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INDUSTRIA ÓSEA Y FUNCIONALIDAD: NEOLÍTICO Y CALCOLÍTICO EN LA CUENCA DE VERA (Almería)
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BIBLIOTECA PRAEHISTORICA HISPANA
Director Ignacio Montero Ruiz, Instituto de Historia. CSIC Secretaria Alicia Perea Caveda, Instituto de Historia. CSIC Comité Editorial Carmen Cacho Quesada, Museo Arqueológico Nacional Manuel García Heras, Instituto de Historia. CSIC Antonio Gilman Guillén, California State University-Northridge (USA) Pilar López García, Instituto de Historia. CSIC Bernat Martí Oliver, Universidad de Valencia Salvador Rovira Llorens, Museo Arqueológico Nacional Consejo Asesor Federico Bernaldo de Quirós, Universidad de León Concepción Blasco Bosqued, Universidad Autónoma de Madrid Francisco Burillo Mozota, Universidad de Zaragoza Sebastián Celestino Pérez, Instituto de Arqueología de Mérida. CSIC (Badajoz) Teresa Chapa Brunet, Universidad Complutense de Madrid Felipe Criado Boado, Centro de Estudios Gallegos Padre Sarmiento. CSIC (Santiago) Nuno Ferreira Bicho, Universidade do Algarve (Portugal) Juan Pereira Sieso, Universidad de Castilla-La Mancha (Toledo) Gonzalo Ruiz Zapatero, Universidad Complutense de Madrid Xavier Terradas Batle, Institución Milá i Fontanals. CSIC (Barcelona) Juan Vicent García, Instituto de Historia. CSIC Raquel Vilaça, Universidad de Coimbra (Portugal)
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RUTH MAICAS RAMOS
INDUSTRIA ÓSEA Y FUNCIONALIDAD: NEOLÍTICO Y CALCOLÍTICO EN LA CUENCA DE VERA (Almería)
CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS INSTITUTO DE HISTORIA
Madrid, 2007
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Reservados todos los derechos por la legislación en materia de Propiedad Intelectual. Ni la totalidad ni parte de este libro, incluido el diseño de la cubierta, puede reproducirse, almacenarse o transmitirse en manera alguna por ningún medio ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, informático, de grabación o fotocopia, sin permiso previo por escrito de la editorial. Las noticias, asertos y opiniones contenidos en esta obra son de la exclusiva responsabilidad del autor o autores. La editorial, por su parte, sólo se hace responsable del interés científico de sus publicaciones.
Catálogo general de publicaciones oficiales http://www.060.es
© CSIC © Ruth Maicas Ramos ISBN: 978-84-00-08587-2 NIPO: 653-07-058-5 Depósito Legal: S. 1.771-2007 Impreso en España Printed in Spain Gráficas VARONA, S. A. 37008 Salamanca
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DEDICADO A …
… Mis padres, César y Carmina por todo lo imprescindible. … Mis hijos Igrey, Héctor y Gael por todo lo prescindido. … Mi hermano Marco, por lo mucho que le admiro. … Mary, por lo mucho que la quise. … Katia por seguir a mi lado pase lo que pase. … Mese por descubrirme un mundo perdido. … Mis amigos de otros mundos Almudena, Fede, Miriam, Jose, Macarena, Mª Elena e Isabelle por el apoyo constante. … Mis amigos de éste, Luis, Padi, Ceci, Feli, Isabel y Marigel, por su cariño. … Miguel y Nati por su hospitalidad. ... Concha, porque sin ella no lo habría conseguido. … Amador, por ser la razón de todo lo que hago.
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…. Al pisar, un nuevo crujido y mil astillas blancas. Una concha en el oído, susurros de un espejismo que ayuda a dar otro paso. ¿Cuándo vuelve? No volverá nunca, el tiempo pasado muere para siempre. Las astillas se deshacen, son montañas de ceniza sobre las que no es posible avanzar. Entonces él tiende su brazo y tira de ella hacia una luz incierta…
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AGRADECIMIENTOS
A Carmen Cacho, Conservadora-Jefe del Dpto. de Prehistoria del Museo Arqueológico Nacional por su apoyo durante estos años, por su revisión de este texto y sus comentarios al mismo, pero sobre todo por su confianza en él. A los que han sido, o son mis compañeros del departamento Aixa Vidal, Juan Antonio Martos, Clara Tamayo, Elisa Malpesa, Pilar Pardo, Asunción Martín Bañón, Paola Ramundo, Paula Campo, M.ª Jesús Rodríguez de la Esperanza, Carlos Gil Ortiz, Irene de la Jara, Kenia Muñoz, Susana Prieto, Primitivo Sanabria, Mar Fernández, Fernando Fontes, Maria Azcona, José Yravedra, Cristina Sampedro, Jose Miguel Tejero y Susana Consuegra, gracias a todos por vuestras referencias, enseñanzas y ánimo. A mis compañeros del MAN por facilitarme otros puntos de vista desde los que mirar hacia atrás. A Ignacio Montero del Dpto. de Prehistoria del CSIC y a Esperanza Menéndez del Instituto Eduardo Torroja del CSIC por sus análisis e interpretaciones, pero sobre todo por su paciencia conmigo. A Ruth Moreno del Laboratorio de Arqueozoología de la UAM; Danilo Villamor de la Dirección Nacional de Arqueología de Bolivia; Francois Poplin del Museum National d’Historie Naturelle de Paris y Marie Liouville del Institute de Paleontologie Humaine, por su ayuda en algunas identificaciones. A Maribel Martínez Navarrete del Dpto. de Prehistoria del CSIC, por datos y dibujos de Juan Barbero. A Alfredo Mederos del Dpto. de Prehistoria y Arqueología de la Universidad Autónoma de Madrid por facilitarme su tesis. A Alberto Lorrio de la Universidad de Alicante, porque gracias a su minucioso estudio de la colección Siret, pude subsanar aspectos que había pasado por alto. A Thomas Schuhmacher del Instituto Arqueológico alemán, por sus indicaciones sobre algunos materiales. A Catalina Galán Saulnier y a José L. Sánchez Meseguer del departamento de Prehistoria de la UAM, por todo lo que he aprendido de ellos a lo largo de ya muchos años. A M.ª Paz Román de la Universidad de Almería, Joseph Ll. Pascual del Museo de Prehistoria de Valencia; Ana M.ª Fernández Vega y Ana M.ª Muñoz de la UNED, por su lectura crítica y generosa. A Renata y Maciej Henneberg del Department of Anatomical Sciences Medical School, University of Adelaide por sus indicaciones y por la fecha inédita de Jautón 5.
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ÍNDICE GENERAL
ÍNDICE DE YACIMIENTOS...............................................................................................................................
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1. INTRODUCCIÓN ..................................................................................................................................... 1.1. DELIMITACIÓN DEL TEMA ...................................................................................................................... 1.1.1. Delimitación material ............................................................................................................ 1.1.2. Delimitación crono-cultural .................................................................................................. 1.1.3. Delimitación espacial............................................................................................................. 1.2. CONJUNTOS ESTUDIADOS ....................................................................................................................... 1.2.1. La Colección Siret.................................................................................................................. 1.2.2. Otras fuentes .......................................................................................................................... 1.3. ESTADO ACTUAL DE LA INVESTIGACIÓN .................................................................................................. 1.3.1. Neolítico y calcolítico en el Sureste ..................................................................................... 1.3.2. Los estudios de industria ósea ..............................................................................................
15 15 15 16 17 20 20 25 26 26 28
CAPÍTULO II 2. METODOLOGÍA ...................................................................................................................................... 2.1. ELEMENTOS DE ANÁLISIS ....................................................................................................................... 2.1.1. Identificación anatómica y taxonómica ............................................................................... 2.1.2. Parámetros formales, métricos y de orientación ................................................................. 2.1.3. Nomenclatura ........................................................................................................................ 2.1.4. Estado de conservación ......................................................................................................... 2.1.5. Tecnología.............................................................................................................................. 2.1.6. Traceología............................................................................................................................. 2.2. TRATAMIENTOS ..................................................................................................................................... 2.3. DOCUMENTACIÓN .................................................................................................................................
31 31 31 31 34 37 38 39 39 40
CAPÍTULO III 3. DESARROLLO .......................................................................................................................................... 3.1. CONSIDERACIONES Y ARTICULACIÓN ...................................................................................................... 3.2. CATÁLOGO DE YACIMIENTOS .................................................................................................................. 3.2.1. Zona I Litoral ......................................................................................................................... 3.2.2. Zona II. Curso medio del río Almanzora............................................................................. 3.2.3. Zona III. Río arriba................................................................................................................ 3.3. TIPOLOGÍA ANALÍTICA ........................................................................................................................... 3.3.1. Antropomorfos....................................................................................................................... 3.3.2. Decorados............................................................................................................................... 3.3.3. Apuntados .............................................................................................................................. 3.3.4. Denticulados........................................................................................................................... 3.3.5. Biselados ................................................................................................................................. 3.3.6. Contenedores ......................................................................................................................... 3.3.7. Perforados .............................................................................................................................. 11
45 45 46 46 93 101 111 114 121 123 154 159 163 166
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3.3.8. Redondeados o Romos.......................................................................................................... 3.3.9. Múltiples ................................................................................................................................. 3.3.10. Matrices y piezas inacabadas ................................................................................................. 3.3.11. Indeterminados......................................................................................................................
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4. ANÁLISIS DE RESULTADOS Y CONCLUSIONES................................................................................ 4.1. ASPECTOS ECONÓMICOS ........................................................................................................................ 4.1.1. En el paisaje del pasado ........................................................................................................ 4.1.2. Artesanía sobre el material óseo........................................................................................... 4.2. ASPECTOS SOCIALES .............................................................................................................................. 4.2.1. La valoración de los objetos óseos........................................................................................ 4.3. A TRAVÉS DEL TIEMPO DE LA PREHISTORIA RECIENTE ............................................................................. 4.4. A TRAVÉS DEL ESPACIO ......................................................................................................................... 4.4.1. Caracterización del área ....................................................................................................... 4.4.2. Regionalización del área ...................................................................................................... 4.5. EPÍLOGO ...............................................................................................................................................
193 193 193 196 246 246 248 250 251 252 258
BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................................................................
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ÍNDICE DE YACIMIENTOS
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Zona I Litoral
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CABECICO DEL ÁGUILA / DE AGUILAR Cuartillas (Mojácar) AJÁZAR / CRUZ DE ANTAS (Antas) EL PEÑÓN DEL ALBAR (Mojácar) ALBOLUCAS (Turre) ALCANTARILLA (¿Sierra Cabrera?) ALMIZARAQUE / CERRO DE LOS MUNDOS (Cuevas de Almanzora) ALPARATAS (Turre) AREJOS (Vera) ARGAR (Antas) LOMA DEL ARTEAL (Cuevas de Almanzora) ATALAYA DE GARRUCHA (Mojácar) LOMA DE BELMONTE (Mojácar) BOLICHE (Cuevas de Almanzora) LOMA DEL BOTICARIO (Turre) BURJULÚ / LLANO DEL ABANICO (Cuevas de Almanzora) CALDERO DE MOJÁCAR (Mojácar) LOMA DEL CAMPO / LLANO DEL MANZANO / CAMPO DE MOJÁCAR / CORTIJO DEL CAMPO (Mojácar) CAMPOS (Cuevas de Almanzora) LOMA DE LOS CANTEROS - MONTROY (Cuevas de Almanzora) CAÑADA FLORES (Mojácar) LOMA DE LA CASA ALTA (Turre) CHARCO DE LA CIUDAD (Mojácar) LOMA DEL CIMBRE (Cuevas de Alanzora) CUARTILLAS (Mojácar) DIANA (Cuevas de Almanzora) ENCANTADA, LA (Cuevas de Almanzora) LOMA DE LA ESPESURA (Vera) FUENTE DEL ALGARROBO (Vera) FUENTE DEL LOBO (Antas) EL GARCEL / ALJOROQUE (Antas) GATAS / CABEZO DEL CASTELLÓN (Turre) GERUNDIA (Antas) GUADO JURADO / PAGO DEL GUARDA JURADO (Antas) HERRERÍAS (Llano, Cuevas de Almanzora) HUERTO DE LOS NARANJOS (Cuevas de Almanzora) RAMBLA DEL JATICO (Vera) LAZARETE / SAN ANTÓN / FUENTE GRANDE (Vera) BARRANCO DE MAHOMA (Turre) CERRO DE MARÍA (Antas) CABEZO DE LA MATA (Mojácar) LLANO DE MAYOR (Antas) RAMBLA DE LA CUEVA DE MOJÁCAR (Mojácar) CABEZO DEL MORO / LOMA DE TERUEL / LLANOS COLORADOS (Antas) LOMA DE LA CAÑADA DE MURO (Vera) CABECICOS NEGROS / PAJARRACO / RINCÓN (Vera) OFICIO (Cuevas de Almanzora)
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ÍNDICE DE YACIMIENTOS
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CABECICO DE OLLAS (Cuevas de Almanzora) LLANO DE LAS PALAS / LLANO DE LA ERA (Cuevas de Almanzora) LOMA DEL BARRANCO DE LAS PALOMAS (Cuevas de Almanzora) CABEZO DE LA PELEA (Vera) CABEZO DE LA PERNERA (Antas) LAS PILAS / HUERTA SECA (Mojácar) PUERTO BLANCO (Vera) PUNTA / PALOMARES / NATI (Cuevas de Almanzora) CUEVA OSCURA (Antas) RAJA DE ORTEGA (Mojácar) LOMA DE LA RUTILLA (Antas) CABEZO DE SALMERON (Antas) TERRERA DE ALJARILLA (Cuevas de Almanzora) TRES CABEZOS (Cuevas de Almanzora) CERRO VIRTUD, (Cuevas de Almanzoraa) ZÁJARA (Cuevas de Almanzora)
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Zona II. Curso medio del río Almanzora
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LOMA DE ÁGUILAS (Cantoría) ALBOX (Albox) LOMA DEL ALCAUZÓN / HUÉRCAL (Huércal - Overa) LOMA DE ALMANZORA / RAMBLA DE ALBOX (Cantoría) LOS CABECICOS (Huércal-Overa) CABEZO DEL BARRANCO CALDERÓN (Albox) CERRO DE LA COPA (Cantoría) LOMA CUCADOR (Cantoría) RAMBLA DE LIMERA / LOMA DE LAS PLANAS (Arboleas) RAMBLA DE MARMOLEJO / LOMA DE CALDERÓN (Huércal) LOMA DE OVERA / HUÉRCAL-OVERA (Huércal - Overa) PALACÉS / LLANO DE LAS ERAS (Arboleas - Zurgena) LLANO DEL PEDREGAL (PEDREGALES) / LLANO DE LA TEJERA (Arboleas) EL RINCÓN / CANTORÍA (Cantoría) SANTA BARBARA (Huércal-Overa) LOMA DE LA TORRE (Cantoría)
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Zona III. Río arriba
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LOMA Y LLANO DE LA ATALAYA (Purchena) LOMA BLANCA / OLIVAR GRANDE / CERRILLO BLANCO (Urracal) BUENA ARENA (Purchena) CHURULETES / CHURULETAS / TURULETES (Purchena) LOMA DEL FAS / LOMA DEL JAS (Urracal) LLANO DEL JAUTÓN (Purchena) LOMA DEL BARRANCO DE JOCALLA (Purchena) LLANO Y LOMA DE LA LAMPARA (Purchena) LLANO DE MEDIA LEGUA (Fines) CABECICO DE LOS MOROS (Macael) SERRÓN I (Serrón)
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CAPÍTULO I
INTRODUCCIÓN
1. INTRODUCCIÓN
A pesar de la importancia de la Colección Siret en la Prehistoria peninsular, los materiales recuperados por este autor están en su mayoría inéditos. La revisión y catalogación necesaria para el estudio propuesto permite dar a conocer no sólo los objetos de naturaleza ósea sino también una primera visión de más de un centenar de pequeños yacimientos Pese a los recientes estudios sobre funcionalidad en otros campos (cerámica e industria lítica) los datos actuales sobre este campo aplicado a los materiales óseos son aún muy escasos.
Porque en Arqueología son los objetos los que hablan y en definitiva los que quedan por encima de teorías y conceptos que con el tiempo o caen o se ven de distinta manera A. GARCÍA Y BELLIDO
En los conjuntos arqueológicos del Neolítico y Calcolítico Peninsular, los materiales óseos suelen constituir el tercer conjunto por número de piezas recuperadas, tras las industrias cerámica y lítica; pese a ello, siguen siendo poco conocidos. Hasta fechas próximas a nosotros, el hueso fue utilizado de forma industrial para realizar un buen número de objetos como son petacas, cerilleros, pastilleros, peines, peinetas, varillas de abanico, bolillos, hebillas, alfileres de pelo, botones, etc. La aparición del plástico en los años 30 del siglo XX supuso el fin de muchas de estas artesanías e industrias (Pascual Benito, 2000: 117). La oportunidad del tema propuesto viene avalada por el incremento de trabajos sobre esta época y área en los últimos años. Análisis territoriales y recientes excavaciones han proporcionado cambios importantes en nuestros datos sobre la evolución cultural de esta zona. Hasta ahora la mayor parte de los conocimientos que se tenían sobre el Neolítico de la actual provincia de Almería se basaban en la documentación aportada por los enterramientos. La sistematización llevada a cabo por Siret y retomada por Georg y Vera Leisner para las estructuras funerarias no tuvo paralelo en lo que respecta a los asentamientos. De este modo se tenía una imagen distorsionada ¿dónde estaban los asentamientos? Trabajos de prospección y excavación, así como otros que han ido dando a conocer los materiales conservados en los museos, están en estos momentos aportando una información esencial para el conocimiento del poblamiento de las primeras comunidades agrícolas y ganaderas de esta zona. Creemos interesante abordar el estudio de la industria ósea del Sureste por dos motivos principales:
1.1. DELIMITACIÓN DEL TEMA
1.1.1. Delimitación material Consideraremos industria ósea todo aquel objeto realizado intencionalmente sobre materia dura de origen animal. La determinación de la materia empleada se ha realizado mediante la observación directa con la ayuda de instrumental óptico, lo que no está exento de problemas en los casos de mayor transformación y/o menor tamaño. Ante la duda hemos preferido considerar hueso, materiales que un posterior análisis físico-químico pueda determinar como marfil. Respecto a la materia La elección exclusiva de soportes óseos para la realización de este trabajo se debe en primera instancia a una elección personal no exenta de problemas, como cualquier elección. Ciertamente seleccionar en función de la materia prima con la que se elaboran los objetos supone separar por ejemplo una cuenta de concha de otra de variscita, cuando ambas implican una tecnología, una estética y un significado cuando menos similar. Se podría haber optado entonces por incluir estos objetos fuese cual fuese su soporte, siempre que se englobasen en el conjunto de “adornos”. 15
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sufridas por los huesos durante los procesos de caza, descarnado, desarticulación, etc., tienen fines ajenos al propio hueso y no pretenden convertir éste en un objeto para un determinado uso (Lyman, 1994: 339). Por lo que respecta a las piezas en las que no se aprecia una acción antrópica directa destinada a su preparación como objeto para un determinado uso, la postura ha sido diferente. Aunque determinados restos óseos no hayan sufrido una primera acción de trabajo para su acondicionamiento, su localización, morfología y huellas nos indica que fueron usados como otros objetos similares que si recibieron un trabajo intencional de preparación. El caso más claro es el de las conchas tradicionalmente consideradas como colgantes y/o cuentas de collar, ya que no existen diferencias morfológicas generales entre una Glycymeris sp. perforada por abrasión marina y otra que ha sufrido un tratamiento intencional. Por ello y como punto de partida, decidimos incluir ambas.
Pero esto implica dos nuevos problemas, uno el desmesurado aumento del volumen de piezas y otro más importante, el asumir como punto de partida una determinada funcionalidad. Y es precisamente el conocimiento de la funcionalidad de las piezas uno de los objetivos que nos proponemos. Desde otro punto de vista, parece razonable trabajar con la hipótesis de un mismo grupo artesanal dedicado a la elaboración de objetos óseos por la similitud de procesos que implica la identidad de materias. Un mismo alfarero hace muy diversos tipos de objetos con arcilla, desde cántaros a benditeras, pero por similar que pueda ser la función de los recipientes, un alfarero no realiza jarras metálicas. Si bien es cierto que en el caso de pequeñas artesanías como las dedicadas a objetos de adorno, es previsible que estos esquemas no fuesen tan estrictos. Así por ejemplo en el caso de las cuentas de collar, es probable que un mismo artesano realizase tanto las de piedra como las de hueso o concha; como ocurría, por ejemplo entre los azabacheros medievales, quienes también realizaban pequeños objetos de hueso (Pascual 2000: 116). En cualquier caso, con el propósito de no prejuzgar el uso de un objeto, partiremos de un conjunto seleccionado por su materia prima: hueso, marfil, asta, diente, concha y cáscara de huevo como soporte. La Industria ósea constituye el conjunto material menos estudiado en la ergología postpaleolítica. Ello se debe a la difícil sistematización y con ello la imposibilidad de precisar cronologías. Hasta fechas próximas, la atribución de piezas muy diversas al concepto “punzón” nos presentaba una uniformidad del panorama cultural, que poco permitía precisar. En este estado de cosas son comprensibles las parcas referencias que recogen G. y V. Leisner y que llevan a una impresión generalizada de poco interés. Puesto que, como decíamos más arriba, en los últimos años, el panorama está cambiando, nos sentimos atraídos a profundizar en el caso del Sureste.
1.1.2. Delimitación crono-cultural Definir un periodo frente a otro resulta muy complejo ya que ante el estado de nuestros conocimientos nos vemos obligados a unir datos de naturaleza diversa. Faltan fechas para el Neolítico almeriense y por ello, los intentos por definir una periodización se han basado en datos extrapolados de las áreas limítrofes mejor conocidas. Partiremos de las adscripciones culturales propuestas por los diferentes autores para los yacimientos publicados, intentando elaborar patrones de referencia para los inéditos. En el capítulo de Metodología se mencionan las pautas seguidas para su ordenación cronológica. A estos problemas hay que unir la reutilización de sepulturas en diferentes épocas y la superposición de estratos no diferenciables en la colección, salvo contadas ocasiones. Los marcos cronológicos serán utilizados como puntos de referencia ya que no podemos contar con un esquema completo al que asignar nuestras colecciones. Se propone para el Neolítico y Calcolítico andaluz, según las últimas seriaciones y contemplando un marco geográfico bastante amplio, un encuadre cronológico entre el VII milenio a.C. y el 3800-3600 a.C., para el primero y 3700 a 2285 a.C. para el segundo (Mederos, 1995; 1996; 1993/94). Para la Cultura de Los Millares se había propuesto un marco de 30002950 a.C. y 2500-2250 a.C., con presencia campaniforme entre 2500-2250 cal ANE (Castro, Lull y Micó, 1996: 82). Al mismo tiempo, 2300-2000 A.N.E., son las primeras fechas argáricas de Gatas y Fuente Álamo en la Cuenca de Vera, sincrónicos por lo tanto a la decadencia de Los Millares en el Andarax (Castro et alii, 1999). Por ello, para Arteaga la existencia de “solapamientos” cronológicos puede responder a desarrollos
Respecto a la transformación de la materia En los aspectos preliminares de este trabajo asumíamos el tema tratado como el estudio de todo aquel objeto realizado intencionalmente sobre materia dura de origen animal. Este criterio de intencionalidad planteaba la necesidad de reflexionar sobre dos aspectos: por un lado la necesidad de incluir o no en el estudio los restos óseos con marcas de actividad humana, es decir, de huesos con marcas o huellas consecuencia de haber sido utilizados o simplemente manipulados pero no trabajados previamente hasta convertirlos en instrumentos o herramientas, y por otro la posible relación de objetos usados pero no modificados intencionalmente. Ante el primer grupo de objetos decidimos no contemplarlos en nuestro estudio, frente al criterio de otros autores (Adán, 1997), ya que consideramos que no constituyen industria ósea como tal. Las manipulaciones 16
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YACIMIENTOS DEL SURESTE
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CRONOLOGÍA
REFERENCIA
Cerro Virtud
4940-4350 cal ANE
Montero y Ruiz Taboada, 1996: 65
Cabezo Plomo
3200-2980 a.C.
Castro et alii, 1996: 73-79
Gatas (Fase I)
2750 cal ANE
Castro et alii, 1999: 85
Millares
3045-2338 cal ANE
Castro et alii, 1996: 73-79
Barranquete - Tarajal
2700-2500 cal ANE
Castro et alii, 1996: 73-79
Cerro de la Virgen
2400-2300 cal ANE
Castro et alii, 1996: 73-79
Malagón
2450-2350 cal ANE
Castro et alii, 1996: 73-79
Terrera Ventura
2900-2700 cal ANE
Castro et alii, 1996: 73-79
La Salud
2850 cal ANE
Castro et alii, 1999: 85
Almizaraque
2700-2400 cal ANE
Castro et alii, 1996: 73-79
Angosturas
2935-2340 cal ANE
Castro et alii, 1996: 73-79
Ciavieja
2700-2650 cal ANE
Castro et alii, 1996: 73-79
Campos
2550-2450 cal ANE
Castro et alii, 1999: 85
Las Pilas
2350-2250 cal ANE
Castro et alii, 1999: 85
Cueva Sagrada
2300 cal ANE
Castro et alii, 1999: 85
Jautón 5
2887-2575 cal ANE
Henneberg y Henneberg (inédita)
TABLA I.1.- Algunas fechas absolutas del Sureste
diferentes entre las distintas áreas y la emergencia de la Cultura de El Argar supone una reacción de la “periferia conflictiva del Sudeste” (2002: 275 y 291). Puesto que no podemos apoyar ni refutar estas fechas ni tampoco asignar nuestros yacimientos a unas u otras, nos interesa más trabajar con un esquema sencillo de ordenación que cuando menos nos permita hablar de conjuntos similares a un nivel equivalente, utilizando siempre un mismo criterio en dicha ordenación. En su estudio global de las culturas del neolítico y Calcolítico de la Andalucía Oriental, Pellicer distingue 5 fases desde el Neolítico Antiguo al Calcolítico Campaniforme (1995: 81-134). Aunque se pormenorizarán los criterios seguidos en la Metodología, digamos ahora que distinguiremos aquí un esquema también de 5 fases generales, si bien algo diferentes de las propuestas por el profesor Pellicer. Este esquema, necesariamente simplificado corresponde a un marco cronológico aproximado, basado en las fechas disponibles hasta el momento para la zona:
Por lo que respecta a las referencias de carácter etnográfico mencionadas a lo largo del texto, utilizaremos el concepto de “ámbito preindustrial” referido a los usos y costumbres generalizados en la Península Ibérica hasta aproximadamente los años 50 del pasado siglo (Carretero, 1994: 212).
1.1.3. Delimitación espacial La “Unidad biogeográfica Murciano-almeriense” fue definida por Alcaraz atendiendo a criterios edáficos, climáticos y biológicos (1986: 212-240), englobando el sur de Alicante, la mayor parte de Murcia y la zona suroriental de Almería. En nuestro caso, la delimitación planteada se refiere estrictamente a la Cuenca de Vera, englobando el curso completo del río Almanzora. La referencia a un marco superior, no puede plantear un estudio exhaustivo de los datos observados y por ello no consideramos imprescindible la delimitación de unas fronteras naturales precisas. La zona IV proporciona un marco de comparación que sirve de apoyo, pero no de constatación de las hipótesis propuestas. La decisión de plantear los limites geográficos más precisos para este mayor espacio hubiese conllevado también la “desatención” del área granadina, que aún pudiendo corresponder a un marco geográfico distinto, si es en nuestra zona principal muy relevante, cuando menos en lo que respecta al curso alto del Almanzora.
– Neolítico Antiguo (Hasta mediados del IV milenio a.C.). – Neolítico Reciente (2ª mitad del IV milenio a.C.). – Transición al Calcolítico (Finales del IV milenio a.C.-principios del Tercer milenio a.C.). – Calcolítico precampaniforme (1.ª mitad del III milenio a.C.). – Calcolítico campaniforme (2.ª mitad III milenio a.C.). 17
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FIGURA I.1.–Delimitación de áreas de la Cuenca de Vera y su periferia.
FIGURA I.2.–Yacimientos de la Cuenca de Vera. 1. Marchal, Serrón,Tijola. 2. Atalaya, Loma Blanca, Buena Arena, Churuletes, Fas, Jautón, Jocalla, Lámpara, Navíos, Platanal. 3. Macael, Cabecico Moros. 4. Media Legua, Rincón. 5. Llano Ánimas. 6. Calderón, Pardos, Pedregales, Saliente, Terrera, Alcaina, CerroTorre. 7. Águilas, Albox, Aljibes, Cabezo Almanzora, Canteras, Copa, Rincón, Suerte Rojos, LomaTorre. 8. Cucador, Limera, Pedregal, Ruriales, 9. Cañada del Herrero, Palaces. 10. Alcauzón, Cabecicos, Castillo, Marmolejo, Overa, Peñascal. 11. Santa Bárbara. 12. Burjulu, Rambla Mulería, Terrera Aljarilla, Tres Cabezos, Zajara. 13. Almizaraque, Arteal, Azud Almizaraque, Ballabona, Loma Boliche, Boliche 14. Boliche, Puerto Rico, Campos, Canteros, Cimbre, Diana Encantada, Fundición romana, Garrobina, Herrería, Huerto Naranjos, Mina Equivocada, Mula, Oficio, Ollas, Palas-Era, Palomas, Pemeras, Pocos Bollos, Puerto Coche, Palomares, Rincones, Río Almanzora, San Miguel, Sifones, Terrera de Orillas, Cerro Virtud. 14. Ajazar, Cañada del Cura, Colorado, Cordilleras, Fuente Lobo, Guado Jurado, Lugarico Viejo, Cabezo María, Llano Mayor, Cabzo Moro (Cabezo), Cueva Oscura, Qurénima, Rutilla, Salmeón. 15. Alifraga, Arejos, Argar, Espesura, Finca Andrés, Fuente Algarrobo, Gallos, Garcel, Gerundia, Jatico, Cañada Muro, Negros Pajarraco, Nuño Salvador, Cabezo Pelados, Cabezo Pelea. Cabezo Pernera, Cabeza Piojo, Puerto Blanco, Ramiras, San Antón, Toneras. 16. Acebuchal, Águila, Peñón del Albar, Alcantarilla, Atalaya, Garrucha, Belmonte, Caldero Mojácar, Loma del Campo, Cañada Flores, Cueva Capitán, Charco de la Ciudad, Cuartillas, Fuentes, Cerro Guevara, Cabeza Mata, Mojácar (Rambla), Mojácar Vieja, Mojácar 1, Moro Manco, Pueblo de D. Jadrio, Raja de Ortega, 17. Molino Higuera, Pilas Huerta Seca, Rus. 18. Albolucas, Alparatas, Loma Boticario, Casa Alta, Cortijo Gatas, Cortijo Morrón, Gatas, Isleta, Barranco Mahoma.
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Así pues, iniciamos el estudio partiendo a grandes rasgos de la actual provincia de Almería y sur de Murcia, por ser éstas las zonas mejor representadas en la Colección Siret y por constituir una entidad geográfica que permite presuponer un círculo cultural de características más o menos homogéneas, al presentar zonas llanas de fácil comunicación entre sí, cuyas fronteras naturales vienen determinadas por la presencia de cordilleras montañosas y del mar. La extensión del tradicional foco almeriense hacia Murcia no planteaba ningún problema al tratarse de tierras llanas que se prolongan bordeando el mar. En una primera fase de estudio se revisaron todos los yacimientos de la Colección Siret del Museo Arqueológico Nacional atribuidos a los periodos propuestos, ya que era necesario al menos un análisis somero de los materiales conservados en cada conjunto y dicho análisis era imprescindible para centrar cronoculturalmente los inéditos, así como para dotar siquiera de un mínimo contexto a la industria ósea que queríamos estudiar. El volumen de información detectado nos hizo desistir de nuestro propósito inicial de contemplar Almería y sur de Murcia, puesto que sólo el yacimiento de El Garcel tenía un total de 20.000 objetos. Dado que el núcleo central de los materiales estudiados lo constituye el conjunto procedente de la Cuenca de Vera, decidimos enfocar nuestros esfuerzos al estudio de esta comarca almeriense, incluyendo en ella todo el curso del río Almanzora, así como los ríos menores Aguas y Antas. A partir de los datos conservados de estos yacimientos, no es posible ubicar con exactitud un buen número de ellos, pero dado que el objeto principal es el estudio de un material concreto, la industria ósea y que un análisis espacial excede de las posibilidades del trabajo, las referencias geográficas tendrán un carácter general. Con el fin de facilitar el proceso y observar posibles diferencias entre áreas del interior y la costa, hemos dividido el territorio inicial 4 zonas:
Más allá de Vera: Zona IV: Arco en torno a Vera. Un arco geográfico que enmarca el curso del río Almanzora constituirá la última zona. Esta zona sólo se aborda como referente principal para los otros tres conjuntos. La Colección Siret, si bien reúne materiales de zonas muy distantes, está centrada en el curso y desembocadura del Almanzora, Antas y Aguas. Ésta podría considerarse una selección arbitraria al estar las localizaciones geográficas de los yacimientos mediatizadas por la residencia de Luis Siret en este punto geográfico. Cierto es que Siret no pudo llevar a cabo una prospección sistemática del territorio, pero dado el volumen de materiales recuperados y referencias toponímicas que nos dejó, creemos que constituye una aproximación razonable a la ocupación del territorio durante los periodos que nos proponemos estudiar aquí. No obstante, y como confirmación, contamos con la reciente publicación de un catálogo de yacimientos (Cámalich Massieu y Martín Socas, 1999), estudio que sí es fruto de una prospección sistemática sobre el terreno y que nos permitirá afianzar los datos obtenidos durante la revisión de la Colección Siret del MAN. La Depresión de Vera corresponde a un golfo terciario entre montañas a cuyo pie se extienden aluviones cuaternarios de conglomerados sobre margas y arcillas micáceas pliocenas (Siret y Siret, 1890: 3-6). Es una comarca natural definida por límites montañosos (Sierra Almagrera, Sierra de Almagro, Sierra Lisbona, Sierra de Bédar y Sierra Cabrera) y el mar Mediterráneo. El área de estudio presenta tierras muy bajas, siempre por debajo de la curva de nivel de los 100 m, sólo excepcionalmente los yacimientos en cerros aislados superan dicha altitud. Por lo que respecta a la línea marina su posición difería en el momento de ocupación sensiblemente de la actual. Seguimos para el trazado de dicho perfil de costa, los estudios de Hoffmann (1988) y Arteaga et alii (2000). El área propuesta se integra en la actualidad en una de las zonas más áridas de Europa, constituyendo un caso extremo dentro de los márgenes del clima mediterráneo. Según los análisis paleoclimáticos, la aridez se detecta ya en las fases previas al Holoceno (Martínez, 2003: 150) y el máximo recubrimiento vegetal corresponde al Neolítico (5000-3000 a.C.) con predominio de Quercus, Olea y Pistacia mientras que el III milenio supone el inicio de la aridez que se incrementará en el segundo milenio. En este momento, la depresión de Vera, está poblada por especies arbustivas en las zonas bajas y formaciones arbóreas en los piedemontes de las sierras que las rodean, se consideran probables temperaturas medias anuales en torno a los 17º C y precipitaciones de 250 a 400 mm, lo que nos sitúa en un clima semiárido (Pantaleón-Cano, Yll, Roure, 1999 y Rodríguez Ariza, 2000).
Cuenca de Vera: Zona I: Litoral. Comprende la desembocadura del río Almanzora, así como los cursos de los ríos Aguas y Antas, con los actuales términos municipales de Cuevas, Vera, Antas, Garrucha, Mojácar, Turre, Los Gallardos y Bédar. Zona II: Curso medio del río Almanzora. En el Curso Medio están los actuales municipios de: Albox, Huércal-Overa, Cantoría, Arboleas y Zurgena. Zona III: Río arriba. El Curso alto del río Almanzora corresponde a los actuales municipios de Macael, Olula del Río, Purchena, Tíjola, Serón, Urracal y Fines. 19
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Entre las especies arbóreas documentadas, se citan dos especies de pinos: carrasco y marítimo; entre los grandes arbustos: acebuche, coscoja, lentisco y cornicabra y como matorral: salado, jara, belcho, torvisco, leguminosas y romero. Junto a los cursos de agua, había fresnos, álamos, sauces y tarayes. Se documentan así mismo, indicios de cereales y cañas. Nos encontramos pues, ante un paisaje vegetal para el Bajo Almanzora durante el Calcolítico, formado por matorral denso de lentiscos y acebuches, junto a zonas de matorral abierto con algún pino carrasco y en los fondos de los valles, campos de cultivo con una estrecha banda de especies de ribera (Rodríguez Ariza, 2000: 145-156).
documental (Cuadernos y manuscritos de Siret y Flores); porque consideramos que pese a todos los problemas, la colección bien merece ser estudiada. A los datos proporcionados directamente por los materiales y documentos de la Colección Siret, se añaden puntualmente datos de otros yacimientos conservados en los fondos del MAN, pero no pertenecientes a la mencionada colección. Así mismo, a los datos obtenidos directamente, se sumarán los proporcionados por otros autores en la medida de lo posible. Pedro Flores Pedro Flores es sin duda, una figura tan fascinante como la del propio Siret. Flores fue capataz de los Siret durante la mayor parte de las excavaciones arqueológicas que acometieron. Empezó a trabajar para ambos y finalmente compartió en solitario, la investigación de Luis Siret.
1.2. CONJUNTOS ESTUDIADOS 1.2.1. La Colección Siret
Los Cuadernos de Pedro Flores Nos ha dejado una colección de 170 cuadernos manuscritos (Martín, 2001: 229-242) y multitud de notas. Leer los cuadernos y notas de P. Flores no es nada fácil. Están escritos la mayor parte de las veces a lápiz, por lo que muchos signos son hoy ilegibles, al estar total o parcialmente borrados. Por si esto fuera poco muchas palabras no tiene un significado demasiado claro. Pedro Flores, llegó a trabajar en las excavaciones con cuatro de sus seis hijos, que eran los que escribían al dictado los comentarios del padre (se aprecian distintas caligrafías), pero no sabían escribir correctamente y es necesario recitar en voz alta las palabras de estos textos para entender lo que quieren decirnos (Herguido, 1994: 72-75). Siret indica en los cuadernos de Villaricos, aquellos que corresponden a Pedro Flores y los de su hijo, Lucas (Martín, 2001: 241). El primer problema es el planteado por la representatividad. ¿Son los restos conservados reflejo de aquellos que fueron depositados en las tumbas o conservados en los poblados? Al no ser el propio Siret quien excavó directamente la mayor parte de los yacimientos, las deficiencias metodológicas pueden ser notables, pero pese a ello, Flores era un hombre extraordinariamente metódico y observador, que tomaba minuciosos detalles de sus trabajos, pero ¿recogía todas las evidencias que enumeraba? Es difícil saberlo con exactitud. Al empezar a trabajar con la colección Siret del MAN consideramos que Flores sesgaba voluntariamente la muestra recogida (Maicas, 1997: 16), después de varios años estudiando yacimientos excavados por él, consideramos que esto no es exacto y que cuando menos su recogida era representativa del conjunto y en ningún caso arbitraria. Ante aglomeraciones de material, como ocurre con la cerámica y el hueso, no pudo ser exhaustivo. Aún así, creemos que daba una gran importancia a la documentación
La Colección Siret del museo arqueológico nacional Como se ha dicho, el grueso de nuestros datos partirá de la Colección Siret depositada en el Museo Arqueológico Nacional. Esta es sin duda, la más amplia de las colecciones conservadas en los distintos museos europeos. No sólo por el gran volumen de piezas, sino también por la importante documentación escrita. Los materiales y documentos que constituyen la Colección Siret no entraron en el Museo en un único momento. Empezaron a llegar al MAN en 1929 con motivo del fin de la Exposición Internacional de Barcelona (Martín, 2001: 228). La entrega terminó en 1935 con la colaboración de J. M. Navascúes, pero la Guerra Civil impidió que la colección fuese debidamente instalada hasta 1952, año en el que Trinidad Taracena y Pilar Oliveros inician el proceso de inventario. (Taracena, 1952; Martín, 2001: 229). Formarán parte de la Exposición del Museo a partir de la reforma de estos primeros años de la década de los 50 (VV.AA., 1954). El amplio conjunto de materiales óseos recogidos en esta colección del MAN, nos permitió estudiar la evolución de los complejos culturales desarrollados a lo largo de los periodos propuestos. Así mismo, dicha riqueza cualitativa y cuantitativa, facilita una aproximación a los estudios de funcionalidad. Pese a ello, somos conscientes de los múltiples problemas que conlleva y los indudables riesgos que acometemos al estudiar una colección antigua. Las complejas vicisitudes que ha sufrido la Colección Siret a lo largo de su historia han supuesto una pérdida de información que puede llevar a cometer errores en la asignación de los conjuntos. Por ello y a la vista de los problemas surgidos en otros casos, como veremos más adelante, procuramos ser muy cautos y extremar la atención al cotejo de la información directa (los materiales) y la 20
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tórico-artísticos, llegará a España en 1881 para trabajar con su hermano Enrique en una explotación minera. Creemos que no es necesario detenernos en una semblanza completa del personaje, ya que son muchos los autores que se han dedicado a ello (Casanova de Parraga, 1965; Ripoll, 1985; Herguido, 1994; Martín, 2001; Cauwe, 2003; Vega, 2004; por citar sólo algunos). Como recoge Gerardo Vega en un reciente artículo sobre la figura de Luis Siret, fue sin duda uno de los principales representantes de la Arqueología prehistórica española y uno de los personajes que ejerce mayor fascinación tanto entre los profesionales del sector, como entre el público interesado en el tema (Vega, 2004: 235). Es pues muy difícil contar algo nuevo sobre Siret y sin embargo el estudio de su colección aún ofrece sorpresas sobre su autor. Tres armarios conservan en el Archivo del MAN su colección documental consistente en cartas, notas, libros manuscritos, dibujos y fotografías. A la riqueza de datos arqueológicos hay que sumar otros de carácter etnológico, botánico, geológico y muy especialmente artístico, ya que como es bien sabido Luis Siret era también un magnífico dibujante. Menos conocida es su faceta de restaurador y de arqueólogo experimental. Así pues un científico sorprendente para la segunda mitad del siglo XIX. Como ya hemos mencionado, Siret en la mayoría de los casos, no recoge personalmente la información, siendo la familia Flores quien excava los yacimientos. Luego Siret revisa las notas de su capataz y estudia los objetos, realizando minuciosas observaciones y complejas clasificaciones que aún hoy pueden asombrarnos. Por lo que respecta a sus aportaciones al conocimiento general de la industria ósea, dejando a un lado sus magníficos dibujos, puede señalarse el interés de sus comentarios acerca del tipo de trabajos realizados sobre los ídolos de Almizaraque. En su faceta experimental, Luis Siret realiza diversos objetos líticos y metálicos como medio de estudio de las diversas piezas que FIGURA I.3.–Buril experimental de L. Siret. analiza, pero como ya hemos mencionado, la industria ósea no es un material al que preste especial atención. Tampoco lo hace en sus referencias, así en sus Listas Generales de Sepulturas, normalmente no indica cantidad exacta de piezas, se limita a marcar con varias rayas la presencia y/o abundancia en un yacimiento. Sólo excepcionalmente indica el número
de toda evidencia contenida en la estructura que excavaba y que en cualquier caso no elegía unos materiales aquí y otros allá. Esto es, creemos que actuaba siempre de un mismo modo y acorde a un criterio continuado y por ello consideramos que la muestra conservada es reflejo del conjunto excavado, cuando menos de forma constante. Asumimos pues, que si todos los yacimientos estudiados fueron excavados por las mismas personas y con los mismos condicionantes, aceptaremos entonces que los datos son al menos, comparables entre sí. La información que recogemos directamente de los fondos, no siempre coincide con la proporcionada por Flores, ello se debe fundamentalmente a pérdidas de material, por lo que consideramos particularmente necesario consignar conjuntamente la información debida a las anotaciones. Para ello y a causa de los problemas que supone su interpretación anotaremos las siguientes matizaciones. Cuando Flores menciona los términos “pedernales” o “guijarros” consideraremos que se hace referencia a “Indeterminados” del apartado de Piedra Tallada de nuestra ficha 2. Interpretamos “piedras” (salvo cuando queda claro que se refiere a elementos de construcción) como “Indeterminados” de Piedra Pulida. Cuando Flores habla de “Martillos” se refiere unas veces a éstos pero en otras ocasiones se trata de molederas activas por lo que deberán ser consignados según el apoyo de otros datos o bien quedarán incluidos en el apartado de “Indeterminados” de Piedra Pulida. Casos similares encontramos en el uso de términos como “escoplo”, “puñal”, etc. En ocasiones términos como “pata de santo” no han podido ser descifrados. Además de los datos escritos que nos proporcionan los Flores, no son menos interesantes sus dibujos. A través de ellos es posible reconocer una determinada flecha o precisar si una hoja tiene o no retoque. Enrique Siret Son muchos los trabajos en los que se ha dado cuenta de la personalidad y la obra de los hermanos Siret, por lo que resulta innecesario acometer aquí dicho tema. Pero si es interesante mencionar brevemente que la documentación de la que partiremos apenas tiene relación con el mayor de los hermanos, ya que a su regreso a Bélgica se llevó buena parte de la Colección y documentación. Se conservan no obstante en el Archivo del MAN algunos documentos y cartas de cierto interés. Las notas autobiográficas de este autor han sido publicadas en Bélgica hace unos años (De Late, 1992). Luis Siret Luis Siret y Cels nació en Saint Nicolás de Waess (Bélgica), el 26 de agosto de 1860. Con una sólida formación familiar y académica en diversos aspectos his21
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de piezas, como sucede en La Rambla de Huéchar 2, una estructura, que pormenoriza cuidadosamente. En otros casos sus notas nos resultan confusas no pudiendo determinar con claridad a qué se refiere. Éste es el caso de los que él denomina “os piquets”.
contrae matrimonio en marzo de 1891 y vuelve a España con su mujer, así pues, es posible que fuese a ella a quien dictase el texto. Siret presentó esta obra al premio Martorell de 1892. El premio se declaró desierto, pero se concedieron 3 accésit, uno de ellos a Luis Siret. El trabajo no fue publicado como tal, a excepción de un resumen en la revista francesa L’Anthropologie (Herguido, 1994: 70). L’Espagne Préhistorique se estructura en dos volúmenes. En uno el texto, acompañado de algunos dibujos sencillos y en otro magníficas láminas a tinta, coloreadas en algún caso. Este manuscrito ha sido recientemente publicado por la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y la Editorial Arráez. Pese a ello, La España Prehistórica de Luis Siret, sigue planteando diversos interrogantes a los aún no se ha atendido, como es el caso de yacimientos desconocidos actualmente o de atribuciones espaciales imposibles que seguramente responden a errores lógicos en un manuscrito no revisado en su momento para publicación.
La España Prehistórica El texto de L’Espagne Préhistorique no parece escrito directamente por Luis Siret. Este dato, en principio desconcertante, no puede por ahora ser explicado. La letra de Luis Siret nada tiene que ver con la grafía que vemos en el manuscrito inédito que constituye una de las joyas del Archivo Siret del MAN La rotulación sin embargo y los dibujos sí corresponden a Luis Siret. Con ayuda de Pilar Martín, archivera del Museo, cotejamos la escritura del original con documentos de otros posibles autores, sin éxito. Aunque en 1891 (fecha del manuscrito) Enrique Siret ya no estaba con su hermano, volvimos a intentar una identificación a partir de las dos cartas conservadas en el Archivo. La letra de Enrique, pese a los convencionalismos caligráficos de la época, nada tiene que ver tampoco. Casanova de Párraga indica su colaboración en la publicación que en 1893 se recoge en la Revue des Questions Scientifiques de Bruselas (1965: 30). Posiblemente Luis Siret dictó o bien hizo copiar sus papeles a alguien, pero ¿a quién? En esa fecha en Cuevas de Almanzora no sería fácil encontrar un posible ayudante, recordemos que el texto está escrito en francés. Luis Siret
Lista General de Sepulturas Neolíticas, Eneolíticas y del Bronce Antiguo La portada de este manuscrito no está fechada, pero en algunas tablas, Siret ha anotado una fecha. Así junto a la tabla de Puntas de flecha, indica 16 de junio de 1907. En la p. 43, una tabla resume los totales de piezas recuperados en las distintas sepulturas y
FIGURA I.4.–Lista General de Sepulturas. Manuscrito de Luis Siret. Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
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está fechada en 1911. Otras anotaciones interiores son muy posteriores, así por ejemplo en la tabla de Brazaletes de concha y piedra hay una nota, para Luis Pericot, que parece indicar que al menos en esa fecha Siret le mostró o envió copia de la documentación (12 abril 1932). Este libro inédito, es sin duda la base de la publicación de George y Vera Leisner sobre el megalitísmo del Sureste peninsular (Leisner, 1943). La estructura del libro es una larga serie de listas con datos cruzados que no pueden por menos que recordarnos los modernos listados informáticos. En dichas tablas, Siret centra su atención en aspectos que hoy seguimos considerando importantes y los convierte en la cabecera de las columnas para pasar a ser los ítems observados en el análisis de las mismas: presencia o no de puertas de acceso a la sepultura, construcción con ortostatos o mampostería, inhumación o incineración, cierre adintelado o por falsa cúpula, forma de la planta, dimensiones de la cámara principal, número de individuos enterrados y piezas que componen el ajuar. Siret diferencia los siguientes grupos de materiales: piedra pulida, hojas, trapecios, puntas de flecha, brazaletes, metal, útiles de hueso, cuentas y colgantes, ídolos, cerámica, restos animales y otros. En ésta última casilla recoge tanto materiales no reflejados en las anteriores, como notas sobre aspectos diversos. Los grupos de materiales no son como puede apreciarse homogéneos entre sí, no pretenden serlo. Hay una particular atención a la industria lítica y a los brazaletes; es lógico que así sea porque Siret basa buena parte de su argumentación cronológica en estos materiales. Hoy en día ambos grupos de materiales continúan teniendo un peso importante en la ordenación cronológica de estos conjuntos de la Prehistoria Reciente. Siret centra su estudio en este manuscrito en los periodos que el considera neolíticos y que indica como N1, N2 y N3. En su opinión, N3 y N2 pueden ser contemporáneos, estribando la diferencia entre ambos en “la presencia de otra raza, la de los orientales que llegan a explotar la plata”. Desgraciadamente, en la industria ósea Siret apenas se detiene, pero aún así, son interesantes los datos que aporta en sus tablas sobre brazaletes de concha e ídolos. En las notas a su tabla de brazaletes, anillos y crecientes de concha y piedra, Siret indica ya la abundancia de estos materiales en su fase 1 y 2, siendo escasos en la tres (que no obstante y como ya se mencionó, el considera contemporánea, pero con elementos foráneos). Además de esta lista, realiza un croquis con las dimensiones máximas y mínimas de dichos brazaletes y de los fragmentos utilizados en los articulados. En otra lista del manuscrito, Siret centra su atención en los ídolos. Según su relación corresponden a un total de 257 ídolos correspondientes a 49 sepulturas. De ellas, 201 son de hueso y 12 son de marfil. Desgraciadamente no indica en las cifras parciales a que yacimientos corresponden, pero dado el esquema
general contemplado en el resto de las listas es probable que se refiera al conjunto de sepulturas analizadas, si bien con seguridad sólo se pueden reseñar dos piezas cuyos croquis indica como pertenecientes a Millares y a Gor. Además él mismo indica, que se trata de cifras aproximadas. Herrerías, Historia y Geología En este manuscrito recoge diversos aspectos de los yacimientos excavados en el término de Cuevas de Almanzora. Acompaña sus observaciones sobre materiales y desarrollos culturales, con tablas acompañadas de esquemáticos dibujos. Recoge información muy interesante de sitios como Las Palas, Diana, Tres Cabezos, etc. Cuadernos de Almizaraque De todo el conjunto de cuadernos de excavación (como tales) que recoge el archivo Siret del MAN, sólo dos se han asignado directamente a L. Siret, los restantes fueron escritos por la familia Flores, aunque la mano de L. Siret se detecte ocasionalmente en anotaciones sobre los escritos de los Flores. Anotaciones de excavación, no obstante, se realizaron también sobre diversos soportes, ya que Luis Siret parecía aprovechar cualquier papel que tuviese a mano. “Los Cuadernos de Almizaraque”, son dos pequeñas libretas con las siguientes notas en la portada: “Almizaraque 25 Noviembre 1903” y “23 Octubre 1905”. El segundo cuaderno, salvo las primeras páginas de anotaciones diversas, todo es, con seguridad, obra de L. Siret; pero no es éste el caso del primer cuaderno. Las primeras páginas del cuaderno de 1903, presentan una grafía irregular y descuidada, muy diferente a la de L. Siret (aún cuando se aprecien diferencias en los distintos escritos de este autor). Sobre estas páginas de autor desconocido, se superponen algunas notas y comentarios de L. Siret. Es interesante a este respecto observar dos ejemplos: la página 23 “Granero nº 2” está escrita con la grafía irregular que venimos describiendo, mientras que en el margen inferior, se anota con letra clara “Je ne trouve pas ces 2 silos sur le plan”. Lo que parece indicar que D. Luis tiene problemas para interpretar los datos que le ha pasado otra persona y localizarlos en el mapa que él realiza. Otro ejemplo lo tenemos al comparar las páginas 144 y 145 del cuaderno. La página de la izquierda presenta el dibujo de un silo en planta y alzado, la página derecha presenta 3 silos geminados igualmente representados en planta y alzado, esta vez con indicación de su contenido y con la fecha de agosto de 1905, fecha ésta a la que seguramente se puede atribuir el primer plano de conjunto. Se puede apreciar las diferencias claras entre ambas grafías y trazos. Consultando el planos generales, creemos que se trata de la “Casa 15”. La presencia de otra persona al frente de los primeros trabajos en Almizaraque, sumada a la existencia 23
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de notas sobre papel de periódico, tan habituales en los trabajos de Flores, cambia un poco la visión que se tenía de las primeras excavaciones de este yacimiento. Además estos datos nos permiten comprender mejor la diferencia apreciable en los criterios de observación seguidos en el cuaderno, hasta la “Casa 15” y desde la “Casa 16”. Llegados a este punto, si no fue Luis Siret quien escribió estas primeras páginas y realizó los dibujos ¿quién fue? Creemos que es a partir de la descripción de la “Casa 16”, donde Luis Siret se hace cargo directamente del cuaderno. Así pues, hasta esta página 145 y por lo tanto agosto de 1905, la letra es bastante indescifrable, al responder a una escritura rápida realizada directamente en el campo. Hay anotaciones complejas y aunque los dibujos son en su mayoría toscos, nada tiene que ver con los realizados por los Flores, además el texto está escrito en francés, lo que limita aún más las posibilidades. Al menos en septiembre de 1903 y octubre de 1904, Enrique Siret visita a su hermano en Almería (Herguido, 1994: 4849), lo que lo convierte en el candidato idóneo para la atribución de estas primeras páginas del Cuaderno 1 de Almizaraque. Otra posibilidad no obstante, es que fuese Paulina Belpaire, quien ayudase en los primeros trabajos en Almizaraque. Paulina era hermana de la esposa de Siret y llegó a España a la muerte de esta, para hacerse cargo de sus sobrinos (Herguido, 1994: 45-49).
zas fósiles. Se indica que los cambios que se producen en el aspecto externo del ámbar se deben a la paulatina pérdida de ácido succínico, característica que permite detectar su procedencia báltica. El cuestiona esta postura ya que la proporción de dicho ácido dependerá del estado de conservación de la pieza analizada. Este trabajo se recogerá brevemente en una publicación (Siret, 1913: 39). Particular interés tienen aquí los estudios realizados sobre concha y sobre cuentas de huevo de avestruz. El libro de los análisis cuenta, además de las observaciones de Luis Siret con unas notas manuscritas fechadas en Lovaina en 1907 por F. K. quien informa a Siret de la correcta caracterización de los materiales realizados sobre cáscara de huevo de avestruz. El autor realiza un estudio microscópico comparando conchas de lamelibranquios con huevos de avestruz observando la muestra enviada y las muestras comparativas a luz natural y con luz polarizada. El encabezamiento del informe habla de piezas prehistóricas de Argelia. Otros papeles sueltos, le proporcionan la composición química diferenciada entre huesos, conchas y cáscaras de huevo. Se trata de tablas y fichas sin firmar, pero seguramente corresponden a R. Cala y se realizan en 1906, según las anotaciones que traslada Siret a sus propias tablas. Este autor recoge a su vez otros análisis y concluye, no sin objeciones, que la proporción de magnesio es el factor determinante para diferenciar los objetos realizados con cáscara de huevo, hueso y concha. A partir de estos análisis, Siret confeccionó sus propias tablas, las cuales quedan recogidas en un conjunto listados que le permiten determinar la naturaleza de algunos objetos de su colección. En “Analyses de coquilles d’oeufs d’autruche, de coquilles marines, d’os et de perles néolithiques de Millares” (en este caso la letra es sin lugar a dudas de Luis Siret), se recogen los datos de cuentas de collar de Millares 7, frente a las de otras procedencias, cáscara de huevo (de diversas aves), conchas y huesos.
Dibujos enviados a Bélgica Una carpeta conservada en el Archivo del MAN contiene láminas de dibujos que Luis enviaba a su padre y a juzgar por la nota de la portada, este guardaba con orgullo. Algunos son bocetos para la España Prehistórica, pero otros aún pudiendo tener idéntico propósito, no fueron finalmente utilizados para esta obra. Entre estas láminas nos interesan las correspondientes a yacimientos calcolíticos de los que Siret realiza algunos detallados dibujos de piezas de industria ósea.
El Libro de Los Millares Aunque este manuscrito no tiene relación directa con los yacimientos que constituyen el cuerpo central de este trabajo, constituye uno de los documentos esenciales sobre dicho yacimiento y este es a su vez una referencia ineludible para el conjunto estudiado. El libro de Los Millares fue la fuente esencial para la información y documentación gráfica publicada por Georg y Vera Leisner sobre este yacimiento (1943). Además de estos manuscritos que constituyen documentos agrupados bajo un mismo epígrafe. Se conservan otros sin relación directa con nuestros propósitos, así como un buen número de planos, anotaciones breves, croquis, dibujos, etc. de más difícil ordenación, pero también de notable interés, para este y otros estudios sobre la Prehistoria del Sureste peninsular.
El libro de los análisis Se trata en realidad de una carpeta heterogénea. En ella, Siret archivaba análisis y observaciones tanto suyas, como de otros autores a los que pide opinión y análisis. El mayor peso cae sobre los materiales metálicos, pero existen otros aspectos de gran interés, como los estudios sobre cuentas de variscita, análisis de filones de Sierra Nevada, restos de ámbar, etc. Por ejemplo en este último caso citado y dado lo controvertido de este aspecto, conviene señalar algunas de las aportaciones que recoge Siret. En los “Ensayos de diferentes clases de ámbar”, se compara el ámbar localizado en sus yacimientos (más obscuro y frágil) con ámbar comercializado en el momento del estudio, hecho que atribuye a diferencias en las condiciones de conservación ya que en ambos casos se trata de pie24
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diversos problemas: algunas de las estructuras conservadas han perdido sus referencias originales, otras son hoy ilegibles, nos encontramos ante conjuntos afectados por movimientos de fondos que han alterado su composición original, etc. Pese a ello, consideramos que no debe despreciarse el potencial que aún reside en estas “viejas colecciones”, máxime ante la destrucción actual del área, de este modo, la lectura de los datos no será todo lo clara que desearíamos y somos conscientes de que el hallazgo de nuevos documentos puede modificar algunos presupuestos inicialmente aceptados.
La colección Siret de Bruselas De los materiales conservados en museos extranjeros, es sin duda el de Bruselas el que tiene una colección más numerosa. Los materiales de la colección entonces formada por Henri y por Luis Siret, fueron depositados en los actuales Musées Royaux d’Art et d’Histoire del actual Parque del Cincuentenario en el año 1888 (Leira, 1985: 25). Realmente un primer lote de 60 piezas llega en 1887 y en 1899 llega un segundo envío con más de 2000 piezas (Mariën y Ulrix-Closset, 1985: 13). Desgraciadamente dicho depósito supone la disgregación de los conjuntos materiales de varios yacimientos importantes para nuestra Prehistoria. Sobre las etapas cronológicas que ahora nos ocupan, los Musées Royaux d’Art et d’Histoire han editado dos catálogos, el de Marc E. Mariën y Marguerite Ulrix-Closset en 1985 y el más reciente de Isabelle Deramaix en 1992. Este segundo es más completo y exhaustivo en la descripción de los materiales, pero como nos ocurre a nosotros se enfrenta a la problemática de una colección antigua. Las dificultades a la hora de atribuir materiales a un determinado contexto han llevado en algunos casos a pequeños errores. Recientemente se ha publicado en Bélgica un trabajo sobre los archivos relacionados con los hermanos Siret, por desgracia es una obra de difícil consulta al estar redactada en neerlandés (Ospazi, 2004). Según este trabajo, se conservan en los archivos belgas, planos y documentos relativos a yacimientos contemplados en este trabajo, como es el caso de Almizaraque, La Encantada, Las Palas, Diana, Arteal, Cuevas de Almanzora, Millares y Argar, así como otros posteriores.
La colección Santa-Olalla del Museo Arqueológico Nacional Julio Martínez Santa-Olalla constituye una de las figuras más controvertidas de la arqueología española del siglo pasado (Castelo, R et alii, 1995). Pese a ser un autor poco prolífico, como director del Seminario de Historia Primitiva, potenció la edición de diversas obras, destacando los Cuadernos de Historia Primitiva y reunió una gran colección. Como Comisario General de Excavaciones incrementó dicha colección a través de los envíos que recibía de una extensa red de comisarios locales. Parte de esta colección fue vendida al MAN por la familia de Santa-Olalla poco después de su muerte. Por lo que aquí nos interesa, la colección SantaOlalla recoge materiales procedentes de los términos municipales de Albox, Huércal-Overa, Tabernas, Antas, Vélez-Blanco, Santa Fe de Mondújar, Totana y posiblemente Cuevas de Almanzora. El yacimiento más interesante para este estudio, es sin duda Terrera Ventura, dado el volumen de materiales y las características del mismo. No obstante carece de referencias suficientes para su correcta ordenación. Pese a ser su ingreso en el MAN más reciente, los problemas que origina la consulta de los materiales procedentes de esta Colección son mayores, ya que las cajas llegaron al MAN sin la debida referencia, siendo en muchos casos imposible determinar hoy su asignación.
Colecciones de Siret en otros museos Otros centros con muestras importantes de los conjuntos arqueológicos recuperados por Henri y Luis Siret, son: el Museo Británico de Londres, Ashmolean Museum de Oxford, Museo Universitario de Cambridge, Peabody Museum de Harvard, Museo Arqueológico de Gante, Maison des Bouchers de Amberes, Museo Etnográfico de Berlín, Museo Arqueológico de Barcelona y Museo de Almería; así como en colecciones de Mojácar y Vera. No hemos podido acceder a estos fondos, pero según nuestros datos no afectan al estudio propuesto, salvo posiblemente, un bajo número de piezas de Almizaraque.
La colección Motos del Museo Arqueológico Nacional La Colección de Federico de Motos que se conserva en el MAN es pequeña, pero cuenta con piezas de yacimientos tan importantes como El Cerro de las Canteras en Vélez Blanco (Almería). Pese a que proporcionalmente la información que debemos a los trabajos de Federico de Motos respecto a la proporcionada por Siret es inferior, la calidad de dicha información, teniendo en cuenta las circunstancias en las que se produjo, nos parece extraordinaria. Las observaciones y deducciones de Motos sobre sus descubrimientos en el Cerro de las Canteras estarán muy por encima de muchos trabajos posteriores en el tiempo. Desgraciadamente, un yacimiento en tan buen estado como debía ser éste, también perdió
1.2.2. Otras fuentes Además de la información proporcionada por una bibliografía creciente dedicada a los materiales óseos, hemos dedicado especial atención a la revisión de otros conjuntos de industria ósea conservados en el Museo Arqueológico Nacional. Si bien en dicha revisión, el análisis de las piezas se vio entorpecido por 25
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información importantísima al mezclarse el material y por ello no poder separar en la actualidad, los dos niveles existentes en el poblado.
Ichaurrandieta y S. Moreno para la provincia de Murcia. (Mederos, 1994: 1). Los presupuestos en los que se basa Siret para establecer las seriaciones de materiales y asignarlos a un periodo cronológico, no siempre son correctos, pero sí su secuencia. Hay que tener en cuenta, que cuando Enrique y Luis Siret inician sus investigaciones, parten prácticamente de la nada para el estudio de un desconocido Neolítico Peninsular. No hay fechas absolutas ni cuentan con buenas estratigrafías de referencia. Más adelante el mayor error que se ha achacado a Luis Siret, es su obcecada defensa de un origen oriental para las innovaciones que va observando en el registro (Mederos 1996: 379-397). Pese a ciertas incompatibilidades cronológicas en algunos de los presupuestos defendidos por Siret, son muchas las preguntas sin respuesta y quizá por ello la relación entre las orillas del Mediterráneo a lo largo del Calcolítico y de la Edad del Bronce vuelve a suscitar interés en nuestros días (Schumacher, 2004: 147-180). En su Lista General de Sepulturas, Siret propone una ordenación cronológica bastante acorde con la realidad, aunque la denominación de las fases propuestas no sea la correcta, ni tampoco lo sea la cronología que relaciona con dichas fases. Divide en tres fases el Neolítico, la primera de ellas (N1) caracterizada por trapecios pequeños, hojitas, ídolos tipo Garcel y brazaletes. Se utiliza sílex local y cuarzo. Hay un predominio de los lugares de habitación sobre las sepulturas. La segunda fase (N2) definida por trapecios grandes, hojas medianas, ídolos cruciformes, brazaletes y cuentas de esteatita. El sílex es ya importado. En la tercera fase (N3) aparecen las puntas de flecha y el cobre, materias exóticas (“substances exotiques”) como el ámbar, calaíta, huevo de avestruz, marfil, etc., la pintura cerámica, las hojas son medias y grandes y se perfecciona la talla del sílex, que sigue siendo importado. Los Millares caracterizan este momento. Siret considerará que mientras el paso de N1 a N2 se explica por un desarrollo local, los elementos novedosos de N3 no pueden deberse a la misma causa. Considera admisible un perfeccionamiento local de la talla del sílex, pero no el cobre, la pintura cerámica, las materias exóticas y los ídolos de esta tercera fase. Si bien indica, que cada elemento aislado no es definitivo y que es el conjunto el que define. Esta clasificación se subdivide a su vez en periodos definidos por el predominio de unos u otros objetos.
Otras colecciones del Museo Arqueológico Nacional Otros coleccionistas de gran importancia para la historia del MAN, como son Vilanova y Góngora, apenas aportan materiales de interés para los períodos y área propuestos. Por lo que respecta a la época y área que nos interesa, se conservan algunos materiales procedentes de Albox, siendo particularmente interesantes las cerámicas. También de esta colección se conserva un pequeño conjunto (cerámica, industria lítica, fauna y restos humanos) procedente de Tíjola, pero como ocurre con los materiales de esta procedencia de la Colección Siret, tampoco aquí se conserva industria ósea. Manuel de Góngora y Martínez era almeriense, pero aportó más datos para el conocimiento de la naciente arqueología de otras provincias andaluzas (principalmente Granada y Jaén) que para el de la suya. En 1868 y 1871, legó al MAN su colección, procedente de sus prospecciones y excavaciones (Barril, 1993: 338). De esta colección y relativo a esta época, conservamos un pequeño conjunto de materiales procedentes del yacimiento de Molinos de Viento, pero carecemos de información suficiente respecto a ellos. Excavaciones anteriores a 1985 en el Museo Arqueológico Nacional Con motivo del cambio de legislación a partir del año 1985, el Museo Arqueológico Nacional no recibe materiales procedentes de excavaciones. El último aporte importante para el periodo y área propuestos es el correspondiente a los yacimientos de El Tarajal y una pequeña parte de El Barranquete excavados por M.ª José Almagro en la década de los 70. Se trata de un yacimiento en el que los distintos niveles de ocupación pueden ser individualizados pero en el que la industria ósea es muy escasa.
1.3. ESTADO ACTUAL DE LA INVESTIGACIÓN
1.3.1. Neolítico y calcolítico en el Sureste Son muchos los estudios que en fechas recientes han recorrido la historia de la arqueología en el Sureste de la Península, recogeremos aquí una breve síntesis.
El Corpus Leisner En los últimos años de su vida, Luis Siret presiente que no va a poder finalizar las investigaciones que tiene planteadas y generosamente cede a otros investigadores su documentación (Mederos, 1996: 394), de este hecho se beneficiarían entre otros, Georg y Vera Leisner a su paso por Herrerías en 1933 (Almagro y Arribas, 1963: 20). El libro de las Sepulturas (o más correctamente Listes Générales des Sépultures) que Luis Siret no
Trabajos y teorías de Siret Como antecedente de carácter general a los trabajos de los hermanos Siret en el Sureste, podemos citar la obra de Manuel de Góngora, publicada en Madrid en 1868; así como los trabajos más puntuales de R. 26
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pudo llegar a publicar por si mismo, pero que fue, junto con el libro de Los Millares, la base del trabajo de Die Megalithgräber der Iberischen Halbinsel: Der Süden, publicado en 1943. Obra que durante muchos años, ha servido de referencia para la sistematización del Neolítico al Bronce en el Sureste. En su Corpus, los investigadores alemanes han estudiado el archivo Siret y a partir de él toman la información y buena parte de las ilustraciones para los yacimientos de Almería, Granada y Murcia, lo que constituye el cuerpo central de su obra (Maicas, 2002). Sin negar su importante contribución, consideramos como ya indicarán Almagro y Arribas al estudiar Los Millares que: “... debieron ser más explícitos en la descripción y uso de su fuente de información” (1963: 24). Los Leisner proponen fases muy similares al esquema planteado por Siret.
El trabajo de los Leisner, es utilizado por B. Blance a comienzos de los 60, como punto de partida para el suyo. Para esta autora, Los Millares es un asentamiento aislado de carácter colonial, desarrollado gracias al comercio oriental (1961: 192-202 y 1971). Sangmeister relacionará los conjuntos funerarios con poblados descubiertos por Siret (1975: 277-291). A la luz de los Millares En la década de los 60, Pellicer da a conocer sus estudios estratigráficos de yacimientos neolíticos y calcolíticos y Almagro y Arribas publican su trabajo sobre el yacimiento de Los Millares retomando la información transmitida por G. y V. Leisner, así como los datos proporcionados por sus excavaciones. A través de estos datos intentan caracterizar la Cultura de los Millares, con un referente claro en el Mediterráneo Oriental (Almagro y Arribas, 1963). La revisión realizada por Acosta y Cruz-Auñón rebaja el peso neolítico de los ítems analizados y considera todo el conjunto dentro del Calcolítico (1981: 275-360).
La cultura de Almería Bosch Gimpera también tendrá acceso a los diarios de excavación de Flores y a los apuntes de Siret. A través de ellos establece sus teorías de dualidad en el Sureste: la Cultura de las Cuevas y la Cultura de Almería. Defiende la diversidad geográfica de la Península como determinante de la formación de distintas culturas (1944) y acuña la denominación, que pese a las numerosas críticas, sigue apareciendo en la literatura arqueológica (1969: 47-93). Bosch se centra en la cerámica como fósil director principal, considerando un origen africano para las culturas neolíticas del Sureste, pero valorando el peso de un desarrollo local en las transformaciones de ese Neolítico hacia los momentos de desarrollo metalúrgico. Frente al difusionismo imperante, defiende un origen autóctono para los nuevos poblados amurallados y sus enterramientos, aunque admite influencias externas. Define el Neolítico por la existencia de cerámica, pero no adopta una postura similar respecto al cobre como definidor del Calcolítico. De hecho señala que la presencia de este metal, no supone cambios significativos en la economía de los grupos que lo conocen.
Crisis del modelo oriental y cambio de rumbo Ya en la década de los 70, la reexcavación de Arribas de Los Castillejos de Montefrío, dará lugar a una estratigrafía de referencia obligada para el Sureste peninsular y a través de los trabajos de Renfrew, las primeras dudas sobre el origen oriental (Arribas y Molina, 1978). A partir de los resultados de las primeras fechas radiocarbónicas, la mayor antigüedad de los restos occidentales desarticula la explicación colonial. No obstante, algunos investigadores seguirán defendiendo un modelo de influencia oriental. Otros por el contrario lo rechazarán plenamente y otros adoptarán una postura intermedia, pero en cualquier caso el problema puede decirse que “se abandona” y la investigación se orienta hacia otros objetivos, como señaló Fernández Miranda, olvidando algunos materiales “enojosos” (1992: 245). Los estudios más recientes se han centrando en la creciente complejidad social detectada entre estas poblaciones y en su relación con medio ambiente cambiante. Respecto a este último aspecto las opiniones se dividían entre los defensores de un paleoambiente mucho más húmedo que el actual y los defensores de un paisaje sensiblemente similar al actual, lo que hacía del agua un bien escaso y uno de los acicates del “progreso”. Tanto Gilman y Thornes (1985) como Chapman (1978: 261-274) defendieron el desarrollo de una agricultura intensiva en un medio árido que requería sistemas de regadío. El análisis de Ramos señaló la importancia en la economía de estas poblaciones de una agricultura de secano dominada por el cultivo de cereal (1981: 203-256). Frente a esta postura, autores como Lull, defendieron la menor aridez del medio almeriense en el pasado (1983).
Más de lo mismo En opinión de Alfredo Mederos, las circunstancias personales tanto de Bosch, como de otros arqueólogos contemporáneos, explican el retraso que sufre la investigación de la Prehistoria Reciente en este momento (Mederos, 1993-94: 3). Los trabajos dirigidos por Martínez Santa-Olalla, al frente del Seminario de Historia Primitiva, conocerán una repercusión limitada al ser muy pocas las publicaciones que den a conocer los estudios realizados. En la segunda mitad de los años 50, García Sánchez y Spahni estudian los conjuntos megalíticos de Gor-Gorafe (1959). 27
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moderada para el Calcolítico, es decir, un medio similar al actual en condiciones climáticas, pero sin la intensa degradación antrópica. Los análisis polínicos y antracológicos, así como faunísticos, si bien escasos todavía, nos permiten apreciar una amplia cobertura vegetal propia de climas mediterráneos, perfectamente compatible con cultivos de secano más o menos extensivos. El neolítico andaluz retrasa sus fechas de aparición hasta finales del VII milenio a.C. y más concretamente en las tierras almerienses adquiere una caracterización propia, e incluso para algunos autores, generadora del proceso (Arteaga y Hoffmann, 1999). La polarización existente entre los dos focos de Vilanova de San Pedro en la costa atlántica y Los Millares en la mediterránea, desaparece ante los descubrimientos de las áreas intermedias de la Cuenca del Guadalquivir (Cultura de la Campiña). El proceso de jerarquización progresiva desde las primeras fases calcolíticas, parece generalmente aceptado, así como la mayor complejidad de los desarrollos culturales en este momento, complejidad que algunos autores definen ya como “estados”. El estímulo impulsor de los cambios deja de ser el metal como único factor, pero carecemos aún de una explicación convincente.
Los primeros neolíticos La aparente ausencia en Almería de un “Neolítico clásico” parece dominar la impresión general de la comunidad científica bien entrados los años 90, como señala Román y ante la ausencia de determinados tipos se asume la falta del período que los enmarca en otras zonas (1998: 37) y así trabajos de síntesis aún circunscriben el período a las características observadas en otras provincias con yacimientos clave como son Carigüela, Nerja o Murciélagos de Zuheros (Pardo, 1995: 829). Un equipo dirigido por Fernández-Miranda inicia en los años 80 un ambicioso proyecto destinado a documentar la evolución de las fases neolítica, calcolítica y argárica en la Cuenca de Vera. A partir de la reexcavación de yacimientos como Almizaraque y Cuartillas, de amplias prospecciones y de la revisión de los materiales pertenecientes a la Colección Siret del MAN, se da cuerpo a la existencia de un verdadero neolítico desconocido hasta entonces en la literatura arqueológica sobre el tema. Desgraciadamente la prematura muerte de este investigador truncaría el desarrollo del proyecto, quedando esté inacabado. La excavación de Cerro Virtud, confirmó la ocupación de la Cuenca de Vera desde el V milenio, así como los primeros indicios de una incipiente metalurgia. Los trabajos de Almudena Hernando se orientan hacia la explicación de factores geoeconómicos (repercusión del cambio climático, la repercusión del regadío, la introducción de policultivos) que repercuten en aspectos sociales (jerarquización). La tesis de Ignacio Montero sirvió para rebajar la importancia concedida al metal, dado el número real de piezas asignadas al periodo calcolítico y el carácter fortuito de muchas aleaciones. Un proyecto de la Universidad de la Laguna sustituye al centrado en Almizaraque en los años 90. Gracias a él se realiza una amplia carta arqueológica de la Cuenca de Vera, aunque sólo se puede dar a conocer en profundidad tres yacimientos, ya excavados también por Siret: Cabecicos Negros, Zájara y Campos. Ante las fechas obtenidas por los yacimientos de la llamada Cultura de la Campiña, un nuevo foco calcolítico empieza a definirse hacia el interior de la Península. Sus excavadores caracterizan esta cultura como una continuidad respecto a la Cultura neolítica de los Silos y la fechan con anterioridad a la fundación de Millares, Vilanova y Zambujal (Arteaga, 2002: 289).
1.3.2. Los estudios de industria ósea Como señala López Padilla (2001-2002: 247-248), hasta el último cuarto del pasado siglo, los estudios sobre la industria ósea postpaleolítica en nuestro país, se limitan a breves párrafos insertos en estudios globales, por lo que respecta al conjunto de nuestra bibliografía arqueológica. Puede decirse que poco a poco el panorama va cambiando en este sentido y la industria ósea va siendo valorada como una fuente más de información sobre quienes la realizaron y usaron. M.ª Dolores Meneses establece 5 etapas en el desarrollo de los estudios sobre materiales óseos, que de modo simplificado serían las siguientes: 1. Método comparativo. 2. Método tipológico 3. Método estructuralista 4. Método experimental y traceológico 5. Estudios regionales y cronológicos En líneas generales podemos decir que en los estudios sobre industria ósea postpaleolítica de la Península han tenido un peso importante los trabajos centrados en materiales paleolíticos como los de Barandiarán (1967), y otros posteriores basados en él, como el de Cano Herrera (1977), Mugika (1983), Pilar Utrilla (1981), Soledad Corchón (1986) o Gema Adán (1997); pero sobre todo la influencia de la escuela francesa, en especial los trabajos de Henriette Camps-Fabrer y Danielle Stordeur, resumidos en el proyecto de la Commission de Nomenclature.
Discusión actual Hoy podemos pensar que los distintos temas planteados en la investigación de este marco cultural, se han ido abandonando sin dejar resueltas las preguntas planteadas. A grandes rasgos el tema del medio ambiente podría quedar situado en unas condiciones más favorables que las actuales para el Neolítico y una aridez 28
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RODANÉS, 1987
ADÁN, 1997
PASCUAL, 1998
MENESES, 1999
TIPOLOGÍA SURESTE
Apuntados
Apuntados
Apuntados
Apuntados
Apuntados
Apuntados
Biselados
Biselados
Biselados
Biselados
Biselados
Biselados
Denticulados
Denticulados
Dentados
Denticulados
Perforados
Perforados
Redondeados
Romos
Romos
Romos
Redondeados
Huecos
Receptores
Receptores
Contenedores
Adornos
Adornos
Receptores
Perforados
Enmangables Obj. Adorno Bastón./Varillas Azagayas Propulsores Compuestos
Apunt.-romos
Diversos
Diversos
Múltiples Decorados
Matrices Indeterminados Ídolos
Antropomorfos
TABLA I.2.–Familias contempladas en las tipologías de carácter general.
La normativa derivada de las publicaciones de la Commission de Nomenclature unifica criterios y plantea útiles referencias de catalogación, pero sigue sin resolver algunos problemas:
Datos conocidos sobre la industria ósea del sureste Tenemos datos muy vagos aún de la industria ósea neolítica recuperada en los yacimientos del área concreta de nuestro estudio, con niveles muy diferentes de información de unos a otros. Podemos citar así, poblados como Cuartillas (Fernández Miranda et alii, 1993), El Arteal (Maicas y Montero, 1998), Terrera-Ventura (Gusi y Olaria, 1991) o las más antiguas sepulturas del grupo de Purchena (de la Peña y Montes de Oca, 1986 y Maicas, 1997), Palacés (Siret y Siret, 1890 y Deramaix, 1992: 41-43), Puerto Blanco (Siret y Siret, 1890 y Deramaix, 1992: 45-47) entre otras. Pese a que se ha escrito bastante acerca del amplio conjunto cronológico en que se insertarían los anteriores ejemplos, la que tradicionalmente se ha llamado Cultura de Almería sigue estando sin definir claramente. De su industria ósea se ha dicho que era exigua (Acosta y Cruz Auñón, 1981), pero lo cierto es que es muy poca la información disponible hasta el momento sobre estos materiales óseos (Maicas, 1997: 11). Al tratarse de piezas de elaboración sencilla, como ya se ha mencionado, no es difícil encontrar estos útiles en un amplio marco cultural y geográfico, lo que ha motivado que, los estudios sobre estas piezas hayan sido bastante relegados por la mayoría de los investigadores. Menor es aún si cabe, la información disponible en concreto para el Neolítico Antiguo, ya que en la mayor parte de los casos no se ha publicado la información pormenorizada de los yacimientos citados en este periodo (Pellicer, 1995: Fig. 3). En este estado, se toman como referencia estudios realizados en importantes yacimientos de áreas próximas, como
1. Se intenta una definición clara para cada tipo, pero luego se introducen en él variantes que no se ajustan a la descripción propuesta (Cahier III, tipo 2). 2. Algunos objetos pueden ser incluidos en distintos tipos, como es el caso de algunas varillas (Adornos y “puntas completamente facetadas”). 3. Al unir los conceptos empleados para la separación de los grandes grupos de útiles, Apuntados, Biselados, Redondeados y Receptores, a otros grupos como el de Adornos o el de Ídolos, se utilizan dos criterios diferentes: forma y función. 4. Finalmente es posible con este criterio catalogar piezas completas, pero no muchos fragmentos, que son la mayoría de la muestra. A principios de los 80, autores centrados en el estudio del paleolítico realizan aportaciones a la sistematización de la industria ósea postpaleolítica (Utrilla y Baldellou, 1982: 25-58). Pero será la publicación de la tesis de J. M. Rodanés la que supuso una referencia obligada. A este trabajo siguieron otros, como son los de Josep Luis Pascual (1998) y M.ª Dolores Meneses (1998), que afianzan el sistema descriptivo y analítico de los estudios de material óseo.
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pueda ser la Cueva de Nerja en Málaga (Rodanés, 1997) o la Cueva de La Carigüela y Cueva de la Ventana en Granada (Salvatierra, 1980). Como visión de conjunto se defiende un aumento de la industria ósea durante el Neolítico Medio res-
pecto al Neolítico Antiguo, para volver a descender en el Neolítico Final (Pellicer, 1995: 93). Esta teoría está basada en los datos conocidos de otras industrias óseas, pero como veremos el panorama mostrado por los conjuntos almerienses es diferente.
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CAPÍTULO II
METODOLOGÍA
2. METODOLOGÍA
El grado de identificación depende de la conservación del objeto y de su grado de transformación por lo que en ocasiones es necesario acudir a conceptos como “micro”, “meso”, “macromamífero” o talla. Según su definición, el asta es un elemento de crecimiento externo deciduo presente en distintos taxones de cérvidos. El “cuerno” es un elemento esquelético de crecimiento externo no deciduo, presente en los bóvidos. La menor preservación de la vaina córnea, impide que contemos con restos, pero su uso debió ser frecuente como contenedor a juzgar por los datos etnográficos preindustriales de la propia Península Ibérica (colodras).
Si puedes medir aquello de lo que hablas y puedes expresarlo mediante un número, puedes pensar que sabes algo W. THOMSON, LORD KELVIN
2.1. ELEMENTOS DE ANÁLISIS 2.1.1. Identificación anatómica y taxonómica Hueso, marfil, asta y concha no son los únicos materiales posibles a partir de la fauna, pero si son los de más fácil preservación y por ello los que hemos documentado en la industria ósea del Sureste. La presencia de cuero, fragmentos de plumas, exoesqueletos de crustáceos, etc., puede considerarse muy esporádica y no hemos encontrado nada trabajado sobre estos soportes en el área propuesta.
2.1.2. Parámetros formales, métricos y de orientación Se indica en primer lugar la morfología general como modificación del soporte anatómico de partida. En segundo lugar, es preciso atender a la morfología específica de las áreas funcionales y de sujeción. Para la denominación de los componentes de un asta se utiliza como pauta la nomenclatura seguida por Billamboz (1979: 96). En el estudio de los útiles realizados sobre huesos largos de vertebrados, es necesario atender a dos aspectos formales importantes, la morfología de la punta y la de la sección, que se describen con arreglo a las siguientes tablas gráficas. La introducción de conceptos de forma y su tratamiento por una base de datos convencional hace necesario asignar términos precisos para los diferentes conceptos. La morfología de la punta es un aspecto básico en el caso de los objetos apuntados, para su descripción se ha utilizado como referencia la nomenclatura de arcos arquitectónicos, ampliada con algún otro término necesario. En este sentido es interesante el trabajo de M.ª D. Jara quien elabora un cuadro descriptivo para la documentación morfológica de los distintos componentes de un apuntado (1991: 9-19). Para las descripciones de las secciones se utiliza la nomenclatura descrita en la tabla fig. II.3.
FIGURA II.1.–Nomenclatura según Billamboz, 1979: 96.
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FIGURA II.2.–Morfología del extremo distal en apuntados.
FIGURA II.3.–Secciones en apuntados.
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La orientación de las piezas se presenta siguiendo los criterios habituales a partir de los trabajos de H. Camps-Fabrer y D. Stordeur. El término punta hace referencia al área distal considerada a partir de la inflexión del perfil o la distancia teórica de 1 cm (a la que se toman las medidas), mientras que el término ápice designa el extremo de la punta. Talón hace referencia a una inflexión en el perfil proximal. Base responde al plano perpendicular del extremo proximal, correspondiente en algunas piezas a la superficie articular. Las medidas expresadas corresponden a las recomendadas por la Commission de Nomenclature des Objets Osseuses y se expresan en centímetros. Han sido tomadas con calibre y con un hilo y regla cuando no ha sido posible el uso de éste. Por lo que respecta a las medidas de la punta, en todos los casos de extremo distal conservado, se tomaron las medidas de anchura y espesor a 1 cm del ápice. Cuando se produce un cambio de inflexión en el perfil del extremo distal, se midió también la longitud de la punta. La fracturación de la muestra, especialmente en el caso de los apuntados en que la mayor parte de los fragmentos corresponde a espacios mesiales indeterminados, impide la toma de referencias métricas precisas.
FIGURA II.5.–Orientación de Apuntados.
Otro aspecto significativo es la longitud de apertura del canal medular de las piezas tubulares, por lo que consideraremos 5 casos: distal, meso-distal, mesial, mesoproximal y proximal. En la denominación de las partes de las conchas de gasterópodos y bivalvos hemos recurrido a una terminología muy sencilla. El ápice corresponde al extremo de la punta o espira embrionaria. La habitación corresponde a la última vuelta de la espira. Las medidas corresponden a los valores máximos.
FIGURA II.4.–Orientación de piezas óseas según Camps-Fabrer, 1979.
FIGURA II.6.–Apertura del canal medular en tubulares.
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No hemos utilizado el concepto “campamento” que responde a un asentamiento estacional aún cuando muchos de estos yacimientos pudieron serlo, pero no será posible, con la información disponible, diferenciarlos de las aldeas por lo que nos limitaremos a precisar que estas “aldeas” no han de ser necesariamente estables durante todo un ciclo anual. Con este esquema pretendemos únicamente cumplimentar la información de las bases de datos planteadas con un criterio fijo y comparable, que se podrá ver modificado a medida que aumente nuestra información. FIGURA II.7.–Partes de un gasterópodo.
FIGURA II.8.–Partes de un bivalvo.
ASENTAMIENTOS: Granja o cortijo. Estructura de habitación aislada. Cabezo de la Mata de Mojácar
Las medidas de los brazaletes se toman según las normas de la Commission de Nomenclature des Objets Osseuses.
Aldea. Conjunto de 2 a 50 casas y/o 2 a 50 silos y/o extensión < 1 ha. Diana o Arteal ambos en Cuevas Poblado. Conjunto > 50 casas y/o > 50 silos y/o extensión > 1 ha. El Garcel en Antas
2.1.3. Nomenclatura
Fortificación. Poblado fortificado Los Millares en Santa Fe de Mondújar.
La utilización de nombres sencillos para la clasificación y documentación inicial de los objetos ha sido una elección consciente de los problemas deterministas que entraña, pero el riesgo nos parece menor que la facilidad de uso que presenta, frente a complejos sistemas abstractos que además son innecesarios como punto de partida. Se utilizan pues los términos más usuales en la bibliografía específica y se añaden algunos que no hemos podido denominar correctamente dentro de los términos ya establecidos. Consideraremos esquirla a una pequeña capa exfoliada de la superficie externa o interna del hueso, mientras que un fragmento por pequeño que sea presenta ambas superficies. Es necesario establecer un criterio para jerarquizar los yacimientos. Partiendo del concepto más general, que consideramos el tipo de ocupación del sitio, tendremos una atribución funeraria o de asentamiento. Los criterios para diferenciar los distintos tipos de asentamiento no son uniformes, se basan en el tamaño del sitio (según el número estimado de habitantes, la expansión máxima de materiales y el número de estructuras) o en la funcionalidad de dichos sitios. Sería necesario atender al proceso de implantación en el terreno y progresiva sedentarización, detectable a través de los factores mencionados, así como de la potencia estratigráfica conservada, de una ergología de difícil traslado y del carácter no perecedero de las estructuras observadas (Román Díaz y Martínez Padilla, 1998: 35-54). No podemos profundizar aquí en este estudio por lo que para clasificar nuestros yacimientos y dadas las características de la información manejada, hemos atendido a la extensión máxima de ocupación y al número de estructuras en el caso de los yacimientos de habitación y al tipo de estructura en los funerarios. Esta decisión planteará algunos resultados anómalos que se explicarán en cada caso.
Cueva de habitación. Cueva Jabonera en Totana OCUPACIÓN FUNERARIA: Necrópolis. Más de una estructura funeraria Sepultura aislada. Una sola estructura de enterramiento, aun cuando lógicamente ésta pueda ser colectiva. Abrigo o covacha. En ocasiones podría hablarse de grietas, pero dado su número, hemos unificado la denominación. Cueva sepulcral
Cuantificar los datos es necesario para poder compararlos, pero hay que ser consciente de que no son cifras cerradas, ni plenamente “ciertas”, ya que los yacimientos no fueron excavados con metodología actual, ni todos ellos fueron agotados, ni nos ha llegado el 100% de la información. No obstante, pensamos que son planteamientos de partida razonables conociendo las características del trabajo desarrollado por los hermanos Siret y por la familia Flores, quienes suelen dar acotaciones bastante aproximadas de la entidad de las estructuras que excavan. Las estructuras documentadas en las áreas de habitación se especifican a partir de la información disponible en el Archivo o de la localizada junto a los propios materiales. Las estructuras de enterramiento, presentan la nomenclatura habitual a excepción de los rundgräber en los que las grandes diferencias observadas entre ellos nos han aconsejado separar dos tipos, los que se designan con el término alemán corresponden a estructuras circulares o pseudocirculares de plantas inferiores a 3m de diámetro; los superiores a esta medida serán denominados “grandes cámaras circulares”. 34
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NR-CL (Tránsito del Neolítico Reciente al Calcolítico)
Puesto que una parte de los yacimientos son inéditos y la mayoría carece de cronología absoluta, deben ser asignados temporalmente en función de los materiales conservados y de los datos disponibles en la Documentación Siret, teniendo obviamente presentes las excavaciones actuales que ayudan a dibujar el panorama general para esta época y zona. Definir periodos resulta muy difícil con el tipo de información disponible, pero es necesario crear algún sistema de referencia, cuando menos, intentar seguir siempre una misma pauta que permita la comparación. No obstante, para poder asegurar una absoluta homogeneidad en la respuesta, sería necesario aplicar un sistema experto que controlase toda subjetividad. Ante la imposibilidad de desarrollar ahora dicho trabajo, hemos optado por intentar sistematizar la información disponible mediante esquemas sencillos cuyo “cumplimiento” no es obligatorio para la totalidad de los ítems planteados, pero sí deben ser mayoritarios. El criterio seguido es el siguiente:
HABITAT: ¿Aldea-Fortificación? ENTERRAMIENTOS: Abrigos funerarios, Dolmen de corredor, Grandes cámaras circulares Hoja, Trapecio grande, Punta de flecha romboidal, Punta de flecha pedunculada, Cuchillos pequeños, Cuchillos medianos Brazalete de concha. Presencia esporádica de ídolos. Presencia de hachas Predominio de formas cerradas (destacando los botelliformes). Decoraciones en relieve (pastillas). En enterramientos vasijas muy pequeñas. Presencia esporádica de un punzones metálicos Predominio de materiales óseos sobre hueso. Fines IV milenio principios III milenio YACIMIENTOS TIPO: Arteal / Media Legua CL (Calcolítico) HABITAT: Poblados, Fortificaciones
NA (Neolítico Antiguo)
ENTERRAMIENTOS: Reutilización estructuras anteriores. Grandes megalitos colectivos (Tholos)
HABITAT: Campamentos o Aldeas de estructuras perecederas con silos excavados
Alabardas, Punta de flecha de base cóncava, Punta de flecha de pedúnculo y aletas, Cuchillos medianos, Cuchillos grandes
ENTERRAMIENTOS: Fosas colectivas, Fosas individuales
Ídolos. Recipientes de piedra. Presencia esporádica de hachas
Hojitas, Lasquitas, Segmentos, Microburiles, Trapecios pequeños, Raspadores, Raederas
Predominio de formas abiertas, platos de borde destacado. Decoración Incisa, Pintada y Simbólica
Brazaletes de piedra. Abundancia relativa de hachas Relativa abundancia de cerámica decorada. Almagra, Escobillada Pseudocardial, Asas multiforadas, Asapitorro, Grandes mamelones. Formas poco estandarizadas de tendencia “barroca” (profusión de elementos de aprehensión y/o decoración)
Presencia de varios tipos metálicos
Predominio de materiales con soporte de concha, sobre los realizados sobre hueso.
YACIMIENTOS TIPO: Almizaraque / Encantada 1
Aumento de la industria ósea sobre hueso, cuantitativa y cualitativamente. Primera mitad del III milenio
CF (Calcolítico Campaniforme)
V milenio-IV milenio
HABITAT: Poblados, Fortificaciones
YACIMIENTOS TIPO: Las Palas – La Era / Cerro Virtud
ENTERRAMIENTOS: Reutilización de estructuras anteriores
NR (Neolítico Reciente)
Alabardas, Punta de flecha de base cóncava, Punta de flecha romboidal, Punta de flecha pedunculada, Punta de flecha de pedúnculo y aletas desarrolladas, Cuchillos medianos, Cuchillos grandes
HABITAT: Granjas, Aldeas, Poblados ENTERRAMIENTOS: Pequeños túmulos de enterramiento individual o doble. (Rundgräber, Cámaras ovales, Cistas)
Brazal de arquero
Hojitas, Lasquitas, Cuchillos pequeños, Trapecios grandes, Raspadores
Formas abiertas, Campaniforme Palmela, Puntas de flecha, adornos metálicos
Brazaletes de piedra. Abundancia relativa de hachas
Botones de perforación en “V”, Alfileres
Cerámica predominantemente lisa, presencia de Almagra, Relieve (pastillas), Grandes mamelones, Mamelones elevados, Pseudocarenados cerrados. Formas dominantes altas, abundantes formas cerradas. Tamaños pequeños.
Segunda mitad del III milenio YACIMIENTOS TIPO: Millares / Loma de Belmonte
Los restos de animales figurarán en los recuentos como otro material más, atendiendo siempre que sea posible, al NMI (número mínimo de individuos). Por el contrario, los restos humanos no figurarán en
Predominio de materiales sobre concha. 2ª mitad del IV milenio YACIMIENTOS TIPO: Raja de Ortega / Atalaya 11
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dichos recuentos. En el caso de un enterramiento, por ejemplo, los materiales depositados en la tumba supondrán el ajuar del muerto, incluyendo los restos de animales; es decir, estarán en función del individuo enterrado y por ello éste en sí mismo, debe ser analizado como otra variable diferente, en la que procuramos estimar igualmente el NMI. Como decíamos más arriba se ha intentado seguir una nomenclatura de carácter suficientemente conocido en la bibliografía específica, con leves modificaciones en el caso que esto ha sido necesario. En ningún momento el uso de una determinada voz supone una interpretación funcional de partida. La subdivisión motiva frecuentemente la mezcla de conceptos, así como una excesiva abstracción que llega a alejar del objetivo real: conocer la función del objeto estudiado (Pascual Benito, 1994). Cada tipo estará definido por unos parámetros formales y métricos claramente especificados y visibles en una imagen. Se atenderá más extensamente a este respecto en el capítulo dedicado a la tipología, pero debemos señalar aquí algunas matizaciones previas.
ñal” o “punzón facetado” según otros aspectos métricos, por debajo de dicho valor hablaremos de “lámina”. Un elemento significativo más, aunque en este caso sea más rápidamente parametrizable es la presencia o no del canal medular en estas piezas. En unos casos el facetado es total, en otros, el canal es observable en buena parte del área proximal, si bien se mantiene una sección predominantemente plana. Consideraremos facetadas aquellas piezas en las que el canal medular sea imperceptible o se limite a una mera señal en el área proximal. Hay que considerar que la adecuación mayor o menor a unos tipos definidos métricamente supone una mayor o menor estandarización y con ello la existencia o no de una artesanía de calidad. Es necesario tomar decisiones “arriesgadas” para poder documentar las piezas y volver sobre nuestros pasos para comprobar su veracidad. Esto indudablemente ha prolongado notablemente el tiempo de trabajo, pero configura un sistema de retroalimentación, que consideramos correcto para este fin. Criterio de subdivisiones
Criterio respecto a la materia
La división se realizará aunque el número de representantes de dicho subtipo sea bajo, siempre que dicha división sea utilizable para la comparación con otras industrias; o bien que las características de la muestra lo hagan aconsejable por apreciarse entre ellas diferencias significativas. Es necesario contar con la aparición de lo que podríamos considerar “Piezas no estandarizadas”. En este bloque entrarían los conjuntos finales de todos los intentos de sistematización, en realidad son las piezas que no responden a las normativas porque no las siguen. Hay piezas que pueden corresponder a productos reutilizados y a la propia creatividad de su productor, ya sea esta debida a la necesidad o a la experimentación. En cualquier caso es razonable suponer un pequeño número de estas piezas en todo conjunto ergológico. Del mismo modo, hemos de contar con la presencia de piezas inacabadas cuya interpretación se verá notablemente dificultada por este hecho. Un tercer grupo problemático es el constituido por piezas mínimamente transformadas o simplemente utilizadas.
Como se mencionó en su momento, la materia ha sido la primera determinación en este trabajo, esto es la industria ósea, entendiendo como tal el estudio de la materia dura de origen animal. Así pues, se subdividieron a este respecto varios grupos de materias: Hueso, concha, y asta como elementos principales del conjunto y de forma menos significativa otros como marfil, cuerno, diente o cáscara de huevo. En el término “marfil” pueden englobarse tanto los materiales realizados sobre colmillo de elefante como los de jabalí (Owen, 1993: 7), pero es más común su referencia individualizada. Los dientes de distintas especies de vertebrados que pueden aparecer como materia de uso esporádico, quedaran reflejados como “diente”. La cáscara de huevo es un elemento poco perdurable salvo en el caso del avestruz, con grosores que permiten la conservación de estas piezas. Criterio respecto a los parámetros métricos y morfológicos Las medidas utilizadas son valores teóricos de referencia que serán revisadas al definir una tipología resultante. La separación por grupos de las piezas plantea numerosas dudas. Algunas diferencias pueden deberse a características de trabajo irrelevantes, pero necesitamos un marco de catalogación que nos permita trabajar con el material. El subgrupo más complejo, por ser el más numeroso y estar muy fragmentado es el correspondiente a los facetados y dentro de estos, los de estructura laminar. Para poder clasificarlos hemos partido de un límite teórico de grosor en torno a 0,4 cm. Por encima de este valor consignaremos el término “estilete”, “pu-
Criterio para la asignación de fragmentos Uno de los problemas que plantea la adscripción de una pieza a un tipo concreto es el hecho de que muchas de estas piezas se encuentran en un elevado estado de fragmentación. Los fragmentos pueden fácilmente confundirse (alfileres, pasadores, agujas, etc.) Al tratarse de una clasificación jerarquizada, el fragmento se asignará al grupo más concreto posible. De ahí la existencia de categorías intermedias innecesarias si todas las piezas estuviesen completas. Así por ejemplo, un pequeño fragmento aguzado que no 36
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pueda precisarse más, quedará únicamente consignado como “apuntado”. No obstante y dado que el primer nivel de clasificación viene determinado por el área funcional del objeto, si nos encontramos con fragmentos mesiales es obvio que dudaremos incluso de la adscripción al nivel más bajo de información. En estos casos y para evitar la superabundancia de objetos “indeterminados”, introduciremos los datos, asignando la clasificación más probable entre signos de interrogación.
mismo se considera el término uso cuando las piezas no han recibido transformación intencional, pero presentan las mismas características que aquellas con baja o mínima transformación, como es el caso frecuente de gasterópodos y bivalvos con perforaciones causadas por abrasión marina. Hueso. Un grado mínimo de transformación es el que corresponde a los llamados “punzones de economía” en los que la transformación se limita a un acondicionamiento de la punta. El grado bajo de transformación permite la identificación anatómica del soporte, como ocurre en muchos tubulares. Consideraremos un grado medio cuando la pieza presente mayor transformación, pero siga siendo posible determinar el soporte, como ocurre en un buen número de hendidos. El grado de transformación alto no permite reconocer el soporte utilizado, como ocurre en los facetados. Hemos denominado “complejo” el más alto grado de transformación, por entrañar un proceso más largo y difícil de llevar a cabo, se trata de la transformación a la que han sido sometidos los oculados. Asta. El grado mínimo de transformación viene determinado por acondicionamientos de la punta utilizada. Un grado bajo de transformación se aleja poco de la morfología natural, deja observar las rugosidades del tejido externo o las cavidades del tejido esponjoso interno. Los grados medio y alto se alejan progresivamente de la morfología natural y de las características externas del tejido. Otros. En el caso de las piezas dentarias, el criterio seguido es el mismo que en el hueso. Para los objetos realizados sobre marfil, el grado de transformación puede considerarse alto en todos los casos estudiados.
Criterio para establecer NMP Basándonos en el criterio seguido en arqueozoología para calcular el número mínimo de individuos; consideramos necesario calcular el número mínimo de piezas (NMP) con que contamos en cada estructura estudiada, ya que la elevada fragmentación puede falsear notablemente los datos. Para calcular el NMP tenemos en cuenta el estado superficial del fragmento, su anchura, grosor y sección. Un reciente estudio de M. J. Shott, refleja la necesidad de las cuantificaciones y recoge interesantes cuestiones al respecto (2001: 711-721), no obstante esta es una labor muy difícil de llevar a cabo, salvo en el caso de conjuntos pequeños. Así pues y aunque la asignación de valores numéricos nos parece imprescindible hay que hacer algunas observaciones al respecto. Cuando no partimos de datos directos, nos encontramos que rara vez se mencionan cifras tanto parciales como totales y por otro lado, en el caso de contar con datos directos, hemos de tener en cuenta que partimos de excavaciones antiguas en las que muy difícilmente se recuperó todo el conjunto depositado. De este modo, en los conjuntos de mayor volumen de fragmentos, nos encontramos ante estimaciones que esperamos poder precisar en un futuro con estudios parciales. Criterio para establecer el Grado de Transformación Para establecer este criterio se ha tenido en cuenta, el alejamiento de la morfología natural del soporte y la inversión de trabajo en su modificación.
2.1.4. Estado de conservación La información recogida a este respecto es muy somera, indica únicamente el estado general y en algún caso el ataque sufrido por la pieza (vermiculaciones, roedores, suelo ácido, etc.). La pérdida de información es un aspecto importante a tratar. En los materiales óseos es sin duda más elevada que en otros conjuntos ergológicos (Chaplin, 1971), si bien este es un aspecto que afecta más a los materiales orgánicos que no han sufrido tratamiento que a la industria ósea en si. La conservación general de la colección puede considerarse buena, aunque hay que lamentar que se hayan perdido, pequeñas porciones óseas (que imposibilitan algunas reintegraciones) y en otros casos, limpiezas agresivas que han eliminado restos de las sustancias contenidas en el interior.
Concha. Consideraremos un grado de transformación mínimo cuando por ejemplo, se haya realizado una única perforación sin más transformación de la pieza. El grado de transformación bajo corresponde a piezas con dos perforaciones o más, siendo aún piezas que presenten las características anatómicas del soporte (como p. ej. los dientes de la charnela). El grado de transformación medio, es asignado a piezas en las que dichos caracteres están parcialmente borrados o se aprecien con dificultad. El grado de transformación alto corresponde a piezas en las que no son apreciables los caracteres anatómicos, haciendo irreconocible el soporte. Así 37
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y líneas de fuga. Se realizaría con elementos líticos no necesariamente dentados o bien cordeles de cuero o cuerda vegetal. Vaciado. Técnica de preparación mediante la que se elimina el tejido esponjoso con un instrumento afilado que actúa sobre el interior del asta. Raspado. Técnica de preparación. Consiste en la eliminación de capas superficiales formando planos de trazas longitudinales y paralelas. Retoque. Técnica de acabado infrecuente en la industria ósea. Se caracteriza por esquirlados controlados. Para la descripción del tipo de retoque se sigue el mismo criterio que en la industria lítica. Abrasión. Técnica de preparación y conformación. Consideramos que la abrasión supone una técnica de conformación, en la que una acción de fricción sobre una superficie exfoliante de grano grueso da lugar a una modificación del soporte inicial. Da lugar a huellas profundas e irregulares, generalmente perpendiculares u oblicuas al eje longitudinal del hueso (Muñoz Ibáñez, 1994: 63-73). Facetado. Técnica de acabado que configura secciones de geometría regular. Pulimento. Técnica de acabado. Se realiza por frotación con un elemento abrasivo de grano fino. Da lugar a huellas largas y tendentes a la regularidad. Hervido. Calentamientos en medio líquido, tendentes a mejorar la flexibilidad del hueso y el tratamiento de las superficies. Trabajar sobre materiales húmedos facilita el abrillantamiento del objeto (Múgica, 1983: 540) Lustre. Puede responder a una huella de acabado de piezas de alta calidad o bien puede ser una consecuencia del uso. En el primer caso la distribución es generalizada mientras que en el segundo se localiza en las áreas funcionales. Se caracteriza por un brillo intenso que puede eliminar las huellas de los procesos anteriores. El lustre tiene además de un valor estético, una utilidad práctica ya que mejora las condiciones de solidez e impermeabilidad. Este tratamiento va unido a calentamientos (en medio húmedo) que facilitan el proceso. La propia grasa que puede conservar el hueso fresco facilita el sellado de los poros y aumenta el brillo. Perforación. Generalmente se considera una técnica de acabado, aunque éste pueda ser el único proceso observado en una pieza. Pueden realizarse perforaciones por percusión, aserrado, abrasión o presión rotativa. Según las características de los agentes pasivo y activo de la acción, la perforación será unifacial o bifacial. Incisión. Técnica decorativa utilizada para marcar un diseño predeterminado sobre la superficie del objeto.
2.1.5. Tecnología Los estudios tecnológicos en Prehistoria presentan una fuerte dependencia de los trabajos realizados para la industria lítica, si bien en los últimos años vienen abriéndose a diferentes materias, especialmente a partir de los estudios de la escuela francesa. No existe una uniformidad de criterios en el valor concreto que se otorga a una determinada voz, así por ejemplo, hay autores que consideran el ranurado un tipo de aserrado (Adán, 1997) cuando este segundo concepto implica un movimiento de ida y vuelta innecesario en el proceso de ranurado. Algo similar sucede con los conceptos de abrasión, pulimento y lustre. Así pues será necesario comentar brevemente el criterio seguido para los términos utilizados. Percusión. Técnica de preparación. Posiblemente la más antigua, pero difícil de detectar ya que sus huellas quedan eliminadas por los tratamientos que se aplican con posterioridad. Consiste en golpear directa o indirectamente (mediante la interposición de cuñas), el hueso dejado en posición fija o semifija (Díez, 1984: 813). Desbastado. Golpes cortos de percusión destinados a regularizar superficies rugosas. Flexión. Técnica de preparación, poco utilizada en este momento, pero también difícil de detectar como ocurría en el caso anterior por posteriores tratamientos. Produce astillamientos amplios cuando el hueso está seco, pero deja una huella globular característica, cuando se aplica en el hueso fresco. Puede aparecer en combinación con otras técnicas para acelerar un proceso iniciado por acciones más precisas. Hendido. Técnica de preparación. Se trata en realidad de una percusión indirecta controlada que secciona longitudinalmente el hueso y es especialmente indicada para la división de los metapodios de rumiantes. Ranurado. Técnica de preparación y conformación. Incisión profunda y larga siguiendo la forma predeterminada para el objeto. Se efectúa mediante un movimiento de un sentido único que da lugar a marcas longitudinales paralelas y en ocasiones, líneas de fuga. Aserrado. Técnica de preparación que implica una acción similar a la del ranurado, pero en este caso la incisión es más corta e se realiza mediante un movimiento de vaivén. Puede ser un medio de obtener el corte por si mismo, o bien un paso previo a la utilización de percusión indirecta o flexión (Díez, 1984). El aserrado es la técnica más adecuada para cortes transversales de las diáfisis de individuos de talla media o pequeña. Se caracteriza por paños transversales 38
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Grabado. Se plantea la posibilidad de utilización de una técnica compleja ya descrita por Siret en su descripción de los oculados de Almizaraque Tratamientos térmicos. Diferenciar entre tratamientos térmicos intencionales y alteraciones térmicas incontroladas como consecuencia de huellas de uso, es complejo. Atenderemos a las modificaciones de color observadas en la superficie del hueso, según los estudios experimentales de diversos autores a partir del trabajo de Shipman et alii de 1984. Reutilización. Los reavivados se pueden observar por un cambio en el perfil original de la pieza, así como cambios de coloración y textura. Adición de substancias. La utilización de colorantes en los objetos de adorno y/o culto debió ser frecuente a tenor de los datos observados. Pero también se ha comprobado el uso de ocre para tareas de abrasión. Distintos tipos de grasas pudieron utilizarse en frío o más frecuentemente asociadas a procesos térmicos. En ámbitos preindustriales es frecuente el uso de sebo para dar brillo a los útiles óseos. No obstante, algunas manchas observadas en la superficie de los huesos, pueden deberse al proceso de putrefacción de la carne sobre el hueso y otras al contacto postdeposicional con materias como el cobre.
el trabajo de la industria ósea, así como la baja incidencia de los movimientos longitudinales (1993: 149). Se han tenido en cuenta los parámetros que enumeraremos a continuación, observados mediante microscopía óptica y macroscópica. La observación se ha realizado con una lupa binocular Konus Diamond #5420 con un aumento lateral máximo de 40x. -- Ubicación de las huellas en la pieza -- Dimensiones -- Disposición de las huellas -- Dirección * Sentido * Longitud * Profundidad * Regularidad * Distancia entre huellas -- Características * Estrías (trazas) * Lustre * Embotamientos y Desgaste * Esquirlados y Mellados * Piqueteados * Fracturas Para la reconstrucción cinemática (expresión del movimiento que se imprime durante el trabajo de un útil), partimos del estudio microscópico a partir del cual se analizará la trayectoria de las trazas observadas (dirección y sentido), así como los desgastes y lustrados, todo ello sumado a la morfología general nos permite en algunos casos proponer el movimiento que se le imprimió al objeto.
2.1.6. Traceología La traceología constituye una de las mayores aportaciones a la investigación funcional de las últimas décadas, si bien sigue planteando ciertas limitaciones (Gutiérrez, 1996). Uno de los mayores problemas en este campo es la diferenciación de las trazas relativas a la fabricación de los objetos de aquellas producidas por el uso. En este sentido, Campana, hace especial hincapié en la ubicación y disposición que presentan las marcas observadas (1989: 54-65). Así en el conjunto más rico cuantitativa y cualitativamente (Almizaraque) los intensos brillos de los pasadores podrían deberse tanto a uno como a otro. En estos casos es necesario determinar si el área lustrada es local o si el tratamiento es generalizado. Si nos encontramos con un brillo muy localizado, lo más probable es que se deba a un desgaste, si está más extendido pero disminuye a medida que nos acercamos al extremo no funcional, estaremos probablemente también ante una huella de uso, que muchas veces se verá clarificada por la presencia de estrías o microestrías. En el caso de una colección antigua, como es la que estudiamos, los dos primeros casos no plantean problemas, pero si las estrías y en especial las microestrías, ya que en ocasiones las condiciones de almacenamiento pueden alterar su carácter original. Algunos autores como I. Sidéra, han señalado la predilección de los movimientos transversales y rotativos en
2.2. TRATAMIENTOS Nos referiremos muy brevemente en este apartado a los procesos seguidos con las piezas del conjunto estudiado. Los materiales estudiados se encontraban todavía, en muchos casos, con la tierra de la excavación, por lo que se procedió en primer lugar a su limpieza. Ocasionalmente se han reintegrado piezas fracturadas durante su traslado o almacenamiento. Como señala Mazo (1991) es difícil aplicar criterios actuales de eficacia a usos antiguos. Partiendo de hipótesis obtenidas de documentación etnográfica, podemos realizar ciertos experimentos que nos permitan reconocer huellas de uso, pero la determinación de un posible uso, no necesariamente excluye otros; ya que distintas acciones pueden dar lugar a una misma (o muy similar) huella. Se han realizado algunas pruebas experimentales, relativas a labores de extracción, abrasión y tratamiento térmico que serán reflejadas en cada caso específico. 39
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El estado de fracturación y conservación de una buena parte del conjunto, así como el volumen de piezas manejado imposibilita un estudio exhaustivo de todos y cada uno de los objetos que componen el conjunto estudiado a través de dicho test. Por ello hemos tenido que recurrir en algunos casos a extrapolaciones. En estos casos las observaciones realizadas plantean 3 objeciones principales:
Test de funcionalidad La determinación funcional de los objetos óseos debe basarse en un protocolo de estudio que comprendería los siguientes pasos: 11. Paralelos etnográficos y anacrónicos. El estudio de los paralelos nos permitirá elaborar hipótesis de partida para la interpretación de las piezas. Esta primera vía únicamente pretende dar luz sobre morfologías desconocidas y técnicas de trabajo desarrolladas.
-- Dos útiles realizados por una misma mano, no serán jamás idénticos, hasta entrar en periodos industriales.
12. Análisis de la morfología general de la pieza. El perfil de una pieza descarta directamente muchas posibilidades de uso.
-- No tenemos la certeza absoluta de que los parámetros seleccionados sean todos los debidos, si bien planteamientos similares son seguidos por otros investigadores, como es el caso de por M.ª D. Meneses en su estudio de la Cueva del Toro (1991) y por Sandrine Bonnardin para los adornos neolíticos del norte de Francia (2003: 99-114).
13. A partir de datos métricos se pueden extraer datos como la capacidad de penetración de las puntas, durabilidad y resistencia de útiles (Muñoz Ibáñez, 1994: 65). 14. La determinación del soporte (procedencia anatómica y taxonómica).
-- Un mismo objeto puede corresponder a distintos usos. Incluso hoy se crean objetos cuyo utilización varía respecto a la idea inicial con la que fueron concebidos, pero ello se debe esencialmente a usos puntuales que no infravaloran aquella necesidad para la que se creó el objeto. Así pues, un punzón realizado para perforar, puede por ejemplo usarse para decorar cerámica, pero habrá tipos más adecuados para cada uso concreto y la utilización de otro se deberá a una necesidad urgente. Esto desde luego en ámbitos de mayor especialización, ya que en conjuntos ergológicos muy limitados la multifuncionalidad es lógicamente más probable, pero las funciones (las tareas diferenciadas) de esa sociedad, serán también más limitadas.
15. Estudio del contexto de hallazgo. El estudio espacial puede ofrecer información muy importante, aunque con los materiales estudiados no podamos plantear un análisis microespacial. La aparición de un determinado objeto en un contexto funerario frente por ejemplo a un poblado implica consideraciones diferentes, del mismo modo, la posible determinación de las estructuras documentadas o características macroespaciales como la proximidad o no al mar, etc. 16. Ergología asociada. La información relativa a los materiales no óseos es interesante ya que (además de su valoración crono-cultural) pueden darnos datos de los agentes activos en los procesos de fabricación de piezas óseas, o como sujetos pasivos evidenciar la acción de instrumental óseo sobre ellos.
Así pues, estos condicionantes nos llevarán a una aproximación al tema, que esperamos poder ampliar en un futuro.
17. Microanálisis. Alteraciones térmicas, naturaleza del tejido, huellas de uso, desgastes, cinemática, son imprescindibles en un estudio de funcionalidad.
