación, pues ningún otro nombre ha sido dado bajo el cielo, entre los hombres, por el cual podamos ser salvos» (Hech 4,12; 3, 12-16). «Uno es Dios; uno también, el mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo para redención de todos (1 Tim 2, 5-6; cf. Heb 5, 8-9; 7, 24-25; 8, 1 -10, 18). Pero la comunidad ha experimentado que su propia palabra y el contacto físico con ella son, como en el caso de Jesús, portadores de salvación (cf. Hech 3,6-7; 5, 12. 15-16; comparar con Mc 1, 32-34; 3, 1-6; Le 8, 45-48; Hech 20, 10-12). Este poder le viene dado por el mismo Jesús (cf. Me 3, 14-15; 16, 15-20). Así, la Iglesia ejerce una verdadera liberación de esta opresión profunda que se describe como la esclavitud de Satanás (cf. Hech 26, 17-18). Ella libera también del pecado, por cuanto Jesús le ha dado poder de perdonarlo (cf. Mt 16, 19; 18, 18; Jn 20, 21-22; Sant 5, 15; Hech 13, 38). Y libera de la misma muerte, por cuanto por el bautismo inserta al creyente en Cristo, muerto y resucitado, y le ofrece así participar en su misma vida, la definitiva, la imperecedera (cf. Rom 6; 1 Cor 15; 2 Tim 1, 9-12).
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Este poder salvador concedido a la Iglesia, ésta lo ejerce, como ya se vio, por medio de la palabra. Y lo ejerce por medio de signos, los sacramentos. Estos signos llevan el sello de la forma humana de la Iglesia. Son externos, visibles, materiales, desproporcionados para el efecto de gracia que les está encomendado comunicar. Prolongar la encarnación de Dios en Cristo. La eficacia les viene del poder de Dios, que se expresa en la palabra que acompaña al gesto, a la acción. Estos signos, como todas las intervenciones de Dios en la historia de la salvación, se nos ofrecen como recuerdo de las salvaciones obradas por Dios a lo largo de toda la historia, especialmente en la muerte de Cristo. Este recuerdo actualiza su eficacia salvífica para el hombre. Pero al propio tiempo son anticipo, prefiguración y pregustación de la salvación que se hará definitiva y manifiesta cuando el Señor vuelva. Con ellos, especialmente con la Eucaristía, se anuncia la muerte del Señor hasta que él vuelva (1 Cor 11, 26). En ella se anticipa el banquete, que será la herencia del reino”. (Tomado de Luis Julio Morán, La Historia de la Salvación,Editorial PPC, 1971). 3.2. Ahora vamos a leer de nuevo el texto. Vamos a ir diciendo la cita. Uno/a anotará las citas de las Cartas de San Pablo; otro/a las citas de los Evangelios y otro/a las tomadas de Hechos y otro/a las tomadas del Apocalipsis. Se anotan en el cuadro correspondiente. Evangelios
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3.3. Se forman grupitos que leerán las citas correspondientes. Después de leerlas eligen una lectura que presente mejor el tema de hoy que es la Iglesia continuadora de la historia de la salvación en la historia. 3.4. En el plenario se presenta la lectura. Luego entre todos destacan aquellas frases que presentan a la Iglesia. El que quiera puede manifestar que aprendió de este estudio de la Palabra. 4.
Contemplemos al Señor, Cabeza de la Iglesia peregrina
a) Oremos: A partir de estas lecturas estudiadas y escuchadas bendigamos al Señor porque nos ha elegido a ser parte de la Iglesia. Pidamos para que seamos fieles hasta la manifestación plena de nuestro Señor Jesucristo. Se puede terminar rezando: “Líbranos de todos los males, Señor, y concédenos la paz en nuestros días, para que ayudados por tu misericordia, vivamos siempre libres de pecado y protegidos de toda perturbación, mientras esperamos la gloriosa venida de nuestro Salvador Jesucristo. “Tuyo es el Reino, tuyo el poder y la gloria por siempre, Señor”. b) Contemplemos al Señor: Durante 10 minutos de silencio contemplamos al Señor, Cabeza de la Iglesia, nuestro Pastor que nos guía hacia los cielos nuevos y la tierra nueva. Dejemos que su Espíritu nos llene de esperanza y de fuerza para vivir en Iglesia y juntos como Iglesia trabajar para que toda la Humanidad se encamine hacia los cielos nuevos y la tierra nueva. c) Compartamos: Después de orar y reflexionar sobre la Iglesia: ¿Cómo me siento en ella? ¿Cuál es mi disponibilidad para vivir mi compromiso como Iglesia continuadora de la misión de Jesús el Señor? Luego, todos se saludan y se felicitan por ser Iglesia. d) Compromiso: Animar a los que participan en la Iglesia a seguir en su compromiso ya sea con una llamada. Llamar por teléfono o escribirle o visitar a los que se sienten Iglesia para felicitarles. e) Tarea: Leer Juan 15; 1 Corintios 12; Apocalipsis 21 y 22. Avisos: La comunidad tendrá su Retiro para culminar esta Primera Unidad de la Segunda Etapa. Son 3 días: empezando el Viernes en la Noche, 6pm-9pm; el Sábado entero y Domingo entero.
