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Spanish Pages [238]
BRYAN M AGEE
BIBLIOTECA
PLANETA
A DORLING KINDERSLEY BOOK
C o n ten id o In t r o d u c c ió n
Responsable editorial del proyecto Neil Lockley Director de arte del proyecto Rowena Alsey Editor Lara M aiklem Editor adjunto Luci Collings Director de arte Clair Legemah Gestión editorial A nna Kruger Director adjunto de arte Tina Vaughan Adjunto de gestión editorial Sean Moore Investigación iconográfica Francés Vargo, M elissa Albany Producción M eryl Sübert, David Profñt Diseño de portada Carlos Gayou
Una invitación a la filosofía 6
LOS GRIEGOS Y SU M U N D O Los presocráticos 12 Sócrates 20 Platón 24 Aristóteles 32 Los cínicos 40 Los escépticos 42 Los epicúreos 44 Los estoicos 46
Dedicatoria del autor
Dedico este libro con amor a mi hija Gunnela y su esposo Santiago.
Published in Great Britain in 1998 by Dorling Kindersley Limited, H enrietta Street, London WC2E 8PS
S ó c r a t e s ( h a c ia
470-399
a.
C.)
F il o s o f ía Y CRISTIANISMO
Publicado en México en 1999 por Editorial Planeta M exicana, S.A. de C.V. Insurgentes Sur, 1162 México D.F.
DERECHOS RESERVADOS Copyright O 1998 Dorling Kindersley Limited, London © 1999 Editorial Planeta M exicana, S.A.de C.V., México D.F Text copyright O 1998 Bryan Mgee
ISBN: 0 7513 05901 (Gran Bretaña) ISBN: 968 406 851 4 (México)
N inguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, sin permiso previo del editor.
Sa n A g u s t ín
(354-430)
San Agustín 50 Filosofía medieval 54
Los
INICIOS DE LA CIENCIA MODERNA De Copérnico a Newton 64 Maquiavelo 72 Francis Bacon 74 Hobbes 78
M o d e lo del s is t e m a s o l a r
(1 7 1 2 )
LOS GRANDES RACIONALISTAS
D y
Descartes 84 Spinoza 90 Leibniz 96
R e n e D e sc a r t e s
e m o c r a c ia
FILOSOFÍA
Los utilitaristas 182 El pragmatismo americano 186
(1 5 9 6 -1 6 5 0 )
LOS GRANDES EMPIRISTAS Locke 102 Berkeley 110 Hume 112 Burke 118 J o h n Lo c k e
J o h n S t u a r t M ill
La
(1 8 0 6 -1 8 7 3 )
f il o s o f ía d e l s ig l o xx
Frege y la lógica m oderna 194 Russell y la filosofía analítica 196 Wittgenstein y la filosofía del lenguaje 202 Existencialismo 208
(1 6 3 2 -1 7 0 4 )
LOS PENSADORES REVOLUCIONARIOS FRANCESES Voltaire 122 Diderot 124 Rousseau 126 El
ca m p e sin o s o m e t id o
POR LA NOBLEZA Y EL CLERO ' R e v o l u c ió n fr a n c e s a ,
J ean-Paul Sartre (1 9 0 5 -1 9 8 0 )
1789-1799)
E l s i g l o d e o r o d e la FILOSOFÍA ALEMANA K a n t132 S chopenhauer138 Algunas comparaciones entre Occidente y Oriente 146 Fichte 154 Schelling 156 Hegel 158 Marx 164 Nietzsche 172 C a s p a r D a v id F r i e d r i c h , D o s h o m b r e s e n el MAR CONTEMPLANDO LA LUNA (HACIA
1817)
Bergson y la filosofía francesa contem poránea 214 Popper 220 El futuro de la filosofía 226
Glosario 228 índice 233 Información sobre las ilustraciones 239
Una INVITACIÓN a la FILOSOFÍA UN INTENTO DE PONER EN CUESTIÓN TODO AQUELLO QUE DAMOS POR SABIDO
L
á v i d a c o t id ia n a d e l a m a y o r ía
de n o sotros está rep leta
de cosas que n os m an tien en o cupados y preocup ad o s.
No obstante, m ás de una vez nos preg u n tam o s cuál
es el origen y sentido de to d o lo que nos envuelve. Es así com o u n o se p u e d e llegar a plan tear una serie de pregu n tas esenciales sobre aspectos a los q u e n o rm alm ente n o se p resta m ayor atención. Este tipo de reflexión p u ed e darse en cualquier aspecto d e la vida cotidiana. Así, p o r ejem plo, los políticos se rem iten co n tin u am en te a nociones com o «libertad», «igualdad», «justicia social» y u n largo etcétera. Pero incluso en to n ce s un o p u e d e ir m ás allá y preguntarse: «Sí, pero, de hech o , ¿qué es lo que en ten d em o s p o r libertad?». Preguntas sem ejantes p u ed e n to rn arse desafiantes y difíciles de responder. A lgunos añadirán: «¿Están en conflicto la libertad y la igualdad e n tre sí? Si to d o s som os libres de d isp o n e r de nuestras vidas com o queram os, ¿cóm o es posible que al final estem os con d en ad o s a acabar co n streñidos p o r toda u n a serie de situaciones m arcadas p o r la desigualdad? ¿Y n o es cierto q u e esto últim o sólo p u ed e evitarse m ediante una política de intervención? Si esto es cierto, n o tien e m ucho sentido con clu ir afirm ando que se está a favor de la libertad y la igualdad y n o profundizar m ás en esta afirm ación, ya que es indudable que co n tien e u n m arcado sentido contradictorio». C uando u n o se em pieza a p lan tear to d o s estos interro g an tes se p u ed e d ecir q u e está em pezando a filosofar; en este caso con creto , estaríam os en tran d o en el te rre n o de la llam ada «filosofía política». C ualquier ram a de la actividad hum ana p u e d e som eterse a u n cu estionam iento sim ilar al que acabam os de realizar. Es
R i m b r a n d t , L o s d o s f il ó s o f o s (1628) E n la fi lo s o fía , la d is c u s ió n , la a r g u m e n t a c i ó n y e l d e b a te s o n e s e n c ia le s , y a q u e to d o lo q u e s e d ig a o a f i r m e d e b e q u e d a r a b ie r to a la p o s ib il id a d d e la c u e s tió n o la c r ític a . S e p o d r í a d e c ir q u e p a r a f i l o s o f a r s o n n e c e s a r ia s d o s p e r s o n a s , y q u e la f i lo s o fía n o e s m á s q u e la b ú s q u e d a c o m p a r tid a d e la v e r d a d .
“TODA FILOSOFÍA NACE DE LA decir, se p u ed e filosofar sobre cualquier cosa. Los profesionales
ley. D e igual m odo qu e el m édico qu e se p reg u n ta a sí mismo:
del d erech o se refieren co n stan tem en te a térm inos com o
«¿Existe algo sem ejante a la salud perfecta?, p o rq u e si no, ¿qué
culpabilidad e inocencia, justicia, u n juicio justo y u n largo etcétera, p ero desde el m o m en to en que un o de ellos plan teara
se en tien d e en to n ces p o r curación?», lo qu e está hacien d o es filosofar sobre la m edicina. Así pues, to d o s los cam pos de
la siguiente pregunta: «Cuando se habla de justicia, ¿nos estam os
la actividad hum ana p erm iten p lan tearse un a serie de p reg u n tas
refiriendo a la justicia social de la q u e hablan los políticos, o se
sobre sus co n cep to s, p rin cip io s y m éto d o s fundam entales,
trata de dos c o n c ep to s diferentes?», estaría filosofando sobre la
de form a qu e se p u ed e hablar de u na filosofía de la ciencia,
filosofía de la religión, filosofía del arte, etcétera. Incluso suele
es que, com o b u en o s filósofos, no están ten tad o s de basar su
darse el caso de q u e las figuras m ás sobresalientes en cada
p rogram a filosófico en la religión. Un arg u m en to filosófico
u n o de estos cam pos sientan u n gran interés p o r la filosofía d e su respectiva especialidad.
es aquel qu e se basa en sí m ism o en form a d e un a serie de
Es im p o rtan te darse cu en ta de q u e cuando u n filósofo
argum entaciones qu e apelan a la razón d e cada uno, no a la fe o la obediencia. En definitiva, la filosofía in ten ta v er cu án lejos es
político se p reg u n ta qué es la libertad n o está b u scan d o una
capaz d e llevam os la razón.
sim ple definición de la palabra, ya que p ara eso no ten d ría más qu e re c u rrir a u n diccionario, sino que su p reg u n ta va m ucho
Al constituirse la filosofía en u n in ten to de circunscribirlo todo en unos parám etros racionales, lógicam ente plantea u na
m ás allá, p re te n d e bu scar u n enten d im ien to m ás p ro fu n d o del
serie de im p o rtan tes interrogantes acerca de la naturaleza
co n c e p to y analizar hasta qué p u n to está p rese n te en n u estro
m isma de la capacidad de en ten d im ien to y, p o r tanto, las
p ensam iento y en n uestras vidas, a la vez q u e se d etien e a estudiar hacia qué d erro tero s podría derivar, los posibles
diferentes form as de conocim iento. ¿Cómo se p u ed e n resp o n d er
peligros que conlleva y, p o r supuesto, cóm o se p u ed e h acer
estam os en condiciones de afirm ar qu e realm ente po d em o s
com patible co n o tros c o n c ep to s de índole política, co m o es el caso de la igualdad. Lo q u e se p ro p o n e es aclarar el verdadero
llegar a «saber», en el sentido de estar seguros del todo de una
alcance y las im plicaciones prácticas de u n c o n c e p to tan im p o rtan te en n uestra civilización com o es la libertad, y que
seguros d e qu e realm ente sabemos? Es decir, ¿podem os llegar a
p o r desgracia todavía hoy en día debe h ac er fren te a n um erosos
lugar prim ordial en la historia de la filosofía, d u ran te la que
obstáculos.
E
s ta a c la r a c ió n d e c o n c e p to s ,
si b ien resulta
de lo m ás fascinante, no constituye m ás que una aproxim ación superficial a la filosofía.
Los grandes filósofos h an ido m ucho m ás lejos y se han interrogado sobre los aspectos fundam entales de la existencia y la ex p erien cia del hom bre. Los seres hum anos se e n c u en tra n de rep e n te en u n m undo cuyos rasgos m ás singulares vienen determ inados p o r u n m arco esp aciotem poral -tre s dim ensiones de espacio y una de tie m p o - poblado p o r una en o rm e cantidad de objetos m ateriales, en tre los qu e se en c u en tra n los p ro p io s seres hum anos. Es en ese co ntex to que los filósofos se h an planteado in terrog an tes com o «qué es el tiempo», «¿es to d o lo que existe actualm ente, incluidas las personas, m eros objetos m ateriales y nada más?», «¿puede te n e r existencia real aquello q u e no es u n objeto material?, si sí, ¿cuál sería la naturaleza de dicha existencia»? M ediante el p lanteam iento de cuestiones com o éstas no sólo p re te n d e n profundizar todavía m ás en el significado de un o u otro co n c ep to , sino que, p o r el contrario, bu scan conseguir una perfecta
ADM IRACION! co m p reh en sió n de to d o cu an to rodea al hom bre, incluido lógicam ente el p ro p io ser hum ano.Y to d o ello sin necesid ad de co nvertir este p ro ce so en u n a cu estió n de fe religiosa o de recurrir a la palabra de alguna autoridad. Esto últim o no quiere d ecir que com o perso n as individuales n o ten g an sus p ro p ias creencias religiosas - d e hecho, la mayoría de los filósofos más im portantes las tenían, au nque o tros n o -, sin em bargo lo cierto
todas estas p reg u n tas acerca d e nosotros mismos? ¿Es qu e acaso
cosa? Y aun q u e esto últim o fuera posible, ¿cómo podríam os estar saber qu e sabemos? Interrogantes com o éstos han o cu p ad o u n los filósofos, a la vez de interrogarse sobre el m undo circundante, se p reg u n tan sobre la naturaleza de la p ercep ció n hum ana, la experiencia y el entendim iento. Así, sim plificando al m áxim o, se p odría A u g u s t R o d i n .ü í PENSADOR (1880) La d e sn u d e z d e esta fa m o s a escu ltu ra d e R odin, en la q u e u n h om bre está su m id o e n u n a p r o fu n d a reflexión, nos rec u e rd a q u e som os e l ú n ico a n im a l d o ta d o d e la c a p a c id a d d e reflexión y con cien cia, rasgos fu n d a m e n ta le s d e la c o n d ic ió n hum ana.
d ecir que la filosofía se asienta sobre dos interrogantes fundam entales: el prim ero ¿cuál es la esencia últim a de todo
derivado a lo largo de los siglos, así com o el resto de las ramas subsidiarias d e que se co m p o n e la filosofía, com o la ética, la
aquello q u e existe?, y el segundo, ¿cómo, d espués de todo, p o d em o s conocer? La ontología es la ram a de la filosofía qu e
filosofía política, la estética, la filosofía de la ciencia, la filosofía
estudia la p rim era de las cuestiones, qué es lo q u e existe y cuál la naturaleza de su existencia, m ientras que la epistem ología
filosofía, p ero lo cierto es que las dos cuestiones referidas (qué es loque existe y cóm o sabem os qu e conocem os) h an constituido
se ce n tra en el estudio de la naturaleza del conocim iento y de to d o aquello que se p u ed a llegar a conocer. La historia de la
desde siem pre los dos objetivos prioritarios de los filósofos. Es p osible q u e n u n ca se logre e n c o n trar resp u esta a algunos
filosofía, de hech o , se basa en el desarrollo de estas dos ram as
de los in terro g an tes m ás im p o rtan tes, p e ro com o esto resulta
y en el co n ju n to de p reguntas y respuestas que de éstas se han
im posible de saber d e antem ano, lo más natural es co n tin u ar
de la religión, etcétera.Todas ellas se engloban d en tro de la
“ EL OBJETIVO DE LA FILOSOFÍA PR O PO R CIO N A R NORMAS, SINO LA REFLEXIÓN DESDE LA RAZÓN in terro g án d o se sobre to d o cu an to in terese al h o m b re, de form a q u e sólo en to n ces, d u ran te ese p ro ce so d e reflexión, se p u ed a llegar a la conclusión d e q ue no existe u n a explicación racional. Incluso en ese caso, com o o cu rre c o n otras tantas co nclusiones filosóficas, será preciso p lan tearse la m ejor m anera de conjugar la razón co n la m ism a creen cia en tal o cual cosa. No se trata, pues, de acep tar nada p o r u n sim ple p ro ce so de especulación, fe ni, tan siquiera, intuición, sino qu e es p reciso basar la m ism a creen cia so b re un a base esen cialm en te racional.
es p recisam en te u n o de los pilares sobre los qu e se asienta to d o razonam iento
E
sta in s is t e n c ia e n la r a z ó n
filosófico y, de h ech o , es lo qu e p erm ite distinguir la filosofía d e la religión o el arte. Así, en el caso de la religión, au n q u e en algunas ocasiones se rem ite a la razón, lo cierto es qu e esta últim a suele q u ed ar p o r lo general supeditada a n o cio n es tales com o fe, revelación, rituales y obediencia, que d esem p eñ an u n p ap e l fundam ental y, en m u ch o s casos, del todo in com patible co n la arg u m en tació n racional. El artista, a su vez, co in cid e c o n el filósofo en ese afán p o r desvelar la verdad bajo la m áscara de apariencias q u e recu b re la realidad, d e m odo que se llegue a u n co n o cim ien to m ás au tén tico de la naturaleza W i l l i a m B l a k e , T h e a n c i e n t o f d a y s (1794) L a p r o p o r c ió n s e e n c u e n t r a p r e s e n te e n c a d a e s ta d io d e l u n iv e r s o c o n o c id o , d e s d e e l m a y o r a l m á s p e q u e ñ o , y , p o r lo g e n e r a l, d e f o r m a q u e p u e d a e x p r e s a r s e a tr a v é s d e e c u a c io n e s m a te m á tic a s . D e h e c h o , es c o m o s i e l p r o p io u n iv e r s o e n c a r n a r a la r a z ó n . E n este s e n tid o , a lg u i e n d ijo u n a v e z: «D ios es u n m a te m á tic o » .
hum ana; sin em bargo, el m odo de p ro c e d e r d u ran te este p ro ce so d e desenm ascaram iento es del to d o diferente, ya que, al ex p resar su p articu lar visión de la realidad, rec u rre a una p e rc e p c ió n directa de la m ism a en riq u ecid a co n su p ro p ia
in tuición sin necesidad de rec u rrir a la razón, q ue es so b re la
hum anos intentando desvelar todo cuanto perm anece en la
q u e se basa el filósofo. Los lím ites q u e separan la filosofía de la ciencia son d e otra
oscuridad y presentando sus conclusiones de una m anera perfectam ente articulada de form a que p uedan enriquecerse de
naturaleza. Así, el científico, al igual que el filósofo o el artista,
m anera m utua. Por ello, no es de extrañar que toda persona
p re te n d e d escu b rir la verdad m ediante nuevos d escu b rim ien to s qu e aclaren la naturaleza del m undo y la p e rc e p c ió n q ue de él tenem os los hom b res para al final acabar publican d o sus resultados. Y de nuevo, al igual que el filósofo, está obligado a asentar cada una de sus conclusiones sobre u n a base racional. Hasta aquí todo coincide. La clave que m arca la diferencia en tre
dotada de un m ínim o de curiosidad intelectual se sienta atraída p o r estas tres ramas. Esta obra narra la historia de una de ellas, la filosofía, que, al igual que las otras dos, constituye un a de las actividades hum anas más fascinantes qu e la civilización haya producido a lo largo de su trayectoria.Y que,
N O ES EL DE EL DE ANALIZAR PERSONAL UNIVERSAL” ^
com o las demás, su futuro p ro m ete ser más rico que el pasado.
u n o y o tro radica p recisam en te en la p rep o n d e ra n cia qu e el científico co n ced e a la experim en tació n y la observación, que de p o c o valen al filósofo cuando trata de resolver in terro g an tes tales com o si el tiem p o es infinito o la naturaleza de los d erechos naturales del hom bre. Esta serie de interrogantes, qu e d u rante tantos siglos h an sido objeto de sesudo estudio p o r p arte de los filósofos, p u e d e n p erfectam en te so m eterse a u n pro ceso de racionalización, p ero en cam bio n o son com patibles co n los m étodos científicos.
E
s im p o r ta n te
d a rse c u e n ta
de que la filosofía, la ciencia y el
arte no están reñidos entre ellos y, de hecho, tienen m ucho
más en com ún que lo que se pudiera pensar a simple vista.
De hecho, tal com o se verá a lo largo de este libro, la ciencia nació de la misma filosofía: no en vano, tanto una com o otra, al igual que el arte, no son sino distintas m aneras de abordar una misma realidad, u n m ism o nnindo. Los tres tratan de explicar el m isterio de la existencia del m undo y de la existencia de seres hum anos procurando alcanzar u n conocim iento más profundo.Y todos ellos se valen de una com binación de inspiración y crítica a la vez que publican sus conclusiones de form a que p u ed an ser contrastadas entre sí. Pero es precisam ente p o r el hecho de que recurren a unos m étodos y a unos esquem as diferentes, que cada una de estas ramas del conocim iento hum ano deben ser abordadas desde una perspectiva diferente.Aunque en el fondo com parten u n mismo Objetivo: profundizar en el conocim iento y experiencias
Salvador D alí , H om en aje a N e w t o n (1969) El h o m b re p o see la ca p a cid a d , n o sólo d e ex p lo ra r e l m u n d o c ircu n d a n te, sin o ta m b ié n d e rela ta r los d escu brim ien tos e n su s espacios in tern os q u e o c u p a n la r a zó n y los sen tim ientos. Es p rec isa m e n te en este terreno d o n d e la in terrelación e n tre la filosofía, la cie n c ia y e l a rte p u e d e d a r sus m ejores fru tos.
JS0
EGOS SU MUNDO La
f il o s o f ía n a c e c u a n d o el h o m b r e e m p ie z a a
INTENTAR ENTENDER EL MUNDO QUE LE RODEA MEDIANTE LA RAZÓN, DEJANDO A UN LADO LA CREENCIA EN UN SER SUPERIOR. ESTE PROCESO PARECE SER QUE TIENE LUGAR EN LA ANTIGUA G r e c i a d u r a n t e l o s s i g l o s v i, v y iv a .
C.
LOS PRIMEROS INTERROGANTES FUERON: «¿DE QUÉ SE COMPONE EL MUNDO?» s o s t ie n e ?».
P ero
Y,
«¿SOBRE QUÉ SE
e n t o n c e s a p a r e c ió
Sócra tes,
el
MÁS FAMOSO DE ENTRE TODOS LOS FILÓSOFOS GRIEGOS, QUIEN SE PLANTEÓ QUE EL ASUNTO MÁS IMPORTANTE ES CUÁL DEBERÍA SER LA MEJOR MANERA DE COMPORTARSE.