2.3. DOCUMENTACIÓN Como se ha comentado ya, la Colección Siret del Museo Arqueológico Nacional es el núcleo central de nuestro conjunto material. A él se suman algunas aportaciones de otras colecciones, así como los datos proporcionados por la documentación conservada en el Archivo del Museo y la información publicada de excavaciones recientes. La recogida directa de la información relativa a la industria ósea estudiada se llevó a cabo mediante fichas que permitiesen la sistematización de la toma de datos. Recogemos a modo de ejemplo una de las más generales, la destinada a recoger información de uno de los conjuntos más numerosos, el de apuntados (fig. II.9). En algunas de estas fichas, dado el volumen de material y su uniformidad en ciertos casos, como el de los bivalvos y gasterópodos perforados, se utilizaron plantillas gráficas sobre las que se señalaba el área de trabajo.
18. Análisis físico-químico. Restos de substancias conservadas en el interior de algunas piezas, cálculo de temperaturas y cálculo de tenacidad. 19. Valoración de piezas experimentales. Elaboración de piezas o procesos puntualmente necesarios. 10. Determinación del índice de fiabilidad del test. Los 9 parámetros propuestos en este test deben ser valorados en conjunto para calcular el error que implica la determinación propuesta. Si todos ellos han podido ser observados, consideraremos que la fiabilidad en la determinación de la función propuesta es alta, si por el contrario sólo se ha podido responder a una o dos cuestiones derivadas de dichos parámetros, nos encontraremos ante un índice bajo de fiabilidad. La valoración de cada uno de los parámetros debería ser posiblemente diferente, pero es imposible, por el momento llegar a mayores matizaciones. 40
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Los datos de yacimientos y estructuras, así como los proporcionados por las fichas de industria ósea, fueron volcados en un conjunto de bases de datos. Se utilizó para ello la aplicación Microsoft Access 2000. La limitación de 2 gigasbytes por archivo, impuesta por el sistema operativo, obligó a utilizar 4 archivos diferentes para almacenar la documentación gráfica y un quinto global, sin imagen, en el que se ubican también las tablas relacionadas de contextos y yacimientos. Estas bases de datos se complementaron con otras tres auxiliares, dedicadas a bibliografía, documentación etnográfica y tipología. El tratamiento de los datos y elaboración de gráficas se realizó mediante la hoja de cálculo Excel, de Microsoft. La tabla de Yacimientos recoge información general sobre el conjunto global de referencias revisadas. Cada registro corresponde a un yacimiento. Tras examinar los fondos conservados en el MAN, se seleccionaron aquellos que pudieran englobarse en el marco crono-espacial propuesto. Los mayores problemas en esta fase de trabajo estuvieron motivados por la difícil adscripción cultural o geográfica de muchos yacimientos. Se contempló un campo para valorar el grado de información mínimo requerido. En el se recoge una estimación de la información que actualmente se tiene de cada yacimiento. No se trata de valorar la información en su conjunto (Sánchez Meseguer y Galán Saulnier, 2001: 81-96) sino de juzgar si contábamos con suficientes datos para abordar el estudio de la industria ósea de dicho yacimiento. Para ello hemos tenido en cuenta, la presencia en el conjunto de Industria ósea y posibilidad de estudio directo o existencia de información gráfica de dicha industria, las características generales del yacimiento, su asignación al período crono-cultural propuesto y los datos mínimos de ubicación geográfica para su adscripción a zona. La tabla de datos de materiales, se diseñó para recoger la información relativa a la presencia de los distintos objetos en los contextos que se podían individualizar. Ya hemos comentado los problemas que se presentan en una colección antigua en este terreno. En esta situación hemos podido separar las diferentes estructuras de enterramiento, pero no las fases de utilización dentro de las mismas. Por lo que respecta a los yacimientos de habitación, sólo se individualizan las estructuras de Almizaraque ya que en otros casos como puede ser Garcel, el número de piezas óseas asignado a hoyos es muy bajo frente al volumen de material sin asignación, dentro además de un conjunto global que se aproxima a las 20.000 piezas. El volumen de información que debe recogerse en esta base de datos, hace necesario utilizar un sencillo sistema de codificación que haga posible la cumplimentación de las fichas. Optamos pues, por campos amplios en los que se introducen los tipos, intentando reducir los conceptos a una sola palabra, para facilitar una lectura directa. Pero algunos casos tienen una
denominación muy larga, por lo que hemos necesitado utilizar abreviaturas en las que siempre se intenta que pueda reconocerse la palabra de referencia. El sistema completo de claves hubiese permitido una mejor gestión del espacio de memoria, pero resulta engorrosa su lectura e introducción. La tercera fase de recogida de datos aborda el estudio de cada una de las piezas de industria ósea presentes en los diferentes contextos de los yacimientos estudiados. El análisis de los datos obtenidos durante la cumplimentación de esta tercera base de datos permite la elaboración de la tipología y recoge la información pormenorizada que ha podido obtenerse de cada pieza estudiada. No todos los topónimos mencionados por L. Siret en su documentación o en la rotulación de las cajas de materiales han podido localizarse con precisión, pero dada la escala de representación utilizada podemos presentarlos en su conjunto, aunque alguna ubicación sea aproximada1. Para situar los yacimientos se ha recurrido al mapa militar digital de España v1.5 escala 1: 250.000 del Servicio Geográfico del Ejército. A lo largo del desarrollo de este trabajo hemos contado con distintos medios, por lo que las imágenes se recogen en distintos formatos. Dichas imágenes se utilizan únicamente para el reconocimiento de la pieza, ya que los aspectos evaluables de las mismas deben ser “traducidos” a términos manejables mediante las bases de datos. En los casos en los que ha sido necesaria la atención pormenorizada a un detalle morfológico, éste se ha representado mediante un dibujo en el que las flechas indican el sentido del movimiento desarrollado. Por lo que respecta a estos aspectos de documentación gráfica, el gran volumen de trabajo que implican estos procesos, ha llevado a diversos intentos de simplificación como el desarrollado por Gema Adán en su trabajo sobre la Cornisa cantábrica (Adán, 1997). Pero la identificabilidad de los distintos aspectos a partir de un dibujo depende, no tanto de los convencionalismos utilizados, como de la habilidad del dibujante y de sus conocimientos anatómicos y tecnológicos. En algunos casos la documentación gráfica manejada, aún cuando corresponda a un buen dibujo, no permite la identificación clara del objeto. Ante estos problemas sería necesario poder contar tanto con fotografías, como con buenos dibujos, y con fichas descriptivas en las que se sistematicen los datos gráficos. Dados los problemas de capacidad del sistema empleado y los aspectos expuestos hasta aquí, hemos optado por un sistema mixto, en el que se prioriza el uso de fotografías y la descripción morfológica de los elementos del objeto. No obstante se han reali———— 1 Queremos en este sentido agradecer la ayuda de los doctores M.ª Paz Román e Ignacio Montero en la localización geográfica de algunos yacimientos.
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FIGURA II.9.–Ficha de toma de datos para el grupo de Apuntados.
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zado también dibujos para documentar algunos aspectos. Estos dibujos son mayoritariamente a lápiz, ya que los tratamientos informáticos actuales fijan de forma más estable los dibujos realizados con grafito, permitiendo utilizar una técnica más rápida y natural. Para la obtención de fotografías, se utilizó en un principio una cámara digital, pero comprobamos más efectiva la digitalización directa con escáner. Este proceso permite contar con una calidad de imagen sufi-
ciente para la individualización y reconocimiento del objeto estudiado. Dado que la mayor parte de los conjuntos ergológicos manejados corresponde a piezas esencialmente planas, este sistema se ha seguido también para la presentación de fragmentos cerámicos, industria lítica y metales. Puntualmente se han realizado microfotografías de algunas piezas. Los aumentos utilizados se precisan en cada caso.
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CAPÍTULO III
DESARROLLO
3. DESARROLLO
a la Cuenca de Vera. Consideramos yacimientos con información suficiente para este segundo filtro, aquellos que cumplieran los siguientes requisitos:
Lo que no se puede medir no existe L. D. LANDAU
• Yacimientos con industria ósea de las épocas propuestas. En el caso de materiales estudiados directamente: – Atribución fiable de dicha industria a las estructuras de referencia. – Separación posible de los conjuntos de épocas posteriores – Base documental
3.1. CONSIDERACIONES Y ARTICULACIÓN Las imágenes incluidas en el texto corresponden a aspectos puntuales desarrollados en él. Se numeran con respecto a cada capítulo. La forma de trabajo se planteó como un continuo sistema de retroalimentación en el que la lectura de los materiales suscitase la revisión del modelo de toma de datos y este modelo a su vez permite conocer mejor, lo que se va buscando entre los materiales. En una primera fase de trabajo se cumplimento la base de datos más general, la relativa a Yacimientos de las cuatros zonas propuestas. Estos yacimientos sumaban un total de 270 referencias. La segunda fase de trabajo, consistió en una depuración de la información y la posterior elaboración de una nueva tabla de datos en la que se volcaron los datos relativos a todos los materiales recuperados en cada una de las estructuras individualizables que figuran en la primera base de datos y que presentan información suficiente. Esto supone la revisión de un total de 47.000 piezas (cerámicas, líticas, metálicas y óseas). A estas estructuras “seleccionadas” habría que añadir los materiales correspondientes los yacimientos revisados que finalmente no han podido ser contemplados en esta segunda parte por no ofrecer suficiente información, así como los utilizados como referencia en la Zona IV. Este planteamiento no permite profundizar en el conjunto ergológico, pero era necesario realizar un mínimo inventario para poder dotar de un contexto cultural a muchos de los objetos óseos estudiados. Por otro lado hemos de asumir que las cifras manejadas son aproximadas, pero creemos que una referencia útil. Ante el volumen de información que representaba incluir la zona IV, se acotó geográficamente el estudio
• Yacimientos con información obtenida a través de publicaciones de otros autores: – Datos específicos sobre la industria ósea recuperada Con estos presupuestos básicos, fueron seleccionados un total de 145 conjuntos correspondientes a yacimientos de las zonas I, II y III, es decir cursos bajo, medio y alto del río Almanzora. Los datos proporcionados por las tablas de Yacimientos y Materiales se comentan a continuación en el Catálogo de Yacimientos. La tercera fase, consistió en el estudio pormenorizado de los objetos óseos uno a uno, atendiendo a parámetros métricos, asignación tipológica, ubicación específica, aspectos tecnológicos, huellas de uso e imagen. Problemas técnicos nos obligaron a dividir esta base de datos en cinco, como ya se ha comentado, trasladando los datos numéricos a un programa de cálculo para tratarlos conjuntamente. Estos inconvenientes ralentizaron considerablemente el trabajo. A partir de la base de datos de piezas y de las referencias bibliográficas consultadas elaboramos una tipología analítica, que permite una primera clasificación y denominación de los objetos de estudio. Establecida esta tipología y a través de los datos pormenorizados, esencialmente traceológicos deducimos una tipología funcional y sus implicaciones en el panorama general de la época y área propuestos. 45
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3.2. CATÀLOGO DE YACIMIENTOS
minar dicha excavación. En el Cuaderno también indica: “... tiene una cuarta parte registrada...”. Flores añade al dibujo de la planta, un croquis con indicación de la localización de estos betilos. Dichos betilos debían encontrarse a la entrada del dolmen (“... a 14 m al sur”) a juzgar por los datos que da Flores. La cerámica es mayoritariamente lisa a excepción de dos fragmentos decorados. Entre las formas destacan las carenadas muy bajas con mamelón perforado en la línea de carena (al igual que en el Cerro de las Canteras), los botelliformes (similares a los de Loma del Campo 3, o Lámpara 1), o los elipsoides inestables (Loma del Campo 3). Para el fragmento decorado con incisión y puntillado Arribas cita como paralelo Jautón 5. Para la cerámica con decoración de bandas incisas con motivos acodados en su interior, hay paralelos en piezas pintadas de Millares 1 (Leisner, 1943: 8.1.10) y Loma de Belmonte (Leisner, 1943: 28.1.14). Los datos de Arribas para el MAN, no coinciden exactamente con los fondos asignados a dicho yacimiento en lo que a industria ósea se refiere. Hemos podido documentar un conjunto numeroso, sobre soporte malacológico, del que Arribas únicamente menciona 4 piezas. Esta abundancia de fragmentos rodados de concha tal vez se debiese a que estos se encontrasen en la tierra que formase el túmulo. En hueso, la pieza más interesante es un ídolo sobre una primera falange de équido con un triángulo inciso en la cara posterior de la diáfisis ya próximo a la epífisis proximal. Los restos humanos conservados en el MAN no son representativos para realizar un somero análisis antropológico. Aunque se trata de una estructura grande y compleja (tholos), sus materiales parecen arcaizantes, sin elementos propiamente neolíticos, pero sin metal, ni puntas de flecha de sílex, con formas cerámicas similares a las de Churuletes o Lámpara (Purchena) (Peña y Montes de Oca, 1986: 73-170; Maicas, 1997: 524), con un abundante conjunto de posibles adornos y útiles malacológicos.
“Facta non verba” L. SIRET
3.2.1. Zona I Litoral Cabecico del Águila / de Aguilar Cuartillas (Mojácar) Próximo al poblado de Cuartillas, se trata de un enterramiento colectivo de planta circular y corredor (Fernández Miranda et alii, 1993: fig.1). Excavada por Flores (Cuaderno 24) y recogida en el catálogo de G. y V. Leisner (1943: 60, lám. 29.27) y en un estudio monográfico de Antonio Arribas (1955-1956: 210223). Siret lo consideró Neolítico Reciente. Según Fernández Miranda et alii (1993: 78), el ajuar es neolítico. En la obra del matrimonio Leisner se denomina “Cabecito de Aguilar”, en la de Arribas: Cabecico de Aguilar, pero en el manuscrito sobre las Sepulturas de Siret, el término utilizado es “Cabecico del Águila”.
FIGURA III.1.–Planta del Cabecico de Aguilar (según Arribas, 1955-56).
A los materiales conservados en el MAN (fruto de las excavaciones de P. Flores) hay que añadir los publicados por G. y V. Leisner procedentes de la colección que Juan Cuadrado Ruiz tenía en Vera: “... alle übrigen Gegenstände Sammlung J. Cuadrado Ruiz, Vera Almería.” (1943: 61). Cuadrado debió intervenir en el yacimiento hacia 1927 y los materiales por él recuperados ingresarían en el Museo de Almería (Arribas, 1955-56: 210). Se recoge así mismo en el catálogo de Camalich y Martín Socas (1999: nº 51), asignándose a un Cobre Pleno. En los fondos del MAN se conservan dos cajas de materiales, una con 3 betilos y otra con el resto del conjunto ergológico. Junto a los materiales se conservaban 7 etiquetas escritas por Flores, sumando los textos de las 7 podemos leer: “Término de Mojácar, en Cuartillas Cabecico de Aguilar a medio sacar (sin rematar) orilla del río dolmen nº 1”. Quizá esa referencia de Flores a que el dolmen no se había terminado de excavar fuese lo que impulsó a Cuadrado a ter-
Ajazar / Cruz de Antas (Antas) Carece de información sobre industria ósea. Podría presentar dos momentos, uno primero enmarcable en un impreciso neolítico reciente y otro en la fase de transición con la primera presencia metálica, un punzón que podría corresponder al segundo enterrado. El Peñón del Albar (Mojácar) No se contempla este yacimiento porque aunque posee una industria ósea relativamente abundante y de características similares a la estudiada, no puede documentarse su procedencia exacta y el resto de los materiales conservados nos hacen pensar en un momento posterior, ya en la Edad del Bronce. De hecho los datos proporcionados por Flores únicamente reflejan 46
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enterramientos argáricos en los que no se incluyen las piezas a las que hacemos referencia aquí. Creemos que pudo haber en el Albar dos momentos de ocupación, pero no es posible asegurarlo. Albolucas (Turre) Según Leisner el topónimo es: “Loma de las Albolucas” para Camalich y Martín Socas “Alboluncas”. En este último trabajo sólo se mencionan restos posteriores (1999). Alcantarilla (¿Sierra Cabrera?) Ubicación imprecisa, únicamente se conservan restos cerámicos. Almizaraque / Cerro de los Mundos (Cuevas de Almanzora, Almería) Próximo a la confluencia de la Rambla de Mulería y río Almanzora, es uno de los yacimientos más repetidamente citado en la literatura arqueológica de nuestro país y pese a ello, es mucho lo que nos queda por conocer de él.
FIGURA III.2.–Colgante de perforación elevada (Almizaraque).
En este sentido, la colección del MAN reviste grandes esperanzas, por lo que nos afecta más directamente ahora, ya que es un yacimiento con industria ósea abundante, variada y de cuidada elaboración. Almizaraque fue excavado por Siret desde 1903, en dos fases, la primera hasta 1906 y la segunda entre 1932 y 1934, fecha de su muerte. Sería una de las pocas tareas para las que recibió subvención, ya en colaboración con Cuadrado (Casanova, 1965: 72). El grueso de sus hallazgos será la base de este estudio. Las primeras excavaciones se realizan cuadriculando el terreno (Delibes et alii, 1986: 168), pero a partir de 1932 parece impacientarse y traza trincheras irregulares que va ampliando a medida que encuentra estructuras, parece intuir que no va a tener tiempo. Como ya se ha comentado en el capítulo de introducción, en el segundo cuaderno de Almizaraque (fechado en 1905, pero utilizado a lo largo de muchos años), documenta estas últimas excavaciones, también de un modo diferente al seguido en los primeros trabajos sobre el yacimiento. Si bien en este caso realiza dibujos estratigráficos más precisos e interesantes anotaciones, la atención
FIGURA III.3.-–Punta de canal (Almizaraque 44).
a las piezas recuperadas, es excepcional y esto ha supuesto un problema para nuestro estudio. Con posterioridad a la muerte del ingeniero belga, J. Martínez Santa-Olalla y Ruiz Argilés en primer lugar, y Almagro Basch, Pellicer y Losada algo después, realizaron sondeos en el yacimiento (Martín, 1987: 10). Finalmente un equipo dirigido por G. Delibes y M. Fernández Miranda realizó desde 1980 las últimas excavaciones sobre el yacimiento y sentaron las bases de su periodización en cinco fases. A la ocupación prehistórica debe añadirse una ocupación romana y algunas sepulturas medievales. Como decíamos más arriba, el conjunto recuperado por Siret se conserva en los fondos del Museo Arqueológico Nacional. Posiblemente también llegasen al MAN los escasos materiales correspondientes a los sondeos de 47
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FIGURA III.4.–Plano del cuadrante Suroeste de Almizaraque, según dibujo de Luis Siret. Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
J. Martínez Santa-Olalla y Ruiz Argilés, pero las complejas circunstancias de la colección Santa-Olalla, nos impiden asegurarlo. En un principio pensamos que la gran mayoría de los materiales de la colección Siret correspondían al Calcolítico, exceptuando un pequeño conjunto cerámico atribuido a fases anteriores y que ya fue dado a conocer por el grupo de investigación mencionado (Fernández Miranda et alii 1993: fig.16), pero la relevancia de los elementos neolíticos ha ido creciendo y es posible que al menos una fase deba asociarse cronológicamente a un momento próximo al documentado en Las Palas / La Era. Además existe un buen número de elementos líticos que ya el propio Siret atribuyó a fases paleolíticas. El mayor problema que plantea este yacimiento es su dificultad para diferenciar contextos. Frente a otros yacimientos excavados de un modo directo por la familia Flores, éste lo fue en mayor medida por el propio Siret. No obstante, la existencia de ciertas siglas en las piezas y de sus características notas en fragmentos de papel de periódico, permiten pensar en una colaboración de Pedro Flores, al menos en los primeros trabajos de la excavación ya que muere en 1928 (Her-
guido, 1994: 72). Como ya se ha mencionado, el grueso de nuestros datos sobre Almizaraque procede de dos cuadernos cuyas portadas se fechan en 1903 y 1905 respectivamente, pero que fueron cumplimentados en realidad a lo largo de un espacio de tiempo muy amplio y lo que resulta más confuso aún, escritos por varias manos. Los primeros datos consignados en el cuaderno centran su atención en las piezas, dibujando muchas de ellas, pero sin darles una referencia precisa en la mayor parte de los casos. Este esquema de trabajo cambia por completo a partir de las páginas en las que la letra de Luis Siret se hace presente. Los cuadernos de Almizaraque recogen comentarios y dibujos de materiales y de estratigrafías difíciles de leer y aún más difíciles de entender. Pedro Flores y sus hijos escribían para que Siret comprendiera lo que ellos hacían y recogían; pero Siret anotaba datos para ser interpretados por si mismo, de modo que muchas veces son ininteligibles para otra persona. Además de los cuadernos dedicados a Almizaraque, el Archivo del MAN conserva otros manuscritos, dibujos y planos en los que Siret comenta aspectos generales relativos a este yacimiento. En uno de ellos establece una comparación con Morbihan y describe 48
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Almizaraque. En este texto señala la acumulación de materiales que convierte el yacimiento en una pequeña elevación sobre el terreno, con un fuerte nivel de incendio, casas de piedra, adobe y postes. También comenta que pese a la existencia de varios niveles, todos ellos presentan los mismos materiales. Se trata del borrador que enviaría a Bosch Gimpera y Luxán (1935: 112-117) y de los datos que utilizaría en su último artículo, publicado ya tras su muerte. Los planos conservados, fueron en algún caso dados a conocer en los estudios recientes (Delibes et alii, 1986). Tanto planos como cortes estratigráficos presentan problemas de conservación, pero son de gran interés para la localización de las diferentes estructuras excavadas, desgraciadamente, no todas. No resulta claro a que se refiere Siret al hablar de “casa”, en ocasiones parece tratarse de silos otras veces hogares, e incluso distintos niveles de una misma estructura o áreas extensas sin delimitación clara. Mantenemos no obstante las denominaciones utilizadas por él y las compartimentaciones en las que se dispusieron los materiales. En los cuadernos, como ya se ha mencionado, se dibujan muchas piezas, pero no se indica su procedencia exacta salvo casos excepcionales. Pese a las dificultades planteadas, la consulta de los dos cuadernos escritos por Siret, es obligada. En ellos se recogen estructuras tan interesantes para nuestro propósito como la de la Casa 19. Siret realiza numerosos cortes estratigráficos en sus cuadernos y en otros documentos aislados, con separación de niveles, cotas de altura y múltiples referencias, pero rara vez se indica un objeto concreto y dado que parece almacenar todo el material en amplios conjuntos es imposible reconstruir los contextos precisos de localización de cada pieza. Esto es así, porque aún reconociendo la existencia de varias fases de ocupación en el yacimiento, considera que la homogeneidad del material recuperado permite su estudio global. Muchos años después, las excavaciones modernas determinarán la existencia de 5 fases de ocupación, pero opinan igualmente que corresponden a un conjunto bastante homogéneo. No obstante, hemos de asumir los problemas derivados de ese almacenamiento conjunto, que pasaría como tal al MAN y los que se sumaron allí a causa de las vicisitudes que sufrió la Colección Siret. En concreto los objetos de Almizaraque fueron localizados en dos salas diferentes del Museo, en dos momentos distintos y con distintos sistemas de almacenamiento. La posibilidad de otorgar contexto a algunas de las piezas localizadas en el segundo conjunto, llevó a reiniciar el trabajo ya desarrollado para el primer conjunto de materiales. A las dificultades que plantea la “ordenación” de los materiales se unieron las “sorpresas” que guardaban las cajas. Para la correcta asignación de algunos conjuntos, ha sido muy útil contar con el Archivo que se realizó en el momento del desembalaje (Taracena, 1953). Pese a
todo ello, continúa existiendo un volumen muy considerable de materiales sin asignación, que no podrán ser contemplados aquí.
FIGURA III.5.–Fragmento de brazalete de mármol (Almizaraque 1).
Junto a los “esperables” conjuntos calcolíticos aparecen piezas de aspecto Paleolítico mientras que en otros casos parece tratarse de retoques característicos del Neolítico (comunicación oral Dra. Cacho Quesada). En el primer caso y ante la difícil interpretación de las estratigrafías de Siret, podríamos encontrarnos ante niveles realmente paleolíticos o bien ante piezas recogidas y reaprovechadas. En el segundo caso y aunando este dato a otros, parece deducirse un mayor peso de las fases neolíticas en el conjunto de Almizaraque. Sería pues muy interesante abordar una revisión a fondo de los materiales líticos de este yacimiento.
FIGURA III.6.–Puntas de flecha de sílex (Almizaraque 1).
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Estructuras Como decíamos más arriba, los cuadernos apenas dan información acerca de las primeras estructuras, pero si prestan más atención a los materiales, dibujando muchos de ellos. Las diferencias observadas en la información recogida en los cuadernos se aprecian también en el almacenamiento de los materiales, siendo las primeras “casas” las que menos información estructural proporcionan. A la Casa 1 corresponde uno de los conjuntos de material más numeroso y confuso. No tenemos clara su situación exacta, ya que Siret en el plano que recogemos más arriba indica sólo una referencia en un extremo del mismo, pero por los dibujos del cuaderno podemos reconocer la estructura del horno y con ello podemos aproximar la situación de la “Casa 1” entre las “casas” 3, 17 y 24. En las primeras páginas del cuaderno de 1903 se dibujan diversos silos y cortes estratigráficos, con la referencia a la Casa 1. La letra es muy difícil de leer y el sistema descriptivo muy confuso, ya que tras unas primeras páginas en las que se recogen materiales aparentemente de esta Casa 1, se pasa a otras estructuras, para volver alternativamente sobre esta “Casa 1”. De hecho, una de las etiquetas que acompañaba al material está fechada el 15 de febrero de 1904 y en ella se hace referencia explícita a la Casa 1, así como hay notas del Cuaderno de 1903, fechadas el 30 de octubre de 1905; por lo que con seguridad sabemos que Siret vuelve repetidamente sobre esta (o estas) estructuras. El volumen de materiales es excesivo para un solo silo y en relación al resto del conjunto estudiado, también lo sería para una sola casa. Por los confusos datos con los que contamos podemos suponer que la “Casa 1” corresponde en realidad a los materiales de una casa con varios niveles y diversas estructuras asociadas. Hay piezas sigladas por Siret con lo que hemos considerado el número de “Casa”, pero en la mayoría de los casos esto no es así y por lo tanto no tenemos certeza de la asignación de algún conjunto. Los datos de los cuadernos tampoco son excluyentes. Destacan entre los materiales conservados, los vasos geminados y tabicados, la cerámica simbólica, un ídolo antropomorfo y la gran abundancia de industria lítica y de crecientes (110 piezas.). Estos últimos se recogen en un croquis del cuaderno y configuran un espacio similar al documentado en otra estructura del yacimiento (“Casa 19”). En el área próxima se documenta un hallazgo similar en el yacimiento de El Malagón (Navarrete, s.f.: 104). Siret en las etiquetas, indica la presencia en esta casa de plata, que no hemos podido localizar entre los materiales conservados. Especialmente complicado para el tema que nos atañe, es la adscripción de un conjunto de ídolos falange. Sólo uno de ellos presentaba un número (21) escrito en la pieza. Se encontraban almacenados con referencia a la Casa 1, pero no figuran en los cuader-
FIGURA III.7.–Fragmento de cerámica campaniforme (Almizaraque).
En la colección Siret depositada en el MAN se conservan algunos fragmentos relacionables con los diversos estilos de estos conjuntos cerámicos, sin que se plantee mayor dificultad en asignar al yacimiento una fase campaniforme. No obstante y a tenor de lo observado en otros yacimientos inmediatos, en los que fragmentos impresos a peine, o bien impresos e incisos con alternancia de bandas bruñidas de aspecto campaniforme, se asocian a materiales claramente neolíticos como es el caso de Palas-Era (Román y Maicas, 2002: 51-76) y a juzgar por su presencia en Carigüela en niveles de Neolítico Medio (Pellicer, 1964: lám. III y IV), las atribuciones directamente calcolíticas otorgadas a todas estas decoraciones de piezas en Almizaraque, no nos parecen seguras. Máxime si tenemos en cuenta asociaciones detectadas a una industria lítica neolítica como ocurre en el caso de la Casa 21. El equipo de investigación dirigido por Delibes y Fernández Miranda asignó en un principio estas cerámicas a la última fase de ocupación prehistórica de Almizaraque (Delibes et alii, 1986: 167-177; Martín Morales, 1987: 10-22) pudiendo acompañarlas con cuencos de borde biselado documentados en estas últimas excavaciones y materiales aislados de la colección conservada en el MAN, como es el caso de un botón de perforación en “v” (“Casa 39”). Si bien, este mismo grupo de investigadores reconoce años después dificultades en el planteamiento inicial, al documentar (Delibes et alii, 1996) este tipo de cerámicas en la primera fase de ocupación, la asignada al Neolítico Reciente. 50
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plano citado, el autor llama la atención sobre las piezas numeradas en el cuaderno con el 27 y 28 (p. 15) y añade: “silex de taille chelleénne à la base”. Asignada a esta estructura hemos encontrado grandes piezas de sílex (una de ellas dibujada por Siret) y cantos trabajados que podrían constituir el nivel más antiguo del yacimiento. Un segundo conjunto de materiales estaría formado por cuchillos de sílex, puntas de flecha, un brazalete de mármol, hachas pulidas, punzones metálicos, una placa de esquisto, cinco útiles óseos, un amplio conjunto de restos malacológicos (algunos transformados) y escasos restos de vertebrados. Posiblemente la “casa 2” corresponda en realidad a varias estructuras (¿varios silos?) o bien presente al menos tres niveles de ocupación, el primero de ellos paleolítico, el segundo neolítico y el tercero ya calcolítico (con metales y puntas de flecha de talla bifacial). Siret indica en el plano una Casa 3 en la que parecen apreciarse varias estructuras diferentes. En una nota suelta, escrita por él en referencia a las páginas 46 y 47 del cuaderno del 1903 dice que hay un silo de 60 ¥ 60 ¥ 60 separado 20 cm de otro silo menor de 40 ¥ 40 ¥ 40. Repite las indicaciones del cuaderno, posiblemente como aclaración a la difícil lectura de dicho texto. En las páginas siguientes del cuaderno se recogen datos de otros silos y de un enterramiento doble sin referencia numérica pero indicado por Siret dentro del muro que delimita esta “Casa 3”. En una etiqueta de embalaje (del traslado del material desde Almería al MAN) se indica “esqueleto Silo”. Se trata de una estructura de 120 cm por 110, a una profundidad de 150 cm. Junto al cráneo de uno de los dos individuos se colocó un astrágalo de bóvido (reflejado en el dibujo). Otras asociaciones de materiales en relación a cada una de las estructuras observadas en este conjunto de la “Casa 3” son muy difíciles de precisar. Destaca la abundancia de ídolos (8 ídolos betilo y 26 falanges), algunos posiblemente en proceso de fabricación y/o preparados para ello. Ídolos similares fueron documentados por Siret en Campos (1891: lám. 56). Son según Siret de alabastro gris (1908-1995). Se conservan así mismo, restos de tejido de esparto y la diáfisis de un ave de gran tamaño (¿zancuda?). Entre los objetos óseos destaca un mango sobre asta. No volvemos a encontrar referencias en el primer plano de Siret hasta la “M (aison?) 15”. De la supuesta Casa 4 sabemos por los datos del cuaderno de 1903 que podría corresponder realmente a dos silos. Entre los materiales se conservan etiquetas escritas por Flores y por Luis Siret. Podemos asignar algunos de los dibujos del citado cuaderno a piezas de industria lítica localizadas en el segundo conjunto de materiales. Pertenecen a esta estructura, restos de adobe, fragmentos de una gran tinaja, fragmentos de punzones de cobre, industria lítica tallada y pulida. La Casa 5, según datos del Cuaderno de 1903 (p. 79), parece corresponder a un silo de 90 cm de diáme-
FIGURA III.8.–Hacha pulida (Almizaraque 1).
nos, en las piezas dibujadas y numeradas de la Casa 1, el número 21 corresponde a otra pieza también ósea (formalmente muy diferente). En el Archivo Taracena se relaciona su entrada como perteneciente a la Casa 1. Por otro lado los ídolos de las Casa 21 pueden ser los que figuran en esta y en las numeraciones del croquis de la Casa 21, el nº 21 corresponde a un radio y no a una falange. Así pues, la adscripción concreta de este conjunto nos es bastante dudosa, pero lo más probable es que corresponda al conjunto de ídolos de las “casas” 21 y 30. Para otros casos dentro de este confuso conjunto asignado a la “Casa 1”, el Archivo Taracena nos es de poca ayuda, ya que apenas se especifica el material y no parece documentarse todo en ese momento. La Casa 2 podemos situarla en uno de los planos de Siret, delimitada por un muro en ángulo. La grafía parece más bien indicar un 21, pero esta estructura (“Casa 21”) está representada en un plano posterior, al norte del yacimiento y los datos del plano parecen corresponder con los materiales asignados a dicha “casa 2”. Según los datos del cuaderno de 1903 había un silo 2, pero además un amplio conjunto de sílex en la base de la zona indicada en el plano y correspondiente a un posible asentamiento paleolítico. Siret, en nota fácilmente distinguible del resto del texto, indica que no encuentra los silos mencionados (p. 23). En el 51
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tro. Destaca la presencia de 2 vasijas horno y una pieza dentada sobre esquisto. La industria lítica es muy numerosa, pero no hay apenas industria ósea, únicamente se recogió un pequeño bastoncillo de concha y un fragmento de posible colgante. La Casa 6 se dibuja en el Cuaderno de 1903 como un silo de 123 cm de diámetro en la base y estructura botelliforme. La industria ósea se compone de un pequeño pero variado conjunto de útiles. Entre la “Casa 6” y la “10”, se dibujan otros dos silos sin referencia, según esto y a tenor de las múltiples estructuras sin numerar en el primer plano de Siret, debe tratarse también de este tipo de estructuras. Posiblemente se trataba de pequeños hoyos sin mucho material en su interior. De la Casa 7 no hemos encontrado ninguna información específica, ni en los cuadernos, ni entre los materiales. Lo mismo puede decirse para la Casa 8. Los materiales líticos de la Casa 9 se encuentran muy golpeados o son meros fragmentos. Hecho que se repetirá en muchas de las hachas de este yacimiento. Las piezas de hueso son escasas y también presentan una elevada fracturación. De la Casa 10, se recoge alguna confusa referencia en la p. 120 del Cuaderno de 1903, así como dibujos de materiales (pp. 134 y 135) entre los que destaca un gran recipiente de piedra que Siret pone en relación con un posible horno según los datos del Cuaderno de 1903. En la “Casa 10” aparecen así mismo, algunos ejemplos de moluscos de agua dulce. La asignación de los materiales óseos es, como en otros casos, confusa. Dichos materiales podrían corresponder a esta estructura tanto como a la 12. No tenemos datos sobre la Casa 11 a la que están asignados materiales interesantes pero de difícil atribución. A la Casa 12 hay asignado un pequeño conjunto de materiales que, como decíamos más arriba podría quedar complementado con los asignados de forma insegura a la estructura 10. Los materiales asignados a la Casa 13, se limitan únicamente piezas óseas (3 de ellas trabajadas), que como en casos anteriores plantean problemas de atribución, pudiendo corresponder a la estructura 15. La Casa 14 parece corresponder a un esquema de la página. 139 del cuaderno de 1903. La Maison 15 como decíamos más arriba, queda reflejada en el primer plano de Siret, donde podría hacer referencia a más de un silo. También hay una referencia a la “Casa 15” en la página 139 del Cuaderno de 1903, donde se dibuja la estructura botelliforme de un gran silo. Más adelante, en la página 145, en la que Siret se hace cargo directamente del cuaderno, vemos dibujos de tres silos comunicados entre si que deben corresponder a esta “casa 15”. Se dibujan también en el cuaderno, materiales metálicos que no hemos podido localizar o reconocer dado su estado de conservación.
FIGURA III.9.–Ídolo oculado en alabastro gris (Almizaraque 3a).
FIGURA III.10.–Fragmento de vasija-horno (Almizaraque 5).
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La Casa 19 aparece representada en varios planos de Siret, uno de ellos publicado por Delibes et alii (1986: fig. 1a), así como en la p. 147 a 163 del cuaderno de 1903. Parece tratarse de una verdadera casa con un hogar interior y un posible silo cortando uno de los muros de la misma. Siret toma varios apuntes estratigráficos difíciles de interpretar pero parece tratarse de un acúmulo de crecientes como el de la “Casa 1” (Siret habla de “four de cornes”) rodeado por grandes huesos que se clavan en la tierra un nivel por debajo de los crecientes (“7 os debout”), en forma de poste (ver fig. IV.61). Dichos huesos clavados conforman un espacio elíptico bajo los crecientes. A juzgar por el corte a escala 4/50 y por la “vue del os B”, parece reconocerse al menos un húmero y una tibia correspondiente a un herbívoro de gran talla (caballo, vaca, o ciervo), aquí Siret habla ya de “os-piquets”. Entre los materiales asignados a esta estructura hemos encontrado un fragmento de tibia distal de ciervo que puede ser el que Siret marca con una “C” en uno de los cortes dibujados. Otros fragmentos son más difíciles de identificar pero podrían corresponder a otros
FIGURA III.11.–Punta de flecha de sílex (Almizaraque 19).
La Casa 16 se indica en el plano bordeada por un muro de piedra. En el cuaderno de 1903, ya con letra de Siret y fecha de agosto de 1905, se dibuja la estratigrafía del muro representado en el plano. Los materiales estaban almacenados con referencias que marcan divisiones que pudieran diferenciar zonas o niveles, pero son poco claras. Para la Casa 17 Siret menciona 3 silos y dibuja 3 secciones, recogidos en las primeras páginas del cuaderno de 1905). También está representada en el plano general. Parece considerar las dos primeras estructuras como silos y la tercera como casa. En el segundo silo indica la presencia de huesos de vaca y perro, en este caso debe tratarse de restos no modificados, pero en cualquier caso no se encuentran entre los materiales asignados a esta (estas) estructura (s), a excepción de una esquirla de diáfisis que si podría corresponder a la primera especie. En la casa 17 hemos encontrado placas de yeso y una fina placa de piedra recubierta de polvo de yeso. Siret dibuja una “pierre avec plâtre” en un croquis del horno de la Casa 18. Dibuja en ese mismo horno “caillous, pelotes d’argile et ossts., enfoncés dans les parte carbonise”. De la Casa 18 se recogen varios cortes estratigráficos y unas notas entre las páginas 166 y 175 del Cuaderno de 1903. Podría tratarse de la estructura indicada con el 18 en la esquina superior izquierda del primer plano. En otros planos se indican hasta 3 silos, un muro, y un horno. Entre los materiales conservados destaca un vaso trigeminado (reconocible en la estratigrafía) y una vasija horno. Entre los materiales asignados a esta estructura figuraban algunos ídolos, uno de ellos sobre radio. Aunque se indica la existencia de ídolos en uno de los cortes de la “casa 18” (Cuaderno de 1903), la mayoría deben corresponder a la “casa 21”, si bien, hay que tener en cuenta que la separación entre una y otra no es muy clara.
FIGURA III.12.–Fragmento de alabarda de sílex (Almizaraque 19).
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restos representados. En un caso se conservan en el hueso cristales que tal vez se relacionen con los restos de yeso que Siret indica alrededor de un fragmento. Por las indicaciones parece que en algunos casos no quedaba el hueso en sí, sino su huella hueca y alguna pequeña porción. Falta la pieza a la que dedica más atención, el hueso B o b, (no queda claro si es el mismo), en el dibujo general parece un húmero y en el de detalle parece más bien una tibia proximal. En un extremo parece clavarse una lasca de sílex con restos de cobre. El húmero o tibia está trabajado en forma apuntada, parece cortado literalmente por un fragmento de asta o cuerno, aunque lo que realmente “corta” es el hueco dejado por la desaparición del hueso. Otro “Os piquet” dibujado en detalle (tal vez el fragmento de tibia distal que conservamos) parece igualmente atravesado esta vez por un “epingle” de cobre. En otro corte podría estar representado el fragmento de hueso plano conservado. Identificar el sentido de esta estructura es difícil, pero parece tratarse de algún sistema de sujeción (ver fig. IV.62). A esta estructura se superpone la que Siret llama “horno de cuernos”, formado por el conjunto de crecientes, como decíamos, similar al documentado en la “Casa 1” y en El Malagón (Navarrete, s.f.: 104). Con respecto a otros grupos de materiales detectados, hay que destacar la abundancia relativa de la cerámica, que esta ausente o bien es escasa en otras estructuras. La Casa 20 se recoge en las primeras páginas del Cuaderno de 1905, así como en los planos y notas que acompañan al material En uno de los planos se dibuja una estructura semicircular con esta numeración. Dentro de esta posible cabaña circular, Siret dibuja otras ¿dos / tres? estructuras encadenadas. Estamos según Siret ante un: “four de reduction de cuivre”. Junto a las piezas conservadas se encontraron notas breves de Siret que indicaban: “Mur de 20. Plus recent que les idoles”. “Niveau sup. C.20”. “silex ovale niv. De 20”. Entre los materiales destacan los fragmentos de mineral y escoria, con varias etiquetas tanto de Siret como de Flores haciendo referencia al horno de cobre. El sílex, presenta una fuerte alteración térmica y materiales que se han visto teñidos por el contacto con el metal, como es el caso de la fauna. Entre los restos metálicos se encontró un fragmento de Unio-Anodonta con restos de cobre y fuerte alteración térmica. Además de estos restos, otros materiales podrían corresponder a los restos propios de una vivienda, si bien son escasos. La Casa 21 podría corresponder a una verdadera casa. Aparece dibujada en el extremo inferior de uno de los planos de Siret sobre Almizaraque, quien también dedica las páginas finales de su cuaderno de 1903 y un croquis de un enlosado en las primeras páginas del Cuaderno de 1905. El enlosado, al pare-
cer, estaba debajo de la estructura de horno de la “Casa 20”. En la Casa 21 destaca la presencia de cerámica enchinada, campaniforme, grandes fuentes junto a una industria lítica de cuchillos, raederas, perforadores, hojitas, etc. En el cuaderno de 1903 recoge el conjunto formado por los huesos decorados. En este grupo de ídolos se localizaron los oculados sobre huesos largos, ídolos falange, ídolo sobre costilla, “Sandalia” y asta decorada. De la Casa 22 no hemos encontrado referencia ni en los planos ni en los cuadernos, ni tampoco hemos podido encontrar material alguno.
FIGURA III.13.–Falange de équido modificada (Almizaraque).
De la Casa 23 tampoco se han encontrado referencias y se conserva un pequeño conjunto de piezas, entre las que destaca un pasador de hueso. La Casa 24 figura en uno de los planos y se cita junto a la casa 26 en una estratigrafía del cuaderno de 1905, en esta última, Siret dibuja un muro de piedra con alzado de tapial. Parece reflejar la existencia de varios niveles de habitación y corresponder al menos a una casa. En uno de los planos se recoge en su extremo superior derecho la Casa 25. Siret indica un hogar y un posible muro en su entorno, por lo que podríamos estar ante una verdadera casa. Se indica así mismo el hallazgo de un elemento óseo indeterminado. También en el Cuaderno de 1905 se recogen datos de esta estructura, si bien no son muy claros. Dibuja con fecha 10 de enero de 1906 el croquis de una estratigrafía sin indicación de materiales. La industria ósea es propor54
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esta estructura, destaca la abundancia de puntas de flecha de silex, fundamentalmente de base cóncava y sobre todo, una pieza que resulta muy interesante, la repetición del tipo en metal. En su publicación póstuma, Siret habla de “un taller donde se trabajan las puntas de flecha de sílex” (1948: 121-124), basándose en la presencia de fragmentos de flechas rotas, piezas inacabadas y otras de “buena factura”, “millares de piezas de sílex atípicas” así como posibles útiles para su elaboración. No indica la estructura a la que se refiere, pero posiblemente se trate de esta “Casa 28”. De ser así, pertenecerían también a esta estructura dos pequeñas láminas de oro batido, que desgraciadamente no hemos podido localizar. La Casa 29 se indica en un plano atravesada por una trinchera. Asociada a la rotulación de dicha casa, sólo se aprecia una línea de muro y la siguiente indicación: “huesos pint. a 1,2º prof. Puaz. a 0,35”. En la página de 11 de abril de 1932 del cuaderno de 1905, Siret dibuja una estratigrafía de la Casa 29, indicando la presencia de huesos decorados a 0,90 m de profundidad, a los que se superponen “t. negra con carbón y barro calcinados”. ¿Son los oculados que conservamos?, ¿tenían restos de pintura en el momento de la excavación?
FIGURA III.14.–Vaso geminado (Almizaraque 25).
cionalmente muy abundante. En los grupos de gasterópodos perforados, destaca su conservación junto a otros ejemplares no perforados que podrían constituir una reserva de material para su transformación. De la Casa 26 sabemos que se encontraba bajo las estructuras 24 y 25. Figura en el primer plano y en un croquis de la estratigrafía en el cuaderno de 1905. La Casa 27 se indica en el primer plano junto a un muro. Sin datos en los cuadernos. Siret indica que está medio metro más alto que el cortijo. Por encima debe situarse el suelo de la Casa 28. Otra indicación con referencia a la Casa 27 es un puñal de cobre que sitúa en el mencionado plano. Unos restos humanos no han podido ser asignados con seguridad a esta estructura. Se trata de dos incisivos. La Casa 28 se indica en el primer plano sin referencia estructural clara. Sin datos en los cuadernos. En el plano, Siret hace hincapié en la presencia de puntas de flecha. Señala su aparición a 1m de profundidad, dibuja una de ellas e indica que la “Casa 28” está 1m más alta que la 27. Una nota de Flores que acompañaba al material, da indicaciones similares. Entre los materiales de
FIGURA III.15.–Núcleo de laminitas (Almizaraque 26).
FIGURA III.16.–Oculado sobre radio de Ovicáprido (Almizaraque 36).
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La Casa 31 podemos situarla gracias al segundo plano y figura igualmente en el Cuaderno de 1905. Se conservan pocos materiales con referencia a esta estructura. Podría corresponder a una verdadera casa. Una etiqueta manuscrita de Siret, señala la existencia de materiales entre la Casa 31 y la Casa 32. Ciertamente en el plano y en el Cuaderno de 1905, se recoge el mismo dibujo de un fragmento cerámico, que desgraciadamente no corresponde a los dos fragmentos cerámicos que acompañaban a la etiqueta conservada, aunque existe la posibilidad de que el dibujo sea un esquema que permita identificar visualmente en el plano un fragmento cerámico cualquiera. La etiqueta dice: “Entre 31 y 32 más profundo que el asiento de la pared de 31 más alto que techo de 32”. No se conserva industria ósea asociada a esta estructura. La Casa 32 debió ser atravesada por un corte que Siret abre al sur de la Casa 29 y que atraviesa también la “Casa 30”. Está documentado tanto en los planos, como en el cuaderno de 1905 (fechado el primer dibujo referente a la estructura en 21 de abril). Figura como silo, bien delimitado y localizado a partir en uno de los planos, pero en uno de los croquis del Cuaderno de 1905, Siret habla de un arco de bóveda de horno y fragmentos de arcilla calcinados “... pero que parecen venir de otra parte...”. El borde externo que se dibuja en los planos para esta “Casa 34” podría hacer referencia a una estructura diferente a la observable en otros silos. La Casa 33 figura en los planos sin delimitación precisa y parece estar cortada por dos sepulturas visigodas. También se recoge en un pequeño croquis en el Cuaderno de 1905. Se realizó un análisis de semillas pertenecientes a esta estructura, pudiéndose identificar Triticum aestivum y Hordeum vulgare var. (Delibes et alii, 1994: 249). En esta Casa 33 se recuperó un interesante conjunto de materiales, por lo que al presente estudio se refiere destaca la presencia de un afilador. La Casa 34 no figura en los cuadernos, pero si en los planos, atravesada por una trinchera y con posibles agujeros de poste. No es posible conocer su carácter ante la falta de delimitaciones, pero la presencia de postes podría hacer pensar en una verdadera cabaña, si bien el material que actualmente podemos asociarle es muy escaso y no figura industria ósea entre el. La Casa 35 no figura en los planos y sólo tenemos una pequeña referencia en el Cuaderno de 1905. No obstante a través de la referencia del cuaderno, podemos situar esta estructura entre la estaca 16 y la 9, así pues entre la Casa 31 y las “obras de cal”, algo más al sur. No sabemos a que corresponde exactamente esta “casa”, pero al parecer, Siret identificó restos de cobre entre 0,50 y 0,70 m de profundidad. No parece haber proporcionado nada más, o al menos no se conserva. Lo mismo ocurre con la siguiente estructura, la Casa 36, de la que no encontramos referencias. De esta estructura se realizó un análisis de semillas iden-
Mediante una etiqueta con la referencia “casa de lo alto en la Era” atribuida a José Flores (hijo de Pedro Flores) Kenia Muñoz durante un trabajo preparatorio para la realización del inventario, clasificó los materiales encontrados en el mesetón central de la Sala 7 del Almacén Norte del MAN, como pertenecientes a la Casa 30. El término “Era” se pone en relación no con el yacimiento Neolítico de Palas-Era, si no con una era situada en lo más alto de Almizaraque. La falta de una referencia numérica se explica en la realización de un sondeo durante la primera campaña de excavación del yacimiento entre 1905 y 1906. La excavación de esta estructura no se retomaría hasta 30 años después. En los planos y cortes estratigráficos se indica “corte de excavación anterior”, junto a la referencia de las Casas 30 y 32 (limítrofes entre si). Por otro lado, la “estaca 1” está bastante próxima (en la “Casa 33”). Que los materiales correspondientes a esta estructura se recuperasen en dos momentos temporales alejados, explicaría problemas en el almacenamiento de los mismos. Así, creemos reconocer en el croquis del 4 de abril (Cuaderno de 1905), ídolos de piedra (betilos) dibujados también en las primeras páginas del Cuaderno de 1903 y actualmente almacenados con los materiales de la Casa 3. Los materiales que corresponden a dicho conjunto son abundantes y no exentos de problemas. Podríamos destacar la presencia de un brazalete de mármol inacabado, fragmentos de coral blanco y rojo, moledera de cazoleta en micaesquisto rojizo y sobretodo un fragmento de barro endurecido con impronta de algún tronco y restos de un recubrimiento ¡vidriado! Esta última pieza podría corresponder las referencias de los dibujos referidos a la Casa 30, en las que se menciona “barro calcinado”. El resto de los materiales que catalogamos en esta estructura 30, plantea menos problemas. Encontramos referencias a la “Casa 30” en las páginas del Cuaderno de 1905, desde 23 de marzo de 1932 y en el uno de los planos de Siret. Los dibujos del cuaderno pueden relacionarse directamente con las indicaciones del plano, si bien, no hay una estructura clara. En los distintos planos y alzados del Cuaderno de 1905, destaca la presencia de dos recipientes cerámicos enteros. Según la nota de 23 de Marzo de 1932, Siret duda de si contenían o no semillas. No se pudo localizar estas piezas entre los materiales de este conjunto, pero puede tratarse de los dos recipientes almacenados entre los materiales de la “Casa 28 ó 29”. En la Casa 30 volvemos a encontrar un importante conjunto de huesos decorados. Como ya se mencionó al atender a la estructura 21, algunos de los ídolos asociados a otras estructuras, podrían corresponder también a esta “Casa 30”. En el croquis del Cuaderno de 1905, vemos planta y alzado del área en la que se encontraron los ídolos, al parecer asociados a dos recipientes cerámicos, pero en el exterior de los mismos. ¿No estaban dentro o han caído de los recipientes? 56
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tificadas como Vicia faba var. minor (Delibes et alii, 1994: 249). Se conservan muy pocos materiales pero dos son oculados sobre radio inacabados o muy degradados. Tampoco la Casa 37 figura en los cuadernos, pero si en los planos, en los que Siret la documenta como “Casa-silo”. Conservamos de ella 3 fragmentos de vasija horno con restos de cobre adheridos a su interior. La Casa 38 aparece en los planos y en varios cortes estratigráficos, fechado el primero a 30 de mayo, sin referencias claras. Corresponde al parecer a una verdadera casa de la que se conservan bastantes materiales. A diferencia de otras estructuras, esta ha proporcionado bastante cerámica, entre la que destaca un recipiente indeterminado con enchinado (con paralelos entre los materiales que conserva el Museo de Terrera Ventura), una cazuela carenada, un pequeño vasito, similar a los de los enterramientos de Purchena, que se conserva completo. Parece tratarse de cerámica de cocina, de almacenamiento y vajilla de uso individual, así como un buen número de pesas de telar y crecientes. Como en otras ocasiones, se documenta un hacha con múltiples fracturas y levantamientos. Es también destacable la presencia de una moledera para ocre.
FIGURA III.18.–Prisma (Almizaraque 39).
como 3 posibles hoyos. Siret, en este mismo plano, indica la existencia de dos capas con restos de cobre y un punzón, que debe ser el que conservamos. Un paquete preparado y rotulado por Siret, como Casa 39, recoge una muestra de la capa de mineral de hierro que se indica en el croquis del cuaderno. A juzgar por los materiales conservados, las notas sobre ellos y ante la falta de delimitación, no creemos que la Casa 39 sea una verdadera casa, sino un área amplia en la que se superponen materiales de diferentes épocas. Se conservan cuentas de variscita, muy similares a las de La Encantada, si bien estas no se mencionan en el manuscrito del Libro de los Análisis. Así mismo tenemos en esta estructura, un prisma de cristal de roca, fragmentos de cerámica campaniforme y un plato de borde biselado. Es destacable la presencia de estilos campaniformes muy diferentes y junto a ellos un brazalete de mármol. Uno de los fragmentos cerámicos, tiene unas indicaciones escritas a lápiz por
FIGURA III.17.–Fragmento de cerámica con incrustaciones de cuarzo (Almizaraque 38).
En una nota de Siret conservada en el de la caja dice: “Almizaraque Sepultura de niño prof. 0,50 a Levante de Casa 38”. En la caja se conserva en efecto el cráneo fragmentado de un niño y láminas de cobre y de hierro. Posiblemente se trata de un enterramiento de época romana, a los que tal vez pueda asociarse un fragmento de sigillata, conservado con los materiales de la Casa. La Casa 39 aparece en los planos y en un corte estratigráfico junto al muro de la casa 38. En ella Siret indica la presencia de 4 postes que delimitan un espacio cuadrado de carácter indeterminado, así
FIGURA III.19.–Fragmento campaniforme (Almizaraque 39).
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pulida (notas de Siret sobre las propias piezas). En otras páginas del cuaderno de 1905, Siret dibuja una estratigrafía de un silo que indica como “Casa 41”, pero no indica ningún material dentro del silo. Así pues, en la zona denominada “Casa 41” había al menos un silo, pero no podemos asegurar que los materiales procedentes de esta denominación correspondan en su totalidad al interior de dicha estructura. Probablemente, las hachas y el percutor aparecieron en el interior del silo, pero el resto de los materiales podían muy bien proceder del terreno circundante.
FIGURA III.20.- Cuentas de variscita (Almizaraque 39).
Siret, desgraciadamente difícil de leer completo, pero con referencia a la segunda trinchera. Así pues los materiales pueden recorrer a lo largo de la trinchera un espacio más largo de lo inicialmente esperado para la “Casa 39”. A partir de la Casa 40 los problemas de atribución e individualización de estructuras han aumentado y sólo podemos decir con cierta fiabilidad, que los materiales comentados a continuación, corresponden al cuadrante norte del yacimiento, donde la concentración de silos parece ser menor (unos 10) y donde las excavaciones recientes parecen situar unas 5 casas (Delibes et alii, 1985). De la Casa 40 se conserva una mayor cantidad de materiales. La referencia a esta casa se puede encontrar en dos de los planos. Parece tratarse de una estructura pequeña, ¿un silo?, pero en ella Siret debe incluir materiales externos a dicha estructura. En el cuaderno de 1905, se inician las notas con fecha 21 de junio de 1932. Se trata de un corte estratigráfico, pero no podemos relacionarlo con las piezas conservadas. En el corte estratigráfico que dibuja Siret en esta zona, se indica en el espacio (no delimitado) de la “Casa 40” un “hacha de cobre partida”, seguramente la pieza que se exhibe en el Museo en la Vitr. 6 de la Sl. IV y que se conservó con los materiales de la Casa 41. En las referencias de los restos de mineral recuperados por Siret, éste hace mención a una casa 40 A y otra 40 B. Entre los fragmentos de cerámica conservados destaca la presencia de cerámica incisa. Hay una gran variedad de puntas de flecha, tanto en lo que respecta a la forma, como a la tecnología empleada. Algunas son muy planas con retoque bifacial cubriente, mientras que otras presentan secciones muy gruesas y toscas. Tipológicamente también presentan grandes diferencias. Parece tratarse de un espacio de talla, ya que se conservan abundantes debris. Dentro del conjunto de industria lítica, también se recuperaron hachas, 2 cuentas verdes (variscita) y un fragmento de recipiente de mármol. Restos óseos de fauna correspondientes en su mayoría a dientes, calcáneos, falanges y astrágalos; zonas pues poco cárnicas. La Casa 41 queda cortada por una trinchera, en la que realmente lo que Siret parece dibujar son dos silos geminados, con un recubrimiento indeterminado. La referencia a dichos silos se encontraba también junto a los materiales conservados de piedra
FIGURA III.21.–Cerámica con decoración incisa (Almizaraque 41).
En esta estructura destacan un fragmento de cerámica incisa, similar a la observada en la Casa 40, pequeños fragmentos de ámbar, así como la presencia de dos piezas metálicas muy interesantes. Se trata de un cincelito fracturado y pegado sobre si mismo y de un hacha en las mismas circunstancias, a la que se hace referencia más arriba. La inutilización de estos materiales es necesariamente voluntaria dada la temperatura requerida para alcanzar la fusión de estos fragmentos (M.ª Jesús Rodríguez de la Esperanza, comunicación personal). Se identificaron semillas de trigo y cebada carbonizadas (Delibes et alii, 1994: 249-250). Hay un número considerable de piezas de industria ósea. De la Casa 42 tenemos referencias en una cajita cuyas piezas no parecen tener problemas de asignación, pero también hay una caja mayor en la que no ha sido posible separar los materiales de esta estructura de las de las “casas” 43 y 44. En esta estructura destaca la presencia de fragmentos indeterminados de lámina de cobre, así como un cuchillo con retoque en ambos laterales y al menos un frente de ras58
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La Casa 44 aparece citada en el cuaderno de 1905, así como en el segundo plano de Almizaraque. Corresponde al momento en el que Siret realiza excavaciones en trinchera. Según el plano publicado por Delibes et alii posteriormente (1996: fig: 1) podría tratarse de una verdadera cabaña. Presenta materiales interesantes como cerámica simbólica reutilizada (el fondo del recipiente original ha sido recortado), cerámica cordada, campaniforme, un posible sesero y entre la industria ósea, un radio preparado para la confección de un ídolo, una punta de canal, un estilete, y las pseudogradinas sobre las que Siret escribe “parva de barita” (óxido de bario).
FIGURA III.23.–Cerámica simbólica recortada (Almizaraque 44).
La Casa 45 no aparece reflejada en las notas de los cuadernos, ni en el plano general, pese a ello, tiene asignado un alto volumen de materiales, entre los que destacan fragmentos de plato, un posible morillo y entre la industria ósea, la abundancia de varillas y una punta de flecha completa sobre asta. La Casa 46 figura en el segundo plano de Siret y en los croquis de las trincheras del norte del cabezo. Según los datos de las excavaciones recientes, podría corresponder a una cabaña, pero conserva pocos materiales. Entre las piezas asignadas a la “Casa 46” destacan un fragmento de cerámica con decoración de pastillas aplicadas, pero no conserva materiales óseos. La Casa 47 no figura mas que en la parte superior de un croquis de las trincheras realizado por Siret en el Cuaderno de 1905. Únicamente tiene asignado un fragmento de diáfisis sin transformación intencional.
FIGURA III.22.–Alabarda de sílex (Almizaraque 43).
pador. Sólo dos piezas óseas, un biapuntado de pequeño tamaño y un colgante de imitación de canino atrofiado sobre concha recortada. Entre los materiales con problemas de asignación destacan crecientes de arcilla e industria ósea, entre la que figura un ídolo sobre radio. En el cuaderno de 1905, Siret dibuja una rápida estratigrafía de la Casa 43, en la que se recoge la delimitación de un muro. Destaca la presencia de dos grandes alabardas de sílex, pesas de telar, crecientes, hachas, puntas de flecha, un abundante conjunto de cuchillos, una vasija-horno y una magnífica punta de canal. En uno de los cortes estratigráficos realizados por Siret en láminas aparte de los cuadernos, hay indicación de un “puñal de sílex”, posiblemente se trate de nuestra alabarda. Si esto es así la Casa 43 estaría bajo el silo 41. 59
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De la Casa 48 tenemos un corte estratigráfico reflejado en el segundo cuaderno de Siret, (el de 1905). En los planos de Delibes et alii, (1996: fig.1) figura una estructura circular con el nº 48.
En principio no encontramos en las Salas de reserva del MAN, ninguna referencia a la Casa 50, pero si había conjuntos con dudosa asignación entre las últimas casas. Según el Archivo Taracena, a esta estructura deberían corresponder un fragmento de punzón de bronce, hojas y lascas de sílex, placa de yeso, punzones de hueso y una cuenta de collar también de hueso. Podrían pues corresponder los materiales en principio contemplados en la Casa 49 y entre las casas 45 y 48. Según esta asignación, la “Casa 50” no presentaría un conjunto de materiales muy amplio, pero entre ellos habría que destacar la presencia de fragmentos de metal y de un alfiler de hueso de cabeza de abanico. Fuera de contexto Un amplio conjunto de materiales permanece sin referencia concreta. En ocasiones sólo sabemos que es de Almizaraque, pero en otras la asignación incluso a este nivel es dudosa, por lo que decidímos no contabilizarlo en este estudio. Un conjunto de piezas no pudo ser asignado con certeza a la “Casa 2”, dudándose su pertenencia entre esta estructura y las nº 9 y 20. Por las características de dichos materiales podría relacionarse con el resto de piezas documentadas en la “Casa 2”, pero no es posible asegurarlo. Destacan especialmente la presencia de ámbar carbonizado y entre la Industria ósea las luria luridae perforadas con diversos trabajos y con presencia también abundante de piezas sin transformación (¿reservas para la fabricación?). Así mismo, Conus, Columbella y Murex con perforación en habitación. En conjunto el volumen de cerámica de la colección Siret es muy escaso, cuando las excavaciones recientes lo citan como el material más abundante (Delibes et alii, 1986: 174), por lo que estaríamos ante una selección (como apoya así mismo la proporción de piezas decoradas). En la industria lítica de piezas talladas, destaca la variabilidad técnica que presentan las puntas de flecha, desde piezas apenas retocadas a cuidados ejemplares de retoque cubriente bifacial, siendo éste uno de los temas que más interesaron a Luis Siret en el estudio de materiales de este yacimiento. Otras piezas sin duda destacadas, son las grandes alabardas de sílex tabular que Siret considera africano y que se documentan también en el Cerro de la Virgen de Orce (Schüle, 1980: lam. 1). Respecto a la lítica pulida, llama la atención el elevado índice de fracturación de las piezas conservadas, que en muchas ocasiones parece responder a una destrucción deliberada. Es interesante la abundancia de punzones sobre fíbula de suido, pudiendo considerar este tipo uno de los característicos en el yacimiento. Lo que también se confirmaría con la presencia del mismo en el ámbito funerario próximo (La Encantada).
FIGURA III.24.–Placa perforada de esquisto (Almizaraque 48).
Los materiales dibujados por Siret son difícilmente relacionables con las piezas conservadas. Las cerámicas se recogieron, pese a ser lisas y poco cuidadas, ya que figuran en el inventario de Taracena, pero desgraciadamente no se han localizado. Junto a ellas se disponen trazos alargados que podrían corresponder al cincel metálico, a las piezas de hueso o a los fragmentos de costilla y húmero, pero es imposible afirmarlo. La referencia a las patellas si quedaría constatada en los restos conservados. La presencia de una placa de esquisto con perforación central (posible brazalete en preparación, o ficha a modo de tapadera) no queda reflejada en la documentación, pero si en el Archivo Taracena, por lo que podría corresponder al primer nivel de la casa o al material de relleno que se indica colmatando la estructura. Entre la industria ósea podemos destacar la presencia de una varilla de escotaduras, un micropunzón y una matriz. De la Casa 49 no tenemos datos en el cuaderno. Podría tratarse de uno de los dos niveles que parecen documentarse en la estratigrafía de la Casa 48, o bien podría ser el último silo dibujado en el cuaderno sin referencia. Los materiales que conservamos con esta referencia no corresponden a los descritos en el Archivo Taracena y si con los datos referidos a la Casa 50. Según dicho archivo, en la Casa 49 sólo deberíamos encontrar 7 lascas, un cuchillo y un fragmento de bronce. 60
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paisaje circundante similar al actual. Se valora la metalurgia como una actividad local de carácter doméstico y se considera que los contactos con el exterior son escasos ya que la materia prima para la elaboración de los objetos encontrados es local. La valoración de la metalurgia en este yacimiento ha sido uno de los aspectos más debatidos como se recoge en un reciente trabajo al respecto (Müller, Rehren y Rovira, 2004: 33-56). Si aceptamos, aún con reservas, los datos que nos proporciona Siret, parece haber una distribución espacial de los materiales con arreglo a una separación de funciones en el yacimiento. Así, por ejemplo en la casa 1 hay más de un centenar de crecientes, en la Casa 28 Siret habla directamente de un taller de puntas de flecha en la casas 21 y 30 hay importantes concentraciones de ídolos, que ya su descubridor calificó también de taller. Es posible que Almizaraque nunca llegase a ser por su tamaño de implantación en el terreno, más que una aldea, pero las características de las industrias que en él se documentan y principalmente la ósea, no concuerdan con la imagen transmitida de un pequeño habitat de economía subsistencial. Consideramos que la industria ósea que se desarrolla en esta aldea, excede las características de la producción esperable en un asentamiento subsistencial, tanto en lo que respecta a la calidad, variedad y carácter de los objetos documentados.
Los materiales recuperados en este yacimiento plantean diversos problemas como hemos venido comentando. A excepción de algunas verdaderas casas y silos documentados con mayor precisión, tenemos un volumen muy alto de materiales considerados como un paquete heterogéneo. Pero, incluso en el yacimiento próximo y de reciente reexcavación, como es Campos, el relleno de los silos proporciona materiales “dislocados”, según sus excavadores (Martín Socas et alii, 1994: 232). ¿Qué sabemos de Almizaraque hoy? Se han dado a conocer datos sobre la composición general de la fauna recuperada en las últimas excavaciones, con predominio de los bóvidos seguidos de los suidos. La caza queda constatada a través de la presencia de lagomorfos y ciervo posiblemente también uro, jabalí, cabra montés y algunas aves (perdiz, paloma, urraca, anseriformes y rapaces). Un aspecto problemático es la inclusión del caballo entre las especies domésticas (Delibes et alii, 1994: 248), cuando en Los Millares sigue considerándose entre las especies salvajes (Driesch y Peters, 1990). La presencia de anseriformes nos habla de un espacio de marisma en torno al yacimiento (Delibes et alii, 1994: 247-253). Pilar López realizó un análisis polínico de Almizaraque en el que consideró la existencia de dos periodos, uno dominado por el Pinus halepensis, con presencia de cereales y leguminosas y un segundo momento en el que el pino retrocede y la vegetación es próxima a la actual (López, 1988). En análisis posteriores se completa este panorama apreciando un progresivo aumento de las especies cultivadas en la fases de máxima ocupación del yacimiento (II y IV) y destacando entre las especies cultivadas habas y cereales (Fernández-Miranda, 1992: 248). Los silos excavados han mostrado la presencia conjunta de trigo y cebada lo que se identifica como un cultivo tendente a prevenir situaciones climatológicas adversas. Según los datos de las últimas excavaciones y siguiendo los estudios de Hoffmann (1988), sabemos que Almizaraque estaba muy próximo al mar. Se describe el yacimiento como un reducto pequeño, con una extensión máxima de 2500 m2, unas 10 cabañas, algunas con zócalo de piedra sin aparente organización en el espacio superpuestas o próximas a un medio centenar de silos de almacenamiento, y con una población estimada entre 50 y 70 individuos. Es un asentamiento neolítico, seguido por otros calcolíticos y al menos una última fase campaniforme. De las 5 fases descritas, Almizaraque II sería el momento de mayor esplendor y también aquel en el que mayor número de objetos óseos proporciona. Con posterioridad a esta fase el poblado se refuerza con una posible muralla perimetral, reduce su extensión y decae (Delibes et alii, 1996: 155-161). Se ha definido Almizaraque como una pequeña granja o aldea agrícola con ganado estabulado y un
Alparatas (Turre) Se trata de dos estructuras (rundgräber) descritas en el Cuaderno 2 de Flores y reutilizadas durante el Bronce Final. De la primera no se conservan materiales anteriores a dicho momento y de la segunda carecemos de suficiente información. Arejos (Vera) Según G. y V. Leisner está en Sorbas, es un dato que toman de Siret (Libro de Sepulturas) pero Flores indica en el cuaderno 2 que está en Vera. Así pues, no está pues muy clara la ubicación. Se trata de un tholos, posiblemente violado dado el escaso material descrito por Flores. Argar (Antas) Entre los materiales de la Edad del Bronce aparecieron restos de otras épocas, si bien carecemos de información suficiente para incluirlo por el momento, en el catálogo. Loma del Arteal (Cuevas de Almanzora) La Loma del Arteal, es un campo de hoyos con viviendas superpuestas Los materiales de este enclave nos definen una ocupación entre el Neolítico Reciente y un Calcolítico Antiguo (Maicas y Montero, 1998). 61
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pero la segunda, más destruida es difícil de asignar, aunque debe tratarse igualmente de una cista. En la primera no se documentó industria ósea, por lo que nos centraremos en la segunda. La cercanía a Raja de Ortega ha hecho pensar que se trate de la necrópolis de aquella aldea. Los hermanos Siret mencionan un punzón de hueso (1890: 48, 18912001: 104), si bien, las referencias no son muy claras y en Bruselas se conservan dos (Deramaix, 1992: 53), de los cuales sólo se dibuja uno (1992: fig. 37 n.º 8). También se mencionan (1890: 47) conchas trabajadas. El punzón representado por Deramaix (1992: fig. 37 n.º 8) podría estar mal asignado a este yacimiento, ya que figura tanto en la lámina 10 nº 51 de Las Primeras edades del metal (1890), como en los dibujos enviados por Luis Siret a su padre en Amberes (Archivo MAN). En la España Prehistórica (1891-2001: lam. 38) también parece haber un error en la leyenda de la lámina dedicada a este yacimiento. La asignación de números intercambia las piezas de Atalaya de Garrucha con las de Raja de Ortega.
FIGURA III.25.–Ídolo cruciforme de El Arteal.
El Arteal, fue excavado por Flores, como lo demuestran las etiquetas encontradas junto a las piezas. Desgraciadamente, la difícil lectura, el estado de conservación y su almacenamiento conjunto nos hicieron perder parte de la información inicial. Posiblemente la existencia de estas etiquetas, más explícitas que las encontradas junto a los materiales de otros yacimientos excavados por el capataz de Siret, sean la causa de no haber realizado, como en otras ocasiones, un cuaderno descriptivo de las diferentes estructuras individualizadas. Sí se conservan, no obstante, algunas notas del propio Siret en el manuscrito para la Historia de Cuevas. Siret hablaba de “pisos de viviendas y dentro de ellos abiertos unos hoyos en forma de Silos de un metro aproximadamente de profundidad y otro tanto de diámetro, menor la boca que es algo más estrecha”. Pudimos documentar en este yacimiento 12 silos, 5 casas (de las 10 mencionadas), 1 enterramiento y material de superficie. En conjunto suponen un total de 2295 piezas, de las que más de la mitad cuentan con una referencia de contexto, aunque ésta no sea todo lo explicita que quisiéramos. Con respecto a la industria ósea, los materiales pudieran pertenecer a más de un periodo siendo difícil su separación. Se localizan predominantemente en los silos, ya que sólo hay un útil claro en la Casa 9. Encontramos tipos de apuntados sobre esquirla de diáfisis y tubulares. A ellos se añaden punzones hendidos sobre metapodio de ovicaprino y una espátula sobre tibia distal (posiblemente uno de los tipos anteriores reutilizado). Por lo que respecta a las conchas, tenemos Glycymeris sp. perforadas como adorno más frecuente, a las que se une un pequeño número cuentas discoidales recortadas sobre concha. También se han recuperado media docena de brazaletes de concha y pocillos para ocre. A estas piezas se suman gasterópodos y escafópodos acondicionado por la abrasión marina.
Loma de Belmonte (Mojácar) Excavado por Flores y recogido en su Cuaderno 24. Por las indicaciones de Flores debía estar próximo al Cabezo de la Mata y al Cabecico de Aguilar. Siret incluye este tholos en sus listas de Bronce Antiguo. Fue dado a conocer por G. y V. Leisner (1943: 59). De sílex se conservan muy pocos restos, únicamente 2 puntas de flecha de base cóncava, un fragmento de cuchillo retocado, 2 ó 3 fragmentos de hojitas y una lasca retocada muy desgastada por el uso. Además de los recipientes cerámicos, hay un pequeño cuenco de paredes rectas de mármol, de 6 cm de diámetro. También en piedra un fragmento de una gran placa de arenisca recortada de uso incierto, fragmentos de otras placas menores de esquisto y yeso así como un brazalete de arquero. Se conserva en los fondos del MAN un interesante conjunto cerámico, compuesto por 23 recipientes completos (o reintegrables) y varios fragmentos de menor tamaño. Se trata de 3 cuencos muy bajos a modo de platillos de diámetros pequeños (entre los 6 y los 9,5 cm), 5 cuencos mayores (en torno a los 15 cm) hemiesféricos o hiperesféricos y 18 vasos altos con variedad formal (perfil en “S”, ovoides, elipsoides achatados, hiperboloides, troncocónicos invasados y exvasados, pseudocarenados, carenas bajas e incluso un carenado doble, con tamaños pequeños y muy pequeños (entre los 4,5 y los 15 cm). Todos alisados o bruñidos con tratamientos de buena calidad. Sólo un fragmento presenta un pequeño mamelón de orejeta. Uno de los cuencos hiperesféricos, el de mayor tamaño, presenta almagre en su interior. Dos piezas presentan decoración campaniforme a peine y un tercero pintura. Hay 10 objetos metálicos, una punta palmela, una lámina doblada y 5 fragmentos de varillas o punzones
Atalaya de Garrucha (Mojácar) Los escasos materiales de este yacimiento se conservan en Bruselas. Se trata de dos sepulturas colectivas, ambas violadas y con un material disperso y poco significativo. La primera es descrita como una cista, 62
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temporal muy amplio desde el Neolítico hasta época romana. Se conserva una pequeña etiqueta metálica escrita por Siret, en la que se hace referencia a un silo, pero no tenemos certeza de que todos los materiales que indicamos correspondan a silos, ni a las fases que nos interesan ahora. Tampoco tenemos seguridad de estar ante contextos de habitación, pero la falta de referencias en este sentido (las sepulturas se indican siempre en la rotulación de las cajas) y la ausencia de restos humanos parecen indicar este aspecto. Conservamos fragmentos de cerámica lisa, uno con un mamelón de gran tamaño y otros elevados. Lascas y hojas de sílex. Un hacha de diorita, una moledera, cantos rodados y una pieza de arenisca que podría corresponder a un brazalete en proceso de elaboración. Un pocillo de ocre (sobre Cerastoderma edule), Glycymeris sp. recortadas y otros adornos sobre soporte de concha que también podrían corresponder a este primer momento de ocupación. Éste es también el caso de varios fragmentos de asta recortada, que se encontraron en el silo 1 indicado por Siret, constituyendo un caso similar al de Terrera de Aljarilla. Hay también restos malacológicos y de vertebrados pero su asignación a una época u otra es por ahora imposible. No obstante, dados los problemas que comportan estos materiales, no podrán incluirse en el estudio.
de cobre y 3 cuentas y una laminilla de oro. Las primeras fueron analizadas por Ignacio Montero, son en todos los casos cobre arsenicado (Montero, 1994: 120). Las piezas de oro son 4, una laminilla y 3 cuentas tubulares. La lámina puede corresponder a la pieza helicoidal que recogen G. y V. Leisner (1943: lam.27 fig.1 nº 2). En su estudio, Alicia Perea (1991: 309) indica la similitud con las huellas técnicas observadas en la diadema de la Cueva de los Murciélagos (Albuñol, Granada), esta autora sitúa ambos conjuntos en el Calcolítico. El cerca de medio millar de restos humanos conservados, está siendo estudiado por Maciej Henneberg, Renata J. Henneberg y Carmen de Miguel de la Universidad de Adelaide (Australia). El análisis de fauna, indica la presencia de cérvidos, ovicápridos, suidos y carnívoros de talla media (posiblemente perro). Faltaría por asignar 6 FIII robustas que podrían corresponder a un ave de gran tamaño. La mayor parte de los restos faunísticos conservados corresponde a fragmentos rodados de Glycymeris sp., que podrían formar parte del túmulo. A ellos se suman, Luria lurida, Columbella rustica y Murex sp. En hueso, dos fragmentos corresponden a botones de perforación en “V” del subtipo en forma de casquete esférico. Entre los apuntados, un pasador y una varilla en mal estado de conservación, así como una lámina.
Loma del Boticario (Turre) Boliche (Cuevas de Almanzora)
En el Cuaderno 2 de Flores figura como nº 2 respecto a Rambla del Jatico y a Loma de la Casa Alta. Siret indica 2 estructuras con este nombre, numeradas como 2 y 3, preguntándose si existe un nº 1. Considera esta estructura Neolítico Reciente. En conjunto el número de materiales es muy bajo, sólo 21 piezas, en las que la industria ósea se reduce a un apuntado. Según los datos de Flores, alguna puede haberse perdido o no haberse llegado a recoger (cuchillos de sílex y recipientes de cerámica), pero en cualquier caso el número de piezas sería muy bajo para las dimensiones de este enterramiento y en relación a otros menores. Flores comenta que la entrada estaba destrozada por lo que posiblemente se había saqueado ya la sepultura. Menciona 30 cadáveres, pero los restos conservados no parecen confirmarlo. Hay que destacar la presencia de huesos largos, ausentes en otros enterramientos.
Las referencias a “Boliche” que figuran en nuestros fondos de reserva son 5: “Loma de Boliche”, “Boliche 14” “Loma de Boliche Solana”, “Boliche Puerto Rico” y “Loma de Boliche Puerto Rico”. Todas con una segunda indicación que es “Herrerías”. Las referencias a “Solana” pueden querer indicar una orientación de ladera sur y Boliche 14, una estructura concreta que por ahora no podemos localizar. La Loma de Boliche fue un área de enterramiento durante el Bronce Final, con posibles elementos de épocas anteriores que pueden responder a un pequeño asentamiento en dicha loma. Flores (Cuaderno V) redacta unas notas sobre este yacimiento en 1907, pero son poco precisas ya que al parecer, no es él quien excava. El estudio de Osuna y Remesal se centró en los materiales orientalizantes de este yacimiento (1981), pero incluyen algunas piezas anteriores, como es el caso de un fragmento de brazalete de mármol. Gracias a Ignacio Montero, pudimos situar BolichePuerto Rico en un frente de ladera unido a la loma de Boliche. El yacimiento fue descubierto durante la explotación de la mina de Puerto Rico. Debe corresponder a “El Boliche” del catálogo de Cámalich Massieu y Martín Socas (1999: nº 80), donde figura como poblado con posibles restos prehistóricos sin asignación concreta en la relación. Su carácter de habitación queda confirmado por las referencias de Siret a silos. Los materiales que conservamos de este yacimiento están muy mezclados, abarcando un margen
Burjulú / Llano del Abanico (Cuevas de Almanzora) Los materiales asignados a estos topónimos corresponden a varias cronologías al estar mezclados entre sí. No serán pues consignados. Caldero de Mojácar (Mojácar) Los materiales de este yacimiento, plantean confusión respecto a los de Cuartillas. El yacimiento se menciona en el Cuaderno XVI y descrito en el Cuaderno 1 de Flores. 63
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ra poligonal simple, un tholos publicado por los Leisner (1943: 78) y finalmente la número 4 difícil de definir pero posiblemente una cámara oval. Pedro Flores sitúa la primera estructura funeraria de este yacimiento a medio km de Cañada Flores al sur y a la misma distancia de Cuartillas al norte. Vuelve a indicar que está a medio km con respecto al mar y a la misma distancia del río Aguas. Sobre el primer dibujo de la sepultura 2, Siret escribió referencias visuales para situar esta estructura. El Llano del Manzano, se encuentra muy próxima al río según Flores, a sólo 150 m. Flores describe la Sepultura 1 como una gran cámara circular simple (6,5 m de diámetro y 1,5 m de profundidad). En la primera estructura hemos podido documentar las piezas descritas y dibujadas por Flores. El grupo más numeroso de materiales está constituido por la industria lítica, que se compone mayoritariamente de puntas de flecha de base cóncava y cuchillos (de tamaño medio y en su mayoría sin retoque). Hay que destacar así mismo la existencia de una punta bifacial triangular cuyo tamaño se aleja de las puntas de flecha, pero tampoco alcanza los tamaños observados en las alabardas (Fig. III.28). Junto al sílex se conservan 4 hachas pulidas de sección plana, un cincel y un percutor-alisador, así como dos prismas de cristal de roca.
Loma del Campo / Llano del Manzano / Campo de Mojácar / Cortijo del Campo (Mojácar) En los almacenes y Archivo del MAN, Loma del Campo figura conjuntamente con Llano del Manzano. En su estudio Camalich Massieu y Martín Socas, sitúan estas cuatro estructuras funerarias y mencionan también la existencia de un poblado muy próximo (Cortijo del Campo) con restos tanto neolíticos como calcolíticos (1999: nº 40 y 52). Flores describe estas estructuras en su Cuaderno 24. Habla en primer lugar de las tres sepulturas de Loma del Campo y finalmente de la Loma del Llano del Manzano, siempre con referencia al Campo de Mojácar, que es el topónimo reflejado en los dibujos, numerados de 1 a 4. La última página de texto de este yacimiento, corresponde además de a la Sep. 4, a la casa 1 de Cabezo de la Mata, así como 2 de los tres dibujos, por lo que pensamos que los materiales de superficie conservados junto a los asignados a las sepulturas, pueden corresponder en realidad al Cabezo de la Mata. Siret consideró Neolítico Reciente la mayor parte del conjunto (estructuras 1, 2 y 3), y situó Llano del Manzano entre los yacimientos asignados al Bronce Antiguo. Las cuatro estructuras funerarias corresponden a una gran cámara de planta circular, una cáma-
FIGURA III.26.–Loma del Campo, sepultura 1. P. Flores (cuaderno 24). Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
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La cerámica presenta una fracturación mayor que en otros conjuntos similares. Se trata de recipientes de pequeño tamaño (diámetros en torno a los 8 cm) a excepción de dos vasos algo mayores y más toscos. La cerámica es lisa salvo tres pequeños fragmentos que presentan decoración incisa. Como elementos de aprehensión / suspensión hay pequeños mamelones de pezón con perforaciones verticales en tres casos y perforación horizontal en uno. Las formas parecen corresponder a pequeñas ollitas ovoides, elipsoides y en “S”, así como a vasos de carena baja. Las decoraciones incisas de los tres fragmentos conservados, son difícilmente apreciables al estar desgastada la superficie exterior. En el primer caso se observa minúsculas partículas de ocre en el interior de las incisiones. Respecto a los restos de cerámica P. Flores precisa que “... la mayoría de ellos se ha encontrado en la parte de Poniente, donde se encontraban entre ellos varios pedacillos de yeso ...”. El conjunto de materiales óseos presenta una cifra muy próxima a la lítica. Destaca la abundancia de restos malacológicos con transformación o utilización, como son las valvas de Glycymeris perforadas y conchas recortadas. Entre los objetos realizados con soporte de hueso, predominan las varillas, destacando la existencia de un fragmento de aguja y perforados sobre colmillo de jabalí.
Flores habla de “... unos 80 cadáveres...”, dato que Siret mantiene en sus “Listas de Sepulturas”, pero el número de fragmentos óseos conservado es sin duda mucho menor. Otras dos cajitas conservan restos de superficie (en un área inmediata a la sepultura 1) y de un posible silo árabe. Destaca el primer conjunto por la existencia de 4 fragmentos de brazaletes de piedra (esquisto y mármol de secciones delgadas) y laminillas. Estos materiales podrían relacionarse con el Cabezo de la Mata. De la Sepultura 2, nos dice Flores que se encontraba a 400 m de la primera descrita, siendo una estructura de falsa bóveda reforzada por un pilar central. Se conservan 4 etiquetas metálicas escritas por Siret (Loma del Campo Mojácar 2) y numerosas etiquetas de Flores, escritas sobre papel de periódico, uno de ellos fechado en 27 de diciembre de 1904. El texto escrito sobre ellas es prácticamente siempre el mismo: “término de Mojácar segunda loma del campo dolmen nº 2”. Los datos y dibujos de Flores, coinciden con los materiales conservados. La cerámica está en la mayor parte de los casos restaurada por Siret, quien escribió sobre las piezas: “Loma del Campo 2. 755”. El 2 debe hacer referencia a la sepultura pero no es fácil averiguar el 755 a que
FIGURA III.27.–Loma del Campo Sepultura 2 según P. Flores (Cuaderno 24). Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
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de profundidad. Siret corrige y repite el dibujo de Flores sobre el cuaderno. La industria lítica está constituida por un conjunto en el que dominan las puntas de flecha. Conservamos 32 puntas de base cóncava, 1 romboidal, 7 puntas de flecha triangulares (algunas con aletas incipientes) y 2 pedunculadas. Según las cifras de Flores, nos faltarían 10 ya que Flores cuenta los trapecios como puntas de flecha. Le siguen en importancia los cuchillos, de talla media ya que las piezas que se conservan integras miden 11,1 cm de longitud, 1,6 cm de anchura y 0,35 cm de grosor y 14,7, 1,6 y 0,4 cm respectivamente. En conjunto las anchuras oscilan entre los 1,4 y 2,3 cm. Los retoques son de uso en la mayor parte de las piezas. A estos conjuntos hay que añadir dos trapecios pequeños (2,1 y 1,9 cm de longitud máxima), 2 hojas retocadas, 4 lascas retocadas y fragmentos de cuarzo y cristal de roca. Sobre piedras pulidas 2 hachas grandes de diorita y un fragmento de placa de esquisto. La cerámica es abundante, tanto que parece llamar la atención de Flores quien raramente la dibuja. Se conservan 30 recipientes completos (restaurados por Siret) y algunos fragmentos indeterminados. Toda la cerámica es lisa, con variados tipos de elementos de aprehensión (mamelón tipo pezón, pezones perforados, lengüetas horizontales, mamelones sobre-
FIGURA III.28.–Olla de Loma del Campo 2.
se refiere. Se trata de un conjunto numeroso del que se reconocen un NMP de al menos 41 recipientes, todos ellos pertenecientes a formas altas y cerradas. Son recipientes de pequeño tamaño con diámetros que oscilan entre los 5 y los 15 cm, a excepción de tres recipientes algo mayores (19, 20 y 22 cm de diámetro). Siendo el valor medio de los recipientes pequeños de 10 cm. Las formas identificadas corresponden a troncocónicos, cilíndricos altos y bajos, así como formas compuestas de cilíndricos, troncocónicos e hiperboloides con base cóncava. Hay que destacar la variedad de elementos de aprehensión / suspensión: pezones, pezones perforados, lengüetas horizontales y verticales perforadas, asas tubulares y mamelones sobre elevados. En dos casos, los mamelones se sitúen en las líneas de carena. La industria lítica es proporcionalmente escasa pero con piezas excepcionales como una alabarda de sílex. Además de esta pieza se conservan 10 puntas de flecha de diversa morfología, romboidales de base cóncava, pedunculadas y de pedúnculo y aletas incipientes (cruciformes). Se conservaba en este conjunto un pequeño trapecio, si bien la pieza presenta una sigla en la que se puede leer “vaciadero”, lo que indicaría su carácter descontextualizado. Sólo se conservan 4 cuchillos de tamaño medio (anchuras entre 1,4 y 1,9 cm), sólo uno de ellos con retoque intencional. No hay útiles sobre piedra pulida. Proporcionalmente más numerosa, la industria ósea de la sepultura 2 está constituida por 44 piezas sobre soporte de hueso y un abundante conjunto de restos malacológicos de difícil determinación, pero también documentados por Flores. Falta en este conjunto, una gradina dibujada por Flores. Entre los huesos humanos hay huesos largos, pero parecen predominar los fragmentos de cráneo, dientes y falanges. Se conserva una gran cantidad de huesos, que Siret atribuía a un centenar de individuos. La Sepultura 3 era una estructura trapezoidal de 2,5 m de longitud y 2,4 m de anchura máxima y 1,1 m
FIGURA III.29.–Sepultura 3 de Loma del Campo según P. Flores Cuaderno 24). Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
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En su plano, los hermanos Siret enumeran varios puntos en los que se han descubierto restos, pero se detienen en la estructura fortificada sobradamente conocida y que consideraron “...une habitation destinée a plusieurs familles” (1891: 172). Las investigaciones posteriores han identificado esta estructura como una barbacana o recinto defensivo interno dentro de un recinto amurallado mayor (Martín Socas y Camalich Massieu, 1986: 184). Los diferentes puntos indicados por los investigadores belgas corresponden en realidad a un territorio bastante amplio. A juzgar por los datos obtenidos en las excavaciones recientes, Campos presenta características similares a las deducibles en Almizaraque, a excepción tal vez de los aspectos defensivos, menos claros en el segundo de ellos. Viviendas realizadas en materiales eminentemente orgánicos, ocupando de un modo desordenado el espacio y con silos de almacenamiento dentro o próximos a las casas. Los materiales de Campos presentan gran relación con los que hemos podido observar en Almizaraque (decoraciones simbólicas con presencia del tema ojossoles en el interior del recipiente, zig-zags incisos, filas de mamelones decorativos, abundancia de crecientes y pesas de telar, ídolos betiliformes con fuertes incisiones, etc.). Esta proximidad, se observa igualmente en la industria ósea. Respecto a ella, los hermanos Siret comentan que es muy numerosa, variada y está muy bien conservada (1891: 174). En el Archivo del Museo, hemos encontrado dibujos de este yacimiento que Luis Siret enviaba a su padre y que éste conservó hasta su muerte. Una de las láminas se centra en los útiles óseos. El equipo de investigación de la Universidad de La Laguna comenta, que mientras Siret documenta mucha industria ósea en este yacimiento, ellos no han encontrado gran cosa (Camalich et alli 1999: 251). Esta misma discrepancia vuelve a repetirse en el caso de Zájara, con restos también abundantes en la colección Siret. Esto puede deberse a las distintas actuaciones que afecten a capas o áreas distintas de los yacimientos. El concepto de abundancia ósea es no obstante relativo y ciertamente nunca es esperable que sea mayor que la lítica o cerámica, pero las piezas documentadas por Siret hablan de variedad, calidad y relevancia en el conjunto.
elevados perforados, asas de cinta verticales, asas tubulares y pseudomamelones). También destaca una pieza con borde sobre elevado. Predominan las formas cerradas y altas. La media de los diámetros máximos es de 12,5 cm, dominando claramente pues, los recipientes pequeños. Se conservan restos de yeso que podrían corresponder al revestimiento de las paredes. Flores habla de 30 cadáveres, pero los restos humanos conservados actualmente, aunque son abundantes, no parecen indicar más de 6 individuos. Pese al mal estado en el que se encuentran los restos, se observan distintos desgastes y edades. Una vez más, se conservan huesos largos, pero predominan los fragmentos de cráneo, metapodios y falanges. La fauna recuperada es muy escasa, tan sólo un fragmento de calcáneo y un fragmento de metapodio de ovicáprido y dos fragmentos de tibia y pelvis de lagomorfo. Los restos malacológicos se limitan a Patella sp. y Glycymeris sp. La industria ósea está compuesta por 4 anillos de nácar (¿Unio/Anodonta?), 1 colgante sobre Glycymeris y dos conchas recortadas. Flores habla de 24 pulseras, suponemos que de concha no localizadas, a excepción de los mencionados anillos. Con soporte de hueso, tenemos punzones hendidos, varillas y apuntados indeterminados y 11 fragmentos de difícil asignación. Todas piezas pequeñas. Como Sepultura 4 (Llano del Manzano), se conserva un pequeño conjunto de materiales que no coincide con los descritos por Flores, pero que en cualquier caso no tenía industria ósea. Los materiales conservados podrían tal vez, corresponder al poblado de Llano del Manzano, pero en su mayoría corresponden al BF, por lo que no nos detendremos en ellos. Campos (Cuevas de Almanzora) Excavado por los hermanos Siret y reexcavado por Martín Socas, Camalich y Acosta. (Martín Socas y Camalich, 1986; Camalich, Martín Socas y Acosta, 1987). Los materiales procedentes de las excavaciones antiguas están depositados en su mayoría en Bruselas, si bien se encuentran algunas piezas en Gran Bretaña, concretamente en el British Museum y el Ashmolean Museum (Martín Socas y Camalich Massieu, 1986: 178-191). Muy próximo a Tres Cabezos (1890: lam. 9), Campos es un poblado situado en un espigón amesetado que domina la vega y el río Almanzora a 110m sobre el nivel del mar (Martín Socas y Camalich Massieu, 1986: 178). Se han documentado diversos silos, seguramente cubiertos por losas (Camalich, Martín Socas y Acosta, 1987: 136). A estos restos calcolíticos se suma una sepultura de la Edad del Bronce. Cuenta con estudios antracológicos en los que se destaca el predominio del acebuche y la presencia de leguminosas (Rodríguez Ariza, 2000: 145-156).
Loma de los Canteros-Montroy (Cuevas de Almanzora) Flores excava en 1907 y sitúa el yacimiento a 1 km de Villaricos. Describe varias casas con materiales romanos. A partir de sus notas no podemos aclarar la existencia de un posible poblado prehistórico bajo los restos romanos, pero a juzgar por los materiales conservados esto es lo más probable. Hay una industria ósea interesante y algunas piezas líticas, pero es difícil asignar una época a estos materiales. 67
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Cañada Flores (Mojácar) Dos estructuras tienen este nombre según las notas del Cuaderno 24 de Flores. La primera puede ser un rundgräber de tamaño limitado. La segunda es una estructura mayor con materiales claramente posteriores. Se trata de estructuras reutilizadas en el Bronce Final que eliminan los restos anteriores. Loma de la Casa Alta (Turre) Excavado por Siret y dado a conocer por G. y V. Leisner. Figura también en trabajos posteriores (Pedro, Dueñas y Ortiz, 1987: 30-52). En el Cuaderno 2 de Flores figura como nº 3 respecto a Rambla del Jatico y Loma del Boticario, por lo que deben formar un conjunto.
Fig. III.31.–Fragmento de mango de inserción lateral sobre asta (Casa Alta) según dibujo de Luis Siret. Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
La fauna únicamente se ve representada en la presencia de una Patella y un fragmento de asta de ciervo recortada. Los restos humanos corresponden a las diferentes partes del esqueleto y se conservan 60 fragmentos. Flores habla de 20 cadáveres, pero a partir de los restos de mandíbula conservados podemos considerar un NMI de 5 individuos. Se aprecian fuertes desgastes dentarios, así como caries. Todos ellos parecen corresponder a individuos jóvenes.
FIGURA III.30.–Punta de flecha de sílex (Casa Alta).
Se trata de una cámara circular de 3 m de diámetro con un pequeño corredor de 1m de longitud y 1 m de profundidad. Flores habla de “unas 8 tazas” y Siret en la Lista de Sepulturas dibuja un cuenco completo y un número impreciso de fragmentos. Se conservan 6 recipientes y éste es el número que tendremos en cuenta. Se trata de piezas pequeñas (entre 9 y 15 cm de diámetro máximo), a excepción de un fragmento cuyo tamaño impide reconstruir con seguridad la forma, pero que podría corresponder a una fuente de reborde exterior mayor de 25 cm de diámetro. Los acabados son toscos a excepción de un recipiente bruñido. Los recipientes identificables corresponden en todos los casos a vasos abiertos y bajos (platos y cuencos). La industria lítica se limita a una punta de flecha de base cóncava y una hoja. En metal se conserva un pequeño punzón, que fue analizado por Ignacio Montero quien determinó su carácter de cobre arsenicado (1994: 120-121).
FIGURA III.32.–Cuchillo de sílex (Loma de Cimbre).
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Flores no menciona la presencia de Industria ósea, pero entre los huesos humanos aparecieron 2 objetos. Se trata de una falange de Equus fracturada (posiblemente en la recuperación), que presenta una transformación mínima, con facetas de abrasión en la cara posterior distal, así como débiles restos de pintura roja y negra. A esta pieza hay que sumar un fragmento de diáfisis de lagomorfo utilizada posiblemente como cuenta, también con restos de pintura y finalmente una pieza controvertida que fue dibujada por Siret en sus Listas Generales de Sepulturas. Se trata de un posible mango de asta de inserción lateral. El dibujo de Siret plantea una reconstrucción difícil de asumir a partir del fragmento conservado. No se indica la presencia de otras perforaciones y pese a no presentar restos de oxidación metálica, no la hemos incluido al plantearse la posibilidad de pudiera corresponder a cachas de navaja, más o menos recientes.
el equipo dirigido por el profesor Fernández Miranda (1987: 31-35). En L’Espagne Préhistorique (1891: 106), Siret ya defiende su contemporaneidad respecto a El Garcel. Se trata de una pequeña ocupación (poca entidad estratigráfica), que ocupó tanto la cima como los aterrazamientos de ladera. La abundancia de improntas de cañas y ramas, lleva al equipo de Fernández Miranda a considerar la existencia de construcciones de cabañas (Fernández Miranda et alii, 1986: 31). Algunas de estas improntas también fueron recogidas por Flores. Los hermanos Siret, señalan la abundancia de cuarzo (1890: 21), pero entre los materiales conservados en el MAN sólo hay un fragmento, posiblemente no llegaron a recogerlo. El sílex es dominante y de buena calidad, con alguna alteración térmica y siempre de pequeño tamaño. En Bruselas se conservan 4 puntas de flecha, pero su atribución a este yacimiento se considera muy dudosa. En los fondos del MAN se conserva sólo 1 fragmento que podría corresponder a una punta de flecha. Esta sería la única punta de flecha con referencia segura, pero presenta una importante fractura y es de tamaño muy reducido (1,1 cm de anchura máxima) por lo que tampoco es una pieza clara, ni fue citada por Siret. Destaca la presencia de 2 trapecios, a los que tal vez podría añadirse una lámina truncada en posible preparación para realizar otro. La industria es mayoritariamente laminar, con 26 hojitas cuya anchura está comprendida entre 0,6 cm y 1 cm. La única no fracturada tiene 2,9 de longitud máxima, 0,8 de anchura máxima y 0,3 de espesor. De ellas 8 presentan retoque. 15 cuchillos pequeños (entre 1 cm y 1,8 cm de anchura). 4 hojas retocadas, una con un filo desgastado por el uso y restos de cobre. A estos materiales podrían añadirse lascas y 3 hojas sin retoque, lascas retocadas, un raspador y un denticulado conservados en Bruselas. En las excavaciones recientes se recuperó otro trapecio (Fernández-Miranda et alii, 1986: fig. 1.k) y varias hojas y hojitas sin retocar. Destaca la relativa abundancia de piedra pulida que se conserva (25 piezas en Madrid y 10 en Bruselas). Entre los útiles en total conservamos 3 hachas grandes y 3 pequeñas, en su mayoría de diorita. Un fragmento de hacha parece haber sido retocado para realizar un cincel, al que se sumarían otros dos, uno de ellos podríamos considerarlo “microcincel” puesto que su longitud máxima es de sólo 3,3 cm. A estas piezas se suma un percutor y una pieza indeterminada multifacetada y con restos de ocre. En Bruselas se conservan 6 fragmentos de brazaletes de piedra calcárea, a los que hay que añadir un fragmento conservado en el MAN que presenta una perforación en uno de los extremos y que está rotulado por Siret como “Cuartillas”. Finalmente 18 cuentas de collar (16 discoidales, 1 bitroncocónica y 1 colgante de doble perforación), todas ellas con restos de cobre, pero Siret no las menciona, por lo que dudamos de su procedencia, además
Charco de la Ciudad (Mojácar) Los materiales y estructuras descritos por Flores en su Cuaderno 23, no corresponden a las épocas estudiadas aquí. En el C XVI, sólo menciona la existencia de molederas. No hay materiales concluyentes, la industria ósea tampoco es muy interesante (sólo un fragmento distal de punzón en mal estado de conservación). Es más probable que todos los materiales correspondan a un yacimiento de la Edad del Bronce. Loma del Cimbre (Cuevas de Almanzora) Sin documentación en el Archivo Siret. Fue mencionado por Pericot (1934: 148). Camalich y Martín Socas, lo recogen en su catálogo a esta sepultura (1999: nº 95). Las prospecciones actuales hablan únicamente de una estructura de enterramiento, pero a juzgar por el tipo de industria lítica conservada (nódulos y núcleos), podría asociarse también a un pequeño asentamiento calcolítico, si bien extrañaría la total ausencia de fragmentos cerámicos. En la industria lítica destacan las 22 puntas de flecha de variada tipología y sólo un cuchillo de talla media. Además varios nódulos y un núcleo sobre lasca. Dos hachas pulidas completan el conjunto, pero una de ellas tiene el término “vague” escrito en el filo. Se conservan dos fragmentos de punzones hendidos en mal estado y un fragmento de colmillo de jabalí. Sólo un resto malacológico de Glycymeris sin perforación. Casi todas las piezas están escritas y numeradas por Siret, algunas fechadas en abril de 1921, pero a falta de otra documentación más amplia es difícil valorar el conjunto. Cuartillas (Mojácar) De este asentamiento se conserva un pequeño conjunto en los fondos del MAN y otro en Bruselas. Fue excavado por Siret (1890: 21-22) y posteriormente por 69
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la tipología del colgante también puede ser posterior. Las excavaciones recientes han proporcionado 6 molederas (activas y pasivas), fragmentos de hachas y cinceles, un percutor y varios fragmentos más de brazaletes de caliza. No se conserva en el MAN ningún fragmento cerámico, pero sí en Bruselas. Se trata de un fragmento con decoración incisa y dos fragmentos de improntas seguramente de construcción. Según el manuscrito de L’Espagne Prehistorique, había al menos otro perteneciente a un mamelón de orejeta con doble perforación. En las excavaciones recientes se ha recuperado un abundante conjunto de fragmentos decorados tanto en relieve como con decoración incisa, impresa y en un caso con pintura y se han podido identificar formas correspondientes a fuentes, cuencos simples, ollas y orzas, así como queseras. Entre los materiales de la Colección Siret sólo hay un objeto metálico, se trata de una sortija de bronce, posiblemente, una intrusión posterior como ocurre con otros materiales metálicos recuperados en los trabajos recientes (Fernandez-Miranda et alii, 1993: 72). Los mismos resultados se obtuvieron del análisis de una cinta en las excavaciones recientes. Igualmente estos autores mencionan la existencia de una punta Palmela en una colección local, recogida en las laderas de este cerro. Los hermanos Siret indican la presencia de 3 fragmentos de oligisto y lo relacionan con los aparecidos en El Garcel (Siret 1890: 22). La industria ósea conservada en los almacenes del MAN atribuida a Cabezo de Cuartillas está constituida por una punta de canal fragmentada, una clavija córnea recortada, valvas de Glycymeris sp perforadas y cuatro gasterópodos (Murex) susceptibles de haber sido usados como adornos, dos por aprovechamiento de abrasión natural y dos por perforación. Por lo que respecta a los fondos belgas, hay que señalar un adorno indeterminado en concha quemada (Deramaix, 1992: 59). No se han podido localizar los fragmentos de brazalete ni la cuenta discoidal sobre concha dibujados por Siret (1890: lam. IV y 1891: lam. 38.8 y 38.10). A estos restos hay que sumar 3 punzones indeterminados recuperados en las excavaciones recientes. La punta de canal parece un tipo extraño en fases anteriores al calcolíticas del Sureste, y no es mencionada en ningún momento por Siret, por lo que también dudamos de su adscripción a este conjunto. Podría relacionarse tal vez con una ocupación posterior. No se conservan restos de vertebrados de este yacimiento en la Colección Siret, pero tampoco se han documentado apenas en las campañas recientes, es más, tampoco son abundantes los restos malacológicos. Podría existir una segunda fase de ocupación en la que se englobasen las puntas de flecha conservadas en Bruselas, tal vez la punta de canal y con posterioridad la sortija de bronce. FIGURA III.33.–Fragmento de punta de canal (Cuartillas).
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1998: 66). Por su parte Siret, al mencionar este yacimiento lo hace tanto como Diana como Llano de las Herrerías. Habla de casas: “El piso de las casas estaba más profundo que el del terreno natural, por estar este algo trastornado no se ha podido precisar la profundidad exacta pero se puede estimar en un metro aproximadamente.” Hemos podido individualizar 7 conjuntos y cotejarlos con la documentación manuscrita de Siret. No ha sido posible identificar las cerámicas que correspondieron a la Casa 3 y un pequeño conjunto queda reseñado como “Fuera de Contexto” al no poder precisar su relación con el resto de los materiales. Las Casas 1, 2, 5, 6 y 7 contienen elementos que con las debidas reservas podemos asignar a un Neolítico Antiguo. En total conservamos un conjunto de fragmentos y piezas asignables a unos 400 objetos.
Diana (Cuevas de Almanzora) La documentación conservada sobre este yacimiento en el Archivo Siret, se encuentra en el manuscrito inédito “Herrerías: Historia y Geología” Siret describe en él, un conjunto de casas de cronologías diferentes, que clasifica entre el Neolítico Antiguo y la Edad del Bronce. Nos interesan aquí los materiales descritos para todas las estructuras de Diana, excepto la Casa 4, que contiene sólo elementos argáricos, hecho que ya destacó este autor en sus notas. Las etiquetas de P. Flores que acompañaban a los materiales hacen referencia a distintas denominaciones pero siempre con el topónimo “Diana”. En estas referencias se habla por ejemplo de “pozos” o “cocinas”. Este segundo término fue empleado por Flores también al referirse al Arteal (Maicas y Montero,
FIGURA III.34.–Página dedicada a Diana en el Manuscrito de Luis Siret sobre la Prehistoria de Cuevas. Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
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La industria lítica es el conjunto más numeroso, si bien en su mayoría se trata de restos de talla. Siret ya destacó en sus apuntes la presencia de varios raspadores y pequeños cuchillos. A ellos podríamos añadir lascas retocadas y un pequeño trapecio cuyo estado no permite asegurar su carácter. El material pulimentado se limita a una moledera activa, 7 hachas de diorita reutilizadas en algún caso como percutores y brazaletes (6 fragmentos de mármol) en distintas fases de elaboración. Un fragmento de piedra podría corresponder a lo que Siret considera un gran anillo con un diámetro exterior de 34 ó 35 cm y un peso aproximado de 14 kg. A este respecto es interesante comentar el interés que suscitó en Siret la elaboración de dicho objeto. En primer lugar llamaron su atención ciertas lascas similares a buriles, pero “... (cuyos) cortes no tienen la preparación propia de los buriles paleolíticos del auriñaciense (…) dejando en suspenso su clasificación como tales.” (Manuscrito Cuevas de Almanzora, pp. 16-17). Intrigado por este hecho y por el modo en el que se realizó el anillo, Siret experimenta con “…un buril idéntico a los aquí encontrados.” Su conclusión es que estos “buriles” fueron las herramientas empleadas para realizar la decoración de dicho anillo o corona. Y comenta que dado lo laborioso del proceso, debió tratarse de objetos de lujo. Este buril se conserva con los materiales del yacimiento y en él podemos leer una inscripción del propio Siret (fig. I.3). La mayor parte de los fragmentos conservados son de cerámica lisa y formas abiertas. Hay que destacar en este grupo la existencia en la Casa 2 de un gran recipiente de almacenamiento con fondo cónico y de dos fragmentos con asas de cinta y mamelones perforados. Entre la cerámica decorada la más abundante es la realizada a peine, de características similares a las que Bernabeu sitúa en el IV milenio a.C. en Levante (1989: 9) con un total de 12 fragmentos, que podrían corresponder a 3 o 4 recipientes. En la Casa 5 se encontró un fragmento de una olla con mamelón de orejeta y decoración incisa de zig-zags. Por último, destacaremos el fragmento con decoración de cordones digitados de la Casa 7. Prácticamente no hay industria ósea, tan sólo un brazalete de concha que Siret dibujó entre los materiales de la Casa 2 (Manuscrito Cuevas de Almanzora. Así mismo, conservamos dos Glycymeris perforadas con orificios naturales. No se conservan restos de mamíferos, a excepción de una costilla no identificada y parcialmente quemada. Más abundantes son los restos malacológicos (medio centenar) pertenecientes mayoritariamente a Patella sp. y Glycymeris sp. que Siret denomina “fragmentos de pect.[pectunculo] p. [para] cuentas”. Al describir a los pobladores de Diana, Siret dice que son muy diferentes a los “garcilienses”. Por comparación con El Garcel y El Llano de las Palas y La Era, llega a considerar la existencia de dos razas, una paleolítica (los garcilienses) caracterizada por su talla lítica y
otra la de los recién llegados (neolíticos) desconocedores “de este arte”. Encantada, La (Cuevas de Almanzora) En la Documentación Siret podemos encontrar este yacimiento también como Cabezo de la Encantada, Cabecico nº 3 y Llano de las Palas; nos referiremos al yacimiento simplemente como La Encantada. Topográficamente existía poca distancia entre las tres estructuras conocidas, estando situadas una en lo alto del cabezo y las otras dos a sus pies. Las estructuras funerarias fueron excavadas por Flores (Cuaderno I) y documentadas por Siret (Anotaciones y planos). Georg y Vera Leisner sólo recogieron documentación gráfica de la que conocemos como Encantada I (Leisner y Leisner, 1943: lam. 28), así como datos muy escuetos de las otras dos estructuras. M.ª J. Almagro publica un estudio sobre estas tres estructuras (1965). Sus datos no coinciden exactamente con lo que hemos podido estudiar en los fondos del Museo Arqueológico Nacional, siendo el volumen de piezas muy superior al publicado. Las características del material cerámico, en especial, hacen pensar en que la mayor parte del conjunto no debe corresponder a la Colección Siret. Se trata de un alto número de fragmentos de galbo, de cerámica tosca, que como hemos venido comentando hasta aquí, no son habitualmente recogidos por Flores. De este modo, pensamos que estos fragmentos cerámicos pueden proceder de las prospecciones realizadas por M.ª José Almagro, durante el estudio de estas estructuras a mediados de los años 60. Los diarios de P. Flores permitieron comprobar, no obstante, la existencia de un mayor número de piezas procedentes de las excavaciones antiguas, de las que son conocidas y gracias a sus descripciones, es posible asegurar su pertenencia al conjunto. Además, para entender las discrepancias entre el material conservado en el Museo y el publicado, hay que tener presente que hasta no hace mucho, los restos humanos (muy numerosos) no eran apenas explicitados y tampoco se atendía demasiado a los fragmentos cerámicos, ni a la industria ósea. Entre los estudios que Siret realiza de este yacimiento, destaca la atención que presta a las cuentas discoidales de variscita, para las que realiza soportes especiales donde conservarlas. Se trata de una plancha de madera, donde sitúa enganches metálicos en los que introduce cada cuenta con su numeración de referencia. Finalmente realiza un cierre de cartón para evitar la caída de las cuentas al mover el soporte. Este sencillo artilugio, es una de las decenas de embalajes que el autor prepara para conservar correctamente la colección y es posiblemente en estos detalles donde podemos asomarnos mejor a la personalidad del personaje. El soporte que mencionamos aquí concretamente, aún se conserva, pero desgraciadamente ha perdido algunas de las cuentas que almacenaba. Además de su inte72
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saliendo del dolmen que hay en el Cabecico nº 3 de Almizaraque dolmen nº 1”. Flores no menciona estos objetos en sus notas del Cuaderno I. Por ello, ante estos datos, hemos decidido no contabilizar el brazalete, con los materiales del tholos ya que en nuestra opinión debe corresponder a los materiales de los silos o bien, ser material de superficie del yacimiento neolítico, donde son frecuentes. Una pieza de industria ósea conservada en esta estructura, es interesante, pero plantea varios problemas. Se trata de un colgante de perforación sobreelevada. Creemos que puede corresponder a un dibujo publicado por Siret (Siret, 1892: fig. 59 y 1913: lám. IV nº 17). En sus publicaciones, únicamente dice que es un colgante de concha, sin citar procedencia. Si consideramos que La Encantada se excava a finales de 1906, esta pieza no puede aparecer en una obra fechada 14 años antes, o bien hay otra muy similar no localizada, o bien esta pieza no es de La Encantada. Nos inclinamos por la existencia de otra pieza perdida, ya que esta es de hueso y no de concha y porque en Almizaraque hay otra pieza de las mismas características y ello hace que no fuese extraño encontrar este tipo en su necrópolis.
rés por conservar las cuentas correctamente, Siret encarga algunos análisis que se recogen en el manuscrito “Libro de los Análisis”. Sepultura 1 Entre los restos de la sepultura 1 se conservaban materiales romanos: lucernas, terra sigillata hispánica, etc. destacando un collar o pulsera de cornalina y oro. Desgraciadamente la atribución de estos materiales no es segura. En las fichas realizadas bajo la dirección de P. Taracena (1953: 327-344) para Encantada 1, no hay mención clara a elementos romanos ni a oro. Si se indica la presencia de objetos de oro en la sepultura 3, pero la descripción no coincide exactamente con los elementos conservados. Flores no parece mencionar estos materiales por lo que su asignación es dudosa. Respecto al espacio temporal propiamente prehistórico hay que señalar igualmente varias ocupaciones, la más potente se centraría en el Calcolítico, pero puede hablarse también de intrusiones del Bronce Final. Se trata de algunos materiales metálicos y probablemente en relación con ellos, una urna cerámica recuperada entre los materiales del yacimiento contiguo de Las Palas). Por lo que respecta a la industria ósea y como ocurre en Almizaraque, su necrópolis presenta también magnificas piezas de industria ósea. Este aspecto contrasta notablemente con el panorama que ofrecen los yacimientos neolíticos a los que se superponen (Las Palas y La Era), donde dicha industria es prácticamente inexistente. Encantada 1 es pues, un tholos con reutilizaciones posteriores, pero en el que el grueso de materiales consideramos que corresponde al Calcolítico. Un problema podría plantear la conservación en esta estructura de un par de fragmentos de brazalete de esquisto, (uno de ellos publicado por M.ª Jose Almagro). Dichos fragmentos se encontraban en una cajita con el rótulo “Ajuar tumba 1. Saliendo del dolmen nº 1” y con una etiqueta que decía: “Sepultamento nº 1
Sepultura 2 La Encantada 2 es una sepultura imprecisa, estructurada por una gran cámara irregular con soporte central pero cubierta plana, a la que se abren sucesivamente dos pequeñas cámaras circulares en opinión de Flores en distintos momentos. El excavador describe su reutilización y señala alteraciones romanas.
FIGURA III.36.–Plano de Luis Siret sobre La Encantada II. Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
FIGURA III.35.–Punta de flecha de Encantada I.
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FIGURA III.37.–Detalle de uno de los planos de Luis Siret sobre La Encantada. Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
La mayor parte de la industria ósea asignada a esta sepultura se ve levemente afectada por el fuego. No parece tratarse de alteraciones térmicas postdeposicionales, por lo que pudo producirse en este conjunto algún rito de cremación de los cadáveres. Sólo excepcionalmente documentamos piezas calcinadas.
hace Flores de ámbar y de ¿azabache?. Presenta materiales de diversas épocas, pero hay que señalar que las piezas metálicas se recuperaron casi en la superficie. Posiblemente es esta la estructura que representa Siret en el plano de Las Palas. Si consideramos que los monumentos megalíticos pudieron tener una vida muy larga y reutilizaciones en momentos diferentes, podríamos encontrar aquí algunos elementos asignables al Neolítico. Así entre el ajuar de esta sepultura 3 de La Encantada encontramos 4 trapecios y un segmento de sílex, un brazalete de arenisca (o mármol muy degradado) y otro posible
Sepultura 3 La Encantada 3 es una cámara de tendencia circular con pequeñas cámaras adyacentes. Pudo tratarse inicialmente de un rundgräber al que se adosaron las cámaras menores. Hay que destacar la mención que 74
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brazalete o contrapeso. Otros materiales de más difícil adscripción (adornos de concha, útiles de piedra pulida, fragmentos de cerámica lisa) también podrían formar parte de ese primer conjunto de enterramientos. Siret ya puso en relación estos materiales con otros neolíticos del Barranco de las Palomas al comparar los brazaletes de piedra. M. D. Fernández Posse (1987: 78) consideró igualmente la existencia de una fase más antigua en esta sepultura.
En conjunto los materiales óseos denotan una gran relación con los observados en Almizaraque, como veremos más adelante. Loma de la Espesura (Vera) Sin más datos escritos que las escuetas notas de Flores que acompañaban a los materiales, tan sólo podemos conocer la situación del yacimiento a 3 km al sur de Vera. También gracias a esas notas, constatamos la existencia de al menos dos casas. Loma de la Espesura debió ser un pequeño asentamiento reutilizado en distintas épocas. Conservamos dos pequeños conjuntos, uno formado por materiales prehistóricos (desde el Neolítico al Bronce Final) con intrusiones romanas y otro ya plenamente romano. En los fondos de la Casa 1A, conservamos fragmentos de cerámica lisa, cuchillos de sílex, hojitas, lascas retocadas, un perforador, una hachita pulida, un afilador, 3 pequeños fragmentos de brazaletes de esquisto y mármol, dos punzones de hueso y asta, Glycymeris sp. perforadas y restos malacológicos.
