José María Otero Navascués : ciencia y Armada en la España del siglo XX: Ciencia y Armada en la España del siglo XX [1 ed.] 8400095901, 9788400095901

La figura del almirante José María Otero Navascués y su actividad científica son el objeto de estudio de este libro. Tra

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Spanish Pages 332 [334] Year 2012

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ÍNDICE
PRóLOGO
SIGLAS
INTRODUCCIóN
Capítulo I
APUNTES BIOGRáFICOS
Capítulo II
ACTIVIDAD CIENTÍFICA
APÉNDICE DOCUMENTAL
ÍNDICE ONOMÁSTICO (*)
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José María Otero Navascués : ciencia y Armada en la España del siglo XX: Ciencia y Armada en la España del siglo XX [1 ed.]
 8400095901, 9788400095901

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Carlos Pérez Fernández-Turégano

Ciencia y Armada en la España del siglo xx

J O S É   M A R Í A  O T E R O  N AVA S C U É S

José María Otero Navascués (Madrid, 1907-1983) destacó por sus dotes científicas e intelectuales ya durante su formación en la Academia de Artillería de la Armada. Su primitivo interés por la metalurgia se transformó, años después, en pasión por otra de las grandes ramas científicas: la óptica. Tras la Guerra Civil fundó y dirigió el Instituto de Óptica Daza de Valdés, y descubrió, junto a Armando Durán, el fenómeno de la miopía nocturna. Director de la Junta de Investigaciones Atómicas y, posteriormente, de la Junta de Energía Nuclear entre 1958 y 1974, se considera a Otero el verdadero padre de la energía nuclear en España. Otro de los campos científicos en los que destacó fue el de la metrología, en el que llegó a ocupar la presidencia del Comité Internacional de Pesas y Medidas. Poseedor de numerosas condecoraciones militares, recibió también el doctorado honoris causa por las universidades de Valencia, Rouen y Lovaina. Como hombre de acendrado catolicismo, colaboró activamente en varios movimientos de apostolado nacionales e internacionales. El contralmirante ingeniero honorario de la Armada Otero Navascués fue, en suma, uno de esos grandes hombres de ciencia (Jorge Juan, Antonio de Ulloa, Malaspina…) a los que la Marina española nos tiene acostumbrados.

Csic

Carlos Pérez Fernández-Turégano

J O S É  M A R Í A O T E R O  N AVA S C U É S Ciencia y Armada en la España del siglo xx

Consejo superior de investigaciones científicas

Carlos Pérez Fernández-Turégano (Madrid, 1968) es doctor en Derecho por la Universidad San Pablo CEU, en cuya Facultad de Derecho es actualmente profesor agregado de Historia del Derecho Español. Especialista en historia militar, ha centrado sus trabajos en la organización político-administrativa de la Marina española del siglo xviii. Fruto de sus investigaciones cabe destacar, entre otras, las siguientes publicaciones: «La fiscalización económica en la Marina española del siglo xviii», en La Hacienda militar. 500 años de intervención en las Fuerzas Armadas, 2002; «El Almirantazgo del Infante don Felipe (1737-1748)», en Anuario de Historia del Derecho Español, 2004, o Patiño y las reformas de la administración en el reinado de Felipe V, Ministerio de Defensa, 2006. Está en posesión de la Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco.

Imagen de cubierta: José María Otero Navascués, con el uniforme de contralmirante ingeniero honorario de la Armada (archivo personal de Javier Otero de Navascués).

12/11/2012 10:57:41

JOSÉ MARÍA OTERO NAVASCUÉS

Carlos Pérez Fernández-Turégano

JOSÉ MARÍA OTERO NAVASCUÉS Ciencia y Armada en la España del siglo xx

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Madrid, 2012

Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por medio ya sea electrónico, químico, óptico, informático, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, los asertos y las opiniones contenidos en esta obra son la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, solo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.

Catálogo general de publicaciones oficiales: http://publicacionesoficiales.boe.es/

GOBIERNO DE ESPAÑA

MINISTERIO DE ECONOMÍA Y COMPETITIVIDAD

© CSIC © Carlos Pérez Fernández-Turégano ISBN: 978-84-00-09590-1 e-ISBN: 978-84-00-09591-8 NIPO: 723-12-156-X e-NIPO: 723-12-157-5 Depósito Legal: M. 36441-2012 Maquetación, impresión y encuadernación: Imprenta ROAL Impreso en España. Printed in Spain En esta edición se ha utilizado papel ecológico sometido a un proceso de blanqueado TCF, cuya fibra procede de bosques gestionados de forma sostenible.

ÍNDICE Págs.

PRóLOGO ...................................................................................................................

13

SIGLAS ..........................................................................................................................

15

INTRODUCCIóN .....................................................................................................

17

Capítulo I. APUNTES BIOGRáFICOS ...............................................................

21

Nacimiento. Linaje de los Navascués y el marquesado de Hermosilla ................

21

Primeros estudios en el colegio San Miguel ............................................................

26

Su formación en la Academia de Artillería de la Armada (1922-1927) .............

27

Destinos iniciales en la Armada (1928-1936) ........................................................

33

Guerra Civil y matrimonio (1936-1939) ................................................................

37

Destinos tras la Guerra Civil ......................................................................................

44

Un viaje a Alemania en 1942: el informe secreto de Otero ...................................

47

Un marino con vocación científica ............................................................................

52

Fallecimiento .................................................................................................................

57

Honores y condecoraciones recibidas ........................................................................

58

Capítulo II. ACTIVIDAD CIENTÍFICA ..............................................................

65

Su visión de la ciencia y la investigación en la España de la posguerra ...............

65

Otero y el desarrollo de la óptica en España ............................................................ El descubrimiento de la «miopía nocturna» ................................................... La creación del Instituto de óptica Daza de Valdés ..................................... La Escuela Universitaria de óptica ..................................................................

71 75 85 95

8 Págs.

Padre de la energía nuclear en España ....................................................................... El inicio de la energía nuclear en España: la EPALE y la Junta de Investigaciones Atómicas .................................................................................... La creación de la Junta de Energía Nuclear en 1951 .................................. La Junta de Energía Nuclear durante la vicepresidencia de Otero (19511958). La apertura al exterior ........................................................................ Otero, presidente de la JEN (1958-1974) .................................................. El Instituto de Estudios Nucleares de 1964: la formación, pieza clave del futuro nuclear español ............................................................................. España en los organismos nucleares internacionales .................................. La apuesta de Otero por el uso pacífico de la energía nuclear ..................

98 98 113 116 132 147 151 165

Otero y el desarrollo de la metrología en España .................................................... 169 El pilar científico del I Plan de Desarrollo Económico (1964-1967) ............... 187 El refugio intelectual de José María Otero ............................................................... Miembro de la Real Sociedad Española de Física y Química .................... Académico de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales .................................. Otros cargos y nombramientos en el ámbito científico .............................

204 204 211 223

Un científico del siglo xx ............................................................................................ 228 Capítulo III. DEDICACIóN A LA POLÍTICA ................................................... 235 Procurador en Cortes ................................................................................................... 235 Capítulo IV. UN CATóLICO EN LA VIDA PúBLICA .................................... 243 Personalidad ................................................................................................................... 243 Ciencia y fe en el pensamiento de Otero .................................................................. 248 Otero en la Acción Católica Española y la Federación Internacional de Hombres Católicos ........................................................................................................................ 252 Presidente de la Obra Católica de Asistencia Universitaria ................................... 266 «Propagandista» católico ............................................................................................. 284 Otero en Pax Romana .................................................................................................. 290 FUENTES DOCUMENTALES ............................................................................... 293 BIBLIOGRAFÍA ........................................................................................................... 295 APÉNDICE DOCUMENTAL .................................................................................. 299 ÍNDICE ONOMáSTICO ......................................................................................... 313

A mis padres y hermanos, y en especial, a mi mujer Carolina y a mis hijas Carlota y Celia (2)

El que no sepa rezar que vaya por esos mares, verá qué pronto lo aprende sin enseñárselo nadie. (inscripción situada a la entrada de la capilla de la Escuela Naval Militar de Marín)

PRóLOGO Al sentarme a escribir este prólogo reviven en mi memoria muchos recuerdos de la época de mi juventud, relacionados con José María Otero de Navascués, con sus padres y con sus hermanos, recuerdos de tiempos ya lejanos, tan diferentes de los actuales. Mi madre era prima segunda de José María, cuyo abuelo, Nicasio, era hermano menor de mi bisabuelo, Joaquín de Navascués y Aísa, heredero del mayorazgo de Cintruénigo y poseedor todavía de la mitad reservable de los bienes vinculados. Nicasio de Navascués ejerció la judicatura en Cuba y en Puerto Rico y, vigentes ya las leyes de supresión de mayorazgos, recibió en 1850 su parte de la herencia paterna, en la que se contaban dos porciones en los extremos del extenso terreno ocupado en Cintruénigo por la casa principal del mayorazgo, sus dependencias y jardines. Más tarde, ya en la época de la Restauración, allí construyó Nicasio una nueva casa, al llegarle otra herencia –ésta del todo inesperada– de su tío lejano don Benito Ferrández y Echeverría, Navascués y Ligués, maestrante de Zaragoza, que comprendía bienes situados en Borja, Magallón y Calahorra. Consigno aquí estos hechos porque tuvieron, andando el tiempo, indudable trascendencia en el ambiente familiar del biografiado. Pues la posesión de esos bienes raíces ejerció un doble efecto: por un lado, las casas de Cintruénigo y de Borja fueron centros aglutinadores de la familia, a pesar de la residencia habitual en Madrid, y por otro la ascendencia materna adquirió en ella un especial aprecio y relieve. Buena prueba de lo que digo son los varios trabajos dedicados a los Navascués que publicó el padre de José María, el marqués de Hermosilla, en la Revista de Historia y Genealogía Española, en Linajes de Aragón, y en el Anuario de la Nobleza que dirigía Fernández de Béthencourt, así como la unión en uno solo de los apellidos Otero de Navascués adoptada por los hijos y nietos de José María. Por las razones dichas, la relación que he vivido con los padres, hermanos y tía del biografiado fue más cercana que la derivada del simple parentesco. A ello se unía la proximidad de residencia, tanto en Cintruénigo, con los jardines colindantes, como en Madrid, pues antes de la guerra mis padres vivían en la calle de la Lealtad (luego llamada de Antonio Maura) número 5 y los de José María a la vuelta de la calle de Ruiz de Alarcón, en la misma manzana. De aquellas largas tertulias –pues entonces sobraba el tiempo– recuerdo mucho más a sus padres, a su tía Josefa de Navascués y, sobre todo, a su hermana Delia, con su bondad, simpatía y gusto por las relaciones sociales. Muchas

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FAUSTINO MENÉNDEZ PIDAL

veces aprovechaba las estancias en su casa para consultar y tomar notas de las obras que componían la selecta biblioteca de temas históricos y genealógicos reunida por el tío Santiago Otero, marqués de Hermosilla, algunas muy difíciles de hallar en España. El trato frecuente con José María llegó más tarde, ya después de la guerra, sobre todo durante los veranos en Cintruénigo. En casa, todos intuíamos sus brillantes méritos científicos, pero alejados de los círculos donde se desarrollaban, sólo conocíamos y comentábamos los importantes puestos alcanzados en España. Mis recuerdos personales de entonces son simplemente anecdóticos. Así, guardo en la memoria con todo detalle un día de los primeros años cuarenta, cuando me enseñaba el funcionamiento de una cámara de fotografías Voigtländer que había traído de uno de sus viajes a Alemania, objeto entonces absolutamente inasequible en España. Recuerdo también su siempre amena conversación y las divertidas anécdotas que nos contaba de conocidos personajes de la sociedad madrileña de la época. Y ya de los años finales de su vida, los consejos que me daba sobre la educación de los hijos. Este prólogo contempla solamente el ámbito familiar del biografiado, como corresponde a la relación que con él mantuvo quien lo escribe. La historia y valoración de la trayectoria científica de José María Otero de Navascués las hallará el lector en las páginas que siguen, brillantemente expuestas por el autor del libro. Y en ellas hallará también algo que no podía faltar: la constante presencia en la vida de José María de su acendrada religiosidad. Faustino Menéndez pIdal de navasCués

SIGLAS AACdP

Archivo Asociación Católica de Propagandistas

AACE

Archivo Acción Católica Española

ACD

Archivo del Congreso de los Diputados

AFNFF

Archivo Fundación Nacional Francisco Franco

AGA

Archivo General de la Administración

AGCGA

Archivo General del Cuartel General de la Armada

AGM

Archivo General Militar

APG

Archivo de la Presidencia del Gobierno

APJON

Archivo Personal de Javier Otero de Navascués

RACEFN

Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales

RSEFQ

Real Sociedad Española de Física y Química

INTRODUCCIóN La vida académica de un historiador proporciona sorpresas, a veces cuando uno menos se lo espera. El que esto escribe seguía la vida casi monacal de un profesor de Historia del Derecho y no esperaba cruzarse en el camino de las ciencias empíricas; sin embargo, estas páginas reflejan ese cruce de senderos. El itinerario investigador que venía recorriendo en los últimos años era el de la historia de las instituciones de la Marina española, de nuestra Armada, y en ese camino me encontré hace cuatro años, accidental pero afortunadamente, con el almirante don José María Otero Navascués. En ese sentido, estudiar y exponer la realidad de la obra de Otero, que a su condición de marino unía la de ser uno de los más insignes científicos españoles de la segunda mitad del siglo xx, ha sido el objeto del presente libro que el lector tiene entre sus manos. El método utilizado para su exposición ha sido biográfico-institucional, pues se ha partido de la máxima de que no son las instituciones las protagonistas de la Historia, sino que son las personas que encarnan dichas instituciones las que imponen su impronta personal en las mismas y, en consecuencia, dan lugar a sus realizaciones materiales. En consecuencia, no se trata sólo de una biografía, pues el objetivo principal de esta obra nunca fue en exclusiva la recuperación de la vida de Otero. Este ha sido el núcleo original de las investigaciones realizadas, pero también se ha tratado de analizar cómo su pensamiento, ideales y sus férreos y peculiares puntos de vista, se proyectaron en una serie de organismos, instituciones, actividades y descubrimientos científicos que marcaron un antes y un después en el desarrollo de la ciencia española. Su decidida vocación militar, continuando así la tradición familiar, le llevó a cursar sus estudios en la Academia de Artillería de la Armada de San Fernando (Cádiz). Esto le permitió adquirir unos primeros y sólidos conocimientos científicos en el campo de la metalurgia y de ahí su decisión de enfocar su carrera como marino hacia la investigación. Ocupaciones ambas en ningún momento incompatibles. Muy al contrario, la historia de la ciencia española guarda en su memoria a eminentes marinos como Jorge Juan, Antonio de Ulloa, Alejandro Malaspina o Cosme Damián Churruca.

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CARLOS PÉREZ FERNáNDEZ-TURÉGANO

Tras una larga estancia de investigación en Suiza y Alemania, Otero vuelve con un objetivo definido: la construcción de un gran centro de investigación en óptica, materia en la que se había especializado. Tras la Guerra Civil, ese deseo suyo se hizo realidad en el Instituto de óptica Daza de Valdés, del que fue director durante veinte años. A Otero y a su colega Armando Durán, con la colaboración de todos los miembros del instituto, puede atribuirse el descubrimiento del fenómeno de la miopía nocturna, que tanta repercusión tuvo en todo el mundo, especialmente en el ámbito militar. Compaginó Otero sus trabajos en el Daza de Valdés con sus responsabilidades en el campo de la energía nuclear. Fue director de la Junta de Investigaciones Atómicas y, posteriormente, de la Junta de Energía Nuclear. Este último organismo se convirtió por entonces en el canalizador del desarrollo nuclear español en las décadas de los años sesenta a ochenta del siglo xx. No sin razón se considera hoy a Otero Navascués el «padre» de la energía nuclear en España, pues su inquebrantable determinación fue crucial en la incorporación de nuestro país al grupo de naciones interesadas en el desarrollo de este tipo de energía con fines pacíficos. Otro de los campos en los que Otero destacó sobremanera fue el de la metrología. Siguiendo la estela del general Ibañez de Ibero, primer presidente del Comité Internacional de Pesas y Medidas, Otero hizo resurgir el interés por los estudios de metrología en España una vez concluida la Guerra Civil. A pesar de las dificultades de la época, pues no encontró apoyo alguno para la construcción del centro metrofísico por él ideado, Otero abrió las puertas de la metrología internacional a los pocos científicos españoles que se dedicaban a la misma. No en vano llegó también a ocupar la presidencia del Comité Internacional de Pesas y Medidas, en cuyos distintos Comités Consultivos dio entrada a varios españoles. Hoy todavía se recuerda a Otero entre los metrólogos españoles con sentido cariño. La labor de Otero al frente de la Real Sociedad Española de Física y Química y de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica adscrita al I Plan de Desarrollo es también objeto de estudio. Asimismo, se expone el trabajo realizado por Otero como procurador en Cortes durante dos legislaturas completas. Actividad esta, la política, que nunca le llenó completamente desde ningún punto de vista. El último capítulo del libro está dedicado a la faceta más característica de Otero desde una perspectiva exclusivamente personal: su condición de católico. Hombre de profundas convicciones religiosas, no escatimó esfuerzos en participar, bien desde la base bien desde la dirección, en varios movimientos católicos de apostolado nacionales e internacionales: Acción Católica Española, Pax Romana, la Federación Internacional de Hombres Católicos y la Asociación Católica de Propagandistas. El estudio de la figura de José María Otero Navascués ha constituido un trabajo de investigación verdaderamente complicado, pero a la vez apasionante y original. Esa amplitud de campos científicos en los que sirvió Otero es el motivo de la complejidad del trabajo, que ha servido sin embargo de estímulo para su elaboración de manera más que absorbente. Por otro lado, su originalidad se encuentra en el hecho de la casi total inexistencia de trabajos que abarquen en su conjunto la vida y obra del personaje. En este sentido, Juan Ramón de Andrés Martín publicó en 2005 el único trabajo conocido hasta la fecha con una finalidad comprensiva de la figura de Otero: José María

JOSÉ MARÍA OTERO NAVASCUÉS. CIENCIA Y ARMADA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XX

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Otero de Navascués Enríquez de la Sota, Marqués de Hermosilla. La baza nuclear y científica del mundo hispánico durante la Guerra Fría, México, 2005. Este libro ha sido de una enorme utilidad como punto de partida para un desarrollo más completo tanto de la biografía propiamente dicha como del trabajo del personaje. Años antes, coincidiendo con el fallecimiento de Otero, dos obras conjuntas se editaron en recuerdo a este ilustre marino y científico. Así, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales publicó en 1983 el libro Homenaje a Excmo. Sr. D. José M.ª Otero de Navascués, en el que se recogieron los testimonios de sus más íntimos amigos y colaboradores: Durán Miranda, Lora-Tamayo, Orte Lledó, Sánchez del Río, etc. Por su parte, la revista Óptica Pura y Aplicada dedicó su volumen 17, correspondiente a 1984, a homenajear a Otero: en este número escribieron Bru, Jiménez-Landi, Villena, Plaza Montero o los extranjeros Françon y Marechal. En los últimos años también se han publicado diversos trabajos en los que aparece Otero en conexión con alguna de sus múltiples facetas, fundamentalmente del ámbito científico. Es el caso de la obra de Rafael Caro y otros sobre Historia nuclear de España, Madrid, 1995; también se hace relación a la obra de Otero en el campo de la energía nuclear en el libro de Ana Romero de Pablos y José Manuel Sánchez Ron titulado Energía nuclear en España. De la JEN al CIEMAT, Madrid, 2001. Por su parte, Carlos Enrique Granados, en Introducción a la Historia de la Metrología, Madrid, 2007, y Emilio Prieto, en Breve historia de la Metrología, también dedican unas líneas a Otero Navascués y el impulso que dio a esta rama científica en España. Por último, múltiples referencias a su actividad en óptica, con especial referencia al descubrimiento de la miopía nocturna, encontramos en el citado número de Óptica Pura y Aplicada, Madrid, 1984, así como en los Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química.

agradeCIMIentos Quiero dedicar estas líneas a expresar mi más sincera gratitud a todas las personas e instituciones que han hecho posible que este trabajo pudiera ver la luz. Al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en la persona de don Miguel ángel Puig-Samper, su director de Publicaciones, quien desde el primer momento acogió la obra con enorme interés y cariño. Igualmente quiero agradecer a la Asociación de Hidalgos de España su colaboración material para la publicación, en especial en estos momentos de grandes dificultades económicas para todos. Asimismo, deseo reconocer el apoyo prestado por doña Susana Marcos Celestino, directora del Instituto de óptica Daza de Valdés, y por don Antonio Corróns Rodríguez, del Comité Español de Iluminación. Por supuesto, a toda la familia Otero Navascués, en especial a don Javier Otero de Navascués Domínguez, hijo del biografiado, quien abrió de par en par el archivo documental y fotográfico familiar. Sin su generosidad esta obra nunca hubiera podido ser completada. Del mismo modo, quiero dar las gracias a don Faustino Menéndez Pidal de Navascués, vicedirector de la Real Academia de la Historia, por su entrañable y sentido prólogo.

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CARLOS PÉREZ FERNáNDEZ-TURÉGANO

También quisiera agradecer los consejos de mi maestro, don Juan Carlos Domínguez Nafría, rector de la Universidad CEU San Pablo, quien me orientó de la manera más acertada para afrontar con solvencia la ingente tarea que suponía la elaboración de este libro. Gratitud que hago extensiva a mi mujer y a mis hijas, por su comprensión y paciencia durante los años de investigación y posterior redacción de esta obra. A mis compañeros de la Facultad de Derecho por su aliento, y a todos cuantos de una u otra forma, y sin ser citados expresamente en estas líneas, me han animado y apoyado todo este tiempo.

Capítulo I APUNTES BIOGRáFICOS naCIMIento. lInaje de los navasCués y el Marquesado de HerMosIlla José María Otero de Navascués Enríquez de la Sota nació en Madrid el 16 de marzo de 1907 en la casa familiar, sita en la calle Ruiz de Alarcón n.º 3.1 Sus padres, María del Pilar de Navascués de la Sota, natural de Zaragoza, y Santiago Otero Enríquez, natural de León, contrajeron matrimonio en la capital aragonesa el 25 de julio de 1903.2 José María fue el tercero de cuatro hermanos: Julio, nacido en 1904; María del Pilar, en 1906, y que murió niña, y Delia, la menor, en 1913.3 El linaje de los Navascués tiene su origen en la villa navarra que le da nombre: Navascués.4 Las primeras noticias documentadas de la familia Navascués son del siglo xIII: «Sancho de Navascués y su hijo Domingo, aparecen en 1244 como Alcaides de la fortaleza del Rey. Don García de Navascués era Capellán del Monarca en 1411; Martín Ochoa de Navascués, Alcalde del Castillo de Burgui en 1412, y Pedro Sánchez de Navascués, Jurado de Estella en 1415 y Limosnero del Rey en 1436. Martín de Navascués fue enviado por los beaumonteses a Zaragoza, con otros comiQuizás premonitoriamente, justo enfrente de su domicilio está hoy situado el Cuartel General de la Armada, Arma a la que él perteneció desde los quince años hasta el día su fallecimiento. 2 Su madre, nacida el 8 de mayo de 1877, fue apadrinada por Antonio Cánovas del Castillo (andrés Martín, J. R. de, José María Otero de Navascués Enríquez de la Sota, Marqués de Hermosilla. La baza nuclear y científica del mundo hispánico durante la Guerra Fría, México, 2005, pág. 11). 3 Julio fallecería en 1959, María del Pilar al poco tiempo de nacer y Delia en 1969. 4 Esta villa recibió fuero del rey Sancho el Sabio en 1185. Los privilegios en él contenidos fueron confirmados posteriormente por Carlos II en 1374 y por Carlos III en 1417. Este último concedió también a sus vecinos la condición de hijosdalgos francos y libres (garCía CarraFFa, A. y A., Enciclopedia Heráldica y Genealógica Hispano-Americana, Madrid, 1948, t. 61, pág. 190). Toda la información relativa a la Casa de Navascués recogida por los hermanos García Carraffa ha sido tomada literalmente del libro escrito por el padre de José María Otero Navascués, Santiago Otero Enríquez, que lleva por título Genealogía de la Casa de Navascués, editado en Madrid en 1917, Sucesores de Rivadeneyra. 1

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CARLOS PÉREZ FERNáNDEZ-TURÉGANO

sionados, para tratar de arreglar las diferencias entre el Rey don Juan II de Aragón y su hijo el Príncipe de Viana».5 Familia, por tanto, de noble y antiguo linaje,6 se escindió en tres ramas, todas ellas situadas en la villa de Cintruénigo (Navarra). Fue Gracián de Navascués quien, habiendo nacido en Navascués, se trasladó a vivir a Cintruénigo, inaugurando así la hasta ahora ininterrumpida vinculación de la familia con esta localidad: «… fue con su esposa el fundador de la familia Navascués, en Cintruénigo, que desde aquellos antiguos tiempos gozó en esa villa de todas las franquezas e inmunidades de que disfrutaban los hijosdalgos notorios, insaculados constantemente en la bolsa de Regidores y Alcaldes, cargos que desempeñaron muchas veces los Navascués en Cintruénigo …».7 En efecto, Pedro de Navascués y Petrón, hijo del anterior, fue regidor y síndico de esta villa, donde había nacido en 1494. Los mismos empleos ocupó su hijo Pedro de Navascués y Sierra (Cintruénigo, 1520), añadiendo a ellos el de Justicia Perpetuo de ella por merced hecha por el rey Carlos V. De su matrimonio con María Virto de Vera, celebrado en 1546, nació once años después Marcelo de Navascués y Virto de Vera. Este no ocupó, sin embargo, empleo público alguno, aunque al parecer fue «médico notable» de la villa.8 Marcelo contrajo matrimonio en 1591 con Jerónima, también de la familia Virto de Vera. El sucesor en la titularidad de la casa Navascués fue su hijo Claudio, nacido en ágreda el 22 de junio de 1606. Este reanudaría la tradición familiar «rota» por su padre, pues llegó a ser alcalde y regidor de Cintruénigo. Casó en 1628 con Melchora Ochoa de Orobio, sucediéndole su hijo Juan José Francisco (Cintruénigo, 6 de enero de 1631). Con él continuaba la vinculación de los Navascués al Ejército, pues fue capitán de Infantería española. Su hijo Juan Bautista de Navascués y Beaumont (Cintruénigo, 1659), y su nieto, Juan Francisco de Navascués y Orobio (Cintruénigo, 1681), también alcanzaron el grado de capitán, pero en ambos casos de los Tercios de Navarra.9 En los siglos xvIII y xIx, sin embargo, la familia Navascués se inclinó más hacia el mundo del derecho y la política. Así, José Antonio de Navascués y Alfonso (Cintruénigo, 1702) fue alcalde de su villa natal y también diputado del Reino de Navarra. Su hijo, Joaquín José de Navascués y Navascués (Cintruénigo, 1731), fue doctor en Leyes, académico de Santa María de Regla, en Alcalá, catedrático de Sexto y juez de la Santa Cruzada, alcalde de la Corte Mayor de Navarra y regente de la Audiencia de Barcelona. Su hijo Tomás Manuel fue paje de Carlos IV, y el hijo de este último y de Ramona Aysa Ferrández, Nicasio Benito (Cintruénigo, 1827), fue doctor en Derecho, alcalde de La Habana y teniente fiscal de su Audiencia, y diputado a Cortes por Borja.10 garCía CarraFFa, Enciclopedia Heráldica y Genealógica, pág. 190. Las armas «… que la familia Navascués usó desde tiempo inmemorial, las que aparecen en las fachadas de sus casas y las que constan en sus ejecutorias» son las siguientes: «Escudo cuartelado: 1.º, de azur, con una cruz llana de oro; 2.º, de gules, con dos castillos de oro aclarados de azur, mazonados de sable y puestos uno sobre otro; 3.º, de azur, con cinco muelas, o piedras de molino, de oro, puestas en sotuer, y 4.º, de plata, con tres calderas de sable puestas en triángulo» (Ibídem, págs. 204-205). Todavía hoy puede observarse este escudo en la villa de Cintruénigo. 7 Ibídem, pág. 191. 8 Ibídem, págs. 190-200. 9 Ibídem, págs. 197-198. 10 Ibídem, págs. 199-200. 5

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JOSÉ MARÍA OTERO NAVASCUÉS. CIENCIA Y ARMADA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XX

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Santiago Otero Velázquez-Gaztelu, bisabuelo de José María.

Nicasio Benito contrajo matrimonio con Cayetana de la Sota y Fernández de Navarrete, «descendiente de noble familia de la montaña de Santander». Tuvieron un total de siete hijos; la tercera, María del Pilar de Navascués de la Sota (Zaragoza, 8 de mayo de 1877), se casó en 1903, como ya queda dicho, con Santiago Otero Enríquez. Ambos fueron, por tanto, los padres de nuestro personaje, José María Otero de Navascués Enríquez de la Sota.11 La nobleza heredada por José María Otero por línea materna también le venía dada por parte de la familia de su padre. Este ostentaba el marquesado de Hermosilla, cuyo origen se remonta al reinado de Felipe V. El 28 de agosto de 1711 le fue concedido dicho marquesado a Diego Antonio de Noriega y Castejón,12 en su caso exento del pago de media annata,13 y lanzas.14 Natural de Madrid, fue regidor perpetuo de Ibídem, pág. 200. «HerMosIlla, (Marqués de). Concedido en 28 de agosto de 1711 a don Diego Antonio de Noriega y Castejón caballero de Santiago» (atIenza, J. de, Diccionario Nobiliario Español. Diccionario Heráldico de Apellidos Españoles y de Títulos Nobiliarios, Madrid, 1948, pág. 1499). 13 «Título de Marques de Ermosilla a D. Diego Joseph de Noriega y Albarado. 8 de octubre de 1732. Por quanto en consideración de los agradables meritos y servicios de D. Diego Antonio de Noriega ejecutados como Capitular de Madrid en todo lo que sea ofrecido de mi servicio por decreto señalado de mi real mano de veinte y ocho de Agosto del año pasado de mil setecientos y onze le hize merced de titulo de Conde Marques en Castilla para su persona y casa, y después por otro decreto señalado tambien por mi real mano de treinta del siguiente mes de septiembre vine en libertarle de la satisfazion de su media anata por su persona, y de las lanzas por los dias de su vida …» (AHN, Consejos, leg. 8977, año 1732, exp. 759). 14 Asiento de decreto de gracia a favor de D. Diego Antonio de Noriega, concediéndole el marquesado de Hermosilla: «D. Diego Antonio de Noriega, Tit. de Castilla, para su persona y casa; y otro libert.. de Lanzas …» (AHN, Consejos, libro 2753, año 1711, núm. 55, fol. 55). 11 12

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esta villa y caballero de la Orden de Santiago.15 Tras su fallecimiento, producido el 20 de marzo de 1726, le sucedió en el marquesado su hijo Diego José de Noriega y Albarado por real despacho de 8 de octubre de 1732.16 Caballero como su padre de la Orden de Santiago,17 era en aquellos momentos teniente coronel de Caballería y anteriormente capitán de Carabineros en Barcelona. Santiago Otero Velázquez-Gaztelu, bisabuelo de José María, siguió al igual que todos sus antepasados la carrera de las armas. Nacido en Orán el 14 de marzo de 1790, sobrevivió milagrosamente al terremoto del mismo año en el que fallecieron su madre y tres de sus hermanos. Comenzó en 1802 la carrera militar como cadete del Regimiento fijo de Ceuta, llegando muchos años después a mariscal de campo. Participó en la Guerra de la Independencia, destacando por su valor en batalla.18 Santiago fue también capitán general de Aragón, fiscal y ministro del Tribunal Supremo, consejero de Estado y senador vitalicio.19 Estaba en posesión de las Grandes Cruces de San Fernando, San Hermenegildo e Isabel la Católica. Falleció el 26 de junio de 1868.20 Julio Otero López-Páez, hijo de Santiago y abuelo de José María, fue el único que «rompió» la tradición militar de la familia. Ingeniero de carrera, fue presidente de El expediente para la obtención del hábito de Santiago se inició en 1686 con la correspondiente «Información de las calidades de Don Diego Antonio de Noriega y Castejón, natural de Madrid, pretendiente del abito de la orden de Santiago». Dicha información resultó positiva (AHN, órdenes Militares, Santiago, exp. 5757). 16 «Título de Marques de Ermosilla a D. Diego Joseph de Noriega y Albarado. 8 de octubre de 1732. … y ahora […] el Theniente Coronel de Caballería D. Diego Jph de Noriega y Albarado Cavallero de la orden […] Capitan de caravineros que fuisteis del reximiento de Barzelona me a sido hecha relazion que haviendo fallezido el expresado D. Diego Anttonio de Noriega vuestro padre sin haver sacado el despacho correspondientte a esta merced, subcedisteis en ella, y en su casa y Maiorazgos, como su Hijo Primogenito de que se os dieron posesiones por las Justicias de las villas de Lianes y Hermosilla en virtud de requisitorias de veinte y dos de Maio de mil setezientos y veinte y seis expedidas a instancia vuestra por el Liz. D. Diego Bustillo y Pampley Theniente de mi Corregimiento de Madrid suplicandome que en su conformidad sea servido de daros a Vos el referido titulo con la nominazion de Marques de Hermosilla que tenia hecha el expresado vuestro padre como la misma merzed fuese, y Yo lo e tenido por bien, y es mi voluntad que en consequenzia de la zitada merzed que a el estaba conzedida, vos el mencionado D. Diego Jph de Noriega y Albarado, y los subcesores en vuestra Casa cada uno en su tpo perpetuamente para siempre jamas os podais llamar e intitular, llameis e intituleis y os ago e intitulo Marques de Hermosilla; y por esta mi carta encargo al Serenísmo Principe Don Fernando mi muy Charo y muy amado hijo, y mando a los Ynfantes, Prelados, Duqes, Marqueses, Condes, ricosHombres, Priores de las Ordenes, comendadores y subcomendadores, Alcaldes de los Castillos y Casas fuerttes, y […] y a los de mi Consejo, Presidentte y oydores de mis Audiencias, Alcaldes, Alguaciles de mi Casa, y Corte y Chancillerías, y a todos los Consejos, correxidores, assisttentes, Gobernadores, Alcaldes maiores, y ordinarios, Alguaciles Interinos y otros qualesquier mis Juezes, Justizias y personas de qualquier estado Condizyon preeminencia o dignidad que sean mis vasallos subditos y naturales asi a los que ahora son como a los que adelante fueren y a cada uno y qulaquiera de ellos que osaran y tengan llamen e Yntitulen asi a Vos el referido D. Diego Jph de Noriega y Albarado como a cada uno de vuestros subcesores en la dicha Casa, en que como va expresado haveis subcedido Marques de Hermosilla; … Dada en Sevilla a ocho de octubre de mil settezientos y treinta y dos. Yo el Rey. Yo D. Francisco de Castejon secretario del reynno.» (AHN, Consejos, leg. 8977, año 1732, exp. 759). 17 En esta orden ingresó el 16 de junio de 1706 (andrés Martín, José María Otero de Navascués, pág. 11). 18 Así lo recoge el conde de Clonard en su Historia orgánica de los Regimientos de Infantería y Caballería (otero enríquez, S., Noticias genealógicas de la familia Velázquez Gaztelu, Madrid, 1916, pág. 44). 19 El expediente personal como senador de Santiago Otero Velázquez-Gaztelu se encuentra escaneado en www.senado.es. 20 otero enríquez, Noticias genealógicas, pág. 45. 15

JOSÉ MARÍA OTERO NAVASCUÉS. CIENCIA Y ARMADA EN LA ESPAÑA DEL SIGLO XX

Julio Otero López-Páez, abuelo de José María, fue inspector general del Cuerpo de Ingenieros Agrónomos.

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María Navascués y Santiago Otero Enríquez, marqueses de Hermosilla, padres de José María.

la Junta Consultiva Agronómica, jubilándose como inspector general del Cuerpo de Ingenieros Agrónomos.21 Santiago Otero Enríquez, hijo del anterior y padre de José María, siguió asimismo la carrera militar, como se expondrá más adelante. Falleció el 11 de noviembre de 1945, heredando el marquesado de Hermosilla su hermano mayor, Julio: «Desde 1946, don Julio Otero y de Navascués, Enríquez y de la Sota, vIII Marqués, casado con doña Ana María Esteban y Arenal».22 Julio falleció sin hijos en 1959, sucediéndole en el título José María. El 3 de julio de 1961 una orden del ministro de Hacienda mandaba expedir a su favor, sin perjuicio de tercero de mejor derecho, carta de sucesión en el marquesado de Hermosilla: Excmo. Sr. Con arreglo a lo prevenido en el Real Decreto de 27 de mayo de 1912 Este Ministro, en nombre de Su Excelencia el Jefe del Estado y de acuerdo con el parecer de la Diputación de la Grandeza de España, Sección y Subsecretaría de este Departamento y Comisión Permanente del Consejo de Estado, ha tenido a bien disponer que, previo pago del impuesto especial correspondiente y demás derechos establecidos, se expida, sin perjuicio de tercero de mejor derecho, Carta de Sucesión en el título de Marqués de Hermosilla a favor de don José María Otero y Navascués, por fallecimiento de su hermano don Julio Otero y Navascués. Lo digo a V.E. para su 21 22

Ibídem. atIenza, Diccionario Nobiliario Español, pág. 1499.

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conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 3 de julio de 1961. ITURMENDI. Excmo. Sr. Ministro de Hacienda.23

Finalmente, el 2 de diciembre de 1961 se expidió a su favor carta de sucesión en el marquesado de Hermosilla, que conservaría hasta su fallecimiento.24

prIMeros estudIos en el ColegIo san MIguel José María Otero de Navascués estudió en el Colegio de 1.ª y 2.ª Enseñanza de San Miguel, situado en la calle Marqués de Valdeiglesias, n.º 4, anteriormente denominada calle de las Torres. Casi esquina con la calle Alcalá, estaba a unos minutos del domicilio familiar. Las excelentes notas obtenidas por José María durante sus años de colegio: «Fue buen estudiante pues su expediente está lleno de sobresalientes y matrículas de honor»,25 responden sin duda al ambiente culto que vivió en su juventud en su propia casa. Su padre tuvo mucho que ver con ello, pues de él se ha dicho que tenía «… una amplia cultura, era gran conversador y cultivaba la Historia».26 En efecto, fue Santiago Otero un amante de la genealogía, a la que dedicó sus investigaciones. Publicó varios libros y artículos sobre el tema, uno de ellos dedicado a los ascendientes de su mujer: «Genealogía de la Casa de Navascués», en 1917. Además del citado, cabe señalar las siguientes obras: Los ascendientes del general Ricardos, en 1913; La Nobleza en el Ejército: estudio histórico de legislación nobiliaria militar (1500-1865); y La sucesión en los títulos y grandezas: apuntes históricos y genealógicos sobre la forma de suceder tradicional en España, en las dignidades nobiliarias, s. f.27 Lector empedernido, José María se aficionó a «… la literatura nórdica, y singularmente a los poemas y dramas de Enrique Ibsen…».28 También desde muy joven, como se verá más adelante, tuvo mucha facilidad para el aprendizaje de los idiomas, lo cual le ayudó enormemente en su posterior vida profesional.

Orden de 3 de julio de 1961 por la que se manda expedir sin perjuicio de tercero de mejor derecho, Carta de Sucesión en el título de Marqués de Hermosilla a favor de don José María Otero y Navascués (BOE, del 10 de julio de 1961, núm. 163, pág. 10.305). 24 gonzález dorIa, F., Diccionario Heráldico y Nobiliario de los Reinos de España, Madrid, 1987, pág. 151. 25 andrés Martín, J. R. de, «Otero de Navascués Enríquez de la Sota, José María», voz en el Diccionario Biográfico Español (Real Academia de la Historia, en prensa). 26 vIllena, L., «José María Otero Navascués (1907-1983)», en Óptica Pura y Aplicada, Madrid, 1984, vol. 17, págs. 1-12, 1. 27 Publicó también varios artículos en la Revista de Historia y de Genealogía Española, de la que fue fundador y redactor-jefe: «Fernández de Béthencourt: su vida y sus obras», en abril de 1916; «Noticias genealógicas de la familia Velázquez Gaztelu (continuación)», en el número correspondiente a mayo del mismo año; y «Noticias genealógicas de la familia Velázquez Gaztelu (conclusión)», al mes siguiente, junio de 1916. 28 real soCIedad española de FísICa y quíMICa, Bodas de Oro de la Real Sociedad Española de Física y Química. 15-21 Abril 1953, Madrid, 1954, pág. 96. 23

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José M.ª Otero, el 21 de diciembre de 1922, con el uniforme de aspirante de Artillería de la Armada.

su ForMaCIón en la aCadeMIa de artIllería de la arMada (1922-1927) Transcurridos con gran aprovechamiento los años de estudio en el colegio, José María decidió seguir la tradición militar de su familia, ya comentada anteriormente. Tenía en casa, además, el ejemplo de su padre, que sirvió durante casi treinta y siete años en el Ejército, en el Arma de Infantería, desde que el 28 de agosto de 1894 ingresara como alumno de la Academia de Infantería de Toledo. Fue ascendiendo paulatinamente hasta que en junio de 1922 alcanzó la graduación de teniente coronel.29 Durantes estos años ocupó diferentes destinos: como ayudante del ministro en el Ministerio de la Guerra, en 1922; desde 1923 hasta 1926, ayudante de campo del general de división Pío Suárez Inclán, gobernador militar de la provincia y plaza de Madrid; o su último destino, a cargo de la Comandancia Militar de Villanueva de la Serena, hasta fin de junio de 1931. En total, treinta y seis años, diez meses y tres días.30 29 Hoja de Servicios de Santiago Otero Enríquez: «Arma de Infantería. 28 Agosto 1894. Alumno de Infantería. 21 Febrero 1896. Segundo Teniente de Infantería por promoción. 21 febrero 1898. Primer Teniente de Infantería por promoción. 12 Julio 1904. Capitán de Infantería por promoción. 27 Agosto 1914. Comandante de Infantería por promoción. 30 de Junio 1922. Teniente Coronel de Infantería por promoción» (Archivo General Militar de Segovia, en adelante AGM, Sección Personal, Cuartel General, Militares, leg. O-118). 30 Santiago Otero Enríquez recibió a lo largo de su carrera militar varias condecoraciones: en 1903, la Medalla de Alfonso XIII; la Medalla conmemorativa del Centenario de los «Sitios de Zaragoza», el 9 de enero de 1909; la Medalla de Plata conmemorativa de los «Sitios de Gerona», el 13 de mayo del mismo año; la Medalla conmemorativa de la batalla de Puente Sampayo. Las tres

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Con tales antecedentes familiares no era de extrañar que ya desde un primer momento tuviera muy clara José María su vocación militar. Con solo quince años de edad, en diciembre de 1922, ingresó José María en la Academia de Artillería de la Armada, con sede en San Fernando (Cádiz), para cursar los estudios de ingeniero de Artillería de la Armada (hoy ingeniero de Armas Navales). El origen de estos ingenieros: «Cuerpo técnico de la armada especializado en artillería, tiro naval y armas submarinas»,31 se remonta al 10 de octubre de 1770, cuando por real orden se creó este Cuerpo con el nombre de Ingenieros de Marina. La correspondiente ordenanza para el servicio del mismo fue aprobada el 13 de agosto de 1772.32 En el siglo xIx el Cuerpo de Ingenieros de Marina sufrió los vaivenes propios de la inestabilidad política del momento. En 1825 fue suprimido, sustituyéndose por el de Constructores e Hidráulicos. Tras varios intentos de restablecimiento, al fin se logró por real decreto de 9 de junio de 1848, que además fijó su escuela especial en La Carraca. Trasladado a El Ferrol este centro de formación, en 1885 se creó en San Fernando la Escuela de Ampliación para que todos los oficiales del Cuerpo General de la Armada adquirieran los conocimientos básicos para poder ejercer las especialidades de ingenieros hidrógrafos, artilleros y navales. Esto condujo al cierre de las academias de ingenieros y de Artillería.33 Finalmente, el Cuerpo de Ingenieros fue restablecido por real decreto de 31 de julio de 1910. Para ingresar en él, según preveía esta norma, se debía aprobar un examen previo que les posibilitara cursar cinco años de estudios.34 Suprimido el Cuerpo de nuevo en 1931 (sus plazas serían proveídas entre los ingenieros navales civiles), renació tras la Guerra Civil, cambiando varias veces de nombre en los años posteriores: Cuerpo Facultativo de Armas Navales, por ley de 6 de febrero de 1943, o Cuerpo de Ingenieros de Armas Navales en virtud de ley de 22 de diciembre de 1949. Precisamente en estas dos últimas leyes se preveía la integración de los miembros del antiguo Cuerpo de Artillería de la Armada en el Cuerpo de Ingenieros de Armas Navales, medida que lógicamente afectó a Otero. Al ingresar en la Academia, Otero pudo combinar a la perfección su interés por la ciencia y la investigación, que a tan corta edad ya se había despertado en su interior, con la carrera militar: «… elige una carrera militar, pero la más llena de matemáticas, de física y de tecnología».35 Para entrar tuvo que superar los exámenes establecidos al efecto, logrando el número 1 entre todos los presentados. Destacando sobre los demás, como siempre hizo desde entonces, comenzaba Otero esta nueva etapa de su vida. Le fue concedida, por tanto, plaza de Aspirante de Artillería de la Armada el 4 de diciembre de 1922.36 últimas, recordatorias de célebres batallas o acontecimientos bélicos de la Guerra de la Independencia. También le fueron concedidas en 1920 y 1930, respectivamente, la Cruz y la Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo y, en 1925, la Medalla del Homenaje (AGM, Sección Personal, Cuartel General, militares, leg. O-118). 31 Borreguero Beltrán, C., Diccionario de historia militar. Desde los reinos medievales hasta nuestros días, Barcelona, 2000, pág. 181. 32 VIgón, A. M.ª, Guía del Archivo Museo D. Álvaro de Bazán, Madrid, 1986, pág. 71. 33 Ibídem, págs. 72-73. 34 Ibídem, pág. 74. 35 vIllena, «José María Otero Navascués», pág. 1. 36 Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097 (Archivo General del Cuartel General de la Armada, en adelante AGCGA).

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Otero Navascués (abajo a la izquierda), primero de su promoción de Artillería Naval.

La Academia de Artillería de la Armada se encontraba en San Fernando (Cádiz), al igual que la de Infantería de Marina. Allí, los aspirantes al Cuerpo de Artillería pasaban cinco años de dura y exigente formación hasta obtener el despacho de tenientes. Otero los pasó haciendo aquello que bien sabía: estudiar, siempre con los mejores resultados entre todos sus compañeros de promoción. Superado el primer año en la Academia, por real orden de 11 de enero de 1924 obtuvo Otero la plaza de Alumno de Artillería de la Armada, expidiéndose su nombramiento el 31 de marzo pero con antigüedad a 1 de enero de 1924. 37 Además, como señala el propio nombramiento, se le concedía la plaza «… con la Nombramiento de Alumno de Artillería de la Armada para Don José María Otero Navascués, el 11 de enero de 1924: «El Ministro de Marina. El Almirante encargado del despacho. Don Ignacio Pintado y Gough. Por cuanto, en atención a las circunstancias que concurren en D. José M.ª Otero Navascués ha obtenido por Real orden de once de enero del año actual plaza de Alumno de Artillería de la Armada con la equiparación de Guardia Marina que le concede el Reglamento vigente del Cuerpo en sus artículos 132 y 133. Por tanto, le expido este Nombramiento, en virtud del cual se reconocerá al referido D. José M.ª Otero Navascués por tal Alumno de Artillería de la Armada con antigüedad de 1.º de enero del año actual con la expresada equiparación, y se le guardarán las exenciones que le pertenecen; de cuyo nombramiento, firmado de mi mano, se tomará razón y anotará lo conveniente en la Intervención de la Ordenación general de Pagos de Marina, a fin de que se le abone el sueldo que por Reglamento le corresponde. Dado en Madrid a treinta y uno de marzo de mil novecientos veinticuatro» (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097; también en el Archivo Personal de Javier Otero de Navascués, en adelante APJON). 37

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equiparación de Guardia Marina que le concede el reglamento vigente del Cuerpo en sus artículos 132 y 133». En 1924 siguió Otero con gran aprovechamiento y excelentes resultados sus estudios en la Academia de San Fernando. Concluido ese segundo año, el 12 de enero de 1925 recibía Otero el nombramiento de brigadier, expedido por el coronel-director de la Academia: «El Director de la Academia de Artillería de la Armada. Haciendo uso de las facultades que me concede el art. 153 del reglamento vigente en esta Academia vengo en nombrar Brigadier al alumno de 2.º año D. José María Otero Navascués el cual gozará de todas las atribuciones y derechos que le concede dicho Reglamento. San Fernando a 12 de enero de 1925. El Coronel-Director».38 1925 fue un año importante para José María Otero. No solamente continuó como número uno en la Academia, como señalaba su madre en su diario: «Continua el 1 en todo»,39 sino que también supuso la participación de Otero, a bordo del acorazado Alfonso XIII, en los bombardeos previos al desembarco de Alhucemas. Esta operación se enmarcaba en el plan diseñado por Primo de Rivera y los franceses para acabar de una vez con todas con la resistencia de Abd-el-Krim, en definitiva, con una guerra que se estaba alargando más de lo previsto en un principio. Preparado el desembarco para septiembre de 1925, durante el mes de agosto se realizaron los preparativos para el ataque, que por vía aérea, terrestre y naval, se iba a realizar unos días después. A bordo del citado acorazado navegó Otero durante todo el mes de agosto por las costas del norte de áfrica. Y los días 22 y 23 de este mes «asistió a las bombardeos que en la bahía de Alhucemas verificó el acorazado Alfonso XIII…».40 Concretamente, fue asignado «… a la Torre 1.ª y Cofa de Proa, desempeñando su cometido a satisfacción».41 Meses después su madre expresaba en su diario su lógica preocupación por el episodio vivido por su hijo y daba gracias a Dios por no haber sufrido aquel daño alguno: «1925 Diciembre […] Ha estado en tres combates del Alfonso xIII en el mes de agosto saliendo ileso gracias a Dios […] Dios le bendiga y le de suerte para la otra vida y para esta».42 Aunque el desembarco en Alhucemas no significó el final definitivo de la Guerra de áfrica, que se mantuvo hasta 1927, sí que fue el principio del fin de la misma. El éxito alcanzado en la operación provocó que se concedieran a los participantes en la misma diversas condecoraciones y premios. Otero recibió, con fecha de 1 de diciembre de 1925, la Medalla del Homenaje: 38 Nombramiento de José María Otero de Navascués como Brigadier, de 12 de enero de 1925 (APJON). 39 Javier Otero de Navascués, hijo de José María, conserva en su archivo personal una agendadiario donde la madre de este, María del Pilar de Navascués, anotó todos los gastos que conllevó la estancia de su hijo en la Academia de Artillería de la Armada: gastos personales, viajes, ropa, peluquería, etc., hasta el más mínimo gasto está recogido en esta agenda. Pero quizás el valor de esta agenda resida en alguna de las anotaciones personales que hizo la madre con ocasión de acontecimientos especiales en la vida de su hijo. 40 Extracto de las navegaciones a Ultramar, mares en que navegó y combates y acciones de guerra en que se halló, con especial referencia a su participación en los bombardeos de Alhucemas en 1925 (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 41 Ibídem. 42 Agenda-diario de María del Pilar de Navascués, diciembre de 1925 (APJON).

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El Presidente del Directorio Militar. Por cuanto, en la observancia a lo establecido en el Real Decreto de diez y siete de Mayo de mil novecientos veinticinco declarando condecoración oficial la Medalla del Homenaje y atendiendo á las circunstancias que concurren en Don José M.ª Otero Navascués S.M. se ha servido otorgarle dicha Medalla. Por tanto, y con arreglo al artículo cuarto de dicho Real Decreto, expido el presente justificante del derecho a usar la referida Medalla. Dado en Madrid, a 1 de Diciembre de 1925. Miguel Primo de Rivera.43

Tras aprobar el tercer curso en la Academia, por real resolución de 4 de enero de 1926 se otorgó a Otero el nombramiento de Alférez-Alumno de Artillería de la Armada con antigüedad del 15 de diciembre anterior. Se expidió el nombramiento el 17 de abril de 1926.44 El cuarto y penúltimo curso en la Academia de Artillería lo realizó Otero con el mismo éxito de los tres anteriores. En junio de 1926, aprovechando un permiso, volvió unos días a casa de sus padres. Su madre daba cuenta del contento de sus progenitores por sus logros académicos, pues de nuevo había logrado las mejores notas: «El 7 [de junio] llegó José María siempre con su número 1 alcanzando la nota mejor de la academia […] estamos encantados de servirle y satisfechos».45 No obstante, el fuerte ritmo de clases, estudios, prácticas, etc., de la Academia, y el interés que en ello ponía Otero, se dejó notar en su físico, pues según su madre estaba «… muy delgaducho». La última parte de ese curso del año 1926 se hizo aún más dura para Otero, que pasó tres meses en la enfermería de la Academia. Como consecuencia de ello y de las vacaciones de Navidad, recibió Otero permiso para trasladarse a Madrid junto a su familia desde el 12 de diciembre hasta finales de enero de 1927. Fueron unas Navidades de merecido descanso para José María. Toda la familia disfrutó unida hasta que tanto José María como su hermano mayor Julio se reintegraron a sus respectivas obligaciones: «… han pasado las vacaciones muy bien los dos hermanos, y Julito se nos fue el 9; que pena estar separados de estos queridísimos hijos que no se pueden portar mejor…».46 Certificado para usar la Medalla Homenaje a favor de Don José M.ª Otero Navascués (APJON). 44 Nombramiento de Alférez-Alumno de Artillería de la Armada para Don José María Otero Navascués, el 17 de abril de 1926: «Don ALFONSO XIII Por la Gracia de Dios y la Constitución Rey de España. Concurriendo en el alumno de la Academia de Artillería de la Armada D. Jose M.ª Otero Navascues los requisitos convenientes para servir el empleo de Alferez-alumno y atendiendo a lo bien que ha servido, y a que continuará con el mismo celo, he tenido a bien nombrarle por Mi resolución de cuatro de enero del año actual, Alferez-alumno de Artilleria de la Armada, con antigüedad del dia quince de Diciembre de mil novecientos veinticinco, para que como tal ejerza este empleo con todas las preeminencias y exenciones que se previenen en las Ordenanzas de Marina. Por tanto, mando a los Oficiales generales y particulares de todos los Cuerpos de la Armada, a los de todas las Armas e Institutos del Ejército, Intendentes, Ministros, Autoridades y demás funcionarios de otros ramos, reconozcan al referido Don Jose M.ª Otero Navascues, por tal Alferez-alumno de Artillería de la Armada, y sus subalternos y demás individuos que corresponda, cumplan y ejecuten las órdenes del servicio que les diere, y él obedecerá las de sus superiores, conforme previenen las Ordenanzas, y que presentado que sea este «Nombramiento», firmado por Mi, y refrendado por el Ministro de Marina, con el «Cúmplase» del Capitán General de la Armada, al Intendente general, disponga se tome razón en la Intervención Central y anote lo conveniente para el goce de sueldo según Reglamento. Dado en Palacio a 17 de Abril de 1926. Yo el Rey» (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097; también en el APJON). 45 Agenda-diario de María del Pilar de Navascués, junio de 1926 (APJON). 46 Ibídem, diciembre de 1926 (APJON). 43

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En enero de 1927 inició Otero el último curso en San Fernando, que incluía un viaje de prácticas en el mes de mayo por diversas localidades. Estuvo en Granada, Valencia, Zaragoza, Madrid (donde pasó unas horas con sus padres), Bilbao, Reinosa, Oviedo, Covadonga y de nuevo Madrid. Precisamente en el viaje de Bilbao a Reinosa sufrió Otero un grave accidente de circulación tras volcar el vehículo que le transportaba; afortunadamente, solo sufrió pequeños rasguños en una mano. Así recogió su madre lo sucedido: «De Bilbao a Reinosa ha tenido un vuelco de auto tremendo vive de milagro gracias a Dios no le ha pasado nada, una pequeña herida en la mano. Bendito sea Dios una y mil veces y mi Virgen del Pilar».47 Tras este incidente, volvió Otero a San Fernando hasta el mes de julio, cuando regresó a la casa familiar para el verano, manteniendo el número 1 en la Academia: «Llegó el jueves habiendo terminado su cursillo admirablemente continua el 1…».48 El último trimestre en la Academia de Artillería de la Armada fue igual de fructífero para José María Otero. Si cinco años antes logró, como se señaló anteriormente, el número 1 en los exámenes de ingreso, en diciembre de 1927 terminó de la misma forma: con el número uno de su promoción. La alegría y gozo de sus padres eran manifiestos: «Llegó José María el 14 [de diciembre] habiendo concluido su carrera brillantemente con la nota máxima y propuesto para la cruz del merito naval. Estamos encantados».49 No era para menos la satisfacción de los padres. Cinco años separados de su hijo habían valido la pena. El espíritu de sacrificio y estudio inculcado por su padre en José María había dado sus frutos. Como ha señalado Orte Lledó, la elección que Otero había realizado cinco años antes había sido la correcta para un joven que quería seguir la carrera militar a la vez que dar rienda suelta a sus grandes inquietudes científicas: La Armada y el Ejército, con sus Cuerpos Facultativos de Ingenieros y Artillería, en los que con las necesidades que imponen las técnicas de aplicación militar se introducen los fundamentos científicos de cada época, han ejercido tradicionalmente una poderosa atracción y son un cauce de satisfacción y promoción de los jóvenes con vocación militar. Otero sabía que había elegido bien y ya comenzaba a destacar.50

Abandonó Otero la Academia de Artillería de San Fernando con la recompensa de sus excelentes notas, siendo número 1 de su promoción, con el grado de teniente de Artillería de la Armada, que le fue otorgado por resolución de 16 de enero de 1928 con antigüedad de 14 de diciembre del año anterior,51 y con la Cruz de 1.ª Clase del Mérito Ibídem, mayo de 1927 (APJON). Ibídem, julio de 1927 (APJON). 49 Ibídem, diciembre de 1927 (APJON). 50 Orte lledó, A., «José M.ª Otero en la Armada y en Metrología internacional», en Homenaje al Excmo. Sr. D. José M.ª Otero de Navascués, Madrid, 1983, Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Madrid, 1983, págs. 9-15, 9. 51 Nombramiento de Teniente de Artillería de la Armada para Don José María Otero Navascués, de 15 de marzo de 1928: «DON ALFONSO XIII. Por la gracia de Dios y la Constitución Rey de España. Concurriendo en el Alférez-Alumno de Artillería de la Armada Don José M.ª Otero Navascués los requisitos convenientes para servir el empleo de Teniente de Artillería de la Armada y atendiendo a lo bien que ha servido, y a que lo continuará con el mismo celo, he tenido a bien nombrarle por mi Resolución, de diez y seis de Enero del año actual, Teniente de Artillería de la Armada, con la antigüedad del día catorce de Diciembre de mil novecientos veintisiete para que como 47 48

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Naval con distintivo blanco, que le fue concedida el 12 de junio de 1928 a propuesta de la Junta de Profesores de la Academia.52 El escrito redactado por esta Junta resume en pocas palabras el paso de Otero por San Fernando: Aparte de la expresada propuesta, considera la citada Junta, por unanimidad, que el referido Oficial, por su ejemplar conducta escolar, sosteniendo constantemente con su aplicación e inteligencia, el primer puesto de su promoción en todos los cursos, conducta que se puso de relieve, de forma especial, al redactar el Proyecto de fin de carrera…53

Efectivamente, presentó Otero, junto con Casimiro Jáudenes Junco, compañero de la Academia, un proyecto fin de carrera sobre «… una instalación siderúrgica para utilizar la hematites deldevónica leonesa-asturiana a la vez que los carbones de esa zona».54 Por este trabajo y la meritoria labor que había supuesto su elaboración fueron ambos felicitados, también a propuesta de la citada Junta de Profesores de la Academia de Artillería de la Armada.55

destInos InICIales en la arMada (1928-1936) José María Otero Navascués fue destinado, concluido su ciclo formativo en la Academia, a la Inspección de Reinosa, donde efectuaría las prácticas reglamentarias. Allí permaneció tres meses, período que aprovechó para iniciarse en el estudio de los tal ejerza este empleo con todas las preeminencias y exenciones que se previenen en las Ordenanzas de Marina. Por tanto, mando a los Oficiales generales y particulares de todos los Cuerpos de la Armada, a los de todas las Armas e Institutos del Ejército, Intendentes, Ministros, Autoridades y demás funcionarios de otros ramos, reconozcan al referido Don José M.ª Otero Navascués, por tal Teniente de Artillería de la Armada y sus subalternos y demás individuos que corresponda, cumplan y ejecuten las órdenes del servicio que les diere, y él obedecerá las de sus superiores, conforme previenen las Ordenanzas, y que presentado que sea este Nombramiento, firmado por Mi, y refrendado por el Ministro de Marina, con el Cúmplase del Capitán General de la Armada, al Intendente general, disponga se tome razón en la Intervención Central y anote lo conveniente para el goce del sueldo según Reglamento. Dado en Palacio a quince de marzo de mil novecientos veintiocho» (APJON). 52 Cédula de Caballero Cruz de 1.ª Clase de la Orden del Mérito Naval, para Don José María Otero Navascués, teniente de Artillería de la Armada, en 12 de junio de 1928: «DON ALFONSO XIII. Por la Gracia de Dios y la Constitución, Rey de España. Por cuanto, en atención a lo prevenido en el Reglamento de la Orden del Mérito Naval, atendiendo al contraído por vos Don José María Otero Navascués, Teniente de Artillería de la Armada, como comprendido en el artículo 162 del Reglamento de la Academia de dicha Arma, por Mi resolución de 12 de junio del año actual, He venido en concederos la Cruz de 1.ª Clase de la Orden del Mérito Naval con el uso de distintivo blanco, señalado en el art. 2.º del mencionado reglamento para la recompensa de servicios especiales, POR TANTO, mando a los Oficiales Generales y particulares de todos los Cuerpos de la Armada, a los de todas las Armas e Institutos del Ejército, Intendentes, Ministros, Autoridades y funcionarios de otros ramos, reconozcan y tengan por tal Caballero Cruz de 1.ª clase de dicha Orden del Merito Naval, guardándoos todas las distinciones que os correspondan, y asimismo mando que el Capitán General o Jefe superior a cuyas órdenes os halléis sirviendo os ponga la expresada condecoración del Mérito Naval mediante la presente Cédula, firmada por Mi y refrendada por el Ministro de Marina, de que tomará razón y anotará lo conveniente en la Intendencia General e Intervención Central del Ministerio de Marina» (Hoja de Servicios de D. José María Otero Navascués, AGCGA, leg. 5097). 53 Escrito de proposición de la Junta de Profesores de la Academia de Artillería de San Fernando (ibídem). 54 vIllena, «José María Otero Navascués», pág. 1. 55 Hoja de Servicios de D. José María Otero Navascués, AGCGA, leg. 5097.

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idiomas: «… todos los significativos en Europa», que en un futuro muy cercano le serían muy útiles.56 Una orden del Ministerio de Marina de 30 de marzo dispuso el cambio de destino de algunos tenientes de Artillería de la Armada. Por lo que respecta a Otero, se ordenó su traslado al Taller de Precisión de Artillería, situado en Madrid.57 En principio por tres meses, su estancia en Madrid se prorrogó otros tres meses más, hasta septiembre de 1928. Esto le permitió estar con su familia, lo cual esta agradecía: «… hemos estado reunidos seis meses que ha estado haciendo su curso en el taller de Precisión de Artillería. Como siempre se ha portado admirablemente haciendo la vida con nosotros, es muy bueno».58 A finales de septiembre se ordenó a Otero cesar en el Taller de Precisión de Artillería de Madrid y continuar sus prácticas en la Inspección de Oviedo, concretamente en Trubia.59 En octubre pasó Otero cuatro días de permiso en Madrid. Resulta muy interesante reflejar el resumen que su madre hizo de la estancia en Madrid de Otero durante este permiso: «Vino José María el 4 y pasó 4 días con nosotros y su hermano está bien pero delgado estudia y piensa demasiado».60 No dedicó esos días para descansar, sino que, muy al contrario, estuvo estudiando en casa de sus padres. Para estos no era nada nuevo, pero su madre dejaba traslucir cierta admiración o, incluso, preocupación, por la capacidad de trabajo y estudio de José María, en la medida en que ello pudiera influir en su salud. Por otro lado, este pequeño episodio no es más que el fiel reflejo de lo que fue su vida entera: trabajo, trabajo y más trabajo. A mitad de noviembre se presentó Otero en casa de sus padres de nuevo de permiso. Manifestó a su familia lo contento que se encontraba, pues disfrutaba con su trabajo y todo le salía bien: «Se presentó José María de sorpresa el 14 está bien pero delgaducho. Muy contento pues le salen sus estudios admirablemente».61 Las fiestas de Navidad y Fin de Año las pasó Otero en Madrid, antes de incorporarse al Arsenal de Cartagena por orden de 26 de diciembre de 1928. Inició, por tanto, el año 1929 en la ciudad departamental, en la que sin embargo solo estuvo unas semanas, pues el 25 de enero se le ordenaba continuar sus prácticas en el Ministerio de Marina «… como agregado a la Sección de Artillería». Por entonces ascendió Otero al empleo de Ingeniero Artillero Auxiliar del Cuerpo de Ingenieros Artilleros de la Armada. Su capacidad y preparación eran ya apreciadas por sus superiores, que le envIllena, L., «José María Otero, un científico internacional», en Arbor, Madrid, 1983, junio, tomo CXV, núm. 450, págs. 95-108, espec. 95. 57 Orden del Ministerio de Marina de 30 de marzo de 1928: «Al General Jefe de la Sección de Artillería. Excmo. Sr. S.M. el Rey (q.D.g.) de acuerdo con lo propuesto por la Sección de Artillería de este Ministerio ha tenido a bien disponer que los Tenientes de Artillería de la Armada que a continuación se relacionan cesen en sus actuales destinos en las prácticas que efectuan en la actualidad, y pasen a continuar las mismas en los destinos que se indican y en las condiciones que señala la R.O. de 22 de febrero de 1927. … Taller de precision de Artillería … D. José María Otero Navascués …» (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 58 Agenda-diario de María del Pilar de Navascués, septiembre de 1928 (APJON). 59 En esta localidad cercana a Oviedo se había fundado en 1794 la Real Fábrica de Municiones y Armas Portátiles. Cerrada y vuelta a reabrir, había vivido un período de esplendor en las últimas décadas del siglo xIx y primeras del xx. Se habían ampliado las instalaciones, construido nuevos talleres, mejorado las residencias de oficiales y operarios, etc. 60 Agenda-diario de María del Pilar de Navascués, octubre de 1928 (APJON). 61 Ibídem, noviembre de 1928 (APJON). 56

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comendaron la tarea de formar a los futuros artilleros, siendo nombrado profesor de la Academia del Cuerpo el 28 de marzo de 1929.62 Otero, que había iniciado su especialización en metalurgia durante su estancia en San Fernando, seguía mostrando un especial interés por estos temas: «… está con sus aceros», decía su madre. Y en junio de 1929 fue enviado a Reinosa en comisión «… para que informe respecto a las nuevas especificaciones de los aceros destinados a la construcción de la artillería de los cruceros Canarias y Baleares».63 Terminada en julio la comisión que le fue conferida en Reinosa, se presentó el día 11 en su destino del Ministerio. Sin embargo, se dejó sin efecto la orden de 28 de marzo por la que se le nombraba profesor de la Academia, y volvió a la Sección de Artillería. Allí estuvo destinado hasta principios de octubre, cuando fue comisionado a «… Zürich y Jena para efectuar estudios de materias de aplicación a la Marina, pasando a depender de la Habilitación de la Comisión de Marina en Europa».64 El 10 de octubre de 1929 Otero abandonó España. Inició así una larga estancia en el extranjero que significó un cambio capital en su inmediata vida profesional. Fue en este viaje cuando, como señala Orte Lledó, «… se produce un cambio de rumbo en su especialización científica, ya que abandona la Metalurgia y se dedica a la óptica, que constituirá su quehacer científico durante largos años».65 A este viaje de Otero (Zúrich, Jena, Berlín, etc.), sus contactos con grandes científicos europeos, especialmente ópticos, su vinculación con la óptica y sus logros en esta rama de la física se dedica un extenso capítulo de esta obra más adelante. Tan solo se quiere dejar constancia ahora de la trascendencia de este viaje, tanto para su formación como para su dedicación profesional futura a la óptica. Esos primeros viajes al extranjero coincidieron con su ascenso a Ingeniero Artillero de 1.ª Clase de la Armada, aprobado por resolución de 3 de febrero de 1930 con antigüedad de 14 de diciembre del año anterior.66 AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097. Ibídem. 64 Ibídem. 65 orte lledó, «José M.ª Otero en la Armada», pág. 10. 66 Patente de Ingeniero Artillero de primera de la Armada á favor de Don José María Otero Navascués: «DON ALFONSO XIII. Por la Gracia de Dios y la Constitución, Rey de España. Conviniendo proveer los empleos de Ingeniero Artillero de primera de la Armada en persona de valor, méritos y servicios, y atendiendo a que concurren estas circunstancias en vos el Ingeniero Artillero Auxiliar del mismo Cuerpo Don José M.ª Otero Navascués y a la distinción con que siempre habéis servido, esperando lo continuaréis con el mismo celo, he tenido a bien elegiros y nombraros por Mi resolución de tres de Febrero del año actual, Ingeniero Artillero de primera de la Armada, con antigüedad del día catorce de Diciembre del año anterior y os doy y concedo todas las honras, preeminencias y exenciones que por razón de este empleo os corresponden, en la forma que se previene en las Ordenanzas y Reglamentos. Por tanto, mando a los Oficiales generales y particulares de todos los Cuerpos de la Armada, a los de todas las Armas e Institutos del Ejército, Intendentes, Ministros, Autoridades y demás funcionarios de otros ramos, os reconozcan a vos el referido Don José M.ª Otero Navascués, por tal Ingeniero Artillero de primera de la Armada guardándoos y haciendo se os guarden todas las distinciones que os pertenecen y debéis gozar, y los Oficiales de inferior graduación a la que os concedo, y demás dependientes de Marina a quienes corresponda, obedezcan las órdenes que les diéreis, tanto por escrito como de palabra, así como vos deberéis obedecer las de los Oficiales más graduados, conforme a lo que previenen las Ordenanzas. Y que presentada que sea esta «Patente», firmada por Mí, y refrendada por el Ministro de Marina, con el «Cúmplase» del Capitán General de la Armada, al Intendente general, disponga se tome razón en la Intervención Central y anote lo conveniente para el goce de sueldo según Reglamento. Dada en Palacio á siete de Marzo de mil novecientos treinta» (APJON). 62 63

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En 1933 regresó Otero a España dotado de un importante bagaje investigador, amplios conocimientos y absolutamente entusiasmado con la idea de estudiar la instalación en España de un taller óptico que fuera un verdadero puntal en la investigación en esta rama de la física. Como indica Villena, su periplo investigador en el extranjero le había hecho dominar aquellos idiomas cuyo estudio había iniciado años antes en España: «En Junio de 1933 regresa a Madrid. Domina ya alemán, francés, inglés e italiano. Conoce las fuentes bibliográficas internacionales. Ha practicado la investigación pura y aplicada. A sus 25 años [tenía ya 26] está lleno de empuje e ilusión por crear un centro de estudios e investigaciones ópticas en España».67 El 16 de diciembre de ese año se trasladó a Otero, quien ya había alcanzado el grado de capitán de Artillería, a los Servicios Técnico-Industriales de Artillería del Ministerio de Marina «… para auxiliar los trabajos que acerca del material óptico se realicen». Era ya un experto en la materia, y sus conocimientos y consejos eran ya apreciados y solicitados en la Marina. Por la misma razón, el 4 de mayo de 1934 se le ordenó trasladarse al Arsenal de Cartagena. Allí debía cumplir una misión exclusivamente científica, de observación y posterior informe a sus superiores de los defectos de diferentes instalaciones y sistemas ópticos de los navíos de guerra: … en comisión del servicio inherente a su destino con el fin de poder estudiar a bordo de los Cruceros y Destructores los defectos que presentan sus instalaciones telemétricas […] Al mismo tiempo deberá proceder al reconocimiento de los periscopios de la flotilla de Submarinos, interesado por el Jefe de la misma […] dando cuenta a este Ministerio de los defectos que presenten a fin de proceder a corregirlos…68

Solo unos días después, el 12 de mayo, Otero firmaba un amplio y riguroso informe, dirigido al jefe de la flotilla de submarinos de Cartagena, en el que dejaba constancia de los defectos encontrados en el reconocimiento efectuado a los periscopios de los submarinos C-1, C-2, C-3, C-4, C-5, C-6, B-5, B-6 y A-1. En él señalaba, entre otras, las siguientes carencias e imperfecciones: «… suciedad y atascado de lentes y prismas […] falta de centrado de lentes y prismas […] aberraciones cromáticas muy grandes […] cuerpos extraños sobre casi todas las superficies…».69 Los tres años anteriores a la Guerra Civil estuvo Otero destinado en dichos Servicios Técnico-Industriales de Artillería, plenamente dedicado a la óptica. En diciembre de 1934 fue declarado especialista en óptica, de acuerdo a un decreto del 19 de julio del mismo año que establecía las especialidades que habría de haber en la Armada.70 vIllena, «José María Otero Navascués», pág. 1. AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097. 69 Ibídem. 70 Minuta del Ministerio de Marina, de 14 de diciembre de 1934, declarando a Otero especialista en óptica de acuerdo con el decreto de 19 de julio de 1934: «Ministerio de Marina. Servicios TécnicoIndustriales de Artillería. Madrid 14 de Diciembre de 1934. Al General Jefe de los Servicios Técnico-Industriales de Artillería. Excmo. Sr. Este Ministerio de conformidad con lo propuesto por los Servicios Técnico-Industriales de Artillería y como consecuencia del Decreto de 19 de Julio de 1934 (D.O. 170), que dispone las especialidades que han de existir en la Armada, ha dispuesto que los Capitanes de Artillería Don José M.ª Otero Navascués y D. Amadeo Sanchez Riaza, que efectuaron estudios de Optica en los Institutos de Zurich (Suiza) y Berlín (Alemania), sean declarados especialistas en Optica» (Ibídem). 67 68

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Durante esos años fue enviado en diversas ocasiones en comisión de servicios tanto al extranjero como a distintas instalaciones de la Armada en territorio nacional; así, el 8 de mayo de 1935 se trasladó a Marín por diez días. Veintiún días estuvo también de comisión de servicios en Glasgow en el mes de septiembre del mismo año. Al volver de este viaje, tomo posesión de su plaza de profesor del curso de la especialidad de óptica y Mecánica de Precisión, para la que había sido nombrado por orden del Ministerio de Marina de 29 de julio.71

guerra CIvIl y MatrIMonIo (1936-1939) El inicio de la Guerra Civil sorprendió a Otero en el arsenal de Cartagena, donde estaba en comisión de servicios. La inquietud y el nerviosismo, como es lógico, se apoderaron del arsenal. La flotilla de submarinos con base en Cartagena fue enviada inmediatamente a la zona del Estrecho de Gibraltar para intentar frenar el traslado de las tropas nacionales a la Península. Mientras tanto, en el arsenal se formaron dos grupos bien diferenciados entre la oficialidad de Marina: los fieles a la República y los partidarios de los alzados. Pronto comenzaron las detenciones de estos últimos, y su ejecución a manos de los primeros. Muchas de estas ejecuciones se realizaron a bordo de los navíos anclados en la base naval de Cartagena: tiros en la nuca, fusilamientos en masa, se les arrojó por la borda con peso en las piernas, etc. Otero Navascués, partidario del Alzamiento, logró escapar a duras penas gracias a algunas personas que le ayudaron a esconderse y a llegar a Madrid.72 Una vez en la capital, entró en contacto con su familia, refugiándose todos en la embajada de Noruega el día 9 de octubre de 1936.73 Fue la única salida que encontraron tras esconderse los días previos en diversos lugares de la capital para evitar ser detenidos. Los refugiados en la legación hicieron varios intentos por salir con el objetivo de alcanzar zona nacional. El 19 de febrero de 1938 un autobús con veintiuna personas, todas ellas con carnets falsos, abandonaba la embajada noruega con dirección a la frontera francesa. Su intención era volver a entrar en España y presentarse en Burgos. En ese primer autobús iban, entre otros, Santiago Otero Enríquez, padre de José María, y Fernando Domínguez Vázquez-Quirós, que sólo un año después se convertiría en su suegro. El autobús logró llegar hasta La Junquera, pero allí dieciséis de sus veintiún ocupantes fueron detenidos por orden del Ministerio de Gobernación del Gobierno republicano y posteriormente fusilados. Los cinco restantes, entre ellos los dos citados, lograron salvarse y poco después entraban de nuevo en España y se presentaban a finales del mes de febrero ante el gobernador Ibídem. Finalizada la Guerra Civil, Otero protegió y asistió a alguna de esas personas. Por ejemplo, a una de ellas la ayudó a obtener la plaza de portero del Instituto de óptica Daza de Valdés, del que Otero llegó a ser fundador y primer director. 73 La embajada de Noruega estaba situada por entonces en la calle José Abascal n.º 47, en un edificio hoy en día ocupado por un hotel. 71 72

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militar de Burgos. Así consta en un papel de la Jefatura del Servicio de Información y Policía Militar del Estado Español, fechado en Burgos el 27 de febrero de 1938: Estado Español. Servicio de Información y Policía Militar. Jefatura. Se traslada a V.E. la siguiente información recibida en esta Jefatura: Aparte de los jefes y Oficiales cuyas informaciones se envían con esta fecha a esa Jefatura, llegaron los siguientes, procedentes también de la Legación de Noruega, y cuyas impresiones carecen de interés: D. Santiago Otero Enríquez, Teniente Coronel de Infantería. D. Vicente Rodríguez Rodríguez, Teniente Coronel de Ingenieros. D. Fernando Domínguez Quirós, Capitán de Fragata. D. Teodoro Vives Camino, Aviador. D. Juan Mas del Ribero, Comandante de Artillería. (Este último nos da nombres de 16 personas que, evacuadas con estos de la Legación de Noruega, fueron detenidas en La Junquera por orden del Ministro de la Gobernación rojo y cuyos nombres se hallan a disposición de dicha Jefatura).74

El arresto y posterior fusilamiento de dieciséis de los ocupantes del autobús que salió de la embajada noruega llegó a oídos de los todavía refugiados en la misma. Ante estas noticias, se decidió que nadie más saliera. No obstante, José María Otero, quien tenía un carnet falso a nombre de José Morales Navas, insistió en salir, pero no se le dejó para que no corriera la misma suerte. Por su parte, su padre fue objeto en Burgos de la correspondiente investigación que se realizaba, en virtud de lo dispuesto en el decreto-ley de 5 de julio de 1937, a todo el personal escalafonado (generales, jefes u oficiales) «… procedentes de la zona roja».75 El Juzgado Eventual Militar de la 6.ª Región Militar instruyó información «… en averiguación de su conducta en relación con el Alzamiento Nacional».76 Se tomó declaración al propio Santiago Otero, quien contó las persecuciones sufridas en Madrid tras el 18 de julio de 1936, la entrada en la embajada noruega en octubre de ese año y su milagrosa huida a Francia el 21 de febrero de 1938.77 Prestaron declaración otras personas conocidas de Santiago Otero, quienes avalaron al cien por cien sus declaraciones y conducta personal: «Avalan la conducta del interesado D. Eugenio Espinosa de los Monteros General de Brigada y D. Juan Pruna y Fernández Flores Teniente Coronel de Infantería, quienes manifiestan conocen al mismo constándole que es persona de orden y de derechas y afecto al Glorioso Movimiento Nacional. El informe del SIPM, parece corresponderle la primera ficha que corrobora lo manifestado por el citado Jefe».78 Papel de la Jefatura del Servicio de Información y Policía Militar del Estado Español, fechado en Burgos el 27 de febrero de 1938, dirigido al Ministro de Defensa Nacional (Hoja de Servicios de Santiago Otero Enríquez, AGM, Sección Personal, Cuartel General, Militares, leg. O-118). 75 Circular dictada por el General Presidente del Alto Tribunal de Justicia Militar, el 11 de agosto de 1937, en desarrollo del Decreto-Ley de 5 de julio de 1937 (BOE, núm. 296, Burgos 12 de agosto de 1937). 76 Resolución de 16 de marzo de 1938 del Teniente Coronel Instructor de Causas del Juzgado Eventual Militar de la 6.ª Región Militar (AGM, Sección Personal, Cuartel General, Militares, leg. O-118). 77 Ibídem. 78 Ibídem. 74

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En virtud de todo ello, el teniente coronel instructor de la causa propuso en su resolución, elevada al auditor jefe de la sección, concluir y archivar las actuaciones y considerar a Santiago Otero totalmente exculpado y sin responsabilidad: Por todo lo expuesto, pudiera V.E. considerar comprendido al interesado en el apartado A) del art. 3.º del decreto-Ley de 5 de Julio de 1937, dando por concluso lo actuado, provisionalmente, sin responsabilidad y teniendo el acuerdo el carácter de «pronunciado» susceptible de revisión; asimismo debe darse traslado de la resolución que se adopte a la Sección de Personal de la Subsecretaría de Tierra de éste Centro, quedando la información archivada en esta Sección sin mas tramites.79

Así lo acordó el auditor jefe Francisco Corniero, declarándose «Conforme con el precedente dictamen». Finalizado el expediente de depuración, Santiago Otero no fue enviado al frente de guerra, pues se encontraba desde 1931 en situación de «retirado». Fue destinado, a las órdenes de Luis de Martín Pinillos, coronel inspector de los campos de concentración, al campo de prisioneros La Merced, situado en Pamplona, en calidad de jefe del mismo. Allí estuvo un año, hasta que en octubre de 1939 pasó a prestar sus servicios en el campo de prisioneros Miguel de Unamuno de Madrid. Su último destino fue como inspector de las Comisiones Depuradoras de Prisioneros de Guerra de la Primera Región Militar.80 Nunca pensaría José María Otero que su estancia en la embajada noruega iba a tener la trascendencia que realmente tuvo en su vida personal. En noviembre de 1936 llegó a la embajada, también en condición de refugiada, la que iba a convertirse, sólo tres años después, en su mujer. María Teresa Domínguez Aguado, nacida en Madrid el 23 de octubre de 1917, era hija del capitán de fragata Fernando Domínguez VázquezQuirós, también refugiado en la embajada junto con su mujer. José María y María Teresa estuvieron juntos en la embajada hasta principios de 1938. En esos momentos ella pudo salir de la legación con dirección a El Ferrol, donde estaba destinado su padre, por lo que no volvieron a verse hasta después de la finalización de la Guerra Civil. Días antes de concluir la guerra Otero participó, al parecer, en la detención de Julián Besteiro, a la sazón miembro del Consejo Nacional de Defensa, órgano creado por los republicanos para negociar la rendición con los nacionales. Con sede en el Ministerio de Hacienda, la mayoría de sus integrantes habían huido de Madrid ante la inminente llegada de los vencedores. Sin embargo, Besteiro decidió quedarse para hacer entrega formal de los poderes a los nacionales, hecho que efectuó en la tarde del Ibídem. Escrito del coronel inspector a cargo de la Inspección de los Campos de Concentración de Prisioneros, de 23 de marzo de 1940, al ministro del Ejército. Este escrito acompañaba una instancia de Santiago Otero en la que solicitaba que se le concediera «… el ascenso al empleo honorífico inmediato, por los servicios prestados durante la pasada Campaña». Las referencias que el coronel inspector aportaba sobre la conducta de Santiago Otero eran inmejorables: «Dicho Jefe es de intachable conducta, habiendo prestado cuantos servicios se le encomendaron a completa satisfacción de esta Inspección, demostrando en todos ellos, competencia profesional, amor al servicio, espíritu militar, gran celo y acierto, como asimismo demostró poseer relevantes dotes de mando». No se ha encontrado la resolución del ministro del Ejército a la solicitud de Santiago Otero (AGM, Sección Personal, Cuartel General, Militares, leg. O-118). 79 80

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28 de marzo en los sótanos del Ministerio, donde residía dicho Consejo. Pasó la noche Besteiro recluido allí mismo, «… hasta que, al día siguiente, el 29, lo detuvieron y lo trasladaron preso a la cárcel de Porlier».81 Pues bien, como recordaba su mujer, Otero formó parte de la unidad militar que arrestó a Julián Besteiro. En mayo de 1939, Otero, ya capitán de Artillería de la Armada, fue destinado en Madrid a las órdenes del Comandante Militar de Marina «… para encargarse del servicio de recuperación en dicha Capital», según consta en un telegrama enviado desde Burgos por el almirante jefe del Estado Mayor de la Armada al subsecretario de Marina.82 A finales del mismo mes, se le trasladaba unos días a Valencia para encargarse de la recuperación «… del material de Marina que con esta especialidad [óptica] tenga relación».83 La estancia de Otero durante los años de Guerra Civil en la embajada noruega en Madrid fue objeto de la pertinente investigación en esos meses de verano. En su expediente personal en Marina los años de la guerra están resumidos con la siguiente frase: «En zona roja sin prestar servicios», encontrándose en el verano de 1939 «Pendiente de depuración».84 Por su condición de oficial, era necesario que pasara por ello, en aplicación de lo dispuesto en el decreto-ley de 5 de julio de 1937, que como se ha explicado afectó también a su padre. Se instruyeron, en consecuencia, las correspondientes diligencias previas por el Juzgado n.º 2 de la Comandancia Militar de Marina en Madrid para «… depurar la conducta del Capitán de Artillería de la Armada Don José María Otero Navascués, como residente en territorio dominado por los rojos hasta el día de su dominación». El resultado no podía ser otro que la exención total de responsabilidad, sin perjuicio de ulteriores averiguaciones a efectuar «… en el fuero de Marina, en vía gubernativa». Investigaciones que eran preceptivas en estos casos y que, efectivamente, se realizaron sólo unos meses después, como se verá más adelante. La resolución de 28 de noviembre de 1939 de la Sección de Justicia del Ministerio de Marina fue la siguiente: Ministerio de Marina. Sección de Justicia. Excmo Señor: El Juzgado n.º 2 de la Comandancia Militar de Marina en Madrid, eleva a V.E. testimonio de la resolución, por la que se termina sin declaración de responsabilidad, las diligencias previas instruidas por la Jurisdicción de Guerra, para depurar la conducta del Capitán de Artillería de la Armada DON JOSE MARÍA OTERO NAVASCUES, como residente en territorio dominado por los rojos hasta el día de su liberación. En referencia con el expresado 81 Besteiro fue condenado a cadena perpetua, sustituida más tarde esta pena por treinta años de reclusión mayor (Blas zaBaleta, P., de, y Blas Martín-Merás, E., de, Julián Besteiro. Nadar contra corriente, Madrid, 2003, págs. 403-407). 82 Telegrama del Cuartel General del Generalísimo en Burgos, de 27 de mayo de 1939, al subsecretario de Marina: «Cuartel General del Generalísimo. Cuartel General de la Armada. Telegrama Postal. Burgos 27 de mayo de 1939. Año de la Victoria. El Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada al subsecretario de Marina. Ruego a V.E. que el Capitán de Artillería de la Armada Don José María Otero Navascués, sea destinado a las ordenes del Comandante Militar de Marina en Madrid para encargarse del servicio de recuperación en dicha Capital. Transmitase. De orden de S.E.» (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 83 Telegrama del Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada al Comandante General de Artillería, de 31 de mayo de 1939 (Ibídem). 84 Mandos y destinos que desempeñó en Tierra (Ibídem).

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asunto, obran en esta Sección de Justicia, determinados antecedentes, que fueron remitidos por el Departamento de Cádiz, a los efectos que pudieran ser oportunos en cuanto a la información instruida al citado oficial. Los antecedentes en cuestión, consisten en un comunicado y carta adjunta, documentos ambos, que contienen extremos que también se refieren al comportamiento observado por el Capitán Otero, en relación con el Movimiento Nacional y cuyo esclarecimiento es conveniente efectuar en el fuero de Marina, en vía gubernativa, para adoptar en su caso, la determinación que sea procedente. Ahora bien, adoptado por Jurisdicción competente el acuerdo antes mencionado, para su constancia deben efectuarse las oportunas anotaciones, más teniendo cuenta las resultancias de los antecedentes relativos al residenciado, procede, si V.E. resuelve de conformidad con la propuesta, reclamar certificación de la declaración jurada prestada por el Oficial de quien se trata que debe obrar en el procedimiento de referencia seguido ante la expresada Jurisdicción de Guerra. Lo que tengo el honor de informar a V.E. Madrid, 28 de noviembre de 1939. Año de la Victoria. El Jefe del Negociado. Jesús de Cora.85

Durante la tramitación de estas diligencias intervino el que se acababa de convertir en suegro de Otero, el capitán de fragata Fernando Domínguez Vázquez-Quirós, quien redactó un informe confirmando todos los hechos tal y como los había contado Otero. Recordar en este punto que el suegro de José María Otero fue una de las personas que compartió con él estancia en la embajada noruega y, por tanto, pudo acreditar punto por punto la veracidad de las declaraciones de quien ya en esos momentos era su yerno. Efectivamente, el 5 de agosto de 1939 María Teresa Domínguez Aguado y José María Otero Navascués contraían matrimonio en la capilla del pazo de San Lorenzo, perteneciente a los duques de Soma, en Santiago de Compostela. La razón de que el enlace se celebrara en la capital compostelana residía en una promesa que los novios habían realizado durante los largos meses que pasaron en la embajada de Noruega. Habían acordado celebrar su matrimonio «… en la ciudad del Apóstol, en acción de gracias por salvarse de las hordas, aprovechando esta circunstancia para ganar las gracias del jubileo jacobeo».86 Sólo unos días antes Otero solicitaba la correspondiente licencia al ministro de Defensa Nacional.87 El 28 de julio se le concedía un mes de licencia.88 Resolución de la Sección de Justicia del Ministerio de Marina, de 28 de noviembre de 1939 (Ibídem). 86 Así consta en un «Eco de sociedad» publicado en la prensa unos días después (en un diario que no se ha podido identificar) consultado en el APJON. 87 Licencia solicitada por José María Otero Navascués al Ministro de Defensa Nacional, el 26 de julio de 1939: «Excmo. Sr. Ministro de Defensa Nacional. Excmo. Señor: Don José María Otero Navascués, Capitán de Artillería de la Armada, con destino en el Servicio de Recuperación a las órdenes del Estado Mayor de la Armada, a V.E. con todo respeto y subordinación expone: Que deseando contraer matrimonio en los primeros días del próximo mes de agosto, a V.E. SUPLICA se digne concederle un mes de licencia para dicho fin. Gracia que espera alcanzar de V.E. cuya vida guarde Dios muchos años. Burgos, 26 de julio de 1939. Año de la Victoria» (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 88 Orden de 28 de julio de 1939 del Contralmirante Subsecretario de Marina: «Orden. Licencia. Se concede un mes de licencia para contraer matrimonio, al capitán de Artillería de la Armada Don José María Otero Navascués. Burgos 28 de julio de 1939. Año de la Victoria. El Contralmirante Subsecretario de Marina» (Ibídem). 85

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Celebración del matrimonio de José M.ª Otero Navascués con M.ª Teresa Domínguez Aguado, el 5 de agosto de 1939, en Santiago de Compostela.

La ceremonia fue celebrada por el párroco de la iglesia de Santa Susana de Santiago de Compostela, don Cándido Varela. Entre los testigos cabe señalar a diversas autoridades civiles, políticas y militares, como el rector de la Universidad de Santiago, Carlos Ruiz del Castillo; el alcalde de Santiago, marqués de Figueroa; el alcalde de Bayona (Pontevedra), Alfonso Vázquez Monjardín, o el teniente coronel de Estado Mayor, Luis Goded.89 El viaje de novios transcurrió por diversas ciudades de Alemania e Italia. Fue en una cervecería de Múnich donde les sorprendió a los recién casados la noticia del inicio de la Segunda Guerra Mundial, el 1 de septiembre de 1939. Ante la imposibilidad de coger un vuelo directo que les devolviera a España, tuvieron que ir primero a Roma, allí tomar un vuelo a Palma de Mallorca, y ya desde allí a la Península vía Barcelona: «… Encontrándose […] en Alemania al estallar la guerra trató de regresar lo más rápidamente a España, por via aerea Roma-Palma-Barcelona única viable en aquellas circunstancias realizando el viaje el 7 de septiembre. Por ello entró en La lista completa de los testigos es la siguiente: «Como testigos firmaron el acta el duque de Terranova, duque de Medina de las Torres, rector de la Universidad compostelana, D. Carlos Ruiz del Castillo; comandante de Marina de la provincia marítima de Vigo, D. Luis Piñero Balsol; registrador de la Propiedad de Santiago, D. Jesús Pintos Reino; D. Antonio Aguado Quintana, D. Alfonso V. Monjardín, alcalde de Bayona (Pontevedra), D. Ricardo Agustí; teniente coronel de Estado Mayor D. Luis Goded, director de la Escuela de Ingenieros Industriales, D. José Antonio Artigas; alcalde de Santiago, marqués de Figueroa; oficial de la escolta de S.E. el Generalísimo, don Jaime Miralles, y D. Alberto Navascués» («Eco de sociedad» antes citado, en APJON). 89

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M.ª Teresa Domínguez Aguado, a los veinticinco años de edad, con sus hijas María Teresa y Beatriz.

España por Palma, punto distinto del de salida donde en cumplimiento de las disposiciones vigentes hubo de depositar cuanto dinero Español llevaba».90 A su regreso, José María Otero y su mujer María Teresa fijaron su residencia en Madrid, donde él estaba destinado.91 Fruto del matrimonio de José María y María Teresa nacieron un total de catorce hijos: María Teresa, natural de Pamplona, el 9 de septiembre de 1940; Beatriz, fallecida a los once meses de nacer; Santiago, nacido en Madrid el 25 de marzo de 1943, y fallecido el 10 de enero de 2004; María del Pilar, Madrid, 29-10-1944; José María, natural de Cintruénigo, 14-8-1946; Isabel, nacida en Madrid el 3-3-1948; Cristina, también nacida en Madrid, el 1-12-1949; Virgina, Madrid, 16-9-1951; Fernando, Escrito de Otero al Jefe de Servicios de Armas Navales, de 16 de enero de 1940 (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 91 Sobre el viaje de Otero a Alemania en agosto-septiembre de 1939 y las dificultades encontradas para entrar en España cuenta Leonardo Villena una versión muy distinta, fundamentalmente sobre la finalidad del viaje: «Otero comenzó en 1939 visitando el Instituto de Óptica, donde había trabajado tres años, así como la anexa Escuela de Ingenieros Ópticos. Pasó después a las firmas Askania y Zeiss, poniendo siempre interés en sus escuelas de aprendices. Visitó igualmente la Escuela Superior de Óptica de Zena. Estando en esta ciudad vivió la movilización general que Alemania hizo secretamente en la noche del 25 al 26 de agosto. Ese mismo día, en clima de preguerra, asistió a la celebración del 50 aniversario de la fundación, por el profesor Abbe, de Zeiss. Siguió viaje a Munich, pero sus planes de regresar por avión se vieron frustrados, al suspenderse todos los vuelos civiles por iniciarse las hostilidades con Polonia. Después de varias tentativas pudo tomar el 1.º de septiembre el tren a Roma. Allí hubo de esperar hasta el 7 para obtener dos pasajes a Mallorca, uno para él y otro para un enorme bulto de libros que pesaba más que él. Finalmente Otero y su cajón bibliográfico llegaron sanos y salvos a Madrid» (vIllena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 97). 90

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Entierro de la madre de José M.ª Otero. En primer término, Julio Otero, el padre Cuadrado, José M.ª y monseñor Valcárcel. En la segunda fila, Ibáñez Martín, ministro de Cultura; Carrero Blanco, presidente del Gobierno; González Gallarza, ministro del Aire; Martín Artajo, ministro de Asuntos Exteriores y Ruiz Giménez, ministro de Educación.

nacido en la capital el 26-5-1953; álvaro, natural de Madrid, el 19-11-1954, fallecido el 26 de enero de 2005; Margarita, natural de Madrid, el 15-6-1956; Ignacio, nacido el 8 de diciembre de 1958 y fallecido el 1 de abril de 1977; Borja, nacido en Madrid el 17-9-1959; y, por último, Javier, nacido también en Madrid el 6-11-1962. Asimismo, de sus hijos han nacido un total de diecisiete nietos.

destInos tras la guerra CIvIl Con una amplia formación en óptica, con el título de especialista en la materia obtenido en 1934, y con un entusiasmo desbordante, Otero fue enviado a El Ferrol del Caudillo en octubre de 1939 con el mandato de poner en marcha y desarrollar los talleres de óptica de este departamento.92 Él era el más adecuado para esta tarea, pues ningún otro marino español tenía la formación en óptica que él había adquirido en los años previos a la Guerra Civil en sus estancias en Suiza, Alemania e Italia. Orden de traslado de Otero al Departamento del Ferrol, de 24 de octubre de 1939: «Ministerio de Marina. Estado Mayor de la Armada. Orden. Se ordena al Capitán de Artillería de la Armada Don José María Otero se traslade en comisión a El Ferrol del Caudillo al objeto de estudiar y proponer cuanto considere preciso para el desarrollo de los Talleres de Optica de dicho Departamento, así como concerniente a la formación técnica del personal obrero especializado. Madrid, 24 de octubre de 1939. Año de la Victoria» (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 92

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Finalizando el año 1939, y producida una vacante, se le promovió al empleo de comandante de Artillería de la Armada.93 Con antigüedad de 19 de diciembre de ese año, la patente correspondiente fue expedida, sin embargo, casi dos años después, en noviembre de 1941.94 Nada más comenzar el año 1940, Otero recibió un nuevo destino: fue nombrado inspector de Marina en Aranjuez,95 lo que implicaba asumir la Jefatura del Negociado 2.º del Servicio de Armas Navales del Ministerio de Marina.96 A finales de año Otero iniciaría el que sería su primer viaje a Alemania durante la II Guerra Mundial. El viaje se inició el 15 de noviembre de 1940: «Comandante de Artillería D. José María Otero, se despide para Alemania y Holanda en comisión del servicio».97 Sus acompañantes en este viaje y la razón del mismo nos lo cuenta su padre en su diario personal: «Por la mañana bajamos a la estación del Mediodía a despedir a José M.ª que se marchó a Alemania en Comisión, acompañado del Coronel Villar, de un teniente de Navío y de un contador de la Armada. Van a comprar material para la Marina de Guerra».98 Orden de ascenso de Otero, de fecha 30 de diciembre de 1939, a comandante de Artillería de la Armada: «Orden. Ascenso. S.E. el Jefe del Estado ha tenido a bien promover al inmediato empleo al Capitán de Artillería de la Armada Don José María Otero y Navascués, en vacante producida por fallecimiento del Comandante del mismo Cuerpo Don Luis Roca de Togores y Tordesillas, con antigüedad de 19 del actual y efectos administrativos a partir de la revista siguiente. Madrid 30 de diciembre de 1939. Año de la Victoria» (Ibídem). 94 Patente de Comandante de Artillería de la Armada a favor de Don José María Otero Navascués: «El Ministro de Marina. Conviniendo proveer los empleos de Comandante de Artilleria de la Armada en persona de valor, méritos y servicios, y atendiendo a que concurren estas circunstancias en el Capitan de Artilleria Don José María Otero Navascues, y a la distincion con que siempre ha servido, y esperando continúe sirviendo con el mismo celo, S.E. el Jefe del Estado ha tenido a bien nombrarle Comandante de Artilleria de la Armada, con antigüedad de 19 de Diciembre de 1939, para que como tal ejerza este empleo con todas las preeminencias y exenciones que por razón del mismo le correspondan, en la forma que se previene en las Ordenanzas y Reglamentos. Por tanto, será reconocido como tal por los Oficiales generales y particulares de todos los Cuerpos de la Armada, los de todas las Armas e Institutos del Ejército, Ministros, Autoridades y demás funcionarios de otros Ramos, el referido Comandante de Artilleria Don José Maria Otero Navascues guardándole y haciendo se le guarden todas las distinciones que le pertenecen, y debe gozar, quedando obligados los Oficiales de inferior graduación, y demás dependientes de marina a quienes corresponda, a obedecer las órdenes que les diere, tanto por escrito como de palabra, así como deberá obedecer las órdenes que les diere, tanto por escrito como de palabra, así como deberá obedecer las de los Oficiales más graduados, conforme a lo que previenen las Ordenanzas. Y que presentada que sea esta Patente con mi firma, se tome razón en la Ordenación de Pagos e Intervención, y se anote lo conveniente para el goce de sueldo según Reglamento. Dado en Madrid a veintiuno de noviembre de mil novecientos cuarenta y uno» (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097; también en APJON). 95 Nombramiento de Otero como Inspector de Marina en Aranjuez, de 15 de enero de 1940: «Ministerio de Marina. Orden. Destino. Se nombra Inspector de la Marina en Aranjuez al Comandante de Artillería de la Armada Don José María Otero y Navascués en relevo del Teniente Coronel del mismo Cuerpo Don Guillermo Medina y Fernández de Castro que pasa a otro destino» (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 96 Notificación de la toma de posesión de Otero, el 15 de enero de 1940, como Jefe del Negociado 2.º del Servicio de Armas Navales del Ministerio de Marina: «Ministerio de Marina. Servicio de Armas Navales. Señor Habilitado General de este Ministerio. Se noticia a esa Habilitación que con fecha 15 del actual y en relevo del Teniente Coronel señor Don Guillermo de Medina, ha tomado posesión del destino de Jefe del Negociado 2.º de este Servicio el Comandante de Artillería de la Armada Don José María Otero Navascués. Dios guarde a V muchos años. Madrid 19 de enero de 1940. El jefe del Servicio de Armas Navales» (Ibídem). 97 AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097. 98 Diario personal de D. Santiago Otero Enríquez, cuaderno n.º 4, pág. 9, viernes 15 de noviembre de 1940. 93

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Su estancia en Alemania se prolongó por espacio de cuarenta días; regresó justamente el día de Navidad de 1940 a las 13.30 horas. La familia celebró el regreso de José María almorzando todos juntos en casa de sus padres. Ya bien entrado el año 1941, con Otero reintegrado a su destino, se reabrieron en el propio Ministerio de Marina las investigaciones a aquellos marinos que habían pasado la guerra en la zona republicana. A pesar de haber sido exculpado por la resolución de 28 de noviembre de 1939, esta establecía la futura apertura de nuevas pesquisas en la vía gubernativa de Marina. Se trataba de un procedimiento absolutamente normal, previsto en la citada resolución y cuya única finalidad era cerrar definitivamente dicha vía. Esta medida afectó a Otero y a los demás marinos en esa situación. José María Otero era el primer interesado en solucionar el tema, sobre todo porque no había absolutamente nada que ocultar; más bien, al contrario. Su mujer, María Teresa, recordaba una anécdota del comienzo de la Guerra Civil que su marido le contaba a veces: al declararse la guerra, estando Otero en comisión de servicios en Cartagena para examinar los aparatos ópticos de los submarinos, realizó ciertas manipulaciones en los mismos. Conocedor de que la flotilla de submarinos de Cartagena saldría hacia el estrecho de Gibraltar para interceptar a las tropas nacionales, cambió los puntos de mira de los periscopios y de otros instrumentos. El 8 de marzo de 1941, Santiago Otero, padre de José María, ante la preocupación de su hijo, visitó al general San Juan del Cuerpo de Artillería de la Armada: «Por la tarde, vino José María muy apurado para que fuese a ver al General de su Cuerpo, San Juan, para tratar de averiguar algo sobre la nueva revisión que hacen a todos los marinos que estuvieron a las órdenes de los rojos por poco tiempo que fuese».99 El resultado de la visita al superior de José María fue positivo: «Fui a su casa (Ayala 10), y me dijo que se habían comprometido a no decir nada, pero que estuviese tranquilo y que no se había terminado el Consejo, pero que era una indignidad lo que se hacía con ellos».100 No obstante las palabras tranquilizadoras del general San Juan, unos días después el asunto parecía complicarse: «No tenemos noticias agradables del Ministerio de Marina respecto al asunto de José M.ª pues parece le meten entre los que sirvieron a los rojos, lo cual es una infamia».101 La investigación realizada acabó unos días más tarde sin acusación formal alguna contra Otero y con su expediente absolutamente limpio, como era de esperar. Los hechos eran tozudos: escapó a duras penas de la represión republicana en Cartagena (previa manipulación de los aparatos ópticos de la flotilla submarina en manos republicanas), pudo llegar a refugiarse en la embajada noruega de Madrid y cuando intentó salir de la misma para llegar a la zona nacional, la estrecha vigilancia y los registros de los republicanos se lo impidieron. Terminada la guerra, se incorporó inmediatamente a su anterior destino mostrando su fidelidad al nuevo régimen de Franco, como no podía ser de otra forma por su propia trayectoria y la de su familia, sus ideas políticas y su acendrado catolicismo. 99 Diario personal de D. Santiago Otero Enríquez, cuaderno n.º 4, pág. 23, sábado 8 de marzo de 1941. 100 Ibídem. 101 Diario personal de D. Santiago Otero Enríquez, cuaderno n.º 4, pág. 24, sábado 15 de marzo de 1941.

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Solventado con éxito este incidente, la confianza de las autoridades de Marina en Otero se mantuvo incólume. En noviembre de 1941 pasó a El Ferrol del Caudillo «… con objeto de dar unas conferencias en el curso de Tiro Naval y de Costa para Jefes y Oficiales del Ejército, que se está celebrando en dicho Departamento Marítimo».102

un vIaje a aleManIa en 1942: el InForMe seCreto de otero Uno de los episodios más interesantes de la vida de Otero lo constituyó el viaje que efectuó a Alemania entre los meses de julio a septiembre de 1942. Por encargo personal de Carrero Blanco, se encomendó a Otero viajar a la Alemania nazi, en plena guerra, acompañado por otros dos militares: el capitán de corbeta Mario Romero Abella y el comandante de Intendencia José María de Iraola Aguirre. El viaje, en todo caso, no se limitó a Alemania, sino que se extendió a otros países ocupados: Holanda, Francia, y Suiza. Señala Luis Suárez Fernández que la «… misión era descaradamente informativa»,103 manera muy suave de decir que su finalidad última era el espionaje industrial y militar, como se verá a continuación. Con la excusa de visitar diversas instalaciones y fábricas de material óptico, artillero o de guerra en general, se trataba de obtener información de primera mano sobre múltiples asuntos de la Alemania en guerra. A esta idea contribuye el hecho de que los tres militares fueron acompañados por sus respectivas mujeres, con el fin de dar una apariencia al viaje que era distinta de la realidad. A su regreso a España, Otero Navascués redactó un informe de veintinueve páginas: «Información general recogida durante una Comisión en Alemania. Julio-septiembre de 1942», al que inmediatamente se le puso el sello de «Muy Secreto».104 Su contenido es de un gran valor, pues constituye una radiografía detallada de la Alemania de 1942: el estado del Ejército alemán, sus fábricas, la percepción del curso de la guerra entre los ciudadanos y militares alemanes, la vida en las calles, las consecuencias de la guerra, etc. Uno de los puntos sobre el cual debían indagar Otero y sus acompañantes fue el de los judíos: «… y entre las preguntas que debían formular a sus interlocutores alemanes figuraba, desde luego, la cuestión judía»,105 esencial en aquellos momentos. El carácter secreto, no del viaje, pues este se realizó lógicamente con autorización de las autoridades alemanas, sino de la finalidad del mismo, se trasluce ya en los párrafos previos al informe, cuando se alude a la forma en la que se obtuvo toda la información contenida en el mismo: «La presente información fue recogida por la Comisión en muchísimas entrevistas y en conversaciones oídas en trenes, restoranes, salas de espera, etc.». Dichas conversaciones y entrevistas se realizaron muchas veces en el curso de comidas que invitaban a la confraternización, la camaradería y que, bien servidas y regadas con vino, invitaban a que se hablara más de la cuenta: Teniendo que tomar un contacto íntimo y hasta trabar amistad con oficiales e ingenieros alemanes para el mejor desempeño del fin primordial de la Comisión, AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097. suárez Fernández, L., Franco. La historia y sus documentos, Madrid, 1986, t. 6, pág. 47. 104 «Información general recogida durante una Comisión en Alemania. Julio-Septiembre de 1942» (Archivo de la Fundación Nacional Francisco Franco, doc. 118). 105 suárez Fernández, Franco. La historia y sus documentos, pág. 47. 102 103

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se fomentaron las entrevistas amistosas a base de cenas o comidas en común a las que son muy aficionados los alemanes. Al cabo de tres horas de esta fraternización, casi siempre las lenguas eran mucho más expeditas y nos relataban cosas que nunca hubieran dicho en una entrevista oficial y protocolaria.

Hay que tener en cuenta que en este viaje los españoles utilizaron indistintamente su uniforme militar, lo cual les ayudaba en caso de compartir compañía, mesa y mantel con militares alemanes, bien ropa de civil, lo que les confundía con el resto de la población. Los tres, Otero, Iraola y Romero Abella, conocían y hablaban el idioma alemán. Lo primero que observaron Otero, Iraola y Romero, con gran sorpresa por su parte, es que, al menos aparentemente, en la Alemania de 1942 se vivía con normalidad: «Llegando a la Gran Alemania en la mayor guerra de su historia, se recibe una impresión de completa normalidad». Dan fe de ello sus comentarios acerca del funcionamiento de algunos servicios básicos, como el transporte: «El tráfico ferroviario es intensísimo y los trenes, aunque muy reducidos en el transporte de viajeros, lo que ocasiona aglomeraciones de los mismos, siguen llegando con puntualidad casi matemática». Un total de cincuenta días estuvieron Otero y sus acompañantes viajando por Alemania y «… jamás se llegó con más de un cuarto de hora de retraso ni se perdió un empalme». También les llamó la atención la fluidez e intensidad del tráfico: «El tráfico en las grandes ciudades es muy intenso», así como el hecho de que los espectáculos públicos estuvieran siempre llenos de gente: «… todos los espectáculos públicos se ven atestados de público, teniendo que pedirse las localidades con mucha antelación, que llega a 15 días para la ópera y a 3 o 4 para los cines de estreno». Lo mismo sucedía con los restaurantes: «En los restoranes había siempre grandes aglomeraciones, singularmente en los de lujo, donde era prácticamente imposible ir sin tener la mesa reservada con ocho días de anticipación». A pesar de esta aparente normalidad, sí había un sector que, ineludiblemente, se resintió con la guerra: el de la alimentación. El racionamiento de los alimentos básicos imponía unas cantidades determinadas por persona y semana: «La alimentación está como se sabe completamente racionada. Las cantidades otorgadas semanalmente a una persona normal de más de 20 años durante la época de nuestra comisión eran: 400 gramos de pastas farináceas, 300 grs. de carne, 120 de mantequilla, 100 de margarina o grasa, 30 de queso y 2,200 de pan blanco». Había, sin embargo, algunos sectores de la población que gozaban de mayores cantidades, como los trabajadores nocturnos, de larga jornada o de trabajos penosos, que recibían el doble; los soldados en el frente, que aumentaban las cantidades indicadas entre un 50 y un 100%, y los niños. No obstante el racionamiento imperante, a primera vista el aspecto de la gente era completamente «… normal, sin que se note ningún fenómeno de demarcación o enflaquecimiento. Los niños tienen un aspecto de salud y robustez». También los artículos de uso y vestido estaban racionados, castigándose con severísimas penas su comercio clandestino y el de los alimentos. Durante su estancia en Alemania Otero y sus acompañantes pudieron conocer el caso de un director de una fábrica que fue ejecutado «… por abusar en beneficio propio de los víveres del economato de su fábrica».

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En todo caso, Alemania era un país militarizado. La guerra había provocado la conversión de las fábricas ya existentes en centros de producción masiva de material de guerra y también la construcción de nuevas fábricas al efecto: «Toda Alemania se ha convertido en una inmensa fábrica de material de o para la guerra». Otero pudo visitar algunas de estas industrias (Askania, en Berlín; C. Zeiss, en Jena; o E. Leite, en Wetzlar), casi todas ellas dedicadas a la fabricación de instrumentos de óptica y aparatos de alta precisión. En ellas advirtió el gran número de obreros extranjeros que trabajaban, hasta un total de casi cinco millones, según le contaron. Estos obreros eran de diversas nacionalidades, pues además de mujeres alemanas, había gran número de prisioneros franceses, «voluntarios rusos», prisioneros ucranianos, etc. Un aspecto que impresionó positivamente a los tres españoles fue el sistema de defensa antiaérea de las grandes ciudades. Describieron minuciosamente las torres que, provistas de sus correspondientes montajes de cañones, se colocaron en el centro de Berlín, destacando la precisión que tenían para localizar a los aviones enemigos, tanto de día como de noche. Se realizaban frecuentes ejercicios, sobre todo por la noche, que arrojaban unos magníficos resultados: «Los aviones se veían perfectamente, tanto a grandes cotas como a pequeñas y casi nunca lograban desprenderse de los haces a pesar de sus maniobras». Precisamente, en su viaje por Alemania, Otero, Iraola y Romero Abella sufrieron varios bombardeos, uno de ellos de camino a la ciudad de Wedel, que les obligó a refugiarse bajo tierra. Uno de los pasajes más interesantes del informe de los tres militares españoles fue el referente a la situación anímica entre la población alemana y dentro del propio Ejército alemán. Muy distintas hubieran sido sus consideraciones si el viaje lo hubieran realizado, por ejemplo, en 1944, pero en 1942, si bien no se podía hablar de euforia, sí que apreciaron una confianza absoluta en la victoria de sus Fuerzas Armadas. Es más, el prestigio de Hitler se mantenía incólume, y las críticas hacia su política y dirección de la guerra eran prácticamente inexistentes. Asimismo, de gran interés son los párrafos dedicados a describir la situación de los judíos en Alemania. Aunque hoy en día se conocen todos los detalles del Holocausto, y por entonces las potencias occidentales ya tenían noticias, más o menos certeras, de lo que estaba sucediendo, las informaciones proporcionadas por Otero y sus dos compañeros no vinieron sino a confirmar dichas noticias. No obstante, aunque ofrecen detalles concretos (deportaciones, suicidios, discriminaciones varias), y no ocultaron nada de lo que vieron y oyeron, no parece que fueran conscientes Otero y sus dos compañeros de la magnitud de la tragedia del pueblo judío en la Alemania nazi: Como se sabe, son obligados a llevar la estrella de Israel, no permitiéndoseles la estancia en Parques Zoológicos, Baños y muchísimos establecimientos de recreo; también muchos comercios les niegan la entrada, otros, sobre todo los grandes, dedican una hora al día para la venta a los judíos usando asimismo vendedores judíos. Las profesiones liberales son ejercidas pero nada más que para la comunidad israelita. La campaña de agitación contra los judíos continúa, siendo múltiples los carteles que casi siempre reproducen artículos de judíos extranjeros o emigrados que propugnan la destrucción de Alemania. El número se ha reducido mucho, siendo castigados los que no llevan la estrella a deportación a Polonia. El número de suicidios es bastante grande.

