Historia Critica 3

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CONTENIDO LA UNION SOVIÉTICA Y EL TERCER MUNDO

HUGO FAZIO

EVOLUCIÓN IDEOLÓGICA DE LA RESISTENCIA PALESTINA. (1968-1988)

LEOPOLDO MUÑERA RUIZ

MILENARISMO Y DEFENSA DE LA FE EN EL SIGLO DE LAS LUCES: LA OBRA DEL JESUÍTA CHILENO MANUEL LACUNZA

FREDERIC MARTÍNEZ

‘‘MUJERES INCAUTAS Y SUS HIJOS BASTARDOS”. CLASE, GENERO Y RESISTENCIA CAMPESINA EN LA REGIÓN CAFETERA DE CUNDINAMARCA. (1900-1930). (PRIMERA PARTE).

MICHAELF. JIMÉNEZ

INDUSTRIALES, PROTECCIONISMO Y POLÍTICA EN COLOMBIA. INTERESES, CONFLICTOS Y VIOLENCIA

EDUARDO SAENZ ROVNER

EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LA FORMACIÓN DEL ESTADO GRANADINO. (1780-1830). (SEGUNDA PARTE) ÓSCAR RODRÍGUEZ DEBATES

GERMÁN ARCINIEGAS CARLOS B. GUTIÉRREZ

ESPACIO ESTUDIANTIL

SORAYA HOYOS

NOTICIAS DEL DEPARTAMENTO RESEÑAS

NOTILIBROS

LUIS E. BOSEMBERG

ELVIRA GARCÍA RODRÍGUEZ GONZALO HERNÁNDEZ DE ALBA FABIO LÓPEZ DE LA ROCHE ISABEL CLEMENTE ALBERTO FLOREZ LUIS E. BOSEMBERG SUSY BERMUDEZ JUAN CARLOS FLOREZ LEÓN ARLED FLOREZ

LA UNION SOVIÉTICA Y EL TERCER MUNDO Hugo Fazio Historiador de la Universidad Católica de Lovaina

Entre los cientistas sociales especializados en los estudios soviéticos, principalmente en aquellos formados durante los años de la guerra fría, fue un lugar común el considerar la ideología —en este caso el marxismo-leninismo— como la fuente explicativa e inspiradora del comportamiento soviético en el plano internacional. Aunque nuestra valoración del problema difiera sustancialmente del enunciado anterior, no podemos negar que la ideología nos provee de una información sobre los objetivos y las percepciones que manifiestan los soviéticos en relación con el mundo que los rodea. Además, no podemos ignorar el hecho de que los dirigentes, así como los cientistas y observadores políticos de la URSS, testimonian sus acciones en términos ideológicos, es decir, adaptando una interpretación determinada del marxismo como dogma clarificador y justificador de sus acciones exteriores. A partir de estas dos formas interpretativas fundamentales, que reinan sin igual en la mayoría de los estudios concernientes a la URSS, se ha desarrollado la idea de un "expansionismo so-

viético comunista" para unos y de la adecuación ideal del referente socialista para los otros. Sin embargo, son pocos los trabajos que intentan situar las acciones y percepciones de la vida internacional de la URSS, y de modo particular las relaciones

entre este país y el Tercer Mundo, dentro de una perspectiva que rebase el reduccionismo ideológico. Para evitar las limitaciones de las corrientes interpretativas anteriormente señaladas, consideramos que el problema particular de las relaciones entre la Unión Soviética y los países en vía de desarrollo (PVD) debe abordarse estableciendo nuevos enfoques y relaciones que allanen el camino hacia nuevas hipótesis de trabajo y descubran distintos horizontes para la investigación. FACTORES Y DIMENSIONES EN LA POLÍTICA EXTERIOR DE LA URSS

Aproximándonos a la problemática en sí, propondremos dos condiciones —a las simples formas de inserción de la URSS en el Tercer Mundo, fenómeno que ha sido largamente descrito— y que son: en primer lugar, los cambios en la posición y visualización de los PVD se expresan en correspondencia con los mecanismos de la política exterior soviética que, en el curso de los treinta últimos años han sido objeto de profundas transforma-

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ciones y que en este caso concreto se evidencian en las relaciones entre los factores económicos (poderío económico, progreso tecnológico y de organización empresarial, el grado de vulnerabilidad frente a la economía internacional, etc.), los factores politicos (actores en la toma de decisiones, instrumentos utilizados de influencia y/o de presencia externa), los factores militares (paridad estratégica entre las grandes potencias, el impacto de la revolución científicotécnica en la industria militar, etc.) e ideológicos (el marxismoleninismo, la adecuación de las categorías del marxismo como forma de legitimación y justificación de la política exterior).

desaforada carrera económica y militar, con todas las consecuen cias que de antemano se pueden

La interrelación entre estos elementos evidentemente no es lineal, sino que obedece a una trama mucho más compleja: por ejemplo, el estancamiento económico y la disminución en el desarrollo científico-técnico influyen sobre el grado de sofisticación de los armamentos y a su vez el factor militar al absorber recursos, tecnología, capitales y fuerza de trabajo de la economía civil, hace a esta última mucho más vulnerable frente a los imperativos internacionales.

La política no está exenta de la influencia de los factores ya mencionados. Si el aspecto militar es el más dinámico —como fue efectivamente el caso durante los últimos años del mandato brezhneviano—, tanto la política interior como la política inter-

Este último aspecto ha sido muy bien comprendido por los actuales dirigentes norteamericanos al querer aprovechar la brecha económica y científico-técnica que existe entre los Estados Unidos y la URSS, que es ampliamente favorable al primero. El ambicioso programa de la "guerra de las estrellas" ha sido el medio que algunos sectores norteamericanos han deseado emplear para hundir definitivamente a la Unión Soviética o por lo menos dejarla años atrás en la

prever.

El ambicioso programa de la "guerra de las estrellas" ha sido el medio que algunos sectores norteamericanos han deseado emplear para hundir definitivamente a la Unión Soviética.

nacional tenderán a basarse sobre el eje: fuerza militar para mantener las posiciones alcanzadas y conservar e1 dominio interno. El elemento ideológico, como los otros, está siempre presente, pero posee la particularidad esencial de legitimar las acciones emprendidas por la URSS en la arena internacional, dándole coherencia, continuidad y materialidad a la política exterior. Así mismo, conviene señalar que la influencia e interacción de estos mecanismos no es un fenómeno específico a la URSS o a los países socialistas exclusivamente: el cambio de actitud de los Estados Unidos y la disposición a firmar los recientes acuerdos con la URSS han sido consecuencia del crecimiento desproporcionado del sector militar que se ha erigido en uno de los factores en el aumento del déficit presupuesta!, de la caída de la competitividad americana y en el apoyo inadecuado a la edu-

Mijail Gorbachov y Fidel Castro, durante la visita del Jefe del Estado soviético a Cuba.

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cación y a los servicios sociales en los Estados Unidos (1). En segundo lugar, la posición soviética frente al mundo exterior y la ayuda que en momentos determinados ese pais ha concedido a los movimientos revolucionarios dependen también del estado de las relaciones entre las superpotencias y del grado de imbricación de la URSS dentro de la economía y sistema interestatal internacionales: como regla general uno puede decir que la Unión Soviética está más dispuesta a ayudar, con un apoyo incluso armado, a un aliado del Tercer Mundo en períodos de guerra fría que de "detente". De otra parte, y al interior de este mismo proceso, en determinados momentos la política exterior soviética se ha conducido imitando algunas estrategias aplicadas por los Estados Unidos. Así, por ejemplo, como respuesta a los intentos americanos de crear zonas de intereses vitales, Moscú ha respondido estableciendo sus propias zonas de influencia soviética. La economía y el sistema interestatal mundiales repercuten en la política soviética en la medida en que la URSS y los restantes países socialistas, aunque hayan creado un sistema internacional propio, hacen parte de los procesos globales que afectan a todo el orbe. Tomando en cuenta estas observaciones, partiremos de la consideración de que el Tercer Mun1. Véase Claude Julien, "Le Prix des Armes", Le Monde Diplomatique No. 412, juillet 1988, y M. Shulman, "The Super Powers: Dance of Dinosaures", Foreign Affairs, V. 66, No. 3, 1988, p. 508.

Ejército de la Unión Soviética.

do representa para la URSS un espacio donde intenta obtener el reconocimiento, no tanto de los PVD como modelo referencial, sino del sistema internacional de Estados como interlocutor con influencia y capacidad de decisión. Esta situación particular y específica de la URSS viene dada por el hecho de que este país actúa en dos dimensiones: por un lado, hace parte de la economía y del sistema interestatal mundiales, y, por otro, los "niega" en tanto que ha creado su propio sistema mundial —económico y político— de carácter socialista, que se encuentra por su misma esencia en contradicción con el anterior. Esta dualidad es importante de tener en cuenta al analizar la política soviética frente al Tercer Mundo, puesto

que frente a los países en desarrollo se presenta ora como potencia, ora como poder contestatario, que si no niega continuamente por lo menos cuestiona el sistema internacional. Obviamente, esta manera de relacionarse con el exterior no es uniforme ni persistente. Los momentos históricos y la interacción de las variables internas y externas le dan mayor o menor realce a una u otra dimensión en que actúa la URSS. Frente al Tercer Mundo el objetivo más importante que persigue la URSS es la creación de pilares de apoyo que aumenten su presencia y su capacidad de negociación en relación con los actores ejes del sistema internacional y de manera más específica en relación con los Estados Unidos.

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Frente al Tercer Mundo el objetivo más "importarte que persigue la URSS es la creación de pilares de apoyo que aumenten su presencia y su capacidad de negociación.

Se conjuga asi una doble perspectiva que tiene en cuenta tanto los intereses estatales — propios de la URSS como país— como los político-estratégicos, que guardan relación con el internacionalismo proletario y la defensa y ampliación del sistema socialista mundial. De tal manera, la posición y el interés de la URSS frente a los PVD no es ni el deseo de cortar el flujo de riquezas naturales hacia los países desarrollados, ni la voluntad de promover una ayuda desinteresada al Tercer Mundo, como de manera corriente presenta las cosas una u otra corriente interpretativa, sino más bien la voluntad de prolongar la afirmación política y diplomática de la Unión Soviética, en la perspectiva dual señalada precedentemente, en tanto que "potencia como las otras", pero con la particularidad de ser contestataria (2).

modalidades de acción y representación soviéticas del mundo exterior. Finalmente es necesario señalar que dentro de esta estrategia global existe una jerarquía de objetivos (relaciones más o menos estrechas con los países socialistas, capitalistas desarrollados o PVD, voluntad de aumentar el número y el peso de los países de orientación socialista, la rentabilidad de las relaciones económicas en una región o país, etc.) que se adaptan siempre a la dirección principal. Es pertinente tener también en cuenta, para ilustrar en toda su complejidad las formas de inserción y de relación de la Unión Soviética en el Tercer Mundo, que a veces se producen determinadas coyunturas y acontecimientos que escapan a las acciones emprendidas por Moscú y que juegan un rol importante en la identificación de intereses entre sí; repetidas veces esto ha conducido a algunos líderes tercermundistas a adoptar el refe-

rente soviético y suscitar la presencia de la URSS. Entre éstos, podemos distinguir la descolonización, el ascenso y radicalización de los movimientos de liberación nacional, la influencia del marxismo, el carácter claramente antiimperialista de algunas expresiones políticas y económicas de los PVD, el debilitamiento de las viejas metrópolis, etc. De otro lado, no podemos dejar de mencionar que la propia URSS es entendida y "utilizada" por algunos sectores políticos del Tercer Mundo —y de manera más especial por los socialismos africanos— como un excelente medio para promover y superar las deficiencias inherentes al subdesarrollo (el discurso y la práctica soviética se adecúan con gran facilidad a los propósitos de unificación nacional, creación de un poderoso Estado central, modernización de la infraestructura y privilegios para las burocracias nativas).

El predominio de uno u otro factor o dimensión aumenta o disminuye la importancia de las variables, condicionando las

2. Véase Z. Laidi, Les contraintes d'une rivalite. Les superpuissances et I'Afríque (1960-1985), la Découverte, París, 1986; y S. Cohén, Sovieticus. American Per-ceptions and Soviet Realities, Norton, New York, 1986.

Nueva York, diciembre de 1988, George Bush, Ronald Reagan y Mijail Gorbachov.

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PRIMEROS PASOS EN EL TERCER MUNDO Se puede hablar de la presencia soviética en el Tercer Mundo tan sólo a partir de mediados de los años cincuenta. El ascenso de N. Jruschov a las altas esferas del poder significó una reorientación de la politica internacional de la URSS. De la confrontación con los países capitalistas se transitó hacia la implementación de la fórmula de la "coexistencia pacífica" a través de la cual se postuló que en el pequeño mundo los dos sistemas —el capitalismo y el socialismo— podían y debían cohabitar. Esto no implicaba en ningún caso ignorar las contradicciones, sino simplemente buscar su solución por medios no militares. En esta formulación se arrancaba del hecho de que los países de punta del capitalismo serían rápidamente sobrepasados en su desarrollo por los países socialistas. Esta confianza se basaba en los grandes e importantes resultados alcanzados por la URSS en el período inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mundial . La productividad del traba-

De la confrontación con los países capitalistas se transitó hacia la implementación de la fórmula de la "coexistencia pacífica" a través de la cual se postuló que en el pequeño mundo los dos sistemas -el capitalismo y el socialismopodían y debían cohabitar.

jo aumentó entre los años 1950 y 1965 en 6.4 % por año y el ingreso nacional, en el mismo período, aumentó en un 9.0% anualmente. Sin duda, el éxito y la influencia creciente de la Unión Soviética en el plano internacional obedecieron a este impresionante ritmo de crecimiento. Además, la presencia militar soviética obtuvo un gran impulso al romper el monopolio nuclear que detentaba Estados Unidos y al crear los misiles balísticos intercontinentales. La ciencia soviética aportó su contribución al optimismo al lanzar el primer Sputnik y en seguida el primer hombre al espacio. La política hacia el Tercer Mundo fue creada sobre esta tela de fondo. Moscú comenzó a ofrecer su ayuda económica y militar y su apoyo diplomático y moral a todos aquellos países que estuvieran rompiendo las cadenas del colonialismo o que fueran partidarios de una política exterior independiente de las grandes metrópolis. Seis países (India, Egipto, Indonesia, Irak, Afganistán y Siria) absorbieron el 89% de toda la ayuda técnica y económica de la URSS a los PVD(3). Una visión somera sobre ellos nos permite comprender cuáles fueron los móviles geoestratégicos de la Unión Soviética: todos ellos eran países que o expresaban fuertes deseos independentistas o eran países limítrofes. Se conjugan así los derroteros nacionales (defensa de las fronteras y acrecentamiento de la 3. SSSR-Razvivaiushie straní: torgovoeconomícheskie otnosheniya (La URSS y los países en desarrollo: las relaciones económicas y comerciales), bajo la redacción de E. Yakovliev, mezhdunarodnie otnosheniya, Moscú, 1985, p. 74.

Moscú rompió el monopolio de influencia de que gozaban los países desarrollados y cimentó vínculos con los Estados que aspiraban a la emancipación nacional.

presencia soviética en las regiones colindantes) e internacionales (búsqueda de aliados que reforzaran la influencia y el peso de la URSS en el sistema interestatal mundial y precisaran vías nuevas de consolidación del socialismo). Los resultados de esta primera ofensiva, que fue principalmente económica, pueden ser resumidos de la manera siguiente: Moscú rompió el monopolio de influencia de que gozaban los países desarrollados y cimentó vínculos con los Estados que aspiraban a la emancipación nacional, pues una gran parte de la ayuda se concentró en la erección de una infraestructura que consolidara la independencia nacional. En términos generales la asistencia soviética se encaminó al financiamiento y construcción de grandes empresas que, siendo de interés económico de los PVD, no habían sido asistidas por las transnacionales, sea porque no eran juzgadas rentables o por consideraciones de índole política. Con la asistencia soviética algunos movimientos sufrieron un proceso de radicalización que afirmó el referente soviético en

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el Tercer Mundo, y otros cambiaron la percepción y evaluación del papel que la URSS podría jugar en la región. Aun cuando se vivieran los años más duros de la guerra fría, dominados por el macartismo, en vastas regiones de Asia y África los soviéticos lograron crear una imagen positiva que consistía en que la URSS era una potencia, pero "diferente a las otras", era una potencia aliada y amiga natural de los PVD que luchaba también contra las antiguas po-

referencia el Tercer Mundo, las cifras son menos sorprendentes: 5% en 1964 con todo el bloque socialista. La ofensiva soviética de apoyo incondicional a los países liberados, tal como fue diseñada por N. Jruschov, no podía mantenerse por un largo período. La utilización política de la asistencia económica y comercial fue frenada por causas objetivas: aun si el crecimiento económico de esos años continuó siendo elevado, la

Mujeres que viven las incomodidades propias de los pueblos del Tercer Mundo.

tencias metropolitanas que encarnaban el mal y que eran además la causa de muchos de los problemas que aquejaban a los países del Tercer Mundo. Desde la perspectiva del flujo comercial, éste creció a gran velocidad: la participación de los PVD aumentó de 4.6 % en 1955 a 10.3% en 1964 en el volumen global del comercio exterior de la URSS. Pero si tomamos como

Unión Soviética no estaba en capacidad —ni lo ha estado nunca— de asumir indiscriminadamente las necesidades de los PVD y mucho menos de que rompieran los vínculos con Occidente. Además, y no menos importante, este programa no era rentable desde ningún punto de vista, pues no tomaba en consideración las necesidades internas de la URSS.

EL RACIONALISMO EN LAS RELACIONES Tras la caída de Jruschov comenzó una nueva etapa en relación con el Tercer Mundo, la cual se distinguió de la precedente en sus trazos fundamentales. Los criterios económicos comenzaron a prevalecer sobre las consideraciones simplemente políticas. La idea matriz que particularizó esta época fue que había que velar por que la ayuda y los programas de asistencia se canalizaran hacia el mejoramiento de los mecanismos de integración de la Unión Soviética en la división internacional del trabajo como forma de afianzamiento de las prerrogativas del campo socialista. Es decir, no era simplemente la superposición de una racionalidad tecnocrática que pudo haberse arraigado al interior de los aparatos económicos sobre las consideraciones políticas de la fase anterior, sino una vía nueva de consolidación política del socialismo para menguar las contradicciones, que ya se manifestaban al interior de la URSS en relación con las dinámicas propias a ambos sistemas, en que este país actuaba En vastas regiones de Asia y África los soviéticos lograron crear una imagen positiva que consistía en que la URSS era una potencia, pero "diferente a las otras".

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Mundo o en terceros países (actividades conjuntas de la URSS y Brasil en Angola) y sólo recientemente se han firmado con algunos PVD acuerdos para la creación de empresas mixtas en el territorio soviético. El mecanismo financiero principal fue el sistema "clearing". Los diez países a los cuales la URSS aportó el 86.93% del total del volumen de la asistencia a los PVD no socialistas en 1970 nos muestran una vez más que los móviles geoestratégicos no habían cambiado en absoluto. Estos son: India, Egipto, Irán, Afganistán, Turquía, Irak, Argelia, Siria y Guinea (4). En los países subdesarrollados suelen escasear los alimentos de primera necesidad.

Fue precisamente dentro de este contexto que la ayuda y los programas económicos a los países del Tercer Mundo se encaminaron a soluciones alternativas del desarrollo de la URSS, como fue el caso cuando algunos productos y bienes materiales podían ser producidos a menor costo en el exterior. De esta manera, Moscú desarrolló relaciones entre Estados basadas en las necesidades y capacidades de cada uno, relegando, en tanto que política global, a un segundo plano los anhelos revolucionarios allende las fronteras. Ni en el plano de la práctica ni en el de las consideraciones ideológicas esta "racionalidad" se oponía a que la asistencia fuera principalmente vertida a aquellos países que promovían reformas 'progresistas' o que mantenían una política equidistante hacia ios países desarrollados. Los medios recurrentemente más utilizados fueron: la realiza-

DEFICIENCIAS ECONÓMICAS Y MILITARIZACIÓN

Moscú desarrolló relaciones entre Estados basadas en las necesidades y capacidades de cada uno.

ción de grandes proyectos, cuyo prototipo fue la construcción de la represa de Assuan en Egipto y que en 1982 representaba aún el 40% de toda la asistencia a los PVD; los acuerdos de compensación, con los cuales la Unión Soviética dotaba de equipos y asistencia técnica contra entregas ulteriores de minerales (por ejemplo, la producción de fosfato en Marruecos, acuerdo concluido en 1978 por 30 años y que comportaba un crédito de 2 mil millones de dólares); los acuerdos de suministros a largo plazo que prevén el flujo cruzado de bienes y las firmas mixtas en los países "partenaires" del Tercer

1974 marca el advenimiento de una nueva fase. En la sociedad soviética comienzan a observarse las deficiencias y anacronismos propios de una economía expansiva. En tanto las dificultades internas crecen, la utilización de los mecanismos económicos, como medio de sostén y de presencia en el Tercer Mundo, decaen. La sociedad se encuentra en un impasse y los dirigentes no son capaces de realizar reformas que le retornen a la sociedad el dinamismo perdido. En tal situación, tanto la percepción de la política internacional como los elementos en que ella se afirma conocieron una profunda transformación y se convirtieron en uno de los motivos del fracaso de la detente. El factor militar ganó terreno y se convirtió en la columna vertebral de la política exterior soviética. Fue precisamente en esta 4. Ibid.

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época cuando se consolidó el modelo neostalinista que conllevó a la alienación del Estado de la sociedad. Dejó de ser la "sociedad" que intentaba mantener la utilización "racional" de las relaciones económicas con los PVD, para convertirse en el Estado que tenia como fin en si la política y al interior de ésta su aspecto más dinámico: el factor militar.

En primer plano, el sargento Mijail lvanov, un jefe de escuadra de los ejércitos rusos.

Esto en ningún momento significó que los militares como institución se apoderaran de los puestos de comando de la URSS, sino que la clase política comenzó a utilizar la fuerza militar como medio para mantenerse en el poder, reproducir su sistema y salvaguardar los espacios conquistados en el exterior. Las relaciones entre las potencias se tornaron mucho más complejas y difíciles. Estados Unidos lanzó una nueva ofensiva contra las posiciones del socialismo, aprovechándose de las

dificultades crónicas a mediano plazo de la URSS. La nueva espiral de la carrera armamentista fue el recurso empleado por la América del Norte para ahogar la economía soviética —punto débil del sistema—, obligándola a drenar recursos cada vez más importantes para mantener el ritmo y los niveles de sofisticación del armamento nuclear y convencional. Esta coyuntura internacional le otorgó mayor relieve al factor militar y podríamos decir que lo legitimó. "El culto a la paridad estratégica se presentó como la más grande realización de la Unión Soviética". El aspecto militar devino un fin en sí. El Tercer Mundo en esta época se encontraba en plena efervescencia. La crisis del petróleo

La nueva espiral de la carrera armamentista fue el recurso empleado por la América del Norte para ahogar la economía soviética.

permitió a algunos países en desarrollo disponer de grandes sumas de dinero y dejar de necesitar de la asistencia soviética, pues tenían a su disposición los mercados occidentales. Otros, que sin gozar de la bonanza natural lograron reacomodar sus economías participando de nuevos progresos científico-tecnológicos, dejaron de recurrir a la URSS como suministrador de maquinaria moderna, dado el nivel medio de calidad de sus productos. Finalmente, un buen número de países pobres de la región que no pudieron ni gozar de la bonanza petrolera ni reconvertir sus atrasadas economías, adecuándolas a las exigencias de la división internacional del trabajo, y que mantenían una identidad política con la URSS, tuvieron necesidad de una mayor asistencia y absorbieron un porcentaje mucho más elevado de los programas de la URSS hacia la región. A pesar de estos cambios, la situación internacional de la URSS no empeoró a corto plazo. Se vio favorecida por el aumento del precio del petróleo que le produjo 280 mil millones de dólares en ingresos entre los

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años 1974 y 1985 (5), que no fueron empleados en la modernización de su economía, sino que fueron absorbidos en el aumento, lento pero constante, del nivel de vida de la población y en el mantenimiento de la carrera armamentista. A esto cabe añadir que los conflictos que estallaron por doquier aumentaron vertiginosamente las ventas de armas, convirtiendo a este sector de la economía en uno de los más rentables en lo que concierne a los PVD. Según datos del Stockholm International Peace Research Iustitute, la Unión Soviética vendió, entre los años 1974 y 1981, 21.264 mil millones de dólares en armas a los PVD no-comunistas (6). Por último conviene mencionar que todos estos procesos encadenados condujeron al reforzamiento y la autonomización parcial del factor militar, a la lucha por las esferas de influencia, que tuvo como corolario la invasión a Afganistán.

Integrantes del ejército ruso en las montañas de Afganistán.

su parte, en ese mismo momento, decidió instalar los nuevos misiles americanos de mediano alcance en Europa. Mientras que el Senado de Estados Unidos no había expresado el menor interés en la ratificación del acuerdo Salt-2. Además, es preciso remarcar que el retorno a la confrontación estuvo también motivado por las derrotas sucesivas de Estados Unidos en el Tercer Mundo. El retroceso sufrido al momento de triunfar la revolución iraní, que se suma a las derrotas en Indochina y en Angola, condujo a Cárter y posteriormente a Reagan a restaurar la importancia estratégica de Europa y de los arsenales militares (7).

metieron a aumentar anualmente el presupuesto militar durante los quince años siguientes. En diciembre de 1979 el presidente norteamericano resolvió desplegar el potencial militar de su país a un nivel considerablemente más elevado. La OTAN, por

AFGANISTÁN: EL INICIO DE UNA PROFUNDA CRISIS

Para obtener el cuadro global que nos ayuda a comprender los motivos que empujaron a la URSS a invadir Afganistán, a los factores precedentemente señalados debemos agregarles algunos acontecimientos internacionales que condujeron a la adopción de una solución militar en las situaciones de conflicto o a ejercer presión en los mismos términos: en mayo de 1978 los países de Ja OTAN se compro-

5. Cifra calculada a partir de los datos su ministrados en Kommunist, No. 8, 1988. 6. M. Lavigne, Les relations est-sud dans l'Economie mondiale, París Económica, 1986, p. 59.

De otra parte, no podemos olvidar que las tentativas de Moscú para establecer relaciones nor7. R. Medvedev, y Zh. Medvedev, "The USSR and the Arms Race", New Left Review, No. 130, Nov.-Dec., 1981. Ronald Reagan y Mijail Gorbachov.

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males con China fracasaron una vez más, mientras que el acercamiento entre esta última y Estados Unidos progresaba regularmente, fenómeno que no podía ser visto con buenos ojos por los soviéticos. Pero, es sin duda el hecho de que la URSS había alcanzado la paridad estratégica, que le garantizaba esferas de influencia en las cuales podía eventualmente actuar sin chocar a Washington, el que explica la confianza y la firmeza del Kremlin en la acción emprendida contra Afganistán. Durante los años sesenta —precisa J. Levesque—, sea en Cuba, en Vietnam o en el Medio Oriente, fue sobre todo la URSS la que retrocedió para evitar situaciones que amenazaban con ponerla en confrontación directa con Estados Unidos. Con la paridad relativa a que se ha llegado hoy, Estados Unidos debe también evitar ese tipo de situaciones. Sin embargo, esta más fuerte neutralización recíproca mantiene la tentación de intervenciones decisivas en paises y regiones donde la otra potencia no está directamente implicada, o antes que no lo sea, la primera sabe que la otra podrá difícilmente reaccionar sin arriesgar una confrontación muy grave (8).

Los costos económicos, sociales y políticos fueron enormes: alrededor de 8 mil millones de dólares anuales, millares de vidas segadas, crecimiento del malestar interno, la imagen internacional destruida, la condena de la mayoría de los países, la justificación para una nueva espiral en la carrera armamentista y la incapacidad de los líde-

8. J. Levesque, "L'intervention soviétique en Afghanistan: causes, motivations et objectifs", en F. Conte, et J. L. Martes (comp.), L'Union Soviétique dans les relations internationales, París, Económica, 1982, p. 395.

res para encontrar una solución a los conflictos a través de los canales políticos y diplomáticos. El discurso fuertemente ideologizado fue nuevamente empleado, esta vez como fuente legitimadora de la práctica militar.

El ascenso de Reagan al poder y su agresiva política internacional restringieron aún más el ya estrecho campo de maniobras de Moscú.

EL ESTANCAMIENTO Y LA BÚSQUEDA DE ALTERNATIVAS

1980 inauguró la última subíase del mandato brezhneviano. Huellas profundas dejaron estos años en la vida nacional e internacional de la URSS. La invasión debilitó las posiciones adquiridas en el mundo y sobre todo entre los PVD. El ascenso de Reagan al poder y su agresiva política internacional restringieron aún más el ya estrecho campo de maniobras de Moscú. Los acontecimientos en Polonia sacudieron al mundo socialista y dejaron ver profundos problemas que ponían en entredicho determinadas modalidades de existencia y reproducción del sistema socialista. El contradictorio equilibrio de los países socialistas en las dinámicas de ambos sistemas fue poco a poco debilitándose como consecuencia de las dificultades presentadas en las modalidades de integración del sistema socialista que, en vez de proseguir en la ruta de la consolidación de las economías nacionales a través

de reformas perfeccionadoras del mecanismo único del mercado socialista, conllevaron al CAME a ser una tribuna de cuoteo burocrático del intercambio comercial. A nivel político, la integración de estos países no avanzó mayormente. Fuera de los reiterados encuentros a alto nivel entre los dignatarios de esos países, no se ha producido el menor cambio en la integración política de dichas sociedades que siguen hasta hoy tan alejadas las unas de las otras como ayer. Todos estos procesos no podían repercutir de buena manera en las posiciones de los países socialistas a nivel mundial. Al perder su dinamismo y su capacidad de atracción, los países socialistas se empezaron a ver mucho más afectados por los vaivenes del mercado mundial y algunos de ellos crearon lazos de dependencia con el mismo que con dificultad podrán romper. En el plano interno de la Unión Soviética la situación comenzó a ser realmente alarmante. Los índices de producción y de productividad disminuyeron vertiginosamente. Los objetivos del plan quinquenal estaban lejos de ser logrados. El nuevo ciclo tecnológico y científico que desplegaron los países capitalistas no era más que un sueño en la Unión Soviética. Las exportaciones dependían cada vez más de _______________________________

En el plano interno de la Unión Soviética la situación comenzó a ser realmente alarmante.

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los combustibles, llegando a alcanzar el 60% de todas las exportaciones. Mientras la brecha entre los países capitalistas desarrollados y el campo socialista no cesaba de crecer, la misma entre los países socialistas y los "nuevos países industrializados" (NPI) no hacía más que disminuir. Estos últimos no sólo les disputaban mercados a los países socialistas (por ejemplo, las exportaciones de productos manufacturados de Europa del Este en el mercado de la OCDE aumentaron entre los años 1970 y 1981 en un 497%, mientras que durante los mismos años, los NPI tuvieron un crecimiento en sus exportaciones hacia el mismo mercado

Si la situación económica de la URSS era crítica, la política comenzó a ser verdaderamente alarmante.

de 1.336%) (9) sino que empezaron a mostrar una vía más real y confirmada del punto de vista histórico, de acceso a un grado superior de desarrollo, lo cual repercutió en la teoría soviética del desarrollo, modelo propuesto para el Tercer Mundo, y que consideraba que la única vía para acceder a formas superiores de desarrollo era a través de la implantación de modelos socialistas. Ahora, una Cuba o un Vietnam dejaron de ser la refe9. Ver K. Poznanski, Technology, Competition and the Soviet Block in World Mar-

ket, Berkeley, Institute of International Studies, 1987, p. 92.

Durante un intervalo en las sesiones, los diputados formulan preguntas al dirigente soviético Mijail Gorbachov.

rencia para los países más pobres de la región. Corea o Brasil se hicieron más atractivos. Si la situación económica de la URSS era crítica, la política comenzó a ser verdaderamente alarmante. La burocracia gobernante se encontraba en una situación en la cual ella no tenía nada que proponer para sacar al país de la fase de anquilosamiento. En el plano internacional, el aislamiento y la falta de propuestas y de mecanismos políticos que pudieran allanar una vez más el camino hacia la detente hicieron que la URSS centrara su atención en los países aliados, socialistas o de orientación socialista. Fue precisamente durante estos años de 1974 a 1984 que la URSS promovió la firma de tratados de amistad y cooperación con los países del Tercer Mundo: Somalia (1974), Angola (1976), Mozambique (1977), Vietnam (1978), Etiopía (1978), Afganistán (1978), Yemen del Sur (1979), Siria (1980),

Congo (1981) y Yemen del Norte (1984). El objetivo de dichos tratados consistía en reforzar la cooperación en varios niveles entre estos países y la URSS, y buscar un camino que le garantizara el apoyo de los respectivos gobiernos en el mundo bipolar y amenazante. Fue precisamente en esta situación de estancamiento y de carencia de perspectivas que se hicieron sentir más fuertemente la voluntad y las prerrogativas de la sociedad. El primer núcleo en manifestarse fue el movimiento disidente durante los años setenta. Pero este sector rápidamente entró en crisis debido a que durante toda su existencia se limitó a lanzar consignas de derechos humanos y de defensa de la libertad y de la dignidad humana, pero fue incapaz de formular un programa constructivo que sirviera de plataforma alternativa de reformas que produjeran cambios sustanciales en la sociedad. De tal

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suerte, las consignas avanzadas por este sector quedaron muchas veces como meras abstracciones alejadas de los problemas cotidianos de la población. Más importante en lo que respecta a los acontecimientos por venir fue la elaboración de ideas y de propuestas reformadoras en los circuios académicos y políticos. Los trabajos de Ambartzumov, Aganbeguián, Zaslavskaya, Brutents, entre otros, se convirtieron en semillas que, cultivadas posteriormente por un gran número de intelectuales, se diseminaron por la sociedad (10). Fue sobre esta tela de fondo internacional y nacional y con base en las reflexiones concernientes a los sectores antes mencionados que M. Gorbachov llegó al poder. El fenómeno Gorbachov ha sido ante todo la cristalización y objetivación política de las ideas expresadas por la "disidencia oficial", que se transformó en programa de los reformadores en el poder y en la única alternativa posible a la difícil situación a que había llegado la Unión Soviética.

EL NUEVO PENSAMIENTO POLÍTICO Y EL TERCER MUNDO A partir de 1985 comienza una nueva fase con cambios revolucionarios en la URSS. La estructura económica está siendo fuertemente descentralizada y la autogestión y el autofinancia 10. Véase H. Fazio y J. C. Flórez, "El Gran Reformador y la Intelliguentsia", Magazín Dominical, El Espectador, No. 209, marzo 29 de 1987; y B. Kagarlitsky, "Perestroika: The Dialectic of Change", New Left Review, No. 169, May-June, 1988.

ha abierto diferentes mecanismos para el debate, sin trabas burocráticas ni censura, sino que ha creado canales de particiEl fenómeno Gorbachov ha pación ciudadana. El resultado sido ante todo la cristalización más palpable de estos cambios y objetivación política de las en la URSS ha sido la creación de una opinión pública que parideas expresadas por la ticipa en las deliberaciones y en "disidencia oficial". la toma de decisión. En otras Manifestación de los habitantes de Kemerovo palabras, los soviéticos están en contra de la contaminación del medio construyendo una sociedad civil ambiente. dinamizadora de la sociedad en su conjunto.

miento se han erigido en pilares fundamentales de las transformaciones en curso, con lo cual la burocracia económica ha sido fuertemente golpeada. A nivel político se está creando un Estado de derecho con una cierta delimitación y separación de funciones entre el partido y el Estado, el respeto a las libertades cívicas, etc. Se ha realizado también una apertura en los medios de comunicación y formas de organización social — Glasnost —, que no solamente El resultado más palpable de estos cambios en la URSS ha sido la creación de una opinión pública que participa en las deliberaciones y en la toma de decisión.

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La democratización de la sociedad no podía pasar sin repercutir en la política exterior del país de los soviets. En primer lugar, la sociedad civil —en las condiciones actuales del país— está más interesada en una política exterior donde Jos intereses "democrático-nacionales" prevalezcan sobre los intereses estatales y/o ideológicos (11). Esto se ha ido traduciendo en la utilización de Jas relaciones internacionales del país para promover el desarrollo interno y, al mismo tiempo, elevar el nivel de vida de la población (v.gr., el criterio de rentabilidad en las relaciones económicas exteriores es indisociable de las propuestas reformistas de hoy).

ser un fin en sí y se buscan nuevos mecanismos que, pudiendo reemplazar a los anteriores, garanticen la posición internacional del país. En tercer lugar, la supervivencia del ser humano se ha convertido en el objetivo supremo de la política exterior soviética, pues se busca disminuir el peso de los factores ideológicos y militares y servir de respuesta, en condiciones nuevas, a la "iniciativa de

En segundo lugar, con la participación de nuevos actores en la elaboración y toma de decisiones en materia internacional (12) que hacen prevalecer los intereses nacionales, el Estado deja de 11. Por intereses democrático-nacionales entendemos aquellas prerrogativas que emanan de la sociedad y que buscan satisfacer las necesidades humanas de la población. Por intereses estatales y/o ideológicos entendemos en este caso la defensa de los intereses estratégicos de la URSS en el plano internacional a tra vés de cualquier mecanismo. Con el ánimo de ilustrar daremos el siguiente ejemplo: desde un punto de vista del interés nacional era preferible el mante nimiento de la monarquía afgana con la cual la URSS había tenido buenas e in cluso, a veces, cordiales relaciones, du rante largas décadas. Mas desde la perspectiva de los intereses estatales y/o ideológicos la revolución e inclusive la invasión eran los objetivos más de seados en tanto que se plasmaba una vez más el interés superior del Estado soviético de la época en su lucha con Estados Unidos. 12. Por ejemplo, en la reciente conferencia del Ministerio de Relaciones Exteriores participaron cientos de personas de di ferentes dependencias y campos del saber. Véanse algunas de las ponencias en La Vie Internationale, septembre, octobre, novembre, Moscú, 1988.

Los habitantes de Rusia se quejan de las explosiones nocivas en la atmósfera.

defensa estratégica" lanzada por Reagan en 1983. Las propuestas de desarme en todos los niveles, esgrimidas por los actuales dirigentes soviéticos, tienen por objeto reconvertir la industria militar en civil y canalizar nuevas fuerzas hacia el perfeccionamiento del mecanismo económico. En cuarto lugar, la presencia de nuevos actores en materia internacional está transformando la visión que del mundo se tiene en

la URSS. Del bipolarismo se está pasando al policentrismo: esto significa una percepción radicalmente diferente, ya que para evitar la confrontación se buscan y se reconocen nuevos interlocutores, antes simplemente ignorados. En lo que concierne al Tercer Mundo la plataforma gorbachoviana implica un cambio radical, sobre todo si se tienen en cuenta las modalidades y formas de inserción inmediatamente anteriores. El retiro de las tropas de Afganistán y los acuerdos de Ginebra sobre este país son un buen testimonio de la superioridad en la utilización de las herramientas políticas sobre las militares. Además, es menester señalar que éste ha sido un paso muy importante para dar salida y solución a los otros conflictos que aquejan hoy al mundo (13). Con el fin de hacer más operativa la economía nacional y de aumentar la presencia política, Gorbachov ha centrado su atención en los países más prósperos del Tercer Mundo, "los nuevos países industrializados", los cuales no solamente son mercados potenciales muy significativos para la URSS sino que también pueden transformarse en suministradores de tecnología

En lo que concierne al Tercer Mundo, la plataforma gorbachoviana implica un cambio radical.

13. L. Marcou, Les defis de Gorbatchev, París, Plon, 1988, pp. 142-172.

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Con el fin de hacer más operativa la economía nacional, y de aumentar la presencia política, Gorbachov ha centrado su atención en los países más prósperos del Tercer Mundo, "los nuevos países industrializados".

de punta, sobre todo en aquellos rubros en los cuales los soviéticos son débiles. Con estos nuevos "partenaires", Moscú descubre un mundo mucho más complejo y rico que la simple relación y referencia occidental.

polémica en los medios impresos acerca de la viabilidad de tal orientación y del a veces erróneo apoyo incondicional de la URSS—, los actuales dirigentes les han prometido la asistencia, la ayuda, para que levanten sus economías y eleven el nivel de vida de la población. La extensión del campo socialista ha dejado de ser el leitmotiv del discurso y la práctica soviéticos, de lo cual se puede extraer como conclusión, si se tienen en cuenta las consideraciones precedentes, que, aun cuando no se les abandonará, dejarán de ser el fin supremo de la estrategia internacional de la URSS (14).

14. A. Gresh, "Une diplomatie á l'épreuve du Tiers-Monde", Le Monde Diplomatique, No. 417, décembre 1988.

En síntesis, se podría concluir que, durante los últimos treinta años, la política soviética en relación con el Tercer Mundo se ha caracterizado fundamentalmente por el interés manifestado en mantener la posición de gran potencia en la vida internacional, posición que difiere de la de las otras potencias en tanto que la URSS es un país fuertemente contestatario del sistema internacional y, por otra parte, dada la necesidad de este país de conjugar su posición estratégica dentro del campo socialista y las nuevas formas de inserción dentro del sistema interestatal. Ya que el mundo se ha vuelto mucho más complejo, con nuevos actores internacionales, ha sido necesario que la URSS elabore políticas hacia ellos, en tan-

Por otra parte, la importancia de estos países en sus respectivas regiones puede servir de plataforma para aumentar la presencia de la URSS y romper el aislamiento de ciertos aliados del Tercer Mundo (por ejemplo, consolidando las relaciones con Brasil este país podría ayudar a romper el medio hostil que existe alrededor de Cuba). En relación con los países de orientación socialista —aun cuando se ha levantado una gran

El presidente del Brasil, José Samey, y el ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Eduard Shevardnadze.

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to que Estado portador de influencia mundial. Por consiguiente, no son ni los intereses del Tercer Mundo los que priman, ni la voluntad de convertirse en dueño del mundo, sino la seguridad del Estado soviético y del sistema socialista en concurrencia con el capitalismo. Dos investigadores soviéticos sintetizan el problema en los términos siguientes: actualmente existen dos opciones para responder a la ofensiva global del imperialismo:

"La primera consiste en compensar el relativo debilitamiento de nuestra economía aumentando la parte de los gastos consagrados a la política exterior y militar. La segunda prevé mantener o reducir los costos en materia de política exterior para que nuestra economía se aproxime a nuestra política exterior, para luego disminuir las cargas de la primera y reforzar el fundamento económico de la segunda. La anterior dirección soviética (hasta 1985) prefirió la primera posibilidad... En el presente, con el nuevo pensamiento, en nuestra política exterior la segunda posibilidad, más realista, gana terreno..." De tal suerte, "nosotros debemos revisar

de manera más selectiva nuestros objetivos y nuestros compromisos en el exterior. Es oportuno renunciar a la rivalidad con los Estados Unidos en el mundo entero y al apoyo oneroso de regímenes, de movimientos y de partidos no populares. La definición de intereses y objetivos económicos de la URSS en la palestra internacional debe convertirse en un elemento importante de esta estrategia" (15). 15. A. Iziumov. A. Kortounov, "L'Union Soviétique dans le monde qui change", La Vie Internationale, Moscú, agosto de 1988, pp. 51-52.

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EVOLUCIÓN IDEOLÓGICA DE LA RESISTENCIA PALESTINA (1968-1988) Leopoldo Múnera Ruiz Profesor de la Universidad Nacional de Colombia

INTRODUCCIÓN

La articulación y transformación del conjunto de ideas políticas de un movimiento de resistencia y liberación están condicionadas por el entramado de relaciones en el que actúan el pueblo y las organizaciones políticas que son su fundamento. Este condicionamiento no existe en una sola dirección, pues las ideas inciden asimismo en la estructura y en la dinámica de tales relaciones. Ambos son en este sentido co-constituyentes del proceso histórico de la resistencia y, por consiguiente, la historia del uno hace parte de la historia del otro. Las particularidades de la resistencia palestina resaltan la importancia del apoyo internacional dentro del conflicto con el Estado de Israel. La exterioridad con relación a su propio territorio y la pertenencia al mundo árabe hacen que la OLP logre adquirir la identidad y mantener la unidad, gracias y en contra de sus aliados más cercanos; en todo momento es atravesada por las contradicciones y las ambiciones de los Estados que más la apoyan. La heterogeneidad y fragmentación de la que en 1948 parecía ser la Gran Nación Árabe repercuten en la capacidad decisoria y en la efectividad de las acciones del movimiento palestino. En contraposición, la solidaridad concreta de los países árabes posibilita la subsistencia de la resistencia en los cuarenta años que van de la proclamación del Estado de Israel a la proclamación del Estado palestino. La existencia de Israel como un Estado sin fronteras definidas y en permanente expansión, y de

los israelíes como colonos sin una metrópoli para el regreso, le dan una connotación peculiar a la dominación que pesa sobre los palestinos. Occidente, con la responsabilidad del exterminio judío durante la segunda guerra mundial y con la prepotencia de una larga tradición imperial,

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determina el cuadro internacional de la lucha de la resistencia. Esta es, al mismo tiempo, la batalla de un pueblo por conseguir la liberación y por buscar el reconocimiento de su identidad nacional y de los derechos de autodeterminación, independencia y soberanía sobre su propio territorio. Las páginas que siguen analizan la evolución ideológica del movimiento palestino entremezclando la parte de las ideas en la síntesis práctica de la realidad y la parte de los hechos en la síntesis teórica. Son un intento por reconstruir el transcurso de un pensamiento para conseguir un sueño. LA SOLUCIÓN TOTAL

En los años que anteceden a 1967, punto clave por las consecuencias de la guerra de junio, la ideología (1) de la resistencia palestina se articula alrededor de la liberación total de su territorio por la vía armada. El mito de la Gran Nación Árabe convierte esa solución de la cuestión palestina en el puerto de partida de la revolución árabe. En dirección contraria, el Estado de Israel, inmerso aún en sus mitos fundadores y con el efectivo respaldo de un sector importante de la comunidad internacional, condiciona también los planteamientos teóricos y prácticos de la resistencia, la cual, poco a poco y bajo la guía del Fatah, toma un perfil autónomo. EL MITO DE LA GRAN NACIÓN ÁRABE Los factores concretos que condicionan la acción, y la prefiguración imaginaria de sí mismos y de las propias potencialidades, juegan un pa-

peí preponderante en la constitución y consolidación de los movimientos de resistencia, al igual que en otro tipo de organizaciones políticas. El primer elemento otorga las bases reales para las prácticas de resistencia y liberación, mientras que el segundo completa y unifica el sentido de las motivaciones y llena de coherencia interna un actuar que empieza a desarrollarse. La articulación de estos dos componentes del quehacer político da nacimiento al mito como fantasía concreta (2). Antes de 1967 las relaciones del pueblo palestino con el resto del mundo árabe están mediadas por un mito de esta naturaleza, o sea, por la fantasía concreta de la Gran Patria y la Gran Nación Árabe. A partir de ese año el proceso de desmitificación, es decir, el desplazamiento de los elementos fantásticos por los concretos, va a hacer parte y a acompañar la evolución ideológica del movimiento de resistencia palestino. Los elementos concretos

La existencia de Israel como un Estado sin fronteras definidas y en permanente expansión, y de los israelíes como colonos sin una metrópoli para el regreso, le dan una connotación peculiar a la dominación que pesa sobre los palestinos.

1. Entiendo ideología en el sentido más amplio del término, es decir, como conjunto de ideas que determinan la acción.

Árabes y palestinos o, más exactamente, árabes de Palestina y árabes con otras nacionalidades, 2. Utilizo una interpretación libre de la noción de mito político, elaborada por Gramsci en la línea teórica de Sorel. "II principe del Machiavelli potrebbe essere studiato come una esemplificazione storíca del 'mito' sorelliano, cioe di una ideología política che si presenta non come fredda utopia ne come dottrinario raziocinio, ma come una creazione di fantasía concreta che opera su un popolo disperso e polverizzato per suscítame e organizzarne la volonta colettiva. Antonio Gramsci, Quaderni dei carcere, Torino, Einaudi, 1977, Vol. m,p. 1.555.

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Los elementos fantásticos El mito de la Gran Nación Árabe convierte esa solución de la cuestión palestina en el puerto de partida de la revolución árabe.

tienen una identidad étnico-cultural que sirve de base concreta a la solidaridad política. La misma lengua, el mismo origen, las mismas costumbres, las mismas religiones y gran parte del pasado en común hacen que reaccionen en forma conjunta frente a un enemigo exterior. Por tal razón, la proclamación del Estado de Israel y las consecuencias que desencadenó fueron asumidas como una agresión contra la totalidad del pueblo árabe. La resistencia palestina encuentra así, aun antes de 1948, un aliado inmediato y natural; sin embargo, esa identidad también comporta para ella el peligro de perder la especificidad si no reafirma las características que la diferencian. Diversas necesidades concretas vuelven indispensable tal alianza. El poder del Estado de Israel, que hasta la década del setenta cuenta con el apoyo incondicional de las naciones hegemónicas en Occidente, obliga a la resistencia a emplear recursos económicos, diplomáticos, políticos y militares, que sólo son garantizados por la solidaridad de las naciones árabes. Además, la migración forzada de una parte considerable de la población palestina hacia éstas, la administración de una fracción de su territorio por el régimen jordano y la represión y discriminación israelí, exigen una coordinación entre la resistencia y los gobiernos que la albergan. A todo lo anterior hay que agregarle las dificultades internas del movimiento palestino entre 1948 y 1967. Estos factores concretos adquirían coherencia práctica como partes de un discurso político, en el cual la liberación de Palestina era el objetivo principal del mundo árabe y el elemento determinante de su unidad.

La fantasía es la imaginación, sus creaciones y algo que no tiene fundamento en la realidad. Las tres cosas a la vez están mezcladas en el mito de la Gran Nación Árabe, al lado de los elementos concretos ya mencionados. En el primer lustro de los años sesenta la idea de una inmensa patria con unidad de regímenes y ejércitos, y un objetivo común en la lucha contra el imperialismo y el sionismo, constituía la utopía y el ingrediente movilizador del panarabismo, el componente ideológico de cohesión de la resistencia palestina y una representación sin bases reales. Muchas razones desvirtuaban esa supuesta unidad; entre las más importantes estaban las rivalidades de los ejércitos árabes en la guerra del 48 y la poca coordinación en el 56; la polarización en el seno de la liga Árabe entre el eje hachemita y el eje egipcio-saudí primero, y entre el eje sirio-egipcio (roto en 1961) y el eje jordano-saudí después; y, con especial énfasis, las ambiciones jordanas y sirias sobre el territorio palestino. En realidad, había un proceso de afianzamiento de diferentes naciones y estados, con intereses muchas veces contrapuestos y con ideologías políticas heterogéneas, cuando no excluyentes. Desde otra perspectiva, la situación geográfica determinaba una mayor implicación de los países del campo de batalla en el conflicto con Israel, y las relaciones con Occidente marcaban los matices en lo que correspondía a las soluciones. No obstante, la fragilidad de los elementos fantásticos no le quitaba sus atributos, ni evitaba que la solidaridad concreta fuera efectiva. Hasta la guerra de octubre de 1974, el mito de la Gran Nación Árabe figuró en el primer plano de la ideología de la resistencia palestina. En ese

Árabes y palestinos, o, más exactamente, árabes de Palestina y árabes con otras nacionalidades, tienen una identidad étnico-cultural que sirve de base concreta a la solidaridad política.

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momento el desarrollo del conflicto con Israel, la fragmentación de la unidad árabe y los antagonismos árabe-palestinos lo relegaron a un lugar secundario. Por último, los acuerdos de Camp David le dieron el golpe de gracia, después de haber cumplido su función de apuntalar al movimiento de resistencia. EL ESTADO DE ISRAEL

La forma como el Estado de Israel concibe su posición frente al pueblo palestino, la imagen que proyecta de sí mismo hacia el interior y el exterior de su territorio y las expectativas que alimenta, en el desarrollo de la contienda, condicionan, por oposición, la evolución ideológica de la resistencia palestina. A la altura de 1967 los de la proclamación del Estado de Israel como continuación de la política colonial europea. La debilidad árabe en el contexto internacional, la incomprensión e ignorancia de la cultura islámica y el genocidio ocasionado por el nazismo, con la carga de responsabilidad y culpabilidad que en él le correspondía al mundo occidental, reforzaban la vigencia de dichos mitos fundadores. La resistencia enfrentaba así a un enemigo que con gran respaldo internacional negaba la legitimidad de su causa y su especificidad como expresión política del pueblo palestino. LA RESISTENCIA Una delegación judia en Londres buscando un compromiso entre árabes y judíos, en 1939.

mitos fundadores de Israel (3) tenían aún importancia de cara a la comunidad internacional. Los palestinos, como parte del mundo árabe, eran presentados como la principal amenaza del refugio de paz de los judíos del mundo, pueblo elegido, trabajador y víctima de persecuciones ininterrumpidas desde su salida de la tierra prometida. Detrás de la apariencia de esa lucha dispareja entre el pequeño David y el gran Goliat, imagen irradiada, persistía el desconocimiento de la identidad de los palestinos en cuanto pueblo y 3. Véase Dan Halevi, "Les mythes fondateurs d'Israel á l'épreuve du temps". En Revue d'Etudes Palestiniennes, No. 28, París, 1988, pp. 93-102.

Después de 1948, el movimiento de resistencia palestino conoce una etapa de dispersión y estancamiento, que sólo empieza a ser superada en 1956 con los primeros núcleos de resistencia armada; en 1960, con el resurgimiento de los círculos artísticos, en especial de escritores y poetas; y en 1964, con la creación de la OLP de Chukeiri que, a pesar de reflejar el deseo de los países árabes de mantener bajo control las manifestaciones espontáneas del pueblo palestino, era un claro indicio de la revitalización de la actividad política palestina. La proliferación de organizaciones que a partir de 1967 vinieron a sumarse al Fatah de Arafat, como el FPLP (Frente Popular de Liberación de Palestina), creado en 1967; el FPLP-CG (Frente Popular de Liberación de Palestina-Comando

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General), escindido en 1968 del FPLP; la Saika (fundada en 1968); o el FDLP (Frente Democrático de Liberación de Palestina), escindido del

LA COMUNIDAD INTERNACIONAL

La resolución 242 del Consejo de Seguridad de la ONU (22 de noviembre de 1967) (4) adoptada pocos meses después de finalizada la denominada "Guerra de los Seis Días", sirve como símbolo del desequilibrio de fuerzas de presión diplomática entre la resistencia e Israel. La reducción de la cuestión palestina a un problema de refugiados, al establecimiento de fronteras seguras y reconocidas entre los Estados de la región y al retiro del ejército israelí de los territorios ocupados en 1967, deja por puertas todos los planteamientos de la resistencia y da como un hecho cumplido e irrevocable la existencia de un Estado judío en territorio palestino. El mundo árabe e islámico, China, la Unión Soviética, los países del Este y la mayor parte del resto de los países del sur, bloque que respaldaba la causa palestina, es incapaz de neutralizar la acción conjunta de los Estados Unidos y de la casi totalidad de Europa Occidental. Al igual que en el Plan de Partición de 1947, la comunidad internacional, sin ningún respaldo jurídico, reconoce una situación de fuerza favorable a los intereses occidentales en el Medio Oriente y desconoce de esta forma la calidad de los palestinos como nación con derecho a una organización política autónoma. LA IDEOLOGÍA

Soldado israelí, en el desierto de Negev, días antes del comienzo de la Guerra de los Seis Días.

FPLP en 1969, daban testimonio de la politización y vitalidad de la nueva generación y enriquecían la discusión sobre la especificidad de la causa palestina. El obligado aislamiento de la población de los territorios ocupados y la externalidad de sus acciones con relación a ellos, así como las esperanzas puestas en un triunfo armado luego de la experiencia argelina, hacían girar a los nuevos grupos alrededor de sus estructuras militares. Dentro de ese panorama general, la dimisión de Chukeiri en diciembre de 1967, a causa de los resultados desfavorables de la guerra de junio, dejaba libre el campo para que los nuevos actores de la resistencia asumieran el liderazgo.

El mito de la Gran Nación Árabe por sí solo era un constituyente de la ideología de la resistencia

El mundo árabe e islámico, China, la Unión Soviética, los países del Este y la mayor parte del resto de los países del sur, bloque que respaldaba la causa palestina, es incapaz de neutralizar la acción conjunta de los Estados Unidos y de la casi totalidad de Europa Occidental.

4. Texto de la resolución en Problémes Politiquea et Sociaux, No. 564, 1987, p. 31.

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antes de 1967: los articulos uno y catorce de la Carta de 1964 consagraban, respectivamente, a Palestina como ' 'una parte árabe ligada por los lazos del nacionalismo (qawmiya) a las otras comarcas árabes que forman con ella la Gran Patria Arabe" (5) y la liberación como "un deber nacional cuya responsabilidad incumbe a toda la nación árabe, a sus pueblos y a sus gobernantes" (6). Corolario normal de esta asunción de la causa palestina por la Gran Nación, era la dependencia e indiferenciación de la OLP de Chukeiri y de sus objetivos con relación a sus principales aliados. En compensación, la liberación de Palestina era considerada por los núcleos de resistencia y dentro de una corriente progresista hegemonía, como el primer paso de la revolución árabe.

La consecución de los dos objetivos mencionados al final del párrafo anterior contenía la idea de una solución única y total, conseguida por medio de las armas. Esta rígida indivisibilidad táctica y estratégica provenía del balance de fuerzas que, de cara a Israel, implicaba la pertenencia a un potente conglomerado árabe, cuya hegemonía reposaba en Egipto y en el pensamiento progresista de Nasser. De igual manera, el convencimiento del carácter injusto de la proclamación e instauración del Estado de Israel con el apoyo de una parte de la comunidad internacional y la naturaleza excluyente del proyecto sionista y de sus mitos fundadores, parecían no

Una interpenetración de este estilo originaba una dinámica de interioridad-exterioridad doble que también repercutía sobre la ideología. Los Estados árabes tenían una presencia activa en las organizaciones palestinas, no sólo en la OLP sino también en los otros grupos, y la resistencia palestina jugaba un papel importante en el conflicto social de los países árabes. En esa medida, las divisiones ideológicas que fragmentaban a estos últimos eran reproducidas en aquélla y la revolución árabe desempeñaba un papel tan importante como la liberación palestina (7). dejar otra posibilidad que la victoria militar definitiva. En compensación, la liberación de Palestina era considerada por los núcleos de resistencia, y dentro de una corriente progresista hegemónica, como el primer paso de la revolución árabe.

En lo atinente a la población judía de Palestina, el pan arabismo y el sionismo, aquél como la afirmación de una identidad y éste como su negación, alimentaban la concepción chauvinista de Chukeiri insertada en la Carta del 64. De acuerdo con ella y bajo el eslogan "los judíos al mar", el 95% de los judíos de Israel quedaban al margen de la nacionalidad palestina, reservada para aquellos nativos que decidieran vivir en paz lealmente en Palestina (8).

5. Alain Gresh, OLP histoire et stratégies, París, Spag, 1983, p. 43. Traducción del autor. 6. Jean-Pierre Colin y Gérard Petit, L'Organisation de Liberation de la Palestine, Annuaire du Tiers Monde 1974-1975. París, Berguer-Levraut, 1976. Extractos publicados por Problémes Politiques et Sociaux. 24 de julio de 1987, p. 18. Traducción del autor. 7. Nadia Benjelloum al hablar de la OLP del 64 explica así este fenómeno: "Elle n'a pas, en effet, affirmé comme primordial

l'objectif de libération nationale; celui-ci est mis sur le mé plan que la révolution arabe, dont la Résistance palestinien se veut le fer de lance, et qu'implique son appartenance ] clamée irreductible á la nation arabe. L'unité arabe est au importante, dans la doctrine palestinienne, que la libératio national" Nadia Benjelloum-Olivier. La Palestine: un enji des strate'gies un destín, París, Fondation National des Scien ees Politiques, 1984, p. 221. Ibid.,p. 51.