Sepultura 4 Durante el estudio del yacimiento de Las Palas-La Era, consideramos la reutilización de uno de los silos abiertos en la aldea neolítica (Román y Maicas, 2002), como ya había sugerido el propio Flores. Se trata del Silo 14, con cerámicas calcolíticas y fragmentos muy deteriorados de huesos humanos. No obstante es una estructura confusa ya que en un reciente estudio Alberto Lorrio ha determinado la existencia de un enterramiento de incineración del Bronce Final. Sepultura 5 Finalmente, la necrópolis de La Encantada debería completarse con la referencia a un Dólmen nº 1, (diferente a la Encantada nº 1). Se trata al parecer de una cámara con un pequeño corredor y un único enterramiento. Los datos con los que contamos son muy imprecisos y los materiales se habían perdido en el momento en que Flores realiza la excavación. Los restos óseos conservados pueden haberse mezclado entre las distintas sepulturas, pero aún así ofrecen algunos datos de indudable interés. Hay una selección anatómica que se limita a la preservación de dientes y huesos apendiculares cortos, como hemos observado en otras estructuras. Los restos identificados permiten hablar de los distintos escalones de la pirámide de población. La presencia de falanges II y III con la epífisis proximal sin fusionar completamente, nos determina individuos jóvenes, en torno a los 15 años (Rivero, 1985). Dato que se corresponde con la existencia de molares emergentes. La presencia de premolares emergentes determina individuos de 7 a 10 años. Tenemos así mismo, incisivos y caninos emergentes que nos hablan de infantiles entre los 4 y 7 años. Los dientes de leche, fijarían edades inferiores a estas. Estaríamos pues ante un grupo de unos 15 individuos, aproximadamente dos infantiles, dos juveniles y unos 11 adultos. Los incisivos adultos (especialmente los inferiores), muestran un desgaste muy acusado que llega a superar la mitad de la corona. Este desgaste parece excesivo en relación al desgaste observado en los molares, por lo que podemos pensar en un probable desgaste motivado por una actividad laboral de sujeción, como podría ser el pelado del mimbre. Dientes además, que por su pequeño tamaño parecen corresponder en un porcentaje importante a mujeres.
Fuente del Algarrobo (Vera) Este yacimiento corresponde a una excavación reciente en la que se ha documentado un poblado Calcolítico. La Industria ósea, tiene al menos un punzón de hueso, pero dado que carecemos de información gráfica no podemos contar con este sitio en el catálogo de yacimientos (Suárez et alii, 1986). Fuente del Lobo (Antas) En una hoja suelta del Cuaderno 1, Flores dibuja y describe los materiales de la Fuente del Lobo. En otras páginas de este cuaderno se describe un yacimiento con los topónimos de Fuente del Olmo y Cruz de Antas. A los datos consignados por Flores se añade en francés (Siret): “une fontaine (Lobo) a 1.000m ...?”. Junto a los materiales, una nota manuscrita de Flores, indica que la excavación se realizó el 3 de abril de 1891. En otra señala que se trata de un cabezo próximo al Barranco de ¿Cojonazo?, a 300 m de La Pernera. En la España Prehistórica, Siret plantea la posibilidad de que este yacimiento de Fuente del Lobo esté directamente relacionado con El Garcel, del que sería la necrópolis. Así mismo señala la existencia de otras tumbas destruidas (1891: 96). Se trata de una estructura rectangular de 1,40 por 1,25 m en la que no se recuperó ningún fragmento de cerámica. En conjunto el ajuar estaba compuesto por 6 trapecios (de los que actualmente sólo conservamos 4), una laminita, 5 lascas y hojas de sílex. De piedra pulida se recuperaron 3 hachas de las que sólo tenemos 2 (una de ellas muy pequeña). Los restos humanos corresponden tanto a huesos largos como a fragmentos de cráneo y dientes. Siret habla de 6 individuos, lo que puede coincidir con los 75
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restos conservados. En este caso presta mayor atención a estos restos. Llama la atención el desgaste apreciado en los incisivos conservados. La industria ósea estaba constituida únicamente por dos punzones tubulares, pero es muy interesante. Por desgracia, sólo se conserva uno de ellos. El punzón conservado, además presenta pérdidas posteriores a su recuperación (falta el extremo distal), ya que sabemos por los dibujos de Siret, que estaba completo. A juzgar por el dibujo se trata de una pieza muy afilada. En la base del punzón un orificio intencional conecta con el canal medular. El Garcel / Aljoroque (Antas) Perteneciente a la colección Siret, éste es uno de los más famosos yacimientos de nuestra Prehistoria, pero en verdad puede decirse que sigue siendo un gran desconocido, ya que nunca se ha publicado pormenorizadamente. El Garcel podría definirse como un campo de hoyos (Blanco Bellido 1996: 9). Presenta dos áreas que el propio Flores individualizó como Garcel I y Garcel II correspondientes a dos pequeños cabezos. Fue excavado por Pedro Flores, quién escribió entre los años 1888 y 1889, 6 cuadernos recogiendo los datos de cada una de las estructuras recuperadas en el yacimiento. La documentación hace referencia a
FIGURA III.39.–Olla de El Garcel.
un total de 232 “hoyos” con más de un millar de piezas, pero la gran parte del material carece de referencia alguna (alrededor de 19.000 piezas). La gran cantidad de materiales “descontextualizados” no nos parece posible que responda a “errores” en la documentación de la excavación por parte de Flores; por el contrario, nos parece más probable que estos materiales respondan a una ocupación carente de referencias constructivas claras y que por ello Flores recogió el material sin hacer divisiones. Esto es también lo que parece desprenderse de los comentarios de Siret sobre el yacimiento (Siret: 1890: 6). Garcel es un poblado constituido por estructuras perecederas excavadas en la roca, con alzados de entramados de madera y cañas recubiertos de arcilla y en cuyo interior se organiza el espacio para un hogar y uno o varios silos. En La España Prehistórica, Siret recoge las primeras noticias sobre este yacimiento (Siret, 1891), posteriormente Gossé publicó los datos de Siret sobre los abundantes silos, así como la presencia de grandes adobes con improntas de caña y postes de madera (1941: 6384). Pilar Acosta retoma las excavaciones en la década de los años 70, pero únicamente se dio a conocer una breve nota en la que se hace hincapié en el mal estado del yacimiento y se defiende una cronología reciente basándose en la presencia de escorias que atribuye a una actividad metalúrgica (1976: 188-191). La gran mayoría de los materiales de este yacimiento se encuentran en los fondos del Museo Arqueológico Nacional, a excepción de un pequeño conjunto enviado por los hermanos Siret a Bruselas1. Además de los datos tomados directamente por Flores y su familia (Herguido, 1994), el Archivo Siret del MAN ———— 1 En Bruselas se conservan algunos fragmentos óseos no trabajados, así como un diente de jabalí con un extremo con muescas y dos cuentas cilíndricas (Deramaix, 1992).
FIGURA III.38.–Lámina de L’Espagne Préhistorique correspondiente a diversos materiales de El Garcel, entre ellos algunos objetos de hueso y concha (1891: lám. 30). Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
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conserva también dibujos originales de Luis Siret sobre piezas y estructuras del yacimiento. Los datos proporcionados por los Cuadernos de Flores, así como las notas de Siret y sus referencias sigladas en las propias piezas, sirvieron para asignar muchos materiales descontextualizados a sus hoyos. No obstante, algunos hoyos aparecieron vacíos en el momento de la excavación, los números 3, 118, 119 y 120. Se ha defendido la existencia de dos fases de ocupación. Algunos autores, entre ellos Deramaix (1992) las clasifican una como Neolítico (la autora habla concretamente de “inicios de la Cultura de Almería”) y otra ya en un Calcolítico pleno. Fernández Miranda et alii (1986) también defendieron la existencia de al menos una fase Neolítica. A juzgar por los materiales conservados en los fondos del Museo, se documenta una potente fase neolítica (industria lítica, brazaletes de piedra, cerámicas de fondos apuntados, asas-pitorro, multiforadas, invertidas, etc.). Junto a estos materiales habría que considerar un grupo menor de adscripción calcolítica. Además hay que valorar la presencia de intrusiones posteriores en un número bajo. Los materiales más significativos de este yacimiento son sin duda los líticos, con un total próximo a las 17.000 piezas. De las cuales la gran mayoría son laminares, destacando la presencia de microburiles, núcleos de hojitas, perforadores, geométricos, etc. Es un hecho destacado a este respecto la ausencia de puntas de flecha (sólo hemos podido documentar una pieza fracturada que presenta un retoque plano bifacial). Entre la Piedra Pulida destaca la presencia de un interesante conjunto de molederas pasivas con cazoletas para la preparación de ocre. También dentro de este apartado y por la especial atención como guía cronológica merecen ser destacados los brazaletes de piedra, si bien no son en este caso numerosos si los comparamos porcentualmente con otros yacimientos del mismo marco crono-cultural. Son de mármol y alabastro y de sección pseudocuadrangular. Sólo se conserva en el total del yacimiento 53 piezas o fragmentos cerámicos de los cuales 19 corresponden a fusayolas y uno es un creciente, lo que nos deja tan sólo 33 recipientes. Pese al desinterés de Flores por estos materiales, sigue siendo un porcentaje muy bajo. Sólo se recuperó un punzón de cobre y restos de escoria, fuera del material asignado a los hoyos. No obstante algunas lascas y hojas sin retoque, del conjunto no asignado a hoyos, presentan restos de cobre. Así pues, podríamos suponer una pequeñísima, tal vez incipiente, actividad metalúrgica. Los restos de vertebrados conservados no llegan al centenar, lo que podemos considerar un conjunto muy escaso en relación al volumen global de materiales. Pese a todo ello, los restos recuperados identificables nos permiten una aproximación a la composición de la fauna que se ve dominada por los ovicápridos (55%), entre los que se puede asegurar la presencia tanto de Ovis aries como de Capra hircus. Este predomi-
nio de oveja y cabra se ve también apoyado en su utilización como soporte para la industria ósea. Tras los ovicápridos se situarían vaca y cerdo. La presencia de perro se ve apoyada además de por los restos de mandíbula recuperados, por las huellas de mordeduras observadas en otros huesos. La presencia de ciervo podría considerarse alta, pero con la muestra conservada las hipótesis no quedan suficientemente contrastadas. Se encuentran representadas las distintas porciones esqueléticas (craneal, axial y apendicular), así como diferentes cohortes de edad, con predominio de adultos y subadultos. Los restos malacológicos son más numerosos y como ocurre en otos casos, más variados que lo que pueda reflejar la industria ósea que los transforma o utiliza. Hemos podido identificar tanto especies terrestres, como de agua dulce, pero especialmente moluscos marinos (Arca, Cerastoderma, Murex, Conus, Columbella, Turritella, Patella, Glycymeris y Luria). La industria ósea de este yacimiento es muy escasa, supone tan sólo un 0,02% del total. En ella también parece haber dos grupos de materiales, pero no tenemos la certeza que permita separarlos. El estado de conservación de la muestra puede considerarse deficiente. Todas las piezas presentan una intensa erosión y aproximadamente la mitad de ellas están cubiertas por una gruesa capa de concreciones de carbonato cálcico. En menor medida se aprecia la acción de raíces en las superficies y descalcificación. No hay piezas realizadas sobre asta, aunque si aparecen restos de esta materia entre los fragmentos no elaborados. Sólo 11 piezas de hueso pudieron asignarse a los diferentes “hoyos” individualizados en el conjunto de El Garcel. Consultada la documentación de los cuadernos de Pedro Flores vemos que algunos ejemplares se han perdido, o más probablemente forman parte del material no asignado a estructuras, pero podemos decir que son muy pocas las piezas que no hemos podido localizar, por lo que la mayor parte de las piezas sin asignación, no debieron corresponder a estas estructuras2. El conjunto total de piezas de hueso localizadas en los hoyos no debió superar los 15 objetos, para un total de 232 hoyos excavados, supone un conjunto realmente exiguo, como también lo serán los restos sin asignación a estructuras. Junto al siempre mayoritario grupo de apuntados, destaca la presencia de piezas como un posible colgante sobre costilla, dibujado tanto por Flores como por Siret, lo que permite saber que se recuperó en mejor estado que el que tiene en la actualidad. Presenta 3 perforaciones, pero actualmente su estado ———— 2 Cotejados los fondos del Museo con la documentación de la excavación, no parecen existir grandes discrepancias, sólo nos faltarían 4 piezas.
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ellas están cubiertas por una fuerte capa de concreciones. Las piezas de este primer grupo, presentan concreciones de carbonato cálcico propias de una mayor exposición a medio húmedo. El proceso de formación de concreciones debió ser muy rápido a juzgar por la coloración muy clara de los huesos (el sedimento no ha tenido tiempo para oscurecerlos). En el segundo caso tenemos piezas con un mayor grado de transformación, con tendencia a la laminaridad, libres de concreciones o afectados levemente, con mayor variabilidad morfológica, y una mejor conservación (a su vez propiciada por el mayor trabajo al que ha sido sometida la pieza). En este segundo subconjunto se encuentran piezas como el biapuntado, cinceles y una espátula de sección plana. Con los datos de los que disponemos actualmente es difícil acotar cronológicamente. La universalidad de los tipos representados, la mala preservación de los soportes óseos, la elevada fragmentación y el escaso tratamiento hace difícil su utilización con este fin. No obstante los dos conjuntos observados en este yacimiento y que pensamos que corresponden a fases diferentes del mismo, no alcanzan ninguno de ellos las cantidades y calidades de los conjuntos calcolíticos de Almizaraque. El subconjunto más numeroso (el que consideramos también más antiguo) puede considerarse paralelizable al observado en un yacimiento fechado y con referencias estratigráficas, como es Cerrro Virtud.
hace imposible asegurar la intencionalidad de las dos mesiales, siendo clara únicamente la proximal. No presenta concreciones, pero el ataque ácido es muy fuerte y las fracturas son múltiples. Su sección es muy delgada (0,2 cm), lo que hace de él una pieza muy frágil. Se aprecian leves áreas con lustre. M.ª Salud Teruel propuso diversas funciones para piezas similares a esta (Teruel, 1986: 17-18), si bien en este caso la fragilidad hace muy improbable un uso práctico. Por lo que respecta a los restos malacologicos, el soporte más utilizado son las valvas de Glycymeris sp., siendo el adorno más frecuente el colgante realizado por simple perforación (en menor proporción se perforaron algunas Cerastoderma sp.). Algunas piezas (una sobre Glycymeris y otra sobre Cerastoderma) no llegan a estar perforadas, sino en proceso de elaboración por abrasión. Estas piezas inacabadas, demuestran la realización en el propio yacimiento. En relación a la escasez de otros materiales, los llamados brazaletes de pectúnculo (96 piezas) pueden considerarse numerosos. Presentan diámetros variables siendo los mayores de 10 cm (diámetro externo) y 4 cm los menores. De ellos consideramos que diez están inacabados. Todas las piezas recuperadas son fragmentos, no habiéndose conservado ningún brazalete completo. En este caso, podríamos estar ante piezas desechadas tras su fractura. A este subconjunto sobre soporte malacológico habría que añadir la pequeña muestra conservada en los Museos Reales de Arte y de Historia de Bruselas3. Las causas de la escasez de materiales óseos en este yacimiento nos son, por el momento, desconocidas. Si bien es cierto que los restos estudiados presentan muy mal estado de conservación, no creemos que sea ésta la causa de su desaparición en la muestra ya que se conservan otros restos animales no trabajados cuyas características facilitarían una más rápida desintegración. A este respecto hay que tener en cuenta la transportabilidad de estos objetos y el hecho de que se trata de piezas muy desgastadas y por ello suficientemente amortizadas, pero a tenor de lo observado en el resto del conjunto estudiado en la Cuenca de Vera, creemos que responde también a pautas cronoculturales que denotan la antigüedad de la mayor parte del conjunto. Dado el estado de los materiales y su bajo nivel de transformación es difícil hacer afirmaciones, pero parecen distinguirse dos subconjuntos, diferenciables por su estado de conservación, características morfológicas y proceso tecnológico. Un primer conjunto estaría formado por piezas que presentan un grado de transformación muy bajo, siendo el tipo reconocible más común el que llamamos “punzón tubular” y todas
Gatas / Cabezo del Castellón (Turre) No se conservan materiales de este poblado en el MAN, si documentación aunque no nos será de utilidad aquí al hacer referencia a las fases de la Edad del Bronce. Flores lo recoge en sus cuadernos y los hermanos Siret mencionan la existencia de fases preargáricas en su obra (Siret y Siret, 1890: 223). Los trabajos de un equipo de la Universidad Autónoma de Barcelona han documentado la existencia de una primera ocupación asignada al Calcolítico (Lull et alii, 1992; Castro et alii, 1999). Se han recuperado restos de cereal y leguminosas, así como ovicápridos, suidos y cérvido. La escasa industria lítica está caracterizada por cuchillos empleados como hoces y los recipientes cerámicos son abiertos (cuencos y cazuelas). Por lo que respecta a la industria ósea, únicamente se han localizado 2 punzones tubulares. Parece corresponder, a un pequeño asentamiento de subsistencia. Gerundia (Antas) Pese al renombre de este yacimiento la información con la que actualmente contamos del mismo, es escasa. Cuando Henri y Louis Siret estudiaron este yacimiento (1890: 11-13), ya indicaron que las labores agrícolas habían mezclado los materiales pertenecientes a distintas fases. La colección de este asentamiento
———— 3 1 Dentalium sp., 1 Columbella rustica y 10 fragmentos de brazalates sobre Glycymeris sp. (Deramaix, 1992: 26).
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se dividió, marchando la mayor parte de ellos a los Museos Reales de Bruselas, sólo una pequeña parte pasó al MAN. En el cuaderno 1 de Flores, las páginas dedicadas a La Gerundia no corresponden a Flores, sino al propio Siret, aunque también hay una nota suelta de Flores. Si bien la información recogida en este cuaderno 1, no nos es de utilidad aquí. Las excavaciones se realizaron en abril de 1885, se describen y dibujan estructuras que carecen de ajuar. Más adelante, Siret comentará la dificultad de su datación (1980: 17 alm. II), si bien, ya en L’Espagne Prehistorique, los considerará más modernos (Siret, 1891: 119). Hoy se asignan a la Edad Media. A falta pues de datos en los Cuadernos, debemos acudir directamente a la publicación de 1890, al manuscrito de 1891 y a los materiales conservados en el MAN. A través de los objetos conservados en Bruselas, Deramaix consideró la existencia de dos fases de ocupación en La Gerundia (1992). Una Neolítica, posiblemente Neolítico Reciente y otra Campaniforme. A la primera fase de ocupación podrían asignarse los brazaletes de piedra, algunas piezas líticas y al menos un fragmento cerámico con decoración en relieve (pastillas aplicadas) y otro de puntillado grueso muy similar al documentado en Palas/Era. A la segunda fase podemos asignar la cerámica campaniforme y simbólica, el metal y las puntas de flecha. A estos últimos items, añade Deramaix (1992: 106), los discos perforados o no sobre esquisto. Así mismo, la presencia de remaches metálicos, llevó a Ignacio Montero a considerar al menos una fase de este yacimiento en el Calcolítico Final o inicios de la Edad del Bronce (Montero, 1994: 114). Tal vez correspondan igualmente a este último momento los dientes de hoz, no observados en otros conjuntos neolíticos o calcolíticos de la colección. No sabemos con que criterio dividieron los hermanos Siret su colección, pero en la lámina 40 de L’Espagne Prehistorique, se reconocen tanto piezas de los actuales fondos belgas como la punta de flecha inacabada del MAN. Sin embargo y aunque conservamos en el MAN algunos fragmentos informes de metal y restos de escoria, no están las piezas metálicas dibujadas por Siret en las páginas de texto de Las Primeras Edades del Metal (1890: lam. II). Lo que si es destacable entre las piezas de Madrid, es la abundancia de objetos líticos con restos de cobre. Este hecho que se observó también entre los materiales de El Garcel, podría relacionarse con residuos postdeposicionales, pero nos parece más probable que tenga relación con alguna actividad metalúrgica. A este respecto igualmente hay que destacar, la presencia de un fragmento de vasija-horno. Aspectos ya comentados por Enrique y Luis Siret en su descripción de los materiales de este yacimiento (1890: 13). Pero el Museo posee además de este conjunto perteneciente a la Colección Siret, un pequeño, pero
interesante lote de materiales procedentes de la Colección Santa-Olalla. Como ocurre en la mayor parte de los objetos procedentes de esta colección, no tenemos claras referencias. Al ordenar los materiales, nos encontramos con 3 bolsas con distinto aspecto. Una de ellas tenía una etiqueta del Seminario de Historia Primitiva con la referencia “Gerundia” y todas sus piezas sigladas. Se trata de materiales significativos y de piezas en todo caso de pequeño tamaño. Las bolsas restantes tenían siglada en las piezas las letras “Ge” con grafía diferente y sin más referencia. Se trata de piezas menos relevantes y todas ellas fragmentos de mayor tamaño. Por ello centraremos nuestra atención en el primer conjunto de materiales. La industria lítica presenta un total de 133 piezas entre cuarzo y sílex. Hay piezas grandes, pero también un conjunto importante de lasquitas y hojitas en sílex. Hay 25 cuchillos, 6 dientes de hoz, 2 sierras, 2 perforadores y 28 puntas de flecha de variada tipología. De las puntas de flecha conservadas en el MAN, sólo una presenta retoque bifacial cubriente, siendo las restantes muy toscas. En piedra pulida tenemos 4 hachas de diorita y un cincel, 5 fichas o tapaderas de esquisto y 7 fragmentos de brazalete de mármol (todos en Bruselas). A estos materiales hay que unir 4 varillas de esquisto, dos de ellas con perforación en un extremo (Siret, 1890: lam. 1.117 y 1.138). La cerámica conservada es esencialmente decorada. Conservamos 25 fragmentos, sólo 3 lisos. Destaca la presencia de cerámica campaniforme y algún pequeño fragmento posiblemente de cerámica simbólica. Además hay decoraciones de relieve, gruesos puntillados y zig-zags incisos. En el dibujo de L’Espagne Prehistorique parece apreciarse un pico vertedor, pero es una pieza no conservada ni en Bruselas, ni en Madrid. La industria ósea es prácticamente inexistente ya que entre los materiales del MAN se conserva sólo un apuntado y una valva de Glycymeris sp. perforada de forma natural. Siret dibuja 2 conchas perforadas, una puede ser la del MAN y la otra debe ser la conservada en Bruselas, que según Deramaix presenta una perforación intencional sobre Acanthocardia tuberculata L. (1992: 105). Un aspecto que nos ha llamado la atención es, que entre los objetos recuperados en La Gerundia, hay varillas de esquisto, como las de El Garcel y por ello muy similares a las varillas de sección plana de industria ósea. Siret dibuja en Las Primeras Edades del metal dos, incluso con perforación y entre los restos conservados en el MAN tenemos una, si bien no presenta en este caso perforación. No hay tampoco restos de fauna entre los materiales de este yacimiento y en ninguno de sus trabajos es mencionada por Siret. Si a esto unimos la escasez de industria ósea y la presencia excepcional de estos elementos de esquisto nos lleva a pensar en una posible dificultad de los habitantes de La Gerundia para obtener recursos faunísticos. 79
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Guado Jurado / Pago del Guarda Jurado (Antas)
Herrerías (Llano, Cuevas de Almanzora)
Este interesante conjunto de materiales plantea muchos problemas por la precariedad de la información conservada. Creemos que puede tratarse del yacimiento citado por Fernández Miranda et alii (1993: 79) como “Pago del Guarda Jurado”. En su prospección de la zona, mencionan la existencia en este enclave de “cerámicas de tipología neolítica”. Los materiales conservados en el Museo presentan problemas respecto a su asignación. Como Cañada de Guado Jurado conservamos un conjunto cuya única referencia es una etiqueta de Flores en el interior de la bolsa. Los materiales de esta referencia son fragmentos de cerámica en muy mal estado, pero parecen corresponder a un único recipiente con decoración impresa cardial. El asa esta fragmentada pero muestra en el arranque la misma decoración que los fragmentos de galbo. La boca es muy estrecha con sólo 7 cm de diámetro. El interior presenta restos de almagre. Inventariado únicamente como “Antas” figura en nuestras Salas de reserva un interesante conjunto de colgantes realizados sobre concha a imitación de caninos atrofiados de ciervo. Junto a los colgantes había una etiqueta de Flores que desgraciadamente es hoy ilegible casi por completo. En dicha etiqueta parece hacer mención a una “puchera común”. Creemos leer también una posible referencia a “Jurado”. Lo cierto es que lo único claro es la fecha 1907. De ser cierta la relación entre ambos conjuntos estaríamos ante un hallazgo similar al documentado en la cueva de los Toyos (Siret y Siret, 1890: 24), pero dado el estado de la información no podemos tener certeza de que exista una relación entre ambos conjuntos.
Con este topónimo son varios los yacimientos asociados. Hay que destacar una estructura de enterramiento descrita por Flores en el Cuaderno III, desgraciadamente hasta el momento no hemos podido identificarla entre los fondos del MAN y por ello no figurará en el estudio de materiales. Huerto de los Naranjos (Cuevas de Almanzora) Con esta referencia se conserva entre los fondos del MAN pertenecientes a la Colección Siret un pequeño conjunto de 84 piezas. Los únicos datos de Siret que hemos podido encontrar, son las etiquetas que acompañaban a los materiales. En sus notas el investigador belga lo pone en relación con El Arteal, pero no conocemos la ubicación exacta de este yacimiento, por el que no se incluyó el estudio de sus piezas en dicho trabajo (Maicas y Montero, 1998). Siret debió realizar una pequeña excavación ya que indica dos profundidades y sitúa el yacimiento en la Rambla del Arteal. La referencia a profundidades también se ha podido apreciar (escrita a lápiz sobre las propias piezas), en el caso de dos fragmentos cerámicos hechos a mano. Estas referencias a la profundidad en la que debieron encontrarse dichos fragmento, nos hace pensar en un deseo de Siret por dejar claramente diferenciados los hallazgos de superficie (romanos) de los restos más antiguos documentados bajo estos. No podemos individualizar estructuras. La cerámica corresponde a recipientes de cocina y almacenamiento muy fragmentados y todos ellos sin decoración. Pese a la escasez del conjunto, existe una notable variedad de elementos líticos: núcleos prismáticos, lascas, lasquitas, hojitas, hojas retocadas, cuchillos, segmentos, trapecios, hojas truncadas y un perforador. Conjunto similar al observado en El Garcel. Un hachita de diorita muy alterada y un fragmento de alisador también de diorita. La industria ósea se limita a un fragmento de punzón hendido y en concha dos brazaletes y un pocillo, mas 13 gasterópodos perforados y/o utilizados como cuentas de collar (Luria lurida. y Conus mediterraneus). A este conjunto se suman algunas lapas sin tratamiento. Se trata de un conjunto de difícil precisión cronológica, pero en el que se documenta una interesante industria lítica con núcleos prismáticos y geométricos de tradición epipaleolítica, lo que nos lleva a pensar en un momento impreciso del Neolítico. Rambla del Jatico (Vera) Rambla del Jatico, Loma de la Boticaria y Casa Alta pueden formar parte de una misma necrópolis, pero las referencias de P. Flores no son claras. Sitúa Rambla del Jatico en el término de Vera y los otros en
FIGURA III.40.–Cerámica cardial de Guado Jurado.
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Turre, si bien estos son términos colindantes y numera las estructuras de 1 a 3. Las referencias del Cuaderno 2 de Flores son “Cabezo Colorado” y “Rambla del Jatico”, pero las cajas de materiales separan ambos topónimos. Las cajas con la referencia Cabezo Colorado son las que corresponden a las descripciones de Flores y de Siret, siendo asignados por este último a la Edad del Hierro. Una caja con la referencia “Rambla de Jatico” presenta por el contrario, materiales anteriores a los descritos: restos de talla, cuchillos de sílex, fragmentos de asas de cinta y mamelones de orejeta, crecientes, punzones hendidos, facetados, bivalvos perforados, pocillos, vertedores, un prisma de cuarzo y restos de fauna.
Cerro de María (Antas) Pequeño conjunto de materiales de varias épocas, en el que destaca la presencia de fragmentos de cáscara de huevo de avestruz. Los restos conservados no pueden ser asociados a un periodo concreto, por lo que no se considera este yacimiento en la tabla de Contextos. Camalich y Martín Socas asignan los materiales recuperados en sus prospecciones también a varias fases desde Neolítico a época medieval (1999: nº 7). Cabezo de la Mata (Mojácar) Los materiales de superficie conservados junto a las sepulturas de Loma del Campo tenían una etiqueta de Siret con el siguiente texto: “Loma del Campo (Mojácar). Superficie cerca de la Sep. 1”. Los datos de ubicación precisa que publican Camalich y Martín Socas indican que la Sep. 1 de Loma del Campo estaba muy próxima al Cabezo de la Mata. Flores en su cuaderno 24 habla de dos estructuras: un Cabezo de la Mata (2,6 m de longitud por sólo 90 cm de ancha y con 80 cm de profundidad) y una Loma del Cabezo de la Mata (1,7 m de largo por 1,4 m de ancho y 70 cm de profundidad). Siret en su Lista General de sepulturas, menciona un Cabezo de la Mata en Mojácar en las listas generales del Neolítico Antiguo y un Cabezo de la Mata de Garrucha en la tabla de brazaletes, (con 3 brazaletes de concha y 14 de piedra, uno con doble perforación en los extremos del creciente). Una estructura funeraria numerada como 1 se ordena entre los yacimientos de Neolítico Antiguo, pero por las referencias de medidas, Siret se refiere a la segunda estructura descrita por Flores en las tablas generales, con un sólo brazalete. Si Siret no incluye la otra estructura entre las listas generales, es posiblemente porque no la considera un enterramiento y por ello sólo se refiere a ella en la tabla de brazaletes en la que figuran lugares de habitación. Entre los materiales aparecieron dos etiquetas de Flores y otras dos de Siret. En las primeras Flores dice: “Término de Mojácar, Cabezo de la Mata. Casa 1. Al sur del río” (en ambas lo mismo). Las de Siret sólo dicen “Cabezo de la Mata (Mojácar) Casa 1”. Georg y Vera Leisner (1943: 61) solo citan una sepultura y este mismo dato recogen Camalich y Martín Socas (1999: n 63). Casa 1. En esta estructura la mayor parte de las piezas recuperadas corresponden a restos de fauna. Se conservan 185 fragmentos de hueso, la gran mayoría solo asignables por criterio de talla (grandes y medias). Pese a ello, se ha podido determinar la presencia dominante en este conjunto de Bóvidos tanto vaca como ovicapridos y concretamente oveja. A ellos sólo podemos añadir dos fragmentos de asta de ciervo. Sorprende la elevada representación de zonas no cárnicas, como son los restos mandibulares y dientes de Bos y O/C, si bien hay que indicar la elevada
Lazarete / San Antón / Fuente grande (Vera) Materiales mezclados de varias épocas. Según los datos de Flores, tanto las sepulturas como los Silos son posteriores. Barranco de Mahoma (Turre) Descrito en el Cuaderno 2 de Flores. Es una cueva con materiales asignables a la Edad del Bronce, pero posiblemente con un enterramiento anterior.
FIGURA III.41.–Brazaletes de esquisto y mármol de Cabezo de la Mata.
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fracturación de estas piezas pese a su mayor resistencia respecto a otros huesos. No hemos encontrado restos de individuos correspondientes a taxones de talla media como lagomorfos o aves, a diferencia de lo que ocurre en otros conjuntos observados. Aunque algunos fragmentos presentan huellas de fuego, su número es bajo. Hay que destacar la presencia de individuos muy jóvenes entre los restos de ovicapridos (dientes decíduos). Estos restos de fauna se completan con fragmentos de gasterópodos indeterminados a excepción de una Patella sp., así como Glycymeris sp. y Cerastoderma edule. La industria lítica se compone de restos de talla y 8 pequeñas hojitas que oscilan entre 1,1 y 0,6 cm de anchura máxima. Todos ellos en sílex a excepción de una lasca de cristal de roca. Por lo que respecta al material pulido, junto a un alisador de diorita, hay que destacar la presencia de 14 fragmentos correspondientes a 10 u 11 brazaletes de mármol y de esquisto. Los fragmentos de cerámica recuperados corresponden a un número mínimo de 3 recipientes dos de ellos lisos y un tercero con decoración de cordones en relieve, muy similar al encontrado en Cuartillas (Fernández Miranda et alii, 1993: fig.7.26). Las cocciones son muy defectuosas y en los tres casos parecen responder a recipientes de almacenamiento o cocina. La industria ósea se compone de un punzón hendido con alteración térmica así como dos pequeños brazaletes de concha, una Columbella perforada y seis Glycymeris sp. Por lo que respecta a la Sepultura, hay que hacer constar la presencia de un brazalete de piedra como único ajuar. Junto a los materiales con referencia a las dos estructuras descritas, una pequeña caja contiene restos sin contexto. Se trata de 6 lascas sin retoque, otras 5 retocadas, restos de moluscos y una Glycymeris sp. perforada utilizada como pocillo.
Rambla de la cueva de Mojácar (Mojácar) Hemos encontrado dos pequeños conjuntos del término de Mojácar cuyos topónimos nos es imposible leer completos. Se trata seguramente de hallazgos de superficie. En ambos casos se conserva una etiqueta de Flores escrita a lápiz sobre papel de periódico, pero en los dos casos algunas letras se han perdido. El primer conjunto conserva además de un fragmento de brazalete de caliza, un fragmento de cerámica cardial (“Término de Mojácar al sur del pueblo y a un kilómetro del mar. Loma de t..ma al ba..a”) pero, no se conserva industria ósea por lo que no nos detendremos en él. En la etiqueta del segundo (conjunto escrita sobre un periódico belga) podemos leer, sobre una cara: “Término de Mojácar arenas tomadas de la rambla que baja de la Cueva ¿Desniguela? ... (ilegible)”, sobre el reverso: “ ... macabra?”. Todas las piezas conservadas corresponden a industria ósea o restos de fauna. Por los escasos datos de la etiqueta puede pensarse que procedieran de un abrigo o covacha. Podría tratarse de un ajuar funerario ya que todo son adornos. Pese al pequeño tamaño del conjunto, puede considerarse cierta variedad de tipos. Sobre concha conservamos 7 fragmentos de brazalete, un colgante de concha a imitación de canino de ciervo, 11 cuentas sobre gasterópodos (Conus, Columbella, Lurida y Murex) y conchas recortadas (3 cilíndricas y 10 aplanadas). Sobre hueso únicamente conservamos un fragmento de varilla de sección circular. Cabezo del Moro / Loma de Teruel / Llanos Colorados (Antas) Como Cabezo del Moro indica P. Flores en su Cuaderno nº 1, una estructura de enterramiento que numera como 3 respecto a otros dos yacimientos del Llano de la Cueva de Teruel y menciona Llanos Colorados conjuntamente. En el Cuaderno XVI, Flores aúna los dos topónimos de Moro y Teruel y menciona la cerámica, tal vez a la que se referirá Siret en L’Espagne préhistorique (1891: 99); al hablar de dos sepulturas con cerámicas “...qui ne sont pas des formes conues jusqu’ici...”. En la España Prehistórica, Siret sitúa Cabezo del Moro en Murcia, pero también dice que está a 20 minutos de Aljoroque (Siret 1891-2001: 97). En la Edad de los Metales (1890: lam. I) sitúa un Cerro del Moro en la orilla derecha de la Rambla de Mulería, cerca ya de Puerto Lumbreras. La primera atribución puede ser la errónea, o bien referirse a otro yacimiento ya que en otros trabajos, lo sitúa en Antas (Almería) y el grupo de investigación de La Laguna (Camalich y Martín Socas 1999: nº 93) identificó un yacimiento con este topónimo en Antas. En la Lista de Sepulturas, Siret menciona 4 estructuras, todas consideradas en el Neolítico Antiguo.
Llano de Mayor (Antas) Camalich y Martín Socas se refieren a dos yacimientos con el topónimo (Morjana), concretamente el segundo podría ser este Llano de Mayor (1999: nº 294). No podemos asegurar el tipo de yacimiento, pero no parece probable que se trate de un enterramiento ya que no hay restos humanos y si muchos restos de talla y fauna. No obstante es un yacimiento problemático por la mezcla de materiales. Destacan los restos campaniformes, pero también hay materiales posteriores, seguramente argáricos, e incluso pudo haber una primera fase neolítica. Entre los restos de industria ósea destacan las piezas sobre soporte malacológico, en especial los pocillos. Sobre hueso hay pocos materiales en parte condicionados por la mala conservación general que se aprecia en este material. La pieza más significativa es un pequeño denticulado lateral. 82
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Como Cabezo del Moro dibuja dos estructuras rectangulares (¿cistas?) con ajuar exclusivamente cerámico, realizadas ambas en el interior de un abrigo situado en la ladera del cerro y una cámara oval de mampostería que seguramente se encontraba en la cima amesetada del mismo. Como llanos Colorados, dibuja una cista saqueada. Todas prácticamente vacías según sus dibujos. Los materiales dibujados en la España Prehistórica (1891-2001: lam. 34), se conservan en el MAN en una cajita de Cabezo del Moro (rotulados por el propio Siret). Se trata de varias piezas líticas entre las que destaca un trapecio, un brazalete de piedra inacabado y dos fragmentos de cerámica, uno de ellos con decoración en relieve. En otra de las cajas asignadas a este yacimiento, encontramos una nota manuscrita de Flores en la que dice: “Término de Antas, ...alto del llano del Cabezo del Moro, cerca de la fuente nueva. Un hoyo de 1m en redondo y 90 cm de hondo. Ha sido una cocina y ha tenido un pedazo de moledera y 21 chapinetas y unos caracoles”. Ni los materiales dibujados para la España Prehistórica, ni estos últimos son asignables directamente a ninguna de las estructuras especificadas en la Lista de Sepulturas y aunque Siret (1891-2001: 97) se refiere a ellos indicando que “...parecen provenir de sepulturas destruidas ...”, es más probable que correspondan a restos de superficie de un pequeño asentamiento. Según Deramaix (1992: 61), los materiales conservados en Bruselas, proceden de la cima amesetada del cerro. Podrían igualmente ser restos de habitación. En el MAN se conservan 6 Glycymeris sp. perforadas en muy mal estado, pero todas parecen presentar una perforación natural, lo mismo sucede en Bruselas, salvo una excepción, en la que la perforación es intencional.
y Calcolítico Inicial. Por lo que respecta a la cronología, se conserva un pequeño fragmento de campaniforme, pero otros restos podrían ser posteriores. La información es pues insuficiente, por lo que nos centraremos únicamente en la sepultura. Se trata, según el dibujo y descripción de Flores, de una cámara poligonal de 1,40 de longitud y 1,40 de diámetro, con una profundidad de 1,10 m. Flores, así mismo indica la existencia de un túmulo de 5m de diámetro. Aún no siendo un rundgräber, no parece que existan grandes diferencias entre los dos tipos. El único ajuar de la sepultura lo constituyen dos brazaletes de concha, pero no hemos podido averiguar el número total de individuos enterrados en ella, pero posiblemente se tratase de un solo individuo. Cabecicos Negros / Pajarraco / Rincón (Vera) Aunque Siret mantuvo separados estos conjuntos, el reciente estudio de Camalich Massieu y Martín Socas, (1999: 107) pone de manifiesto que nos encontramos ante un mismo yacimiento. De El Pajarraco se conserva un plano de Siret y dibujos. Además Flores menciona en su Cuaderno 23, una sepultura que indica como Cabecicos Negros - Loma del Rincón. Así pues, podemos considerar que Cabecicos Negros y Pajarraco corresponderían al espacio de habitación y Loma del Rincón formaría parte del área funeraria. Conservamos en el MAN un pequeño conjunto con referencia a “Cabecicos Negros” y otro sensiblemente mayor del “Pajarraco”. En total superan las 24.000 piezas, pero se trata de materiales de diferentes épocas muy mezclados entre sí, desde el Neolítico a época romana. La industria ósea se encuentra en muy mal estado y presenta problemas de asignación a un momento específico, por lo que hemos de tomar estos datos con la debida reserva. A la industria ósea observada directamente hemos aunado las piezas estudiadas por el equipo de la Universidad de Canarias. Flores menciona una sepultura en su Cuaderno 23 como Cabecicos Negros-Loma del Rincón. Con los datos proporcionados en dicha obra es muy difícil asignar la estructura a un periodo concreto.
Loma de la Cañada de Muro (Vera) En el Cuaderno 23 de Flores se describe una pequeña estructura poligonal con túmulo que Siret sitúa entre los yacimientos de Neolítico Antiguo. En las notas que acompañan a los materiales Flores indica: “ a los 700 m de la sepultura de la Cañada del Muro al sur o sea 15º, orilla del río Antas”. Por lo que parece hablar de otra estructura además de la Sepultura 1, lo que queda corroborado por los fondos que se conservan en las salas de reserva del MAN y por la mención a una 2ª estructura inédita según Camalich y Martín Socas, 1999. Individualizado el ajuar de la Sep. 1 (etiquetado y almacenado independiente), es difícil precisar el carácter de los restantes objetos. Los materiales conservados en el MAN parecen más propios de un pequeño asentamiento (fragmentos de recipientes de almacenamiento, abundantes restos de talla, etc.), pero carecemos de referencias concretas. Camalich y Martín Socas (1999: nº 334) fechan su segunda estructura entre Neolítico Reciente
Oficio (Cuevas de Almanzora) Pese a que los datos conocidos de este yacimiento nos hablan de un habitat argárico, la revisión de los materiales permite documentar restos anteriores a dicha ocupación. Entre los materiales fuera de contexto de este yacimiento hemos documentado brazaletes de piedra, una plaqueta de esquisto recortada con entalles a modo de un ídolo Garcel, un plato biselado, etc. Así como hendidos, facetados y adornos de concha que desgraciadamente no podemos asegurar que correspondan a uno u otro conjunto de materiales. 83
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En esta zona de Palas se documentaron al menos 29 estructuras (Cuadernos I y II de P. Flores). A estos hay que añadir un espacio que Siret en sus notas denomina “V” y que debe hacer referencia a un vertedero o “vague” (localización imprecisa ya en el momento en el que Siret estudia estos yacimientos). Este yacimiento representa uno de los momentos más antiguos del Neolítico en la zona, con presencia de cerámica impresa epicardial, asas multiforadas, grandes mamelones perforados, picos vertedores, trapecios, microburiles, brazaletes de piedra, etc, todo ello de clara raigambre neolítica. A falta de fechas absolutas, comparamos el conjunto material de Las Palas-La Era con otros yacimientos de excavación reciente, como la Cueva de Nerja, datado hacia la segunda mitad del V y primera mitad del IV milenio (Pellicer y Acosta 1997: 167-176) o Murciélagos de Zuheros (Córdoba), con fechas similares (Gavilán et alii 1996), Cerro Virtud, (Montero Ruiz y Ruiz Taboada, 1996) y Cabecicos Negros (Camalich Massieu y Martín Socas, 1999). Entre los materiales que caracterizan allí un Neolítico Medio y los de este yacimiento existe gran similitud. Un pequeño conjunto circunscrito esencialmente al hoyo 14, más concretamente su reutilización como tumba 4 del sector de Las Palas, corresponde a la reutilización de uno de los silos neolíticos como enterramiento ya en una fase de Bronce Final (Lorrio y Montero, 2004). Posiblemente las piezas más conflictivas del conjunto ahora analizado, sean los fragmentos cerámicos con pequeños motivos geométricos incisos alternando con bandas reservadas que consideramos neolíticos. Los materiales que podemos asignar al Calcolítico son muy pocos, sólo la tumba 4 parece tener una clara intrusión de este momento. Los hoyos en que se recuperaron estos fragmentos decorados (Palas 22 y Era 2) presentan otros materiales asignables al Neolítico (brazaletes de piedra, asa multiforada, asa pitorro, cordones impresos, asa-tunel, trapecios, hojitas, colgantes de concha, etc.). Estas decoraciones se han documentado en otros yacimientos en niveles correspondientes al Neolítico Medio, como ocurre en el caso de Carigüela (Pellicer, 1964: 3.3). Los fragmentos cerámicos corresponden predominantemente a recipientes altos y abiertos de cocina. Algunos de almacenamiento y un número menor podría destinarse al consumo directo. La industria ósea es prácticamente inexistente en el conjunto de Las Palas-La Era, no hay útiles ni adornos sobre hueso o asta, sólo se conservan 2 piezas sobre hueso, aunque se recuperaron cuatro. Esto se puede relacionar con el bajo número de restos de vertebrados, pero la conservación de algunos restos de fauna (en su mayoría de ovicápridos) no permite achacar a las condiciones del terreno la desaparición en la muestra. Los dos fragmentos de punzones corresponden, uno a los denominados “de economía”, por estar realizado sobre esquirla aguzada y otro
Cabecico de Ollas (Cuevas de Almanzora, Almería) Pequeño conjunto de ubicación incierta pero próxima a Almizaraque. Los materiales conservados corresponden a: 4 piezas de industria ósea, 2 conchas y 32 piezas líticas (sílex). Se trata de hojitas sin retocar, cuchillos tanto retocados como sin retocar, una punta de flecha de pedúnculo y aletas, restos de talla y una muesca retocada. En hueso hay un punzón de base articular, otro hendido y dos pasadores o varillas de sección plana. A estos restos sólo hay que añadir 2 patellas carbonizadas. Junto a ellos figuraba un fragmento de papel de periódico escrito a lápiz por P. Flores y referente al nombre del yacimiento, la letra es hoy prácticamente ilegible; pero constituye la única documentación del yacimiento. Al publicar el plano de Villaricos y Herrerías (1907) Siret indicó, como nº 3 una pequeña elevación que a juzgar por su ubicación podría corresponder a su propia casa. Tal vez este nº 3 pueda ser el Cabecico de Ollas. El contenido de lo hoy conservado poco parece coincidir con el topónimo. Así pues, nos encontramos con un pequeño conjunto enmarcable en el tránsito al Calcolítico, pero que ante la falta de información estructural, no podemos incluir en el análisis de contextos. Llano de las Palas / Llano de la Era Cuevas de Almanzora, Almería) En un estudio de estos yacimientos (Román y Maicas, 2002: 51-76), decidimos considerar ambos topónimos como referencia a un solo “campo de hoyos” próximo a Almizaraque y a La Encantada. Pedro Flores, según los datos que proporcionan sus cuadernos I, II y III, separa los dos conjuntos, pero aunque Siret enumera los materiales de cada uno por separado, luego los comenta conjuntamente. Este hecho, unido a un estudio del terreno que permite apreciar la proximidad de ambos conjuntos y a que los materiales de ambos yacimientos sean contemporáneos nos ha llevado a su valoración conjunta. Como Llano de la Era fueron descritos 8 silos (el nº 5 estaba vacío) y algunos materiales descontextualizados ya en el momento de excavación. Algunos de estos silos debieron tener una estratigrafía diferenciada, hoy perdida. Sobre una de estas estructuras, se levantó un muro romano, a él se asocia un pequeño conjunto de materiales de esta época. El resto de los materiales lo hemos atribuido al Neolítico Medio, con la excepción de un enterramiento del Bronce Final (Lorrio y Montero, 2004). Las Palas, recibe en el Archivo Siret otros nombres como son La Encantada o Llano de Almizaraque. Preferimos dejar el primer topónimo para los materiales correspondientes a las tres sepulturas colectivas del llamado Cabecico de La Encantada. Por lo que respecta al segundo, es preferible no emplearlo por su confusión con el yacimiento de Almizaraque sensu sticto. 84
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hendido sobre una diáfisis de pequeño tamaño pero de la que desgraciadamente sólo se conserva una porción mesial. Tampoco sobre concha encontraríamos un número elevado de adornos, si no fuera por el “collar” descontextualizado de La Era. Siret en su relación de materiales ya indica este collar sin procedencia cierta, pero dentro de este yacimiento. Las cuentas suman en total 276 piezas, de ellas, sólo dos se han podido asignar a una estructura, perteneciendo las restantes al grupo sin contexto de La Era. A estas cuentas discoidales, hay que añadir 5 colgantes realizados en concha a imitación de caninos atrofiados de ciervo, lo que constituye un tipo arcaico, presente en otros yacimientos próximos como Cabecicos Negros (Goñi et alii 1999: 165) y que al menos en un caso puede asignarse a una estructura (Silo 22 de Las Palas). A estos adornos se suman dos cuentas cilíndricas, una en proceso de elaboración. En el estudio de Cabecicos Negros se indica el uso de ocre como agente abrasivo, hemos de indicar que se aprecian igualmente restos en el “collar” de Las Palas-La Era. Finalmente encontramos algunos gasterópodos, así como valvas de Glycymeris sp. perforadas, en su mayoría perforaciones naturales. A este capítulo se pueden sumar del mismo modo 4 Dentalium que tampoco presentan transformación intencional. Nos parece interesante mencionar la existencia de Patellas y Glycymeris usadas como pocillos de ocre y en un caso con otra substancia no analizada. El conjunto de adornos sobre concha puede considerarse pequeño ante el número y variedad de especies malacológicas documentadas, destacando la baja proporción en este conjunto, de Conus y Columbellas, frente a lo que sucede en el vecino Almizaraque.
corte topográfico fechado en 1894 sitúa el topónimo Luchana con referencia a otros dos “Casualidad” y “Encarnación”, a media altura entre ambos. Ni en los embalajes de los materiales ni en la documentación se reflejan estructuras ni niveles. Los fragmentos cerámicos son escasos y corresponden a recipientes de cocina y almacenamiento. Se trata de fragmentos muy pequeños para poder reconocer la forma a excepción de un botelliforme. Hay que destacar la existencia de un único fragmento decorado, en este caso impreso, así como mamelones y asas. Más abundantes son los elementos líticos. Núcleos, lascas (de cuarzo y de sílex), trapecios, hojas retocadas y hojas truncadas. Siret menciona también 2 raederas y un buril. Además, tenemos percutores, una moledera activa, hachitas, alisadores (con restos de ocre) y dos brazaletes de mármol. Sobre concha un fragmento de brazalete, Conus y Glycymeris perforados y/o utilizados como cuentas de collar. A estos, se suman restos de Patellas, Glycymeris, Cerastoderma, Murex, Litorina y Cyprea. Finalmente hay que indicar la presencia de un fragmento de ocre (dibujado por Siret en sus notas). Cabezo de la Pelea (Vera) Para este asentamiento carecemos de información suficiente y sólo hemos podido documentar una pieza ósea trabajada en mal estado, por lo que no podrá será incluído. Cabezo de la Pernera (Antas) De las 10 estructuras de enterramiento localizadas en el Cabezo de La Pernera, Siret publica siete (1890: 89-95). Todas, a excepción de la Cista nº 1 son covachas y todas argáricas. Siret vuelve a ocuparse de La Pernera en La España Prehistórica (lám. 47). En la Lista General de Sepulturas, Siret separa la nº 1 del resto y la considera Neolítico Antiguo. Fueron excavadas por Flores, quien las describe y dibuja en su Cuaderno 1. Flores numera del 1 al 9 en las páginas del cuaderno, pero añade una estructura más en una hoja suelta, estructura que vuelve a numerar con el 1, lo que da lugar a ciertas confusiones. En este caso se trata de otra covacha con cerámica, un puñal y un anillo de cobre. La cista nº 1 presenta un ajuar en el que se documentan piezas óseas. En ella Flores sólo creyó ver restos de 3 o 4 individuos, pero el análisis de Siret sobre los dientes, le permitió hablar de al menos 10 individuos, (de 10 a 15). No obstante, la sepultura había sido ya violada (1890: 44). Conservamos en el MAN únicamente 2 cajas con referencia a este yacimiento. En un caso se trata de sílex recuperados en superficie, (pero que al estar destruida la cista podrían corresponderle), y en el segundo caso nos encontramos con la referencia a Pernera 1, pero debe tratarse de la covacha argárica (1b). En esta caja se recogen varios fragmentos cerámicos de un
Loma del Barranco de las Palomas (Cuevas de Almanzora, Almería) Se trata de un pequeño yacimiento próximo a Almizaraque y a la Loma del Arteal, cuya breve información se conserva en el Archivo Siret. En la documentación Siret conservada en el archivo del MAN, (Manuscrito sobre la Prehistoria de Cuevas) se indica “Arteal al internarse en la Sierra Almagrera toma el nombre de Barranco de las Palomas. Se destaca de dicha sierra en frente y al sur de las instalaciones del desagüe general de sus minas de galena argentífera separada de ellas por la desembocadura de la Rambla del Arteal ...” (p. 13 del manuscrito). La documentación se limita a una página con dibujos y anotaciones de Siret sobre los materiales recuperados. Junto a los materiales se recuperaron dos etiquetas, una de ellas insistía en su ubicación en la sierra y la otra indicaba que el topónimo de la Loma de las Palomas es equivalente al de Puente de Luchana. Parece pues que este yacimiento se encontraba a más altura que la Loma del Arteal. A este respecto, entre la documentación, un 85
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FIGURA III.42.–Sepultura 1 de La Pernera (Cuaderno 1 de Pedro Flores). Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
mismo recipiente de cocción deficiente, fragmentos de un anillo de cobre y restos humanos. A los datos proporcionados por Siret en Las Primeras Edades del metal (1890: 44) hay que sumar una concha dibujada en este libro, pero no mencionada (1890: lám 5). Se trata de una Luria lurida, que también figura en La España Prehistórica (1891: 139 y 354, lám. 47) y está añadida por Siret al texto escrito por Flores en su cuaderno. Estos datos no corresponden con lo conservado en Bruselas, donde se guardan 2 punzones de hueso diferentes al dibujado por Siret y no aparece la concha. Siret menciona tres puntas de hueso, pero tanto en Las Primeras Edades del metal (1890: 44), como en el Libro de Sepulturas y en La España Prehistórica (lám. 47) dibuja sólo una, por lo que no podemos comprobar las piezas asignadas a este yacimiento en las colecciones de Bruselas. El fragmento de apuntado dibujado por Siret, corresponde a una varilla de sección plana perfectamente acorde con el resto del material, pero los dos punzones de Bruselas resultas problemáticos. No hemos podido ver las piezas directamente y a través de los dibujos resulta difícil comprobar las características, pero la ulna no parece trabajada y la pieza nº 2 parece más una tibia que un asta, pero es descrita por Dera-
maix de ese otro modo (1992: 50). Cualquiera de estos tipos sería inusual en este contexto de enterramiento. Las Pilas / Huerta Seca (Mojácar) Yacimiento calcolítico mencionado en diferentes publicaciones, pero del que se carece por el momento de una monografía explicita que nos proporcione suficiente información sobre la industria ósea, por lo que no pudo ser incluido entre los yacimientos seleccionados para el segundo catálogo (Alcaraz, 1990: 18-24; Montero 1994: 119; Delibes et alii 1986: 11-26; Camalich y Martín Socas, 1999: 86, nº 54; Rodríguez Ariza, 2000: 154). Se trata de una fortificación sobre una meseta, con indicios de cabañas, silos y fosas; en un medio dominado por la presencia de acebuche, lentisco, encina y coscoja (Rodríguez Ariza, 2000: 154). Puerto Blanco (Vera) Sepultura en cista excavada por los hermanos Siret (1890: 51-52). El cráneo recogido por Siret corresponde a una mujer (Siret, 1890: lam. 70). Presenta un ajuar neolítico a excepción de una posible intrusión metálica (Montero, 1994: 121). Siret lo consideró Neolítico Antiguo. El ajuar se encuentra repartido entre Bruselas y Madrid. 86
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Según Pedro, Dueñas y Ortiz (1987: 50) y según Camalich y Martin Socas, 1999; se encuentra en Cuevas y no en Vera.
Se conservan materiales de este yacimiento tanto entre los fondos del MAN, como en la Colección Siret de Bruselas (Maicas y Román, 2001). La industria lítica se compone sobre todo de restos de talla, se conservan piezas de cuarzo y mayoritariamente de sílex. Entre los fondos conservados en Bruselas se destaca la abundancia de cuarzo; así como la presencia de hojitas y cuchillos de pequeño tamaño. Fernández Miranda et alii, consideran que se trata de una industria de tendencia geométrica (1993: 78). En piedra pulida dos útiles de diorita, posiblemente hachas reutilizadas como percutor y alisador respectivamente. Otra se conserva en Bruselas. A estos útiles hay que unir 15 brazaletes de piedra (1 inacabado, ya indicado por Siret en la Lista General de Sepulturas) y 1 cuenta discoidal, todos ellos de mármol y esquisto. En la prospección reciente se descubrieron al menos 6 fragmentos más de brazaletes (Fernández Miranda et alii, 1993: fig.15.30-33 y 35 y 36). Sólo se conserva en la Colección del MAN un fragmento de cerámica que no permite reconstruir la forma, pero que corresponde a un tosco recipiente de cocina y/o almacenamiento. En Bruselas se conserva otro fragmento, aparentemente de las mismas características (Deramaix, 1992: 55). En las prospecciones recientes se documentó otro fragmento esta vez puntillado (Fernández Miranda et alii, 1993: fig.15.37). De industria ósea se conservan 3 fragmentos de brazaletes de concha sobre Glycymeris sp., dos de ellos sin terminar, 2 cuentas discoidales de concha y 1 colgante y un pocillo sobre Glycymeris sp. En Bruselas se conservan otra Glycymeris sp. perforada, pero tampoco allí se encuentra el colgante de concha dibujado por Siret (1890: lam. VII).
Punta / Palomares / Nati (Cuevas de Almanzora) A estos topónimos corresponden materiales de diversas épocas, entre ellos restos de sílex y brazaletes de pectúnculo. (Camalich y Martín Socas, 1999: nº 113), recogen en su catálogo de yacimientos un asentamiento romano imperial. Carecemos por tanto de información suficiente por el momento. Cueva Oscura (Antas) Yacimiento con materiales muy interesantes, pero sin documentación en el Archivo Siret. Se conservan fragmentos de unos 30 recipientes, entre los que destacan asas multiforadas, baquetones y cerámica impresa. Se conservan 3 fragmentos de brazalete de piedra. Cerámica y Fauna presentan buen estado de conservación, pero no así la escasa industria ósea. Los objetos óseos sufren una intensa carbonatación. No obstante en este yacimiento hay que destacar la presencia de un denticulado lateral y sobre todo de un fragmento de cáscara de huevo de avestruz. Los materiales cerámicos determinan un momento neolítico, sin que pueda precisarse más de una ocupación. Es pues un contexto inesperado para el fragmento de cáscara de huevo, máxime si tenemos en cuenta su escasez en la zona.
Loma de la Rutilla (Antas) En su Cuaderno 23, Flores recoge datos de este yacimiento situándolo: “A medio Km. de la Fuente del Lobo al Poniente, orilla del río”, “Orilla del río en la loma de Rutilla (a 1 km del Garcel entre el Sur y Levante). Siret menciona la sepultura en su Libro de Sepulturas (en la Lista de Sepulturas de Neolítico Antiguo de Siret figura como Lomas de Rutillas). Georg y Vera Leisner dan a conocer un enterramiento en cista y mencionan la existencia de 3 silos (1943: 13). Los materiales conservados entre los fondos del MAN corresponden a 7 estructuras (tal como recoge Flores en su Cuaderno 23) y a material de superficie. En la sepultura únicamente se recuperaron dos fragmentos de brazalete de concha. Flores en su Cuaderno 23 describe una estructura de planta cuadrada realizada con 3 lajas y completado el cerramiento con mampostería. El Silo 1 estaba según Flores a 300 m del nº 3 y tenía 1 m de profundidad y 1,20 m de diámetro. En su interior Flores menciona la existencia de 4 molederas, hoy sólo se conserva una. Menciona también la existencia de un vaso, “unos pedazos de pernera” y 17
FIGURA III.43.–Fragmento de cerámica impresa con asa multiforada (Cueva Oscura).
Raja de Ortega (Mojácar) Según los hermanos Siret (1887: 36-37) este yacimiento estaba a sólo 500 m de las estructuras funerarias de Atalaya de Garrucha, por lo que es probable que se trate de dos yacimientos relacionados, esto es, que Atalaya de Garrucha sea la necrópolis o parte de la necrópolis de la aldea de Raja de Ortega. En sus estudios de la Cuenca de Vera, Fernández Miranda et alii, consideran este yacimiento como una aldea dependiente de Cuartillas (1993: 78). 87
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“martillos”, no conservados. Sí conservamos, además de la moledera, un cuenco de cerámica lisa, restos de talla y dos fragmentos de Glycymeris sp. El Silo 2 lo sitúa a 21 m del nº 1 y a 20º al Norte. Sus dimensiones eran: 80 cm de profundidad y 1,10 m de diámetro de la boca. Los materiales descritos coinciden con los conservados, si bien vuelven a faltar 11 “martillos”. Conservamos cerámica lisa (un fragmento con un mamelón de gran tamaño), restos de talla, lascas retocadas, 4 hachas de diorita, un mortero de piedra y restos de moluscos. A estos restos hay que añadir fragmentos de adobe que podían constituir el revestimiento interno de la estructura; puede ser la “pelota de barro” que menciona Flores. El Silo 3 estaba a 9 m del nº 2 al norte con 1,50 m de profundidad y 1,30 ó 1,45 m de diámetro máximo y 70cm en la boca. La pieza más destacada de esta estructura es una gran vasija de fondo cónico y superficie espatulada que se conserva prácticamente completa y que Flores dibuja en su cuaderno. Un recipiente muy similar es el documentado en Cabecicos Negros recientemente (Camalich Massieu y Martín Socas, 1999: fig. 54.4). Restos de talla en sílex y en cuarzo, lascas retocadas, hojitas, un perforador, fragmentos de hachas, azuelas y cinceles de diorita, dos percutores, un canto rodado y un fragmento de brazalete de piedra y otro de concha. Flores menciona además 8 “moladeras” y 20 “martillos”. El Silo 4 estaba a 17,80 m del nº 1 y a 6,50 m del nº 2. Tenía 60 cm de profundidad y otros 60 cm de diámetro. En él había una ficha de esquisto, fragmentos de cerámica lisa, una lasca de sílex, un fragmento de diáfisis indeterminada y restos de moluscos. Vuelve a faltarnos “un martillo” según los datos del Cuaderno de Flores. El Silo 6 estaba a 3,50 m del nº 2 y a 9 m del nº 3, con 1 m de profundidad y 1,20 m de diámetro y 60 cm la boca. Se conservan de esta estructura fragmentos de cerámica lisa (uno con un mamelón de gran tamaño), 2 lascas de sílex y restos malacológicos. Según Flores, vuelven a faltar 6 fragmentos de moledera y 4 martillos. A estas estructuras hay que añadir otra posterior que Flores también numera con el 4 y denomina “Sepultura de romanos”. Es una cista rectangular de la que se conservan restos óseos humanos en mal estado, fragmentos de yeso y un fragmento de hacha pulida, que Flores no menciona. Se conserva además un conjunto etiquetado como Material de Superficie. En él encontramos brazaletes de piedra y de concha, un fragmento de hacha pulida, alrededor de 900 fragmentos de sílex sin retocar y 44 retocados, ocre, un resto metálico indeterminado, un punzón óseo muy alterado, así como restos malacológicos y óseos. Parece tratarse de un Campo de hoyos, (Flores describe la estructura botelliforme característica de los silos) sobre el que se superpone un débil nivel de habitación, formado por estructuras perecederas a las que corres-
ponderían los materiales de superficie. Éste es un panorama muy similar al observado en el Garcel. Cronologicamente también podría relacionarse ambos yacimientos. Cabezo de Salmerón (Antas) Con este nombre se conserva un pequeño conjunto del que no hemos encontrado referencia en el Archivo de Siret, a excepción de una mención en el manuscrito de la Lista general de Sepulturas. En dicho manuscrito se conserva una tabla en la que Siret menciona yacimientos con brazaletes de piedra. Al no figurar entre la lista de sepulturas y si en estas tablas en las que recoge materiales de asentamientos, consideramos que se trata de un lugar de habitación.
FIGURA III.44.–Etiqueta de Flores para Terrera de Aljarilla.
Los objetos conservados en las salas de reserva del MAN consisten en lascas sin retocar de sílex y de cuarzo, hojas, (sólo una retocada), lascas retocadas, 3 pequeños fragmentos informes de cerámica lisa, 1 hacha completa de diorita y fragmento de otra, 1 Cerastoderma edule fracturada y los 3 brazaletes de piedra mencionados por Siret, uno en proceso de elaboración. Algunas lascas están escritas con referencia a este topónimo, ya sea con letra de Siret o de Flores, en una de ellas figura “llano del Salmerón, Antas, 3” con letra de Siret. Recientemente hemos encontrado un pequeño conjunto de adornos de atribución aún más dudosa. Se trata de cuatro fragmentos cerámicos (dos galbos lisos, un borde de vaso exvasado y una carena) y un numeroso conjunto de adornos: 140 Trivias de doble perforación (106 quemadas y 34 sin alteración por fuego) y 1 Marginela. A estas conchas se suman 11 cuentas y colgantes de piedra (1 colgante de micaesquisto, 6 cuentas discoidales de diorita, 1 cuenta elipsoide de caliza y 3 cuentas y colgantes de variscita). Desgraciadamente, esta caja tenía tres etiquetas, dos con referencia al Llano de las Peñicas de Nijar y otra al Cabezo de Salmerón. Dado que los materiales no corresponden con los datos proporcionados por el Cuaderno de Flores para el primer yacimiento mencionado, es más probable su pertenencia a éste, pero consideramos que no hay seguridad suficiente por lo que no podrán incluirse en el estudio óseo estos elementos. 88
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se encuentran quemados (en todas las especies documentadas). En total son 86 fragmentos, más de la mitad identificables. No obstante el número de individuos es pequeño. Todos los restos de ciervo podrían corresponder a un sólo individuo, unicamente hay un resto (de escápula) atribuido a un corzo, el mismo caso es el del suido, todos los huesos de conejo pueden corresponder a dos individuos y respecto al ave no creemos que se trate de más de dos individuos. En total pues, no más de 7 u 8 individuos. Sólo un resto corresponde a un animal muy joven, se trata de un fragmento distal de metapodio sin fusionar. Puede corresponder a un ovicáprido o un cérvido de talla pequeña (corzo?). Junto a estos restos de vertebrados se conservan 2 valvas de Cerastoderma edule y de Glycymeris sp., esta última perforada y ambas quemadas. Además multitud de restos de carbón y tres lascas de sílex. En la etiqueta de Flores se dan las dimensiones de la estructura: 2,30 m de diámetro y 1,50 m de profundidad. Es difícil comprender las últimas palabras escritas en la etiqueta de Flores, pero parece indicar la existencia de una moledera (posiblemente la pieza a la que se conservaba sin referencia a ningún contexto concreto). La Casa 4 tenía según Flores: “180 de hondo y 150 en redondo”, posiblemente se trate de un silo. Hemos podido recuperar restos de talla, un fragmento de sierra y dos útiles de esquisto, un alisador y un posible palo-cavador. Este último, presenta restos de carbón pero pueden deberse a su contacto con otras piezas quemadas del hoyo. No hay cerámica alguna. La fauna se limita a una valva de Glycymeris sp. y a 8 fragmentos de vertebrados, sólo uno podemos asignarlo a un individuo muy joven de ¿ovicáprido?. Entre la industria ósea hay que destacar los pocillos ya sean o no perforados, con restos de ocre. En una bolsa no hemos encontrado etiquetas, y sin embargo “nos sobra” la etiqueta encontrada en la casa 4 referente a una Casa 5 (trascripción moderna de lo que debió ser la etiqueta original de Flores). Asignamos pues, con mayores reservas aún, estos materiales al Silo 5. La trascripción dice: “Casa nº 5 de Aljarilla. Teniendo 6 metros y 3 metros de ancho”. En esta estructura hemos encontrado muy pocos restos: un nódulo de sílex y una lasca, un fragmento de cerámica y un bruñidor de diorita. El fragmento cerámico corresponde al borde de un recipiente abierto de unos 14 cm de diámetro, alisado y con una pasta de gruesos desgrasantes de esquisto. En otra bolsa junto a esta apareció una pieza de diorita con huellas de haberse usado como bruñidor y percutor. Cualquiera de las dos podría corresponder a la estructura nº 5. Aljarilla 6. Fuera de esta caja rotulada como Terrera de Aljarilla, entre los materiales sin procedencia se encontró un tosco vasito de cerámica en cuyo galbo se leía Aljarilla 6 con letra de Siret. Junto a él en la misma caja se encontraba otro recipiente algo mayor. Es pues bastante fiable la atribución del primer objeto, pero no la del segundo.
Terrera de Aljarilla (Cuevas de Almanzora) Aunque de este yacimiento no conservamos documentación en el Archivo del MAN, los materiales estaban acompañados por etiquetas de P. Flores que como en el caso de El Arteal (Maicas y Montero, 1998: 65), eran más explícitas de lo habitual. Posiblemente este yacimiento sea o esté próximo a “Terrera de Jarilla”, una cueva de habitación recogida por Camalich Massieu y Martín Socas en su catálogo de yacimientos de la Depresión de Vera y Cuenca del río Almanzora (1999: nº 91). Al revisar los materiales para su estudio, comprobamos que existían posibles mezclas de contextos por lo que deben tomarse con precaución las referencias a estructuras individuales. Silo 1. En las etiquetas, Flores da información acerca de las medidas y situación de las distintas estructuras, a excepción de la primera casa o más probablemente silo. En esta primera estructura nos encontramos 43 fragmentos de hueso correspondientes a vertebrados. Los restos se encontraban en muy mal estado de conservación por lo que sólo pudimos asignar 8 a un ave de pequeño tamaño, un fragmento de mandíbula a un artiodáctilo también de pequeña talla, del resto sólo podemos considerar por talla 2 fragmentos de diáfisis que corresponderían a individuos de talla media y 9 a macromamíferos. A excepción de un fragmento de diáfisis todos los restos presentan una fuerte alteración de sus superficies, acrecentada por el hecho de encontrarse quemados más de la mitad de ellos. La fauna se completa con un fragmento de Patella sp. también quemada. A estos restos hay que sumar restos de talla, una lasca retocada (también muy alterada por el fuego) y un fragmento de sierra. Además había bastantes restos de carbones. Silo 2. La estructura nº 2 debe ser un silo a juzgar por los datos de Flores: “... hoyo nº 2 a 50 cm del nº 1, teniendo 120 de hondo y 140 en redondo.” La mayor parte de los materiales asignados a este silo son también restos de fauna. De un total de 44 fragmentos, 22 corresponden a fragmentos de asta de ciervo y 1 corresponde a una tibia de conejo. El resto son fragmentos o esquirlas pertenecientes a mamíferos de talla media y grande. El 20% de los huesos presenta alteración térmica. El asta está preparada para la elaboración de útiles. La presencia de un fragmento de cráneo unido a la base del asta (rueda) permite descartar que se tratase de un asta de muda. A los restos de vertebrados hay que sumar dos valvas de Glycymeris sp. quemada y de Cerastoderma edule. Se han encontrado numerosos restos de madera carbonizada. La única pieza trabajada de este silo es un fragmento de candil de asta ranurado y vaciado de forma apuntada. En la Casa 3 casi la totalidad de los restos conservados corresponde a restos de fauna de los que hemos podido identificar cérvidos, suidos, lagomorfos y restos de ave sin determinar. Un alto porcentaje de los restos 89
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A juzgar por los datos de Flores, la estructura 5 podría ser una casa, pero el resto corresponde seguramente a hoyos, tal vez usados como silos. Nada sabemos de Aljarilla 6, tanto podría tratarse de un contexto funerario como de hábitat. Estos vasitos toscos y de pequeño tamaño son frecuentes en las sepulturas de Purchena (Montes de Oca, 1986: 73-170; Maicas, 1997: 5-24), pero todo el conjunto parece más propio de un hábitat. El hecho de encontrar dos fragmentos de sierra de sílex hacen pensar que pudiera tratarse de una misma pieza. No es posible asegurarlo ya que las fracturas no casan y las piezas están muy alteradas. No obstante y aunque correspondiesen ambos fragmentos a una sola sierra, esto no imposibilita la corrección de las asignaciones de material, ya que los hoyos han podido rellenarse con el material de superficie ya desechado. Lo más significativo en este conjunto es que habiéndose inventariado un total de 227 piezas, 185 son restos de fauna y de ellos 180 fragmentos corresponden a vertebrados. Los huesos conservados corresponden a porciones cárnicas, no hay fragmentos craneales ni extremos apendiculares, a excepción de un fragmento de mandíbula de la estructura 1. Los restos de asta parecen corresponder a un suministro de materia prima para la elaboración de útiles óseos, ya que algunos presentan marcas de corte y hay un útil sobre este material. Todos los restos podrían haberse obtenido por caza, ya que no se ha identificado con seguridad ninguna especie doméstica. A juzgar por los materiales es difícil determinar si estamos ante Neolítico o Calcolítico. Los fragmentos de sierra son similares a las piezas excepcionales de Millares, mientras que los vasitos que se conservan completos son iguales a los que acompañan a las sepulturas generalmente admitidas como Neolítico Reciente.
1890: 37), si bien no es enteramente cierto, ya que en la lámina 3 nº 23, parece dibujar una cuenta segmentada y en la España Prehistórica se habla de un adorno de hueso (1891-2001: 112). También en este apartado de industria ósea, añadiremos otros restos dibujados también en el nº 23. Así mismo figuran estas piezas en la España Prehistórica, aunque no la cuenta segmentada (1891-2001: lám. 38). En Bruselas se conservan fragmentos de brazaletes de concha, dentalium y colgantes sobre defensas de jabalí, adscritos a este yacimiento, pero no mencionados por Siret en sus publicaciones, por lo que deberán ser tomados con precaución. Virtud, Cerro (Cuevas de Almanzora, Almería) Se trata de una pequeña elevación situada en las proximidades de la Sierra de Almagrera. El yacimiento fue estudiado por Luis Siret, pero apenas era conocido hasta las excavaciones de Ignacio Montero y Arturo Ruiz. Su re-excavación supuso un paso importante para los estudios de esta zona y época al proporcionar fechas muy bajas para lo conocido hasta ese momento, por documentar enterramientos colectivos en contextos neolíticos, así como por la presencia del metal en este ámbito. Se identificaron 5 niveles, tres de ellos neolíticos y otros dos calcolíticos. Aún existiendo la posibilidad de individualizar las tres fases neolíticas que documentan los excavadores del yacimiento (Montero y Ruiz, 1996: 55-75), hemos preferido no hacerlo, sumando todos los datos referentes al neolítico en un caso y al calcolítico en otro, por ser escasa la diferencia cronológica existentes entre unas fases y otras y por las diferencias de tratamiento que supone esta compartimentación respecto a los yacimientos de excavación antigua, que son la mayoría de los contemplados aquí. Aunque en la colección Siret del Museo Arqueológico Nacional se conserva una pequeña muestra del hoy conocido como Cerro Virtud, los datos consignados en este trabajo proceden de las piezas recuperadas en las excavaciones efectuadas por Ignacio Montero y Arturo Ruiz. Estos autores nos confiaron la industria ósea de este yacimiento para su estudio en colaboración con Concepción Papí. Los restos de este yacimiento conservados en el MAN están mezclados y no pueden relacionarse directamente con las fases identificadas actualmente. Este yacimiento cuenta con un análisis de fauna realizado por Manuel Domínguez (1997:35-37) en el que se señala el predominio de los ovicápridos seguidos por los grandes bóvidos domésticos. Así mismo se indica la fuerte presencia de huellas de carnívoros.
Tres Cabezos (Cuevas de Almanzora) Yacimiento dado a conocer por Enrique y Luis Siret (1890: 29-33) y conservado actualmente en los Museos Reales de Arte y de Historia de Bruselas (Deramaix, 1992: 28-39). Se trata de un poblado, del que conocemos varias casas, hogares y materiales. Dados los repartos que sufrió la colección Siret, el MAN no posee materiales de este yacimiento, pero si se conservan varios dibujos inéditos en el Archivo del Museo. En su manuscrito sobre la Prehistoria de Cuevas, Siret habla de casas o más bien chozas de 5 a 8 m de diámetro. Rebajado el terreno 0,5 m con una estructura de poste central y cubierta de bálago. El autor dice haber encontrado muchos instrumentos de piedra pulida, así como materia prima para su transformación, destacando la presencia de diorita de la Sierra de Almagro (Siret Manuscrito para la Historia de Cuevas, p. 19). En las Primeras Edades del Metal, se indica la ausencia de huesos trabajados en este poblado (Siret,
La industria ósea de los niveles neolíticos Como ocurre con otros aspectos de la ergología de este yacimiento (la industria lítica por ejemplo), puede decirse que la industria ósea no es demasiado notable, es decir, es porcentualmente escasa y presen90
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tado por un uso que ha determinado una pequeña faceta latero-dorsal. En conjunto, la industria ósea del Cerro Virtud se encuentra representada en las diferentes fases del yacimiento (algo más abundante en los niveles más antiguos), pero su número es tan bajo que no permite apreciar diferencias significativas entre ellas. En Cerro Virtud el número de elementos óseos puede considerarse bajo y poco variado. Aunque permite destacar el predominio en la elaboración de las piezas de un criterio práctico para la obtención de las puntas requeridas partiendo de acondicionamientos mínimos. Los materiales estudiados, se han obtenido de restos óseos que puede proporcionar el entorno inmediato, no parecen corresponder a una “artesanía” desarrollada sino que por el contrario, responden a “necesidades puntuales” cuya resolución no requiere un trabajo especializado
ta un bajo grado de transformación. Su estado de conservación es bastante deficiente tanto por la acción de raíces como por la acidez del terreno, lo que unido a la presencia de concreciones y a un elevado índice de fracturación hace muy difícil su estudio. Los huesos presentan una coloración oscura debida a la naturaleza del terreno. Podemos considerar que las características de conformación y acabado son similares, respondiendo a un esquema de mínima transformación para la fabricación del útil requerido, particularmente en el caso de piezas que aprovechan una esquirla ósea. La obtención de los útiles se ha realizado mediante corte por percusión indirecta y pulimento irregular en el caso de la pieza mejor conservada. El resto de los útiles se ha obtenido de diáfisis hendidas en las que se perfila una punta mediante abrasión. Sólo excepcionalmente pueden apreciarse huellas de trabajo paralelas y oblicuas a los ejes longitudinales de las piezas, propias de abrasivos de grano fino, pero muy alteradas por la degradación superficial del hueso. En las piezas que conservan el ápice, se observan señales de desgaste. La mayor parte del conjunto parece corresponder tipológicamente a punzones hendidos sin base articular a excepción de dos piezas del tipo de punzones facetados, del punzón de economía y de un punzón tubular, en este caso sobre tibia distal de ovicaprido. En ambos casos, se trata de piezas que al requerir una transformación pequeña de la morfología original se documentan en un amplio espectro cronológico y cultural. La adscripción anatómica de los objetos resulta difícil dado el estado de la muestra, pero puede decirse que todos los apuntados se han realizado sobre diáfisis (posiblemente de tibias y metapodios) de mamíferos de talla media, probablemente ovicápridos (Ovis/Capra). Por lo que respecta a las piezas realizadas sobre soporte malacológico, las cuentas sobre Conus (6 piezas) se han obtenido mediante perforación del ápice o aprovechando fracturas fortuitas. Las Columbellas perforadas presentan perforación en habitación. Cuatro son los brazaletes de concha (Glycymeris) recuperados en la excavación reciente4.
Zájara (Cuevas de Almanzora) Esta referencia corresponde en realidad a varios yacimientos, pero nos centraremos ahora en aquel que se ubicaba en el espolón amesetado y corresponde a fases postpaleolíticas, ya que el conjunto arqueológico de Zájara presenta ocupación desde el Musteriense (Vega, 1980: 11-64; Cacho, 1983: 203-217). Los abrigos (Zájara I y II) y poblado de Zájara fueron excavadas por Siret, pero no publicadas entonces; tampoco llegó a publicar los materiales posteriores, que se conservan en el MAN y podemos considerar numerosos, pero no carentes de problemas. Para el período que ahora nos interesa, hay que destacar las recientes excavaciones llevadas a cabo por el equipo de la Universidad de La Laguna (Cámalich Massieu y Martín Socas, 1999).
La industria ósea de los niveles calcolíticos Los niveles calcolíticos del yacimiento, únicamente han proporcionado una pieza de industria ósea. Se trata de un fragmento de punzón que presenta color blanquecino por calcinación. La clasificación es imprecisa ya que sólo conservamos un extremo del útil, podría responder a un punzón tubular. Se ha realizado un pulimento fino, al menos del bisel que configura la punta. Conservamos el ápice, si bien desgas———— 4 A ellos podría sumarse un fragmento más perteneciente a la Col. Siret.
FIGURA III.45.–Fragmento de cerámica incisa de la Casa 1 de Zájara.
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En el Cuaderno 23 de Flores se menciona un enterramiento triple realizado en un pequeño abrigo o covacha y figura también en la lista de yacimientos del Neolítico Reciente del manuscrito Lista General de Sepulturas; pero esta estructura no presentaba ajuar por lo que podría asignarse a cualquier otro momento. En este mismo documento, Siret incluye una tabla de Brazaletes, en ella se menciona Zájara con 6 brazaletes de piedra (uno de ellos inacabado). A tal documentación hemos de añadir la existencia de de un plano de este yacimiento, a escala 1/200, fechado en 1904, con el título de “Zájara. Bourgade néolithique”, donde detalla la localización de la muralla, viviendas de planta circular, silos, hoyos de poste, hogares, dos elementos de cobre, observaciones sobre la inclinación de la superficie, las pendientes laterales, etc. En su tesis doctoral, Almudena Hernando revisó los materiales conservados en el MAN (1987: 650). Cuenta con estudios antracológicos en los que se destaca el predominio del acebuche y la presencia de leguminosas (Rodríguez Ariza, 2000: 145-156). Los restos de fauna conservados en la Colección Siret del MAN no se corresponden a los recuperados en las campañas recientes en lo que respecta al predominio de lagomorfos (Martínez y Morales, 1999: 307311). Entre nuestros fondos los lagomorfos son testimoniales, dominando en número de restos los ovicápridos y suidos (como también ocurre en los restos faunísticos recuperados recientemente), también aparecen équidos, bóvidos y cérvidos. No obstante hemos de recordar a este respecto que la muestra faunística puede corresponder tanto a las fases calcolíticas como a las neolíticas, pero es probable su pertenencia mayoritaria a la fase más reciente. Destaca la relativa escasez de malacofauna y la presencia de un diente de tiburón. En el estudio de Camalich et alli (1999: 251), se indica que frente a lo recuperado por los estudios de Siret, sus campañas de excavación apenas ofrecen industria ósea. Valga el comentario hecho respecto a la misma afirmación en el caso del yacimiento de Campos. Casa 1. Corresponden a esta referencia unos pocos materiales entre las que se destaca un vasito de decoración reticulada incisa, muy alterado en el interior. Se conserva un conjunto de industria ósea con una punta de canal bien conservada. Casa 2. Se conserva una etiqueta de Flores con referencia a esta Casa, pero únicamente indica el yacimiento y número de estructura. El conjunto atribuido a la segunda casa, es aún menor que el primero, en el se documenta una de las escasas piezas metálicas. Casa 3. Se conservan 2 etiquetas de Flores y la trascripción de una tercera más amplia, con un croquis adjunto: “hoyo de la Casa 3 teniendo un metro de hondo y 60 cm de ancho y 120 de largo formando un cajón de 25 cm de hondo. Zájara”.
FIGURA III.46.–Diente de tiburón de Zájara.
FIGURA III.47.–Ídolo cruciforme de Zájara.
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Casa 4. En esta casa llama la atención la presencia de una estructura de adobe en forma de doble cuerno, que Siret dibuja en una etiqueta, junto a un trapecio y un mamelón sobreelevado que corresponde al borde de un recipiente abierto. A estos materiales se asocian lascas de sílex, fragmentos cerámicos, restos malacológicos y algunos transformados. Todo podría corresponder a una fase neolítica. Casas 5 a 27. De estas estructuras no encontramos referencias y todo el material se ha mezclado. Por las escasas referencias de Siret (únicamente sobre las piezas) parece tratarse de silos, aunque no tenemos la certeza en la totalidad de los casos, ya que en unas ocasiones se indica de forma explícita la palabra “silo”, pero en otros únicamente se pone una referencia numérica sin más indicación. En general encontrados todo material en muy mal estado, tanto por su estado superficial, como por la elevada fracturación. La industria ósea se encuentra cubierta de concrecciones y atacada por una elevada acidez del sedimiento, lo que ha afectado tanto a la superficie del hueso como a la forma original del mismo. Entre los materiales almacenados de este amplio conjunto, destaca la presencia de un ídolo cruciforme de piedra en un ámbito no funerario, así como dos placas de esquisto recortadas en forma de suela y por lo tanto similares a otras piezas conocidas sobre soporte óseo, siendo la de Almizaraque de hueso, el caso más próximo. En esquito también se realizó una placa pseudocircular con perforación central, similar a las localizadas en Almizaraque; posiblemente un brazalete inacabado.
Entre los restos de cerámica destacan recipientes con baquetones, fondos cónicos, vertedores, fragmentos con restos de almagra (con referencia al ¿Silo? 21), así como decoración incisa y puntillada. El conjunto metálico de Zájara es muy escaso, limitándose a un hacha plana (mencionada por Siret), un puñal y escasos fragmentos indeterminados. No obstante, hay que tener presente que la entidad de este asentamiento tampoco debió ser muy grande. Sus contactos con el vecino Almizaraque debieron ser frecuentes y se reflejan en varios elementos comunes como ya se ha comentado. Los materiales adscritos a estas estructuras son mayoritariamente calcolíticos precampaniformes, pero también tenemos diversos elementos atribuibles a una fase neolítica (brazaletes de esquisto y de mármol, trapecios, hojitas, asas-pitorro, asas tunel, fondos cónicos, almagra, etc.) que ha quedado ratificada en las excavaciones recientes (Camalich Massieu y Martín Socas, 1999: 92).
3.2.2. Zona II. Curso medio del río Almanzora Loma de Águilas (Cantoría) En el Cuaderno 10 de P. Flores se describe esta estructura, seguramente relacionada con otros topónimos de Cantoría como son: Loma de la Torre, Loma de las Canteras, Loma de la Suerte, Loma del Cucador, Loma de los Aljibes, Arroyo de Albanchez y Loma de Almanzora, pero a partir de los datos de Flores, no podemos asegurar si se trata de o no de una necrópolis. Se conserva una etiqueta de Flores junto al material, en ella se indica que el yacimiento estaba “a poniente del río Almanzora”. Siret en su Lista general de Sepulturas, menciona Loma de las Águilas de Cantoría con el número 6. Se trata de un rundgräber con fragmentos de brazalete de concha como único ajuar. En el dibujo original de Flores también se representan 3 brazaletes. G. y V. Leisner recogen exactamente esta información e indican que posiblemente los fragmentos pertenezcan a una sola pieza (1943: 15 fig. 32.36), lo que ya dio a entender Siret al dibujar los fragmentos en su Lista de Sepulturas. En realidad pensamos que corresponden a 3 brazaletes diferentes con. Se conservan en el MAN restos humanos en muy mal estado y fragmentos de los 3 brazaletes de concha. Los brazaletes presentan secciones convexas o planoconvexas y un diámetro interno medio de 5,9 cm. Albox (Albox, Almería) En el MAN se conservan restos etiquetados como Albox que seguramente corresponden a distintos conjuntos. Junto a los restos que nos interesan aquí aparecen algunos fragmentos de cerámica a torno asignables al Bronce Final. Uno de los conjuntos corresponde a la
FIGURA III.48.–Placas recortadas de esquisto. Zájara.
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FIGURA III.49.–Detalle del Cuaderno 10 de P. Flores. Loma de las Águilas (Cantoría). Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
Colección Vilanova (1942/8500), otro a la Colección Bonsor. Además un conjunto debe ser asignable a la colección Siret. En el Cuaderno IX Flores se recoge información de poblados situados en Albox. Tal vez las piezas consignadas sólo como Albox sean en realidad piezas deslocalizadas pertenecientes a dichos yacimientos. Hemos podido estudiar una docena de fragmentos de cerámica lisa (algunos presentan mamelones perforados) y dos recipientes completos. Entre los materiales cerámicos hay que destacar una botella asimétrica. Una moledera activa y una pasiva, dos hachas pulidas (una de ellas en proceso de elaboración). Varios fragmentos de crecientes y restos de fauna con alteraciones térmicas (posiblemente de ovicaprino).
que llama Loma de Alcauzón, 1 y 3. En L’Espagne prehistorique (1891) Siret se refiere a ellos como Huércal o Loma de Alcauzón. Próximo Loma de Alcauzón estarían “Los Cabecicos”, yacimiento que Siret describe a continuación de éste. En La España Prehistórica, Siret habla de tres estructuras funerarias, Huércal (o Loma de Alcauzón) 1, 2 y 3. La primera es al parecer la mayor, ya que Siret indica la recuperación de 130 dientes (12 en la segunda y 21 en la tercera). Así pues parece haber al menos una “Cueva de Overa”, una o dos estructuras en “Loma de Overa”, un posible “poblado de Huércal”, tres sepulturas en “Los Cerricos” y 3 estructuras funerarias en Loma de Alcauzón. Respecto a la Loma de Alcauzón, recordemos que en el Cuaderno 1 de Flores se mencionan sólo 2, pero se numeran como 1 y 3. Georg y Vera Leisner recogen también sólo 2, un pequeño rundgräber y una tumba oval (1943: 56). En su manuscrito sobre la Clasificación de Sepulturas, Siret describe y dibuja 2 estructuras (1 y 3) como Alcauzón, pero en España Prehistórica (1891-2001: 126), habla de 3 estructuras de Huércal (o Alcauzón). En el almacén sólo una caja tenía referencia a Loma de Alcauzón, concretamente a la Sep. 2. En su interior una etiqueta de Flores indicaba: “Término de
Loma del Alcauzón / Huércal (Huércal-Overa) En Huércal-Overa hay una confusa relación de términos que intentaremos clarificar. En el Cuaderno XVI de Flores con el término “Huércal” se consigna un posible poblado de época incierta. Con la referencia “Overa”, Flores describe en su cuaderno 3, un rundgräber, si bien en el dibujo dice “Huércal Overa 1”. Pero además de estos yacimientos existe otro llamado Cueva de Overa o de Huércal Overa. En el Cuaderno 1, Flores describe dos pequeños rundgräber a los 94
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Huércal, Loma de Alcauzón nº 2 a 500 metros del 1 al norte”, y una etiqueta de Siret: “Loma de Alcauzón (Huércal) 2”. En el interior sólo había un fragmento de brazalete que desgraciadamente no es el que Siret dibuja en La España Prehistórica. El resto de los materiales de Huércal se habían mezclado, pero pudimos asignarlos correctamente gracias a la documentación conservada (Lista General de Sepulturas, Cuaderno 1 y España Prehistórica). No obstante faltan piezas, como es el caso de la cerámica y los brazaletes de concha. La sepultura de Alcauzón 1 tiene 14 trapecios y 4 puntas de flecha pedunculadas que en su España Prehistórica (1891-2001: lam. 45) Siret representa como una evolución de unos a otras. No hay restos de metal, sólo tres recipientes cerámicos, la estructura parece corresponder a un rundgräber grande y los adornos de concha son el elemento de ajuar más abundante. Podría corresponder a las últimas fases del Neolítico Reciente. Aunque no menciona la distribución precisa de los restos humanos, es interesante ver la disposición que Flores hace en el dibujo. Según éste parece que los restos se distribuían circularmente alrededor de la estructura.
Cabezo del Barranco Calderón (Albox) En el Cuaderno IX Flores nos habla del Cabezo del Barranco Calderón en Albox. Se plantea su relación con Loma de la Torre citada también en este cuaderno así como en el Cuaderno 10. Cantoría y Albox son términos limítrofes de modo que podría tratarse de un poblado y su necrópolis. En la cima del Cabezo del Barranco Calderón, se encontraba el poblado amurallado y en la ladera y en la cercana Loma de la Torre, debían situarse diversas sepulturas. No tenemos más datos del poblado que su carácter fortificado. No se conservan materiales, ni son descritos por Flores. Podría tener relación con Rambla de MarmolejoLoma de Calderón, yacimiento citado en Huércal (término limítrofe). La sepultura descrita por Flores en el Cuaderno IX parece corresponder a una covacha o abrigo, de 4,5 ¥ 4 m. No podemos saber el número de individuos enterrados (Flores dice exactamente: “... y una porción de huesos de cadáver, todos quemados...”). Se trata en cualquier caso de una sepultura colectiva, ya que a través de los restos conservados (mandíbulas) podemos hablar al menos de 8 individuos. Además de los restos de mandíbulas, únicamente se conservan 6 fragmentos de calotas craneales. Entre la industria lítica destaca un fragmento de alabarda y más de un centenar de cuchillos que no pudieron remontarse más que en contadas ocasiones. Todo el material presenta fuertes alteraciones térmicas.
Loma de Almanzora / Rambla de Albox (Cantoría) Los Cuadernos 3 y 10 de P. Flores hacen referencia a Cabezo de Almanzora y Loma de Almanzora respectivamente. Siret en la “Lista General de Sepulturas” indica dos estructuras en Loma de Almanzora, los números 15 y 16 (que son los descritos por Flores en el Cuaderno 10) y otras 5 como Cabezo de Almanzora (Cuaderno 3 de Flores). Es posible que se tratase de una sola necrópolis ya que en otras ocasiones hemos comprobado que Flores interrumpía la descripción de materiales de un yacimiento para continuar con otro y posteriormente volver al anterior, pero hay que tener en cuenta la diferente denominación (Cabezo y Loma), así como el salto en la numeración (1 a 5 para el Cabezo y 15 y 16 para la Loma). Las sepulturas 1 a 5 son a las que se refiere Siret en La España Prehistórica (1981-2001) y fueron asignadas por él a la Edad del Hierro. Nos referiremos pues, a los restos descritos en el Cuaderno 10 de Flores y en la tabla de Neolítico Medio de Siret. Se conservan dentro de la industria ósea: grandes apuntados facetados, varillas de sección circular, pasadores, brazaletes de concha y cuentas sobre Dentalium (algunas recortadas). Los Cabecicos (Huércal-Overa) Yacimiento citado por Siret en La España Prehistórica y en su manuscrito Lista General de Sepulturas. Flores lo recoge en sus cuadernos 3 y 23. Se trata de 4 sepulturas (cámaras ovales) cuyos materiales se conservan en los fondos del MAN, los datos son confusos, pero según la documentación, no presentaba industria ósea por lo que no los tendremos en cuenta ahora.
FIGURA III.50.–Recipientes cerámicos de Barranco Calderón.
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La cerámica se encuentra más fragmentada de lo observado en otras sepulturas. Sólo una pieza está prácticamente entera. Todos son pequeños vasos (entre 5 y 15 cm). Como elementos de prensión se conservan dos mamelones levemente sobreelevados (puntiagudos) y un mamelón de lengüeta con una perforación. Además dos fragmentos presentan pastillas de pequeño tamaño en el galbo (similares a las documentadas en La Lámpara de Purchena, Maicas, 1997). La cerámica no presenta la fuerte alteración ígnea de otros materiales. En conjunto parece presentar una fuerte tradición neolítica, pero con predominio ya de formas abiertas y en relación al resto del material, englobaríamos este conjunto en una fase de transición al Calcolítico. Todo el material óseo está quemado o incluso calcinado. Tenemos 41 fragmentos todos ellos de hueso, pero no hemos podido localizar las 15 cuentas de hueso de las que habla Flores.
Se menciona concretamente un botón con 2 orificios, pero desconocemos si se trata de un botón de perforación en V, a juzgar por el dibujo de Flores (Siret no lo dibuja), los dos orificios son de tamaño muy diferente. A falta de mayor precisión no podemos considerarlo como tal. Los restos humanos corresponden a dos pequeños fragmentos de cráneo y un conjunto de dientes bastante fragmentado, pero que consideramos que corresponde al menos a dos individuos, uno muy joven. Se conservan también pequeños fragmentos que podrían corresponder a un lagomorfo. Loma Cucador (Cantoría) En su Cuaderno nº 10, Flores recoge 5 estructuras funerarias bajo este topónimo. Posiblemente estén relacionadas con otras sepulturas del término de Cantoría, que numera conjuntamente, pero carecemos de datos suficientes para fijar dicha relación. Siret en su Lista General de Sepulturas, mantiene este topónimo con las referencias 9 a 13. Cuatro son rundgräber con escasísimo o nulo ajuar; la restante es sin embargo bastante rica, se trata de Cucador 9. Además de esta sepultura mayor, en el MAN se conservan otros 3 ajuares, correspondientes a las sepulturas 10, 11 y 13. Todas ellas con muy poco material (una pieza de cuarzo, fragmentos de cerámica y fragmentos de restos humanos).
Cerro de la Copa (Cantoría) Yacimiento descrito en el Cuaderno 3 de Flores y situado por Siret en sus listas del Neolítico Medio. También es mencionado en L’Espagne Prehistorique (p. 134 del manuscrito). Era un enterramiento en estructura oval simple con un ajuar compuesto por cerámica, cuchillos de sílex, apuntados de hueso y adornos, del que hoy sólo se conservan una cuenta discoidal y restos óseos.
FIGURA III.51.–Loma de Cucador 9 (P. Flores Cuaderno 10). Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
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adelantar que el número de individuos representados estaría entre 12 y 15. A partir de los fragmentos de mandíbulas conservados (área de mentón) el NMI sería de 12. Hay que destacar también la presencia de diferentes grupos de edad. Entre los restos humanos han aparecido también restos de fauna (una mandíbula de Bos y un metacarpo de ovicáprido).
Siret asigna esta sepultura 9 al Neolítico Reciente en sus Listas Generales. Se trata de una cámara circular con un diámetro aproximado de 4 m y falsa cúpula, la destrucción de un área impide asegurar la existencia o no de corredor. Flores se detiene en la descripción de grandes ortostatos. De esta estructura conservamos dos etiquetas de Siret y cuatro de Flores. En conjunto se puede leer: “Número 9. Río Almanzora, al poniente. Loma del barranco del Cucador. Este paquete es del número 9 (término de Cantoría)”. Algunos materiales como es el caso de las puntas de flecha o los cuchillos de sílex, son perfectamente reconocibles en los dibujos de Flores. En Cucador 9, los recipientes cerámicos se conservan en su mayoría completos. Entre ellos destacan cuatro vasijas en cuyo interior una capa de tierra aprisiona aún fragmentos de hueso. Uno de los recipientes se había reventado por la presión de la tierra y Siret lo sujetó atándolo con cuerdas. Los recipientes son de tamaño pequeño (entre 5 y 16 cm de diámetro máximo, siendo el valor medio de 9 cm), presentan formas troncocónica, cilíndrica y de suave perfil en “S”. Hay tres fragmentos decorados con decoración de relieve y de pastillas.
Rambla de Limera / Loma de las Planas (Arboleas) Este topónimo corresponde a 3 pequeños rudgräber descritos por Flores en su cuaderno 10. Los tres presentan dimensiones parecidas y los tres cuentan con industria ósea. Siret en su Lista general de Sepulturas utiliza el término Rambla de Limera para tres sepulturas que numera del 19 al 21, pero al ordenarlas cronológicamente, mantiene la numeración, pero utiliza el término Loma de las Planas. Una de las estructuras de Palacés, en la vecina Zurgena, es denominada por Siret Cerro de la Limera, por lo que puede tratarse de sepulturas muy próximas y por lo tanto integrantes de la misma necrópolis. En la clasificación de Sepulturas, Siret incluye las tres en el Neolítico Medio (lista nº 6). Las piezas conservadas en las salas de reserva del MAN no coinciden exactamente con los datos proporcionados por Flores y Siret, pero dada la fragmentación, las discrepancias no parecen importantes. No obstante, faltarían en Limera 20 “…unos pedazos de hueso trabajados…”. Para la Sepultura 19 se conservan dos etiquetas, una de Flores y otra de Siret. La de Flores indica: “19 término de Arboleas. Rambla de Limera, loma de las Palmas?”, la de Siret: “Arboleas. Rambla de Limera 19”. En la Sepultura 20 se conservan también dos etiquetas, pero la de Siret es prácticamente ilegible, mientras que la de Flores dice: “20 loma de la plana, término de Albolucas. Rambla de la Limera”. Es difícil asegurarlo, pero a juzgar por los dibujos de Flores y por los dientes conservados, debe tratarse de estructuras de inhumación única. En la Sep. 20 destaca la abrasión observada en un incisivo. Sólo se conserva cerámica en la Sep. 20, de muy mala calidad (pastas mal cocidas). En este conjunto la industria ósea constituye prácticamente el único ajuar correspondiente a brazaletes de concha y dentalium.
FIGURA III.52.–Recipientes cerámicos de Loma de Cucador.
Se conservan 10 cuchillos de sílex. Los tamaños pueden considerarse medios y grandes con anchuras entre 1,3 y 2,2 cm y grosores entre 0,2 y 0,8 cm. Los valores medios son de 1,7 para la anchura y 0,5 para el grosor. 3 cuchillos se conservan enteros, con longitudes de 8,6; 13,2 y 13,5 cm. La industria lítica se completa con 3 puntas de flecha (de base cóncava, foliácea y de pedúnculo) y un vaso de piedra. Esta estructura es la única del conjunto en la que se documenta industria ósea: apuntados, un colgante sobre colmillo de jabalí, una columbella perforada y fragmentos indeterminados de colmillo de jabalí. Flores dice que hay: “... unos restos de unos 100 cadáveres...” y Siret mantiene este dato sin comprobarlo. Aunque Flores no recogiese la totalidad de los huesos, esta cifra es muy improbable. Los restos humanos conservados corresponden a las diferentes partes del esqueleto (fragmentos de cráneo, mandíbulas, costillas, vértebras, fémur, tibia, falanges, etc), estando presentes en la muestra huesos de pequeño tamaño como son las falanges y algunos de difícil conservación como es la rótula. Algunos están parcialmente quemados. Sería interesante realizar un análisis antropológico pormenorizado, pero podemos
Rambla de Marmolejo / Loma de Calderón (Huércal) Yacimiento interesante por la presencia de un tipo infrecuente como es un fragmento de sierra de hueso, pero en conjunto con información deficiente. En el interior de la cajita había dos etiquetas, la primera, de Siret, hace referencia a Loma de Alcauzón (Huércal). Comprobado que no puede ser este yacimiento, consideramos que la etiqueta pudo introducirse erróneamente en la caja. La segunda etiqueta es reciente, pero es una copia de una etiqueta de Flores 97
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en la que se puede leer: “Término de Huércal, Loma del Calderón, Rambla del Marmolejo nº 1 en una casa donde hay pedazos de perneras y un pedazo de cobre”. Según esto, este yacimiento podría estar relacionado con el Cabezo del Barranco Calderón de Albox.
Palacés / Llano de las Eras (Arboleas-Zurgena) Aunque se conocen tres estructuras asignadas a este topónimo según las Primeras edades del Metal (Siret y Siret: 1890) y España Prehistórica (Siret, 18912001), fueron al menos cuatro, según los datos de los Cuadernos de Flores y el manuscrito del Libro de Sepulturas de Siret. Como indican los hermanos Siret, las dos primeras sepulturas estaban muy próximas, estando la tercera al otro lado del río. Las tres sobre la cúspide de pequeñas colinas. La cuarta sepultura estaría en el llano. Las tres primeras son rundgräber, posiblemente con túmulo (Siret 1891-2001: 134) y la cuarta una cámara simple oval. En su libro de las Sepulturas, Siret indica en las primeras listas, tres estructuras en Zurgena y las llama “Zurjena Llano de las Eras”, pero más adelante, en las listas de clasificación de yacimientos (lista nº 4) menciona Palacés con este topónimo y vuelve a inventariar tres estructuras como pertenecientes al Neolítico Antiguo. Aquí, al referirse concretamente a Palaces 3 dice que se llama en realidad Cerro Limera y por ello “il y a un autre Pal.3”, que debe ser el que ubica en el Neolítico Medio y denomina Palacés 3 o Llano de las Eras 3. Este Cerro de Limera o Linera, podría relacionarnos con la Rambla de Linera o Limera de Arboleas (término limítrofe), en donde encontramos otros tres rundgräber a juzgar por la descripción del cuaderno 10 de Flores. En el catálogo de Yacimientos de la Cuenca de Vera, Cámalich y Martín Socas, sitúan la sepultura 3 en Arboleas (1999: nº 202), posiblemente las sepulturas 1 y 2 sean las indicadas como Cerro de Limera (nº 192). Con el topónimo Palaces se indica otro yacimiento, ya en Zurgena, ¿podría ser la cuarta sepultura? (nº 467). El ajuar de las sepulturas de Palacés está dividido entre Madrid y Bruselas. Los materiales conservados en Bélgica, rara vez han podido asignarse a una estructura concreta (Deramaix, 1992: 40-43). En las salas de reserva del MAN, conservamos un elevado número de piezas, asignadas principalmente a la sepultura 3, si bien los materiales deben estar mezclados entre sí, por lo que aunque se han estudiado directamente las piezas conservadas, las cifras reflejadas en la muestra base de datos se basan en las proporcionadas por los hermanos Siret en su obra de 1890 (comentarios a la lámina 4). Para Palaces 4, al no figurar en esta obra, seguiremos los datos del Cuaderno 10 de P. Flores. En la sepultura denominada Palacés 1 se conservan 3 cuentas de piedra, 4 piezas para formar brazaletes articulados, 16 brazaletes de concha y 28 dentalium, todos con restos de ocre. Según los datos de Siret, las cifras serian mayores. De la sepultura denominada Palacés 2 tomamos una vez más las cifras de los Siret, pero sus datos finales no coinciden con sus primeras cifras que creemos más correctas, por ello el número total asignado a la
Loma de Overa / Huércal-Overa (Huércal-Overa) Como ya se comentaba al hablar de la Loma del Alcauzón, es difícil aislar los yacimientos de Huércal - Overa. En el Cº XVI de Flores p. 95, se menciona como Loma de Overa un yacimiento funerario con “... cuchillos de pedernal y escoplos de piedra y objetos de chapinetas y cadáveres en sepulturas.”. En el Cuaderno 3 de Flores, Siret anota dos estucturas como Overa. La primera corresponde a un rundgräber (de 1m de diámetro y 0,5 m de profundidad), la segunda posiblemente a una cámara oval ya que en la Lista de Sepulturas de Siret, figuran como Overa, un rundgräber y una cámara oval simple. En el primero Siret dibuja brazaletes de concha, en el segundo habla de caracoles. Sitúa ambos en un Neolítico Antiguo. En La España Prehistórica menciona de una sola estructura y dibuja (1891-2001: lam. 45) un cuchillo, un hacha, un brazalete de concha y un dentalium, indicando que son los objetos principales (1891: 132). En el cuaderno Cº XVI p.98, Flores describía también muy brevemente una cueva con este mismo topónimo (“... 4 m de larga y 4 de ancha... caracoles y unos 80 pedazos de pedernal”), con los datos que proporciona, no es posible adscribirla a ningún periodo. En las Salas de Reserva del MAN se conservan tres cajitas, una siglada como Cueva de Overa y con etiquetas de Siret con el mismo texto. Otra, tiene la referencia Huércal (cincel metálico) y otra Huércal - Overa Sep. 1 que es la que corresponde a la Loma de Overa (brazaletes de concha y restos Humanos). Parece pues, que existieron tres estructuras (cueva, rundgräber y cámara oval). Nos centraremos ahora en el rundgräber, ya que presenta un conjunto seguro al poderse reconocerse todos los objetos tanto en los dibujos de Flores como en los de Siret. Únicamente plantearía problemas un pequeño fragmento de cerámica correspondiente a un borde biselado (de un posible plato) que no podemos atribuir con seguridad a esta estructura ya que ni Flores ni Siret lo indican y que no se corresponde con el resto del material, siendo seguramente posterior al mismo. Los restos óseos deben corresponder todos a los 2 individuos que indica Flores en su cuaderno. Se trata de pequeños fragmentos de cráneo y de huesos largos en muy mal estado, algunos con huellas de fuego. También se conservan unos 10 dientes humanos. Entre los restos óseos se encontró un pequeño fragmento de otro brazalete de concha que añadimos a los 6 que figuran en la documentación. 98
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estructura es de 33 y no de 28. No hay brazaletes completos en el MAN, ni tampoco creciente, ni lurias perforadas y sólo 3 dentalium. Palacés 3 corresponde, como hemos dicho más arriba, a dos estructuras: un rundgräber y una cámara oval, por ello, será a la primera de ellas, a la que llamaremos Palacés 3. Se trata de la estructura descrita en el cuaderno 1 de Pedro Flores. Fue publicada por los hermanos Siret en la Edad de los Metales (1890: 39-41, lam. 4) y aparece también en La España Prehistórica (1891-2001: 134, lam. 47), si bien en esta última obra, Siret no separa los conjuntos de cada sepultura. Como ya hemos indicado, las Salas de reserva del MAN conservan una sola caja rotulada como Palacés 3, en ella pueden haberse mezclado materiales de las dos estructuras que presentan esta referencia. Es imposible asegurarlo ya que ni Siret (en el manuscrito de las Sepulturas) ni Flores (en el cuaderno 10) dan datos suficientes, pero nos inclinamos a pensar que los materiales de Palacés 3 fueron a Bruselas5 (algunos se pueden identificar con los dibujos) y los de Palaces 4 vinieron a Madrid.
van restos humanos, pero no hay seguridad de que correspondan a una sola sepultura. Siret apenas dio información al respecto. En la Edad de los Metales, se habla de “abundantes restos de osamentas humanas” al hacer referencia a las tres primeras estructuras. Los restos conservados junto al material de esta estructura corresponden a fragmentos de cráneo con restos de fuego, escasos fragmentos de huesos largos, clavículas y vértebras. Las falanges son muy numerosas, así como los fragmentos de mandíbula y dientes. En general el estado de los huesos es bueno. Según los fragmentos de mandíbulas conservadas, podemos pensar en unos 4 individuos. En algunos incisivos se aprecia una fuerte abrasión, posiblemente relacionable con tareas de sujeción. Entre los restos humanos únicamente hemos podido documentar un metapodio de lagomorfo, que pudiera ser intrusivo. Siret indica la abundancia de brazaletes y crecientes, señalando que entre las tres estructuras funerarias suman cerca de 100 piezas (1890: 41). En total los fragmentos conservados en el MAN, corresponden a unos 90 brazaletes. A los que hay que sumar las piezas de Bruselas y los crecientes o brazaletes articulados Hay crecientes, brazaletes articulados y brazaletes. Hemos podido comprobar que están mezclados entre las distintas sepulturas, por lo que el estudio pormenorizado de las piezas se realizó conjuntamente. La mayor parte de las piezas presenta un grado de transformación medio. Llano del Pedregal (Pedregales) / Llano de la Tejera (Arboleas) Flores lo menciona en el Cuaderno 3 y brevemente en el Cuaderno XVI haciendo referencia a la existencia de huesos trabajados. Siret lo incluye en la Lista General de Sepulturas como Neolítico Medio, pero duda de que se trate de una Sepultura y no una casa. Las dimensiones de la estructura son bastante grandes (4 × 4,60 m) y Flores menciona además la existencia de: “... varios hoyos de algo más de una tercia en redondo ...”. Georg y Vera Leisner (1943: 13) mencionan un recinto cuadrangular, señalando la posible atribución de Siret a una casa e indican la falta de restos que confirmen el carácter de la estructura. Camalich y Martín Socas (1999: nº 14) recogen con este topónimo un poblado fortificado con materiales neolíticos y calcolíticos. Con los datos que Flores proporciona es difícil asignar esta estructura a una sepultura o a una casa, pero si tenemos en cuenta la presencia de los hoyos (probables silos), el tamaño de la estructura, la inusual abundancia de hachas pulidas y finalmente la ausencia en las prospecciones actuales de estructuras funerarias, consideramos más acertado la atribución a un asentamiento. Cotejados los materiales conservados con la documentación del archivo, vemos que no coinciden las
FIGURA III.53.–Detalle de la lámina correspondiente a Palacés 3 en Las Primeras Edades del Metal (Siret y Siret, 1890: Lám. 4).
Palacés 4 o Llano de las Eras (como también es llamada por Flores) es una cámara oval inédita. La confusión pudo partir ya de los cuadernos de Flores. Palacés 3 figura tras Palacés 1 y 2 en el Cuaderno nº 1 y el Llano de las Eras se menciona también como Palacés 3 en el cuaderno nº 10. La caja conserva una etiqueta de Siret en la que indica “Zurgena Loma de Palacés, Llano de las Eras 3. Marzo 1900” y los siguientes materiales: 6 trapecios teñidos de ocre, 4 cuchillos de tamaño medio, dos cuencos lisos y una lámina metálica que parece ser una intrusión muy posterior. Por lo que respecta a la industria ósea, está es abundante: 7 útiles de hueso (grandes apuntados facetados, uno con escotaduras laterales y un punzón tubular), 46 dentalium, Glycymeris perforadas y con restos de ocre y 80 fragmentos de brazaletes de concha. Se conser———— 5 Según los datos de los materiales depositados en Bruselas, los restos humanos estaban “fortement ocré” (Deramaix, 1992: 41-43).
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cifras relativas a la industria lítica pulida. Flores y Siret sólo mencionan 3 piezas. Es posible que al excavar los hoyos Flores encontrase otras hachas y se guardasen conjuntamente a las de la casa, pero también es posible que se trate de un error en el almacenamiento. La cerámica está muy fragmentada. Sólo es posible reconstruir 2 formas que corresponden a pequeñas ollas (diámetros inferiores a 15 cm). Los recipientes son mayoritariamente altos y de tendencia recta. Al menos 1 debe corresponder a un recipiente de gran tamaño a juzgar por el grosor de las paredes y el tamaño de su mamelón (8,5 cm de longitud). Consideramos que está representada tanto la cerámica de almacenamiento, como la de transformación de alimentos, como la destinada a usos específicos (de tratamientos más cuidados). Se conservan 4 puntas de flecha pedunculadas y fragmentos de cuchillos. Las 14 hachas y 1 cincel conservados, no pueden asignarse directamente a esta estructura, por lo que nos limitaremos a las tres mencionadas por Flores, una de ellas es el cincel. En industria ósea tenemos fragmentos correspondientes a punzones hendidos y facetados de difícil asignación específica. Una cuenta cilíndrica, mencionada por Flores y una glycymeris perforada. En este caso, Siret menciona explícitamente la abundancia de objetos de hueso. El Rincón / Cantoría (Cantoría) Estructura funeraria citada por Siret en su Lista General de Sepulturas y en La España Prehistórica (1891: 147). Fue excavado por Flores quien lo recoge en el Cuaderno 3 describiéndolo a continuación del Cabezo de la Copa también de Cantoría. En El Rincón ha cambiado de día, por lo que puede haber perdido la numeración de uno respecto del otro.
FIGURA III.54.–Plano y ajuar de El Rincón de Cantoría (P. Flores Cuaderno 3). Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
Se trata de un pequeño rundgräber de 1,3 m de diámetro y 0,5 m de profundidad. Contenía restos óseos y como ajuar: una cuenta de collar de piedra y dos colgantes recortados sobre concha. Parece corresponder a un enterramiento individual en el que el único ajuar con el que contase el muerto fuese el collar que llevaba al cuello. Santa Bárbara (Huércal-Overa) Como ocurre con la gran mayoría de los topónimos recogidos en su Cuaderno XVI, Flores apenas da información sobre este enclave. En los estudios realizados por el grupo de investigación de la Universidad de La Laguna se recoge como poblado fortificado calcolítico. Los materiales conservados en el MAN son poco significativos, 4 fragmentos de cerámica lisa correspondientes a cuencos y vasos pequeños, lascas, un canto rodado con extracciones, fragmentos de mineral de cobre y conchas (3 Glycymeris perforadas y 4 sin transformación y un gasterópodo). Cuenta con estudios antracológicos en los que se puede destacar la presencia de pino carrasco, coscoja y sauce (Rodríguez Ariza, 2000: 145-156). Loma de la Torre (Cantoría) Este yacimiento plantea algunos problemas respecto a los datos con los que contamos a través de la documentación. Hay referencias a una Loma o Cabezo de la Torre en Cantoría, Albox y Guadix. Flores recoge en su cuaderno nº 1 un rundgräber con la referencia Loma de la Torre 1 y dice “hay otras delante”. En efecto en el cuaderno nº 10 repite dos veces este topónimo. En Cantoría habla de Loma de la Torre y en Albox cita un Cerro de la Torre. Las estructuras reflejadas en Cantoría hacen referencia a dos rundgräber, si bien una de ellas es difícil de determinar puesto que Flores la encontró ya destrozada. Las dos estructuras están numeradas como 3 y 4, pero no podemos relacionarlas con otras estructuras anteriormente descritas, ya que el Cuaderno 10 se inicia con la estructura numerada como 3 de Palacés (Zurgena) y acto seguido se describen las dos estructuras de la Loma de la Torre de Cantoría. El Cerro de la Torre de Albox está indicado con el nº 18, tras otras estructuras de Cantoría y de Albox. En el Cuaderno IX Flores nos habla del Cabezo del Barranco Calderón en Albox y vuelve a citar Loma de la Torre esta vez en Cantoria y con un rundgräber nº 1. Cantoría y Albox son términos limítrofes de modo que podría tratarse de un poblado y de su necrópolis. En la cima del Cabezo del Barranco Calderón, se encontraba el poblado amurallado. En la ladera del Cabezo del Barranco Calderón en la cercana Loma de la Torre, debían situarse diversas sepulturas, siendo la descrita como Cerro de la Torre de Albox (Cuaderno 10), una cueva.