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Vigesimonoveno Encuentro:
La meta final: cielos nuevos y tierra nueva Orientaciones para este tema: Se coloca en lugar visible un dibujo de Cristo triunfante en el cielo o un jardín o paraíso. Se pueden cantar cantos de esperanza como: Somos un pueblo que camina; Hacia ti morada santa; Ven Señor Jesús. 1. Invocación del Espíritu Santo Se invoca el Espíritu Santo y luego se reza este himno del Apocalipsis 11, 17-18; 12, 10b-12ª a una sola voz: Gracias te damos, Señor Dios omnipotente, el que eres y el que eras, porque has asumido el gran poder y comenzaste a reinar. Ahora se estableció la salud y el poderío,/ y el reinado de nuestro Dios,/ y la potestad de su Cristo; porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos,/ el que los acusaba ante nuestro Dios día y noche. Ellos le vencieron en virtud de la sangre del Cordero/ y por la palabra del testimonio que dieron, y no amaron tanto su vida que temieran la muerte./ Por eso, estén alegres, cielos, y los que moran en sus tiendas. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo…. 2. Para comenzar: Caminamos hacia la plenitud de la salvación Llegamos hoy al último encuentro de esta primera unidad de la Segunda Etapa que dedicamos a contemplar la manifestación completa y total de la salvación que Cristo nos ha traído se realizará en su segunda venida gloriosa, en la que podremos contemplar a Dios tal cual y su gloria lo llenará todo y surgirán los cielos nuevos y la tierra nueva. Somos como Iglesia el nuevo pueblo peregrino que camina hacia la plenitud de la salvación. Somos el pueblo de Dios que peregrina más allá del mañana o del pasado mañana hacia aquel momento de la historia humana en que todo será sometido por Cristo y entregado al Padre. Somos el pueblo que vive y se afana con la fuerza del Espíritu Santo, lleno de esperanza, hacia la consumación de la salvación. Vamos a dejarnos llenar de ese proyecto de amor que Dios tiene para toda la humanidad,
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dejando resonar sus palabras en nuestros corazones, siguiendo este método de estudio de la Palabra. 3. Conozcamos más de nuestro ser Iglesia y de nuestra misión como Iglesia a través de las Escrituras 3.1. Leamos de corrido este texto sobre la Iglesia. La salvación es ya real. No sólo para Cristo, sino también para los creyentes, por la acción de la Iglesia. Pero es una realidad escondida. Se halla expuesta al ataque, al abandono, a la pérdida. El hombre debe ir obrando día a día la salvación (cf. Fil 2,12). Hasta que el Señor vuelva. El retorno del Señor en gloria es el último acto de Dios que confesamos en el «credo»: de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos... Esperamos la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Jesús ha expresado su certeza de que un día vendrá en gloria (cf. Mc 14, 62 par.; Mt 24-25). La Iglesia primitiva vivió con el anhelo de ser testigo de esa instauración gloriosa del reino de Dios (cf. 1 Cor 16, 22; 1 Tes 4,13 - 5,11; 2 Tes 2,1-3. 13). El creyente de todos los tiempos repite en sí esta actitud, la mirada siempre tendida al futuro, de donde espera un Salvador, el Señor Jesucristo que transformará nuestro humilde cuerpo conforme a su cuerpo glorioso, en virtud del poder que tiene para someter a sí todas las cosas (Fil 3, 20-21). Este retorno, cuyas circunstancias son desconocidas (cf. Mc 13, 32), comporta una manifestación gloriosa de Cristo (cf. Mc 13, 26 par.; 1 Tim 6, 14; Tit 2,13) y de los incorporados a él (cf. Col 3, 3-4). Comporta una dimensión de juicio: se consumará entonces, y se revelará la victoria ya obtenida sobre todos los enemigos de Dios y del hombre (cf. 1 Cor 15, 22-26). Este juicio manifestará lo que cada uno era en realidad, el verdadero valor de las cosas y de las personas, dónde estaba la verdad y dónde el error. Revelará lo que cada uno ha ido fraguando a lo largo de su vida, su actitud frente a los hermanos, que continúan la encarnación de Jesús (cf. Mt 25, 40; 24, 40-41. 51; 25, 12. 29. 45; 1 Cor 3, 10-15). En la parusía (o final de la historia humana) se realizará una congregación, la definitiva, de los hombres, manifestación y consagración de la reunificación de los hombres divididos y dispersos por el pecado, reunificación que se ha hecho realidad profunda en Cristo y en el pueblo de Dios (cf. Jn 11, 51-52).