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La falta de autonomía y los intereses jordanos entorpecían la idea de un Estado palestino, que tampoco era evidente para la mayoría de las organizaciones creadas al final de la década del sesenta. Sin embargo, cuanto más nos aproximamos a la guerra de junio de 1967, el contacto con los hechos y la dinámica interna de la resistencia impulsada por el Fatah, cuyo palestinismo era manifiesto, empiezan a desdibujar los fundamentos del mito de la Gran Nación Árabe,

EL PROCESO DE DESMITIFICACION

El conflicto armado con Israel evidenció la exigua capacidad militar de los ejércitos aliados y la realidad contradictoria del mundo árabe colocó a la resistencia, cada vez más autónoma, en el centro de la lucha por la hegemonía política y la sometió a sobrevivir entre los vaivenes ideológicos. El carácter general de la causa palestina fue fragmentándose, al tiempo que las ambiciones territoriales jordanas y sirias y la presencia política de los palestinos en el Líbano, desembocaban en graves litigios árabe-palestinos. Los planes de paz mostraron poco a poco el desvanecimiento de la solución militar, que perdía relieve al tiempo que la fantasía de la Gran Nación Arabe se deslizaba hacia el proyecto lejano de una federación de Estados árabes. El mundo árabe: unidad fragmentada

a derrumbar los condicionantes de la ideología y a hacer necesaria la inclusión de la propuesta de un Estado palestino en el cuerpo ideológico. Las características de esa organización política animarían el debate, las diferencias y las crisis en los años siguientes, al estar en el corazón del problema de la autonomía y de la posición frente a Israel.

Desde 1956, Egipto fue el país árabe que llevó la iniciativa frente a Israel; en esa medida, agregó a la hegemonía dentro del contexto árabe el liderazgo de la alianza que respaldaba la causa palestina. No obstante, después de la guerra de 1967, Nasser asistió al deterioro del sueño árabe que encarnaba y la guerra de 1974 abrió el camino para los acuerdos de Camp David, que señalarían el fin de la primacía egipcia, la expulsión de la Liga Árabe y la bipolarización del liderazgo de la alianza. De 1978 en adelante, Siria y Arabia Saudita, al amparo de posiciones contrapuestas, jalonarían el contencioso árabe-israelí en medio de un sistema regional multipolar de variantes múltiples (9). La resistencia palestina

LAS SOLUCIONES PARCIALES El paso de la solución total a soluciones parciales que aceptaban una autoridad nacional o un Estado independiente en toda parte de territorio liberado, estuvo enmarcado por la fragmentación de la unidad árabe con los subsiguientes conflictos internos, la rigidez de la política israelí frente a la causa palestina, el reconocimiento internacional de la OLP y la hegemonía cuestionada del Fatah. La relación dinámica entre esos factores y la ideología de la resistencia es la que entramos a estudiar.

La coordinación de las acciones en 1973 tuvo como motivo primordial el deseo de Egipto y Siria de recuperar la soberanía perdida y no la liberación de Palestina.

9. Sobre el sistema árabe véase Bichara Khader, Le systéme árabe, la Ligue Árabe et la question palestinienne - 19471987, Louvain-la-Neuve, Cermac, 1988.

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Guerra de Octubre, la tendencia hacia una salida pacífica había encontrado manifestaciones claras en la aceptación inicial de Egipto y Jordania del Plan Rogers (1970). Luego, los planes Hussein (1972) y Fahd (1981), los acuerdos de Camp David (1978), y la cumbre de Fez, apuntalaron el camino de la diplomacia palestina.

Retirada de los guerrilleros palestinos de Beirut bajo el símbolo de la victoria.

sufriría el impacto de estas divisiones, manteniendo siempre un equilibrio inestable de fuerzas que permitiría conservar la unidad de la nueva OLP a costa de aletargar el poder decisorio. En junio de 1967, no sólo quedó maltrecho el panarabismo, sino que el balance militar llamó a una reflexión sobre las posibilidades de una derrota total de Israel y las conquistas territoriales ampliaron el campo del litigio palestinoisraelí a las fronteras jordanas, egipcias y sirias. La ocupación del Sinaí, el Golán, Gaza y Cisjordania abrió un boquete en la solidaridad árabe al tocar intereses nacionales particulares, que desde la óptica de los países afectados relegaron a un segundo lugar la cuestión palestina. La coordinación de las acciones en 1973 tuvo como motivo primordial el deseo de Egipto y Siria de recuperar la soberanía perdida y no la liberación de Palestina; tal es la conclusión a la que llevan el desarrollo del combate y los hechos que condujeron al tratado de paz egipcio-israelí de 1979. Con la retirada de Egipto del escenario de la guerra, Palestina perdió la punta de lanza de la ofensiva militar. Damasco no estaba dispuesto a desafiar al ejército israelí de manera aislada, como lo demostró en el Líbano en 1981 y 1982, y Ammán había abandonado el terreno del combate antes de 1973. El resto de países árabes se inclinaban cada vez más hacia una solución negociada y los que rechazaban ese tipo de alternativa estaban sumergidos en contenciosos propios, caso de Irak, o muy lejos de tener real influencia en el desenlace del conflicto, Argelia y Libia. Aún en los años que antecedieron a la

En 1967 y 1973, la falta de unidad también había tenido eco en la incapacidad de los ejércitos árabes para encontrar una articulación que superara el espacio estrecho de las acciones puntuales. Ni en lo táctico, ni en lo estratégico, y mucho menos a nivel de un comando interaliado, las diferencias permitieron una coordinación efectiva (10). Sin embargo, el enfrentamiento armado de 1973 consolidó las bases que facilitarían de ahí en adelante la eficiencia política de la resistencia. A pesar de la dispersión de fuerzas, los logros militares deshicieron la imagen de un ejército israelí invencible y, combinados con el alza unilateral del petróleo por los países del Golfo, redimensionaron el peso internacional del mundo árabe y su capacidad de negociación. Sin necesidad de la unidad mítica, la resistencia encontró en el grupo de aliados liderado por Arabia Saudita un apoyo más eficaz que el ofrecido hasta ese momento por los partidarios de la solución total. Los conflictos árabe-palestinos El punto más frágil del mito de la Gran Nación Árabe en lo tocante a Palestina y a la vez el mayor impedimento para una adecuada coordinación militar, residió en los conflictos entre la

En 1967 y 1973 la falta de unidad también había tenido eco en la incapacidad de los ejércitos árabes para encontrar una articulación que superara el espacio estrecho de las acciones puntuales.

10. Nadia Benjelloum-Olivier, op. cit., p. 175.

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resistencia y los paises del campo de batalla. Siria, Jordania, Líbano y Egipto llenaron de connotaciones inter-árabes el contencioso del pueblo palestino. En noviembre de 1966, las poblaciones de Naplousse, Ramallah y Jerusalem manifestaron su disconformidad con el gobierno jordano, a causa de la indiferencia con la que había reaccionado ante el ataque de tropas israelíes a la población palestina. Esa protesta, que llevó al rompimiento de relaciones entre la OLP de Chukeiri y el rey Hussein durante cinco meses, no era sino un pequeño reflejo del malestar existente entre los palestinos y la monarquía jordana. La entrada en acción de la nueva OLP bajo la hegemonía del Fatah y del FDLP a partir de 1968, supuso una agudización de las tensiones. El proyecto de revolución árabe que ella encarnaba no tenía buena acogida en el régimen conservador de Ammán, que veía en la dirección de la resistencia un segundo poder nacional, dado el alto porcentaje de palestinos con respecto al número total de habitantes del reino hachemita y la intensa actividad política de la resistencia dentro de su territorio. Luego de la masacre de Ammán y del llamado Septiembre Negro (1970), el acuerdo de El Cairo (feb.-marzo de 1971) puso fin a la primera agresión de un Estado árabe con ejército regular contra la resistencia palestina, con muy escaso poder militar, y contra la población desarmada. La salida de la resistencia de Jordania llevaba detrás las ambiciones de Hussein sobre la parte más importante del territorio palestino ocupado por Israel en 1967. El proyecto del Reino Árabe

Asentamiento israelita en Cisjordania.

“La salida de la resistencia” de Jordania llevaba detrás las ambiciones de Hussein sobre la parte más importante del territorio palestino, ocupado por Israel en 1967.

Unido, que debía reagrupar las dos riberas del Jordán en una monarquía federativa, fue anunciado en 1972 y conoció de inmediato el rechazo tanto de la OLP como de la Liga Árabe. Las cumbres de Argel (nov. de 1973) y Rabat (oct. de 1974) cancelaron de forma definitiva esos sueños expansionistas del rey hachemita y su pretensión de ser el vocero legítimo de la causa palestina, cuando reconocieron a la OLP como la única representante del pueblo palestino. En 1979 las relaciones entre Arafat y Hussein entraron en una nueva etapa que, sin dejar de tener altibajos, enfocó los esfuerzos hacia la colaboración jordano-palestina. La estancia de la resistencia en el Líbano también estuvo acompañada de combates con el ejército o con diferentes agrupaciones políticas. En Beirut, el 2 de mayo de 1973, las Fuerzas Armadas libanesas inician una ofensiva contra las bases palestinas que dura quince días. Es el comienzo de un nuevo conflicto cuyos acontecimientos empalman con la intervención siria de 1976 a favor de la falange y obligan a la dirección de la OLP a salir de Beirut entre agosto y septiembre de 1982. La motivación del gobierno libanes y de los grupos de derecha tiene raíces en el alineamiento de la resistencia dentro de la contienda interna y en las constantes incursiones israelíes en su territorio bajo la excusa de combatir a la OLP. En efecto, las organizaciones palestinas son un factor de politización de las clases subordinadas libanesas, dentro de un contencioso político, social y religioso que antecede y desborda su presencia en el Líbano. Asimismo, desde 1968 el Estado de Israel no cesa de contribuir a la desestabilización de la sociedad del vecino país árabe, que a todas luces le conviene (11). 11. Las incursiones israelíes, que ayudan a debilitar uno de los aliados palestinos del campo de batalla, se remontan al ata-

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Las razones sirias son mucho más complejas: encierran ambiciones territoriales sobre el Libano y Palestina, y lucha por la hegemonia en el mundo árabe y dentro del movimiento de resistencia palestino. En 1976 ya era clara la voluntad de Damasco de crear un Estado panárabe que reuniera a Siria, Jordania, Palestina y el Líbano (12). La guerra civil en este último país y las incursiones israelíes conformaron la oportunidad precisa para que entrara a ser actor central de la contienda y a apoyar en la misma sede de la OLP a las organizaciones que le eran favorables (13). Las divergencias con el Fatah, además de dejar un saldo fratricida y la rebelión de los coroneles en 1983, ocasionaron la ruptura de relaciones en ese mismo año con la expulsión de ArafatdeSiria(14). que del aeropuerto de Beirut en 1968 y en 1982 las invasiones del territorio llegan hasta la toma de la capital. 12. Véase la entrevista a Hanna Siniora: "Palestine: une terre pour deux peuples", en Politique International No. 38 de 1988, pp. 55 a 64. También Olivier Carré, "Arafat vingt ans aprés: 'Cent ans de solitude...' Maghreb-Machrek, París,La documentation Francaise No. 104, 1984, pp. 51-65. 13. A la Saika, filosiria en su origen, y a los partidarios de Abou Moussa se le sumaron el FPLP, el FPLP-Comando General y el FLP en 1985 y el FDLP en 1987. 14. En 1988 Arafat respondía así a una pregunta sobre las po sibilidades de reconciliación con Siria: "Comme vous le savez, dans les sables mouvants du Proche-Orient, ríen n'est immuable. L'ordinateur occidental ne peut capter toutes ees subtilités. En 1970, nous avons eu des problémes avec les jordaniens puis nous nous sommes reconcilies; tout est done possible. Au moment de cette réconciliation avec Ammán, les Syriens ont denoncé un 'accorddestraitres', entre le régime hachémite et l'OLP. Mais ensuite, le président Assad s'est, á son tour, rapproché de Hussein de Jordanie. Or celui qui se reconcilie avec Hussein se reconcilie avec Arafat. De méme quiconque s'entend avec Elie Hobeika s'entendra sans aucun doute avec l'OLP". "Negocier pour vaincre", en Politique International No. 38, op. cit., p. 116.

Búsqueda casa por casa en Ben Nanoun.

Egipto no protagonizó ningún ataque militar contra la resistencia, pero sí lo que Oliver Carré denominó "la ofensiva de paz de 1978-1979" (15). En realidad, el ataque diplomático empezó en 1977 con la visita de Sadat a Jerusalem, la cual tenía implicaciones tanto para el mundo árabe como para el Islam. Era un reconocimiento del Estado de Israel sin ninguna contrapartida y una vuelta de espalda al movimiento de resistencia palestino. Los acuerdos de Camp David y el tratado de paz definitivo terminaron de echar por la borda la unidad árabe en torno a la liberación palestina y reconfirmaron la preponderancia de los intereses nacionales de los países del campo de batalla sobre la que otrora había sido la causa bandera del panarabismo. LA POLÍTICA DE LA RIGIDEZ

Los resultados favorables en las guerras de 1967 y 1973 y el consecuente abandono práctico por parte del mundo árabe de la alternativa de liberar militarmente todo el territorio palestino, convencieron a Israel de la inferioridad de las fuerzas de sus adversarios. Esta certeza y el apoyo ininterrumpido de los Estados Unidos le permitieron abandonar los mitos fundadores como base de su legitimación interna y externa para pasar a implementar medidas expansionistas y conquistadoras, aun a expensas del apoyo y la imagen internacional. La implantación de las autoridades israelíes en Cisjordania y Gaza mostró el cambio de un tipo

Una protesta palestina en Nablus.

15. Citado en Nadia Benjelloum-Olivier, op. cit., p. 209.

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Egipto no protagonizó ningún ataque militar contra la resistencia, pero sí lo que Olivier Carré denominó "La ofensiva de paz de 1978-1979".

de colonización que buscaba apropiarse del territorio y expulsar a la población, a otra que tenía en su mira la explotación de ambos (16). Los nuevos territorios ocupados fueron integrados a la vida económica de Israel sin que sucediera lo mismo en el plano institucional, pues los intentos de legitimar la dominación por medio de las elecciones chocaron con la sistemática oposición de la población palestina (17). La imagen del pequeño David asediado cedió ante los sueños de grandeza del Estado judío. La confianza de Israel en la naturaleza inexpugnable de su situación determinó la actitud frente a los palestinos. Al desconocimiento de su calidad de pueblo agregó, como su resultado necesario, el de la representatividad de la OLP y el del derecho a constituir un Estado independiente. En contrapartida fluctuó entre la anexión de los territorios ocupados y el reconocimiento de una autonomía administrativa, que era la forma más sutil de integración institucional. En los acuerdos de Camp David (septiembre de 1978) por primera vez Israel aceptó la existencia de un pueblo palestino y habló de sus derechos legítimos, sin que tal modificación hubiera acarreado consecuencias prácticas importantes.

evolución de la ideología de la resistencia, ni siquiera dejaba abierta la posibilidad de una conferencia internacional de paz. En el trasfondo estaba inspirada por una doctrina de la seguridad nacional muy parecida a la de los ejércitos latinoamericanos, con la ausencia de fronteras definidas y la calidad de judío del Estado de Israel como ingredientes adicionales, que sólo veía la salida al conflicto en la guerra total contra el enemigo interior y exterior. EL FATAH: HEGEMONÍA CUESTIONADA En julio de 1968 la nueva OLP empieza el proceso de unificación e integración nacional, los grupos armados y las personalidades independientes toman la iniciativa de dinamizar la resistencia ante la falta de una acción popular masiva en los territorios ocupados. En 1970 la OLP recibe el reconocimiento de las organizaciones palestinas, con excepción de los Ansars comunistas, como la estructura de la unidad nacional; de allí en adelante es el centro decisorio de la resistencia, su representante oficial y el espacio en el cual son resueltas o mantenidas en suspenso las diferencias intergrupales. Esta triple naturaleza entorpece la adopción de políticas por la dificultad del consenso, pero garantiza la cohesión interna y la acción diplomática. El quinto y el sexto CNP (1969) ya habían consagrado la hegemonía del Fatah, cuestionada desde el comienzo por el FPLP, y el peso ideológico del FDLP de Hawatmeth. Los dos quedaron confirmados en el octavo y noveno CNP (1971), los cuales reafirmaron la voluntad de la resistencia de mantener a la OLP como único re-

Esta inflexibilidad frente a las reivindicaciones palestinas, que contrastaba con la permanente 16. Noción presente en los principales textos y políticas que dieron nacimiento al Estado de Israel en territorio palestino y cuya especificidad es descrita de la manera siguiente por Nadia Benjelloum-Olivier: "Les colons excluaient les Arabes de leurs activités économiques de production et d'échange. Ills ne cherchaient pas tant á exploiter la main-d'ouvre arabe ou utiliser les marchés arabes qu'á prendre posesión de la terre et á en refouier les Palestiniens, en vue de realiser leur projet d'état juif: les Arabes de Palestine n'étaient pas destinés á étre exploités, mais á etre déplacés dans leer totalité, op. cit., p. 14. 17. Las elecciones de 1972, 1976, 1980 y 1982 registraron el fracaso político de Israel.

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La importancia de la resistencia en los territorios ocupados, dentro del conjunto del movimiento palestino, concernía también a la totalidad de las acciones políticas.

El programa en diez puntos y el duodécimo CNP (1974) reflejaron la urgencia de dotar a la resistencia de una plataforma política que articulara las aspiraciones de los palestinos del interior y del exterior. Las decisiones tomadas comprendían la aceptación de las tesis del FDLP, el Fatah y la Saika, de conformidad con las cuales la resistencia debía luchar por el establecimiento de una autoridad nacional sobre toda parte del territorio liberada, en el cuadro de una solución dividida en etapas. En el transcurso de los meses siguientes el FPLP, el FLA, el FPLP-CG y

presentante palestino. Para no alterar dicha resolución en el futuro establecieron el principio de autonomía ideológica con disciplina interna, lo cual conservó viva a la OLP a pesar de las feroces divisiones intestinas y le posibilitó a Arafat la complicada tarea de conservar la dirección. A causa del retiro militar de los aliados árabes, la OLP tuvo que asumir sola las acciones armadas contra Israel durante largos lapsos (19681969 y 1974-1980), lo cual ayudó a reforzar la autonomía que el Fatah había proclamado desde un principio y que tenía como símbolo la victoria de las tropas palestino-jordanas sobre el ejército israelí en la batalla de Karameh (marzo de 1968). La guerra de octubre de 1973 dejó en claro las limitaciones de una resistencia librada al capricho de las naciones colaboradoras y adicionó un nuevo componente que iría a consolidar la posición del grupo de Arafat: la integración decidida de la población de Cisjordania y Gaza a la OLP (18). La importancia de la resistencia en los territorios ocupados dentro del conjunto del movimiento palestino concernía también a la totalidad de las acciones políticas. Significaba para Israel la presencia en espacios bajo su control de una amplia manifestación popular que impugnaba la legitimidad del Estado y la justicia de la ocupación; para Ja OLP, la necesidad de responder con realismo a las exigencias de los palestinos que permanecían en tierra patria; y para los países árabes, la reafirmación cotidiana de una identidad específica.

18. En agosto de 1973 es creado el Frente Nacional Palestino en los territorios ocupados, puente entre la resistencia que actúa en el interior y en el exterior.

Yasser Arafat.

otros grupos menores irían a formar el Frente del Rechazo que duraría hasta el decimocuarto CNP (1979) y estaría apoyado, entre otros, por Irak, Argelia y Libia. El mecanismo decisorio de la OLP daba pie para que después de aprobada una resolución por consenso las organizaciones más reacias a ella expresaran su disconformidad y obstaculizaran su aplicación, sin romper equilibrio inestable de la unidad.

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La atenuación de la discordia interna en la resistencia entre 1979 y 1983, año de la agresión siria, respondió a la condena palestina y en general árabe, a los acuerdos de Camp David y a la confirmación de las opciones estratégicas (19) en el decimoquinto CNP (1981). El acuerdo de Ammán en 1985 entre Arafat y el rey Hussein, que apuntaba a la creación de una confederación jordano-palestina, revivió los conflictos originando el Frente de Salvación Nacional, compuesto por las mismas agrupaciones del de rechazo más la Saika y en marzo de 1987 el FDLP; sólo la abrogación de lo pactado en el decimoctavo CNP (abril de 1987) mantuvo la unidad de la resistencia con el reintegro de la casi totalidad de las organizaciones, con excepción de la Saika, a los órganos de la OLP. En el tiempo de las disputas y las reconciliaciones, el centro de gravedad del movimiento pa-

Consejo de Seguridad de la ONU sobre el Medio Oriente.

perdido en cantidad y calidad el peso que tuvo hasta 1973 (20) y la OLP había logrado un reconocimiento internacional casi generalizado de su representatividad y de los derechos inalienables del pueblo palestino. EL RECONOCIMIENTO INTERNACIONAL

En diciembre de 1969, la Asamblea General de la ONU habló de los Derechos Inalienables del Pueblo Palestino, corrigiendo de esta forma la resolución 242 de 1967 que, como dijimos antes, convertía la cuestión palestina en un problema de refugiados. Este fue el mayor triunfo diplomático de las acciones armadas de la resistencia. Luego tendría que esperar hasta noviembre de 1974, un año después de la guerra de octubre, para que las resoluciones 3236 y 3237 sellaran el reconocimiento de la OLP por el organismo internacional bajo la forma de invitación a los debates de la Asamblea General y admisión en calidad de observador. Asimismo, confirma el derecho de los palestinos a la autodeterminación, a la independencia, a la soberanía nacional y el de los refugiados al retorno a la patria de origen. lestino había tenido desplazamientos importantes, la estrategia política, la estructura ideológica y el núcleo de las actividades estaban enrutados cada vez más hacia la solución diplomática. otro de esa orientación la lucha armada había 19 Opción estratégica en este caso significaba no abandonar el objetivo final de liberar todo el territorio palestino de la dominación israelí.

El reconocimiento internacional ya había tenido otras manifestaciones explícitas que comenzaron con las cumbres árabes de Argel (1973) y Rabat (1974), la cumbre de los países islámicos (febrero de 1974) y el viaje de Arafat a la URSS en julio del mismo año. A continuación, en el

20. Véase Nadia Benjelloum-Olivier, op. cit., pp. 237 y ss.

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La consecuencia más inmediata del cambio en la situación internacional de la resistencia fue la presentación de nuevos planes para resolver el conflicto palestino-israelí.

último lustro del decenio de los setenta y en el primero de los ochenta la OLP amplió su aceptación a nivel mundial. Cabe destacar el recibo con todas las prerrogativas de un miembro ordinario en el Movimiento de los Paises No Alineados y la admisión en el Consejo de Seguridad sobre el Medio Oriente de la ONU, con el veto de los Estados Unidos, ambos en enero de 1976, y la Declaración de Venecia (enero de 1980) que confirma en forma oficial la naturaleza de "parte involucrada en el conflicto" dada por los Estados déla CEE (21). Este reconocimiento generalizado siempre contó con la renuencia de los Estados Unidos a considerar a la OLP como un interlocutor válido, lo cual sólo vendria a cambiar con la proclamación del Estado palestino. La política estadounidense estuvo orientada por el apoyo militar y diplomático a Israel y por la preocupación de neutralizar la influencia de la URSS en el Medio Oriente. Quizás la única excepción a esta manera de entender la cuestión palestina, que incluso callaba lo relativo a los derechos palestinos, la constituyó el plan Cárter y la declaración soviético21. La declaración, después de establecer los principios para un reglamento global de paz, dice en el punto 7: "La mise en oeuvre de ees objectifs exige l'adhésion et le concours de toutes les parties en cause au réglement de paix que les neuf s'efforcent de promouvoir sur la base des principes définis dans les déclarations mentionnées ci-dessus. Ces principes s'imposent á toutes les parties concernées, done au peuple palestinien, et a l'OLP, qui devra étre associé a la négotiation". En Problémes politiques et sociaux, No. 564, op. cit., p. 32. El documento de Venecia hace parte de la evolución favorable de la opinión europea en lo atinente a la OLP. Francia en 1975, Suiza e Italia en 1977; Bélgica en 1978; España y Portugal en 1979; Austria, Alemania y Grecia en 1980, habían acogido a la OLP como el representante oficial del pueblo palestino. En los países del Lejano Oriente se constata el mismo fenómeno; así, por ejemplo, China autorizó la apertura de una oficina casi desde la fundación de la organización y el gobierno japonés recibió a Arafat en noviembre de 1981.

americana de 1977. En aquél, por primera vez, un presidente de Estados Unidos mencionaba el derecho de los palestinos a una patria (homeland) y en ésta, además, era demandada a Israel la restitución de los territorios ocupados en 1967; sin embargo, fueron flor de un día, pues un documento suscrito por Cárter y Dayan a finales del mismo año echó por la borda el contenido de los dos escritos. La consecuencia más inmediata del cambio en la situación internacional de la resistencia fue la

Mediadores del conflicto: Hussein y Reagan.

presentación de nuevos planes para resolver conflicto palestino-israelí. El primero de sep tiembre de 1982, Reagan expone el plan de lo; Estados Unidos; siempre en la línea de lo: acuerdos de Camp David, propone la autonomí de la población de los territorios ocupados, me diante la fórmula de un autogobierno transitori durante cinco años, antes de darle vía libre a 1 idea de un Estado independiente. El prime paso debería ser la elección libre de una autori dad autogestionada (self-governing), para prc bar la capacidad de los palestinos en el manej de sus propios asuntos sin amenazar la segur dad de Israel. Esta alternativa, que sometería los palestinos a la humillante condición d demostrar la buena fe, va acompañada por < reconocimiento del Estado de Israel y la neg< ciación del estatuto definitivo para Jerusalen Como era obvio, el principal obstáculo para viabilidad del plan residía en el desconocimienl tozudo de los palestinos del exterior y de la n presentatividad de la OLP.

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Los planes Fahd (1981), Fez (1982) y Brejnev (1984) apuntaban al mismo objetivo general: retiro de Israel de todos los territorios ocupados en 1967, desmantel amiento de las colonias israelies instauradas en territorio árabe, edificación de un Estado palestino independiente bajo la dirección de la OLP, posibilidad de retorno para los refugiados, libertad de cultos y creencias en los lugares santos y restitución de la parte oriental de Jerusalem a los árabes en cabeza del Estado palestino. En la etapa transitoria, aconsejaban el control de Cisjordania y Gaza por un período

Para el grupo de Arafat, la liberación de Palestina era por esencia un asunto palestino y, por consiguiente, no podía ser delegado a los países árabes.

de pocos meses y como garantía global de la paz entre los Estados de la región la vigilancia del Consejo de Seguridad de la ONU. La URSS agregaba, como el medio más conducente para la realización de estos principios, la celebración de una conferencia internacional de paz con la participación de Siria, Jordania, Líbano, Egipto, los Estados Unidos, la URSS, Israel y la OLP, en pie de igualdad, más otros Estados del Medio Oriente cuyo aporte fuera considerado importante por las partes involucradas. Así, en el campo internacional, la cuestión palestina entraba en la esfera de una solución de compromiso, lo cual no obstaba para que la evolución ideológica de la resistencia marchara a su propio ritmo (22).

pueblo, animaron las transformaciones de la ideología de la resistencia en los años que siguieron a 1968. Fueron en este sentido los temas que recogieron la influencia de los condicionantes materiales e ideológicos que acabamos de estudiar. Ellos reflejan el devenir de las discusiones entre las fuerzas políticas palestinas y son la síntesis de las conclusiones teóricas producidas antes de la proclamación del Estado palestino. La especificidad palestina La hegemonía construida por el Fatah después de más de un decenio de lucha continua le despeja el camino dentro de la resistencia a la mayoría de sus fundamentos teóricos. Para el grupo de Arafat, la liberación de Palestina era por esencia un asunto palestino y, por consiguiente, no podía ser delegado a los países árabes (23). Tal tesis comportaba un salto hacia la autonomía que sólo recibió una consagración parcial en la enmienda del 68 a la Carta; el deseo de afianzar la unidad interna de la organización que, como ya vimos, recibía el influjo de diferentes gobiernos árabes, arrojó una fórmula intermedia cuyo contenido proclamaba la especificidad sin abandonar el mito. La pertenencia del pueblo palestitino a la nación árabe iba matizada con la diferenciación entre liberación nacional (qawni) y unidad patriótica (watani); además, la originalidad e independencia de la revolución palestina hallaban asiento en un artículo destinado a 23. Alain Gresh, op.cit., p. 43.

DE LA GRAN NACIÓN ÁRABE AL ESTADO SOBRE TODA PARTE DE TERRITORIO LIBERADA

La búsqueda de autonomía mediante la afirmación de la especificidad, la idea del Estado palestino y el reconocimiento de los judíos como un 22. El texto de los planes, en Problémes politiquea et sociaux, No. 564, op. cit.

El signo de la victoria: un hombre coloca una bandera palestina sobre una llanta quemada.

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ese fin (24). El sexto CNP (1969) ya no hablaba de la nación árabe sino del proyecto de los "Estados Unidos Arabes"; y en el octavo, la autonomía constituía una reivindicación reconocida por todos los grupos de la OLP, al menos en teoría (25). Los avatares de la idea del Estado La autonomía exigía un paso adelante en los programas políticos de la resistencia, pues la plataforma común que estaba en el origen de la OLP restringía su principal finalidad a la edificación de una Palestina progresista e igualitaria como parte de la nación árabe. La consigna del Fatah, inspirada en el palestinismo y el deseo de independencia, implicaba la propuesta de un Estado democrático, pluriconfesional y plurirracial en todo el territorio palestino; este último elemento preservaba intacto el principio de una solución única, la liberación total por la vía armada, en la cual no cabían metas intermedias. Septiembre Negro creó la coyuntura favorable para que el octavo CNP (1971) aceptara dicha idea y la convirtiera en la primera bandera de la autarquía palestina. La actitud del gobierno jordano había hecho insostenible el proyecto de formar con él una misma nación. 24. La Carta del 68, en Bichara Khader et Naim, Textes de la Revolution Palestinienne, París, Sindbad, 1978. 25. Alain Gresh, op. cit., p. 72.

Las ambiciones del Plan Hussein y el peligro de la apropiación definitiva de los territorios ocupados por parte de Israel en la guerra de octubre de 1973 motivaron el paso del FDLP, del argumento de un Estado socialista y democrático en todo el territorio a la tesis de un Estado en toda porción de territorio liberada. En 1968 este postulado hubiera sido inconcebible porque los ecos recientes de la guerra de junio del 67 no hacían pertinente un choque frontal con la monarquía hachemita y la fragilidad interna de la resistencia no le daba la cohesión necesaria para asumirlo como propio. De nuevo un conjunto de hechos sangrientos, la guerra del 73, condujo al CNP (duodécima reunión: junio de 1974) a modificar la plataforma política, cuando aprobó la sugerencia del FDLP, respaldada por el Fatah, bajo el enunciado ambiguo de una autoridad nacional sobre toda parte del territorio liberada. Como ya vimos con anterioridad, los grupos apoyados por Irak, Libia y Argel impugnaron decisión que, sin reconocer la existencia del Estado de Israel, renunciaba a la solución única y, en consecuencia, marcaba un derrotero por etapas. La introducción de un escalonamiento en el actuar de la resistencia, apoyada por la Saika, afectaba varios factores de la ideología del movimiento: los medios de lucha, el mito de la Gran Nación Arabe y la indivisibilidad de la solución al conflicto. El uso de las armas pasa de ser el único medio para convertirse desde el punto de vista teórico en el más importante, y, en la prác-

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OLP la salida dentro del ámbito de un acuerdo global de paz; a pesar de ello, los problemas generados por la firma del Acuerdo de Ammán y la creación del Frente de Salvación Nacional postergaron hasta 1988 la iniciación de la ofensiva diplomática final. En el decimoctavo CNP (1987), la resistencia con la unidad recobrada y la Intifada en el papel de acción política determinante, reafirma los principios árabe-soviéticos acogidos en el 83, sin renunciar a la lucha armada contra la ocupación sionista ni a la condena del racismo y de la usurpación cometida por Israel cuarenta años antes. La proclamación del Estado palestino quedaba en el orden del día y ese solo hecho demostraba una neta transformación de lo tocante a la especificidad judía. tica, en un recurso secundario con respecto a la vía diplomática. La alianza con los países árabes en una federación, muy lejana del mito, sería el objetivo siguiente a la constitución de la autoridad nacional y el instrumento para conseguir la liberación total. Por último, ésta quedaría supeditada a los resultados obtenidos en las etapas iniciales. El cambio de ejes en el mundo árabe, la inoperancia militar de los aliados del campo de batalla, el reconocimiento internacional de la OLP, la anexión económica de los territorios ocupados por parte de Israel y el nuevo peso de la resistencia interior, obligaban al movimiento palestino a elaborar unas pautas políticas más acordes con la evolución de estos condicionantes materiales. De cara a ellos, la solución de la autoridad nacional era una respuesta anodina, sólo explicable por su naturaleza de transación de las divergencias internas. Por consiguiente, el decimotercer CNP (1977) reformularía el concepto del 74 en la forma de Estado Nacional Independiente y hablaría del objetivo inmediato de liberar Cisjordania y Gaza, sin hacer mención explícita a los fines estratégicos, pero también sin definir el territorio del futuro Estado. Esta vez la referencia a la lucha armada desaparecía del terreno de las prioridades ideológicas. Contra viento y marea y demostrando una gran habilidad política, el Fatah abonaba el terreno para la solución negociada, sabiendo que ésta era incompatible con la intención de recuperar la totalidad del suelo palestino. La aceptación del Plan de Fez en el decimosexto CNP (1983) grababa en los documentos de la

La aceptación del otro El artículo 6 de la enmienda de 1968 consideraba como palestinos a los judíos que residieran de manera permanente en Palestina antes de la agresión sionista, cuya fecha de partida estaba marcada en 1917 por el mismo escrito. Aunque la supresión de los requisitos de ser nativo y de vivir en paz y lealmente, exigidos por la Carta del 64, significaba un cambio de posición, los resultados prácticos eran muy similares a causa del pequeño porcentaje de hebreos que habitaban en Palestina en el año de referencia. Empero, el tercer congreso del Fatah, efectuado asimismo en 1968, definía a los judíos como parte integrante del futuro Estado palestino, con los mismos derechos que los cristianos y los musulmanes. El FDLP, por su parte, presentaba en 1969, ante el sexto CNP, una proposición en la que recogía la tesis de la organización de Arafat, pero convertía la tolerancia religiosa en política racial (entre árabes y judíos) e incluía entre los temas a tratar los derechos culturales y nacionales de los judíos de Israel. Era la primera manifestación a favor de abandonar los artículos 20 y 21 de la Carta que reducían el judaismo a una religión y negaban el carácter de pueblo de los hebreos. El octavo CNP recoge los puntos principales de la doctrina del FDLP y ratifica que la lucha armada del pueblo palestino no está dirigida contra los judíos ni por motivos raciales ni por motivos religiosos. Esta declaración despeja cualquier sospecha de antisemitismo y es conse-

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cuente con los textos que sirven de fundamento a las organizaciones palestinas que desde 1968 forman la OLP (26). A partir de 1977, los contactos entre representantes de la OLP y judios progresistas se intensifican, como testimonio del papel que empieza a jugar el diálogo y el reconocimiento del otro en la estrategia diplomática de la resistencia. La voluntad de asistir a una conferencia internacional de paz expresada en 1983 y confirmada en 1987 certifica que el movimiento palestino tomó la decisión de aceptar al Estado de Israel como interlocutor, a pesar de la rigidez demostrada por éste y como única solución viable. La proclamación del Estado palestino, que será analizada en la próxima sección, termina ese proceso.

26. Al respecto véase Olivier Carré, L'ideologie palestinienne de resistance, París, Presses de la Fondation Nationale des Sciences Politiques, 1972, y Bichara Khader et Naim, Textes..., op.cit.

LA SOLUCIÓN DE COMPROMISO

Las propuestas de soluciones parciales que elabora la OLP a continuación de la guerra de octubre de 1973 y a todo lo largo de los años poste-

La piedra contra las armas sofisticadas israelíes desvirtuó el mito del buen colono judío: tranquilo, pacífico, eficaz y demócrata, y devolvió, con la honda de los jóvenes palestinos, la imagen de David y Goliat que había alimentado los mitos fundadores del Estado hebreo.

riores tienen en común la necesidad del pueblo palestino de edificar un Estado independiente. El expansionismo de Israel y las ambiciones de algunos gobiernos árabes hacen imperiosa la delimitación de un territorio que otorgue la base espacial de la autonomia e integre, desde el punto de vista físico, la resistencia interna con la externa. El abandono de la alternativa militar y los peligrosos efectos desintegradores de una gestión diplomática demasiado prolongada llevan a que la proclamación del Estado palestino, como parte de una solución de compromiso en el ámbito de una conferencia internacional de paz, sea la única salida con probabilidades de éxito. Al igual que en la evolución general de la ideología, la confluencia de los factores condicionantes es el tejido que posibilita el salto hacia este viejo sueño del Fatah. LA RESISTENCIA A SI MISMA

Protesta con la bandera de la OLP.

En la cumbre de Ammán (noviembre de 1987), la guerra entre Irán e Irak saca la cuestión palestina del núcleo de los problemas que agitan al mundo árabe. La OLP, que viene de recobrar la unidad y está comprometida con la idea de la realización de una conferencia internacional de paz, encara así el desgaste de los aliados más próximos producido por veinte años continuos

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de conflicto con Israel. El movimiento popular del interior que había sido muy débil en el momento de su creación asume el relevo y pasa a desempeñar el papel protagónico de la resistenLa Intifada estalla en diciembre de 1987 y transforma todo el contorno que hasta ese momento había rodeado la acción política de los palestinos. En su carácter de manifestación popular, masiva, directa y autogestionada, reduce la función de los países árabes a aquella que las cia. corrientes palestinistas le habían querido asignar desde un comienzo: solidaridad y apoyo (27). Ante el mundo, en cuanto protesta cotidiana que utiliza como máximo recurso violento la piedra contra las armas sofisticadas israelíes, desvirtuó el mito del buen colono judío: tranquilo, pacífico, eficaz y demócrata y devolvió, con la honda de los jóvenes palestinos, la imagen de David y Goliat que había alimentado los mitos fundadores del Estado hebreo. En la forma de expresión de la voz y el sentir de una nueva generación palestina que no había vivido las guerras sino secuelas, demostró la sinrazón de las divisiones internas y la fuerza de un pueblo que en los últimos dos decenios había delegado toda la responsabilidad de la resistencia en las organizaciones políticas. En la vitalidad y persistencia de sus acciones confirmó, de cara a la comunidad internacional, la vigencia de la causa palestina (28). 27. Yasser Abed Rabbo, jefe de la delegación palestina que dia loga con los EE.UU., dice al respecto: "Parce que le soulévement est un mouvement populaire qui agit sur le sol de la patrie et n'est pas affecté par les interventions árabes, comme l'ont éte le mouvement national palestinien et l'OLP á l'extérieur au cours des vingt derniéres années, et parce que le soulévement est aussi un mouvement de masse tres atendu, pour ees raisons et d'autres encoré, le rapport entre le mou vement national et son environnement árabe a commencé a 9uivre la voie qui doit étre la sienne: le role de soutien et de solidante avec le mouvement national palestinien, et c'est á celui-ci seul qu'il revient de determiner la stratégie de liberation nationale du peuple palestinien". Entretien avec Yasser Abad Rabbo. En Revue d'Ktudes Palestiniennes No. 32, Eté 1989. 28. Esta faceta de la Intifada es resumida por Bichara Khader como la prueba de estar siempre allí (concepto de visibilidad), en cuanto grupo nacional (concepto de identidad), incrus tado en el suelo natal (concepto de territorialidad), sin haber sido reducido al silencio (concepto de Soumoud, de resis tencia). Véase Bichara Khader, "De L'Intifada (9 decembre 1987) á la Proclamation de L'Etat Palestinien (15 novembre 1988 a Ih28)", Cahier 62-63, Louvain-la-Neuve, Cermac, 1988.

Más allá de este inmenso valor simbólico, la Intifada tuvo resultados concretos inmediatos: hizo la resistencia demasiado onerosa para Israel al tiempo que volvió inútil la superioridad militar que había demostrado en las cuatro

guerras árabe-israelíes. El 22 de diciembre de 1987, la Resolución 605 de la ONU considera a los palestinos como un pueblo y a Cisjordania y Gaza como su territorio. En enero de 1988 el Consejo de Ministros de la Liga Árabe reunido en Túnez reconoce explícitamente la importancia del levantamiento popular en los territorios ocupados y retoma la urgencia de la realización de una Conferencia Internacional de Paz. La proclamación del Estado palestino el 15 de noviembre de 1988 es la consecuencia más notable y así lo expresa el texto de la declaración de independencia que le atribuye, al lado de la resistencia en los campos de refugiados en el exterior, la virtud de haber elevado la conciencia universal de la realidad y los derechos nacionales palestinos a un nivel superior de percepción y comprensión.

LA

PROCLAMACIÓN DEL PALESTINO

ESTADO

A la Intifada hay que sumarle la ruptura de los lazos administrativos de Jordania con los territorios ocupados, la nueva distensión mundial producida por la política internacional de Gorbachov y la unidad retomada de la resistencia, para poder ver el momento histórico que permitió la declaración de independencia, con la pro-

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clamación del Estado palestino hecha por Arafat. En el debate interno de la OLP, las organizaciones de la resistencia, con excepción de los grupos minoritarios apoyados por Siria, constataron que estaban reunidos todos los elementos constitutivos de un Estado: un pueblo, un territorio, la identidad nacional, el reconocimiento internacional, un gobierno unitario (la OLP) e incluso la existencia de partidos políticos con claras diferencias, lo cual, si bien no es un requisito indispensable, sí certifica el pluralismo interno (29). El texto de la declaración recoge los elementos centrales que habían caracterizado la evolución ideológica de la resistencia (30). Define a Palestina como el país natal del pueblo árabe palestino, cuya libertad e independencia ya habían sido reconocidas por la Carta de la Sociedad de las Naciones (1919) y por el tratado de Lausana (1923) y cuyo derecho a la soberanía y a la autodeterminación figuraba en las disposiciones de la ONU desde la resolución 181 (1947) de la Asamblea General. De esta manera, consagra la especificidad palestina sin renunciar a la identidad árabe y demuestra el fundamento jurídico internacional del Estado palestino con anterioridad a la resolución 242. Unas líneas después da fe de la representatividad única y legítima del pueblo palestino en cabeza de la OLP. En ejercicio de dichos derechos a la autodeterminación, a la independencia política y a la soberanía sobre el suelo patrio, el CNP proclama el establecimiento de un Estado de Palestina sobre su propio territorio con Jerusalem, alQods al Sharif, como capital. La ciudad que, bajo la condena general y en especial islámica, fue unificada por Israel en 1980, queda convertida de hecho en la capital de dos Estados y los límites de éstos en suspenso hasta la realización de una conferencia internacional de paz. El respeto por la dignidad humana, por las mayorías y las minorías, y por las libertades políticas y religiosas hace parte del régimen democrático instaurado con base en la justicia social, en la ausencia de toda forma de discriminación y en la primacía de la ley. De acuerdo con las tradicio29. El debate interno anterior a la proclamación, en Abu-Amir. "Le debat inter-palestinien avant la CNP", Revue d'Etudes PalestiniennesNo. 30, pp. 22 y ss. 30. Véase el texto en Revue d'Etudes Palestiniennes No. 30, pp. 3-7.

nes espirituales palestinas de tolerancia y cohabitación generosa entre las diferentes comunidades religiosas, la coexistencia pacífica entre musulmanes, judíos y cristianos es garantizada expresamente. La naturaleza democrática, plurirracial y pluriconfesional que estaba presente en los documentos de la resistencia queda así cobijada por una proclamación hecha en nombre de Dios y del pueblo árabe palestino. La declaración de independencia va acompañada por la aceptación de la existencia de Israel como un hecho de fuerza irreversible a causa de su prolongación en el tiempo. Los representantes de la OLP son muy claros al afirmar que resistencia desconoce la legitimidad y los funda mentos ideológicos del sionismo (31). Los temo res del gobierno israelí con relación al artícu de la Carta palestina OLP que prevé la supresió del Estado que él comanda, no parecen teñe asidero válido en la realidad; Arafat ha insistió hasta la saciedad en su derogación por el programa político que autorizó la proclamación de Estado palestino y para disipar cualquier duc ha insistido en la realización de una conferenc: internacional de paz que lleve a la solución c compromiso definitiva (32). La contrapropuest de las elecciones en los territorios ocupados lan

La declaración de independencia va acompañada por la aceptación de la existencia de Israel como un hecho de fuerza irreversible, a causa de su prolongación en el tiempo.

31. Yasser Abed Rabbo afirma: "Notre position était et reste qu ce qui s'est produit depuis 40 ans est le resultat d'un inju tice historique et non le fruit d'un droit naturel á l'aut determination sur la terre de la Palestine. Nous devoi traiter avec ees réalités qui sont apparues dans l'histoire ( qui ont imposé une situation démographique et politiqi particuliére. Dans ce contexte, nous sommes disposés á v compromis historique. Mais personne ne peut exiger de noi de conclure un compromis idéologique. Au niveau idéolog que, notre position était et reste de résister au sionian comme idee, córame mouvement et comme pratique. (., Nous sommes préts á vivre en paix avec l'Etat d'Israel, ma nous ne sommes pas disposés a rendre nos armes idéol giques". Entretien avec Yasser Abed Rabbo, op. dt., p. 2 32. A una pregunta al respecto hecha en el curso de la entrevia

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zada por Shamir es la continuación de la política de la rigidez que sólo puede generar el nacimiento de un nuevo frente de rechazo y la agudización de las tensiones en el Medio Oriente. El pueblo de Israel y los Estados Unidos tienen la posibilidad de ponerle fin a un conflicto que ha mantenido en vilo la paz mundial. Sólo ellos pueden darle la oportunidad a los jóvenes soldados israelies que reprimen la Intifada de realizar

las fantasías oníricas del soñador de Darwish (33): Je rêve de lys blancs D'une rué pleine de gazouillis D'une maison bien propre Je voudrais un coeur de bonté Au lieu de mon fusil sauvage Je voudrais une journée ensoleillée Sans nulle hantise de vaincre Comme un fou ... comme un flot. Je voudrais le sourire d'un enfant Qui rit á la lumiére du jour Au lieu d'une machine de guerre. Je suis venu saluer des levers de soleil Non les crépuscules Et en vérité je refuse de mourir Et de faire la guerre aux femmes et aux petits Et de monter la garde des vignes et des puits Pour le doux yeux des richards du pétrole Ou des industriéis de la guerre! Il m'a dit adieu puisqu'il cherche des lys blancs Ou un oiseau qui s'offre au matin Perché sur une branche d'olivier Et qu'il ne comprend les étres Que comme il en sent l'odeur ... comme il les ressent. Il comprend —il me l'a dit— que la patrie "C'est que je sirote le café de ma mére Et c'est le retour á la maison en paix quand vient lesoir".

CONCLUSIONES

concedida a la TF1 Arafat respondía: "II faut que cela soit clair, j'ai été élu sur un programme politique que se fond sur la base de deux Etats. Quant a la charte, il y a une expression francaise pour cela: c'est caduc. Jedis: je veux coexister cote a cote avec les juifs, sur la terre des prophétes, des messages et des revelations divines. Si vous avez peur, nous vous donnerons toutes les garandes, pour qu'il n'y ait plus de peur. Et c'est pour cela que nous demandons un conférence internationale. C'est bien pour poser ees garanties, dissiper les peurs, les appréhensions. Nous aussi, nous avons des peurs et des appréhensions Israel dispose de 180 ogives. Je n'ai pas de force de frappe. Est-ce que je n'ai pas le devoir d'avoir peur, moi aussi? Mais si on veut la paix, soyons courageux, tendons la main pour la paix".

En 1964, año de la creación de la OLP de Chukeiri por la Liga Árabe, la ideología de la resistencia palestina estaba dominada por los elementos fantásticos y concretos del mito de la Gran Nación Árabe, que fomentaban el chauvinismo con respecto a los judíos y al Estado de Israel. La hegemonía ideológica de los países árabes y la confianza en el propio poder hacían pensar en la liberación total de Palestina como objetivo estratégico único, dentro de una solución militar, cuyo medio exclusivo era la lucha armada. La coyuntura internacional era de desentendimiento de la cuestión palestina como una causa nacional, y la posición de Israel no abría 33

. Mahaud Darwish, "Un Soldat Revéur", traducción de Olivier Carré. En Poémes Palistiniens, París, Le Cerf, 1970.

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posibilidades para pensar en una salida negociada. Las guerras de junio de 1967 y de octubre de 1973 cambiaron el panorama en el cual actuaba la resistencia. La frágil unidad árabe estalló y surgieron los conflictos inter-árabes, la llamada arma del petróleo redimensionó la capacidad diplomática de la OLP y de sus aliados y la resistencia tuvo un proceso de reorganización interna bajo la hegemonía cuestionada del Fatah. La comunidad internacional, encabezada por la ONU, reconoció a los palestinos como un pueblo con derechos inalienables y a la OLP como su legítimo representante; la excepción la constituyó EE.UU. que ejerció la primacía internacional para respaldar la política de la rigidez israelí. En consonancia con tal desarrollo, el palestinismo ayudó a la desmitificación de la Gran Nación Árabe y junto con ella la aceptación de los judíos como pueblo convivió con el rechazo del proyecto sionista. El objetivo único le cedió el paso a una política por etapas, cuya táctica fluctuó entre la autoridad nacional y el Estado independiente sobre toda parte de territorio liberada; por consiguiente, la vía diplomática adquirió poco a poco más importancia hasta reducir a un puesto marginal el uso de las armas. Estas soluciones parciales siempre miraban hacia el objetivo estratégico de la construcción de un Estado palestino sobre todo el territorio patrio. La prolongación del conflicto y la Guerra del Golfo dejaron a la resistencia, golpeada por las diferencias internas, pendiente de sus propios recursos; pero los años de lucha fructificaron en el levantamiento popular en los territorios ocupados. La Intifada, con el concurso de la nueva distensión mundial, la ruptura de los lazos administrativos que unían parte del territorio palestino con la monarquía jordana y la unidad recuperada de la OLP, llevaron a la resistencia a asumir la decisión de declarar la independencia y proclamar el Estado palestino. La propuesta de una solución de compromiso lograda por medio de una conferencia internacional de paz, que había sido aceptada por el CNP desde 1983, vio caer el último obstáculo palestino con esta resolución y con la acep-

tación por parte de la resistencia de dos Estados en Palestina. La evolución ideológica de la resistencia en los veinte años que van de 1968 a 1988 contrasta con el estatismo del pensamiento israelí. Al pueblo judío le corresponde la oportunidad de cambiar, para ponerle fin a la masacre de los territorios ocupados y a la condena mundial.

La XVIII Sesión del Consejo Nacional Palestino, un paso firme en la unidad nacional y en la lucha.

BIBLIOGRAFÍA LIBROS y FASCÍCULOS BENJELLOUM-OLIVIER Nadia, La Palestine: un enjeu des stratégies un destín, Paris, Fondation National des Sciences Politiques, 1984. DARWISH Mahmud, Poémes palestiniens, Paris, Le Cerf, 1970. GRAMSCI Antonio, Quaderni dei carcere, Torino, Einaudi, 1977, Vol. III. GRESH Alain, OLP histoire et stratégies, Paris, Spag, 1983. KHADER Bichara et Naim, Textes de la révolution palesti-f nienne, Paris, Sindbad, 1978. KHADER Bichara, "De L'Intifada (9 décembre 1987) á la proclamation de L'Etat palestinien (15 novembre 1988 a Ih28)", Cahier 62-63, Louvain-la-Neuve, Cermac, 1988. KHADER Bichara, Histoire de la Palestine, Tunis, Maison Tunisienne de l'Edition, 1976, Vol. I. KHADER Bichara, Le systéme arabe, la Ligue Árabe et la question palestinienne - 1947-1987. Louvain-la-Neuve, Cermac, 1988.

PUBLICACIONES PERIÓDICAS Documentation Francaise El País Le Monde Diplomatique Politique Internationale Problémes Politiques et Sociaux Revue d'Etudes Palestiniennes Revue Francaise de Science Politique

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EVOLUCIÓN IDEOLÓGICA

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MILENARISMO Y DEFENSA DE LA FE EN EL SIGLO DE LAS LUCES: LA OBRA DEL JESUÍTA CHILENO MANUEL LACUNZA Frédéric Martínez Historiador. Candidato al Doctorado en Historia en la Universidad de París.

INTRODUCCIÓN 1812: en la España de las Cortes de Cádiz se edita por primera vez un imponente tratado teológico que tiene por título: La Venida del Mesías en Gloria y Magestad; observaciones de Juan Josaphat Ben Ezra, hebreo cristiano, dirigidas al sacerdote Cristófílo. Cuatro tomos, más de 1.900 páginas que anuncian el regresó del Mesías Jesucristo a la tierra para reinar mil años con los justos.

Detrás del seudónimo de Ben Ezra se esconde un oscuro jesuíta chileno, muerto varios lustros antes: Manuel Lacunza.

El libro encuentra un eco favorable en una Europa sacudida por Jas guerras napoleónicas, en la que renacen temores apocalípticos y esperanzas mesiánicas: el rioplatense Manuel Belgrano lo edita en Londres (1816); sale en México (1821), en París (1925), otra vez en Londres (1826); se traduce al latín, al inglés, al francés. EJ éxito de La Venida del Mesías es tan grande que las autoridades eclesiásticas, tradicionalmente reacias a las tesis milenaristas, se alarman. Una vez restablecida, la Inquisición española —era precisamente su supresión durante el período constitucional la que había permitido la primera edición— prohibe el libro (1819); lo mismo pasa en México y Lima. El Santo Oficio lo coloca en el índice en 1824, antes de que, en 1941, el Vaticano lo condene definitivamente. Detrás del seudónimo de Ben Ezra se esconde un oscuro jesuíta chileno, muerto varios lustros antes: Manuel Lacunza. Nacido en Santiago en 1731, entra en la Compañía de Jesús en 1747; deportado a Italia a consecuencia de la expulsión de los jesuitas de España y de sus posesiones en 1767, consagra su destierro a la observación de las estrellas y a la redacción de este único libro, que comienza en 1775 y acaba en 1790. Muere en 1801 sin haberlo publicado. A primera vista, la obra de Lacunza desconcierta: por su tema, muy alejado de las preocupaciones de la época; y, sobre todo, por la diversidad de las interpretaciones a que dio lugar, las cuales contribuyeron a dar Ja imagen de un Lacunza incJasificable, marginaJ, por no decir incomprensible.

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"La Venida del Mesías en Gloria y Magestad": Edición de Carlos Wood, Londres, 1816.

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Milenarismo de Lacunza

Una "Iglesia espiritual", remplazando la Iglesia romana, va a guiar la humanidad a una eternidad espiritual y monacal.

Lacunza propone una interpretación del Apocalipsis de San Juan y de los libros de los profetas del Antiguo Testamento que lo conduce a concluir que la segunda venida del Mesias está inscrita en el texto sagrado: anunciado por signos precursores (hambrunas, terremotos, calamidades de todo tipo), el Mesías Jesucristo regresará a la tierra en "Gloria y Magestad" para instaurar un reino terrenal de mil años (reales o simbólicos) con los justos, los cuales habrán sido escogidos en un primer "juicio de vivos". Al fin del milenio, el Anticristo volverá a apoderarse de los hombres; el género humano será exterminado en una última conflagración, después de la cual vendrán el juicio final y el fin de los tiempos. La esperanza de un reino terrenal del Mesías se remonta a los orígenes del cristianismo. Esta aspiración es muy vivaz en el cristianismo de los primeros siglos, debido a su estrecha relación con el judaismo y a las persecuciones de que los cristianos son víctimas: anhelan una salvación colectiva y terrenal. Una vez asentadas las bases del poder de la Iglesia, la esperanza mesiánica amenaza con adquirir tintes algo subversivos: San Agustín, a comienzos del siglo V, excluye el milenarismo de la ortodoxia católica. Descartando la interpretación literal del Apocalipsis, propone una lectura alegórica de la promesa bíblica de un reino mesiánico de mil años. Este reino no es otro que el "Tiempo de la Iglesia"; los cristianos ya no deben esperar una salvación colectiva en la tierra; San Agustín preconiza una escatología individual. Después del siglo V, la idea milenarista atraviesa el cristianismo esporádicamente. Reaparece, a partir de fines del siglo XI, en las cruzadas y en los movimientos agrarios europeos. Las hordas milenaristas cometen actos apocalípticos (masacres de sacerdotes) para acelerar el regreso del Mesías y la instauración de un reino igualitario que responda a sus esperanzas espirituales y materiales. En el siglo XII, un cisterciense calabrés, Joaquín de Fiore, anuncia la venida de la "Edad del Espíritu". Una "Iglesia espiritual", reemplazando la Iglesia romana, va a guiar la humanidad a una eternidad espiritual y monacal. El descubrimiento de América hace renacer el pensamiento escatológico. Los franciscanos "espirituales", herederos directos de Joaquín de Fiore, evangelizan esos nuevos pueblos esperando que su acción va a apresurar la venida del Mesías. En el movimiento de la Reforma protestante aparecen otros "focos" milenaristas: el más conocido es el de los Anabaptistas que recrean una Nueva Jerusalén en Munster en 1535. En el siglo XVIII, Ja temática milenarista tiene cierto éxito en los medios jansenistas que ponen en tela de juicio la autoridad papal y pretenden volver al cristianismo de los primeros siglos; luego, la tormenta de la Revolución Francesa y las guerras napoleónicas provocan una explosión de milenarismo en Europa —en la que se inscribe

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Manuel Lacunza: (Retrato sacado de la edi ción de Ackermann, Londres, 1826).

el éxito del libro de Lacunza. Los medios protestantes ingleses y alemanes, los medios católicos contrarrevolucionarios ven en estos acontecimientos el desencadenamiento del Anticristo y el anuncio del Apocalipsis. Diversidad de las interpretaciones de "La Venida del Mesías" Lo que desorienta más cuando uno se aproxima a la obra de Lacunza es la heterogeneidad absoluta de las interpretaciones a que dio lugar. En su tiempo, La Venida del Mesías conoció el éxito entre circu-

lo que desorienta más cuando uno se aproxima a I, obra de Lacunza es la heterogeneidad absoluta de las interpretaciones a que dio lugar.

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los jansenistas italianos, españoles y franceses por su crítica al Papado; en medios judíos por el carácter filosemita de su mesianismo — Fray Servando Teresa de Mier cuenta en sus memorias que unos judíos venecianos habían propuesto a Lacunza publicar su libro, lo que él rechazó por no tener la aprobación eclesiástica (1); igualmente fue festejado en el ámbito contrarrevolucionario y en los medios católicos conservadores, en fin, por anunciar la venida del Anticristo.

Para Manuel Belgrano, quien la edita en Londres en 1816, la obra es ante todo una muestra del genio americano, un arma de los criollos contra el desprecio de los europeos: Desde el punto que resolví mi viage a este destino (Londres), resolví también hacer a mis compatriotas el servicio de imprimir y publicar una obra que, aun quando no hubiese otras, sobraría para acreditar la superioridad de los talentos americanos, al mismo tiempo que la suma sandez de un señor diputado español europeo, que en las Cortes extraordinarias instaladas en la Isla de León de Cádiz, se hizo distinguir con el arrojo escandaloso de preguntar a qué clase de bestias pertenecían los americanos, o entre qué clase de ellas se les podía dar lugar. ("El editor a los americanos", I, xi-xii).