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Siret en el Libro de las Sepulturas, menciona Loma de la Torre en Cantoría y señala los números 3 y 4 indicando que no existen números 1 y 2. Sitúa ambas estructuras en el Neolítico Medio. Los materiales conservados en las salas de reserva del MAN corresponden a tres sepulturas, de las que sólo las numeradas como sepultura 3 y sepultura 4 tienen industria ósea, según la documentación, no obstante revisada la sepultura 1 encontramos un fragmento de un punzón hendido que pudo pasar inadvertido entre los restos humanos. En la sepultura 3 se conservan 2 etiquetas, una de Siret y otra de Flores: “Término de Cantoría. Loma de la Torre. Río Almanzora. Número 3”. Hemos podido identificar los materiales dibujados por Flores en su cuaderno (un posible alfiler de cabeza decorada, junto al que se encontraba únicamente una punta de flecha de pedúnculo y aletas), pero entre los restos humanos han aparecido otras piezas que por su tamaño pudieron pasar inadvertidas. Se trata de dos fragmentos de varillas muy finas y de un fragmento de cuchillo. Flores menciona y dibuja lo que denomina “piedra floja” al que podría corresponder un pequeño fragmento de esquisto. Se mencionan también restos de fauna que no se conservan o no fueron recogidos. Los restos humanos son escasos y están muy fragmentados, quemados o calcinados. Corresponden en su mayoría a fragmentos de cráneo y podrían pertenecer a un único individuo. En la caja rotulada como sepultura 4, aparecieron 2 etiquetas de Flores y otras 2 de Siret. Los objetos más fácilmente reconocibles en el dibujo de Flores son los ídolos cruciformes, pero también pueden identificarse las piezas líticas. Se conserva un recipiente cerámico completo y fragmentos de otros 4. El recipiente completo es un troncocónico con mamelones de tipo pezón perforado, situados en la línea de carena. En sílex, 5 cuchillos de talla media (anch. = 1,45 cm a 1,9 cm, media = 1,6 cm; grosor = 0,35 cm a 0,45 cm, media = 0,4 cm). En el apartado de piedra pulida, un cincel y dos cuentas discoidales de caliza. A través de los dientes conservados, podemos pensar en la existencia de unos 4 individuos, al menos uno infantil (hay molares deciduos). Se conservan huesos largos, así como falanges y escasos fragmentos de cráneo. Se conservan también algunos restos de lagomorfos y de una patella, no pudiendo asignarse en cada caso más que a dos individuos. La industria ósea está constituida por dos posibles punzones hendidos, 3 varillas de diferentes secciones (semielíptica, elíptica y plana) y una Luria luridae de doble perforación.
3.2.3. Zona III. Río Arriba Loma y llano de la Atalaya (Purchena) Flores distingue en sus cuadernos dos zonas al hablar de este yacimiento: el llano y la loma. Siret (en su manuscrito “Lista de Sepulturas”) consideró Neolítico Antiguo las estructuras 2, 4, 5, 7, 11, 13 y 14; Neolítico Medio las nº 8, 9, 10 y 12 y Neolítico Reciente las nº 1, 3 y 6. En este yacimiento encontramos tanto rundgräber, como grandes cámaras circulares y dólmenes de corredor. Si bien los rundgräber de Purchena son proporcionalmente mayores que los estudiados en la desembocadura del Almanzora. Podría haber una evolución local de los tipos de enterramiento, indicando el paso de los rundgräber a las grandes cámaras circulares y de estas, posiblemente, a los dólmenes de corredor, pero a través del estudio de los materiales esto no es claro. Los enterramientos responden a una larga utilización desde el Neolítico hasta las reutilizaciones del Bronce Final. En total se conservan materiales correspondientes a 14 estructuras (o 15 sepulturas), 9 rundgräber, 3 grandes cámaras circulares y 2 dólmenes de corredor. La duda respecto al número total de sepulturas parte de la documentación. En su cuaderno 19, al hablar del Llano de la Atalaya 3, Flores describe únicamente un conjunto que podemos asignar al Calcolítico. Pero una hoja suelta de este cuaderno, escrita por Flores y revisada por Siret plantea el conflicto. En esta nota, Flores describe una serie de objetos y los asigna al “... número 5 del Llano de la Atalaya de Purchena”. Siret en otra cara del mismo folio argumenta que han de ser del nº 3 y no del nº 5, señalando que no hay más que 3 sepulturas en el Llano y que los materiales son más acordes con los de aquella. Los materiales de este segundo conjunto se asignarían en su mayoría al Campaniforme. Existen pues dos conjuntos de materiales, que necesariamente fueron recogidos en momentos diferentes, pero con los datos disponibles no nos parece segura ninguna de las opciones. Flores al describir la sepultura 3 en el cuaderno 19 parece indicar un trabajo terminado, pero quizá aparecieron materiales cuando el cuaderno no estaba disponible y tomo notas apresuradas en una hoja suelta equivocando el número. Ciertamente la sepultura 3 es bastante grande para el ajuar descrito en el Cuaderno. El conjunto se iniciaría en un Neolítico reciente, continuando su uso durante el Calcolítico, con posteriores reutilizaciones campaniformes y del Bronce Final. Las sepulturas 7 y 8 estarían afectadas por enterramientos de este periodo. Como ocurre en todo el grupo de Purchena, los restos humanos que consideramos correspondientes a las fases de este estudio, se asignan únicamente a fragmentos de la cabeza, manos y pies. Según los datos de Flores, la Sepultura 1 corresponde a un rundgräber o cámara oval (2,50 m por 2,30 m según Flores).Es una estructura reutilizada,
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con presencia de elementos metálicos, por lo que la adscripción de la industria ósea a uno u otro momento es problemática. Flores señala la existencia de un mango de hueso para un “alfiler de cobre”, podría referirse a esta pieza, pero es más probable que se trate de una cuenta de hueso teñida de verde por óxido de cobre. En la Sepultura 2, no se conservan restos de industria ósea, pero Flores habla de una “sortija de chapineta”. Como se ha explicado más arriba, es difícil determinar el carácter de esta Sepultura 3. Con las debidas reservas consideraremos, siguiendo a Siret, que todo el material correspondía a la estructura descrita primeramente en el Cuaderno 19 de Flores. Las piezas más representativas del conjunto fueron publicadas por Georg y Vera Leisner (1943), pero como ocurre en otros casos, apenas se conoce la industria ósea de este yacimiento. Conservamos en los fondos del MAN, un notable conjunto adscrito a esta estructura. La Sepultura 4 corresponde a una gran cámara circular, cuyos materiales parecen indicar un momento antiguo. La Sepultura 5 corresponde a un rundgräber de dos metros de diámetro, del que se conservan más materiales de los descritos por Flores, por lo que deben haberse almacenado de forma incorrecta y no serán contabilizados. Flores no indica la existencia del tra-
pecio conservado con esta referencia, posiblemente se trate de la pieza que falta en la Sepultura 7. Respecto a las hachas, solo menciona una. La Sepultura 6 es descrita por Flores en su cuaderno 20. Se trata de un dolmen de corredor con reutilización campaniforme. A dicha reutilización pueden corresponder los materiales metálicos y al menos 4 recipientes cerámicos. La presencia campaniforme parece suponer una limpieza previa de la estructura, o cuando menos de extracción de materiales. Algunos recipientes de cocina, posiblemente se encontrasen en el túmulo externo. Flores menciona la existencia de 20 individuos. Como en otras sepulturas del grupo de Purchena, podemos observar que los restos conservados corresponden a huesos apendiculares de pequeño tamaño (falanges y metapodios), así como a fragmentos de cráneo. Flores describe únicamente 2 fragmentos de hueso trabajado, que son los que hemos podido localizar en este conjunto. La Sepultura 7 es un dolmen de corredor del que Flores sólo recuperó un trapecio y restos humanos de huesos largos. Dadas las características de los restos humanos, es posible que correspondan a una reutilización de la sepultura, como ocurre en el caso de la Sepultura 8, durante el Bronce Final, cuando posiblemente “vaciaron la tumba”. En cualquier caso no se describe, ni conserva industria ósea.
FIGURA III.55.–Plano y ajuar de Atalaya 12 (Flores Cuaderno 21). Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
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La Sepultura 8 corresponde a un rundgräber de 2,50 m de diámetro. Los materiales de la sepultura 8, son asignables a los periodos aquí estudiados, pero con una intrusión del Bronce Final, caracterizada por la presencia de tres anillos metálicos y restos humanos calcinados o quemados, correspondientes a una rama mandibular y huesos largos. La Sepultura 9 es un rundgräber (2 m de diámetro) que nos planteó bastantes problemas al no coincidir los materiales conservados con los datos proporcionados por el Cuaderno 21 de Flores. Según Flores no tendría ajuar, pero en las cajas se conservaba un conjunto numeroso de piezas óseas. Gracias a la documentación, pudimos asignar los materiales discrepantes a La Encantada III, no quedando en esta estructura materiales óseos. La Sepultura 10 es un pequeño rundgräber de un metro de diámetro, en el que Flores sólo menciona la existencia de una lapa, lo que coincide con los restos conservados (una patella de gran tamaño, pero sin restos observables, ni modificación intencional). No obstante y dadas las circunstancias del hallazgo podemos como en otros casos plantear un posible uso como pocillo. La Sepultura 11 es un rundgräber con un ajuar compuesto por ocho brazaletes de concha. En la Sepultura 12 destaca la recuperación de un ídolo cruciforme de piedra y otra pieza similar sobre lámina ósea. La vasija cerámica que dibuja Flores, no se conserva, pero podría asimilarse a los vasitos predominantes en Churuletes 1. No se conservan en el embalaje de esta estructura restos humanos. La Sepultura 13 es un rundgräber de 2 metros de diámetro, al que se asignan dos pequeñas cajas, una se da con seguridad como perteneciente a la misma, pero no la segunda. En la primera tenemos restos óseos correspondientes a huesos largos, escasos y muy fragmentados. Estos restos se acompañan de fragmentos de conchas (Cyprea y cerastoderma), un fragmento de radio de lagomorfo, un fragmento de posible brazalete de concha y de vertedores sobre Glycymeris sp. En la segunda caja hay un punzón metálico de sección cuadrada, un fragmento de un posible brazalete (el fragmento conservado es muy pequeño) y un fragmento de lámina, tal vez de un puñal, todo ello de bronce. Fragmentos de un recipiente de cerámica muy tosca (de cocina). Restos de cráneo, posiblemente humano. 8 Patellas pequeñas y una ostra, esta última con restos de ocre en su interior. En esta caja había 3 etiquetas de Siret. 2 hacen referencia a Atalaya, pero la tercera aún siendo ilegible, parece corresponder a otro yacimiento. Flores sólo menciona los materiales que hemos contabilizado, pudo haber una reutilización posterior de la sepultura durante la Edad del Bronce, pero Flores no la constata. La Sepultura 14 es un rundgräber (2 m de diámetro) cuyos materiales no se asignan con claridad. Flores menciona una cuenta y un brazalete de concha.
Loma blanca / Olivar grande / Cerrillo blanco (Urracal) A estos topónimos responden 4 estructuras funerarias simples, tres son rundgräber y una cámara oval. Según los datos proporcionados por Flores en el Cuaderno 19 y según la lista de Neolítico Medio de Siret, sólo tiene ajuar la sepultura 2. A través de los dibujos de Flores es difícil determinar el tipo de estructura, pero nos inclinamos por considerarla una cámara oval, como también la mencionan Acosta y CruzAuñón (1981: 268). El ajuar estaba compuesto por 3 brazaletes grandes y 3 pequeños, aunque Georg y Vera Leisner recogen sólo 1 grande y 3 pequeños (1943: 78). Buena Arena (Purchena) Con el topónimo “Buena Arena” conservamos dos estructuras funerarias que corresponden a un dolmen de corredor y posiblemente a una gran cámara circular (¿con un pasillo destruido?). Estas estructuras son las que describe Flores en su Cuaderno 18. Luis Siret considera que ambas corresponden al Neolítico Reciente, según indica en el Libro de Sepulturas. Junto a estos conjuntos, se conserva una caja con la rotulación “Vivarena”. Posiblemente es un error ya que ni Flores ni Siret lo recogen y tampoco se menciona en la obra de G. y V. Leisner. No obstante no podemos asegurarlo ya que no encontramos documentación para identificar correctamente el conjunto, que además es mayoritariamente de industria ósea. Se
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FIGURA III.56.–Placa de arenisca perforada de Buena Arena 1.
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incluirán aquí pues, únicamente los objetos localizados en las cajas con la rotulación citada por Flores y Siret, es decir, las dos estructuras de Buena Arena. Proporcionalmente, podemos considerar que la Industria ósea es abundante, destacando un colgante rectangular similar al descrito para El Garcel, si bien en este caso más grueso y corto. La Sepultura 1 es un dólmen de corredor del que destaca la presencia de una cuenta globular de azabache, una plaquita perforada (similar a un ídolo placa pero sin decoración) y entre la industria ósea se conservan varillas, un punzón hendido y una cuenta elíptica. En la Sepultura 2 se recuperaron piezas tubulares, hendidas, varillas, grandes apuntados facetados, dos falanges modificadas, el colgante rectangular, colgantes sobre conchas recortadas, cuentas discoidales también sobre concha, Glycymeris sp. perforadas, brazaletes de concha y brazaletes reaprovechados como brazalete articulado.
FIGURA III.57.–Colgante óseo de Buena Arena 2.
Churuletes / Churuletas / Turuletes (Purchena) Existe un pequeño conflicto en lo que se refiere a la denominación de este conjunto arqueológico. Utilizamos aquí el nombre dado por Flores y por Siret, pero en la bibliografía aparece citado más frecuentemente como Churuletas. Excavado por Flores fue dado a conocer parcialmente por los Leisner y posteriormente reestudiado por Carmen de la Peña y Montes de Oca (1986: 73-170). Así mismo Carmen Olaria realizó una excavación que dada la destrucción del yacimiento, no proporcionó materiales significativos (Olaria, 1977: 137). Finalmente Camalich y Martín Socas, citan 9 estructuras (1999: nº 440-448). Siret en su Lista de Sepulturas sitúa en el Neolítico Antiguo las estructuras 1 y 5 y en el Neolítico Medio las estructuras nº 3, 4 y 6. La Sep. 1 es incluida en la Lista que asigna al Neolítico Antiguo, pero más
adelante vuelve a situarla en el Neolítico Medio y luego en el Reciente. Dado que los materiales y dimensiones son diferentes en la lista nº 2 respecto a las 8 y 14 (que repiten los datos, salvo una discrepancia en el número de puntas de flecha), lo más probable es que Siret se equivocase en la numeración y en su segunda lista en realidad esté haciendo referencia a la Sep. 2 y no a la nº 1. El estudio de Peña y Montes de Oca, se centra en los materiales cerámicos, dedicando poco espacio a los óseos. De la Sepultura 1 conservamos fragmentos de unos 10 apuntados de hueso y una cuenta segmentada. A ellos podríamos sumar las controvertidas falanges no transformadas o mínimamente modificadas, pero que fueron voluntariamente depositadas en número relativamente alto: nueve. Respecto a los objetos con soporte malacológico, tenemos Cerastoderma y Glycymeris perforadas, 10 Conus perforadas y cuentas de escasa transformación sobre Conus. Todas presentan abrasión marina, pero hay que recordar que nos encontramos en este yacimiento, alejados de la costa. Se indica en la documentación un alto número de enterrados, si bien no se precisa la información y en el análisis antropológico realizado por el profesor Reverte, los restos se habían mezclado ya o bien no fueron localizados (1986: 157). No obstante, el número de recipientes cerámicos documentados, parece avalar la impresión de Flores. Tenemos un número bajo de puntas de flecha, frente a un alto número de pequeños recipientes cerámicos, presencia de ídolos falange y un probable aumento del número de enterrados. La escasa presencia de metal podría marcar el último momento de ocupación. La Sepultura 2 corresponde a un rundgräber en el que hay en conjunto muy pocos materiales, un hacha, una cuenta de variscita y dos fragmentos de brazalete de concha en mal estado, pero que pueden corresponder a un solo objeto. En la Sepultura 3, una cámara de dimensiones de 3m de diámetro y sin corredor, aparecieron según Siret 50 individuos. Creemos que un estudio antropológico pormenorizado determinaría cifras sensiblemente menores. Flores nos da cifras que lo que pretenden es dar una idea de escasez o abundancia, más o menos específica. El ajuar es también sensiblemente inferior al documentado en Churuleres 1, lo que refuerza la posible exageración de Flores como en otras ocasiones. Entre el ajuar conservado, podemos destacar la presencia de un conjunto de ídolos cruciformes y en lo que respecta a la industria ósea, los elementos de origen marino (1 Conus, 3 Glycymeris, 1 Cardium perforadas y un colgante sobre concha recortada), así como sobre hueso, un estilete y varillas, algunas de secciones muy delgadas (0,15 cm de grosor).
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largos y dientes. Algunos de estos con fuerte desgaste en los incisivos. Por los dientes conservados, podemos pensar en al menos 4 individuos adultos. Siret dibujó 6 brazaletes de concha dos de ellos bastante grandes (anchura máxima 9,7 cm) y cuatro más pequeños. Según los restos conservados pensamos que son en realidad 8 en total. Llano del Jautón (Purchena) FIGURA III.58.–Ídolos cruciformes de piedra de Churuletes 3.
En la Sepultura 4 se recuperaron dos recipientes cerámicos, un pequeño conjunto lítico en el que destaca una única punta de flecha y un abundante conjunto de industria ósea, en el que no obstante deben faltar las “pulseras” que menciona Flores en el cuaderno y que deben corresponder a brazaletes de concha. Seguramente el material se mezcló y se encuentra engrosando el número de fragmentos de brazaletes de otras estructuras. Entre los restos humanos hay que destacar una vez más la presencia exclusiva de cráneos, falanges y metapodios, en algún caso conservando restos de ocre. En Churuletes 5 nos encontramos con 8 fragmentos de brazaletes y/o brazaletes articulados (con perforaciones). Esta sepultura es nuevamente un buen ejemplo de la preservación diferencial de los restos humanos (fragmentos de cráneo y falanges). Churuletes 6 corresponde a un pequeño rundgräber del que conservamos 11 piezas y entre ellas 3 de industria ósea, punzones tubulares y una varilla. En esta sepultura hay que destacar la preservación de 2 clavículas entre los restos humanos. En el caso de este yacimiento, además de la magnifica colección de recipientes cerámicos en buen estado (prácticamente todos completos en la Sep. 1 y de características muy uniformes), destaca por lo que aquí nos interesa la presencia continuada de objetos de concha, elaborados o simplemente utilizados en un área alejada de la costa. Loma del Fas / Loma del Jas (Urracal) Conocido también como Loma del Jas ya que G. y V. Leisner utilizaron esta segunda grafía, que sería repetida por Acosta y Cruz Auñón (1981), pero según Pellicer y Acosta, lo correcto es Fas (1974: nota 26). Tanto Flores, como Siret escriben Fas. Se trata de un rundgräber grande (2,5 m de diámetro). Siret en sus Listas de Sepulturas lo sitúa entre los yacimientos de Neolítico Antiguo. Se conservan 14 objetos de piedra pulida, en su mayoría azuelas de diorita verde de tamaños muy similares (media 8,7 cm), secciones planas y pulimento cuidado. Un trapecio y una hojita completan el conjunto lítico. A estos restos hay que sumar dos grandes patellas. Los restos humanos se encuentran en mal estado, pero es apreciable entre ellos la presencia de huesos
Éste es uno de los yacimientos más interesantes del grupo de Purchena. Todas las estructuras de Jautón son de planta circular cerrada, sin puerta. Pero sus dimensiones varían sensiblemente, desde los 2 m de diámetro de la sepultura 4 a los 6,80 m con que cuenta la Sep. 5. La estructura más pobre es la 5a, en la que sólo se recuperó un trapecio y fragmentos indeterminados de cerámica lisa. La más rica Jautón 5b con más de 1.200 piezas.
FIGURA III.59.–Placa recortada de esquisto. Jautón 1.
A excepción de la estructura más pobre, Siret sitúa este conjunto en el Neolítico Reciente. El mayor problema que entraña el estudio de su material óseo se centra en el alto grado de fragmentación que presenta el conjunto, además muy numeroso. La Sepultura 1 es lo que venimos denominando una gran cámara, con 5 m de diámetro sin puerta ni corredor. Por los datos de Flores no podemos saber el cerramiento superior de la estructura, pero no parece tratarse de falsa cúpula. En la Sepultura 1 Flores habla de unas 100 vasijas, pero sólo hemos podido documentar 38. Entre la industria lítica las hachas son numerosas, en este caso grandes y de tosca factura. En la industria ósea destacan las conchas recortadas y perforadas como colgante. Se conserva un conjunto numeroso de piezas laminares sobre hueso, pero su grado de fracturación, dificulta notablemente
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el estudio. Determinar el NMP es difícil además dado el estado en que se encuentran estas piezas, calcinadas en su mayoría. En la Sepultura 2 conservamos conchas recortadas y perforadas, brazaletes y sólo en hueso cerca de 150 fragmentos. Destacan también aquí las puntas y punzones tubulares, punzones hendidos, estiletes, un cincel, y un alto número de varillas con secciones circulares cuadradas, planas e irregulares. Algunas de ellas posiblemente de marfil. En la Sepultura 3 el conjunto es diferente, se diversifica, tenemos cuentas discoidales de concha, sólo dos puntas tubulares, 8 fragmentos de punzones hendidos, 4 estiletes, 1 cincel y 54 varillas de secciones diversas. A estos objetos hay que añadir un posible brazalete y sobre todo un ídolo cruciforme plano. En la Sepultura 4 (más pobre en conjunto), destaca la presencia de una placa redondeada de esteatita perforada, similar a las documentadas en la Lámpara. De industria ósea sólo se conserva un pasador en mal estado. No es citado por Flores, pero dado su estado pudo confundirlo con los restos humanos. La Sepultura 5, corresponde en realidad a dos megalitos. El primero es un rundgräber recogido en el Cuaderno 19 de Flores; mientras que el segundo se describe en su Cuaderno 24. Al comprobar que existían 2 Jautón 5, vimos que ya Siret se dio cuenta y los separó, si bien no muy claramente. En las listas de Neolítico Medio, figura como Jautón 5a y es un rundgräber con un único trapecio. En las listas de Neolítico Reciente está Jautón 5b, aunque Siret no indique aquí una letra para diferenciarlos. No hay industria ósea en Jautón 5a y sus escasos materiales se debieron mezclar con los de la estructura mayor.
falsa cúpula, ya que Flores dibuja y menciona “… una columna de 3 metros de alta y 40 cm de ancha y 17 cm de gruesa”. En Jautón 5b tenemos uno de los mayores conjuntos de Industria ósea del Sudeste, pero su estudio plantea muchos problemas, como decíamos más arriba, dada la elevada fragmentación y el estado en el que se encuentran muchos de estos fragmentos. La mayor parte del conjunto se encuentra quemado o calcinado. Como ocurría en otras estructuras y pese a la lejanía del mar los objetos sobre concha son abundantes. Sobre soporte óseo predominan los facetados seguidos por hendidos y cuentas. Destaca un fragmento de peine, un colgante con escotaduras laterales y restos indeterminados de marfil. Así mismo hay que destacar la presencia de dos placas circulares de hueso, recortadas sobre cráneo, posiblemente humano. Se depositaron 3 falanges tanto de ciervo como de ovicápridos, ninguna de ellas presenta modificación. Habiendo en Jautón 5b alrededor de 800 piezas sobre soporte óseo, es extraño que Siret no hiciese ninguna referencia específica al respecto en sus primeras listas. Flores si las menciona en su cuaderno, pero salvo las excepciones del colgante y el peine, no es posible reconocer el resto de los dibujos dado el estado de fragmentación y ausencia de rasgos individualizables. Flores habla de 300 cadáveres y dice “... casi todos quemados y ha habido (¿ocre?) en todos sus huesos ...”. En las primeras tablas de La Lista General de Sepulturas, Siret cita un Llano de la Campana con abundante industria ósea y 40 inhumaciones y le da el número 6. En tablas posteriores cita Jautón 6 con abundante industria ósea. Entre los fondos del MAN no figura ningún Llano de la Campana de Purchena. Pero si se conservan materiales de otro yacimiento llamado “Llano de la Campana” en Laborcillas (Granada), por lo que también existía un riesgo de mezcla entre ambos. Como Llano de La Campana de Purchena, cita 1 estructura, pero más adelante habla de 2 estructuras de Loma de la Campana esta vez sin citar termino municipal. Por el dibujo de un “ídolo” de esteatita reconocemos Lámpara 1 por lo que en algún momento se ha producido la confusión de topónimos. Leisner recoge el término Lámpara 1. De esta estructura se tomó una muestra de hueso humano que fue analizada por el Dr. Bonani del Institute of Particle Physics de Zurich, gracias a un proyecto financiado por la Universidad de Adelaida bajo la dirección de los profesores Renata y Maciej Henneberg del Department of Anatomical Sciences de la Universidad de Adelaida, Australia. El resultado fue:
FIGURA III.60.–Fragmentos de marfil de Jautón 5.
“AMS-14C Age (y BP) = 4160 ± 60; ∆ 13C-19,6 ± 1,2; calibration Age (BC/AD) = BC 2887-2575 (99,9%)”.
La segunda estructura se denomina “Loma del llano del Jautón” y presenta como las anteriores planta circular, pero su tamaño, como se ha indicado es mayor. Posiblemente el cerramiento se realizaba con
La importancia de este dato, que agradecemos una vez más a los profesores Henneberg, es notable ya que carecemos de otras cronologías absolutas para
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estructuras megalíticas almerienses. Si bien tratándose de sepulturas utilizadas a lo largo de un período muy amplio de tiempo, sería necesario un muestreo cronológico más amplio. La estructura 6 es descrita por Flores a continuación de Jautón 5b, indicando que está a “… 3 metros 40 cm…” de ella. Se trata de un dolmen de corredor en el que sitúa “… unos 200 cadáveres quemados y la mayoría sin quemar…”. El conjunto cerámico es muy numeroso. Se conserva cerca de un centenar, pero Flores habla de unas 250. Las formas cerámicas son similares a las documentadas en Churuletes (Peña y Montes de Oca, 1986: 73-170) y en La Lámpara (Maicas, 1997: 5-24). La industria lítica presenta un predominio de cuchillos de tamaño medio y grande, tanto retocados como sin retoque, en menor número puntas de flecha romboidales y pedunculadas. Destaca en este yacimiento frente a lo observado en otros conjuntos, la abundancia de hachas pulidas con tamaños que oscilan en torno a los 10 cm. Este conjunto presenta gran variedad de materiales (incluso mármol), acabados, perfiles y secciones. Sin embargo la atribución no es clara, ya que Flores sólo parece referirse a 4 piezas de este grupo, por lo que podrían corresponder a Jautón 5, donde también documentamos un número importante. En el conjunto de industria ósea, destaca la abundancia de puntas y punzones tubulares de larga apertura en el canal medular, ya sea sobre metapodio o sobre tibia (tanto proximal como distal). Las epífisis se han rebajado por abrasión. Los pulimentos no siempre se conservan por el estado de alteración que presenta el conjunto. Muchas piezas están quemadas o calcinadas con curvaturas debidas al calor. Se han utilizado en ocasiones huesos de animales muy jóvenes. En la Sepultura 6 se conservan Glycymeris y Cerastoderma perforadas, así como Columbella, Conus y Cyprea. En hueso estiletes, puntas y punzones tubulares, punzones hendidos, varillas de secciones planas, cuentas cilíndricas, colgantes e ídolos falange tanto de ovicápridos como de Equus. Pese a los problemas planteados por este yacimiento (mezcla de materiales, intrusiones de otras épocas, …) la industria ósea resulta muy interesante por su abundancia de facetados, la utilización de animales muy jóvenes como soporte de las piezas, la abundancia de elementos de adorno, la presencia de marfil, y la abundancia de objetos realizados sobre concha, pese a la distancia del mar.
chena, Peña y Montes de Oca recoge unas notas breves de este yacimiento con la referencia a su localización (1986: 149). La estructura 3, corresponde a un dolmen de corredor de mampostería, con una cámara de 2 m de diámetro. En esta estructura Flores recuperó únicamente dos cuentas. Flores dice que una es de “caracola” (luria luridae con doble perforación) y otra de piedra, pero pensamos que esta última se realizó en realidad sobre concha. Conservamos pues 3, la realizada sobre luria lurida y dos discoidales. Se conservan unos 50 fragmentos de restos humanos, que como en otras estructuras de Purchena, corresponden a fragmentos de cráneo y falanges. Sorprende la escasez del ajuar, seguramente por una limpieza o saqueo antiguos. Jocalla 4. La estructura 4 es un dolmen de las mismas características que el anterior, pero algo mayor (la cámara tiene 2,5 m de diámetro). Es la estructura de la que se conserva un mayor volumen de materiales, entre los que destacan 6 ídolos cruciformes (Flores menciona 5, pero dibuja 6 fragmentos diferentes). Sólo se conservan 4 piezas cerámicas, en las que destaca la presencia de engobe. En la industria lítica el elemento más abundante son los cuchillos y trapecios.
Loma del Barranco de Jocalla (Purchena) El topónimo Jocalla se recoge en tres estructuras de enterramiento: dos dolmenes de corredor y un rundgräber. Dichas estructuras figuran en dos cuadernos de. Flores, 18 y 19. Siret considera Neolítico Medio el n º 5 y Reciente los n º 3 y 4 (Libro de Sepulturas). En su descripción de los yacimientos de Pur107
FIGURA III.61.–Calco de la planta y ajuar de Jocalla 4 (Cuaderno 18 de P. Flores). Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
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En la industria ósea destaca la presencia de pocillos sobre Glycymeris, realizados por abrasión. La estructura 5 es un rundgräber de mampostería con 2,2 m de diámetro, con dos trapecios, 2 hachas y fragmentos de 5 brazaletes de concha. En conjunto se trata de un yacimiento más pobre que otros de los recogidos en el grupo de Purchena, posiblemente también más antiguo. Una vez más, la presencia de pocillos y brazaletes sobre concha marina induce a pensar en la existencia de movimientos comerciales entre las poblaciones de la costa y del interior. Llano y loma de la Lámpara (Purchena) Al Llano de la Lámpara corresponden 3 rundgräber cuyos materiales se documentan en los cuadernos de Pedro Flores y en la Lista General de Sepulturas de Siret. Posteriormente George y Vera Leisner recogen en su Die Megalithgraber der Iberischen Halbinsel: der Süden, (1943: lám. III.4) una selección de los materiales correspondientes a la Sepultura 1. En los cuadernos de P. Flores se menciona el topónimo Llano de la Lámpara, pero también Loma de la Lámpara. El primero para la Sepultura 3 y el segundo para las sepulturas 1 y 2. Los índices de los cuadernos, escritos por Siret, sólo utilizan el término “Llano de la Lámpara”. La existencia de términos distintos, se deberá simplemente a diferencias topográficas en la disposición de las sepulturas sobre el terreno, pero siempre muy próximas entre sí. Como ya decíamos más arriba, en las listas de Siret figura un Llano de La Campana de Purchena, y una Loma de la Campana esta vez sin citar termino municipal. Por el dibujo de un “ídolo” de esteatita reconocemos Lámpara 1, en la estructura citada como Loma Campana 1. En las tablas de materiales de este mismo manuscrito (tanto en la de adornos, como en la de ídolos) Siret vuelve a dibujar el ídolo de esteatita, esta vez como Lámpara 1. Posiblemente la primera referencia es errónea. Leisner recoge el término Lámpara 1. Siret considera Neolítico Reciente las estructuras 1 y 2 y Neolítico Medio la estructura nº 3. En la publicación de este yacimiento (Maicas, 1997: 5-24) consideramos las tres estructuras como rundgräber, pero es preciso indicar la diferencia que en estas estructuras supone las dimensiones de la cámara. Lámpara 3 tenía 3,80 m de diámetro y 40 inhumaciones por lo que debe considerarse una cámara grande. Sepultura 1. La primera de ellas (Sepultura 1) es la que nos ha proporcionado un mayor número de piezas y es la única con documentación gráfica pormenorizada en la obra del matrimonio Leisner (1943, fig. 32). El conjunto de materiales cerámicos está constituido por 17 recipientes completos de pequeño tamaño, oscilando sus dimensiones máximas entre los 5 y los 10 cm. De ellos podemos considerar tres cuencos, cinco vasos, tres botellas y seis ollas. Las superficies
FIGURA III.62.–Placa de esteatita de Lámpara I.
han sido alisadas o espatuladas en distintos grados, si bien las alteraciones de la superficie no siempre permiten ver claramente los acabados. En un ejemplo se aprecia un engobe muy fino, si bien no podemos descartarlos en el resto, a causa de las alteraciones. Como elementos de aprehensión y suspensión aparecen diversos tipos de mamelones y perforaciones (algunas no obstante corresponden a lañados). Los desgrasantes son mayoritariamente gruesos pero de carácter laminar, por lo que se adaptan a la pared del recipiente no sobresaliendo en la superficie y ofreciendo por lo tanto un aspecto más cuidado del esperable con estos tamaños de desgrasantes. Presentan un predominio de esquistos, seguidos por cuarzos y micas y en algún caso caliza. Las cocciones son oxidantes, bastante irregulares y en algunos casos defectuosas, ya que las pastas son quebradizas y muy frágiles. La industria lítica está constituida por 38 cuchillos sobre hoja de sílex (22 retocados y 16 sin retoque), así como una pequeña raedera y una hoja con muesca (posiblemente un cuchillo reutilizado). A esto hay que añadir, 2 lascas y un núcleo de cuarzo. Los cuchillos están muy fragmentados, aunque se conservan algunos completos, en los casos en los que se ha podido medir la pieza, vemos que las medidas oscilan en torno a los 10 cm, siendo la pieza mayor una lámina que alcanza los 16 cm. Así mismo se conservan trapecios (8) y puntas de flecha (13); estas últimas son pequeñas y toscas con retoques bifaciales, pero no invasores. Con respecto al material pulido, se conservan 7 hachas y un cincel. Las hachas son de pequeño tamaño (longitudes próximas a los 8 cm, a excepción de una pieza que supera los 14 cm). Se aprecian pulimentos muy finos, si bien las superficies están muy alteradas, conservándose sólo en algunas zonas el pulimento original. El cincel, parece corresponder a un hacha reutilizada mediante dos cortes longitudinales que configuran una nueva pieza de sección cuadrada y filo levemente asimétrico. El pulimento
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original era muy cuidado, pero no así el reaprovechamiento de la pieza. En los filos se aprecia un acusado desgaste. Finalmente, cuentas discoidales realizadas en piedra (mármol y esquisto) y un “brazalete” de esteatita de 10 cm de diámetro y sección pseudorectangular, no parece corresponder a un verdadero brazalete, pero desconocemos su posible uso. Por lo que respecta a los ídolos, fueron recogidos por M.ª J. Almagro en su estudio sobre los ídolos peninsulares (Almagro: 1973). Se trata de 7 piezas (una de ellas hoy desaparecida) realizadas sobre esteatita recortada y pulida. La industria ósea constituía el conjunto de materiales más desconocido de este yacimiento. P. Flores presenta referencias muy vagas a este material, tanto en el Cuaderno 18 (“un pedazo de puñal de hueso y unos pedazos de alfiler de hueso”), como en las notas encontradas entre los materiales; una de ellas tiene referencia a “huesos retocados”. Muchos objetos están afectados por la acción del fuego en diferentes grados. Todas las piezas pueden haber sido realizadas sobre diáfisis de mamíferos de talla media, como es el caso de los ovicápridos, si bien esto sólo puede constatarse en algunos casos. En algún facetado puede tratarse de marfil.
Con respecto a los adornos realizados sobre soporte malacológico, se conservan bivalvos perforados por abrasión marina. A ellos hay que añadir 2 colgantes sobre conchas recortadas (Glycymeris), con forma curva natural, pero perforación intencional y un “anillo” realizado sobre la valva posiblemente de Unio/Anodonta. Se trata de una pieza que llamó en su momento la atención de Siret, quien en su Lista general de Sepulturas se refiere a ella como “nacre”. Por lo que respecta a los restos orgánicos sin elaboración, cabe destacar la presencia únicamente de 1 fragmento de cráneo humano; si bien P. Flores no nos aclara el número, siquiera aproximado de este enterramiento: “...unos restos de cadáver quemados y sin quemar...”. Respecto a la fauna, tenemos unicamente 11 fragmentos de hueso y una concha (Unio/Anodonta). Se trata en su mayoría de fragmentos y esquirlas de diáfisis quemadas y de difícil asignación; pero también hay tres fragmentos de dientes de carnívoro, posiblemente perro. Sepultura 2. Pedro Flores en su diario de excavación indica que solamente se localizó en esta estructura un hacha pulida (él la menciona como “escoplo de piedra”). La pieza no ha podido ser localizada,
FIGURA III.63.–Lámpara 3 según P. Flores (Cuaderno 21). Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
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seguramente se trata de una de las que figuran en la Sep. 1 ó 3, habiéndose mezclado el material en algún momento. Sepultura 3. El conjunto de materiales cerámicos está constituido por 7 recipientes completos y 9 fragmentos pertenecientes a otros. Todos ellos presentan tamaños pequeños, (entre los 5 y los 10 cm), destacando en este sentido dos pequeñísimos cuencos de cuyas dimensiones máximas oscilan en torno a los 4 cm. Se trata de dos cuencos y cinco vasos, no pudiendo reconstruirse la forma de los otros fragmentos. Las superficies presentan en la mayoría de los casos un acabado alisado cuidado que en ocasiones se convierte en bruñido. Las paredes son finas y las pastas cuidadas aunque los desgrasantes pueden considerarse gruesos. Como decoración hay que destacar las pastillas en relieve que presenta un fragmento y que se localizan junto al borde del recipiente. Como elementos de aprehensión predominan las asas de cinta aunque también se documenta un mamelón perforado. Hay que destacar en este sentido la presencia de un cuernecillo fracturado por su base, tal vez utilizado como asa o como aplique de un vaso teromorfo (Siret, 1908: 61, fig. 15.d). Otro elemento que merece nuestra atención es un vertedor cilíndrico que desgraciadamente está muy fragmentado. Los desgrasantes son mayoritariamente gruesos y de carácter laminar, con predominio de esquistos. Las cocciones son en todo el conjunto oxidantes, si bien irregulares y propias de temperaturas bajas. Las figuras 6 y 7 recogen las formas de los recipientes de esta sepultura. Pedro Flores indica la presencia de 10 puntas de flecha en esta estructura, todas han podido identificarse a través de sus dibujos. 5 son romboidales, 3 pedunculadas, una lanceolada y finalmente una se encuentra demasiado fracturada para reconocer su forma original. Presentan en todos los casos retoque bifacial. Sus longitudes máximas oscilan en torno a los 3 cm. Junto a las puntas de flecha, Flores indica: “3 cuchillas de pedernal y un pedazo de otra”. Como ocurría en el caso de las puntas de flecha, estos materiales se encontraban sin indicadores, pero pudieron ser identificados gracias a los dibujos de los cuadernos, que si bien son bastante esquemáticos, permiten perfectamente reconocer las piezas. Todos parecen haber sido usados. A estos materiales se suman una raedera y tres lascas, dos de ellas de cuarzo. P. Flores indica la presencia en la Sep. 3 de: “… 4 escoplos de piedra y un pedazo de otro”, pero sólo hemos podido localizar dos hachas, una de ellas fracturada. Corresponden a piezas de pequeño tamaño (7,5 cm en su dimensión máxima la que está completa y 4,1 cm en el filo la pieza fragmentada). Una cuenta cilíndrica es el único objeto lítico de adorno que conservamos de esta estructura. Presenta aserrado irregular y perforación longitudinal.
Aunque Flores se refiera a ella como: ”unos huesos trabajados como trinchantes”, la industria ósea de esta Sep. 3 puede considerarse muy interesante, por cantidad y variedad (tubulares, hendidos, facetados, mangos, una cuenta segmentada, …). Se han podido reconstruir parcialmente algunas piezas pero el índice de fracturación sigue siendo desgraciadamente muy alto. Generalmente las piezas se han elaborado sobre huesos de ovicápridos, pero en casos excepcionales se detecta la presencia de trabajos sobre otros mamíferos como es el caso de cérvidos, grandes bóvidos y más excepcionalmente de un cánido. Los restos de fauna recuperados se completan con una Patella (sin transformación) y tres restos atribuibles a un perro. Por lo que respecta a los restos humanos sólo se conserva un numeroso conjunto de dientes, acompañado de alguna falange y diáfisis indeterminadas, así como un fragmento craneal con huellas de fuego. Flores escribió en su cuaderno: “restos de unos 40 cadáveres”. Llano de Media Legua (Fines) Dolmen de corredor, con una cámara de 3 m de diámetro, descrito por Flores en su Cuaderno 18 y por Siret en la Lista de Sepulturas, considerándola Neolítico Reciente. G. y V. Leisner recogen en su publicación los alfileres de cabeza destacada y segmentada (1943: 17). Flores habla de “... muchos cadáveres quemados y sin quemar ...”. Hay que destacar el elevado número de puntas de flecha y trapecios (68), así como la presencia de dos ídolos cruciformes. Hay discrepancias entre los datos publicados por Leisner y los materiales conservados. Estos autores
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FIGURA III.64.–Montaje de exposición con cuentas líticas y óseas (segmentadas y cilíndricas) de Llano de Media Legua.
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dibujan por ejemplo 3 ídolos cruciformes, pero en la documentación del Archivo Siret sólo se hace referencia a 2, que son los que se conservan. No aparecen tampoco los alfileres de cabeza segmentada, si las cuentas, pero ninguna de las dos es mencionada por Siret, como si lo son las piezas documentadas en yacimientos de Granada. No obstante, los dibujos de Flores podrían confirmar la presencia de las cuentas segmentadas. Como en otros casos, la fragmentación del conjunto estudiado es muy alta y las piezas se encuentran muy alteradas, pudiendo reseñarse la probable presencia de marfil en el conjunto. Cabecico de los Moros (Macael) Flores empezó la excavación de este conjunto en julio de 1890 según las notas del Cuaderno 27. Todo es argárico, salvo una cajita de procedencia incierta con material calcolítico posiblemente campaniforme, pero Flores sólo da información de restos argáricos. Los dibujos son bastante meticulosos, así como los comentarios, pero falta documentación para los materiales más antiguos. Tampoco se mencionan restos anteriores en el Cuaderno XVI, por lo que no podemos incluir este yacimiento. Serrón I (Serrón) Rundgräber descrito por Flores en su Cuaderno 3 y mencionado por Siret en la España Prehistórica (1891:135).
3.3. TIPOLOGÍA ANALÍTICA Man gave names to all the animals in the beginning BOB DYLAN
¿Qué hemos encontrado? Gema Adán define la tipología como el resultado de los rasgos morfológicos, técnicos y de uso operados sobre un soporte óseo determinado (1997: 23 nota 24). Las tipologías ya establecidas fueron el punto de partida para la definición de los tipos y su ordenación. Era preciso partir de una organización previa para poder ir almacenando y tratando la información, aunque más adelante las adscripciones tuvieron que modificarse para adaptarse a la colección estudiada. Un tipo debe considerarse como tal, cuando su presencia este suficientemente atestiguada en la industria ósea conocida, de lo contrario es lógico suponer que nos encontramos con productos inacabados, reutilizados o “genialidades del artista”, pero como punto de partida se considerarán con los mismos criterios que el resto de la muestra que aquí presentamos. Salvo contadas ocasiones los ejemplares únicos, no lo son en un marco espacial más amplio. Hemos realizado la primera clasificación, grupo, a partir de las características del área funcional, (o su ausencia, en el caso de Antropomorfos y decorados) ya que creemos que el aspecto más importante en una determinación funcional es el área que ha sufrido el trabajo o uso. Atendiendo a este criterio se define el primer escalón jerárquico que es el destinado al “grupo” (Apuntados, biselados, etc...). El subgrupo es una categoría intermedia, basada en el grado de transformación de la pieza. El tipo se basa en particularidades métricas, morfológicas y de soporte. Subtipos, variantes y subvariantes precisan aún más las características del objeto analizado atendiendo a factores menores. Como señala Lull, todas las categorías deben responder a tendencias marcadas y repetidas, ajustándose a una repetición normal en campana de Gauss (1983: 58).
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ANTROPOMORFOS
Ídolo falange
Decorado Modificada
Oculado
Ídolo sobre diáfasis Ídolo sobre costilla
DECORADOS
Cruciforme Asta decorada
APUNTADOS
Sandaliforme Pz.economía
Economía
Équido Équido Cérvido-Bóvido OvicápridoSuido
Asta Esquirla Diáfisis
Perforador Anatómico
Pz.fíbula
Distal Proximal
Pz.ulna Tubular
Pz.metapodio Base articular
Tibia de rumiante
Distal Proximal
Metapodio de rumiante
Distal Proximal
Tibia de lagomorfo Tubular otros soportes Talón trabajado Punta.asta Hendido
Base articular
Sobre metapodio
Distal Poximal
Sobre tibia
Distal Proximal
Punta canal Talón trabajado Punta asta Pz.costilla Colmillo de suido (lezna) Abrasionado Pz. abrasionado Facetado
Puñal
Escotadura Liso
Estilete Pz. facetado Micropunzón Varilla
Lámina
Pasador Recta
Redondeada
Corta Larga
Poligonal Irregular
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Aguja
Larga
Alfiler
Corta Abanico Escotadura Cabeza redondeada
Biapuntado
Azagaya
Cabeza segmentada Ancha Estrecha
Punta de flecha DENTICULADOS
Distal
Gradina
Pseudogradina
Peine Lateral
Sierra Muesca
BISELADOS
Retocado
Raspador
Distal
Espátula
Sobre costilla
Lisa Escotaduras
Faceta Pulidor Cincel Cuña Lateral
Cuchillo Mango
CONTENEDORES
Pocillo
Mango sobre asta Mango sobre diáfisis Sobre Bivalvo Sobre Patella
PERFORADOS
Anular
Brazalete
Horadado
Botón
Articulado Cerrado Simple
Cilíndrico
Perforación V
Cónico Casquete esférico Prismático Tortuga Cilíndrico
Bivalvo.p
Glycymeris.p Cerastoderma.p Otros bivalvos
Gasterópodo.p
Conus.p Columbella.p Luria.p Trivia.p Marginela.p Murex.p
Colgante
Lúnula Colmillo de jabalí Imitación de canino A.geométrica
Recto Apuntado Perforación. elevada
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Cuenta
V.pez Dentalium A.geométrica
Discoidal Anular
Recortada Diáf. Lagomorfo/ave Segmentada
Cilíndrica Globular Silbato Tubo REDONDEADOS
Placa Lámina escotaduras Alisador Bruñidor Percutor
MATRICES Y PIEZAS INACABADAS MÚLTIPLES INDETERMINADOS TABLA III.1.–Tipología analítica.
3.1.1. Antropomorfos Diversas morfologías de rasgos antropoides, principalmente ojos, han recibido el nombre de ídolos. Uno de los aspectos fundamentales para la determinación del carácter de estos objetos fue su aparición en contextos funerarios, pero en realidad, muchos corresponden a hallazgos sin suficiente información o bien se han documentado en contextos de habitación, como es el caso de Las Angosturas de Gor (Granada), Malagón (Cullar-Baza, Granada), La Pijotilla
(Badajoz), Cerro de las Canteras (Vélez-Blanco, Almería) y Almizaraque. Comenzamos considerando en este apartado, aquellas piezas que carecían de un extremo o faceta funcional clara y por el contrario mostraban algún rasgo antropomórfico en referencia general (figura humana) o particular (ojos). Algunas piezas de las inicialmente englobadas en esta categoría por tradición en los estudios del tema, tuvieron que ser separadas por presentar rasgos más propios de otras familias de objetos.
FIGURA III.65.–Falange decorada de Equus (Almizaraque 21) según Almagro, (1973: FIGURA 26.2). Fotografía actual.
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FIGURA III.66.–Falanges de équido de Hoya de los Castellones, Granada y Gruta de Bugalheira (Almagro 1973: FIGURA 26.3 y 26.4).
Ídolo Falange Esta es la denominación que reciben los objetos del tipo VI del catálogo de M.ª José Almagro (1973). Están realizados sobre la primera falange de cérvido, bóvido, équido, suido u ovicáprido. La realización de estos “ídolos” sobre la primera falange (FI) de caballo, plantea algunos problemas al detectarse una baja presencia de restos de équidos entre la fauna de estos yacimientos, como es el caso de Almizaraque (Martín Morales, 1987). Pero no son los únicos restos modificados que hemos localizado en estos conjuntos. El carácter silvestre o doméstico del caballo para estas fechas, sigue en discusión (Guilaine, 1996), pero aún cuando el caballo no fuese doméstico, ni frecuente entre los restos de caza, su obtención tampoco plantea demasiados problemas y podría tener incluso un carácter de prestigio, aspecto que aumentará en las etapas posteriores. En su estudio de Huerta Montero (Extremadura), Ortiz Alesón y Blasco Rodríguez, separan sexualmente las distintas falanges, indicando una predilección por los machos, si bien, indican que no resulta muy acusada dado el número de piezas total (2000: 267289). Diferenciar sexualmente las falanges podría haber determinado una preselección del soporte, pero ello no parece probable dada la similitud entre unas y otras. Hemos atendido pues a otros criterios como el de la modificación realizada sobre el soporte utilizado en cada caso. Según esto, distinguimos entre: piezas decoradas y piezas modificadas. A este respecto, hay que señalar que frecuentemente se ha venido denominando ídolo falange tanto a piezas que han recibido modificación intencional y/o decoración, tanto como aquellas falanges sin modificación alguna y por ello habría que hacer algunas matizaciones. Las piezas decoradas están fuera de toda duda; las que presentan modificación, pero no decoración figurada, tienen cuando menos de cara a su valoración, ese carácter intencional. Por último las piezas no transformadas, no deberían en principio ser consideradas más que
como restos de fauna, pero su presencia en contextos funerarios, siendo porciones poco cárnicas6 y su presencia en yacimientos como Almizaraque en conjuntos en los que se documentan también piezas trabajadas permite dudar en ese sentido. Las piezas decoradas lo fueron mediante incisión, grabado y/o pintura, por lo que, hay que tener presente que en ocasiones algunas falanges aparentemente no decoradas, pudieron estar pintadas (Paço, 1960; Ballester Tormo, 1945). La conservación de la pintura entraña una mayor dificultad, como al parecer ocurrió con los ejemplares del Cerro de las Canteras (Motos, 1918). Las tres piezas decoradas localizadas en la Cuenca de Vera lo están sobre primera falange de équido. Una presenta una indicación sexual simple mediante incisión (Leisner y Leisner, 1943: 29.2.1), otra podría estar pintada y la tercera presenta la misma técnica de grabado que los oculados (Siret, 1908-1995). Esta es la que presenta un mayor trabajo aunque su conservación no permita una lectura clara del mismo. Gracias a una pequeña nota con un dibujo, sabemos que Siret la recuperó en 1921. Para este tipo de piezas, Salmerón y Rubio (1985) sugieren posibles pirograbados para el caso de los ejemplares murcianos. Según M.ª J. Almagro, la falange grabada, conservaba restos de pintura que no son apreciables en la actualidad (1973: 156). Las falanges decoradas parecen ser pocas, pero tampoco son numerosas en contextos próximos del área circundante: Hoya de los Castellones en Granada, Millares sepultura 7 (Leisner y Leisner, 1943: fig. 12.1.50) y Canteras (Motos, 1918) en Almería y Los Royos y Totana en Murcia). Las piezas murcianas, ———— 6 Salmerón y Rubio (1985) consideraron que incluso en contextos funerarios podría tratarse de ofrendas con valor alimenticio. Ciertamente el valor podría no ser el de un ídolo, pero es muy improbable un valor alimenticio ya que poca carne se encuentra en una zona tan baja de la pata de un herbívoro.
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sobre falange de équido, presentan características diferentes a las observadas en la Cuenca de Vera. La preparación de las piezas es mínima y la “decoración” consiste en incisiones circulares de disposición lineal. Algunas piezas pueden considerarse muy dudosas (Ayala, 1985: fig. 2). Más similares a la falange decorada de Almizaraque son otras 3 piezas documentadas en yacimientos extremeños, portugueses y granadinos respectivamente. En Hoya de Los Castellones conservamos una falange decorada similar a la de Almizaraque, pero más próximas son una de Gruta de Bugalheira (Almagro, 1973: fig. 26.4) y otra de Huerta Montero (Ortiz y Blasco, 2000: fig.7.30). Las piezas modificadas, pero sin decoración (salvo que se haya perdido todo resto de pintura), se documentan en la zona IV en Tabernas (llano de las Eras) sobre primera falange de Equus, o en Rambla de Huechar sobre ciervo. En Cerro de la Cabeza de Valencina de la Concepción se documentan 4 falanges trabajadas sobre Bos taurus, Sus scrofa, Equus caballus y Cervus elaphus. En un contexto de habitación (3 en pozo y 1 en una cabaña) en una cronología entre 4050 ± 105 B.P. y 3910 ± 110 B.P., fase precampaniforme (Fernández y Oliva, 1980). En otros puntos de Andalucía podemos encontrar este tipo de piezas en la Sierra Palacios de Bélmez en Córdoba, si bien se localizaron fuera de contexto (Gavilán, 1986: 32), o en la Cueva del Toro de Antequera en Málaga (Martín Socas et alii, 2004: 195).
Las características del trabajo efectuado sobre estas falanges presentan diferencias que parecen corresponder a objetos diferentes. En algunos casos la abrasión efectuada sobre las paredes de las diáfisis es tan acusada que debilita la estructura del hueso produciéndose perforaciones posiblemente no deseadas. En otros casos, por el contrario, la perforación parece intencional (en un caso de Almizaraque 21 esta perforación es cuadrada). Un tercer subgrupo lo constituirían aquellas falanges aguzadas en el área mesodistal, constituyendo un “cuello” que asemeja su forma a los llamados ídolos tolva de piedra (o hueso y marfil, como en el caso de Los Millares). Otro tipo de modificaciones, como las observadas en Los Millares, con una ranura central sobre falanges de équidos (Leisner y Leisner, 1943: lam. 8.2) o cérvidos (Leisner y Leisner, 1943: lam. 8.3, 11.2), clasificadas como tipo B en el trabajo de M.ª J. Almagro (1973), pueden corresponder a un uso práctico. Piezas similares se describen tanto en contextos próximos como Fonelas (Ferrer, Marqués y Baldomero, 1988: fig. 50.1), como en megalíticos franceses (Guilaine, 2000: fig. 2.3). El porcentaje de piezas con alteración térmica puede considerarse elevado. En Terrera Ventura, para piezas realizadas sobre ovicápridos con motivos lineales simples incisos, los autores consideraron que la acción del fuego sobre las piezas era intencional (Gusi y Olaria, 1991).
FIGURA III.67.–Distribución de Ídolos-falange en la Península Ibérica.
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Este tipo se distribuye de forma polarizada por la Península, con dos focos centrados en el Oeste y Sureste, pero con creciente importancia también en otras áreas meridionales como son el Valle del Guadalquivir y Cuenca media del Guadiana (Ortiz y Blasco, 2000: 275). A los ídolos-falange se les atribuye una cronología que va desde el Cobre Antiguo al Calcolítico Campaniforme (Escoriza, 1990: 97). En nuestros yacimientos, aparecen ya en la llamada fase de transición, siendo predominantes en el Calcolítico Pleno. Las falanges intencionalmente transformadas se documentan ya en contextos paleolíticos, incluso con ricas decoraciones (Ontañón, 2005: 164-167). En contextos temporalmente más próximos se conocen algunos ejemplos interesantes fuera de la Península, la pieza más antigua es posiblemente una FI de équido con decoración incisa de Cuina Turcului, región de Puertas de Hierro en el Suroeste de Rumania, datada hacia 8000 a.C. (Gimbutas, 1996: fig. 3.4). Otros ejemplos se encuentran en Próximo Oriente, como el de Tell Dja’ de (Stordeur, 2003) que presenta una profunda incisión mesodorsal.
puede entenderse ante la dificultad que entraña su desprendimiento de los ligamentos que la unen a los carpales, incluso, como hemos podido comprobar, tras horas de cocción. En las piezas almacenadas para su transformación hemos observado que están preparadas con la epífisis distal ya eliminada. Una pieza de Almizaraque conservada en las cajas de la “Casa 18”, presentaba un corte mesial intencional sobre diáfisis de radio de ovicáprido; en el interior hueco del hueso un vástago fibroso unía las dos mitades. Debe tratase de un cartoncillo utilizado por Siret para sujetar la pieza fragmentada, sin que nos quede muy clara su intención, ya que en otras ocasiones él mismo realiza restauraciones complejas de las piezas que quiere reconstruir. Pese a haberse almacenado con los materiales de la estructura 18, puede formar parte del conjunto de ídolos 21-30. Así pues, la pieza se decora solamente por la cara dorsal del hueso y para la decoración, la orientación del hueso se invierte, dejando la epífisis proximal conservada en la parte inferior del objeto.
Oculados Son piezas realizadas sobre huesos largos, generalmente sobre radio. Las piezas del Sureste fueron dadas a conocer ya por Siret (1908-1995; 1948). Los ídolos sobre hueso largo, también llamados ídolos tipo Almizaraque o Pastora constituyen el tipo VII de M.ª José Almagro (1973: 169), quien los considera derivados de los ídolos falange para los que señala paralelos anteriores en el Mediterráneo oriental, inexistentes para los oculados. Los avatares sufridos por el conjunto de la colección son particularmente problemáticos en el caso de los oculados sobre huesos largos. Esto dificultó notablemente su asignación contextual, pese a que Siret realiza croquis en los que numera cada ídolo y luego acompaña a las piezas con una referencia a dicha numeración. Pese a ello, el material llega en cajas diferentes y se almacena por separado. Tres ídolos habían viajado a la exposición de Barcelona (el 4 de abril de 1929, Bosch Gimpera recibe en Barcelona materiales de la Colección Siret, de regreso al MAN son recibidos por Alvarez Ossorio el 4 de Noviembre de 1930) y años después (en 1976) uno será cedido en intercambio al Museo Arqueológico de Barcelona, donde se conserva actualmente. Se preparan, eliminando la epífisis distal por percusión o aserrado (salvo epífisis sin fusionar) y conservando la proximal, que sólo en contadas ocasiones se regulariza levemente. La diáfisis presenta normalmente, sólo una abrasión puntual del arranque de la ulna, si bien en algunos casos, esta se conserva. Este esquema es el mismo observado para los ídolos levantinos (Pascual, 1998: 181). La eliminación de la epífisis distal del hueso y su conservación en los casos en los que no está fusionada, 117
FIGURA III.68.–Oculado sobre costilla (Almizaraque 21).
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FIGURA III.69.–Distribución de oculados.
Como ya señaló Ballester Tormo, algunos ídolos están realizados por incisión directa (1945), pero la mayoría no parece responder a dicha técnica. Los procesos seguidos para la decoración de estas piezas fueron ya descritos por Siret (1908-1995: 5051). Luis Siret propone una técnica de grabado al aguafuerte en la que las piezas se cubrirían por resina y cera, para posteriormente ser grabadas (dibujando sobre la cera) y finalmente sumergidas en un ácido que atacaría las partes marcadas. Esta técnica afectaría a la coloración del hueso y sería la misma que se emplease en algunas falanges grabadas. Siret indica la existencia de restos sobre la pieza, hoy no observables. En el estudio de los ídolos de Juan Barbero realizado por Salvador Rovira y M.ª Sanz, no pudo determinarse con exactitud la técnica empleada (1984: 96-104), pero estamos convencidos de que se trata de un procedimiento, cuando menos, similar al de Almizaraque. Predominan los encontrados en contextos funerarios, pero son también abundantes en áreas de habitación, 36% del total según San Nicolás (1986: 172). En Almizaraque se recuperaron piezas de estas características en un área comprendida entre las casas 21 y 30. Documentándose tanto falanges modificadas, como oculados. Como decíamos más arriba, la mayor parte de los oculados de Almizaraque están realizados sobre radio (ya sea de ovicáprido, de Bos o en un caso de Equus), pero ocasionalmente se utilizaron otros soportes. Entre estos soportes ocasionales tenemos una costilla (con paralelos similares en Terrera Ventura y en Fontanal, 118
FIGURA III.70.–Oculado de Juan Barbero (Martínez Navaarrete, 1984).
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Alicante) y otros huesos largos, como el fémur y el húmero. La utilización de distintos bóvidos como taxones preferentes para estos usos es también frecuente en otros conjuntos. Faltarían en Almizaraque los realizados sobre asta7, si presentes en los conjuntos de Levante o Murcia. Equus parece ser un soporte excepcional, como también lo sería el radio de Canis de un yacimiento extremeño (Enríquez y Rodríguez, 1990: 104). Un aspecto muy interesante es el hecho de que la decoración de estos ídolos es muy similar entre ellos, pero nunca idéntica. Destacan las variantes en las que en vez de 2 ojos, encontramos 3, 4 y 6. La decoración afecta sólo a la cara superior y bordes laterales. Presentan alteración térmica, en la mayor parte de los casos muy uniforme, por lo que dudamos que siempre fuese fortuita. Las características tanto técnicas como iconográficas parecen ser próximas a los oculados murcianos (Ayala, 1980; San Nicolás, 1986), así como a los de Terrera Ventura8 (Gusi y Olaria, 1991: fig.178.4) y los de Millares (Arribas et alii, 1983: fig. 3g; Escoriza, 1990: 96) dentro del área IV. En Granada se documentan en Las Angosturas de Gor (Escoriza, 1990: fig. 2). En Levante, Pascual estudia 53 oculados sobre hueso largo/asta (1998: 179-184). Otros paralelos pueden ser los de Zambujal (Sangmeister y Schubart, 1981: 59.h), los extremeños del Tholos de la Huerta de Dios, Badajoz (Enríquez: 1983: 301) y los ejemplares madrileños de Juan Barbero (Martínez Navarrete: 1984) y el recientemente localizado en la Fuente de la Mora de Leganés, Madrid (Vigil-Escalera y Martín Bañón, 2003: 59). En el Cerro de la Cabeza de Valencina de la Concepción, se documenta una pieza dudosa, con incisiones transversales sobre un metatarso de Bos (Fernández y Oliva, 1980: 35-44). El ídolo de Terrera Ventura corresponde al nivel III del yacimiento, fechado entre 2250 y 1950 a.C. (Gusi y Olaria, 1991). En Levante un oculado de Niuet se dató entre 4600-4400 B.P. (Pascual, 1998: 184). Una pieza de características similares a nuestros oculados se documenta en Ensisheim en el noreste de Francia, datada hacia 5000 a.C. (Gimbutas, 1996: fig. 92.2). Si bien técnicamente difieren de forma notable, al tener el oculado de Ensisheim los ojos realizados en concha y añadidos a la diáfisis. Otros posibles paralelos extrapenínsulares, fueron ya señalados por Almagro (1973: 321 y fig. 98).
En conjunto pueden situarse en un Calcolítico avanzado que abarca la segunda mitad del III milenio, desapareciendo con el campaniforme. A través de la documentación del Archivo Siret, sabemos que los ídolos de Almizaraque no pueden corresponder a la última fase del poblado, ya que el muro de la Casa 21 se superpone al nivel de hallazgo de estas piezas (Siret, Cuadernos de Almizaraque). Según los datos obtenidos de las excavaciones recientes se asignarían a la primera fase de ocupación, fechada entre 2500/2400-2100 a.C. (Delibes et alii, 1996: 157). Esta asignación no obstante nos parece complicada, ya que a una primera fase de Almizaraque habría que asignar materiales neolíticos.
———— 7 El asta decorada de Almizaraque, creemos que presenta características diferentes a las observadas en estos oculados. 8 Además de las piezas publicadas de este yacimiento, el MAN conserva un interesante conjunto correspondiente a la Colección Santa Olalla. Recientemente y gracias a la revisión de materiales que está llevando a cabo María Azcona, hemos tenido ocasión de estudiar directamente un oculado sobre radio de ovicáprido, muy similar a los de Almizaraque.
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FIGURA III.71.–Oculado sobre radio de Equus según dibujo de Luis Siret (Almizaraque 30).
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Cruciformes Los llamados “ídolos cruciformes” corresponden al tipo II de M.ª J. Almagro (1973). Son placas de sección plana con 4 o más apéndices, generalmente el superior e inferior más anchos y los intermedios más delgados. La adscripción a esta categoría está basada en los prototipos líticos. Se asignan tradicionalmente al Calcolítico, si bien se documentan en contextos anteriores. Hay cruciformes de piedra en Montefrío en Neolítico Reciente y en Vera los encontramos en la fase de transición. En la zona de estudio sólo se han podido identificar en dos estructuras de enterramiento del Alto Almanzora, Atalaya 12 y en Jautón 3. El “ídolo” de Jautón 3 se catalogó como cruciforme de piedra (Leisner y Leisner, 1943: 69 / Almagro, 1973: 52-53). Por lo que respecta al de Atalaya 12, se trata de la mitad de un pequeño recorte, próximo formalmente a otro cruciforme de piedra encontrado en la misma estructura. No obstante en el yacimiento de El Cerro de Ortega en Ciudad Real, dentro de un contexto calcolítico, se recupero un alfiler con un remate muy similar a esta pieza (Barrio y Maquedano, 2000). Según la descripción que hacíamos más arriba para los tipos más frecuentes, la pieza de Jautón 3 presenta algunas diferencias mofológicas respecto a los cruciformes de piedra. A diferencia de estos, el cruciforme de Jautón, pese a estar muy fracturado, muestra un claro desarrollo de los apéndices centrales. Piezas similares pueden observarse, no obstante, entre los
FIGURA III.72.–Cruciforme (Jautón 3).
Valores medios de los antropomoformos estudiados
TIPO
DATOS (VALORES MEDIOS, EN CM)
Cruciforme
Long/max Anch/max
DECORADO
MODIFICADA
ÍDOLO SOBRE
ÍDOLO SOBRE
COSTILLA
DIÁFISIS
TOTAL TIPO
1,00
11,00
Gros/max
0,28
10,28
Gros/mesial
0,40
10,40
Anch/mesial
Ídolo falange
Long/max
7,35
5,07
15,21
Anch/max
4,20
2,08
12,15
Anch/mesial
2,21
12,21
Gros/max
2,04
12,04
1,87
11,93
Gros/mesial Oculado
2,30
Long/max
14,00
16,81
16,66
Anch/max
13,00
14,95
14,80
Anch/mesial
13,00
12,46
12,49
Gros/max
10,80
12,80
12,63
Gros/mesial
10,80
11,54
11,49
TABLA III.2.–Tabla de medidas de antropomorfos.
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materiales líticos inéditos de Zájara y en Churuletes 3 (Peña y Montes de Oca, 1986 lam. VIII.c). En el área próxima se documentan cruciformes de hueso en Terrera Ventura y en el Llano de la Rueda (Tabernas), en Los Millares y Barranco del Viaducto 2 (Santa Fe de Mondujar) y en Blanquizares de Lebor (Murcia). Si bien en estos casos se trata de piezas algo alejadas de las de Vera. Corresponden a ídolos planos de escotaduras laterales con clara tendencia longitudinal, más próximos pues a los ejemplares de Granada, Murcia y Levante. Por otro lado, la delimitación de estos “ídolos” respecto a nuestras varillas y lengüetas de escotaduras es difícil de precisar, si bien las piezas de Vera carecen de la componente triangular de los ídolos granadinos y levantinos.
3.3.2. Decorados Ante la difícil clasificación de objetos decorados, sin área funcional clara ni rasgos antropomórficos, hemos optado por crear una categoría independiente para su estudio.
FIGURA III.73.–Asta decorada de Almizaraque 21.
francés) y perteneciente a colecciones antiguas del Paleolítico Superior. Se trata de un asta de reno aserrada y vaciada que presenta una perforación próxima al área de aserrado donde se dispone así mismo la decoración también incisa, pero en este caso concentrada en esta zona (Monnier et alii, 2005: fig. 11.2). Sandaliforme
Asta Decorada Únicamente hemos encontrado una pieza de estas características. Fue presentada por Siret en Religions néolithiques de L’Ibérie (1908: 9, fig. IX). Se trata de un asta de ciervo con dos perforaciones y decoración incisa. La atribución de esta pieza nos planteó alguna duda. En su publicación, Siret la asigna a Almizaraque, pero se encontraba almacenada con otras piezas que con seguridad corresponden al Arteal. Existía la duda de que Siret pudiese referirse al área de Almizaraque y no al yacimiento concreto; pero, dice que procede del “atelier du graveur”. Además, en los planos y cortes de la casa 21 dibuja un elemento curvo que podemos relacionar con esta pieza. Aunque en un primer momento podría considearse similar a este objeto, las piezas de Los Royos en Caravaca, Murcia y de Ereta del Pedregal (Navarrés, Valencia) sobre asta, consideramos que las características de esta pieza se alejan de los oculados mencionados. Pensamos que no presentan similitudes reales a dichos “ídolos”, ya que se trata de objetos más ricamente decorados (grabados) y sobre todo, con rasgos antropomórficos (ojos destacados) ausentes de nuestro objeto. Además nuestra punta tiene huellas de uso en el extremo distal y perforaciones en el área proximal, para ser suspendido. Las decoraciones de este objeto pues, responderían más a las propias de una pieza de uso personal, apreciada, pero no por ello sin utilidad práctica. Sí encontramos mayores similitudes con una pieza de Sarsa (Pascual, 1998: fig. III.187.2) también realizada en asta de ciervo y como en nuestro caso decorada mediante motivos en zig-zag incisos. Puede considerarse próxima también a una pieza documentada en el valle del Erve (Macizo armoricano
Como en el caso anterior, también nos encontramos ante una pieza única. Se trata de una placa plana, decorada y con contorno perforado. Fue dada a conocer por Siret en 1907 y sobre ella realizó una primera restauración (Siret, 1907: lam. VI.1). Se ha venido considerando como ídolo, más por su falta de adecuación en otros grupos que por su clara pertenencia a ese. La denominación como “ídolo sandalia” viene determinada por su forma de suela de zapato. Sus dimensiones (25 cm / 9,9 cm / 0,6 cm), fragilidad y rica decoración configuran un carácter de difícil adscripción funcional, pero no por ello necesariamente cultual. Esta realizada sobre el cráneo de una ballena según observación del profesor F. Poplin (com. Oral). Presenta pequeñas perforaciones en el perímetro externo de ambas caras. Como decíamos más arriba, esta pieza puede considerarse única ya que si bien existen otras morfológicamente similares en Campos, en El Oficio y en Zájara, se trata en estos casos de piezas sobre pizarra, mucho más toscas y sin decoración. Más próximas pueden considerarse los sandaliformes de Millares, Alapraya y de Lorca. En Alapraya (Portugal) se recuperaron dos piezas de caliza de dimensiones similares, con forma de suela y perforaciones perimetrales. En Cueva Sagrada (Lorca, Murcia) se documenta una pieza de forma similar, pero en este caso es de madera, está decorado por ambas caras y presenta un motivo oculado en la cara superior. Según su investigadora, la técnica utilizada es el pirograbado y es similar a la pieza de Millares 62 (Ayala, 1986: 151-156; 1987: 18).
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FIGURA III.74.–Sandaliforme de Almizaraque 21.
Otro objeto de similares características, pero de morfología diferente, lo encontramos en la Sep. 12 de Millares, en este caso realizado en marfil. Se trata de una pieza de proporciones similares, pero de forma rectangular con los lados cortos redondeados, un relieve profundo en la cara posterior y perforaciones en un reborde que circunda el objeto. Más próxima a piezas palafíticas realizadas en soportes de madera.
La decoración es similar a la observada en otra pieza de Millares 12, la peineta de marfil, así como la de algunos ídolos oculados sobre caliza. En el caso de las piezas de marfil de la sepultura 12 de Los Millares, tanto en la placa como en la peineta, se observan aún restos de pintura roja y negra que no se han podido apreciar en el caso del sandaliforme de Almizaraque, aunque pudieron haber existido también en este caso.
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FIGURA III.76.–Detalle de la decoración de la peineta de la sepultura 12 de Los Millares.
3.3.3. Apuntados Corresponden a este grupo todas aquellas piezas que presentan al menos un área funcional aguzada y punzante, esto es, susceptible de facilitar una penetración. Son el grupo mayoritario en los conjuntos óseos postpaleolíticos y en nuestro caso comparten protagonismo con el otro gran grupo de los perforados. Se ordenarán en subgrupos atendiendo al nivel de transformación sufrido por la pieza de menor a mayor, desde aquellos de baja transformación que apenas conllevan modificación apreciable, hasta aquellos objetos en los que el trabajo realizado impide el reconocimiento del soporte anatómico utilizado. Hasta hace poco, la gran mayoría de los apuntados era denominada en conjunto bajo la voz “punzones”. Ésta es, por su amplitud, la categoría más difícil de definir. La industria ósea de toda la Prehistoria Reciente viene definida por la abusiva referencia a esta nomenclatura. Si nos atenemos al significado estricto de la palabra, tendremos que referirla a piezas “para perforar” y por ello la identificación del tipo tendrá que relacionarse con la robustez de la punta que además no podrá ser hueca ni excesivamente estrecha. Se han utilizado fronteras de medida para plantear diferenciaciones tendentes a caracterizar más correctamente este amplio grupo: – 18 cm para la longitud máxima (Rodanés, 1984, Pascual, 1998). – 15-16 cm para la longitud máxima (Adán, 1997; Meneses, 1991). – Para el conjunto de Vera, hemos considerado más adecuado el límite inferior.
FIGURA III.75.–Placa de marfil de Millares 12.
Se han propuesto diversos usos para estas piezas: textiles (Ramos Millán, 1981: 243), cerámicos (Do Paço, 1960: 106), sustitutos de la industria lítica (Guilaine et alii, 1984), etc. Para conseguir una diversificación operativa tendremos que atender a las variantes encontradas en las 123
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FIGURA III.77.–Distribución de piezas por grupos.
puntas y ápices, secciones, biseles, longitud del área aguzada, taxón (los realizados sobre lagomorfo son lógicamente mucho menores, p. ej.) etc. En la tipología francesa, punzones son los tipos 1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 9 y 10. Para los tipos 7 y 11 utilizan el vago término “punta”. La diferencia entre unos tipos y otros está basada en el soporte y la técnica de elaboración de la pieza. Rodanés en su tipología, presta una especial atención a las bases de los instrumentos y a sus secciones. Esto plantea algunos problemas al estar atendiendo a zonas no funcionales del tipo, pero si aceptamos la premisa general de atender a la forma, hemos de aceptar este inconveniente en la clasificación de partida. La tipología de J. L. Pascual recoge la posibilidad de incluir punzones tanto que conserven el canal
medular como hendidos realizados sobre otros huesos “no habituales”. Así mismo M.ª D. Meneses (1999: 273) es la única autora que recoge el tipo Punzón sobre espina neural de pez, presente en la colección Siret, pero fechado en épocas posteriores. Apuntados de economía Con este término recogemos aquellas piezas que presentan un trabajo mínimo de acondicionamiento de la punta, generalmente mediante abrasión, ya sea sobre materia prima o reaprovechando otras piezas. Es un grupo que por su fácil elaboración presenta un amplio espectro cronológico y es propio de contextos de hábitat. Pese a ello, encontramos alguna pieza en contextos funerarios, pero se trata no de punzones de economía, sino de los que hemos llamado perforadores, que participan de las características del grupo por su aprovechamiento de un útil previo, pero que suponen un carácter más especializado al definir una punta precisa. Punzón de economía
FIGURA III.78.–Histograma de medidas de longitud en apuntados.
El tipo 1 de la Commission de Nomenclature es el punzón de economía, es decir cualquier fragmento o esquirla que presente un acondicionamiento exclusivo de la punta (Camps-Fabrer et alii, 1990). Este es un concepto tan amplio que necesariamente resulta problemático, p. ej. ¿qué hacer con piezas que presentan epífisis y sólo han recibido un mínimo tratamiento distal? ¿cómo diferenciarlas de los otros tipos de punzones, 124
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cuando en estos el trabajo muchas veces se circunscribe sólo a la punta? Consideraremos aquí las piezas realizadas sobre esquirla, ya sea de asta o hueso y aquellas sobre fragmento de diáfisis que claramente sólo presenten transformación de la punta. Por su escasa presencia y modificación, podrían considerarse punzones de economía, algunos apuntados realizados sobre soportes anatómicos inusuales; ya que estas piezas parecen determinadas por una elección casual que no determina un tipo ante la falta de repetición. Pese a ello, consideramos más adecuado mantener el esquema clasificatorio seguido y atender a estas piezas en el lugar que le determinaría su forma general (tubulares, hendidos, etc.).
Se les asigna una cronología amplísima que engloba del Paleolítico al Bronce y con extensión universal. En nuestro ámbito podemos documentarlos en los diferentes periodos, exclusivamente en contextos de habitación. Perforador Se trata de un útil desgastado que se reaviva para obtener un tipo especial de punta, la que hemos denominado “reafilada”. Se han documentado tanto en contextos de habitación (Almizaraque y Garcel), como funerarios, (Campo 1, Lámpara 1 y 3). Al suponer un carácter más especializado por su punta precisa, podría otorgárseles una mayor valoración y explicar su inclusión en el ajuar funerario; si bien, dadas las particularidades de la colección, tampoco podemos descartar la posibilidad de que procedan del material del túmulo. Apuntados Anatómicos Apuntado sobre fíbula Según la clasificación de Rodanes, es uno de los punzones de base articular. Vento las situó, entre las paletas definidas por al área anatómicamente proximal (1985: 61). Corresponde al tipo 4 de la Commission de Nomenclature, que recoge también piezas perforadas en el área proximal. En este tipo se han incluido
FIGURA III.79.–Punzón de economía (Almizaraque 19).
FIGURA III.80.–Perforador (Llano de la Lámpara 3).
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Tabla de medidas del subgrupo apuntados de economía GRUPO
APUNTADOS
SUBGRUPO Economía SUBTIPO
TIPO
Datos
Asta
Perforador
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
Pz.economía
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
Diáfisis
Esquirla
Total general 5,15 1,48 1,33 0,78 0,60 0,57 0,45 0,32
5,15 1,48 1,33 0,78 0,60 0,57 0,45 0,32 8,10 2,00 1,30 1,00 0,55 0,70 0,50
7,94 1,65 1,12 0,88 0,72 1,15 0,63 0,37
5,43 1,14 0,89 0,57 0,38 2,50 0,56 0,36
TABLA III.3.–Tabla de medidas de Apuntados de economía.
también las fíbulas de mamíferos de gran tamaño, como son los osos. (Camps-Fabrer et alii, 1990). Los ejemplos franceses se centran en la utilización de las áreas anatómicamente mesial, mesodistal y distal, mientras que en nuestro caso hay una clara preferencia por las mesiales, mesoproximal y proximales. Se les atribuye una cronología muy amplia desde el Paleolítico a la Edad de los Metales. Las más frecuentes son las de suido, que siguen utilizándose actualmente para probar el estado de secado del jamón. El punzón sobre fíbula es uno de los tipos característicos de Almizaraque donde se pueden observar usos menos claros del área de paleta. Se trataría pues, aunque probablemente no en todos los casos, de útiles de doble uso proximal y distal. Como decíamos más arriba, en Almizaraque puede considerarse un útil característico. Se realizan mayoritariamente sobre fíbula proximal, si bien hemos documentado también la utilización del área distal. Corresponden siempre a suidos a excepción de un punzón de la “Casa 48”, realizado sobre fíbula de Canis familiaris conservando la epífisis intacta y con un trabajo que se limita al acondicionamiento de la punta. Entre los materiales de una de las trincheras excavadas por Siret, se documentan piezas completas preparadas para la elaboración de este tipo. Se presenta mayoritariamente en contextos de habitación, pero también en menor medida en estructuras funerarias. Podemos encontrarlos en diferentes contextos espaciales y cronológicos, en el caso de la Zona IV en 126
FIGURA III.81.–Fíbula de suido (Almizaraque).
7,11 1,50 1,05 0,76 0,55 2,11 0,61 0,37
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FIGURA III.82.–Punzones sobre fíbula distal y proximal (Almizaraque).
FIGURA III.83.–Punzón sobre ulna (Almizaraque 4).
el Cerro de la Virgen de Orce (Schüle, 1980: lám. 3), o en otros más alejados como es el caso en la Meseta de La Encantada (Fonseca, 1984-1985.: 132).
y ovicápridos (Almizaraque 25, Garcel y Pernera), en aquellos casos en que se ha podido medir la longitud, esta se encuentra entre los 6 y los 11 cm. A este respecto hay que comentar que en alguna pieza (Almizaraque 8) la punta conopial, nos acerca a las puntas definidas para los perforadores, lo que acercaría una vez más, ambos subgrupos. Se documentan en contextos de habitación a excepción de la pieza de La Pernera, sobre la que ya se han comentado los problemas de atribución. En área definida en torno a la Cuenca de Vera, se localiza en Terrera Ventura (Gusi y Olaria, 1991: fig. 174.5). La frecuencia en el uso de animales silvestres para la elaboración de este tipo, fue también observada en Levante (Pascual, 1998: 46). Más alejados, los encontramos en otras áreas con distinto grado de trabajo y tanto sobre grandes herbívoros, como sobre carnívoros (Paço, 1960: fig.1).
Apuntado sobre ulna Se ha relacionado este tipo con el concepto de puñal, considerando un tipo sencillo sin enmangue, dada su adaptación a la mano. Se han hecho divisiones entre puñales y punzones en la que los primeros estarían en medidas de longitud superiores a los 18 cm. Rodanés otorga la voz “puñal” únicamente a los puñales de imitación metálica, mientras que Pascual admite esta referencia métrica pero amplia el espectro de posibles puñales con las puntas sobre candiles de ciervo y en general los huesos que superen estos 18 cm. La definición que de este tipo hace Gema Adán (1997: 46) resulta confusa al no presentar documentación gráfica asociada. Según esta autora es un tipo similar a la punta, pero con extremo distal de sección oval y base trabajada sobre la epífisis del hueso. Longitud9 superior a los 15 cm. El tipo 5 de la Commission de Nomenclature corresponde a estas piezas (Camps-Fabrer et alii, 1990). En la industria ósea de la Cuenca de Vera, el empleo de ulna se documenta entre especies de reducido tamaño como son los félidos (Almizaraque 4 y 8) o de tamaño medio como cánidos (Almizaraque 6 y 8) ———— 9 Si bien en la página 341, la misma autora habla de otra medida (10 cm).
Apuntado sobre metapodio de équido Se han observado en la industria ósea de la Cuenca de Vera, un pequeño conjunto de metapodios de équido con una leve abrasión distal. Como en el caso anterior, este conjunto de baja transformación, se encuentra por ello, muy próximo a los llamados punzones de economía. Las piezas identificadas corresponden a contextos de habitación (Almizaraque y Loma de la Espesura). Piezas similares a las conservadas entre los materiales de la Cuenca de Vera, se documentan en Zambujal (Sangmeister y Schubart, 1981: fig. 63).
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Tabla de medidas de Apuntados anatómicos GRUPO
APUNTADO
TIPO
Datos (valores medios)
SUBGRUPO Anatómico
Pz.fíbula
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
10,49 11,44 10,74 10,43 10,33 12,08 10,45 10,24
Pz.metapodio
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
18,50 11,93 11,10 11,00 10,80
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
19,05 11,98 10,73 11,40 10,63 12,10 10,59 10,34
Pz.ulna
10,40
TABLA III.4.–Tabla de medidas de Apuntados anatómicos.
FIGURA III.84.–Punzón sobre metapodio de équido (Loma de la Espesura).
Apuntados tubulares Los tubulares conservan la totalidad o buena parte del canal medular, dando en cualquier caso a una sección anular. Son objetos de baja transformación y escasa complejidad para su elaboración. La punta, obtenida generalmente por percusión presenta un plano diagonal al eje principal de la pieza. Otros autores se refieren a ellos como “punzones de base articular y sección anular y punzones de base recta y sección anular” (Rodanés, 1987: 52 y 57) o “Punzón-cánula” (Gusi y Olaria, 1991: 224 fig. 168). Se corresponden con los tipos 2, 3 y 6 de la Commission de Nomenclature (Camps-Fabrer et alii, 1990). Se les ha asignado una cronología muy amplia (Neolítico a Edad de los Metales). Morfológicamente puntas y punzones son iguales variando los tamaños en función del soporte utilizado, trabajo realizado, desgaste del útil, etc. M.ª D. Meneses (1999: 273) establece la frontera de tamaño en los 15 cm.
En su estudio de los materiales de las cuevas de inhumación múltiple de la comunidad valenciana, Soler señala el predominio de los punzones tubulares sobre el resto de los apuntados (Soler, 2002: 45). En Terrera Ventura se señala así mismo la importancia de estas piezas en la muestra estudiada (Gusi y Olaria, 1991: 224). Tubular de Base articular Tubulares sobre tibia de Rumiante Corresponde básicamente al tipo 2 de la tipología francesa, esto es, “punzones sobre hueso que conservan una epífisis completa”. Si bien, recogen en este apartado algunos punzones que no tienen epífisis (Camps-Fabrer et alii, 1990). Utiliza como soporte más frecuente la tibia de ciervo o de ovicapridos, pero en la tipología francesa se incluyen las puntas sobre tibias de grandes mamíferos, “punzones sobre húmero de pequeño mamífero” y los “punzones sobre radio de pequeños mamíferos”, creemos preferible individualizarlos. En la tipología francesa tampoco se diferencia la utilización distal o proximal del hueso, pero consideramos que esta diferencia también es apreciable ya que las características del hueso son muy diferentes.
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FIGURA III.85.–Tubular sobre tibia proximal (Almizaraque 44).
FIGURA III.86.–Tubular sobre tibia distal (Almizaraque 27).
Se obtienen por percusión y abrasión del bisel resultante. Sólo excepcionalmente la abrasión afecta a las áreas mesial o proximal. Posiblemente todos los punzones tubulares se utilizaron directamente, sin ningún tipo de enmangue, en especial los que presentan un talón trabajado. Se documentan en márgenes geoculturales muy amplios. En Levante se concentran en el Neolítico IIB, predominando en contextos de hábitat (Pascual, 1998: 44). En la Cuenca de Vera se reparten cronológicamente desde el Neolítico Reciente al Campaniforme, siendo más frecuentes en los contextos calcolíticos y documentándose tanto en contextos funerarios como de habitación.
rales del hueso son más adecuadas en este caso (mayor dureza). La presencia de piezas realizadas sobre porciones proximales debe explicarse por un interés aprovechar todo el soporte. Se han documentado tanto en yacimientos de habitación, como funerarios, pero es más frecuente en los primeros. En el área próxima podemos ver una pieza similar en la Cueva de la Ventana de Piñar, en Granada (Salvatierra, 1980: 76, fig. 6.1).
Tubular sobre tibia proximal La utilización de la tibia distal es más frecuente que la porción proximal ya que las condiciones natu-
Tubular sobre tibia distal Las características físicas de este soporte, por su dureza, lo hacen especialmente válido para la elaboración de apuntados, por lo que en diferentes contextos supone uno de los tipos más abundantes. Este aspecto, fue ya observado por Siret quien se refería a estos objetos como “puntas fuertes”.
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Piezas con el canal medular muy cerrado encontramos en el área IV en el Cerro de la Virgen de Orce (Schüle, 1980: lám. 3 y 4) o en puntos más distantes de Andalucía como puede ser la Cueva de los Mármoles en Córdoba (1996: fig.1.1158). En los yacimientos de Purchena hemos encontrado una variante de este subtipo, en la que además de la apertura habitual del canal medular, se ha practicado mediante abrasión otra apertura en la cara ventral lo que podría suponer un orificio de entrada y otro de salida. Así mismo, en Arteal, uno de los punzones (Silo 6), presenta un orificio basal de similares características. Tubular sobre Metapodio de Rumiante Se trata de un tipo universal como en el caso anterior y también con preferencia por el aprovechamiento de la diáfisis distal de los ovicápridos. En Levante se documenta del Neolítico I al horizonte campaniforme, con menor incidencia en la primera y tanto en contextos de habitación como de enterramiento (Pascual, 1998: 46). En la Cuenca de Vera podemos observar un panorama similar, sin piezas asignadas a las primeras fases. Tubular sobre Metapodio proximal Como decíamos más arriba, la utilización de porciones proximales de metacarpos y metatarsos, es menos frecuente que la de porciones distales. Como ocurría en el caso de las tibias, es posible que la causa esté en una necesidad puntual por aprovechar al máximo el soporte, ya que lo más frecuente es reservar las porciones proximales para otros tipos de mayor grado de transformación. De las dos piezas documentadas, hay que destacar la de Loma del Campo 2, con una perforación basal, al igual que la documentada en esta estructura sobre metapodio distal.
FIGURA III.87.–Tubular sobre metapodio proximal (Loma del Campo 2).
Tubular sobre Metapodio distal En el conjunto atribuído a esta variante con características bien conocidas por su repetición en la mayoría de las industrias óseas postpaleolíticas, destaca una
FIGURA III.88.–Tubular sobre metapodio distal (Loma del Campo 2).
pieza de la Loma del Campo 2 sobre metatarso distal de ciervo, con perforación basal y fuerte ranurado en el interior del canal medular. Estas piezas, pensamos que pueden considerarse directamente emparentadas con las que denominamos “puntas de canal”. El ranurado externo podría corresponder a un segundo momento de utilización, correspondiendo a un proceso de división del hueso, pero resulta difícil de interpretar, ya que no parece esperable una pieza inacabada en un enterramiento. Hemos encontrado una pieza en el área circundante, en el yacimiento de Terrera Ventura con una perforación similar en el área distal (Gusi y Olaría, 1991: 173.1). Al conjunto de esta variante, se le atribuye una cronología muy general desde el Paleolítico a época romana. Tubular sobre tibia de lagomorfo Tipo 3 de la Commission de Nomenclature (Camps-Fabrer et alii, 1990). Conservan la epífisis proximal de tibia como talón y han sido elaborados mediante percusión, fractura de la fíbula (en algunos casos sin regularización posterior), abrasión y pulimento. Seria más correcto denominar este subtipo como “tubular sobre diáfisis de lagomorfo” ya que se inscriben en este conjunto, casos esporádicos sobre tibia distal, húmero distal o radio proximal; mantenemos no obstante la denominación del encabezamiento, por ser la más utilizada y ser mayoritaria la presencia de tibias. Hemos consignado mayoritariamente el taxón más genérico “lagomorfo”, pero la mayoría identificable corresponde a Oryctolagus cuniculus. Es un subtipo frecuente en contextos funerarios de Levante, donde se documenta desde el Neolítico Antiguo, si bien escaso en ese momento (Pascual, 1998: 42-43), ha sido, por este aspecto, interpretado
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FIGURA III.89.–Punzón sobre tibia de lagomorfo (Almizaraque 11).
como “rasgo característico de los contextos de inhumación valencianos” (Soler, 2002: 47). Este mismo autor observa un predominio del tipo (A.1.1.b. en su tipología) en la primera mitad del Tercer milenio, tanto en estructuras de enterramiento, como en contextos de habitación (Soler, 2002: 47). Teniendo en cuenta el ámbito funerario estudiado por este autor, quedan aún más evidentes las diferencias respecto a nuestra zona de estudio en este aspecto, donde los punzones sobre tibia de lagomorfo no aparecen en contextos funerarios, salvo en una pieza de Jautón 5. Soler señala la homogeneidad del tipo frente a otros similares y dada la fragilidad del objeto, sugiere un posible uso como pasador (Soler, 2002: 45). En los ejemplares observados en Almizaraque nos encontramos con piezas muy afiladas, pero con bases anatómicas que proporcionalmente son necesariamente anchas, por lo que no es compatible con el concepto de pasador que hemos utilizado aquí. En Vera no son abundantes, hemos documentado sólo 7 piezas, 6 de ellas en Almizaraque. Todas las piezas pueden corresponder a fases calcolíticas. En Orce aparecen en el estrato IIA, asociado ya a campaniforme (Schüle, 1980: 26 V.116). Fuera de Levante, tampoco parecen muy frecuentes en otros ámbitos. Podemos encontrar algún ejemplo en el área IV en El Malagón (Arribas el alii, 1978: fig. 14.d) y en otras áreas peninsulares, en Nerja (Adán, 1987) o en el Valle del Ebro (Rodanés, 1987; lám. III.2). En Francia se documentan desde el Neolítico Medio (Sénépart, 1993: 295), siendo abundantes en el Neolítico Final y Calcolítico (Camps-Fabrer et alii, 1990). Tubular sobre otros Soportes anatómicos Hay 6 apuntados tubulares sobre soportes que podemos considerar inusuales en estas industrias. Se trata de un conjunto heterogéneo por la naturaleza de los soportes que han sido empleados en su fabricación, pero manteniendo siempre el criterio tubular que los asigna a esta categoría. Como ocurría con otros tubulares, entre estos también se documentan algunas piezas con perforación en el área proximal. Un aspecto que como ya resaltabamos más arriba y desarrollaremos más adelante, nos parece muy significativo. Los apuntados tubulares sobre soportes anatómicos infrecuentes también se documentan en Levante, donde su presencia es igualmente escasa, si bien puede ser algo más destacada en el Neolítico IIB (Pascual, 1998: 48). Las 6 piezas estudiadas en Vera corresponden en 5 casos a espacios de habitación y en otro a un enterramiento. Todas podrían ser asignadas a fases calcolíticas.
FIGURA III.90.–Radio distal con perforación proximal (Atalaya 3).
Tubular de Talón trabajado Dentro de los tubulares, algunas piezas presentan un mayor grado de transformación al trabajar la epífisis conservada. 131
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FIGURA III.91.–Tubular de talón trabajado (Fuente del Lobo).
FIGURA III.92.–Tubular sobre asta (Almizaraque 19).
Tenemos algunos ejemplos en Almizaraque, Fuente del Lobo, Jautón 1, Jautón 6, en estos casos (salvo en la pieza de Almizaraque) hay que llamar la atención una vez más, sobre la perforación efectuada en las bases o bien sobre la eliminación total de la epífisis y su posterior regularización, esto es, en ambos casos se persigue, como también ocurría con ejemplares que conservan la epífisis intacta, obtener un cilindro abierto. En Levante parece haber un ejemplar en el que intencionalmente se elimina la epífisis dejando un conducto abierto (Pascual, 1998: Fig.III.11.5).
incluso sobre clavija de Capra hircus con bajos niveles de transformación. El tipo 7 de la Comisión de Nomenclatura corresponde a un apuntado sobre asta de ciervo o de corzo (Camps-Fabrer et alii, 1990). Constatada desde el Paleolítico a la Edad del Bronce. Como licencia al término utilizado “tubular” y para no complicar la clasificación de partida, asignamos a este tipo ejemplares macizos. En los conjuntos levantinos, se han denominado puñales (Pascual, 1998: fig. III.35), o picos (López Padilla, 2001-2002: 246 y 252) y para los periodos que ahora nos interesan, se han localizdo tanto en niveles tanto del Neolítico I como Neolítico IIB. Su repartición puede considerarse muy amplia, como señalan CampsFabrer y Ramseyer: “Presque tous les sites où l’on reencontré des instruments en bois de cerf” (CampsFabrer et alii, 1990).
Tubular sobre Asta No se han encontrado picos de minero como tales (apuntado que utiliza como astil el cuerpo principal del asta y como parte activa la luchadera basal), pero si apuntados sobre candiles y luchaderas de ciervo, e
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Tabla de medidas de Apuntados tubulares GRUPO
APUNTADOS
SUBGRUPO
Tubulares VARIANTE
TIPO Base articular
Punta.asta
Talón trabajado
SUBTIPO
Datos
Distal
Proximal
Total general 19,68 12,46 11,28 11,79 11,07 13,40 10,68 10,38
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
9,68 2,39 1,28 1,75 1,07 3,40 0,68 0,38
Tibia de lagomorfo
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
7,30 0,70 0,60 0,50 0,50 2,80 0,40 0,20
16,48 11,25 10,53 10,95 10,55 12,23 10,36 10,21
16,64 11,17 10,54 10,86 10,53 12,38 10,37 10,21
Tibia rumiante
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
9,42 2,12 1,21 1,60 0,91 2,00 0,84 0,50
14,20 12,23 11,09 12,25 10,85 15,20 10,70 10,35
10,02 12,13 11,20 11,68 10,90 13,60 10,82 10,48
Tubular otros soportes
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
11,30 11,68 11,20 10,85 10,65 11,20 10,45 10,30
11,30 11,68 11,20 10,85 10,65 11,20 10,45 10,30
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
15,67 13,10 11,15 12,45 10,90
15,67 13,10 11,15 12,45 10,90
10,65
10,65
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
19,35 11,82 11,10 11,34 10,83
19,35 11,82 11,10 11,34 10,83
10,60 10,35
10,60 10,35
Metapodio rumiante
TABLA III.5.–Tabla de medidas de Apuntados tubulares.
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13,00 11,95
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Apuntados hendidos Respecto al conjunto anterior, los apuntados hendidos presentan un mayor grado de transformación, al haberse seccionado el hueso longitudinalmente. Presentan por ello un mayor distanciamiento de la forma anatómica y requieren un mayor esfuerzo de regularización al ser mayor el área resultante del corte. La técnica de elaboración es suficientemente conocida (Camps-Fabrer y d’Anna, 1976), aunque raramente se puede confirmar ya que los últimos procesos o las huellas de uso tienden a eliminarlos. No obstante la preparación mediante el ranurado previo a la percusión indirecta ha quedado documentada en líneas de fuga observadas en piezas de Almizaraque.
FIGURA III.93.–Punta de canal (Cerro de las Canteras, Vélez Blanco, Almería).
Corresponden a este conjunto las piezas designadas habitualmente tanto como punzones, como puntas. Rodanés señala que este grupo puede tener los mismos soportes y características técnicas en diferentes tamaños, pero este hace adecuada su individualización (él utiliza los términos “puntas largas” e indica la posibilidad de que se trate de puñales). Gema Adán habla de “puntas” (1997: 46) y las define como útiles apuntados sobre diáfisis o cuerna de animal de gran tamaño, de fuste robusto y liso de sección aplanada u
ovalada, con longitudes superiores a los 15 cm y con bases diversas. Para estos objetos mayores, podría aplicarse el término “gubia”. Su distribución cronológica y espacial es muy amplia. En contextos neolíticos se conocen en yacimientos catalanes (Cova Gran, Cova Freda), altoaragoneses (Chaves, Moro y Espulga de Puyascada), andaluces (Cueva de Nerja, Murciélagos de Sueros) y en el Calcolítico de Granada y Murcia (Pascual, 1998: 51). Puntas de Canal Las puntas de canal se definen como apuntados realizados sobre diáfisis de tibia proximal de ovicáprido o ciervo, seccionada total o parcialmente (Maicas y Papi, 1996). Configuran pues un tipo intermedio entre tubulares y hendidos, si bien participan más de este segundo subgrupo, por lo que las englobamos en él. No se definen bien ni con el tipo 2 ni con el tipo 8 por lo que consideramos necesaria su individualización. En la tipología francesa, una pieza belga de estas características es considerada como puñal (CampsFabrer et alii, 1990). Estas piezas, han sido catalogadas por Rodanés (1987), como “puntas largas”, considerando este grupo con características similares a las de los punzones salvo por una mayor longitud. Esta mayor longitud, es cifrada por el autor en medidas superiores a los 18 cm como referencia. Las medidas tomadas “a priori” para separación de tipos, son útiles para ordenar los datos, pero para saber si son o no reales es preciso valorar los objetos estudiados, compararlos y finalmente establecer las fronteras entre unos y otros. En este caso, consideramos que no es la medida el rasgo definitorio del tipo, que puede tener valores inferiores a los 18 cm propuestos. En los casos que se ha podido medir las longitudes máximas oscilan entre los 16 y los 20 cm. El resto de los parámetros métricos tampoco puede considerarse muy uniforme. Las puntas de canal no dependen tanto de la longitud del útil, como del tratamiento recibido por el canal medular. La delimitación del tipo pretende separarlo de los apuntados sobre metapodios hendidos o completos que conservan la epífisis distal (uno o dos cóndilos respectivamente) y tibias distales. A priori, y además de la diferencia planteada por el tratamiento del canal medular, consideramos que se aprecian cambios notables también en el tratamiento de la punta. Los extremos distales de los apuntados sobre metapodios y tibias presentan una mayor distancia entre el ápice y el inicio del canal medular que las observadas en las puntas de canal, siendo las primera más robustas que las observadas en el presente tipo, de puntas anchas y planas. El acabado de los bordes del canal medular se ha podido apreciar que presenta diferencias entre sí. Vistas en sección, estas piezas presentan bordes redondeados, planos o biselados. Estas diferencias pueden deberse simplemente a modificaciones personales de
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un tipo, es decir, a la mano de los diferentes artesanos que realizasen la pieza, ya que dichas modificaciones no parecen afectar a la funcionalidad del útil. Estas piezas se documentan en un amplio espectro temporal y geográfico. En la zona IV y dentro de los fondos del MAN, hemos podido documentarlas en Cabecico de Ollas, en Terrera Ventura y en Los Millares, destacando especialmente estas últimas. Dentro de la Cuenca de Vera, parecen cobrar un mayor protagonismo durante el periodo argárico, en el que hemos podido documentar un rico conjunto entre las piezas conservadas de El Oficio. En Levante se han localizado en la Cova de la Barcella de Torremanzanas, Alicante (Borrego et alii, 1992: nº 13). Más alejados del Sureste podemos verlas en puntos dispersos como la Meseta en Cerro del Cuco en Cuenca, La Encantada en Granátula de Calatrava en Ciudad Real, Cueva de Pedro Fernández de Estremera en Madrid (Fonseca 1984-85) o en diversos yacimientos de Albacete (Hernandez, Simón y López Mira, 1994). Hendido de Base Articular Constituyen un conjunto numeroso en diversos contextos. Se realizan mayoritariamente sobre diáfisis de ovicápridos. Obtenidos por técnica de ranurado, percusión indirecta, abrasión y pulido (esta última no en todos los ejemplares). La descripción de su preparación se conoce a partir de diversos trabajos, ya clásicos, de la escuela francesa (Stordeur 1976: 39-43; Camps-Fabrer y D’Anna, 1977: 311-326). Entre los punzones sobre hueso hendido, el tipo 8 de la nomenclatura francesa se define por estar seccionado longitudinalmente sobre metapodio de pequeño rumiante, conservando el canal medular pero no necesariamente la epífisis, esta puede ser distal o proximal, siendo mucho más frecuente la distal (cóndilos). Son habituales en todos los periodos y contextos de la Prehistoria reciente, especialmente en las fases propuestas, con perduraciones hasta época romana (Camps-Fabrer et alii, 1990). Así mismo, su distribución geográfica es muy amplia, figurando en todos los repertorios de conjunto (Salvatierra, 1980, Vento, 1985, Rodanés, 1987, Jara, 1991, Meneses, 1991, Pascual, 1998). En el área valenciana, Jorge Soler los sitúa en un tercer puesto en cuanto a su frecuencia respecto al resto de los tipos estudiados (2002: 46). Hendido de Base articular sobre metapodio proximal M.ª D. Meneses (1999: 273) establece dos subtipos divididos por la elección del soporte según este sea distal o proximal. Atiende esta autora igualmente a la longitud de cada uno, separando los que superan los 10 cm de los inferiores a esta medida. Hemos considerado esta división de partida ya que las características anatómicas del soporte pueden considerarse suficientemente diferenciadas. A los aspectos métricos haremos referencia más adelante.
FIGURA III.94.–Hendido sobre metapodio proximal.
Dominan en nuestros conjuntos, las piezas realizadas sobre metacarpos y metatarsos de ovicápridos, aunque también están representados las realizadas utilizando como soporte las diáfisis de grandes bóvidos y de ciervos. Al atender la clasificación de este nivel a las características del talón, su número se ve notablemente menguado por el elevado número de piezas incompletas. Así por ejemplo en Atalaya 9, hay hendidos de mayor tamaño que los que hemos podido asignar a este tipo. Hendido de Base articular sobre metapodio distal El acabado que reciban estas piezas y sus proporciones (longitud frente a espesor y anchura) condicionarán el uso, presentando variaciones apreciables. Son en la denominación de Rodanés punzones de base articular y secciones cóncavo-convexa y plano-convexa (Rodanés, 1987: 54). Se caracterizan principalmente por la conservación de uno de los dos cóndilos del hueso, lo que configura una “cabeza” o área destacada. Hendido de Base articular sobre tibia Sólo 3 piezas corresponden a este subtipo, una sobre tibia proximal y dos sobre tibia distal. La primera, es a diferencia de las puntas de canal una pieza corta y poco trabajada. En los tres casos sobre diáfisis de ovicápridos.
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FIGURA III.96.–Hendido sobre tibia (Almizaraque 19).
FIGURA III.95.–Hendido sobre metapodio disal (Almizaraque 38).
Hendido de Talón trabajado El Tipo 10 se ha definido como punzón sobre esquirla hendida, regularizada o no en su extremo proximal. Se trata de piezas conocidas ya desde el Paleolítico (Camps-Fabrer et alii, 1990: Ficha III.10). Hemos considerado aquí, hendidos sin epífisis que conservan huella clara del canal medular y presentan regularizada la base. A diferencia de tipos de mayor grado de transformación, estos hendidos mantienen reconocible el canal medular del hueso (sección cóncava y bajo-cóncava), lo que los diferencia de las varillas facetadas con mayor grado de transformación, si bien en ocasiones se documentan tipos intermedios en los que el canal está prácticamente arrasado, pero aún reconocible. Es un conjunto infrarrepresentado por fractura, ya que tiene que conservar el talón para poder ser identificado. Se trata de tipos repetidos en diferentes contextos, en el Valle del Ebro constituirían el tipo 2.2 de Rodanés (1987: 57), algunos de los “punzones totalmente facetados” de Levante (Pascual, 1998: 55), en conjuntos andaluces, como por ejemplo el de la Cueva de los Mármoles de Priego de Córdoba (Asquerino, 1986: fig.2), Nerja (Rodanés, 1997: fig. 92), CV-3 de Cogollos –Vega en Granada (Navarrete et alii, 1989: fig.18.102) o Carigüela (Salvatierra, 1980: fig.4). Presentan un carácter universal y una amplia cronología iniciada en el Paleolítico.
FIGURA III.97.–Hendido de talón trabajado (Cerro de las Canteras).
Hendido sobre Asta Se han realizado mediante la sucesión de distintas técnicas. La primera de ellas sería la separación de la luchadera del cuerpo principal del asta mediante percusión y posterior desbastado. Acción que puede repetirse para la obtención de una punta. Posteriormente el asta era seccionada, vaciada y abrasionada. En unos casos se configura un útil ancho con sección de tendencia plana, en otros se mantiene un pro-
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FIGURA III.98.–Hendido sobre asta (Almizaraque 11).
fundo canal. En el primer subtipo la punta es muy gruesa y redondeada, pese a ello muestra desgaste perimetral que modifica el perfil de la pieza. No corresponde a otras categorías documentadas, pero tampoco es determinante su pertenencia este, dada la fragmentación de las piezas conservadas. Las características de ambos subtipos se alejan de las documentadas en Levante para piezas sobre asta hendida (Pascual, 1998: 60-62). Hendido sobre Costilla Los punzones que constituyen el Tipo 11 de la Commission de Nomenclature, se definen como punta plana sobre fragmento de costilla de un gran rumiante. Este es un tipo conocido en contextos del Paleolítico y Calcolítico (Camps-Fabrer et alii, 1990). A partir de hallazgos suizos se han interpretado como peines de cardar (uniendo varias de estas piezas). Aquí nos referiremos a piezas de menor tamaño. Hemos documentado estas piezas en trece casos, si bien se aprencian grandes diferencias entre los ejemplos estudiados, desde objetos de escasa transformación a piezas relacionables con los facetados. Paralelos pueden verse en el área circundante en El Tarajal (Nijar), el Cerro de la Virgen de Orce (Schüle, 1980: lám. 2), El Malagón (Arribas et alii, 1978: fig. 14.c). Algo más alejado lo encontramos en la Cueva de la Ventana (Piñar, Granada) (Salvatierra, 1980: 76, fig. 6.3).
FIGURA III.99.–Hendido sobre costilla (Almizaraque 25).
En las sepulturas de Millares conservadas en el MAN también se conservan algunos ejemplares. En Granada se documentan en estratos precampaniformes en El Malagón (Arribas et alii, 1978: 86) y campaniformes en el Cerro de la Virgen de Orce (Schüle y Pellicer, 1966: fig. 9.4). En Levante, Pascual indica su presencia en Cova Fosca y Or, correspondiendo en este caso a contextos neolíticos (1989: 52-54) o eneolíticos en Cova de la Barcella (Borrego et alii, 1992: nº59 a 63). Se documentan también en yacimientos franceses (Strahm, 1979) y mediterráneos como Arene Candide (Bernabó Brea, 1956: Lám. XLIV.17 nº 18).
Hendido sobre Colmillo de suido (lezna) Se trata de un pequeño biapuntado curvo sobre colmillo de jabalí. Hemos encontrado 15 defensas de jabalí trabajadas sin perforaciones ni muescas para ser colgadas. Se han obtenido por percusión controlada y posterior abrasión. Se localizan tanto en ámbitos domésticos (Almizaraque, Tres Cabezos) como funerarios (Águila, Buena Arena, Campo 2, Cimbre, Jautón 2 y 3, Lámpara 1). 137
FIGURA III.100.–Lezna (Almizaraque 19).
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Tabla de medidas del subgrupo de Apuntados hendidos GRUPO
APUNTADO
SUBGRUPO
Hendido VARIANTE
TIPO Base articular
Lezna
Punta.asta
Pz.costilla
Talón trabajado
SUBTIPO
Distal
Datos (valores medios)
Un cóndilo 8,41 1,78 1,06 1,05 0,55 1,65 0,65 0,31
Metapodio rumiante Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta Punta canal
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
Tibia rumiante
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
Proximal
8,35 1,98 1,18 1,42 0,40 2,00 0,65 0,38
11,20 11,79 11,17 10,88 10,62
Total general 18,80 11,80 11,11 11,03 10,55 11,77 10,65 10,32 18,25 13,08 11,48 12,18 11,03 11,30 10,66 10,26
18,25 13,08 11,48 12,18 11,03 11,30 10,66 10,26 1,95 1,25 0,80
1,95 1,25 0,80
1,05 0,55
11,95 11,15 10,80 10,55
16,60 11,38 11,07 10,40 10,68
16,60 11,38 11,07 10,40 10,68
11,00 10,30
11,00 10,30
14,00
14,00
12,80 12,80 11,10 11,20
12,80 12,80 11,10 11,20
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
10,28 11,32 11,27 10,36 10,30
10,28 11,32 11,27 10,36 10,30
10,55 10,20
10,55 10,20
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
18,58 11,23 10,95 10,56 10,43 12,13 10,48 10,27
18,58 11,23 10,95 10,56 10,43 12,13 10,48 10,27
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
TABLA III.6.–Tabla de medidas de Apuntados hendidos.
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Apuntados Abrasionados Tipo 9 de la Comisión de Nomenclatura, corresponde a punzones realizados sobre metapodios abrasionados de pequeños mamíferos, generalmente ovicápridos (Camps-Fabrer et alii, 1990: Ficha III.9). Se documenta tanto sobre metapodios con ambos cóndilos, como aquellos previamente hendidos con un solo cóndilo. Su presencia puede considerarse esporádica respecto a los grupos anteriores (salvo, tal vez, en conjuntos como el de Carigüela en Granada) y su diferencia con los tipos anteriores es puramente técnica y difícil de delimitar. En la Zona IV hemos podido documentarlos en La Cueva de los Murciélagos de Lubrín. Encontramos paralelos para los apuntados de Vera además de en Carigüela (Salvatierra, 1980: 56, fig.1.6 2.9 5.1), en otros puntos de Andalucía como la Cueva de los Mármoles (Asquerino, 1986: fig. 1. 567, 1.573). Presentan un amplio margen temporal desde el Neolítico a la Edad de los Metales.
FIGURA III.101.–Punzón abrasionado (Cabezo del Barranco de Calderón).
Medidas de Apuntados abrasionados TIPO Punzón abrasionado
Datos Promedio de Long/max Promedio de Anch/max Promedio de Anch/mesial Promedio de Gros/max
6,00 1,66 1,05 0,97
TABLA III.7.–Tabla de medidas de Apuntados abrasionados.
Apuntados Facetados Este grupo se caracteriza por un más alto grado de transformación que dificulta o imposibilita reconocer el soporte elegido. Pese a lo cual lo más habitual debió ser el uso del área frontal de la diáfisis de tibia los metapodios de ovicáprido y cérvido. Hemos utilizado como pauta la desaparición del canal medular, pero aún así es difícil definir las fronteras de separación entre los distintos tipos observados y pese a los valores planteados para cada tipo, las asignaciones se pueden ver modificadas por aspectos específicos. La amplitud del conjunto obligaba a una subdivisión de tipos por las distintas características observadas, pero los solapamientos hacían difícil definir los términos propuestos para dichas subdivisiones. Para observar las distribuciones que ofrecían los distintos fragmentos observados, hemos planteado gráficamente su dispersión. A partir de estas gráficas es posible ir ajustando la definición y asignación de los tipos que no se adaptan a la norma general que se va observando. La fracturación que sufre la muestra estudiada hace que sólo podamos basarnos en los valores de anchura y grosor en la mayor parte de los casos, lo que únicamente fijará algunos tipos, pero no todos. Se han tenido en cuenta para esta gráfica todos los facetados con medidas máximas de grosor y anchura. El primer conjunto está englobado entre anchuras de 1,1 a 1,9 cm y grosores de 0,4 a 0, 8 este será el grupo de los punzones, que se reafirma en el dato de que valores en torno a 0,6 son también los más frecuentes entre punzones de otros conjuntos. Por lo que respecta a las varillas, García del Toro en su estudio daba como anchura máxima de los alfileres de Murcia y Levante 2 cm y 0,5 de grosor máximo (aunque la media era de 1,5 y de 0,3 respectivamente y las mínimas 1 y 0,2 cm. Las longitudes se situaban entre 19 y 10 cm (1986: 163). Alfileres, varillas y láminas presentan valores diferentes, aunque los solapamientos son lo más frecuentes. Podemos observar como un conjunto laminar se distribuye desde valores de grosor de 0,2 cm, no alcanzando 0,4 cm como máximo. Las agujas son uno de los tipos mejor definidos por sus valores métricos. Los micropunzones quedan por el contrario, poco definidos, al mostrar una gran variabilidad métrica respecto a las anchuras, quedando mejor controlados los grosores.
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FIGURA III.102.–Gráfico de distribución de medidas por tipos de facetados. Valores medios con desviaciones de 1 s.
Los estiletes sólo pueden ser determinados en el caso de encontrarse completos o casi completos. El rango de medida utilizado se fija a partir de 16 cm. En los casos en los que la longitud no pueda ser siquiera estimada se verán infrarrepresentados al presentar una amplia franja de solapamiento respecto a los punzones. No tenemos ningún puñal que permita tomar valores máximos, por lo que atendiendo sólo a la medida mesial tendríamos anchuras superiores a 2 cm y grosores a partir de 0,3 cm. A partir de anchuras superiores a 4 cm encontraríamos alabardas, pero no figuran en este conjunto analizado, aunque si en Millares 7 donde se recuperó una pieza dentada (Leisner y Leisner, 1943: fig.). Puñal El puñal “sensu stricto” es una hoja completamente facetada, ancha y de pequeño grosor. Corresponde al tipo 19 de la Commission de Nomenclature, que engloba puñales de imitación metálica, pero plantea algún problema, ya que incluyen en este conjunto piezas muy diferentes como las aquí consideradas puntas de canal (Camps-Fabrer et alii, 1990: Ficha III.19). Los similares a formas metálicas, no existen en nuestra zona. Como decíamos más arriba, estos tipos presentan dificultades a la hora de definir los valores frontera entre unos y otros. Al igual que en otros tipos, también en este caso los 18 cm establecidos en otras tipologías como longitud mínima de estas piezas, resultan aquí excesivos. Además cuando el índice de fracturación es 140
FIGURA III.103.–Puñal de escotaduras (Palacés).
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elevado es preciso atender a otros parámetros. En la tipología francesa, se consideran longitudes entre 8,5 y 28,5 (aunque luego la tabla menciona 7,5 y 29 cm). Hemos adscrito a este conjunto dos subtipos, puñales lisos y puñales con escotaduras. Entre los primeros el tipo más claro es el documentado por Siret en Campos. Los segundos corresponden al yacimiento de Palacés, en concreto a la sepultura 4. Este segundo subconjunto, presenta ejemplares muy fragmentados, por lo que no es posible tomar sus medidas completas, pero si se puede apreciar en uno de ellos la existencia de una perforación centrada en el área proximal. Posiblemente, dicha perforación esté relacionada con el enmangue, pero la fractura no permite un estudio detenido de la misma. Apuntados con entalles mesiales hemos encontrado en conjuntos de la Meseta como es el caso de la Cueva de Pedro Fernández de Estremera en Madrid (Fonseca, 1984-85: 187), si bien este tipo es mucho mas sencillo (menos elaborado) que los documentados en el Sureste.
Estilete Apuntado grande facetado estrecho y de sección plana. La longitud de estas piezas oscila entre los 16 y los 20 cm. Pueden ser similares a los cuchillos pero más estrechos y con una clara faceta lateral biselada. Ante la elevada fracturación, la asignación favorece a los punzones facetados. Así pues hay que tener presente que algunos de ellos podrían ser realmente estiletes. En el área IV podemos relacionar con este tipo, algunas piezas de Los Millares y al menos una pieza de El Malagón (Arribas et alii, 1978: fig. 14.f). Presenta una amplia repartición cronológica y cultural, aunque no se haya consignado con este término. Punzón Facetado Se trata de piezas de alta transformación, similares a las varillas, pero de mayor grosor y anchura, lo que les confiere una mayor resistencia mecánica. En su estudio sobre piezas del área valenciana, Josep Pascual define longitudes máximas en torno a los 13 cm para este tipo, con anchuras de 2,4 y grosores de 1,6 cm (1998). Los valores observados en las piezas más completas, oscilan en torno a los 9 cm, con un máximo por encima de los 11 cm. Ante la elevada fracturación de la muestra es posible que hayamos asignado a este tipo piezas que también podrían corresponder al conjunto de los estiletes.