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En el informe se da cuenta también de algunas excepciones, pues de estas medidas estaban «… exceptuados los de sangre medio judía o casados con arios. Los que han combatido por Alemania en el frente o los hijos o padres de caídos por Alemania». Conocieron los miembros de la comisión enviada a este país de algunos casos concretos de jerarcas nazis a los que no se molestó en absoluto, pese a ser judíos o hijos de padre o madre judíos. Se cita, por ejemplo, al Dr. Eppenstein, máxima autoridad del mundo en telemetría, y a quien apreciaban considerablemente las autoridades militares alemanas. O al segundo de Goering, el mariscal Milch, de madre judía, a quien el mismo Goering ayudó a alcanzar el grado de mariscal pese a existir una acusación en su contra. Muy ilustrativo del sentir de los pueblos ocupados por los alemanes son algunas de las frases y anécdotas recogidas en el informe de los españoles. Estuvieron primero en Holanda, en una localidad fronteriza con Alemania. Allí pudieron ver cómo la invasión había hecho nacer un sentimiento de odio hacia todo lo alemán, llegando incluso a romperse amistades de toda la vida entre alemanes que vivían en esa localidad desde muchos años antes y sus habitantes holandeses. Por ejemplo, llegó a oídos de los españoles el siguiente caso: «Una señora alemana casada con un ingeniero holandés tenía gran amistad con el director alemán de la fábrica de direcciones de tiro, así como con su familia. En 1940 a los seis meses de ocupación, las relaciones seguían cordialísimas; sin embargo, en la actualidad se ha roto todo trato y lo más notable es que dicha señora, holandesa sólo ante la ley ha hecho causa común con el marido sobrepasándole en su actitud antigermana». La manifiesta enemistad holandesa hacia los alemanes fue comparada con la que en los siglos xvI y xvII sentían los mismos holandeses para con los españoles. Unos ingenieros holandeses no tuvieron rubor ninguno para afirmar ante Otero lo siguiente: «También con Uds. tuvimos que luchar 80 años para ser libres y esta vez también triunfaremos al final». En Francia, sin embargo, Otero, Iraola y Romero Abella encontraron una actitud bien diferente a la holandesa. Las pocas horas que pasaron en París, menos de dos días, se nos antojan muy escasas para poder apreciar el sentimiento general de una nación como Francia hacia los invasores. No obstante, les sorprendió la ausencia total de rebeldía de los parisinos hacia su situación. En su informe se habla de «sumisión» e incluso de «adulación a los Oficiales alemanes» por parte de algunas personas. También que la «… actitud de los franceses parece reflejar perplejidad y desorientación». Por último, en Suiza, donde pernoctaron tres noches, obtuvieron una impresión un tanto pesimista sobre el curso de la guerra. Confiados los suizos al principio en la victoria aliada, los éxitos de Rommel y la invasión alemana de Ucrania y la zona del Cáucaso habían hecho desconfiar a los suizos, que en 1941 «… volvían a creer en la victoria alemana». Terminaba el informe recogiendo las opiniones de los alemanes sobre sus enemigos (Rusia, Inglaterra y EE.UU.) y, también, acerca de las relaciones con España. Respecto del primer punto, los españoles pudieron percibir el desprecio que por los rusos sentían los alemanes. Se les odiaba hasta el punto de que el objetivo alemán era «… sencillamente colonizarla [a Rusia]». Al contrario, los ingleses, aunque enemigos, eran en cierto modo respetados y considerados «… un enemigo digno de ellos». Esta consideración tan distinta hacia una y otra nación se plasmaba en el diferente trato otorgado a los prisioneros rusos e ingleses. Además, como se contó a los tres militares

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españoles, las autoridades alemanas daban mayor valor al derribo de un avión inglés que al de uno ruso; en consecuencia, se podían obtener «… las mismas condecoraciones con un número inferior de un 40 a 50% de aparatos derribados si el enemigo es inglés». La percepción que los altos mandos alemanes tenían en 1942 sobre la capacidad militar americana se demostró por completo equivocada. Sólo unos meses después de la entrada de EE.UU. en guerra, a esta nación no le reconocían los alemanes «… gran categoría militar …». Incluso, se reducía el poder naval norteamericano por debajo del inglés: «… y mucho menos naval comparable a los ingleses. Durante los tres primeros meses de la campaña submarina en la costa Este nos aseguraron que no habían perdido más que un solo submarino». Es más, aunque según Otero y sus compañeros escucharon, en Alemania se apreciaba el esfuerzo industrial que podría ser capaz de desarrollar la nación americana, pensaban los alemanes «… que el material no podrá competir con el suyo». Poco después se demostraría que eso no fue así. La última página de este extenso informe estaba dedicada a reflejar las opiniones y pareceres de los alemanes sobre determinadas cuestiones relacionadas con España. Prácticamente todos los días que estuvieron en Alemania escucharon de sus interlocutores la misma pregunta inquisitoria: «¿Cuándo van Uds. a Gibraltar?». Enclave estratégico de vital importancia para el control del tráfico naval entre el Mediterráneo y el Atlántico, fue siempre una pieza codiciada por todas las naciones contendientes. La respuesta a esta pregunta siempre fue la misma: «Nuestra respuesta invariable fue que eso sólo lo sabían el Caudillo y el Führer». Teniendo en cuenta que España no estaba en guerra, era la respuesta más airosa posible. También sondearon los españoles la opinión que merecía la División Azul a los alemanes: «La División de Voluntarios. El prestigio militar de la Comisión es muy grande, si bien parece ser que el relevo no ha proporcionado una primera materia comparable a la División original; de todas formas, creemos que la popularidad militar de la División va inmediatamente después de los finlandeses». Teniendo en cuenta que en Alemania la «… popularidad de Finlandia es inmensa …», parece que las autoridades alemanas sí que tenían en gran aprecio el valor militar de la División Azul. Muy distinto, sin embargo, era el concepto que en Alemania se tenía de los obreros españoles. Más aún cuando este juicio muy negativo se obtuvo no ya de las autoridades alemanas, sino de los propios cónsules españoles: Los informes desgraciadamente eran muy desfavorables. En muchos casos los operarios tenían despego del trabajo, eran pendencieros, díscolos, se escapaban, falseaban las cartillas de racionamiento, y en general eran una pesadilla para nuestra representación consular.

¿Conocieron los alemanes la verdadera razón del viaje de Otero, Iraola y Romero Abella? Por las propias confesiones de los miembros de la Comisión, parece ser que fue la Gestapo la encargada de llevar a cabo una discreta vigilancia sobre los tres españoles: «La Comisión ha tenido la sensación durante toda su estancia de haber sufrido esta discreta vigilancia y precisamente a cargo de las personas que se distinguían por su máxima amabilidad, apoyo y facilidades en pequeños detalles como organización de viajes, facilidades en ellos, y en general una multitud de pequeñas atenciones que contribuyeron a facilitar la vida y movimientos de la Comisión».

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un MarIno Con voCaCIón CIentíFICa Ya antes de ese viaje a Alemania, al final de 1941, Otero había sido destinado a un taller de recuperación y reparación de material de guerra, sobre todo equipos de óptica y tiro. Ese taller fue montado en las instalaciones de la Estación de Radio de la Marina, en Chamartín. Bajo la dirección del capitán de fragata Alfredo Guijarro, jefe de dicha estación, Otero trabajó en su calidad de ingeniero experto en ambos temas: óptica y tiro.106 Ambos comprobaron que el taller no debía limitarse a la reconstrucción del citado material, sino que debían dedicar sus escasos recursos a la investigación. Se trataba de dar un salto de calidad importante a este centro, y ello fue posible, según Orte Lledó, gracias a la voluntad, resolución y tenacidad del propio Otero: Otero es el impulsor y director de estas investigaciones. Su conocimiento anticipado de las exigencias en material a las que iban a estar sometidas las Fuerzas Armadas, su imaginación al servicio de los problemas puntuales y conceptuales de la investigación y del desarrollo científico, su capacidad de trabajo científico, su actitud de mando en todos los aspectos, y su prestigio en definitiva, dieron lugar a la creación, en 1944, del Laboratorio y Taller de Investigación del Estado Mayor de la Armada.107

Por tanto, lo que en un principio era un pequeño taller de reparación se convirtió en 1944 en un centro de referencia, el LTIEMA, cuyos fondos se destinaron fundamentalmente a investigación, y del que Otero fue nombrado subdirector en 1944 y director en 1948,108 cesando así definitivamente en la Comisión Inspectora de la Marina en Aranjuez. Inmediatamente impuso Otero en el LTIEMA su impronta personal. La investigación y la cooperación con otros centros, ya fueran nacionales o internacionales, fueron dos ideas básicas que presidieron la gestión de Otero en todos aquellos centros, institutos o corporaciones que dirigió. En el caso del LTIEMA las ideas de Otero se plasmaron en los siguientes puntos básicos que animaron las actividades del centro: «a) el Centro había de ser un laboratorio de investigación y desarrollo, cubriendo actividades desde la ciencia aplicada hasta el desarrollo del prototipo; b) ha de ser un pequeño taller industrial …, c) El Centro ha de mantener relaciones de cooperación con las Universidades, Escuelas Técnicas, Centros Nacionales de Investigación y con la Industria».109 Fijó Otero como líneas de investigación prioritarias del LTIEMA la óptica, electrónica y comunicaciones, dirección de tiro, mecánica de precisión y metrología. En orte lledó, «José M.ª Otero en la Armada», pág. 11. Ibídem. 108 Nombramiento de Otero como director del LTIEMA el 21 de julio de 1948: «Ministerio de Marina. Servicio de Personal. Orden. Destinos. Se nombra Director del Laboratorio y Taller de Investigación del Estado mayor de la Armada al Teniente Coronel de Armas Navales Don José María Otero Navascués. Este destino se confiere con carácter forzoso a todos los efectos. Madrid, 21 de julio de 1948. El Ministro. Fdo.: Regalado» (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 109 orte lledó, «José M.ª Otero en la Armada», pág. 11. 106

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Visita del ministro al Laboratorio y Taller de Investigación del Estado Mayor de la Armada. Otoño de 1944.

este centro, donde trabajaban casi cincuenta titulados y seiscientos auxiliares, se construyeron más de cien prototipos de instrumentos de óptica y se desarrolló el control de calidad y calibraciones para la Marina.110 Sólo dos años después de asumir la subdirección del LTIEMA, una carta del general inspector de Armas Navales dirigida al ministro de Marina elogiaba la labor de Otero: Han sido elaborados bajo la dirección del Teniente Coronel Otero en el TIEMA, los aparatos e instrumentos ópticos que paso a enumerar: 1. Gemelos 6 × 30; 2. Gemelos 8 × 30 y 8 × 60; 3. Gemelos 7 × 50; 4. Gemelos 12 × 60; 5. Ajustador de alza de 20 mm; 6. Ajustador de alza de 120 mm; 7. Ajustador de prismáticos; 8. Dinámetro para medir aumentos; 9. Máquina de centrar lentes; 10. Restituidor aerofotogrométrico para aviación; 11. Pantografo; 12. Aparato para medir tensiones en vidrios.111

Intensificó también las relaciones con otros centros y empresas recién creadas, como el Instituto de óptica Daza de Valdés, del que llegó a ser fundador y primer director, o ENOSA, CETME y EISA, en cuya creación desempeñó Otero un papel fundamental. La coordinación entre estos centros, con él como nexo de unión, permitiría a la Marina española «… independizarse de elementos foráneos y más de un centenar de prototipos de instrumentos, proyectados en “Daza de Valdés”, se desarrollarían en los Talleres del EMA».112 vIllena, «José María Otero Navascués», pág. 6. Carta del General Inspector de Armas Navales al Ministro de Marina, de 12 de noviembre de 1946 (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 112 vIllena, «José María Otero Navascués», pág. 12. 110 111

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En el caso de la Empresa Nacional de óptica (ENOSA), fue Otero uno de sus impulsores, lo que le valió ser nombrado consejero delegado de la misma.113 Su intención era que en esta empresa pública se pudieran fabricar en serie los prototipos elaborados en el LTIEMA. Sin embargo, se necesitaba la colaboración extranjera, por lo que persiguió la firma de un convenio con la empresa norteamericana Bausch&Lomb, pero no tuvo éxito. Sí que lo logró con Zeiss, pero fue un convenio de muy corto alcance. Al final ENOSA no logró cuajar en la medida que hubiera deseado Otero, por lo que se dedicó a fabricar pequeños instrumentos.114 Al Laboratorio y Taller de Investigación del Estado Mayor de la Armada dedicó Otero once largos y fecundos años, desde 1944 hasta 1955, aunque no en exclusiva. Durante este tiempo siguió perfeccionando sus idiomas, en especial el alemán y el inglés, y se le declaró en posesión de ambos, respectivamente, en 1947115 y 1955.116 Fue profesor de la Escuela de Ingenieros de Armas Navales desde su creación en 1942 hasta «… su cese en el servicio activo de la Armada».117 Fue ascendido por orden ministerial de 28 de julio de 1945 al empleo de teniente coronel de Armas Navales, con antigüedad de 14 del mismo mes.118 Pero, al mismo tiempo, continuó con sus investigaciones en óptica en otros centros y comenzó a interesarse por la energía nuclear, convirtiéndose en uno de los responsables del desarrollo de esta fuente de energía en España con fines pacíficos. En este sentido, y a modo de adelanto a lo que se va a relatar en los siguientes capítulos, hay que señalar que Otero fue el director del Instituto de óptica Daza de Valdés durante veinte años (1946-1966). Sin embargo, desde 1948 fue delegando sus funciones en este organismo al pasar a presidir la Junta de Investigaciones Atómicas, precursora de la Junta de Energía Nuclear. En ambos campos, la óptica y la energía nuclear, el nombre de Otero sigue siendo hoy todo un referente. No fueron estas sus únicas ocupaciones laborales en esos años cincuenta y sesenta del siglo xx, que pueden considerarse los de su plenitud profesional. Así, presidió el Comité Español de Iluminación entre 1958 y 1971 y el Comité Internacional de Pesas y Medidas entre 1968 y 1975. También dirigió la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica adscrita al I Plan de Desarrollo y la Real Sociedad Española de Física y Química durante seis años (1953-1958). Fue vicesecretario y secretario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales entre 1955 y 1978 y procurador en Cortes durante dos legislaturas completas (1952-1957). También sirvió a la Iglesia como fundador y presidente de la Obra Católica de Asistencia Universitaria, en su condición de miembro de Pax Romana, Acción Católica roMero de paBlos, A., y sánCHez ron, J. M., Energía nuclear en España. De la JEN al CIEMAT, Madrid, 2001, pág. 23. 114 vIllena, «José María Otero Navascués», pág. 7. 115 Por orden ministerial de 17 de marzo de 1947 se le declaró en posesión del idioma alemán (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 116 Por orden ministerial de 6 de abril de 1955 se le declaró en posesión del idioma inglés, con antigüedad de 12 de marzo del mismo año (Ibídem). 117 orte lledó, «José M.ª Otero en la Armada», pág. 10. 118 Fechas de las reales órdenes de ascensos. Empleos y Graduaciones en su Cuerpo (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 113

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Española y la Asociación Católica de Propagandistas, así como también como presidente de la Federación Internacional de Hombres Católicos. A todo esto se dedican los capítulos II a Iv de esta obra, por lo que ahora solo cabe terminar de relatar su vinculación última con la Marina. En 1955, debido a su dedicación casi en exclusiva a la energía nuclear, pasó en Marina a la situación de «Al servicio de otros Ministerios». Cesó como director del LTIEMA, pasando a prestar sus servicios en la Junta de Energía Nuclear, de la que era vicepresidente desde 1951.119 Aunque continuó prácticamente hasta su retiro en dicha condición, lógicamente el escalafón iba corriendo, y en 1963 fue ascendido al empleo inmediatamente superior: coronel de Ingenieros de Armas Navales.120 Así lo dispuso la orden ministerial n.º 530/63, de 26 de enero,121 señalando la antigüedad en el empleo en el día 12 del mismo mes.122 Desde el 29 de septiembre de 1967 pasó Otero a la situación de «Servicios Especiales-Grupo de destinos de interés militar». El «interés militar» de la Junta de Energía Nuclear había sido reconocido por una orden de la Presidencia del Gobierno de 17 de diciembre de 1955, por un decreto de 16 de enero de 1964 y otras normas posteriores, que consideraban «… como en destino de tal carácter a los Jefes y Oficiales que prestan sus servicios en la mencionada Junta…».123 Sólo un año después, a mediados de 1968, Otero inició los trámites para obtener el ascenso al empleo inmediatamente superior. Sin embargo, preveía que por su cargo de presidente de la Junta de Energía Nuclear no podría cumplir dentro del plazo que le quedaba para ello las «Condiciones Específicas» para tal ascenso. Sus temores eran fundados, pues así se le confirmó por una autoridad del Ministerio de Marina el 7 de diciembre, en respuesta a una consulta suya: Me refiero a la Nota que me entregó el pasado mes de junio en la que me exponía sus deseos de ascenso al empleo inmediato superior, de ser ello factible. Dicha nota 119

«Por O.M. de 11 de noviembre último y a propuesta de la Presidencia del Gobierno, y por hallarse comprendido en el apartado b), artículo 7.º de la O.M. de 10 de junio de 1954 que dicta normas para la aplicación en Marina del Decreto de fecha 17 de marzo del mismo año, se dispone cese como Director del LTIEMA y pase a la situación de “al servicio de otros Ministerios”, para prestar sus servicios en la Junta de Energía Nuclear, de la que es Vicepresidente en virtud de Decreto de 16 de noviembre de 1951» (Ibídem). 120 El sueldo de un coronel era por entonces de 153.000 pesetas (Ministerio de Marina, Detall de Ingenieros de Armas Navales, APJON). 121 Publicada en el Boletín Oficial del Estado de 30 de enero de 1963, núm. 26. 122 Orden ministerial n.º 530/63 disponiendo el ascenso de Otero al empleo de Coronel de Ingenieros de Armas Navales: «Ministerio de Marina. Servicio de Personal. Orden Ministerial n.º 530/63. Ascenso. En vacante producida con motivo del ascenso a General Subinspector del Coronel de Ingenieros de Armas Navales, D. Amador Villar Marín, primera en el turno de amortización, se dispone el ascenso a su inmediato empleo con antigüedad de 12 del presente mes de enero y efectos administrativos a partir de primero de febrero, al Teniente Coronel de dicho Cuerpo D. Jose María Otero Navascués, el cual se encuentra cumplido de las condiciones reglamentarias y ha sido declarado apto, por la Junta de Clasificación y Recompensas, escalafonándose inmediatamente a continuación del Coronel D. Jesús Biondi Onrubia, continuando en la situación “Al servicio de otros Ministerios”. Madrid, 26 de Enero de 1963» (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 123 Carta de Otero al ministro de Marina, de 9 de diciembre de 1968, solicitando el pase a la situación de retirado con el empleo de Contralmirante Ingeniero Honorario (Ibídem).

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ha sido estudiada con todo cariño por diversos Organismos de este Ministerio y todos ellos coinciden en que no hay posibilidad legal de que se pueda acceder a lo que usted interesa, ya que no tiene cumplidas condiciones de ninguna clase, válidas para el ascenso, en su actual empleo.124

A pesar de esto, se le ofreció una solución más que digna a Otero, atendiendo a sus méritos de todo tipo: No obstante, dada su destacada personalidad en el campo de la ciencia en general y en el de la energía nuclear en particular, cabría la posibilidad de ascenderle con carácter honorífico al empleo de Contralmirante Ingeniero, en virtud de lo dispuesto en la Ley de 26 de noviembre de 1931, si bien para ello es requisito imprescindible que solicitara el pase a la situación de retirado…125

Así pues, esta solución era totalmente legal, ya que el artículo 1.º de la ley de 1931 establecía lo siguiente: 1.º Los Capitanes de Navío y Coroneles de los distintos Cuerpos de la Armada que cuenten 42 años de servicios efectivos, o con abonos de campaña, que posean, además, la placa de la Orden Militar de San Hermenegildo y que no tengan en sus Hojas de Servicio notas desfavorables, podrán pasar a la situación de retirado con el empleo de Contralmirante o General honorario, según el Cuerpo a que pertenezcan, si así lo solicitan, y en el que disfrutarán el sueldo a que, como haber pasivo, tengan derecho en sus empleos de Capitán de Navío o Coronel, percibiéndolo por la Dirección General de la Deuda y Clases Pasivas.126

Cumplía, por tanto, el coronel Otero con todos los requisitos legales para que se le concediera el empleo de Contralmirante Ingeniero Honorario: los cuarenta y dos años de servicio en la Marina, la Placa de San Hermenegildo y la ausencia de nota alguna desfavorable en su Hoja de Servicios. Había, sin embargo, un pequeño problema de tiempo, pues la citada ley de 26 de noviembre de 1931, que amparaba legalmente la posibilidad de que se concediera a Otero tal empleo, iba a quedar derogada el 1 de enero de 1969. Entraba en vigor en dicha fecha la nueva Ley de Escalas y Ascensos en los Cuerpos de Oficiales de la Armada, que modificaba totalmente la legislación anterior. Nada más recibir esta propuesta del Ministerio, Otero dirigió el 9 de diciembre un escrito al ministro de Marina solicitando el «… pase a la condición de retirado con el citado empleo de Contralmirante Ingeniero Honorario con arreglo a la mencionada Ley de 26 de Noviembre de 1931, cuya vigencia está reconocida hasta el 1.º de Enero de 1969…».127 Inmediatamente después de recibir la carta de Otero, el ministro de Marina la trasladó a la Asesoría General del Ministerio, que el día 12 de diciembre concluyó su Carta recibida por Otero, del Ministerio de Marina, de fecha 7 de diciembre de 1968 (Ibídem). 125 Ibídem. 126 Ley de 26 de noviembre de 1931, art. 1.º (Ibídem). 127 Carta de José María Otero Navascués al ministro de Marina, de 9 de diciembre de 1968 (Ibídem). Se reproduce íntegra en el Apéndice documental, doc. n.º 1. 124

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dictamen favorable a la solicitud: «1.º Que es procedente disponer el pase a la situación de retirado del capitán de Navío Ingeniero D. José María Otero Navascués, y 2.º Que es de la libre apreciación de V.E., ponderando los méritos que en el expresado Jefe concurren, el proponer al Consejo de Ministros le sea concedido el empleo de Contralmirante Ingeniero, con el carácter de honorario».128 El Consejo Superior de la Armada, en reunión de 16 de diciembre, y por unanimidad, acordó proponer el ascenso a Contralmirante Honorario del capitán de navío ingeniero Otero de Navascués. Con todo a favor, por tanto, la orden ministerial número 5811/68 (Diario Oficial núm. 293), de 17 de diciembre de 1968, dispuso el pase a la condición de «retirado» de Otero. Ya sólo quedaba otorgarle el empleo de Contralmirante Honorario, que se produjo por decreto del Ministerio de Marina de 26 de diciembre, previa deliberación del Consejo de Ministros: Ministerio de Marina. En consideración a las circunstancias que concurren en el Capitán de Navío Ingeniero, en situación de «retirado», don José María Otero Navascués, a propuesta del Ministro de Marina y previa deliberación del Consejo de Ministros, en su reunión del día veinte de diciembre de mil novecientos sesenta y ocho. Vengo en concederle el empleo honorífico de Contralmirante Ingeniero, en las condiciones que determina la Ley de veintiséis de noviembre de mil novecientos treinta y uno. Así lo dispongo por el presente Decreto dado en Madrid a veintiséis de diciembre de 1968.129

Según uno de sus más íntimos amigos y colaboradores, Orte Lledó, la concesión de este empleo supuso para Otero «... uno de sus más íntimos orgullos».130 No podía ser de otra forma. Habían transcurrido cuarenta y seis años desde que Otero había obtenido la plaza de Aspirante de Artillería de la Armada en diciembre de 1922. Casi cinco décadas dedicadas a servir en la Marina. Su amor a España y a la Marina se veía ahora recompensado con un empleo honorífico de gran valor sentimental para Otero. Fue y se sintió siempre, desde los quince años hasta su muerte, un marino. Su baja definitiva en la Armada se produjo el mismo día de su fallecimiento, el 9 de marzo de 1983, según orden ministerial delegada núm. 430/00249/83 de 18 de marzo.131

FalleCIMIento Toda una vida de intenso trabajo terminó por pasar factura a Otero Navascués. Cumplidos los sesenta años comenzaron los primeros achaques, consecuencia de tantas ocupaciones, viajes y responsabilidades. Así lo señalaba Leonardo Villena, que tan bien le conocía: Tramitación del pase a la situación de retirado con el empleo de Contralmirante Ingeniero Honorario (Ibídem). 129 Decreto del Ministerio de Marina de 26 de diciembre de 1968 (Ibídem). 130 orte lledó, «José M.ª Otero en la Armada», pág. 10. 131 Orden ministerial de 18 de marzo de 1983 inserta en el Diario Oficial núm. 68/83 (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 128

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Pero tanto esfuerzo intelectual y físico, tan continuos viajes por toda Europa, tantas veladas escribiendo informes o preparando conferencias, tanta tensión debido a la responsabilidad acumulada, fueron minando la naturaleza de Otero, que comenzó, demasiado pronto, a sentir achaques.132

También le debió pesar, sin lugar a dudas, la incomprensión que encontró en algunos. Un exceso de vanidad e intereses personales se interpusieron a veces en algunos de los proyectos ideados por Otero. Este, que sólo miraba por el bien de España, no entendió nunca tales comportamientos: «No siempre encontró comprensión y apoyo, necesarios y obligados a un hombre que había hecho tan titánico trabajo. Esto le dolió en el alma…».133 En 1972 se recrudecieron sus problemas de salud, obligándole a reducir aún más sus diversas actividades profesionales y, al final, a retirarse a su casa. En 1979 había abandonado ya todos sus cargos y responsabilidades. Quedó dolido con algunas personas, pero nunca olvidado por la inmensa mayoría de sus amigos y compañeros. De entre estos, los más íntimos pudieron disfrutar de su compañía en esos últimos años de su vida: «… sólo unos pocos tuvimos el placer de seguir escuchando los consejos y los recuerdos de una mente aún lúcida aunque erosionada por los años de incesante e inquisidora tensión».134 José María Otero Navascués falleció con setenta y cinco años de edad el 9 de marzo de 1983 en el Hospital del Aire de Madrid. Fue enterrado en la Sacramental de San Lorenzo. Se celebró el funeral cinco días después, el día 14, en la iglesia de San Jerónimo el Real situada en la misma calle donde había nacido: Ruiz de Alarcón, 19.135 Las muestras de condolencia recibidas por la viuda de Otero y sus hijos vinieron de las más distintas instancias, organismos, personas, etc. En la Armada se comunicaba su baja por el almirante jefe del Departamento de Personal nueve días después de su fallecimiento.136

Honores y CondeCoraCIones reCIBIdas Los infinitos méritos contraídos por Otero al servicio de España, de la ciencia y de la Marina fueron recompensados ampliamente en vida del mismo. Hoy en día se tiende a homenajear a personas ya fallecidas o bien cuando enferman gravemente. Sin embargo, fueron muchas las personas, instituciones y naciones que quisieron demostrar vIllena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 107. Ibídem. 134 Ibídem. 135 andrés Martín, José María Otero de Navascués, pág. 141. 136 Baja de Otero en la Armada por fallecimiento, de fecha 18 de marzo de 1983: «Ministerio de Defensa. Cuartel General de la Armada. Orden Ministerial delegada número 430/00249/83 del Jefe del Departamento de Personal. Baja en la Armada. El Almirante jefe del Departamento de Personal tiene el sentimiento de comunicar la baja en la Armada del Contralmirante Ingeniero Honorario Excmo. Sr. Don José María Otero Navascués, por haber fallecido el día 9 de marzo de 1983. Queda anulada la Cartera Militar núm. 128. Madrid, 18 de marzo de 1983. Por delegación, el Almirante Jefe del Departamento de Personal. Juan Antonio Moreno Aznar» (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 132 133

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su agradecimiento a Otero y reconocer su trabajo, su sacrificio personal y sus aportaciones científicas cuando todavía se encontraba en la cumbre de su vida profesional. Las condecoraciones recibidas por Otero se pueden agrupar en tres apartados: las que premiaron su carrera en la Marina, las estrictamente académicas (relacionadas con su labor científica) y, por último, otras concedidas por diversos Estados, también España, que recompensaban los desvelos de Otero en estrechar los lazos de amistad y cooperación científica entre España y estos países. En relación con el primer grupo, hay que recordar que Otero fue, ante todo, un marino. Eligió cuando todavía era un adolescente seguir la carrera militar de su padre y de otros muchos de sus antepasados. Y tuvo muy claro desde un principio que su vida estaría en la Marina. Una vez dentro de ella, y en el Arma de Artillería, ya se especializó primero en metalurgia y luego en óptica, y a ésta última rama de la ciencia dedicó sus investigaciones. Pero, como se ha visto en páginas anteriores, y se apreciará en otros capítulos de esta obra, él siempre fue marino, así se sentía y como tal murió. La primera de las condecoraciones militares que recompensaron su trabajo y méritos en la Marina fue la ya citada Medalla del Homenaje, el 1 de noviembre de 1925. También se ha indicado como el 12 de junio de 1928 le fue concedida la primera de las tres Cruces del Mérito Naval con distintivo blanco que le fueron entregadas a lo largo de su vida. Las otras dos restantes las recibió en 1944 y 1947. Así, por orden ministerial de 16 de julio de 1944 se le concedió la «… Cruz Blanca del Mérito Naval de 2.ª Clase, elevándose a pensionada con el 10% del sueldo por O.M. de 17 de julio de 1945», mientras que por la orden ministerial de 14 de enero de 1947 recibía la «… Cruz del Mérito Naval de segunda clase con distintivo blanco».137 Además de estas tres cruces del Mérito Naval, Otero recibió también la Cruz y la Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo. Creada por real decreto de 28 de noviembre de 1814, tenía y tiene esta Orden la finalidad de distinguir los servicios de los oficiales generales, oficiales y suboficiales de los tres Ejércitos. En 1948, estimando cumplir los requisitos para la obtención de la Cruz, dirigió Otero un escrito al almirante jefe del Estado Mayor de la Armada en el que solicitaba se diera el curso correspondiente al expediente que se iniciaba entonces para que le fuera concedida esta condecoración.138 El expediente aportado incluía la «Hoja de Hechos» de Otero y la ya comentada carta del general inspector de Armas Navales al ministro de Marina, de 12 de noviembre de 1946, informando favorablemente sobre la labor de Otero en el LTIEMA. En 1950, como señala su hoja de servicios, ya estaba en posesión de la «Cruz de San Hermenegildo». En 1966, Otero recibió otra vez la citada condecoración, esta vez en forma de placa: AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097. Escrito de Otero al Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada, de 6 de febrero de 1948, acompañando el expediente para que le sea concedida la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo: «Excmo. Sr. Almirante Jefe del Estado Mayor de la Armada. Excmo. Sr. Por si tiene a bien disponer le sea dado el curso correspondiente tengo el honor de elevar a V.E. el unido expediente que inicio para optar a la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, por tener cumplidos los requisitos reglamentarios. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid 6 de febrero de 1948. El Teniente Coronel de Armas Navales. Fdo. José M.ª Otero» (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 137 138

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Por O.M. del Ejército de 11-1-66 (D.O. de Marina n.º 27) se le concede la Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, pensionada con 20.000 ptas. anuales, previa deducion de las cantidades percibidas por la anterior pensión, desde la fecha del cobro de esta nueva concesión, con antigüedad de 26-12-63, a partir del 1-1-64.139

En este punto cabe recordar, aunque ya se ha descrito detalladamente antes, que en 1968 se le concedió a Otero el empleo de Contralmirante Ingeniero Honorario de la Armada; gracia esta que debía ser aprobada por el Consejo de Ministros a propuesta del ministro de marina, y previo dictamen favorable de este último de los méritos del solicitante. El mundo de la ciencia y de la universidad también supo reconocer los indudables méritos científicos de Otero. En 1952 se le concedió la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. Según disponía el decreto de 14 de abril de 1945, que aprobaba el Reglamento de esta Orden Civil, «… queda creada para premiar a las personas individuales o colectivas, nacionales o extranjeras, que se hayan destacado en el campo de la investigación científica y de la enseñanza o en el cultivo de las letras y de las armas, o que de cualquier modo hayan prestado eminentes servicios a los intereses educativos del país o a la obra universal de la cultura».140 Es indudable que Otero cumplía ya por entonces las condiciones señaladas para recibir tan prestigiosa condecoración. En consecuencia, el 1 de enero de 1952 el ministro de Educación Nacional, Joaquín Ruiz-Giménez, firmaba el siguiente decreto: «En atención a los méritos y circunstancias que concurren en don José María Otero Navascués, Vengo en concederle la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. Así lo dispongo por el presente Decreto, dado en Madrid a primero de enero de mil novecientos cincuenta y dos. Francisco Franco. El Ministro de Educación Nacional, Joaquín Ruiz-Giménez y Cortés».141 Este galardón supuso para Otero un gran honor personal por varias razones. En primer lugar, por lo que suponía de reconocimiento a su labor científica. Y, en segundo lugar, por ser una distinción que sólo podían ostentar un máximo de sesenta españoles, lo que personalizaba y honraba a sus poseedores.142 139 Nota sobre la concesión de la Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 140 Decreto de 14 de abril de 1945 por el que se aprueba el Reglamento de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio (BOE de 26 de abril de 1945). 141 Decreto de 1 de enero de 1951 por el que se concede la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio a don José María Otero Navascués (BOE del 6 de enero de 1952, núm. 6, pág. 68). Como puede apreciarse, existe un pequeño error en el enunciado del decreto que figura en el Boletín, pues aparece el año 1951, cuando el año de su concesión es 1952. Sin duda es un error tipográfico sin ninguna relevancia. 142 La Gran Cruz entregada a Otero tenía el siguiente diseño, según el artículo séptimo del Decreto de 14 de abril de 1945 por el que se aprobó el Reglamento citado: «La Gran Cruz consistirá en una joya en forma de cruz abierta y florenzada de esmalte carmesí. En el centro llevará una medalla circular de oro que ostentará esmaltada la efigie del Monarca titular, de medio cuerpo, con corona y vestido de un manto cuadriculado, donde figuren, en sus colores, los emblemas heráldicos de León y Castilla, tal como está representado en la iconografía contemporánea; la figura del rey empuñará en la mano derecha un cetro terminado por un águila explayada, y sostendrá con la izquierda un globo rematado con una cruz. En torno correrá, en letra gótica negra, la inscripción “Alfonso X el Sabio, Rey de Castilla y León”. En el reverso figurará un águila explayada, de color purpúreo, en actitud de mirar hacia la parte superior derecha, bañada por rayos de oro, que figuran venir de esta

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Otero Navascués con Ruiz Giménez, en la imposición al primero de la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio. Febrero de 1952.

Un mes después se celebró el acto de imposición de esta Gran Cruz a Otero. A él asistieron, cuenta Villena, los compañeros de Otero en el Instituto de óptica Daza de Valdés, Joaquín Ruiz-Giménez, ministro de Educación Nacional, el subsecretario y directores generales del mismo Ministerio, los almirantes Carrero Blanco y Moreno Aznar, el presidente del CSIC, el de la Junta de Energía Nuclear, el rector de la Universidad Complutense, y otras autoridades. El mismo Villena pronunció unas misma dirección; las garras se apoyarán en un mundo del color del mar. En torno llevará, en letras negras, la leyenda “Altiora peto”. Esta joya irá pendiente de una banda de seda de color carmesí, dispuesta en la forma acostumbrada» (BOE de 26 de abril de 1945).

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palabras explicando el sentido del acto y la adhesión de los físicos españoles «… que tienen en Otero un gran defensor».143 Quien no pudo asistir por razones profesionales fue Armando Durán, por lo que Villena leyó unas líneas que aquel había dejado preparadas y que terminaban con estas palabras: «En nombre de todos los que fundamos el Instituto de óptica, me honro en poner en manos de nuestro Ministro (para su imposición) las insignias de la Cruz de Alfonso X el Sabio. Son el heraldo venturoso de un futuro para el que pedimos a Dios te conceda la gracia de permanecer en tu camino tan limpiamente trazado».144 Hasta tres universidades otorgaron a Otero el nombramiento de doctor honoris causa. Una española, la de Valencia, y dos extranjeras, las de Rouen (Francia) y Lovaina (Bélgica). Curiosamente, la circunstancia de que sólo una Universidad española le reconociera su labor con el doctorado honoris causa fue motivo de crítica por uno de sus más cercanos colaboradores, Leonardo Villena. Aunque no utiliza estas expresiones, parece acusar a las autoridades académicas españolas de cicatería para con Otero: «Pero los numerosos servicios que Otero había dado a la Universidad Española, en particular la formación de numerosos catedráticos en los Centros por él creados, sólo movieron a una Universidad, la de Valencia, a nombrarle Doctor Honoris Causa».145 El primer doctorado honoris causa le fue concedido por la Universidad de Lovaina en 1956. Once años después, en 1967, recibió Otero los dos restantes por las universidades de Valencia y Rouen. El 31 de mayo de 1967, a las 12.00 horas, se celebró en el Paraninfo de la Universidad de Valencia el acto de investidura de José María Otero Navascués como doctor honoris causa. La Facultad de Ciencias de esta universidad hizo la propuesta del nombramiento, aprobándose por orden de 17 de mayo de 1967 firmada por el entonces director general de Enseñanza Universitaria Manuel Lora Tamayo.146 Fue el decano de la Facultad, Bosch Ariño, quien realizó la laudatio de Otero.147 Intervino también en el acto Joaquín Catalá de Alemany, discípulo y colaborador del homenajeado. Ya investido de tan alta dignidad universitaria, Otero pronunció su discurso «… con extraordinaria emoción, muy visible al hacer uso de la palabra …»,148 para el vIllena, «José María Otero Navascués», pág. 5. Ibídem. 145 vIllena, «José María Otero Navascués», pág. 12. 146 Orden de 17 de mayo de 1967 por la que se autoriza al Rectorado de la Universidad de Valencia para que nombre Doctor «Honoris Causa» a don José María Otero Navascués, Presidente de la Junta de Energía Nuclear: «Ilmo. Sr.: Vista la petición de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Valencia, que ha sido favorablemente informada por el Rectorado de la misma, este Ministerio, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 21 de la Ley de 29 de julio de 1943, ha resuelto autorizar al Rectorado mencionado para que nombre Doctor “Honoris Causa” al excelentísimo señor don José María Otero Navascués. Presidente de la Junta de Energía Nuclear. Lo digo a V. l. Para su conocimiento y efectos. Dios guarde a V.I. muchos años. Madrid, 17 de mayo de 1967. LORA TAMAYO. Ilmo. Sr. Director general de Enseñanza Universitaria» (BOE, del 20 de junio de 1967, núm. 146, pág. 8552). 147 Protocolo del acto de la Solemne Investidura de Doctor «Honoris Causa» del Excmo. Sr. D. José María Otero Navascués (APJON). 148 Diario YA, de 1 de junio de 1967. 143 144

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cual sólo tenía redactadas unas notas que desarrolló con brillantez. Después de agradecer la concesión del doctorado, señaló que este premio suponía reconocer el trabajo de todo un equipo, entre los que citó a Durán, Jiménez-Landi y otros. Pasó posteriormente a hablar de lo que él mismo consideraba «mi modesta aportación científica», de la importancia de la universidad como lugar de formación de los científicos e investigadores, de la relevancia de la investigación en materia nuclear y la Junta de Energía Nuclear, y de la importancia de la investigación científica y técnica como motores del desarrollo económico. También aludió a lo que calificó como dolorosa «renuncia» a la investigación personal, que tuvo que realizar a partir de 1956 como consecuencia de las nuevas responsabilidades que tuvo que asumir en el campo nuclear. Terminó su discurso con una frase muy emotiva, como no podía ser menos: «Con ello comprenderéis que un trozo de mi vida y de mi corazón quedan para siempre vinculadas a vuestra Universidad. He dicho».149 Sus frecuentes viajes a Francia, como se describirá más adelante, para establecer lazos con científicos de este país dedicados a la investigación nuclear, el intercambio de información y la colaboración con dichos científicos, amén, claro está, de sus conocimientos y capacidad de trabajo, fueron premiados en el país vecino con la más alta dignidad académica. En su concesión tuvo mucho que ver el profesor Perrin, a quien Otero visitaba frecuentemente en París en estancias de trabajo. Fue la Universidad de Rouen la que, en el acto de inauguración del curso académico 1967-68, le impuso el birrete laureado como doctor honoris causa.150 También recibió Otero otras condecoraciones, de tan alto fuste y entidad como las anteriores, pero que en este caso venían a premiar sus especiales desvelos en fortalecer los lazos de amistad y cooperación entre España y otras naciones. Es el caso de la Gran Cruz de Isabel la Católica,151 recibida por Otero por sus innegables merecimientos a la hora de estrechar las relaciones, siquiera científicas, con otros países. Francia le nombró Oficial de la Legión de Honor, Alemania le concedió la Gran Cruz de la Orden del Mérito o Grosse Verdienstkreuz y Argentina le nombró Gran Oficial de la Orden del Libertador San Martín. Por su parte, la Santa Sede, en reconocimiento a su ayuda a los cristianos exiliados de los países comunistas a través de la Obra Católica de Asistencia Universitaria y a otros méritos y virtudes cristianas que atesoran su biografía, le concedió la Gran Cruz de San Silvestre y le nombró Comendador con Placa de la Orden de San Gregorio Magno.152 Notas manuscritas que Otero estuvo preparando la noche anterior al acto en el hotel en el que se alojaba en Valencia (APJON). 150 Françon, M., «Le professseur Otero: un grand phisicien, un grand ami», en Óptica Pura y Aplicada, Madrid, 1984, vol. 17, pág. 19. 151 La orden de Isabel la Católica fue creada por el rey Fernando VII en 1815, con el objetivo de premiar a españoles o extranjeros que destacaran por favorecer la comunicación «con los territorios americanos y ultramarinos», así como su prosperidad. Dependiente actualmente del Ministerio de Asuntos Exteriores, se ha eliminado la anterior limitación geográfica, pues ahora se premia a quienes favorezcan «las relaciones de amistad y cooperación de la Nación española con el resto de la Comunidad Internacional». 152 alonso de Cádenas, A., atIenza, J. de, y Cádenas y vICent, V., Elenco de Grandezas y Títulos Nobiliarios Españoles, Madrid, Instituto Salazar y Castro, 1985, pág. 339. 149

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Por último, hay que indicar que Otero también fue condecorado por Franco con la Gran Cruz de la Orden Imperial del Yugo y las Flechas. Creada en 1937 como Orden Imperial de las Flechas Rojas, cambió su denominación por la anterior en 1943. Su finalidad era premiar los servicios prestados a España. Asimismo, el Ayuntamiento de Cintruénigo quiso honrar la memoria de uno de sus más ilustres vecinos otorgando su nombre al colegio de la localidad: el Colegio Público Otero de Navascués.153

En este colegio se imparten los ciclos de Educación Infantil y Primaria a alumnos de entre tres y once años. Precisamente en este centro se celebró el 16 de septiembre de 2008 la inauguración oficial en Navarra del curso escolar 2008-2009 (www.diariodenavarra.es). 153

Capítulo II ACTIVIDAD CIENTÍFICA Su viSión de la CienCia y la inveStigaCión en la eSpaña de la poSguerra Un hombre como José María Otero Navascués, que fue y se sintió siempre marino, encontró también en el campo de la ciencia, de la investigación, otra de sus grandes pasiones vitales. Ya desde sus años de formación en la Academia de Artillería de la Armada dedicó buena parte de su tiempo a la investigación. En un primer momento, fueron los metales, la metalurgia, el objeto de sus estudios. Posteriormente fue inclinándose hacia la física, concretamente a la óptica, de la que llegó a ser un auténtico referente tanto en España como en el extranjero. Y terminaría dedicando su vida profesional a la energía nuclear, campo en el que promovió la investigación con fines pacíficos. Hablar de investigación en la España de los años cincuenta o sesenta del siglo pasado supone hablar, entre otras personas, de Otero Navascués. Fue un hombre emprendedor, incansable, inasequible al desaliento. No se arredró nunca ante las dificultades de financiación o ante las incomprensiones de políticos y colegas. Estaba plenamente convencido de que una de las causas del inveterado atraso de España como nación se debía, entre otras razones, a la escasa capacidad de investigación y el consiguiente deficiente desarrollo de nuestras industrias nacionales. Fue, como se suele decir, un auténtico «hombre de ciencia», promotor del trabajo en equipo, método que consideraba absolutamente imprescindible si se quería progresar. Estas ideas de Otero sobre el quehacer científico, y otras muchas que a continuación se van a analizar, configuran una visión realista y a la vez moderna de la ciencia. Realista, pues consciente de las limitaciones materiales y económicas de la España de la posguerra, nunca cejó en su empeño de desarrollar, en la medida de lo posible, la investigación científica en España. Los recursos, decía, existían, otra cosa era la decisión política de ponerlos al servicio de la ciencia. Por otro lado, él supo ver, anticipándose a otros muchos, que solo si se dejaba de lado la política de «importación» de la tecnología, y se creaban las condiciones necesarias para que la misma fuera creada dentro de las fronteras nacionales, España podría sentar las bases de una potente industria que acabara con la dependencia exterior. Se trataba de

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potenciar la investigación pura, prácticamente desconocida en España, para adquirir unos conocimientos que después tendrían su aplicación práctica a través de la investigación aplicada. Era este, a su entender, el gran problema para un adecuado desarrollo de la ciencia y, consecuentemente, de la industria nacional. En este sentido, fue Otero un adelantado a su tiempo, pues comprendió a la perfección las deficiencias de la industria española. Todos estos planteamientos los expuso tantas veces como pudo y ante todo tipo de auditorios. Aun a riesgo de generalizar, se puede afirmar que su objetivo fue que en España hubiera una verdadera «política científica», con todo lo que ello suponía. Otero abogaba por abandonar esa idea equivocada del investigador como una persona encerrada en su laboratorio y trabajando con sus probetas y demás utensilios sin más ayuda que su ingenio. La figura de Santiago Ramón y Cajal respondía a la perfección a este prototipo, y sin desmerecer en absoluto sus méritos y logros, desgraciadamente era la imagen que de los científicos tenían algunos responsables políticos en la España de la posguerra y la que trató de cambiar Otero. Así lo expuso él mismo en un artículo publicado en el diario YA el día 12 de mayo de 1963 con el título de «La investigación, esa gran desconocida»: «Todavía existe, muy difundida en amplios círculos, la idea decimonónica del sabio aislado en un rincón del laboratorio o de su propio hogar, que podría hacer con medios rudimentarios descubrimientos fundamentales. Tal vez la sombra grandiosa de Cajal haya influido en esto».1 Frente a esta forma de investigar, que podía dar lugar a la obtención de resultados importantes pero en todo caso aislados, Otero propuso, en primer lugar, que el investigador tuviera el reconocimiento social, económico y jurídico del que por entonces carecía, y, en segundo lugar, la formación de «… grandes equipos humanos muy calificados y dotarlos de medios poderosos».2 Defendía crear la figura del investigador profesional, o, como se dice ahora, dotarle de un estatuto jurídico. Su propuesta, reconocía Otero, no estuvo exenta de críticas por parte de aquellos que no entendían que la investigación se convirtiera en una profesión: «La creación del investigador profesional. Este último punto, que reputamos de importancia vital, ha sido escándalo de muchos, pues suena a herejía el tratar de profesionalizar una actividad creadora y eminentemente espiritual, olvidando que existen Seminarios, Escuelas de Bellas Artes y Escuelas de Guerra».3 Para conseguir ese reconocimiento del investigador era absolutamente imprescindible que este gozara de cierta estabilidad económica. Otero lo denominaba «estímulo económico», pero la finalidad era la misma: que le permitiera mantener una familia y vivir de su investigación. La precariedad laboral y económica no podía sino echar para atrás a muchos futuros investigadores que, muy a su pesar, no podrían dedicarse a aquello que les apasionaba. Las ideas de Otero eran muy claras y, desde luego sensatas, a este respecto: En un país como España, de atraso tan considerable en la investigación científica y en la investigación aplicada, es preciso que el investigador tenga un estímulo econó1 otero navaSCuéS, J. M.ª, «La investigación, esa gran desconocida», en diario YA, de 12 de mayo de 1963 (APJON). 2 Ibídem. 3 otero navaSCuéS, J. M.ª, «Panorama y problemática de la investigación científica en España», en Arbor, Madrid, 1958, enero, núm. 145, págs. 1-14, 5.

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mico suficiente, primero para cubrir sus más elementales necesidades, y después para que la falta de remuneración no tienda a llevarle hacia otras actividades más lucrativas. Y ello, más mostrándole un porvenir que un presente. El investigador español es austero y no pide gollerías. Pide únicamente un mínimo vital para fundar una familia y poder vivir de su investigación. No se trata de que realice un esfuerzo intensísimo durante unos meses o uno o dos años para lograr una posición; su esfuerzo ha de ser constante y siempre superándose, y puede decirse que el investigador en su tarea está en trance de oposición permanente.4

Resulta descorazonador que, pasados tantos años desde que Otero escribió estas líneas, no haya variado en absoluto la política científica en España desde entonces hasta estos años de principios del siglo xxi y que, pese a ser una reclamación constante de becarios e investigadores, no se haya hecho gran cosa por dotar a este estamento de unas mínimas condiciones de estabilidad profesional y económica. Otero denunció esta situación, que conducía, por ejemplo, a que los ingenieros abandonaran por completo la investigación: «Ahora, la desproporción entre los ingresos medios de un ingeniero y los de un investigador es tan crasa, que hace que, salvo casos excepcionales que confirman la regla, la profesión de ingeniero tenga las espaldas vueltas a la investigación, como no sea en actividades muy específicas de su propia profesión». Las consecuencias eran funestas. En realidad, esta desatención al investigador no era más que un eslabón, según Otero, de una casi total ausencia de interés de las autoridades políticas españolas por la investigación. Decimos «casi total» porque es cierto que gracias al impulso de hombres como Otero y muchos otros se obtuvieron grandes logros en el ámbito científico, como se expondrá a lo largo de este capítulo. No obstante, Otero estaba convencido de que se podía hacer mucho más, y que todo dependía de que los políticos tuvieran el noble propósito, cierto e inequívoco, de impulsar en España una verdadera política científica: «Hay que buscar y lograr que esta política científica impregne en sus principios desde la educación primaria hasta la empresa aislada y desde el hogar a los Consejos de Administración, de tal forma que la ciencia y sus métodos dejen de ser un misterio oculto, no tan solo para el vulgo sino para los que, poseedores de una cultura humanística la mutilan al faltarles este ingrediente fundamental del tiempo en que vivimos».5 En apoyo de sus tesis Otero citaba un informe del Banco Mundial de 1963, que en su página 554 hacía la siguiente recomendación al Gobierno español: Si España ha de emprender una expansión industrial bajo condiciones de competencia y ha de aumentar la productividad, en una época en que se están logrando avances tan rápidos en la ciencia y la tecnología, no puede permitirse en retrasarse en relación a muchos de sus competidores comerciales más próximos, que están dando un considerable impulso a la investigación científica.6

Tras recoger la recomendación del Banco Mundial, Otero concluía: «Convendría seguir este consejo». Y lo señalaba porque no veía realmente una apuesta decidida por la investigación en España. Muestra de ello, el siguiente botón: «En la época del año 4 5 6

Ibídem, pág. 8. otero navaSCuéS, «La investigación, esa gran desconocida». Ibídem.

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que recorremos es cuando los grandes Bancos y Sociedades Industriales celebran sus juntas generales y presentan sus memorias anuales. He recibido buen número de ellas de España y del extranjero […] en ninguna de las nacionales se cita la palabra «investigación» ni sus consecuencias económicas».7 No entendía Otero cómo podía producirse esa ceguera, de unos y de otros, que no comprendían la relevancia de la investigación científica para el progreso de una nación como España. No daba crédito a esa falta de sensibilidad con este tema, absolutamente crucial para él: Todo sucede como si los antibióticos, la televisión, los transistores, la mejora de los rendimientos agrícolas, los aviones a reacción, para no hablar de la energía nuclear y de los satélites artificiales, se hubieran producido y desarrollado por generación espontánea y detrás de ellos no hubiese legiones de científicos en un laboratorio, de ingenieros en oficinas de proyectos, y de unos y otros en laboratorios de ensayo y campos de prueba, comprobando los hallazgos y evaluando los resultados.8

Era esta la postura adoptada por aquellos que sostenían que la investigación solo podía realizarse en países que contaran con grandes medios económicos, lo cual, en opinión de Otero, era una gran equivocación. Como él decía muchas veces, la investigación no era solo ni fundamentalmente una cuestión de dinero, sino una postura mental, enfrentándose dos actitudes bien opuestas: «La del perezoso que dice: “Que inventen o investiguen otros”, o la del consciente que examina fríamente los temas de la ciencia que cultiva y considera cuál puede ser la solución del problema, que no siempre ha de ser hallada por el que tiene más medios».9 Rechazaba Otero la posición de aquellos que adoptaban una postura cómoda: «Que inventen otros, comprar la patente, sí, son fórmulas de una vida cómoda, pero fórmulas que reducen el nivel de vida de los españoles irrevocablemente».10 En su opinión, nunca España llegaría a ser una gran potencia si seguía por ese camino, pues no había una sola nación con un alto nivel de vida que no participase «… decisivamente en la creación de la ciencia y en el desarrollo de la técnica».11 En uno de los artículos que se han citado (Panorama y problemática de la investigación científica en España), publicado por Otero en 1958 en la revista Arbor, no pudo ser más concluyente al respecto de estas cuestiones: «No hay alternativa. O en España se crea una ciencia y una técnica propias, o nuestro nivel de vida seguirá teniendo, no en absoluto, sino en relación con los demás países de Europa, el lugar sonrojante que hoy tenemos, triste herencia de muchas generaciones de espaldas a la ciencia y la técnica. Es amargo decir estas verdades, pero es totalmente necesario y una obligación moral para los que tenemos puestos de responsabilidad».12 Una apuesta decidida por la investigación de los responsables políticos era, por tanto, la primera premisa para llegar al objetivo deseado. Dicha apuesta debía traducir7 8 9 10 11 12

Ibídem. Ibídem. otero navaSCuéS, «Panorama y problemática de la investigación científica», pág. 12. Ibídem. Ibídem. Ibídem, págs. 13 y 14.

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se, indefectiblemente, en un importante aumento de las partidas dedicadas a la investigación en los presupuestos españoles. En otro de los artículos dedicados por Otero a esta cuestión citó las conclusiones de la Conferencia sobre Aplicaciones de la Ciencia y la Técnica a favor de los Países en Vías de Desarrollo celebrada en Ginebra entre los días 4 al 20 de febrero de 1963. En el documento final de esta reunión se establecía que «… para un país en vías de desarrollo, sus gastos de investigación científica no debían ser nunca inferiores al 1% de la Renta Nacional, mientras que la O.E.C.D. considera que para un país industrializado no deben bajar del 2». Pues bien, ¿cuál era el porcentaje dedicado por España a la investigación al comienzo de la década de los sesenta? Un ridículo 0,2 %, lo que llevó a Otero a reconocer «… la inmensa tarea que tenemos por delante si queremos subsistir».13 Es comprensible la obsesión de Otero para que España alcanzase un nivel suficiente en el campo de la investigación científica. Él era un hombre de ciencia, prestigioso, y además con importantes responsabilidades y con acceso a las más altas instancias políticas. Había, además, otra razón, antes levemente apuntada, de la que estaba plenamente convencido: el desarrollo de la ciencia y la investigación era un factor determinante para el progreso económico y social de una nación. Tan persuadido estaba de ello que dedicó un interesantísimo y extenso trabajo a intentar demostrarlo; este artículo, con el sugestivo título de «La ciencia, la investigación y la técnica ante el desarrollo económico y el progreso social», fue publicado en 1964, y en él aportaba datos más que concluyentes al respecto.14 El postulado o idea básica que defendió en este trabajo era el de considerar la investigación como una inversión más que rentable para todo país: El producto de la revolución científica es la mejora del nivel de vida; luego debe de ser uno de los factores de desarrollo económico, cuyo fin último es aumentar el bienestar material y espiritual, nivelando las diferencias y aumentando la renta per capita. Que el desarrollo económico tiene como último fin este aumento de bienestar es lo que le da este irresistible poder de captación e interés para la comunidad y cada uno de los individuos.15

Esta aseveración suya la fundamentaba tanto en otras opiniones de destacados investigadores como en datos aportados por instituciones serias y solventes. Así, recogía Otero la siguiente frase del argentino Bernard Houssay, premio Nobel de Medicina en 1947: «Es absurdo pensar que se pueda obtener expansión económica y progreso, si simultáneamente, o mejor, previamente, no se fomenta la ciencia y la tecnología».16 También plasmaba Otero las cifras del porcentaje que sobre su respectiva renta nacional dedicaban a la investigación científica y técnica las naciones más desarrolladas del mundo, y su comparación con España; se trataba de datos, correspondientes a 1961, publicados por el Departamento de Ciencias Exactas y Naturales de la Unesco: Estados otero navaSCuéS, J. M.ª, «Tendencias actuales de la investigación», en diario YA, de 17 de mayo de 1963 (APJON). 14 otero navaSCuéS, J. M.ª, «La ciencia, la investigación y la técnica ante el desarrollo económico y el progreso social», en Anales de Moral Social y Económica, Madrid, 1964, vol. 5, págs. 9-34. 15 Ibídem, pág. 10. 16 Ibídem, pág. 14. 13

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José M.ª Otero con su secretario personal durante muchos años, el comandante Rafael Nuche.

Unidos: 3,31 %; Reino Unido: 2,93 %; Unión Soviética: 2,42 %; Países Bajos: 1,71 %; Alemania: 1,61%; Francia: 1,47 %; y España, el citado 0,2 %. O las cifras de las cantidades invertidas en investigación por habitante y año por los mismos países: Estados Unidos: 76 dólares; Reino Unido: 34; Unión Soviética: 17; Países Bajos: 13, por los 0,8 dólares habitante/año de España.17 Los datos anteriores llevaron a Otero a realizar una afirmación absolutamente irrebatible: en los países más desarrollados del mundo «… se ha demostrado estadísticamente que el progreso tecnológico ha sido el mayor contribuyente al crecimiento económico…».18 ¿Qué soluciones proponía Otero para, al menos, intentar que España siguiese el camino emprendido por esas grandes naciones y recortar la distancia cada vez más grande que por entonces nos separaba de ellos? En vista de todo lo señalado, podían resumirse en las siguientes: 1) una política nacional decidida en pro de la investigación; 2) el empleo de importantes medios económicos en esta tarea; 3) infundir la idea científica tanto a la población en general, desde la escuela primaria, como a los gobernantes; 4) la promoción social y económica del investigador y, por último, 5) la adecuación de las estructuras estatales al fin perseguido. Respecto al último punto, propuso la creación, dependiente de Presidencia del Gobierno o de un Ministerio ad hoc, de cuatro consejos distintos: Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Consejo Nacional de Investigaciones Agronómicas, Forestales y Ganaderas, Consejo Nacional de Ciencias Médicas y Junta de Energía 17 18

Ibídem, págs. 15 y 16. Ibídem, pág. 20.

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Nuclear; y, en función del futuro desarrollo de la investigación espacial en España, la posible constitución de un quinto organismo que se ocupase de este campo.19 La realidad es que, como reconocía en los artículos citados el propio Otero, España ya había avanzado algo en esta línea en los últimos veinte años. Por ejemplo, con la creación de la Junta de Energía Nuclear en 1951, del Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas en 1957, o de la Comisión Delegada para Política Científica en 1964. No obstante, todavía quedaba mucho por realizar, por lo que la conclusión no podía ser más que una: «Hay que acelerar al máximo si España quiere sobrevivir como país independiente y soberano, las inversiones para costear esta carrera del desarrollo científico y técnico, sin más limitaciones que la del potencial humano que existe y que se vaya creando».20 Convencido de ello, Otero contribuyó a esta tarea con todo empeño y tesón: «… fue uno de los grandes artífices del gigantesco esfuerzo y del enorme avance que España experimentó, a caballo entre los años cincuenta y sesenta, para llegar a figurar entre los países con ciencia experimental propia».21 Y fue en el campo de la óptica donde Otero empezó a destacar y a aplicar sus ambiciosos proyectos.

otero y el deSarrollo de la óptiCa en eSpaña Fue justo después de concluir sus cinco años en la Academia de Artillería de la Armada cuando Otero decidió completar su formación mediante diferentes estancias de investigación en centros tanto nacionales como extranjeros. Así, al margen de sus diferentes destinos en Marina, en el curso 1928-29 se incorporó al Laboratorio de Investigaciones Físicas, que, dependiente de la Junta de Ampliación de Estudios, dirigía Blas Cabrera. Pasó a formar parte de la sección de rayos-X, comandada por el físico Julio Palacios Martínez,22 con quien se volvería a encontrar años más tarde en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.23 Realizó también un curso de mecánica química y asistió a las clases que impartió en la Cátedra Cajal el eminente físico suizo Paul Scherrer. La incorporación de Otero al laboratorio sorprendió a sus miembros, pues su condición de marino suponía una excepción en este centro donde todos sus componentes eran físicos, químicos o naturalistas. Pronto trabó amistad con algunos de ellos, especialmente con Luis Bru, Javier Echánobe y Pilar Álvarez Ude. Con ellos compartió Ibídem, pág. 32. Ibídem, pág. 33. 21 Villena, «José María Otero Navascués», pág. 63. 22 Bru, L., «Mis recuerdos de José María Otero», en Óptica Pura y Aplicada, Madrid, 1984, vol. 17, págs. 13-14, 13. 23 Julio Palacios Martínez nació en Paniza (Zaragoza) el 12 de abril de 1891. Doctor en Ciencias y catedrático de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid, llegó a dirigir el Instituto de Ciencias Físicas de la misma Facultad y el Instituto de Física Alonso de Santa Cruz del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, del que asimismo fue vocal. Fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Toulouse. Falleció el 21 de febrero de 1970 (Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Relación de Académicos desde el año 1847 hasta el 2003, Madrid, 2003, pág. 88). 19 20

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aficiones, como la música de los compositores rusos, que solían oír en casa de Otero, pero también obligaciones profesionales. Una de ellas les vino dada por su trabajo, pues Julio Palacios les hizo ver que para poder progresar en la física era requisito imprescindible conocer el idioma alemán. En consecuencia, los cuatro: Otero, Bru, Echánobe y Álvarez Ude, pasaron a recibir clases de alemán de Francisco Kubusch, amigo de Bru, en la casa de este. Una hora tres días a la semana dedicaron al estudio del alemán con un método muy simple: «Cada día deberíamos redactar un texto breve que contuviera el mayor número posible de verbos, para que los otros dos lo pasaran a un alemán coloquial y comprensible».24 Otero y Bru recordarían tiempo después esas horas dedicadas al aprendizaje de esa «… tan difícil como agradecida lengua». Como anécdota, Bru evocaba la facilidad de Otero con este idioma: «… pues el alemán llegó a no tener secretos para José María…», así como la forma en que Otero le presentaba: «… con frecuencia, me presentaba diciendo: “Con Luis me inicié en el der, die, das”».25 En 1929 Otero fue enviado al extranjero para ampliar su formación con la ayuda económica del Ministerio de Marina y de la Junta de Ampliación de Estudios. En esta decisión tuvo mucho que ver el ingeniero José Antonio de Artigas Sanz, director del Laboratorio de Investigaciones Industriales, y a quien Otero siempre consideró su mentor.26 Así, en octubre de ese año llegó a Zúrich, al Instituto de Física de la Escuela Politécnica Federal, donde trabajaba el profesor Scherrer, a quien ya había conocido en Madrid unos meses antes.27 Allí pudo asistir, junto con Luis Bru, también pensionado, a las clases de Scherrer, una auténtica eminencia en Europa. Así lo contó el propio Bru: «Las clases de Scherrer eran, con toda seguridad, las mejores que se dictaban en Europa. Jamás nos perdimos una. Es un privilegio que compartimos juntos».28 Con Scherrer realizó un curso de física experimental de los metales,29 y trabajó en cristalografía de rayos x, mientras que con el profesor Ros «… amplió su preparación metalográfica».30 Además, Otero y Bru mantuvieron unos primeros contactos muy provechosos con figuras destacadas de la física como Pauli y Wentzel.31 Desde Zúrich se trasladó a Berlín. Este viaje fue fundamental para Otero desde el punto de vista profesional, pues supuso el abandono de sus estudios de metalurgia y el inicio de una fructífera vida dedicada al estudio e investigación en óptica. Casi tres años estuvo formándose, bajo la dirección de los profesores Weidert y Eckert, en la Escuela Técnica Superior y en el Instituto de Óptica de Berlín.32 Su estancia en Alemania estuvo a punto de terminar anticipadamente cuando el Ministerio de Marina, ante la falta de fondos, decidió reducir sus gastos en el extranjero no prorrogando algunas de las comisiones de investigación como la de Otero. Sin embargo, como cuenta Orte Lledó, un hecho fortuito solucionó este contratiempo: en Bru, «Mis recuerdos de José María Otero», pág. 13. Ibídem. 26 Ibídem. 27 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 22. 28 bru, «Mis recuerdos de José María Otero», pág. 13. 29 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 22. 30 durán miranda, A., «Contribución de José María Otero a la Óptica», en Homenaje al Excmo. Sr. D. José María Otero de Navascués, Madrid, 1983, págs. 17-23, 22. 31 bru, «Mis recuerdos de José María Otero», pág. 13. 32 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 95. 24 25

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uno de sus viajes a Madrid, Otero se encontró con Américo Castro, embajador español en Alemania desde 1931. Este, conocedor de la estancia y progresos de Otero en Berlín, medió ante el Ministerio de Marina para que Otero pudiera continuar en Alemania. Sus gestiones dieron resultado positivo y Otero pudo volver a Berlín.33 El trabajo de campo lo completó con diversas visitas a las fábricas de óptica alemanas, donde realizó además las prácticas necesarias para completar sus estudios: concretamente, en la fábrica de Carl Zeiss de Jena, en la de Askania en Berlín y en Nedinsco, la filial de Zeiss dedicada a la fabricación de instrumentos militares.34 Tras más de tres años en el extranjero, y como ya se ha indicado en otro capítulo, en junio de 1933 Otero regresó a Madrid. En su haber tenía una completísima y sólida formación en esa rama de la ciencia, a la que dedicó a partir de entonces sus desvelos: la óptica. En su cabeza tenía un proyecto que pronto hizo realidad: el de poner en marcha en España un centro de estudios e investigación sobre la materia.35 En 1934 fundó el Laboratorio de Óptica, ubicado físicamente en el Ministerio de Marina, pero vinculado al Laboratorio de Investigaciones Físicas dependiente de la Junta de Ampliación de Estudios. Fue, en palabras del propio Otero, el primer paso para crear una industria óptica en España.36 En los años que precedieron a la Guerra Civil, y al servicio del Ministerio de Marina, organizó e impartió cursos sobre óptica técnica;37 visitó varias fábricas en Italia, Holanda e Inglaterra;38 y asistió a diferentes congresos en el extranjero, como el Congreso Internacional del Alumbrado, celebrado en Alemania, o el de la Asociación Óptica Italiana, en 1934.39 Con ocasión de este último, Otero fue acompañado por el también capitán de Artillería de la Armada Riaza, en una visita que coincidió en el tiempo, mayo-junio de 1934, con la celebración en Florencia de la Segunda Exposición Nacional de Óptica. Al término de la visita, y ya de vuelta a España, Otero redactó un documentado informe reservado de veintiséis páginas en el que daba cuenta de todo lo visto y oído, tanto en el congreso como en la exposición, así como en las diferentes fábricas y talleres que pudo visitar. Además de los detalles técnicos relativos a nuevo instrumental óptico, quizás lo más interesante de este informe sean las páginas que dedicaba a exponer la situación de la industria óptica italiana en esa Italia de entreguerras.40 Aunque no lo decía expresamente, daba a entender que el modelo italiano sería el más idóneo para su aplicación a la incipiente industria óptica española. Expuso cuál era la situación en Italia tras la primera Guerra Mundial: En la post-guerra, estaba perdida en Italia la tradición de ambas industrias [se refiere a las industrias ópticas y de mecánica de precisión]; la producción científica y orte lledó, «José M.ª Otero en la Armada», pág. 10. romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 22. 35 villena, «José María Otero Navascués», pág. 1. 36 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 22. 37 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 95. 38 villena, «José María Otero Navascués», pág. 1. 39 durán miranda, «Contribución de José María Otero a la Óptica», pág. 22. 40 «Información italiana. N.º 10. Noviembre 1934. José M.ª Otero, Capitán de Artillería de la Armada» (Archivo Museo Naval de Madrid, en adelante AMN, ms. 1398, doc. 19). 33

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la investigación eran nulas; el desinterés público absoluto y el rendimiento de las pocas fábricas, de vida precaria, muy deficiente… el más ruidoso de los fracasos acompañó a las raras tentativas hechas para variar tal estado de cosas y únicamente el Estado, al darse cuenta de la situación, pudo intervenir eficazmente.41

La solución adoptada en Italia fue, por tanto, la de «… nacionalizar una industria, por dificultosa que sea su técnica, como la de óptica y mecánica de precisión, que tanta importancia tiene para la defensa de la nación». Daba cuenta de cómo en el país transalpino se habían creado la Asociación Óptica Italiana y el Instituto Nacional de Óptica, donde pasaron a recibir formación ingenieros, obreros y oficiales del Ejército y de la Marina; de la creación en dicho Instituto de un laboratorio de investigación y comprobación; del fomento por parte del Estado de nuevas fábricas y de la formación de jóvenes investigadores. Todo ello había podido comprobarlo Otero en su estancia en Italia, hasta llegar a la conclusión de que la «nacionalización» de la industria óptica italiana comenzaba a dar sus frutos, tanto en el ámbito civil como militar: «En la Marina, se siente inmediatamente este nuevo estado de cosas».42 En este informe reservado también describió Otero minuciosamente su visita a fábricas como Galileo, la más antigua de Italia en esta rama, San Giorgio o Spezia. Esta última era a la vez un taller de reparación y un laboratorio de comprobación de instrumentos de óptica y mecánica de precisión, dependiente directamente de la Marina italiana.43 Aún más provechosa e interesante resultó para Otero y Riaza la invitación recibida para asistir durante un día entero, a bordo del crucero Bolzano, a unas prácticas de tiro. A punto de partir para España, tuvieron por ello que comunicar la invitación recibida al embajador español en Roma, Gómez Ocerín, quien hizo las gestiones necesarias para retrasar su regreso a España. La descripción que hace Otero de todos los ejercicios de tiro, de las conversaciones mantenidas con los marinos italianos, y de los instrumentos de dirección de tiro observados en esta larga jornada a bordo del crucero no pudo ser más detallada.44 Bastan unas líneas para resumir la impresión de Otero a la finalización del viaje a Italia: «Sin querer extenderme mucho en las enseñanzas que de este viaje pude sacar, quiero insistir solamente en el grado de perfeccionamiento que ha alcanzado la industria de la óptica y de la mecánica de precisión en Italia, que puede competir dignamente con la de cualquier otro país…».45 Este informe, enviado por Otero y Riaza a la Secretaría Técnica del Ministerio de Marina, y por esta al almirante Francisco Javier de Salas, fue solo uno de los siete informes científico-militares elaborados por Otero en estos años como resultado de sus investigaciones y viajes, y por los que fue felicitado dos veces por el Ministerio de Marina.46 41 42 43 44 45 46

Ibídem, págs. 5 y 6. Ibídem, págs. 6 y 7. Ibídem, págs. 7-18. Ibídem, págs. 18-24. Ibídem, pág. 25. villena, «José María Otero Navascués», pág. 1.

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El descubrimiento de la «miopía nocturna» Otero volvió de Italia con el convencimiento de que en España se habían comenzado a poner los cimientos de una experiencia similar a la italiana, en parte gracias a su empeño y dedicación. Fiel reflejo de ello era la creación del citado Laboratorio de Óptica en el Ministerio de Marina o los cursos impartidos sobre la materia. Pero la industria óptica nacional era prácticamente inexistente, y esta era una dificultad a la que habría que poner remedio. Sin embargo, la Guerra Civil paralizó totalmente el funcionamiento del Laboratorio de Óptica del Ministerio de Marina. Finalizada la contienda, Otero volvió a servir en el Ministerio de Marina, siendo destinado al taller de recuperación y reparación de material de guerra (equipos de óptica y de dirección de tiro) que, bajo la dirección del capitán de fragata Alfredo Guijarro, estaba situado en las instalaciones de la Estación de Radio de Marina.47 A este taller daría Otero, como se verá más adelante, un gran impulso, al convertirlo también en centro de investigación. Compaginó esta labor con distintas comisiones de servicio en El Ferrol del Caudillo y en Aranjuez. En este punto es ineludible mencionar la creación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) por la ley de 24 de noviembre de 1939, sobre la base de la ya extinta Junta de Ampliación de Estudios. Esto supuso un salto cualitativo en el panorama de la investigación en España. Aunque la escasez de fondos fue la tónica en los primeros años, se dio la oportunidad a jóvenes y no tan jóvenes investigadores de continuar con los proyectos que la Guerra Civil había frustrado y de poner en marcha nuevos planes. Aunque la presidencia la ocupaba el ministro de Educación Nacional, José Ibañez Martín, el funcionamiento diario del Consejo estaba en manos de su secretario general, José María Albareda. Entre las funciones del CSIC cabe citar la firma de convenios con otros países, la concesión de becas de investigación en el extranjero y el fomento de la vinculación, absolutamente necesaria, entre el CSIC y las universidades. Inmediatamente se crearon distintos institutos dentro del CSIC, cada uno de ellos enfocado a los estudios e investigaciones en una rama científica determinada. Así, bajo la dirección de José Casares Gil,48 se fundó el Instituto de Física Alonso de Santa Cruz, siendo nombrado vicedirector del mismo Julio Palacios y secretario Otero.49 Simultáneamente fue creado el Instituto de Química Alonso Barba, con la dirección de Antonio Ríus Miró. En mayo de 1940, a propuesta de Julio Palacios, se creó la Sección de Óptica dentro del Instituto de Física. De él pasaron a formar parte Otero como jefe, Armando Ibídem, pág. 2. José Casares Gil (1866-1961) acumuló entre otros méritos y distinciones las siguientes: «Licenciado en Ciencias Físico-Químicas y Doctor en Farmacia. Catedrático de Técnica Física y Análisis Químico en la Facultad de Farmacia de la Universidad Central. Decano que fue y Decano honorario de la misma. Ex Presidente de esta Academia [Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales]. […] Vocal de la Comisión Ejecutiva de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas. Doctor Honoris Causa por las Universidades de Oporto y de Munich.… Ex Senador del Reino por la Universidad de Santiago…» (Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Relación de Académicos, pág. 32). 49 villena, «José María Otero Navascués», pág. 2. 47 48

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Durán como ayudante, y Piedad de la Cierva como becaria.50 Los tres eran antiguos colaboradores de Palacios en el Laboratorio de Investigaciones Físicas en los años anteriores a la Guerra Civil.51 Otero, al trabajar tanto en el taller de recuperación y reparación de material del Ministerio de Marina y en la Sección de Óptica del Instituto de Física del CSIC, fue el verdadero puente de unión entre ambos organismos. Este nexo era considerado fundamental para Otero, pues la Marina de Guerra, tal y como había visto en Italia, se habría de beneficiar de las investigaciones realizadas en el Alonso de Santa Cruz. Durán contó cuales fueron las líneas de investigación que con este objetivo se iniciaron en la Sección de Óptica que dirigía Otero: Como tema inicial general se planteó entonces el estudio de los instrumentos ópticos con el carácter más amplio posible, es decir, cálculo de sistemas, construcción de prototipos, medida de constantes, control de calidad, estudios fotométricos y para un futuro que se deseaba próximo, la construcción de instrumentos para la Marina.52

Otero, defensor a ultranza del trabajo en conjunto, logró reunir varias veces en el mismo local a los equipos del taller de Marina y de la Sección de Óptica, aun repartiéndose previamente el ámbito de trabajo respectivo: «Está claro que los aspectos tecnológicos caían dentro del campo de la Marina, mientras que los de carácter científico correspondían al área del Consejo y como Otero figuraba en la cabeza de ambos, la coordinación estaba asegurada…».53 Al grupo de investigadores de la Sección de Óptica del Instituto Alonso de Santa Cruz se incorporaron a partir de 1941 nuevos colaboradores procedentes en su mayoría de la universidad. Fue Armando Durán quien atrajo al centro a jóvenes físicos como Leonardo Villena, Jiménez Landi, Cabello y María Egües,54 los tres últimos alumnos suyos de la Facultad de Ciencias.55 Ese mismo año Otero organizó varios cursos para contribuir a la formación del personal de la Sección de Óptica. Uno de los cursos fue impartido por Frank Weidert, su maestro durante su estancia en el Instituto de Óptica de Berlín y director del mismo. El curso versó sobre cálculo de sistemas, y dio lugar a la posterior formación de un grupo de trabajo, dirigido por Durán, sobre óptica geométrica y cálculo de sistemas, y de un Despacho de Proyectos Ópticos, ambos con sede en la Sección de Óptica del Alonso de Santa Cruz.56 Otro de los invitados por Otero fue el profesor Morais, quien compartió sus conocimientos sobre «… el proyecto de sistemas ópticos y promovió la investigación sobre aberraciones de orden superior, contribuyendo a la tarea de afianzar la base sobre la que se desarrollaba la óptica geométrica».57 Ibídem. villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 95. 52 durán miranda, «Contribución de José María Otero a la Óptica», pág. 18. 53 Ibídem, pág. 19. 54 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 96. 55 Calvo, M.ª LuiSa y gómez-reino, C., «In Memoriam: Armando Durán Miranda (19132001)», en Óptica Pura y Aplicada, Madrid, 2000, vol. 33, págs. 3-16, 7. 56 villena, «José María Otero Navascués», pág. 2. 57 durán miranda, «Contribución de José María Otero a la Óptica», pág. 20. 50 51

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D. José María Otero Navascués, firmando con la mano derecha. Al ser ambidiestro, incluso impartía sus clases con ambas manos a la vez.

Por entonces, Otero ya había comenzado a interesarse por el fenómeno de la denominada miopía nocturna o visión nocturna, es decir, el estudio de la acomodación del ojo a condiciones de baja luminosidad. Junto con el oftalmólogo Carlos Costi y García de Tuñón diseñó y construyó un nuevo umbralómetro, que aparece descrito en una publicación de 1940,58 y que fue utilizado «… para estudiar los efectos en la visión nocturna de la avitaminosis procedente de la guerra».59 Sin embargo, su más importante colaborador sobre el tema de la miopía nocturna, y con quien realmente investigó sobre ello, fue Armando Durán Miranda. Nacido en Lugo en 1913, con veinte años se licenció en Ciencias Exactas y Físicas, con premio extraordinario, en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid. En 1934 entró a trabajar como ayudante de termología y profesor auxiliar de electricidad en el laboratorio de Julio Palacios, donde conoció a Otero,60 trabando con él una amistad personal que se mantuvo durante toda su vida. Allí permaneció hasta 1936, interrumpiendo la Guerra Civil todas las actividades del centro. Pero como señalan Calvo y Gómez-Reino, en casa de Palacios siguieron reuniéndose los miembros del laboratorio para hablar de sus inquietudes científicas.61 otero navaSCuéS, J. M.ª y CoSti, C., «Sobre un nuevo umbralómetro», en Anales de la Sociedad Española de Física y Química, Madrid, 1940, t. 36, págs. 121-126. 59 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 96. 60 Calvo y gómez-reino, «In Memoriam: Armando Durán Miranda», págs. 4-5. 61 Julio Palacios fue el único de los cinco catedráticos de Física de la Facultad de Ciencias de la Universidad madrileña que permaneció en España tras la Guerra Civil, pues los otros cuatro se exiliaron (Ibídem, pág. 4). 58

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D. José María Otero Navascués, firmando con la mano izquierda.

Finalizada la guerra, Durán se incorporó a la Sección de Óptica del Instituto de Física Alonso de Santa Cruz que dirigía Otero e inició con él las investigaciones en miopía nocturna.62 Escasa o ninguna bibliografía existía sobre el tema: «Repasaron la literatura moderna sin encontrar nada…».63 Quizás cabría remontarse al siglo xvii, cuando el español Benito Daza de Valdés, notario de la Inquisición, hizo una mención indirecta al fenómeno de la miopía nocturna en su célebre obra El uso de los anteojos. Y en el siglo xix, concretamente en 1883, John William Strutt, lord Rayleigh, publicó un trabajo sobre el tema.64 Posteriormente, Armando Durán tuvo una fecunda vida académica y científica, muchas veces ligada a Otero Navascués. Alcanzó un enorme prestigio profesional, como puede deducirse de los muchos cargos que ocupó y responsabilidades que asumió: doctor en Ciencias Físicas, accedió a la cátedra de Óptica en la Facultad de Ciencias Físicas en 1945, de la que llegó a ser decano. Fue subdirector del Instituto de Óptica Daza de Valdés, director del Instituto Leonardo Torres Quevedo, consejero de número del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, consejero también de la Junta de Energía Nuclear, director general de Enseñanzas Técnicas del Ministerio de Educación Nacional, vocal del Comité Español de Física Pura y Aplicada, académico de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, etc. Autor de numerosas publicaciones, en su gran mayoría sobre óptica, fue galardonado con la Gran Cruz del Mérito Civil y con la Encomienda con Placa de la Orden de Alfonso X el Sabio. Falleció el 13 de enero de 2001(Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Relación de Académicos, págs. 88 y 89; y Calvo y gómez-reino, «In Memoriam: Armando Durán Miranda», págs. 3-16). 63 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 96. 64 Calvo y gómez-reino, «In Memoriam: Armando Durán Miranda», pág. 12. 62

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La escasa bibliografía sobre este fenómeno, así como la circunstancia de que el mismo hubiera pasado prácticamente inadvertido a lo largo de la historia de la ciencia óptica, llamó la atención de Otero y Durán. Más aún si se tiene en cuenta la situación de conflicto bélico en la que se encontraba inmerso medio mundo. Otero explicó la relación entre uno y otro hecho de la siguiente forma: «La última guerra mundial originó multitud de investigaciones para conocer el comportamiento del ojo en las más variadas circunstancias exteriores, ya que de su conocimiento dependía en amplia medida el rendimiento de las armas y elementos de combate».65 Citaba dos ejemplos concretos que alimentaron el interés de los científicos por la miopía nocturna: El caso del comandante de submarino en el ataque nocturno o del piloto de caza en la lucha aérea defensiva son ejemplos flagrantes de la importancia de un conocimiento lo más exacto posible del rendimiento del ojo y de las causas que lo regulan en las más variadas condiciones. Este hecho originó que los más afamados investigadores de Óptica Fisiológica en todos los países dedicasen su atención al estudio de los fenómenos de la visión nocturna…66

En una entrevista realizada a Otero años después, en 1957, el periodista del diario YA introducía la misma con las siguientes palabras: «Era el momento desesperado de la guerra. Se habían dicho algunas cosas, esporádicas y contradictorias, sobre la visión por la noche o en los momentos de menos luz».67 Y seguía diciendo: «El asunto era vital. En un combate aéreo, el piloto que antes distinga al enemigo tiene una ventaja definitiva. Lo mismo en el mar. En la agudeza visual de los prismáticos y periscopios se agazapaban sin que nadie lo advirtiese, los dados que podían decidir el tú o el yo para la danza con la muerte. Los beligerantes trabajaban con angustia en los laboratorios».68 Valera y López atribuyen también a la guerra y a las relaciones de España con Alemania e Italia el súbito interés surgido por la óptica en el Alonso de Santa Cruz: Creemos que en nuestro caso habría que buscar sus orígenes en el tipo de relaciones internacionales imperantes en la ciencia española de postguerra. Al estar estas centradas casi exclusivamente… en Alemania e Italia, muy posiblemente, ante las demandas de óptica de precisión que estos dos países tenían por mor de la guerra europea, darían todo tipo de facilidades al nuestro (en cuanto a bibliografía, estancias, etc.) para el desarrollo de las investigaciones ópticas.69 otero navaSCuéS, J. M.ª., «Sobre las causas de las ametropías naturales de la visión nocturna», en Publicaciones de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid con motivo de su Centenario, Madrid, 1949, tomo I, pág. 1. 66 Ibídem, pág. 2. 67 Quizás se estuviera refiriendo a los trabajos publicados por aquellos mismos años (194143) por el británico W. David Wright, discípulo de sir William Abney, sobre problemas de adaptación a visibilidad nocturna. A parecer, ni Otero ni Durán conocieron los trabajos definitivos del inglés, ni este los de los españoles. 68 Entrevista a José María Otero Navascués, diario YA, 24 de marzo de 1957. 69 valera Candel, M. y lópez Fernández, C., La Física en España a través de los Anales de la Sociedad Española de Física y Química. 1903-1965, Murcia, 2001, pág. 286. 65

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Aunque España no participó en la guerra, la sección de Óptica del Alonso de Santa Cruz reunió a uno de los equipos científicos que pusieron manos a la obra en la tarea de descubrir los secretos de la miopía nocturna. Iniciaron el estudio experimental de los rendimientos fotométricos de instrumentos telescópicos a bajas luminosidades,70 aunque parece ser que en un principio fue una de las colaboradoras de Julio Palacios, de forma fortuita «… quien realizó unas primeras observaciones de las que se deducían un comportamiento anómalo para el rendimiento de observadores en condiciones de baja luminosidad».71 Otero y Durán llegaron a la conclusión que en tales condiciones el ojo se comportaba como miope. Este descubrimiento fue dado a conocer en un primer estudio publicado por los dos en 1941.72 Un año después publicaron un segundo trabajo en el que ya explicaban las causas de la miopía nocturna,73 y en 1943, en este caso Durán en solitario, hizo públicas nuevas investigaciones que probaban la paulatina desaparición del poder de acomodación del ojo al disminuir la luminosidad.74 Incluso Durán llegó a elaborar su tesis sobre esta cuestión: Estudio físico de la miopía nocturna (1943). Dado que Otero no era catedrático, fue Julio Palacios quien se la dirigió.75 Fue este un hallazgo científico de enorme importancia y de gran aplicación práctica. Este éxito pudo obtenerse gracias a la formación previa, las investigaciones y el trabajo de todos cuantos formaban la Sección de Óptica del Instituto de Física Alonso de Santa Cruz, muy especialmente de su director, Otero, y de Armando Durán, y del propio Instituto, en la persona de Julio Palacios. Lo cual viene a demostrar que muchas veces el esfuerzo personal y el trabajo en grupo suplen la falta de medios materiales y económicos. Afirmación que perfectamente podría aplicarse en general a la España de la posguerra y, más en particular, al Consejo Superior de Investigaciones Científicas, aunque este heredara las instalaciones y el material de la Junta de Ampliación de Estudios. En la hora del éxito Otero se acordó, en un gesto que le honraba, de uno de sus maestros y mentor principal, el profesor José Antonio de Artigas. En el discurso inaugural del curso académico 1946-47 de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, dijo que Artigas «… era el responsable de cuanto he de relataros pues por su consejo inicié el estudio de la Óptica y bajo su tutela realicé mi formación científica en Suiza y Alemania».76 El respeto y admiración que Otero profesaba por Artigas encontraba en este una fiel reciprocidad. Desde 1929, cuando Otero pasó a trabajar al Laboratorio de Investigaciones Industriales que dirigía Artigas, este pudo valorar la gran valía del recién llegado. Así lo recordó Obdulio Fernández y Rodríguez en 1949, en la contestación al discurso de ingreso de Artigas en la citada Real Academia. villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 96. Calvo y gómez-reino, «In Memoriam: Armando Durán Miranda», pág. 7. 72 otero navaSCuéS, J. M.ª y durán miranda, A., «Rendimiento fotométrico de sistemas ópticos a bajas luminosidades», en Anales de la Sociedad Española de Física y Química, 1941, t. 37, págs. 459-477. 73 otero navaSCuéS, J. M.ª y durán miranda, A., «Continuación del estudio de la miopía nocturna (Notas II y III)», en Anales de la Sociedad Española de Física y Química, 1942, t. 38, págs. 236-248. 74 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 96. 75 Calvo y gómez-reino, «In Memoriam: Armando Durán Miranda», pág. 4. 76 durán miranda, «Contribución de José María Otero a la Óptica», pág. 18. 70 71

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Rememorando una conversación mantenida entre los dos, señaló como Artigas le anunció que «… su número uno en Óptica lo iba a tener España entre los marinos y en sus labios oí el primer ardiente elogio de Otero».77 Otero manifestó más de una vez la suerte que habían tenido al haber sido ellos los descubridores de este fenómeno, atraídos solo por la curiosidad científica: «Nos cupo la suerte de alcanzar los primeros esta meta, aunque no nos guió en nuestras investigaciones sino el mero interés científico, y desde 1941, en colaboración con el profesor Durán, pudimos dar a conocer y describir las anomalías refractivas en su aspecto más importante (miopía nocturna)…».78 Los trabajos publicados por Otero, Durán y otros miembros de la Sección de Óptica sobre miopía nocturna tuvieron una enorme e inmediata repercusión internacional, tanto en los círculos científicos como en los militares. Villena enumera la lista de autores que se hicieron eco de dichos trabajos: «… Ronchi en 1943, Schupfer en 1944, Arnulf en 1946, Schober en 1947, Kühl en 1950, Bouman y Van den Brink en 1952».79 Durán, por su parte, confirmaba que en Italia los trabajos de la Sección de Óptica del Alonso de Santa Cruz se conocieron gracias al director del Instituto de Óptica italiano, Vasco Ronchi. Sus publicaciones fueron utilizadas por Schupfer para realizar unas comprobaciones personales que vinieron a confirmar el fenómeno de la miopía nocturna.80 El físico francés Françon, amigo personal de Otero, presentaba junto con Arnulf un trabajo en París en 1946, aludiendo al descubrimiento de su colega español. En Alemania, en 1947, publicó Schober un trabajo en el que aludía a un informe que su compañero Kühl había presentado tres años antes al mando supremo de las Fuerzas Armadas alemanas. En ese informe se incluían una serie de medidas realizadas por Kühl en los laboratorios de Jena, para las cuales utilizó las publicaciones de los españoles, y de las que era posible extraer una aplicación práctica para la industria militar alemana, en plena vorágine dada la situación de guerra.81 Según Durán, unos de los trabajos que mejor y más extensamente recogió el descubrimiento de las causas de la miopía nocturna fue el publicado en 1951 en el JOSA por Komen, Scolnik y Tousey con el título de A study of Night myopia. En él se decía expresamente que el término miopía nocturna tenía su origen «… en los trabajos de investigadores españoles “que han hecho uno de los más recientes redescubrimientos del fenómeno y que se encuentran entre los primeros que lo han investigado extensivamente”».82 En 1950 Hamilton Hartridge «… incluye en su tratado el trabajo de Otero y Durán, haciendo mención explícita del descubrimiento por ellos realizado…».83 Además de las ya citadas, muchas otras publicaciones, tanto nacionales como internacionales, se han hecho eco hasta la actualidad de este importante descubrimiento español: «Sus trabajos científicos sobre visión nocturna [se refiere a los de Otero], 77 78 79 80 81 82 83

Ibídem. otero navaSCuéS, «Sobre las causas de las ametropías naturales», pág. 2. villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 97. durán miranda, «Contribución de José María Otero a la Óptica», pág. 20. Ibídem. Ibídem. Calvo y gómez-reino, «In Memoriam: Armando Durán Miranda», pág. 12.

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aparte de ser ampliamente comentados en Revistas de la especialidad francesas, italianas, inglesas, norteamericanas y alemanas, se han recogido en Monografías británicas, norteamericanas, austriacas, francesas y alemanas, y en libros de texto franceses, alemanes y norteamericanos».84 Si el descubrimiento del fenómeno de la miopía nocturna se hubiera producido tan solo unos años antes, hubiera sido de especial trascendencia en el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, especialmente en el ámbito naval. Sin embargo, los trabajos de Otero y Durán, y de todos aquellos que posteriormente aprovecharon sus enseñanzas, estaban todavía muy recientes en 1945, cuando se produjo la derrota alemana, por lo que no pudieron aplicarse durante la contienda. Así lo señaló Otero una década después, poniendo un ejemplo concreto de lo que hubiera supuesto la adaptación de los diferentes instrumentos ópticos utilizados en la guerra (prismáticos, periscopios, etc.) a su descubrimiento: La importancia del hallazgo fue extraordinaria. Según pudimos comprobar en gemelos de submarinos alemanes que nos llegaron por entonces, la Marina de Hitler no conoció nada de esto. Por la mucha humedad de los submarinos fácilmente se empañaban los prismáticos, y decidieron poner el ocular fijo para que, evitando el movimiento, estuvieran más cerrados a esa humedad. Naturalmente, lo pusieron con el enfoque normal del ojo sano a plena luz, sin contar con que en la oscuridad el ojo llega a tener de una dioptría y media a dos de miopía. Si hubieran conocido nuestro descubrimiento, hubieran ganado el 66 por 100 de agudeza visual.85

Sin embargo, obtuvieron plena aplicación práctica en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial y durante toda la segunda mitad del siglo xx: «Estos trabajos, al poner de manifiesto fenómenos de visión nocturna, desconocidos los unos u olvidados los otros, han tenido una importancia práctica grande en la guerra naval, modificando los reglamentos de la observación visual nocturna en las Marinas británica, alemana y de EE.UU.».86 En el ya mencionado artículo de Calvo y Gómez-Reino, fechado en el año 2000, se alude a cómo todavía a finales del siglo xx los trabajos de Otero y Durán sobre miopía nocturna seguían siendo un referente internacional y conservaban plena vigencia: Para tener una idea de la vigencia de sus trabajos mencionaremos como desde la década de 1990 diversas asociaciones americanas para la mejora de la seguridad en la conducción están estudiando la influencia de la miopía nocturna como factor de riesgo. Los trabajos de Otero y Durán se siguen citando como referencia básica. Muy recientemente, y debido a la importancia de los aspectos que mencionamos, diversas empresas de óptica han desarrollado nuevas lentes correctoras de esta miopía particular, como las realizadas por la empresa VISIO-night.87 84

Nota sobre los honores y distinciones recibidos por el Capitan de Navio Ing. D. Jose Maria Otero Navascués (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 85 Entrevista a José María Otero Navascués, diario YA, 24 de marzo de 1957. 86 Nota sobre los honores y distinciones recibidos por el Capitan de Navio Ing. D. Jose Maria Otero Navascués (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 87 Calvo y gómez-reino, «In Memoriam: Armando Durán Miranda», pág. 12.

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Este logro científico alcanzado por Otero y Durán no se vio empañado, ni mucho menos, por una pequeña controversia científica que se produjo con Julio Palacios en el año 1948. La cuestión no radicaba en la atribución de la autoría del descubrimiento, cuestión sobre la que no había lugar a dudas. Años después, Lora-Tamayo, presidente de la Real Sociedad Española de Física y Química, pronunciaba las siguientes palabras en el curso de la celebración del cincuentenario de esta corporación: «En el campo de la Optica, de extraordinario desarrollo en los años últimos, y dentro de él en el estudio de los problemas de la visión, destaca el descubrimiento, en 1941, por Otero y Durán, del fenómeno conocido hoy con el nombre de miopía nocturna…».88 El problema era la determinación de la causa principal de la miopía nocturna e, incluso, el mismo nombre del descubrimiento: miopía nocturna. Esta polémica se ventiló a través de sucesivos trabajos (notas, artículos) publicados por Palacios y Otero en los Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química. Todo comenzó con un artículo publicado conjuntamente por Otero, Lorenzo Plaza y M. Ríos en el volumen correspondiente a los números 5 y 6 de estos Anales. En él, los autores citaban a Julio Palacios «… entre quienes consideran la aberración esférica como la única causa del fenómeno».89 En contestación a esta afirmación, Palacios publicó inmediatamente en los mismos Anales un artículo titulado «La causa de la miopía nocturna». Remitiéndose a su trabajo aludido por Otero, Plaza y Ríos, publicado en Investigación y Progreso, y a su discurso de ingreso en la Real Academia de Medicina pronunciado cuatro años antes, y que también versaba sobre el tema, hacía las siguientes consideraciones. En primer lugar, entendía que el nombre de miopía nocturna no era del todo adecuado, pues en condiciones de baja luminosidad se daban en un ojo todos los defectos posibles: la miopía, por supuesto, pero también la presbicia y la hipermetropía: Según nuestra interpretación, el nombre de miopía resulta inadecuado, pues como decimos en la página 30 del citado discurso: «Con la falta de luz adolece el ojo de todos los defectos posibles: es miope, porque se acerca el punto remoto; présbita, porque pierde el poder de acomodación, e hipermétrope, porque se aleja el punto próximo».90

Y, en segundo lugar, disentía de Otero y Durán cuando estos rechazaban la aberración esférica como causa de la miopía. Su tesis fue la siguiente: Otero y Durán descartaron la aberración esférica como causa de la miopía basándose en medidas hechas en ojos atroponizados, lo cual no era razón suficiente. Las medidas recientes de Otero, Plaza y Ríos muestran que la aberración esférica no explica el acercamiento del punto remoto cuando se dilata la pupila. De ello ha de deducirse, de acuerdo con la primera de nuestras conclusiones, que la ametropía nocturna obedece exclusivamente a que se inhibe el poder de acomodación cuando falta el estímulo luminoso.91 real SoCiedad eSpañola de FíSiCa y QuímiCa, Bodas de Oro, pág. 46. palaCioS, J., «La causa de la miopía nocturna», en Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, Madrid, 1948, n.º 44 (A), págs. 589-590, espec. 589. 90 Ibídem, pág. 589. 91 Ibídem, pág. 590. 88

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Los argumentos de Julio Palacios obtuvieron pronta réplica por parte de Otero, en la misma publicación, a través de un artículo cuyo título no dejaba lugar a dudas sobre su finalidad: «Contestación a una Nota de J. Palacios sobre la causa de la miopía nocturna».92 En las primeras líneas se ratificaba en sus opiniones anteriores y aportaba argumentos en este sentido: En nota reciente publicada en los números 9-10 de estos ANALES, el Profesor Palacios pone de manifiesto su disconformidad de que en un reciente trabajo nuestro le incluyamos entre los que consideran la aberración esférica del ojo como causa principal de la M.N. (miopía nocturna). Ahora bien, en su ya copiosa literatura teórica sobre las ametropías nocturnas esta afirmación aparece repetidas veces.93

Los trabajos de Palacios a los que Otero se refería eran, entre otros, el ya citado en Investigación y Progreso y otro artículo publicado en Portugaliae Physica. Después de leerlos, concluía Otero que no existían «… en el discurso de Palacios más pasajes que hablen de las causas de la miopía nocturna que los reseñados». Es más, decía Otero, que las: … consecuencias publicadas en la nota que contestamos referentes a que el poder de acomodación desaparece con la falta del estímulo luminoso, no se relacionan para nada explícita ni implícitamente en los textos de Palacios con las causas de la miopía nocturna, que para dicho autor era debida principalmente a la aberración esférica del ojo.94

Aún citaba Otero otra publicación de Palacios en la revista Scientia, del año 1945, para sostener su postura. Como resumen, afirmaba con rotundidad Otero que: … la primera vez en que Palacios postula que la ametropía nocturna obedece exclusivamente a que se inhibe el poder de acomodación cuando falta el estímulo luminoso, se realiza de forma expresa en la nota que contestamos, habiendo el Profesor Palacios afirmado en cuatro de sus escritos que la aberración esférica era la causa fundamental de la miopía nocturna.95

Para concluir, expresaba, no sin cierta cariñosa ironía, un deseo para el futuro expresamente dirigido al profesor Palacios: Sería de desear que el Profesor Palacios, que tanto interés ha mostrado y tanto ha contribuido a la difusión de nuestros trabajos, por lo que le quedamos muy agradecidos, llevase este hasta el extremo de unir los resultados experimentales propios a las deducciones teóricas, que con su gran talento muchas veces sirven de acicate y estímulo para nuevas investigaciones, pero que otras no pueden sostenerse sometidas a una rigurosa comprobación experimental.96 otero navaSCuéS, J. M.ª, «Contestación a una Nota de J. Palacios sobre la causa de la miopía nocturna», en Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, Madrid, 1948, n.º 44 (A), págs. 674-677. 93 Ibídem, pág. 674. 94 Ibídem, pág. 675. 95 Ibídem, pág. 676. 96 Ibídem. 92

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Así concluyó esta controversia entre Otero y Palacios, de la que cabe decir, como se ha podido observar, que se desarrolló, por una y otra parte, en los más estrictos términos científicos. Otros autores, sin embargo, hablan de una cierta acritud entre Otero y Palacios: «El intercambio subsiguiente de trabajos alcanzó rápidamente un tono polémico, con artículos cruzados que se rebaten mutuamente las interpretaciones ofrecidas, alcanzando la polémica tonos de cierta acritud al entablarse entre algunos autores españoles».97 Si por acritud entendemos mordacidad o sarcasmo, es innegable que así fue, pero nunca se faltó al debido respeto entre científicos.

La creación del Instituto de Óptica Daza de Valdés Tras el éxito alcanzado con el descubrimiento de la causas de la miopía nocturna, la vida en la Sección de Óptica del Instituto de Física Alonso de Santa Cruz continuó con bríos renovados. Poco a poco se fueron incorporando nuevos jóvenes investigadores, una de las prioridades de Otero como jefe de la sección. Uno de ellos fue Lorenzo Plaza Montero, quien se unió al grupo de becarios del centro el 6 de octubre de 1944. Cuenta Plaza como dos días antes había conocido a Otero en la celebración de unas oposiciones para la provisión de tres cátedras de Física en Madrid. Allí fue presentado a Otero por el doctor Polit, quien había sido su profesor en Barcelona. La recomendación de Polit no pudo surtir mayor efecto, pues Otero citó a Plaza para el día siguiente a las nueve de la mañana en su despacho. De la conversación con Otero en el despacho de este recuerda Plaza dos cosas: la primera, su deseo de crear un gran centro de investigación en el campo de la óptica, más allá de la sección que dirigía; y, en segundo lugar, el énfasis que puso en contar con personas jóvenes para investigar. Y a él, que tenía veintiún años, le convenció fácilmente para quedarse: «Era tal su entusiasmo y su poder de convicción que ante su propuesta de quedarme, con una beca del Ministerio de Marina de 500 ptas. al mes (las del Consejo eran de 250 ptas.), acepté sin vacilar y la despedida de aquella primera entrevista fue típicamente suya: “mañana, a las 9, aquí para empezar a trabajar”».98 El anhelo manifestado por Otero a Plaza, en el sentido de crear un gran centro de investigación óptica en España, pronto comenzó a hacerse realidad. Un decreto de 22 de marzo de 1946, firmado por José Ibañez Martín, modificó la estructura interna del Consejo Superior de Investigaciones Científicas con el fin de adaptarla a la realidad investigadora tras los primeros años de la posguerra. Entre otras medidas, se quiso hacer una distribución más ajustada de los Institutos del CSIC, lo que obligaba a ampliar su número para atender al desarrollo de la investigación en España. Se creó de esta forma el Instituto de Óptica Daza de Valdés, entre otros muchos.99 El cargo de director del nuevo Instituto Daza de Valdés recayó en José María Otero Navascués. Se reconocía así, por un lado, todo el trabajo desarrollado en la Sección de Óptica del Alonso de Santa Cruz y, por otro, su condición de primer investigador y valera Candel y lópez Fernández, La Física en España, pág. 292. plaza montero, L., «El Instituto de Óptica de Madrid de 1946 a 1983, obra predilecta del Profesor Otero Navascués», en Óptica Pura y Aplicada, Madrid, 1984, vol. 17, págs. 31-42, 31. 99 Decreto de 22 de marzo de 1946 por el que se modifica el Reglamento del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Boletín Oficial del Estado, 4 de abril de 1946). 97

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especialista en óptica en España. Armando Durán Miranda fue nombrado vicedirector, y Francisco Poggio Mesorana, secretario.100 Otero tomó posesión de su cargo el 25 de abril de 1946,101 y pasó a poner en práctica el diseño que tenía en mente de la estructura del Instituto. Según Plaza, el ideal de Otero para este centro era contar con «… alrededor de 40 investigadores facultativos a plena dedicación y alrededor de 60 de personal técnico, administrativo y de servicios».102 Los primeros se dividirían en siete grupos, con seis investigadores cada uno: un profesor de investigación, dos investigadores y tres colaboradores.103 Dicha estructura era el objetivo a alcanzar en un futuro, pero inicialmente el Daza de Valdés se organizó en cinco secciones: 1) Óptica Fisiológica y Fotometría e Historia de la Óptica, dirigida por el mismo Otero, con cinco becarios y tres colaboradores; 2) Óptica Geométrica y Cálculo de Sistemas, con Durán como jefe, con un ayudante, dos becarios, dos colaboradores y un colaborador honorario; 3) Óptica Fisiológica, sin jefe adscrito todavía, pero con dos colaboradores; 4) la de Espectros Ópticos, con Poggio al frente, y, 5) por último, la sección de Óptica Física y Teórica, también dirigida por Durán, y con un solo colaborador, Leonardo Villena Pardo.104 Otero se propuso no descuidar la formación de los miembros del Instituto, por lo que nada más constituirse el centro se ocupó de impartir él mismo «… un curso sobre Óptica Fisiológica en el que está haciendo un estudio sobre: 1) El ojo como instrumento óptico II. El ojo como detector de radiaciones III. El ojo como catalizador cromático IV. La visión binocular y la visión de movimientos».105 El año 1947 fue el segundo en la vida del Instituto, pudiéndose hablar de «… un aumento claramente ostensible de sus actividades, pese a las dificultades de su incompleta y provisional instalación, a las que han superado con creces, el interés de todos cuantos lo constituyen».106 Otero, que había pasado a la nómina del Instituto Daza de Valdés desde primeros de año por acuerdo del CSIC,107 relanzó poco a poco todas las facetas del Instituto (formación, investigación, etc.) y realizó, igualmente, una importante labor de difusión de los trabajos de las diferentes secciones del misvillena, «José María Otero Navascués», pág. 3. Ibídem. 102 plaza montero, «El Instituto de Óptica», pág. 37. 103 Ibídem. 104 Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1945-1946 (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán). 105 Ibídem. 106 Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1947 (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán). 107 Comunicación del CSIC a Otero, de 5 de febrero de 1947, de su pase a la nómina del Instituto Daza de Valdés: «Ministerio de Educación Nacional. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En la sesión del Consejo Ejecutivo de este Superior de Investigaciones Científicas celebrada el día 23 de Enero último, se acordó pasar a V.E. a la nómina del Instituto Daza de Valdés de Óptica, como Jefe de las Secciones de Optica Fisiológica y de Fotometría, con la misma gratificación que actualmente percibe y efectos económicos del día primero de Enero del corriente año.= Lo que de orden del Excmo. Sr. Presidente comunico a V.E. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 5 de Febrero de 1947» (APJON). 100 101

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mo. Así en febrero se trasladó a la Universidad de Granada, donde pronunció sendas conferencias los días 14 y 17 con los siguientes títulos: «Agudeza visual: sus límites y factores que la definen» y «Fluctuaciones cuánticas de los valores umbrales de la visión». Entre los días 9 al 16 de junio el Instituto se reunió por vez primera fuera de su sede, concretamente en Barcelona.108 En octubre y noviembre de ese mismo año Otero y Durán, director y subdirector del Daza de Valdés, viajaron a EE.UU. para visitar «… los más importantes núcleos de investigación, de enseñanza y de industria en el campo de la óptica, empezando por el National Bureau of Standars».109 Con carácter previo a la visita, el profesor Wald, de la Universidad de Harvard, y jefe del equipo de investigación que había realizado el programa gubernamental norteamericano sobre visión nocturna, había expuesto en varias conferencias la labor investigadora de la denominada Escuela de Madrid.110 Gran interés y admiración despertaron esos avances: «En su trato con los profesores americanos pudieron observar en cuanto aprecian estos el grado de adelanto en que se encuentra la investigación española en lo referente a las anomalías de la visión nocturna».111 Esto produjo como efecto inmediato la firma de unos acuerdos de colaboración en virtud de los cuales se iba a producir un intercambio muy beneficioso para ambas partes: numerosos becarios españoles pudieron ir a partir de entonces a formarse a esos centros norteamericanos, mientras que las figuras más relevantes de la óptica de EE.UU. vinieron a visitar las instalaciones del Instituto Daza de Valdés en Madrid, «… curiosos de comprobar dónde se habían producido, tan súbitamente, tan importantes contribuciones en Óptica Fisiológica y en Fotometría».112 Por otro lado, una mejor adecuación a los intereses de la investigación produjo una pequeña remodelación interna en las secciones del Instituto: de las cinco existentes se suprimió la de Óptica Geométrica y Cálculo de Sistemas, y se creó la de Óptica Electrónica, a cargo de José García Santesmases. Se nombró además a Manuel López Enríquez como jefe de la de Óptica Oftalmológica. Las cinco secciones estaban situadas físicamente, sin embargo, en diferentes lugares de Madrid: «Así está instalado el Instituto de Óptica. Una parte en los Institutos de Física y Química en Chamartín, otra en la Ciudad Universitaria y otra en la Facultad de Medicina…», lo que repercutía de manera muy negativa en su funcionamiento, pues se llegó a dar el «… hecho de tener que negar la admisión a personas de valía por no disponer de sitio en que instalarlos».113 Para poner remedio a esto se acordó la Diferentes miembros del Instituto expusieron sus investigaciones, y se pronunciaron algunas conferencias, entre ellas una de Otero: «Problemas actuales de la fotometría» (Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1947, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán). 109 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 98. 110 Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1947, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán. 111 Ibídem. 112 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 98. 113 Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1947, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán. 108

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Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Madrid, enero de 1948. De izquierda a derecha: Otero Navascués, Ibáñez Martín, Franco, García Siñeríz y Albareda.

construcción de un nuevo edificio que acogería todas las secciones y laboratorios del Instituto. El año 1948, tercero en la vida del Daza de Valdés, puede considerarse el de la normalización de sus funciones y actividades: «Aún cuando todavía no se ha completado su instalación, que no podrá alcanzarse hasta que no esté terminado el edificio en construcción a él destinado, se han perfilado y equipado sus distintas Secciones, ha aumentado en calidad y cantidad el número de sus trabajos y, sobre todo, se han establecido importantes y fructíferas relaciones con los Centros españoles de Investigación Aplicada y con distintas personalidades de escuelas ópticas de diversos países extranjeros». Se aumentó en dos el número de secciones del Instituto mediante el restablecimiento de la de Óptica Geométrica y Cálculo de Sistemas, eliminada un año antes, y la creación de una nueva denominada Sección de Fotografía y Fotoquímica, cuya dirección se encomendó a María Teresa Vigón Sánchez.114 Entre todas las secciones el Instituto contaba ya en 1948 con un total de sesenta y cinco colaboradores, entre titulados y auxiliares.115 Los contactos con el extranjero prosiguieron durante este año. En este campo cabe destacar la asistencia de Otero, en su condición de director del Daza de Valdés, al Congreso Internacional de Física, y muy especialmente, a la Comisión Internacional Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1948, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán. 115 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 98. 114

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de Óptica celebrada en Delft (Holanda). Todos los asistentes a esta última reunión pudieron comprobar el desarrollo de la investigación en óptica en España, lo que le valió a Otero el reconocimiento general hacia lo realizado en España. En consecuencia, en la Comisión se acordó «… segregar del tema de visión, encomendado desde hacía tiempo a la Delegación francesa, todo lo relativo a la visión nocturna y encargarlo a la escuela de Madrid».116 Leonardo Villena Pardo, nombrado secretario del Instituto en sustitución de Francisco Poggio, colaboró con Otero en los últimos meses de 1948 en una nueva reestructuración interna del centro. El objetivo no era otro, en palabras de Villena, que «… cubrir todos y cada uno de los campos importantes de la óptica y de hacer del Daza uno de los centros más completos, productivos y conocidos en la especialidad».117 La remodelación, aprobada por el Consejo Ejecutivo del Instituto, lo dividía en tres departamentos, cada una de ellos compuesto por varias secciones, y otras cuatro secciones independientes. Al frente de los tres departamentos se nombró a otras tantas figuras consagradas en el campo de la óptica. Otero pasó a dirigir el Departamento de Visión, que contaba con cuatro secciones (Óptica Fisiológica; Optometría, Óptica Biológica y Sensorial; Radiometría, Fotometría e Iluminación, Color y Espectrofotometría). Para los otros dos se fichó a dos investigadores que trabajaban en el extranjero: el español Miguel Catalán Sañudo, del National Bureau of Standars, para el Departamento de Espectros (con las secciones de Espectros Atómicos, Espectros Moleculares y Análisis Espectográficos y Materias Luminiscentes); y Franz Weidert, quien tras la derrota alemana en la Segunda Guerra Mundial había abandonado el Instituto de Óptica de Berlín, como director del Departamento de Óptica Técnica (secciones de Medida de Constantes y Teoría de los Instrumentos; Óptica Geométrica y Cálculo de Sistemas, y Tecnología del Vidrio y tratamientos superficiales).118 La incorporación de Catalán y Weidert, gracias a las gestiones personales de Otero, vino a corroborar el prestigio internacional del Daza de Valdés en el campo de la Óptica. Como indica Villena, «… desfilaron por la cátedra del Instituto las máximas figuras de la Optica».119 Las cuatro secciones independientes eran las de Óptica Física, Óptica Electrónica, Fotografía y Fotoquímica y Rayos Cósmicos. También cambió en 1949 la estructura directiva del Instituto, pues se suprimió la Subdirección y se creó una Vicesecretaría, que pasó a ocupar Antonio Saenz Bretón.120 En 1950 por fin pudo disfrutar el Instituto de Óptica de sus nuevas instalaciones en un edificio de cinco plantas que acogió con cierta holgura los laboratorios del centro. Con ocasión de la celebración del décimo aniversario del Consejo Superior de 116 Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1948, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán. 117 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 98. 118 En villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 98, y Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1949, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán. 119 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 98. 120 Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1949, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán.