Los análisis más recientes de la obra no contribuyen a desenmarañar el asunto, al contrario. Adolfo Nordenflicht, editor en 1978 de la Tercera parte de la Venida del Mesías en Gloria y Magestad, en la Biblioteca de visionarios, heterodoxos y marginados de la Editorial Nacional de España, ve en la obra "un gran poema, una elegía cósmica y paradójicamente epifánica..." (p. 62); es un producto característico del genio americano: por su barroquismo retórico, porque transmite una admiración frente al universo concebido como creación divina, porque plantea la historia como futuro. Nordenflicht concluye desmedidamente, tildando a Lacunza de "primera aurora" de un nuevo lenguaje "que urgirá otra forma de ciencia, de filosofía, de historia, de poesía, de teología". A su vez, Juan Bulnes Aldunate, en un artículo publicado en Raíces de la teología latinoamericana, San José, DEI-CEHILA, 1985 ("Manuel Lacunza: contenidos teológicos y filosóficos de su interpretación profética", pp. 97-118), hace de Lacunza un precursor de la teología de la liberación. Le atribuye una visión dialéctica de la historia que anuncia a Hegel y Marx: "Su visión de la historia es evolutiva y dialéctica, juzgando sus acontecimientos como fenómenos sociales colectivos, generados en largos períodos de desarrollo y en que los grandes sistemas conducen a su propia destrucción". Pero también ve en la obra ' 'una crítica a las estructuras sociales y políticas y anuncios de destrucción de los poderes opresores"; a sus ojos, Lacunza promueve la ' 'esperanza de un reino para los oprimidos", y la "fe en un hombre nuevo liberado y señor del universo". 1. Cf. A. F. Vaucher, Une célébrité oubliée, le pére Manuel de Lacunza y Díaz, p. 37.

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Se advierte fácilmente en esas interpretaciones la carencia radical de aproximación histórica. La mayoría de los comentarios se contentan con señalar, de manera algo "sensacionalista" las evidentes paradojas presentes en la obra: Lacunza es jesuíta pero asimila la prostituta del Apocalipsis a la Roma papal futura; Lacunza es modernista en sus concepciones científicas pero se aferra a una creencia anticuada que tiene resonancias medievales.

Lacunza es jesuíta pero asimila la prostituta del Apocalipsis a la Roma papal futura.

En realidad, una vez situada en el contexto histórico e intelectual del siglo XVIII —y este es el objeto del presente estudio— La Venida del Mesías se revela globalmente inteligible. Si se encuentran en las diversas expresiones de la aspiración mesiánica unas constantes que la teología, la historia de las religiones o la etnppsicología se proponen estudiar, una rápida mirada a la historia de los milenarismos muestra que detrás de una aparente unidad temática se esconden situaciones históricas, socioeconómicas, políticas y filosóficas que difieren totalmente. Para comprender la coherencia interna de la obra y el significado de su milenarismo en el contexto de fines del siglo XVIII, propondremos una aproximación histórica al pensamiento de Lacunza según tres ejes: su metodología; su concepción del mundo; su fe y su posición respecto a la Iglesia. LA METODOLOGÍA DE LACUNZA La Venida del Mesías en Gloria y Magestad está dividida en tres partes. En la primera "Que contiene algunos preparativos necesarios para una justa observación", Lacunza justifica su método exegético y, apoyándose en una presentación histórico-teológica de "los milenarios", defiende la originalidad de su sistema. En esta parte, esencialmente, se encuentran los datos que nos permiten esbozar los grandes rasgos de su metodología. La segunda parte "Que comprehende la observación de algunos puntos o fenómenos particulares" está consagrada al análisis de los libros de los profetas y del Apocalipsis de San Juan. La tercera parte, en fin, "Que contiene el fruto de las observaciones precedentes" propone las conclusiones de Lacunza y su descripción del milenio y del fin de los tiempos. La Venida del Mesías es una obra teológica; sin embargo, Lacunza no sólo se funda en un método exegético; también incluye en su demostración elementos de un método histórico y científico. Toda la metodología lacunziana estriba en una distinción fundamental entre lo humano y lo divino. La Biblia, la tradición católica inmemorial y las decisiones de la Iglesia son autoridades de "fe divina", infalible e indudable. Todo lo demás, tanto textos profanos como escritos teológicos, son fuentes de "fe humana"; tienen el estatuto de "opiniones" mientras no estén consagrados por una autoridad de fe divina. A lo que emana del

Toda la metodología lacunziana estriba en una distinción fundamental entre lo humano y lo divino.

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hombre se le puede aplicar un método crítico histórico; mientras que lo divino es constituido por un conjunto de manifestaciones indiscutibles, entre las cuales el texto de las Escrituras.

Método exegético Lacunza preconiza una exégesis rigurosa, basada en el sentido literal de las Escrituras. Descarta, entonces, a todos los otros métodos exegéticos (alegórico, místico) y condena particularmente la utilización acomodaticia de varias interpretaciones según la conveniencia del exegeta. La interpretación literal es la que le permite a Lacunza leer en las Escrituras la promesa mesiánica; mientras que el desarrollo de la interpretación alegórica de las profecías por San Agustín y Orígenes había permitido justamente expulsar el milenarismo de la ortodoxia católica. Lacunza justifica también su defensa de la interpretación literal de la Biblia por la necesidad de hacerla asequible a los fieles. Critica fuertemente a los teólogos escolásticos por haber monopolizado el acceso a las Escrituras: multiplicando las interpretaciones complejas, han hecho creer a los fieles que la lectura de la Biblia le estaba vedada al que no fuera exegeta; han favorecido de esta manera el desarrollo de la Ilustración fuera de la ' 'verdadera religión". Por su crítica a la teología escolástica, por la importancia primordial que le reconoce a la Biblia, Lacunza se inscribe en la problemática del movimiento de renovación religiosa del siglo XVIII, o "Ilustración católica". El afán de depurar la religión de la teología escolástica para volver a la fuente bíblica aparece en el humanismo del siglo XVI, en el pensamiento de Erasmo o de los "cristianos nuevos" españoles, herederos del erasmismo; judeoconversos o hijos de conversos; ellos fueron los principales instigadores del "Huminismo" que, en la España del siglo XVI, renovó la teología por su aporte humanista y el fomento de los estudios escriturarios. La influencia de varios exegetas y teólogos del Huminismo español —Benito Arias Montano, Tomás Maluenda, Melchor Cano, El Tostado— se advierte muy claramente en La Venida del Mesías; además la temática del judaismo ibérico está muy presente: Lacunza toma por seudónimo el nombre de un exegeta sefardí del siglo XII, Aben Ezra. La defensa de la interpretación literal es una preocupación central para los exegetas que renuevan la aproximación analítica de la Biblia a partir de fines del siglo XVII: Spinoza (Tractatus teologico-politicus, 1670), Richard Simón (Histoire critique du vieux testament, 1678) y Dom Augustín Calmet (Dictionnaire critique, chronologique, geographique et littéral de la Bible) —este último citado frecuentemente por Lacunza.

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En España, el movimiento dieciochesco de la "Ilustración católica" busca la misma depuración de la producción teológica escolástica; Burriel, Mayans y Jovellanos preconizan la lectura de la Biblia y el desarrollo de los estudios escriturarios. Al escribir su obra en castellano en vez de latín, Lacunza manifiesta su deseo de dirigirse a un público más amplio; a comienzos del siglo XVIII en España se había debatido largamente la posibilidad de redactar obras filosóficas y científicas en un idioma vulgar (2); los "novatores" valencianos (Mayans, Corachan) defienden entonces la utilización del castellano como lo habían hecho los humanistas del siglo XVI. Sin embargo, Lacunza no evoca en absoluto la cuestión de la traducción de la Biblia, problema central en aquella época; en 1782 el inquisidor general edita un decreto que permite por primera vez la lectura de la Biblia en castellano. La primera edición española sale en 1790, el mismo año en que Lacunza acaba la redacción de La Venida del Mesías (3). Método histórico y teología La distinción que Lacunza establece entre fuentes de fe divina y fuentes de fe humana le permite aplicar a los escritos teológicos un método crítico histórico. Prueba la fiabilidad de éstos y su compatibilidad con el sentido literal de la Biblia, lo que lo lleva a operar una rigurosa selección dentro de la producción teológica.

Lacunza no evoca en absoluto la cuestión de la traducción de la Biblia, problema central en aquella época.

Muchos signos de un esbozo de método histórico se advierten en La Venida del Mesías. Lacunza aparta toda proposición teológica que no se base, especialmente si invoca la tradición eclesiástica, en fuentes históricas fiables: Supuestas estas noticias que se hallan en la historia eclesiástica, preguntad ahora a aquellos autores de que empezamos a hablar: ¿de dónde sacaron que en el concilio romano de San Dámaso, se decidió el punto general de los milenarios?, y veréis cómo os responden, ni pueden responder otra cosa, que asi lo hallaron en otros autores, y éstos en otros, los quales tal vez lo sacaron finalmente de los anales del cardenal Baronio ad annum 375. Mas este sabio cardenal, ¿de dónde lo sacó? Si lo sacó de algún archivo fidedigno, ¿por qué no lo dice claramente? ¿Por qué no lo asegura de cierto, sino sólo como quien sospecha, o supone que así será? Este modo de hablar es cuando menos muy sospechoso.

Lacunza desarma el mecanismo de una historia sin exigencias dé método; comprueba la ausencia de fuentes y concluye:

2. Cf. F. López, L'histoire des idees au XVIOe siécle: conceptions anciennes et révisions nécessaires. 3. Cf. A. Mestre, Despotismo e Ilustración en España, p. 211.

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La verdad es que la noticia es evidentemente falsa por todos sus aspectos, porque no hay instrumento alguno que lo pruebe (I, 64-65).

La preocupación por la prueba histórica está muy presente en la obra. Además, Lacunza se apoya en escritos profanos cuando necesita argumentos históricos o cientificos que le sirvan en su demostración: los científicos Huyghens y Cassini, la "historia profana antigua", por ejemplo. Se percibe ahí, muy nítidamente, la influencia de la crítica histórica que va desarrollándose a partir de fines del siglo XVII. El abate Richard Simón, Pierre Bayle (Dictionnaire historique et critique 16951697), Dom Mabillon asientan las bases de un método crítico que tiene por meta la definición del grado de autenticidad de los documentos históricos y que se afirma independiente de la teología. En el siglo XVIII, la influencia del abate Fleury y de Muratori, bibliotecario del Duque de Módena —Lacunza se refiere frecuentemente a esos autores — , es decisiva sobre la primera corriente historiográfica española: Jacinto Segura (Norte crítico, 1733) y Gregorio Mayans defienden la posibilidad de aplicar la crítica histórica a las tradiciones eclesiásticas sin perjuicio del dogma y de la ortodoxia católica. Para los instigadores del método histórico, el acercamiento crítico a la Biblia llevaba a negar que ésta fuera la palabra de Dios transmitida directamente.

Si bien se ve claramente en La Venida del Mesías la huella del nuevo método histórico, Lacunza no saca todas las conclusiones de estas innovaciones metodológicas. Efectivamente, para los instigadores del método histórico, el acercamiento crítico a la Biblia llevaba a negar que ésta fuera la palabra de Dios transmitida directamente. Después de Spinoza, el abate Richard Simón, sin negar la inspiración divina de las Escrituras, se empeñó en demostrar las contingencias históricas que aparecen en ellas: señales de alteración, de cambios; cronología incompleta; incoherencias; ausencia de unos reyes que mencionan los autores profanos. Más tarde, el teólogo alemán Semler (1725-1791) llegó a historiar totalmente la Biblia, considerándola sencillamente una expresión, definida en el tiempo y el espacio, del sentimiento religioso universal. El Antiguo Testamento es una obra nacional judía; si bien la sustancia del sentimiento religioso es eterna, hay que relativizar sus formas históricas. Se ve cuan lejos está Lacunza de los desarrollos de la crítica histórica de su tiempo. El sigue creyendo que la Biblia es la transmisión directa, literal, infalible e inalterable de la palabra divina. Pues ¿quién es el autor, o el escritor de este cántico divino? Amigo mío, yo no lo sé, ni lo deseo saber, porque esta noticia nada me importa. Solamente sé (y esto sin duda, ni disputa) que su verdadero autor es el mismo Espíritu Santo, qui locutus est per prophetas (IV, 162).

Lacunza ha integrado varios principios de la nueva metodología histórica, pero ésta no alcanza a hacer vacilar la sacralidad indiscutible que le otorga a la autoridad eclesiástica y a las Escrituras.

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Aproximación científica En su empresa teológica, que tiende a establecer la certidumbre de la segunda venida del Mesías a la tierra, Lacunza se vale del método experimenta] que se origina en el pensamiento de Newton. Los filósofos metafísicos del siglo XVII pensaban acceder al conocimiento partiendo del poder explicativo universal (la esfera de las ideas puras, punto de encuentro entre el espíritu humano y el espíritu divino) y progresando por deducción. Newton propone otro acercamiento tomando como punto de partida los fenómenos. A partir de la observación de los fenómenos, el científico va buscando los principios. Según la definición de Ernst Cassirer (4), el espíritu de la Ilustración nace precisamente de la posibilidad de extender a todas las otras ciencias el método que adoptó Newton para la ciencia física. La influencia del método experimental es muy clara en Lacunza. Define la Biblia como un objeto de estudio científico; la compara con el cosmos y se asimila a sí mismo a un astrónomo.

La influencia del método experimental es muy clara en Lacunza. Define la Biblia como un objeto de estudio científico; la compara con el cosmos y se asimila a sí mismo a un astrónomo.

Aplica el término de fenómenos a las profecías bíblicas —la segunda parte de La Venida del Mesías está dividida en diez fenómenos. Lacunza proclama la fuerza invencible de una demostración basada en la observación de los fenómenos. Así se fue imponiendo la teoría del heliocentrismo contra los viejos sistemas celestes procedentes de la Antigüedad. Este tema acaso parecerá pasado de moda en aquellos años; no es tan cierto si nos referimos al mundo intelectual de Lacunza. La Iglesia española permaneció globalmente hostil al heliocentrismo hasta mediados del siglo XVIII; en 1748, Jorge Juan, apoyado por Burriel y Mayans, sostuvo la teoría de Copérnico frente al inquisidor general —fue aquélla la última intervención de la Inquisición en temas que no competieran directamente a la teología (5). Tenga pues los defensores o patronos que tuviere; sean tantos quantos sabios han florecido en dos o tres mil años; cítense autoridades a millares de todas las librerías del mundo; yo estoy en derecho de mantener una conclusión, cierto y seguro de que el sistema es falso, porque nada explica, y porque los fenómenos mismos lo destruyen (I, 47-48).

La Biblia, al igual que el Universo, es una creación divina; no hay entre ellos diferencia de naturaleza. Eso permite que el método experimenta] , que tiende a comprender el Universo, se extienda al entendimiento de las Escrituras. El teólogo, como el científico, tiene que basarse en su investigación, en la observación de los fenómenos; sólo que los fenómenos estudiados por el teólogo son los que se manifiestan en las Escrituras, o sea el texto de las profecías.

El teólogo, como el científico, tiene que basarse, en su investigación, en la observación de los fenómenos.

A pesar de su prolijidad, Lacunza no pretende justificar su sistema milenarista sino ' 'con los hechos mismos": 4. Cf. E. Cassirer, La philosophie des Lumiéres, pp. 194-195. 5. Cf. A. Mestre, op. cit.,p. 172.

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De este modo han procedido más de un siglo ha nuestros físicos en el estudio de la naturaleza y no ignoráis lo que por este medio han adelantado (I, lxxxiv).

La huella del nuevo método científico se advierte no sólo en la metodología propuesta sino también en los argumentos científicos de todo tipo que vienen a apoyar la demostración teológica: —Lacunza se vale de los descubrimientos de fósiles marinos en tierra firme para concluir a la certidumbre científica del Diluvio. Esta idea se inscribe en una corriente de pensamiento —su mayor representante es Thomas Burnet (Telluris sacra teoría, 1680)— que frente al cuestionamiento planteado por los descubrimientos científicos, tiende a demostrar la veracidad científica del relato bíblico. —Respecto a la localización del cielo —es decir, la residencia de los justos después de la resurrección universal— Lacunza propone la siguiente demostración (IV, 377): cada hombre que quiera indicar la situación del cielo designará el cenit, punto más alto y por consiguiente más digno de la permanencia de los justos. Ahora bien, la tierra siendo redonda, el cenit no es único sino múltiple, infinito. Luego la residencia de los justos no corresponde a un punto preciso del cielo, sino al universo entero (cf., grabado de la edición de Londres de 1816).

"Siguese de aquí, evidentemente, que el lugar determinado de que hablamos, debe estar al mismo tiempo en los quatro puntos cardinales ABCD" (IV, 383): la cuestión de la localización del cielo según Lacunza (grabado sacado de la edición de Carlos Wood, Londres, 1816).

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-Evocando el estado de la tierra después del juicio final, Lacunza descarta la tesis de una cristalización del orbe a consecuencia del fuego: dada la heterogeneidad de las materias que entran en su composición, no se puede concluir a una cristalización. Luego aprovecha la oportunidad para dar un consejo metodológico al lector: Consultad (...) este raro fenómeno con los que saben algo de física... (IV, 365).

El estudio de la metodología de Lacunza nos ha permitido aclarar un poco su situación en la historia intelectual del siglo XVIII. Sus posiciones en materia de exégesis, de método histórico y teológico, su conocimiento del método experimental lo inscriben plenamente en el movimiento de las ideas de la época. El mismo hecho de que él, aunque admitiendo la universalidad del método científico, siga desconfiando de la crítica histórica —le prohibe la entrada en la esfera de las autoridades de "fe divina"— es bastante característico del siglo XVIII, Ernst Cassirer muestra cómo entonces la física ya es reconocida como ciencia, mientras que la historia todavía necesita fundar las bases de su propia autonomía (6). Si bien el análisis de su metodología tiende a darnos la imagen de un Lacunza moderno, entusiasta frente a los adelantos de su siglo, sediento de nuevos conocimientos, cercano al pensamiento ilustrado, el estudio de sus metas y de su concepción del mundo —su concepción del conocimiento, de la naturaleza y de la historia— nos va a mostrar hasta qué punto esta imagen es incompleta. UNA VISION TEOCENTRICA DEL MUNDO

El estudio de la concepción del mundo de Lacunza tiene que pasar primero por el estudio de sus intenciones; su objetivo mayor —lo expone desde el comienzo— es luchar contra la desafección del "cristianismo verdadero", desafección que se expresa de dos maneras: la tibieza religiosa, la incredulidad.

Su objetivo mayor es luchar contra la desafección del "cristianismo verdadero", desafección que se expresa de dos maneras: la tibieza religiosa, la incredulidad.

Deseo y pretendo (...) detener a muchos, y si fuese posible a todos los que veo con sumo dolor y compasión, correr precipitadamente per latam portam et spa-ciosam viam hacia el abismo horrible de la incredulidad; lo qual no tiene ciertamente otro origen, sino la falta de conocimiento de Vuestra Divina Persona, y esto por verdadera ignorancia de las Escrituras Sagradas, quae testimonium perhibent de te (I, xxii).

A los que corren precipitadamente hacia el abismo horrible de la incredulidad, Lacunza los identifica claramente. Se trata de esos "espíritus fuertes", de esos "sabios más filósofos que cristianos", o sea de los filósofos que, en el movimiento de la Ilustración, se fundan en el desarrollo de los conocimientos para apartarse de la fe católica. 6

. Cf. E. Cassirer, op. cit., p. 266.

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Asi se entiende la doble calificación que aparece en La Venida del Mesías respecto al siglo XVIII: siglo iluminado, siglo tenebroso. Iluminado por los alcances del conocimiento científico, tenebroso para la religión. La voluntad de luchar contra la idea de una "religión natural" —uno de los temas centrales del pensamiento ilustrado (Diderot, Lessing, Toland)— está muy presente en las interpretaciones teológicas de Lacunza. Proponiendo una nueva interpretación de la profecía de las cuatro bestias del libro de Daniel (Daniel, 7), Lacunza asimila el deísmo a la cuarta bestia, el monstruo que asolará y pisoteará la tierra hasta que venga la liberación divina. ■

Acaso me preguntaréis ¿quál es el nombre propio de esta quarta bestia, o de esta monstruosa religión? Y yo me maravillo, que ignoréis una cosa tan pública en el mundo, que apenas ignora aun la ínfima plebe. Años ha que se leen por todas partes públicos carteles, por los quales se convida a todo el linage humano a la dulce, suave y cómoda religión natural. Si a esta religión natural le queréis dar el nombre de deísmo, o de antecristianismo, me parece que lo podréis hacer sin escrúpulo alguno, porque todos estos nombres significan una misma cosa (1,343).

Los séquitos de esta bestia son los que padecerán el castigo más terrible cuando la segunda venida del Mesías; para ninguno de ellos habrá salvación. La segunda meta de Lacunza es luchar contra la tibieza de los católicos; tampoco habrá salvación para los tibios. Por eso la promoción de la Biblia tiene tanta importancia; Lacunza comparte con muchos defensores de la fe de aquella época la idea de que la incredulidad nace de la ignorancia; los pensadores que atacan la religión la conocen mal y luego la deforman; es preciso impulsar el conocimiento de la Biblia y defender su trascendencia contra los ataques de la crítica histórica (7).

Fe y conocimiento El estudio de la teoría del conocimiento nos conduce otra vez a la distinción entre lo divino y lo humano: el espíritu humano con sus medios propios no puede acceder a la esfera de lo divino. Lacunza tiene una concepción sensualista del conocimiento que el hombre adquiere en el mundo que lo rodea —lo que lo acerca en cierta medida al empirismo de las teorías del conocimiento de la Ilustración: 7. Cf. P. Hazard, La pensée européenne au XVIIIe siécle, p. 94.

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Todas mis imaginaciones, mis pobres ideas, las he tomado como prestadas de todas aquellas cosas que hasta ahora han podido entrar en la substancia de mi alma por medio de mis cinco sentidos (IV, 321).

Sin embargo, frente a la creación divina, el hombre topa muy rápidamente con los límites de su autonomía intelectual: Deberemos conformamos religiosamente con los límites que Dios ha puesto a nuestra razón (IV, 115).

A pesar de su entusiasmo frente a los adelantos de la astronomía — dedicaba buena parte de sus noches a la observación de las estrellas— Lacunza considera que los telescopios no pueden, por esencia, revelarle al hombre la inmensidad de las obras de Dios; no por una cuestión de desarrollo técnico, sino por una inzanjable diferencia de naturaleza entre lo humano y lo divino. Frente a los límites del intelecto humano, hay que remitirse a la fe. La fe aparece, entonces, como guía del hombre en el desarrollo de sus conocimientos. Lacunza habla de "la recta razón iluminada por la lucerna de la fe" (IV, 375) y ensalza frecuentemente la fructuosa combinación de la observación empírica y del estudio de la Biblia, por ejemplo al evocar la transformación de la tierra por el Diluvio: Esta proposición bien importante se puede fácilmente probar con el aspecto actual del mismo globo, y con quantas observaciones han hecho hasta ahora, y hacen cada día los más curiosos observadores de la naturaleza; mucho más, si este aspecto, y estas observaciones se combinan con lo que nos dice la Escritura Sagrada (IV, 68).

En otros términos, el conocimiento científico adquiere mayor valor si lo confirma la Biblia. La concepción lacunziana de la ciencia se apoya en la certidumbre de que Dios es punto de partida, principio y finalidad del universo. El desarrollo de las ciencias o los adelantos en la comprensión de las Escrituras participan de un solo movimiento: el que conduce al hombre, poco a poco, a un mayor entendimiento de la creación divina, aunque no la pueda comprender totalmente.

Todo descubrimiento científico tiene que ser valorado como revelación parcial de la Creación.

Para Lacunza, los adelantos de la astronomía o de la teología se inscriben en una revelación progresiva de las obras divinas; todo descubrimiento científico tiene que ser valorado como revelación parcial de la Creación. He aquí una idea característica de los científicos del siglo XVII (Newton, Galileo, Kepler), que tiende a afirmar la compatibilidad entre la nueva ciencia y la religión. José Celestino Mutis, en la Nueva Granada, defiende la "filosofía natural" (la nueva ciencia procedente de Newton) ante la Inquisición en términos parecidos: Aun podrían ser mayores las ventajas que resultarían a los filósofos del estudio de la filosofía natural, fundando su principal mérito en el uso importante que de ella harían, si llegaran a conocer que también sirve de sólido fundamento para la religión y para la filosofía moral, guiándonos insensiblemente al conocimiento del Creador del Universo. Así se halla recomendada esta filosofía en las Divinas

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Escrituras por un sabio, que con mejores disposiciones que Descartes subió hasta el paraíso: ' 'invisibilia enim ipsius, a creatura mundi, per ea quae facta sunt, intellecta conspiciuntur". Invisibles en ellos mismos, los atributos de Dios resultan visibles para la inteligencia en la creación del mundo, que es su obra. J. C. Mutis, "Defensa ante la Inquisición", en Jaramillo Uribe, El pensamiento colombiano en el siglo XIX, Bogotá, 1982, p. 321.

Por eso es que Lacunza comparte el sentimiento de superioridad de los "modernos" respecto a los "antiguos": no en tanto que satisfacción profana ante el desarrollo de los conocimientos, sino como convicción de que esos descubrimientos hacen al hombre más cercano a Dios. Al mismo tiempo, afirma que el hombre tiene que basarse en sus propios recursos en su labor científica; en ningún caso se puede fundar una teoría científica sobre el texto de las Escrituras. La crítica es clara; Lacunza, marcado por el racionalismo modernista, estigmatiza la posición retrógrada de la Iglesia que ha tardado más de un siglo en aceptar la teoría del heliocentrismo por pretendidas razones religiosas. En resumen, Lacunza no puede admitir la idea de una autonomía de la naturaleza; no puede aceptar que se valore el conocimiento científico independientemente de la fe. En esta óptica, no condena el método sino las conclusiones que sacan los filósofos, los cuales partiendo del desarrollo de los conocimientos, llegan a poner en tela de juicio el papel de Dios como necesidad y finalidad del universo para substituirle otra necesidad autónoma, la naturaleza. Los filósofos van dando un contenido estrictamente moral a la revelación, mientras que Lacunza la defiende en tanto principio explicativo del mundo.

Para defender la fe, para defender la idea de una necesidad divina en el mundo, Lacunza aborda una de las preocupaciones centrales del pensamiento filosófico del siglo XVÜI: la relación entre razón y revelación. Numerosos son los filósofos del siglo XVIII que, rechazando conjuntamente la metafísica cartesiana —que funda el conocimiento en las "ideas innatas"— y el empirismo puro, se empeñan en demostrar que razón y revelación no se oponen sino que al contrario se completan (8). Sin embargo, los filósofos van dando, más y más, un contenido estrictamente moral a la revelación, mientras que Lacunza la defiende en tanto principio explicativo del mundo. Si bien cree verdaderamente en la razón humana, su pensamiento se emparenta más con la filosofía de Santo Tomás que con el racionalismo dieciochesco —la filosofía escolástica reconocía efectivamente, independientemente de la revelación que conduce al "reino de la gracia", la existencia de un conocimiento "natural" que adquiere el hombre en el "reino de la naturaleza". En conclusión, lo importante es percatarse de que Lacunza, cuando aborda los temas de la naturaleza y del conocimiento, se inscribe en 8. Cf. J. Saugnieux, "Foi et Lumiéres au XVIOe siécle", p. 12.

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las dos mayores corrientes de defensa de la fe en el siglo XVIII. De los más tradición alistas a los más ilustrados, los paladines de la fe católica se esfuerzan en demostrar que la razón no es incompatible con la fe. Al mismo tiempo se exalta en la literatura apologética la experiencia religiosa que siente el hombre frente al espectáculo de la naturaleza; Fenelon ("Demonstration de l'existence de Dieu, tirée de la connaissance de la nature", 1713), el abate Pluche —Mario Góngora recuerda (9) que Lacunza conoce su "Espectáculo de la naturaleza" (1735) y su "Historia del cielo" (1742)— son los principales representantes de esta corriente; cientificos como Boscovitch, Haller, Bonnet, Réaumur o Euler afirman que el método experimental confirma la idea de una finalidad divina en el mundo. La teología de la historia de Lacunza Lo mismo que la naturaleza o el conocimiento, la historia, en el pensamiento de Lacunza, no obedece a una necesidad propia sino a una necesidad divina: se trata de una teología de la historia. La visión histórica de Lacunza tiene la estructura siguiente: Creación - corrupción humana - Diluvio - corrupción humana - Advenimiento del Mesías - corrupción humana (al final del milenio, el Anticristo se apodera de los hombres) - Fin de los tiempos y Juicio Final. El Diluvio, el Advenimiento del Mesías y el Juicio Final responden a una misma lógica: para eliminar la corrupción del género humano, Dios transforma el hombre y la tierra, el hombre por la selección, la tierra por una alteración -regeneración; por el agua (el Diluvio) o el fuego (la primera conflagración que anuncia el regreso del Mesías, la segunda que anuncia el fin de los tiempos). Las sucesivas transformaciones del universo por la intervención divina constituyen las etapas de la historia natural. Lacunza no concibe una transformación progresiva y mucho menos autónoma; sólo la intervención divina es capaz de modificar el orden natural. Deduce de la presencia de fósiles marinos en tierra firme que el orbe no es ahora tal cual era "en su juventud". Notando el cambio, no lo puede explicar sino por una transformación brutal de origen divino: Por consiguiente, que ha sucedido en él (el orbe) en tiempos remotísimos respecto de nosotros algún accidente grande y extraordinario o algún trastorno universal de todas sus cosas que lo hizo mudar enteramente de semblante (IV, 71).

En 1779 —Lacunza redacta La Venida del Mesías entre 1775 y 1790— Buffon publica "Les époques de la nature". El postulado de su teoría es que el estado actual del mundo viviente tiene su explicación no en las circunstancias determinantes de los procesos que lo llevaron allí sino en ciertas relaciones inherentes a su estado mismo. 9. Cf. M. Góngora, Aspectos de la Ilustración Católica..., p. 62.

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Se ve que Lacunza está muy lejos de las ideas buffonianas ya que no ve otra causa de transformación que no sea la voluntad divina.

Se ve que Lacunza está muy lejos de las ideas buffonianas ya que no ve otra causa de transformación que no sea la voluntad divina: Todo podrá bien mudarse, alterarse, corromperse, perecer, si el criador lo man da... (IV, 369).

La historia humana no es otra que la historia de la corrupción, repetida tres veces: después de la creación, después del Diluvio, después del advenimiento del Mesías (al final del milenio reaparece el Anticristo a causa de la tibieza religiosa de los hombres —una explicación propia de Lacunza). Esta corrupción es progresiva pero universal. Lacunza puede entonces realizar una descripción atemporal de la comunidad humana: Unos conocidamente disolutos, libertinos, cismáticos; otros, y los más, no claramente cismáticos ni libertinos mas sensuales y por eso tibios, e indiferentes a todo lo que se oponga a su sensualidad, o comodidad; y otros, aunque poquísimos, realmente fieles, justos y santos (IV, 343-344

La Iglesia misma está condenada a esta imperfectibilidad del género humano: ...heregias, (...) cismas, (...) apostasias, (...) grandes escándalos, que han sido tan freqüentes en la Iglesia de Cristo desde su principio hasta el presente, y que deberán continuar sin interrupción usque ad Messem... (IV, 308).

La concepción histórica de Lacunza se reduce a la parábola del trigo y de la cizaña (Mateo, 13: 24): el trigo quedará mezclado con la cizaña "usque ad Messem", hasta que vuelva el Mesías. La naturaleza misma de este pensamiento escatológico expresa la insignificancia radical de la historia humana; no queda otra esperanza en el mundo que la segunda venida del Mesías. En este mundo "histórico" fijo, es difícil vislumbrar cualquier autonomía del hombre en tanto sujeto histórico; Lacunza le quita al hombre todo mérito respecto a la comprensión de las profecías bíblicas (conforme el tiempo va pasando, se va revelando paulatinamente su significado verdadero, según un plan divino). No es tan severo en lo que concierne de las otras ciencias; la idea de que el hombre sólo dispone de sus propios medios para entender el mundo que lo rodea lo lleva a considerar los descubrimientos científicos como conquistas del intelecto humano; tal vez se puedan entonces adivinar en Lacunza las primeras señales de un pensamiento histórico latente; no olvidemos que en el mismo momento, en una ciudad vecina de Italia, J. I. Molina, otro jesuíta expulsado de Chile, desarrolla la idea de un proceso histórico basado en la necesidad del hombre (10). Por su pesimismo fundamental respecto a la sociedad humana, Lacunza parece finalmente más próximo al agustinismo que al huma10

. Cf. M. Rojas Mix, "La idea de la historia y la imagen de América en el abate Molina", Revista de Filosofía de la Universidad de Chile, 10 (1), 1963, pp. 67-97.

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nismo renaciente en el que nació la Compañia de Jesús: al concluir su libro, invita al lector a "despreciar formalmente todo lo transitorio" (IV, 430). LA FE, LA IGLESIA Y EL MILENIO

La obra de Lacunza se inscribe claramente en la corriente apologética del siglo XVIII. Más que una fe, lo que defiende Lacunza es una concepción del mundo amenazada por el desarrollo de la filosofía fuera del marco de la religión. Los filósofos de la Ilustración atacan el alcance explicativo de la religión en materia de historia, ciencia natural y teoría del conocimiento- En esos tres puntos, precisamente, Lacunza afirma su concepción teocéntrica del mundo; está luchando contra la desacralización progresiva del origen, de las causas y de las finalidades del universo. Para terminar este bosquejo sobre el pensamiento de Lacunza y su contexto histórico, vamos a tratar de definir, más allá del componente heterodoxo propio a la tesis milenarista, si se puede considerar a Lacunza un verdadero heterodoxo; lo que nos permitirá aclarar su posición frente a la Iglesia.

Los filósofos de la Ilustración atacan el alcance explicativo de la religión en materia de historia, ciencia natural y teoría del conocimiento.

La Venida del Mesías no transmite ningún mensaje de renovación dela fe. La tendencia "filohebraica" de la obra —Lacunza reconoce la erencia de la religión israelita en el cristianismo, incluye al pueblo hebreo en el reino del Redentor, etc.— no cambia nada el carácter católico, apostólico y romano de su fe; la idea de la conversión final de los judíos siempre ha pertenecido a la tradición católica, desde San Agustín hasta Bossuet. Esta apertura de Lacunza hacia los israelitas tiene que ver más con la corriente mesiánica ibérica, fuertemente impregnada, como lo recuerda Jacques Lafaye (11), de la tradición scatológica judía, que con cualquier otro tipo de heterodoxia judaizante. Por otra parte, si bien Lacunza critica la "religiosidad exterior" y el "ejercicio externo de la religión" —la denuncia de las "devociones maquinales", tema de origen erasmiano, toma una importancia considerable en la Eustración Católica del siglo XVIII—, tampoco se puede concluir que pone seriamente en cuestión el culto. Al contrario, se afirma como defensor del mismo; la distinción que efectúa entre "Iglesia activa" (el clero) e "Iglesia pasiva" (los fieles) muestra el papel primordial que le otorga al clero; el hecho de que no evoque la cuestión de la traducción de la Biblia a idiomas vulgares nos conduce a las mismas conclusiones. Se ve que en esos puntos, Lacunza es perfectamente ortodoxo. En la descripción que hace del reino milenario, Lacunza revela una fe tradicionalista. Dos cosas sobresalen: la jerarquía y el temor de Dios. El modelo de la organización milenarista se funda en la posición cen11. Cf. J. Lafaye, Mesías, cruzadas, utopías. El judeocrístianismo en las sociedades ibéricas.

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tral del Mesías que reúne los poderes temporales y espirituales ("el supremo rey y sacerdote"). La encarnación de los dos poderes en su sola persona resolverá el problema de ' ios verdaderos límites entre el sacerdocio y el imperio (los cuales en el estado presente han sido, son y verosímilmente serán ocasión de grandes disputas; sin esperanza alguna razonable de que ceda lo que no es suyo alguna de las partes)" (IV, 322); ésta es una de las únicas alusiones directas que hace Lacunza al conflicto entre regalismo y ultramontanismo que hace furor en la época. En todo caso nos convida a una pequeña digresión de ciencia política sobre la identidad del poder de reinar y del poder de juzgar; estamos muy lejos de la idea de separación de los poderes: Así todos los reyes, o Príncipes Soberanos (sean personas particulares o cuerpos morales) son otros tantos jueces de sus respectivos dominios, a cuyo bien, y felicidad deben atender, y sobre cuya defensa deben velar, dando a todos, y a cada uno lo que merece según sus obras, o sea de premio o de castigo, y procurando siempre un buen orden y una buena armonía en todo el cuerpo del Estado (IV, 23).

Alrededor de la persona del Mesías el milenio se organiza según una estructura estrictamente jerarquizada: Habrá una gerarquía como la hay ahora en la Iglesia Católica, y en qualquier Estado Secular, con sólo la diferencia bien notable de ser entonces sin comparación más perfecta y más conocida de todos (IV, 322).

Lacunza excluye absolutamente la mística comunitaria o igualitaria que a menudo se expresa en el sueño mesiánico: La idea vulgar de que en el Reyno de Dios o en el cielo empíreo todos serán reyes, no se debe entender en un sentido tan estricto y riguroso, que excluya todo orden o gerarquía, sino en un sentido latísimo (...) tomando como prestada esta idea de felicidad, del honor y gloria de que gozan, o han gozado en otros tiempos los reyes, o soberanos de la tierra (IV, 141).

En resúmen, el ideal de fe de Lacunza es claramente tradicionalista, lo cual nos permite entender su posición frente a la Iglesia.

En la sociedad milenial, el resorte de la fe es el temor de Dios. Lacunza considera, efectivamente, este temor como la base de la fe y de la inocencia. En su peregrinación anual a Jerusalén —que reviste un carácter obligatorio— los representantes de cada pueblo visitan el infierno en donde se castiga a los verdugos de Cristo; Lacunza está seguro del efecto benéfico de esta horrible visión sobre los habitantes de la tierra. En resumen, el ideal de fe de Lacunza es claramente tradicionalista, Jo cual nos permite entender su posición frente a la Iglesia. La substancia de su crítica a la Iglesia aparece en dos interpretaciones del Apocalipsis: Lacunza ve en la prostituta del Apocalipsis, culpable de fornicación con los reyes de la tierra, la Roma cristiana futura. Identifica la primera bestia (la que sube del mar: Ap. 13, 1) con el Anticristo; y ésta

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La bestia que sube del mar (Ap. 13,1) y la bestia que sube de la tierra (Ap. 13, II). (Apocalipsis de Albrecht Dürer).

no es otra que la reunión de las cuatro bestias del sueño de David, encabezadas por la cuarta bestia, la cual encarna la religión natural. La religión natural ' 'es visiblemente la que debe hacer el papel o figura principal de esta tragedia". Lacunza ve en el undécimo cuerno de la cuarta bestia las armas de la religión natural que no son otra cosa que las de los poderes seculares: Quién sabe si (...) esta potencia, producción propia de la quarta bestia, la tenemos ya nacida in terra nostra... (I, 465).

El Anticristo es el deísmo, que se impuso a todas las otras religiones y las subyugó; en otros términos, es éste el verdadero enemigo.

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Ahora bien, Lacunza identifica la segunda bestia del Apocalipsis (la que sube de la tierra: Ap. 13, 11) con el clero. El clero va a orientar a los fieles hacia el Anticristo, o sea hacia la religión natural. La interpretación lacunziana de esas profecías apocalípticas es bastante clara: la religión natural se expresa en la potencia de los Estados, de esos Estados que, a fines del siglo XVIII, están arruinando el poder temporal del Papa. La profecía de una Iglesia fornicando con los reyes de la tierra se refiere, evidentemente, a la presión que ejercieron los reyes de Francia, España y Portugal sobre el Papa Clemente XIII para que prohibiera lisa y llanamente la Compañía de Jesús. Llegaron a su fin con la promulgación de la Bula "Dominus ac redemptor" (1773), sólo dos años antes de que Lacunza empezara la redacción de La Venida del Mesías.

La Prostituta del Apocalipsis. (Apocalipsis de Albrecht Dürer).

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Lacunza, tradicionalista en sus concepciones religiosas, entiende que el poder papal se está debilitando frente a los estados europeos; este debilitamiento parece alcanzar su máxima expresión con la interdicción total de la Compañía de Jesús; la Iglesia se está prostituyendo con los reyes de la tierra, los cuales se aliaron con el deísmo. Da entonces la señal de alarma; excluye la "lisonja perjudicial". Invita al Papado a tomar plena conciencia del derrumbe de su poder temporal. No se equivoca; unos años más tarde Napoleón, encarcelando a Pío VII, va a humillar el Pontificado. Nos parece entonces imposible asimilar la posición de Lacunza respecto a la Iglesia con el llamado "jansenismo histórico", o sea una versión del regalismo ilustrado; al contrario, se opone claramente al regalismo y al episcopalismo que luchan por conquistar la autonomía de las Iglesias nacionales frente al poder central de Roma. Lo que Lacunza reprocha a la institución eclesiástica de fines del siglo XVIII es precisamente que su autoridad universal se está desmoronando; lo que reprocha al clero es que se está dejando contaminar por las ideas monstruosas de la religión natural. Sin embargo, Lacunza es demasiado lúcido para seguir siendo ultramontanista. El trauma causado por la interdicción de la Compañía, y que inclusive tuvo como consecuencia la prohibición del oficio religioso de los jesuítas, le ha quitado toda esperanza en la institución papal. El hecho de que el Papa haya firmado de su propia mano el acta de disolución de la Compañía, "milicia" del Sumo Pontífice, supuestamente su más celosa defensora, tiene para Lacunza resonancias apocalípticas. Convencido de que la brecha abierta por el regalismo y la filosofía va a conducir ineluctablemente la Iglesia al naufragio, abandona el navio para ir a reconstruir su ideal religioso en el tiempo sagrado del milenio. CONCLUSIÓN

Al final del Siglo de las Luces, Dios ha dejado casi de existir en tanto principio explicativo del mundo. Lacunza, inscribiéndose en la co rriente apologética del siglo XVIII, propone un teocentrismo escatológico para defender la fe contra la filosofía. Debe considerarse su pensamiento como la emanación de una sociedad colonial atrasada y petrificada (12), dominada por la filosofía escolástica y la ideología de la contrarreforma, en la que no hay vida intelectual sino en el marco estricto de las órdenes religiosas (13). ¿En qué medida se emparenta con la reacción conservadora que elimina la Ilustración en la España finisecular? (14). ¿Debe analizarse como la producción característica de un espíritu jesuíta, acostumbrado al manejo de los nuevos conocimientos para defender una concep12. Cf. F. López, op. cit. 13. Cf. L. Vítale, Interpretación marxista de la historia de Chile, Santiago, Prensa Latino americana, 1971, T. 2, pp. 106-120. 14. Cf. J. Herrero, Los orígenes del pensamiento reaccionario español

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ción retrógrada del orden universal? (15). Otras tantas preguntas que todavía quedan por resolver. Lacunza se diferencia de los espíritus más conservadores de la Institución eclesiástica, no sólo por la modernidad de sus concepciones científicas, sino también por su lucidez histórica respecto a la Iglesia. Defiende una fe tradicional basada en una concepción teocentrica del universo pero entiende que la Iglesia ya está perdiendo terreno frente a los asaltos de la filosofía y la ciencia. Para Antonio Vieira, para Bossuet, hombres del siglo XVII, la defensa del orden cristiano pasaba por la defensa de la Iglesia. A fines del siglo XVín Lacunza, defensor de un teocentrismo comparable, se percata con espanto de los progresos de la filosofía en el seno mismo del clero y del debilitamiento ineluctable del poder temporal de Roma frente a los poderes nacionales europeos. Rehabilita entonces la escatología milenarista, que supone una concepción cerrada de la historia: el universo obedece a una necesidad divina. Mientras no es un iluminado sino un hombre impregnado de racionalismo científico, Lacunza realiza un acto de fe ejemplar al darle vida de nuevo al mito milenarista; el milenio, nueva promesa, se presenta como la reafirmación doctrinal de una fe tradicionalista. 15. Cf. A. Martínez Moya, Los jesuítas en la Colonia. ¿Avanzada ideológica o defensores de la tradición?

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"MUJERES INCAUTAS Y SUS HIJOS BASTARDOS". CLASE, GENERO Y RESISTENCIA CAMPESINA EN LA REGIÓN CAFETERA DE CUNDINAMARCA. 1900-1930 (Primera Parte) Michael F. Jiménez*. Departamento de Historia. Universidad de Princeton

"El despertar de la agricultura es notable", dijo Jesús del Corral a un grupo de grandes propietarios en Bogotá, el día lo. de mayo de 1914. y las tierras que le son propicias empiezan a valorizarse; vamos a quedar los colombianos situados en la calle real del mundo, o sea el Canal de Panamá, y necesitamos ponernos a la altura de nuestra situación

Redoblemos, pues, las fuerzas, activemos el combate, y preparémonos luego para asistir al regio banquete de los pueblos civilizados (1).

Una década después de la crisis económica y la guerra civil de comienzos de siglo, las élites cafeteras se encontraban en un * Michael F. Jiménez recibió su doctorado de la Universidad de Harvard en 1986 y actualmente se desempeña como profesor asistente del Departamento de Historia de la Universidad de Princeton. Está terminando un libro sobre protesta agraria durante los años de entre-guerras, titulado Red Viotá: Authority and Re bellion in the Colombian Andes, 19001950. Versión en español: William W. Pickett 1. Jesús del Corral, "Por los siervos de la gleba", Revista Nacional de Agricultura, IX:120, Edición especial, junio de 1914, p.7.

ambiente de celebración. La creciente demanda por su café en el mercado internacional parecía dar la base para una estabilidad política y un progreso social sin precedentes en Colombia (2). Pero el orador obviamente intentaba hacer una advertencia acerca de las condiciones en las regiones donde funcionaban plantaciones cafeteras al suroeste de la capital, las cuales podrían generar una ' 'rebelión niveladora" llevada a cabo por el campesinado. Se quejaba de que las multas, las exigencias laborales y las persecuciones infligidas al campesino pobre por los propietarios y los funcionarios locales violaban "los imperativos de la moralidad y de la justicia que debieran reinar en cualquier república cristiana", y era probable que generaran protestas peligrosas en esa vital región. Habiendo reprochado a los demás caficultores por su "verdadero régimen feudal", Jesús del 2. Para una descripción de la situación económica y política en Colombia a finales de la primera década del siglo XX, véase Charles W. Bergquist, Coffee and Conflict in Colombia, 1886-1910 (Durhan: Duke University Press, Carolina del Norte, 1978).

Corral insistía en que la mayor amenaza al orden social era el estado físico y moral de los pobres. Describió a los miembros de la población rural muchos de los cuales, por falta de abrigo, de sustento oportuno y de régimen higiénico, mueren en la infancia, flagelados por los efectos del guarapo y por la anemia tropical; y los que logran escapar de la muerte prematura se convierten en hombres débiles, anémicos, de mala digestión y llenos de vicios degradantes y de supersticiones estúpidas.

Para él la crisis encontraba su origen en la debilidad de la familia como institución, porque la mayor parte de los peones y arrendatarios viven en estado de amancebamiento y, por ende, no se preocupan de formar hogar ni de cuidar y educar los hijos (3).

Durante las tres décadas anteriores a la Gran Depresión algunos observadores encontraron que los campesinos de la zona cafetera de Colombia eran indiferentes, incluso hostiles, acerca de los esfuerzos por civilizarlos en este aspecto. Los nacimientos 3. Jesús del Corral, "Por los siervos de la gleba", p. 11.

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La crisis encontraba su origen en la debilidad de la familia como institución, porque la mayor parte de los peones y arrendatarios viven en estado de amancebamiento.

ilegítimos, hasta el setenta y cinco por ciento en algunos municipios con grandes plantaciones a comienzos de siglo, habían sufrido una leve disminución a la víspera de la Depresión (4) y se reportó que los pobres en el campo huían de los misioneros de la Iglesia que enseñaban la doctrina católica y buscaban santificar matrimonios de unión libre (5). Se llegó a la conclusión de que las "mujeres incautas", como Jesús del Corral las calificó, habían transgredido las concepciones de la clase alta sobre el hogar ideal dominado por el varón, y por consiguiente desafiaban indirectamente el dominio de dicha clase.

maneras en las cuales el género moldeó a lo que James Scott ha llamado el "registro" de clase durante el auge del capitalismo de exportación en dicha región cafetera, lo cual simultáneamente aumentó la resistencia campesina a los terratenientes y al Estado, e imposibilitó la creación de una cultura de oposición que abarcara las necesidades y aspiraciones tanto de mujeres como de hombres (6). Este artículo se centra en datos obtenidos en el departamento de Cundinamarca y en las grandes plantaciones cafeteras de Viotá. El argumento aquí expuesto es que mientras el patriarcado fue proclamado por las élites y los hombres campesinos como la base de la sexualidad, la estructura familiar y la división de mano de obra basada en el género, varios fac-

tores impidieron la consol: ción de un campesinado ineqí vocamente dominado por el vt ron, a la sombra de las grande haciendas (7). La organización

7 .La utilización del término patriarcado en este ensayo sigue la de Judith Stacey, saber: una familia y un sistema social en los cuales el poder del varón sobre mujer y los hijos se deriva del papel social del padre y es apoyado por una economía política en la cual la unidad familiar retiene un papel productivo significativo. Patriarchy and Socialist Revolution in China, Berkeley, University of California Press, 1983, p. 12.

La preocupación de las élites acerca de la aparente incoherencia de la vida familiar en las regiones de las grandes haciendas cafeteras sugiere que existía un complejo entrelazamiento de clase y género en las disputas entre los campesinos y los hacendados cafeteros durante las tres primeras décadas del siglo XX. Este capítulo explora las 4

C. H. Arboleda, Estadística de la República de Colombia, Bogotá, Imprenta Nacional, 1906, p. 65; "República de Colombia", Anuario Estadístico de Colombia, XXIII, Bogotá, Imprenta Nacional, 1929, pp. 87-90. 5 Jesús del Corral, "Por los siervos de la gleba", p. 12.

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. James C. Scott, Weapons of the Weak: Everyday Fonns of Peasant Resistance, New Haven, Yale University Press, 1985, pp. 184-188.

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de producción para exportación, las instituciones de control social notablemente frágiles y las depredaciones sexuales de los hacendados y mayordomos ejercieron una influencia sobre la vida campesina, lo cual hizo que hombres y mujeres se opusieran al dominio de los caficultores y afirmaran su autonomía en maneras diferentes, a veces congruentes, y ocasionalmente antagónicas. De hecho, lo que Joan Scott ha descrito como el

PATRONOS, CAMPESINOS Y HACIENDAS CAFETERAS EN CUNDINAMARCA

impacto de género en la "construcción misma de clase" afectó significativamente los términos de la resistencia campesina a los caficultores de Cundinamarca durante el primer tercio del siglo XX (8).

La organización de producción para exportación, las instituciones de control social notablemente frágiles y las depredaciones sexuales de los hacendados y mayordomos ejercieron una influencia sobre la vida campesina.

8. Joan Scott, "On Language, Gender and Working Class History", International Labor and Working Class History, 31, 1987, p. 10.

Durante los últimos veinte años del siglo XIX los empresarios colombianos que deseaban fomentar la agricultura de exportación en las laderas occidentales de la Cordillera Oriental se manifestaron poco optimistas acerca del material humano disponible. Esta región semitropical, popularmente conocida como tierra caliente, es una serie de valles y cañones agrestes que se extiende hacia el este desde el río Magdalena hasta donde comienza la Sabana con sus altos índices de población y sus climas moderados, los cuales habían dominado la parte norteña de los Andes desde la conquista del siglo XVI. La región cafetera estaba escasamente poblada por peones y arrendatarios en fincas ganaderas y plantaciones de caña y por pequeños propietarios que estaban fuertemente arraigados a la tierra y no era fácil atraerlos para que trabajaran en las haciendas cafeteras recientemente establecidas. Observadores extranjeros llamaron la atención sobre las enfermedades tropicales que azotaban a los habitantes de las laderas, y sobre su alegada predilección por las fuertes bebidas locales de jugo de caña fermentado en las cuales supuestamente gastaban "todos sus sueldos en orgías alcohólicas" (9). Los pobladores de estas regiones tenían la reputación de ser indolentes, dados a la vagancia, al 9. Walter Rothlisberger. El Dorado: estampas de viaje y cultura de la Colombia suramericana, segunda edición, Bogotá, Banco de la República, 1963, p. 50.

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bandolerismo y al juego; Federico Aguilar lamentó en 1886 que "si no fuera por la extrema apatía de sus habitantes, sería posible exportar tres veces más de lo qu e hoy en d ía se reco lecta" (10). Para resolver el problema laboral, los caficultores recurrieron al altiplano cundiboyacense. En 1878, un terrateniente viotuno propuso el reclutamiento de trabajadores "de Boyacá donde la población es grande, donde hay mucha pobreza y los salarios son muy bajos" (11). La base tradicional de la sociedad colombiana estaba sufriendo una severa crisis social ocasionada por la ex-

La base tradicional de la sociedad colombiana estaba sufriendo una severa crisis social ocasionada por la expansión demográfica, la erosión de la industria casera y las reformas liberales sobre el régimen de tierras.

pansión demográfica, la erosión de la industria casera generada por la importación de productos manufacturados y las reformas liberales sobre el régimen de tierras que condujeron a la consoli-

dación de las grandes haciendas (12). En consecuencia, comenzando en el año 1860 y logrando su mayor auge durante las primeras dos décadas del siglo XX, un segmento significativo del campesinado mestizo del altiplano se trasladó a la región cafetera al occidente de la capital. Estos migrantes tenían la reputación de ser superiores a los habitantes de tierra caliente; el geólogo alemán Alfred Hettner informó que los del altiplano eran, como sus propios compatriotas, "trabajadores extremadamente emprendedores'', que tenían personalidades "serias y tranquilas", no como los calentanos, quienes, como los franceses, se entregaban a "diversiones escandalosas" (13).

10. Federico Aguilar, Un paseo de verano en Peñalisa, G ir ardo t y La Pradera,

Bogotá, Imprenta de I. Borda, 1886, p.50. 11. Carta de Carlos Abondano, noviembre 12 de 1878, en Juan de Dios Carrasqui lla, Segundo informe que presenta el comisario de la agricultura nacional al poder ejecutivo para el conocimiento del Congreso, año de 1880, Bogotá, Imprenta de Medardo Rivas, 1880, p.42.

12. Para una discusión de la crisis en el alti plano, véase William P. McGreevy, An Economic History of Colombia, 18301930, Cambridge, Cambridge University Press, 1971, Parte II. 13. Alfred Hettner, La cordillera de Bogotá: resultados de viajes y estudios. Tradu cido por Ernesto Guhl, Bogotá, Banco de la República, 1966, pp. 312-313.

Se creyó que los migrantes del altiplano, aparentemente bien enseñados en las comunidades jerárquicas y bien organizadas, presentaban las condiciones propicias para los rigores de la agricultura comercial; el geógrafo y naturalista José Vergara y Velasco aseguró a las élites que el habitante del altiplano era "eraprendedor e incansable, sumiso y valiente..., una máquina, por que él hace todo con igual pasividad y deber" (14). Los hacendados de tierra caliente , sin embargo, se encontraban persistentemente en una posición desventajosa respecto a sus esfuerzos por adquirir y mantener una fuerza laboral barata;1 disciplinada. Ellos se quejaban frecuente y amargamente durante el medio siglo antes de 1930 de la escasez de manos, A menudo, el flujo de migrantes

14. F. J. Vergara y Velasco, Nueva Geogra_ fía de Colombia, segunda edición, III Bogotá, Banco de la República, 1974, p. 666.

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del altiplano cundiboyacense era insuficiente y, en décadas posteriores, los caficultores tenian que competir con los trabajos mejor pagados en las ciudades y en los proyectos de obras públicas, y con las oportunidades que surgían en las nuevas fronteras agrícolas en el occidente. Además, después del año 1870 las nuevas élites cafeteras sufrían regularmente de recursos monetarios inadecuados, de mercados mundiales fluctuantes, de altas tasas de interés, y los costos de producción en aumento imposibilitaron que la mayoría de los caficultores pudiera atraer y mantener trabajadores con altos sueldos (15). Finalmente, Colombia, a diferencia de otros grandes países cafeteros de Latinoamérica, no estaba en capaci15. Para una extensiva discusión de los problemas que confrontaban los grandes caficultores en la región central de Colombia, de los años 1870 a los años 1920, véase Marco Palacios, Coffee in Colombia, 1850-1970: An Economic Social and Polítical History, Cambridge, Cambridge University Press, 1980.

dad ni de atraer ni de coaccionar una fuerza laboral disciplinada para la agricultura en las haciendas; los inmigrantes europeos vinieron a Colombia en números que ni siquiera se acercaron a los que ingresaron al Brasil antes de la Primera Guerra Mundial, y el Estado colombiano no desarrolló un instrumento para someter al campesinado en servidumbre como el que evolucionó en Guatemala durante la primera parte del siglo XX (16). 16. Para contraste con el caso colombiano, véase para Brasil, Thomas Holloway, Immigrants on the Land: Coffee and Society in Sao Paulo, 1886-1934, Chapel HUÍ, University of North Carolina Press, 1980; y para Guatemala, J. C. Cambranes, Coffee and Peasants: The Origins of the Modern Plantation Economy in Guatemala, 1853-1897, Estocolmo, Instituto de Estudios Latinoamericanos, 1986; David McCreerey, "Coffee and Class: The Structure of Development in Liberal Guatemala", Hispanic American Historical Review, 56:3, 1976, pp. 438-460; y Carol Smith, "Local History in a Global Context: Social and Economic Transformation in Western Guatemala", Comparative Studies in Society and History, 26:2, 1984, pp. 193-228.

Como respuesta a estos obstáculos surgieron una estructura de pago y un sistema administrativo que dieron las bases para el cultivo exitoso de café en Cundinamarca durante varias generaciones, lo cual también condujo a su ruina. Un manual para caficultores publicado en 1892 recomendó la utilización de mano de obra asalariada y advirtió no utilizar aparcería, arrendamientos u otras formas de tenencia (17). Pero dicho consejo se aplicaba más al pequeño y mediano propietario, y antes de 1930 sólo unos pocos de los hacendados contaban con suficiente capital líquido para emplear mano de obra asalariada. Transcurridas las primeras décadas del siglo XX, la mayoría de los grandes

Un manual para caficultores, publicado en 1892, recomendó la utilización de mano de obra asalariada y advirtió no emplear aparcería, arrendamientos u otras formas de tenencia.

caficultores había instituido la tenencia de servicio para atraer y mantener la mayoría de su mano de obra permanente. En este sistema, los arrendatarios trabajaban en los cafetales bajo una supervisión directa durante aproximadamente quince días; a cambio, se les asignaba una pequeña parcela, que usualmente medía entre una y dos hectáreas, en las cuales se les permitía cultivar únicamente alimen17. Nicolás Sáenz, Memoria sobre el cultivo de café, Bogotá, Imprenta de la Luz, 1892, p. 21.