Su
PREGUNTA BÁSICA ERA: “¿QUÉ
ES LA JUSTICIA?». LAS OBRAS DE SU DISCÍPULO P latón
s o n las p r im e r a s d e las q u e n o s h a n
LLEGADO TESTIMONIOS ESCRITOS, Y HOY EN DÍA SON OBJETO DE ESTUDIO EN LAS UNIVERSIDADES DE TODO EL MUNDO. ARISTÓTELES, DISCÍPULO DE P lató n,
es o t r a d e las g r a n d e s f ig u r a s
DE LA FILOSOFÍA UNIVERSAL.
C ab eza d e b ro n c e d e A fro d ita Esta c a b e z a d e bro n ce se e n c o n tró en Satala, la a c tu a l Tu rqu ía. Fue e scu lpida en el siglo ii o i a. C. E n la a c tu a lid a d se e n c u e n tra e n e l B ritish M useum d e Londres.
LOS PRESOCRÁTICOS EL N A C I M I E N T O DEL R A CI O N A LI SM O
C o n ex io n e s
Caleñas, un adivino griego del siglo iv a. C., exam ina el hígado de un animal. No está estudiando anatomía, sino prediciendo el futuro m ediante el exam en d e las visceras. Por aquel entonces, la magia y la razón eran una misma cosa, e incluso en m uchas ocasiones la prim era conducía a la segunda. Por ello, es u n error considerarlas com o opciones radicalm ente opuestas entre sí, ya q u e a m enudo constituyen cam inos paralelos.
Los primeros filósofos occidentales, los presocráticos, llamados así porque desarrollaron su obra antes de la de Sócrates, elaboraron una enorme cantidad de teorías acerca del mundo, algunas de ellas claramente erróneas, pero otras, en cambio, lo suficientemente profundas como para seguir influyendo incluso entre los científicos contemporáneos. LOS PRIMEROS FILÓSOFOS realizaron a un mismo tiem po dos grandes rupturas con respecto al pasado. En prim er lugar, intentaron entender el mundo m ediante el uso de la razón, sin apelar a la religión, la revelación, la autoridad o la simple tradición. Esto ya era de por sí algo totalm ente nuevo, y constituye uno de los puntos de inflexión más im portantes en el desarrollo hum ano posterior. Pero al mismo tiem po enseñaban a otros a valerse de su propia capacidad de razonamiento y a ser capaces de pensar po r sí mismos, de modo que incluso incentivaban a sus propios alumnos a que discrepasen de sus enseñanzas. Fueron los primeros
profesores que evitaron transm itir un conjunto de enseñanzas puras e inviolables; p o r el contrario, animaron a sus discípulos a que debatieran y formasen su propio juicio. Estas dos formas, ambas revolucionarias, de hacer desarrollar la capacidad de raciocinio del género hum ano van inextricablem ente unidas entre sí, de ahí que aparezcan en escena a la vez, y conforman la base de lo que se ha venido a llamar «pensamiento racional». Una vez introducidas estas dos nociones, se convirtieron en un utensilio valiosísimo en el proceso de conocim iento hum ano y del entendim iento.
E l NACIM1KNTO DF LA FILOSOFÍA OCCIDENTAL
El p e n sa m ie n to ra cio n a lista a p a rec ió p o r p rim e ra v e z en O cciden te h a c ia el siglo vi a. C., a l este d e l M editerrán eo. La p r á c tic a to ta lid a d d e los p rim e ro s filósofos o ccid en ta les viviero n en u n a d e las regiones costeras o islas. .
Sócrates y Platón h icieron d e A te n a s e l p r im e r cen tro m u n d ia l d e la filo so fía
Los primeros pensadores que actuaron en esta línea aparecieron en la Grecia antigua, en el siglo vi a. C. Por regla general se suele considerar como el primero a Tales, un griego nacido en la ciudad de Mileto, situada en la costa de Asia Menor (en la actual Turquía) y de la que tomaron su nombre él y sus discípulos, conocidos en su conjunto como la T u í 5 d e M ileto escuela de Mileto. No se C u a n d o observó q u e el m u n d o m ateria l p o d ía conocen con exactitud reducirse a un ún ico las fechas de su esemento, Tales llegó a la errónea con clu sión d e q u e éste nacimiento y e m e ! agu a. muerte, pero se sabe que alcanzó gran renombre durante la década del 580 a. C , e a parte gracias a que predijo el eclipse de sol que tuvo ' jgar en el año 585 a. C. Fue, además, un renombrado ingeniero civil que logró la hazaña de dividir el curso del tjo Hylas para así permitir el paso del rey Creso.
flotaba sobre una masa de agua, que era el mar, este último lógicamente debía sostenerse sobre otra cosa, y así hasta el infinito (paradoja que se ha dado en llamar «retroceso al infinito»). Anaximandro solucionó este problem a con una idea de lo más sorprendente: la Tierra no se sostenía sobre nada, sino que sencillamente estaba suspendida en el espacio, donde se mantenía equidistante con respecto a todo lo demás. Pero lo cierto es que Anaximandro no pensaba que la Tierra fuese un globo, ya que todavía no ponía en duda que se tratase de una superficie plana, de ahí que llegara a la conclusión de que poseía una forma cilindrica. «La Tierra [. ..] no se aguanta sobre nada, sino que perm anece inmóvil gracias al hecho de que se encuentra equidistante con respecto a todo lo demás. Su superficie [...] es como la de un tambor, sobre cuyos lados planos y opuestos andamos.» Esta teoría pareció demasiado aventurada a su discípulo Anaxímenes, para quien no cabía duda de que la Tierra era plana y, p o r tanto, debía asentarse sobre algo. Para él, este algo era el aire, de igual forma que a veces la tapa de una cacerola flota sobre el vapor. A pesar del retroceso que suponían las teorías de Anaxímenes, lo cierto es que este último gozó de un mayor prestigio que su maestro Anaximandro en las posteriores generaciones de pensadores, que tom aban como
La recolección DE LAACEITUNA C uando la pobreza am enazó a Tales, invirtió todos sus ahorros en una prensa que alquilaba a los cam pesinos durante la época de la recogida de la aceituna, a los que cobraba lo que quería. De este m odo, dem ostró que ganar dinero n o era e n absoluto incom patible con el ejercicio de la filosofía.
.D E QUÉ ESTÁN COMPUESTAS LAS COSAS? El interrogante que más obsesionaba a Tales de Mileto era: ;de qué está hecho el mundo?», es decir, cuál es h com posición del conjunto de todo lo existente. Finalmente, llegó a la conclusión de que, a pesar de la árente multiplicidad de los seres, todos están fi rmados por un mismo elemento. Esta afirmación nos r _ede parecer en la actualidad de lo más simple, ya que todos sabemos que cualquier objeto material es reducible a energía, pero lo extraordinario del caso es que Tales realizó este planteam iento m uchos siglos antes que los físicos lograsen demostrarlo. Llegó a la - inclusión de que todo estaba com puesto po r el dem ento agua, en cualquiera de sus estados.Y com probó que en caso de bajas tem peraturas el agua se convierte en sólido y, por el contrario, con una tem peratura elevada \ íc evapora. Ademas, observo que con el agua de la lluvia plantas crecen, po r lo que éstas en el fondo no son más que una modalidad concreta de agua. Por otro lado, concluyó que se trataba de un elem ento absolutamente indispensable para la existencia de todo ser vivo, pues no en vano nuestro cuerpo se com pone en un 60 % de este icuido. A todo ello hay que añadir la creencia, muy extendida en la época, de que la Tierra descansaba sobre --"i enorm e balsa de agua, de la que había emergido y, pe r consiguiente, formaba parte constitutiva. Anaximandro, uno de los discípulos de Tales, que "-ició también en Mileto en el año 610 a. C., y vivió i r roximadamente hasta el 546 a. C., retom ó esta última jáea. Así, argüyó que si, com o Tales afirmaba, laTierra
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V ? !Í>s&Á \
A n a x im a n d ro , el prim er ca r tó g ra fo A n a x im a n d ro f u e e l p rim e ro e n tr a z a r en u n m a p a las fo r m a s d e l m u n d o con ocido hasta la fe c h a , y en c o n c lu ir q u e la Tierra flo ta b a en el vacio. A p e s a r d e este extra o rd in a rio descubrim iento, lo cierto es q u e la creen cia en u n a Tierra pla?ia se m an tu vo ■ d u r a n te m u ch o tiem po.
Esto último significa que tanto el conflicto com o la contradicción no deben evitarse, sino que juntos sirven para constituir el mundo. Es decir, si se elimina la contradicción se elimina también la realidad. De ello se deriva también la idea de que esta misma realidad posee un carácter inestable inherente: todo está en perp etu o cambio. Ésta es precisam ente la segunda gran idea que se asocia siempre con Heráclito: «todo fluye y nada permanece». En este sentido, y siempre según Heráclito, se puede afirmar que nada es inmutable y perm anente, sino que todo se encuentra sometido a un continuo cambio. Así, las cosas existen com o una sucesión de diferentes cambios, de forma que durante su existencia nunca son las mismas, sino que a cada instante la realidad se muta y altera. Esto es válido para todo lo que com pone el universo, y lógicamente el hom bre no queda al margen. Así, lo que en un principio consideramos com o «cosas» no son de ningún m odo objetos estables e inmutables, sino que están sometidos a un cambio
S en ten cia s H eráclito
de
Heráclito realizó dos afirm aciones que todavía hoy en día se citan a menudo. Una de ellas es: «Una relación no aparente es mucho más sólida que una evidente». La otra es: «No es posible bañarse dos veces en el mismo río». Ahora bien, no menos sobresaliente resulta ésta: «Lo que la ira quiere cuesta el precio del alma».
Este m undo es una comedia para aquellos que piensan y una tragedia para los que sienten. Sólo así se entiende por qué Demócrito reía y Heráclito lloraba ” H o ra ce W alpo le
F r a g m en to s
d e los
pr e so c r á t ic o s
No ha sobrevivido la obra completa de ninguno d e los filósofos presocráticos, p o r lo que todo lo que sabemos d e ellos es gracias a algunos frágm entos de.» las obras originales y a las citas y comentarios (algunos, p o r fortuna, bastante extensos) que aparecen en las obras d e los autores posteriores. D e hecho, el prim erfilósofo occidental del que se han conservado sus obras completas en la lengua original es Platón.
H e r á c l ito : el
más g r a n d e d e en t r e los pr eso c r á tic o s
E ntre la s fr a se s m á s célebres d e H eráclito se e n c u e n tra a q u e lla d e q u e «el c a rá c te r d e u n h o m b re es su destin o», u n a a firm a c ió n d e lo m á s b rilla n te q u e reto m a ría S ig m u n d F reud m á s d e dos m il a ñ o s después.
punto de partida las teorías de aquél, cuando en realidad las de Anaximandro resultaban de una modernidad m ucho mayor. Este proceso de vaivenes ha sido una constante a lo largo de la historia de la filosofía, que más que describir una línea recta bien definida se ha caracterizado po r dar dos pasos hacia delante y uno hacia atrás. Imaginemos cuánto podem os aprender del pasado en el caso de que en la actualidad nos encontrem os en uno de esos pasos en falso hacia atrás... LA VÍA ASCENDENTE ES LA VÍA DESCENDENTE Heráclito es, sin duda alguna, el filósofo de la escuela de Mileto del que más se sabe. Nació en Éfeso,una localidad costera próxim a a Mileto, que alcanzó su máximo apogeo durante los prim eros años del siglo vi a. C. Heráclito se hizo famoso por dos ideas en particular, que han ejercido una gran influencia en la obra de los filósofos posteriores. La prim era de ellas es la unidad de los opuestos. Según Heráclito, el camino de ascensión a una cima y el de bajada no son dos recorridos diferentes que van en sentido contrario, sino que en el fondo se trata del mismo camino. El joven Heráclito y el Heráclito adulto no son dos personas diferentes, sino que son la misma persona. De igual modo, uno puede ver una botella de vino medio llena mientras que otro la puede ver medio vacía, y de hecho los dos tienen razón y coinciden en sus afirmaciones. Según Heráclito, todo es la conjunción de sus contrarios o, al menos, de tendencias opuestas.
U n a v is ió n
MARÍTIMA DEL MUNDO
El m u n d o d e los a n tig u o s griegos, d a d a su p e c u lia r id a d geográfica, se b a sa b a en el mar, d e a h í q u e e n un p r in c ip io creyera n q u e la Tierra se so sten ía sobre u n a en o rm e balsa d e a gu a.
perm anente. Heráclito ilustra esta idea con un ejemplo muy gráfico: las llamas parecen objetos, pero no son más que procesos en continua evolución para los que no existen dos instantes iguales. Esta idea resulta sin duda alguna de lo más desconcertante, tanto más cuando el ser humano, desde siempre, se ha em peñado en buscar algo estable y perm anente en lo que poder creer, algo que sobreviva a través del tiem po y nunca perezca. Heráclito, en cambio, irrum pe en este contexto afirmando que ese algo no existe, que el cambio y la transformación constituyen la ley básica sobre la que se asienta la vida y el propio universo y de la que nunca se podrá escapar.
La
SlMBOI.OGÍA DE LAS MONEDAS Las m onedas no sólo transm iten valor sino tam bién inform ación y propaganda, e incluso im ágenes religiosas. Se em pezaron a acuñar justo en la misma zona geográfica donde nació el pensam iento racional. En la época d e los presocráticos eran m uchas las ciudadesestado de Grecia que acuñaban su propia m oneda y solían estam par los motivos característicos de cada una d e ellas: en el caso de Atenas se eligió el búho, sím bolo de la sabiduría.
clave está e n las m a t e m á tic a s
Tal vez el más famoso de todos los filósofos presocráticos, mejor conocido incluso que el mismo Heráclito, sea Pitágoras. Nació en Samos, una pequeña isla próxim a a la costa de Asia Menor, de donde proceden todos los filósofos que hemos estudiado hasta P itágoras Este filósofo y m a te m á tic o griego f u e la p r im e ra p e rso n a qu e tuvo la g e n ia l id e a d e q u e todo aqu ello d e c u a n to se co m p o n e e l u n iverso m a te ria l p o d ía expresarse en térm in os m atem áticos.
ahora, y vivió aproxim adam ente entre los años 570 y 497 a. C. Considerado un genio en muchas materias, una de sus aficiones fueron las matemáticas. Aparte de su más que conocido teorem a que m uchos hem os estudiado en la escuela, fue él quien introdujo la idea del «cuadrado» y el «cubo» de un núm ero basándose en toda una serie de conceptos geom étricos y aritméticos. Fue precisam ente gracias a él que la palabra «teoría» adquirió su sentido actual. Además, se le atribuye la invención del térm ino «filosofía», así com o la aplicación del térm ino «cosmos» al universo. En definitiva, la influencia que ha ejercido su obra a lo largo de los siglos ha sido enorme. Fue el prim er gran pensador que intentó conciliar las matemáticas con la filosofía, lo que sin duda alguna ha constituido una de las mayores aportaciones realizadas a
' “ TODO FLUYE Y NADA PERMANECE” H erácuto
la civilización a lo largo de toda la historia. Desde entonces, las matemáticas han m antenido una estrechísima relación con la filosofía y la ciencia, hasta el p unto de que algunos de los más grandes filósofos han sido también grandes matemáticos, com o es el caso de, p o r ejemplo, Descartes, a quien no sólo se le deben los
í í Casi hiciste flaquear mi fe al sostener las ideas de Pitágoras WilliaiM S hakespeare, E l MERCADER DE VENECIA
El pensamiento de P itágoras Muchas ideas fu ndam entales que se originaron en la filosofía occidental se deben a Pitágoras m ás que a ningún otro pensador anterior a Platón. De hecho, mucho d e lo que se suele atribuir a este último no es en realidad más que una adaptación d e los postulados originales del filósofo de Samos, incluyendo la idea d e que recordamos todo aquello que hemos conocido en u n a vida anterior, y la idea de que el orden matemático impregna el m undo físico.
recurrir a la imprescindible ayuda de las matemáticas. El hecho de que el cosmos entero, desde las galaxias más alejadas hasta el mismísimo núcleo de cada átomo, pueda expresarse en térm inos matemáticos resulta tan familiar que se corre el riesgo de considerarlo como algo obvio, cuando en realidad no sólo no lo es, sino que resulta una hipótesis de trabajo de lo más aventurada. Esto explica el que algunos de los científicos más im portantes, como Einstein, hayan llegado a creer en la posibilidad de que exista una especie de inteligencia superior detrás del universo, que por supuesto no tendría que coincidir necesariam ente con el Dios de la tradición judeocristiana.Y fue Pitágoras el prim ero en ten er la idea genial de expresar en térm inos matemáticos el conjunto de todo el universo, aunque incluso a él le era imposible desprenderse de cierta lectura mística. Pitágoras aplicó sus revolucionarias tesis a un campo muy extenso del saber humano, pero com o muchas de ellas fueron adoptadas p o r Platón, las trataremos con mayor detenim iento cuando lleguemos a este último para así evitar repeticiones innecesarias. C o n s t r u im o s n u e s t r o p r o p io C O N O C IM IE N T O
Uno de los filósofos presocráticos más interesantes es Jenófanes, que vivió a finales del siglo vi a. C. Al igual que Pitágoras, nació en la costa de Asia Menor, en Colofón, aunque pasó la mayor parte de su vida en el sur de Italia. Desde un principio, Jenófanes tuvo muy claro que la percepción que el hom bre posee de las cosas no constituye más que creaciones realizadas p o r él mismo, incluido todo aquello que entre en la categoría del conocimiento. Mediante un aprendizaje progresivo y continuo, y lógicamente adaptando las ideas y el conocim iento en función de lo aprendido, el hom bre puede aproxim arse a la verdad, aunque p o r supuesto las ideas siem pre perm anezcan en uno mismo y sea inevitable incorporar un ingrediente de conjetura o suposición.Tal com o afirma Jenófanes: [...]p o r lo q ue respecta a la verdad absoluta, n in g ú n hom bre ha sido capaz de llegar a ella,
A l e g o r ía
d e las a r t e s libera les
En este c u a d ro ren acentista, p in ta d o dos m il a ñ o s despu és d e su muerte, P itá g o ra s es to d a v ía visto com o la expresión m ás a lta d e las a rtes liberales, g ra c ia s a sus a portacion es en e l c am po d e las m a tem á tica s. A ristóteles (q u e sostiene u n libro, en la p r im e ra f ila ) a p a re c e co m o h o m en a je a su lógica.
gráficos, sino también el conjunto de toda la geometría analítica, o Leibniz, descubridor del cálculo aritmético, por citar tan sólo dos ejemplos de los más conocidos. En la actualidad, no se concibe el estudio del universo sin
n i na d ie lo logrará, n i tan siquiera los dioses n i n a d a de lo q ue y o diga conseguirá alcanzarla, y a que en el supuesto de que alguien lo lograra, n u n ca tendría constancia de haberlo conseguido: la realidad no es m á s qu e u n a telaraña entretejida con conjeturas. El filósofo aborda la cuestión de la religión y los dioses con una gran sagacidad: Los etíopes a firm a n qu e sus dioses tienen la n a riz chata y son negros. Los tracios, a su vez, sostienen qu e los suyos poseen ojos azules y cabellera pelirroja. Si se diera el caso de qu e el ganado, los caballos o los leones fu e ra n capaces de p in ta r Y esculpir con la m aestría con qu e lo hacen los hombres, entonces los caballos
LOS ELEMENTOS BÁSICOS D os m il a ñ o s despu és d e q u e E m pédocles fo r m u la s e p o r p rim e ra v e z la hipótesis d e q u e e l m u n d o se co m p o n e d e cu a tro elem en tos egún relata Platón, en la época en que el joven Sócrates acudía a escuchar a Parménides, éste era ya un venerable anciano que tenía en Zenón, entonces de mediana edad, ■ano de sus principales discípulos.Tanto Sócrates como Platón fueron conscientes de lo m ucho que habían aprendido de Parménides.
Todo
es u n o
Parménides considera que la afirmación de que nada existe es de lo más contradictoria, ya que según él nunca puede haber existido algo que no es nada y, por tanto, tam poco tiene sentido afirmar que todo viene de la nada, sino que todo debe haber existido desde siempre. Por la misma razón, no es posible concebir que todo se convierta en nada, de ahí que para Parménides todos los íeres creados no sólo no tienen principio y no han sido creados, sino que deben ser además eternos e imperecederos. Ello explica tam bién el que no pueda ñaber espacios vacíos en la realidad, lagunas donde sólo exista la nada: la realidad debe ser una continuación o
expansión de sí misma, todo el espacio debe estar lleno. Esta teoría da pie a una visión del universo com o un todo perm anente en el que todo es uno. De ese modo, lo que en apariencia es un cambio, un movimiento, no es más que un proceso que tiene lugar en un espacio delimitado y ajeno a los cambios o transformaciones. Resulta sorprendente observar las afinidades entre las teorías de Parménides y la concepción del universo que se desarrolló entre Newton, en el siglo xvn, y Einstein, en el xx. Estas similitudes se centran principalm ente en dos aspectos. En prim er lugar, la visión determinista que hacía que todo fuese visto com o algo ineludible y necesario en sí mismo. Por otro lado, la creencia de que el «ahora» tan sólo podía concebirse desde el punto de vista subjetivo de cada uno ya que, en térm inos objetivos, todo instante posee el mismo sentido. Dos de las m entes más lúcidas del siglo xx, Einstein y Popper, abordaron esta cuestión, e inevitablem ente recurrieron a la obra de Parménides. En uno de sus últimos escritos, recogidos en su autobiografía U nended Quest, afirma Popper: «Intenté convencerle de que dejara su determinismo, que se basaba en la visión del mundo de Parménides, según la cual éste no es sino Lin universo monolítico com puesto de cuatro elem entos y en el que todo cambio no es más que una ilusión, o casi. Éste era su punto de vista, y yo no pude evitar llamarlo “Parménides”». Difícilmente se podría encontrar un ejemplo tan ilustrativo com o éste, que ponga de relieve la im portancia de las teorías de Parménides.