FIGURA III.105.–Fragmento de punzón facetado.
FIGURA III.104.–Estilete (Almizaraque).
Micropunzón Los micropunzones son también conocidos como “puntas pequeñas y finas”. Este tipo se define por grosores inferiores a los 3 mm (Adán, 1997: 46) y longitudes inferiores a 6 cm (Pascual, 1998: 56). Son piezas de escasa longitud pero proporcionalmente robustas. En las micropunzones de Almizaraque los valores observados son similares, están entre los 3 y los 6 cm de longitud (sólo en un caso se supera levemente, 6,2 cm) y los grosores entre 0,15 y 0,5 cm. Se han realizados sobre astillas óseas por abrasión y posterior pulido. 141
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En otras zonas las varillas se han detectado abundantes en la Fase 3 de Zambujal (Jiménez Gómez, 1994: 33). En Levante y Murcia las varillas también son numerosas (García del Toro, 1986: 157-164; Pascual, 1998: 110-115; Molina Buguera, 2003: 71).
Tabla de medidas obtenidas para el conjunto estudiado (en cm) Pz. facetado Longitud máxima Valor máximo Promedio Desviación estándar Valor mínimo
11,30 19,63 11,53 17,00
Anchura máxima Valor máximo Promedio Desviación estándar Valor mínimo
12,60 11,50 10,42 10,90
Valor máximo Promedio Desviación estándar Valor mínimo
11,30 10,59 10,23 10,40
Grosor máximo
Variante Pasador
Recta TABLA III.8.–Medidas de punzones facetados.
Datos
Máximo Promedio
Desviación Mínimo estándar
Longitud
11,90
8,44
1,70
6,10
Anchura máxima
12,10
1,37
0,29
0,95
Grosor máximo
10,45
0,28
0,06
0,20
Longitud
13,50
9,24
2,22
5,35
Anchura máxima
11,80
0,99
0,30
0,20
Grosor máximo
10,60
0,29
0,09
0,20
TABLA III.9.–Valores característicos de las varillas de sección plana.
FIGURA III.106.–Micropunzón (Almizaraque 40).
En Levante son más abundantes en contextos del Neolítico IIB, pero están presentes ya en contextos atribuidos al Neolítico I (Pascual, 1998: 57). En el caso de la industria ósea de la Cuenca de Vera, se documentan al menos desde la fase de transición (Churuletes 3). Estando representado el tipo, tanto en contextos de habitación como de enterramiento. Varillas Apuntados completamente facetados, de tamaño medio y tratamiento cuidado. Las varillas a las que haremos referencia en este trabajo son siempre de hueso nunca de asta, lo que aleja el tipo de su referente paleolítico. El grado de transformación hace que el soporte anatómico sea raramente identificable, excepto en el caso de las costillas. Tradicionalmente son consideradas espátulas, pero aunque en ocasiones se puedan observar facetas de trabajo relacionadas con el concepto de espátula, esto no es la norma habitual y por ello no se deben asignar directamente estas piezas a dicho tipo. A diferencia de los alfileres no presentan ningún elemento resaltado que pueda configurar una “cabeza”, pero en algunos casos nos encontramos ante fronteras difíciles de definir, como la que separa a ciertos pasadores de los alfileres de abanico.
Las varillas de la Commission de Nomenclature (tomo VI) tienen muy poco que ver con las documentadas en esta zona. Sí pueden considerarse más acordes al tipo 14 definido para los apuntados (Camps-Fabrer et alii, 1990). Esto plantea un problema, el tipo 14 corresponde a puntas enteramente facetadas, sin mayor especificación. En la industria ósea de Vera, dado el volumen que presenta el conjunto de varillas documentadas, se hace aconsejable plantear alguna división más que precise mejor el tipo general. Dichas divisiones se harán en función de la morfología específica y de las diferentes secciones observadas. Varillas de sección plana (lámina) La abundancia de varillas laminares en los conjuntos estudiados nos llevó a determinar dos grupos según su morfología general. Sus valores característicos se reflejan en la siguiente tabla: Lámina Recta Se trata de un apuntado laminar de sección plana o lenticular y perfil recto. El rango de medidas observado en algunos conjuntos de la Zona IV alcanza los 16 cm de longitud, pero en Vera no supera los 14 cm. En áreas más alejadas podemos encontrarlas en la Meseta en Cueva Maturras de Argamasilla de Alba (Ciudad Real) en fases de Neolítico Final o Calcolítico (Ocaña et alii, 1997: fig.4.2 4.3), en el estuario del Tajo (Spindler, 1981: lám. 44).o en Álava, donde presenta un doble uso como espátula (Fernández Eraso, s.f.: 61).
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FIGURA III.107.–Lámina recta.
FIGURA III.108.–Pasador (Almizaraque).
Pasador Son varillas laminares definidas por su forma de apuntado continuo. Tienen poco espesor, sección plana y magnífico acabado. El término “pasador” plantea algunos problemas, ya que se ha utilizado tanto para los apuntados, como para un tipo de biapuntados con estrangulamiento central, este último es el criterio seguido por Gema Adán (1997: 47). Aquí este tipo de posible botón, está incluido en la familia de los redondeados. Siguiendo a Vento Mir, (1985: 53) utilizamos el término “pasador” que nos parece acertado para denominar a los objetos que nos ocupan ahora, si bien sus “pasadores” corresponden a un espectro más amplio que el utilizado en este estudio. No obstante se plantea el repetido problema de fronteras también en este caso. El pasador debe ser una pieza laminar completamente facetada, sin cabeza destacada y por ello los apuntados completamente facetados y de sección plana pero con el extremo proximal abierto ligeramente en forma de abanico, serán alfileres. Hemos establecido la diferenciación en el cambio de inflexión de los laterales de la pieza, aunque en ocasiones nos encontramos con piezas muy similares.
Los pasadores pueden obtenerse preferentemente de la diáfisis frontal de una tibia de ovicáprido o ciervo, por ranurado. Presentan secciones uniformes, con grosores medios de 0,3 cm y acabados muy cuidados con pulimento regular. Frente a estas piezas hay que separar las puntas de sección plana con grosores en torno a los 0,4 cm que entraran en el conjunto de los estiletes. Dentro de la Zona IV podemos verlos en Ciavieja (Carrilero y Suárez, 1989-90: fig. 9.i) en El Malagón, (Arribas et alii, 1978: fig. 14.b), Canteras o Millares. Se han citado en Murcia: Cueva de Pino de Jumilla, Cueva del Barranco de la Higuera (García del Toro y Lillo, 1980: 194-195; García del Toro, 1986: 158) y Cueva de la Represa de Caravaca (San Nicolás, 1981: fig. 12). Son numerosos en Levante (Vento Mir, 1985; Borrego, et alii, 1992: nº 1; Soler, 2002; Pascual, 1998: 110-115). En la Meseta se han documentado en Cueva Maturra (Gutiérrez Sáez, Gómez Laguna y Ocaña Carretón, 2002: lám. VII.1 y Ocaña Carretón, et alii, 1999: 143-154). Son muy abundantes y de magnifica calidad en la desembocadura del Tajo (Spindler, 1981: lám. 44). O en áreas aún más alejadas como en
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FIGURA III.109.–Gráfica de distribución de medidas entre pasadores y láminas rectas y ajuste a una curva de distribución normal.
el yacimiento alavés de Las Yurdinas II, situado entre finales del IV milenio y comienzos del III milenio (Fernández Eraso, s.f.: 61). Según Soler, su presencia es mayor tanto en Levante como en Granada en contextos campaniformes (2002: 52). Como ocurre en el caso de los pasadores respecto a los alfileres de abanico, tampoco existe una frontera definida entre los primeros y las varillas rectas. Como se puede apreciar en la figura III.109, los parámetros métricos no permiten definir con nitidez la diferencia entre ambos, siendo en este caso más adecuado acudir a los factores morfológicos. Varillas de sección redondeada (circular, semicircular o elíptica) Se trata de piezas afectadas por una elevada fracturación, por lo que rara vez tenemos un objeto completo. Generalmente sus bordes laterales permanecen paralelos salvo en una pequeña zona distal. Nos encontramos ante piezas de “alta transformación”, es decir, aquellas que modifican por completo su soporte. El Tipo 14 de la Commission de Nomenclature engloba estas piezas. Algunos autores consideran estas varillas dentro de los alfileres, aquí hemos considerado como tales únicamente los que presentaban cabeza destacada. Gema Adán las incluye entre los redondeados (1997: 47). Las huellas de elaboración han sido borradas por su alto grado de transformación siendo observable sólo la última fase en la que se efectuaba un intenso pulido. Este tratamiento debía obtenerse mediante el
frotamiento longitudinal de la varilla sobre un afilador de ranura y en algunos casos envuelta en un paño de cuero con arena en su interior. En la Lámpara se constató un mayor pulimento en una de las caras. Las varillas son frecuentes en el área de Purchena (Llano de la Lámpara, Churuletes, etc), donde documentamos ejemplares bastante largos, si bien están todas fracturadas y es difícil calcular la longitud original. En otros casos se han observado piezas sensiblemente más cortas, como es el caso de algunas de Almizaraque que posiblemente responden a reafilados. Se documenta su presencia en el área IV, en yacimientos como en la Cueva Jabonera de Totana, así como en la Rambla de Huechar (sepultura 2) de Gádor. Este último yacimiento proporcionó una pieza particularmente interesante porque aunque está fragmentada, puede reconstruirse por completo, alcanzando una longitud máxima de 22 cm, con 0,7 cm de diámetro. Ya hacia el interior de Murcia, podemos encontrarlas en El Cerro de la Campana de Yecla (Fonseca, 1984-85: 34). En Levante, Pascual considera las secciones circulares más abundantes, frente a otras varillas (1998: 111). Las Varillas de sección Semicircular o Elíptica pueden responder a ejemplares menos cuidados que las circulares. Varillas de sección poligonal (Cuadrada o rectangular) Como ocurría en otros casos, estos tipos plantean serios problemas de frontera, máxime cuando nos encontramos ante una mayoría de fragmentos mesiales. Sólo conservamos una pieza completa, que ade-
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FIGURA III.111.–Varilla de sección poligonal (El Garcel).
más pudo ser reavivada ya que puede considerarse bastante corta para estos subtipos. En conjunto parece tratarse de piezas inacabadas. Fuera de Vera hemos estudiado algunos ejemplos en el área IV, dentro de la provincia de Murcia (Cueva Jabonera, Totana).
FIGURA III.110.–Varilla redondeada de la Rambla de Huechar (Gador).
Varillas de sección triangular Son apuntados laminares de sección plana y perfil triangular o irregular. Las varillas de sección irregular pueden corresponder a piezas inacabadas. Relacionado con este conjunto de piezas de hueso completamente facetadas pero sin cabeza destacada,
FIGURA III.112.–Distribución de Alfileres y Varillas en la Península Ibérica.
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Alfileres de abanico Son piezas apuntadas con el extremo contrario desarrollado en forma de paleta abierta. En este apartado se han incluido piezas con un desarrollo diferente, desde las formas similares a un abanico abierto a otras más cerradas y por ello, como decíamos más arriba, muy próximas a algunas varillas planas (pasadores). Formas cerradas encontramos por ejemplo en Almizaraque 39 o en Campos. Las más cerradas se han relacionado con un doble uso como punzones y como espátulas (Camalich et alii, 1986: 294; Camps-Fabrer et alii, 1990).
FIGURA III.113.–Varilla de sección triangular (Jautón 5).
están otras caracterizadas por un cambio en el perfil o tratamiento del extremo opuesto al área aguzada. La distribución de estas piezas por la Península parece focalizada, como en otros casos observados, en el cuadrante sureste de la Península y Estuario del Tajo, pero falta información para el resto del territorio. Alfiler Es frecuente la confusión entre términos “alfiler”, “aguja”, “pasador” y “varilla”. Todos ellos tienen características comunes, pero rasgos individualizables. Consideraremos alfileres sólo aquellos apuntados que posean un extremo proximal claramente diferenciado. Frente a los alfileres, las agujas presentan una perforación proximal y las varillas, no presentan una clara diferenciación de “cabeza”. Las subdivisiones de los alfileres suelen hacerse atendiendo a la morfología específica del remate o cabeza, según esto, la Commission de Nomenclature establece 17 variantes para estas piezas (Camps-Fabrer et alii, 1991). Hemos documentado en esta zona los siguientes subtipos: Abanico, cabeza segmentada, cabeza redondeada y con escotaduras. En el estudio de las piezas levantinas se determinó su escasa presencia en contextos del Neolítico I, siendo además piezas cortas de cabeza poco destacada. La generalización del tipo ya bien definido corresponde a los niveles de Neolítico IIB para desaparecer en el horizonte campaniforme. Los alfileres estudiados en Levante se recuperaron mayoritariamente en yacimientos funerarios (Pascual, 1998: 111-113). En la Cuenca de Vera están presentes en ambos contextos.
FIGURA III.114.–Alfiler de abanico de La Encantada I.
Estas formas abiertas las encontramos una vez más en Almizaraque y fuera del área de Vera, en la zona circundante, podemos verlos por ejemplo en Las Peñicas de Nijar, en el Cerro de la Virgen de Orce (Schüle, 1980: lám. 1), Ciavieja (Carrilero y Suárez, 1989-1990) o en El Malagón (Arribas et alii, 1978: fig. 14.a.). En otras áreas de Andalucía se documenta en la Cueva de Nerja en la fase de transición al Calcolítico (Rodanés, 1987: fig.90) o en el Cerro de la Casería de Alcalá del Valle en Cádiz, donde se documenta una variante de cabeza muy desarrollada (Martínez Rodríguez y Pereda Acien, 1988: fig. 2). En Levante se conocen diversos ejemplos (Vento, 1985: 63, fig. 10.9; Pascual, 1998: Fig. III.103). En Portugal se pueden citar las piezas documentadas por Paço en Vila Nova de San Pedro (1960: fig. 2.20) entre otros yacimientos de la desembocadura del Tajo (Spindler, 1981: lám. 44). Son frecuentes en yacimientos franceses siendo a veces consideradas como copias de prototipos metálicos (Camps-Fabrer, 1991: IV.11.2, fig. 2; Roudil, 1977; Strahm, 1979; Beyneix, 2003: 105). Alfileres de escotaduras Se trata de un conjunto de varillas en las que la cabeza queda definida por la presencia de incisiones (más o menos profundas) en el extremo proximal. En algunos casos la elevada fracturación hace difícil pre-
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FIGURA III.116.–Alfiler de cabeza segmentada (Liniales 9 en Tabernas).
FIGURA III.115.–Alfiler de escotaduras (Encantada 1).
cisar su carácter de apuntados o no, máxime si consideramos la presencia de lengüetas redondeadas y con incisiones. Una pieza cordobesa de características similares fue clasificada por B. Gavilán (1986) como ídolo de hueso. También han sido denominados “ídolos” piezas de escotaduras recuperadas en yacimientos de Granada, Murcia y Levante. Fuera de Vera, se documentan en Murciélagos de Lubrín, (inédita) en Blanquizares de Lebor (Arribas, 1956: fig. 51.5), en el Cerro de la Virgen de Orce (Schüle, 1980: lám. 1); en Terrera Ventura (Gusi y Olaria, 1991: lám. XXVII.1), en donde son más abundantes en la última fase del yacimiento, según los autores por influencia de Millares donde también hemos localizado alguno. En Levante, una pieza de En Pardo, es similar a las de Vera (Pascual, 1998: Fig. III.104.1). En Murcia encontramos numerosos ejemplos recogidos en el estudio de García del Toro (1986: 157-164). Alfileres de cabeza segmentada Apuntado compuesto por una varilla de sección circular y una cuenta con incisiones perpendiculares al eje principal. Pueden requerir pequeñas cuñas para sujetar mejor la cuenta al vástago (Pascual, 1998: 111). Hay 33 cuentas segmentadas en el conjunto estudiado, pero ninguna se conserva montada en forma de alfiler de cabeza segmentada. Las piezas levantinas o del Sureste corresponden a morfologías cilíndricas (lo que dificulta aún más su determinación al encontrarse por separado vástago y cabeza, mientras que algunas portuguesas tienen tendencia cónica (Leisner y Leisner, 1965: lám. 16.45).
Los alfileres de cabeza segmentada o acanalada fueron estudiados por Gratiniano Nieto a finales de los años 50 (Nieto, 1959). Se localizan en el estuario del Tajo, Levante, Murcia y Granada. Dadas las características de su decoración incisa, se han puesto en relación con los colgantes, a los que se atribuye una misma cronología (Soler, 2002: 48-49). Las piezas descritas por Nieto para el Sureste en el momento de su estudio fueron las de Llano de Media Legua, Churuletes 1 Jautón 5, Liniales 9, Las Peñicas 2, Cruz de Tío Cogollero 12 y 13, Llano de la Teja 21 y 22, Los Castellones 22, Loma de la Manga y Blanquizares de Lebor. A excepción del alfiler de la sepultura 9 de Lineales de Tabernas (ya en la Zona IV), no se conservan las piezas almerienses o lo que es más probable, al tratarse de piezas compuestas se han desmontado y a través de los dibujos de la publicación no es posible reconstruir que varillas corresponderían a cada cuenta. Lo mismo sucedería con los alfileres de cabeza lisa documentados por ejemplo en Millares. En realidad G. Nieto sigue la documentación de G. y V. Leisner y sólo recoge como tal alfiler (dentro del área de estudio) el de Llano de Media Legua; el resto ya eran piezas desmontadas o simplemente cuentas. Según la documentación del archivo Siret, podría tratarse de un alfiler de cabeza segmentada uno de los esquemáticos dibujos que recoge en la referencia a Atalaya 1 en sus listas de sepulturas (Manuscrito Listas generales de sepulturas), pero se trataría de un alfiler metálico con una posible cuenta inserta. Dado el volumen de conjunto, nos inclinamos a considerar la existencia mayoritaria cuentas y no de alfileres. En cualquier caso, la información resulta contradictoria ya que por ejemplo en Media Legua se conservan dos cuentas segmentadas completas y fragmentos de otras 5, es imposible determinar si se trata realmente de cuentas segmentadas o de cabezas de alfileres, pero Flores en su cuaderno parece dibujar dos cuentas segmentadas nada más y Siret no hace mención a ella en sus listas de sepulturas, como si ocurre en otros casos de yacimientos granadinos.
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Hay que destacar que pese al volumen de materiales óseos recuperado en Almizaraque, no hay ninguna cuenta segmentada, ni alfiler de este tipo. Siendo, por el momento, una pieza exclusiva del ámbito funerario.
Facetados laminares (número de piezas) TIPO
Alfileres de cabeza redondeada Los alfileres de cabeza redondeada son mucho más simples, ya que la modificación que se precisa para la obtención de la forma, puede limitarse a un ranurado o una intensa abrasión que resalte un extremo de la pieza. En algún caso se observa un posible uso como pequeña espátula (Media Legua), lo que relacionaría este tipo con los de “Cabeza de Abanico” y con las varillas laminares en forma de apuntado continuo (pasadores). Piezas similares se han documentado en distintos contextos precampaniformes tanto del oeste peninsular (Paço, 1960, Hurtado, 1988), como de Levante (Pascual, 1998: Fig. III.102 Soler, 2002: 48-49).
SUBTIPO
Alfiler
Abanico Cabeza redondeada Cabeza segmentada Escotadura
Varilla
Lámina
Irregular Poligonal Redondeada
VARIANTE
TOTAL 20 4 1 11
Indeterminada Pasador Recta
Indeterminada Corta Larga
131 60 229 29 44 151 5 2 687
TOTAL
TABLA III.10.–Tabla de Apuntados facetados laminares.
Aguja Son agujas aquellas varillas que presentan un orificio proximal (Vento Mir, 1985: 46). Corresponden al tipo 16 de la Commission de Nomenclature (Camps-Fabrer et alii, 1990: Ficha III.16). Las llamadas agujas de cabeza decorada se trataran en el apartado de “alfileres”. El tipo más antiguo se inicia en el Solutrense y se centra en el Magdaleniense (Stordeur, 1977), aunque
FIGURA III.117.–Alfiler de cabeza redondeada del Llano de Media Legua.
FIGURA III.118.–Aguja (Almizaraque 17).
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NMP
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NOMBRE
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TIPO
SUBTIPO Long/max
Ø perfor Anch/mesial Anch/max Anch/punta Gros/mesial Grosor/max
1
Calderón
Aguja
Larga
0,3
0,6
1
Calderón
Aguja
Larga
0,3
1
Campo 1
Aguja
Corta
0,25
1
Jautón 5
Aguja
Corta
1
Jautón 6
Aguja
Larga
1
Almizaraque 25
Aguja
Larga*
1
Almizaraque 40
Aguja
Corta
1
Almizaraque 01
Aguja?
1
Almizaraque 04
Aguja
Larga
1
Almizaraque 17
Aguja
Corta
1
Almizaraque 19
Aguja
Corta
2
Campos
Aguja
Larga
0,9
0,3
1,4
0,25 0,2
0,7
0,16
0,55
1,4 0,4
0,5
0,1
0,7
0,2
1,9
5,1
9,5
0,15
1,2
1,1
0,2
0,2
0,65
0,4
0,8
0,4
1
0,2 0,2
0,15
0,15
0,35 0,2 0,2
0,2
* Doble perforación.
TABLA III.11.–Medidas de agujas.
se encuentren esporádicamente morfologías similares en yacimientos de épocas posteriores. Los estudios franceses consideran otros dos tipos de agujas, que no figuran entre las piezas del Sureste. Rodanés las considera útiles compuestos (Apuntados + perforados) y realiza tres divisiones en los tipos documentados en el Valle del Ebro (1987: 171-175). Son piezas obtenidas por hendido, abrasión facetante, perforación y pulido. Las técnicas preferentes de perforación son de rotación bifacial. Se trata de varillas laminares de sección plana (con grosores entre 0,1 y 0,3 cm). Dentro de este conjunto debemos establecer dos subgrupos: el de las agujas cortas de talón apuntado y el de las agujas largas de talón recto. En el primer caso, nos encontramos con piezas en torno a los 5cm de longitud y con anchuras entre 0,5 y 0,8 cm y grosores en torno a 0,2. En el caso en el que se conserva el extremo distal, la anchura tipo es de 0,35 y el grosor 0,2. El diámetro de perforación oscila entre 0,2-0,4 cm. Tenemos pues, agujas cortas con perforación proporcionalmente grande y un índice de robustez medio. El grado de transformación sufrido es alto. Presentan lustre y desgaste lateroproximal, siempre en un solo borde.
Las agujas largas de talón recto se caracterizan por mayores longitudes (por encima de 8 cm) y anchuras (entre 0,9 y 1,4), talones rectos y menor grado de transformación. No se conserva ninguna completa, pero debieron ser muy próximas a la documentada por Siret en Campos (1891: lám. 56). Además de las piezas contempladas en la Base de datos, se recuperaron entre los materiales fuera de sepulturas de El Argar varias agujas que podrían corresponder a este período pero no puede asegurarse (Siret y Siret, 1890: lám. 25.29). En el entorno de la Cuenca de Vera hemos podido observar piezas similares en Cueva Jabonera (Totana, Murcia), Blanquizares de Lebor (Arribas, 1953: fig.51.5). En Levante Pascual recoge 15 piezas que corresponden tanto al Neolítico I como al Neolítico IIB (1989: 59). En un marco más amplio podemos verlas en la Meseta en la Cueva de Pedro Fernández en Estremera (Fonseca, 1984-85: 186), o en el yacimiento soriano de Cementerio de los Moros de Valdegeña (Galán, 1984: 61), asignadas al Neolítico Final. Su pervivencia se documenta en Bronce Final de la Meseta Sur en Perales del Río (Blasco et alii, 1984-85: fig. 2).
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Medidas del subgrupo de Apuntados facetados GRUPO
APUNTADO
SUBGRUPO
Facetado VARIANTE
TIPO Aguja
Alfiler
SUBTIPO
Datos (valores medios)
Larga
Total general 5,10 0,72 0,49 0,20 0,18 0,35 9,50 1,16 0,73 0,18 0,22
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
5,10 0,72 0,49 0,20 0,18
Larga
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
9,50 1,16 0,73 0,18 0,22
9,28 1,60 0,73 0,29 0,25 0,41 0,20 1,19 0,80 0,57 0,30
Abanico
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
9,28 1,60 0,73 0,29 0,25
1,23 1,10 0,36 0,29
Corta
Cabeza redondeada
Escotadura
Estilete
Corta
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
0,35
0,41 0,20
1,19 0,80 0,57 0,30
1,23 1,10 0,36 0,29
17,60 1,84 1,45 0,62 0,50 0,45 0,20
TABLA III.12.–Medidas de Apuntados facetados.
150
17,60 1,84 1,45 0,62 0,50 0,45 0,20
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Medidas del subgrupo de Apuntados facetados GRUPO
APUNTADO
SUBGRUPO
Facetado VARIANTE
TIPO Lámina
Puñal
SUBTIPO
Datos (valores medios)
Corta
Larga
Total general
Pasador
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
8,44 1,37 0,92 0,28 0,25 0,65 0,46 0,19
8,44 1,37 0,92 0,28 0,25 0,65 0,46 0,19
Recta
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
9,24 0,99 0,89 0,29 0,27 2,01 0,45 0,16
9,24 0,99 0,89 0,29 0,27 2,01 0,45 0,16
Escotadura
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
2,12
2,12
0,50
0,50
1,15 0,27
1,15 0,27
2,00 1,87
2,00 1,87
0,33
0,33
1,10 0,30
1,10 0,30
Liso
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
Pz. facetado
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
9,63 1,50 1,20 0,66 0,59 1,75 0,62 0,39
9,63 1,50 1,20 0,66 0,59 1,75 0,62 0,39
Micropunzón
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
4,99 0,93 0,46 0,31 0,27
4,99 0,93 0,46 0,31 0,27
0,30 0,21
0,30 0,21
TABLA III.12.–Medidas de Apuntados facetados (continuación).
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Medidas del subgrupo de Apuntados facetados GRUPO
APUNTADO
SUBGRUPO
Facetado VARIANTE
TIPO Varilla
SUBTIPO Irregular
Datos (valores medios) Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
Poligonal
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
Redondeada
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
Corta
Larga
0,85 0,85 0,53 0,63
0,85 0,85 0,53 0,63
7,50 0,85 0,74 0,56 0,44 7,50 0,25 0,25
7,50 0,85 0,74 0,56 0,44 7,50 0,25 0,25 6,63 0,57 0,40 0,45
14,80 10,90
0,33 0,35
10,30 10,15
10,25
TABLA III.12.–Medidas de Apuntados facetados (continuación).
Biapuntados Objetos caracterizados por tener doble punta, sea cual sea su forma y supuesta función. Las formas curvas (anzuelos) no están presentes en el área de estudio, siendo estas piezas escasas en general: Blanquizares de Lebor (Arribas, Arribas, 1956), Cueva de los Mármoles (Asquerino, 1986: fig. 11 nº 25). Azagaya Corresponden al tipo 15 de la Commission de Nomenclature, denominado “doble punta” (CampsFabrer et alii, 1990: Ficha III.15). Son biapuntados simples pseudosimétricos. Corresponden al tipo 15 de la tipología francesa. Los grandes biapuntados se han interpretado a partir de hallazgos suizos, como puntas de flecha o azagaya. Otros autores también han utilizado el término paleolítico debido a la semejanza de estos útiles (Asquerino, 1986: 55). Presentan una amplia repartición cronológica y geográfica por la Europa Occidental (Camps-Fabrer et alii, 1990: Ficha III.15). 152
Total general
FIGURA III.119.–Azagaya (Almizaraque 39).
9,35 0,81 0,77 0,46 0,45 2,80 0,50 0,33
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Es interesante destacar dos subtipos: estrechas y anchas. Así mismo, se documentan tanto en hueso (Garcel, Cueva Jabonera) como en asta (Almizaraque). Dentro de las azagayas estrechas, habría que diferenciar entre piezas largas y cortas. En el primer caso, tenemos pequeños biapuntados con longitudes inferiores a 10 cm. En el Valle del Ebro se documentan algunos ejemplares, cuya descripción tipológica se basa además de en la morfología general, en estar totalmente facetado y en tener una anchura mesial superior a los 5 mm (Rodanés, 1987: 60 4.2). De ellos podemos ver ejemplos en puntos muy dispares como es el caso de los de Los Tolmos de Caracena (Jimeno y Fernández, 1981). Gema Adán los define como instrumentos apuntados por ambas extremidades, con fuste recto o curvo y sección diversa inferior a 3 mm (1997: 46). Según esta autora, la diferencia entre los biapuntados y los anzuelos consiste en que estos últimos tienen una longitud mayor de 10 cm y no presentan simétricas ambas extremidades. M.ª Dolores Asquerino señala la frecuente aparición de marcas helicoidales en las puntas o en el área mesial de los biapuntados, Los que ella recoge están entre los 6,5 cm y los 9 cm por lo que podríamos considerarlos pequeños (1986: 53). Ni entre nuestras piezas, ni entre las levantinas (Pascual, 1989: 59) se han observado estas huellas, pero una de las “puntas pequeñas y finas” de Ereta, presenta fuertes incisiones mesiales que podrían semejarse a las de estos biapuntados (Pascual, fig. III.30.9). Se trata de piezas realizadas sobre fragmentos abrasionados y ocasionalmente pulidos. En Levante, pese a su escasez se documentan a lo largo de la secuencia (Pascual, 1998: 59). Biapuntados estrechos y largos. Corresponden a lengüetas extraídas por ranurado y posteriormente abrasionadas. En Levante se concentran en el Neolítico IIB (Pascual, 1998: 59). Biapuntados anchos. En el área de estudio destaca la presencia de tipos de anchura destacada. Ejemplos similares podemos encontrar en el Valle del Ebro, para una fase ya de Bronce Medio (Rodanés, 1984: L.12, 12.2), en zonas de la Meseta como El Espinillo de Madrid en un contexto precampaniforme (Baquedano et alii, 2000: fig. 42.10) y en Vila Nova de San Pedro, donde Paço consideró que eran botones sin perforar (1960: fig. 4.24). En relación con este último supuesto hemos de aclarar que las piezas con los extremos apuntados, pero no punzantes, como ocurre en el ejemplar de La Encantada I, no se han incluido en este apartado, ya que al no ser realmente punzantes no son apuntados propiamente dichos. Punta de Flecha No tenemos puntas de flecha de tipología similar al sílex, en el conjunto de materiales óseos estudiados, aunque si se documentan en otros yacimiento de la zona asignados a cronologías más avanzadas. Rodanés
FIGURA III.120.–Punta de flecha o jabalina (Almizaraque 45).
y Pascual recogen una amplia tipología para el Valle del Ebro y Levante, cortas o puntas de flecha de morfología similar a las de sílex, que en el área de estudio no se localizan. En Almizaraque se han localizado biapuntados más regularizados que las azagayas anteriormente descritas. Se trata de piezas proporcionalmente estrechas definidas por un destacado pedúnculo. Están realizadas en hueso y en asta, configurando dos subconjuntos diferentes. En el primer subconjunto, tenemos una pieza de 4 cm de longitud de morfología irregular y largo pedúnculo, posiblemente inacabada. En el segundo subconjunto tenemos grandes biapuntados con un leve entalle mesial. Estas piezas pueden corresponder morfológicamente al tipo VIII.A (m) de Séronie-Vivian, pero el segundo subconjunto está alejado de sus valores métricos, en este caso, considerados más propios de una jabalina (1995: 106, 114).
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Piezas similares se encuentran en el Estuario del Tajo (Leisner y Leisner, 1965: Fig. 87.57; Spindler, 1981: 89), si bien en estos casos se marcan claramente dos cuerpos en el perfil de la pieza, lo que no es tan claro en los casos de Vera. Entre los “biapuntados largos” de la clasificación de Pascual, una pieza de En Pardo es similar (1998: fig. III.32.6), si bien no presenta rebaje mesial. Sobre este material se documentan algunas piezas del neolítico francés, cuyas características morfométricas son similares, si bien no se aprecia en aquellas rebaje mesial (Sénépart, 1993: 1.3 y 4). Así mismo, se asemejan las piezas de la Cueva del Toro de Málaga (CampsFabrer et alii, 1990: Ficha III.15). Otros tipos más sencillos, caracterizados por engrosamientos mesiales en biapuntados simples de longitudes en torno a los 5 cm, se localizan en distintos puntos de la Meseta, generalmente para fases posteriores (Fonseca, 1984-1985: 46; Barroso et alii, 1994: fig. 3). Estas puntas de flecha de La Meseta estarían algo más próximos morfológicamente a las aquí estudiadas, pero no en sus dimensiones. Una excepción en este último aspecto es la punta recientemente localizada en la Fuente de la Mora de Leganés en Madrid, yacimiento calcolítico del que sólo se ha publicado una breve noticia, pero cuyo tamaño y forma se asemejan mucho a las aquí presentadas (Vigil-Escalera y Martín Bañón, 2003: 59).
GRUPO
APUNTADO
SUBGRUPO
TIPO
SUBTIPO
Datos (valores medios)
Azagaya
Punta de flecha
Biapuntado
Ancha
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
7,33 1,16 1,20 0,42 0,36 0,70 0,54 0,28
Estrecha
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
11,67 0,84 0,80 0,36 0,35
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
12,11 0,81 0,87 0,53 0,57
TABLA III.13.–Medidas de Biapuntados.
0,45 0,23
0,40 0,33
3.3.4. Denticulados Se caracteriza este grupo por la presencia de un área activa dentada, localizada en el lado menor (más frecuente) o mayor del objeto. Denticulados Distales Piezas de cuidada elaboración se han relacionado con objetos ornamentales (peinetas) o relativos al cuidado del cabello (peines), mientras que otros más toscos se consideran útiles de trabajo (gradinas). Nos basaremos en características morfológicas y métricas para separar los distintos conjuntos. En principio, la gradina será un peine de dientes cortos y el peine o peineta, una pieza de dientes largos. La atribución a uno u otro tipo no siempre coincide entre distintos autores, posiblemente porque la identificación a partir de dibujos lleva a interpretar como completas piezas que están fragmentadas. Gradina Útil dentado relacionado tradicionalmente con la decoración cerámica. Según Gema Adán sobre soportes muy variados que no reciben otro tratamiento (1997: 46). Se vinculan a las distintas decoraciones cerámicas susceptibles de ser realizadas con estos peines de alfarero, epicardiales, campaniformes e incluso boquique (Rodanés, 1987: 123). Las gradinas de dientes cortos, más o menos homogéneos, únicamente fueron identificadas como tales en dos casos, una fue localizada en una estructura funeraria, Atalaya 3 y otra corresponde a Almizaraque 27. Se trata de dos útiles múltiples, ya que ambos son apuntados además de denticulados. La pieza de Atalaya es de pequeño tamaño y presenta tres pequeños dientes. La gradina de Almizaraque esta fracturada por lo que no permite precisar el número de dientes, pero fue sin duda mayor que el de Atalaya. A juzgar por los dibujos del Cuaderno 24 de Loma del Campo, en la estructura 2 se recuperó una gradina, pero no hemos podido localizarla. Estas piezas en Levante son objetos regularizados y de dientes poco marcados (Pascual, 1998: 85). En Andalucía se conocen en Murciélagos de Zuheros (Vicent y Muñoz, 1973: fig.30), Murciélagos de Albuñol (López, 1980: 171). En Zambujal (Sangmeister y Schubart, 1981: 59.p). En el Valle del Ebro se documentan desde el Neolítico Antiguo de la Cueva de Chaves en Huesca y perduran en Portugal hasta el Campaniforme (Spindler, 1981: 91). La Comission de Nomenclature recoge su dispersión por Italia, Gran Bretaña, Francia Holanda y Bélgica (Camps-Fabrer et alii, 1990: Ficha III.13). Además de estas piezas, en Almizaraque hemos identificado un heterogéneo conjunto compuesto por 30 denticulados, a los que hay que sumar uno de Arteal. A diferencia de las dos piezas que acabamos de describir, los dientes de este nuevo grupo son irregulares
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FIGURA III.121.–Ajuar de la Sepultura 2 de Loma del Campo (Cuaderno 24 de P. Flores).
y anchos. Hemos agrupado estas piezas bajo el término de gradina, pero sus características pueden considerarse heterogéneas “pseudogradinas”. En muchos casos se trata de útiles múltiples, pero el aspecto que consideramos fundamental es que se realizan sin preselección del soporte: Esquirla de diáfisis, costilla, radio, tibia, metapodio, fémur, calcáneo, asta, colmillo de jabalí y concha. Esta variedad de soportes da lugar a piezas muy diferentes entre si, tanto en resistencia, como en dimensiones, lo que dificulta notablemente su comprensión. La pieza de concha está realizada sobre un fragmento de la obertura de un Charonia nodifera o Strombus sp. que aprovecha la forma natural de los pliegues labiales. Este es sin duda un soporte inusual, aunque son varios los restos documentados en Almizaraque, (en algún caso la caracola prácticamente completa). En otros ámbitos culturales muy alejados de este, como es el caso del Méjico y Cuba prehispánicos, encontramos abundantes ejemplos de piezas realizadas sobre grandes caracolas, allí de uso frecuente. Entre los múltiples artefactos o arteusos que emplean estos fragmentos como soporte, algunos se clasifican como raspadores (Dacal Moure, 1978: 21). Sólo hemos encontrado una pieza similar, considerada gradina, en la cueva neolítica de Sáhara en Benalmadena, Málaga (Castro Curel, 1988: Fig. 4.6).
Los cortes de los dientes están realizados con instrumentos metálicos y sobre hueso fresco. El instrumento parece engancharse y eso produce “escalones”. No se aprecian huellas de uso y apenas hay
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FIGURA III.122.–Pseudogradina sobre tibia distal (Almizaraque 39).
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desgaste en los cortes. En un caso parece haber una relación con el tratamiento térmico (Almizaraque 40). Siret escribe sobre uno de ellos “parva de barita”. Posiblemente se refiere al óxido de bario, pero no entendemos que intención le supone al objeto. Peines En la prehistoria de la Península Ibérica se conservan ejemplares de madera, hueso y marfil. En general pueden considerarse escasos, máxime si se tiene presente la amplia cronología que se les adjudica (desde el Calcolítico al Bronce Final). Corresponden en la mayoría a contextos funerarios a excepción de piezas como la de Cabezo Redondo (Villena, Alicante). Se realizan tanto en asta, como en marfil o hueso, siendo estas últimas las más frecuentes en la P. Ibérica y estando ausentes los primeros. En primer lugar una superficie plana por abrasión (Camps-Fabrer et alii, 1991: IV.12; Stordeur, 1980: 112). Los dientes se trazan por ranurado bifacial, incisiones profundas que se prolongan hacia el interior del peine, en lugar de terminar en el espacio interdental. En el área propuesta, sólo hemos localizado un ejemplar muy fracturado en Purchena en Jautón 5. Se conserva una porción muy pequeña, pero en ella son observables algunos rasgos técnicos comunes a este tipo de piezas, como son el ranurado prolongado sobre el cuerpo del peine y la abrasión generalizada sobre un soporte laminar.
FIGURA III.123–Fragmento de peine (Jautón 5).
La pieza sin duda más destacada es el famoso “ídolo-peine” de Los Millares (Sep. 12), realizado en marfil. Estudiado y dibujado por L. Siret quien opinaba que se realizó con 2 placas de marfil ensambladas. Esta es la pieza más elaborada de los peines conocidos en la península, a una rica decoración incisa, se suma el empleo de dos colorantes (rojo y negro) conservados parcialmente. Fue dado a conocer por Georg y Vera Leisner (1943, fig. 6.45). Otros peines localizados en Millares son los de las sepulturas 40 y 74. Ya en el Bronce Medio se conservan los ejemplares de Fuente Álamo, Oficio y Argar.
FIGURA III.124.–Distribución de peines y peinetas calcolíticas en la Península Ibérica (a partir de Castro Curel, 1988: fig. 1 y Spindler, 1980: lám. 45 b).
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En Levante se documentan dos ejemplares recogidos por Pascual (Barcella y Mallaetes) uno muy fragmentado y otro de dientes muy cortos o desgastados (1998: fig. III.76), ya en la Edad del Bronce se conocen los de Mola d’Agres, San Antón de Orihuela y en el Cabezo Redondo de Villena de Alicante todos de marfil (Hernández, 2003: 26). En Murcia tenemos los dos ejemplares de Blanquizares de Lebor (Arribas, 1956: fig.51.9 y 51.10). En Granada se conocen los ejemplares de la Cueva de la Mujer y Cueva Alta de Montefrío (Navarrete, s.f.: 87 y Soler, 2002: 52). En el Valle del Ebro sólo se ha documentado uno y en contextos ya del Bronce Final, (Rodanés, 1987: 121). En ámbitos extrapeninsulares, se documentan, muy escasos en Alemania y Francia y más numerosos en Italia (Camps-Fabrer et alii, 1991: IV.12), son frecuentes en, Próximo Oriente y Egipto (Pardo, 2004: 111). Zaida Castro Curel realiza un estudio monográfico sobre los peines prehistóricos situándolos entre el Neolítico Inicial y la Edad del Bonce (Castro Curel, 1988: 243-258), Danielle Stordeur sitúa la aparición de los peines de hueso en el Neolítico final (1980: 111). La pieza de Jautón puede situarse probablemente en un contexto ya calcolítico. Denticulados Laterales Son aquellos que presentan dientes en los lados mayores de la pieza. No se asemejan al tipo “ondulado” descrito por Pascual (1998: 88). Sierra Tenemos documentados en los yacimientos del Sureste algunas piezas con denticulados laterales, todas ellas de pequeño tamaño: Cueva Oscura en Serrón, Marmolejo, Sepultura 5b del Llano del Jautón en Purchena, Llano de Mayor en Antas y Almizaraque 39. En un marco geográfico próximo, también presentan dientes laterales, una alabarda de Millares, una alabarda o puñal de la Gabiarra (Gor, Granada) y otras piezas similares en la Cueva de las Tontas de Montefrío (Torre Santana, 1984: fig.4.c) o en Murcia, en el Cabezo del Plomo (Muñoz, 1993: fig.7). La de Millares es la pieza de mayor perfección técnica, con dientes de menor tamaño, fue ya dada a conocer,
FIGURA III.125.–Fragmento de sierra (Jautón 5).
someramente por la publicación de G. y V. Leisner (1943: fig. 12.42). En zonas más alejadas, podemos ver ejemplos de este tipo en la Meseta, como es el caso de La Encantada (Fonseca, 1984-1985: 234). En el Valle del Ebro, Rodanés documenta alguna pieza de dientes irregulares pero bien marcados en contextos posteriores (1987: 123124). También en fases posteriores los denticulados de dientes grandes e irregulares, están presentes en yacimientos tanto del ámbito argárico, como del bronce valenciano (Ribera, et alii, 2005: fig. 44; López Padilla, 1998: 225; López Padilla, 2001-2002: 246, 252). Las sierras conservadas corresponden en el conjunto estudiado, a fragmentos pequeños que dificultan la valoración del objeto. No se conserva ninguna pieza completa, pero podemos observar algunas características que configuran dos subconjuntos diferentes. Las piezas de Almizaraque, Jautón, Marmolejo y Cueva Oscura podrían corresponder a una misma categoría de objetos proporcionalmente anchos y de tendencia plana. Denticulados irregulares, marcados pero con dientes cortos. La resistencia de estas piezas aún es difícil de asegurar al contar sólo con fragmentos pequeños, además en el ejemplar de Almizaraque, la proximidad de los cortes al tejido esponjoso aumentaría la fragilidad. Por otro lado, el fragmento del Llano de Mayor es bastante diferente al resto. Se conserva en mejor estado, corresponde a una pieza más estrecha que los fragmentos anteriores, con doble denticulado lateral y está constituida por dientes anchos y redondeados. Sus proporciones le otorgan una fragilidad que imposibilita un uso activo, pero si podría ser un elemento de uso pasivo. En otros materiales también hemos podido comprobar la existencia de estos denticulados laterales inusuales, como es el caso de una pieza de Almizaraque 5, realizada sobre una placa de esquisto. Muesca En el conjunto de la industria ósea de la Cuenca de Vera, sólo un objeto se encuadra en este término, se trata de una pieza sobre fragmento de diáfisis de macromamífero, localizada en Almizaraque 27. Rodanés considera este tipo en su estudio de la industria ósea del Valle del Ebro, pero las piezas reseñadas son muy diferentes a la nuestra (1987: 124). Retocados En este grupo nos encontramos con objetos que presentan, ya sea por uso o bien por retoque intencional, un extremo funcional cuya morfología está adaptada a este tratamiento más propio de la industria lítica. No son propiamente denticulados, el filo retocado produce ondulaciones más que dientes, pero los asimilamos a este grupo por ser el más próximo y dado el número de piezas no crear otra categoría independiente para un conjunto reducido.
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FIGURA III.126.–Muesca. (Almizaraque 27).
GRUPO
DENTICULADO
SUBGRUPO
TIPO
Distal
Gradina
Raspadores Se trata de piezas que han recibido un tratamiento similar al del sílex, con levantamientos que configuran un filo. Algunas de las piezas observadas en Vera podrían estar relacionadas con el retocador sobre fragmentos de diáfisis de grandes mamíferos, definido por Pascual para Levante (1998: 103). Otras nos parecen más próximas a los raspadores definidos a través de los trabajos de Stordeur (1983: 235-239), si bien las huellas de uso no parecen resolutorias. El retoque se realiza sobre diáfisis o fragmento de la misma, afectando al área distal o laterodistal, por una o por ambas caras. La longitud del filo retocado oscila entre 1,6 y 2 cm. En el área levantina se recogen otros objetos con esquirlados, pero el autor señala que se trata de señales de percusión en las bases (1993: 88 y 1994: 56). En otros trabajos se mencionan esquirlados irregulares asociados a otros tipos como es el caso de las cuñas o bien retoques producidos por procesos técnicos (1998: 81, 77).
SUBTIPO pseudogradina
Retocado
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial
Peine
Lateral
Datos (valores medios)
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial
Muesca
7,17 2,32 2,37 1,54 1,40 0,95 0,80
0,20 0,20
2,50 2,50
Sierra
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial
5,05 0,50 0,97 0,30 0,39
Raspador
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
10,25 2,59 1,80 1,33 1,40
TABLA III.14.–Medidas de Denticulados.
158
0,70
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FIGURA III.127.–Raspador (Almizaraque 1).
3.3.5. Biselados Objetos con un extremo activo conformado por percusión y/o abrasión que configura un filo con uno o dos planos inclinados respecto al eje longitudinal. Biselados Distales Son los más frecuentes, generalmente sobre soportes de macromamíferos lo que determina un mayor tamaño y resistencia. Si bien en el conjunto estudiado tienden a dominar piezas pequeñas, posiblemente usadas de forma indirecta. Espátulas Suelen incluirse entre los objetos redondeados o romos, pero hemos considerado que el área funcional de la pieza aparece biselada aunque este bisel pueda ser fruto del trabajo realizado con ella. Gema Adán lo define como “objeto óseo que presenta ambas extremidades romas y un fuste largo con un grosor constante” (1997: 46). “Espátula” es detrás de “punzón” el termino más frecuente entre los utilizados para definir los tipos aparecidos en la industria ósea de los yacimientos desde el Neolítico al Bronce. Esto se debe a la tendencia generalizada a considerar espátulas todas aquellas piezas laminares de pequeño grosor y perímetro redondeado. Pero, las espátulas con una faceta clara de trabajo no son tan abundantes. No hemos seguido el criterio de “delgadez”, sino que únicamente hemos denominado espátulas a aquellas piezas que presentan una faceta clara de trabajo. Espátula sobre costilla Costilla redondeada con uno o dos biseles corto y transversal al eje longitudinal en uno o ambos extremos. Se realizan preferentemente sobre costillas de macromamíferos. Espátula sobre costilla lisa Para diferenciarlas de los cinceles es necesario atender a la extensión del área funcional y resistencia
FIGURA III.128.–Espátula sobre costilla (Almizaraque 40).
mecánica de dicha área. Meneses insiste en la difícil separación entre las características técnicas intencionales y las huellas de uso en lo que respecta a estas piezas, a las que simplemente denomina “doble-bisel” (1994:143-156. Fig. 3). En la Zona IV se han documentado en Murciélagos de Lubrín. En Granada están documentadas en Bugejar de Puebla de D. Fadrique (Fernández Palmeiro y Serrano Várez, 1994: fig. 10.6) o en la Cueva CV3 de Cogollos-Vega (Navarrete et alii, 1989: fig. 17.91). En otros puntos de Andalucía podemos verlas en la Cueva de los Mármoles de Priego de Córdoba (Asquerino, 1986: fig.6). Es un tipo presente en yacimientos neolíticos y calcolíticos de Levante (Pascual, 1998: 7072). Para Soler sería un redondeado sobre cualquier soporte de hueso (Soler 2002). Espátula sobre costilla con escotaduras Se trata de espátulas sobre costilla caracterizadas por la presencia de fuertes entalles o escotaduras que en ocasiones pueden constituir útiles múltiples. Las escotaduras se disponen enfrentadas en los lados mayores del objeto, en el área mesial, sólo en una pieza de Almizaraque se observa una escotadura distal. En Levante no aparecen costillas con claras escotaduras, pero podríamos relacionar nuestras piezas con
159
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FIGURA III.130.–Espátula sobre faceta (Almizaraque 18).
sobre piezas levantinas, Pascual considera 5 espátulas sobre diáfisis. En este caso se tata de piezas más regularizadas que el conjunto de Vera (1998: 70).
FIGURA III.129.–Espátula de escotaduras laterales (Almizaraque 11).
los monobiseles laterales sobre costilla, si bien en ellas el desgaste parece afectar a un espacio mayor (Pascual, 1989: 83), así como los publicados de Castillejos de Montefrío en Granada (Arribas y Molina, 1971: fig. 43). Formas apuntadas con escotadura hemos encontrado en puntos de la Meseta como en El Espinillo de Madrid con cronología tanto precampaniforme, como campaniforme (Baquedano et alii, lám. XI. E y F) o en Estremera, en esta ocasión sobre un soporte diferente, posiblemente un alisador sobre diáfisis (Fonseca, 1984-85: 187) y en el Valle del Ebro, si bien en este caso parece tratarse de verdaderos apuntados (Rodanés, 1987: 57 2.4). En sur de Francia hemos encontrado alguna pieza similar realizada sobre la costilla de un gran mamífero con escotaduras (Choi y Fages, 1999: fig. 8.4)
Pulidor Este tipo corresponde a los bruñidores de Pascual (1998: 72-73). En la Cuenca de Vera sólo hemos consignado una pieza de estas características. Se trata de una pieza incompleta sobre tibia proximal de ovicáprido con dicha epífisis sin fusionar, lo que nos indica la utilización de un individuo joven. La epífisis proximal se ha seccionado en bisel y se ha realizado una abrasión irregular a lo largo de toda la diáfisis. No se conserva la epífisis distal, por lo que no podemos saber si se utilizó y si fue regularizada. Las piezas estudiadas en Levante son asignadas a la primera mitad del III milenio a.C. (Pascual, 1998: 73).
Espátulas facetadas Piezas caracterizadas por la presencia de una faceta de trabajo biselada sobre soportes variables, tanto de asta como de hueso. Este tipo es posiblemente mucho más numeroso del contemplado, dada la posible utilización de muchos objetos laminares como útiles dobles, pero únicamente hemos considerado aquellos que presentaban un área de trabajo identificable. Estas espátulas son con frecuencia útiles dobles, al estar realizadas sobre un apuntado. En Terrera Ventura se documenta una pieza similar (Gusi y Olaria, 1991: 230 y fig. 173.8). En su estudio 160
FIGURA III.131.–Pulidor (Almizaraque 17).
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Cincel Son piezas en las que la parte activa del instrumento esta definida por un doble bisel distal, corto. El filo del área activa puede ser recto o convexo (mayoritario en este conjunto) y el plano lateral del bisel, plano o convexo. Consideramos cinceles únicamente los biselados dobles (Rodanés, 1987: 100). Generalmente se realizan sobre huesos de grandes mamíferos o sobre asta, pero en conjunto, las piezas de Vera son pequeñas, sobre fragmentos de diáfisis. No se conserva ningún soporte de diáfisis completa. Su tamaño y las entalladuras del talón indican un uso indirecto. Se documenta en todos los casos observados en contextos de habitación. En la Zona IV podemos verlos en Terrera Ventura (Gusi y Olaria, 1991: fig. 175.2). En Levante se documentan en desde el Neolítico I al horizonte campaniforme (Pascual, 1998: 79-80).
determinación ya que la obtención de un bisel de estas características puede estar determinado por planteamientos de carácter técnico, más relacionados con la configuración de una punta de amplia penetración. Sería pues necesario contar con buena información en el apartado traceológico. Cuchillo La parte activa es un bisel que recorre el lateral de la pieza. En el área IV lo hemos documentado en el Cerro de las Canteras (Vélez Blanco, Almería). Es un útil infrecuente, documentado sobre huesos largos de grandes mamíferos (Rodanés, 1987: 108). En la Cuenca de Vera se observan algunas piezas reutilizadas (apuntados fracturados) y poliútiles (punzón-cuchillo).
FIGURA III.132.–Cincel (Almizaraque 11).
Cuña Piezas con la parte activa definida por un único bisel distal corto y de filo recto. Este término y la definición del objeto, parecen relacionarlo con un fin poco específico, como el que suele corresponder a piezas de bajo índice de transformación. En el área de estudio están documentados en Garcel y Almizaraque, dos de los conjuntos más amplios de materiales y ambos contextos de habitación, como es de esperar para estos tipos. En Levante, los monobiseles distales se reducen a un ejemplar calcolítico de mayor tamaño que los de Vera (Pascual, 1998: 80-81). Biselados Laterales Los objetos con un bisel definido en uno o en ambos lados mayores, son muy escasos y dudosos en su 161
FIGURA III.133.–Cuchillo de hueso de Cucador 9.
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GRUPO SUBGRUPO
Distal
BISELADOS TIPO
SUBTIPO
Cincel
Cuña
Espátula
Faceta
Sobre costilla
Lateral
VARIANTE Datos (valores medios)
Total general Escotaduras
Lisa
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
10,30 1,85 1,88 0,65 0,67
10,30 1,85 1,88 0,65 0,67
1,10 1,02
1,10 1,02
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
8,17 2,20 1,61 0,87 0,87
8,17 2,20 1,61 0,87 0,87
0,85 0,40
0,85 0,40
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
6,65 1,31 1,20 0,81 1,03
6,65 1,31 1,20 0,81 1,03
0,60 0,25
0,60 0,25
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
Pulidor
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
Cuchillo
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
11,00 2,78 2,04 0,91 0,77
10,67 2,72 2,14 0,86 0,83
1,10
1,10
2,60 1,20 1,30 1,00
2,60 1,20 1,30 1,00
1,05 1,15 0,29 0,40
1,05 1,15 0,29 0,40
TABLA III.15.–Medidas de Biselados.
162
10,18 2,60 2,21 0,76 0,90
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3.3.6. Contenedores El área funcional corresponde a una concavidad que permite la inserción de otros elementos o el trasvase de los mismos. Antes de empezar a enumerar los distintos tipos observados, nos detendremos en uno no claramente documentado en la zona y sin embargo muy representativo del área Levantina próxima. Se trata del conjunto formado por Cucharas, Paletas y Palas. Son piezas de formas alargadas definidas por una pala o cazoleta con mango largo. En la tipología francesa figuran en el grupo de elementos receptores, pero otros autores como Rodanés, las sitúan entre los útiles romos. Pese a su existencia en Levante, en nuestra zona parecen ser desconocidas, a excepción unos fragmentos sumamente conflictivos. Se trata de dos cucharas asignadas a la Loma del Carmen en Cuevas de Almanzora. Lo excepcional del material óseo (una es de marfil) nos llevó a interesarnos por ellas, desgraciadamente sin éxito, ya que no hay información sobre este yacimiento en el Archivo Siret a excepción de referencias a las cajas de entrada de materiales. Con anterioridad a este hallazgo, habíamos encontrado en los almacenes de Prehistoria, una bolsa con material lítico y la referencia L.C. que podría corresponder a este yacimiento. La bolsa contiene una etiqueta de Siret con el dibujo y medidas de una punta de flecha y la nota: “L.C. Sep. 231 1 punta de flecha pétrea de color blanca”. Además de la punta dibujada hay otras dos. Estos números tan altos pueden corresponder a estructuras de Villaricos, correspondiendo a una fase anterior a la necrópolis púnica. Pero se trata de evidencias demasiado inseguras, por lo que no contamos con ellas en el estudio. En el Sureste, sólo se han interpretado como cucharas algunas piezas realizadas sobre fíbulas de suido (Almagro Gorbea, 1965), pero al tratarse de piezas dobles, que reciben, cuando menos, un mayor tratamiento en el área afilada, las incluimos en su momento en el apartado correspondiente de apuntados. La realización de cucharas sobre material óseo en lugar de madera debe estar directamente relacionada con la disponibilidad de árboles o arbustos adecuados para este uso, ya que no todos lo son. Para un uso alimenticio es necesaria una madera muy dura que con el uso compacte todavía más sus fibras, como podría ser la de acebuche. En maderas blandas se produce un “deshilachado” inconveniente para la preparación de alimentos. La ventaja de las cucharas sobre un hueso pulido es que con ellas no presentan este problema. En el Neolítico Antiguo del Sureste de Europa, se realizaron de modo estandarizado sobre el metacarpo hendido de Bos primigenius (Coles, 1973). También se han documentado en el Mediterráneo, Norte de África y Próximo Oriente (Pascual Benito, 1999). En nuestra cultura preindustrial, las cucharas sobre materia ósea solían estar realizadas con vaina cornea.
Se conocen ejemplos bastante variados, con mangos cortos, largos, vueltos (para poder ser colgadas), articuladas e incluso plegables (García Medina, 1987). Hay que tener presente a este respecto, que estos solían ser trabajos pastoriles que constituían fundamentalmente regalos y no piezas de primera necesidad por lo que su estandarización es lógicamente menor. Pocillo Hemos utilizado la voz “pocillo” por la similitud que presentan las piezas que a continuación describiremos, con las pequeñas vasijas de loza que utilizaban los pintores para mezclar colores. Consideramos como tales pocillos, las valvas de moluscos bivalvos y gasterópodos univalvos, de recogida intencional, transformación intencional y/o restos en su interior. Se trata en la mayor parte de los casos de piezas recogidas cuando el individuo ya está muerto y el agua arroja la concha a la orilla en distintos grados de abrasión (Ruiz Parra, 1999). Así pues, estas conchas no eran recogidas para un consumo directo sino como materia prima para la realización de otros objetos, o para su empleo sin transformación observable. El uso de valvas de molusco, como recipientes, es más conocido en el caso de los pectínidos (Moreno, 1995), pero estos son poco frecuentes en nuestro conjunto, únicamente contamos con una valva en Loma de Belmonte y otra en Almizaraque 40. En el caso de Almizaraque, se trata de la valva plana del molusco, mientras que en el caso de Belmonte nos encontramos ante la valva cóncava, por lo que será esta última la consignada en este apartado. En la mayor parte de los casos, no todos, los restos conservados corresponden a ocre, sin que por el momento podamos precisar este término. En otros yacimientos en los que estos recipientes han sido sometidos a análisis se ha podido determinar la presencia de hematites (Fe2O3) (Sanchidrian, 1984-1985). Podemos subdividir este conjunto en tres: aquellos que presentan un receptáculo cóncavo, los de forma cónica y un tercer grupo en forma de “V”. En los dos primeros casos el soporte anatómico que apenas se modifica. De este modo, entre los primeros, la especie más representada es Glycymeris, con 99 piezas
163
FIGURA III.134.–Pocillo sobre Glycymeris sp. (Terrera de Aljarilla 4).
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YACIMIENTO
MODIFICACIONES
TAXÓN
Gº TRANSFORMACIÓN
Águila
Escotadura Vertedor
Glycymeris
Mínimo
50
Alcauzón 1
Perforación Vertedor
Glycymeris
Mínimo
5
Almizaraque 01
-
Glycymeris
Uso?
1
Almizaraque 02
Vertedor
Glycymeris
Mínimo
2
Almizaraque 03a
-
Glycymeris
Uso
2
Almizaraque 17
-
Cerastoderma
Uso
1
Almizaraque 20
-
Unio / Anodonta
Uso?
1
Almizaraque 33
-
Arca
Uso?
1
Almizaraque 38
-
Glycymeris
Uso
1
Almizaraque 41
Abrasión
Patella
Bajo
1
Arteal
¿?
Glycymeris
Mínimo
1
Atalaya 2
-
Patella
Uso
1
Atalaya 10
-
Patella
Uso
1
Atalaya 13
Vertedor
Glycymeris
Mínimo
2
Atalaya Garrucha 2
-
Patella / Acanthocardia
¿?
2
Belmonte
Perforación Vertedor Escotadura
Glycymeris / Pecten
Mínimo
5
Campo 1
Perforación Vertedor
Glycymeris
Mínimo
14
Campo 2
Vertedor?
Glycymeris
Mínimo?
2
Cuartillas
Perforación
Glycymeris
Mínimo
4
Churuletes 1
Perforación
Glycymeris
Mínimo?
1
Encantada III
-
Glycymeris
Uso
1
Garcel
Perforación
Glycymeris
Mínimo
1
Huerto Naranjos
Perforación
Glycymeris
Mínimo
1
Jatico
Perforación
Glycymeris
Mínimo
1
Jocalla 4
Vertedor
Glycymeris
Mínimo
5
Lámpara 1
Vertedor
Glycymeris
Mínimo
1
Mata
Perforación
Glycymeris
Mínimo
5
Mata
Perforación
Glycymeris
Mínimo
1
Mayor
Perforación Vertedor
Cerastoderma Glycymeris Patella
Mínimo
7
Negros-Pajarraco
-
Patella
Uso
1
Palaces 1
Perforación
Cerastoderma
¿?
1
Palaces 2
-
Patella
Uso
1
Palaces 4
Perforación Vertedor
Glycymeris
Mínimo
2
Palas-Era
-
Patella / Glycymeris
Uso
2
Raja Ortega
Vertedor Abrasión
Glycymeris
Bajo
1
Santa Bárbara
-
Glycymeris
Uso
3
Terrera Aljarilla
Perforación
Glycymeris / Cerastoderma
Mínimo
4
Zájara
Perforación Vertedor
Glycymeris
Mínimo
3
TOTAL
NMP
139 TABLA III.16.–Grado de transformación de los pocillos de concha.
164
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observadas. Le sigue a mucha distancia Cerastoderma con 6 piezas y sólo excepcionalmente se utiliza Arca, Unio-anodonta y Pecten. Los cónicos son inferiores en número a los cóncavos, con 8 ejemplares. A estas piezas hay que unir un pequeño número de conchas con fuerte abrasión marina y escotadura en el área del natis, lo que les proporciona una forma de ancha “V” o corazón. Respecto a los contextos de aparición, además de los objetos localizados en espacios de hábitat, hay que destacar su presencia en estructuras funerarias. En Millares las sepulturas 72 y 74 han proporcionado ejemplos de Patellas pulidas en el exterior de la valva, lo que da lugar a un importante adelgazamiento de las paredes. En algún caso, conservaban restos de ocre en el interior. En el Cero de la Virgen de Orce, los autores señalan la frecuente abrasión del ápice (Schüle y Pellicer, 1966), quizá para mejorar su estabilidad. Si bien hay taxones en los que esta perforación es natural. Fuera del marco propuesto, se conocen en el Neolítico Final de la Cueva de Nerja (Jordá et alii, 1983), en Levante sólo se documentan dos, una en Cendres, sobre Glycymeris (Pascual, 1998: fig. III.92.2). La diferencia planteada entre una y otra zona respecto al número de posibles pocillos sobre concha, excepcionales en Levante y numerosos en Vera, puede responder en realidad a distintos criterios de asignación. Aunque existen en nuestra zona conchas con huellas claras de abrasión, estas son
GRUPO
CONTENEDORES
TIPO
SUBTIPO
Mango
Pocillo
siempre menos frecuentes que aquellas que presentan simple abrasión marina. No obstante y como veíamos al hablar de los colgantes, el carácter del objeto no se altera con el tratamiento, ya que no hay variaciones sustanciales de tamaño y forma, de modo que si la concha recogida disponía de los requerimientos buscados, no era preciso realizar sobre ella ninguna modificación. Pero hay una intencionalidad en la recogida, hay restos en el interior y hay en ocasiones traslados a una distancia apreciable. Por todo ello, se han considerado en este apartado un buen número de piezas que quizá no se consideraron en Levante y por ello, las diferencias pueden no ser tan acusadas. Mangos Estas piezas son englobadas por unos autores entre los receptores (Pascual, 1998: 88), mientras que otros autores sitúan este tipo entre los perforados (Rodanés, 1987: 176). Corina Liesau establece una tipología de los mangos de asta según su procedencia anatómica (1988). Podemos establecer una subdivisión entre los mangos atendiendo a su soporte y/o la localización del área de enmangue, pero dadas las características del conjunto de Vera, será suficiente una división según el soporte. Mango sobre asta En el ámbito preindustrial los mangos constituían un elemento abundante. Se realizaban mangos
Datos (valores medios) Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
21,35 2,65 2,30 2,10 2,20
Mango sobre diáfasis
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Longitud punta Anchura punta Grosor punta
5,28 1,27 1,35 1,20 0,97
Cóncavo
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial
4,08 4,35
Gradina
TABLA III.17.–Medidas de contenedores.
165
0,93 1,00
1,30
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principalmente sobre asta y cuerno, para hoces, cuchillos y cachas de navajas. Su presencia es también frecuente en otros contextos arqueológicos, pero no así en la Cuenca de Vera. Si bien y como excepción, en la Casa 19 de Almizaraque, se documenta un número relativamente elevado de piezas de asta. Se trata además de las piezas de mayores dimensiones.
FIGURA III.136.–Mango sobre metacarpo de cánido (Lámpara 3).
FIGURA III.135.–Mango sobre asta (Almizaraque 3).
Se realizan por percusión para escindir la luchadera del tronco principal, en una fase posterior se desbastaron y se vació el tejido esponjoso interno. En ocasiones se realiza también una labor de abrasión. En un caso hemos encontrado una pieza en la que se ha perforado más que vaciar el interior de una luchadera, dando lugar a un mango abierto por ambos extremos, como sucede también con algunos de hueso. La cronología para estos materiales es poco precisa. En Levante, se han documentado desde el Neolítico I al Campaniforme. Las piezas documentadas en nuestro conjunto, corresponden en su mayoría a una fase calcolítica. Mango sobre hueso El tipo más sencillo parte de la utilización de una diáfisis por aserrado una epífisis o bien de las dos. Este aspecto puede considerarse como dos variantes de un mismo tipo, pero ante el bajo número de piezas no ha parecido necesaria su atención. En Almizaraque y Campos (también en Millares 40) tenemos diáfisis aserradas en ambos extremos y en
Lámpara 3 se documenta un tipo inusual realizado mediante un único corte sobre el metacarpo de un cánido, preservando la epífisis en este caso. Otros tipos más complejos parten de la utilización de falanges. Son piezas modificadas intensamente, como también hemos visto en algunos “ídolos”, acercándose a tipos similares a los “ídolos tolva” de piedra, pero con una perforación longitudinal. Encontramos ejemplos de este tipo en El Tarajal en Nijar o en Los Millares 40 con perforación basal profunda que los relaciona con una función de sujeción. Estas piezas no se han localizado entre los conjuntos de la Cuenca de Vera. En la industria ósea del área valenciana, se indica una menor antigüedad de los mangos que conservan la epífisis, frente a los que carecen de ella, documentándose a partir del Neolítico IIB. En la Cuenca de Vera son muy escasos, por lo que los datos extraíbles son poco firmes, pero igualmente se podrían iniciar en una fase de transición (NR-CL). Los mangos tubulares, presentan en Portugal paralelos calcolíticos (Paço, 1960), como también lo sería nuestra pieza más clara, la documentada por Siret en Campos, al tratarse de un mango que aún conservaba el punzón metálico (Siret, 1891: lám. 56.6).
3.3.7. Perforados Este grupo está constituido esencialmente por objetos atribuidos tradicionalmente a una función ornamental, si bien esta es una atribución directa que deberá ser revisada en cada caso. El elemento defini-
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dor es la presencia de una o más perforaciones, proporcionalmente grandes respecto al tamaño general de la pieza (anulares) o pequeñas (horadados). Anulares Algunos autores clasifican objetos como piezas anulares de fijación directa, frente a otros que precisan un lazo de suspensión para su utilización, como serán por ejemplo, colgantes y cuentas. Brazalete Están realizados en concha y son los conocidos como brazaletes de pectúnculo realizados sobre Glycymeris bimaculata, como destaca Cauwe, una de las mayores del Mediterráneo (2003: 18). La forma es de corona circular o elíptica. Aparecen en el Neolítico Antiguo y perduran hasta el Bronce Medio. Presentan una distribución eminentemente costera como ya observó Pericot (1935: 129-150), pero con importantes penetraciones hacia el interior. Consideraremos brazaletes los formados por una sola pieza rígida a diferencia del término pulsera, más correcto para designar adornos formados por varias cuentas o colgantes. En su manuscrito sobre la Historia de Cuevas, al hablar de un “gran anillo o corona” de piedra encontrado en Diana, Siret establece una curiosa teoría sobre la función de los brazaletes-anillos-coronas, su simbolismo y dado lo que le cuesta reproducir uno de piedra, su carácter de “objetos de lujo”. A partir de los conos de medida utilizados actualmente en Joyería podemos tener una aproximación a los tamaños habituales de la mano humana y definir de este modo los parámetros de los anillos. Gema Adán señala unos márgenes entre 1 cm y 2,5 cm (1997: 47). Por encima de la medida de un anillo hablaríamos de brazalete. Dadas las medidas observadas y atendiendo a los ejemplares valencianos, no
FIGURA III.137.–Brazalete de concha (Loma Blanca).
hemos considerado la existencia de anillos en este conjunto. En el Valle del Ebro los brazaletes encontrados se sitúan entre los 4 y los 9 cm de diámetro máximo (Rodanés, 1987: 137). En Levante las medidas son muy similares, entre 4,8 y 9,8, situándose la media en 6,6 (Pascual, 1998: 163). En la Cuenca de Vera tenemos un panorama similar con valores máximos entre 4 y 10 cm. Como decíamos, no hay anillos en el Sureste, sin embargo una pieza del Llano de la Lámpara, presenta un aro de 4 cm diámetro por lo que no alcanzaría la medida mínima de los brazaletes, pero su tamaño y su sección plana lo aleja también del grupo de los anillos. Esta arandela esta realizada posiblemente sobre Unio/Anodonta y es similar a otra localizada en Cova de la Barcella (Borrego et alii, 1992: nº 64). Los diferentes grosores y la presencia de valvas con claras huellas de abrasión pero que no llega a taladrar la pared, nos hace pensar, en piezas inacabadas. En alguna ocasión, como es el caso de Garcel I (hoyo 164) se han podido observar restos de ocre en uno de estos brazaletes. Los brazaletes de concha, se documentan en el SE peninsular en fases Neolíticas, perdurando en el Calcolítico y Bronce. En niveles asignados al Neolítico Medio y Final encontramos estos brazaletes en el Peñón de la Reina de Alboloduy (Martínez y Botella, 1980), Cueva de Nerja (Adán, 1987 y Rodanes, 1997), Sima de los Intentos (Navarrete, 1986) o Pantano de los Bermejales (Arribas y Ferrer, 1997: Fig. 15). Se han elaborado por abrasión continuada de la cara superior de la valva o bien por combinación de técnicas de presión, percusión y abrasión. Se aprecia una mayor atención a la cara superior, pero en yacimientos como Palacés, las abrasiones por ambas caras son generalizadas en el caso del natis. La variabilidad de acabados es muy amplia. Pascual propone una cronología entre finales del Neolítico I y Neolítico IIA, para Levante (1998: 163). En general se documentan en la Península desde el Neolítico Antiguo, siendo frecuentes en el Neolítico Reciente. En la Cuenca de Vera, es interesante constatar su presencia mayoritariamente funeraria y en yacimientos antiguos. Dos grandes conjuntos por el número de piezas proporcionado como son Garcel y Almizaraque, ambos yacimientos de habitación, muestran claras diferencias a este respecto, frente a la notable presencia de estas piezas en Garcel, destaca su escasez entre los materiales de Almizaraque. Brazaletes articulados Dentro del concepto de brazalete, hay una variante en la existencia de piezas con perforaciones que unirían grandes láminas de hueso para formar un brazalete articulado, como es el caso del de la Cueva de Chaves (Rodanés, 1987: 136). En el Sureste estos brazaletes articulados se documentan en concha. Se trata
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FIGURA III.138.–Brazalete articulado (Buena Arena).
posiblemente de piezas fracturadas y reaprovechadas tras la fractura mediante perforación y abrasión de los extremos. A diferencia de los crecientes, más propios de contextos argáricos, los extremos están redondeados y presentan una sección gruesa. En el Sepulcro del Barranc de Fabra en Amposta, Tarragona se recuperaron las 3 piezas de un brazalete articulado lo que permite reconstruir la pieza completa (1991: 45). Estas piezas se documentan en distintos yacimientos de Vera, destacando el conjunto de Palacés. Frente a ello, parecen ausentes de los conjuntos levantinos, lo que resulta extraño, dado que si se documentan brazaletes con perforaciones de reparación en esquisto (Pascual, 1998: 160).
GRUPO
PERFORADOS
TIPO
SUBTIPO
Brazalete
Articulado
Cerrado
SUBGRUPO
Anulares
FIGURA III.139.–Botón cilíndrico simple de perforación central (Almizaraque).
Botones simples
Datos (valores medios) Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Diámetro exterior Diámetro interior
7,33 1,20
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial Diámetro exterior Diámetro interior
7,28 2,90 0,30 0,56 0,50 7,02 5,43
Botón cilíndrico Tenemos 3 piezas de características morfométricas similares y un área principal definida por un punto de sujeción.
0,84 8,71 6,54
TABLA III.18.–Medidas de brazaletes.
Horadados Botones No hemos localizado ningún botón simple circular en la Cuenca de Vera, ni tampoco de perforación sobreelevada, aunque estos últimos los hemos podido documentar entre los materiales de Los Millares, donde se conservan varias piezas en forma de placas planas circulares con apéndice central perforado.
Botón cilíndrico de perforación central En Almizaraque hemos encontrado una pieza cilíndrica de perforación central, similar a un botón de perforación en “V” de Campos, incluido entre los botones de perforación en “V” (Siret, 1891: lám. 56.16; Deramaix, 1992). Otras piezas de características similares son las documentadas en Vila Nova de San Pedro (Paço, 1960: fig. 5.2), en el Valle del Ebro, en este caso sobre una pieza tubular y no maciza (Rodanés, 1987: L.27 39.1), en la desembocadura del Tajo (Roche y Ferreira, 1961: 68 fig.1), en el Duero medio (Val Recio y Herrán Martínez, 1994: 302 fig. 6.12) y en Las Pozas de Casaseca de las Chanas en Zamora en un nivel precampaniforme del Calcolítico de la Submeseta Norte (Delibes, 1985: 41) En Francia hay ejemplares de las mismas características morfométricas en Bouches-du-Rhône y Montpezat, Alpes de Haute Provence (Camps-Fabrer, 1991: IV.3.6, fig. 6.2 y 6.9). La relación de estas piezas con los botones de perforación en “V”, puede apoyarse además en un botón de
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FIGURA III.141.–Distribución de botones de perforación en V en Europa, a partir de Uscatescu, 1992.
FIGURA III.140.–Botón ranurado (Encantada I).
los niveles superiores de la Cueva del Castillo de Puente Viesgo, Cantabria y otro de Kobeaga de Ispaster, Vizcaya catalogados como “tortuga” por su característica forma de apéndices, pero con perforación simple (Ontañón, 1999: 238). Botón ranurado Otra subvariante es una pieza cilíndrica con estrangulamiento mesial y extremos romos. El tercero corresponde a la necrópolis de Almizaraque, en Encantada I tenemos otra similar si bien en este caso la forma tiende a ser biapuntada, pero con el mismo estrangulamiento mesial, esta vez más marcado aún. Piezas similares se documentaron en Los Blanquizares de Lebor (Arribas, 1956), la Grotta de Cascaes y en Troya (Leisner, 1943). Botón de perforación en “V” Los botones de perforación en “V” han sido quizá los tipos que han recibido una mayor atención debido a sus implicaciones cronológicas, si bien estas circunscriben en realidad a un periodo bastante amplio entre
el Calcolítico y la Edad del Bronce. Corresponden a morfologías y materias diversas pero tienen en común el tipo de perforación que ha sufrido la pieza. Es un tipo ampliamente difundido por la Europa Occidental, siendo en la Península Ibérica muy rico tanto en número como en variantes (Uscatescu, 1992: 16-17). Como decíamos más arriba, se realizan en diversas materias (hueso, marfil, concha, asta, jade, ambar, etc.), con predominio del hueso (Uscatescu, 1992: graf. 2). En la Cuenca de Vera, aún siendo muy escaso el marfil identificado, centra su utilización en este tipo de piezas. En Levante, más numerosas, se ha comprobado la elaboración de estos objetos tanto sobre hueso (17 botones), como sobre concha (4 botones), piedra caliza (8 botones) y marfil (10 botones) (Pascual, 1998: 166). Las piezas se obtienen de bloques prismáticos, documentados en yacimientos de fechas posteriores (Pascual, 1998: 166), seccionados y abrasionados para posteriormente efectuar las perforaciones mediante instrumental metálico (Andrés, 1981: 164). Ya en la Edad del bronce, los hallazgos de El Acequión, permiten pensar en la elaboración local de estas piezas (Fernández Miranda, FernándezPosse, Martín, 1990). Se conocen 6 variantes principales: casquete esférico, cónicos, prismáticos, tortuga, piramidales y Durfort, de los cuales sólo se han documentado en la Cuenca de Vera los 4 primeros. A ellos hemos de añadir un tipo, si bien no exclusivo, si inusual, caracterizado por su forma cilíndrica. Se trata de una de las piezas recuperadas por Enrique y Luis Siret en Campos y conservado entre los materiales de la colección Siret de Bruselas (Deramaix, 1992: 82, fig. 11). En total tenemos en el área de estudio 7 piezas.
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NOMBRE
MATERIA
TIPO
SUBTIPO
VARIANTE
Almizaraque 19
Hueso
Botón
Perforación V
Casquete esférico
Belmonte
Hueso
Botón
Perforación V
Casquete esférico
Belmonte
Hueso
Botón
Perforación V
Casquete esférico
Campos
Marfil
Botón
Perforación V
Cilíndrico
Encantada I
Hueso
Botón
Perforación V
Cónico
Encantada I
Marfil
Botón
Perforación V
Prismático
Almizaraque 39
Hueso
Botón
Perforación V
Tortuga
TABLA III.19.–Botones de perforación en V.
FIGURA III.142.–Botón de perforación en V cónico. Casquete esférico (Belmonte).
Los botones de perforación en “v” en forma de casquete esférico o hemisférico se conocen en los Pirineos occidentales, valle del Ebro, Estuario del Tajo y Mallorca (Uscatescu, 1992: 55), dándose una mayor abundancia en el Pirineo (Pérez Arrondo y López de Calle, 1986). Es la única variante repetida en el conjunto estudiado, como también es la más frecuente en los conjuntos levantinos. En el área próxima se documentan uno en La Presa de Loja de Granada (Carrasco et alii, 1979: 164). Al menos el botón de la Casa 19 de Almizaraque corresponde a un contexto precampaniforme. En el Cerro de la Virgen de Orce, también se sitúa una pieza de marfil en niveles precampaniformes (Schule, 1980: 34) y en el País Valenciano, también se documenta una pieza en niveles precampaniformes (Pascual, 1998: 169). Los botones de perforación en “v” cónicos se documentan en Centroeuropa en contextos precampaniformes, pero en la Península su mayor desarrollo coincide con las primeras fases de la Edad del Bronce (Delibes, 1983: 131-164). En Portugal presentan una asociación al campaniforme puntillado (Delibes, 1977: 117). Pascual recoge 5 piezas en el área levantina que relaciona con el campaniforme reciente (1998: 169). En Castillejos de Montefrío se asocia a una fase con campaniforme inciso (Delibes, 1983: 145) y en el Cerro de la Virgen de Orce se sitúa en el mismo marco cronológico (Schule, 1980: 34) y en la Cuenca de Vera, podría igualmente asociarse al campaniforme.
FIGURA III.143.–Botón de perforación en V cónico (La Encantada).
FIGURA III.144.–Botón de perforación en V prismático (La Encantada).
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En muchos casos, la diferencia con el subtipo anterior (de casquete esférico) debe basarse tan solo en el grado de desgaste de las superficies. A los botones de perforación en “v” prismáticos se les atribuye un origen en el Pirineo Oriental (Pérez Arrondo y López de Calle, 1986). Son los más numerosos en la Península destacando su presencia en Cataluña y Mallorca, menos numerosos se localizan en la Meseta Norte, Valle del Ebro, Submeseta sur y Levante (Uscatescu, 1992: 75-80). Entre los botones prismáticos localizados en el área IV, tenemos los del Cerro de la Virgen de Orce (Schule, 1980: 34) y algo más alejados los de Castillejos de Montefrío (Arribas y Molina, 1977: 399) o Pantano de los Bermejales (Arribas y Ferrer, 1997). Técnicamente se consideran los más sencillos de realizar, lo que se pudo comprobar por el hallazgo de piezas inacabadas (Corominas y Corominas, 1959: 121-127). Eran extraídos de un hueso largo que se perforaba para, en una segunda fase, darles la forma definitiva, separándolos finalmente por aserrado. Dado que este procedimiento es inviable en los otros grupos de botones de perforación en “v”, Andrés (1981: 145-175) los considera los más “industriales”, lo que supondría una mayor facilidad de acceso a los mismos. Estos prismas se documentan en diversos yacimientos de la Península (Uscatescu, 1992: 95-97). Los prismas hallados en el yacimiento alavés de Peña Larga, similares a otros localizados en El Argar (Siret y Siret, 1890: lám.25. 43 y 45) podrían corresponder a
FIGURA III.145.–Botón de perforación en V de tortuga (Almizaraque 39).
piezas en proceso de preparación, si bien Fernández Eraso considera más probable su uso directo (1997: 107-111). Su asignación directa al campaniforme es criticada ya que no aparece en ningún conjunto cerrado campaniforme (Harrison, 1977: 88), pero además la utilización como soporte de marfil, lleva a considerarlos cronológicamente más tardíos (Delibes et alii, 1998: 181) Los botones de perforación en “v” de apéndices laterales o botones tortuga se caracterizan por tener tres cuerpos, el central de base circular o elíptica y dos apéndices e base trapezoidal, con variantes. Se concentran en dos focos: el Pirineo oriental francés y el Estuario del Tajo (son numerosos en Vila Nova de San Pedro; Paço, 1960: fig. 5), con breves incursiones en Cataluña, Granada y Valle del Ebro (Pérez Arrondo y López de Calle, 1986). En la zona IV se documentan de marfil en el Cerro de la Virgen de Orce (Salvatierra, 1982: 235) y en hueso en Los Castillejos de Mon-
FIGURA III.146.–Distribución de botones de perforación en V en la Península Ibérica y Baleares, a partir de Uscatescu, 1992.
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tefrío en Granada y en marfil en Murviedro de Lorca (Jara, 1992: 29–30; Uscatescu, 1992: 126). Botón cilíndrico. En Campos se documenta una pieza cilíndrica maciza de marfil con perforación en V. En Almizaraque otro pequeño cilindro macizo, esta vez de hueso, podría tener relación con la pieza de Campos, pero al presentar una perforación sencilla, hemos preferido considerarlo en el apartado de botones simples. Este tipo cilíndrico es muy escaso, pero encontramos un ejemplo próximo en Los Castillejos de Montefrío en Granada y otros más alejados geográfica o morfológicamente en Las Pozas, Casaseca de Las Chanas en Zamora y en Galet en Francia, los tres son de marfil (Uscatescu, 1992: 125, fig. 15.208). Podría situarse en una fase plenamente campaniforme.
GRUPO PERFORADOS TIPO Botón
SUBTIPO
SUBGRUPO Horadado VARIANTE
Perforación V Casquete esférico
SUBVARIANTE
Datos (valores medios)
Total
Entallado
Perforado
Longitud Anchura máxima Grosor máximo Ø máximo Ø perforación
0,50
0,50
2,00 0,38
2,00 0,38
Cilíndrico
Longitud Anchura máxima Grosor máximo Ø máximo Ø perforación
5,70 1,00 0,70
5,70 1,00 0,70
Cónico
Longitud Anchura máxima Grosor máximo Ø máximo Ø perforación
1,00
1,00
2,00 0,60
2,00 0,60
Longitud Anchura máxima Grosor máximo Ø máximo Ø perforación
3,10 2,00 1,20
3,10 2,00 1,20
0,70
0,70
1,20 0,75
1,20 0,75
Prismático
Tortuga
Simple
bivalvos más intensamente utilizados en el conjunto de la Península (Moreno, 1995). En los casos de identificación precisa, corresponden a Glycymeris glycymeris (Linné, 1758) y Glycymeris violascens (Lamarck, 1819). Son especies propias del litoral, que viven en fondos arenosos a poca profundidad en mares cálidos; es muy frecuente en las costas mediterráneas. La utilización de la almendra de mar se documenta ya en el Paleolítico Medio (Barandiaran, 1967: 342 y Taborin, 1974: 105) y en los yacimientos del área estudiada pervive ampliamente entrada la Edad del Bronce. Su utilización crece a partir del Neolítico, especialmente en el arco mediterráneo y en Suiza (Álvarez Fernández, 2005: 362).
Cilíndrico
Longitud Anchura máxima Grosor máximo Ø máximo Ø perforación Longitud Anchura máxima Grosor máximo Ø máximo Ø perforación
0,50 0,80 0,48
3,90 0,80 0,70
4,77 0,80 0,55
0,50
0,50
TABLA III.20.–Medidas de Botones.
Bivalvos perforados Uno de los subtipos más abundante es el de los colgantes sobre valva lisa. En este conjunto, el soporte más habitual es el realizado sobre Glycymeris o “almendra de mar”, como también es uno de los
El mayor problema que ocasiona este tipo es la difícil comprobación de su intencionalidad puesto que el natis se perfora con facilidad por diversos agentes naturales, esencialmente litófagos y “abrasión marina” (fricciones naturales contra piedras u
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otras conchas y acción continuada de la marea). El primer caso es más fácil de identificar por el tamaño y forma de la perforación, pero el segundo es más complejo. El grado de abrasión se ha valorado en relación al estado general de la pieza, atendiendo a la resistencia diferencial de cada especie (Taborin, 1993: 260). Sabemos que se recogían ejemplares ya perforados por abrasión marina en las playas, de modo que el contexto exacto de aparición no proporcionaría información a este respecto. Tampoco es posible atender al área de perforación, ya que la intencional puede coincidir con la natural. I. Taborin presenta un completo estudio de los sistemas de perforación para moluscos (1993: 255267), pero creemos que en nuestro caso, la variabilidad tecnológica, es muy baja en el caso de los bivalvos. En la mayor parte de los casos la perforación intencional es muy sencilla y rápida, hemos comprobado que basta un minuto para perforar una valva pequeña (3 cm de diámetro) por abrasión con un canto marino de los que se acumulan en la playa junto a ellas. La perforación resultante presenta un contorno irregular, pero las trazas de abrasión son claras. No obstante hemos observado ejemplares perforados intencionalmente que no muestran la menor traza en la superficie de abrasión por haber sufrido un pulimento tan fino que no deja huellas claras. Esto sucede tanto en los sencillos colgantes sobre Glycymeris, como en las cuentas de doble perforación sobre Luria, por poner un ejemplo. Este tipo de pulimentos es propio del roce con tejidos y cuero (Bonnardin, 2003: 103), lo que es esperable en es caso de este tipo de objetos. La perforación se sitúa predominantemente en el natis, excepcionalmente se documentan perforaciones dorsales próximas. En Levante son numerosas en el Neolítico I y IIB descendiendo su número en el horizonte campaniforme (Pascual, 1998: 131), pero siempre más escasas que en Vera. Siendo más amplio el registro observado en Levante, para un área también mayor, se indican allí un total 136 Glycymeris perforadas, mientras que en la Cuenca de Vera se alcanzan las 573 piezas. Un segundo grupo de Bivalvos perforados seria el realizado sobre valvas rugosas, en este caso mucho menor en cuanto al número de ejemplares documentado. En este aparato se incluyen Cerastoderma edule y Acanthocardia tuberculata L., dos ejemplares similares entre sí. La perforación y/o abrasión se localiza en el natis, excepcionalmente se han observado perforaciones intencionales en el centro de la valva, como ocurre en una Cerastoderma edule de El Garcel y otra de Cabecico del Águila.
GRUPO PERFORADOS
SUBGRUPO Horadados
TIPO
VARIANTE
Bivalvo
SUBTIPO
Datos
Cerastoderma p.
Ø máximo Ø perforación
3,47 0,25
Glycymeris p.
Ø máximo Ø perforación
4,67 0,46
TABLA III.21.–Medidas de Bivalvos perforados (valores medios).
Gasterópodos perforados En el conjunto estudiado, hemos documentado diversos tipos de perforados simples sobre gasterópodos. Según la definición global para todo el tipo “cuenta” de perforación central, consideramos que los gasterópodos que presentan doble perforación o en los que el lazo de suspensión atraviesa la pieza, quedan suspendidos simétricamente respecto al eje que constituye el lazo de suspensión y por lo tanto merecen la categoría de cuenta. Si la suspensión desplazase el eje desequilibrando la pieza, esta sería un colgante, elemento siempre destacado respecto a la línea que impone un conjunto de cuentas ensartadas. En nuestro estudio, hemos preferido valorar la escasa transformación del soporte original y clasificar estas piezas simplemente como gasterópodos perforados, dejando los términos cuenta o colgante para objetos de más alta transformación. Los Conus mediterraneus perforados se han obtenido mediante la supresión del ápice o aprovechando fracturas o abrasiones fortuitas. Los cónidos son especies venenosas que presentan formas bicónicas y su tamaño no supera los 6 cm. Abundante en la zona litoral, sobre lechos de algas o bajo piedras (Jorda Pardo, 1982: 95).
FIGURA III.147.–Conus perforado
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Piezas similares pueden verse en el Peñón de la Reina de Alboloduy (Martínez y Botella, 1980), en la Cueva de la Ventana de Piñar (Granada) (Salvatierra, 1980), en la Cueva de Hoyo de la Mina (Teruel, 1986), y en la Cueva de Nerja (Nerja, Málaga) (Adan, 1987), siempre en niveles asignables a un Neolítico Medio y Final. La Columbella rústica (Linneo, 1758) perforada se documentan con frecuencia en yacimientos peninsulares durante todo el Neolítico, Calcolítico y Bronce. Es una especie de litoral, frecuente en el Mediterráneo, de pequeño tamaño, no supera los 2 cm (Jordá Pardo, 1982: 94).
FIGURA III.148.–Columbella rústica con perforación en habitación.
En niveles del Neolítico Medio y Final encontramos Columbellas tanto en yacimientos de la costa como en los del interior. Podemos citar algunos ejemplos en la Cueva de Nerja en Málaga donde es muy abundante desde el Epipaleolítico, pero con perforación desde el Neolítico (Jordá Pardo, 1982: 94; Adán, 1987), en la Cueva de Hoyo de la Mina también en Málaga (Teruel, 1986) y en Las Majólicas de Alfacar en Granada (Teruel, 1986). En el Valle del Ebro son la especie dominante (Rodanés, 1987: 154), como también en Levante dentro de los conjuntos malacológicos del Neolítico I (Pascual, 1998: 131-132). En Vera no ocupan ese puesto dominante, pero son numerosas como en todo el arco mediterráneo por su distribución natural. La diferencia fundamental que implica este gasterópodo frente al anterior al que frecuentemente
acompaña en los diferentes contextos de aparición, es la necesidad de una perforación en la última espira para poder pasar el lazo de suspensión (técnica dominante en Vera) o bien la supresión de la espira. Mientras que la configuración anatómica del Conus por el contrario hace suficiente una pequeña abrasión del ápice. Otro de los soportes frecuentemente utilizados es la cyprea o Luria lurida (Linné, 1758). Especie característica del Mediterráneo, sus medidas oscilan entre los 3 y los 6 cm (Lindner, 1989). Estas conchas siguen siendo una de las más usadas como elemento de adorno aún en nuestros días. Tradicionalmente se les atribuye un valor simbólico relacionado con la fecundidad, así la cypraea moneta expresa su carácter como elemento de cambio en distintas sociedades (Alfaro, Marcos y Otero, 2001: 24 y 40) llegando a ser imitada en Egipto incluso en metales preciosos (Andrews, 1990: fig. 61). En los yacimientos estudiados, los ejemplares observados son más frecuentes las biforadas. Las perforaciones se han documentado tanto en el eje longitudinal de la concha, como en el lateral, transversal o diagonal. La técnica más frecuente de perforación es la abrasión, pero también se observan algunas perforaciones por percusión en Almizaraque. La Trivia europaea mediterránea (Risso, 1826) perforada es menos frecuentes en nuestros conjuntos que en otros próximos, posiblemente (dado su tamaño) castigada por las condiciones de recogida de las excavaciones antiguas. Se trata de un gasterópodo de pequeño tamaño (entre 10 y 15 mm) caracterizado por sus estrías transversales. Es común en las costas rocosas del Mediterráneo. Como ocurre en otros conjuntos, en el nuestro también es más frecuente la presencia de ejemplares biforados. La disposición de las perforaciones se localiza en el vértice y próximo a la base, en el eje longitudinal de la concha. Se perfora mediante percusión y las huellas de uso observadas, son compatibles con un lazo de suspensión. En el área próxima se documentan en la Cueva Jabonera de Totana o en un conjunto numeroso de los Grajos III de Cieza en Murcia, en un enterramiento calcolítico (Lomba, Salmerón y Baguena, 1995: 60-61).
FIGURA III.149.–Disposición de las perforaciones más frecuentes en Luria lurida.
FIGURA III.150.–Trivia perforada.
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Marginella (Lamarck, 1799) perforada, es otra especie cuyo pequeño tamaño (entre 0,4 y 0,6 cm de longitud máxima) condiciona la elaboración. Presenta tanto una como dos perforaciones. Sólo la hemos documentado en Almizaraque, pero debido a su pequeño tamaño y las condiciones de las excavaciones antiguas, es muy posible que no se recuperasen correctamente en otros puntos. En Levante son muy numerosas en el Neolítico IIB (Pascual, 1998: 131-132). En Levante Marginella y Trivia son dominantes en los conjuntos de Neolítico IIB (Pascual, 1998: 132).
GRUPO PERFORADOS TIPO
SUBTIPO
Gasterópodo.p Columbella.p
SUBGRUPO Horadados Datos (valores medios) Longitud Ø máximo Ø perforación
1,19 1,20 0,41
Conus.p
Longitud Ø máximo Ø perforación
1,41 1,03 0,38
Luria.p
Longitud Ø máximo Ø perforación
2,87 1,50 0,52
Marginela.p
Longitud Ø máximo Ø perforación
0,48 0,40 0,13
Murex.p
Longitud Ø máximo Ø perforación
2,47 1,10 0,95
Trivia.p
Longitud Ø perforación
0,90 0,30
Cassis.p
Longitud Ø perforación
5,9 1,1
TABLA III.22.–Medidas de gasterópodos perforados.
FIGURA III.151.–Marginela perforada.
Murex (Lineo, 1758) con perforación hemos encontrado 17 ejemplares. La utilización de este gasterópodo se suele a limitar al aprovechamiento de las fracturas con regularización marina, encontrandose tanto en los yacimientos de la costa como en los del interior. Cassis sp. (Cassidaria Lamarck, 1812) unicamente hemos podido localizar un ejemplar entre los materiales de la Cuenca de Vera. Se trata de una pieza fracturada que se conserva entre los materiales de Churuletes 1. Presenta una perforación por percusión en habitación. También es sólo una pieza la que se menciona en el estudio de los conjuntos levantinos, correspondiente a los niveles de Neolítico I. (Pascual, 1998: 131). Entre los materiales que el MAN conserva de la Colección Góngora de Los Murciélagos de Albuñol (Granada), tenemos así mismo otro ejemplar. Para momentos posteriores Cassis undulata trabajado por percusión se ha descrito para los materiales del Cerro del Cuchillo en Almansa, Albacete (Barciela, 2004: 563).
Colgante Para la diferenciación entre colgante y cuenta nos parece correcta la definición “clásica” de Bargue (1982), según la cual el colgante presenta perforación excéntrica y la cuenta, perforación central. El primer problema radica en la existencia de colgantes no perforados, en los que la sujección se efectúa mediante entalles o muescas, o de dobles perforaciones. En este caso asimilaremos las piezas a cuentas o a colgantes, según determine su suspensión el equilibrio o desequilibrio de la pieza. En el primer caso estaríamos ante una cuenta, en el segundo, el desequilibrio impone un carácter de resalte de la pieza sobre la uniformidad de una serie de elementos ensartados en un lazo de suspensión, por ello, nos encontraríamos frente a un colgante. Ahora bien, estas piezas con entalles o muescas, no son “sensu stricto” perforados y por lo tanto no deberían incorporarse a esta familia formal, volveremos sobre este aspecto más adelante. En el caso de las dobles perforaciones aplicaremos el mismo criterio de ordenación respecto al eje teórico de suspensión. Siguiendo a Taborín (1974), la siguiente división viene determinada por el grado de modificación del objeto, distinguiendo pues entre aquellos que presentan una transformación mínima (no modifican la morfología original) y aquellos que no permiten reconocer la forma original de su soporte. Vemos pues que en los estudios sobre los objetos inicialmente considerados como adornos, se ha dado
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especial atención a las perforaciones. Lo que no está exento de problemas, como el comentado más arriba al describir la existencia de colgantes sin perforación o como la difícil identificación de la intencionalidad en la perforación de las valvas de Glycymeris y Cerastoderma, los items más frecuentes en nuestros conjuntos sobre soporte malacológico. Pese a estas dificultades se ha preferido mantener el criterio morfológico general, aún asumiendo estas “licencias”. Otro ejemplo de este primer subgrupo de colgantes de baja modificación son los dientes, presentando una notable frecuencia entre los conjuntos ornamentales prehistóricos. Incisivos y caninos son los más habituales para estos usos, en todo caso piezas dentarias monorradiculares, ya que esta es la morfología más apta para dicho uso. Pueden encontrarse en dientes tanto de carnívoros, como de herbívoros y omnívoros. El soporte determina pues las posibles variantes de este tipo. Los estudios de la Commission de Nomenclature, dan como más frecuentes los caninos residuales de ciervo, incisivos de bóvidos, colmillos de cánidos y defensas de suidos; si bien en menores proporciones, pueden documentarse también molares de pequeños carnívoros (carnicera), incisivos de suidos o colmillos de oso (Camps-Fabrer et alii, 1991: fichas 1.0. a 1.5.). También es posible que dientes sin perforación fuesen utilizados como colgante, aprovechando la forma natural o realizando un débil ranurado periférico entre corona y raíz. No hemos podido documentar la presencia de adornos sobre dientes humanos, pero la posibilidad de encontrarlos existe, ya que se conocen ejemplos en otras áreas. A este respecto hay que recordar el valor de talismán que se da a los dientes en muy diversas culturas y la costumbre incluso actual de conservar los dientes infantiles (a veces engarzados en sortijas o colgantes). Colgante sobre conchas recortadas o lúnulas Se trata de pequeños fragmentos de valva de Glycymeris sp. de formas curvas y redondeadas generalmente con un extremo más ancho que otro. Colgantes como estos se documentan en las zonas limítrofes de Granada, como en Cueva del Agua del Prado Negro (Navarrete y Capel, 1979: fig. 1.11 a 14) y Bugejar de Puebla de D. Fadrique (Fernández Palmeiro y Serrano Várez, 1994: fig. 8.11). En áreas más alejadas cabe destacar las de la Cueva de Chaves, fechadas entre 4800-4300 a.C. (Baldellou et alii, 1989) o su abundancia en el Sur de Francia Camps-Fabrer, 1991: IV.3.4, fig. 1). En general se conocen en contextos desde el Neolítico Antiguo hasta el Campaniforme. La mayoría presenta perforación excéntrica, pero en algún caso también hemos encontrado piezas con perforación central, como es el caso de la Loma del Rincón. Algunas perforaciones se encuentran fracturadas por la tensión del lazo de suspensión.
FIGURA III.152.–Concha recortada.
Junto a estas piezas hemos considerado otras iguales en la forma, pero sin perforación. Son fragmentos de bivalvos (generalmente Glycymeris sp.) fracturados y sometidos a un intenso proceso de abrasión marina. No presentan transformación intencional y dada la existencia de las piezas anteriores podrían constituir materia almacenada para hacer colgantes, como parece constatarse en la Cueva del Agua (Navarrete y Capel, 1979: fig. 1), o en yacimientos posteriores como el Cerro del Cuchillo (Barciela, 2004: 560), si bien en nuestro caso, la mayor parte de estos objetos se documentan en yacimientos funerarios. Pascual los considera abundantes en el Neolítico I de Levante, estando presentes en menor proporción en momentos posteriores (1998: 174). Colgante sobre colmillo de jabalí Se trata de piezas hendidas y perforadas sobre caninos de suidos. Frente a piezas de baja transformación, encontramos otras en las que se ha modificado por completo el soporte mediante un facetado del perímetro original. La perforación es en ocasiones doble, posiblemente, como en Cucador 9, por la rotura de la primera. Este aspecto puede también verse fuera del área propuesta, en la Meseta en casos como el de La Encantada (Fonseca, 19841985: 237).
176
FIGURA III.153.–Colgante sobre colmillo de jabalí.
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NMP
18:38
Página 177
NOMBRE
TIPO
SUBTIPO
VARIANTE
Gº TRANSFORMACIÓN
17
Águila
Colgante
C.recortada
Lúnula
Uso?
6
Campo 1
Colgante
C.recortada
Lúnula
Uso?
1
Buena Arena 2
Colgante
C.recortada
Perforación superior
Mínimo
1
Buena Arena 2
Colgante
C.recortada
Perforación superior
Minimo
26
Campo 2
Colgante
C.recortada
Lúnula
Uso?
2
Campo 3
Colgante
C.recortada
Lúnula
Uso?
1
Churuletes 3
Colgante
C.recortada
Perforación superior
Mínimo
3
Jautón 1
Colgante
C.recortada
Perforación superior
Mínimo
1
Jautón 2
Colgante
C.recortada
Perforación superior
Mínimo
1
Jautón 2
Colgante
C.recortada
Perforación superior
Mínimo
1
Jautón 2
Colgante
C.recortada
Perforación superior
Mínimo
1
Jautón 2
Colgante
C.recortada
Perforación superior
Mínimo
1
Jautón 2
Colgante
C.recortada
Perforación superior?
¿?
1
Lámpara 1
Colgante
C.recortada
Perforación superior
Mínimo
1
Lámpara 1
Colgante
C.recortada
Perforación superior
Mínimo
2
Mayor
Colgante
C.recortada
Perforación superior
Mínimo
1
Rincón
Colgante
C.recortada
Perforación central
Mínimo
1
Rincón
Colgante
C.recortada
Perforación central
Mínimo
3
Almizaraque 28
Colgante
C.recortada
Perforación superior?
Mínimo
1
Almizaraque 01
Colgante
C.recortada
Lúnula
Materia prima?
1
Almizaraque 16
Colgante
C.recortada
Lúnula
Materia prima?
73
TOTAL TABLA III.23.–Grado de transformación de conchas recortadas o lúnulas.
En Levante se localizan algunos ejemplos, en ocasiones con perforación y ranurado (Pascual, 1998: 134). Se documentan así mismo en cuevas de Granada y Málaga (Teruel, 1986: 18), en los Sepulcros de fosa catalanes (Muñoz, 1965: 34), en el Valle del Ebro (Rodanés, 1987: 151); así como en el sur de Francia, donde la perforación no sólo se observa en el extremo proximal como en los casos estudiados y donde se documentan incluso piezas de imitación (CampsFabrer, 1991: IV.1.4, fig. 1). Colgante de Imitación de canino atrofiado de ciervo o colgante de lágrima Se trata de colgantes realizados en concha a imitación de la forma natural de los caninos de ciervo. De estos últimos no hemos encontrado ninguno entre los materiales de la Cuenca de Vera, aunque si están presentes en el área IV, como es el caso de Cueva Jabonera (Totana, Murcia). El canino de ciervo atrofiado es un tipo frecuente desde el Paleolítico, donde ya se imitan estas piezas (Maudet, 2002: 49, fig. 12), pero será más frecuente dicha imitación a partir del Neolítico antiguo. 177
FIGURA III.154.–Imitaciones de canino atrófico de ciervo sobre concha.
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Las formas varían en función del área de la valva utilizada, presentando una sección más o menos abultada en la zona opuesta a la perforación. Muchas presentan restos de ocre que en ocasiones llegan a cubrir la pieza. Se recuperaron entre los objetos encontrados fuera de las sepulturas de El Argar (Siret y Siret, 1890: lám. 25.29). Son frecuentes en el Neolítico andaluz de las cuevas, como las del Toro (Goñi, 2004: 205), la Cueva del Tesoro y Cueva Tapada, ambas en Torremolinos, (Navarrete, 1976: láms. 374 y 375). En Levante se documentan desde el Neolítico IA (Pascual, 1998: 144). En diversos puntos del Mediterráneo como en Arene Candide (Bernabó Brea: 1956: lám. XLIV.17 nº 5). Colgante de adscripción geométrica Los colgantes que han recibido una transformación que hace difícil o imposible reconocer el soporte, presentan una mayor variabilidad. Se han estudiado atendiendo a su forma general: rectos, curvos, cónicos, elípticos, triangulares, trapezoidales, apunta-
ción por rotación bifacial con desgaste claro del lazo de suspensión. Si las perforaciones mesiales del colgante de El Garcel fuesen fortuitas, lo que nos parece probable, podríamos relacionar esta pieza con otra documentada en Or, con dos perforaciones, realizada sobre costilla y también frágil (Pascual Benito, 1996: 39), con el de Murciélagos de Albuñol, con una pieza de Cova Santa, en los niveles 5 o 6, siendo el 6 ya campaniforme (Soler, 1997: 613, lám. II.j) y con un colgante de Carihuela conservado entre los fondos del MAN. Para Bargue, los colgantes lisos y rectos son propios tanto del Neolítico Final, como del Calcolítico y E. Bronce (1982: 40 y 44). Corresponden al horizonte de transición y al Calcolítico. En Levante y en Murcia parecen centrarse en este último periodo (Pascual, 1998: 141). Colgante apuntado Se han estudiado dos piezas de tendencia apuntada pero características diferentes. Ambos corresponden a Almizaraque y están totalmente facetados. Uno de ellos presenta forma triangular de perfiles redondeados, correspondiendo al tipo triangular de Pascual. Tiene dos perforaciones realizadas con un instrumento metálico y es muy similar a uno de la Cueva de L’Or, si bien en ese caso se trata de una pieza sobre colmillo de jabalí (Pascual, 1998: 139). Otras piezas similares en el área próxima podemos ver en Blanquizares de Lebor, si bien con una sola perforación (Arribas, 1956: fig. 51.6) y en la Cueva de los Tiestos (Molina Burguesa, 2003: fig. 43). El otro es más estrecho, con fuertes ranuras en el extremo opuesto a la perforación realizada por rotación bifacial. Este segundo se relacionaría con los “Colgantes de apéndice basal” de Levante, relacionados por Pascual con una pieza portuguesa. Los ejemplares levantinos corresponden a fases calcolíticas (Pascual, 1998: 147). Piezas muy similares a la de Almizaraque se documentan en Lot-et-Garonne(CampsFabrer, 1991: IV.3.3, fig. 6.8, Beyneix, 2003: 105 fig.3).
FIGURA III.155.–Colgante recto de El Garcel.
dos según la clasificación de la Commission de Nomenclature (Camps-Fabrer, H. 1991). Colgante recto Se trata de 3 piezas diferentes entre si, unificadas por una forma general rectangular sobre un soporte laminar y con una perforación excéntrica. El ejemplar de Jautón 5, con un cuello marcado, fue considerado como ídolo (Leisner, 1943: Fig. 6.3.44). Se han obtenido por ranurado (en el de Buena Arena se aprecia una línea de fuga), raspado, abrasión y pulido. Todas están completamente facetadas, presentando secciones muy delgadas (0,2 los de Jautón y Garcel, 0,4 el de Buena Arena) y presentan perfora178
FIGURA III.156.–Colgante apuntado (Almizaraque 3).
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Colgante de perforación elevada A diferencia de los colgantes con un solo eje desarrollado, este tipo presenta un eje perpendicular al eje principal. Hemos documentado hasta el momento dos objetos de estas características en la Cuenca de Vera, uno de menor tamaño en la sepultura 1 de la Encantada y otro mucho mayor en Almizaraque, desgraciadamente sin asignación a ninguna estructura. Esta pieza ya llamó la atención de Siret, quien la fotografía en una de las placas conservadas en su archivo. Siret también dibuja una pieza similar en “La fin de l’epoque néolitique”: fig.59, pero dice que es de alabastro. Los paralelos más próximos están en la zona IV, en dos piezas del Cerro de las Canteras (Vélez Blanco, Almería), una de ellas fracturada y la otra en proceso de elaboración. En Millares dos botones de perforación elevada y base redondeada presentan similitudes algo más alejadas ya.
donde se asocian a cerámica campaniforme (Pascual, 1998: 149). En el hipogeo de Grillón (Vaucluse), se documentan piezas similares (Beyneix, 2003: 154). Objetos parecidos se utilizan actualmente en bisutería como cierres combinados con una arandela o anilla. También podrían cerrar lazadas de cuero o incluso ojales.
GRUPO PERFORADOS TIPO
SUBTIPO
SUBGRUPO Horadados VARIANTE
Colgante A. geométrica Apuntado
Longitud Anchura máxima Grosor máximo Ø perforación
3,00 1,68 0,44 0,25
Perforación Longitud elevada Anchura máxima Grosor máximo Ø perforación
3,80 1,05 0,28 0,30
Recto
Longitud Anchura máxima Grosor máximo Ø perforación
4,65 1,65 0,27 0,37
Longitud Anchura máxima Grosor máximo Ø perforación
1,43 0,20 0,30
Colmillo jabalí
Concha recortada
FIGURA III.157.–Colgante de perforación elevada fracturado y pieza en preparación (Cerro de las Canteras, Vélez Blanco).
J. Pascual recoge un colgante de estas características en su catálogo. Se trata de un objeto realizado sobre hueso procedente de Filomena. Indica el autor que no ha encontrado paralelos peninsulares y un único ejemplo en Francia (Cueva 5 de Sargel, Averyon), siendo más frecuentes en los túmulos ingleses,
Imitación canino
Datos (valores medios)
Lúnula
Longitud Anchura máxima Grosor máximo Ø perforación
3,80 1,35 0,30
Perforada
Longitud Anchura máxima Grosor máximo Ø perforación
3,89 1,36 0,28 0,27
Longitud Anchura máxima Grosor máximo Ø perforación
2,15 1,13 0,73 0,32
TABLA III.24.–Medidas de colgantes.
Cuenta Caracteriza estas piezas la presencia de una perforación central (Barge, 1982). Como en el caso de los colgantes la siguiente división viene determinada por el grado de transformación. El primer subtipo está englobado por las cuentas recortadas y las cuentas sobre vertebra de pez y sobre escafópodo.
FIGURA III.158.–Colgante de perforación sobreelevada de La Encantada.
Cuenta recortada Algunas cuentas sobre el área apical de gasterópodos, generalmente Conus sp no alcanzan la categoría geométrica, constituyendo un conjunto de características similares al estudiado en el caso de los colgantes. 179
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En Murcia las encontramos en Blanquizares de Lebor (Arribas, 1956: fig. 52.19), Murviedro y Loma de los Peregrinos (Jara, 1992: 32). En Levante se encuentran en ajuares funerarios a lo largo de la secuencia (Pascual 1998: 126). En el Valle del Ebro se centran en el Eneolítico, dentro de ámbitos funerarios (Rodanés, 1987: 145). En yacimientos del interior, se han documentado recientemente en La Tarayuela (Soria) (Rojo et alii, 2005: 206).
FIGURA III.159.–Cuenta recortada sobre conus sp.
Entre los materiales de fuera de sepulturas de Argar figura uno, pero no puede asegurarse su cronología. Pascual los recoge en el apartado de cuentas discoidales, señalando su predominio en contextos de Neolítico I, con presencia también en el Horizonte Campaniforme (1998: 115-118). En los yacimientos de Granada tampoco son muy frecuentes ni en el Neolítico, ni en el Calcolítico (Navarrete y Capel, 1979: 117-118). En el área de estudio son escasas y no parecen presentar una determinación cronológica.
Escafópodo Los colmillos de elefante (Dentalium, Lineo, 1758 y Antalis vulgare, Da Costa, 1778) se utilizan como cuentas de collar desde el Magdaleniense Inferior (Altuna, 1985) hasta época histórica. En ocasiones no se produce modificación utilizando la forma natural de la concha, que puede estar favorecida para el paso de un lazo de suspensión, por la acción abrasiva del mar. Otras veces se produce un aserrado que da lugar a cuentas cilíndricas o anulares. Algunos ejemplares aparecen ensartados unos dentro de otros, probablemente por su utilización en un mismo lazo de suspensión. Se trata de un tipo poco frecuente en el grupo de los Sepulcros de fosa catalanes, ni en el Neolítico Antiguo francés, donde si será abundante en el Calcolítico (Navarrete y Capel, 1979: 118) y en el área levantina donde aparecen reflejados a lo largo de toda la secuencia neolítico-calcolítico (Pascual, 1998: 121). Así mismo se documentan en yacimientos del Interior (Álvarez, Harzhauser y Vera-Peláez, 2005: 311-316). Son frecuentes también en contextos neolíticos del Próximo Oriente (Pardo, 2001: 39).
FIGURA III.160.–Cuenta sobre vértebra de pez (Almizaraque 25).
Cuenta sobre vértebra de pez Hemos documentado 7 piezas sobre este soporte, siempre en yacimientos de habitación. Presentan un bajo grado de transformación que se limita a la regularización exterior. Se conocen como elementos de adorno desde el Paleolítico superior y en nuestra zona aparecen en los distintos periodos propuestos, para continuar durante toda la fase argárica.
180
FIGURA III.161.–Cuenta sobre escafópodo (Almizaraque).
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18:38
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NOMBRE
TIPO
SUBTIPO
Gº TRANSFORMACIÓN
Alcauzón 1
Cuenta
Escafópodo
Bajo
6
Almanzora 15
Cuenta
Escafópodo
Bajo
1
Almizaraque 01
Cuenta
Escafópodo
Bajo
1
Almizaraque 09
Cuenta
Escafópodo
Bajo
1
Almizaraque 16
Cuenta
Escafópodo
Bajo
1
Almizaraque 16
Cuenta
Escafópodo
Bajo
1
Almizaraque 19
Cuenta
Escafópodo
Bajo
2
Arteal (Aldea)
Cuenta
Escafópodo
Bajo
1
Campo 1
Cuenta
Escafópodo
Uso?
2
Encantada I
Cuenta
Escafópodo
Uso?
1
Encantada I
Cuenta
Escafópodo
Bajo
5
Encantada III
Cuenta
Escafópodo
Mínimo
3
Garcel
Cuenta
Escafópodo
Mínimo
3
Limera 19
Cuenta
Escafópodo
Mínimo?
14
Limera 19
Cuenta
Escafópodo
Mínimo
5
Limera 20
Cuenta
Escafópodo
Mínimo
3
Limera 21
Cuenta
Escafópodo
Bajo?
3
Limera 21
Cuenta
Escafópodo
Bajo?
1
Marmolejo
Cuenta
Escafópodo
Bajo?
1
Marmolejo
Cuenta
Escafópodo
Bajo?
1
Negros-Pajarraco
Cuenta
Escafópodo
Mínimo
1
Overa
Cuenta
Escafópodo
Bajo
28
Palacés 1
Cuenta
Escafópodo
Mínimo
5
Palacés 2
Cuenta
Escafópodo
Mínimo
4
Palacés 3
Cuenta
Escafópodo
Mínimo
47
Palacés 4
Cuenta
Escafópodo
Bajo
1
Palas-Era
Cuenta
Escafópodo
Mínimo
1
Palas-Era
Cuenta
Escafópodo
Bajo
2
Palas-Era
Cuenta
Escafópodo
Mínimo
1
Palas-Era
Cuenta
Escafópodo
Mínimo
1
Palas-Era
Cuenta
Escafópodo
Mínimo
2
Tres Cabezos
Cuenta
Escafópodo
Uso?
1
Zájara
Cuenta
Escafópodo
Mínimo
11
161
TOTAL TABLA III.25.–Grado de transformación de escafópodos.
Cuentas de Adscripción geométrica Un segundo grupo de cuentas, como en el caso de los colgantes engloba las cuentas de adscripción geométrica, producto de una mayor transformación del soporte utilizado. Las cuentas discoidales son más frecuentes en concha, posiblemente porque la morfología de las diáfisis facilita mucho más la realización de cuentas cilíndri-
cas. El problema que plantean las cuentas más pequeñas es su difícil diferenciación de las de piedra caliza y de las de huevo de avestruz, si bien la observación con lupa binocular ha permitido algunas identificaciones. Se han realizado sobre valva de Glycymeris preferentemente (en algún caso Cerastoderma), aunque en algunos casos también se observa la utilización de Dentalium aserrados en pequeñas láminas anulares.