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Traerá consigo la resurrección de los cuerpos (cf. 1 Tes 4, 13-18; 1 Cor 15, 20-23) que implica la transformación del modo de existencia, en que el cuerpo será instrumento perfecto de la expresión de la persona y de la comunicación mutua, una vez vivificado y transformado por el Espíritu. (cf. 1 Cor 15, 33-58). La certeza del acontecimiento aviva en el creyente la esperanza. La ignorancia de las circunstancias es estímulo para la vigilancia, para el ejercicio del amor (cf. Mt 24, 42-51; 25, 1-30). Mientras llega, el creyente vive situaciones que son interpretadas como signos anticipadores de ese juicio final —guerras, terremotos, persecuciones, hambre—, a la vez que reviven en él el anhelo por la transformación necesaria del mundo en que vive (cf. Mt 24-25; Apoc 12-19). Toda la historia, la de la Iglesia, la de la humanidad, la del cosmos, es, en esta perspectiva, testigo de este juicio que está ya en acción, y que culminará cuando el Señor vuelva. Con la parusía se inaugura un nuevo estadio del mundo y de los hombres, después de haber pasado por la purificación —las descripciones apocalípticas (cf. Mt 24-25; 2 Pe 3,1-10; Apocalipsis) hablan del fuego y del agua como instrumento—. En él se consuma la obra creadora de Dios. Esa situación nueva será el verdadero paraíso, la salvación consumada, la liberación perfecta, «Vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron...Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: “Esta es la morada de Dios con los hombres. Pondrá su morada entre ellos, y ellos serán su pueblo y él, Dios-con-ellos, será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos, ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado”. Entonces dijo el que está sentado en el trono: “Mira que hago un mundo nuevo”» (Apoc 21,1-5). «Esta será la herencia del vencedor: yo seré Dios para él y él será hijo para mí» (Apoc 21, 7). «Y no habrá ya maldición alguna; el trono de Dios y del Cordero estará en la ciudad y los siervos de Dios le darán culto. Verán su rostro y llevarán su nombre en la frente. Ya no habrá noche; no tienen necesidad de luz de lámpara ni de luz del sol, porque el Señor Dios los alumbrará y reinarán por los siglos de los siglos» (Apoc 22, 3-5). Mientras dura este hoy, el pueblo de Dios fija su mirada en ese nuevo estadio. Y lo acelera con su anhelo que se hace oración: «El espíritu y la novia dicen: «Ven». Y el que oiga, diga «Ven... ». Dice el que da testimonio de todo esto: «Sí, pronto vendré». «Amén. Ven, Señor Jesús» (Apoc 22, 17. 20).
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3.2. Ahora vamos a leer de nuevo el texto. Vamos a ir diciendo la cita. Uno/a anotará las citas de las Cartas de San Pablo; otro/a las citas de los Evangelios y otro/a las tomadas de Hechos y otro/a las tomadas del Apocalipsis. Se anotan en el cuadro correspondiente. Evangelios
Hechos
Cartas
Apocalipsis
3.3. Se forman grupitos que leerán las citas correspondientes. Después de leerlas eligen una lectura que presente mejor el tema de hoy que es la meta final: los cielos nuevos y la tierra nueva. 3.4. En el plenario se presenta la lectura elegida. Luego entre todos destacan aquellas frases que presentan el futuro glorioso que nos espera. El que quiera puede manifestar que aprendió de este estudio de la Palabra. 4. Contemplemos la gloria del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo que contemplaremos para siempre. a) Oremos: A partir de estas lecturas estudiadas y escuchadas manifestemos nuestra esperanza en el futuro que Dios nos tiene reservado a toda la humanidad. A cada oración digamos: “El Espíritu y la Iglesia tu Esposa, te decimos: Ven Señor Jesús. Luego se pueden hacer alabanzas y oraciones de acción de gracias por esta promesa de salvación plena.
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b) Contemplemos al Señor: Durante 10 minutos de silencio contemplemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo que quieren para nosotros la felicidad eterna en esos cielos nuevos y tierra nueva. Dejemos que su Espíritu nos llene de esperanza para decirle al Señor: “Ven, Señor, Jesús” c) Compartamos: Después de orar y reflexionar sobre los cielos nuevos y la tierra: ¿Qué surge en mi interior? ¿Qué esperanza brota en mi corazón? d) Compromiso: Alentar en la esperanza a todos los que están comprometidos con Jesús el Señor y se afanan por su Reino para que se manifieste cada vez más entre nosotros. e) Tarea: Después de leer Apocalipsis 21 y 22, hacer un dibujo de lo que imagino que son esos cielos nuevos y esa tierra nueva. Avisos: La comunidad tendrá su Retiro para culminar esta Primera Unidad de la Segunda Etapa. Son 3 días: empezando el Viernes en la Noche, 6pm-9pm; el Sábado entero y Domingo entero.
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Retiro sobre la historia de salvación personal y comunitaria Este Retiro es muy importante para el crecimiento de las personas y de toda la comunidad, ya que se busca descubrir la realización y desarrollo de la historia de la salvación en la historia personal, familiar y como pueblo. Dado que este Retiro implica entrar en la propia historia se hace necesario que el párroco o el sacerdote, o una religiosa o laico o laica con mucha experiencia espiritual junto con el Equipo de Seguimiento a las Comunidades preparen cada uno de los momentos de este proceso. Este Retiro está compuesto de 4 partes: • Primera parte: Descubramos el proyecto de Dios en nuestra vida y nuestra historia personal de salvación. Su duración es de un fin de semana (Viernes en la noche y el Sábado y Domingo, de 9am-5pm), preferiblemente, en régimen de internado. Este primer momento se prolongará durante varias semanas en las reuniones de las comunidades como se les indicará. •
Segunda parte: Descubramos el proyecto de Dios en nuestra familia y nuestra historia familiar de salvación. Se tendrá una convivencia de un día, algunas reuniones de comunidad y un Encuentro con las familias de los miembros de las comunidades.
•
Tercera parte: Descubramos el proyecto de Dios y la historia de salvación de nuestro pueblo Se tendrá unas reuniones sobre nuestra historia y se concluirá con la Cena Pascual Dominicana.