LOS CUATRO ELEMENTOS Una de las figuras más llamativas de entre los filósofos presocráticos es Empédocles, que vivió hacia la prim era mitad del siglo v a. C. Fue un dirigente político dem ocrático y un gran demagogo, al que se le atribuían poderes sobrenatLirales, que acabó suicidándose arrojándose al cráter del Etna. Empédocles, a diferencia de Parménides, defendía la realidad del cambiante m undo de los sentidos y su pluralidad inherente, aunque de todos modos compartía algunos de los puntos de vista de su contrincante filosófico. Así, admite que la materia no puede salir de la nada, ni tampoco convertirse en nada, pero matiza que LOS ÓRDENES CLÁSICOS La belleza d e las m a te m á tic a s e ra a p rec ia d a p o r los arqu itectos griegos ta n bien com o p o r los filósofos griegos. P o r ello, n o resulta ex tra ñ o q u e d ie ra n fo r m a a los p rin c ip io s geom étricos m e d ia n te el em pleo d e la p ie d ra , ta l com o se a precia en el tem plo d e Z eus en O lim pia (los capiteles corin tios a r ra n c a n d el a ñ o 1 7 4 a. C J. El resu ltado f u e u n a a rq u ite c tu ra d e u n a a rm o n ía y elegan cia q u e to d a v ía no h a sid o supérenla.
F ilosofía MEMOKIZABLE Antes del desarrollo de la escritura, la poesía precedió a la p r o sa y a que resultaba mucho más fá c il de memorizar. Algunas de las más tempranas muestras de filosofía se escribieron en form a de poem as fáciles de m emorizar. A este respecto, el más destacado de entre los antiguos griegos es Jenófanes. Y d e entre los filósofos rofnanos, el m ás excepcional es Lucrecio, quien escribió en latín.
ÍC
Cada hombre cree tan sólo en su propia experiencia Empédocles
Sofistas Maestros de profesión, los sofistas em pezaron a aparecer en la época inm ediatam ente anterior a la d e Sócrates, y se dedicaban a fo rm a r a los jóvenes en artes tales como la disertación y la oratoria. El procedim iento consistía en aprovechar al m áxim o la am bigüedad inherente de la p alabra y acom odar el discurso según las circunstancias, independientem ente de las ideas personales de cada uno, d e a h í que y a en aquella época no g o za ra n d e una buena reputación; de hecho, todavía en la actu a lid a d él término «sofista» posee cierta carga peyorativa. Elprim ero y m ás célebre d e entre todos los sofistas fu e, sin duda, Protágoras
todo está com puesto de cuatro elementos diferentes: tierra, agua, aire y fuego (este último com prende el sol y las estrellas). Esta teoría de los cuatro elementos fue retomada por Aristóteles y desempeñó un papel fundamental en toda la filosofía occidental hasta el Renacimiento; en efecto, todavía hoy en día constituye uno de los motivos literarios más recurrentes en la literatura occidental. Entre los filósofos presocráticos más brillantes se encuentran los «atomistas», térm ino con el que se conoce a Leucipo y Demócrito. El primero tuvo la genial idea de que todo se com pone de átomos que por ser de tamaño minúsculo resultan imposibles de ver y de subdividir; de hecho, el térm ino «átomo» procede de la palabra griega con que se designa algo que no puede ser cortado. Así, según Leucipo, todo lo que existe no es más que un conjunto de átomos ubicados en el espacio, y la diferencia entre los diversos objetos consiste tan sólo en la peculiar combinación de cada uno de esos grupos de átomos. Éstos, según Leucipo, no han sido creados y son indestructibles, por lo que todo cambio que se produce en el universo no es sino una variación en la com binación o ubicación de dichos átomos. Esta interpretación del cambio, que retomaría a su vez Demócrito, difiere notablem ente de las formuladas hasta entonces, en el sentido de que se incorpora la noción de la causalidad, aun cuando en ningún m om ento se intenta explicar los fenóm enos de la naturaleza a partir de una causa concreta. En ese sentido, Demócrito afirmó una vez: «Preferiría descubrir una causa antes que poseer el reino de los persas». Otra de las nociones fundamentales que se les debe a esos dos filósofos es la de considerar el universo com o un conjunto de entidades estancas entre sí, que nada tiene que ver con la continuidad que postulaba Parménides. En cierta medida, y salvando las distancias, se les puede considerar com o los creadores de la física atómica, aunque lógicamente tam poco hay que caer en la tentación de atribuirles todos los logros y avances que de sus teorías se han derivado. En cualquier caso, lo cierto es que todavía hoy en día la obra de estos dos filósofos asombra por su extraordinaria originalidad.
La f il o s o f ía lleg a a A t e n a s Las figuras tratadas en estas páginas son tan sólo una selección de los filósofos presocráticos más relevantes. De todos modos, no es justo finalizar esta panorámica sin m encionar al m enos a Anaxágoras, a quien se le debe el honor de haber introducido la filosofía en Atenas, y a Protágoras, a quien se cita p o r su célebre frase: «el hom bre es la medida de todas las cosas». Si observamos con atención el conjunto de filósofos anteriores a Protágoras, encontrarem os que todos ellos poseen una serie de características comunes. En prim er lugar, se centran en un intento de desvelar la naturaleza
“EL H O M B R E ES LA M E D I D A
DE TODAS LAS C O S A S ” P rotágoras
del m undo circundante más que la del propio hombre, tal vez porque no tenían claro el concepto de «naturaleza humana». Como consecuencia de ello, son lo suficientem ente audaces com o para em prender una teorización del universo, y dado que son los prim eros en acom eter tamaña empresa, no es de extrañar que lleguen a conclusiones hoy descabelladas. Lo más sorprendente de todo es la gran cantidad de ideas brillantes y originales que tuvieron, y que han contribuido a alcanzar los logros conseguidos a lo largo de los siglos.
La sabiduría de la filosofía clásica Los filósofos d e la a n tig ü e d a d fu e r o n u n m otivo recu rren te en la p in tu r a m e d ie va l y su peración . A p a recen en u n con texto religioso con e l objetivo d e tra n sm itir la id e a ren acentista, en la q u e a p a rec ía n co m o s ím bolo d e la s a b id u ría y la c a p a c id a d d e d e q u e la f e no es in com patible con la razón , p e ro p u e d e n p e rm a n e c e r en arm on ía.
A q u il e s la TORTUGA no de los alumnos más brillantes de Parménides fue Zenón (llamado Zenón de Elea para no confundirlo con Zenón de Citio, el fundador de la escuela estoica), un joven que destacaba sobre todo en la formulación de inteligentes paradojas, algunas de las cuales siguen sin solución hasta la fecha. Una de estas paradojas es la de Aquiles y la tortuga. Aquiles decide hacer una carrera de velocidad con una tortuga, pero como aquél corre dos veces más rápido que ésta, le permite com enzar desde una posición más avanzada. Entonces, afirma Zenón, en el m om ento en que Aquiles alcance el punto de partida de la tortuga, ésta habrá recorrido la mitad de la distancia que llevaba de ventaja. Y cuando Aquiles alcance la distancia que la tortuga ha recorrido, ésta a su vez habrá recorrido la mitad de la distancia, y así sucesivamente hasta el infinito, de m odo que en teoría Aquiles nunca será capaz de alcanzar a la tortuga, ya que en el tiem po en que haya recorrido el espacio que mediaba entre ellos el animal habrá avanzado a su vez la mitad de la distancia anterior. Es evidente que, en la práctica, Aquiles supera a la tortuga, pero lo cierto es que desde un punto de vista teórico, la lógica de la paradoja que Zenón plantea causa tanto impacto como perplejidad. Y es que en ningún m om ento el
U
filósofo pretende convencer a nadie de que Aquiles es incapaz de superar a la tortuga, puesto que no hay duda de que lo hace, y Zenón es perfectamente
consciente de ello. Ahora bien, lo que interesa aquí es la impecable argumentación lógica que conduce a una conclusión totalmente falsa. Pero, entonces, ¿cómo resolver el equívoco?
U n a im pe c a b l e A R G U M EN TA CIÓ N LÓGICA QUE C O N D U C E A UNA C O N C L U S IÓ N FALSA
esde el momento en que nos es posible partir de una serie de premisas incuestionables y proceder a continuación mediante una sucesión de perfectos pasos lógicos, hasta llegar a una conclusión a todas luces falsa, lo cierto es que esto nos lleva a una situación en la que el caos am enaza con echar abajo todo intento de racionalizar el m undo que nos rodea. El caso es que nadie puede evitar sentirse desconcertado ante esta paradoja planteada por Zenón, y aunque se tenga la tentación de pensar que la argumentación lógica contiene algún fallo, la verdad es que nadie hasta la fecha ha logrado descubrirlo.
El pa r a d ig m a DE U N EQUÍVOCO FILOSÓFICO
D
o en vano, uno de los filósofos más importantes del siglo xx, Gilbert Ryle, ha dicho a propósito de la paradoja de Aquiles y la tortuga: «Sin duda alguna, constituye el paradigma del equívoco filosófico». Tal vez alguien logre descifrarlo algún día, de igual m odo que en los últimos años se ha logrado solucionar el último teorema de Fermat.
Sócrates EL MAESTRO DE LA IN TERRO G A CIÓ N Sócrates es elfundador de la filosofía moral o ética. Además, sentó las bases de un pecidiar método para alcanzar la verdad mediatite un proceso basado en la continua formidación de preguntas. C entro de atención Según las descripciones y retratos q u e nos han llegado d e Sócrates, no se pued e decir q u e fuera u na persona dotada de u n gran atractivo físico. N o obstante, poseía un gran sentido d e la ironía y el humor, adem ás de u n m arcado carisma que hacía q u e la gente d e la m ás alta sociedad se sintiese m uy atraída p o r su persona hasta convertirlo en el centro de todas las reuniones.
SÓCRATES FUE EL PRIMER gran filósofo griego nacido en la misma Atenas, que en aquellos mom entos gozaba de su edad de oro. Nació hacia el año 470 a. C. y murió en el 399 a. C., dejando una mujer y tres hijos. Durante su juventud estudió entre los filósofos presocráticos, quienes a su manera intentaban entender el mundo natural que nos rodea. Dos son los principales defectos que observa en ellos. El prim ero es que todos están reñidos entre ellos. Sus postulados no son más que un cúmulo de teorías opuestas que resultan a simple vista imposibles de conciliar. A pesar de que p roponen ideas sumamente originales sobre el mundo, lo cierto es que carecen de un m étodo crítico y fiable que perm ita averiguar cuál de ellas se encuentra más próxim a de la verdad, en el hipotético caso de que haya alguna. La segunda objeción va más allá y sostiene que, a efectos prácticos, lo cierto es que no tiene la m enor im portancia práctica saber cuál de esas ideas es correcta. En este sentido, Sócrates se pregunta qué im portancia tendría en la vida cotidiana el
E l ó n f a lo s Por aquella época, Delfos era considerado com o el centro del m u n d o y albergaba u n a enorm e piedra q u e los antiguos griegos veneraban a m odo de «ombligo» (omphalos) del m undo conocido.
E l t e m pl o d e D elfos El o r á cu lo d e D elfos f u e c o n s id e r a d o co m o la m á x im a fu e n te d e s a b id u r ía d e la v e r d a d e ra n a tu r a le z a d e las cosas.
La escuela d e A tenas Este m aravilloso fr e sc o d e l V aticano p in ta d o p o r R afael e n tre 1 5 0 8 y 1511 retra ta a los filósofos m ás célebres d e la a n tig u a G recia. E n e l cen tro se en c u e n tra n P latón (iz q u ie r d a ) y A ristóteles (d erech a ). A la izq u ie rd a d e am bos, Sócrates se dirige a u n g ru p o d e discípulos y a dm ira d o res.
hecho de saber la distancia que hay entre el Sol y la Tierra o la extensión total del Peloponeso. Para el filósofo, saber estos datos técnicos no supondría ningún enriquecim iento sustancial del saber sobre el com portam iento humano.Y es que, según Sócrates, lo que sí es necesario saber es cóm o dirigir nuestras vidas y a nosotros mismos. Así, preguntas tales como qué es el bien, lo correcto o la justicia revisten una importancia trascendental, ya que, si se logran responder, los efectos que pueden llegar a producir en la vida de los hombres son m ucho más profundos e importantes. Sócrates era consciente de que nadie tenía la respuesta a ninguna de estas preguntas, ni él ni tampoco los sofistas, que aparentaban saberlo todo. Así, aun cuando el oráculo de Delfos lo distinguió como el más sabio de todos los hombres, él afirmaba que lo único que sabía es que no sabía nada.Tal era el estado del conocimiento para Sócrates, tanto en lo referente al m undo externo como al de la naturaleza humana. Así que Sócrates se dedicó a vagar p o r las calles de Atenas planteando todo un conjunto de sencillas preguntas sobre la moralidad y la política a todo aquel que quisiera escucharlo. Fue tal el
dejaba al descubierto la ignorancia de aquel que creía saber para hacerle ver, tal como le había dicho el oráculo de Delfos, que lo único que se es capaz de saber es que no se sabe nada. Por otro lado, lograba a un tiempo implicar a su auditorio en un apasionado debate filosófico sobre las cuestiones fundamentales de la naturaleza humana. Aunque Sócrates no solía aportar él mismo ninguna respuesta o solución concluyente a la pregunta planteada (y aun en el caso de hacerlo insistiría de forma reiterada y siempre de acuerdo con el método aplicado en que dicha respuesta debía ser probada y cuestionada, de ahí que difícilmente pudiera considerarse com o una respuesta definitiva), lo cierto es que siempre lograba que los interlocutores tomaran plena conciencia de las dificultades inherentes que se hallaban en la resolución de una pregunta que, en un
U n hombre del pueblo Sócrates continúa inspirando incluso a los pintores de nuestros días. En este caso, se trata d e un cuadro pintado en 1897 en el que aparece paseando p o r las calles de Atenas.
principio, parecía de lo más sencilla.
¿ Q ué
r~.:erés que despertó -e n el que sin duda influyó el ínorm e carisma que poseía entre los atenienses- que allá _ nde fuera iba siempre rodeado de una multitud, sobre : odo de jóvenes. Siempre seguía el mismo procedimiento. Zegía un concepto de los que más influencia ejercían >: bre la vida de los hombres, po r considerarlo -_adamental, com o p o r ejemplo la amistad, el valor : a piedad religiosa. A continuación, solicitaba entre s_ concurrido público que alguien respondiese, y acto erguido sometía la respuesta a un detenido examen fe nnulando al interlocutor toda una serie de preguntas acoca del asunto en cuestión. Así, por ejemplo, si alguien iiirmaba que el valor era básicamente la capacidad de ¿ruante, Sócrates replicaba: «¿Y qué hay de la obstinación? . gente obstinada es capaz de m ostrar una gran everancia y, por tanto, una resistencia encomiable. >esto valor? ¿No es acaso digno de admiración?». De c'-e modo tan sutil el filósofo lograba que su interlocutor ■a rebatir su propia respuesta o, cuando menos, ¿ ponerla en duda. El resultado era que tras el examen ;atorio se demostraba que la respuesta planteada l errónea. Así, Sócrates hacía ver al interlocutor y al [ico presente que si bien en un principio creían saber >que era el valor, lo cierto es que al final se mostraban apaces de definirlo. Este peculiar m étodo socrático basado en la anulación de preguntas se hizo célebre, y le perm itía al Iftásofo griego matar dos pájaros de un tiro. Por un lado,
se e s c o n d e tras las palabras ?
Cuando Sócrates pregunta en qué consiste la justicia no está pidiendo que alguien le dé una simple definición formal. Así, el hecho de que el calificativo «justo» se pueda aplicar a una extraordinaria variedad de personas, decisiones, leyes y situaciones, la palabra sugiere, siempre según Sócrates, que existe un nexo com ún entre todas estas acepciones, que es lo que se podría denom inar justicia; y es precisam ente la característica de esta cualidad com ún lo que el filósofo pretende desvelar. En otras palabras, está convencido de que existe algo llamado «justicia», y que ésta poseeuna existencia
UN CLÁSICO VENERADO Ya en la época en q u e se p in tó este fr e sc o en u n a villa rom an a, d u r a n te e l p r im e r siglo d e nu estra era, Sócrates se h a b ía con vertido en u n héroe e n los círcu los intelectuales d e l Im perio rom ano.
cc¡Iaz caso de mi consejo y piensa menos en Sócrates y mucho más en la verdad Sócrates
Famoso sin desearlo Sócrates mostró un total desinterés p o r el hecho de que quedase algún testimonio tanto de su obra como de su propio nombre. Por lo que se sabe, nunca dejó nada p o r escrito y, de hecho, todo lo que se sabe de él es gracias a testimonios de otras personas. Entre éstas destaca Platón, au tor de un conjunto de inmortales diálogos que tienen a Sócrates como prin cipal interlocutor. Se sabe que los primeros diálogos reflejan de un modo bastante fidedign o el contenido d e las teorías enseñadas p o r Sócrates, mientras que en los posteriores un Platón mucho más m aduro se dedica a p o n e r en boca de su maestro sus propios postulados filosóficos.
real, si bien no de tipo material, sino como un tipo de esencia o abstracción real, que es a la que alude la pregunta inicial. Esta concepción será retomada por su discípulo Platón, quien postula la existencia de una serie de Ideas abstractas que constituyen una entidad superior, perfecta e invariable, situada por encima de las manifestaciones imperfectas y variables que adopta en el mundo terrenal.
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!> Sócrates in t er r o g a d o En u n a escena d e la com edia Las nubes (423 a. C.), del dram aturgo Aristófanes (hacia 448 380 a. C.), u n enem igo encarnizado d e Sócrates, éste aparece su spendido de una cesta sobre las cabezas del público, desde la que es som etido a un interrogatorio (sátira de su m étodo) p o r Estrepsíades, u n personaje d e la obra.
“ ¿QUÉ ES LA JUSTICIA?” Sócrates
Los revolucionarios postulados de Sócrates hicieron de él una figura altam ente subversiva e incóm oda a los ojos de las autoridades. No en vano, se dedicaba a enseñar a los jóvenes a que se cuestionaran todo y superaran su ignorancia, algo lógicam ente contrario a los intereses del p oder y la autoridad. Así pues, Sócrates se convirtió en una figura tanto amada como odiada, e incluso en una ocasión fue caricaturizado en una representación de Las nubes ((423 a. C.), una comedia de Aristófanes, durante la celebración de un festival en la ciudad. Al final las autoridades decidieron arrestarlo acusándolo de corrom per a los jóvenes y de no creer en los dioses de la ciudad, p o r lo que fue juzgado y condenado a m orir ingiriendo cicuta. F.l relato detallado de su juicio y m uerte constituye sin duda alguna uno de los m om entos más trágicos de la historia del pensamiento. P Probablem ente lo que ha propiciado que Sócrates sea hoy en día uno de los filósofos más célebres es sin duda alguna el hecho de que con él se cuestionan de forma implacable los conceptos básicos sobre los que se había asentado toda la historia de la filosofía. Aunque no dejaba de afirmar que no tenía nada que enseñar, sino tan sólo preguntas que formular, lo cierto es que tal
A ristófanes A ristófan es f u e e l m á x im o represen tan te d e la co m e d ia en la a n tig u a G recia. En u n a d e sus obras a p a rec e Sócrates c a ric a tu riza d o , hecho q u e d em u estra h a sta q u é p u n to era co n o cid o e l g r a n filó so fo ¿Ueniense
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L os CUATRO GRANDES FILÓSOFOS Este m an u scrito m e d ie va l ita lia n o m uestra a los cu a tro filósofos m ás a d m ira d o s d u r a n te el R en acim ien to: A ristóteles (extrem o izq u ie rd a ), P latón (extrem o derech a), Séneca (in ferio r d e re c h a ) y, p o r últim o, Sócrates (in ferior izq u ie rd a ).
afirmación resultaba del todo falsa, ya que según se desprende de las líneas maestras que subyacen en todo su método, no cabe duda de que éste se vertebra sobre una serie de postulados o ideas filosóficas m ucho más sólidas que lo que el mismo Sócrates hacía ver. Una de ellas es el convencimiento de que toda persona que logre m antener intacta su integridad se encuentra a salvo de todo daño o peligro. Las incertidumbres que caracterizan este mundo son tan poderosas que cualquiera puede verse en un momento dado desposeído de todas sus propiedades o encarcelado injustamente, o fallecer a causa de un accidente o enfermedad. Pero todas estas eventualidades son inherentes a una siempre escurridiza existencia que de todos modos ha de acabar algún día. No obstante, en el caso en que el alma de cada uno haya permanecido íntegra y a salvo de los infortunios, todo ese cúmulo de adversidades pasará a ser una simple trivialidad. Y es que para Sócrates la peor de las calamidades para un hombre consiste en la corrupción del alma, de ahí que el verdadero daño no se encuentre en realidad del lado del que sufre una injusticia sino del que la comete. Así, concluye, nadie merece más compasión que aquel que com ete una injusticia, y no la víctima de ésta. Esta creencia hizo que Sócrates se convirtiera en todo un modelo a seguir para los estoicos, quienes varios
siglos más tarde encontraron en él una especie de santo patrón. Otra de las firmes creencias del filósofo ateniense era el convencim iento de que nadie hace el mal de forma consciente. Para él no había duda de que si alguien tiene la certeza de que corre el riesgo de actuar de una forma incorrecta, sim plem ente no lo hace. Por esa misma regla de tres, en el caso de que alguien lo hiciese, en realidad esa persona no sería consciente de su equivocación en lo más profundo de su ser. De este postulado se deriva la idea de que la virtud es una forma del conocimiento. Ello explica el em peño de Sócrates po r resolver interrogantes ules como la naturaleza de la justicia o del bien, rjestiones, a su parecer, fundamentales para poder actuar de la manera más justa. La búsqueda del conocimiento y la ispiración a la virtud se convierten en una misma cosa.