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Investigaciones Científicas el nuevo edificio fue inaugurado por el Jefe del Estado, Francisco Franco, el 17 de abril.121 El Instituto continuó con sus investigaciones a través de los tres departamentos constituidos un año antes: Visión, Espectros y Óptica Técnica. El primero, dirigido por Otero, centró sus trabajos en el astigmatismo retiniano, la influencia del estudio de adaptación de un ojo en el umbral diferencial del otro, etc.122 Del 17 al 22 de julio un grupo de investigadores del Instituto (Pedro JiménezLandi, Lorenzo Plaza y Antonia Martín-Tesorero) asistió, con Otero al frente, a la reunión de la Comisión Internacional de Óptica que se celebraba en Londres. La delegación española presentó un informe sobre visión nocturna. Entre los acuerdos adoptados por la comisión cabe destacar dos: por un lado, se decidió crear una revista internacional de óptica, con el nombre de Optica Acta, en cuyo primer número se decidió publicar ese trabajo sobre visión nocturna que habían presentado los españoles. Por otro, se pasó a elegir a la nueva junta directiva de la comisión, «… siendo propuesto y elegido por unanimidad Vicepresidente de la misma D. José M.ª Otero Navascués».123 Estas decisiones supusieron un nuevo reconocimiento internacional, tanto en lo institucional (Instituto de Óptica) como en lo personal (Otero), a la «Escuela de Madrid». La citada Comisión Internacional de Óptica pertenecía a la Unión Internacional de Física Pura y Aplicada (UIFPA), en la que España había sido readmitida unos años antes, gracias a las gestiones personales de Otero y Esteban Terradas. Para mantener una estrecha vinculación con la UIFPA era necesario constituir, a escala nacional, un órgano de similares características y objetivos científicos. Este fue el Consejo Nacional de Física, primero presidido por Terradas y, tras el fallecimiento de este, por Otero (1951). A este centro se llevó como secretario a Armando Durán, quien se vio obligado a dejar la Secretaría del Daza de Valdés.124 A través del Consejo Nacional de Física España mantuvo a partir de entonces una estrecha colaboración con la UIFPA, lo que habría de llevar a varios españoles a comisiones especializadas de la misma.125 Otero siempre persiguió una presencia activa de España en las organizaciones internacionales más relevantes en el campo de la física, la óptica, energía nuclear, etc. Enemigo del aislacionismo, entendía que la internacionalización de la ciencia española era un medio imprescindible para su desarrollo. Ello se conseguía de diferentes modos: las estancias de investigación en los centros extranjeros más afamados en su disciplina respectiva, la asistencia a congresos y conferencias internacionales, la presentación de Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1950, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán. 122 Se produjo en este año 1950 un cambio dentro de la estructura de los departamentos, pues se eliminaron algunas secciones y se crearon otras. El Departamento de Visión estaba formado por las siguientes secciones: Óptica Fisiológica, Exploración Ocular, Fotometría y Colorimetría. El Departamento de Espectros se redujo a dos secciones: Espectros Atómicos y Espectros Moleculares; y el de Óptica Técnica a dos: Medida de Constantes y Teoría de los Instrumentos, y Óptica Geométrica (Ibídem). 123 Ibídem, pág. 13. 124 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 103. 125 Ibídem. 121

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trabajos en los mismos, la elección de españoles para los órganos de dirección de los organismos científicos más relevantes, etc. Y, desde luego, puede afirmarse con rotundidad que, al menos en aquellos campos científicos en los que trabajó (óptica, energía nuclear, metrología), así sucedió. No obstante, como se verá más adelante, encontró Otero en este camino algunas trabas e incomprensiones dentro de España, lo que le produjo alguna que otra decepción. A partir de 1950 Otero se ve obligado a dedicar menos tiempo del que hubiera deseado al Instituto de Óptica Daza de Valdés. Se mantuvo en la dirección del mismo hasta 1966, pero otros asuntos científicos reclamaron su atención y su tiempo, fundamentalmente la energía nuclear. En efecto, desde 1948 ya se habían desarrollado en España las primeras reuniones enfocadas al desarrollo y aprovechamiento, con fines pacíficos, de la energía nuclear. Otero fue llamado a participar en ellas, y ya nunca abandonó esta tarea, llegando a formar parte de, y presidir, la Junta de Investigaciones Atómicas y la Junta de Energía Nuclear, como se relatará en el capítulo siguiente. No obstante, como queda dicho, Otero no se desvinculó nunca del Daza de Valdés. No solo por ostentar su dirección, sino también porque siempre tuvo un especial cariño por este Instituto, que consideraba obra suya, y por sus miembros, muchos de ellos amigos personales suyos. Además, él siempre reconoció que «… su personalidad científica internacional, tanto en Óptica como en Energía Nuclear se creó y consolidó desde el Instituto…».126 Como señala Durán, su mano derecha, a partir de 1950 tiene «… forzosamente que dedicar una atención menor a la óptica porque otras obligaciones requieren su esfuerzo pero lo importante estaba ya realizado y la obra iniciada podría continuar su marcha sin su intervención personal directa. Continuó siempre interesándose por el Instituto pero ya con aire patriarcal y no con la dedicación artesana de laborar casi con sus propias manos».127 Durante los años en los que conservó la dirección del Instituto, Otero se afanó en la apertura al exterior del mismo. Claro ejemplo de ello es la celebración en Madrid, en 1953, en la sede del Instituto de Óptica, de un coloquio internacional sobre problemas ópticos de la visión. Se trataba de conmemorar el 50 aniversario de la fundación de la Real Sociedad Española de Física y Química. El coloquio contó con el patrocinio de la Unión Internacional de Física Pura y Aplicada, y con la ayuda financiera de la Unesco, que pagó el viaje y la estancia de algunos de los asistentes. Otero, nombrado secretario del coloquio, pronunció la conferencia inaugural sobre «Los límites físicos de la visión».128 La celebración de esta reunión en Madrid se aprovechó, según Villena, para «… constatar con los especialistas de todo el mundo, todos ya amigos de Otero y de su Escuela, si los temas de investigación del Instituto de Optica son los adecuados y cómo y cuándo se pueden buscar nuevas orientaciones y nuevos métodos».129 Concluido el coloquio, se celebró también en los locales del Instituto la reunión villena, «José María Otero Navascués», pág. 6. durán miranda, «Contribución de José María Otero a la Óptica», pág. 22. 128 Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1953, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán. 129 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 103. 126 127

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general de la Comisión Internacional de Óptica, a la cual asistieron Otero, Artigas, Vigón y Plaza.130 Esta reunión en Madrid de los más importantes expertos en óptica de todo el mundo supuso todo un éxito para España, para el Instituto de Óptica Daza de Valdés y para Otero: «Este Congreso es la definitiva consagración de la Escuela de Madrid. Otero es elegido presidente de la nueva revista Optica Acta y miembro honorario de las Sociedades de Óptica de Alemania y América».131 En 1956 Otero creó dentro del Instituto la Escuela de Óptica de Anteojería. En ella se realizaron estudios tanto teóricos como prácticos encaminados a la obtención del diploma de óptico de anteojería.132 En este año, justo cuando acababan de cumplirse diez años desde su fundación, el Instituto de Óptica de Madrid contaba ya un total de cuarenta y ocho investigadores. Se distribuían en las siguientes categorías: veinticuatro a plena dedicación, cinco a tiempo parcial, un becario, tres colaboradores honorarios y quince jóvenes doctorandos.133 Precisamente fue la incorporación de jóvenes investigadores una de las preocupaciones constantes de Otero. Su previsión era que todos los años la industria española y la universidad llamaran al menos a dos de los miembros del Instituto para incorporarlos en sus respectivas plantillas. Así dejarían esas plazas libres para que se pudieran admitir a personas jóvenes en el centro, con una edad media de veinticinco años de edad.134 La realidad es que todos los años se produjeron más incorporaciones de las inicialmente previstas, lo que contribuyó al rejuvenecimiento y desarrollo del Daza de Valdés, por lo menos hasta 1960.135 En 1956 Otero, Villena y Plaza asistieron en Boston al congreso de la Comisión Internacional de Óptica, donde Otero fue reconocido como «… la máxima figura mundial en esta disciplina…».136 Tres años después fueron los dos primeros los que se desplazaron a Estocolmo a la v Conferencia de la Comisión Internacional de Óptica.137 Por tanto, Otero era realmente el embajador o representante en el extranjero del Instituto de Óptica de Madrid. La persona que llevaba la dirección efectiva del Daza de Valdés era Lorenzo Plaza, a quien Otero le había pedido que condujera el Instituto como vicedirector del mismo.138 El trabajo de Otero en la Junta de Energía Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1953, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán. 131 villena, «José María Otero, un científico internacional», págs. 103 y 104. 132 villena, «José María Otero Navascués», pág. 6. 133 Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1960, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán. 134 plaza montero, «El Instituto de Óptica», pág. 39. 135 En plaza montero, «El Instituto de Óptica», págs. 32 a 37, se puede consultar la relación de todo el personal investigador, administrativo y de servicios que se incorporó al Instituto de Óptica entre 1946 y 1983. Incluye el año concreto de ingreso de cada uno de ellos. 136 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 105. 137 Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1959, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán. 138 Como secretario del Instituto figuraba Mariano Aguilar Rico y como vicesecretario Fernando Catalina Perea (Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1960, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán). 130

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Nuclear le impedía asistir todos los días a su despacho del Daza de Valdés, pero a pesar de ello mantenía contacto telefónico con sus compañeros y amigos del Instituto, especialmente con Plaza. Incluso Plaza y Villena le visitaban en su despacho de la Junta, situado en Moncloa.139 Durante esos años de finales de la década de los cincuenta y principios de los sesenta el Instituto de Óptica sufrió nuevos cambios en su organización interna de departamentos y secciones «… tratando de coordinar mejor los diversos trabajos que en ellas se realizan por similitud de técnicas a emplear y objetivos en las determinaciones de constantes técnicas y de trabajos de investigación». Existían cuatro departamentos (Energía radiante y sus efectos; Instrumentos; Espectros y Difracción) y un total de once secciones. Además de otras secciones en algunas ciudades españolas, como la de Zaragoza, también pervivía la Escuela de Anteojería con un gran éxito de alumnado: casi cien en el curso 1960-61.140 En el año 1963 el Daza de Valdés estaba a punto de alcanzar la cifra de investigadores y personal administrativo y de servicios pensada por Otero en el momento de su fundación como ideal para un correcto funcionamiento: había cincuenta y cuatro investigadores, de los cuales veintiuno a plena dedicación, y treinta y un administrativos. La cifra más abultada la constituían los doctorandos, veintisiete, lo que demostraba la vitalidad y juventud del centro y de sus trabajadores. Fruto de este vigor científico se puede citar el resumen de la labor del Instituto en ese año 1963: trabajos (tres terminados y publicados, dieciséis terminados, veinticinco en curso y cinco interrumpidos); instrumentos (dos terminados, uno en curso, tres interrumpidos y dos adquiridos); setenta informes realizados sobre ensayos y ayudas técnicas; varias tesis doctorales y tres tesinas de licenciatura presentadas; dos cursos monográficos impartidos; tres cursos en la Escuela de Anteojería; tres investigadores pensionados en el extranjero; trece publicaciones y nueve asistencias a congresos nacionales e internacionales.141 1964 fue un año importante para el Instituto, pues sus responsables decidieron dinamizar su estructura interna para adecuarla de manera más eficiente a las necesidades de la investigación. Se suprimieron todas las antiguas secciones, que encorsetaban su funcionamiento y se decidió sustituirlas por grupos de trabajo «... que aparecen al proponerse un programa de investigación y desaparecen al terminarse éste». De este modo se acababa con el continuo cambio de secciones cada cierto número de años.142 Este cambio se produjo solo dos años antes de que Otero abandonase la dirección del Instituto de Óptica Daza de Valdés. Habían sido veinte fructíferos años al frente de este centro que había alcanzado prestigio mundial gracias a los trabajos allí desarrollados. Después de asistir en mayo a la reunión en París de la Comisión Internacional de Óptica en representación del Instituto, acompañado de Plaza y otros nueve investigadores más, Otero decidió que había llegado el momento de dar el adiós definitivo villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 105. Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1960, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán. 141 Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1961, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán. 142 Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1964, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán. 139 140

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al Daza de Valdés. Y es que «… sus múltiples actividades nacionales e internacionales en el campo de la Energía Nuclear y la Metrología, no le permitían ya ni el contacto diario que mantenía…» con Lorenzo Plaza, director en funciones del Instituto.143 En consecuencia, Otero fue nombrado a finales de julio de ese año presidente del Consejo Técnico Administrativo del Instituto, o lo que es lo mismo, director de honor. Lorenzo Plaza, en justo reconocimiento al trabajo llevado a cabo en los últimos años, sustituyó a Otero en la dirección.144 En ese año, último de la dirección de Otero, el Instituto contaba con el siguiente personal: cinco investigadores jefes de sección, cinco investigadores, dos colaboradores de 1.ª, ocho colaboradores, un jefe de departamento, tres jefes de sección, un asesor, veintiún doctorandos, cinco personal técnico-auxiliar, nueve especialistas y laborantes, cuatro administrativos y diez subalternos.145 El resumen a veinte años de mandato en el Instituto bien puede hacerse exponiendo unas cifras más que elocuentes. Más de cincuenta tesis doctorales realizadas;146 más de ochocientos trabajos publicados en revistas nacionales e internacionales;147 aproximadamente doscientas treinta y cuatro personas trabajaron bajo su dirección durante más o menos tiempo.148 Asimismo, de este centro salieron los primeros catedráticos de óptica de España y muchos otros de otras ramas de la física.149 También, además de las cifras, quedan las palabras de todos aquellos que trabajaron con él en el Instituto y que resaltan la vinculación afectiva de Otero con el Daza de Valdés: Es cierto que el Instituto de Óptica no es la obra mayor en tamaño del gran creador de instituciones científicas y técnicas que fue D. José María Otero, pero creo poder afirmar, por el contacto diario que tuve con él en los 20 primeros años del Instituto, que fue en la que puso mayor interés, cariño e ilusión.150

De la misma opinión es Luis Bru, para quien «… de toda la obra que llevó a cabo, la que más quería y por la que sentía especial predilección, era por el Instituto. Supo sembrar muy bien y ha tenido la suerte y la satisfacción de que la cosecha ha sido óptima».151 El francés Françon atribuía el éxito y fama del Instituto de Óptica a la gestión personal y cualidades humanas de su amigo Otero Navascués: Admiraba a aquel hombre sin reservas y no solo por sus cualidades humanas. De su persona emanaba algo muy entrañable, se podría incluso decir que un encanto del plaza montero, «El Instituto de Óptica», pág. 31. Memorias del Instituto de Óptica Daza de Valdés, Curso 1966, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Biblioteca del Centro de Física Miguel Ángel Catalán. 145 Ibídem. 146 Las cifras varían entre las ofrecidas por Plaza Montero, que habla de 56, y Villena, que eleva el número a más de ochenta (plaza montero, «El Instituto de Óptica», pág. 41; y villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 104). 147 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 104. 148 plaza montero, «El Instituto de Óptica», pág. 42. 149 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 104. 150 plaza montero, «El Instituto de Óptica», pág. 31. 151 bru, «Mis recuerdos de José María Otero», pág. 14. 143

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cual era imposible sustraerse. Sabía dotar al Instituto Daza de Valdés de un estado de ánimo que ya quisiéramos encontrar en todos los laboratorios de investigación. Fue la razón por la que volví a trabajar varias veces al Daza de Valdés siempre con el mayor de los placeres.152

La Escuela Universitaria de Óptica Otro de los logros que puede incluirse en el haber de Otero y del Instituto de Óptica es la creación de los estudios oficiales de Óptica en España. Hay que remontarse al año 1956, en el que los ópticos españoles, conocedores del prestigio del Daza de Valdés, se dirigieron a Otero para solicitar del Instituto por él dirigido «… la realización de unos cursillos que mejoraran su condición técnica y ampliaran sus conocimientos».153 Esta petición fue formulada a través del Sindicato de la Construcción, Vidrio y Cerámica, en cuyo subgrupo de Óptica se hallaban encuadrados estos profesionales. Señala Jiménez-Landi que la idea de Abel Rodríguez, representante de los ópticos, fue calurosamente acogida por Otero. Ello dio lugar a la creación en 1956, como ya se ha explicado, de la Escuela de Anteojería adscrita al propio Instituto de Óptica Daza de Valdés.154 Los estudios a impartir en la Escuela obtuvieron reconocimiento oficial a través del decreto del Ministerio de Educación Nacional de 22 de junio de 1956, por el que se creó el Diploma de Optico de Anteojería.155 En él también se creaba una comisión, con funciones inspectoras, encargada de todo lo relativo a la organización y desenvolvimiento de los estudios propuestos. De la misma formarían parte el director del Daza de Valdés, en ese momento Otero, un representante del Sindicato de la Construcción, Vidrio y Cerámica y varios profesores universitarios. Se encomendó al Daza de Valdés la impartición de los estudios con su propio personal como profesorado. Las materias eran las siguientes: Matemáticas, Física y Química, Óptica Geométrica y Óptica Física, Óptica Fisiológica, Optometría, Fotometría en Color, y Elementos de Legislación.156 El Instituto se convirtió, por tanto, en una especie de escuela privada o semioficial de óptica.157 Los estudios de la Escuela de Anteojería del Daza de Valdés tuvieron el éxito esperado, pues respondían a una verdadera necesidad de formación de los ópticos españoles. En el curso 1960-61 casi cien alumnos asistieron a las clases para la obtención del correspondiente diploma oficial. Dieciséis años más tarde, en 1972, la Junta Nacional de Universidades, a petición de la Universidad Complutense de Madrid, decidió integrar esas enseñanzas en la universidad. El preámbulo del decreto de 15 de septiembre hacía alusión a la Françon, «Le professeur Otero», pág. 19 (traducción del francés). Jiménez-landi, P., «La Escuela Universitaria de Óptica de Madrid», en Óptica Pura y Aplicada, Madrid, 1984, vol. 17, págs. 21-25, 22. 154 Ibídem. 155 Decreto de 22 de junio de 1956 por el que se crea el Diploma de Optico de Anteojería (BOE, 10 de julio de 1956, pág. 4530). 156 Ibídem, artículo segundo. 157 Jiménez-landi, «La Escuela Universitaria de Óptica», pág. 22. 152 153

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madurez de estos estudios en el Daza de Valdés: «La experiencia obtenida desde la promulgación del decreto de veintidós de junio de mil novecientos cincuenta y seis, que creó el Diploma de Optico de Anteojería y la madurez alcanzada por estas enseñanzas en la Escuela de Optica del Instituto Daza de Valdés del Consejo Superior de Investigaciones Científicas…».158 Se creó, por tanto, la Escuela Universitaria de Óptica, dependiente de la Universidad Complutense de Madrid. Otro plan de estudios, que hacía basar la formación en la optometría,159 otras instalaciones y distintos profesores. Sin embargo, dada la falta del profesorado perteneciente a los distintos cuerpos docentes de la Escuela, el decreto preveía la contratación del personal del Daza de Valdés que «… por sus méritos y preparación sean acreedores de ello».160 Pedro Jiménez-Landi, director de la Escuela, llegó a afirmar de forma sencilla pero categórica lo siguiente: «De esta forma, los estudios e investigaciones de Óptica que inició Otero llegaron a la Universidad».161 Es más, apuntaba a la deuda moral que los ópticos españoles de finales del siglo xx tenían con Otero: No puedo dejar de pensar que, si bien él no logró entrar plenamente en el seno de la Universidad, si ha entrado su obra. Por sus frutos los conoceréis, y no otra cosa que sus frutos son las Escuelas Universitarias de Óptica de las que creo puede aquella sentirse orgullosa; y estoy seguro que también Otero se sentirá espiritualmente integrado en ella y satisfecho de la cosecha recogida. Lástima que se nos fuera tan pronto, sin tiempo para haberle podido decir: D. José, aquí tiene las Escuelas Universitarias de Óptica, aquí tiene su fruto, su obra en la Universidad, la más joven, la más sólida, la más duradera y permanente.162

No puede finalizarse este capítulo sin recoger otros testimonios que compendian en pocas palabras la excepcional labor de José María Otero Navascués en el campo de la óptica en la segunda mitad del siglo xx. Su obra y su legado en esta materia fue reconocida tanto en España como más allá de nuestras fronteras.163 Sus más directos colaboradores y colegas, tanto españoles como extranjeros, no tuvieron más que palabras de elogio hacia el trabajo llevado a cabo en la sección de Óptica del Instituto Alonso de Santa Cruz, primeramente, y más tarde, en el Instituto de Óptica Daza de Valdés. Así, transcurrido un año de su fallecimiento, sus colaboradores en el Daza de Valdés y sus colegas extranjeros más allegados le rindieron homenaje a través de la revista Óptica Pura y Aplicada (vol. 17, 1984). 158 Decreto 2842/1972, de 15 de septiembre, por el que se crea la Escuela Universitaria de Optica de la Universidad Complutense de Madrid (BOE, 20 de octubre de 1972, pág. 18678). 159 Jiménez-landi, «La Escuela Universitaria de Óptica», pág. 22. 160 Decreto 2842/1972, de 15 de septiembre, por el que se crea la Escuela Universitaria de Optica de la Universidad Complutense de Madrid, artículo tercero. 161 Jiménez-landi, «La Escuela Universitaria de Óptica», pág. 22. 162 Ibídem, pág. 25. 163 Entre otras distinciones del mundo de la óptica, hay que citar las dos siguientes: en 1953 fue nombrado miembro honorario de la Sociedad Alemana de Óptica Aplicada. En 1962 fue elegido Fellow de la Optical Society of America «… por haber servido con distinción y promovido el avance de la Optica». Esta distinción puede considerarse un privilegio si se tiene en cuenta que de los ocho mil socios de esta sociedad norteamericana, solo 158 han sido elegidos Fellows (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097).

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Diez artículos de otras tantas personalidades de la óptica nacional e internacional recordaron su persona y su obra. Aunque solo fuera por el descubrimiento de la miopía nocturna, y sus posteriores aplicaciones industriales y militares, todo esfuerzo hubiera valido la pena. Por ello, Otero y la Escuela de Madrid han sido mundialmente reconocidos. Hay, sin embargo, muchas otras realidades materiales e institucionales en el mundo de la óptica que solo pudieron hacerse realidad gracias a su tenacidad y especial espíritu emprendedor. Como dice Jiménez-Landi, resulta muy complicado resumir en unas pocas líneas «… todas las cosas, de los más diversos tipos, que deben su existencia o que han salido de las manos de este hombre extraordinario que fue José María Otero Navascués».164 Sin embargo, centrándose en la óptica, hace un ejercicio de recapitulación: En particular, por lo que se refiere al campo de la Óptica, principalmente en sus aspectos técnico y de la visión, puede decirse que a él se debe, como tronco de un árbol fecundado, cuanto existe hoy día en España en estas materias. Para dar una idea de su espíritu creador basta enumerar los Centros, tanto de investigación como industriales, sin desdeñar la labor paralela de docencia, a los que él dió vida: el Instituto de Óptica Daza de Valdés, del CSIC; el actual Centro de Investigación y Desarrollo de la Armada (CIDA) (antes LTIEMA), la Empresa Nacional de Óptica (ENOSA), la Escuela de Óptica del Daza de Valdés, germen de la actual Escuela Universitaria de Óptica de la Universidad Complutense, así como la formación de numerosos Catedráticos de Óptica y de Física, de los que, a su vez, han ido saliendo sucesivas promociones, del mismo modo que la Escuela Universitaria de Óptica de Terrasa de la UPB salió de la arriba mencionada, etc., son frutos todos de este desbordante genio creador que poseía.165

Bru, por su parte, fue tan encomiástico como todos los demás: «… hay que destacar, con letras mayúsculas, la enorme aportación que Otero ha hecho al desarrollo de esta disciplina en España».166 El francés Marechal reconocía inclusive la beneficiosa influencia de Otero en el desarrollo de la óptica internacional en los años posteriores a su retiro profesional: «Las décadas siguientes han conocido un desarrollo espectacular de la óptica y de sus aplicaciones: la era del láser, y después, la era de las fibras y de las telecomunicaciones ópticas aparecieron y J. M. Otero siguió teniendo una influencia benéfica sobre los intercambios internacionales, no solo en el ámbito de la óptica sino también en el de la metrología de alta precisión o también en el de la física nuclear».167 Por último, una anécdota que viene a resumir todo lo dicho hasta ahora: el éxito del Instituto de Óptica de Madrid, la valía de sus jóvenes investigadores, su reconocimiento en el extranjero, la apertura al exterior de la óptica española propiciada por Otero, etc. Es solo eso, una anécdota, pero que bien puede utilizarse para explicar lo Jiménez-landi, «La Escuela Universitaria de Óptica», pág. 21. Ibídem. 166 bru, «Mis recuerdos de José María Otero», pág. 14. 167 mareChal, A., «J. M. Otero et les relations internacionales», en Óptica Pura y Aplicada, Madrid, 1984, vol. 17, pág. 27 (traducción del francés). 164 165

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que significó Otero y su escuela para la óptica española. La contaba Otero al periodista que le entrevistó para el diario YA en marzo de 1957: Me sucedió en 1954 y en Alemania. Había acudido a Goettingue, invitado por la Sociedad de Optica alemana a unas reuniones. Casualmente estaba allí un español, doctor en Física, pero especializado en cuestiones nucleares y que recientemente se había casado con la señorita Yunta, una de las muchachas mejores que teníamos en el Instituto. Hablaba aquel día el doctor Kühl, principal especialista alemán y uno de los primeros sabios del mundo. Poco antes de la conferencia, y por verdadera casualidad, pude enterarme de que el trabajo versaba sobre los trabajos de la señorita Yunta. Se titulaba «Comparación de los resultados experimentales de Yunta con los teóricos de Kühl y Bereck». Y tuve el gran placer de oírselo a esta autoridad mundial como español y como director de la señorita Yunta y de tener a mi lado a su propio marido, al que invité a que viniera conmigo a la conferencia, sin decirle el motivo hasta que se encontró con la gratísima sorpresa.168

padre de la energía nuClear en eSpaña El inicio de la energía nuclear en España: la EPALE y la Junta de Investigaciones Atómicas Hasta el año 1945 puede decirse que la física nuclear en España, como en tantas otras naciones, era poco menos que desconocida. Sin embargo, el lanzamiento de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki significó un punto de inicio en la carrera de muchos países por el desarrollo de la energía nuclear, tanto con fines pacíficos como militares. España, a pesar de las dificultades económicas y de la situación de aislamiento internacional en que se encontraba en los años inmediatamente posteriores a la Guerra Civil, tampoco quiso ser una excepción. Fue a finales de 1945 cuando se dieron en España los primeros pasos en pos del aprovechamiento de la energía nuclear. Dos hechos, aparentemente sin conexión alguna, pusieron de relieve que algo se empezaba a mover en este sentido. Por un lado, el jesuita José Ignacio Martín, profesor de tecnología electrónica de ICAI y de la Escuela Superior de Armas Navales, pronunciaba una conferencia sobre «La energía atómica: sus características y su aplicación para fines militares». Disertó, ante un público avaro de noticias sobre el tema, sobre el proceso de construcción de la bomba atómica, no en España, donde no se había iniciado, sino en general. Presas i Puig ha considerado esta conferencia como «… la primera referencia a un interés por la energía atómica… [en España]».169 Por otro lado, el 4 de octubre y el 6 de noviembre de 1945 el Ministerio de Industria y Comercio dictaba las primeras disposiciones sobre esta materia aprobadas en España: se trataba de sendas órdenes ministeriales por las Entrevista a José María Otero Navascués, diario YA, 24 de marzo de 1957. preSaS i puig, A., «La correspondencia entre José M. Otero Navascués y Karl Wirtz, un episodio de las relaciones internacionales de la Junta de Energía Nuclear», en Arbor, Madrid, nov.dic. 2000, n.º 659-660, t. CLXVII, págs. 527-601, espc. 534. Tomado por Presas y Puig del Landesgenerallarchiv de Karlsruhe, Alemania. 168 169

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que «… se reservaban a favor del Estado, con carácter provisional, los yacimientos de minerales de uranio en 14 provincias españolas… ante la presunción de la existencia de dichos minerales y dada su importancia para la economía y defensa nacionales».170 Esas catorce provincias donde se encontraban los yacimientos de uranio eran las siguientes: Ávila, Badajoz, Cáceres, Córdoba, La Coruña, Huelva, Lugo, Madrid, Orense, Pontevedra, Salamanca, Sevilla, Toledo y Zaragoza. Esos yacimientos de minerales de uranio se habían descubierto en 1932 y ahora, trece años después, se reservaban a favor del Estado por estimarse de gran importancia para la nación: «La excepcional importancia que los minerales de uranio tienen para la economía y defensa nacionales, aconsejan la reserva de aquellos terrenos donde se presume la existencia de dichos minerales…».171 Estos yacimientos habían sido objeto de prospección y estudio por parte de una comisión formada al efecto en el seno del Instituto Geológico y Minero del Ministerio de Industria y Comercio. De todos ellos, en el que se presumía que había mayores cantidades de uranio era en el situado en Sierra Albarrana (Córdoba). Su explotación había comenzado tiempo antes de manera rudimentaria por el ingeniero Antonio Carbonell, pero dada la carencia de medios materiales e instrumental necesario para realizar los trabajos precisos, los frutos no fueron los esperados.172 En 1946 se creó, dentro del Patronato Juan de la Cierva del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, una comisión especializada en física aplicada para estudiar e identificar los problemas existentes sobre esta materia, y poner las bases para su solución. La citada comisión terminó sus trabajos con un dictamen en el que se enumeraban los tres aspectos a abordar en un futuro en el campo de la física aplicada: física nuclear, física electrónica y proyectiles autopropulsados. Si en los dos primeros casos sí que se encontraron precedentes, respecto de la física nuclear «… en la España anterior a 1936 […] el informe no encontraba antecedente alguno».173 Por tanto, todo estaba por hacer en España en el campo de la física nuclear. Y hasta 1948 el Estado español no tomó la decisión firme de aprovechar las reservas de uranio en suelo español, las ya conocidas y las que se pensaba que podían existir. El punto de partida fue la visita que en abril de ese año realizó a España el profesor italiano Francesco Scandone, invitado por Otero. El físico italiano pertenecía a la casa Galileo de Milán, dedicada a la construcción de diversa instrumentación científica, especialmente de carácter óptico. Dada su especialidad, pronunció en la sede del Instituto Daza de Valdés varias conferencias sobre microscopia.174 Sin embargo, la finalidad auténtica de la visita de Scandone a España era otra bien diferente: tenía el encargo de varias grandes empresas del norte de Italia de contactar con las autoridades españolas y firmar, si era posible, un convenio. Cuenta Sánchez del Río que esas emCaro, R. et ál., Historia nuclear de España, Madrid, 1995, pág. 29. Orden de 4 de octubre de 1945 por la que se reservan a favor del Estado, con carácter provisional, los yacimientos de minerales de uranio en las provincias de Ávila, Badajoz, Cáceres, Córdoba, La Coruña, Huelva, Lugo, Madrid, Orense, Pontevedra, Salamanca, Sevilla, Toledo y Zaragoza (BOE, de 5 de octubre de 1945, núm. 278, pág. 2133). 172 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 14. 173 Ibídem, pág. 13. 174 Ibídem, pág. 15. 170 171

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presas italianas habían constituido un grupo de estudio sobre aprovechamiento de la energía nuclear: el Centro de Informazione, Studi ed Esperienze (CISE), al que habían vinculado como asesores a varios profesores de la universidad italiana. Ahora bien, se encontró este grupo con una dificultad insalvable: Italia carecía hasta el momento de mineral de uranio, y además no podía importarlo dadas las restricciones existentes.175 En consecuencia, se proponía a España la firma de un convenio con mutuas contraprestaciones: los italianos se comprometían a formar a becarios españoles en física nuclear, a suministrar información y a prestar ayuda técnica y material, mientras que a cambio España se obligaba a proporcionar a Italia el mineral de uranio que no tenía para comenzar sus investigaciones.176 La primera persona que recibió la propuesta de Scandone fue Armando Durán, quien se la transmitió a Otero. Este «… reaccionó con aquella viveza de sus años de madurez que muchos recordamos, se puso en contacto con el Alto Estado Mayor y fue autorizado para llegar a un acuerdo con los italianos…».177 Se formó una comisión que negociaría con los italianos, compuesta por cuatro personas: Otero, Durán, el profesor de Química Orgánica Manuel Lora Tamayo y el comandante del Cuerpo de Intendencia y diplomático José Ramón Sobredo. Al mismo tiempo, Scandone fue recibido por el general Juan Vigón, jefe del Alto Estado Mayor y director de la Escuela Superior del Ejército, y por Luis Carrero Blanco, por entonces subsecretario de la Presidencia del Gobierno.178 A la formación de esta comisión se refirió años después Otero como el momento en que se inició en España el interés por la energía nuclear, sobre todo como solución a los problemas energéticos del país: Los trabajos sobre la energía nuclear en España se inician mediante la creación de una Comisión de Estudios, en el año 1948, cuando el Gobierno español tuvo la previsión de comprender el enorme potencial del empleo pacífico de la energía nuclear y lo que esto podía representar en la resolución de los problemas energéticos de nuestro país.179

Las negociaciones con los italianos se llevaron en el máximo secreto, pues así convenía a ambas partes. Tal fue el grado de discreción de las conversaciones que llegó a producirse, según Sánchez del Río, alguna situación un tanto cómica: Yo fui uno de los seleccionados para marchar a Italia y, hacia el mes de Junio, Durán y Otero me comunicaron su deseo de enviarme en octubre al extranjero para ampliar estudios, pero añadiendo que no me podían decir ni a donde ni para qué. Acepté el misterioso ofrecimiento pero antes de las vacaciones de verano insistí en averiguar de que se trataba para poder estudiar lo que fuese necesario y amenacé con renunciar si no me comunicaban el secreto. Accedieron y me proporcionaron alguna bibliografía que traté de asimilar en aquellos meses.180 SánChez del río y Sierra, C., «José María Otero y la Energía Nuclear», en Homenaje al Excmo. Sr. D. José María Otero de Navascués, Madrid, 1983, págs. 17-23, 26. 176 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 15. 177 SánChez del río y Sierra, «José María Otero y la Energía Nuclear», págs. 26 y 27. 178 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 15. 179 otero navaSCuéS, J. M.ª, «La energía nuclear en España», en Arriba, s/f. 180 SánChez del río y Sierra, «José María Otero y la Energía Nuclear», pág. 27. 175

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En junio de 1948 Otero realizó un viaje a Italia para mantener un primer contacto con el grupo italiano de la CISE, en especial con el profesor Eduardo Amaldi.181 Y, aunque todavía no estaba firmado el convenio entre españoles e italianos, Otero aprovechó el viaje para entregarles unas primeras muestras del mineral de uranio, que viajaron en la valija diplomática «… más pesada que de costumbre».182 En España, las autoridades políticas y militares ya estaban pensando la forma de dar un diseño institucional adecuado al inicio del proceso, ya imparable, de explotación de los yacimientos de uranio y posterior aprovechamiento del mineral. Durante los meses de verano de 1948 se estuvo gestando la creación de un nuevo organismo que diera cabida a estas actividades. Finalmente, el 6 de septiembre de 1948 Franco firmó el decreto, de carácter reservado, de creación de la Junta de Investigaciones Atómicas (JIA).183 En un principio se había dudado sobre el nombre que debía adoptar este organismo, pues en otro proyecto de decreto reservado se hablaba de «Comisión de Investigaciones Atómicas». No obstante, este proyecto de decreto, cuyo contenido era el mismo que el de 6 de diciembre (salvo en la denominación), se quedó en eso, y al final triunfó el nombre de «Junta de Investigaciones Atómicas».184 Se siguió para su constitución un modelo muy similar al de la CISE italiana.185 El preámbulo del decreto resumía la finalidad de este nuevo organismo, dependiente directamente de la Presidencia del Gobierno: Existiendo en nuestra nación esta clase de minerales radioactivos, se hace preciso, por un imperativo de la economía y de la defensa nacional, conocer sus existencias y a la vez preparar un equipo de técnicos capacitados en la prospección, beneficio y utilización de los mismos con vistas a la explotación de la energía nuclear, mediante un intercambio de técnica con el extranjero y de colaboración con entidades de otros países dedicadas a experiencias y estudios sobre tal materia.

A continuación se señalaban las misiones concretas, un total de seis, de la JIA: impulsar las investigaciones para determinar la situación y amplitud de los yacimientos de uranio; el estudio de las posibilidades para transformar ese mineral en óxido puro a escala industrial; el fomento de la formación en el extranjero de científicos españoles; la obtención del material necesario para la producción en España de energía nuclear; la proyección de una pila termonuclear experimental; y la realización de las actividades conducentes para la aplicación de la energía nuclear. romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 16. villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 101. 183 Decreto reservado de 6 de septiembre de 1948 por el que se crea la Junta de Investigaciones Atómicas (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 139, antiguo 55 de la Secretaría del Ministro Subsecretario). Se reproduce íntegro en Apéndice Documental, doc. n.º 2. También fue publicado íntegramente en romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, págs. 16 y 17. 184 Proyecto de Decreto reservado creando la Comisión de Investigaciones Atómicas, s/f. (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 139, antiguo 55 de la Secretaría del Ministro Subsecretario). 185 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 25. 181 182

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Uno de los puntos más interesantes del decreto reservado era el dispuesto en el artículo cuarto, que decía lo siguiente: «A fin de que la citada Junta pueda realizar su labor y establecer las relaciones precisas con entidades nacionales y extranjeras, dentro del secreto que se considera indispensable al fin que se persigue, adoptará la forma externa de una sociedad anónima de tipo privado». Se trataba, por tanto, de mantener oculto el nuevo organismo bajo la apariencia de una sociedad anónima constituida con arreglo a «… las normas establecidas por el Código de Comercio…». El nombre previsto para dicha sociedad era el de Estudios y Patentes de Aleaciones Especiales o EPALE, y tendría un capital social inicial de dos millones de pesetas, a razón de 4.000 acciones de 500 pesetas. Además, se preveía una doble contabilidad, la reglamentaria exigida por las leyes y otra oficial y reservada «… como tal Junta de Investigaciones Atómicas». La nueva sociedad privada, EPALE, que daba cobertura legal a la JIA, estuvo regida desde un principio por su correspondiente Consejo de Administración. De él formaron parte, por decisión del general Vigón, las mismas personas que componían la Comisión encargada de las negociaciones con los italianos: Otero Navascués, Durán, Lora Tamayo y Sobredo. Esta decisión era lógica si pensamos que el mismo general Vigón consideró que «… el mejor centro de investigación para alojar reservadamente al grupo que había de iniciar en España estos trabajos era el Instituto de Óptica, regido por un marino [Otero]…».186 Justo un mes después de la creación de la JIA, Otero recibía con el sello de «Personal y Reservado» una carta de Luis Carrero Blanco comunicándole su nombramiento como presidente de la JIA.187 No quiso Otero perder ni un momento, y dos días más tarde, el 8 de octubre, convocó en la sede del Laboratorio y Taller de Investigación del Estado Mayor de la Armada a los otros tres miembros de la JIA para anunciarles su nombramiento y darles cuenta de todo lo relativo a este organismo, las razones de su constitución y su carácter secreto.188 El 18 del mismo mes se comunicaban a Otero las remuneraciones a percibir, a partir del mes siguiente, por los cuatro miembros de la JIA: a Otero, el presidente, se le señalaba un sueldo de 18.000 pesetas anuales y a Durán, Sobredo y Lora Tamayo, vocales, 12.000 pesetas.189 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 101. Carta de Luis Carrero Blanco a José María Otero Navascués, de 6 de octubre de 1948, comunicándole su nombramiento como presidente de la Junta de Investigaciones Atómicas: «Estado Español. Presidencia del Gobierno. De acuerdo con lo dispuesto en el artículo 3.º del Decreto reservado de 6 de Septiembre de 1948 cuya copia le adjunto, para su único y exclusivo conocimiento, esta Presidencia ha tenido a bien nombrar a Vd. Presidente de la “Junta de Investigaciones Atómicas”. Lo que me complazco en comunicarle para su conocimiento y demás fines. Dios guarde a Vd. Muchos años. Madrid 6 de Octubre de 1948. P.D. EL SUBSECRETARIO. Sr. D. José María Otero Navascués» (APJON). También en: Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 139, antiguo 55 de la Secretaría del Ministro Subsecretario. 188 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 18. 189 Carta de Carrero Blanco a Otero, de 18 de octubre de 1948: «Estado Español. Presidencia del Gobierno. Istmo. Sr: Teniendo en cuenta los delicados servicios encomendados a esa Junta y la conveniencia de fijar una remuneración fija a los miembros que la componen, esta Presidencia ha resulto fijar las siguientes, líquidas y anuales: Presidente, diez y ocho mil (18.000,-) pesetas; Vocales, doce mil (12.000,-) pesetas; remuneraciones que serán cargadas a la cuenta de gastos de esa Junta y a partir del 1.º de noviembre del año actual. Dios guarde a V.I. muchos años. Madrid 18 de octubre de 1948. P.D. EL SUBSECRETARIO. Iltmo. Sr. Presidente de la Junta de Investigaciones Atómicas» (APJON). 186

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La creación de la JIA no fue conocida, por supuesto, por el gran público: «La prensa no se hizo eco de su constitución ni de sus fines y, sobre todo, no se divulgaron, por el momento, las verdaderas funciones que tal Organismo almacenaba en la trastienda».190 Con la debida discreción, la JIA comenzó sus actividades a finales de 1948. A este fin, se hacía necesario el nombramiento de varios investigadores, pues la Junta no podía desarrollar sus funciones solo con personal directivo. Se incorporó en primer lugar al físico Ramón Ortiz Fornaguera con el empleo de colaborador de la Sección de Investigación Física, con un sueldo de tres mil pesetas al mes.191 Unos días más tarde se unieron los ingenieros de minas José María Ríos, quien se hizo cargo de la jefatura de Investigaciones Geológicas, y Demetrio Santana Pérez, en calidad de ayudante del anterior.192 El último mes del año 1948 fue un tanto frenético en la actividad de la JIA. Por un lado, continuaba el papeleo necesario para la definitiva constitución de la sociedad que enmascaraba a la Junta: la EPALE. En diciembre, el notario de Madrid Rafael Núñez Lagos requería a los cuatro miembros del Consejo de Administración de EPALE para que fuesen a la notaría a firmar los estatutos de la sociedad.193 Quedaba así definitivamente constituida esa sociedad, con todas las formalidades legales cumplidas. La clandestinidad de funcionamiento de la JIA bajo el manto legal de EPALE era un asunto desconocido para todas aquellas personas que no estuviesen implicadas directamente, lo que provocó más de una anécdota. Por ejemplo, en abril de 1949 Otero recibió dos cartas del Anuario Financiero y de Sociedades Anónimas de España solicitándole, en su condición de presidente del Consejo de Administración de EPALE, todos los datos relativos a esta sociedad: fecha de constitución, objeto social, miembros, etc. La intención era publicar esos datos en el Anuario, como los de cualquier otra sociedad. Ambas cartas no obtuvieron respuesta alguna de Otero, no por intentar ocultar a EPALE, sociedad legalmente constituida, sino solo por no hacer públicos unos datos que ingenuamente se les solicitaban.194 Caro, Historia nuclear de España, pág. 28. Ibídem, pág. 28. 192 Ibídem, pág. 31. 193 Carta de Rafael Núñez Lagos a José Ramón Sobredo, de 14 de diciembre de 1948: «Rafael Núñez Lagos, Notario de Madrid, saluda a D. José Ramón Sobredo y le ruega que, a su comodidad y la de los Sres. Otero, Lora y Durán, pasen por esta Notaría, con el fin de suscribir los Estatutos de la Compañía E.P.A.L.E. que quedaron sin firmar al otorgar la escritura de constitución (No es preciso que vengan todos juntos). Madrid, 14 de Diciembre de 1948» (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 107, antiguo 23 de la Secretaría del Ministro Subsecretario, expediente 25). 194 Carta del Anuario Financiero y de Sociedades Anónimas de España a José María Otero, de 12 de abril de 1949: «Anuario Financiero y de Sociedades Anónimas de España. Madrid, 12 de abril de 1949. Estudios y Patentes de Aleaciones Especiales S.A. EPALE. Muy señores nuestros: Lamentándolo sinceramente hemos podido comprobar que no tenemos en nuestro archivo datos relativos a esa importante Empresa, por lo que no ha podido figurar en la última edición de nuestro Anuario, junto con las principales de su ramo. Precisamente varias entidades nos lo han hecho observar al pedirnos referencias de Vds. Rogámoles pues, en beneficio de Vds., que nos devuelvan el cuestionario adjunto debidamente cumplimentado, ó con aquellos datos que consideren de interés. Su publicación es ABSOLUTAMENTE GRATUITA, y sin el menor compromiso ulterior por parte de Vds. Las ventajas que ello les ofrecerá quedan indicadas en el adjunto prospecto. Hagan el favor de considerarlas y estamos seguros que las encontrarán muy satisfactorias. Dándoles gracias anticipadas, nos reiteramos suyos aff. S.s» (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 107, antiguo 23 de la Secretaría del Ministro Subsecretario, expediente 25). 190 191

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Por otro lado, también en diciembre de 1948, y dado que la JIA debía iniciar los trabajos de prospección en los yacimientos de uranio, se acordó ampliar la reserva a favor del Estado realizada en 1945. Dicha reserva incluía solo a los yacimientos sitos en catorce provincias españolas. Ahora se decidió extender la reserva a todo el territorio nacional. El 29 de diciembre de 1948, Juan Antonio Suanzes, ministro de Industria y Comercio, firmaba un decreto por el que se declaraban «… de interés nacional… las explotaciones de los yacimientos de uranio y de minerales radioactivos, cualquiera que sea su naturaleza, así como los de aquellas sustancias que, previamente concretadas, puedan industrialmente transformarse en materias radioactivas» (art. 1). El artículo segundo era, sin embargo, el más importante: «Se reserva a favor del Estado en todo el territorio nacional y en las zonas de Soberanía de Marruecos y Colonias los yacimientos de todos los minerales declarados de interés nacional en el artículo anterior». Además, se prohibía expresamente la exportación de las señaladas sustancias.195 Por último, diciembre de 1948 fue el mes en que se firmó por fin el convenio con los italianos. Fue EPALE la que suscribió el acuerdo con CISE, su homóloga italiana. Entre los objetivos del convenio estaban la formación y preparación de científicos, la producción de agua pesada, la construcción de una pila termonuclear, etc.196 En pocos meses, los correspondientes al otoño de 1948, Otero había puesto a pleno rendimiento a la Junta de Investigaciones Atómicas. Según Romero de Pablos, fue «… precisamente José María Otero Navascués quién jugó el papel de «hombre fuerte» de la EPALE. A su condición de científico de primera línea unía la de militar de la Armada, lo que le proporcionaba una posición sólida en aquellos años y la confianza del subsecretario de la Presidencia, Luis Carrero Blanco, que supervisaba todos los detalles del desarrollo de la Junta…».197 En este primer período de funcionamiento de la JIA tres fueron los objetivos principales que se propuso cumplir su director. Así lo señalaba Otero: «… comenzaron los trabajos de la búsqueda de uranio en nuestro país; se iniciaron las tareas en la creación de las nuevas técnicas nucleares y se dio primordial importancia a la formación y especialización del personal científico y técnico, ya que se partía prácticamente de cero».198 En este último sentido, y fruto del convenio firmado con la CISE, varios de los investigadores españoles pertenecientes a la EPALE disfrutaron de una estancia de formación y estudio en Italia en los primeros meses de 1949. Ortiz Fornaguera, Sánchez del Río y M.ª Aranzazu Vigón Sánchez, licenciada en Física, fueron enviados a Roma para especializarse en física nuclear.199 En contrapartida, varios profesores Decreto de 29 de diciembre de 1948 por el que se reserva a favor del Estado en todo el territorio nacional y en las zonas de soberanía de Marruecos y Colonias los yacimientos de uranio y minerales radioactivos, prohibiendo la exportación de los mismos, y declarando de interés nacional su explotación a los efectos de aplicación de la Ley de Minas (BOE del 19 de enero de 1949, núm. 19, pág. 296). 196 El acuerdo con los italianos fue firmado en la embajada española en Italia por Otero Navascués, por parte española, y Carlo Silvetti, por parte italiana, en presencia del embajador Alfredo Sánchez Bella. 197 romero de pabloS, A., «Un viaje de José María Otero Navascués. Los inicios de la investigación nuclear en España», en Arbor, Madrid, nov.-dic. 2000, n.º 659-660, t. CLXVII, págs. 509-525, 513. 198 otero navaSCuéS, «La energía nuclear en España». 199 Caro et ál., Historia nuclear de España, pág. 31. 195

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italianos vinieron a España. Al mismo tiempo, se iniciaron prospecciones conjuntas España-Italia en el yacimiento que se consideraba más prometedor desde el punto de vista de las reservas, el de Sierra Albarrana (Córdoba). En mayo de 1949 Otero decidió realizar un viaje por varios países europeos. Quería incrementar los contactos con los más importantes centros e investigadores de física nuclear de Europa, para lo que se valió de algunos de sus colegas en el mundo de la óptica. Es más, como relató a su vuelta, «… “por razones obvias” tuvo especial interés en que “a los motivos fundamentales de mi viaje se superpusiesen otros más relacionados con mis actividades normales científicas en el campo de la óptica”». El viaje comenzó el 26 de mayo y concluyó el 30 de junio.200 Inició su largo periplo por Italia, aprovechando el viaje para entregar a los italianos, de acuerdo al convenio firmado, una considerable cantidad de mineral de uranio enriquecido: 214 kg que representaban 100 kg de uranio metal. A la vez, supervisó los resultados de la estancia en el Instituto de Física Nuclear de Roma de los tres investigadores españoles allí enviados. Durante once semanas habían «… realizado experiencias sobre cámaras de ionización y amplificadores para las mismas, trabajando en la construcción de contadores Geiger, y también estudiando la construcción de la agrupación de tubos Geiger conocida con el nombre de telescopios, con sus estabilizadores y amplificadores, así como la fabricación de contadores y cámaras de ionización para neutrones y contadores de bajo rendimiento».201 En Roma visitó Otero los Laboratorios de Física Nuclear en los que los profesores Amaldi y Bernardini dirigían un grupo de estudios sobre la radiación cósmica, con el profesor Ferreti como teórico. Desde Roma viajó hasta Milán, ciudad donde se encontraba la sede central y los laboratorios del CISE. A este centro fueron también a formarse los tres investigadores españoles en ese año 1949 durante seis meses. Ortiz Fornaguera trabajó sobre teoría de la pila, y Vigón y Sánchez del Río sobre técnicas y medidas.202 En el informe que Otero presentó semanas más tarde sobre este viaje, destacó, entre otros, un hecho que consideraba esencial para el futuro: el CISE estaba subvencionado por la empresa privada, especialmente por la hidroeléctrica Edison y la química Montecattini. Quizás, pensaba, en España pudiera darse entrada al capital privado en el proceso de desarrollo de la industria nuclear, como efectivamente así ocurrió.203 La impresión que Otero obtuvo tras visitar estos centros italianos es que «… no eran muchos los avances que se habían producido, en el tema del reactor que tanto le interesaba. Pero con todo consideró que era más conveniente no interrumpir el convenio firmado con los italianos».204 Después de Italia, Otero marchó a Zúrich, a la Escuela Politécnica Federal, donde había estado becado nada más terminar sus estudios en la Academia de Artillería de la Armada. Por tanto, conocía el centro muy bien, lo mismo que al director del Instituto de Física de la Escuela, su antiguo amigo el profesor Paul Scherrer. Pudo inspeccionar detenidamente todas las instalaciones, que le enseñaron sin ningún pro200 201 202 203 204

romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 30. romero de pabloS, «Un viaje de José María Otero», pág. 514. Ibídem, págs. 514-515. Ibídem, pág. 515. romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 32.

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blema dada su condición de antiguo alumno del centro. Le interesó muy en especial el acelerador de partículas que allí se había construido a iniciativa de Scherrer. Con este, además, acordó enviar a jóvenes físicos españoles a trabajar en la Escuela en los años posteriores.205 La tercera etapa del viaje de Otero por Europa, tras Italia y Suiza, fue Alemania: «El motivo de la visita era la toma de contacto con el desarrollo energético nuclear alemán», como cuenta uno de sus anfitriones.206 La primera ciudad visitada fue Múnich, para pasar posteriormente a Göttingen, donde se detuvo más tiempo. La razón era que en esta ciudad estaba instalado el Instituto Max Planck, dirigido por Werner Heisenberg. Otero, cabe recordar ahora, hablaba alemán casi a la perfección, por lo que no tuvo problemas en este sentido. En el citado informe posterior al viaje, Otero reseñaba la admiración que le habían producido los físicos que trabajaban en el Max Planck (Weiszácker, Von Laue, que había recibido el premio Nobel de Física en 1914, o Wirtz). Mantuvo Otero una interesantísima conversación de hora y media de duración, los dos a solas, con Heisenberg, el director del Instituto. El alemán le ofreció mutua colaboración, «… en el sentido de auxiliarnos en nuestros proyectos y en cierto modo dirigir nuestras investigaciones». De esta forma, becarios españoles trabajarían en el Max Planck y físicos alemanes visitarían España para impartir cursos y conferencias en materia de física nuclear. Sin embargo, esto último planteaba grandes dificultades, pues los aliados habían impuesto restricciones a los viajes de científicos alemanes al extranjero. El mismo Heinsenberg no había podido viajar a España dos años antes para la celebración del centenario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, pues las autoridades británicas se lo habían impedido. Fue Wirtz, por tanto, el primer invitado a España.207 En Göttingen hizo también una visita al laboratorio de física nuclear del profesor Kopfermann. Este dirigía un grupo de quince investigadores que estudiaban colisiones de partículas con dos aceleradores del tipo betatrón. Los dos últimos centros que Otero pudo conocer fueron, en primer lugar, la segunda sede del Instituto Max Planck, en Heidelberg, y, en segundo lugar, la nueva casa Zeiss, situada en Oberkochen. Allí negoció un posible convenio que ligaría a esta casa con el LTIEMA.208 En su viaje de vuelta a España, Otero hizo una breve escala en París, donde intentó contactar con los miembros del Alto Comisionado de la Energía Atómica de este país. Sin embargo, como explica Romero de Pablos, «… la relación y el contacto con los franceses no fue el de la confianza manifestada con los italianos, suizos y alemanes», a pesar de que los franceses sí que habían manifestado cierto interés en el uranio español.209 Simultáneamente, Otero, que no dejaba nada al azar, encargaba al agregado naval español en la embajada en Washington la compra de una lista de libros relativos a asuntos atómicos y nucleares, campo en el que los EE.UU. estaban a años luz por romero de pabloS, «Un viaje de José María Otero», pág. 516. Parte de las memorias de Karl Wirtz dedicada a España, en preSaS i puig, «La correspondencia entre José M. Otero y Karl Wirtz», págs. 528-529. 207 romero de pabloS, «Un viaje de José María Otero», págs. 516-517. 208 Ibídem, pág. 517. 209 Ibídem, pág. 517. 205 206

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delante de España.210 En este sentido, Otero había estudiado detenidamente, y traducido al español, la memoria sobre el desarrollo del Plan Nacional de Energía Atómica de los EE.UU. correspondiente al año anterior, 1948. Ese documento trataba los diez primeros años de desarrollo de la energía nuclear en EE.UU., por lo que era de vital importancia para un país como España que estaba dando sus primeros pasos en este campo.211 El viaje de Otero fue enormemente fructífero para los intereses españoles. Las gestiones realizadas por Otero obtendrían fruto inmediatamente. Sus contactos permitieron a muchos científicos españoles ir a formarse a estos centros extranjeros, se intercambió información con estos países, algunos físicos españoles, entre ellos el propio Otero, pasaron a integrarse en los organismos internacionales del ámbito nuclear, etc. Así, tras el verano de 1949, y en el marco del convenio EPALE-CISE, un grupo de geólogos italianos dirigido por el profesor Bolla vino a España a trabajar con los españoles en los yacimientos de uranio de Sierra Albarrana. En contraprestación, se decidió desde la JIA enviar a Italia trescientos kilos de uranio en forma de plecbenda de gran calidad. Como en la anterior ocasión, el uranio, embalado en una especie de féretro, se envió por valija diplomática, dado el secreto de la operación. Contaba el italiano Carlo Salvetti como anécdota graciosa la reacción que se produjo en el personal del CISE, que desconocía el contenido del envío, cuando apareció el féretro: «Entre nuestros jóvenes empleados del CISE empezó a cundir la noticia de que lo que llegaba con tanto secreto no era nada técnico, sino el cuerpo incorrupto de un candidato a Santo, para su beatificación solemne en San Pedro».212 Nada más lejos de la realidad. En noviembre vino a España el profesor Paul Scherrer, del Politécnico de Zúrich, para impartir tres conferencias sobre energía nuclear en el Instituto de Óptica. Ese mismo mes, cuenta Villena, Otero se puso en contacto, por orden del general Vigón, con el padre Sobrino de la embajada española en Washington. Le pidió conseguir del Pentágono la autorización para que el profesor alemán Wirtz, a quien había conocido en su visita al Instituto Max Planck, pudiese visitar España para dar un curso sobre rayos cósmicos. 213 La gestión tuvo éxito y Wirtz llegó a España en marzo de 1950: los días 16 y 17 impartió dos conferencias sobre el tema en el Instituto de Física y Química del CSIC, y los días 20 y 21 otras dos en el Seminario de Física Matemática de la Facultad de Ciencias de Madrid.214 En ambos casos utilizó instrumentos que él y sus colaboradores habían transportado en sus propios coches desde Göttingen.215 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 102. El documento, ya traducido por Otero al español, consta de un total de 157 páginas, y está datado y fechado de la siguiente manera: «Cintruénigo (Navarra) Domingo 14 de Agosto de 1949» (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 139, antiguo 55 de la Secretaría del Ministro Subsecretario). 212 Caro et ál., Historia nuclear de España, págs. 36 y 37. 213 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 102. 214 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 35. 215 preSaS i puig, A., «Science on the Periphery. The Spanish reception of nuclear energy: an attempt at modernity?», en Minerva, junio 2005, vol. 43, núm. 2, págs. 197-218. 210

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El profesor Paul Scherrer, íntimo amigo de Otero Nasvascués, pronunciando una conferencia en el Instituto de Óptica de Madrid el 2 de diciembre de 1949.

Wirtz aprovechó su viaje a España para visitar algunas ciudades eminentemente turísticas: «En 1950 visité Madrid con mi esposa. Allí di una serie de conferencias e hicimos un corto viaje que nos llevó a Granada, Sevilla y Córdoba».216 Es en esos momentos, finales de 1949 y principios de 1950, cuando en opinión de Villena, uno de los más estrechos colaboradores de Otero, «… se comienza a obtener los frutos de la creciente dedicación de Otero a la Física Nuclear».217 Efectivamente fue así, pues a las visitas de Scherrer y Wirtz hay que sumar otras de científicos de renombre internacional. Por ejemplo, en la Universidad de Verano de Santander del año 1950 se desarrolló un curso con el siguiente título: «De la estructura de la molécula al núcleo atómico». A él asistieron físicos de la talla de los norteamericanos Plyler y Alison, el alemán Heisenberg, a quien ahora sí se había permitido el viaje, y Otero y Catalán en representación del Instituto de Óptica Daza de Valdés, entre otros. Asimismo, continuaron sin pausa alguna las estancias de investigación en el extranjero de los miembros de la JIA. Ortiz Fornaguera permaneció una temporada en el Instituto de Estudios Nucleares norteamericano, trabajando con Alison, mientras que Catalá fue a Bristol para investigar junto al profesor Guibson.218 Las prospecciones efectuadas hasta entonces en Sierra Albarrana habían confirmado los indicios acerca de la existencia de una cantidad importante de mineral de uranio. Interesaba, por tanto, pasar a la siguiente fase, que comenzaría con el proceParte de las memorias de Karl Wirtz dedicada a España, en preSaS i puig, «La correspondencia entre José M. Otero y Karl Wirtz», págs. 528-529. 217 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 102. 218 Ibídem. 216

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so de purificación del mineral y culminaría con la construcción de la pila o reactor. Así se lo comunicaba Otero, presidente de la JIA, a Carrero Blanco, subsecretario de la Presidencia del Gobierno, dándole cuenta de lo realizado hasta entonces y de los pasos a seguir: La Junta de Investigaciones Atómicas constituida por decreto reservado de 6 de Septiembre de 1948 ha terminado la primera fase de sus trabajos. En fase de explotación normal los yacimientos de Sierra Albarrana, lo extraído hasta la fecha permite casi con certeza asegurar el suministro del mineral de uranio indispensable para la construcción de uno o dos reactores (pilas). Por otra parte, se ha adiestrado un pequeño equipo de físicos (5) y químicos (3), tres de los primeros trabajando en colaboración con el grupo italiano y el resto en Madrid. Los químicos han ultimado los procesos de purificación del mineral hasta la obtención del óxido o nitrato en escala de laboratorio, estando preparados para emprender la obtención en escala semi-industrial de las cantidades indispensables para los reactores.219

Había, sin embargo, un problema: el de la ubicación de la planta semi-industrial necesaria para llevar a cabo la purificación del mineral, la obtención de grafito (amortiguador) y otras materias auxiliares en las condiciones requeridas de pureza, así como la construcción del equipo electrónico de medidas indispensable. Otero, que ya había pensado en ello, le propuso a Carrero Blanco unos terrenos existentes en Chamartín que ofrecían varias ventajas, como su cercanía al LTIEMA, su seguridad y discreción: Por ello, interesa contar con terrenos propios donde erigir la planta semi-industrial indispensable. Las condiciones de discreción en que hay que trabajar y la necesidad de estar en íntimo contacto con un taller capaz de realizar rápidamente aparatos de mecánica de precisión y de electrónica, hace como terreno ideal para estas atenciones una zona del pinar que los PP. Jesuitas poseen en Chamartín, contigua a los terrenos del Laboratorio y Taller de Investigación del E.M. de la Armada. Con ello, los laboratorios de la J.I.A. podrían trabajar en íntimo contacto con el LTIEMA para los problemas de común resolución, conservando por otra parte la necesaria independencia y comoquiera que todo el recinto LTIEMA y J.I.A. estaría bajo la inmediata vigilancia militar que hoy protege al LTIEMA, se conseguiría discretamente la adecuada seguridad.220

Incluso Otero había iniciado ya las gestiones conducentes a la adquisición de los terrenos. No solamente había hablado directamente con los jesuitas, que le habían pedido la cifra de 3.134.992 pesetas por 65.000 metros cuadrados, sino que también obtuvo el compromiso del ministro de Marina de sufragar el importe total de los terrenos a cambio de que una parte de ellos se dedicara a la ampliación del LTIEMA.221 Dificultades de diverso tipo, sobre todo económicas, dieron al traste en ese momento con la propuesta de Otero: «Los trabajos químicos, para los que Otero 219 Nota de Otero, de 12 de mayo de 1949, al Subsecretario de la Presidencia del Gobierno, sobre la primera fase de actuación de la JIA (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 139, antiguo 55 de la Secretaría del Ministro Subsecretario). 220 Ibídem. 221 Ibídem.

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Navascués solicitaba más espacio, siguieron realizándose en los laboratorios de la Facultad de Ciencias de la Universidad…».222 No obstante, años después volvería a plantearse la misma petición a Carrero Blanco, con una respuesta muy distinta, como se verá más adelante. Respecto de la construcción de la pila, Otero tampoco descuidaba este asunto. Aunque todavía faltaba mucho tiempo para llevarse a efecto, ya había contactado con el agregado naval de la embajada española en EE.UU. para encargarle la compra de la fuente de neutrones necesaria para construir la pila. El dinero imprescindible para esta adquisición se lo solicitó por carta a Suanzes, ministro de Industria y Comercio.223 Con mucho trabajo, aún más ganas y una tremenda ilusión, España se adentraba a mediados del siglo xx en el mundo nuclear, pese a la escasez de medios existente. Un pequeño equipo, dirigido por Otero como presidente de la JIA, supo responder al desafío que se planteaba al partir de cero. En este sentido, la formación de ese equipo fue uno de los factores fundamentales que permitió avanzar en el camino señalado unos años antes. Para subsanar la «… escasez de personal científico debidamente formado…»,224 en diciembre de 1949 Otero solicitó de Carrero Blanco los permisos y el dinero necesarios para que varios investigadores de la JIA pudiesen trasladarse durante diez días a Suiza «… con el fin de establecer la colaboración científica y técnica ofrecida por el profesor Scherrer…» y conocer «… personalmente el grado de avance de los trabajos en Suiza sobre el reactor nuclear…».225 Además, se trataría que esa comisión de la JIA obtuviese el beneplácito de los profesores encargados de la fase química del proyecto suizo para que varios jóvenes graduados españoles pudiesen trabajar con ellos durante el tiempo imprescindible para aprender sus técnicas de trabajo y, posteriormente, aplicarlas en España. Antes de viajar a Suiza la comisión pasaría cinco días en Italia «… para examinar “in situ” el grado de avance de los trabajos italianos y poder informar a la J.I.A. sobre si sigue interesando tal colaboración».226 La relación de investigadores propuesta a Carrero Blanco por Otero para formar parte de dicha comisión era la siguiente: Lora Tamayo y Durán, miembros de la JIA; Antonio Ríus Miró, incorporado unos meses antes a la JIA, jefe de Investigaciones Químicas;227 M.ª Aranzazu Vigón Sánchez, jefe del equipo de Investigaciones Físicas y Carlos Sánchez del Río, jefe de investigaciones. Todos ellos gozaban de la máxima confianza personal de Otero y eran de una gran valía romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 49. Ibídem, pág. 29. 224 Palabras de Esteban Terradas y Manuel Lora Tamayo en la reunión de la JIA del 31 de enero de 1950. En el Proyecto de Acta n.º 14, del día 31 de enero de 1950, de la Junta de Investigaciones Atómicas (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 139, antiguo 55 de la Secretaría del Ministro Subsecretario). 225 Carta de Otero a Carrero Blanco, de 16 de diciembre de 1949 (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 139, antiguo 55 de la Secretaría del Ministro Subsecretario). 226 Ibídem. 227 Antonio Ríus Miró y Ricardo Fernández Cellini se incorporaron a la JIA el 26 de febrero de 1949, el primero como jefe de Investigaciones Químicas y el segundo como su auxiliar (Caro, Historia nuclear de España, pág. 31). 222 223

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profesional. Se convirtieron, aunque no fueron los únicos, en sus más directos colaboradores en esta aventura nuclear.228 En enero de 1950 se produjo un importante reajuste en el organigrama interno de la Junta de Investigaciones Atómicas. Por escrito de la Presidencia del Gobierno fue nombrado nuevo presidente de la Junta el ilustre físico Esteban Terradas e Illa. A la edad de sesenta y seis años, este nombramiento venía a suponer un último y casi póstumo reconocimiento a su dilatada y fructífera vida científica.229 El día 31 de enero Terradas presidió la primera de las tres reuniones del Consejo de la JIA a las que pudo asistir. Comenzó por dar cuenta de su nombramiento y del de Otero como nuevo consejero delegado, felicitando además a todos los componentes anteriores de la Junta por la labor realizada. Se dio la bienvenida también a dos nuevos vocales recientemente nombrados: el ingeniero de minas José Romero Ortiz de Villacián y el ingeniero industrial Antonio Colino.230 De esta forma, el Consejo de la JIA pasó a estar formado por siete personas: el presidente, Terradas; el consejero delegado, Otero; y cinco vocales: Lora Tamayo, Durán, Sobredo, Colino y Ortiz de Villacián.231 A continuación, Otero expuso a sus compañeros de Consejo un resumen de todos los trabajos realizados hasta entonces bajo su presidencia, de acuerdo a las funciones que la JIA tenía encomendadas por el decreto reservado de 1948: Reseña los principales contactos cientificos establecidos con el extranjero y destaca el juicio certero del Excmo. Sr. Presidente al señalar la necesidad de entablar tales contactos en especial con las pequeñas potencias. Relata como estos contactos ya han sido organizados dentro de lo posible y como hay buena impresión con respecto 228 Relación adjunta a la carta de Otero a Carrero Blanco de 16 de diciembre de 1949 (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 139, antiguo 55 de la Secretaría del Ministro Subsecretario). 229 Esteban Terradas e Illa nació en Barcelona el 15 de septiembre de 1883. Doctor en Ciencias Exactas y en Ciencias Físicas, e ingeniero industrial, fue catedrático de Física Matemática y de Análisis Matemático en la Universidad Central y, por oposición, de Acústica y Óptica, Electricidad y Magnetismo y Mecánica Racional en las universidades de Barcelona y Zaragoza. Ocupó, entre otros, los siguientes empleos: presidente de la Junta de Investigaciones Atómicas, de la Empresa Nacional de Electricidad y del Patronato del Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica; director de la Compañía Telefónica Nacional de España, del Instituto de Electricidad y Mecánica Aplicadas y de la Red de Teléfonos de la Mancomunidad de Cataluña. Fue nombrado doctor honoris causa por las universidades de Buenos Aires, Santiago de Chile y Toulouse. Asimismo, fue miembro de varias corporaciones científicas nacionales y extranjeras, entre ellas, la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y de la de Medicina de Barcelona. Falleció el 9 de mayo de 1950 (Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Relación de Académicos, págs. 26 y 27). 230 Antonio Colino López nació en Madrid el 3 de julio de 1914. Doctor ingeniero industrial, fue profesor de Electrónica en la Escuela Especial de Ingenieros Industriales y de la Cátedra del Conde de Cartagena de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, en la fue académico electo desde el 9 de noviembre de 1955. Fue también vicepresidente de la Junta de Energía Nuclear y vocal del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Relación de Académicos desde el año 1847 hasta el 2003, Madrid, 2003, pág. 87). Antonio Colino falleció en Madrid el 7 de marzo de 2008. 231 Proyecto de Acta n.º 14, del día 31 de enero de 1950, de la Junta de Investigaciones Atómicas, pág. 1 (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 139, antiguo 55 de la Secretaría del Ministro Subsecretario).

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a Suiza e Italia y seguramente con Holanda. Indica como se ha venido cuidando de reunir bibliografía así como de la formación de físicos teóricos y como esto último en especial ha sido una de las preocupaciones más importantes de la Junta, lo mismo que la debida relación con los Ingenieros para ir resolviendo los distintos problemas que se van planteando.232

Por último, se dio cuenta de la cuenta de gastos de la JIA desde su constitución hasta el 31 de diciembre de 1949, resultando un total de 1.883.254 pesetas. De ellas, aproximadamente la mitad, 940.469 pesetas, correspondían a los gastos ocasionados por las prospecciones llevadas a cabo en Sierra Albarrana (Córdoba).233 A principios de marzo Otero sufrió el robo en su coche oficial de una cartera de cuero con importante documentación relativa a las actividades de la JIA: «Documentos científicos redactados en francés, inglés, alemán y español; cartas de científicos alemanes dirigidas a él, y copias de cartas dirigidas por el denunciante a Agentes Españoles en Norteamérica, sobre asuntos oficiales reservados, dependientes de la Presidencia del Gobierno y Alto Estado Mayor». Tuvo que dar el correspondiente parte denunciando el robo, que se produjo en una de sus visitas al Colegio Mayor Santiago Apóstol, gestionado por la Obra Católica de Asistencia Universitaria por él presidida.234 El 20 de marzo se celebró la última reunión del Consejo de la JIA presidida por Esteban Terradas. Se informó, en primer lugar, de los progresos realizados en el análisis de las muestras de mineral extraídas de Córdoba, con resultados más que satisfactorios. En segundo lugar, Otero expuso la necesidad de facilitar diverso material científico a los profesores Hoyos y Gutiérrez Ríos, que habían comenzado a estudiar Sierra Nevada en su edafología y podrían ampliar sus investigaciones con un examen radioactivo de la zona si dispusieran del material adecuado. En tercer lugar, se dio cuenta de la finalización del curso de los cuatro becarios (Agustín Tanarro Sanz, José Antonio García Fité, Francisco Verdaguer y Vidal), a quienes se proponía, en vista de ello, ingresar como auxiliares de investigaciones físicas desde el 1 de abril. En cuarto lugar, Colino informó de los trabajos realizados para ir completando la construcción de un acelerador de partículas. Por último, a la espera de encontrar una ubicación definitiva, Otero propuso como local provisional para la JIA el edificio del Instituto de Óptica Daza de Valdés.235 El 9 de mayo de 1950 falleció Esteban Terradas, presidente de la JIA, sustituyéndole provisionalmente en el cargo Otero. Este consideraba que había otra persona más preparada que él para suceder a Terradas: el general Juan Vigón. La inicial resistencia a la propuesta de Otero fue vencida definitivamente gracias a las gestiones del mismo Otero al más alto nivel: «Cuando sucedí a Terradas en la Presidencia de la Junta de Investigaciones Atómicas, pensé que la persona más adecuada para ocupar el cargo era Ibídem, pág. 2. Ibídem, pág. 3. 234 «Le han sido sustraídos importantes documentos al Teniente Coronel de Ingenieros, afecto al Estado Mayor de la Armada, D. José María Otero Navascués. Dichos documentos los llevaba en su coche oficial. 1950. Marzo, 8» (Archivo de la Fundación Nacional Francisco Franco, doc. 26184). 235 Proyecto de Acta n.º 16, del día 20 de marzo de 1950, de la Junta de Investigaciones Atómicas, págs. 1-3 (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 139, antiguo 55 de la Secretaría del Ministro Subsecretario). 232 233

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D. Juan Vigón a quien se lo propuse. El General no quiso aceptar por lo que recurrí a la tradicional costumbre española de buscar una recomendación. Como el asunto era importante y Vigón difícil de convencer, busqué una recomendación muy fuerte: la del propio Generalísimo Franco. Dio resultado».236 El 23 de mayo de 1950 Juan Vigón Suerodíaz fue designado nuevo presidente de la Junta de Investigaciones Atómicas. Vigón siguió en la línea marcada por su anterior titular en cuanto a nuevos campos de investigación (agua pesada y grafito) y la ampliación de las prospecciones a otras zonas susceptibles de contar con mineral de uranio (Burgos, Zamora, Salamanca, Monesterio, etc.).237 Cuenta Caro cómo esta ampliación de las actividades de la JIA o, si se quiere, de EPALE, llevó a su Consejo a «… considerar la conveniencia de no seguir manteniendo el secreto —después de casi tres años era ya un secreto a voces— y proponer al Gobierno que por una disposición del rango que procediese se diera una nueva organización al servicio y a los trabajos encomendados a EPALE».238 Esto fue el origen de la Junta de Energía Nuclear.

La creación de la Junta de Energía Nuclear en 1951 Fueron varias las razones que condujeron al Gobierno español a constituir la Junta de Energía Nuclear en 1951. Ya no era indispensable mantener el secreto de unas actividades que por su propia finalidad última —el aprovechamiento con fines pacíficos de la energía nuclear— no lo hacían necesario. Los reparos iniciales a dar publicidad a la JIA y a sus trabajos se habían solventado por el simple paso de los años, el desarrollo de los estudios e investigaciones de la Junta con el consiguiente aumento de medios materiales, económicos y personales, y el acceso de más naciones a la tecnología nuclear. Además, se hacía cada vez más dificultoso mantener el secretismo en torno a los trabajos de la JIA. Más personas, empresas públicas y ministerios se vieron directamente implicados por el funcionamiento diario de la Junta. De ahí que sostener una ficción legal como la de la EPALE-JIA se hiciera casi imposible. Algunos calificaron el sigilo o reserva en torno a la JIA como «obsesivo».239 Y no sin razón; como muestra de ello puede citarse una carta que Carrero Blanco dirigió el 8 de junio de 1951 al delegado del Gobierno en CAMPSA solicitándole para ese mes una cantidad superior a los 3.000 litros de gasolina que la empresa pública facilitaba mensualmente a la JIA. Las expresiones utilizadas por el subsecretario de la Presidencia del Gobierno habrían de causar con seguridad en su destinatario grandes interrogantes: «… para ser utilizada en los trabajos de carácter especial y reservado que se están llevando a cabo […] dado que se espera que de un momento a otro entrarán en servicio determinados elementos de trabajo que…».240 Caro, Historia nuclear de España, pág. 32. Ibídem, pág. 33. 238 Ibídem, pág. 34. 239 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 43. 240 Carta de Carrero Blanco al Delegado del Gobierno cerca de CAMPSA, de 8 de junio de 1951 (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 107, antiguo 23, de la Secretaría del Ministro Subsecretario, expediente 25). 236 237

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Otero comentaba años más tarde que los tres años de funcionamiento de la JIA podían considerarse como la prehistoria de la JEN. Esos primeros pasos animaron al gobierno a constituir este nuevo organismo que recogería todo el personal y los medios puestos a disposición de su predecesora.241 Se ponía fin así a la clandestinidad de la JIA y se proporcionó a la sociedad española, como muy bien precisaron Romero de Pablos y Sánchez Ron, la idea de «… un desarrollo tecnológico que, aunque se fue abriendo paso con dificultades, permitió a España mantener un grupo de investigación en torno a la energía nuclear».242 Un primer proyecto de decreto-ley denominaba Comisión de Energía Nuclear al organismo de nueva creación.243 El nombre, y la redacción de los dos primeros párrafos del preámbulo, fueron las únicas variaciones importantes con respecto al definitivo decreto-ley de 22 de octubre de 1951 por el que se creó la Junta de Energía Nuclear. En su preámbulo, sin citar en ningún momento a la JIA, sí que se hacía alusión a sus actividades: «Desde que se tuvo conocimiento de las posibilidades de la física nuclear como nueva fuente de energía, el Estado español, dentro de sus posibilidades, adoptó las medidas conducentes a capacitar personal para la labor de investigación científica en esta moderna técnica, a la que todas las naciones vienen concediendo la más alta atención». A imitación de la experiencia de otros países, se proponía continuar esos trabajos previos «… a mayor escala, creando un organismo competente que asuma la dirección y coordinación de tales actividades».244 Incluso científicos de otros países colaboraron en la creación de la JEN, como es el caso del alemán Karl Wirtz, íntimo amigo de Otero: «A principios de 1951 estuve más de 2 meses en Madrid, participando en la constitución de la Junta, que tenía el propósito de la creación de un centro de investigación nuclear en Madrid».245 En consecuencia de lo anterior, se creaba, dependiente de Presidencia del Gobierno, la Junta de Energía Nuclear, compuesta por un presidente, un vicepresidente y el número de vocales que se determinase. Todos ellos resultarían elegidos entre personalidades científicas o técnicas de reconocida competencia. La función primordial de la JEN era «… orientar y dirigir las investigaciones, estudios, experiencias y explotaciones conducentes a la mejor aplicación de la energía nuclear a los fines nacionales». A tal efecto, se le encomendaban las actividades de prospección minera, explotación de los yacimientos mineros radioactivos, la formación de científicos y técnicos en materia de energía nuclear, las relaciones con organismos similares de países extranjeros, etc.246 Para preservar y proteger los terrenos donde se hubieran realizado prospecciones con resultado positivo se ideó la figura del Coto Minero Nacional. Era esta una zona otero navaSCuéS, «La energía nuclear en España». romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 43. 243 Proyecto de Decreto-Ley por el que se crea una Comisión de Energía Nuclear, s/f. (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 139, antiguo 55 de la Secretaría del Ministro Subsecretario). 244 Decreto-Ley de 22 de octubre de 1951 por el que se crea la Junta de Energía Nuclear (Boletín Oficial del Estado, de 24 de octubre de 1951, núm. 297, págs. 4778-4779). 245 Parte de las memorias de Karl Wirtz dedicada a España, en preSaS i puig, «La correspondencia entre José M. Otero y Karl Wirtz», págs. 528-529. 246 Decreto-Ley de 22 de octubre de 1951 por el que se crea la Junta de Energía Nuclear (Boletín Oficial del Estado, de 24 de octubre de 1951, núm. 297, págs. 4778-4779). 241 242

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definitivamente reservada a favor del Estado, sobre la que no se concederían permisos de investigación de ningún mineral, y que quedaba sometida a las medidas de protección y seguridad que se estimaran convenientes para la salvaguarda de sus reservas.247 Se mantuvo en la JEN el mismo equipo de gobierno que en la JIA: con Vigón de presidente, Otero de vicepresidente y los cinco vocales: Durán, Lora Tamayo, Sobredo, Colino y Ortiz de Villacián. Así lo dispuso un decreto de 16 de noviembre por el que se efectuaron tales nombramientos.248 Otero recibió, reenviado por Vigón, un escrito de la Secretaría del Consejo de Ministros felicitando a todo el equipo de la JIA y transmitiendo los deseos del Gobierno de que su labor sería continuada «… bajo nueva organización… con igual celo y eficacia».249 El primer Consejo de la JEN se reunió el 28 de noviembre de 1951. Con la asistencia de sus siete miembros, se acordaron varias medidas importantes para el futuro de la Junta. En primer lugar, se decidió resolver el más acuciante de los problemas de la JEN: la ubicación de las instalaciones necesarias para la investigación, trabajos químicos y formación del personal.250 Ya se ha contado cómo las limitaciones presupuestarias movieron a Carrero Blanco a denegar la petición que años antes le había hecho Otero para situar esas instalaciones en una zona de Chamartín aledaña al LTIEMA. Ahora, y con mayor urgencia que antes, se solicitó del Gobierno la habilitación de unos terrenos situados al final de la Ciudad Universitaria madrileña. Estos terrenos contaban con varias ventajas: estaban en el casco urbano, dotados de buenas comunicaciones, con fácil acceso a suministros de agua, luz y gas, y dada su situación, se podían vigilar con cierta discreción. Ahora sí que tuvo éxito la solicitud de la JEN, y se decidió comenzar a construir el que después sería denominado Centro Nacional de Energía Nuclear Ibídem. Decreto de 16 de noviembre de 1951 por el que se nombra vicepresidente de la Junta de Energía Nuclear a don José María Otero Navascués, y vocales de la expresada Junta, a don Manuel Lora Tamayo, don José Romero Ortiz de Villacián, don Armando Durán Miranda, don Antonio Colino López y don José Ramón Sobredo Rioboo, este último con funciones de secretario: «En virtud de lo dispuesto en el artículo primero del Decreto-ley de veintidós de octubre de mil novecientos cincuenta y uno Vengo en nombrar Vicepresidente de la Junta de Energía Nuclear a don José María Otero Navascués, y Vocales de la expresada Junta a don Manuel Lora Tamayo, don José Romero Ortiz de Villacián, don Armando Durán Miranda, don Antonio Colino López y don José Ramón Sobredo Rioboo, ejerciendo este último las funciones de Vocal Secretario. Así lo dispongo por el presente Decreto, dado en Madrid a dieciséis de noviembre de mil novecientos cincuenta y uno. FRANCISCO FRANCO» (BOE, del 26 de noviembre de 1951, núm. 330, pág. 5298). 249 Carta de Juan Vigón a Otero, de 13 de noviembre de 1951, remitiéndole un escrito del Consejo de Ministros: «Excmo. Sr. Tengo el gusto de participar a V.E. que he recibido como Presidente de la Junta de Energía Nuclear, el siguiente escrito de la Secretaría del Consejo de Ministros, registrado con el número 889 y que dice así: «Excmo. Sr. Al dar cuenta al Consejo de Sres. Ministros en su reunión del pasado día 19 de la actividad desarrollada por la Junta de su digna Presidencia, con ocasión de proponer al Gobierno la promulgación de un Decreto-Ley creando la Junta de Energía Nuclear, de acuerdo con su propuesta del día 6 del actual, el Gobierno acordó se transmitiera a V.E. y a los miembros de la Junta, su más entusiasta felicitación por la labor realizada durante estos años y la confianza de que ahora bajo nueva organización, esta labor de tan trascendental importancia será continuada con igual celo y eficacia. Lo que en cumplimiento de tal acuerdo tengo la satisfacción de comunicar a V.E. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 22 de octubre de 1951. El Ministro Secretario del Consejo. Firmado.- Luis Carrero», Lo que me complazco en participar a V.E. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 13 de noviembre de 1951. EL PRESIDENTE DE LA JUNTA DE ENERGÍA NUCLEAR. Excmo. Sr. D. José M.ª Otero Navascués» (APJON). 250 Caro, Historia nuclear de España, pág. 40. 247 248

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Juan Vigón. Mientras tanto, y hasta 1958, se usaron las instalaciones de la Facultad de Ciencias. 251 Cabe resaltar que de nuevo se obtuvo la colaboración alemana en el diseño de las nuevas instalaciones, como recordó Wirtz: «También participamos en las cuestiones relativas a la construcción del nuevo edificio que la Junta planeaba para su instituto de investigaciones que tenía previsto en Moncloa, cerca de Madrid».252 En segundo lugar, se acordó crear en la misma reunión la Secretaría General de la JEN, empleo que recayó en Diego Gálvez Armengaud. Por último, todo el personal directivo, investigador y administrativo de la EPALE-JIA pasó a depender, con los mismos derechos y obligaciones, de la JEN.253

La Junta de Energía Nuclear durante la vicepresidencia de Otero (1951-1958). La apertura al exterior Sentadas, por tanto, las bases de funcionamiento de la Junta de Energía Nuclear, inició esta una nueva fase que podríamos calificar de desarrollo.254 Una vez que se hicieron publicas las investigaciones llevadas a cabo en los últimos años, la industria española se prestó a colaborar con la JEN «… dando comienzo al florecimiento de una nueva era en el quehacer español: la era nuclear».255 Otero, vicepresidente de la JEN, explicaba de forma meridiana cuál era el objetivo definitivo a alcanzar: Los esfuerzos en el período hasta 1955 se centraron en los programas de investigación y desarrollo para llegar a la construcción de un reactor de potencia cero con uranio extraído de nuestro propio suelo y con agua pesada obtenida también en España partiendo de una tecnología que había que crear, puesto que nada podía esperarse del extranjero en aquellos momentos.256

Uno de los propósitos del viaje de Otero a varios países europeos, en los meses de octubre y noviembre de 1951, fue intentar remediar en la medida de lo posible su última afirmación. España tenía el uranio, pero le faltaba la tecnología necesaria para obtener el agua pesada imprescindible para el funcionamiento del futuro reactor. Se quería ahora «restablecer contactos», como escribió Otero en las primeras líneas del extenso informe presentado a su regreso. Tal expresión da a entender que se había producido un parón temporal, de unos meses, en los contactos con los centros extranjeros con los que Otero tenía relación y con cuyos directores había trabado cierta amistad.257 Procedía ahora, inexcusablemente, abrirse al exterior, conservar los contactos ya realizados y escrutar nuevas posibilidades de negociación con otras naciones. romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 48. Parte de las memorias de Karl Wirtz dedicada a España, en preSaS i puig, «La correspondencia entre José M. Otero y Karl Wirtz», págs. 528-529. 253 Caro, Historia nuclear de España, pág. 40. 254 Calvo y gómez-reino, «In memoriam: Armando Durán Miranda», pág. 13. 255 Caro, Historia nuclear de España, págs. 34 y 35. 256 otero navaSCuéS, «La energía nuclear en España». 257 Memoria sobre el viaje a Italia, Suiza, Alemania, Bélgica y Francia (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 139, antiguo 55 de la Secretaría del Ministro Subsecretario). 251 252

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El primer viaje que realizó Otero, ya como vicepresidente de la JEN, fue a losmismos países que había visitado dos años antes: Italia, Suiza, Alemania y Francia, a los que se añadió ahora Bélgica. En el país transalpino visitó al profesor Eduardo Amaldi, del Instituto de Física Nuclear de la Universidad de Roma. De allí, sin grandes novedades, pasó a Milán, donde le esperaba en el CISE el profesor Bolla. Al comentar con este la reciente creación en España de la JEN, el italiano se mostró muy interesado y subrayó «… con sus colaboradores el interés que para Italia tendría una organización semejante».258 Si años antes la JIA se había creado a imitación de la CISE italiana, ahora se echaba de menos en Italia el apoyo institucional al desarrollo de la energía nuclear, tal y como se había logrado en España mediante la JEN. Sí que pudo observar que se había construido en el CISE una planta semi-industrial para la fabricación de agua pesada. Sin embargo, los cálculos realizados en Italia para dicha producción en una planta industrial arrojaban «… para el precio normal del kilovatio… cifras de 2 a 2½ veces superiores a las consignadas en la memoria del grupo de trabajo de Agua Pesada de la Junta de Energía Nuclear».259 Parecía, por tanto, que Italia se iba quedando rezagada en el desarrollo de su industria nuclear, incluso por detrás de España. Impresión repetida por Otero en el resumen de su visita a estos centros italianos: «En conjunto, salvo lo del agua pesada, no se puede observar un gran progreso en los trabajos, si bien merecería la pena continuar los contactos, cosa vivamente deseada por el profesor Bolla y sus colaboradores».260 La siguiente parada de su periplo italiano fue Suiza, donde le esperaba su amigo el profesor Paul Scherrer, presidente de la Comisión de Energía Atómica de este país y director del Instituto de Física del Politécnico de Zúrich. Scherrer le enseñó el procedimiento ideado en el Instituto para la obtención de grafito puro a partir del azúcar y, lo que más interesó a Otero, las instalaciones para conseguir agua pesada por destilación en dos únicas operaciones a través de un novedoso procedimiento. Después de asegurarse una próxima visita de Scherrer a España en la primavera de 1952, Otero partió con rumbo a Alemania. Allí recibió un trato «extraordinariamente cordial» por parte de sus viejos conocidos los profesores Wirtz, Heisenberg y Von Weiszacker. No obstante, después de recorrer las instalaciones, laboratorios y fábricas de Meitingen (Siemens) y del Max Planck Institut fur Physik, llegó también a una conclusión clara acerca del estado de la investigación y de la industria en Alemania seis años después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial. Sus juicios de valor al respecto resultaron de gran interés: En su conjunto la visita a Göttingen me produjo la impresión de que la investigación alemana no se ha recuperado todavía de las terribles pruebas a que fue sometida durante la guerra y en la postguerra, y esto en contraste flagrante con la industria, que en casi todos los campos ha sobrepasado en calidad, novedad y hasta en cifras brutas de producción las del año 1939, lo cual no tiene nada de extraño, ya que la ciencia y la cultura son plantas mucho más delicadas y que exigen cuidados más solícitos que la industria, que todavía puede nutrirse con los avances científicos de 15 años atrás.261 258 259 260 261

Ibídem, pág. 2. Ibídem. Ibídem. Ibídem, pág. 5.

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Antes de concluir el viaje en Francia, Otero pasó por Bélgica. Esta visita era consecuencia de las negociaciones llevadas a cabo por Terradas y Otero unos meses antes con los directivos de la Universidad Libre de Bruselas. Ahora se trasladó a la capital belga para tratar con esas personas de «… la firma de un contrato de cesión de patentes sobre el proceso metalúrgico del uranio desarrollado en el laboratorio del profesor De Croly de dicha Universidad». Las negociaciones con los profesores De Croly y Van Impe se desarrollaron durante varios días. En ellas se trataron todos los aspectos posibles de un contrato de este tipo: técnicos, económicos e, incluso, políticos. Van Impe, por ejemplo, le expresó a Otero sus dudas sobre la «… viabilidad del acuerdo con la Universidad Libre por factores de toda índole, no siendo los menores los de tipo político, ya que como se sabe dicha Universidad tiene un matiz acusadísimo liberal y masónico, habiendo sido el cuartel general de la agitación contra el rey Leopoldo cuando regresó a su patria».262 Otero negoció los detalles últimos del acuerdo con el profesor Barzin, rector de la Universidad, y con Leblanc, administrador de la misma. En líneas generales, España obtenía la cesión por parte belga de su experiencia y progresos en la metalurgia del uranio y la posibilidad de enviar técnicos a Bruselas sin limitación de plazo. Como contraprestación, España se comprometía a abonar un millón de francos belgas, a pagar en dos plazos: la mitad en el momento de la cesión de las patentes y detalles técnicos, y la otra mitad a los tres meses de la puesta en marcha de la instalación definitiva para la aplicación de dichas patentes. La firma de este acuerdo se realizaría semanas más tarde en Bruselas, signado por parte española por el embajador conde de Casa Miranda.263 Por último, Otero viajó a París «… sin más fin que mantener los contactos…» con el Comisariado de Energía Atómica francés. Al igual que ocurrió en la anterior ocasión, no se produjo una especial sintonía entre ambas partes y concluyó la visita sin más promesas que una futura colaboración sin concretar.264 De lo expuesto hasta ahora puede concluirse que los países más receptivos a la firma de acuerdos de colaboración científica con España, en materia nuclear, eran Italia, Alemania y Suiza y, en el último momento, Bélgica. En el caso alemán, la vinculación de Otero con los científicos de este país se remontaba a su primera estancia de estudio e investigación ya antes de la Guerra Civil española. Mantuvo siempre el contacto a través de mutuas invitaciones y viajes, destacando por encima de cualquier otro centro sus relaciones con el Instituto Max Planck. En opinión de Presas, las relaciones de Otero con los más prestigiosos científicos europeos y, en concreto, con los alemanes, permite cuestionar «… la idea de un aislamiento supuestamente total de la ciencia española en el franquismo respecto a la comunidad internacional, especialmente en los años 40 y 50, y muestra que en algunos casos las pautas escogidas para el desarrollo científico y tecnológico en áreas concretas podían equipararse a las de países más avanzados».265 No cabe sino estar de acuerdo con la anterior afirmación. No puede deducirse otra cosa de lo ya escrito y, como se verá a continuación, tampoco en los años siguientes varió esta política de acercamiento al mundo científico europeo y no europeo. A 262 263 264 265

Ibídem, págs. 6 y 7. Ibídem, págs. 8 y 9. Ibídem, págs. 11 y 12. preSaS i puig, «La correspondencia entre José M. Otero Navascués y Karl Wirtz», pág. 532.

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ello contribuyó sobremanera el don de lenguas y de gentes que atesoraba Otero. Su prestigio en el ámbito de la óptica en toda Europa le había abierto muchas puertas y había trabado amistad con eminentes físicos europeos. Muchos de ellos, igual que él, centraban ahora esfuerzos en el desarrollo de la física nuclear. La colaboración entre países pequeños en este campo era fundamental. Sin embargo, si existía un país que ocupaba el liderazgo nuclear en todo el mundo este era EE.UU. Con los norteamericanos se habían producido en los últimos años tímidos acercamientos, algunas conversaciones, pero todo ello no había pasado de una primera toma de contacto sin grandes resultados. Los responsables de la JEN eran conscientes de que la colaboración con EE.UU. era esencial para el despegue de la industria nuclear española, y con este fin se decidió impulsar las relaciones con el equivalente norteamericano de la JEN: la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos. Previamente, el ministro de Asuntos Exteriores español, Alberto Martín Artajo, se había entrevistado con el embajador norteamericano en Madrid, señor MacVeagh. Las primeras conversaciones directas entre los representantes de ambos organismos se produjeron los días 6 y 7 de mayo de 1953 en la sede de la JEN en Madrid. El objetivo: «… discutir un programa conjunto de exploraciones…». Por parte española participaron Otero, vicepresidente de la JEN, Diego Gálvez, secretario general, y los ingenieros Demetrio Santana y José Romero Ortiz de Villacián. Por la Comisión de Energía Atómica asistieron cuatro de sus miembros. La delegación americana la completaban el consejero económico de su embajada en Madrid y un agregado de la misma.266 El día 6 abrió Otero la reunión manifestando cuál era el objetivo del programa que estaba desarrollando la JEN en materia nuclear: «Dicho programa manifestó el profesor Otero que tenía como objetivo el estudio y la investigación científica con vistas al futuro desarrollo de la energía nuclear para potencial industrial». Y resumió en pocas palabras lo hecho hasta la fecha: «Las operaciones de prospección y explotación de los recursos de uranio se habían realizado en escala reducida, pero al explotar yacimientos de uranio se había encontrado lo suficiente para asegurar las necesidades de España por lo menos unos cuantos años». Jesse Johnson, director de Primeras Materias de la Comisión de Energía Atómica, se mostró muy interesado en las posibilidades de extracción de uranio en suelo español, pues en su opinión, basada en estudios geológicos previos, sería sorprendente que no se descubriera en España algún importante yacimiento de uranio.267 En la tarde del día 6 y durante el día siguiente se discutieron los métodos técnicos de trabajo y las zonas que habrían de explorarse en caso de firmarse el acuerdo. Al final de las conversaciones se firmó un programa entre ambos organismos. Su contenido contemplaba, en primer lugar, que un grupo de geólogos españoles y americanos realizarían durante tres o cuatro meses un reconocimiento y exploración de carácter geológico de determinadas zonas españolas. Estos trabajos deberían comenzar el 1 de junio Memorándum secreto, del año 1953, sobre unas conversaciones España-EE.UU. para exploraciones conjuntas en materia nuclear (Archivo General de la Administración, en adelante AGA, Sección Industria, caja 71, legajo 8471, folios 1 y 2). 267 Ibídem, pág. 2. 266

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de 1953 con el equipo que proporcionaría la Comisión de Energía Atómica, mientras que España se comprometía a suministrar los vehículos (jeeps) y la gasolina necesaria. Se pactó también un intercambio fluido de información entre la JEN y la Comisión de Energía Atómica en materia nuclear, y una invitación a los delegados españoles para estudiar en EE.UU. las operaciones de minería del uranio y los métodos geológicos utilizados en ese país. Por último, y a sugerencia de Otero, convinieron ambas partes en guardar el secreto de la reunión y de lo acordado: El profesor Otero sugirió que de momento no se hiciese pública la colaboración entre los geólogos americanos y españoles. No obstante, si fuera necesario hacer una declaración, se sugirió que se limitase a consultas y colaboración entre el personal geólogo de la Comisión de Energía Atómica americana y la Junta de Energía Nuclear española. Antes de ser hecha pública, tal declaración habría de ser autorizada tanto por la Junta de Energía Nuclear española como por la Comisión de Energía Atómica de los Estados Unidos.268

El plan de operaciones anexo al acuerdo pactado preveía la formación de tres grupos de estudios, cada uno de ellos formado por un geólogo español y otro norteamericano. El primero trabajaría en las sierras de Guadarrama y Gredos; el segundo, en Asturias, Galicia y Santander, y, el tercero, en la zona norte del río Ebro.269 La firma de este acuerdo en 1953 no fue más que el principio de una larga colaboración con la primera potencia mundial en energía nuclear. Como confirman algunos autores, este acuerdo «… junto a las relaciones y contactos que posteriormente mantuvieron el entonces embajador español en Washington, José María de Areilza, y José María Otero de Navascués con los distintos representantes de las instituciones estadounidenses, hicieron posible que España también se beneficiara de la campaña de uso pacífico de la energía nuclear «Átomos para la Paz»».270 Átomos para la Paz fue un programa diseñado e impulsado por Dwight D. Eisenhower, presidente de EE.UU., en 1953. Ante la amenaza de que la URSS adquiriera, más pronto que tarde, la capacidad para lanzar un ataque nuclear a los EE.UU., Eisenhower recibió la recomendación de un grupo de expertos científicos de que iniciase conversaciones con los soviéticos para la reducción del arsenal nuclear de ambas naciones. En principio, esta posibilidad quedó archivada. Sin embargo, el 12 de agosto de ese año la URSS realizó unas primeras pruebas nucleares que alertaron a los EE.UU., e Eisenhower trabajó en un programa, denominado Átomos para la Paz, que presentó a la comunidad internacional en un discurso pronunciado ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas el 8 de diciembre de ese año. El objetivo principal de este programa era la colaboración entre las naciones para el uso pacífico de la energía nuclear. Se preveía la creación de un organismo internacional de energía atómica para el control de los arsenales nucleares ya existentes y el almacenamiento y control de las reservas de uranio de los países miembros. Asimismo, se promovería la investigación en materia nuclear con la finalidad del exclusivo uso pacífico de esta energía. 268 269 270

Ibídem, pág. 5. Ibídem, pág. 6. romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 128.

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En consecuencia, a partir de 1953 los EE.UU. variaron su política en esta materia, lo que afectó positivamente a un país como España. Tras la firma del acuerdo de ese año, de carácter secreto, ya no se hizo necesario mantener ocultas las conversaciones y los contactos entre los dos países. Se incrementó de inmediato la colaboración española-norteamericana, con efectos positivos muy palpables. Así, entre el 20 y el 25 de junio de 1954 varios miembros de la JEN asistieron al Congreso sobre Ingeniería Nuclear organizado por el Instituto Americano de Ingenieros Químicos que se celebró en la Universidad de Ann Arbor (Michigan). Este fue «… el primer encuentro internacional al que asistieron miembros de la JEN, y que, de hecho, supuso la primera muestra del cambio de la política americana…».271 Otero, uno de los presentes, informó a su regreso a España de que el Congreso no aportó grandes novedades desde el punto de vista científico, pero sí en el ámbito político, donde vio cambios muy positivos.272 Y es que para algunos este Congreso significó el fin del período «… de las grandes restricciones en la cooperación…».273 Esta variación en la política norteamericana, con el trasfondo del programa Átomos para la Paz, abrió también a España la posibilidad de formar parte del mismo mediante los correspondientes acuerdos de colaboración con EE.UU. A esta cuestión se refería Otero en una carta dirigida a José María de Areilza, embajador español en EE.UU., el 2 de diciembre de 1954. Le daba cuenta de la creación, tres años antes, de la Junta de Energía Nuclear; del programa de esta, que debía finalizar con la construcción de un reactor de potencia a base de uranio natural y agua pesada, de las prospecciones iniciales realizadas en Sierra Albarrana y, por último, del convenio firmado con EE.UU. en mayo del año anterior y de las exploraciones llevadas a cabo con los geólogos americanos. En tres páginas le resumía el estado de la cuestión nuclear en España.274 Sin embargo, uno de los párrafos más relevantes de esta misiva era aquel en el que Otero comentaba a Areilza que del acuerdo con EE.UU. firmado un año antes quedaban excluidas, como zonas susceptibles de exploración conjunta, «… algunas provincias en que teníamos seguridad de la existencia de minerales, bien porque las estuviésemos explotando, bien porque las tuviésemos en período de investigación avanzada». Esas provincias eran las de Cáceres, Badajoz, Córdoba, Jaén, Huelva, Cádiz y Málaga. España, por tanto, había negociado bien. Obtuvo la colaboración científica americana a cambio de posibles hallazgos de mineral de uranio en las zonas sí permitidas que no dieron el resultado esperado: «Las zonas exploradas, salvo excepciones, no les parecieron demasiado interesantes y desde entonces repetidas veces han insistido en explorar las zonas reservadas por nosotros». El Gobierno español había denegado la autorización por el momento, aunque no era una decisión definitiva.275 Areilza se convirtió, como se ha dicho antes, en uno de los dos interlocutores (el otro fue Otero) más directos de España con EE.UU. para tratar la materia nuclear. Ambos conocían, pues así se lo había manifestado el archiduque Otto de Habsburgo Ibídem, pág. 54. Ibídem, pág. 55. 273 Caro, Historia nuclear de España, pág. 64. 274 Carta de José María Otero Navascués a José María de Areilza de 2 de diciembre de 1954 (AGA, Sección Industria, caja 71, legajo 8471). 275 Ibídem, pág. 2. 271 272

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al general Vigón, «… las buenas disposiciones de aquel [el almirante norteamericano Lewis L. Strauss, presidente de la Comisión de Energía Atómica] y del Gobierno americano para que España entrase a formar parte del “pool” atómico».276 José María de Areilza contestó a Otero solo cinco días después a través de una tan extensa como interesante carta que rogaba hiciera llegar al general Vigón y de la que mandaba copia al ministro de Asuntos Exteriores, Martín Artajo. Areilza, aun estimando muy positivo el programa Átomos para la Paz, lo consideraba de difícil aplicación práctica y lo calificaba más bien como un arma dialéctica y un instrumento de propaganda. Sin embargo, en desarrollo de ese programa se había aprobado una ley por el Congreso norteamericano (ley 703, secciones 123, 124 y 144) que sí estimaba de gran interés para España. Esta ley permitía a EE.UU. establecer acuerdos bilaterales con diferentes naciones con el fin de promover y llevar a cabo proyectos de construcción de reactores nucleares con fines pacíficos. Este era el marco adecuado para que España entablara negociaciones con EE.UU.277 Otras posibilidades de cooperación con EE.UU. se abrían ahora, tal y como le contaba Areilza a Otero. Una de ellas eran los cursillos para personal especializado que la Comisión de Energía Atómica había organizado para marzo del año siguiente. Sus gestiones, le anunciaba a Otero, habían conseguido que entre uno y tres especialistas pudieran acudir al primer curso. O a través de la valiosa bibliografía que sobre los temas nucleares existía en EE.UU., que Areilza había solicitado se enviase a España para que quedase bajo custodia de la JEN.278 La industria norteamericana (representada en nombres tan significativos como Rockefeller, Astor, General Motors o Firestone) había constituido un grupo de intereses comunes para llevar a cabo proyectos de aplicación industrial de la energía nuclear en los países que no tuvieran medios propios a fin de comenzar a andar en el campo nuclear. Este ofrecimiento de la industria norteamericana, evidentemente con intereses económicos de por medio, se traduciría en la prospección de los yacimientos mineros de uranio y en la puesta en marcha de la industria nuclear de esos países. Esto se haría, según Areilza, con un «… carácter de generosa concesión para que en ningún caso tengan el signo odioso de una explotación colonialista de recursos mineros de los países pequeños a favor del país más poderoso». Aportaba Areilza una serie de detalles técnicos, tras lo cual proponía a Otero establecer cuanto antes negociaciones con la Comisión de Energía Atómica ante la previsible avalancha de países interesados en firmar este tipo de acuerdos bilaterales con EE.UU.279 Durante los primeros meses de 1955 la JEN y la Comisión de Energía Atómica mantuvieron múltiples conversaciones que cristalizaron felizmente en el acuerdo firmado el 19 de julio. España tuvo el honor de ser la primera nación que logró firmar un convenio con EE.UU.: «En este período se firma un buen número de convenios bilaterales […] El primero que se firma es el convenio nuclear entre España y los Ibídem, pág. 3. Carta de José María de Areilza a José María Otero Navascués, de 7 de diciembre de 1954 (AGA, Sección Industria, caja 71, legajo 8471). También en Archivo de la Fundación Nacional Francisco Franco, doc. 416. 278 Ibídem, pág. 3. 279 Ibídem, págs. 5 y 6. 276 277

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EE.UU., en 1955, que es, también, el primero de ese tipo que suscribe el Gobierno norteamericano con un país extranjero. Siguen otros con Francia, Reino Unido, Italia, Argentina, Bélgica, Brasil, India, Pakistán, Perú, Venezuela, Portugal, Chile y R.F. de Alemania».280 Otero agradeció personalmente a Areilza todas las gestiones realizadas para la firma de este acuerdo bilateral: «No sabes cuanto te agradecemos —y yo más, personalmente— el interés que te tomas por estos asuntos».281 Los signatarios del acuerdo de colaboración fueron José María de Areilza, por parte española, y Lewis L. Strauss, presidente de la Comisión de Energía Atómica y Walworth Barbour, secretario auxiliar adjunto de Estado para Asuntos Europeos, por los americanos.282 El acuerdo contemplaba la adquisición por España de un reactor experimental, tipo piscina de 3.000 kw de potencia, y alimentado por uranio enriquecido que habría que alquilar también a la industria norteamericana. La compra del reactor no se concretó hasta un año después. La empresa beneficiada fue la International General Electric Company, con la que se suscribió el contrato de compraventa el 21 de diciembre de 1956. Una parte importante del coste de este reactor, 350.000 dólares, sería financiado por la propia Comisión de Energía Atómica. El resto se financió a través de un crédito que la JEN concertó con el Export Import Bank.283 Mientras, el alquiler del uranio enriquecido se materializó en 1957 mediante un acuerdo firmado entre la JEN y la Comisión de Energía Atómica.284 El texto del acuerdo preveía que técnicos españoles pasaran a EE.UU. a cursar estudios o a ampliar su formación. Ya en octubre de 1955 se organizó la primera estancia de investigación con investigadores de la JEN y de General Eléctrica Española.285 El mismo año en que se firmaba el acuerdo con EE.UU. fallecía el general Vigón, presidente de la Junta de Energía Nuclear. Otero señaló años más tarde que ese año 1955 supuso un antes y un después en el desarrollo de la energía nuclear en España: En el año 1955 muere el general Vigón, que había sido nuestro guía en la iniciación de la energía nuclear, y se cierra la etapa de las máximas dificultades en el desarrollo de esta técnica en España. Esta época sirvió de una gran enseñanza para convencernos a nosotros mismos de que también los españoles, sin ayuda exterior, podíamos crear una técnica y contribuir con soluciones originales al desarrollo de la energía nuclear en el mundo.286 Caro, Historia nuclear de España, pág. 65. Carta de Otero a Areilza, de 30 de marzo de 1955 [AGA, (13) 4.12 JEN 71/8471]. 282 En la documentación existente sobre este acuerdo bilateral España-EE.UU. figura también como firmante del mismo por parte norteamericana el subsecretario de Asuntos Europeos del Departamento de Estado, Sr. Merchant. Asimismo, se señala como fecha de la firma el 7 de junio de 1955 [AGA, (13) 4.12 JEN 71/8470]. 283 El texto completo del crédito firmado entre la JEN y el Export Import Bank se encuentra en: AGA, (13) 4.12 JEN 71/8471). 284 El 9 de abril de 1957 se firmó el convenio entre la JEN y la Comisión de Energía Atómica para el arriendo del uranio enriquecido que España no estaba en condiciones de producir (romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, págs. 131-137). 285 Así se deduce de la correspondencia entre Diego Gálvez, secretario general de JEN, y Andrew Corry, agregado comercial de la embajada norteamericana en Madrid [AGA, (13) 4.12 JEN 71/8470]. 286 otero navaSCuéS, «La energía nuclear en España». 280 281

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Vigón fue sustituido al frente de la JEN por Eduardo Hernández Vidal y Otero conservó la vicepresidencia. Se decidió en esos momentos aprovechar al máximo las posibilidades futuras que ofrecía el convenio con EE.UU. dando entrada en el desarrollo del programa nuclear español a diferentes instituciones o empresas, públicas y privadas, y optimizar así los recursos existentes. El medio elegido fue la creación, en el seno de la propia Junta de Energía Nuclear, de una serie de comisiones asesoras, de las que formarían parte tanto representantes de la JEN como de las empresas e instituciones interesadas en el desarrollo y aplicación con fines pacíficos de la energía nuclear. Tres de esas comisiones nacieron en 1955: la Comisión Asesora de Medicina y Biología Animal, y la Comisión Asesora de Biología Vegetal y Aplicaciones Industriales, las dos creadas por orden de la Presidencia del Gobierno de 7 de enero.287 El 19 de julio se creó la Comisión Asesora de Reactores Industriales (CADRI), cuyo mismo nombre indicaba su finalidad. Según Caro, respondía al deseo de «… centralizar, todos los esfuerzos dispersos de otros organismos estatales, así como de grupos privados de la industria, con el fin de evitar duplicidades, costosas y contraproducentes, en el desarrollo de la energía nuclear». Toda contribución económica, material o científica, bien proviniera de la industria privada o de otros organismos estatales, era bienvenida. De la última fue nombrado presidente Otero. Formaron parte de ella trece miembros o vocales más; uno de ellos era Antonio Colino, consejero de la JEN y director general de Marconi Española.288 1955 fue también un año importante por la celebración en Ginebra de la Conferencia sobre Usos Pacíficos de la Energía Nuclear. La Conferencia, convocada por Naciones Unidas, se desarrolló entre el 3 y 20 de agosto con la asistencia de más de 1.400 delegados y expertos de 73 países, una cantidad similar de observadores en representación de la industria privada y unos 800 periodistas. Estas cifras desbordaron las previsiones de la organización, seis veces inferiores. La delegación española estuvo compuesta por diecisiete personas, encabezados por Otero, quien fue nombrado presidente de la delegación por orden del Ministerio de Asuntos Exteriores de 29 de julio de 1955.289 Para atender a las tres sesiones científicas Caro, Historia nuclear de España, pág. 42. Una última Comisión Asesora, la de Equipo Industrial, fue constituida el 13 de febrero de 1962 (Ibídem, págs. 42-44). 289 Orden de 29 de julio de 1955 por la que se designa la delegación española en la Conferencia Internacional sobre usos pacíficos de la energía atómica: «Excmo. Sr. De conformidad con la propuesta del Ministro Subsecretario de la Presidencia, la delegación que ha de representar a España en la Conferencia Internacional sobre usos pacíficos de la energía atómica, que se celebrará en Ginebra a partir del 8 de agosto próximo, estará formada por los siguientes señores: Presidente: Excmo. Sr. D. José María Otero Navascués, Vicepresidente de la Junta de Energía Nuclear- Delegados: Ilmo. Sr. D. Pedro Mauri, Director de Organismos Internacionales. Ilmo. Sr. D. Armando Durán Miranda, Vocal de la Junta de Energía Nuclear. Excmo. Sr. D. José Antonio de Artigas Sanz, Director del Instituto de Ampliación de Estudios, representante del Ministerio de Industria. Ilmo. Sr. D. José Manuel Aniel-Quiroga y Redondo, Consejero de Embajada, Director de Asuntos Políticos de Europa. Expertos: Ilmo. Sr. D. Victoriano Muñoz Oms, Director Gerente de la Empresa Nacional Hidroeléctrica del Ribagorzana, representante del INI. Sr. D. Gabriel Torres Gost, Director Gerente de la Empresa Nacional de Electricidad. Sr. D. Carlos Sánchez del Río y SieRRa, Jefe de la Sección de Física Experimental de la Junta de Energía Nuclear. Sr. D. Ricardo Fernández Cellini, Jefe de la Sección de Química Analítica de la Junta de Energía Nuclear. Sr. D. Eduardo Ramos Rodríguez, Jefe de la Sección de Medicina de la Junta de Energía Nuclear. Sr. D. Joaquín Catalá de Alemany, Jefe de la Sección de Física de la Junta de Energía Nuclear de Valencia. Sr. D. Miguel Ángel Gamboa Loyarte, Secretario de la Comisión de Biología de la Junta de Energía Nuclear. 287 288

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diferentes que se celebraron simultáneamente, los españoles se dividieron en sendos grupos independientes: Otero y Sánchez del Río acudieron a las reuniones relativas a reactores y física nuclear; Eduardo Ramos, médico de la JEN, quedó encargado del grupo especialista en biología y medicina; y Ricardo Fernández Cellini, de las materias primas, metalurgia y química.290 El desarrollo de todas las sesiones de la Conferencia de Ginebra fue recogido por escrito por Otero, jefe de la delegación española, en la memoria que a su regreso a España elevó a su superior el presidente de la Junta de Energía Nuclear.291 Se trata de un documentado informe de sesenta y seis páginas, con fecha 22 de septiembre de 1955, que bien podría considerarse la Memoria oficial de la Conferencia por su extensión, documentación, grado de detalle de lo expuesto, etc. Otero calificó la Conferencia de Ginebra como un éxito organizativo y un verdadero hito en la historia nuclear: «Puede considerarse que la Conferencia de Ginebra marca un hito y que podrá hablarse de ciencia y técnica nucleares antes y después de Ginebra». Las razones que condujeron a Otero a realizar tal afirmación fueron muy variadas. En primer lugar, la gran afluencia de delegados. En segundo lugar, el libre intercambio de experiencias e información que se produjo entre los asistentes. En tercer lugar, las amistades que muchos delegados hicieron con sus colegas científicos de otros países. A pesar de que tanto el secreto industrial como el militar siempre estuvieron presentes, señala Otero que «… la oportunidad de Ginebra fue aprovechada por todos aquellos que tenían algo que decir en ciencia y técnica nucleares, pudiendo asegurarse que jamás congreso científico alguno fue tan representativo». Y es que estuvieron presentes «… todas las figuras científicas y técnicas, los grandes capitanes de la industria presente y futura, de las plantas industriales nucleares…».292 El cuerpo de la Memoria redactada por Otero se centraba en la descripción de todas las sesiones de mañana y tarde, de las intervenciones de los delegados de los países presentes y del contenido de las mismas. Casi todas ellas se dedicaron a exponer los detalles técnicos de los trabajos de sus respectivos países en materia nuclear. Señala Otero como denominador común el excesivo optimismo que todos los intervinientes expresaron al hablar de la cooperación internacional en este campo. La delegación española elaboró un comentario, redactado por el propio Otero, Durán y los diplomáticos Cortina y Ariel-Quiróga, que no pudo leerse por falta de tiempo. Su tono Sr. D. Rogelio Segovia Torres, Investigador de la Sección de Física de la Junta de Energía Nuclear. Sr. D. L. José de Torróntegui, Director de la Escuela de Ingenieros de Bilbao, Vicepresidente Director-Gerente de la Sociedad Española de Construcciones Baccock & Wilcok. Sr. D. Alberto Caso Montaner, Asesor Técnico e Ingeniero de la Hidronitro Española. Sr. D. Federico Goded Echevarría, Ingeniero de la General Eléctrica Española. Sr. D. Ángel García de Vinuesa, Ingeniero y Vocal del Consejo de Administración de la Compañía Sevillana de Electricidad. De acuerdo con el artículo 29 del Reglamento de Dietas y Viáticos de los Funcionarios Públicos, cada Departamento sufragará los gastos de viaje y dietas de los miembros de la Delegación que de él dependan. Lo que digo a V.E. para su conocimiento y efectos oportunos. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 29 de julio de 1955. MARTIN ARTAJO. Excmo. Sr. Embajador Subsecretario de Asuntos Exteriores» (Boletín Oficial del Estado, de 6 de agosto de 1955, núm. 218, págs. 4850-4851). 290 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, págs. 56-61. 291 Memoria relativa a la Conferencia de Ginebra sobre Usos Pacíficos de la Energía Nuclear que el Vicepresidente de la J.E.N. y Presidente de la Delegación española en tal Conferencia eleva al Excmo. Sr. Presidente de la J.E.N. Madrid, 22 de septiembre de 1955 (AGA, Sección Industria, caja 71, legajo 8470). 292 Ibídem, págs. 3-5.