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tos (18). Con la eventual expansión de las haciendas, más tierra sirvió como sustituto para el pago de los salarios; en Viotá, durante la primera parte de los años treintas, una quinta parte del municipio estaba dedicada a estancias, y en algunas de las haciendas más grandes entre un veinte y un cuarenta por ciento de sus territorios habian sido asignados de esta manera (19). Con una porción sustancial de la tierra y de la fuerza laboral fuera del control directo de los caficultores no es de extrañar que éstos hayan fomentado una especie de gestión jerárquica y arbitraria en las haciendas. Bajo tales circunstancias, la utilización eficaz de la mano de obra campesina dependía de que los administradores, los mayordomos y los representantes de los patronos disciplinaran a sus trabajadores mediante un código sistemáticamente caprichoso y arbitrario de los reglamentos de trabajo, los contratos de arrendamiento de tierra y las formas de pago (20). Este tipo de ges-

tión estaba influido por un paternalismo en el que la benevolencia y el perjuicio se hallaban en un equilibrio precario. En esta brutal intimidad, el suministro de regalos y tratos especiales para asegurar la lealtad y el afecto de los subordinados se implemento en conjunto con una pedagogía aún más cruel que incluía palizas, latigazos, expulsiones y abuso sexual brutales (21). tipos de relaciones entre patrones y trabajadores en las firmas de pequeña escala descritas por Richard Edwards en su obra Contested Terrain: The Transformation of the Workplace in the Twentieth Century, Nueva York, Basic Books, 1979, Capítulo 2. 21. La siguiente discusión sobre la organización y el sistema de administración laboral en las grandes plantaciones cafeteras proviene de entrevistas con terratenientes, arrendatarios, trabajadores agrícolas, comerciantes y funcionarios locales en Viotá y Bogotá, quienes tienen un profundo conocimiento de la historia del distrito antes de 1930. Material adicional también era disponible en una corta historia municipal escrita por José Benigno Galindo, Monografía de Viotá (n.d.). Un informe del Congreso escrito inmediatamente después de una violenta confrontación entre arren-

" Viviendo al capricho de los señores", como los describió Jesús del Corral, los estancieros parecían estar en una posición poco envidiable (22). Esto resultó especialmente cierto, como tempranamente afirmó un caficultor de Viotá, si se comparaba con los jornaleros quienes, siguiendo las cosechas y evitandatarios, trabajadores, mayordomos y hacendados, "Informe que rinde lal comisión encargada de estudiar los sucesos ocurridos en Viotá el 31 de julio 1932", Anales de la Cámara de Representantes (19 de septiembre 1932 ). Existen dos documentos que dan un traparticularmente profundo a estas cuestiones: primero, una carta de Francisco José Chaux al "Sindicato general de propietarios y empresarios agrícolas del Comité de Cafeteros de Colombia", Bogotá, junio 16, 1933, 21 p. Archivo Olaya Herrera Sección 5. Folio 46. La segunda es un proyecto de ley sobre contratos de arrendamientos de tierra y la discusión de sus puntos principales, el cual fue elaborado en el Ministerio de Industria, "Exposición de motivos sobre 'Proyecto de ley sobre contratos de arrendamientos de tierra y servicios, entre propietarios de fincas rurales y estancieros' ", lo. de junio 1933. Archivo Olaya Herrera, Sección 5. Folio 13. 22. Jesús del Corral, "Por los siervos de la gleba", p. 7.

18. Para descripciones y análisis de los acuerdos de arrendamiento de tierra, ver Palacios, Coffee in Colombia, Capí tulos IV y V; y Malcolm Deas, "A Colombian Coffee Estáte: Santa Bárbara, Cundinamarca, 1870-1912", en las edi ciones de Kenneth Duncan y Ian Rutledge, Land and Labor in Latin Ameri ca: Essays in the Development of Agradan Capitalism in the Nineteenth and Twentieth Centuries, Cambridge, Cambridge University Press, 1977, pp. 269-298. 19. Federación Nacional de Cafeteros, Cen so Cafetero, 1932. Una completa discu sión de esta estructura de hacienda y sus implicaciones económicas y sociales se encuentra en Michael F. Jiménez, "Traveling Far in Grandfather's Car. The Iife-Cycle of Coffee Estates in Cen tral Colombia. The Case of Viotá, Cun dinamarca, 1900-1930", Hispanic Ame rican Historical Review, 69:2, mayo de 1989, pp. 185-220. 20. Los sistemas de administración laboral de las haciendas de la ladera occidental tenían importantes similitudes con los

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do las haciendas que tenían reputación de maltrato, "ganaban más y sufrían menos... [y] despreciaban a los arrendatarios con desdén y tristeza'' (23). Pero la arbitrariedad y la brutalidad de las condiciones de tenencia ponen de manifiesto la debilidad de la gran hacienda como un vehículo efectivo de control social. Paradójicamente, lo que era económicamente racional, en última instancia resultó ser socialmente insostenible. La tenencia de servicio fue un método oportuno para la adquisición y retención de mano de obra, pero la tierra como forma de pago hizo que unidades de pequeños propietarios relativamente autónomas se arraigaran en las grandes haciendas, poniéndolas en peligro alargo plazo. Esto se tornó bastante claro en la última parte de los años veintes y durante los años treintas cuando los campesinos cundinamarqueses forma23. Gabriel Ortiz Williamson, "Policía rural", Revista Nacional de Agricultura, lOde junio de 1909, p. 185.

ron ligas y sindicatos para luchar por reducidas obligaciones laborales, recompensas más altas y, finalmente, por ser dueños de sus estancias y otras tierras de la hacienda. Estas protestas, que ocurrieron durante la era de la Depresión, reflejaron las instituciones y la ideología del agrarismo revolucionario tal como surgió en China y en otras partes del mundo durante estos años. Pero fueron precedidas y de hecho influidas por negociaciones intensivas entre campesino y patrón, en lo cual se centra este ensayo. Por el lado del campesino, estas negociaciones usualmente se llevaban a cabo de manera individual, y en ciertas ocasiones de manera colectiva, pero rara vez de manera obviamente ideológica o política. Entonces, las "máquinas" del altiplano resultaron ser mucho menos maleables que lo esperado por los caficultores, rechazando tempranamente las exigencias de la agricultura de exportación e intentando constan-

temente establecer pequeñas propiedades independientes. Las confrontaciones más directas y repetidas entre dueños, mayordomos y campesinos ocurrieron en los lugares de trabajo en las plantaciones donde los niveles de supervisión y evaluación eran generalmente altos. En los cafetales y los centros de procesamiento, los campesinos enfrentaron un proceso de producción meticulosamente organizado y cada vez más exigente, el cual estaba diseñado para satisfacer los requerimientos de los mercados del Atlántico del Norte (24); al llegar los años veintes, el café colombiano había logrado una reputación en el extranjero, parcialmente debida a la forma sistemática e intensiva de podar los cafetos y a la recolecta individual del grano que se maduraba durante un período de cosecha de varias semanas (25). Bajo estas cir24. Los factores que presionaban a los cafi cultores para que produjeran un grano de alta calidad con destino a los merca dos norteamericanos se describen en la Sociedad de Agricultores de Colombia, "El café colombiano y las proporciones de su consumo en los Estados Unidos", Revista Nacional de Agricultura, julioagosto de 1922, pp. 5-7; y "Colombian Coffee Trade Condition Promising", Spice Mili, febrero de 1924, que afirma que "Colombians... have grown considerably in favor with the progressive roasters all over the country". p. 152. 25. Comparar este tipo de cuidado del cafe to y de cosecha en Brasil descrito por Stanley J. Stein, Vassouras: A Brazilian Coffee County, 1850-1890, Cambridge, Harvard University Press, 1957; y Holloway, Immigrants on the Land, pp. 3132. Entre 1905 y 1929, los precios del café colombiano eran en promedio 3.3 centavos de dólar más altos por libra que las variedades brasileñas; a media dos de los años veinte, la diferencia al canzó hasta 6 centavos por libra. Robert C. Beyer, "The Colombian Coffee Industry: Origins and Major Trends, 1774-1940". Tesis doctoral no publica da, Universidad de Minnesota, 1947, pp. 356-385.

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cunstancias, los campesinos resistieron de manera tradicional el ritmo y los objetivos del trabajo en grupo bien vigilado. El trabajo a destajo constantemente renegociado condujo a operaciones tortuga y bajos rendi-

el hecho de que los esfuerzos por parte de los arrendatarios de reducir sus obligaciones laborales generaron conflictos constantes en cuanto al cumplimiento de las mismas, a las negociaciones de trabajos específicos en lugar de

campesinado. Mientras sólo los más atrevidos desafiaron las sanciones de la hacienda contra la producción de café, muchos arrendatarios producían alimentos, carbón vegetal, cigarrillos, panela y guarapo para vender en los pueblos vecinos y en las pequeñas plazas de mercado donde, a comienzos del siglo XX, se habló de ' 'dos a tres mil personas haciendo transacciones por sumas considerables" (27). La economía campesina que evolucionó dentro de las grandes j haciendas resultó ser el tema de discusión en los encuentros tensos, y a veces volátiles, entre los caficultores y los campesinos pobres. Hubo, por supuesto, una negociación constante acerca de las exigencias laborales, que incluía la negación por parte de la hacienda del privilegio de vender sus productos a los 27. Gabriel Ortiz Williamson, "Región de Subía", Revista Nacional de Agricultura, noviembre de 1906, p. 270.

mientos; los mayordomos que intentaban acelerar el trabajo o que fomentaban competencia entre los trabajadores fueron frustrados en sus intenciones por amenazas y presión comunitarias. También hubo roces respecto a la cantidad producida y la remuneración, impulsando a los campesinos a mezclar cascajo con el grano del café y a los administradores a reducir el tamaño de las cajas de medición mientras mantenían el mismo esquema de pago (26). Lo que resultó ser más significativo fue

26. Para un estudio intrigante de formas similares de negociaciones sobre el lugar de trabajo en una sociedad de plantación, aunque en alguna medida diferente a causa de la esclavitud, véase James Oakes, The Ruling Race: A History

trabajo en grupo y, para aquellos con suficientes recursos, a la contratación de sustitutos para cumplir sus deberes de trabajo. Para los arrendatarios, el escapar de dichas obligaciones significó mayores oportunidades para consolidar la unidad económica familiar basada en las asignaciones de tierra que servían de pago para su trabajo. Si los caficultores esperaban que estas parcelas suministraran únicamente las necesidades básicas de su fuerza laboral permanente, fallaron en apreciar las ambiciones, la energía y la astucia del

of American Slaveholders, Nueva York, Random House, 1983, especialmente el Capítulo 6.

"Niño campesino", 1950.

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arrendatarios que no habían cumplido sus obligaciones. Adicionalmente, disputas amargas y violentas surgieron respecto de la compensación por las mejoras hechas a las parcelas por parte de los arrendatarios; aunque los caficultores inicialmente resistieron, al llegar la segunda década del siglo XX dichos pagos eran relativamente comunes. Los arrendatarios y los propietarios disputaban siempre la utilización de los recursos de la hacienda. Mucha de la tensión se centró en el acceso a los potreros y bosques no cultivados que rodeaban el centro de la plantación, los cuales se habían transformado en áreas comunes donde los arrendatarios cazaban y recolectaban madera para la producción de carbón vegetal y para materiales de construcción. Además, la caña robada de la hacienda, la ración de melado dada a los trabajadores y la caña cultivada en las estancias se convirtieron en la base para una extensiva manufactura a pequeña escala de panela y de bebidas fermentadas y destiladas que gozaban de una gran demanda a través de toda la región cafete-

Si los caficultores esperaban que estas parcelas suministraran únicamente las necesidades básicas de su fuerza laboral permanente, fallaron en apreciar las ambiciones, la energía y la astucia del campesinado.

ra (28). Finalmente, mientras estas unidades familiares prosperaban, los intentos por parte de los caficultores de extraer la riqueza del arrendatario y desviarla a las arcas de la hacienda mediante multas, honorarios para licencias y peajes sobre productos que pasaban a través de las haciendas hacia el mercado, generaron todo tipo de evasivas y engaños. Más allá de las plantaciones de café, sin embargo, los encuentros de los arrendatarios con el Estado resultaron ser igualmente precarios y explosivos, tal vez más. La sociedad civil no fue el foro más propicio dentro del cual los arrendatarios podían hacer reclamos contra los caficultores,

quienes a menudo estaban aliados con los burócratas locales; la frontera entre las normas de la hacienda y el sistema legal fue verdaderamente tenue dado que las autoridades castigaban a los arrendatarios por infracciones a las regulaciones de la hacienda. Además, el gobierno municipal de Cundinamarca a comienzos del siglo XX dependía fuertemente de los trabajos forzosos; obligaciones no cumplidas resultaron en multas, embargos de los bienes de los campesinos e inclusive abuso físico. Mientras las economías de los arrendatarios se cristalizaban, parecían ser un blanco aún más atractivo para el Estado. Para evitar a los tasadores de impuesto de consumo, el campesinado desarrolló redes extensivas para proteger la economía de contrabando basada principalmente en la producción y venta de licores. En 1911, un funcionario departamental calificó a aquellos que evadían los impuestos de consumo como "una especie de fraternidad... audaz, agresiva, llena de sutilezas y de capacidades

28. Ortiz Williamson escribió en su descripción de 1906 sobre el distrito de Viotá que "a través de la región hay un gran número de trapiches que producen melao y panela. Hay algunas haciendas que tienen entre veinte y treinta cada uno", "Región de Subia", p. 270.

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sorprendentes" (29). Al final de la década, después de varios episodios en los cuales la muchedumbre saqueó la oficina de recaudos y liberó a los ofensores de la cárcel, un portavoz departamental deploró el hecho de que los "tasadores de impuesto de consumo, reducidos en número y carentes de autoridad, simplemente no pueden visitar ciertas regiones donde los contrabandistas viven constantemente en alerta y están preparados para el combate, bien armados y resueltos a defender su industria" (30). Los hacendados no eran del todo insensibles a la difícil situación de los campesinos en este respecto. Un observador notó que las exigencias adicionales, tales como la imposición de trabajos forzosos, hacían surgir "el 29. Cundinamarca. Informe del gobernador a la Asamblea del departamento, 1911, pp. x-xi. 30. Informe del secretario de Hacienda al gobernador, 1918, p. 44.

espectro de rebelión entre estos trabajadores de tez oscura, espíritus simples... [así que] sólo rompan sus cadenas y abandonen sus parcelas" (31). Huir fue una respuesta extrema, mas no poco usual, a las presiones de los funcionarios departamentales, pero ciertamente resultó preocupante a los caficultores que deseaban fuerzas laborales estables. Igualmente problemática fue la consternación causada en toda la región cafetera por las campañas destinadas a cobrar los impuestos de consumo, particularmente con las barridas de policía y de fuerzas especializadas que trabajaban conjuntamente para recolectar dichos fondos. Esto condujo a que los hacendados denunciaran a los representantes del Estado como "parásitos que vivían del granjero, ni trabajando, ni dejando a los demás hacerlo" y hasta los acusaron en ciertas ocasiones de fomentar el descontento so-

los caficultores llegaron a confiar en la estabilidad y viabilidad de las unidades familiares de los arrendatarios, uniéndose con ellos en contra del Estado aun cuando el campesinado mismo amenazaba la integridad de sus instituciones desde adentro.

31. Revista Nacional de Agricultura, lo. de abril de 1908, p. 353. Ver también el comentario de Gabriel Ortiz Williamson sobre este problema, en "Trabajo personal", Revista Nacional de Agricultura, 10 de junio de 1909, pp. 185-187.

cial (32). Paradójicamente, los caficultores llegaron a confiar en la estabilidad y viabilidad de las unidades familiares de los arrendatarios, uniéndose con ellos en contra del Estado aun cuando el campesinado mismo amenazaba la integridad de sus instituciones desde adentro. Mientras se preocupaban por las amenazas al orden público causadas por las presiones gubernamentales sobre los campesinos pobres, los caficultores mismos dependían de un código paternalista defectuoso en cierta forma, mas todavía resaliente, fuertemente arraigado en la cultura del altiplano cundiboyacense y rediseñado en los distritos de las plantaciones orientadas hacia la exportación en la ladera occidental de la Cordillera Oriental durante el siglo XIX. Por un lado, la posición separada y desigual de terrateniente y campesino en la jerarquía social fue reconocida por ambas partes, como puede simbolizar el; hecho de que los trabajadores saludaban arrodillados a los cafícultores. Los terratenientes humillaban a sus dependientes mediante abuso verbal y físico y 32. Revista Nacional de Agricultura, lo. de abril de 1908, p. 353. Por ejemplo, en febrero de 1918, una manifestación política en la plaza central de Viotá se tornó en una violenta batalla entre ios campesinos y la policía departamental, durante la cual los evasores de impuestos fueron soltados de la cárcel. Para un informe sobre el incidente, ver Cundínamarca, Memoria del secretario de Gobierno de Cundinamarca, 1918, p. 22. Al año siguiente hubo una represión aparentemente bastante áspera de los campesinos involucrados en actividades de contrabando. El 17 de marzo de 1919, J. Abondano y M. Lartignsa, dos caficultores de Viotá, se quejaron a las autoridades departamentales acerca de los abusos de los tasadores de impuestos contra la población local. Ver Palacios, Coffee in Colombia, p. 28?.

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hostigamiento sexual. Pero los dos gozaban de una cercana identificación porque las dos clases habian vivido y trabajado juntas en los cafetales durante el último cuarto del siglo XIX. Los hombres campesinos consideraban que merecían el respeto de sus señores, ligados a ellos menos por servilismo que por esfuerzos comunes y afecto mutuo; los caficultores mostraron un decoro apropiado y hasta buen humor hacia los hombres en cuya mano de obra se basaba su riqueza. Dicho paternalismo fue obviamente marcado por profundas contradicciones (33). Mas estas tensiones se manejaron efectivamente porque, como un burócrata luego recordó, los patronos más efectivos eran aquellos que sabían cómo tratar a sus dependientes con una mezcla sutil de liberalidad y firme reconocimiento de su superioridad (34). De hecho, en las tempranas etapas de la formación de las haciendas, los caficultores cultivaron lo que Richard Sennett ha llamado el ' 'falso amor", inherente al paternalismo entre amo y sirviente, tan cuidadosamente como cultivaban sus preciosos cafetales (35). No obstante, después del cambio de siglo, este disolvente del antagonismo de clase estaba perdiendo su efectividad. La 33.Para una discusión teórica del diseño y las tensiones dentro del paternalismo, ver Howard Newby, "The Deferential Dialectic", Comparative Studies in Sodety and History, XVH:2, 1975, pp. 139-164. 34.Entrevista con Helí Páramo, Bogotá, 15 de abril de 1980. Para una discusión sugestiva del trato en otro contexto his tórico, ver Isaac Rhys, The Transformation of Virginia, 1740-1790, Chapel HUÍ, University of North Carolina Press, 1982. 35. Richard Sennett, Authority, Nueva York, Random House, 1980, Capítulo 2.

rápida expansión de la fuerza labora] en las grandes haciendas después del año 1900 y las crecientes presiones en el lugar del trabajo de la plantación, junto con los ampliados horizontes de los arrendatarios y el ausentismo de los caficultores, quienes se encontraban en sus oficinas en Bogotá o en grandes giras por Europa, puso de relieve las profundas tensiones inherentes al paternalismo. Mientras algunos de los administradores eran bastante efectivos en su trato con los peones y arrendatarios, el espíritu de deferencia mutua entre los propietarios y sus trabajadores se vio seriamente afectado. Como hemos visto, los campesinos respondieron reservando sus recursos para sus hogares. Pero también afirmaron su identidad y autoestima en maneras más simbólicas, aparentemente irracionales. Entonces, el cadáver de la mejor de las reses con un mensaje tallado en su pellejo —"no nos jodan"— o la tala de un bosque de caro eucalipto importado, por una pandilla de jóvenes resultaron ser más que meros actos de picardía. Daban indicios de que el código social, que desde los

"Maternidad", 1940.

tiempos de antaño había gobernado las relaciones entre clases en los distritos de las grandes haciendas cafeteras, se estaba desmoronando severamente. Los cimientos del dominio de la élite, por lo tanto, resultaron profundamente debilitados aun antes de que los arrendatarios formaran las primeras ligas campesinas con la ayuda de radicales urbanos a finales de los años veinte. Como un antiguo arrendatario explicó años más tarde, "los propietarios ni siquiera nos saludaban, considerándose de una raza diferente". Un grupo de arrendatarios, entonces, decidió no saludar tampoco haciendo que sus empleadores se quejaran de la rudeza de sus trabajadores. Uno de los arrendatarios respondió: "Mire, señor, ¿por qué debemos desperdiciar nuestro tiempo saludándolo a usted? ¡ Mejor saludar a un árbol que por lo menos devuelve el saludo!" Al recontar esta historia, el viejo claramente

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reconoció que los términos de interacción social entre las clases estaban siendo reescritos. "Entonces comenzaron ciertas presiones", recordó, "cierta forma de rebelión. Si, así fue" (36). EL PROBLEMA DE LAS FALDAS' Los conflictos respecto a roles de género y normas sexuales —entre los campesinos y sus superiores y entre los campesinos mismos— eran los puntos centrales en la reelaboración del registro de las relaciones de clase en las grandes haciendas cafeteras después de iniciado el siglo XX. En 1928, el primer contrato firmado entre una organización de arrendatarios y un hacendado de Viotá incluyó una disposición que estipulaba que "los jefes tomaran las medidas necesarias, en lo posible, para asegurar que sus empleados no fueran irrespetuosos ni atacaran a los arrendatarios ni a sus familias" (37). Aparentemente el artículo se diseñó con el fin de proteger a los trabajadores del abuso físico brutal y a menudo caprichoso que generalmente caracterizaba la gestión de las haciendas. Sin embargo, los negociadores varones campesinos claramente deseaban la resolución del "problema de las faldas", generalmente entendido como la violación y seducción de sus mujeres por los dueños y mayordomos de la empresa cafetera más grande de Viotá. Para estos hombres, su dignidad estaba ligada al hecho de arrebatar a los patronos el 36. Entrevista, Emilio Pineros. Viotá, 6 de febrero de 1980. 37. Acuerdo Buenavista, en Registraduria de Tierras, La Mesa, Libro de Registro, Volumen I, Folio 409.

control total de sus familias y de sus mujeres en particular. La profunda ansiedad generada por las depredaciones sexuales de los propietarios y empleados en las haciendas, por cierto fue igualmente responsable de la creación de una oposición organizada de los campesinos pobres en la década siguiente como las exigencias por la alteración de las obligaciones laborales o los esfuerzos por garantizar la autonomía de la unidad familiar campesina. Este era un punto de contención antiguo entre amo y sirviente en Cundinamarca. Después de la conquista española en el siglo XVI, la reconstrucción de las relaciones de género en el populoso altiplano cundiboyacense acompañó la creación de una sociedad señorial en la cual las clases altas blancas ejercieron control sobre las poblaciones conquistadas, mediante redes de terratenientes, jefes locales y curas (38). Las sociedades pre38. Para materiales sobre esta región de Colombia, la cual no ha sido suficientemente estudiada, véase Orlando Fals Borda, Historia de la cuestión agraria en Colombia, Bogotá, Ediciones La Rosca, 1975; y la historia clásica de la formación del sistema señorial en el altiplano, Guillermo Hernández Rodríguez, De los chibchas a la Colonia y a la República, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1949,

hispánicas se habían caracterizado por relaciones sexuales premaritales, una pluralidad de intimidades en la vida adulta de ambos sexos y el acceso independiente por parte de las mujeres a los recursos económicos. El renovado sistema de género establecido por los colonizadores europeos y sancionado por la Iglesia Católica tuvo el fin de asegurar la subordinación definitiva de las mujeres y sus familias a los hombres. Durante los cuatro siglos y medio posteriores a la conquista, los terratenientes y clérigos, en colusión con los clanes campesinos dominados por varones creados bajo sus auspicios, buscaban garantizar la conformidad a un sistema patriarcal dentro de la familia campesina (39). Pero, aun cuando las élites fomentaban el patriarcado entre los campesinos, la intimidad forzada a las mujeres indígenas por los blancos fue común y dio lugar a un rápido, mestizaje a través de la mayoría del altiplano cundiboyacense y a relaciones sexuales instituciona_

39. Para una discusión de un proceso simi- lar mediante el cual las mujeres fueron subordinadas en una sociedad campea- na en el altiplano central peruano, vea-se Florencia Mallon, "Patriarchy in the Transition to Capitalism: Central Pera, 1830-1950", Feminist Studies, 13:2, Verano, 1987, pp. 379-407.

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Entonces, desde el comienzo, la posición de la élite respecto de la sexualidad y la organización familiar entre sus dependientes eran profundamente contradictorias. A comienzos del siglo XX hubo una creciente preocupación entre las élites de que las clases bajas, como lo dijo el gobernador de Cundinamarca en 1906, habían olvidado "sus responsabilidades con Dios y sus familias, dejando entonces que los impulsos de costumbres primitivas —obviando toda ley moral— dominaran (42). Poco

lizadas entre las clases, las cuales socavaron la autoridad de los varones entre el campesinado. A menudo las campesinas jóvenes daban favores sexuales a sus amos antes del matrimonio y muchas veces sirvieron de concubinas para los hombres de bien en la densamente poblada región al norte y al este de Bogotá (40). Finalmente, las normas legales respecto de las mujeres, las cuales estuvieron vigentes hasta bien entrado el siglo XX, no les permitían atestiguar en las cortes contra sus maridos ni entrar en contratos legales mientras estaban casadas, y dejaron la administración de sus bienes en manos de sus parientes varones (41). 40. Este proceso está cuidadosamente ana lizado en la obra de Virginia Gutiérrez de Pineda, Familia y cultura en Colom bia, Bogotá, Coediciones Tercer Mundo y Universi dad Naci onal de Colombia, 1968, pp. 58-71. Para una experiencia similar en el altiplano peruano durante el período post-conquista, ver Irene Silverblatt, Moon, Sun and Witches: Gender Ideologies and Class in Inca and Colonial Perú, Princeton, Princeton University Press, 1987. 41. Para información sobre el estado legal de las mujeres, ver María Cecilia Cár-

denas, La mujer colombiana y latinoamericana, Medellín, Imprenta Marín, 1973, pp. 64-76; y Josefina Amézquita de Alrneyda, con la colaboración de Magdalena León de Leal y Iilian Motta de Correa, "Condiciones de la mujer en el derecho de familia", en Magdalena León de Leal, comp., La mujer y el desarrollo en Colombia, Bogotá, Asociación Colombiana para el Estudio de la Población, 1977, p. 273. 42. Elíseo Medina hizo esta evaluación en su informe sobre las condiciones en la parte occidental de Cundinamarca después de la Guerra de los Mil Días (1899-1902). Cundinamarca, Visita del gobernador del departamento de Cundinamarca a las provincias de Sumapaz,

después la Iglesia Católica inició sus primeras campañas masivas para salvar las almas y las familias de los pobres (43). Esta creencia seguramente se repitió en las súplicas de Jesús del Corral para la reafirmación del patriarcado entre los pobres rurales, y urgió a los demás caficultores a no contratar parejas no casadas en sus haciendas. Su condenación de los "demonios de seducción" que acechaban el campo en busca de mujeres jóvenes probablemente cayó en los oídos sordos de sus colegas. La presunción de un acceso sin desafío por parte de las élites a las mujeres de clase baja, tan común en la sociedad del altiplano, fue fácilmente trasplantada a los distritos de las plantaciones recientemente establecidas desde el año 1870 en adelante. No había una falta de objetivos para las relaciones sexuales coercitivas, especialmente considerando el gran número de adolescentes solteras que llegaban a trabajar en los cafetales y los centros de procesamiento, ni una carencia de explicaciones o excusas. Las ideologías racistas predominantes revelaron la sexualidad no aprovechada de los pobres, y de las mujeres en particular (44). El folclor local preGirardot y Tequendama, Facatativá, Imprenta del Departamento, 1906, p. 16. 43. Para información sobre la preocupación emergente de la Iglesia acerca del esta do moral de las clases bajas al comienzo del siglo XX, véase Conferencias epis copales de Colombia, 1908-1953, Bogo tá, Editorial El Catolicismo, 1956. 44. Véase, por ejemplo, información sobre degeneración racial en Colombia, y especialmente el trabajo del reconocido psiquiatra Miguel Jiménez López, Nuestras razas decaen, Bogotá, J. Ca sis, 1920; y La inmigración de la raza amarilla a la América, Bogotá, Editorial Minerva, 1929.

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sentaba una amplia evidencia de la promiscuidad natural de la mujer campesina; por ejemplo, relatos de secuestros y violaciones de mujeres por osos implicaron el consentimiento de las víctimas (45). Finalmente, es posi-

45. El Tiempo, 21 de septiembre de 1938, reportó que una mujer en el cercano pueblo de San Bernardo habia sido secuestrada y cuidada por un oso por un periodo de once días. Es de interés que Natalie Zemon Davis haya notado que vínculos entre mujeres y osos eran el tema «^e las festividades en los Pirineos

ble que la coacción sexual hubiera sido el arma más potente, aunque peligrosa, a disposición de los caficultores respecto de la imposición de su voluntad en los trabajadores; la resultante fracturación y la desmoralización de la unidad familiar campesina fue consistente con los objetivos del mantenimiento del control sobre

durante los siglos XV y XVI. Véase "Women on Top", en Society and Culture in Early Modera France, Stanford, Stanford University Press, 1975, p. 137.

los subordinados mediante decisiones arbitrarias, en este caso dirigidas a la esencia misma de su existencia personal y familiar. De hecho, la intimidad forzada no fue ni una mera encarnación ahistórica de lujuria masculina ni un simple vestigio del señorialismo. Representó una norma cultural fuertemente arraigada que había adquirido nueva vitalidad como una parte integral del proceso de control laboral que surgió en las haciendas más grandes de la ladera occidental.

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INDUSTRIALES, PROTECCIONISMO Y POLÍTICA EN COLOMBIA. Intereses, Conflictos y Violencia* Eduardo Sáenz Rovner, Ph.D. Profesor de la Universidad de los Andes

La mayor parte de la literatura sobre el desarrollo económico de Colombia durante las décadas de los años treintas y cuarentas del presente siglo argumenta que el Estado Nacional promovió el desarrollo industrial en esa época. Las administraciones liberales de Enrique Olaya Herrera 11930-1934), de Alfonso López Pumarejo (19341938 y 1942-1945! y de Eduardo Santos (19381942) son presentadas por muchos historiadores como las representantes de una naciente burguesía industrial y como agentes de un proceso de modernización de una nación supuestamente feudal, que había sido gobernada sin interrupciones por el Partido Conservador desde la década de los años ochenta en el siglo XIX. Dentro de esta línea de argumentación, para Jesús Antonio Bejarano el flujo de dólares y la proliferación de obras públicas en la década de los años veintes, seguidos por la crisis de 1929, debilitaron la hegemonía económica y política de la clase terrateniente, convirtiendo al Estado, por lo tanto, en un "instrumento" de los manufactureros, quienes estaban tratando de implementar un ' 'proyecto de industrialización " (1). Para José Escorcia, la burguesía industrial de ese período era socialmente progresista. Además, era el sector "más lúcido" e iluminado de

* Este artículo hace parte de la tesis doctoral presentada por el autor ante la Universidad de Brandéis.

Enrique Olaya Herrera, "café y petróleo".

la clase dominante. Los industriales, según Escorcia, estaban empeñados en lograr la revolución democrático-burguesa a través del Partido Liberal (2). Según Gerardo Molina, López Pumarejo era el "capitán" de una "juvenil burguesía", que encarnaba la "decisión" de desarrollar e indus-

1

.Jesús Antonio Bejarano, "La Economía", en Jaime Jaramillo Uribe, wL, Manual de Historia de Colombia, Bogotá, Procul^ tura, 1982, Vol. II, pp. 42-4G, 57, 62-3, 77.

2. José Escorcia. Historia de Colombia. Siglo XX, Cali, Universidad del Valle, 1983, pp. 112, 121. 132, 167, 173.

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trializar el país. Para Molina, Olaya Herrera había sido el precursor de esa tendencia; López Pumarejo, el ejecutor (3). Y tal como escribió Mario Arrubla a finales de los años setentas: "Después de la gran crisis del capitalismo, los dirigentes del país pusieron los resortes del Estado al servicio de la causa de la industrialización" (4). Este punto de vista es compartido por un texto reciente de historia económica de Colombia publicado en 1987; en él se señala que la Depresión de los años treintas y la Segunda Guerra Mundial le mostraron a la clase dominante que la industrialización era "la única alternativa viable de desarrollo". En consecuencia, según esta obra, ya en 1945 la meta de industrializar el país se había convertido en "una ideología nacional" (5). Puntos de vista similares a los ya anotados son mantenidos también por algunos historiadores norteamericanos. Por ejemplo, Thomas C. Tirado, en su libro sobre López Pumarejo, básicamente calca los mismos argumentos ya presentados (6). William McGreevey concluye que después de la consolidación del sector cafetero, los miembros de la élite colombiana simplemente decidieron continuar "desarrollando" la economía y, por lo tanto, procedieron a trasladar recursos del sector "tradicional" al "moderno", permitiendo así que el proceso de industrialización se llevase a cabo sin mucho conflicto (7). Albert Hirschman argumenta que el desarrollo posterior a la Segunda Guerra Mundial fue "un proceso menos espontáneo y más deliberado que lo que fue el caso en los países donde el proceso ocurrió primero" (8). Siguiendo 3. Gerardo Molina, Las ideas liberales en Colombia, 1915-1934, Bogotá. Tercer Mundo, 1978, pp. 245-47. Las ideas liberales en Colombia. De 1935 a la iniciación del Frente Nacional, Bogotá, Tercer Mundo, 1978, p. 23. 4. Mario Arrubla, "Síntesis de Historia Política Contemporá nea", en Mario Arrubla et al. Colombia hoy, Bogotá, Siglo XXI, 1978, p. 188. 5. José Antonio Ocampo, Joaquín Bernal, Mauricio Avello y Ma ría Errázuriz, "La consolidación del capitalismo moderno (1945-1986)". en José Antonio Ocampo. ed., Historia econó mica de Colombia, Bogotá, Fedesarrollo y Siglo XXI, 1987, p. 260. Véase también Darío Mesa, Ensayos sobre historia contemporánea de Colombia, Medellín, La Carreta, 1977, p.134. 6. Thomas C. Tirado, Alfonso López Pumarejo el Conciliador. Bogotá, Planeta Colombiana, 1986, p. 115. 7. William Paul McGreevey, Historia económica de Colombia, 18451930, Bogotá, Tercer Mundo, 1975, pp. 302-303, 308. 8. Albert O. Hirschman, The Strategy of Economic Development, New Haven, Yale University Press, 1963, p. 8.

Lauchlin Currie. El economista recomienda, pero otros deciden.

esta línea de argumentación, se plantea que el crecimiento económico se convirtió en una meta para los líderes de los países menos desarrollados, líderes que a su vez tenían clara ' ia percepción de la naturaleza esencial del camino conducente al desarrollo " 19). Personalmente estoy en desacuerdo con la idea de que el "crecimiento" y el "desarrollo" eran metas compartidas por los miembros de la élite colombiana a mediados de este siglo. La misión del Banco Mundial, encabezada por Lauchlin Currie, presentó un plan de desarrollo para Colombia recomendando objetivos tales como "el logro de altas tasas de crecimiento" y "la disminución de las desigualdades" (10). Pero, de hecho, en una economía de mercado como la colombiana, donde las decisiones se toman esencialmente sobre la base de la rentabilidad económica privada, las recomendaciones de Currie, tales como aquellas referentes a las re9. Hirschman, op. cit., p. 10, 10. Lauchlin Currie, The Role of Economic Advisers in Developing Countries, Westport, Greenwood Press, 1981, p. 13.

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formas sociales, así como el proyecto de cuál sería el mejor camino hacia el desarrollo, no fueron consideradas por el gobierno con mayor seriedad, como incluso el mismo Hirschman lo señala (11). Además, y quiero ser enfático en señalar esto, las políticas económicas de las administraciones liberales que precedieron al régimen de Mariano Ospina Pérez estaban muy lejos de proteger al sector manufacturero a expensas de otros sectores de la economía. Olaya Herrera, por ejemplo, quien pensaba que el principal problema que encaraba su gobierno era la caída en los ingresos fiscales como resultado de la crisis de 1929, estaba además especialmente preocupado por asegurar mercados internacionales y mejores precios para las exportaciones de café, y por atraer capital extranjero para explotar los recursos petroleros del país. Su experiencia como ministro (embajador) ante el Gobierno de Estados Unidos muy probablemente lo había convencido de no perseguir una política de autarquía económica, ya que él consideraba (además de sus vínculos personales con los círculos capitalistas de aquel país) que Norteamérica era la nación ideal como fuente de capital y tecnología, lo mismo que como mercado para los bienes primarios colombianos (12). Sin embargo, para aumentar los ingresos del gobierno y evitar la salida de las reservas de oro, su administración incrementó los aranceles y prohibió la entrada de una serie de importaciones de productos tanto industriales como agrícolas, y estableció un sistema de control de cambios en 1931. De cualquier modo, algunas restricciones a las importaciones fueron abolidas meses más tarde para evitar retaliaciones comerciales de otras naciones (13). Por lo tanto, la protección que los industriales recibieron no fue el resultado de un programa de sustitución de importaciones sino la consecuencia de una política comercial contraccionista promulgada por la administración de Olaya Herrera. Tal como su ministro, el antioqueño Esteban Jaramillo, lo estableció muy claramente, el café era aún el "factor predominante... en la economía del país y en su comercio internacional". En conformidad, los cafeteros fueron incluso apoyados por el gobierno a través de subsidios a las exportaciones de café (14).

11. Albert O. Hirschman, Journeys Toward New York, Greenwood Press. 1968, p.120.

Progress,

12. Banco de la República, “ Discurso-programa pronunciado por el Excelentísimo señor doctor Enrique Olaya Hen-era al tomar posesión de la Presidencia de la República ante el Congreso de Colombia, el día 7 de agosto de 1930", en Suplemento de la Revista del Banco de la República, No. 34, agosto de 1930, pp. 3-4. 13.

República de Colombia. Ministerio de Hacienda y Crédito

Público Decretos de carácter extraordinario dictados por el Ejecutivo Nacional en desarrollo de las facultades económicas conferida» por las leyes 99 y 119 de 1931, Bogotá, Imprenta Nacional. 1931, pp, 11-13,45-61. República de Colombia, Memoria que presenta el ministro de Hacienda y Crédito Publico al Congreso Nacional en las sesiones ordinarias de 1931, Bogotá, Librería Nueva - Casa Editorial, 1931,p. 87. República de Colombia, Memoria de Hacienda, 1932, Bogotá, Imprenta Nacional, 1932, pp 55-57, 110. 1-4. Memoria de Hacienda, 1932, op. cit., pp. 106-109. República de Colombia. Memoria de Hacienda, 1933. Bogotá, Editorial Minerva, 1933, pp. 27-2M.

Alfonso López Pumarejo estaba también muy lejos de ser el hombre que representaba los intereses de los industriales. La firma de su padre había controlado alrededor del cuarenta por ciento de las exportaciones de café colombiano en la década de los años diez. El mismo Alfonso había trabajado para un banco norteamericano

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en Colombia y para otra compañía de aquel país que negociaba con café, antes de dedicarse de lleno a la política (15). Aún más, como jefe de la delegación colombiana a la Conferencia Panamericana en Montevideo en diciembre de 1933, López atacó las políticas proteccionistas de los países europeos y aplaudió las propuestas de Cordell Hull, secretario de Estado norteamericano, para promover el librecambio entre los países del hemisferio occidental. Según López, las economías de Colombia y Estados Unidos eran "complementarias" y, por lo tanto, alabó incondicionalmente la Política del Buen Vecino del presidente Roosevelt en un banquete meses más tarde (16). En 1935, ya como presidente, López dio instrucciones a su hermano Miguel, ministro colombiano en Washington, para que firmase un tratado comercia] entre los dos países. El acuerdo redujo los aranceles de casi 200 productos norteamericanos y los eximió de cualquier tipo de impuesto a las ventas en Colombia. A cambio, el café y los bananos colombianos no pagarían tarifas de aduana, ni impuestos domésticos en Estados Unidos (17). Como resultado de la drástica reducción del intercambio internacional durante la Depresión, Colombia aplicó una política de compensación comercial en sus negocios con otros países. Dicha política consistía en que Colombia sólo adquiriría bienes de un país en particular en una cantidad equivalente (en términos monetarios) a lo que este último importase de Colombia. Las exportaciones de Colombia consistían básicamente en café. Una consecuencia de esta política de compensación fue que Colombia denunció varios tratados comerciales, como los que tenía

15. Daniel Pécaut. "Politique du café et démocratie civüe restreinte: le cas de la Colombie", en Cultures et Développement. 12. No. 3-4. 1980. p. 484. Eduardo Zuleta Ángel, El presidente López Pumarejo. Bogotá. Ediciones Gamma, 1986, pp. 15-23. 16. República de Colombia, La política internacional. Bogotá, Imprenta Nacional, 193*. pp. 39-41, 57-59. 17. United States Congress. The Statutes at Large of the United States of America, 74th Congress 1935-1936, Volume XLK, Washington. U.S. Government Printing Office, 1936, pp. 3875-39 15. República de Colombia, Memoria de Hacienda, 1935-1936. Bogotá. Editorial Nueva Bogotá, 1936, pp. 102-103. Véase también Salomón Kalmanovitz. Economía y nación. Una breve historia de Colombia, Bogotá, Siglo XXI, 1985, p. 310.

con Gran Bretaña y Japón, y redujo considerablemente su comercio con la mayoría de las naciones europeas y con los japoneses. Otro resultado de esta política fue que los alemanes se vieron estimulados a aumentar sus exportaciones de manufacturas a Colombia al triplicar, entre 1934 y 1938, sus importaciones de café colombiano (gran parte del cual reexportaron a otros países). La implementación del Tratado Comercial de 1935 con Estados Unidos y la aplicación de los acuerdos de compensación implicaron que, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría del intercambio internacional de Colombia se tuviese con los norteamericanos y con los alemanes. Este hecho tendría incluso importantes consecuencias en la política doméstica colombiana en los primeros años de la década de los cuarenta (18). En cuanto a la relación entre López Pumarejo y el sector manufacturero, el primero no solamente alienó a los industriales al centrar su política extranjera en la búsqueda de mercados cafeteros en el exterior (amén de sus viejas ideas librecambistas), sino también por sus políticas laborales y su insistencia en que las fábricas colombianas debían consumir materias primas nacionales, las cuales los industriales locales consideraban más caras y de menor calidad que las extranjeras (19). En junio de 1937, López Pumarejo concedió una prolongada entrevista a la publicación El Mes Económico y Financiero, en la cual enfatizó su defensa de los agricultores colombianos y justificó los aumentos al arancel en contra del algodón importado, aunque esto último, según sus palabras, fuese "contra el concepto muy decidido de los industriales" (201. Ese mismo año, su gobierno apoyó los intentos de la British American Tobacco Company para penetrar los mercados colombianos, a pesar de la fuerte oposición de la Compañía Colombiana

18. Memoria de Hacienda. 1935-1936. op. cit., pp. 102-103. 19094. Héctor José Vargas, Memoria de Hacienda, 1938, Bogotá, Ii- j tografia Colombiana, 1938, pp. 66-67, 70. Carlos Lleras Restrepo, Memoria de Hacienda, 1939, BogoU, Imprenta Nacional, 1939, pp. 126-29. 19. Alvaro Tirado Mejía, Aspectos políticos del primer gobien» de Alfonso López Pumarejo, 1934-1938. Bogotá. Pr. 1981, pp. 79-80, 85-86 Vargas, op. cit., pp. 91-92. 20. República de Colombia, La política internacional, op. dt, pp. 92, 99-100.

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de Tabaco, Coltabaco (monopolio de capital básicamente antioqueño) (21). En 1940, el presidente Eduardo Santos y su ministro de Hacienda, Carlos Lleras Restrepo, fundaron el Instituto de Fomento Industrial (IFI). El objetivo final del Instituto era el de promover la creación de factorías que produjesen bienes intermedios para la industria (los cuales eran casi imposibles de conseguir en el mercado internacional como consecuencia de la guerra). A su vez las industrias promovidas por el IFI debían supuestamente utilizar materias primas locales (22). De hecho, las políticas del Instituto

21. Véase "Sobre la industria del tabaco y el capital extranje ro", en Alvaro Tirado Mejia, ed., Estado y economía. 50 años de la Reforma del 36, Bogotá, Contraloría General de la Re pública, 1986, pp. 247-67. 22. Carlos Lleras Restrepo, Memoria de Hacienda, 1942, Bogotá, Imprenta Banco de la República, 1942, Vol. II, pp. 122-28. "El Instituto de Fomento Industrial", en Nueva Frontera, diciembre 17 de 1984, pp. 4-5.

eran básicamente la continuación de una política vigente desde comienzos de la década de los años treinta, que ayudaba a coordinar la producción y las ventas del sector privado con el apoyo del Estado. Era la semilla de algún tipo de "planificación" (o más bien coordinación) entre el gobierno y los empresarios, orientada a favorecer los intereses económicos de estos últimos (23). Sin embargo, a pesar de que los industriales recibieron algún tipo de protección de Santos a través del control de cambios y de facilitarles dólares subsidiados por debajo de la tasa del mercado libre, el gobierno consistentemente defendió a los productores nacionales de insumos agrícolas (tales como el algodón, el cacao, los aceites vegetales, las grasas de origen animal y el trigo), siempre que se presentaba un conflicto de intereses entre terratenientes e industriales (24). Además, ganaderos y agricultores recibieron generosos incrementos en créditos subsidiados por parte del Estado (25). Y para disipar cualquier duda al respecto, el ministro de Hacienda, Lleras Restrepo, fue enfático en declarar que la defensa de los intereses de los cafeteros era ' 'la condición primera y fundamental" de la política económica del gobierno (26). Por ende, el gobierno les concedió a los cafeteros mayores subsidios y se comprometió en un fuerte esfuerzo diplomático para aumentar las exportaciones de café al mercado norteamericano (27). No sólo tenían los cafeteros el 23. Tal como escribió Marco Palacios: "La depresión casó a la burguesía cafetera con el Estado con la solidez de un matri monio católico tradicional". Citado por Rosemary Thorp y Carlos Londoño en "The Effect of the Great Depression in the Economies of Peni and Colombia", en Rosemary Thorp, ed., Latín America in the 1930's, London, The MacMillan Press, 1984, p. 100. 24. Lleras Restrepo, op. cit., 1942, p. 130. 25. Lleras Restrepo, op. cit., 1942, p. 113. 26. Carlos Lleras Restrepo, "Política económica y fiscal", en Revista de Hacienda, m (7), diciembre de 1941, p. 18. Lleras Restrepo también justificó el Tratado Comercial de 1935 con Estados Unidos, ya que dicho convenio protegía el mercado cafetero en Norteamérica. Véase, por ejemplo, su artículo "Los problemas de la economía antioqueña", en Revista de Hacienda, ID (7), diciembre de 1941, p. 37. Años más tarde, el mismo Lleras Restrepo denunció el Tratado cuando la ANDI lo contrató para que escribiese artículos pagados e in trigase ante el Congreso y el Ejecutivo a favor de los intere ses de los grandes industriales colombianos. 27. "La prima cafetera", en Revista de Hacienda, II (5), julio de 1940, pp. 95-99. Véase también, Carlos Lleras Restrepo, "La futura política cafetera", El Tiempo, abril lo. de 1941.

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apoyo incondicional y la ilimitada solidaridad con sus intereses por parte de Lleras Restrepo, sino que también este político liberal advirtió a los industriales que "ocurre en muchas ocasio nes que la protección industrial que algunos solicitan significa para el país tan poco como beneficio económico, que realmente no vale la pena sobreponer el interés particular de algunos al interés del Fisco". Además, agregó que el gobierno no prohibiría en absoluto la importa ción de ciertas manufacturas, simplemente por la insistencia de los industriales en recibir ma yor protección (28). El segundo gobierno de López Pumarejo tampoco estaba en los mejores términos con los industriales, a pesar de lo que erróneamente argumentan autores como Gabriel Poveda Ramos y Miguel Urrutia (29). La tasa de inflación llegó a un 15 y a un 25 por ciento anual en 1942 y 1943, respectivamente (30). El gobierno diagnosticó que el incremento en el nivel de precios se debía en buena parte al superávit comercial y la resultante abundancia de dólares que aumentaban la oferta monetaria en pesos. Por lo tanto, el gobierno recurrió a una serie de medidas económicas de tipo ortodoxo tales como la liberación de importaciones, restricciones al crédito comercial y congelamiento de parte de las utilidades de firmas y de individuos con ingresos muy altos (31). Los industriales en particular fueron afectados por esas medidas restrictivas y muy renuentemente tuvieron que aceptarlas (32). Además, los grandes industriales no podían olvidar que durante la primera administración de López Pumarejo la reforma tributaria había afectado sus intereses. No podían ignorar tampoco la tolerancia del presidente hacia la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC), la cual incluía entre sus miembros no solamente a liberales sino también a comunistas. El líder del Partido Conservador, Laureano Gómez, había desatado una agria campaña en

contra del presidente a través de las páginas de El Siglo, periódico de derecha. Algunos escándalos que cubrían incluso a miembros de la familia de López Pumarejo se convirtieron en los principales temas de discusión tanto en la prensa conservadora como en el Congreso. Además, la política exterior del gobierno y su apoyo incondicional a Estados Unidos alienó a muchos conservadores que simpatizaban con las potencias del Eje, especialmente con la Alemania nazi. Esta actitud de muchos conservadores no se debía meramente a supuestas afinidades raciales con el pueblo alemán (de hecho, muchos de los derechistas criollos eran mulatos o mestizos, incluyendo al mismo Laureano Gómez), ni al resentimiento con el imperialismo yanqui por el recuerdo del robo de Panamá en 1903 (33). 33. Véase, por ejemplo, José de la Vega, El buen vecino, Bogotá, Voluntad, 1941,passim. David Bushnell, Eduardo Santos y la política del buen vecino Bogotá, El Ancora Editores, 1984, passim.

28. Lleras Restrepo, op. cit., 1939, pp. 67-68, 134. 29. Miguel Urrutia, Gremios, política económica y democracia, Bogotá, Fedesarrollo y Fondo Cultural Cafetero, 1983, p. 72. Gabriel Poveda Ramos, ANDI y la industria en Colombia, 1944-1984.40 años, MedeUín, Servigráficas, 1984, p. 13. 30. "índices del costo de la vida obrera - Bogotá, 1937-1949", en Archivo de la Presidencia de la República (APR). 31. Alfonso Araújo, Memoria de Hacienda, 1943, Bogotá, Im prenta del Banco de la República, 1943, pp. 22-23, 27-28. 32. Véase, ANDI-Medellín, Bancos.

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Más bien su posición tenía que ver con el hecho de que muchos colombianos tenían negocios con firmas alemanas o con la colonia de origen ale mán en el país. Los alemanes eran prominentes en ciudades como Barranquilla y Medellín, don de existían —como en otras partes del país— células muy activas del Partido Nazi. La Emba jada Alemana, lo mismo que firmas de aquel país, como la Bayer, apoyaban económicamente a los grupos nazis en Colombia. Aún más, en Medellín existían fuertes capitales alemanes en el banco local, el Banco Alemán Antioqueño, y las grandes firmas textileras tenían no solamen te que contar con productos químicos alemanes para procesar las telas, sino que también em pleaban un buen número de técnicos alemanes en sus fábricas. Algunos antioqueños simpatiza ban con los nazis en grado tal que cuando el gobierno colombiano (presionado por el Depar tamento de Estado norteamericano) declaró ile gal el Partido Nazi, crearon su propia organiza ción de corte fascista. Entre los criollos nazis se contaban incluso algunos jóvenes Echavarría que habían estudiado recientemente en Alema nia.. Entre 1942 y 1945 importantes segmentos de los militares colombianos, simpatizantes de los nazis, participaron constantemente en planes e intentos de golpe de Estado en contra de López Pumarejo. Los militares derechistas recibían inspiración en muy buena parte de Laureano Gómez. No era sorprendente, tampoco, que los conspiradores tuviesen gran apoyo entre los industriales antioqueños. Fue tanta la presión en contra del gobierno que poco después de mediados de 1945 el presidente renunció a su cargo, dejando el poder hasta agosto de 1946 en manos de Alberto Lleras quien, a propósito, era apodado en la época como "el ministro con alma de secretario" por su irrestricta lealtad a intereses superiores (34). ***

La pregunta inevitable de tipo historiografía) sería: ¿por qué gran parte de la literatura re4. Silvia Galvis y Alberto Donadío, Colombia nazi, 1939-1945, Bogotá, Planeta, 1986, pp. 285-339. Véanse también los folios para 1940-1944 y 1945-1949, Washington, National Archives, RG 59, 821.00.

cíente ha descrito a López Pumarejo y a los industriales como aliados políticos? Luis Ospina Vásquez, escribiendo en 1955, anotó que algún incipiente tipo de proteccionismo a la industria no comenzó en la década de los años treintas, sino más bien a comienzos de la década de los años ochentas en el siglo pasado y se confirmó en 1909 (35). Según Ospina Vásquez, fueron los liberales de mediados de este siglo quienes (por razones quizás políticas) reclamaron que el Partido Liberal había sido el primero en comprometerse con una seria política de protección a la industria (36). El historiador antioqueño señaló, sin embargo, que el proteccionismo no fue tomado en serio en los años treintas y principios de los cuarentas. Según él, en ese entonces sólo un grupo de intelectuales de clase media provenientes de ambos partidos propusieron un programa 35. Luis Ospina Vásquez, Industria y protección en Colombia, 1810-1930, Medellín, Editorial La Oveja Negra, 1974, capítu los 6-8. La primera edición de este libro fue publicada en Bo gotá en 1955. 36. Ospina Vásquez, op. cit., p. 546.

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estatal de protección, ya que ellos tenían la idea de que Colombia debía industrializarse para ser un pais "normal" y "plenamente desarrollado" (37). De hecho, Ospina Vásquez demostró que el programa proteccionista comenzó a ser considerado seriamente sólo hacia finales de la Segunda Guerra Mundial, cuando existían temores entre algunas personas en el país de que las manufacturas extranjeras invadirían la economía colombiana (38).

cambió de opinión hacia finales de la Segunda Guerra Mundial y comenzó a demandar alguna forma de coordinación estatal de la economía privada, la cual incluía el proteccionismo industrial (43). Pero como el mismo Ospina Vásquez sugirió, la agitación real y sostenida a favor del interés industrial sólo vendría en el gobierno conservador de su primo Mariano Ospina Pérez, de 1946 a 1950.

Los industriales mismos comenzaron en esa época a agitar y a intrigar en todos los niveles a favor de la protección de su sector. De otra parte, la revista Anales de Economía y Estadística, publicada por la Contraloria General de la República, divulgó varios artículos en 1945 atacando el librecambio y la división internacional del trabajo (39). Incluso algunos miembros aislados del gobierno liberal de la época defendieron abiertamente el proteccionismo (40).

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De otra parte el Partido Conservador había, insistentemente, proclamado en la década de los años treintas que la agricultura era la base de la economía nacional (aunque ocasionalmente algunos conservadores habían recomendado la protección industrial, mientras ésta no afectase los intereses de agricultores, comerciantes y consumidores) (41). Aún más, Gonzalo Restrepo Jaramillo, uno de los líderes e ideólogos del Partido, atacó cualquier tipo de intervención estatal en la economía, en uno de sus escritos de 1936 (42). Sin embargo, el mismo Restrepo Jaramillo

Ospina Pérez nació en Medellín en 1891. En su ciudad natal se graduó de ingeniero en la Escuela Nacional de Minas en 1912. Apoyado económicamente por su millonaria familia, Ospina Pérez realizó algunos estudios de postgrado en Estados Unidos y Bélgica. A su regreso a Colombia no solamente se dedicó a supervisar los negocios de la familia, especialmente en café, sino que también gozó de una exitosa y meteóri-

43. Gonzalo Restrepo Jaramillo, citado por Araújo, op. cit., 1943, p.33.

37. Ospina Vásquez. op. cit., p. 554. 38. Ospina Vásquez, op. cit., p. 571. 39. Véase, por ejemplo, Andrés Perea, "Ventajas de la indus trialización", Anales de Economía y Estadística, enero de 1945, pp. 47-48. Alfonso Palacio Rudas, "La estabilización de las monedas", Anales de Economía y Estadística, febrero de 1945, p. II. Diego Mejia, "Los controles en la post-guerra". Anales de Economía y Estadística, febrero de 1945, p. 1. Alfonso Palacio Rudas, "En torno a los controles". Anales de Economía y Estadística, abril de 1945, pp. I-IV. 40. Carlos Sanz de Santamaría, Memoria de Hacienda, 1945, Bogotá, Imprenta del Banco de lo República, pp. 33-34. República de Colombia, Ministerio de Comercio e Industrias. "Política económica de post-guerra", en Comercio e Indus trias. No. 14, 1946, pp. II. X. XIV 41. Fundación Futuro Colombiano. El pensamiento del conservatismo colombiano. Programas del partido, 1849-1985, Bogo tá, Fondo Cultural Futuro Colombiano, 1986, pp. 40-42. 49, 52. 59, 61, 42. Gonzalo Restrepo Jaramillo. El pensamiento conservador, Medellín, Bedout, 1936, p. 248.

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ca carrera en la política y en los cargos de importancia a nivel local y nacional: superintendente del Ferrocarril de Antioquia, miembro del Concejo Municipal de Medellín, diputado a la Asamblea de Antioquia, senador, rector de la Escuela Nacional de Minas (de la cual su padre, Tulio, había sido el fundador) y ministro de Obras Públicas en el gobierno de su tío Pedro Nel.

tan "generosa" visión de este empresario, laborar en el campo era una mejor alternativa que el trabajo mecánico y rutinario en las fábricas, el cual —según él— "atrofiaría" la iniciativa y la inteligencia del pueblo colombiano (46).

Ospina Pérez fue también uno de los fundadores de la Federación Nacional de Cafeteros en 1927. Tres años después se trasladó a Bogotá, como gerente de la Federación. En esta ciudad no solamente se dedicó a defender hábilmente los intereses de los cafeteros, sino también a enriquecerse aún más especulando con propiedad raíz, fundando la firma constructora Ospinas, que rápidamente se convirtió en una de las empresas urbanizadoras más exitosas de la capital (44).

El 24 de marzo de 1946 Ospina Pérez fue escogido como candidato presidencial del Partido Conservador para las elecciones de mayo de ese año. Ya que los liberales estaban divididos en dos campos irreconciliables, el uno encabezado por Gabriel Turbay y el otro dirigido por Jorge Eliécer Gaitán, los conservadores aprovecharon la oportunidad para recuperar la Presidencia de la República que habían perdido en 1930. A diferencia de Laureano Gómez, quien por sus ideas abiertamente derechistas y extremistas era temido y odiado por muchos liberales, Ospina Pérez era percibido como un político "moderado" y conciliador, que además ofrecía un gobierno de coalición bipartidista que él bautizaba como de "Unión Nacional". Luego de una campaña que escasamente duró cinco semanas y en la cual sólo pronunció siete discursos en público, Ospina Pérez derrotó a los dos candidatos liberales en los comicios electorales de mayo 5 (47).

En la década de los años treintas Ospina Pérez había defendido una política de devaluación del peso, como una forma de incrementar los ingresos de los exportadores de café (45). En ese entonces, como acérrimo defensor de la división internacional del trabajo, Ospina Pérez insistió en que el futuro del país dependía de la expansión del sector cafetero, ya que él consideraba un "absurdo" que Colombia siguiese los mismos pasos hacia la industrialización, como lo habían hecho Estados Unidos y Europa Occidental. Consecuente con dicha perspectiva, este multimillonario cafetero consideraba que los campesinos no debían abandonar el campo y tendrían que permanecer cultivando las fincas cafeteras (especialmente aquellas muy extensas propiedades del clan de los Ospina), donde supuestamente los jornaleros podían tener control del proceso completo de la siembra, la cosecha y la comercialización del trabajo (a propósito, un exquisito anticipo de los planes de "humanización" del trabajo, tan en boga hoy en día entre capitalistas y administradores). De acuerdo con

44. Jaime Sanín Echeverri, Ospina supo esperar, Bogotá, Andes, 1978, passim. Ernesto Ramírez P., Poder económico y dominación política: el caso de la familia Ospina, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 1984, pp. 219, 226. 45. Mariano Ospina Pérez, Carta abierta del doctor Mariano Ospina Pérez. Los cafeteros, el gobierno y los partidos políticos. A los hombres de trabajo del país, Bogotá, Editorial Minerva, 1934,p. 10.