Nt O ENGAÑARSE UNO MISMO No cabe duda de que pocos filósofos han ejercido una ¡afluencia tan grande como Sócrates. Él fue el primero en poner de relieve la importancia de la integridad de cada a o como una auténtica obligación personal, ajena a las leyes, la religión o cualquier tipo de autoridad. Este ro tu la d o , es obvio decirlo, ha ejercido una influencia ^calculable a lo largo de los siglos. De hecho, no sólo retaba dispuesto a m orir en manos de la justicia antes que
defenderse contradiciéndola para demostrar su inocencia, sino que además no escapó, pudiéndolo haber hecho. Para él la integridad era lo primero, creencia que retomarían algunas de las figuras más sobresalientes de la historia.Tal es el caso de Jesús al preguntar: «¿Qué gana un hombre que acaba poseyendo el m undo entero a costa de engañarse a sí mismo?», o de Shakespeare: «Ante todo, lo importante es ser coherente con uno mismo». Sócrates fue más allá que nadie al establecer el principio de que todo es cuestionable; en ese sentido, las respuestas no pueden ser breves y concluyentes ya que las mismas preguntas conducen a nuevos interrogantes. Es así como a partir de esta idea sentó las bases de un método llamado «dialéctica», basado en la sucesiva formulación de preguntas y sus respuestas hasta dar con la verdad. Este método ha perm anecido vigente hasta la fecha, y en la actualidad se em plea sobre todo en la enseñanza.No es un m étodo válido para todo tipo de aprendizaje, pero sí constituye un excelente medio para medir hasta qué punto se ha asimilado lo que se ha aprendido. Su efectividad será tanto mayor cuanto más profundo sea el grado de com penetración y entendim iento entre el alumno y el profesor, quien debe saber com prender las dificultades de aquél. Éste es el «método socrático».
MÁS QUE UN HOMBRE Sócrates ha dado nom bre a l modelo de político sabio y con carisma. Así, si se dice d e alguien que es todo un Sócrates, todo el m undo sabe qué virtudes se le atribuyen, p u es es el único caso en que se haya tomado el nombre de un filósofo en este sentido.
La m u erte d e S ócrates cu a d ro d el p in to r fr a n c é s D a vid , a c a b a d o en 1787, m uestra a S ócrates a c o n d e n a d o s a m uerte la p o s ib ilid a d d e to m a r el ven en o o bien ser ejecutados. Io d e tom arse la cicu ta . E ra co stu m b re en la a n tig u a G recia p e r m itir a los Sócrates a p u n ta h a c ia lo alto, d o n d e p r e v é q u e h a d e ir u n a v e z m uerto.
Plató n C O N C I L I A R EL M U N D O DE LAS COSAS C O N EL DE LAS IDEAS Se suele decir que el conjunto de la filosofía occidental no es más que un continuo comentario sobre la obra de Platón, la cual sin duda alguna ha marcado las pautas que ha seguido la filosofía en los siglos posteriores. F il ó s o f o
pero
NO GOBERNANTE
Platón fue un auténtico genio en m ás d e un sentido. Sus diálogos, redactados en la mejor prosa griega q u e se haya escrito nunca, son obras m aestras d e la filosofía así com o d e la literatura. No obstante, cuando trató de influir en la práctica d e la política, n o tuvo tanto éxito.
P rincipales obras
La República es el compendio de toda la obra filosófica d e Platón. En El banquete expone su pu n to de vista sobre el amor. La apología de Sócrates, Fedón y Critón reflejan la personalidad y la obra de su maestro Sócrates.
DE LOS FILÓSOFOS QUE HEMOS TRATADO hasta ahora no nos han llegado obras escritas originales, y todo lo que sabemos acerca de ellos y sus postulados es gracias a las referencias y com entarios que otros pensadores posteriores han recogido en sus obras.Algunas de estas referencias son bastante extensas, no obstante resultan incompletas y, lógicamente, proceden de una fuente indirecta. Así, Sócrates no escribió nada, y todo lo que sabemos sobre su obra y persona se debe a los escritos de toda una serie de autores posteriores a él. Entre estos últimos destaca p o r encima de todos Platón, quien fue a su vez uno de sus discípulos. De hecho, nos encontram os ante el prim er filósofo occidental cuyas obras manuscritas originales se han conservado intactas. Son m uchos los que lo consideran, junto con su maestro Sócrates, uno de los filósofos más grandes de todos los tiempos. E l P lató n de Sócrates y el
Sócrates de P latón
Platón cuenta con 31 años cuando Sócrates es ejecutado, en el año 399 a. C.Tanto el juicio (al que asiste entre el público) como el suicidio forzoso de su maestro hacen mella en él, ya que no en vano lo considera com o el más sabio y justo de todos los hombres.Tras su muerte, Platón empieza a escribir una serie de diálogos filosóficos que tienen com o principal protagonista a su maestro, que aparece interrogando y confundiendo a sus interlocutores acerca de los conceptos básicos sobre la política y la moral. Dos razones le llevan a hacerlo. Por un lado, y a modo de desafío, inmortalizar las ideas de aquél, que ha sido condenado injustamente. Por otro, limpiar la memoria de su maestro mostrándolo com o la persona más sabia que haya habido jamás y que nada tiene que ver con las calumnias de corruptor de jóvenes con las que se le ha acusado y condenado. No obstante, se da p o r sentado que a medida que pasan los años Platón va evolucionando y madurando hacia un p unto de vista y unos postulados propios. Así, en los prim eros diálogos refleja de un m odo bastante fiel la obra y personalidad de Sócrates, recogiendo incluso
con la máxima exactitud las mismas palabras de éste. Pero una vez ha dicho todo lo que tenía que decir sobre su maestro, Platón se encuentra con que ha surgido todo un público que espera con suma avidez la aparición de más diálogos. Es en ese p unto cuando Platón empieza a expresar sus propias y originales ideas en nuevos diálogos, que m antendrán a Sócrates com o principal protagonista, p ero ahora tan sólo lo hará com o licencia literaria. La situación, no obstante, plantea toda una serie de problem as de interpretación a la hora de determ inar con exactitud hasta dónde llega el Sócrates real y el genuinam ente platónico. Lo cierto es que esta duda
“QUE NADIE ENTRE AQUÍ SIN SABER MATEMÁTICAS” P latón
siempre existirá, aunque tam poco cabe duda de que los diálogos de Platón contienen los postulados filosóficos de dos genios distintos, Sócrates para los prim eros y Platón para el resto. Así, p o r lo que respecta a los diálogos de la primera etapa, se observa un interés absoluto p o r las cuestiones relativas a la moral en detrim ento de los problemas filosóficos que afectan al mundo de las cosas concretas. En ese sentido, una de las creencias filosóficas más arraigadas es la identificación de la virtud con el conocimiento, al que se pretende llegar m ediante un proceso de continuo cuestionam iento y argumentación. En la segunda etapa, no obstante, observamos un profundo cambio: ahora, el interés de Platón sex en tra en
La a n tig u a G recia f u e la p r im e ra s o c ie d a d en la q u e se e n señ a b a a los jó v e n e s a lu m n o s a p e n s a r p o r s í m ism os m e d ia n te el recurso d e l debate, la a rg u m e n ta c ió n y la crítica, y no sim p lem en te a a s u m ir sin m á s e l p u n to
La escuela d e P latón d e vista d e l m aestro. Esto llevó lógicam en te a l m a y o r desarrollo d e l e n te n d im ie n to ja m á s experim en tado, siem pre a p a r tir d e la p r e m isa d e q u e co n o cim ien to y c rítica no son incom patibles.
b s cuestiones filosóficas aplicadas al mundo de las cosas . ncretas y sensibles, para después pasar a aplicarlas a la _ n Jucta humana. Así pues, ningún aspecto de la realidad _■'.'undante es ajeno al interés de Platón,y en ese -cntido las matemáticas y la física aparecen com o medios ■sustituibles a la hora de aproxim arse y entender mejor
el m undo de las cosas. De ese modo, no es de extrañar que en el frontispicio de su academia hiciera grabar las siguientes palabras: «Que nadie entre aquí sin saber matemáticas». Muchas de sus ideas más im portantes se formulan en forma de largas explicaciones que no son propiam ente debates o diálogos en el sentido pleno de la
El ARTE CO M O A l v er este fresco , p in ta d o en u n a d e las p a r e d e s d e u n a villa r o m a n a a m o d o d e tram pantojo, d a la im presión d e q u e la c a sa dispon e d e u n bello ja r d ín
u Como tal vez hayas leído, el sabio Platón afirma que las palabras deben estar de acuerdo con la acción v G eoffrey C haucer
palabra, donde las intervenciones del interlocutor se reducen a un simple «sí, po r supuesto» o «es cierto». Además, rechaza la idea de que la virtud consiste tan sólo en saber qué es lo correcto. En lo que Platón discrepa de Sócrates es en la creencia de que el único daño que puede sobrevenir a una persona es el que afecta al alma y, por tanto, es mejor sufrir una equivocación que cometerla.Tampoco coincide en el convencim iento de su maestro a la hora de no dar nada por sentado y cuestionar todo y a todos. De todos modos, lo cierto es que sólo gracias a esto último logrará deshacerse de la herencia de Sócrates para así poder expresar sus propias ideas. No en vano, pensar tal com o Sócrates enseñaba a sus discípulos no es más que pensar por uno mismo, sin necesidad de som eterse a ninguna autoridad superior.Y, de hecho, eso es precisam ente lo que hace Platón al exponer
L a c u n a d e la c u l t u r a OCCIDENTAL
Platón vivió en la e d a d d e oro d e Atenas, a caballo entre los siglos v y j v a . C., cuando la ciu d a d estaba generando grandes filósofos, a sí como físicos, matemáticos, astrónomos, historiadores, escultores, arquitectos y dramaturgos. Además, se d a b a p aso a la prim era dem ocracia de la historia.
¡sí V¿ fcrJ
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E s c e n a d e E l ba n q u ete El esta d ista A lcib ía d es llega a ca sa d e l p o e ta A g a tó n p a r a m a n ten er u n a co n versa ció n q u e q u e d a rá in m o rta liza d a p a r a siem pre.
ENGAÑO
en lu g a r d e u n sim ple m uro. P a ra P latón, e l arte en g a ñ a siem p re y n o es e n r e a lid a d m á s q u e u n a tram pa p a r a e l alm a.
necesario, de los límites marcados p o r su maestro. Así, partiendo de Sócrates, lo que hace en el fondo Platón es seguir a aquél, aun desde la inevitable discrepancia. E l p r im e r m a e s t r o
Platón, que murió a la edad de 81 años, vivió medio siglo tras la m uerte de Sócrates, período en el que escribió unas dos docenas de diálogos de una extensión variable que va desde las 20 páginas actuales a las 300. Uno de los más célebres es, sin duda alguna, La República, obra en la que Platón aborda la cuestión de la naturaleza de la justicia y se plantea, entre otras cosas, esbozar las bases del Estado ideal. Destaca tam bién otro diálogo, El b a n q u ete, en el que trata la naturaleza del amor. La mayoría del resto de los diálogos suelen tom ar el nom bre del interlocutor principal con el que dialoga Sócrates, com o Laques, Eufitrón, Protágoras, Fedón, Teeteto, Tim eo, etcétera. Estos diálogos se encuentran entre las más excelsas muestras de este género en toda la literatura universal. A ello hay que añadir el hecho de que contienen algunos de los pasajes filosóficos más bellos y m ejor escritos de toda la historia de la filosofía; de hecho, son muchos los estudiosos que sostienen que se trata de la mejor prosa en griego jamás escrita. Entre los más conm ovedores y, p o r tanto, los más adecuados para leer en prim er lugar se encuentran aquellos que se refieren al juicio y m uerte de Sócrates, es decir, Critón, La apología de Sócrates y Fedón. La apología recoge el discurso pronunciado p o r Sócrates durante su
¿efensa y juicio y, de hecho, se puede considerar como una apología p ro vita sua, esto es, la justificación de su propia vida. Por todo ello, se considera a Platón tanto com o un ñlósofo com o un artista de primerísimo orden. Además, rje él quien estableció el prototipo de la institución de ^Academia, que era el nom bre que había puesto a la casa en la que recibía a sus alumnos, y que a partir ce entonces pasó a designar p o r extensión todo centro donde los jóvenes recibían una formación ce alto nivel.
El m u n d o
d e las id ea s
Li teoría que más fama ha dado a Platón es, sin duda i_guna, la de las Ideas. (Se utilizará a partir de ahora la mayúscula para distinguir cuándo se utiliza este térm ino según la acepción platónica.) Ya hem os com entado con anterioridad que cuando '• ■erales formula una pregunta acerca de, p o r ejemplo, íl belleza o el valor, no busca la definición concreta de ü é a una de estas palabras, sino que trata de descubrir ¿i naturaleza de la entidad abstracta que subyace bajo rve concepto. Esta serie de entidades, siempre según S xrates, no se encuentran localizadas en un lugar o un
tiem po concretos, sino que se trata de algo que posee una existencia universal independiente de toda referencia tem poral o espacial. El conjunto de cosas concretas y singulares que existen en el mundo cotidiano, así como todos aquellos actos remarcables que pueda realizar una persona, no son más que conceptos efímeros pero que, en cam bio,form an parte indisoluble de una esencia o idea atemporal de la belleza o el valor absolutos.Y este conjunto de ideas son indestructibles y existen p o r sí mismas. Platón retom ó esta teoría acerca de la naturaleza de lo moral y de la virtud, y la generalizó al resto de la realidad. Así pues, todo aquello de que se com pone este mundo sensible que nos rodea no es más que una manifestación o reflejo efímero y caduco de una idea superior y universal que posee una existencia perm anente e indestructible fuera del espacio y el tiempo. Platón sostiene esta conclusión con argumentos de muy diferente signo. Así, p o r ejemplo, constata que, a medida que se profundiza en el conocim iento de la física, más evidente se hace el estrecho vínculo existente entre las matemáticas y la realidad del mundo. En ese sentido, para Platón el cosmos es un perfecto ejemplo del orden, la armonía y la proporción, algo que nosotros
U n régimen AUSTERO
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Los copistas Hasta la invención de la im prenta, la única m anera d e que los escritos circulasen era copiarlos a m ano de m anera que pudiesen ser estudiados y glosados. Precisam ente, durante la Edad Media fue una de las principales labores de los monjes en los m onasterios, gracias a cuyo anónim o trabajo nos ha llegado una gran cantidad d e las obras maestras de la cultura clásica, que d e otro m odo se habría perdido para siem pre.
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U n o r d e n r acional abso lu to , desd e las matemáticas a las leyes K c ú ii constituye u n a referen cia im p rescin d ib le a lo largo d e los h « . En este fre sc o d e u n m on a sterio ru m a n o d e l siglo x v i a p a rec e
en c o m p a ñ ía d e l m a tem á tico P itágoras y Solón, e l g r a n legislador y reform ista ateniense.
Esparta, la ciudadestado que dom in aba el su r del Peloponeso, era la gran rival d e A tenas en la época d e Platón, aun que a ú n tuvo tiempo este último d e ser testigo d e su definitivo declive. Se fu n dam en taba sobre una sociedad totalmente m ilitarizada y , a diferencia de la floreciente y dem ocrática Atenas, imperaba en ella una severa disciplina y austeridad. Ello explica que todavía hoy en día el térm ino «espartano» se emplee p a ra designar un a disciplina d e lo m ás estricta.
L a R e p ú b l ic a
La República de Platón em pieza como una sim ple disquisición acerca de la naturaleza de la ju sticia p ero poco a poco deriva hacia una profunda reflexión sobre la naturaleza hum ana en su conjunto, que com prende incluso los aspectos d e la vida social, p a ra y a a l fin a l centrarse en las principales cuestiones de la filosofía. Contiene, además, el prim er anteproyecto hasta ahora conocido de las bases de una sociedad ideal. Por todo ello, son muchos los que consideran este diálogo como la obra maestra de Platón, en la que éste dibuja las líneas esenciales de toda su doctrina filosófica.
ahora podem os corroborar arguyendo que todo fenóm eno producido en la naturaleza puede expresarse en térm inos de ecuaciones matemáticas. Retomando los postulados de Pitágoras, Platón concede una extraordinaria importancia a este concierto universal al concluir que, por encima del caos aparente que se manifiesta en la realidad, subyace un orden perfecto que encuentra su máxima expresión en las matemáticas. Este orden no es perceptible a simple vista,pero, en cambio, sí que es accesible a la razón, la inteligencia y el intelecto. En cualquier caso, lo más im portante es que está ahí, existe, y sobre él se asienta la realidad. Precisamente, en su afán p or encontrar ese orden absoluto acogió en su Academia a varios de los matemáticos más célebres de su tiempo, y bajo su égida tuvieron lugar enorm es avances en el dominio de las matemáticas y de todo cuanto hoy en día designamos bajo el nom bre genérico de ciencias.Y todo ello como parte indisoluble de la filosofía.
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f E l id e a l g r ie g o
Los antiguos griegos dem ostraron una absoluta maestría a la hora de conciliar el orden con la em oción, y ello lo dem ostraron en cada una de las facetas de su vida pública y social, desde la política al arte. Incluso las cráteras m uestran una extraordinaria com binación entre la forma y el sentimiento. D esde entonces, este equilibrio ha constituido todo un m odelo a seguir q u e se conoce con el nom bre de «ideal griego», y ninguna otra civilización posterior ha logrado alcanzarlo de nuevo.