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era bastante más escéptico en relación con la cooperación internacional y en caso de haberse leído, decía Otero que «… hubiera desentonado en el ambiente de optimismo y satisfacción general».293 Sí que llamó la atención de Otero el comentario del delegado del Vaticano, profesor Medi, pues usó textos pontificios para realizar la única intervención «… de carácter espiritual…» de toda la Conferencia. Otero, defensor de la íntima relación entre ciencia y fe, señaló que uno de los «… defectos más grandes de la Conferencia… fue la filosofía positivista, la falta de espíritu sobrenatural y el orgullo del científico por sus realizaciones». Esta idea (relación ciencia-fe) que echó en falta en las sesiones de la Conferencia de Ginebra y a la que solo aludió el representante de la Santa Sede, fue el santo y seña de Otero en su vida personal y científica, como se analizará más adelante. Además de las sesiones científicas, se organizaron recepciones fuera del marco de la propia conferencia reservadas únicamente a los delegados. España ofreció una recepción a la que asistieron más de doscientas personas, entre ellas las personalidades más relevantes de la Conferencia. Durante la recepción, y todos y cada uno de los días de la conferencia, la delegación española mantuvo conversaciones con el resto de las delegaciones. Además, con el paso de los días se unieron a la Conferencia los representantes de la industria y el empresariado español (Iberdrola, Caja de Ahorros de Zaragoza, Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao, etc.). Por tanto, se convirtió la Conferencia, además de en un foro científico, en el lugar idóneo para que las empresas e industrias de energía nuclear pudieran contactar con sus clientes y buscar otros nuevos. De esto daba cuenta Durán Miranda en el informe presentado al presidente de la JEN en el mes de septiembre: Destacaré en primer lugar los contactos habidos entre los representantes españoles de la Junta de Energía Nuclear y los de la industria española. Altos cargos de esta estuvieron en Ginebra, pudiendo decirse que directa o indirectamente la técnica y el capital interesados en los problemas eléctricos estuvieron presentes en aquellos días. Desconocían la labor realizada por la Junta, de la que en aquel momento tuvimos ocasión de dar cuenta, ya que, a medida que avanzaba la Conferencia, iba perdiendo actualidad la reserva que lógicamente fue necesario mantener durante los años pasados. Las necesidades eléctricas de España, estimadas en duplicación cada diez años, nos sitúan hacia 1970 deficitariamente ante las reservas hidráulicas y térmicas nacionales. Para entonces, tiene que tener previsto nuestro país las nuevas fuentes de energía, que han de ser forzosamente de energía nuclear…294

Otero contactó además con los representantes de General Electric, North American Aviation Corporation y Westinghouse, empresas a las que la JEN había enviado meses atrás las especificaciones previas relativas al reactor experimental. Las dos primeras le parecieron las más serias, tanto por sus propuestas como por la preparación del personal enviado a Ginebra. Ibídem, págs. 17 y 18. Informe que, como delegado de la Comisión española en la Conferencia de Ginebra de 1955, eleva el vocal de esta Junta de Energía Nuclear, Armando Durán Miranda, a su Presidente, el 26 de septiembre de 1955 [AGA, (13) 4.12 JEN 71/8470]. 293

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Finalizaba Otero su memoria con una serie de conclusiones, en las que proponía medidas de diferente calado. En el plano internacional, por ejemplo, proponía que España solicitase el ingreso en la Sociedad Europea de Energía Nuclear y en el CERN. En el ámbito de la investigación su deseo era «… fomentar y ampliar nuestro programa de investigación básica, aumentando el personal y laboratorios a él dedicados y adquiriendo el material necesario…». Respecto de las primeras materias, aconsejaba intensificar la prospección del uranio en todo el territorio nacional, para lo cual estimaba muy aconsejable dar entrada a la iniciativa privada. Además, se deberían hacer todos los esfuerzos que fueran necesarios para obtener la máxima cantidad de agua pesada y firmar, al mismo tiempo, una opción de compra de unas diez toneladas de la misma. Por último, respecto de los reactores productores de energía, reconocía no estar en los planes de la JEN la construcción a escala industrial de dichas centrales. No obstante, se proponía mantener un estrecho contacto con la industria privada a través del Comité Asesor de Reactores Industriales constituida tan solo un mes antes. La industria privada recibiría el asesoramiento técnico de la JEN en la selección del tipo de central nuclear más adecuado para atender las necesidades de España y su colaboración en la formación del personal de las futuras centrales.295 La presencia española en la Conferencia de Ginebra puede calificarse de enormemente importante. España se encontraba en un escalón intermedio dentro del grupo de países asistentes a esta reunión. Ni era una potencia nuclear en ciernes (EE.UU., Unión Soviética, Francia, Gran Bretaña) ni tampoco ocupaba el vagón de cola en el que podrían incluirse buena parte de los países iberoamericanos, a excepción de México, Brasil y Argentina, que sí tenían programas de investigación nuclear bien definidos. Bélgica, Holanda, Italia contaban, o estaban a punto de hacerlo, con un reactor experimental. En la misma posición se encontraba España, gracias al convenio firmado el 19 de julio de ese mismo año con EE.UU. Por esa razón, la presencia de una amplia delegación española permitió, en primer lugar, mantener e intensificar los contactos con las naciones con las que ya se mantenían relaciones de colaboración en este campo e iniciarlos con otros países hasta entonces inéditos en materia nuclear. Fue Francia la que achacó a España, en el curso de la Conferencia, su ausencia de la Sociedad Europea de Energía Nuclear, y de ahí la recomendación de Otero de promover la entrada en este organismo. Por otro lado, las presentaciones con fines comerciales que realizaron en Ginebra las empresas dedicadas a la investigación y al diseño y fabricación de reactores, orientaron a los expertos de todas las naciones asistentes acerca de las características técnicas y calidad de las propuestas realizadas por esas empresas. Ya se ha explicado que General Electric fue la que un año después, en 1956, firmaría con España un contrato para el suministro de un reactor experimental. En definitiva, se trataba de estar presente, de hacerse ver y de no quedarse atrás en el club de las naciones interesadas en el aprovechamiento con fines pacíficos de la energía nuclear. El objetivo se logró en buena medida gracias a la profesionalidad, capacidad e interés mostrados por todos aquellos que compusieron la delegación española: los miembros de la Memoria relativa a la Conferencia de Ginebra sobre Usos Pacíficos de la Energía Nuclear que el Vicepresidente de la J.E.N. y Presidente de la Delegación española en tal Conferencia eleva al Excmo. Sr. Presidente de la J.E.N. Madrid, 22 de septiembre de 1955 (AGA, Sección Industria, caja 71, legajo 8470, págs. 64 a 66). 295

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JEN, con Otero a la cabeza, los representantes de las empresas privadas españolas, el embajador español o el presidente del Instituto Nacional de Industria, Juan Antonio Suanzes. La Conferencia de Ginebra de 1955 marcó, como queda dicho, un «… nuevo punto de partida en las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear».296 Según Otero, a partir de entonces, se produciría «… una apertura de las fuentes de información de los grandes países nucleares. Una gran parte de los adelantos en el campo nuclear, especialmente todo aquello que podía ser utilizado en las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear, sale a la luz pública».297 Para Otero la razón de esta apertura estaba en que «… los países que producían armamento nuclear se dieron cuenta de que el enemigo potencial conocía de sobra las técnicas y actividades correspondientes».298 Sin embargo, la delegación española asistente a la Conferencia y su presidente en particular se mostraron escépticos tanto en lo relativo a una futura colaboración entre las naciones, como en la proximidad del aprovechamiento industrial de la energía nuclear: Es un aluvión de información que ha de crear un falso optimismo en cuanto a la situación real de la tecnología de las centrales nucleares. Frente a ese optimismo la Junta de Energía Nuclear mantiene una postura realista y tiene que actuar de aguafiestas en algunas ocasiones señalando que todavía existen un gran número de dificultades técnicas que aunque no insalvables, es necesario remontar antes de llegar a una comercialización de las centrales nucleares.299

Esta previsión de Otero se vio confirmada durante la celebración de la segunda Conferencia de Ginebra en 1958. En este caso reinó un pesimismo en su opinión también infundado, pues en solo tres años «… el desarrollo tecnológico alcanzado es considerable».300 El año 1955 fue asimismo crucial en la carrera profesional de José María Otero Navascués. Por entonces ostentaba la dirección del Instituto de Óptica Daza de Valdés y la dirección del Laboratorio y Taller del Estado Mayor de la Armada (LTIEMA), además de la vicepresidencia de la JEN. Este último empleo absorbía prácticamente todo su tiempo, no pudiendo dedicarse todo lo que desearía a su otra gran pasión: la óptica. Se mantuvo hasta 1966 como presidente del Daza de Valdés, aunque en realidad cedió la dirección del mismo al vicedirector Lorenzo Plaza. En cuanto al LTIEMA, tuvo que cesar como director y pasar a la situación de «Al servicio de otros Ministerios» para centrarse en su trabajo como vicepresidente de la JEN. Hernández Vidal, presidente de la JEN, informó favorablemente a la propuesta de la Presidencia del Gobierno en este sentido. Otero tuvo, a partir de ese año, dedicación plena a su cometido en la JEN, como señalaba el escrito de la Presidencia del Gobierno dirigido al ministro de Marina: Ibídem, pág. 66. otero navaSCuéS, «La energía nuclear en España». 298 otero navaSCuéS, J. M.ª, «La Junta de Energía Nuclear en 1960», en DYNA. Revista de la Asociación Nacional de Ingenieros Industriales de España, Madrid, julio, 1960, págs. 3-22, espec. 6. 299 otero navaSCuéS, «La energía nuclear en España». 300 Ibídem. 296 297

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Estado Español. Presidencia del Gobierno. Excmo. Sr: De acuerdo con lo informado por el Presidente de la Junta de Energía Nuclear, considero que el Vicepresidente de la misma, Teniente Coronel del Cuerpo de Ingenieros Navales Sr. D. José María Otero Navascués, debe asumir la Dirección General de dicho Organismo con plena dedicación a dicha tarea, por requerirlo así la importancia del cometido que se le encomienda, tengo el honor de interesar a V.E. que, si las necesidades del servicio lo permiten, cese el Teniente Coronel citado en la situación de actividad pasando a la de «Al servicio de otros Ministerios», grupo segundo, de acuerdo a lo dispuesto en el artículo séptimo del Decreto de esta Presidencia del Gobierno de 12 de marzo de 1954 (B.O. del Estado número 81) e igual artículo, apartado b), de la órden de ese Ministerio de 10 de junio de igual año, teniendo en cuenta que, como se cita anteriormente, el nombramiento de Vicepresidente de la Junta de Energía Nuclear fue dispuesto por Decreto de 16 de Noviembre de 1951 (B.O. del Estado número 330). Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 8 de noviembre de 1955. Excmo. Sr. Ministro de Marina.301

Tres días después el ministro de Marina dictaba una orden disponiendo el cese de Otero como director del LTIEMA para pasar a prestar sus servicios como vicepresidente de la JEN, ahora ya en la situación de «Al servicio de otros Ministerios».302 Otero se había convertido ya en un hombre insustituible en el mundo nuclear español. Hombre de absoluta confianza de Hernández Vidal, era el verdadero presidente in pectore de la JEN. Su preparación científica y capacidad de trabajo, su conocimiento de varios idiomas y su facilidad para entablar relaciones con sus colegas extranjeros gracias a su don de gentes le convirtieron en el hombre idóneo para llevar las riendas en el día a día de la JEN. Así lo corroboraron más tarde algunos de sus más directos colaboradores: «Muchas personas participaron en el crecimiento y evolución de dicha institución, pero si fuera obligado dar un solo nombre propio para vincularlo a la Junta de Energía Nuclear, ese nombre sería el de José María Otero».303 Las razones de esta afirmación no admitían lugar a dudas: «Otero se había distinguido como investigador en el campo de la óptica fisiológica y en el dominio de la energía nuclear jugó un papel distinto y tal vez más importante; fue el gran motor de la institución que aglutinó a muchos investigadores jóvenes que introdujeron en España el cultivo de disciplinas y técnicas muy modernas y que han contribuido al desarrollo científico y tecnológico de nuestra patria».304 Escrito de la Presidencia del Gobierno al ministro de Marina, de 8 de noviembre de 1955 (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 302 Orden del Ministerio de Marina de 11 de noviembre de 1955: «Ministerio de Marina. Orden. Situaciones de personal. A propuesta de la Presidencia del Gobierno y por hallarse comprendido en el apartado b) artículo 7.º de la Orden Ministerial de 10 de junio de 1954 (D.O. núm. 132), que dicta normas para la aplicación en Marina del Decreto de fecha 12 de Marzo del mismo año, vengo en disponer que el Teniente Coronel de Ingenieros de Armas navales DON JOSÉ M.ª OTERO NAVASCUES, cese en su destino de Director del LTIEMA, y pase a la situación de “Al servicio de otros Ministerios”, para prestar sus servicios en la Junta de Energía Nuclear de la que es Vicepresidente en virtud de Decreto de 16 de Noviembre de 1951 (B.O. del Estado núm. 330). Madrid, 11 de Noviembre de 1955. Moreno» (Ibídem). 303 SánChez del río y Sierra, «José María Otero y la Energía Nuclear», pág. 27. 304 Ibídem. 301

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Otero viajó en febrero de 1956 a Bélgica. El motivo de este viaje era recibir el doctorado honoris causa por la Universidad de Lovaina. Sin embargo, también aprovechó su estancia en Bélgica para reactivar anteriores contactos científicos y visitar los centros e instituciones más relevantes en el estudio y desarrollo de la energía nuclear.305 En marzo, en este caso acompañado por el general Hernández Vidal, viajó a Gran Bretaña invitado por la British Atomic Energy Authority. Allí pudieron visitar, como relatan Romero de Pablos y Sánchez Ron, los «… centros de investigación de Amersham y Harwell, la fábrica de tratamiento de minerales y obtención de uranio metálico de Springfields y el grupo de instalaciones de reactores de gran producción de la British Atomic Energy Authority de Calder Hall».306 Otero redactó al regreso del viaje el correspondiente y obligado informe, en el que detallaba todas las instalaciones visitadas y sus características técnicas.307 Estos y posteriores viajes a otros países fueron consecuencia de las invitaciones formuladas por científicos de estas naciones a los miembros de la Junta de Energía Nuclear española en la Conferencia de Ginebra del año anterior. Es el caso, por ejemplo, del viaje realizado a París en octubre de 1956 por Hernández Vidal y Otero. El Comisariado de Energía Atómica francés, organismo equivalente a la JEN, invitó a los españoles a visitar sus instalaciones. Permanecieron en la capital francesa por espacio de cuatro días, durante los cuales parece que pudieron suavizarse un tanto las tensas relaciones existentes entre ambos organismos. Prueba de ello es que dos años más tarde ya se encontraban algunos investigadores de la JEN estudiando y formándose en Francia.308 Por otro lado, también la colaboración en materia nuclear con Alemania experimentó un fuerte impulso en 1956. Tras la Conferencia de Ginebra del año anterior se habían suprimido algunas de las restricciones impuestas a los alemanes tras su derrota en la Segunda Guerra Mundial. Entre ellas, la de iniciar cualquier programa en materia nuclear. España, no obstante, había mantenido relaciones más o menos secretas con Alemania y el mismo Otero, como ya se ha relatado, había realizado varios viajes a esta nación con fines relacionados con este campo. Así, el 12 de julio de 1956 se celebró en la sede de la JEN una reunión entre los representantes de esta y los de la homónima Junta alemana. Esta última había sido constituida, un tanto con carácter provisional «… como consecuencia de la libertad concedida por los países aliados, para que la República occidental alemana inicie de un modo oficial las investigaciones nucleares».309 En el curso de la reunión, y tras exponer los alemanes la organización de la Junta alemana, el general Hernández Vidal facilitó al doctor Strauss una copia del decreto de creación de la JEN y del resto de disposiciones que la regulaban. Se soliciromero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, págs. 71 y 77. Ibídem. 307 Notas sobre el viaje a Inglaterra del Presidente y del Vicepresidente de la Junta de Energía Nuclear, invitados por la British Atomic Energy Authority. Madrid, 22 de marzo de 1956. El Vicepresidente y Director General. José María Otero (AGA, Sección Industria, caja 71, legajo 8470). 308 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 76. 309 Conversación mantenida entre los Representantes de la Junta de Energía Nuclear alemana y la española. Madrid, 12 de julio de 1956 (AGA, Sección Industria, caja 71, leg. 8470). 305 306

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tó también por parte alemana la colaboración española en investigación, prospección geológica, suministro de materias primas y elaboración de futuros proyectos conjuntos. Todo quedó pendiente de la aprobación ulterior de los respectivos gobiernos, pero la petición alemana da a entender el avance que en esos años había experimentado España en materia nuclear y el retraso que, por lo menos con respecto a España, sufría Alemania.310 La colaboración España-Alemania se hizo efectiva pronto, como reconocieron los alemanes: «… los españoles participaron entusiásticamente en todas las fases de nuestra recuperación».311 Protagonistas de esta magnífica relación fueron Otero, por parte española, y Karl Wirtz y W. Schnurr por la alemana.312 En 1956 se produjo un acontecimiento que puede considerarse el «… punto de partida de la puesta en marcha del desarrollo industrial de la energía nuclear en España».313 Es el denominado Pacto de Olaveaga, llamado así por ser ese barrio bilbaíno de la margen izquierda de la ría el lugar donde se reunieron José María de Oriol y Urquijo, Leandro José de Torrontegui y José María Otero Navascués. Representaban, respectivamente, a las empresas eléctricas, a la industria y a la Administración.314 Como partes interesadas en el desarrollo nuclear español con fines industriales, en esa reunión acordaron construir las que serían las primeras centrales nucleares españolas. En pocos meses se crearon tres empresas privadas, Cenusa, Nuclenor y Tecnatom, para «… desarrollar en España el uso de la energía nuclear para la producción eléctrica».315 Bien es cierto que hasta siete años después no se concedieron las primeras autorizaciones para iniciar la construcción de las centrales, y que la primera no entró en funcionamiento hasta doce años más tarde (José Cabrera, Guadalajara, 1968). Nada de ello hubiera sido posible sin la firme determinación de todos y cada uno de los miembros de la Junta de Energía Nuclear, desde su presidente Hernández Vidal hasta el último investigador. Ahora bien, entre todos ellos hay que destacar muy especialmente a Otero. Él asumió personalmente la gestión diaria de la Junta durante las presidencias de Vigón y Hernández Vidal, viajó a numerosos países extranjeros para reforzar la presencia española en el foro nuclear, firmó convenios de colaboración con estas naciones y empresas extranjeras, impulsó la investigación a través de las diferentes secciones de la Junta e inició los contactos con las empresas e industrias españolas interesadas en el desarrollo nuclear.316 En el caso de las relaciones internacionales de la JEN las cosas estaban muy claras; según Caro, el «… General Vigón, delegó totalmente sus funciones internacionales en D. José María Otero. Su sucesor, el general Hernández Vidal, también delegó la mayor parte de ellas en Otero, reservando para sí mismo tan solo aquéllas a las que estaba obligado por razones de representatividad o protocolo».317 El mismo autor llegó Ibídem, págs. 3-5. Parte de las memorias de Karl Wirtz dedicada a España, en preSaS i puig, «La correspondencia entre José M. Otero y Karl Wirtz», págs. 528-529. 312 Ibídem. 313 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 249. 314 Ibídem. 315 Caro, Historia nuclear de España, pág. 174. 316 Incluso Otero llegó a dirigir el consejo de redacción de la revista Energía Nuclear, editada por la propia Junta de Energía Nuclear desde principios de 1957 (Ibídem, pág. 70). 317 Ibídem, pág. 64. 310 311

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a afirmar rotundamente lo que no era más que la pura realidad: «Así pues, el peso y la responsabilidad de las relaciones internacionales durante veinte años, desde 1955 hasta 1975, recaen directamente sobre José María Otero, quien se ocupa personalmente del tema».318 No obstante, la JEN no era una obra personal, sino fruto del trabajo conjunto de muchas personas, entre las que Otero tenía un círculo más cercano, sus más directos colaboradores: Armando Durán, Carlos Sánchez del Río y Gutiérrez Jodra, en los temas científicos, y Pascual Martínez, para lo relativo a la industria y las centrales nucleares.319 Tanta dedicación, trabajo e ilusión de Otero por las realizaciones futuras fueron pronto recompensados.

Otero, presidente de la JEN (1958-1974) Durante la presidencia de Hernández Vidal (1955-1958), además de todo lo anteriormente reseñado, cuenta Otero como se continuó «… la preparación de nuestros cuadros y se encuentran los primeros yacimientos filonianos de uranio, y se inician las realizaciones industriales de la JEN en escala de prototipo: creación de una pequeña fábrica de agua pesada en Sabiñánigo; construcción de nuestra primera fábrica de concentración de minerales de uranio en Andújar; instalación de un reactor nuclear de tipo piscina en el Centro Nacional de Energía Nuclear Juan Vigón de la Moncloa; ampliación en el campo de la geología y de la minería, etc.».320 Además, la empresa privada española se implicó definitivamente en el proyecto nuclear: «En estos años, y por impacto de Ginebra, la industria se interesa grandemente en los temas nucleares; las compañías eléctricas se agrupan para afrontar en su día la construcción de centrales nucleares, y así surge NUCLENOR, con la aportación de Iberduero y Electra de Riesgo; CENUSA, en la que se funden los intereses nucleares de Hidroeléctrica Española, Unión Eléctrica Madrileña y Sevillana de Electricidad».321 El Estado, a través del Instituto Nacional de Industria y la propia JEN, se presta a colaborar con estas empresas: «El I.N.I. también constituye un potente grupo de Estudios Nucleares, y la industria potencialmente constructora de equipo se agrupa en TECNATOM en el Centro y Levante, y CONUSA en el Norte. La Junta colabora desde su constitución con todos estos grupos industriales…».322 España se encontraba, por tanto, en inmejorables condiciones para ver los frutos, en un tiempo razonablemente corto, de tantos años de trabajos dirigidos primero desde la JIA y más tarde desde la JEN. Esto lo vieron también los científicos extranjeros que regularmente visitaban este último centro. Opinión más que autorizada era la de Karl Wirtz, quien tantas veces había estado en España colaborando con la Junta. Consideraba muy prometedor el futuro desarrollo nuclear español con fines industriales: Ibídem. Ibídem. 320 otero navaSCuéS, «La energía nuclear en España». 321 Conferencia pronunciada por Otero en la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, en Bilbao, el 14 de mayo de 1965, con el título de «La energía nuclear en España», pág. 22 (APJON). 322 Ibídem, págs. 22 y 23. 318 319

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Perspectivas del desarrollo atómico en España. Como ya se ha dicho, en un país donde las reservas de carbón escasean pero que, como se supone en España, se dispone de suficientes reservas de uranio, se abre la perspectiva de un nuevo desarrollo técnico dentro del campo de la obtención de grandes cantidades de energía. Es importante tener muy claro que el uso pacífico de la energía atómica es absolutamente diferente al de su aplicación militar. Un país como España (y quizás Alemania), que probablemente pueda participar en el desarrollo en el primer campo de aplicación, seguramente nunca podrá dar el paso técnico para la fabricación de armas atómicas. Debido al interés de su desarrollo económico, en este momento sería importante no considerar esta posibilidad.323

Incluso llegaba a atisbar la posibilidad de que España pudiera ser independiente en el campo nuclear. El mérito había que atribuírselo al trabajo de la JEN: Gracias a sus reservas y a la posibilidad de comprar reactores atómicos en el mercado mundial o quizas a la posibilidad de desarrollarlos por sí misma, el desarrollo español ofrece la posibilidad de que en el campo de las centrales nucleares España pueda llegar a ser independiente del extranjero. Debido al trabajo ya realizado por la Junta de Energía Nuclear […] España puede estar en disposición de participar con éxito de este desarrollo.324

Protagonista y responsable principal de todo lo realizado en España en materia nuclear, Otero recogería ahora tales frutos en la condición de presidente de la Junta de Energía Nuclear. En 1958 el general Hernández Vidal renunció a la presidencia de la JEN por motivos de salud; según Otero, que precisa aún más, por «… agotamiento temporal por el enorme esfuerzo realizado, diríamos con más certidumbre».325 A su renuncia, aprobada por decreto de 8 de agosto,326 le siguió el nombramiento de Otero como nuevo presidente de la Junta de Energía Nuclear: «A propuesta del Ministro de Industria, y previa deliberación del Consejo de Ministros, Nombro Director general de Energía Nuclear y Presidente de la Junta de Energía Nuclear a don José María Otero Navasqües. Así lo dispongo por el presente Decreto, dado en San Sebastián a ocho de agosto de mil novecientos cincuenta y ocho. Francisco Franco».327 Informe del profesor Wirtz sobre el desarrollo de la energía nuclear en España con motivo de su visita a Madrid los días 23-26 junio de 1955 (se trata de un resumen realizado por preSaS i puig, en «La correspondencia entre José M. Otero y Karl Wirtz», págs. 565-566). 324 Ibídem, pág. 566. 325 Conferencia pronunciada por Otero en la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, en Bilbao, el 14 de mayo de 1965, con el título de «La energía nuclear en España», pág. 23 (APJON). 326 Decreto de 8 de agosto de 1958 por el que cesa en los cargos de Director general de Energía Nuclear y de Presidente de la Junta de Energía Nuclear don Eduardo Hernández Vidal: «A propuesta del Ministro de Industria, y previa deliberación del Consejo de Ministros, Cesa en los cargos de Director general de Energía Nuclear y de Presidente de la Junta de Energía Nuclear don Eduardo Hernández Vidal, agradeciéndole los servicios prestados. Así lo dispongo por el presente Decreto, dado en San Sebastián a ocho de agosto de mil novecientos cincuenta y ocho. FRANCISCO FRANCO. El Ministro de Industria JOAQUÍN PLANELL RIERA» (Boletín Oficial del Estado, de 21 de agosto de 1958, núm. 200, pág. 7484). 327 Decreto de 8 de agosto de 1958 por el que se nombra Director general de Energía Nuclear y Presidente de la Junta de Energía Nuclear a don José María Otero Navasqües (Boletín Oficial del Estado, de 21 de agosto de 1958, núm. 200, pág. 7484). 323

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Visita de la reina Federica de Grecia a la JEN. Detrás se observa al entonces Príncipe de España.

Nadie dudó que él era la persona más idónea para ocupar ese cargo. Fue el relevo natural a sus predecesores y el premio a tantos desvelos, preocupaciones y trabajo. Así lo señaló Carlos Sanchez del Río, jefe de la Sección de Física Experimental de la JEN y, por tanto, espectador en primera línea del relevo: «Cuando este [Hernández Vidal] renunció en 1958 pasó a la presidencia José María Otero en justa recompensa a su dedicación e iniciativa».328 Y en referencia directa a las cualidades de Otero y las relaciones de este con su predecesor, relataba Sánchez del Río una divertida anécdota: En efecto, una de las características de Otero fue su imaginación para emprender nuevas tareas; sirva de ilustración la siguiente anécdota de la que fui testigo. Estaba un día su predecesor en la presidencia de la Junta, el mencionado General Hernández Vidal, preocupado con el seguimiento de varios proyectos en curso que planteaban problemas económicos y de personal cuando apareció Otero para proponerle una nueva idea. El General escuchó y respondió con una orden tajante: Otero, no piense más.329

Por su parte, Karl Wirtz justificó que nadie mejor que Otero se merecía tal nombramiento: «Este centro de investigación es la obra de Otero y el fruto de toda una década de fatigoso trabajo».330 SánChez del río y Sierra, «José María Otero y la Energía Nuclear», pág. 27. Ibídem, págs. 27 y 28. 330 Carta de Karl Wirtz al Dr. Hasse, de 31 de octubre de 1960, en preSaS i puig, en «La correspondencia entre José M. Otero y Karl Wirtz», pág. 577. 328 329

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Otero asumió la presidencia de la JEN en 1958 con dos retos importantes por delante: uno, el de la definitiva construcción de las centrales nucleares, como consecuencia del Pacto de Olaveaga firmado dos años antes. Otro, íntimamente relacionado con el primero, el de la orientación de la política nuclear española, por ende científica, en un sentido u otro: el de aquellos que propugnaban el desarrollo acelerado de nuestra industria con tecnología extranjera y, al contrario, el de aquellos como Otero que siempre defendieron una menor dependencia del exterior prestando todo el apoyo necesario a la industria y la tecnología nacional. El primer reto lo ganó, y con creces; el segundo, desgraciadamente para España, terminó por perderlo muy a su pesar. La primera de las medidas adoptadas por Otero al frente de la JEN fue la reorganización de su estructura interna. Él mismo cuenta cómo nada más ser nombrado presidente propuso dar entrada en el Consejo de la JEN a los representantes de los sectores empresariales e industriales con intereses en el tema nuclear: «Desde el punto de vista organizativo, al ser nombrado Presidente de la Junta en agosto de 1958, propuse al Ministro de Industria ampliar el Consejo de la misma, dando entrada a elementos de la industria y de las finanzas y a representantes de los Ministerios más interesados, aparte del de Industria».331 Su parecer se consideró acertado, y de ahí el decreto de 14 de noviembre de 1958, en cuyo artículo tercero se fijaba el origen de los nueve vocales del Consejo de la JEN: un representante de los Ministerios de Hacienda, Gobernación y Comercio, respectivamente; y los otros seis restantes nombrados, entre personalidades técnicas o industriales de reconocida competencia, por el ministro de Industria, pues de este Ministerio dependía la Junta desde febrero de 1957.332 En los meses siguientes se procedió al nombramiento de esos nueve vocales, conformándose un Consejo muy representativo de todos los sectores interesados en el desarrollo nuclear español: la Administración, la industria y el empresariado. En él figuraron personalidades de enorme prestigio y valía profesional como Manuel Lora Tamayo, Gregorio López Bravo, José María Oriol y Urquijo o Jesús García Orcoyen, entre otros. Con las dos vicepresidencias en manos de Armando Durán y Antonio Colino se completaba un cuadro dirigente inmejorable para regir los destinos de la energía nuclear española durante la década de los sesenta. Además, casi 1600 personas trabajaban ya en la JEN en sus diferentes departamentos: 247 doctores, ingenieros y licenciados; 92 técnicos medios especializados; 411 técnicos y laborantes; 515 operarios y mineros; 154 administrativos y 159 subalternos. También se contaba con el apoyo y consejo proporcionado por las cuatro comisiones asesoras existentes: Reactores Industriales, Aplicaciones de los Isótopos a la Biología y Medicina, Aplicaciones de los Isótopos para Usos Industriales y Agrícolas y, la última, la de Enlace con el Alto Estado Mayor. 333 otero navaSCuéS, «La Junta de Energía Nuclear en 1960», pág. 3. Decreto de 14 de noviembre de 1958 sobre constitución y nombramiento del Consejo de la Junta de Energía Nuclear (BOE, del 3 de diciembre de 1958, núm. 289, pág. 10534). 333 La composición del Consejo de la Junta a principios de 1960 era la siguiente: José María Otero Navascués, presidente; Antonio Colino López y Armando Durán Miranda, vicepresidentes; y como vocales, los siguientes: Manuel Lora Tamayo (presidente de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica de la Presidencia del Gobierno); José Romero Ortiz de Villacián, miembro del Consejo de Minería; Antonio Almela Samper, director del Instituto Geológico y Minero de España; José María Gaztelu y Jácome, jefe del departamento de Electricidad del INI; José María Oriol y Urquijo, presidente de Hidroeléctrica Española; Antonio Robert Robert, asesor 331 332

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Otero Navascués, con Gabriel Pita da Veiga, ministro de Marina, y Gregorio López Bravo, ministro de Asuntos Exteriores.

Era el momento de dar un último y definitivo impulso y poner en marcha todas aquellas instalaciones, fábricas, reactores, etc., por las que tanto se había luchado y trabajado. El 9 de octubre de 1958 fue una fecha señalada en el devenir nuclear español: por fin se puso en marcha el primer reactor experimental que se montó en España.334 Estaba situado en el Centro Nacional de Energía Juan Vigón, construido en los terrenos de la Ciudad Universitaria madrileña. Fue inaugurado oficialmente por el Jefe del Estado un mes después.335 En el solemne acto de inauguración, al que asistieron además numerosas personalidades del mundo político, científico y económico, Otero pronunció un emotivo discurso en el que recordó todo lo realizado hasta llegar a ese día memorable en la historia de la JEN. Se acordó también de todos aquellos que habían hecho posible tal hito, sin olvidar a sus amigos, colegas y maestros extranjeros: «… agradece públicamente la ayuda recibida en aquellos años […] y cita a los más destacados de esos “viejos amigos”: el norteamericano Allison, los alemanes Heinserberg y Wirtz, el francés Goldschmidt, los italianos Bolla y Amaldi y el suizo Scherrer».336 Al año siguiente, 1959, se produjo la puesta en marcha de la fábrica de concentrados de uranio de Andújar (Jaén), que llevaba el nombre del anterior presidente de la JEN: General Hernández Vidal. El 22 de noviembre comenzó a funcionar este centro, que abría «… un nuevo período en las realizaciones industriales prototipo de del Banco Urquijo; Gabriel del Valle Alonso, abogado del Estado y jefe de los servicios técnicos del Ministerio de Hacienda; Gregorio López Bravo, director general de Comercio Exterior y Jesús García Orcoyen, director general de Sanidad y decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Madrid (otero navaSCuéS, «La Junta de Energía Nuclear en 1960», págs. 3 y 4). 334 Ibídem, pág. 4. 335 otero navaSCuéS, «La energía nuclear en España». 336 Caro, Historia nuclear de España, pág. 64.

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la Junta…».337 La fábrica de Andújar, con una capacidad de tratamiento de 60.000 toneladas de mineral anuales, fue oficialmente inaugurada en febrero de 1960 con grandes perspectivas de futuro.338 Estas inauguraciones respondían al proyecto trazado por los responsables de la JEN desde su creación. Otero así lo expuso en 1960: «… la busca y transformación de materias primas, nacionalización de técnicas y la formación de personal, yendo por pasos contados del laboratorio a la planta piloto, de la planta piloto a la planta industrial prototipo, buscando siempre que la Junta sea el gran laboratorio y centro de desarrollo de una futura gran industria nuclear española…».339 Las actividades de la JEN al comienzo de la década de los sesenta se podían dividir en dos grupos. El primero comprendía «… desde la busca del mineral radioactivo hasta la fabricación de elementos combustibles: lo que llamamos la batalla por el combustible nuclear español». Y, el segundo, todo lo relativo a «… las tecnologías nucleares, singularmente las de instrumentación y control, cálculo del núcleo del reactor, cuestiones de seguridad, problemas de transmisión de calor y fabricación del resto del equipo».340 En ambos casos se habían conseguido muchos avances. En cuanto a la búsqueda del mineral y extracción del mismo, contaba Otero cómo se habían logrado reducir los costes considerablemente: «…habiendo bajado los costes de extracción por tonelada en trabajos de mina propiamente dichos hasta 220 pesetas con un promedio de 300, lo que da un margen considerable para el transporte, permitiendo llevar a Andujar minerales procedentes de zonas relativamente lejanas».341 Al reducirse los costes era posible dedicar más recursos económicos a esta tarea, por lo que la cantidad de mineral extraída aumentó hasta las 1.600 toneladas de uranio elemento. Esta cantidad permitiría, en opinión de Otero, «… comenzar cualquier programa y serviría para alimentar tres grandes centrales de 200 Mw de tipo canadiense durante 20 años, con una producción de 2.800 millones de kilovatios anuales». La ayuda de los expertos geólogos portugueses y franceses había sido fundamental, pues habían trabajado conjuntamente con nuestros geólogos y permitido aplicar en España técnicas de prospección ya probadas en sus respectivos países.342 Una vez en posesión del mineral de uranio, había que pasar a la segunda fase: «Por ello, estábamos ansiosos de poder comenzar a recuperar este dinero [el invertido en las prospecciones], dando al uranio de nuestros yacimientos un valor comercial».343 De ahí el diseño y construcción de la fábrica de Andújar o del reactor experimental del centro de Madrid. Con un coste de 106 millones de pesetas, la fábrica de Andújar fue proyectada por los técnicos de la Dirección General de Plantas Piloto y Plantas Industriales de la JEN, con un 15 % únicamente de material de importación. Se decidió ubicarla en Andújar por su cercanía a los yacimientos de Córdoba y Jaén y al río Guadalquivir, lo otero navaSCuéS, «La Junta de Energía Nuclear en 1960», pág. 4. Conferencia pronunciada por Otero en la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, en Bilbao, el 14 de mayo de 1965, con el título de «La energía nuclear en España», pág. 24 (APJON). 339 otero navaSCuéS, «La Junta de Energía Nuclear en 1960», pág. 4. 340 Ibídem. 341 Ibídem, pág. 7. 342 Ibídem. 343 Ibídem. 337 338

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cual permitía acceder al agua imprescindible para su funcionamiento. Desde el primer momento la fábrica jienense funcionó con total regularidad, incluso aumentando poco a poco su capacidad de tratamiento desde las 110 toneladas hasta las 200 diarias, con picos de 225 sin dificultad alguna.344 El hecho de que buena parte de los materiales y la técnica utilizados para la construcción de la fábrica de Andújar fueran patente española llenaba de orgullo al presidente de la JEN, que tanto había defendido una ciencia propiamente nacional: … la Junta, en su primera fábrica prototipo, ha logrado obtener costes de instalación y de fabricación que se alinean entre los más baratos del mundo, con calidades totalmente internacionales, y ello con técnicas propias, desarrolladas en sus laboratorios y plantas piloto sin más ayuda que la general de la fraternidad de los establecimientos encargados en los diferentes países del desarrollo de la energía nuclear.345

Desgraciadamente, no todos compartían el criterio de Otero en cuanto a la orientación de la política científica española. Hay que tener en cuenta que a finales de los cincuenta España se encontraba inmersa en una grave crisis económica y política. A las protestas en la universidad había que añadir, en el plano económico, la política autárquica que había conducido a un incremento importante de la inflación, escasa industrialización, excesiva dependencia del sector agrario, etc. Los relevos producidos en el Gobierno en 1957 cambiaron las tornas radicalmente. Ministros como Mariano Navarro Rubio, al frente de Hacienda, y Alberto Ullastres, en Comercio, sin olvidar a Laureano López Rodó, nuevo secretario general técnico de la Presidencia del Gobierno, fueron los artífices de la profunda transformación de la economía española a partir de 1959, especialmente tras la aprobación del Plan de Estabilización de ese año. El abandono de la política autárquica anterior habría de reflejarse también en una nueva orientación de la política industrial y, en consecuencia, científica. Ello coincidió, como señala Presas i Puig, con una nueva política americana de transferencia controlada de tecnología a otros países: «La estrategia americana de un transfer controlado de tecnología coincidía con los intereses del gobierno español de acelerar la industrialización del país en sectores económicos estratégicos, sin esperar a disponer de una tecnología propia autónoma».346 La ciencia e industria nuclear española habrían de verse afectados por estas nuevas orientaciones económicas. Cuenta Presas i Puig como se produjo en el seno del Instituto Nacional de Industria un enfrentamiento «… entre los partidarios de importar la tecnología necesaria del extranjero, especialmente de los EE.UU., y los que como Otero creían que había que hacer un esfuerzo para desarrollar la tecnología y el personal propios y evitar así una dependencia excesiva del exterior que de alguna manera […] determinaría el futuro desarrollo tecnológico nuclear español».347 344 345 346 347

Ibídem, págs. 7 y 8. Ibídem, pág. 10. preSaS i puig, «La correspondencia entre José M. Otero Navascués y Karl Wirtz», pág. 537. Ibídem, pág. 539.

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En España, además, un amplio sector político y económico se posicionó en contra del propio desarrollo nuclear de la nación. El argumento era, según un testigo privilegiado como fue el alemán Wirtz, que «… si bien la energía nuclear debía potenciarse en los países industrializados, en un país como era España en ese momento, se podía sacar más provecho en ámbitos clásicos de la técnica. Contra este argumento Otero se opuso con razón […] pues no solo se pretendía un desarrollo técnico, sino además que España no perdiera el contacto con la ciencia moderna».348 A pesar de los esfuerzos de Otero, en este caso nada pudo hacer frente a todo tipo de condicionamientos políticos y económicos. La situación la explicó Presas con claridad: Cuando la investigación nuclear entró en el estadio de afrontar su posible aplicación industrial, que por otra parte era el objetivo perseguido, fue superada por los condicionamientos políticos e industriales. El grupo en torno a Otero no pudo imponer sus prioridades por la falta de lobby que a su vez se explicaría por la falta de una tradición científica española capaz de hacer valer sus méritos y logros, y por la presión de los tecnócratas. Las disputas entre los grupos de investigación y los grupos industriales más interesados en la producción rápida de energía se decidió en parte por factores políticos y económicos, pero no sobre la base de una supuesta incapacidad de la ciencia española.349

El desarrollismo impuesto por los tecnócratas, con éxito, por cierto, tuvo entre otras contrapartidas la de «… mantener la investigación tecnológica española en un segundo nivel».350 Más aún tras el nombramiento de Gregorio López Bravo en 1962 como nuevo ministro de Industria, que «… supondría la consolidación del cambio ya intuido dentro de la política nuclear y en 1963 supuso la paralización del desarrollo de una tecnología nuclear propia».351 Esta nueva política se manifestó, por ejemplo, en la elección del tipo de central y reactor de futuro. Mientras que el plan diseñado por la JEN era construir centrales del mismo tipo «… con objeto de establecer una industria nuclear con una base realista, tanto en la fabricación de los componentes y sistemas de las centrales como en las industrias del ciclo del combustible y las de servicios anejos…», los planes del Ministerio de Industria eran muy distintos.352 La necesidad imperiosa de producción de energía de origen nuclear dejó de lado la investigación en tecnología propia y condujo a los diferentes grupos industriales a la compra de tres tipos distintos de reactores. Iberduero compró a la norteamericana General Electric un reactor de modelo BWR, Unión Eléctrica Madrileña se decidió por el modelo ofertado por la también norteamericana Westinghouse y las empresas catalanas optaron por adquirir reactores de fabricación francesa. De este modo, la industria nuclear española dividió esfuerzos, multiplicó necesidades y cuestionó muchos años de trabajo de la JEN. Así resumieron Carta de Karl Wirtz al Dr. Hasse, de 31 de octubre de 1960, en preSaS i puig, en «La correspondencia entre José M. Otero y Karl Wirtz», pág. 577. 349 preSaS i puig, «La correspondencia entre José M. Otero Navascués y Karl Wirtz», pág. 545. 350 Ibídem. 351 Ibídem, pág. 537. 352 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 249. 348

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Romero de Pablos y Sánchez Ron lo sucedido: «La política industrial del gobierno frustró así los esfuerzos tecnológicos de investigación y desarrollo de la JEN».353 En la década de los sesenta la situación en España de la investigación y desarrollo de la energía nuclear con fines industriales había alcanzado un progreso impensable tan solo unos años antes. La actividad en las instalaciones de la JEN se centraba, fundamentalmente, en la explotación de los reactores experimentales construidos en España. El primero de ellos fue el denominado JEN-1, que permitió conseguir, por primera vez en España, una reacción de fisión en cadena.354 Fabricado con ayuda norteamericana,355 fue el primero de los cinco reactores experimentales que llegaron a montarse en las dependencias de la JEN. Los siguientes fueron denominados ARGOS, ARBI, JEN-2 y CORAL-1,356 construidos en 1962 los dos primeros, 1967 y 1968, respectivamente.357 Estos reactores estaban dedicados a la formación del personal, la investigación y la producción de isótopos: «… al entrenamiento de estudiantes y personal de la industria, experimentos e investigación y producción de radioisótopos de vida corta».358 Esta última era una actividad fundamental dentro del programa de la JEN dada la utilidad de estos isótopos en diferentes campos. A ello se refirió Otero: «La producción de isótopos radiactivos y el fomento de sus aplicaciones es otro de los campos que la Junta de Energía Nuclear ha desarrollado ampliamente. El empleo de estos isótopos en la investigación, en la industria, en la medicina, en la agricultura, crece constantemente y su importancia económica es cada día mayor».359 El número de usuarios de isótopos crecía a un ritmo del 80% anual, de ahí la relevancia de esta actividad de la Junta.360 En la JEN se producían el 70% de los isótopos que se consumían en España, por lo que se hacía necesario mantener los reactores a pleno funcionamiento. Incluso estaba en proyecto, pendiente de la aprobación del Gobierno, que la JEN instalara una sala de isótopos radioactivos en un hospital para el tratamiento de diagnósticos precoces.361 La sección de Minas de la JEN seguía realizando la labor de prospección del mineral de uranio. Por su parte, la sección de Ingeniería Química llevaba a cabo meticulosas investigaciones en su campo, y estaba prevista la creación del Instituto de Estudios Nucleares con sede en los terrenos de la JEN. Según Otero, el Instituto habría de impartir los estudios de físico nuclear e ingeniero nuclear, en uno o dos años, para así formar a los especialistas que todavía eran escasos en número.362 Existía también una pequeña unidad en funcionamiento en el propio centro para el estudio de la preservación de alimentos por la radiación. Se realizaban estudios para Ibídem. Caro, Historia nuclear de España, pág. 153. 355 preSaS i puig, «La correspondencia entre José M. Otero Navascués y Karl Wirtz», pág. 536. 356 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 135. 357 Caro, Historia nuclear de España, pág. 155. 358 Ibídem, pág. 164. 359 otero navaSCuéS, «La energía nuclear en España». 360 Conferencia pronunciada por Otero en la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, en Bilbao, el 14 de mayo de 1965, con el título de «La energía nuclear en España», pág. 32 (APJON). 361 Entrevista a Otero Navascués, presidente de la JEN, en la Gaceta Universitaria del 15 de marzo de 1965, con el título de «La investigación atómica pide voluntarios» (APJON). 362 Ibídem. 353 354

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Coloquio sobre «El impacto de la energía nuclear en la ciencia, la técnica y la industria», organizado por la Agrupación Cultural Hispano-Norteamericana. Madrid, 15 y 16 de octubre de 1962 (en la foto, Roglé, Hidalgo de Caviedes, Gutiérrez Cortinés y Otero Navascués).

la conversión de agua salada en agua dulce a través de una comisión interministerial presidida por el director de Física y Teoría de Reactores de la Junta y también se dedicaban parte de los recursos a la investigación básica nuclear.363 Más aún, como contó Otero en una conferencia pronunciada en Bilbao en 1965, había «… un proyecto detallado de una segunda fábrica de concentración mucho mayor que la de Andújar, ya que tratará 300.000 Tm. de mineral anuales, y que se construirá junto a los importantes yacimientos de Salamanca». No se paraba ahí la vorágine proyectista de la JEN, pues se inició «… el proyecto de una fábrica de sales de uranio metálico, óxido enriquecido u óxido de uranio natural. Fábricas todas ellas con tecnología y know-how de la Junta, pero financiadas y construidas por la industria, pudiendo la JEN participar minoritariamente».364 La colaboración con la universidad era asimismo un puntal esencial en las actividades de la Junta. Una importante partida presupuestaria se dedicaba, por un lado, a becas de doctorado de universitarios, ingenieros y técnicos medios; por otro, a subvencionar directamente los trabajos de investigación realizados en algunas universidades y en las Escuelas Técnicas Superiores de Bilbao y Barcelona. Otero creía que este era uno de los medios más útiles de fomentar vocaciones en el campo de la energía nuclear: «Con todo ello, pretendemos que nuevos técnicos e investigadores se incorporen a la investigación aplicada y al desarrollo en temas nucleares, despertando nuevas vocaciones y Conferencia pronunciada por Otero en la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, en Bilbao, el 14 de mayo de 1965, con el título de «La energía nuclear en España», págs. 32 y 33 (APJON). 364 Ibídem, pág. 28. 363

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procurando que todo el país converja en un esfuerzo que ha de permitirnos estar en la frontera de esta nueva revolución industrial».365 La Junta de Energía Nuclear contaba también con un servicio médico, a cargo de Eduardo Ramos Rodríguez, doctor en Medicina y Cirugía. Procedente de la Armada, «… de donde José María Otero se lo había traído…», Ramos fue el jefe de los servicios médicos de la Junta durante muchos años. Tenía la función de vigilar la salud de los trabajadores del centro, centrándose en la prevención de riesgos y accidentes. Se controlaba de forma permanente al personal, «… tanto desde el punto de vista de medida de la radiación que haya recibido mediante el examen periódico de placas fotográficas y pequeñas cámaras de ionización que lleva el personal durante su trabajo, como del examen periódico del personal mediante análisis de sangre y orina, radioscopia, etc.».366 Contó para ello el doctor Ramos con el personal auxiliar necesario para desarrollar esta labor esencial en un centro de estas características. Con esta finalidad, se aprobaron los reglamentos de protección de obligada observancia por todos los miembros de la Junta.367 La JEN también editaba desde 1957 la revista Energía Nuclear. Las ocupaciones de Otero y los principales gestores del centro, miembros del consejo de redacción de la revista, impidieron que pudieran atender personalmente a todo aquello que suponía la preparación de cada uno de sus números. Cuenta Caro cómo se decidió, en consecuencia, reducir el nivel jerárquico de los miembros del Consejo: «Se nombró Director del Consejo de Redacción al Secretario General Técnico de la JEN, Francisco Pascual, Secretario de dicho Consejo al Vicesecretario General Técnico, López Rodríguez y como vocales un representante de cada División de la JEN».368 La revista fue el medio de dar a conocer al público especializado las realizaciones de la Junta, además de artículos especializados en la materia nuclear y anexos. Por ejemplo, a partir de 1966 varios miembros del consejo de redacción publicaron una serie de trabajos sobre terminología de gran interés para la comunidad científica.369 Todos y cada uno de los referidos servicios y actividades de la JEN estaban a cargo de las aproximadamente dos mil personas que trabajaban en ella a mediados de la década de los sesenta: mil en el propio centro Juan Vigón, cien en la fábrica de Andújar y otros novecientos en la prospección geológica en los distritos de Ciudad Rodrigo, Cáceres y Andújar.370 Para atender a todas estas actividades dicho personal resultaba insuficiente, por lo que la Junta diseñó un plan de ampliación del personal, subvencionado por el Estado, centrado en técnicos de tipo medio. De este modo se trataba de paliar también, en la Entrevista a Otero Navascués, presidente de la JEN, en la Gaceta Universitaria del 15 de febrero de 1963, con el título de «La investigación atómica espera a los universitarios españoles» (APJON). 366 otero navaSCuéS, «La Junta de Energía Nuclear en 1960», pág. 19. 367 Caro, Historia nuclear de España, pág. 33. 368 Ibídem, pág. 70. 369 La obra completa fue premiada en 1973 con el premio Conde de Cartagena de la Real Academia Española, y fue publicado íntegro por la JEN al año siguiente (Ibídem, pág. 71 y ss.). 370 Entrevista a Otero Navascués, presidente de la JEN, en la Gaceta Universitaria del 15 de febrero de 1963, con el título de «La investigación atómica espera a los universitarios españoles» (APJON). 365

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medida de lo posible, la fuga de científicos al extranjero. Aunque de escasa cuantía en número, el propio Otero reconocía su existencia.371 Si insuficientes resultaban los medios personales, el presupuesto asignado a la JEN era aún más exiguo. La crisis de finales de los cincuenta y principios de los sesenta obligó a congelar año tras año el presupuesto asignado a la JEN. En opinión de Otero, el de 1958 fue el último que se podía considerar adecuado a las necesidades y posibilidades científico-técnicas de la Junta. En ese año España estaba colocada en un meritorio sexto puesto mundial en cuanto al desarrollo de la tecnología nuclear: En tal fecha, Mr. Craig Hosmer, miembro de la Cámara de Representantes por California y también de la Comisión para Energía Atómica, del Congreso de Estados Unidos, después de un viaje de estudios por todo el mundo, colocó a España en sexto lugar en el desarrollo de la tecnología nuclear, inmediatamente después de los cinco grandes (EE.UU., la Unión Soviética, Inglaterra, Francia y Canadá).372

Otero era consciente de que ese era un puesto muy difícil de mantener, pues países de mayor tradición científica que España estaban a punto de superarla en este ranking: Alemania, Japón e Italia. Sin embargo, España se vio superada en pocos años por otras naciones de menor peso científico. Las citadas restricciones presupuestarias para la política científica en general, y para la nuclear en particular, tuvieron la culpa, como acertadamente señaló Otero: «… la congelación de nuestros presupuestos desde el año 58 hasta el 62, hizo que también nos adelantasen Suecia, Bélgica y la India y que estén en trance de hacerlo Dinamarca y Suiza».373 A partir de 1963 el presupuesto de la JEN aumentó de forma considerable, pero todavía insuficiente. Si ese año era de 440 millones de pesetas, dos años después pasó a 565. Por tanto, un incremento aproximado del 25 %. Sobre esta cantidad reflexionaba Otero reclamando más, como siempre hacía en toda empresa que dirigía: «Esta cifra, naturalmente, no tiene precedente en ninguna empresa técnico-científica del país, pero recurro otra vez a la frase del Marqués de Salamanca de que cada negocio tiene su dinero, y el nuclear exige, no estos gastos, que se nos han quedado cortos, sino sustancialmente mayores».374 La comparación con los presupuestos dedicados por otros países a la investigación y desarrollo en energía nuclear era muy desfavorable a España desde todos los puntos de vista. Bien se tomase como referencia la cifra total, bien el tanto por ciento por habitante o bien en función del kilowatio hora producido, el gasto dedicado en España en 1963 a estos menesteres era el más reducido entre los de los países que Otero denominaba la pequeña Europa: Alemania, Francia, Italia, Holanda y Bélgica. Incluso cuatro Entrevista a Otero Navascués, presidente de la JEN, en la Gaceta Universitaria del 15 de marzo de 1965, con el título de «La investigación atómica pide voluntarios» (APJON). 372 Entrevista a Otero Navascués, presidente de la JEN, en la Gaceta Universitaria del 15 de febrero de 1963, con el título de «La investigación atómica espera a los universitarios españoles» (APJON). 373 Ibídem. 374 Conferencia pronunciada por Otero en la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, en Bilbao, el 14 de mayo de 1965, con el título de «La energía nuclear en España», pág. 30 (APJON). 371

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El embajador de los EE.UU. en España, Mr. Robert Hill, en su visita a la Junta de Energía Nuclear junto con su presidente, Otero Navascués.

veces inferior al de la India, y ligeramente superior al de la República Árabe Unida (Egipto y Siria).375 A pesar de las limitaciones presupuestarias y la falta de apoyo político al desarrollo de una verdadera ciencia e industria nuclear de patente española, lo cierto es que la JEN había alcanzado y superado en pocos años los objetivos que se habían propuesto sus gestores en el momento de su creación. Todas las realizaciones en materia de formación de personal, prospección de minerales, investigación y desarrollo antes reseñadas corroboran esta afirmación. En este punto cabe citar al Instituto de Estudios Nucleares, cuya creación se explicará más adelante. Sin embargo, la actividad o finalidad más importante de la JEN era la producción de electricidad a través de la energía nuclear. No tanto en sus propias instalaciones, sino en colaboración con la empresa privada española. En otras palabras, el objetivo principal era la creación de una industria nuclear española. En la ya citada conferencia pronunciada el 14 de mayo de 1965 ante la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, Otero fue tajante al respecto: «Repetidas veces he señalado que la obtención de electricidad de origen nuclear es la actividad de máximo relieve y a la que dedica la mayor parte de sus esfuerzos la J.E.N. …». Finalizó sus palabras de la siguiente manera: «Siempre tenemos como norte que el fin último de la Junta es ayudar a crear una industria nacional nuclear, incorporando a España al lanzamiento de una nueva 375

Ibídem, págs. 30 y 31.

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ciencia y una nueva técnica que irradien por sus características y su calidad a otras actividades del país».376 Ya se ha explicado cómo las nuevas orientaciones políticas y económicas impuestas por los tecnócratas desde 1958 frustraron el deseo de Otero de alcanzar una tecnología nuclear propiamente española. Por el contrario, sí puede afirmarse que España se incorporó en la década de los sesenta al grupo de países productores de electricidad de origen nuclear. Se compraron reactores a otras naciones y se importó tecnología del extranjero, situación indeseada por los responsables de la JEN. Sin embargo, la realidad de la construcción de las primeras centrales nucleares en suelo español era incontestable. Nadie mejor que Otero para resumir la situación a mediados de la década: La situación actual puede caracterizarse porque la energía eléctrica de origen nuclear ha entrado en plena competencia en España con la térmica clásica […] La reacción de la industria ha sido la lógica. Con sus cuadros técnicos preparados y siguiendo al día, en íntima colaboración con la Junta, el desarrollo nuclear, con el espíritu de empresa que la caracteriza, se ha lanzado a la construcción de centrales eléctricas de origen nuclear en cuanto los costes han sido atrayentes, y la tecnología ha quedado bien definida.377

Había ya varios proyectos de centrales nucleares en marcha. Los reactores eran extranjeros y la inversión a cargo de la empresa privada española: En este sentido, Unión Eléctrica Madrileña, por razones puramente económicas, tras un concurso, selecciona una central de agua a presión tipo Westinghouse de 153 Mw. De potencia, que se situará en Zorita de los Canes, provincia de Guadalajara. NUCLENOR realiza un concurso internacional para una central de 300 Mw. que estará ubicada en Santa María de Garoña, provincia de Burgos, en el Alto Valle del Ebro, concurso que está próximo a resolverse. Por último, está en fase de estudio y negociación la construcción de una central hispano-francesa en Cataluña, de 500 Mw. de potencia, en la que las empresas españolas participantes serán Fuerzas Eléctricas de Cataluña, Empresa Nacional Hidroeléctrica Ribagorzana e Hidroeléctrica de Cataluña, y por parte francesa, Electricité de France.378

En total, por tanto, este primer programa contemplaba unos 1.000 mw de potencia. Su coste era de 12.000 millones de pesetas, previendo otros 800 más para el combustible imprescindible para comenzar a funcionar. Este programa inicial se vio ampliamente superado con los años. Hasta nueve reactores nucleares se construyeron en suelo español en las dos siguientes décadas. La fecha del 12 de diciembre de 1968 supuso todo un hito en la historia nuclear española. Ese día entró en servicio la primera central nuclear española, la denominada José Cabrera, situada en Zorita de los Canes (Guadalajara).379 La siguiente en entrar Ibídem, pág. 33. Ibídem, pág. 25. 378 Ibídem, págs. 25 y 26. 379 Durante el período de su construcción Otero mantuvo largas negociaciones con la Comisión de Energía Atómica de los EE.UU. acerca del enriquecimiento del uranio necesario para su funcionamiento, y sobre la cantidad del mismo mineral. En 1966 se firmó un acuerdo sobre estos puntos entre la JEN y la AEC norteamericana (romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, págs. 254 y 255). 376 377

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Discurso de Otero, presidente de la Junta de Energía Nuclear, en la puesta en marcha de la central nuclear de Zorita.

en funcionamiento fue la central de Santa María de Garoña (Burgos). Recibió la correspondiente autorización el 17 de agosto de 1963 y se conectó al sistema eléctrico nacional en 1971. La tercera fue Vandellós I, fruto de un acuerdo hispano-francés firmado en 1964. Ocho años después entró en funcionamiento. Se ponía fin así a la primera fase del Programa Nuclear Español, que preveía contar «… con 60 por 100 de la total potencia eléctrica en centrales nucleares en el año 2000».380 Estas tres centrales, consideradas como de primera generación, se encuentran ya clausuradas o bien tienen ordenado su cese de explotación; la de Vandellós cesó su actividad en 1989, mientras que la de Zorita fue clausurada en 2006. Respecto de la central de Santa María de Garoña, el Ministerio de Industria, Turismo y Comercio aprobó con fecha 3 de julio de 2009 una polémica orden fijando como fecha del cese definitivo de su explotación la del 6 de julio de 2013.381 Las centrales de segunda generación no entraron en funcionamiento hasta principios de los años ochenta. La central de Almaraz (Cáceres) fue construida por Sevillana de Electricidad, Hidroeléctrica Española y Unión Eléctrica Madrileña. Sus dos reactores Artículo publicado por Octavio Roncero en Arriba, el 24 de septiembre de 1971, con este título: «El “padre” de la energía nuclear española» (APJON). 381 Orden ITC/1785/2009, de 3 de julio, por la que se acuerda como fecha de cese definitivo de la explotación de la Central Nuclear de Santa María de Garoña el día 6 de julio de 2013, y se autoriza su explotación hasta dicha fecha (Boletín Oficial del Estado, del 4 de julio de 2009, núm. 161, págs. 56002-56009). 380

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entraron en servicio en 1981 y 1983, respectivamente. También contó con dos reactores la central nuclear de Ascó (Tarragona), situada a orillas del Ebro. Su explotación comercial comenzó en 1984 (Ascó I) y 1986 (Ascó II). El reactor de Cofrentes fue construido cerca de la localidad del mismo nombre en la provincia de Valencia. Su entrada en funcionamiento data de octubre de 1984. Por último, los reactores de Trillo (Guadalajara) y Vandellós II pertenecen a la denominada tercera generación de centrales nucleares españolas. De acuerdo a lo establecido en el Plan Energético Nacional de 1979, una de las actuaciones para la adecuada sostenibilidad del sistema eléctrico español residía en la construcción de nuevas centrales nucleares. Vandellós II (Tarragona), propiedad de Endesa e Iberdrola, recibió en 1987 la autorización para su puesta en marcha. Trillo inició su explotación comercial en agosto de 1988, convirtiéndose en la más moderna de todas las construidas en España. Es evidente que solo la construcción de las centrales de primera generación fue consecuencia directa del esfuerzo de la JEN presidida por Otero y de la empresa privada española. Otero cesó en la presidencia de la Junta en 1974, por lo que asistió, aunque ahora en calidad de espectador privilegiado, a la inauguración de la central de Almaraz. Su fallecimiento en 1983 le impidió ver la puesta en funcionamiento del resto de centrales, de las que a buen seguro se hubiera sentido muy orgulloso como fundador y principal impulsor de la ciencia nuclear española. No obstante, no conviene saltarse todavía los tiempos y sí referirse a otras realizaciones materiales de Otero durante su mandato al frente de la JEN.

El Instituto de Estudios Nucleares de 1964: la formación, pieza clave del futuro nuclear español La formación del personal de la Junta de Energía Nuclear, así como la de jóvenes universitarios e investigadores, constituyó un punto fundamental en el programa de Otero al frente de este organismo. Sin formación la ciencia e industria nucleares españolas no tenían futuro alguno, de ahí que se incidiera tanto y se invirtieran ingentes recursos en este campo. Capital en este sentido fue la previsión contenida en el artículo 16 de la Ley 25/1964, de 29 de abril, sobre Energía Nuclear. Decía lo siguiente: «Con el fin de coordinar la investigación y la enseñanza relacionada con la energía nuclear, se crea el Instituto de Estudios Nucleares dentro de la Junta de Energía Nuclear».382 Al parecer se trataba de una propuesta de Otero que había pensado en adaptar a España el modelo del Massachusetts Institute of Energy.383 Las múltiples ocupaciones de Otero retrasaron unos meses el inicio de las gestiones para cumplir con lo dispuesto en dicho artículo. Sin embargo, una vez que Otero tomaba las riendas de un asunto imprimía un ritmo frenético al mismo hasta concluirlo. Así pasó con el Instituto de Estudios Nucleares (IEN), cuyos primeros pasos relató Caro de la siguiente manera: Ley 25/1964, de 29 de abril, sobre Energía Nuclear (Boletín Oficial del Estado, de 4 de mayo de 1964, núm. 107, págs. 5688 y ss.). 383 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 194. 382

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Un día de abril de 1965, Manuel Quinteiro discutía en su despacho de la Junta de Energía Nuclear sobre algo relacionado con el trabajo de la División de Energía a la que pertenecía, cuando un conserje le trajo un sobre enviado por el Presidente, José María Otero Navascués, que decía más o menos: «La Ley sobre Energía Nuclear 25/1964, de 29 de Abril, prevé la existencia del Instituto de Estudios Nucleares con el fin de coordinar la investigación y la enseñanza relacionada con la energía nuclear. Ruego a Vd. realice las gestiones necesarias para la puesta en marcha con la mayor rapidez posible del mencionado Instituto, tarea para la que contará con todo mi apoyo».384

Tan expeditivo como siempre, Otero confió en Quinteiro el trabajo material de puesta en marcha del Instituto. Le comunicó las personas de la JEN con las que debía hablar y, sobre todo, le indicó que no se trataba de sustituir la labor de formación que ya se venía realizando, sino de completarla a través de una formación más especializada.385 Quinteiro no defraudó a su presidente, y en pocos días había organizado un curso de ingeniería nuclear, de dos años de duración, dirigido a licenciados. El curso se anunció a finales de abril de 1965 en las escuelas de ingenierías y facultades con la intención de comenzar en octubre. De este modo habría tiempo de realizar una selección de los mejores expedientes para cubrir las veintiséis plazas previstas (seis de ellas becas). La convocatoria resultó un gran éxito, pues todas las plazas se cubrieron con recién licenciados con excelentes expedientes. Ese mismo año se organizó un curso de física de partículas elementales, con una duración prevista de un año, y dirigido por Carlos Sánchez del Río.386 La ley de 1964 que amparaba la creación del Instituto de Estudios Nucleares preveía un patronato, un presidente y un director general como órganos de gobierno del mismo. Sin embargo, la celeridad con la que se convocaron y comenzaron a impartirse los cursos provocó que dicha estructura orgánica no estuviera montada todavía cuando en el otoño de 1965 los primeros alumnos acudieron a los cursos. Fue en la primavera del año siguiente el momento elegido para cumplir con las previsiones legales. Así, por orden del ministro de Industria de 3 de mayo de 1966 se nombró al patronato del Instituto de Estudios Nucleares.387 Treinta y seis vocales en total, en representación de los diferentes organismos dedicados a la investigación y a la enseñanza nuclear, así como las industrias relacionadas con la energía nuclear. Este patronato, cuyo primer vocal era Otero en su calidad de presidente de la JEN, estuvo lastrado quizás desde el principio por dos importantes defectos: el excesivo número de vocales, que hacía inmanejable su funcionamiento, y su composición «… claramente desproporcionada a favor de los Organismos Oficiales, y sin la representación adecuada de las industrias relacionadas con la energía nuclear…».388 Si se analiza de manera detenida la composición del patronato, sus once primeros miembros de un total de treinta y seis pertenecían a la propia JEN (Durán, Colino, Sánchez del Río, Gutiérrez Jodra, Millán Barbany, etc.). Otros veinte a diferentes sectores de la Caro, Historia nuclear de España, pág. 274. Ibídem. 386 Ibídem, pág. 277. 387 Orden de 3 de mayo de 1966 por la que se nombra el Patronato del Instituto de Estudios Nucleares (Boletín Oficial del Estado, de 24 de mayo de 1966, núm. 123, pág. 6448). 388 Caro, Historia nuclear de España, pág. 276. 384 385

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Administración (CSIC, universidades, escuelas de ingeniería, etc.) y solo los cinco últimos al sector privado. Se puso remedio a la primera de las deficiencias, que «… no hacía nada efectivo su trabajo», al nombrar una comisión ejecutiva mucho más reducida también presidida por Otero.389 Designado el patronato, quedaban todavía los nombramientos más importantes: el del presidente y, sobre todo, el del director del IEN. Por decreto de 7 de septiembre de 1966 fue nombrado Otero presidente del Instituto: Creado, por virtud del artículo dieciséis, párrafo primero, de la Ley veinticinco/mil novecientos sesenta y cuatro, de veintinueve de abril, el Instituto de Estudios Nucleares dentro de la Junta de Energía Nuclear, es necesario proveer al nombramiento de su Presidente, de conformidad con lo dispuesto en el párrafo segundo del citado precepto. En consecuencia, a propuesta del Ministro de Industria y previa deliberación del Consejo de Ministros en su reunión del día veintidós de julio de mil novecientos sesenta y seis, vengo en nombrar Presidente del Patronato del Instituto de Estudios Nucleares a don José María Otero Navascués. Así lo dispongo por el presente Decreto, dado en San Sebastián a siete de septiembre de mil novecientos sesenta y seis. FranCiSCo FranCo. El Ministro de Industria. gregorio lopez bravo de CaStro.390

Sin embargo, la persona que debía hacerse cargo de la dirección del IEN en el día a día era el director. Para este empleo fue designado Armando Durán, otro de los más cercanos colaboradores, y amigo de Otero desde hacía ya muchos años. Otero propuso su nombramiento como director y el de Quinteiro como secretario.391 Dada la responsabilidad a asumir por Durán, se vio obligado a cesar en sus anteriores cargos de vicepresidente y director general adjunto de la JEN,392 antes de ser nombrado director del IEN por orden del ministro de Industria de 10 de noviembre de 1966.393 romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 197. Decreto 2433/1966, de 7 de septiembre, por el que se nombra Presidente del Instituto de Estudios Nucleares a don José María Otero Navascués (Boletín Oficial del Estado, de 29 de septiembre de 1966, núm. 233, pág. 12332). 391 Caro, Historia nuclear de España, pág. 279. 392 Orden de 10 de noviembre de 1966 por la que se dispone el cese como Vicepresidente y Director General Adjunto de la Junta de Energía Nuclear de don Armando Durán Miranda: «Ilmo. Sr.: De conformidad con lo dispuesto en el párrafo segundo del artículo dieciséis de la Ley 25/1964, de 29 de abril, sobre energía nuclear, este Ministerio en uso de las atribuciones que le están conferidas, ha tenido a bien: Disponer el cese como Vicepresidente y Director general adjunto de la Junta de Energía Nuclear a don Armando Durán Miranda (nombrado por Orden ministerial de 24 de enero de 1959) por haber sido designado para ocupar otro cargo en la Junta de Energía Nuclear. Lo que digo a V.I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V.I. muchos años. Madrid, 10 de noviembre de 1966. LOPEZ BRAVO. Ilmo. Sr. Presidente de la Junta de Energía Nuclear» (Boletín Oficial del Estado, del 21 de noviembre de 1966, núm. 278, pág. 14614). 393 Orden de 10 de noviembre de 1966 por la que se nombra Director del Instituto de Estudios Nucleares a don Armando Durán Miranda: «Ilmo. Sr.: De conformidad con lo dispuesto en el párrafo segundo del artículo 16 de la Ley 25/1964, de 29 de abril, sobre energía nuclear, y a propuesta del Patronato del Instituto de Estudios Nucleares, este Ministerio, en uso de las atribuciones que le están conferidas, ha tenido a bien: Nombrar Director del Instituto de Estudios Nucleares a don Armando Durán Miranda. Lo que digo a V.I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V.I. muchos años. Madrid, 10 de noviembre de 1966. LOPEZ BRAVO. Ilmo. Sr. Presidente del Patronato del Instituto de Estudios Nucleares» (Boletín Oficial del Estado, del 21 de noviembre de 1966, núm. 278, pág. 14614). 389 390

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Durante su mandato, Durán imprimió un fuerte ritmo a las actividades de formación que tenía encomendadas este organismo. Según Caro, se dio respuesta así a un vacío que no podía ser ocupado aun por la Universidad española: «… gran cantidad de disciplinas, técnicas y conocimientos, necesarios para el desarrollo industrial y científico del país, por escasez de medios, todavía no podían ser impartidas por la Universidad…».394 Se prepararon cursos dedicados a la formación de operadores y supervisores de las centrales nucleares, se otorgaron numerosas becas a recién licenciados nacionales y extranjeros, y se concedieron ayudas económicas a diferentes cátedras universitarias interesadas en la investigación sobre energía nuclear.395 Por ejemplo, el denominado Grupo Interuniversitario de Física Teórica fue uno de los beneficiarios de la ayuda material del IEN.396 Según cuenta Durán, trató que la formación del personal de la JEN y de los investigadores ajenos a este centro no se desarrollara en exclusiva en el IEN. Por decirlo de alguna forma, intentó internacionalizar el Instituto mediante la firma de convenios con otros centros similares en el extranjero: El Instituto de Estudios Nucleares impulsó las relaciones internacionales como consecuencia de la ineludible obligación de formación de personal y de la política seguida por los países más desarrollados, en relación con la agrupación en organismos, agencias y sociedades, bien para establecer normas comunes de actuación o bien para aunar esfuerzos en aquellas investigaciones cuyo coste de instalaciones y equipos no permitía la acción aislada.397

El homónimo Instituto de Estudios Nucleares de Argonne (EE.UU.) recibió ya en su primera promoción a varios estudiantes españoles. En los cursos siguientes incluso aumentó el número de personas enviadas a formarse a este centro, así como a Francia y Reino Unido. Sin embargo, con el paso de los años fue el propio IEN español el que recibiría a estudiantes de hasta dieciséis países distintos: Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Cuba, Chile, Ecuador, Filipinas, Guatemala, India, Méjico, Paraguay, Pakistán, Perú, Uruguay y Venezuela.398 El IEN fue consolidándose como un importante centro de referencia en la formación de personal especializado en energía nuclear. Como cuentan sus discípulos Calvo y Gómez-Reino, testigos directos de la labor de su maestro, el «… apoyo de Durán a los investigadores en física teórica y de altas energías fue crucial en las décadas de sesenta y setenta».399 Durán cesó en la dirección del IEN en 1973 dejando tras de sí un centro organizado y en pleno funcionamiento. Su actividad continúa en el Instituto de Estudios de la Energía del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT), heredero este último desde 1986 de la Junta de Energía Nuclear. 394 395 396 397

pág. 13. 398 399

Caro, Historia nuclear de España, pág. 265. Ibídem, pág. 278. Calvo y gómez-reino, «In memoriam: Armando Durán», pág. 13. Palabras de Durán recogidas en Calvo y gómez-reino, «In memoriam: Armando Durán», Caro, Historia nuclear de España, pág. 65. Calvo y gómez-reino, «In memoriam: Armando Durán», pág. 13.

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Otero Navascués (primero por la izquierda) con el presidente chileno, Salvador Allende.

España en los organismos nucleares internacionales Otro de los éxitos de Otero y de sus más directos colaboradores en la JEN fue la entrada de España en los más prestigiosos organismos internacionales de energía nuclear. Pese a las dificultades que se encontraron, políticas y económicas muy en especial, el prestigio de la JEN y de sus responsables en el extranjero fue una pieza clave para situar a España en puestos clave en la dirección de estos organismos. Otero fue, lógicamente, el más reconocido de todos, pero no el único. El primero de los organismos que dio entrada a España como miembro de pleno derecho fue la Sociedad Europea de Energía Nuclear. Relata Caro que la idea original para la creación de esta sociedad surgió durante la Conferencia de Reactores de Agua Pesada organizada por el Joint Establishment for Nuclear Energy Research noruego, celebrada en agosto de 1953 en la localidad de Kjeller. En la conferencia de clausura de la misma, Gunnar Randers, director científico del Instituto Noruego de Investigación para la Defensa, propuso crear una sociedad internacional de energía nuclear al margen de EE.UU. con la finalidad de mantener e incrementar los contactos entre los científicos nucleares de todo el mundo. Las negociaciones para la constitución de la sociedad continuaron en los meses siguientes, culminando en la primera reunión de su consejo en la Royal Society de Londres el 15 de junio de 1954. El nombre finalmente elegido fue el de European Atomic Energy Society (EAES). Se nombró presidente a John Cokroft, premio Nobel de Física en 1951, y como vicepresidentes al citado Randers y a Pierre Guillaumat, director del Comisariado francés de Energía Atómica. Los países fundadores de EAES fueron Bélgica, Francia, Italia, Holanda, Noruega, Suecia y el Reino Unido.400 Caro, R., «La Sociedad Europea de Energía Atómica», en Nuclear España. Revista de la Sociedad Nuclear Española, Madrid, 2004, n.º 238, págs. 26-28, espec. 26 y 27. 400

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Firma del Acuerdo Italo-Español de colaboración entre el Comitato Nazionale di Energía Nuclear y la Junta de Energía Nuclear española. Roma, 24 de junio de 1965.

La Sociedad pronto organizó diferentes reuniones científicas sobre asuntos nucleares: seguridad y emplazamiento (Harwell), agua pesada (Roma), cálculo de reactores (Arnhem), eléctrica de reactores (París) y operación de reactores (Estocolmo). La segunda reunión del Consejo se celebró el 21 de diciembre de 1954 en Bruselas, y la tercera el 17 de agosto del año siguiente en Ginebra. A partir de ese momento se decidió dar entrada a otras naciones en el organismo, y así, Portugal y Dinamarca en 1955, Alemania y España en 1956 y Austria dos años después pasaron a formar parte como miembros de pleno derecho de la Sociedad Europea de Energía Nuclear.401 Se consiguió así el primer éxito internacional de España en el ámbito nuclear. En ello tuvo mucho que ver la reputación científica de la JEN y la amistad de Otero con algunos de los miembros del Consejo de EAES, como Bertrand Goldsmith, del Comisariado francés de Energía Atómica y vicepresidente primero de EAES. En 1958 Goldsmith fue sustituido en la vicepresidencia primera por el italiano Felice Hipólito, secretario general del Comitato Italiano de Energia Nucleare, y Otero fue nombrado vicepresidente segundo. Fue la primera vez que un español alcanzaba un cargo de dirección en un organismo internacional de energía nuclear. La presencia de Otero en el Consejo de EAES influyó con seguridad en la elección de Palma de Mallorca como lugar de celebración de la undécima reunión del Consejo en 1960.402 401 402

Ibídem, pág. 27. Ibídem.

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En esta reunión Otero fue elegido vicepresidente ejecutivo y cinco años después, en 1965, presidente.403 De este último nombramiento se hizo amplio eco la prensa española. Así, en el diario Ya del 19 de mayo de 1965 se incluía un amplio reportaje titulado «La constelación de organismos europeos de energía atómica» y el subtítulo siguiente: «Un español, don José María Otero Navascués, presidente de la Sociedad Europea de Energía Atómica». Se destacaba que Otero era, además, el «… único europeo con la presidencia de dos organizaciones internacionales europeas de energía atómica en su historial científico internacional», en alusión al Organismo Europeo de Energía Nuclear dentro de la OCDE (ENEA), cuya presidencia también ostentaba desde 1961.404 La proliferación de organizaciones de ámbito europeo o mundial dedicadas a la energía nuclear limitaron un tanto los objetivos perseguidos y las actividades a realizar por la Sociedad Europea de Energía Nuclear. Con independencia de las reuniones de su Consejo, era el grupo de trabajo o working group donde se desarrollaban las reuniones de contenido científico. A él pertenecían los directores de los grandes centros científicos de cada uno de los países miembros de EAES. Celebraban cinco o seis reuniones o coloquios anuales en los que los presentes discutían sobre temas previamente seleccionados. Tenían el compromiso de no guardarse nada para sí mismos, es decir, hablaban con total libertad exponiendo los últimos adelantos obtenidos, razón por la que no se publicaba lo hablado ni se levantaba acta. Según Otero, presente en muchas de estas reuniones del grupo de trabajo de la EAES, su celebración contribuyó «… mucho al progreso de la investigación y técnicas nucleares. De la seriedad y autenticidad de este organismo habla muy claro el hecho de celebrarse periódicamente una reunión, especie de “capítulo de culpas”, en las que se hace balance de tropiezos y problemas».405 De la misma opinión era Caro, para quien «… EAES ha propiciado la libre discusión entre científicos, ingenieros, tecnólogos y, en general, profesionales relacionados con la energía nuclear… obteniéndose como resultado un beneficio, en general, para el mundo científico y, en particular para el europeo».406 La vinculación de España a EAES, además de la presidencia de Otero, continuó con posterioridad en su calidad de miembro de pleno derecho. Inclusive, hasta tres veces más se han celebrado en suelo español las reuniones conjuntas del Consejo y del Working Group: en 1966 en Marbella, en 1979 repitieron en Palma de Mallorca y en 2004 en Toledo.407 En 1961 Otero fue nombrado presidente de la Agencia Europea de Energía Nuclear (ENEA). Fundado en 1958, se trata de un organismo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), cuya principal misión es «… asistir a sus Miembros para el desarrollo, mediante la cooperación internacional, de las bases científicas, tecnológicas y legales necesarias para el uso seguro, respetuoso con el medio ambiente y económico de la energía nuclear con fines pacíficos…».408 En 403 404 405 406 407 408

villena, «José María Otero Navascués», pág. 8. Diario YA, del 19 de mayo de 1965. Palabras de Otero en el diario YA, del 19 de mayo de 1965. Caro, «La Sociedad Europea de Energía Atómica», pág. 28. Ibídem. http://www.mityc.es/energia/nuclear/OrganismosInternacionales/Paginas/nea.aspx.

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Conferencia inaugural de la reunión del primer Foro Atómico Español. Madrid, 20 de mayo de 1963.

la reunión celebrada en París el 5 de diciembre de ese año por el Comité de Dirección de la Agencia, los representantes de los dieciocho países europeos miembros de la OCDE más Canadá y EE.UU. eligieron a Otero como su nuevo presidente. La noticia fue recibida con verdadero júbilo en los ambientes científicos españoles y obtuvo por ello Otero numerosas felicitaciones.409 Durante los años siguientes la ENEA promovió diversos programas y empresas de carácter científico, como los denominados Dragón y Eurochemic. El primero tenía por objeto la construcción de un reactor avanzado a temperaturas muy altas con un coste aproximado de sesenta millones de dólares. El segundo constituía en realidad una sociedad por acciones cuya finalidad era el tratamiento de combustibles irradiados. La participación española a través de la JEN en ambos programas era importante, especialCarta a Otero del secretario general del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de 9 de diciembre de 1961: «En la sesión del Consejo Ejecutivo de este Superior de Investigaciones Científicas celebrada el día 7 del actual, se acordó testimoniar a V.E. la felicitación de este Consejo por haber sido designado Presidente de la Agencia Europea de Energía Nuclear de la O.E.C.D. Lo que de orden del Excmo. Sr. Presidente comunico a V.E. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 9 de Diciembre de 1961. Firmado: José M.ª Albareda. Secretario General. Excmo. Sr. Don José M.ª Otero Navascués» (APJON). También la Junta Nacional de Acción Católica Española se congratulaba de su nombramiento: «Junta Nacional de la Acción Católica Española. En la reunión celebrada por el Pleno extraordinario de esta junta Nacional el día 17 de diciembre de 1961, se adoptó, entre otros, el siguiente acuerdo: “Felicitar a D. José María Otero Navascués y hacer constar la satisfacción de todos por la elección y nombramiento de Presidente del Comité de Dirección de la Agencia Europea de Energía Nuclear”. Madrid, 20 de diciembre de 1961. El Secretario. V.º B.º El Presidente. Sr. Vicepresidente Delegado de Relaciones Internacionales de esta Junta» (APJON). 409

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mente en el Eurochemic: «España participa con honra en este programa; vicepresidente de la sociedad es el señor Gutiérrez Jodra, director de Plantas Piloto e Industriales de la Junta de Energía Nuclear española; en ella actúan también más de 300 técnicos españoles de grado superior y medio formando el grupo nacional más importante después del belga».410 No eran estos los únicos proyectos de la ENEA con participación española. Aunque de menor entidad, varios técnicos de la JEN también colaboraban en el centro de Ispra (Italia) en el programa para grandes computadores electrónicos. El centro Juan Vigón de Moncloa era, junto con Seibesdorf (Austria), la sede del programa de irradiación de alimentos; asimismo, el profesor Cellini, director de la sección de Química e Isótopos de la JEN, presidía el grupo internacional para pequeños reactores destinados a alimentar vehículos espaciales de escasa potencia.411 También Emilio López Menchero ocupó una jefatura de división en la ENEA y Ortiz Fornaguera la presidencia de la biblioteca del programa de cálculo.412 De nuevo, por tanto, el prestigio de Otero en el concierto científico internacional permitió que numerosos miembros de la JEN estuvieran implicados de lleno en puestos de dirección, gestión e investigación de uno de los organismos europeos de energía nuclear: la Agencia Europea de Energía Nuclear. Como indicó el propio Otero, «… nuestros técnicos y especialistas son solicitados como miembros de los grupos de especialistas de todas estas organizaciones».413 Uno de los episodios más relevante de las relaciones internacionales de España en relación con la energía nuclear fue el de su ingreso, retirada y posterior reincorporación al Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire (CERN), así como el capítulo relativo a la posible instalación en España del acelerador de partículas previsto por este organismo. Tras decidir en 1952 once gobiernos europeos la creación del CERN, en septiembre de 1954 comenzó a funcionar con sede en Ginebra. Su objetivo era promover la colaboración entre los estados europeos en investigación nuclear de carácter puramente científico y fundamental sin relación alguna con asuntos militares. España, que no fue miembro fundador de este organismo, ya tenía acordado en 1960 solicitar su ingreso, como comentaba Otero: «… en principio el Gobierno ha decidido que entremos en el Centro Europeo de Investigación Nuclear (C.E.R.N.)».414 En 1961 se produjo el ingreso efectivo de España como miembro de pleno derecho del CERN. Esta decisión había que ponerla en relación, en primer lugar, con el inicio en la JEN de los estudios en física de altas energías o partículas elementales, principal ámbito de investigación del CERN. Y, en segundo lugar, con la voluntad del Gobierno español de integrarse en los foros científicos internacionales más relevantes, ya que «… en los de mayor peso político España todavía estaba vetada».415 410 411 412 413 414 415

Diario YA, del 19 de mayo de 1965. Ibídem. Caro, Historia nuclear de España, pág. 65. otero navaSCuéS, «La energía nuclear en España». otero navaSCuéS, «La Junta de Energía Nuclear en 1960», pág. 21. romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 203.

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En 1964 el CERN acordó la construcción de un gran acelerador de partículas o sincrotón. En junio de ese año se solicitó de los estados miembros interesados en alojar el acelerador que presentaran sus propuestas con las condiciones técnicas requeridas, especialmente en lo relativo al emplazamiento físico del acelerador. Los beneficios de todo tipo (económicos, políticos, científicos, etc.) de alojar en suelo propio dicho acelerador no escaparon a las autoridades españolas ni tampoco a las de los restantes miembros del CERN.416 Cuentan Romero de Pablos y Sánchez Ron cómo el Gobierno decidió presentar la candidatura española, ofertando un terreno en El Escorial para la instalación del acelerador. Se celebró el 17 de mayo de 1966 una primera reunión en el CERN para realizar una preselección entre todas las propuestas presentadas. En representación de la delegación española acudió Otero, quien se mostró muy satisfecho y esperanzado tras esa primera toma de contacto. Tenía razones fundadas para estarlo, pues el proyecto español fue uno de los preseleccionados entre los nueve presentados. En este momento Otero decidió impulsar en la JEN las investigaciones en física de altas energías.417 Desde el Gobierno español, y en concreto, desde el Ministerio de Industria, se hizo en un primer momento todo lo posible por apoyar la candidatura para ser sede del acelerador de partículas. Se tomaron varias medidas importantes en este sentido. Así, se creó un comité de dirección formado por trece personas, con Otero como director.418 Asimismo, y siguiendo las recomendaciones del CERN sobre la conveniencia de que los países preseleccionados constituyeran comités nacionales que coordinaran sus propios trabajos y sirvieran además de interlocutores con el CERN, se creó el Comité Nacional de Altas Energías. De él formaron parte seis personas, también con Otero como presidente de honor.419 Por último, se organizó en junio de 1966 un viaje a Ginebra, sede del organismo, para tomar contacto con sus nuevas autoridades y comprobar que la documentación presentada por España era la correcta. No obstante, Otero quiso involucrar en el proyecto, invitándoles a viajar junto a los miembros de la JEN (Otero, Colino, Durán y López-Rúa), a importantes cargos de la Administración y empresarios de fuste. Entre ellos, se puede citar a José María Aguirre Gonzalo, presidente de Agromán; Carlos Mendoza Gimeno, presidente de RENFE; Manuel Gortázar Landecho, consejero delegado de General Electric Española o José María Ibídem. Ibídem, págs. 205-208. 418 El resto de miembros de este comité de dirección fueron: Juan Martínez Moreno, subsecretario de Enseñanza Superior e Investigación; Vicente Mortes Alfonso, comisario adjunto del Plan de Desarrollo; Javier Elorza, director general de Organismos Internacionales; Carlos Robles Piquer, director general de Información; Julio Calleja, director general de la Energía; Armando Durán, vicepresidente de la JEN; Iñigo de Oriol, consejero de la JEN; Enrique Sendagorta Aramburu, consejero de la JEN y director general de la Sociedad Española de Construcción Naval; Carlos Mendoza Gimeno, consejero de la JEN y presidente de RENFE; Vicente Roglá Alet, director del Gabinete de Aplicaciones Nucleares a las Obras Públicas; Carlos Sánchez del Río, jefe de la sección de Física y Cálculo de Reactores de la JEN; Eduardo de la Iglesia, asesor diplomático de la JEN y director de Naciones Unidas de la Dirección General de Organismos Internacionales del Ministerio de Asuntos Exteriores; y, por último, José A. López-Rúa, ingeniero adjunto a la presidencia de la JEN (Ibídem, pág. 208-209). 419 Los otros cinco componentes de este otro comité fueron: Joaquín Catalá, Sánchez del Río, V. Gandía, José A. López-Rúa y Francisco Verdaguer (Ibídem, pág. 209). 416 417

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López de Letona, vicecomisario del Plan de Desarrollo Económico.420 Si comprobaban in situ la relevancia que este proyecto tenía para el futuro científico y económico de España, era muy posible que a su regreso manifestaran su apoyo al mismo y lograran acabar con las reticencias de determinados sectores respecto de la candidatura al acelerador. En efecto, fue justo en ese momento cuando surgieron en España las primeras voces en contra no solo de la candidatura al acelerador de partículas, sino incluso de la misma permanencia de España en el CERN. De una parte se encontraban el ministro de Hacienda Mariano Navarro Rubio y su sucesor Juan José Espinosa, quienes manifestaron por razones presupuestarias su rechazo a que España pudiera albergar dicha instalación. De otra, el ministro de Industria, Gregorio López Bravo, quien no puso todo de su parte en defender la posición de la comunidad científica española encabezada por Otero. Este enfrentamiento entre ministerios obligó a crear, por acuerdo del Consejo de Ministros de 31 de marzo de 1967, una comisión interministerial «… para estudiar la conveniencia de la continuidad de la participación española en el CERN».421 Esta comisión estuvo presidida por el subsecretario del Ministerio de Industria.422 En dos meses esta comisión emitió un primer informe en el que, por un lado, evaluaba el coste económico de la permanencia española en el CERN: «… la contribución puede llegar a 170 millones de pesetas en el año 1968 y a 200 millones de pesetas en el año 1969».423 Por otro lado, en el mismo informe se estimaban en otros 100 millones de pesetas los costes de la investigación en física de altas energías en los laboratorios españoles.424 Otero también movió todos los hilos que pudo para que el proyecto no se fuera al traste: «En una carta dirigida al Marqués de Nerva, Director General de Organismos Internacionales del Ministerio de Asuntos Exteriores, le manifestaba claramente su indignación ante la situación creada, situación que llevó a dirigirse de nuevo a varios de sus interlocutores en el gobierno y emplear sus mejores “maneras” políticas y diplomáticas».425 Literalmente le comentaba a Javier Elorza, marqués de Nerva, que «… creo que realmente no es de la competencia del Ministro de Hacienda decidir si es conveniente para el país que estemos en organismos científicos internacionales o no…».426 También inició Otero una fuerte ofensiva diplomática al invitar la JEN a sus grandes amigos y colegas científicos, la gran mayoría premios Nobel: Heisenberg, Teller, Rabi, Seaborg, Le Prince-Ringuet, etc. El programa preparado para todos ellos fue el mismo: diversas conferencias en la JEN, el CSIC o en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, y posteriormente, dos actos más que Caro recuerda con exactitud: «Una entrevista con diversas autoridades, incluido el Ministro de Industria, en la que el visitante recomienda la permanencia de España en el CERN; una rueda Ibídem, págs. 209-210. Ibídem, pág. 213. 422 Caro, Historia nuclear de España, pág. 66. 423 Acta de la sesión del Consejo de Ministros del 31 de marzo de 1967, recogida en romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 213. 424 Ibídem. 425 Ibídem, pág. 215. 426 Carta de Otero al marqués de Nerva, de 8 de julio de 1967, recogida en romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 215. 420 421

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El profesor Seaborg, presidente de la Comisión de Energía Atómica Americana, invitado por Otero Navascués en Madrid.

de prensa, donde algún periodista adicto a los criterios de Otero hace las oportunas preguntas relativas al CERN».427 Sin embargo, todo fue en vano. El Gobierno condicionó la permanencia de España en el CERN a la construcción del acelerador de partículas en el terreno de El Escorial, amén de otras cuestiones formales. Puede suponerse que este argumento no gustó ni en el seno del CERN, ni tampoco a los países competidores de España. Estos, lógicamente, utilizaron este argumento en contra de los intereses españoles; destacó la delegación italiana en su empeño por deslegitimar la postura española. El Gobierno español jugó muy mal sus cartas en este asunto. La indecisión y las disputas internas no ayudaron en nada. La económica era la principal cuestión en disputa, a pesar de que en este punto se consiguió una rebaja del 20% de la cuota a pagar por España por su permanencia en el CERN para el bienio 1967-1969. Cuota que, por cierto, se imputaba en el presupuesto de la JEN, lo que limitaba su capacidad de actuación. A título de ejemplo, en 1967, de los 800 millones de pesetas de presupuesto de la Junta, 110 iban destinados a pagar dicha cuota. Era una situación esta que los responsables de la JEN estimaban a todas luces injusta, pues no solo la Junta se beneficiaba de la presencia de España en este importante organismo internacional.428 427 428

Caro, Historia nuclear de España, pág. 67. romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, págs. 219-220.

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En 1969, alegando razones económicas, España abandonó el CERN. Por supuesto, perdió la concesión del acelerador, que terminó por construirse en las propias instalaciones del CERN en Ginebra. Para Otero esta decisión del Gobierno supuso una decepción personal y profesional. Nunca entendió cómo fue posible abandonar sin más el que prácticamente se había convertido en el centro de investigación básica más importante del mundo. En los ocho años de presencia de España en el CERN (se reincorporaría en 1983), varios jóvenes físicos españoles se especializaron en este centro y a su regreso a España ganaron cátedras universitarias. Otero estimaba que el CERN era «… escuela de primerísima categoría para formar buenos científicos».429 La prueba de que Otero tenía razón es que poco tiempo después de la salida del CERN un grupo de científicos que habían comenzado a trabajar en la JEN en investigación experimental básica abandonaron España: Antoni Lloret, Salomé de Unamuno y Bruno Escoubés se marcharon a Francia. Por el contrario, otros que se encontraban becados en Ginebra antes de la decisión del Gobierno español, como era el caso de Manuel Aguilar y Juan Antonio Rubio, decidieron no volver.430 Según Caro, el disgusto de Otero fue enorme al conocer a finales de 1968 la definitiva decisión gubernamental. Su salud comenzó a resentirse y «… las relaciones con su Ministro adquieren una tirantez extrema. Puede decirse que el declinar, tanto político como físico, de Otero son ya un hecho irreversible».431 Quizás el hito más significativo en la incorporación de España a la élite mundial en el campo de la energía nuclear lo constituya el ingreso en el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en 1959. Este organismo, el más importante a escala mundial en el ámbito de la energía nuclear, tuvo su origen en el señalado discurso pronunciado en 1953 por Dwight D. Eisenhower ante la Asamblea General de Naciones Unidas. El programa Átomos para la Paz del presidente norteamericano preveía la constitución de un organismo internacional de energía atómica cuyo principal objetivo era el control de los arsenales nucleares y la promoción de la investigación en este campo con fines pacíficos. Se elaboraron previamente por una Conferencia unos estatutos cuyo artículo xxi preveía que entrarían en vigor «… cuando 18 Estados hubiesen depositado sus instrumentos de ratificación, y siempre que entre estos 18 Estados figurasen por lo menos tres de los cinco siguientes: Canadá, Estados Unidos de América, Francia, Reino Unido y Unión Soviética».432 La ratificación en las condiciones requeridas se produjo el 29 de junio de 1957. La primera Conferencia General del OIEA se celebró en Viena entre el 1 y el 23 de octubre con 54 estados miembros, a los que se sumaron otros cinco en el curso de la misma. Se eligió Viena como sede permanente del organismo y se nombró como primer director general por un período de cuatro años a W. Sterling Cule. Además, se decidió firmar un acuerdo de relaciones con la Organización de las Naciones Unidas. En virtud de este convenio, que entró en vigor en noviembre, el OIEA fue reconocido oficialmente como una organización internacional autónoma pero inserta en el sistema 429 430 431 432

Caro, Historia nuclear de España, pág. 66. romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 226. Caro, Historia nuclear de España, pág. 68. OIEA, 20 años del Organismo Internacional de Energía Atómica. 1957-1977, Viena, 1977, págs. 3-5.

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Otero Navascués, presidiendo la 1.ª Sesión Científica en el coloquio-simposio «Nuclear destination» patrocinado por el OIEA. Madrid, 18 de noviembre de 1968.

de Naciones Unidas. Objetivo fundamental del OIEA era, como señalaban sus estatutos, «… acelerar y aumentar la contribución de la energía atómica a la paz, la salud y la prosperidad en el mundo entero. En la medida que le sea posible se asegurará que la asistencia que preste, o la que se preste a petición suya, o bajo su dirección o control, no sea utilizada de modo que contribuya a fines militares». A tal fin, debía presentar informes anuales al Consejo Económico y Social y a otros organismos de la ONU y, en casos especiales, al Consejo de Seguridad.433 Los intereses políticos y económicos presentes siempre en este tipo de decisiones, y la plena coincidencia de los fines del OIEA con los del Gobierno español en lo relativo al desarrollo de la energía nuclear con fines pacíficos, condujeron a España a solicitar el ingreso en este organismo. En 1959 entró a formar parte del mismo, lo que supuso otro éxito importante de nuestra diplomacia y de los responsables de la JEN. Algunos de estos fueron designados muy pronto como miembros de los órganos directivos del OIEA. Por ejemplo, Armando Durán fue designado para la Junta de Gobernadores en el bienio 1959-1960.434 Sánchez del Río fue elegido jefe de la División de Reactores y López Menchero de la de Desarrollo de Salvaguardias, y el mismo Otero fue también miembro de la Junta de Gobernadores en el bienio 1969-1970.435 Además, una dele433 434 435

Ibídem, págs. 6 y 9. romero de pabloS y SánChez ron, Energía nuclear en España, pág. 84. Caro, Historia nuclear de España, pág. 65.

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gación de la JEN normalmente presidida por Otero era enviada a la correspondiente Conferencia General anual del OIEA en Viena.436 La presencia de Otero en la Junta de Gobernadores en 1969-1970 fue el paso previo a su designación en 1971 como presidente de la xv Conferencia General del OIEA. Esta presidencia se asignaba de manera rotatoria entre las siete regiones en que este organismo dividía el mundo, correspondiéndole este año a Europa Occidental. Cuenta Caro que el ministro español de Asuntos Exteriores pensó en apoyar a Otero para otro puesto distinto, el de presidente de la Comisión de Programas, para lo cual se puso en contacto con sus homólogos extranjeros solicitándoles su apoyo a esta propuesta. Sin embargo, las propias autoridades españolas se vieron sorprendidas cuando Otero recibió una llamada de su buen amigo Bertrand Goldschmidt, del Comisariado francés de Energía Atómica, comunicándole que un número importante de países le iban a proponer como presidente de la próxima Conferencia General. Había una pequeña condición, y es que el Gobierno español lo aceptase.437 Superadas sus expectativas iniciales, el Gobierno dio su conformidad a esta propuesta, y Otero tuvo el honor de ser designado como presidente de la xv Conferencia General del OIEA el 21 de septiembre de 1971 en un acto celebrado en el Palacio Imperial (Neue Hofburg) de Viena. Así lo narró el corresponsal de El Correo Español en su crónica del día siguiente: La XV Conferencia General del Organismo Internacional de Energía Atómica de las Naciones Unidas (OIEA), comenzó puntualmente a las tres de la tarde, en el «Hofburg» o Palacio Imperial de Viena, con asistencia de representaciones de los 102 países miembros. El presidente de la anterior conferencia, jefe de la representación de la India, Sarabhai, pasó al primer punto del orden del día, elección del presidente de la actual conferencia. De acuerdo con la rotación de la presidencia, según las 7 regiones o áreas territoriales en que está dividido el mundo a los efectos del Organismo Atómico, correspondía la presidencia a la región de Europa Occidental. Francia, secundada como representantes de otras regiones por la República Argentina y la India, propuso al presidente de la delegación y de la Junta Española de Energía Nuclear, José María Otero Navascués, marqués de Hermosilla. Realizada la elección, por aclamación, el jefe de protocolo condujo al nuevo presidente a su puesto en el estrado de la gran sala de mármoles del «Hofburg».438

Emocionado, las primeras palabras de Otero fueron de agradecimiento por su elección, y subrayó que ese alto honor «… no lo consideraba como reconocimiento Por solo citar un ejemplo, el 15 de septiembre de 1961 Otero recibía del subsecretario del Ministerio de Asuntos Exteriores su designación como presidente de la delegación española en la V Conferencia General del OIEA: «Ministerio de Asuntos Exteriores. Personal. Madrid, 15 de septiembre de 1961. Excmo. Sr: Con esta fecha, el señor Ministro de Asuntos Exteriores ha tenido a bien designar a V.E. Presidente de la Delegación española en la V Conferencia General del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), que se celebrará en Viena a partir del día 26 de los corrientes, debiendo percibir los gastos de viaje y dietas que reglamentariamente le correspondan con cargo a los fondos del Organismo de que depende. Lo que de orden del señor Ministro comunico a V.E. para su conocimiento y efectos consiguientes. Dios guarde a V.E. muchos años. EL SUBSECRETARIO. Señor don José María Otero Navascués, Presidente de la Junta de Energía Nuclear» (APJON). 437 Caro, Historia nuclear de España, pág. 68. 438 Crónica publicada en El Correo Español, el 22 de septiembre de 1971. 436

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Otero conversando con el director general del OIEA, Mr. Huet, en la sesión del comité de dirección de este organismo celebrada el 27 de noviembre de 1963 en el Château de la Muette.

personal, sino a la labor de la Junta Española de Energía Nuclear».439 Estas palabras honraban a Otero y venían a confirmar el cariño que tenía a todos y cada uno de los trabajadores de la Junta que presidía ya desde hacía trece años. También manifestó que consideraba su elección como un tributo a los esfuerzos realizados por España en el uso de la energía nuclear con propósitos pacíficos.440 En el ánimo e intención de todos aquellos que votaron a Otero parece ser que pesó mucho más rendir un homenaje al científico José María Otero por su trabajo en el campo de la energía nuclear: «Más adelante se supo la razón de un hecho tan singular: por los ambientes nucleares internacionales había corrido el rumor de que Otero iba a cesar en su cargo de la JEN y sus amigos extranjeros coincidieron en que merecía que, como homenaje a su dedicación y valía, la comunidad científica internacional le honrase nombrándole Presidente de la Conferencia del OIEA».441 Efectivamente, Otero dejaría la presidencia de la Junta dos años después y su elección de 1971 en Viena fue el tributo y homenaje que la comunidad nuclear inIbídem. International Atomic Energy Agency. General Conference. Fifteenth Regular Session: 21-27 September 1971. Record of the one hundred and forty-third plenary meeting, pág. 2. 441 Caro, Historia nuclear de España, pág. 68. 439 440

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ternacional quiso rendir a un amigo, pero también a un gran profesional que se había dedicado en cuerpo y alma durante tantos años a la energía nuclear. A finales del año 1974 Otero Navascués abandonó la presidencia de la Junta de Energía Nuclear.442 En su decisión influyeron tanto su edad, sesenta y siete años, como algunos problemas de salud. Cuenta Caro la negativa influencia que sobre la salud de Otero tuvieron los enfrentamientos, ya mencionados, que sostuvo durante muchos años con aquellos que no comprendieron y dieron al traste con algunos de sus proyectos: «Los enormes esfuerzos, y las íntimas luchas y tensiones que José María Otero había mantenido durante todos estos años, para lograr que se convirtieran en realidad sus ilusiones, perjudicó su salud y empezó a sufrir depresiones transitorias, pero profundas». Incluso Antonio Colino tuvo que sustituirle al frente de la JEN, pero desde una Vicepresidencia Ejecutiva.443 Fue sustituido al frente de la Junta por el general Jesús Olivares Baqué.444 Concluía así un largo mandato de más de dieciséis años que solo se puede calificar de enormemente fructífero. Solo de los hechos expuestos a lo largo de este capítulo no cabría extraer otra conclusión distinta de la anterior. Los testimonios en este sentido son también muy numerosos. Algunos ya se han citado, pero no se pueden dejar de mencionar las palabras de elogio y admiración pronunciadas o escritas por otros hombres de ciencia contemporáneos o no de Otero. Rafael Caro resumió en pocas pero acertadas palabras la trascendencia de Otero para la ciencia nuclear española: «Cuando, transcurridos muchos años, se enjuician tanto la visión sobre política científica que tenía Otero, como su habilidad para conseguir que nuestros investigadores tuvieran acceso a los laboratorios extranjeros, puede afirmarse, sin asomo de duda, que sin Otero la ciencia y la técnica nucleares no hubieran alcanzado en España el nivel al que llegaron».445 En 1971, Octavio Roncero escribió un artículo en Arriba titulado «El “padre” de la energía nuclear española». De principio a fin, es un panegírico de la figura de Otero y de sus logros en el campo de la energía nuclear: Don José María puede considerarse como el «padre» de la energía atómica española. Presidente de la Junta de Investigaciones Atómicas, creada por el Gobierno español en 1948, como Comisión de estudios que precedió a la Junta de Energía Nuclear, su nombre siempre ha estado unido a este organismo, como vicepresidente, primero (51-58), y como presidente, después. Nada de lo que se ha producido en el campo de la energía nuclear desde casi su nacimiento en España, al menos con situación oficial, es ajeno a su persona. Los desvelos y las alegrías de la energía nuclear han sido en buena parte sus desvelos y sus alegrías.446 442 Además, el decreto 3257/1974, de 24 de octubre, sobre composición del Consejo de la Junta de Energía Nuclear, preveía en su artículo quinto que el cargo de presidente de la Junta no podía ser ostentado por personas mayores de setenta años (Boletín Oficial del Estado, del 26 de noviembre de 1974, núm. 283, págs. 23978-23979). Otero se encontraba solo a tres de alcanzar este límite legal. 443 Caro, Historia nuclear de España, pág. 77. 444 Ibídem¸ pág. 68. 445 Ibídem, pág. 63. 446 Artículo publicado por Octavio Roncero en Arriba, el 24 de septiembre de 1971, con ese título: «El “padre” de la energía nuclear española» (APJON).

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Aún más encomiásticas del trabajo de Otero fueron las siguientes palabras del mismo Roncero: Don José María ha sido el ejemplo español del científico que ha tenido que dejar buena parte de sus actividades investigadoras para dedicarse a la organización de la investigación, a lo que se viene llamando gestión de la investigación, algo consustancial al mundo de lo científico, y sin el cual los grupos no podrían trabajar.447

Y concluía con una reflexión final en verdad bonita pero también definitoria del Otero hombre y científico: Don José María Otero Navascués, hombre formado en la investigación, gestor de investigación, creador de equipo y formador de hombres, es un claro ejemplo de lo que es un gestor de la investigación, nacido del mismo «pueblo» de la ciencia y no ajeno a ella.448

Otro de los aspectos destacados por muchos de sus colaboradores fue su capacidad para abrir la ciencia nuclear española al concierto internacional de naciones inmersas en la investigación y desarrollo nuclear. Carlos Sánchez del Río, miembro de la JEN durante el mandato de Otero, destacó su «… visión amplia y universal de las relaciones científicas». Puso en su haber el acceso de los investigadores españoles a los centros científicos de Europa y EE.UU. Y ello a pesar de unos «… años de aislamiento internacional de España y en un dominio tan sensible políticamente como era entonces cuanto tenía relación con la energía atómica».449 Este afán de Otero por abrirse al exterior fue de una enorme utilidad para la ciencia española en general y para los jóvenes investigadores en particular: «Este espíritu abierto y la idea clara de la necesidad de que España participase en la ciencia universal fue extraordinariamente beneficioso. Jamás negó una beca para ir al extranjero ni una bolsa de viaje para asistir a un congreso. Consideró siempre bien gastado el dinero destinado a que los estudiosos españoles se relacionasen con sus colegas extranjeros».450 Ánimo emprendedor, aún más trabajo e imaginación a raudales fueron las características de la labor de Otero al frente de la JEN. Ya se ha mencionado aquella frase que le espetó el general Hernández Vidal ante una de sus novedosas propuestas: «Otero, no piense más». Incluso hay quien piensa que algunas de las decepciones personales y profesionales que se llevó a lo largo de los años tuvieron su origen en que no supo adaptarse a la falta de medios personales y económicos de la que adolecía España. Le podía más su amor al trabajo: «En algún caso el exceso de ideas no fue totalmente positivo porque los ambiciosos proyectos iban más lejos que las posibilidades reales de llevarlos a cabo».451 Los elogios a Otero no vinieron solo de España, sino también del extranjero. Años después de su fallecimiento, el francés Bertrand Goldschmidt le recordaba con 447 448 449 450 451

Ibídem. Ibídem. SánChez del río y Sierra, «José María Otero y la Energía Nuclear», pág. 28. Ibídem. Ibídem.

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cariño, por delante de cualquier otro hombre relacionado con la energía nuclear española: «… quisiera tributar un homenaje de recuerdo a Otero Navascués; fue una de las personas que más he estimado y respetado, y que vino a ser, a lo largo de los años, un verdadero amigo para el Comissariat à L’Energie Atomique y personalmente para mí». Teniendo en cuenta que en un principio las relaciones con este Comisariado francés fueron un tanto tensas, aunque después mejoraron, el comentario resulta muy ilustrativo.452 El nombre de José María Otero Navascués y su obra en el campo nuclear español es hoy, ya entrado el siglo xxi, recordado por todos aquellos que trabajan en la ciencia e industria nucleares. Un ejemplo de ello es la creación por la Sociedad Nuclear Española (SNE) del premio José M.ª Otero de Navascués en 1983. La SNE fue constituida en 1974 como asociación sin ánimo de lucro y fue declarada de utilidad pública en 1996. Forman parte de ella más de mil socios individuales y colectivos, todos ellos especialistas en energía nuclear.453 Pues bien, solo dos meses después del fallecimiento de Otero, el presidente de la SNE dirigía una afectuosa carta a su viuda en la que además de glosar la figura de Otero le pedía el permiso de la familia para instituir este premio con el nombre de su marido. Uno de sus párrafos es bien elocuente del cariño que profesaban hacia Otero quienes trabajaron con él y del agradecimiento por su herencia científica: Nuestra Sociedad quedaría muy honrada con la institución de este premio, que conmemoraría la labor de uno de nuestros más ilustres científicos, y serviría además para reconocer la labor actual y futura de tantos especialistas españoles que han optado por seguir el camino abierto por D. José M.ª Otero.454

Le adjuntaba las bases que señalaban como objeto de este galardón «… a la aportación a la comunicación en el ámbito nuclear» premiar las publicaciones (libros, artículos, etc.) que versaran sobre un tema relacionado con la energía nuclear. Hasta la fecha de elaboración de esta obra cuatro han sido los premiados: José Luis Agudo (1984), Manuel Calvo Hernando (1985), Alfonso Álvarez Miranda (1990) y Luis Gutiérrez Jodra (2005).455

La apuesta de Otero por el uso pacífico de la energía nuclear Una de las cuestiones más polémicas y debatidas en los últimos años en el ámbito nuclear español, no solo en medios científicos sino incluso periodísticos, es la relativa a un posible proyecto para la fabricación de una bomba atómica en los últimos años del gobierno de Franco. Aunque no sea objeto principal de este trabajo dilucidar esta cuestión, sí se quiere hacer alguna aportación en este tema con una prevención importante: el autor de estas líneas no ha podido consultar toda la documentación que huCaro, Historia nuclear de España, pág. 85. Datos extraídos de la página web de la Sociedad Nuclear Española: www.sne.es. 454 Carta de José Luis Hernández Varela, presidente de la Sociedad Nuclear Española, de 20 de mayo de 1983, a María Teresa Domínguez, Vda. de Otero Navascués (APJON). Se reproduce íntegra en el Apéndice Documental, doc. n.º 3. 455 Datos extraídos de la página web de la Sociedad Nuclear Española: www.sne.es. 452 453

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biera deseado.456 Por lo tanto, aquí solo se van a reseñar una serie de hechos para que el lector sea quien intente llegar a una conclusión más o menos cercana a la realidad. Varios hechos objetivos pueden alegarse a favor de la teoría de que el único objetivo de los responsables de la política nuclear española durante el régimen de Franco fue la aplicación industrial, y por tanto pacífica, de la misma. Así, el acuerdo firmado en 1953 entre la JEN y la Comisión de Energía Atómica de EE.UU. para la explotación conjunta de determinados yacimientos de uranio. En las reuniones preliminares, Otero ya les había aclarado a los americanos, como se ha señalado anteriormente, que el programa iniciado por España tenía por finalidad la aplicación industrial de la energía nuclear. Por otro lado, en desarrollo del programa Átomos para la Paz, cuyo objetivo fue la colaboración entre Estados para el uso pacífico de la energía nuclear, España firmó también con EE.UU. un nuevo acuerdo en julio de 1955. En virtud del mismo, España adquiría un reactor experimental y alquilaba uranio a este país, mientras que técnicos españoles iban a formarse a EE.UU. El mismo año España asistía en Ginebra a la Conferencia sobre Usos Pacíficos de la Energía Nuclear, y cuatro años más tarde, en 1959, se incorporaba como miembro de pleno derecho al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). La creación de este respondió a la necesidad de controlar los arsenales nucleares y de promocionar la investigación en este campo con fines pacíficos. También, como se ha relatado ya, Otero fue nombrado en 1961 presidente de la Agencia Europea de Energía Nuclear, organismo de la OCDE fundado para asistir a sus estados miembros en la utilización de la energía nuclear con fines pacíficos. A los anteriores argumentos cabe añadir el testimonio personal del científico alemán Karl Wirtz, con quien Otero mantuvo una larga relación profesional y una gran amistad personal. Presas i Puig recoge parte de las memorias de Wirtz, en especial lo dedicado a la colaboración en materia de energía nuclear entre España y Alemania después de la ii Guerra Mundial. Sobre el particular, escribió lo siguiente: «Después de la guerra los españoles participaron entusiásticamente en todas las fases de nuestra recuperación. España estaba interesada en la utilización pacífica de la energía atómica…».457 También hay que citar el amparo legal que tuvo esta actividad de explotación de este tipo de energía en España. Se trata de la Ley 25/1964, de 29 de abril, sobre Energía Nuclear, cuyo preámbulo establecía: Las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear están adquiriendo, a medida que se producen los avances de la técnica, un gran impulso, y han de contribuir de forma progresiva al desarrollo de nuestro país. En los próximos años la energía nuclear podrá participar con una importancia creciente en el abastecimiento energético español, como consecuencia de la casi total utilización de las otras reservas nacionales de energía primaria.458 456 Algunos legajos de los fondos documentales del Archivo de Presidencia del Gobierno, que podían haber aportado algunos datos relevantes para el tema, no pudieron ser consultados pues se negó el acceso a los mismos por considerarse materia clasificada. 457 preSaS i puig, «La correspondencia entre José M. Otero Navascués y Karl Wirtz», pág. 528. 458 Ley 25/1964, de 29 de abril, sobre Energía Nuclear.

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En la misma idea redundaba su artículo 1, que fijaba el objetivo de la ley: establecer el régimen jurídico para el desarrollo y puesta en práctica de las aplicaciones pacíficas de la energía nuclear, y regular la aplicación de los compromisos internacionales adquiridos por España en esta materia. En esta ley también se trataban cuestiones tales como las medidas de seguridad y protección contra las radiaciones ionizantes, o la responsabilidad civil en caso de daño nuclear (caps. vi y vii).459 Las disposiciones de la ley de 1964 fueron desarrolladas tres años más tarde a través del Reglamento sobre Cobertura del Riesgo de Daños Nucleares.460 También cabe recoger aquí las palabras del propio Otero en el acto de la firma del convenio de colaboración concertado entre la Comisión Nacional de Energía Atómica de Argentina (CNEA) y la JEN, celebrado el 20 de julio de 1966. Dirigiéndose al contraalmirante Quihillalt, presidente de la CNEA, se refirió de esta forma al acuerdo que se acababa de firmar: Estoy firmemente persuadido de que son muchos y positivos los beneficios recíprocos que podemos esperar de él. Cada vez son más extensos y más valiosos los aportes que la energía atómica, en sus manifestaciones pacíficas, está prestando al mejoramiento de las condiciones de vida de la humanidad. La integración de la industria nuclear al desarrollo de los pueblos, se impone como una condición necesaria para el progreso tecnológico y científico.461

A mayor abundamiento, es de sobra conocido que todos los reactores construidos en España lo han sido para el aprovechamiento de la nuclear como fuente de energía alternativa con fines exclusivamente pacíficos. Frente a todo lo anterior, hay quienes defienden que durante el régimen de Franco sí que se hicieron intentos para la obtención de la bomba atómica. Se basan para ello en dos argumentos principales. El primero, que España se negó a ratificar el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares (TNP), vigente desde el 5 de marzo de 1970. A ello cabe aducir que España no ratificó dicho tratado ni durante el régimen de Franco ni hasta mucho tiempo después del mismo. Hubo que esperar hasta el 13 de octubre de 1987 para que se signara el Instrumento de Ratificación de España al TNP. Por lo tanto, gobiernos de muy diferente signo político (Adolfo Suárez, Leopoldo Calvo Sotelo y Felipe González, este en sus cinco primeros años) no lo hicieron por razones geoestratégicas. Remiro Brotons ha explicado las mismas aludiendo a la circunstancia de que muchas naciones sintieron que el TNP consolidaba una especie de aristocracia atómica sobre la base de la exigencia de numerosas obligaciones a los países que no disponían todavía de la bomba atómica, mientras que las naciones que tenían ya el estatus de potencia nuclear se revestían únicamente de derechos. Es decir, se afianzaba el monopolio atómico de unos pocos. España no formaba parte de este segundo grupo, por lo que fue reacio a firmar el tratado.462 Ibídem. En la elaboración de estas y otras disposiciones en materia de energía nuclear jugó un papel fundamental la figura de Alfonso de los Santos Lasúrtegui, asesor jurídico de la JEN (Caro, Historia nuclear de España, pág. 424). 461 Comisión Nacional de Energía Atómica. Boletín Informativo. República Argentina. Buenos Aires. Año IX. N.º 2. Abril-Julio 1966, pág. 7. 462 remiro brotonS, A., «España y el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP)», en Revista de Ciencias Sociales, Madrid, 1985, n.º 66, págs. 43-64. 459 460

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Además, la especial condición geoestratégica de España influyó sobremanera en la decisión de no ratificar el TNP. Fundamentalmente se atendió a la situación geográfica y jurídica de Gibraltar, todavía territorio británico y susceptible de recibir en sus aguas a submarinos con armamento nuclear, como así ha sucedido en numerosas ocasiones.463 El segundo de los argumentos utilizados por los defensores de la teoría del proyecto atómico de Franco se basa en un informe secreto de la Central Intelligence Agency (CIA) fechado el 17 de mayo de 1974. Este informe fue desclasificado en marzo de 2008 a petición del Archivo Nacional de Seguridad de la Universidad George Washington. En él se hacía un estudio de aquellas naciones con verdaderas posibilidades de desarrollar un programa de armas nucleares en un futuro más o menos próximo a esa fecha de 1974. En este grupo se incluía a Irán, Egipto, Pakistán, Brasil, Corea del Sur, además de a España. Sobre esta última el informe considerado Top Secret decía lo siguiente: España es uno de los países de Europa merecedores de atención por su posible proliferación (de armas nucleares) en los próximos años. Tiene reservas propias de uranio de mediano tamaño, un extenso programa de desarrollo nuclear (tres reactores operativos, siete en construcción y otras 17 más en proyecto), y una planta piloto para enriquecimiento de uranio.464

A partir de esta afirmación, todo lo contenido en este informe de la CIA acerca de España en las siguientes páginas se expresaba en condicional. Así, se decía: «De cualquier forma, España tiene un acuerdo militar bilateral con EE.UU. que los dirigentes españoles ven como una oferta de mayor seguridad que su independiente capacidad nuclear». La capacidad y decisión española de desarrollar un programa nuclear con fines no pacíficos era, concluía este informe, solo un futurible: Sólo una improbable combinación de circunstancias derivadas de la localización de España respecto a Gibraltar, Portugal y Norte de África, junto con la pérdida de los lazos de seguridad con EE.UU. y la NATO y quizás un Gobierno post-Franco inseguro de sí mismo pudieran convertirse en una razón para que España desarrolle una capacidad nuclear.465

Donato Fuejo, expresidente del Consejo de Seguridad Nuclear, aludía en 2008 en el mismo medio periodístico donde se analizaba el informe de la CIA, El País, a unos proyectos nucleares secretos del régimen de Franco, pero sin aportar pruebas, sino solo sospechas. Afirmaba la obsesión de Franco por el desarrollo nuclear, lo cual no es ningún secreto, al contrario, ya se ha explicado con prolijidad en esta obra. También se refiere al deseo de España de convertirse en una gran potencia a la altura de Francia y Reino Unido, lo que tampoco constituyó en su momento un plan ni ocultado ni ignorado por nadie. El mismo Otero nunca dejó de comparar públicamente y por escrito a España, como se ha visto, con estas dos naciones y otras que ya habían alcanzado cierto grado de desarrollo de su industria nuclear; pero siempre haciendo alusión al uso 463 464 465

Ibídem. Extractos de dicho informe de la CIA en El País, 18 de enero de 2008, pág. 18. Ibídem.

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pacífico de la energía nuclear. Como reconoce el mismo Fuejo, en aquella época «… no había riqueza ni medios tecnológicos» para abordar lo que él califica como «sueños».466 Tal y como se ha dicho al comienzo de este capítulo, no se pretendía de ninguna manera solucionar aquí un debate tan importante como el planteado, sino simplemente exponer unos hechos objetivos y las opiniones de unos y otros acerca del mismo. No obstante, y como conclusión, quizás puedan resultar convincentes estas palabras de Otero, principal responsable de la política nuclear española durante los últimos veinte años del régimen de Franco. A una pregunta sobre las consecuencias que la carrera nuclear podría reportar al mundo, respondía Otero en 1963 lo siguiente: El uso pacífico de la energía nuclear consentirá a la humanidad beneficios sin cuento: en primer lugar hará desaparecer el espectro de la escasez de energía y el uso de isótopos radioactivos en medicina y agricultura e industria constituyen ya un enorme beneficio que habrá de aumentar todavía más en el futuro. En cuanto a los usos guerreros, sin pensar en la desaparición del género humano (como nos hacen ver películas y algunos reportajes sensacionalistas), es evidente que una guerra nuclear total daría un golpe tan duro a nuestra civilización que es posible que no pudiera recuperarse. Se trata pues de una terrible encrucijada, que la providencia de Dios ha dispuesto que tenga que resolver el hombre del siglo xx. Esperemos que lo resuelva en sentido positivo.467

otero y el deSarrollo de la metrología en eSpaña Quizás pudiera entenderse por el lector que volver a relacionar a José María Otero con otra de las ramas de la ciencia y, además, considerarle el impulsor o promotor de la misma en España, resulta ya a estas alturas de la presente obra un ejercicio de adulación fuera de lo razonable. O que lo que el mismo lector tiene entre sus manos no es más que un panegírico desmedido del personaje aquí estudiado. Sin embargo, en aras de la objetividad, hay que explicar y escribir, de nuevo de forma laudatoria, acerca de la labor de Otero en pro del despegue y desarrollo de la metrología tanto en España como a nivel internacional. La metrología, ciencia que tiene por objeto el estudio de los sistemas de pesas y medidas,468 tiene su origen en España en la Edad Media, al menos las primeras disposiciones legales aprobadas al efecto. Alfonso x el Sabio despachó un privilegio a favor de la ciudad de Toledo, según consta en el Ordenamiento de Alcalá de 1348 en la nota primera al título xxiv del mismo. Allí se hace referencia a una obra titulada Informe de Toledo sobre pesos y medidas, en la que se relataba como «… deseando el referido Rey establecer en un pie fijo objeto tan importante para el bien universal del Comercio…», había fijado las medidas y pesos oficiales de determinados alimentos, metales, paños y lienzos.469 El bisnieto del rey sabio, Alfonso xi, aprobó una ley intitulada En que manera deben ser las medidas è los pesos unos; et porque vara se midan 466 467 468 469

Entrevista a Donato Fuejo, expresidente del Consejo de Seguridad Nuclear (Ibídem). Entrevista de Roger Jiménez-Monclus a Otero en Gaceta Universitaria, Madrid, 15-2-1963. DRAE, Madrid, 1992, vigésima primera edición, t. II. pág. 1367. Ordenamiento de Alcalá de 1348, tit. XXiV, ley unica, nota I.