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Los procesos de elaboración de cuentas sobre materiales óseos son bien conocidos. En nuestra zona hay que destacar a este respecto el hallazgo realizado por los hermanos Siret en la Cueva de los Tollos (Mazarrón, Murcia) (Siret y Siret, 1890), Cueva del Agua (Navarrete y Capel, 1979) o Cabecicos Negros (Goñi et alii, 1999: 165) donde se encontraron cuentas en distintas fases de elaboración. En primer lugar se realizan los “recortes”, luego las perforaciones (ya que es el proceso de mayor riesgo y no sería rentable haber invertido un esfuerzo en la regularización que después podría perderse). Este primer paso se efectúa de forma individualizada. En segundo lugar se ensartan las piezas en un hilo o varilla y se pulen. Las cuentas realizadas sobre hueso se realizan a partir de una diáfisis recortada y regularizada a la que se practica diversas incisiones profundas que luego se separan por percusión. (Camps-Fabrer, 1960: 146). Sobre hueso se han realizado menos estudios, si bien las técnicas no tienen porque diferir de las utilizadas sobre las conchas. Las cuentas se ensartan en cordeles o varillas (a veces con abrasivos entre unas y otras, como parece ser el ocre) y se hace girar el conjunto sobre una superficie pulidora. Esta operación está documentada incluso en pinturas egipcias en las que se puede apreciar el procedimiento seguido (Andrews, 1990: 73-76). Las dimensiones para este subtipo observadas en Levante son inferiores a 3 cm, siendo frecuente que no superen 1 cm (Pascual 1998: 115), en Vera la media se sitúa en 1 cm, con 0,24 de grosor. Cuentas discoidales sobre concha se documentan en Vera desde contextos de Neolítico antiguo (Cabecicos Negros, Palas-Era) como también ocurre en el área circundante La Cueva de los Toyos de Mazarrón (Siret, 1890 y Deramaix, 1992: 13-18). Pese a las dificultades que entraña cualquier precisión cronológica en el seno de estos conjuntos, podemos aceptar su continuidad a lo largo de toda la secuencia propuesta. Aunque no puede concederse valor cronológico a estas piezas, Pérez Arrondo y López de Calle (1986), consideran que durante el Calcolítico se produce una “verdadera eclosión” de las cuentas y del adorno en general; lo que también parece ocurrir en el Sureste.
FIGURA III.162.–Cuentas discoidales de concha.
Las cuentas sobre cáscara de huevo de avestruz como tales, no se documentan en la Cuenca de Vera. Los restos observados no están exentos de problemas, dada la difícil identificación de las piezas de menor tamaño, si bien estas no son numerosas en nuestro conjunto. La identificación de huevo de avestruz en la muestra estudiada se limita a fragmentos informes que pueden corresponder a materia almacenada para su transformación. En el área circundante se cita su importancia en Millares (Arribas, 1977), a raiz de los análisis propiciados en su día por Luis Siret, pero para el área de Vera se carece de información precisa al respecto, si bien, dadas las características del material observado, no creemos que sea significativa. Las cuentas anulares son una variante del subtipo de las cilíndricas sobre diáfisis, con menor altura. En todos los casos contemplados se utiliza como soporte la diáfisis de un mesomamífero. En ocasiones el bajo grado de transformación permite apreciar características naturales del hueso no eliminadas, como es la huella de división interna de los metapodios de rumiante. Las cuentas cilíndricas sobre diáfisis son las más sencillas para realizar sobre hueso ya que únicamente se requiere un aserrado de los extremos. Aserrado que con frecuencia no llega a completarse, terminando el proceso de división del objeto mediante flexión.
FIGURA III.163.–Cuenta cilíndrica.
Este trabajo se observa en un bajo número de piezas, ya que normalmente el proceso de regularización posterior elimina estas marcas. Posteriormente o como preparación previa según Jara (1992: 24) se puede efectuar una abrasión. Esta técnica es más frecuentemente aplicada a los cortes resultantes de la eliminación de las epífisis. En este subtipo es interesante estudiar el origen anatómico y taxonómico, a este respecto cabe indicar la frecuencia de utilización de diáfisis de mesomamíferos (probablemente ovicápridos), húmeros y fémures de ave, así como las realizadas sobre tibia de lagomorfo (estas constituyen a su vez un subtipo, ya que en muchas ocasiones sólo se les suprimen las epífisis, por lo que cabría hablar de cuentas-diáfisis). Es nece-
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sario diferenciar estas diáfisis recortadas de los tubos y de los mangos, para lo que se atenderá a valores métricos, Pascual propone para este tipo medidas superiores a los 6,5cm (1998: 93). Así como a la presencia/ausencia de elementos morfológicos asociados. En el Valle del Ebro se han definido sus medidas habituales entre los 10 mm de longitud y los 20mm (Pérez Arrondo y López de Calle, 1986). Será necesario a este respecto tener en cuenta también el diámetro de la cuenta. En algunos yacimientos, como es el caso de Jautón 5, las cuentas cilíndricas pueden considerarse muy abundantes, destacando especialmente las que utilizan como soporte diáfisis de lagomorfo y ave. En Levante estos conjuntos se desarrollan en el Neolítico IIB y en el horizonte campaniforme (Pascual, 1998: 121). Rodanés las sitúa en el Calcolítico, perdurando en la Edad del Bronce (1987: 140). Cuentas segmentadas. Pese a los años transcurridos, sigue siendo referencia obligada el trabajo de Gratiniano Nieto (1959), pero ya comentamos al hablar de los alfileres de cabeza segmentada el problema que actualmente se plantea con estos materiales. El conjunto más interesante es el documentado en la una de las sepulturas de Jautón, la 5b; donde se recogieron un total de 24 cuentas segmentadas. En este conjunto hemos observado heterogeneidad, tanto en los tratamientos, como en la elección de soportes, tamaño y número de incisiones. Hay cuentas segmentadas que no presentan pulido, otras sí. En unos casos encontramos cuentas cilíndricas altas, en otros pueden considerarse bajas. Hay incisiones profundas y leves, desde 1 incisión hasta 10, con una media de 3. En algunos casos, las piezas parecen preparadas para la obtención de cuentas discoidales, la incisión es profunda y estrecha. Frente a estas, hay cuentas segmentadas con incisiones menos profundas pero más anchas, lo que produce un perfil globular en el perfil. Nos inclinamos por pensar que estamos ante dos con-
juntos diferentes. El que corresponde a piezas decoradas con incisiones (más o menos desgastadas por el uso) y matrices de cuentas que por motivos desconocidos fueron usadas inacabadas. En Murcia se encontraron cuentas segmentadas en Blanquizares de Lebor (Arribas, 1956: fig. 51.4), Murviedro y en la Cueva del Punzón (Jara, 1992: 33). Rodanés recoge diversos paralelos en su estudio del Valle del Ebro, considerando un posible origen francés en un Calcolítico precampaniforme (1987: 142-143; Camps-Fabrer, 1991). Donde también son frecuentes en contextos campaniformes (Roussot-Larroque, 1994: 312). Las cuentas globulares denominadas también de “tonelete” o “hueso de aceituna”, constituyen otro de los subtipos documentados. Este tipo es más frecuente en otros materiales, pero en algunos casos el trabajo desarrollado sobre diáfisis óseas obtiene también estas formas. Son pocas las piezas documentadas de este subtipo, entre la fase de transición y el Calcolítico. En Levante también se relacionan con fases calcolíticas, si bien allí no se trata de piezas de hueso (Pascual, 1998: 123).
183
FIGURA III.164.–Cuenta segmentada (Jautón 5).
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NMP 1 1 13 1 2 6 1 1 90 2 1 1 1 1 1 25 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 7 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 51 9 1 1 1 1 1 1 1 8 1 1 1 1
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NOMBRE
VARIANTE
GºTRANSFORMACIÓN
A/ANATÓMIC
A/TAXONÓMICA
Atalaya 14 Jautón 2 Jautón 5 Media Legua Atalaya 03 Media Legua Almizaraque 21 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Tres Cabezos Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Garcel Jautón 5 Jautón 5 Atalaya 03 Garcel Garcel Atalaya 01 Atalaya 01 Atalaya 01 Atalaya 01 Jocalla 4 Arteal (Aldea) Jautón 5 Atalaya 03 Jautón 5 Atalaya 03 Casa Alta Churuletes 1 Encantada II Encantada II Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Atalaya 03 Lámpara 3 Media Legua Media Legua Pedregal
Indeterm. Anular Anular Anular Anular Anular Anular Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica
Medio Bajo Bajo? Bajo Medio? ? Medio Bajo Bajo Medio Medio Medio Medio Medio ? Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Bajo Medio Medio Mínima Bajo Medio? Bajo Bajo Bajo Bajo Bajo Bajo Medio Medio Bajo Mínimo Bajo Medio Bajo Bajo Medio Medio Medio Bajo Medio Medio Medio? Bajo
Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfasis Diáfasis
Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Ave Lagomorfo Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Lagomorfo Ave Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Lagomorfo Lagomorfo Mam. talla media Ave? Ave? Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media
TABLA III.26.–Cuentas de adscripción geométrica.
184
SUBVARIANTE
Segmentada
Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada
Segmentada Segmentada
Segmentada
Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada
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NMP
NOMBRE
VARIANTE
GºTRANSFORMACIÓN
A/ANATÓMIC
A/TAXONÓMICA
SUBVARIANTE
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 10 2 1 1 1 2 1 273 2 1 1 1 3 2 2 16 1 2 1 1 1 1 110 5 2 1 1
Jautón 5 Media Legua Jautón 5 Encantada III Jautón 6 Media Legua Media Legua Media Legua Zájara Lámpara 3 Lámpara 1 Jautón 6 Jautón 5 Jautón 6 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 6 Almizaraque 19 Lámpara 1 Águila Buena Arena 2 Belmonte Negros-Pajarraco Atalaya 08 Águila Arteal (Aldea) Jautón 3 Jocalla 3 Jautón 3 Palas-Era Jautón 6 Media Legua Media Legua Jautón 5 Jautón 5 Jautón 3 Lámpara 1 Encantada III Jautón 5 Jautón 5 Raja Ortega Palas-Era Raja Ortega Copa Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Churuletes 3 Jautón 5
Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Discoidal Globular Globular Globular Globular
Medio Bajo Medio Bajo Bajo Medio Medio Bajo Bajo? Bajo? Bajo Bajo Medio Bajo Medio Medio Medio Bajo Bajo Medio? Alto Alto Alto? Alto Alto Alto Alto? Alto? Alto? Alto Alto Alto Alto? Alto Alto Alto Alto Alto Alto Alto Alto Alto Alto Alto Alto Alto Bajo Medio Medio Medio
Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Tibia? Diáfisis Tibia Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis Valva
Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Lagomorfo? Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Lagomorfo? Mam. talla media Lagomorfo Mam. talla media Mam. talla media Lagomorfo Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Lagomorfo Mam. talla media Patella?
Segmentada
Valva Valva
Unio/Anodonta?
Valva
Patella?
Diáfisis Diáfisis Diáfisis Diáfisis
Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media Mam. talla media
698
TOTAL TABLA III.26.–Cuentas de adscripción geométrica (continuación).
185
Segmentada
Segmentada Segmentada
Segmentada Segmentada Segmentada Segmentada
Segmentada
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GRUPO
PERFORADO
SUBGRUPO
Horadado
TIPO
SUBTIPO
VARIANTE
Datos
Cuenta
Dentalium
A.geometrica
SUBVARIANTE Segmentada
Total general
Longitud Ø máximo Ø perforación
1,90 0,58 0,50
1,90 0,58 0,50
Anular
Longitud Ø máximo Ø perforación
0,98 1,10 0,20
0,98 1,10 0,20
Cilíndrica
Longitud Ø máximo Ø perforación
2,88 1,08
Discoidal
Longitud Ø máximo Ø perforación
0,30 1,04 0,28
0,30 1,04 0,28
Globular
Longitud Ø máximo Ø perforación
1,03 1,03
1,03 1,03
1,15 0,40
1,15 0,40
0,40 0,75
0,40 0,75
Cta.recortada
V.pez
Longitud Ø máximo Ø perforación Longitud Ø máximo Ø perforación
2,51 0,94
2,69 0,99
TABLA III.27.–Tabla de medidas del subgrupo de Horadados (valores medios).
Silbato Posibles silbatos (o flautas) en forma cilíndrica y con perforaciones trasversales se documentan desde un remoto Paleolítico, según unos controvertidos restos yugoeslavos (Fagan, 2005: 220). En la Cuenca de Vera, contamos con un par de casos a partir de los conjuntos estudiados (Jatico y Almizaraque 39), pero
FIGURA III.165.–Diáfisis perforada (Jatico).
el mal estado de las piezas y su fracturación, no permiten ser categóricos a este respecto, aunque la existencia de diáfisis perforadas o cuernos con el pitón seccionado, no sea extraña en estos contextos. Se conocen algunas asociaciones a enterramientos infantiles (Pérez Arrondo y López de Calle, 1986). En Francia se documentan en el Calcolítico Final. La unión de varias piezas de este tipo permitiría formar flautas simples a modo de flauta de pan, como se conocen en contextos de la Edad del Bronce (VV.AA. 1999: 266 nº 192). Tubos Piezas cilíndricas con ambos extremos abiertos. Formalmente iguales a una cuenta cilíndrica pero de mayor longitud, a este respecto hemos utilizado como referencia las medidas mínimas de las piezas levantinas: 6,5 cm (Pascual, 1998: 93). La fracturación impide el reconocimiento específico de los fragmentos, que en el caso levantino han sido atribuídos mayoritariamente a ulnas y radios de buitre común y Águila real (Martí, 2001: 44). Gema Adán (1997: 47) diferencia aquellos cuya anchura es mayor de 2 mm, a los que denomina tubos, de los menores que denomina “pajas”. Rodanés hace un interesante estudio sobre este tipo, pero en su trabajo se recogen piezas muy heterogéneas (1987: 126-129).
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GRUPO SUBGRUPO TIPO
PERFORADO Horadado Datos (valores medios)
Silbato
Longitud Ø máximo Ø perforación
4,60 0,60 0,40
Tubo
Longitud Ø máximo Ø perforación
6,90 1,10
TABLA III.28.–Medidas de silbatos y tubos.
3.3.8. Redondeados o Romos Este grupo queda constituído por un pequeño conjunto de piezas definido por la presencia de uno o varios extremos activos de forma redondeada.
FIGURA III.166.–Tubo (Almizaraque 44).
Piezas documentadas en yacimientos de Levante y atribuidos tradicionalmente a pulverizadores, instrumentos musicales, cerbatanas o cañas para líquidos. Se sitúan cronológicamente desde el Neolítico I al Neolítico IIB, si bien es más segura su asignación al primer contexto cultural (Pascual, 1998: 94). Se documentan algunos ejemplares decorados, como el de Carigüela (en este caso, más bien se trata de una cuenta según las dimensiones, Salvatierra, 1980: 70, fig. 5.4) o el de Coves de la Mola (Soler 2002: 47) se sitúa en la primera mitad del III milenio. En Andalucía se documentan en distintos momentos del Neolítico, en Carigüela, Cueva de la Mujer, Las Majólicas, Cueva CV-3 de Cogollos Vega, Cueva de Nerja, Cueva de Murciélagos de Zuheros (Navarrete et alii, 1985: 56; Adán, 1987), Cueva de las Tontas (Torre Santana, 1984: fig. 4.d), Cueva de los Molinos (Navarrete, et alii, 1985: 55-56). Más alejados los de la Cueva de Chaves en Huesca, La Draga en Gerona o Cueva de la Vaquera en Segovia (Martí et alii, 2001: 62). Las piezas de Almizaraque corresponden en un caso a un tubo corto, con huellas de fuego y en el otro a una pieza inacabada, esta última más próxima a las estudiadas en L’Or (Martí et alii, 2001: 45-48). No puede precisarse la cronología de estas dos piezas, pero podrían ser más próximas al Calcolítico que a las fases más antiguas del yacimiento.
Placa Con este término tan ambiguo, pueden denominarse piezas heterogéneas con una morfología redondeada y sección plana. Se trata de cuatro piezas, tres de ellas localizadas entre los materiales de Jautón y la cuarta en Almizaraque. Las tres piezas de Jautón están realizadas en hueso y la de Almizaraque en concha. Por lo que respecta a la pieza localizada en la estructura 40 de Almizaraque, se trata de una valva plana de Pecten jacobeus con abrasión marina, que se podría interpretar como materia prima para la obtención de adornos, si bien su tamaño es sensiblemente mayor que los relacionados con matrices para cuentas discoidales (como los observados en Cueva Jabonera de Totana). Una de las placas de Jautón es una pequeña pieza redondeada muy delgada (0,15 cm de espesor) y unos 5cm de diámetro. En el fragmento conservado pueden observarse dos perforaciones perimetrales, posiblemente continuadas a lo largo del contorno de la pieza.
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FIGURA III.167.–Recorte sobre cráneo (Jautón 5).
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Las otras dos placas de Jautón 5 no presentan perforación y sus características parecen determinar un recorte de cráneo, posiblemente humano. En el Valle del Ebro se documentan algunos ejemplos megalíticos (Rodanés, 1987: 130). En Levante se documentan 2 piezas como estas sobre cráneo, una indeterminada y otra sobre ovicáprido. Corresponden al Neolítico I de Or y se han localizado también en contextos megalíticos portugueses (Pascual, 1998: 172). Las de Vera podrían ser algo posteriores, pero hay que hacer constar a este respecto la determinación en Arene Candide de otros dos discos sobre cráneo humano que fueron relacionados con prácticas de trepanación (Bernabo Brea, 1946: 238). Lámina con escotadura Piezas planas y redondeadas con entalles proximales y/o mesiales, realizado sobre diáfisis. Algunas son descritas como ídolos, pero han sido clasificadas en este apartado por carecer de rasgos antropomórficos claros. Es difícil separar este tipo de los alfileres de cabeza destacada, lo que ya indicó García del Toro (1986). Se documentan en Terrera Ventura (Gusi y Olaria, 1991: 178.2 y 178.5), en El Chorrillo (Ayala, 1985: 2332), algunos poblados de Ceheguin (Salmerón y Rubio, 1995) y en El Trasvase de Lorca (Ayala, 1985: 23-32) o Caravaca de la Cruz (Ayala, 1981). En los Blanquizares de Labor, algunas formas son muy próximas a las definidas como botón simple, si bien la forma de estos es asimétrica y presenta más de un área de escotadura (Almagro Gorbea, 1973: lám. VI).
Alisador Sobre Asta Son piezas hendidas y redondeadas sobre varillas de asta principal de ciervo o sobre luchadera. La técnica más probable de extracción es el ranurado y posterior abrasión con regularización del interior en los casos en los que la curvatura precisa un leve vaciado. El perímetro completo de la pieza suele estar abrasionada. En conjunto puede hablarse de cierta simetría, con la anchura máxima localizada en el área mesial. Los extremos proximal y distal están en ambos casos redondeados, pero presentan morfologías diferenciadas. Se documentan en el área circundante en El Prado de Jumilla (Jara, 1991-92: 58) y en Terrera Ventura (1991: fig. 170.2). Son abundantes en el área levantina, donde corresponden a niveles Calcolíticos (Pascual, 1989: 63-66), si bien se conocen en contextos neolíticos en otras áreas (Asquerino, 1986: fig. 13).
FIGURA III.169.–Alisador sobre asta (Almizaraque 19).
FIGURA III.168.–Lámina redondeada con escotaduras (Almizaraque 48).
Sobre Diáfisis Son diáfisis hendidas, generalmente de macrofauna, cuya área activa está redondeada y muy pulida. Han recibido este nombre, piezas biseladas en un plano diagonal al eje longitudinal, con punta roma y sobre soporte de diáfisis (Paço, 1960). Gema Adán lo describe como un útil biselado por el uso, pudiendo utilizar como soporte, costillas, húmero, fémur o asta 188
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(1997: 46). Para Vento Mir se trata de una pieza con extremo útil redondeado y muy pulido, biselado en ocasiones (1985: 48). Fuera de Vera se documentan, en primer lugar en la Zona IV en Terrera Ventura (Gusi y Olaria 1991: fig. 176), algo más alejados los yacimientos granadinos como la Cueva de Carigüela de Piñar (Navarrete, 1976: lám. CXVIII.11), o en CV-3 de Cogollos Vega (Navarrete, et alii 1989: fig. 17.89) en Levante se documentan durante toda la secuencia (Pascual, 1998: 69). También fueron documentados por Paço en Vila Nova de San Pedro (1960: fig.1.9).
FIGURA III.171.–Bruñidor (Almizaraque 19).
La segunda variante corresponde a pequeños bastoncillos de concha cuya abrasión marina configura un área de trabajo similar a veces levemente modificada intencionalmente. Se conservan también entre el material asignado a Almizaraque. Percutor La definición del tipo se basa en la existencia de marcas de uso en el extremo distal del útil. Marcas como son el piqueteado, esquirlado y embotado. Rodanés los incluye dentro de los útiles redondeados o romos (1987: 117), mientras que otros autores los denominan retocadores, pasando a englobár la categoría de los biselados (Adán, 1997: 46). Se trata de percutores directos o interpuestos realizados en asta o en huesos fuertes. Son más abundantes en el Paleolítico Superior, pero persisten en el Neolítico decreciendo en la fases posteriores a esta. En otras zonas de Andalucía podemos encontrarlos en Córdoba en la Cueva de los Mármoles (Asquerino, 1986: fig. 12.524).
FIGURA III.170.–Alisador sobre diáfasis (Garcel).
Bruñidores Este término se utiliza con distintos criterios según los autores y en general suele resultar confusa su diferenciación de otros tipos. Se ha llamado bruñidores a útiles mínimamente modificados realizados sobre costilla con los extremos biselados; o bien a útiles monobiselados en los que el área de trabajo supera el extremo distal. En el primer caso surge la confusión con las espátulas y en el segundo con los alisadores. Hemos optado aquí por asignar el término a piezas diferentes a los dos tipos anteriores. Nuestros bruñidores son piezas caracterizadas por una pequeña superficie activa redondeada, a diferencia de las espátulas y alisadores en los que las áreas de trabajo son mayores y de tendencia longitudinal. Encontramos dos variantes, en primer lugar las piezas sobre diáfisis de las que en la Cuenca de Vera sólo hemos localizado una en Almizaraque y otra en el área circundante en el Cerro de las Canteras de Vélez Blanco (Maicas y Papi, 1996). 189
FIGURA III.172.–Percutor (Encantada I).
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GRUPO
REDONDEADO
subtipo
TIPO
Datos
A.asta
A.hueso
11,66 12,43 11,63 11,10 10,78
10,40 12,97 11,93 11,33 10,65
Alisador
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial
Bruñidor
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial
4,37 0,60 0,60 0,48 0,50
Lámina de escotaduras
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial
7,38 1,20 0,65 0,30 0,30
Percutor
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial
1,90
Placa
Longitud máxima Anchura máxima Anchura mesial Grosor máximo Grosor mesial
0,23
TABLA III.29.–Medidas de Redondeados (valores medios).
3.3.9. Múltiples Objetos en los que se han reconocido varios atributos indicadores de más de un tipo, por lo que se presupone que han tenido varios usos (poliútiles). En realidad el número de estas piezas debió ser sensiblemente superior, pero no siempre es fácil detectarlos. Campana, entre otros autores, recoge ejemplos de estas piezas polivalentes, como es el caso de perforadores de cuero usados también como pasadores de fibras en el trabajo de cestería realizado por indios de Norte América (1989: 54) El uso de un punzón hendido o facetado como espátula pudo ser frecuente, pero sólo se ha constatado cuando las facetas de trabajo eran claras. Estas facetas no siempre se localizan en los extremos opuestos del útil, sino que pueden estar muy próximos dentro del área distal, como es el caso de un hendido localizado entre los materiales de Lámpara 3 (1984/160/227). Dentro de este concepto definido por la existencia de más de un área funcional podrían incluirse los útiles-colgantes, documentados ya en el Magdaleniense, como es el caso de colgantes de azagaya y de punzón (Cano Herrera, 1977). Quizá el asta decorada de El Arteal (Cuevas de Almanzora, Almería) tenga unas 190
FIGURA III.173.–Metapodio hendido de Ovicáprido (Almizaraque 48).
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connotaciones similares a estas piezas, pero en cualquier caso se trataría de una herramienta con posibilidad de ser transportada o guardada “colgando” y no un adorno con forma de útil.
3.3.10. Matrices y piezas inacabadas Hemos localizado una treintena de piezas destinadas a la elaboración de objetos que no llegaron a terminarse. Sus características son muy variables utilizando como materia prima tanto el hueso como la concha o el asta. En los casos que ha sido posible se han relacionado con el grupo al que estarían destinados. En hueso destacan las matrices para la obtención de posibles apuntados como es el caso de fíbulas de suido o metapodios hendidos. También una pieza de Almizaraque presenta recortes en forma triangular cuyo destino se nos escapa. Sobre concha conservamos valvas abrasionadas que no llegan a la perforación y fragmentos destinados a la preparación de cuentas, como es el caso de Cueva Oscura, Cabezo de María o ya en el área IV las cuentas discoidales sobre concha de Cueva Jabonera, o las conocidas de Los Toyos. En asta se documentan piezas de difícil determinación, así como lengüetas obtenidas del asta principal. Corresponden en la tipología francesa al Cahier V fichas 2.2 y 2.3. Gema Adán utiliza el término lámina (1997: 46). Esta autora lo define como “pieza ósea cuya extremidad
distal presenta un borde romo y un fuste recto cuya anchura es menor de 1 mm y su grosor no alcanza los 2 mm. Puede realizarse sobre diáfisis de hueso o cuerna” (1997: 46). El término lengüeta que se utiliza frecuentemente en los conjuntos paleolíticos puede ser el más preciso en este caso. La distribución espacial y cronológica de estas piezas es muy amplia y su variabilidad hace ineficaz la búsqueda de paralelos, salvo en casos mejor definidos como los de las cuentas discoidales de Levante (Pascual, 1998: 117) o los metapodios hendidos de áreas próximas como es el caso de los documentados en Granada en el Neolítico Medio (Salvatierra, 1982: 44 fig. 1.2) o en Levante desde el Neolítico I (Pascual, 1998: 107).
3.3.11. Indeterminados Fragmentos de objetos que no pueden ser asignados con seguridad a ninguna de las familias establecidas en los apartados anteriores. Hemos intentado reducir al mínimo este inevitable apartado, en el que no obstante figuran 14 piezas. Así mismo podríamos indicar aquí la presencia de coral en Almizaraque; aunque no podemos por las características de los fragmentos observados, aventurar su carácter. La presencia de coral para la realización de pequeñas piezas de adorno está documentada en algunos yacimientos del Próximo Oriente (Pardo, 2001: 39).
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CAPÍTULO IV
ANÁLISIS DE RESULTADOS Y CONCLUSIONES
4. ANÁLISIS DE RESULTADOS Y CONCLUSIONES Ciencia es deshechar una bonita teoría por un asqueroso dato. T. H. HUXLEY
ANÁLISIS DE RESULTADOS Y CONCLUSIONES La revisión de los materiales directos con el fin de estudiar los periodos propuestos, además de permitir constatar la relevancia de la industria ósea del Sureste, ha proporcionado algunas sorpresas en la periferia del tema elegido. La revisión de los materiales y documentación de Almizaraque, nos permitió conocer la existencia no ya sólo de conjuntos muy posteriores en el tiempo (romanos y visigodos), sino también paleolíticos que fueron mencionados y dibujados por Siret. Así mismo, entre los fondos inéditos del MAN existe un buen número de materiales que permiten reconsiderar otros yacimientos ya conocidos. De este modo, yacimientos tan emblemáticos de la Edad del Bronce peninsular como El Oficio y El Argar, tienen materiales neolíticos entre sus fondos fuera de contexto. Los hermanos Siret ya mencionan el término neolítico al hablar de las piezas localizadas fuera de las tumbas (Siret, 1890: 146), si bien consideran que se trata de piezas localizadas en otros lugares y recolectadas por los argáricos, lo cual no deja de ser posible en casos aislados, pero es proporcionalmente más improbable a medida que aumenta el volumen de materiales “antiguos”. Como constatan Alberto Lorrio e Ignacio Montero en un reciente estudio, las reutilizaciones de sepulturas funerarias en el Sureste son continuas y abarcan un periodo muy amplio adentrándose en fechas históricas, incluso medievales (2004: 99 a 116). Entre los materiales conservados del yacimiento de Las Palas La Era, aparecieron fragmentos impresos a
peine e incisos alternando con bandas bruñidas, de aspecto claramente relacionable con el campaniforme, pero a juzgar por el resto de materiales que acompañaban a estas cerámicas decoradas nos encontrábamos ante contextos neolíticos (Neolítico Antiguo en el sentido que aquí hemos considerado), muy similares a las de La Carigüela (Pellicer, 1964: lám. III.3 y IV.1). Todo esto nos hace valorar el interés que suscita la revisión de colecciones antiguas, permitiéndonos disponer de un conjunto más completo de objetos del que disponían los investigadores anteriores, nuevos puntos de vista y en algunos casos, nuevos métodos y medios.
4.1. ASPECTOS ECONÓMICOS
4.1.1. En el paisaje del pasado La distribución en 4 zonas que inicialmente propusimos configura dos sectores aparentemente predominantes frente a los otros dos. La abundancia de yacimientos en la Zona I (desembocadura del Almanzora, Aguas y Antas) puede deberse a varios factores, entre los que destacaría la presión demográfica y especulativa de fechas recientes, pero también el hecho de ser el área en la que vivió Siret y ello facilitó sus investigaciones directas y las “aportaciones” de quienes le conocían, esto es, un mayor número de piezas para su colección. La zona IV (arco en torno a la Cuenca de Vera) también es lógico que se vea suprarrepresentada por corresponder a una superficie de terreno mucho mayor. A tenor de los datos con que contamos actualmente, el paisaje neolítico y el paso al Calcolítico se configura en la Cuenca de Vera por la presencia de pequeños asentamientos dispersos en forma de granjas y aldeas, con la posible aparición de algún poblado de mayor entidad, como podría ser Las Pilas en Mojácar (Fernández-Miranda, 1992: 250), en algún caso con posibles relaciones de dependencia como la observada entre Cuartillas y Raja de Ortega (FernándezMiranda et alii, 1993: 78).
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04. Cap. 4 Analisis.qxp
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Muchos de estos asentamientos, hoy alejados de la costa, se encontraban entonces más cerca de mar abierto o en el tramo final de un río en parte navegable hacia el interior (Hoffmann, 1988: 29-45). En general se aprecia su ubicación en pequeñas elevaciones amesetadas para evitar posiblemente las crecidas de los ríos, observación ya realizada por Siret al estudiar el emplazamiento de Tres Cabezos (Siret, 1890: 29-30) y que puede explicar igualmente otros casos, como por ejemplo el de Arteal.
FIGURA IV.1.–Distribución de los yacimientos de las zonas propuestas.
elegida para establecer estas primeras concentraciones de población. El proceso de sedentarización documentado a través de la presencia de silos, tinajas, estructuras no perecederas, etc. (Román, 1998: 35-54) es índice de una progresiva implantación sobre el terreno, plasmada en un aumento de los asentamientos hacia el Calcolítico. La fase Campaniforme presenta por el momento poca significación. El mayor conocimiento que se tenía de los yacimientos funerarios, gracias a la obra de Georg y Vera Leisner, parecía ofrecer un panorama desequilibrado respecto a la ocupación del terreno. A través del conjunto de la colección y sólo como primera aproximación, la proporción entre lugares de hábitat y de enterramiento es similar y repetida en las distintas áreas con pocas variaciones. La única discrepancia podría darse en el caso de la Zona II, pero dado que es la peor documentada creemos que no debe dársele mayor relevancia a este aspecto. El estado actual de la información sobre las zonas propuestas, se ha visto incrementado en los últimos años por la realización de prospecciones y excavaciones de urgencia. Desgraciadamente estos trabajos no pueden en muchos casos profundizar en el estudio de las nuevas referencias documentadas, por lo que engrosan un ya numeroso contingente de indeterminados.
El gráfico de distribución de yacimientos (Fig. I.2), muestra grandes espacios vacíos entre los ríos de la Depresión de Vera. Los yacimientos conocidos son costeros o se ubican en las proximidades de los tres ríos. En su manuscrito inédito sobre la Prehistoria de Cuevas, Siret consideraba que esta zona estaba bastante poblada, como comenta en la página 18 del manuscrito: “... otras muchas [casas] existen seguramente en todos los llanos que rodean la vega del Almanzora, pero es muy difícil descubrirlas a simple vista”.
FIGURA IV.3.–Distribución por tipos de yacimiento y zonas.
FIGURA IV.2.–Distribución de yacimientos de habitación y enterramiento por zonas.
A través de los restos materiales recuperados y de los pocos análisis realizados hasta la fecha, se puede inferir que nos encontramos en una buena zona para el cultivo y por ello no es de extrañar que fuese el área
Entre los tipos de asentamientos, el aparente predominio de los poblados se debe a la atribución directa a este término “tradicional” por parte de muchos autores, aún cuando se trate de lugares de habitación de dimensiones muy limitadas. En este paisaje de la Prehistoria de Vera, el aporte del sector animal tuvo que ser importante, ya que supone un factor clave para la obtención de variados recursos en el seno de una economía preindustrial. Los animales proporcionaban directamente fuerza para el transporte y arrastre. Las pieles, lana y pelo prensado son importantes en el sector de la indumen-
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taria. La carne para alimento directo y mediante procesos de salado, ahumado y adobado, alimentos de reserva. La sangre se puede utilizar en el consumo alimenticio, pero también tiene un valor simbólico y es frecuentemente utilizada para la elaboración de colas y pigmentos. La leche para consumo directo o elaboración de productos secundarios. Conchas y huesos son materia prima para herramientas y adornos, ya tengan valor utilitario o sean además, símbolos de grupos o individuos, además el hueso y la concha una vez molidos pueden utilizarse como desgrasante para la cerámica, o para la preparación de sencillas recetas medicinales. Cerdas y tendones se emplean para coser. La lista es sin duda muy amplia, pero la que podemos comprobar es sensiblemente menor. Entre los materiales más próximos a los que aquí estudiaremos está la vaina cornea, muy utilizada en distintas sociedades preindustriales como recipiente (García Medina, 1987; Barba Rueda, 1985; Owen, 1993), dado que es relativamente fácil de trabajar. Pero es un material que se descompone rápidamente y por ello no llega a nosotros. Por lo que respecta a los taxones representados, podemos decir que a partir de los análisis de fauna disponibles y de los materiales observados directamente, se aprecia un predominio de los ovicápridos, seguidos por suidos y bóvidos, si bien atendiendo al peso estos últimos se colocan generalmente en cabeza. En este sentido la industria ósea se distancia de la composición general de la fauna como veremos más adelante. Entre los restos observados directamente hay un predomínio de costillas, húmeros, vértebras y otras porciones especialmente cárnicas. Es muy improbable que Flores pudiera recoger todos los fragmentos óseos que encontraba, pero sí nos parece significativa la diferen-
cia que apreciamos entre los diversos conjuntos, todos excavados por él. Como indican los especialistas, los análisis se realizan con un bajo número de restos (Castaños, 1993: 82-83) por lo que habrá que esperar a un aumento de trabajos en este sentido que permitan afianzar los datos actuales. Los distintos análisis de fauna publicados para esta zona, fueron recogidos por Castro et alii en el histograma adjunto (1999: 129). La actividad cinegética queda atestiguada por la presencia entre los restos de fauna de ciervo, caballo, jabalí, algunos carnívoros, lagomorfos y aves, esencialmente. La actividad pesquera está poco clara en estas primeras fases de la Prehistoria Reciente. Tenemos pocos datos al respecto, ya que los restos óseos de los peces son de difícil conservación, (Arteaga et alii, 2000; Maicas y Román, 2001) pero es importante resaltar la posición litoral de yacimientos que hoy se encuentran en el interior, como es el caso de Almizaraque, lo que debería plantear la revisión de este sector. La recolección de moluscos tampoco está exenta de problemas, ya que muchos de los restos malacológicos, presentan una abrasión natural o la acción de litófagos, lo que indica su recogida en la playa una vez muerto el individuo y por ello descartando un fin alimentario. Además, las especies elegidas son inadecuadas para el consumo directo, como es el caso de uno de los taxones más repetidos: Glycymeris sp. (Ruiz Parra, 1999: 361-387). La existencia de cañadas que unían el curso alto del Río Almanzora con las tierras bajas, propiciaría uno de los medios de comunicación frecuente entre las distintas zonas propuestas. Durante el Neolítico, la información que tenemos sobre los restos de fauna podemos considerar que es
FIGURA IV.4.–Representación porcentual del peso de los restos óseos de macromamíferos durante el Calcolítico (según Castro, et alii 1999: 129).
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aún escasa, por lo que resulta difícil valorar el papel económico que desempeñaba. Tampoco es sencillo valorar el porcentaje recuperado para cada yacimiento de los excavados por Flores y Siret, pero, teniendo en cuenta las consideraciones ya comentadas a este respecto, parece tratarse de conjuntos pequeños. Así pues, podemos decir que entre los materiales conservados de Huerto de los Naranjos, Las Palas-La Era, Palomas, Raja de Ortega, Rutilla, Cueva Oscura o Diana, prácticamente no hemos encontrado restos óseos. Por lo que respecta al asentamiento más grande de los estudiados para esta fase, El Garcel, nos permite algunas precisiones. De las cerca de 20.000 piezas conservados con referencia a este yacimiento, sólo 400 corresponden a restos de fauna y de ellas únicamente un centenar es de vertebrados. Los restos identificados presentan la composición observable en la tabla. Vertebrados
NR
%
Ovicápridos
31
55,3
Bos taurus
13
23,2
4
7,1
Suidos Canis familiaris
1
1,8
Cervus elaphus
6
10,7
Oryctolagus cuniculus
1
1,8
56
100,0
TOTAL
TABLA IV.1.–Vertebrados identificados en El Garcel.
Pese a la existencia de un posible sesgo en los materiales de las excavaciones antiguas, el panorama no parece muy diferente en los de reciente excavación (Cerro Vitud, Cuartillas, Cabecicos Negros). La escasez de fauna en los asentamientos neolíticos y la poca potencia estratigráfica observada en lugares como Cuartillas, lleva a suponer una presencia efímera en los mismos (Fernández Miranda et alii, 1986: 35). El panorama durante el Calcolítico parece modificarse muy lentamente. Los estudios recientes sobre la fase calcolítica de Gatas hablan de restos muy escasos, con presencia de ovicápridos, suidos y cérvidos (Castro et alli, 1999: 128). En Almizaraque los restos de fauna suponen entre el material asignado a estructuras un 18% del total de restos recuperados, si bien la proporción entre ellos de los restos malacológicos es muy alta. Zájara presenta un 40% de fauna entre los restos conservados. Pese a la importante presencia de moluscos en el conjunto y a no poderse determinar cuales corresponden a las fases neolíticas y cuales a las calcolíticas, creemos que el Calcolítico tenía una mayor potencia estratigráfica, a tenor de los materiales conservados. La representación de las diferentes especies indica nuevamente el predominio de los ovicápridos, destacando ya la presencia de caballo. Como decíamos más arriba, la industria ósea no se adapta exactamente a la distribución de la fauna dedu-
cida de los análisis de biomasa, aunque si se aproxima más al Número de Restos. Como ya señaló Henriette Camps-Fabrer, para un amplio marco mediterráneo, las especies más utilizadas en la elaboración de útiles son los ovicápridos, seguidos por bóvidos, lagomorfos, suidos, cérvidos, otros rumiantes y carnívoros y finalmente aves (1979: 17-22). En la zona estudiada se puede asumir perfectamente la primacía de los ovicápridos, pero el resto de la ordenación resulta más conflictivo. Los bóvidos se utilizan para la elaboración de objetos de hueso de forma esporádica. La distancia entre uno y otro grupo puede ser mayor aún, si pensamos que la mayor parte de los sólo determinados como mamíferos de talla media debe corresponder a ovejas y cabras. Los siguientes taxones utilizados en la elaboración de la industria ósea de Vera, corresponden a cérvidos y suidos, siendo muy inferior el resto de taxones representados. Dejando aparte a los mamíferos, otros grupos son dominantes en la muestra, como es el caso de los bivalvos y gasterópodos. Esta suprarrepresentación se ve favorecida por una más fácil identificación, al corresponder a objetos de bajo índice de transformación, frente a lo que ocurre en un buen número de tipos sobre soporte óseo, cuyas transformaciones hacen muy difícil reconocer la porción anatómica utilizada. La existencia de especies hoy ausentes en el medio se ha esgrimido como soporte de teorías basadas en un Calcolítico muy diferente al actual, pero la valoración del registro faunístico admite otras lecturas (Morales, 1990: 247-272) y son ya diversos los estudios medioambientales, que dan como resultado un panorama progresivamente tendente a la aridez, a causa de un cambio climático y de una fuerte acción antrópica, especialmente destacable en las zonas bajas y en menor grado en la Sierra (Castro, et alii, 1999: 16-20). La presencia de especies extintas, no sería incompatible con un paisaje como este, siempre que la sobreexplotación no hubiera mermado los humedales y relegado la vegetación autóctona.
4.1.2. Artesanía sobre el material óseo Para el estudio de estas etapas y áreas es reiterada la referencia a Die Megalithgraber der Iberischen Halbinsel: Der Süden (Leisner, 1943), pero dadas las discrepancias observadas entre dicho trabajo, la documentación del Archivo Siret y los materiales conservados, consideramos conveniente realizar una revisión acudiendo directamente a las fuentes originales. En materiales más fácilmente individualizables, como pueden ser puntas de flecha, cuchillos, hachas, ídolos o metales, las discrepancias pueden considerarse menores, pero en la industria ósea son importantes. La reiteración de las citas al trabajo de G. y V. Leisner, el grado de fragmentación de la colección sobre materia orgánica
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NOMBRE
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época
Restos Óseos
NR
TOT
ALMIZARAQUE 01
NR-CL CL
Ovicáprido Canis Lagomorfo Suido Avis Glycymeris Cerastoderma Patella Columbella Conus Luria Helix Murex Tellina Turritella
450
782
ALMIZARAQUE 02
NR-CL CL
Vertebrado Carnívoro Conus Columbella Glycymeris Luria Turritella Bucinido Murex Unio Indet
119
300
ALMIZARAQUE 03a
NR-CL
Suido Cérvido Canis Ovicáprido Ovis Bos Avis Columbella Glycymeris
20
124
ALMIZARAQUE 05
CL
Patella
1
87
ALMIZARAQUE 06
CL
Vertebrado
2
25 23
ALMIZARAQUE 07
CL?
Vertebrado
2
ALMIZARAQUE 08
CL
Ovicáprido Lagomorfo Erizo
5
42
ALMIZARAQUE 09
CL
Malacofauna
3
179
16
25
ALMIZARAQUE 10
CL?
Malacofauna
ALMIZARAQUE 11
CL
Vertebrado
2
14
ALMIZARAQUE 03b
CL?
Bos Patella Columbella
4
27
ALMIZARAQUE 04
NR-CL
Vertebrado Patella Unio
5
92
ALMIZARAQUE 12
CL
0
3
ALMIZARAQUE 13?
CL?
Vertebrado
1
4
ALMIZARAQUE 14
CL
Vertebrado
7
17
ALMIZARAQUE 15
CL
Vertebrado Malacofauna
2
30
ALMIZARAQUE 16
CL
Glycymeris Murex Luria Truncatellido Fisurelido
9
116
ALMIZARAQUE 17
CL
Bos Suido Equido Columbella Luria Cerastoderma Helix
3
54
ALMIZARAQUE 18
CL
Suido Luria Columbella Helix
13
396
ALMIZARAQUE 19
CL
Bos Ovicáprido Cérvido Suido Malacofauna
70
1.397
ALMIZARAQUE 20
CL
Ovicáprido Suido Lagomorfo Roedor Avis Unio Luria Murex Columbella Helix
20
206
ALMIZARAQUE 21
CL CF
Ovicáprido Suido Lagomorfo Roedor Patela Conus Columbella Luria Murex Bulla Helix
162
388
ALMIZARAQUE 25
NR CL
Bivalvo Suido Ovicáprido Lagomorfo Sepia Navaja Luria Conus Columbella
39
146
ALMIZARAQUE 23
CL?
ALMIZARAQUE 24
NR-CL?
Suido
ALMIZARAQUE 26
CL
Lagomorfo Ovicáprido Luria Strombus
ALMIZARAQUE 27
CL
Mesomamífero Gasterópodo
2
61
ALMIZARAQUE 28
CL
Columbella Glycymeris
2
150
ALMIZARAQUE 29
CL
Columbella Luria Bucinido
5
17
ALMIZARAQUE 30
NR? CL
Ovicáprido Lagomorfo Patella Luria Murex Glycymeris Gasterópodo Coral
75
137
ALMIZARAQUE 32
CL?
Suido Ovicápido
39
ALMIZARAQUE 33
CL
Cérvido Luria Conus Columbela Ofidio?
2 6
ALMIZARAQUE 38
CL
Bos Cérvido Patella Columbella
10
169
ALMIZARAQUE 39
NR CL CF
Bos Ovicáprido Lagomorfo Avis Gasterópodo Luria Tellina Cerastoderma
14
134
ALMIZARAQUE 36
CL?
Mesomamífero
1
4
ALMIZARAQUE 40
CL
Suido Ovicáprido Lagomorfo
42
755
ALMIZARAQUE 41
CL
Suido Canis Patella Murex
6
68
ALMIZARAQUE 42
CL?
0
11
ALMIZARAQUE 43
CL
Suido
2
143
ALMIZARAQUE 44
CL CF
Ovicáprido
1
53
ALMIZARAQUE 45
CL
Mesomamífero
1
92
ALMIZARAQUE 48
CL?
Macromamífero Ovicáprido Strombus Patella Helix Murex
45
92
ALMIZARAQUE 49/50 CL? TOTAL
0
7
1
11
11
81
0 1.181 TABLA IV.2.–Restos de fauna en estructuras de Almizaraque.
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50
19 6.570
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y la menor atención concedida a estos materiales dieron lugar a la extendida opinión de que la industria ósea en este ámbito era escasa (Acosta y Cruz Auñón, 1981: 328; Martín de la Cruz, J.C. et alii, 2000: 231). El volumen de materiales que ahora presentamos, creemos que servirá para invalidar esta visión y conlleva la necesaria reinterpretación de los datos. La realización de un inventario general del material conservado en cada estructura individualizable con industria ósea en su repertorio nos ha permitido una aproximación al contexto del yacimiento y una valoración general de la representatividad de los materiales óseos en cada conjunto. La materia Materia prima MATERIA
TOTAL
Asta Concha
PORCENTAJE
72
1,34
2.602
48,30
Diente
32
0,59
Hueso
2.646
49,12
Huevo
1
0,02
Marfil
34
0,63
5.387
100,00
Total general
TABLA IV.3.- Distribuciòn por materias.
En el total de objetos estudiados directamente, la materia prima se reparte prácticamente por igual entre los soportes de hueso y de concha, siendo muy inferiores en la representación otras materias de origen animal. La identificación del marfil no resulta sencilla cuando nos enfrentamos a piezas muy transformadas y siempre de tamaños pequeños. Sólo podemos observar con claridad, un botón de perforación en V correspondiente a La Encantada I, y un pequeño conjunto de fragmentos de las necrópolis de Purchena, a los que se uniría el botón de la Colección Siret de Bruselas perteneciente a Campos. Ahora bien, consideramos que no podemos ser concluyentes en este aspecto, ya que sin contar con métodos físico-químicos de identificación, hay un buen número de facetados, esencialmente fragmentos de varillas, que nos plantean serias dudas. Por ello, hemos preferido no asignar a este apartado aquellas piezas cuyo pequeño tamaño y/o alto grado de transformación hacían difícil la identificación. Este problema se plantea especialmente en el caso de los yacimientos funerarios de Purchena y en concreto en el grupo de Jautón, donde el elevado número de fragmentos hace muy difícil el estudio. En este sentido, será necesario esperar a futuros análisis, si bien, pensamos que los resultados no variarán sensiblemente la visión de conjunto que aquí se propone.
El inventario de piezas de marfil se amplía si contemplamos el extrarradio de Vera, donde esta materia se documenta con seguridad, ya en fases precampaniformes como ocurre en el Cerro de la Virgen de Orce (Schüle, 1980: lám. 1) y lo que nos parece también significativo, encontrando además piezas de mayor tamaño, como son la placa perforada de Millares 12 (long.= 27,5 cm, anchura = 7,3 cm y grosor = 0,5 cm) y el ídolo de El Malagón con sus 16,6 cm la parte conservada (Arribas, 1977). En la fase siguiente ya entrada la Edad del Bronce la presencia de marfil parece cobrar un mayor protagonismo tanto en Vera, como en áreas próximas (Siret y Siret, 1890; Harrison y Gilman, 1977; Fernández Miranda et alii, 1990: 351-362; López Padilla, 1998: 223). Pese a ello, todo el marfil conocido en la Península no supondría la utilización de más de 2 o 3 colmillos de elefante (Martín et alii, 1993: 35) y su comercialización en forma de rodajas no se iniciaría antes de la Edad del Bronce (Pascual 2000: 111). Respecto a la procedencia de este marfil, se considera más probable una procedencia africana, aunque los materiales siguen sin ser analizados y en este sentido, los estudios de los doctores Thomas Schuhmacher y Arun Barnerjee del Instituo Arqueológico Alemán de Madrid y Johanes Gutenberg Universitat de Mainz respectivamente, pueden proporcionar la necesaria solución definitiva. La presencia de cáscara de huevo de avestruz en la Cuenca de Vera, puede considerarse así mismo exigua. Hemos incluido en el conjunto estudiado un único fragmento de esta materia, tal vez conservado como materia prima para la elaboración de cuentas. Corresponde a una cueva de habitación (Cueva Oscura de Serón). Otro fragmento de cáscara de huevo de avestruz se localizó entre los materiales del Cabezo de María en Antas, pero al tratarse de un conjunto pequeño y muy heterogéneo no fue posible asignarle una atribución cronológica precisa. En el área IV se encuentra también en La Rambla de Huéchar y según Arribas en Millares se localizó un collar con 800 cuentas (1977). Así mismo se menciona su existencia en la Cueva de la Carigüela de Piñar, en Granada (Pellicer, 1964: 65-66). Dada la dificultad de determinar con seguridad la naturaleza de las pequeñas cuentas de Los Millares, Siret solicita la realización de análisis químicos que permitan diferenciar los materiales de concha, de los realizados sobre la cáscara del huevo de avestruz. A raíz del análisis químico, se concluye que ambos materiales quedan diferenciados por la composición de óxido de magnesio, siempre mayor del 0,5% en la cáscara de huevo de las aves y prácticamente inexistente en las conchas. Así mismo, a partir de análisis físicos obtendrá la identificación positiva de las cuentas discoidales de Millares (Siret, Manuscrito Libro de Análisis).
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En el caso de las cuentas discoidales de menor tamaño no es posible observar directamente la estructura superficial de la cáscara de huevo de avestruz, siendo necesarios este tipo de análisis.
de madera es un hecho esporádico en los conjuntos de Prehistoria peninsular, pero el empleo de acebuche está constatado en el caso del yacimiento de la Draga.
FIGURA IV.5.–Histograma de frecuencias de la distribución de materia por épocas.
Dentro de las materias mayoritarias como soporte de las industrias óseas de la Cuenca de Vera, podemos observar que la concha es mucho más destacada en los conjuntos neolíticos, como también ocurre en Levante donde la proporción de objetos sobre concha durante el NI es claramente dominante (Pascual, 1998: 213). Creemos que el peso de la industria ósea frente a otras materias estaría relacionado con la disponibilidad de madera, su principal competidora en fases preindustriales. Los escasos ejemplos de madera conservada permiten comprobar la similitud en las piezas de un mismo tipo realizadas en ambos materiales (cucharas, gradinas, peines, etc.). Los estudios sobre evolución del paisaje en la actual Almería demuestran un máximo recubrimiento vegetal entre el 7000 BP y el 5000 BP con predominio de Quercus, Olea y Pinacea. No todas las maderas son igualmente válidas para la elaboración de utensilios domésticos, por lo que presenta un especial interés la composición de los taxones dominantes en este caso. La madera de olivo es una de las más apreciadas en las artesanías de madera. Si bien el olivo no está presente en esta zona para las fases propuestas (Zohary y Hopf, 1997), el acebuche resulta una madera igualmente valida para estos usos por su adaptación a las tareas de pulimento. La conservación de piezas
A mediados del III milenio se produce una intensificación de la acción antrópica en detrimento de las especies arbóreas (Aguayo et alii, 1990; López y LópezSáez, 1994). Entre el 5000 BP y el 2000 BP, los tres taxones mencionados sufrirán un gran retroceso (Pantaleón-Cano, Yll y Roure, 1999: 20). El aumento en el uso de materiales de hueso en el Calcolítico cuando aún el metal no ha cobrado suficiente protagonismo podría relacionarse con una mayor escasez de madera, dado el retroceso del bosque. De hecho, se puede observar por comparación etnográfica, como las sociedades desarrolladas en medios carentes de suficientes árboles, tienen las más variadas industrias de soporte óseo, como ocurre por ejemplo entre los inuit. Otro aspecto importante en la posible disparidad observada entre el aprovechamiento neolítico y calcolítico estaría en la disponibilidad ganadera. Como vimos más arriba, son pocos los datos arqueozoológicos de los que disponemos para la zona y época, pero ya hemos comentado que a juzgar por los restos faunísticos conservados en nuestras colecciones, los restos animales son muy escasos en los yacimientos antiguos, aumentando progresivamente hacia el Calcolítico. Finalmente la elaboración de un conjunto de objetos de gran calidad se ve facilitado por la utilización de herramientas metálicas, que permiten mayor precisión.
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Algunos autores han señalado el valor intercambiable de las diferentes materias como soportes de un buen número de tipos (Owen, 1993: 8), si bien esto es cierto en algunos casos, en la mayoría, el uso de la materia está en función de las necesidades que determine el objeto y en su adecuación al soporte. Como ocurre con el material lítico, también se documenta la reutilización de objetos entre los conjuntos de industria ósea. Las matrices se documentaron en la recogida de datos con entrada doble en el campo de grupo si era posible identificar el producto final resultante, además de su carácter de matriz. En la tabla adjunta, se refieren únicamente aquellas piezas cuyo grupo final no ha podido ser determinado. Debió ser muy frecuente la existencia de “poliútiles” si bien esto no es fácil de documentar. En los casos detectados hemos consignado el carácter de múltiples GRUPO ANTROPOMORFO APUNTADO BISELADO CONTENEDOR DECORADO DENTICULADO PERFORADO REDONDEADO MÚLTIPLE MATRIZ INDETERMINADO TOTAL GENERAL
Asta
tante también el uso de suidos en Almizaraque. Respecto a la utilización de las distintas especies, cabe destacar la presencia esporádica de carnívoros, como vemos en diversas estructuras de Almizaraque, pero también en estructuras funerarias como la de Lámpara 3. Ovicápridos, suidos y cérvidos son utilizados para la elaboración de piezas muy diferentes, frente a taxones que sólo son usados en un tipo concreto, como es el caso de algunos gasterópodos, ya que sus condicionamientos anatómicos propician esta circunstancia. En otros casos, como es el de los bóvidos, la baja representatividad puede explicarse en tratamientos que han imposibilitado una identificación específica y quedan por ello englobados en el apartado de macromamíferos sin especificar, pero no obstante su número parece significativamente bajo. La valoración diferenciada entre las distintas especies utilizadas deberá depender de su accesibilidad,
Concha
Hueso
15 14 18 13
2.464 5 1 1 1
139 2.060 47 7 1 26 309 12 33 6 6
72
2.602
2.646
21 16 12 11 12
1 129
Marfil
otros
Total general
24
25
14
12 14
16
12
139 2.131 53 148 2 30 2.781 32 38 15 18
34
33
5.387
TABLA IV.4.–Distribución de los grupos por materia.
de las piezas estudiadas. Para los materiales líticos, son más abundantes los estudios funcionales que permiten documentar el empleo paulatino de la misma pieza sobre materias diferentes (Sidéra, 1993: 151), demostrando un carácter poco especializado. En el conjunto estudiado, hemos podido documentar la existencia de útiles múltiples, si bien existiría un mayor número cuya identificación resulta más compleja. El grado de fracturación observado en algunos yacimientos funerarios es muy alto. Este hecho es especialmente significativo en aquellos que han sufrido una importante alteración térmica. En casos como el de Llano de Media Legua o Jautón 5, el subgrupo de facetados presenta un índice de fracturación superior al 90%. Estos conjuntos están formados por un número muy alto de fragmentos mesiales, bastante alterados y por ello difíciles de asignar, calcular y sistematizar. La presencia mayoritaria de fragmentos mesiales es explicada por Pascual en la mayor vulnerabilidad de los extremos (2002: 158). Como decíamos más arriba, dentro de las especies utilizadas destacan los ovicápridos, siendo muy impor-
en el caso de los útiles; siendo este factor menos importante en aquellos objetos que indiquen una valoración no meramente práctica. En el caso de piezas especiales como son los “ídolos falange” y de los oculados, vemos que se utilizan indistintamente tres claramente domésticas (Bos, Ovicápridos y suidos), pero también caballo y ciervo. Gusi y Olaria indican así mismo la utilización de cabra silvestre en Terrera Ventura (1991). Por lo que respecta a la malacofauna, la oferta del medio es aprovechada de modo desigual, unas especies, presentes en el registro, no parecen interesar para la elaboración de objetos y otras se utilizan muy raramente. Así en el primer caso tenemos por ejemplo Mytilus sp, presente entre los restos de fauna, pero nunca perforados o visiblemente utilizados; como si lo son en otros contextos, como el Mesolítico y Neolítico del sur de Francia (Camps-Fabrer, 1991: IV.1.4). En el segundo tendríamos el Murex sp muy abundantes en relación a su utilización. Los trabajos de Camps-Fabrer ya indicaban, que metapodios y tibias son los soportes más utilizados
200
ANTROPOMORFO APUNTADO
15 28
2
8
1
BISELADO
27
12
37
6
120
1
12
12
46
12
53
1
1
5
148
4
6
2
1
170
12
3
1
2
3
4
4
4
1
MATRIZ
5
1
INDETERMINADO
3
TOTAL GENERAL
19
15
MÚLTIPLE
123 1419
17
9
1
262
18
164
100 1182 2131
2 2
3
1
3
7
1
13
552
32
2 103
613
15
325
30
479 2781 7
32
18
38
8
15
12
18
1 1
114
Total General
5
DENTICULADO
REDONDEADO
INDETERMINADO
11
1
542
139
19
1
1
164
33
424
8
95 1295
4
68
DECORADO
PERFORADO
SUIDO
OVICÁPRIDO
OTROS
2
6
CONTENEDOR
MESOMAMÍFERO
MACROMAMÍFERO
LAGOMORFO
GASTERÓPODO
ESCAFÓPODO
ÉQUIDO
CÉRVIDO
CEFALÓPODO
Página 201
CARNÍVORO
AVE
GRUPO
20:12
BÓVIDO
10/12/07
BIVALBO
04. Cap. 4 Analisis.qxp
113 1769 5387
TABLA IV.5.- Distribución de grupos por taxones.
BOVINO
1
4 26
8
3
3
29
ÉQUIDO
1
1
HUMANO
17
1
9
17
32
116
6
12
19 2
1
OVICÁPRIDO
1
13
11
1 4
2
43
3
5
80
1
180
346
27
PROBOSCIDIO
34
34
SUIDO
1
MESOMAMÍFERO
1
13
MACROMAMÍFERO
1
19
VERTEBRADO
2
18
1
5
54
5
26
8
2
29
2
Total General
COLMILLO
2
2
LAGOMORFO
TOTAL GENERAL
DEFENSA
FALANGE
MATAPODIO
CALCÁNEO
FÍBULA
TIBIA
FÉMUR
15
CARNÍVORO CÉRVIDO
ULNA
RADIO
Por lo que respecta al aprovechamiento de dichos soportes, pese a las limitaciones impuestas por la colección, podemos constatar al menos, algunos casos de aprovechamiento intensivo, como es el de los hendidos. Como es bien sabido, se pueden obtener 4 apuntados de un metapodio hendido longitudinalmente, todas las porciones resultantes se han podido documentar en el conjunto estudiado, como parecía
HÚMERO
COSTILLA
ESCÁPULA
CRÁNEO
LUCHADERA
CUERNO
CANDIL
GRUPO
ASTA PRINCIPAL
en la industria sobre hueso, durante el Neolítico, Calcolítico y Bronce (1979: 17-22); e incluso en el mundo romano, con información más pormenorizada, esta preferencia parece continuar (Pascual, 2000: 108). Puede considerarse que se trata de una selección lógica dadas las características de dichos huesos, con diáfisis de estructuras gruesas y compactas.
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2
TABLA IV.6.- Soportes anatómicos sobre vertebrados.
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15
2
63
1
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32
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lógico esperar, pero no siempre ocurre, como se ha observado en otros yacimientos (Martín Socas, et alii 2004: 178). Por edades, si bien no puede hacerse una valoración global, si podemos hacer constar la presencia de piezas realizadas sobre huesos de animales jóvenes, como demuestra la presencia de útiles que conservan el área articular sin fusionar o en trance de fusión. Corresponden al grupo de apuntados y de antropomorfos. Se encuentran tanto en yacimientos de habitación como de enterramiento. Proporcionalmente llama la atención su presencia en los enterramientos del grupo de Purchena. Otras materias Aún no pudiendo contar por el momento con análisis químicos que permitan identificar con exactitud la naturaleza de las substancias añadidas o conservadas en la superficie de los objetos óseos, es interesante indicar algunas observaciones al respecto. La presencia de restos de ocre en los objetos óseos es un hecho frecuente, pero como se desarrollará más adelante, en el interior de algunos moluscos se han documentado restos de posibles colorantes y betún. Así mismo, en la superficie externa de algunos gasterópodos de Almizaraque y Jautón 5b (dentro de la Cuenca de Vera), así como de Millares 6 o Terrera Ventura (en la zona IV) se han observado cubiertas de color ámbar, en ocasiones cuarteadas y parcialmente desprendidas. Podría tratarse de una resina, aunque será necesario analizarla para poder asegurar su naturaleza. En cualquier FIGURA IV.6.–Detalle de la caso se trata de una cubiercubierta externa de un conus ta aplicada en el exterior de Almizaraque 39. por lo que podría suponerse un carácter no práctico, tal vez con intención de potenciar la coloración natural de la concha, si bien, desconocemos otros paralelos que puedan ayudar a determinar el propósito de esta película de “barniz”. Útiles para la elaboración de la industria ósea Relacionados con el trabajo de la materia ósea tenemos un buen número de objetos, si bien raramente su uso puede considerarse exclusivo. Diversos autores han realizados experiencias que reconstruyen los procesos tecnológicos de elaboración de objetos óseos atendiendo de forma específica al instrumental requerido; si bien la experimentación con elementos metálicos es sensiblemente menor (Liesau, 1992: 27-31). Hachas metálicas fueron necesarias para cortar con precisión algunas diáfisis, dada la dureza que pre-
senta el hueso. En ocasiones se han observado cortes limpios, preparados por ranurado que requieren un útil afilado y con peso suficiente para desprender la epífisis. Este sería el caso de de los radios de Bos utilizados como soporte de algunos oculados de Almizaraque, donde también se documenta la presencia de estas hachas metálicas. Hachas y hachitas de piedras duras pueden ser empleadas en las labores de percusión controlada y hendido. Mirando sólo los ámbitos domésticos, podemos encontrarlas en Almizaraque, Arteal, Cuartillas, Diana, Loma de la Espesura, El Garcel, Huerto de los Naranjos, Cabecicos Negros-El Pajarraco, Cueva Oscura, Las Palas-La Era, Barranco de las Palomas, Loma de la Rutilla y Tres Cabezos. Cinceles de piedra y hueso se utilizan para extraer varillas de asta tras un ranurado previo. Encontramos cinceles en Almizaraque, Cuartillas, Garcel, Gerundia, Llano de Mayor, Palas-Era, Llano del Pedregal, Loma de la Rutilla, Tres Cabezos, así como en yacimientos funerarios en los que su presencia no tiene que resultar extraña ya que puede interpretarse como ajuar relacionado con las labores que el muerto realizaba en vida. Lascas sin retocar se pueden utilizar con distintos fines; su presencia es obviamente generalizada (Hampton, 1999: 38), pudiendo destacar en Vera la relación que se ha indicado con respecto al trabajo de soportes de concha (Camalich et alii, 1999: 333). Los cuchillos con o sin retoque son otros instrumentos frecuentemente citados en la elaboración de objetos óseos, preferentemente sin retoque (Meneses, 1993: 320). Son posiblemente el elemento más útil en estos trabajos ya que se asocian a distintos procesos. Destacando los trabajos de corte y raspado. En nuestro conjunto constituyen uno de los tipos más repetidos en los yacimientos estudiados, documentándose en la mayoría de los contextos de habitación. Se ha propuesto una sujeción mediante paños de cuero (Meneses, 1993: 320). Para tareas de aserrado pudieron usarse tanto cuchillos, como denticulados de sílex, como los documentados en Almizaraque 38, Arteal, Cuartillas, Garcel, Gerundia, Llano de Mayor, Cabezo del Moro y Terrera de Aljarilla; o metálicas como la de Almizaraque 8. Hay pocos buriles para tareas de ranurado e incisión, no obstante se documentan en (Almizaraque 19, 25), Cuartillas, Garcel, Cabecicos Negros-El Pajarraco y Barranco de las Palomas. En el calcolítico irían siendo sustituidos por herramientas metálicas. Percutores encontramos en Almizaraque (3a, 4, 9, 10, 17, 19, 21, 27, 28, 30, 39, 41 y 48), Arteal, Campos, Cuartillas, Diana, Garcel, Huerto de los Naranjos, Cabecicos Negros-El Pajarraco, Raja de Ortega, Loma de la Rutilla y Terrera de Aljarilla. Como caso excepcional podría considerarse la utilización de prismas de cristal de roca. Estas piezas con retoques y huellas de uso, se han puesto en relación
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con el trabajo del hueso o la madera (Fabián, 1984-85: 123). Encontramos uno en Almizaraque 39. Aunque el caso de esta “casa” no sea de los contextos más “claros” del citado yacimiento, si parece seguro que se trata de un contexto de habitación. Otros prismas localizados en contextos de enterramiento como es el caso de Loma del Campo 3, no tendrían relación con el aspecto tratado en este punto. Perforadores documentamos en un nutrido número de estructuras de hábitat: Almizaraque (“Casas” 2, 9, 17, 21, 25, 40, 49-50), Arteal, Diana, Garcel, Gerundia, Huerto de los Naranjos, Llano de Mayor, Cabecicos Negros-El Pajarraco, Las Palas-La Era, Raja de Ortega y Rutilla. Excepcionalmente se encuentran también en tres estructuras funerarias: Loma de Boticario, Jautón 6 y Llano de Media Legua. Con la misma finalidad se iría introduciendo el uso de punzones metálicos, (relacionados con perforaciones como las de los botones en V, agujas, algunas cuentas y colgantes) presentes en muchas estructuras de Almizaraque (1, 2, 4, 6, 8, 11, 15, 16, 18, 19, 21, 39, 40, 41, 43 y 48), Campos, El Garcel, Gerundia, Llano de Mayor y Cabecicos Negros-El Pajarraco. Como abrasivos, hemos comprobado que los propios cantos marinos resultan muy efectivos a la hora de trabajar piezas óseas y su disponibilidad es manifiesta. Para algunas labores delicadas, como es el pulido final de las varillas, dadas las huellas uniformes que presentan algunas de sección circular, pudo usarse la arena de la playa. Si bien en otros casos podemos documentar también el empleo de afiladores de surco sobre caliza. Este es uno de los útiles específicos en este terreno de la elaboración de piezas óseas. Lo tenemos, lógicamente en estructuras de habitación de Almizaraque (“Casas” 7, 16, 27, y 33), Campos (Siret, 1891: lám..56.32), Gerundia (Siret, 1891: lám. 40), Loma de la Espesura, Garcel, Cabecicos Negros-El Pajarraco y Tres Cabezos. Dentro de este capítulo de actividad, es conocida también la efectividad del ocre como elemento abrasivo para la elaboración de algunos objetos óseos. A este respecto contamos además de con abundantes fragmentos de mineral almacenado, con molederas de ocre, tanto en Almizaraque 38, como en El Garcel (molederas de cazoleta). No obstante la ausencia de útiles capaces de producir los diferentes cortes documentados en el instrumental óseo, tampoco implicaría la inexistencia de un trabajo en el yacimiento ya que dichos cortes pueden efectuarse mediante agentes no conservables. Este sería el caso de los cortes efectuados mediante cordel. Esta técnica consistiría en el uso de una cuerda vegetal o tira de cuero encolada y pasada por arena húmeda (Billamboz, 1977: 101-102). Así pues en este aspecto y aunando la disponibilidad de materia prima vemos que no existe dificultad inicial para la elaboración de objetos óseos en muchos de los yacimientos de habitación estudiados.
FIGURA IV.7.–Afilador (Almizaraque).
Tecnología ósea Elaboración de objetos sobre soporte malacológico El estudio de yacimientos de reciente reexcavación ha permitido una aproximación a la cadena operativa de la producción de brazaletes, identificándose procesos uniformes (Goñi, 1999). En muchos casos no existe una acción intencional sobre el objeto, esto es, se recoge ya en condiciones de uso, o bien se va modificando por dicho uso. La utilidad de una concha perforada intencionalmente o recogida ya con la perforación, pensamos que debió ser la misma y de hecho en muchos casos establecer la diferencia entre unas y otras resulta realmente difícil. Especies de bivalvos como Glycymeris son
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muy abundantes en las costas mediterráneas en diversos grados de abrasión. Menos abundante en nuestros yacimientos es la Cerastoderma, especie también frecuente en nuestras costas. Su menor tamaño medio y su superficie externa rugosa, puede ayudar a explicar el predominio de Glycymeris sp. Las diferencias en tiempo y dificultad de perforación son poco significativas entre uno y otro caso. Un minuto basta para lograr la perforación completa del natis de una Cerastoderma pequeña (2 cm de diámetro) por abrasión. Como agente abrasivo bien pudieron usarse los cantos marinos que pueden recogerse junto a ellas. Ambas especies se documentan también como pocillos con o sin perforación. Las líneas de abrasión observadas en el área de perforación son diagonales al eje de la valva y frecuentemente cruzadas entre sí, lo que indica cambios en el sentido del movimiento de trabajo. A veces las condiciones naturales de concavidad no se han visto alteradas por modificaciones intencionales, pero en otras se ha producido una abrasión de los bordes que llega a formar un vertedor. La abrasión marina como agente perforante ha sido suficiente también para la utilización de los gasterópodos. El más frecuente entre ellos es el Conus mediterraneus, cuyo ápice se desgasta rápidamente, dejando un conducto natural que permite el paso del lazo de suspensión. Pese a ello, en ocasiones y motivado seguramente por un deseo de variar el sentido de suspensión de la pieza, se realiza una segunda perforación en habitación, generalmente mediante percusión. Una especie que generalmente acompaña a Conus en nuestros conjuntos es Columbella, pero en este caso y salvo desgastes muy acusados es precisa una acción intencional para su utilización como elemento de adorno. Un pequeño desgaste no permite el paso de la cuerda, por lo que es preciso efectuar una perforación en habitación. También puede eliminarse la columela interior del molusco, pero este es un tratamiento no documentado en la muestra observada. Luria Luridae presenta en la mayor parte de los casos doble perforación (generalmente obtenida por abrasión). En ocasiones las perforaciones se disponen en el sentido del eje, pero es más frecuente su disposición diagonal (ver tipología). Marginela y Trivia, pese a su pequeño tamaño presentan un esquema similar. Salvo excepciones (Llano de Mayor), los ejemplos de murex documentados presentan un elevado grado de abrasión marina, lo que no impide su uso como colgantes, pero tampoco lo asegura, no obstante su presencia en yacimientos de enterramiento en el interior podría abogar por este uso. Los escafópodos hacen su aparición en un buen número de yacimientos, si bien su número nunca es elevado. La forma natural del Dentalium permite su uso como cuenta cilíndrica curva, bien sea de forma directa o mediante aserrado.
Elaboración de objetos sobre soporte óseo La percusión como primer paso del proceso de elaboración del objeto, es rara vez demostrable, ya que sus huellas quedan ocultas por las labores posteriores. No obstante es la técnica más habitual para la preparación de un conjunto importante de apuntados. Una percusión pasiva simple es la técnica más probable en el caso de punzones de economía y algunos tubulares, así como parece igualmente la técnica más frecuente para eliminar las epífisis distales de las fíbulas de suido Se observa también en biselados y en algunos Denticulados, como es el caso de las “gradinas” de Almizaraque. En escasos ejemplos se utiliza para reavivar un apuntado, bien por un desgaste acusado, bien para un posible enmangue. La técnica de desbastado se ha observado principalmente en la preparación de objetos sobre asta y cuerno. La flexión se observa en pocos casos, generalmente para terminar un proceso de separación iniciado mediante un ranurado. Es observable en algunas cuentas cilíndricas y piezas inacabadas. La técnica conocida como hendido es en realidad una percusión controlada, utilizada para dividir longitudinalmente las diáfisis principalmente de metacarpos y metatarsos en la preparación de los apuntados. Ranurado. Es la técnica utilizada para la elaboración de los apuntados facetados. En ocasiones las líneas de fuga permiten constatarlo (Almizaraque, Jautón, Churuletes, Buena Arena). En el trabajo de las piezas menores sobre asta, el ranurado es menos frecuente que el aprovechamiento de astillas sobrantes de otras preparaciones para las que sí se partiría de una lengüeta como las documentadas en la Casa 19 de Almizaraque. El Aserrado se ha observado esencialmente en el corte para la obtención de cuentas, mangos, biselados y preparación de algunos oculados. El Vaciado se documenta en la preparación de piezas de asta para la elaboración fundamentalmente de mangos y en menor medida para alisadores y puntas hendidas. El Raspado se detecta en los distintos grupos: apuntados (tubulares, hendidos, facetados), biselados, piezas laminares (lengüetas de escotaduras, colgantes rectos), antropomorfos, piezas en preparación. El Retoque es escaso en estos conjuntos, observándose su presencia en algunos biselados, apuntados, denticulados y en los esporádicos raspadores. La Abrasión es una técnica mayoritaria en la tecnología ósea. Se utiliza como tarea única en la mayor parte de los punzones de economía y forma parte de los primeros pasos en algunos objetos que requieren fases de elaboración más largas. La abrasión puede considerarse facetante cuando configura la sección de la pieza como ocurre en algunas varillas y en la preparación de áreas de trabajo.
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FIGURA IV.8.–Abrasión diagonal (30 x). (Fotografía E. Menéndez).
En muchos casos es difícil precisar la frontera entre abrasión y pulido. Hemos considerado en el primer caso una necesaria labor de regularización que modifica la forma original y en el segundo, una tarea más precisa y en buen número de casos “decorativa”. Los pulimentos intencionales que afectan a la totalidad del objeto participan en cierta medida de este aspecto y son más fáciles de identificar, pero aquellos que afectan a una zona de trabajo o sujeción plantean más problemas. Las diferencias de sección observadas en algunas varillas plantean posibles diferencias de tratamiento, entre aquellas perfectamente circulares y las pseudocirculares. Las primeras responden a un pulimento regular seguramente obtenido con arena y las segundas son obtenidas posiblemente con afiladores arenisca. El lustre como técnica de acabado es muy difícil de separar de un lustre propio de la acción desarrollada por el objeto. Hay que tener en cuenta, además que el brillo más o menos intenso de una pieza puede no haberse producido por acciones mecánicas, sino por la conservación de grasa o su adición. Otro aspecto importante en este sentido es la localización de dicho brillo, lo que permitirá aproximarnos a su carácter voluntario o no. La perforación es otra de las acciones más frecuentes en el conjunto de materiales óseos. Se ha observado
FIGURA IV.9.–Abrasión transversal (10 x). (Fotografía E. Menéndez).
FIGURA IV.10.–Abrasión facetante (10 x). (Fotografía E. Menéndez).
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FIGURA IV.11.–Colgante sobre colmillo de jabalí fracturado (Cucador 9).
su utilización mediante distintas técnicas, las más frecuentes son las abrasivas, observadas en la mayor parte de los colgantes sobre soporte malacológico y la rotación bifacial en piezas más elaboradas como agujas, brazaletes articulados, botones, cuentas y colgantes. La perforación por percusión es muy escasa, propia de algunos gasterópodos como la Columbella rustica sp. En algunas piezas de Almizaraque las huellas observadas en el interior de la perforación permiten plantear la perforación con elementos metálicos en caliente. En ocasiones pueden observarse orificios secundarios cuando el primero se ha fracturado, como es el caso de algunos colgantes. La Incisión, implica una acción similar al ranurado, con menor penetración en la superficie y carácter generalmente ornamental. Se observa en algunos antropomorfos, cuentas, así como el asta decorada de Almizaraque. Grabado. El proceso de grabado de los oculados es sin duda una tarea compleja, aún no suficientemente 206
FIGURA IV.12.–Detalle de un ojo del Oculado de Terrera Ventura.
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nar la naturaleza de los colorantes observados en los oculados de Juan Barbero (1984), si bien, por el momento, las experimentaciones realizadas no han sido concluyentes; siendo este un tema muy interesante para abordar detenidamente en un futuro próximo. Traceología La coloración es un aspecto importante a la hora de interpretar la tecnología y el uso del objeto. Los tonos claros que presentan algunos facetados laminares se relacionan con procesos de hervido del hueso, que además fijan la grasa, proporcionando un brillo intenso y acabados muy suavizados para las superficies tratadas.
FIGURA IV.13.–Detalle de dos facetados laminares que han sufrido un proceso de hervido (10 x). (Fotografía E. Menéndez).
aclarada. En el estudio de los ídolos de Almizaraque hemos observado un empleo minoritario de la incisión directa. La gran mayoría han sido realizados mediante un proceso de grabado más complejo. Seleccionado el hueso (principalmente radio) se elimina por aserrado la epífisis distal y se pule levemente, mientras que se deja intacta o levemente abrasionada la epífisis proximal. La regularización del resto del hueso es mínima. El hueso se invierte de su posición anatómica y se decora siempre por la cara dorsal, por lo que la diáfisis ventral permanece inalterada. El dibujo, como decimos no es directo ya que la superficie del hueso no detecta una incisión nítida, sino un área imprecisa de corrosión. Consideramos que este proceso se pudo llevar a cabo mediante el empleo de un ácido. ¿Pero como controlar la acción de un líquido sobre la superficie curva del hueso?. El propio Siret describe un procedimiento posible, consistente en cubrir el hueso de cera, marcar la cera a punzón y verter sobre ella el ácido (1908-1995: 50-51). Sistemas similares se documentan en el mundo romano (Béal y Dureil, 1996: 64). En su estudio, Ortiz y Blasco consideran que la decoración de los ídolos falange de Huerta Montero se realizó mediante una incisión con buril y levantamiento de pequeñas muescas por presión (2000: 272). Tanto Miguel San Nicolás como Salmerón y Rubio indican el uso de pirograbado para la elaboración de estos ídolos (1986: 172 / 1995: 686). Sobre este aspecto Salvador Rovira y María Sanz realizaron algunas pruebas para determi-
FIGURA IV.14.–Coloraciòn diferencial por reavivado.
En otros casos, observamos como determinados apuntados, presentan colores más claros hacia su extremo distal, esto es la zona de trabajo. Esto se debe a un proceso de reafilado de las puntas. Con el uso normal de los útiles, estos adquieren una pátina de coloración más oscura. Este proceso de envejecimiento, se ve interrumpido por el contínuo reafilado y pulido (Hampton, 1999: 38), así mismo una fractura obligará del mismo modo a una actuación que conlleva también una coloración diferenciada. La coloración puede verse igualmente modificada por la acción térmica. La alteración ígnea incontrolada es estudiada en los enterramientos de Levante y reflejada en una tabla de colores que determina la aproximación al fuego (Pascual, 2002: 158). En nuestro conjunto, pueden detectarse tratamientos de cremación calcolíticos, pero también hay que valorar la presencia de intrusiones del Bronce Final en algunas sepulturas. Las varillas procedentes de ajuares funera-
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rios (Media Legua, Jautón 5, Lámpara 1, Torre 4, etc.) son las piezas que más se ven afectadas por el fuego, lo cual es lógico si pensamos que son las que debían ir más directamente sobre el cadáver, pero es difícil asumir que toda la colección que presenta alteraciones ígneas sea fruto de acciones no intencionales en el proceso de elaboración ósea. Es, no obstante complejo precisar el papel desempeñado por el fuego en cada caso. Hay que destacar el elevado porcentaje de alteraciones térmicas observadas en los conjuntos de objetos decorados o susceptibles de un uso no exclusivamente funcional (como es el caso de las varillas), pero sobre todo la presencia de estos objetos en yacimientos de habitación en los que no se detecta fuego en otros materiales y la homogeneidad en la coloración de algunas piezas. No obstante, somos conscientes de que los problemas que plantea la determinación de contextos precisos, hacen difícil avanzar en este sentido. Los huesos frescos conservan restos de grasa que durante la combustión entre brasas producen un brillo intenso en la superficie. Brillo que unido a las distintas coloraciones posibles en función de la temperatura alcanzada, es susceptible de valorarse con un criterio estético, lo que también fue apuntado por Vento (1985: 39). La aplicación del fuego como elemento decorativo ha sido poco estudiada, si bien pueden mencionarse algunas referencias antiguas como las observaciones de Motos respecto a piezas del Cerro de las Canteras (Motos, 1918). También en el estudio de la industria ósea de Vila Nova de San Pedro se valoró este uso del fuego (Paço, 1960). Así mismo en el área circundante, en Terrera Ventura, los excavadores del yacimiento consideran que la acción del fuego era intencional para piezas realizadas sobre falange de ovicápridos (Gusi y Olaria, 1991). El proceso de tratamiento térmico intencional requiere un control de tiempo ya que una exposición prolongada aumenta progresivamente la fragilidad del hueso. La acción del fuego como endurecedor, fue criticada en el trabajo de Vento (1985: 38-39), pero es necesario un estudio pormenorizado para conocer en profundidad este proceso. Una exposición moderada compacta el tejido óseo, gracias también a la acción de las grasas, pero una vez que se ha eliminado todo el agua se produce un acelerado proceso de friabilidad (Shipman, Foster y Schoeninger, 1984: 307-325). Aunque la alteración sufrida por un hueso fresco es diferente a la observada en uno seco (Etxeberria, 1994: 111-116), los huesos que incorporen un tratamiento térmico en su elaboración, son difíciles de diferenciar de aquellos “usados por el muerto” y quemados con él. Sería preciso estudiar los procesos que experimentan los objetos ya elaborados sin alteración térmica (pero con un tiempo variable de uso), en contacto directo con tejidos grasos y diferenciarlos de los que se han elaborado con tratamiento térmico controlado y sufren el mismo proceso de alteración térmica posterior.
Otras piezas, no obstante, plantean menos dudas. Proceden de huesos secos en los que la pérdida de elasticidad se manifiesta en fuertes agrietamientos, aspereza y opacidad. Este sería el caso de muchos fragmentos mesiales de laminares en mal estado de conservación. Los trabajos realizados en arqueología experimental sobre materiales óseos insisten en la dureza del asta seca y la necesidad para su trabajo de realizar manipulaciones previas, como mantener el asta en agua dos días (Gutiérrez, 1996: 114). Es interesante la documentación proporcionada por la etnología a este respecto. Los esquimales dejaban los huesos sumergidos en agua de mar dos o tres días, para después calentarlos en agua hirviendo con aceite (Víctor y RobertLamblin, 1989). En otros pueblos es frecuente también el tratamiento de los huesos en remojo o al vapor (Campana, 1989: 25). En culturas preindustriales es frecuente la cocción con sosa, lo que además asegura una buena limpieza del hueso (García Medina, 1987). La utilización de huesos hervidos debió ser muy abundante ya que es lógico que se llevase a cabo un aprovechamiento tras el consumo alimenticio, pero además este proceso facilita notablemente la separación de los tejidos blandos y con ello la separación del hueso, como hemos podido comprobar. Así mismo libera colágeno para otros usos. Los ejemplos más claros de este tratamiento se observan en los apuntados laminares de Almizaraque y del Cerro de Las Canteras. Los huesos sufrían un proceso de calentamiento conservando la grasa y posteriormente eran pulidos, lo que proporcionaba un acabado de gran calidad, caracterizado por intensos brillos “plásticos”, transparencia en las partes más delgadas y como ya se ha comentado, un color muy claro. Las transformaciones que se producen en un hueso tras un período de ebullición, compactan el tejido óseo y modifican entre otros procesos, la impregnación colorante del sedimento, evitándola en gran medida (Botella, Alemán y Jiménez, 2000: 137143). Este proceso de hervido intencional de los huesos creemos que fue habitual en nuestros conjuntos, como también se ha indicado en otras áreas (Ortiz Alesón y Blasco Rodríguez, 2000: 267-289). El hervido y escaldado del hueso o asta, fue ya recogido por Billamboz (1977: 91-176), así como el posible uso de vapor para favorecer la elasticidad de los huesos por Semenov (1981). La simple acción solar, pudo ser utilizada con el fin de blanquear el hueso, pero es un proceso peligroso ya que un calentamiento rápido puede provocar contracciones del tejido óseo que darían lugar a superficies agrietadas. En ocasiones se ha observado un cambio en la coloración del hueso entre el área funcional y el fuste. Un leve tratamiento térmico ha coloreado el hueso en tonos pardos, pero no penetra apenas hacia el interior, por lo que la fricción continuada del extremo distal levanta poco a poco la capa superficial haciendo reaparecer el color original.
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FIGURA IV.15.–Detalle de un extremo distal en el que se aprecia la transparencia (30 x). (Fotografía E. Menéndez).
El lustre se observa principalmente en los soportes de hueso, pero también se documenta en algunas conchas (Bonnardin, 2003: 103-104). En estos casos se trata de un pulimento de uso producido por el movimiento al que es sometida la concha durante su suspensión. El roce continuado con tejidos o pieles, suaviza las huellas de trabajo hasta hacerlas imperceptibles como hemos observado en algunos gasterópodos (luria lurida) de Almizaraque. Entre los útiles de hueso, el uso o la sujeción del útil determinan brillos de uso tanto en las áreas de trabajo, como en las superficies en contacto con la mano. La cinemática. En algún caso, encontramos ejemplos en los que la forma del útil y sus huellas indican el movimiento probable de uso. En el caso de los punzones de punta desviada o asimétrica, es posible determinar una inclinación probable sobre el plano de trabajo, lo que permite relacionar algunas acciones de trabajo concreto, como es el caso de la decoración cerámica. En el caso de las espátulas más pequeñas, las que hemos llamado facetadas por presentar una pequeña superficie de trabajo, se ha podido plantear una aproximación al movimiento de trabajo efectuado por el útil. Las huellas observadas en dichas facetas de trabajo, así como los desgastes latero-distales, son compatibles con un arrastre del área distal de la pieza sobre
FIGURA IV.16.–Sujección de un punzón fíbula y ángulo de trabajo.
FIGURA IV.17.–Movimiento de uso de una espátula sobre faceta.
una superficie, para extender o retirar alguna substancia blanda. Desgastes. En el conjunto observado hemos detectado curvaturas propias de la posición del útil durante el trabajo al que era sometido y del modo de sujeción de las mismas. Estas deformaciones son observables también en otros conjuntos como es el caso por ejemplo, de la industria precampaniforme del Cerro de la Virgen de Orce (Schüle, 1980: lám. 2. V.3419 y V.3402). Los desgastes laterales configuran perfiles sinuosos pero suaves y con brillo, estas huellas corresponden generalmente al apoyo directo de los dedos, delimitando zonas de lustre (fig. IV.18*) frente a zonas reservadas en las que no se aprecia brillo alguno. Los desgastes alternantes son propios de proyectiles ya que aumentan la precisión del disparo al imprimir un movimiento giratorio al proyectil. No obstante, los observados en la Cuenca de Vera, corresponden a pasadores (Almizaraque), en los que se aprecian movimientos giratorios de al menos 90º. Al no presentar un sufrimiento claro las áreas distales, podemos pensar que el trabajo se realiza sobre materias blandas. Desgastes por lazo de suspensión. En el interior del canal medular o en los bordes internos de las cuentas son observables, en algunos casos, desgastes localizados que podemos relacionar con la fricción de una cuerda.
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FIGURA IV.19.–Desgaste interior de un lazo de suspensión.
circundante, como es el caso de Terrera Ventura (Gusi y Olaría, 1991: fig. 169.5). Huellas de ligaduras se consideran marcas bien definidas dispuestas en sentido transversal respecto al eje principal de la pieza. Se han observado en piezas hendidas que encuentran paralelos en diversos yacimientos andaluces y levantinos, en contextos neolíticos y calcolíticos, como veremos más adelante. Características de las trazas. La disposición, dirección, regularidad y longitud de las huellas son uno de los principales indicadores, pero también los más difíciles de diferenciar de las huellas de fabricación. Sólo hemos podido tener en cuenta aquellas que eran visibles con los medios ópticos especificados, sin recurrir a mayores aumentos ya que las condiciones de conservación y almacenamiento de las piezas, no lo hacían aconsejable. Conservación
FIGURA IV.18.–Desgastes laterales de sujección.
Los embotados se producen por el trabajo continuado de la punta sobre materiales blandos o elásticos. Producen un desgaste suave que redondea las puntas y puede trazar microestrías concéntricas o helicoidales al ápice. Entalles. En algunos ejemplares se observa más que un desgaste suavizado de los bordes laterales, escotaduras desgastadas o entalles que pueden relacionarse con un deseo de mejor sujeción de una ligadura. En la zona de estudio, son observables en varias estructuras de Almizaraque, Garcel, Buena Arena, o Media Legua. Con paralelos en yacimientos de la zona
El trabajo más intenso al que se someten las piezas propicia su mejor conservación, ya que al compactarse los tejidos, estos resultan menos vulnerables. En líneas generales, las piezas calcolíticas presentarán mejor estado de conservación al sufrir tratamientos más intensos. Otros aspectos pueden deducirse también a partir del estado de conservación que presenta un conjunto. En El Garcel, observamos la preservación diferencial de los dos conjuntos estudiados, ante la mezcla de materiales no era posible una atribución precisa, pero uno podía corresponder al Neolítico y otro a la que consideramos fase de transición. El conjunto más antiguo, presentaba una fuerte capa de concreciones de carbonato cálcico mientras que en el segundo, con mayor grado de transformación, las piezas estaban completamente “limpias”. Los análisis de concreciones permiten observar la fuerte presencia de carbonato cálcico. Ésta tuvo que producirse en un medio húmedo que posteriormente sufrió una intensa desecación. Lo que resulta compatible con otros datos paleoambientales.
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glycymeris y las cuentas discoidales. Al tratarse de conjuntos de pequeños elementos perforados la cifra resultante se ve notablemente incrementada aunque en realidad podamos estar frente a un par de collares. La distribución observada en el Neolítico Reciente, podemos considerar que es más fiable ya que no acusa el problema de los conjuntos de perforados. Dominan las transformaciones escasas (bajas y mínimas). Durante la transición del Neolítico al Calcolítico, aumentan las piezas con un mayor grado de transformación. Hay que tener presente que esta fase se ve muy representada por yacimientos funerarios en los que las varillas son muy numerosas. Finalmente en las fases calcolíticas aumenta la proporción de piezas de mayor grado de transformación y aparece la categoría de mayor complejidad técnica con los oculados de Almizaraque.
FIGURA IV.20.–Fotografía de microscopio electrónico de barrido (SEM) mostrando concreciones de carbonato cálcico sobre la superficie de un punzón de El Garcel. (Fotografía E. Menéndez).
Tipología funcional El test de funcionalidad no ha podido ser aplicado de forma exhaustiva, por el volumen del material consultado (ergología general) y los problemas derivados del carácter de la colección. Pese a ello, los estudios realizados permiten inferir algunas apreciaciones que esperamos poder completar en un futuro. Las variables que condicionan esencialmente la determinación funcional son las huellas de uso, las características morfotécnicas y métricas. Útiles
FIGURA IV.21.–Microanálisis de las concreciones que aparecen en la muestra de la figura anterior.
Grado de transformación El grado de transformación que sufren las piezas afecta tanto a la modificación que sufre el soporte, como al grado de elaboración que requiere el objeto realizado. En este sentido, observamos un lento avance de la complejidad de los trabajos efectuados. En la primera de las gráficas adjuntas se observa para fases neolíticas, una clara abundancia de objetos que presentan una mayor transformación de los soportes utilizados, lo que hemos definido como un nivel de transformación “alto”. No obstante, si observamos la segunda gráfica, en la que se han eliminado cuentas y colgantes, veremos un panorama bien diferente. Esto se debe, en efecto a la suprarrepresentación que causan dos tipos concretos, el colgante de imitación de canino atrofiado de ciervo sobre valva de
Uno de los aspectos fundamentales en la interpretación de un útil es en primer lugar la determinación de un área activa y su posterior análisis; en el caso de los apuntados, el extremo distal o punta. Siguiendo las normas de medida a 1 cm del ápice, hemos considerado los valores máximo, mínimo y medio para anchuras y grosores de los 6 subgrupos de apuntados. Los valores medios muestran cierta homogeneidad en las puntas, que se encuentran entre los 0,4 y los 0,6 cm de anchura para grosores que oscilan entre 0,2 y 0,4 cm. Los valores más bajos corresponden a los facetados por influencia de las piezas laminares. No obstante, será también en este grupo, junto a hendidos y subgrupo de economía en el que encontremos mayor variabilidad en las medidas extremas, pero en cada caso las causas son diferentes. En los apuntados de economía, la variabilidad se debe al uso indiferenciado de soportes no normalizados. En el caso de los hendidos, a las variaciones en los taxones utilizados, aunque estos se hayan regularizado. En los facetados a las grandes diferencias entre sus tipos. Sólo en algunos casos se ha tomado la medida de longitud de la punta, esto es, cuando esta presenta una clara inflexión en el perfil general de la pieza. Tampoco en estos casos los valores medios son muy discrepantes, pero si los valores extremos.
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FIGURA IV.22.–Histogramas de distribución del grado de transformación en el Neolítico Antiguo, Neolítico Reciente, Fase de transición y Calcolítico. En el histograma superior están incluidos todos los restos cuyo grado de transformación ha podido ser asignado. En el inferior se han eliminado del cómputo los restos correspondientes a cuentas o colgantes.
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FIGURA IV.23.–Histograma de medidas del extremo distal en subgrupos de Apuntados.
Atendiendo pues a las medias de anchura y grosor nos encontramos con puntas capaces de ser utilizadas en una tarea que requiera un esfuerzo del área de trabajo, pero habrá que atender a los tipos precisos, cuyas variaciones de valores extremos pormenorizan características dispares como veremos. Siguiendo la tipología analítica, en el grupo de Apuntados de Economía recogíamos dos tipos de piezas cuya relación se basa en el grado de elaboración mínimo requerido para su uso.
FIGURA IV.24.–Histograma de valores para longitudes de puntas en el grupo Apuntados.
Los conocidos como punzones de economía, responden a una gran variabilidad de soportes y métrica. La morfología del área activa es también muy variable. En muchos casos no presentan desgaste, mostrando reafilados rápidos de útiles anteriores fracturados o de meras esquirlas óseas. Pueden corresponder a una necesidad puntual, poco específica o diversa, que se resuelve con la menor acción posible (y posiblemente se desecha tras el uso). Por otro lado los perforadores, realizados también sobre soportes poco específicos, buscan una punta de características bien definidas y por ello puede efectuarse sobre cualquier útil anterior fracturado o desgastado. La variabilidad métrica disminuye en lo que respecta al área activa aunque no para las medidas globales puesto que, como decíamos, el soporte no está normalizado. Las huellas observadas son compatibles con perforaciones sobre elementos flexibles en giros continuados que definen pequeñas puntas marcadas por cambios en la inflexión del perfil y secciones redondeadas. En estos casos si se observa un uso continuado y un mayor “aprecio” del útil, ya que este puede formar parte de los ajuares funerarios, lo que no ocurre con el primer tipo. Los objetos que hemos agrupado en la categoría de anatómicos por su conservación de las características naturales del hueso y por ello lógicamente un bajo índice de transformación, participan en gran medida de las características del grupo anterior. El grado de transformación requerido es, como decimos bajo, pero en este grupo la elección del soporte no es casual, sino determinada. No obstante y aunque el grado de transformación requerido para la obtención
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del tipo sea bajo, algunas piezas muestran un mayor cuidado y regularización. La observación en algunos anatómicos de puntas como la definida para los perforadores acerca el uso de ambos tipos, lo cual es muy probable al tratarse de un mismo esquema de trabajo, de baja especialidad, preparación y tiempo. Los punzones sobre fíbula, (uno de los tipos característicos de Almizaraque), varían sus características esenciales según el trabajo que han recibido sus áreas funcionales. Un subconjunto observado sobre este soporte podría constituir útiles dobles “punzóncuchara” o punzón-paleta. A falta de las emblemáticas cucharas del neolítico levantino10, este podría ser un elemento comparable a falta de tipos como los mencionados. Asegurar tal utilización es complejo pero posible en algunos casos en los que hemos observado desgastes y melladaduras repetidas en la zona lateroproximales, que indicarían un arrastre en este sentido de alguna materia blanda o su extensión sobre otra. No hemos detectado en esta área proximal del objeto, ni lustre, ni adherencias. Además de la utilización de un área de “paleta”, estas piezas son esencialmente apuntadas. Pero el uso del extremo afilado, no siempre reviste las mismas características. En un primer conjunto observamos que el desgaste sufrido por la pieza, el lustre mesodistal acusado, sus medidas (anchuras entre 0,2 y 0,4 y grosores entre 0,1 y 0,2 a 1 cm del ápice), coloración y las características de las trazas observadas, con largas y finas incisiones (próximas a los 2 cm), indican un posible trabajo de perforación de pieles. Las medidas observadas para este conjunto son similares a las mencionadas por Meneses en la Cueva del Toro (1991: 36). La penetración máxima oscila en torno a los 0,2 cm, sólo excepcionalmente documentamos una pieza con una penetración máxima de 4,8 cm. Las piezas con longitudes de penetración tan largas, son relacionadas por Campana con útiles no para perforar, sino para agrandar perforaciones realizadas con otros punzones (1989: 71), ello se explica en la progresiva fragilidad que va adquiriendo el vástago a medida que aumenta su longitud. Frente a esta utilización, observamos sobre el mismo soporte, puntas más anchas (0,7-0,9 cm) con pequeñas facetas laterodistales y puntas desviadas, que indican como veíamos más arriba (fig. IV.16) una posición de uso diferente. A este segundo subconjunto se aúna un lustre de extensión más imprecisa y trazas longitudinales en ocasiones profundas y siempre cortas (en torno a los 3 mm). Este tipo de huellas se relaciona con la decoración cerámica que en Almiza-
———— 10 La ausencia de cucharas en esta zona (exceptuando las problemáticas de Loma del Carmen), puede deberse a su sustitución por otros materiales de fácil obtención en el medio circundante, vaina córnea y madera de acebuche principalmente.
raque está representada por la presencia de incisas simbólicas y campaniforme. La anchura del surco de la incisión sobre la arcilla podría relacionarse con las puntas de estos punzones sobre fíbula y las pequeñas facetas de abrasión con correcciones de las líneas mal trazadas. En el caso de los apuntados sobre ulna observados directamente, las medidas no son acordes con los puñales propuestos, ya que en nuestro conjunto, el soporte es de tamaño inferior al observado en otras industrias. En las piezas no observadas directamente (La Pernera) no podemos asegurarlo, pero en el resto de los casos, nos encontramos más bien con punzones, que en función del tratamiento específico del extremo distal realizan acciones de pinchar, perforar o hender respectivamente. Un aspecto destacado es, la elección como soporte del útil, de animales silvestres (lo que también vimos que se había observado en Valencia, Pascual, 1998). Lo que tal vez les confiriera un mayor valor, siendo un elemento escaso. El grado de elaboración es muy bajo, pero al tratarse de piezas cuya forma natural se adapta a la mano, no precisan grandes transformaciones. Se observan usos continuados que dan lugar como ocurre en un ejemplar de El Garcel a un cambio de función, al quedar embotada la punta.
Apertura del canal medular
Nº piezas
Distal
12
Mesodistal
30
Laterodistal
1
Mesial Lateromesial
73
%
43
30,3
79
55,6
19
13,4
1
0,7
6
Mesoproximal
12
Lateroproximal
1
Proximal
6
Inversa
1
TOTAL
subtotales
142
TABLA IV.7.- Apertura del canal medular en Apuntados.
Entre los tubulares y los abrasionados creemos que no existen grandes diferencias de uso en función del trabajo realizado, ni tampoco del soporte anatómico, por lo que circunscriben las distinciones a sus particularidades técnicas. El primer subconjunto, atendiendo a la disposición de la apertura del canal medular presenta al menos dos variantes. En el primer caso encontramos 43 objetos que conservan la diáfisis prácticamente completa o en una buena parte, ya que la obtención de la punta se ha realizado mediante un biselado corto sobre el área distal. Además, como se ha comentado
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en tipología, algunas presentan perforación basal o proximal. Consideramos el tratamiento de la diáfisis una variable tan importante o más que la elección de tibia o metapodio para su elaboración y creemos que en un futuro deberá prestarsele mayor atención. Tampoco el grado de transformación es en este caso relevante (regularización o no de la epífisis reservada, o incluso su eliminación total). Estamos pues ante objetos en los que la elaboración persigue obtener conductos viables. Precisar el carácter del elemento contenido en dichos tubos requeriría análisis con los que actualmente no contamos. No obstante, podemos hacer algunas observaciones que planteen estudios futuros. Son apuntados, a veces muy afilados (de puntas fuertes como corresponde a los soportes utilizados) y conservan un conducto de longitud variable, abierto en el talón completamente o con perforación basal. Las dimensiones del conducto son las propias del soporte y por ello limitadas; así pues, podrían pasar por estos tubulares elementos flexibles, grano o líquidos. No podemos decantarnos por el momento por ninguna de las tres propuestas, pero a la espera de aquellas que conserven restos, la búsqueda podría iniciarse por piezas similares a las utilizadas por los Masai para sangrar a las vacas. Al clavar la punta del tubular en una vena del cuello del animal la sangre fluye por el conducto del hueso hasta un recipiente que la recoge. Posteriormente aplican un emplaste al animal para facilitar el cierre de la herida. Algo similar puede hacerse con el cerdo y los usos de esta sangre son múltiples. Estas piezas podrían servir como transvasadores de líquidos. Sujetando el tubular por la zona de perforación (con un solo dedo queda cerrado) se evita la salida del líquido, que luego puede ser retirado y controlar el vertido en otro recipiente. El subconjunto más numeroso, es el constituido por los apuntados de apertura mesial. Son piezas robustas, cuya conservación parcial del canal, puede responder a un deseo de dar mayor resistencia al objeto, cuya finalidad es punzante. Un tercer subconjunto apenas mantiene las características que definen al tipo, acercándose a las llamadas puntas de canal. Estas piezas constituyen un conjunto intermedio entre tubulares y hendidos presentando una atención prioritaria al trabajo del canal medular, que debe centrar la razón técnica del útil. Las piezas estudiadas para este periodo no conservan restos adheridos al interior del canal, pero si hemos podido observarlos en conjuntos cronológicamente posteriores que esperamos poder analizar en un futuro. Posiblemente la función de estos objetos sea similar a la comentada al hablar de los tubulares de conducto más largo. Son piezas que aparecen hacia finales del Calcolítico (quizá herederas de los citados tubulares), desarrollándose de forma notable en nuestra zona durante la Edad del Bronce. Presentan un grado de transformación alto y la perfección
observada en algunas (El Oficio) parece indicar una mayor valoración del objeto. Puñales ceremoniales con una estructura similar a la descrita se realizan en Papua Nueva Guinea sobre huesos de grandes aves (Alfaro, Marcos y Otero, 2001: 88). Los tubulares realizados sobre soportes inusuales, como comentamos en la tipología, parecen responder a elecciones casuales que no determina un tipo ante la falta de repetición. Por el contrario, parecen responder a una necesidad puntual satisfecha por el aprovechamiento del hueso disponible en ese momento. En Almizaraque 19 se conserva en buen estado una pieza que hemos incluido entre los tubulares aún no estando vaciada, como licencia de ordenación. Presenta un biselado proximal y abrasión generalizada que con sus 21 cm de longitud configurando un apuntado robusto que se podría relacionar con el grupo de los puñales (Pascual, 1989: 60-62) o los picos (López Padilla, 2001-2002: 246), si bien en este caso no se ha realizado una labor de aguzado como en las levantinas. El índice de penetración de nuestra pieza es más bajo de lo esperable en un puñal. El aguzado del área proximal podría relacionarse con un posible enmangue. Las huellas y características de este subtipo no son claras y sólo a modo de hipótesis podemos apuntar ante la forma y dimensiones de los soportes elegidos, un uso como el que se documenta en formas anómalas o talladas de madera, los palos cavadores de uso agrícola. Las medidas generales de estas piezas son similares, tienen puntas anchas, redondeadas y poco aguzadas y se caracterizan por un perfil acodado. Las pequeñas diferencias en las huellas observadas entre tubulares y hendidos, llevaron a Campana a proponer un uso preferencial de los tubulares para la cestería y de los hendidos para el trabajo de la piel (1989: 73), si bien ambos tendrían usos intercambiables. En nuestro conjunto la variabilidad inicialmente detectada consideramos que es mayor. En este subgrupo, volvemos a encontramos con la discrepancia entre la ordenación teórica y la funcionalidad del objeto. Así pues, hay hendidos de carácter utilitario y hay hendidos de carácter ornamental; son sus medidas, elementos morfológicos, tratamientos y huellas de uso los que determinan un carácter u otro. Tenemos de este modo punzones hendidos, similares en su uso a otros punzones y alfileres hendidos, similares a las láminas y varillas facetadas. Por lo que se entiende que algunos autores hayan denominado alfileres directamente a hendidos que conservan el cóndilo de la articulación distal, término que morfológicamente es perfectamente compatible. Pero es necesario pormenorizar. En nuestro caso encontramos dos subconjuntos, piezas sobre metapodio de ciervo que configuran útiles más robustos, de puntas fuertes (anchura = 0,8 cm y grosor = 0,45 cm) y piezas delgadas sobre metapodio distal de ovicáprido. Entre estos últimos encontramos dos nuevos subconjuntos, unos de mayor tamaño (La pieza más clara es
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FIGURA IV.25–Hendido reavivado (Almizaraque 17).
un alfiler de Almizaraque de 14 cm de longitud, 1,4 de anchura y 0,75 de grosor máximo) y piezas cortas. Los hendidos de cóndilo articular largos, coinciden en sus medidas con los pasadores y facetados y han sido documentados en el área circundante como alfileres de cabeza (Cueva Sagrada, Ayala, 1990: 77-86). El carácter práctico o meramente decorativo de los alfileres es discutible. Su función de sujeción de un tejido o del pelo puede considerarse práctica, pero suele potenciarse más el aspecto ornamental de este tipo de objetos, por lo que volveremos sobre ellos más adelante. Por su parte las piezas cortas (5,4 a 9 cm) corresponden en realidad a piezas mayores rotas o desgasta-
das que han sido reaprovechadas mediante un reavivado de la punta que modifica el perfil y la coloración original de la pieza. En este sentido también las puntas de morfología helicoidal responden a este caso, acusando además un lustre intenso. Hemos podido documentar este caso en otros yacimientos próximos como la Cueva de Ventana en Piñar, Granada (Salvatierra, 1980: fig.6.10) o en el área valenciana es descrito por Pascual (1998: 51). En general, los tamaños parecen predominantemente pequeños, pero hemos de tener en cuenta que muchos fragmentos mesiales o proximales no pueden ser asignados a tipo y ello determina una notable pérdida de información, así en Atalaya 9 algunos fragmentos hendidos podrían constituir verdaderas gubias, con medidas muy superiores a las contempladas en el tipo, pero por ahora no podemos comprobarlo. Sidéra consideró que frente a otras acciones propias tanto de útiles de sílex como de hueso, las acciones giratorias son características de estos conjuntos de útiles óseos (1993: 150). Atendiendo pues, a la morfología específica de las puntas, para un mismo tipo, veremos distintas huellas de uso. En primer lugar y como ya vimos en tipos anteriores, algunas de las que hemos descrito como desviadas, podrían relacionarse con las descritas en relación el trabajo alfarero por Meneses, cuya experimentación determina este desgaste por la posición inclinada del útil sobre la pasta (1994: 154). En otros casos se observan puntas embotadas, lustradas y con trazas muy finas, propias de perforaciones sobre materias blandas o pieles finas. También se observan microfracturas y estrías marcadas. Estas últimas fueron identificadas por Campana con usos continuados de perforación sobre materiales en contacto con abrasivos (1989: 58), como puede ser la piel con ocre. Mediante la observación a través de microscopia electrónica de barrido, Errico diferencia la longitud de las estrías producidas por el trabajo sobre pieles con distintos tratamientos (1993: 185). Las puntas con fuertes marcas por debajo de ápices asimétricos se han relacionado con trabajos de presión como los que requieren tareas de cosido, en las que una fibra debe empujarse para pasar entre otras. Este tipo de huellas se asocia con trabajos de cestería (Campana, 1989: 58, 70-71).
O/C
O/C
O/C
O/C
O/C
O/C
O/C
Longitud
5,4
>7
14
>9
6,1
8,4
9
>7
8,5
--
--
9,9
--
--
Ancho
1,5
1,5
1,4
1,4
1,5
1,55
1,6
2,3
1,5
2,5
1,4
2,3
2,5
2,3
Grosor
--
1
0,75
0,95
0,8
0,9
1,2
1,6
0,8
1,8
1,2
1,6
1,6
1,3
Estado
R
R
C
R
R
R
R
C
R
--
--
C
--
--
O/C = Ovicáprido
R = Reafilada
CE = Cervus
C = Completa
CE
O/C
CE
TABLA IV.8.–Medidas máximas de hendidos sobre metapodio distal.
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O/C
CE
CE
CE
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FIGURA IV.26–Detalle de una punta embotada (20x). (Fotografía E. Menéndez).
Los hendidos de talón trabajado (aquellos en los que se ha eliminado completamente la epífisis) se relacionan con funciones muy variadas, desde puntas de proyectil (La Draga, Bañolas, Gerona, Bosch, et alii, 2003: 131), en las que predominaran fracturas, hasta piezas aún hoy en uso sobre metatarsos de Bos hendidos para la elaboración de cestos y para realizar injertos (Ugarte, 1987: 151-155), Serán pues, las variaciones específicas las que sugieran diversas posibilidades. Algunas piezas presentan tratamientos que aun permitiendo reconocer el canal medular, hacen que este sea prácticamente aplanado, tienen acabados cuidados y sus medidas son similares a las de los facetados laminares, por lo que su uso debió ser también similar al de estas piezas, como ya veremos. Y este es también el caso específico de algunas piezas sobre costilla hendida, en las que se reconoce el soporte óseo, pero el tipo de trabajo se relaciona mejor con el realizado sobre las piezas laminares. En otros casos observamos tratamientos menos cuidados, puntas anchas y planas, con marcas profundas distribuidas a lo largo de la pieza. Autores como Meneses (1993) y López Padilla (1994: 145) relacionan marcas similares con aspectos tecnológicos de preparación de la pieza; pero en los casos estudiados por estos autores se trata de marcas que afectan pun-
FIGURA IV.27–Desgaste y fractura en puntas (15 x). (Fotografía E. Menéndez).
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FIGURA IV.28–Marcas de ligaduras (Loma del Campo 2).
tualmente a un área limitada, son simétricas y homogéneas a diferencia de las aquí comentadas. Piezas con marcas similares se conocen en yacimientos de Granada como la Cueva de Los Molinos de Alhama (Navarrete et alii, 1985), Cueva CV-3 de Cogollos-Vega (Navarrete et alii, 1989), Málaga: Cueva del Gato de Benaoján (Cabrero, 1976: lám.VII.9.10), Córdoba: Cueva de la Huerta Anguita de Priego (Gavilán, 1986: fig.30) y Cueva de los Mármoles (Asquerino, 1986: fig. 1.567), Alicante: Cueva de las Lechuzas de Villena (Soler, 1981: fig.20.11) y Valencia: Ereta del Pedregal (Fletcher y Llobregat, 1961: fig.6.17). En otros contextos andaluces se documentan piezas de sección más delgada con marcas profundas mesiales (Asquerino, 1986: fig. 8), que podrían responder a otros fines relacionados con la pesca; o bien marcas distales, distribuídas homogéneamente como es el caso de los ejemplares de la Cueva del Toro (Martín Socas et alii, 2004: fig.105.2 a 5). Relacionadas estas últimas con proyectiles. En nuestro caso, las marcas son nítidas, se disponen sobre piezas hendidas, anchas y poco regularizadas. Están en las áreas mesial y proximal sin homogeneidad en su distribución. Pueden por ello atribuirse a otros usos de ligaduras, producidas por fibras o ligamentos fuertemente enrollados sobre una diáfisis fresca a modo de carrete. Posiblemente en alguna acción relacionada con la tensión de estos hilos. Los hendidos sobre asta se han relacionado con el concepto de puñal. Algunas de estas piezas (las de sección de tendencia plana) podrían adecuarse al concepto de morfológico, pero las puntas no son realmente afiladas y sus secciones son demasiado gruesas (anch.= 1-1,5 / Gros.= 0,6-0,8). Por otro lado, las de sección de tendencia cóncava, presentan menor resistencia. Se observan rebajes en la punta que configuran una inflexión en el perfil de la pieza. Este hecho nos indica que se realizó un esfuerzo posiblemente perforante, pero la penetración sigue siendo escasa ya que la anchura de la punta es de 1 y 0,9 el grosor. Plantear un uso es aquí más difícil aún, ya que las piezas no están completas. Los hendidos sobre colmillo de jabalí son un tipo poco conocido, pero existente en otros conjuntos además del almeriense. El tratamiento recibido es el aspecto principal para el estudio de estas piezas. Diferencias en las características morfotécnicas, más que en la existencia o no de perforaciones son las que determinan objetos frágiles y redondeados relacionables con un uso ornamental como colgantes o piezas afiladas y de mayor resistencia destinadas a una perforación a modo de leznas. Ya Strahm sugirió esta utilización como agujas curvas (1979: 47-86) o leznas. En yacimientos palafíticos hay piezas con perforación en ambos extremos y no sólo en uno. Estos adornos colgantes se ponen en relación con elementos metálicos de la misma morfología. En el ámbito preindustrial es posible encontrar 218
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agujas de zapatero realizadas en este material dada su dureza, pero en estos casos las anchuras son menores. Es en las sociedades con cabañas ganaderas centradas en los suidos donde más piezas de este tipo pueden encontrarse, aunque el uso de un aparente apuntado puede ser muy variado. Un pueblo que aprovecha al máximo los recursos proporcionados por los suidos, son los habitantes de Nueva Guinea, para los que este animal es una de sus principal fuentes de riqueza y por ello podemos encontrar allí, algunas pistas sobre la posible utilización de estos objetos. Hampton documenta el uso de piezas sobre colmillo utilizadas como raspador para diferentes trabajos sobre madera, con un trabajo similar al de nuestras piezas (1999: 36). Partiendo del grupo de los facetados, estiletes, puñales y punzones son determinados por sus características métricas. Los dos primeros son escasos y muestran una elevada fracturación que los infravalora en el conjunto estudiado, como ya se ha comentado. Las voces utilizadas son compatibles con el uso propuesto. Por lo que respecta a los “puñales de escotaduras” localizados en Palaces, estos podrían relacionarse morfológicamente con algunos tipos de proyectiles como el recuperado en Cabezo Redondo de Villena (Alicante) ya en del Bronce Tardío (VV.AA. 20012002: 283), pero las características de la pieza mejor conservada permiten pensar que eran utilizados para una función no punzante. Los extremos distales no son realmente afilados y en estas piezas se ha otorgado una gran importancia a las grandes escotaduras laterales, completadas en uno de ellos (el que se conserva más completo) con una perforación proximal. Aunque no es posible asegurarlo es más factible una función relacionable con la acción de pasadores que podría requerir un rudimentario telar. Los punzones facetados participan de las características comentadas para otros grupos. Los micropunzones están aún insuficientemente definidos. Se han sugerido usos como proyectiles y como alfileres para empujar las fibras sobre los orificios realizados con otros útiles. Con las piezas observadas en Vera no podemos resolver la cuestión, si bien se observa cierta heterogeneidad que abogaría por usos diferenciados. Dentro de este subgrupo, las piezas sobre varilla presentan la mayor complejidad en su elaboración. Agujas. Dividimos las agujas sensu stricto (es decir, las varillas perforadas) en dos subtipos según sus características particulares. Tenemos así un primer conjunto constituido por piezas cortas en torno a los 5cm de longitud y con anchuras entre 0,5 y 0,7 cm y grosores en torno a 0,2. Presentan talones rectos o levemente apuntados. En el caso en el que se conserva el extremo distal, la anchura tipo es de 0,35 y el grosor 0,2. El diámetro de perforación oscila entre 0,30,4. En estas agujas cortas, la perforación es proporcionalmente grande y el índice de robustez
medio. El grado de transformación sufrido es alto. Presentan lustre y desgaste lateroproximal, siempre en un solo borde. Las proporciones y medidas de esta agujas permiten que el útil ejerza un esfuerFIGURA IV.29–Fragmento zo perforante sobre elementos de aguja (Jautón 5). cuya compacidad daría lugar a una fricción de efecto pulidor (¿cuero?). Interpretación esta última que se asume igualmente en contextos palafíticos. El grosor de los orificios indica fibras gruesas. El repetido desgaste lateral, puede relacionarse con el movimiento de estirado de la fibra al atravesar el elemento perforado. Así mismo, estas agujas fuertes y cortas serían muy útiles para las tareas de anudado de las fibras que confeccionan un tejido, como redes. El segundo subconjunto, se caracteriza por mayores longitudes (por encima de 8 cm) y anchuras (entre 0,9 y 1,4 cm), talones ensanchados y menor grado de transformación. El ensanche del área de la perforación, se ha relacionado con una imitación de tipos metálicos. En la Cuenca de Vera no se conserva ninguna completa, pero debieron ser muy próximas a las documentadas por Siret en Campos (1891: lám. 56). En algunos casos, puede observarse la selección como soporte de fíbulas de suido como se aprecia también en contextos palafíticos. Dada la fracturación que sufren no permiten un estudio completo, pero dado el acusado ensanche proximal podrían ser aptas para el trenzado y cosido en labores de cestería. Entre los supuestos colgantes facetados también encontramos al menos una pieza cuyas características se alejan del conjunto ornamental. Es una pieza de Almizaraque, perfectamente pulida, de alta densidad y con profundas pero descuidadas ranuras en el extremo contrario a la perforación. Las piezas anteriormente descritas, eran todas agujas con una perforación en el área proximal, pero encontramos una excepción en el caso de una lámina muy delgada localizada en Almizaraque 25 que presenta dos pequeñas perforaciones. Las proporciones de esta pieza (anchura = 1,4 cm, grosor = 0,1 cm) indican un uso necesariamente diferente al del resto. Se encuentra fragmentada y al tratarse de una forma de bordes paralelos, no podemos reconstruir la longitud real, pero en cualquier caso superaría ampliamente los 10 cm. Desconocemos la forma y características de la punta, pero con el grosor tan delgado que se mantiene a lo largo de todo el fragmento conservado, no es posible que sea una pieza destinada a ejercer esfuerzo mecánico. Los bordes lateromesiales están redondeados, mientras que los del área proximal permanecen sin desgaste. No se observa lustre de uso, lo que indica la ausencia de frotamiento. Estas características observadas determinan una posible utilización “pasante” entre elementos que no impliquen gran resistencia
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con más facilidad. Nuevamente se encuentran piezas similares realizadas sobre madera en ambientes palafíticos, donde se relacionan con carretes de hilo. Los alfileres de cabeza redondeada son muy escasos y están muy fracturados. Los dos de Media Legua son fragmentos pequeños, pero por la forma apuntada que describe el vástago no parecen corresponder a piezas mucho mayores y al menos uno de ellos fue utilizado como espátula. Por lo que respecta a la pieza de Almizaraque, mucho más ancha, la fractura impide determinar correctamente su carácter. Denticulados. La relación de las gradinas sensu stricto con la decoración cerámica es difícil de demostrar ya que en los contextos de aparición de las piezas no figuran los tipos decorativos asociados a este útil, pero tampoco son piezas frecuentes en aquellos contextos con cerámicas susceptibles de ser decoradas con ellas (Vento, 1985: 59). La escasa longitud de los dientes en cualquier caso marca una escasa penetración y sus características de resistencia y tamaño no permiten pensar en trabajos que requieran mucha fuerza por lo que debieron usarse para el arrastre de un elemento que si no fue la arcilla tierna, debió presentar unas características plásticas similares. Pseudogradinas. Estos denticulados toscos fueron relacionados por Siret con el trabajo del metal: “... En
FIGURA IV.30–Aguja de Almizaraque 30.
a la penetración, como podrían ser las fibras de un telar. Los bordes laterales deben estar bien pulidos para evitar que la aguja tejedora se enganche en las fibras. Que la cabeza no lo esté tanto, no importa puesto que queda resguardada por los dedos que la deben sujetar. El deslizamiento de la aguja entre hilos, no muy tensos, ni compactos como podrían ser los de la lana, no produciría brillos necesariamente, ya que el roce producido es siempre suave. No tenemos en el conjunto estudiado, ninguna aguja para tejidos finos como serían los de lino, documentados en contextos próximos como es el caso de la Cueva Sagrada de Lorca (Ayala, 1987 y 1990). Las agujas más pequeñas bien conocidas en contextos paleolíticos, debieron existir, pero se realizarían sobre madera. Otra varilla plantea un posible uso práctico, es el caso de los alfileres de escotadura. Estas piezas corresponden una vez más a múltiples variantes, lo que determina un conjunto heterogéneo. En algunos ejemplares la cabeza esta bien definida aun siendo pequeña, pero en otras las escotaduras parecen responder a un fin práctico y no ornamental. En estas últimas se aprecia un acusado desgaste que redondea los perfiles de estas escotaduras, reflejando un roce continuado que lima los bordes dando lugar a perfiles sinuosos. Este desgaste podría relacionarse con un uso textil, usándose las escotaduras para enrollar el hilo 220
FIGURA IV.31–Gradina de Almizaraque 27.