P latón
Esta aproximación, llevada a cabo por Platón con una gran minuciosidad en las áreas más variadas del conocim iento, dio com o resultado la división de la realidad en dos reinos distintos. Por un lado, un mundo visible de las cosas, que no es más que la percepción que de él tenem os a través de los sentidos, el m undo cotidiano en el que nada perm anece inmóvil e invariable. En ese sentido, para Platón todo en ese mundo está en continua evolución, no hay nada que se encuentre ajeno al proceso de cambio continuo: «Todo está en constante cambio, nada es», en el que todo resulta, p o r tanto, imperfecto y corruptible. Es precisam ente este m undo ubicado en el espacio y el
“T O D O ESTÁ EN CONSTANTE CAMBIO, NADA ES” P latón
tiem po el único que el hom bre puede percibir y aprehender a partir de los sentidos. Pero, además, existe otro reino, éste ajeno a la tiranía del espacio y el tiempo, que no es accesible a nuestros sentidos, y donde reside el orden perfecto y perm anente. Este otro m undo no es más que la realidad perm anente y atemporal de la que el mundo sensible e im perfecto de las cosas nos ofrece
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La V enus d e M ilo (h a cia 2 0 0 a. C.) es ta l v e z la escu ltu ra d e m a y o r fa m a en e l m u n do. B ajo la fig u r a d e la d io sa A frodita, e n c a rn a los ideales d e . la belleza fe m e n in a en la (.¡recia a n tigu a.
jnos siempre breves e insuficientes destellos. Pero, de Precisamente, la base de su doctrina es la argumentación aecho, constituye la realidad verdadera, ya que es estable filosófica, y de ningún modo la supeditación e invariable, y no está sumida en un continuo proceso o justificación de dogma o credo alguno, y menos de cambio, tal com o sucede en el m undo sensible. del cristiano. Todo esto se puede aplicar, lógicamente, al propio Platón no siente la necesidad de apelar a la creencia en ningún dios o palabra revelada; de hecho, son m uchos ser humano. Es decir, hay una parte de nosotros mismos los ateos o agnósticos que han aceptado la totalidad o que se puede percibir con los sentidos, aunque bajo esta parte de sus teorías filosóficas. En cierto modo, Platón ¿pariencia subyace otra parte, ésta inaccesible a los sentidos, pero que, en cambio, la razón sí que es capaz mismo atribuía a las Ideas cierto com ponente divino dado su carácter perfecto y, al igual que Pitágoras, creía ie intuir. La prim era se com pone del cuerpo, de todo en la reencarnación. Pero lo cierto es que el grueso de su aquello que se encuentra sometido a las leyes de la influencia filosófica tuvo lugar sobre toda una serie de naturaleza y que se sitúa bajo el dominio del espacio y el pensadores que, partiendo de él, optaron sencillamente tiempo. El cuerpo nace y crece,y siempre es imperfecto, p o r ignorar todos aquellos elem entos que no se ya que está en continua evolución, hasta que desaparece. De hecho, no es sino un fugaz reflejo de algo superior adecuasen a sus finalidades de sincretismo religioso, e incluso sobre aquéllos manifiestamente contrarios íjue también forma parte de nosotros mismos y que no a toda interpretación divina. □ene materia, es atemporal e im perecedero, algo que podríamos denom inar «alma». Es el alma, precisam ente, la La h o s t il id a d d e P l a t ó n h a c ia el a rte Idea de cada uno de nosotros que habita en un mundo io n d e no existe el espacio ni el tiempo, allí donde en Platón afirma que, para toda persona dotada de un Jefinitiva se encuentra la verdadera realidad. mínimo de inteligencia, el principal objetivo vital debe Muchos de estos conceptos resultan sumamente ser atravesar la capa superficial del m undo de las cosas r-imiliares en la tradición cristiana, lo cual se debe al y penetrar hasta llegar al nivel donde reside la realidad aecho de que la escuela filosófica predom inante en el verdadera. Esto podría entenderse hasta cierto punto mundo de herencia cultural helénico sobre el que com o una especie de misticismo intelectual, desde el rru m p ió el cristianismo, y de la que por tanto se nutrió, mom ento en que supone tom ar conciencia de ese mundo era de tradición platónica. No en vano, el Nuevo de las Ideas en el que se encuentra el alma y al que ha de Testamento se escribió en griego y m uchos de los acceder tras la m uerte para toda la eternidad. En ese primeros pensadores cristianos trataron reconciliar las sentido, la m uerte se ha de entender como una liberación, revelaciones de su religión con las que es justo lo que Platón pone principales doctrinas de Platón. en boca de Sócrates en el Fedón. Y una de las teorías adaptadas por Para alcanzar este estado de los cristianos fue precisam ente la consciencia, es preciso que la ie la antropología platónica, que persona sepa ver a través del presenta al hom bre com o un conjunto de cosas efímeras y (xmjunto de dos realidades caducas de que se com pone el iistintas. De hecho, durante m undo sensible, de m odo que —ucho tiempo se extendió la quede libre de todo tipo de | jstum bre de referirse a Platón atracciones y deseos. Es f Sócrates como «dos cristianos precisam ente esto último lo que citeriores a Cristo», e incluso son explica la hostilidad del filósofo —uchos los cristianos que han hacia el arte, al que considera rreído plenam ente en la idea de com o algo falso y ficticio, y que que la misión histórica de estos produce un perjudicial atractivo Jos filósofos griegos universales sobre los sentidos, tanto más fae la de sentar las bases teóricas destructivo cuanto mayor sea su rué perm itieran la irrupción y grado de belleza. Para él, las obras r«ropagación del cristianismo.Tal de arte son doblem ente ¿he la creencia dom inante durante decepcionantes ya que no son la Edad Media, en la que la sino la representación imaginaria escolástica trató po r todos los de algo que ya de p o r sí es una R em o t o parecido medios de conciliar las doctrinas manifestación ilusoria. Lo único Los m a n u scrito s a n terio res a la a p a rició n d e la im p re n ta se so lía n ilu m in a r con ilustraciones, las platónicas con el dogma cristiano. que hacen es disimular tras una cuales co n stitu yen h o y e n d ía u n a d e las Es obvio que Platón no fue ni apariencia de belleza el carácter p rin c ip a le s fu e n te s d e retratos d e los filósofos d e la a n tig ü e d a d , co m o es e l caso d e l d e P la tó n q u e adío ni cristiano, y que desarrolló inalienable de fugacidad del a p a re c e so b re estas líneas. Lo cierto es q u e los hi> teorías filosóficas ajeno a mundo sensible y favorecer a u to res d e la s m in ia tu ra s n o d isp o n ía n m á s q u e cualquier tradición judeocristiana. d e su p r o p ia im a g in a ció n a la h o ra d e inspirarse. nuestro vínculo con este último, lo
Baile en ho n o r AL DIOS DlONISO En el m undo griego sobre el que Platón desarrolla toda su obra filosófica, las prácticas y manifestaciones religiosas se encuentra extraordinariam ente arraigadas. En ese contexto, para una persona de gran reputación y fama, negar o cuestionar la existencia de los dioses representa u n gran riesgo, de ahí que siem pre nos quede la duda de hasta qué p unto Platón cree en ellos o no.
La TRAGEDIA GRIEGA La tragedia griega aborda los problem as fu ndam entales d e la naturaleza hum ana, de a h í que siempre despenara un gran interés entre los grandes filósofos. Los más célebres dramaturgos de tragedias son Esquilo, Sófocles y Eurípides, cuyas obras todavía se representan en la actualidad. Uno d e los temas inmortales m ás tratados es el conflicto entre el deseo individu al y la obligación p a r a con la sociedad. La conclusión es siem pre la misma: todo aquel que se enfrente a los intereses d e la colectividad acaba irremediablemente condenado alfracaso.
Sa n J u a n
San Juan Evangelista (siglo i d. C.), autor d e u n o de los Evangelios, era u n judío im pregnado de la cultura y la filosofía griegas. Precisam ente fue el prim ero en inaugurar u n largo proceso que habría de durar m uchos siglos, la obsesión p o r adaptar la tradición filosófica griega a la propia judeocristiana.
u Si alguien busca la felicidad más allá de sí mismo, no es la felicidad lo que está buscando v P l o t in o
P latón Y EL CRISTIANISMO
Platón ejerció m ás influencia en el desarrollo del prim itivo cristianismo que ningún otro pensador no cristiano. El griego era todavía la lengua d e com unicación y cultura p o r antonom asia en la época en que nació Jesús, y el filósofo más conocido p o r aquel entonces era precisam ente Platón. D e hecho, El Nuevo Testamento se escribió en griego.
que nos desvía de esa llamada verdadera que nos ha de im peler a superar ese grado de apariencia, hasta acceder al nivel ajeno al tiem po y a los sentidos que hay más allá. En definitiva, para Platón el arte no es más que una tram pa para el alma, de ahí que en su visión de la sociedad ideal no tenga cabida. Bajo esta teoría se han escudado todos los regímenes políticos que se han dedicado a prohibir o controlar la creación artística. Para Platón, el hom bre esta com puesto de tres elem entos en perm anente conflicto: las pasiones, el intelecto y la voluntad, y la labor principal del intelecto es el control perm anente de las pasiones a través de la voluntad. Pero Platón no se queda ahí y extrapola esta división a su visión de la sociedad ideal, en la que destaca una clase intermedia, que él define com o «guardianes», cuya finalidad es m antener bajo control a la clase inferior formada p or el pueblo llano, y una clase superior, la de los gobernantes, que procede de una selección de los m ejores guardianes y que tiene com o finalidad arbitrar la vida política del conjunto de la sociedad desde su condición de filósofos. La verdad es que esta visión platónica guarda enorm es similitudes con las sociedades comunistas del siglo xx; no en vano, la influencia que las teorías políticas de Platón han ejercido a lo largo de los siglos ha sido enorm e, y no únicam ente en los regímenes totalitarios, tanto de derechas com o de izquierdas, que tanto han proliferado a lo largo de la historia reciente.
Aristóteles, un autor de tanta im portancia que se estudia p o r separado en el capítulo siguiente. De hecho, Aristóteles funda una línea de pensam iento filosófico diferente de la platónica e, incluso, contraria en muchos aspectos, aunque siempre es consciente de su deuda para con su maestro. Además de Aristóteles, otro de los filósofos más destacados enclavado en la corriente filosófica platónica aparece varios siglos más tarde, a finales del siglo ni d. C. Se trata de Plotino, que nació en el año 204 y m urió en el 269. Aunque era natural de Egipto y tenía nom bre latino, Plotino, que escribía en griego, es considerado com o el último de los grandes filósofos griegos, poniendo fin así a la línea de tradición filosófica iniciada porTales en el siglo vi a. C., así como el último gran filósofo de la antigüedad. Su doctrina filosófica se nutre de la vena mística platónica y da lugar a lo que se conoce con el nom bre de «neoplatonismo». Aunque no era cristiano y en sus escritos no aparece en ningún mom ento referencia alguna al cristianismo, lo cierto es que sus teorías ejercieron una influencia decisiva en la obra de los dos grandes filósofos del siguiente milenio, san Agustín y santo Tomás de Aquino.y, p o r consiguiente, en el desarrollo del cristianismo. Dean Inge, escritor cristiano del siglo xx, se refiere a Plotino como «el pensador místico más grande de todos los tiempos. Ningún filósofo alcanza su poder de penetración espiritual».
LOS D ISCÍPULOS DE PLATÓN
E l f il ó s o f o m ís t ic o
La obra de Platón y la de aquellos filósofos que estuvieron bajo su influencia ejerció un dominio filosófico absoluto en Europa durante los seis o siete siglos posteriores, hasta que fue sustituida p o r la corriente del pensam iento cristiano. El más célebre discípulo de Platón fue uno de los más
La obra de Plotino, más que la de cualquier otro filósofo anterior a él, salvo la excepción de Platón, se convierte en el eje filosófico que vertebra el desarrollo intelectual del cristianismo. Plotino defiende la teoría platónica de las Ideas, y sostiene que la realidad última y verdadera es de carácter m ental y que todo aquello que es creado debe haber sido previam ente pensado. Destaca tres inmediatos en el tiempo. Nos referimos a su alumno niveles ascendentes del ser. El inferior, que es donde se encuentra el ser humano, es el alma. El siguiente, donde se aprehenden las Ideas, es el dominio del intelecto. Por último, el nivel superior es el bien (Dios para los cristianos), donde debe dirigirse el ser hum ano tras superar los niveles inferiores. Los pensadores cristianos adaptaron estas teorías de acuerdo con su dogma; para éstos el mundo aparece com o una creación que surge de la m ente de Dios, a cuya l N VENERADO FILÓSOFO PAGANO unión mística debe aspirar A u n q u e Plotino no era cristiano, lo cierto es q u e sus teorías ejercieron U 7ia in flu en cia el hombre. ta l q u e h izo q u e su sarcófago fu e s e tra sla d a d o a u n o d e los m useos d e l Vaticano.
E l MITO de la CAVERNA l mito de la caverna, probablem ente el pasaje más célebre de toda la obra platónica, se encuentra en La República. En él, Platón ejemplifica de forma simbólica su visión de la condición hum ana y, en especial, su teoría del conocimiento con respecto a la realidad. La escena se sitúa en una caverna que da al m undo exterior a través de un túnel lo suficientemente largo com o para evitar la entrada de la luz del sol en el interior. Al entrar hay toda una fila de prisioneros que dan su espalda a la entrada y miran de frente a un gran muro situado al fondo de la caverna. Están del todo inmovilizados m ediante unas argollas situadas en los pies y el cuello de forma que no pueden realizar el más mínimo movimiento ver quién se encuentra a su lado, ni a sí mismos. De hecho, lo único que pueden ver es el muro que se encuentra delante de ellos, y han perm anecido en esta posición durante toda su vida, así que lo único que conocen es lo que ven en ese muro.
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etrás de ellos hay una gran hoguera y, en m edio (entre ellos y ésta) y sin que los prisioneros tengan conocimiento de ella, se levanta una muralla de la altura de un hombre, por cuyo lado exterior no cesan de pasar hombres sosteniendo cosas en lo alto de sus cabezas y cuyas sombras refleja la luz que desprende la hoguera en la superficie del muro que se encuentra al fondo de la caverna y a la que miran los prisioneros. A la vez, éstos perciben como un rum or el eco de las voces de los hom bres que
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circulan más allá de la muralla transportando los objetos. Precisamente, afirma Platón, ese conjunto de sombras y ecos es lo
ecos no son sino la realidad, la única que conocen y han podido experimentar. ero, ¿qué ocurriría si uno de esos prisioneros se deshiciese de sus cadenas, escalara la muralla y dejase los dominios de la oscuridad para acceder a la claridad de la hoguera? Lo más probable es que,: deslum brado por los destellos de ésta y confundido ante la visión de la realidad circundante, : quisiera volver atrás y I colocarse de nuevo delante del muro de las sombras, que es la realidad a la que está acostumbrado. Si fuera arrastrado a la fuerza al exterior de la caverna, la luz del sol lo cegaría y trastornaría e modo que durante una tem porada sería incapaz de ver o entender la realidad del m undo exterior. Pero, una vez se hubiera acostum brado a perm anecer en ese nivel superior de la realidad, si tuviera que volver de nuevo a la caverna, volvería a deslumbrarse, pero esta vez a causa de la oscuridad. Y todo cuanto dijera a los prisioneros acerca de las maravillas del exterior sería ininteligible para unos seres cuyo lenguaje tan sólo remite al m undo de las sombras y los ecos.
P
único que los prisioneros están condenados a percibir o experim entar a lo largo de toda su experiencia. Para ellos, de hecho, esas sombras y
LO Ú N IC O QUE PUEDEN V E R ES EL MURO QUE SE EN CU EN TR A DELANTE DE ELLOS
sí pues, tal como se desprende de esta alegoría, para Platón el ser hum ano es prisionero de su cuerpo y es incapaz de discernir incluso su propio mundo. La experiencia que de éste posee el hom bre no nace de la realidad sino de su mente.
A
A r is t ó t e l e s EL G E N IO QUE CLASIFICÓ LAS CIENCIAS Y FO R M U L Ó LA LÓ GICA Aristóteles es el iniciador de una corriente filosófica que parte de la observación y la experiencia en detrimento del pensamiento abstracto.
G enio universal Aristóteles es considerado, p o r los estudiosos m ás virtuosos y serios d e la filosofía, com o u n o d e los tres o cuatro grandes pensadores d e la elaboración d e una teoría del sujeto. Actualmente, su Metafísica y su Ética son objeto de estudio en todas las universidades del m undo.
^Debo mucho a Platón, pero debo mucho más a la verdad ^
DE IGUAL MODO QUE PLATÓN fue discípulo de Sócrates, Aristóteles lo fue a su vez de Platón. Además, el propio Aristóteles fue maestro de Alejandro Magno, de forma que se puede distinguir toda una herencia intelectual, de generación en generación, a través de unas figuras de relevancia universal. El padre de Aristóteles trabajaba com o m édico en el palacio del rey de Macedonia, Filipo, de ahí que más tarde el filósofo llegara a ser tu to r del hijo de éste, Alejandro. Nació en Estagira en el año 384 a. C.y a los pocos años quedó huérfano de padre. A los 17 años se trasladó aAtenas para estudiar en laAcademia de Platón, donde perm aneció cerca de veinte años. Más tarde, en el año 335 a. C., fundó su propia escuela en la capital, a la que puso el nom bre de Liceo, cuyo emplazamiento primitivo se descubrió precisam ente en 1996. Murió en el 322 a. C. a la edad de 62 años.
Aristóteles
U N FILÓSOFO DE ESTE MUNDO
A ristóteles y A lejandro M a g n o A ristóteles e n señ a n d o a A le ja n d ro M agno, q u ie n d e d ic a ría to d a su v id a a c o n q u ista r el m u n d o co n o cid o .
Aristóteles siem pre reconoció el genio de su maestro Platón y la enorm e deuda contraída con sus enseñanzas, p ero ello no fue impedim ento para que rechazara algunas de sus teorías básicas, com o la de la existencia de dos mundos. Como ya hem os visto, para Platón no es válido el conocim iento procedente de la percepción que tienen los sentidos de un m undo en continuo cambio, sino que, po r el contrario, la verdadera sabiduría radica en el conocim iento de otro mundo, el de las Ideas, que es abstracto y se encuentra fuera del tiem po y del espacio, y al que sólo se puede acceder a través de la razón. La postura de Aristóteles, en cambio, se opone radicalmente a esta visión dual de su maestro al sostener que el único mundo sobre el que se puede filosofar no es sino el mismo en el que vivimos y percibimos, que en sí mismo constituye una enorm e e inagotable fuente de fascinantes y maravillosas experiencias.
De hecho, según Aristóteles, es precisam ente este elem ento de fascinación el que ha hecho que los prim eros pensadores se dedicaran p o r entero a filosofar acerca de la naturaleza; es éste, y no otro, el m undo que se plantea entender y conocer. Por otro lado, Aristóteles no cree en la existencia de otro m undo ajeno a éste, de ahí que crea inútil toda
u
¿QUÉ ES EL SER?’ A r istó teles
argum entación filosófica que tenga p o r objetivo su justificación. Según él, todo aquello que se encuentre más allá de nuestra percepción o experiencia no existe. Y como no hay manera alguna de referirse o hablar de la nada, no tiene sentido detenerse en ella: toda filosofía que vaya más allá de este m undo concreto y sensible es palabrería inútil. Por tanto, las discrepancias con la teoría de las Ideas de Platón son del todo obvias: para Aristóteles, no existe motivo alguno que lleve a pensar en la posible existencia de estos entes abstractos; es más. está convencido de que no existen. El objetivo de Aristóteles de conocer todo lo relativo al m undo de los sentidos constituye, no obstante, un em peño de dimensiones faraónicas, al que dedicó por com pleto toda su energía y pasión a través del estudio de las materias más variadas. P la tó n y A ristóteles : d o s co r rien tes filosóficas opuestas P latón, a la izq u ie rd a , sostien e e l T im eo, o bra q u e recoge sus teorías m etafísicas, y a p u n ta b a c ia las cosas superiores. Aristóteles, a su vez, m u estra su Ética, y su giere c on su gesto q u e n o h a d e p e rd e rse n u n c a e l c on tacto directo con la rea lid a d . Estas dos corrientes opuestas h a n vertebrado la historia d e la filosofía a lo largo d e los siglos.
realizada p o r Aristóteles es de una magnitud tal que durante dos mil años el estudio de la lógica no ha sido, en realidad, más que una continua aproxim ación a los postulados establecidos p o r el genial filósofo griego. Ante tal manifestación de genialidad uno no puede sino quedarse maravillado admirando la obra ingente del que sin duda ha sido la m ente más lúcida de toda la historia universal. De hecho, difícilmente se puede encontrar a alguien que haya reunido tanto saber en una misma persona com o Aristóteles.
“EL MAESTRO
DE AQUELLOS QUE SABEN” D a n t e so br e A ristóteles
D a n t e , d iscípu lo d e A ristóteles D ante, e l m a y o r p o e ta d e la E d a d M edia, vio siem pre a A ristóteles com o la m á x im a a u to r id a d en aqu ella s ra m a s d e l sa b er q u e el cristia n ism o n o h a b ía abo rd a d o .
M etafísica La pa la b ra «metafísica» proviene d el griego y significa -más allá d e la física *. Constituyó el título d e u na colección de varios trabajos de Aristóteles, los cuales elaboró después de escribir el libro que versaba sobre la física. Se centra en el estudio d e los rasgos m ás característicos de la realidad, como el espacio, el tiempo, la sustancia, etcétera.
No en vano, de él parte la prim era clasificación de las diversas ramas del saber, muchas de las cuales han tomado el nom bre de los títulos de algunas de las obras aristotélicas más célebres, com o es el caso de la lógica, la física, la política, la economía, la psicología, la metafísica, la meteorología, la retórica o la ética, algo que resulta de lo más extraordinario si se tiene en cuenta que se trata de la labor de una sola persona. Además, a él se deben muchísimos térm inos técnicos que, desde entonces, han gozado de una difusión universal en la gran mayoría de las lenguas, ya sea a través del griego o de su versión latinizada, com o energía, dinámica, inducción, demostración, sustancia, atributo, esencia, accidente, categoría, tópico, proposición o universal.Y, p o r encima de todo, Aristóteles sistematizó la lógica m ediante un proceso de validación e invalidación, es decir, distinguiendo aquello que realm ente deriva de una causa y lo que tan sólo es consecuencia en apariencia. La labor
Tras la caída del Imperio romano y la entrada en lo que se ha venido en llamar los «siglos de la oscuridad», la obra de Aristóteles pasó al olvido en Europa, mientras que en el m undo árabe se conservó viva, de donde posteriorm ente pasó a la cultura occidental hasta convertirse en la base de todos los conocim ientos científicos o cuasicientíficos que poseyeron los europeos de la época. Por stipuesto, la importancia de la obra aristotélica radicaba no sólo en el propio contenido de la misma, sino también en los diferentes m étodos de investigación y conocim iento sobre los que se basa. Así, no es de extrañar que el propio Dante (1265-1321) se refiera a Aristóteles com o «el maestro de aquellos que saben». Sus estudios sobre la biología así com o sobre lógica ejercieron una gran influencia hasta bien entrado el siglo xix, y su filosofía de ámbito más general, com o la política, la ética y la estética, perm anecen vigentes.