•
Cuarta parte: Celebración Final de esta Primera Unidad, que incluye dos momentos fuertes de oración y de compromiso así como la entrega del signo del anillo.
Se trata de una hermosa experiencia de fe que llevará a descubrir su propia vocación que Dios ha inscrito en cada corazón y en cada pueblo, lo que conducirá a una vida más plena y comprometida con el Señor, a unirse más a El y a los hermanos así como a comprometerse más y más a desarrollar ese proyecto personal y comunitario. Dada la intensidad que conlleva este Retiro publicaremos el texto y las dinámicas de este Retiro en edición aparte y dedicaremos una formación especial para los que lo dirigirán.
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Anexo I CENA PASCUAL JUDÍA Preparativos: Pan sin levadura y vino de acuerdo al grupo. Verduras amargas (berro, hojas de rábano); agua de sal; salsa harozeth (hecha de nueces, vino tinto y manzanas); Cordero o chivo de acuerdo al grupo; platos, copas, fuentecitas para el agua, flores, manteles, mesas; lectores, comentadores (hombre y mujer), cantores; ambón con la Biblia; tazón o copa grande para el momento que se toma la copa común. Es importante practicar con los sirvientes; estudiar entero este rito y ver los detalles. Se adorna con signos de Israel, el candelabro de los 7 brazos; pan, vino…. COMENTADOR 1: La fiesta de la Pascua era el recuento de todo el amor que Dios mostró a su pueblo y el medio por el que se hacia nuevamente presente. La comida es ocasión de un encuentro, de un dialogo, el momento tan esperado en que dos amigos se encuentran juntos, Dios y el hombre. Comencemos nuestra celebración cantando un salmo de subida, uno de los salmos preferidos usados por los peregrinos mientras subían a la ciudad santa de Jerusalén (todos se levantan y cantan el salmo 121) 0.- LAS LUCES FESTIVAS COMENTADOR 2: De acuerdo a una antigua costumbre Judía corresponde a la madre encender las luces festivas en todo servicio que se lleve a cabo en el hogar judío. Aparte del propósito obviamente práctico este gesto simboliza la luz y la alegría que brota de la fiesta, don de Dios. También anunciaba la venida de Cristo, el Mesías, la luz del Mundo. La bendición solemne de la Luz al comienzo de la Vigilia Pascual encuentra su origen en esta costumbre judía. También nos recuerda esto los cirios encendidos en el altar, en la mesa de nuestro banquete Eucarístico diario (estando todos de pies la madre enciende las velas). MADRE: (Con manos levantadas ante las velas) Bendito eres, oh Señor y Dios nuestro, Rey del universo, que nos ha santificado por tus mandamientos y has dispuesto que encendamos las luces festivas. Bendito eres, oh Señor y Dios nuestro, Rey del universo que nos ha mantenido vivos y nos ha sostenido trayéndonos a esta temporada. Por el mérito de nuestras madres Sara y Rebeca, Lía y Raquel protégenos de todo género de humillaciones, dolores y preocupaciones y concede a nuestro hogar la paz y la alegría y que brille siempre en él la Luz y que nunca se apague. Haz que tu rostro brille sobre y seamos salvados. TODOS: Amén. 1.- BENDICIÓN DE LAS FIESTAS: KIDDUSH (= SANTIFICACION) (Sentados) COMENTADOR 1: En la noche anterior a la Pascua se usa quitar todo el pan y comida que no sea propio de la fiesta que pueda encontrarse todavía en la casa. Por eso, en este momento, el Celebrante “limpia” la mesa con las manos asegurándose que no hay ningún trocito de pan con levadura.
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La Historia de Salvación PADRE DE FAMILIA: Cualquier alimento fermentado que se encuentre en mi posesión, que no haya sido visto ni barrido, sea anulado y considerado polvo de la tierra. (Los siervos indican los alimentos a los presentes alzándolos) COMENTADOR 2: Sobre la mesa principal los siervos colocan los alimentos de usar durante la cena Pascual: pan ácimo o matzo, el haroseth o salsa rojiza que recuerda la arcilla y la argamasa que los esclavos hebreos fabricaban en Egipto, el karpas o yerbas amargas, un hueso del muslo del cordero que simboliza el brazo tenso con el que el Señor liberó a los israelitas de la esclavitud (cf Ex 6,6) y un huevo cocido que recuerda la ofrenda que acompañaba al sacrificio del cordero pascual en el templo y que ahora es símbolo de duelo por la destrucción de los dos templos de Jerusalén y signo del pueblo judío cuánto más se le oprimía en Egipto, más fuerte se vuelva ( Ex 1,12). También llevan agua con sal. COMENTADOR 1: Todo alimento usado en la Cena Pascual judía era bendecido antes de comerlo. En forma semejante el pan y el vino que serán consagrados, son bendecidos por el Celebrante durante la Presentación de ofrendas de nuestra Eucaristía. DIRECTOR: Bendito eres, oh Señor y Dios nuestro Rey, del universo que nos ha escogido sobre todas las gentes y nos ha exaltado sobre todas las lenguas y nos ha santificado con tus mandamientos. Todos: AMEN En amor nos ha dado, oh Señor y Dios nuestro temporadas de alegrías, días santos y tiempo para regocijarnos, este día de la fiesta del pan sin levadura, el tiempo de nuestra libertad, un día de reunión en santidad, un recuerdo de la salida de Egipto. Porque tú nos ha escogido y nos ha santificado sobre toda las gentes, y nos dado tus tiempos sagrados como herencia. Bendito eres, oh Señor y Dios nuestro, que santifica a Israel. y sus fiestas. Todos: AMEN. (Se sirve la primera copa de vino, la copa de acción de gracias. Mientras se sirve el vino se comenta lo siguiente) COMENTADOR 2: Cuatro veces durante la Cena Pascual se pasó el vino. Las cuatro copas de vino corresponden a las cuatro expresiones de la redención, según está escrito en Éxodo 6,6-7: “Yo los sacaré de los duros trabajos de los egipcios (primera copa), los libraré de su esclavitud (segunda copa), y los salvaré con brazo tenso (tercera copa). Yo los haré mi pueblo y seré su Dios; y sabrán que Yo soy el Señor, su Dios, que los sacaré de la esclavitud de Egipto (cuarta copa). Jesús en la última Cena, Cristo pasó esta primera copa de vino a sus discípulos diciéndoles: “Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque les digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios” (Lc 22,17-18). La institución de la Eucaristía fue más tarde, después de la cena, en la tercera copa de vino, la copa de la bendición. Es bueno conocer que el acto de distribuir vino de un tazón común a todos los presentes es un símbolo de unidad.