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Aunque el nuevo presidente electo aceptó que "el factor decisivo" en su elección había sido el fuerte apoyo del sector cafetero, consciente del creciente poder económico de los industríales, reconoció que en su programa de gobierno debía existir algún lugar para un mínimo de proteccionismo industrial (48). El aceptó que los aranceles a las importaciones debían ser aumentados para proteger al sector manufacturero, y citó como ejemplo las ideas de Alexander Hamilton, Secretario del Tesoro norteamericano, quien había implementado una política proteccionista a favor de la incipiente industria norteamericana desde finales del siglo XVIII, política que había

46. Mariano Ospina Pérez, Carta del doctor Mariano Ospina Pérez al doctor Alfonso López. La política cafetera de Colom bia, Bogotá, Editorial Minerva, 1934, pp. 11, 14-15, 19-20. 47. República de Colombia. Memoria del señor ministro de Go bierno, doctor Absalón Fernandez de Soto, al Congreso Na cional de 1946, Bogotá, Imprenta Nacional, 194fi. p. 56 Hugo Velasco A . , Mariano Ospina Pérez, Bogotá, Editorial Cosmos, 1953, pp. 88-86. 48. Sanín Echeverri, op. cit., p. 18.

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expresado claramente en su "Report on Manufactures" en 1791 (49). En esta primera "Metamorfosis de Su Excelencia" (la segunda ocurriría políticamente en 1949), curiosamente para Ospina Pérez la máquina industrial ya no era alienante para el ser humano —algo sobre lo cual había estado tan firmemente convencido años atrás. Aún más, de acuerdo con su nueva versión (quizás influido en parte por Henry Fayol, cuya obra principal tradujo literalmente y publicó como suya bajo el título Economía industrial y administración, sin darle ningún crédito al autor francés), la máquina simplificaba la tarea del trabajador, le ayudaba a desarrollar su personalidad, hacía su trabajo "amable" e "interesante", incrementaba su productividad y contribuía a mejorar su nivel de vida al — supuestamente— abaratar el costo de los bienes de consumo (50). Pero a pesar de la invocación a las ideas de Hamilton y las tan loables profecías de un mundo mejor para las masas colombianas, Ospina Pérez era muy enfático en confirmar que él condicionaba la protección a los industriales en la medida en que ésta no afectase los intereses de los agricultores y mientras los manufactureros estuviesen dispuestos a utilizar materias primas nacionales en la elaboración de sus productos finales (51).

49. Mariano Ospina Pérez, Obras selectas, Bogotá, Cámara de Representantes, 1982, p. 257. 50. Mariano Ospina Pérez, La.política de Unión Nacional. El programa, Bogotá, Imprenta Nacional, 1946, p. 155. Economía industrial y administración, Bogotá, Editorial Minerva, 1938. Vale la pena anotar que se podría cuestionar la idea del abaratamiento de los bienes de consumo industrial en la Colombia del segundo tercio de este siglo, dado el carácter oligopó-lico del sector manufacturero. Y a propósito de la "originalidad" de Ospina Pérez como el supuesto autor de Economía industrial y administración, no es extraño entre nuestros intelectuales de la élite el tomar algo prestado sin dar los créditos del caso. Viene a mi mente en este momento el poema de Rafael Pombo, "Simón el bobi-to", hoy en día un "clásico" de la poesía colombiana. "Simón el bobito" no es más que una buena y literal traducción del muy conocido "Simple Simón", lo cual haría de Pombo. al menos en este caso —como en el caso de Ospina Pérez—, un excelente traductor. 51. Ospina Pérez, op. cit., 1982, pp. 257-58. Op.cit., 1946, p. 73. Velasco, op. cit., p. 250. El Tiempo, marzo 26 de 1946.

Es erróneo, pues, presentar a Ospina Pérez como "ligado directamente a los círculos económicos de la industria, el café y el latifundio", como si todos estos enlaces fuesen igualmente importantes (52). Ospina Pérez estaba, de lejos. más estrechamente ligado a los intereses de los cafeteros, intereses que él colocaba muy por encima de aquellos de los de otros "círculos económicos". Si para algunos académicos López Pumarejo representaba el interés industrial (concepto erróneo como ya he argumentado anteriormente), para otros historiadores los diferentes elementos de la burguesía supuestamente tienen intereses muy similares y por lo tanto no tienen contradicciones de importancia entre ellos. Así, según estos historiadores, los grupos "oligárquicos" estarían supuestamente de acuerdo sobre la conducción de la economía en general (53). Dentro de tal línea de análisis, Bernardo Tovar Zambrano (aunque es justo anotar que él no pretende aplicar su argumento a los años cuarenta) opina que el Estado colombiano ha intervenido meramente como un agente de modernización, permaneciendo neutral en relación con los diferentes grupos de la burguesía. Tal como él escribe: "...la intervención del Estado correspondía a la creación de las condiciones generales de acumulación que requería la 52. Alvaro Tirado Mejia, "Siglo y medio de bipartidismo", en Mario Arrublaet al., Colombia hoy, Bogotá, Siglo XXI, 1978, p. 172. 53. Carlos H. Urán, Rojas y la manipulación del poder Bogotá, Carlos Valencia Editores, 198a. p. 26. La idea del supuesto carácter de "maldad" y uniformidad de intereses de todos los miembros de la burguesía colombiana se puede leer en las palabras del sociólogo Gonzalo Bermúdez Rossi. Para él, "la clase dirigente" colombiana es la "escoria" que surgió como resultado de "innumerables traiciones y aberrantes conductas sociales". Siendo este grupo tan "bajo material humano", él los llama la "lumpen dingencia". Según él, todos son igualmente malos y se reúnen — sin contradicciones de ninguna clase entre ellos— a planear cómo explotar al resto de los colombianos. Ver su libro, El poder militar en Colombia. De la Colonia al Frente Nacional, Bogotá, Ediciones Expresión, 1982, p. 20. Obviamente los argumentos de Bermúdez Rossi son simplistas (aun teniendo en cuenta sus buenas intenciones y el momento politi-co en el cual el escribió su libro) y desconocen las contradicciones entre fracciones de la clase dominante. En cuanto a cuestión de! carácter "moral" o "inmoral" de la burguesía colombiana o de cualquier burguesía en cualquier lugar del mundo, que el lector —burgués o no burgués— juzgue pora mismo. Para esto no hace falta ser ni marxista, ni venerable intelectual, y ni siquiera un buen cristiano, sino un simple observado1:. (Es mejor evitar suspicacias de que quien esto escribe es "moralista" y añora algún tipo de idílico y lejano pasado pre-industrial en los trópicos o, aún más, alguno mucho más remoto entre clanes germánicos).

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modernización capitalista del país", y tal intervención se inclinaba "a favorecer los diversos sectores de la economía o, si se quiere, del capital en su conjunto, pero sin entrar a ser el instrumento de un interés en particular de un sector, fracción o gremio... De tal manera que no es apreciable una instrumentalización del Estado ni por los terratenientes ni por la burguesía industrial, por lo menos en el período aquí estudiado" (54). En cuanto a este último argumento, estoy de acuerdo en que el Estado burgués defiende los intereses de la clase dominante propiciando las condiciones económicas, políticas, ideológicas y militares del caso. Pero no sobra reiterar, en lo que estaría en desacuerdo con Tovar Zambrano, que en el seno del Estado se dan fuertes contradicciones, las cuales son un reflejo de los conflictos entre diferentes fracciones de la burguesía, que en un momento dado logran mayor o menor grado de influencia dentro del aparato estatal, sea éste el Ejecutivo o el Legislativo. También es erróneo tratar el asunto de la protección industrial como el resultado de la conducta errática —e incluso demagógica— de algunos políticos, quienes aparentemente sin razones de importancia cambian de posición "alternativamente" entre "librecambistas y proteccionistas, amigos y enemigos del laissez-faire" (55). Ospina Vásquez, por ejemplo, simplifica, malinterpreta e incluso ridiculiza —¿razones de partido o de origen social quizás?— los puntos de vista de Gaitán sobre la protección estatal a los diferentes sectores de la economía en general, y su opi-¡ nión respecto al proteccionismo industrial en particular. El historiador antioqueño, en mi opinión, no supo percibir las diferencias y conflictos entre la clara posición de Gaitán y los intereses de la burguesía industrial (56). De otra parte Santiago Montenegro, muy correctamente, desecha la idea de que el Estado co-

Gaitán, "frenó a los industriales".

lombiano trató de promover la industrialización del país en la década de los años treintas. Sin embargo, Montenegro ignora que cuando la protección industrial se convirtió en parte importantísima del programa del gobierno a finales de 1949 y en 1950, esa política fue básicamente la consecuencia de una serie de presiones, conflictos, negociaciones, crisis políticas, e incluso imposiciones dentro de un pequeño círculo de poderosos empresarios y políticos importantes (57). No fue, pues, el resultado de una política económica "per se", de una decisión "neutral" y "técnica", de algo en lo que se alcanzó un consenso porque era un "programa" que le "convenía" al país. ***

54.Bernardo Tovar Zambrano, La intervención económica del Estado en Colombia, Bogotá, Banco Popular, 1984, pp. 1011,233. 55.Ospina Vásquez, op. cit., p. 524. 56.En una obvia simplificación, Ospina Vásquez describe los puntos de vista de Gaitán sobre el proteccionismo como: "Poco menos que milagroso[s] (...| evocaciones cuasi-místicas de una vida mejor (...) y de la cual participarían todos los colombianos". Véase Ospina Vásquez, op. cit., p. 572.

El argumento central de este trabajo es que el proteccionismo a la industria no era un "objeti57. Santiago Montenegro, "La política arancelaria en la primera fase de la industrialización", en José Antonio Ocampo y Santiago Montenegro, Crisis mundial, protección e industrialización, Bogotá, Cerec, 1984. pp. 310-11, 333.

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dasen el país, excluyéndolos del negocio, o al menos forzándolos a reducir el muy alto nivel de ganancias del cual gozaban gracias a su control oligopolístico del mercado doméstico. En consecuencia, los temas del proteccionismo y los aranceles a las importaciones se convirtieron en los más candentes e importantes tópicos del debate sobre política económica en Colombia en la segunda mitad de los años cuarentas. Además, el asunto de quiénes tendrían acceso a las divisas extranjeras provenientes de las exportaciones — básicamente el café—, divisas que eran administradas por la Oficina de Control de Cambios, también se convirtió en un área de agudas disputas y conflictos entre industriales, cafeteros y comerciantes.

Jesús Mora, industrial, "el poder detrás del poder",

La gran burguesía industrial a través de la Asociación Nacional de Industriales, ANDI, creada en 1944, se comprometió en una vigorosa campaña a favor del proteccionismo a ultranza para el sector manufacturero nacional. A través de sus campañas, los industriales pretendieron identificar sus intereses particulares con los de la nación entera, alegando que la protección defendería no sólo sus industrias sino también

vo nacional" ni a mediados ni a finales de la década de los años cuarentas. Además, reitero con esto que los gobiernos liberales que precedieron a la administración de Ospina Pérez no buscaron activamente proteger los intereses de los manufactureros nacionales. Al contrario, los intereses de firmas e individuos envueltos en el negocio del café, lo mismo que los intereses de los grandes comerciantes importadores y exportadores, prevalecieron sin mayor oposición hasta finales de la Segunda Guerra Mundial. La industria había crecido tan rápidamente desde la década de los años veintes, que para 1945 los intereses de los grandes industriales eventualmente tenían que ser tomados en cuenta. Sin embargo, el poder económico del sector industrial no fue automáticamente igualado por una influencia política proporcional sobre los aparatos Ejecutivo y Legislativo. La Segunda Guerra Mundial había beneficiado a los industriales con una protección prácticamente accidental. Pero al tiempo que la guerra llegaba a su fin, los grandes industriales comenzaron a temer que las manufacturas extranjeras inun-

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medios de radiodifusión del país, para que orientasen incondicionalmente sus políticas editoriales y sus "informaciones" económicas hacia la defensa de la "Industria Nacional". Además, la ANDI contrató también los servicios de un —supuestamente— muy selecto grupo de políticos, la mayoría de ellos exministros de Estado, senadores y representantes, para que intrigasen, presionasen —e incluso legislasen — a favor de sus intereses ante el Ejecutivo y el Congreso. Sin embargo, en este último cuerpo legislativo sus esfuerzos no fueron suficientes, ya que allí José Gutiérrez Gómez, Jorge Botero Ospina. Enrique Caballero Escovar, "los hombres de la ANDI.

los intereses de la nación y de todos los colombianos. Como parte de sus esfuerzos por conservar y aumentar, tanto sus ganancias económicas como su poder político, la ANDI contrató a sueldo los servicios de conocidos periodistas e intelectuales, presionó económicamente y sin escrúpulos de ninguna clase a los principales periódicos y

Diego Tobón Arbeláez. "De hombre de los industriales en la Comisión Tercera de la Cámara a vicepresidente de la ANDI".

perdieron una dura y agria lucha con Gaitán, quien recientemente había sido ungido como jefe del Partido Liberal, después de su victoria en las elecciones parlamentarias de marzo de 1947. Allí, en el Congreso, Gaitán y sus seguidores defendieron los intereses de terratenientes, cafeteros, comerciantes y consumidores urbanos —en franca oposición a la gran burguesía industrial—, en los últimos meses de vida del jefe liberal, antes de que éste cayera asesinado. Curios Lleras Restrepo, "el dilema de servir a los cafeteros, o trabajar como lobbryist de los industriales..."

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De otra parte, Ospina Pérez no estaba a favor de los industriales sobre los intereses de los otros grupos económicos, como lo he señalado antes. Pero a medida que la rivalidad partidista entre liberales y conservadores se volvía más aguda y violenta, Ospina Pérez tuvo que contar cada vez más con el apoyo tanto de Laureano Gómez como de la gran burguesía industrial. Como también he sugerido en este artículo, Gómez y los industriales habían sido aliados desde los años de su feroz oposición a López Pumarejo.

cos, después como Ministro de Hacienda, se vio obligado a ceder con renuencia a muchas de las exigencias de los industriales. ***

El funcionamiento del sector exportador es crucial para entender la política doméstica de Colombia. Lo que Rosemary Thorp argumenta para América Latina en los años treintas, puede ser también aplicado para el caso colombiano una década después. Tal como escribe Thorp: "Los choques externos son el factor precipitante que obliga a los grupos de la élite a definir y a proteger sus intereses: de una parte, las fuerzas que imp'ulsan la diversificación refuerzan otros grupos e incrementan el potencial para políticas opuestas a los grupos tradicionales..." (58). Dentro de esta línea de argumentación, Salomón Kalmanovitz y Mario Arrubla sugirieron que las contradicciones entre la vieja burguesía cafetera y exportadora-importadora y la gran burguesía industrial explotaron en la guerra civil de los años cuarentas y cincuentas, conocida como La Violencia. Lamentablemente ninguno de los dos autores elaboró más allá de esa idea (59). La existencia de grupos diferentes dentro de la burguesía colombiana es reconocida por Daniel Pécaut, quien señala una segmentación en el seno de la burguesía a mediados de este siglo entre los industriales, de una parte, y un eje de exportadores, importadores y cafeteros, de otra parte (60). Estoy de acuerdo con su descripción de la élite colombiana de la época, pero no concuerdo con su argumento de que se podía ' 'constatar un gran acuerdo entre los diversos sectores de la burguesía cuando se trata de políticas económicas", y que cuando existían "fricciones" entre ellos, éstas, según él, no se veían refleja-

La creciente influencia de los poderosos industriales sobre el Poder Ejecutivo se vio reflejada también en el manejo de la política comercial de Colombia, la cual cayó rápidamente en manos de los directivos de la ANDI en los últimos años de la década de los cuarentas. Incluso Hernán Jaramillo Ocampo, un manizaleño que había estado fuertemente comprometido con los cafeteros en los comienzos de su vida profesional, y quien se vinculó al gobierno de Ospina Pérez, primero como Secretario para Asuntos Económi-

58. Rosemary Thorp, "Introduction", en Rosemary Thorp, ed., op. cit., p. 10. 59. Véase Mario Arrubla, Estudios sobre el subdesarrollo colom biano, Medellín, La Carreta, 1977, pp. 187-88, 192. Salomón Kalmanovitz, "La transición según McGreevey. Una interpretación alternativa", en Instituto de Estudios Colombianos, ed., Historia económica de Colombia. Un de bate en marcha, Bogotá, Banco Popular, 1979, p. 60. 60. Daniel Pécaut, "La constitution des Gremios en instance quasi-gouvernementale: L'exemple colombien dans les années 1945-1950", en Revue Francaise d'Histoire d'OutreMer, 65, Nos. 244-245, 1979, pp. 333-34.

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Francisco José Ocampo, presidente de Fenalco. ' 'Atacó a laANDI".

Gonzalo Restrepo Jaramillo, político, conservador, burgués, antioqueño, embajador en Washington.

das en los conflictos económicos de la época (61). Por lo tanto, yo sugiero que los conflictos sobre problemas económicos, tanto domésticos como correspondientes al sector externo, no eran meras "fricciones", y que los dos partidos, Liberal y Conservador, se distanciaron rápidamente tanto en asuntos políticos como financie-

ros desde 1947. Los ataques de Gaitán en contra de la burguesía industrial y de la ANDI en diciembre de 1947, lo mismo que la emergencia de un sólido frente anticonservador y antiproteccionista dentro de la mayoría del Partido Liberal en 1949 tampoco fueron meros accidentes.

61. Pécaut, op. dt., 1980, p. 494.

Laureano Gómez y Mariano Ospina. ' 'Los comienzos de la dictadura..."

Como Pécaut señala, hay que reconocer —por supuesto— que algunos conservadores permanecieron fieles a los intereses de los cafeteros y los grandes comerciantes, ya que varios de ellos no podían ignorar de un plumazo sus tradicionales vínculos con esos grupos (62). Pero también es cierto que Ospina Pérez declaró el estado de sitio, estableció una dictadura de facto y cerró un muy beligerante Congreso cuando los liberales amenazaron con juzgarlo a él y a su gobierno en el recinto de la Cámara, en noviembre de 1949. Este último acontecimiento facilitó la elección sin ninguna oposición del derechista Laureano Gómez como presidente, lo mismo que la aprobación por decreto presidencial de nuevos aranceles altamente proteccionistas a los intereses de los industriales, en junio de 1950. 62. Pécaut, op. cit., 1979, p. 337.

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Estoy, pues, en desacuerdo con la noción de Pécaut de que habia una "autonomía relativa del escenario político" mientras los políticos no cuestionasen la hegemonía de la burguesía. Su afirmación de que López Pumarejo y Ospina Pérez eran "emanaciones directas" de la burguesía, mientras que Gómez y Gaitán no lo eran (63), da para formular más preguntas a tan simple afirmación, ya que los cuatro políticos de una forma o de otra, sin importar sus orígenes sociales, eran defensores de los intereses de diferentes grupos de la clase dominante, como ha sido argumentado en este ensayo. El hecho de que Gómez y Gaitán no hubiesen nacido en familias de la élite colombiana no significa que ellos poseyesen cualidades personales mágicas — aunque así parecían y parecen creerlo sus simpatizantes, e incluso más de un historiador— que les permitieran actuar casi que permanentemente como quisiesen dentro de un vacío político, libres de presiones económicas y de intereses de clase. La idea, pues, de que existía "autonomía" del escenario político en relación con el ámbito de los intereses de clase en Colombia a finales de los años cuarenta (o aún más para cualquier período de nuestra historia del siglo XX) debe ser seriamente cuestionada. * * *

Los industriales, de una parte, y los grandes cafeteros y comerciantes, de otra, no eran necesariamente los mismos como generalmente se ha asumido. Sus intereses por lo tanto no coincidían, lo cual se vio reflejado en los grandes conflictos políticos de la época (64). 63

Daniel Pécaut, "Reflexiones sobre el fenómeno de la violencia", en Gonzalo Sánchez, ed., Once ensayos sobre La Violencia, Bogotá, Cerec y Centro Gaitán, 1985, pp. 187-88; y Pécaut, op. cit., 1980, p. 497. 64 Para el caso brasileño se ha argumentado que no existían "tensiones sociales significantes entre los sectores industrial y agrícola de la élite [Paulista]", y que las fracciones de la élite tendían a fusionarse. Véase Warren Dean, The Industrialization of Sao Paulo. 1880-1945, Austin, University of Texas Press, 1969, pp. 67-80. Este argumento ya había sido presentado por Fernando Henrique Cardoso. Véase Cardoso, "Condicóes e fatóres sociais da industrializado de Sao Paulo", en Revista Brasileira de Estudos Políticos, No. 11, june 1961, pp. 148-63; y Cardoso, Empresario Industrial e Desenvolvimento Económico no Brasil, Sao Paulo, Difusáo Europeía do Livro, 1964. No sólo argumento que éste no fue el caso para Colombia, sino que también sugiero la posibilidad de cuestionar la idea generalizada en el continente sobre la uniformidad de intereses y patrones de altísima diversificación y carencia de contradicciones entre las fracciones de las burguesías de los países americanos.

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Entre 1945 y 1950, las ventas de café representaban más de las tres cuartas partes del valor de las exportaciones del país (65). Los ingresos eh dólares provenientes de las exportaciones cafeteras aumentaron rápidamente después de la Segunda Guerra Mundial, gracias al descongelamiento general de los precios en el mercado norteamericano. Por ejemplo, en enero de 1945 una libra de café colombiano tipo Manizales tenía un precio de alrededor de 15 centavos de dólar en el mercado de Nueva York. En enero de 1949 el precio había subido a 33 centavos, y ya en noviembre de ese mismo año el precio había saltado a 56 centavos (66). Por consiguiente, el valor anual total de las exportaciones cafeteras se triplicó entre 1945 y 1950: de alrededor de 100 millones de dólares en 1945 a más de 300 millones de dólares en 1950 (67). Ni los industriales ni los cafeteros colombianos fueron los responsables directos de esa nueva prosperidad. Más bien la "bonanza" fue el resultado de condiciones de mercado en el exterior que estaban fuera de su control. Sin embargo, ambos grupos trataron de aprovecharse al máximo de la situación. Por lo tanto, no sólo entraron en desacuerdo en asuntos de protección a la industria y el nivel de las tarifas arancelarias, sino también en temas críticos como tasas de cambio diferenciales, nivel de devaluación del peso, licencias de importación, subsidios a las exportaciones, control de precios y manejo de la oferta monetaria y el crédito. Para mediados de este siglo había, pues, una profunda división entre la antigua burguesía compradora y la recién consolidada gran burguesía industrial (68). Pero, a diferencia del caso "clásico" inglés, la burguesía industrial colombiana no podía ser considerada ni social ni políticamente "progresista"; todo lo contrario, dadas sus alianzas con la derecha del Partido Conservador, el carácter oligopólico del sector, sus fieros ataques y persecución tanto en contra del sindicalismo independiente como de la izquier-

65. Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, 20 años de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, 19371957, Bogotá, 1957, p. 165. 66.Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, op. cit. 67.Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, op. cit., p. 68. Arrubla, op. cit., p. 188.

da, y su apoyo a la dictadura civil y a la repre sión establecidas por Ospina Pérez y continua das por Gómez (69). Aún menos calificaría a la burguesía "compradora" colombiana como la contraparte "feudal" de la burguesía industrial, tal como importantes autores han pretendido describir a ese segmento de la clase dominante en los países del así llamado "Tercer Mun do" (70). Aunque varios académicos han argumentado correctamente que las burguesías industriales locales en los países menos desarrollados son en buena parte el producto de la expansión del capitalismo mundial (71), estoy en desacuerdo con su hipótesis de que las clases industriales de los países dependientes —y casi que como regla universal— eventualmente entrarían en contradicciones con los intereses imperialistas y, por lo tanto, encabezarían coaliciones nacionalistas en contra de los capitalistas extranjeros (llegando incluso a la expropiación directa) (72). Y no coincido con este argumento ya que ése no fue el caso de la burguesía industrial colombiana. Tanto la burguesía industrial como la burguesía "compradora" colombianas podían ser consideradas como "agentes del imperialismo", utilizando la frase de Paul Baran. Prueba de lo anterior es que para mediados de este siglo Estados Unidos y Colombia se pusieron de acuerdo en un nuevo tratado comercial, el cual garantizaba condiciones más seguras para la inversión norteamericana en Colombia, entre otras cosas. Ese fue el "precio" que Colombia tuvo que "pagar" a cambio de la abolición del Tratado Comercial de 1935 y así proteger las manufacturas producidas localmente de la competencia extranjera. De esa forma, la gran burguesía industrial aseguró mercados domésticos cautivos y de carácter oligopolístico. Los industriales recibieron también con beneplácito la infusión de capital extranjero (y la correspon69. Maurice Dobb, Studies in the Development of Capitalism, London, Routledge & Kegan Paul Ltd., 1950, pp. 170-71. 70. Maurice Dobb, Economic Growth and Underdeveloped Countries, New York, International Publishers, 1963, p. 19. 71. Paul M. Sweezy, The Theory of Capitalist Development, New York, Oxford University Press, 1942, p. 320. Joan Robinson, The Accumulation of Capital, London, MacMillan, 1969, p. 371. 72. Sweezy, op. cit., pp. 326-27. Robinson, op. cit., p. 371. Paul A. Baran, The Political Economy of Growth, New York, Monthly Review Press, 1968, p. 219.

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laboral independiente, como la izquierda, lo mismo que algunos incipientes Cepalinos colombianos (por supuesto, aquellos economistas no vinculados por afectos personales o económicos al sector industrial), estuvieron equivocados en el período de mediados de este siglo al esperar una alianza con una supuesta burguesía industrial "progresista" (74). Al fin y al cabo, los industriales colombianos apoyaron el advenimiento de la dictadura de facto conservadora en Colombia instaurada por Ospina Pérez. También se felicitaron por la elección, sin candidato de la oposición, del antiguo jefe fascista Laureano Gómez. Cuando este último asumió el poder oficialmente, el 7 de agosto de 1950, liberales y conservadores estaban luchando la más sangrienta de las guerras civiles en el continente desde los tiempos de la Revolución Mejicana. EPILOGO

Laureano Gómez, "El Monstruo".

diente entrada de divisas extranjeras), mientras éste no representase competencia en contra de ellos. Por encima de las diferencias partidistas y de los conflictos sobre problemas económicos, existió un consenso entre industriales, cafeteros, conservadores, la mayoría del Partido Liberal, el capital transnacional, el Departamento de Estado y la embajada norteamericana en Bogotá, en reprimir el movimiento sindical independiente, perseguir a sus líderes —sobre todo si éstos eran comunistas — y debilitar y purgar a la CTC de sus elementos progresistas y beligerantes (73). En consecuencia, tanto el movimiento

73. Sin embargo, Baran señaló en la Conferencia Anual de la American Economic Association en 1950 que en casos de conflictos de clase los gobiernos del Tercer Mundo formalizaban y representaban "un compromiso politico entre los intereses de los terratenientes y otros grupos de empresarios". Ver su articulo, "Economic Development of Backward Áreas", Monthly Review, agosto de 1951, Vol. 3, No. 4, p. 132. Arrubla, probablemente influido por los primeros años de la Revolución Cubana, también anotó en 1963 el carácter reaccionario de los industriales colombianos. Ver, Arrubla, op. cit., pp. 192-94. Poco después, André Gunder Frank (influido

El nuevo Tratado de Amistad y Comercio fue firmado entre Colombia y Estados Unidos en 1951. Como ya he anotado, los norteamericanos obtuvieron concesiones a través de cláusulas que protegían a las multinacionales de un supuesto peligro de expropiación y que facilitaban la remisión de sus utilidades a la casa matriz con la ayuda de la Oficina de Control de Cambios en , Bogotá. A cambio, Colombia pudo mantener el j no solamente por el clima creado en América por la Revolución Cubana, sino también por los hechos del golpe de Estado militar derechista en Brasil, en 1964, y la violenta represión que siguió) criticó la "estrategia política de apoyar" a ciertas fracciones "progresistas" de la burguesía "para completar la revolución democrático-burguesa". Frank fue aún más explícito en sus ataques a los ' 'viejos partidos comunistas", los cuales "establecen sus programas y alianzas con la burguesía [nacional ] bajo la premisa de que la revolución burguesa está aún por hacer". Ver, André Gunder Frank, Capitalism and Underdevelopment in Latin America, New York, Monthly Review Press, 1967, pp. x, 270. 74. 74 . No sobra agregar que "La Violencia" urbana, generada en gran parte por las autoridades de la época, produjo, ademai de las persecuciones y hostigamientos de toda clase, un alto número de muertos y heridos. Es éste, pues, un episodio de la época que daría para más estudios históricos. Ver, por ejemplo: Medófilo Medina, "Bases urbanas de la violencia en Colombia", Historia Crítica, No. 1, enero-junio de 1989, pp. 20-32. Silvia Galvis y Alberto Donadlo, El Jefe Supremo. Rojas Pinilla en la Violencia y el poder, Bogotá, Planeta, 1988. especialmente capítulos 14 y 16. Eduardo Sáenz-Rovner, The Industrialista and Politics Colombia, 1945-1950 (Disertación doctoral, Brandéis Univer-sity, 1988), capítulo 7.

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control sobre los mercados domésticos en lineas tradicionales de producción en el sector de las manufacturas "livianas" y recibió las garantías del Departamento de Estado de sostener los precios y la cuota del café colombiano en el mercado norteamericano. Esto último era beneficioso tanto para los industriales como para los cafeteros colombianos, ya que ambos necesitaban las divisas provenientes de las exportaciones de café (75). Laureano Gómez, como presidente, tuvo un giro político de 180 grados desde los días de su feroz y agresiva oposición a los norteamericanos en la década de los años treinta y comienzos de los cuarenta. Como presidente, él era muy consciente de que después de la Segunda Guerra Mundial Estados Unidos se había convertido, de lejos, en la principal fuente de capital y tecnología para Colombia, y en el mercado para casi todas sus exportaciones agrícolas y mineras. Más que nadie, el antiguo "nacionalista" ayudó a crear las condiciones para atraer las inversiones de las multinacionales norteameri-I canas (76). Esas condiciones fueron más allá de un mero tratado comercial y de compromisos diplomáticos entre los dos países. Incluyeron también la continuación de una política de represión laboral —a través de medios militares incluso— iniciada abiertamente por el presiden-te liberal Lleras Camargo en su corto período de gobierno. Como ya hemos visto, existía un consenso entre los conservadores y la mayoría de los liberales para destruir cualquier tipo de movimiento sindical independiente y, por lo tanto, minimizar el número de huelgas y conflictos laborales, reduciendo así los salarios reales y los derechos adquiridos por la clase obrera. Esta política coincidía con una estrategia global del

Departamento de Estado de los Estados Unidos para controlar el sindicalismo latinoamericano bajo la estricta tutela de la ya domesticada y patronalista sindical norteamericana AFI-CIO (77). Lógicamente un movimiento laboral débil, a través del continente, purgado de izquierdistas y de antimperialistas, permitiría a las multinacionales aumentar sus ganancias. Los industriales colombianos actuaron como "Burguesía Nacional" brevemente, mientras ellos lucharon por mantener el control del mercado doméstico para sus manufacturas. Una vez lograda esa meta, ellos le dieron la bienvenida al capital norteamericano a condición de que éste no les hiciese competencia. *** En septiembre de 1947, la revista Life publicó un largo ensayo pleno de llamativas ilustracio77

. Sáenz Rovner, op. cit., pp. 162-63.

75

. Department of State, "Policy Statement", May 8, 1950, NA RG 59:611.21/5-850. Eduardo Zuleta Angel a Pre-exteriores, Min-Hacienda, Fedecafé, junio 20, 1950, Bogotá, Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, AMRE. Informe del embajador de Colombia en Washington, agosto de l950(APR). Ministerio de Relaciones Exteriores, Departamento de Asuntos Económicos y Consulares, Sección de Comercio Exterior, "Tratado de Amistad, Comercio y Navegación entre la República de Colombia y los Estados Unidos de América", abril 27,1951 (AMRE). "Policy Statement Prepared in the Department of State", May 22,1951. NA RG59: 611.11/5-2251. 76 Willard Beaulac a State, enero 11, 1950. NA RG 59: 721.00/ 11150.

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nes sobre Medellín. El articulo contenía fotografías mostrando los nuevos rascacielos en el centro de la ciudad, las fábricas en la zona metropolitana, los palacios construidos por los industriales en el exclusivo sector residencial de El Poblado (hoy en día hogar de otro tipo de empresarios no menos conservadores); contenía también el artículo fotos de miembros del clan industrial de los Echavarría, ya fuese descansando en casa o en el Club Campestre (viviendo, como anotaba el cronista, una vida de "estilo con donaire"), e incluso compartiendo un plato de arroz con fríjoles con sus 8.000 obreros en la cafetería de la empresa Coltejer. Life era muy enfática en describir a Medellín como un "paraíso capitalista" (quizás como ejemplo para muchos al sur del Río Grande), donde todos sus habitantes, desde el alcalde hasta el "Sr. Restrepo", promedio, llevaban ' 'vidas bien ordenadas y extremadamente conservadoras" (78). Pues bien, para comienzos de la década de los cincuentas y bajo la dictadura de Laureano Gó78. UFE, septiembre 29 de 1947, pp. 109-117.

José María Berna], "de la junta directiva de la ANDI al Ministerio de Hacienda''.

mez, con mercados cautivos, un movimiento laboral perseguido y fragmentado, además de la severa represión militar y policial en todo el país, ya no sólo Medellín podía ser considerado como el "paraíso capitalista" tan elegantemente idealizado por la revista Life. De hecho, Colombia entera se había convertido en un idílico jardín del Edén para las ganancias de los capitalistas tanto nativos como extranjeros. ANEXO Apartes del discurso de Jorge Eliécer Gaitán. Diciembre 10 de 1947 "Ahora todo el gobierno está dominado por la ANDI. Aquí hay un plan combinado y por eso hay que desarrollar todas las baterías. Es que yo no soy vulnerable. Ahora se compran escritores y desde hace días se prepara la opinión con artículos que parecen intelectuales y son pagados por la ANDI. Que rectifiquen y doy pruebas. No es sólo eso, es mucho más grave, es que se está haciendo una obra de dominio sobre el Estado...

Gaitán, "atacaba a algunos oligarcas... pero defendía a otros".

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"Oídme bien conservadores y liberales, comerciantes y agricultores, porque los términos van cambiando. Hoy la campaña se dirige a acabar con el comercio, con los productores de materias primas, por eso no aceptan nuestro proyecto y no permiten sino unas autorizaciones incondicionales, porque ya tienen hecho el arancel para producir una nueva alza en el costo de la vida... ¿Quién es el ministro de Hacienda? Un miembro de la ANDI. ¿Quién es el contralor de precios?, es otro de la ANDI. ¿Quiénes son los delegados a la Conferencia de La Habana?, ilustres muchachos ellos, pero agentes, escritores de la ANDI. Es una gran conspiración reaccionaria. Por eso el Partido Conservador en el Congreso se ha puesto del lado de la ANDI. "Yahora piden protección... Lo que se pretende es crear un monopolio, que no haya progreso, que sigamos entregados a veinte familias aun-

que el desarrollo del país se detenga. Inicua política. Yo no pido que dejen de ganar sino que haya nuevas posibilidades económicas, nuevas industrias, que no se excluya, como se está excluyendo, al productor de tabaco, de cebada, al cultivador de algodón, que no haya esa inicua política contra los agricultores que nos revela el sabotaje que se ha revelado en el control de precios ejercitado por un miembro de la ANDI. "Id a Cartagena y ved una fábrica parada, ellos pagan los dividendos para sostener un artículo caro. Hay una conspiración contra la riqueza colombiana; hay deseo de un monopolio absoluto; ellos están corrompiendo las conciencias; yo sé de parlamentarios que se hicieron cambiar a comisiones donde se deciden esas cosas". Tomado de El Tiempo, diciembre 11 de 1947.

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EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LA FORMACIÓN DEL ESTADO GRANADINO. (1780-1830) (Segunda Parte) Osear Rodríguez Salazar Profesor del Departamento de Historia de la Universidad de los Andes y director del Departamento de Historia de la Universidad Nacional

En la primera sección de este artículo, publicado en el número 2 de la Revista Historia Crítica, esbozamos los ejes centrales del pensamiento mercantilista, las críticas y los postulados formulados por los más connotados representantes de la economía clásica y la forma como algunos pensadores granadinos o funcionarios coloniales se apropiaron de estos conceptos en la perspectiva de tener algún grado de influencia en la modificación de la relación entre estos dominios y la metrópoli. Esta segunda y última entrega analiza, en primer lugar, la manera como se plasman estas reflexiones en los dirigentes criollos cuando toman las primeras determinaciones en materia de política económica, enmarcadas en la construcción del naciente Estado; en segundo término, se estudiará el contenido de los tratados de comercio internacional firmados por la nueva república y, para finalizar, nos referiremos a la obra de don José María Castillo y Rada, uno de los primeros secretarios de Hacienda, por cuanto durante su

administración debió enfrentar problemas de gran trascendencia como la construcción del sistema fiscal y las dificultades que traía consigo la deuda externa.

POLÍTICA ECONÓMICA Y RUPTURA COLONIAL Los comentarios realizados por los economistas coloniales: don Antonio de Narváez de la Torre, don José Ignacio de Pombo, y el

Un décimo de real en plata. Lado anverso. 1860.

juicio a la política virreinal hecho por don Pedro Fermín de Vargas, analizados en la primera sección del artículo, fueron posteriormente retomados por algunos dirigentes de diversas regiones del Virreinato de la Nueva Granada. Vale la pena mencionar lo acaecido en la provincia del Socorro (1), epicentro del movimiento comunero y que además juega un papel determinante en el proceso de independencia, a propósito de la elección del representante criollo a la Junta Central (2), cuya sede 1. Para el insigne historiador Horacio Ro dríguez Plata, a la provincia del Socorro le corresponde el mérito de haber sido la primera sección del país en declararse libre de la dominación española; en efec to, el Acta de Independencia del Socorro fue sancionada el 11 de julio de 1810, es decir, nueve días antes del movimiento santafereño. Véase la obra de este histo riador, La antigua provincia del Socorro y la independencia, Biblioteca de Historia Nacional, Vol. XCXIII, Bogotá, 1963. 2. No está de más recordar que la Junta Central fue una forma de gobierno de carácter transitorio, mientras se expulsa ba del territorio español a José Bonaparte; el 22 de enero de 1809 este organismo declaró que las posesiones de ultramar eran parte esencial de la monarquía y, como una manera de estrechar los víncu los políticos, les propuso a las colonias que enviaran sus representantes.

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Tadeo Gómez Duran, pero al enterarse los socórranos de la elección verificada en Santa Fe, el 16 de septiembre de 1809, en la cual salió favorecido don Antonio de Narváez, adhirieron a su candidatura (3). La instrucción consta de 14 artículos, e importa subrayar aquellos dirigidos a encauzar por caminos diferentes la política económica; tal vez los de mayor trascendencia fueron: fue trasladada de Madrid a Sevilla. Por sugerencia de Joaquín Plata, Alberto José Montero, Pedro Ignacio Plata, Ignacio Magno y Joaquín de Vargas, el cabildo de Justicia y Regimiento de la Villa del Socorro elaboró un documento que debía servir de norma de conducta para quienes resultaran elegidos como representantes granadinos a la mencionada junta; la elección recayó en un primer momento en el doctor Camilo Torres y en el señor don

"5- que siendo un principio incontestable de economía política que el principal fomento que el gobierno pueda dispensar a la agricultura, comercio e industria, es la libertad de sus gentes, o, lo que es lo mismo, la protección del interés individual y que siendo incompatible esta liber3. La elección fue realizada por orden del virrey Antonio Amar y Borbón; al final, el representante granadino no se trasladó a la península, por cuanto no creyó en este organismo.

tad o protección con varios estorbos políticos, físicos y morales, tratará el señor Diputado de qué se remuevan todos. 6- Por una consecuencia con este principio se concederá comercio libre por todos los puertos de América y de España con las naciones amigas y neutrales. 7- Se prohibirá para siempre la esclavitud de las propiedades territoriales y se ordenará que las que ya se hallan fuera del co mercio vuelvan a la libre circula ción, como los demás bienes, por los medios y arbitrios que proporcionará la nación junta en Cortés, donde se examinará este negocio con el más vivo interés, tanto por los bienes que de su ejecución han de resultar a la sociedad entera, como por la dificultad que ofrece la abolición de un abuso tan inveterado" (4). 4. El texto original de la Instrucción reposa en la biblioteca del profesor Horacio

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Junto a estas recomendaciones, apoyadas en la obra de los "ilustrados" —según el texto— en la obra de Melchor de Jovellanos (Informe sobre la ley agraria 1795) y en don Pedro de Rodríguez de Campomanes (presidente de la Sociedad Económica de Madrid y de las Cortes que abolieron la Ley Sálica 1789), se hacían otras: la de prohibir perpetuamente el comercio de esclavos, y la supresión de los derechos eclesiásticos. Junto a esta liberación económica los miembros del cabildo se inclinaban por establecer el impuesto único, como alternativa al sistema de rentas, considerado dispendioso, este podría ser uno de los mecanismos para racionalizar los gastos demandados por el cobro de un sinnúmero de gravámenes; con una única contribución se podría hacer más eficiente la administración fiscal. Más tarde al firmarse el Acta de Constitución del Estado Libre e Independiente del Socorro, el 15 de agosto de 1810, se incorporaron a este documento algunos de los elementos contenidos en la citada Instrucción: supresión de los mayorazgos y vinculaciones, abolición de los tributos cancelados por los indígenas, a quienes se les concedía libertad para vender sus resguardos, y por último se declaró libre la siembra del tabaco, derogándose así el Estanco (5). Al ambiente político no le fueron ajenas las nuevas corrientes de transformación; ilustres miembros del cabildo de Santa Fe hiRodríguez Plata; alguna parte de este material se encuentra reproducido en el libro... La antigua provincia... op. cit., pp. 40 y ss.

cieron sentir su voz de descontento con la forma como España se relacionaba con sus colonias; don Ignacio de Herrera y Vergara, síndico-procurador de esta institución, en el momento de firmarse el Acta de Independencia, redactó en 1809 un material titulado "Reflexiones de un americano imparcial sobre la legislación de las colonias españolas". El escrito intenta responder a un interrogante: ¿Por qué estamos tan atrasados? Una de las primeras causas es de orden institucional, a la venta de los cargos públicos conocida como oficios vendibles y renunciables, le corresponde un alto grado de responsabilidad, al facilitar la corrupción de la burocracia colonial. Sin embargo, el papel de intermediario comercial que desempeña España en el ámbito del mercado mundial se constituye en una de las razones más poderosas para explicar el atraso económico, lo cual afecta inevitablemente a las colonias; esta característica es lúcidamente señalada por don Ignacio de Herrera:

La España cree que la protección de las artes en este continente es perjudicial al otro porque arruinará su comercio. En casi tres siglos nos hemos vestido con los géneros de nuestra metrópoli. ¿Y dónde existen todos los tesoros que han salido? Yo examino con detenida reflexión el estado de ella y la encuentro de pordiosera. El inglés y las demás naciones extranjeras retienen el oro y la plata que no volverán a nosotros. Los españoles se contentaron con su comercio pasivo, no pueden abastecer sus colonias y se ven obligados a comprarles a otros para revendernos. El consumidor americano yace en la inacción para contribuir a la España todo su oro que hasta ahora no ha podido conservar (6).

Un resultado de esta situación era la de monopolizar el comercio internacional, por tanto el autor clama por otorgarle a las colonias la libertad de mantener relaciones con las potencias amigas y con aquellas que conserven neutralidad en las confrontaciones bélicas españolas. A 6 Ignacio de Herrera Vergara, "Reflexiones de un americano imparcial sobre la legislación de las colonias españolas", texto presentado en el libro de Javier Ocampo López, El proceso ideológico de la emancipación, Tercer Mundo Editores, 1983, p. 519.

5. Ibid.,pp .46 y ss.

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nivel interno se debe propender por la supresión de toda clase de estancos; además de abolir los tributos cancelados por la población indigena. Estas medidas debían ir acompañadas de una mejora sustancial en los caminos, lo cual significaba una mejor distribución del gasto público; sólo así se podía ampliar el mercado interno. Por intermedio de don Pedro Gual, quien fue nombrado secretario de Relaciones Exteriores una vez finalizado el Congreso de Cúcuta, Bolívar tuvo conocimiento de recomendaciones que sirvieron de marco a la política económica de la nueva república (7). Las sugerencias contenidas en el libro giraban en torno a la dirección a seguir por el comercio exterior; para cumplir con esta finalidad el autor divide la obra en tres capítulos: el primero versa sobre las desventajas que tiene la república en su comercio, el segundo se refiere a los motivos contra el comercio con las islas, y el tercero se ocupa de las ventajas del comercio directo de Europa. Para el autor el objeto de la política económica es ' 'por regla general ubicar los medios de producir y asegurar las riquezas nacionales" (8); en este sentido 7. El documento titulado Observaciones y argumentos sobre el estado político de la república de Colombia antecedido de un tratado sucinto sobre la economía políti ca. Con notas de los principios de Juan Bautista Say y Jeremías Bentham fue lo calizado por el historiador Alfredo Came lo en la Biblioteca Nacional, Miscelánea No. 60. El autor puede ser un venezolano identificado con las iniciales G.P.P.; en el libro aparece una carta de Pedro Gual, fechada el 9 de enero de 1828, en la cual le agradece el interés por la situación de esta república y le comunica que lo ha pasado a las autoridades competentes en la materia. 8. Ibid., p.9.

sigue de cerca el Tratado de Economía Política de Juan Bautista Say que lleva como subtítulo "Exposición sencilla del modo con que se forman, se distribuyen y se consumen las riquezas" (9). La ejecución de la práctica económica del Estado debía partir de la reflexión histórica sobre el pasado colonial, caracterizado por los monopolios sobre el comercio exterior o a nivel

Ante la ausencia de una acumulación de capital y la estrechez del mercado, la única alternativa de desarrollo era la libertad de

comercio.

interno en forma de estancos (10). Ante la ausencia de una acumulación de capital y la estrechez del mercado, la única alternativa de desarrollo era la libertad de comercio. Los incrementos en la exportación creaban nuevas riquezas, pero para ello era preciso que los mercaderes colombianos "puedan asociarse y formar compañías cuyos fondos ya sean bastante gruesos y podrán muy bien hacer aquel comercio.

El gobierno debe dar a estos comerciantes toda la protección posible sin monopolizar en sus manos esta industria. En los dos últimos siglos las compañías comerciales han aumentado mucho las riquezas del mundo, porque sus intereses las han movido a buscar en todas las naciones el cambio de sus productos; y para esto han debido construir buques, canales, etc." (11). Es interesante examinar la controversia entre el autor y los principios mercantilistas; a pesar de contar con una buena riqueza en oro, las colonias hispanoamericanas atravesaban por una situación de estancamiento; razones de carácter colonial, escasez de mano de obra y rudimentarias técnicas de producción confluían en el atraso económico. La opción era por tanto iniciar un proceso de apertura al comercio exterior en donde las ventajas comparativas de nuestra economía podían reportar futuros grandes beneficios. LOS TRATADOS COMERCIALES

Las aspiraciones de la élite criolla en torno a la apertura comer11. Ibid., p. 34.

9. La obra de Juan Bautista Say fue tempra namente conocida en español. A estos territorios llegó la edición cuyo traduc tor, Juan Sanchea Rivera, la publicó en Madrid en 1821. 10. "Es muy importante dar antes de todo una mirada retroactiva al comercio bajo la administración española, para evitar de esta manera seguir sus mismos prin cipios económicos. La economía de ellos (los españoles) fue engrandecer la Es paña a expensas de sus colonias, y si ahora siguiéramos sus mismas huellas arruinaríamos internamente la nación'', op.cit., p. 21.

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cial fueron cristalizadas mediante la firma de tratados de comercio internacional; y a mediados del siglo XIX se encontraron plenamente satisfechas con la implantación del librecambio. La Gran Bretaña y la República de Colombia suscribieron el 18 de abril de 1825 un Tratado de Amistad, Navegación y Comercio, firmado por Pedro Gual, encargado del Poder Ejecutivo, y por el general Pedro Briceño Méndez como secretario de Estado y del Despacho de Relaciones Exteriores; a nombre del Reino Unido lo hicieron John Potter Hamilton y Patrick Campbell. Con la firma de este documento se inaugura una politica de amplias relaciones exteriores y se avanza en el reconocimiento exterior del proceso de independencia. Además de registrar la amistad perpetua entre la república colombiana y los dominios subditos de Su Majestad el rey del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda, el escrito estipulaba en su artículo 2: Habrá entre todos los territorios de Colombia y los territorios de Su Majestad británica en Europa una recí-

la forma acostumbrada por el gobierno al cual fue enviado; y cualquiera de las partes contratantes puede exceptuar de la residencia de cónsules aquellos lugares particulares que cualquiera de ellas juzgue conveniente exceptuar" (13). De otra parte, el privilegio del libre comercio era extendido a las colonias inglesas.

proca libertad de comercio. Los ciudadanos y subditos de los países, respectivamente, tendrán libertad para ir libre y seguramente, con sus buques y cargamentos a todos aquellos parajes, puertos y ríos, en los territorios antedichos, a los cuales se permite, o se permitiere ir a otros extranjeros, entrar en los mismos, y permanecer y residir en cualquiera parte de los dichos territorios, respectivamente (12).

Junto a estas prerrogativas se garantizaba a los comerciantes franquicias para establecer casas comerciales en los respectivos países, sin que llegasen a ser molestados por la naturaleza de sus actividades, y las partes contratantes eran libres para nombrar cónsules que protegieran sus negocios; "pero antes que cualquier cónsul obre como tal, será aprobado y admitido en 12. El tratado inicialmente fue publicado en la Gaceta Colombiana No. 228; posteriormente lo hizo el Ministerio de Relaciones Exteriores, en la Codificación Nacional, T. U, Nos. 252 y 266, p. 64.

Otro aspecto contemplado en el texto hacía referencia a los aranceles con los cuales se gravarían las diferentes mercancías; el principio de la no discriminación se instauraba junto al de la nación más favorecida; es decir, que los géneros provenientes de los países firmantes cancelarían el impuesto más bajo. Además se estableció la libre circulación mercantil y los gobiernos quedaban inhibidos para erigir prohibiciones a la exportación de determinados artículos. Una forma de asegurar el origen de los artículos era la de instituir la propiedad de los buques encargados de su transporte; el comercio hacia Colombia se efectuaría en barcos de bandera inglesa y viceversa. El criterio para conocer a quién pertenecía la embarcación consistió en "que todo buque construido en los territorios de Colombia, y poseído por sus ciudadanos o por algunos de ellos, y cuyo capitán y tres cuartas partes de los marineros, a lo menos, sean ciudadanos colombianos, excepto en los casos en que las leyes provean otra cosa por circunstancias externas, será considerado como buque colombiano" (14).

13. Ibid., p. 66. 14. Ibid., p. 65.

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Esta cláusula no beneficiaba a la naciente república y, por tanto, no existía reciprocidad en el convenio; por ello fue preciso incluir un artículo adicional, en el sentido de considerar como barco colombiano a "cualquiera construcción que sea Bona Fide, propiedad de alguno o de algunos de los ciudadanos de Colombia"; sin embargo, se mantuvieron las condiciones de nacionalidad para la tripulación. El tratado releva dos elementos de gran importancia: el compromiso adquirido por el gobierno del general Bolívar en cooperar en la total abolición del tráfico de esclavos (15) y la prohibición a los nacionales de tomar parte en esta clase de empresas y de garantizar la libertad de cultos y de conciencia tanto para colombianos residentes en la Gran Bretaña como para subditos del Reino Unido que moren en estos territorios. Uno de los resultados del acuerdo comercial fue el de legalizar el intercambio entre la colonia neogranadina y el Imperio Británico (16); de 1827 a 1834 las exportaciones de esta nación 15. En la república colombiana existían desde antes condiciones favorables para otorgar la libertad a los esclavos; en el Congreso de Cúcuta (1821) se dic tó la ley partos; desde ese entonces todo hijo de esclavo seria considerado libre. Ver Aníbal Galindo, Historia fiscal, p. 136. 16. El contrabando inglés se realizaba a partir de sus colonias en el Caribe; en algunas oportunidades (1781) se llegó a legalizar el comercio con las colonias extranjeras; la medida no fue suficiente para impedir este tráfico considerado como ilegal. Ver Antony Mac Farlane, "El comercio exterior del Virreinato de la Nueva Granada: Conflictos en la polí tica económica de los Borbones (17831789)", en Anuario de Historia de Co lombia, Nos. 6-7, Bogotá, 1971.

hacia Colombia ascendieron a la suma de $1.120.9 (miles de pesos oro); el 93% estaba representado por la compra de textiles de algodón, lana y seda. Las exportaciones colombianas hacia la Gran Bretaña alcanzaron la cifra de $ 644.8 (miles de pesos oro anuales) entre 1837 y 1840, lo cual equivalía al 21.3% del total. Para este período, alrededor de 56.2% de las importaciones provenían de las Antillas, principalmente de Jamaica, el 7.3% de Francia y el 7.2% de Estados Unidos (17).

ciones" (18). Al asegurarse mutuamente el goce de mayores ventajas que el otro Estado concede a un tercer país, se incorporaba el principio de la nación más favorecida. Los precios de las mercancías objeto de comercio se fijaban por la libertad absoluta de compradores y vendedores, quedando descartada la acción del Estado en la administración sobre los precios, por medio de los monopolios.

Con los Países Bajos se firmó, el lo. de mayo de 1829, un tratado similar; el general Bolívar lo ratificó en Guayaquil el 13 de septiembre del mismo año. Este convenio, de la misma forma que el analizado anteriormente, estipuló una recíproca libertad de comercio y navegación, extendiéndose a los territorios europeos y a sus colonias. La norma para establecer los aranceles fue enunciada en el artículo 10, "no se impondrán otros o más altos derechos a la importación en los territorios de Colombia, de cualesquiera artículos del producto natural o industrial de los dominios de Su Majestad el rey de los Países Bajos, y recíprocamente, que los que se paguen o pagaren por semejantes artículos de otro cualquier país extranjero; observándose el mismo principio para la exportación; ni se impondrá prohibición alguna a la importación o exportación de cualesquiera artículos, en el tráfico recíproco de una de las dos partes contratantes que no se extienda igualmente a todas las otras na17. Las cifras fueron tomadas de José Anto-

Los restantes artículos seguían de cerca el acuerdo suscrito con la Gran Bretaña; como cláusula adicional se incluyó una relativa al caso de presentarse una guerra que involucrara a una de las partes contratantes; a la otra le era lícito continuar con la navegación y comercio con los puertos enemigos, salvo para el intercambio de productos de contrabando, entendiéndose como tal las armas de guerra (cañones, armas de fuego, pistolas, bombas, etc.). Finalmente se nio Ocampo, Colombia y la economía mundial, 1830-1910, Bogotá, tercer Mundo Editores-Fedesarrollo, 1984, pp. 162 y 432. 18. Codificación Nacional, op. cit., p. 78.

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daba un plazo de nueve meses para la ratificación y tendría una duración de doce años; por intermedio de José Fernández Madrid, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario ante el Gobierno Británico, Colombia efectuó el acta de canje (19). EL DISCURSO ECONÓMICO DE JOSÉ MARÍA CASTILLO Y RADA

La formación de los estados integrantes de la Gran Colombia está ligada a dos hechos de gran importancia: la permanencia del

sistema heredado de la Colonia y el endeudamiento externo. La expropiación de los caudales depositados en las arcas de la Real Hacienda, la confiscación de las propiedades de algunos españoles y los créditos forzados no fueron suficientes para sufragar los gastos ocasionados por la gesta emancipadora, haciéndose necesario recurrir al crédito externo. Al llegar José María Castillo y Rada a la Secretaría de Hacienda, el 3 de octubre de 1821, le correspondió dar solución a estos problemas, y sus reflexiones teóricas estuvieron [impregnadas por esta crítica si19. Codificación Nacional, op. cit., p. 78.

tuación. Por estas consideraciones es necesario hacer referencia a la dinámica seguida por la deuda externa contratada con Inglaterra, y al ideario del secretario de Hacienda en torno a la forma como debían organizarse las finanzas públicas.

ra; pero al llegar a Londres se apercibieron de que los créditos para Venezuela estaban suspendidos y, aún más, a causa del incumplimiento en los pagos se encontraba detenido LópezMéndez (21).

Los primeros créditos fueron contraídos por don Luis LópezMéndez, agente de Venezuela en Londres, quien fue enviado con el objeto de buscar recursos para sostener la guerra de independencia: "en 1817 zarparon de los puertos de Inglaterra, con destino a los de Venezuela, 120 hombres en diferentes expediciones, contratadas con los coroneles Ikeene Wilson, Hippisley Campbell, Gilmore y Mac Donald; y en 1818 hasta 4.368 individuos más. (...) Los enganches con la tropa se hicieron sobre las siguientes bases, igual paga a los oficiales y soldados que la que daba el gobierno inglés, empezando ésta para los oficiales el día de su embarque, y para los soldados el día de su llegada a la Isla de Margarita, o a costa firme" (20). Para el historiador de la Independencia José Manuel Restrepo, en 1819 en el Congreso de Angostura, nuevamente se puso al orden del día la urgente necesidad de obtener crédito externo a la vez que se predisponía a la opinión pública europea en favor del proceso de independencia. Para cumplir con esta misión se designó a los ciudadanos Fernando Peñalver, intendente de Hacienda, y José María Verga20. En la Memoria presentada al presidente de los Estados Unidos por el secretario del Tesoro y Crédito Nacional 1873, se presenta un excelente análisis del desenvolvimiento de crédito externo hasta esa fecha, p. 2.

Al ser decretada la creación de la república colombiana, en el artículo 3 de la Ley Fundamental se consignó que "las deudas que las dos Repúblicas han contraído separadamente son reconocidas In Solidum por esta ley como deuda nacional de Colombia, a cuyo pago quedan vinculados todos los bienes y propiedades del Estado y se destinan las ramas más productivas de las rentas públicas" (22). Una nueva comisión fue enviada por Bolívar a Europa, bajo la dirección 21. Restrepo, José Manuel, Historia de la revolución de Colombia, T. IV, Medellin, Edit. Bedout, 1969, p. 43. 22. Ibid., p. 430.