La
n a tu r a leza d e l ser
La pregunta básica que se plantea Aristóteles es cómo explicar la esencia de las cosas, qué es lo que hace que algo exista. O dicho con sus propias palabras: «La pregunta, planteada desde hace m ucho tiem po y que siempre ha sido objeto de debate [es]:“¿Qué es el ser?”». La prim era conclusión a la que llega es que las cosas no son sim plem ente la sustancia de que están hechas. Para ilustrar esta afirmación, se vale del ejemplo de una
casa. Imaginemos que alguien años. Pero, ¿quién pondría en encarga a un constructor que duda que se trata del mismo le haga una casa en un terreno Sócrates? Así, parece obvio que posee, y éste trae los que no tiene mucho sentido ladrillos, las tejas, la madera afirmar que el gran filósofo y el resto de los materiales ateniense es de lo que se necesarios y le dice al dueño: com pone su cuerpo. Aquí tiene su casa». Lo cierto Aristóteles traslada esta teoría es que esta situación parece al resto de los seres. Así, por sacada de un chiste malo, pues ejemplo, sostiene que las el dueño dispondría de todo diferentes familias de perros aquello de que se com pone que existen no se engloban una casa pero no de la casa en en el nom bre genérico de L a Física d e A r i s t ó t e l e s sí. Para que ésta cobrara «perro» p o r la materia El térm in o q u e h o y con ocem os p o r fís ic a p r o c e d e d e l título d e esta o bra d e Aristóteles. realidad, cada uno de los particular de que se materiales tendría que estar com ponen, sino porque todas dispuesto de la m anera conveniente y conformando una ellas com parten un mismo conjunto de rasgos estructura o fundam entos bien definidos, que es lo que característicos que las diferencian de las otras especies verdaderamente daría consistencia a la casa. De hecho, se de animales que tam bién poseen huesos, carne y sangre. podrían utilizar otros materiales de construcción (cristal, Estos argumentos, con los que Aristóteles se opone al metal, plástico), y aunque éstos, sean cuales sean, resultan puro y duro materialismo que defiende la existencia de imprescindibles, en realidad no son ellos los que dan la m ateria p o r encima de todo, resultan apabullantes y, de rorma a la casa, sino que son los fundamentos y la hecho, todavía no ha habido nadie que haya sido capaz armazón los que la dan. Aristóteles ilustra incluso esta de refutarlos, ni tan siquiera los mismos partidarios del :eoría con los propios seres humanos, en este caso, el materialismo. Así pues, Aristóteles concluye que una mismo Sócrates. Si nos fijamos en el cuerpo de Sócrates, cosa es lo que es en virtud de su forma. Al llegar a este afirma, observaremos cómo éste se encuentra en punto se plantea otra cuestión: ¿qué se entiende p o r perm anente transformación y llega incluso a forma? Por un lado se afirma que no se trata cambiar p or com pleto al de algo material y, p o r otro, se cabo de unos pocos refuta la teoría de las
DESACREDnADO D urante los siglos xvi y xvn la visión del m undo planteada por Aristóteles fue m uy rebatida. En este libro de 1616, que trata sobre los diferentes tipos de carácter hum ano, se com para al gran filósofo griego con un asno.
“ El hombre es bueno en un sentido, pero malo en muchos v A ristóteles
P rincipales obras Ética a Nicómaco Política Poética Retórica Lógica Física Metafísica Sobre el alma
I m por tan cia de la observación de la naturaleza Entre las aportacion es m á s valiosas d e A ristóteles está n las referentes observación y estu dio d e la re a lid a d p a r a fo r m u la r sus teorías. Este a la biología y ¡a fisio lo g ía . En todo m om ento, el filó so fo p a r te d e la fre sc o d e l siglo iv lo m uestra en lin a sesión d e a n a to m ía .
Ideas platónica, desechando así la posibilidad de que se trate de una entidad sobrenatural fuera del espacio y el tiempo. Para Aristóteles, la respuesta hay que buscarla en la realidad del propio mundo sensible.
Las i.
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R etórica En esta obra, Aristóteles analiza y enseña el arte de la persuasión, desde cóm o construir un discurso hasta cóm o causar u n a buena im presión en el público valiéndose d e los múltiples recursos q u e perm ite la oratoria.
c u a t r o causas
De acuerdo con lo dicho hasta ahora, para Aristóteles la forma es la causa que hace que algo sea lo que es. Esto le lleva a examinar qué se entiende por «causa», de la que acaba distinguiendo cuatro tipos distintos que explicarían en definitiva por qué una cosa es lo que es. De ese modo, la forma no es sino lo que expresa una cosa. A la hora de ilustrar esta teoría de las cuatro causas se suele recurrir al ejemplo de una escultura de mármol. Para que ésta exista
que se compone, esto es, el mármol: es lo que Aristóteles define como «causa material» que responde a la pregunta: «¿de qué material está hecha la escultura?». Pero, como ya hemos visto antes, la materia de que se com pone una cosa no basta para que ésta exista. Sí que es cierto que el mármol es imprescindible, pero es del todo insuficiente en sí misma para crear la estatua, pues requiere otras tres causas. Así, para que el bloque de mármol adopte la forma de un dios o un caballo o de cualquier otra cosa es necesario que alguien lo esculpa con un cincel y un martillo: es lo que Aristóteles denomina la «causa eficiente», es decir, aquello o aquel de donde procede el principio primero del cambio que responde a la pregunta: a «¿qué es lo que perm ite trabajar la materia en cuestión?», «¿qué utensilios se utilizan para darle la forma previamente pensada?». Pero el proceso no acaba ahí, sino que ese bloque ha de adoptar una forma concreta y característica que lo distinga de los demás, ya que un bloque recién sacado de la cantera no es, en principio, ninguna escultura.
“ EL HOMBRE, POR
u El oprimido busca siempre la justicia y la igualdad. El poderoso, en cambio, las ignora
NATURALEZA, DESEA SAB ER”
A ristóteles
A r istó teles
Sabias palabras
En 1545, el hum anista inglés Roger Ascham (1515-1568) hizo la siguiente observación:«Sea cual sea la lengua empleada, aquel que desee escribir bien debe seguir el consejo de Aristóteles: hablar como la gente llana y p en sa r como los sabios. D e ese modo, la palabra estará siempre a l alcance de todos».
F o rm a e in ten cio n a lid a d En El esclav o lib erán d o se (1 5 2 5 -1 530), u n a escultura in a c a b a d a d e M iguel Ángel, a p a rece u n a fig u ra h u m a n a salien do d e la oscu ridad. Q u ed a claro hasta q u é p u n to la in ten cio n a lid a d y la m aestría d el escultor resultan im prescindibles p a r a d a r fo r m a a l m árm ol.
Aristóteles denomina esto último «causa formal», es decir, aquello que hace que la materia indeterminada pase a ser algo determinado que responde a la pregunta: «¿cuál es la imagen que se ha logrado al trabajar el material?». Las tres causas mencionadas tienen lugar porque hay una finalidad detrás de todas ellas; es decir, el artista crea la escultura p o r un motivo, ya sea éste el dinero o la fama. Se habla de la «causa final», el fin por el que se hace algo, lo que confiere sentido a toda acción. Así pues, las cuatro causas aristotélicas son la material, la eficiente, la formal y, p o r último, la final. Salvo en la primera, se puede dar el caso de que dos o más coincidan en un caso determinado. Esto resulta evidente en las ciencias naturales: la causa formal de un roble que ha crecido a partir de una simple bellota es su misma causa final, pues la última forma alcanzada es, a la vez, el último paso de todo el proceso.
E l padre DE la l ó g ic a e n 1502, a p a rec e n la Lógica d e Aristóteles, la R etórica d e Cicerón l a lógica aristo télica se m a n tu v o co m o u n o d e los p ila r e s d e la y la M ú sica d e Túbal. edu cación su p erio r cristia n a a lo largo d e to d a la E d a d M ed ia y m á s a llá d e ella. En este c u a d ro d e la c a te d ra l d e Le Puy, p in ta d o
En este caso concreto, la causa material estaría constituida po r la madera, la corteza y las hojas de que >e com pone el árbol, mientras que la causa eficiente consistiría en la tierra, el agua, el aire y los rayos solares. Mediante este análisis detallado de las cuatro causas podemos entender la concepción que tenía Aristóteles de la forma y, por tanto, de su oposición con la de su maestro Platón. Así, según aquél, la forma de un objeto, aunque no es algo material, es algo intrínseco a la misma realidad del objeto, no se puede separar de ésta, de igual modo que no se puede separar a un hom bre de. su cuerpo. Esto resulta corroborado po r el simple hecho de que, a la hora de conocer la realidad, uno no se ve impelido a escoger entre una lectura materialista y otra supranatural: de hecho, es perfectam ente posible conocer la realidad valiéndose de múltiples aproximaciones no materialistas, pero sin necesidad de abandonar el m undo sensible. Para Aristóteles, la verdadera esencia de un objeto radica no tanto en La materia de que está formado, com o de la función intrínseca para la que se ha diseñado; en este sentido ¿firmó una vez que si el ojo tuviera alma ésta sería la de la visión. Este principio resulta igualmente válido para ios seres inanimados; así, afirma de nuevo, si un hacha tuviera alma, ésta sería su capacidad para cortar. Así pues, para Aristóteles lo verdaderam ente im portante de los
objetos es su utilidad, la finalidad para la que han sido concebidos, y tan sólo desde esta aproxim ación es posible llegar a conocer la realidad. Es éste también el camino que a nosotros nos perm ite entender los conceptos aristotélicos de alma, forma y causa final. Este método, además de proporcionar a Aristóteles una solución al problem a de los universales planteado p o r Platón en su teoría de las Ideas, le perm ite al mismo tiem po abordar los principios del movimiento y el cambio. Este último es concebido com o el proceso en el que la potencia (aquello que puede llegar a ser lo que todavía no es) se convierte en acto (la realización o concreción de esa potencia), tras dejar el objeto su forma primitiva para pasar a ser otra cosa distinta.
Salvar
las a p a r ie n c ia s
En todo su intento de entender el m undo, Aristóteles insiste en el hecho de que no se debe olvidar nunca que es este mundo concreto y singular el que se está procurando entender. Y aunque muchas veces uno se siente constreñido ante las limitaciones que la experiencia impone, lo cierto es que se deben descartar siempre todas aquellas explicaciones que pongan en entredicho la validez del conjunto de experiencias que se intentan aclarar. Por ello mismo, sugiere Aristóteles la necesidad de dotarse de un m étodo aplicable en
U na vida n o exenta DE PELIGROS A l igual que Sócrates, Aristóteles fu e acusado de im piedad hacia el fin a l de su vida. Ante la p osibilidad d e ser condenado a muerte, y «para evitar un segundo atentado contra la filo s o fía d e c id ió aban don ar A tenas y se exilió a Eubea en el año 3 2 3 u. C., donde m urió a l añ o siguiente a la e d a d d e 62 años. No todos losfilósofos posteriores tuvieron tanta suerte. El último de ellos en sufrir tortura hasta la muerte fu e Giordano Bruno (1548 1600), a quien la Inquisición condenó p o r defender el heliocentrismo.
A rquímedes Entre los más célebres continuadores de los postulados aristotélicos en el cam po de las ciencias destaca la figura del inventor y m atem ático Arquímedes (287-212 a. C.), autor del principio q u e lleva su nom bre, según el cual el volum en desplazado p o r u n cu erp o sum ergido en el agua es equivalente a la cantidad d e agua desplazada.
u La poesía es más filosófica y más digna de seria consideración que la historia v A ristóteles
cualquier tipo de situaciones, sobre el que se asienten de modo firme el conjunto de fenómenos que se hayan de estudiar, de modo que siempre sea posible volver atrás, al origen. Éste es, precisam ente, el objetivo fundamenta] que debe presidir toda aproxim ación del hom bre a la naturaleza. Este m étodo debe perm itir en todo m om ento prescindir de todo aquello que no se base en la propia experiencia; es decir, tal com o dice el propio Aristóteles, debe «salvar las apariencias». Esta expresión, de sobras conocida p or todos, todavía puede servir de punto de partida para la actualidad en cualquier estudio filosófico. Platón y Aristóteles ejemplifican los arquetipos de las dos corrientes principales que han vertebrado la historia de la filosofía a lo largo de los siglos. Por un lado, algunos filósofos han concedido un valor relativo al conocimiento de la realidad procedente de los sentidos, p o r cuanto creen que hay algo más allá escondido tras la apariencia de los objetos concretos. En cambio, otros han optado por centrarse en el estudio de este mundo, que para ellos es el único que existe. Por p o n er un ejemplo relativamente próxim o a nuestra época, los grandes filósofos racionalistas de los siglos x v ii y xvrn defendían que el conocim iento procedente de la percepción de nuestros sentidos era del todo insuficiente, mientras que los grandes filósofos empiristas de la misma época postulaban precisam ente todo lo contrario, es decir, que el único conocim iento válido es el derivado del estudio directo de los hechos observables y concretos. Esta oposición entre ambas tendencias filosóficas ha estado siempre presente en la filosofía occidental.
E l t é r m in o
m e d io
Hasta cierto punto, la elección de una u otra corriente tiene bastante que ver con el tem peram ento de cada persona. Así, la gente que tiene ciertas inquietudes religiosas suele sentirse más identificada con la doctrina platónica, mientras que aquellos que poseen una concepción más terrenal de la vida suelen optar más por las teorías de Aristóteles. Pero el motivo p o r el que han perm anecido vivas a lo largo de los siglos radica en el hecho de que cada una de ellas p one un especial
énfasis en el p unto precisam ente ignorado p o r la otra. Lo im portante no es aferrarse a una de estas posiciones y despreciar la contraria, sino aprender de ambas. Eso es lo que hizo el genial filósofo alemán Kant a finales del siglo x v iii , quien optó p o r conciliar las dos corrientes tom ando los elem entos más coherentes de cada una. Todo lo que hem os visto hasta ahora sobre Aristóteles tiene que ver con su epistemología o teoría del conocim iento, aunque no es justo dejar de m encionar otros aspectos de su extensísimo corpus filosófico. Así, sus obras sobre ética, entre las que destaca su Ética a N icóm aco, han ejercido más influencia a lo largo de la historia que las de cualquier otro filósofo, y si com paramos los enfoques adoptados p o r la gran mayoría de los filósofos morales del siglo xx, preocupados por cuestiones tan familiares como el bien o el deber, con la m agnitud y profundidad de los de Aristóteles, las diferencias saltan a la vista.
“ EL HOMBRE ES POR , NATURALEZA UN ANIMAL POLÍTICO” A ristóteles
Aristóteles parte del presupuesto de que el hom bre tiende a buscar la felicidad p o r sí misma, y ésta viene dada p o r el pleno desarrollo y ejercicio de las capacidades propias de cada uno en el contexto de la vida en sociedad. Esta búsqueda pasa inevitablemente p o r el desacuerdo con otras personas, pero esto, según puntualiza, no constituye en sí ningún impedimento. En este contexto desarrolla su famosa teoría del «término medio», según la cual la virtud se encuentra en el punto medio de dos extremos, cada uno de los cuales no es más que vicio. Así, la generosidad se encuentra a medio camino entre el derroche y la avaricia; el valor, entre la cobardía y la temeridad; el respeto, entre la vanidad y el desprecio; la modestia, entre la timidez y el descaro. El objetivo es siempre alcanzar el equilibrio, que es el que en definitiva
conduce, según Aristóteles, a la verdadera felicidad. í Una de las cosas que más llaman la atención acerca de la filosofía moral de Aristóteles es lo poco moralizante que resulta, pues no en vano su principal objetivo era puram ente práctico. Su doctrina sobre la m oderación y el equilibrio, en la que no hay cabida para los excesos, puede resultar m ucho más atractiva a las clases medias y acomodadas que a los jovenes, pero lo cierto es que éstos siempre acaban adoptando una posición bastante aproximada a la aristotélica.
V iv ir
c o n i n t e g r id a d
La. Ética a Nicóm aco de Aristóteles nos lleva directamente a su Política; de hecho, ambas obras fueron concebidas como la primera y la segunda parte de un mismo tratado. Según Aristóteles, la auténtica misión del Estado consiste en crear las condiciones para que los hombres EL TEATRO GRIEGO puedan llevar una vida plena y feliz, Los griegos rep resen taban su s obras e n teatros a l a ir e libre, com o éste d e T aorm in a, en es decir, que puedan satisfacer sus Sicilia. Las g r a d a s te n ía n u n a fo r m a sem icirc u la r y los a sien tos n o se h a lla b a n señ a liza d o s. necesidades. Uno de los puntos poco más». A partir de esta afirmación, uno de los sobre los que se basa su teoría reside en la creencia editores renacentistas del filósofo griego, el italiano ¿e que el hombre sólo puede alcanzar la felicidad Castelvetro, en el prólogo de la Poética (1570), propone formando parte de tina sociedad, y nunca como un ser p o r prim era vez la famosa teoría de las tres unidades de aislado. Es éste el sentido de su famosa frase: «El hombre tiempo, espacio y acción, que a partir de entonces pasan es por naturaleza un animal político». El hombre a conocerse bajo el nom bre de «normas aristotélicas» de solitario es antinatural; la tendencia innata del hombre la tragedia y que tendrán tina influencia decisiva en el es la que le lleva a intentar lograr la perfección y, por transcurso de la historia de la literatura universal. Aunque tanto, la felicidad, en la sociedad. En este punto nos más que tratarse de una idea del propio Aristóteles, es encontramos con una de las aseveraciones más más bien de una derivación de una de sus teorías. importantes de toda la filosofía política, y es la idea Lo cierto es que, habiendo pasado a formar parte de de que el Estado hacer posible la consecución de la nuestra civilización tal cantidad de teorías y conceptos felicidad: la plena realización del individuo. aristotélicos, es una verdadera lástima que no nos haya P ie d a d y t e r r o r llegado ningún ejemplar de la época en que fueron la última obra de Aristóteles a la que nos vamos a referir publicados. Además de p o r su contenido, las obras de es la Poética, en la que habla sobre la literatura y la Aristóteles eran admiradas p o r la gran belleza de su tragedia. Su mayor parte se centra en el estudio de esta estilo; así, el célebre orador y literato latino Cicerón ultima, ya que Aristóteles considera que posee una mayor calificaba la prosa del filósofo griego como «un río de capacidad de penetración en la vida que la misma oro». Son tan numerosas las referencias a sus obras en las ristoria. Según afirma, el conjunto de sentimientos que de los autores posteriores que sabemos prácticam ente emergen a la superficie durante la representación de una todo acerca de ellas, aunque p o r desgracia las originales tragedia conduce a la catarsis, que define com o un se han perdido. Lo único que se ha conservado es un proceso purgativo o de limpieza mediante el recurso de conjunto de com entarios que com prenden tan sólo una b piedad y el terror. Es el propio Aristóteles el que define quinta parte del total del corpus aristotélico. Desde un por prim era vez las tres partes de todo relato p unto de vista literario, no tienen nada que ver con la «planteamiento, nudo y desenlace), todo ello, según calidad artística de las de Platón y, de hecho, hasta ifirma, «en el tiem po que media entre el alba y el ocaso, o resultan algo pesadas al leerlas.
LA TRAGEDIA GRIEGA La calidad que alcanzó la tragedia griega no ha sido nunca superada. La m ayoría de la población m asculina de Atenas solía acudir a las representaciones, las cuales versaban sobre las cuestiones más fundam entales. Los actores se caracterizaban m ediante el em pleo de máscaras, de acuerdo con el personaje que habían de representar, lo cual constituía, d e hecho, el único maquillaje que llevaban.
U na palabra dura La palabra cínico significa *como un perro», y fu e el propio Diógenes, el m áximo representante d e esta escuela, quien explicó el motivo d e dicho nombre: «Me llanum perro porque adulo a aquellos que m e dan algo, aúllo a los que no lo hacen y m uerdo a los tunantes». El término «cínico» todavía se emplea en la actualidad, pero se aplica a aquel que menosprecia las motivaciones d e otros.
Los
CÍNICOS
EL DECLIVE DEL M U N D O A N T IG U O Los cínicos rechazaban todo tipo de convenciones. Fue la primera de las cuatro grandes escuelas de la filosofía griega que surgieron tras la caída de Atenas.