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La Historia de Salvación Todos: (Alzan la copa) Bendito OH señor y Dios nuestro, rey del universo que creaste el fruto de la vid. (Todos toman la primera copa de vivo y se sientan dejando su copa). 3. LAVATORIO DE LAS MANOS (URJATZ) Comentador 1: El lavatorio de las manos durante la cena pascual simboliza la limpieza interior necesaria en aquellos que participan del ritual, así como el celebrante se lava las manos durante el ofertorio de la misa. Fue probablemente en este momento del ritual que Nuestro Señor lavó los pies de sus discípulos, como una expresión de su mandato de amor y para demostrar la dignidad del servicio en la nueva ley. 3. YERBAS AMARGAS (KARPAS) El padre de familia baña las yerbas amargas en el agua con sal, símbolo de las lágrimas y pesares, y distribuye un pedazo a cada uno. Envía las fuentes con trocitos a ambos lados. Todos la tienen en la mano, mientras el padre de la familia recita la plegaria de bendición). El Padre de Familia: Bendito seas señor y rey del universo, que creaste el fruto de la tierra.(Todos comen el ¨Karpas¨). Lector 1: Juan 13, 21-35) 4. FRACCION DEL PAN (YAHATZ) El padre de familia descubre los ¨matzos¨grandes y los levanta en el plato). Comentador 2: Ahora comienza la parte esencial del rito. El celebrante parte el ¨matzo¨, poniendo aparte una mitad. Esta parte conocida como el ¨afikomene¨, será comida al final de la cena. El pan ácimo era prescrito para los ocho días de pascua, porque en la huida de Egipto, no hubo tiempo para fermentar la masa y no se pudo hacer pan con levadura. El padre de familia alza el plato con los otros ¨matzos¨diciendo:) Padre de Familia: He aquí el pan de la aflicción que nuestros padres comieron en la tierra de Egipto. Vengan todos los hambrientos y coman. Vengan todos los necesitados y celebren la Pascua, porque con nosotros. Que sea la voluntad de Dios redimirnos del mal de toda servidumbre. CANTO: Tienes hambre, haz Pascua con nosotros. Tienes sed, haz Pascua con nosotros. Ayer en la esclavitud, hoy en la libertad. (El padre de Familia deja sobre la mesa el plato con los ¨Matzos ¨) 5. —HISTORIA DE LA HUIDA DE EGIPTO (¨HAGGADAH¨) (Los siervos sirven una segunda copa de vino mientras el lector lee) Lector 2: (Lucas 22, 15-16) Comentador 1: Ahora se repite la historia de la primera Pascua, como fue ordenada por Dios en el libro del Exodo. Esta parte de la cena pascual es como una instrucción o catequesis. La persona más joven de los presentes- en la Ultima Cena fue probablemente San Juan- hace las cuatro preguntas tradicionales.