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los pannos.470 A partir de entonces, la mayoría de los monarcas castellanos y españoles hasta el siglo xix se preocuparon de lo que realmente era un problema, pues según E. Prieto, «… no solo en España sino también en el resto de los países, existía una diversidad enorme de pesos y medidas, lo cual empezaba a obstaculizar el comercio y el progreso industrial, ambos ya muy importantes, causando de paso problemas a los recaudadores de impuestos de los Estados».471 Los Reyes Católicos en 1496,472 Felipe II en 1563,473 o Carlos IV en 1801 son solo algunos de esos reyes que intentaron poner remedio a la multiplicidad de pesos y medidas existente en España: Llévese á efecto la igualación de pesas y medidas que ha sido mandada en diferentes tiempos: y para que se logre la utilidad real de esta uniformidad con la menor incomodidad posible de los pueblos, se tomen por normas y pesas y medidas que estan en uso mas generalmente en estos Reynos, prefiriendo el evitar la confusion que de alterarlas resultaria, al darles cierto órden y enlace sistemático que se podria desear.474

Sin embargo, no fue hasta el siglo xix cuando se introdujo en España el sistema métrico decimal. La primera propuesta al respecto había sido presentada en Francia, en 1670, por Gabriel Mouton, pero discutida durante más de un siglo, al final fue defendida por Talleyrand en 1790 ante la Asamblea Nacional. Se quería poner fin, en palabras del propio Talleyrand, a «… una variedad cuyo solo estudio espanta».475 En España, la reina Isabel II sancionó el 19 de julio de 1849 la Ley de Pesas y Medidas, que introdujo en nuestro país el sistema métrico decimal. Prieto califica esta ley como «… la primera ley fundamental de la metrología española…», al establecer definitivamente la uniformidad en este campo: «En todos los dominios españoles habrá solo un sistema de medidas y pesas»; «La unidad fundamental de este sistema […] se llamará “metro”».476 Desde entonces, la metrología como ciencia comenzó a desarrollarse, en España y fuera de ella, al amparo de unos organismos que aunaron los proyectos de tantos y tantos científicos interesados en este nuevo campo que se abría. España adquirió, por méritos propios, un papel fundamental en esos primeros años. En 1867 se celebró en Berlín la conferencia geodésica internacional bajo la presidencia del general de ingenieros Carlos Ibáñez de Ibero, marqués de Mulhacén. Allí se presentó el proyecto 470

Ordenamiento de Alcalá de 1348, tit. XXiV, ley unica. prieto, E., Breve historia de la Metrología, pág. 5, en www.cem.es/cem/es_ES/metrologia/ Historia.pdf. 472 Cumplimiento de las leyes insertas respectivas al uso de pesos y medidas; y pena de los contraventores. D. Juan II en Toledo año 1436 pet. I y 2, y en Madrigal año 438 pet. 12; y D. Fernando y D.ª Isabel en Tortosa por pragm. de 496 (Novísima Recopilación, lib. IX, tít. IX, ley II). 473 Modo de medir la sal, aceyte y otras especies por las medidas de Avila y Toledo. D. Juan II en Madrid año 1438 pet. 12; y D. Felipe II en las Córtes de Madrid de 563 cap. 81 (Novísima Recopilación, lib. IX, tít. IX, ley III). 474 Igualacion de pesos y medidas para todo el Reyno por las normas que se expresan. D. Carlos IV por órden de 26 de Enero inserta en circ. del Consejo de 20 de Febrero de 1801 (Novísima Recopilación, lib. IX, tít. IX, ley V). 475 prieto, Breve historia de la Metrología, pág. 5. 476 Ibídem, pág. 6. 471

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original del convenio del metro, al pensar los geodestas «… que se necesitaba un metro que pudiera mantenerse accesible a todos los países…».477 Esta iniciativa condujo a la celebración en París en 1870 de la primera reunión de un Comité Internacional a la que acudieron quince países, entre ellos España. Esta cifra aumentó dos años más tarde hasta veintiséis naciones. En aquella reunión Ibáñez de Ibero propuso que se disolviera el Comité al haber aceptado el gobierno francés la convocatoria en París de una conferencia diplomática sobre el metro.478 Dicha conferencia se desarrolló en la capital gala en mayo de 1875. El día 20 se firmó por todos los asistentes, en representación de sus respectivas naciones, la Convención del Metro. Su primer artículo preveía la creación de la Oficina o Comité Internacional de Pesas y Medidas (BIPM), cuya presidencia recayó en Ibáñez de Ibero, a la sazón director del Instituto Geográfico y Estadístico.479 Este Comité estaría encargado de «… proporcionar las bases para que un único sistema coherente de medidas…» se utilizase en todo el mundo.480 Se trataba del sistema métrico decimal, basado por entonces en dos únicas unidades: el metro y el kilogramo.481 España, como nación firmante de la Convención del Metro, impuso en su territorio la obligatoriedad definitiva del sistema métrico decimal en el decreto de 14 de febrero de 1879.482 Leonardo Torres Quevedo y Blas Cabrera, ya en el siglo xx, pueden considerarse los eslabones o nexos de unión entre Ibañez de Ibero y Otero en el campo de la metrología. Torres Quevedo fue elegido en 1921 miembro del Comité Internacional de Pesas y Medidas y en tal condición propuso crear dentro de la Junta para la Ampliación de Estudios, de la que era vocal, un laboratorio nacional de metrología. Sin embargo, no había excesivo interés por el desarrollo de esta rama científica, por lo que su idea no prosperó. Cinco años antes, en 1916, incluso se llegó a suprimir la sección de metrología del Laboratorio de Investigaciones Físicas.483 Cabrera, por su lado, fue miembro y secretario del Comité Internacional de Pesas y Medidas. Tras su renuncia, según Villena, la relación de España con el CIPM se limitó al envío de delegaciones a las distintas conferencias generales. De estas delegaciones formaban parte ingenieros geógrafos o expertos en metrología legal que trabajaban en la Comisión Permanente de Pesas y Medidas del Instituto Geográfico.484 Transcurridos unos años desde la finalización de la Guerra Civil, el interés por la metrología resurgió en España de la mano de Otero. Desde la presidencia del Consejo Nacional de Física, y con la siempre inestimable ayuda de Villena como secretario, Otero presentó al CSIC en 1953 un proyecto para crear un centro metro-físico granadoS, C. E., Introducción a la Historia de la Metrología, Madrid, 2007, pág. 153. Ibídem, págs. 153 y 154. 479 Ibídem, pág. 156. 480 oFiCina internaCional de peSaS y medidaS, BIPM, Resumen del Sistema Internacional de Unidades, SI, Marzo, 2006. 481 El sistema métrico decimal está compuesto ahora, principios del siglo xxi, por siete unidades básicas: metro, kilogramo, segundo, amperio, kelvin, mol y candela (Ibídem). 482 prieto, Breve historia de la Metrología, pág. 7. 483 Ibídem, págs. 8 a 10. 484 Ibídem, pág. 11. prieto recoge aquí el relato de los hechos que escribió Villena en 1992 en sus notas autobiográficas. 477 478

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Cena en la embajada de Francia en honor del ministro de la Ciencia francés, el 16 de octubre de 1966. Otero Navascués charla con el embajador francés.

para «… aprovechar las capacidades en calibración y ensayo de los siete institutos coordinados por el CSIC, todo ello “en beneficio de la Industria y la Investigación españolas”».485 Este centro propuesto por Otero tuvo una existencia efímera, como se verá más adelante, lo que no dejaba de ser un problema, pues las investigaciones y trabajos de metrología en España, todavía muy incipientes, no encontraron así el respaldo institucional indispensable para su futuro desarrollo. La situación para las autoridades españolas era más embarazosa de lo que parecía, pues un año antes Otero había sido ya nombrado miembro del Comité Consultivo de Fotometría del CIPM.486 Se le negaba en casa, por tanto, lo que se le daba fuera de España. Esto hizo que, sin embargo, se reconociera al fin en España «… el hecho de alcanzar Otero una personalidad internacional en Metrología…».487 Fue nombrado el 24 de julio de 1953 vocal de la Comisión Permanente de Pesas y Medidas.488 villena pardo, L., «Experiencias de una apretada vida (Notas autobiográficas)», en Leonardo Villena. Homenaje en su 75 aniversario, Madrid, 1992, págs. 1-29, 10. 486 villena, «José María Otero Navascués», pág. 9. 487 Ibídem, pág. 10. 488 Decreto de 24 de julio de 1953 por el que se nombra vocal de la Comisión Permanente de Pesas y Medidas a don José María Otero Navascués: «El número creciente de magnitudes físicas que el progreso científico ha venido haciendo intervenir en las nuevas unidades técnicas usadas en la industria y el comercio, dio lugar a que las disposiciones legales que regulan la Comisión Permanente de Pesas y medidas estableciesen la incorporación a ella de determinadas representaciones de los órganos oficiales en la correspondiente competencia científica. Siendo conveniente esta incorporación en cuanto se refiere a las unidades ópticas, Vengo en nombrar Vocal de la Comisión Permanente de Pesas y Medidas a don José María Otero Navascués, Director del Instituto de Optica Daza de Valdés. Asó lo dispongo por el presente Decreto, dado en Madrid a veinticuatro de julio de mil novecientos cincuenta y tres. FRANCISCO FRANCO. El Ministro Subsecretario de la Presidencia, Luis Carrero Blanco» (BOE, del 31 de julio de 1953, núm. 212, pág. 4636). 485

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Al año siguiente, gracias a su personalidad, prestigio, «… habilidad para la síntesis y su mano izquierda»,489 y a las primeras colaboraciones con el Comité Consultivo de Fotometría, Otero fue nombrado presidente de este y vocal del Comité Internacional de Pesas y Medidas. Conviene explicar, siguiendo a Orte Lledó, que los miembros del CIPM eran elegidos única y exclusivamente en función de sus méritos científicos y que su «… puesto es plenamente universal en el sentido más actual de esta palabra, no representan a su país ni los elige su país».490 Su elección como presidente del Comité Consultivo de Fotometría tuvo lugar en la primera reunión del CIPM a la que asistió Otero. Esta se celebró en París entre el 28 de septiembre y el 14 de octubre de 1954. Debido a la dimisión del anterior presidente del Comité de Fotometría, señor Crittenden, se adoptó y aprobó a propuesta de otro miembro, Volet, su nombramiento.491 Inició Otero desde esa fecha una importante labor en el campo de la metrología. En calidad de presidente de uno de los Comités Consultivos integrados en el CIPM, su función fue la de coordinar a los expertos en fotometría que, procedentes de diferentes países y laboratorios, tenían por misión asesorar al CIPM en cada una de las materias especializadas, en este caso, la fotometría.492 Además, como vocal del CIPM, debía participar en sus reuniones, en las que destacó por sus acertadas intervenciones, y en los trabajos de las comisiones creadas a tal efecto. Ya en esa reunión de 1954, y después de recibir la bienvenida de J. E. Sears, presidente del CIPM, se integró en la comisión de trabajo, que junto con la administrativa, asumirían por separado los trabajos a realizar. Incluso en la sesión del 9 de octubre intervino Otero por primera vez en un debate acerca de la definición de la unidad de longitud, estimando que en este punto lo más peligroso para toda la comunidad científica era la falta de seguridad: El señor Otero estima que el Comité debe expresar con claridad si desea o no que la definición de unidad de longitud sea cambiada en el futuro. Algunos pueden pensar que la definición actual está abandonada, otros, que un cambio es inútil. Deben ser informados sin equívocos.493

Paralelamente a su actividad en el CIPM, el centro metro-físico español ideado por Otero se hizo realidad en el Consejo Nacional de Física, del que fue nombrado presidente Leonardo Villena. Su finalidad, como se ha dicho, era la de «… agrupar las posibilidades metrológicas de los distintos centros del CSIC y ofrecerlas, de una manera coherente, a todos los centros de investigación y a la naciente industria de precisión».494 Este proyecto, que a primera vista tenía razón de ser y había sido bien pensado, no encontró ninguna ayuda oficial desde el mismo momento de su creación. Villena, quien prieto, Breve historia del Metrología, pág. 12. orte lledó, «José M.ª Otero en la Armada», pág. 13. 491 Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux, Session de 1954, 28 septembre-14 octobre, París (Biblioteca del Centro Español de Metrología, en adelante BCEM, Tres Cantos, Madrid). 492 orte lledó, «José M.ª Otero en la Armada», pág. 13. 493 Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux, Session de 1954, 28 septembre-14 octobre, París. Traducción del original (BCEM). 494 villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 104. 489 490

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había ido a conocer los centros metrológicos de otros países (Gran Bretaña, Francia y Alemania) por indicación de Otero,495 se sintió defraudado ante la falta de colaboración de todos aquellos organismos oficiales a los que acudió. Su relato pone de manifiesto la carencia de medios materiales y económicos y, también, la falta de visión de futuro de muchos responsables políticos y/o científicos en la España de aquella época: Oficié, entonces, a la Comisión Permanente de Pesas y Medidas, ofreciendo todos estos servicios y pidiendo su ayuda moral y material. Ninguna respuesta. Pedí al CSIC unas 180.000 pesetas para reponer daños en los equipos de medida de los siete Institutos. «Hay dinero para investigación, no para metrología» me dijeron. No conseguí convencerles que no podía haber investigación sin calibración.496

A pesar de las negativas oficiales obtenidas, Otero siguió animando a Villena y a su equipo a trabajar en metrología. Su mayor logro fue la obtención, en colaboración con el Daza de Valdés, de un patrón óptico del metro. Esto fue considerado por el propio Villena como un «… gran logro para la Metrología española, que completaba el magnífico Laboratorio de iluminación ya existente para la diseminación de la candela y la medida de fuentes luminosas».497 Sin embargo, la falta de toda ayuda obligó a cerrar el Consejo Nacional de Física en 1958. Totalmente desanimados, dice Villena, decidieron disolver «… esta “federación” de posibilidades metrológicas».498 La siguiente reunión del CIPM se celebró entre el 1 y el 6 de octubre de 1956. Otero reunía ya por entonces tres responsabilidades dentro de este organismo: miembro-vocal del mismo, presidente del Comité Consultivo de Fotometría y presidente de la Comisión de Trabajo. Su participación en las sesiones de este año fue muy importante. Así, siempre destacó por su incansable labor como miembro del CIPM: era «… uno de los miembros más activos del Comité…».499 En calidad de presidente de la Comisión de Trabajo, se presentó la propuesta «… histórica de iniciar una definición de la unidad de tiempo y de crear para ello el quinto de los Comités Consultivos», el denominado Comité Consultivo para la Definición del Segundo, del que sería nombrado presidente Danjon.500 Este Comité vino a sumarse a los cuatro ya existentes: para la Definición del Metro, de Electricidad, de Fotometría y de Termometría.501 Dicho Comité Consultivo para la definición del segundo estaría compuesto por los representantes de ocho laboratorios nacionales, ocho observatorios especializados, dos organismos internacionales y tres expertos independientes. Aprovechando esta circunstancia, y siempre con el deseo de internacionalizar y abrir al exterior los distintos organismos científicos españoles, Otero vinculó el LTIEMA al Comité. También logró que un español fuera nombrado miembro del mismo, cumpliendo así con su Ibídem. villena, «Experiencias de una apretada vida», pág. 10. 497 villena, «José María Otero Navascués», pág. 10. 498 villena, «Experiencias de una apretada vida», pág. 10. 499 orte lledó, «José M.ª Otero en la Armada», pág. 13. 500 Ibídem. 501 El Comité Consultivo de Electricidad se había creado en 1927. El de Fotometría en 1933; el de Termometría en 1937 y el de Definición del Metro en 1952 [Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux, 52.º Session, 1963, 1-4 octobre, París. Traducción del original (BCEM)]. 495 496

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deseo de que al menos un español formara parte de cada uno de los cinco comités consultivos del CIPM.502 Por último, como presidente del Comité Consultivo de Fotometría, intervino el 4 de octubre señalando su principal línea de investigación para el futuro inmediato: «… señala particularmente, de entre las cuestiones que deberá tratar este Comité, un cambio eventual de los valores convencionales de la eficiencia luminosa relativa para el ojo medio […] adoptadas por el Comité internacional en 1933 bajo el nombre de curva de visibilidad».503 Al año siguiente, 1957, Otero asistió de nuevo en París a las reuniones celebradas por el Comité Consultivo de Fotometría del CIMP entre los días 28 a 30 de septiembre. En ellas se discutieron cuestiones tales como los trabajos sobre el patrón primario, las medidas sobre los patrones de flujo o la unificación de las unidades fotométricas. Precisamente sobre esta última cuestión se pronunció Otero ante todos los presentes manifestando, como resumen a los trabajos presentados y debates realizados, que «… la discusión sobre el patrón primario ha llevado a resultados tan discordantes, que parece difícil llegar a un acuerdo sobre la cuestión de la unificación de las unidades».504 No faltó Otero, mientras su salud se lo permitió, a ninguna de las reuniones del CIPM. En 1958 presidió las sesiones de la Comisión de Trabajo como presidente de la misma. Por otro lado, este año el CIPM decidió ampliar su campo de actuación al crear otro comité consultivo: «Para los patrones de Medida de las Radiaciones Ionizantes».505 En la reunión de 1960, celebrada excepcionalmente en el mes de mayo, se discutieron, entre otras de mayor calado científico, dos cuestiones de funcionamiento interno del CIPM: los sueldos de los trabajadores del comité y el idioma a utilizar en su funcionamiento diario. Respecto del primero, mientras el presidente del CIPM señalaba que los salarios eran equiparables a los de la universidad en Francia, Otero defendió compararlos a los de los organismos internacionales, como la Organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN) o el Euratom. En cuanto a la segunda cuestión, la del idioma, se había presentado una propuesta para incluir el inglés como segunda lengua oficial del CIPM, además del francés. La opinión de Otero fue terminante: «El Sr. Otero recomendaba en este caso, en nombre de muchos países de lengua española, que esta última lengua sea añadida». De no ser así, «… estimaba preferible usar el francés».506 En 1961, Otero exponía algunos puntos que deberían seguir debatiéndose en la siguiente reunión del Comité Consultivo de Fotometría: «… el patrón primario (cuerpo negro) que no permite obtener de momento la precisión deseada tal y como orte lledó, «José M.ª Otero en la Armada», pág. 13. Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux, Session de 1956, 1e-6 octobre, París. Traducción del original (BCEM). 504 Reunión del Comité Consultivo de Fotometría, bajo la presidencia de Otero, del 28 al 30 de septiembre de 1957. Traducción del original (BCEM). 505 Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 47e Session, 1958, 29 septembre-3 octobre, París. Traducción del original (BCEM) 506 Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 48e Session, 1960, 10-11 mai, París, págs. 19 y 33. Traducción del original (BCEM). 502

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lo demuestran los resultados de realizaciones recientes en diversos laboratorios nacionales» y «… los patrones […] adoptados en 1933 por el Comité Internacional, que deberían ser revisados».507 Convocó Otero la siguiente reunión del comité por él presidido para abril de 1962,508 aunque en esta ocasión acudió acompañado de otro español, Lorenzo Plaza, nuevo miembro del comité. Un mes después de lo previsto, en mayo, se presentaron y discutieron los últimos trabajos en fotometría de algunos laboratorios nacionales, como el National Bureau of Standars, de EE.UU., el famosísimo Institut de Métrologie D.I. Mendéléev, de la URSS, o el National Research Council, de Canadá. Estos trabajos versaban sobre radiometría absoluta, el patrón primario de la luz, etc.509 Era esta última cuestión, la obtención del patrón primario, el principal punto de preocupación para los miembros del Comité de Fotometría. En esa reunión Otero recordaba «… que se han encontrado causas de errores imprevistos en la realización del patrón primario. Cree en la conveniencia de discutir acerca de las posibilidades de mejora actuales…».510 Sobre las investigaciones realizadas acerca del patrón primario informó Otero en la reunión del CIPM celebrada como siempre en otoño, en Sèvres, cerca de París: El señor Otero comenta el informe del Comité Consultivo de Fotometría, y en especial los resultados de la cuarta comparación de los patrones nacionales de intensidad y de flujo luminoso, y señala la creación de un Grupo de trabajo encargado de estudiar las determinaciones absolutas del patrón primario.511

En 1964 Otero subió un importante peldaño en el organigrama interno del CIPM, pues resultó elegido vicepresidente del mismo en una votación secreta en la que recibió nueve de los quince votos emitidos. El presidente del CIPM era por entonces el canadiense L. E. Howlett, director de la División de Física Aplicada del Consejo Nacional de Investigaciones con sede en Ottawa.512 Este nuevo cargo no le impidió seguir desempeñando la presidencia del Comité Consultivo de Fotometría, en cuyas reuniones se seguían manifestando las dificultades para avanzar en la unidad y coordinación de los diferentes países y sus respectivos laboratorios en la búsqueda de un patrón primario: «… las diversas correcciones realizadas sobre el cuerpo negro casi no han mejorado la concordancia entre los laboratorios nacionales».513 Además, este comité había ya ampliado su Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 50e Session, 1961, 9-12 octobre, París, pág. 21. Traducción del original (BCEM). 508 Ibídem, pág. 23. 509 Comité Consultatif de Photométrie, 5e Session, 14-16 mai, 1962. Traducción del original (BCEM). 510 Reunión del Comité Consultivo de Fotometría, bajo la presidencia de Otero, del 14 al 16 de mayo de 1962. Traducción del original (BCEM). 511 Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 51e Session, 1962, 2-5 octobre, París, pág. 25. Traducción del original (BCEM). 512 El resultado de la votación fue el siguiente: «Otero, 9 voix. Vieweg, 4. Siegbahn, 1. Bulletin Blanc, 1. Le Comité félicite Mr Otero qui remercie vivement ses collègues» (Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 53e Session, 1964, 1-4 octobre, París, pág. 30. BCEM). 513 Reunión del Comité Consultivo de Fotometría, bajo la presidencia de Otero, 13-14 septembre, 1965. Traducción del original (BCEM). 507

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campo de actuación a los aspectos de la colorimetría ligados a la fotometría, tal y como exigían las nuevas técnicas utilizadas en esta última. Así lo expuso Otero ante sus compañeros del CIPM en 1966: El Comité Consultivo de Fotometría considera que no puede limitar más su radio de acción a la definición y a los patrones de la unidad fotométrica de base o de sus unidades derivadas; las técnicas modernas de la fotometría se orientan hacia el uso generalizado de métodos físicos de medida del reparto espectral de la irradiación, que son comunes a la fotometría y a la colorimetría. Esta es una justificación suplementaria a la autorización, dada por el Comité Internacional al C.C.P. en 1965, para ocuparse de diversos aspectos de la colorimetría ligados a la fotometría.514

En 1967 Howlett y Otero son reelegidos, respectivamente, presidente y vicepresidente del CIPM.515 Se planteó de nuevo en las sesiones celebradas ese año la posible utilización del español como lengua oficial del comité, pero la decisión se dejó para más tarde. El Comité Consultivo de Fotometría vio incrementada su composición con la entrada, a propuesta de Otero, de un laboratorio, el National Physical Research Laboratory de Pretoria, y un científico austríaco de prestigio, el doctor F. Rotter. En este punto corresponde recordar que los miembros del CIMP y de sus comités consultivos lo eran a título personal, en ningún caso en representación del país del que eran nacionales.516 1968 fue el año de la consagración de Otero en la metrología internacional. En la quincuagésimo séptima sesión del CIPM, celebrada del 14 al 17 de octubre, el presidente Howlett informó a los presentes que se había jubilado, y que, por tanto, ya no ocupaba la dirección de la División de Física Aplicada del Consejo Nacional de Investigaciones de Ottawa. En consecuencia, estimaba que su deber era el de cesar en sus responsabilidades directivas en el comité. Inmediatamente tomó la palabra Otero para, como portavoz de todos los miembros del mismo, expresar «… el pesar por esta decisión y agradecer al Sr. Howlett por cumplir siempre de forma excepcionalmente brillante con su función de presidente».517 De Boer asumió provisionalmente la presidencia, como miembro más antiguo, para proceder a la elección de una nueva oficina o dirección del comité. En la votación, de carácter secreto, Otero salió elegido nuevo presidente del Comité Internacional de Pesas y Medidas: La votación secreta, da los siguientes resultados: Presidente: El Señor Otero, elegido por unanimidad, a excepción de un voto para el señor De Boer. Vicepresidente: 514 Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 55e Session, 1966, 4-6 octobre, París, pág. 19. Traducción del original (BCEM). 515 Howlett fue reelegido por unanimidad, a excepción de un voto en blanco. Otero, por su parte, recibió todos los votos, menos uno emitido a favor del señor Dunworth (Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 56e Session, 1967, 6-16 octobre, París, pág. 28). Traducción del original (BCEM). 516 Ibídem, págs. 24 y 25. 517 Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 57e Session, 1968, 14-17 octobre, París, pág. 26. Traducción del original (BCEM).

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Otero Navascués, presidiendo una de las reuniones del Comité Internacional de Pesas y Medidas.

El señor Dunworth elegido por unanimidad a excepción de un voto en blanco. El señor De Boer permanece en calidad de secretario. El señor Otero da las gracias a todos sus colegas y al director de la Oficina Internacional.518

Villena considera que su capacidad de trabajo y de consenso fueron determinantes en esta elección. Y puso de manifiesto una curiosa coincidencia: «… en 1968, el Comité Internacional de Pesas y Medidas vuelve a tener como presidente a otro marqués español».519 Otero, marqués de Hermosilla, fue efectivamente el segundo español que ocupaba dicha presidencia, después del general Ibáñez de Ibero, marqués de Mulhacén. De su nombramiento se hizo eco con profusión toda la prensa española, tanto la de tirada nacional como la de provincias. Todos los periódicos destacaron el historial científico de Otero y el hecho de que el CIPM estuviera formado solo por dieciocho personalidades relevantes de la ciencia, entre las que se encontraba Otero.520 Se abría también, con este éxito, una nueva etapa para la metrología española. O al menos ese fue el objetivo: aprovechar la privilegiada posición de Otero para impulsar esta rama científica olvidada en España. Cuenta Villena, en quien se apoyó otra vez Otero, que este trató de «… dar vida a la Metrología española, tanto teórica como experimental, separándola del oficio, necesario pero poco interesante, Ibídem, pág. 27. villena, «José María Otero, un científico internacional», pág.106. 520 La noticia de agencia fue publicada en términos semejantes por, entre otros, los diarios ABC, Las Provincias de Valencia, el Diario de Jaén, La Voz de Avilés, La Voz del Sur, de Jerez de la Frontera, o Lanza, de Ciudad Real (APJON). 518 519

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de la Metrología legal».521 Recibió Villena el encargo personal de Otero de realizar un inventario de la capacidad metrológica de los distintos laboratorios y centros de investigación y desarrollo. El informe redactado por Villena fue muy positivo, por lo que Otero, de nuevo, sugirió la posibilidad de volver a intentar coordinar todos esos centros «… a efectos metrológicos, única forma de contar en plazo breve con una red de laboratorios de calibración indispensable para una industria en crecimiento».522 Implicó también Otero en esta tarea al profesor Vieweg, la máxima autoridad de Alemania en metrología. Vieweg vino a España a estudiar las necesidades metrológicas españolas y, en función de las mismas, proponer soluciones y medidas. Señala Villena que el informe que presentó Vieweg coincidía en lo esencial con el suyo. Sin embargo, como ocurrió diez años antes, las autoridades políticas españolas dieron al traste con el proyecto de Otero y Villena: «El magnífico informe [de Vieweg] queda archivado porque no hay espíritu de cambio e innovación. Perdemos, una vez más, la batalla de la Metrología».523 El propio Villena habla de «… frialdad de la Administración por la Ciencia» para referirse a la total falta de receptividad oficial a la propuesta del presidente del CIPM. No obstante lo anterior, la presencia de Otero en la presidencia de este Comité sí que ayudó a que algunos científicos españoles se incorporaran a sus comités consultivos. Resultaba realmente paradójico, dice Villena, que un país como España, que no contaba con un laboratorio dedicado en exclusiva a las investigaciones en metrología, estuviera representado «… y muy dignamente, en los distintos Comités Consultivos de Pesas y Medidas, lo que no tienen ni los países más avanzados».524 Entre esos españoles admitidos en los diferentes comités hay que citar a Lorenzo Plaza, que continuó su labor en el de Fotometría; Colomina, en el de Temperatura; Granados, en el de Radiaciones Ionizantes y Villena en el de Unidades.525 El primer viaje al extranjero que realizó Otero en calidad de presidente del CIPM tuvo lugar solo un mes después de su nombramiento. Con ocasión de la celebración en Leningrado del 75.º aniversario de la creación del Instituto de Metrología Mendeleev y del 50.º aniversario de la introducción en la URSS del sistema métrico decimal, se le invitó a participar en el simposio científico celebrado en la antigua capital de la Rusia zarista entre el 24 y 30 de noviembre. A su regreso, escribió Otero un artículo para Arbor, en el que explicó al detalle la situación de los organismos científicos que pudo visitar, su opinión sobre la política científica del Gobierno soviético y, por último, detalles interesantísimos sobre la vida diaria en aquel país.526 Lo primero que describió fue su visita al Instituto de Metrología Mendeleev, que le causó una excelente impresión y, a buen seguro, una sana envidia. Nada menos que tres mil personas trabajaban en él, de las cuales mil se dedicaban en exclusiva a la villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 106. Ibídem. 523 Ibídem. 524 Ibídem. 525 Ibídem. 526 El 30 de noviembre, día de la clausura del simposio, pronunció una conferencia sobre «Las Unidades de Base» (Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1970, pág. 450). 521 522

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metrología de precisión, a la metrotecnia y a la calibración de prototipos de aparatos de pesar y medir. ¡Cuán diferente, pensaría Otero, era la situación de la metrología española! Igualmente pudo comprobar las magníficas instalaciones del Instituto de Física de Altas Energías de Serpukhoz, cerca de Moscú. En este centro se encontraba el acelerador de partículas más potente del mundo, casi tres veces la del CERN. Fue también invitado a visitar el Instituto Kurtchatov, uno de los tres grandes centros de investigación nuclear de la URSS. Seis mil personas, una sexta parte titulados superiores, investigaban en radiobiología, física del plasma y fusión nuclear.527 Tres circunstancias le llamaron especialmente la atención en las visitas a estos centros de investigación. En primer lugar, le chocó «… el número de mujeres que ocupaban puestos de responsabilidad hasta de jefes de división inclusive, en cambio, están prácticamente ausentes de los cuadros de mando superiores». En segundo lugar, el alto grado de preparación de los científicos, «… quedando sorprendido únicamente por su falta de dominio de idiomas». Y, por último, el elevadísimo sueldo de los científicos, «… pudiendo considerarse que un Doctor tiene un sueldo medio de unas 42.000 ptas. mensuales».528 En su viaje a la URSS se informó Otero también acerca del funcionamiento de la Academia de Ciencias de este país. Y comparó su estado no ya con la española en particular, sino con las de todos los países occidentales. Otero, académico de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales desde hacía más de veinte años, se dio cuenta como buen observador que era de la siguiente circunstancia: «Es interesante comprobar cómo las Academias —que en Occidente han perdido prácticamente su papel rector de la investigación y en muchos países tienen un carácter de “club” para científicos retirados— tienen un papel extraordinariamente vital en la investigación soviética».529 Respecto de la vida diaria de los soviéticos, la impresión personal de Otero es que era gris, monótona y austera y, por supuesto, supervisada: «En conjunto, la vida soviética da la impresión de una gran austeridad exigida desde arriba y que llevan con bastante buen talante. Los comercios de vestir exhiben modelos y telas con bastante poco gusto, y al parecer, no de buena calidad».530 Le llamó poderosamente la atención «… la ausencia total de erotismo en las calles, los espectáculos y la televisión. Las mujeres van vestidas con mucho recato y no se ven efusiones sentimentales ni en las calles ni en los espectáculos. La televisión, que contemplé durante muchas horas, podía ser vista por una niña de diez años. Eso mismo se refleja en la prensa y las revistas».531 En resumen, indicaba al final del artículo, en: … Rusia se saca la impresión de una sociedad ya completamente asentada y que más o menos se ha adaptado a su vida y trata de sacar el máximo partido de ella. Por otra parte, orgullosa de su victoria militar y de sus logros científicos y técnicos, da la impresión de una enorme potencia. Como hay poco en qué gastar, la plusvalía Artículo enviado a la revista Arbor el 15 de enero de 1969 con el título de «Un viaje científico a la Unión Soviética» (APJON). 528 Ibídem, págs. 2-3. 529 Ibídem, pág. 4. 530 Ibídem, pág. 7. 531 Ibídem. 527

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revierte al Estado, que la emplea en sus programas de armamento, en sus programas científicos y de obras públicas, y esto acrecienta el potencial del país de una forma fantástica».532

En 1969 abandonó Otero la presidencia del Comité Consultivo de Fotometría del CIPM y le sustituyó Marechal.533 Sin embargo, asumió la del Comité Consultivo para la Definición del Metro y sustituyó él en este caso a Howlett, su antecesor en la presidencia del CIPM.534 Uno de los propósitos de Otero al frente del CIMP fue el de impulsar su actividad investigadora a través del Bureau International u Oficina Internacional. Su labor no debía reducirse a una reunión anual en la que científicos de diferentes nacionalidades y los representantes de los laboratorios se limitaran a presentar los resultados de los trabajos realizados en los últimos doce meses. Esto debía realizarse, en especial, en las reuniones de los comités consultivos. Fue esta una cuestión muy debatida en las sesiones de octubre de 1970. Se adoptaron por unanimidad una serie de conclusiones, que Otero expuso a todos los asistentes: El Presidente resume las conclusiones del debate sobre la dotación de la Oficina Internacional en los términos siguientes. El Comité reafirma por unanimidad que la Oficina internacional no debe limitarse a acciones de coordinación internacional de naturaleza burocrática; debe por el contrario poseer excelentes físicos y darles la posibilidad de realizar investigaciones interesantes elegidas en la metrología de base y que no necesiten equipamientos muy caros.535

Para conseguir este objetivo era fundamental la colaboración de los respectivos Gobiernos, por lo que se animó a los miembros del CIPM a tratar de convencer a sus propios Gobiernos de los beneficios que produciría el cumplimiento del programa de trabajo discutido y aprobado por el CIPM. A la vez, se les pedirían unas modestas aportaciones económicas sin las cuales el programa era difícil de llevar a cabo.536 Lo que en octubre de 1970 era solo un proyecto, a lo largo de los doce meses siguientes se hizo realidad. Así lo apreciaron los miembros del CIPM en sus reuniones de 1971: «El Presidente y la mayor parte de los miembros constatan que todos los laboratorios nacionales participan ya en los trabajos metrológicos de interés internacional». Sin embargo, se planteó un problema de competencias entre el Comité y los mencionados laboratorios nacionales, que al parecer quisieron apropiarse de la paternidad de los trabajos realizados al amparo del programa de trabajo de la Oficina Internacional del CIPM: «… sin que su trabajo [el de los laboratorios nacionales] sea considerado como una contribución a las tareas de la Oficina Internacional».537 El CIPM no estaba Ibídem, págs. 8-9. Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 58e Session, 1969, 7-9 octobre, París, pág. 20. Traducción del original (BCEM). 534 Ibídem, pág. 22. 535 Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 59e Session, 1970, 6-8 octobre, París, pág. 29. Traducción del original (BCEM). 536 Ibídem. 537 Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 60e Session, 1971, 30 septembre-8 octobre, París, pág. 15. Traducción del original (BCEM). 532 533

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dispuesto, en ningún momento, a aceptar este modo de trabajar: «Si se repartiera entre los laboratorios nacionales, incluso en parte, las tareas que son en este momento las de la Oficina Internacional, iríamos en contra del espíritu en el cual ha sido creada la Oficina Internacional; una propuesta de este calibre no puede ser aceptada».538 A pesar de estos problemas, Otero y el resto de miembros del Comité felicitaron a la Oficina Internacional por la calidad de los trabajos realizados. Tan cierto era esto que dos científicos vinculados al Comité habían recibido sendos premios por sus trabajos. Terrien fue premiado por la Academia de Ciencias de París por sus investigaciones relacionadas con la nueva definición del metro. La misma Academia y la Sociedad Francesa de Física, por su parte, premiaron al señor Sakuma por sus trabajos en gravimetría.539 En esos primeros años de la década de los setenta, los trabajos del CIPM y su Oficina Internacional se centraron en dos cuestiones bien distintas: una de carácter puramente científico y otra organizativa. En cuanto a la primera, estando prevista para agosto de 1973 en Australia la próxima reunión de la Asamblea General de la Unión Astronómica Internacional, tanto Otero como Dunworth tenían claro el papel que debía jugar el CIPM en la misma. Propusieron ambos en la reunión de 1972, celebrada los días 17 y 18 de octubre, que en junio del año siguiente se reuniera el Comité Consultivo para la Definición del Metro. Era muy importante, dijo Dunworth, que «… el C.C.D.M. se reúna previamente para puntualizar sobre el avance de los trabajos en estos campos y se pronuncie sobre la oportunidad de introducir cambios o no». Se decidió, en consecuencia, que este Comité presidido por Otero celebrara su quinta sesión en junio de 1973.540 La segunda cuestión era, como se ha dicho, de tipo organizativo. En 1975, en concreto el 20 de mayo, se cumplía el centenario de la Convención del Metro que había dado lugar a la creación del propio Comité Internacional de Pesas y Medidas. Ahora, a tres años vista, se acordó por el Comité solicitar «… al Gobierno francés y a otros países miembros de la Convención del Metro el deseo de la C.I.P.M., de que la celebración del centenario de la Convención del Metro y la 15.ª sesión del C.G.P.M. tengan lugar en mayo de 1975».541 Se quería hacer coincidir esta conmemoración, cien años después, en el mismo mes y lugar: mayo y en la ciudad de París. Otro tema debatido en las reuniones del CIPM de 1973 afectó directamente a España. El Comité había logrado unos meses antes realizar una publicación con las medidas del denominado Sistema Internacional de Unidades (SI). Enviado el folleto a diferentes países para su correcta traducción, la española planteó alguna duda gramatical una vez fue devuelto el folleto ya traducido al Comité. Varios de sus miembros, según Terrien, habían expresado su preocupación por el que hecho de «… que parece que en la lengua española no hay acuerdo sobre la traducción de los nombres de algunas unidades; podemos encontrar por ejemplo, voltio, en lugar de volt».542 Si se había adoptado un mismo SI, diferentes pronunciaciones no deberían cambiar Ibídem. Ibídem, pág. 22. 540 Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 61e Session, 1972, 17-18 octobre, París, pág. 22. Traducción del original (BCEM). 541 Ibídem, pág. 22. 542 Ibídem, pág. 20. 538 539

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su transcripción literal. Otero, en su doble condición de español y de presidente del CIPM, intervino para señalar que esta cuestión ya había sido debatida intensamente en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Su conclusión al respecto fue que «… se tendría cuidado en no modificar los nombres que fueran introducidos en el futuro, pero que sería muy difícil rectificar aquellos utilizados desde hace tiempo, consagrados ya por la tradición popular».543 En marcha los preparativos para la celebración del centenario de la Convención del Metro, en junio de 1973, tal y como estaba previsto, se reunió el comité consultivo para la definición del metro. Fue esta la primera ocasión en que Otero no pudo asistir por razones de salud, a pesar de la trascendencia de la reunión. Fue sustituido en la presidencia de estas sesiones por otro de los miembros del Comité, U. Stille. Sí que pudo asistir y presidir, unos meses más tarde (octubre de 1973), la que sería su última presencia en París en las sesiones del CIPM celebradas como siempre en el Pabellón de Breteuil (Sèvres). El señor Tercien informó de la marcha de la organización del centenario de la Convención del Metro: los actos se organizarían conjuntamente por el Gobierno francés, el CIPM y la Oficina Internacional. En el caso del Gobierno francés, había encomendado su colaboración en los fastos previstos a un servicio especializado del Ministerio de Asuntos Extranjeros que se ocupaba de todas las manifestaciones conmemorativas en Francia. A tal efecto se había nombrado una comisión conjunta que ya se había reunido varias veces.544 Con ocasión de esta celebración, uno de los miembros del CIPM, Stulla-Götz, llamó la atención sobre el reducido número de estados representados en el mismo. Comparó los 105 estados que pertenecían a la Agencia Internacional de la Energía Atómica, de reciente creación, con los 43 que asistirían dos años después a las celebraciones en París de los cien años de la Convención. A solo dos años, se preguntó: «¿No sería necesario hacer algo para aumentar el número de miembros de la Convención del Metro?».545 Otero contestó que sería absurdo aumentar porque sí el número de países miembros sin razón alguna para ello. Subrayó que los trabajos del CIPM solo eran interesantes para los países cuyo nivel científico era elevado, pero no para los países en vías de desarrollo.546 Hacer lo contrario hubiera supuesto un incremento innecesario de la burocracia del organismo. En 1973 se celebró en Teddington, sede del National Physical Laboratory de Gran Bretaña, la Conferencia Europea de Metrología. España envió previamente a la reunión un informe sobre los patrones españoles. Otero estuvo acompañado por Villena y otros científicos «ilusionados por el tema».547 Según Villena, esta conferencia supuso un antes y un después en el desarrollo de la metrología en Europa. Allí estaban todos los que en la Europa occidental tenían responsabilidades metrológicas; y allí se pusieron «… las bases para la cooperación europea en Metrología y Calibración».548 Para la Ibídem, pág. 29. Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 62e Session, 1973, 2-4 octobre, París, pág. 13. Traducción del original (BCEM). 545 Ibídem, pág. 29. 546 Ibídem. 547 villena, «Experiencias de una apretada vida», pág. 14. 548 Ibídem. 543 544

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Reunión del Comité Internacional de Pesas y Medidas, el 2 de octubre de 1973 (José M.ª Otero, en el centro de la primera fila).

metrología española, la asistencia y preparación a esta conferencia también significó un punto de inflexión importante. Prieto recoge una cita de Villena sobre el particular: … no cambió en nada la Metrología oficial española, pero fructificó enseguida en el ámbito privado, creándose un mes después, dentro de la Asociación Española para la Calidad (AEC), el Comité de Metrología, el cual fue desde un principio un foro abierto para reunir a los jefes de los laboratorios metrológicos privados y oficiales, detectando las necesidades de la Industria y mentalizando a la Administración para que elaborara las pertinentes recomendaciones y acciones.549

Todavía habrían de pasar varios años para que la Administración española pusiera la primera piedra del Centro Español de Metrología. Como ya se ha indicado, 1973 fue el último año en el que Otero pudo viajar a París a las sesiones del CIPM. En 1974, todavía presidente de este organismo, pidió al vicepresidente Dunworth que en sustitución suya dirigiera las reuniones. En su discurso de apertura, Dunworth informó de las razones de la ausencia de Otero y propuso enviarle un telegrama de simpatía en nombre de todo el Comité.550 Muy a su pesar, tampoco pudo asistir en mayo de 1975 a la celebración del Centenario de la Convención del Metro. El señor Terrien informó al resto de los prieto, Breve historia de la Metrología, pág. 12. Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 63e Session, 1974, 24-26 septembre, París, pág. 1. Traducción del original (BCEM). 549

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miembros del Comité que había recibido una carta de Otero en la que este le informaba del agravamiento de su estado de salud, lo cual no le permitía asistir, con gran aflicción por su parte, ni a la sesión del CIPM ni a la celebración del Centenario.551 Previamente remitió «… con el Almirante Orte la llave que, con otras dos en manos del Presidente del Senado y del Director del BIPM, permitía abrir la caja fuerte de los prototipos de platino».552 Consciente de que su delicada salud no le permitiría en el fututo inmediato seguir cumpliendo sus responsabilidades como presidente del CIPM, Otero había comunicado por escrito su dimisión de este empleo. Por ello, en la misma reunión de 1975 se procedió a la elección de un nuevo equipo directivo: J. V. Dunworth, presidente; U. Stille, vicepresidente; y J. de Boer, secretario.553 En los años siguientes, desde 1976 hasta 1979, Otero siempre excusó su ausencia de las reuniones del CIPM por razones de salud. En la última de estas reuniones, la de 1979, se aprobó «… otra de las preocupaciones de Otero, la definición energética de la candela, a cuya preparación el Instituto de Óptica, que él fundara, había contribuido eficazmente».554 En 1980 el CIPM reconoció la labor de quien había sido su vocal, vicepresidente y presidente durante tantos y fructíferos años. En la sesión de apertura del 7 de octubre, Dunworth recordó a Otero informando que las últimas noticias que tenían de él hablaban de una estabilización de su estado de salud y que llevaba una vida tranquila en Madrid. Hizo memoria de las pesadas responsabilidades asumidas por Otero en el Comité y, como muestra de agradecimiento, propuso que se le nombrara miembro honorario del CIPM. Su propuesta fue aprobada por unanimidad y Dunworth manifestó que le escribiría haciéndole partícipe de la decisión del Comité.555 Las últimas actas de las sesiones del CIPM en las que figuró Otero, ya como miembro honorario, fueron las de 1981 y 1982. En las de 1983 ya no aparecía mencionado, salvo para hacer referencia a su fallecimiento. La noticia, en todo caso ya conocida, fue comunicada a los miembros del CIPM por el presidente Dunworth en la sesión de apertura del 13 de octubre de 1983. En su memoria y en la de N. A. Esserman, miembro honorario fallecido también ese año, todos los presentes guardaron un minuto de silencio.556 Desgraciadamente, Otero no pudo ver realizado uno de sus sueños en el campo de la metrología: la nueva definición del metro. Como presidente del Comité Consultivo para la Definición del Metro y también del CIPM, dedicó a ello mucho tiempo y esfuerzo. El mismo año de su fallecimiento, explica Villena, se aprobó «… la nueva definición del metro en función del segundo y de la velocidad de la luz, según la propuesta Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 64e Session, 1975, 26 mai-2 juin, París, pág. 2. Traducción del original (BCEM). 552 villena, «José María Otero Navascués», pág. 11. 553 Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 64e Session, 1975, 26 mai-2 juin, París, pág. 15. Traducción del original (BCEM). 554 villena, «José María Otero Navascués», pág. 11. 555 Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 1980, París, pág. 2. Traducción del original (BCEM). 556 Comité International des Poids et Mesures, Procès-Verbaux des Séances, 1983, París, pág. 2. Traducción del original (BCEM). 551

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del respectivo comité de trabajo que Otero presidió e impulsó hasta su enfermedad».557 El mismo Villena volvió a recordar la labor insustituible de Otero en este punto en una carta enviada al diario YA para puntualizar algunos aspectos de la noticia que sobre el particular había publicado este periódico. Vale la pena recoger íntegro el último párrafo de esta carta al director del diario: Cuando se estableció en 1954 el Sistema Internacional de Unidades se seguían utilizando como referencia última patrones materiales (por ejemplo, un metro de platino iridiado guardado bajo tres llaves en Sevres). Desde entonces ha habido un intenso trabajo internacional de investigación para ir sustituyendo estos patrones materiales, que pueden cambiar o desaparecer, por recetas de laboratorios que pueden ser puestas en práctica en cualquier lugar y en cualquier tiempo. En esta labor contribuyó muy eficazmente nuestro compatriota José María Otero, recientemente fallecido, primero como vocal del Comité Internacional de Pesas y Medidas, luego como vicepresidente encargado de impulsar la nueva definición del segundo y, finalmente, como presidente del Comité y del grupo encargado de la nueva definición del metro. Así se abandonó el segundo «astronómico» a favor del segundo «físico». Y así se ha aprobado, ahora, el nuevo metro con una mayor precisión y sencillez, exigidas por el progreso de la tecnología, en especial por la astronáutica.558

No fue esta la única aportación de Otero a la metrología durante sus años de permanencia en el CIPM y en sus diferentes comités consultivos. Evidentemente, se trató de un trabajo conjunto de los miembros del Comité, de su Oficina Internacional y de los laboratorios nacionales vinculados. Pero como indica Villena, durante «… la colaboración de Otero en el CIPM se tomaron las grandes decisiones que cambiaron el antiguo sistema de Pesas y Medidas, basado en tradiciones y en prototipos materiales, en un auténtico Sistema Internacional (SI) con unidades básicas definidas y realizadas físicamente».559 Orte Lledó enumera uno a uno los resultados obtenidos: Publicación sobre el Sistema Internacional de Unidades. Definición de la Escala Termodinámica de Temperatura. Definición de la Atmósfera Normal. Definición de la Unidad de Tiempo basada en el Tiempo de Efemérides. Establecimiento del Sistema Internacional de Unidades. Definición del Metro mediante la longitud de onda del Kripton 86. Definición de la Unidad de Tiempo SI (segundo) mediante la transición del Cesio 133. Definición del Tiempo Atómico Internacional. Definición del mol. Investigaciones para una nueva definición del metro. Recomendación de un valor para la velocidad de la luz. Uso del Tiempo Universal Coordinado como base del Tiempo legal… etc.560

No es de extrañar que, unos días después de su fallecimiento, la figura de Otero fuera recordada con enorme cariño en la sesión plenaria celebrada el 24 de marzo de 1983 por la Comisión Nacional de Metrología y Metrotecnia. Su vicepresidente, Cadarso Montalvo, informó al pleno del fallecimiento de Otero y se acordó que consvillena, «José María Otero Navascués», pág. 11. Carta de Leonardo Villena, presidente del Comité de Metrología de la AECC, al diario YA, octubre de 1983. 559 villena, «José María Otero Navascués», pág. 11. 560 orte lledó, «José M.ª Otero en la Armada», pág. 14. 557 558

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tase en acta el sentimiento de la Comisión y que su presidente, en nombre de todos sus miembros, hiciera llegar a su viuda su más sentido pésame.561 Tomó también la palabra el señor Rodríguez Aragón, miembro de la Comisión, quien puso de manifiesto las dotes tanto humanas como científicas de Otero. Rememoró asimismo la coincidencia de que el primer presidente del CIPM fuera el general Ibáñez de Ibero, en 1875, y que cien años después, otro español, Otero, ocupara el mismo cargo. Por último, sugirió, y se aprobó por unanimidad, hacer las gestiones oportunas para «… que la familia ceda un retrato del Sr. Otero que perpetúe su memoria y ocupe el puesto de honor que merece en el museo de la Comisión».562 Bien entrado el siglo xxi, transcurrido más de un cuarto de siglo desde su fallecimiento, todavía se recuerda entre los metrólogos españoles, con verdadero afecto y devoción, a José María Otero Navascués. Hecho que puede comprobarse visitando el Centro Español de Metrología, inaugurado en 1989 por SS.MM. los Reyes de España en la localidad madrileña de Tres Cantos.563

el pilar CientíFiCo del i plan de deSarrollo eConómiCo (1964-1967) Con carácter previo a los Planes de Desarrollo Económico, la complicada situación económica española obligó al Gobierno a aprobar por decreto-ley de 21 de julio de 1959 el denominado Plan de Estabilización. España era ya miembro de pleno derecho de la Organización Europea de Cooperación Económica (OECE), y con este organismo y con el Fondo Monetario Internacional se habían mantenido conversaciones previas que se plasmaron en el memorándum enviado a los mismos el 30 de junio de 1958. En él se preveía la adopción de una serie de medidas marcadas bajo el signo de la liberalización, la flexibilización y la estabilidad. Se contaba, para su puesta en marcha, con la ayuda financiera de estos organismos y del Gobierno estadounidense. El citado decreto-ley resumía en el preámbulo el contenido de su articulado: En este aspecto, el Decreto-ley que a continuación se articula establece la liberalización progresiva de la importación de mercancías, y paralelamente, la de su comercio interior: autoriza la convertibilidad de la peseta y una regulación del mercado de divisas; faculta al Gobierno para modificar las tarifas de determinados impuestos, y al Ministro de Hacienda, para dictar normas acerca del volumen de créditos.564

Según Matés Blanco, dos eran los objetivos concretos del Plan de Estabilización: «El primero pretendía frenar la inflación y sanear las cuentas exteriores. En definitiva, se aspiraba a corregir el déficit de la balanza de pagos y evitar que se repitiera la crítica situación de 1958».565 Al adoptarse una política económica más contractiva y fuertes Acta de la sesión plenaria de la Comisión Nacional de Metrología y Metrotecnia, de 24 de marzo de 1983, págs. 1-2 (APJON). 562 Ibídem, pág. 2. 563 prieto, Breve historia de la Metrología, pág. 13. 564 BOE, núm. 174, del 22 de julio de 1959, págs. 1005-1007. 565 matéS blanCo, J. M., «La economía durante el franquismo: la etapa del desarrollo (19601974)», en Historia económica de España, Madrid, 2007, coord. Agustín González Enciso y Juan Manuel Matés Blanco, págs. 745-778, 743. 561

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restricciones, los resultados positivos fueron inmediatos, pues las reservas internacionales se elevaron ya al año siguiente, la inflación se moderó y la economía creció.566 El segundo de los objetivos era tan ambicioso como el primero, pues pretendía acabar con el modelo autárquico que se había seguido casi desde la finalización de la Guerra Civil, sustituyéndolo por un modelo liberal y de economía de mercado. De esta forma España trataba de integrarse y acomodarse, desde el punto de vista económico, al modelo imperante en el resto de Europa occidental.567 Este Plan de Estabilización, considerado como «… la maniobra de mayor liberalización adoptada, hasta ese momento, en la historia económica de España»,568 tuvo también algunos efectos negativos, pues el desempleo se incrementó en decenas de miles de personas, muchas de las cuales se vieron obligadas a emigrar al extranjero. No obstante, su valoración general puede juzgarse como muy positiva. A partir de entonces, los Planes de Desarrollo marcaron el camino de la economía española hasta la crisis del petróleo de los años setenta. La palabra clave era planificación. En muchos países occidentales se adoptó un modelo similar. Matés Blanco explica el caso francés, donde se hablaba de planificación indicativa. En resumen, se caracterizaba «… por su obligatoriedad para el sector público, al mismo tiempo que se fijaba un cuadro general de previsiones, y se alentaban las actuaciones del sector privado».569 En España todo comenzó con la creación en 1962, desgajada y dependiente de la Oficina de Coordinación y Programación Económica, de la Comisaría del Plan de Desarrollo. Se siguió el modelo francés tanto desde un punto de vista organizativo, a través de comisiones que agrupaban a los representantes de los diferentes ámbitos económicos, como desde el punto de vista de la concreta política económica y la dirección de la misma. Incluso se aludió a la posibilidad de adoptar en España el sistema francés de financiación de la investigación, al ser esta una de las parcelas que en principio querían potenciarse, a través de un fondo de desarrollo de la investigación científica y técnica.570 En cuanto a la estructura organizativa, Laureano López Rodó fue nombrado en 1962 comisario del Plan de Desarrollo. Dependientes de él, tres subcomisarios (Juan Martí Basterrechea, Antonio González Sáez y Agustín Cotorruelo), un secretario general, Santiago Udina Martorell, y un vicesecretario, Fernando de Liñán. La Comisaría del Plan coordinó el trabajo de las veinticinco comisiones constituidas, encargadas de realizar los estudios previos a la redacción de un informe sobre el presente y futuro del sector al que representaban.571 Ibídem. Ibídem. 568 Ibídem, pág. 764. 569 Ibídem. 570 «Presidencia del Gobierno. Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica. De una carta de 19.5.1962. Es especialmente interesante la creación en Francia del llamado «Fondo de desarrollo de la investigación científica y técnica», adscrito a la Presidencia del Gobierno. En España teníamos algo análogo en la llamada «Fundación nacional para investigación científica y ensayos de reformas», que se creó, también, en la Presidencia del Gobierno, en julio de 1932» (APJON). 571 Las comisiones constituidas y sus respectivos presidentes fueron las siguientes: Agricultura, Esteban Martín Sicilia; Transformación en Regadíos, Adolfo Díaz Ambrona; Pesca Marítima, Ignacio del Cuvillo; Energía, José García Usano; Industrias Básicas del Hierro y del 566 567

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¿Fue mera casualidad que en el listado oficial de comisiones apareciese en último lugar la de Investigación Científica y Técnica? No, y esto venía a demostrar el escaso interés que por la investigación tenían las autoridades políticas españolas. Como presidente de la misma fue designado Otero.572 Respecto de la política económica a adoptar, al igual que en el país vecino se «… pretendía orientar a los distintos sectores económicos “indicando” criterios generales y estimulando a las empresas mediante un sistema de incentivos».573 El primer Plan de Desarrollo, de carácter cuatrienal (1964-1967), tenía como objetivo elevar la tasa de crecimiento (Producto Nacional Bruto) un 6 % anual. Con la ayuda también de diferentes organismos financieros internacionales, ya en 1962 se comenzaron a elaborar los proyectos en cada uno de los sectores económicos implicados, unos más que otros.574 Uno de ellos era el científico, fundamental según Otero para el desarrollo y progreso económico de una nación. Sin embargo, como se va a contar a continuación, y ya se ha descrito varias veces en las páginas antecedentes, no se quiso ver por parte de algunos responsables políticos y económicos la verdad de esta afirmación de Otero y de otros muchos que como él estaban convencidos de que sin progreso científico no lo habría económico. Así, antes de exponer la relación de Otero con el primer Plan de Desarrollo, hay que remontarse al año 1958, cuando por decreto de 7 de febrero se creó la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica (en adelante Comisión Asesora). A imitación del Consejo Asesor de Política Científica creado en Inglaterra en 1947 o del Ministerio de Investigación Científica y Progreso Técnico constituido en Francia en 1954, en España se decidió crear un nuevo organismo público para una mejor organización y aprovechamiento del potencial científico español mediante una adecuada coordinación entre los distintos centros e institutos de investigación, entre sí y con el propio Gobierno. Se hacía así caso a las recomendaciones reflejadas en un informe de la National Research Foundation estadounidense, que proponía «… el establecimiento de una más estrecha relación entre los hombres de ciencia y Acero, Mariano Cancer Gómez; Industrias Básicas de Metales no ferreos, Antonio de Torres Espinosa; Industrias de Material de Construcción, Patricio Palomar Collado; Fabricación de Productos Químicos, Abonos y Papel, Eugenio Rugarcia; Construcción de Maquinaria, Manuel Gortázar y Landecho; Industrias de la Alimentación, Andrés Rodríguez-Villa Gil; Industrias Manufactureras Varias y Artesanía, Eduardo Requena Papi; Industria Textil Lanera, Luis Vericat Núñez; Enseñanza y Formación Profesional, Antonio Tena Artigas; Transportes, José M.ª Aguirre Gonzalo; Transportes Marítimos, Leopoldo Boado Endeiza; Telecomunicaciones, Luis Rodríguez de Miguel; Servicios de Información, Pío Cabanillas; Turismo, Antonio García Rodríguez; Arquitectura, Construcción de la Vivienda y Urbanismo, Enrique Serrano Guirado; Obras y Servicios de las Corporaciones Locales, José Luis Moris; Sanidad y Asistencia Social, Antonio Carro Martínez; Comercio Interior, Ramiro Matarranz Sevillo; Desarrollo de la Región Ecuatorial, Juan Velarde Fuertes; Desarrollo de las Islas Canarias, José García Hernández; e Investigación Científica y Técnica, José M.ª Otero Navascués «Comisaría del Plan de Desarrollo Económico. Comisión de Presidentes» (APJON). 572 Ibídem. 573 matéS blanCo, «La economía durante el franquismo: la década de la transición», pág. 765. 574 Ibídem, pág. 766.

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los hombres de Gobierno y la creación de un Centro Administrativo de Ciencia y Tecnología que agrupe a los principales organismos oficiales consagrados a la investigación científica».575 El decreto de 7 de febrero establecía en su preámbulo que la Comisión Asesora tenía la misión de «… asesorar en la programación y desarrollo de los planes de investigación científica técnica de interés nacional». Debía cumplir, en consecuencia, una función de consejo e información sobre la política científica nacional. Se recogían en buena medida las ideas de Otero, especialmente en lo relativo a la íntima relación entre ciencia y economía y a la necesidad de aprovechar todas las posibilidades en programas de trabajo coordinados en «… un plan de investigación de trascendencia nacional».576 La Comisión Asesora no se constituía en centro de investigación, sino que sus propuestas de investigación deberían desarrollarse en los centros ya existentes.577 En el Consejo de Ministros celebrado en la misma fecha del 7 de febrero de 1958 se designó como presidente de la Comisión a Manuel Lora Tamayo.578 Al mes siguiente se nombró a los dieciséis miembros de la Comisión, todos ellos representantes de distintos ministerios, institutos y patronatos, además del secretario de la misma, empleo que recayó en José María Albareda, que también lo era del CSIC.579 No fue este el momento en el que ingresó Otero en la Comisión, sino varios meses más tarde, cuando se decidió ampliar su composición con dos vocales más: uno en representación de la Junta de Energía Nuclear y el otro del Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica (INTA). Como se indicaba en el decreto de 6 de junio, se reconocía «… la necesidad de ampliar dicha Comisión con un representante de la Junta de Energía Nuclear, a fin de poder conocer y tener en cuenta las direcciones de investigación que lleva a cabo dicha Junta y evitar así duplicidades innecesarias…».580 Sin embargo, la designación de Otero todavía se dilataría un poco más, pues hasta la orden de 22 de septiembre de 1958 no se formalizó su nombramiento y el de Rafael Calvo Rodes en representación de la JEN y del INTA, respectivamente.581 Diario ABC, del 23 de marzo de 1958, pág. 74. Decreto de 7 de febrero de 1958 por el que se crea la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica (BOE, núm. 40, del 15 de febrero de 1958, págs. 243-244). 577 Ibídem. 578 Decreto de 7 de febrero de 1958 por el que se designa a don Manuel Lora Tamayo Presidente de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica (BOE, núm. 40, del 15 de febrero de 1958, pág. 1513). 579 Orden de 18 de marzo de 1958 por la que se nombra la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica (BOE, núm. 68, del 20 de marzo de 1958, pág. 2477). 580 Decreto de 6 de junio de 1958 por el que se amplia la composición de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica, con dos Vocales más, representantes de la Junta de Energía Nuclear y del Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica (BOE, núm. 148, del 21 de junio de 1958, págs. 1117-1118). 581 Orden de 22 de septiembre de 1958 por la que se nombran Vocales en la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica a don Rafael Calvo Rodes y a don José María Otero Navascués: «Excmos. e Ilmo. Sres: De conformidad con la propuesta formulada por VV.EE., Esta Presidencia del Gobierno ha tenido a bien nombrar a don Rafael Calvo Rodes y don José María Otero Navascués Vocales representantes del Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica y de la Junta de Energía Nuclear, respectivamente, en la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica, creada por Decreto de 7 de febrero y ampliada por otro de 6 de junio del presente año. Lo que tengo el honor de comunicar a VV.EE. y a V.I. para su conocimiento y efectos. Dios guarde a VV.EE. 575 576

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Ya en su primer año de funcionamiento hubo que habilitar un crédito extraordinario de 900.000 pesetas, a cargo de Presidencia de Gobierno, destinado a sufragar los gastos de la Comisión.582 Esta se reunió periódicamente para cumplir las funciones señaladas en su decreto fundacional. Fue en 1962 cuando se decidió adscribir la Comisión Asesora a la preparación del I Plan de Desarrollo Económico que estaba ya elaborándose. En concreto, la Comisión Delegada de Asuntos Económicos aprobó el 9 de agosto de este año atribuir a la Comisión Asesora, presidida por Lora Tamayo, la programación de la investigación para el futuro Plan de Desarrollo: «Se acordó adscribir a la Comisión de Investigación Científica y Técnica la programación de la Investigación hasta ahora encomendada a la Comisión de Enseñanza del Plan de Desarrollo».583 La Comisión Asesora contaba con una Ponencia Permanente que llevaba el trabajo día a día de la Comisión. Su presidente era Rafael Calvo Rodes, el secretario José María Albareda y los otros miembros de la misma eran Otero, Fermín de la Sierra Andrés, Juan Luis de la Ynfiesta Molero, Gutiérrez Ríos, Rodríguez-Candela, Antonio Moscoso y España. Ya en el mes de mayo de 1962 esta Ponencia Permanente había elaborado un documento que recogía el Estatuto de la Investigación Científico Técnica. Contenía las líneas maestras que, a juicio de los miembros de la Ponencia, debía seguir la investigación científica en España en años venideros. Compuesto por ocho capítulos, el primero de ellos era el más breve, pero quizás el más decisivo al resumir en solo tres artículos las ideas fundamentales con meridiana claridad. El primero era ya un buen punto de partida: «La Investigación científica como base cierta del progreso técnico es fundamental en toda política encaminada a elevar el nivel de vida de los pueblos y por ello es función del Estado atender a su fomento y desarrollo, en beneficio de todos los españoles».584 Los dos siguientes artículos encomendaban al Estado el establecimiento de las condiciones indispensables para el fomento de la investigación tanto en los centros públicos como en los privados, así como también para favorecer que las personas atraídas por la investigación puedan permanecer en esta actividad «… con la necesaria dignidad y satisfacción».585 En los siguientes siete capítulos se desarrollaban estas ideas centrándose en tres puntos básicos: la colaboración entre centros públicos y privados, la financiación de la actividad investigadora y la formación de los investigadores. Las ideas de Otero respecto de la investigación, expuestas en otros apartados de esta obra, y por supuesto compartidas por los otros cuatro miembros de la Ponencia y a V.I. muchos años. Madrid, 22 de septiembre de 1958. CARRERO. Excmos. e Ilmo. Sres. Ministros de Industria y del Aire y Presidente de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica» (BOE, núm. 235, del 1 de octubre de 1958, pág. 289). 582 Ley de 26 de diciembre de 1958 por la que se concede un crédito extraordinario de 900.000 pesetas a la Presidencia del Gobierno con destino a sufragar los gastos que durante el presente ejercicio se deriven del funcionamiento de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica, creada por decreto de 7 de febrero de 1958 (BOE, núm. 311, del 29 de diciembre de 1958, pág. 11903). 583 Acuerdo de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos de 9 de agosto de 1962, comunicado por escrito del Sr. Comisario del Plan de 25 de Septiembre de 1962 (APJON). 584 «Estatuto de la Investigación Científico Técnica», Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica, Presidencia del Gobierno, Madrid, mayo de 1962 (APJON). 585 Ibídem. art. 1.

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Permanente, constituyen el núcleo del articulado de este documento. De su lectura detenida puede desprenderse fácilmente el afán por la investigación de sus redactores, la trascendencia que otorgaban a esta actividad para el futuro económico español y el sentido común de todas y cada una de las propuestas realizadas. Transcurridos más de veinte años desde la Guerra Civil, con una situación económica que en esos primeros años de la década de los sesenta empezaba a despegar, la verdad es que no podía dejarse de lado a un ámbito como el de la investigación científica. Las dificultades de financiación siempre iban a existir, sea cual fuera el sector público o privado peticionario de fondos, pero en este Estatuto de la Investigación Científico Técnica se incidió en particular en este punto, pues sin dinero era casi imposible investigar. Acerca de la investigación desarrollada en centros oficiales, se ponía el acento en la participación en esta tarea de otros «… organismos oficiales que, aún teniendo otra finalidad principal, concurrentemente ejerzan actividades investigadoras como complementarias o instrumentales de aquéllas». ¿Cuáles eran estos otros organismos? universidades, escuelas técnicas de grado superior, escuelas y centros de estudio o experimentación de las Fuerzas Armadas, etc. Se trataba de implicar a todo el sector público en esta labor a través de diferentes mecanismos: La colaboración a que se refiere el artículo anterior podrá concretarse, en su caso, en convenios de coordinación, encargos recíprocos de trabajos adecuados a cada especialidad, subvenciones, entrenamiento de personal, auxilios de utilización de elementos de trabajo poco difundidos e intercambio de información.586

Respecto de la investigación privada, se proponía protegerla y fomentarla mediante el apoyo de los centros de investigación oficiales, facilidades para obtener crédito, subvenciones y el suministro por el Estado de cuantos materiales y productos necesitaran (art. 10). El tema económico, como se ha señalado, era principal. Por ello, se formulaban una serie de beneficios fiscales a recibir tanto por los organismos de investigación oficial como por otros organismos y entidades de carácter no lucrativo dedicados a la investigación científico-técnica. Entre ellos, por ejemplo, la exención del pago de la contribución territorial de los inmuebles de su propiedad; la exención también del pago del impuesto de Derechos Reales sobre los actos y contratos «… cuyo único objeto sea el de aportar o adquirir bienes con destino a la investigación»; la deducción para el cómputo de los beneficios de las cantidades donadas a estos centros o de los premios económicos concedidos por organismos oficiales o fundaciones privadas de carácter benéfico-docentes, y otras de similar contenido (arts. 12 y 13). Además de estas exenciones y privilegios de tipo fiscal, se sugería por primera vez la constitución en España de «… un Fondo Nacional adscrito a la Presidencia del Gobierno, para el desarrollo de planes coordinados, modernización de equipos, dotación de nuevos Centros o ampliación de los existentes, investigaciones especiales o circunstanciales, ayudas a la investigación privada y a los inventos de reconocido interés nacional».587 Este Fondo debía ser administrado por la propia Comisión Asesora, 586 587

Ibídem, art. 7. Ibídem, art. 16.

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y para nutrirlo se preveían diferentes posibilidades, entre ellas la celebración de un sorteo extraordinario de la Lotería Nacional cuyos beneficios íntegros irían a parar a dicho Fondo (art. 16). Otro de los puntos clave indicados en este borrador de Estatuto de la Investigación Científico Técnica era el relativo a la formación del personal investigador. A esta cuestión se le dedicaba un único artículo, el 26, que aunque fiaba todo a un programa de futuro, fijaba unas líneas de trabajo muy claras: El Estado, a través de sus distintos Organos, promoverá la formación de personal investigador idóneo y en número suficiente, incluyendo para ello el fomento de la Ciencia desde las primeras etapas de la enseñanza. Dedicará crédito suficiente a becas para investigación y se fomentará una adecuada especialización por medio de pensiones al extranjero, permanencia de especialistas de otros países en los centros nacionales, cursos, seminarios, creación de Escuelas de postgraduados, etc.588

Si alguien afirmara que estas palabras no habían sido redactadas personalmente por Otero, sería difícil de creer. Todas las medidas propuestas responden a lo que él había pensado, defendido y realizado en los últimos años al frente del Daza de Valdés o de la Junta de Energía Nuclear. Es cierto que en ocasiones sin éxito, pues como tantas veces denunció, no había compromiso político, ni por tanto económico, para el fomento de la ciencia. Por último, el borrador del Estatuto hacía referencia a los deberes y derechos del personal investigador, con especial hincapié a estos últimos. La carrera investigadora debía hacerse lo suficientemente atractiva para que quien se dedicara a ella lo hiciera a tiempo completo y con ciertas garantías económicas y sociales que en ningún caso desmerecieran la relevancia de la misma. En consecuencia, el artículo 34 establecía que «… el personal investigador percibirá retribuciones suficientes para asegurar su permanencia y completa dedicación a su trabajo. No serán inferiores a las que por todos los conceptos reciba otro personal de categoría o cometidos semejantes en la Administración procurando asimismo que no sean inferiores tampoco a la de las empresas privadas». A juicio de los miembros de la Ponencia Permanente de la Comisión Asesora, la garantía de un sueldo digno no era suficiente, pues proponían también que el personal investigador gozara de un régimen de asistencia social idéntico al que disfrutaban los trabajadores de las empresas privadas: ayudas familiares, servicios médicos, seguros de accidente y vivienda, incentivos y premios al rendimiento y un sistema de promoción profesional basado más en la preparación, especialidad, mérito e idoneidad que en la antigüedad.589 En poder de la Presidencia del Gobierno este Estatuto de la Investigación Científico Técnica, el 26 de febrero del mes siguiente se reunió en la Sala de Juntas del CSIC la Ponencia Permanente, aprobándose las cuentas del ejercicio anterior (1962) y la distribución del crédito para el ejercicio que acababa de comenzar, 1963. Se trataron también diversos informes y nombramientos, pero el tema central de la reunión fue el 588 589

Ibídem, art. 26. Ibídem, arts. 35-37.

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informe presentado por Otero sobre los trabajos realizados por el grupo o comisión de investigación del Plan de Desarrollo Económico y que una vez reunidos en un informe la Comisión Asesora debía elevar a la Comisaría del Plan de Desarrollo.590 Otero dio cuenta de … los datos recogidos en lo que se refiere a gastos de investigación básica, investigación aplicada, desarrollo y servicios, de los Presupuestos de los grandes Centros de investigación españoles y de los porcentajes y números índice que las inversiones en investigación representan respecto de la renta nacional y de las rentas industriales de los distintos sectores. Sobre estos datos se proyecta solicitar una tasa de crecimiento para la investigación que podría ser de un 25% compuesto, sobre la renta nacional para cada uno de los cuatro años del plan.591

Por tanto, realizado un chequeo del estado de los centros de investigación y de sus necesidades, se concluía en solicitar un aumento de nada menos que del 25% anual en cada uno de los años previstos para el primer Plan de Desarrollo: 1964-1967. Igualmente, Otero comentó las reuniones mantenidas con los representantes de esos institutos y centros de investigación. En ellas les había solicitado sus respectivos programas o líneas de investigación para el futuro, y su posterior aplicación industrial. Con todo ello en manos de la Comisión Asesora, esta planificaría los programas de investigación del Plan de Desarrollo y los recogería en el citado informe a elevar a la Comisaría del Plan. Los presentes en la reunión de la Ponencia Permanente tenían sobre la mesa un informe fechado días atrás, el 24 de enero, con el siguiente título: Situación de la investigación española en relación con la de otros países.592 Todas las cifras de producciones industriales allí recogidas eran desfavorables para España en comparación con las de Italia, Francia, Gran Bretaña o Alemania. En todos y cada uno de los sectores (electricidad, acero, industria química, cemento, investigación oficial y privada, etc.), España se encontraba a años luz de estos países.593 La Ponencia Permanente concluyó la reunión autorizando a Otero «… para la redacción de la propuesta que haya de elevarse a la Comisaría del Plan de Desarrollo Económico».594 Otero se puso manos a la obra y con la colaboración de Ynfiesta, Pérez Masiá, Sánchez del Río, Villena, Lara y Pombo Angulo, elaboró la que se denominó Memoria del Presidente. Esta fue aprobada por el Grupo de Investigación en la reunión de 20 de marzo de 1963,595 dándose cuenta de ella a la Ponencia Permanente de la Comisión Asesora en reunión celebrada el 29 de marzo. Acta de la Ponencia Permanente de la Comisión Asesora de Investigación Científico y Técnica, celebrada el día 26 de febrero de 1963 (APJON). 591 Ibídem, pág. 4. 592 Presidencia del Gobierno. Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica. 24 enero 1963. Asunto: Plan de Desarrollo Económico (APJON). 593 Ibídem. 594 Acta de la Ponencia Permanente de la Comisión Asesora de Investigación Científico y Técnica, celebrada el día 26 de febrero de 1963, pág. 4 (APJON). 595 Acta de la Sesión celebrada por el Grupo de Investigación del Plan de Desarrollo Económico, el día 20 de marzo de 1963 (APJON). 590

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La investigación debía abrirse a todos aquellos campos o ámbitos de la ciencia o de la economía nacional susceptibles de mejora: ganadería, aeronáutica, sanidad, energía, pesca, etc. De ahí que dentro de la Comisión Asesora, y dependientes del Grupo o Comisión de Investigación propiamente dicha, se crearan los denominados Grupos de Trabajo. Fue esta una de las propuestas incluidas por Otero en su memoria: «… el Sr. Presidente, expone la necesidad de perfeccionar y estructurar los distintos planes, para lo que estima conveniente crear determinados Grupos de trabajo, que sustituyan ya al Grupo general que ha venido funcionando y cuya misión ha quedado cumplida con la presentación del informe».596 Cada uno de esos grupos quedaba comisionado de la elaboración de un programa de investigación futura en su respectivo ámbito. En la redacción de ese programa tendrían en cuenta los informes solicitados a los responsables de las distintas empresas y organismos públicos y privados relacionados con el campo correspondiente. Así, pronto se constituyeron los siguientes grupos de trabajo: Industrias Textiles y Varias, a cargo de Luis Vericat Núñez, director general del sector; Investigación Electromagnética, a cargo de José García Usano, director general de la Energía; Ciencias Básicas de la Medicina, con Jesús García Orcoyen, director general de Sanidad; Biología y Pesca Marina, a cargo de Ignacio del Cuvillo, director general de Pesca Marítima; Minas y Combustibles, presidido por Antonio Almela Samper.597 No fueron estos los únicos creados; también el sector ganadero tuvo su propio grupo de trabajo, a cargo de Francisco Polo Jover, director general de Ganadería.598 Igualmente, se formó un Grupo de Trabajo en Mecánica, al frente del cual se eligió a Gregorio Millán, de la empresa Babcob&Wilcox,599 y otro de Astronomía, Geofísica y Meteorología.600 A lo largo de 1963 comenzaron a recibirse en la Comisión de Investigación los informes pedidos a las empresas privadas y organismos públicos de cada uno de los sectores implicados en el Plan de Desarrollo. Tales informes debían responder a un esquema previamente determinado por la Comisión Asesora en una de sus reuniones: «1) situación actual de cada Centro Superior; 2) exposición del contenido preciso de los proyectos y su justificación; 3) emplazamiento de los nuevos centros; 4) personal Ibídem, pág. 2. Directores Generales que han aceptado la Presidencia de Grupos de Trabajo para la Comisión de Investigación (APJON). 598 Ya en abril de 1963 mantenía Francisco Polo una intensa correspondencia con Otero sobre temas de este sector. Polo le propuso la incorporación a este Grupo de Trabajo de tres personas: Ángel Campano López, director del Patronato de Biología Animal; Rafael Sarazá Ortíz, del CSIC, y Manuel Portero Soro, como representante de la empresa privada (Carta de Francisco Polo Jover, director general de Ganadería, a Otero, del 3 de abril de 1963, APJON). 599 Los vocales de este Grupo de Trabajo del Sector Mecánica fueron: Manuel Laborde, de Laborde Hermanos S.A.; Jacinto Ruiz Ayllón, de Bressel S.A.; Luis Tellería, de Constructora Española de Máquinas y Herramientas S.A.; Andrés Lara, director del Instituto Torres Quevedo y Leonardo Villena, del Instituto de Óptica Daza de Valdés (Plan de Desarrollo, Sector Mecánica, Grupo de Trabajo, APJON). 600 En la reunión del Grupo de Investigación del Plan de Desarrollo Económico de 20 de marzo de 1963 se acordó constituir veintidós grupos de trabajo, cifra que se redujo posteriormente (Acta de la Sesión celebrada por el Grupo de Investigación del Plan de Desarrollo Económico, el día 20 de marzo de 1963, APJON). 596

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a nivel de Centro Inferior o Laboratorio; 5) gasto total-presupuesto entre 1964-1967; 6) valor de las impostaciones de equipo; 7) medios de financiación; 8) orden de prioridades a nivel de Centro Superior, y 9) medidas que se estiman convenientes para alcanzar los objetivos del primer Plan de Desarrollo».601 Aunque no todos se ajustaron estrictamente a lo solicitado, sí que llegaron a la comisión bastante completos. Así, el Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica presentó el 2 de junio un Resumen de los Proyectos de Investigación propuestos por el INTA para el cuatrienio 1964-67 y su implicación en los objetivos del Plan de Desarrollo Económico.602 Los proyectos presentados a la Comisión de Investigación bajo las denominaciones de Ingeniería Mecánica, Metalurgia, Química e Investigación Espacial se agrupaban en tres apartados: a) temas de interés industrial y probable rentabilidad inmediata b) temas de interés aeronáutico o militar y c) temas de interés científico. Una de las cuestiones debatidas en el documento, que para la Comisaría del Plan de Desarrollo era fundamental, era la de la rentabilidad de los proyectos. Cuestión sobre la que los autores del Resumen alegaban que era evidente que «… sin los estudios e investigación realizados por los hermanos Wright para llevar a cabo su primer vuelo en 1903 y por algunos de sus antecesores, no se hubieran conseguido los beneficios que hoy tiene la humanidad entera de la técnica aeronáutica ni la rentabilidad de las cuantiosas sumas que numerosas Compañías dedican actualmente a la explotación del transporte aéreo». Además, la investigación aeroespacial beneficiaba no solo a este sector industrial, sino también al resto de la industria.603 Otro de los informes-proyecto recibidos fue el relativo a un Programa de Inversiones del Centro de Información y Documentación. Este ya existía dependiente del Patronato Juan de la Cierva del CSIC, pero ahora se proponía la ampliación y mejora de los servicios que prestaba a la comunidad científica española. La justificación de este programa, a incluir en el Plan del Desarrollo, se hizo recaer en la idea de que para: … que cualquier plan de desarrollo económico pueda resultar eficaz es preciso que los investigadores y técnicos puedan disponer fácilmente y sin demora excesiva de las publicaciones de todo tipo que requieran. Sin una organización eficiente de un servicio de documentación resulta muchas veces imposible poder consultar obras y trabajos que son fundamentales para poder llevar a feliz término y en plazo admisible las investigaciones o trabajos en curso.604

Se proponía centralizar en este centro la adquisición de cuantas publicaciones, libros o trabajos fuesen requeridos por los científicos. También se sincronizaría el servicio de fotocopias y microfilmado de este material, con el consiguiente ahorro de costes. Ello haría preciso inventariar previamente todas las bibliotecas adscritas al nuevo centro con la intervención del Cuerpo de Bibliotecarios. Por otro lado, se consideraba fundamental la potenciación de las relaciones de este centro con los servicios Comisión de Investigación Científica y Técnica (APJON). Resumen de los Proyectos de Investigación propuestos por el INTA para el cuatrienio 1964-67 y su implicación en los objetivos del Plan de Desarrollo Económico (APJON). 603 Ibídem. 604 Proyecto de Centro Nacional de Información y Documentación Técnicas (APJON). 601

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extranjeros similares, para lo que se debería contar con un servicio de traducciones. En total, para la reorganización y puesta en marcha de las diversas dependencias y servicios del Centro Nacional de Información y Documentación Técnicas se estimaba un presupuesto anual de más de quince millones de pesetas, un 100% más respecto del año en curso.605 La Junta de Energía Nuclear también presentó su correspondiente informe a la Comisión Asesora en marzo de 1963. Aunque el informe no venía firmado, no sería de extrañar que el autor del mismo hubiera sido Otero, en su doble condición de presidente de la Comisión de Investigación Científica y Técnica y de la JEN. Al igual que los enviados por otros organismos y empresas, se iniciaba con la descripción de la situación existente en el campo de la energía nuclear y a partir de ahí se delineaban las nuevas líneas de investigación. Hasta entonces, se decía, el desarrollo de la energía nuclear en España se había centrado en trabajos de investigación aplicada y desarrollo en tres ámbitos: elementos combustibles, reactores nucleares y preparación y utilización de isótopos. Estos trabajos se habían completado con otros de investigación pura en física nuclear, química, metalurgia, biología, etc.606 Sobre este punto de partida, dos asuntos centraban la propuesta de la JEN sobre su futuro programa de trabajos: el incremento del esfuerzo en la construcción de centrales nucleares a corto, medio y largo plazo, y, el fomento de la utilización de isótopos radiactivos en los campos de la medicina, agricultura, industria, etc., dados los beneficios que ello podría producir en todas las ramas de la ciencia y de la técnica y el ahorro que suponía su uso. En EE.UU. este ahorro se calculaba en unos 450 millones de dólares anuales con una inversión de solo una décima parte de esa cantidad.607 El informe de la JEN venía acompañado del presupuesto previsto para los cuatro años del Plan de Desarrollo: si en 1964 se fijaban 181 millones de pesetas entre inversiones, mantenimiento y personal, para 1967 esta cantidad se triplicaba: 598 millones.608 Cuando unos meses más tarde el informe de la JEN se incorporó a la memoria definitiva presentada a la Comisaría del Plan de Desarrollo Económico por la Comisión de Investigación de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica, fue objeto a su vez de un nuevo informe que Otero solicitó a Daniel Suárez Candeira, presidente del Sindicato Nacional de Agua, Gas y Electricidad. Lejos de reflejar una posible inseguridad por parte de Otero sobre la memoria que iba a presentar, lo que este hecho demuestra es el grado de profesionalidad de su trabajo así como la necesidad de que todas las cifras, datos y afirmaciones incluidas en la memoria estuviesen avaladas por cuantos más expertos mejor. En el caso de la JEN, Suárez Candeira concluyó su informe de la siguiente manera: En conclusión, me permito manifestar que las inversiones previstas de la Junta de Energía Nuclear para el período de cuatro años, tal como se detalla en la Memoria, no deben ser disminuidas en ningún caso y sí más bien incrementadas en la cuantía Ibídem. Primer Plan de Desarrollo Económico. Comisión de Investigación Científica y Técnica. Junta de Energía Nuclear. Madrid, 6 de marzo de 1963 (APJON). 607 Ibídem. 608 Ibídem. 605

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correspondiente a la tarea importante que a la JEN le incumbe en cuanto a la investigación y desarrollo de las aplicaciones científicas e industriales de los radioisótopos, así como en su participación en la investigación espacial.609

También la industria textil española colaboró al máximo con la Comisión de Investigación a la hora de responder, de forma más que prolija, a los informes solicitados. Así, en orden a las instrucciones contenidas en el escrito que la Comisión Asesora dirigió, el 2 de octubre de 1962, a los responsables de dicha industria textil, estos respondieron en los meses siguientes con diversa documentación. El 20 de junio de 1963, José Riba Ortínez, presidente de la asociación de Investigación Textil Algodonera, dirigió a Otero una carta explicando los detalles de la reciente constitución, composición y funcionamiento de la Asociación, a la vez que se ponía a disposición de la Comisión Asesora y solicitaba su inscripción en el registro particular de la misma. Le enviaba también una copia de los estatutos de la asociación.610 La creación de esta asociación textil, de cuyo Consejo formaban parte dos personas designadas por la Comisión Asesora, no fue más que un primer paso para la formulación de un plan futuro de investigación en este campo de la industria. El Grupo de Trabajo de Industrias Textiles y Varias, formado por ocho personas,611 dedicó la primavera-verano de 1963 a la elaboración de un estudio de investigación textil que vio la luz el 5 de agosto y fue enviado a Otero ese mismo día.612 En un documento de catoce páginas más anexos, este grupo de trabajo expuso en el preámbulo una visión de conjunto de la industria textil española, inventariando los medios de investigación, humanos y laboratorios existentes en aquel momento. Las conclusiones a las que este grupo llegó fueron las tres siguientes: 1) el volumen de la investigación textil en España era muy bajo en relación con la potencialidad de la industria del ramo; 2) no se consideraba indispensable construir más laboratorios, pues el problema en este punto era la falta de coordinación entre los que ya estaban en funcionamiento, y 3) el problema más acuciante era la ausencia de personal cualificado para la investigación y la carencia de técnicos y científicos en formación.613 Tras el preámbulo, se insertó un plan de futuro en investigación textil en el que se optaba, ante todo, por fomentar la formación de investigadores. También se incidía en la necesidad de continuar con los programas y trabajos ya en curso o en proyecto. Se señaló más tarde «… el enfoque de los planes futuros de investigación…» en el sector textil, proponiendo varias tareas concretas (estudio de las características de las Informe que emite Daniel Suarez Candeira sobre la memoria de la Comisión de Investigación de la Comisaria del Plan de Desarrollo Económico. Madrid, 16 de mayo de 1963 (APJON). 610 Carta de José Riba Ortínez a Otero, de 20 de junio de 1963 (APJON). 611 En una carta de 30 de abril de 1963, Otero enviaba a Luis Vericat, director general de Industrias Textiles y Varias, el listado de los nombrados para formar parte del grupo de trabajo que presidiría el propio Vericat. Los otros miembros fueron: Alberto Barella, Vicente Cegarra, José Riba Ortínez, Eduardo Menacho García-Menacho, José M.ª García, Pedro Viladomiu Portabella y Juan Luis de la Ynfiesta Molero (APJON). 612 Carta de E. Casanelles, secretario del Grupo de Trabajo de Industrias Textiles y Varias, a Otero, del 5 de agosto de 1963 (APJON). 613 Ibídem, pág. 4. 609

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fibras de fabricación nacional, análisis de los modernos procesos de hilatura y tisaje, investigación de los defectos de fabricación, etc.). Por último, se incluyó el presupuesto de las actuaciones previstas durante el cuatrienio 1964-67: 114 millones de pesetas en total. Para obtener esta financiación se proponía un sistema idéntico al francés: un impuesto indirecto sobre la materia prima.614 Otro de los sectores económicos sobre los que Otero pidió datos fue el de la construcción. Así, le fue entregado un informe redactado por la Dirección General de Arquitectura, Economía y Técnica de la Construcción del Ministerio de la Vivienda. Esta dirección, a través del organismo autónomo «Exposición e Información permanente de la Construcción» (EXCO), prestaba una especial atención a la investigación y el control de la calidad en la construcción. El documento no incluía, como en los casos anteriormente citados, ni un presupuesto para 1964-67, ni un plan de acciones futuras, por lo que quedó un tanto incompleto. No obstante, sí que contenía la información suficiente sobre las funciones encomendadas a este organismo, sus trabajos en experimentación, el personal a su servicio y los estudios realizados o en curso de realización.615 Sería interminable comentar uno a uno todos los informes que fue recibiendo Otero durante los primeros meses de 1963. Es tal el volumen de la documentación que se conserva al respecto que la misma podría ser objeto de una investigación con entidad e interés propio. Sin embargo, por terminar con un último sector relevante en el ámbito científico, cabe mencionar las gestiones efectuadas por el Grupo de Trabajo de Astronomía, Geofísica y Meteorología. Este grupo se constituyó en abril-mayo de 1963 bajo la presidencia de Antonio Romañá, director del Observatorio del Ebro, situado en Tortosa. Romañá, aun antes de ser nombrado, ya había enviado a Otero un informe con el plan de desarrollo de la astronomía y la geofísica. La lectura de algunos de los párrafos de la carta que acompañaba a aquel resulta sumamente interesante, pues nos acerca al verdadero estado de la investigación científica en España, al menos en astronomía, geofísica y meteorología. Después de comentar a Otero que había afinado todo lo posible el presupuesto, pues había conseguido bajarlo de 200 a 140 millones, le rogaba «… que no nos olviden y nos saquen del marasmo en que hasta ahora hemos vegetado».616 Como mérito propio, entendiendo por tal a todos los investigadores que trabajaban en esas tres ramas científicas, alegaba que con «… medios escasísimos creo que hemos hecho bastante y aun relativamente mucho».617 Sin embargo, es el contenido de la postdata de la carta de Romañá a Otero el que venía a confirmar lo que este último siempre comentaba cuando se encontraba con una negativa a financiar algunos de sus proyectos científicos: no había dinero para investigar, pero sí para otros fines. Las palabras de Romañá son de una claridad incontestable y, desde luego, muy genuinas: Quizás he hecho mal afinando y reduciendo las cifras, pues bien conozco las tendencias de Hacienda a «recortar» luego todo lo posible; si cree Vd. que es mejor 614 615 616 617

Ibídem, págs. 5-14. La Investigación en la Dirección General de Arquitectura (APJON). Carta de Antonio Romañá a Otero, del 22 de febrero de 1963 (APJON). Ibídem.

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Audiencia del Jefe del Estado al ministro comisario del Plan de Desarrollo, vicecomisario y presidente de comisiones.

lo contrario, es cuestión de un momento volver a hacer salir los 200 millones, y así luego, cuando «recorten», nos podemos quedar en los 140. Si hay que hacer algo en este sentido, dígamelo con toda franqueza. Gracias.618

En junio de 1963, Vicente Puyal, a la sazón director general del Instituto Geográfico y Catastral y presidente de la Comisión Nacional de Geodesia y Geofísica, hacía llegar a Otero unas breves notas en las que le señalaba la «… imperiosa necesidad que este tipo de trabajos e investigaciones [en Geodesia y Geofísica] reciba el impulso necesario en el Plan de Desarrollo».619 Había dos razones fundamentales para ello: por un lado, consideraba que esos trabajos eran «… imprescindibles para la mejor realización del Plan de Desarrollo, bien por ser básicos para los trabajos cartográficos de detalle de zonas o vías, necesarias para el Plan, como por las aplicaciones que pueden tener en la prospección». Por otro lado, de no financiarse tales trabajos, muchos de ellos derivados de compromisos internacionales, dejarían «… a España en una situación bochornosa». Más aún teniendo en cuenta «… la situación geográfica de España de enlace de Portugal con el resto de Europa y como eslabón entre Europa y el Continente Africano».620 618 619 620

Ibídem. Carta e informe de Vicente Puyal a Otero, de 21 de junio de 1963 (APJON). Ibídem.

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En definitiva, tras recibir los presupuestos de los distintos centros y organismos dedicados a la Geodesia, Geofísica y Meteorología (por ejemplo, del Observatorio Astronómico de Madrid o del Instituto Geográfico y Catastral),621 el grupo de trabajo redactó su informe final, que elevó a la Comisión de Investigación. Lo más llamativo del informe, con independencia de las cifras presupuestadas, fue la recomendación final de hacer recaer en la propia Comisión Asesora o en un organismo creado por ella la puesta en marcha y administración de todos los proyectos incluidos en el informe. Aunque se deslizaba al final la idea, quizás más lógica, de que también «… podría cuidar de ello el Consejo de Investigaciones», es decir, el CSIC.622 La cooperación internacional desempeñó también su papel en la programación científica del Plan de Desarrollo Económico. Ya se ha explicado que España no fue la única nación que en la década de los años sesenta optó por la planificación económica. En este sentido, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico había elaborado sendos documentos, uno denominado SR (62) 12 de 7 de mayo y el otro DAS/PD/63 de 20 de febrero de 1963 sobre Estudios por equipos piloto de las necesidades de la investigación científica y técnica en relación con el desarrollo económico.623 De su lectura podía deducirse que la OCDE tenía «… como objetivo fundamental en este campo el lograr para finales de 1965 un proyecto que coordine en su conjunto los programas nacionales de Investigación Científica y Técnica de los países miembros en función de los planes de desarrollo económico». Con este fin proponía que en cada una de las naciones se crease una Comisión Nacional, que se coordinaría con la propia OCDE, previéndose un plazo de dos años para el planteamiento de los planes nacionales, en los que la investigación sería uno de los campos a desarrollar. En abril de 1963, algunos miembros de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica española (Villena, Lara y Santana) manifestaban por escrito el acierto del proyecto de la OCDE y sugerían la creación de dicha Comisión Nacional dentro de la propia Comisión Asesora. Además, estimaban indispensable «… solicitar de la OCDE el asesoramiento en la realización del plan nacional, en especial en lo que se refiere a la investigación en la industria privada».624 También el Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), encuadrado en la estructura del Banco Mundial, emitió un interesante informe sobre la investigación científica en España y su relación con el desarrollo económico del país. 621 El Observatorio Astronómico de Madrid presentó un Proyecto de Inversiones y Gastos de Investigación y Servicios para el Plan de Desarrollo Cuatrienal, y el Instituto Geográfico y Catastral un Proyecto de Inversiones y Gastos de los Servicios de la Sección Primera que desarrollan actividades investigadoras para el Plan de Desarrollo Cuatrienal (ambos en el APJON). 622 Comisión de Investigación en el Plan de Desarrollo. Grupo de Astronomía, Geofísica y meteorología (APJON). 623 Informe que la Ponencia nombrada en el seno del Secretariado de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica dentro del Plan de Desarrollo Económico, eleva al Pleno de la Comisión en relación con los documentos SR (62) 12 de 7 de mayo de 1962 y DAS S/PD/63 1 de 20 de febrero de 1963 ambos de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) sobre Estudios por equipos piloto de las necesidades de la investigación científica y técnica en relación con el desarrollo económico (APJON). 624 Ibídem.

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Su contenido venía a dar la razón a todos los científicos que, como Otero, se habían expresado en numerosas ocasiones afirmando la íntima conexión existente entre la investigación científica y el incremento del nivel de vida de las naciones. El BIRF, después de aseverar categóricamente que «… la formulación de una política nacional de investigación es urgente [en España]», indicaba cuál fue la principal traba que había lastrado la investigación científica en España: la falta de fondos. Tan solo había hecho falta la visita de una misión del BRIF a España para darse cuenta de ello. En consecuencia, concluía el informe, si … los recursos científicos y técnicos del país han de ser movilizados bajo un programa nacional de investigación y en interés del desarrollo económico, y si se reconoce la importancia de la continuidad, debe preverse un incremento importante de las asignaciones presupuestarias, incluso admitiendo la posibilidad de ingresos más elevados procedentes de fuentes privadas. A nuestro juicio, bien valdría la pena tal inversión.625

¿Cuántas veces había expresado Otero la misma queja y en cuantas ocasiones le fue negada la financiación? Además de estos organismos internacionales, algunos países con los que España había mantenido desde la Segunda Guerra Mundial una especial relación de cooperación se mostraron dispuestos a colaborar de diversas formas en el programa científico español. Este fue el caso de Alemania, cuyo Gobierno manifestó en 1963 su disposición a aumentar la ayuda a España a través del programa de asistencia técnica. Laureano López Rodó, comisario del Plan de Desarrollo Económico, así se lo comunicó a Otero el 6 de febrero de ese año. Le pidió una lista de proyectos que pudieran ser sometidos a la consideración del Gobierno alemán, el cual aconsejaba que estuvieran ligados con las necesidades del Plan de Desarrollo Económico.626 Finalmente, con la ayuda internacional y, sobre todo, con los numerosos informes recibidos en la comisión, Otero pasó a redactar la memoria definitiva sobre el particular. Esta fue elevada a la Comisaría del Plan de Desarrollo, pero como relata Villena, desgraciadamente la memoria «… no fue estudiada ni apreciada por las autoridades competentes».627 Otra vez la ceguera política, y la falta de medios, supusieron una muralla infranqueable para hacer efectivas esas medidas que las cabezas pensantes de la ciencia española, con Otero como referente de ellas, habían diseñado con mucho realismo, sentido común y visión de futuro. La estructura y funciones de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica experimentaron numerosas modificaciones al hilo de las variables circunstancias políticas, económicas y de política científica que se dieron en España en la última década del régimen de Franco. En 1966, Otero fue sustituido por Juan Martínez Moreno en la presidencia de la Comisión de Investigación Científica y Técnica del Plan Informe del Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento sobre el Desarrollo Económico de España. Investigación Científica, s/f (APJON). 626 Carta de Laureano López Rodó a Otero, de 6 de febrero de 1963 (APJON). 627 villena, «José María Otero Navascués», pág. 9. 625

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de Desarrollo Económico y Social,628 aunque continuó como presidente adjunto.629 Sin duda, su dedicación a la Junta de Energía Nuclear le absorbía su tiempo y energías casi al completo. Comenzó así a desvincularse poco a poco de sus responsabilidades en la génesis, diseño y aplicación del primer Plan de Desarrollo. Este plan no alcanzó los resultados esperados, pues posiblemente su gestación no había sido la adecuada. En opinión de Matés Blanco, «… este situación radicaba en el modo de gestación del propio Plan, que era una amalgama de intereses, informes y programas parciales, sin excesiva coherencia, y con objetivos a veces contradictorios».630 No obstante, sí es cierto que el Producto Interior Bruto creció en un 6,2 % y la renta per cápita pasó de 446 dólares en 1963 a 600 en 1966.631 En 1968, un año antes de aprobarse el II Plan de Desarrollo por ley de 11 de febrero, Juan Martínez Moreno tomó posesión de su nuevo cargo de presidente de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica. Sustituía en el mismo a Lora Tamayo, quien lo había ocupado durante diez años. Tal y como comentó Carrero Blanco en el acto de toma de posesión, Martínez Moreno unía a su brillante historial científico «… la reputación que le confiere haber presidido desde el principio de su actuación hasta su informe final la Comisión de Investigación del II Plan de Desarrollo».632 La misma función que había desempeñado Otero en el primer plan la había llevado a cabo Martínez Moreno para el segundo. Otero, como gran figura científica que era, siguió aportando sus ideas para este II Plan y también para el tercero. Algunas de ellas, al menos, fueron tenidas en cuenta. Por ejemplo, en el segundo se aprobó una de las sugerencias recogidas en el Estatuto de la Investigación Científico Técnica redactado en 1962 por la Ponencia Permanente de la Comisión Asesora de la que formaba parte Otero, como ya se vio. Se trataba del fondo nacional de investigación, que se dotó con 200 millones de pesetas en los dos primeros años del plan y con 250 en los dos últimos.633 Sin asumir, por tanto, una responsabilidad directa, Otero siguió «… volcándose en los sucesivos Planes de Desarrollo, sin que la falta de interés oficial por la Ciencia o las reducidas cantidades concedidas le frenen o desmoralicen».634 Villena, colaborador Orden de 9 de marzo de 1966 por la que se nombra a don Juan Martínez Moreno Presidente de la Comisión de Investigación Científica y Técnica del Plan de Desarrollo Económico y Social (BOE, núm. 61, de 12 de marzo de 1966, pág. 2975). 629 Orden de 9 de marzo de 1966 por la que se nombra a don José María Otero Navascués Presidente adjunto de la Comisión de Investigación Científica y Técnica del Plan de Desarrollo Económico y Social: «Excmo. Sr. En virtud de lo establecido en los artículos cuarto y quinto del Decreto 94/1962, de 1 de febrero, y el artículo cuarto de la Orden de la Presidencia del Gobierno de 8 de febrero de 1966, Esta Presidencia del Gobierno ha tenido a bien disponer el nombramiento de Presidente adjunto de la Comisión de Investigación Científica y Técnica del Plan de Desarrollo Económico y Social a don José María Otero Navascués. Lo que digo a V.E. para su conocimiento y efectos. Dios guarde a V.E. Madrid, 9 de marzo de 1966. CARRERO. Excmo. Sr. Ministro y Comisario del Plan de Desarrollo Económico y Social» (BOE, núm. 61, del 12 de marzo de 1966, pág. 2975). 630 matéS blanCo, «La economía durante el franquismo: la etapa del desarrollo», pág. 767. 631 Ibídem. 632 Diario ABC, de 19 de enero de 1968, pág. 52. 633 Ibídem. 634 villena, «José María Otero Navascués», pág. 9. 628

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directo de Otero, describe cómo este nunca cejó en su empeño por convencer a las autoridades políticas de la importancia de la investigación científica para el progreso de España: «Otero insiste que es el único futuro, el único recurso natural, de un país pobre en agua, en minas, en industria y carente de petróleo y, como más tarde se demostró, carente también de visión de futuro».635 En el momento de escribir estas palabras, iniciada ya la segunda década del siglo xxi, y aunque algo se ha avanzado, esa ausencia de visión de futuro en el ámbito de la ciencia todavía está, desgraciadamente, en el pensamiento y la acción de gobierno de la clase política española.

el reFugio inteleCtual de JoSé maría otero Tras unos primeros años de formación e investigación en centros nacionales y extranjeros, tanto antes como después de la Guerra Civil, Otero centró su actividad profesional en la dirección ejecutiva de una serie de organismos públicos (Instituto de Óptica Daza de Valdés, Junta de Investigaciones Atómicas, Junta de Energía Nuclear) de gran importancia en el panorama científico español de la segunda mitad del siglo xx. Esto le apartó de la investigación propiamente dicha, de su presencia día a día en los laboratorios. Pero no del contacto permanente con sus colegas de profesión, físicos y químicos. Unas veces como jefe suyo, otras como amigo, y en otras muchas concurriendo ambas circunstancias. A ello contribuyó su condición de miembro tanto de la Real Sociedad Española de Física y Química como de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Otero se sintió siempre muy a gusto en ambas corporaciones. Acudió siempre que pudo a todas sus reuniones científicas y actos institucionales, y, como no podía ser menos, llegó a ser miembro renombrado e incluso desempeñó también relevantes cargos de gestión en ambas. Ello le permitió, al mismo tiempo, seguir desarrollando sus inquietudes intelectuales bien a través de los numerosos artículos publicados en sus respectivos medios de difusión o de conferencias pronunciadas ante sus ilustres auditorios.

Miembro de la Real Sociedad Española de Física y Química La Sociedad Española de Física y Química nació a principios del siglo xx en el clima de regeneracionismo de la vida política, económica y cultural española tras el desastre del 98. Uno de los sectores más necesitados de reformas era el de la enseñanza, quizá «… por tratarse de un sector en el que unía a su penosa situación, la convicción casi unánime de que su mejora constituía uno de los mecanismos imprescindibles para sacar al país del atraso cultural en que se encontraba».636 En este sentido, se creó el Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes y se realizó una amplia reforma de la enseñanza universitaria española. Se adoptaron una serie de iniciativas «… de diversa índole dirigidas a fomentar e impulsar el desarrollo 635 636

Ibídem. valera Candel y lópez Fernández, La Física en España, pág. 25.

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de la depauperada investigación científica española». Dentro de ellas cabe enmarcar la creación de las secciones de Física en las Facultades de Ciencias por real decreto de 4 de agosto de 1900 y la de la Sociedad Española de Física y Química.637 El 23 de enero de 1903 tuvo lugar la reunión fundacional de la Sociedad Española de Física y Química en el decanato de la Universidad Central «… en el antiguo caserón de la calle Ancha de San Bernardo, donde la Sociedad tuvo su primera sede».638 Su primer presidente fue José Echegaray, ingeniero de Caminos, profesor de Matemáticas y Física en la Escuela de Ingenieros de Madrid y exministro en varios gobiernos en el siglo xix. En el acta de constitución de la Sociedad se señalaba que su objeto era «… fomentar el estudio de estas ciencias y publicar los trabajos a ella referentes…».639 Esta segunda fue la principal función de la Sociedad en sus primeros años, pues en 1904 se publicó el primer número de la revista Anales de la Sociedad Española de Física y Química, órgano de expresión y divulgación científica de esta corporación.640 Ya en este primer número se publicaron cincuenta y siete artículos, lo que demostró el interés que había en la España de principios de siglo por estos estudios.641 En 1928, veinticinco años después de su creación, la Sociedad celebró sus bodas de plata en Sevilla bajo la Presidencia de Honor del rey Alfonso xiii, quien distinguió a esta corporación con el título de Real.642 Se hizo coincidir esta conmemoración con la reunión bienal de la Sociedad. El cambio de denominación afectó también a los Anales, que pasaron a llamarse desde entonces Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química. En 1929, concluidos sus estudios en la Academia de Artillería de la Armada de San Fernando, Otero solicitó su ingreso en la Real Sociedad Española de Física y Química (RSEFQ). En la sesión del 4 de marzo de ese año fue admitido en la misma como socio de número. Así figura en el acta correspondiente a esa sesión: «Fueron admitidos, en calidad de Socios de número:… D. José Otero, presentado por los Sres. Artigas y Moles».643 Ya desde un principio José Antonio de Artigas ayudó al joven Otero, como se ha explicado en otros pasajes de esta obra. Otero figuró como socio de esta corporación durante tres años, hasta 1931, y se desconoce la razón por la que se dio de baja a partir de 1932.644 No consta de nuevo en la relación de socios hasta después de la finalización de la contienda.645 Ibídem, págs. 26 y 27. heraS Celemín, martínez-duart y vázQuez martínez (eds.), Centenario de la Real Sociedad Española de Física, Guadalajara, 2004, pág. 11. 639 Ibídem. 640 valera Candel y lópez Fernández, La Física en España, pág. 34. 641 heraS Celemín, martínez-duart y vázQuez martínez (eds.), Centenario de la Real Sociedad Española de Física, pág. 11. 642 real SoCiedad eSpañola de FíSiCa y QuímiCa, Bodas de Oro, pág. 13. 643 Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, Madrid, 1929, t. 27, págs. 129-131. 644 En el listado de socios correspondiente al año 1931 se puede leer: «Otero (José). Teniente de Artillería de la Armada. Alarcón, 5. Madrid» (Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, Lista de Socios, 1931, pág. 24). 645 Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, Madrid, años 1932 a 1939, tomos 30 a 35. 637 638

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La Guerra Civil no suspendió totalmente la actividad en la RSEFQ, pues los Anales solo dejaron de publicarse en el año 1938.646 Al terminar la guerra, la vida en la corporación adquiere nuevos bríos y se reinician algunas de las actividades suspendidas a la vez que se produce el ingreso de nuevos socios y el reingreso de otros. Es el caso de Otero, que fue admitido de nuevo en la sesión celebrada el 19 de febrero de 1940: «Acta de la sesión del 19 de febrero de 1940. Presidencia: D. Luis Bermejo.… A continuación son propuestos y admitidos como nuevos socios los señores siguientes:… D. José María Otero, de Madrid, reingreso».647 En los Anales correspondientes a ese año apareció el primero de los veintitrés artículos que Otero publicó en este medio en los años siguientes; su título fue «Sobre un nuevo umbralómetro», y fue una colaboración conjunta entre Otero y C. Costi. El mismo año de su reingreso Otero fue nombrado vocal de Física de la Junta Directiva de la RSEFQ, lo que se le comunicó el 6 de junio.648 Sus colaboraciones en los Anales fueron a partir de entonces continuas. En 1941, además de ser reelegido como vocal,649 publicó con Armando Durán un artículo titulado «Rendimiento fotométrico de sistemas ópticos a bajas luminosidades», en el que trataban el tema de la miopía nocturna. Ese año, al incorporarse la RSEFQ al Consejo Superior de Investigaciones Científicas por acuerdo de la Comisión Permanente de este último, los Anales pasaron a publicarse como órgano conjunto de la RSEFQ y de los institutos Alonso Barba y Alonso de Santa Cruz del CSIC. De esta forma adquiría la revista cierta estabilidad y una mayor difusión en el ámbito científico español. En los años siguientes, inalterablemente, Otero publicó en los Anales varios trabajos firmados en solitario o con otros compañeros: Durán, Catalá, etc. Todos ellos versaban sobre la misma cuestión, en plena ebullición en esos años: la miopía nocturna.650 Como El presidente de la Real Sociedad Española de Física y Química al declararse la guerra en 1936 era Arturo Duperier Vallesa. Nacido en Pedro Bernardo (Ávila) el 12 de noviembre de 1896, fue doctor en Ciencias Físicas y licenciado en Ciencias Químicas. Catedrático de la Facultad de Ciencias, estuvo encargado de la de radiación cósmica en la Universidad de Madrid. Falleció el 9 de febrero de 1959 (Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Relación de Académicos desde el año 1847 hasta el 2003, Madrid, 2003, pág. 76). 647 Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, Madrid, 1940, t. 36, pág. 53. 648 Carta del subsecretario del Ministerio de Educación Nacional a Otero, del 6 de junio de 1940: «Por orden de esta fecha ha sido V. nombrado Vocal de Física de la Junta Directiva de la Real Sociedad Española de Física y Química. Lo que pongo en su conocimiento a los efectos procedentes. Dios guarde a V. muchos años. Madrid, 6 de junio de 1940. EL SUBSECRETARIO» (APJON). 649 Carta del director general de Bellas Artes del Ministerio de Educación Nacional a Otero, de 9 de diciembre de 1941: «Por orden ministerial de esta fecha ha sido V.S. nombrado Vocal de Física de la Junta Directiva de la Real Sociedad de Física y Química. Lo que pongo en su conocimiento a los efectos oportunos. Dios guarde a V.S. muchos años. Madrid, 9 de diciembre de 1941. EL DIRECTOR GENERAL» (APJON). 650 En el tomo núm. 38 de los Anales, correspondiente a 1942, hay tres artículos de Otero. El primero, escrito en colaboración con Joaquín Catalá de Alemany, se titulaba «Contribución al estudio de la aberración esférica simple por el método interferencial de las franjas de sombra», págs. 5-20. El segundo, firmado solo por él, se titulaba «El profesor Franz Weidert», y ocupaba las páginas 201-202. Por último, el tercero, con Armando Durán, se titulaba «Continuación del estudio de la miopía nocturna (notas II y III)», págs. 236-248. Por su parte, en el tomo núm. 39 del año 1943 se incluyeron dos nuevos artículos de Otero. Uno titulado «El efecto Stiles-Crawford y la miopía nocturna como factores determinantes del 646

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señalaron Valera y López, fue esta cuestión, la de los defectos en la visión y la miopía nocturna «… una de las más características de la etapa de la postguerra», aunque «… el tema deja de aparecer en Anales a finales de la década de los cincuenta».651 Ya en 1944 comenzó su ascenso en el organigrama directivo de la RSEFQ, al resultar elegido como secretario de la misma por orden ministerial de 9 de mayo.652 Comenzó a ejercer sus nuevas funciones a partir de la celebración de la sesión científica del 5 de junio, donde se dieron a conocer a los socios los nombres de los miembros de la nueva Junta Directiva: Antonio Ríus como presidente; Ángel del Campo y José Antonio Artigas, como vicepresidentes, y Manuel Lora-Tamayo y José María Otero como secretarios.653 En el tomo correspondiente a ese año publicaba Otero con José Cabello el artículo «Una comprobación experimental de la importancia del factor fisiológico en el rendimiento de los aparatos ópticos». En febrero de 1945, en calidad de secretario, acudió junto con Manuel LoraTamayo a presidir la sesión inaugural de la sección de Bilbao de la RSEFQ. En el acto, celebrado en el Instituto Nacional de Enseñanza Media, tomó la palabra Otero «… para expresar su satisfacción por el renacimiento de la Sociedad en Bilbao y cree conveniente que esta reunión que se celebra termine dejando constituida una Junta para la Sección Local».654 Este año también publicó Otero un nuevo trabajo en los Anales, en este caso con Cabello y en una tirada aparte de la revista: «Desplazamiento de la refracción normal de un ojo y poder de acomodación residual después de ser aquel sometido a la acción de los midriáticos».655 Cinco años ocupó Otero el cargo de secretario de la Real Sociedad Española de Física y Química. En estos años, además de las laboras propias de la gestión derivadas del mismo, no olvidó Otero la investigación, plasmada bien a través de diversas publicaciones en Anales,656 bien mediante diferentes presentaciones que realizaba en el curso incumplimiento de la ley fotométrica de L=Kr2», en las págs. 555-566; y el segundo, junto con Armando Durán, llamado «Influencia del efecto de Purkinje combinado con la aberración cromática del ojo en la miopía nocturna», págs. 567-578 (Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, tomos 38 y 39, años 1942 y 1943, respectivamente). 651 valera Candel y lópez Fernández, La Física en España, pág. 292. 652 Comunicación a Otero de la orden ministerial de 9 de mayo de 1944: «Ministerio de Educación Nacional. Dirección General de Bellas Artes. Sección 10. Por Orden Ministerial de esta fecha ha sido V. nombrado Secretario de la Junta Directiva de la Real Sociedad de Física y Química. Lo que pongo en su conocimiento a los efectos oportunos. Dios guarde a V. muchos años. Madrid, 9 de mayo de 1944. EL DIRECTOR GENERAL» (APJON). 653 Acta de la sesión del 5 de junio de 1944 de la Real Sociedad Española de Física y Química: «Bajo la Presidencia del Prof. Ríus, comienza la sesión a siete horas diez minutos. El señor Secretario lee el acta de la sesión anterior, que es aprobada. El presidente comunica a los señores socios que ha sido renovada la Junta directiva de la Sociedad, quedando constituida de la forma siguiente (Orden Ministerial de 9 de mayo): Presidente: D. Antonio Ríus. Vicepresidentes: D. Ángel del Campo y D. José Antonio Artigas. Secretarios: D. Manuel Lora y D. José M.ª Otero» (Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, tomo 40, 1.ª parte, año 1944, pág. 329). 654 Ibídem, tomo 41, 1.ª parte, 1945, pág. 19. 655 Ibídem, págs. 427-438. 656 Hasta seis trabajos distintos publicó Otero en los Anales entre 1946 y 1949: 1) «Contribución al estudio de la agudeza visual con lámparas espectrales», tomo 42, I, 1946, págs. 573580; 2) «El intervalo acromático y las sensaciones fundamentales en la zona media del espectro. Notas I y II», con J. M. Plaza y L. Casero, tomo 44 (A), 1948, págs. 16-24; 3) «Daza de Valdés y el rendimiento de los anteojos», tomo 44 (A), 1948, págs. 269-274, en el que amplió el resumen

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de las sesiones científicas que celebraba la Sociedad. Por ejemplo, en la sesión del 1 de marzo de 1948 Otero resumió «… un trabajo titulado “Daza de Valdés y rendimiento de los anteojos de observación”».657 Su prestigio personal y profesional contribuyó sin duda para que en 1949 fuera elegido vicepresidente de la RSEFQ en una sesión extraordinaria celebrada el 14 de marzo: Bajo la presidencia del Dr. Ríus da comienzo la sesión a las seis y media de la tarde. El Presidente anuncia, que cumplido el plazo de remisión de votos para la elección de la nueva Junta Directiva, comenzará seguidamente el escrutinio de los mismos, formándose a tal efecto una comisión integrada por los Sres. Durán, Infiesta, Jiménez Landi, Fontán y González Ramos. Una vez realizado el mencionado escrutinio, se dan a conocer los siguientes resultados: Para Presidente: D. Manuel Lora Tamayo: 284. … Para Vicepresidentes: D. José M.ª Otero Navascués: 281 D. Carlos Abollado Aribau: 271.658

Año tras año, y gracias a los votos de sus compañeros de corporación, Otero fue reelegido como vicepresidente. No podía ser de otra manera, dada su dedicación a esa rama de la física que es la óptica así como su implicación en las tareas de gestión. Por demás, para la RSEFQ resultaba un honor contar entre sus ilustres miembros con un científico de la reputación y autoridad, ya mundialmente reconocidas, de José María Otero. En una de las sesiones celebradas por la corporación fue objeto de un inesperado homenaje, al proponer Lora-Tamayo un aplauso a Otero por el éxito de las conferencias pronunciadas en EE.UU.: «El Sr. Presidente propone en breves palabras se felicite al Prof. Otero por el éxito de sus conferencias pronunciadas en Estados Unidos. Entre aplausos de los asistentes se acuerda tal propuesta. El Sr. Otero pronuncia breves palabras de agradecimiento».659 Prueba de la admiración y renombre de Otero entre sus colegas de corporación es el hecho de que en las votaciones celebradas el 7 de diciembre de 1951, para la renovación de la Junta Directiva de la RSEFQ para el bienio 1952-1953, Otero obtuviera tres votos más que Lora-Tamayo, 350 el primero por 347 el segundo, en las votaciones para los cargos de vicepresidente y presidente, respectivamente.660 presentado ante todos los socios en la citada sesión del 1 de marzo de ese mismo año; 4) «Influencia de la aberración monocromática de apertura en la miopía nocturna», con L. Plaza y M. Ríos, en el tomo 44 (A), 1948, págs. 293-304; 5) «Un nuevo método de precisión para medir, por inmersión, índices de refracción de lentes o piezas acabadas», con L. Plaza, tomo 44 (A), 1948, págs. 395-402; y, por último, 6) el ya citado artículo «Contestación a una nota de J. Palacios sobre la causa de la miopía nocturna», tomo 46, 1948, págs. 674-677 (esta relación aparece citada en valera Candel y lópez Fernández, La Física en España, págs. 423-425. Igualmente, pueden consultarse los Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, en los tomos mencionados). 657 Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, tomo 44, Serie A-Física, año 1948, pág. 290. 658 Ibídem, tomo 45, Serie A-Física, año 1949, núms. 6 y 7, mayo-junio, pág. 285. 659 Ibídem, tomo 47, Serie A-Física, año 1951, pág. 43. 660 Acta del escrutinio correspondiente a la elección de la Junta Directiva de esta Real Sociedad para los años 1952-1953: «Constituida la Comisión de escrutinio formada por los señores socios que al margen se expresa, a las cinco de la tarde del día 7 de diciembre de 1951, se procede seguidamente a la comprobación, apertura

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Coincidió la vicepresidencia de Otero con el cincuentenario de la fundación en 1903 de la antes denominada Sociedad Española de Física y Química. Se constituyó una comisión organizadora de tal efeméride, compuesta por el presidente, LoraTamayo, y los vicepresidentes Otero y Santos. Se dispuso la semana del 15 al 21 de abril para los actos conmemorativos de esta importante celebración. Incluso, Franco aceptó la Presidencia de Honor de la misma.661 Otero, también director del Instituto de Óptica Daza de Valdés, tuvo el privilegio de pronunciar el 16 de abril la conferencia inaugural bajo el título de «Los límites físicos de la visión» en el salón de actos del Instituto de Química Alonso Barba del CSIC.662 Se invitó a numerosos científicos españoles y extranjeros a estos actos. En función de su especialidad, se les asignó un papel en los distintos coloquios organizados al hilo de las celebraciones. Por ejemplo, en el Instituto de Óptica Daza de Valdés Otero dirigió uno sobre «Problemas ópticos de la visión», en el que todos los expertos presentaron sus trabajos y discutieron sobre los mismos. Los medios de comunicación españoles se hicieron eco de esta celebración. Así, el 20 de abril Radio Nacional de España ofreció un concierto a los participantes y llevó a cabo una «… emisión conmemorativa de las Bodas de Oro radiada en el “Tercer Programa”, en la que intervinieron los Profs. Adams, Alder, Hahn, Tiselius, Todd, Wald, Otero, Santos y Lora-Tamayo».663 Precisamente en ese año del cincuentenario llegó Otero a la presidencia de la RSEFQ. El 18 de diciembre de 1953 se celebró la correspondiente sesión en la sala de conferencias de los Institutos de Física y Química del CSIC. La Comisión de Escrutinio nombrada al efecto procedió al recuento de los votos emitidos para el nombramiento de la Junta Directiva para el bienio 1954-1955. Una vez realizado el escrutinio, la comisión emitió el siguiente informe: Presidente: D. José M.ª Otero de Navascués, 283 votos; D. José Baltá Elías, 13; D. Manuel Lora Tamayo, 10; D. Julio Palacios Martínez, 4; D. Antonio Ríus Miró, 3; D. Fernando Burriel Martí, 2; D. Ricardo Montequi y Díaz de Plaza, 1; Don Emilio Jimeno Gil, 1; D. José Antonio Artigas, 1.664

Otero, por tanto, pasó a presidir la nueva Junta Directiva de la RSEFQ de la que también formaron grandes amigos y colegas suyos como Durán y Plaza, como vocales y recuento de votos para la renovación de la Junta Directiva de la Real Sociedad Española de Física y Química para 1952-1953, con los siguientes resultados: Presidente. Don Manuel Lora Tamayo, 347… Vicepresidentes: Don José María Otero Navascués, 350; D. Ángel Santos Ruiz, 345…» (Ibídem, tomo 48, Serie A-Física, año 1952, págs. 8-9). 661 real SoCiedad eSpañola de FíSiCa y QuímiCa, Bodas de Oro, págs. 7 y 13. 662 El texto completo de esta conferencia de Otero se encuentra en las páginas 95 a 117 de la real SoCiedad eSpañola de FíSiCa y QuímiCa, Bodas de Oro de la Real Sociedad Española de Física y Química. 15-21 Abril 1953, Madrid, 1954. 663 real SoCiedad eSpañola de FíSiCa y QuímiCa, Bodas de Oro, pág. 25. 664 Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química, Biblioteca de la Real Sociedad Española de Física, Facultad de Ciencias Físicas, Universidad Complutense de Madrid, tomo 50, págs. 7 y 9.