ALEJANDRO MAGNO, QUETUVO a Aristóteles por tutor, modificó el curso de la historia a la vez que el de la filosofía, al hacerse con las riendas, en un asombroso corto espacio de tiempo, de la práctica totalidad del m undo conocido po r los antiguos griegos, desde Italia a la India pasando p o r enorm es extensiones del actual Oriente Medio y el norte de África. La aparición de Alejandro supuso, po r otro lado, la desaparición u En verdad de las ciudades-estado independientes griegas, que perdieron así su preem inencia cultural. os digo que si Allí donde iba, Alejandro fundaba nuevas ciudades no fuera con colonos griegos para que administrasen el enorm e territorio conquistado. La mayoría de estos colonos se Alejandro casaron con mujeres locales, de modo que el resultado querría ser fue la aparición de una población cosmopolita, pero que en todo m om ento supo conservar su identidad griega. Diógenes v Así, la gran mayoría del m undo conocido en aquella A lejandro M agno época pasó a tener m ultitud de ciudades «griegas» en un territorio que no era Grecia y que se caracterizaba p o r la gran heterogeneidad cultural de sus pobladores: es lo que se ha venido en llamar el «mundo helénico». Entre estas ciudades destacó aquella a la que Alejandro había dado su propio nom bre, Alejandría, en Egipto, que se convirtió en el prim er foco cultural e intelectual de todo el mundo helénico, y que contenía la mayor biblioteca jamás habida en toda la antigüedad. El período helenístico se extiende desde la caída de las ciudades-estado griegas en el siglo rv a. C. hasta el dominio del Imperio romano, en el siglo i a. C. Durante este tiempo, la cultura y la civilización de la antigua Grecia se propagaron p o r todo el mundo conocido, e incluso La prim era biblioteca internacion al sobrevivieron a la conquista La biblioteca d e A le ja n d ría f u e la m á s im p o rta n te d u r a n te cerca d e m il años, desd e e l 2 9 0 a. C. ha sta s u destrucción, e n 646. p o r parte del Imperio
romano, el cual fue, de hecho, conquistado culturalm ente p o r Grecia. Por ello, no es de extrañar que, aunque Palestina formara parte del Imperio romano, el Nuevo Testamento se escribiera en griego.
Los d o s p r i m e r o s c í n i c o s A la m uerte de Alejandro, su Im perio entró en una fase de luchas internas y políticas que, no obstante, no lograron socavar la fuerte im pronta cultural heredada de la antigua Grecia. De todos modos, esta situación de gran inestabilidad política y social determ ina la vida cultural e intelectual de la época, de ahí que se convierta en un tem a recurrente a lo largo de toda la obra de las cuatro escuelas filosóficas que surgen durante este período, los cínicos, los escépticos, los epicúreos y, p o r último, los estoicos. En todas ellas se observa una constante preocupación p o r el modo en que la civilización debe hacer frente a ese m undo dominado p o r el peligro, la inseguridad y la inestabilidad. La primera escuela filosófica que aparece es la de los cínicos, que equivaldrían hasta cierto punto a lo que hoy entendem os p o r «pasotas». Su fundador fue Antístenes, un discípulo de Sócrates y coetáneo de Platón que llevaba una existencia acomodada y sin sobresaltos en aquel círculo aristocrático de filósofos, hasta que la muerte de su maestro y la caída de Atenas le hicieron replantearse la vida. Así, se deshizo de las cosas superfluas y pasó a vestir como un humilde campesino y a vivir entre los más pobres, proclamando la abolición del gobierno, de la propiedad privada, del matrimonio y de la religión oficial.
“ SOY UN CIUDADANO DEL MUNDO” D ió g en e s
A le ja n d r o , f i l ó s o f o y c ie n tíf ic o A d em á s d e u n g r a n m ilitar, a A leja n d ro M agn o se le d ebe en p a r te el q u e la c u ltu ra g rieg a se p ro p a g a se p o r todo el m u n d o a n tig u o . Esta ilu stra ció n m e d ie va l m uestra a A leja n d ro e x p lo ra n d o e l m a r desd e u n a c a m p a n a d e bu zo .
Entre los admiradores de Antístenes destacó uno en especial llamado Diógenes (404-323 a. C.), que superaría EH fama al maestro. Diógenes adoptó Lina postura de ¿esprecio absoluto de toda convención, y para ello no radaba incluso en causar la p eor imagen posible, ya :~_cra no lavándose, vistiendo con harapos, durmiendo un sarcófago, com iendo alimentos en mal estado realizando todo tipo de actos indecentes en público. 3e hecho, tal com o afirmaba, vivía como un perro, i r ahí que la gente le pusiera el apodo de «cínico», iel griego kynikos), que significa «como un perro», la palabra ha perdurado intacta a través de los siglos, üLmque lo cierto es qtie su significado ha cambiado considerablemente.
E l epitafio de D iógenes El epitafio del monum ento levantado en Atenas en memoria d é Diógenes dice así: ¡fe, lo niego, perro, dim e qué guardas en esta tumba. -U n perro. J -¿Cómo se llam a? - Diógenes. —¿ Y de dónde viene? —D e Sínope. -¿El mismo que hizo de un cubo sil casa? —El mismo, pero que ahora, muerto, es una estrella entre las estrellas.»
«Soy un ciudadano del mundo», que es lo que significa la palabra «cosmopolita», que Diógenes acuñó para la posteridad. Son muchas las anécdotas a propósito de Diógenes. La más famosa es tal vez aquella que se refiere a la visita que le hizo Alejandro Magno. Al pararse éste a la entrada del antro que el filósofo tenía p o r casa, le preguntó si él, que había conquistado todo el mundo conocido, podía hacer algo p o r ayudarle, a lo que Diógenes replicó: «Sí, deja que entre la luz». Sin duda, una respuesta que admite una lectura simbólica además de la real y que constituye tal vez el mayor desprecio que ningún filósofo haya realizado jamás contra el sistema de valores de toda civilización.
El PRIMER COSMOPOLITA Diógenes y sus seguidores no eran cínicos en el sentido ■anal de la palabra. Creían en el p oder de la virtud, pero v: hacían distinción alguna entre los verdaderos valores w los falsos. Para ellos, esta distinción es despreciable, de tln que no reconozcan la existencia de las convenciones ■•reíales: distinguir entre lo propio y lo ajeno, público f privado, vestido o desnudo, crudo o cocido, no sirve rara nada. Diógenes extendía esta consideración a la procedencia de las personas, de modo que para él un ^iidadano griego y un extranjero eran lo mismo. Así, . ^ando le preguntaban sobre su procedencia, respondía:
A le ja n d r o M a g n o v is ita a D ió g e n e s Es e l e n cu en tro d e dos sistem as d e valores a ntagón icos: e l c o n q u ista d o r d e l m u n d o va a l en cu en tro d e l filósofo q u e r e c h a z a todo lo te rre n a l y h a opta d o p o r v iv ir com o u n perro .
LOS ESCÉPTICOS LOS PRIM EROS RELATIVISTAS DE LA H IS T O R IA DE LA FILOSOFIA La escuela filosófica de los escépticos fu e creada por uno de los grandes soldados de Alejandro Magno. EN UN SENTIDO AMPLIO de la palabra, la verdad es que el térm ino «escéptico» posee una larga tradición en la filosofía griega. Así,Jenófanes sostiene que, aunque siempre se puede aprender más de lo que se sabe, nunca se llega a tener la certeza de que se alcance la verdad final. A esto Sócrates replica que lo único que sabemos es que no sabemos nada, aunque de su afirmación se desprende que el conocim iento es posible y, lo que es más, que aspira a llegar a él. Jenófanes, a su vez, está convencido de que la ignorancia se puede com batir tom ando conciencia de ella. Así, pues, ambos filósofos acaban adoptando una actitud positiva con respecto a la posibilidad de conocer.
escépticos, de ahí que a veces se la denom ine también pirronismo. Pirrón era un soldado de Alejandro Magno que llegó a combatir en las campañas de la India. Sin duda alguna, durante sus largas expediciones tuvo oportunidad de constatar la extraordinaria diversidad de pueblos, culturas y doctrinas existentes en los lugares por donde pasaba. Así, llegó a la conclusión de que toda creencia firmemente aceptada por un pueblo encuentra su réplica opuesta en otro, y lo curioso del caso es que las razones esgrimidas en ambos casos parecen igual de razonables, o eso le parece a Pirrón. Concluye que lo mejor es aceptar las cosas tal como vienen y, dado que las apariencias engañan, es preferible no dar crédito a ninguna de las interpretaciones E l e s c e p t ic is m o de la verdad que circulan. Por ello, no es necesario El prim ero en hacer del escepticismo toda una preocuparse por esta cuestión, y tan sólo hay que dejarse doctrina, adoptando, pues, una postura activa de llevar por la corriente y nadar entre todo ese conjunto de rechazo hacia todo tipo de conocim iento fue creencias y prácticas sociales que conforman la mayoría Pirrón (hacia 365-270 a. C.), quien creó la escuela de las situaciones en que se puede encontrar una persona. filosófica llamada de los Uno de los alumnos de Pirrón,Timón de Filio (320 230 a. C.), retom ó esta idea dotándola de una argumentación intelectual m ucho más sólida. Señala que todo argumento o prueba se basa sobre una serie de premisas que no se sostienen p or sí solas. De ese modo, si se intenta demostrar la verdad de esas premisas mediante otros argumentos o pruebas hay que recurrir a su vez a otras premisas indemostrables, y así hasta el infinito, de modo que, para Timón, no se uede alcanzar ningún grado de certeza absoluta. El sucesor de Timón, Arcesilao (315 240 a. C.), se hizo cargo de laAcademia de Platón, que habría de perm anecer en manos de los escépticos durante dos siglos. Arcesilao en sus enseñanzas mediante dos m étodos principales: el prim ero consistía en p oner a un mismo nivel los dos extrem os de un mismo problema; el otro se basaba en refutar cualquier E l p o d e r in f l u y e s o b r e la s id e a s consideración planteada p o r alguno de sus alumnos. N in g ú n otro m ilita r o e sta d ista tu vo ta n ta in flu en cia en e l curso d e la historia d e la filo so fía com o Por su parte, su sucesor, Carneades (214-129 a. C.), se A leja n d ro M agno, y a q u e p o r u n la d o a c a b ó c o n la a u to n o m ía d e las ciu d a d es-esta d o g rieg a s q u e tan to h a b ía n a p o rta d o a la filo so fía , a l tiem po q u e h a c ía d e l griego u n a len gu a universal. trasladó en una ocasión a Roma para ofrecer una serie
C arneades (214-129 a. C .) Célebre polemista, Carneades sucedió a Arcesilao tanto en la dirección de la Academia de Platón com o al frente de la corriente escéptica. Sobresalió sobre todo p o r sus críticas a los filósofos epicúreos y estoicos.
de charlas acerca de las diferentes concepciones que tenían Platón y Aristóteles de la justicia, tras cuya exposición pasaba a rebatir todo cuanto acababa de decir.
La
c e r t e z a a b s o l u t a n o existe
H escepticismo ha desempeñado un papel fundamental en la historia de la filosofía. Ello se debe principalmente i que la certeza no es asequible mediante la argumentación, la demostración o la prueba, algo que por otro lado no ha sido aceptado de forma unánime hasta el siglo xx, de ahí que la búsqueda de la certeza haya desempeñado un papel fundamental en el desarrollo histórico de la filosofía. Lo que un argumento válido prueba es que las conclusiones a las que llega proceden de sus propias premisas, pero ello no equivale en absoluto a afirmar que dichas conclusiones sean verdaderas. De hecho, todo argumento válido empieza con la condición «si»: si «p» es cierto, entonces «q» debe ser también cierto. Aunque la verdad es que con este tipo de planteamiento siempre queda la duda de si «p» es cierto, ya que la argumentación no lo prueba por sí mismo desde el m om ento en que se acepta como cierto. Y. en definitiva, asumir que algo es cierto, cuando no se ha demostrado su condición de tal, no puede sino plantear un interrogante sobre la veracidad de las conclusiones a que conduce una argumentación de este tipo. Así pues,
■ “ M E D I A N T E EL E S C E P T I C I S M O SE I LLEGA EN U N : P R I N C I P I O A LA I S U S P E N S I Ó N DEL ¡juicio, PARA PASAR I A LA LIBERTAD, j N A C I D A DE LA A L T E R A C I Ó N DE LO “ ESTABLECIDO” S e x t o E m p ír ic o
cada «prueba» se basa en una serie de premisas ^demostrables, y esto ocurre tanto en lógica, matemáticas y ciencias como en los aspectos más cotidianos de nuestras vidas. De todos modos, esto no :.Hiere decir que una serie de postulados no puedan ser más ciertos que otros; afirmarlo sería injusto. No obstante,
P rin cip ales o b ra s Las obras de Sexto Empírico (hacia 2 0 0 d. C.) constituyen la prin cipal fu en te de conocimiento d e la corriente filosófica del escepticismo: R esum en del pirronism o Contra los dogmáticos Contra los sabios
LOS LÍMITES DEL MUNDO CIVILIZADO La g e n te d e a qu ella época solía id e n tifica r el Im perio d e A leja n d ro M agn o con la c iv iliza c ió n . Esta id e a sen tó las bases d e lo qu e con ocem os com o m u n d o helenístico, q u e h ab ría -d é p e rp e tu a rse a lo largo d e m uchos siglos, y estableció el griego com o len gu a u n iversal d e la cultu ra. No en vano, f u e la len gu a en qu e se escribió el N uevo Testamento.
la labor de distinguir entre unos y otros es uno de los problemas de más difícil resolución con que se ha encontrado la filosofía a lo largo de los siglos. El más célebre escéptico de la era m oderna es el escocés David Hume. Para él, la vida del hom bre es una continua elección entre diversas posibilidades, algo que implica la necesidad de tom ar una decisión con respecto al modo en que se nos aparece ese cúmulo de situaciones, tanto si nos gusta com o si no.Y dado que la certeza no es asequible al ser humano, éste está obligado a elegir del mejor m odo posible entre las diversas manifestaciones de la realidad a las que tiene que hacer frente, algo que imposibilita el hecho de considerar cada una de esas alternativas con igual grado de escepticismo. Así pues, este último debe reducirse al máximo, ya que nadie puede vivir de acuerdo con unos esquemas totalm ente escépticos o, de poder hacerlo, no tendría m ucho sentido vivir de ese modo. En cualquier caso, esta refutación del escepticismo, si es que lo es en realidad, no se basa una argumentación de tipo lógico. Se debe tender hacia un equilibrio entre la búsqueda de esa certeza que nunca se alcanzará p o r com pleto y la capacidad de sopesar en igualdad de condiciones unas alternativas.
E l P yrrhoniarum ( resumen del PIRRONISMO) d e S e x to Em pírico G ran parte de lo que sabem os acerca de la obra de Pirrón, el fundador de los escépticos, se lo debem os a Sexto Empírico (hacia 200 d. C.). Lo cierto es que Pirrón n o destacó com o u n pensador original, p e ro lograba rebatir los argum entos de sus contrincantes con tanto ingenio que su obra alcanzó gran fama. San G regorio, en el siglo iv, arrem etió contra Pirrón, ya que contagiaba a la gente con «la vil y maligna enfermedad» del escepticismo.
LOS EPICÚREOS LOS PRIM EROS C IE N T ÍF IC O S Y HUM ANISTAS LIBERALES
Epicuro David Hume, en pleno siglo xvm, realiza la siguiente observación: «Los interrogantes planteados p o r Epicuro perm anecen todavía sin respuesta. ¿Acaso está dispuesto [Dios] a erradicar la m aldad, pero no es capaz de hacerlo? En ese caso no es poderoso. ¿Es capaz, p ero no está dispuesto a hacerlo? Entonces es q u e es m alvado. Por último, ¿es capaz y está dispuesto a hacerlo? Si es así, ¿por qué existe la maldad?». En la obra de Voltaire se encuentra u n pasaje muy parecido a éste. Tal vez esto sea signo de q u e los interrogantes planteados por Epicuro se encuentren todavía sin resolver.
Como tantas ideologías del siglo xx, el epicureismo es materialista, busca el placer y carece de toda intencionalidad religiosa. En definitiva, se trata de la primera ideología de este tipo que se sistematiza desde un punto de vista intelectual, bajo la form a de toda una doctrina filosófica. DOS DE LAS CORRIENTES FILOSÓFICAS más importantes y que más influencia han ejercido a lo largo de los siglos aparecen por prim era vez durante el período helénico. Nos referimos al epicureismo y al estoicismo. La prim era de ellas es, hasta cierto punto, creación de un único filósofo, Epicuro (hacia 341-270 a. C.). Su principal objetivo consistía en liberar al hom bre de cualquier tipo de temor, no sólo el de la m uerte sino el de la misma vida. En una época en la que la vida estaba repleta de peligros y amenazas de toda clase, Epicuro proponía la búsqueda de la
felicidad y la satisfacción personal en el dominio de la vida privada. «Sé un desconocido» es una de sus máximas más célebres y supone una ruptura total con la mentalidad tradicional que no busca sino la fama, la gloria o algo tan decente en apariencia como el honor. Pero el epicureismo es, de hecho, una doctrina filosófica que pretende abarcar todos los aspectos de la existencia. Para ello empieza por abordar la concepción de la naturaleza. En prim er lugar, Epicuro acepta el atomismo de Demócrito, según el cual todo el universo material se com pone únicam ente de átomos y espacio. Dado que es imposible que los átomos existan a partir de la nada o desaparezcan en esa misma nada, Epicuro sostiene su carácter indestructible y eterno. No obstante, no es posible predecir sus movimientos, y las com binaciones que forman no duran para siempre. Es p o r ello que los objetos físicos, todos ellos formados a partir de una particular com binación de esos átomos, son efímeros. Su vida, pues, no es más que una sucesión de átomos que se unen para, en un m om ento dado, deshacerse de nuevo. Así, desde este punto de vista, todo cambio producido en el universo consiste en la repetición infinita de este proceso, o bien en el movimiento a través del espacio de los objetos así formados.
M
u jeres y esclavos i n c l u id o s
El propio ser hum ano se encuentra entre los objetos formados de este modo. Así, un grupo de átomos finos y particulares se unen hasta constituirse en un cuerpo y un alma bajo la forma de un ente singular, el ser humano, que existe com o tal hasta que llega el m om ento, inevitable p o r otro lado, en que dichos átomos se disgregan. Pero, según afirma Epicuro, no se debe tem er este momento, ya que la m uerte representa el cese de ese ser que somos mientras existimos y, p o r tanto, cuando uno m uere ya no existe com o ser. Dicho de otro modo, mientras se vive la m uerte no existe, y cuando uno Ba c o y las M énades B aco, o D ioniso, era e l d io s d e los p o d e re s e m b ria g a d o re s d e la n a tu ra leza , y se le a so cia b a con las orgías. P recisa m en te los epicú reos fu e r o n a c u sa d o s d e p ra ctica rla s, c u a n d o en r e a lid a d se o p o n ía n fir m e m e n te a ellas.
está m uerto, somos nosotros los que no existimos. Así pues, según Epicuro, todo ese conjunto de suplicios y torturas con que los dioses amenazan al hom bre tras la
muerte no tienen ningún sentido, ya que no pueden tener lugar desde el m om ento en que no se existe. En este contexto se entiende la célebre sentencia de Epicuro: «La m uerte no existe», pues para él, todo aquel que logre hacer suya esta idea quedará libre de cualquier temor ante la idea de morir. Por lo que respecta a las divinidades, Epicuro logra prescindir de ellas sin necesidad de negar su existencia (algo que le habría puesto en serios apuros), ¿firmando que se encuentran muy, muy lejos y que, como dioses que son, no tienen ningún deseo de rebajarse hasta el punto de intervenir en el caótico dominio de los isuntos mundanos. Así, inactivos en su distancia y
cientifícistas y de liberación que han caracterizado el pensam iento del siglo xx. De hecho, nos encontram os ante la prim era versión de esa filosofía vitalista tan propia de nuestros tiempos, y que tiene su más im portante base ideológica en el largo poem a del poeta latino Lucrecio (hacia 92-52 a. C.) De rerum na tu ra (Sobre la n aturaleza de las cosas), una de las obras maestras de toda la literatura latina, que tenía por objetivo principal introducir la doctrina epicúrea en la cultura romana.
desinterés, «no hay nada que esperar ni tam poco tem er de ellos». En el fondo hay que hacer com o si no existieran.
“LA MUERTE f NO EXISTE”
M emento M orí Los epicúreos, al igual que otros m uchos, se valían de la calavera com o símbolo d e la mortalidad. Su m ensaje implícito era: «Disfruta de la vida mientras puedas-.
NEADVM C EN1TRIX H OMI NAD!