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de Francisco Antonio Zea, vicepresidente de Colombia; la idea de nombrar a una persona de tan alto rango en un cargo diplomático era la de otorgar credibilidad a la delegación y por esta via abrir nuevamente las fuentes de financiación. La historiografía colombiana se ha ocupado prolificamente de este período (23), y en particular del empréstito; interesa resaltar algunas particularidades del mismo. Al llegar Zea a Londres encuentra que los papeles de la deuda pública estaban centralizados bajo la representación de los negociadores Cario Herring, Guillermo Graham y Juan Diston Powells. Con estos acreedores el representante colombiano firmó una serie de pagarés, conocidos con el nombre de Deventures, con una tasa del 10% si eran cancelados en Inglaterra o un 12% si eran pagados en territorio colombiano. Como garantía del capital e intereses se hipotecó la renta del tabaco, los quintos de oro y plata. Al liquidar la deuda, la suma ascendía a 547.978 libras esterlinas; con el nuevo crédito más los intereses, tasas de descuento, la cifra se elevó a 43.658.810 (la tasa de cambio era de 3 pesos

23. En la historiografía del siglo XIX se pueden encontrar las investigaciones de José Manuel Restrepo, en especial los volúmenes IV y V de Historia de la revolución en Colombia, y en la obra de este mismo historiador: Documentos importantes de la Nueva Granada, Venezuela y Colombia, T. II, pp. 27 y ss. Otro historiador y partícipe del proceso de independencia que hace mención al crédito es Joaquín Posada Gutiérrez, en el texto Memorias histórico-políticas, publicado por Editorial Bedout. En el siglo XX, se podría mencionar a David Bush-nell con su análisis sobre El régimen de Santander en la Gran Colombia, Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1985.

fuertes por cada libra esterlina) (24). Las gestiones de Zea concluyeron con la firma de un crédito por un valor de 2 millones de libras esterlinas, éste se adquirió el 13 de marzo de 1822 por los comisionados nombrados en el párrafo anterior; la tasa de descuento era del 20% y, según David Bushnell, no era realmente excesiva "pero una gran parte (del crédito) se otorgó en obligaciones emitidas antes por Zea y que la firma prestataria había comprado con frecuencia por una fracción de su valor nominal" (25). Solamente llegó a las arcas del fisco una tercera parte del préstamo. Al tenerse conocimiento en Colombia de la pésima negociación realizada por el plenipotenciario colombiano, el Congreso expidió el lo. de febrero de 1823 un acto legislativo mediante el cual se desaprobaban las operaciones fiscales hechas en Europa: "el Senado y la Cámara de Representantes de la República de Colombia, reunidos en Congreso decretan: Artículo lo. Se desaprueban las transacciones celebradas con acreedores, emprés-

24. Restrepo, José Manuel, Historia de la revolución de Colombia, T. IV, Medellín, Edit. Bedout, 1969, p. 43. 25. Bushnell, David, El régimen de Santan der, op. cit., p. 142. En el documento se plasmó la siguiente cláusula: "Siendo el objeto principal de este empréstito la amortización de las obligaciones (Deventures) existentes de la República, éstas eran recibidas con todo el interés corrido en pago de dicho empréstito, y en este caso se concederá un descuento proporcionando el interés que ellos ganen... Los contratistas recibirán de los productos del empréstito una comi sión del 2% sobre el mantenimiento de dicho empréstito". Ver José Manuel Restrepo, Documentos importantes de la Nueva Granada... op. cit., p. 28.

titos concluidos y demás operaciones fiscales hechas en Europa por el exministro Francisco Antonio Zea; 2o. Sin embargo, se reconocen todas las cantidades que acrediten legítimamente los acreedores haber suministrado para la República en dinero y efectos y sus respectivos intereses" (26). El decreto estaba firmado, además del vicepresidente del Senado, Jerónimo Torres, por el vicepresidente, Francisco de Paula Santander, y el secretario de Estado, José María del Castillo y Rada; en esta medida se sugiere la posibilidad de que existan bonos de deuda falsificados; esta alusión obedeció a la ligereza con la cual Zea reconoció la deuda anterior a 1820. Con miras a restablecer nuevamente el crédito externo el general Francisco de Paula Santander solicitó y obtuvo del Congreso una autorización para adquirir un nuevo crédito por la suma de treinta millones de pesos (27). El gobierno encargó a 26. Camacho Olarte, Vicente, Resumen his tórico sobre la deuda exterior del 3%, Bogotá, Imprenta Eléctrica, 1914, pp. 15-16. 27. Los créditos de Zea, los de Manuel An tonio Arrubla y Francisco Montoya, dili-

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los señores Montoya y Arrubla para realizar las gestiones necesarias encaminadas a obtener el crédito. Para tal fin se nombran agentes de la República de Colombia a los señores B. A. Godshmidt y Compañía; el empréstito era del valor de 4.625.950 libras esterlinas, con una tasa de descuento del 15% e intereses del 6%; de esta suma sólo llegó a Colombia el equivalente a $20 millones, el resto fue destinado a cancelar las deudas de Zea. Según David Bushnell, el dinero recibido se encauzó a "el pago de la deuda doméstica a individuos de nacionalidad extranjera, para el pago de los intereses de la deuda externa; para el desarrollo de ingresos nacionales tales como el monopolio del tabaco y las casas de moneda; para costear la guerra contra España incluyendo el pago de créditos internos y deudas por aprovisionamiento ya con tal propósito para el sostenimiento de la Diplomacia" (28). Estos primeros créditos fueron ofrecidos "con un inmenso gusgenciados durante la administración de Santander, han dado origen a una censura de su gobierno a quien responsabilizan de la crisis fiscal del período. Gabriel García Márquez en su último libro, El general en su laberinto, pone en labios de Bolívar la siguiente afirmación: "Repitió una vez más su terror por la sangre fría inconcebible con que Santander llegaba hasta el final de sus propósitos. 'Es un pescado muerto', decía. Repitió por milésima vez la diatriba de los empréstitos que Santander recibía en Londres y la complacencia con que patrocinó la corrupción de sus amigos", p. 192. En una entrevista que la revista mejicana Proceso le hizo al Premio Nobel el 3 de abril de 1989, manifestó: "Las críticas de Bolívar a los empréstitos de Santander, y la frase de que la vida no les alcanzaría para pagar los créditos fueron vaticinios históricos, que el curso de los años se ha encargado de comprobar ", p. 53. 8. Bushnell, David, op. cit., p. 149.

to por parte de proveedores y comerciantes, que identificaban la ocasión como gran oportunidad para registrar altos rendimientos financieros y para abrir mercados internacionales dinámicos y crecientes. Ellos se vieron inclusive estimulados por el propio gobierno británico, puesto que los compromisos se consideraban como una forma de fortalecer el poder del imperio. Pocos años después, esas ilusiones desaparecieron en la medida en que los países comenzaron a incumplir con sus pagos, incluyendo los intereses" (29). A José María Castillo y Rada le correspondió, como secretario de Hacienda, organizar el sistema fiscal de la Nueva Granada; a este cargo llega después de haber asistido al Congreso de Cúcuta —el 8 de junio de 1821 — como diputado elegido por las provincias de Cartagena, Neiva y Pamplona. En este evento, al inclinarse por un gobierno fuerte y centralista se opone al proyecto federal auspiciado por Antonio Nariño (30). El secretario de Hacienda tuvo como profesión el derecho civil, 29. Junguito Bonett, Roberto, "La crisis de la deuda externa de Latinoamérica en el siglo XIX. Sus implicaciones históri cas", en Revista de Economía Colom biana, Nos. 211-212, noviembre-diciem bre de 1988, p. 75. 30. Los escritos que sirvieron de base para analizar la obra de este hacendista son: Sus memorias; La Memoria de Hacien da presentada en 1823 al Congreso, y su correspondencia. Los principales bió grafos de este personaje son Eduardo Rodríguez Piñeres, La vida de Castillo y Rada, Biblioteca de Historia Nacional, Vol. LXXIX, Bogotá, 1949. El trabajo de Abel Cruz Santos titulado Castillo y Rada hacendista y hombre de Estado, Edit. Kelly, 1969, y el texto de Alvaro Lecompte Luna, Castillo y Rada el gran colombiano, Bogotá, Edit. Instituto Caro y Cuervo, 1977.

Suprimir el sistema tributario heredado de la Colonia fue una de las mayores aspiraciones de los sectores dirigentes de la Independencia.

título obtenido en la antigua Universidad de Santo Tomás; en el año de 1802, la Real Audiencia lo admitió en el ejercicio de la abogacía. Ocupó la Cartera de Hacienda hasta los comienzos de 1828, durante siete años tuvo la oportunidad de construir la política fiscal. Una de sus primeras medidas fue la de liberalizar la economía; en la Memoria escrita en 1823 se refiere a este proceso de la siguiente forma: Tal fue su propósito cuando decretó libertar de la alcabala las producciones alimenticias e industriales, reduciendo este derecho al 2lA% sobre las mercancías extranjeras y los bienes raíces; cuando extinguió el funesto estanco del aguardiente y cuando dispuso la abolición del cruel tributo que pagaban los indígenas. Estos ramos hacían entrar, es verdad, algunos fondos en arcas públicas, pero eran precio de sangre, de lágrimas y de miseria (31). ■

Suprimir el sistema tributario heredado de la Colonia fue una de las mayores aspiraciones de los sectores dirigentes de la Independencia; al romperse los vínculos que ligaban a estos territorios con España, se suspende la fuga del excedente económico, pero junto a esa descapitalización, el cuestionamiento a 31. Memoria presentada en la biografía hecha por Eduardo Rodríguez Piñeres, op. cit.,p. 120.

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este sistema se hacía igualmente por su contenido represivo: prisión por deudas a la Real Hacienda, encarcelamiento a los infractores de los estancos, confiscación de los bienes a los mercaderes cuyos artículos se decomisaban, impuesto a todos los estamentos sociales, discriminación racial (32). Algunos de los tributos derogados según la Memoria en cuestión fueron posteriormente restablecidos, así sucedió por ejemplo con la abolición del tributo efectuado por ley 11 de octubre de 1821, el cual se restituyó por el Libertador el 15 de octubre de 1828; algo similar sucedió con el

32. Uno de los radicales del siglo XIX se refería así al sistema fiscal: "tal parece como si el fisco animado por un genio maléfico, no hubiese tenido sino el propósito de estancar toda fuente de riqueza. El perseguía la propiedad, la producción, el simple trabajo, como se persigue a los animales dañinos; y lo hacía muchas veces de un modo tan mezquino que gravaba mil pequeñas nadas con impuestos insignificantes, cuyo producto era absorbido por los gastos de percepción", José María Samper, Ensayos sobre las revoluciones políticas, Bogotá, Edit. Universidad Nacional, 1963, p. 106.

estanco del aguardiente, la ley del 26 de octubre de 1821 lo derogó, pero por decreto del 14 de marzo de 1828 nuevamente se instauró (33). Este vaivén del sistema puede ser explicado parcialmente a la luz de las necesidades bélicas y de las fluctuaciones de la deuda externa; la llegada del crédito contratado por Montoya y Arrubla le da un respiro a las finanzas públicas no obstante continuar la guerra, pero al comenzar a pagar el empréstito y tener hipotecadas las mayores rentas se comienza a sentir el déficit fiscal. Las aspiraciones de Ignacio Herrera Vergara, de algunos de los miembros del Cabildo del Socorro, de Pedro Fermín de Vargas y de los economistas coloniales se veían complacidas con la liberación económica emprendida por don José María Castillo y Rada. Con la ley del 7 de julio de 1824 sobre la extinción de mayorazgos, vinculaciones y sustituciones se extendió el proceso de modernización de la época; en este contexto las ideas del liberalismo iban ganando adeptos en las capas de criollos ilustrados. A nivel del comercio exterior, Castillo era partidario de una leve protección la cual, según la ley del 28 de septiembre, oscilaba entre un 15% y un 35%; con el objeto de proteger la agricultura fueron declarados de prohibida importación, bajo la pena de pérdida del cargamento, el cacao, café, añil, azúcar y mieles (34). Las exportaciones debían estar libres de cualquier

33. Galindo, Aníbal, Estudios económicos y fiscales, Bogotá, Edit. ANIF, 1978, p. 137. 34. Ibid.,p. 137.

clase de impuesto; éstos eran "un obstáculo para la prosperidad del país". La única garantía para estimular la producción nacional consistía en dar a los ciudadanos los medios de ejercitar libremente todo género de industria. Las penurias del ingreso público y las restricciones derivadas del endeudamiento externo no hacían posible la abolición del estanco del tabaco; Castillo y Rada a pesar de su ideario liberal debió convivir con el estanco durante todo el período de su administración. La protección a la agricultura, junto con la propuesta de la contribución directa, conforman la primera influencia sistemática de la doctrina fisiocrática, presentada en la primera sección del artículo. Varias razones hacen propicio sugerir su establecimiento: una ruptura drástica con el pasado colonial, un mecanismo redistributivo a la par que se incrementan los ingresos del erario. Para Castillo y Rada las contribuciones directas guardan la debida proporción con las rentas, ganancias y salarios de los contribuyentes; no son vejatorios en su exacción, ni ésta cuesta tanto, ni requiere tantos empleados, y últimamente no entorpece la acción del interés individual y deja libre la industria de todos (35).

35. Memoria José María Castillo y Rada, op. cit., p. 132.

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El fracaso del impuesto único se originó en la falta de censos o catastros que hicieran factible conocer los bienes de los ciudadanos; otra causa pudo haber sido originada en la escasez del

La propuesta de liberar la agricultura de toda clase de restricciones o de barreras que frenaran la producción se debía ampliar a las rentas eclesiásticas; la eliminación de los diezmos era un requisito indispensable para fortalecer el trabajo agrícola. Para Abel Cruz Santos, Castillo y Rada es innovador en la teoría de la Hacienda Pública, por cuanto no deja que los ingresos regulen el gasto público, sino

numerario. Para Aníbal Galindo, más que estas razones tal vez el elemento primordial de la bancarrota de la contribución directa durante todo el siglo XIX fue la falta de civilización, entendida ésta como un respaldo del individuo al Estado. La incomprensión de este principio repercutió en la inaplicabilidad de la ley 30 de septiembre de 1821 que gravaba con un 10% todas las rentas provenientes del empleo de capitales raíces y flotantes; con 2Vi por ciento las rentas industriales de $150 a $1.000, y con 3% las superiores a esta última suma (36). 36. Galindo, Aníbal, op. cit., p. 140. Durante el Olimpo Radical en el Estado Soberano de Santander y en el de Boyacá se intentó experimentar con el impuesto único y en algunas oportunidades se

más bien son los servicios y las obligaciones contractuales del Estado los factores determinantes de las erogaciones fiscales. Uno de los problemas de la Gran Colombia era precisamente ése; su presupuesto de rentas ascendía en 1823 a la cifra de $11.794.576, y los gastos SUpe-

raban los $17.487.710 (37). Racionalizar el gasto, recurrir al crédito y la operancia de nuevos impuestos serían los instrumentos para lograr el equilibrio fiscal, en un marco de progresividad impositiva; Castillo y Rada recurrió con Santander a la segunda alternativa, y en un primer momento la economía colombiana se vio beneficiada por el crédito de $20 millones. Para finalizar podemos decir que con José María Castillo y Rada se pasa de la reflexión teórica al pragmatismo de la política económica; inaugurando o más bien dejando las puertas abiertas a que los economistas del siglo XIX a la vez que conceptúan sobre las escuelas económicas se comprometan con ejecuciones prácticas y siempre tratan de justificar teóricamente el porqué de algunas de ellas. 37. Santos Cruz, Abel, op. cit., pp. 21-23.

desencadenó en guerras civiles. Ver Jesús Torres Almeida, Manuel Murillo Toro, Bogotá, Ediciones Intermedio, 1984.

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DEBATES

HEGEL Y LA HISTORIA DE AMERICA Germán Arciniegas Profesor de la Universidad de los Andes

Entre 1830 y 1831, Federico Hegel expuso en su cátedra de la Universidad de Berlín la Filosofía de la Historia. Carlos, su hijo, al publicar la segunda edición de esas lecciones, cuenta cómo logró el profesor Gans reunir los materiales que, convertidos en un texto universal, han venido a ser una de las obras más influyentes en la política europea. Toda esa filosofía, leída por un latinoamericano, desconcierta. Tenemos dos puntos de referencia para ver cómo se aproximaban a nuestra realidad el primer filósofo del siglo, Hegel, y el primer naturalista, Humboldt. Hegel tenía muy presentes a los hermanos Humboldt, y así su Filosofía de la Historia trae en la primera página un epígrafe de Guillermo, con cierto sabor imperial: "La historia del Mundo no es inteligible fuera de un gobierno del mundo". El otro, Alejandro, que anduvo por estos mundos desde Filadelfia hasta México, La Habana, Santa Fe, Caracas y Quito, hubiera podido suministrar una divisa muy diferente, sacada de unas experiencias muy distintas: la América española estaba madura para independizarse como [la inglesa. Al hacer a Bolívar esta reflexión, le decía: "Lo úni-

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co que ocurre es que no veo quién la acaudille..." Alejandro, pues, veía dos mundos independientes. Su punto de vista era distinto al de su hermano. El hecho histórico está en la fecha de las lecciones de Hegel. En 1830 se habían ya independizado de cuatro imperios europeos Estados Unidos, Haití, los países hispanoamericanos menos Cuba y Puerto Rico, y Brasil. Lo que estos desligamientos, después de trescientos años de coloniaje, pudieran significar para el mundo europeo es cosa que deben juzgar, más que nosotros, los iniciadores de los imperios, que están todos en el Viejo Mundo. Lo notable es verificar en Hegel una ignorancia extensísima sobre el hecho americano, que coloca a la América que él ve en un plano no muy distinto del precolombino. Cuando él proclama que lo americano no forma parte de la historia universal corta de un tajo las relaciones que han podido existir entre los dos hemisferios a partir de la penetración europea que comienza en cuanto Colón abre el camino. Y así se siente autorizado para hacer estas afirmaciones: "De América y su grado de

civilización, especialmente en México y Perú, tenemos informaciones, pero que no importan sino como cosa enteramente nacional, que muere en cuanto se aproxima el español. América ha demostrado siempre en ella misma ser impotente física y psíquicamente, y así ha permanecido hasta hoy. En cuanto los europeos llegaron a América, los aborígenes fueron evaporándose al solo aliento de la actividad europea. En los Estados Unidos de Norteamérica todos los ciudadanos descienden de europeos, que no pudieron fundirse con los aborígenes: los fueron echando atrás. Los aborígenes ciertamente han adoptado algunos usos y costumbres europeos, entre otros el beber brandy, que les han traído consecuencias mortales. En el sur los nativos fueron tratados con violencia mucho más grande, y empleados en trabajos tan pesados que exigían una fortaleza para la cual no estaban capacitados. Una disposición débil y desapacible, la falta de carácter y una sumisión pasiva frente a los criollos, y mayor frente a los europeos, son las características principales de los aborígenes americanos que están muy lejos de que logren los euro-

peos hacer que nazca en ellos el espíritu de independencia. La inferioridad de estos individuos en todo sentido, hasta en su propia estatura, es notoria; sólo cabe descontar una raza aislada como la de los de Patagonia, en el sur, de naturaleza más vigorosa pero que todavía se mueven dentro de una condición de rudeza y barbarie. Cuando los jesuítas y el clero católico se propusieron iniciar a los indios en la cultura y costumbres europeas (como es bien sabido fundaron en el Paraguay un Estado, y conventos en México y California) comenzaron a tener con ellos una intimidad más cerrada y les prescribieron las obligaciones de la vida diaria que, a pesar de su propia disposición, cumplían bajo el comando de los frailes. A medianoche se tocaba una campana para que cumplieran sus deberes matrimoniales. Ante todo se quería, sabiamente, despertar la formación de deseos, despertar de modo general la actividad humana...", etcétera. Literatura que se diferencia poco de la diatriba escrita por Pauw, y que se entiende pueda encontrarse en los escritos políticos de plumíferos vulgares, pero sorprende cuando la adopta la eminencia del más distinguido entre los europeos. Con un agravante: Pauw escribió antes de que se sublevaran las colonias hispanoamericanas, y así no pudo saber ni de los levantamientos indígenas y campesinos ni del liderazgo asumido luego por los criollos; y Hegel lo hizo después de haber sido derrotados por ejércitos de descamisados los generales de Napoleón y de Fernando VII. Si esto no es historia, ¿qué es historia?

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HEGEL, ¿UN PRECOLOMBINO? En el plan de Hegel, destacándose lo de América, que coloca fuera del teatro del mundo, se ignora, además, a los europeos que emigran de su tierra en busca de algo mejor. La América que él tiene a la vista en 1830 no es, ciertamente, una creación de los aborígenes. Ya ellos, como población única, habían sido borrados del mapa. El siglo XIX se asienta en un Nuevo Mundo mestizo, en que tanto o más valen los blancos que escaparon de su hogar, como los de todos colores que han nacido o llegado, o por gusto o por fuerza, al Nuevo Continente. Hegel desconoce a Moctezuma y a Cuauhtémoc en particular y a los aztecas, los mayas, los incas, los chibchas en general. Pero, además, no quiere saber de Bolívar, San Martín u O'Higgins, sus contemporáneos. Hay una razón de orgullo detrás de este imperialismo filosófico... más profunda de lo que parece. En el principio de la emigración hubo en Europa dos hermanos. El uno, aprovechando que iban a eternizarse en sus manos el blasón, la casa, los privilegios, la tierra, los títulos... se quedó en su tierra... El otro, sin todas estas ventajas, ¡salió a la más grande aventura que en veinte siglos había tentado a un europeo!, abandonarlo todo, e irse a fundar casa nueva en un nuevo mundo. Hegel se queda haciendo historia con el holgazán de los privilegios, y en cuanto al otro... ¡que se largue! Desde 1493 la emigración fue imponiéndose como el hecho social más notable en la vida europea. Sorprende que un filósofo no advierta cómo va formándose un Nuevo Mundo, del

que comenzó a hablarse en los quinientos, con otra sociedad sin precedentes. Nunca antes el europeo había tenido la posibilidad de fundar casa nueva y en la otra orilla del océano. Cualquiera puede encontrar en el que abandonaba la casa vieja una capacidad de aventura imprevisible. A la era misma se la llama de los descubrimientos. Escoger al que no se arriesgaba como fundamento de la historia, hacerla sólo con el aferrado a lo tradicional, es no reconocer una protesta justa contra la sociedad j estancada que dejaba sin oportunidades a la mayoría de los habitantes del Viejo Mundo. Hoy podemos realizar esta increíble falta de visión, verificando hasta dónde ha podido llegar el desplazamiento de los blancos. Hay en América más descendientes de españoles, ingleses, polacos, irlandeses, italianos, portugueses... que en sus países de origen. Súmense a esto los judíos, los árabes... y los republicanos españoles, y los alemanes y rusos e italianos perseguidos. La incapacidad que Hegel atribuyó a América Latina es una negación de la capacidad creadora de los emigrantes. ¿Podrían señalarse diez nombres de vascos de los que se quedaron en España o Francia, que lleguen a la grandeza de Bolívar en América? Suponía Hegel que el que se aventuraba a salir se encaminaba a ser nadie. ¿No se daba cuenta de en qué nivel más bajo hubieran vegetado hasta su muerte Cortés, Balboa, los Pizarros, Jiménez de Quesada, Hernando de Soto... si se quedan en su tierra cuidando puercos o enamorando jovencitas? Como simple teoría, la oportunidad de entonces estaba destinada a per-

petuarse en una constante de la gran transformación a partir del XVI. Europa es un continente de naciones paradas que entonces echan a caminar. Claro que el XIX va a contemplar esto en proporciones colosales. Pero es notorio el número de españoles y portugueses que en tres siglos cambian de patria. A partir del segundo viaje de Colón, con 1.200 tripulantes. DE LA COLONIA A LA REPÚBLICA

En todas las Américas, pero más en la hispánica, la inmigración se multiplica en cuanto se pasa de la Colonia a la República. España, sobre todo, mantuvo hasta el último día la política de puertas cerradas para evitar que en sus posesiones se formaran colonias extranjeras, protestantes, judías, etc. La República abre la entrada y una ola de italianos y luego de todas las naciones viene a poblar ciudades y campos. El mestizaje pasa a ser el factor dominante en la nueva sociedad. En Estados Unidos el fenómeno ocurrió de otra manera. La ley que imperó en la Colonia fue la déla frontera, que dominó como institución de dos siglos. De la raya para adentro, los blancos; para fuera, los indios. Avanzaba la raya y los pieles rojas o se iban o los mataban. Los inmigrantes llegaban con sus hembras, y se perdió la oportunidad J de mezclar sangres. En la parte hispánica hubo una caída vertical en la población nativa; la destrucción de las Indias, como decía el padre Las Casas, a la cual contribuyeron la explotación por el trabajo en las encomiendas, las enfermedades y hasta suicidios colectivos de los aborígenes. Pero a medida que se fue penetrando en el conti-

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nente, los nuevos amos incluyeron dentro de su capital de trabajo la mano de los nativos, que trataban de conservar por su valor real. Una de las consecuencias inmediatas fue el mestizaje. Los blancos, en su proceso de adaptación, se beneficiaban con los cruces de sangre. El nativo estaba ya condicionado a la tierra, conocía sus secretos, lidiaba las enfermedades de su tierra con un conocimiento mayor de las yerbas. El mestizo lleva en su tradición dos conocimientos, dos mundos. Era el suyo un horizonte mayor y mejor aprovechado. Como había ocurrido en el Mediterráneo en la frontera con los árabes. Hoy mismo es notorio que en Estados Unidos se perdieron estas oportunidades cuando los europeos institucionalizaron la frontera e impusieron la separación. Hegel no vio estas cosas, dominado por un complejo de superioridad racial, en que se muestra discípulo de un crudo como Pauw. Lo que ha ocurrido con las razas en América reproduce procesos que se remontan a las edades más antiguas y que explican la conquista de las diversas zonas geográficas. Se encuentran en los vegetales casos parecidos y lo mismo en la importación, para los ganados, de sementales que produzcan una descendencia con mayor número de cualidades y nuevo vigor. Recordemos que cuando la filoxera iba acabando con los viñedos de Champaña, se llevaron cepas de Nuevo México que hoy mismo son las que sirven de raíz a la vid que da el mejor vino del mundo. El caso del hombre en el trópico no es tan simple como lo tratan los apologistas de la raza aria. Un conocimiento mejor de las de-

fensas del hombre en estos climas hace que zonas consideradas antes como las más mortíferas del planeta sean hoy tierras paradisíacas de vacaciones. Todo esto habría podido verlo en 1830 Hegel con un poco de imaginación y un estudio de la realidad que no hizo. La falla es grave cuando estaban publicándose los libros de un sabio alemán como Humboldt, que por su origen ha debido resultarle persona de confianza, pero a quien le cerró la puerta de su universidad. Son actitudes que traen como fatal consecuencia que nosotros, ahora, desconfiemos de las conclusiones del autor de la Filosofía de la Historia y las veamos más bien como la historia de una filosofía personal. El proceso de tres siglos de presencia de los europeos en América es, en sí, una historia. Apasionante, porque va a transformar el mundo, y porque crea una realidad inédita, del mayor interés para quien sepa mirar sin prejuicio estas cosas. Es lo menos que puede exigirse a un filósofo. Estas líneas que van a leerse, y que vienen reproduciéndose en los textos como una indulgente reflexión, dan la medida de los límites en que se mueve el pensamiento hegeliano en un campo que es nuestro: "América es la tierra del futuro, donde, en edades que están delante de nosotros, el peso de la historia universal puede revelarse — quizás por una competencia entre Norte y Suramérica —. Es la tierra prometida para todos los que están cansados del histórico granero de la vieja Europa. Se cuenta que Napoleón había dicho, 'esta vieja Europa me aburre'. Toca a América dejar el terreno en que hasta ahora se ha movido la historia universal.

Cuanto ha ocurrido hasta hoy en el Nuevo Mundo es sólo un eco del Viejo —la expresión de una vida ajena— y como tierra del futuro, aquí no tiene interés para nosotros, porque en lo que se relaciona con la historia, nos concierne lo que ha sido y es. Con respecto a la filosofía, de otra parte, tenemos que hacer con lo que, rigurosamente hablando, no es pasado ni futuro, sino con lo que es, lo que tiene una existencia eterna —la Razón— ; y esto es ya bastante para que lo consideremos. Descartado, pues, el Nuevo Mundo y los sueños que pueda despertar, pasamos al Viejo, escena de la Historia Universal". Cuanto más se ahonda en la historia de América más claro se ve que nos movemos dentro de mundos diferentes. Cuando digo, para dar una definición, América es otra cosa, estoy recogiendo en cuatro palabras cinco siglos de la vivencia que se llama historia. En este hemisferio, para nosotros, la idea de libertad ha tenido desarrollos imprevistos, y la independencia llegado a las conclusiones más radicales. Hegel piensa que la independencia es una idea típicamente europea, como contribución del pensamiento germánico al desarrollo de la historia universal en su más ambiciosa perspectiva. Y al llegar a esa obra maestra de los de su raza detiene la marcha del Sol. La historia del mundo —dice— se mueve de oriente a occidente, porque Europa es absolutamente el fin de la historia. Y Asia el comienzo. Fuera de lo arbitrario de este congelamiento de todo el proceso, con el uso de la palabra absoluto, que es de corte imperial, es manifiesta su intención de hacer que culmine la evolución del mundo

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en la perfección del espíritu, que para él es el soplo divino del ser germánico. Su presentación panorámica de la marcha del universo sigue este itinerario: el mundo oriental, el mundo griego, el mundo romano y el mundo alemán. Un proceso dialéctico que lo lleva a la síntesis perfecta. Primero es lo oriental contra lo cual se alza la antítesis romana, para llegar a la fórmula unificadora del espíritu germánico. Delirando con esta dialéctica que debe llegar al mundo parado en el dominio del espíritu, exclama con místico arrobo: "Podemos distinguir estos períodos como los reinos del Padre, del Hijo y del Espíritu..." La aparición del cristianismo sería, dentro del proceso de todos los tiempos, como un desarrollo ya apretado para preparar el último acto de la historia, en que primero sería reunir una masa informe de la humanidad que estaba destinada a propagar la buena nueva, luego la época de Carlomagno en que ya se fijan los contornos de una religión definida y por último la síntesis maravillosa de la Reforma, en el momento mismo de la aparición de América... Por este mágico camino se llega a algo que tiene más significación en la vuelta a Europa del espíritu germánico que en la salida de los europeos hacia la América, cosa que, para Hegel, carece de importancia, por no tener pasado definido. Son teorías aéreas que nos colocan fuera de lo que está pasando de 1492 a 1830... En América, con la independencia, se derrumban todos los imperios europeos, y Hegel piensa que independencia es un invento europeo... que no alcanzan a entender los americanos puros... Es una pena que el tema no se haya discutido en estos días de los quinientos años

de América como lo propio y original de la vida americana. Nos independizamos de Europa, y punto. Porque éramos y somos otra cosa. Y para entender cómo se veía este movimiento de deslinde entre el Nuevo Mundo y el Viejo no hay sino que leer en la Enciclopedia de Diderot y D'Alembert su definición. En América en Europa he precisado este caso léxico-gráfico, así: La Enciclopedia, ¿Reaccionaria? Si la Enciclopedia de Diderot y D'Alembert es la antesala de la Revolución Francesa y la culminación del Siglo de las Luces, sorprende el tratamiento que allí se da a la palabra "Independencia". No toma en cuenta su significado político. En cuanto al moral, rechaza la idea como arrogante atrevimiento del hombre que, al declararse independiente, desconocería la autoridad del gobierno, la obediencia debida a la ley, el respeto que merece la religión. Si esta definición no encubre un disimulo, ¿en dónde está el espíritu de la revolución? En este punto, la Enciclopedia sigue la corriente de todos los diccionarios contemporáneos europeos. Políticamente, el concepto de independencia sólo entra a tener vigencia el día en que América se emancipa. Entonces, y sólo entonces, pasa a ser el vocablo revolucionario, triunfalmente revolucionario, que nosotros conocemos. La chispa parte del Nuevo Mundo, por causas naturales. Europa conquistadora, dueña absoluta de sus colonias, es sorprendida de repente cuando descubre la actitud subversiva del pueblo que sacude el yugo extranjero. Semejante gesto no podían preverlo los monumentos lexicográficos. Cincuenta años después de publicada la

Enciclopedia el mundo era ya de otra manera, y cuando pasen cincuenta años más y la idea de independencia se extienda de América a Asia y África, mundialmente quedará consumada la mayor transformación política de todos los tiempos. Cada vez que en un diccionario inglés, francés, español, italiano, portugués... la palabra independencia entra a formar parte del lenguaje político aceptado en una lengua occidental, se refiere al caso de América. Un diccionario español hubiera tenido que ser profético, y de mal augurio, para hablar de independencia política antes de la emancipación de las colonias. En el Tesoro de la lengua castellana de Covarrubias (1611-1674) se ignora la palabra... Cuando el diccionario de la Academia Francesa la registra por primera vez, la explica diciendo: Guerra de Independencia de Estados Unidos. El italiano de Tommaseo de 1869, dice: Guerra de Independencia de Estados Unidos. En lengua inglesa, independencia quiere decir el caso americano, y The Century Dictionary, después de definirla como la liberación de un Estado al remover el control que otro ejerce sobre él, pasando a tener gobierno propio, la explica haciendo una síntesis de la Declaración de Independencia de Estados Unidos. Todo esto, en el fondo, es obvio. Europa era el imperio, América la colonia. Mientras subsistiera tal estado de cosas, hablar en Europa de independencia era un absurdo, era anticipar el derrumbamiento. Pero leyendo la Enciclopedia de Diderot se va más al fondo. La misma independencia moral se encontraba inaceptable. Iba contra un orden

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vigente, que los propios amigos de Diderot no se atrevían a rechazar en la Summa de su ideología. Hoy nos parece reaccionaria —y lo es— esta página: "Independencia. La piedra filosofal del orgullo humano; la quimera tras la cual corre ciego el amor propio. El término que los hombres se proponen alcanzar siempre sin lograrlo jamás..." El ser humano, para los enciclopedistas, no es sino un anillo en la cadena cuyo último eslabón está en manos del Creador. Todo en el universo está sujeto: los cuerpos celestes dependen en sus movimientos unos de otros, la Tierra es atraída por otros planetas y a su turno los atrae, el flujo y reflujo del mar viene de la Luna, la fertilidad de los campos viene del calor del Sol, la humedad de la tierra y la abundancia de las sales... Para que una brizna de hierba crezca es necesario que en ello participe la naturaleza toda... Este encadenamiento en el orden físico se reproduce en el moral y en el político: el alma depende del cuerpo, el cuerpo del alma y de todos los objetos exteriores. ¿Cómo el hombre, integrado por estas dos partes así subordinadas, podría considerarse a sí mismo independiente? La sociedad dentro de la cual hemos nacido nos ha dado leyes que debemos obedecer, impuesto obligaciones que debemos llenar. Cualquiera que sea el rango que ocupemos, la dependencia será nuestro destino... Sólo habría una especie de independencia a la cual podría aspirarse: la que da la filosofía. Pero la filosofía no libra al hombre en absoluto de todos sus vínculos: le conserva los que ha recibido de manos de la razón. No lo hace independiente en absoluto, queda siempre dependiente de sus obligaciones. Y

por eso esa independencia no es peligrosa: no toca en absoluto a la autoridad del gobierno, ni a la obediencia debida a las leyes, ni al respeto que merece la religión. Tan cauteloso discurso estaba destinado a quedar sin bases con el triunfo de la revolución americana. Condorcet puntualiza cómo la insurgencia al otro lado del Atlántico revolucionó el pensamiento europeo: "Se vio entonces, por primera vez, a un gran pueblo liberarse de todas las cadenas, y darse por sí mismo, tranquilo, la constitución y leyes que juzgaba propias al logro de su felicidad. Esta gran causa fue defendida ante el tribunal de la opinión, en presencia de toda Europa; los derechos del hombre fueron sostenidos con ardor y expuestos sin restricciones ni reservas en escritos que circularon con toda libertad desde las orillas del Neva hasta las del Guadalquivir. Todo esto penetró hasta en las regiones más sometidas, en los pueblos más atrasados, y los hombres que allí vivían quedaron admirados de oír que ellos tenían derechos, aprendieron a conocerlos, y supieron de otros hombres que habían osado reconquistarlos y hacerlos suyos. La revolución americana debía, muy pronto, extenderse por Europa". Hegel se mueve dentro de un mundo cerrado a estas consideraciones. En 1830 América ya tiene un pasado que para nosotros es más historia que la Revolución Francesa, discutida y estudiada por él. Más aún: como revolución, la nuestra es más radical y multitudinaria. Fue una consecuencia de la emigración de los europeos que vinie-

ron a construir en el otro lado del Atlántico un Nuevo Mundo. Éxodo único en la historia de Occidente. En la revolución de la Bastilla, el pueblo de París se moviliza para imitar un proceso americano: el de la República. Entonces, lo que se consideraba en Francia como Revolución, con mayúsculas, lo que publicaba la prensa de París, era la revuelta de Filadelfia. Este movimiento de los emigrados ingleses anunciaba un cambio profundo en las ideas filosóficas de Europa... Hegel no vio la raíz americana, como no vio en la proclamación de los derechos del hombre por la Asamblea Nacional, una copia de la Constitución de Virginia. No detectó el hecho del fracaso mismo de la República en Francia que duró apenas de 1789 a 1795, cuando vino el Directorio, que rápidamente cedió el paso al Imperio. En América, no digamos la república de Estados Unidos, proclamada trece años antes que la de Francia, pero hasta la chiquitita de Colombia, proclamada como las del resto de la América española en 1810, lleva por el momento 178 años de existencia sin interrupción, cosa que para un prusiano como el profesor Hegel algo debería contar.

monárquica era la mejor de todas, cuando tenía a la vista la república de Estados Unidos, con más de medio siglo de vigencia? Es notorio que América sólo tenía trescientos años de vida cuando Hegel enseñaba en Berlín, pero un proceso de tres siglos algo tiene que significar para quien formula una Filosofía de la Historia, y registra, para fundarla, cuanto ocurre en Europa en ese tiempo, ignorando únicamente lo que hacen los otros europeos que han emigrado, cansados de vivir las injusticias de Europa. Si hoy los hijos de los españoles o los portugueses o los polacos o los irlandeses en el Nuevo Mundo suman una población que sobrepasa a la de los hijos de los mismos abuelos en Europa, hay que concluir que lo que está ocurriendo en el otro lado del Atlántico no es detalle sin importancia. Cuando Hegel dice que América sólo será, cuando en ella se imponga el espíritu germánico que está iluminando la pantalla europea, cierra los ojos ante la evidencia de que los emigrantes que masivamente están saliendo del Viejo Mundo hacia el Nuevo se marchan porque son la antítesis beligerante de lo que dialécticamente dejan allá.

Son notorias las deficiencias del régimen democrático en nuestra América, pero ¿y en el resto del mundo? ¿Acaso hemos tenido nosotros interrupción de todas las libertades, tan sangrientas como las de Hitler o Mussolini? Pensaba en 1830 Hegel que no valían una línea de su filosofía los nueve años de la república de Colombia pero sí los cinco de la república francesa que pasó de la toma de la Bastilla al terror de Robespierre. ¿Era correcta su conclusión de que la constitución

La idea de independencia, que para Hegel es emanación de la libertad espiritual que orienta a los alemanes a partir de la Reforma, nosotros la encontramos como un ideal o pasión íntima en los rústicos campesinos ibéricos que se lanzan a colonizar en América para liberarse de las leyes españolas. Es duro enfrentar esta ideología bárbara de los humildes a la arrogante superioridad de un profesor de Berlín, pero cuando se llega al comienzo de la guerra de independencia

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en la América hispana nadie por acá se va a buscar su arrolladora dinámica en el mundo alemán que tuvo sus caudillos en Venezuela con Ehinger, Federman o Hehermuth en el siglo XVI. Lo que ellos traían en sus corazas nada tiene que ver con la filosofía de Hegel. El despertar más notable de la independencia en el mundo es un caso que se produce en América. Desligarse de los cuatro imperios más grandes de los últimos cinco siglos es algo tan extraordinario que por sí solo da materia para un libro más denso, más extenso que el de la historia salida de las clases de Berlín. Cuando he dicho que América es el continente de la emancipación europea, no he inventado una novedad, sino registrado un hecho de comprobación elemental. Aquí tuvieron que emanciparse ingleses, alemanes, españoles o portugueses, por encontrar en este continente el único lugar del mundo en donde estas cosas son posibles. Cuando la Ilustración en Europa, América era sólo esa palabra atrevida que condenaban los de la Enciclopedia francesa. Con la idea americana de la independencia se hizo la emancipación de Polonia con caudillos como Polanski y Kosciuszko formados en Norteamérica o la de Italia con Garibaldi formado en Suramérica. Pero que se oiga bien: desde el siglo XVI ya los españoles emigrantes traían la idea de emanciparse en la mente. Y no es raro que así como Washington y Jefferson nacieran en el Nuevo Mundo en hogares de emigrantes, lo mismo ocurriera con Bolívar, San Martín, O'Higgins o José Martí, nombres todos que forman parte de una nueva historia universal, acéptelo o no la ciencia de los historiadores del Viejo Mundo.

La discrepancia que tendríamos con el libro de Hegel llega al origen mismo de las palabras, empezando por la expresión Nuevo Mundo, que en nuestra lengua americana tiene un significado radicalmente opuesto a estas palabras del profesor de Berlín: "El espíritu alemán es el espíritu del Nuevo Mundo". El Nuevo Mundo, como protesta, se construye en América, y es la rebelión más a fondo que se haya expresado para buscar un nuevo espíritu de las leyes. La filosofía se escribe apoyándola en hechos, y los hechos toman una proyección inesperada cuando los hombres se sienten libres en América. Está en lo justo el profesor alemán cuando dice que "la historia del Mundo no es otra cosa sino el desarrollo de la idea de libertad", palabras de indiscutible belleza y hermosura que podrían complementarse con éstas de Simón Bolívar: ' 'La libertad de América es la esperanza del Nuevo Mundo". Es notable que un guerrero americano haya podido proyectar en otra dirección el pensamiento que el mismo profesor equivocó de blanco. Hay un momento en la formación de las ideas políticas en que, por independizarse, todos dieron la vida. Es tan notorio el caso de estas guerras unidas

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como no las ha conocido Europa, que no verlo equivale a volverle la espalda a la realidad. Con un agravante. Lo americano tiene el ingrediente indígena y el de la sangre europea. Los Washingtons y Bolívares y San Martines y O'Higgins... hasta Martí, son hijos de familias tan europeas como la de Hegel. En Norteamérica se forman los generales que acaudillan la liberación de Polonia y en Suramérica Garibaldi, el abanderado de la independencia italiana. Si lo que entusiasma al historiador europeo es la guerra, pues que tome nota de una que se extiende a todo un continente y en que salen derrotados los ejércitos ingleses, franceses y españoles que combatían contra la independencia americana. El caso más conmovedor es el de Haití, donde los negros que habían vendido sus hermanos a los ingleses, para que los ingleses los revendieran en el Caribe, se alzan y acaban derrotando al más famoso de los emperadores, Napoleón, que con solo un decreto personal había borrado la liberación de los esclavos proclamada en Puerto Príncipe. La gran dificultad que tiene un historiador iberoamericano para contradecir a Hegel está en que

la mentira de su Filosofía de la Historia es de tal magnitud que aplasta y confunde. Trajo Europa al Nuevo Continente la dependencia. Es de la esencia de su régimen colonial el privar a los súbditos del derecho a gobernarse. Por eso el movimiento de contradicción y rebeldía en todo el continente se llama de independencia y es de nuestra invención. Ahora el sabio dice que ésta es cosa de los blancos de su tierra... Entonces ¿de quién nos independizamos? Cuando se lee en las primeras crónicas de la conquista los suicidios masivos de indígenas que preferían arrojarse por los despeñaderos antes que quedar bajo lo que ellos entendían como un yugo inadmisible, esos analfabetos rústicos estaban dándole una respuesta anticipada al profesor de Berlín, cuya filosofía debemos ignorar por cuanto, con los ejemplos que da, viene a poner en posición inestable la belleza original del mecanismo dialéctico. Tal vez no haya otro punto más seductor para el estudio del descubrimiento de América, a quinientos años de 1492, que este de ir hacia el encuentro de nuestra identidad por los caminos de nuestra independencia. Lástima grande que no nos acompañara en esta exploración el hombre más sabio del mundo alemán.

AMERICA EN LA FILOSOFÍA HEGELIANA DE LA HISTORIA* Carlos B. Gutiérrez Profesor del Departamento de Filosofía y Letras de la Universidad de los Andes

¿UN NUEVO CAPITULO EN LA HISTORIA DEL REENCUBRIMIENTO DE AMERICA?

El Nuevo Mundo, como es sabido, se amalgamó desde un primer momento en la imaginación de descubridores y conquistadores con leyendas medievales y fantasiosas reminiscencias bíblicas. Fue entonces apenas lógico que los utopistas renacentistas proyectasen hacia nuestro continente anhelos e ilusiones políticos irrealizables en la Europa de ese tiempo y que celosos clérigos tratasen de ensayar la utopía con fines misioneros en suelo americano. La avidez de riqueza y despojo de los colonizadores fue haciendo al mismo tiempo necesaria la imagen del indio abominable cuya abyección sirviese de legitimación para la expoliación y el exterminio: el nombre de la tribu de los caribes se deformó en 'caníbal' y terminó en Calibán, monstruo esclavizado por Ariel, * Tomado de Memorias del Congreso Internacional Extraordinario de Filosofía. Córdoba, Argentina, 1987, T. m.

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espíritu del aire y del saber, en La tempestad de Shakespeare. La Eustración europea tuvo más tarde que volver a echar mano del idilio americano. Para mostrar que el ordenamiento feudal carecía de fundamento natural inventaron los rousseaunianos al 'buen salvaje', cuya bondad congénita sucumbe a los artificios de la aristocracia y de la cultura. La patria de ese buen salvaje no podía ser otra que el Nuevo Mundo. Así lo muestran tantos grabados de aquel tiempo que sirvieron para desplegar la leyenda negra de la obra de España. Al cambiar la coyuntura europea América vuelve a perder su aura dorada. El auge de las ciencias naturales y el nuevo ordenamiento político-económico del mundo a finales del siglo XVIII exigían sobriedad y precisaban de justificación para el ascendiente imperialismo. Europa vuelve a valerse del determinismo. Buffon, Reynal, de Pauw, postulan ahora la inferioridad biológica del Nuevo Mundo, el cual exhibe por doquier menos potencia y menor susceptibili-

dad de variedad que el Viejo Continente. Se llega hasta el extremo de afirmar que el sistema orográfico de los Andes es asimétrico y antiestético por no discurrir en la misma dirección que los Alpes y por tener cumbres más altas que las de éstos. Las controvertidas referencias de Hegel, así lo han visto muchos, encajarían muy bien en este contexto. Las culturas de México y Perú son para él ' 'culturas naturales" que tuvieron que fenecer al contacto con el espíritu europeo (1). "América se ha mostrado y aún hoy se muestra física y espiritualmente impotente", dice a continuación. Sus leones, tigres y cocodrilos si bien se parecen a los homónimos del Viejo Mundo son "en todo respecto más pequeños, más débiles y menos poderosos". Los indios carecen no sólo de espíritu sino también de energía instintiva hasta el punto de que ' 'como me recuerdo haber leído, un sacerdote te1. Hegel, Die Vernunft in der Geschichte, Hamburg, Ed. Johannes Hoffmeister. Verlag Félix Meiner, 1955, pp. 200 y ss.

nía que recordarles con un campanazo a medianoche el cumplimiento de sus deberes matrimoniales, cosa que a ellos por sí solos no se les ocurriría". Su inferioridad en todo sentido, incluyendo el de la estatura, es tan grande que hizo necesaria la traída de negros africanos "mucho más receptivos a la cultura europea que los indios". Así las cosas, "pasará mucho tiempo antes de que los europeos logren infundirles un poco de sentimiento de dignidad personal". De ahí que "América sea por tanto la tierra del futuro, y como tierra del futuro no nos incumbe en absoluto". El filósofo no tiene que ver sino ' 'con lo que es y eternamente es, con la razón, y con ello ya tiene suficiente quehacer". Lo burdo y caricaturesco en la visión hegeliana de Hispanoamérica nos lleva a preguntar por las razones que hayan movido a Hegel a atenerse en esta materia a escritos tendenciosos y a fuentes de segunda mano. Es imposible que él no supiera de los informes de Humboldt, quien había vuelto de América en 1804. Y qué decir del famoso ciclo de conferencias que bajo* el título de "Cosmos" dictó en 1827 el sabio prusiano en presencia del rey Federico y de militares y académicos que muy seguramente asistían también a los cursos de Hegel, ciclo que causó enorme revuelo en Berlín. ¿Habrá en esto una opción sistemática, para no interferir con los grandes trazos del esquema de-í terminista? ¿O un distancia miento frente a la romántica filo-, sofía de la naturaleza que animó a Humboldt?

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LAS DIFICULTADES CON ELTEXTO DÉLAS LECCIONES DE HEGEL

Lo que conocemos como las Lecciones sobre la filosofía de la historia universal de Hegel, en sus cuatro ediciones diferentes, son intentos de fusión y combinación de una pluralidad de apuntes y versiones de las Lecciones con manuscritos autógrafos del filósofo de muy diversos grados de elaboración. Cada editor, eso sí, se siente obligado a criticar las artes combinatorias de su antecesor. El curso que se dictó por primera vez en el invierno de 1822 se repitió con intervalos de dos años hasta 1830; en este tiempo Hegel se dedicó a aumentar su información sobre las épocas y escenarios de la historia universal. Las dos primeras ediciones se realizaron bajo los auspicios de la "Sociedad de Amigos del Difunto". La primera, a cargo de Eduard Gans (1837), privilegió precisamente por su mayor contenido en información histórica a la última Lección de 1830. La segunda, a cargo de Karl Hegel —hijo del filósofo— en 1840, le dio mayor importancia a las primeras Lecciones y se valió de documentos autógrafos adicionales que después se perdieron. Georg Lasson trató en 1917 no sólo de reconstruir las diferentes Lecciones sino también de incluir nuevas versiones y desconocidos manuscritos de Hegel en lo que terminó siendo un ejercicio de confusión. La última edición, hasta ahora, es la de Johannes Hoffmeister (1955) cuyo mérito es el de haber establecido que el manuscrito sobre Las maneras de escribir la historia constituyó en realidad la

Introducción a las Lecciones y que el manuscrito de 1830, La historia filosófica universal, lógicamente sigue al anterior. Valga destacar que en las notas a su edición, Hoffmeister hace públicas sus dudas en cuanto a incluir en la publicación el texto de El contexto natural o el fundamento geográfico de la historia universal, consciente ya de la controversia en torno a las referencias al continente americano. Lo dice así: El único paisaje, donde sería posible una duda, podría encontrarse en el ensayo sobre el fundamento geográfico de la historia universal. Aquí en realidad se le planteó al editor la pregunta de si debería acoger en su edición todo el material de información sobre regiones que se encuentra en los cuadernos de apuntes, hoy, cuando mucho de ello debe considerarse obsoleto. El editor se ha decidido en favor de su publicación no sólo por escrupulosidad filológica sino también ponderando que lo que ya no es de valor para el conocimiento objetivo puede no obstante seguir siendo de apreciable valor para conocer la forma de pensar y de trabajar de Hegel. La erudición de Hegel en áreas muy remotas y su empeño por dominar problemas como el del carácter histórico de América o el de la esencia espiritual de los nativos de África merecen también, sin duda alguna, la atención de los lectores de hoy (2).

Así no podemos perder en ningún momento de vista la peculiaridad del texto de las Lecciones que no es sino un gran torso, un acervo de materiales al que le falta el trazo definitivo de una última sistematización. A estas limitaciones se añade el hecho de que para orientarnos en medio de tantas afirmaciones que 2. Ibid., pp. 276-277.

nos hacen dudar de su autentici dad dispongamos de muy poca ayuda en las obras publicadas por Hegel (la Enciclopedia de Nürenberg - 1808, la Enciclope dia de Heidelberg - 1817, Filoso fía del Derecho -1821) ya que en ellas encontramos tan sólo inten tos de ubicación de la Historia dentro de la Filosofía del Espíritu y porque el mayor esfuerzo de reflexión sobre la Historia y de información en torno a ella se da precisamente en los últimos años de Hegel. LA LECTURA FILOSÓFICA DE LA HISTORIA

Para Hegel hay tres maneras de hacer historia (3): la crónica o historia original que registra el presente tal como lo ve; la historia reflexiva que interpreta el registro del pasado extemporáneamente; y la historia filosófica que interpreta el pasado como proceso superado en el resultado y, por tanto, como un presente en cierto sentido intemporal. Se trata aquí de una lectura de los datos acumulados por los historiadores desde el punto de vista de la filosofía, es decir, desde el punto de vista universal del espíritu que es siempre actual y para el que el pasado no existe más que como presente grávido de lo que ha sido. Y así como lo que hace un historiador está condicionado por sus propias categorías así también la lectura que hace el filósofo de la historia está determinada por "el simple pensamiento de la razón", es decir, por la idea de la racionalidad del devenir del mundo, de que lo que acaece en

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la historia universal es de la razón. Semejante 'prejuicio' de la lectura filosófica de la historia no es un prejuicio a los ojos del filósofo ya que el conocimiento especulativo de la filosofía demuestra que la razón es tanto la sustancia como la forma de toda vida natural y espiritual, el contenido y la puesta en obra del contenido de todo lo que es. La historia filosófica que hace Hegel consiste en emplear sus ideas filosóficas para juzgar lo ya acaecido. Eso no quiere decir que Hegel trate de deducir los hechos de la idea. Por el contrario, la idea sólo entra en juego cuando ha emergido la evidencia histórica. ' 'En el principio de todo está la acción, y sólo después aparece la conciencia. De ahí que en la historia, único dominio donde florece la novedad auténtica, la conciencia de la determinación mantenga siempre un carácter retrospectivo..." comenta acertadamente D'Hondt (4). Tal es el sentido del famoso párrafo al final del Prólogo a la Filosofía del Derecho: La filosofía, por lo demás, llega siempre demasiado tarde. Como pensar del mundo surge por primera vez en el tiempo después de que la realidad ha cumplido su proceso de formación - y está realizada... Cuando la filosofía pinta el claroscuro ya un aspecto de la vida ha envejecido y en la penumbra no se le puede rejuvenecer, sino sólo reconocer: el buho de Minerva inicia su vuelo al caer el crepúsculo (5).

4. D'Hondt, Jacques, Hegel, filósofo de la historia viviente, Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1971, p. 121. 5. Hegel, Filosofía del Derecho, Buenos Aires, Editorial Claridad, 1955, p. 36.

LA HISTORIA UNIVERSAL EUROCENTRICA La historia universal como la ve Hegel se inicia en el Oriente, que si bien aportó condiciones para la humanización de la vida no le confirió importancia a la libertad individual; esto cambió en la antigua Grecia a pesar de que entre sus hombres libres no se llega a la cabal autodeterminación pues se regían por normas morales y sociales que emanaban de las tradiciones de la 'polis'. La moralidad como tal sólo surge con la crítica de los sofistas al orden establecido. El socratismo lleva el desmoronamiento de la civilización griega que entonces le da paso al mundo romano, dentro del cual el individuo sometido a la universalidad abstracta del Estado termina a su vez convertido en universalidad abstracta. Del desgarramiento interior que resulta de semejante estado de cosas comienza a emerger la subjetividad espiritual que finalmente se despliega en el cristianismo, cuyo apogeo se da con la Reforma protestante al quedar plenamente reconocido el derecho del individuo a determinar su propia vida de acuerdo con principios racionales. Hegel pensó que los pueblos germánicos de su época disfrutaban de condiciones que combinaban libertad objetiva con libertad subjetiva, es decir, condiciones para que los hombres llevaran una vida organizada y civilizada y al mismo tiempo tuvieran la convicción de que lo hacían no por imposición ajena sino como una propia realización. Hegel, sin embargo, ruma tan ingenuo como para creer que el ideal del libre autodesarrollo

se hubiese alcanzado de una vez por todas. Como tampoco podría haber pensado que el ideal de la autorrealización del hombre en el trabajo no enajenado se hubiese cumplido cabalmente. Lo que él sí sabía era que dicho ideal se estaba realizando como nunca antes en la historia humana y creía que esta historia era un proceso racional por haber llevado a semejante resultado. Como vemos, el proceso de la historia para Hegel tiene una unidad especial porque consiste en una serie de intentos, cada vez más exitosos, de realizar la libertad. Este es el ideal de la Europa protestante, no de la católica que con su sometimiento a la autoridad eclesiástica no podía hacerle justicia a la libertad individual. La historia tenía sentido no porque culminara en Prusia sino porque desembocaba en la sociedad abierta de Europa septentrional, que incluía también a Inglaterra y a Escandinavia. La vida libre del espíritu que es posible en tal sociedad es como la quintaesencia del mundo que es a su vez expresión del espíritu. Hegel asume un punto de vista eurocéntrico y se vale de patrones europeos para enjuiciar la importancia de condiciones y eventos históricos. Y si bien no se puede decir que haya sido racista es claro que por referir j toda la historia a lo europeo no pueda hacerle justicia a las demás culturas tomándolas, por así decirlo, en su propio terreno. Recordemos que en tiempos de Hegel, Herder y Alexander von Humboldt entre otros habían comenzado a insistir en la muy amplia diversidad de la naturaleza humana reflejada en la di-

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versidad de civilizaciones (6). Hegel sabía de esa diversidad pero la pensaba ante todo en sus diferencias respecto a la cultura europea. Y si bien el sujeto de la historia hegeliana es en últimas el Espíritu de cuyo proceso único forman parte todos los pueblos a manera de etapas, no se puede olvidar que el sentido de todo el proceso se da en la absolutización teleológica de la etapa europea protestante. Por esto quizá fue Hegel impermeable al historicismo y al relativismo que estuvieron de moda en los últimos años de su vida bajo la influencia del romanticismo. ¿DETERMINISMO NATURAL? El eurocentrismo parece complementarse con el determinismo presente en el texto sobre El fundamento geográfico de la historia universal. Analicemos brevemente la filosofía hegeliana del contexto natural del devenir. La Historia es para Hegel la idea del espíritu como se manifiesta en la realidad a manera de una secuencia de configuraciones exteriores, cada vez como el espíritu de un pueblo con su principio determinante, en tiempo y espacio. En esto consiste la "determinación natural''. Lo que le interesa a Hegel no es el suelo como localización exterior sino el tipo natural de localización siempre en precisa correlación con el tipo y carácter del pueblo que es hijo de tal sue-

6. Walsh, W. H., "Principie and Prejudjce in Hegel's Philosophy of History", en Hegel's Política] Philosophy, Ed. Z. A. Pelczynski, Cambridge University Press, 1971, pp. 181 y ss.

lo (7). No se trata, pues, de determinismo en el sentido de dependencia del carácter de un pueblo de su entorno natural. Lo que hay es una correlación en el sentido de correspondencia. Y aunque Hegel se esfuerza por distanciarse de las ideas en boga desde Montesquieu acerca del condicionamiento por el clima, acepta que éste influya en la medida en que ni la zona tórrida ni la zona fría sean suelo propicio para la libertad del hombre, limitando así fuertemente la consistencia de la dialéctica del espíritu y la naturaleza. El hombre en su primer despertar es conciencia natural inmediata, es sensibilidad. A partir de ella se gesta el desarrollo en la medida en que por medio de la reflexión va ganando libertad dentro del contexto sensible natural —e incluso contra él. El hielo que entumece a los lapones y el calor sofocante de África son fuerzas demasiado poderosas como para que bajo ellas pueda el espíritu ganar libertad de movimiento y despliegue de sus riquezas, lo que es necesario para configurar la realidad de manera que esté a la altura de esa libertad y de ese despliegue. La zona tórrida y la zona fría quedan como extremos, ' 'excluidas del espíritu libre". "Así, es la zona templada la que tiene que ofrecer el escenario para el drama de la historia universal" (8). Y de las dos zonas templadas sólo la septentrional es capaz de ello; ella es "el ancho seno" de que hablaron los griegos, en tanto que hacia el sur la tierra se divide y bifurca como es 7. Hegel, Die Vernunft in der Geschichte, p. 188. 8. Ibid, p. 191.

el caso de América, Asia y Africa. Botánica y zoológicamente es esa zona septentrional la más importante por contener todas las especies que en el meridión quedan separadas en aislamiento. Dejando de lado la cuestión de la validez de estas últimas afirmaciones, que Humboldt ya había rebatido con base en sus observaciones sobre el terreno de la América tropical, cabe preguntar si la idea hegeliana de correlación se sustrae como él cree a la lógica del determinismo. ¿Acaso al absolutizar la autodeterminación del sujeto en la sociedad europea protestante como meta y sentido de la historia no se está ya excluyendo de ésta a las cuatro quintas partes del planeta? ¿No lleva esa absolutización de algo particular a que un factor "exterior" como es el clima decida a priori sobre las posibilidades de reflexión y de libertad de la conciencia humana? LOS EXCLUIDOS DE LA HISTORIA UNIVERSAL

El dictamen de relegación al futuro no puede por tanto afectar tan sólo al Nuevo Mundo. Con excepción de Europa todo el mundo queda excluido del gran presente que interesa a la filosofía. Aunque declara que los tres continentes de que se compone el Viejo Mundo constituyan una totalidad esencial, Hegel excluye de la historia filosófica universal a la mayor parte de Africa y de Asia. Africa, dejando de lado la costa mediterránea vinculada a Euro-

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pa, es "la tierra infantil, envuelta en el negro color de la noche más allá del día de la historia autoconsciente" (9). En lo que a ella se refiere tiene el filósofo que renunciar a las categorías universales que son el fundamento de sus ideas. En Africa negra la conciencia no ha alcanzado aún el nivel de lo sustancial objetivo —Dios o ley— sólo en el cual el hombre realiza su propio ser. Y puesto que los africanos ni tienen conciencia de un ser superior ni saben de la inmortalidad del alma, no le dan a lo humano valor alguno. De ahí que a la tiranía no se la vea como a un mal, al canibalismo se lo vea como una costumbre y a la esclavitud como a una cosa natural. Por carecer de instituciones es Africa el reino de la arbitrariedad. De lo cual se infiere que para poder entrar a la historia tenga que experimentar una transformación total al establecer y robustecer sus contactos con Europa. En lo que al Cercano Oriente se refiere, Hegel anota que si bien de allí han salido todos los principios religiosos y políticos, el desarrollo de éstos ha sido siempre cosa de europeos" (10). De la India y China dice que se han mantenido encerrados, sin influencias del mar en sus culturas, y que su entrada a la historia está ligada a las empresas exploradoras "de otros". Lo que generalmente se pasa por alto es el hecho de que la exclusión del presente de la historia cobija también a Europa oriental. De la "Nación eslava" dice Hegel al ocuparse del mundo germánico que "... esta gran masa continúa excluida de nues-

tras consideraciones porque hasta ahora no se ha manifestado al mundo como factor autónomo en la serie de configuraciones de la razón. Aquí no importa si ello haya de ocurrir más tarde, pues en historia nos ocupamos del pasado" (11). Y de Rusia, en una carta a su discípulo ruso Yxküll, de 1821, piensa Hegel que mientras los demás Estados europeos ya han alcanzado la meta de su desarrollo, "Rusia, por el contrario, siendo quizás ya la potencia más fuerte entre las que quedan, lleva en su seno una enorme posibilidad de desarrollo de su naturaleza interna" (12). Como vemos, sólo Europa protestante ha alcanzado el pleno despliegue del espíritu, el presente eterno de la historia. El resto del mundo, en la medida en que no se ha europeizado, pertenece únicamente al futuro. ¿Será una vez más la aculturación a lo europeo el requisito para que los relegados a las expectativas de lo incierto puedan alguna vez acceder a la historia? EL FUTURO DE LA DESIGUALDAD

Parecería ser que el futuro de la humanidad relegada pueda tan sólo consistir en la repetición de ciertas experiencias, de un cierto patrón que a partir de la esclavitud deba seguir la conciencia para llegar a la libertad y a la certidumbre de estar participando en la creación de lo universal. Es lo que a primera vista se desprende de algunas observado11. Hegel, Philosophie der Geschichte, Vol.