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de Física, Catalá de Alemany, vocal no residente de Física, Sánchez del Río, secretario o María Teresa Vigón, vicesecretaria.665 Otero presidió la RSEFQ durante cinco años. En ellos trató de modernizar esta corporación que se había quedado un tanto anquilosada tanto en su funcionamiento interno como en su propia reglamentación interna. Villena, quien vivió muy cerca de Otero esta etapa en la RSEFQ, pues llegó a ser secretario de la misma, cuenta como Otero emprendió con ilusión esta tarea de puesta al día de la corporación: «Se renovaron los Estatutos, se dio un evidente auge a las publicaciones, se sustituyeron para la Sección de Madrid las rutinarias reuniones mensuales por pletóricas reuniones semestrales (luego anuales) y se comenzó a perfilar una autonomía entre el grupo de Física y el grupo de Química».666 Respecto de estos dos últimos puntos (separación entre las ramas de Física y Química y anualización de las reuniones), es muy ilustrativo el siguiente párrafo de los Anales correspondientes al año 1956: Acta de la I Reunión Semestral del grupo de Física de la Real Sociedad Española de Física y Química, del 16 de noviembre de 1956. El Sr. Otero explicó la nueva modalidad de las Sesiones de la Sección de Física, indicando que se celebrarán una o dos por año, de acuerdo con las posibilidades reales. Así se obtendrá una asistencia más nutrida y una mayor homogeneidad de temas. Ello contribuirá también a que los trabajos sean discutidos en un ambiente de colaboración, lo que hará tener más interés por las sesiones. Otra novedad consiste en simultanear las sesiones de trabajo con conferencias o panorámicas y con presentación de trabajos a realizar.

Otero trató, por tanto, que la corporación fuera un verdadero centro de la vida intelectual de los físicos y químicos españoles, en definitiva, la sede donde pudieran exponer el resultado de sus investigaciones. Eso sí, por separado ambas ramas, pues a veces sus objetos de investigación no coincidían. Él mismo tampoco olvidó la investigación, publicando casi todos los años en los Anales un artículo fruto del trabajo realizado por su grupo de óptica. Además de continuar investigando en el fenómeno de la miopía nocturna, se centró en otros íntimamente relacionados como el astigmatismo nocturno o la agudeza visual.667 Junta Directiva de la Real Sociedad Española de Física y Química elegida para el bienio 1954-1955: «El Presidente proclamó los candidatos que han obtenido mayor número de votos en cada cargo, quedando constituída la nueva Junta Directiva en la siguiente forma: Presidente: D. José M.ª Otero de Navascués. Vicepresidentes: D. José García Santesmases y D. Ángel Santos Ruiz. Vocales de Física: D. Armando Durán Miranda, D. Manuel Abad Berger y D. Lorenzo Plaza Montero. Vocales de Química: D. Manuel Lora Tamayo, D. Octavio R. Foz Gazulla y don Vicente Aleixandre Ferrandis. Tesorero: D. Antonio Ipiéns Lacasa. Bibliotecario: D. José Luis Otero de la Gándara. Vocal no residente de Física: D. Joaquín Catalá de Alemany. Vocal no residente de Química: D. Francisco Sierra Martínez. Secretarios: D. Rafael Pérez Álvarez-Osorio y D. Carlos Sánchez del Río. Vicesecretarios: D. José Fontán Yánez y Srta. María Teresa Vigón Sánchez» (Ibídem). 666 villena, «José María Otero Navascués», pág. 104. 667 La relación de trabajos publicados por Otero en los Anales de la Real Sociedad Española de Física y Química desde 1950 hasta 1958 se encuentra en los mismos y también en la relación incluida en valera Candel y lópez Fernández, La Física en España, págs. 424-425. Es la siguiente: 1) «La agudeza visual mínima de los valores umbrales», con M. Aguilar, en Anales, tomo 46 (A), 1950, págs. 197-204; 2) «Sobre la posición natural del cristalino y la cusa principal de las 665

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Otero presidió en calidad de presidente todas las sesiones científicas celebradas por la corporación, salvo en aquellos casos en que sus viajes al extranjero y otras ocupaciones se lo impedían. En estos casos era sustituido por alguno de los vicepresidentes. Precisamente su dedicación a finales de la década de los cincuenta a la energía nuclear motivó que tuviera que dejar la presidencia de la RSEFQ. Fue elegido su sucesor en 1958 el doctor J. L. Infiesta Moreno, quien ocupó la presidencia hasta 1962. Este continuó las líneas de trabajo de su predecesor; en este sentido, desde el primer año de su gobierno (1958), se acordó otorgar dos medallas, una en física y otra en química, en vez de una sola como hasta entonces, para premiar «… la labor investigadora propia [de los asociados], su trayectoria científica y su colaboración con esta Sociedad».668 Veinte años después, en 1979, en su asamblea extraordinaria de 12 de julio, la RSEFQ decidió acabar por fin con el anacronismo de mantener en una misma corporación a dos ramas científicas que, aunque ligadas, se habían desarrollado por separado sin dificultad en las últimas décadas. En consecuencia, se constituyeron dos sociedades distintas: la Real Sociedad Española de Física y la Real Sociedad Española de Química.669 Otero ya no volvió a publicar más trabajos en los Anales desde 1958, pues su trabajo en la Junta de Energía Nuclear le absorbía todo el tiempo. No obstante, su etapa al frente de la RSEFQ revitalizó la misma desde el punto de vista organizativo e intelectual.

Académico de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales La segunda gran corporación científica de la que formó parte Otero fue la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Aunque los antecedentes más remotos de su constitución se encuentran «… en las cédulas despachadas desde Lisboa por Felipe II el 25 de diciembre de 1582»,670 fue formalmente creada por real decreto de 25 de febrero de 1847 firmado por Isabel II y refrendado por Mariano Roca de Togores, ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas.671 En el decreto se suprimía la ametropías nocturnas», con María Teresa Vigón y D. Gálvez, en Anales, 46 (A), 1950, págs. 227-230; 3) «Agudeza visual: dependencia interdimensional del test empleado», con M. Aguilar y M. Solís, en Anales, 47 (A), 1951, págs. 289-294; 4) «Astigmatismo nocturno. II», con M. Aguilar y J. Yunta, en Anales, 47 (A), 1951, págs. 295-296; 5) «Astigmatismo nocturno III. Estudio de la influencia de las características instrumentales del ojo y de la agrupación en batería de los bastones», con P. Jiménez-Landi y M. Aguilar, en Anales, 47 (A), 1951, págs. 297-302; 6) «La acomodación en la miopía nocturna», con M. Aguilar, en Anales, 49 (A), 1953, págs. 127-129; 7) «Agrupación de receptores en la perifóvea y parafóvea para bajas luminancias», con M. Aguilar y J. Yunta, en Anales, 50 (A), 1954, págs. 159-168; 8) «Miopía y convergencia binocular nocturnas», con M. Aguilar y E. Sauras, en Anales, 54 (A), 1958, págs. 139-142; y 9) «Utilización de anteojos en la visión nocturna», con M. Aguilar, en Anales, 54 (A), 1958, págs. 345-350. 668 heraS Celemín, martínez-duart y vázQuez martínez (eds.), Centenario de la Real Sociedad Española de Física, pág. 95. 669 Ibídem, pág. 12. 670 domínguez naFría, J. C., «El rey y el alto patronazgo sobre las reales academias», en El Rey. Historia de la Monarquía, Barcelona, Planeta, 2008, t. III, coord. de J. A. Escudero, págs. 306331, espec. 322. 671 torroJa y miret, J. M., «Cómo nació y cómo vive la Real Academia de Ciencias de Madrid», en Conmemoración del I Centenario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Madrid (24-30 de abril de 1949), Madrid, 1949, págs. 13-18, espec. 15.

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Academia de Ciencias Naturales, sustituida por la nueva corporación, a la que se declaraba «… igual en categoría y prerrogativas á las Academias Española, de la Historia y de San Fernando». Compuesta de inicio por treinta y seis académicos, la mitad serían elegidos por la reina por una sola vez; en lo sucesivo, la Academia «… elegirá siempre los individuos que hayan de completarla». 672 En los estatutos, aprobados el 23 de diciembre del mismo año, se establecía en el artículo primero como objeto fundamental de la Academia «… el cultivo, adelantamiento y propagación de las ciencias exactas, físicas y naturales».673 El presidente interino, marqués del Socorro, fue sustituido por el general Zarco del Valle. Bajo su presidencia, y a fin de dotar de un funcionamiento adecuado a la corporación, se la dividió en tres secciones: Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, cada una de ellas con su correspondiente presidente y secretario. La Academia estaría gobernada por el presidente y vicepresidente, y por debajo de ellos, un secretario, vicesecretario, tesorero, contador y bibliotecario.674 Desde el punto de vista científico, y en cumplimiento de los objetivos previstos en los estatutos, la Real Academia decidió formar una biblioteca mediante la suscripción a las revistas extranjeras más relevantes en el campo de las ciencias y fomentar la publicación «… de los trabajos de los académicos y de los premiados en los Concursos, que pronto se establecieron».675 Como indica Torroja y Miret, en un primer momento fue la Colección de Memorias el órgano de expresión y divulgación de esta corporación. Cuatro años después fue sustituida por la Revista de los Progresos de las Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, para más adelante convertirse en la ya consolidada Revista de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.676 La citada estructura organizativa fue la misma que se encontró Otero cuando ingresó en esta Real Academia en 1944, a los treinta y siete años de edad. Vacante una plaza por fallecimiento de Ángel del Campo Cerdán, fue propuesto al pleno de la Academia para provisionar la misma, en escrito de 29 de noviembre de 1944, por los académicos José Casares Gil, Vicente Inglada Ors y José García Siñeriz.677 Otero tuvo que presentar un amplio y cuidado currículum vítae de seis páginas en el que figuraban sus datos personales y, fundamentalmente, la descripción de su formación desde su ingreso en la Academia de Artillería de la Armada, sus estudios en el extranjero, los empleos desempeñados, así como sus trabajos de investigación publicados (catorce hasta la fecha). Por último, se hacía referencia a los artículos de otros Real decreto de 25 de febrero de 1847 de creación de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales (Biblioteca Nacional, VC/8492/16). 673 Ibídem. 674 torroJa y miret, Cómo nació y cómo vive, pág. 15. 675 Ibídem, pág. 16. 676 Ibídem, pág. 15. 677 Escrito de José Casares Gil, Vicente Inglada Ors y José García Siñeriz proponiendo a Otero para provisionar la vacante producida por fallecimiento de Ángel del Campo Cerdán: «Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Sección de Físico-Químicas. Los académicos que suscriben tienen el honor de proponer al Pleno para la provisión de la vacante producida por fallecimiento del Excmo. Sr. D. Angel del Campo Cerdán al comandante de FueRzaS naValeS d. JoSé m.ª oteRo y naVaScueS, Miembro del conSeJo SupeRioR de inVeStigacioneS cientíFicaS y SecRetaRio y JeFe de la Seccion de optica de su Instituto Alonso de Santa Cruz. Madrid, 29 de noviembre de 1944. José Casares Gil, Vicente Inglada Ors, José García Siñeriz» (Expediente de Otero de Navascués, Biblioteca de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales). 672

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Otero con S.M. el Rey Don Juan Carlos de Borbón.

científicos tanto españoles como extranjeros que citaban a Otero, casi todos respecto del descubrimiento de la miopía nocturna.678 Examinados sus méritos, y cumplidos los trámites preceptivos, la Real Academia, en sesión celebrada el 13 de diciembre de 1944, nombró a Otero miembro numerario agregado a la Sección de Ciencias Físicas.679 La solemne sesión de ingreso de Otero se celebró seis meses después, el día 6 de junio de 1945 a las seis y media de la tarde. En la mesa presidencial tomaron asiento José Casares Gil y José María Torroja, presidente y secretario de la corporación respectivamente, acompañados de Alfonso Peña, ministro de Obras Públicas, y de Pedro de Novo, presidente de la Real Sociedad Geográfica Española.680 El Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales del año 1946 reflejó el desarrollo de la sesión: Ibídem. Carta de José María Torroja, secretario general de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, a Otero, de 13 de diciembre de 1944: «La Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y naturales, en sesión celebrada el día de hoy, siguiendo todos los trámites reglamentarios, ha nombrado a V.S. Miembro Honorario suyo, agregado a la Sección de Ciencias Físicas, en la vacante ocurrida por fallecimiento del Excmo. Sr. Don Angel del Cerdán. Lo que en nombre de la Academia, me es grato comunicarle, acompañándole al propio tiempo un ejemplar de los Estatutos por que la misma se rige. Dios guarde a V.S. muchos años. Madrid 13 de Diciembre de 1944. El Secretario General. José M.ª Torroja. Señor don José María Otero Navascués» (Ibídem). 680 Diario Arriba, del 7 de junio de 1945. 678 679

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Abierta la sesión por el señor Presidente, invitó a los Académicos Numerarios Sres. Benítez y Dusmet a que introdujeran en el salón al nuevo Académico, efectuado lo cual, dió a este la palabra para leer su Discurso de ingreso. Comienza el señor Otero declarando modestamente su falta de méritos para ocupar un sillón académico y explica su designación como homenaje a las entidades a las que debe su formación científica y a aquellas en las cuales desarrolla sus actividades especulativas; en especial, a la Marina de Guerra y al Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Dedica un especial recuerdo a su antecesor en la Medalla, Excelentísimo Señor D. Ángel del Campo Cerdán, a quien no conoció personalmente, pero sí por su labor científica y docente, y pasa a desarrollar el tema de su Discurso: «Evolución de los conceptos físicos sobre el fenómeno de la visión».681

En una reseña publicada en prensa al día siguiente, se decía lo siguiente respecto del contenido más propiamente científico del discurso: … pasó a desarrollar el tema científico enunciado, desde los antecedentes que en los primeros cultivadores de las distintas teorías, a partir de los griegos hasta el mundo árabe y medieval, hasta llevar a la dióptrica ocular de Kepler, y se ocupó seguidamente de la tesis propuesta, deduciendo que así como Kepler, al encontrar las leyes que rigen el movimiento de los planetas veía en su sencillez una huella de la armonía de la obra del Creador, el investigador al ir descubriendo nuevos fenómenos que se encadenan y enlazan dando aún mayor belleza al cuadro de la filosofía natural, ha de considerar el fruto de su trabajo como un don divino que le permite levantar la punta del velo que aún oculta aspectos del plan grandioso de la creación.682

En el capítulo cuarto de esta obra se explica detenidamente la visión que tenía Otero de la ciencia, íntimamente ligada a la fe. No es este el momento de entrar en esta cuestión, pues se analizará después, pero para él eran dos conceptos inseparables, tal y como se aprecia en el discurso. Siempre proclamó sus creencias religiosas sin problema alguno y defendió la profunda conexión que él entendía existía entre ciencia y fe. Al discurso de ingreso de Otero contestó el secretario de la corporación, José María Torroja y Miret, en «… un discurso de amplio contenido científico sobre el tema óptico».683 Al ingresar en la Real Academia a Otero le correspondió la medalla n.º 16: «Finalmente, el señor Otero recibió de manos del señor Casares Gil la Medalla número 16, sentándose entre sus compañeros, en señal de toma de posesión del cargo, siendo nuevamente premiado con aplausos y felicitaciones de todos los presentes y levantándose, acto seguido, la sesión».684 Desde el primer momento de su ingreso Otero se implicó activamente en todas las actividades de la ilustre corporación que le acogía, como ya se ha visto que realizó en la Real Sociedad Española de Física y Química. No es de extrañar, pues su permanencia en 681 682 683 684

Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1946, págs. 306 y 307. Diario Arriba, del 7 de junio de 1945. Ibídem. Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1946, pág. 314.

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ambas supuso para él la posibilidad de dejar a un lado, siquiera fuera durante unas horas, sus otras ocupaciones laborales para de esta forma dedicarse a la tarea, siempre gratificante, de hablar, intercambiar opiniones y discutir amigablemente con sus colegas de profesión. Así, durante la tercera semana de julio fue enviado, junto con Eduardo Torroja, a Londres, donde la Royal Society y la Universidad de Cambridge conmemoraban el iii centenario del nacimiento de Isaac Newton. Allí recibieron «… muestras de especial aprecio y consideración para la Academia y para sus propias personas».685 Y el 17 de octubre de 1945 participó en la sesión de ingreso en la Academia de Antonio Ríus Miró. Él y otro numerario, el padre Enrique de Rafael Verhulst, fueron los encargados de introducirle solemnemente en el salón de actos.686 En 1946 ya figuraba Otero como secretario de la sección de Ciencias Físico-Químicas, presidida por Obdulio Fernández y Rodríguez. En el escalafón, sobre treinta académicos, ocupaba el puesto veintiocho. Ese año recibió Otero el encargo de pronunciar el discurso inaugural del curso 1946-1947. El 13 de noviembre tuvo lugar dicho acto, en el que tomó la palabra Otero tras la lectura de la memoria reglamentaria por el secretario general. El título de su discurso fue: «Conceptos, magnitudes y unidades fotométricas».687 En el curso siguiente, 1947-1948, es sustituido en la secretaría de la sección de Ciencias Físico-Químicas por el padre Enrique de Rafael, aunque sigue adscrito a la misma.688 El curso 1948-1949 fue el de la celebración del I Centenario de la fundación de la Real Academia. La organización de los actos conmemorativos se encomendó a Otero, el cual, según Villena, invitó «… a las más importantes personalidades de la Óptica y algunas de Física Atómica lo que le permitirá estrechar relaciones y abrir puertas a nuevos becarios».689 Por otro lado, en este curso se produjo el ingreso como académico numerario de uno de los maestros de Otero: José Antonio de Artigas Sanz. Como ya se ha relatado, fue este último quien, nada más conocer a Otero en 1929, observó la gran valía profesional y sus aptitudes científicas, ayudándole en todo aquello que pudo. También fue Artigas el que le recomendó realizar una larga estancia de formación en el extranjero nada más licenciarse en la Academia de Artillería de la Armada. Otero siempre le consideró su maestro, y así lo puso de manifiesto en su discurso de ingreso en esta misma corporación en la que ahora ingresaba Artigas. Otero tuvo el grandísimo honor y satisfacción de introducir en el salón al nuevo académico.690 Consciente de la necesidad de formación de los jóvenes investigadores, en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales se había creado la cátedra «Alonso de Cartagena» con el fin de apoyar sus primeras investigaciones mediante la concesión de las correspondientes becas. Estos trabajos debían estar dirigidos por alguno de los académicos; en ese curso Otero dirigió la investigación del joven Demetrio Santana Pérez sobre minerales radioactivos.691 685 686 687 688 689 690 691

Ibídem, 1947, pág. 294. Ibídem, pág. 277. Ibídem, 1948, págs. 279-284. Ibídem, 1949. villena, «José María Otero Navascués», pág. 4. Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1950, pág. 303. Ibídem, pág. 330.

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La vida en la Real Academia continuaba con sus actividades habituales: sesiones científicas, invitaciones a colegas extranjeros, ingresos de nuevos académicos, formación de becarios, publicaciones, etc. Precisamente, al finalizar los actos del I Centenario se publicaron unas Memorias por parte de la propia corporación. Una parte de las mismas llevaban por título Publicaciones del Centenario. Trabajos de los Académicos Numerarios, donde los académicos pudieron publicar un trabajo sobre su correspondiente especialidad. En el caso de Otero, su artículo estaba dedicado a la visión nocturna: «Sobre las causas de las ametropías naturales de la visión nocturna».692 Conforme pasaban los años, y debido al fallecimiento de algunos académicos, Otero fue subiendo en el escalafón. En el curso 1949-1950 ya se encontraba en el número 24 sobre un total de 32 académicos. De nuevo dirigió a un becario, Mariano Aguilar Rico, en sus trabajos sobre visión nocturna. Y elaboró, conjuntamente con Antonio Ríus, a petición de dos juzgados, sendos «… informes micrográficos y químicos sobre documentos a ellos sometidos».693 Resulta muy ilustrativa de su responsabilidad y minuciosidad en el trabajo la carta que con fecha 27 de noviembre de 1950 envió Otero a José María Torroja, secretario de la Real Academia. En primer lugar, se disculpaba por su ausencia en los dos próximos eventos a celebrar por la corporación, pues un viaje a Suiza y Francia por motivos de trabajo se lo impedía: «Pasado mañana salgo para Suiza y Francia y por tanto no podré asistir a la recepción de Baltá [se refería a José Baltá Elías], lo que mucho lamento. Es posible que tampoco pueda asistir, por la misma razón, a las votaciones de las vacantes en Exactas y Naturales, que creo son la semana siguiente. Le ruego también me disculpe».694 En la misma misiva detallaba a Torroja las novedades a introducir y datos a eliminar en la cita que de su persona como académico se hacía en el Anuario de la Academia: Consultando el Anuario de la Academia veo que mi cita se ha quedado algo anacrónica. En efecto, desde hace más de dos años soy Director del Laboratorio y Taller de Investigación del Estado Mayor de la Armada, la sociedad «Zur Förderung des Optischen Institutes» no existe ya, y en cambio desde hace tres años soy «regular member» de la Optical Society of America, y miembro del Instituto de Física americano. Por otro lado, en Julio me nombraron Vicepresidente de la Comisión Internacional de Optica de la Unión Internacional de Física Pura y Aplicada y desde hace tres años soy Vicepresidente de la Real Sociedad Española de Física y Química. Como estos días estará Ud. enviando las nuevas notas a la imprenta, me figuro le serán útiles estas modificaciones. Le saluda con todo afecto su buen amigo, José M.ª Otero.695 692

1949.

693

y 310.

Publicaciones del Centenario. Trabajos de los Académicos Numerarios, Serie 2.ª, n.º 10, Madrid, Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1951, págs. 302

Carta de Otero a José María Torroja, del 27 de noviembre de 1950 (Expediente Otero de Navascués, Biblioteca de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales). 695 Ibídem. 694

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La pertenencia de Otero a la Unión Internacional de Física Pura y Aplicada permitió, previa la realización de las gestiones oportunas, que se restableciera el comité español de la misma en el año 1951, del que pasaron a formar parte algunos de sus compañeros en la Real Academia: Julio Palacios, José Antonio de Artigas, José Baltá, el padre Enrique de Rafael, etc.696 En 1955, situado en el número diecinueve en el escalafón, Otero resultó elegido vicesecretario de la corporación: «Correspondía a este Curso [1954-55] la elección de Presidente, Tesorero, Contador y Vicesecretario. Para los tres primeros cargos se designaron a los Académicos que los ocupaban. Para el de Vicesecretario se procedió a la elección, proclamándose como consecuencia de ella a D. José María Otero de Navascués».697 Sustituyó en su nuevo cargo a Obdulio Fernández y Rodríguez, mientras que José Casares Gil, Agustín Marín y Luis Ceballos se mantuvieron en sus cargos de presidente, tesorero y contador, respectivamente.698 Aunque había asumido nuevas responsabilidades de gestión, no dejó nunca de publicar interesantes artículos relacionados con la óptica o de exponer en sesión pública ante sus compañeros de corporación sus últimas investigaciones. El 9 de marzo de 1955 disertó sobre «La teoría de los anteojos de observación»,699 y tiempo después acerca de «La teoría de los instrumentos de observación nocturna».700 Durante los trece años que ocupó la Vicesecretaría (1955-1968), puso «… al mejor servicio de la Academia, no solo una dedicación atenta sino las vastas relaciones internacionales que en los dos campos de actividades científicas cultivados por él, le habían granjeado singular notoriedad».701 En la medida que la Real Academia tenía entre sus ilustres miembros a un científico de la talla y reconocido internacionalmente en esos dos ámbitos, la óptica y la energía nuclear, se pudo beneficiar de los contactos de Otero. Fueron varios los científicos extranjeros que por invitación suya vinieron Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1952, pág. 304. Ibídem, 1956, pág. 384. 698 real aCademia de CienCiaS exaCtaS, FíSiCaS y naturaleS, Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Relación de Académicos, pág. 155. 699 Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1956, pág. 397. 700 Reseña publicada en la Revista de Psicología General y Aplicada (vol. 10, año 55, núm. 33, pág. 262) de una conferencia pronunciada por Otero en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales: «En la Real Academia de Ciencias, el académico numerario D. José María Otero Navasqües, Vicepresidente de la Junta de Energía Nuclear y Director del Instituto Daza de Valdés de Optica, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, pronunció una conferencia sobre el tema “La teoría de los instrumentos de observación nocturna”. Comenzó señalando la insuficiencia de las leyes de la óptica física y de la radiometría, así como de la geometría de los instrumentos, para explicar las posibilidades de percepción, singularmente de objetos pequeños y de claridad muy escasa. Esta percepción —siguió diciendo— se aclara exclusivamente con la posibilidad de asociarse los elementos receptores de la retina en grupos funcionales, cuyos tamaños varían con el esplendor del campo que circunda al blanco que va a observarse. Los trabajos de la Escuela del Instituto Daza de Valdés han permitido demostrar la existencia de estos grupos funcionales retinianos juntamente con una mejor definición de las leyes de relaciones del área de estímulo con la mínima cantidad de luz perceptible. Asimismo han permitido dar una explicación completa del funcionamiento de dichos instrumentos, así como directrices para su proyecto, con el fin de resolver un problema de observación dado» (Expediente Otero de Navascués, Biblioteca de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales). 701 lora-tamayo, M., «Intervención del Presidente de la Academia», en Homenaje al Excmo. Sr. D. José María Otero de Navascués, Madrid, 1983, págs. 31-33, espec. 31. 696

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Otero Navascués y el rey Balduino de Bélgica.

a España, visitaron la sede de la Real Academia y, en algún caso, pronunciaron una conferencia relativa a sus trabajos en el campo de la física.702 Igualmente, a lo largo de todos estos años Otero representó a la Academia en numerosos actos, reuniones científicas y congresos celebrados tanto en España como en el extranjero. En 1955 en la reunión del Comité Internacional de Pesas y Medidas celebrada en París «… en la que se trató de definir el metro».703 En 1957, a petición de la Fundación Juan March, la Real Academia eligió a varios de sus miembros para que formaran parte de los jurados que decidían las ayudas de investigación y becas de estudio de dicha Fundación. Otero, recién reelegido vicesecretario, fue designado para participar en la decisión de las de energía nuclear.704 El 17 de junio de 1959 se celebraron nuevas elecciones en la Real Academia, resultando reelegido por segunda vez Otero para el cargo de vicesecretario de la misma. El presidente de la corporación era, desde el año anterior, José Peña Boeuf y el secretario, también desde 1958, Julio Palacios Martínez.705 En 1962, ocupando el puesto número diez en el escalafón académico, fue de nuevo designado vicesecretario.706 702 Así, el 17 de abril de 1963 el profesor Víctor F. Weiskopf, director general del Centro Europeo de Investigación Nuclear de Ginebra, intervino en la sede de la Academia sobre el tema «El papel de la investigación sobre partículas elementales en el desarrollo de la Física moderna». Había sido invitado expresamente por Otero, por entonces también presidente de la Junta de Energía Nuclear (Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1964). 703 Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1957, pág. 363. 704 Ibídem, 1958, págs. 330 y 331. 705 Ibídem, 1960. 706 Ibídem, 1963.

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Sucesivas reelecciones le mantuvieron en ese cargo hasta 1968, cuando pasó a ser secretario de la Real Academia. Seguía perteneciendo a la Sección de Ciencias Físico-Químicas, pero ahora se encontraba ya en el puesto cinco del escalafón. Entre las funciones que le fueron encomendadas al asumir el nuevo cargo cabe destacar la de coordinar y redactar el Anuario en el que se resumían las actividades de la corporación y de sus miembros durante el curso anterior. Así, en el número correspondiente a 1969, que resumía las actividades del curso 1967-1968, él mismo relataba cómo se produjo su elección como secretario: «En la Junta Directiva, y por renuncia del anterior Secretario, fue elegido Secretario el que os habla, ocupando el cargo de Vicesecretario —dejado vacante con este nombramiento— don Antonio Colino López».707 Otero formó así parte de equipo directivo de la Real Academia con Julio Palacios de presidente y Antonio Ríus Miró de vicepresidente. Ese año de 1969 la Real Academia publicó un libro en homenaje a Obdulio Fernández y Rodríguez, precisamente la persona a la que Otero acababa de sustituir en la Secretaría. La razón era bien simple: se cumplían cincuenta años de su ingreso en la corporación. En esta obra Otero publicó un artículo con el siguiente título: «Reflexiones sobre las Unidades de Base del Sistema SI».708 Como encargado del Anuario, Otero se vio en la penosa obligación de incluir en el número correspondiente al año 1970 una necrológica de su maestro el profesor suizo Paul Scherrer, fallecido como consecuencia de un accidente de tráfico a punto de cumplir los ochenta años de edad. De él señalaba que «… no fue tan solo un maestro, sino también un amigo…»,709 y destacaba el especial cariño y afecto que Scherrer siempre sintió por España: «… descubrí el profundo amor de Scherrer por nuestra patria. Todo en ella le parecía digno de alabanza y ejemplo, y era proverbial el que en las reuniones de Facultad sus compañeros le dijesen: Paul, ya sabemos que esto en España se haría mucho más deprisa y mejor, pero estamos en Suiza».710 Pocos meses después, el 21 de febrero de 1970, falleció Julio Palacios, presidente de la Real Academia y amigo personal de Otero desde que terminó sus estudios en la Academia de Artillería de San Fernando. De nuevo, por tanto, tuvo que escribir una sentida necrológica de Palacios en la que no solo recordaba algunas de las virtudes personales e intelectuales que adornaron la vida de este eminente físico, sino que también hacía memoria de las circunstancias del momento en que se conocieron y su posterior relación de amistad y profesional: … mi ingreso en el Laboratorio de Investigaciones Físicas […] en el que nuestro antiguo presidente don Blas Cabrera estaba a la cabeza de un grupo de investigadores de primerísima fila, entre los que se contaban, en la rama de la Física, personalidades de la talla de Palacios y Catalán. Fui recibido con la máxima benevolencia, y bajo la dirección de Palacios empecé mis trabajos de investigación…711 Ibídem, 1969, pág. 375. En Libro homenaje al Prof. D. Obdulio Fernández y Rodríguez, con motivo del cincuentenario de su ingreso en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, págs. 177-192. 709 Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1970, pág. 388. 710 Ibídem, pág. 389. 711 Ibídem, 1971, pág. 387. 707 708

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Calificó de extraordinaria la «… influencia que este año de permanencia junto a Palacios tuvo en mi vida científica», rememoró la propuesta de aquel para su nombramiento como jefe de la Sección de Óptica del Instituto Alonso de Santa Cruz y, por último, le atribuyó el descubrimiento de que «… la miopía nocturna estudiada por nosotros encubría una parálisis de acomodación que designó con el nombre de presbicia nocturna».712 El 29 de enero de 1974 falleció el académico José García Siñeriz, por lo que Otero pasó a ocupar el número dos entre los académicos por orden de antigüedad, solo por detrás del vicepresidente de la Real Academia, Obdulio Fernández y Rodríguez.713 En 1978, por motivos de salud, Otero se vio obligado a renunciar a su cargo de secretario general de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Sin embargo, tres años antes, su destacada trayectoria científica en los diferentes campos en los que trabajó Otero (óptica, energía nuclear, metrología) fue merecedora, a juicio de sus compañeros de corporación, de la más alta distinción que concedía esta ilustre casa científica: la medalla Echegaray. La medalla fue instituida en 1905, en honor de su presidente, José Echegaray, como un premio al mérito científico. Las bases para la concesión de este galardón, a entregar cada tres años, se aprobaron en la sesión ordinaria celebrada el 27 de febrero de 1907. Solo once personas habían recibido la medalla, algunos de ellos galardonados incluso con el premio Nobel. El anterior a Otero fue Obdulio Fernández y Rodríguez. De acuerdo a lo previsto en las citadas bases, se designó a tres académicos para que junto al presidente y al vicesecretario, en funciones de secretario, eligieran al nuevo galardonado. Estas cinco personas fueron las siguientes: Antonio Colino López, Antonio Romañá y Antonio Almela Samper, en calidad de académicos; Manuel Lora-Tamayo, presidente, y José María Torroja, vicesecretario. Se reunieron el día 18 de diciembre de 1974 en la sede de la Real Academia, y se produjo una total «… unanimidad en considerar merecedor de tal distinción a D. José María Otero Navascués, Secretario perpetuo de esta Real Academia de Ciencias, acordándose redactar el correspondiente dictamen, que se sometió el día 26 de febrero de 1975 al acuerdo definitivo del Pleno de la Asamblea».714 La sesión de entrega de la medalla Echegaray a Otero se celebró el 21 de mayo de 1975. El acto comenzó con la lectura de un discurso laudatorio de Otero por parte de Antonio Colino. Repasó toda su vida profesional desde su ingreso en la Academia de Artillería de la Armada hasta la fecha del acto: sus estudios, su ímpetu creador, sus múltiples cargos, sus investigaciones, etc. No obstante, fue al final del discurso cuando Colino pronunció sus palabras más emotivas: Creo, sinceramente, que es imposible valorar la inmensa repercusión que ha tenido y tendrá la obra de José María Otero en la Ciencia y en la Técnica españolas: la amplitud y la profundidad de todas estas actividades de José María Otero, agran712 713 714

Ibídem, pág. 392. Ibídem, 1975. Ibídem, 1976, pág. 439.

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dadas por su efecto multiplicador y catalítico son tan colosales, que aún sus propios colaboradores más directos han de renunciar a estimarla y únicamente han de sentir un gran agradecimiento y una profunda admiración por la misma.715

Y concluyó ahondando aún más en la excelencia y grandeza de la figura del premiado: La Real Academia de Ciencias al adjudicar la Medalla Echegaray a José María Otero, reconociendo sus extraordinarios méritos científicos le ha honrado con una de sus más preciadas distinciones, pero no puedo dejar de proclamar con el mayor énfasis posible, que a partir del día de hoy no se podrá olvidar, para el mayor prestigio de la Medalla y mayor honor de los que la reciban, que la xii Medalla la ostenta una de las más altas cumbres de la Ciencia española, el Excmo. Sr. D. José María Otero Navascués, Marqués de Hermosilla, que hizo fecunda su sabiduría sacrificando apasionadamente su vida por enaltecer a su patria, España […] He dicho.716

La medalla le fue impuesta por su amigo Manuel Lora-Tamayo, presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. En 1978, como queda dicho, Otero renunció por motivos de salud a la Secretaría General de la Real Academia. Presentaba su dimisión en carta dirigida a Lora-Tamayo el 26 de octubre; en esta misiva agradecía a sus compañeros de corporación la ayuda prestada y sentía no poder seguir en el cargo: Excmo. Sr. Mi falta de salud me impide la dedicación que requiere la Secretaría General de la Real Academia de Ciencias, por lo que, muy a mi pesar, me dirijo a V.E. para presentarle mi dimisión del cargo de Secretario Perpetuo, para el que la Corporación me eligió en mayo de 1968. Quiero expresar a V.E. y a todos mis compañeros de Academia mi gratitud por su eficaz ayuda y comprensión a lo largo de estos años, a la vez que mi sentimiento por no poder corresponder con mi trabajo al honroso encargo que me confiaron. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 26 de octubre de 1978. Firmado: José M. Otero.717

El 30 de noviembre Lora-Tamayo respondió a Otero, en una carta llena de cariño y afecto, expresándole su más sincero agradecimiento por la labor prestada, a la vez que lamentaba su decisión, aunque la comprendía perfectamente. Ensalzaba su dedicación «… hasta el límite de tu resistencia…» al Instituto de Óptica y a la Junta de Energía Nuclear, y finalizaba deseándole una pronta recuperación con la ayuda de Dios: «Pero si has de pensar de tejas arriba, tú, que eres hombre de fe y de piedad, puedes superar Discurso de Antonio Colino, en el acto de concesión de la Medalla Echegaray a José María Otero Navascués, el 21 de mayo de 1975 en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, pág. 10 (el discurso se recoge íntegro en el Apéndice Documental como doc. n.º 4). 716 Ibídem, págs. 10 y 11. 717 Carta de Otero a Manuel Lora-Tamayo, presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, de 26 de octubre de 1978 (Expediente Otero de Navascués, Biblioteca de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales). 715

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los trances que estás viviendo, ofreciéndolos al Padre que, por serlo, nos considera y bendice por cada una de las espinas que se nos van clavando en el acontecer de los días. Todo es nada para lo que le debemos».718 El mismo día, el vicesecretario de la Academia, José María Torroja, enviaba otra carta a Otero en la que le comunicaba la decisión unánime del pleno de la corporación de nombrarle secretario general perpetuo honorario de la misma.719 Fue Torroja quien sustituyó a Otero como secretario de la Academia desde el 25 de abril de 1979. Otero figuró a partir de entonces en los Anuarios como secretario general perpetuo honorario. En el número de 1983, correspondiente al curso académico anterior, 1981-1982, y debido al fallecimiento del decano o académico más antiguo, Obdulio Fernández y Rodríguez, Otero ya figuraba en el número uno del escalafón por antigüedad.720 Fue el último Anuario en el que apareció Otero como miembro de la Academia. En el número de 1984 su nombre figuraba en el apartado de «Altas y Bajas»; concluía la noticia de su fallecimiento así: «Y como tal creyente entregó su alma a Dios el día 9 de marzo de 1983».721 La Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales quiso rendir un último y póstumo homenaje a quien había sido uno de sus más ilustres miembros. El 20 de abril, a las siete de la tarde, se celebró en la iglesia de las Madres Mercedarias una eucaristía por el eterno descanso del alma de Otero. Y a continuación, en la sede de la Academia, una sesión necrológica en su memoria. En ambos actos estuvo presente la viuda de Otero, María Teresa Domínguez.722 Por último, hay que indicar que Otero también formó parte de otras dos corporaciones académicas, una española y otra extranjera. En la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona ingresó en calidad de académico correspondiente por acuerdo de su Junta General en su reunión del 21 de marzo de 1941 y se decidió su adscripción a la Carta de Manuel Lora-Tamayo a Otero, de 30 de noviembre de 1978 (Expediente Otero de Navascués, Biblioteca de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales). Íntegra en Apéndice Documental como doc. n.º 5. 719 Carta de José M.ª Torroja a Otero, de 30 de noviembre de 1978, comunicándole su nombramiento como secretario general perpetuo honorario de la Academia: «Excmo. Sr. El Pleno reunido el día de ayer tuvo conocimiento del escrito de V. E. en el que manifiesta su deseo de cesar como Secretario General Perpetuo de esta Real Academia. El Pleno lamenta esta decisión, y en especial los motivos que le ha llevado a adoptarla. Acordó expresar a V.E. su agradecimiento por la labor que ha desarrollado en la Secretaría, que no es sino una muestra más de su permanente dedicación al servicio de España, a lo largo de toda una vida de trabajo. Como muestra de este agradecimiento, el Pleno de la Academia acordó por unanimidad nombrar a V.E. SECRETARIO GENERAL PERPETUO HONORARIO de la Corporación. Lo que tengo el honor de comunicar a V.E. para su cocimiento y satisfacción. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 30 de noviembre de 1978. EL VICESECRETARIO. Excmo. Sr. D. José M.ª Otero de Navascués» (Expediente Otero de Navascués, Biblioteca de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales). 720 Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1983. 721 Ibídem, pág. 1984. 722 Carta de Manuel Lora-Tamayo a María Teresa Domínguez, del 13 de abril de 1983: «Excma. Sra. D.ª María Teresa Domínguez. Vda. de Otero. Alfonso XII, 32. Madrid. Querida María Teresa: El próximo día 20 de abril, a las siete de la tarde, nuestra Academia ofrecerá una Misa por el eterno descanso del alma de José M.ª, en la iglesia de Madres Mercedarias, Valverde 15, esquina a Puebla. Al terminar ésta, se celebrará una Sesión Necrológica en su memoria, para la cual te incluyo varias invitaciones, a fin de que puedas distribuirlas entre tus relaciones. Con el afecto de siempre te abraza, Manuel Lora-Tamayo» (APJON). 718

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Comisión de Física.723 Y, en 1966, resultó elegido miembro vorrespondiente de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires.724

Otros cargos y nombramientos en el ámbito científico El criterio y sentido común de Otero, amén de sus conocimientos, también fueron aprovechados por otros organismos oficiales que tuvieron a bien contar con él entre su equipo directivo y asesor. En la mayoría de los casos se trató de organismos pertenecientes al Consejo Superior de Investigaciones Científicas; en otros, a ministerios o a institutos dependientes de estos. Su incorporación a los mismos se produjo fundamentalmente en las décadas de los años cuarenta y cincuenta, cuando Otero se encontraba en la plenitud de su vida física y profesional. Se requirieron sus servicios para puestos, empleos o encargos de variada índole, pero siempre relacionados con el ámbito científico. Sin afán alguno de hastiar al lector, ni tampoco con la intención de abrumarle, justo es reconocer la descollante figura científica de Otero mediante la relación de algunos de esos nombramientos recibidos. Así, el 2 de octubre de 1942, el secretario general del CSIC, José María Albareda, comunicaba a Otero su nombramiento como vocal del tribunal que habría de juzgar los trabajos presentados al premio Francisco Franco 1942 de Ciencias.725 Al año siguiente fue nombrado vocal de las secciones Alfonso el Sabio y Juan de la Cierva del CSIC.726 En 1944 se le anunciaba que pasaría a formar parte de una ponencia encargada de estudiar la «… nueva organización, modalidades económicas y régimen administrativo que exige el desarrollo del Instituto “Leonardo Torres Quevedo”».727 Tras los pertinenCarta a Otero de 22 de marzo de 1941: «Esta Real Academia, en Junta general celebrada en el día de ayer, eligió a V.S. Académico correspondiente de la Comisión de Física. Lo que nos complacemos en participar a V.S., incluyéndole el diploma y un ejemplar de los Estatutos y Reglamento vigentes, y rogándole se sirva acusar recibo de esta comunicación a los efectos consiguientes. Dios guarde a V.S. muchos años. Barcelona, 22 de marzo de 1941. El Presidente. El Secretario general. Sr. D. José M.ª Otero Navascués» (APJON). 724 Historial Profesional de D. José M.ª Otero de Navascués, Madrid, noviembre de 1970 (Ibídem). 725 Carta de José María Albareda a Otero, de 2 de octubre de 1942: «Ministerio de Educación Nacional. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Tengo el honor de comunicar a V.S. que en la sesión del Consejo Ejecutivo de este Consejo Superior de Investigaciones Científicas celebrada el día 29 de septiembre último se acordó nombrar a V.S. Vocal del Tribunal que bajo la Presidencia del Excmo. Sr. D. Aureo Fernández Avila y con los Vocales D. Manuel Lora, D. Gonzalo Ceballos y D. Angel Santos ha de juzgar los trabajos presentados al Premio Francisco Franco 1942 de Ciencias y a los dos premios de cinco mil pesetas de la misma disciplina. Lo que de orden de Excmo. Sr. Presidente comunico a V.S. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V.S. muchos años. Madrid, 2 de octubre de 1942. Firmado: José M.ª Albareda. Secretario General. Ilmo. Sr. D. José María Otero» (Ibídem). 726 Carta de José María Albareda a Otero, de 9 de abril de 1943: «Ministerio de Educación Nacional. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Me honro en comunicarle que por Decreto de 10 de febrero del corriente año, ha sido nombrado V.E. Vocal de la Sección “Alfonso el Sabio” y “Juan de la Cierva”, de este Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 9 de abril de 1943. Firmado: José M.ª Albareda. Secretario General. Excmo. Sr. D. José M.ª Otero Navascués» (Ibídem). 727 Carta a Otero, de 1 de julio de 1944: «Ministerio de Educación Nacional. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En la sesión del Consejo Ejecutivo de este Superior de Investigaciones Científicas celebrada el día 28 del pasado mes de junio, se acordó constituir una Ponencia formada por V.I. y los señores D. Aureo Fernández Ávila y D. Manuel Lora Tamayo, juntamente con el Director y el Vicedirector del Instituto “Leonardo Torres Quevedo”, 723

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tes estudios realizados por los tres miembros de esta ponencia (Otero, Lora-Tamayo y Fernández Ávila), se decidió en 1945 constituir una Comisión Gestora del Instituto de la que también fue designado Otero como vocal.728 Otero era ya uno de los científicos más prestigiosos de España, a pesar de no haber cumplido todavía cuarenta años. Sin duda, el descubrimiento junto a su equipo del fenómeno de la miopía nocturna, y la resonancia mundial del mismo contribuyó a ello en gran medida. Sin embargo, tenía unas cualidades innatas que le hicieron destacar sobre el resto: empuje, inteligencia, visión de futuro, etc. De ahí que se convirtiera en imprescindible en el organigrama interno del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, para el que de nuevo fue requerido en 1945. En este caso, como miembro del consejo técnico asesor permanente del Patronato Juan de la Cierva Codorniú: Ministerio de Educación Nacional. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Patronato Juan de la Cierva. Excmo. Sr: En virtud de lo que establece el art. 15 del Reglamento del Patronato «Juan de la Cierva Codorniú» del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, previo acuerdo de la Junta de Gobierno, se nombra a V.E., por un período de tres años, Vocal del Consejo Técnico Asesor Permanente, del mismo, que ha de quedar constituido por personalidades destacadas en la investigación y la técnica. Dios guarde a V.I. muchos años. Madrid, 31 de agosto de 1945. EL PRESIDENTE, Firmado: Juan Antonio Suanzes. Excmo. Sr. D. José M.ª Otero Navascués».729

También tuvo Otero el honor de ser nombrado miembro del Comité de Redacción de la revista Arbor, editada por el CSIC, en la que tantas veces publicó sus trabajos.730 En 1947, por decreto de 27 de mayo, fue designado miembro del consejo de administración de la sociedad anónima Experiencias Industriales del Instituto Nacional de Industria (INI), creado seis años antes. El presidente, Joaquín Planell, firmaba el 24 de diciembre la carta en la que le anunciaba que representaría al INI en dicha sociedad en virtud de la participación accionarial del primero en la segunda.731 para que estudie la nueva organización, modalidades económicas y régimen administrativo que exige el desarrollo del Instituto “Leonardo Torres Quevedo”. Lo que de orden del Excmo. Sr. Presidente tengo el honor de comunicar a V.I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V.I. muchos años. Madrid, 1 de julio de 1944. Ilmo. Sr. D. José M.ª Otero Navascués» (Ibídem). 728 Carta a Otero de José María Albareda, de 27 de marzo de 1945: «Ministerio de Educación Nacional. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En la sesión del Consejo Ejecutivo de este Superior de Investigaciones Científicas celebrada el día 26 del actual, se acordó nombrar una Comisión Gestora del Instituto “Leonardo Torres Quevedo” y designar a V.E. Vocal de la misma. Lo que de orden del Excmo. Sr. Presidente comunico a V.E. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 27 de Marzo de 1945. Firmado: José M.ª Albareda. Secretario General. Excmo. Sr. Don José M.ª Otero Navascués» (Ibídem). 729 Carta de Juan Antonio Suanzes a Otero, de 31 de agosto de 1945 (Ibídem). 730 Carta a Otero, de 18 de mayo de 1945: «Ministerio de Educación Nacional. Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Ilmo. Señor: Por encargo expreso del Excmo. Sr. y Revdmo. Sr. Obispo de Túy, Director de “Arbor”, tengo el honor de comunicar a V.I. su designación para el Comité de redacción de la revista “Arbor”, que se reunirá dos veces cada mes, los días 5 y 20, no siendo festivos. Lo que comunico a V.I. para su conocimiento y efectos consiguientes. Dios guarde a V.I. muchos años. Madrid, 18 de mayo de 1945. Ilmo. Sr. D. José M.ª Otero y Navasqües» (Ibídem). 731 Carta de Joaquín Planell, presidente del INI, a Otero, del 24 de diciembre de 1947: «Instituto Nacional de Industria. En atención a las circunstancias que concurren en V.S., el Consejo de Administración de este Instituto ha acordado designarle para ser nombrado Vocal del Consejo de Administración de “Experiencias Industriales, S.A.”

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Año tras año Otero iba acumulando más responsabilidades y, por tanto, más trabajo. En 1948 fue nombrado presidente del patronato Diego de Saavedra Fajardo de Estudios Internacionales del CSIC.732 Fue precisamente este patronato el que le propuso para ser elegido vocal del Consejo Ejecutivo del CSIC, lo que ocurrió en la reunión del pleno de este último celebrada el 26 de enero de 1949. Otero ingresaba así en el máximo órgano de gobierno del CSIC, lo que supuso un éxito personal y, lo más importante, la posibilidad de influir en la política científica a desarrollar por este organismo.733 Nuevos nombramientos se sucedieron en años sucesivos. En 1950, con la previa conformidad de la Presidencia del Gobierno, se le nombró miembro del Comité Directivo del Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales fundado por el INI.734 Seis meses más tarde, otra vez acudía el INI a Otero para que le representara en el Consejo de Administración de la Empresa Nacional de Óptica, próxima a constituirse.735 En 1951 se le nombraba presidente del Consejo Nacional de Física, en representación de la participación accionarial de este organismo en la indicada Sociedad, según lo dispuesto por el Decreto de la Presidencia del Gobierno fecha 27 de mayo último. Lo que me complazco en comunicar a V.S. significándole que esta designación ha sido aceptada por el Excmo. Sr. Ministro de Marina. Dios guarde a V.S. muchos años. Madrid, 24 de Diciembre de 1947. EL PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL DE INDUSTRIA. P. O. Joaquín Planell. Sr. D. José María Otero Navascués» (Ibídem). 732 Carta a Otero del 29 de mayo de 1948: «Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Presidencia. En la sesión del Consejo Ejecutivo de este Superior de Investigaciones Científicas celebrada el día 24 del actual, se acordó nombrar a V.E. Presidente del Patronato “Diego de Saavedra Fajardo”, de este Consejo. Lo que comunico a V.E. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 29 de Mayo de 1948. Excmo. Sr. Don José M.ª Otero Navascués» (Ibídem). 733 Carta a Otero del 31 de enero de 1949: «Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Presidencia. En la sesión del Pleno de este Consejo Superior de Investigaciones Científicas celebrada el día 26 del actual, a propuesta del Patronato “Diego de Saavedra Fajardo” de Estudios Internacionales, se acordó designar a V.E. Vocal del Consejo Ejecutivo de dicho Organismo, en representación del citado Patronato. Lo que comunico a V.E. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 31 de Enero de 1949. Excmo. Sr. Don José M.ª Otero Navascués» (Ibídem). 734 Carta de Joaquín Planell, presidente del INI, a Otero, del 11 de abril de 1950: «Instituto Nacional de Industria. En atención a las circunstancias que concurren en V.S., el Consejo de Administración de este Instituto ha acordado, previa conformidad de la Presidencia del Gobierno, ya otorgada al efecto, nombrarle para formar parte del Comité Directivo del Centro de Estudios Técnicos de Materiales Especiales, constituido recientemente por este Organismo. Lo que me complazco en comunicarle, en la seguridad de que la valiosa cooperación de V.S. contribuirá al mejor éxito de los trabajos encomendados al Centro en cuestión. Dios guarde a V.S. muchos años. Madrid, 11 de abril de 1950. EL PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL DE INDUSTRIA, P. O. Joaquín Planell. SR. D. JOSÉ MARÍA OTERO DE NAVASQÚES. DIRECTOR DEL LABORATORIO Y TALLER DE INVESTIGACIÓN DEL ESTADO MAYOR DE LA ARMADA» (Ibídem). 735 Carta de Joaquín Planell a Otero, de 27 de noviembre de 1950: «Instituto Nacional de Industria. En atención a las circunstancias que concurren en V.S., el Consejo de Administración de este organismo ha acordado, en sesión celebrada el día 15 del actual, designarle, previa conformidad ya otorgada por el Excmo. Sr. Ministro de Marina, para ser nombrado Vocal representante del Instituto en el Consejo de Administración de la “Empresa Nacional de Óptica, S.A.”, próxima a constituirse. Lo que me complazco en comunicarle en la seguridad de que la valiosa cooperación de V.S. contribuirá al éxito de los trabajos que se encomienden a dicha Empresa. Dios guarde a V.S. muchos años. Madrid, 27 de noviembre de 1950. EL PRESIDENTE DEL INSTITUTO NACIONAL DE INDUSTRIA. P. O., Joaquín Planell. SR. D. JOSÉ MARÍA OTERO NAVASQÚES» (Ibídem).

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con una gratificación anual de doce mil pesetas a percibir desde el 1 de enero del año siguiente.736 Mención aparte merece el nombramiento de Otero en 1953 como vicepresidente del Comité Ejecutivo de la Comisión Nacional Española de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). La Convención constitutiva de esta fue signada en Londres el 16 de noviembre de 1945, pero España no fue admitida como miembro de la organización hasta 1952. Fue en la Asamblea General celebrada en Londres cuando España fue aceptada y pasó a firmar la señalada Convención. El ingreso de España en este organismo supuso, en todo caso, un importante espaldarazo político para el Gobierno español. Hay que tener en cuenta que aunque por entonces ya se habían retirado las sanciones internacionales impuestas en 1946, España no ingresó en la ONU hasta 1955. En el articulado de la Convención de la Unesco se preveía la creación en cada uno de los estados miembros de una comisión nacional que fuera el órgano de enlace entre aquellos y la propia Unesco. En virtud de ello, el Gobierno español procedió a constituir dicha comisión a través del decreto de 20 de febrero de 1953.737 Su artículo segundo preveía que la misma quedase integrada por una Asamblea, un Comité Ejecutivo y un Secretariado. Por lo que aquí interesa, el Comité Ejecutivo tenía como funciones «… asegurar la continuidad de las actividades de la Comisión Nacional en los intervalos de las sesiones de la Asamblea; estudiar los proyectos de programa y presupuesto establecidos por el Consejo Ejecutivo de la Unesco […] y preparar con este objeto un informe para la Asamblea de la Comisión Nacional. […] También podrá el Comité Ejecutivo convocar de modo extraordinario la Asamblea General».738 El Comité Ejecutivo fue creado por orden de la Presidencia del Gobierno de 5 de mayo de 1953. Pedro Laín Entralgo, rector magnífico de la Universidad de Madrid, fue elegido presidente, y Otero vicepresidente.739 Junto a ellos, personalidades de la talla de Alfredo Sánchez Bella, José Luis Villar Palasí o Florentino Pérez Embid. En todos los casos, estos nombramientos se produjeron previo acuerdo entre el Ministerio de Asuntos Exteriores y el de Educación Nacional.740 736 Carta de José Royo a Otero, vicesecretario del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de 31 de diciembre de 1951: «Consejo Superior de Investigaciones Científicas. En la sesión de la Comisión Permanente de este Consejo Superior de Investigaciones Científicas celebrada el día 17 del actual, se acordó designar a V.E., como Presidente del Consejo Nacional de Física, la gratificación anual de DOCE MIL (12.000) pesetas, que percibirá a partir del día primero de Enero del año próximo. Lo que de orden del Excmo. Sr. Presidente comunico a V.E. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 31 de Diciembre de 1951. Firmado: José Royo. Vicesecretario. Excmo. Sr. D. José M.ª Otero Navascués» (Ibídem). 737 Decreto de 20 de febrero de 1953 por el que se constituye la Comisión Nacional Española de la Unesco (BOE, núm. 97, de 7 de abril de 1953, págs. 1863-1864). 738 Ibídem, pág. 1863. 739 Orden de 5 de mayo de 1953 por la que se constituye el Comité Ejecutivo de la Comisión Española de la Unesco (BOE, núm. 128, de 8 de mayo de 1953, pág. 2635). 740 El 9 de mayo de 1953 el subsecretario del Ministerio de Educación Nacional comunicaba a Otero su nombramiento: «MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL. Sección central de Asuntos Generales. Excmo. Sr. Por Orden de la Presidencia del Gobierno, fecha 5 del actual publicada en el Boletín Oficial del Estado del 8, ha sido V.E. nombrado Vicepresidente del Comité Ejecutivo de la Comisión Nacional Española de la UNESCO. Dios guarde a V.E. muchos años. Madrid, 9 de mayo de 1953. EL SUBSECRETARIO. Excmo. Sr. D. José M.ª Otero Navascués» (APJON).

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Otero ocupó este cargo durante tres años y medio. Durante este tiempo el Comité Ejecutivo se reunió, tal y como preveía el articulado del decreto de 20 de febrero de 1953, dos veces al año. Sin embargo, en 1956 Otero decidió abandonar la Vicepresidencia del Comité Ejecutivo de la Comisión Española de la Unesco. Presentó sus excusas y motivó su dimisión ante los dos ministerios interesados, cuyos titulares no pusieron ninguna objeción. El 11 de octubre de 1956 el secretario general técnico del Ministerio de Educación Nacional escribió a Otero para poner en su conocimiento que ambos ministros habían estimado las razones por él aducidas para abandonar el cargo y, en consecuencia, aceptaban su dimisión.741 Un entusiasta del trabajo como lo era Otero emprendió en 1956, junto con otro reducido grupo de científicos tan apasionados como él, una nueva pero modesta empresa: el Comité Español de Iluminación. Antonio Corróns relata cómo en 1956 «… un grupo de científicos y luminotécnicos se reunieron en el Instituto de “Óptica Daza de Valdés” y decidieron fundar el Comité Español de Iluminación (C.E.I.), eligiendo a J. A. Artigas como Presidente de Honor y a José M.ª Otero Navascués como primer Presidente».742 La primera reunión oficial del Comité tuvo lugar dos años más tarde, lo que manifiesta las dificultades de organización y financiación por las que pasó en los primeros momentos. Así, el 1 de mayo de 1958 se reunieron, bajo la presidencia de Otero, las siguientes personas: Manuel Casal, Salvador Pérez Cutillas, Severino Bello, Enrique Castell, Martín Arrúe, Lorenzo Plaza, José Luis Sagrera y Juan Lillo. De todas ellas, y a pesar de lo que pudiera parecer al figurar Otero de presidente y existir además un presidente de honor, fue Lorenzo Plaza quien dirigía efectivamente el Comité Español de Iluminación. Otero, saturado de trabajo en la Junta de Energía Nuclear, fue en realidad una especie de presidente nominal del Comité.743 No obstante, en los dos años transcurridos entre la toma de la decisión de constituir el Comité y la primera reunión oficial, Otero y los otros miembros del CEI habían trabajado en favor del reconocimiento internacional del mismo, así como en dotarle de una estructura interna adecuada a sus humildes objetivos. El prestigio y las buenas maneras de Otero fuera de nuestras fronteras debieron de causar el efecto deseado, pues ese 1 de mayo informó a sus compañeros del CEI de la carta recibida de monsieur Chappat, secretario adjunto del Comité Central de la CIE (Comission Internationale de l’Eclairage) en la que le comunicaba la decisión favorable de la misma 741 Carta a Otero del secretario general técnico del Ministerio de Educación Nacional, de 11 de octubre de 1956: «MINISTERIO DE EDUCACIÓN NACIONAL. Ilmo. Sr.: Con esta fecha los Excmos. Srs. Ministros de Asuntos Exteriores y de Educación Nacional me comunican lo que sigue: «Ilmo. Sr.: Estimando las razones aducidas por el Ilmo. Sr. D. José María Otero Navascués,= Estos Ministerios han tenido a bien aceptar la dimisión presentada por dicho señor de su cargo de Vicepresidente del Comité Ejecutivo de la Comisión Nacional Española de Cooperación con la U.N.E.S.C.O., agradeciéndole los servicios prestados». Lo que traslado a V.I. para su conocimiento y demás efectos. Dios guarde a V.I. muchos años. Madrid, 11 de octubre de 1956. EL SECRETARIO GENERAL TÉCNICO. Ilmo. Sr. D. José María Otero Navascués» (Ibídem). 742 CorrónS rodríguez, A., «Nacimiento y primeros pasos del Comité Español de Iluminación», en Revista Luces CEI, Madrid, 2006, n.º 31, págs. 1-4, espec. 1. 743 El propio Antonio Corróns Rodríguez, vicepresidente del Comité Español de Iluminación, le comentó esta circunstancia al autor de esta obra en conversación telefónica mantenida el 23 de octubre de 2008.

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a la admisión en su seno del Comité Español de Iluminación como miembro de pleno derecho. Además, en la misma reunión del primer día del mes de mayo se aprobó la organización interna del CEI en la que se había estado trabajando: «… se forman las siguientes comisiones dentro del Comité: Normalización, Laboratorios, Información, Alumbrado Público y Artístico y Presupuestos». Como señala Corróns, «admirable voluntad de trabajo, si se tiene en cuenta el número de socios en aquel momento».744 Sobre esos mismos socios fundadores recayó el peso de la financiación inicial del Comité. Así, el presupuesto previsto para 1958, 60.500 pesetas, se cubrió mediante aportaciones personales de los socios, a razón de 6.000 pesetas cada uno de ellos. No obstante, pronto consiguieron algunos patrocinadores, como el Daza de Valdés, la Dirección General de Protección de Vuelos, el Ayuntamiento de Madrid y Benito Delgado.745 Quince años permaneció Otero como presidente del Comité Español de Iluminación: 1958-1971. Con todo, ya se ha escrito que fue una presidencia simbólica u honorífica, pues Lorenzo Plaza fue el director de facto del Comité. En esos tres quinquenios se fueron incorporando nuevos socios y se incrementaron notablemente los medios materiales y, por primera vez, una delegación española asistió a la Asamblea General de la Comission Internationale de l’Eclairage celebrada en Washington en 1967. En ella se aprobó la candidatura de España como sede de la siguiente Asamblea General, a celebrar en 1971.746 Barcelona acogió ese año a los participantes en la xvii Asamblea de la CIE. Rosendo Pich Solarich, presidente de la comisión organizadora de la reunión, recibió todo tipo de felicitaciones por el éxito organizativo. Sin embargo, meses después, en la Junta del Comité se comentó también «… la falta absoluta de comunicaciones técnicas por parte de los delegados españoles…» en la reunión de Barcelona.747 Concluido el congreso de Barcelona, dimitió la Junta del Comité Español de Iluminación presidida por Otero. Dejaba el Comité con más de doscientos socios, lo cual, según escribió Corróns en 2006, «… da una clara idea del esfuerzo y de la excelente labor realizada por sus fundadores. Pusieron una semilla que germinó felizmente y ha dado lugar al frondoso árbol que es hoy, cincuenta años después, el Comité Español de Iluminación».748

un CientíFiCo del Siglo xx No se puede entender la vida científica española entre los años 1940 y 1980 sin destacar, con grandes titulares, las aportaciones a la misma de José María Otero Navascués. En estos comienzos del siglo xxi, son hoy todavía muchos los científicos, en especial los mayores, quienes recuerdan la persona y obra de Otero. Incluso entre CorrónS rodríguez, Nacimiento y primeros pasos del Comité Español de Iluminación, pág. 2. Ibídem. 746 Ibídem, págs. 2 y 3. 747 Ibídem, págs. 3 y 4. 748 A Otero le sucedieron en la presidencia del Comité Español de Iluminación, hasta la fecha en que se escriben estas líneas, Rosendo Pich, Juan Tendero y Fernando Ibáñez (Ibídem, pág. 4). 744

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los discípulos de quienes le conocieron y trabajaron con él, sobre todo en el ámbito de la óptica y de la energía nuclear, su nombre es hoy todavía recordado con auténtico respeto y afecto. Sin embargo, lo más objetivo a la hora de valorar su obra científica es acudir a los testimonios de los primeros, es decir, de quienes fueron sus compañeros y discípulos. Y lo primero que cabe decir es que no se ha encontrado comentario, aseveración o anotación alguna en la que se vierta el más mínimo reproche a lo realizado por Otero, a su forma de trabajar o a su trato con el personal que estuvo bajo su dirección. Al contrario, todo son parabienes, elogios y admiración. Como primer botón de muestra las últimas palabras de Leonardo Villena en un artículo publicado tres meses después del fallecimiento de Otero con el título de «José María Otero, un científico internacional»: Es evidente que los resultados obtenidos por Otero son enormemente superiores a los medios puestos a su disposición. Fue el gran promotor e impulsor de la Física española. Rompió el aislamiento impuesto a España y nos abrió tempranamente los círculos más importantes en ciencias físicas y tecnología. Hizo posible que miles de personas (titulados y auxiliares) completaran su formación gracias a las líneas de trabajo que él abrió o impulsó con clarividencia, decisión y tenacidad. Además de sus publicaciones científicas (solo o con colaboradores), buena parte de las cuales tuvieron una gran trascendencia mundial, promovió, alentó e hizo posible cientos de trabajos de investigación de relevante importancia. Son numerosas las patentes cuyo crédito indirecto hay que atribuirle a él. Su dominio de los idiomas modernos y su minuciosidad nos forzaban a iniciar cualquier tema con un total dominio bibliográfico. Su gran intuición le permitía anticipar los resultados y sugerirnos el dispositivo experimental para demostrarlos. Su honestidad, vertida en la ciencia, nos llevaba a insistir en los experimentos hasta estar seguros y a rectificar cuando era necesario. Así puede resumirse su incansable interés por las cosas y por las personas y su enorme y constante esfuerzo por la innovación científica y tecnológica de España.749

Como colofón, Villena clamaba por no olvidar nunca a Otero y su obra como modelo para futuros investigadores: «Las generaciones futuras no deben olvidar esta gran figura de la Ciencia española que quemó su vida en aras de ella y la puso en pie de igualdad con la de muchos países adelantados».750 En otro artículo publicado un año después, el mismo Villena comparó a Otero con otros grandes científicos españoles de su época: Lora-Tamayo en química, Suanzes en tecnología o Albareda en la política científica general o en ciencias naturales. Sin embargo, de todos ellos, indicaba Villena, «… Otero era el más imaginativo, el más arriesgado y el más tenaz. Titán inteligente y esforzado, pasó como un meteoro quemando prerrogativas y rutinas antiguas y poniendo en marcha a todo el mundo».751 Hay quien pudiera calificar de desmedida o inmoderada, por la loa general a Otero que se aprecia en sus palabras, la opinión que de él tuvo otro de sus colaboradores, 749 750 751

villena, «José María Otero, un científico internacional», pág. 108. Ibídem. villena, «José María Otero Navascués», pág. 1.

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Octavio Roncero. No obstante, la unanimidad de sus allegados en sus apreciaciones desmiente cualquier posibilidad en este sentido. En 1974, todavía en vida de Otero, publicó Roncero en el diario Arriba una semblanza personal y profesional con ocasión del cese de Otero en la Junta de Energía Nuclear. El título era bien elocuente: «Un soldado de la ciencia». Comenzaba de la siguiente manera: Ha cesado como Presidente de la Junta de Energía Nuclear por motivos de salud, uno de los «padres» de la investigación española contemporánea, don José María Otero Navascués, tal vez el científico con más garra de los últimos tiempos, empecinado en dotar a España de una cobertura investigadora a nivel de sus realidades presentes y de su futuro.752

A continuación, destacaba la entrega incondicional de Otero, incluso a costa de su salud, en pro de la ciencia española: Ha cesado el presidente de la Junta de Energía Nuclear, el hombre prodigioso que supo hacer, día a día, añicos su salud y su alma entera en una entrega fervorosa a la investigación científica, desde sus propios trabajos hasta su labor como organizador y creador de centros y grupos científicos. Todas las grandes tareas en el mundo de la ciencia española de los últimos años tienen algo que ver, saben algo, de la mano y el conocimiento de don José María…753

Y resaltaba la ilusión y pasión por la investigación que siempre supo transmitir a los jóvenes científicos: Su preocupación por la investigación fundamental […] tuvo siempre un raro y generoso sentido para impulsar y apoyar toda ilusión juvenil por trabajar en la ciencia. He sido testigo, en más de una ocasión, de la alta moral que supo dar a estos pequeños e importantes grupos de investigación en física teórica, del que luego saldrían numerosos catedráticos e investigadores de gran valía.754

A pesar de que sufrió algunas derrotas, como la retirada española del CERN, obtuvo también numerosas e importantes victorias que le valieron el reconocimiento internacional. En este sentido, Roncero aseguraba que era difícil encontrar «… un científico de cierta categoría internacional, dentro de un campo aún ajeno que no conociera a don José María, que, en cierto sentido, no hubiera sentido su misma presencia física hasta su mismo laboratorio, por muy lejos que estuviera». En definitiva, en opinión de Roncero, Otero fue «… un promotor de la ciencia en un país donde la ciencia es la gran ignorada».755 Se podrían rellenar páginas y más páginas laudatorias del trabajo de Otero. Sin embargo, se ha querido terminar este apartado con un último testimonio: el del discur752 RonCero, O., «Un soldado de la ciencia», en Arriba, núm. 13.373, correspondiente al 1 de septiembre de 1974. 753 Ibídem. 754 Ibídem. 755 Ibídem.

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so pronunciado por Joaquín Catalá de Alemany,756 el 31 de mayo de 1967, en el acto de concesión a Otero del doctorado honoris causa por la Universidad de Valencia.757 El documento es de un gran interés y atractivo pues proviene de uno de sus más directos colaboradores en aquellos primeros años del Instituto de Óptica Daza de Valdés. Los recuerdos del trabajo y convivencia diaria con Otero dieron lugar a esas palabras que sin duda debieron de emocionar tanto al homenajeado como al público asistente al acto. Aun confesando que se sentía incapaz de pronunciar el discurso de manera fría y académica, dados los lazos que le unían con Otero, se mostró Catalá de Alemany totalmente tranquilo, pues sus sentimientos de amistad y admiración «… no podrán empañar la objetividad de mis palabras al exponer la labor científica del doctorando, pues esta queda, por encima de cualquier opinión subjetiva, plasmada en una obra creadora que ha sido reconocida fuera, y lo que es más difícil, dentro del país…».758 Solo sus más íntimos colaboradores, indicaba Catalá, … ¡solo nosotros! podemos saber de los tremendos esfuerzos, tenaz voluntad y espíritu creador de que tuvo que hacer gala Otero para sacar adelante proyectos que muchos calificabamos de sueños de grandeza, porque con nuestras pobres y débiles alas, nunca pudimos imaginar que fuera posible volar tan alto.759

Los datos concretos aportados por Catalá eran bien elocuentes: aproximadamente el 80 % de la investigación científica que por entonces se realizaba en España se desarrollaba, bien directa, bien indirectamente, en los dos centros considerados obra personal de Otero: el Instituto de Óptica Daza de Valdés y la Junta de Energía Nuclear. Y el 60 % del profesorado universitario de Ciencias Físicas y anexas se formaron «… bajo las directrices científicas de Otero o merced al apoyo que a través de las citadas Instituciones se le prestó».760 En plena coincidencia con Villena, Catalá señaló tres nombres destacados sin los cuales no se podría entender la ciencia en la España posterior a la Guerra Civil. Estas líneas no necesitan comentario alguno: Cuando en el futuro se pueda escribir objetivamente la historia del progreso científico español en los últimos treinta años, a pesar de todos los errores ineludibles en cualquier labor humana, tres nombres surgirán como punto de referencia en el deJoaquín Catalá de Alemany nació en Manresa (Barcelona), el 14 de septiembre de 1911. Doctor en Ciencias Físicas y meteorólogo, fue catedrático de Física del Aire en la Universidad Complutense de Madrid. Académico correspondiente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, en la primera pasó a ser supernumerario, a petición propia, en febrero del año 2000. Dirigió un total de 35 tesis doctorales y fue autor de numerosos trabajos científicos publicados en varios idiomas (Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Relación de Académicos desde el año 1847 hasta el 2003, Madrid, 2003, págs. 118 y 119). Falleció en Madrid el 28 de septiembre de 2009. 757 El discurso de Joaquín Catalá de Alemany se reproduce íntegro en el Apéndice Documental como doc. n.º 6. 758 Discurso de Joaquín Catalá de Alemany en el acto de concesión a Otero del doctorado honoris causa por la Universidad de Valencia el 31 de mayo de 1967, pág. 1 (APJON). 759 Ibídem, pág. 2. 760 Ibídem. 756

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sarrollo de las ciencias positivas: Albareda, Lora Tamayo y Otero Navascués. Los tres comprendieron, a su debido tiempo, que la investigación científica no era ni un lujo, ni una tarea personal de la que la Sociedad puede inhibirse, sino una labor concienzudamente preparada para ser desarrollada en equipo, y cada uno de ellos supo formarlo y encuadrarlo en una organización adecuada para que pudiera trabajar al ritmo de los tiempos modernos.761

Después de exponer los méritos científicos de Otero, los premios y otros reconocimientos recibidos, aludió Catalá a otra de sus facetas más relevantes, la de embajador científico volante. Con esta expresión se refería a sus múltiples contactos internacionales y a su prestigio fuera de nuestras fronteras. Esto fue de gran ayuda para los físicos españoles, a quienes les bastaba pronunciar el nombre de Otero en cualquier centro de investigación extranjero para que las puertas se les abrieran de par en par y para que el trato recibido fuera exquisito. Qué mejor remate para finalizar la valoración de la obra científica de Otero que los dos últimos párrafos leídos con suma emoción por Catalá al terminar su intervención. No obstante figurar todo el discurso completo en el apéndice documental de esta obra, se transcriben aquí por razones que el lector comprenderá una vez finalizada su lectura: Sin embargo, me consta que la exquisita sensibilidad de Otero ha sabido captar que en la alta distinción que hoy recibe, por encima de cuanto pueda significar por sí misma, hay algo más que indudablemente ha de emocionarle, pues comprende, que al investirle con esta toga y esta muceta y darle el libro y el anillo, para conferirle el grado de Doctor, lo acompañamos de lo que más profundamente agradece todo corazón humano: el cariño, la admiración y la prueba de lealtad de los que nos honramos al honrar al que proclamamos amigo y Maestro; tengo pues la certeza de que este «Gaudeamus» que entonará nuestro espléndido orfeón Universitario al final de esta ceremonia, sonará a sus oídos como la prueba de que una alegría real es profundamente sentida por sus nuevos compañeros claustrales.762

Como colofón final, una conmovedora referencia a la calidad humana de Otero, por todos compartida: Bienvenido a este Claustro, amigo Otero que a lo largo de tu quehacer diario has logrado mantenerte tres veces noble, al compaginar la nobleza de tu sangre con la distinguida y señorial categoría de tu obra científica y, lo que es realmente mucho más importante, para nosotros, con la extraordinaria hidalguía y virtudes humanas de tu gran corazón.

De los testimonios y afirmaciones recogidas hasta ahora sobre la obra científica de Otero solo puede inferirse una total unanimidad. Ya se ha dicho antes que no se ha encontrado negro sobre blanco ni una sola opinión negativa sobre Otero y su influencia en la ciencia española, más allá de aquellas que se limitan al campo estrictamente político. Con todo, como hombre de éxito, tuvo sus críticos y detractores. ¿Por qué algunas personas, es cierto que pocas, le juzgaron negativamente y lanzaron ataques 761 762

Ibídem, pág. 4. Ibídem, págs. 8 y 9.

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personales contra Otero? En primer lugar, los intereses personales de algunos pudieron chocar con los de Otero, siempre generosos, lo cual es una circunstancia normal en el mundo profesional. Y, en segundo lugar, y es esto lo que no se entiende, fue la pasión y el empuje, o dicho de otro modo, esa forma arrolladora que Otero imponía a todas sus obras la que fue objeto de crítica. Villena lo vio perfectamente: No supieron aprovechar su titánico esfuerzo, a veces lo ignoraron, quizás por su temperamento avasallador o por un titulismo inoperante. No se atendieron muchos de sus planes y consejos, a pesar de las numerosas gestiones personales e informes que eran claros, diríamos gráficos, de fácil comprensión para todos los que leyeran con ánimo de enterarse.763

También Pérez Irisarri tuvo el convencimiento de que algunos de los planes y objetivos de Otero fueron desaprovechados incomprensiblemente por problemas que tenían fácil solución, pero a los que no se dio arreglo porque no se quiso, perdiéndose de esta manera un enorme potencial de crecimiento en el desarrollo científico español: … siempre he sido de la opinión de que Otero Navascués no encontró los hombres adecuados para ir construyendo los cimientos de sus grandes empresas. Tal vez problemas e intereses personales se enfrentaron a los de mayor alcance y altruistas, imprescindibles para alcanzar los objetivos, señalados por los proyectos singulares que surgieron de la mente de Otero Navascués.764

Catalá de Alemany, en el citado discurso realizado en la Universidad de Valencia en el acto de investidura de Otero como doctor honoris causa, se refirió asimismo a esta cuestión. Aludió a esas características innatas al carácter de los españoles consistentes en alabar a las personas solo una vez fallecidas y en criticar a las personalidades, cualquiera que fuera su ámbito profesional, que hubieran alcanzado cierto renombre y éxito en el exterior. Ello respondió, en el caso de Otero, solo a la envidia y a la falta de iniciativa de sus críticos: Naturalmente, en un país donde a veces se pagan más caros los éxitos que los fracasos y en el que, con tanta frecuencia descubrimos a los grandes hombres tras su muerte, o después de obtener premios Nobel por su trabajo en el exterior, Otero tiene que pagar su tributo al éxito, y las críticas negativas que se hagan a su obra, son a fin de cuentas, un elogio implícito de quienes hubieran deseado realizarla, pero a quienes faltó la audacia y el genio creador, más que los medios, para llevarla a cabo.765

villena, «José María Otero Navascués», pág. 11. pérez iriSarri, J., «Otero Navascués: maestro», en Óptica Pura y Aplicada, Madrid, 1984, vol. 17, pág. 29. 765 Discurso de Joaquín Catalá de Alemany en el acto de concesión a Otero del doctorado honoris causa por la Universidad de Valencia, el 31 de mayo de 1967, págs. 4 y 5 (APJON). 763

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Capítulo III DEDICACIÓN A LA POLÍTICA proCurador en Cortes Una de las facetas menos conocidas dentro de la actividad pública de Otero fue la de su condición de procurador en Cortes durante un período de dos Legislaturas consecutivas. Ocupó este cargo entre mayo de 1952 y el mismo mes de 1958, correspondientes a las IV y V Legislaturas. Tras la Guerra Civil, las Cortes Españolas se constituyeron por la ley de 17 de julio de 1942. En su artículo 1 se las definía como «… el órgano superior de representación del pueblo español en las tareas del Estado. Es misión principal de las Cortes la elaboración y aprobación de las Leyes, sin perjuicio de la sanción que corresponde al Jefe del Estado». Los miembros de las Cortes pasaban a denominarse procuradores; entre ellos se encontraban los miembros del Gobierno, los consejeros nacionales, los rectores de las universidades, 150 representantes de la organización sindical, el presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y otros dos representantes del mismo, un máximo de veinticinco miembros de la jerarquía eclesiástica, militar o administrativa designados personalmente por el Jefe del Estado, etc.1 Por ley de 9 de marzo de 1946 se modificó la anterior para dar entrada en las Cortes a un mayor número de representantes de la Administración pública y de otros sectores de la vida económica, social y cultural española que se entendía contaban con escasa presencia. Así, se amplió a un máximo de cincuenta el número de procuradores de libre designación por el Jefe del Estado entre la jerarquía eclesiástica, militar, administrativa o social, y se eliminaron los dos representantes «… de la Familia por cada provincia». El resto se mantuvo prácticamente igual, con mínimas variaciones, y conservó su representación el CSIC a través de su presidente y de otros dos de sus miembros.2 Ley de 17 de julio de 1942, de creación de las Cortes Españolas (BOE, núm. 200, del 19 de julio de 1942, págs. 5301-5303). 2 Ley de 9 de marzo de 1946 por la que se modifica la de 17 de julio de 1942 (BOE, núm. 70, del 11 de marzo de 1946, pág. 1907). 1

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Próxima a concluir la III Legislatura de las Cortes en el mes de abril de 1952, Joaquín Ruiz-Giménez, ministro de Educación Nacional, aprobó un decreto por el que se convocaban elecciones de procuradores en Cortes en representación de distintas corporaciones culturales: las Reales Academias, los Colegios de Licenciados y Doctores en Ciencias y Letras, y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.3 Los procuradores que representaban al CSIC eran elegidos conforme a lo dispuesto en el decreto de 22 de marzo de 1946: así, los diversos patronatos que constituían el CSIC debían elegir un compromisario mediante papeleta cerrada. Dentro del plazo de ocho días posteriores a dicha elección, los compromisarios elegidos debían a su vez proceder a realizar una nueva votación, también secreta, ante la Comisión Permanente del CSIC. Los tres consejeros más votados resultaban proclamados procuradores en Cortes en representación del CSIC. El presidente de este debía remitir al de las Cortes la correspondiente certificación del acta en la que constase el resultado de las votaciones.4 De esta forma Otero resultó elegido procurador en Cortes en representación del CSIC en la IV Legislatura de las Cortes españolas. Los otros dos procuradores elegidos en representación del Consejo fueron José María Albareda y José Ibáñez-Martín.5 La IV Legislatura se inició el 14 de mayo de 1952. Este día se celebró la solemne sesión de juramento de los nuevos procuradores. Se abrió la sesión a las 16.40 horas bajo la presidencia de Esteban de Bilbao y Eguía. Tras la lectura del acta de la sesión del 5 de abril, última de la III Legislatura, y tras excusar la asistencia de algunos procuradores, el secretario de las Cortes, el marqués de la Valdavia, procedió a dar lectura a la lista de todos los procuradores elegidos. Posteriormente, el presidente tomó la palabra para rogar a los procuradores que habían de prestar juramento que se acercaran a la mesa presidencial, mientras los demás permanecían en pie. Todos los nuevos, entre ellos Otero, prestaron juramento en respuesta a la siguiente fórmula leída por el presidente de las Cortes: «En nombre de Dios y sobre los Santos Evangelios, ¿juráis desempeñar el cargo de procurador en Cortes con la más exacta fidelidad al jefe del Estado y Generalísimo de nuestros gloriosos Ejércitos, en los principios que informan el Régimen de la nación, en servicio siempre de los destinos sagrados de la Patria?». Habiendo jurado todos los procuradores, el presidente concluyó: «Si así lo hiciereis, que Dios os lo premie; si no, os lo demande».6 Comenzó Otero ese día una nueva andadura profesional, eminentemente política, pero no desligada, como quizás pudiera suponerse, del ámbito de trabajo donde se Decreto de 22 de febrero de 1952 por el que se convocan elecciones de procuradores en Cortes representantes de las Corporaciones culturales que se indican (BOE, núm. 61, del 1 de marzo de 1952, págs. 970-971). 4 Decreto de 22 de marzo de 1946 (BOE del 26 de marzo de 1946). 5 Gobierno de la Nación. Presidencia de las Cortes Españolas. Relación de procuradores en Cortes. «Con arreglo a lo dispuesto en el artículo segundo de la Ley de creación de las Cortes Españolas, de 17 de julio de 1942, modificada por la de 9 de marzo de 1946, y a los efectos que en el mismo se determinan, se publican a continuación los nombres de los siguientes procuradores en Cortes:… Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Excmo. Sr. D. José Ibáñez-Martín. Don José María Albareda Herrera. Don José María Otero Navascués» (BOE, núm. 127, del 6 de mayo de 1952, págs. 2070-2074). 6 Sesión de juramento del día 14 de mayo de 1952 (Boletín Oficial de las Cortes Españolas, n.º 393, 1952, págs. 7265-7272). 3

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sentía más cómodo y donde más disfrutaba: el científico. Y es que Otero, entre todas las comisiones constituidas en las Cortes (Gobernación, Tratados, Justicia, Defensa nacional, etc.), pasó a integrarse, como no podía ser de otra manera, en la de Educación Nacional. Presidida por Leopoldo Eijo Garay, y con José Antonio Elola Olaso en calidad de secretario de la misma, Otero fue elegido uno de los setenta y tres vocales de la misma. Entre ellos, algunos conocidos y amigos suyos, como José María Albareda o Antonio Correa Veglison, a quien ya conocía de la Federación Internacional de Hombres Católicos. Pueden citarse como compañeros de Otero en la misma comisión en esa Legislatura a diversas personalidades de la vida política, económica, jurídica o científica española: Pedro Laín Entralgo, Luis Sánchez Agesta, Torcuato FernándezMiranda, Mariano Navarro Rubio o Pilar Primo de Rivera.7 En aquellos momentos, el proceso que iba desde la aprobación de un proyecto de ley por el Consejo de Ministros hasta su publicación en el Boletín Oficial del Estado no difería mucho, al menos en lo esencial, del vigente en el momento de escribir estas líneas: había que remitir el proyecto a las Cortes, se abría un plazo de presentación de enmiendas, se redactaba un informe por la ponencia encargada de estudiar el proyecto, con arreglo al mismo la comisión correspondiente emitía un dictamen y se pasaba a la aprobación del pleno de las Cortes. Fue en el tercero de los pasos, el del estudio de los distintos proyectos de ley por la ponencia formada al efecto, en el que más se involucró Otero en su condición de vocal de la Comisión de Educación Nacional. En algunos casos Otero intervino como ponente y en otros no, pues los miembros de la comisión se repartían los asuntos una vez les llegaban siguiendo los trámites correspondientes.8 El primer proyecto de ley que estudió Otero fue el de Ordenación de la Enseñanza Media remitido por Joaquín Ruiz-Giménez a las Cortes el 14 de junio de 1952. Como decía su preámbulo, esta ley tenía como objetivo garantizar «… la formación intelectual y moral de la juventud española en el servicio de los altos ideales de la Fe católica y de la Patria». En realidad, se trataba de reformar toda la Enseñanza Media, regulada hasta entonces por la ley de 20 de septiembre de 1938. Las medidas precisas a adoptar si se aprobaba esta ley consistían en «… descongestionar los programas para que el alumno aprenda mejor las disciplinas esenciales; […] establecer una prueba intermedia, al final del cuarto año que, aliviando al examen de grado superior de carga memorística, cierre, a las puertas de la pubertad, el ciclo de las enseñanzas adquiridas en la edad infantil […] y, finalmente, brindar en los últimos cursos una leve opción vocacional de Letras o de Ciencias…».9 Composición y constitución de la Comisión de Educación Nacional de las Cortes Españolas (Boletín Oficial de las Cortes Españolas, n.º 414, 1952, págs. 7784-7787). 8 Por ejemplo, Otero no formó parte de las ponencias encargadas del examen y estudio de los siguientes proyectos de ley enviados a las Cortes por el ministro de Educación Nacional: proyecto de ley que modificaba el art. 103 de la Ley de Educación Primaria de 17 de julio de 1945; proyecto de ley que modificaba los párrafos primero y tercero del art. 8 de la ley de 17 de julio de 1948; proyecto de ley que regulaba la constitución de la Junta de la Ciudad Universitaria de Madrid, de 1952; o el proyecto de ley de reordenación del Consejo Nacional de Educación, finalmente aprobado el 15 de julio de 1952 (Archivo del Congreso de los Diputados, Comisiones de Cortes Españolas, Comisión de Educación Nacional, leg. 913). 9 Archivo del Congreso de los Diputados, Comisiones de Cortes Españolas, Comisión de Educación Nacional, leg. 914. 7

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José M.ª Otero con Joaquín Ruiz Giménez.

Los miembros de la ponencia que habría de informar sobre este proyecto de ley fueron, además de Otero, Pedro Laín Entralgo, José Pérez Bustamante, Carlos María Rodríguez de Valcárcel y Luis Sánchez Agesta. Tras varios meses de exhaustivo examen y debate en el seno de la ponencia, esta emitió un informe de veintiséis páginas el 28 de noviembre de 1952. En él se informaba favorablemente el proyecto de ley en su conjunto, aunque sobre algunas de las enmiendas presentadas previamente sobre parte de su articulado la opinión de los ponentes no fue tan positiva. El informe de la ponencia pasó a debatirse en la Comisión de Educación Nacional, que emitió su dictamen el 26 de enero de 1953. Previamente al mismo, los miembros de la ponencia y de la Comisión de Educación Nacional celebraron una serie de reuniones en las que se discutió el contenido del proyecto de ley, y en las que participó Otero.10 El pleno de las Cortes aprobó la nueva Ley de Ordenación de la Enseñanza Media el 25 de febrero de 1953. Fue publicada en el Boletín Oficial del Estado al día siguiente.11 Otero, a medio camino en esos años entre el Instituto de Óptica Daza de Valdés y la Junta de Energía Nuclear, aunque ya más cerca de esta última, no pudo asistir en esa su primera Legislatura como procurador en Cortes a todas las reuniones y compromisos que le exigía su condición de tal. Cabe adivinar, no obstante, que no era este precisamente el ámbito de trabajo en el que se sentía más cómodo ni en el que podía desarrollar todas sus capacidades y aptitudes. Nunca lo afirmó ni lo dejó por escrito, pero el contacto diario con el mundo de la política no le llegaría a satisfacer. En este sentido, Las reuniones a las que asistió Otero se celebraron los días 19, 20, 21 y 22 de enero de 1953 (Ibídem). 11 Ibídem. 10

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hay que recordar lo señalado páginas atrás: fueron precisamente algunos políticos los que frustraron algunos de sus proyectos más ambiciosos. Sea cual fuese la razón (falta de presupuesto, envidias personales, etc.), lo cierto es que algunas decisiones adoptadas por políticos causaron grandes disgustos a Otero, afectando incluso a su salud. A pesar de todo ello, Otero continuó una segunda y última Legislatura en las Cortes. Seguro que en esa decisión debió influir la amistad que entonces tenía Otero con Joaquín Ruiz-Giménez, ministro de Educación Nacional. Este consideraba que la presencia de Otero en las Cortes, y concretamente en la Comisión de Educación Nacional, sería de una gran utilidad a la hora de discutir, debatir y reelaborar los proyectos legislativos que afectaban a su área competencial. El 13 de abril de 1955 es la fecha de la baja de Otero como procurador en la IV Legislatura. Con vistas al inicio de la quinta, por decreto de 22 de febrero de ese año se había ya establecido el procedimiento de elección de los procuradores en Cortes en representación del CSIC, de las Reales Academias y de los Colegios de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias. Este procedimiento era idéntico al desarrollado tres años antes.12 Y al igual que entonces, Otero, Albareda e Ibañez Martín resultaron elegidos procuradores en representación del CSIC para la V Legislatura de las Cortes españolas.13 El 14 de mayo se abrió la Legislatura con la celebración en las Cortes de la solemne sesión de juramento de los nuevos procuradores. Y, efectivamente, solo procedieron a jurar aquellos que habían resultado elegidos por vez primera, como ordenó Esteban de Bilbao y Eguía, presidente de las Cortes: «Se va a proceder al juramento de los nuevos señores procuradores. Han de jurar solo todos los que no lo hicieron en la anterior etapa. Ruego a los que hayan de jurar, vayan acercándose a la Mesa Presidencial y a todos los demás que se pongan en pie».14 Otero, presente en la anterior Legislatura, no tuvo ya que desfilar por la mesa presidencial para pronunciar el juramento correspondiente. En la misma sesión, tras el preceptivo discurso de Esteban de Bilbao y Eguía, el secretario de las Cortes procedió a leer la lista de las comisiones a constituir en esa Legislatura, así como sus componentes, todo de manera provisional a la espera de la confirmación por parte de los propios procuradores de sus preferencias personales. Otero fue elegido otra vez vocal de la Comisión de Educación Nacional, que seguía presidida por Leopoldo Eijo Garay, actuando de nuevo en calidad de secretario José Antonio Elola Olaso.15 Decreto de 25 de febrero de 1955 por el que se procede a la elección y proclamación de los procuradores en Cortes por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de las Reales Academias y de los Colegios de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras y en Ciencias (BOE, núm. 66, del 7 de marzo de 1955, pág. 1529). 13 Presidencia de las Cortes Españolas, transcribiendo relación de procuradores en Cortes: «Con arreglo a lo dispuesto en el artículo segundo de la Ley de creación de las Cortes Españolas, de 17 de julio de 1942, modificada por la de 9 de marzo de 1946, y a los efectos que en el mismo se determinan, se publican a continuación los nombres de los siguientes procuradores en Cortes:… Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Excmos. Sres.: Don José Ibañez Martín. Don José María Albareda Herrera. Don José María Otero Navasqües» (BOE, núm. 126, del 6 de mayo de 1955, págs. 2822 a 2826). 14 Presidencia del Excmo. Sr. D. Esteban de Bilbao y Eguia. Sesión de Juramento. Día 14 de mayo de 1955 (Boletín Oficial de las Cortes Españolas, n.º 497, año 1955, págs. 9661-9668). 15 Constitución y composición de las Comisiones de las Cortes Españolas de la V Legislatura (Boletín Oficial de las Cortes Españolas, n.º 497, 1955, págs. 9672-9675). 12

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José M.ª Otero con el Jefe del Estado. Madrid, 28 de octubre de 1970.

También en esta V Legislatura intervino Otero en el trámite de discusión y debate de algunos de los proyectos de ley presentados por el ministro de Educación Nacional. Uno de los más relevantes fue el de Ordenación de las Enseñanzas Técnicas, presentado en Cortes en 1957, que trataba de articular los estudios y títulos de arquitecto, ingeniero, doctor arquitecto, doctor ingeniero y perito. Igualmente, se detallaba su organización, las enseñanzas a impartir, los centros, el personal docente, etc. Otero propuso tres enmiendas al articulado de este proyecto de ley: la número 28, la 29 y la 39. En la primera aconsejó modificar el punto 7 del artículo 6 del capítulo primero, que preveía el acceso al Cuerpo de Catedráticos Numerarios mediante oposición. ¿Cuál era el sentido de la reforma por él sugerida? Planteó suprimir el trámite de oposición para el acceso a este cuerpo y que se hiciera mediante concurso, pues para la enseñanza de esas materias sería más útil, en su opinión, la práctica profesional que la mera capacidad teórica y memorística del candidato.16 Unos años antes el mismo Otero había defendido una propuesta similar en una extensa e interesantísima carta dirigida a Carrero Blanco, subsecretario de la Presidencia del Gobierno. La misiva fue enviada el 10 de octubre de 1950 con motivo de una previa conversación entre ambos sobre la polémica que se había producido en el gremio de ingenieros al aprobarse el decreto que daba validez ofiArchivo del Congreso de los Diputados, Comisiones de las Cortes Españolas, Comisión de Educación Nacional, leg. 922. 16

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cial al título de ingeniero del Instituto Católico de Artes e Industrias (ICAI). En esa carta comenzaba Otero indicando que dicho decreto no representaba «… más que una faceta del problema de envergadura nacional que constituye el régimen y la organización de nuestra enseñanza técnica superior».17 Y a continuación, como era habitual en él, realizaba un repaso a conciencia del tema. Inició su exposición haciendo una enmienda a la totalidad del sistema de selección de las Escuelas de Ingeniería españolas: La forma de selección de nuestras escuelas de Ingeniería, su total disociación entre sí y de la Universidad, con la multiplicación de gastos y profesorado que ello exige, la impermeabilidad a toda influencia docente extraña y la forma inadecuada y antisocial de la selección de sus alumnos merece la pena un comentario.18

El error, según Otero, estaba en la durísima oposición a superar para entrar en las Escuelas Técnicas, cuando el sistema adecuado sería facilitar la entrada en las mismas y una mayor exigencia durante los estudios: «Una vez entrados, el continuar y terminar es muy fácil. Es la fórmula de la entrada a palos y la salida libre, cuando lo lógico, lo que permitiría seleccionar las mejores cabezas, sería la entrada libre o casi libre y la salida a palos…».19 Aludía incluso a motivaciones morales para rechazar de plano ese sistema de dura oposición: Las cosas se han tergiversado, ya que se ha convertido un examen de madurez y suficiencia que a un muchacho medianamente inteligente le exigiría prepararlo un año o todo lo más año y medio, en una durísima oposición en la que los alumnos no tienen la garantía moral de que un esfuerzo, un trabajo y una inteligencia van a encontrar el premio adecuado a estos afanes. Hay que hablar con los PP. Jesuítas de los Luises, que dirigen a cientos de estos muchachos que se preparan para las Escuelas Técnicas y ellos pueden informar ampliamente del estrago moral causado por los repetidos fracasos totalmente injustificados, y así vemos que la preparación sobre temas totalmente reiterativos e innecesarios se prolonga tres, cuatro, cinco y seis años, con un promedio de tres años y medio a cuatro, perdiéndose por tanto inútilmente por lo menos dos años de la juventud de miles de muchachos españoles bien preparados y que en una formación de doctorado o postgraduados consentiría seleccionar los futuros investigadores de la ciencia aplicada, los futuros inventores que harían avanzar la técnica nacional, sacándola del estado de servidumbre en que se encuentra actualmente, dando tiempo a que aparezcan las verdaderas vocaciones científicas y técnicas que es ilusorio pensar en la matemática elemental y truquista de nuestros exámenes de ingreso.20

Además, consideraba incluso antisocial este sistema de ingreso, pues dejaba fuera a las clases menos pudientes. Estas, compuestas en muchos casos por obreros y técnicos cualificados, inteligentes y con afán de superación, como el mismo Otero había com17 Carta de Otero a Luis Carrero Blanco, subsecretario de la Presidencia del Gobierno, de 10 de octubre de 1950 (Archivo de la Fundación Nacional Francisco Franco, doc. 9530). 18 Ibídem, pág. 1. 19 Ibídem, pág. 2. 20 Ibídem, págs. 1 y 2.

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probado, no podían arriesgar «… el esfuerzo, el sacrificio y el tiempo necesario para el hipotético ingreso en una Escuela de Ingeniería».21 En la segunda enmienda de Otero al proyecto de ley de Ordenación de las Enseñanzas Técnicas propuso modificar el punto 9 del mismo artículo 6 del capítulo primero, pues no consideraba requisito imprescindible de los candidatos a las plazas de catedráticos numerarios de las Escuelas Técnicas Superiores que tuvieran la condición de doctor. Por último, la tercera enmienda se refería al artículo 10 del capítulo segundo, en el que indicó la necesidad de implantar un examen de aptitud, que no oposición, en el proceso de ingreso en dichas escuelas. El informe final presentado por la ponencia no recogió, sin embargo, ninguna de las enmiendas de Otero. La Ley de Ordenación de las Enseñanzas Técnicas fue definitivamente aprobada por el pleno de las Cortes el 15 de julio de 1957.22 Durante su segunda y última Legislatura la actividad de Otero como procurador en Cortes y miembro de la Comisión de Educación Nacional se redujo notablemente. A punto de asumir la presidencia de la Junta de Energía Nuclear, su dedicación a este nuevo campo científico que se abría en España le restó tiempo para asumir unas tareas que, como ya se ha comentado, no le terminaron de llenar desde un punto de vista estrictamente profesional. De ahí que cuando terminó esa Legislatura, el 14 de abril de 1958, Otero decidiera poner fin a esos seis años de presencia en las Cortes.

Ibídem, pág. 3. Archivo del Congreso de los Diputados, Comisiones de las Cortes Españolas, Comisión de Educación Nacional, leg. 922. 21 22

Capítulo IV UN CATÓLICO EN LA VIDA PÚBLICA personalIdad Son muchos los adjetivos que pueden emplearse para definir la personalidad de José María Otero Navascués. Aquellas personas que mejor le conocieron, bien por sus relaciones de amistad, bien en su trabajo, o bien por ambos motivos, nos han dejado unos testimonios muy valiosos acerca del carácter de Otero. Todos ellos coinciden en señalar algunas de sus virtudes: simpatía, humanidad, amplia cultura, así como su facilidad de conversación y su enorme capacidad de trabajo. Por ejemplo, Leonardo Villena, en uno de sus artículos en recuerdo de Otero decía lo siguiente: … la personalidad humana de Otero, a la vez tenaz y crítico, con amplia visión pero llegando a las últimas y menores consecuencias, imaginativo y pragmático, dialogante y avasallador, con gran capacidad de mando pero voluntarioso y sin rehuir su propio trabajo personal, con un gran sentido para captar la situación… y hábil negociador de soluciones para seguir adelante, con una cultura polifacética y una incansable capacidad de conversación simpática y amena.1

El mismo Villena alude al don de gentes del que hacía gala Otero y que le permitía atraerse a sus interlocutores: «También ha quedado patente la simpatía, el carisma que le permitía atraer la atención y la voluntad de sus interlocutores, encontrar el “hobby” de cada uno y darle la palabra justa que le dejara complacido».2 A pesar de esa simpatía natural, es cierto que a veces se hacía difícil acceder al interior de Otero como hombre. Su arrolladora personalidad y sus múltiples ocupaciones de todo tipo a veces lo impedían. Pérez Irisarri, que estuvo a las órdenes de Otero en el Instituto de Óptica Daza de Valdés, habla así de la personalidad de su maestro: «… diría que fue un hombre genial, con quien era imposible conectar debido a que cualquier persona a su lado resultaba mediocre».3 Villena, no obstante lo dicho ante1 2 3

VIllena, «José María Otero Navascués», pág. 11. Ibídem, pág. 12. pérez IrIsarrI, «Otero Navascués: maestro», pág. 29.

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riormente, también señaló esa dificultad para llegar a conocer al Otero hombre: «En medio de tantas obligaciones profesionales, familiares y sociales, con tan poco tiempo libre, resultaba difícil conocer a José María, el hombre. Solo en algunas comidas con calma o en los viajes al extranjero en que, a veces, sin stress, afable, preocupado por los demás, y, como su padre, incansable conversador de lo humano y lo Divino».4 Esa preocupación por los demás pudo ser apreciada por todos aquellos que le conocieron. Llegaba a conocer, aunque no lo pareciera, las cualidades personales y profesionales de sus colaboradores, discípulos y amigos, a los que ayudó, apoyó y promocionó incansablemente. Pérez Irisarri nos ha dejado varias anécdotas que demuestran que Otero «… a pesar de una fría apariencia, conocía a su gente y se interesaba por los que trabajaban con él».5 Por ejemplo, este discípulo de Otero, una vez terminados sus estudios de Ingeniería Óptica, quiso entrar en el Daza de Valdés, logrando su objetivo con el apoyo incondicional de Otero pese a algunas dificultades: «Aunque a primera vista daba la impresión de encontrarse alejado de los demás, demostraba una singular humanidad cuando se le requería. Concretamente, debo a su intransigente decisión mi entrada en el Instituto Daza de Valdés…».6 En otra ocasión, Otero recomendó a Irisarri no viajar a Estados Unidos pese a la promoción profesional que ello le podría suponer. Fue una recomendación de Otero a su discípulo basada en motivos estrictamente personales: «Cuando se me presentó la oportunidad de ir a Estados Unidos a trabajar, me recomendó que no aceptase, ya que opinaba que dado mi carácter, nunca podría adaptarme a la vida americana».7 Por el contrario, cuenta Irisarri como en 1963 el propio Otero sí le aconsejó pasar a trabajar en otra empresa, pues la conocía muy bien, así como a sus directores, y creía que encajaría perfectamente en la misma: Hace 19 años, recuerdo que Don José María me llamó a su despacho, y me contó que Cristóbal Garrigosa le visitó para pedirle su placet con el fin de entrar en relaciones conmigo, con la idea de incorporarme al Grupo de Empresas INDO. Recuerdo perfectamente sus palabras: «Creo sinceramente que esta es su oportunidad, conozco desde hace muchos años a Cristóbal Garrigosa».8

Nunca hubiera recomendado Otero a Irisarri aceptar la oferta de Indo en el caso de no estar seguro de que las condiciones profesionales y personales de dicha empresa eran las más adecuadas a las cualidades de su discípulo. Irisarri siempre estuvo agradecido a Otero, hasta el punto de dejar escritas estas bellas palabras cuando este falleció: «Personalmente opino que fue un hombre genial, de memoria prodigiosa, fluidez de expresión, dominio de lenguas, creador de grandes empresas, y un hombre que a pesar de su gran envergadura, no le cabía el alma dentro».9 Muchos otros colaboradores de Otero, tanto españoles como extranjeros, supieron apreciar sus grandes cualidades humanas. Antonio Corróns ha indicado que tuvo «… el 4 5 6 7 8 9

VIllena, «José María Otero Navascués», pág. 12. pérez IrIsarrI, «Otero Navascués: maestro», pág. 29. Ibídem. Ibídem. Ibídem. Ibídem.

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privilegio de conocerle personalmente y puedo afirmar que era un hombre de trato encantador».10 Por su parte, el francés M. Françon, perteneciente al Laboratorio de Óptica de la Universidad Pierre et Marie Curie, París VI, señaló lo siguiente en homenaje a su amigo: «Por sus cualidades excepcionales se puede decir que el Profesor Otero de Navascués fue realmente un Grande de España».11 Otro francés, A. Marechal, reconocía en Otero sus conocimientos científicos y su vasta cultura histórica: «Me acuerdo de sus visitas a París donde apreciamos mucho sus conocimientos científicos así como su extensa cultura artística e histórica que le convertían en un interlocutor apasionante», así como su enorme humanidad: «Saludemos en J. M. Otero a un artesano de la vida científica internacional así como a un humanista particularmente erudito».12 Otro rasgo que caracterizó a Otero fue su generosidad, incluso con aquellos que no compartían sus mismas convicciones políticas. Tratándose de un científico, lo que más apreciaba en las personas era su valía profesional e investigadora. Buena prueba de ello es el siguiente malentendido, aireado en la prensa española en 1995. El sábado 4 de noviembre de ese año el diario El País publicó un artículo del profesor Pedro Schwartz con el título de «Dupérier y la competencia». En él relataba una supuesta discriminación o purga que, por motivos estrictamente políticos, sufrió el físico español Arturo Dupérier a manos de Otero y Juan Vigón. Dupérier, de convicciones republicanas, se había exiliado en 1937 a Gran Bretaña. De regreso a España en 1953 es cuando, según Schwartz, se le impidió continuar con sus investigaciones: Parece que dos personas influyeron para impedir que Dupérier continuara en España su trabajo sobre rayos cósmicos: el profesor Otero Navascués y Don Juan Vigón, como especialistas cuasi propietarios que se consideraban de las investigaciones físicas en España. Les bastó con recordar el pasado republicano del gran investigador.13

Esta acusación, aunque formulada en condicional («parece que»), distaba sin embargo bastante de la realidad. Es más, sucedió justo lo contrario. Así lo contó un testigo presencial de los hechos, Joaquín Ruiz-Giménez, por entonces ministro de Educación Nacional. En una carta enviada a Jesús Ceberio, director de El País, en contestación al artículo de Dupérier, Ruiz-Giménez comenzaba negando los hechos que Schwartz imputaba a Otero: Distinguido Sr. Director y estimado amigo: En el número de El País del pasado sábado día 4 del mes en curso y bajo el título «Duperier y la competencia», ha aparecido un artículo de Pedro Schwartz, a quien mucho aprecio desde hace años, pero, en el que sin duda, basado en una información errónea, hace una referencia al Prof. José Otero Navascués, científico eminente que ocupó, por sus méritos internacionalmente reconocidos, la presidencia de la Junta de Energía Nuclear en España, y que fue colaborador muy leal y muy eficaz en la política de apertura de horizontes que impulsamos desde el Ministerio de Educación Nacional durante aquellos años de 1951 a 1956. 10 11 12 13

Corróns, «Nacimiento y primeros pasos del Comité Español de Iluminación», pág. 2. Françon, «Le professeur Otero», pág. 19 (traducción del francés). MareChal, «J. M. Otero et les relations internacionales», pág. 27 (traducción del francés). sChwartz, «Dupérier y la competencia», en El País, 4 de noviembre de 1995, pág. 46.

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Puedo dar testimonio directo de que ese honesto y abnegado científico nunca se opuso a que se restituyera al Prof. Arturo Duperier en su Cátedra de Física, de la que había sido separado a comienzo de nuestra trágica guerra civil». 14

No solamente Otero no se había opuesto a que Dupérier se reintegrase en su cátedra, sino que incluso le habló al ministro en su favor: Precisamente, Otero Navascués me habló con todo respeto de lo que Duperier significaba en el órden de la Física Cósmica y de lo legítimo que era su deseo de que su expediente y separación de la Cátedra fuese revisado, pese a las opiniones contrarias que a ello se oponían. La cuestión llegó a un punto en que, con el apoyo del entonces Rector de la Universidad, Pedro Laín Entralgo, y del Director General de Enseñanza Universitaria en nuestro Ministerio, Joaquín Pérez Villanueva, firmé la órden de revisión del expediente de que había sido víctima Duperier y, dotando una nueva Cátedra de Física en la Facultad de Ciencias de Madrid, se restituyó en su puesto, por ser de estricta justicia, al insigne investigador.15

En consecuencia, concluía Ruiz-Giménez, era «… inexacto que Otero Navascués interviniese en sentido negativo y suficientemente nos dolió, a quienes intervinimos a favor de Duperier, la oposición de otras personalidades que no menciono por haber ya fallecido».16 Publicada la carta de Ruiz-Giménez en el diario El País el día 10 de noviembre, el 29 del mismo mes Ruiz-Giménez tuvo que volver a insistir en sus afirmaciones ante las críticas y dudas que formuló al respecto en el mismo diario J. M. García Picazo: «Al profesor Arturo Duperier, cuando regresó a España de su exilio en Gran Bretaña, superando diversas dificultades, se le dotó, por el ministerio, una nueva Cátedra de Física, de la que había sido separado en 1940. Esa cátedra se integró en la Facultad de Física y no en la de Medicina».17 Remitía a los propios archivos del Ministerio y a las palabras del entonces decano de la Facultad de Física, Armando Durán, para confirmar los hechos. Quedó así aclarado definitivamente este asunto, y el honor y hombría de bien de Otero en su correcto lugar. Dos anécdotas más pueden ayudar a conocer la personalidad de Otero. En primer lugar, sus despistes, seguramente intrínsecos a todo hombre de ciencia: «No se han mencionado sus despistes, como ir con María Teresa a comprar libros en Espasa Calpe y dejarla allí olvidada o usar para encender la chimenea del LTIEMA el último informe confidencial».18 Y, en segundo lugar, una rara habilidad que tenía a la hora de impartir sus clases: «En su faceta como maestro, amén de ser una enciclopedia viviente, archivo de fechas, nombres y datos, gozaba de otros atributos extraordinarios, como el de escribir con ambas manos a la vez en sus explicaciones en la pizarra, evidentemente, complementando con su mano derecha lo que escribía con la izquierda».19 14 15 16 17 18 19

Carta de Joaquín Ruiz-Giménez a Jesús Ceberio, de 8 de noviembre de 1995 (APJON). Ibídem. Ibídem. Diario El País, de 29 de noviembre de 1995. VIllena, «José María Otero Navascués», pág. 11. pérez IrIsarrI, «Otero Navascués: maestro», pág. 29.

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Todo lo expuesto hasta ahora nos muestra a un José María Otero de trato encantador para unos, y que bajo una falsa apariencia de frialdad, según otros, escondía a un hombre preocupado hasta extremos insospechados por sus amigos, compañeros de trabajo y discípulos. Su gran cultura y el dominio de varios idiomas le permitieron relacionarse sin problemas con infinidad de personas de muy distintos ámbitos de la ciencia, en especial de la óptica y de la energía nuclear. Quienes así le conocieron destacaron siempre sus innegables cualidades humanas y científicas. Otro de los rasgos destacados en Otero fue su extraordinaria disposición y ciclópea aptitud y capacidad para el trabajo. Sacrificando muchas veces su vida familiar, se entregó en cuerpo y alma a cuantas responsabilidades asumió. De ello da fe cuanto se ha escrito hasta el momento. Sin embargo, no se trataba solo de la dirección del Instituto de Óptica, de la Junta de Energía Nuclear, su labor en el Comité Internacional de Pesas y Medidas, en las corporaciones científicas a las que perteneció, etc. Hay que valorar todo lo que ello conllevaba, en especial, los múltiples viajes que realizaba todos los años al extranjero y que le obligaban a abandonar el domicilio familiar incluso por espacio de semanas. Se podría elegir cualquier año comprendido entre 1950 y 1970 para poder llegar a apreciar verdaderamente las privaciones y renuncias que esto le suponían. Solo a título de ejemplo, se enumeran a continuación todos los viajes que realizó Otero, únicamente al extranjero, en 1962, sin contar los efectuados por el territorio nacional: Varios académicos han realizado distintos viajes al extranjero, los del señor Otero han sido los siguientes: enero, 19: Reunión del Grupo de Trabajo de la Sociedad Europea de Energía Atómica en el Centro Atómico federal Suizo de Würelingen. Febrero, 1: reunión del Comité del Consejo del CERN en París, del que es miembro. Abril, 10-12: asistencia en Braunschweig a las fiestas jubilares con motivo del 75 Aniversario de la creación del Physikalisch-Technische Bundesanstalt. Abril, 13: presidió el Comité de Dirección de la Agencia Europea de Energía Nuclear. Mayo, 10-11: presidió la Reunión del Grupo de Trabajo de la Sociedad Europea de Energía Atómica en Varenna (Italia). Asistió al Consejo de dicha Sociedad. Mayo, 14-16: presidió el Comité Consultivo de Fotometría del Comité Nacional de Pesas y Medidas en París. Mayo, 23: asistió a la Reunión del Comité del Consejo del CERN. Junio, 12 y 13: asistencia a la Reunión del Comité del Consejo del CERN. Junio, 24-30: invitado por el Presidente de la United Kingdom Atomic Energy Authority, visitó la Central Nuclear de Bradwell, el Centro de Desarrollo de Reactores de Winfrith y los Laboratorios de Investigación en Harwell: asimismo, en su calidad de Presidente de la E.N.E.A., inspeccionó los trabajos del reactor cooperativo de alta temperatura «Dragón». Octubre, 2-5: asistió a la Reunión del Comité Internacional de Pesas y Medidas en París, dando cuenta de los trabajos del Comité Asesor de Fotometría. Octubre, 8-12: tomó parte en el Coloquio ampliado en Cannes de la Sociedad Europea de Energía Atómica sobre problemas claves de las centrales nucleares comerciales, que se construirán en los próximos diez años; en la reunión del Consejo cesó estatutariamente como Vicepresidente Ejecutivo de la Sociedad, cargo en el que había servido dos años. Noviembre, 2: presidió la Reunión del Comité de Dirección de la Agencia Nuclear Europea de la OCDE en París. Diciembre, 18-19: asistió a la Reunión del Comité del Consejo del CERN y del Consejo del CERN en Ginebra.20 20

Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, 1962, págs. 436-438.