E pic u r o
VVMq uoíupta Ya que estamos condenados irremisiblem ente a la no existencia, deberíamos aprovechar al máximo las zportunidades que nos ofrece la única vida de la que disponemos. Así pues, nuestros objetivos en esta vida han de ser vivir plenam ente y alcanzar la felicidad, para k> cual resulta imprescindible m antenerse al margen de :odo ese cúmulo de violencias e incertidum bres que caracterizan la vida pública y optar p or convivir en pequeñas com unidades en las que todo el mundo compartiera ideas similares. Gozar de una buena salud fi disfrutar de unas perfectas relaciones personales es rjndamental, de ahí que los placeres se deban de abordar íiempre desde una m oderación en la que se tiene que estar abierto a todo lo que no sea dañino o injurioso. En un principio, las com unidades que formaron los epicúreos estaban abiertas a todo el mundo, incluidos ■ys esclavos y las mujeres, algo inaudito en el contexto del conjunto de sociedades circundantes, los prim eros cristianos com batieron firm em ente el epicureismo po r cuanto tenía éste de rechazo a la inmortalidad establecida y a la existencia de un Dios benévolo, además de po r su apología de los valores puramente terrenales. UNA OBRA MAESTRA DE LA POESÍA Una de las cosas que más llama la atención de la filosofía ipicureísta es el enorm e parecido que presenta en nuchas de sus ideas con respecto a los movimientos
icíi iu b n r Labmtvi hona .c*crutr> d'ü£ m r a f frao ifrran tif orm rm m i
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S o b r e la naturaleza d e las cosas Lu crecio, el m ás célebre d e los p o e ta s epicúreos, a p a rece escribien do en su m esa en esta m in ia tu ra q u e ilustra la ed ic ió n cristia n a d e esta obra p a g a n a . El texto qu e lo a c o m p a ñ a es e l in icio d e l Libro p rim ero, u n ca n to a Venus, la diosa d e l a m o r carn al.
LOS ESTOICOS LA FILOSOFÍA OFICIAL DEL IM PERIO ROMANO Z e n ó n d e C itio El fundador del estoicismo, Zenón, es autor de la célebre República, obra e n la que defiende la im portancia de las leyes y aboga p o r la validez universal de las instituciones políticas. Por desgracia, salvo algunos escuetos com entarios, ninguna de sus obras ha llegado hasta nosotros.
P rin cip ales o b ra s Las Epístolas de Séneca Los Discursos de Séneca Los Discursos de Epicteto Las M editaciones de Marco Aurelio Algunas de las mejores obras sobre el epicureism o fueron escritas p o r Cicerón, Diógenes, Laertio y Sexto Empírico.
Ya que tanto la muerte como la adversidad se hallan fuera de nuestro alcance y afectan a todos por igual, lo más conveniente es aceptarlas con la más digna de las resignaciones.
EL ESTOICISMO SE MANTUVO com o corriente filosófica durante casi cinco siglos y representó el paso de una filosofía estrictam ente griega a otra de ámbito universal. De hecho, esto no fue más que una consecuencia directa de las conquistas realizadas p o r Alejandro Magno, que propiciaron la rápida expansión p o r todo el Imperio, el m undo civilizado, de la cultura griega. De ese modo, no ha de extrañar que los prim eros filósofos estoicos procedieran de Siria y los últimos de Roma. Lo cierto es que esta diversidad jerárquica de procedencias afecta también al cam po social, de modo que entre los estoicos más célebres se puede encontrar desde un esclavo (Epicteto) hasta un em perador (Marco Aurelio). De hecho, estos últimos han dem ostrado a lo largo de los siglos una especial predilección por la filosofía estoica, ya que todos los sucesores de Alejandro Magno, e incluso la gran mayoría de los reyes que hubo tras la m uerte de Zenón, se declararon abiertam ente partidarios de esta doctrina. Zenón (334-262 a. C.), natural de Citio, Chipre, es el fundador de la filosofía estoica, y no hay que confundirlo con el tam bién filósofo Zenón de Elea.
SENECA, FILOSOFO V POLITICO
Uno d e los últim os estoicos, Séneca, tu to r d e Nerón, ocupó im po rta n tes pu esto s en la a d m in istra c ió n d e l Im perio ro m a n o en tre los a ñ o s 54 y 6 2 d. C.
El estoicismo p arte de la idea de que no hay autoridad más im portante que la razón y, a partir de esta afirmación, se basa el resto de los dogmas que conforman esta doctrina. Así, para los estoicos la única realidad
M a r c o A urelio Este em perador, qu e g o b e rn ó e n tre los a ñ o s 161 y 1 8 0 d. C., s im b o liza la época d e m a y o r esp len d o r en to d a la historia d el Im perio rom an o. A fín a l estoicism o, desta có ta m b ié n p o r sus obras d e c o n te n id o filosófico, d e m o stra n d o d e ese m odo q u e e l ejercicio d e l p o d e r n o es in co m p a tib le c on la filosofía.
que existe es aquella que percibim os a través de los sentidos, y no cabe hablar de realidades o m undos «superiores». Este m undo físico, al que pertenece el ser humano, está gobernado p o r una serie de principios racionales e inteligibles, y es precisam ente ese espíritu de racionalidad que lo imbuye todo lo que los estoicos denom inan Dios. Éste no se encuentra fuera de la realidad y sin contacto con ella, sino que impregna cada uno de los objetos de que se com pone. En otras palabras: es la conciencia del mundo.
Em o c io n e s
y ju ic io s
Al formar el ser hum ano parte indisoluble de la naturaleza y no existir un m undo superior, para los estoicos no tiene sentido afirmar que hay un después tras la m uerte, ya que no hay ningún sitio donde ir, sino que la sustancia m uerta pasa a integrarse de nuevo en la naturaleza. Es precisam ente el conjunto de postulados éticos que derivan de esta última afirmación uno de los motivos p o r los que el estoicismo ha alcanzado tanta fama e influencia a través de los siglos. Ya que la naturaleza está gobernada p o r una serie de principios racionales, cabe preguntarse p o r qué la realidad es com o es. Para el estoico, ésta es inamovible y no se puede hacer nada p o r cambiarla ni aunque se quiera, p o r lo que lo único que se puede hacer es aceptarla tal cual es.Y si las em ociones se resisten a hacerlo, es que se encuentran mal orientadas, son erróneas: según el estoicismo, las em ociones son juicios
y. por tanto, manifestaciones del «conocimiento», tanto si son ciertas como falsas. Así, la codicia sería el conocimiento de que el dinero es un bien de gran importancia que se debe adquirir p o r cualquier medio, lo que sin duda constituye un juicio erróneo. Si todas las emociones se atienen a la razón, entonces éstas proporcionarán tan sólo juicios correctos, y sólo así se puede llegar a otorgar a las cosas la im portancia que realmente poseen. La mayoría de la gente que adoptaba las doctrinas ' estoicas solía ser capaz de mostrar una gran resignación inte las penurias de la vida. Pero lo cierto es que a veces podía darse el caso de que uno no quisiera vivir más, por ejemplo en caso de arruinarse o ante una enferm edad sin i cura posible. En esas situaciones, el estoicismo defendía .i posibilidad de poner fin a una vida llena de pesadumbres, tal como, de hecho, hicieron muchos. Así, no es de extrañar que una gran cantidad de los estoicos ! más célebres acabaran suicidándose. Lina de las mejores fuentes de información acerca de los postulados de la doctrina estoica se encuentra en las jbras de dos de los últimos estoicos más célebres, ambos niños. Nos referimos, por supuesto, a Séneca (hacia 2 a.C.-65 d.C .) y Marco Aurelio (121-180 d. C.). Aunque no se les pueda considerar estrictam ente filósofos, en el -entido en que no aportaron ningún postulado original a la doctrina estoica, la extraordinaria calidad y modernidad de sus obras hace que éstas puedan ser
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en la moral cristiana, que poco a poco iba cobrando una mayor importancia p o r las mismas fechas en que Séneca, Epicteto y Marco Aurelio escribían sus obras. Las palabras «estoico» y «estoicismo» han pasado a formar parte de nuestro vocabulario y se aplican a aquellas personas que m uestran una gran entereza ante las adversidades. El alcance de los postulados defendidos p o r los estoicos resultan de una m odernidad extraordinaria, y son m uchos los que hoy en día, incluso sin ser conscientes de ello, se valen de una actitud vital muy próxim a a la que se desprende de la obra de Séneca. Sin duda alguna, en la perm anencia de las ideas estoicas a lo largo de los siglos ha influido el hecho de que la literatura latina haya sido uno de los pilares sobre los que se ha asentado la educación en muchos países occidentales.
U na visión universal El estoicismo no sólo fu e la doctrina moral to n la que se asocia en la actualidad, sino que constituía una propuesta filosófica que abarcaba todos los campos del conocimiento sobre el ser humano, como la lógica o la epistemología.
CADA EST O IC O
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PERO EN LA C R IS T IA N D A D , ¿ D Ó N D E ESTÁ EL C R I S T I A N O ? ” R a lph W a ld o E m e r so n
leídas en la actualidad por el gran público sin mayores ; dificultades. De hecho, constituyen la referencia i mprescindible para todo aquel que esté interesado en introducirse en el m undo de los estoicos. La moral estoica ha causado desde siempre un respeto y admiración, incluso entre aquellos que no se considerados fieles partidarios de esta corriente I flosófica. No se trata de una moral de fácil seguimiento, ¿unque, en realidad, ¿qué moral digna de tal nom bre I) es? Lo cierto es que ejerció una influencia decisiva
E legir entre la vida y la muerte E ntre los estoicos e l su ic id io no era algo p roh ibido, sin o que, p o r el contrario, se con sid era b a qu e uno d e los derech os m ás im portan tes d e todo se r h u m a n o era la c a p a c id a d d e elegir cóm o d e b ía ser tan to su m uerte com o su vida.
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l o s m il a ñ o s q u e m e d ia n e n t r e la c a íd a
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r o m a n o , e n el s ig l o v d e n u e s t r a e r a ,
EL INICIO DEL RENACIMIENTO, EN EL SIGLO XV, LA
ANTORCHA DE LA CULTURA DE LA EUROPA OCCIDENTAL FUE TRANSPORTADA, PRINCIPALMENTE, POR LA IGLESIA, DE MANERA QUE, ANTES DE ACEPTAR NUEVAS TEORÍAS Y DESCUBRIMIENTOS, LOS CRISTIANOS DEBÍAN ASEGURARSE DE QUE FUERAN COMPATIBLES CON EL DOGMA CRISTIANO. ASÍ, LOS ESCRITOS DE LOS FILÓSOFOS MÁS DESTACADOS DE ESA ÉPOCA FUERON ESCUDRIÑADOS PARA DETERMINAR QUÉ IDEAS PODÍAN SER ADMITIDAS POR EL CRISTIANISMO (COMO LAS IDEAS QUE SE HALLABAN EN ARMONÍA) Y CUÁLES DEBÍAN SER RECHAZADAS. L a MÁXIMA EXPRESIÓN DE ESTE PERÍODO LA ENCARNA SANTO TOMÁS DE AQUINO, CUYA INGENTE OBRA CONSTITUYE UNA ORIGINALÍSIMA SÍNTESIS DE LAS PRINCIPALES DOCTRINAS FILOSÓFICAS POSTULADAS HASTA ENTONCES.
A ltar b iz a n t in o D etalle d e l a lta r m a y o r d e S an M arcos, Venecia, hecho d e oro, p la ta con p ie d ra s preciosas, p e rla s y esm alte.
Sa n A g u s t í n LA SÍNTESIS ENTRE EL PLA TON ISM O Y EL C R IS T IA N IS M O San Agustín es tal vez el filósofo más importante entre Aristóteles y santo Tomás de Aquino, un período de casi 1.600 años. C ic e ró n M arco Tulio Cicerón (106-43 C.) fu e un célebre orador, político y filósofo, que escribió la gran m ayoría d e su obra en el exilio, a l cual se retiró tras la victoria de Julio César. Se opuso a Marco Antonio, que subió a l p o d e r tras la muerte d e César en el año 4 3 a. C., y fu e asesinado p o r orden del hijo adoptivo de este último, el em perador Octavio.
SIN DUDA UNA DE LAS FIGURAS más interesantes de toda la historia de la filosofía, san Agustín nació en la ciudad de Hipona, en la actual Argelia, en el año 354 d. C., y murió en esa misma ciudad en el año 430 tras haber recorrido todo el Mediterráneo. Su padre era pagano, pero su madre, p o r la que sentía un especial cariño, era cristiana. San Agustín dio la espalda en un principio al cristianismo cuando contaba con 15 años. La lectura de Cicerón unos pocos años más tarde le llevó a una búsqueda p o r las diferentes corrientes filosóficas hasta que volvió de nuevo a la religión profesada p o r su madre. En un principio adoptó el maniqueísmo, una doctrina creada p o r el persa Mani en el siglo ni según la cual el universo es el resultado de la oposición de dos fuerzas opuestas, el bien y el mal, la luz y la oscuridad. Según esta misma doctrina, la m ateria es perversa y el espíritu, bueno, y cada persona tiene una mezcla de ambos elem entos en la que la llama de luz, que es el alma, trata sin cesar de desprenderse de la materialidad del cuerpo en el que se encuentra encerrado. Pero poco a poco san Agustín fue derivando hacia un cada vez más intenso escepticismo, precisam ente la corriente filosófica que imperaba p o r aquel entonces en la Academia de Platón. Durante un tiem po se volcó en el estudio de la obra del genial filósofo ateniense y en la lectura neoplatónica de Plotino, y adoptó firm em ente los postulados de los escépticos. Pero, a los 32 años, dio un nuevo giro y volvió de nuevo al cristianismo, sin p o r ello dejar de lado las teorías platónicas y neoplatónicas p o r las Sa n A g u st ín que tanta admiración A la p reg u n ta : «¿Por q u é D io s c reó el un iverso a rb itra ria m e n te sentía. El resultado fue e n el tiem po?, sa n A gu stín replicó: -C u á n d o creó e l universo creó ta m b ié n e l tiem p o ». la fusión de estas
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últimas con el dogma cristiano, hecho que habría de ten er unas consecuencias de incalculable trascendencia. Él mismo nos relata las diferentes fases que le llevaron p o r este periplo en sus maravillosas Confesiones, la prim era autobiografía en el sentido m oderno de la palabra. En ellas relata desde las vicisitudes de su infancia y el gran afecto que sentía por su madre hasta la promiscuidad sexual que le caracterizó durante su adolescencia. Es curioso observar cóm o hasta cierto punto se resistía a deshacerse de las tentaciones carnales, y en una de sus oraciones exclama: «Señor, hazme casto, pero todavía no».
P recedentes Uno de los elem entos de contenido filosófico más interesantes que encontram os en las Confesiones -íntim am ente ligado, p o r otro lado, a su condición de autobiografía- es el que trata sobre la naturaleza del tiempo. «Si nadie m e pregunta [qué hora es], sé; si, en cambio, m e lo preguntan e intento responder, no sé.» San Agustín cree que aunque los seres vivos se hallan sujetos al transcurso del tiempo, Dios no lo está, y concluye que el tiem po existe sólo desde la pura experiencia de la realidad y que, p o r tanto, carece de entidad com o algo autónom o en sí mismo, una afirmación que anticipa una de las grandes teorías kantianas (véanse págs. 132-137). En otra de sus ideas acerca del tiem po se anticipa a su vez a Schopenhauer (véanse págs. 138-145), en concreto cuando afirma que la existencia sólo tiene cabida desde el presente, al igual que cuando sostiene que el conjunto de nuestra presencia en el m undo com o seres, incluido el intelecto, se basa en la voluntad. San Agustín también se adelanta a Descartes (véanse págs. 84-89) al rebatir el escepticismo argum entando que para dudar de algo, e incluso de todo, es preciso existir,y que, p o r tanto, si de algo no se puede dudar es de la existencia de uno mismo. Así, desde el m om ento en que se tiene la absoluta certeza de que se existe, es falso afirmar que no se puede saber nada, no estar seguro de nada o, incluso, dudar de todo, que e£ precisam ente el principio sobre el cual se basan los escépticos. Así pues, si es posible saber que se existe, tam bién lo ha de ser ten er la certeza de que existen
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de que el verdadero conocim iento se encuentra fuera del tiem po, en un mundo de Ideas perfectas, al que se llega m ediante la razón y no a través de los sentidos. Un m undo al que, po r otro lado, tiende esa parte del ser hum ano que tam bién es perfecta y se halla fuera del tiempo, pero que se encuentra atrapada en un cuerpo que, por el contrario, tiende hacia las cosas materiales del m undo concreto y singular. Es precisam ente ese carácter tem poral y corruptible de los objetos que com ponen el m undo sensible lo que hace que no pueda haber un conocim iento estable y verdadero de él, puesto que la m ateria no es más que mera apariencia.Todo este conjunto de ideas platónicas, y otras tantas, pasan a formar parte del cristianismo gracias a la labor realizada p o r san Agustín. De hecho, incluso se llega a dar p o r sentado el hecho de que el conjunto de las teorías platónicas no constituyen sino una fase previa del cristianismo que habría de aparecer unos siglos más tarde, del cual, en el fondo, formaban parte.
La pérdida de LA GRACIA DIVINA M uchos pensadores de la época creían q u e la reproducción sexual era u na consecuencia directa de la caída del hom bre. Sin embargo, san Agustín consideraba q u e la sexualidad era una parte fundam ental de la naturaleza hum ana que Dios había creado, pero que el pecado d e A dán la habría distorsionado p or com pleto. Así, según él, la caída del hom bre debía atribuirse únicam ente al p ecado original.
A lmas
c o n d e n a d a s al in f i e r n o
LTna de las teorías de san Agustín que nunca llegó a ser aceptada p o r la doctrina ortodoxa de la Iglesia pero que, sin embargo, ejerció una influencia fundamental sobre ella es la de la predestinación. Según ésta, nadie puede salvarse p o r sus propios méritos sin la intervención divina, ya que sin la gracia de Dios toda salvación es imposible. Así, las almas que son condenadas al infierno son las de aquellos en los que Dios no está presente; es decir, los condenados existen como tales porque tal ha sido la voluntad divina. Esta teoría sirvió de marco y justificación para las miles y miles de personas que durante los siglos posteriores habrían de ser condenadas y torturadas antes de su definitiva entrada en el infierno.
La I n q u is ic ió n española San A g u stín e ra p a r tid a r io d e l em pleo d e la fu e r z a p a r a c o n ven cer a los q u e se a le ja ra n d e la d o c trin a cristian a, id e a q u e la Iglesia n o ta rd a ría en adoptar. La In qu isición española, establecida en 1478, cobró u n a im p o rta n c ia fu n d a m e n ta l en la p e rse cu ció n d e los fa lso s conversos (m u su lm an es y ju d ío s ) tras las p ro m u lg a c io n e s d e expulsión d e 1 4 9 2 y 1502.
De hecho, nos encontram os ante uno de los muchos ejemplos -com o pueda serlo tam bién el marxismoen que una doctrina filosófica es utilizada com o marco ideológico para justificar el asesinato en masa. Algo que, p o r otro lado, demuestra, si es que aún necesita demostración, las terribles consecuencias prácticas que se pueden derivar de una simple idea abstracta. Esta misma teoría agustiniana de la predestinación ejerció una enorm e influencia a lo largo de los siglos, de forma que incluso mil años más tarde se habría de convertir en uno de los pilares sobre los que se basó la reforma protestante realizada p o r Lutero, Calvino y Jansen. E l d e c liv e d e l a c iv iliz a c ió n San Agustín vivió durante la plena decadencia del Imperio romano, de modo que se convirtió en un testim onio privilegiado de cómo, a lo largo de los años, las bases sobre las que se había asentado el m undo y la civilización hacían aguas hasta su com pleta destrucción p o r parte de los pueblos bárbaros. Así, poco después de su muerte, Hipona, su ciudad natal, fue destruida p o r los vándalos. Es el inicio de lo que algunos historiadores han denom inado la «edad de las tinieblas», unas tinieblas a las que hasta cierto p unto el propio san Agustín ha contribuido a forjar, con su visión pesimista de la caída en desgracia del hom bre y del inherente carácter pecam inoso de la naturaleza en la que le ha tocado vivir. En su fundamental obra La d u d a d de Dios describe cóm o cada individuo es ciudadano de dos comunidades diferentes: la de Dios, p o r un lado, que es eterna e invariable, y se asienta sobre los verdaderos valores, y la terrenal, basada en valores falsos y efímeros, como todo lo que en ella se encuentra. Así, el lector puede ver el paralelismo de esta teoría y la de los dos mundos de Platón. San Agustín es el último gran filósofo de la antigüedad latina, y son m uchos los que lo consideran com o el más grande de la época. Es, además, el prim er autor que entiende su búsqueda filosófica más com o una profundización en el propio m undo interior que en la simple interrogación acerca de la realidad física y social que se extiende alrededor del ser humano. Por último, a él se le deben dos de las obras fundamentales de la historia de la literatura y la filosofía universales: Confesiones (hacia 400) y La ciu d a d de Dios (hacia 413-426). .
Los SUPLICIOS DEL INFIERNO La d u d a d d e D ios (4 1 3 -4 2 6 ) se c o n virtió e n u n a d e las obras fu n d a m e n ta le s d e la E d a d M id ia . San A gu stín c re ía que, tras la c a íd a d e l hom bre, D ios d iv id ió a l a h u m a n id a d en elegidos y con den ados. En e l m u n d o terrenal, los lím ites e n tre u n o s y otros n o resu ltan claros d e distingu ir, y n o es hasUi e l d ía d e l ju ic io f in a l q u e los elegidos reciben la g ra cia divin a , m ien tras q u e los co n d e n a d o s son a tr o ja d o s a la h ogu era p e rp e tu a d e l infierno.
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