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La Historia de Salvación El más joven: ¿Por qué esta noche es diferente a todas las otras noches? ¿Por qué comemos esta noche pan sin levadura? ¿Por qué comemos esta noche hierbas amargas y las mojamos con agua de sal? En otras noches comemos sin festividades especiales, ¿por qué tenemos esta noche este servicio Pascual? CELEBRANTE: Los sirios persiguieron a nuestros padres quienes bajaron hasta Egipto y permanecieron allí y crecieron llegando a ser una nación gran de y poderosa. Los egipcios les afligieron y persiguieron, poniéndoles cargas muy pesadas Y clamamos al Señor Dios de nuestros padres quien nos oyó y miró nuestra aflicción y trabajo. Y nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, con gran terror, con señales y maravillas. Por lo tanto aunque todos fuésemos sabios y bien versados en la Torah (la LEY) será aún nuestro deber repetir de año en año la historia de la liberación de Egipto. De hecho ahondar en ella es ciertamente saludable. COMENTADOR 2: La copa con el vino se alza ahora en memoria de esta divina promesa. (Todos alzan la copa mientras el Celebrante dice:) CELEBRANTE: Esta divina promesa permaneció con nuestros padres y también con nosotros. Cuantos se alzaron contra nosotros para destruirnos en cada generación fueron aniquilados. Porque el Santo nos bendijo liberándonos siempre de sus manos Comentador 1:( Todos dejan la copa sin beber sobre la mesa). LECTOR 3: Éxodo 12, 1-42. C anto : DAYENU: E so nos habría bastado , nos habría bastado , D ayenú , D ayenú (Al finalizar la lectura, se trae el Cordero pascual y se coloca frente al celebrante). COMENTADOR 1: Para ser claro cono está simbolizada la liberación de Egipto en la Cena Pascual el Director levanta cada uno de los elementos ceremoniales y explica sus significados. Este era el punto culminante de la cena para los judíos de antaño; es asimismo el punto culminante para nosotros los nuevos israelitas. El Cordero era objeto de requisitos rituales que están llenos de significado profético: debía ser macho, sin mancha y asado al fuego. (El celebrante levanta el Cordero y todos preguntan) TODOS: ¿QUE QUIERE DECIR PASCUA? CELEBRANTE: PASCUA significa el cordero que nuestros padres sacrificaron al Señor en memoria de aquella noche en que Yahvé pasó de largo sobre las casas de nuestro padre en Egipto, como está escrito: “ CUANDO preguntaren sus hijos: qué significa para ustedes este rito, les responderán: es el sacrificio dé. La Pascua de Yahvé que pasó de largo por las casas de los hijos de Israel en Egipto cuando hirió a Egipto salvando nuestras casas” (Éxodo 12). (El celebrante levanta uno de. los panes ácimos y lo levanta). TODOS: ¿Qué quiere decir MATZO?
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La Historia de Salvación CELEBRANTE: ESTE ES EL PAN DE LA AFLICCIÓN qué nuestros padres cocieron con ellos al salir de Egipto, como está escrito:” cocieron bajo la ceniza la masa que habían sopado de Egipto e hicieron panes ácimos, pues la masa no había podido fermentar por la mucha prisa que para salir les daban y ni para cocer pudieron preparar nada” (Éxodo 12,59). (El Celebrante levanta las hierbas amargas mientras todos preguntan). TODOS: ¿QUE QUIERE DECIR MARA? CELEBRANTE: Mará quiere decir amargura. Comemos hierbas amargas para recordar que los Egipcios amargaron las vidas de nuestros padres como está escrito: “ Sometieron los egipcios a Israel a cruel servidumbre haciéndole amarga la vida con rudos trabajos de mortero, de ladrillos y del campo, obligándolos cruelmente a hacer cuanto les exigían” (Éxodo 1,13-14). Generación tras generación le corresponde a cada hombre reconocerse a sí mismo como si él en persona salido de Egipto, según está escrito: “En aquel día harás saber a tu hijo: esto es con motivo de lo que hizo Dios conmigo cuando salí de Egipto” (Ex 13,8). Pues el Santo, bendito sea su Nombre, no sólo redimió a nuestros padres, sino a nosotros también junto con ellos, según está escrito: “Y a nosotros nos sacó de allí para conducirnos y entregarnos la tierra que había prometido bajo juramento a nuestros padres” (cf Dt 6,23). COMENTADOR 2: El Celebrante descubre el pan ácimo y alza la copa de vino, alzándolas todos con él en acto de alabanza, mientras el celebrante y los participantes decimos una oración de agradecimiento por la liberación de Egipto semejante al prefacio de la Eucaristía y los salmos de Hallel son el Sanctus, un himno alegre de alabanza. HALLEL quiere decir alabar al Señor. Estos fueron rezados a menudos por Jesús, nuestro Señor. (El Celebrante descubre el Matzo; todos alzan la copa) TODOS: Por lo tanto es nuestro deber dar gracias,/ alabar, glorificar, bendecir,/ exaltar y adorar a aquel que hizo todos estos milagros/ por nuestos padres y por nosotros mismos./ El nos ha traido de la esclavitud a la libertad,/ de la tristeza a la alegria,/ del luto a la fiesta,/ de la oscuridad a la luz,/ de la opresión a la redención. COMENTADOR 2: Todos dejamos la copa del vino sobre la mesa y nos levantamos para cantar los primeros salmos del Hallel. CANTOS: ALABAD SIERVOS DE DIOS (Salmo 113) Cuando Israel salió de Egipto. (Salmo 114). Comentador 1: A continuación todos nos sentamos y alzamos la copa mientras el celebrante dice:). CELEBRANTE: Bendito eres, OH Señor Dios, Rey del universo que nos ha redimido de Egipto a nosotros y a nuestros padres y nos has permitido vivir hasta esta noche. Que se cumpla tu voluntad a través de Jacob tu siervo escogido que todas las gentes te rindan alabanza sin cesar. Te cantaremos nuevas canciones de alabanza por nuestra redención y por la liberación de nuestras almas. Bendito eres oh Señor que redimes a Israel. (Todos toman la segunda, copa de vino)