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No todos los años fueron tan intensos como este, pero tampoco muy diferentes. Solo una persona dotada del entusiasmo y energía de Otero, cualidades que además transmitía a sus colaboradores, podía aguantar este ritmo. Incluso sacaba tiempo de donde no lo tenía para centralizar y coordinar la gestión de las fincas familiares en Cintruénigo (Navarra). De la correspondencia leída sobre el particular puede concluirse que durante muchos años él fue la persona con quien se comunicaron los administradores de dichas propiedades. Posteriormente se ponía en contacto con su familia, por ejemplo con su tío Enrique, para solicitarle que realizase un ingreso, para detallarle el estado de las viñas o los rendimientos obtenidos y los previstos, etc. Siempre con la precisión y detalle que le caracterizaban, se ocupó hasta de las gestiones con los bancos o notarios.21 No se podría completar una semblanza de la personalidad de Otero sin mencionar y explicar uno de los ejes, quizás el más importante, de su vida personal y profesional: su profunda e inquebrantable religiosidad.

CIenCIa y Fe en el pensaMIento de otero José María Otero fue ante todo y, sobre todo, un hombre católico. Nacido en una familia cristiana, supo impregnar toda su vida de una honda fe católica que después transmitiría a sus hijos con la ayuda de su mujer, María Teresa. Hombre de misa diaria, fue, en palabras de Lora Tamayo, una persona «… de gran sentido moral y profunda religiosidad».22 Villena, que bien le conoció, hablaba de su inalterable fidelidad a sus convicciones cristianas: «Aún cuando fue un pecador como todos, fue siempre fiel a sus creencias católicas».23 Sin embargo, Otero nunca limitó sus creencias religiosas al ámbito personal y familiar. Muy al contrario, trató de que su vida profesional fuera espejo de su fe católica. Jamás separó trabajo y fe, no ocultó su condición de católico, sino que, por el contrario, hizo gala de ello y trató de que su trabajo como científico estuviera inspirado siempre en principios cristianos. Esto le supuso algunas incomprensiones personales: «Acaso por todo ello, ciencia y ética, los que, siempre excluyentes, no admiten la superioridad ajena en sus dogmáticas valoraciones lo silenciaban al no formar en sus filas, a un tiempo aprovechadas y oponentes».24 Y es que Otero creía en la íntima conexión entre ciencia y fe. Era, como señala Andrés Martín, «… un entusiasta defensor de que la auténtica ciencia solo podía ser la ciencia cristiana».25 Él así lo manifestó en numerosas ocasiones ante distintos auditorios y a través de distintos medios. Fiel muestra de ello la tenemos en la conferencia pronunciada por Otero en la Asamblea General de los Organismos Cartas de Otero a su tío Enrique Otero de 1 de junio de 1959, 10 de junio de 1960, 31 de julio de 1962, 2 de febrero de 1963 y 17 de abril de 1963 (APJON). 22 lora-taMayo, «Intervención del Presidente», pág. 32. 23 VIllena, «José María Otero Navascués», pág. 12. 24 lora-taMayo, «Intervención del Presidente», pág. 32. 25 andrés Martín, J. R. de, «El compromiso católico de José María Otero de Navascués Enríquez de la Sota», en Pregón. Siglo XXI, Pamplona, Invierno 2001, núm. 18, año VIII, págs. 5963, espec. 61. 21

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Internacionales Católicos, celebrada en París del 12 al 15 de marzo de 1954. Su título es totalmente esclarecedor acerca de su contenido: «El científico católico en los mediados del siglo xx».26 Nada más comenzar, Otero aludió a su «… doble condición de hombre de ciencia y militante católico». Expuso ante su auditorio la evolución del pensamiento científico desde el siglo xVIII y xIx hasta mediados del xx, comenzando por el tiempo de la introducción del método experimental. Denunció esa reducción que hacían los científicos de la época a las leyes físicas y naturales «… donde no había sitio para un acto creador y trascendente ni para un fin inexcusable de todos los tiempos». Era la época, decía Otero, «… en que los científicos creyentes tenían que ocultar cuidadosamente sus ideas so pena de pasar por… anticientíficos», y, cuando «… la mayoría de los científicos seguían la frase de D’Alembert, cuando afirmaba en su Enciclopedia: La era de la religión ha pasado; la época de la ciencia comienza». Sin embargo, esa absoluta separación entre ciencia y fe, señaló Otero a sus oyentes, empezó a quebrarse a finales del siglo xIx y comienzos del xx. Ahora, explicaba: … el hombre de ciencia, el físico singularmente, ha perdido su soberbia decimonónica y la humildad es la condición primera para encontrar la Verdad. Y así vemos que gran parte de nuestros hombres de ciencia actuales, y fijémonos tan solo en físicos y biólogos, son creyentes. Son Max Planck, Albert Einstein, Alexis Carrell, Werner Heisenberg, Meter Debye, Millikan, Eddington, Lecomte de Nouy, Sir James Jeans, Sir Edmon Whitakker y Von Weizsäcker, de religiones distintas, pero unidos todos en la fé en un Dios personal y trascendente.

En este punto, Otero se apoyó en el magisterio del Papa Pío xII para reafirmar su tesis de la íntima e inexcusable conexión entre ciencia y fe, de que «… la coexistencia de una fé profunda, firmemente vivida, y la ciencia y la técnica, no tan solo es posible y deseable, sino necesaria para el mismo progreso de la ciencia…». Así, citó textualmente las palabras de Su Santidad en el Congreso Mundial de Astronomía celebrado en 1953: «No hay ninguna probabilidad de que ni el más genial investigador pueda nunca jamás conocer ni mucho menos resolver todos los enigmas encerrados en el universo físico. Esto pues proclama e indica la existencia de una inteligencia infinitamente superior, de una inteligencia divina que crea, conserva y gobierna todo…». Sentadas estas premisas, continuó Otero exponiendo las que, a su juicio, debían ser las virtudes evangélicas de todo hombre de ciencia católico. En primer lugar, la humildad: «Humildad ante las decepciones de la ciencia que trata de explicarnos todo y al final es muy poca cosa lo que explica […] humildad, en fin, ante la obra inmensa de Dios, que el investigador únicamente puede desvelar en pequeños detalles insignificantes». En segundo lugar, la caridad: Ahora bien, si la ciencia objetivamente considerada no tiene caridad, el científico cristiano sí ha de tenerla y esto ha de señalarse en un amor infinito al Creador, al contemplar aspectos desconocidos de su obra creadora, en su espíritu fraterno con sus compañeros de equipo —la era de los descubrimientos fundamentales hechos por Conferencia pronunciada por Otero en la Asamblea General de los Organismos Internacionales Católicos, celebrada en París del 12 al 15 de marzo de 1954 (APJON). 26

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una sola persona prácticamente ha terminado— y en un espíritu fraterno universal con sus hermanos de otras latitudes que cultivan también la ciencia.

Puso como ejemplo de esa caridad la colaboración existente entre los poco más de cien investigadores en óptica fisiológica que había en todo el mundo, entre los que él se encontraba. Todo hallazgo obtenido por uno de ellos «… se comunica casi inmediatamente a los demás, y de esta forma la ciencia común que cultivamos ha creado un vínculo más de amor fraterno por encima de fronteras, razas e ideologías». La tercera virtud que debía adornar al científico católico era, a su entender, la justicia. Para ello utilizó la célebre definición que de Justicia realizó el jurista romano Ulpiano en el sentido de dar a cada uno lo suyo. Aplicado este principio al ámbito de la ciencia, suponía reconocer en los demás la prioridad en los hallazgos o descubrimientos, no obstante haber trabajado uno mismo en ello durante un tiempo y haberse quedado a las puertas de ser el protagonista de tal hallazgo científico. Puso un ejemplo personal, como era el tan discutido y polémico de la primacía en el descubrimiento de la visión nocturna, ya comentado anteriormente. Otero, ante este auditorio de científicos católicos, reconoce que probablemente él y su equipo no fueron los primeros en estudiarla y descubrir sus implicaciones militares, pero que por las circunstancias de la guerra sí tuvieron la suerte de poder hacer públicas sus investigaciones. El fair play del que hizo gala Otero con su comportamiento en esta polémica le fue más tarde reconocido por un colega francés: Durante la guerra en casi todos los laboratorios del mundo se trabajó, por las implicaciones militares del problema, en el estudio de la visión nocturna. Nosotros, país neutral, no nos vimos forzados al silencio y en 1941 pudimos publicar nuestros primeros resultados. En otros países menos afortunados tuvieron que esperar hasta el fin de la guerra. Y he de rendir homenaje a un eminente hombre de ciencia francés, que posiblemente realizó un descubrimiento tal vez meses antes que nosotros, y que cuando los publicó después de la guerra, en este «fair play» de que he hablado, que no es más que la justicia cristiana, en sus primeras líneas indicaba con elegancia que prácticamente los resultados de que iba a dar cuenta estaban ya en nuestro trabajo de 1941 y que únicamente quería mostrar la participación francesa en estos problemas.

Justicia cristiana, sí, pero también el espíritu ascético, la esperanza, la templanza y la fortaleza debían ser, a juicio de Otero, las cuatro últimas virtudes de un científico católico. Ascetismo en el sentido de hacer de la tarea investigadora el centro y premio fundamental de un científico, no debiendo esperar halagos ni retribuciones del mundo y de la sociedad. Esperanza y optimismo en encontrar una respuesta clara y satisfactoria a las preguntas hechas a la naturaleza. Templanza en el saber, sin querer abarcarlo todo y renunciando a honores, cargos y actividades que le separen de su tarea investigadora; y, por último, fortaleza y paciencia en las investigaciones emprendidas, sabiendo de antemano de la posibilidad de no concluirlas o de que un colega las culmine con éxito antes que nosotros. Estas siete virtudes, concluye Otero, han «… de ir coronadas por una fé de sentirse instrumentos de Dios y que El nos ha llevado a esta tarea de investigador para santificarnos y difundir su reino por el mundo». En resumen, ciencia y fe debían ir, inexcusablemente, de la mano tratándose de un científico católico. Apunta también

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Otero, como puede observarse, otras dos ideas muy presentes a lo largo de su vida: la santificación a través del trabajo y la vida diaria y, quizás la más importante, la labor de apostolado a la que él se sentía llamado y que cumplió con creces, como se expondrá detenidamente más adelante. Trece años después de esta conferencia pronunciada por Otero en París, recordaba las mismas ideas en un artículo publicado en la revista Arbor con el título de «Cualidades humanas desarrolladas en el ejercicio de la investigación científica».27 Después de volver a mencionar esas siete virtudes propias del científico católico, introducía ahora nuevas consideraciones. Por ejemplo, al hablar de caridad, entendía que bien podía manifestarse en la ayuda prestada al que empieza en el mundo de la ciencia o en una actitud tan cristiana como difícil de llevar a cabo como era la de dejar paso a los discípulos que por méritos propios llegaban a superar a sus maestros. Como se ha podido ver en los capítulos anteriores, no fue precisamente la falta de caridad cristiana uno de los defectos de José María Otero. Al revés, son incontables los casos de jóvenes científicos que dieron sus primeros pasos gracias al apoyo prestado por Otero, a veces incluso contra la opinión de otras personas. Recogía Otero en este artículo dos textos que, en su opinión, podían ilustrar a la perfección aquellas ideas que trataba de transmitir. Por un lado, un párrafo incluido por el profesor francés Leprince-Ringuet al final de su obra sobre la radiación cósmica en el que glosaba las cualidades del investigador. Pero quizás el más bello es un fragmento de Kepler en su Armonicis Mundi. Palabras con las que Otero se sentía plenamente identificado y que resumían esa vinculación entre ciencia y fe: Hasta aquí he proclamado la obra de Dios Creador. Hay que dejar ahora la mesa de las demostraciones para elevar hacia el cielo ojos y manos y, piadoso y suplicante, rezar al Padre de la Luz […] Ahora, he terminado la obra de mi profesión, habiendo empleado todas las fuerzas del ingenio que me has dado; he manifestado la gloria de tus obras a los hombres que leerán estas demostraciones; por lo menos, en la medida en que mi parca inteligencia ha podido captar su infinidad, mi espíritu siempre ha estado atento a filosofar correctamente […] En fin, dígnate conceder que estas demostraciones sirvan a la salud de las almas y no constituyan obstáculo para ello.

Concluía Otero el artículo mirando con optimismo al futuro, pero a la vez señalando una de las tareas esenciales para lograr la tan deseada vinculación entre ciencia y fe: «… salvar la diferencia de lenguaje entre el científico y el teólogo […] e insertar todos los valores positivos de la ciencia y la técnica en un verdadero y completo humanismo cristiano». En otras palabras, y usando un eslogan acuñado por él mismo, se trataba de «bautizar el átomo», es decir, simultanear la vida científica en una inserción completa en la vida de cristiano. Ya se ha señalado antes que el apostolado constituyó uno de los pilares fundamentales en la vida de Otero. No entendía de otra forma su condición de cristiano: su deber era extender el reino de Cristo con fidelidad absoluta a la Iglesia. Así lo expuso todas las veces en que fue preguntado por la labor a realizar por los seglares en el tiempo otero de naVasCués, J. M.ª, «Cualidades humanas desarrolladas en el ejercicio de la investigación científica», en Arbor, Madrid, enero-abril 1967, tomo LXVI, núms. 253-256, págs. 27-35. 27

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que le tocó vivir: «La acción de los seglares consiste en cooperar en la misión propia de la Iglesia, extender el Reino de Cristo mediante su colaboración subordinada a la jerarquía y apoyada en la oración y el ejemplo». En definitiva, en su opinión el seglar debía «… ser un testimonio de Cristo».28 El cumplimiento de esta máxima se tradujo en una serie de grandes realidades, proyectos de comunidad espiritual y obras de apostolado en los que su participación fue, en unos casos, decisiva como mentor y creador de las mismas y, en otras, de colaboración leal con sus dirigentes. Así, bajo la denominación general de Acción Católica se crearon a lo largo del siglo xx en todo el mundo una serie de organizaciones y movimientos de apostolado muy diversos pero entrelazados y coordinados entre sí: la Federación Internacional de Hombres Católicos o Unum Omnes, Pax Romana, etc. En España se puede citar a la Asociación Católica de Propagandistas o la propia rama nacional de Acción Católica. En todas estas obras de la Iglesia participó de una u otra manera, con mayor o menor implicación, Otero Navascués. Fue además uno de los fundadores, y posterior director, de la Obra Católica de Asistencia Universitaria, organización que desarrolló una labor extraordinaria al acoger a estudiantes cristianos de los países sometidos al comunismo. Todo ello le valió el reconocimiento unánime del mundo católico nacional e internacional: «En el campo católico, descuella sobremanera por su gran espíritu apostólico».29

otero en la aCCIón CatólICa española y la FederaCIón InternaCIonal de hoMbres CatólICos Ya desde muy joven, con solo veintiséis años, Otero Navascués se integró en una de las organizaciones católicas de mayor renombre en España en el siglo xx: la Acción Católica Española. Su origen se encuentra, aunque no con tal nombre, a finales del siglo xIx. En aquel momento no existía una organización o asociación que agrupara a todos los católicos españoles y coordinara sus diferentes actividades. Así, en 1881, el arzobispo de Toledo, cardenal Moreno, hizo un primer intento por acabar con esa desunión de los católicos españoles y promulgó las denominadas Bases constitutivas de la Unión de los Católicos de España.30 Por diferentes razones, fracasó en su propósito. Tomó el testigo ocho años después el obispo de Madrid-Alcalá Ciriaco María Sancha, quien convocó para el 24 de abril de 1889 un Congreso Católico Nacional. Puede considerarse esta reunión como el verdadero germen de la Acción Católica Española. Para su preparación se constituyó una Junta Central que en los años siguientes adoptaría el nombre de Junta Central de los Congresos Católicos. En efecto, hasta 1902 Entrevista a José María Otero Navascués en la Revista de la Institución Teresiana, junio de 1962, con ocasión de la celebración en Colonia del 14 al 17 de junio de ese año de un Encuentro Europeo de la Federación Internacional de Hombres Católicos (APJON). 29 Breve semblanza de Otero aparecida en Eco del Moncayo, mayo de 1950, pág. 3, bajo el seudónimo de Bastero. 30 ÁlVarez GóMez, J., «Los católicos seglares en la vida social española (1900-1936)», en Los católicos seglares en la vida social española de nuestro siglo, VV. AA., Madrid, 1988, págs. 115-175, espec. 166. 28

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se organizaron congresos en Zaragoza, Sevilla, Tarragona, Burgos y Santiago.31 Fue en el congreso celebrado en Tarragona en 1894 cuando la citada Junta Central volvió a cambiar su denominación, y pasó a llamarse Junta Central de Acción Católica, presidida por el marqués de Comillas.32 El 22 de abril de 1903 el papa León xIII escribió al cardenal Sancha, ya arzobispo de Toledo, la carta «Quos nuper», encargándole la dirección de todo aquello que condujera a «… crear y afianzar la concordia entre todos los católicos de España […] para promover entre los españoles la acción de los católicos…». Desde entonces se consideraría al Primado de España como director pontificio de la Acción Católica Española.33 En 1910 el cardenal Aguirre dio un nuevo paso importante, pero no suficiente, en el proceso de unidad de acción del catolicismo español. Publicó con fecha de 1 de enero las Normas de Acción Católica y Social en España. El propio título, según Álvarez Gómez, denotaba todavía cierta ambigüedad en el proyecto que se quería configurar. Esta indeterminación venía dada por la multiplicidad de organizaciones y personas que deberían integrarse en ese movimiento común. Finalmente, en 1911 el papa Pío x, en la encíclica Il Fermo Propósito, consagró definitivamente el nombre de Acción Católica.34 En 1919 el cardenal Guisasola fundó la Acción Católica de la Mujer y en 1924 el turno correspondió a la Juventud Católica, creada por el cardenal Reig.35 Este último publicó el 31 de octubre de 1926 los Principios y Bases para la reorganización de la Acción Católica Española, documento que marcó un antes y un después en la vida de la ACE. Se configuró esta como «… una federación de todas las Asociaciones Católicas que reunían estas condiciones: tener vida nacional, no ser políticas y desarrollar un fin conforme con el fin general de la Acción Católica».36 Al frente de la misma se encontraba una Junta Central, presidida por Ángel Herrera Oria,37 a la sazón también presidente de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, una Junta Diocesana en cada diócesis y, en el escalón inferior, una Junta Parroquial en cada parroquia.38 La nueva estructura interna de la ACE, al menos hasta después de la Guerra Civil, se estableció en las nuevas Bases para la reorganización de la Acción Católica Española aprobadas en noviembre de 1931 por la Conferencia de Rvmos. Metropolitanos, órgano rector de la ACE en aquellos momentos tras el destierro del cardenal Segura decretado por el Gobierno de la II República. Estas Bases establecieron cuatro ramas diferentes dentro de la ACE: la de Hombres, la de Mujeres, la de los Jóvenes y la de las Jóvenes.39 Esta fue la Acción Católica Española que conoció José María Otero Navascués y en la que se integró en 1933. Con veintiséis años decide por primera vez involucrarse Secretariado de Publicaciones de la Junta Técnica de la ACE, Guía de la Iglesia y de la Acción Católica Española, Madrid, 1943, pág. 373. 32 ÁlVarez GóMez, «Los católicos seglares», pág. 166. 33 seCretarIado de publICaCIones de la Junta téCnICa de la aCe, Guía de la Iglesia, pág. 373. 34 ÁlVarez GóMez, «Los católicos seglares», págs. 165-166. 35 Ibídem, pág. 166. 36 seCretarIado de publICaCIones de la Junta téCnICa de la aCe, Guía de la Iglesia, pág. 375. 37 FederaCIón de MoVIMIentos de aCCIón CatólICa española, La Acción Católica Española: Documentos, Madrid, 1996, pág. 156. 38 ÁlVarez GóMez, «Los católicos seglares», pág. 166. 39 seCretarIado de publICaCIones de la Junta téCnICa de la aCe, Guía de la Iglesia, pág. 377. 31

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en una política activa de apostolado, sin interrupción ya a lo largo de toda su vida. Y lo hizo desde la misma base, en la rama de Jóvenes de Acción Católica que por aquel entonces contaba con más de diez mil socios adscritos a unos doscientos centros.40 En la parroquia madrileña de San Jerónimo, muy cercana a la casa de sus padres, se había creado una de las Juntas Parroquiales de la ACE. Decidió incorporarse a la misma junto a Armando Durán, e inmediatamente fue designado como vocal de Propaganda del Centro de Jóvenes de la ACE en dicha parroquia. Solo un año después, en 1934, fue nombrado «… colaborador y vocal del Consejo Superior de la Asociación de Jóvenes de Acción Católica».41 Otero cumplía los requisitos establecidos en el artículo 6 del Estatuto General de la Juventud Masculina de Acción Católica para formar parte de esta rama: «Art. 6.º. Son miembros de la Confederación de Juventudes Católicas de España todos los jóvenes solteros, mayores de 17 años y menores de 30 pertenecientes a Centros parroquiales y a las Asociaciones católicas juveniles adheridas».42 Otero acude con asiduidad a la parroquia y participa activamente en cuantas actividades se organizan.43 Le tocó vivir en esos años previos a la guerra unos momentos difíciles para la Iglesia católica, objeto de ataques y agresiones, tanto verbales como físicas, por parte de determinados sectores de la izquierda española. Esta situación condujo a la Iglesia en general y a Acción Católica en particular a adoptar una postura defensiva: «La Iglesia replegada sobre sí misma y con mentalidad defensiva. La Acción Católica como liga de seglares para la defensa de los derechos de la Iglesia».44 Durante los tres años de Guerra Civil Otero ni siquiera pudo salir de la legación diplomática noruega en Madrid. Tras la contienda, y al contraer matrimonio en agosto de 1939, Otero cesa en la rama de Jóvenes de Acción Católica.45 Pasan dos años hasta que de nuevo reaparece José María Otero en el organigrama de alguna de las ramas de la ACE,46 aunque durante este tiempo colaboró activamente con Acción Católica en labores de apostolado. Durante el curso 1941-1942 fue nombrado vocal-colaborador del Consejo Superior de Hombres. Dicho Consejo Superior de Hombres había sido creado, junto con los otros tres (Mujeres, Hombres Jóvenes y Mujeres Jóvenes), por las Bases para la reorganización de la Acción Católica aprobadas en mayo de 1939 y sometidas a la aprobación de la Santa Sede. Se atendió a la condición de militar de Otero para 40

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FederaCIón de MoVIMIentos de aCCIón CatólICa española, La Acción Católica Española, pág.

andrés Martín, El compromiso católico, pág. 59. Estatuto General de la Juventud Masculina de Acción Católica, art. 6 (Archivo Acción Católica, archivador 57, serie 1, carpeta 5). En adelante se designará este archivo como AACE. 43 El archivo del Movimiento de Jóvenes de Acción Católica, situado en Madrid, no conserva documentos de aquella época, por lo que son escasísimos los datos referidos a la labor de Otero en esos años en la rama de Jóvenes de la ACE. 44 FederaCIón de MoVIMIentos de aCCIón CatólICa española, La Acción Católica Española, pág. 156. 45 En una plantilla de la rama de Jóvenes de Acción Católica Española enviada por Manuel Aparici, presidente del Consejo Superior de Jóvenes, a la Junta Técnica Nacional de la ACE, no figura Otero en ningún puesto (AACE, archivador 23, carpeta 2.5.1). 46 Tampoco en la memoria del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica correspondiente al año 1940 se encuentra el nombre de Otero (AACE, archivador 153, serie 1, carpeta 1). 41

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adscribirle al secretariado de apostolado castrense. Recibió la noticia de su nombramiento del presidente de este Consejo Superior, Cirilo Tornos y Laffite: Sr. D. José María Otero. Alfonso XII, 32 Madrid. Mi distinguido amigo y compañero de apostolado: En el Pleno celebrado por este Consejo Superior el día 26 del pasado, se acordó por unanimidad nombrarle a Vd. Colaborador de este Consejo Superior adscrito al Secretariado de Apostolado Castrense. Al tener el honor de comunicárselo, deseo manifestarle la complacencia de este Consejo Superior al contar con su colaboración en uno de sus Secretariados seguro de que Ud., habida cuenta de la responsabilidad que le impone este llamamiento y con el gran espíritu de apostolado que le anima, habrá de darnos su valiosa ayuda que redundará en mayor desarrollo de la Obra que nos encomienda la Jerarquía. Con este motivo me reitero de Vd. affmo. Amigo y compañero en el Apostolado de Cristo Rey. Firmado: Cirilo Tornos y Laffite. presIdente.47

El espíritu de milicia que inspiraba a la Acción Católica española una vez finalizada la Guerra Civil respondía a la consideración de la misma como un «… gran ejército acorde con el clima heroico de victoria religioso-patriótica y con las virtudes castrenses». Por eso no es de extrañar que Otero, católico y militar, encajara a la perfección con este programa de la ACE, después plasmado en la realidad en «… llevar los subsidios a las familias de los reclusos y necesitados, aprovechar la oportunidad para ejercer el apostolado con ellas […] ayudar en la catequesis y dar buen ejemplo […] Colaborar en las tareas sacerdotales enmarcadas en la Parroquia: catequista, instructor de aspirantes, monitor de liturgia, caridad».48 Se necesitaban hombres comprometidos en la tarea de apostolado, y, desde luego, Otero era uno de ellos.49 Recibió la correspondiente insignia de vocal del Consejo Superior de Hombres el día 1 de marzo de 1942 en un acto celebrado en la capilla del palacio del obispo de Madrid-Alcalá.50 Por aquel entonces, tras la reorganización establecida en las nuevas Bases, funcionaban un total de ocho secretariados en la ACE: «Religión y Piedad, Propaganda y Publicaciones, Educación, y los de Apostolado Social, Patronal y Obrero, Castrense, 47 Carta de Cirilo Tornos y Laffite, presidente del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica, a José María Otero Navascués, de 4 de febrero de 1942 (APJON). 48 FederaCIón de MoVIMIentos de aCCIón CatólICa española, La Acción Católica Española, pág. 162. 49 Memoria del Curso 1941-1942 del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica: «Reorganización del Consejo Superior. En aumento el trabajo a realizar en este Organismo, se solicitó de la Dirección Central el nombramiento de cinco nuevos vocales para ponerse al frente de algunos de los servicios que necesitaban mayor impulso, siéndolo poco después los señores siguientes: General Don Enrique Uzquiano, Presidente del C.D. de Madrid-Alcalá; Don Luis Saldaña, Don Rafael Marín-Lázaro Andreu, Don José María Otero y Don Mariano Navarro, este antiguo miembro del Consejo Superior de los Jóvenes de A.C. Recibieron la insignia de manos del Prelado de Madrid-Alcalá en el acto de clausura de la Segunda Semana que va reseñado» (AACE, archivador 153, serie 1, carpeta 3). 50 Carta de la Secretaría del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica a Otero, de 27 de febrero de 1942: «Sr. D. José María Otero. Madrid. Mi querido amigo y compañero de apostolado: Te escribo por orden del Presidente para participarte que está hecho tu nombramiento como Vocal de este Consejo Superior, y a ese efecto se te impondrá la insignia el próximo domingo D.m. a las ocho y media de la mañana, en la Capilla del Palacio del señor Obispo de Madrid-Alcalá. Con mi enhorabuena, te abraza tu amigo y compañero de apostolado» (APJON).

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y de Familia y Moralidad».51 Otero se implicó de inmediato en las diferentes actividades de Acción Católica: jornadas, visitas, apostolado y, sobre todo, en el Secretariado Castrense, del que formaba parte junto con el general Enrique Uzquiano, aunque este era el encargado del mismo. En el curso 1942-1943 este secretariado celebró un Círculo de Estudios semanal, al que solo acudían militares, en el que se trataron diferentes temas: direcciones pontificias sobre constitución cristiana en los estados, piedad y Acción Católica. La media de asistencia a estas reuniones durante el curso fue de veinte personas.52 Asimismo, era muy importante impulsar la tarea de las diferentes unidades diocesanas de Acción Católica repartidas por toda la geografía nacional. Se organizaban con cierta asiduidad, con este fin, visitas de los miembros de los Consejos Superiores a esas delegaciones provinciales; Otero, por ejemplo, visitó Cartagena acompañado de su presidente, Cirilo Tornos, en 1943. Otero también se puso a disposición del Consejo al que pertenecía para participar en las Jornadas de Acción Católica que se estaban preparando.53 Durante el curso siguiente, 1943-1944, el general Uzquiano estuvo ausente de Madrid, por lo que dejó a Otero como único responsable del Secretariado de Apostolado Castrense. Otero mantuvo contactos con distintos jefes y oficiales a la espera de unas normas generales que sobre apostolado castrense estaba a punto de aprobar la Dirección Central de la ACE. Una vez publicadas, y de acuerdo con el vicario general Castrense, se difundieron entre los diferentes centros o unidades diocesanas «…a fin de que se preparasen a desarrollar su labor en el campo castrense». Otero fue, por tanto, el encargado de poner en marcha este programa de apostolado en el Ejército. El objetivo propuesto en dichas normas era lograr que «… se agregase a cada C.D. un General o Jefe, socio de la Rama de HH. de A.C., cuya misión será la de coordinar, en lo posible, el Apostolado castrense externo de las Diócesis y procurar además que el mayor número posible de Generales, Jefes y Oficiales se inscribiesen en los Centros de Acción Católica…». De esta forma se lograrían constituir centros diocesanos especializados en apostolado castrense.54 El mismo curso 1943-44 Otero visitó, junto con Mariano Navarro, vocal compañero suyo del Consejo Superior de Hombres, la delegación de Acción Católica de Segovia.55 Otero, siempre entusiasta y apasionado en toda aquella tarea que se proponía, vio recompensada esta labor en el Secretariado Castrense con su nombramiento en mayo Memoria del Curso 1942-1943 del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica, pág. 11 (AACE, archivador 153, serie 1, carpeta 5). 52 Ibídem, pág. 18. 53 Así se lo comunicó el 17 de mayo de 1943 el secretario del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica a Martínez Pereiro, vicesecretario de la Junta Nacional de Acción Católica (Memoria del Curso 1942-1943 del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica, AACE, archivador 153, serie 1, carpeta 4). 54 Memoria del Curso 1943-1944 del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica (AACE, archivador 153, serie 1, carpeta 8, págs. 18 y 19). 55 Memoria del Curso 1942-1943 del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica (AACE, archivador 153, serie 1, carpeta 8, pág. 21). 51

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de 1946, y por un período de tres años, como vicepresidente segundo del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica: Madrid, 13 de mayo de 1946. Señor don José María Otero Navascués. Interior. Mi querido amigo: Con verdadera satisfacción me complazco en comunicarte que el Eminentísimo señor Cardenal Primado, Presidente de la Dirección Central de la Acción Católica Española, se ha dignado nombrarte, de acuerdo con la Dirección Central, Vicepresidente segundo de este Consejo Superior, por el trienio de 19461949. Felicitándote por este nombramiento y alegrándome de tu colaboración, te saluda tu buen amigo y compañero de apostolado, Firmado: Santiago Corral.Presidente.56

Otero participaba activamente, ahora en calidad de vicepresidente, en cuantas reuniones y jornadas organizaba el Consejo Superior de Hombres. Los días 19 al 21 de diciembre de 1946 se celebró en el Instituto Ramiro de Maeztu la segunda Reunión Anual de Oración y Estudio de Profesores Universitarios pertenecientes a la ACE. Intervino Otero el último día con una conferencia cuyo título fue el de «Universitas». En junio del año siguiente, del 19 al 22 de junio, el Consejo Superior de Hombres convocó a sus miembros a la VI Jornada Nacional de Oración y Estudio. En ella Otero intervino dos veces: la primera, el día 19, con una lección sobre «La moralidad en la familia, la profesión y las actividades sociales y económicas» y, la segunda, el día 21, con la ponencia «La unión de graduados». También formaba parte Otero, junto a Lora Tamayo y García Hoz, de una comisión constituida en el Consejo Superior con el fin de elaborar un proyecto de reglamento de cultura. Una vez elaborada esta disposición, fue elevada a la Junta Técnica Nacional de la ACE para su aprobación en mayo de 1947.57 Destacaba Otero, por tanto, como uno de sus dirigentes más activos en un período en el que Acción Católica Española se encontraba en una situación un tanto delicada: «… de 1945 a 1950, se inicia un proceso de franca depresión. No tanto porque disminuya el número de los afiliados a la Acción Católica Española, sino porque los propios dirigentes no aciertan a descubrir, en el contexto nacional, todo él marcado por un signo de abierto catolicismo, horizontes claros para la labor apostólica de la Acción Católica».58 Sin embargo, en el ámbito obrero sí se observa en esos años cierta reacción, pues en el seno de la organización nacieron por entonces tanto las Hermandades Obreras (HOAC) como la Juventud Obrera (JOAC).59 No sucumbieron los dirigentes de Acción Católica a esos años de confusión, dudas y vacilaciones. El aparato de la organización continuó funcionando con normalidad, la labor de apostolado prosiguió y se produjo la incorporación de nuevos miembros, así como también se consiguieron nuevas vías de financiación. Otero, por ejemplo, Carta de Santiago Corral, presidente del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica, a José María Otero, de 13 de mayo de 1946 (APJON). 57 Memoria del Curso 1946-1947 del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica (AACE, archivador 153, serie 1, carpeta 12). 58 GonzÁlez MoraleJo, R., El magisterio pontificio y jerárquico en la evolución histórica de la Acción Católica Española, Madrid, Marova, 1967, pág. 18. 59 Ibídem. 56

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consiguió en el curso 1948-49 un nuevo donante que se comprometió a aportar la cantidad de 300 pesetas anualmente.60 El 17 de enero de 1949 Otero participó, sustituyendo a Santiago Corral, presidente del Consejo Superior de Hombres, en la reunión de la Junta Técnica de Acción Católica. En marzo del mismo año fue convocado por el obispo Consiliario General a una reunión en la que se trató la evolución del movimiento protestante en España. Otero presentó el correspondiente informe a la Mesa Directiva de la ACE, acordando esta, a consecuencia del mismo, dirigir una carta al obispo señalando «… las provincias españolas sobre las que ha de informar la Asociación de Hombres de A.C. en relación con este asunto».61 Esa misma Mesa Directiva decidió impulsar la participación en un cursillo de Formación de Dirigentes, a celebrar en Madrid del 17 al 20 de marzo de 1949, mediante la visita de distintos miembros de la ACE a sus diferentes unidades diocesanas. En esta ocasión, a Otero le tocó de nuevo visitar Segovia. Esa primavera se organizaron también las VIII Jornadas Nacionales de Oración y Estudio y se le encargó a Otero la preparación de una de las tres ponencias previstas: «Labor de los católicos y de la Rama de Hombres de A.C. ante las desviaciones de conciencia de la vida actual».62 Los innumerables contactos de Otero en el extranjero, en gran medida debidos a su prestigio en el ámbito de la óptica, y los consiguientes viajes realizados con tal motivo a Francia, Alemania o Gran Bretaña, entre otros países, fueron aprovechados también para mantener contactos con otras organizaciones católicas. Así, en uno de sus viajes a Francia, se reunió Otero con Mr. Le Cour Grandmaison, presidente de la Acción Católica del país vecino. Este le expuso la situación de cierto florecimiento del catolicismo francés y, en consecuencia, de la Acción Católica francesa. El porcentaje de bautizados aumentaba poco a poco, incluso en las zonas suburbanas, viviéndose un acercamiento paulatino a las parroquias, en las que estaba presente la Acción Católica.63 Jean Le Cour Grandmaison también manifestó a Otero, y este lo transmitió al Consejo Superior de Hombres, la oposición de la presidencia de la Unión Internacional de Hombres de Acción Católica a la celebración de su próximo congreso en España, tal y como estaba previsto en un principio. Quizás esta decisión estaba influida por el debilitamiento progresivo que la Acción Católica española estaba experimentando en los últimos años, no obstante el nacimiento de los movimientos católicos obreros: «Mientras las Ramas y centros tradicionales y unitarios siguen decayendo, en general, hasta desaparecer casi por completo en sus sectores juveniles, los movimientos de apostolado obrero progresan, por el contrario, de modo potente».64 Se acordó enviar por el Consejo Superior de Hombres de España a Martarello, presidente de la Unión, el 60 En las memorias del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica puede observarse el listado de nuevos donantes de la ACE conseguidos cada curso gracias al trabajo de cada uno de sus miembros. 61 Memoria del Curso 1948-1949 del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica (AACE, archivador 153, serie 1, carpeta 14). 62 Ibídem. 63 Memoria del Curso 1949-1950 del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica (AACE, archivador 153, serie 1, carpeta 15). 64 GonzÁlez MoraleJo, El magisterio pontificio, pág. 19.

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Otero Navascués, con Luigi Gedda, presidente de la Acción Católica italiana.

ofrecimiento de Barcelona como sede del congreso «… expresando al propio tiempo el hecho de que de no aceptarla, causaría una penosa impresión en España».65 Sí acogió España, en cambio, la II Asamblea General de la Federación Internacional de Hombres Católicos-Unum Omnes (FIHC). Esta organización había sido fundada en 1948 con el nombre de Federación Internacional de las Asociaciones de Hombres de Acción Católica. En 1950 el papa Pío xII decidió abrirla a otras organizaciones que no perteneciesen a la Acción Católica, pasando a denominarse Federación Internacional de los Hombres Católicos. Presidida por el italiano Luigi Gedda, su misión era la de reunir a distintas organizaciones de hombres católicos para impulsar la labor de apostolado, establecer relaciones con otras instituciones internacionales, ser portavoces del pensamiento católico, etc. Otero, vicepresidente de esta Federación desde la reunión celebrada en Roma en 1951,66 fue uno de los promotores de la celebración en España de la citada II Asamblea de la FIHC. Su organización corrió a cargo de la Acción Católica Española y se desarrolló con éxito en Madrid los días 3 a 5 de junio de 1952. Este mismo año Otero fue nombrado vicepresidente de la Comisión Española en la Unesco, acontecimiento del que se dejó constancia con gran alegría y reconocimiento en la memoria correspondiente de la ACE.67 Era un honor para la ACE contar entre sus miembros con tan distinguido personaje. Memoria del Curso 1949-1950 del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica (AACE, archivador 153, serie 1, carpeta 15). 66 AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097. 67 Memoria del Curso 1952-1953 del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica: «Quedaron también registrados en el Consejo, como acontecimientos gratos:… el nombramiento de nuestro compañero D. «José María Otero Navascués», designado Vicepresidente de la Comisión Española en la UNESCO» (AACE, archivador 154, serie 1, carpeta 7). 65

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En marzo de 1954 las virtudes que adornaban a Otero como hombre católico recibieron el reconocimiento internacional que se merecía. Ello tuvo lugar tras la celebración en París, del 12 al 15 del citado mes, de la Conferencia de los Organismos Internacionales Católicos. Aprovechando esta cita, al día siguiente dio comienzo en la misma ciudad la III Asamblea de la Federación Internacional de los Hombres Católicos. Otero asistió a ambas reuniones como vicepresidente de esta última.68 Viajaron desde España con él otros miembros españoles de la FIHC, como Correa Veglison y García Pablos, Ángel Vegas y Manuel Gordillo por parte del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica, el presidente y consiliario nacional de la HOAC y, por último, Carlos Santamaría, en representación de las Conversaciones Católicas Internacionales.69 El día 19, último de los previstos para la Asamblea de la FIHC, se procedió a nombrar presidente, pues expiraba el mandato de Le Cour Grandmaison. En la tarde anterior España había sido reelegida por unanimidad, junto con Argentina, Brasil, Cuba y Luxemburgo, como miembro del Consejo Supremo, verdadero órgano rector de la FIHC. Grandmaison manifestó su decisión de no ser reelegido, pese a lo cual el representante belga intentó disuadirle. El presidente sostuvo su decisión, ya irrevocable.70 Hubo que proceder, en consecuencia, a nombrar nuevo presidente, resultando elegido Otero con un total de siete votos. El presidente saliente, quien por cierto recibió tres votos a pesar de no presentarse, tomó la palabra inmediatamente para manifestar el acierto de la elección, tanto por el país, España, como por la persona, Otero. Sus palabras fueron las siguientes: Se había elegido –dijo– a la España que detuvo la invasión musulmana, la que batió la Reforma, la que descubrió un mundo para Cristo, la que en época reciente había librado una terrible batalla frente al comunismo ateo, salvándose ella y salvando a Europa. Se había elegido también a la persona que, a semejanza del Pontífice, tenía el don de lenguas.71

Antonio García Pablos, presente en el acto, dio cuenta posteriormente de la sorpresa de Otero ante su elección como presidente de la FIHC, pues su candidato era el representante argentino, y de su turbación ante las cariñosas palabras de Grandmaison: «José María Otero, profundamente turbado —es la primera vez que le he visto así en los dieciocho años que le conozco— contestó en francés, alemán, italiano y español, poniendo de relieve los grandes méritos de su antecesor y del catolicismo francés y la compenetración que distinguía a la Asamblea».72 Otero desveló también las futuras líneas de actuación de la presidencia española durante los cuatro años siguientes: velar 68 El 8 de marzo de 1954 Otero solicitó el correspondiente permiso al ministro de Marina. Un día después se le autorizaba a realizar este viaje (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 69 GarCía pablos, A., «Elección de España para la Presidencia de la Federación Internacional de Hombres Católicos», en Ecclesia, Madrid, 1954, núm. 663, 1.º semestre, págs. 351-352, espec. 351. 70 Ibídem, pág. 352. 71 Ibídem. 72 Ibídem. 73 Ibídem.

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especialmente por la Iglesia perseguida por el comunismo e intentar incrementar la ayuda que los seglares debían prestar a la Iglesia en el ámbito internacional. Asimismo, agradeció el nombramiento, que suponía un reconocimiento para todos los católicos de habla española. En el mismo acto el propio García Pablos fue elegido consejero a título personal dentro del Consejo de la Federación.73 La prensa española se hizo eco con gran entusiasmo del nombramiento de Otero, destacando que España volvía así a presidir una de las organizaciones internacionales católicas de mayor prestigio, circunstancia que no se daba desde que Joaquín RuizGiménez cesara en la presidencia de Pax Romana: España acaba de ser elegida, en la persona de don José María Otero Navascués, a la presidencia de la Federación Internacional de Hombres de Acción Católica. España presidirá, pues, durante cuatro años, el Consejo Supremo de esta Federación. Desde que don Joaquín Ruiz-Giménez -nuestro actual ministro de Educación Nacionalcesó en la presidencia de Pax Romana, es esta la primera ocasión en que un español vuelve a presidir los destinos de una de las 32 organizaciones internacionales católicas.74

A su regreso a España recibió Otero innumerables felicitaciones por parte de los miembros de la Junta Técnica Nacional de la Acción Católica Española.75 Tanto el pleno como la mesa directiva expresaron su contento y satisfacción por tal nombramiento,76 fruto de la labor de todo el Consejo Superior de Hombres, pues muchos de sus miembros lo eran también de la FIHC. Entre todos ellos destacaba José María Otero Navascués por su empuje, su incansable trabajo y su inquebrantable catolicidad.77 Fue objeto además de un homenaje por parte de sus compañeros de Acción Católica Diario YA, crónica exclusiva del corresponsal de Logos, A. Mira. Memoria del Curso 1953-1954 del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica: «En la reunión del Pleno de esta Junta, celebrada el día 14 de mayo se adoptó el acuerdo que se transcribe, tal como figura en el acta correspondiente, aprobada con fecha de hoy: El Presidente propone, y así se acuerda, que el Pleno ratifique expresamente el acuerdo de la Mesa de felicitar al señor Otero y al equipo de hombres del Consejo Superior que tan acertadamente han actuado en la Federación Internacional de Hombres Católicos, alcanzando, por primera vez para España, la presidencia de una Organización internacional. Madrid, 25 de junio de 1954. El Secretario. V. º B.º El Presidente» (AACE, archivador 157, serie 1, carpeta 1). 76 Memoria del Curso 1953-1954 del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica: «En la reunión de la Mesa Directiva de esta Junta, celebrada el día 26 de marzo próximo pasado, se adoptó el acuerdo que se transcribe, tal como figura en el acta correspondiente aprobada con fecha de hoy: Felicitar a D. José M.ª Otero Navascués por haber sido elegido Presidente de la Federación Internacional de Hombres Católicos, así como al Consejo Superior de los Hombres por tal nombramiento que premia su actividad y esfuerzos en aquella Internacional, realizados por un destacado equipo de dirigentes, a quienes la Junta hace llegar también su felicitación. Madrid, 2 de abril de 1954. El Secretario. V. º B.º El Presidente» (Ibídem). 77 Solo un día después era felicitado por Alfredo López, presidente de la Junta Técnica Nacional de Acción Católica: «20 de marzo de 1954. Sr. D. “José María Otero Navascués”. Vicepresidente I del Consejo Superior de la Asociación de Hombres de A.C. Madrid. Mi querido José María: Te felicito muy de corazón por haber sido nombrado Presidente de la Asociación Internacional de Hombres Católicos. La noticia no por esperada ha sido recibida con menos alegría. Se trata sin duda de un triunfo personal tuyo y del Consejo Superior de los Hombres de Acción Católica. Estamos pues de enhorabuena todos. En lo que yo pueda servirte desde este mi puesto me tienes a tu disposición, y desde luego cuenta con que te encomiendo para que tu labor sea santamente fecunda. Recibe un fuerte y cariñoso abrazo de… Firmado: Alfredo López» (Ibídem). 74 75

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en una cena celebrada el 1 de mayo de ese mismo año, 1954, en un restaurante madrileño.78 Era ya Otero una gran figura del catolicismo, no solo español, sino internacional. Esto no le impidió seguir desempeñando como uno más una labor de base en Acción Católica, tal y como había venido realizando hasta entonces. Por ejemplo, visitando las diferentes unidades diocesanas; en este año de 1954 le correspondió visitar la de Pamplona.79 O mediante su participación en las distintas jornadas o reuniones de Acción Católica a lo largo y ancho de la geografía nacional. Así, formó parte de la Comisión organizadora de las Primeras Jornadas Sociales Católicas de Arquitectos, Ingenieros y Técnicos celebradas en Zaragoza los días 5 a 8 de mayo de 1955 bajo el auspicio del Consejo Superior de Hombres del que era vicepresidente.80 Compaginaba este cargo con el de presidente de la FIHC, lo cual le obligaba a asistir a numerosas reuniones en el extranjero. Por ejemplo, en marzo de 1955 asistió en La Haya a la Asamblea General de las Organizaciones Internacionales Católicas.81 Y entre el 17 y 20 de junio del mismo año presidió en Río de Janeiro la reunión del Consejo de la Federación Internacional de Hombres de Acción Católica, convocado en dicha ciudad con motivo de la celebración allí del Congreso Eucarístico Internacional.82 También tuvo Otero el inmenso honor de ser recibido varias veces en audiencia privada por los papas Pío xII y Juan xxIII.83 A pesar de sus múltiples compromisos y viajes en el extranjero, no desfallecía su vinculación y compromiso con la Acción Católica Española. Los días 21 a 24 de noviembre de 1957 participó también en la organización de la tercera edición de las Jornadas Sociales Católicas de Arquitectos, Ingenieros y Técnicos celebrada en Córdoba.84 Los años 1959 y 1960 fueron importantes en la vida de la Acción Católica Española. Las Bases para la reorganización de la Acción Católica, aprobadas en 1939, fueron La cena-homenaje se celebró el 1 de mayo de 1954 en el restaurante Bígaro, sito en la Glorieta de la Iglesia, n.º 4, a las 22.00 horas. Fue organizada por el Consejo Superior de Hombres de la ACE (Ibídem). 79 Memoria del Curso 1953-1954 del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica (AACE, archivador 157, serie 1, carpeta 1, pág. 20). 80 AACE, archivador 157, serie 1, carpeta 3. 81 Permiso solicitado por Otero al ministro de Marina para asistir a dicha reunión en Holanda: «Excmo. Sr. Ministro de Marina. Excmo. Sr. D. JOSÉ MARÍA OTERO NAVASCUES, Teniente Coronel de Ingenieros de Armas Navales, destinado como Director del Laboratorio y Taller de Investigación del E.M. de la Armada (LTIEMA), a V.E. tiene el honor de exponer: Que del día 16 al 20 del proximo mes de marzo se celebrará en La Haya (Holanda) una Asamblea General de las Organizaciones Internacionales Católicas, de gran interés, y a la que ha sido invitado en su calidad de Presidente de la Federación Internacional de Hombres Católicos, por lo que recurre a V.E. en respetuosa SUPLICA de que si a bien lo tiene le sea concedido el necesario permiso para trasladarse a Holanda a fin de asistir a dicha Asamblea. Es gracia que espera alcanzar de V.E. cuya vida guarde Dios muchos años. Madrid 28 de febrero de 1955» (AGCGA, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097). 82 Escrito de Otero al ministro de Marina, de 28 de junio de 1955, solicitando el correspondiente permiso para viajar a Brasil (Ibídem). 83 Artículo enviado por Otero a la revista Arbor el 15 de enero de 1969, titulado Un viaje científico a la Unión Soviética, En su página 8 da cuenta de cómo en sus charlas con algunas autoridades soviéticas, estas se mostraron muy interesadas en cuestiones religiosas, preguntándole por sus entrevistas con los citados pontífices (APJON). 84 AACE, archivador 157, serie 1, carpeta 7. 78

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Audiencia de Pío XII al Consejo de Unum Omnes presidido por José M.ª Otero Navascués. Roma, 8 de diciembre de 1956.

sustituidas veinte años después por un nuevo Estatuto, que entró en vigor después de recibir el visto bueno de la Santa Sede.85 Las primeras Jornadas Nacionales de Acción Católica tras la aprobación de este importante documento se celebraron los días 3 a 5 de junio de 1960 en la Hospedería del Valle de los Caídos. A ellas asistieron «… cincuenta y tres dirigentes de la Junta Nacional, Consejos Nacionales de las cuatro Ramas y Comisiones Nacionales de los Movimientos Especializados, y noventa y cinco dirigentes en representación de los Organismos diocesanos de cuarenta y ocho diócesis».86 Fueron convocadas estas jornadas bajo el lema general de Organización general de la Acción Católica Española. Se pretendía, partiendo del nuevo Estatuto, discutir, pensar y sentar las bases del funcionamiento futuro de la ACE y fijar nuevos objetivos cuyo cumplimiento permitiría a la organización terminar de asentarse en la sociedad española. El título de las cuatro ponencias presentadas respondía a este fin: «Unidad de la Acción Católica», «Movimientos especializados y parroquialidad», «Instrumentos apostólicos de captación y utilización de los mismos para penetrar en los diversos ambientes» y «Desarrollo y extensión de la Acción Católica, con aumento del número de Centros y socios». Precisamente esta última ponencia fue presentada por Otero, GonzÁlez MoraleJo, El magisterio pontificio, pág. 26. aCCIón CatólICa, Organización general de la Acción Católica Española. Jornadas Nacionales, Madrid, 1960, pág. 3. 85

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quien por entonces había sido ya nombrado vicepresidente para Asuntos Internacionales de la Junta Técnica Nacional de la ACE.87 Su intervención se centró en el panorama si no desolador, sí ciertamente preocupante, de las cifras de militantes y adheridos de buena parte de los centros diocesanos de la ACE. Las razones de esta situación, a juicio de Otero, eran variadas: en primer lugar, cierta relajación por parte de la propia organización, al creer que ya estaba todo hecho y que «… ya el crucifijo se puede pasear por las calles». A su entender nada de esto era cierto, es más, señalaba que acertaba de pleno quien pensara que «… la sociedad española está muy lejos de estar cristianizada».88 En segundo lugar, indicaba Otero, ha «… habido un prurito, que yo llamaría narcisista, de selección. Es decir, han pensado algunos que la Acción Católica es exclusivamente para gente selecta, casi vecina de la santidad militante». Lógicamente, había sido un error considerable haber adoptado esta actitud, pues nunca un movimiento u organización de este tipo podría abrirse a la sociedad si en él solo podían entrar aquellos a los que no les hacía falta recibir apostolado alguno. Al contrario, el objetivo era abrirse y contactar con aquel sector de la población al que le faltaba un último impulso para participar activamente en la vida de la Iglesia, bien a través de la ACE o de otro movimiento similar. En tercer lugar, Otero aludió a la falta de un método de captación adecuado. Y, en cuarto y último lugar, achacó a algunas de las diócesis una absoluta falta de transparencia y de comunicación con las demás.89 Todo ello había conducido a la Acción Católica Española a una situación que, comparada con sus homónimas francesa e italiana, dejaba mucho que desear, por lo menos en cuanto a las cifras de afiliados. La ponencia de Otero fue contestada por los representantes de algunas diócesis, y por el consiliario de la Junta Nacional, Alberto Bonet, quien dio la razón a Otero al fijar como consigna del nuevo período que se abría a partir de ahora en la ACE la de «… conquistar, buscar, aumentar el número de socios… Si no logramos esto habremos fracasado. El nuevo período ha de iniciarse con esta consigna: mayor número, mayor cantidad, porque será señal de que hay mayor calidad».90 Tras la discusión se formó inmediatamente una comisión que redactaría unas conclusiones a la ponencia de Otero, incluyendo la presentación de posibles soluciones. La comisión estaba integrada por el propio Otero, y por los señores Tesa, representante de Huesca, Cuesta, de Burgos, Pajares, de Jaén y, por último, Gordillo, de Sevilla.91 Un total de ocho conclusiones formuló la comisión, entre las que destacaban tres: la primera, que era un punto de partida a modo de reconocimiento de los errores cometidos, pues sentaba como principal problema de la ACE la insuficiencia del número de socios en proporción al número de católicos de España; la sexta, que señalaba como objetivo principal conseguir en un plazo de cinco años el aumento en un 25 % del número de centros, creando al menos uno en toda parroquia; y, la tercera, que indicaba la forma de lograrlo, aunque de forma un tanto general: «Este necesario crecimiento 87 88 89 90 91

Ibídem, págs. 4 y 104. Ponencia de José María Otero Navascués, en aCCIón CatólICa, Organización general, pág. 104. Ibídem, págs. 104 y 105. Ibídem, pág. 107. Ibídem, pág. 108

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de la Acción Católica Española ha de alcanzarse intensificando la vida sobrenatural y con una mayor experiencia y perfección en la metodología, y debe ser una consecuencia de la superación de las cualidades individuales y sociales de militantes y dirigentes».92 Sin embargo, a pesar de los buenos propósitos y del espíritu renovado de los miembros de la ACE tras la celebración de estas Jornadas Nacionales de 1960, no se obtuvieron, ni mucho menos, los objetivos propuestos. No se alcanzó el número de socios previsto, ni el número de centros aumentó en la medida del objetivo marcado (25%). Ello redundó también, como era lógico, en una penuria económica que no hizo más que agravar la crisis de la ACE. Muestra de los apuros económicos de la ACE se puede mencionar una anécdota ocurrida en 1965, en la que indirectamente aparecía Otero: en junio de ese año Juan Bonelli, presidente del Consejo Nacional de Hombres, escribía a Santiago Corral, presidente de la Junta Nacional, rogándole por favor que fuera dicha Junta la que respondiera a una petición económica realizada por Unum Omnes o, lo que es lo mismo, la Federación Internacional de Hombres Católicos. La razón era bien sencilla: el Consejo Superior de Hombres no tenía medios para atender a esta solicitud. La respuesta de Corral a Bonelli, además de negativa, pues la Junta pasaba por grandes apuros económicos, incluía cierta dosis de humor: «… podeis adoptar el sistema de nuestro querido amigo Otero que, entre los miembros del Consejo y otros veteranos, sableaba unas pesetillas que eran las que se enviaban a la FIHC».93 La Acción Católica Española no superaría en muchos años una crisis producida, entre otros factores, por una clara falta de sintonía con la jerarquía eclesiástica española. Esta acusaba a la ACE de haber desertado del ámbito parroquial, de ser exclusivista y, por lo tanto, minoritaria, de la falta de adecuación de su estructura a los planes pastorales de la Iglesia, etc.94 La misma situación de crisis y desorientación experimentaron otras organizaciones apostólicas españolas en aquellos años, como describió el obispo Guerra Campos: «Algunas minorías de miembros de instituciones apostólicas intentaron tomarse ante la opinión pública la representación, bien de la Iglesia implicando a la Jerarquía, bien de sus propias asociaciones eludiendo a las mayorías».95 A partir de 1972, tras aprobar la Conferencia Episcopal Española las Orientaciones para el Apostolado Seglar, la Acción Católica Española remontó parcialmente su antigua pujanza.96 Eran, sin embargo, otros tiempos. José María Otero estaba ya prácticamente jubilado y retirado de la vida pública. Los primeros achaques comenzaban a minar su salud y le impidieron participar, con la energía de antes, en esa nueva etapa de la Acción Católica Española, a la que había pertenecido desde antes de la Guerra Civil. Ibídem, pág. 128-129. Carta de Bonelli a Santiago Corral, de 11 de junio de 1965, y respuesta de este a aquel, de 28 del mismo mes (AACE, archivador 158, serie 1, carpeta 4). 94 FederaCIón de MoVIMIentos de aCCIón CatólICa española, La Acción Católica Española, págs. 170 y ss. 95 Guerra CaMpos, J., Crisis y conflicto en la Acción Católica Española y otros órganos nacionales de apostolado seglar desde 1964. Documentos, Madrid, 1989, pág. 25. 96 FederaCIón de MoVIMIentos de aCCIón CatólICa española, La Acción Católica Española, págs. 170 y ss. 92 93

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Otero Navascués, presidiendo una reunión de Unum Omnes.

Unos años antes, en 1964, Otero había cesado también como presidente de la Federación Internacional de los Hombres Católicos, siendo sustituido por el belga Henri Rollet.

presIdente de la obra CatólICa de asIstenCIa unIVersItarIa Si hubo una obra, en el campo del apostolado, de la que José María Otero pudo sentirse orgulloso, fue sin duda alguna la Obra Católica de Asistencia Universitaria (OCAU). Tuvo esta su origen en la Semana de Estudios de Pax Romana celebrada en Montbarry (Suiza) en 1945, como también en el primer congreso que tras la finalización de la II Guerra Mundial celebró Pax Romana en Inglaterra en agosto de ese mismo año. Allí surgió la idea, a propuesta de los delegados españoles, de organizar un servicio de asistencia, de base e inspiración católicas, para los jóvenes exiliados de la Europa del Este.97 Entre los asistentes españoles a ese congreso regional de Londres cabe citar a Joaquín Ruiz-Giménez, Alfredo Sánchez Bella, José María Mohedano y el propio Otero.98 Todos ellos se involucraron hasta la médula en este proyecto, todavía en germen, de ayudar a los universitarios católicos de los países del Este perseguidos Memoria de la OCAU. Obra Católica de Asistencia Universitaria, 1946-1948, Madrid, 1948, pág. 7. ronaI, Z. A., «Un poco de historia», en Nosotros. Boletín de Comunicación Interna de la Asociación de Antiguos Colegiales del C.M.U.S.A., Segunda Época, octubre 1997, n.º 19, Especial del 50 Aniversario, págs. 6-7, espec. 6. 97

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por el comunismo. Fueron los promotores de la resolución n.º 38 aprobada en este congreso londinense, que decía así: «Se requiere a las federaciones nacionales a estudiar la fundación de casas internacionales para estudiantes refugiados como parte esencial de la ayuda de la post-guerra».99 En este sentido, el propio Otero, al parecer, fue quien ofreció en Londres al Gobierno polaco en el exilio un total de veinticinco becas para acoger a estudiantes de dicha nacionalidad en España.100 En octubre, Joaquín Ruiz-Giménez se trasladó a Estados Unidos para participar en el Congreso de Pax Romana convocado en la capital estadounidense. Además de asumir la presidencia de esta organización, entró en contacto con el director ejecutivo del Servicio de Ayuda de Guerra de la National Catholic Welfare Conference, monseñor Patrick A. O’Boyle. Este se comprometió a ayudar con 200.000 pesetas, pero puso dos condiciones: la primera, que los promotores del proyecto y otras organizaciones católicas españolas aportasen la misma cantidad y, la segunda, que España abandonase el Fondo Mundial de Socorro a los Estudiantes, al parecer bajo la órbita de sectores anticatólicos.101 Al regreso de Ruiz-Giménez de EE.UU. se creó la primera Junta del Comité Español de Asistencia a los universitarios europeos, presidida por él mismo. De ella formaban parte el obispo auxiliar de Madrid-Alcalá, Casimiro Morcillo y diversos representantes de las organizaciones católicas españolas que participaban en esos primeros pasos de este ilusionante proyecto. Al mismo tiempo se abrió una cuenta corriente, a nombre del Comité Español de Ayuda a los Estudiantes Europeos, donde se ingresaron las aportaciones económicas comprometidas.102 Ya en 1946 se recibieron las primeras peticiones de ayuda procedentes de Polonia, Ucrania, etc. Coincidieron en el tiempo con el llamamiento angustioso realizado por el papa Pío xII, a todos los católicos del mundo, para prestar ayuda a los jóvenes de esos países del Este sometidos al comunismo.103 A la consolidación definitiva del plan ayudó la celebración en España del xIx Congreso Internacional de Pax Romana en los últimos días de junio y primeros de julio de 1946. Allí, el «… Comité Español de Ayuda a los Universitarios expresó, ante el resto de las Delegaciones, su decisión, aprobada por la Jerarquía, de acoger en España a varios grupos de universitarios. Esta idea fue recibida con júbilo…».104 Los meses siguientes fueron de una frenética actividad para el Comité Español y su presidente, Joaquín Ruiz-Giménez. Simultáneamente a la celebración en Friburgo, en agosto y septiembre, de otro Congreso de Pax Romana, se realizó una visita al Papa para presentarle el proyecto, que acogió el Pontífice con gran entusiasmo: «Desde esta primera visita, Su Santidad el Papa bendijo paternalmente el proyecto, y se interesó vivamente por él…».105 En Friburgo se produjeron los primeros contactos con la Asociación Católica Polaca en el exilio, comprometiéndose el Comité Español, por medio Ibídem. sokolowskI, M., Nosotros. Boletín de Comunicación Interna de la Asociación de Antiguos Colegiales del C.M.U.S.A., Segunda Época, mayo 1990, n.º 8, pág. 3. 101 Memoria de la OCAU, 1946-1948, pág. 7. 102 Ibídem, pág. 8. 103 lora-taMayo, M., «OCAU», en ABC, 10 de agosto de 1988, pág. 26. 104 Memoria de la OCAU, 1946-1948, pág. 9. 105 Ibídem. 99

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de su presidente, a acoger a todos los universitarios polacos presentados por monseñor Gawlina. Casi inmediatamente, Ruiz-Giménez firmó otro acuerdo con la Asociación Veritas para hacer efectiva la ayuda lo más rápidamente posible. Al final se decidió en octubre de 1946 constituir la Obra Católica de Asistencia Universitaria, al margen de Pax Romana, pero con miembros de esta, y con el beneplácito absoluto de la Santa Sede y de la jerarquía eclesiástica española.106 Otero fue nombrado presidente de la OCAU ante la imposibilidad de que RuizGiménez pudiera ocuparse con garantías. Lora Tamayo recordaba en 1988 el acierto en el nombramiento de Otero, pues su espíritu emprendedor era inigualable: Toda empresa, si ha de ser eficaz, y esta había de serlo en realizaciones y espiritualidad, necesita de la entrega de un hombre que la catalice, cuyo recuerdo se aviva en esta ocasión. José María Otero Navascués, ingeniero de armas navales, investigador, es un nombre olvidado a pesar de que su capacidad creativa le hace singularmente relevante. Pues bien, el propio Otero asumió también la organización de la OCAU, logrando los más felices resultados para los fines propuestos.107

Llama poderosamente la atención la generosidad de todos cuantos en España apoyaron, impulsaron y desarrollaron la desinteresada obra apostólica que fue la OCAU. Y más aún en un país empobrecido y en plena posguerra como era España, donde los medios materiales de todo tipo escaseaban. Algunos estudiantes acogidos, como el ucraniano Teodoro Barabásh, dejaron constancia muchos años más tarde de esta circunstancia: «Sería muy difícil encontrar otro país, otro pueblo que, en las condiciones tan precarias, se volcara en la ayuda a unos extranjeros, aunque desafortunados, dándoles la oportunidad de realizar sus estudios universitarios, mientras muchos estudiantes españoles no podían hacerlos por falta de medios».108 Los primeros estudiantes del Este de Europa, huidos del comunismo y refugiados en los países occidentales, llegaron a España en diciembre de 1946. Concretamente, el día 20 llegó el primer grupo, integrado solo por polacos procedentes de Italia, entre ellos una mujer.109 El 24, día de Nochebuena, llegaron a Barcelona desde Italia, vía marítima, un total de diecinueve ucranianos, gracias a las gestiones realizadas por el arzobispo Iván Buchko, visitador apostólico para los ucranianos refugiados en Europa Occidental.110 El 6 de enero de 1947 llegaron nueve polacos procedentes de Suecia; a finales de este mes, otros siete ucranianos y tres croatas.111 Y en las semanas siguientes, llegaron también a España estudiantes de otros países del Este europeo: húngaros, bielorrusos, rumanos, croatas, eslovacos, eslovenos. Se formó, según algunos periodistas, «… una miniatura de naciones unidas en Madrid».112 Ibídem, págs. 10 y 11. lora-taMayo, OCAU, pág. 26. 108 roManko, S.; roManyk, N.; barabash, T., Breve historia de la organización estudiantil y de la colonia ucraniana en España. 1946-1996, Madrid-Philadelphia, 1997, pág. 186. 109 Memoria de la OCAU, 1946-1948, pág. 11. 110 Nada más llegar a España estos estudiantes ucranianos constituyeron la organización de Estudiantes Ucranianos Católicos Obnova, que significa Renovación (barabash bustelo, S. y barabash, T., Iglesia greco-católica ucraniana. Siglos xx y xxi, Lviv, 2006, pág. 5). 111 Memoria de la OCAU, 1946-1948, pág. 11. 112 roManko, roManyk, barabash, Breve historia de la organización estudiantil, pág. 185. 106 107

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En aquellos momentos no se disponía de una residencia con las condiciones adecuadas para alojar a estos estudiantes, por lo que se decidió instalarlos provisionalmente en pensiones y casas particulares, a pesar del elevado gasto que ello supuso.113 El problema del alojamiento estaba, no obstante, en vías de solución, pues el 6 de diciembre de 1946 se había aprobado un decreto conjunto de los Ministerios de Asuntos Exteriores y de Educación Nacional por el que se creaba el Colegio Mayor Universitario Santiago Apóstol. El preámbulo del decreto exponía las razones de la ayuda española a estos universitarios extranjeros: La Nación española, con clara conciencia de las graves responsabilidades que el vínculo de fraternidad cristiana impone a todos los creyentes en la actual coyuntura del mundo y en cumplimiento de las exhortaciones de la Iglesia, que pide urgente prestación de ayuda material y espiritual a las víctimas de la guerra y, más en concreto, a los hombres que hoy sufren en Europa cruenta persecución por parte del comunismo ateo, viene dispensando espontánea acogida, a través de personas e Instituciones privadas, a universitarios polacos, lituanos, croatas, ucranianos y de otras nacionalidades que, alejados de sus patrias buscan en la hospitalidad española refugio para reconstruir sus vidas quebrantadas, completar sus estudios universitarios y ponerse en condiciones de seguir prestando a la cultura su valiosa aportación, habiéndose distinguido especialmente en este benemérito empeño la «Obra Católica de Asistencia Universitaria» que, colocada bajo la vigilancia de la Jerarquía eclesiástica española, se halla en favorables condiciones de asegurar la continuidad de esa obra.114

El colegio, dependiente de la Universidad de Madrid, fue subvencionado por el Ministerio de Educación Nacional, que dirigía Alberto Martín Artajo. También el Ministerio de Asuntos Exteriores, a través de su Junta de Relaciones Culturales, se comprometió a sostener económicamente un total de doce becas anuales, ampliándose esta cantidad en 1948 a veinte, dada la gran cantidad, cada vez mayor, de estudiantes acogidos.115 La elección del nombre del colegio, como explicó años después un antiguo colegial, quería recordar no solo al patrón de España, sino también «… que en siglos pasados el sepulcro compostelano del Apóstol Santiago el Mayor había sido lugar de encuentro espiritual y cultural de los pueblos europeos».116 Dependiente de la Universidad de Madrid, y gestionado por la OCAU, el Colegio Mayor Santiago Apóstol fue inaugurado oficialmente el 2 de mayo de 1947.117 La sede, situada cerca de la Universidad, en el edificio de la calle Donoso Cortés núm. 63, acogió a diversas autoridades políticas y religiosas tanto españolas como extranjeras. Entre ellas cabe citar a las siguientes: el consiliario de la OCAU y obispo auxiliar de Madrid-Alcalá, Casimiro Morcillo; el presidente, José María Otero; el recién nombrado presidente de Pax Romana y presidente de la Juventud de Acción Católica de México, Memoria de la OCAU, 1946-1948, pág. 12. Decreto de 6 de diciembre de 1946 por el que se funda el Colegio Mayor Universitario «Santiago Apóstol» en la Universidad de Madrid (BOE, de 14-12-1946, núm. 348, pág. 8735). 115 Memoria de la OCAU, 1946-1948, pág. 12. 116 ronaI, Un poco de historia, pág. 6. 117 sokolowskI, M., Nosotros. Boletín de Comunicación Interna de la Asociación de Antiguos Colegiales del C.M.U.S.A., Segunda Época, octubre 1997, n.º 19, pág. 3. 113 114

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José González Torres; el padre Kohut, representante del único obispo ucraniano no encarcelado por los comunistas y el profesor norteamericano Richard Pattee, que acudió en representación de la National Catholic Welfare Conference.118 Fue presidido el acto por el cardenal arzobispo de Toledo y Primado de España, Enrique Pla y Deniel, quien además era el presidente de honor del patronato de la OCAU. Tras la bendición de las instalaciones, Otero abrió el turno de intervenciones en calidad de presidente de la OCAU. Expuso en su discurso el duro trabajo y la labor realizada en los meses previos a la feliz inauguración que se estaba celebrando. Cerró el acto el cardenal arzobispo de Toledo «… con paternales y emocionadas palabras de complacencia y bienvenida».119 Un mes después de la inauguración oficial, a principios de junio, los colegiales pudieron instalarse definitivamente en el Colegio, comenzado así su funcionamiento normal y las actividades diarias de la misma,120 siempre bajo la dirección y gestión de la OCAU. Esta tenía un Patronato de Honor, presidido como ya se ha indicado por el cardenal arzobispo de Toledo, Enrique Pla y Deniel, y constituido por un total de quince hombres, todos ellos autoridades civiles, religiosas y académicas.121 Pero fue la Junta de Gobierno de la OCAU la que llevaba su dirección y gestión diaria. La presidencia la ocupaba, como se ha señalado, José María Otero, al mismo tiempo presidente del Comité Ejecutivo, órgano encargado de ejecutar los acuerdos de la Junta de Gobierno. Formaban parte también de este comité el secretario general, en la persona de José María Mohedano, el tesorero, Luis de Hergueta y García de Guadiana, el director del Colegio Mayor y los representantes de los cuatro Consejos Superiores de Acción Católica Española y de diversas congregaciones marianas. Por último, un colegial en representación de todos sus compañeros.122 Ya en los primeros días de funcionamiento del colegio se pusieron en marcha actividades de muy diverso tipo: académicas, culturales, religiosas, siempre con el objetivo de integrar lo más rápidamente a los colegiales en este nuevo entorno. Así, se organizaron clases diarias de matemáticas para los alumnos de las diversas ingenierías y ciencias, impartidas por José Moreno Torres, alcalde de Madrid; y de física y química, a cargo de Juan Francisco Banda, doctor en Ciencias.123 Memoria de la OCAU, 1946-1948, pág. 13. Ibídem, pág. 14. 120 ronaI, Un poco de historia, pág. 6. 121 Esas quince personas eran las siguientes: «Excelentísimo y Rvdmo. Sr. Dr. D. Leopoldo Eijo y Garay, Obispo de Madrid-Alcalá.- Excmo. Sr. D. Alberto Martín Artajo, Ministro de Asuntos Exteriores.- Excmo. Sr. D. José Ibañez Martín, Ministro de Educación Nacional.- Ilmo. Sr. D. Jesús Rubio, Subsecretario del Ministerio de Educación Nacional.- Ilmo. Sr. D. Carlos Cañal, Director General de Relaciones Culturales.- Ilmo. Sr. D. Manuel Martínez de Tena, Director General de Beneficiencia.- Excmo. Sr. D. Joaquín Ruiz-Giménez, Director del Instituto de Cultura Hispánica.- Excmo. Sr. D. Fernando María Castiella, Director del Instituto de Estudios Políticos.- Excmo. Sr. D. José Moreno Torres, Alcalde de Madrid.- Excmo. Sr. D. Pío Zabala, Rector Magnífico de la Universidad Central.Excelentísimo Sr. D. José García Siñeriz, Vicepresidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.- Excmo. Sr. D. Alfredo López Martínez, Presidente de la Junta Técnica Nacional de la Acción Católica Española.- Ilmo. Sr. D. Fernando Martín Sánchez Juliá, Presidente de la A.C. N. de P..- Excmo. Sr. D. Enrique de Usquinza, Presidente del Consejo Superior de los Hombres de Acción Católica.- Excmo. Sr. D. Marqués de la Vega de Anzo» (Memoria de la OCAU, 1946-1948). 122 Ibídem, pág. 19. 123 Ibídem, págs. 23-24. 118 119

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Otra de las preocupaciones de Otero y demás responsables de la OCAU y del Colegio Mayor Santiago Apóstol consistió «… en lograr que la vida religiosa ocupara un lugar preferente en la vida entera del Colegio».124 Se nombró capellán del colegio al padre Santiago Morillo, viceconsiliario de la Junta de Gobierno de la OCAU. Era, sin duda, la persona más idónea, dado su amplio conocimiento de la cultura eslava tras una estancia de muchos años en los países del Este europeo. De esta forma se facilitaba el que los colegiales pudieran cumplir con el sacramento de la Penitencia en su propio idioma, por lo menos mientras aprendían el español. La Santa Misa se celebraba en español a diario, mientras que por la noche se reunían los colegiales por nacionalidades para rezar el Rosario en su lengua natal.125 Por supuesto, uno de los principales objetivos de la misión que la OCAU trataba de realizar, que los estudiantes acogidos pudieran continuar o iniciar en España sus carreras universitarias, se hizo realidad muy pronto. Tras un rápido aprendizaje en el idioma español, los colegiales comenzaron a asistir a sus respectivas facultades o escuelas. Lógicamente, era necesario convalidar previamente los estudios realizados por estos estudiantes en sus respectivos países, para lo cual fue aprobada por el Ministerio de Educación Nacional la orden de 9 de mayo de 1947 que preveía tal posibilidad. Inmediatamente fueron aprobadas las peticiones presentadas y los estudiantes formalizaron la matrícula en sus respectivos centros de estudio. Se les eximió, además, del pago de las tasas.126 Una vez en funcionamiento el Colegio Mayor y con los estudiantes integrados en las aulas universitarias españolas, hubo que atender a uno de los problemas que más quebraderos de cabeza causó a los responsables de la OCAU: su financiación económica. De la delicada situación de las arcas de la OCAU, entidad gestora del colegio, dan muestra las cifras finales del balance económico del primer año de andadura del mismo, 1947. Se había confeccionado un presupuesto de ingresos y gastos más o menos equilibrado, en torno a 1.388.864 pesetas. Sin embargo, solo en ese año se originó un déficit de 330.781 pesetas.127 Hay que tener en cuenta los enormes gastos que suponía el funcionamiento tanto de la OCAU como del Colegio Mayor, más aún el año de su inauguración: pago de los salarios del personal, material diverso, luz, calefacción, alquiler del edificio, alimentación, dinero de bolsillo de los colegiales, publicaciones (la revista Nosotros), etc.128 Los responsables de la OCAU, con su presidente José María Otero al frente, buscaron, sin embargo, soluciones inmediatas a su penuria económica. En uno de sus viajes a EE.UU., Otero se entrevistó con algunos de los responsables de la National Catholic Welfare Conference, entidad que ya se había comprometido a aportar financiación a través de becas individuales. Tal era la capacidad de persuasión de Otero y la perseverancia y tenacidad en todo aquello que se proponía, que también en este caso su insistencia obtuvo frutos positivos. Tras largas conversaciones con monseñor Carroll y monseñor Swanstrom, secretarios generales de la NCWC en Washington y Nueva York, 124 125 126 127 128

Ibídem, pág. 26. Ibídem, pág. 26. Ibídem, pág. 14. ronaI, «Un poco de historia», pág. 7. Ibídem.

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respectivamente, Otero consiguió su compromiso de correr con hasta una cuarta parte del total de los gastos de la OCAU; más o menos, unos 60.000 dólares.129 Esta ayuda norteamericana vino a paliar en parte el déficit de funcionamiento de la OCAU. Los ministerios de Educación Nacional y Asuntos Exteriores continuaron aportando diferentes cantidades anuales, a las que había que sumar la enviada por la Santa Sede, al menos durante el pontificado de Pío xII (250.000 pesetas). También se recibían fondos provenientes de la colecta anual por la Iglesia perseguida, establecida por el cardenal Primado. Por último, Otero trató de vincular a la sociedad civil al sostenimiento económico de la obra, consiguiendo que tanto algunos particulares en su condición de socios, como empresas y también bancos participaran en el mantenimiento del colegio. Asimismo, se crearon delegaciones de la OCAU en diferentes ciudades españolas: Barcelona, Gerona, Huesca, Jaca, Murcia, Pamplona, Santiago, Vitoria y Zaragoza; centros estos que difundieron la espléndida labor de la OCAU en favor de los estudiantes acogidos con el fin, entre otros, de recabar la ayuda económica de la que tan necesitada estaba.130 Las aportaciones prometidas por las personas e instituciones que a ello se habían obligado pronto se hicieron realidad, y ya en 1950, cuarto año de funcionamiento del colegio, el balance económico estaba equilibrado. No obstante, la «… situación económica de la Obra nunca fue muy boyante y había momentos críticos sin que los colegiales tuvieran conciencia de ello».131 A pesar de lo delicada de la situación económica en algunos años concretos, se llegó a pensar en la construcción de un nuevo colegio mucho más amplio que el de la calle Donoso Cortés. Incluso el arquitecto Francisco Navarro realizó el proyecto, pero al final no se construyó.132 La labor desarrollada por la OCAU traspasó pronto las fronteras españolas. Así, en una asamblea de Pax Romana celebrada en Spa (Bélgica) en abril de 1948, se elogió a la OCAU como «… la primera y más eficaz organización católica para universitarios exiliados, perseguidos por el comunismo y desplazados de sus países».133 Lo mismo ocurrió un año después en México, durante la celebración del correspondiente Congreso Internacional de Pax Romana, tras la presentación de un informe de las actividades desarrolladas por la OCAU.134 Mientras tanto, y pesar de las dificultades económicas, la vida en el Colegio Mayor Santiago Apóstol transcurría con normalidad. Durante el curso 1948-1949, un total de 160 estudiantes estaban alojados en la sede colegial. No cabía un alumno más, por lo que los responsables del colegio no tuvieron más remedio que rechazar, muy a su pesar, la mayoría de las más de 1.500 solicitudes recibidas. Durante dicho curso los colegiales realizaron dos peregrinaciones. La primera de ellas a Santiago de Compostela, en agradecimiento al Patrón de España, que daba nombre al colegio. En esta primera peregrinación participó Otero, presidente de la OCAU, plenamente integrado en las actividades colegiales. Al día siguiente de la llegada a la capital compostelana, el 31 de octubre de 1948, se celebró en el altar 129 130 131 132 133 134

Memoria de la OCAU, 1946-1948, pág. 16. ronaI, «Un poco de historia», pág. 7. Ibídem. Ibídem. Memoria de la OCAU. Obra Católica de Asistencia Universitaria, 1948-1949, Madrid, 1949, pág. 6. Ibídem.

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mayor de la catedral una misa oficiada conforme al rito oriental en deferencia a los 130 colegiales desplazados. Ofició la Eucaristía el padre Morillo y participó también el coro ucraniano del colegio. Finalizada la celebración religiosa, Otero leyó la ofrenda al Apóstol Santiago, repetida posteriormente en ocho idiomas diferentes por un representante de cada una de las diferentes nacionalidades acogidas en el colegio.135 En febrero de 1949 abandona Alfredo Sánchez Bella la dirección del Colegio Mayor, al pasar a ocuparse del Instituto de Cultura Hispánica. Es sustituido al frente del Colegio por el doctor José Cieker, exministro de Eslovaquia en España.136 Es el nuevo director quien organiza la segunda de las peregrinaciones de ese curso académico 194849, en este caso a otro de los lugares señalados del catolicismo español: Zaragoza. Allí estuvieron tres días, del 1 al 3 de abril, celebrando la Eucaristía principal en El Pilar. Las actividades culturales, deportivas y religiosas del colegio continuaron con normalidad. Se organizaban, por ejemplo, conferencias de distinguidos representantes de las distintas ramas del saber como contribución a la formación de los colegiales. Ese año el mismo Otero pronunció una de las conferencias aportando una visión general sobre las ciencias a las que pertenecían sus investigaciones.137 El curso siguiente en el Colegio Mayor, 1949-1950, fue inaugurado el 10 de octubre en el salón de actos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. El discurso de apertura corrió a cargo de Otero. En el mismo acto fueron impuestas las primeras becas honorarias del colegio a un total de quince colegiales, así como a Otero y al rector de la Universidad Central, Pío Zabala, en ambos casos en reconocimiento y agradecimiento a su extraordinaria labor y apoyo al Colegio Mayor.138 Por entonces se decidió agrupar todas las actividades internas del colegio en tres secciones: la primera, religiosa; la segunda, cultural y, la tercera, social.139 También se acordó la celebración cada cierto tiempo de reuniones generales en las que participaran todos los colegiales. La primera de ellas se llevó a cabo el 5 de noviembre de 1949. Se aprovechó este acto para imponer a Joaquín Ruiz-Giménez una de las becas honorarias del colegio. Ruiz-Giménez, antiguo director del Instituto de Cultura Hispánica, desempeñaba ahora la representación diplomática de España ante la Santa Sede. Fue, como se ha explicado, una de las personas que más hizo para que el proyecto de la OCAU y, en consecuencia, del Colegio Mayor Santiago Apóstol, se hiciera realidad. Ahora recibía con enorme gratitud este reconocimiento,140 como dejó plasmado en su discurso, aunque señaló al verdadero artífice del éxito de la empresa: El Señor nos envió otro ángel para enseñarnos el hombre que podía llevar la tarea adelante: José María Otero Navascués. Agravio no se le puede guardar a José María Otero por ninguna cosa; pero yo se lo guardo por una sola: hizo que nosotros nos sintiéramos descargados de la disposición económica de la misma. Yo os pido perdón públicamente por ello.141 135 136 137 138 139 140 141

Ibídem, pág. 9. Ibídem, pág. 15. Ibídem, pág. 17. Memoria de la OCAU. Obra Católica de Asistencia Universitaria, 1949-1950, Madrid, 1950, pág. 17. Ibídem, pág. 18. Ibídem, pág. 28. Ibídem, pág. 30.

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No hizo Ruiz-Giménez sino reconocer los méritos y desvelos de Otero para que la OCAU pudiera ser una realidad fructífera, para obtener la financiación necesaria para su funcionamiento, así como su implicación en la vida diaria del colegio. Y es que el colegio había cogido ya velocidad de crucero a los pocos años de su creación. En este curso estuvieron acogidos en la sede colegial un total de 156 estudiantes, pertenecientes además a trece nacionalidades distintas: 1 bielorruso, 29 croatas, 5 checos, 7 eslovacos, 18 eslovenos, 1 estoniano, 4 georgianos, 10 húngaros, 1 lituano, 37 polacos, 9 rumanos, 3 serbios y 31 ucranianos. Como había ocurrido desde el año de la inauguración, eran polacos y ucranianos los más numerosos, y así se mantuvo durante toda la vida del colegio.142 La mejor muestra de la plena integración de los colegiales en la sociedad española fue que en el año 1950 hasta cuatro de ellos contrajeron matrimonio con sendas mujeres españolas. El 2 de abril se celebró la boda del ucraniano Jurij Drodowsky con Elvira Palacios Alcalde. El novio, ante la falta de familiares propios, pidió a Otero que fuese su padrino. El 17 de abril el colegial croata José Franic contrajo matrimonio con Isabel Fargas del Río, y también aquí Otero tuvo un papel destacado, pues firmó como testigo del novio.143 Inmenso agradecimiento es lo que puede desprenderse de tales actitudes; gratitud hacia quien, de forma absolutamente desinteresada, les había ayudado a ver una luz al final del negro túnel de sus países de origen, a quien les había apoyado para que lograran completar su formación universitaria y, ahora, les había ayudado a formar una familia. El 2 de mayo de 1950 celebró el colegio el tercer aniversario de su fundación con un acto académico y posterior almuerzo en el que estuvieron presentes todos los colegiales, los miembros de la junta directiva de la OCAU y demás benefactores de la misma. Tras el almuerzo tomó la palabra Otero recordando los motivos que indujeron a un grupo de católicos a poner en marcha, partiendo de la nada, el servicio de ayuda a estudiantes extranjeros plasmado posteriormente en la OCAU y el Colegio Mayor Santiago Apóstol. Subrayó también la misión a la que servía el colegio, e invitó a los colegiales a ser dignos de la misma como hijos que eran de sus respectivas naciones perseguidas por su fe: «ser fermento y levadura en la restauración cristiana de sus Patrias».144 Curso a curso, y gracias a la ayuda y colaboración altruista de muchas personas y entidades, el Colegio Mayor pudo aumentar el número de estudiantes hospedados en sus instalaciones. Durante el curso 1950-1951 fueron un total de ciento setenta y cinco, veinte más que un año antes. Además, y transcurridos ya cuatro años desde su inauguración, los colegiales iban consiguiendo sus respectivas metas académicas: cinco de ellos se doctoraron en Ciencias Políticas y Económicas, uno en Derecho, cuatro se licenciaron en Filosofía y Letras, uno en Farmacia, dos en Arquitectura, y otros dos en Ingeniería. Y en junio otros ocho finalizaron sus carreras universitarias. Uno de los fines primordiales de la OCAU, ayudar a los estudiantes a terminar sus estudios, comenzaba ahora a plasmarse.145 142 143 144 145

Ibídem, pág. 7. Ibídem, pág. 11. Ibídem, pág. 12. Memoria de la OCAU. Obra Católica de Asistencia Universitaria, 1950-1951, Madrid, 1951, pág. 10.

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Otero en el Colegio Mayor Santiago Apóstol, el 3 de diciembre de 1959.

No obstante la satisfacción de ver cumplido uno de sus objetivos, quizás lo más destacado en la vida de la OCAU y del colegio en este curso 1950-1951 fue la peregrinación a Roma. Esta se llevó a cabo en el mes de diciembre de 1950, desde el día 12 hasta el 18. Sin duda alguna, fue la audiencia concedida por el papa Pío xII a toda la delegación la que marcó la visita y supuso un hito importante en la vida del Colegio Mayor Santiago Apóstol.146 La extraordinaria labor de ayuda y apostolado representada por la OCAU era reconocida dentro y fuera de España. No solamente por el Santo Padre, sino también por otras organizaciones católicas que no dudaron en seguir prestando su apoyo incondicional, tanto económico como moral, a la OCAU. Es el caso de Acción Católica Española, cuyo Consejo Superior de Hombres, al que pertenecía Otero, acordó «… de manera decidida y entusiasta la difusión de la OCAU por toda España, y recomendó a todos sus afiliados contribuyan a su sostenimiento y propaganda, puesto que se trata de una obra apostólica de extraordinaria importancia».147 Igualmente, Otero aprovechó uno de sus viajes a EE.UU. para volver a entrevistarse con los dirigentes de la National Catholic Welfare Conference y de la National Federation of Catholic Collage Students. Obtuvo de nuevo el compromiso de ayuda y apoyo incondicional a la OCAU, a la que consideraban «una obra ejemplar».148 Las diferentes aportaciones económicas recibidas permitieron cumplir, con mayor o menor desahogo, según los casos, los fines previstos. Se ideó un nuevo medio de 146 147 148

Ibídem. Ibídem, pág. 14. Ibídem, pág. 15.

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difusión y acercamiento del Colegio Mayor a la sociedad española: la revista Nosotros. Aunque en 1950 se publicaron cinco números de este boletín colegial, se hizo en ciclostil, de forma un tanto artesanal. El primer número de Nosotros editado en imprenta fue publicado en 1951.149 Otero Navascués seguía de cerca la marcha del colegio como una de sus realizaciones más queridas. Participaba asiduamente, siempre que podía, en todas las actividades colegiales. El 6 de marzo de 1951 clausuró el acto de celebración de la festividad de Santo Tomás de Aquino; minutos antes había recibido de los colegiales un regalo muy apreciado para él: el Album de la Peregrinación a Roma, «como expresión de gratitud y filial adhesión».150 Siguió, por otro lado, aportando sus conocimientos y experiencias a los colegiales en conferencias impartidas en la sede colegial; por ejemplo, en ese curso 1950-1951 disertó sobre «El mundo occidental en 1951, visto por un viajero».151 El curso 1951-1952 continuó sin sobresaltos en el Colegio Mayor Santiago Apóstol. Nuevos colegiales terminaron en este período sus carreras universitarias. No obstante haberse convalidado sus estudios anteriores por la ya citada orden ministerial de 9 de mayo de 1947, encontraban los colegiales recién licenciados muchos problemas para poder ejercer sus respectivas profesiones en España, pues no se podían aplicar, lógicamente, criterios de reciprocidad con sus países de origen. Amén de establecer la legislación laboral ciertas restricciones para el reconocimiento de dichos títulos. Este problema se solucionaría dos años después, como se expondrá más adelante. El 1 de mayo de 1952 se celebró el quinto aniversario de la inauguración del colegio. Comenzaron las celebraciones en la capilla colegial con un Tedeum de acción de gracias entonado por el obispo de Tuy. Posteriormente se desarrolló un solemne acto académico presidido por el obispo, Otero, presidente de la OCAU, José Cieker, director del colegio, Alfredo Sánchez Bella, primer director del mismo y José María Mohedano, secretario general de la OCAU desde marzo de 1948. El discurso más celebrado fue el de Otero, quien habló con «… el tono de quien conoce la Obra desde la raíz de la paternidad. Con la perspectiva de estos cinco años se ve lo alcanzado y lo que aún se puede esperar más».152 En junio de 1952 se celebró en la sede colegial la II Asamblea General de la Federación Internacional de Hombres Católicos (FIHC), una de las instituciones católicas benefactoras del colegio. Tras la celebración de la Eucaristía en la capilla, las delegaciones de los dieciocho países presentes escucharon las diferentes ponencias presentadas. Una de ellas corrió a cargo de Otero, en su doble condición de presidente de la OCAU y miembro de la Federación. Su título fue el siguiente: «La ayuda a los católicos y la Iglesia perseguida», presentando al final unas conclusiones que fueron aprobadas por unanimidad. Entre ellas, la de organizar «… colectiva e internacionalmente obras de preservación de minorías selectas, formándolas en un ambiente íntegramente religioso y sobrenatural, a la manera como la OCAU ha sido organizada».153 149 150 151 152 153

Ibídem, pág. 22. Ibídem, pág. 28. Ibídem, pág. 20. Memoria de la OCAU. Obra Católica de Asistencia Universitaria, 1951-1952, Madrid, 1952, pág. 18. Ibídem, pág. 28.

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Tras cinco años de experiencia y visto su éxito desde todos los puntos de vista, el modelo de la OCAU, por tanto, se consideraba el adecuado para los fines perseguidos. El mérito correspondía a Otero, Ruiz-Giménez, Mohedano, etc., y a todas aquellas personas que habían prestado su ayuda antes y después de su creación. A todas las instituciones y organizaciones, la mayoría del ámbito católico, que financiaban a la OCAU. Pero, también, y en gran medida, a los propios estudiantes acogidos, que habían respondido con su trabajo y esfuerzo intelectual a las esperanzas en ellos depositadas. En el curso 1951-1952 se organizó un curso en el colegio bajo el lema de Reconstrucción de la Europa sovietizada, en el que intervino Otero con una conferencia que versó sobre el «Papel de los intelectuales católicos en la reconstrucción espiritual y material de los países liberados de la tiranía comunista».154 Sobre la misma cuestión disertó Otero unos meses después en Vitoria, invitado por la delegación de la OCAU en la capital alavesa. El 18 de enero de 1953 intervino en el salón de actos de la Obra Cultural de la Caja de Ahorros Municipal ante numeroso público. Después de recordar a dos de los fundadores de la OCAU en Álava, ya fallecidos (Cayetano Ciguera y Prudencio Verástegui), habló aportando cifras concretas de la Iglesia perseguida: casi setenta millones de personas en la Europa tras el Telón de Acero, y ocho millones en la China comunista, sufrían persecución por su fe católica. Frente a ello, señaló Otero, además de obras como la OCAU, indicó un remedio: «La oración y el espíritu de penitencia para pedir a Dios cese el martirio de la persecución de nuestros hermanos».155 En este curso 1952-1953 se hizo balance, más que positivo, de la labor de la OCAU desde su fundación: trescientos setenta estudiantes acogidos y más de cincuenta y nueve licenciaturas y doctorados obtenidos.156 Ante este último dato, no es de extrañar que el colegio quisiera mostrar su agradecimiento a la Universidad de Madrid, que acogía a los colegiales en sus aulas. Así, y con motivo del sexto aniversario del colegio, se celebró el preceptivo acto académico a cuya presidencia se invitó al rector de la citada universidad, Pedro Laín Entralgo. Este recibió, de manos de Otero, la beca de honor del colegio.157 En el curso siguiente, 1953-1954, se beneficiaron de la asistencia de la OCAU un total de ciento veintisiete estudiantes de diversas nacionalidades: dos bielorrusos, veinte croatas, dos checos, seis chinos, doce eslovacos, trece eslovenos, dieciséis húngaros, veinticuatro polacos, cinco rumanos, un serbio y veintiséis ucranianos.158 Otero continuaba como presidente de la OCAU, honor al que sumó en marzo de 1954 el de presidente de la Federación Internacional de Hombres Católicos, como ya se ha indicado. Fue designado para tal cargo en la Asamblea General de la FIHC celebrada durante los días 17 al 19 de marzo en París. Como se señalaba en la Memoria de la OCAU del citado curso, en los planes de Otero «… entra como tarea principal incorporar a esta Federación los organismos de Hombres de Acción Católica en el exilio de los países situados tras el telón de acero, y también una ayuda más eficaz y entusiasta a 154 155 156 157 158

La conferencia fue pronunciada el 4 de julio de 1952 (Ibídem, pág. 26). Memoria de la OCAU. Obra Católica de Asistencia Universitaria, 1952-1953, Madrid, 1953, pág. 18. Ibídem, pág. 9. Ibídem, pág. 21. Memoria de la OCAU. Obra Católica de Asistencia Universitaria, 1953-1954, Madrid, 1954, págs. 7-9.

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los católicos perseguidos en estos países».159 Se trataba, en consecuencia, de crear una amplia y eficaz red internacional de ayuda a los católicos perseguidos en los países comunistas en la que estuvieran involucradas las organizaciones católicas más relevantes: la propia FIHC, Acción Católica, la OCAU, etc. A todas ellas pertenecía o había pertenecido José María Otero. No es de extrañar que uno de los primeros frutos de tal colaboración entre organizaciones católicas fuera la celebración en España, el 4 de abril de 1954, del «Día de la Iglesia Perseguida», en cuya organización y desarrollo intervino de manera decisiva la OCAU.160 El curso 1954-1955 fue muy importante para la OCAU, pues durante el mismo se resolvió uno de los problemas más importantes con que se encontraban los colegiales del Santiago Apóstol licenciados en España: la convalidación de sus estudios universitarios. No solamente era imposible, por circunstancias obvias, establecer criterios de reciprocidad con los países de origen de los colegiales, sino que además la legislación laboral española era muy restrictiva en este sentido. Por ello, muchos colegiales, finalizados sus estudios, se vieron obligados a emigrar, fundamentalmente a Estados Unidos, para encontrar una salida laboral. Esta no era la solución ni adecuada ni lógica, pues España veía partir a unas personas formadas aquí, plenamente integradas en la sociedad española, algunas incluso casadas con españolas. La Junta de Gobierno de la OCAU, con Otero al frente, hizo las gestiones necesarias, y, finalmente, el Ministerio de Educación Nacional aprobó un decreto el 6 de octubre de 1954 por el que se regulaba «… la validez profesional de los títulos españoles obtenidos por ciudadanos extranjeros de países ocupados por el comunismo».161 Era, en consecuencia, una norma creada ad hoc, aplicable únicamente a casos muy concretos, el de los estudiantes extranjeros originarios de países ocupados por el comunismo; es decir, a los hospedados en el Colegio Mayor Santiago Apóstol gracias a la OCAU. En efecto, el decreto hacía mención expresa a la institución presidida por Otero: «La Obra Católica de Asistencia Universitaria ha patrocinado y materialmente llevado a efecto esta labor de ayuda a los exiliados universitarios, por lo cual se considera oportuno que intervenga en la concesión del privilegio temporal que este Decreto regula». Se daba así participación efectiva a la OCAU en el proceso de reconocimiento de los títulos universitarios obtenidos por sus estudiantes. ¿Cuál era el papel concreto de la OCAU en este proceso? Debía informar, según señalaba el art. 3 del decreto, de las peticiones de reconocimiento formuladas por sus estudiantes con carácter previo a la decisión del Ministerio de Educación Nacional. En caso de informe positivo, el Ministerio pasaría a analizar detenidamente la solicitud y resolvería en un sentido u otro. Si el Ministerio resolvía positivamente, se otorgaba validez profesional al título universitario por un plazo «… de diez años, prorrogables por otros diez, previo acuerdo del Consejo de Ministros».162 Sin duda alguna, el hecho Ibídem, pág. 16. andrés Martín, «El compromiso católico», pág. 60. 161 Decreto del Ministerio de Educación Nacional de 6 de octubre de 1954 por el que se regula la validez profesional de los títulos españoles obtenidos por ciudadanos extranjeros de países ocupados por el comunismo (BOE, de 27-10-1954, núm. 300, págs. 7253-7254). 162 Ibídem. 159 160

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de que Joaquín Ruiz-Giménez, uno de los promotores de la OCAU, ocupara la titularidad del Ministerio de Educación Nacional, debió influir en la aprobación de este decreto en octubre de 1954. Cinco meses después, el 29 de marzo de 1955, el Ministerio de Educación Nacional aprobó una orden desarrollando el procedimiento a seguir por los estudiantes extranjeros (plazo, documentación a presentar, etc.) que quisieran solicitar el reconocimiento de sus títulos universitarios. Tenían que presentar en el Ministerio un certificado de estudios, el citado informe de la OCAU, un documento de identidad y otro certificado de haber terminado completamente sus estudios. Con esta documentación en sus manos, desde el Ministerio de Educación Nacional se pedirían informes al de Asuntos Exteriores y a otros centros u organismos nacionales o internacionales si así lo requiriera el caso. Finalmente, el Ministerio decidiría.163 Se puso así solución a un problema que amenazaba con poner en entredicho una de las finalidades primordiales de la OCAU, pues no se trataba solamente de acoger a unos estudiantes, sino también de proporcionarles los medios necesarios para concluir sus carreras universitarias y facilitarles su incorporación al mercado laboral español. Sin esto último la labor de la OCAU no habría tenido sentido alguno. No obstante haberse resuelto con prontitud y acierto este problema, no todos los estudiantes pudieron encontrar trabajo en España, por lo que tuvieron que emigrar a EE.UU. Sin embargo, este país tenía establecida una cuota anual de inmigrantes de 214.000 personas desde la promulgación de la Public Law, núm. 203, aprobada expresamente para dar acogida a refugiados de los países del Este. Ahora bien, había otra condición: esta ley solo se aplicaba a los países miembros de la OTAN, y España por entonces no cumplía este requisito. Por tanto, era casi imposible que los estudiantes de la OCAU pudieran emigrar a EE.UU. acogiéndose a esta ley, lo cual planteaba un grave problema económico a la OCAU pues se veía obligada a mantener en España a personas que no tenían trabajo. Otero planteó este grave problema en el Ministerio de Asuntos Exteriores, cuyos responsables se comprometieron a intentar resolverlo. La ocasión de hacerlo se presentó en diciembre de 1954, cuando Mr. Celler, miembro de la Cámara de Representantes, vino a España para tratar precisamente cuestiones relacionadas con la emigración a su país. El Ministerio de Asuntos Exteriores le puso sobre la mesa este problema y Mr. Celler, vivamente interesado, prometió incluir a España entre los países que podían transferir refugiados a EE.UU. Al parecer, unos meses después cumplió su compromiso, como se indicaba en la Memoria de la OCAU del curso 1954-1955: «La promesa de Mr. Celler está a punto de ser realidad».164 Fueron muchos los estudiantes acogidos por la OCAU que en los años siguientes emigraron a Estados Unidos y se establecieron definitivamente en ese país. Este curso 1954-1955 también se celebró, como todos los años, el aniversario de la fundación del Colegio Mayor Santiago Apóstol. Sin embargo, este año la celebración tuvo un significado especial para José María Otero. El 29 de abril de 1955 se Orden de 29 de marzo de 1955 por la que se dictan normas a que habrán de atenerse las solicitudes de los extranjeros de países ocupados por el comunismo que habiendo obtenido títulos en España desean ejercer en ella sus profesiones (BOE, de 5-4-1955, núm. 95, págs. 2237-2238). 164 Memoria de la OCAU. Obra Católica de Asistencia Universitaria, 1954-1955, Madrid, 1955, pág. 17. 163

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José María Otero con S.M. la Reina doña Sofía de Grecia.

desarrolló el tradicional acto académico en la sede colegial. Presidido por Otero, a su discurso le siguió la también acostumbrada imposición de becas a los colegiales. Fue con la intervención de José María Mohedano, secretario general de la OCAU, cuando el acto adquirió un tinte muy emotivo, pues propuso que Otero fuera designado como presidente perpetuo de la OCAU. La respuesta fue la esperada y Otero fue literalmente aclamado como tal. Simplemente se trataba de honrar y reconocer la excepcional y maravillosa labor por él desarrollada desde hacía ya muchos años al frente de la OCAU.165 Fue uno de los primeros, pero no el único, ni mucho menos, de los homenajes que los propios colegiales del Santiago Apóstol rindieron a quien fue siempre la alma mater del colegio. Sus desvelos sin descanso al frente de la OCAU encontraron casi siempre eco favorable tanto en España como en el extranjero. La excepción estaba en quienes no entendieron que se preocupara más del futuro de estudiantes extranjeros que de los españoles: «… hubo ciertas críticas por parte de algunos estudiantes y círculos académicos con los reproches de preocuparse más de los estudiantes extranjeros que de los propios».166 Fueron solo unos pocos, una minoría, dentro de un inmenso mar de gratitud y reconocimiento por su labor. Buen ejemplo de ello lo encontramos en la carta que Otero recibió el 2 de febrero de 1957 firmada por Wladyslaw Bobrek, presidente de la Asociación de Universitarios Polacos en España, y por Andrzej Wnek, del Comité Central de la Asociación de Universitarios Polacos en el Exilio. En la misiva se le comunicaba su nombramiento como miembro de honor de esta última Asociación, con el ruego de aceptarlo: 165 166

Ibídem, págs. 62-63. Papel anónimo sobre la OCAU, s/f.

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Excelentísimo Señor: El xI Congreso Mundial de la Asociación de Universitarios Polacos en el Exilio, celebrado el día 12 de octubre de 1956 en Londres ha tomado por unanimidad el acuerdo de nombrarle MIEMBRO DE HONOR de nuestra Asociación como testimonio de gratitud y reconocimiento a la gran labor que desarrolla la O.C.A.U. española a favor de nuestros compatriotas que viven en España, al frente de la cual Ud. tan incansablemente trabaja. Lo que tenemos el honor de comunicarle con gran satisfacción rogándole se digne aceptarlo.167

La vida en el Colegio Mayor Santiago Apóstol continuó con normalidad durante muchos años. Sin embargo, su fructífera existencia concluyó inesperadamente el 1 de abril de 1969, fecha del decreto del Ministerio de Educación y Ciencia que separó el colegio de la OCAU, sin consulta previa alguna a sus responsables. Según Mohedano, que estaba presente, el enfado de Otero ante esta medida fue mayúsculo, y así se lo expresó al ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Castiella: «Recuerdo la indignación del Sr. Otero por esta medida que consideró una gran torpeza política, además de un atropello, según escribió al entonces Ministro de Asuntos Exteriores, Sr. Castiella».168 Segregado el Colegio Mayor de la OCAU, esta ya no tenía razón de existir, por lo que fue disuelta. Así acabó la OCAU, después de veintidós años de existencia y con más de ochocientos estudiantes acogidos, pertenecientes a dieciséis naciones europeas distintas y a China.169 A pesar de su súbita desaparición, la OCAU y el Colegio Mayor Santiago Apóstol cumplieron con creces, superando grandes dificultades, sus objetivos iniciales. A estos se refirió Otero en un artículo publicado en 1967 en Cristianitas, el Boletín de Información de la OCAU, con el revelador título de «La razón de nuestra obra»: No olvidemos que quizá cuando la cortina de acero se corra, si tarda, nos encontraremos, junto a los viejos y depurados católicos, una juventud vacía de Dios y de Valores cristianos. La edad adulta que amó a Cristo no le olvida jamás, o le traiciona por debilidad, pasajeramente. Lo que se pierde para la Iglesia es la juventud y la niñez. Nuestro deber es acudir a esa necesidad. Y a colmar esta necesidad contribuye, sin duda, el esfuerzo meritorio de la Obra Católica de Asistencia Universitaria, que conserva en el remanso de una España católica e incomprendida una selección de jóvenes que se encontrarán muy pronto con la inmensa tarea de devolver a su patria a Cristo, en la verdadera civilización y bajo las alas maternales de la verdadera Iglesia.170

Algunos de los colegiales volvieron a sus países de origen; otros se quedaron en España o bien emigraron a Estados Unidos o Canadá. Sea cual fuera el país donde se Carta a Otero de Wladyslaw Bobrek, presidente de la Asociación de Universitarios Polacos en España, y Andrzej Wnek, del Comité Central de la Asociación de Universitarios Polacos en el Exilio, de 2 de febrero de 1957 (APJON). 168 sokolowskI, Nosotros. Boletín de Comunicación, pág. 4. 169 Varios estudiantes chinos fueron también hospedados provisionalmente en el Colegio Mayor Santiago Apóstol hasta la apertura del Colegio Mayor San Francisco Javier en el edificio colindante con el primero: calle Donoso Cortés núm. 65, al que se trasladaron (ronaI, «Un poco de historia», pág. 6). 170 otero naVasCués, J. M.ª, «La razón de nuestra obra», en Cristianitas. Boletín de Información de la O.C.A.U., Madrid, 1957, año 6, núm. 14. 167

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establecieron y desarrollaron su carrera profesional, contribuyeron a la recuperación de sus respectivos países, algunos se convirtieron en representantes de sus compatriotas en el extranjero y siempre llevaron en el recuerdo a la OCAU y al Colegio Mayor, todo ello bajo un denominador común: su fe cristiana.171 La labor de Otero al frente de la OCAU bien puede resumirse en la frase pronunciada al autor de esta obra por uno de los colegiales, Teodoro Barabásh, en su residencia particular el día 10 de junio de 2008: «Le debo mucho a D. José María Otero Navascués». Efectivamente, los colegiales del Santiago Apóstol hasta la desaparición de la OCAU son deudores de su presidente y de otras muchas personas que trabajaron por su éxito. Incluso una vez fallecido José María Otero, y siempre que tenían ocasión de volver a verse, el recuerdo agradecido a su persona fue constante. Así, en 1991, en Nosotros, boletín de los antiguos colegiales, se recordaba a los gestores de la OCAU y del colegio y a sus viudas: «Nos acordamos de todos ellos y de las Sras. Vdas. del doctor Cieker, de D. José María Otero Navascués, de…».172 El 6 de mayo de 1994 se celebró la Asamblea General de la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio Mayor Universitario Santiago Apóstol. Seguida de una cena, a esta fue invitada María Teresa Domínguez, viuda de Otero, quien acudió acompañada de su hija María Teresa. Fue el momento de recordar de nuevo, y de añorar, a José María Otero: «Otro emocionante recuerdo fue promovido por la presencia de la Sra. Viuda de D. José M.ª Otero Navascués y de su hija María Teresa. Este renovado contacto con la familia Otero, al que no pudo asistir Javier, fue para los presentes una verdadera inyección de nuevas energías y entusiasmo».173 Ese mismo año el Ayuntamiento de Madrid rindió homenaje póstumo a uno de sus ilustres vecinos con la colocación de una placa en el que había sido domicilio familiar de Otero, en el portal de la calle Alfonso xII n.º 32. Este acto oficial fue presidido por el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, acompañado por la entonces concejal de Cultura del Ayuntamiento, Esperanza Aguirre Gil de Biedma. Asistieron numerosas autoridades y amigos de Otero (Joaquín Ruiz-Giménez, Armando Durán), así como muchos de los antiguos colegiales.174 Especialmente cariñoso y emotivo fue el recuerdo que de Otero, presidente de la OCAU, se realizó en el acto celebrado el 6 de mayo de 1997 con ocasión del cincuenta aniversario de su fundación. Familiares de algunos miembros de la Junta de Gobierno A título de ejemplo, cabe citar la condecoración recibida en 2006 por Teodoro Barabásh, uno de los antiguos colegiales de nacionalidad ucraniana, en atención a sus desvelos en pro de la comunidad de este país en España: «Decreto del Presidente de Ucrania número 684/2006. Sobre la condecoración de los representantes mundiales de los ucranianos con motivo del 15 aniversario de la independencia de Ucrania. Por la importante aportación en el fortalecimiento de la autoridad internacional de Ucrania, la divulgación histórica de los actuales logros del pueblo ucraniano, por la activa participación en la vida de la comunidad ucraniana en el extranjero. DECIDO otorgar la ORDEN POR LOS MÉRITOS DEL TERCER GRADO a Barabash Teodor Mykolayovych, Presidente Honorario de la organización «Comunidad Ucraniana en España», ciudadano del Reino de España. Presidente de Ucrania Víctor Yúschenko. 17 de agosto 2006» (Archivo Personal de Teodoro Barabásh). 172 sokolowskI, M., Nosotros. Boletín de Comunicación Interna de la Asociación de Antiguos Colegiales del C.M.U.S.A., Segunda Época, marzo 1991, n.º 10, pág. 1. 173 sokolowskI, M., Nosotros. Boletín de Comunicación Interna de la Asociación de Antiguos Colegiales del C.M.U.S.A., Segunda Época, junio 1994, n.º 14, pág. 2. 174 Ibídem, pág. 4. 171

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Placa colocada por el Ayuntamiento de Madrid, en 1994, en la casa habitada por Otero Navascués en la calle Alfonso XII, n.º 32.

de la OCAU fueron invitados a este acto; por ejemplo, Pilar Ibañez, hija de José Ibañez Martín, ministro de Educación Nacional y miembro de dicha Junta, quien acudió junto con su marido, el expresidente del Gobierno de España Leopoldo Calvo Sotelo. O María Teresa Domínguez, viuda de Otero, acompañada ese día por su hijo Javier. La reseña que de este acto apareció posteriormente en Nosotros decía lo siguiente: «La Junta de Gobierno estaba presidida por el Excmo. Sr. D. José M.ª Otero y Navascués cuya memoria preside siempre todos nuestros recuerdos de aquellos años, y nos sentimos felices de tener entre nosotros, en este acto de hoy, a Doña María Teresa Domínguez de Otero y a su hijo Javier».175 Son innumerables los testimonios de gratitud hacia la figura de José María Otero de Navascués y su labor al frente de la OCAU. Tal vez todos ellos pudieran resumirse en las palabras que el arzobispo polaco Joseph Felix Gawlina dirigió a Otero en una carta de 7 de febrero de 1957, sumándose al anteriormente citado homenaje de los estudiantes polacos. Aunque esta misiva se reproduce íntegramente en el apéndice documental, se recoge aquí uno de sus párrafos como epítome final de lo que significó la OCAU en aquellos difíciles años para España y el resto de Europa: Encargado como estoy de los polacos residentes fuera de nuestra Patria, miré con vivo interés el enfoque y crecimiento de esta importante obra, cuyos primeros sokolowskI, M., Nosotros. Boletín de Comunicación Interna de la Asociación de Antiguos Colegiales del C.M.U.S.A., Segunda Época, octubre 1997, n.º 19, Especial del 50 Aniversario, pág. 2. 175

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frutos ya estamos contemplando. Si estos frutos son motivos de complacencia para los generosos organizadores de la O.C.A.U., y una fundada esperanza para Polonia, son también claros testimonios que la Obra va cumpliendo ampliamente su alta finalidad. Esto nos llena de gran alegría y es motivo de nuestra mas cordial felicitación. Tanto más que España es la única nación que supo organizar una obra que venía a resolver una de las mas urgentes necesidades de Polonia.176

«propaGandIsta» CatólICo La Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) tuvo su origen en una llamada que en el año 1908 realizó monseñor Vico, nuncio de Su Santidad en España, al padre Ángel Ayala, jesuita y director de la Congregación de los Luises. Este recibió el encargo de organizar la Acción Católica en España comenzando por la rama juvenil de la misma. El padre Ayala, acogiendo con entusiasmo la idea, «… le propuso empezar por un grupo de jóvenes selectos que más tarde podrían ser los fundadores de la Juventud Católica Española».177 Estaba pensando el padre Ayala en algunos de los jóvenes miembros de su congregación, a los que convocó a una reunión en el Colegio de Areneros, regentado por los propios jesuitas, un domingo de noviembre de 1908.178 En esa primera reunión, a la que asistieron los que pueden considerarse los ocho primeros propagandistas,179 se «… dio por sentado un hecho: la religiosidad del pueblo español seguía viva y profunda […] el camino no podía ser otro que el de sacudir esa conciencia por medio de la propaganda».180 Un año después, el 3 de diciembre de 1909, un total de diecisiete jóvenes recibieron de manos del cardenal Vico, en la iglesia de la Inmaculada y San Pedro Claver de Madrid, el botón esmaltado o insignia de la asociación.181 Quedó constituida así la que en un primer momento se denominó Asociación Católica Nacional de Jóvenes Propagandistas (ACNJP), presidida por Ángel Herrera Oria. A partir de entonces la Asociación empezó a cumplir la misión que se le había encomendado: «Difundir la Doctrina Social de la Iglesia, fiel a las directrices del Magisterio Pontificio y sincera y profundamente colaboradora de la Jerarquía, para desarrollar una misión de apostolado».182 Estas palabras definen a la perfección lo que ha sido la seña de identidad de la Asociación a lo largo de los ya cien años de existencia. Carta del arzobispo polaco monseñor Joseph Felix Gawlina a José María Otero Navascués, de 7 de febrero de 1957 (APJON). Íntegra en el Apéndice Documental, doc. n.º 7. 177 GonzÁlez ruIz, N., Seglares en la historia del Catolicismo español, Madrid, 1968, pág. 30. 178 Ibídem, pág. 29. 179 González Ruiz recoge la lista de asistentes de la obra del propio Ángel Ayala Formación de selectos: «Estos jóvenes se llamaban Gerardo Requejo, José Fernández de Henestrosa, José Polanco, Luis de Aristizábal, Jaime Chicharro, Manuel Gómez Roldán, Ángel Herrera y José María Lamamié de Clairac» (Ibídem). 180 Ibídem, pág. 33. 181 A los ocho primeros se unieron ese año Manuel de Bofarull, Andrés Montalvo, Rafael Rotllán, José María Sauras, Santiago Calvent, José Manuel de Aristizábal, Juan Colomer, Mateo Villa, Luis Castell y Ventura Prieto (sIMón tobalIna, J. L. de, y rIVera blanC, J. L., Asociación Católica Nacional de Propagandistas, Madrid, Bruño, 1973, págs. 13-14). 182 Ibídem, pág. 14. 176

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José M.ª Otero (el primero a la izquierda del Rey) en una recepción en el Palacio de La Zarzuela.