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el depósito de barita apareció un rastrillo de hueso que también debe haber servido para mezclar las muestras. Tenemos pues tres instrumentos, cincel, raedera, rastrillo que son de tipos nuevos en prehistoria y que demuestran la explotación del criadero...” (Siret, Manuscrito “Historia y Geología”: 5). Alguna pieza fue incluso siglada por Siret como “parva de barita”. La barita es óxido de bario, utilizada como colorante y aún en explotación en la Cuenca de Vera. También se han relacionando los denticulados resistentes con labores de cardado, pero éstas requerirían dientes más largos y el desgaste afectaría de forma principal a el espacio entre dientes, tanto al fondo de la depresión como a los laterales, no siendo así en estas piezas, cuyo mayor desgaste se presenta en los ápices de los dientes. Solamente podemos destacar su carácter de útil de fortuna, realizado posiblemente de un modo rápido y descuidado sobre el primer soporte disponible, lo que da lugar a piezas muy diferentes, al menos a nuestros ojos y cuya función no podemos precisar. Piezas similares, los “rajadores”, se observan en cestería tradicional para partir cañas en partes iguales (Sánchez Sanz, 1982). La utilización de los peines y peinetas es generalmente aceptada en relación al cuidado y adorno del pelo, basando en la morfología de los objetos más
completos, en las representaciones de peinados en los ídolos calcolíticos, en pinturas rupestres, documentación etnográfica, etc (Castro Curel, 1988: 247). Esta autora comprobó una distribución de dientes similar a la de los peines actuales. Danielle Stordeur ha estudiado procesos artesanales sirios defendiendo su interés como aproximación al conocimiento de elaboración de estas piezas (1980: 111-120). Desgraciadamente el peine de Jautón permite pocas precisiones sobre el tema. Fue elaborado por ranurado y abrasión, preparando un delgada lámina de 0,2 cm de espesor sobre un soporte de hueso que no podemos determinar. Las medidas de la pieza, el trabajo realizado sobre ella y el número de dientes permiten hablar de una pieza delicada, similar a otros peines más completos que se relacionan con el cuidado del cabello. Sierras. Como ya se comento en el apartado de tipología analítica, tenemos dos subconjuntos de piezas entre aquellas que presentan denticulados laterales. La pieza doble de Llano de Mayor por sus dimensiones y morfología ondulada de sus dientes, no puede ser una sierra. Dada su fragilidad podría acercarse más a uso ornamental o bien servir de carrete para hilo, pero no presenta huellas claras que permitan asegurarlo. Por lo que respecta a las piezas realizadas sobre soportes de mayor tamaño, se han apuntado tres posibles usos, desgranadores (Pascual Benito, 1998: 103-104), peines para cardar la lana (López Padilla, 2001-2002: 252) o sierras de hueso, como es el caso de los materiales de la Lloma de Betxí en Paterna, Valencia (López Padilla, 1998: 225). Los denticulados laterales de Vera, están muy alterados, pero presentan un desgaste homogéneo que regulariza los dientes y produce trazas longitudinales paralelas al eje principal, por lo que se situarían más próximos a la última posibilidad. La única pieza que hemos definido como muesca, parece corresponder a un útil de características similares a los apuntados del subgrupo de Economía, es decir, piezas realizadas para solventar una necesidad puntual, que en este caso no puede precisarse. Se ha documentado la utilización de raspadores de hueso en el trabajo de la piel en otros contextos (Stordeur, 1983: 235-142). En Vera, tenemos sólo 6 piezas con frentes muy pequeños, pero el uso como raspador es factible en las atribuciones más claras.
FIGURA IV.32–Pseudogradina de Almizaraque 39.
Biselados. El término “espátula” ha sido utilizado creemos que de un modo abusivo y poco riguroso en las descripciones ergológicas de carácter general. Consideramos que dicho término debe restringirse a la identificación de un área de trabajo como tal y no a la delgadez del soporte. Las espátulas sobre costilla son relacionadas por Meneses con alisadores cerámicos (1994:143-156), como en el caso estudiado por esta autora, los biseles obser221
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vados sobre este tipo en el conjunto de Vera se sitúan en la cara cóncava del objeto, pero no hemos podido observar partículas de almagra como en aquel caso. Los estudios de Sidéra por el contrario los relacionan con el trabajo de piel, posiblemente con el depilado (1993: 154). Consideramos los desgastes observados en estas piezas, más compatible con la primera propuesta que con la segunda, ya que esencialmente se carece de las marcas de lustre que la piel imprime sobre la superficie ósea. Las espátulas sobre costilla presentan menores dimensiones que las estudiadas por Meneses, pero sobre todo destaca en el conjunto de Vera, un acusado desgaste y/o entalle mesial. Los monobiseles laterales estudiados en Levante no presentan claras escotaduras y en ellos el desgaste parece afectar a un espacio mayor con fuertes desgastes que se han puesto en relación con el desgrane de cereal (Pascual, 1989: 83). Además este autor indica paralelos extrapenínsulares más próximos a los observados en Vera. En sur de Francia hemos encontrado piezas similares (costillas de grandes mamíferos con escotaduras) interpretadas como brazaletes de arquero (Choi y Fages, 1999: fig. 8.4), pero pensamos que la resistencia mesial de una costilla constituida en gran parte por tejido esponjoso no resistiría un golpe puntual de
la cuerda del arco. Otras piezas similares se documentan en contextos palafíticos como Fiavé-Carera ya en la Edad del Bronce de la Italia septentrional. Allí lo que se aprecia es un desgaste en todo un lateral más que una escotadura (Perini, 1989: fig. IV.5). Aceptando un posible uso alfarero como alisadores, las piezas estudiadas tienen cuando menos una segunda función que hoy por hoy nos es desconocida, pero que incide en un esfuerzo mesial que desgasta puntualmente ambos laterales del objeto, tal vez desgrane de cereal, como apuntan las piezas levantinas. Las espátulas facetadas presentan soportes poco estandarizados y al mostrar pequeñas superficies de trabajo, parecen propias de otras tareas más minuciosas. Si suponemos que estas piezas se utilizaban para extender y retirar materias blandas sobre una superficie determinada, los movimientos de trabajo realizados darán necesariamente lugar a un filo más aguzado que otro y este filo presentara pequeñas muescas y esquirlados causa de la continua fricción lateral de la faceta (Maicas y Papi, 1996). Los objetos definidos como pulidores o bruñidores son piezas escasas que en nuestro caso, parecen responder mejor al término rascadores. En Levante se observa un lustre intenso en el área de trabajo (Pascual, 1998: 73), pero en el caso de la pieza mejor conservada
FIGURA IV.33–Detalle del extremo distal de una espátula facetada (10 x).
FIGURA IV.34–Detalle del área funcional del rascador.
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de Vera, apreciamos un desgaste irregular y melladuras en los bordes del área de trabajo, sin restos de pulimento. Este desgaste puede relacionarse con de tareas de arrastre, como el depilado o desescamado. Diversas experimentaciones han puesto en relación el uso de cinceles con el trabajo de la madera. Uno de los primeros trabajos en este sentido, fue el desarrollado en Dinamarca, para contextos asignados al Neolítico, donde se demostró la aplicación de estas piezas al trabajo de la madera verde. Se seleccionaban para estas herramientas metatarsos de vaca de individuos adultos y se trabajaba con ellos golpeándolos con mazos de madera, pudiendo de este modo obtener cortes bastante precisos en troncos de 5cm de diámetro (Coles, 1973). Más próximos a los contextos estudiados, en Levante las melladuras que presentan estas piezas se han puesto en relación con su trabajo de materias duras (Pascual, 1998: 78). En Vera habría que destacar la presencia de cinceles de tamaño pequeño, posiblemente empleados como pieza intermedia para trabajos más delicados, sobre materias no excesivamente duras (madera, asta, hueso, …) a juzgar por las fracturas y esquirlados que presentan los talones. Las cuñas se han puesto en relación con azuelas (Pascual, 1998: 80), pero en nuestra zona, algunas son muy pequeñas y demasiado heterogéneas para identificar un uso. Los cuchillos se consideran útiles cortantes para materias blandas (Rodanés, 1987: 108), esta definición sería aceptable para las piezas de Vera, pero su estado no permite confirmarlo. Contenedores. Muchos univalvos y bivalvos pudieron servir como cucharas (Taborin, 1974: 107) y como tales
los recogen Pascual (1998: 99) o Rodanés (1987: 115), pero también como pequeños cuencos o pocillos para la mezcla de colorantes, como parecen demostrar los restos documentados en nuestros yacimientos. Con esta última función se conocen ejemplos ya magdalenienses como los del Juyo sobre Patella (Freeman y González Echegaray, 2004: 173), sugiriéndose también para este momento un uso como lamparillas. Este caso debería quedar atestiguado por coloraciones negruzcas o rojizas, pero en este último caso, debidas a rubefacción. La atribución directa de las valvas perforadas (natural o intencionalmente) a un objeto de adorno creemos que es incorrecta. Hay que tener presente que algunas Glycymeris perforadas tienen substancias en el interior y por ello deberían ser consideradas como pocillos, aunque fuesen o hubiesen sido antes colgantes. Esto ya fue sugerido por los hermanos Siret, si bien ellos atribuían la función del orificio a la introducción de un pequeño mango (1890: 74). Una de las piezas inicialmente nombrada con la voz imprecisa de “placa”, por su carácter plano y redondeado, creemos que también podría formar parte de esta categoría de objetos. Se trata de una valva plana de Pecten jacobeus localizada en la casa 40 de Almizaraque. Si bien no conserva restos visibles de colorante, si sabemos que se utilizó en este sentido la valva de Pecten de la Loma de Belmonte y se documentan para valvas planas, en otros contextos con restos evidentes de ocre y con perforación (Álvarez, 2001: 174-176). La presencia de estos residuos en el interior de las Glycymeris perforadas debe ser analizada químicamente, para poder concretar su uso. No obstante, parece probable que se trate de colorantes y betún. Sólo pudimos analizar un caso concreto, el de aquellas conchas que tenían en su interior una coloración
FIGURA IV.35–Pocillos sobre Glycymeris sp. (Barranco de Jocalla).
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FIGURA IV.36–Glycymeris perforada con restos en su interior.
FIGURA IV.37–Glycymeris con restos minerales en su interior (Cuartillas).
verdosa. Su análisis determinó un carácter no metálico (I. Montero com. Personal), pudiendo tratarse de otro tipo de colorante de naturaleza inorgánica. Sabemos que este tipo de soporte es frecuente en otros contextos culturales para contener colorantes que se aplican a modo de maquillaje, cuando menos funerario. Un ejemplo lo encontramos en los enterramientos (especialmente los femeninos) de Çatal Hüyük, donde se emplean cinabrio y azurita para pinturas corporales (Pardo, 2001: 44). Pero más claro puede resultar aún el ejemplo egipcio. En el Egipto predinástico del IV milenio, se constata la pintura corporal y el maquillaje de los muertos. Se ha documentado la presencia de substancias colorantes, paletas y pocillos como ajuar. (Baduel, 2005). En casos más alejados como son los andinos, algunas culturas que practican una momificación, se observa la costumbre de maquillar a los muertos (Fagan, 2005: 264-266). En su estudio de los materiales sobre soporte malacológico de la Edad del Bronce en Próximo Oriente, Daniella Bar Yosef menciona un uso específico para cerastodermas perforadas relacionándolas con la producción de aceite de oliva (2006: 92). Por lo que respecta al betún, Enrique y Luis Siret señalan ya su presencia para piezas del Oficio y Argar (Siret, 1890: 146). Según los hermanos Siret, esta substancia se utilizaría como elemento de unión en el enmangue de piezas líticas, su presencia en el interior de las conchas puede explicarse como pequeños contenedores para mezclar y aplicar el betún mediante paletas o espátulas de hueso o madera. Es interesante destacar que las abundantes Glycymeris sp. recuperadas en estos yacimientos, fueron recogidas en la playa post-mortem, ya que presentan en su gran mayoría abrasión marina y perforaciones debidas a litófagos. Es decir, se perseguía obtener un objeto de uso y no una fuente de alimentación. Ruiz Parra, concluye
en su estudio sobre la malacofauna de Gatas, que las Glycymeris sp. no son usadas más que minoritariamente como adornos y tampoco fueron consumidas por lo que se decanta por darles un valor funcional o productivo no especificado (Ruiz Parra, 1999: 361-387). Los mangos. Las piezas que permiten la observación, presentan receptáculos muy pequeños, en torno a 1 cm de media, lo que indica su utilización para punzones metálicos (algunos como el de Campos se recuperaron “in situ”), puntas de hueso, cinceles (de piedra o hueso) o hachitas pequeñas en los ejemplares que alcanza 3 cm de boca. El mango mayor documentado es una pieza de 28 cm de longitud, con una anchura máxima de 4,3 cm. No hemos encontrado receptáculos para hachas mayores. La categoría de decorados fue sólo un planteamiento de partida, los objetos recogidos en ella bien pueden entrar en otros grupos. Así, entre los contenedores también debemos valorar objetos como el asta decorada de Almizaraque. Se trata de una pieza con sencilla decoración incisa, a la que se ha vaciado, alisado y perforado en el extremo proximal. Presenta huellas poco definidas en el área distal. Es similar en proporciones a otras piezas trabajadas sobre asta, pero no tiene las características propias de otros mangos. Por el contrario, se ha realizado sobre ella un acabado cuidado y decoración; pero sobre todo sus perforaciones se han fracturado por una tensión continuada en sentido proximal, lo que permite pensar en una fricción continuada de un lazo de suspensión. En el ámbito pastoril preindustrial, es frecuente encontrar piezas de características similares a esta; realizadas y utilizadas por los pastores como fundas de otras herramientas, si bien su soporte suele ser la vaina cornea y no el asta. Experimentaciones actuales han reconstruido este tipo de objetos sobre cuerno (Pawlik, 1993). Así mismo podemos observar contene-
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dores de características próximas al mencionado, en el Neolítico de Nubia (segunda mitad del IV milenio), donde piezas dentarias con decoración incisa junto al borde, se identifican como estuches de cosméticos (Pérez Díe, 2003: 124). Redondeados. Entre estas piezas hay que destacar los recortes de cráneo que incluimos en la clasificación analítica como placas. Era este un conjunto necesariamente heterogéneo y de él debemos destacar dos de ellas. Se trata de recortes de cráneo posiblemente humano. Piezas de estas características se conocen en diversas culturas prehistóricas de Europa. En Arene Candide se documentan dos piezas sobre cráneo humano similares, en un estrato campaniforme que fueron relacionadas con prácticas de trepanación (Bernabo Brea, 1946: 238). No hemos podido constatar trepanación en estos conjuntos, pero para tener un dato seguro a este respecto será necesario desarrollar un estudio específico de los restos óseos conservados. Sea cual sea el resultado en ese sentido, lo que podemos avanzar sobre las piezas estudiadas es que presentan un el perímetro abrasionado tras la extracción, lo que les confiere un significado especial como tal pieza y no como un resto óseo sin transformación. La pertenencia de las dos piezas italianas a una fase campaniforme, así como la existencia de cráneos trepanados en diversos puntos de la península dentro de este período, podría ponerse en relación con la última ocupación de la estructura 5 de Jautón, aunque podría corresponder también a un calcolítico precampaniforme documentado en otros yacimientos megalíticos, en el área más próxima en Los Blanquizares de Lebor en Totana (Murcia) y en La Sabina de Gor (Granada) (Mac White, 1946: 61-69, Campillo, 1977: 503). La interpretación de estas placas fue ya descrita por Mac White en su estudio de las trepanaciones, deduciendo que eran conservados como amuletos (1946: 6169), si bien ya Guiard había dicho que no se constatan trepanaciones rituales por documentación etnográfica, proponiendo otra posibilidad más práctica (1930: 92). Según este autor, la existencia de trepanaciones póstumas debe relacionarse con procesos destinados a favorecer el proceso de momificación, como se observa en ejemplos estudiados etnográficamente en Perú o Bolivia, siendo las “rondelles craniennes” una tapadera profiláctica para las heridas producidas durante una trepanación, cierres documentados así mismo tanto en otros materiales arqueológicos, como en pueblos actuales de culturas preindustriales (Guiard, 1930: 45-46). Aunque, como sostiene Campillo la base científica de las posibles terapias sea errónea y su presencia en determinados contextos prehistóricos sea desorbitada (2001: 358-359). El intenso brillo de uso que se observa en los alisadores sobre diáfisis, se ha puesto en relación con el trabajo de la piel (fricción sobre materia blanda), esto también es lo más probable para los ejemplares de Vera (Pascual, 1998: 69). Mientras que en los llama-
dos alisadores realizados sobre asta, las trazas marcadas en la superficie externa parecen indicar el trabajo sobre superficies diferentes, situándose pues en un carácter más próximo al de algunas espátulas. Bruñidores. Las piezas que se agruparon bajo este epígrafe resultaron responder a dos características diferentes, una de ellas alejada del término de partida. El uso de punzones se ha relacionado principalmente con la realización de perforaciones, pero en ocasiones encontramos orificios difíciles de relacionar con punzones. Observando las perforaciones efectuadas sobre los crecientes recuperados en Almizaraque (Casa 40), en uno de ellos (1984/172/Casa40/17) observamos que la trayectoria de perforación describía un movimiento curvo y presentaba una sección circular con un diámetro mínimo de 0,2 cm. Este tipo de perforación tuvo que hacerse con una aguja curva, bien metálica (desconocida en estos contextos) o bien de carácter orgánico. La penetración se realizó con la arcilla tierna y en una sola dirección ya que se aprecian marcas de entrada en una cara y la rebaba de salida en la contraria. Entre la industria ósea de la Casa 40 no encontramos ningún útil directamente relacionado con dicha perforación, pero los “bastoncillos” de concha (uno de ellos se documentó en esta estructura) podrían servir de material prima para la elaboración de este tipo de agujas curvas. No obstante, estas perforaciones también pudieron hacerse mediante una fibra vegetal, siendo en este caso su preservación extremadamente difícil. También sería factible su realización con materias de origen animal de más difícil conservación, como es el caso de cerdas de jabalí. El segundo subconjunto de “bruñidores” corresponde a piezas rectas de una superficie redondeada y lustrada que pudieron servir como pequeños alisadores o bruñidores. En algún caso se han observado tareas de abrasión sobre Glycymeris sp., que no llegan a perforar la valva, como es el caso de un ejemplar de El Garcel y otro de Almizaraque. Podríamos encontrarnos ante brazaletes inacabados pero dado el pequeño tamaño que presentan estos ejemplares y el carácter de las huellas de abrasión, esta hipótesis no parece viable. También pensamos que pudiera haber estado destinado a dotar de mayor estabilidad a los pocillos, pero se trata de piezas sin restos en el interior y sin embargo el exterior presenta huellas finas y largas por lo que también pudiera tratarse de bruñidores para alisar la cerámica, como se ha documentado en contextos del Próximo Oriente (Magrill y Middleton, 1997: 68). Láminas de escotaduras. La pieza documentada en Campos fue clasificada como espátula, como ya comentamos, pero a juzgar por las estudiadas directamente en Almizaraque, nos parece más probable su utilización como pasador de telar, siendo los entalles los lugares en los que encajaría el hilo.
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Tubos perforados. En un estudio específico de los tubos de L’Or se defiende su interpretación como instrumentos musicales a modo de flauta de Pan (Martí et alii, 2001: 41-67). Se han documentado otros múltiples usos posibles para tubos simples por comparación etnográfica, o por conservar restos en su interior, como sucede en la revisión de materiales de Altamira (Álvarez, 2001: 172). Desgraciadamente con los datos con los que contamos en la industria ósea de Vera, no podemos confirmar ninguno. Las dos piezas de Vera son dispares entre si, máxime por el carácter de inacabada de una de ellas. No obstante, en su estudio de los ejemplares levantinos Pascual observa una alteración térmica parcial que le permite suponer un posible uso como avivador de fuego (1998: 94). Una de las dos piezas documentadas en Vera, presenta también una clara alteración térmica de estas características. Se trata de una pieza demasiado corta si bien podría utilizarse un segundo tubo (¿cerámico?) ensartado al primero. El caso de la diáfisis de la Rambla de Jatico con varias posibles perforaciones, nos acercaría a otro elemento de interpretación musical (Menéndez, M. y García, E. (1998): 167-177), pero recordemos que se trata de una pieza fragmentada y en mal estado de conservación.
bién hay que tener presente que en muchos casos estos adornos serían realizados por los propios portadores y que como identificadores de su papel dentro del grupo o de este frente a otros, se verían afectados por la estandarización a la que obliga el reconocimiento del símbolo. Grupo CONTENEDOR
Tipo Pocillo
Subtipo Cóncavo
8
Cordada
11
Gradina Cuchara
Pseudogradina
PERFORADO
Brazalete
Articulado Cerrado Indeterminado Cerastoderma.p Glycymeris.p
Colgante
Cuenta
Gasterópodo.p
REDONDEADO
Bruñidor Placa
INDETERMINADO Total general
26 235 53 6 581 74
Imitación canino
343
A. geométrica
438
Cta. recortada
8
Indeterminado
Este término es hoy utilizado por el conjunto de los investigadores no ya con el concepto inmediato, pero restringido de elemento estético. El estudio etnográfico ha permitido conocer el valor simbólico que un “adorno” puede representar para la sociedad que lo codifica, creándolo y/o usándolo; de este modo, podrá tener valor estético, pero también, profiláctico, religioso o de medida de cambio. Pero será sobre todo un elemento de identificación social en el seno del propio grupo (de “status”, edad, sexo, etc.) y de este grupo frente a otros. En un reciente estudio, Ivette Taborin sintetiza las reflexiones sobre el valor del adorno como símbolo de identificación social y como vehículo de expresión artística. La autora se detiene en la pregunta ¿Cómo reconocer un objeto destinado al adorno? Los márgenes métricos delimitan condiciones aceptables de portabilidad y comodidad; la existencia de perforaciones o ranuras permiten la suspensión de la pieza y la carencia de un área funcional clara permiten valorar ciertos objetos como adornos (2005: 151-152). Aún así, será difícil asegurar tanto que estos objetos carezcan por completo de carácter práctico, como por otro lado tampoco se puede rechazar que los útiles alcancen un valor simbólico o representativo en determinados contextos. En la definición de tipos en el ámbito de un adorno personal podemos encontrar una gran variabilidad teórica, ya que al no ser objetos prácticos, se puede dar una mayor libertad creativa por parte de los autores (Pérez Arrondo y López de Calle, 1986). Pero tam-
1
Concha recortada
Dentalium
Adornos
110
Cónico
MÚLTIPLE
Bivalvo.p.
Total
164 1
Columbella.p
150
Conus.p
250
Luria.p
40
Marginela.p
59
Murex.p
14
Trivia.p
16
Indeterminado
7
Curvo
4 1 2 2602
TABLA IV.9.–Distribución por grupos de materiales sobre soporte de concha.
Otro aspecto que necesariamente se nos escapa hoy, es que muchos de los soportes utilizados para crear “adornos”, pudieron ser elegidos por su color y brillo (Ruano, Moreno y Pellús, 1996: 111), aspectos que se pierden en los ejemplares arqueológicos. Atendiendo al grado de transformación podemos separar un primer conjunto formado por las piezas recogidas directamente y un segundo bloque formado por piezas de mayor transformación. En el primer caso tendríamos los bivalvos y gasterópodos perforados, así como los Dentalium. En el segundo, esencialmente brazaletes, botones, colgantes y cuentas de adscripción geométrica.
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Ante la oferta del medio circundante, el grupo elige unos materiales frente a otros a la hora de elaborar sus adornos. Así en nuestro caso, frente a la disponibilidad de un amplio conjunto de moluscos, sólo algunos serán utilizados como elemento de adorno. Tenemos alfileres muy diversos, ya que es uno de los tipos mayoritarios. Los que menor grado de transformación precisan son los hendidos, como veíamos más arriba. Son uno de los tipos más controvertidos para esta atribución al requerir un menor tratamiento, ya que el cóndilo del metapodio utilizado no se elimina constituyendo una “cabeza” natural del alfiler. Pero ya en el trabajo de García del Toro podía observarse la similitud morfométrica respecto a facetados de más alto grado de transformación (1986: fig. 1). Lo que quedaría después reforzado por el hallazgo de Cueva Sagrada (Ayala, 1987: 9-24; Ayala, 1990: 77-86; Eiroa, 1987).
Su utilización como adornos de cabeza, fue defendida taxativamente por García del Toro (1986: 163-164) y hoy es aceptada por la mayoría de los investigadores, basándose en interpretaciones de motivos rupestres y en la localización de estos alfileres junto al cráneo en yacimientos de la Cultura de los Sepulcros de Fosa y en algún otro caso como Pastora y como decíamos más arriba, la aparición en la Cueva Sagrada de Lorca de apuntados decorados, reforzó su aceptación como elementos ornamentales. Excavaciones recientes abundan en este planteamiento, como es el caso de Túmulo de La Sima (Soria), donde han aparecido alfileres óseos en contacto directo con los cráneos de los enterramientos (Rojo et alii, 2005: 115). El uso de alfileres de cabeza está bien documentado en distintos periodos y áreas, por citar un solo ejemplo tenemos el caso de las numerosas acus crinales del mundo romano, con diversos adornos como remate. Finalmente y como medida del grado de importancia que pudieron tener estas piezas, se conserva en el abrigo de Vidon en Juillac (Gironde, Francia) una imitación neolítica de uno de estos alfileres, mediante la copia fiel de un cóndilo natural (CampsFabrer et alii, 1990: Ficha III.8 p. 13).
FIGURA IV.39.–Detalle del extremo distal de un alfiler de Almizaraque 8.
FIGURA IV.38.–Apuntado continuo sobre diáfisis hendida de Buena Arena 1.
En otros casos se ha señalado su posible uso como alfileres de ropa, dada su documentación en enterramientos ubicados en el área correspondiente a la espalda del individuo (Pardo, 2001: 41). En los sepulcros de fosa catalanes se planteó también la posibilidad de que estas piezas sujetasen además cuerdas o tejidos que mantuvieran contraído el cadáver (Muñoz, 1965: 278). Este pudo ser también el caso de útiles menos claros al estar incompletos. Se trata de apuntados en forma continua, sobre diáfisis hendida que no conservan el cóndilo, pero cuya relación longitud /(anchura + grosor) corresponde a piezas frágiles, como las recuperadas en Buena Arena. Pascual señala la ausencia de alfileres en el Neolítico I de Levante, considerando la posibilidad de que en ese momento se utilizasen los metapodios hendidos con la misma función que los alfileres calcolíticos más elaborados (1998: 113). En la Cuenca de Vera no es posible asegurar esta posibilidad ya que la industria ósea sobre soporte de hueso es muy escasa en las fases más antiguas y en los enterramientos de las inmediatas posteriores el grado de fracturación afecta esencialmente a estos tipos 227
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de piezas, pero aún así algunos ejemplos de Churuletes 3, Encantada III y Jautón 2 sobre metapodio distal de ovicáprido que podrían corresponder a la fase de transición pudieron tener un carácter de alfiler. Una primera diferenciación funcional estriba en el grado de aguzamiento de la punta. Hay alfileres tan afilados que difícilmente pueden ser utilizados para la cabeza sin que ello entrañe un riesgo para el portador, o cuando menos serían útiles para atravesar un tejido y sujetarlo. Hemos estudiado algunas piezas de estas características en el interior de la Península, como es el caso de la industria de Gózquez11 (San Martín de la Vega, Madrid). Estos alfileres aguzados, son piezas menos regularizadas, quizá por ese carácter eminentemente práctico. El índice de aguzamiento permite penetraciones sobre materiales con una mayor resistencia a la perforación, pero la longitud elevada frente a una relación (anchura-grosor) que determina áreas mesiales débiles, impide trabajos de perforación como tal. Es decir, podrían ser válidos para mantener cerrado el elemento en el que penetrasen con facilidad, pero siempre que este no ejerciese fuertes tensiones sobre ellos. Como veíamos más arriba, algunos alfileres de escotadura, pueden tener un uso práctico, en otros casos la cabeza esta bien definida aun siendo pequeña y su carácter puede ser meramente ornamental. Como ya se comentó en el capítulo de tipología, no se ha encontrado ningún alfiler de cabeza segmentada como tal en la Cuenca de Vera (si en la Zona IV, Lineales 9 en la sepultura Tabernas), pero si hemos encontrado un buen número de cuentas segmentadas. Pese a la posible rotura y “desmontaje” de algún alfiler existente, hoy no reconstruible, la observación directa de las cuentas, nos inclina a pensar que la mayoría de ellas tuvieron un uso como tales cuentas y no como parte de los alfileres. En muchas de estas piezas se aprecia un desgaste acusado del interior del canal medular en un mismo punto interior y simétrico. El carácter ornamental de las varillas y láminas, se apoya en su escasa fortaleza, en el esmerado acabado (a veces con decoración incluso), así como en su localiza-
FIGURA IV.40.–Cuenta segmentada.
———— 11 Queremos agradecer a los directores de la excavación, Susana Consuegra y Pedro del Río su confianza al entregarnos los materiales para su estudio.
ción formando parte de contextos funerarios (Soler, 2002: 50). El hallazgo de la Cueva Sagrada nos permite suponer que algunas estarían decoradas con almagra (Ayala, 1987: fig.2), de hecho en ocasiones se observan pequeñas manchas de ocre. Se han documentado pasadores junto al cráneo en algunos enterramientos (Ayala, 1987: 18), pero es necesario tener presente, también en este caso, que también se localizaron junto a manos y pies (Vento Mir, 1985). La información disponible de los enterramientos de Vera no permite análisis microespaciales. La existencia de dos conjuntos de varillas redondeadas largas y cortas, puede corresponder a usos diferentes dentro de un mismo aspecto al irse desgastando o rompiendo las varillas largas y ser “reafiladas”. Otra frontera difícil de precisar es la que separa pasadores (varillas laminares en forma de apuntado continuo), de alfileres de abanico. En algunos de estos alfileres, la cabeza está muy definida, presentando un arco claramente abierto, pero en otros la inflexión en el perfil proximal de la pieza es poco marcada. Pese a la posible arbitrariedad en el establecimiento de la frontera, los parámetros métricos de ambos permiten pensar en un solo grupo de objetos. Se trata en la mayor parte de los casos de piezas muy delgadas, pero en este sentido hay que tener presente la acción térmica intensa sobre algunas de ellas, como sería el caso por ejemplo de Llano de Media Legua, ya que la acción intensa del fuego produce contracciones que afectan tanto a la morfología, como a las dimensiones y el peso. Han sido considerados en muchos casos, espátulas (por citar sólo un ejemplo: Paço, 1960), pero esta no debe ser una atribución directa, ya que en las piezas estudiadas directamente no hemos encontrado las huellas de uso esperables en una espátula. Brazaletes. La combinación de técnicas y grados de transformación ofrece múltiples variaciones morfológicas, pero no creemos que respondan a una intencionalidad diferenciadora. Las características de la materia prima elegida no son iguales para cada una de las piezas estudiadas. Puesto que la mayoría fueron recogidas de los depósitos naturales marinos, no todas presentaban ya inicialmente un estado y características uniformes (hay piezas como un brazalete de Palaces con toda la superficie perforada por litófagos). Los brazaletes pueden responder a fabricaciones no estandarizadas a manos de productores múltiples y no especializados. La posible función de los ejemplares de piedra fue ya estudiada por Mortillet a principios de siglo, indicando las grandes diferencias formales que existían entre los distintos ejemplos recuperados hasta entonces (1907: 370-388). No obstante, los tipos análogos en soporte orgánico, presentan menos variantes y son relacionables en función de sus diámetros bien con brazaletes o bien con otros adornos como los colgantes o fíbulas (Mortillet, 1907: 372). Algunos trabajos, como la abrasión del natis
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de suspensión. Pascual plantea también un posible uso como elemento de sujeción con la ayuda de otro objeto apuntado (1998: 162). Para considerar un brazalete como tal su diámetro interno se ha establecido por encima de 4 cm (anchura de una mano infantil). Las arandelas de la Lámpara y Campo 3 no llegan a alcanzar dicho valor ya que presentan diámetros internos de 3 cm, excesivos para un anillo y pequeño para un brazalete. Además su sección plana (altura de 0,3 cm para un diámetro externo de 4 cm) no permitiría su paso (dada la mayor proximidad de los dedos en su unión a la mano) más que por el pulgar. Por último están realizados sobre un soporte único. Se trata de fragmentos de nacar obtenido posiblemente de la valva de Unio/Anodonta. Se encuentran en muy mal estado, pero llamaron la atención de Siret, debido a su singularidad. En el caso de los fragmentos perforados de grandes brazaletes y a diferencia de lo observado en conjuntos argáricos, los extremos se han redondeado. Posiblemente nos encontramos ante piezas que tras su rotura son reaprovechadas formando un nuevo brazalete articulado.
por ambas superficies, se han relacionado con la suspensión de la pieza a modo de colgante, pero no hemos podido apreciar con claridad huellas del lazo
Botones. Se han planteado diversas hipótesis para el uso de estas piezas, así en el trabajo de Corominas y Corominas (1957: 126) se plantea un uso como elementos de arco. Esto parece improbable ya que el puente (espacio entre perforaciones) es muy débil para soportar la tensión de una cuerda de arco, y los botones prismáticos de doble perforación tendrían que hacer referencia a complejos sistemas de doble cordada. Otra de las posibles funciones apuntadas para estas piezas es la de separadores de filas de cuentas de collar. Siendo la función de botón o la meramente ornamental, las más aceptadas.
FIGURA IV.42.–Brazalete de concha (Loma del Fas).
FIGURA IV.43.–Esquema de composición de un brazalete articulado.
FIGURA IV.41.–Pasador (Almizaraque).
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La frecuente fractura del puente, confirmada en tres de las siete piezas observadas, parece corresponder a una fricción continuada de un elemento flexible. El “botón de perforación en V cilíndrico” de Campos y el “colgante cilíndrico de perforación central” de Almizaraque, por sus características morfológicas y métricas, así como por el tipo de desgaste y por la proximidad de las industrias de ambos yacimientos, debieron tener un uso similar, posiblemente como botones. La presencia de cinabrio en la base de algunos botones de El Argar, se ha utilizado para reforzar esta hipótesis, pero al tratarse de sepulturas hay que tener presente otras valoraciones del “ocre”. Hace unos años se recuperaba en el Norte de la Península una sepultura individual en la que el botón prismático se situaba formando parte de un collar a modo de cierre (Delibes et alii, 1998: 179). La similitud entre el botón simple de Almizaraque, de hueso y el botón de perforación en V de Campos
en marfil, plantea la posible imitación de algunas piezas de difícil acceso. La gran mayoría de los soportes malacológicos utilizados en el conjunto estudiado son de procedencia mediterránea como cabe esperar por la ubicación general del área contemplada. La utilización de especies fluviales podría reducirse a Unio/Anodonta y no conocemos ningún ejemplo de soportes sobre moluscos terrestres, ya que su frágil estructura los hace inadecuados. Dada el escaso valor bromatológico, la presencia de abrasión marina y la acción de litófagos sobre las conchas de algunos conjuntos, sabemos que estas piezas se recogieron con un interés alejado de los usos alimenticios; pero además, tampoco los abundantes bivalvos perforados, pueden ser directa y únicamente relacionados con un uso como adorno. Algunas valvas pudieron ser colgantes, pero como ya comentamos, otras presentan restos en su interior, que indican su uso como pocillos y ello es independiente de su carácter perforado o no tanto como de si la perforación es o no natural. En los gasterópodos perforados observados, no hemos encontrado relación con otros aspectos que no fuesen los ornamentales, a modo de cuentas o colgantes. En ocasiones, especialmente en el caso de los gasterópodos de mayor tamaño, como muricidos o casidos, se observa una recogida cuando la concha presenta un elevado grado de abrasión marina. Pese a ello, esto no parece restar “valor” al objeto ya que dichas conchas se transportan hasta yacimientos del interior en los que forman parte del ajuar funerario depositado. Por otro lado, en los yacimientos costeros, como es el caso de Almizaraque los conjuntos elevados de Columbella sin perforación, pudieron responder a un almacenamiento de materia para su posterior preparación. Entre los gasterópodos, las lurias o cypreas, por su parecido con el órgano sexual femenino son las que más directamente se han interpretado desde un punto de vista simbólico. Ciertamente, son muchas las
FIGURA IV.45–Botones de perforación en V de la Loma de Belmonte.
FIGURA IV.46.–Detalle de perforación en Glycymeris sp.
FIGURA IV.44.–Botón de perforación en V de Almizaraque 19.
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FIGURA IV.47.–Luria con doble perforación.
culturas que han llegado hasta nuestros días asignando a estas conchas un valor de talismán (Soler Mayor y Pascual Benito, 2006: 66-67). Colgantes de concha recortada o lúnulas. Son piezas bastante planas, por lo que se ha considerado que irían cosidas, las huellas observadas no son claras en este sentido, si bien algunas fracturas podrían apoyarlo. No obstante en otros casos como es el de Rincón de Cantoria, estas lúnulas presentan perforaciones centrales y se encuentran junto a una cuenta discoidal de piedra demasiado gruesa como para ir cosida. Estas dos conchas recortadas y la cuenta en el centro sería una fácil disposición para una gargantilla, elemento más probable en un enterramiento individual como este que carece de cualquier otro elemento de ajuar. Más complejo es determinar el carácter de las “lúnulas” sin perforar, ya que si bien en algunos casos puede sospecharse una recogida con carácter de materia prima de cara a la elaboración de colgantes, su presencia en enterramientos dificulta esta interpretación. Colgantes sobre colmillo de jabalí. Como ya hemos visto, algunos colmillos de jabalí fueron utilizados como elementos punzantes, en otros casos nos inclinamos por una utilización eminentemente ornamental. No conservamos de este segundo caso, ninguna pieza completa, pero nos encontramos con piezas más frágiles y redondeadas que los apuntados hendidos. Además, las tres piezas documentadas corresponden a un ámbito funerario. Los colmillos de jabalí siguen considerándose hoy trofeos de caza y de su estima en el pasado puede ser prueba la realización de piezas de imitación en hueso o en otros materiales (CampsFabrer, 1991: IV.1.4), como ocurre con los caninos de ciervo (otra especie cazada). Pero en ámbitos preindustriales diversos existen otros usos diversos que abren posibilidades distintas. Entre los esquimales, los colmillos de oso se utilizan como sonajeros, unidos entre sí por tiras de cuero, para distraer a los bebes y también como sonajas, que colgadas sobre las puertas, avisan cuando entra alguien (Victor y Robert-Lamblin, 1989).
FIGURA IV.48.–Lúnula perforada de Buena Arena.
rición en los herbívoros, con carácter residual o atrófico en los Cervus elaphus, presentan una forma globular muy diferente a otros dientes, y es posiblemente esta forma diferenciada la razón de una valoración que determina su imitación. Dicha imitación, se documenta ya en yacimientos paleolíticos (Maudet, 2002: 49) con ejemplos tanto en piedra como en hueso, pero los más frecuentes se realizarán sobre concha. Colgantes facetados. Presentan cierta variedad dentro de la sencillez de las formas documentadas y su escasez numérica. Se definen por la presencia de un elemento de suspensión, pero no todos son necesariamente adornos, como vimos en un caso de Almizaraque. Para estas piezas, además de la más habitual relación con elementos de adorno personal, se han apuntado otros posibles usos, como es el caso de sonajas (Velásquez, Conde y Baena, 2004: 3-17), pero en nuestro caso se trata siempre de piezas únicas, por lo que nos parece más probable un uso ornamental. Presentan perforaciones cilíndricas (realizadas en posición perpendicular a la pieza) y lisas propias de
Colgante de Imitación de canino de ciervo atrofiado. Los caninos como piezas dentarias tendentes a la desapa231
FIGURA IV.49.–Imitación de canino de ciervo.
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FIGURA IV.50.–Composición de collar con diversos elementos de adorno. (Atalaya 3).
punzones metálicos, en torno a 2 mm de diámetro. La uniformidad y precisión de la perforación indican el empleo de un taladro. Ante números bajos de representación de las cuentas discoidales en contextos funerarios, se ha sugerido que estas cuentas respondieran no a collares, sino a adornos cosidos en vestidos o tocados (Pérez Arrondo
y López de Calle, 1986). Otra posible función sería la de botón, unido al tejido por un lado y abrazado desde el opuesto por una lazada flexible de lana o cuero, tensándose con el uso. Pero lo cierto es que en estructuras como Jautón 5, o incluso en los antiguos como Palas-Era, el número de piezas recuperadas permite pensar en verdaderos collares. Como ocurría con el
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FIGURA IV.51.–Cuentas discoidales (Jautón 5).
caso de los gasterópodos y bivalvos perforados, distintos autores defienden un mayor valor añadido al estético, representativo o simbólico; como es el ser un elemento de cambio en sociedades de puntos muy diversos (Yerkes, 1993: 236). Un aspecto muy importante en la valoración de las diferentes cuentas es su grado de elaboración. Tenemos conjuntos formados por cuentas cilíndricas obtenidas por simple supresión de las epífisis o por diversos ranurados a lo largo de una diáfisis de mesomamífero. Frente a estas, las cuentas discoidales presentan un mayor esfuerzo, dificultad para su elaboración y pese a ello mayor uniformidad. La transformación del soporte que implica una pequeña cuenta discoidal plantea serias dificultades a la hora de determinar la materia. Es pues complejo distinguir en algunas piezas alteradas si estamos ante calizas de origen inorgánico u orgánico y entre estas últimas, si nos encontramos ante conchas o ante cáscaras de huevo de avestruz. Creemos que las estudiadas en el conjunto de Vera corresponden mayoritariamente a conchas recortadas, pero es imposible asegurarlo en la totalidad del conjunto sin un análisis químico. Por lo que respecta al área circundante, tenemos los numerosos conjuntos de Millares atribuidos a cáscara de huevo de avestruz. Esta atribución no es hoy constatable a simple vista, pero en general los conjuntos de aquel yacimiento tienen valores métricos inferiores a los de Vera. Los análisis realizados hasta el momento, parten de los estudios encargados por Siret a principios de siglo. (Siret manuscrito del Libro de los Análisis, Archivo Siret del Museo Arqueológico Nacional). La uniformidad en el diámetro de los diferentes conjuntos de cuentas discoidales, nos permite pensar en pulimentos conjuntos. Las perforaciones suelen responder a un perfil bicónico por actuación bipolar. Encontramos tanto perforaciones cilíndricas y lisas propias de punzones metálicos, como perforaciones con estrías internas, propias de perforadores de sílex. La mayor dificultad que implica este tipo frente a otras cuentas indica cierto grado de especialización por parte de sus autores. Además de los casos egipcios ya comentados, también en el Próximo Oriente se detecta en fechas tempranas la existencia de talleres especializados en la manufactura de cuentas (Pardo, 2001).
FIGURA IV.52.–Cuenta segmentada de Churuletes I.
Por lo que respecta al segundo subconjunto de mayor grado de elaboración, las cuentas segmentadas, los distintos grados de desgaste de hacen pensar en tiempos de uso diferentes, lo que resulta esperable en un conjunto funerario, si suponemos que formaban parte de las piezas usadas en vida por cada individuo, pese a ello destaca su ausencia en yacimientos de habitación. Ídolos Se ha asociado tradicionalmente los “ídolos” al mundo funerario, relacionándolos con una representación del difunto, a modo de ushebtis egipcios o antropomorfos cicládicos. En la Cuenca de Vera, su presencia es mayoritaria en contextos de habitación. En Almizaraque muchos de ellos, sobre todo los decorados pueden explicarse por su realización en ese centro, hecho probable a tenor del resto de la industria ósea recuperada allí. Precisar no obstante la ubicación exacta de las localizaciones es un aspecto problemático. Debió existir una cierta dispersión, más allá del “taller de grabador” (como lo llamó Siret), pero por ahora es difícil avanzar en este sentido. Cruciformes El primer tipo es el de los cruciformes, únicamente representado en este conjunto por dos piezas procedentes respectivamente de Jautón 3 y Atalaya 12. Aunque ambas son piezas laminares su carácter parece diferir bastante según los parámetros observables. No
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se observan huellas de uso que hayamos podido identificar y ambas están muy fragmentadas, pero si queremos resaltar su presencia en contextos funerarios y su aparición junto a otras piezas de similar morfología realizadas en piedra. No obstante, las características métricas del fragmento de Atalaya 12 (anchura máxima = 1; grosor máximo = 0,15) y su morfología nos aproximan a una pieza de reciente recuperación, muy similar y en este caso completa, como es la del Cerro de Ortega (Barrio y Maquedano, 2000); en cuyo caso nos encontraríamos ante un alfiler de cabeza. Las falanges Un conjunto numeroso es el formado por los conocidos como ídolos falanges. Este grupo se subdivide a su vez en tres: decorados, trabajados y sin transformación. En el primer caso sólo tenemos un ejemplar claro. Se trata del “ídolo de Almizaraque”, grabado con la misma técnica de los oculados sobre hueso largo. Más numerosas son las falanges modificadas. En este caso nos encontramos con distintos trabajos que determinan otras tres subdivisiones. En primer lugar nos encontramos con el conjunto más numeroso, definido por piezas modificadas mediante una abrasión que tiende a suavizar los contornos naturales del soporte. Dicha abrasión puede ser tan intensa que llega en ocasiones a perforar la pared de la diáfisis. A estos habría que añadir un número inferior de piezas que presentan marcas profundas en el área mesodistal. Se trata tanto de incisiones, como de acanaladuras, siempre perpendiculares al eje longitudi-
nal de la falange. Estas marcas se han podido observar directamente también en algunos ejemplares de Los Millares (Leisner, 1943: fig. 8.2, 8.3, 11.2), pero se pueden ver en otros conjuntos como el de Blanquizares de Lebor (Arribas, 1956: fig.49.7). Algunos autores relacionan estas marcas con pequeños soportes, sobre los que se cortarían fibras, tendones o tiras de cuero al caber en la mano y dejar libre la de corte (San Juan, Coucher, 2005: 170, fig. 7.5). Funcionarían posiblemente a modo de tensor. La tercera subdivisión queda constituida por piezas perforadas intencionalmente. Como decíamos más arriba, en algunos de los casos estudiados, consideramos más probable que la perforación se haya producido por un exceso en la abrasión de la superficie, pero en otros, la perforación es intencional, de ubicación irregular y en un caso (Almizaraque 21) es cuadrada. Para este tipo de objetos, se han señalado posibles usos como silbatos (Dauvois, 1983, 1999; Baena, Casarrubios y Rubio, 1998; Menéndez y García, 1998: 168). Volviendo al conjunto más numeroso de falanges modificadas por abrasión generalizada de las superficies, creemos que el factor desempeñado por el taxón utilizado (y con ello tamaño) es un aspecto muy importante. Así como su existencia en sepulturas en las que se documenta la presencia de niños. Entre los esquimales, las falanges son utilizadas como juguetes, tanto de niños como de adultos (Victor y Robert-Lamblin, 1989), representan figuras humanas que a veces se tallan para acentuar las formas. Otros huesos (según sus morfologías) se consideran
FIGURA IV.53.–Fragmento de cruciforme de Atalaya 12.
FIGURA IV.54.–Falange con fuerte incisión mesodistal (Almizaraque).
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un yacimiento de excavación reciente en el que se ha documentado un elevado número de falanges trabajadas (30), aparecen conjuntamente ambos subtipos, si bien los primeros son dominantes (Ortiz y Blasco, 2000: 272). Además de los aspectos comentados, existen otras propuestas funcionales para piezas de estas características, pero consideramos que se trata de objetos muy alejados de las piezas estudiadas (Valensi, 2002: 87-97). Los oculados sobre hueso largo
FIGURA IV.55–Falange con perforación leteromesial (Almizaraque 30).
igualmente con valores femeninos o masculinos. Un aspecto fundamental en estos juguetes es el tamaño, buscándose iguales formas en diferentes tallas para de ese modo representar a “la madre” y a “los hijos”, para lo que se recurre a huesos de individuos adultos frente a huesos de infantiles o incluso fetos. Cierto es que los esquimales son un pueblo muy alejado de nosotros tanto en espacio, como en tiempo y medio ambiente, pero es un pueblo que aprovecha al máximo los recursos faunísticos de que dispone ya que son prácticamente su única fuente de riqueza, lo que posibilita una gran riqueza ergológica sobre este material. En este sentido tendría lógica la elección de diferentes taxones para poder contar con diferentes tamaños. En alguno de los enterramientos en los que se han identificado estas falanges, hemos podido observar la presencia de individuos infantiles. Si bien el análisis antropológico debe ser más profundo y contar con más datos para avanzar en este sentido. La posible valoración diferenciada entre ídolos decorados, modificados y “usados” es difícil de asegurar con los datos actuales. Las piezas sin transformación se documentan a veces con las anteriores y en contextos de carácter funerario. Las falanges observadas en las sepulturas de Millares están siempre trabajadas y sólo una estaba decorada, si bien se trata de una pieza pintada, por lo que pudieron existir otras que han perdido el colorante, pero resulta extraño que esto haya ocurrido en todas ellas. Será necesario un análisis más minucioso de las falanges de Millares para poder avanzar en este sentido. Por lo que respecta a la Cuenca de Vera, el yacimiento que aporta más información es sin duda Almizaraque, donde las falanges recuperadas podrían ser piezas preparadas para la transformación. En
Los oculados sobre huesos largos presentan poca variedad de soportes. Salvo una costilla, un fémur, una tibia y un húmero (que plantea serias dudas), todos están realizados sobre radio. Salvo dos casos se preserva siempre la epífisis proximal del radio y se elimina la distal. La elección del soporte recae en distintos taxones: ovicápridos, bóvidos y un équido. Se elimina, como decíamos más arriba una epífisis y se acondiciona mínimamente el corte mediante una abrasión. Es importante señalar a este respecto la utilización frecuente de especies jóvenes cuyas epífisis distales aún no se habían fusionado. Dada la dificultad que entraña el corte del hueso en este punto, es probable que se eligiesen por ello huesos que facilitaran notablemente el proceso de trabajo. Están decorados únicamente por una cara, dejando sin siquiera alisar la cara posterior en la que a veces se conserva el arranque de la ulna. El proceso de grabado no parece suficientemente claro. Dado que la mayor parte del conjunto sufrió una alteración térmica incontrolada es muy difícil valorar un posible tratamiento en este sentido, aunque no creemos que el pirograbado directo sobre la pieza, fuese cuando menos un tratamiento único. Además, la presencia de irisaciones y de escamaciones superficiales, aboga a favor de la compleja propuesta de Siret. En este sentido se han podido observar las mismas características en otros oculados ajenos al conjunto de Almizaraque, como son los de Terrera Ventura y Juan Barbero. La eliminación de una epífisis y conservación de la otra configura un tubo cerrado por uno de sus lados cortos lo que le permitiría ser usado como receptor. Huesos largos cortados conservando una de las epífisis se utilizan como contenedores de substancias especiales, por ejemplo alucinógenos entre culturas precolombinas (Bittmann, Le Paige y Núñez, 1978: lam. 23.10), desgraciadamente no hemos observado residuos que permitan comprobar tal posibilidad. Su posible empleo como mangos tampoco queda claro a partir de la localización de las huellas de desgaste, aunque el lustre es más intenso en el tercio inferior de la pieza. Pero si como suponemos se trata de piezas procedentes de un taller no tendrían porque haber sido usadas, aunque como veremos más adelante no parece ser este el caso. Por otro lado la presencia del
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FIGURA IV.56.–Oculado con tres pares de “ojos” (Almizaraque).
FIGURA IV.57.–Oculado sobre radio de Bos (Almizaraque).
arranque de la ulna en algunas piezas entorpecería la sujeción. Finalmente, los mangos suelen presentan decoraciones perimetrales y no sólo en una cara. Otro aspecto destacable es el hecho que podríamos enunciar como que todos son muy similares, pero man-
teniendo diferencias iconográficas que permiten individualizarlos. Presentan una disposición de bandas, como ocurre en el conjunto valenciano, pero en el esquema decorativo pueden apreciarse algunas diferencias entre los distintos conjuntos. En el conjunto levantino se
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aprecia de forma más acusada la distribución horizontal de la decoración, con mayor número de espacios de reserva y sin apenas retículas. En Almizaraque, se muestra una especial atención al motivo de los ojos (dispuestos en línea de 3, enfrentados dos a dos, motivo único enmarcado, etc.). Mederos señala la falta de rasgos observados en otros ídolos del propio yacimiento o de Malagón, como es el caso del triangulo sexual (1993/ 94: 105), aspecto que si se observa en las falanges de Murcia y de Cabecico de Aguilar en Mojacar. Uno de los oculados sobre radio de vaca localizados en la Casa 30 presenta una abrasión posterior al trazado del grabado, de forma que desdibuja la decoración, parece pues un intento de eliminarla. No se trata de una pieza defectuosa y está completo el diseño prefijado, luego no parece un arrepentimiento del artista. Al menos en otras dos piezas del conjunto sin referencia se aprecia el mismo caso. ¿Es un intento de inutilizar las piezas o se trata de un aprovechamiento de una pieza inservible? Contar con un contexto claro sería fundamental en la interpretación de este aspecto. Si damos por válida la pertenencia del oculado mencionado de la Casa 30, este se encontraba junto a otros ídolos acabados y dos en preparación, lo que nos haría inclinarnos por una posible reutilización en el taller; pero para los otros, como ya se comentaba en el capítulo III, no hay más datos. Otras dos piezas que carecen de decoración pero presentan una intensa abrasión podrían haber sufrido un proceso de “borrado” similar al descrito. El aspecto más relevante del “conjunto látrico” de las estructuras 21-30 de Almizaraque es su número, 62 oculados terminados o en proceso de fabricación, más la falange grabada y el sandaliforme, a los que podíamos sumar otras falanges y algunas piezas sin referencia clara. Pensamos incluso que dadas las circunstancias de almacenamiento, pudo haber más. La repetición de los esquemas decorativos y soportes de estos oculados en el interior de la Meseta (ver mapa de la fig. III. 69) sigue constituyendo, pese a los recientes hallazgos, un punto aislado que no permiten explicar la difusión del tipo conectando las dos fachadas de la Península. Por otro lado, sería preciso observar directamente las piezas del cuadrante suroeste para determinar el grado de filiación entre ambas. Respecto a la valoración de estos objetos, es interesante la reciente teoría de Katina Lillios, en la que partiendo del estudio de los ídolos placa, se valora su posible función como elemento de carácter heráldico (2002: 135-151). En nuestro caso, encontramos una situación similar en el caso de los ídolos sobre huesos largos, todos similares pero todos diferentes entre si. No podemos responder a la pregunta sobre que eran realmente estos “ídolos”, pero hay que señalar una serie de puntos sobre los que habría que reflexionar:
FIGURA IV.58.–Detalle de la decoración grabada.
– Se trata de un conjunto numeroso – Presenta un complejo sistema de elaboración – Son producto de un taller especializado – Presentan una iconografía similar, pero no idéntica – Están realizados para ser vistos por una sola cara – Son huecos (y por ello capaces de contener algo en su interior) – Hay piezas “borradas” El sandaliforme de Almizaraque Es una pieza única aunque presente puntos de contacto con otros objetos de un ámbito próximo. En primer lugar consideramos que se trata de una pieza de hueso. Recientemente tuvimos ocasión de mostrársela al profesor Poplin, quien nos ratificó este dato y añadió su opinión de que se trataba de una pieza obtenida del cráneo de una ballena. La presencia de pequeños cetáceos varados ocasionalmente en las costas del Mediterráneo es algo que sucede incluso en la actualidad, por lo que pudieron ser aprovechados esporádicamente durante la Prehistoria. Se trata de una pieza decorada cubriendo la totalidad de una de sus caras. Esta decoración tiene un buen paralelo en la conocida peineta de la sepultura 12 de Los Millares (Leisner, 1943: fig.11.1), que conserva aún restos de pintura roja y negra, ausentes en el sandaliforme de Almizaraque. La peineta de Millares, está realizada sobre marfil. Se puede plantear una relación entre este sandaliforme y una pieza también perteneciente a Los Millares 12, pero consideramos que en este caso se aprecian diferencias significativas. Se trata de una gran placa, (como en el caso de la peineta, también de marfil), con
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FIGURA IV.59.–Detalle del intento de borrar el grabado.
perforaciones perimetrales igualmente, si bien en este caso, dichas perforaciones se sitúan en un reborde que remata la pieza en sus dos lados mayores. La placa de Millares 12, está más próxima a los recipientes de madera conocidos en contextos palafíticos o incluso con piezas de telar del tipo de las usadas en contextos preindustriales entre los lapones. Otra pieza similar, como ya vimos, es la recuperada en la excavación de la Cueva Sagrada de Lorca (Ayala, 1986: 151-156; 1987: 18), pero se trata de una pieza de madera de la que sólo se conserva un fragmento y que no parece presentar perforaciones.
Finalmente contamos con dos sandaliformes de Alapraya, que pueden ser los paralelos más próximos. La simetría que presenta la decoración del sandaliforme de Almizaraque, no se corresponde con la que se observa en la realización de las perforaciones. No existe el mismo número de orificios en cada lado, ni se sitúan en el mismo lugar, si bien, la restauración impide conocer la ubicación concreta de todos ellos (no todos conservados) y el dibujo de Siret no es exacto a juzgar por los fragmentos originales conservados. Los dos orificios, derecho e izquierdo, más distales de la pieza, se sitúan en el dibujo por encima de la línea superior de la última banda de triángulos el izquierdo y por debajo de dicha línea el derecho. Mientras que en la pieza se sitúan simétricamente respecto al eje teórico longitudinal del objeto, es decir ambos están por encima de la banda de triángulos. De manera que no podemos reconstruir con seguridad un esquema que permita conocer los posibles puntos de tensión. Lo que si puede apreciarse es un desgaste acusado en las perforaciones, que llega a fracturar 5 de ellas. Esta fractura se produce por una tensión de uso que parece corresponder a una fuerza lateral. Otro aspecto llamativo es que existen perforaciones realizadas desde el borde lateral hacia el interior. Las dos piezas de Alapraya, encontradas en un ámbito funerario, perforaciones perimetrales y con mayor similitud a una suela de calzado, son las que avalaron su interpretación como sandalias funerarias, dada su forma, perforaciones y correspondencia a una suela derecha y otra izquierda. Respecto a la pieza de Almizaraque presentan un tamaño menor (21 cm las de Alapraya, 25 cm la de Almizaraque), las perforaciones bordean todo el perímetro de las “sandalias”, se sitúan en un reborde (como también ocurre con la pieza de Millares) y no están decoradas. Paço consideró los objetos recuperados en Alapraya II como “sandalias rituales”, comparándolas con el uso funerario de paralelos orientales (1941: 217-219). Ni una ni otras podrían ser usadas como calzado práctico. La de Almizaraque no resistiría en peso de alguien (adolescente o mujer) con un pie del tamaño de la “suela”. Las de Alapraya II, en caso de resistir (son de caliza, más gruesas y corresponderían a un pie menor), al ser una superficie completamente rígida obligarían a caminar sin flexionar las rodillas puesto que el pie debe necesariamente permanecer recto. La pieza de Almizaraque, dadas las diferencias que se observan en la realización de la decoración frente a las perforaciones, puede que correspondan a dos momentos distintos. Dichas perforaciones parecen apropiadas para coser la pieza a una tela o piel como funda, vaina o pectoral que dada su fragilidad, sería un elemento de adorno incapaz de soportar fuertes tensiones. Pero tampoco puede des-
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cartarse el uso funerario que apuntaba Paço, ya que un uso de “presentación” no precisa de resistencia mecánica por parte del objeto y el artesano sólo tendría necesidad de decorar la cara vista, la suela del calzado. Armas M.ª Dolores Asquerino señala la frecuente aparición de marcas helicoidales en las puntas o en el área mesial de los pequeños biapuntados estrechos o azagayas. Los que ella recoge están entre los 6,5 cm y los 9 cm por lo que podríamos considerarlos pequeños (1986: 53). Estas piezas se han relacionado con anzuelos de doble punta al conocerse este uso entre los esquimales. Aura y Pérez Herrero recogen diversos sistemas de enmangue, si bien las piezas estudiadas por estos autores son menores que las nuestras (1998: fig. 3). Ni entre nuestras piezas, ni entre las valencianas (Pascual, 1989: 59) se han observado estas huellas por lo que su uso como anzuelos no parece probable. No obstante una de las “puntas pequeñas y finas” de Ereta, presenta fuertes incisiones mesiales que podrían semejarse a las de estos biapuntados (Pascual, fig.III.30.9). En La Draga se han interpretado como puntas de proyectil, tanto piezas biapuntadas como algunos punzones hendidos sin base articular. En nuestro caso la variabilidad vuelve a ser alta y sólo podríamos aproximar esta hipótesis a las más robustas. Más difícil aún es el caso de las piezas más anchas, también heterogéneas y sin desgastes ni huellas claras. Podría tratase incluso de preparaciones de objetos inacabados, como parece ser el caso de la pieza simétrica sobre costilla de Almizaraque 39. No son piezas fáciles de localizar tampoco en otros conjuntos, pero en algún caso hemos observado objetos similares utilizados para levantar la trama del telar (Bittmann, 1978: fig. 39). En Almizaraque se localizaron 6 puntas de flecha, salvo una pieza menor e irregular, las restantes deben considerarse puntas de jabalina dada su longitud (17 cm). La utilización de asta como materia prima de proyectiles se considera más adecuada que el hueso dada la mayor tenacidad y elasticidad del asta (Ibáñez et alii, 1993: 233; Campana, 1989). Las fracturas observadas en el ápice de una de las piezas son compatibles con este uso. El pequeño conjunto formado por los micropunzones, permite pocas aproximaciones de uso. En los márgenes de definición de tipo presenta bastante variabilidad métrica, configurando objetos compactos pero muy pequeños. La utilización como puntas enmangadas (como se documenta en una de las piezas de Ereta, introducida en una tibia de ovicáprido, Pascual, 1989: 57) es probable pero no puede constatarse en nuestro caso. La variabilidad observada no obstante sugeriría usos diversos, en algún caso (especialmente los de 239
FIGURA IV.60.–Punta de jabalina en Almizaraque 17.
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contextos funerarios) podrían corresponder a posibles proyectiles, pero en otros es más probable un uso como pequeños punzones. Características generales del conjunto Las cuantificaciones son necesarias como herramienta de trabajo, pero somos conscientes que en el estudio de una colección antigua, los números son sólo una orientación y no la “verdad”. Estamos sujetos a multitud de variables no controladas, sin que ello desmerezca en absoluto la labor de quienes nos precedieron. Por ello y a partir del análisis de los datos disponibles podemos plantear una visión de conjunto que deberá irse perfilando con mayor nitidez a partir de futuras investigaciones. A modo de resumen, y como visión global del conjunto estudiado la industria ósea de la Cuenca de Vera presenta una serie de características que la personalizan. En primer lugar tenemos unas piezas de métrica reducida. Esto es, un predominio de piezas inferiores a 15 cm (no fragmentadas). Sólo 41 objetos superan este margen y de ellos sólo 13 están por encima de los 20 cm en su dimensión máxima. Siendo la pieza mayor, un mango sobre asta de 28cm de longitud. Están ausentes del conjunto piezas de mayor tamaño como los picos de minero, grandes cinceles o cuñas, etc. Los soportes disponibles no son siempre los soportes utilizados. Frente a la oferta del medio no toda será aprovechada para la elaboración de industria ósea, pero si podemos considerar una producción centrada en las materias fácilmente adsequibles. Para la elaboración de objetos de hueso, se observa una marcada preferencia por las diáfisis de los huesos largos, en especial de ovicapridos. En algunos casos se puede constatar la utilización de diáfisis de carnívoros, que si bien es minoritaria, es un aspecto destacable. Por lo que respecta a la edad de los animales utilizados, destaca la presencia de individuos muy jóvenes en particular en la zona interior. En concha, la especie más frecuente es Glycymeris, si bien el conjunto de gasterópodos es también significativo. Dominan los grandes grupos de apuntados y perforados. En el conjunto estudiado son frecuentes los reavivados y reutilizaciones, así como podemos constatar la presencia de poliútiles en algunos casos. El número de estos últimos fue seguramente mucho mayor de lo que hoy podemos determinar. A este respecto, cabe también señalar la existencia de usos diferentes sobre un mismo soporte, tanto como de soportes diferentes para un mismo uso. Así por ejemplo, en el primer caso tenemos los punzones sobre fíbula, que con una misma morfología general, pueden desempeñar distintas tareas, o los pseudogradinas, con morfologías heterogéneas pero un mismo tipo de área funcional ¿y uso? En los enterramientos los ajuares presentan piezas desgastadas, es decir usadas durante la vida de su
poseedor. Excepcionalmente pudieron realizarse objetos para el enterramiento, pero esto no parece ser la norma. Una excepción parecen constituir las cuentas segmentadas, pero dado que presentan desgaste de uso, debieron ser un elemento más del atuendo de los antiguos pobladores de la Cuenca de Vera. La valoración que reciben los sencillos objetos elaborados sobre soportes marinos, queda constatada en su localización en zonas alejadas de su área de recogida. Así mismo se irán introduciendo en la zona otros productos lejanos como el marfil y el huevo de avestruz. Pero el propio soporte de hueso debió alcanzar un grado de valoración diferente a raíz de la introducción de nuevas técnicas que daban lugar a productos complejos como es el caso de los Oculados. La introducción de procesos complejos de elaboración y la existencia de talleres, lleva a pensar en un trabajo especializado, aunque este no se desarrollase a tiempo completo. Este pudo ser el caso de Almizaraque y tal vez de algún otro yacimiento del área limítrofe, como es el caso del Cerro de las Canteras de Velez Blanco. Esta progresiva especialización en el trabajo del hueso viene avalada por lo observado en el estudio de otros materiales como el cerámico de Campos (Camalich et alii, 1999: 345). Estructuras relacionadas En el Cuaderno de 1903, con referencia a la Casa 19 de Almizaraque, Siret dibuja el plano y varias secciones de una curiosa estructura. Según los dibujos, dicha estructura estaba formada por grandes huesos hincados en el terreno y en el centro un numeroso conjunto de crecientes que definió como “horno de cuernos”. Posiblemente el “horno” corresponda a un depósito superior, esto es posterior y no directamente relacionado con los materiales óseos, pero esto no está claro. Siret escribe “7 os debout” y los dibuja bordeando el espacio cubierto por los crecientes, indica además 2 posibles huellas de poste que pudieron también formar parte de la estructura. Como se puede apreciar en el corte estratigráfico adjunto, se trata de huesos largos de macromamíferos. El espacio encerrado por estos huesos es difícil de calcular, ya que aunque Siret trazó una referencia métrica, en el centro del plano, hoy es difícil de ver. Teniendo en cuenta el tamaño de las epífisis óseas representadas y de los crecientes puede calcularse aproximadamente en torno a 1,5 m por 1 m. Parece haber un par de niveles diferentes en los que se aprecia el mismo esquema de huesos clavados en el terreno. En realidad los huesos no parecen conservarse enteros en el momento de la excavación de Siret, quien representa la huella que estos dejaron tras la descomposición parcial de las diáfisis. En otros cortes estratigráficos señala la presencia de capas de ceniza sobre los huesos clavados, así como
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mos es más difícil aún de conocer, podría tratarse de cubiertas vegetales para proteger algún producto que no podemos precisar o bien de pieles estiradas para su tratamiento12, como se documenta en distintos contextos etnográficos. De tener relación con el conjunto cerámico de los crecientes, el sentido de esta estructura, nos resulta aún más confuso. Talleres
FIGURA IV.61.–Plano de la estructura de la Casa 19, formada por crecientes y huesos, según dibujo de Luis Siret. Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
restos de arcilla endurecida, esparto carbonizado, sílex, objetos metálicos y posible escoria. Se conservan los crecientes, pero los restos de fauna son difíciles de relacionar con los dibujos de Siret, aunque como decimos no estaban completos en el momento de la excavación. En cualquier caso y a juzgar por su posición y forma, parece tratarse de huesos trabajados en forma apuntada para facilitar su penetración en el terreno. En Cova Fosca, se señala la existencia de cortes en los frontales de cabra para “hincar las cornamentas en el suelo tal como fueron encontradas” (Olaría, 1988). La autora deduce su utilización como elementos de apoyo, al encontrarse próximas a hogares y en grupos de tres a modo de trípode. En nuestro caso el área delimitada es mayor, definiendo un espacio repetidamente utilizado de un mismo modo, pero no muy claro por el momento. Suponiendo que no tengan relación directa con los crecientes (de un nivel posiblemente superior), los huesos hincados podían sujetar un elemento flexible, tensándolo o cuando menos fijándolo al suelo. Podría tratarse de los restos de estera carbonizada que menciona Siret o bien de pieles. El sentido de estos últi-
“La especialización suele manifestarse a través de una eficaz organización espacial y temporal de las tareas” (Castro et alii, 1999: 29), pero también a través de la complejidad en la elaboración de objetos que requieren mayores conocimientos y/o experiencia en su realización. Taborin considera incluso, los adornos elaborados del Paleolítico, obra de especialistas, (2005: 154). Las concentraciones de piezas observadas en algunos yacimientos de habitación, han sido interpretadas de formas diversas, por lo que respecta al conjunto de oculados de Almizaraque, autores como San Nicolas han defendido la posibilidad de incipientes espacios de culto (1986: 172-173), otros plantean la duda (Mederos, 1993/94: 105). En el caso que nos ocupa, nos decantamos por su atribución a talleres, como pasaremos a exponer. En los diversos asentamientos estudiados pudieron confeccionarse muchos de los útiles y adornos óseos encontrados en ellos, pero el caso de Almizaraque plantea algunos aspectos diferentes. Además del instrumental necesario y de la existencia de matrices para la elaboración de útiles, encontramos indicios de una elaboración especializada de objetos sin un uso práctico claro, que sufren procesos técnicos complejos. Este es el caso de los oculados. Todo ello en un espacio reducido. Los avatares de la colección Siret y concretamente los de Almizaraque configuran un panorama complejo a la hora de abordar también este tema. Algunos ídolos se han ubicado incorrectamente, estando aún hoy sin localizar o con atribuciones erróneas. No obstante y gracias a la documentación de los cuadernos y planos de Siret, podemos solventar algunos de estos problemas. Tenemos dos grandes concentraciones de ídolos: Almizaraque 21 y Almizaraque 30. El resto de los oculados conservados actualmente en otras estructuras, pueden pertenecer a estas dos. El caso de los falanges es menos claro y nos inclinamos por aceptar una mayor repartición de las mismas. Almizaraque 21 fue excavado por Siret en octubre de 1905, Almizaraque 30 lo fue en abril de 1932. Pese ———— 12 Siret señala la presencia de “sierras de sílex”, podría tratarse de alguno de los cuchillos recuperados.
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FIGURA IV.62–Corte estratigráfico de la estructura localizada en la Casa 19 de Almizaraque, según dibujo de Luis Siret. Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
a la distancia numérica y espacial, ambas estructuras son contiguas. Con los croquis y cortes estratigráficos de la Casa 21 termina el Cuaderno de 1903. Siret inicia un segundo cuaderno (el de 1905) y anota distintos aspectos hasta febrero de 1906. No vuelve a utilizar este cuaderno de 1905, hasta el 23 de marzo de
1932 y lo hace precisamente con la Casa 30. Ambas estructuras están separadas por un muro circular que enmarca la “casa 21”, pero como ya indica el propio Siret en un plano, el muro es posterior al nivel en el que se recuperaron los ídolos, por lo que tenemos un espacio comunicado y no dividido en dos estructuras.
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FIGURA IV.63.–Croquis de distribución de los ídolos de la Casa 21, según dibujo de Luis Siret. Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
Por otra parte, el ídolo conservado en la “Casa 18” puede ser el que Siret indica junto al muro sur de la Casa 20, por lo que correspondería a este mismo espacio. Los planos no tienen escala, pero si tomamos como referencia una tumba (posiblemente visigoda) dibujada sobre la Casa 33, podemos calcular la escala utilizada por Siret. Según esto, la dispersión de los ídolos configura un espacio de unos 6 × 8 m, delimitado por postes que Siret relaciona con el nivel de los ídolos. En el conjunto de la Casa 21, Siret dibuja unos 23 ídolos sobre diáfisis y unos 12 ídolos sobre falange. En la Casa 30, Siret dibuja 18 ídolos largos y 2 ídolos falange. En la Casa 30 hay un importante acumulo de ídolos y de piezas preparadas para su transformación (unas 22 en total). Siret indica un hacha percutor y sílex entre los ídolos. Entre los materiales asignados a esta estructura hay cuchillos y raspadores, así como un biapuntado metálico que también pudieron usarse en las distintas etapas de elaboración de los ídolos. Entre los ídolos de la Casa 30 hay también al menos un pseudobetilo de alabrastro gris. No creemos que esta pieza modifique el carácter especializado del área, ya que estos pseudobetilos deben tener un carácter más práctico que “votivo”. Sus formas toscas y la ranura del cuello permiten pensar en posibles pesas.
Pese a las dificultades comentadas para conocer la distribución espacial de los diferentes items recuperados en Almizaraque, si parece clara la dispersión de la industria ósea y su posible transformación en distintos puntos. Pero a diferencia de estos “talleres de ídolos”, los otros puntos de elaboración de industria ósea, responderían a un carácter menos especializado pudiendo estar más próximos a una economía doméstica de autoabastecimiento o más probablemente de suministro de las necesidades básica del grupo inmediato. Estos talleres no especializados o no específicos, pueden plantearse para el área de Almizaraque 1, con un importante acumulo de gasterópodos o para la Casa 25. Otra posible área de actividad ósea pudo encontrarse en la estructura 19 de Almizaraque, donde se aprecia una notable concentración de diversos útiles y de astas almacenadas para servir de materia prima en la realización de estos objetos. En otros casos las agrupaciones son menos claras, implican la proximidad de tipos infrecuentes como pueden ser las azagayas (en Almizaraque 14), pero estas asociaciones al no ser muy altas, pueden responder a otros factores relacionados con la actividad concreta de la estructura y/o sus habitantes. Otros talleres han sido citados en yacimientos próximos a la Cuenca de Vera, como es el caso del Cerro de las Canteras de Velez Blanco, donde F. Motos observó la existencia de una concentración de reserva de materia, matrices e industria ósea focalizada en un
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FIGURA IV.64–Detalle del plano en que se sitúan los ídolos de la Casa 21 de Almizarque, según dibujo de Luis Siret. Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
punto del yacimiento (Motos, 1918). La Casa 1 de Los Millares, a tenor de los materiales conservados en el MAN, pudo desempeñar también tareas de transformación. En Próximo Oriente, la existencia de talleres especializados en la fabricación de objetos de adorno, parece suficientemente contrastada ya en fases del Neolítico precerámico (Pardo, 2001: 45). En el mundo romano se conoce su existencia tanto con carácter estable como ambulante, donde se trata de talleres especializados (Pascual, 2000: 116). En el área estu-
diada, durante las primeras fases del Neolítico, la sencillez de las técnicas utilizadas y la menor preselección de los soportes, parece abogar por trabajos no especializados. Las variables morfológicas de escasa entidad que se aprecian entre una pieza y otra, pueden explicarse simplemente en su realización por personas diferentes. Pero ya en fases posteriores, yacimientos como Almizaraque si nos permiten pensar en las primeras artesanías especializadas. La alta calidad y variedad documentada en la industria ósea del Calcolítico y las variables tecnológicas
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FIGURA IV.65.–Detalle del plano en el que se sitúan los ídolos de la Casa 30 de Almizaraque, según dibujo de Luis Siret. Archivo del Museo Arqueológico Nacional.
observadas inciden en la necesidad de un conocimiento especializado, transmitido a través de una mínima estructura artesanal. En el caso de Millares, se contempla una cierta división del trabajo, sin necesidad de especialistas a tiempo completo (Castro, Lull y Mico, 1996: 78), si bien estos autores se centran en producciones líticas y metalúrgicas, sin mencionar la industria ósea. En Almizaraque sería posible hablar de una artesanía a tiempo parcial, caracterizada por la calidad y complejidad de sus producciones, pero aún no aglutina-
da en un sistema social complejo. La existencia de un centro único de producción intensiva, como sería propio de una artesanía a tiempo completo, en la que es esperable la existencia de “barrios de artesanos”, no es posible en un asentamiento del tamaño de Almizaraque. Vidale a través de estudios etnográficos, ha considerado factible la realización de productos que requieren un alto grado de especialización por parte de artesanos que únicamente trabajan en ellos, cuando los requerimientos del campo se lo permiten (1992: 35-37).
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La existencia de artesanías especializadas es uno de los índices utilizados para estudiar el grado de complejidad adquirido por un grupo cultural, considerando que las sociedades más desarrolladas se caracterizan por una creciente especialización. La organización social de los modelos económicos del Sureste en este aspecto, quedó esbozada ya en los trabajos de Germán Delibes y Manuel Fernández Miranda (1993). Las teorías que defienden la existencia de estados emergentes en el Calcolítico, consideran la existencia de centros de poder que subordinan diversas comunidades aldeanas especializadas en alguna parcela productiva (Arteaga, 2002: 277-278; Nocete, 2001), este podría ser el caso de Almizaraque.
4.2. ASPECTOS SOCIALES
4.2.1. La valoración de los objetos óseos La materia Como ya decíamos más arriba, las materias más utilizadas son las disponibles en el entorno inmediato, si bien, no siempre se aprovecha todo lo disponible. Por lo que respecta a materias foráneas, Luis Siret no recoge dato alguno sobre marfiles en la Cuenca de Vera. Como cuestiones de ámbito general para la zona, menciona la presencia de marfil de hipopótamo y de elefante (1913: 33). La bibliografía se ha venido decantando por este último, pero hemos de insistir en la falta de análisis. Si consideramos que los elefantes se documentan en Marruecos hasta época romana (Schüle, 1969), no es difícil admitir esta procedencia, aunque algunos autores mantienen que algunos pequeños objetos podrían tener una procedencia local (Pérez Arrondo y López de Calle, 1986: 170). Esto último parece improbable a tenor de las piezas observadas, pero en cualquier caso, el marfil constituye un elemento escaso en la Cuenca de Vera y otro elemento foráneo como es el huevo de avestruz, resulta igualmente inapreciable. Los bivalvos y gasterópodos perforados así como los dentalium al ser recolectados directamente, muchas veces sin sufrir mayor transformación podrían tener una menor apreciación, dada su disponibilidad; pero a este respecto hay que tener en cuenta dos aspectos, su ubicación espacial y su carácter de elemento seleccionado. Como hemos visto más arriba, no todos los moluscos disponibles en el medio y susceptibles de ser utilizados, son transportados al lugar de habitación o depositados en la sepultura. Hay una valoración previa que decide el sentido de la recogida. En el aspecto de la ubicación espacial, llama la atención la fuerte presencia de estos elementos en yacimientos del interior del área propuesta. Los objetos de concha están presentes en 26 (30 según datos de Flores) de las 35 estructuras documentadas en la zona
III. Además, como se puede observar en la tabla adjunta, en ocasiones la representatividad de estos soportes sobre el total de la industria ósea y sobre el conjunto del ajuar, puede considerarse muy significativa. Si bien es cierto que el río supondría un buen camino para la relación entre las distintas comunidades, esta importante presencia abogaría por una notable valoración social de estos items. Los datos proporcionados por algunas excavaciones recientes como la de Ca L’Oliaire (Berga, Barcelona) a unos 100 km del mar, nos dan una idea de dicha valoración, puesto que en una fosa con un único enterramiento femenino con fechas 4040-3680 cal. B.C., se recuperaron 18 de estos brazaletes (10 en un brazo y 8 en otro) (Martín, et alii, 2003: 136). No obstante nada de esto puede ser considerado excepcional ya que las distancias recorridas por adornos realizados sobre soporte malacológico llegan a ser muy superiores en diferentes puntos de Europa ya desde el Paleolítico Superior. No obstante, podemos suponer, que estos objetos están al alcance de todos los miembros de la comunidad, como también defiende Taborin para sociedades de cazadores-recolectores (2005: 154). De ser así y teniendo en cuenta que los porcentajes de representatividad de estos objetos respecto al total de la industria ósea y respecto al conjunto global de materiales, son más altos en el Neolítico que en períodos posteriores, (descenso también apreciado en yacimientos de excavación reciente, como los estudiados por el equipo de la Universidad de La Laguna) podemos estar ante un índice mayor de cierta igualdad entre las sociedades neolíticas frente a las posteriores. En este sentido, sería muy interesante conocer la distribución de adornos que se observa entre los miembros enterrados en contextos funerarios. Las características de la colección estudiada no permiten separar individuos y ajuares, pero poco a poco empieza a ser abundante la información que a este respecto proporcionan excavaciones recientes, permitiendo aproximarnos a la distribución social del adorno en las sociedades prehistóricas (Soler Mayor y Pascual Benito, 2006: 70-75). El tiempo invertido El tiempo invertido en la confección de un objeto superfluo también juega un papel importante en su valoración, si bien estos parámetros están muy alejados de nuestras circunstancias actuales. Es muy difícil acceder a un conocimiento como este, pero aún así podemos apuntar algunos indicios. Así, las cuentas discoidales son más abundantes en piedra que en concha, siendo estas últimas más fáciles de trabajar, pero también más rápidas en el desgaste. En nuestro conjunto, con más de 5.300 piezas estudiadas, hemos considerado un grado de transformación alto o complejo casi en 2000 casos. Esto supone que nos encontramos con un conjunto en el que el porcentaje estimado de objetos de cuidada elaboración es del 34%.
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TIPO ESTRUCTURA C. OVAL D. CORREDOR
G. CÁMARA
KUPPELGRÄBER RUNDGRÄBER
TOTAL GENERAL
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NOMBRE
ÉPOCA
TOTAL CONCHA
TOTAL I. ÓSEA
TOTAL MATERIALES
% SOBRE I. ÓSEA
% SOBRE TOT. MATERIALES
Atalaya 01 Blanca 2 Atalaya 06 Buena Arena 1 Churuletes 4 Jautón 6 Jocalla 3 Jocalla 4 Media Legua Atalaya 03 Atalaya 04 Buena Arena 2 Churuletes 1 Churuletes 3 Jautón 1 Jautón 2 Jautón 3 Lámpara 3 Jautón 5 Atalaya 02 Atalaya 05 Atalaya 08 Atalaya 10 Atalaya 11 Atalaya 12 Atalaya 13 Atalaya 14 Churuletes 2 Churuletes 5 Churuletes 6 Fas Jautón 4 Jocalla 5 Lámpata 1 Serrón I
NR-CL NR NR-CL CF NR-CL ? NR-CL NR-CL NR ? NR-CL NR-CL NR-CL CL CF NR NR-CL NR-CL NR-CL NR-CL NR-CL CL NR-CL NR-CL CL CF NR NR NR-CL NR ? NR NR-CL NR NR NR NR NR NR NR-CL NR NR-CL NR ?
-16 ---27 3 6 1 4 12 4 26 6 3 15 4 -132 1 1 2 1 8 -3 3 2 8 -8 -5 10 --
8 16 2 7 27 70 3 15 69 91 13 22 46 34 83 219 62 37 846 1 1 6 1 8 2 3 3 2 8 3 8 1 5 56 1
58 16 64 15 40 304 3 70 172 152 24 30 247 136 151 295 118 77 1.953 9 3 32 1 18 14 14 6 4 12 11 24 7 9 163 3
0,00 100,00 0,00 0,00 0,00 38,57 100,00 40,00 1,45 4,40 92,31 18,18 56,52 17,65 3,61 6,85 6,45 0,00 15,60 100,00 100,00 33,33 100,00 100,00 0,00 100,00 100,00 100,00 100,00 0,00 100,00 0,00 100,00 17,86 0,00
0,00 100,00 0,00 0,00 0,00 8,88 100,00 8,57 0,58 2,63 50,00 13,33 10,53 4,41 1,99 5,08 3,39 0,00 6,76 11,11 33,33 6,25 100,00 44,44 0,00 21,43 50,00 50,00 66,67 0,00 33,33 0,00 55,56 6,13 0,00
--
--
311
1.779
4.255
17,48
7,31
TABLA IV.10.–Representatividad de materiales de concha en la zona III.
Se necesitan según los cálculos de Barge y D’anna (1982: 201) unas 120 cuentas discoidales con un espesor de 3mm para formar un collar de una sola vuelta al cuello, lo que le supone a este tipo un alto “precio”. Concuerda con esto el dato que recoge Rodanés sobre las 8.000 cuentas recogidas por Vilaseca en Forn de la Rota (1987: 139). En nuestro caso, además de este tipo de piezas y con una inversión mayor de tiempo tendríamos el conjunto de oculados, falange grabada y sandaliforme, que presentan los requerimientos más altos. Como es bien sabido, las huellas de uso de un objeto óseo no son fáciles de separar de marcas técnicas, o bien el estado de la pieza no permite su observación, por lo que la no constatación no quiere decir que no existan. En 270 casos, piezas procedentes de enterramientos presentan lustres irregulares, melladuras, esquirlados, o están desgastadas por el uso lo que de-
muestra que al menos una buena parte del el ajuar funerario, no se fabricaba específicamente para el enterramiento, sino que formaban parte del “día a día” del difunto, lo que nos permite una valoración de estos ajuares de enterramiento con piezas amortizadas. Otra valoración específica se deriva de la existencia de piezas reavivadas o reutilizadas con un nuevo uso. Una vez fracturadas o desgastadas en exceso no son desechadas, lo que confiere al objeto cierta apreciación por parte de sus usuarios. Similitudes y diferencias entre ajuares óseos funerarios y domésticos Por lo que respecta a las grandes categorías establecidas en el conjunto de industria ósea, vemos que los apuntados reparten de forma similar su presencia
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en asentamientos y en enterramientos. Si bien las cifras son muy bajas y estos datos sólo podrán considerarse orientativos. Los perforados, vemos que se encuentran en la mayor parte de los yacimientos, ya correspondan a un tipo de ocupación o a otra. Finalmente el resto de categorías, presenta un comportamiento similar al de los apuntados, con menor representación en los enterramientos. Estas agrupaciones resultan excesivamente heterogéneas por lo que será preferible recurrir a un escalón inferior de la jerarquía establecida. No obstante, si descendemos en la escala propuesta, son pocas las piezas exclusivas de un tipo de ocupación. Aunque se realicen piezas exclusivas “para los muertos”, alguien debe hacerlas y en algún lugar de su lugar de habitación las habrá realizado, por lo que siempre podremos encontrarlas en un ámbito doméstico. Pero además es más probable y frecuente, que se acompañe al difunto con aquello que uso durante su vida (como veíamos más arriba) y por lo tanto pudo perderse o romperse allí donde vivía. Pese a lo dicho, podríamos encontrar algunas excepciones interesantes, como es el caso de las cuentas segmentadas y/o alfileres de cabeza segmentada, que son exclusivos del ámbito funerario. Presencia de los grupos
Asentamientos
25 Enterramiento Yactos.
77 Yactos.
Apuntados
17
68%
50
64%
Perforados
23
92%
66
85%
Otros grupos
16
64%
36
47%
TABLA IV.11.–Distribución de la industria ósea por tipos de yacimientos.
Los punzones de economía o los apuntados sobre ulna o metapodio lateral de équido, se encuentran únicamente en el ámbito doméstico, como es de esperar en piezas que no presentan más que un trabajo somero y responden a necesidades puntuales. No es pues probable encontrarlas como “ofrenda al muerto”, ni nadie las elegiría como “elemento representativo” para enterrarse con ellas. Otras herramientas de uso específico (como podrían ser las agujas) o elaboración más cuidada si serían explicables en cualquier ajuar. También posibles armas como los puñales (de predominio funerario), tendrían una valoración como elemento de ajuar.
4.3. A TRAVÉS DEL TIEMPO DE LA PREHISTORIA RECIENTE Del poblamiento anterior de la zona se tiene constancia desde el Paleolítico medio (Siret, 1891 y 1893; Fortea 1970, Vega Toscano 1980, Cacho 1980). Las recientes prospecciones arqueológicas también dan noticia de nuevos yacimientos paleolíticos (CamalichMassieu y Martín Socas, 1999).
Frente a la aparente ausencia del Neolítico hace unos años, la publicación de yacimientos como Cerro Virtud o Las Palas-La Era, han permitido constatar la existencia de un Neolítico anterior a la tradicional Cultura de Almería; pero el paso del Paleolítico al Neolítico sigue siendo motivo de discusión entre las dos grandes corrientes enfrentadas, la difusionista y la evolucionista. En el primer caso se esgrimen las fechas más antiguas para Levante, en un Neolítico que sus defensores consideran plenamente formado; criticando los problemas taxonómicos que presentan otras estratigrafías. Por el otro lado, se valora la existencia en distintos puntos de la Península de grupos indígenas en gradual transición a nuevas fórmulas socioeconómicas. Por el momento, no puede precisarse con claridad la evolución cronológica del área propuesta, pero sabemos que existe un Neolítico asentado y mucho más presente de lo que se pensaba hasta hace unos años. Entre los yacimientos seleccionados con información suficiente de conjunto, tenemos 35 con fases asignadas al Neolítico. Como ya expusimos, hemos considerado sólo dos momentos para denominar el Neolítico de Vera: Neolítico Antiguo y Neolítico Reciente. A tenor de los datos más fiables de recientes excavaciones como Cerro Virtud o conjuntos más fácilmente paralelizables con otras zonas mejor definidas como es el caso de Palas-Era, hablamos de una primera fase, ubicada en un V-IV milenio a.n.e.; aunque datos imprecisos como los hallazgos de Guado Jurado permitan aventurar fases anteriores. Nos encontramos ante los primeros indicios de sedentarización en pequeños asentamientos posiblemente estacionales, dispersos en terrenos próximos a las zonas de cultivo y con cabañas de materiales perecederos y silos asociados. Sus enterramientos no presentan estructuras destacables. A este momento corresponden los yacimientos de Cerro Virtud, Diana, Cabecicos Negros-El Pajarraco y Las Palas-La Era. Frente a esta fase, el Neolítico Reciente o Final implica algunos cambios significativos, como la aparición de las primeras estructuras tumulares simples (rundgräber, cistas) y el dominio absoluto de las cerámicas lisas. Los asentamientos son aún bastante desconocidos, pero surgen verdaderos poblados, que tenderán a una disposición en altura (Arteal) y se asociarán a los primeros megalitos de entidad arquitectónica. En este grupo hemos incluido 50 estructuras que corresponden a 31 yacimientos. Transición. A fines del Neolítico se produce un proceso de cambio que tiene como elemento más significativo la colectivización del espacio funerario y un notable aumento de la inversión de trabajo precisa para su elaboración. Este “cambio” pudo ser una transformación gradual ya que tiene como punto de partida la existencia de túmulos menores de concepción arquitectónica similar, pero de utilización diferente al estar ahora destinado al grupo y no al individuo. Se aprecian
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así mismo el progresivo aumento de la arquitectura de piedra que implica asentamientos ya netamente estables, con viviendas agrupadas. Hacen su aparición las primeras fortificaciones y se perfila la preferencia por lugares elevados, lo que denota una mayor necesidad de protección y control de ¿los excedentes, productos especiales, campos de cultivo y pastos, vías de comunicación…? La diversidad en los modelos de enterramiento en esta etapa del Neolítico sigue siendo difícil de atribuir a factores cronológicos o culturales. La calidad que empieza a detectarse en la elaboración de los conjuntos ergológicos permite suponer el nacimiento de verdaderas artesanías especializadas. 48 estructuras presentan fases de transición, correspondiendo a 27 yacimientos. Calcolítico. Un cuarto momento presenta la consolidación del proceso esbozado en la fase anterior. Los poblados fortificados están netamente asentados, los enterramientos alcanzan la mayor complejidad en los tholoi, la ergología se diversifica tipológicamente, aumenta el número de adornos (o elementos “no necesarios”), cambian las formas cerámicas hacia recipientes abiertos y el metal se hace más presente. Con asignación de fases calcolíticas, tenemos 54 estructuras que corresponden a 14 yacimientos. Campaniforme. La presencia del campaniforme marcará un nuevo cambio importante al desintegrar el sistema colectivo y primar cada vez más al individuo frente al grupo. Las artesanías especializadas (cerámica, metal, hueso) tienden a la estandarización de sus producciones en un proceso que desembocará en la normativa argárica. Con fases campaniformes tenemos 11 estructuras que corresponden a 7 yacimientos.
conjuntos neolíticos, los artefactos calcolíticos requieren para la realización de muchos de los tipos estudiados, conocimientos técnicos y tiempo de realización que sugieren la existencia de artesanías, cuando menos a tiempo parcial. Este aumento de la producción calcolítica, tanto en calidad como en cantidad, es apreciable no sólo en los yacimientos de la Cuenca de Vera, sino también en sus áreas circundantes, como es el caso, por ejemplo, de Ciavieja donde una rica industria ósea de la fase de Calcolítico precampaniforme es precedida por la escasez de su primer momento de ocupación, englobable en un Neolítico Final (Carrilero y Suarez, 1989-90: 115; 1994: 199-215). Ya hace unos años, al estudiar la industria ósea del Cerro de la Virgen de Orce (Granada), Hermann Ulreich señaló la abundancia de la industria ósea en los estratos precampaniformes, frente a los campaniformes (1994: 263-272). Lo mismo ocurre en las excavaciones recientes de Almizaraque, donde la fase final, ya campaniforme, supone un descenso de materiales óseos respecto a las etapas anteriores (Delibes, et alii 1985).
¿Qué puede aportar la industria ósea en dicho marco cronológico?
La representatividad de la industria ósea respecto al total de materiales documentados en las diferentes estructuras acusa el sesgo que presenta la colección. Flores probablemente concedió memos importancia a la recogida exhaustiva de fragmentos de cerámica y de fauna que a los objetos singulares, por lo que es posible que este aspecto beneficie a la industria ósea, pero consideramos, como ya se ha mencionado en otras ocasiones, que en cualquier caso los yacimientos son comparables entre sí. Así, durante las primeras fases del neolítico en esta zona, la presencia de elementos de industria ósea es escasa pero este porcentaje irá aumentando a lo largo del neolítico. La elevada presencia durante la fase de transición se debe principalmente suprarrepresentación que generan los abundantes fragmentos de varillas en los enterramientos. La imposibilidad de individualizar con claridad los contextos exclusivamente campaniformes nos obliga a contemplar de forma conjunta todo el Calcolítico. No obstante como vimos más arriba, las excavaciones recientes indican una bajada porcentual de la industria ósea en este periodo concreto frente al Calcolítico precampaniforme. Si a estos datos obtenidos de yacimientos a los que se les ha asignado una sola cronología, se les añaden
Con los datos con los que contamos hasta este momento, consideramos que la industria sobre soporte de hueso del Neolítico de Vera es tanto en calidad como en cantidad y variedad, inferior a la documentada en el Calcolítico. La industria del Neolítico se ve dominada por el peso de los objetos de adorno, cuya existencia en ajuares exclusivos de concha se ha utilizado en otros puntos del Sureste para denotar una mayor antigüedad de una sepultura frente a otras de la misma necrópolis (Arribas y Ferrer, 1997). La fase de transición parece denotar un paulatino crecimiento de los objetos sobre soporte de hueso con mayor atención a la elaboración de alfileres para sujetar el cabello y la ropa, como también observa Soler para los conjuntos levantinos (Soler Díaz, 1997: 918). Otro elemento que puede funcionar como indicador de Calcolítico son los “tipos originales”, piezas escasas sin tradición anterior y de carácter eminentemente ornamental. Es probable, dadas las características técnicas observadas, que los conjuntos neolíticos respondan a la resolución familiar de las necesidades planteadas, teniendo por ello una menor dedicación en horas de trabajo y una mayor amplitud de usos. Frente a estos
% HMAC frente Total de materiales Neolítico Antiguo
11%
Neolítico Reciente
13%
Transición
23%
Calcolítico + Campaniforme
23%
TABLA IV.12.–Distribución de lal industria ósea por épocas.
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datos de otros con varias pero fuerte componente de una, como es el caso de Garcel, aún se marcaría más la diferencia. A estos respectos hemos considerado los valores globales de cada período ya que un rundgräber en el que se enterrase un individuo con una glycymeris sp. al cuello no es comparable a las 20.000 piezas de El Garcel, donde la industria ósea sólo presenta 360 piezas (de las cuales 296 son de concha). O si valoramos que de un yacimiento como Las Palas con 300 piezas de industria ósea 296 son de concha y de ellas 273 son cuentas discoidales que podrían haber correspondido a un solo collar, las diferencias son aún más acusadas. Por último, los primeros indicios de especialización en la elaboración de adornos, pero sobre todo de los oculados, nos llevarían a plantear una relación de estos aspectos con la progresiva diferenciación social. La presencia de materia prima exótica (aunque esta sea escasa en nuestra zona), la abundancia de objetos sin finalidad práctica y sobre todo la complejidad que requiere la elaboración de los “ídolos” de Almizaraque nos permite pensar que estos ya no eran bienes al alcance de toda la comunidad.
4.4. A TRAVÉS DEL ESPACIO Durante el Neolítico se desarrollará una progresiva sedentarización de las distintas comunidades, cuyas particularidades forman parte de la expresión de colectivos que irán definiendo distintas adaptaciones al espacio específico que explotan. En ese marco de progresiva “personalización” de los distintos territorios, se observa cierta dualidad entre los enterramientos del Curso alto frente al Curso bajo del Almanzora. La existencia de redes de intercambio en el Neolítico se ha apoyado entre otros elementos, en la distribución espacial de los adornos (Rubio, 1993: 50-51). Este aspecto se detecta con claridad en la distribución de objetos sobre soportes malacológicos en Próximo Oriente (Pardo, 2003: 89-108) y en el marco europeo es ya observable desde el Paleolítico Superior, tanto por lo que respecta a los adornos de concha como de materias líticas. La presencia de objetos óseos sobre soportes de especies marinas en el interior (como se documenta en los yacimientos del grupo de Purchena, a 60 km del mar) puede hacer referencia a esos contactos o movimientos de población en nuestra zona, a través de cañadas y del camino natural que supone el propio río Almanzora. Estos contactos entre el prelitoral y la Costa quedan constatados en las fases anteriores, como parece demostrar el aprovisionamiento de sílex por parte de los cazadores-recolectores del Epipaleolítico murciano (Martínez Andreu, 2003: 145-154). El carácter ornamental de estas piezas localizadas en zonas alejadas del litoral queda apoyado por la imposibilidad de transportar moluscos con fines alimenticios en desplazamientos medios o largos. Como
señala R. Montes, “ … sólo ciertas patellas o littorinas pueden sobrevivir fuera del medio propio desde 3 a 42 días, …” (1993: 8) y no son precisamente estas especies las observadas en los conjuntos estudiados. Además, como vimos más arriba, muchas se recogieron muertas y otras son poco adecuadas para el consumo directo. La ubicación de las sepulturas del interior podría abogar por un mayor aislamiento que facilitase la perpetuación de esos rasgos distintivos, pero sin duda la cercanía del río facilitó un movimiento e intercambio constante. Otras áreas limítrofes a la Cuenca de Vera, como es la Comarca de los Velez ya desde el Paleolítico permiten apoyar estos movimientos, como ocurre en Cueva Ambrosio (Velez Blanco), yacimiento en el que se documenta un amplio conjunto de especies malacológicas procedentes de la costa (Montes, 1993: 8). También en Velez Blanco, encontramos ejemplos de diversos soportes marinos en el Cerro de las Canteras (Motos, 1918; Maicas y Papí, 1996) o en la Sierra de la Alquería (rundgräber con brazaletes de concha). Así mismo podemos aunar los hallazgos del Cerro de los López en Velez Rubio (Martínez García y Blanco, 1986: 166) y los numerosos ejemplos observados en los yacimientos de la colección Siret y de la colección Góngora de Granada, ambas custodiadas por el Museo Arqueológico Nacional. El río como camino para la entrada de objetos sobre soportes marinos en el interior de la Península, se observó ya en el estudio de la industria ósea del Valle del Ebro (Rodanés, 1987: 153-154). Así mismo en Próximo Oriente es un hecho frecuentemente constatado el transporte de elementos marinos hacia el interior, con recorridos de unos 100 km (Pardo, 2001: 39). A mayor distancia otros materiales indican también contactos externos al área estudiada. La presencia de azabache parece ser foránea al área propuesta, localizándose los yacimientos más próximos en Sierra Morena. Por lo que respecta al ambar, Siret encarga la realización de los primeros análisis que recoge en su manuscrito Libro de los Análisis, decantándose por un origen báltico. No obstante, los análisis químicos del siglo XIX, basados en la cantidad de ácido sucínico, están hoy en entredicho (Du Gardin, 1996: 196-199). Así pues y ante la falta de análisis recientes, los escasos ejemplos documentados en Almizaraque también podrían corresponder a resinas fósiles de procedencia no tan alejada, como es el caso de Agost en Alicante (Jiménez de Cisneros, 1936), dados los resultados de análisis franceses (Du Gardin, 1996) y de la cornisa cantábrica (Álvarez, Peñalver y Delclòs, 2005: 385-395). A través de la industria ósea diversos objetos nos hablan de contactos entre las dos fachadas de la Península, posiblemente a través de los puntos intermedios detectados en el interior. Para el Calcolítico, son muchos los tipos presentes a uno y otro lado (alfileres y varillas, botones de perforación en V, puntas de jabalina, ídolos falange decorados, etc.).
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Marfil y cáscara de huevo de avestruz nos ponen en relación con un incipiente intercambio y/o contacto con el Norte de África (Harrison y Gilman, 1977). Contactos que se defienden ya para el Neolítico, pero se intensifican a fines del Calcolítico, sugiriéndose el intercambio de este marfil por productos perecederos en unos primeros momentos y después por cerámicas campaniformes; no obstante, la presencia de restos de elefante asociado a estos restos cerámicos no parece tan clara y por ello Poyato y Hernando sugieren la existencia de un comercio hacia el interior de África, así como la posibilidad de que no sólo fuesen estas las materias intercambiadas, sino también otras materias primas como el cobre y la sal (1987: 317-329). Como decíamos más arriba, el marfil y la cáscara de huevo de avestruz son elementos poco representados en el conjunto estudiado. Pero si son más notables en el arco circundante de la Zona IV, donde principalmente Millares tiene mayor número de piezas de este material y además algunas de tamaño destacable. 4.4.1. Caracterización del área Frente al resto de Andalucía, la industria ósea de Vera es difícil de valorar ya que no existen trabajos de conjunto sobre este tema. En yacimientos que permiten seguir una amplia secuencia de ocupación, como es la Cueva de Nerja se indica una industria variada en el Neolítico Inicial, con presencia además de los siempre dominantes punzones, pero también de anzuelos, puñales, gradinas y tubos; con un aumento de piezas en la fase de Neolítico Medio donde aparecen los primeros soportes sobre lagomorfo y suido, para en el Neolítico Final producirse una reducción de tipos y un claro predominio de los ovicápridos (Adán, 1987). En las revisiones que Pilar Acosta y Manuel Pellicer realizan sobre el conjunto de las fases de Neolítico y Calcolítico en Andalucía Occidental y Oriental respectivamente (1995: 33-80; 1995: 81-134), se da una sucinta evolución cronológica de las industrias óseas de cada zona. En Andalucía Occidental, se considera abundante la industria ósea desde el neolítico antiguo, señalándose un aumento cuantitativo en el Calcolítico. Para el área Oriental se aduce igualmente una presencia importante desde el Neolítico Antiguo, incrementada en el Neolítico Medio, con un descenso en el Neolítico Final y nuevo aumento en el Calcolítico. Como hemos visto, la Cuenca de Vera no se adapta bien a este esquema. M.ª Dolores Asquerino, ya señaló la escasez de la industria ósea “no ornamental” en el Neolítico andaluz de Málaga y Granada, frente a otros materiales y frente a la Subbética cordobesa. Así, unos conjuntos parecen muy pobres, frente a otros mucho más abundantes y numerosos (1986: 67-68); lo que configuraría un panorama heterogéneo en el que sería interesante investigar.
Concretando en el Sureste otro estudio de conjunto que falta por hacer y que será de gran interés para los análisis de industria ósea es sin duda el área de Gor-Gorafe. Como en el caso presente, constituye un importante volumen de información ósea aún inédita. Esta importancia numérica y la necesidad de observar directamente la colección, no nos ha permitido incluirlo en este estudio; no obstante, en los controles realizados, observamos que se trata de un conjunto similar al observado en la Zona III (Alto Almanzora) con la que estaría en contacto frecuente (alfileres, varillas, falanges decoradas…). En el arco trazado en torno a Vera, el panorama es heterogéneo, destacando la relevancia de los conjuntos de Millares con un importante volumen de materiales óseos, pero sobre todo con una notable variedad de tipos, muchos de los cuales están ausentes de los conjuntos estudiados en Vera (remates de collares, vasos, alabardas dentadas, conteras, fichas, etc.). Un trabajo reciente de Guillermo Molina Burguera señala los puntos de contacto entre Levante y el Sureste a través del área de Jumilla (2003: 99 -110). Ciertamente, Murcia supondrá un puente entre el área levantina y Vera, participando de características más próximas a uno y otro foco, como se ha ido comentando en los distintos bloques de la tipología. De este modo, vemos como Murcia presenta un número importante de varillas y alfileres, como sucede tanto en Levante como en Vera, tiene colgantes acanalados, también presentes entre las piezas de Levante, pero ausentes de Vera; o en lo que respecta a las falanges trabajadas, tiene ejemplos de este tipo como también ocurre en Vera, pero no en Levante. La referencia a Levante ha sido continua a lo largo de la exposición de la tipología y aunque se han comentado otros paralelos de áreas próximas (y en algunos casos también distantes), el referente ha sido principalmente esta zona por contar con un trabajo muy amplio, reciente y con suficiente información contrastable. Los contactos entre ambas zonas se han defendido a través del estudio de otros materiales, como es el paso de brazaletes de esquisto y hachas pulidas desde Andalucía al área levantina (Bernabeu, 2003); así como también a través de las piezas óseas es posible observar estos contactos. Como decíamos más arriba, en el estudio individual de los distintos tipos se observa la proximidad entre ambos conjuntos, pero el ejemplo posiblemente más claro es el de los oculados que pese a las leves diferencias esbozadas que requerirán un estudio iconográfico preciso, y sin entrar en la discusión sobre el foco que marque el sentido del contacto, muestra dos conjuntos claramente emparentados. Otros puntos de contacto serán las abundantes varillas-alfileres, la presencia de tipos inusuales (como el colgante de perforación elevada), un acusado predominio de los soportes sobre ovicápridos (como ya observo Vento Mir, 1985: 73), utilización de ulnas de carnívoros, etc.
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Frente a estos puntos de contacto, también se aprecian diferencias que también marcarán la personalidad de los dos conjuntos. Mientras la presencia de punzones sobre tibia de lagomorfo es muy importante en el área valenciana, es residual en el caso del Sureste. Las cucharas bien definidas en el área levantina, están ausentes en el Sureste. Otra diferencia se plantea en la abundancia de anillos levantinos, frente a su ausencia en Vera. En este caso es posible que las diferencias sean de carácter cronológico. Los anillos corresponden predominantemente a los niveles del primer Neolítico de Levante, por lo que serían más antiguos que los primeros neolíticos de Vera. Entre los botones de perforación en V, no hay en Levante subtipo “tortuga”, si en el Sureste, aunque a Vera sólo corresponda uno. Finalmente y frente a la presencia en ambos conjuntos de oculados de características similares, las falanges decoradas o modificadas parecen completamente ausentes en los yacimientos levantinos. El desarrollo de la industria ósea del Neolítico en Levante, en contraste con “la pobreza y escasez” de la industria ósea epipaleolítica, se ha utilizado como un argumento más para defender la llegada de elementos externos en este período (Martí et alii, 1980: 138; Vento Mir, 1985: 78; López Padilla, 1993: 42). En Vera, poco se puede apuntar en este sentido, pero los momentos de máximo desarrollo de la industria ósea difieren entre una y otra zona. La industria ósea levantina tiene su momento de máximo esplendor en el Neolítico, mientras que en la Cuenca de Vera, corresponde al Calcolítico. Las causas de esta disparidad entre nuestros conjuntos “antiguos” y “recientes” que se esgrimen en el comienzo del capítulo, no solucionan las diferencias con Levante, por lo que tendríamos que pensar en procesos de desarrollo con dinámicas diferenciadas entre ambas zonas.