12 de las obras completas, Suhrkamp,

9. Ibid., p. 214. 10. Ibid., p. 239.

Frankfurt, 1970, p. 422. 12. Hegel, Briefe, Bd. II Veiner Verlag, Hamburg, 1952, pp. 297-298.

nes de Hegel en cuanto a lo que tengan que hacer los pueblos de Hispanoamérica y de Africa. Un futuro iterativo semejante excluiría en principio a la novedad. Habría, entonces, razón para decir que en su más importante sentido la historia ha terminado. Hegel, sin embargo, tiene en mente otro futuro. Un futuro que no permite profecías filosóficas. Al referirse a Estados Unidos dice que lo que hasta ahora ha ocurrido allí no es más que el eco del Viejo Mundo y la expresión de una vida extranjera" (13). Y sin embargo cree que tengan un futuro real. "América es la región del porvenir en la que se manifestará en tiempos venideros, quizás en el antagonismo entre América del Norte y América del Sur, la importancia de la historia universal". La condición de semejante porvenir se men13. Hegel, Die Vernunft in der Geschichte, p. 210.

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ciona dos líneas después: "América debe separarse del suelo sobre el cual se ha desarrollado hasta aquí la historia mundial". El futuro impredecible no es repetición. Tendrá que ser creación, vida de espíritu, para llegar a ser presente, y no un mero eco. Hegel no duda de la continuación de la historia. Las guerras y los conflictos la mantendrán en movimiento. Pero es buen realista. El sabe que aunque ya se haya alcanzado en Europa la libertad y la autodeterminación, continuarán las graves contradicciones económicas que desgarran a la "sociedad civil". La acumulación de las riquezas conlleva el incremento de la dependencia y de la necesidad de la clase trabajadora. La "sociedad civil", empujada por su dinámica y por sus contradicciones, desborda sus fronteras en plan de imperialismo. "Por medio de su dialéctica la Sociedad Civil,

sobre todo esta determinada sociedad, es empujada más allá de sí para buscar fuera, en otros pueblos —que están atrasados respecto a los medios que ella posee con exceso, o con respecto a la industria—, a los consumidores y, por lo tanto, los medios necesarios de su subsistencia" (14). La sociedad civil "adelantada" es empujada a la colonización. Hegel sabe, pues, que el hecho de que una parte de los europeos haya alcanzado la libertad no significa la emancipación de toda la humanidad. El burgués contemporáneo de Hegel se está lanzando a la conquista de lo que ahora puede llamarse "el tercer mundo". ¡Junto al futuro verdadero e incierto habrá la iterante multiplicación de la desigualdad! 14. Hegel, Filosofía del Derecho, pp. 201202.

ESPACIO ESTUDIANTIL ¿IMPORTACIÓN O IMPOSICIÓN DE UNA CULTURA FORÁNEA? LAS RELACIONES ESTADOS UNIDOS-COLOMBIA VISTAS A TRAVÉS DE LA HISTORIA DE LA TELEVISIÓN COLOMBIANA (1954-1970) Soraya Hoyos Estudiante del Ciclo de Historia

"El que es colonia por dentro, concibe la libertad como cambio de amo". Fernando González

INTRODUCCIÓN En el mundo de hoy todo lo que ocurra en el campo de la comunicación influye irremediablemente en el desarrollo de los hombres y de las sociedades. Por tanto, no se puede desconocer la necesidad del estudio de los medios de comunicación cuyo poder de transformación sobre las sociedades es, aunque reconocido, difícil de medir. Entre ellos la TV ha llegado a ubi-

carse en un lugar privilegiado. El mundo de hoy difícilmente puede concebirse sin este aparato que, más que un invento tecnológico, se ha convertido en un personaje de la vida familiar. La TV está en la alcoba, en la sala, en la cocina, en la calle. Su presencia crea un ambiente de familiaridad e intimidad que le permite tener una enorme influencia sobre la gente, cambiando su forma y su ritmo de vida, sus ideas y la percepción del mundo que la rodea. Son contados los individuos que, hoy por hoy, no están al alcance de la TV. Los colombianos, nada más, pasamos 490 millones de horas semanales sentados frente al televisor, mientras que el núme-

ro de horas que gastamos trabajando es de 403 millones (1). O sea que después del sueño es la actividad a la cual le dedicamos más tiempo. Con la TV surgen nuevos modelos culturales. Sin embargo, son muy pocas las personas que responden a ella de manera analítica y objetiva. Así como nos hemos acostumbrado a ella, nos hemos acostumbrado también a emitir opiniones subjetivas sobre ella: la TV es buena o es mala, o son buenos o malos tales o cuales programas, o es dañina, o es entretenida, pero no 1. Datos de las Lecturas Dominicales de El Tiempo, mayo 28 de 1989.

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es casi nunca —o por lo menos conscientemente— un fenómeno social ligado a ideologías dominantes, a modos de producción económica, a poderes políticos y, consecuentemente, a la cultura de un pueblo. En Colombia (como en el resto de América Latina) la televisión llegó como tecnología importada de Estados Unidos y de Europa, convirtiéndose en otro ejemplo del traspaso de tecnologías de los países industrializados a los menos desarrollados, dentro del marco de la transnacionalización del capitalismo que, en últimas, sólo ha traído un atraso más marcado, una subordinación económica y cultural de los países latinoamericanos. Ya lo decía Eduardo Galeano, que "los símbolos de la prosperidad (en este caso la televisión) son los s í mb o l o s d e l a d e p e n d e n cia" (2). Y aunque la radio y la TV nos parezcan hoy en día tecnologías del pasado que llegaban siempre con atraso a nuestros países, la invasión de nuevas y más avanzadas tecnologías en las telecomunicaciones como el satélite y la informática en sus formas más sofisticadas, que llegan a América Latina al mismo tiempo que se establecen en los países que las producen, nos indica la necesidad apremiante de asumir posiciones reflexivas y críticas frente a este modelo de integración de la economía mundial. Colombia debe rede finir, si quiere encontrar soluciones apropiadas a sus problemas económicos y sociales, las relaciones que mantiene con los países extranjeros, dentro del engranaje de una economía intemacio2. Galeano, Eduardo, Las venas abiertas de América Latina, Bogotá, Ediciones Nacionales del Círculo de Lectores, p. 359.

nal, con Estados Unidos especialmente. Dentro de este contexto y entendiendo que el estudio del caso específico de la TV nos puede aportar luces sobre lo que han sido y pueden llegar a ser las relaciones entre Estados Unidos y Colombia, haremos un recuento histórico de lo que fueron los primeros años de la televisión colombiana ya que, para comprender el papel de los medios de comunicación en la estructuración de los mecanismos sociales, no se puede nunca prescindir del concepto de proceso. Veremos cómo dentro de este proceso han sido las clases dirigentes que controlan el poder político y económico las que se han apropiado del manejo de la TV, marginando al mismo tiempo la posibilidad de participación de otros sectores de la sociedad en la definición de su utilidad social, para pasar luego a cuestionar la actitud asumida por la sociedad civil dentro de este proceso; esa sociedad que, en su conjunto, se ha negado a responder a la pregunta de si un desarrollo científico y tecnológico que responda verdaderamente a las necesidades de los hombres y de la sociedad colombiana es posible o no. HISTORIA DE LA TELEVISIÓN EN COLOMBIA (1954-1970)

El 13 de junio de 1954 se funda la televisión en Colombia bajo el gobierno del general Gustavo Rojas Pinilla. Esto constituye una medida política: la televisión no es sólo inversión y propiedad del Estado sino un medio de difusión al servicio del gobierno y del proyecto militar que

se impone a los intereses bipartidistas, vinculando diferentes sectores sociales al régimen militar. En este momento, los partidos políticos son incapaces de ofrecer alternativas nuevas y la situación económica del país se encuentra en una fase negativa. Rojas Pinilla quiere consolidar la modernización del Estado respondiendo a la necesidad de consolidar la industria nacional. Este proceso sólo puede ser logrado por las fuerzas militares que cuentan con la tecnología y el poder necesarios. Aunque para ese entonces la empresa privada ya miraba con interés la posibilidad de una televisión local, es el Estado el que inicia la construcción de una red de transmisión. El impulso al consumo de productos nacionales, la importación de tecnología y el deseo y la necesidad de modernizar el Estado son factores que contribuyen al desarrollo de la TV en Colombia. Hay un aspecto cultural que también se quiere desarrollar con la TV: el Estado nacional permite que muchos sectores de la intelectualidad se integren al régimen, con la idea de culturi zar y crear un espacio común por fuera de las limitaciones parti distas. Son los trabajadores de la radio y el teatro los primeros en entrar al nuevo medio, que se caracteriza desde su comienzo] por lo anecdótico: Ese aspecto de "cultura" sirvió de complemento en la primera televisión a su función más importante que era la programación institucional, llena de símbolos patrios y de discursos de "mi General", y los noticieros también de propaganda al régimen (3).

3. Héctor Moncayo en "Apuntes para 1a historia de la industria de la televisión en

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El primer director del medio fue Fernando Gómez Agudelo. Su oficina dependía de la Secretaría de Información de la Presidencia de la República. Gómez Agudelo, luego de realizar un estudio de radiación de ondas según la configuración geográfica del país, viaja a Alemania para comprar las antenas a Siemens, y a Estados Unidos a comprar los transmisores. El primer transmisor cubre la Sabana de Bogotá. Luego se establecen los enlaces hacia el Ruiz y el Boquerón que cubren Manizales y Medellín. Se traen cuatro cámaras Dummond y se monta un pequeño estudio en la Biblioteca Nacional. Nadie sabía en aquel tiempo cómo se manejaban los equipos. Por encargo de Rojas Pinilla, se busca en Cuba personal especializado. Allí el canal 11 había quebrado hacía poco y esto permite traer a Colombia a quince operadores para que les enseñen a los colombianos el manejo de la televisión. La primera transmisión se realiza en simultánea para Bogotá y Manizales, con una programación total de dos horas que comienza con el Himno Nacional de Colombia interpretado por la Orquesta Sinfónica y seguido por el Presidente de la República desde el Palacio de San Carlos. Las transmisiones realizadas durante el primer año son de muy poco alcance, muy poca gente las ve. Por esto, el 17 de noviembre de 1954, el gobierno dicta el decreto 3329 que autoriza a la Dirección de Información y Propaganda del Estado a comprar 15.000 televisores para que sean vendidos a precio de costo.

Colombia", en revista Sin Cadenas, Acotv, p. 14.

La programación pasa de 2 a 3 horas durante 1954 y en ella pre dominan los programas de índo le educativa y cultural, la mayo ría de ellos patrocinados por ins tituciones oficiales y en los que había una gran participación de grupos teatrales. La programa ción no se determinaba según una política y un criterio defini dos. Más que planearse se im provisaba: Había un gran músico, Luis Bacalov, también era un gran compositor, y pasaba algo muy chistoso porque llegaba la hora de un programa, no teníamos nada y entonces alguien decía: "pues que Luis toque", y Luis tocaba algo folclórico. Luego para el próximo programa que "¿qué hacemos?, Luis póngase unos bigotes y una peluca y tóquese una sonata de Beethoven" (4).

Se transmitían programas dramatizados con la participación de la gente del radioteatro de la Radio Nacional. Inicialmente, muchos de los actores son de origen radial. Por medio de la Presidencia llega a Colombia Seki Sano, un japonés que les enseña teatro y expresión corporal a los actores y que luego es expulsado del país por el Servicio de Inteligencia Colombiano (SIC) al ser tachado de comunista (5). Se transmiten 52 obras de teatro al año durante 4 años, en un espacio semanal dedicado al teatro. Todos los contratos se hacían directamente con el gobierno. Como la televisión no competía ni con la prensa ni con la radio, la publicidad en el medio era casi inexistente. El Estatuto de Telecomunicaciones es el que normaliza y reglamenta los me4. Entrevista con Hernán Villa en el Magazín Dominical No. 257 de El Espectador, febrero 28 de 1988, p. 3. 5. Ibid., p. 4.

dios de comunicación masiva en Colombia. Comprende principalmente dos decretos: —El decreto legislativo 3418 de 1954 que se refiere a los servicios públicos y privados de correspondencia, estaciones de telecomunicaciones, incluyendo las de carácter educativo y las estaciones de televisión, y a los derechos de asociación, y que reafirma que todos los canales radioeléctricos son propiedad del Estado. — El decreto 2427 de 1956 que amplía el anterior y normaliza más explícitamente todos los medios de comunicación. El Estatuto define las telecomunicaciones como servicio público que el Estado puede prestar directa o indirectamente a través de personas naturales o jurídicas a quienes se les concedan licencias para tal fin. En caso de guerra o conflicto exterior, el Estado recupera los plenos poderes sobre las telecomunicaciones. Establece también que las emisiones no pueden transmitir nada que "atente contra la Constitución y las leyes, la moral cristiana y las buenas costumbres, la seguridad nacional, la honra de las personas y el orden público" (6). El 19 de enero de 1955 el Estado crea la Televisora Nacional a través del decreto 101, y la televisión se define como un servicio público. A partir de ahí el gobierno puede entregarle la televisión a la empresa privada para que la administre bajo supervisión estatal, abriéndole la posibilidad de intervención al sector

6. "Las políticas de comunicación en Colombia", París, Unesco, 1976, p. 19.

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privado. El Estado empieza a venderle espacios a éste cuando ve que no tiene suficientes recursos económicos para seguir financiando la TV. En 1955, el vicepresidente de Caracol Radio le entrega el 50% del tiempo de programación de la TV a Gómez Agudelo para su explotación comercial. Al ser aprobado el proyecto, Caracol y Radio Cadena Nacional (RCN) de Medellin forman la Televisora Nacional Limitada (TVC) que aunque desaparece a los dos años, a causa de las rivalidades existentes entre los dos fundadores, abre la vía hacia la comercialización de la TV*. En 1956, se crea Punch Ltda. Esta programadora comercial se consolida con la transmisión de la llegada de Luz Marina Zuluaga a Bogotá, única colombiana ganadora del Reinado Mundial de la Belleza en 1957. Para este evento, Punch vende tres horas de espacio sólo para publicidad. Con este éxito publicitario el sector de grandes industriales empieza a fijar la mirada en la TV. La compañía Esso realiza la primera encuesta de sintonía para este evento, confirmando que el 93% de los aparatos estuvieron prendidos durante la transmisión. En 1957, con la caída de Rojas Pinilla del poder, Fernando Restrepo es nombrado por el presidente Lleras Camargo para que tome el puesto de Gómez Agudelo. Con el Frente Nacional empieza la entrega progresiva de la programación a la empresa privada, fomentada por la escasez de recursos financieros del Estado colombiano. En 1957 también se funda la Asociación * Azriel Bibliowicz.

Colombiana de Operadores de Televisión (Acotv) que tiene como objetivo organizar a los trabajadores de la televisión colombiana para proteger sus intereses y derechos, siendo ellos los productores de la TV y la Televisora Nacional su empleadora. En 1958 el capital ya estaba invadiendo el medio y la TV adquiría una clara tendencia comercial. Para este año, las horas de programación comercial ya son mayores que las de programación estatal. Esta iniciativa se realiza, sin embargo, dentro del desorden administrativo y legal. Los espacios se otorgan arbitrariamente según los contactos personales que logran los programadores con los representantes del Estado durante los cocteles y las reuniones sociales, cosa que no nos sorprende en este "país de las sagradas palancas". En 1958, la TV estatal transmitía 79 horas y 40 minutos por mes de programas mientras el promedio de tiempo mensual de los programas comerciales era de 110 horas y 20 minutos por mes, para un total de 190 horas (7). Para esta época, Gómez Agudelo y Fernando Restrepo fundan la Radio Televisión Interamericana (RTI), que empieza a importar series enlatadas y videotapes por intermedio de Gómez Agudelo que en ese tiempo también era representante de TISA, la compañía distribuidora de películas de la CBS.

7. "Crónica sucinta de la radiotelevisión colombiana", Separata del Boletín de Programas de la Radio Nacional, citado en Lo público es privado: un análisis de la TV en Colombia, Azriel Bibliowicz, Cornell University, N. Y., p. 19.

Unos años después de la disolución de la TVC, Caracol regresa al medio para convertirse en una de las grandes programadoras, alimentadas en gran parte por las considerables entradas en dinero que reciben por la transmisión de enlatados en Colombia. Examinemos este fenómeno más de cerca. En 1958 las compañías exportadoras de series norteamericanas vendían 15 millones de dólares. En 1970 esta cifra aumentó a los 100 millones de dólares (8). El segundo mercado más importante para estas agencias lo constituye la América Latina, siendo el primero los países de habla inglesa para quienes las películas no necesitan ser dobladas. El 80% de los enlatados que llegan a Latinoamérica son exportados por las compañías miembros de la Motion Picture Export Association of America (MPEAA), gremio que agrupa a las mayores agencias exportadoras de películas norteamericanas. El porcentaje restante lo exportan otras compañías norteamericanas y una que otra compañía europea. Esta distribución se realiza por el sistema del "dumping": las compañías norteamericanas venden las películas a un precio menor al del costo de producción. Este costo puede ser cubierto por las ventas en el mercado interno. En países como Colombia este sistema desplaza fácilmente la producción nacional de películas al no poder los productores ofrecer mejores precios. Al mismo tiempo favorece a los programadores colombianos, quienes se ahorran los costos de producción (equi8. "The Network Project", Notebook 10, Global Salesman, 1975, citado en público es privado...", Ibid., p. 78.

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pos, salarios de los artistas y los trabajadores, etc.). Los precios de venta al exterior los fijan las compañías norteamericanas según el número de televisores que tiene cada país, su población y sus ingresos per cápita. El negocio funciona de acuerdo con una economía de escala. Así, la repetición de un espacio no tiene costo alguno, lo que permite que, mientras no haya reglamentación y control al respecto, los televidentes sean sometidos a la interminable repetición de series enlatadas. Todos estos fenómenos producidos por la entrada de la empresa privada en la TV contribuyen a incrementar el desorden administrativo en el medio. Para contrarrestar este hecho, el Estado crea en 1963 el Instituto Nacional de Radio y Televisión (Inravisión), instituto descentralizado adscrito al Ministerio de Comunicaciones, logrando retirar el medio de la Presidencia de la República, aunque el director de Inravisión sigue siendo nombrado por el presidente de la República. Inravisión debe regularizar y controlar la distribución de los espacios en TV. Al mismo tiem po se instituye el sistema de lici taciones. A través de éste se re parten los espacios de TV co mercial entre las diferentes programadoras. Se legitima así la entrega de espacios al sector pri vado por parte del Estado. Las funciones de Inravisión consis ten en: íuir 1. Proveer la transmisión de radio y TV para los servicios educativos, culturales e infor mativos del Estado. 2. Proveer la transmisión de las señales de radio y TV al país,

por cuanto este servicio le pertenece al Estado. 3. Arrendar los tiempos de los canales de TV a individuos o a empresas privadas. El decreto 3267 de 1963 le da licencia a las empresas privadas y a los particulares para que produzcan programación comercial y propaganda por los canales del Estado. El gobierno presta los equipos y los estudios para que el sector privado explote el medio según sus propios criterios. Se establece también que Inravisión no puede competir con la empresa privada produciendo TV comercial. Los ingresos de Inravisión provienen primordialmente del arrendamiento de espacios. Aparte recibe un pequeño presupuesto para la TV educativa, sosteniéndose así independientemente del fisco nacional. En la concesión de licitaciones no participan ni los trabajadores de la TV ni los televidentes, aunque se sostiene que los sondeos de sintonía son representativos del público consumidor. En 1964 se inaugura el canal 11 con fines exclusivamente educativos. Es fomentado por instituciones que intentan integrar y acelerar el desarrollo de los sectores marginados del país, como el Fondo de Capacitación Popular. En este mismo año se lanza al Congreso el primer proyecto de "libertad de canales" que autoriza la explotación privada de los canales, argumentando que se debía liberar el sistema del monopolio del Estado y del monopolio de las progr amador as que, arbitrariamente, conseguían ventajas en las licitaciones. Se alcanzó a fundar Teletigre (mismo nombre de una estación radial en Florida - Estados

Unidos), único canal local privado que ha existido en Colombia. Carlos Lleras Restrepo, que para ese entonces era director nacional del Partido Liberal y candidato presidencial del Frente Nacional, intervino para impedir que se aprobara este proyecto de TV regional de carácter puramente privado que el régimen estatal consideró inconveniente. En 1965 Colombia ingresa al Intelsat (Consorcio Internacional de Comunicados por Satélite), grupo privado que busca proveer el diseño, la construcción, el mantenimiento y la operación del sistema global de telecomunicaciones. Los lanzamientos de los satélites son realizados por la Administración Nacional de Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos (NASA), mediante acuerdos para el pago de todos los costos. Los satélites son propiedad conjunta de los países participantes y las estaciones terrestres son de propiedad de cada uno de los miembros. Para fines de 1967 la red nacional de TV colombiana estaba montada, constituida por la red del norte (que une las ciudades de Santa Marta, Cartagena, Barranquilla y Montería); la red central (que une Medellín y Tunja) y la red del sur (que comprende Cali, Neiva, Popayán, Buenaventura y Pasto). Del 15 al 25 de agosto de 1968 se celebra el XXXLX Congreso Eucarístico Internacional (CEI) en Bogotá. Para este evento, Colombia se ve obligada a atender la sintonía mundial con una transmisión perfecta de los actos. Telecom instala en Bogotá sistemas de TV en colores. Negocia con la Communication

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Satellite Corporation de Estados Unidos (Comsat) la provisión de una estación terminal móvil que fue instalada y manejada por Comsat y su contratista Hugues Aircraft Company desde Bogotá. De allí se enviaba la señal a Estados Unidos y Alemania en donde las cadenas repetidoras la difundían al resto del mundo. Para las ceremonias en movimiento, la señal la recibía la estación en Monserrate, de un helicóptero que a su vez la recibía de una unidad móvil. De Monserrate pasaba al satélite ATS-3 de la NASA que retransmitía la señal al resto del mundo. La Comsat representa a Estados Unidos en el desarrollo regional de comunicaciones comerciales por satélite y ofrece ayuda para la construcción de estaciones terrestres en otros países. La transmisión del CEI fue clausurada por el presidente Lleras Restrepo con una intervención desde el Palacio Episcopal. Se inicia la era del satélite en Colombia. El 25 de marzo de 1970 se inauguran los servicios especiales de Colombia a través de la rastreadora instalada en Chocontá. Según datos de Aser Publicidad (9), en 1970 el número de hogares colombianos con TV era de 760.154. El promedio de televidentes era de 5 personas por aparato (3'800.000 televidentes en potencia), y el promedio de personas que teniendo TV la veían con frecuencia era del 53 %. La posesión de televisores según la clase social se repartía así: Alta Media Baja

91.2% 64.2% 17.8%

9. "Historia de las telecomunicaciones en Colombia", Telecom, 1970, p. 170.

En 1975, tres de las más grandes agencias publicitarias que anunciaban en TV eran Leo Burnett Novas, Mc Cann Erickson Publicidad y Ponce de León Publicidad, todas ellas subsidiarias de casas norteamericanas de publicidad. Mientras las mayores inversiones publicitarias se hacen en TV (41% en 1976) (10), las principales agencias anunciadoras en Colombia tienen cuentas con las multinacionales extranjeras que realizan operaciones en el país, ya que éstas son las mejores o tal vez las únicas capacitadas para llevar a cabo inversiones publicitarias de tan alto costo como lo son las de la TV. Al mismo tiempo, las propagandas que se realizan en Colombia siguen el mismo modelo de miniseries dramatizadas de menos de un minuto, modelo desarrollado por Estados Unidos. Muchas de ellas anuncian productos norteamericanos: Pepsi, Coca-Cola, Korn Flakes, IBM, Chevrolet, Levis, Lee Lee, etc. La lista sería interminable. Cabe anotar que el Estado no interviene en los costos de publicidad, siendo ésta manejada por las leyes del capital favoreciendo así la conformación de monopolios. EL MEDIO TELEVISIVO: UNA ILUSTRACIÓN DE LAS RELACIONES ESTADOS UNIDOS-COLOMBIA Los organismos de poder en el medio: Estado y empresa privada

Una historia de la TV colombiana o una historia de los medios de comunicación en general sir10. Noticias Caracol, marzo 11 de 1976, citado en Lo público es privado..., Ibid., p. 153.

ve como radiografía de lo que ha sido el desarrollo del país en las últimas décadas. Gracias a la financiación de origen estatal, la TV logra consolidarse desde el principio como una industria en el país, una industria que responde a los intereses de la clase dirigente política del momento y de la clase económicamente dominante. La TV la trae a Colombia Rojas Pinilla, durante su gobierno de corte populista militar, en un momento en que la política exterior de Estados Unidos consiste en apoyar la seguridad de las naciones independientes en cumplimiento de la Alianza para el Progreso. Bajo esta consigna, Estados Unidos ofrece asesoría para los planes de desarrollo y de inversión de capitales externos. Además, luego de la Segunda Guerra Mundial ya se había extendido el poder político y económico de Estados Unidos, con la creación de un sistema militar interamericano, garantizado por el Tratado ínteramericano de Asistencia Recíproca (TIAR), firmado en Rio de Janeiro en 1947, y los Pactos de Ayuda Militar (PAM) firmados bilateralmente entre los gobiernos latinoamericanos y estadounidense durante la década de los cincuenta. A Estados Unidos le conviene apoyar las políticas de desarrollo en el Tercer Mundo, no sólo para crear una imagen humanitaria que le dé prestigio a nivel internacional, sino porque le permite la creación de mercados externos consumidores de los productos que exporta. En este sentido, su política ha obtenido un gran éxito, y mucho de este éxito se lo debe a la TV, cuya función de moldeadora de gustos entre los consumidores ha sido inmensa. Examinaremos este punto más adelante.

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Es importante anotar que durante la década del cincuenta Colombia se encuentra en el momento de apogeo en su proceso de industrialización, que se había acelerado durante el período de la segunda posguerra. Al terminar la guerra mundial, los dólares acumulados se invirtieron en la compra de equipos para la industria. Además, los precios excepcionales del café durante 1954 permiten la importación de equipo industrial. Así llegan nuevas tecnologías a Colombia, entre ellas la TV. En 1957 los precios del café empiezan a decaer, las divisas escasean, la industria se contrae, la deuda del país crece. Capitales extranjeros muy grandes, sobre todo norteamericanos, entran a la industria nacional. A partir de entonces ésta ha pasado muy rápidamente a manos de los inversionistas o ha crecido más lentamente con capital externo, bajo la modalidad de la industria mixta. Y es justamente en ese año cuando el Estado empieza a entregar progresivamente la programación a la empresa privada. Es entre estos dos, el Estado y la empresa privada, que se va a debatir, en términos conflictivos aunque sus intereses sean generalmente los mismos, el manejo de la TV. En La privatización de un servicio público: la televisión en Colombia, Germán Arrieta y J. Vicente Campo nos presentan los cuatro sistemas de servicio de TV dentro del marco del derecho público, en que se entablan las relaciones entre el Estado y la TV. En términos generales, se esquematizan de la siguiente forma: —Servicios explotados por el Estado.

—Corporaciones públicas creadas por el Estado, a las cuales concede cierta independencia pero manteniendo el control (caso de Colombia). —Corporaciones mixtas o semiprivadas en las que el Estado puede ser el único propietario o un accionista más, en unión de otros intereses privados. — Emisoras comerciales privadas en las que el Estado actúa sólo como autoridad que concede la licencia y regula la actuación (caso de Estados Unidos). Pero como hemos visto a lo largo del desarrollo de la industria televisiva en Colombia, los intereses de la empresa privada se han ido imponiendo en el manejo de la TV, que funciona de acuerdo con las leyes del mercado de una economía netamente capitalista. Inravisión no ejerce un control estricto sobre el medio, principalmente porque su financiamiento depende del dinero recibido de las programadoras que arriendan los espacios de programación. Esto le resta autonomía a la entidad teóricamente encargada de la producción, programación, transmisión y control de la TV en el país, dejando a los particulares una libertad casi ilimitada para orientar según sus propios criterios el servicio. Además, los espacios que se reserva Inravisión no son suficientes ni sus programas constituyen una estructura coherente y didáctica para poder darle una orientación diferente a la TV que le atribuya su verdadera y original función de servirle a la comunidad. Inravisión no posee una política clara y completa que se aplique a la programación,

que sirva como guía a la utilización y al contenido de la programación. De esa manera, priman en el medio los intereses de los particulares: comercialización, eficiencia y productividad económica del medio. A través de la TV se busca la homogeneización de una sociedad consumidora de los productos que la industria capitalista le ofrece. Las fuerzas del mercado, la iniciativa privada, la libertad de empresa y la competencia hacen de la TV un paraíso del individualismo egoísta y de la manipulación. Por este desarrollo que ha seguido la TV colombiana es que cada vez se parece más al modelo norteamericano, en donde la empresa privada es dueña y señora del medio, con una muy tímida y limitada participación del Estado. Así lo expresaba Jorge Alí Triana: Nuestra televisión es una televisión deformada. El objetivo de nuestra televisión es cómo llenar el espacio que hay entre los comerciales. (...) Su objetivo fundamental: ser una vitrina de ventas para anunciar los productos que se deben consumir. (...) El problema es que a la TV no la están rigiendo conceptos claros del Estado frente al bien común sino el criterio comercial de los dueños de Coca-Cola, de Colgate y de las demás firmas comerciales (11).

La TV se inicia en Bogotá y luego se va extendiendo al resto del territorio nacional. Sin embargo, todavía existen muchas regiones apartadas del país (tal vez para fortuna de ellas) a las cuales la señal televisiva no llega y cuando llega lo hace en pésimas condiciones técnicas de transmisión. Ni siquiera los canales re11. Entrevista con Jorge Alí Triana en el Magazín Dominical de El Espectador, No. 102, marzo 10 de 1985, p. 10.

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gionales cubren toda el área para la cual se supone fueron creados. La TV en Colombia, como toda su estructura política y económica, es centralizada y los argumentos a favor de la privatización total giran alrededor de la descentralización. Un periodista bogotano comentaba: Privatizar la TV permite descentralizarla de modo que puedan existir canales locales y regionales. De este modo, tanto la información como los programas de entretenimiento y culturales, se verían beneficiados por un aporte más directo de los sucesos y las personas de esas regiones. Desde el punto de vista de la conformación de las empresas facilita la concertación de los intereses de una ciudad o zona (12).

Los recientemente aparecidos canales regionales Tele-Antioquia, Tele-Caribe y Tele-Pacífico no son muestra de una participación social más amplia. Su programación no presenta ninguna novedad con relación a los canales nacionales y tampoco se integra como proyecto regional a un proyecto nacional ampliado en donde cada región pueda intercomunicar con las otras dentro de un objetivo de integración y de enriquecimiento mutuo. Además esta programación también se nutre en buena parte de programación extranjera. El debate que se ha dado alrededor del tema de la descentralización ha sido un sofisma de distracción, por medio del cual el Estado central ha logrado reafirmarse al mismo tiempo que aparenta haber distribuido más justamente su poder. A la empresa privada, 12. J. Yarce, "TV pública o TV privada", en El Mundo, Bogotá, 19 de agosto de 1980, citado en América Latina en la encrucijada telemática, Armand Mattelart y Héctor Schmucler, Paidós Comunicación, Buenos Aires, 1983, p. 32.

a su vez, se le han abierto mercados nuevos. Para ella el negocio crece y se reproduce en zonas que su poderoso tentáculo no había logrado alcanzar. Como diría A. Mattelart: Esta descentralización a través del mercado, esta participación meramente ilusoria, en realidad tiende a una atomización de la sociedad, que sustituye las formas de vida comunitaria y disgrega el poder de lo colectivo, proponiendo una nueva cultura basada en la exasperación del individualismo (13).

Los nuevos modos y las nuevas tecnologías no abren el espacio a los diferentes sectores sociales que reclaman participación. Tanto los canales regionales como la TV por cable podrían servir de magnífico estímulo para la producción nacional de todo tipo de programas televisuales. El cine, por ejemplo, podría enriquecer con lenguajes y técnicas nuevas el lenguaje de la TV. Esta le abriría el campo a productores nuevos que ampliarían el mercado, a estudiantes de comunicación social, a instituciones educativas y a todo tipo de creaciones artísticas. Vemos entonces cómo, desde sus inicios, la TV ha sido un medio de explotación comercial a través del cual se mueven poderosos intereses políticos y económicos, y en el que el papel de Estados Unidos ha sido fundamental. La TV se desarrolla bajo la iniciativa de un Estado que protege a la burguesía industrial nacional y extranjera, fundándose sobre una estructura económica que sirve sus intereses, no sólo a partir de su manejo según una economía de escala que permite la creación de una demanda 13. A. Mattelart et al., op. cit., p. 125.

creciente de programación, sino haciendo de la TV el mejor terreno para la expansión publicitaria de otros productos diferentes a la programación. En 1985, más del 60% de las inversiones publicitarias se hacen en la TV (porcentaje equivalente a 25.193 millones de pesos) (14). Como son las empresas transnaciona- | les las que tienen suficiente capacidad económica para realizar j estas inversiones, las cuñas publicitarias sirven indirectamente los intereses extranjeros. La publicidad contribuye, entonces, a la consolidación de un capitalismo transnacional y al afianzamiento de la TV como sistema industrial que por sus propias características no toma en cuenta sino determinados sectores sociales, acentuando de esa forma las diferencias económicas, culturales y sociales. A la entidad estatal, Inravisión, la financian las programadoras y éstas se benefician a su vez del costo del espacio publicitario que venden a los anunciantes. Y los televidentes, finalmente, son quienes cubren los gastos de éstos con la compra de los artículos anunciados y con el consumo de programación: Cuando un trabajador regresa a casa después de la jornada y se sienta a ver TV no deja de trabajar, sino que se dedica a hacer su parte de trabajo como televidente... Quien sostiene el medio es el televidente. Cuando un televidente compra un producto anunciado por TV está contribuyendo a pagar el comercial que vio (y a sos-

14. Informe de la C. A. Nielsen de Colombia S.A. (Bogotá, sept. 4 de 1986), en "¿Hacia dónde va la TV colombiana?". CPB - Asociación Colombiana de Periodistas - Fedeprensa. Ecoe Ediciones, Bogotá, 1986. Fstos son datos brutos a los que hay que restarles los descuentos.

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tener la TV). La publicidad aumenta el costo de los productos, y las empresas no son las que pagan estos recargos sino que ellos van directamente al precio de la mercancía. El público televidente, quien es vendido y comprado como consumidor, es a su vez consumido. Lo que las programadoras venden a las agencias de publicidad no son programas o tiempos para programas sino televidentes en masa (Acotv, noviembre de 1980) (15).

¿A quién representan estos reclamos? Indudablemente a todos aquellos que no tienen un poder político, financiero o administra15. "¿Hada dónde va la TV en Colombia?", CPB et al., p. 101.

tivo sobre el medio, al televidente para quien la TV funciona como un medio masivo unidireccional pues le queda casi imposible responder a los mensajes recibidos, y cuando lo logra lo hace en unas condiciones que no se pueden comparar a las del mensaje transmitido (cartas a las revistas especializadas de TV, programas de concurso y de opinión). Es decir, a la mayoría de la población, incluyendo a los televidentes no asiduos, que de alguna manera han visto su forma de vida alterada o transformada desde que la TV hizo su aparición en la vida familiar, individual y colectiva, convirtiéndose en una parte constituti-

va de la cotidianidad colombiana. En este sentido es fundamental el estudio de la genealogía de la TV (y de los medios de comunicación en general) para comprender cómo desde sus inicios se afianza como una industria mixta, definida como servicio público, alrededor de la cual se confrontan constantemente intereses diversos y conflictivos: los avances tecnológicos en el campo de las telecomunicaciones redefinen las relaciones entre los distintos sectores del Estado y la sociedad en su conjunto. Allí convergen y se contradicen tanto intereses privados y públicos como el capital extranjero y el capital nacional.

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RESEÑAS

El profesor Henry Munson Jr., de la Universidad de Maine, se propone en este libro contestar a dos importantes interrogantes: 1. ¿Por qué triunfa la revolución islámica únicamente en Irán?, y 2. ¿por qué el fundamentalismo islámico en otros países de la región ha sido incapaz de imitar a sus correligionarios de Irán? El libro está dividido en tres partes. La primera se titula "El Islam como religión e ideología". Ya en la introducción, en la medida en que define al fundamentalismo como aquel concepto que se refiere a "... cualquiera que insiste en que todos los aspectos de la vida, incluyendo el social y el político, deben estar de acuerdo con unas sagradas escrituras consideradas inmutables e inerrables", aclara también algo que nos parece de primordial importancia: que los movimientos fundamentalistas, así tengan todos el objetivo de fundar una sociedad y un Estado islámicos, son bastante distintos, no son ni homogéneos ni unidos; los hay radicales, los que desean una derrocamiento del sistema, así como también reformistas. Más aún, sus orientaciones ideológicas pueden ser

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muy distintas: unos, como los jomeinistas, son totalmente antiimperialistas, mientras que otros, como en Pakistán, son grandes aliados de Estados Unidos. Así, el libro ayuda a esclarecer tantos mitos difundidos por los medios de comunicación y al mismo tiempo se perfila como una obra que va dirigida tanto al lego como al especialista. Se parte del punto de vista de que para entender cómo los musulmanes interpretan su historia hay que entender sus mitos o historia sagrada. Por eso a continuación se presenta un recuento sobre los mitos fundamentales del Islam. Es el intento de comprender cómo el creyente ve su religión dentro de su cotidianidad para así entender el papel político de la religión. Los principales mitos populares y comunes a todos los musulmanes (tanto shiitas como sunitas), las diferencias entre la ortodoxia convencional y las creencias populares, como también los referentes al shiismo duodecimán (aquel que triunfara en Irán) son explicados haciendo también alusión a las diferencias que existen con los diversos ti-

Henry Munson Jr., islam and Revolution in the Middle East, New Haven y Londres, Yale University Press, 1988.

pos de fundamentalistas. Es interesante anotar que el Corán, por haber sido escrito de una manera a veces ambigua, a veces contradictoria, se presta a las más variadas interpretaciones: se puede justificar el socialismo o el capitalismo, revolución o sumisión, tolerancia o discriminación, etcétera. Mientras el lector se entera de la historia sagrada musulmana, podría creerse que la historia va a ser explicada a través de leyendas y del espíritu de los musulmanes; pero el autor será muy claro al decir que tales ideas solamente son efectivas y entendidas a través de las condiciones políticas y sociales. No se trata, entonces, de minimizar el papel de las ideas, sino de señalarlas como alterables según la época. Esta primera parte concluye con un capítulo titulado "El Islam como ideología", indicando cómo el fundamentalismo es una ideología, es decir, un plan para la acción; y que, además, el hecho de que su principal y común consigna entre los fundamentalistas sea el de que el "...Islam constituye una forma de vida integral en la que no se puede diferenciar entre religión y política" muestra que la mayoría de los mahometanos no lo sienten así en su cotidianidad. La segunda parte se titula "Islam y política desde fines del siglo XIX". Los primeros capítulos son dedicados a una serie de países del Medio Oriente a los que se les ha escogido porque todos han vivido alguna forma de corrientes fundamentalistas en las décadas de los setenta y los ochenta.

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Dentro del recuento sobre Irán merece la pena hacer una anotación en lo que respecta a la famosa participación de los ulemas en el boicot a una concesión tabacalera inglesa (1891-92); participación que conducirá a que la concesión sea anulada por parte del sha. El autor considera a los ulemas como "...formerly apolitical...", lo cual no corresponde a la historia shiita, ya que durante el siglo XIX los ulemas, por ejemplo, instigaron la iniciación de la guerra ruso-iraní (1926) por el maltrato de los rusos a los musulmanes en Transcaucasia, protestaron contra la secularización de la educación y, en la medida en que gozaban de autonomía con respecto a la corona, fueron un elemento clave para que fracasaran los intentos de modernización propugnados desde el centro. Es más, ya durante el siglo XVIII se habían convertido en voceros del bazaar, es decir, de los artesanos y los comerciantes. De una manera narrativa se relata el surgimiento, logros y fracasos de los más diversos movimientos fundamentalistas en Egipto, Siria y en Arabia Saudita donde se muestra claramente que tales movimientos, a pesar de protestas, huelgas e insurrecciones, no han podido movilizar a grandes sectores sociales y que, por lo tanto, se manifiesta una incapacidad para llevar a cabo una revolución en grande escala. Concluye esta parte con un interesante capítulo, "Bases sociales", que indica que la base social de los movimientos fundamentalistas de las décadas de los setentas y los ochentas la constituían sin lugar a dudas los estudiantes y los jóvenes egresa-

dos de las universidades, prove nientes de clases medias tradi cionales o, bien, modernas, que a su vez ni eran la mayoria den tro del estrato estudiantil ni te nían grandes objetivos revolu cionarios. En el Irán los ulemas shiitas, contrario a lo que se cree, no eran todos enemigos del sha; es más, la mayoría de ellos no se opusieron al régimen entre 1964 y 1978. De todas maneras los ulemas sunitas, es decir, de otros países islámicos, han tenido la tendencia a ser más sumisos que sus colegas de Irán. Estos, además, han gozado de una autoridad religiosa mucho mayor que la de los sunitas. En términos generales, las clases menos educadas y más tradicionales: campesinos, trabajadores urbanos e indigentes, no son fundamentalistas. Las creencias religiosas y las prácticas —santos, espíritus, amuletos— de estas clases están muy apartadas del Islam ideologizado —la lucha por un Estado islámico puro— de los fundamentalistas educados. Sobre todo en el mundo sunita esto ha conllevado a inhibir la expansión del fundamentalismo sunita. En cambio, los ulemas shiitas están más cerca de las creencias populares, además de tener más influencia sobre las clases urbanas. Por eso a finales de los setentas, los ulemas en Irán pudieron movilizar a las masas urbanas. Con todo esto se concluye que puesto que los fundamentalistas sunitas tienen una base social muy pequeña —clases medias educadas— no hay peligro inminente de una tal revolución en el Medio Oriente, y además se indica tenuemente que es la politización de

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los sectores educados la que los ha hecho tan radicales. La tercera parte se titula "Explicaciones". La intención del autor es rechazar la versión más difundida sobre las causas de la revolución iraní, a saber, aquellas que señalan que fue resultado de una modernización excesivamente rápida. En primer lugar los jomeinistas y los fundamentalistas en general nunca han estado en contra de la industrialización y la técnica. Los musulmanes se enfadan por los intentos de destrucción de sus valores tradicionales, es decir, por las innovaciones culturales, los vínculos sociales que debilita y las aspiraciones que va a frustrar, propias del proceso modernizante. La modernización iraní ya llevaba casi cincuenta años, entonces —se pregunta el autor—, ¿por qué estalla apenas a finales de los setentas? Se continúa analizando una serie de estudios que de una u otra manera —creemos, pues— han presentado las causas de la revolución iraní de una manera extremadamente monocausal: la migración rural a las ciudades, que entre otras cosas desarraiga al campesino de su manera de vida tradicional; la masiva y rápida expansión de la educación, la ausencia de democracia, la recesión que sucedió a la bonanza petrolera, los deseos de autenticidad de estudiantes y jóvenes graduados, el resentimiento contra la hegemonía extranjera y una alta inflación. Estos fenómenos —indica el autor— se estaban produciendo no solamente en el mundo islámico sino también en el Tercer Mundo y, sin embargo, allí no estalló la revolución. Hay que anotar que existe cierta dificul-

tad al ir rechazando de una manera global cada uno de estos procesos, puesto que así se olvidan matices; por ejemplo, ¿acaso es Arabia Saudita un buen ejemplo de modernización, simplemente por sus altos índices de crecimiento, siendo éste, hoy por hoy, un país bastante conservador? O parece que se estuviera diciendo que la hegemonía extranjera se manifiesta por igual en toda la región, o que la percepción de tal dominio es por igual en todas partes. Después de todo, Nasser no fue igual de servil con los extranjeros como sí lo fue el último sha de Irán. Munson critica todas estas explicaciones en torno a la modernización, indicando que cada una de ellas no es que no sea válida sino que "...in and of themselves..." no explican la revolución. Pero creemos que rechazar así cada causa tiene el problema de que sólo se toma en cuenta cada causa por separado. Lo que se debería hacer, más bien, es jerarquizar las causas, error de todos los estudios que Munson critica; pero él parece incurrir en lo mismo cuando al final propone de nuevo dos causas. El capítulo final, "Conclusión: ¿por qué solamente en Irán?", muestra qué factores hicieron posible que se pasara del resentimiento a la revolución, que a su vez son los que no solamente hacen de Irán un caso particular sino que, sobre todo, explican por qué la revolución estalló solamente en este país. Se considera que las revoluciones generalmente estallan cuando el antiguo régimen ha sido debilitado por una crisis que hace imposible que el régimen oprima la oposición radical. El debilitamiento lo producen los efectos

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combinados de una crisis económica, la política de los derechos humanos del presidente Cárter, así como también la ineptitud y debilidad física del sha. Se señala como el principal precipitante de la revolución la política de los derechos humanos del presidente Carter y sobre todo la percepción en Irán de esta política. Lo que de aquí resulta es una esperanza, la idea de una válvula de escape, la oportunidad para expresar el descontento por parte de los intelectuales seculares. Es de anotar que el autor comete el error de creer que si la oposición de los intelectuales hubiera sido satisfecha dándoles la oportunidad de alguna representación política, se habría podido evitar la caída de la monarquía. Creemos que si bien con sus protestas abiertas dan paso a otras de mayor dimensión, cualquier otro tipo de precipitante hubiera prendido el polvorín. Después de todo, la política de los derechos humanos del presidente Cárter y las protestas abiertas contra el sha que desencadena, no eran más que fósforos que prendieron la gran explosión. Puesto que se tenía la creencia de que el sha era un títere de los americanos, cuya caída no permitiría Estados Unidos, se crea así una visión de un sha vulnerable debido a la idea —por cierto incorrecta— de que ya no tenía el apoyo de Estados Unidos. Se hace hincapié en el cambio de mentalidad como precipitante. Las otras grandes causas que harían que se llegara a toda una revolución fueron el liderazgo y la ideología shiita: el carisma y la trayectoria del ayatollah Jomeini y la gran cercanía tradicional de los ulemas shiitas al

pueblo, sobre todo al urbano. A Jomeini se le identificaba con algunos de los personajes sagrados de la tradición shiita, inclusive algunos creyeron que se trataba del duodécimo imán; para otros era imposible desobedecer al representante de éste. Jomeini representaba lo auténtico, lo tradicional, el simbolo de la resistencia antiimperialista; es decir, en él convergian los más diversos tipos de oposición. El autor resalta que de todas maneras el líder sólo puede triunfar con las condiciones específicas del momento histórico. Así, Munson toma un término medio entre aquellos que resaltan las personalidades históricas y los que estudian sólo las estructuras del problema. Después de todo, el liderazgo también es definitivo en el triunfo. Lo que se desprende de la lectura del libro es que la propuesta es de tipo coyuntural, es decir,

se trata de ver los disparadores de la revolución. Pero el sentido del análisis coyuntural es estudiar la convergencia de diversos elementos que articulados entre sí se convierten en condiciones para la revolución pero no en sus causas. La coyuntura no destruye la estructura por sí sola. Es más, ni siquiera un conjunto de condiciones coyunturales lo logra. Cuando se relatan los mitos se intenta presentar un aspecto muy importante y muchas veces relegado: el peso tan grande que juega la cultura imperante sobre la historia. Munson intenta combinar una percepción del mundo con la historia real. Nos parece importante el recuento crítico de los factores que llevaron al estallido de la revolución y el intento de un aporte. La discusión continúa y para comienzos de 1990 esperamos, de Mehran Kamrava, Revolution in Irán: The Roots of Turmoil.

Luis E. Bosemberg

El libro consta de once capítulos:En el primero se describe la existencia andina y se desarrollan aspectos relacionados con la vida diaria de los incas, sus recursos y el parentesco, y se hace un análisis entre las diferencias a partir del sexo y de la jerarquía. En el segundo capítulo se plantea un paralelismo a nivel de género entre las comunidades locales, se tratan temas que tienen que ver con la estructuración del cosmos, la construcción del universo y la dualidad de las organizaciones religiosas imperantes.

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Continuando con el paralelismo entre los sexos en el orden imperial, el tercer capítulo plantea un análisis en torno a la legitimación del poder y a la jerarquía que alcanzan las diosas de la cultura inca, así como sus mujeres. Al comenzar a analizar lo que le sucede a la cultura inca después de la conquista española, el cuarto capítulo desarrolla una serie de argumentos sobre la ideología de la conquista en el ayllu, palabra original con la que se hace referencia a la familia (primera forma de organización social). En relación con este aspecto se hace énfasis en el papel de la mujer y el del "Dios de la conquista".

pueblo, sobre todo al urbano. A Jomeini se le identificaba con algunos de los personajes sagrados de la tradición shiita, inclusive algunos creyeron que se trataba del duodécimo imán; para otros era imposible desobedecer al representante de éste. Jomeini representaba lo auténtico, lo tradicional, el simbolo de la resistencia antiimperialista; es decir, en él convergian los más diversos tipos de oposición. El autor resalta que de todas maneras el líder sólo puede triunfar con las condiciones específicas del momento histórico. Así, Munson toma un término medio entre aquellos que resaltan las personalidades históricas y los que estudian sólo las estructuras del problema. Después de todo, el liderazgo también es definitivo en el triunfo. Lo que se desprende de la lectura del libro es que la propuesta es de tipo coyuntural, es decir,

se trata de ver los disparadores de la revolución. Pero el sentido del análisis coyuntural es estudiar la convergencia de diversos elementos que articulados entre sí se convierten en condiciones para la revolución pero no en sus causas. La coyuntura no destruye la estructura por sí sola. Es más, ni siquiera un conjunto de condiciones coyunturales lo logra. Cuando se relatan los mitos se intenta presentar un aspecto muy importante y muchas veces relegado: el peso tan grande que juega la cultura imperante sobre la historia. Munson intenta combinar una percepción del mundo con la historia real. Nos parece importante el recuento crítico de los factores que llevaron al estallido de la revolución y el intento de un aporte. La discusión continúa y para comienzos de 1990 esperamos, de Mehran Kamrava, Revolution in Irán: The Roots of Turmoil.

Luis E. Bosemberg

El libro consta de once capítulos:En el primero se describe la existencia andina y se desarrollan aspectos relacionados con la vida diaria de los incas, sus recursos y el parentesco, y se hace un análisis entre las diferencias a partir del sexo y de la jerarquía. En el segundo capítulo se plantea un paralelismo a nivel de género entre las comunidades locales, se tratan temas que tienen que ver con la estructuración del cosmos, la construcción del universo y la dualidad de las organizaciones religiosas imperantes.

Continuando con el paralelismo entre los sexos en el orden imperial, el tercer capítulo plantea un análisis en torno a la legitimación del poder y a la jerarquía que alcanzan las diosas de la cultura inca, así como sus mujeres. Al comenzar a analizar lo que le sucede a la cultura inca después de la conquista española, el cuarto capítulo desarrolla una serie de argumentos sobre la ideología de la conquista en el ayllu, palabra original con la que se hace referencia a la familia (primera forma de organización social). En relación con este aspecto se hace énfasis en el papel de la mujer y el del "Dios de la conquista".

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Irene Silverblatt, Moon, Sun and Witches. Gender Ideologies and Class in Inca and Colonial Perú, Princeton University Press, 1987, 266 páginas.

El quinto capítulo se orienta al análisis de las transformaciones que se operan profundizando en las jerarquizaciones que impone la conquista y en las reglas imperiales. En el desarrollo de este tema, la autora hace referencia a la escogencia de las mujeres como "peones" políticos y como emblemas del poder del Cuzco. Orientándose hacia el análisis económico, aunque de manera un tanto superficial, en el sexto capítulo se describe la forma como las mujeres de la nobleza inca hacen su entrada en la economía de mercado bajo la dominación española. Para este efecto, Silverblatt realiza una comparación entre la ley española y la forma como ésta se impone sobre las costumbres andinas, intentando desvirtuarlas. El capítulo séptimo, dedicado a las mujeres del campesinado andino, desarrolla lo relacionado con el abuso sexual de que éstas fueron objeto y las cargas económicas que se les impusieron durante la Colonia. El siguiente capítulo estudia la privación de los derechos políticos de que fueron objeto los indígenas y, para tal efecto, se refiere al papel que a partir de entonces comenzó a jugar el Curaca o jefe de la comunidad, a la pérdida de poder por parte de las mujeres, hasta entonces entronizado en la cultura inca, y a la de la legitimidad política. Es en el comienza tificación título del

capítulo noveno cuando a encontrarse una juspara la última parte del libro. En éste se muestra

la forma en que se utilizó la brujería como un arma para desafiar, desde el punto de vista cultural, a aquellos que se convirtieron en los protagonistas de la conquista española. Como se verá posteriormente, la Iglesia ocupó un papel de especial importancia en este proceso. El penúltimo capítulo, "Mujeres de la Puna" (meseta), desarrolla toda una serie de argumentos en torno a la idolatría, al papel de las vírgenes en el nuevo contexto de la conquista y a las estrategias de escape y defensa utilizadas de manera protagónica por las mujeres de la comunidad. El capítulo con el cual concluye el libro constituye una forma resumida de algunos de los principales planteamientos que se realizan en el texto, cada uno de los cuales tiene un punto en común: hacer una apología del papel que la mujer jugó durante la conquista española. Silverblatt argumenta que la presencia de la mujer, dadas sus características, fue la que permitió que, aun a pesar de la violencia del proceso en mención, lograran mantenerse muchas de las costumbres y creencias indígenas. Un análisis sobre el carácter del libro conduciría a determinar que en la primera parte lo que se realiza es un estudio de naturaleza descriptiva analítica en el que se señalan las principales características de la comunidad inca. Tal descripción va hasta el capítulo quinto que, aunque plantea algunas de las transformaciones que la comunidad experimenta, no se adentra en un análisis probatorio como sí lo hacen las siguientes páginas. Es entonces a partir del sexto capítulo donde el libro, en algunos casos de manera forzada y en otros en forma fluida, mediante la utilización de bien seleccionadas citas textua-

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les, da carácter de demostración a muchos de los argumentos que se esgrimen, dentro de los cuales resalta el que tiene que ver con la pérdida de poder a todos los niveles por parte de la mujer que es reemplazada por su esposo o por los conquistadores, en papeles tradicionalmente desarrollados por ella. Tal es el caso de uno de los personajes a los que se refiere Silverblatt, doña Francisca, quien deja de ser Curaca (jefe) de la comunidad de Nariguala y es reemplazada por su esposo, don Juan Tomoche. Asi mismo, por el hecho de ser una mujer casada, pierde toda posibilidad de disponer la utilización de sus tierras desvirtuando de esta forma las características del tradicional ayllu (pp. 151 a 153). Dentro de los principales planteamientos que contempla el libro pueden destacarse los siguientes: para el Imperio Inca, que se desarrolla entre los años 1450 y 1532, fecha en la cual tiene lugar la conquista española, la posesión de la tierra es un elemento consustancial al poder. Esto determina que se constituya toda una serie de organizaciones que al establecer cultos para honrar a las divinidades andinas controlan, simultáneamente, los derechos de posesión de la tierra y lo que ésta produce (p. 21). En forma complementaria, es vital señalar la clara diferenciación que, a nivel de sexos, desarrollan los incas, diferenciación que involucra a sus deidades. Es asi como la diosa de la tierra, Pachamama, sólo puede dar lugar a la producción de alimentos si un dios masculino toma parte en el proceso. Esto indica la forma lógica como los incas estructuran su universo y constitu-

ye, así mismo, una muestra de la forma en que las relaciones en cuanto a división del trabajo, ostentación del poder y mutualidad se desarrollan en la tierra (p.29). La forma como la vida religiosa se divide en dos géneros diferentes: el femenino y el masculino, no tiene otra razón que la dimensión de las experiencias que a nivel terrenal posee esta comunidad. ■

Dada la importancia que, al igual que muchos otros casos, tenía la religión para esta civilización, la estructuración por sexos de las deidades se trasladó a la tierra bajo la forma de dominación política; es así como al considerarse que la luna dominaba el lado femenino del cosmos inca, era a la reina, su más cercano descendiente humano, a la que a la vez le correspondía dominar a las mujeres de la comunidad. Esto le confería no sólo poder religioso sino también político (p. 47). Así, una vez realizada la conquista de los Andes por parte de los incas, la nueva sociedad asumió características de imperio. El papel de la mujer en el imperio fue siempre central para los propósitos de la dirección de la comunidad. Esto se explica cuando se observan pasajes como los que Silverblatt reproduce, donde se señala que la reina era la más importante consejera en todos los asuntos de política interna, y que cuando por alguna razón se establecía una enfermedad o cualquier otra clase de incapacidad, al rey le estaba permitido desposar otra mujer que estuviese en posibilidad de constituirse en una adecuada

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compañera para ejercer la dirección del imperio (p. 59). No obstante la importancia atribuida a la mujer, los incas consideraban como superior al hombre. Este hecho puede constatarse en eventos de la conquista de los Andes, en la que el pueblo conquistado se conceptualizaba como "mujer". Sólo así era lícita y apropiada la posterior unión que, eventualmente, se presentaba entre hombres incas y mujeres del pueblo vencido (p. 75). Como aspecto central, Silverblatt destaca la importancia de las aellas que en muchos sentidos se asimilan al papel de las vírgenes vestales de Roma. La labor social de las aellas iba desde la celebración de los ritos hasta la posibilidad de convertirse en esposas del emperador o de otros hombres de importancia a los que fueran asignadas; entre tanto jugaban un papel muy importante al convertirse en las obreras que cosían, tejían y preparaban las comidas especiales como la chicha, contribuyendo de esta manera a la división social del trabajo que plantea claras diferencias entre los trabajos desarrollados por cada uno délos sexos (p. 82). Así como la presencia de las aellas es una muestra del poder de los incas sobre las comunidades conquistadas, el matrimonio fue utilizado con los mismos fines. En desarrollo de esta idea, los incas podían casar a sus hijos con las hijas de los conquistados dando lugar a alianzas que se constituían en una expresión ideológica de las relaciones ejercidas por el imperio (p. 91). Una vez que entran en escena los conquistadores españoles

son muchas las relaciones que se alteran; una de ellas, posiblemente la más importante, la posesión de la tierra que antes era ejercida por una mujer como representante de la comunidad, pasa a ser de naturaleza privada. Esto conduce a varias contradicciones que terminan por ser solucionadas mediante alianzas matrimoniales que reivindican el derecho sobre las tierras pero que, simultáneamente, introducen toda una serie de variaciones a nivel de las relaciones entre las dos culturas: la inca y la española (p. 119). Otra idea central del libro tiene que ver con la forma cómo, bajo el imperio español, las cargas impositivas se generalizaron, siendo las mujeres las principales deudoras de tales cargas, particularmente aquellas que pertenecían al campesinado (p. 129). Silverblatt desarrolla también toda una serie de argumentos en torno al papel jugado por las distintas instituciones sociales que tomaron forma durante la conquista española, tales como las mitas y las encomiendas. Con ellas se instituyó no sólo una explotación de tipo económico sino también de tipo sexual. El sexo forzado en una comunidad donde las relaciones premaritales estaban permitidas, previo acuerdo de los padres, resultó una de las maneras más burdas de dominación (p. 139). Es en este contexto de despojo del status, del que son víctimas las mujeres tanto desde el punto de vista político como económico y social, donde surge la brujería como una forma de resistencia a la dominación de que es objeto el imperio inca.