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La Historia de Salvación Lector 4: Lucas 22,17-18. 6.- RAJATZ (LAVABO DE LAS MANOS) COMENTADOR 1: Todos se lavan las manos en las fuentecitas que tienen delante de la mesa diciendo) TODOS: bendito eres señor y dios nuestro, rey del universo que santificas por tus mandamientos y nos ha mandado a lavar neustras manos 7. BENDICION DEL PAN (MOTZI) COMENTADOR 2: Como en el caso del vino servido de un solo tazón la distribución de un solo pedazo de Matzo a todos los presentes significa unión, porque el pan es uno, somos muchos de un solo cuerpo, pues todos participamos de ese único pan” dice san Pablo en 1Corintios 10,17. (El celebrante tomando un matzo en sus manos lo bendice con la siguiente oración: PADRE DE FAMILIA: Bendito seas, Señor Dios nuestro, Rey del Universo, que haces surgir el pan de la tierra. (El padre de familia divide el matzo en pedacitos pequeños y le da a cada uno de los asistentes. Con este pedazo en la mano todos dicen:) Todos: Bendito seas, Señor Dios nuestro, Rey del Universo, que nos has santificado con tus mandamientos y nos has mandado comer el matzo. (Todos comen el pedazo de pan) 8. YERBAS AMARGAS (MAROR) (Los sirvientes sirven yerbas amargas y harozeth) COMENTADOR 1: Cada persona toma yerbas amargas, las coloca entre dos pedazos de pan y los untan en haroseth, la salsa que recuerda los ladrillos que los israelitas hacían en Egipto. Todos juntos decimos: Todos: Bendito eres, Señor y Dios Nuestro, Rey del Universo, que nos has santificado con tus mandamientos y nos has mandado comer hierbas amargas. 9. LA CENA PASCUAL FESTIVA Comentador 2: La mesa está lista para que todos puedan participar con alegría de la Cena. Podemos conversar alegremente. (Los sirvientes distribuyen pan, cordero, yerbas, haroseth y vino. Cada uno terminada la Cena se lava las manos). 10. COMIDA DEL AFIKOMAN (POSTRE) Comentador 1: Estamos listos para comer el afikomán, el pan ácimo dejado en un lugar aparte. Se acostumbraba terminar la Cena Pascual con este pedazo de pan como memorial del sacrificio de la Pascua. Fue probablemente en este momento que Jesús bendijo y partió el pan diciendo: “Este es mi Cuerpo que será entregado por ustedes” (Lc 22,19). Ahora tomemos el pedazo de pan en la mano mientras el Padre de familia hace la indicación. Padre de familia: En conmemoración del sacrificio de la Pascua comamos hasta que quedemos saciados.
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La Historia de Salvación (Todos comen el pedazo de matzo) 11. BENDICION DE ACCION DE GRACIAS (BERAJA) COMENTADOR 2: Los siervos llenan la copa del Padre de Familia con agua y vino y queman incienso. El vino en gran parte obra del hombre es símbolo de la justicia y el agua, don de Dios simboliza la piedad divina. Mientras, cantemos el canto de la alegría del retorno. CANTO: Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión. COMENTADOR 1: Ahora sobre este tercer cáliz se recita la gran bendición de acción de gracias o berajá. Esta tercera copa es una sola y viene pasada para que todos beban de ella. Fue probablemente en este momento que Jesús bendijo y pasó la Copa diciendo: “Este es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza que será derramada por ustedes”. A esta Copa se refiere San Pablo cuando dice: “El cáliz de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? (1 Cor 10,16). Padre de familia: Con el permiso de mis padres, maestros y sabios bendigamos al Señor, pues de sus dones hemos comido. Todos: Bendito sea el Nombre del Señor desde ahora y por siempre. Padre de familia: “Bendito eres Tu, Señor, nuestro Dios, Rey del Universo, que alimentas al mundo entero con tu bondad, con gracia, con amabilidad y con tu misericordia. Tu das pan a toda carne, porque tu misericordia es eterna”. Por tu gran bondad nunca nos faltó alimento y nunca nos faltará, pues Tú alimentas a todos y das sustento a todos y tu mesa está puesta ante todos. Tú das sustento y comida a todos y tu mesa está puesta ante todos. Tú alimentas y sostienes a todas criaturas, porque es eterna tu misericordia. Todos: Bendito seas, Señor, que alimentas a todos. Padre de familia: Bendito eres, OH Señor y Dios nuestro, Rey del Universo. Bendito tu pueblo Israel, del Reino de la casa de David. Danos alimento que nos sirvan para sostenernos, provee por nosotros, líbranos de nuestras ansias. Haz que no tengamos necesidad de los dones de los hombres, porque nosotros hemos confiado en Tu grande, Santo y terrible Nombre. Venga Elías y el Gran Mesías, el Hijo de David, a nuestras vidas y retornará a su puesto el Reino de la casa de David y reinará sobre nosotros. Llévanos a alegrarnos y confortarnos en Sión, tu ciudad. Reconstruye Jerusalén. Acuérdate, Señor Dios de nuestros padres, de nosotros que somos tu pueblo. Que todos los eventos por los cuales Tú has ido conduciendo a tu pueblo te sean recordados uno a uno. Acuérdate de nosotros, Señor Dios nuestro, En esta fiesta visítanos con tu bendición y sálvanos con tu palabra de salvación. Haznos libres con la venida del Mesías en la vida del mundo que vendrá. Todos: AMEN. Comentador 2: En este momento se pasa la copa de bendición, mientras se alaba al Señor. Padre de familia: ¿Cómo le pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?