La Asociación eligió para desarrollar la labor de apostolado dos campos fundamentales: la comunicación y la enseñanza. En 1911 se compró el periódico El Debate por 25.000 pesetas y un año después se fundó la Editorial Católica (EDICA).183 Al mismo tiempo, los propagandistas se reunían en los círculos de estudios para debatir diferentes cuestiones de actualidad, así como también celebraban frecuentemente ejercicios espirituales. En 1920 se fundó en el seno de la Asociación la Confederación Nacional de Estudiantes Católicos gracias a uno de sus más ilustres miembros: Fernando MartínSánchez Juliá.184 Además de este, formaron su núcleo fundador hombres de la talla de Oreja Elósegui, González Quevedo, Martínez Agulló, Álvarez Robles, etc.185 Paulatinamente, la actividad de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas fue creciendo en intensidad y frutos: se incrementaron los contactos con organizaciones afines como Pax Romana o la propia Acción Católica, se creó el Boletín como órgano de expresión interno de la Asociación y para dar cuenta de sus actividades y, en 1933, se fundó el Centro de Estudios Universitarios (CEU), germen de un gran proyecto GonzÁlez ruIz, Seglares en la historia, pág. 49. En 1917 la Asociación pasó a denominarse Asociación Católica Nacional de Propagandistas (Ibídem, págs. 71 y ss.). 185 publICaCIones españolas. InstItuto GeoGrÁFICo y Catastral, España en la fundación y en la historia de Pax Romana, Madrid, 1946, pág. 1. 183 184

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educativo en toda España. En 1935 se comienza a editar el diario YA, coincidiendo con la sustitución de Ángel Herrera por Fernando Martín-Sánchez Juliá en la presidencia de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Muchos años después de la Guerra Civil, Francisco Guijarro Arrizabalaga sustituyó a Martín-Sánchez en la presidencia. Este relevo personal al frente de la ACNP se produjo en 1956, pero fue efímero, pues en 1959, en la xlVI Asamblea General, salió elegido presidente Alberto Martín Artajo.186 Fue precisamente bajo la presidencia de Martín Artajo cuando José María Otero Navascués entró a formar parte de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Antes de ser admitido como socio inscrito activo del centro de Madrid, Otero ya llevaba un tiempo asistiendo a diferentes reuniones, ejercicios o retiros espirituales y colaborando activamente con algunas de las actividades e iniciativas de la ACNP.187 En algunos casos, sin embargo, no podía acudir, por lo que no dudaba en disculparse ante Abelardo Algora Marco, secretario del centro madrileño. Así ocurrió, por ejemplo, en octubre de 1961, cuando se le propuso colaborar en los actos conmemorativos del día del Papa a celebrar en Teruel a principios del mes de noviembre,188 y cuando, por encontrarse de viaje, no pudo asistir ese mismo mes a una reunión de la Secretaría del centro de Madrid.189 El 2 de noviembre de 1961 formalizó Otero su solicitud para ser admitido como socio del centro de Madrid. Su instancia venía avalada por dos personas: el presidente de la ACNP, Alberto Martín Artajo, y Ricardo Fernández Maza, y también por los numerosos méritos de carácter personal y profesional que atesoraba y que reflejó en el escrito presentado. El secretario informó favorablemente la solicitud de Otero el día 16: «El solicitante asiste a los Círculos de Estudios y actos religiosos y ha intervenido recientemente, como Ponente, en el ciclo Mater et Magistra de los Círculos de Estudios, informándose favorablemente la solicitud por esa Secretaría. Madrid, 16 Noviembre 1961». El Consejo Nacional de la ACNP, sIMón tobalIna y rIVera blanC, Asociación Católica Nacional de Propagandistas, pág. 58. En julio de 1961, por ejemplo, había realizado los últimos ejercicios espirituales con la ACNDP en la Casa de San Pablo. Así consta en su solicitud de admisión de fecha 2 de noviembre de 1961 (Archivo Asociación Católica de Propagandistas, en adelante AACdP, Expediente Personal de José María Otero Navascués). 188 Carta de Otero a Abelardo Algora, de 24 de octubre de 1961: «Junta Nacional de la Acción Católica Española. Sr. D. Abelardo Algora Marco. Secretario del Centro de Madrid. Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Madrid. Mi querido amigo y compañero: Recibo, a mi vuelta de una serie de viajes por el extranjero, tu carta 13 ctte. interesando mi colaboración para los actos conmemorativos del día del Papa, a celebrar en Teruel a primeros del próximo mes de noviembre. Lamentandolo mucho no me es posible ausentarme nuevamente de Madrid, pues tengo una serie de asuntos pendientes después de una temporada de más de 25 días de continuos viajes por el extranjero. En cuanto acabe esta temporada, mucho me alegraría poder prestaros mi colaboración. Con un fuerte abrazo queda tuyo buen amigo. José M.ª Otero» (AACdP, Expediente Personal de José María Otero Navascués). 189 Carta de Otero a Abelardo Algora, de 24 de octubre de 1961: «Junta Nacional de la Acción Católica Española. Sr. D. Abelardo Algora. Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Madrid. Mi querido amigo: A mi regreso de un viaje a Portugal, encuentro tu citación para asistir a la reunión en la Secretaría del Centro de Madrid, que tuvo lugar el jueves 19 del ctte., y a la que no pude asistir pues estuve toda la semana ausente de Madrid. Un saludo muy afectuoso de tu buen amigo, José M.ª Otero» (Ibídem). 186

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en su reunión de 13 de enero de 1962, acordó admitir a Otero como socio inscrito activo del centro de Madrid.190 Conocedores en la Asociación de la capacidad intelectual y sabiduría de Otero, le requirieron en numerosas ocasiones para impartir lecciones, presentar ponencias o realizar exposiciones sobre diversas cuestiones. A la citada ponencia presentada en el ciclo Mater et Magistra, cuyo guión amplio se le pidió para publicarlo en el boletín de la Asociación,191 cabe añadir otras ponencias que fueron en su momento muy valoradas en la ACNP y que sus responsables quisieron publicar a toda costa por su enorme interés. Es el caso de la titulada «Potencial humano e investigación en un programa de desarrollo económico», presentada en el Círculo de Estudios del centro de Madrid en 1963, que se quiso publicar en el boletín correspondiente al mes de junio.192 Sin embargo, Otero no llegó a tiempo para entregarla en la fecha prevista; como manifestó a José Luis Gutiérrez, secretario general de la ACNP, la infinidad de ocupaciones que llenaban su tiempo lo hicieron imposible: Sr. D. José Luis Gutiérrez García. Secretario General de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Madrid. Mi querido amigo: Recibo su carta de 30 de mayo ppdo. y le ruego tenga un poquito más de paciencia, pues he tenido un mes de mayo ocupadísimo en extremo, y me ha sido imposible enviarles el texto de mi conferencia. Creo que ya muy pronto podré ocuparme de él y tan pronto lo tenga se lo enviaré inmediatamente. Rogandoles me perdonen este retraso involuntario, le saluda muy afectuosamente, José M.ª Otero.193

Finalmente, la ponencia fue publicada íntegra en el boletín de la ACNP correspondiente al mes de agosto de 1963. Desde la Asociación no se quiso perder la oportunidad de publicar una ponencia que había entusiasmado por su contenido el día de su lectura: «Por tratarse del tema de la investigación y por las consideraciones de fondo que en la ponencia se hicieron, deseamos que quede incluido el texto íntegro en la Colección del Boletín “A.C.N. de P.”. Si la ponencia no hubiese tenido el valor intrínseco que tiene, yo no insistiría en su publicación, pero, repito, que su contenido interesa y mucho, no solo a los propagandistas, sino a otros muchos lectores del Boletín».194 190 Escrito de solicitud de admisión en la ACNP presentado por Otero el 2 de noviembre de 1961, y acuerdo positivo del Consejo Nacional (Ibídem). Se reproduce en el Apéndice Documental como doc. n.º 8. 191 Carta de Leopoldo Arranz a Otero, de 7 de enero de 1962: «7-1-1962 Excmo. Sr. D. “José María Otero Navascués”. Madrid. Mi querido amigo: Con el propósito de aprovechar al máximo el esfuerzo de tu intervención en el Círculo de Estudios exponiendo la Mater et Magistra, te ruego tengas la bondad de hacerme llegar el guión amplio de tu intervención (de 2 o 3 holandesas) para reproducirlas en el Boletín, con lo que se prestará una valiosa ayuda a nuestros compañeros de provincias. Espera tus noticias y te abraza tu buen amigo. Firma: Leopoldo Arranz Alvarez» (Ibídem). 192 Carta de José Luis Gutiérrez, secretario general de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, a Otero, de 7 de mayo de 1963: «7-5-1963. Excmo. Sr. D. “José María Otero Navascués”. Madrid. Mi querido amigo: Le agradecer que tenga la bondad de prepararnos el texto de la ponencia que pronunció en el Círculo de Estudios sobre “POTENCIAL HUMANO E INVESTIGACIÓN EN UN PROGRAMA DE DESARROLLO ECONÓMICO”. Queremos incluir dicha ponencia en el número del Boletín correspondiente al 1 de junio y, por consiguiente, nos convendría tener el texto para el día 27 de este mes. Con gracias anticipadas le saluda cordialmente, Firma: José Luis Gutiérrez García» (Ibídem). 193 Carta de Otero a José Luis Gutiérrez, de 4 de junio de 1963 (Ibídem). 194 Carta de José Luis Gutiérrez a Otero, de 19 de agosto de 1963 (Ibídem).

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En esta ponencia expresaba Otero su deseo y esperanza de que el número de investigadores en España se multiplicara por seis hasta llegar a un número cercano a seis mil. También consideraba absolutamente imprescindible que se aprobara un estatuto para el investigador y otro para la investigación. Deseos, todos ellos, que estimaba casi imposibles de lograr; pero el espíritu de lucha de Otero era el que era y nunca se rendía en sus objetivos: «Los investigadores somos inasequibles al desaliento, y por ello esta coyuntura del Plan de Desarrollo ha despertado de nuevo nuestra esperanza. Esperemos».195 En diciembre de 1963 se confiaba a Otero el encargo de presentar ante la Asamblea General de la ACNP, a celebrar los días 21 y 22 de ese mes, una ponencia con el título de «La Asociación ante el Concilio».196 En 1966, ya bajo la presidencia de Abelardo Algora,197 Otero solicitaba pasar a la categoría de Numerario Activo del centro de Madrid de la ACNP. Así se lo comunicaba al secretario del mismo, José Giménez Mellado, el 23 de junio de 1966: «Mi querido amigo y compañero: Solamente unas líneas, en contestación a tu carta del cte. mes, para indicarte mi deseo de pasar a la categoría de Numerario Activo. Con este motivo te envía un fuerte abrazo tu buen amigo y compañero, José M.ª Otero».198 Dos días después, el Consejo de la ACNP aprobaba tal nombramiento,199 supeditado a que Otero efectuara la preceptiva Promesa prevista en el artículo 7 de los estatutos.200 Era un honor para los propagandistas contar entre sus miembros con una persona de la valía personal y profesional de Otero. La propia Asociación se felicitaba y se hacía Boletín de la ACNP, números 756-757, 1-15 de agosto de 1963, págs. 1-5 (AACdP). Carta de José Luis Gutiérrez a Otero, de diciembre de 1963: «Excmo. Sr. D. «José María Otero Navascués». Madrid. Mi querido amigo y compañero: Acercándose ya las fechas de las dos Asambleas estatutarias de la Asociación, que tendrán lugar los días 21 y 2 de este mes, le recuerdo que en la General, correrá a su cargo la exposición sobre LA ASOCIACIÓN ANTE EL CONCILIO. Un abrazo cordial, Firma: José Luis Gutiérrez García» (AACdP, Expediente Personal de José María Otero Navascués). 197 Abelardo Algora Marco había sido elegido presidente de la Asociación el 18 de septiembre de 1965, en el marco de la celebración de su lII Asamblea General. Esta reunión tuvo lugar en la casa de ejercicios de El Pinar de Chamartín (sIMón tobalIna y rIVera blanC, Asociación Católica Nacional de Propagandistas, pág. 68). 198 Carta de Otero a José Giménez Mellado, secretario del centro de Madrid de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, de 23 de junio de 1966 (AACdP, Expediente Personal de José María Otero Navascués). 199 El nombramiento le fue remitido a Otero por Gíménez Mellado el 3 de octubre de 1966, acompañado de su felicitación personal: «Sr. D. «José María Otero Navascués». Alfonso XII n.º 32. Madrid. Mi querido amigo y compañero: tengo mucho gusto en remitirte nombramiento de Socio Numerario Activo de esta Asociación. Recibe por este motivo mi más cordial enhorabuena, esperando tu entusiasta y valiosa colaboración en las tareas del Centro. Un cordial abrazo de tu buen amigo. José Giménez Mellado» (Ibídem). 200 Nombramiento de Otero como socio numerario activo de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, de 27 de junio de 1966: «ASOCIACIÓN CATOLICA NACIONAL DE PROPAGANDISTAS. Presidencia. Me complace comunicarle que por acuerdo del Consejo adoptado en reunión celebrada el día 25 de los corrientes y con arreglo a los artículos 5.º y 7.º de nuestros Estatutos, ha sido Vd. Nombrado SOCIO NUMERARIO ACTIVO de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Pongo al mismo tiempo en su conocimiento la necesidad de que efectúe Ud. la PROMESA a que se refiere el artículo 7.º, pues de no verificarlo así y comunicar el Secretario del Centro a Secretaría General la fecha y lugar en que hizo, este nombramiento quedará sin efecto. Dios guarde a Vd. muchos años. Madrid, 27 de junio de 1966. Abelardo Algora» (APJON). 195

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eco en el boletín de los numerosos premios por él recibidos; por ejemplo, cuando ese mismo año de 1966 se le concedió el premio Suances en reconocimiento a su labor en pro de la investigación y la aplicación de esta a la industria: «A D. José María Otero Navascués, propagandista del Centro de Madrid, le ha sido concedido el Premio Suances por el Patronato Juan de la Cierva, como hombre más destacado en el fomento de las relaciones entre investigación e industria».201 El paso a la condición de numerario activo implicaba también el pago de una cuota, de carácter trimestral, por un importe de 450 pesetas.202 Sin embargo, no fue esa la única aportación económica de Otero a la ACNP. Las dificultades económicas que pasó la misma en determinados momentos obligaron a pedir a los socios contribuciones extraordinarias. En enero de 1963, cuando todavía no era numerario, y a petición de la propia Asociación, realizó Otero una transferencia de mil pesetas.203 Otro tanto ocurrió en 1972, pues a los socios se les pidió que aportaran otras mil pesetas para intentar salvar la delicada situación financiera de la ACNP. Otero accedió gustosamente a ello, a pesar de las continuas subidas que había experimentado la cuota ordinaria en los últimos meses, sin aviso ni explicación alguna, como le decía a Abelardo Algora: Madrid, 3 de abril de 1972. Sr. D. Abelardo Algora Marco. Presidente de la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Isaac Peral, 58. Madrid. Querido Abelardo: Aunque en estos últimos tiempos me habéis venido subiendo la cuota de 50 en 50 pts. de forma sistemática, y sin ninguna explicación, no quiero dejar de enviar las 1.000 pts. que solicitas en tu carta del 14 de marzo, para ver si entre todos podemos contribuir a saldar la deuda de la Asociación. Con este fin doy instrucciones al Banco Español de Crédito para que de mi cuenta corriente transfieran dicha cantidad a la Libreta de Ahorro de la A.C.N. de P. en el Banco de Bilbao. Un abrazo de tu buen amigo. José M.ª Otero.204

El compromiso de Otero con la Asociación Católica Nacional de Propagandistas fue permanente. Siguió perteneciendo a la misma, en diversas categorías, hasta su fallecimiento en 1983. Diez años antes había pasado de nuevo a la condición de socio activo por acuerdo del Consejo Nacional de 24 de junio de 1973.205 En 1974 se convertía en colaborador y, en 1980, se dio de alta en el centro que tenía en Cintruénigo la ahora ya denominada Asociación Católica de Propagandistas.206 Boletín de la ACNP, núms. 823-824, 15 de mayo a 1 de junio de 1966, pág. 11 (AACdP). Carta de Otero a la sucursal del Banco Español de Crédito de la plaza de la Lealtad de Madrid pidiendo autorizasen los recibos trimestrales que pasaría la ACNP: «Madrid, 22 de octubre de 1966. Sres. Banco Español de Crédito. Sucursal Plaza de la Lealtad, 2. Madrid. Muy Srs. míos: Les ruego se sirvan tomar nota de que hasta nueva orden sean cargados a mi cuenta corriente en ese banco los recibos trimestrales que presente a mi nombre la Asociación Católica Nacional de Propagandistas por un importe de 450 pts. el trimestre. Les saluda atentamente su affmo. José M.ª Otero» (Ibídem). 203 La Asociación le agradeció esta contribución extraordinaria en una carta enviada el 28 de enero de 1963 por Alberto Colomina Boti (Ibídem). 204 Carta de Otero a Abelardo Algora, de 3 de abril de 1972 (Ibídem). 205 «S. A. Fecha de la comunicación: 3-9.73 Fecha del acuerdo del Consejo Nacional: 24-6-73» (Ibídem). 206 En su expediente figura Otero dado de alta en el centro de la ACdP de Cintruénigo desde el 3 de noviembre de 1980 (Ibídem). 201

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otero en pax roMana Otra de las organizaciones católicas nacidas, como las anteriormente citadas, en la primera mitad del siglo xx, fue Pax Romana. Y a ella también prestó su espíritu de apostolado y su escaso tiempo José María Otero Navascués. Sin embargo, por razones que se explicarán más tarde, se desvinculó de ella, como muchos otros, en 1947. Pax Romana surgió justo después de la I Guerra Mundial, en un momento en el que, como señala la propia Secretaría General de Pax Romana, la «… idea de la cooperación internacional tomaba forma en la Sociedad de Naciones y entre los laicos surgía un creciente interés por una participación más activa en la vida de la Iglesia» y en el marco del «… renacimiento del pensamiento filosófico, religioso y social católico que tanta influencia tuvo en la vida intelectual de Europa después de la primera Guerra Mundial».207 Así, un grupo de estudiantes de la Universidad Católica de Friburgo concibió la idea de unir a los universitarios católicos del mundo «… en una organización, para contribuir al desarrollo del catolicismo en los medios estudiantiles y en todos los dominios de la vida universitaria, intelectual y social, como medio de fomentar la paz».208 El ideal, tras una guerra que había desangrado a Europa, era «… unirse traspasando las paredes de las propias Universidades, los límites de las ciudades y las fronteras, juntándose en una cruzada de redención».209 A estos estudiantes católicos suizos se unieron inmediatamente otros de España y Holanda, firmando conjuntamente la convocatoria de la reunión constitutiva de la denominada Internacional de Estudiantes Católicos Pax Romana, a celebrar en Friburgo (Suiza) entre el 17 y el 21 de julio de 1921. A ella acudieron representantes de un total de veinte naciones;210 por parte de España estuvieron presentes dos de los fundadores, un año antes, de la Confederación Nacional de Estudiantes Católicos: Fernando Martín-Sánchez Juliá y Reparaz. El primero actuó como vicepresidente, clausuró la reunión y fue designado, además, para presidir la permanente Comisión Internacional, uno de los órganos de gobierno de Pax Romana junto con su Secretariado con sede en Friburgo. Reparaz, por su parte, fue designado vicepresidente de la comisión encargada de redactar los estatutos. A partir de aquel momento, Pax Romana celebraría cada año un congreso en distintas ciudades europeas: Friburgo repitió en 1922, Salzburgo al año siguiente, Budapest en 1924, etc. España, una de las tres naciones fundadoras de la organización, acogió por vez primera un congreso, el Ix, en 1929 en la ciudad de Sevilla. Presidía por entonces Pax Romana Fernando Martín-Sánchez, quien preparó y presidió las reuniones celebradas los días 5, 6 y 7 de septiembre con asistencia de un total de 350 delegados de los países miembros.211 207 seCretaría General de pax roMana, Pax Romana: el camino recorrido, 1921-1971, Madrid, 1971, pág. 2. 208 publICaCIones españolas, España en la fundación, pág. 1. 209 pax roMana, Pax Romana. Historia, labor, organización, España, 1946, pág. 8. 210 Las veintes naciones representadas en ese primer congreso de Pax Romana fueron las siguientes: Alemania, Argentina, Australia, Bélgica, Checoslovaquia, Dinamarca, España, Estados Unidos, Francia, Holanda, Hungría, Inglaterra, Italia, Java, Luxemburgo, Polonia, Portugal, Rumania, Suiza y Yugoslavia (publICaCIones españolas, España en la fundación, pág. 2). 211 Ibídem, págs. 6-8.

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Durante los años de preguerra la acción de Pax Romana se enfocó hacia tres campos distintos: apostolado de los estudiantes en la universidad, recristianización de la cultura moderna y trabajo misional.212 En 1939, recién concluida la Guerra Civil española, de nuevo España asumió en Washington la presidencia de Pax Romana en la persona de Joaquín Ruiz-Giménez213 y recibió además el encargo de organizar el próximo congreso de 1940 en Zaragoza.214 Con una Europa en llamas, este congreso no pudo lógicamente celebrarse. No obstante, Ruiz-Giménez no se arredró ante las dificultades que el conflicto bélico imponía y logró organizar en Montpellier (Francia, 1942) y Montbarry (Suiza, 1945), sendas semanas de estudios, que lograron el objetivo de mantener unida la organización y, lo que es más importante, su espíritu.215 Fue el congreso celebrado en Londres a finales de agosto de 1945, ya finalizada la II Guerra Mundial, el primero al que asistió Otero formando parte de la delegación española. Junto a él, el obispo auxiliar de Madrid-Alcalá, Casimiro Morcillo, los padres Aguilar y Errandonea, Ruiz-Giménez, Lojendio, Sánchez Bella, Alastray y Mohedano.216 Este congreso significó no solo la vuelta a la normalidad en la vida de Pax Romana, sino que en él, y a propuesta de los delegados españoles, se dio el primer paso para la futura creación de un servicio de asistencia a los universitarios perseguidos de la Europa del Este: la OCAU, como se ha explicado anteriormente. En el congreso celebrado en la capital londinense se decidió que el próximo, el decimonoveno, tuviese lugar en España. Estaba pendiente desde la cancelación del previsto para 1940 en Zaragoza y, además, se quería conmemorar el cuarto centenario del fallecimiento de Francisco de Vitoria, fundador del Derecho Internacional, en la ciudad en la que impartió sus más memorables lecciones: Salamanca.217 Curiosamente, en Londres se decidió convocar también otro congreso, el vigésimo, a celebrar en Friburgo solo unas semanas después del convocado en Salamanca. Esta extraña decisión tenía mucho que ver con el equilibrio de fuerzas resultante de la II Guerra Mundial: España e Hispanoamérica, por un lado, y, las potencias vencedoras, a la cabeza de ellas Estados Unidos, por otro. Pax Romana no fue ajena a esta situación, pues en su interior ya bajaban las aguas revueltas por los intentos de Estados Unidos, en la persona de Eduardo Kirchner, de controlar la organización frente al bloque hispano.218 La ciudad salmantina fue la sede principal del congreso celebrado entre los días 21 de junio y 4 de julio de 1946, aunque algunas de las jornadas, entre ellas la de clausura, tuvieron como escenario el monasterio de El Escorial. Otero participó en los preparativos del congreso, pues formó parte de la junta organizadora del mismo en calidad de vicepresidente. Más de dos centenares de personas, procedentes de un total de treinta y dos naciones, estuvieron presentes en Salamanca. Otero figura en la lista de seCretaría General, Pax Romana, págs. 4-5. Joaquín Ruiz-Giménez acudió al congreso celebrado en la capital estadounidense junto con Alberto Martín Artajo y Pedro Altabella [pax roMana, Labor de Pax Romana desde su último Congreso Mundial (1939-1946), España, 1946, pág. 6]. 214 pax roMana, Pax Romana. Historia, pág. 15. 215 Ibídem, págs. 17-18. 216 pax roMana, Labor de Pax Romana, pág. 19. 217 pax roMana, Pax Romana. Historia, pág. 20. 218 http://www.filosofia.org. 212

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asistentes al congreso con los siguientes datos: «Otero Navascués, José María. España (Vicepresidente de la Junta Organizadora del xIx Congreso Mundial de Pax Romana). Miembro de la Real Academia de Ciencias. Vicepresidente del Consejo Superior de Hombres de Acción Católica».219 El congreso salmantino supuso un punto y aparte en la vida de Pax Romana. A lo largo de sus jornadas se sucedieron un día tras otro discusiones e intercambios de pareceres entre el sector hispanoamericano de la organización (que señalaba al imperialismo como uno de los objetivos a batir) y el más proclive a las tesis norteamericanas, que quería quedarse con la dirección de Pax Romana, no obstante coincidir ambos en la lucha contra el comunismo. Aunque los discursos del acto de clausura del congreso destacaron el éxito del mismo y la calidad de las intervenciones, y hacían presagiar un futuro prometedor para Pax Romana, las heridas no se habían cerrado ni mucho menos. A partir del congreso celebrado en Friburgo del 24 de agosto al 5 de septiembre de 1946 el mundo hispánico perdió toda presencia e influencia en Pax Romana. Es más, esta pareció refundarse al año siguiente, con sede en Estados Unidos y bajo la presidencia de Eduardo Kirchner.220 Ante la nueva orientación de Pax Romana, RuizGiménez, Otero y los demás españoles, que desde hacía ya varios años se habían implicado en la vida y gestión diaria de la organización, terminaron por desvincularse completamente de la misma. Otero Navascués formó parte de ese grupo de españoles (Joaquín Ruiz-Giménez, Alberto Martín Artajo, José María Mohedano, Fernando Martín-Sánchez Juliá, Alfredo Sánchez Bella y otros muchos más) considerados verdaderos adalides del apostolado seglar en la España del siglo xx. Muchos de ellos ocuparon importantes puestos de responsabilidad política en la España de la posguerra. Esto les permitió tener acceso a determinadas autoridades del catolicismo nacional e internacional y a otras autoridades civiles y conseguir su ayuda moral o material en beneficio de la Iglesia de Roma y de sus obras. Otero descolló en esta labor de apostolado al asumir, por ejemplo, un papel protagonista en la dirección de la Obra Católica de Asistencia Universitaria o de la Federación Internacional de Hombres Católicos. O participando durante muchos años como un católico de base, comprometiéndose como el que más, en la Asociación Católica de Propagandistas o en la Acción Católica Española. No es de extrañar, por tanto, que la Santa Sede, en reconocimiento a su labor apostólica, a tantos méritos y virtudes cristianas, en resumen, como señal de gratitud por la consagración de su vida personal y profesional a servir a Dios y a la Iglesia, le concediera la Gran Cruz de San Silvestre y le nombrara Comendador con Placa de la Orden de San Gregorio Magno, tal y como se señaló al inicio de esta obra.

Ibídem. Ibídem. En la página web http://www.paxromana.org se señala que Pax Romana/MIIC (Movimiento Internacional de Estudiantes Católicos) «es constituida en 1947». Del contenido de esta página puede presumirse un radical cambio de orientación de Pax Romana precisamente a partir de ese año y tras los dos congresos de 1946, el de Salamanca y el de Friburgo. 219

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FUENTES DOCUMENTALES Archivo de Acción cAtólicA espAñolA • Archivador 57, serie 1, carpeta 5. •   Archivador 23, carpeta 2.5.1. •   Archivador 153, serie 1, carpetas 1, 3, 4, 5, 8, 12, 14 y 15. •   Archivador 154, serie 1, carpeta 7. •   Archivador 157, serie 1, carpetas 1 y 7. •   Archivador 158, serie 1, carpeta 4. Archivo de lA AsociAción cAtólicA de propAgAndistAs •   Expediente personal de José María Otero Navascués. Archivo del congreso de los diputAdos •   Comisiones de Cortes Españolas, Comisión de Educación Nacional, legs. 914 y 922. Archivo de lA FundAción nAcionAl FrAncisco FrAnco •   Docs. 118, 26.184, 416 y 9.530. Archivo generAl de lA AdministrAción •   Sección Industria, caja 71, legs. 8470 y 8471. Archivo generAl del cuArtel generAl de lA ArmAdA •   Leg. 5097. Archivo generAl militAr •   Sección Personal, Cuartel General, Militares, leg. O-118. Archivo histórico nAcionAl •   Consejos, leg. 8977, libro 2753. •   Órdenes Militares, Santiago, exp. 5757.

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1964 y actuales Normas sobre situaciones del personal militar, que consideran como en destino de tal carácter a los Jefes y Oficiales que prestan sus servicios en la mencionada Junta, ya que los clasifica como en la referida situación de «Grupo de destinos de interés militar», el Decreto 2754/65 sobre situaciones militares del personal, y, concretamente, la Orden del Ministerio de marina n.º 1096 del año 1967. Ahora bien, comoquiera que el solicitante prevé que no va a poder cumplir dentro del plazo que le resta para ello las «condiciones específicas» para ascenso en el actual Cuerpo de Ingenieros de la Armada, especificadas en el Artículo 4.º del Decreto 3147/1967, de 28 de Diciembre dada su plena dedicación al cargo de Presidente de la Junta de Energía Nuclear en el que puede prestar sus servicios a la Patria y también a la Marina de Guerra en atención a las implicaciones que la energía nuclear tiene en el ámbito militar reconocidas en las varias disposiciones legales antes citadas se ve en la precisión de solicitar acogerse a lo dispuesto en la Ley de 26 de Noviembre de 1931 –todavía vigente- y pedir, de acuerdo con el Artículo Primero de la misma, el pase de la situación de retirado con el empleo de Contralmirante Ingeniero Honorario ya que reune las condiciones al efecto determinadas de contar con más de 42 años de servicios efectivos, poseer la Placa de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo y no tener en sus Hojas de Servicios notas desfavorables. En virtud de todo lo expuesto, a V.E. SUPLICA se digne, si lo estima pertinente, elevar la oportuna propuesta a S.E. el Generalísimo Jefe del Estado a fin de que se le conceda dicho pase a la situación de retirado con el citado empleo de Contralmirante Ingeniero Honorario, con arreglo a la mencionada Ley de 26 de Noviembre de 1931, cuya vigencia está reconocida, hasta el 1.º de Enero de 1969, de acuerdo con las disposiciones finales de la reciente Ley de escalas y ascensos en los Cuerpos de Oficiales de la Armada publicada en el B.O.E. del día 7 del presente mes de Diciembre. Gracia que espera obtener de la bondad de V.E. cuya vida guarde Dios muchos años. Madrid, a nueva de Diciembre de mil novecientos sesenta y ocho. Excmo. Sr. (firma de José María Otero). (Archivo General del Cuartel General de la Armada, Expediente personal de Don José María Otero Navascués, leg. 5097)

documento n.º 2: Decreto reservado de 6 de septiembre de 1948 por el que se crea la Junta de Investigaciones Atómicas. DECRETO RESERVADO. Las posibilidades de explotación de la energía nuclear con fines industriales, ha despertado en todas las naciones no sólo el interés de mantener en el mayor secreto las investigaciones propias en este importantisimo campo de la Ciencia, sino también la codicia por la adquisición de las materias primas básicas para la explotación de esta futura fuente de energía que puedan existir en otras naciones y que de no ser debidamente conocidas y controladas, pueden ser exportadas como minerales de otras clases de mucho menos valor.- Existiendo en nuestra nación esta clase de minerales radioactivos, se hace preciso, por un imperativo de la economía y de la defensa nacional, conocer sus existencias y a la vez preparar un equipo de técnicos capacitados en la prospección, beneficio y utilización de los mismos con vistas a a la explotación de la energía nuclear, mediante un intercambio de técnica con el extranjero y de colaboración con entidades de otros países dedicadas a experiencias y estudios sobre tal materia. En su virtud. DISPONGO: ARTÍCULO 1.º Bajo la dependencia directa de la Presidencia del Gobierno, se crea un organismo denominado «Junta de Investigaciones

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Atomicas», que tendrá por misión: a) Impulsar las investigaciones precisas para determinar la situación y amplitud de los yacimientos nacionales de uranio y de otros minerales radioactivos de posible aplicación en la producción de la energía nuclear. b) Estudiar las posibilidades nacionales, o mediante intercambio, para beneficiar estos minerales, y transformar el mineral en óxido puro en escala industrial. c) Establecer relaciones e intercambios con otros organismos similares extranjeros, conducentes a formar un equipo de científicos españoles en los modernos conocimientos sobre la prospección de minerales radioactivos y el beneficio industrial de la energía nuclear. d) Beneficiar en escala experimental el material necesario para la producción de energía nuclear. e) Preparar y proyectar la constitución en España de una pila termonuclear experimental. f) Cuantas actividades juzgue la Junta conveniente al avance de las experiencias de aplicación de la energía nuclear. ARTICULO 2.º Cuando el desarrollo alcanzado por las actividades señaladas lo aconseje, la «Junta de Investigaciones Atomicas» podrá ser transformada en empresa industrial, dentro de las normas que, en tal momento, se señalen por el Gobierno. ARTICULO 3.º La «Junta de Investigaciones Atomicas» estará constituida por el personal designado por la Presidencia del Gobierno entre investigadores y técnicos especializados en la materia.- La Presidencia del Gobierno podrá agregar a la Junta aquellas personas cuya colaboración técnica se considere necesaria al mejor cumplimiento de la misión a ella encomendada. ARTICULO 4.º A fin de que la citada junta pueda realizar su labor y establecer las relaciones precisas con entidades nacionales y extranjeras, dentro del secreto que se considera indispensable al fin que se persigue, adoptará la forma externa de una sociedad anónima de tipo privado. ARTICULO 5.º A tal fin y como medida inicial, las personas designadas para formar la Junta constituirán dentro de las normas establecidas por el Código de Comercio, una Sociedad Anónima denominada «Estudios y Patentes de Aleaciones Espaciales» (EPALE) con un capital social de dos millones de pesetas, en 4.000 acciones de 500 pesetas. ARTICULO 6.º La financiación de dicha Sociedad se hará, en la medida que vaya siendo necesaria a su desenvolvimiento, mediante anticipos reintegrables de los fondos de la Fiscalia Superior de Tasas. Las cantidades por esta anticipadas serán reintegradas en su dia al constituirse y financiarse por el Estado la empresa industrial a que se refiere el artículo segundo. ARTICULO 7.º La «Junta de Investigaciones Atomicas» llevará además de la contabilidad reglamentaria que el Código de Comercio exige a toda entidad privada, una contabilidad oficial y reservada como tal «Junta de Investigaciones Atomicas» y tendrá constantemente informada a la Presidencia del Gobierno de la marcha de sus actividades.- Asi lo dispongo por el presente Decreto dado en San Sebastián a seis de Setiembre de mil novecientos cuarenta y ocho. (Archivo del Ministerio de la Presidencia del Gobierno, leg. 139, antiguo 55 de la Secretaría del Ministro Subsecretario)

documento n.º 3: Carta de José Luis Hernández Varela, presidente de la Sociedad Nuclear Española, a María Teresa Domínguez, Vda. de Otero Navascués, de 20 de mayo de 1983. En ella le solicita autorización permiso para instituir el premio José M.ª Otero de Navascués. Excma. Sra. Vda. de Otero Navascues. Madrid. Distinguida Sra: La Sociedad que presido, que agrupa a la mayoría de los especialistas españoles en energía nuclear, desea perpetuar el nombre de su difunto esposo mediante la instauración de un premio anual que se denomine «José M.ª Otero de Navascués».

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Las bases de este premio, adjuntas a esta carta, especifican que con él se pretende ayudar a promover la asimilación de la energía nuclear en España. Es obvio para todos los profesionales españoles de este campo, incluso para los más jóvenes, que su difunto esposo fue figura preeminente precisamente en la tarea de introducir y desarrollar en España las aplicaciones de esta fuente de energía. Nuestra Sociedad quedaría muy honrada con la institución de este premio, que conmemoraría la labor de uno de nuestros más ilustres científicos, y serviría además para reconocer la labor actual y futura de tantos especialistas españoles que han optado por seguir el camino abierto por D. José M.ª Otero. Por tal motivo, y antes de dar a la luz pública la inauguración del premio, nos gustaría tener constancia de que no existe ningún tipo de oposición ni reparo por parte de sus familiares. Quedamos a disposición de Vds. para cuanto estimen necesario. Con mi más afectuosa consideración, atentamente, (firma de José Luis Hernández). José Luis Hernández Varela Presidente, S.N.E.». (Archivo Personal de Javier Otero de Navascués)

documento n.º 4: Discurso de Antonio Colino en el acto de concesión de la medalla Echegaray a José María Otero Navascués en la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, el 21 de mayo de 1975. Excmos. Sres. Académicos, Señoras y Señores: La Real Academia de Ciencias en su Pleno celebrado el día 29 de Enero del corriente año, adjudicó la Medalla de Oro Echegaray al Excmo. Sr. D. José María Otero Navascués, en reconocimiento y premio de sus relevantes méritos, y también me hizo el honroso encargo de ofrecérsela en nombre de la misma. La Medalla Echegaray, como premio al mérito científico, fue instituida por la Real Academia de Ciencias en el año 1905, en honor de su Presidente, en aquel momento, D. José Echegaray. Desde entonces la Academia ha administrado su adjudicación con verdadera avaricia, como si temiese que el oro puro de su prestigio pudiera desvalorizarse con su profusión. En estos setenta años lleva adjudicadas en total 12 medallas, con la de hoy, entre personalidades propias y extranjeras, varias de ellas premios Nobel. La última entregada fue a una de las personas más queridas en esta Casa, a D. Obdulio Fernández y Rodríguez, excelso ejemplo de sabiduría y bondad, cuya sola presencia nos llena de gozo y alegría. José María Otero Navascués cursó sus estudios de Ingeniero en la Escuela Naval, entonces denominada de Artillería de la Armada. Su interés por la investigación científica le puso en contacto con D. José Antonio de Artigas, maestro querido de muchos, figura eminente de la Ingeniería española, y que ha de influir notablemente en la orientación científica de Otero. Hoy, desde su venerable y eminente cumbre, puede contemplar como dos de sus más predilectos discípulos son el protagonista y deuteragonista en esta solemne sesión. Amplía sus estudios en la Universidad de Madrid; colabora en el Instituto de Investigaciones Físicas y allí conoce al grupo de científicos, formado por D. Leonardo Torres Quevedo, D. Blas Cabrera, D. Julio Palacios, D. Juan Torroja, D. Miguel Catalán, etc. Grupo al que se debe el renacimiento de la Física en nuestro país.

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Su estancia en la Escuela Superior de Zurich con los profesores Scherrer y Ros, tan notables maestros, acrecienta su gusto y su vocación por la investigación experimental. De aquella época es uno de sus primeros trabajos en metalurgia, su vocación aparente en aquel momento. En la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Berlín inicia sus trabajos de investigación en Optica bajo la dirección del profesor Weidert, fundador y director del Instituto de Optica de dicha Universidad, con lo que Otero abre e inicia uno de los más importantes, brillantes y fecundos capítulos de su amplia y eminente vida científica. No se podría comprender cómo puede llevar a cabo la colosal tarea científica que le espera, sin conocer sus extraordinarias cualidades, sólo poseídas por los verdaderos genios: mente privilegiada, memoria excepcional, domina no sé cuantos idiomas (francés, inglés, alemán, italiano…) inteligencia rápida y profunda, retención asombrosa y una capacidad de trabajo inagotable para él y verdaderamente agotadora para todos sus colaboradores. Le he visto ojear libros o informes de una manera aparentemente descuidada y superficial y meses después sacar a relucir con pleno dominio y entendimiento cifras o argumentos que yacían escondidos en sus profundidades. Y todas estas cualidades acompañadas y reforzadas por una pasión y una energía arrolladoras capaces de vencer cualquier dificultad científica o administrativa, que en nuestro país no son siempre menores. Al terminar nuestra Guerra Civil se reorganiza el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y es nombrado Secretario del Instituto «Alonso de Santa Cruz», donde promociona la creación de una Sección de Optica, que por su extraordinario auge se transformará en menos de 6 años en el nuevo Instituto de Optica «Daza de Valdés», cuyo primer Director será Otero; volviendo así a renacer en España esta casi olvidada rama de la Física. Su ímpetu creador da inmediatamente frutos, con sus investigaciones en la óptica fisiológica, con cuarenta trabajos publicados; adquiriendo rápidamente fama mundial sus investigaciones sobre la visión nocturna. Los descubrimientos realizados en el «Daza de Valdés», que dan merecidamente un rango internacional al Instituto, son publicados en libros y revistas y José María Otero es requerido por los principales centros de investigación, como la Optical Society of America, para que exponga sus trabajos y descubrimientos. En verdad, José María Otero en unos cuantos años ha pasado a ser una de las primeras autoridades en la Optica Mundial. Simultánea y paralelamente promociona un centro de investigación y desarrollo en la Marina (el LTIEMA) y una empresa nacional para la fabricación de instrumentos ópticos (ENOSA). Es decir, ha completado el ciclo tecnológico-industrial de la Optica: la investigación, el desarrollo y la fabricación. Pues solamente un país que tenga estas tres fases encadenadas puede considerarse independiente en cualquier tecnología. Y Otero lo consigue en la Optica, para España, en unos escasos años. La Real Academia de Ciencias reconociendo sus extraordinarios méritos le nombra académico en Diciembre de 1944 a la edad de 37 años, así como otras muchas entidades le honran con diferentes distinciones: las Universidades de Lovaina, Valencia y Rouen le nombran Doctor Honoris Causa; y la Sociedad Alemana de Óptica y la Sociedad Americana de Optica, le designan también miembro honorario. Estos capítulos, tan someramente citados, de la vida de Otero, podrían constituir, por si solos, la obra extraordinaria, capaz de llenar y ensalzar por su importante brillantez la vida de un gran hombre. Pero esto, es sólo una parte de la historia.

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Creo que, una de las claves, para comprender muchos de los sentimientos, decisiones, actitudes de José María Otero está en esa tierna y emotiva creencia de que por ser hijo de historiador posee una más clara y fuerte percepción de la responsabilidad histórica en sus plurales aspectos. La amplia clarividencia que le da su sabiduría, su visita a los laboratorios más renombrados del mundo, su contacto y trato «interpares» con los más prestigiosos científicos, todo ello contribuye a darle una visión ambiciosa y prometedora de las enormes posibilidades que tiene España, su patria a la que ama con una pasión desbordante, en los campos científicos y técnicos tan pobres y desolados en nuestra histórica decadencia. José María Otero vislumbra, en los últimos años cuarenta, la enorme trascendencia que tendrá para la Humanidad la Energía Nuclear. Para España puede ser una oportunidad extraordinaria, si se sabe, desde un principio, aceptar y luchar ante reto tan singular. Hasta ahora hemos sido siempre, salvo raras excepciones que confirman dolorosamente la regla (recordemos a Ramón y Cajal, también Medalla Echegaray en el año 1922) pasivos espectadores de los grandes desarrollos científicos y técnicos mundiales, sin hacer grandes esfuerzos de valía, esperando resignadamente el momento del pago de licencias y royalties; pero esta vez, Otero con un impulso, que raya en lo delirante, se lanza con la comprensión y ayuda de otro español singular, el General Juan Vigón, a la aventura de mayor envergadura científica y técnica que ha habido en nuestra patria. Son unos años de Otero de una terrible actividad arrolladora, talento, sabiduría, voluntad, energía, don de gentes, astucia, todas las potencias humanas puestas a una tremenda presión por el fuego de una enorme pasión mantenida durante años, que agota diariamente a sus colaboradores y desgarra trozos de su propia salud a pesar de su gran vigor y fortaleza corporal. El hilo histórico de la raza parece que vuelve a revelarse en este español actual, émulo de otros españoles pretéritos que nos asombran por sus gigantescas hazañas. Se levanta la Junta de Energía Nuclear en la Moncloa y en pocos años es motivo de admiración y elogio por las máximas personalidades en la materia. Siempre con la consiguiente sorpresa al preguntar por las cantidades gastadas (tan reducidos han sido los medios disponibles) y muchas veces con la sospecha de que se quiere ocultar las verdaderas cifras, uno más, de los secretos atómicos. Para José María Otero la JEN no es sólo un centro de investigación, es además un centro de desarrollo tecnológico, es decir, los frutos de la investigación han de pasar a fecundar a la industria. Esta es la razón de su obsesión por las plantas piloto, como puente que ha de unir la investigación con su aplicación industrial. La Energía Nuclear no es, por sí misma, una técnica: es un haz repleto de múltiples ciencias y técnicas, citarlas sería leer un catálogo: física teórica, termodinámica, metalurgia, electrónica, química, medicina, etc., etc. Otero promueve a la vez todas estas actividades, aporta ideas e intuiciones, acucia a la vez a todos sus colaboradores; parece otra misión imposible, especialmente con los medios reducidos de que dispone en proporción a la tarea, pero el milagro se hace. Y vuelve a repetir la hazaña personal, tan asombrosa de volverse a convertir en unos pocos años en una autoridad del más alto prestigio en el Mundo Nuclear. Como tal, es nombrado Vicepresidente y después Presidente de la Sociedad Europea de Energía Atómica; Presidente del Organismo Europeo de Energía Nuclear; Presidente de la Conferencia General del Organismo Internacional de Energía de Viena, etc., etc.

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Quizás para calibrar el prestigio y crédito que alcanza la JEN y su Presidente baste como muestra un botón: hacia el año 1958 es José María Otero uno de los primeros expertos en energía nuclear que perciben las enormes ventajas de un nuevo tipo de reactor, en el que la moderación se haría con agua pesada y la refrigeración con un líquido orgánico. Tanto es así, que en la JEN se inician estudios teóricos y experimentales que conduzcan al diseño del DON, que es como queda bautizado el nuevo proyecto. La AEC, la Comisión de Energía Atómica Americana, conocía esta proyecto y prestó su ayuda, como fue en el suministro del agua pesada para realizar ciertos experimentos. En 1964, el Presidente de la AEC, el Profesor Seaborg premio Nobel, descubridor del […] propuso al Profesor Otero, Presidente de la JEN, un programa de colaboración conjunta en igualdad de condiciones en el desarrollo de dicho tipo de reactor. Retrasos e incomprensiones administrativas por nuestra parte y la presión del llamado complejo industrial-militar americano por otra parte, más partidario del tipo de agua ligera, hizo que la negociación de este acuerdo se abortase. Pero creo que todos estos hechos son representativos de la estima que el coloso americano tenía de la minúscula JEN. Pensemos que hace menos de 30 años la Energía Nuclear se consideraba como un sueño. Hoy, en el mundo, se considera a España como uno de los países más adelantados en energía nuclear, y no sólo por que en el año 1985 tendremos en funcionamiento 22.000.000 kw. Nucleares, sino, además, porque en las cátedras de nuestras Universidades y Escuelas Técnicas, en nuestros laboratorios, en las fábricas, en las centrales, etc., hay personas excelentemente preparadas, que muchos de ellos brillan ya con luz propia, debido a la visión genial y al tremendo esfuerzo realizado por un hombre. Creo, sinceramente, que es imposible valorar la inmensa repercusión que ha tenido y tendrá la obra de José María Otero en la Ciencia y en la Técnica españolas: la amplitud y la profundidad de todas estas actividades de José María Otero, agrandadas por su efecto multiplicador y catalítico son tan colosales, que aún sus propios colaboradores más directos han de renunciar a estimarla y únicamente han de sentir un gran agradecimiento y una profunda admiración por la misma. La Real Academia de Ciencias al adjudicar la Medalla Echegaray a José María Otero, reconociendo sus extraordinarios méritos científicos le ha honrado con una de sus más preciadas distinciones, pero no puedo dejar de proclamar con el mayor énfasis posible, que a partir del día de hoy no se podrá olvidar, para el mayor prestigio de la Medalla y mayor honor de los que la reciban, que la XII Medalla la ostenta una de las más altas cumbres de la Ciencia española, el Excmo. Sr. D. José María Otero Navascués, Marqués de Hermosilla, que hizo fecunda su sabiduría sacrificando apasionadamente su vida por enaltecer a su patria, España … He dicho. (Expediente Otero de Navascués, Biblioteca de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales)

documento n.º 5: Carta de Manuel Lora-Tamayo a Otero, de 30 de noviembre de 1978, aceptando su dimisión como secretario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. El Presidente. Madrid, 30 de noviembre de 1.978 Excmo. Sr. D. José M.ª Otero de Navascués Alfonso XII, 32 - Madrid

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Querido José: Se recibió tu escrito presentando la dimisión de Secretario Perpetuo de la Academia el día después de celebrarse el último pleno de ésta. No he querido hacerme eco de él hasta el pleno siguiente que ha tenido lugar ayer, en primer lugar porque la importancia del caso exigía esta tramitación, después porque no era suficientemente urgente para anticipar una nueva reunión, y por último, para dar tiempo a que pudieras madurar la resolución. Supe por versión de María Teresa e Isabel Torroja que era definitiva tu decisión y, como ya te digo, se ha dado estado anoche. Todos lamentamos que haya llegado a producirse tu renuncia porque aunque tu obligada separación de las tareas de la Academia te alejaban de aquí, quedaba todavía el vínculo formal que nos permitía tenerte alguna vez entre nosotros. Deseamos verte en cualquiera de las sesiones futuras a que puedas asistir, y así lo puedes hacer como Académico, sin la pesadumbre de un cargo que te veías privado de atender como hubieras querido. El sentimiento es unánime y así se ha de reflejar. Personalmente, me entristece considerar que un hombre de tu categoría intelectual y tu dinamismo se vea alicortado en esta última etapa de su vida, que fue tan fructífera. En un orden temporal puedes sentirte satisfecho descansando en el recuerdo de las dos excepcionales creaciones que has llevado a cabo, el Instituto de Optica y la Junta de Energía Nuclear; aquella era corta para tu capacidad de acción y te pudiste consagrar a esta otra hasta el límite de tu resistencia; solamente la mezquindad con que entre nosotros se regatea el elogio, puede silenciar el valor de tu obra. Pero si has de pensar de tejas arriba, tú, que eres hombre de fe y de piedad, puedes superar los trances que estás viviendo, ofreciéndolos al Padre que, por serlo, nos considera y bendice por cada una de las espinas que se nos van clavando en el acontecer de los días. Todo es nada para lo que debemos. Te deseo lo mejor, con la recuperación de tu salud y la felicidad entre los tuyos. Cuenta siempre con el sincero afecto de tu antiguo y ya viejo amigo que te envía un fuerte abrazo». (Expediente Otero de Navascués, Biblioteca de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales)

documento n.º 6: Discurso de Joaquín Catalá de Alemany en el acto de investidura de Otero como doctor honoris causa, en la Universidad de Valencia, el 31 de mayo de 1967. Confieso de antemano que soy incapaz de limitarme a presentar fría, académicamente o cartesianamente, ante este ilustre Claustro de nuestra querida Alma Mater, a la figura científica del nuevo doctorando, ni ceñirme a exponer escuetamente sus relevantes méritos y categoría científica que son, a fin de cuentas, los que justifican la distinción que vamos a otorgar. Sin embargo, me tranquiliza el pensar que mis sentimientos personales de afecto, profunda admiración y lealtad no podrán empañar la objetividad de mis palabras al exponer la labor científica del doctorando, pues ésta queda, por encima de cualquier opinión subjetiva, plasmada en una obra creadora que ha sido reconocida fuera, y lo que es más difícil, dentro del país, como lo atestiguan el sin fin de distinciones nacionales y extranjeras, con que tan reiteradamente se ha premiado su ingente labor. Por sus obras los conoceréis, podría limitarme a decir, y el Instituto de Optica «Daza de Valdés» del C.S.I.C. así como la J.E.N., son dos muestras, bien elocuentes de la capacidad creadora del doctorando, y mucho más todavía si tenemos en cuenta,

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cosa que nadie puede negar, que fueron obra personal suya, llevada adelante, en muchos casos, pese al desaliento, pesimismo y ¡porque no decirlo! falta de cooperación de los que éramos sus propios colaboradores. La existencia de las dos Instituciones mencionadas y su brillante producción científica, por sí sola, justifica cualquier distinción otorgada a quien supo crearlas partiendo «casi de la nada», que es uno de los rasgos característicos del genio humano creador. Solo los que tuvimos la oportunidad de presenciar el proceso de alumbramiento y desarrollo del Instituto de Optica, partiendo de un reducidísimo grupo de colaboradores reunidos en cuatro habitaciones del Instituto de Física «Alonso de Santa Cruz», hasta convertirse en la magnífica realización actual que es el «Daza de Valdés», y los que luego asistimos a la evolución de la J.E.N. a partir de otras tantas habitaciones cedidas por el «Daza de Valdés», hasta la impresionante realidad presente del centro nuclear «Jorge Vigón» de la Moncloa, ¡solo nosotros! podemos saber de los tremendos esfuerzos, tenaz voluntad y espíritu creador de los que tuvo que hacer gala Otero para sacar adelante proyectos que muchos calificabamos de sueños de grandeza, porque con nuestras pobres y débiles alas, nunca pudimos imaginar que fuera posible volar tan alto. Hoy día, según cálculos más prudentes, el 80 % de toda investigación física que se realiza en España se desarrolla, directa o indirectamente, dentro de las dos Instituciones mencionadas. Por si este dato fuera poco elocuente, cabe agregar que entre todo el profesorado superior en las disciplinas afectas a la Física, más del 60 % ha logrado su formación bajo las directrices científicas de Otero o merced al apoyo que a través de las citadas Instituciones se les prestó. Pero si de esta estadística general, pasamos a referirnos, concretamente a nuestra Facultad de Ciencias, las cifras son todavía más expresivas: tres de los Catedráticos, de la Sección de Físicas, los profesores Senent Pérez, Aguilar Rico y yo mismo, nos consideramos con orgullo modestos colaboradores directos de la obra de Otero; otro catedrático de la misma sección, el Profesor Pascual de Sans, debe asimismo gran parte de su formación a la permanencia, durante varios años , en el grupo de Física Teórica de la Junta de Energía Nuclear, de la que sigue recibiendo ayuda y becarios para el desarrollo de su importante labor. También en nuestra Facultad de Medicina, el Catedrático de Oftalmología, D. Marcelo Carreras, es amigo y ha sido colaborador del Instituto «Daza de Valdés», donde realizó la tesis doctoral bajo la dirección de Otero sobre el tema de la miopía nocturna. Asimismo debemos mencionar al Profesor Báguena y el Dr. Corteza que tan importantes trabajos llevan a cabo en su Instituto de Investigaciones Citológicas, de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad y Laboratorio de Citogenética del C.S.I.C, tienen estrecha conexión con la JEN, a través del Instituto de Estudios Nucleares que preside Otero Navascués. Por otra parte, como Director del Instituto de Física Corpuscular, de la Facultad de Ciencias, que agrupa a unas treinta y cinco personas, entre profesores, investigadores, colaboradores, doctorándoos, becarios, laborantes y personal auxiliar, debo proclamar aquí que la producción científica del Instituto, concretada en más de 150 trabajos de investigación, publicados en revistas nacionales y extranjeras, así como unas 20 tesis doctorales ya juzgadas, fue posible, en gran parte, gracias al mecenazgo de la J.E.N. y, concretamente, a la ayuda material y moral que en todo momento nos prestó su presidente. También debo citar a los tres Catedráticos de Universidad que consiguieron su Cátedra tras la preparación científica dentro del Instituto de Física Corpuscular: son

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los profesores Aguilar Péris, de la Facultad de Ciencias de Madrid, el profesor Senent Pérez de la de Valencia, y el profesor Casanova Colás de la de Valladolid. Su presencia hoy aquí, en éste Acto, es la mejor prueba de la objetividad de mis palabras. Permitidme pues, que en nombre de todos los mencionados, así como haciéndome portavoz de los restantes miembros del Instituto, haga constar nuestra gratitud hacia la persona que con su decidida ayuda y comprensión, tanto facilitó la obra de aquel. Cuando en el futuro se pueda escribir objetivamente la historia del progreso científico español en los últimos treinta años, a pesar de todos los errores ineludibles en cualquier labor humana, tres nombres surgirán como puntos de referencia en el desarrollo de las ciencias positivas: Albareda, Lora Tamayo y Otero Navascués. Los tres comprendieron, a su debido tiempo, que la investigación científica no era ni un lujo, ni una tarea personal de la que la Sociedad puede inhibirse, sino una labor concienzudamente preparada para ser desarrollada en equipo, y cada uno de ellos supo formarlo y encuadrarlo en una organización adecuada para que pudiera trabajar al ritmo de los tiempos modernos. Naturalmente, en un país donde a veces se pagan más caros los éxitos que los fracasos y en el que, con tanta frecuencia descubrimos a los grandes hombres tras su muerte, o después de obtener premios Nobel por su trabajo en el exterior, Otero tiene que pagar su tributo al éxito, y las críticas negativas que se hagan a su obra, son a fin de cuentas, un elogio implítico de quienes hubieran deseado realizarla, pero a quienes faltó la audacia y el genio creador, más que los medios, para llevarla a cabo. Otero es de los primeros que se dá cuenta de la nefasta influencia de la gloriosa sombra de Cajal sobre la política científica nacional, y a la vez es de los que lanza la contraofensiva a la pasividad, al grito de «investiguemos nosotros», y de este empuje arrollador, de estos sueños de grandeza, de estos delirios de Otero, surgen el Instituto de Optica «Daza de Valdés» y la JEN; ambos hoy dia son dentro del terreno científico y técnico comparables, sin demérito, a cualquier otro centro europeo análogo, hasta el extremo de que nuestra incorporación oficial al quehacer europeo sería tal vez más fácilmente realizable, si en cada una de las actividades que integran la política social y económica del país, hubiéramos contado con hombres de la visión, audacia y dinamismo de Otero Navascués. Pero toda esta labor que acabamos de reseñar y que nos presenta al doctorando como gran propulsor del progreso científico y técnico nacional, no ha impedido que también su propia producción científica haya sido considerable. La semblanza de Otero quedaría por tanto, muy mal perfilada limitándonos a la faceta anteriormente analizada, pues podría darnos la impresión de que el doctorando, fue tan sólo el magnífico jefe de una gran empresa. Por esto aunque sea brevemente es preciso mencionar otro aspecto de su personalidad y es el de su contribución personal y trascendente en el terreno de la investigación científica. Su campo de investigación principal ha sido la Optica, singularmente la Optica Técnica y la Fisiológica, aunque posteriormente su actividad se desenvuelva en el terreno de la Ingeniería Nuclear, habiendo publicado unos treinta trabajos de investigación en las primeras materias y alrededor de 25 de divulgación u organización en la segunda. Los trabajos en Optica Fisiológica tuvieron un gran impacto internacional por haber puesto de manifiesto incógnitos fenómenos de la visión. Los resultados de su investigación han sido ampliamente comentados en las revistas científicas extranjeras e incorporados a monografías inglesas, francesas, austriacas y norteamericanas, así como a todos los libros de texto de óptica fisiológica. Con motivo de sus investigaciones personales ha sido reiteradamente invitado para hablar de sus trabajos en EE.UU.,

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Francia, y Alemania, habiendo presentado varias veces «invited papers» en reuniones de la Optical Society of America, que le nombró fellow en 1962. Fué Presidente del Organismo Europeo de Energía Nuclear (1961-64); en dicho organismo se agrupan casi todos los paises occidentales, con objeto de explotar empresas de desarrollo comunes, unificar la legislación e intercambiar experiencias. Asimismo ha sido Presidente de la Sociedad Europea de Energía Atómica. Es también miembro del Comité Internacional de Pesas y Medidas de Sévres, y su Vicepresidente en 1964. En 1966 le fué concedido el Premio «Juan Antonio Suances» del Patronato «Juan de la Cierva», en reconocimiento a su prolongada labor dentro y fuera del C.S.I.C. Es Doctor Honoris Causa por la Universidad de Lovaina (febrero 1956), y está propuesto por la Academia de Ruen para la misma distinción por dicha Universidad. Es numerario de la Real Academia de Ciencias Exáctas, Físicas y Naturales, desde 1945, así como correspondiente de la de Ciencias y Artes de Barcelona desde 1941, y de la Real Academia Nacional Nacional de Ciencias de Buenos Aires (Octubre 1966). Miembro honorario de la Deutsche Gesellschaft für angewandte Optik desde 1953, etc. Es Artillero en la Armada y número uno de su promoción. Posee tres cruces de Mérito Naval con distintivo blanco, la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, la Gran Cruz de Isabel la Católica, y en el extranjero es oficial de la Legión de Honor Francesa, posee la Gross-Verdienstkreuz y recibió la Orden del Libertador San Martín de la Argentina. Está en posesión de la Gran Cruz de San Silvestre y Encomienda con placa de la Orden de San Gregorio, de la Santa Sede. Todos estos méritos y distinciones que acabamos de resumir, justifican que con frecuencia, a los físicos españoles les haya bastado mencionar su amistad con Otero, para que fueran abiertas las puertas de cualquier centro científico, europeo o americano, y recibidos con la más exquisita amabilidad; en todos ellos se conoce y estima la figura del doctorando, tanto por su calidad científica, como por sus grandes virtudes humanas y de hombre de mundo que por todas partes fué tejiendo estrechos vínculos de amistad, y con ello son muchos los que pudieron beneficiarse de los frutos de las semillas que el eterno viajero fué sembrando por todo el mundo científico internacional, pues sucede que Otero, es otra de sus facetas, viene actuando de hecho, hace varios años, como embajador científico volante, desempeñando misiones científico-políticas en infinidad de ocasiones y paises. Tengo la seguridad de que un hombre cargado de responsabilidades, distinciones y honores, apreciará en el que hoy vamos a otorgarle una faceta especial que lo hará doblemente memorable. Le incorporamos, es verdad, a un ilustre claustro que se honra con la presencia histórica de Luis Vives y en el que vive imperecedero el recuerdo de tantos y tantos ilustres Maestros que nos precedieron en estas aulas, para incorporarse a la Historia de la Ciencia Universal, como el botánico Plaza y el cirujano turolense Calvo, en el siglo xVi, el matemático Corachan y el Padre Tosca, geógrafo, matemático y físico, del xVii, el renovador de la Universidad, Blasco del xViii, y la figura gloriosa de Cajal, en el xix, por no citar más que unos pocos ejemplos. Sin embargo, me consta que la exquisita sensibilidad de Otero ha sabido captar que en la alta distinción que hoy recíbe, por encima de cuanto pueda significar por sí misma, hay algo más que indudablemente ha de emocionarle, pues comprende, que al investirle con esta toga y esta muceta y darle el libro y el anillo, para conferirle el grado de Doctor lo acompañamos de lo que más profundamente agradece todo corazón hu-

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mano: el cariño, la admiración y la prueba de lealtad de los que nos honramos al honrar al que proclamamos amigo y Maestro; tengo pues la certeza de que este «Gaudeamus» que entonará nuestro espléndido orfeón Universitario al final de esta Ceremonia, sonará a sus oidos como la prueba de que una alegría real es profundamente sentida por sus nuevos compañeros clausúrales. Bienvenido a este Claustro, amigo Otero que a lo largo de tu quehacer diario has logrado mantenerte tres veces noble, al compaginar la nobleza de tu sangre, con la distinguida y señorial categoría de tu obra científica y, lo que es realmente mucho más importante, para nosotros, con la extraordinaria hidalguía y virtudes humanas de tu gran corazón. (Archivo Personal de Javier Otero de Navascués)

documento n.º 7: Carta del arzobispo polaco Monseñor Joseph Felix Gawlina a José María Otero Navascués, de 7 de febrero de 1957, sumándose al homenaje que los estudiantes polacos acogidos por la OCAU brindaron a Otero. joseph felix GAwlinA. Archiepiscopus Tit. Madytensis Solio Pontificio Assistens Roma 7.Ii.1957 Excelentisimo Senor: Con mucho agrado he llegado a saber que los universitarios polacos atendidos por la benemerita O.C.A.U. con ocasión de celebrar su decimo aniversario de su estadia en España han organizado un homenaje de gratitud y reconocimiento a la Junta del Gobierno de dicha obra. Grandemente complacido, y al no poder estar personalmente presente, me uno a ese justo y significativo homenaje de los jóvenes polacos, expresando al mismo tiempo mis sentimientos de emoción y agradecimiento a Vd., Excelentisimo Senor Presidente y por su intermedio a la Dignisima Junta del Gobierno, por la obra de gran trascendencia que esta realizando. La exquisita sensibilidad cristiana del noble pueblo español, al fundar la obra de la O.C.A.U., se anticipó en avisorar y solucionar con la mayor presteza el fundamental problema de educación y formación de la nueva elite intelectual cristiana que vendra a llenar en Polonia el vacio dejado por la tragedia de los ultimos lustros. Encargado como estoy de los polacos residentes fuera de nuestra Patria, miré con vivo interes el enfoque y crecimiento de esta importante obra, cuyos primeros frutos ya estamos contemplando. Si estos frutos son motivos de complacencia para los generosos organizadores de la O.C.A.U., y una fundada esperanza para Polonia, son tambien claros testimonios que la Obra va cumpliendo ampliamente su alta finalidad. Esto nos llena de gran alegria y es motivo de nuestra mas cordial felicitación. Tanto mas que España es la unica nacion que supo organizar una obra que venía a resolver una de las mas urgentes necesidades de Polonia. Polonia quedara eternamente reconocida por este generoso gesto. Nosotros, reiterando nuestra gratitud no cesamos de elevar oraciones al cielo por todos estos generosos bienhechores. Y para terminar me permito expresar a Vd., Excmo. Senor Presidente, los sentimientos de mi mas alta consideración y aprecio, y envío complacido a Vd. y a toda la Obra mi sentida bendición.

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Excmo. Sr. Dr. D. Jose Maria Otero Navascués Presidente de la O.C.A.U. (firma de José F. Gawlina). (Archivo Personal de Javier Otero de Navascués)

documento n.º 8: Escrito de solicitud de admisión en la Asociación Católica Nacional de Propagandistas presentado por Otero el 2 de noviembre de 1961, y acuerdo positivo del Consejo Nacional. solicitud de Admisión El que suscribe desea pertenecer a la Asociación Católica Nacional de Propagandistas, y reconociendo que la eficacia de la Acción Católica se deriva primera y principalmente del espíritu sobrenatural, de que han de revestirse todos los actos de este apostolado, y secundariamente, y en el orden humano, de la organización, que requiere disciplina y actividad, promete cumplir con toda exactitud los Estatutos de la Asociación. 2 de Noviembre de 1961. (firma de José María Otero) informe del secretArio (de puño y letra de éste) El solicitante asiste a los Círculos de Estudios y actos religiosos y ha intervenido recientemente, como Ponente, en el Ciclo Mater et Magistra, de los Círculos de Estudios, informándose favorablemente la solicitud por esta Secretaría. Madrid, 16 Noviembre 1961. (firma de Abelardo Algora) D. José M.ª Otero y de Navascués, Marqués de Hermosilla, nació en Madrid, Provincia de id. El 16 de Marzo de 1961 [sic]. Estado casado. Centros docentes en que ha cursado sus estudios Colegio de San Miguel (Madrid) 2.ª enseñanza, Academia de Artillería de la Armada (San Fernando-Cádiz), Universidad Madrid, Escuelas Politécnicas de Zurich y Berlín. Títulos académicos Ingeniero de Armas navales, Dr. en Ciencias honoris causa Universidad de Lovaina. Idiomas que posee Alemán, Inglés, Italiano y Francés. Publicaciones de que es autor unas treinta y cinco memorias científicas sobre Física (Optica) mas veinte sobre Energía Nuclear Cargos que ha desempeñado Director de Laboratorio y Taller del Estado Mayor de la Armada. Cargos que ocupa en la actualidad Presidente y Director General de la Junta de Energía Nuclear, Director General de Energía Nuclear del Ministerio de Industria, Miembro de Ejecutivo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, numerario Real Academia de Ciencias, Juventud de Acción Católica, Vicepresidente Junta Nacional. Trabajos de propaganda realizados: Asuntos Internacionales de Hombres de A.C. y en general de coordinación de Apostolado Seglar Internacional. Fecha y lugar en que hizo los últimos ejercicios espirituales en retiro Julio de 1961 Casa de San Pablo. Personas que pueden facilitar informes suyos Don Alberto Martin Artajo Don Ricardo Fernández Maza.

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presidenciA En atención a los deseos y méritos de D. José M.ª Otero Navascués y por acuerdo del Consejo Nacional del 13 de enero de 1962 queda admitido como socio inscrito activo en el Centro de Madrid. Madrid, 18 de enero de 1962. El Presidente (firma del Presidente). Anotado en Secretaría general en 19 de enero de 1962. (firma) (firma manuscrita). (Archivo de la Asociación Católica de Propagandistas)

documento n.º 9: Relación de méritos, cargos y condecoraciones de José María Otero Navascués (*). Excmo. Sr. D. José M.ª Otero de Navascués. Marqués de Hermosilla. Doctor Ingeniero de la Armada y Contralmirante Ingeniero honorario. Doctor en Ciencias «honoris causa» por las Universidades de Lovaina, Valencia y Rouen. Correspondiente de la Real Academia de Ciencias y Artes de Barcelona, de la Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de Buenos Aires y de la Academia de Ciencias de Lisboa. Ha sido Presidente de la Junta de Energía Nuclear. Presidente del Instituto de Óptica «Daza de Valdés», del C.S.I.C. Vocal del Pleno y Miembro del Comité Ejecutivo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y de su Patronato «Juan de la Cierva». Miembro del patronato del INTA y de la Comisión de Investigación Espacial. Presidente del Comité Internacional de Pesas y Medidas de Sèvres y Presidente del Comité Consultivo para la definición del metro. Presidente del Consejo Nacional de Física. Ha sido miembro del Consejo de Gobernadores del Organismo Internacional de Energía Atómica. Ha presidido la XV Asamblea Mundial del Organismo Internacional de Energía Atómica de Viena. Miembro honorario de la Deutsche Gesellschaft für Angewandte Optik. Fellow de la Optical Society of America. Ha sido profesor de la Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Armas Navales. Vicepresidente del Comité Español de Cooperación con la U.N.E.S.C.O.. Vicepresidente de la Comisión Internacional de Optica, integrada en la Unión Internacional de Física Pura y Aplicada. Presidente de la Real Sociedad Española de Física y Química. Presidente de la Sociedad Europea de Energía Atómica. Presidente del Comité de Dirección del Organismo Europeo de Energía Nuclear. Grandes Cruces de Alfonso X el Sabio, de Isabel la Católica y del Mérito naval, Gran Oficial de la Orden del Libertador San Martín, Grossverdienst Kreuz alemana, Oficial de la Legión de Honor francesa. Autor de muchos y notables trabajos de investigación sobre diversos puntos de la Optica geométrica, física, fisiológica y sobre Energía Nuclear. (Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Madrid, 1977, págs. 120-122)

(*) Se ha recogido esta relación del Anuario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, pues es una de las más completas. No obstante, al listado cabría añadir, por ejemplo, la condición de Caballero de la Maestranza de Zaragoza o el hecho de haber recibido la Gran Cruz de la Orden de San Silvestre de la Santa Sede.

ÍNDICE ONOMÁSTICO (*) A Abad Berger, Manuel (vocal de la RSEFQ): 210n. Abd-el-Krim: 30 Abney, William (astrónomo, químico y fotógrafo británico): 79n. Abollado Aribau, Carlos (miembro de la RSEFQ): 208 Adams (profesor): 209 Aguado Quintana, Antonio: 42n. Agudo, José Luis (premio José María Otero Navascués de la SNE): 165 Aguilar, Manuel (científico de la JEN): 159 Aguilar, Padre: 291 Aguilar Rico, Mariano (becario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 92n., 216, 307 Aguirre (cardenal): 253 Aguirre Gil de Biedma, Esperanza (concejal de Cultura del Ayto. de Madrid): 282 Aguirre Gonzalo, José María (presidente de Agromán): 156, 189n. Agustí, Ricardo: 42n. Alastray, Sr.: 291 Albareda, José María (secretario general del CSIC): 75, 88, 154n., 190, 191, 223, 223n., 224n., 229, 232, 236, 236n., 237, 239, 239n., 308 Alder (profesor): 209 Aleixandre Ferrandis, Vicente (vocal de la RSEFQ): 210n. Alfonso x el Sabio: 60n., 169 Alfonso xi: 169 (*) No se han incluido en este índice las entradas del propio José María Otero Navascués, pues se encuentran con reiteración a lo largo de todo el texto. Los nombres que figuran en el texto en nota a pie de página llevan en este índice a su derecha la letra n. Se ha intentado señalar el empleo de cada una de las personas incluidas en este índice, indicando aquel que ocupaban en la fecha en que son citados. Esto no obsta para que desempeñaran otros cargos, incluso de mayor importancia, a lo largo de su vida profesional. Lógicamente, en algunos casos no se indica nada, dada la relevancia pública del personaje.

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Alfonso xiii: 31-33, 35 Algora Marco, Abelardo (presidente de la ACNP): 286, 286n., 288, 288n., 289, 289n., 311 Allende, Salvador (presidente de Chile): 151 Allison, Mr. (físico norteamericano): 108, 136 Almela Samper, Antonio (director del Instituto Geológico y Minero de España): 135n., 195, 220 Altabella, Pedro (miembro de Pax Romana): 291n. Álvarez del Manzano, José María (alcalde de Madrid): 282 Álvarez Miranda, Alfonso (premio José María Otero Navascués de la SNE): 165 Álvarez Robles, Sr. (miembro de la ACNJP): 285 Álvarez Ude, Pilar (miembro del Laboratorio de Investigaciones Físicas de la JAE): 71, 72 Amaldi, Eduardo (miembro del Instituto de Física Nuclear de la Universidad de Roma): 101, 105, 117, 136 Aparici, Manuel (presidente del Consejo Superior de Jóvenes de ACE): 254n. Areilza, José María de: 120, 121, 121n., 122, 122n., 123, 123n. Ariel-Quiróga y Redondo, José Manuel (consejero de embajada): 124n., 125 Aristizábal, José Manuel de (miembro de la ACNJP): 284n. Aristizábal, Luis de (miembro de la ACNJP): 284n. Arnulf (profesor): 81 Arranz, Leopoldo (miembro de la ACNP): 287n. Arrúe, Martín (miembro del Comité Español de Iluminación): 227 Artigas Sanz, José Antonio de (director del Laboratorio de Investigaciones Industriales): 42n., 72, 80, 81, 92, 124n., 205, 207, 207n., 209, 215, 217, 227, 302 Ayala, P. Ángel (fundador de la ACNJP): 284, 284n. Aysa Ferrández, Ramona: 22 B Balduino de Bélgica: 218 Baltá Elías, José (miembro de la RSEFQ): 209, 216, 217 Banda, Juan Francisco (doctor en Ciencias): 270 Barabásh, Teodoro (presidente honorario de Comunidad Ucraniana en España): 268, 282, 282n. Barbour, Walworth (secretario de Estado Adjunto para Asuntos Exteriores de EE.UU.): 123 Barella, Alberto (miembro del Grupo de Trabajo de Industrias Textiles y Varias de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 198n. Barzin (rector de la Universidad Libre de Bruselas): 118 Bello, Severino (miembro del Comité Español de Iluminación): 227 Benítez, Sr. (miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 214 Bermejo, Luis (presidente de la RSEFQ): 206 Bernardini (profesor): 105 Besteiro, Julián: 39, 40, 40n. Bilbao y Eguía, Esteban de (presidente de las Cortes Españolas): 236, 239 Biondi Onrubia, Jesús (coronel): 55n.

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Boado Endeiza, Leopoldo (presidente de la Comisión de Transportes Marítimos del I Plan de Desarrollo): 189n. Bobrek, Wladyslaw (presidente de la Asociación de Universitarios Polacos en España): 280, 281n. Boer, Sr. de (secretario del CIPM): 177, 178, 185 Bofarull, Manuel de (miembro de la ACNJP): 284n. Bolla (geólogo italiano): 107, 117, 136 Bonelli, Juan (presidente del Consejo Nacional de Hombres de ACE): 265, 265n. Bonet, Alberto (consiliario de la Junta Nacional de ACE): 264 Borbón, S. M. D. Juan Carlos I de: 213, 285 Bosch Ariño (decano de la Facultad de Ciencias de la Univ. de Valencia): 62 Bouman (profesor): 81 Bru, Luis (miembro del Laboratorio de Investigaciones Físicas): 71, 72, 94 Buchko, Iván (arzobispo): 268 Bulletin Blanc, Sr. (miembro del CIPM): 176n. Burriel Martí, Fernando (miembro de la RSEFQ): 209 Bustillo y Pampley, Diego (teniente): 24n. C Cabanillas, Pío (presidente de la Comisión de Servicios de Información del I Plan de Desarrollo): 189n. Cabello, José (óptico): 76, 207 Cabrera, Blas (presidente del Laboratorio de Investigaciones Físicas): 71, 171, 219, 302 Cadarso Montalvo, Sr. (vicepresidente de la Comisión Nacional de Metrología y Metrotecnia): 186 Calleja, Julio (director general de la Energía): 156n. Calvent, Santiago (miembro de la ACNJP): 284n. Calvo (cirujano): 309 Calvo Hernando, Manuel (premio José María Otero de Navascués de la SNE): 165 Calvo Rodes, Rafael (miembro de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 190, 190n., 191 Calvo Sotelo, Leopoldo (presidente del Gobierno de España): 167, 283 Campano López, Ángel (director del Patronato de Biología Animal): 195n. Campo Cerdán, Ángel del (vicepresidente de la RSEFQ): 207, 207n., 212, 212n., 214 Cancer Gómez, Mariano (presidente de la Comisión de Industrias Básicas del Hierro y del Acero del I Plan de Desarrollo): 189n. Cánovas del Castillo, Antonio: 21n. Cañal, Carlos (director general de Relaciones Culturales): 270n. Carbonell, Antonio (ingeniero): 99 Carlos ii (rey de Navarra): 21n. Carlos iii (rey de Navarra): 21n. Carlos iV: 22, 170, 170n. Carlos V: 22 Carrell, Alexis: 249 Carreras, Marcelo: 307

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Carrero Blanco, Luis: 44, 47, 61, 100, 102, 102n., 104, 109, 110, 110n., 111n., 112, 113n., 114, 172n., 203, 203n., 240, 241n. Carro Martínez, Antonio (presidente de la Comisión de Sanidad y Asistencia Social del I Plan de Desarrollo): 189n. Carroll, monseñor (secretario general de la National Catholic Welfare Conference en Washington): 271 Casal, Manuel (miembro del Comité Español de Iluminación): 227 Casanelles, E. (secretario del Grupo de Trabajo de Industrias Textiles y Varias de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 198n. Casa Miranda, conde de (embajador español en Bruselas): 118 Casares Gil, José (presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 75, 75n., 212, 212n., 213, 214, 217 Casero, L. (miembro de la RSEFQ): 207n. Caso Montaner, Alberto (asesor técnico e ingeniero de Hidronitro Española): 126 Castejón, Francisco de (secretario del Reino de Castilla): 24n. Castell, Enrique (miembro del Comité Español de Iluminación): 227 Castell, Luis (miembro de la ACNJP): 284n. Castiella, Fernando María (ministro de Asuntos Exteriores): 270n., 281 Castro, Américo: 73 Catalá de Alemany, Joaquín (académico de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 62, 124n., 156n., 206, 206n., 210, 210n., 231, 231n., 232, 233, 233n., 306 Catalán Sañudo, Miguel (investigador del Instituto de Óptica Daza de Valdés): 89, 108, 219, 302 Ceballos, Gonzalo (miembro del CSIC): 223n. Ceballos, Luis (contador de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 217 Ceberio, Jesús (director de El País): 245, 246n. Cegarra, Vicente (miembro del Grupo de Trabajo de Industrias Textiles y Varias de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 198n. Celler, Mr. (miembro de la Cámara de Representantes de EE.UU.): 279 Cellini, Sr.: 155 Chappat (secretario adjunto del Comité Central de la Comission Internationale de l’Eclairage): 227 Chicharro, Jaime (miembro de la ACNJP): 284n. Cieker, José (director del Colegio Mayor Santiago Apóstol): 273, 276, 282 Cierva, Piedad de la (becaria del Instituto de Física Alonso de Santa Cruz): 76 Ciguera, Cayetano (fundador de la OCAU en Álava): 277 Cokroft, John (premio Nobel de Física 1951): 151 Colino López, Antonio (vicesecretario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 111, 111n., 112, 114, 115, 115n., 124, 135, 135n., 148, 156, 219, 220, 221n., 302 Colomer, Juan (miembro de la ACNJP): 284n. Colomina, Sr. (miembro del Comité Consultivo de Temperatura del CIPM): 179 Colomina Boti, Alberto (miembro de la ACNP): 289n. Comillas, marqués de: 253

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Cora, Jesús de: 41 Corachan (matemático): 309 Corniero, Francisco (auditor jefe de la Sección de Causas del Juzgado Eventual Militar 6.ª Región Militar): 39 Corral, Santiago (presidente del Consejo Superior de Hombres de ACE): 257, 257n., 258, 265, 265n. Correa Veglison, Antonio (miembro de la FIHC): 237, 260 Corróns Rodríguez, Antonio (vicepresidente del Comité Español de Iluminación): 227, 227n., 228, 244 Corry, Andrew (agregado comercial de la embajada de EE.UU. en España): 123n. Corteza, Dr.: 307 Costi y García de Tuñón, Carlos (óptico): 77, 206 Cotorruelo, Agustín (subcomisario del I Plan de Desarrollo): 188 Crittenden, Sr. (presidente del Comité Consultivo de Fotometría del CIPM): 173 Cuesta, Sr. (miembro de ACE): 264 Cuvillo, Ignacio del (director general de Pesca Marítima): 188n., 195 D Danjon (presidente del Comité Consultivo para la Definición del Metro del CIPM): 174 Daza de Valdés, Benito (jurista y religioso, autor de libros de óptica): 78 Debye, Meter: 249 De Croly, Sr. (profesor): 118 Díaz Ambrona, Adolfo (presidente de la Comisión de Transformación en Regadíos del I Plan de Desarrollo Económico): 188n. Domínguez Aguado, María Teresa (mujer de José María Otero Navascués): 39, 41, 42, 43, 46, 165n., 222, 222n., 246, 248, 282, 283, 301 Domínguez Vázquez-Quirós, Fernando (capitán de fragata): 37, 38, 39, 41 Drodowsky, Jurij (estudiante ucraniano acogido por la OCAU): 274 Dunworth, J. V. (presidente del CIPM): 177n., 178, 182, 184, 185 Duperier Vallesa, Arturo (presidente de la RSEFQ): 206, 245, 246 Durán Miranda, Armando (vicepresidente de la JEN): 62, 63, 76-83, 86, 87, 90, 100, 102, 103n., 110, 111, 114, 114n., 115, 115n., 124n., 132, 135, 135n., 148, 149, 149n., 150, 156, 156n., 160, 206, 206n., 207n., 208, 209, 210n., 246, 254, 282 Dusmet (académico de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 214 E Echánobe, Javier (miembro del Laboratorio de Investigaciones Físicas): 71, 72 Echegaray, José (primer presidente de la Sociedad Española de Física y Química): 205, 220, 302 Eckert (profesor): 72 Eddington, Arthur Stanley (científico británico): 249 Egües, María (miembro de la Sección de Óptica del Instituto Alonso de Santa Cruz): 76 Eijo Garay, Leopoldo (obispo de Madrid-Alcalá): 237, 239, 270n. Einstein, Albert: 249 Eisenhower, Dwight D.: 120, 159

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Elola Olaso, José Antonio (secretario de la Comisión de Educación Nacional de las Cortes): 237, 239 Elorza, Javier (director general de Organismos Internacionales del Ministerio de AA.EE.): 156n., 157 Eppenstein, Dr. (científico): 50 Errandonea, padre: 291 Escoubés, Bruno (científico de la JEN): 159 Espinosa, Juan José (ministro de Hacienda): 157 Espinosa de los Monteros, Eugenio (general de brigada): 38 Esserman, N. A. (miembro del CIPM): 185 Esteban y Arenal, Ana María (mujer de Julio Otero de Navascués): 25 F Fargas del Río, Isabel: 274 Felipe ii: 170, 170n., 211 Felipe V: 23 Fernández Ávila, Aureo (miembro del CSIC): 223n., 224 Fernández Cellini, Ricardo (encargado del grupo de Materias Primas, Metalurgia y Química en la Conferencia de Ginebra sobre Usos Pacíficos de la Energía Nuclear): 110n., 124n. Fernández de Henestrosa, José (miembro de la ACNJP): 284n. Fernández Maza, Ricardo (miembro de la ACNJP): 286, 311 Fernández Miranda, Torcuato (miembro de la Comisión de Educación Nacional de las Cortes): 237 Fernández y Rodríguez, Obdulio (miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 80, 215, 217, 219, 219n., 220, 222, 302 Fernando Vii: 63n. Ferreti (profesor): 105 Figueroa, marqués de (alcalde de Santiago de Compostela): 42, 42n. Fontán Yánez, José (vicesecretario de la RSEFQ): 208, 210n. Foz Gazulla, Octavio R. (vocal de la RSEFQ): 210n. Franco Bahamonde, Francisco: 88, 90, 113, 133, 133n., 149, 165-167, 169, 172n., 202, 209, 223, 240 Françon, M. (profesor del Laboratorio de Óptica de la Universidad Pierre et Marie Curie, París VI): 81, 94, 245 Franic, José (estudiante croata acogido por la OCAU): 274 Fuejo, Donato (presidente del Consejo de Seguridad Nuclear): 168, 169, 169n. G Gálvez Armengaud, Diego (científico): 116, 119, 123n., 211n. Gamboa Loyarte, Miguel Ángel (secretario de la Comisión de Biología de la JEN): 124n. Gandía, V. (miembro del Comité Nacional de Altas Energías): 156n. García, José María (miembro del Grupo de Trabajo de Industrias Textiles y Varias de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 198n. García Fité, José Antonio (auxiliar de investigación física de la JIA): 112

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García Hernández, José (presidente de la Comisión de Desarrollo de las Islas Canarias del I Plan de Desarrollo): 189n. García Hoz, Sr. (miembro del Consejo Superior de Hombres de ACE): 257 García Orcoyen, Jesús (director general de Sanidad): 135, 136n., 195 García Pablos, Antonio (miembro de la FIHC): 260, 261 García Rodríguez, Antonio (presidente de la Comisión de Turismo del I Plan de Desarrollo): 189n. García Santesmases, José (vicepresidente de la RSEFQ): 87, 210n. García Siñeriz, José (vicepresidente del CSIC): 88, 212, 212n., 220, 270n. García Usano, José (presidente de la Comisión de Energía del I Plan de Desarrollo): 188n., 195 García de Vinuesa, Ángel (vocal del Consejo de Administración de la Compañía Sevillana de Electricidad): 125 Garrigosa, Cristóbal: 244 Gawlina, Joseph Félix (arzobispo polaco): 268, 283, 284n., 310, 311 Gaztelu y Jácome, José María (jefe del departamento de Electricidad del INI): 135n. Gedda, Luigi (presidente de la FIHC): 259 Giménez Mellado, José (secretario del centro de Madrid de la ACNP): 288, 288n. Goded, Luis (teniente coronel de Estado Mayor): 42, 42n. Goded Echevarría, Federico (ingeniero de General Eléctrica Española): 125 Goering (mariscal): 50 Goldschmidt, Bertrand (miembro del Comisariado francés de Energía Atómica): 136, 152, 161, 164 Gómez Ocerín, Sr. (embajador): 74 Gómez Roldán, Manuel (miembro de la ACNJP): 284n. González Márquez, Felipe (presidente del Gobierno de España): 167 González Quevedo, Sr. (miembro de la ACNJP): 208, 285 González Ramos, Sr. (miembro de la RSEFQ): 208 González Sáez, Antonio (subcomisario del I Plan de Desarrollo): 188 González Torres, José (presidente de Pax Romana): 270 Gordillo, Manuel (miembro del Consejo Superior de Hombres de ACE): 260 Gortázar Landecho, Manuel (consejero delegado de General Electric España): 156, 189n. Granados, Sr. (miembro del Comité Consultivo de Radiaciones Ionizantes del CIPM): 179 Grecia, Reina Sofía de: 280 Guerra Campos, J. (obispo): 265 Guibson (profesor): 108 Guijarro, Alfredo (capitán de fragata): 52, 75 Guijarro Arrizabalaga, Francisco (presidente de la ACNP): 286 Guillaumat, Pierre (director del Comisariado francés de Energía Atómica): 151 Guisasola, V. (cardenal): 253 Gutiérrez Cortinés, Sr.: 141 Gutiérrez García, José Luis (secretario general de la ACNP): 287, 287n., 288n. Gutiérrez Jodra, Luis (director de Plantas Piloto e Industriales de la JEN): 132, 148, 155, 165

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Gutiérrez Ríos, Sr. (miembro de la Ponencia Permanente de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 112, 191 H Hahn, Sr. (profesor): 209 Hartridge, Hamilton (profesor): 81 Heisenberg, Werner (director del Instituto Max Planck): 106, 108, 117, 136, 157, 249 Hergueta y García de Guadiana, Luis de (tesorero del Comité Ejecutivo de la OCAU): 270 Hernández Varela, J. L.: 301 Hernández Vidal, Eduardo (presidente de la JEN): 124, 130-133, 133n., 134, 164 Herrera Oria, P. Ángel (presidente de la ACNP): 253, 284, 284n., 286 Hidalgo de Caviedes, Sr.: 141 Hill, Robert (embajador de EE.UU. en España): 144 Hipólito, Felice (secretario general del Comitato Italiano Energia Nucleare): 152 Hitler, Adolf: 49, 82 Hosmer, Craig (miembro de la Comisión de Energía Atómica de EE.UU.): 143 Houssay, Bernard (premio Nobel de Medicina): 69 Howlett, L. E. (presidente del CIPM): 176, 177, 177n., 181 Hoyos, Sr. (profesor): 112 Huet, Mr. (director general del OIEA): 162 I Ibáñez, Fernando (presidente del Comité Español de Iluminación): 228n. Ibáñez, Pilar: 283 Ibáñez de Ibero, Carlos (primer presidente del CIPM): 170, 171, 178, 187 Ibáñez Martín, José (ministro de Educación Nacional): 44, 75, 85, 88, 236, 236n., 239, 239n., 270n., 283 Iglesia, Eduardo de la (director de Naciones Unidas de la Dirección General de Organismos Internacionales del Ministerio de AA.EE.): 165n. Inglada Ors, Vicente (miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 212, 212n. Ipiéns Lacasa, Antonio (tesorero de la RSEFQ): 210n. Iraola Aguirre, José María de (comandante de Intendencia): 47-51 Isabel ii: 170, 211 J Jáudenes Junco, Casimiro (artillero de la Armada): 33 Jeans, James: 249 Jiménez Landi, Pedro (miembro de la RSEFQ): 63, 76, 90, 95-97, 208, 211n. Jimeno Gil, Emilio (miembro de la RSEFQ): 209 Johnson, Jesse (director de la Comisión de Energía Atómica de EE.UU.): 119 Juan ii: 22, 170n. Juan xxiii: 262

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K Kepler, Johannes: 214, 251 Kirchner, Eduardo (presidente de Pax Romana): 291 Kohut, P. (sacerdote): 270 Komen (profesor): 81 Kopfermann (físico): 106 Kubusch, Francisco: 72 Kühl (profesor): 81, 98 L Laborde, Manuel (vocal del Grupo de Trabajo de Mecánica de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 195n. Laín Entralgo, Pedro (rector de la Universidad de Madrid): 226, 237, 238, 246, 277 Lamamié de Clairac, José María (miembro de la ACNJP): 284n. Lara, Andrés (vocal del Grupo de Trabajo de Mecánica de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 194, 195n., 200 Leblanc (administrador de la Universidad Libre de Bruselas): 118 Le Cour Grandmaison, Mr. (presidente de Acción Católica de Francia): 258, 260 León xiii: 253 Le Prince-Ringuet (científico): 157, 251 Lillo, Juan (miembro del Comité Español de Iluminación): 227 Liñán, Fernando de (vicesecretario del I Plan de Desarrollo): 188 Lloret, Antoni (científico de la JEN): 159 Lojendio, Sr. (miembro de Pax Romana): 291 López Bravo, Gregorio: 135, 136, 136n., 139, 149, 149n., 157 López Enríquez, Manuel (jefe de la Sección de Óptica Oftalmológica del Instituto Daza de Valdés): 87 López de Letona, José María (vicecomisario del Plan de Desarrollo Económico): 157 López Martínez, Alfredo (presidente de la Junta Técnica Nacional de ACE): 261n., 270n. López Menchero, Sr. (jefe de la División de Desarrollo de Salvaguardias del OIEA): 155, 160 López Rodó, Laureano (comisario del I Plan de Desarrollo): 138, 188, 202, 202n. López Rodríguez, Sr. (vicesecretario general técnico de la JEN): 142 López-Rúa, José A. (ingeniero adjunto a la Presidencia de la JEN): 156, 156n. Lora-Tamayo, Manuel (presidente de la RSEFQ): 62, 62n., 83, 100, 102, 103n., 110, 110n., 111, 114, 114n., 115n., 135, 135n., 190, 190n., 191, 203, 207-210, 220-224, 229, 232, 248, 257, 268, 305, 308 M Mac Veagh, Sr. (embajador de EE.UU. en Madrid): 119 Marechal, A. (presidente del Comité Consultivo de Fotometría del CIPM): 97, 245 Marín, Agustín (tesorero de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 217 Marín-Lázaro Andreu, Rafael (vocal del Consejo Superior de Hombres de ACE): 255n. Martarello: 258 Martí Basterrechea, Juan (subcomisario del I Plan de Desarrollo Económico): 188

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Martín, José Ignacio (profesor de Tecnología Electrónica de ICAI): 98 Martín Artajo, Alberto (ministro de Asuntos Exteriores): 44, 119, 122, 269, 270n., 286, 291n., 292, 311 Martín Pinillos, Luis de (coronel inspector): 39 Martín-Sánchez Juliá, Fernando (presidente de la ACNP): 270n., 285, 286, 290, 292 Martín Sicilia, Esteban (presidente de la Comisión de Agricultura del I Plan de Desarrollo): 188n. Martín-Tesorero, Antonia (miembro del Instituto de Óptica Daza de Valdés): 90 Martínez, Pascual (miembro de la JEN): 132 Martínez Agulló, Sr. (miembro de la ACNJP): 285 Martínez Moreno, Juan (presidente de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica del II Plan de Desarrollo Económico y Social): 156n., 202, 203, 203n. Martínez Pereiro, Sr. (vicesecretario de la Junta Nacional de ACE): 256n. Martínez de Tena, Manuel (director general de Beneficiencia): 270n. Mas del Ribero, Juan (comandante de Artillería): 38 Matarranz Sevillo, Ramiro (presidente de la Comisión de Comercio Interior del I Plan de Desarrollo): 189n. Medi (profesor): 126 Medina y Fernández de Castro, Guillermo (teniente coronel de Artillería): 45n. Menacho García-Menacho, Eduardo (miembro del Grupo de Trabajo de Industrias Textiles y Varias de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 198n. Mendoza Gimeno, Carlos (presidente de RENFE): 156, 156n. Milch (mariscal): 50 Millán Barbany, Gregorio (presidente del Grupo de Trabajo de Mecánica de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 148, 195 Millikan (científico): 249 Miralles, Jaime (oficial de la escolta de Francisco Franco): 42n. Mohedano, José María (secretario general del Comité Ejecutivo de la OCAU): 266, 270, 276, 277, 280, 281, 291, 292 Moles, Sr. (miembro de la RSEFQ): 205 Monjardín, Alfonso V. (alcalde de Bayona, Pontevedra): 42, 42n. Montalvo, Andrés (miembro de la ACNJP): 284n. Montequi y Díaz de Plaza, Ricardo (miembro de la RSEFQ): 209 Morais (profesor): 76 Morales Navas, José: 38 Morcillo, Casimiro (obispo auxiliar de Madrid-Alcalá): 267, 269, 291 Moreno (cardenal arzobispo de Toledo): 252 Moreno Aznar, Juan Antonio (almirante): 58n., 61 Moreno Torres, José (alcalde de Madrid): 270, 270n. Morillo, P. Santiago (viceconsiliario de la Junta de Gobierno de la OCAU): 271, 273 Moris, José Luis (presidente de la Comisión de Obras y Servicios de las Corporaciones Locales del I Plan de Desarrollo): 189n. Mortes Alfonso, Vicente (comisario adjunto del Plan de Desarrollo): 156n. Moscoso, Antonio (director general de Agricultura): 191 Mouton, Gabriel (científico francés): 170

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Muñoz Oms, Victoriano (director gerente de la Empresa Nacional Hidroeléctrica de Ribagorzana): 124n. N Navarro, Francisco (arquitecto): 272 Navarro Rubio, Mariano (ministro de Hacienda): 138, 157, 237, 255n., 256 Navascués, Alberto de: 42n. Navascués, Domingo de: 21 Navascués, García de: 21 Navascués, Gracián de: 22 Navascués, María del Pilar de: 21, 25, 30n., 34n. Navascués, Sancho de: 21 Navascués, Tomás Manuel: 22 Navascués Aysa, Nicasio Benito: 22, 23 Navascués y Alfonso, José Antonio de: 22 Navascués y Beaumont, Juan Bautista de: 22 Navascués y Navascués, Joaquín José: 22 Navascués y Ochoa de Orobio, Juan José Francisco: 22 Navascués y Orobio, Juan Francisco: 22 Navascués y Petrón, Pedro de: 22 Navascués y Sierra, Pedro de: 22 Navascués de la Sota, María del Pilar de (v. Navascués, María del Pilar) Navascués y Virto de Vera, Claudio: 22 Navascués y Virto de Vera, Marcelo de: 22 Noriega y Albarado, Diego José de: 24, 24n. Noriega y Albarado, Diego Joseph (v. Noriega y Albarado, Diego José ) Noriega y Castejón, Diego Antonio de: 23, 23n., 24n. Nouy, Lecomte de (científico): 249 Novo, Pedro de (presidente de la Real Sociedad Geográfica Española): 213 Núñez Lagos, Rafael (notario): 103, 103n. O O’Boyle, Patrick A. (director del Servicio de Ayuda de Guerra de la National Catholic Welfare Conference): 267 Ochoa de Navascués, Martín: 21 Ochoa de Orobio, Melchora: 22 Olivares Baqué, Jesús (general, presidente de la JEN): 163 Oreja Elósegui, Sr. (miembro de la ACNJP): 285 Oriol, Iñigo de (consejero de la JEN): 156 Oriol y Urquijo, José María de (presidente de Hidroeléctrica Española): 131, 135, 135n. Orte (almirante): 185 Ortiz Fornaguera, Ramón (colaborador de la Sección de Investigación Física de la JIA): 155 Otero, Enrique: 155 Otero Enríquez, Santiago: 21, 21n., 23, 25, 26, 27n., 37-39, 46 Otero de la Gándara, José Luis (bibliotecario de la RSEFQ): 210n.

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Otero López-Páez, Julio: 24, 25 Otero de Navascués Domínguez, María del Pilar: 43 Otero de Navascués Domínguez, Álvaro: 44 Otero de Navascués Domínguez, Beatriz: 43 Otero de Navascués Domínguez, Cristina: 43 Otero de Navascués Domínguez, Fernando: 43 Otero de Navascués Domínguez, Francisco de Borja: 44 Otero de Navascués Domínguez, Ignacio: 44 Otero de Navascués Domínguez, Isabel de Portugal: 43 Otero de Navascués Domínguez, Javier: 44, 282, 283 Otero de Navascués Domínguez, José María: 43 Otero de Navascués Domínguez, Margarita: 44 Otero de Navascués Domínguez, María Paz Teresa: 43, 282 Otero de Navascués Domínguez, Santiago: 43 Otero de Navascués Domínguez, Virginia: 43 Otero de Navascués Enríquez de la Sota, Delia: 21 Otero de Navascués Enríquez de la Sota, Julio: 21, 25, 31 Otero de Navascués Enríquez de la Sota, María del Pilar: 21 Otero Velázquez-Gaztelu, Santiago: 24, 24n. Otto de Habsburgo, archiduque: 21 P Pajares, Sr. (miembro de ACE): 264 Palacios Alcalde, Elvira: 274 Palacios Martínez, Julio (presidente de la Real Academia Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 71, 71n., 72, 75, 77, 77n., 80, 83-85, 209, 217-220, 302 Palomar Collado, Patricio (presidente de la Comisión de Industrias de Material de Construcción del I Plan de Desarrollo): 189n. Pascual Martínez, Francisco (secretario general técnico de la JEN): 142 Pattee, Richard (miembro de la National Catholic Welfare Conference): 270 Pauli (profesor): 72 Peña, Alfonso (ministro de Obras Públicas): 213 Peña Boeuf, José (presidente de la Real Academia Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 218 Pérez Álvarez-Osorio, Rafael (secretario de la RSEFQ): 210n. Pérez Bustamante, José (miembro de la Comisión de Educación Nacional de las Cortes): 238 Pérez Cutillas, Salvador (miembro del Comité Español de Iluminación): 227 Pérez Embid, Florentino (miembro del Comisión Nacional Española ante la Unesco): 226 Pérez Irisarri, J. (científico del Instituto de Óptica Daza de Valdés): 233, 243, 244 Pérez Masiá, Sr. (colaborador del I Plan de Desarrollo): 194 Pérez Villanueva, Joaquín (director general de Enseñanza Universitaria del Ministerio de Educación Nacional): 246 Perrin (profesor): 63 Pich Solarich, Rosendo (miembro del Comité Español de Iluminación): 228, 228n. Pintos Reino, Jesús (Registrador de la Propiedad en Santiago de Compostela): 42n. Piñero Balsol, Luis (comandante de Marina de la provincia marítima de Vigo): 42n.

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Pío x: 253 Pío xii: 249, 259, 262, 263, 267, 272, 275 Pita da Veiga, Gabriel (ministro de Marina): 136 Pla y Deniel, Enrique (cardenal arzobispo de Toledo y primado de España): 270 Planck, Max: 249 Planell, Joaquín (presidente del INI): 133n., 224, 224n., 225n. Plaza (botánico): 309 Plaza, J. M. (miembro de la RSEFQ): 207n. Plaza Montero, Lorenzo (vocal de la RSEFQ): 83, 85, 90, 92-94, 176, 179, 208n., 209, 210n., 227, 228 Plyler (físico norteamericano): 108 Poggio Mesorana, Francisco (secretario del Instituto de Óptica Daza de Valdés): 86 Polanco, José (miembro de la ACNJP): 284n. Polit (doctor): 85 Polo Jover, Francisco (director general de Ganadería): 195, 195n. Pombo Angulo, Sr. (colaborador del I Plan de Desarrollo Económico): 194 Portero Soro, Manuel (miembro del Grupo de Trabajo de Ganadería de la Comisión Asesora Científica y Técnica): 195n. Prieto, Ventura (miembro de la ACNJP): 284n. Primo de Rivera, Miguel: 30, 31 Primo de Rivera, Pilar (miembro de la Comisión de Educación Nacional de las Cortes): 237 Pruna y Fernández Flores, Juan (teniente coronel de Infantería): 38 Puyal, Vicente (director general del Instituto Geográfico y Catastral): 200, 200n. Q Quihillalt (presidente de la CNEA): 167 Quinteiro, Manuel (miembro de la División de Energía de la JEN): 148, 149 R Rabi (científico): 157 Rafael Verhulst, P. Enrique de (miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 215, 217 Ramón y Cajal, Santiago: 66, 309 Ramos Rodríguez, Eduardo (jefe del servicio médico de la JEN): 124n., 142 Randers, Gunnar (director científico del Instituto Noruego de Investigación para la Defensa): 151 Reig (cardenal): 253 Reparaz, Sr. (miembro de la Confederación Nacional de Estudiantes Católicos): 290 Requejo, Gerardo (miembro de la ACNJP): 284n. Requena Papi, Eduardo (presidente de la Comisión de Industrias Manufactureras Varias y Artesanía del I Plan de Desarrollo): 189n. Reyes Católicos: 170 Riaza (capitán de Artillería de la Armada): 73, 74

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Riba Ortínez, José (presidente de la Asociación de Investigación Textil Algodonera): 198, 198n. Ríos, José María (ingeniero de minas): 103 Ríos, M. (físico): 83, 208n. Ríus Miró, Antonio (presidente de la RSEFQ): 75, 110, 110n., 207, 207n., 208, 209, 215, 216, 219 Robert Robert, Antonio (asesor del Banco Urquijo): 135n. Robles Piquer, Carlos (director general de Información): 156n. Roca de Togores, Mariano (ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas): 211 Roca de Togores y Tordesillas, Luis (comandante de Artillería de la Armada): 45n. Rodríguez, Abel (óptico): 95 Rodríguez Aragón, Sr. (miembro de la Comisión Nacional de Metrología y Metrotecnia): 187 Rodríguez Candela, Sr. (miembro de la Ponencia Permanente de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 191 Rodríguez de Miguel, Luis (presidente de la Comisión de Telecomunicaciones del I Plan de Desarrollo): 189n. Rodríguez Rodríguez, Vicente (teniente coronel de ingenieros): 38 Rodríguez de Valcárcel, Carlos María (miembro de la Comisión de Educación Nacional de las Cortes): 238 Rodríguez-Villa Gil, Andrés (presidente de la Comisión de Industrias de la Alimentación del I Plan de Desarrollo): 189n. Roglá Alet, Vicente (director del Gabinete de Aplicaciones Nucleares a las Obras Públicas): 156n. Roglé, Sr.: 141 Rollet, Henri (presidente de la FIHC): 266 Romañá, Antonio (director del Observatorio del Ebro): 199, 199n., 220 Romero Abella, Mario (capitán de corbeta): 47-51 Romero Ortiz de Villacián, José (ingeniero de minas): 111, 114, 114n., 115, 115n., 119, 135n. Rommel: 50 Roncero, Octavio (periodista): 146n., 163, 163n., 164, 230 Ronchi, Vasco (director del Instituto de Óptica italiano): 81 Ros (profesor): 72, 303 Rotter, F. (científico austriaco): 177 Rotllán, Rafael (miembro de la ACNJP): 284n. Royo, José (vicesecretario del CSIC): 226n. Rubio, Jesús (subsecretario del Ministerio de Educación Nacional): 270n. Rubio, Juan Antonio (científico de la JEN): 159 Rugarcia, Eugenio (presidente de la Comisión de Fabricación de Productos Químicos, Abonos y Papel del I Plan de Desarrollo): 189n. Ruiz Ayllón, Jacinto (vocal del Grupo de Trabajo de Mecánica de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 195n. Ruiz del Castillo, Carlos (rector de la Universidad de Santiago de Compostela): 42, 42n. Ruiz-Giménez y Cortés, Joaquín: 44, 60, 61, 236-239, 245, 246, 246n., 261, 266-268, 270n., 273, 274, 277, 279, 282, 291, 291n., 292

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S Saenz Bretón, Antonio (vicesecretario del Instituto de Óptica Daza de Valdés): 89 Sagrera, José Luis (miembro del Comité Español de Iluminación): 227 Sakuma, Sr. (miembro del CIPM): 182 Salas, Francisco Javier de (almirante): 74 Saldaña, Luis (vocal del Consejo Superior de Hombres de ACE): 255n. Salvetti, Carlo (miembro del CISE italiano): 107 Sancha, Ciriaco María (obispo de Madrid-Alcalá): 252 Sánchez Agesta, Luis (miembro de la Comisión de Educación Nacional de las Cortes): 237, 238 Sánchez Bella, Alfredo (embajador español en Italia): 104, 226, 266, 273, 276, 291, 292 Sánchez de Navascués, Pedro (Jurado de Estella): 21 Sánchez Riaza, Amadeo (capitán de Artillería): 36n. Sánchez del Río y Sierra, Carlos (jefe de la Sección de Física y Cálculo de Reactores de la JEN): 99, 100, 104, 105, 110, 124n., 132, 134, 148, 156n., 160, 164, 194, 210, 210n. Sancho el Sabio: 21n. San Juan (general): 46 Santamaría, Carlos (miembro de Conversaciones Católicas Internacionales): 260 Santana Pérez, Demetrio (ingeniero de minas): 103, 119, 215 Santos Lasúrtegui, Alfonso de los (asesor jurídico de la JEN): 167n. Santos Ruiz, Ángel (vicepresidente de la RSEFQ): 209, 209n., 210n., 223n. Sarazá Ortíz, Rafael (miembro del CSIC): 195n. Sauras, E. (físico): 211n. Sauras, José María (miembro de la ACNJP): 284n. Scandone, Francesco (profesor): 99, 100 Scherrer, Paul (profesor): 71, 72, 105-108, 110, 117, 136, 219, 303 Schnurr, W.: 131 Schober (profesor): 81 Schupfer (profesor): 81 Schwartz, Pedro: 245 Scolnik (profesor): 81 Seaborg (científico): 157, 158, 305 Sears, J. E. (presidente del CIPM): 173 Segovia Torres, Rogelio (investigador de la Sección de Física de la JEN): 125 Sendagorta Aramburu, Enrique (director general de la Sociedad Española de Construcción Naval): 156n. Serrano Guirado, Enrique (presidente de la Comisión de Arquitectura, Construcción de la Vivienda y Urbanismo del I Plan de Desarrollo): 189n. Siegbahn, Sr. (miembro del CIPM): 176n. Sierra Andrés, Fermín de la (miembro de la Ponencia Permanente de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 191 Sierra Martínez, Francisco (vocal de la RSEFQ): 210n. Silvetti, Carlo: 104

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Sobredo Rioboo, José Ramón (comandante de Intendencia): 100, 102, 103n., 111, 114, 115 Sobrino, P.: 107 Socorro, marqués del (presidente interino de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 212 Solís, M. (físico): 211n. Soma, Duques de: 41 Sota y Fernández de Navarrete, Cayetana de la: 23 Starling Cule, W. (director general del OIEA): 159 Stille, U. (presidente del Comité Consultivo para la Definición del Metro del CIPM): 183, 185 Strauss, Lewis L. (presidente de la Comisión de Energía Atómica de EE.UU.): 122, 123, 130 Strutt, John William (lord Rayleigh): 78 Stulla-Götz, Sr. (vicepresidente del CIPM): 183 Suanzes, Juan Antonio (ministro de Industria y Comercio): 104, 110, 224, 224n., 229 Suárez, Adolfo (presidente del Gobierno de España): 167 Suárez Candeira, Daniel (presidente del Sindicato Nacional de Agua): 197, 198n. Suárez Inclán, Pío (gobernador militar de la plaza y villa de Madrid): 27 Swanstrom, monseñor (secretario general de la National Catholic Welfare Conference en Nueva York): 271 T Talleyrand, Charles-Maurice de: 170 Tanarro Sanz, Agustín (becario de la JIA): 112 Teller (científico): 157 Tellería, Luis (vocal del Grupo de Trabajo de Mecánica de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 195n. Tena Artigas, Antonio (presidente de la Comisión de Enseñanza y Formación Profesional del I Plan de Desarrollo): 189n. Tendero, Juan (presidente del Comité Español de Iluminación): 228n. Terradas e Illa, Esteban (presidente de la JIA): 90, 110n., 111, 111n., 112, 118 Terrien (miembro del CIPM): 182, 183 Tesa, Sr. (miembro de ACE): 264 Tiselius (profesor): 209 Todd (profesor): 209 Tornos y Laffite, Cirilo (presidente del Consejo Superior de Hombres de ACE): 255, 255n. Torres Espinosa, Antonio de (presidente de la Comisión de Industrias Básicas de Metales no Férreos del I Plan de Desarrollo): 189n. Torres Gost, Gabriel (director gerente de la Empresa Nacional de Electricidad): 124n. Torres Quevedo, Leonardo (vocal de la Junta de Ampliación de Estudios): 171, 302 Torroja, Eduardo (miembro de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 215 Torroja y Miret, José María (secretario de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 212, 213, 213n., 214, 216, 216n., 220, 222, 222n. Torrontegui, Leandro José (industrial): 131 Tosca (geógrafo): 309 Tousey (profesor): 81

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U Udina Martorell, Santiago (secretario general del I Plan de Desarrollo): 188 Ullastres, Alberto (ministro de Comercio): 138 Ulpiano: 250 Unamuno, Salomé de (científico de la JEN): 159 Usquinza, Enrique de (presidente del Consejo Superior de Hombres de ACE): 270n. Uzquiano, Enrique (general, director del Secretariado Castrense de ACE): 255n., 256 V Valdavia, marqués de (secretario de las Cortes): 236 Valle Alonso, Gabriel del: 136n. Van den Brink (profesor): 81 Van Impe (profesor belga): 118 Varela, P. Cándido (párroco de Santa Susana de Santiago de Compostela): 42 Vega de Anzo, marqués de la: 270n. Vegas, Ángel (miembro del Consejo Superior de Hombres de ACE): 260 Velarde Fuertes, Juan (presidente de la Comisión de Desarrollo de la Región Ecuatorial del I Plan de Desarrollo): 189n. Verástegui, Prudencio (fundador de la OCAU en Álava): 277 Verdaguer Hernández, Francisco (miembro del Comité Nacional de Altas Energías): 112, 156n. Vericat Nuñez, Luis (director general de Industrias Textiles y Varias): 189n., 195, 198n. Vico, monseñor (nuncio de Su Santidad en España): 284 Vieweg (miembro del CIPM): 176n., 179 Vigón Sánchez, María Aranzazu (jefe de Investigaciones Físicas de la JIA): 104, 105, 110 Vigón Sánchez, María Teresa (vicesecretaria de la RSEFQ): 88, 92, 210, 210n., 211n. Vigón Suerodíaz, Juan (general): 100, 107, 112-115, 115n., 122-124, 131, 245 Viladomiu Portabella, Pedro (miembro del Grupo de Trabajo de Industrias Textiles y Varias de la Comisión Asesora de Investigación Científica y Técnica): 198n. Villa, Mateo (miembro de la ACNJP): 284n. Villar, coronel (v. Villar Marín, Amador) Villar Marín, Amador (coronel de Ingenieros de Armas Navales): 45, 55n. Villar Palasí, José Luis (miembro de la Comisión Nacional Española ante la Unesco): 226 Villena Pardo, Leonardo (físico): 43n., 57, 61, 62, 76, 81, 86, 89, 93, 173, 174, 178, 179, 183, 184, 186, 186n., 194, 195n., 200, 203, 210, 215, 229, 231, 233, 243, 248 Virto de Vera, Jerónima: 22 Virto de Vera, María: 22 Vitoria, Francisco de: 291 Vives, Luis: 309 Vives Camino, Teodoro (aviador): 38 Volet, Sr. (miembro del CIPM): 173 Von Laue (físico): 106 Von Weiszácker (físico): 106, 117, 249

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W Wald (profesor): 87, 209 Weidert, Frank (profesor): 72, 76, 89, 303 Weiskopf, Víctor F. (director general del Centro Europeo de Investigación Nuclear): 218n. Wentzel (profesor): 72 Whitakker, Edmon (científico): 249 Wirtz, Karl (físico): 106-108, 114, 117, 131-134, 136, 139, 139n., 166 Wnek, Andrzej (miembro del Comité Central de la Asociación de Universitarios Polacos en el Exilio): 280, 281n. Wright, W. David (físico británico): 79n. Y Ynfiesta Molero, J. L. de la (presidente de la RSEFQ): 191, 194, 198n., 208, 211 Yunta, J. (miembro del Instituto de Óptica Daza de Valdés): 98, 211n. Yúschenko, Víctor (presidente de Ucrania): 282n. Z Zabala, Pío (rector de la Universidad Central): 270n., 273 Zarco del Valle (presidente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales): 212

real asociación de hidalgos de españa

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Carlos Pérez Fernández-Turégano

Ciencia y Armada en la España del siglo xx

J O S É   M A R Í A  O T E R O  N AVA S C U É S

José María Otero Navascués (Madrid, 1907-1983) destacó por sus dotes científicas e intelectuales ya durante su formación en la Academia de Artillería de la Armada. Su primitivo interés por la metalurgia se transformó, años después, en pasión por otra de las grandes ramas científicas: la óptica. Tras la Guerra Civil fundó y dirigió el Instituto de Óptica Daza de Valdés, y descubrió, junto a Armando Durán, el fenómeno de la miopía nocturna. Director de la Junta de Investigaciones Atómicas y, posteriormente, de la Junta de Energía Nuclear entre 1958 y 1974, se considera a Otero el verdadero padre de la energía nuclear en España. Otro de los campos científicos en los que destacó fue el de la metrología, en el que llegó a ocupar la presidencia del Comité Internacional de Pesas y Medidas. Poseedor de numerosas condecoraciones militares, recibió también el doctorado honoris causa por las universidades de Valencia, Rouen y Lovaina. Como hombre de acendrado catolicismo, colaboró activamente en varios movimientos de apostolado nacionales e internacionales. El contralmirante ingeniero honorario de la Armada Otero Navascués fue, en suma, uno de esos grandes hombres de ciencia (Jorge Juan, Antonio de Ulloa, Malaspina…) a los que la Marina española nos tiene acostumbrados.

Csic

Carlos Pérez Fernández-Turégano

J O S É  M A R Í A O T E R O  N AVA S C U É S Ciencia y Armada en la España del siglo xx

Consejo superior de investigaciones científicas

Carlos Pérez Fernández-Turégano (Madrid, 1968) es doctor en Derecho por la Universidad San Pablo CEU, en cuya Facultad de Derecho es actualmente profesor agregado de Historia del Derecho Español. Especialista en historia militar, ha centrado sus trabajos en la organización político-administrativa de la Marina española del siglo xviii. Fruto de sus investigaciones cabe destacar, entre otras, las siguientes publicaciones: «La fiscalización económica en la Marina española del siglo xviii», en La Hacienda militar. 500 años de intervención en las Fuerzas Armadas, 2002; «El Almirantazgo del Infante don Felipe (1737-1748)», en Anuario de Historia del Derecho Español, 2004, o Patiño y las reformas de la administración en el reinado de Felipe V, Ministerio de Defensa, 2006. Está en posesión de la Cruz del Mérito Naval con distintivo blanco.

Imagen de cubierta: José María Otero Navascués, con el uniforme de contralmirante ingeniero honorario de la Armada (archivo personal de Javier Otero de Navascués).

12/11/2012 10:57:41