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Una explicación de la beligerancia con que ésta fue atacada se encuentra en la concepción europea que por entonces atribuía a las mujeres condiciones de fragilidad que permitían que fueran fácilmente inducidas por el demonio. Un aspecto de vital importancia dentro de los que desarrolla Silverblatt tiene que ver con el hecho de que en la cosmología andina no existía la noción de demonio. Lo que se presentaba era una visión dialéctica del universo en la que fuerzas opuestas eran vistas como recíprocas y complementarias, necesarias para la reproducción de la sociedad como un todo. En este sentido puede afirmarse que existía una visión más avanzada que la que predominaba por entonces en Europa. El hecho de no compartir tal visión llevó a los españoles a perseguir todas las formas de brujería que según ellos encontraron en los Andes, dentro de las que se destacan el conocimiento de propiedades curativas de algunas hierbas, la posibilidad de predecir el futuro y las confesiones realizadas por mujeres. Este último aspecto fue uno de los más estigmatizados por parte de la Iglesia que vio en él una de las peores formas de herejía. La importancia del análisis que realiza la autora sobre este último aspecto consiste en desentrañar los motivos políticos que tuvieron las persecuciones que se desataron y que dieron como resultado la conformación de "reducciones", donde se evangelizaba a los indígenas, se podía mantener un mayor control político y, en forma particu-

lar, se facilitaba la recolección de los tributos (p. 175). La forma como se comienza a hacer resistencia hacia las nuevas normas impuestas por la conquista es ejemplificada a partir de un personaje —Juana—, considerado como una bruja que deriva su poder del demonio y no perdona a ninguno que haya violado sus deseos, constituyéndose así en la sanción moral de su comunidad. Un examen sobre las acusaciones que se le hacen revela que su malevolencia usualmente estaba dirigida contra quienes habían transgredido las normas de la comunidad aprovechándose del poder que ejercían sobre la misma (p. 187). Utilizando esquemas como el anterior que le costaron la vida a ésta y a otras mujeres, quienes fueron además brutalmente torturadas, se manipularon las estructuras y las ideologías introducidas por los españoles. Se crearon así estrechos vínculos entre lo político y lo religioso haciendo surgir un movimiento en respuesta al colonialismo (p. 195). En condiciones como las señaladas la virginidad de las mujeres tomó un nuevo giro, se utilizó como una forma de evitar el contacto con los hombres españoles convirtiéndose así en una medida de protección que llevó a las mujeres a aislarse en la Puna (meseta) para desaparecer de los ojos de los conquistadores. Así, partiendo de un análisis donde lo prioritario es la defensa de una serie de ideales culturales, Silverblatt idealiza el papel jugado por la mujer en la oposición hacia la transculturización de su comunidad.

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Aun cuando no resulta muy claro el marco conceptual en el cual se desenvuelve la investigación adelantada, lo que sí se puede precisar es que la misma contó con una copiosa bibliografía que ocupa diez páginas del libro. Es destacable la exhaustiva revisión que se realiza en los archivos coloniales, departamentales e históricos del Perú, así como la utilización que se hace de la misma en el libro, lo que agrega confiabilidad a varios de los argumentos que en él se desarrollan. No obstante lo anterior, el texto presenta varios aspectos de debilidad. No se hace, por ejemplo, un análisis en torno a las características y circunstancias en las que se presenta la conquista española; sólo se desarrollan argumentos en torno al hecho una vez consumado. De otra parte, no se analizan en ningún caso las interrelaciones que, previas a la conquista, existieron en las distintas concentraciones indígenas de los Andes, elemento que sin lugar a dudas, arrojaría otras luces sobre el carácter que adquirió el proceso de invasión española. Así, aunque se hacen algunas alusiones a las tierras que paulatinamente fueron obteniendo los incas, no se profundiza en este proceso que fue una forma previa de usurpación a la practicada por los españoles. Sin embargo, la mayor debilidad del libro no radica en los puntos señalados; tiene su origen en el excesivo énfasis que la autora hace sobre el papel que jugó la mujer indígena en pos de desvirtuar la fuerza con que se ejerció el proceso de dominación espa-

ñola. Esto le resta equilibrio al texto e induce a pensar en una posición feminista de la autora que introduce sesgos a sus planteamientos. El papel del hombre llega en muchos casos a ser incluso estigmatizado, sin mediar elementos que demuestren la veracidad de tales afirmaciones. No obstante el desbalance señalado, la investigación realizada se presenta en forma amena y ágil y constituye un buen punto de partida para quien quiera profundizar en las características socioculturales del imperio inca. Arroja, así mismo, información valiosa sobre un aspecto que tradicionalmente se ha trabajado con muchos sesgos ideológicos —la brujería—, desarrollando toda una serie de argumentos que la desmitifican y contribuyen a mostrarla como otra manifestación cultural que va cambiando de acuerdo con las circunstancias que la rodean. A partir de la bibliografía utilizada podría decirse que el libro es un intento de síntesis de toda una serie de temáticas que hasta entonces sólo se habían desarrollado de manera aislada y que aquí encuentran su nexo, constituyéndose este aspecto en uno de los aportes más relevantes del texto. Por los motivos señalados pero teniendo en cuenta el sesgo feminista claramente percibible, Luna, Sol y Brujas resulta ser un libro de interés para aquellos que deseen profundizar en los orígenes y evolución de las clases sociales en el Perú de los incas y en el de los españoles.

Elvira García Rodríguez

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Para quienes de una u otra manera hemos tenido la oportunidad de acercarnos a Germán Arciniegas, reseñar alguna de sus obras no deja de constituirse en una aventura que bien merece la pena ser enfrentada. Significa, entre otras cosas, poder adentrarse en la lectura de una de las prosas más claramente literarias, más definitivamente pedagógicas de nuestro momento, de un instante que principió en la década de los treinta. La aventura no se nos plantea por lograrse presagiar la presencia de alguna imponderable dificultad comunicativa o expresiva que haya que salvar o justificar, ni por poderse anticipar la existencia de exageraciones temáticas, conatos de altivas imposiciones valorativas o reminiscencias alambicadas e ideas de factura barroca que se deberían evitar y que invitan a la crítica superficial. Por el contrario, Arciniegas es un escritor tan claro que no sabe caer en lo retórico; tan ameno que no acostumbra moverse dentro del limbo de academicismos adocenados; tan sólido en sus conocimientos que no puede dejar de expresarlos con plena transparencia. En él la normalidad de pensamiento y planteamientos, así como la diafanidad en el estilo, parecen ser plenamente naturales, y lo superlativo, así se exprese en un elogio ampliamente merecido o se traduzca en una recriminación comprobada, se reemplaza por un entusiasmo que logra contagiar completamente a sus múltiples lectores. Para él la historiografía, como con tanta insistencia se vuelve a repetir hoy, es también expresión clara, prosa amena y descripción cautivante. Si poder leer al maestro Germán

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es un verdadero placer, tener la oportunidad de releer a Arciniegas se constituye en toda una experiencia formativa. Poder hacerlo permite comprobar no sólo la vigencia de sus enfoques y la juventud de sus tesis sino, sobre todo, los avances y las detenciones, las lagunas y las expectativas fallidas que entre una y otra de las lecturas puedan acosar al lector. Volver a enfrentarse con sus tesis y planteamientos se constituye en un ejercicio apasionante y bien puede ser que en más de una manera desilusionante: suele ser tan poco o tan complejo lo que sobre el gran tema de su reflexión se ha logrado agregar, es tan gris y en ocasiones tan confuso lo que otros, en otros años, han ido aportando que, de verdad, bien puede desaparecer la atracción por la erudición y el acopio de datos que padecemos en ciertos momentos y reemplazarse por un sentido afán de discusión de sus tesis y el deseo de profundizar en el diálogo plenamente reestablecido. Y es que, tal como lo afirma un teórico de la historia actual, Charles-Olivier Carbonell, "entre el hermetismo de las curvas y la jerga ideológica queda sitio —un sitio cada vez mayor— para el relato bien construido, para el placer de leer". Desde mi punto de vista de lector de historia, de consumidor de historiografía, bien puedo afirmar que El continente de siete colores me permite integrar a su autor y verlo expresando una unidad temática constante, lo que en ningún momento significa que se repita, que se plagie, sino que, más bien, se completa, se complementa y perfecciona en cada una de sus obras. No es

Germán Arciniegas, El continente de siete colores, Bogotá, Aguilar, 1989, 583 páginas.

en modo alguno exagerado afirmar que por intermedio de estas quinientas y más páginas se trasluce claramente la actitud del viejo estudiante de la mesa redonda que de pronto descubre que América es su tierra firme. Que sabe bien que en ella es posible que se hayan experimentado las aventuras reales del Caballero del Dorado y la gesta de los Comuneros. Que afirma que de alguna manera fantástica y bien real lograron convivir prácticamente en el mismo espacio un puñado de alemanes que pretendieron hacer y morir la América, con los iluminados inmigrantes ingleses y con la biografía dramática de los refugiados del Caribe. Donde Amerigo y la bella Simonetta se pueden dar la mano con Colón y sus hombres, con los conquistadores, sus caballos, perros y asnos. Donde los ilustrados se transforman en apóstoles de los ideales de reformas del siglo XVIII y, luego, en los héroes del XIX. Y todo ello gracias al influjo de las virtudes de esta América mágica. Al poder lograr interpretar y descifrar la compleja gama del colorido americano, al podérnoslo interpretar desde dentro, al reconstruir su historia cultural más íntima y al recordar sus más grandes momentos colectivos y sus mayores hitos políticos, le es factible preocuparse por el revés de la historia y puntualizar lo que de América hay en Europa y aquello que para los hombres de hoy pueden llegar a significar algunas de las actitudes y aspiraciones de nuestros primeros libertadores, de Bolívar o de Santander. Germán Arciniegas ha expresado en más de una oportunidad que sus mayores pretensiones como escritor se reducen y con-

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cretan a llegar a escribir una sola obra, a explicarse una sola realidad específica, a enfrentarse con un solo tema: América. Pero, es cierto, la más nuestra, la tropical y la andina, la del Caribe y el Pacífico, la que se expresa en alguno de nuestros lenguajes indígenas, la que de pronto se viste de conquistador, se cubre con la capa del hidalgo, se convierte en abanderada de la independencia y difícilmente se transforma en alguno de los fundadores y defensores de la vida republicana. Es así que afirma en el libro que tenemos al frente: "El blanco en América se ha hecho profundamente americano. De Europa trajo, casi sin saberlo, su democracia. La democracia como repudio a la sociedad que dejaba en Europa. Los españoles llamaron a ese español peregrino, desplazado, 'indiano'. Su hijo fue el criollo. Los siglos coloniales acabaron haciéndolos revolucionarios". Este libro, originalmente publicado en 1965, no pretende ser otra cosa que, según su autor, la ' 'historia de la cultura de América Latina" y se convierte, para el lector, en una completa biografía del subcontinente. En ella desfilan acompasadamente todos los instantes definitivos de nuestro devenir colectivo, todos los pequeños y grandes personajes que poblaron la América indo-española, la portuguesa, la inglesa y la francesa. Ya que según los planteamientos de su autor, estas cuatro Américas conforman las cuatro provincias de un mundo concreto, el Nuevo, que van por el tiempo 8n búsqueda de su destino y se encuentran siempre con diversas expresiones de una misma libertad que parecen haber entresacado de su propia realidad,

de sus instancias más íntimas o de sus tropiezos externos. No deja de ser significativo recordar, tal como lo hace el maestro Arciniegas, que este denso y ameno libro es el gran resultado de su acción docente de años en la Columbia University de Nueva York y en el Instituto de Estudios Avanzados de América Latina de la Universidad de París. Lo que no sólo acentúa una vez más esa otra cara fundamental en la vida del autor: para él la enseñanza directa, casi la conversación, es una necesidad tan vital como el escribir. De seguro el autor no sabría decirnos cuál de las dos prima sobre la otra. Lo que nos permite comprender cómo hoy, después de cincuenta y siete años de haber publicado su primer libro, continúa dedicado a la enseñanza en la Universidad de los Andes de Bogotá y a la redacción de varios otros libros.

El continente de siete colores cobra en esta época una nueva vida que complementa a las otras, adquiere casi sin proponérselo una nueva y renovada vigencia que le otorga la proximidad de las celebraciones del V centenario del descubrimiento occidental de América. Su lectura bien puede permitir recordar a los preocupados por los estudios históricos, y casi todos lo somos, la trayectoria vital del continente, sus avances y retrocesos, sus escollos internos y sus imposiciones foráneas, su permanente oscilación entre la libertad y el miedo. Su lectura nos permite profundizar más en la afirmación de nuestra variable realidad, de nuestra personalidad huidiza. Ya que, como lo diría el propio Arciniegas, condensando en una apretada frase mucho de lo que ha venido mostrando desde hace ya tanto tiempo: "América es otra cosa".

Gonzalo Hernández de Alba

Los escritos del profesor Jaime Jaramillo Uribe, agrupados bajo el título que reseñamos, si bien no constituyen trabajos acabados y "llevan todos el sello de la elaboración apresurada y ocasional", como lo reconoce en la presentación el propio autor, nos resultan valiosos por diversas razones. Inicialmente, anotaríamos que el conjunto de estos ensayos permite visualizar una trayectoria intelectual, el amplio espectro de intereses de Jaramillo Uribe alrededor de los problemas de la historia social colombiana y latinoamericana, de la evolución de las ideas y, en general, de la cul-

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tura en Colombia y en la América Latina. En la primera parte, dedicada a temas de historia de Colombia, sobresalen un "perfil histórico de Bogotá" y el ensayo "Las ideas políticas en los años treintas: corrientes, matices, influencias externas". En "Nación y región en los orígenes del Estado Nacional en Colombia" y en "Factores que influyeron en el poblamiento del territorio colombiano" se aborda la diversidad regional de nuestro país en diferentes momentos de nuestra historia. Algunos de estos ensayos y en particular "Ideas para una caracterización socio-cultu-

de sus instancias más íntimas o de sus tropiezos externos. No deja de ser significativo recordar, tal como lo hace el maestro Arciniegas, que este denso y ameno libro es el gran resultado de su acción docente de años en la Columbia University de Nueva York y en el Instituto de Estudios Avanzados de América Latina de la Universidad de París. Lo que no sólo acentúa una vez más esa otra cara fundamental en la vida del autor: para él la enseñanza directa, casi la conversación, es una necesidad tan vital como el escribir. De seguro el autor no sabría decirnos cuál de las dos prima sobre la otra. Lo que nos permite comprender cómo hoy, después de cincuenta y siete años de haber publicado su primer libro, continúa dedicado a la enseñanza en la Universidad de los Andes de Bogotá y a la redacción de varios otros libros.

El continente de siete colores cobra en esta época una nueva vida que complementa a las otras, adquiere casi sin proponérselo una nueva y renovada vigencia que le otorga la proximidad de las celebraciones del V centenario del descubrimiento occidental de América. Su lectura bien puede permitir recordar a los preocupados por los estudios históricos, y casi todos lo somos, la trayectoria vital del continente, sus avances y retrocesos, sus escollos internos y sus imposiciones foráneas, su permanente oscilación entre la libertad y el miedo. Su lectura nos permite profundizar más en la afirmación de nuestra variable realidad, de nuestra personalidad huidiza. Ya que, como lo diría el propio Arciniegas, condensando en una apretada frase mucho de lo que ha venido mostrando desde hace ya tanto tiempo: "América es otra cosa".

Gonzalo Hernández de Alba

Los escritos del profesor Jaime Jaramillo Uribe, agrupados bajo el título que reseñamos, si bien no constituyen trabajos acabados y "llevan todos el sello de la elaboración apresurada y ocasional", como lo reconoce en la presentación el propio autor, nos resultan valiosos por diversas razones. Inicialmente, anotaríamos que el conjunto de estos ensayos permite visualizar una trayectoria intelectual, el amplio espectro de intereses de Jaramillo Uribe alrededor de los problemas de la historia social colombiana y latinoamericana, de la evolución de las ideas y, en general, de la cul-

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tura en Colombia y en la América Latina. En la primera parte, dedicada a temas de historia de Colombia, sobresalen un "perfil histórico de Bogotá" y el ensayo "Las ideas políticas en los años treintas: corrientes, matices, influencias externas". En "Nación y región en los orígenes del Estado Nacional en Colombia" y en "Factores que influyeron en el poblamiento del territorio colombiano" se aborda la diversidad regional de nuestro país en diferentes momentos de nuestra historia. Algunos de estos ensayos y en particular "Ideas para una caracterización socio-cultu-

ral de las regiones colombianas' ', en el cual el autor propone como criterios de diferenciación regional el factor etnodemográfico, el tipo de sociedad en relación con los rasgos dominantes de la economía y la presencia o ausencia de elementos de la arquitectura, nos parecen recomendables para la enseñanza de la historia (en este caso para la inducción a la problemática regional) por su claridad y por las líneas de interés que sugieren.

Jaime Jaramilo Uribe, Ensayos de historia social, Tomo II, Temas americanos y otros ensayos, Bogotá, Tercer Mundo - Uniandes, 1989.

La segunda parte reúne temas de historia latinoamericana. Se destaca especialmente el ensayo "Tendencias científicas y frecuencias temáticas del pensamiento histórico latinoamericano". Jaramillo establece unas etapas del desarrollo del pensamiento histórico en la región y muestra los debates alrededor de tres temas fundamentales: hispanismo y antihispanismo, el mestizaje étnico y cultural, y democracia y caudillismo. El escrito "Las relaciones culturales entre Europa y América Latina. Realidades y equivocaciones", texto de una conferencia dictada por el autor en Berlín en diciembre de 1980 ante un grupo de funcionarios del servicio exterior de la RFA y de representantes diplomáticos de América Latina, al igual que otros ensayos incluidos en el libro, muestra la labor de divulgación del conocimiento histórico al interior de "públicos" distintos al gremio de los historiadores. De manera amena el autor precisa los factores de identidad y de diferenciación cultural de los países latinoamericanos y sugiere algunas etapas a mirar en la evolución de las relaciones culturales entre Europa y América.

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En "Los estudios afroamericanos y afrocolombianos, balance y perspectivas" se nos revela la sensibilidad antropológica del autor, su interés hacia los procesos étnico-cultural es y hacia los distintos planos de la vida cotidiana. El estudioso de las ideas, de la "alta cultura", aprecia también el valor del folclor, de la música y la cocina, las maneras de hablar, los procesos de crianza, etc., y observa atentamente los préstamos recíprocos entre la cultura de élite y la cultura popular, como se deduce de su ensayo "Historia y cultura popular" incluido en la sección siguiente. En la tercera parte, sobre la historia y los historiadores, encontramos el ensayo "Direccionalidad de la Historia; corta y larga duración" donde Jaramillo, retomando a Frangois Simmiand y a Fernand Braudel, reflexiona sobre el tiempo en la historia y sobre los conceptos de corta y larga duración, sobre la historia acontecimental (" 'histoire événementielle") o factual y la historia de las estructuras sociales y culturales. El autor concluye mostrando que "el historiador tiene que trabajar sobre la base de ambas duraciones, la corta y la larga"; que "la comprensión de la historia total, de la que incluye acontecimientos y estructuras sociales o económicas o culturales, sólo puede comprenderse en un juego recíproco entre acontecimientos y estructuras. Lo que debe buscarse es el punto o los puntos de contacto entre ellos. La corta duración, el acontecimiento histórico, pueden afectar las estructuras y por eso en éstas pueden presentarse rupturas, brechas y transformaciones en cuanto no son intemporales por larga que sea su

duración". Agrega asi mismo que "el acontecimiento, la corta duración, tampoco pueden comprenderse sin buscarle sus raíces en las estructuras" (p. 236). Se percibe en este ensayo una alta valoración del estudio de las estructuras históricas, de la historia profunda que el autor denomina "sedimentaria", valoración que ha sido, a nuestro modo ver, un orientador fundamental de la producción intelectual del profesor Jaramillo y de su cala profunda en las complejidades de la cultura colombiana. La cuarta y última parte, "Siluetas", incluye perfiles de Gilberto Freyre, Juan Friede y Luis Ospina Vásquez. Sobresalen allí las páginas sobre Freyre, de quien el autor se reconoce discípulo y deudor intelectual. En otro aparte del libro nos ha contado que "la lectura de Casa Grande y Sen z ola fue uno de los motivos que me llevaron a ocupar del tema de las relaciones entre esclavos y señores en la

sociedad colombiana del siglo XVIII" (p. 207). Jaramillo subraya la importancia de la idea de Freyre acerca de que "sin la contribución negra e indígena, sin sus culturas, adaptadas a través de un proceso secular a la naturaleza tropical, Latinoamérica había sido un imposible histórico". Nos dice luego que el cientista brasileño "no sólo puso al servicio de esta tesis su amplísima cultura científica; sino también su hermosa prosa y su combativa sensibilidad" (p. 249). Finalmente, anotaríamos que estos ensayos nos muestran un Jaime Jaramillo Uribe un tanto distinto del autor de "El pensamiento colombiano en el siglo XIX", más espontáneo en virtud de la naturaleza de estos escritos, y más cercano a las preocupaciones de la antropología, con la cual el historiador de las ideas ha tratado de construir un diálogo fecundo, imprescindible hoy día para cualquier investigador de la cultura. Fabio López de la Roche

Concebida como una selección de textos históricos, esta obra reúne varios trabajos relativamente recientes, inéditos unos y publicados otros en diversas revistas. Se ha privilegiado el campo de la historia social y económica, enfatizando algunos de sus problemas principales, en una perspectiva de historia regional. El libro se inicia con un prólogo de Gustavo Bell Lemus que presenta un balance de la historiografía sobre la región, sus temas y sus vacíos. De este examen re-

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sultan hechos tales como la marcada preferencia por Cartagena en su período colonial, la dispersión de los trabajos concernientes al período republicano, el carácter tradicional (vale decir, heroico, apologético y moralizante) de la mayor parte de la producción referente a la Independencia, etcétera. Un tema de primordial importancia es el del carácter de la formación económica y social de la Colonia. Adolfo Meisel Roca Roca, en su artículo "Esclavitud, mestizaje y haciendas en la

duración". Agrega asi mismo que "el acontecimiento, la corta duración, tampoco pueden comprenderse sin buscarle sus raíces en las estructuras" (p. 236). Se percibe en este ensayo una alta valoración del estudio de las estructuras históricas, de la historia profunda que el autor denomina "sedimentaria", valoración que ha sido, a nuestro modo ver, un orientador fundamental de la producción intelectual del profesor Jaramillo y de su cala profunda en las complejidades de la cultura colombiana. La cuarta y última parte, "Siluetas", incluye perfiles de Gilberto Freyre, Juan Friede y Luis Ospina Vásquez. Sobresalen allí las páginas sobre Freyre, de quien el autor se reconoce discípulo y deudor intelectual. En otro aparte del libro nos ha contado que "la lectura de Casa Grande y Sen z ola fue uno de los motivos que me llevaron a ocupar del tema de las relaciones entre esclavos y señores en la

sociedad colombiana del siglo XVIII" (p. 207). Jaramillo subraya la importancia de la idea de Freyre acerca de que "sin la contribución negra e indígena, sin sus culturas, adaptadas a través de un proceso secular a la naturaleza tropical, Latinoamérica había sido un imposible histórico". Nos dice luego que el cientista brasileño "no sólo puso al servicio de esta tesis su amplísima cultura científica; sino también su hermosa prosa y su combativa sensibilidad" (p. 249). Finalmente, anotaríamos que estos ensayos nos muestran un Jaime Jaramillo Uribe un tanto distinto del autor de "El pensamiento colombiano en el siglo XIX", más espontáneo en virtud de la naturaleza de estos escritos, y más cercano a las preocupaciones de la antropología, con la cual el historiador de las ideas ha tratado de construir un diálogo fecundo, imprescindible hoy día para cualquier investigador de la cultura. Fabio López de la Roche

Concebida como una selección de textos históricos, esta obra reúne varios trabajos relativamente recientes, inéditos unos y publicados otros en diversas revistas. Se ha privilegiado el campo de la historia social y económica, enfatizando algunos de sus problemas principales, en una perspectiva de historia regional. El libro se inicia con un prólogo de Gustavo Bell Lemus que presenta un balance de la historiografía sobre la región, sus temas y sus vacíos. De este examen re-

sultan hechos tales como la marcada preferencia por Cartagena en su período colonial, la dispersión de los trabajos concernientes al período republicano, el carácter tradicional (vale decir, heroico, apologético y moralizante) de la mayor parte de la producción referente a la Independencia, etcétera. Un tema de primordial importancia es el del carácter de la formación económica y social de la Colonia. Adolfo Meisel Roca Roca, en su artículo "Esclavitud, mestizaje y haciendas en la

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Gustavo Bell Lemus, comp., El

Caribe colombiano, Barranquilla, Ediciones Uninorte, 1988.

provincia de Cartagena, 15331851", lleva a cabo un estudio basado en la exhaustiva utilización de documentación de archivos y datos estadísticos sobre la evolución de las haciendas, en la fase de transición de las haciendas esclavistas a lo que el autor denomina "hacienda feudal", basada en la servilización de los mestizos arrochelados. La investigación toma en cuenta las variables demográficas: catástrofe demográfica en los orígenes de la implantación del esclavismo, composición de la población esclava según sexos y edades, la migración como base de reproducción de mano de obra, el mestizaje. De este análisis resulta una diferencia importante entre, por una parte, el conjunto del Caribe, donde la economía esclavista, dominada por el azúcar, estuvo sólidamente integrada a la economía mundial desde un principio y, por otro, la costa colombiana en donde la economía esclavista aparece dominada por la ganadería y la agricultura de alimentos y secundariamente por el azúcar, cultivada en haciendas-trapiches, y consagrada principalmente al mercado interno representado por las grandes ciudades. Esta diferenciación plantea un importante tema de controversia para la caracterización de la región caribe. En su análisis de la transición de la estancia esclavista a la hacienda "feudal" el autor proyecta un paralelo con el proceso de transición del esclavismo al feudalismo cumplido en Europa en el período final del imperio romano. Valdría la pena, sin embargo, examinar la diferencia histórica que se establece entre una evolución cumplida en la fase temprana del feudalismo europeo y en medio de la casi

virtual supresión de la economía monetaria, y la transición desarrollada en una etapa de dominio de la economía mundial. El problema de la relación entre estado-nación y región es abordado en varios artículos. Gustavo Bell Lemus expone en "Conflictos regionales y centralismo. Una hipótesis sobre las relaciones políticas de la costa caribe con el gobierno central en los primeros años de la república, 1821-1840" los diferentes factores de división local que impidieron una unidad política regional frente al gobierno central y que no permitieron prosperar los proyectos separatistas: las rivalidades heredadas del período colonial entre los puertos principales, el estancamiento, primero, y el retroceso económico, después, de Cartagena y Santa Marta, las rebeliones localistas contra los antiguos centros de poder regional, habrían permitido al gobierno central un amplio margen de acción política para conservar la unidad nacional. Eduardo Posada Carbó se concentra en un período distinto. En "Estado, región y nación en la historia de la costa atlántica colombiana" estudia la alianza regional de 1919 como un intento de confluencia de las fuerzas políticas y empresariales costeñas para elaborar un programa político y económico a escala regional. El autor subraya ei papel cumplido por los empresarios en este proyecto y destaca las complejidades de la relación entre el estado nacional y la región de la costa que oscilaron entre el temor al separatismo y

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los prejuicios racistas. El carác ter pragmático del programa de la liga Costeña aparece sufi cientemente demostrado, más allá de definiciones ideológicas absolutas (librecambismo, etcé tera). Finalmente, el artículo de René de la Pedraja "La Guajira en el siglo XIX, indígenas, contrabando y carbón" estudia las peculiares relaciones sociales y económicas dentro de esta región, entre riohacheros y guajiros, sus proyecciones en el contexto exterior de las islas del Caribe y Venezuela con la práctica del contrabando, y los fracasos del estado nacional para hacer efectiva la integración de esta región al conjunto del país, El vertiginoso crecimiento de Barranquilla y su transformación en el principal centro comercial e industrial de la región es analizado en el trabajo de Manuel Rodríguez Becerra y Jorge Restrepo Restrepo, "Los empresarios extranjeros de Barranquilla, 1820-1900". Los autores examinan el papel cumplido por los inmigrantes extranjeros en el crecimiento urbano y demográfico y en el desarrollo de las principales actividades económicas. Demuestran cómo, si bien la participación de empresarios colombianos fue importante en los distintos frentes de la economía, correspondió a los extranjeros la iniciativa y dirección de las actividades económicas de mayor dinamismo: comercio, industrias, transporte. El carácter abierto a la movilidad social propio de una ciudad nueva como Barranquilla, sus ventajas geográficas y las corrientes del comercio internacional se conjugan en la explicación

que los autores ofrecen sobre la realidad moderna y cosmopolita de la ciudad.

El trabajo de carácter descripti vo de Theodore E. Nichols, "El surgimiento de Barranquilla", presenta la evolución del puerto en relación con el establecimien to de la navegación a vapor por el río Magdalena y el auge del comercio del tabaco, al que le su cedieron el ciclo de la quina y por último el café, que tuvo en Ba rranquilla su principal puerto de exportación. El autor se detiene en el desarrollo de las construc ciones del puerto y en la trans formación urbana de Barranqui lla, con amplio apoyo en infor mes consulares y prensa de la epoca..

Los movimientos sociales de la región son tratados en el artículo de Catherine Le Grand, "Campesinos y asalariados en la zona bananera de Santa Marta, 19001935". La autora se concentra en las luchas protagonizadas por los colonos contra la compañía frutera y en defensa de sus tierras, analiza las diferencias de intereses entre campesinos y asalariados y su convergencia en un movimiento común contra la United Fruit Company. Catherine Le Grand concluye su estudio con varias observaciones de gran valor teórico. En primer término, invalida, con apoyo en el caso de las bananeras, la tesis tradicional de la inevitable e irreversible transformación de los campesinos en asalariados. En segundo lugar, enfatiza la necesidad de examinar la diferenciación interna de la población rural e investigar las relaciones sociales de la producción económica de cada grupo para abordar el estudio de la protesta

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rural, descartando las generalizaciones que han dominado estos análisis en América Latina. Por último subraya el papel de la ideología en la agitación agraria: la ley, invocada por los campesinos en su lucha contra la compañía frutera, adquirió un valor ideológico de primer orden en ese movimiento y este hecho revela las complejidades culturales a tener en cuenta en este tipo de investigaciones. Finalmente, el artículo de Jesús Ferro Bayona, "Núñez y la filosofía política", sigue la trayectoria del pensamiento de Núñez, a quien el autor ubica dentro de la corriente del positivismo. Aun cuando la acción política concreta condujo a aquel estadista a un sistema que acabó desterrando el positivismo de Colombia, el

autor se preocupa por determinar las fuentes filosóficas de quien aparece designado como auténtico ' 'pensador costeño''. Los trabajos reunidos se apoyan en una profunda utilización de las fuentes primarias, informes consulares, prensa nacional y extranjera, tradición oral en algún caso, abundante información estadística. La selección correspondió a los temas de mayor interés para la actual investigación histórica sobre la costa colombiana. Por esta razón, tanto como por el rigor en el tratamiento, la información bibliográfica presentada y la novedad de muchos de los planteamientos de los autores, El Caribe colombiano es el punto de partida necesario para todo investigador interesado en la región.

Isabel Clemente

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NOTILIBROS

James Scott es ampliamente conocido por sus planteamientos clásicos acerca de la ''economia moral", uno de los conceptos más usados por los estudiosos de las sociedades campesinas. En su último libro Scott retoma la región en que se ha especializado, los países asiáticos, más concretamente un poblado de Malasia durante los años setenta. Esta vez Scott profundiza más en la especificidad de las sociedades locales y presenta un enfoque muy novedoso para su estudio: además de estudiar las luchas ideológicas que se dieron en la región, el autor llama la atención sobre lo que, gracias a sus trabajos, se ha identificado como "las formas cotidianas de la resistencia". Scott, siguiendo la tradición de la historia social, estudia la percepción de los grupos sociales "desde abajo", pero introduciendo un nuevo elemento: la preocupación por las situaciones y períodos históricos donde rebeliones y revoluciones no dominan la escena. Lo novedoso de su enfoque es el estudio de las formas de resistencia a la dominación que se dan en el contexto de unas relaciones aparentemente pasivas. Así, de una manera específica, se presenta el problema más general de la lucha de clases en una sociedad donde persisten elementos precapitalistas, y el estudio resulta en una coherente solución entre lo práctico y lo teórico. Este es un re-descubrimiento de lo que académicamente se ha despreciado con la excusa de ser actividades parroquiales producto de la falsa conciencia, o de lo que simplemente se ha ignorado debido a un excesivo énfasis en los marcos teóricos tradicionales. Este libro merece toda la atención, no sólo de los especialistas en temas rurales, sino también de todo historiador y científico social. Con él se empieza a entender el papel de grupos populares que activamente participan en la estructuración de las relaciones sociales, sin que necesariamente estén "organizados" o se hayan levantado abiertamente contra sus opresores.

James C. Scott, Weapons of the Weak. Everyday Forms of Peasant Resistance, New Haven and London, Yale University Press, 1985.

A.F.M. En 1987 la intendencia de San Andrés y Providencia, junto con la Universidad de los Andes, realizó una serie de conferencias sobre historia, tradición, cultura y vida política de San Andrés y Provi-

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Isabel Clemente, comp., San Andrés y Providencia: Tradiciones Culturales y Coyuntura Política, Bogotá, Ediciones Uniandes, 1989.

Shaul Bakhash, The Reign of the Ayatollahs: Iran and the Islamic Revolution, Nueva York, Basic Books, Inc., Publishers, 1986.

dencia. En 1989 la Lotería de los Territorios Nacionales y la Universi dad de los Andes decidieron la publicación de las mismas. Las confe rencias publicadas estuvieron a cargo de profesores de la Universi dad, investigadores y estudiosos isleños. El libro lo inicia el discurso pronunciado por el vicerrector de la Universidad de los Andes, Ernesto Guhl Nannetti, con motivo de la apertura del ciclo. Las conferencias, desde un punto de vista interdisciplinario, abordan, en una primera parte, el marco histórico-cultural de la región: Ramón de Zubiría disertó sobre "El perfil humano del Caribe", Isabel Clemente sobre "Las islas del azúcar en el período de preponderancia británica" y Daniel García sobre "El Caribe se vuelve americano: la política de Estados Unidos en el siglo XIX". En una segunda parte, titulada "Historia, tradición cultural y coyuntura política en las islas de San Andrés y Providencia", se presentan los siguientes textos: Walwin G. Petersen, "Cultura y tradición de los habitantes de San Andrés y Providencia"; Nina S. de Friedemann, "Religión y tradición oral en San Andrés y Providencia"; Oakley Forbes, "Aproximaciones socio-lingüísticas en torno a la realidad de las lenguas en contacto en las islas de San Andrés y Providencia: bilingüismo y disglosia"; Isabel Clemente, "Educación y cultura isleña"; María Margarita Ruiz, "Vivienda, asentamiento y migración en San Andrés islas"; Harold Bush y Enrique Ogliastri, "Opinión isleña sobre la soberanía colombiana''; Rodrigo Pardo y Juan Gabriel Tokatlián, "Importancia de San Andrés y Providencia en las relaciones internacionales de Colombia", y Julián Davis Smith, "Comentarios del señor representante de la intendencia de San Andrés y Providencia a la ponencia de los profesores Pardo y Tokatlián". El periodista e historiador Shaul Bakhash vivió los primeros años de la revolución iraní. Así, como testigo ocular, presentando factores sociales, religiosos e internacionales, el autor presenta una narración muy coherente sobre la llegada de Jomeini a Irán, los debates sobre la nueva Constitución de la República Islámica, la toma de la Emba jada de Estados Unidos, el desarrollo de la coalición y la lucha violen ta por el poder. No se trata solamente de los hechos inmediatos sino también de su razón y significado histórico. El libro trata primero las causas de la revolución, basándolas en una compleja interacción de un descontento social, económico y político, la existencia de una organización religiosa y su ideología movilizadora, el carisma de Jomeini y la incapacidad de acción del sha. Un segundo capítulo in serta la biografía de Jomeini dentro del proceso iraní. A continuación se entra en la lucha por el poder, de los primeros años, que culmina con el establecimiento de los radicales jomeinistas. Los capítulos 7 y 8 versan sobre las grandes disputas en torno a la tierra y las políticas económicas a seguir. Un capítulo final examina los factores de esta bilidad y de conflicto de la nueva república. L.E.B.

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El Departamento de Ciencia Política y el Centro Interdisciplinario de Estudios Regionales (Cider) de la Universidad de los Andes realizaron durante 1986 y 1987 el programa piloto de estudios fronterizos binacionales. Algunas de sus investigaciones sobre las fronteras con Ecuador y Venezuela y su impacto regional se recogen en este libro. Cristina Barrera publica "Economías nacionales y desarrollo fronterizo: una perspectiva binacional" y "Flujos decisionales en escenarios de tensión especial". Elsa Forchheimer y María Victoria Lloren-te, "Flujos decisionales del escenario institucional". Gabriel Murillo y Rafael Pardo, "Políticas de desarrollo fronterizo en Colombia". Finalmente, Margarita Jaramillo de Botero pública "Impactos de la crisis comercial binacional sobre el nivel empresarial", y Mirta Boso-ni, "Impactos regionales del intercambio comercial de Colombia con Venezuela y Ecuador".

Cristina Barrera, comp., Crisis y fronteras: relaciones fronterizas binacionales de Colombia con Venezuela y Ecuador, Bogotá, Cerec y Ediciones Uniandes, 1989.

L.E.B.

Este libro es el producto de un seminario realizado por la conocida líder rusa en el año 1921, en la Universidad de Sverdlov de Petrogrado. En dicho encuentro, Alexandra Kolontai dictó una serie de conferencias a obreras y campesinas, miembros o simpatizantes del partido bolchevique, que posteriormente se dedicarían a difundir las ideas comunistas entre la población femenina. En sus reflexiones la autora aborda el estudio de la condición social de la mujer en relación con el desarrollo económico a lo largo de la historia, tal como eran debatidos por los(as) revolucionarios(as). Así, ella analiza los distintos modos de producción que se han ido sucediendo a través de la evolución social, estudiando sus diversas fases de desarrollo, al igual que el papel específico otorgado a la mujer en cada uno de ellos. El contenido de las charlas que aparecen en la publicación fue editado ini-cialmente en francés, por Editions La Breche en París, hace once años. Doce meses después, o sea en 1979, el libro fue traducido al español por Michel Lenard. La publicación contiene una introducción escrita por Jacqueline Heinen, quien señala la importancia de la obra de la Kolontai en comparación con los escritos del mismo período sobre la liberación de la mujer, por dar cuenta de su riqueza de pensamiento a nivel histórico y antropológico para interpretar la subordinación femenina.

Alexandra Kolontai, Mujer, historia y sociedad. Sobre la liberación de la mujer, Colección Libro Historia, Barcelona, Editorial Fontanara, 1982, segunda edición.

S.B.

Si bien en la mayoría de los países del mundo, en el transcurso del presente siglo, las mujeres han logrado convertirse en ciudadanas, algunas de ellas son cada vez más conscientes de que los logros de las primeras feministas son insuficientes para que la población femenina haya logrado superar completamente su condición de ' 'ciudadanas de segunda clase''. Para analizar las razones que permiten interpretar esta desigualdad en las relaciones genéricas, Susan Okin parte en su análisis de las tradiciones filosóficas de Platón, Aristóteles,

Susan Moller Okin, Women in Western Political Thought, Princeton, New Jersey, Princeton University Press, 1979.

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Rousseau y Mill que siguen teniendo tanta influencia en la cultura occidental y en sus instituciones. Este es un buen libro para ser consultado por quienes se interesan por la historia de la filosofía política occidental y por quienes gustan reflexionar sobre las relaciones varon-mujer. S.B. Patricia Vásquez de Urrutia, editora, Colombia piensa la democracia, Bogotá, Ed. Uniandes, Cerec, 1989.

En los años 1986-1987 el Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes llevó a cabo el programa Democracia. El presente libro recoge las opiniones de representantes gremiales, miembros de la clase política, sindicalistas y otros sectores de la sociedad civil sobre temas como las relaciones del sector privado con el gobierno, con los partidos políticos; el papel que desempeñan los medios en sociedades como la nuestra (interesantes reflexiones de los representantes de los medios en torno a la censura y la autocensura, la formación de los periodistas). El libro refleja los esfuerzos de sectores del país por intentar esbozar diagnósticos y alternativas a problemas centrales de su actual desarrollo. J.C.F.

Pablo González Casanova y Jorge Cadena Roa, coords., Primer informe sobre la Democracia, México, 1988, Siglo XXI, segunda edición, 1989.

La coyuntura de crisis para la ya larga hegemonía autoritaria del PRI y las manifestaciones de oposición de la sociedad, reflejada buena parte de ellas en la búsqueda de democracia, concepto usado "desde el más superficial hasta el más radical, desde el más conservador hasta el más progresista'', son el punto de partida para las indagaciones que este libro, producto del trabajo del centro de investigaciones interdisciplinarias en humanidades de la UNAM, intenta establecer. Es analizada por los diversos autores la política económica de la presente crisis, donde se considera inoportuna la política de liberalización y de salida por el camino de la exportación, ensayada por los dos últimos gobiernos. Son considerados igualmente el problema de los derechos humanos en México, el sistema partidista, las demandas de la sociedad y las respuestas del sistema. La publicación de estos trabajos los hace fuente útil para la comprensión de los antecedentes que conducen a la "Salinastroika' J.C.F.

Fernando Iwasake Cauti, Nación peruana: entelequiao utopía, Lima, Crese, Ed. Ave., segunda edición, 1989.

Una reflexión —de uno de los más jóvenes historiadores peruanos— alrededor de si existe o no la nación peruana, desde un rastreo meticuloso de la historiografía sobre el tema. El problema de "definir la nación contra el Estado o a pesar de él" es central en un momento en que el Perú junto con otras naciones del continente se debate ante los fenómenos de crisis más serios de su historia, reflejados con claridad en la parte dedicada a la crisis nacional y la conciencia de valores. El

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libro representa una sugestiva contribución al estudio del fenómeno de la peruanidad, además de mostrar herramientas de análisis para experiencias colombianas que parecen tener interesantes similitudes con el caso estudiado por Iwasaki, profesor de historia en la Universidad Católica de lima e investigador del Centro Regional de Estudios Socioeconómicos (Crese). J.C.F. Una selección de estudios producto del trabajo de los "violentólo-gos" peruanos agrupados en la Asociación de Estudios e Investigaciones para la Paz (ADEP). El libro explora una aproximación a la conflictividad de la sociedad peruana desde diversos enfoques: la dimensión psicosocial de la violencia, la relación de ésta con la cultura, el problema de la subversión y la violencia, ensayo éste donde se intentan respuestas a las causas del origen del movimiento mesiáni-co Sendero Luminoso. El libro incluye además la transcripción de diversos paneles realizados por la APEP sobre la violencia.

Felipe E. Mac Cregor S. J. y otros, Siete ensayos sobre la violencia en el Perú, Lima, Fundación Fiederich Ebert, APEP, tercera edición, 1987.

Este trabajo es de consulta obligatoria para aquellos que trabajan estos procesos para el caso colombiano. J.C.F. El libro recoge las ponencias presentadas en Bogotá, en un seminario internacional de 1988 sobre los "procesos de reforma del Estado en América Latina". Estas incluyen una visión global del proceso, análisis particulares para casos como los de Bolivia, México o Venezuela, y los trabajos que un equipo interinstitucional realizó entre 1987 y julio de 1988 sobre el caso colombiano.

Pedro Medellín Torres, comp., La reforma del Estado en América Latina, Bogotá, Fescol, Ed. Presencia, 1989.

Este último es interpretado desde diversas ópticas relevándose que en parte la actual situación está representada en la contradicción ciudadano-Estado. Candentes problemas de la Colombia actual, como el de la puesta en marcha de políticas económicas neoliberales, la precaria situación de la justicia reflejada en una "crisis y cierta impunidad", junto a las especificidades de una democracia restringida, son estudiados en las diversas ponencias, proporcionando no pocos elementos para una comprensión de la relación Estado-sociedad civil. J.C.F. Publicado por primera vez en 1964, cuando su autor vivía exiliado en México, este libro constituye uno de los mejores ensayos de interpretación histórica que se ha escrito sobre el tema del descubrimiento y la conquista de América. El autor polemiza en él, con la tendencia a ver la génesis de las naciones iberoamericanas en función del carácter feudal y no en función

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Rodolfo Puiggros, La España que conquistó el Nuevo Mundo, Bogotá, El Ancora Editores, 1989.

del capitalismo primitivo. Lo que no debe confundirse con revivir la rancia y absurda polémica de la existencia del capitalismo en la América española. Puiggros señala cómo hace quinientos años, cuando las naves de Cristóbal Colón anclaban en las Indias orientales, la península ibérica era una de las regiones de Europa en donde más se había desarrollado la economía mercantil manufacturera; España era escenario a su vez de agudas contradicciones entre el viejo régimen feudal y los primeros brotes de capitalismo. La incorporación de América de occidente —afirma el autor— tuvo consecuencias antagónicas, según se tratara de la península ibérica o de aquellas regiones europeas que no se desgastaron en la conquista colonizadora y obtuvieron indirectamente las ventajas de la promoción económica generada por los metales preciosos y el mercado del nuevo mundo. "El descubrimiento dio oxígeno al orgánico feudalismo y asfixió al naciente capitalismo de la península ibérica, pero fue poderoso factor externo de desarrollo del capitalismo en general del occidente europeo". Tal viene a ser la tesis central que anima la polémica y llena la argumentación del libro de Puiggros, que a pesar de no tener el sello de lo nuevo mantiene frescas las hipótesis que seguramente reavivarán la polémica en estos tiempos de conmemoración de los quinientos años del descubrimiento. L.A.F.

Franklin W. Knight y Colín Palmer, edits., The Modern Caribbean, Chapel Hill, The University of North Carolina Press, 1989.

Franklin Knight, historiador de las sociedades afroamericanas del Caribe, en particular la de Cuba, a la cual dedicó Slave Society in Cuba during the Nineteenth Century, una obra de consulta obligatoria para todo investigador interesado en este tema; y Colin A. Palmer, también historiador de las sociedades esclavistas y del comercio de esclavos, autor del texto Human Cargoes: The British Slave Trade to Spanish America 1700-1739, han editado este libro, The Modern Caribbean, reuniendo un conjunto de trabajos que abarcan un amplio espectro de temas. Entre éstos destacaremos el proceso de transición de las sociedades esclavistas hacia nuevas formaciones sociales posteriores a la emancipación, en el siglo XIX, analizado en los artículos de David Geggus, "The Haitian Revolution"; Francisco A. Scarano, "Labor and Society in the Nineteenth Century"; Bridget Brereton, "Society and Culture in the Caribbean. The British and French West Indies, 1870-1980"; Teresita Martínez Vergne, "Politics and Society in the Spanish Caribbean during the Nineteenth Century", y Bonham C. Richardson, "Caribbean Migrations, 18381985". En estos textos, los autores coinciden aunque por vías y en campos diferentes, en la extrema complejidad de las sociedades caribeñas y en la diversidad de soluciones ensayadas ante la situación económica creada por la emancipación de los esclavos, en particular ante el problema del abastecimiento de la mano de obra. La afirmación de unas sociedades campesinas resulta bastante relativizada en

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el análisis de estos autores y más bien se subraya la continuidad de las estructuras básicas del sistema productivo y social de la plantación, hasta bien entrado el siglo XX. Otro grupo de artículos se concentra en el problema de la formación de los estados nacionales en la fase de descolonización de los años sesenta, en particular en el Caribe británico. Problemas tales como el concepto de estado-nación, la identidad cultural, la estratificación socio-racial y la formación de movimientos políticos radicales son estudiados en los trabajos de Colin A. Palmer, "Identity, Race and Black Power in Independent Jamaica"; Herman L. Bennett, "The Challenge to the Post-Colonial State. A Case-Study of the February Revolution in Trinidad"; Blanca G. Silvestrini, "Contemporary Puerto Rico"; Franklin W. Knight, "Cuba. Politics, Economy and Society, 1898-1985", y Roberto Márquez, "Nationalism, Nation and Ideology". Finalmente, los problemas de la política económica en una situación de dependencia y las relaciones internacionales en una región que ha tenido históricamente una alta importancia estratégica, son aborda dos en los trabajos de Jay R. Mandle, "British Caribbean Economic History", y Anthony P. Maingot, "Caribbean International Relatinos”. La delimitación regional, presentada por Knight en "The Caribbean. A Regional Overview", corresponde a la que ha venido dominando en este campo de estudios, vale decir, el Caribe insular, las Guayanas y Belize. El libro ofrece, además de una rica información factual, en particular sobre el período reciente, una valiosa actualización bibliográfica, con la presentación de algunas controversias importantes para la historia de los países del Caribe. I.C. Esta obra colectiva, dirigida por Michel Vovelle, reúne un gran con junto de artículos breves a cargo de un numeroso grupo de autores cuya lista completa sería imposible de citar; entre ellos se cuentan Jacques Godechot, Emmanuel Wallerstein, Maurice Agulhon, Jean Pierre Goubert, George Rude, Claude Mazauric, Dominique Julia, etc. El texto ha sido concebido como un cuadro de los múltiples as pectos de la vida de las gentes y sus movimientos de cambio, en el período revolucionario.

Michel Vovelle, edit., L'Etat de la France pendant la Revolution, París, Editions La Découverte, 1988.

La recopilación abarca la organización institucional, la civilización material, las transformaciones demográficas, la nueva sociabilidad, el imaginario colectivo. El propósito del texto es a la vez interdisciplinario y pluralista, con una importante sección dedicada a la historiografía sobre la revolución que comprende no sólo análisis teóricos, sino testimonios e imágenes de los contemporáneos. Los artículos han sido agrupados en seis secciones dedicadas a contextos políticos, económicos e ideológicos del mundo anterior a la revolución; la vida cotidiana; la vida política; los cambios regionales; debates sobre la revolución y sobre su impacto en el mundo; el esta-

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do de la situación internacional, con apoyo en una cronología comparada. Una serie de retratos presentan héroes anónimos y héroes oficiales, en un intento por rescatar la visión del proceso revolucionario, a través de las historias de vida. El libro contiene además 34 mapas y esquemas geográficos, cuadros estadísticos, una bibliografía que recoge la producción más reciente y una filmografía. I.C.

Gustavo Gallón Giraldo, Entre movimientos y caudillos. 50 años de bipartidismo, izquierdas y alternativas populares en Colombia, Bogotá, Cinep Cerec, 1989.

Dentro de la abundante producción sobre los movimientos populares en Colombia en las últimas décadas, este libro reciente compilado por Gustavo Gallón representa un esfuerzo importante que presenta el estado de los conocimientos y de las cuestiones de debate sobre el tema y reúne valiosos testimonios documentales de actores y contemporáneos. El eje del texto, que recoge las memorias de un coloquio, es el de las alternativas populares en Colombia. Estas son consideradas dentro de cuatro grandes categorías, a saber, las experiencias intentadas a través de los partidos tradicionales, las experiencias partidistas independientes del bipartidismo, los movimientos sociales (movimientos cívicos, de indígenas, etc.) y el movimiento armado. Por otro lado, se presentan varios estudios dedicados a experiencias populares en otros países: el PSOE, la oposición chilena, la Izquierda Unida del Perú, los grupos verdes de Alemania, el Movimiento Tupamaro. Una buena parte del libro está dedicada a debates, tanto sobre los tipos de movimientos ya anotados como sobre problemas generales de carácter teórico y sobre casos específicos, a propósito de movimientos concretos. El grupo de autores, bastante numeroso, congrega, entre otros, a Alfredo Vázquez Carrizosa, Pierre Gilhodes, Gonzalo Sánchez, Orlando Fals Borda, Hernán Darío Correa, Mauricio Archila, Francisco de Roux, etcétera. I.C.

Carlos Dávila Ladrón de Guevara, El empresariado colombiano. Una perspectiva histórica. Bogotá, Pontificia Universidad javeriana, 1988.

La historia empresarial es un campo relativamente nuevo en las investigaciones históricas en Colombia pero que cuenta con obras de gran significación como las de Frank Safford y Alberto Mayor Mora, entre otras. El libro del profesor Carlos Dávila parte de un examen del estado de la historia empresarial en Colombia y se concentra en el proceso de formación del empresariado, en varias regiones del país, en particular Antioquia, el Valle del Cauca y Bogotá. En el primer capítulo, el autor estudia el período 1885-1930, caracterizado por los orígenes de la industrialización y por la transición a una economía más dinámica. El texto se concentra en las conductas económicas y políticas de los empresarios de Bogotá y del Valle del Cauca, designados como negociantes.

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En el segundo capítulo, se analiza la formación del empresariado antioqueño, desde finales de la Colonia y a partir del auge de la minería del oro, tomando en cuenta los planteamientos teóricos expuestos en los trabajos sobre los empresarios paisas. En el análisis de Dávila, el empresariado aparece como una fuerza muy destacada en el crecimiento económico y la industrialización mas no como un factor causal de estos procesos. El texto concluye con una interesante propuesta de teoría y método para el estudio del empresariado. I.C. Los desarrollos recientes de la democracia colombiana son estudiados en este libro que reúne un importante grupo de monografías sobre temas tales como la apertura democrática a partir del Frente Nacional, el presidencialismo en relación con los diferentes poderes del Estado, la evolución de los partidos en el cuadro de una crisis coyuntural, el papel de los grupos de presión y sus relaciones con los organismos del Estado, la transformación histórica del movimiento sindical y su incidencia sobre el régimen político, la descentralización a nivel local, los problemas de la desigualdad y la pobreza y su repercusión sobre la estabilidad política. Los autores, Gary Hoskin, Javier Torres, Ronald Archer, Marc Chernick, Rubén Sánchez, Dora Rothlisberger, Gustavo Esguerra, William Cartier, Mauricio Reina, Patricia Pinzón de Lewin presentan en estos textos los resultados de las investigaciones cumplidas dentro del programa Democracia del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes.

Patricia Vásquez de Urrutia, comp., La democracia en blanco y negro: Colombia en los años ochenta, Bogotá, Ediciones Uniandes - Cerec. 1989.

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CRÉDITOS FOTOGRÁFICOS LA UNION SOVIÉTICA Y EL TERCER MUNDO La mujer soviética, revista mensual ilustrada, junio de 1989. Editorial Pravda, p. 3. Time No. 1, enero 2 de 1989, p. 32. Sputnik, mayo de 1989, p. 41. Time No. 1, enero 2 de 1989, p. 10. ídem., p. 51. "Revistamilitar soviética", Moscú. Ed. Krasnaya Zvezda, mayo de 1989, p. 21. Time No. 35, agosto 29 de 1988, pág. 17. Time No. 52, diciembre 28 de 1987, p. 19. Foto. Cortesía de la Casa Cultural Soviética. Enfoque Internacional, publicación mensual, No. 10, octubre de 1989, p. 30. ídem., p. 31. "En aras de la paz y la cooperación" (Visita oficial del ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, Eduard Shevardnadze, al Brasil, Argentina, Uruguay, y estadía de trabajo en Cuba.

Revista Der Spiegel, No. 7,1988. Revista Time, diciembre 12 de 1988. Revista Der Spiegel, No. 20,1987. Revista Der Spiegel, No. 6,1988. MUJERES INCAUTAS Y SUS HIJOS BASTARDOS (Primera Parte) Fondo Cultural Cafetero (carrera 8a. No. 7-93). Fotografías tomadas por William Pickett y Georgia Morgan en Viotá. Museo de Arte Moderno de Bogotá, abril-mayo de 1988. Exposición fotográfica de Leo Matiz. Ídem.

INDUSTRIALES, PROTECCIONISMO Y POLÍTICA EN COLOMBIA Revista Semana, primer período, 1946 a 1950.

EVOLUCIÓN IDEOLÓGICA DE LA RESISTENCIA PALESTINA (1968-1988) Ata, Yasser, Palestina. Historia, derechos y lucha. Departamento de Prensa e Información. Embajada de la Organización para la Liberación de Palestina. La Habana, Cuba, 1987. Zentner, Christian, Las guerras de la posguerra (II). Conflictos armados de 1953 a 1973. Editorial Bruguera S. A. Barcelona, 1975. Revista Der Spiegel, No. 20,1987. Revista Der Spiegel, No. 4,1988. Revista Time, enero 25 de 1988.

EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN LA FORMACIÓN DEL ESTADO GRANADINO (Segunda Parte)

Bogotá, estructura y principales servicios públicos. Cámara de Comercio de Bogotá, 1978, p. 93. Revista Correo de los Andes, No. 7, Bogotá, enero-febrero 1981, p. 8. Bogotá, estructura y principales servicios públicos. Cámara de Comercio de Bogotá, 1978, p. 115. Revista Correo de los Andes, No. 38, Bogotá, mayo-junio 1986, p. 48.