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La Historia de Salvación Todos: Tomaré, levantaré, la copa de salvación e invocaré el nombre del Señor. Padre de familia: Cumpliré al Señor mis votos delante de todo el pueblo. Todos: De gran precio es, a los ojos del Señor, la muerte de sus santos. Padre de familia: OH, Señor, yo soy tuyo e hijo de tu esclava. Soltaste mis cadenas. Todos: A Ti santificaré hostias de alabanza e invocaré el Santo Nombre del Señor. Padre de familia: Cumpliré al Señor mis votos delante de todo su pueblo, en los atrios de la Casa del Señor, en medio de ti, Jerusalén. Todos: Bendito eres, OH Señor nuestro Dios, Rey del Universo, que has creado el fruto de la vid. CANTO: Salmo 116: ¿Cómo pagaré al Señor? Lector 5: Juan 17. 12. HALLEL (CANTOS DE ALABANZA) Comentar 1: En este momento entonaremos la segunda parte del Hallel o himnos de alabanza al Señor. (Los sirvientes sirven la cuarta copa). Salmo 115. Salmo 117. Salmo 118: Este es el día que actuó el Señor. Salmo 136: Dad gracias al Señor, porque es bueno. Todos levantan su cuarta copa de vino. Padre de familia: Alabado seas, OH Señor y Dios nuestro, Rey del Universo, que has creado el fruto de la vid. (Todos toman la cuarta copa de vino) 13. BENDICION FINAL (NIRTZAH) Padre de familia: Que sea aceptado ante Dios este sacrificio nuestro. Se ha cumplido el rito de la Pascua conforme a todos sus preceptos y costumbres. Del mismo modo que nos ha sido dado celebrarlo ahora, que nos sea dado realizarlo siempre. OH justo que moras en las alturas: yergue la innumerable comunidad; conduce pronto a los retoños por Ti plantados, redimidos y en júbilo, a Sión. Todos: ¡EL AÑO PROXIMO EN JERUSALEM! Padre de familia: “Yahvé les bendiga y les guarde. Ilumine su rostro sobre ustedes y les sea propicio. Les muestre su rostro y les conceda la paz. Todos: AMEN, AMEN, AMEN. CANTOR: Sólo nos falta compartir nuestro merengue para expresar nuestra alegría de ser un pueblo de Dios y de la Virgen. (Se toca el merengue y todos en ronda lo bailan).
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Bibliografía • Biblia de Jerusalén, Descleé de Brouwer, 1998. • La Biblia Católica para jóvenes, Instituto Fe y Vida y Editorial Verbo Divino, 2005. • Biblia de nuestro pueblo, Ediciones Claretianas, 2006. • Biblia Latinoamericana, Editorial Verbo Divino, 1972. • Catecismo de la Iglesia Católica, Librería Juan Pablo II, 1992, República Dominicana. • Dei Verbum, Documentos del Concilio Vaticano II, Sal Terrae1966. • Documento Conclusivo Aparecida, Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, Amigo del Hogar, 2007. • Introducción al Antiguo Testamento, Diócesis de Chosica, Perú. • La historia de salvación, Julio Alonso Ampuero, en: www.encuentra.com. • La historia de salvación, Luis Rubio Morán, PPC, 1971. • Lumen Gentium, Documentos del Concilio Vaticano II Sal Terrae 1966. • Poblado de la Biblia, Javier Saravia, s.j. Publicaciones Paulinas. • Por los Caminos de la Fe, Miguel Angel Ciaurriz, OAR, Ediciones MSC 1995. • Vocabulario de Teología Bíblica, Xavier Léon-Dufour, Editorial Herder, 1980, Barcelona. Para aprender más sobre la Historia de la Salvación • Acoge la Palabra, Plan de Pastoral, Septiembre 2007, Santo Domingo. • Abraham, en Luciano Pacomio, Vito Mancuso, ed. Diccionario Teológico Enciclopédico, Editorial Verbo Divino, 1996, España. • “Buscando el Sentido de la Vida”, Folleto 3 – Equipo Bíblico Verbo Divino. • Catecismo Para Jóvenes y Adultos, Ediciones MSC 2002. • Comentario Bíblico “San Jerónimo” Raymond E. Brown, SS et al, ed. Ediciones Cristiandad 1971. • Curso de Iniciación al Antiguo Testamento y al Nuevo Testamento, Milagros Nadal, Verbo Divino. • Hechos y Personajes del Antiguo Testamento, Equipo Bíblico Verbo Divino,Quito Ecuador. • Historia de la Salvación desde América Latina, Jaime Reynés Matas, M.SS.CC. Paulinas. • Lectura Profética de la Historia, Tu Palabra es vida 3, Grupo de Reflexión Biblica, Conferencia de Religiosos/as del Brasil, MSC 1999. • “Los Profetas de Ayer y de Hoy”, Equipo Teyocoyani, Nicaragua, 1997. • Para Leer el Antiguo Testamento, Etienne Charpentier, Editorial Verbo Divino 1985. • Serán Mis Testigos, 2, Ediciones Paulinas. • Somos un Pueblo que Camina, Equipo Teyocoyani, Managua, Nicaragua. • Visión Panorámica del Antiguo Testamento, Folleto 1, Equipo Bíblico Equipo Bíblico Verbo Divino. • Folleto 2 - “El Éxodo: una montaña en medio de una llanura”.
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