4.4.2. Regionalización del área Las zonas propuestas inicialmente, presentan ciertas diferencias “regionales” por lo que han podido corroborarse en rasgos generales: Desembocadura del Almanzora, Aguas y Antas Zona II Curso Medio del Río Almanzora Zona III Curso Alto del Río Almanzora Zona I
Los dólmenes poligonales de corredor del área IV, están ausentes de nuestra zona. Dentro del arco que forma dicha zona IV, localizamos este tipo de sepulturas en el sur de Murcia y dentro de Almería en los actuales términos municipales de Alhama de Almería y Níjar. Las cámaras poligonales documentadas en la Cuenca de Vera son estructuras simples, más relacionadas con una cista o un rundgräber “mal hecho”, pero incluso en este caso estamos ante escasos ejemplos,
Llano de Herrería, Loma del Campo, Puerto Blanco y Cañada del Muro. No obstante en el curso del Almanzora las sepulturas documentadas corresponden a bastantes variantes: cistas, rundgräber, cámaras ovales simples, grandes cámaras, covachas, dólmenes de corredor y tholos. Dentro ya de cada una de las subáreas definidas, los diferentes tipos de estructuras serán uno de los hechos que personalizaría culturalmente cada una de dichas subáreas. En conjunto hay una notable mayoría de estructuras sencillas, frente a grandes cámaras y estructuras con corredor. El grupo dominante corresponde a plantas simples, más o menos circulares, las conocidas como rundgräber y documentadas igualmente en el área murciana para fases neolíticas (Eiroa, 1994: 132). En la zona I, son mayoritarias las estructuras sencillas, sin corredor, pero todas las variantes están representadas con una distribución numérica similar. Frente a esto, las zonas II y III restringen a tres tipos la variedad formal. Por lo que respecta a los tamaños, en la zona I la distribución es bastante homogénea entre las estructuras asignadas a los diferentes grupos de dimensiones, mientras que en la zona II predominan las estructuras en torno a 1,5 m de dimensión máxima y en la zona III las sepulturas son mayores aún respondiendo a tipos simples, siendo el valor medio de la dimensión máxima de 2,8 m. Además de las diferencias arquitectónicas observables en el heterogéneo conjunto de enterramientos megalíticos de la Cuenca de Vera, es interesante constatar las diferencias observadas en el ritual funerario. Algunas pueden responder a variantes culturales de orden geográfico y son de gran interés para aproximarnos a la caracterización de las sociedades implicadas en estas construcciones. En este mundo funerario parecen existir dos tradiciones que se manifiestan en dos conjuntos óseos diferenciados, por un lado, los pertenecientes a las necrópolis del curso alto del río (Zona III), por otro los de las tierras bajas litorales o prelitorales (Zona I). Entre ambos quedaría una amplia franja constituida por el curso medio del río (Zona II), área en la que los rasgos observados, son menos nítidos. En el primer grupo nos encontramos conjuntos óseos con una nutrida muestra compuesta de dientes, fragmentos de cráneo, falanges y metapodios bien conservados. Frente a esto, hay una total ausencia de huesos largos, costillas, vértebras, pelvis o escápulas, o bien su presencia se ve reducida a unas pocas esquirlas difíciles de asignar. Las falanges y metapodios están en su mayoría completas y en buen estado de conservación. En los yacimientos de la desembocadura del Almanzora, por el contrario, la preservación de las distintas áreas anatómicas es más homogénea, así como el estado de conservación de los diferentes huesos. Como es bien sabido, la preservación de los restos óseos depositados, depende de un buen número de factores externos, pero también de aspectos intrínse-
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cos a la naturaleza del propio hueso. Cada hueso tiene su potencial de preservación, siendo la porosidad uno de los factores esenciales. El hueso compacto se conserva mejor que el hueso esponjoso. Así pues, como regla general, las epífisis desaparecerán antes que las fuertes diáfisis de los huesos largos (Baud, 1982: 34). ¿Por qué no ocurría esto en una parte del conjunto observado? Habida cuenta de la mayor perdurabilidad de los dientes frente a otros huesos del esqueleto, comparamos la representatividad en los diferentes conjuntos óseos de huesos largos frente a cráneos, falanges y metapodios. Dadas las características de la información manejada, consideramos 5 categorías de representación por comparación en el seno de dicha muestra: “abundante” corresponde a restos identificables superiores a 30, “escaso” entre 30 y 5, “presencia” correspondería a menos de 5 restos, “ausente” corresponde a la falta total de dicho resto en la muestra y finalmente “dudoso” se aplicó a aquellos restos que planteaban problemas de asignación o valoración, generalmente por corresponder a muestras muy pequeñas. Obviamente estas categorías están condicionadas por el número de individuos enterrados en la estructura, pero su distribución es similar en las tres zonas. Tomando únicamente yacimientos neolíticos y teniendo presentes las categorías de datos propuestas, vemos que en la Zona I la representatividad de huesos largos y fragmentos de cráneo y mandíbula frente a huesos de manos y pies, es similar. Mientras en la zona III, se aprecia una fuerte presencia de cráneos, de falanges y metapodios, pero no de huesos largos, o mejor dicho, sólo se detecta su presencia en fragmentos pequeños de diáfisis en mal estado de conservación. En la zona intermedia, el alto porcentaje de datos dudosos hace insuficiente la información disponible. Si observamos únicamente aquellos restos que podemos considerar abundantes y les sumamos los datos proporcionados por las estructuras más cercanas en el tiempo, podemos apreciar más claramente aún, la nivelación existente entre las diferentes porciones esqueléticas en la zona I. Frente a esta situación, la zona III muestra un desequilibrio acusado. Así mismo, las características observadas en el curso alto del río, se prolongarán en los conjuntos de la Colección Siret para la actual provincia de Granada, en las necrópolis de la Sierra de Baza y Hoya de Guadix. De este modo, parecen existir dos rituales de enterramiento, el representado por aquellos yacimientos en los que documentamos una acusada conservación diferencial, frente a las sepulturas en las que el cadáver se recupera “íntegro”. Una posible explicación para la preservación diferencial de los restos en el Alto Almanzora podría estar en la existencia de un vendaje o vestidura que cubriese desde los hombros, hasta las muñecas y tobillos, dejando al descubierto manos, pies y la cabeza. Los
tejidos que envolverían de este modo a los enterrados estarían impregnados de alguna substancia que acelerase el proceso de putrefacción y no cubriendo por completo el cuerpo, las zonas descubiertas serían las conservadas. A este respecto hay que señalar, que la preservación de los restos de fauna, en los casos en que se documenta, es siempre mejor que la de los huesos humanos. Otra explicación, más probable, estaría en considerar que fuesen las zonas preservadas las que hubiesen sido cubiertas por una materia que hubiese facilitado la conservación. En este último sentido hemos podido apreciar sedimentos rojizos envolviendo muchos de los restos, así como trazas de ocre en elementos del ajuar que iría directamente en contacto con el cuerpo y sobre todo en falanges, metapodios e incluso en los alveolos mandibulares. La presencia de ocre, en especial cinabrio, se ha puesto en relación con prácticas destinadas a preservar los restos humanos (Delibes, 1995: 70-72). La aplicación del colorante podría corresponder a un espolvoreado como parte del ritual o al sudario que envolviese al cadáver, pero también es posible que el ocre se aplicase una vez descarnado el hueso, como se ha documentado por ejemplo entre chanás, guaraníes y antecesores de pampas (Torres, 1911 / Barrientos et alii, 2002: 303-325), quienes enterraban el cadáver hasta la pérdida de los tejidos blandos y posteriormente cubrían el esqueleto de ocre. En cualquier caso la utilización del ocre es un fenómeno frecuente en gran parte de la Península en un período comprendido entre el Neolítico reciente y el Calcolítico Precampaniforme, así como en las sepulturas “premegalíticas” del Mediterráneo Occidental (Guilaine, 1996: 137). Desgraciadamente, esta presencia de ocre sobre esqueletos humanos no se acompaña de suficientes análisis químicos que permitan comprender mejor estos aspectos. En yacimientos con datos suficientes como es el caso del yacimiento de Juan Barbero (Martínez Navarrete, 1984), su análisis determina que se trataba de limonita y óxido de hierro, ocres “menos eficientes” como preservadores de los restos. En la documentación sobre La Encantada III conservada en el Archivo del MAN) Siret cita expresamente la presencia de cinabrio. Este fragmento se conserva en el registro de materiales procedentes de esta estructura, así como también una Glycymeris glycymeris de gran tamaño con restos en su interior. Por otra parte, los análisis efectuados sobre enterramientos argáricos del Cerro de la Virgen, confirman la presencia de cinabrio (Carrasco, 1979: 272). Algunas tribus de Namibia cubren su cuerpo con una mezcla de ocre y grasa. El ocre es triturado en molederas y aplicado por todo el cuerpo, incluso en el cabello. Además del valor estético de esta costumbre, es un medio eficaz contra la deshidratación en sus desplazamientos. Frente a estos grupos ganaderos, otras tribus próximas se cubren con largos ropajes y
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complejos tocados, presentando un aspecto completamente distinto pese a la proximidad en la que viven. Consideramos que entre estos grupos, el uso de ocre debió ser muy notable, documentándose su presencia no sólo en contextos funerarios, sino también de habitación. Tenemos fragmentos de distintos tipos de ocre en muchos de los yacimientos estudiados, unos son los llamados “lápices” de color más oscuro y estructura compacta, frente a otros pulverulentos. Los restos de ocre aparecen en objetos tanto líticos, como cerámicos y óseos. Hay que destacar la presencia de molederas de cazoleta con restos de ocre en su interior, en el yacimiento de El Garcel. En muchos yacimientos se detecta la presencia de pocillos sobre Glycymeris o Patella y en un buen número de ellos con restos de ocre en el interior. Este aspecto se ha constatado tanto en yacimientos de habitación (Las Palas-La Era, Terrera de Aljarilla, Zájara, Arteal, Huerto de los Naranjos, Cabezo de la Mata) como de enterramiento (Encantada, Cabecico del Águila, Loma de Belmonte, Loma del Campo, Atalaya de Garrucha, Llano de Mayor). En un yacimiento de reciente excavación, como es Casa Noguera (Martínez Sánchez y San Nicolás, 2003: 155-173), se documentan enterramientos con ocre abundante y en los que la preservación de los restos óseos es justo la contraria a la observada aquí, ya que a algunos de los individuos enterrados les faltan manos y pies. Carecen de ajuar, por lo que se ha pensado en la presencia de posibles ajusticiados. Respecto a la distribución espacial, la presencia del ocre está documentada en las tres áreas propuestas. ¿Era más difícil el acceso al cinabrio en el interior? ¿Estaba limitado por ello a las zonas visibles fuera del sudario? Si este hecho está motivado por los condicionantes del área geográfica, por factores cronológicos o de otra índole es por ahora difícil de determinar. A través de otros aspectos de los enterramientos, apreciamos también algunas diferencias entre las tres zonas consideradas. Por lo que respecta al número de individuos enterrado en cada estructura, parece que aunque Flores recogiese cuidadosamente los restos menores, éstos no constituyen el conjunto al que dedica más atención en sus descripciones, indicando únicamente en ellas cifras redondas, siempre más altas que las reales. En ocasiones Luis Siret toma sus propios datos realizando o encargando un estudio pormenorizado de los huesos recuperados, pero otras veces mantiene el dato de Flores sin más. Mediante la observación de los restos conservados se calculan NMI muy inferiores a los citados para algunas estructuras por Flores. Con los datos observados hasta ahora, son mayoritarias las sepulturas de un único individuo, seguidas de cerca por aquellas en las que se documentan de 2 a 4, las cifras correspondientes a las restantes categorías descienden progresivamente y sólo en un 15% del total de estructuras se constata la presencia de más de 10
individuos entre los restos conservados. La distribución por áreas es equiparable entre la zona I y III, siendo inferior en la zona II. Los datos de Flores pueden ser pues más fiables cuando se refiere a estructuras pequeñas, al excavar las grandes sepulturas colectivas, su intención parece ser más dar una idea de abundancia que recoger una cifra precisa. Al describir, por ejemplo, la sepultura de Cucador 9, Flores dice que hay “... unos restos de unos 100 cadáveres. ” Los restos humanos conservados corresponden a las diferentes partes del esqueleto (fragmentos de cráneo, mandíbulas, costillas, vértebras, fémures, tibias, falanges, etc), estando presentes en la muestra huesos de pequeño tamaño como son las falanges y algunos de difícil conservación como es la rótula. Sería interesante realizar un análisis antropológico pormenorizado, pero podemos adelantar que el número de individuos representados estaría entre 12 y 15. Los datos relativos a las sepulturas megalíticas calcolíticas de la vecina Murcia parecen corroborar estas cifras no tan altas (Eiroa, 1994: 195-210). Respecto a la disposición de los cadáveres en la tumba, la falta de precisiones al respecto, abogaría antes por depósitos directos sobre el suelo de las sepulturas, que por verdaderos enterramientos. En cuanto a la distribución dentro de la tumba, tampoco contamos con suficientes datos, pero en algún caso llama la atención las representaciones observables en los cuadernos de Flores, así en Fuente del Lobo parece querer reflejar una disposición radial, lo que también ocurre en Puerto Blanco, donde además sitúa un individuo central que es también el más próximo al único elemento metálico de la estructura, ¿el último en ser depositado? A través de las informaciones de Flores y Siret, poco podemos saber sobre las posturas de los cadáveres en la sepultura. En las zonas I y II hay 16 estructuras cuya dimensión máxima está por debajo de 1,40 m, mientras que en la zona III, sólo hay dos. Esta dimensión máxima del receptáculo de la sepultura indicaría la necesidad de que el enterramiento tuviese un carácter secundario o bien que el cadáver se depositase en posición flexionada. En este último caso hay que tener en cuenta que se constata la presencia de adultos entre los restos identificados y que no todas estas pequeñas sepulturas eran individuales. El caso extremo en este aspecto sería el de la sepultura del Llano de la Herrería, con una dimensión máxima de 1,30 m y 6 individuos en su interior. Enrique y Luis Siret ya realizaron algunos cálculos sobre la capacidad de las sepulturas, en su estudio de La Pernera (1890: 44). A través de dichos cálculos consideraron que el receptáculo era perfectamente capaz para el volumen depositado en él, pero se trataba de una tumba bastante mayor y aún así valoraron la importancia de considerar que los enterramientos se realizasen no en un único momento, sino por aportes sucesivos. Por otro lado, la presencia de huesos pequeños en los paquetes
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óseos podría hacer pensar en un carácter primario de los depósitos, pero esta presencia de restos menores en la muestra sólo se constata en sepulturas de mayores dimensiones (por encima de 2 m). Las evidencias de intentos de individualización de los cadáveres mediante fosas, lajas de compartimentación, pequeños túmulos de piedras, etc... son escasas, pero en ocasiones Flores se ha detenido en este aspecto. En su descripción del Llano del Rincón en Olula, en el Cuaderno VIII dice: “...y otros cadáveres después de colocados les han puesto una losa encima y algunas piedras a los lados.” Por lo que respecta a la acción del fuego sobre los cadáveres, vemos documentada tanto la cremación parcial como total. Si bien es más frecuente la primera y rara vez afecta a la totalidad del conjunto enterrado, como ya se indicó para Los Millares (Almagro y Arribas, 1963:173-174) y como se documenta también en la actual provincia murciana (Eiroa, 1994: 198208). Las alteraciones térmicas parciales afectan especialmente al cráneo, como apunta Pascual en su repaso al estado del tema (2002: 174). Siendo la mayor parte de las alteraciones parciales, no parecen responder a verdaderas piras funerarias, máxime si tenemos en cuenta que el fuego rara vez afecta a los ajuares, por lo que se han relacionado con inhumaciones secundarias o bien con la existencia de hogares rituales propuestos para algunas estructuras francesas (Sauzade, 1998: 302). Pero también hay sepulturas en las que los restos están completamente afectados por el fuego o incluso alcanzan la incineración, si bien son casos en los que este tratamiento sólo parece afectar a una parte del conjunto. Este hecho podría responder a un momento de mayor urgencia en la preparación de los enterramientos, a causa de una grave enfermedad o de un enfrentamiento, o bien a la necesidad de compactar el espacio requerido por los cadáveres, pero en algunos casos parece más probable asociarlos a una intrusión posterior. Esta es también la conclusión a la que llegan Lorrio y Montero en su estudio (2004: 99-116). Por otro lado, la presencia de huellas de fuego en los enterramientos, afecta tanto a las pequeñas sepulturas con un único individuo, como a las grandes estructuras colectivas. Un estudio pormenorizado de los restos permitiría resolver estas discusiones, ya que las huellas dejadas por un hueso fresco, son diferentes de las que muestra uno seco (Etxebarría, 1994: 111-116). La distribución de evidencias de fuego en las distintas áreas parece favorecer a la Cuenca Alta, frente una mayor escasez en el área litoral y prelitoral, con una situación intermedia para la zona II. Como decíamos más arriba, el ajuar rara vez presenta alteraciones térmicas, pero en los casos en que esto ocurre, es la industria ósea la más afectada. Esto podría explicarse por la función y disposición de los objetos óseos, englobados mayoritariamente en los grupos de apuntados y adornos (pasadores, alfileres y colgantes)
que se situarían directamente sobre el cuerpo. No obstante, las estructuras con industria ósea calcinada son muy escasas y cronológicamente más próximas en el tiempo, como sería el caso, por ejemplo, de Jautón 5b. Además, no toda la industria ósea que presenta alteración térmica puede relacionarse con la cremación misma de los cadáveres. Hay casos en los que apuntados y adornos presentan deshidratación, agrietado, deformaciones y coloraciones propias de una acción térmica incontrolada y por ello posiblemente relacionada con el ritual, pero en otros, pueden responder a tratamientos intencionales, documentados también en poblados y motivados por causas diversas. En otros aspectos, el ajuar conservado nos habla de un predominio de útiles líticos pulidos en la Cuenca Alta, cerámicas de formas altas y cerradas de tamaños muy pequeños y cierta standarización formal, alto porcentaje de soportes sobre huesos jóvenes. Otras características observables directamente sobre los restos, fueron ya avanzadas en el estudio del profesor Reverte para Los Churuletes (1986: 157161). La presencia de individuos infantiles y juveniles observada en Los Churuletes, se confirma en los restos de las necrópolis de Atalaya, Buena Arena, Jautón o Loma de la Torre, así como la presencia de ambos sexos en las tumbas. Hechos estos que han permitido suponer cierta igualdad social en el seno de estas comunidades. La esperanza de vida no parece superar los 50 años y llama la atención la presencia de fuertes abrasiones en algunos incisivos, lo que se relaciona con tareas de sujeción propias de actividades económicas, más que con hábitos alimentarios. Los adultos parecen dominar las estructuras más sencillas y por ello las asignadas a épocas más antiguas mientras que en los grandes monumentos se constata la presencia de niños. Pero poco más se puede avanzar por el momento. Así pues, según lo expuesto hasta aquí, creemos que puede hablarse de una cierta regionalización en La Cuenca de Vera, definiendo dos puntos de personalidad más acusada en las zonas alta y baja del río, con un área central que participa de ambas influencias. La existencia de cañadas y la presencia de elementos marinos en el interior, permiten apoyar un frecuente contacto entre las tres áreas. ¿Qué puede aportar la industria ósea en el ámbito de la regionalización propuesta? A través de los conjuntos óseos estudiados podemos observar algunas diferencias entre las distintas áreas propuestas. En las tablas que se incluyen más abajo, están ausentes las variables observadas en el área circundante que no se documentan en la Cuenca de Vera, como es el caso de los “ídolos planos con escotaduras”, frecuentes en el área IV, así como en el resto de Granada y Murcia, o las falanges decoradas de cérvido y falange decorada de ovicáprido. Pese a su
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ANTROPOMORFOS DECORADOS TIPO
SUBTIPO
ZONA I
ZONA III
Cruciforme Ídolo falange
2 Decorado
3
Modificado + reserva Oculado
53
TOTAL GENERAL 2 3
19
72
Ídolo sobre costilla
1
1
Ídolo sobre diáfisis
61
61
1
1
Asta decorada Sandaliforme
1
TOTAL
120
1 21
141
TABLA IV.13.–Distribución de Antropomorfos y decorados por zonas.
peor definición general, llama la atención la ausencia total de los grupos de antropomorfos y decorados en el área II. En las dos zonas con piezas decoradas vemos claras diferencias. La zona I presenta mayor cantidad y variedad de piezas y pese a ello no tiene cruciformes entre sus conjuntos. La zona III se define pues en este aspecto por la presencia de cruciformes de hueso entre los numerosos de piedra y por la existencia del tipo más sencillo de “ídolo”, la falange sin decoración. Los apuntados por su carácter universal no son buenos definidores culturales, pero existen algunos aspectos comentables también en este grupo. Como puede ser la ausencia o bajísima representación de algunos tipos en la zona III (Economía, Anatómicos y biapuntados). Frente a este panorama, los tubulares, hendidos y facetados tendrán una distribución más homogénea en toda Vera. Tanto los primeros como los segundos son los subgrupos más representados en cualquier conjunto de industria ósea postpaleolítica por lo que no debe extrañar esta homogeneidad. Los facetados son característicos de toda el área así mismo. Más significativas son las ausencias, pero creemos que se relacionan esencialmente con el carácter de los yacimientos más representativos de cada zona, pesando mucho en la III los materiales de contexto funerario en los que los subgrupos de economía y anatómico no son esperables. No obstante, puede ser más significativa la escasez del tipo punzón-fíbula, presente en los enterramientos del área litoral. Finalmente a la ausencia de biapuntados debe sumarse la falta sistemática de apuntados de asta en la zona III y no solo de apuntados, puesto que esta ausencia se repite en otros grupos. Dado que esta zona tendría un mejor acceso a los ámbitos de sierra y con ello a la obtención de este material, las diferencias observadas serían de carácter cultural.
A excepción de los cuchillos, no hay biselados en el área III, son inusuales en ámbitos funerarios, pero se documentan en estructuras de enterramiento del área litoral y no en las de las otras dos áreas. Los denticulados y redondeados presentan cifras muy bajas para una comparación entre las tres zonas propuestas. En el caso de los contenedores, la ya comentada ausencia de asta, incide en este caso también en la falta de este tipo de mangos tanto en la zona II como en la III. La mayor presencia de pocillos en el área I frente a las otras dos, puede tener una explicación geográfica sencilla, ya que es mayor la facilidad de adquirir recursos marinos por parte de los grupos de la costa. Este aspecto debería pues reflejarse de igual modo en el caso de los perforados, pero como puede apreciarse en la tabla, esto no es así. Los brazaletes de concha están bien representados en las tres zonas, con cifras muy similares. Los otros grupos sobre soporte de malacofauna, aún estando presentes en las tres zonas, muestran diferencias más acusadas, lo que nos hace pensar en estos brazaletes como un bien muy valorado por las gentes del interior. Los objetos más elaborados corresponden a la Zona I a excepción de cuentas discoidales y segmentadas, siendo estas últimas características del Alto Almanzora. Sólo una pieza insegura13 se localizaría en la zona I. Otro aspecto no reflejado en estas tablas es la mayor presencia de epífisis sin fusionar o en trance de fusión observadas en los soportes utilizados en el Alto Almanzora, lo que podría apoyar un mayor peso ganadero en esta zona frente a las otras dos, rasgo que puede considerarse compatible con el medio especifico que explota. Se aprecian pues diferencias entre las tres zonas ya observadas en el ritual funerario y repetidas en el material de soporte orgánico.
13 Se trata de una referencia de Siret para Tres Cabezos, que es además un yacimiento de habitación frente a los enterramientos contemplados en el Alto Almanzora.
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APUNTADOS SUBGRUPO Abrasionado Anatómico
Biapuntado
Economía
Facetado
TIPO Pz. abrasionado Pz. fíbula Pz. metapodio Pz. ulna Azagaya Punta de flecha Perforador Pz. economía
Aguja Alfiler
Estilete Lámina
Micropunzón Puñal Pz. facetado Varilla
Hendido
Indeterminado Base articular
Tubular
Lezna Punta. asta Pz. costilla Talón trabajado Indeterminado Base articular
SUBTIPO
Zona I
Ancha Estrecha
Asta Colmillo Diáfasis Esquirla Corta Larga Abanico Cabeza redondeada Escotadura Cabeza segmentada Pasador Recta Indeterminado Escotadura Liso Irregular Poligonal Redondeada Indeterminado Metapodio rumiante Punta canal Tibia rumiante Indeterminado
Metapodio rumiante Tibia de lagomorfo Tibia rumiante Tubular otros soportes
Punta. asta Talón trabajado Indeterminado Indeterminado Total general
1 68 5 7 6 10 6 5 2 5 33 18 4 4 19 1 9 -4 47 120 9 12 -3 38 7 11 48 1 55 34 13 1 3 14 4 12 34 112 7 6 16 5 6 3 28 14 870
TABLA IV.14.–Distribución de apuntados por zonas.
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Zona II 3 ------------2 --1 -1 -37 2 -3 3 5 2 1 14 -8 1 -------9 1 -1 ---3 -97
Zona III
TOTAL
2 1 1 ----3 ----1 1 -3 1 1 3 12 71 120 1 --54 28 32 95 1 273 26 1 3 7 4 --5 238 15 1 28 1 -7 86 22 1.148
6 69 6 7 6 10 6 8 2 5 33 18 5 7 19 4 11 1 8 59 228 131 13 3 6 97 37 44 157 2 336 61 14 4 10 18 4 12 39 359 23 7 45 6 6 10 117 36 2.115
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PERFORADOS TIPO Brazalete
Bivalvo. p Botón Colgante
Colgante Aguja Cuenta
Gasterópodo. p
SUBTIPO
Zona I
Articulado Cerrado Indeterminado Cerastoderma. p Glycymeris. p Perforación V Simple A. geométrica Colmillo jabalí Concha recortada Imitación canino A. geométrica A. geométrica Cta. recortada Dentalium V. pez Indeterminado Columbella. p Conus. p Luria. p Marginela. p Murex. p Trivia. p Indeterminado
-101 30 3 551 7 3 5 2 59 343 1 317 4 29 7 1 122 227 28 56 12 16 4 2 2 -1.932
Silbato Tubo Indeterminado Total general
Zona II 15 93 5 -13 ---1 2 --2 -134 --1 1 8 -------275
Zona III 11 41 18 3 17 --2 -13 --402 4 1 -1 27 22 4 3 2 -3 --1 575
TOTAL 26 235 53 6 581 7 3 7 3 74 343 1 721 8 164 7 2 150 250 40 59 14 16 7 2 2 1 2.782
TABLA IV.15.–Distribución de perforados por zonas.
4.5. EPÍLOGO A modo de síntesis, podemos decir que en conjunto la industria ósea de la Cuenca de Vera presenta un corpus rico cualitativa y cuantitativamente. Con una caracterización interna y una personalidad propia que la define frente a su entorno cultural, siendo a su vez, reflejo de procesos de cambio ambientales y culturales. Como reflejo del primer aspecto, podemos fijarnos en su relación con la abundancia o escasez de madera. Como reflejo de procesos de cambio culturales tenemos el surgimiento de tipos completamente desconocidos en fases anteriores como son los oculados. Por otro lado, si nos detenemos en el estudio de cada grupo de objetos podemos analizar nuevas perspectivas para algunos tipos, defender el surgimiento de artesanías especializadas y aproximarnos a la valoración social de la Industria ósea para las sociedades de la Prehistoria reciente del Sureste. Un recorrido por el espacio elegido permite observar su vertebración en torno a los cursos fluviales
que a modo de corredores naturales, favorecen un sentido de circulación entre la Costa y el interior. La regionalización interna propia de dos áreas con diferencias medioambientales, se ve aumentada por factores culturales en los que la industria ósea apuntala esas diferencias. Frente al resto del Sureste, la Cuenca de Vera presenta numerosos puntos de contacto aunque el escaso peso de los “elementos exóticos” marcará un carácter “de paso”. Frente al resto de Andalucía el panorama puede considerarse aún muy heterogéneo. Murcia presentará el nexo de unión con Levante, definiendo no obstante círculos diferenciados. El recorrido cronológico por su parte, permite apreciar un aumento gradual de la industria ósea desde el Neolítico al Calcolítico, con un probable descenso campaniforme. Durante el Calcolítico asistimos al desarrollo de nuevos objetos, sin tradición anterior y a un progresivo aumento del grado de elaboración. Aumenta así mismo el uso de la industria sobre hueso por el posible retroceso de la madera disponible, por la mejora de las herramientas (metálicas) y por el aumento de la cabaña ganadera. Los yacimientos neo-
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SUBGRUPO BISELADO
CONTENEDOR
DENTICULADO
REDONDEADO
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TIPO Cincel Cuña Espátula Pulidor Cuchillo Mango Pocillo Gradina Peine Muesca Sierra Raspador Alisador Bruñidor
SUBTIPO
Zona I
Faceta Sobre costilla
Mango sobre asta Mango sobre diáfisis Pseudogradina
A. asta A. hueso Curvo Recto
Lámina de escotaduras Percutor Placa MÚLTIPLE MATRIZ
Lengüeta Indeterminada
INDETERMINADO TOTAL GENERAL
10 10 5 22 1 2 12 6 107 18 -1 3 5 10 4 4 1 3 4 1 29 15 9 11 283
Zona II -----1 --12 ---1 --– -----1 --1 16
Zona III -----2 -1 10 -1 -1 -1 1 ----3 8 --7 35
TOTAL 10 10 5 22 1 5 12 7 129 18 1 1 5 5 11 5 4 1 3 4 4 38 5 9 19 334
TABLA IV.16.- Distribución por zonas de los grupos minoritarios de industria ósea.
líticos presentan un mayor porcentaje de elementos de adorno, proporción que irá disminuyendo a lo largo del tiempo, lo que podría ser un indicio de mayores desigualdades en el Calcolítico. Las sociedades estudiadas se suelen clasificar como segmentarias o tribus, y se caracterizan por formar agrupaciones de varias comunidades que, en conjunto, suman unos pocos miles de individuos. Agriculto-
res sedentarios o seminómadas dedicados al pastoreo, que comparten creencias transmitidas en estructuras funerarias colectivas. El material óseo será para ellos soporte de útiles, adornos, armas e incluso reflejo de creencias y rasgos de identidad. Su representatividad, variedad y valoración nos muestra un camino hacia la especialización artesanal y la creciente jerarquización que desemboca en los futuros sistemas de Jefatura.
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APÉNDICES LISTA GENERAL DE INDUSTRIA ÓSEA NOMBRE Águila Águila Águila Águila Águila Águila Águila Águila Águila Águila Águila Águila Águilas 6 Águilas 6 Águilas 6 Alcauzón 1 Alcauzón 1 Alcauzón 1 Alcauzón 1 Alcauzón 1 Alcauzón 1 Alcauzón 1 Alcauzón 1 Alcauzón 1 Alcauzón 1 Alcauzón 1 Alcauzón 2 Alcauzón 3 Almanzora 15 Almanzora 15 Almanzora 15 Almanzora 15 Almanzora 15 Almanzora 15 Almanzora 15 Almanzora 15 Almanzora 16 Almanzora 16 Almanzora 16 Almanzora 16 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
VARIANTE
1 1 1 1 1 1 1 1 7 17 42 43 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 5 11 1 1 1 1 1 1 1 1 4 6 1 1 1 2 1 1 1 1 1 1 1 1
Concha Diente Concha Concha Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Concha Concha Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Concha Hueso Hueso Concha Marfil? Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Concha Concha Hueso Hueso Diente
PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO ANTROPOMORFO APUNTADO PERFORADO PERFORADO CONTENEDOR PERFORADO PERFORADO CONTENEDOR PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO BISELADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO CONTENEDOR PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO CONTENEDOR MATRIZ PERFORADO BISELADO APUNTADO
Bivalvo.p Lezna Bivalvo.p Bivalvo.p Ídolo falange Pz.abrasionado Cuenta Cuenta Pocillo Colgante Bivalvo.p Pocillo Brazalete Brazalete Brazalete Indeterminado
Glycymeris.p
Uso ? Mínimo Mínimo Équido Bajo? Bajo Discoidal Alto Discoidal Alto Mínimo Lúnula Uso? Mínimo Mínimo Bajo Bajo Bajo Alto? Medio Uso Uso Alto? Medio Alto? Bajo Alto Mínimo Bajo Medio Alto Alto Larga Alto? Bajo Alto Medio Alto? Alto? Bajo ? Alto Alto Alto Medio Mínimo? Proximal Medio Lúnula Materia prima Uso? Materia prima Escotaduras Bajo Bajo?
Bivalvo.p Gasterópodo.p Indeterminado Cuchillo Puñal Cuenta Varilla Pocillo Cuenta Brazalete Lámina Varilla Varilla Brazalete Estilete ? Brazalete Indeterminado Lámina Cuenta Indeterminado Varilla Indeterminado Varilla Pz.fíbula Punta.asta Base articular Colgante Pocillo Tubo Espátula Lezna
277
Cerastoderma.p Cerastoderma.p Decorado A.geométrica A.geométrica Cordado Concha recortada Glycymeris.p Cóncavo Cerrado Cerrado Cerrado
Glycymeris.p Conus.p
Liso Dentalium Redondeada Cóncavo Dentalium Cerrado Recta Redondeada Redondeada Cerrado
Recta Dentalium Redondeada Redondeada
Metapodio rumiante Concha recortada Cóncavo Sobre costilla
GRADO TRANSF.
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE
NMP
Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 01 Almizaraque 02 Almizaraque 02 Almizaraque 02 Almizaraque 02 Almizaraque 02 Almizaraque 02 Almizaraque 02 Almizaraque 02 Almizaraque 02 Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03a Almizaraque 03b Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 04 Almizaraque 05
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 6 26 34 1 1 1 1 1 1 1 2 83 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 3 3 3 4 7 21 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 3 1
19:11
Página 278
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
VARIANTE
Hueso Concha Asta Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Concha Asta Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso
ANTROPOMORFO PERFORADO REDONDEADO DENTICULADO APUNTADO BISELADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO MATRIZ APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO BISELADO APUNTADO REDONDEADO APUNTADO ANTROPOMORFO APUNTADO APUNTADO APUNTADO ANTROPOMORFO PERFORADO PERFORADO BISELADO BISELADO DENTICULADO REDONDEADO REDONDEADO PERFORADO PERFORADO CONTENEDOR PERFORADO PERFORADO ANTROPOMORFO CONTENEDOR CONTENEDOR APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO CONTENEDOR ANTROPOMORFO MATRIZ ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO PERFORADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO REDONDEADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO BISELADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO
Ídolo falange Cuenta Alisador Gradina Lámina Espátula Lámina Raspador
Modificada Dentalium A.asta Pseudogradina Pasador Faceta Pasador
Cérvido
Aguja? Lámina Lámina Pz.costilla Bivalvo.p Espátula Base articular Percutor Talón trabajado Ídolo falange Base articular Lámina Pz.economía Ídolo falange Gasterópodo.p Gasterópodo.p Espátula Espátula Raspador Alisador? Percutor Gasterópodo.p Gasterópodo.p Pocillo Bivalvo.p Colgante Ídolo falange Mango Mango Pz.facetado Pz.facetado Varilla Pz.facetado? Ídolo falange Ídolo falange Pocillo Ídolo falange? Ídolo falange Ídolo falange Ídolo falange Ídolo falange Ídolo falange Gasterópodo.p Gradina Pz.fíbula Pz.economía Talón trabajado Micropunzón Bruñidor Lámina Lámina Varilla Bivalvo.p Cincel Bivalvo.p Lámina Pz.ulna Aguja Lámina Lámina Bivalvo.p Colgante
278
Recta Recta Glycymeris.p Sobre costilla Metapodio rumiante
Modificada Punta canal Recta Diáfisis Modificada Columbella.p Conus.p Sobre costilla Sobre costilla A.hueso Luria.p Luria.p Cóncavo Glycymeris.p A.geométrica Modificada Mango sobre diáfisis Mango sobre asta
Irregular Modificada Modificada Cóncavo Modificada Modificada Modificada Modificada Modificada Marginela.p Pseudogradina Esquirla
Curvo Recta Recta Redondeada Glycymeris.p Glycymeris.p Recta Larga Recta? Recta Glycymeris.p A.geométrica?
GRADO TRANSF.
Alto Bajo Bajo Bajo Alto? Alto Bajo ? Alto? Corta Alto Alto? Medio? Uso? Escotaduras Bajo Proximal Medio? Mínimo Medio Équido Bajo Medio? ? Mínimo Cérvido Bajo Uso Uso Escotaduras Bajo Escotaduras Bajo Bajo Bajo Mínimo? Mínimo Mínimo Uso Uso Apuntado Alto Ovicáprido Materia prima? Bajo Medio? Alto? Alto? Alto? ? Cérvido Bajo Équido Medio Uso Ovicáprido Materia prima Suido Bajo Ovicáprido Bajo(1) Medio (2) Cérvido Materia prima Cérvido Medio(2) Bajo (2) Ovicáprido Mínimo Bajo ? Bajo Mínimo Medio Alto Uso? Alto Alto? Alto? Uso? Medio Uso Alto? Bajo Alto Alto? Alto? Uso Alto
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Almizaraque 05 Almizaraque 05 Almizaraque 06 Almizaraque 06 Almizaraque 06 Almizaraque 06 Almizaraque 06 Almizaraque 06 Almizaraque 06 Almizaraque 06 Almizaraque 07 Almizaraque 07 Almizaraque 07 Almizaraque 07 Almizaraque 07 Almizaraque 07 Almizaraque 07 Almizaraque 07 Almizaraque 07 Almizaraque 07 Almizaraque 07 Almizaraque 07 Almizaraque 08 Almizaraque 08 Almizaraque 08 Almizaraque 08 Almizaraque 08 Almizaraque 08 Almizaraque 08 Almizaraque 08 Almizaraque 08 Almizaraque 08 Almizaraque 08 Almizaraque 08 Almizaraque 09 Almizaraque 09 Almizaraque 09 Almizaraque 09 Almizaraque 09 Almizaraque 09 Almizaraque 09 Almizaraque 10 Almizaraque 10 Almizaraque 10 Almizaraque 11 Almizaraque 11 Almizaraque 11 Almizaraque 11 Almizaraque 11 Almizaraque 11 Almizaraque 11 Almizaraque 11 Almizaraque 12 Almizaraque 12 Almizaraque 12 Almizaraque 13 Almizaraque 13 Almizaraque 13 Almizaraque 14 Almizaraque 14 Almizaraque 14 Almizaraque 14 Almizaraque 14 Almizaraque 14 Almizaraque 14 Almizaraque 14 Almizaraque 14 Almizaraque 14 Almizaraque 14 Almizaraque 14
19:11
Página 279
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
VARIANTE
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 34 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Asta Concha Concha Concha Asta Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Asta Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Asta? Hueso
ANTROPOMORFO REDONDEADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO REDONDEADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO BISELADO BISELADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO REDONDEADO REDONDEADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO REDONDEADO APUNTADO BISELADO APUNTADO BISELADO BISELADO APUNTADO DENTICULADO BISELADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO ANTROPOMORFO MATRIZ APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO
Ídolo falange Bruñidor Lámina Lámina Lámina Pz.economía Base articular Pz.ulna Lámina Lámina Lámina? Lámina Lámina Punta de flecha Alisador Base articular Lámina
Modificada Curvo Recta Recta Recta Esquirla Tibia de lagomorfo
Ovicáprido
Lámina Pz.economía Base articular Espátula Talón trabajado Espátula Pz.ulna Pz.ulna Pz.fíbula? Pz.fíbula? Talón trabajado? Cincel? Espátula Espátula Talón trabajado Indeterminado Gasterópodo.p Cuenta Punta.asta? Gasterópodo.p Gasterópodo.p Gasterópodo.p Percutor Bruñidor Brazalete Base articular Lámina Varilla Cincel Punta.asta Alisador Base articular Espátula Punta.asta Cincel Espátula Lámina Raspador Espátula Lámina Espátula Azagaya Pz.economía Pz.facetado? Ídolo falange Lengüeta Azagaya Lámina Pz.economía Azagaya Pz.facetado Alfiler
Recta Diáfisis Tibia de lagomorfo Sobre costilla
279
Recta Recta Pasador? Recta Recta A.asta Tibia de lagomorfo Pasador?
Sobre costilla
Sobre costilla Sobre costilla
Luria.p Dentalium Conus.p Columbella.p Marginela.p Curvo Tibia de lagomorfo Recta Redondeada
A.asta Tibia de lagomorfo Sobre costilla
Sobre costilla Recta Sobre costilla Pasador Faceta Estrecha Diáfisis Modificada Ancha Recta Diáfisis Estrecha Abanico
GRADO TRANSF.
Bajo Uso? Alto Alto Alto Mínimo Proximal Mínimo Bajo Alto Alto Alto? Alto? Alto Alto Bajo Proximal Mínimo Alto? Medio Medio Alto Mínimo Distal Mínimo Lisa Mínimo Medio Lisa Mínimo Bajo Bajo Alto? ? ? Bajo Lisa Mínimo Lisa Mínimo Bajo ? Mínimo Bajo Medio Uso Mínimo Bajo Uso? Uso? Bajo Proximal Mínimo Alto Alto? Medio Medio Medio Proximal Mínimo Escotaduras Bajo Medio ? Escotaduras Bajo Alto Bajo? Lisa Bajo Alto Alto Mínimo Alto Cérvido Bajo Materia prima Medio Alto Mínimo Alto? Alto? Alto
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Almizaraque 15 Almizaraque 15 Almizaraque 15 Almizaraque 15 Almizaraque 15 Almizaraque 15 Almizaraque 15 Almizaraque 15 Almizaraque 16 Almizaraque 16 Almizaraque 16 Almizaraque 16 Almizaraque 16 Almizaraque 16 Almizaraque 16 Almizaraque 16 Almizaraque 16 Almizaraque 16 Almizaraque 16 Almizaraque 16 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 17 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 18 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19
19:11
Página 280
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
VARIANTE
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 4 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Hueso Asta Concha Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Asta Hueso Hueso Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Asta? Hueso Concha Hueso Hueso Hueso
PERFORADO BISELADO DENTICULADO MATRIZ APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO DENTICULADO INDETERMINADO PERFORADO ANTROPOMORFO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO PERFORADO CONTENEDOR APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO CONTENEDOR CONTENEDOR APUNTADO ANTROPOMORFO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO ANTROPOMORFO MATRIZ APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO
Gasterópodo.p Espátula Gradina
Luria.p Sobre costilla
Base articular Lámina Gasterópodo.p Gasterópodo.p Gradina
Tibia rumiante Recta? Luria.p Conus.p Pseudogradina
Gasterópodo.p Ídolo falange Lámina Cuenta Gasterópodo.p Gasterópodo.p Cuenta Colgante Pz.fíbula Gasterópodo.p Gasterópodo.p Pz.metapodio Pz.metapodio Azagaya Lámina Espátula Pz.facetado Espátula Lámina Talón trabajado Indeterminado Base articular Lámina Base articular Varilla Lámina Punta de flecha Pz.economía Pulidor
Trivia.p Modificada Recta? Dentalium Conus.p
Mínimo Bajo Materia prima Distal Bajo Alto? Mínimo Mínimo Bajo Uso Bajo Cérvido Mínimo Alto? Bajo Uso Bajo Bajo Lúnula Materia prima Medio? Uso Mínimo Uso? Uso? Medio ? Alto Alto? Alto ? Distal Bajo Alto? Distal Bajo Alto? Alto? Alto Mínimo Bajo Medio? Uso Uso ? Distal Medio Alto Distal Bajo Alto Escotaduras Bajo Mínimo Alto Medio Bajo? Mínimo Complejo Medio Medio ? Medio Medio Medio Escotaduras Bajo Bajo ? Distal Medio? Alto? Bajo Complejo Distal Bajo ? Medio Bajo Alto? Medio? Alto
Dentalium Concha recortada Columbella.p Conus.p
Ancha Pasador Faceta Faceta Recta
Metapodio rumiante Recta Tibia rumiante Poligonal Pasador Asta
Gasterópodo.p Pocillo
Conus.p Cóncavo
Base articular Aguja Base articular Lámina Espátula Pz.economía Lámina Talón trabajado Mango Mango Pz.economía Oculado Cuña
Metapodio rumiante Corta Tibia rumiante Recta Sobre costilla Diáfisis Recta Mango sobre diáfisis Mango sobre asta Diáfisis Ídolo sobre diáfisis
Pz.fíbula Talón trabajado Talón trabajado Espátula Gradina
Sobre costilla Pseudogradina
Base articular Lámina Espátula Oculado Base articular Varilla Talón trabajado Brazalete
Metapodio rumiante Recta? Faceta Ídolo sobre diáfisis Tibia rumiante Redondeada
Lámina
Pasador
280
Lisa
GRADO TRANSF.
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19
19:11
Página 281
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Asta Hueso Concha Concha Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Diente Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso
APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO REDONDEADO APUNTADO APUNTADO MATRIZ PERFORADO MATRIZ PERFORADO PERFORADO INDETERMINADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO MATRIZ APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO MATRIZ APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO MATRIZ APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO REDONDEADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO ANTROPOMORFO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO DENTICULADO REDONDEADO APUNTADO
Pz.facetado Perforador Base articular Lámina Cuenta Base articular Indeterminado Azagaya Azagaya Perforador Pz.facetado Base articular Lámina Lámina
SUBTIPO
Tibia rumiante Recta
Distal
A.geométrica
Cilíndrica
Estrecha Estrecha
Metapodio rumiante Pasador Recta
Lámina Lámina Aguja Pz.fíbula Alfiler Cuña Pz.fíbula Alfiler Alfiler Alisador Lámina Pz.economía Lengüeta Botón Brazalete? Cuenta
Dentalium
Gasterópodo.p Botón
Trivia.p Simple
Lámina Pz.fíbula Indeterminado Varilla Lezna Punta.asta Base articular Base articular Pz.fíbula Pz.fíbula Lámina Pz.fíbula Alfiler Pz.fíbula Pz.fíbula Pz.fíbula Pz.fíbula
Pasador
Pz.fíbula Alisador Lámina Pz.economía Lámina Cuña Ídolo falange Base articular Indeterminado Base articular Lámina Pz.economía Alisador Gradina Lámina
281
VARIANTE
Distal
Recta Pasador Corta Abanico
Abanico Abanico A.hueso Pasador Asta Perforación V
Casquete esférico
Cilíndrico
Redondeada
Tubular otr. soportes Punta canal
Pasador Abanico
A.asta Pasador Diáfisis Recta Modificada Tubular otros soportes
Cérvido
Metapodio rumiante Recta Esquirla A.asta Recta
Distal
GRADO TRANSF. Alto? Alto? ? Medio Alto Medio? ? Medio? ? Alto? Alto Alto Bajo Alto Medio? Alto Alto ? Alto? Alto Alto Medio? Alto Mínimo Bajo? Alto Alto Medio? Alto Mínimo Materia prima Alto Materia prima Bajo ? Bajo Alto Medio? Alto Materia prima Alto? Alto Bajo Bajo Bajo Medio? Bajo? Materia prima Alto Bajo? Alto Bajo? Materia prima Bajo? Medio? Medio? Bajo? Medio Alto Bajo? Alto? Mínimo? Mínimo Mínimo Alto Medio Alto Bajo? Medio ?
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 19 Almizaraque 20 Almizaraque 20 Almizaraque 20 Almizaraque 20 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21
19:11
Página 282
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 1 1 1 1 1 1 1
Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Diente Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Asta Asta Asta Asta Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso
MATRIZ APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO MATRIZ APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO MATRIZ ? APUNTADO APUNTADO APUNTADO INDETERMINADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO REDONDEADO APUNTADO INDETERMINADO REDONDEADO BISELADO APUNTADO APUNTADO REDONDEADO APUNTADO APUNTADO REDONDEADO BISELADO DENTICULADO CONTENEDOR APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO REDONDEADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO CONTENEDOR APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO ANTROPOMORFO MATRIZ ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO
Lengüeta Indeterminado Lámina Lámina Pz.economía Lengüeta Lámina Pz.fíbula Lámina Pz.facetado Lámina Pz.economía Indeterminado Pz.costilla
SUBTIPO
Recta Recta Diáfisis Recta Recta
Diáfisis
Pz.economía Punta.asta Pz.economía Pz.facetado
Diáfisis
Lámina Pz.economía Pz.economía
Pasador Esquirla Esquirla
Lezna Lámina Base articular Base articular Alisador Pz.fíbula Bruñidor Cincel Pz.economía Lámina Alisador Pz.economía Punta.asta Alisador Cuña Gradina Mango Pz.economía Punta.asta Lámina Pz.economía Lámina Lámina Lámina Espátula Lámina Alisador Azagaya? Pz.fíbula Pz.fíbula Lámina Pz.fíbula Lámina Lámina Lámina Lámina Lámina Mango Lámina Gasterópodo.p Gasterópodo.p Lámina Oculado Oculado Oculado
282
Diáfisis
Recta Tubular otros soportes A.asta
Recto Diáfisis Pasador A.asta Esquirla A.asta Mango sobre asta Diáfisis Recta Diáfisis Recta Recta Pasador Faceta Pasador A.asta Ancha
Recta Recta Pasador Recta Recta Mango sobre asta Pasador Conus.p Luria.p Recta Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis
VARIANTE
GRADO TRANSF. Materia prima Alto? Alto? ? Mínimo? Materia prima Alto? Medio Alto Medio? Alto Alto? Bajo Alto Alto? Medio? Mínimo Bajo? Mínimo? Medio Materia prima Alto Bajo Mínimo Medio? Mínimo ? Medio Bajo Medio? Mínimo ? Medio Alto Mínimo Alto Medio Mínimo Medio Bajo Bajo Bajo Mínimo? Bajo? Alto? Mínimo Alto Alto Alto Alto? Medio? Medio Medio Medio? Medio Alto? Medio? Alto Alto? Alto? Alto? Alto? Bajo Alto Uso? Mínimo Alto? Complejo Complejo Complejo
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 21 Almizaraque 23 Almizaraque 23 Almizaraque 23 Almizaraque 23 Almizaraque 24 Almizaraque 24 Almizaraque 24 Almizaraque 24
19:11
Página 283
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
VARIANTE
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 3 42 48 1 1 1 1 1 1 1 2
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Diente Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Concha Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Concha Concha Hueso Concha Diente
ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO MATRIZ ANTROPOMORFO MATRIZ ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO MATRIZ ANTROPOMORFO MATRIZ ANTROPOMORFO MATRIZ ANTROPOMORFO MATRIZ ANTROPOMORFO MATRIZ ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO MATRIZ ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO PERFORADO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO INDETERMINADO CONTENEDOR PERFORADO MATRIZ PERFORADO APUNTADO APUNTADO ANTROPOMORFO APUNTADO DECORADO DECORADO PERFORADO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO MATRIZ PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO BISELADO PERFORADO APUNTADO
Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Ídolo falange Oculado Oculado Oculado Oculado Ídolo falange Oculado Ídolo falange Oculado Ídolo falange Ídolo falange Ídolo falange Oculado Oculado Ídolo falange Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Bivalvo.p Ídolo falange Oculado Ídolo falange
Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Modificada Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Modificada Ídolo sobre diáfisis Decorado Ídolo sobre diáfisis Modificada Modificada Modificada Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Modificada Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Glycymeris.p Modificada Ídolo sobre costilla Modificada
Mango Cuenta Brazalete? Varilla Base articular Ídolo falange Pz.economía Asta decorada Sandaliforme Gasterópodo.p Oculado Oculado Gasterópodo.p Gasterópodo.p Gasterópodo.p Gasterópodo.p Bivalvo.p Gasterópodo.p Lámina Gasterópodo.p Gasterópodo.p Espátula ? Gasterópodo.p Lezna
Mango sobre diáfisis A.geométrica
Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Medio Complejo Complejo Complejo Complejo Medio Complejo Équido Complejo Complejo Bajo Medio Medio Complejo Complejo Bajo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Uso Ovicáprido Medio Complejo Ovicáprido Bajo ? ? Anular ? Materia prima Alto? Distal Bajo Cérvido Medio Mínimo? Alto Complejo Bajo Complejo Complejo Mínimo Uso Uso? Mínimo Uso? Uso? Alto Mínimo? Uso Escotaduras Bajo Uso? Bajo
283
Poligonal Metapodio rumiante Modificada Diáfisis
Marginela.p Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Luria.p Murex.p Conus.p Columbella.p Glycymeris.p Conus.p Pasador Luria.p Columbella.p Sobre costilla Conus.p
GRADO TRANSF.
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Almizaraque 24 Almizaraque 24 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25 Almizaraque 25
19:11
Página 284
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
2 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2
Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Concha Hueso Concha Hueso Hueso Diente Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Diente Hueso Asta Hueso Diente Diente Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Diente Diente Concha Concha
PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO BISELADO ? APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO INDETERMINADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO BISELADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO DENTICULADO ? APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO MATRIZ APUNTADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO
Gasterópodo.p Gasterópodo.p Pz.economía Pz.fíbula Espátula ? Talón trabajado Talón trabajado Cincel Pz.costilla
Conus.p Columbella.p Diáfisis
Pz.facetado Cuenta Aguja
VARIANTE
Faceta
Cta.recortada Larga
Pz.fíbula Pz.economía Lámina Lámina Lámina Pz.fíbula Pz.economía Gasterópodo.p Cuenta Pz.ulna Pz.fíbula
Colmillo Pasador Pasador Pasador
Punzón Espátula Lámina Cuchillo Punta.asta Gradina Pz.fíbula Lámina Pz.fíbula Pz.fíbula Pz.fíbula
Metapodio rumiante Faceta Recta
Cuenta Lámina Azagaya Gasterópodo.p Lámina Alfiler Pz.facetado Pz.costilla Lámina Punzón Espátula Gradina ? Lámina Pz.facetado Lámina Lámina Lámina Lámina Varilla Lezna Alfiler Lámina Pz.economía Gradina Lámina Talón trabajado Base articular Espátula Lámina Lámina Pz.Economía? Pz.economía Gasterópodo.p Gasterópodo.p
284
Diáfisis Murex.p V.pez
Pseudogradina Recta
Cta.recortada Pasador Estrecha Columbella.p Pasador Escotadura
Pasador Faceta Pseudogradina ? Recta Recta Pasador Pasador Recta Redondeada Abanico Recta Colmillo Pseudogradina Recta Tubular otros soportes Faceta Pasador Recta Colmillo? Colmillo Luria.p Luria.p
Proximal
GRADO TRANSF. Uso Mínimo Bajo Medio Alto Medio Medio Bajo Medio Alto Alto Uso Alto Bajo Medio Bajo Mínimo Alto Alto Alto Medio Mínimo Uso Bajo Bajo Medio Bajo Medio Alto Medio Bajo Medio Alto Bajo ? Medio? Medio Medio Uso Alto? Alto Uso? Alto? Alto Alto Alto Alto Medio Alto Alto Alto? Alto Alto Alto Alto Bajo Alto ? Alto? Mínimo Bajo Alto Medio Bajo Alto? Alto? Uso Mínimo Mínimo Mínimo
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Almizaraque 25 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 26 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 27 Almizaraque 28 Almizaraque 28 Almizaraque 28 Almizaraque 29 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30
19:11
Página 285
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
17 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 4 7 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 3 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Concha Hueso Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Diente Concha Concha Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Asta? Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso
PERFORADO BISELADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO DENTICULADO CONTENEDOR? DENTICULADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO DENTICULADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO CONTENEDOR APUNTADO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO PERFORADO ANTROPOMORFO MATRIZ ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO APUNTADO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO APUNTADO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO PERFORADO ANTROPOMORFO
Gasterópodo.p Cuña Gasterópodo.p Gasterópodo.p Varilla Lámina
Conus.p Luria.p Luria.p Poligonal Recta
Pz.fíbula? Talón trabajado Talón trabajado Gradina Cuchara? Gradina Colgante Gasterópodo.p
Pseudogradina Pseudogradina Concha recortada luria.p
Gasterópodo.p Gasterópodo.p Gasterópodo.p Gasterópodo.p Gasterópodo.p Varilla Base articular Talón trabajado Azagaya Pz.economía? Varilla Lámina Pz.economía Lámina
Conus.p Murex.p Columbella.p Conus.p Columbella.p Redondeada Metapodio rumiante
Azagaya Pz.economía Gradina Muesca
Estrecha Diáfisis Pseudogradina
Alfiler Pz.facetado? Talón trabajado Pz.fíbula Pz.facetado Gradina? Base articular Pz.costilla Pz.costilla Gradina Estilete Pz.costilla Pz.facetado Base articular Gasterópodo.p Gasterópodo.p Gasterópodo.p Colgante Mango Talón trabajado Oculado Ídolo falange Oculado Colgante Aguja Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado Oculado
Abanico
Oculado Oculado Varilla Oculado Ídolo falange Silbato Ídolo falange
Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Redondeada Ídolo sobre diáfisis Modificada Modificada
285
VARIANTE
Proximal
Estrecha Diáfisis Redondeada Pasador Diáfisis? Recta
Tibia rumiante
Distal
Tibia rumiante Luria.p Columbella.p Luria.p Concha recortada Mango sobre asta
Distal
Ídolo sobre diáfisis Modificada Ídolo sobre diáfisis A.geométrica Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis
Perforada
Équido Apuntado
Corta Cérvido Équido
GRADO TRANSF. Uso ? Mínimo Mínimo Alto ? Medio Medio Alto Medio? Mínimo Medio Materia prima Mínimo Medio? Mínimo Uso Mínimo Uso Uso? Alto Medio Medio? Alto Uso? Alto Alto Mínimo Alto Medio Medio? Bajo Bajo Bajo Alto ? Medio Bajo Alto Medio Bajo Medio Alto Alto Medio? Alto Bajo Mínimo Mínimo Mínimo Mínimo ? Medio? Complejo Bajo Complejo Alto Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Complejo Medio? Complejo Complejo Alto Complejo Bajo Bajo
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 30 Almizaraque 32 Almizaraque 32 Almizaraque 32 Almizaraque 32 Almizaraque 32 Almizaraque 32 Almizaraque 32 Almizaraque 33 Almizaraque 33 Almizaraque 33 Almizaraque 33 Almizaraque 33 Almizaraque 33 Almizaraque 33 Almizaraque 33 Almizaraque 33 Almizaraque 33 Almizaraque 33 Almizaraque 33 Almizaraque 33 Almizaraque 36 Almizaraque 36 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 38 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39
19:11
Página 286
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 3 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso hueso Hueso Diente Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Asta Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Diente Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso
ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO MATRIZ ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO ANTROPOMORFO MATRIZ ANTROPOMORFO APUNTADO BISELADO BISELADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO REDONDEADO MATRIZ MATRIZ REDONDEADO APUNTADO MATRIZ APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO CONTENEDOR APUNTADO APUNTADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO MATRIZ APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO DENTICULADO MATRIZ ? APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO
Oculado Ídolo falange Oculado Oculado Oculado Oculado Pz.fíbula Lámina Pz.fíbula? Pz.fíbula Base articular Varilla Pz.fíbula Pz.fíbula? Lezna Alfiler Pz.fíbula Pz.fíbula Gasterópodo.p Lámina Pz.costilla Varilla Pz.costilla Varilla Micropunzón Varilla Oculado Oculado Pz.fíbula ? Cuchillo ? Espátula ? Base articular Bivalvo.p Pz.fíbula Alisador Lengüeta? Alisador Lámina Base articular
Ídolo sobre diáfisis Modificada Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis
Pz.fíbula? Talón trabajado Micropunzón Pz.fíbula? Lámina Lámina Pocillo Indeterminado Lámina? Lezna Gradina Micropunzón Azagaya Lámina ? Indeterminado Lámina Varilla ? Gradina
Lámina Talón trabajado Espátula Lámina Pz.facetado Micropunzón Lámina Base articular Talón trabajado Gasterópodo.p Base articular
286
VARIANTE
Cérvido
Pasador
Metapodio rumiante Redondeada
Distal Larga
Abanico
Conus.p Recta
Redondeada Poligonal Ídolo sobre diáfisis Ídolo sobre diáfisis
Faceta Metapodio rumiante Glycymeris.p
Distal
A.hueso A.asta Recta? Tibia rumiante
Proximal
Recta Recta Cóncavo Pasador? Pseudogradina Ancha Pasador Recta Poligonal Pseudogradina
Pasador Pasador
Recta Punta canal Luria.p Metapodio rumiante
Proximal
GRADO TRANSF. Complejo Bajo Complejo Complejo Complejo Complejo Medio Alto ? Medio? Medio Alto Medio Mínimo Medio Alto Bajo Medio? Uso Alto? ? Bajo Medio? Alto? Alto Alto? Complejo Complejo Alto Alto Medio Medio Uso Medio Bajo? Materia prima? Bajo Alto? Medio Medio Bajo? Medio ? Alto Alto Alto Uso ? Alto? Bajo Bajo Alto Bajo Alto ? Alto Alto? Bajo? ? Medio? Alto? Medio Alto Alto? Alto? Alto? Medio Medio? Mínimo Medio
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 39 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 40 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41
19:11
Página 287
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 3 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso
APUNTADO APUNTADO DENTICULADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO DENTICULADO CONTENEDOR APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO REDONDEADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO DENTICULADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO BISELADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO REDONDEADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO
Micropunzón Micropunzón Sierra Botón Base articular Micropunzón Base articular Gasterópodo.p Talón trabajado Lámina Alfiler Espátula Gradina Mango Lámina Gasterópodo.p Pz.economía Punta de flecha Varilla Pz.fíbula Pz.fíbula Perforador Silbato Talón trabajado Gasterópodo.p Azagaya Botón Gradina Base articular Alfiler Alfiler Espátula Base articular Gasterópodo.p Base articular Base articular Talón trabajado Placa Punzón Gradina Varilla Talón trabajado Pz.fíbula Talón trabajado Lámina Lámina Lámina Lámina Punzón Gradina Base articular Pz.fíbula Pz.fíbula? Gradina Gradina Varilla Indeterminado Espátula Punzón Gradina Micropunzón Pz.fíbula Gradina Alfiler Espátula Gradina Aguja Azagaya Varilla Pz.costilla Bruñidor Pz.fíbula Pz.facetado
287
SUBTIPO
VARIANTE
Perforación V Metapodio rumiante
Tortuga Proximal
Tibia de lagomorfo Luria.p
Proximal
Recta Abanico Pseudogradina Mango sobre diáfisis Recta Conus.p Esquirla Redondeada
Conus.p Ancha Simple Pseudogradina Metapodio rumiante Abanico Abanico
Cilíndrico Proximal
Metapodio rumiante
Distal
Metapodio rumiante Metapodio rumiante
Distal Distal
Redondeada Proximal Recta Pasador Pasador Recta Metapodio rumiante Proximal
Distal
Pseudogradina Pseudogradina Redondeada Sobre costilla
Pseudogradina Abanico Sobre costilla Corta Ancha Redondeada Curvo
Lisa
Escotaduras Gradina
Corta
GRADO TRANSF. Alto Alto Alto? Alto Medio Alto Medio? Bajo Mínimo Medio Alto Medio Bajo Bajo Alto Uso Mínimo Alto Alto Medio? Medio Mínimo Bajo Medio Uso Bajo Alto Bajo Medio Alto Alto Medio Medio Uso Medio Medio Medio ? ? Alto? Medio? Medio Medio Alto Alto Alto? Alto? Bajo Medio Medio Alto? ? ? ? ? Bajo Bajo Alto? Medio? Bajo Alto Bajo Alto Alto Alto Medio Uso? Medio? Medio? Alto?
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 41 Almizaraque 42 Almizaraque 42 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 43 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 44 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45
19:11
Página 288
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Diente Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso
PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO CONTENEDOR APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO ANTROPOMORFO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO CONTENEDOR APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO BISELADO PERFORADO DENTICULADO DENTICULADO DENTICULADO ANTROPOMORFO MATRIZ APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO
Gasterópodo.p Gasterópodo.p Indeterminado Pz.fíbula? Varilla Lámina Cuña Pz.fíbula
Columbella.p Luria.p
Pz.economía Lámina Espátula Alfiler Pocillo Alfiler Espátula Lezna Punta de flecha Colgante Oculado Lámina Lámina Indeterminado Base articular Punta.asta Mango Lámina Lámina Pz.facetado Lámina Indeterminado Talón trabajado Base articular Base articular Lámina Punta de flecha
Irregular Recta
Diáfisis Recta Faceta Abanico Cónico Abanico Sobre costilla
Lisa
Imitación canino Ídolo sobre diáfisis Recta Recta Punta canal Mango sobre asta Recta Recta Recta
Metapodio rumiante Punta canal Recta
Lámina Lámina Base articular Lámina Pz.fíbula Pz.facetado Base articular Base articular Gradina Alfiler Espátula Tubo Gradina Gradina Gradina Oculado Alfiler Estilete Lámina
Recta Pasador Punta canal Pasador
Lámina Punta de flecha Lámina Azagaya Lámina Lámina Varilla Pz.facetado Lámina Lámina Lámina Lámina Alfiler
Recta
288
VARIANTE
Tibia rumiante Pseudogradina Cabeza redondeada Sobre costilla Pseudogradina Pseudogradina Pseudogradina Ídolo sobre diáfisis Escotadura Recta
Recta Estrecha Recta Recta Redondeada Pasador Recta Recta Recta Abanico
Distal
Proximal
Lisa
GRADO TRANSF. Uso Mínimo ? ? Alto? Alto? Medio? Medio Medio? Mínimo Alto? Alto? Bajo Alto? Medio? Bajo? ? Alto? Complejo Alto? Alto? Alto? Medio Bajo Alto? Alto Alto Alto? Medio Alto Medio? Medio Medio Alto? Alto? Medio Medio Alto Alto Medio Alto Medio Alto Alto? Bajo Bajo Alto? Bajo Bajo Bajo Mínimo Bajo Complejo Alto Alto Alto Medio? Alto? Alto Alto? Alto? Alto? Alto Alto? Alto? Alto Alto? Alto? Alto Alto?
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE
NMP
Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 45 Almizaraque 48 Almizaraque 48 Almizaraque 48 Almizaraque 48 Almizaraque 48 Almizaraque 48 Almizaraque 48 Almizaraque 48 Almizaraque 48 Almizaraque 48 Almizaraque 48 Almizaraque 48 Almizaraque 48 Almizaraque 49 Almizaraque 49 Almizaraque 49 Almizaraque 49 Almizaraque 49 Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Aldea) Arteal (Sepultura)
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 2 2 7 9 1
19:11
Página 289
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Hueso Concha Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Concha? Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha
APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO REDONDEADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO MATRIZ APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO REDONDEADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO CONTENEDOR APUNTADO BISELADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO
Lámina Talón trabajado Indeterminado Lámina Lámina Lámina Indeterminado Lámina Base articular Pz.fíbula Pz.fíbula Pz.fíbula Lámina Indeterminado
Recta
Talón trabajado Lámina Pz.fíbula Lámina de escotaduras Pz.economía Base articular Base articular Lámina Pz.costilla Lámina Base articular Talón trabajado Varilla Lámina Pz.facetado Espátula Colgante Base articular Alfiler Lámina de escotaduras Talón trabajado Brazalete Brazalete
Pasador Recta Recta Recta Metapodio rumiante Proximal
Distal
Distal Recta
Recta
Esquirla Metapodio rumiante Tibia rumiante
Proximal Distal
Recta Recta Tubular otros soportes Redondeada Recta Faceta A.geométrica Punta canal Abanico
Bivalvo.p Cuenta Cuenta Bivalvo.p Bivalvo.p Gasterópodo.p Gasterópodo.p Gasterópodo.p Cuenta Pocillo Pz.economía Espátula Base articular Gradina
Glycymeris.p V.pez A.geométrica Glycymeris.p Glycymeris.p Luria.p Conus.p Conus.p A.geométrica Cóncavo Esquirla Faceta Tibia rumiante Pseudogradina
Base articular Base articular Base articular Base articular Base articular
Metapodio rumiante Metapodio rumiante Tibia rumiante Tibia rumiante Metapodio rumiante
Gasterópodo.p Base articular Bivalvo.p Bivalvo.p Gasterópodo.p Cuenta Gasterópodo.p Bivalvo.p Gasterópodo.p Brazalete
Luria.p Metapodio rumiante Glycymeris.p Glycymeris.p Conus.p Dentalium Conus.p Glycymeris.p Conus.p
289
VARIANTE
Corta
Perforación elevada
Cilíndrica
Discoidal
Distal
Distal Distal Distal Distal Distal
Distal
GRADO TRANSF. Alto? Medio Alto? Alto Alto Alto ? Alto Medio Medio? Bajo Bajo Alto Alto? Medio? Medio Alto Medio Alto Mínimo Alto Bajo Materia prima Alto ? Alto? Bajo Medio Alto Alto? Medio Alto Medio Alto Alto Medio Bajo? Bajo? ? Mínimo Bajo Bajo Uso Uso Mínimo Uso Uso? Alto? Mínimo Mínimo Bajo Bajo Alto Medio Medio Medio Bajo Bajo Bajo Medio Mínimo Medio Uso Mínimo Uso Bajo Uso? Uso? Uso Bajo
06. Apendices.qxp
12/11/07
19:11
Página 290
NOMBRE
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
Atalaya 01 Atalaya 01 Atalaya 01 Atalaya 01 Atalaya 01 Atalaya 01 Atalaya 01 Atalaya 01 Atalaya 02 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03 Atalaya 03
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha? Hueso Hueso Hueso Asta Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso
APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO REDONDEADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO ANTROPOMORFO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO ANTROPOMORFO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO
Varilla Lámina Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Pz.facetado Lámina Brazalete Base articular Base articular Base articular Varilla Base articular Base articular Indeterminado Varilla Punzón Gradina Lámina Indeterminado Pz.facetado Varilla Varilla Pz.facetado Indeterminado Varilla Pz.facetado Cuenta Indeterminado Indeterminado Cuenta Alisador Gasterópodo.p Gasterópodo.p Gasterópodo.p Indeterminado Base articular Ídolo falange
Redondeada Recta A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica
Indeterminado Varilla Varilla Base articular Lámina Base articular Talón trabajado Lámina
VARIANTE
Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica
Recta Tibia rumiante Metapodio rumiante Metapodio rumiante Poligonal Metapodio rumiante Tibia rumiante
Distal Distal Distal Proximal Distal
Redondeada Laminar Recta
Redondeada Redondeada
Redondeada Dentalium
A.geométrica A.asta Luria.p Conus.p Columbella.p
Cilíndrica
Metapodio rumiante Modificada
Proximal Cérvido
Redondeada Redondeada Tubular otros soportes Recta Tibia rumiante
Distal
Pasador
Indeterminado Indeterminado
Lámina Talón trabajado Varilla Indeterminado Lámina Varilla Ídolo falange Estilete ? Varilla Indeterminado Indeterminado Lámina
290
Recta Redondeada Recta Redondeada Modificada Redondeada
Équido
GRADO TRANSF. Alto Alto? Bajo Bajo Bajo Bajo Alto Alto? Bajo Bajo Bajo ? Medio Medio Bajo ? ? Alto Alto ? Alto Alto Alto? Alto? ? Alto? Alto? Bajo ? Alto? Medio Bajo Mínimo Uso Mínimo ? Medio? Mínimo Medio Bajo? Bajo? Alto? Alto Alto Medio? Alto? Bajo? Medio Alto? Medio ? Alto? ? Bajo Medio? Alto? ? Alto ? Alto? Medio? Alto Bajo Alto? Alto Medio? ? Alto? Alto Medio
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE
19:11
Página 291
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
Atalaya 03 1 Atalaya 03 1 Atalaya 03 1 Atalaya 03 1 Atalaya 03 2 Atalaya 03 7 Atalaya 03 8 Atalaya 03 9 Atalaya 04 1 Atalaya 04 1 Atalaya 04 11 Atalaya 05 1 Atalaya 06 1 Atalaya 06 1 Atalaya 08 1 Atalaya 08 1 Atalaya 08 1 Atalaya 08 1 Atalaya 08 2 Atalaya 10 1 Atalaya 11 8 Atalaya 12 1 Atalaya 12 1 Atalaya 13 1 Atalaya 13 1 Atalaya 13 1 Atalaya 14 1 Atalaya 14 2 Atalaya Garrucha 2 1 Atalaya Garrucha 2 1 Atalaya Garrucha 2 1 Belmonte 1 Belmonte 1 Belmonte 1 Belmonte 1 Belmonte 1 Belmonte 1 Belmonte 1 Belmonte 1 Belmonte 1 Belmonte 1 Belmonte 1 Belmonte 4 Belmonte 6 Blanca 2 1 Blanca 2 1 Blanca 2 1 Blanca 2 6 Blanca 2 7 Boticario 2 1 Buena Arena 1 1 Buena Arena 1 1 Buena Arena 1 1 Buena Arena 1 1 Buena Arena 1 1 Buena Arena 1 1 Buena Arena 1 1 Buena Arena 2 1 Buena Arena 2 1 Buena Arena 2 1 Buena Arena 2 1 Buena Arena 2 1 Buena Arena 2 1 Buena Arena 2 1 Buena Arena 2 1 Buena Arena 2 1 Buena Arena 2 1 Buena Arena 2 1 Buena Arena 2 1 Buena Arena 2 1
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha? Concha Concha Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Concha Concha Concha Hueso Hueso Concha Concha Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Diente Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso
APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO CONTENEDOR PERFORADO APUNTADO ANTROPOMORFO CONTENEDOR PERFORADO CONTENEDOR PERFORADO PERFORADO CONTENEDOR CONTENEDOR APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO CONTENEDOR APUNTADO APUNTADO CONTENEDOR PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO ANTROPOMORFO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO
Lámina Pz.facetado Indeterminado Indeterminado Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Alfiler Brazalete Brazalete Brazalete Talón trabajado Lámina Lámina Varilla Varilla Varilla Cuenta Pocillo Brazalete Lámina Cruciforme Pocillo Brazalete Pocillo Cuenta Brazalete Pocillo Pocillo
Pasador
Lámina Lámina Gasterópodo.p Gasterópodo.p Cuenta Botón Botón Gasterópodo.p Pocillo Lámina Lámina Pocillo Bivalvo.p Brazalete Brazalete Brazalete Brazalete Brazalete Pz.facetado
Pasador Recta Columbella.p Murex.p A.geométrica Perforación V Perforación V Luria.p Cóncavo Recta
Lámina Lámina Lezna
Recta Recta
Lámina
Recta
Ídolo falange
Modificada
A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica Escotadura Cerrado Cerrado Cerrado Recta Recta Redondeada Redondeada Redondeada A.geométrica Cónico Cerrado Pasador
291
Anular Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica
Discoidal
Cóncavo Cerrado Cóncavo
Cónico Cóncavo
Cóncavo Glycymeris.p Cerrado Cerrado Cerrado Cerrado
Base articular Varilla Varilla Pz.facetado
VARIANTE
Poligonal Redondeada
Discoidal Casquete esférico Casquete esférico
GRADO TRANSF. Alto? Alto? Alto? ? Bajo Mínimo Bajo Mínimo Alto? Medio Bajo Bajo Medio Alto? Alto Alto? Alto? Alto? Alto Uso? Bajo Alto Alto Uso? Bajo Uso? ? Bajo? Mínimo? Mínimo? Bajo? Alto? Alto? Uso? Uso? Alto? Alto Alto Mínimo Mínimo Alto? ? Mínimo? Uso? Bajo Bajo Bajo Bajo Bajo Alto? Medio ? Alto? Bajo Medio Alto? Medio ? ? Bajo Bajo Bajo Bajo Bajo Bajo Medio? ? Alto Alto ?
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Buena Arena 2 Buena Arena 2 Buena Arena 2 Buena Arena 2 Buena Arena 2 Buena Arena 2 Buena Arena 2 Buena Arena 2 Buena Arena 2 Calderón Calderón Calderón Calderón Calderón Calderón Calderón Calderón Calderón Calderón Calderón Calderón Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 1 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2
19:11
Página 292
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 4 25 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 4 6 10 25 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2
Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Diente Diente Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Diente Diente Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha
ANTROPOMORFO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO CONTENEDOR PERFORADO CONTENEDOR PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO CONTENEDOR
Ídolo falange Brazalete Lámina Pz.facetado Colgante Colgante Colgante Cuenta Pz.facetado Pz.facetado Pz.abrasionado Aguja Base articular
Modificada Articulado Pasador
Pz.abrasionado Varilla Aguja Varilla Lámina Varilla Lámina Varilla Varilla
VARIANTE
A.geométrica Concha recortada Concha recortada A.geométrica
Recto Perforada Perforada Discoidal
Larga Tibia rumiante
Proximal
Redondeada Larga Irregular Recta Redondeada Recta Redondeada Redondeada
Base articular Raspador Perforador Lezna
Metapodio rumiante
Distal
Gasterópodo.p Base articular Varilla Pz.facetado Cuenta
Conus.p Metapodio rumiante Redondeada
Distal
Dentalium
Micropunzón Estilete Aguja Varilla
Corta Redondeada
Colgante Pocillo Colgante Pocillo Bivalvo.p Varilla Indeterminado Base articular
Colmillo jabalí Cordado Concha recortada Cóncavo Glycymeris.p Redondeada Metapodio rumiante
Proximal
Base articular Base articular Base articular
Metapodio rumiante Metapodio rumiante Metapodio rumiante
Distal Proximal Proximal
Varilla
Poligonal
Varilla Pz.facetado Pz.facetado Pz.facetado Base articular Varilla Pz.facetado
Irregular
Pz.facetado Pocillo
Metapodio rumiante Redondeada
Cóncavo
Lúnula
Distal
GRADO TRANSF. Bajo Medio Alto? ? Alto Mínimo Mínimo Alto Alto? Alto? Bajo? Medio Bajo? Bajo ? Alto Alto? Medio Alto Alto? Alto? Alto Alto Medio Medio Bajo Mínimo Medio? Bajo? Mínimo Medio Alto Alto? Uso? ? Alto Alto Alto Alto ? Bajo Uso? Mínimo Uso? Uso Alto Alto? Medio? ? Medio Medio Bajo ? ? Medio Bajo Medio Medio Medio Medio Alto? Alto? Alto? Medio? Alto Alto Medio Medio Alto? Uso
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 2 Campo 3 Campo 3 Campo 3 Campo 3 Campo 3 Campo 3 Campo 3 Campo 3 Campo 3 Campo 3 Campo 3 Campo 3 Campo 3 Campo 3 Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Campos Casa Alta Casa Alta Cimbre Cimbre Cimbre Copa Cuartillas Cuartillas Cuartillas Cuartillas Cucador 9 Cucador 9 Cucador 9 Cucador 9 Cucador 9 Cucador 9 Cucador 9 Cucador 9 Cucador 9 Cucador 9 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1
19:11
Página 293
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
2 3 3 5 8 26 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 3 4 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 2 2 2 3 3 3 3 5 6 6 1 1 1 1 1 1 1 1 4 40 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Diente Concha Hueso Concha Marfil Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Diente Concha? Asta Hueso Concha Concha Hueso Diente Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Diente Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso
PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO ANTROPOMORFO APUNTADO CONTENEDOR APUNTADO PERFORADO PERFORADO BISELADO REDONDEADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO CONTENEDOR MATRIZ PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO ANTROPOMORFO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO BISELADO INDETERMINADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO
Bivalvo.p Varilla Pz.facetado Varilla Varilla Colgante Varilla
Glycymeris.p Irregular Redondeada Redondeada Concha recortada Poligonal
VARIANTE
Lúnula
Pz.facetado Indeterminado
Varilla Bivalvo.p Pz.facetado
Redondeada Glycymeris.p
Base articular Colgante Varilla Brazalete Estilete Azagaya Ídolo falange Lezna Pocillo Base articular Gasterópodo.p Botón Cuña? Lámina de escotaduras Base articular Lámina Aguja Puñal Talón trabajado
Metapodio rumiante Concha recortada Redondeada
Ancha Modificada Cónico Tibia rumiante Luria.p Perforación V
Proximal Lúnula
Cérvido
Distal Cilíndrico
Punta canal Pasador Larga Liso
Mango
Mango sobre diáfisis
Bivalvo.p Gasterópodo.p Lámina Pz.fíbula
Glycymeris.p Conus.p Recta
Ídolo falange Cuenta
Decorado A.geométrica
Équido Cilíndrica
A.geométrica
Discoidal
Lezna Cuenta Punta.asta Base articular Gasterópodo.p Bivalvo.p Estilete Cuchillo
Gasterópodo.p Pz.facetado Pz.facetado Indeterminado Colgante Lámina Lámina Cuenta Pz.facetado Lámina Pz.facetado
293
Punta canal Murex.p Glycymeris.p
Columbella.p
Colmillo jabalí Pasador Recta A.geométrica Recta
Cilíndrica
GRADO TRANSF. Uso? ? ? Alto? Alto? Uso? Alto Medio Alto ? Alto? ? Alto? Mínimo Alto? ? Medio Uso Alto Bajo Alto Alto? Alto Bajo? Mínimo? Bajo? Mínimo Alto Bajo? Alto Medio? Alto Alto Alto Medio Bajo? Bajo? Materia prima Uso? Uso Alto Bajo? ? Bajo Bajo Medio Medio Bajo? Alto ? Medio Mínimo Mínimo Medio ? Bajo Medio Medio Mínimo Alto? Alto? ? Medio? Alto Alto? Medio Alto? Alto Alto Medio
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 1 Churuletes 2 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 3 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 4 Churuletes 5 Churuletes 5 Churuletes 5
19:11
Página 294
NMP
MATERIA
GRUPO
1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 3 6 7 8 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 3 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 3 5 1 1 1
Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Hueso Concha Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Concha
APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO CONTENEDOR ANTROPOMORFO PERFORADO ANTROPOMORFO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO ANTROPOMORFO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO
TIPO
SUBTIPO
VARIANTE
Pz.facetado Varilla Bivalvo.p Pocillo Ídolo falange Bivalvo.p Ídolo falange Gasterópodo.p Gasterópodo.p Gasterópodo.p Cuenta Gasterópodo.p Ídolo falange Gasterópodo.p Brazalete Pz.facetado Lámina Pz.facetado Lámina Varilla Pz.facetado Pz.facetado Lámina Lámina Micropunzón Lámina Colgante Varilla Varilla Varilla Pz.facetado Cuenta Gasterópodo.p Bivalvo.p Bivalvo.p Indeterminado Lámina Lámina Lámina Lámina Indeterminado Bivalvo.p Base articular Pz.facetado Varilla Varilla
Poligonal Cerastoderma.p Cóncavo Modificada Glycymeris.p Modificada Columbella.p Conus.p Cta.recortada Conus.p Modificada Conus.p
Ovicáprido
Ovicáprido
Recta Recta Poligonal
Recta
Recta Concha recortada Redondeada Redondeada Redondeada A.geométrica Columbella.p Glycymeris.p Cerastoderma.p
Perforada
Globular
Recta Recta Recta Glycymeris.p Metapodio rumiante
Distal
Redondeada Redondeada
Base articular Base articular Lámina Pz.facetado Pz.facetado Lámina Pz.facetado Lámina Lámina Lámina Lámina Lámina Lámina Pz.facetado Varilla Varilla
Metapodio rumiante Metapodio rumiante Recta
Brazalete Brazalete Brazalete
Articulado Articulado Articulado
294
Suido
Recta Recta Recta Recta Recta Redondeada Redondeada
Distal Distal
GRADO TRANSF. Medio? ? ? Alto Mínimo? Uso? ? Mínimo? ? Mínimo Mínimo Mínimo Uso Mínimo Mínimo Uso Bajo Alto? Alto Alto? Alto? Alto? ? Alto? ? Alto? Alto? Alto? Mínimo Alto? Alto Alto ? Medio Mínimo Mínimo Uso ? Alto? ? ? Alto? ? Uso? Medio? Medio ? Alto ? Bajo Bajo Bajo Alto? Alto? Alto? Alto? ? Alto? Alto? Alto? ? Alto Alto? ? Alto ? Medio? Medio Medio Medio
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Churuletes 5 Churuletes 5 Churuletes 5 Churuletes 5 Churuletes 5 Churuletes 6 Churuletes 6 Churuletes 6 Diana Diana Diana Diana Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada I Encantada II Encantada II Encantada II Encantada II Encantada II Encantada II Encantada II Encantada II Encantada II Encantada II Encantada II Encantada II Encantada II
19:11
Página 295
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Concha Asta Hueso Hueso Marfil Marfil Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso
PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO REDONDEADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO
Brazalete Brazalete Brazalete Brazalete Brazalete Varilla Base articular
Cerrado Cerrado Articulado Articulado Articulado Redondeada Metapodio rumiante
Bivalvo.p Bivalvo.p Brazalete Bivalvo.p Lámina
Glycymeris.p Glycymeris.p Cerrado Glycymeris.p Recta
Pz.facetado Indeterminado Lámina
Recta
Lámina Bivalvo.p Lámina Espátula Lámina Lámina Lámina Lámina
Recta Glycymeris.p Recta Faceta
Lámina
Recta
Alfiler
Abanico
Pz.facetado Pz.fíbula Lámina Espátula Pz.fíbula Alfiler
Recta Faceta
Talón trabajado Lámina Cuenta Lámina Alfiler Gasterópodo.p Talón trabajado Pz.fíbula Cuenta Percutor Colgante Base articular Botón Botón Botón Pz.fíbula Gasterópodo.p Gasterópodo.p Colgante Cuenta Alfiler Lámina Lámina Lámina Lámina Lámina Lámina Lámina Varilla Cuenta Cuenta Varilla Lámina
295
VARIANTE
Distal
Pasador Recta Recta
Abanico
Recta Dentalium Pasador Escotadura Luria.p
Cta.recortada A.geométrica Metapodio rumiante Perforación V Perforación V Simple
Perforación elevada Distal Prismático Cónico Cilíndrico
Conus.p Luria.p Imitación canino Dentalium Escotadura Pasador Recta Recta Pasador Recta Recta Redondeada A.geométrica A.geométrica Poligonal Recta
Cilíndrica Cilíndrica
GRADO TRANSF. Bajo Bajo Medio Medio Medio Alto Bajo ? Uso Uso Bajo Uso Alto ? ? ? Alto? Bajo Alto Uso? Alto Alto? Alto Alto? Alto Medio? Alto ? Alto Medio Alto Alto Alto Alto Alto Medio Medio? Medio Alto Bajo Alto Alto Mínimo Medio Medio Mínimo? Bajo Alto Medio? Alto Alto? Alto Medio Uso Mínimo Alto? Uso? Alto? Alto Alto? ? Alto? Alto? Alto? Alto ? Bajo Bajo Alto? Alto
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Encantada II Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Encantada III Espesura Espesura Fas Fas Fuente Lobo Fuente Lobo Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel Garcel
19:11
Página 296
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 4 5 6 14 16 1 30 2 6 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Hueso Concha Concha Concha Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso
APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO CONTENEDOR APUNTADO BISELADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO BISELADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO
Lámina Espátula Pz.facetado
Faceta
Varilla Varilla
Redondeada Redondeada
Varilla Indeterminado Lámina Lámina Lámina Lámina Pocillo Base articular Espátula Cuenta Indeterminado Azagaya Varilla Lámina Pz.facetado Colgante Base articular Base articular Base articular Alfiler
Poligonal
Lámina Base articular Base articular Indeterminado Espátula Lámina Cuenta Gasterópodo.p Gasterópodo.p Cuenta Pz.metapodio Bivalvo.p Brazalete Brazalete Talón trabajado Base articular Bivalvo.p Lámina Varilla Pz.economía Cuña Pz.economía Brazalete? Cuenta Cuenta
Recta Metapodio rumiante Metapodio rumiante
Recta Recta Recta Cóncavo Tibia rumiante Sobre costilla A.geométrica Estrecha Redondeada
Imitación canino Metapodio rumiante Metapodio rumiante Metapodio rumiante Escotadura
Sobre costilla Recta Dentalium Conus.p Trivia.p A.geométrica Glycymeris.p Cerrado Cerrado Metapodio rumiante Cerastoderma.p Recta Irregular Esquirla Esquirla V.pez Cta.recortada
Cincel Cincel
Varilla
Poligonal
Talón trabajado Varilla
Cincel
296
Redondeada
VARIANTE
GRADO TRANSF.
? Alto? Alto? Medio Medio Alto? Alto? Medio Medio Alto? ? Alto? Alto? Alto? Alto Uso Distal Bajo Lisa Medio Cilíndrica Bajo Alto? Alto? Alto? Alto? Alto Alto? Distal Medio Distal Medio Distal Medio? Alto Medio? Medio ? Alto Distal Medio Proximal Medio? ? Escotaduras Bajo? Alto? Mínimo Mínimo Bajo Discoidal Alto Bajo Uso Bajo Bajo Medio Distal Bajo ? Alto? Bajo? Mínimo Bajo Mínimo Bajo Bajo Uso ? Bajo Bajo Alto Medio? Medio ? Medio ? Alto Bajo Bajo Medio?
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE
19:11
Página 297
NMP
MATERIA
GRUPO
Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 1 Garcel 3 Garcel 24 Garcel 58 Garcel 95 Garcel 108 Gatas 1 Gerundia 1 Gerundia 2 Guado Jurado 331 Huerto Naranjos 1 Huerto Naranjos 1 Huerto Naranjos 1 Huerto Naranjos 2 Huerto Naranjos 12 Jatico 1 Jatico 1 Jatico 1 Jatico 1 Jatico 1 Jatico 1 Jatico 1 Jatico 2 Jautón 1 1 Jautón 1 1 Jautón 1 1 Jautón 1 1
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Concha Concha Hueso Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso
APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO INDETERMINADO APUNTADO REDONDEADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO MATRIZ PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO CONTENEDOR PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO CONTENEDOR APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO
TIPO
Espátula Base articular PerforadOr Base articular?
SUBTIPO
Sobre costilla Tibia rumiante Punta canal?
Pz.ulna Base articular Alisador Cuña?
Indeterminado Colgante Talón trabajado Pz.economía Pz.economía
Pz.economía Cuenta Azagaya Pz.economía Lámina Lámina
Tibia rumiante A.hueso
A.geométrica Diáfisis Diáfisis
Diáfisis A.geométrica Estrecha Esquirla Recta Pasador
Micropunzón Pz.economía
Esquirla
Cuenta Varilla Pz.economía Pz.economía Cuña
A.geométrica Redondeada Esquirla Diáfisis
Cuenta Gasterópodo.p Gasterópodo.p Brazalete Bivalvo.p Base articular? Pz.economía Bivalvo.p Colgante
Dentalium Columbella.p Conus.p Cerrado Glycymeris.p
Pocillo Gasterópodo.p Brazalete Gasterópodo.p
Cóncavo Luria.p
Pocillo Indeterminado Varilla Silbato Lámina Bivalvo.p Indeterminado Indeterminado Varilla Indeterminado
Cóncavo
297
Diáfisis Glycymeris.p Imitación canino
Conus.p
Redondeada Pasador Glycymeris.p
Redondeada
VARIANTE
GRADO TRANSF.
Medio Bajo Medio? Bajo Escotaduras Mínimo Distal Bajo Bajo Medio Bajo Bajo Mínimo ? Distal Bajo Bajo Mínimo Medio ? Bajo ? Recto Alto Medio Mínimo Mínimo Bajo Medio? Medio Bajo Cilíndrica Bajo Alto Mínimo Alto Medio? ? Bajo Alto? Bajo Mínimo? ? Cilíndrica Bajo Alto? Mínimo Bajo ? Medio Mínimo Mínimo Mínimo Bajo? Mínimo Bajo Mínimo Uso Alto Medio Uso Mínimo Bajo Mínimo Medio? Medio Uso Alto Alto? Medio? Alto Mínimo ? Alto? ? Alto?
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1
NMP 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
19:11
Página 298
MATERIA
GRUPO
TIPO
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso? Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso
APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO
Indeterminado
Indeterminado Lámina Indeterminado Lámina Indeterminado Indeterminado
SUBTIPO
VARIANTE
Pasador
Indeterminado Indeterminado Indeterminado Base articular Base articular Base articular Indeterminado Varilla Varilla
Tibia rumiante Metapodio rumiante
Proximal Distal
Redondeada Redondeada
Indeterminado
Indeterminado Varilla Indeterminado Indeterminado Base articular
Redondeada
Tibia rumiante
Distal
Recta Metapodio rumiante
Proximal
Base articular Base articular Talón trabajado
Tibia rumiante Tibia rumiante
Distal Distal
Base articular Base articular Indeterminado Talón trabajado Indeterminado Indeterminado Indeterminado Indeterminado Lámina Indeterminado Lámina Indeterminado Indeterminado Indeterminado Indeterminado Lámina Varilla
Metapodio rumiante Metapodio rumiante
Distal Distal
Indeterminado Talón trabajado Indeterminado Indeterminado Indeterminado Indeterminado Lámina Base articular Indeterminado
298
Recta Recta
Redondeada
GRADO TRANSF. ? Medio Medio? Alto? Alto? Alto? Alto Alto ? Medio ? Alto? Medio? ? Medio? Bajo Medio? Medio Medio? Alto? Alto? Alto? Medio? ? Medio? Bajo? Alto? Alto? ? Alto? Bajo? Bajo Bajo? Medio? Alto? Medio Medio bajo? Alto? Alto? ? Alto? Alto Medio? ? Medio Medio Medio Bajo Medio Bajo Bajo? Medio? ? Medio Alto? Alto? Alto Alto Alto Alto? Alto? Alto? ? ? Alto? Alto? Alto? ? Bajo
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 1 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2
19:11
Página 299
NMP
MATERIA
GRUPO
1 1 1 1 1 1 3 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 2 2 2 2 2 2 3 3
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Marfil? Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Marfil? Hueso Concha Hueso Concha Concha? Concha Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso hueso Hueso Hueso Hueso Diente Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Marfil? Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Marfil? Hueso Hueso Hueso
APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO ANTROPOMORFO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO INDETERMINADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO
TIPO
SUBTIPO
VARIANTE
Varilla
Redondeada
Colgante Base articular
Concha recortada Tibia rumiante
Perforada Distal
Base articular Base articular Base articular
Tibia rumiante Tibia rumiante Metapodio rumiante
Distal Distal Distal
Pz.facetado Base articular Colgante Base articular Base articular
Tibia rumiante Concha recortada Tibia rumiante Tibia rumiante
Distal Perforada Distal Distal
Punzón Espátula Varilla Pz.facetado Lámina Punzón Espátula Gasterópodo.p Lámina Colgante Colgante Colgante Base articular Colgante Cuenta Ídolo falange Talón trabajado
Faceta
Recta Faceta Luria.p Recta Concha recortada Concha recortada Concha recortada Tibia rumiante Concha recortada A.geométrica Modificada
Base articular Gasterópodo.p Base articular Base articular Base articular Pz.facetado
Metapodio rumiante Columbella.p Tibia rumiante Metapodio rumiante Metapodio rumiante
Punzón Espátula Lezna Pz.facetado Base articular Pz.metapodio Base articular Base articular Pz.facetado Base articular Base articular Base articular Pz.facetado
Faceta
Talón trabajado Lámina Lámina Pz.facetado
299
Proximal Distal Distal Proximal
Metapodio rumiante
Proximal
Metapodio rumiante Tibia rumiante
Proximal Distal
Metapodio rumiante Metapodio rumiante Metapodio rumiante
Proximal Distal Distal
Recta Recta
Pz.facetado
Varilla
Perforada Perforada Perforada Distal Perforada Anular Cérvido
Redondeada
GRADO TRANSF. Medio Medio Medio Alto? Medio? ? Mínimo Bajo ? Medio? Medio Bajo Bajo? ? Alto Bajo Mínimo ? Medio? Medio? Medio? Medio? Alto Alto Bajo Alto Alto? Alto? Mínimo Alto? Mínimo Mínimo Mínimo Bajo Mínimo Medio Bajo Medio Bajo? Bajo Medio Mínimo ? Medio? Medio? Alto ? Alto Bajo Alto Medio? Medio Medio Bajo ? Bajo Bajo Medio Alto? Alto Bajo Medio? Alto Alto Alto Medio? Alto? Medio? ? Alto?
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 2 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 3 Jautón 4 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5
19:11
Página 300
NMP
MATERIA
GRUPO
3 3 3 4 4 5 5 5 6 6 8 9 9 10 12 15 18 18 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 4 8 9 16 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Hueso Marfil? Hueso Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Marfil? Hueso Hueso Hueso Hueso Diente Concha Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha? Concha Concha? Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Marfil Hueso Hueso
APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO ANTROPOMORFO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO ANTROPOMORFO ANTROPOMORFO PERFORADO PERFORADO ANTROPOMORFO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO
TIPO
Pz.facetado Pz.facetado Bivalvo.p Brazalete Indeterminado
SUBTIPO
Glycymeris.p Articulado
Varilla Lámina
Redondeada Recta
Varilla Varilla Varilla
Redondeada Irregular Poligonal
Indeterminado Varilla Lámina Lezna Cuenta Varilla
VARIANTE
Irregular
A.geométrica Redondeada
Discoidal
Cuenta
A.geométrica
Discoidal
Pz.facetado Base articular
Tibia rumiante
Proximal
Base articular
Metapodio rumiante
Proximal
Pz.facetado Lámina Espátula Cruciforme Base articular Cuchillo
Recta Faceta Metapodio rumiante
Proximal
Lámina Cuenta Indeterminado Varilla Varilla Lámina Lámina Indeterminado Cuenta Cuenta Cuenta Ídolo falange Ídolo falange Cuenta Cuenta Ídolo falange
Recta A.geométrica
Discoidal
Poligonal Redondeada Recta A.geométrica Cta.recortada A.geométrica Modificada Modificada A.geométrica A.geométrica Modificada
Discoidal Ovicáprido Équido Cilíndrica Cilíndrica Ovicáprido
Pz.abrasionado Base articular Pz.fíbula?
Metapodio rumiante
Proximal
Base articular Base articular
Tibia rumiante Tibia rumiante
Distal Distal
Varilla Varilla Talón trabajado Cuenta Base articular Indeterminado Lámina Lámina
Irregular Poligonal
300
A.geométrica Metapodio rumiante Recta Recta
Discoidal
Cilíndrica Proximal
GRADO TRANSF. Medio Alto Alto? Uso Medio Alto Medio Alto Alto? Medio Alto Alto? Alto Bajo Alto? Medio Alto? ? Alto Bajo Alto ? Medio? Alto? Bajo? Alto Medio ? Medio Medio? Medio? Alto Alto? Alto Alto Medio? Alto Medio? Alto Alto Alto? Medio Alto Alto Alto? Alto? Alto Mínimo Alto Uso? Uso? Medio Medio Uso? Medio Medio? Medio? Medio? Bajo? Bajo Medio? Bajo Alto? Alto Medio? Medio Medio ? Alto? Alto?
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5
NMP 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
19:11
Página 301
MATERIA
GRUPO
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Marfil? Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso?
APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO INDETERMINADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO DENTICULADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO REDONDEADO
TIPO
SUBTIPO
VARIANTE
Base articular
Punta canal
Base articular
Metapodio rumiante
Distal
Base articular Base articular
Metapodio rumiante Metapodio rumiante
Distal Distal
Redondeada Metapodio rumiante
Proximal
Redondeada Corta Tibia de lagomorfo
Proximal
Base articular Base articular Talón trabajado
Tibia rumiante Metapodio rumiante
Distal Distal
Base articular Base articular Cuenta Base articular Peine Base articular Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Base articular Cuenta
Tibia rumiante Metapodio rumiante A.geométrica Metapodio rumiante
Distal Proximal Cilíndrica Proximal
A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica
Cilíndrica Globular Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica Cilíndrica
A.geométrica
Cilíndrica
Base articular Base articular Base articular Base articular Base articular Base articular Base articular Placa
Tibia rumiante Tibia rumiante Tibia rumiante Tibia rumiante Tibia rumiante Tibia rumiante Tibia rumiante
Distal Distal Distal Distal Proximal Proximal Distal
Indeterminado
Indeterminado Lámina Indeterminado Indeterminado Indeterminado Varilla Base articular Sierra Varilla Aguja Base articular Indeterminado
301
GRADO TRANSF. Medio? ? Medio Medio? Bajo Bajo? Medio? Medio? Bajo Medio? Alto? Medio? Medio? ? ? ? Alto Alto? Alto? Medio? Alto? Alto? Alto? Bajo ? Bajo? Bajo ? Medio? Bajo? ? Bajo? ? Bajo? Medio? Medio Medio? Alto ? Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio Medio? Medio Bajo? Bajo Bajo Bajo Bajo? Bajo Bajo Medio? ?
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 5 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6 Jautón 6
19:11
Página 302
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
VARIANTE
GRADO TRANSF.
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 2 3 3 3 5 5 9 9 13 18 25 31 51 85 90 90 110 180 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 3 3 4 4 5
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Concha Hueso Concha? Concha Marfil? Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso
APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO REDONDEADO REDONDEADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO INDETERMINADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO ANTROPOMORFO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO ANTROPOMORFO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO
Base articular Colgante Base articular
Metapodio rumiante A.geométrica Metapodio rumiante
Proximal Recto Proximal
Base articular Pz.facetado Indeterminado Base articular Base articular Base articular Placa Placa Base articular Cuenta Cuenta Cuenta Gasterópodo.p
Metapodio rumiante
Proximal
Metapodio rumiante
Distal
A.geométrica A.geométrica A.geométrica Conus.p
Cilíndrica Discoidal Globular
Cuenta Gasterópodo.p
A.geométrica Marginela.p
Discoidal
Cuenta Varilla Gasterópodo.p Cuenta
A.geométrica Redondeada Columbella.p A.geométrica
Globular
Cuenta
A.geométrica
Cilíndrica
Cuenta
A.geométrica
Cilíndrica
Cuenta Lámina Cuenta Indeterminado Base articular Cuenta
A.geométrica
Cilíndrica
A.geométrica
Discoidal
Metapodio rumiante A.geométrica
Proximal Cilíndrica
Metapodio rumiante
Distal
Tibia rumiante Tibia rumiante
Distal Distal
A.geométrica
Cilíndrica
Aguja Ídolo falange Indeterminado Pz.facetado
Larga Modificada
Ovicáprido
Gasterópodo.p
Luria.p
Varilla Cuenta Ídolo falange Base articular Cuenta Lámina Bivalvo.p
Redondeada A.geométrica Modificada Tibia rumiante A.geométrica Pasador Glycymeris.p
Bivalvo.p Gasterópodo.p Cuenta Gasterópodo.p Bivalvo.p Gasterópodo.p
Glycymeris.p A.geométrica Murex.p Glycymeris.p Conus.p
Lámina
Recta
Medio? Alto Medio? Bajo? Medio? Alto? ? ? Medio? Medio? Bajo? Bajo? ? Bajo Alto Medio Mínimo Medio? Alto Bajo ? Bajo Alto? Mínimo Bajo Bajo Bajo Medio? Bajo Medio? Bajo Alto? Alto ? Medio? Bajo Medio? Bajo Medio Bajo Bajo? Alto Alto Bajo Medio Alto Uso? Alto? Alto Bajo Medio? Mínimo Bajo Alto? Bajo Uso? Bajo Bajo Mínimo Uso Bajo Mínimo Mínimo? Alto Uso? Uso? Uso Alto Alto Bajo
Base articular Talón trabajado Base articular Base articular Pz.facetado Indeterminado Cuenta
302
Anular
Cilíndrica Cérvido Distal Cilíndrica
Discoidal
06. Apendices.qxp
12/11/07
19:11
Página 303
NOMBRE
NMP
MATERIA
GRUPO
Jautón 6 Jautón 6 Jocalla 3 Jocalla 3 Jocalla 4 Jocalla 4 Jocalla 4 Jocalla 4 Jocalla 4 Jocalla 4 Jocalla 4 Jocalla 5 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 1 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3
5 13 1 2 1 1 1 2 2 3 5 5 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 2 2 2 2 2 2 3 3 5 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Hueso Concha Concha Concha? Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Hueso Hueso Hueso Marfil? Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Marfil? Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha? Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso
APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO CONTENEDOR PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO CONTENEDOR BISELADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO CONTENEDOR APUNTADO REDONDEADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO
TIPO
SUBTIPO
Gasterópodo.p Gasterópodo.p Cuenta
Columbella.p Luria.p A.geométrica
Discoidal
Bivalvo.p Cuenta Indeterminado Varilla Indeterminado Pocillo Brazalete
Glycymeris.p A.geométrica
Cilíndrica
Perforador Lámina Perforador
VARIANTE
Poligonal Cóncavo
Recta
Pz.facetado Varilla Cuenta Bivalvo.p Varilla Colgante Colgante Pocillo Cuchillo Cuenta Varilla
Poligonal A.geométrica Cerastoderma.p Redondeada Concha recortada Concha recortada Cóncavo
Alfiler Alfiler Cuenta Brazalete Lezna Pz.facetado Lámina Lámina Varilla
Cabeza redondeada Cabeza redondeada A.geométrica
Varilla Pz.facetado Pz.facetado Varilla Cuenta Lámina Bivalvo.p Varilla Estilete
Poligonal
A.geométrica Redondeada
Perforada Perforada
Cilíndrica
Cilíndrica
Recta Poligonal
Redondeada A.geométrica
Discoidal
Glycymeris.p Redondeada
Varilla
Poligonal
Mango
Mango sobre diáfisis
Alisador Cuenta Cuenta
A.hueso A.geométrica A.geométrica
Lámina Pz.facetado
Recta?
Lámina
Pasador
303
Cilíndrica
Cilíndrica Cilíndrica
GRADO TRANSF. Medio? Mínimo Mínimo Alto? Medio Uso? Bajo ? Alto? Alto? Bajo? Bajo Medio? Medio? Bajo? Alto? Bajo? Alto? Alto? Medio? Medio Bajo Uso? Alto? Mínimo Mínimo Bajo Medio? Medio? Alto ? Medio? Bajo? Alto? Alto? Bajo Medio ? Alto? Alto ? Alto Medio? Alto? Alto? Alto? Alto Alto Alto? Uso? Alto? Alto Medio? Medio? Bajo? Medio? Alto Medio? Medio? Bajo Medio Medio? Bajo? Medio Bajo? Bajo? ? Alto? ? Alto?
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Lámpara 3 Limera 19 Limera 19 Limera 19 Limera 19 Limera 19 Limera 19 Limera 19 Limera 19 Limera 19 Limera 19 Limera 20 Limera 20 Limera 20 Limera 20 Limera 20 Limera 21 Limera 21 Marmolejo Marmolejo Marmolejo Marmolejo Mata Mata Mata Mata Mata Mata Mata Mayor Mayor Mayor Mayor Mayor Mayor Mayor Mayor Mayor Mayor Mayor Mayor Mayor Mayor Mayor Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua
19:11
Página 304
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 3 1 1 1 1 1 1 1 1 3 14 1 1 1 5 7 3 3 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 4 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 3 3 11 17 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Concha Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso
APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO DENTICULADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO CONTENEDOR CONTENEDOR CONTENEDOR APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO DENTICULADO CONTENEDOR APUNTADO PERFORADO PERFORADO CONTENEDOR CONTENEDOR PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO
Punzón Espátula Pz.facetado Estilete
Faceta
VARIANTE
Perforador
Varilla Pz.facetado Brazalete Brazalete Brazalete Brazalete Brazalete Brazalete Brazalete Brazalete Cuenta Cuenta Bivalvo.p Brazalete Brazalete Cuenta Brazalete Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Sierra Indeterminado
Redondeada
Cerrado Articulado Articulado Cerrado Cerrado Dentalium Dentalium Glycymeris.p Articulado Articulado Dentalium Cerrado Dentalium Dentalium Dentalium Dentalium
Bivalvo.p Brazalete Brazalete Gasterópodo.p Pocillo Pocillo Pocillo
Glycymeris.p
Columbella.p Cóncavo Cóncavo Cóncavo
Pz.economía Gasterópodo.p
Esquirla Murex.p
Sierra Pocillo Micropunzón Colgante Gasterópodo.p Pocillo Pocillo Gasterópodo.p Bivalvo.p Bivalvo.p Varilla Varilla Varilla Varilla Lámina Lámina
Concha recortada Columbella.p Cónico Cóncavo Conus.p Glycymeris.p Glycymeris.p Redondeada Redondeada Poligonal Redondeada Pasador Pasador
Varilla Lámina Lámina Cuenta Lámina Cuenta
Redondeada Recta Pasador A.geométrica Recta A.geométrica
304
Cóncavo Perforada
Anular Cilíndrica
GRADO TRANSF. Medio Alto? Alto Bajo? Bajo? Bajo? Bajo? Medio? Medio? Medio? Alto? Medio? Alto? Bajo Bajo Medio? Bajo Medio? Bajo Bajo Bajo Mínimo? Mínimo Mínimo Medio? Medio Mínimo Bajo Bajo? Bajo? Bajo? Bajo? Alto? ? Medio? Uso? Bajo Bajo Mínimo Mínimo Uso? Uso Bajo? Mínimo Mínimo Bajo? Alto Uso? Alto Mínimo Mínimo Mínimo? Uso Uso Uso? Uso Alto? Alto Alto Alto? Alto? Alto? ? Alto? Alto Alto? ? Bajo? Alto? Bajo
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE
NMP
Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Media Legua Medio Legua Moro Muro 1 Muro 1 Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Negros-Pajarraco Oscura Oscura Oscura Oscura Overa Overa Overa Overa Overa Overa Overa Overa
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 3 4 4 5 6 9 10 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 4 4 10 82 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
19:11
Página 305
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
VARIANTE
GRADO TRANSF.
Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Concha Hueso Concha Concha Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Concha Hueso Concha Concha Concha Hueso Hueso Huevo Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha
PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO ANTROPOMORFO CONTENEDOR PERFORADO DENTICULADO CONTENEDOR PERFORADO APUNTADO APUNTADO INDETERMINADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO DENTICULADO MATRIZ PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO
Cuenta Cuenta Alfiler Cuenta Cuenta Cuenta Cuenta Lámina
A.geométrica A.geométrica Cabeza segmentada? A.geométrica A.geométrica A.geométrica A.geométrica Pasador
Cilíndrica Cilíndrica
Lámina Varilla Varilla Espátula Lámina Lámina Pz.facetado? Lámina Cuenta Alfiler Espátula Varilla
Recta Poligonal Poligonal Faceta Recta Recta
Base articular Pz.abrasionado Base articular Lámina Lámina Alfiler Varilla Lámina
Metapodio rumiante
Distal
Metapodio rumiante Recta Recta Cabeza redondeada Redondeada Recta
Distal
Lámina Varilla Lámina Varilla Cuenta Lámina Bivalvo.p Brazalete Brazalete
Recta Redondeada Recta Redondeada A.geométrica Recta Glycymeris.p Cerrado Cerrado
Medio Medio Alto? Alto Alto? Bajo Medio? ? Medio? Alto Alto? Alto? ? Alto? ? Alto? Medio Alto Alto? Bajo? Medio? Bajo? Medio? Bajo? Alto? Alto? Alto? Alto? ? ? Alto? Alto Alto? Alto? Medio? Alto Uso Bajo Bajo Bajo? Mínimo? Mínimo Medio? Mínimo Bajo? Mínimo Bajo? ? Uso Medio? Bajo Bajo? ? ? Alto Bajo Alto Uso / Mínimo Uso? Bajo ? Materia prima Bajo Bajo Bajo Bajo Bajo Bajo Bajo Bajo
Recta A.geométrica Cabeza redondeada Faceta Redondeada
Discoidal Discoidal Cilíndrica Cilíndrica
Cilíndrica
Anular
Pz.metapodio Pz.metapodio Ídolo falange Mango Cuenta Raspador Pocillo Gasterópodo.p
Modificada Mango sobre asta Dentalium
Colgante Cuenta Cuenta Bivalvo.p Bivalvo.p
Imitación canino V.pez A.geométrica Glycymeris.p Glycymeris.p
Sierra Cuenta? Brazalete Brazalete Brazalete Brazalete Brazalete Brazalete Brazalete Cuenta
305
Équido
Cónico Conus.p
Cerrado Cerrado Cerrado Cerrado Cerrado Cerrado Dentalium
Discoidal
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Palaces 1 Palaces 1 Palaces 1 Palaces 1 Palaces 1 Palaces 1 Palaces 2 Palaces 2 Palaces 2 Palaces 2 Palaces 3 Palaces 3 Palaces 3 Palaces 3 Palaces 3 Palaces 3 Palaces 4 Palaces 4 Palaces 4 Palaces 4 Palaces 4 Palaces 4 Palaces 4 Palaces 4 Palaces 4 Palaces 4 Palaces 4 Palaces 4 Palaces 4 Palaces 4 Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palas-Era Palomas Palomas Palomas Pedregal Pedregal Pedregal Pedregal Pedregal Pedregal Pedregal Pedregal Pedregal Pedregal Pedregal Pedregal Pedregal Pernera 1 Pernera 1 Puerto Blanco Puerto Blanco
19:11
Página 306
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
SUBTIPO
1 2 3 4 15 28 2 4 5 5 1 1 1 2 4 16 1 1 1 1 1 1 1 1 1 3 5 6 30 47 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 4 273 1 2 7 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Concha Hueso Concha Concha Concha Hueso Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta? Hueso Hueso
CONTENEDOR PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO CONTENEDOR PERFORADO PERFORADO APUNTADO CONTENEDOR PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO CONTENEDOR PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO CONTENEDOR PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO
Pocillo Bivalvo.p Gasterópodo.p Brazalete Brazalete Cuenta Brazalete Gasterópodo.p Brazalete Cuenta
Cóncavo Glycymeris.p Luria.p Articulado Cerrado Dentalium Articulado Luria.p Cerrado Dentalium
Bivalvo.p
Glycymeris.p
Pocillo Cuenta Brazalete Puñal Pocillo Bivalvo.p Base articular
Cóncavo Dentalium Cerrado Escotadura Cóncavo Glycymeris.p Metapodio rumiante
Puñal Puñal Puñal Puñal Bivalvo.p Brazalete Brazalete Brazalete Cuenta Cuenta Bivalvo.p Bivalvo.p Cuenta Bivalvo.p Cuenta Gasterópodo.p Bivalvo.p Pocillo Bivalvo.p Colgante
Liso Escotadura Escotadura Liso Glycymeris.p Articulado Cerrado Cerrado Dentalium Dentalium Glycymeris.p Glycymeris.p A.geométrica Glycymeris.p Dentalium Conus.p Glycymeris.p Cónico Glycymeris.p Imitación canino
Pz.economía Bivalvo.p Pocillo Cuenta Cuenta Cuenta Colgante Cuenta Gasterópodo.p Bivalvo.p Gasterópodo.p Lámina
Diáfisis Glycymeris.p Cóncavo Dentalium Dentalium Dentalium Imitación canino A.geométrica Murex.p Glycymeris.p Conus.p Recta
Base articular Bivalvo.p Pz.facetado Lámina Lámina
Metapodio rumiante Glycymeris.p
Lámina Lámina Lámina Lámina Cuenta Pz.ulna Punta.asta Talón trabajado Lámina
306
VARIANTE
Distal
Discoidal
Discoidal
Proximal
Recta Recta
Recta Recta A.geométrica
Cilíndrica
GRADO TRANSF. Uso? Uso? ? Medio Bajo Mínimo Medio? ? Bajo? Mínimo Bajo? Uso? Alto? Uso? Mínimo Bajo? Alto Mínimo Mínimo? Bajo? Medio Alto Alto Alto Alto? Bajo? Medio Bajo Bajo Bajo Mínimo Uso? Uso? Alto Uso Bajo Uso Uso? Uso? Uso Alto Medio? Mínimo Uso? Uso Mínimo Mínimo Mínimo Alto Alto Uso? Uso Uso Alto Medio Medio? Uso Alto Alto Alto? Medio? Alto? Alto Alto Alto? Bajo Mínimo? Bajo? Medio Alto
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Puerto Blanco Puerto Blanco Puerto Blanco Raja Ortega Raja Ortega Raja Ortega Raja Ortega Raja Ortega Raja Ortega Rincón Rincón Rutilla Rutilla Rutilla 1 Santa Bárbara Santa Bárbara Serrón I Terrera Aljarilla Terrera Aljarilla Terrera Aljarilla Terrera Aljarilla Terrera Aljarilla Torre 1 Torre 3 Torre 3 Torre 3 Torre 4 Torre 4 Torre 4 Torre 4 Torre 4 Torre 4 Tres Cabezos Tres Cabezos Tres Cabezos Tres Cabezos Tres Cabezos Tres Cabezos Virtud (CL) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Virtud (NM) Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara
19:11
Página 307
NMP
MATERIA
GRUPO
1 1 1 1 1 1 1 1 2 1 1 1 1 1 3 3 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 7 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 4 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1
Hueso Hueso Hueso Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Concha Hueso Concha Concha Concha Concha Hueso Concha Asta Concha Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Diente Concha Hueso Concha Concha Concha Hueso Hueso Concha Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Asta Asta Hueso Hueso Hueso Hueso
APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO CONTENEDOR PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO CONTENEDOR APUNTADO CONTENEDOR CONTENEDOR PERFORADO CONTENEDOR CONTENEDOR APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO CONTENEDOR APUNTADO APUNTADO CONTENEDOR BISELADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO
TIPO
SUBTIPO
Lámina Bivalvo.p Brazalete Cuenta Cuenta Pocillo Brazalete Colgante Colgante
Pasador Glycymeris.p Cerrado A.geométrica A.geométrica Cóncavo Cerrado Concha recortada Concha recortada
Brazalete Brazalete Bivalvo.p Pocillo
Glycymeris.p Cóncavo
Pocillo Mango Bivalvo.p Pocillo Pocillo Varilla Indeterminado
Cóncavo Mango sobre asta Glycymeris.p Cóncavo Cóncavo Redondeada
Alfiler Varilla
Escotadura Redondeada
Pz.abrasionado Varilla Gasterópodo.p Pz.facetado Lezna Gasterópodo.p Cuenta Bivalvo.p Cuenta Brazalete
Discoidal Discoidal
Perforada Perforada
Poligonal Luria.p
Conus.p A.geométrica Glycymeris.p Dentalium
Pz.economía Gasterópodo.p
Diáfisis Columbella.p
Gasterópodo.p
Conus.p
Indeterminado Pz.economía Base articular Indeterminado
Esquirla Tibia rumiante
Varilla
Poligonal
Gasterópodo.p Brazalete
Conus.p
Alfiler
Escotadura
Alfiler Base articular Mango Alfiler Pz.economía Mango Cuña Pz.economía Indeterminado Puñal
Abanico Punta canal Mango sobre asta Abanico Diáfisis Mango sobre asta
307
VARIANTE
Esquirla Liso
Cilíndrica
Distal
GRADO TRANSF. ? ? Alto? Uso Bajo Alto Alto Mínimo Bajo Mínimo Mínimo ? Bajo Bajo Uso Mínimo? Bajo? Uso Medio? Mínimo? Mínimo Uso Alto? Alto? Medio? Alto Alto Medio? ? Alto Mínimo Alto? Bajo ? Medio Uso Uso? Medio Bajo Bajo Mínimo Medio Uso Medio? ? Bajo Bajo Alto? Medio? Medio? Alto? Medio? Medio? Medio? Uso Bajo ? ? ? Alto? Medio? Bajo? Alto Mínimo? Bajo? Mínimo? Mínimo ? ? Medio?
06. Apendices.qxp
12/11/07
NOMBRE Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara Zájara
19:11
Página 308
NMP
MATERIA
GRUPO
TIPO
1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 1 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 2 3 3 4 9 30
Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha Hueso Hueso Asta Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Asta Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Concha Hueso Hueso Hueso Asta Concha Hueso Hueso Hueso Hueso Hueso Concha Concha
APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO REDONDEADO INDETERMINADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO BISELADO INDETERMINADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO CONTENEDOR CONTENEDOR APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO APUNTADO PERFORADO PERFORADO
Indeterminado Pz.economía Indeterminado Alfiler Indeterminado Gasterópodo.p Bivalvo.p Alfiler Indeterminado Alisador Indeterminado Base articular Indeterminado Pz.economía Indeterminado Pz.facetado Indeterminado Pz.costilla Alfiler Indeterminado Pz.facetado Pz.fíbula? Pz.economía Cincel
SUBTIPO
VARIANTE
Esquirla Escotadura
Conus.p Glycymeris.p Escotadura A.asta
Metapodio rumiante
Distal
Diáfisis
Escotadura
Diáfisis
Brazalete Indeterminado Indeterminado Pz.fíbula Alfiler
Abanico
Cuenta Cuenta Base articular
A.geométrica Dentalium Punta canal
Cilíndrica
Indeterminado
Indeterminado Indeterminado Lámina Pz.costilla Indeterminado Espátula Indeterminado Bivalvo.p Varilla
Bivalvo.p Indeterminado Pz.economía Pz.fíbula Mango Pocillo Indeterminado
Indeterminado Indeterminado Bivalvo.p Bivalvo.p
308
Recta
Sobre costilla
Lisa
Glycymeris.p Redondeada
Corta
Glycymeris.p Diáfisis Mango sobre asta Cóncavo
Glycymeris.p Glycymeris.p
GRADO TRANSF. ? Mínimo? ? Alto Medio Alto? Uso Uso? Alto? ? ? Alto? Alto? Bajo Alto? Mínimo? Alto Alto? Alto? Alto? Alto ? Medio? Alto ? Mínimo? Bajo? Medio? Bajo Medio? ? Alto? Medio? Alto? Medio? Bajo? Mínimo Medio ? Alto? Medio? Medio? Alto? ? Alto? Alto? ? Bajo ? ? Uso Alto Medio? Medio? Uso Alto? Mínimo Medio? Bajo? Mínimo Alto? Medio? Medio? Alto? Alto? Uso? Uso?
06. Apendices.qxp
10/12/07
20:27
Página 311
ESTE LIBRO SE ACABÓ DE IMPRIMIR EN LOS TALLERES DE GRÁFICAS VARONA EL
5 DE DICIEMBRE DE 2007, VÍSPERA
DEL DÍA DE LA CONSTITUCIÓN; DESPUÉS DE MESES DE TRABAJO DE TODO EL EQUIPO DEL DEPARTAMENTO DE PUBLICACIONES DEL CSIC
06. Apendices.qxp
12/11/07
19:11
Página 310